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Full text of "Cartas edificantes de la Provincia de Aragón"

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BOSTON 

UNIVERSITY 


Boston  University  School  of  Theology 
Library 

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CARTAS   EDIFICANTES 


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'"''  CARTAS    EDIFICANTES 


DE  LA 


PROVINCIA  DE  ARAGÓN 


AÑO  1911 


Número  1 


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BARCELONA 
LIBRERÍA  É  IMPRENTA  RELIGIOSA 

CALLE    AVIÑÓ,    N.°    20 
I912 


península 


CASA  PROFESA  DE  VALENCIA 


MINISTERIOS  APOSTÓLICOS  DEL  P.  JUAN  M/  SOLA 


Serie  de  cartas  del  mismo  al  P.  Pedro  Planas 

CARTA  1.^ 

Valencia  y  Junio  de  1911. 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Planas:  No  sin  repugnancia  de  mi  parte  y 
sólo  por  complacerle  á  V.,  y  en  V.  á  la  Santa  Obediencia,  tomo  la  pluma 
para  contarle  algunos  de  los  ministerios  que  hice  el  pasado  año  de  1910.  Yo 
creí  con  la  de  antaño,  tan  pobre  de  noticias  como  de  espíritu,  haber  llenado 
d^ sobra  sus  deseos  de  V.  y  de  todos  para  siempre  jamás:  me  he  equivo- 
cado, según  parece.  Pues  ahí  va  otra  que  tal.  El  Señor  lo  encamina  todo  á 
su  mayor  gloria.  ¿Quién  sabe  si  con  esto,  tan  ruin  y  desastrado  que  yo 
hago  y  digo,  se  moverán  á  contar  lo  suyo  tantos  de  los  nuestros  que  tan 
altamente  glorifican  á  Dios  y  honran  á  la  Compañía  con  sus  afanes  apostóli- 
cos, y  no  sé  por  qué  lo  ocultan  con  menoscabo  de  la  común  edificación! 

Di  principio  al  año  de  1910  donde  terminé  el  anterior,  que  fué  Madrid, 
con  una  novena  de  desagravios  en  el  convento  de  Madres  Reparadoras.  Es 
la  que  celebran  anualmente  en  todas  sus  casas;  y  á  fe,  que  no  hay  cosa  más 
fácil  que  semejante  predicación.  ¡Son  tantos  los  agravios  y  ofensas  contra 
la  Majestad  de  Dios  en  toda  la  redondez  de  la  tierra,  en  especial  contra  la 
sagrada  Eucaristía,  que,  si  hay  una  centella  de  amor,  es  imposible  hablar  de 
ello  sin  conmover  al  auditorio.  Esa  pena  profunda,  nacida  de  una  caridad 
ardiente,  creo  que  ha  de  ser  el  blanco  principal  de  esas  novenas  de  repa- 
ración. En  ésta  de  Madrid  no  hubo  cosa  digna  de  memoria,  si  no  es  por 
ventura  la  materia,  tomada  verso  por  verso  del  salmo  II.  El  día  de  Reyes,  á 


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instancias  del  P.  Oliven,  platiqué  á  sus  Estanislaos  acerca  de  cómo  hoy  to- 
dos buscan  á  los  niños,  no  de  otro  modo  que  cuando  nació  Jesús,  los  unos 
para  salvarlos,  los  otros  para  darles  muerte.  Hablé  de  los  hombres  moder- 
nos, conviene  á  saber,  de  las  malas  compañías,  de  los  malos  espectáculos, 
de  las  malas  escuelas.  El  Niño  Jesús  se  salvó  en  los  brazos  de  su  Madre; 
nuestros  jóvenes  sólo  se  pueden  salvar  en  los  brazos  de  las  Congregacio- 
nes Marianas. 

De  Madrid  pasé  á  Murcia  á  predicar  otra  novena  de  desagravios  en 
las  Reparadoras  de  aquella  capital.  El  argumento  era  hermosísimo,  si  no  lo 
hubiera  desdorado  mi  torpeza.  Fueron  nueve  ayes  del  Corazón  de  Jesús, 
sacados  del  sagrado  Evangelio.  Helos  aquí.  El  primero:  «¡Ay  de  tí,  Coro- 
zaín,  ay  de  tí,  Betsaida,  que  si  en  Tiro  y  en  Sidón...!»  etc.  El  segundo: 
«¡Ay  del  mundo  por  razón  de  los  escándalos!...»  El  tercero:  «¡Ay  de  vos- 
otros, escribas  y  fariseos  hipócritas!...»  El  cuarto:  «¡Ay  de  vosotros,  ri- 
cos, que  tenéis  aquí  vuestro  consuelo!...»  El  quinto:  «¡Ay  de  vosotros  los 
que  estáis  hartos...  los  que  reís,  porque  lloraréis!»  El  sexto:  «¡Ay  de  vos- 
otros cuando  os  alabaren  los  hombres!...»  El  séptimo:  «¡Ay  del  hombre 
aquel  por  quien  viniere  el  escándalo!»  El  octavo:  «¡Ay  de  vosotros,  guías 
ciegos,  que  decís...!»  El  noveno:  «¡Ay  de  las  madres  que  en  aquel  tiempo 
criaren  hijos!...»  contra  los  malos  educadores  de  la  juventud. 

Esta  novena  se  celebró  del  15  al  23  de  Enero,  y  el  25  di  comienzo  á 
otra  del  Corazón  de  Jesús  en  la  célebre  Montilla,  de  la  provincia  de  Cór- 
doba. En  ésta,  como  en  las  de  Madrid  y  Murcia,  y  generalmente  en  todas 
las  que  predico,  hago  comunión  general  por  la  mañana  con  su  plática  co- 
rrespondiente, á  fin  de  exponer  algún  punto  más  espiritual,  recoger  el 
fruto  del  sermón  de  la  noche,  enseñar  la  práctica  de  la  comunión  frecuente, 
enamorarlos  más  de  Cristo  é  ir  disponiendo  la  ciudad  á  una  comunión  de 
veras  general.  Hay  en  ello  otra  ventaja,  á  saber,  que  se  van  despachando 
las  confesiones  y  no  se  aglomera  el  trabajo  los  días  últimos.  La  iglesia  del 
Santo  (así  llaman  á  la  parroquia,  por  venerarse  allí  el  sagrado  cuerpo  de 
S.  Francisco  Solano)  se  llenó  desde  el  primer  día.  Vi  desde  luego  las  hue- 
llas de  nuestros  Padres  que  visitan  con  frecuencia  esta  ciudad,  en  especial 
del  santo  P.  Tarín,  que  ha  dejado  allí  muy  honda  y  perdurable  memoria. 
Y  penetrando  más  adentro,  pude  apreciar  la  labor  de  siglos,  empleada  por 
los  antiguos  jesuítas  en  cultivar  esta  viña,  hoy  cubierta  de  maleza.  ¿Qué 
han  de  hacer  doscientos  números  del  Heraldo,  cincuenta  de  España  Nue- 
va, otros  tantos  del  Liberal,  Imparcial  y  mil  otros  de  la  misma  estofa 
recibidos  con  ansia,  leídos  diariamente  con  avidez  y  distribuidos  y  vocea- 
dos con  escándalo?  Aunque  nos  rompamos  el  pecho  todos  los  predicadores, 


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el  triunfo  es  del  masonismo  y  del  liberalismo,  sin  una  milagrosa  interven- 
ción de  lo  alto. 

Tal  está  Montilla,  presa  del  caciquismo  liberal  y  del  indiferentismo  re- 
ligioso. Con  todo  no  me  puedo  quejar  de  poco  fruto:  hubo  reconciliaciones 
notables,  se  atajaron  algunos  escándalos  y  con  gran  edificación  se  cerró  el 
Novenario,  el  día  de  la  Candelaria,  con  una  procesión,  nunca  vista,  del 
divino  Corazón.  Asistió  en  pleno  el  Ayuntamiento,  que  envió  también  la 
banda,  y  recorrieron  las  calles  y  plazas  entre  cánticos  y  vivas. 

Este  tal  cual  fruto  lo  debo  atribuir,  así  lo  creo  firmemente,  á  la  inter- 
cesión de  tantos  santos  y  varones  célebres  que  honraron  esta  ciudad  en 
mejores  siglos.  Me  parecía  aquellos  días  vivir  y  conversar  con  un  San  Juan 
de  Dios,  con  su  Maestro  el  Bto.  Juan  de  Avila,  con  San  Francisco  Solano, 
discípulo  de  nuestras  aulas  montillanas,  con  San  Francisco  de  Borja,  con 
D.  Luis  y  D.  Nicolás  Fernández  de  Córdoba,  y  aquel  otro  D.  Pedro  Fer- 
nández de  Córdoba,  padre  del  Gran  Capitán,  con  aquellas  ilustres  marque- 
sas de  Priego  y  condesas  de  Feria,  tan  enaltecidas  por  la  pluma  del  P.  Roa, 
y  aun  más  con  el  Ven.  P,  Alonso  Rodríguez  y  demás  jesuítas  que  santifi- 
caron esta  ciudad.  Ahí  está  en  pie  nuestro  antiguo  colegio  y  noviciado  de 
la  Compañía,  convertido  en  escuelas  públicas,  casas  particulares  y  otras 
dependencias  del  municipio.  Aun  se  muestra  el  aposento  donde  el  inmortal 
Rodríguez  escribió  su  famoso  Ejercicio  de  perfección,  (gran  parte  por  lo 
menos  de  esta  obra),  en  el  hoy  palacio  de  los  señores  marqueses  de  Car- 
deñosa;  y  gracias  que  lo  tengan  unos  nobles  patricios,  que  á  caer  en  otras 
manos,  fuera  hoy  un  montón  de  escombros.  No  partí  de  Montilla  sin  plati- 
car á  las  Claras  y  predicar  el  panegírico  de  la  Bta.  Juana  de  Lestonnac,  en 
el  colegio  que  tienen  allí  las  Madres  de  la  Enseñanza,  ó  Compañía  de  Ma- 
ría, y  celebrar  por  último  misa  sobre  el  sepulcro  de  aquel  gran  Apóstol  y 
precursor  de  San  Ignacio  de  Loyola,  Juan  de  Avila,  que  se  halla  en  nuestra 
antigua  iglesia,  en  la  cual  prediqué  por  última  vez  y  di  la  comunión  á  las 
muchas  personas  que  acudieron. 

Con  esto  se  venía  encima  la  Cuaresma,  y  me  aguardaban  otros  minis- 
terios más  penosos,  de  que  le  hablaré  á  V.,  si  me  ayuda  el  cielo,  en  otra 
epístola.  Cierro  la  presente  encomendándome  en  sus  fervorosas  oraciones. 
Siervo  en  Cto., 

IHS. 

Juan  M.^  Sola,  S.  J. 


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CARTA  2.^ 

Valencia  y  Julio  1911. 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Planas:  El  mismo  día  que  terminé  en  Montilla, 
comencé  en  Córdoba  un  triduo  en  el  Seminario  Conciliar  á  los  seminaristas 
y  profesores,  que  celebran  con  gran  pompa  sus  fiestas  de  desagravios  en 
Carnaval.  Asistía  también  el  Sr.  Obispo,  que  es  un  santo  anciano.  Declaré 
en  compendiosa  exégesis  el  salmo  115,  Credidi,  propter  quod  locutus  sum, 
con  aplicaciones  dogmáticas  á  la  Eucaristía  y  morales  á  la  vida  sacerdotal. 

(Qué  júbilo  recibí  en  San  Hipólito  oyendo  al  P.  Máznelos  en  la  cátedra 
sagrada  con  voz  robusta  y  entonación  fervorosa,  recordando  que  en  Octu- 
bre le  había  dejado  tan  desfallecido! 

El  miércoles  de  Ceniza  salí  de  Córdoba,  satisfecho  de  haber  ayudado, 
según  mi  cortedad,  á  aquellos  pocos  pero  valientes  operarios  de  nuestra 
Compañía;  y  por  la  tarde  principié  en  Jerez  unos  ejercicios  á  las  señoras 
en  el  convento  de  María  Reparadora.  Y  como  no  hubo  en  ellos  cosa  digna 
de  particular  mención,  paso  inmediatamente  á  otros  ministerios.  El  día  10 
de  Febrero  aun  tuve  tres  actos  en  Jerez,  y  el  siguiente  día  1 1  por  la  ma- 
ñana comencé  otra  tanda  de  Ejercicios  en  Madrid.  En  quince  horas  hice  el 
viaje  que  hacían  nuestros  antiguos  Padres  en  quince  días.  Tal  vez  por  esto 
decía  nuestro  llorado  M.  R.  P.  Martín  (lo  oí  de  su  boca  en  Barcelona)  que 
«más  trabaja  hoy  un  buen  jesuíta,  que  cuatro  ó  seis  en  otros  tiempos.»  Si 
todo  el  punto  estuviera  en  correr  y  discurrir,  pocos  me  ganarían. 

Los  primeros  Ejercicios  en  Madrid  fueron  en  el  «Colegio  del  Corazón 
de  Jesús»  (Caballero  de  Gracia),  á  las  señoras.  Los  segundos,  en  nuestra 
iglesia  de  la  calle  de  Zorrilla,  asimismo  á  las  señoras,  á  suplicación  de  la 
condesa  de  Rivadedeva.  Ambos  á  dos  con  mucho  fruto,  según  parece.  Los 
terceros  á  los  Congregantes  de  la  Sma.  Virgen  y  San  Luis  Gonzaga,  en 
los  Luises,  en  compañía  del  fervoroso  P.  Pedro  Ayala,  que  vino  de  tercera 
probación.  Tras  ello,  di  Ejercicios,  y  son  los  cuartos,  á  los  obreros  del 
P.  Abréu  y  de  otros  Patronatos,  en  la  parroquial  de  San  Marcos,  formando 
sociedad  con  el  P.  Luna,  misionero  del  Corazón  de  María.  En  pos  de  éstos, 
di  Ejercicios  (y  son  cinco  en  Madrid,  y  seis  si  cuenta  V.  los  de  Jerez,  en 
esta  Cuaresma),  á  las  alumnas  del  «Colegio  del  Corazón  de  Jesús,»  en 
Chamartín,  y  á  continuación  emprendí  la  novena  de  San  José  en  la  parro- 
quia de  San  Ginés.  Digo  emprendí,  porque  al  cuarto  día,  el  asno  se  plantó 
y  dijo:  «De  aquí  no  paso.»  Y  no  pasó. 


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Los  días  que  adolecí  en  Isabel  la  Católica  fueron  de  descanso  corporal 
y  espiritual.  El  cielo  lo  permitió  sin  duda  para  que  viese  una  vez  más  y 
palpase  por  mis  manos  la  extremada  caridad  que  se  usa  en  la  Compañía 
con  todos,  y  en  especial  con  los  enfermos.  Como  soldado  herido  en  lo  más 
recio  de  la  batalla,  consolábame  con  la  sagrada  Eucaristía  que  recibía  todas 
las  mañanas  de  manos  del  P.  Lacaze  ó  del  P.  Curiel;  con  las  noticias  de 
los  triunfos  que  conseguía  el  P.  Milagro,  mi  continuador  y  sustituto  en  San 
Ginés,  que  estuvo  admirable,  mayormente  en  el  sermón  en  que  habló  de  la 
oración  del  Santo  Patriarca;  con  el  recuerdo  de  aquellos  400  jóvenes,  es- 
peranza de  la  patria,  que  vi  comulgar  el  día  último  de  manos  del  Sr.  Nun- 
cio, quien  me  dijo  antes  de  darles  los  Ejercicios:  «Dígales  V.  que  promue- 
van muchos  mitins  y  que  no  esperen  nada  de  la  diplomacia,  porque  el 
pueblo  español  se  lo  ha  de  ganar  por  su  propio  esfuerzo;»  consolábame  al 
recordar  el  fervor  de  tantos  obreros  como  va  agrupando  en  torno  del  Co- 
razón de  Jesús  el  director  del  Centro  Social,  y  el  excelente  espíritu  que 
sabe  infundirles  para  que  resistan  vigorosamente  á  los  embates  del  libera- 
lismo y  del  socialismo;  consolábame  ver  por  mis  ojos  el  valor  de  mis  her- 
manos y  conmilitones,  que,  mientras  yacía  yo  en  el  lecho,  arrebataban  ellos 
tantas  presas  al  enemigo  infernal. 

Poco  duró  mi  dolencia,  merced  á  la  solicitud  del  Dr.  Vázquez  y  á  los 
cuidados  del  H.  Qabarrón.  Con  tres  ó  cuatro  días  más  en  Chamartín,  que- 
dé otra  vez  sano  como  una  manzana,  de  suerte  que  en  Semana  Santa  pude 
ya  predicar  el  sermón  de  Pasión  en  el  «Sagrado  Corazón»  de  Chamartín, 
las  Siete  Palabras  en  el  del  Caballero  de  Gracia  y  el  sermón  de  la  Soledad 
en  las  Reparadoras. 

Con  esto  y  con  algunas  pláticas  á  las  del  Servicio  Doméstico,  Tercia- 
rias, Damas  Catequistas,  «Sagrado  Corazón»  de  la  calle  de  Leganitos,  salí 
el  mismo  día  de  Pascua  para  Toledo,  á  recoger  papeles  y  documentos  refe- 
rentes al  cardenal  Sancha  y  al  santo  obispo  de  Almería,  D.  José  Orberá;  y 
de  allí  me  encaminé  á  mi  ducal  palacio  de  Gandía. 

Poco  duró  mi  reposo:  pasé  luego  á  la  próxima  ciudad  de  Oliva  á  pre- 
dicar un  solemnísimo  novenario  al  Cristo  que  llaman  de  San  Roque,  cuyos 
sermones  empezaban  á  las  diez  de  la  noche,  á  fin  de  que  pudieran  asistir 
los  labradores,  que  vienen  algunos  de  muy  lejos,  y  es  preciso  darles  lugar 
á  que  cenen  antes  de  ir  á  la  iglesia,  Al  mismo  tiempo  daba  los  Ejercicios  á 
130  hombres  el  P.  Iñesta  en  la  parroquia  mayor  de  Santa  María,  y  pude 
contemplar  por  vista  de  ojos  y  apreciar  debidamente  este  nuevo  linaje  de 
predicación.  Pasaba  un  día  por  delante  de  la  iglesia,  donde  estaban  ence- 
rrados, y  á  unos  niños  que  estaban  jugando  junto  á  la  puerta  les  pregunto: 


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¿Qué  hay  aquí  dentro?  ¿qué  es  este  ruido?  (se  estaban  disciplinando).  — 
Están  haciendo  Ejercicios,  me  contestaron.  — ¿Y  qué  es  esto  de  Ejercicios? 
repliqué  yo.  — Y  ellos  dijeron  con  su  candor  infantil  una  verdad  profundí- 
sima, por  estas  formales  palabras:  Son  homens  que  volen  anar  al  cel. 

Por  lo  que  vi  y  oí  pude  estimar  las  ventajas  del  sistema.  La  primera  y 
principal,  la  edificación  que  dan  á  todo  el  pueblo,  pues  todo  él  participa 
más  ó  menos  de  su  mágica  influencia.  La  segunda,  la  facilidad  del  coste, 
como  que  no  gastan  una  blanca  ni  en  viaje,  ni  en  manutención,  que  les  lle- 
van diariamente  sus  mujeres.  La  tercera,  que  no  pasan  por  el  bochorno  de 
vivir  á  costa  ajena.  La  cuarta,  que  no  pierden  apenas  jornal  ninguno,  sino 
los  cuatro  precisos  que  duran  los  Ejercicios,  en  cuya  cuenta  va  siempre  al- 
gún domingo  ó  fiesta.  La  quinta,  es  su  continuidad  á  modo  de  batería;  por- 
que la  primera  tanda  dispone  á  la  segunda,  ésta  á  la  tercera,  y  por  estos 
pasos  crece  el  fervor,  cunde  la  devoción,  ríndense  las  más  protervos,  y 
como  en  las  postreras  se  reúnen  por  junto  los  demás  para  la  comunión  ge- 
neral, resulta  de  un  efecto  maravilloso.  Dejo  á  su  director  y  como  fundador 
la  exposición  más  amplia  de  esta  rara,  al  parecer,  pero  feliz  estrategia, 
cuyos  frutos  de  bendición  se  van  dilatando  por  otros  muchos  pueblos,  á 
mayor  gloria  de  Dios. 

Sin  terminar  el  novenario  (dio  la  última  mano  el  P.  Mur),  me  enviaron 
á  Jijona  á  predicar  unos  Ejercicios-misión,  que  promovieron  y  organizaron 
las  Hijas  de  María.  El  número  de  ellas  casi  se  dobló  aquellos  días,  que- 
dando además  fundadas  las  conferencias  de  S.  Vicente  de  Paúl  para  ca- 
balleros, y  el  Centro  de  acción  católica,  al  estilo  del  que  fundé  el  aiio 
anterior  en  Avila  y  Castro  del  Río.  Hoy  por  hoy  es  una  institución  de  ma- 
nifiesta utilidad  y  dentro  de  la  cual  caben  otras  muchas.  Para  ello,  y  tras 
un  B.  L.  M.  á  lo  principal  de  la  ciudad  ó  villa,  se  lee  el  programa  del  Car- 
denal Primado  acerca  de  este  punto,  en  el  que  no  hace  más  que  interpretar 
el  pensamiento  pontificio.  Acabada  la  lectura,  expongo  (si  ya  no  lo  he  hecho 
en  la  iglesia  delante  de  todo  el  pueblo,  para  darle  más  importancia),  cómo 
la  tutela  de  la  Iglesia,  á  medida  que  el  Estado  la  va  desamparando  y  acaso 
franca  ó  encubiertamente  persiguiendo,  pasa  por  derecho  divino  y  natural 
á  los  seglares,  y  la  honra  y  las  obligaciones  que  de  aquí  les  nacen.  Declaro 
bien  esta  honra,  este  derecho  y  estas  obligaciones  en  el  orden  religioso, 
social  y  político,  en  la  forma  que  lo  quiere  el  Papa,  y  se  procede  luego  al 
nombramiento  de  la  mesa.  Como  la  lista  de  los  asistentes  ya  está  hecha,  se 
van  anotando  en  ella  los  que  quieren  pertenecer  á  la  nueva  sociedad  y  se 
fijan  las  categorías  de  cuotas,  que  suelen  ser  dos  ó  tres,  conviene  á  saber, 
de  una  peseta,  dos  reales  y  un  real  mensualmente.  A  fin  de  desvanecer  pre- 


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juicios,  asiento  desde  luego  que  aquello  no  es  una  cofradía,  ni  congrega- 
ción, ni  partido  político,  sino  otra  cosa,  que  no  destruye  ni  menoscaba, 
antes  robustece  las  cofradías,  congregaciones  y  aun  partidos  católicos  que 
haya.  En  unas  partes  hay  que  insistir  más  en  la  cuestión  de  escuelas,  aquí 
en  la  prensa,  allí  en  los  espectáculos,  en  otro  lugar  en  la  defensa  del  clero 
y  derechos  de  la  Iglesia  respecto  de  las  manifestaciones  públicas,  en  otros 
en  el  alivio  de  los  pobres  ó  en  la  solución  pacífica  del  problema  social. 

Pero,  como  si  los  hombres  no  van  á  Cristo,  veo  que  todo  es  farán- 
dula, lo  que  les  inculco  es  la  Comunión,  por  lo  menos,  de  cada  mes,  ingre- 
sando para  ello  en  el  Apostolado  de  la  Oración  ó  en  cualquiera  cofradía  que 
mensualmente  vaya  á  recibir  á  Cristo,  en  el  Sacramento  de  su  amor.  Si 
esto  no  hacen,  todo  es  edificar  sobre  arena.  La  procesión  fué  lucidísima,  y 
las  Hijas  de  María  hollaron  con  valor  la  cabeza  de  la  serpiente,  que  no  dejó 
de  hacer  de  las  suyas  con  alguna  payasada  de  la  republicana  grey.  Al  irme, 
me  daban  cincuenta  duros;  pero  como  yo  sabía  lo  que  se  rugía  en  los  casi- 
nos, de  si  había  ido  el  jesuíta  á  sacar  cuartos,  á  comerse  el  poco  pan  que 
tenía  el  cura  y  otras  sandeces,  no  admití  más  que  lo  preciso  para  el  viaje, 
cosa  que  edificó  grandemente  y  nos  dejó  franqueada  la  puerta  para  ade- 
lante. 

A  mi  tránsito  por  Alcoy,  di  el  retiro  mensual  al  clero  y  á  las  Esclavas, 
y  regresé  á  Gandía. 

Ya  era  hora.  Siervo  y  hermano  en  Cto., 

IHS. 

Juan  M.^  Sola,  S.  J. 


CARTA  3.^ 

Valencia  y  Julio  de  1911. 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Planas:  De  Gandía  á  Cádiz.  A  principios  de 
Junio  ya  me  tiene  V.  en  la  Santa  Cueva  gaditana,  fundación  del  marqués 
de  Valde-Iñigo,  hoy  centro  de  operaciones  de  los  Padres  de  la  Compañía. 
Nuestra  antigua  iglesia  con  su  magnífico  edificio-colegio,  sirve  hoy  á  la 
mitra  de  seminario  conciliar. 

Comencé  por  un  Triduo  muy  solemne,  que  en  la  misma  Santa  Cueva 
celebran  al  Corazón  de  Jesús  los  caballeros  del  Apostolado;  pues  ya  sabe 


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usted  que  en  aquella  Cueva  (ó  cuevas,  pues  son  dos,  una  sobre  otra,  de 
preciosa  arquitectura  greco-romana)  no  pueden  entrar  las  mujeres  so  pena 
de  no  sé  cuántas  excomuniones.  Les  declaré  cómo  el  Corazón  divino  es  au- 
tor y  consumador  de  nuestra  fe,  en  el  sentido  de  San  Pablo  en  su  carta  á 
los  Hebreos.  El  primer  día,  cómo  en  Cristo  y  en  su  divino  Corazón  se  halla 
la  raíz  de  nuestra  fe,  esto  es,  la  causa  material,  porque  toda  la  materia  de 
la  fe  es  Cristo  ó  se  refiere  á  Cristo;  la  causa  formal,  pues  creo,  porque 
Él  lo  ha  dicho  y  quiero  creer  por  los  motivos  de  credibilidad;  la  causa  efi- 
ciente, porque  me  da  su  gracia  ya  para  creer,  ya  para  querer  creer,  ó  pía 
moción  de  la  voluntad;  y  finalmente,  la  causa  final,  porque  la  gloria  de 
Cristo  es  el  fin  y  blanco  de  las  obras  de  la  fe.  De  aquí  saqué  la  obligación 
de  abrazar  la  fe;  de  donde  deduje  los  medios  de  acrecentarla  y  los  pasos 
por  donde  viene  á  menoscabarse  y  aun  á  perderse  miserablemente. 

El  segundo  día,  tomando  pie  de  las  palabras  de  San  Pablo  de  que  no 
basta  creer  con  el  corazón  para  justificarse,  sino  que  es  menester  confesar 
la  fe  para  salvarse,  declaré  á  mi  escogido  auditorio  cómo  el  Corazón  de 
Jesús  nos  alienta  á  la  profesión  pública  de  nuestra  fe,  sin  respetos  ni  mira- 
mientos humanos.  Cristo  jamás  se  avergonzó  ni  avergüenza  de  nosotros; 
¿por  qué  nosotros  nos  hemos  de  avergonzar  de  Él? 

El  tercero,  asenté  que  no  basta  abrazar  la  fe,  y  profesarla  públicamen- 
te ante  los  hombres;  es  preciso  defenderla,  según  San  Judas,  cuando  decía: 
«Os  ruego  que  luchéis  y  reluchéis  por  la  fe  encomendada  por  Dios  á  los 
apóstoles.»  (Supercertari  traditae  sanctis  fidei),  y  que  á  esto  nos  alienta 
de  un  modo  soberano  la  devoción  al  Corazón  de  Jesús.  Ya  puede  V.  colegir 
lo  que  diría.  Lo  primero  an  sit,  esto  es,  sobre  la  obligación  de  defender 
nuestra  fe;  lo  segundo  quomodo  sit,  conviene  á  saber,  de  qué  armas  inte- 
riores y  exteriores  hemos  de  valemos,  en  la  defensión  de  nuestra  fe:  aqué- 
llas, la  oración,  la  predicación,  la  comunión  (erant  perseverantes  in  do- 
ctrina apostolorum,  et  communicatione  fractionis pañis  et  orationibus); 
éstas,  la  prensa,  el  sufragio,  la  asociación  robusta  y  bien  organizada. 

Pero  mi  ida  á  Cádiz  no  era  precisamente  el  Triduo  de  la  Cueva,  sino 
el  Novenario  del  Corazón  de  Jesús  en  San  Felipe.  ¿Y  qué  es  San  Felipe? 
Al  leerlo  en  Madoz  no  pude  contener  la  risa:  <iSan  Felipe  Neri,  dice  él, 
se  estableció  para  congregación  de  estos  PP.  en  1672,  en  la  extinguida  er- 
mita de  Sta.  Elena.  Es  una  de  las  mejores  iglesias  de  Cádiz,  aunque  pe- 
queña; y  cierto  que  en  ella  debiera  erigirse  un  monumento  que  recordase  á 
la  posteridad,  ser  ese  el  sitio  en  que  los  padres  de  la  patria  se  reunieron 
en  1811,  para  dar  á  la  nación  el  código  constitucional  de  1812.  En  ese  re- 
cinto, olvidado  hoy,  se  oyó  por  primera  vez  en  España  la  palabra  Liber- 


15 
tad,  y  se  concedieron  á  los  españoles  los  derechos  políticos  de  que  estaban 
privados.»  Esto  dice  Madoz. 

En  tal  recinto,  pues,  no  cabe  tratarse  sino  de  libertad,  me  dije  yo; 
pues  hablemos  de  El  Corazón  de  Jesús  en  sus  relaciones  con  la  liber- 
tad humana.  Tras  un  breve  exordio,  en  que  expliqué  las  palabras  de  Cris- 
to al  P.  Hoyos:  Reinaré  en  España,  etc.,  declaré  que  el  reinado  del 
Corazón  de  Jesús  es  el  reinado  de  la  verdadera  libertad.  Lo  apoyé  con  va- 
rios testimonios  de  la  Escritura,  y  asenté  por  tema  del  primer  sermón  que 
el  Corazón  de  Jesús  es  autor  de  la  libertad  de  nuestros  cuerpos  en  la 
vida,  en  la  muerte  y  en  el  sepulcro. 

El  segundo  sermón  fué  de  cómo  el  Corazón  de  Jesús  nos  ganó  la  li- 
bertad del  alma,  presa  y  aherrojada  con  las  cadenas  de  la  culpa.  Lo  arduo 
aquí  es  hacer  sentir  la  esclavitud  espiritual,  mil  veces  más  horrible  que  la 
de  los  cuerpos.  Eso  intenté  en  la  primera  parte,  reservando  la  segunda 
para  demostrar  que  sólo  el  Corazón  de  Jesús  rompe  esas  prisiones  y  nos 
granjea  la  verdadera  libertad. 

Más  interesante  fué  el  tercero:  El  Corazón  de  Jesús  autor  de  nuestra 
libertad,  librándonos  de  las  pasiones  y  concupiscencias. 

El  cuarto  echó  por  otro  camino.  Probé  que  el  Corazón  de  Jesús  es 
autor  de  nuestra  libertad,  librándonos  de  la  servidumbre  del  demonio. 

El  quinto  versó  acerca  de  cómo  el  Corazón  de  Jesús  es  autor  de  nues- 
tra libertad,  librándonos  de  la  servidumbre  del  error  y  la  ignorancia; 
en  que  hice  una  apología,  primero,  de  Cristo  y  la  Iglesia  docente  en  ge- 
neral, y  luego  de  la  Inquisición  española  en  particular.  Fué  este  día  solemne 
y  como  función  de  desagravios,  ya  que  en  este  mismo  sitio,  como  atestigua 
con  orgullo  la  lápida  conmemorativa  empotrada  en  el  muro  exterior,  se 
abolió  el  inicuo  Tribunal  de  la  Inquisición.  Híceles  que  viesen  por  sus 
ojos  y  palpasen  con  sus  manos  la  bondad  y  santidad  de  aquel  calumniado 
Tribunal,  disipé  todos  los  embustes,  descubrí  todos  los  misterios,  hasta  que 
se  persuadiesen  que  la  Inquisición  fué  el  baluarte  de  la  libertad  española; 
terminando  con  aquellas  palabras  de  Granada,  quien  conocía  esa  institución 
harto  mejor  que  los  liberales  doceañistas:  «¿Qué  otra  cosa  es  el  santo  Ofi- 
cio sino  muro  de  la  Iglesia,  columna  de  la  verdad,  guarda  de  la  fe,  tesoro 
de  la  Religión  cristiana,  arma  contra  los  herejes,  lumbre  contra  los  engaños 
del  enemigo  y  toque  en  que  se  prueba  la  fineza  de  la  doctrina,  si  es  falsa  ó 
verdadera?»;  con  lo  demás  que  V.  se  sabe  de  memoria,  del  Sermón  contra 
los  escándalos  en  las  caídas  públicas. 

El  día  sexto  presenté  al  Corazón  de  Jesucristo  como  libertador  del 
hombre,  pues  nos  libró  de  la  servidumbre  del  mundo,  siendo  cierto  que  él 


16 

está  sujeto  y  señoreado  por  el  espíritu  maligno.  En  el  séptimo,  que  nos 
libró  de  la  esclaronia  de  la  carne;  en  el  octavo,  de  las  miserias  de  esta 
cida,  por  medio  de  la  paciencia  y  mansedumbre,  y  en  el  noveno  hablé  del 
Corazón  de  Jesús  en  la  libertad  de  la  gloría,  rodeado  de  todos  los  es- 
cogidos, libres  por  El  y  con  El  por  siempre  jamás. 

Si  gusta  V.  puede  ver  un  compendio  de  todos  los  sermones  en  el  Co- 
rreo de  Cádiz,  que  los  traía  diariamente,  entresacados  con  bastante  exac- 
titud. 

Pero  el  triunfo  del  Corazón  divino  fué  la  procesión  final.  Es  de  notar 
que  no  se  acostumbraba  sacar  al  Corazón  de  Jesús  procesional  mente,  pero 
este  año  quiso  salir,  y  salió.  El  mismo  se  encargó  de  allanar  las  dificultades 
y  vencer  los  obstáculos  y  facilitar  la  ejecución,  que  fué  espléndida.  El  peso 
principal  cargó  sobre  el  R.  P.  Castelló.  superior,  y  el  P.  Cordón,  director 
del  Apostolado.  El  bondadosísimo  prelado,  aunque  al  principio  repugnaba 
por  justas  razones,  se  vio  al  fin  arrebatado,  como  todos,  por  aquella  co- 
rriente impetuosa  de  amor.  Dicen  que  no  se  ha  visto  en  Cádiz  cosa  igual 
en  devoción,  compostura  y  calidad  de  las  personas.  Las  andas  preciosísi- 
mas, obra  del  R.  P.  Castelló.  las  llevaban  no  ya  gallegos,  como  en  otras 
procesiones,  sino  tres  tumos  de  caballeros  que  se  iban  renovando.  Las  Re- 
paradoras, entre  ellas  la  sobrina  del  P.  Tarín,  al  pasar  por  su  puerta  el 
Corazón  de  Jesús,  cantaron  como  ángeles.  Las  calles  y  balcones  todos 
adornados:  agotóse  toda  la  cera  en  las  cererías.  Hasta  la  plaza  de  San  An- 
tonio presidió  el  R.  P,  Superior;  pero  allí  se  presentó  de  repente  el  señor 
Obispo  con  dos  prebendados,  y  adorada  la  sacra  efigie  del  divino  Cora- 
zón.  formó  otra  presidencia  y  nos  acompañó  hasta  la  iglesia.  Aquí  echó  una 
valiente  alocución,  á  la  que  siguieron  cánticos  y  vivas  á  granel.  No  conté 
los  que  comulgaron  por  la  mañana  de  manos  del  Sr.  Obispo;  pero  cierto  que 
no  bajarían  de  mil  y  quinientos. 

¡Quiera  el  di\ino  Corazón  descuajar  de  raíz  el  árbol  maldito  del  libe- 
ralismo plantado  en  San  Felipe,  que  frutos  tan  amargos  ha  producido  estos 
cien  años  para  nuestra  patria  infeliz. 

Sier\"0  en  Cto. 

IHS. 

Juan  M.^  Sola,  S.  J. 


17 

CARTA  4.^ 

Valencia  y  Agosto  de  1911. 

Mu\'  amado  en  Cto.  P.  Planas:  De  la  ciudad  de  Hércules  me  trasladé 
á  más  correr  á  la  villa  del  oso  y  del  madroño,  á  platicar  el  Triduo  de  reno- 
vación á  las  Madres  Reparadoras  de  la  calle  de  Torrija  y  del  Fomento. 
Despachado  lo  cual,  á  gloria  del  Corazón  de  Jesús,  me  \ine  á  Valencia  al 
solemnísimo  novenario  que  tiene  todos  los  años  la  Pía  Unión  de  los  Cora- 
zones de  Jesús  y  de  Mana,  establecida  en  nuestra  iglesia. 

En  El  Mensajero  de  Bilbao  y  en  el  opúsculo-catálogo  se  habló  de  ello 
lo  bastante;  y  no  es  menester  le  diga  á  V.  sino  que  desde  el  día  primero  vi 
henchidas  de  gente  las  tres  naves  y  el  espacioso  crucero  de  La  Compañía. 
El  día  último,  hubo  cinco  mil  comuniones.  Sólo  faltó  lo  que  más  gustó  en 
Cádiz  y  dejó  en  aquella  ciudad  indeleble  y  sabrosísimo  recuerdo,  ima  so- 
lemne procesión.  Esperemos,  ello  se  andará. 

De  Gandía  pasé  en  Julio  á  Sarria,  y  lo  que  hice  en  ese  colegio  durante 
los  meses  del  estío.  V.  lo  sabe,  indeclinable  compañero  de  glorias  y  fati- 
gas. La  congregación  provincial  de  Agosto  y  los  Ejercicios  de  Septiembre 
vinieron  á  interrumpir  mis  tareas  literarias,  ó  más  bien,  á  cortarlas  de  un  tajo. 

Porque,  trasladado  á  Valencia  para  formar  parte  de  la  Casa  profesa, 
acometí  desde  luego  los  ministerios  apostólicos:  y  el  día  14  de  Septiembre 
salí  de  la  capital  valentina  en  compañía  del  P.  Torrents  á  dar  misiones  en 
los  pueblos  que  había  de  \isitar  el  Sr.  Arzobispo.  Bien  se  portaron  Bétera, 
Moneada  y  Godella,  sobre  todo  Bétera,  que  aun  conserva  huellas  muy  hon- 
das de  la  antigua  piedad.  A  principios  de  Octubre  fui  á  Museros  con  el 
P.  Palacio,  donde  dimos  la  misión  con  fruto  regular.  El  día  9  hallábame  ya 
en  Agullent.  donde  una  congregación  de  sacerdotes  seculares  tiene  desde 
el  siglo  xviii.  fundada  por  los  Padres  de  la  antigua  Compañía,  una  casa  de 
Ejercicios.  Los  di  á  unos  treinta,  y  tres  días  se  disciplinaron  ó  nos  discipli- 
namos de  lo  lindo,  á  la  antigua  usanza.  El  17  del  mismo  Octubre  me  tiene 
usted  en  Calatavad,  donde  se  dio  la  famosa  misión,  cuyo  relato  no  cabe  en 
los  términos  de  esta  epístola,  harto  estrecha,  pero  que  le  en\iaré  á  V.  si  ya 
no  lo  hacen,  los  adalides  de  aquella  jomada,  PP.  Zugasti,  Miqueleiz  y 
Recolóns. 

No  fué  menos  variado  y  provechoso  el  Xo\iembre,  que  lo  repartí  en- 
tre las  Madres  Católicas,  unos  Ejercicios  á  los  seminaristas  de  Valencia  y 
la  misión  de  Benaguacil  con  el  P.  Fe.  rís.  En  ésta  quedó  fundado  el  Centro 

8 


18 
de  Acción  Católica,  la  Conferencia  de  S.  Vicente  de  Paúl  para  hombres  y 
la  Congregación  de  niños  y  mozos  debajo  de  la  bandera  de  la  Inmaculada. 
Hubo  tres  comuniones  generales  bien  nutridas.  El  día  último  por  la  tarde 
prediqué  y  di  la  bendición  papal  en  la  plaza  desde  un  balcón.  El  triunfo  se 
debe  á  la  Virgen  de  Montiel,  que  bajamos  de  una  ermita  y  presidió  la  mi- 
sión desde  el  cuarto  día  en  adelante.  Es  pueblo  grande  y  antiguamente  de 
muy  cristianas  costumbres.  Hoy  anda  bastante  maleado,  á  causa  de  su  ve- 
cindad y  trato  con  Valencia. 

¡Qué  impresión  sentí  tan  lastimera  al  llegar  á  la  Casa  de  Ejercicios  de  la 
Purísima!  Vi  á  mi  tocayo  de  apellido,  P.  Prudencio  Sola,  puesto  en  el  últi- 
mo trance.  En  mis  brazos,  puede  decirse,  expiró  aquella  misma  noche.  No 
había  á  la  sazón  en  casa  más  sacerdote  que  yo.  Fué  el  apóstol  de  «San  Se- 
bastián» (barrio  de  Cuarte),  y  conocía  todos  sus  escondrijos.  Cuando  la 
peste  del  85,  hizo  maravillas  de  caridad.  Salvó  á  innumerables  apestados  no 
sólo  la  vida  del  alma,  sino  del  cuerpo,  á  causa  de  sus  conocimientos  en 
física  y  medicina.  Hasta  que  se  constituyó  la  nueva  parroquia,  puede  ase- 
gurarse que  el  único  vicario  de  <:San  Sebastián»  era  el  P.  Prudencio.  De 
día  y  de  noche  siempre  estaba  á  punto  para  asistir  á  los  enfermos,  y  á  fin 
de  facilitar  la  asistencia  había  dispuesto  una  cuerda  que  iba  á  dar  en  la 
campanilla  de  su  cuarto.  El  Ayuntamiento  le  condecoró  con  la  cruz  de  Be- 
neficencia. Falleció  el  22  de  Noviembre,  y  llevamos  su  cadáver  á  nuestro 
panteón  del  cementerio  general. 

Resta  Diciembre,  que  lo  repartí  entre  las  provincias  de  Alicante,  Va- 
lencia y  Lérida.  Prediqué  primero  la  novena  de  la  Purísima  en  Novelda, 
novena  instituida  por  la  misma  Virgen,  según  es  voz  y  fama  en  la  ciudad. 
Pues  cuentan  que  apareció  la  Señora  á  la  tía  Paula  hace  unos  40  años  y  la 
dijo:  «Novelda  se  salvará  si  todos  los  años  celebra  una  solemne  novena-mi- 
sión á  mi  Concepción  sin  mancha;  pero  con  la  condición  precisa,  añadió, 
que  han  de  predicarla  los  Padres  de  la  Compañía.»  Desde  entonces  no  ha 
dejado  de  celebrarla  nunca,  y  á  esto  se  debe  por  ventura,  que  Novelda  sea 
un  oasis  de  piedad  al  lado  y  en  cotejo  de  las  poblaciones  vecinas.  Además 
del  sermón  de  mañana  y  noche,  tomé  por  mi  cuenta  á  los  niños,  y  con  una 
misión  de  cinco  días  los  dispuse  á  la  primera  comunión.  Eran  quinientos  los 
que  comulgaron  el  día  último,  en  la  tercera  de  las  comuniones  generales  de 
aquel  día.  Enviamos  un  telegrama  á  Su  Santidad,  quien  se  dignó  contestar 
muy  cariñosamente. 

Dos  lances  curiosos  ocurrieron  con  intervención  y  arte  de  los  republi- 
canos, que  en  todas  partes  se  creen  ya  dueños  del  campo:  pero  esta  vez  no 
contaron  con  la  huéspeda. 


19 
Solían  acudir  en  pelotón  cada  noche  y  se  colocaban  al  pie  del  pulpito  y 
no  lejos  de  la  puerta  lateral.  Para  prevenir  ocurrencias,  subí  al  pulpito  de 
enfrente,  con  que  verlos  mejor  y  contener  con  mi  mirada  cualquier  osadía. 
Una  noche  de  poco  se  desmandan;  pero  la  presencia  de  los  jaimistas,  que 
fueron  apercibidos,  los  tuvo  á  raya.  Mas  otra  tarde  en  que  éstos  no  vi- 
nieron, entraron  los  gansos  de  la  república,  y  lo  mismo  fué  comenzar  yo  á 
predicar  que  rebullirse  ellos,  pero  sin  chistar  ni  abrir  la  boca.  Advertidos 
que  estuviesen  quietos,  que  si  no  los  echarían  del  templo,  no  hicieron  caso. 
El  sacerdote  que  allí  estaba  toma  al  más  travieso  de  la  chusma  para  lan- 
zarlo á  la  calle;  mas  el  muy  ladino  se  dejó  caer  en  tierra  dando  un  grito  es- 
tentóreo que  retumbó  en  las  naves  del  espacioso  templo.  Ya  puede  V.  ima- 
ginar la  que  allí  se  armó  de  gritos,  ayes,  carreras,  rotura  de  catritos, 
desmayos  y  todo  el  acompañamiento  de  semejantes  escenas.  Yo  imperté- 
rrito en  mi  sitio,  procurando  calmar  la  tempestad.  Lo  logré  dando  otro 
grito  de:  ¡silencio!  y  entonando  el  himno  mariano.  El  juez  que  estaba  allí 
tomó  al  criminal  y  lo  encerró  en  la  cárcel.  Era  un  empleado  del  aj'unta- 
miento.  La  función  continuó,  si  bien  con  algún  sobresalto,  que  poco  á  poco 
fué  desvaneciéndose,  y  la  novena  siguió  pacíficamente  su  curso  hasta  su 
conclusión  el  día  de  la  Inmaculada.  Se  entabló  la  consiguiente  querella,  y  le 
han  salido  cinco  años  de  presidio. 

El  otro  lance  fué  más  gracioso,  pero  altamente  instructivo.  Desde  el 
segundo  día  dije,  que  el  que  tuviese  alguna  duda  acerca  de  lo  que  iba  pre- 
dicando, viniese  á  casa  donde  sería  recibido  con  toda  cortesía  y  quedaría 
satisfecho,  ó  me  lo  entregase  por  escrito.  Nadie  se  presentaba.  Insistí  en 
que  yo  ni  provocaba  ni  rehuía  el  debate,  porque  sólo  quería  el  triunfo  de  la 
verdad  y  la  salvación  de  las  almas.  Mas  he  aquí  que  el  día  7,  víspera  de  la 
Inmaculada,  recibo  un  anónimo,  firmado  por  varios  republicanos.  No  hice 
caso;  pero,  terminado  el  último  sermón,  dije:  «Señores,  antes  de  bajar  de 
este  pulpito,  he  de  notificarles  que  he  recibido  un  anónimo,  que  no  he  leído 
ni  quiero  leer.  Si  por  ventura  llega  á  vuestros  oídos  el  nombre  de  sus  auto- 
res, decidles  que  los  jesuítas  no  contestan  á  anónimos,  porque  entendemos 
que  el  escribir  anónimos  es  indigno  de  caballeros  y  más  de  cristianos.»  Bajo, 
y  se  me  presentan  tres  republicanos  en  la  sacristía,  pidiendo  audiencia  para 
un  debate.  Acepté.  Llaman  á  otros  tres.  Les  exigí  como  condición  previa, 
que  sólo  había  de  hablar  uno,  el  más  ilustrado  que  ellos  designasen,  guar- 
dando los  demás  alto  silencio.  Señalaron  á  un  mozalbete  de  bigote  ralo, 
barbilampiño:  y  después  de  saludarle  cortesmente:  <  ¡Con  que  V.,  le  dije, 
es  el  designado  para  llevar  la  voz  en  este  debate!  ¡Cuánto  me  alegro  en 
departir  con  V.  hasta  poner  la  verdad  en  su  punto!» 


20 

Porque,  á  mi  entender,  Padre  mío,  no  conviene,  en  general,  rehusar 
esas  controversias,  cuando  uno  está  cierto  de  la  victoria.  De  otra  suerte  se 
envalentonarían  lo  increíble,  con  daño  inmenso  de  las  almas,  en  especial  de 
la  gente  sencilla.  Suelo,  en  estos  casos,  consultar  el  jparecer  del  Sr.  Cura  y 
de  las  personas  más  adictas  á  la  Iglesia.  La  tal  disputa  es  mejor  se  efectúe 
en  la  casa  parroquial,  y  no  dejar  al  contrario  la  elección  del  sitio.  El  llevar 
la  controversia  á  las  columnas  del  periódico  tiene  la  ventaja  de  poderse  me- 
ditar mejor  las  respuestas,  y  la  desventaja,  entre  otras,  de  que  se  eterniza 
la  disputa  y,  como  va  la  objección  sin  la  respuesta  inmediata,  es  más  fácil 
el  escándalo.  He  notado  que  sólo  provocan  cuando  saben  casi  de  cierto  que 
el  otro  no  aceptará;  con  que  se  prometen  de  antemano  el  triunfo  y  lo  vocean 
después  estrepitosamente.  Esto  me  acaeció  el  año  anterior  en  Alicante. 
Muy  ufanos  andaban  antes  de  que  yo  aceptase  la  discusión  en  su  periódico, 
á  que  me  provocaron  doce  horas  después  de  partido  de  allí;  mas  en  el  punto 
en  que  escribí  aceptando  el  reto,  se  callaron  como  muertos,  y  ni  aun  excita- 
dos por  el  diario  católico  quisieron  imprimir  mi  carta  ó  cartel  de  desafio. 
Volví  á  los  dos  meses  á  Alicante,  se  les  avisó  que  lograsen  la  ocasión:  mas 
ellos  no  se  dieron  por  entendidos.  Lo  dice  San  Ignacio:  son  flacos  por  fuer- 
za y  fuertes  de  grado,  esto  es,  valientes  con  los  cobardes,  pero  cobardes 
con  los  valientes. 

Cuando  ha  ocurrido  uno  de  esos  lances,  que  no  se  puede  excusar,  tres 
condiciones  les  pongo:  La  primera,  que  callen  todos,  así  enemigos  como 
amigos  (pues  de  éstos  ha  de  haber  más,  si  cabe,  que  de  aquellos),  por  ma- 
nera que  no  muestren  ni  su  aprobación  ni  desaprobación.  La  segunda,  que 
el  contendiente  preguntador  no  pasará  á  la  segunda  pregunta  sin  que  yo 
haya  contestado  ampliamente  á  la  primera.  La  tercera,  que  el  vencido  que- 
dará á  disposición  del  vencedor,  cuanto  á  la  satisfacción  más  cumplida  ó 
publicación  de  lo  sucedido,  por  la  prensa,  etc.  Guardo,  asimismo,  otra  cau- 
tela, á  saber,  no  quedarme  á  la  defensiva,  sino  tomar  cuanto  antes  la  ofen- 
siva y  apremiarlos  á  que  definan  los  términos  de  la  cuestión.  Y  como  no 
saben  definir  nada  con  exactitud,  de  ahí  se  toma  ya  pie  para  acorralarlos 
y  confundirlos  públicamente,  y  que  en  adelante  no  hablen  de  lo  que  no 
entienden. 

Esto,  digo,  cuando  vienen  de  mala  fe;  entonces  hay  que  humillar  su 
hinchada  soberbia  que  se  yergue  altiva  contra  Dios  y  su  santa  Iglesia. 
Cuando  vienen  con 'sencillez  y  deseo  de  la  verdad,  conviene  decírsela  lla- 
namente, acomodándose  á  su  capacidad  y  tratándoles  con  entrañable  amor 
y  confianza,  y  esto  no  en  público,  sino  privadamente,  ó  cuando  más  con 
dos  ó  tres  juntos.  Así  me  acaeció  en  Cartagena  con  dos  socialistas,  á  quie- 


21 

nes  tocó  Dios  el  corazón  á  las  primeras  de  cambio,  y  se  confesaron  muy 
bien  y  contaban  maravillas  del  predicador,  acompañándole  á  la  estación  y 
escribiendo  al  General  que  le  dejase  en  su  ciudad;  y  años  antes,  en  la  mis- 
ma población,  con  cuatro  masones  que  querían  disputar  conmigo,  y  yo  los 
fui  repartiendo  y  hablando  á  cada  uno  á  su  aire,  con  que  á  todos  los  gané 
para  Cristo. 

Volviendo  pues  á  Novelda,  estaba  yo  sentado  con  mi  amigo  Sr.  Azo- 
rín  y  los  seis  republicanos  en  pie,  frente  por  frente,  esperando  el  fin  de 
aquel  duelo  á  muerte. 

—¿Qué  se  le  ofrece  á  V.?  dije  á  mi  interlocutor,  que  estaba  azorado, 
trémulo  y  sin  color. 

—Que  V.  ha  hablado  de  Castelar,  y  eso  de  hablar  de  los  muertos... 

Efectivamente,  á  propósito  de  la  Virginidad  de  Nuestra  Señora  recor- 
dé á  los  antiguos  herejes;  y  al  tra  tar  de  los  modernos  cité  al  autor  de  las 
Mujeres  célebres,  donde  y  en  otros  pasajes,  la  niega  audazmente  y  hace 
escarnio  de  ella. 

—Pero  diga  V.,  caballero,  ¿ha  leido  V.  las  obras  de  D.  Emilio?  La  Re- 
volución religiosa,  Savonarola,  Caloino,  Lulero,  La  Reacción  ó  Ig- 
nacio de  Loyola,  Las  Mujeres  célebres.  La  Virgen  María,  La  cues- 
tión de  Oriente,  La... 

—No,  señor,  no,  señor,  respondía  medio  tartamudeando  á  cada  pre- 
gunta mía. 

—Pues  ¿cómo  se  atreve  V.  á  defender  á  Castelar,  sin  haber  saludado 
siquiera  sus  escritos?  ¿Y  V.  es  el  más  ilustrado  de  los  republicanos  de 
Novelda? 

Y  levantándome  de  súbito:  — Vayanse  Vds.  de  aquí,  les  dije  con  ente- 
reza, y  después  de  estudiar,  vuelvan  y  hablaremos. 

Corridos  y  cabizbajos  se  fueron  más  que  de  priesa  por  la  puerta  excu- 
sada de  la  sacristía. 

El  10  de  Diciembre  ya  estaba  predicando  en  Valencia  en  el  Colegio  de 
Nuestra  Señora  de  Loreto  coram  Antistite,  y  el  1 1  en  las  Reparadoras, 
en  la  función  anual  del  Magisterio,  presente  también  el  Excmo.  Sr.  Arzo- 
bispo. Al  siguiente  día  comencé  unos  Ejercicios  á  los  sacerdotes  y  comuni- 
dad del  Real  Colegio  de  «^Corpus  Christi-i>,  que  vulgarmente  decimos  «El 
Patriarca»;  el  20  celebramos  los  funerales  del  R.  P.  Tarín,  que  costeaba  la 
familia,  y  después  de  predicar  el  21  el  panegírico  de  Sto.  Tomás,  en  la  pa- 
rroquia de  su  nombre,  partí  el  23  á  la  ciudad  de  Lérida.  Allí  fui,  llamado 
de  su  venerable  Obispo,  á  predicar  el  octavario  del  Santo  Pañal  del  Niño 
Jesús,  que  celebra  en  la  catedral  la  Cofradía  antiquísima  de  este  nombre, 


22 

restaurada  en  nuestros  tiempos  y  reducida  á  nueva  forma.  El  Prelado  asis- 
tió todos  los  días.  No  recuerdo  con  puntualidad  el  orden  de  los  sermones, 
pero  sí  que  prediqué  sobre  las  lágrimas  del  Niño  Jesús.  Tomando  por 
fundamento  las  Obligaciones  de  los  Cofrades,  ceñidas  á  siete  artículos, 
confirmaba  en  la  primera  parte  alguna  verdad  dogmática  y  tocaba  en  la 
otra  un  punto  moral,  ó  viceversa,  con  que  se  robusteciese  la  fe  y  se  en- 
mendasen las  costumbres  de  mis  nobles  y  generosos  ilerdenses.  Parece  no 
les  disgustó  la  predicación,  según  se  vio  por  el  fruto;  pues  confesó  el  Pre- 
lado que  no  había  visto  ningún  año  tantos  hombres  ni  en  los  sermones,  ni 
menos  en  la  comunión  general.  Visité  por  caridad  á  todos  los  religiosos, 
corazonistas,  mercedarios,  capuchinos,  que  lo  agradecieron  in  Domino; 
platiqué  á  todas  las  monjas,  consolé  á  los  pobres  del  santo  Hospital,  y  di 
una  conferencia  sobre  el  arte  de  la  predicación  á  los  alumnos  del  seminario, 
donde  me  hospedaba;  y  con  esto  se  cerró  para  mí  el  año  de  1910  á  las  ori- 
llas del  Segre,  habiéndolo  comenzado  en  las  del  regio  Manzanares. 

Fuera  de  las  correrías  apostólicas,  dos  cosas  me  han  atareado  este  año: 
la  Congregación  mariana  del  vMagisterio  Valentino»  que  fundé  en  1904, 
en  el  jubileo  y  á  honra  de  la  Inmaculada  Concepción,  y  la  publicación  de  la 
Patrología  de  Otto  Barderhewer,  que  acababa  de  traducir  del  tudesco. 
Del  Magisterio  hablaré  á  V.  en  otra  ocasión,  si  Dios  se  sirve  dármela.  De 
la  Patrología  quiero  decirle  á  V.  dos  palabras,  y  me  despido.  Tomé  este 
trabajo  (que  no  es  liviano  verter  800  páginas  tamañas  de  un  alemán  enre- 
vesado), no  tanto  por  las  instancias  del  editor,  como  por  el  consejo  y  alien- 
tos de  nuestro  M.  R.  P.  General.  Y  ¿por  qué  no  decirlo?  porque,  era  mi 
deseo  de  ayudar  á  la  restauración  de  la  elocuencia  española,  y  persuadido 
que  el  mejor  medio  para  formar  predicadores  son  la  Escritura,  los  Padres  y 
la  oración,  como  dicen  nuestras  Reglas,  de  suerte  que,  coeteris  paribus,  á 
más  oración,  á  más  Padres,  á  más  Escritura,  más  alta  y  soberana  elocuen- 
cia y  mayor  fruto  en  las  almas,  y  sin  Escritura,  sin  Padres  y  con  poca  ó 
fría  oración,  poquísima  elocuencia;  propuse  en  mi  ánimo  facilitar  á  mis  her- 
manos y  allanarles  el  camino.  Para  la  Sda.  Escritura,  expuse,  en  el  volu- 
men litografiado  que  V.  conoce,  al  profeta  más  elocuente  del  Testamento 
Viejo,  Isaías,  y  con  la  poca  luz  que  el  Sefíor  me  daba,  fui  desentrañando  la 
materia  y  la  forma  de  sus  admirables  canciones.  Respecto  de  los  SS.  Pa- 
dres, creo  haberles  dado  la  clave  con  esta  versión  de  Barderhewer,  la  me- 
jor que  se  ha  escrito  en  nuestra  época.  Yo  bien  sé  que  los  españoles  hemos 
de  agradecer  al  cielo  el  gozar  de  tantos  ascéticos  y  predicadores  de  los  si- 
glos de  oro,  que  no  ceden  en  teología,  ni  en  primores  de  estilo,  ni  en  cono- 
cimiento de  las  Escrituras,  ni  en  fuego  de  la  salvación  de  las  almas,  ni  aun 


23 

siquiera  en  número,  á  los  santos  Padres  de  la  Iglesia.  Pero  ¡ay!  inopes  nos 
copia  fecit.  He  aquí  por  qué  compuse  en  mis  juventudes  el  v-Séñeri  Espa- 
ñoh;  ya  que  no  teníamos  acá  ningún  autor  que  aventajase  en  el  arte  de 
perorar  á  las  muchedumbres  al  Cicerón  de  Italia  en  el  siglo  xvii,  lo  tras- 
planté á  España  y  quise  infundirle  la  opulenta  savia  de  nuestros  áureos 
escritores. 

Cierro  la  presente  pidiendo  con  lágrimas  al  cielo  nos  envíe  varones 
apostólicos,  que  tanta  falta  hacen,  y  encomendándome  una  vez  más  en 
sus  SS.  y  OO. 

Siervo  en  Cto., 

IHS. 

Juan  M.'"^  Sola,  S.  J. 


MISIÓN   DE   CALATAYUD 


POR  LOS  PP.  MIQUELEIZ,  RECOLÓNS,  ZUGASTI  Y  SOLA 
Del  m  al  31  de  Octubre  de  1910 


Garta  del  P.  Juan  M."  Sola  al  P.  Pedro  Planas 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Planas:  A  no  instar  V.  R.  con  santa  importu- 
nidad, se  quedara  sin  una  mala  reseña  la  misión  de  Calatayud,  una  de  las 
más  preciosas  y  edificantes  que  se  han  dado  por  ventura  en  nuestros  tiem- 
pos. Y  aun  esta  relacioncilla,  que  le  envío,  será  harto  ruin,  por  culpa  de 
V.  R.  Si  me  la  hubiera  sacado  á  raíz  del  suceso,  cuando  los  pormenores 
están  frescos  en  la  memoria,  las  impresiones  vivas  en  el  alma,  el  vértigo  y 
tropel  de  otros  negocios  aun  no  han  llegado  á  enseñorearse  del  corazón  ni 
arrebatado  tras  sí  todas  las  energías,  hiciéralo  entonces  menos  mal.  Pero, 
después  de  diez  meses,  ¿quién  va  á  hacer  memoria  de  tantas  cosas,  si  ape- 
nas recuerda  uno  lo  que  hizo  ayer? 

Dé,  pues,  por  cosa  asentada  que,  si  bien  diré  verdad,  mas  no  toda  la 
verdad:  dijéranla  mejor  mis  compañeros  de  glorias  y  fatigas;  quienes  ya 
que  callan,  séame  lícito  hablar  á  mí  y  encomiéndenme  á  Dios. 

Mi  primera  diligepcia  fué  buscar  acá  almas  fervorosas  que  rogasen  al 
cielo  y  atrajesen  de  allí  gracias  y  bendiciones  que  eran  bien  menester  para 
dar  feliz  remate  á  la  ardua  empresa.  Porque  estoy  muy  persuadido,  de  que 
ni  la  elocuencia  de  los  sermones,  con  ser  un  medio  importantísimo  y  de  te- 
jas abajo  necesario,  ni  el  buen  ejemplo  de  los  predicadores,  que  lo  es  mucho 
más  sin  comparación,  ni  la  aureola  con  que  entran  cuatro  jesuítas  y  la  fuer- 
za moral  que  ejerce  en  un  pueblo  la  presencia  de  misioneros  apostólicos  de 
la  Compañía  de  Jesús,  sino  la  gracia  de  Dios  es  la  que  triunfa,  y  ésta  la 
recaban  las  almas  puras  que  nunca  faltan,  mayormente  en  los  monasterios. 

El  día  19  de  Octubre  fui  yo  solo  á  Calatayud,  á  recorrer  el  terreno  y 
disponer  la  misión.  Fui  recibido  por  el  M.  L  Sr.  Vicario  general,  autor  pri- 


25 
mario  de  este  movimiento,  y  los  señores  párrocos  de  la  ciudad.  Después  de 
estudiar  con  ellos  las  fuerzas  de  uno  y  otro  bando,  sectarios  y  católicos,  en 
los  círculos,  prensa,  manifestaciones,  municipio,  etc.,  acordamos  los  puntos 
generales  de  la  santa  Misión,  hora  de  entrada,  templos  en  que  había  de  te- 
nerse y  conferencias  más  á  propósito.  Y  como  hay  allí,  ¡bendito  sea  Dios! 
seis  conventos  de  clausura,  á  todos  pedimos  oraciones,  y  en  alguno  de 
ellos  la  hicieron  continua  desde  aquel  punto,  remudándose  día  y  noche,  por 
horas,  en  la  presencia  de  Jesús  sacramentado. 

Todo  había  de  ser  necesario  en  aquella  campal  batalla  contra  el  infier- 
no. Los  republicanos,  desfachatadamente  irreligiosos,  tienen  allí,  hace  más 
de  veinte  años,  un  diario.  La  Justicia,  que  se  imprime  cabalmente  en  nues- 
tro antiguo  «Seminario  de  nobles»,  frente  por  frente  de  nuestro  también 
antiguo  Colegio,  hoy  parroquia  de  San  Juan  el  Real.  El  termómetro  moral 
de  los  pueblos,  nos  lo  da  indefectiblemente  el  periodismo;  de  donde,  lo  pri- 
piero  que  hago  al  poner  el  pie  en  cualquiera  de  ellos,  es  averiguar  el  nú- 
mero y  calidad  de  las  publicaciones  periódicas  que  allí  entran,  con  la  nota 
del  cumplimiento  pascual  entre  los  hombres.  Por  horrores  y  miserias  que 
uno  oiga  al  principio,  no  debe  maravillarse,  como  no  se  maravilla  el  médico 
de  ver  muchos  y  graves  enfermos  en  la  sala  de  un  hospital,  sino  poner  toda 
la  confianza  en  Dios,  cuyo  brazo  no  se  ha  abreviado  aún  ni  enflaquecido. 
Salí  muy  esperanzado;  y  viendo  á  mi  partida  el  escudo  de  Calatayud,  San 
Jorge,  á  caballo,  sin  estribos,  una  lanza  de  banderilla  con  cruz  en  la  mano 
derecha  y  arriba  esta  leyenda:  Augusta  Bilbilis,  me  encaminé  á  Zaragoza 
á  juntarme  con  mis  compañeros,  encomendándome  en  el  camino  al  glorioso 
Mártir,  vencedor  del  infernal  dragón,  y  á  la  falange  de  jesuítas  que,  en 
mejores  siglos,  vivieron  en  aquella  ciudad  y  la  santificaron  con  sus  vir- 
tudes. 

El  día  20  ya  estaba  otra  vez  en  Calatayud  con  los  PP.  Eustaquio  Mi- 
queleiz  y  Juan  Bautista  Recolóns.  Nos  hospedamos  por  breves  horas  en  las 
Capuchinas,  esperando  allí  la  de  entrada,  que  había  de  ser  atardecido.  Co- 
mimos, conferenciamos,  llegó  de  Madrid  el  P.  Juan  Antonio  Zugasti;  y  con 
un  tiempo  apacibilísimo,  entró  la  santa  Misión.  Nos  acompañó  todo  el  clero 
(no  las  autoridades;  al  menos  oficialmente)  y  bastante  pueblo.  Fuimos  en 
derechura  á  la  colegiata  mayor  de  Santa  María,  donde  el  P.  Zugasti  anun- 
ció la  Misión  y  designando  las  espaciosas  iglesias  del  Santo  Sepulcro  y  San 
Juan,  capaces  de  contener  millares  de  personas,  señaló  para  la  primera  á  los 
PP.  Zugasti  y  Recolóns,  y  para  la  segunda  á  los  PP.  Miqueleiz  y  Sola. 

Cuentan  los  católicos  bilbilitanos  con  un  periódico  diario  El  Regional, 
que  lleva  ya  siete  años  de  publicación.  Muy  antes  de  venir  los  misioneros, 


26 

iba  allanando,  como  buen  Precursor,  los  caminos  de  la  gracia;  y  el  jueves 
20  nos  saludaba  con  este  fervor  y  galantería:  «Bienvenidos  seáis,  infatiga- 
bles obreros  del  Señor;  Calatayud  os  recibe  llena  de  júbilo,  y  su  católico  ve- 
cindario espera  ansioso  el  manantial  inagotable  que  ha  de  brotar  de  vues- 
tros apostólicos  labios,  para  refrigerar  la  sed  de  sus  espíritus  y  dar  paz 
santa  á  sus  conciencias.  Que  vuestra  labor  produzca  abundantes  frutos  de 
virtud  y  perseverancia,  para  gloria  de  Dios  y  provecho  de  nuestras  almas. 
El  Regional  en  nombre  del  pueblo  fiel  bilbilitano,  os  saluda  efusivamente 
desde  sus  columnas,  deseando  que  os  sea  grata  la  estancia  en  esta  ciudad, 
hidalga  por  ser  aragonesa  y  religiosa  por  su  historia.»  La  Justicia  no 
chistó. 

La  misma  noche  del  20  rompimos  el  fuego.  Auditorio  más  que  regular. 
Por  la  madrugada  á  las  cinco  tuvimos  el  acto  acostumbrado  sólo  en  San 
Juan,  bien  concurrido.  El  mismo  día,  jueves,  y  los  dos  siguientes,  fué  la 
Misión  de  los  niños,  por  el  P.  Miqueleiz,  que  rebosaba  de  alegría  (y  no  era 
para  menos)  viendo  delante  de  sí  á  dos  mil  quinientos  niños,  pendientes  de 
sus  labios,  y  repitiendo,  con  especial  afinación,  los  cánticos  que  les  enseña- 
ba, mayormente  aquel  tan  gracioso:  «Venid,  niños,  al  sagrario— Jesús 
aguardando  está  —  Y  al  mirar  á  tantos  niños  —  Sin  duda  se  reirá.» 

Es  mucho  de  advertir,  que  los  maestritos  oficiales  se  negaron,  casi 
todos,  á  traer  á  los  niños  á  la  santa  Misión;  y  aunque  intervino  el  Sr.  Al- 
calde, no  se  dieron  por  entendidos.  Lo  más  que  logramos  fué  que  les  dejasen 
venir,  concluida  la  hora  reglamentaria.  ¡Pobres  niños!  Después  supimos 
que  la  primera  autoridad  jugaba  á  dos  manos,  y  no  tenía  valor  para  po- 
nerse de  frente  á  la  fracción  republicana.  Pero  ¿quién  pone  vallas  al  mar? 
Los  chicos  ó  no  iban  á  la  escuela,  ó  bien,  oyendo  la  campana  de  la  Misión, 
se  escapaban  disimuladamente,  ó  sin  disimulo,  de  la  clase. 

Desde  el  primer  día  hubo  en  San  Juan  ensayo  general  de  cánticos,  á 
las  tres  de  la  tarde;  pues  no  ignora  V.  R.  que  ellos  son  la  vida  y  alma  de 
toda  buena  misión.  El  director  y  maestro  de  capilla  fué,  como  se  cae  de  su 
peso,  el  P.  Miqueleiz. 

El  domingo  23,  día  de  triunfo  para  Cristo,  de  rabia  y  coraje  para  el 
diablo.  Además  de  los  actos  ordinarios  de  la  Misión,  hubo  desde  luego  este 
día  Rosario  de  la  Aurora,  solemnísimo,  con  unas  800  personas.  A  las  8  co- 
munión general  de  niños,  que  ya  comulgan,  y  á  las  10  y  media  la  grandiosa 
procesión  infantil.  Lucían  todos  una  medalla  prendida  al  pecho  y  en  la  mano 
su  correspondiente  bandera:  la  de  las  niñas  de  azul  y  blanco,  la  de  los  niños 
de  los  colores  nacionales.  ¿A  dónde  irá  tan  regocijada  muchedumbre?  Al 
oeste  de  la  ciudad,  sobre  una  colina  de  yeso  muy  escarpada,  ábrese  el  real 


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santuario  de  Ntra.  Sra.  de  la  Peña.  Su  origen,  dicen,  se  remonta  á  la  pri- 
mitiva Iglesia  española,  antes  de  la  persecución  de  Diocleciano.  Arruinado 
por  el  transcurso  de  los  tiempos,  lo  reedificaron  los  bilbilitanos  en  el  siglo 
xiii;  y  á  principios  del  xv,  los  reyes  Don  Martín  de  Aragón  y  Doña  Blanca 
de  Luna  lo  erigieron  en  colegiata  real  y  lo  dotaron  con  pingües  rentas,  que 
bastaban  y  sobraban  para  un  cabildo  de  un  prior,  un  tesorero,  un  chantre, 
un  limosnero,  seis  canónigos  y  cuatro  racioneros.  En  el  siglo  xvii  se  trocó 
en  convento  de  clérigos  menores;  hasta  que  los  franceses  lo  derribaron  en 
gran  parte,  y  de  su  antiguo  templo  de  exquisita  arquitectura  gótica  no 
queda  en  pie  más  que  el  crucero. 

Allí  fuimos,  cruzando  la  ciudad,  entre  cánticos  y  vivas,  y  allí  acudie- 
ron con  la  gente  menuda  casi  toda  la  granada.  Imposible  entrar  en  la  er- 
mita. Aquellos  batallones  infantiles  se  fueron  colocando  en  varias  eras 
ordenadamente,  de  una  banda  niños,  de  otra  niñas,  las  andas  y  peanas  en 
medio.  Los  espectadores  ocupaban  la  falda  y  cima  de  los  vecinos  cerros. 
Impuesto  ya  el  silencio,  calladas  las  bandas,  habló  el  Padre  de  los  niños, 
como  llamaban  al  P.  Miqueleiz;  tras  él,  subidos  sobre  una  mesa,  recitaron 
sendas  poesías  al  Niño  Jesús  y  á  la  Virgen  de  la  Peña,  dos  alumnos  de  los 
Hermanos  Maristas,  y  en  aquellos  momentos  solemnes  el  Padre  les  echó  la 
bendición,  según  el  ritual,  «Z)e  benedictione  puerorumy>.  Entonces,  el  Pa- 
dre Recolóns,  subido  á  aquella  improvisada  tribuna,  arengó  primero  á  los 
niños,  luego  á  los  padres,  con  voz  tan  potente,  que  se  le  oía  muy  bien  de 
todas  partes,  y  aun  percibieron  algo  los  que  estaban  en  los  collados  próxi- 
mos. La  Virgen  de  la  Peña  le  asistió:  pocas  veces  le  he  visto  tan  afortunado. 

Este  acto  nos  dio  la  victoria:  Calatayud  era  nuestra,  mejor  dicho,  de 
la  Virgen  de  la  Peña.  Las  iglesias  desde  aquella  noche,  si  no  rebosaban 
(porque  son  inmensas),  estuvieron  constantemente  llenas  y  con  devoción  y 
ansia  crecientes.  El  fruto  se  echó  de  ver  en  el  rosario  matutino.  Los  cen- 
tenares de  asistentes  se  convirtieron  presto  en  millares;  y  los  buenos  Her- 
manos Maristas,  que  tuvieron  la  curiosidad  de  contarlos,  me  dijeron  que 
pasaban  de  cuatro  mil,  en  cuya  cuenta  entraba  lo  más  pulido  y  principal  de 
la  ciudad.  Un  vuelo  general  de  campanas  anunciaba  el  acto  antes  de  rayar 
el  alba,  y  ¿quién  podía  resistir  al  ímpetu  y  golpe  de  la  gracia?  Preguntada 
una  señora  achacosa  y  principal  que  ¿cómo  iba  tan  de  mañana?  Respondió, 
«que  si  fuese  á  las  dos  ó  tres  de  la  madrugada,  iría  de  la  misma  manera,  y 
que  si  los  Padres  la  mandasen  pasar  el  Jalón  (por  cierto  que  venía  bien 
crecido),  sin  duda  lo  pasaría». 

Otra  señal  de  la  victoria  de  la  Virgen,  fué  la  saña  de  la  serpiente. 
La  Justicia,  no  muy  justamente  por  cierto,  puso  el  grito  en  el  cielo,  por- 


28 
que  salíamos  tan  de  mañana,  é  increpaba  duramente  al  Sr.  Alcalde  que  tal 
desafuero  consentía.  Como  éste  no  hiciera  caso,  enviaron  una  exposición 
de  quejas  al  Gobernador  civil  de  Zaragoza,  no  ya  sólo  contra  nosotros  y 
los  curas  y  beatas,  sino  contra  el  propio  Alcalde.  Gracias  á  Dios,  tampoco 
el  de  Zaragoza  dio  oidos  á  sus  lamentaciones.  Quedábales  sólo  el  derecho 
de  pataleo.  Al  pasar  por  casa  de  alguno  de  ellos,  se  contentaban  con  aso- 
mar por  el  balcón  ó  puerta  sus  narices  y  echar  alguna  blasfemia  ó  patocha- 
da soez.  A  los  católicos,  que  ya  no  podían  irse  á  la  mano,  les  decíamos  que 
no,  que  aguantasen  hasta  el  último  día. 

Acaeció  una  mañana  que  amaneció  lloviendo.  Sin  embargo  de  eso,  las 
campanas  á  tocar,  y  la  gente  á  San  Juan.  Cuando  creíamos  que  no  acudi- 
rían los  vecinos,  notamos  la  iglesia  llena.  Acordamos  que  las  mujeres  reza- 
sen el  santo  Rosario  dentro  y  que  los  hombres  diesen  una  vuelta,  pero 
corta.  Decirlo  el  P.  Miqueleiz  en  el  pulpito  y  exclamar  las  mujeres  á  una 
voz:  «Nosotras  las  primeras,  nosotros  las  primeras»,  fué  todo  uno.  Al  oir 
el  vocerío,  me  echo  á  la  calle  con  el  Cristo  y  tras  él  todo  el  golpe  de  hom- 
bres y  mujeres,  con  gran  orden  y  compostura,  como  si  no  lloviese.  La  Vir- 
gen de  la  Peña  se  apiadó  de  nosotros.  Apenas  estuvimos  en  la  calle,  cesó 
la  lluvia  y  la  procesión  pudo  seguir  su  carrera.  Esta  la  fuimos  cambiando, 
para  que  todo  el  vecindario  tuviese  parte  en  la  fiesta  matinal.  ¿Y  sabe  us- 
ted por  qué  en  este  día  de  la  lluvia  se  alentaron  tanto  los  católicos?  Por- 
que á  no  salir  nosotros  aquel  día,  los  republicanos  se  hubieran  regodeado  y 
dicho  burlonamente  y  estampado  en  su  papelote:  «Ya  lo  decíamos  nosotros; 
Dios  no  quiere  ese  culto,  ni  gusta  de  esa  monserga  matutina». 

Desde  el  lunes  24  dimos  nuevo  rumbo  y  más  vuelo  á  la  Misión  gene- 
ral, incorporando  á  ella  otras  misiones  á  estados  particulares:  á  los  niños 
que  aún  no  habían  hecho  la  primera  Comunión,  el  P.  Miqueleiz  en  San  Juan 
por  la  mañana;  á  las  señoras,  en  la  misma  iglesia  por  la  tarde,  el  P.  Reco- 
lóns;  conferencias  á  los  caballeros  en  Santa  María,  el  P.  Zugasti;  item  á 
los  sacerdotes  en  la  capilla  ó  sagrario  de  la  misma,  el  P.  Sola.  Estas  mi- 
sioncitas  duraron  tres  días:  las  conferencias  á  los  hombres,  cuatro:  y  ver- 
saron acerca  de  la  divinidad  de  Cristo,  de  la  Iglesia,  sobre  la  acción  social 
y  sobre  la  prensa.  Hubo  también  dos  días  de  plática  para  las  criadas,  y  una 
para  las  Hijas  de  María.  Tampoco  descuidamos  los  conventos  y  casas  reli- 
giosas, platicando  en  todas  ellas  y  alentando  á  cada  una  á  la  perfección 
propia  de  su  sagrado  instituto.  A  la  cárcel  y  hospitales  les  cupo  su  ración; 
y  no  dejamos  sin  algún  remedio  ninguna  necesidad.  Porque,  harto  sabe 
V.  R.  que  la  misión  es  una  red  barredera,  y  en  esa  universalidad  de  acción 
consiste  gran  parte  de  su  maravillosa  eficacia. 


29 

Esta  se  mostró  en  las  confesiones  y  comuniones.  Para  dar  á  la  misión 
el  último  toque,  creímos  conveniente  la  presencia  del  Sr.  Obispo,  que  acce- 
dió gustoso  á  nuestro  requirimiento.  El  jueves  27  hubo,  pues,  la  comunión 
general  de  niños  de  siete  años  ó  más,  que  iban  á  comulgar  por  primera  vez. 
La  recibieron  de  manos  de  su  amantísimo  Prelado,  convenientemente  dis- 
puestos por  el  P.  Miqueleiz.  Pasaban  de  700,  y  tras  ellos  comulgaron  como 
300  adultos,  padres  ó  parientes  de  los  niños. 

Hubo  dos  notas  simpáticas,  este  hermoso  día.  La  primera  fué,  el  tele- 
grama enviado  á  Su  Santidad  en  nombre  de  esos  venturosos  niños  y  firma- 
do por  Su  lima.,  haciendo  protestación  de  su  fe  á  la  Iglesia  y  de  su  amor  á 
Jesús  sacramentado;  y  la  otra,  que  muchas  familias  pudientes  de  niños  de 
primera  comunión,  invitaron  á  su  mesa  á  un  niño  pobre,  con  que  se  dobló 
la  alegría  de  la  casa  y  de  los  pobres. 

De  la  comunión  de  este  día  quedará  muy  cara  memoria  en  Calatayud, 
«Aquellos  700  niños  y  niñas  (de  primera  comunión),  decía  El  Regional, 
que,  cual  tiernos  capullos  que  abren  sus  hojas  á  la  vida,  recibieron  el  pan 
de  los  ángeles  de  manos  de  nuestro  limo.  Prelado,  eran  otros  tantos  ánge- 
les que  Dios  enviaba  á  la  tierra,  para  consuelo,  delicia  y  guarda  tal  vez  de 
sus  respectivas  familias. 

»Las  lágrimas  que  los  padres  de  estas  tiernas  criaturas  derramaron,  al 
verlos  acercarse  á  la  sagrada  mesa  para  recibir  con  pureza  de  alma  al  que 
es  Pan  de  vida  y  Fortaleza  de  los  hombres,  eran  como  gotas  de  cristalino 
rocío,  que  los  purificaba  ante  los  ojos  del  Altísimo,  lágrimas  y  suspiros  que 
recogería  la  Virgen  María,  para  depositarlos  á  los  pies  de  su  divino  Hijo, 
Jesús. 

»De  sus  angelicales  bocas  (continuaba)  salían  sin  cesar  himnos  de  glo- 
ria y  cánticos  de  alegría,  los  cuales  se  confundirían  en  las  celestiales  man- 
siones con  el  Santo,  Santo,  Santo,  Señor  Dios  de  los  ejércitos,  que  los  co- 
ros de  arcángeles  y  serafines  sin  cesar  elevan  al  Eterno. 

»Todo,  hasta  en  sus  menores  detalles,  convidaba  á  las  más  agradables 
impresiones;  pues  de  tal  modo  había  preparado  á  los  niños,  en  tan  pocos 
días,  el  infatigable  misionero  de  la  Compañía  de  Jesús,  R.  P.  Eustaquio 
Miqueleiz,  que  por  su  piedad,  compostura  y  recogimiento,  parecían  perso- 
nas mayores  con  la  inocencia  de  seres  angélicos». 

No  acabó  ahí  la  función  de  los  niños  de  primera  comunión.  A  las  once 
y  media  tuvieron  en  Santa  María  su  segunda  parte.  Allí  renovaron  las  pro- 
mesas del  Bautismo,  y  el  P.  Miqueleiz,  desde  el  pulpito,  los  consagró  á  to- 
dos al  Sagrado  Corazón  de  Jesús.  Luego,  una  niña  recitó  con  admirable  en- 
tonación y  sin  igual  soltura  unos  versos  preciosos,  consagrándose  todos  los 


30 
pequeñuelos  á  María  Inmaculada.  El  P.  Miqueleiz  les  hizo  después  varias 
preguntas,  á  que  contestaron  los  niños  con  todo  el  fuego  de  su  alma  vir- 
gen; y  por  fin  subió  á  la  cátedra  sagrada  Su  lima.,  diciéndoles  una  elocuen- 
te y  sencilla  plática.  Se  terminó  entonando  el  coro  el  salmo  Laúdate  pue- 
ri,  intercalando  en  cada  versículo  bonitos  cánticos  en  alabanza  del  Señor. 

El  viernes  28  fué  extraordinario  por  otro  estilo.  Fuera  de  los  actos  de 
la  mañana,  se  celebró  la  función  del  perdón,  precedida  de  una  procesión  ó 
Via  Crucis  por  toda  la  ciudad.  Es  de  saber,  que  hay  en  Calatayud  mucha 
devoción  á  un  crucifijo  de  talla,  que  llaman  el  «Cristo  de  Ruzola»,  y  recibe 
culto  en  las  Capuchinas.  Trazamos,  pues,  de  acuerdo  con  el  Prelado,  lle- 
varlo procesionalmente  y  rezando  el  Via  Crucis  desde  su  iglesia  á  la  Co- 
legiata del  Santo  Sepulcro,  y  que  aquí,  recogida  toda  la  gente,  se  cele- 
brase el  perdón.  Había  de  dársele  carácter  de  procesión  de  penitencia. 
Sin  hacer,  pues,  caso  de  la  fiera  republicana  que  daba  sus  rugidos,  se  hizo 
todo  muy  bien.  Al  otro  día  pudo  exclamar  El  Regional  á  usanza  perio- 
dística, pero  con  fundamento  en  la  verdad:  «Grandes,  sublimes,  verdade- 
ramente sorprendentes  han  resultado  todos  los  actos  organizados  por  los 
PP.  Misioneros;  pero  la  procesión  del  Via  Crucis,  que  anoche  recorrió  las 
calles  y  plazas  de  nuestra  ciudad,  rayó  en  los  límites  de  lo  imponderable,  y 
por  ello  no  encontramos  palabras  con  que  alabarlo... 

» Contar  el  número  de  fieles  que  acompañaron  al  milagroso  crucifijo  de 
Ruzola,  que  precedido  de  las  peanas  de  La  Cruz  á  cuestas  y  La  Dolo- 
rosa  fué  trasladado  del  convento  de  Capuchinas  al  «Santo  Sepulcro»,  es 
pretender  lo  imposible;  bastando  con  decir  que  las  devotas  que  iban  enfilas 
llenaron  completamente  esta  colegiata,  capaz  de  contener  más  de  6,000  per- 
sonas. 

»Acto  seguido,  y  después  de  colocadas  todas  las  imágenes  en  el  pres- 
biterio, subió  á  la  cátedra  sagrada  el  R.  P.  Zugasti,  pronunciando  un  elo- 
cuentísimo sermón  de  perdón,  que  enterneció  los  corazones  de  los  numero- 
sísimos oyentes. 

»A1  final  dio  la  bendición  á  los  fieles  el  limo,  y  Rvdmo.  Prelado.» 

Por  la  noche,  de  nueve  á  diez,  fueron  sonando  en  Santa  María,  en 
San  Juan  y  el  Santo  Sepulcro  las  campanadas,  llamadas  del  Perdón,  en 
que  los  que  tienen  injurias  que  perdonar  ó  de  que  se  les  perdone,  van  á 
pedir  el  perdón  en  nombre  y  por  amor  de  Jesucristo. 

Al  otro  día,  sábado,  salió  el  Rosario  matutino  del  «Santo  Sepulcro»  lle- 
vando á  las  iglesias  el  milagroso  Cristo.  El  concurso  fué  superior  á  ningún 
otro  día:  el  orden  admirable.  Llegados  á  Capuchinas,  como  la  gente  no  cabía 
en  la  iglesia,  se  les  predicó  en  la  plaza,  el  P.  Miqueleiz  desde  el  balcón  del 


31 
Capellán  y  el  P.  Sola  desde  una  mesa  colocada  junto  al  Cristo,  en  el  um- 
bral mismo  de  la  Iglesia.  El  momento  más  tierno  en  que  todos  lloraban  fué 
al  entrar  el  Cristo  en  Capuchinas;  pero  las  lágrimas  de  pena  se  trocaron  en 
lágrimas  de  gozo  al  ver  que  el  Cristo,  vueltas  las  espaldas,  tornaba  el  rostro 
verdaderamente  divino  á  la  devota  muchedumbre,  y  que  en  esta  postura  se 
quedó  durante  toda  la  misa. 

Celebráronse,  con  todas,  cinco  comuniones  generales.  La  del  domingo 
23  para  los  niños;  la  del  jueves  para  los  de  1.^  comunión;  el  viernes  la  de 
las  Hijas  de  María  y  solteras;  la  del  sábado  para  las  señoras  casadas  y  viu- 
das, y  el  domingo  30  para  los  hombres,  las  cuatro  últimas  administradas  por 
el  Sr.  Obispo.  No  pude  saber  á.  punto  fijo  el  número  de  hombres  comulgan- 
tes, que  son  los  que  dan  la  medida  del  fruto  de  la  Misión;  pero  me  dijeron 
que  no  bajó  de  700.  El  Boletín  eclesiástico,  hablando  de  este  particular  de 
las  comuniones,  dice:  «Todas  estuvieron  concurridísimas,  especialmente  la 
última,  en  la  que  se  dejaron  ver  hombres  que  hacía  años  no  se  acercaban  á 
recibir  este  alimento  de  salud  y  vida  eterna.  No  es  fácil  precisar  con  exac- 
titud el  número  de  comuniones;  en  el  sentir  de  muchas  personas,  no  han  ba- 
jado de  siete  mil  los  que  en  estos  días  han  robustecido  su  alma  con  la  sa- 
grada comunión.» 

«El  fuego  del  divino  amor,  continúa  el  Boletín,  había  prendido  en  el 
corazón  bilbilitano,  y  sólo  faltaba  ocasión  oportuna  para  manifestarse  al 
exterior.  El  concurso  que  acudió  al  Rosario  de  la  Aurora  llamó  la  atención 
de  creyentes  y  de  incrédulos;  mayor  todavía  fué  el  que  asistió  á  la  proce- 
sión del  Via  Crucis:  pero  no  ha  habido  acto,  ni  hay  memoria  de  tiempos 
pasados  en  que  se  haya  hecho  profesión  de  fe  como  la  de  este  día  (domingo 
30  de  Octubre). 

»Por  esto  bastó  una  irreverencia  por  parte  de  un  mal  educado,  para 
que  todo  el  pueblo  prorrumpiera  en  /  Vivas  al  Smo.  Sacramento!,  ¡vivas 
á  la  Religión!,  vivas...  cual  jamás  habían  escuchado  los  instigadores  de 
aquel  pequeño  incidente. 

»Pero,  lo  que  la  pluma  no  puede  describir,  es  la  escena  conmovedora  que 
tuvo  lugar  al  aparecer  la  Custodia  en  la  plaza  del  «Santo  Sepulcro».  Todos 
los  concurrentes  que  llenaban  la  plaza  y  parte  del  templo,  como  movidos  por 
un  solo  resorte,  prorrumpen  en  vivas  y  aclamaciones,  en  aplausos  y  vítores, 
que  duran  varios  minutos,  enterneciendo  el  alma  y  elevando  el  corazón.» 

El  lance  que  toca  tan  á  la  ligera  el  Boletín,  lo  expone  así  El  Regional: 
«Al  pasar  el  Santísimo  por  la  entrada  de  la  Rúa,  se  suscitó  un  pequeño  in- 
cidente, que  ni  siquiera  queremos  calificar.  Los  actos  cobardes  se  despre- 
cian, aparte  de  que  dio  motivo  para  que  se  presenciara  en  nuestras  calles 


32 

el  acto  más  viril  y  emocionante  de  cuantos  han  tenido  lugar  en  esta  religio- 
sa población.  Al  ver  los  católicos  ultrajado  el  Sacramento,  todos  se  precipi- 
taron para  defenderle  y  perder  la  propia  vida,  si  eso  hubiera  sido  menester. 
Momentáneamente  resonó  de  todos  los  labios  un  estruendoso:  ¡Viva  el  San- 
tísimo Sacramento!  no  cesando  j^a  las  aclamaciones  y  vivas  durante  el  tra- 
yecto que  recorrió  la  procesión. 

«Entrada  sublime.  Todavía  se  nos  llenan  los  ojos  de  lágrimas,  al  re- 
cordar la  sublime,  la  triunfal  entrada  de  Jesús  Sacramentado  en  la  colegiata 
del  Santo  Sepulcro. 

»Cuando  apareció  el  canónigo  D.  Ramón  Pérez  en  las  puertas  del  tem- 
plo, con  la  custodia  en  sus  manos,  un  imponente  grito  de  entusiasmo  resonó 
potente  en  las  bóvedas  del  templo,  dando  todos  vivas  al  Sacramento  y  llo- 
rando muchos  de  emoción.  Era  que  veían  volver  al  Santuario  al  que  mo- 
mentos antes  había  querido  ultrajar  el  infierno,  y  que  no  lo  consintieron  de 
ningún  modo  los  valientes  soldados  de  la  fe,  ¡Momento  hermoso,  emocio- 
nante, digno  sólo  de  una  ciudad  creyente,  de  un  pueblo  enamorado  de  Jesús! 

»¡Bien  por  los  católicos  bilbilitanos!  así  es  como  luchan  los  que  sienten 
de  veras  en  sus  corazones  las  consoladoras  doctrinas  de  la  Religión, 

«¡Adorado  sea  el  Santísimo  Sacramento,  y  sea  por  siempre  bendito  y 
alabado! 

» Actos  como  el  de  ayer  honran  y  glorifican  á  un  pueblo  y  ponen  de  mani- 
fiesto los  grados  de  su  fervor  religioso.  Que  siga  así  siempre  esa  hermosa 
unión  entre  los  católicos,  y  nada  podemos  temer  de  las  iras  del  infierno. 

»Un  herido,  a  consecuencia  del  incidente  ocurrido,  fué  herido  con 
un  palo  á  la  cabeza  un  republicano,  al  que  condujeron,  para  su  curación,  al 
hospital.  Los  dos  disparos  que  se  oyeron  no  causaron  por  fortuna  ninguna 
desgracia...»  Hasta  aquí  la  cita  de  dicho  diario. 

Pero  el  incidente  fué  más  grave  que  todo  eso.  Mucho  antes  se  rugía 
por  la  población  que  habría  algo  aquella  tarde,  y  por  esta  razón  tiene  más 
mérito  el  acto  de  asistir  casi  todo  Calatayud  á  la  procesión,  mayormente 
las  señoras  que  no  ignoraban  el  riesgo  que  corrían.  Los  católicos,  cansados 
de  sufrir  tanto  desmán,  tenían  ganas  de  pegar.  Pasó  casi  toda  la  procesión 
por  delante  del  casino  ó  casinos  republicanos,  y  no  hacían  éstos  más  que  in- 
sultar á  las  señoras.  Al  llegar  el  Santísimo  (diré  lo  que  yo  vi)  noté  que  los 
republicanos  de  viso  estaban  en  los  balcones  y  la  plebe  de  entre  ellos  en  las 
aceras,  sombrero  calado  y  en  ademán  insolente.  Puede  V.  imaginar  la  im- 
presión que  causaría  tal  vista  á  los  católicos.  Invitados  á  descubrirse,  se  ne- 
garon los  sectarios.  De  aquí  el  trabarse  de  palabras,  y  luego  de  puños  y  al 
instante  de  palos  y  tiros.  Hubo  momentos  de  horror:  parecía  el  día  del  jui- 


33 

cío.  Como  la  calle  estaba  muy  lodosa,  los  músicos  y  gente  de  la  procesión 
buscaban  las  aceras,  invadidas  por  los  republicanos,  que  al  fin  tuvieron  que 
ceder  y  rendirse.  Los  mal  heridos,  los  apaleados  fueron  todos  ellos:  nos- 
otros no  tuvimos  ni  uno.  A  un  republicano  le  magullaron  la  cabeza,  de 
suerte  que  me  dijo  el  facultativo  del  hospital:  «Fulano,  tiene  á  lo  menos  por 
quince  días»;  á  otro  le  rompieron  las  quijadas  y  le  saltaron  dos  ó  tres  mue- 
las. Y  gracias  á  los  Padres  Misioneros  que  contuvieron  á  los  católicos  en 
sus  bélicos  arranques.  Las  señoras  no  se  mostraron  menos  belicosas. 

A  las  ocho  de  la  noche  hubo  velada  en  el  Círculo  Católico.  Tras  la 
sinfonía  del  quinteto,  habló  el  presidente  D.  Justo  Navarro,  y  al  hacer  alu- 
sión á  lo  sucedido  aquella  tarde,  el  auditorio  prorrumpió  en  vivas  á  Jesús 
Sacramentado.  «Ocupó  después  la  tribuna  (decía  El  Regional),  el  R.  Pa- 
dre Juan  Antonio  Zugasti,  el  cual  empezó  diciendo  que  jamás  se  olvidaría 
de  Calatayud,  y  que  mientras  durara  su  vida,  tendría  presentes  á  los  va- 
lientes católicos  bilbilitanos,  no  borrándose  nunca  de  su  imaginación  la  im- 
ponderable escena  que  admiró  á  la  entrada  de  Jesús  Sacramentado  en  el 
«Santo  Sepulcro»,  acto  que  conmovió  su  corazón,  porque  nunca  lo  había 
presenciado. 

»Entrando  luego  en  materia,  explicó  de  un  modo  admirable  la  organiza- 
ción que  debe  dárseles  á  los  Círculos  Católicos  de  Obreros,  si  éstos  han  de 
responder  prácticamente  á  las  necesidades  sociales  de  los  presentes  tiempos. 

»Su  discurso  fué  un  trabajo  admirable,  que  premió  con  grandes  aplau- 
sos la  concurrencia. 

»E1  Rdo.  P.  Juan  M.''*  Sola  habló  también  de  los  Círculos  Obreros, 
pero  basándose  en  el  espíritu  puramente  católico,  que  debe  ser  el  sello  de 
todas  sus  obras;  pues  de  lo  contrario  perderían  el  carácter  que  estas  aso- 
ciaciones deben  desde  luego  tener.  Se  extiende,  con  este  motivo,  en  atina- 
das consideraciones,  con  gran  claridad  y  elocuencia  expuestas,  que  le  va- 
len igualmente  una  nutrida  salva  de  aplausos. 

» Terminó  tan  hermoso  acto,  cantando  un  coro  de  obreros  el  valiente 
himno  «Firme  la  voz,  serena  la  mirada»,  cuyas  bélicas  notas  fueron  oidas 
con  entusiasmo». 

El  lunes  á  las  diez  y  media  fué  en  Santa  María  la  solemne  misa  de  Ré- 
quiem en  sufragio  de  todos  los  difuntos,  en  que  predicó  la  oración  fúnebre 
el  P.  Miqueleiz. 

En  el  mixto  de  la  tarde  salían  para  Zaragoza  los  PP.  Zugasti,  Mique- 
leiz y  Recolóns,  tributándoles  Calatayud  una  cariñosa  despedida.  Yo  me 
quedé  aguardando  el  tren  de  media  noche  que  me  había  de  llevar  á  Valen- 
cia; y  para  no  perder  tiempo,  prediqué  aquella  tarde  en  el  Convento  de 

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religiosas  benedictinas,  en  la  función  del  Jubileo  solemne  extraordinario, 
concedido  por  Pió  X. 

El  fruto  de  la  misión  no  ha  sido  pasajero.  En  24  de  Agosto  de  1911 
me  escribía  el  M.  I.  Sr.  Vicario  General  D.  Valentín.  Marco:  «La  saata  Mi- 
sión ha  dado  sus  buenos  resultados  que  se  pueden  observar:  1 ."  Por  la  ma- 
yor frecuencia  de  los  Santos  Sacramentos;  2.°  Por  la  facilidad  con  que  se  ha 
cumplido  en  esta  población  lo  dispuesto  por  Su  Santidad  sobre  la  comu- 
nión de  los  niños;  3.°  Por  el  entusiasmo  con  que  los  católicos  han  secunda- 
do toda  iniciativa  que  tuviese  por  objeto  dar  testimonio  de  nuestra  fe  y 
religiosidad:  y  finalmente,  por  el  respeto  y  prudencia  que  los  republicanos 
vienen  observando  desde  aquella  tarde  famosa.  Los  balcones  de  su  casino 
han  estado  cerrados- en  todas  las  procesiones  generales  que  han  pasado  por 
allí,  sin  excepción  alguna,  y  en  las  calles  hemos  visto  con  complacencia, 
que  han  desaparecido  los  espectadores  cubiertos,  que  antes  menudeaban 
más  que  en  otras  partes.  Esto  último  es  tan  notorio,  que  siempre  que  he- 
mos tenido  procesiones,  se  han  hecho  comentarios,  relacionando  esta  co- 
rrección y  prudencia  con  lo  sucedido  en  la  Misión».  Esto  me  dice  el  Muy 
Ilustre  Sr.  Marco. 

Lo  que  acaeció  en  las  Cortes,  cuando  la  interpelación  de  Nougués  so- 
bre los  sucesos  de  Calatayud  y  lo  que  habló  calumniosamente  de  los  misio- 
neros, máxime  del  P.  Recolóns,  y  de  cómo  le  contestó  D.  Gabriel  Maura, 
diputado  de  Bílbilis,  ya  lo  recordará  V.  R.  Lo  que  no  sabrá,  ciertamente, 
son  las  coplas  que  allí  se  cantan  con  alusión  á  aquella  tarde  famosísima: 

«Si  vas  á  Calatayud 
Pregunta  á  los  radicales, 
Qué  mano  tan  dura  tienen 
Los  picaros  clericales». 

Y  aquella  otra  tan  bonita  que,  diz,  cantan  en  el  Rosario  de  la  Aurora: 

Viva  el  Rosario, 
Viva  María; 
Vivan  los  palos 
Del  otro  día. 

Ruegue  V.  R.  por  su  affmo.  H."  y  S.  en  Cto. 

JHS. 

Juan  M.^  Sola,  S.  J. 


COLEGIO  MÁXIMO  DE  TORTOSA 

(CASA  DEL  JESÚS) 


MISIONES  DEL  P.  RAMÓN  VENDRELL  EN  ORAN 
DURANTE  EL  AÑO   1911 

Cartas  del  mismo  Padre  al  P.  Pedro  Planas 
CARTA  1.^ 
Santa  Bárbara  de  Helat,  26  de  Febrero  de  1911. 

R.  P.  Pedro  Planas,  S.  J. 

Mi  muy  amado  en  Cto.,  P.  Planas:  Ya  que  me  queda  un  poquillo  de 
tiempo  disponible,  tomo  la  pluma  para  decir  á  V.  R.  algo  de  estos  mis  tra- 
bajos apostólicos  en  el  África  francesa,  de  verdad  «térra  deserta  et  invia 
et  inaquosa»  en  el  orden  espiritual  y  moral,  no  así  en  el  orden  material, 
que  está  bien  poblada  de  míseros  españoles  emigrados  y  de  árabes  y  kabi- 
leños  que  trabajan  con  aquellos  ó  guardan  los  ganados,  y  también  de  no 
pocos  judíos  que  explotan  y  estrujan  á  todos.  Los  franceses  son  los  menos 
en  número;  los  hay  muy  buenos,  otros  muy  malos,  aunque  lo  peor  es  el  go- 
bierno que  veja  y  oprime  á  la  Iglesia.  Hay  por  todas  partes  muy  buenas 
carreteras  y  caminos  vecinales,  y  los  caminos  de  hierro  lo  cruzan  todo. 

Puesto  este  pequeño  prenotando,  paso  á  decirle  á  V.  R.  algo  de  mi 
viaje  y  principio  de  esta  misión  que  está  en  la  mitad. 

El  12  salí  de  Pinell,  donde  dimos  una  misión  con  el  P.  José  Carreras,  el 
cual  se  quedó  para  la  conclusión  é  inauguración  de  la  cruz  de  la  Santa  Misión. 

Embarcado  en  Alicante  el  16  de  Febrero  en  El  Turia,  antes  de  las 
nueve  del  17  comenzamos  á  ver  distintamente  el  monte,  el  castillo  y  el 
santuario  de  Sta.  Cruz,  todo  español;  luego  á  Mers-el-Kébir,  donde  desem- 
barcó el  gran  Cardenal  Jiménez,  que  dicen  los  franceses,  Cisneros  que  de- 
cimos nosotros,  y  por  fin  la  extensa  y  hermosa  Oran  con  su  grandioso  puer- 
to aun  en  construcción,  uno  de  los  i^ás  frecuentados  del  Mediterráneo. 


36 

Aunque  muy  mareado,  dirigí  un  saludo  y  súplica  á  la  Virgen  de  Sta,  Cruz 
por  mí  y  mis  africanos.  Eran  más  de  las  diez  cuando  desembarcamos:  un 
moro  me  tomó  la  maleta:  no  me  detuvieron  en  la  Aduana  y  andando,  con  el 
moro  delante,  me  dirigí  á  la  parroquia  de  St.  Sprit  para  decir  misa,  que  no 
quise  perder. 

El  venerable  P,  Lauriol,  anciano  misionero  que  fué  de  Siria,  me  recibió 
con  gran  caridad,  pues  el  P.  Superior  estaba  fuera  dando  misiones.  Dicho 
P.  me  ayudó  la  misa,  y  al  concluir  de  dar  gracias  llegaron  los  otros  PP.  y 
el  H.  Ramón  Rodríguez,  tortosino;  dimos  el  abrazo  y  comí  con  ellos.  ¡Qué 
buenos  y  atentos  todos  con  el  P.  Español!  ¡qué  caridad,  gracias  á  Dios  y  á 
la  Compañía! 

El  18  del  pasado  mes  fui  á  Mers-el-Kébir  para  principiar  la  primera 
misión,  según  la  lista  que  me  habían  enviado  á  España.  Con  gran  pena  me 
dijo  el  Sr.  Cura  que  no  se  podía  dar  la  misión  en  Mers-el-Kébir  en  este 
tiempo  de  Carnaval;  que  los  españoles,  para  los  que  iba,  estaban  como  lo- 
cos con  sus  ensayos  de  bailes  y  cantares  de  Carnaval;  que  ni  ellos  acudi- 
rían, ni  dejarían  asistir  á  los  demás.  Bien  puede  V.  R.  figurarse  la  pena 
que  sentí;  ¡bendito  sea  Dios!  dije;  no  me  atreví  á  insistir  y  pensé  ir  con  la 
misión  á  otra  parte.  Telegrafiamos  al  Sr.  Cura  de  St.  Denís  du  Sig  aunque 
no  estaba  en  la  lista  y  contestó  que  para  más  tarde  sí;  pensé  en  ir  á  Arzen, 
villa  muy  buena,  donde  se  hizo  mucho  el  año  pasado.  Con  estos  pensamientos 
me  volví  á  Oran,  al  P.  Charles  S.  J.,  que  me  animó  mucho,  y  me  acosté  con 
la  pena  y  cuidado  de  á  dónde  iría  á  trabajar.  Por  fin  me  determiné  seguir 
la  lista  que  tenía  y  el  19  á  las  cinco  y  media  tomé  el  tren  para  Sta.  Bárbara 
de  Helat.  Llegué  antes  de  la  seis  y  media  y  recorrí  el  pueblo.  Apenas  había 
alguna  puerta  abierta;  me  fui  acercando  á  la  iglesia  y  en  la  plaza  vi  á  una 
mujer  anciana,  que  por  el  traje  y  semblante  me  pareció  española.  «Oiga  usted, 
buena  mujer,  le  dije,  ¿hará  V.  el  favor  de  decirme  dónde  vive  el  Sr.  Cura?» 
—  «Ahí  en  esa  casica  solica  vive»,  me  contestó.  Llamé  y  me  dijeron  que  el 
Sr.  Cura  no  se  había  levantado  todavía.  Al  recibirme  le  dije  á  lo  que  iba, 
que  aunque  no  estaba  avisado  ni  él,  ni  el  pueblo,  si  no  había  inconveniente 
principiaría  la  misión  el  mismo  día.  Le  expliqué  lo  de  Mers-el-Kébir;  me  dio 
á  entender  que  en  Helat  no  había  cosa  especial  por  los  carnavales,  por  tanto 
que  en  la  misa  mayor  lo  anunciaríamos  y  luego  por  el  pueblo,  y  que  por  la 
tarde  reuniría  á  los  niños  y  confiaba  en  el  Señor  que  no  faltaría  gente. 
A  todo  se  avino  el  bueno  de  D.  Carlos  Domblides,  francés  gascón  de  lo 
mejor  que  pueda  hallarse.  Deseaba  mucho  la  misión  y  así  la  aceptó  con 
tanto  gusto.  Casi  la  totalidad  de  la  población  católica  es  española;  algunos 
valencianos  que  tienen  haciendas  y  lo  pasan  bien,  otros  almerianos  y  no 


37 

les  va  mal.  Delante  mismo  de  la  casa  de  Mr.  le  Curé  veo  un  alcacilar  (al- 
cachofar) hermosísimo,  comparable  con  los  de  Almoradí  ó  Dolores,  que  es  de 
un  almeriano.  El  pueblo  es  regular,  muy  bien  situado  en  una  extensa  llanura 
á  una  hora  de  tren  de  Oran.  Fué  al  principio  castigado  de  paludismo  y  hay 
grandes  plantaciones  de  eucaliptus:  pero  han  desecado  una  laguna  que  lo  in- 
festaba, desviando  el  agua  de  las  avenidas  y  utilizándola  para  el  riego,  y  hé 
aquí  una  población  saneada.  La  tierra  es  muy  feraz,  están  los  sembrados 
muy  buenos,  aunque  algo  atrasaditos.  Tiene  un  triste  recuerdo  y  reciente 
para  los  españoles.  El  31  de  Julio  de  1910  hubo  cerca  de  la  estación  un  cho- 
que de  trenes  en  que  murieron  más  de  20  personas,  gran  parte  segadores 
españoles  que  volvían  con  sus  ahorrillos  á  España.  Murió  uno  de  Redobán 
(Orihuela)  que  tenía  siete  hijos  pequeños  en  España;  otros  eran  de  Callosa 
de  Segura,  de  Cox,  etc.,  todos  invocaban  á  la  Virgen  del  Carmen;  algunos 
se  salvaron  como  por  milagro,  pasando  casi  todo  el  día  entre  las  maderas 
de  los  vagones.  El  Sr.  Cura  fué  á  auxiliar  á  los  que  pudo  y  los  que  murie- 
ron están  enterrados  en  el  cementerio  del  pueblo,  á  donde  he  ido  á  rezar- 
les (R.  I.  P.) 

Volviendo  á  la  misión,  fui  á  decir  misa  y  encomendarla  al  Señor.  A  las 
nueve  dijo  el  Sr.  Cura  la  mayor  según  costumbre,  con  poca  gente,  y  les 
anunció  mi  llegada  y  el  objeto  de  la  misma.  Dimos  luego  una  vuelta  por  al- 
gunas calles  del  pueblo  yendo  de  casa  en  casa  á  saludar  y  convidar  á  los 
españoles.  Todos  se  mostraban  contentos  de  ver  á  un  P.  de  España  que  les 
hablaría  en  su  lengua. 

Después  de  comer  volvimos  á  dar  otra  vuelta  por  las  demás  calles  del 
pueblo  y  todos  se  mostraban  atentos  y  contentos.  Los  moros  y  judíos,  que 
son  bastantes,  nos  miraban  con  alguna  extrañeza,  mas  con  respeto;  sobre 
todo  los  moritos  respetan  mucho  y  quieren  á  todos  los  morabuts  ó  morabi- 
tos, así  llaman  á  los  sacerdotes,  y  las  moras  se  echan  todo  el  manto  cuando 
ven  á  alguno. 

A  las  cuatro  tocamos  para  la  misión  de  los  niños  y  acudieron  en  gran 
número.  ¡Qué  bulliciosos  é  inquietos  son!  Les  enseñé  á  cantar:  «Sálvame, 
Virgen  María»,  etc.  y  fueron  el  mejor  anuncio  de  la  misión.  A  las  ocho  tu- 
vimos el  acto  general  y  hubo  un  lleno  de  iglesia  que  el  Sr.  Cura  no  había 
visto  nunca.  Sea  Dios  bendito  por  todo. 

Los  días  siguientes  hasta  hoy  hemos  tenido  los  mismos  actos  con  igual 
concurso;  la  atención  muy  grande.  A  la  misión  de  los  pequeños  han  asistido 
una  judiita.  Rene,  y  una  morita,  Fátima,  que  al  salir  de  la  escuela  iban  con 
las  cristianas  á  la  iglesia  y  cantaban  como  ellas:  «Oh  María,  madre  mía»  y 
«Sálvame,  Virgen  María.»  Ayer  se  confesaron  niños  y  niñas  desde  la  edad 


38 
de  7  años.  No  son  malos,  si  no  fueran  tan  ignorantes;  no  tienen  ellos  toda  la 
culpa,  ni  sus  padres,  pues  obligarles  á  aprender  el  catecismo  en  lengua  no 
propia  de  ellos,  es  cosa  imposible  para  andaluces.  Les  hice  aprender:  «¿Cuán- 
tos dioses  hay?»,  «Personas»,  «¿Quién  es  Jesucristo?»,  «¿Por  qué  murió  el 
Señor?»  y  «¿A  quién  recibimos  en  la  Comunión?»  Se  confesaron  y  hoy  han 
comulgado  84.  Hemos  hecho  la  procesión  de  banderitas  desde  la  iglesia  á 
casa  del  Sr.  Cura  y  vice-versa. 

Concluyo,  que  va  larga.  Seré  más  corto  otra  vez.  Saludos  al  Padre 
Rector  y  demás  PP.  y  HH.  de  las  dos  casas.  De  V.  R.  siervo  en  Cto., 

JHS. 

Ramón  Vendrell,  S.  J. 


CARTA  2.^ 
St.  Denis-du-Sig,  13  de  Marzo  de  1911. 

R.  P.  Planas. 

Mi  muy  amado  en  Cto.,  P.:  El  26  de  Febrero  escribí  á  V.  R.  desde 
Sta.  Bárbara  de  Helat,  estando  en  la  mitad  de  aquella  misión;  ahora  voy  á 
darle  cuenta  del  hermoso  final  de  la  misma  y  de  la  de  Mers-el-Kébir,  que 
ayer  terminé,  con  pena  del  Sr.  Cura  y  del  pueblo,  que  la  querían  más  lar- 
ga. Laus  Deo. 

En  Helat  fué  siguiendo  la  misión  de  la  gente  mayor,  siempre  con  tanto 
concurso  y  apretones,  que  fué  preciso  impedir  que  los  niños  acudiesen  para 
dejar  lugar  á  los  grandes.  Por  la  misma  razón  y  por  alguna  otra,  dijo  el 
Sr.  Cura  á  unas  judías  que  no  acudiesen,  que  no  había  lugar. 

El  domingo  de  Carnaval  tuvimos  la  misión  por  la  tarde,  pues,  aunque 
pocas,  había  algunas  máscaras,  y  por  la  noche  pudieran  enredar.  Antes  fui- 
mos á  saludar  á  Mme.  de  Lislle,  alsaciana  muy  católica  y  muy  rica  que  ha- 
bla bien  el  español  y  es  bastante  españolista.  Las  haciendas  que  tiene  valen 
más  de  6.000,000  de  francos,  y  el  año  pasado,  de  los  cereales  que  vendió, 
sacó  60,000  francos,  y  da  1 ,000  de  limosna  al  culto  cada  año  y  otras  mu- 
chas y  buenas  que  da  al  Sr.  Cura  y  á  la  iglesia.  Sus  trabajadores,  aun  los 
moros,  iban  todas  las  noches  á  la  misión.  El  Señor  le  recompense  lo  que 
hace  por  su  gloria. 


39 

El  lunes  tuvimos  el  sermón  del  perdón  de  los  enemigos,  como  lo  hace- 
mos en  España.  Hubo  mucha  conmoción.  El  día  de  Carnaval  creyó  mejor  el 
Sr.  Cura  que  no  hubiese  misión.  El  miércoles  de  Ceniza,  1  de  Marzo,  misa 
explicada  y  sermón  de  difuntos  por  la  mañana.  Me  llegué  á  Oran  para  re- 
novar el  juramento  contra  el  modernismo  en  manos  de  mi  Superior  Regu- 
lar. Por  la  noche,  sermón  del  infierno.  Grande  asistencia,  atención  y  silen- 
cio. El  jueves  día  2  vino  el  Sr.  Cura  de  St.  Lucien  y  por  la  tarde  fuimos  á 
visitar  las  haciendas  de  Mme.  de  Lislle.  Guiaba  el  carruaje  un  árabe,  hijo 
de  madre  española,  que  se  iba  á  casar  á  los  pocos  días  y  que  aún  no  había 
visto  ni  hablado  á  su  novia.  Es  de  advertir  .que  aquí  los  padres  son  los  que 
las  buscan  y  las  compran,  y  se  han  de  conformar  los  hijos  con  las  que  les 
presentan.  Una  vez  casados,  según  sus  ritos,  y  al  nacerles  un  hijo,  no  lo 
pueden  decir  á  sus  padres,  ni  menos  presentarlo  al  abuelo,  pues  sería  un 
gran  desacato.  De  todo  lo  cual  infirió  el  moro:  «que  la  ley  de  Mahoma  y  la 
ley  de  los  burros  eran  lo  mismo».  Si  el  gobierno  francés  fuera  como  con- 
vendría, creo  que  muchos  musulmanes  se  harían  cristianos;  mas  ahora  está 
prohibida  la  propaganda  y  más  favorecido  el  mahometismo  que  el  cristia- 
nismo. 

Por  la  noche  fué  el  sermón  de  la  confesión,  para  prepararlos  con  tiem- 
po. El  día  siguiente  prediqué  del  juicio  universal,  y  el  sábado  del  Hijo  pró- 
digo. Después  de  la  bendición  con  el  Santísimo  (así  concluyen  los  franceses 
todas  las  funciones),  hice  quedar  á  los  hombres  solos  para  hablarles  en  par- 
ticular. Les  dije  algunas  palabras  de  loa  por  su  asistencia,  atención,  etc.; 
que  ya  se  veía  que  eran  españoles  de  buena  ley;  que  eran  valientes,  etc., 
etc.,  pero  quería  decir  dos  palabras  á  solas  á  cada  uno  y  darles  un  recuer- 
do. Fueron  entrando  en  la  sacristía  uno  á  uno,  y  la  primera  pregunta  era: 
«¿Cuánto  tiempo  que  no  te  has  confesado?»  Muchos  jóvenes  de  las  alque- 
rías contestaban:  «Nunca»;  y  están  en  los  veinte  y  más  años.  Otros  decían: 
«Desde  que  salí  de  España»;  otros:  «Cuando  me  casé»,  et  sic  de  caeteris. 
Les  hacía  contestar  á  las  cuatro  preguntas  necesarias:  «¿Cuántos  dioses 
hay?»  etc.,  y  algunas  más  sobre  los  Mandamientos,  y  así  fui  confesando 
como  mejor  pude,  hasta  una  cuarentena. 

El  día  5  terminó  la  misión  de  Sta.  Bárbara  de  Helat,  con  misa  de  Co- 
munión general  á  las  siete  y  media,  con  armonium  y  cánticos  en  francés  y 
plática  en  español.  Pasaron  de  70  las  comuniones,  que  no  es  poco  en  tierra 
de  África  francesa.  En  la  misa  mayor,  sermón  de  perseverancia.  Les  habló 
antes  en  francés  el  Sr.  Cura,  yo  luego  en  español,  brevemente,  les  dije  los 
medios  de  perseverancia:  Que  fundasen  una  Congregación  de  la  Virgen; 
que  el  Sr.  Cura  les  diría  dos  misas  los  domingos,  una  tempranito,  y  les  pre- 


40 

dicaría  en  español.  ¡Dios  lo  haga!  Al  fin,  bendición  papal  y  despedida.  To- 
mé el  tren  para  Oran,  comí  con  XX.  PP.  y  pasé  á  Mers-el-Kébir, 

En  Helat  quedaron  cuatro  matrimonios  en  vías  de  arreglo:  la  gente 
acudió,  oyó  y  entendió  las  verdades  de  nuestra  fe  y  los  preceptos  de  Dios 
y  de  la  Iglesia.  El  Sr.  Cura  se  determinó  á  predicar  en  español  y  celebrar 
dos  misas  los  domingos  para  que  pudiesen  cumplir  todos:  se  ha  reanimado 
el  espíritu  cristiano  que  todos  tienen,  mas,  se  van  acostumbrando  á  cierto 
culto  privado  en  sus  casas,  que  tienen  llenas  de  imágenes  de  los  Santos  y 
Vírgenes  de  España,  y  á  lo  mejor  meten  alguna  superstición  del  espiritis- 
mo, alguna  vez  acuden  á  los  hechiceros  moros  y  judíos,  que  no  dejan  de 
enredarles.  Con  todo,  al  morir  todos  llaman  al  sacerdote  y  quieren  ser  en- 
terrados como  católicos:  bautizan  á  sus  hijos  y  en  general  se  casan  como 
Dios  manda.  Me  dio  mucho  consuelo  un  joven  de  unos  diez  y  nueve  años, 
hijo  de  un  árabe  y  una  española,  cristiano  desde  pequeño,  pues  su  madre  lo 
hizo  bautizar,  y  que  hizo  su  primera  confesión  y  comunión  con  una  prepa- 
ración que  daba  envidia.  Sabe  bien  el  español  y  el  árabe  y  no  mal  el 
francés;  está  de  criado  en  casa  de  Mme.  de  Lislle,  y  todos  los  días  á  media 
mañana  venía  á  dar  lección  de  catecismo,  que  aprendió  sin  punto.  Dos  días 
antes  le  indiqué  qne  ya  podía  confesarse.  «Padre,  me  contestó,  quiero  pre- 
pararme un  poco  más;  mañana  me  confesaré».  Así  lo  hizo,  con  un  cuidado 
tan  grande  en  su  media  infidelidad  (pues  vive  con  su  padre  moro,  que  in- 
tentó hacerle  moro  y  se  le  escapó),  que  era  para  alabar  á  Dios.  Luego  co- 
mulgó con  mucho  gusto  y  devoción. 

Dejé  encargada  de  enseñar  el  catecismo  en  español  á  una  niña  de  Al- 
mería de  unos  doce  años,  y  lo  sabe  bien,  pues  se  lo  enseñó  en  Oran  la  se- 
ñora Gracia,  criada  de  Mr.  Huertas,  que  es  una  gran  catequista. 

MISIÓX  DE  MERS-EL-KÉBIR 

Llegué  á  Mers-el-Kébir.  Saludé  al  Sr.  Cura,  que  me  recibió  con  mucho 
agrado,  y  al  Sr.  Vicario;  reuní  á  los  niños  y  principié  la  misión  por  ellos, 
que  luego  corrieron  por  todo  el  pueblo  para  decirlo  á  la  gente  mayor;  y  á 
las  ocho  de  la  noche  para  todo  el  pueblo.  La  iglesia,  que  es  grande,  se  llenó 
por  completo.  La  mitad  de  la  población  es  de  napolitanos,  ó  más  bien  de 
Próscida,  muy  buenos  católicos,  á  quienes  me  gané  con  algunas  frases  en 
italiano,  aunque  todos  entienden  y  hablan  el  español.  La  otra  mitad  son  es- 
pañoles, muchos  crevillenters,  mejores  que  sus  paisanos  de  España.  Fran- 
ceses hay  poquísimos,  judío  ninguno,  y  moros  unos  pocos  que  trabajan  en 
las  canteras.  Se  tiene  ésta  por  la  mejor  parroquia  del  obispado  de  Oran. 


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Tuvimos  la  misa  de  misión  como  en  España,  y  los  demás  actos  como  de 
costumbre.  La  iglesia  no  podía  contener  á  la  muchedumbre,  en  gran  parte 
de  hombres,  á  pesar  de  la  lluvia  copiosa  que  cayó  alguna  noche.  Con  el  se- 
ñor Vicario  fui  al  barrio  de  Sta.  Clotilde,  á  tres  kilómetros  de  allí,  casi 
todo  de  españoles  y  gente  de  mal  vivir,  para  convidarlos  á  la  misión,  aun- 
que aceptaron  pocos.  Encargué  á  una  mujer  ciega  española,  que  sabe  bien 
el  catecismo,  que  lo  enseñase  á  las  niñas. 

El  Sr.  Cura  quería  que  la  misión  fuese  de  quince  días;  así  lo  había  pe- 
dido y  así  convenía,  mas  como  llegaban  peticiones  de  Sig,  de  Pérrégaux  y 
de  St.  Cloud,  para  poderles  atender,-  se  hubo  de  contentar  con  ocho  días. 
El  jueves  tuvimos  la  Comunión  general  de  los  niños  y  niñas.  Los  dem*ás, 
quiso  el  Sr.  Cura  que  se  preparasen  más  tiempo.  Por  la  tarde  la  procesión 
de  banderitas,  muy  numerosa  y  ordenada.  El  Maire  dio  el  permiso  y  le  gus- 
tó mucho.  Es  de  notar  que  es  el  único  pueblo  donde  se  hace  la  procesión 
del  Corpus  y  otras  varias,  gracias  á  los  napolitanos  que  hacen  la  ley,  pues 
como  son  muchos  y  están  naturalizados,  tienen  mayoría  en  las  elecciones  y 
no  votan  sino  al  que  les  promete  verdadera  libertad  religiosa,  con  proce- 
siones, etc.  Si  esto  hicieran  los  españoles  ¡cuánto  podrían  lograr!...  Por  la 
noche  el  sermón  del  perdón  como  en  España.  Se  lloró  mucho:  ya  era  menes- 
ter, pues  hay  algunos  rencores  aun  en  gente  tan  buena. 

El  día  siguiente  principiaron  las  confesiones  de  gente  granada  y  de 
cuenta,  aumentando  el  sábado,  mañana  y  tarde.  Por  la  noche,  después  del 
sermón  del  Hijo  Pródigo,  hice  salir  á  las  mujeres,  hablé  á  los  hombres  solos 
y  se  quedaron  muchos  para  confesarse:  estuve  hasta  las  doce  y  media. 

A  las  cuatro  bajo  á  la  iglesia,  siguen  las  confesiones  y  comulgan  los  que 
han  de  ir  al  trabajo  á  las  cinco;  los  demás  á  las  seis:  entre  todos  unos  200. 
Llevé  la  Comunión  á  los  enfermos  é  impedidos  que  confesé  la  víspera 
(unos  ocho),  fui  de  roquete  y  tocando  la  campanilla,  pues  el  Sr.  Cura  me 
dio  permiso  para  ello.  De  ordinario  llevan  al  Señor  ocultamente  en  una  pe- 
queña maleta.  ¡Qué  lástima  da! 

Mers-el-Kébir  tiene  mucha  importancia  histórica  para  España,  por  ser  el 
puerto  donde  desembarcó  el  Cardenal  Cisneros  para  la  conquista  de  Oran. 
Tiene  una  rada  magnífica  y  el  puerto  es  mejor  que  el  de  Oran.  La  escuadra 
francesa  se  retira  allí  por  la  gran  seguridad  que  tiene  en  los  temporales.  Jun- 
to al  puerto  están  las  inmensas  canteras  de  donde  sacan  enormes  peñascos 
para  hacer  los  bloques,  que,  en  grandes  barcazas  de  vapor,  llevan  al  puerto  de 
Oran  que  aun  está  en  construcción.  Los  barrenos  son  verdaderas  minas  que 
llenan  de  dinamita;  hasta  11,000  kg.  y  más,  meten  en  algunos,  con  que  ha- 
t:en  saltar  media  montaña,  y  alguna  vez  hace  algunas  víctimas.  Allí  están 


42 
muchos  centenares  de  españoles,  mezclados  con  los  moros;  todos  hacen  ve- 
nir á  la  memoria  á  los  antiguos  cautivos  y  esclavos,  ¡Por  la  triste  vida  cuán- 
to sufren!  Vi  también  el  fuerte  que  construyeron  los  españoles,  restaurado 
por  los  franceses,  ahora  cárcel  militar.  Hay  una  inscripción  latina  del  tiem- 
po de  Fernando  VI  y  otra  en  castellano,  más  reciente. 

Concluyo,  mi  buen  P.  Planas,  que  también  he  sido  más  largo  de  lo  que 
quería. 

Mis  saludos  al  P.  Rector  y  demás  PP.  y  HH.  de  ambas  casas,  cuyos 
SS.  SS.  y  OO.  mucho  pido,  pues  se  necesitan.  De  V.  R.  S.  S.  en  Cto., 

JHS. 

Ramón  Vendrell,  S.  J. 


CARTA  3.^ 

Miserghin,  3  de  Abril  de  1911. 

R.  P,  Pedro  Planas: 

Mi  muy  amado  en  Cto.,  Padre:  Ahora  sí  que  voy  á  guardar  la  bre- 
vedad, que  me  faltó  en  las  precedentes.  La  última  la  escribí  desde  St.  De- 
nis-du-Sig,  y  ésta  en  Miserghin,  que  bien  pudiera  llamarse  «lugar  de  deli- 
cias», como  dicen  que  significa  su  nombre  en  árabe,  y  cierto  que  encanta  el 
paisaje  con  su  frondosidad  y  frescura. 

Llegué  á  Sig  el  12  de  Marzo  é  inmediatamente  fuimos  el  Sr.  Cura  y 
yo  á  convidar,  casa  por  casa,  á  los  vecinos  para  la  santa  misión.  Acudió 
mucha  gente,  que  se  aprovechó  de  veras.  Los  niños  tuvieron  también  su 
misioncita,  comulgando  unos  87  y  teniendo  su  procesión,  aunque  por  dentro 
del  templo,  á  causa  del  mal  tiempo.  En  cuanto  á  la  misión  áft  los  mayores, 
los  actos  fueron  los  de  costumbre.  Hubo  además  Vía-crucis  y  pláticas  á  las 
madres  de  familia  y  á  las  Hijas  de  María.  Las  confesiones  muchas  y  muy 
buenas.  El  total  de  comuniones  llegó  á  417:  de  ellas  un  centenar  corresponde 
á  los  hombres.  Como  acto  final,  una  romería  á  una  ermita  de  la  Virgen,  que 
está  en  una  altura  no  distante,  á  la  que  subimos  como  un  millar  de  personas, 
á  las  cuales  prediqué  de  la  perseverancia. 

Hay  en  Sig  muchos  árabes,  y  vi  la  fiesta  que  celebraron  el  13  de  Mar- 


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zo  (12  Mulud),  llamada  de  la  pólvora  y  de!  fuego,  gastando  enorme  canti- 
dad de  aquélla,  pues  no  pararon  de  disparar  en  todo  el  día.  Todos  iban  muy 
limpios  y  algunos  ricamente  vestidos  con  albornoces  bordados  de  oro  y  ri- 
cos turbantes.  Las  niñas  menores  de  12  años  con  sus  mitras  en  la  cabeza 
tan  vistosas.  Las  que  pasan  de  aquella  edad  no  pueden  salir  á  la  calle  sino 
veladas  con  el  manto  blanco  que  las  cubre  de  pies  á  cabeza.  La  gaita  no 
paró  en  todo  el  día.  ¡Qué  bullicio!  Son  los  árabes  muy  locuaces,  y  no  pare- 
ce áspera  su  lengua,  llena  de  gorjeos. 

Después  de  la  misión  de  Sig,  empezé  la  de  Pérrégaux.  En  ésta,  como 
cosa  extraordinaria,  es  de  notar  lo  concurrida  que  fué  la  procesión  infantil 
y  la  conmoción  que  produjo  el  sermón  del  perdón  de  las  injurias  al  pedirlo 
á  sus  feligreses  el  Sr.  Bossi,  Cura  de  Pérrégaux.  La  última  noche  de  la  mi- 
sión fueron  las  confesiones  de  los  hombres.  Los  hubo  de  muchos  años.  Pa- 
saron las  comuniones  de  400,  gran  parte  de  hombres.  Al  sermón  de  la  noche 
acudía  buen  golpe  de  trabajadores  españoles  de  la  granja  de  Rocamora, 
dando  muy  buen  ejemplo  á  todos. 

Dos  palabras,  para  terminar  la  misión  de  Pérrégaux,  sobre  los  moros. 
Aunque  es  muy  difícil  su  conversión,  no  deja  de  haber  algunas.  Hace  poco 
se  bautizó  uno,  y  otro  de  15  años  está  en  vías  de  eso  trabajando  en  una 
casa  de  cristianos  y,  dejado  el  turbante,  se  prepara  para  el  santo  bautismo. 
La  dificultad,  de  que  vengo  hablando,  consiste  en  que  el  que  se  convierte 
es  considerado  por  los  suyos  como  apóstata  y  perseguido  de  muerte. 

Basta  ya  por  hoy.  Mis  saludos  al  P.  Rector,  P.  Ministro  y  demás 
PP.  y  HH.  de  ambas  casas,  en  cuyos  SS.  SS.  y  OO.  me  encomiendo.  Sier- 
vo en  Cto., 

JHS. 

Ramón  Vendrell,  S.  J. 


44 

CARTA  4.'-^ 

Salda,  21  de  Mayo  de  1911. 

R.  P.  Pedro  Planas: 

Muy  amado  en  Cto.,  Padre:  Paso  por  alto  las  misiones  de  Miserghin  y 
de  Arzew  por  no  contener  cosa  especial,  para  contar  á  V.  R.  las  últimas 
que  di  en  esta  larga  excursión  apostólica  por  la  Orania  francesa. 

San  Pablo  de  Gambetta  es  una  parroquia  nueva  fundada  hace  cinco  ó 
seis  años,  separándola  de  la  de  St.  Sprit,  que  tiene  más  de  40,000  almas. 
Como  está  fuera  de  Oran,  estaba  muy  poco  atendida,  así  es  que  la  gente 
no  aprendió  el  camino  de  la  iglesia.  Mr.  Juliet  anunció  la  misión  con  gran 
diligencia,  y  se  llegaron  á  contar  hasta  400  personas  que  acudieron  á  oír- 
me; ya  fué  esto  mucho,  pues  los  más  no  habían  entrado  en  la  iglesia  desde 
que  estaban  en  Oran. 

Se  halla  en  esta  parroquia  el  Asilo  de  las  Hermanitas  de  los  pobres, 
que  tiene  180  asilados  casi  todos  españoles.  Insinué  á  la  Superiora  si  quería 
que  les  diese  Ejercicios  en  español,  y  aceptó  gustosa.  De  modo  que  con  la 
misión  de  Gambetta,  tenía  dos  actos  fuertes  en  el  Asilo,  en  que  había  de 
gritar  cuanto  podía,  pues  aquellos  oidos  estaban  algo  endurecidos  por  la 
edad  y  los  corazones  de  algunos  nada  blandos.  Al  fin  todos  se  confesaron, 
y  hubo  algunas  confesiones  generales  de  mucho  consuelo  y  como  para  mo- 
rir, y  no  faltaron  lágrimas.  ¡Pobrecitos! 

En  Gambetta  hubo  unas  sesenta  comuniones;  no  son  muchas,  mas  en 
Gambetta  lo  poco  es  mucho.  Los  viejos  del  Asilo  concluyeron  los  Ejercicios 
con  una  muy  buena  primera  clase  por  ser  el  día  de  la  Virgen  de  África, 
Patrona  de  la  casa,  y  el  santo  de  la  Rda.  M.  Provincial.  Les  servimos  los 
dulces  y  el  café  y  puros  el  Sr.  Capellán,  el  Sr.  Cura  de  Gambetta  y  el  Pa- 
dre Misionero.  Una  poetisa  muy  inspirada  improvisó  algunas  coplas  muy 
propias  á  las  Hermanitas  y  á  los  sirvientes. 

De  Gambetta  subí  á  St.  Eugéne,  la  otra  parroquia,  ambas  extramuros 
de  Oran.  Como  el  fruto  de  la  misión  del  año  pasado  fueron  dos  Congrega- 
ciones, una  de  la  Virgen  del  Carmen  y  otra  de  Hijas  de  María,  que  han  ido 
muy  bien,  este  año  deseaba  reanimarlas  más  y  fundar  la  Asociación  de  los 
Amigos  de  San  José  para  los  hombres.  Los  niños  habían  hecho  su  primera 
comunión.  El  1  de  Mayo  subí  á  la  Virgen  de  Sta.  Cruz  á  decir  la  misa  y 
predicar  á  las  Teresianas  de  S.  Luís  (Catedral),  que  acudieron  en  gran  nú- 
mero. ¡Qué  de  cantos  y  entusiasmo,  todo  español!   Comulgaron  muchas. 


45 

Después  fui  á  pescar  un  buen  peje,  el  padre  de  tres  jóvenes  Teresianas  muy 
buenas,  que  hacía  muchos  años  que  no  se  había  confesado.  En  la  calle,  y 
conversando  con  él,  también  fui  confesando  á  un  joven  enfermo,  medio  pa- 
ralítico, y  estando  junto  á  S.  Luís,  entramos  para  rematar  la  confesión. 
Luego  confesé  á  su  padre,  que  estaba  en  cama  de  un  cáncer. 

En  St.  Eugéne  tuvimos  algunas  reuniones  con  las  Asociadas  del  Car- 
men, para  formar  la  junta,  nombrar  presidenta,  etc.  A  los  otros  actos  acu- 
dió un  auditorio  regular.  Con  el  deseo  de  dar  más  vida  á  la  Congregación, 
llegaron  á  concebir  el  pensamiento  de  hacer  una  ermita  del  Carmen;  Mon- 
sieur  Galán  parece  que  lo  quería  también;  no  sé  si  se  logrará;  mucho  bien 
haría. 

El  primer  viernes  de  Mayo  tuvimos  algunas  comuniones,  y  por  la  no- 
che una  pequeña  función  al  Sdo.  Corazón.  El  sábado  entregamos  las  meda- 
llas de  la  Virgen  del  Carmen  y  hubo  más  confesiones,  algunas  bien  atrasa- 
das: algunos  á  los  veinte  años  se  confesaban  por  vez  primera.  Por  fin,  el 
domingo  Comunión  general  por  la  mañana  con  plática.  Sermón  de  despedi- 
da y  bendición  papal  por  la  tarde. 

Uno  de  las  días  de  la  misión  de  St.  Eugéne  comí  con  D.  José  Brú,  y 
después  de  comer  confesé  algunos  en  la  misma  casa:  muy  buena  familia. 
Vino  también  un  joven  espiritista  y  le  desengañé;  más  lo  son  por  ignoran- 
cia que  por  malicia  muchos,  y  hay  de  ellos  gran  número. 

El  día  8  me  levanté  bien  temprano  para  decir  la  Sta.  Misa  y  tomar  el 
tren  á  las  cinco  y  media  para  ir  á  la  misión  de  Saida. 

Mucho  me  llamó  la  atención  ver,  durante  el  largo  viaje,  todas  las  ver- 
tientes de  las  montañas,  que  envían  el  agua  al  pantano  de  Pérrégaux  y  son 
de  tierra  floja,  tan  bien  empedradas  que  no  hay  arrastre  de  tierra  ó  muy 
poco.  Todos  los  alrededores  del  pantano,  por  buen  trecho,  están  cubiertos 
de  bosques  de  pinos  jóvenes,  muy  frondosos,  y  más  arriba  se  ven  los  oli- 
vos de  los  árabes,  enteramente  salvajes:  no  los  labran,  ni  cavan,  ni  escar- 
dan; si  hay  cosecha  van  á  recoger  las  aceitunas,  y  en  el  campo  mismo,  mue- 
len, prensan  y  sacan  el  aceite;  ¡qué  perdición!  y  no  se  lo  digas,  pues  así 
se  hallan  bien  y  no  quieren  más  que  lo  que  «Mulana  Alá»  el  Señor  Dios, 
les  manda. 

En  una  de  las  estaciones  había  una  muchedumbre  de  árabes  que  vol- 
vían del  mercado,  y  tomaron  el  tren  por  asalto.  Como  yo  iba  en  tercera, 
me  encontré  en  medio  de  una  morisma  espantosa.  Todos  me  miraban  con 
extrañeza  y  con  respeto;  ninguno  me  dijo  nada.  Morabiit  español,  oí  á 
uno  que  decía  á  otro.  Ellos  comenzaron  la  charla  y  ¡qué  algarabía!  Uno  se 
puso  en  un  rincón,  con  la  capucha  del  albornoz  puesta,  y  medio  de  clucli- 


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Iks-se  puso  en  oración  de  cara  al  sol,  que  no  era  flojo.  ¡Qué  lástima  de 
gente  que  no  sean  cristranos!  otro  llevaba  un  rosario  de  granos  muy  gor- 
dos en  el  cuello,  y  á  lo  mejor  van  por  ías  calles  y  caminos  sin  respeto  hu- 
mano rezando  sus  oraciones.  Poco  á  poco  fueron  bajando  del  tren  en  las 
estaciones  intermedias  y  llegué  felizmente  á  Saida,  la  feliz  ó  dichosa  en 
moro.  Tiene  mucha  historia  Saída  en  la  conquista  de  Argelia  por  los  fran- 
ceses, pues  la  escogió  el  famoso  caudillo  y  valiente  caid  Ab-del-Kader  por 
su  cuartel  general.  Junto  á  Saida  está  el  famoso  «Rocher»  donde  tuvo  su 
fortaleza.  Al  principio  fué  SaVda  muy  pequeñita:  ahora  es  grande,  con  muy 
buenas  calles,  plazas  y  paseos,  con  más  de  12,000  europeos,  la  mayor  parte 
de  España.  Hay  también  muchos  judíos  y  moros,  los  cuales  tienen  una  bue- 
na mezquita  con  alto  minarete,  desde  donde  les  avisan  á  voces  para  la  ora- 
ción y  para  el  ayuno  del  Ramadán  que  guardan  con  mucho  rigor,  sin  comer 
ni  beber,  ni  fumar  hasta  la  puesta  del  sol.  ¡Cómo  nos  han  de  avergonzar  en 
el  día  del  juicio  esos  árabes  tan  fieles  á  su  Corán!  Los  judíos  tienen  su  si- 
nagoga que  dicen  es  muy  hermosa,  con  sus  tapices  y  adornos  muy  ricos;  es- 
tatuas no  pueden  tener. 

La  misión  de  Saida  ha  sido  la  más  deseada  y  pedida  con  instancia  por 
Mr.  Cholat,  Cura  muy  celoso  y  deseoso  del  bien  de  los  españoles.  Me  reci- 
bió en  la  estación  con  indecible  contento,  tomó  un  carruaje  y  me  llevó  á  su 
casa  en  la  plaza  de  la  iglesia.  Al  llegar  me  dijo  con  mucha  resolución:  «Pa- 
dre, no  hable  V.  ni  una  palabra  en  francés.»— «Muy  bien,  le  contesté;  pier- 
da V.  cuidado.»  Y  es  que  algunos,  con  mala  intención,  habían  propalado  que 
yo  no  era  español  de  España,  sino  africano  que  quería  hacer  el  español. 
Pronto  se  desengañaron;  lo  mismo  ocurrió  el  año  pasado  en  St.  Eugéne. 
Desde  luego  vi  que  la  misión,  según  los  deseos  de  Mr.  Cholat,  había  de  ser 
trabajosa  y,  aunque  era  la  décima,  si  estaba  cansado,  no  estaba  rendido, 
gracias  al  Señor,  que  me  dio  tantas  fuerzas  y  salud.  La  iglesia  es  larga,  gó- 
tica y  forma  ecos  que  fatigan  mucho.  Había  buen  número  de  jóvenes  y  don- 
cellas de  18,  20  y  más  años,  que  no  habían  hecho  todavía  su  primera  comu- 
nión. Era  menester  prepararlos,  y  así,  además  de  los  sermones  de  misión  y 
la  de  los  pequeños,  de  dos  á  tres  de  la  tarde  reunía  á  las  mozas  y  por  la  no- 
che, después  del  sermón,  me  quedaba  con  los  mozos  más  de  media  hora.  La 
asistencia  y  atención  fueron  siempre  muy  grandes  y  el  fruto  no  pequeño. 
Aún  lloviendo  acudían.  Ni  faltaban  judíos  y  judías  que  están  muy  cerca  de 
la  iglesia,  y  algunos  soldados  de  la  legión  extranjera,  belgas  ó  alemanes. 

Ayudaron  mucho  las  MM.  Trinitarias  francesas,  que  tienen  allí  un  buen 
colegio  muy  concurrido,  el  cual  aun  no  se  lo  han  hecho  cerrar,  y  los  HH.  de 
las  «Escuelas  Cristianas»  que,  medio  secularizados  exteriormente,  siguen 


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trabajando  mucho.  Como  la  misión  fué  de  15  días,  fui  combinando  las  ver- 
dades eternas  con  los  preceptos,  y  siempre  hubo  mucho  auditorio  muy  aten- 
ta. Al  fin  de  la  primera  semana  terminé  la  misión  dfe  los  pequeños.  En  la 
comunión  general  más  de  80,  con  plática,  y  por  la  tarde  procesión  de  ban- 
deritas  por  la  plaza  de  la  iglesia  y  bendición  de  los  niños.  Por  la  noche  otra 
procesión  con  farolillos  de  papel,  sermón  y  coronación  de  la  Virgen.  Fué 
ésta  muy  conmovedora:  una  niña,  vestida  de  blanco,  colocó  en  la  cabeza  de 
la  Virgen  una  corona  muy  hermosa,  cantando  con  voz  argentina:  «¡Oh  Ma- 
ría, Madre  mía!»  que  repitió  todo  el  pueblo.  La  iglesia  estaba  atestada  de 
gente;  1200  personas  me  dijo  el  Sr.  Cura  que  había.  Al  otro  día  fué  el  ser- 
món de  la  muerte,  al  fin  del  cual  sacaron  un  túmulo  de  improviso  y  les  hablé 
del  purgatorio,  concluyendo  todo  con  un  responso.  También  lo  hice  en  Mi- 
serghin  y  otros  puntos,  y  no  conviene  dejarlo  nunca.  Asimismo  hicimos  el 
sermón  del  perdón  de  los  enemigos  que  fué  de  mucho  efecto.  El  jueves  por 
la  tarde,  con  el  Sr.  Vicario,  fui  á  Nazereg,  anejo  de  Saida,  y  el  viernes 
fuimos  á  decir  la  misa  y  se  confesaron  algunos. 

Como  fin  de  esta  misión,  400  comuniones:  en  África  es  mucho.  Plati- 
qué durante  la  comunión  general  y  en  la  misa  mayor  tuve  sermón  de  despe- 
dida, sin  poder  contener  el  llanto  al  encomendar  mis  africanos  á  la  Virgen. 

Así  terminó  esta  serie  de  misiones  en  Oran  y  aquí  pongo  punto  final. 

Mis  saludos  al  P.  Rector  y  demás  PP.  y  HH.  Siervo  en  Cto., 

JHS. 

Ramón  Vendrell,  S.  J. 


PROCESIÓN   DEL    29    DE    JUNIO    DE    1911 

CON  MOTIVO  DEL  CONGRESO  EUCARÍSTICO  DE  MADRID 

Y  FIESTA  DE  LOS  CENTROS  CATEQUÍSTICOS 

DE  TORTOSA 


Por  ser  obra,  sino  exclusiva,  principalísima  al  menos,  de  los  NN.  del 
Colegio  Máximo  del  Jesús,  insertamos  la  narración  de  la  grandiosa  proce- 
sión del  29  de  Junio  de  1911,  tomándola  de  El  Restaurador  del  día  si- 
guiente; y  á  continuación  y  como  consecuencia,  la  fiesta  de  los  centros  Ca- 
tequísticos del  valle  de  Tortosa,  sacáirdola  también  del  mismo  excelente 
diario,  correspondiente  al  12  de  Julio  del  mismo  año. 

¡NO  S' HA  Vi  A  VIST  MAY! 

¡No  s'havía  vist  may! 

Esta  es  la  exclamación  que  salía  ayer  de  todos  los  labios  ante  el 
espectáculo  dado  por  los  católicos  de  Tortosa  recibiendo  por  la  ma- 
ñana á  Jesús  Sacramentado,  Rey  de.  Cielos  y  Tierra,  y  llevándolo  por 
la  tarde  en  triunfo  por  las  calles  de  la  Ciudad. 

¡No  s'havía  vist  may!  Este  espontáneo  resumen  de  tan  maravillo- 
sos actos  nos  dispensa  de  toda  ponderación,  que  no  podría  expresar- 
los mejor. 

Estamos  satisfechos,  la  alegría  embarga  nuestros  corazones  al 
ver  que  Tortosa,  la  Ciudad  de  la  Virgen  de  la  Cinta,  conserva  su  fe  á 
pesar  de  los  embates  de  la  impiedad. 

LA  VÍSPERA  DE  LA  FIESTA 

La  víspera  se  notaba  ya  en  nuestras  calles  el  aparatoso  movimiento 
que  precede  á  las  grandes  fiestas  populares,  en  las  que  toma  parte  activa 
todo  un  pueblo  animado  de  un  solo  deseo  y  movido  de  un  extraordinario 


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entusiasmo,  avivado  por  el  repique  general  de  campanas  anunciador  de  la 
fiesta,  y  por  las  iluminaciones  que  se  veían  en  todos  los  balcones  la  víspera 
por  la  noche. 


EL  ORNATO 

En  todas  las  calles  del  tránsito  de  la  procesión  se  trabajaba  febrilmen- 
te por  la  víspera,  y  en  alguna  de  ellas  fué  preciso  trabajar  hasta  las  prime- 
ras horas  de  la  madrugada.  Diríase  que  las  señoritas  de  Tortosa  rivalizaban 
entre  sí  por  ver  quién  batía  «el  record»  del  entusiasmo  y  buen  gusto. 

El  día  siguiente  nuestras  calles  presentaban  un  aspecto  fantástico.  Tor- 
tosa se  babía  excedido  á  sí  misma.  Es  de  todo  punto  imposible  precisar  cuál 
de  ellas  estuvo  más  engalanada,  pues  fué  tanta  la  variedad  en  el  adorno, 
que  cada  una  de  ellas  reflejaba  el  entusiasmo  de  sus  vecinos  que  habían  de- 
rrochado en  el  ornato  su  religioso  entusiasmo  y  las  habilidades  que  éste  les 
sugería. 

En  la  calle  de  la  Cruera,  cerca  de  la  escalera  de  la  Catedral,  se  levan- 
taba un  elegante  arco  de  follaje  adornado  con  atributos  de  la  Eucaristía  y 
gallardetes,  y  en  lo  restante  de  la  calle  hasta  la  de  la  Ciudad  había  mástiles 
de  follaje  ceñidos  por  guirnaldas  de  hojas  y  flores,  produciendo  el  conjunto 
un  vistoso  efecto.  La  de  la  Cárcel  y  la  de  Cambios  estaban  adornadas  con 
palmas  y  arcos  de  follaje;  la  del  Obispo  Aznar  con  mástiles  de  follaje,  y  una 
glorieta  de  flores  en  el  medio  de  la  calle,  producía  inmejorable  efecto. 

En  la  Plaza  de  Agustín  Querol  había  un  arco  artístico  con  la  inscrip- 
ción «Los  hijos  de  la  Virgen  de  la  Cinta  á  Jesús  Sacramentado»,  además  de 
otros  adornos  de  mucho  gusto. 

La  calle  d'En  Carbó  estaba  también  muy  elegantemente  adornada.  En 
la  de  Moneada  había  un  derroche  de  adornos  formados  por  guirnaldas  de 
flores  que  terminaban  en  un  airoso  arco  con  inscripciones  alusivas  á  la  Eu- 
caristía. La  fachada  del  Seminario  Conciliar  espléndidamente  iluminada  lla- 
maba justamente  la  atención  del  público.  En  el  extremo  de  la  misma  calle 
de  Moneada  se  había  erigido  un  elegantísimo  pabellón  iluminado  con  luz 
eléctrica. 

La  calle  de  la  Merced,  con  elevados  mástiles  unidos  por  gasas  y  flores 
y  arcos  en  los  extremos  de  la  calle,  era  de  las  que  ofrecía  más  vistoso  con- 
junto. La  plaza  de  la  Catedral  estaba  también  adornada  con  elegancia,  si- 
guiendo el  adorno  de  la  calle  de  la  Merced.  Por  último,  la  calle  de  Tablas 
Viejas  ostentaba  igualmente  adornos  de  follaje  y  de  flores. 

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En  los  balcones  de  las  casas  lucían  las  más  vistosas  colgaduras,  y  la 
bandera  nacional  ondeaba  en  los  edificios  públicos. 

Anteanoche,  puede  decirse  que  Tortosa  entera  se  echó  á  la  calle  para 
admirar  los  adornos  y  las  iluminaciones.  Por  las  principales  calles,  pocos 
eran  los  balcones  que  no  estaban  iluminados. 

EL  GRAN  DÍA  =  POR  LA  MAÑANA 

Ayer,  por  la  mañana,  á  las  siete,  era  en  la  Catedral  inmenso  el  número 
de  fieles  que  asistió  á  la  Comunión  general. 

Dijo  la  misa  el  M.  L  Sr.  D.  Juan  José  Hidalgo.  Director  de  la  Cofra- 
día del  Santísimo;  y  los  fervorines  estuvieron  á  cargo  del  Reverendo  Padre 
Vendrell.  S.  J..  que  habló  en  catalán.  A  la  comunión,  que  duró  cerca  de  una 
hora,  á  pesar  de  ser  tres  los  sacerdotes  que  repartían  el  Pan  de  los  Ánge- 
les, puede  decirse  que  asistieron  todas  las  personas  piadosas  de  la  ciudad. 
Además,  en  las  otras  iglesias  comulgaron  muchísimos  fieles  que  por  alguna 
circunstancia  no  pudieron  asistir  á  la  comunión  general. 

A  las  nueve  celebróse  en  el  mismo  templo  la  misa  solemne,  cantándose 
por  la  capilla  de  la  Catedral  una  de  las  mejores  de  su  selecto  repertorio. 

El  M.  I.  Sr.  Magistral  predicó  un  elocuente  sermón  enlazando  admira- 
blemente las  dos  ideas  propias  del  día,  el  Pontificado  y  la  Eucaristía  en  este 
pensamiento:  las  glorias  del  Pontificado  abrillantadas  por  la  grandiosa  obra 
de  los  Congresos  Eucarísticos  internacionales;  excitando  al  auditorio  para 
que  manifestara  su  adhesión  al  Congreso  y  su  amor  á  la  Eucaristía,  asistien- 
do á  la  procesión  de  la  tarde. 

LA  PROCESIÓN 

Resultó  un  acto  grandioso.  Nadie  de  ios  presentes  recuerda  una  mani- 
festación semejante  de  la  piedad  tortosina,  por  la  numerosísima  concurren- 
cia perteneciente  á  todas  las  clases  sociales. 

Nuestra  grandiosa  Catedral  era  incapaz  para  contener  tan  inmenso 
gentío.  Era  imponentísimo  el  aspecto  que  ofrecía  cuando  los  concurrentes 
no  pudiendo  comprimir  el  entusiasmo,  cantaron  el  hermoso  himno  oficial  del 
Congreso,  que  era  siempre  terminado  con  estruendosos  vivas.  Lo  repeti- 
mos: jamás  Tortosa  ha  presenciado  cosa  igual. 

A  pesar  de  las  dificultades,  la  procesión  se  organizó  admirablemente, 
porque  todo  estaba  previsto  y  ordenado,  y  salió  á  la  hora  anunciada. 

Delante  iban  los  gigantes  y  la  cucafera,  acompañados  de  dulzaina  y 


51 

tamboril.  Seguían  después  los  niños  y  niñas  de  comunión,  con  una  banda  de 
música;  después,  con  sus  respectivos  estandartes,  las  asociaciones  de  muje- 
res por  este  orden:  alumnas  mayores  del  Colegio  de  la  Sagrada  Familia, 
del  Colegio  de  Nuestra  Señora  de  la  Consolación  y  de  las  Escuelas  públi- 
cas, las  Escuelas  Dominicales,  la  Asociación  de  Santa  Zita,  Cofradía  de 
Santa  Teresa,  Esclavas,  Corte  de  Honor  y  Camareras  del  Santísimo;  figu- 
rando en  ellas  todas  las  clases  sociales  y  abundando  las  más  distinguidas 
damas  tortosinas. 

Seguían  las  asociaciones  y  entidades  de  hombres,  también  con  sus 
respectivos  estandartes  por  este  orden:  Requeté  y  Círculo  Tradicionalista, 
el  Patronato  Obrero,  la  Cofradía  de  San  José,  el  Apostolado  de  la  Oración, 
Gremio  de  Labradores  de  San  Antonio,  Cofradía  de  Ntra.  Sra.  de  la  Aldea, 
Comisión  de  la  Cruz  Roja,  Cofradía  del  Santísimo,  el  pendón  principal  lle- 
vado por  el  señor  Alcalde,  sosteniendo  las  borlas  el  Teniente  Coronel 
Gobernador  Militar  de  la  plaza  señor  Alonso  de  Medina  y  el  Diputado 
provincial  don  Francisco  Canivell;  Real  Cofradía  de  Xtra.  Sra.  de  la  Cinta, 
una  numerosa  comisión  de  Padres  Jesuítas,  Clero  Parroquial  de  la  Ciudad, 
Excelentísimo  Cabildo  precediendo  al  Santísimo  y  una  nutrida  comisión  de 
concejales. 

Ofició  de  preste  el  M.  I.  Sr.  Provisor  dignidad  de  Arcipreste  de  la 
Catedral. 

Por  el  concurso  extraordinario  de  asistentes,  y  á  fin  de  que  no  se  en- 
contraran los  extremos  de  la  procesión  antes  de  entrar  en  la  Catedral,  hubo 
necesidad  de  cambiar  el  curso  ordinario,  y  pasar  por  las  calles  de  Reus,  de 
la  Unión  y  de  San  Blas,  en  vez  de  pasar  por  la  d'  En  Carbó.  Sirva  de  satis- 
facción esta  novedad  á  los  piadosos  vecinos  de  la  calle  d'  En  Carbó,  que  no 
habían  perdonado  medios  ni  sacrificios  en  el  ornato  de  su  calle.  El  Señor  no 
dejará  de  premiárselo. 

Pueden  formarse  idea  de  la  longitud  de  la  procesión,  los  que  conozcan 
las  calles  de  esta  ciudad,  considerando  que,  á  pesar  de  haberse  prolongado, 
según  hemos  dicho,  el  curso  ordinario,  cuando  el  Santísimo  estaba  en  la 
calle  de  la  Cruera,  la  cabeza  de  la  procesión,  ya  de  regreso  á  la  Catedral, 
llegaba  á  la  calle  de  la  Merced. 

Cuando  el  Santísimo  entró  en  la  Catedral  nohay  palabras  para  dar  idea 
del  entusiasmo  que  se  produjo.  Las  músicas  tocando  la  Marcha  Real,  las 
campanas  echadas  á  vuelo,  millares  de  voces  entonando  el  Himno  eucarísti- 
co,  vivas  á  Jesús  Sacramentado,  á  la  Religión,  al  Papa...  producían  un  con- 
junto cuya  impresión  no  se  borrará  jamás  de  nuestra  alma.  Vimos  correr 
lágrimas  de  emoción  por  muchos  rostros. 


52 

El  Rdo.  D.  Federico  Domingo  subió  al  pulpito  y  pronunció  entusiásti- 
cas palabras  que  fueron  contestadas  con  estruendosos  vivas. 

Luego  el  M.  Iltre.  Sr.  Provisor  dio  la  bendición  con  el  Santísimo  á 
aquella  inmensa  concurrencia  postrada  á  los  pies  de  Cristo-Re}'. 

Por  la  noche  fué  muchísima  la  gente  que  paseó  por  las  calles  contem- 
plando las  iluminaciones,  que  eran  aún  más  numerosas  que  en  la  noche  an- 
terior. Poquísimas  eran  las  casas  que  dejaban  de  estar  iluminadas. 

Réstanos  felicitar  á  nuestro  limo.  Prelado  y  Excmo.  Cabildo,  á  la  Jun- 
ta Organizadora  los  M.  I.  Sres.  Chantre  y  Magistral,  y  á  los  infatigables 
auxiliares  R.  P.  Arbona  y  otros  celosísimos  sacerdotes,  por  el  grandioso 
éxito  obtenido. 

Como,  expresión  fiel  de  los  sublimes  actos  de  ayer,  no  podemos  menos 
de  exclamar,  uniendo  nuestra  voz  á  las  millares  que  han  proferido  el  mis- 
mo grito: 

¡Viva  Jesús  Sacramentado! 

¡Viva  Tortosa  Católica! 

¡Viva  el  Papa-Rey! 

LA  FIESTA  DE  AYER 

Solemnísima  sobre  toda  ponderación,  llegando  á  superar  las  más  hala- 
güeñas esperanzas  concebidas,  fué  la  fiesta  dedicada  ayer  á  Jesús  Sacra- 
mentado por  los  Centros  Catequísticos  del  valle  de  Tortosa. 

Se  trataba  de  hacer  un  espléndido  homenaje  al  Dios  de  la  Eucaristía 
con  las  flores  más  delicadas  y  perfumadas  de  la  Iglesia,  los  niños,  cuyas  sie- 
nes circunda  el  candor  y  la  inocencia,  colmando  uno  de  los  deseos  del  Cora- 
zón de  Cristo,  expresado  con  el  siempre  grato  á  los  oídos  apostólicos:  «De- 
jad que  los  niños  vengan  á  Mí.^ 

Se  trataba  además  de  manifestar  la  filial  adhesión  de  los  niños  al  Sumo 
Pontífice  reinante,  cuyos  dos  grandes  amores  son  la  Eucaristía  y  los  niños. 

Ambos  fines  lograron  realizar  solemne  y  brillantemente  los  organiza- 
dores de  la  fiesta  de  ayer  que  llamó  poderosamente  la  atención  de  todo  el 
pueblo  tortosino. 

Nosotros  no  recordamos  haber  presenciado  tan  elocuente  y  tierna  ma- 
nifestación piadosa  como  la  que  tememos  desflorar  con  una  reseña,  forzo- 
samente pálida  ante  el  colorido  vivo  de  la  realidad,  y  constreñida  por  las 
exigencias  de  la  información  y  el  poco  espacio  disponible. 

Por  la  mañana,  á  las  siete,  celebró  el  señor  Obispo  en  la  capilla  de  la 
Santa  Cinta,  la  misa  de  Comunión,  habiéndose  acercado  á  la  Sagrada  A\esa 


53 

unos  mil  doscientos  de  los  innumerables  asistentes,  pues  habían  concurrido 
al  acto  todos  los  colegios  de  Tortosa  y  varios  de  Roquetas  y  Jesús. 

Los  fervorines  estuvieron  á  cargo  del  P.  Vendrell,  y  los  motetes  fue- 
ron cantados  por  un  coro  de  niñas. 

Después  de  la  misa  se  distribuyeron  entre  el  público  infantil  los  bille- 
tes para  el  sorteo  de  seis  corderitos. 

Terminado  el  acto,  la  Junta  de  la  Catequística  expidió  el  siguiente  te- 
legrama al  Papa: 

«Roma-Vaticano.  —  Mil  doscientos  niños  Centros  Catequísticos  Torto- 
sa, después  de  comulgar,  preparando  manifestación  catequística,  adhiéren- 
se  á  la  doctrina  y  persona  del  Santo  Padre  y  le  piden  su  bendición.— Julián 
Ferrer,  canónigo '>. 

Por  la  tarde,  á  las  tres  y  media,  una  banda  de  música  fué  á  Perrerías 
para  recibir  á  los  niños  de  Roquetas  y  Jesús  que  entraron  á  los  sones  de  di- 
cha banda  cantando  himnos  y  dando  vivas. 

A  pesar  de  la  gran  dificultad  que  ofrecía  el  organizaría,  se  preparó  con 
mucho  orden  la  procesión. 

Las  niñas  de  los  Centros  de  Tortosa  reuniéronse  en  la  Iglesia  del  Se- 
minario, las  de  Jesús  en  S.  Antonio  y  las  de  Roquetas  en  los  Dolores;  todos 
los  niños  se  reunieron  en  el  patio  y  clases  del  Seminario. 

La  procesión,  que  salió  muy  ordenada  de  la  Iglesia  del  Seminario,  re- 
corrió la  calles  de  Moneada,  Ángel.  Carbó,  Lonja,  Plaza  Constitución, 
Obispo  Aznar.  Ciudad  y  Cruera  hasta  la  iglesia  de  Santiago,  regresando 
después  á  la  Catedral. 

Al  pasar  por  delante  del  palacio  episcopal,  nuestro  venerable  Prelado 
se  dirigía  á  la  Catedral  y  los  niños  al  verle  le  aclamaron  entusiasmados. 

En  el  presbiterio  de  la  Catedral,  la  procesión  fué  recibida  por  el  señor 
Obispo. 

Asistieron  unos  tres  mil  niños,  habiendo  durado  el  desfile  cerca  de  una 
hora.  Al  llegar  á  la  Catedral,  que  se  llenó  de  bote  en  bote,  con  la  procesión 
y  el  numeroso  público,  se  expuso  á  S.  D.  M.  y  pronunció  una  sentidísima 
plática  el  fogoso  orador  D.  Federico  Domingo,  quien  con  cálido  acento  de 
apóstol  dijo  que  los  niños  de  Tortosa  fueron  los  primeros  en  protestar  con- 
tra las  Escuelas  laicas  de  una  manera  solemne,  y  que  este  año,  con  mayor 
brillantez  aun,  han  querido  ser  los  primeros  en  inaugurar  en  España  el  pe- 
ríodo eucarístico.  rindiendo  con  esta  manifestación  el  más  espléndido  home- 
naje á  Jesús  Sacramentado.  Añadió,  que  comulgando  con  frecuencia  sabrán 
cumplir  sus  propósitos  de  ser  cada  día  más  fervorosos  y  ser  católicos  prác- 
ticos como  los  antiguos  Tortosinos. 


54 

Después  de  la  bendición  y  reserva,  se  cantaron  himnos  y  dieron  muchos 
vivas,  rebosando  entusiasmo  todo  el  público. 

Tenemos  la  completa  seguridad  de  que  la  fiesta  de  ayer  dejó  profunda 
y  saludable  impresión  en  cuantos  la  presenciaron. 

Simbolizaba  la  esperanza  más  risueña  y  el  amor  más  puro,  que  dejarán 
siempre  hondas  y  suavísimas  emociones  en  todo  pecho  en  el  cual  haya  bri- 
llado, aunque  no  sea  más  que  en  los  albores  de  la  niñez,  la  luz  vivificante 
de  la  fe  cristiana. 


MINISTERIOS  DEL  P.  JOSÉ  CARRERAS  EN  1911 


Cartas  del  H.  Escolar  Salvador  Mico  al  P.  Mario  Sauras. 
al   H.  Escolar  Isidoro   Lonca  y  al  H.  Coadjutor  José  Suñol 

CARTA  1.^ 

Tortosa,  29  de  Agosto  1911. 

Mi  carísimo  en  Cto.  y  R.  P.  Mario  Sauras: 

Pensando  estaba  en  escribirle  á  V.  R.  mis  impresiones  de  viaje,  cuan- 
do se  me  vino  á  las  manos  un  retazo  del  diario  comarcano  El  Restaura- 
dor, fecha  31  de  Febrero  de  1911.  Era  una  correspondencia  del  Pinell, 
pueblo  que  pertenece  á  la  provincia  de  Tarragona,  si  mal  no  recuerdo. 

Comienzo  á  leerla  por  curiosidad:  «Ha  sido  ciertamente  consolador, 
decían  sus  primeras  líneas,  el  espectáculo  que  ha  dado  este  pueblo  con  su 
comportamiento  durante  los  días  de  la  Sta.  Misión,  predicada  por  los  RR. 
PP.  Jesuítas,  Ramón  Vendrell  y  José  Carreras».  De  perlas,  me  dije  yo 
desde  luego;  allá  en  Valencia  me  he  dejado  al  P.  Sauras,  que  se  alegra 
muchísimo  cuantas  veces  recibe  algunas  noticias  edificantes  de  nuestros 
PP.  Misioneros;  pues  le  enviaré  este  retazo,  que  él  sin  duda  apreciará  en 
más  que  cuanto  pudiera  decirle  de  mis  primeras  impresiones. 

Ya  veré  luego  si  les  puedo  sacar  algo  á  estos  buenísimos  Padres  sobre 
sus  ministerios  apostólicos.  Entretanto,  V.  R.  lea  esta  carta,  y  después  ve- 
remos. Continúa  así  el  corresponsal  de  Pinell,  contando  la  misión: 

«El  recibimiento  que  se  les  dispensó  (á  los  PP.  Carreras  y  Vendrell) 
fué  solemnísimo,  habiendo  tomado  parte  en  él  todo  el  pueblo,  presidido  por 
el  Ayuntamiento  y  Clero.  Al  verles  llegar  se  desbordó  el  entusiasmo,  pro- 
rrumpiendo todos  en  vivas  á  los  PP.  Misioneros. 

»A1  regresar  de  la  carretera  de  Gandesa,  donde  fueron  recibidos  los 
PP.  Jesuítas,  se  organizó  la  procesión  hasta  la  iglesia,  celebrándose  ense- 
guida la  misa  conventual. 


56 
«Después  del  Evangelio  subió  al  pulpito  el  P.  Vendrell,  para  anunciar 
el  objeto  de  la  santa  Misión,  dar  cuenta  de  la  distribución  de  los  actos  é  in- 
vitar á  todo  el  pueblo  para  que  se  aprovechara  de  esta  gracia  especial  que 
les  enviaba  el  cielo. 

»E1  primer  acto  tuvo  lugar  á  las  seis  y  media  de  la  tarde,  después  de 
rezado  el  santo  Rosario;  ocuparon  la  sagrada  Cátedra,  primero  el  P.  Ca- 
rreras, explanando  el  punto  doctrinal,  y  luego  el  P.  Vendrell,  predicando 
las  verdades  eternas  al  alcance  del  auditorio.  Uno  y  otro,  en  lengua  cata- 
lana y  estilo  sencillo,  con  unción  apostólica  cautivaban  de  tal  modo  á  los 
oyentes,  que  éstos,  gustosos,  hubieran  pasado  largas  horas  escuchando  la 
divina  palabra. 

»En  todos  los  actos  la  iglesia  estaba  atestada  de  gente,  y  no  pudiendo 
penetrar  todos  en  el  templo,  eran  muchos  los  que  tenían  que  estar  en  la  ca- 
lle, siendo  de  admirar  el  silencio  y  respeto  que  se  guardaba  dentro  y  fuera 
del  templo. 

»Por  la  mañana  á  las  cinco  y  media,  todos  los  días,  después  de  la  santa 
Misa  con  explicación  de  sus  misterios,  el  P.  Vendrell  recopilaba  las  mate- 
rias del  día  anterior  hasta  las  seis  y  media,  para  que  los  trabajadores  pudie- 
ran asistir  sin  interrumpir  sus  faenas. 

»A  las  diez  de  la  mañana  acudían  á  la  iglesia  los  niños  y  niñas  de  las 
escuelas,  acompañados  de  sus  respectivos  maestros  y  maestras,  y  el  Padre 
Vendrell  les  explicaba  el  catecismo  con  hermosos  ejemplos,  preparándolos 
para  la  procesión. 

»Por  la  tarde  á  las  tres  y  media,  el  P.  Carreras  reunía  á  las  jóvenes  y 
mujeres,  que  en  gran  número  acudían  á  escucharle. 

»E1  jueves  á  las  siete  y  media  se  celebró  la  comunión  de  los  niños  y 
.niñas,  á  la  que  asistieron  muchos;  por  la  tarde  salió  la  procesión,  que  fué 
uno  de  los  actos  que  más  entusiasmó  al  pueblo.  Todos  llevaban  banderitas 
y  entonaban  ios  cantos  de  la  Misión,  acompañando  á  dos  bonitas  andas  del 
Niño  Jesús  y  de  la  Inmaculada,  llevadas  en  hombros  de  cuatro  niños  y  cua- 
tro niñas  respectivamente.  Todo  el  pueblo  se  agolpaba  á  su  alrededor,  sien- 
do muchas  las  personas  que  derramaban  lágrimas  de  emoción  y  santa 
alegría. 

»E1  viernes  principiaron  las  confesiones  como  preparación  á  la  comu- 
nión general  del  domingo,  en  la  que  comulgaron  más  de  700  personas,  en- 
tre ellas  muchísimos  hombres,  repartiéndose  á  cada  uno  un  recordatorio. 
Por  la  tarde  salió  la  procesión  para  colocar  una  cruz  en  el  Calvario,  como 
recuerdo  de  la  santa  misión,  siendo  conducida  en  hombros  de  los  cuatro  mo- 
zos sorteados  aquel  día,  que  obtuvieron  los  números  más  altos,  acompaña- 


57 

dos  de  todo  el  pueblo,  siendo  bendecida  la  cruz  por  el  Rdo.  Cura  párroco, 
al  llegar  al  sitio  indicado. 

»A1  regresar  á  la  iglesia  y  expuesto  S.  D.  M.,  el  P.  Carreras  hizo  su 
sermón  de  despedida  dando  las  gracias  al  pueblo  todo  del  Pinell  por  las  mu- 
chas pruebas  que  había  dado  de  su  religiosidad  y  honradez;  nos  exhortó  á 
seguir  por  la  senda  que  habíamos  emprendido,  diciéndonos  que  él  y  su  com- 
pañero marchaban  contentísimos  y  seguros  también  de  que  la  santa  misión 
había  fructificado  en  nuestros  corazones  y  que  pronto  recogeríamos  sus 
buenos  resultados.  Al  día  siguiente  tuvo  lugar  la  comunión  de  los  enfermos 
é  impedidos  que  no  habían  podido  asistir  á  los  actos  de  la  misión. 

»Antes  de  terminar  esta  reseña,  no  puedo  menos  de  dar  las  gracias  á 
los  Rdos.  PP.  Misioneros  y  Rdo.  Sr.  Cura  párroco  por  su  infatigable  celo 
en  favor  de  este  pueblo  que  veintitrés  años  hacía  que  no  había  tenido  la 
santa  misión,  y  de  un  modo  especial  al  Sr.  Alcalde  y  demás  individuos  de 
este  Ayuntamiento,  que,  cumpliendo  todos  como  buenas  autoridades,  han 
dado  ejemplo,  asistiendo  á  cada  uno  de  los  actos  de  la  santa  misión  y  á  la 
comunión  general,  realzando  con  su  presencia  el  esplendor  de  las  funciones 
y  velando  para  que  se  guardara  el  mejor  orden  dentro  y  fuera  del  templo. 
Con  autoridades  de  esta  clase  es  como  pueden  regenerarse  los  pueblos. 

»Un  contratiempo  se  nos  presentó,  que  fácilmente  hubiera  podido  des- 
vanecer parte,  por  lo  menos,  del  fruto  de  la  santa  misión.  Además  de  ser  el 
último  día  el  sorteo  de  los  mozos,  por  lo  cual  muchas  personas  no  pudieron 
asistir  á  la  comunión  general,  el  día  antes  regresaban  de  Gandesa  un  señor 
concejal  y  dos  hombres  del  pueblo  en  carruaje,  cuya  caballería  se  espantó, 
yéndose  todos  á  parar  al  fondo  del  barranco,  hecha  astillas  la  tartana. 

»Uno  de  los  hombres  quedó  sin  sentido,  y  los  otros  dos  con  fuertes 
contusiones;  pero  la  Providencia  veló  por  ellos  y  no  permitió  un  día  de  luto 
en  el  pueblo.  Fué  un  verdadero  milagro  que  pudiesen  después  ir  los  tres 
á  comulgar  oyendo  la  santa  Misa,  que  mandaron  celebrar  en  acción  de 
gracias. 

»Como  fruto  de  esta  misión,  se  ha  desterrado  casi  totalmente  el  vicio 
de  la  blasfemia,  y  esperamos  que  muy  pronto  se  formará  en  este  pueblo  una 
Sociedad  de  Socorros  Mutuos  y  un  Sindicato,  basados  en  un  reglamento 
puramente  religioso,  que,  con  la  ayuda  de  Dios,  serán  un  alivio  para  los 
pobres,  un  lazo  de  unión  entre  éstos  y  los  ricos,  y  un  baluarte  contra  la 
impiedad». 

Ya  ve,  mi  R.  Padre,  qué  cosas  tan  buenas  se  hacen  por  acá!  ¿Verdad 
que  ha  pasado  V.  R.  un  buen  rato  leyéndolas?  Pues  ya  sabe  lo  que  le  toca. 
Una  visita  á  la  Virgen  de  los  Desamparados  á  mi  intención,  es  lo  que  lini- 


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camente  espero  de  V.  R.  como  contestación  á  esta  carta,  que  deseo  reciban 
también  como  suya  el  P.  Rector  y  demás  PP.  y  HH.  de  ese  Colegio. 
Adiós.  Mis  saludos  á  todos. 


De  V.  R.  su  affmo.  en  Cto. 


JHS. 

Salvador  Mico,  S.  J. 


CARTA  2.'-^ 

Tortosa  23  de  Septiembre  de  1911. 

Mi  amadísimo  en  Cto.  H.  Lonca:  Hace  un  mes,  poco  más  ó  menos,  que 
le  mandé  al  P.  Sauras  algunas  noticias  sobre  la  importante  misión  dada  en 
el  pueblo  de  Pinell  por  los  PP.  Vendrell  y  Carreras  y  hasta  casi  le  prome- 
tía, si  mal  no  recuerdo,  una  serie  de  cartas,  en  que  á  la  vez  que  iría  despi- 
diéndome de  cada  uno  de  Vds.,  ya  que  por  las  circunstancias  de  mi  salida 
no  me  fué  posible  hacerlo  de  palabra,  les  comunicaría  juntamente  cuanto  de 
bueno  están  haciendo  por  aquí  estos  buenos  Padres. 

Pues  bien,  Carísimo,  esta  es  la  hora  en  que  no  les  he  podido  sacar  na- 
da en  limpio;  á  imitación  de  tantos  otros  celosísimos  Misioneros  de  nuestra 
Provincia,  que  V.  mejor  que  yo  conoce,  están  en  su  humildad  tan  persua- 
didos de  que  no  valen  nada  sus  trabajos  apostólicos,  que  al  preguatarles  por 
el  resultado  obtenido,  no  contestan  sino  con  ciertas  frases  vagas  y  genera- 
les; y  cuenta,  que  andan  por  esos  mundos  de  Dios  la  mayor  parte  del  año, 
haciendo  bien  á  las  almas.  Ahí  van  algunas  pruebas  de  ello. 

En  carta  del  29  de  Marzo,  escribía  el  P.  Carreras  desde  Masriudoms: 
«Lo  de  Tibisa  fué  muy  bien  gracias  á  Dios.  El  octavario  muy  concurrido. 
Por  dos  veces  hablé  á  los  del  Patronato.  Se  hizo  algo.  Los  trabajadores  se 
quejaban,  y  con  razón,  del  escaso  jornal.  A  mis  indicaciones  comenzaron 
todos  los  propietarios  de  la  Junta  á  pagar  desde  luego  ocho  reales,  en  vez 
de  seis  y  pico  que  les  daban.  Se  nombró  una  junta  que  ha  reglamentado  las 
horas  de  trabajo  y  queda  ya  casi  fundada  una  «Caja  rural  de  ahorros  y 
préstamos»,  para  los  pobres  principalmente.  Veremos  si  será  posible  en 
Mayo,  reunir  á  toda  la  Junta  del  Patronato,  para  que  puedan  hacer  unos  días 
de  Ejercicios  sistema  gandiense  en  casa  á  parte.  Se  ha  pensado  ya  en  el 
local  y  creo  será  un  hecho».  Hasta  aquí  la  carta  aludida. 


Unos  días  más  tarde,  desde  el  mismo  pueblo  de  Masriudoms,  escribía 
el  mismo  Padre  acerca  del  triduo,  que  estaba  dando:  «Acepto  el  quedarme 
hasta  el  lunes,  pues  el  domingo  quieren  echar  estas  buenas  gentes  la  casa 
por  la  ventana». 

«Les  hago  un  punto  doctrinal  por  la  mañana;  y  otro  por  la  noche,  ser- 
món del  Sagrado  Corazón.  Ayer  por  la  tarde  un  acto  para  las  jóvenes.  El 
pueblo  es  pequeño,  pero  muy  bueno.  Hasta  ahora  no  he  visto  otro  en  toda 
la  diócesis  de  Tortosa.  Asiste  todo  el  pueblo  y  creo  que  se  confesarán  y  co- 
mulgarán todos.  El  domingo  por  la  tarde  se  hará  la  entrada  triunfal  de  la 
nueva  imagen». 

El  31  de  Agosto  hallábase  el  P.  Carreras  dando  los  SS.  Ejercicios  á  la 
Comunidad  de  Gandía,  como  para  descansar  de  los  que  acababa  de  propo- 
ner á  otra  Comunidad  religiosa.  Óigale  cómo  escribe  al  P.  Capell,  comuni- 
cándole sus  impresiones  de  un  día  de  vacación:  «El  lunes  al  medio  día  ter- 
miné mis  ejercicios  á  las  HH.  Carmelitas  de  la  Caridad  y  por  la  tarde  el 
bondadoso  P.  Rector  me  envió  con  el  P.  León  á  Fontilles,  de  donde  regre- 
samos el  siguiente  día. 

»Hay  que  ver  Fontilles  para  hacerse  cargo  de  aquel  cuadro  horroroso 
que  ofrecen  los  leprosos  y  leprosas  en  número  de  unos  cuarenta.  Hay  cua- 
tro religiosas  atacadas  de  la  enfermedad.  Una  Hermanita  de  los  pobres,  una 
Hermana  de  las  Escuelas  Cristianas  y  dos  Franciscanas,  que  son  las  que 
cuidan  de  los  enfermos.  Ninguna  de  las  dos  ha  cogido  la  enfermedad  en  la 
leprosería. 

»La  misión  del  buen  P.  Faura,  es  heroica  y  digna  de  una  buena  corona, 
que  se  está  labrando  para  el  Cielo.  Casi  todos  los  leprosos  comulgan  dia- 
riamente, único  consuelo  que  puede  tener  el  Padre  en  sus  caritativos  traba- 
jos». Y  el  16  de  Septiembre  escribía  el  mismo  P.  desde  Villavieja:  «El  pró- 
ximo domingo,  haremos  una  fiestecita  y  les  predicaré  por  la  tarde.  El 
pueblo,  á  pesar  de  la  influencia  de  los  forasteros,  se  conserva  bien.  No  fal- 
tan bailoteos  por  aquí,  pero  las  Hijas  de  María,  que  lo  son  casi  todas  las  del 
pueblo,  son  espulsadas  de  la  Congregación,  si  bailan.  Cada  domingo  tienen 
tres  solemnes  rosarios  por  las  calles.  Por  la  mañana,  el  de  la  Aurora,  para 
los  mozos;  á  las  tres  de  la  tarde,  el  de  las  mozas;  y  por  la  noche,  el  de  los 
hombres.  Este  último  con  música  casi  todo  el  año. 

Ayer  fui  á  ver  al  Sr.  Arcipreste  de  Nules,  Rdo.  Sr.  Marco,  beneficia- 
do hasta  hace  poco  de  Tortosa  y  buen  amigo  nuestro.  Di  jome  tenía  la  pluma 
en  la  mano  para  escribir  á  Tortosa  pidiendo  un  Padre,  para  dar  los  Ejerci- 
cios á  los  jóvenes  de  la  Congregación  Mariana,  que  celebran  la  fiesta  de  su 
patrón  S.  Luís,  el  domingo  día  24  del  corriente.  Mostró,  como  es  natural, 


60 
deseos  de  que  me  encargase  yo  de  ellos,  comenzando  el  lunes  18.  Yo  le  di- 
je que  debía  ir  á  Villalba  el  20  ó  21,  para  terminar  el  24;  y  me  encargó  es- 
cribiese cuanto  antes  á  V.  R.  Desearía  que  pudiésemos  complacer  á  ese 
buen  Sr.  Cura». 

No  le  fué  posible  á  nuestro  operario  encargarse  de  esos  Ejercicios  á 
los  jóvenes  de  la  Congregación  de  Nules,  porque  tuvo  que  marchar  el  21  á 
Villalba,  desde  donde  escribía  al  día  siguiente:  «Ayer,  después  de  nueve 
molestas  horas  de  carruaje,  llegué  á  ésta,  sin  novedad.  Por  la  noche  predi- 
qué mi  primer  sermón  del  triduo  preparatorio  con  bastante  concurrencia. 

«Hay  en  el  pueblo  un  entusiasmo  nunca  visto  para  el  domingo,  en  que 
se  ha  de  hacer  la  triunfal  entrada  de  la  nueva  imagen  del  Sdo.  Corazón  de 
Jesús.  Ha  venido  de  Barcelona  el  P.  Calasanz  de  Manresa,  Capuchino,  que 
tendrá  el  domingo  que  alternar  conmigo  en  los  sermones,  alocuciones,  con- 
ferencias, etc.,  que  se  anuncian  en  el  programa.  No  contaba  con  tal  hués- 
ped, pero  procuraré  que  se  encargue  de  lo  más  importante,  á  mayor  gloria 
de  Dios.  Se  preparan  los  vecinos  para  adornar  las  calles  con  ricos  adornos 
y  se  ha  hecho  una  hermosa  carroza  para  conducir  la  imagen.  Procuro  en  el 
Triduo  disponer  la  gente  para  una  buena  comunión.  Veremos  si  tanto  pre- 
parativo exterior,  no  ahoga  el  espíritu. 

«El  lunes,  Dios  mediante,  me  trasladaré  á  Tibisa,  para  ensayar  una 
tanda  de  Ejercicios  á  hombres,  á  lo  P.  Iñesta  (José  Luís).  Creo  que  si  lo- 
gramos encerrar  á  un  par  de  docenas,  habremos  conseguido  más  de  lo  que 
podía  esperarse». 

¿Conque  ejercicios  á  hombres  solos  y  á  lo  P.  Iñesta?  Cosa  buena  debe- 
rá de  ser,  á  juzgar  por  el  mucho  tiempo  que  hace  deseaba  llevarlos  á  la 
práctica  por  estas  tierras  tortosinas.  Veremos  en  qué  para  la  cosa. 

Interrumpida  desde  hace  unos  días  la  presente,  ahora  puedo  añadir  á  lo 
que  queda  dicho  de  Villalba,  las  siguientes  noticias,  que  entresaco  de  otra 
carta  recibida  hoy  mismo:  «Terminó  lo  de  Villalba  bien.  El  entusiasmo  del 
pueblo  superó  las  esperanzas  de  todos.  El  recibimiento  de  la  nueva  imagen 
grandioso.  Salimos  fuera  de  la  población  y  nos  dirigimos  hacia  la  capilla 
donde  estaba  guardada;  los  acordes  de  la  marcha  real,  las  palomas  soltadas, 
las  tracas  de  primera  y  los  vivas  entusiastas  en  que  prorrumpieron  al  sacar 
la  Sta.  Imagen  de  aquella  capilla,  mostraban  el  fervor  de  todos.  El  P.  Cala- 
sanz de  Manresa  les  echó  un  fervoroso  sermón;  y  la  Sta.  imagen  colocada 
en  una  hermosa  y  artística  carroza,  recorrió  el  curso  señalado.  En  la  proce- 
sión figuraban  más  de  cuarenta  niños  y  niñas  vestidos  con  trajes  de  persona- 
jes del  Antiguo  Testamento  y  Santos  del  Nuevo.  El  Orfeó  con  sus  barre- 
tinas formado  por  más  de  ochenta  hombres,  cantó  dos  ó  tres  veces  durante 


61 
el  curso  de  la  procesión.  El  batallón  infantil,  organizado  para  la  fiesta,  ce- 
rraba detrás  de  las  autoridades  la  procesión. 

»En  la  Iglesia,  expuesto  el  Smo.  les  dirigí  la  palabra,  terminando  con 
el  Himno  al  Sagrado  Corazón  cantado  por  el  Orfeó  y  acompañado  por  la  or- 
questa. La  comunión  general  numerosa,  sobre  todo  de  hombres.  Eran  las 
diez  de  la  mañana  y  aun  estaba  confesando,  á  pesar  de  haberme  sentado  á 
las  cinco,  después  de  haber  celebrado.  El  triduo,  concurrido». 

Hasta  aquí  las  palabras  del  Padre,  por  cuya  misma  sencillez,  podrá  us- 
ted juzgar  de  los  ministerios  del  P.  Carreras. 

Y  nada  más  se  ofrece  por  hoy  sino  rogarle  muy  encarecidamente  que 
salude  de  mi  parte  á  todos  esos  PP.  y  HH. 

Suyo  affmo.  en  Cto. 

JHS. 

Salvador  Mico,  S.  J. 


CARTA  3.^ 


Tortosa,  10  de  Noviembre  de  1911. 

Mi  amadísimo  en  Cto.  H.  Suñol:  El  hombre  propone  y  Dios  dispone. 
Digo  ésto,  porque  habiéndoles  casi  prometido  al  P.  Sauras  primero,  y  des- 
pués al  H.  Lonca,  que  les  escribiría  otras  cartas,  no  me  ha  sido  posible  to- 
m.ar  la  pluma  hasta  el  día  de  hoy,  en  que,  terminadas  las  alegres  vacaciones, 
nos  encontramos  ya  en  el  para  mí  tan  inesperado  curso  escolar  de  191 1-1912. 

Si  leyó  mi  anterior  carta,  pudo  V.  notar  en  ella  lo  bastante  optimista 
que  aparecía  el  P.  Carreras  respecto  á  los  ejercicios  que  estaba  para  co- 
menzar en  Tibisa.  Pues  bien,  no  le  salieron  á  nuestro  P.  Operario  del  todo 
fallidas  sus  tan  halagüeñas  esperanzas;  óigale  cómo  se  expresaba  á  29  de 
Septiembre:  «Aquí  hemos  comenzado  ya  nuestra  tanda  de  Ejercicios.  Esta 
tarea  no  resulta  tan  fácil  como  la  anterior.  Los  trabajos  preparatorios, 
arduos,  difíciles.  Al  ver  el  local  que  habían  elegido,  vi  que  no  podía 
arreglarse.  Es  un  piso  grande  pero  medio  arruinado,  convertido  en  galli- 
nero y  palomar,  etc.  Después  de  bien  pensado,  acordamos  modificar  la 
forma  de  Ejercicios,  que  ha  dado  buen  resultado  y  creo  que  lo  que  se  ha 
ensayado  podrá  ponerse  en  práctica  otras  veces. 

»Hemos  habilitado  el  primer  piso  de  la  Abadía,  que  es  muy  capaz,  y 


62 

arreglado  en  él  una  buena  capilla.  Tienen  los  ejercitantes  una  sala  grandiosa 
páralos  tiempos  libres  y  buen  huerto  para  pasear.  Entran  á  las  seis  de  la 
mañana.  Tenemos  el  ofrecimiento  de  obras  y  la  primera  meditación.  Termi- 
nada ésta,  van  á  Misa  á  la  iglesia  y  á  sus  casas  á  tomar  el  desayuno.  A  las 
nueve  están  de  nuevo  en  la  Abadía  hasta  las  doce.  Tienen  otra  meditación, 
plática  y  un  cuarto  de  hora  de  lectura.  A  las  doce  van  á  sus  casas,  donde 
comen  y  echan  siesta;  y  á  las  dos  y  media  vuelven  á  entrar,  y  no  salen 
hasta  las  ocho  de  la  noche.  Dos  meditaciones,  más  lectura  y  Vía-Crucis, 
Rosario  y  una  visita  larga  al  Smo.,  les  ocupa  toda  la  tarde.  Algunos  comen 
en  su  casa  solos  y  separados  de  la  familia,  y  guardan  muy  bien  el  silencio 
en  la  Abadía.  Son  exactos  en  la  distribución,  y  no  hay  duda  que  han  de 
vencer  más  dificultades  que  si  estuvieran  del  todo  encerrados.  Tiene  otros 
inconvenientes  este  sistema,  y  uno  de  ellos  es,  el  que  pueden  f laquear;  pero 
creo  que  bien  estudiado  y  retocado,  puede  dar  buenos  resultados;  así  es 
como  nos  ha  parecido  más  hacedero  entre  estas  gentes. 

»Hemos  reunido  pocos  y  sabe  Dios  lo  que  ha  costado  conquistarlos. 
¡Qué  difícil  es  comenzar  tarea  tan  ardua!  Se  había  trabajado;  se  trabajó  lue- 
go y  trabajamos  todos.  Tenemos  una  docena  constantes,  que  siguen  pun- 
tualmente la  distribución.  Otros,  el  Maestro  por  ejemplo,  viene  los  ratos 
que  no  tiene  clase;  el  médico  aprovecha  algunos  también.  Los  que  los  hacen 
bien,  me  parece  que  sacarán  buen  fruto,  por  lo  fervorosos  y  compungidos 
que  andan.  A  muchos  les  pagaban  el  jornal,  y  ni  por  esas  han  querido  ve- 
nir. A  otro  el  Sr.  Cura,  además  del  jornal,  le  pagaba  una  peseta  diaria, 
pero  asistió  al  primer  acto  y  rehusó  continuar... 

;>Por  ser  el  primer  ensayo,  me  par&ce  que  no  podemos  estar  desconten- 
tos. Tendremos  que  ir  redondeando  la  cosa  y  que  Dios  lo  bendiga  todo». 

Pocos  días  después.  El  Restaurador  se  deshacía  en  alabanzas  de 
estos  mismos  Ejercicios  y  del  P.  Carreras,  «tan  apreciado,  dice,  y  conocido 
en  esta  región  y  en  la  diócesis.»  Como  prueba  de  que  el  fruto  de  ellos  sa- 
cado por  estos  catorce  ejercitantes,  ha  sido  sólido  y  verdaderamente  prác- 
tico, apunta  dicho  corresponsal  el  hecho  de  que  al  terminar,  se  formó  de 
entre  los  mismos  una  comisión  encargada  de  promover  y  organizar  otras 
tandas,  que  desean  tener  en  el  mismo  pueblo.  También  lo  desea  y  muchísi- 
mo el  mismo  P.  Carreras,  pero  cree  más  acertado  esperar  hasta  el  mes  de 
Enero.  Entonces  organizará  las  cosas  de  modo  que  haya  un  verdadero  plan 
de  campaña,  imitando  ya  más  por  menudo  el  sistema  del  P.  José  Luís  Iñes- 
ta;  y  no  solamente  en  éste,  sino  que  también  quiere  darlos  en  otros  pue- 
blos, como  Flix,  Ulldecona,  Villalba,  etc.,  etc.  ¡El  Señor  le  conserve  la  sa- 
lud y  dé  felicísimos  resultados  á  tan  buenos  deseos  y  propósitos! 


63 

Y  pues  acabo  de  aludir  al  Restaurador,  á  él  acudiré  otra  vez  más,  pa- 
ra enterarle  á  V.  del  solemne  Triduo  y  fiesta  que  durante  los  últimos  días 
del  pasado  Octubre  celebró  nuestro  P.  Carreras  en  Masdenverge,  Su  con- 
testo es  como  sigue,  quitándole  apenas  unas  cuantas  líneas:  «En  este  pue- 
blo reina  el  Sagrado  Corazón  de  Jesús.  Así  nos  lo  ha  dicho  el  P.  Carreras, 
después  de  la  procesión  del  domingo  pasado.  Caldeados  los  ánimos  por 
nuestro  celoso  Párroco,  con  ansia  se  esperaban  los  días  de  gracia,  en  que 
las  bendiciones  del  cielo  habían  de  llover  sobre  este  pueblo,  que  por  entero 
está  consagrado  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús. 

»Las  tres  noches  del  triduo  se  llenó  la  iglesia  de  bote  en  bote  tanto  de 
hombres  como  de  mujeres,  ávidos  de  saciar  su  hambre  espiritual  con  la  pa- 
labra divina  que  de  labios  del  P.  Carreras  saliera.  Los  tres  días,  hubo  por 
la  mañana  á  las  siete,  misa  con  acompañamiento  de  armonium,  á  las  once 
catequística  para  los  niños  y  niñas  que  en  número  de  150  se  reunían  todos 
los  días  para  honrar  al  Corazón  Divino  con  sus  cánticos  y  escuchar  la  pala- 
bra del  Padre.  Por  la  noche,  á  las  siete,  expuesto  S.  D.  M.,  se  cantaban  los 
alabados,  por  el  coro  de  jóvenes  de  esta  población  dirigidas  por  la  inteli- 
gente organista  de  Fregináls  señorita  Cinta  Castélls,  se  rezaba  el  rosario, 
sermón  por  el  citado  Padre,  quien  con  palabra  llena  de  dulzura  como  él  sólo 
sabe  hacerlo,  nos  probó  cómo  el  Corazón  de  Jesús  es  Corazón  de  Dios  y 
Corazón  de  hombre  y  explicó  las  promesas  del  Divino  Corazón  á  la  Beata 
Margarita,  acabándose  todas  las  noches  con  el  himno  popular  del  Rosario 
cantado  por  todo  el  pueblo,  gozos  y  reserva. 

»Si  entusiasmo  reinó  en  este  vecindario  durante  los  días  del  triduo,  su- 
bió de  punto  el  domingo,  día  señalado  para  celebrar  la  fiesta  en  que  los  de 
Masdenverge  habían  de  manifestar  el  amor  que  profesan  al  Corazón  Sagra- 
do. Alegre  fué  el  despertar  de  este  día  con  el  repique  de  campanas  que  in- 
vitaban á  los  devotos  del  Sagrado  Corazón  á  acudir  al  tribunal  de  la  Peni- 
tencia para  limpiar  sus  almas,  que  más  tarde  habían  de  consagrar  al  Cora- 
zón Amante.  La  misa  de  Comunión  fué  la  solemne,  celebrada  por  el  virtuoso 
vicario  de  las  monjas  Agustinas  de  Ulldecona,  D.  José  Masip  y  administra- 
da por  los  reverendos  Esteller  y  Alambillaga.  Se  interpretó  magistralmente 
por  el  Orfeón  de  Santa  Bárbara,  dirigido  por  D.  Pedro  Ortélls,  la  de  Perosi. 
Ocupó  la  cátedra  del  Espíritu  Santo  el  citado  P.  Carreras,  quien  con  fácil 
y  dulce  palabra  nos  manifestó  el  amor  del  Corazón  de  Jesús  para  con  los 
hombres  y  en  especial  para  con  este  pueblo.  A  pesar  del  sacrificio  que  su- 
ponía lo  avanzado  de  la  hora,  recibieron  la  Sagrada  Comunión  unas  dos- 
cientas personas,  principalmente  jóvenes  de  ambos  sexos. 

»Por  la   tarde,  cantado  el  rosario  por  el   citado   Orfeón,   se  orga- 


nizó  la  procesión  que  fué  digno  coronamiento  de  la  fiesta.  Seguían  á  la 
cruz  parroquial  los  niños  y  niñas  de  la  catequística,  presididos  por  la  Ima- 
gen de  María  Inmaculada,  cantando  el  Corazón  Santo;  iban  dos  hileras  de 
jóvenes  socias  todas  del  Apostolado  de  la  Oración,  con  su  junta  Directiva, 
llevando  todas  el  escudo  del  Apostolado,  luego  una  falanje  de  jóvenes  con 
velas  y  escudo  formaban  la  guardia  de  honor  al  Santísimo  que  bajo  palio  era 
llevado  por  el  Padre  jesuíta,  cerrando  la  procesión  nuestras  autoridades 
presididas  j)or  nuestro  digno  alcalde  D.  José  Roig.  Llegada  la  procesión  á 
la  iglesia  y  ante  el  cuadro  magnífico  que  presentaba  nuestro  templo  reple- 
to de  gente,  el  Padre  subió  al  pulpito  y  con  el  entusiasm.o  propio  de  estos 
actos  nos  probó  cómo  el  Corazón  de  Jesús  no  reinará  sino  que  reina  en 
Masdenverge.  dando  un  viva  al  Corazón  de  Jesús,  que  fué  contestado  por 
todo  el  pueblo  reunido  en  la  plazuela  por  no  caber  en  la  iglesia.  Después  de 
la  reserva  se  cantó  el  himno  popular  del  Rosario  por  todo  el  pueblo  entu- 
siasmado. 

>Durante  las  tres  noches  del  triduo  hubo  iluminación  á  la  veneciana  en 
el  frontis,  plaza  y  calles  contiguas  á  la  iglesia. 

^Plácemes  mil  merecen,  por  la  brillantez  de  las  fiestas,  nuestro  señor 
Cura  Párroco,  apóstol  incansable  del  Corazón  de  Jesús,  la  Junta  directiva 
y  todo  el  pueblo,  que  con  su  asistencia  ha  dado  tan  alto  ejemplo  de  reli- 
giosidad». 

¿Qué  tal  le  ha  parecido  á  V.  la  fiestecita?  ¿No  es  verdad,  carísimo,  que 
en  medio  de  la  sencillez  con  que  va  narrada,  aparece  haber  sido  ella  bas- 
tante solemne?  Fuélo  tanto,  que  superó  en  mucho  las  esperanzas  de  su  pro- 
movedor. Mire,  sino,  cómo  se  expresaba  á  28  de  Octubre,  en  carta  al  P.  Ca- 
pell:  «Vamos  tirando,  gracias  á  Dios.  Viene  mucha  gente  al  Triduo  y  bas- 
tantes hombres.  El  año  pasado,  primero  que  se  celebró,  no  se  reunieron 
más  que  tres  hombres.  Veremos  si  logramos  que  vayan  algunos  á  comul- 
gar y  á  la  procesión,  cosa  al  parecer  difícil. 

^ Vamos  hoy  á  confesar  á  todos  los  niños  y  niñas  que  se  han  reunido 
estos  días.  Tienen  un  cura  celosísimo  y  buenos  maestros,  pero  la  vecindad 
de  Amposta  los  hace  fríos  y  apáticos  y  muy  indiferentes-. 

Iba  á  terminar  esta  mi  ya  demasiada  larga  carta,  después  de  añadirle 
algunas  noticias  domésticas,  cuando  hete  aquí  que  me  encuentro  con  una 
nueva  cartita  del  mismo  P.  Carreras.  La  escribe  desde  Flix,  y  nos  la  han 
puesto  en  sitio  público,  para  que  leyéndola  le  ofrezcamos  las  oraciones  que 
en  ella  nos  pide.  Se  la  copiaré,  pues,  á  la  letra,  sin  comentarios  de  ninguna 
clase. 

«Mi  amadísimo  en  Cto.  P.  Ministro:  Recibí  la  muy  atenta  de  V.  R.  que 


65 

agradecí.  Sigo,  gracias  á  Dios,  bien.  Ayer  terminé  el  Novenario  de  almas, 
y  mañana.  Dios  mediante,  concluiré  los  santos  Ejercicios.  Estos  últimos  días 
ha  sido  la  tarea  más  pesada,  pues  al  sermón,  se  han  juntado  desde  el  do- 
mingo, las  dos  meditaciones  diarias  de  los  Santos  Ejercicios  y  la  plática. 

3 Si  se  tiene  en  cuenta  que  estamos  en  Flix,  tan  maleado  por  las  fábri- 
cas y  por  los  lerrouxistas,  que  tienen  medio  Ayuntamiento  y  ahora  tendrán 
al  Alcalde,  no  podemos  estar  descontentos  del  fruto.  Durante  el  Novenario 
llenábamos  la  iglesia,  que  es  capaz,  y  á  los  Ejercicios  acudirían  unas  ciento 
cincuenta  personas,  en  su  mayor  parte  jóvenes. 

'>Mañana  fundaremos  canónicamente  el  Apostolado  de  la  Oración.  Lle- 
vamos inscritas  doscientas  socias.  Las  Hijas  de  María,  que  no  llegan  á  cien- 
to (Congregación  que  fundé  hace  cinco  años),  quedan  reorganizadas  y  ca- 
mino de  hacer  algo. 

;>Tam.bién  tenemos  medio  arreglada  una  tanda  de  Ejercicios  á  hombres, 
como  hicimos  en  Tibisa.  Si  logramos  encerrar  á  los  doce  ó  catorce  princi- 
pales de  la  villa,  que  están  medio  comprometidos,  creo  sacaremos  mucho 
fruto.  Hemos  visto  una  casa  muy  capaz  con  buen  huerto  y  un  gran  salón. 
Podrían  comer  en  la  misma  casa  y  tendrían  que  ir  á  dormir  á  la  propia. 

;>E1  pasado  domingo  fui  por  la  mañana  y  regresé  por  la  tarde,  para  pre- 
dicar por  la  noche  aquí,  á  Ribarroja,  último  pueblo  de  la  diócesis  colindante 
con  Fayó,  que  pertenece  á  Zaragoza  en  lo  civil  y  á  Lérida  en  lo  eclesiás- 
tico. Prediqué  por  la  mañana  del  Sagrado  Corazón  y  por  la  tarde  instalé 
con  solemnidad  el  Apostolado  de  la  Oración  y  dejé  en  buen  camino  la  fun- 
dación de  Hijas  de  María  y  una  tanda  de  Ejercicios  para  hombres  según  el 
método  consabido.  ¡Dios  lo  bendiga! 

:  Salgo  mañana  para  Tibisa  y  comenzaré  por  la  tarde  los  Ejercicios.  El 
Sr.  Cura,  que  me  escribe,  dice  que  ha  hecho  mucha  propaganda  para  los 
Santos  Ejercicios  á  jóvenes  y  mujeres  y  que  hará  más.  Dios  mediante.  Si 
bien  este  país  es  frío,  confío  que  darán  resultado  con  la  gracia  de  Dios. 

>Rueguen  Vds.  para  que  Dios  lo  bendiga  todo  y  me  dé  fuerzas  para 
seguir  trabajando.  Aunque  sigo  bien,  no  dejo  de  sentir  el  cansancio».  Has- 
ta aquí  el  P.  Carreras. 

Adiós,  mi  carísimo  H.  Suñol.  A  todos  esos  buenos  PP.  y  HH.  mis  sa- 
ludos, y  enhorabuena  por  el  aumento  de  colegiales.  ¡Qué  exitazo  el  que 
van  á  obtener  Vds.  durante  este  curso!  Laus  Deo. 

Su  affmo.  en  Cto. 

JHS. 

Salvador  >Vicó,  S.  J. 


66 
P.  D.— En  carta  posterior  al  H.  Pablo  Aguilar,  se  apuntaban  los  si- 
guientes datos  ó  resumen  acerca  de  los  ministerios  apostólicos  ejercidos  por 
el  mismo  P.  Carreras  durante  todo  el  año  de  1911: 

17  Tandas  de  Ejercicios.  De  ellas,  descontada  la  de  Gandía  á  los  nuestros 
y  otras  dos  á  Religiosas,  todas  las  demás  fueron  dadas  á  seglares,  en 
los  pueblos  de  Castellón  de  la  Plana,  Tortosa,  Guiamets,  Roquetas, 
Tibisa,  Ginestar,  Alcanar,  Marsá,  Fatarella,  Villanuevay  Geltrú,  Am- 
posta,  Flix  y  Ulldecona. 

145  Sermones,  Conferencias  ó  Pláticas  en  algunos  de  los  puntos  indicados 
y  además  en  Tortosa  (Partidas  de  Campredó,  Vinallop  y  Miañes),  San 
Carlos  de  la  Rápita,  Vimbodí,  Gandía,  Corbera,  Gandesa  y  Fregináls. 

6764  Confesiones  y  las  siguientes  fundaciones: 

Una  «Sociedad  de  Socorros  Mutuos»,  en  Pinell. 

Dos  «Apostolados  de  la  Oración»,  en  Flix  y  Ribarroja. 

Una  «Congregación  de  Hijas  de  María»,  en  Guiamets. 

Una  «Congregación  Menor  y  Ropero»,  en  Ginestar. 

Una  «Biblioteca  Popular»,  en  Tibisa,  y 

Una  «Caja  de  Ahorros  y  Préstamos»,  también  en  Tibisa. 


CASA  DE  SAN  JOSÉ 

-  (ROQUETAS) 


TRABAJOS  EN  CATECISMOS  Y  EN  CONGREGACIONES 
DE  LOS  HH.  FILÓSOFOS 


UN  CATECISMO  NOTABLE  EN  LA  VEGA  DE  TORTOSA 

Carta  del  H.  Antonio  Guasch  al  R.  P.  Luís  Adroer 

Tortosa,  8  de  Diciembre  de  1909. 

Rdo.  P.  Luís  Adroer. 

Muy  amado  é  inolvidable  en  Cío.  Padre:  La  gratitud,  según  el  ejem- 
plo del  Sto.  Padre,  es  una  de  las  virtudes  que  más  hemos  de  cultivar. 
Siendo  esto  así,  ¿cómo  dejar  de  enterarle  de  nuestro  famoso  catecismo  de 
l'hort  de  Caries,  para  el  cual  V.  R.  tanto  nos  ayudó?  No  hemos  olvidado 
que  V.  R.  nos  regaló  con  generosidad  inagotable  medallas,  estampas,  li- 
bros, el  nuevo  estandarte,  etc.,  etc.;  ni  olvidaremos  fácilmente  el  interés 
que  V.  R.  se  tomaba  por  los  cariñosos  huertanos,  y  la  admiración  que  le 
causaba  la  buena  correspondencia  de  los  mismos.— «¡Se  ve  que  respon- 
den!», solía  repetir  V.  R. 

Tenemos,  pues,  la  buena  voluntad  de  corresponder  también  nosotros  á 
su  cooperación  y  solicitud  por  esta  doctrina,  contándole  sus  progresos  y  los 
frutos  que  se  van  recogiendo.  Pero  ¿cómo  escribir  una  tan  larga  carta,  ur- 
giéndonos,  por  un  lado  el  Qury-Ferreres,  por  otro,  los  Wirceburgenses  y 
teniendo  presente  el  consejo  de  V.  R.  de  que  «Scholasticum  dedecent 
litterae  longiores?'i>  Una  solución  hallo  que  reducirá  la  tarea  al  mero  tras- 
lado. Dictum,  factum!  Transcribiré  del  diario  las  actas  de  la  doctrina  de 
l'horta  y...  menos  trabajo  para  mí,  y  mayor  gusto  para  V.  R.  por  beber 
el  agua  en  la  misma  fuente. 

Comienzo,  pues,  la  transcripción  del  diario,  que  dice  así: 


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«UN  CATECISMO  RURAL» 

«Agradable  debió  de  ser  la  sorpresa  que  los  vecinos  del  Arrabal  de 
Cristo  recibieron  la  mañanita  del  domingo  12  de  Septiembre  último.  Por  la 
calle  larga  del  pueblo  penetraba  á  primera  hora  una  alegre  y  lucida  comitiva: 
la  precedía  un  bonito  estandarte  de  la  Inmaculada,  llevado  por  un  ataviado 
campesino  de  las  mejores  casas  de  la  huerta;  otros  dos  compañeros  suyos  y 
de  primera  comunión,  vestidos  también  de  flamante  traje  regional  (pañuelo 
de  seda  á  la  cabeza,  faja  de  lana,  diminuto  chaleco,  calzón  corto  y  media 
negra,)  llevaban  en  las  manos  las  borlas,  y  en  los  rostros  la  expresión  de  la 
más  viva  alegría:  alegría  en  que  rebosaban  los  corazones  de  los  restantes 
que  formaban  la  pintoresca  procesión.  Muchas  de  aquellas  buenas  mujeres, 
que  detrás  venían,  presenciarían  hoy  el  tierno  acto  de  la  primera  comunión 
de  sus  queridos  hijos.  Tan  grata  esperanza  bien  podía  compensar  el  madru- 
gón que,  grandes  y  pequeños,  hubieron  de  tomarse;  porque  lucían  aún 
todas  las  estrellas  en  el  firmamento,  y  ya  los  prolongados  sones  del  ca- 
racol marino  (corn  le  llaman  aquí)  despertaba  y  ponía  en  pie  á  todos  los 
muchachos;  daban  prisa  éstos  á  sus  madres  para  que  les  vistiesen,  y  deja- 
sen salir  cuanto  antes  á  recibir  á  los  Padres.  ¡Con  qué  satisfacción  iban  apa- 
reciendo los  chicos  de  las  distintas  masías!  los  cuales  saludando  respetuo- 
samente á  los  PP.  Catequistas,  procuraban  aliviarles  su  carga,  tomando 
quienes  el  estandarte,  quienes  el  farolito  que  por  el  camino  les  había  alum- 
brado, otros  los  caracoles,  otros  en  fin  pasando  á  dar  prisa  á  alguno  dema- 
siado entretenido  en  la  toilette.  ¡Qué  alegre  despertar  el  de  aquella  gente 
menuda,  que  se  anticipaba  por  aquel  día  á  los  madrugadores  pajaritos,  ya  que 
cuando  llegamos  á  l'hort  de  Caries,  apenas  si  clareaba,  y  en  pocos  mo- 
mentos nos  vimos  rodeados  de  casi  todos.  Fácil  negocio  fué  el  arreglar 
aquella  comitiva:  los  muchachos  con  su  guión  delante;  después  de  ellos  las 
niñas,  y  detrás  las  personas  mayores,  entre  todos  unos  cincuenta,  nos  pusi- 
mos en  marcha  para  la  iglesita  del  Arrabal.  Por  lo  dicho  se  ve,  que  se  tra- 
taba de  una  fiesta  de  primera  comunión:  el  contar  brevemente  la  ocasión 
de  ella,  y  reseñar  el  fruto  que  después  acá  se  ha  seguido,  es  el  objeto  de 
esta  sencilla  narración. 

L'hort  de  Caries:  bien  saben  qué  huerto  es  éste  muchos  Padres  que 
cursaron  la  Teología  en  Tortosa;  aún  se  acuerdan  los  sencillos  campesinos 
de  los  que  en  otro  tiempo  fueron  sus  queridos  catequistas  y  nos  preguntan 
por  aquellos  que  en  sus  ratos  libres  de  los  jueves  les  visitaban.  Todavía  nos 
muestran  los  premios  que  en  alguna  rifa  les  tocaron  ó  los  objetos  piadosos 


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que  les  distribuían  en  la  doctrina.  Se  sigue  teniendo  esto  en  la  misma  forma 
que  antes,  esto  es:  no  todo  el  año,  sino  sólo  durante  las  vacaciones  de  ve- 
rano. 

Los  domingos  á  media  tarde  vamos  tres  catequistas  á  la  granja  desti- 
nada ya  desde  muy  antiguo  para  la  doctrina,  como  lo  indica  su  capillita  de- 
bajo del  frondoso  parral,  y  la  campana  arrinconada  gran  parte  del  año  en 
los  desvanes.  Una  campanilla  que  llevábamos,  servía  para  enterar  de  nues- 
tra presencia  á  la  gente;  sale  ésta  por  la  carretera  á  acompañar  á  los  Pa- 
dres; y  este  año  último  con  el  nuevo  estandarte  que  nos  hizo  el  H,  Clusella 
(en  el  anverso,  la  Inmaculada  sobre  fondo  de  los  colores  nacionales,  y  las 
barras  de  Cataluña  con  un  letrero  en  el  reverso),  era  de  ver  cuan  regocija- 
dos estaban  los  muchachos  y  los  chiquitines.  Porque  se  les  hacía  cantar  y  dar 
vivas  y  repetir  en  voz  bien  alta  las  verdades  del  catecismo:  tal  vez  los  ca- 
rreteros se  paraban,  y  nos  preguntaban  qué  manifestación  era  aquella.  Lle- 
gados al  término,  y  formadas  las  dos  secciones  de  niños  en  filas,  se  acerca- 
ban cantando  al  patio,  donde  ya  aguardaban  las  chicas  y  las  mujeres,  y  re- 
zábamos las  oraciones  de  costumbre.  En  seguida,  iba  cada  sección  á  ocupar 
su  puesto:  huelga  advertir  que  de  sillas  y  bancos  hacíamos  poco  uso.  Cada 
cual  se  acomodaba  lo  mejor  que  podía,  unos  sobre  el  paredón  de  la  acequia, 
otros  en  el  santo  suelo  ó  sobre  la  paja  de  la  anchurosa  era.  Volvíamos  al 
mismo  sitio  al  cabo  de  la  hora,  y  antes  de  terminar  contaba  el  Prefecto  un 
ejemplito,  que  era  escuchado  con  interés  por  todas  las  secciones;  y  nos 
marchábamos  en  el  mismo  orden  y  forma  que  á  la  venida. 

Y  esto  que  llevo  dicho,  se  hacía  todos  los  años.  Pero  este  último  nos 
inspiró  Dios  salir  de  los  moldes  ordinarios  é  intentar  "algo  más.  Presentá- 
banse muchos  niños  de  doce  y  más  años,  y  los  pobrecitos  nos  decían  que 
todavía  no  habían  comulgado;  y  por  el  abandono  en  que  generalmente  vi- 
ven estas  gentes  del  campo,  llevaban  trazas  de  continuar  así  varios  años 
más.  ¿Qué  hacer?  ¿les  dejaríamos  sin  ayuda  de  ningún  género,  mostrando 
por  otro  lado  la  mejor  voluntad?  Resolvimos,  pues,  en  los  pocos  días  de 
que  disponíamos,  poner  manos  á  la  obra  y  prepararlos  lo  mejor  posible 
para  la  primera  comunión.  Dos  platiquitas  ó  instrucciones  hechas  á  todos 
en  común,  comenzaron  á  hacerles  entrar  dentro  de  sí.  Esto  era  muy  poco, 
y  la  distancia  hacía  temer  que  aquellos  buenos  corazones  no  tuvieran  la  su- 
ficiente preparación.  Pero  la  Providencia,  que  parece  no  se  disgustaba  de 
nuestros  insignificantes  trabajos,  nos  deparó  un  lugar  más  á  propósito,  por 
lo  que  tenía  de  menos  excéntrico.  Era  una  pintoresca  quinta  propiedad  de 
los  Sres.  Caro  (militares  residentes  habitualmente  en  Zaragoza),  en  donde 
ya  nos  fué  más  fácil  reunir  á  los  de  primera  comunión  por  separado.  Acu- 


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dieron  allí  los  buenos  muchachos  por  tres  días  consecutivos;  llevábamos 
nosotros  los  cuadros  del  catecismo  (colección  de  París),  y  con  ayuda  de 
ellos,  y  atendiendo  á  hacerles  responder  á  ciertas  preguntas  cortas  y  siem- 
pre con  las  mismas  palabras,  se  logró  imponerles  en  lo  suficiente,  ó  á  lo 
menos,  en  lo  que  estaba  en  nuestra  mano;  dejando  al  divino  Maestro  lo 
principal,  ya  que  obra  exclusivamente  suya  es,  la  santificación  de  las  al- 
mas. Y  que  la  unción  de  la  gracia  iba  penetrando  sus  tiernos  corazones, 
lo  manifestaba  la  atención  con  que  escuchaban,  el  cuidado  con  que  re- 
petían, y  el  sentimiento  que  mostraban,  viendo  los  cuadros  de  la  pasión 
de  Cristo.  «/yW/Vr/w  com  li  claven  las  mans'.r,  decía  uno,  apenas  conte- 
niendo las  lágrimas. 

Providencial  fué  también  la  elección  de  esta  torre  para  catequística, 
pues  hallamos  allí  la  caritativa  cooperación  de  los  dueños  de  la  casa.  Una 
de  las  sefioras  (D.^  Rosa,  de  los  Sobradiel),  corrió  con  los  gastos  del  traje 
para  la  chica  del  colono;  otra  tomó  á  su  cuenta  á  la  misma  chica  y  á  un  su 
hermano  y  con  gran  paciencia  y  dulzura  les  fué  enseñando,  desde  lo  más 
elemental,  hasta  lo  necesario  para  la  primera  comunión.  Si  se  atiende  á  que 
los  pequeños  apenas  entendían  el  castellano,  se  apreciará  más  su  obra  de 
caridad,  á  la  cual  virtud  echó  el  sello  el  día  de  la  comunión,  como  luego 
veremos. 

Y  entretanto,  ya  había  llegado  para  aquellos  felices  niños  ese  gran  día 
en  que  debían  unirse  con  su  amiguito  Jesús.  Ya  se  hallaban,  como  dejamos 
descrito,  de  camino  para  el  santo  templo.  La  gente  del  Arrabalet,  vuelta 
de  su  admiración,  se  agregaba  á  los  huertanos.  Llegados  á  la  iglesita,  des- 
pués de  confesarse  todos  con  mucho  orden,  iba  á  empezar  la  santa  Misa.  Lo 
que  sentían  aquellas  madres  al  conducir  á  la  sagrada  mesa  por  vez  primera 
á  sus  hijos,  es  fácil  deducirlo  de  las  lágrimas  de  pena  de  una  que  había  re- 
husado llevar  al  suyo,  con  la  excusa  de  ser  pequeño.  —  «¡Padres,  nos  decía, 
cómo  me  ha  pesado,  al  oir  la  plática,  el  no  ver  entre  los  comulgantes  á  mi 
hijo!  si  no  hubiera  desoído  los  consejos  de  ustedes!»  —  «Pues  bien:  en  pe- 
nitencia, le  contestamos,  debe  V.  en  adelante  predicar  á  sus  compañeras 
contra  semejantes  dilaciones». 

Todo  parecía  felizmente  concluido.  Disponíanse,  en  la  plaza,  á  volver 
cada  uno  á  su  casa,  cuando  aparece  la  sirvienta  de  los  Sres.  de  Caro,  con 
un  cesto  más  que  regular.  ¿Qué  será  aquéllo?  pensarían  los  muchachos.  ¿Qué 
era?  nada  menos  que  un  sabroso  desayuno  que  alcanzaba  para  todos,  consis- 
tente en  pan  tierno,  chocolate  y  unos  enormes  confites.  ¡Cuan  fina  y  cum- 
plida es  la  caridad!  Ni  una  palabra  había  mediado  entre  nosotros  y  la  buena 
señora  sobre  el  particular,  y  sin  embargo  ella,  no  contenta  con  acompañar 


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á  sus  dos  catecúmenos  al  sagrado  banquete,  y  regalar  dos  gruesos  cirios 
para  el  altar,  ponía  ese  complemento  á  su  obra  de  misericordia  espiritual. 
Hasta  los  infantillos  participaron  de  la  caridad  de  D.'VMaría,  que  así  se  lla- 
maba la  bienhechora  de  los  niños. 

Y  nos  despedimos...  hasta  la  tarde.  Entonces  tuvimos  la  distribución 
de  premios,  hasta  con  un  dramita  que  representaron  las  chiquitas,  y  dimos 
por  terminado  el  catecismo,  como  tal,  hasta  otro  aiio. 

Y  ahora  ocurre  preguntar:  ¿Se  ciñe  nuestra  obra  á  una  media  docena 
de  explicaciones  de  doctrina  durante  el  verano?  No:  nuestros  anteceso- 
res en  esta  catequística  (P.  Capitán  y  demás)  tuvieron  la  buenísima  ocu- 
rrencia de  fundar  una  especie  de  biblioteca  ambulante,  que  se  conserva  aún 
floreciente,  y  de  la  cual  todas  las  casas  participan.  Para  este  objeto  vamos 
cambiando  cada  temporadita  el  material:  libros  de  propaganda  de  amena  y 
sólida  lectura.  Los  tenemos  en  abundancia  con  relación  á  nuestro  radio  de 
operaciones  (cuando  llegue  una  remesa  que  esperamos  de  los  PP.  Garzón 
y  Agustí,  ensancharemos  más  dicho  círculo  de  acción);  los  cuales  leen  con 
tanto  gusto  los  campesinos,  que  alguno  de  ellos  repite  la  lectura  hasta  tres 
veces,  si  tardamos  en  dar  la  vuelta. 

Pero  este  año  debía  idearse  algo  nuevo  que  correspondiera  á  la  altura 
á  que  se  había  elevado  el  catecismo  con  la  primera  comunión;  á  mayor  al- 
tura mayor  vuelo:  ¡claro  está!  Pues  el  nuevo  avance  debido  al  mayor  impul- 
so de  la  fiesta  de  este  año,  ha  tomado  forma  en  la  comunión  mensual  de  los 
pequeños  huertanos.  ¿Cómo,  —  pensará  alguno  —  comunión  mensual  aque- 
llos niños  antes  tan  abandonados,  y  á  los  que  la  distancia  misma  del  templo 
ya  casi  les  dispensa  de  la  misa?  ¿Comunión  mensual,  los  que  se  han  de  le- 
vantar con  estrellas  para  poder  asistir  á  la  iglesia,  y  si  mal  no  viene,  al 
volver  á  sus  casas  en  ayunas  les  aguarda  por  dura  necesidad  la  azada  ó  la 
esteva  ó  el  cayado?  Cierto  que  si  se  consideran  los  esfuerzos  que  hacen 
estos  buenos  niños  para  recibir  al  Señor  y  serle  fieles;  su  correspondencia 
á  nuestros  desvelos,  la  solicitud  con  que  se  avisan  unos  á  otros,  y  el  senti- 
miento que  tal  vez  alguno  tiene  por  verse  imposibilitado  de  asistir,  no  pue- 
de uno  menos  de  ver  los  efectos  de  la  gracia,  y  la  providencia  amorosa  que 
sobre  los  niños  de  esta  huerta  tiene  el  buen  Jesús. 

Tal  fué,  pues,  la  ocasión  de  nuestra  simpática  fiestecilla  de  1  .^  comu- 
nión, y  tales  los  frutos  que  después  acá  se  han  venido  cosechando.  Dios 
quiera  bendecir  nuestros  humildes  trabajos.  A  la  verdad,  el  consuelo  que 
experimentaba  nuestra  alma  aquel  día  de  vuelta  á  casa  —  despuésde  estar 
en  movimiento  desde  las  tres  de  la  madrugada  hasta  las  nueve  —  y  la  satis- 
facción íntima  de  haber  hecho  algo  por  la  salvación  délas  almas,  nos  parecía 


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el  eco  suave  de  la  voz  del  Salvador,  que  venía  á  aprobar  nuestro  aprendi- 
zaje en  el  apostolado,  y  á  alentarnos  á  empresas  mayores.  La  santa  obe- 
diencia por  lo  menos  guió  siempre  y  bendijo  nuestros  pasos». 

Y  aquí,  Rdo.  P.  Adroer,  termina  la  parte  escrita  de  nuestras  actas. 
Siguen  después  las  hojas  en  blanco,  que  se  llenarán  en  los  años  sucesivos. 
Reciba  V.  R.,  reciba  ese  mi  buen  P.  Maestro  con  su  digno  P.  Ayudante,  y 
ios  HH.  Novicios  y  Júniores  todos,  este  pequeño  testimonio  de  nuestra 
caridad.  Rueguen  mucho  á  S.  Francisco  de  Borja,  cuyo  Palacio  habitan,  por 
nosotros. 

Siervo  en  Cto. 

JHS. 

Antonio  Guasch,  S.  J. 


LA    CONGREGACIÓN   MARIANA    DE   JÓVENES 


Garta  del  H.  Ramón  M.  Bolos  al  P.  Luís  Adroer 


Enero  de  1910. 

R.  P.  Luís  Adroer,  S.  J. 

Muy  amado  en  Oto.,  P.  Rector:  Bajo  el  rectorado  y  con  el  decidido 

favor  de  V.  R.,  se  plantó  y  comenzó  á  extender  su  ramaje  este  árbol  que 

al  presente  dispensa  ya  benéfica  sombra  á  la  juventud  de  la  ciudad  de 

Roquetas,    la   «Congregación  mayor  de  la   Inmaculada  y   S.  Luis   Gon- 


Por  esto,  al  ir  á  trazar  esta  sencilla  relación  sobre  los  progresos  con 
que  ha  prosperado  nuestra  obra,  me  dirijo  instintivamente  á  Gandía  y  bus- 
co en  esa  bendita  Casa  á  V.  R.;  y  ya  que  no  personalmente,  por  un  ter- 
cero, llamo  al  aposento  rectoral,  entro,  le  entrego  á  V.  R.  mi  relato  y  le 
digo:  Este  papelucho,  P.  Rector,  le  dirá  á  V.  R.  en  qué  emplean  sus  ocios 
aquellos  sus  queridos  filósofos,  que  no  están  tan  abismados  en  sutiles  dis- 
quisiciones, que  se  olviden  que  la  obediencia  les  permite  ya  esgrimir  sus 
primeras  armas,  aquellos  días  en  que  tiene  la  ocurrencia  de  visitarlos  la 
importuna  vacación. 

Y  vaya  lo  primero. 

LA  NUEVA  IMAGEN 

Sí,  Padre  mío,  sí;  una  nueva  imagen  de  la  Inmaculada!  Será  una  ima- 
gencita,  dirá  V.  R.,  de  un  par  de  palmos.  —  ¡Nada  menos  que  eso!  ¿Quie- 
re V.  R.  verla?  Ahí  tiene  el  manteo;  vamos.  —  ¿A  dónde?  —  A  la  parroquia 
de  Roquetas.  Ya  llegamos.  Saludado  con  toda  reverencia  el  Señor  Sacra- 
mentado, me  pregunta  en  voz  baja:  ¿Dónde  está?  —  Yo  le  contesto:  Suba- 
mos, Padre,  hacia- el  crucero. 

Nos  encontramos  en  frente  del  lienzo  de  muro  que  media  entre  el  altar 


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mayor  y  la  capilla  del  Santísimo:  Ahí  la  tiene,  Padre.  En  efecto,  queda 
V.  R.  un  buen  espacio  con  la  cabeza  levantada  y  los  ojos  fijos  en  una  ima- 
gen de  la  Inmaculada  de  talla  que  se  levanta  en  sencilla  repisa  y  sobre  un 
fondo  de  tela  azul  celeste.  Luego  se  me  vuelve:  —  ¡Hermosa  imagen!  Sen- 
cilla sí,  pero  graciosa.  ¡Qué  color  tan  delicado  el  del  manto!  Los  pliegues 
¡con  qué  naturalidad  le  caen!  Y  su  rostro  es  muy  devoto.  ¿Recémosle  una 
salve?  —  Nos  arrodillamos;  yo  se  la  ofrezco  para  V.  R.  por  lo  mucho  que 
le  debo,  sobre  todo  porque  siendo  Provincial  me  admitió  en  la  Compañía. 
Y  luego,  adorado  el  Santísimo,  nos  salimos  de  la  iglesia. 

Con  que  ¿qué  le  ha  parecido.  Padre?  —  Hermosa  de  verdad,  sí,  sí!  — 
Como  es  natural,  querrá  ahora  V.  R.  que  le  eche  cuatro  párrafos  de  histo- 
ria. —  Sí;  pero  antes  dígame:  ¿dejarán  Vds.  la  imagen  de  la  Virgen  en  la 
iglesia  de  la  manera  que  ahora  está?;  porque  á  la  verdad  luce  poco.  —  No, 
Padre  mío,  no;  qué,  ¿ignora  V.  R.  que  está  ya  aprobado  el  proyecto  de  un 
altar?  —  ¿De  un  altar  nuevo?  —  Sí,  Padre;  y  se  recogen  fondos,  y  anda  el 
negocio  que  ya,  ya... 

Pues  me  vuelvo  al  hilo  de  la  narración;  los  comienzos  de  la  Congrega- 
ción Mariana,  la  actividad  ejercida  por  su  Director,  nuestro  buen  H.  Pedro 
Blanco,  todo  esto  es  harto  conocido  de  V.  R.  Con  que  nada,  la  obra  iba  ade- 
lante; los  señores  curas  la  miraban  con  cariño  singular,  todos  los  buenos, 
admirados  del  feliz  éxito  alcanzado  por  la  Congregación  en  sus  primeras 
públicas  apariciones,  creyeron  salva  y  encarrilada  ya  una  obra  que,  dado  el 
carácter  de  la  juventud  de  estas  tierras,  creían  ser  poco  menos  que  imposible. 

Y  no  lo  fué:  el  número,  y  lo  que  más  vale,  la  piedad  de  los  Congre- 
gantes, crecía.  Visitan  diversas  veces  los  presos  de  la  cárcel,  los  enfermos 
del  hospital;  aumenta  entre  ellos  la  frecuencia  de  sacramentos  hasta  el  pun- 
to de  contarse  alguno  de  comunión  diaria.  Por  otra  parte,  la  Congregación 
cuenta  ya  con  su  local;  su  biblioteca  se  va  enriqueciendo;  á  ningún  congre- 
gante falta  su  medalla  ovalada  de  aluminio  al  estilo  de  las  que  usan  los  de 
Barcelona;  en  fin,  la  Virgen  había  echado  su  bendición  sobre  esta  juventud 
que,  después  de  antiguas  y  frustadas  intentonas,  se  congregaba  en  torno 
de  la  Inmaculada,  para  formar  legión  mariana. 

Y  con  esto  se  acercaba  ya  la  fiesta  de  la  Inmaculada  Concepción: 
échanse  planes,  se  discuten,  se  aprueban;  llégase  á  tratar  del  adorno  con 
que  se  engalanaría  el  altar  mayor,  y  aquí  ¡oh  desilusión!  ¿en  dónde  encon- 
traremos una  vistosa  imagen  de  la  Inmaculada  que  desde  el  altar  como  des- 
de su  trono  y  bajo  rico  dosel  presida  como  Reina  nuestras  solemnidades?  — 
No  hay  más,  se  dijeron  los  congregantes;  es  preciso  adquirir  una  imagen 
de  la  Inmaculada. 


Pero  el  tiempo,  como  entiende  V.  R.,  era  corto;  los  fondos,  previendo 
los  otros  gastos  que  nos  esperaban  para  la  celebración  de  las  solemnidades 
religiosas,  más  cortos  todavía.  No  importa;  van  y  vienen  cartas  del  estable- 
cimiento «El  Arte  cristiano»  (Olot.  -  Gerona),  gestionando  la  adquisición 
de  la  imagen,  cartas  que  á  la  verdad,  dada  la  franqueza  con  que  podían  ser 
tratados  aquellos  señores  por  uno  de  los  nuestros  que  V.  R.  bien  conoce, 
tuvieron  más  de  capuchino  que  de  jesuíta.  Al  fin  nos  entendieron  perfecta- 
mente, y  su  generosidad  de  ellos  alcanzó  á  donde  no  alcanzaban  nuestros 
fondos. 

Con  que  la  imagen,  que  ya  nos  era  conocida  por  fotografía  que  de  ella 
se  nos  remitió,  estaba  en  camino. 

Como  se  deja  entender,  la  adquisición  de  la  imagen  de  la  Virgen  no 
podía  menos  de  modificarnos  el  ya  proyectado  programa  de  nuestras  fies- 
tas; porque  ¿cómo  abstenernos  de  organizar  una  solemne  y  magnífica  pro- 
cesión en  la  que,  llevada  en  triunfo  nuestra  Madre,  recorriera  las  calles  de 
la  ciudad  de  Roquetas,  que  por  vez  primera  visitaba? 

Por  de  pronto,  así  se  propuso  unánimemente;  pero  V.  R.  conoce  muy 
bien  el  santo  celo  de  nuestro  amado  P.  Ministro  y  el  entusiasmo  con  que 
apoya  las  manifestaciones  públicas  de  amor  á  la  Virgen;  así  que  á  él  pare- 
cióle poco  una  procesión.  Recibida  la  imagen  en  nuestra  casa  de  San  José 
(Observatorio  del  Ebro)  el  lunes  29  de  Noviembre,  empeñóse  en  que  el  do- 
mingo siguiente  5  de  Diciembre  se  había  de  trasladar  en  pública  manifesta- 
ción á  la  Parroquia,  cuyo  altar  mayor  había  de  estar  ya  convertido  para 
este  día  en  trono  real  de  María  Inmaculada.  El  cortejo  á  nuestra  Madre  en 
la  manifestación  habían  de  formarlo  las  20  secciones  de  nuestro  Catecismo, 
más  los  jóvenes  congregantes  de  la  sección  mayor  y  menor. 

El  tiempo  era  breve,  pues  que  no  mediaba  ningún  día  festivo  en  que 
se  reuniera  el  Catecismo  y  la  Congregación,  que  es  el  solo  tiempo  oportuno 
para  comprometer  y  animar  á  la  gente  moza  para  semejantes  fiestas;  pero 
en  fin,  nosotros  nos  movimos  cuanto  nos  fué  dado,  y  pareció  que  el  fuego 
había  prendido  y...  ¡vaya  si  prendió!... 

EL  TRASLADO  DE  LA  IMAGEN 

Le  aconsejo.  Padre  mío,  que  se  coloque  V.  R.  en  uno  de  aquellos  sen- 
deros que  atraviesan  la  viña,  desde  los  que  se  domina  la  plazoleta  que  se 
forma  detrás  del  Laboratorio  de  Química,  donde  arranca  la  carretera  que 
conduce  al  Observatorio. 

Perfectamente;  lo  primero  que  divisa  V.  R.  en  la  tal  plaza,  es  un  artísti- 


co  altar  á  manera  de  trono  donde  aparece  la  amable  imagen  de  la  Purísima. 
Gallardetes,  guirnaldas,  banderas  y  escudos  ofrecen  vistoso  conjunto. 

La  Madre  está  aguardando  á  los  hijos  que  por  vez  primera  la  han  de 
pasear  triunfalmente  por  las  calles  de  Roquetas,  y  asentarla  sobre  el  trono 
que  en  el  templo  le  tienen  apercibido. 

Serán  como  las  3  de  la  tarde.  Las  secciones  de  niñas  presididas  por  las 
jóvenes  correctoras,  las  de  niños  con  nuestros  Catequistas,  van  llegando 
con  sus  estandartes  y  saludan  con  bien  concertados  cantares  á  la  Inmacu- 
lada, en  tanto  que  lleguen  los  Congregantes  de  la  sección  m.ayor. 

Reunidos  ya  todos  y  rezada  en  alta  voz  por  el  H.  Blanco  la  oración 
compuesta  por  S.  S.  Pío  X,  para  el  año  jubilar  de  la  Inmaculada,  que  fué 
repetida  por  todos  los  presentes  postrados  al  pie  de  la  agraciada  imagen, 
el  mismo  H.  Blanco,  como  Director  de  la  Congregación  Mayor,  dirigió  bre- 
ves y  enérgicas  palabras  en  lengua  catalana  á  la  muchedumbre  desde  un  im- 
provisado pulpito,  invitándola  á  pasear  en  triunfo  á  nuestra  Reina  por  las 
calles  de  la  ciudad. 

Luego  comienzan  á  desfilar  aquellos  centenares  de  niños  y  jóvenes; 
rompe  la  banda  la  marcha  real  al  ser  levantada  la  Virgen  en  hombros  de  sus 
hijos  los  Congregantes;  entusiastas  vivas  son  contestados  por  todos  los 
presentes. 

Y  como  supongo  que  V.  R.  no  está  para  acompañarnos  por  las  calles 
de  la  ciudad  porque  otros  quehaceres  le  llaman  al  aposento,  descuide.  Padre 
mío,  que  todo  se  lo  contaré  cuando  esté  de  vuelta, 

Y  aquí  me  tiene  ya  medio  ronco  por  los  no  interrumpidos  vivas  y  can- 
tos con  que  hemos  atronado  las  calles  de  Roquetas. 

Créame,  Padre;  no  se  puede  negar;  ha  estado  bien. 

EN  EL  TEMPLO 

A  la  puerta,  el  Rdo.  Sr.  Cura  de  capa  pluvial,  acompañado  de  otros 
Sres.  Sacerdotes,  esperaba  la  bendita  imagen,  que  después  de  ser  vitoreada 
en  grande  al  entrar  en  la  que  había  de  ser  su  morada,  es  bendecida  por  el 
digno  Sr.  Párroco. 

El  templo  estaba  lleno;  reinaba  religioso  silencio:  todas  las  miradas  se 
dirigían  hacia  la  sagrada  imagen;  cuando  he  ahí  que  un  grito  de  entusiasmo, 
eco  fiel  de  los  sentimientos  de  todos  los  corazones,  salió  de  labios  del  Pa- 
dre Director,  quien  desde  el  pulpito  soltó  la  rienda  á  su  fervoroso  entusias- 
mo. ¡Qué  de  lágrimas  se  vertieron  cuando,  al  decirles  el  orador  que  les 
dejaba  aquella  amable  imagen  no  sólo  para  que  veneraran,  sino  también  para 


77 

que  la  defendiesen;  recordó  las  sacrilegas  profanaciones  del  último  Julio  y 
preguntó  con  voz  apagada  por  el  sentimiento,  si  serían  hijos  de  Roquetas 
los  que  en  días  de  luto,  para  nuestra  santa  religión,  hollarían  y  harían  trizas 
aquella  imagen  de  la  más  amable  de  las  madres! 

Con  el  canto  del  Himno  de  las  Congregaciones  Marianas  la  «Salve  Re- 
gina», terminó  la  solemnidad  de  hoy,  domingo  día  5. 

Bien  dispuesto  y  aparejado  quedaba  el  terreno  para  el  miércoles  8. 

LA  FIESTA  DE  LA  INMACULADA 

Al  encontrarse  V.  R.  la  víspera  de  la  Purísima,  en  el  que  fué  el  apo- 
sento del  P.  Rector  en  esta  Casa-Filosofado  de  San  José,  no  tenía  más  que 
asomarse  por  la  ventana  para  ver  ondear  en  el  campanario  de  Roquetas  vis- 
tosas banderas  azules  y  blancas,  prenuncio  de  la  gran  solemnidad  del  si- 
guiente día. 

Antes  que  amaneciera,  salió  de  la  iglesia  parroquial  el  Rosario  de  la 
Aurora,  que  se  vio  concurrido  por  la  mayoría  de  congregantes  y  multitud 
de  pueblo. 

De  vuelta  al  templo,  éste  estaba  ya  lleno.  Comienza  luego  la  misa  de 
Comunión  celebrada  por  un  M.  I.  Capitular  de  la  Catedral  de  Tortosa.  Y 
¡qué  misa  de  Comunión  tan  espléndida!  Fué  sólo  comparable  á  las  tenidas 
en  las  mayores  solemnidades  de  que  hay  recuerdo  en  esta  ciudad. 

Razón  tuvo  el  P.  Director  al  decir  en  los  fervorines  que  en  vista  de 
aquellos  centenares  de  católicos  que  se  llegaban  reverentes  á  recibir  el  Pan 
de  Vida,  el  corazón  se  dilataba  y  se  prometía  días  gloriosos  para  la  causa 
católica  entre  los  ciudadanos  de  Roquetas. 

Fervoroso  y  entusiasta  fué  el  canto  de  la  «Salve»  con  que  se  dio  re- 
mate á  la  solemnidad  de  la  mañana. 

LA  PROCESIÓN 

Según  rezaba  el  programa  de  las  fiestas,  por  la  tarde,  después  del 
sermón  del  P.  Vicente  Sauras,  S.  J.  que  (sea  dicho  de  paso)  fué  un  brillante 
panegírico  de  las  Congregaciones  Marianas  y  cautivó  á  todos  por  la  opor- 
tunidad con  que  siguió  una  por  una  las  principales  fechas  y  obras  llevadas  á 
cabo  por  la  naciente  Congregación,  se  había  de  pasear  en  triunfo  por  las 
calles  de  la  ciudad  la  imagen  de  la  Inmaculada  recientemente  adquirida  por 
la  Congregación. 

Y  así  se  hizo;  la  Congregación  en  peso,  honrada  con  representaciones 


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de  las  otras  sociedades  católicas  de  la  ciudad,  fué  la  guardia  de  honor  que 
acompañó  á  la  soberana  Reina  por  las  calles  de  Roquetas,  para  que  tomara 
oficial  posesión  de  la  ciudad,  y  bendijera,  con  su  amorosa  mirada,  los  hoga- 
res de  cada  uno  de  sus  hijos. 

Multitud  de  banderas  azules  y  blancas  adornaban  el  paso  de  la  proce- 
sión; aparecían  los  balcones  con  variadas  colgaduras  é  iluminados  con  faro- 
lillos de  color. 

Durante  la  carrera  alternaron  la  banda  y  el  coro  de  las  jóvenes,  que 
con  tanta  gracia,  saben  festejar  á  la  Virgen  con  las  bellas  y  poéticas  letri- 
llas de  Verdaguer,  tan  delicadamente  interpretadas  por  la  música  de  Candi. 

De  vuelta  al  templo  subió  al  pulpito  el  P.  Sauras,  quien  tuvo  para  la 
Madre  palabras  de  súplica,  y  para  los  hijos,  palabras  de  la  más  cordial  en- 
horabuena. 

Después  ¡con  cuan  cariñosos  ojos  contemplaba  la  Inmaculada  Virgen  á 
sus  hijos  que,  precedidos  de  su  digno  Párroco,  desfilaban  besando  la  sagra- 
da imagen! 

Leídas  estas  incorrectas  líneas,  podrá  V.  R.  formar  concepto  de  las 
fiestas  con  que  esta  naciente  Congregación  ha  celebrado  por  vez  primera 
su  fiesta  titular  de  la  Inmaculada;  á  la  cual  suplique,  Rdo.  Padre,  mire  con 
ojos  de  Madre  la  obra  de  su  Congregación. 

Lo  que  al  comienzo  he  insinuado  referente  á  la  construcción  de  un  nue- 
vo altar,  empieza  ya  á  ser  un  hecho.  ¡Cuan  bello  de  ver  fué,  el  día  de  Re- 
yes, á  los  niños  y  niñas  de  nuestro  catecismo  invitados  de  antemano  á  coo- 
perar en  la  erección  del  altar  con  el  sacrificio  de  algún  juguete  ó  golosina, 
depositar  gustosos  su  limosnita  «para  la  casa  de  la  Virgen»,  como  les  decía 
su  Prefecto  el  P.  Romeo! 

Con  que,  Padre  mío,  así  andan  nuestras  obrillas  de  celo  por  estas  tie- 
rras; donde  si  tenemos  un  ilustre  Observatorio  á  quien  á  las  veces  dan 
tanto  que  hacer  las  manchas  del  sol,  no  es  razón  que  haya  quienes  se  preo- 
cupen menos  de  las  innumerables  manchas  de  maldad  y  corrupción  con 
que  aparece  afeado  á  los  ojos  de  Dios  nuestro  planeta. 

Adiós,  amadísimo  P.  Rector;  perdone  lo  interminable  de  esta  carta.  Lo 
que  es  por  esta  vez  no  se  me  dirá,  lo  que,  dado  el  silencio  que  guardan  de 
ordinario  en  CARTAS  EDIFICANTES  los  de  nuestra  Provincia,  también 
cuadra  á  nuestros  operarios  que  son  «largos  en  facellas  y  cortos  en  con- 
tallas». 

De  V.  R,  ínfimo  siervo  é  hijo  en  Cto., 

jHS. 

Ramón  M.  Bolos,  S.  J. 


LA   CONGREGACIÓN   MENOR 
UNA  VISITA  AL  ASILO  DE  POBRES  ANCIANOS  DE  TORTOSA 


Garta  de  los  HH.  Catequistas-Directores  de  la  Congregación 
al  P.  Luís  Adroer 

Enero  de  1910. 

Rdo.  P.  Luís  Adroer,  S.  J. 

Muy  amado  en  Cto.,  P.  Adroer:  Grato  le  será  sin  duda  saber  algo 
acerca  de  esta  nuestra  Congregación  Mariana  de  niños,  que  V.  R.  dejó 
aquí,  en  el  Observatorio,  establecida,  para  bien  de  tantas  almas.  Pues  ella 
sigue  adelantando  de  día  en  día  en  número,  en  virtud  y  en  obras  de  prác- 
tico celo.  En  prueba  de  ello,  le  podríamos  contar  muchas  y  muy  buenas 
cosas,  pero  nos  contentaremos  por  hoy  con  decirle  algo  sobre  el  hermoso 
acto  que  llevaron  á  cabo  en  estas  próximas  pasadas  Navidades  nuestros 
Congregantes  Marianos. 

Este  año  determinamos  que  nuestros  pequeños  Congregantes  Maria- 
nos repitieran  por  Navidad  la  hermosa  fiesta,  que  ya  tuvimos  el  año  pasa- 
do y  que  tan  buenos  recuerdos  y  tan  santos  efectos  produjo  en  sus  ánimos 
infantiles.  Esta  nuestra  fiesta  consiste  en  ir  el  segundo  día  de  Navidad  á 
entregar  á  los  pobres  ancianos  del  Asilo  de  Tortosa  un  aguinaldo.  Y  ¿qué 
aguinaldo  es  ese?  Pues,  una  mezcla  de  dinerillos,  dulces,  pedacitos  de  tu- 
rrón, postres,  etc.,  que  para  este  efecto  han  ido  ahorrando  nuestros  Con- 
gregantes durante  estas  fiestas.  Y  ¿cómo  se  consigue  esto  de  unos  niños 
tan  pobrecitos  y  tan  poco  acostumbrados  á  tales  actos? 

El  domingo  anterior  á  la  Natividad  del  Señor,  durante  la  breve  plática 
que  todos  los  días  festivos  tenemos  á  continuación  del  rosario,  se  les  pinta 
el  delicioso  cuadro  de  aquella  noche  feliz,  lo  sumo  de  la  pobreza  de  Jesús 
y  de  su  Madre  Santísima,  cómo  acuden  los  pastores  con  sus  donecillos, 
cada  cual  con  lo  poco  que  tiene  ó  puede:  quien  con  su  pedacito  de  pan  mo- 
reno, quien  con  su  trozo  de  queso  duro,  éste  con  su  tarro  de  blanca  leche, 
aquél  con  parte  de  su  comida,  etc.,  etc.  Y  cómo  todo  ello  era  acogido  con 


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la  blanda  sonrisa  de  aquel  divino  Infante,  que  más  tarde  se  había  de  com- 
placer con  el  óbolo  de  la  pobre  viuda  y  con  los  pobres  presentes  de  nues- 
tros Congregantes.  Estos,  al  llegar  aquí  la  exposición  circunstanciada  del 
divino  Nacimiento,  ya  prevén  (sobre  todo  este  año),  lo  que  se  les  va  á  pro- 
poner, «Pues  bien,  mis  amados  Congregantes,  ¿no  es  verdad  que  á  estar 
vosotros  en  Belén  hace  unos  1909  años,  habríais  corrido  á  dar  también  algo 
de  vuestra  pobreza  al  Niño  Jesús?»  Un  si  de  veras  fervoroso  se  les  escapa 
de  sus  labios.  «Pero  si  Jesús  os  dijera:  —  En  vez  de  dármelo  á  Mí,  me  ten- 
dré por  regalado  si  los  regalitos  que  para  Mí  guardáis,  los  ponéis  en  manos 
de  un  anciano  pobre,  muy  pobre,  —  ¿no  iríais  con  gusto  á  ofrecer  al  pobre 
anciano  vuestros  dones?»  Otro  sí  más  fuerte  que  el  primero  resuena  en  el 
local  de  nuestra  Congregación.  «Pues  entonces,  considerad  lo  que  querríais 
dar  á  Jesús  y  lo  daremos  á  los  pobres  del  Asilo  de  Tortosa».  Un  gozo  ge- 
neral brilla  en  los  semblantes  de  todos,  porque  todos  han  dado  con  el  pen- 
samiento del  Padre,  y  todos  ellos  han  acertado.  «Bien,  ¿y  qué  les  daremos?» 
«Pues,  de  los  dinerillos  que,  por  vía  de  aguinaldo  de  Navidad,  os  darán 
vuestros  padres  y  parientes,  señaláis  una  parte  mayor  ó  menor,  según  el 
parecer  de  cada  uno,  y  con  ella  podréis  tomar  uno  ó  varios  billetes,  que  se 
darán  por  cinco  céntimos  cada  uno,  y  con  los  cuales  podréis  lograr,  si  os 
favorece  la  suerte,  una  pequeña  imagen  del  Niño  Jesús  ó  de  la  Sma.  Vir- 
gen, que  la  Congregación  sorteará  en  obsequio  á  los  pobrecitos  del  Asilo». 
¿Qué  más  les  podréis  dar?  «Atended;  durante  las  próximas  fiestas  se  pon- 
drá en  la  mesa  de  vuestras  familias  algún  plato  de  dulces,  pasteles,  turro- 
nes, etc.;  pues  bien,  al  entregaros  vuestra  madre  la  partecita  que  os  perte- 
nece, la  envolvéis  en  un  papel  y  la  guardáis  para  el  Niño  Jesús,  ó  sea,  para 
sus  representantes,  los  pobres;  y  llegada  la  segunda  fiesta  de  Navidad, 
cada  cual  acuda  por  la  mañanita  á  la  Congregación  y  deposite  sus  regali- 
llos en  unas  canastas,  que  nos  llevaremos  al  Asilo». 

Con  esto  salen  de  la  Congregación  ofreciéndose  cada  uno  á  dar  esto 
y  aquello,  y  lo  de  más  allá...;  y  llega  el  día  de  Navidad,  y  los  doscientos 
billetes  del  sorteo  se  despachan,  y  comienzan  á  llegar  envoltorios,  que  des- 
pués de  desarrollar  papel  y  más  papel,  nos  descubren  allá  en  el  fondo  unos 
pedacitos  pequeños,  muy  pequeños,  de  dulces,  postres,  etc. 

«Padre,  dice  uno,  no  haga  caso  de  que  sean  tan  chiquitos  los  trozos, 
que  como  V.  sabe,  somos  tantos  en  número  los  de  casa,  que  para  que  algo 
nos  toque  á  cada  uno,  es  indispensable  que  sea  poco,  y  este  poco  todo  en- 
terito  lo  tiene  V.  ahí  para  los  ancianos».  —  «Muy  bien,  pobrecito,  muy 
bien,  y  que  el  Señor  te  lo  premie». 

Pero  lo  más  hermoso  es  lo  que  pasa  el  día  siguiente. 


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Les  habíamos  dicho  el  día  anterior  que  no  subieran  á  la  Congregación 
hasta  las  ocho  y  media  de  la  mañana.  Pues  bien,  no  hemos  ido  todavía  al 
desayuno  y  ya  están  esperándose  á  la  puerta:  y  allí  aguardan  media  hora  y 
otra  media,  hasta  que  al  fin  se  abren  las  puertas,  abalanzándose  gozosos 
los  niños  sobre  las  cestas  para  depositar  sus  ahorros  de  dulces  y  demás  co- 
midas propias  del  tiempo.  Y  se  llena  una  canasta,  y  otra,  y  otra,  hasta  cua- 
tro ó  cinco.  Es  verdad  que  también  los  PP.  les  ayudamos  á  llenarlas  con  lo 
que  para  este  fin  hemos  logrado  de  la  generosa  liberalidad  de  nuestros  Su- 
periores, y  con  las  cosillas  de  que  también  nos  hemos  privado  estos  días  en 
favor  de  los  asilados.  Que  no  era  justo  dejáramos  nosotros  de  hacer  lo  que 
habíamos  aconsejado  á  nuestros  Congregantes. 

Luego  se  les  rifa  la  pequeña  imagen  é  inmediatamente  camino  de  Tor- 
tosa.  ¡Qué  contentos  y  con  qué  algazara  toman  las  cestas  de  dos  en  dos,  y 
qué  ufanos  pasan  por  las  calles  de  Roquetas,  donde  toda  la  gente  se  asoma 
á  la  puerta  para  contemplar  nuestra  comitiva!  ¡Con  qué  fruición  les  estará 
mirando  Jesús  desde  el  cielo! 

Por  el  camino  cuenta  uno  las  hazañas  que  ha  realizado  para  ocultar  á 
su  padre,  republicano  furibundo,  el  porqué  de  no  comer  sus  turrones  en  la 
mesa,  como  sus  hermanitos;  el  otro  refiere  cómo  su  buena  madre  le  ha  ayu- 
dado á  que  sus  donecillos  fueran  mayores  de  lo  que  podía  esperar;  éste  de 
aquí  nos  dice  que  ha  dejado  de  almorzar  para  no  llegar  tarde  y  verse  así 
privado  de  ir  al  Asilo;  el  de  más  allá  enseña  un  gran  ramo  de  hermosas  na- 
ranjas que  corona  una  cesta,  y,  lleno  de  candoroso  entusiasmo,  dice:  «Crea, 
Padre,  que  es  el  mejor  y  el  más  cargado  que  he  podido  hallar  en  toda  la 
huerta  de  casa»;  esotros  dos  de  aquí  disputan  sobre  cuál  de  sus  botellas  de 
vino  generoso,  que  traen  para  los  pobres,  sea  más  añejo  ó  más  dulce.  Y  á 
este  tenor  son  las  conversaciones  que  se  tienen  en  los  diferentes  grupos 
que  forman  al  rededor  de  los  PP.  que  les  acompañan,  y  con  ellas  entrete- 
nidos, parece  abreviarse  el  camino  de  Roquetas  á  Tortosa. 

Llegados  á  la  ciudad,  se  distribuyen  por  diversas  calles,  para  no  lla- 
mar tanto  la  atención  de  los  tortosinos,  y  por  fin  nos  juntamos  todos  ante 
la  puerta  del  Asilo.  ¡Con  qué  impaciente  ansiedad  aguardan  aquí  la  llegada 
de  algún  grupo  rezagado!  En  cuanto  éste  aparece,  se  apresuran  á  tirar  de 
la  campanilla:  un  toque,  y  otro  á  continuación  sin>er  el  momento  de  abrir- 
se la  puerta.  «¡Bien  se  ve,  dice  uno,  que  son  ancianos  los  porteros  y  para 
su  oficio  les  faltan  ya  oídos  y  piernas!»  —  «¡Si  supieran  quiénes  somos  y  á 
qué  venimos,  exclamaba  otro,  por  cierto  que  ya  nos  hubieran  abierto!»  — 
«Esperaos,  chicos,  que  luego...»  y  aun  no  se  ha  terminado  la  frase,  cuando 
se  verifica  todo  á  una  el  abrirse  de  la  puerta  y  el  lanzarse  al  jardín,  que 

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sirve  de  antesala.  De  aquí  pasamos  á  la  salita  de  espera,  donde  se  forman 
en  semicírculo,  colocando  llenos  de  satisfacción  en  el  centro  las  canastas 
bien  repletas,  que  van  á  ofrecer  á  la  Superiora  junto  con  la  bolsita  de  di- 
nero, que  contendrá  de  7  á  9  pesetas. 

Luego,  con  el  fin  de  obsequiar  á  lo>  pobres  ancianos,  éntranse  nues- 
tros Congregantes  en  la  sala  donde  aquellos  están,  quienes,  al  ver  tanta 
gente  joven,  se  sienten  rejuvenecer.  ¡Con  qué  alborozo  les  saludan  nues- 
tros Congregantes  y  con  qué  prontitud  se  reparten  por  aquella  sala!  Y  como 
ya  conocen  á  los  ancianos,  por  haber  ido  varios  jueves  por  la  tarde  á  lavar- 
les los  pies  y  ejercer  otras  obras  de  misericordia,  no  quedan  por  cierto  pa- 
rados y  sin  saber  qué  hacerse;  antes  al  contrario,  van  del  uno  al  otro  á  darles 
las  Pascuas,  se  juntan  cariñosamente  las  descarnadas  manos  de  los  pobre- 
citos  con  las  manos  tiernas  de  nuestros  Congregantes,  quienes  les  pregun- 
tan por  su  salud,  por  sus  años  y  por  no  sé  cuántas  cosas  más  por  el  estilo. 
Cuando  ya  están  satisfechos  de  saludos,  alguno  de  los  PP.  que  les 
acompañamos,  dirige  breves  palabras  á  los  ancianos  para  decirles  á  qué 
han  venido  los  niños,  y  luego,  volviéndose  á  éstos,  les  dice:  «Si  en  vez  de 
haberos  llevado  á  este  Asilo,  os  hubiésemos  acompañado  á  Belén,  ¿no  es 
verdad  que  os  habría  gustado  muchísimo  adorar  al  Niño,  besándole  sus  tier- 
nos y  sagrados  pies?  Pues  bien,  á  Jesús  no  le  tenemos  aquí  presente,  pero 
sí  á  sus  delegados,  los  pobrecitos;  por  tanto,  los  que  conmigo  quieran  be- 
sarles los  suyos,  vengan  en  pos  de  mí».  Y  los  cuarenta  Congregantes  caen 
de  rodillas  y  van  de  uno  en  uno  besando  los  pies  de  los  ancianos,  los  cuales 
no  saben  lo  que  les  pasa  ante  aquel  espectáculo.  Así  es  que  uno  de  ellos  los 
va  bendiciendo  con  su  diestra,  cual  si  fuera  el  Papa;  otro  les  pone  sus  arru- 
gadas manos  sobre  las  cabecitas;  aquél  se  descalza  sin  reparar  en  el  frío  y 
sin  saber  qué  hacerse;  esotro  exclama:  «¿Estamos  ya  en  el  cielo?  puesto 
que  en  la  tierra  no  se  ven  obras  tan  hermosas».  Y  cierto,  este  acto  de  be- 
sar los  pies  á  los  pobrecitos  es  tan  tierno,  que  ha  logrado,  los  dos  años, 
arrancar  lágrimas  de  ternura  no  sólo  de  los  ancianos,  sino  también  de  va- 
rias Hermanitas  que  nos  están  contemplando. 

Después,  tomando  parte  de  los  regalillos  que  les  traíamos,  se  hacen 
pequeños  trozos  de  turrón  y  pastas,  que  son  servidos  á  los  ancianos  por 
nuestros  Congregantes;  asimismo  se  les  sirve  su  copita  de  vino  generoso, 
y  terminan  con  el  reparto  de  cigarrillos,  costeados  también  por  nuestros 
pequeñuelos.  ¡Y  con  qué  alegría  se  hace  la  repartición!  ¡Cómo  se  afanan 
por  no  dejar  á  ninguno  sin  su  parte  correspondiente!  ¡Cómo  preguntan  si 
tienen  ya  cigarrillos,  si  vino,  si  lo  demás!...  Mientras  los  ancianos  comen 
su  dulce  porción,  los  niños  entonan  villancicos,  á  los  que  contestan  después 


83 

con  el  suyo  las  cascadas  voces  de  los  viejos.  ¡Qué  cuadro  tan  bello!  No 
falta  entre  los  ancianos  quien,  para  manifestar  de  algún  modo  su  agradeci- 
miento y  divertir  á  los  Congregantes,  les  manda  formar  un  gran  corro,  y 
puesto  en  medio  de  ellos  les  baila  no  sé  qué  danzas  á  solas;  ni  tampoco 
deja  de  haber  algún  poeta  entre  aquellos  pobrecitos,  que  les  dirija  su  loa,  ó 
como  él  decía,  su  loba.  Uno  y  otro  son  calurosamente  aplaudidos  por  los 
Congregantes,  que  les  regalan  de  nuevo  cigarrillos,  cacahuetes,  etc.,  mien- 
tras á  los  otros  se  les  enciende  el  cigarro,  ó  se  lo  colocan  en  los  labios,  ó 
se  lo  despliegan  para  depositar  el  tabaco  en  la  mugrienta  pipa. 

En  esto  las  ancianas,  que  viven  en  la  otra  ala  del  edificio,  se  han  dado 
cuenta,  por  nuestros  cantos  y  algazara,  de  la  llegada  de  los  xiquéts,  y 
quieren  á  todo  trance  tener  parte  en  la  fiesta,  «que  no  se  lo  lleven  todo  los 
ancianos».  La  Hermanita  que  de  ellas  cuida  logra  sosegarlas  con  prometer- 
les que  luego  irán  también  los  Congregantes  á  su  departamento.  Y  henos 
aquí  que,  después  de  vitorear  nuestros  niños  mil  veces  á  los  ancianos  y  á 
las  Hermanitas  y  á  no  sé  cuántos  más,  y  después  de  mil  adioses,  se  entran 
donde  están  las  ancianas,  y  con  un  cariño  sin  igual  las  saludan,  les  dan  las 
pascuas  y  su  cosilla  de  comer,  se  les  canta  un  poquito,  y  de  prisa  y  corrien- 
do, porque  ya  es  tarde,  nos  despedimos  de  ellas  para  entrar  en  la  capilla  y 
dar  la  despedida  al  Señor. 

Allí  adoramos  al  gracioso  Niño,  que  en  su  Nacimiento  tienen  las  Her- 
manitas, cantamos  un  villancico  y  terminamos  con  el  canto  de  la  Salve. 

Al  salir,  la  Superiora,  llena  de  satisfacción,  da  las  gracias  á  los  Con- 
gregantes, que  marchan  rebosando  consuelo  y  alegría,  la  alegría  y  el  con- 
suelo de  la  buena  obra  que  acaban  de  hacer. 

De  vuelta,  y  por  el  camino,  ya  se  sabe:  no  se  habla  de  otra  cosa  en  los 
diferentes  grupos,  sino  de  tal  ó  cual  caso  ocurrido  en  aquella  memorable 
mañana;  y  con  estas  conversaciones  llegan  á  sus  casas,  y  al  sentarse  á  la 
mesa  para  comer,  refieren  á  sus  padres  cuanto  han  hecho  y  presenciado, 
logrando  con  su  relato  arrancarles  dulces  lágrimas,  como  ellos  mismos  nos 
lo  han  confesado  después. 

Y  ahí  tiene  V.  R.  contada  á  vuela  pluma  la  fiesta  del  aguinaldo  de 
Navidad,  que  estos  nuestros  buenos  Congregantes  roquetenses  vienen  ce- 
lebrando desde  hace  ya  dos  años.  Con  que  ya  ve,  amado  P.,  cómo  va  pros- 
perando esta  incipiente  Congregación  Mariana,  para  la  cual  piden  á  V.  R. 
aliquid  de  rore  caeli,  y  si  pudiera  ser,  etiam  de  pinguedine  terrae,  estos 
sus  hijos  y  siervos  en  Cto., 

JHS. 

Los  Catequistas. 


CATECISMO    DEL   BARRIO    LLAMADO 
«ARRABAL   NOVA» 


Carta  del  H.  Enrique  Heras  al  P.  Luís  Adroer 

Mayo  de  1910, 

Rdo.  P.  Luís  Adroer,  S.  J. 

Amadísimo  en  Oto.,  Padre:  Dos  cartas  tiene  ya  recibidas  V.  R.  para 
las  EDIFICANTES  sobre  los  trabajos  catequísticos  de  los  HH.  Filósofos  en 
Roquetas,  y  en  particular  acerca  de  la  Congregación  que  dirige  el  H.  Pe- 
dro José  Blanco.  Voy  á  hablarle  ahora  del  Catecismo  del  Arrabal  que  existe 
en  la  parte  superior  de  la  misma  ciudad  (llamado  L' Arrabal  Nova) ,  Cate- 
cismo á  que  fui  destinado  hace  algunos  meses. 

Los  actos  de  este  Catecismo  son  harto  diferentes  de  los  de  Roquetas: 
rurales  en  todo,  pues  aun  la  gente  es  más  sencilla  que  la  de  aquella  ciudad. 
Apenas  llegamos  los  dos  catequistas,  á  eso  de  la  una  y  cuarto  ya  nos  vemos 
rodeados  de  una  porción  de  chicos  y  chicas,  puede  asegurarse  de  todos  los 
del  Arrabal.  Da  gusto  ver  cómo  nos  siguen  cuando  recorremos  las  calles  to- 
cando la  campanilla  para  que  todos  acudan  á  Catecismo:  grandes  y  peque- 
ños, hombres  y  mujeres,  niños  y  viejos.  Y  apenas  nos  detenemos  en 
cualquier  encrucijada  ó  casa  para  hablar  con  alguien,  verá  V.  R.  ácasi  todas 
las  niñas  sentadas  en  derredor  nuestro  en  sendas  sillitas,  dispuestas  á  res- 
ponder en  sitio  tan  público  á  las  preguntas  del  Catecismo. 

Para  los  actos  del  Catecismo  usamos  una  capillita  de  una  casa  parti- 
cular, á  donde  acude  por  término  medio  un  centenar  de  personas.  ¡Lástima 
que  la  capilla  sea  tan  chica,  pues  casi  siempre  ha  de  quedarse  alguien  fuera 
de  ella! 

Ya  recordará  V.  R.  las  instancias  que  se  hacían  durante  el  curso  pa- 
sado, por  parte  de  aquella  buena  gente,  para  obtener  la  construcción  de 
una  iglesita  ó  capilla  pública,  á  la  manera  de  la  del  Arrabal  de  Cristo; 
pero  había  absokita  falta  de  recursos.  Por  esto,  abandonada  por  de  pronto 


8é 

la  idea,  se  pensó  en  otro  medio  para  enfervorizar  á  la  gente,  y  fué  éste,  ya 
usado  en  otros  puntos,  v,  gr.:  en  la  huerta  de  Orihuela.  Adquirir  una  ima- 
gen del  Sdo.  Corazón  de  Jesús  que  habitase  en  cada  casa  del  Arrabal  por 
espacio  de  una  semana:  de  esta  manera  tendría  el  divino  Corazón  un  tem- 
plo en  cada  casa,  y  los  corazones  de  los  arrabaleros  se  inflamarían  en  su 
amor,  según  una  de  aquellas  tan  regaladas  promesas:  «Las  almas  tibias  se 
harán  fervorosas,  y  las  fervorosas  se  alzarán  á  gran  perfección». 

Propúsose  esta  idea  un  domingo  de  Enero  en  la  plática  del  Catecismo, 
y  al  parecer  no  cuajó  entre  aquella  gente:  no  lo  habían  visto  nunca  aquello, 
era  cosa  nueva.  Así  lo  expuso  á  los  catequistas  una  mujer  como  si  viniese 
en  representación  de  las  demás.  Con  todo  no  se  desistió  de  la  idea;  hablóse 
al  Sr.  Cura,  y  complacióle.  Confiando,  pues,  en  el  divino  Corazón,  que 
tiene  prometido  bendecir  todas  las  empresas  de  sus  devotos,  mi  compañero 
el  H.  Ramón  M.  Bolos  escribió  á  un  celoso  sacerdote  de  Sarria,  Mossén 
José  Giró,  que  regala  imágenes  del  Corazón  deífico  para  ser  veneradas  en 
las  iglesias  de  Cataluña,  proponiéndole  nuestro  plan  y  pidiéndole  una  limos- 
nita.  Al  cabo  de  tres  meses  se  recibió  una  carta  del  escultor,  anunciando 
que,  por  encargo  del  Sr.  Giró,  nos  mandaba  la  imagen  del  Sdo.  Corazón,  y 
ella  llegó  el  día  del  glorioso  Patriarca  S.  José.  Nada  de  todo  esto  se  había 
dicho  á  los  arrabaleros;  al  otro  domingo  se  anunció  la  cosa  á  tres  ó  cuatro 
privadamente,  y  en  adelante  todo  lo  que  se  hizo  fué  obra  solamente  del  deí- 
fico Corazón.  Es  humanamente  inconcebible  el  entusiasmo  que  cundió  por 
aquel  pueblo,  dada  la  frialdad  con  que  recibieron  al  principio  la  idea.  Si  hu- 
biese estado  V.  R.  en  el  Arrabal  el  día  de  la  Ascensión,  jueves  pasado,  se 
hubiera  preguntado  indudablemente:  «¿Estos  son  aquéllos?»  Es  que  el  Sa- 
grado Corazón  comenzaba  á  inflamar  sus  pechos,  aun  antes  de  habitar  entre 
ellos. 

El  domingo  siguiente,  el  H.  Bolos,  terminado  el  Catecismo,  mostró  á  la 
poca  gente  que  quedaba  en  la  capilla  una  libreta,  diciéndoles  al  mismo 
tiempo:  «Esta  libreta  servirá  para  apuntar  los  nombres  de  las  familias  que 
deseen  tener  en  sus  casas  el  Sdo.  Corazón».  No  se  forzó  á  nadie;  la  cosa 
había  de  ser  voluntaria:  al  instante  quedaron  apuntadas  17  familias.  El  otro 
domingo  ya  eran  36,  y  así  se  han  ido  apuntando,  siendo  al  presente  unas 
60  las  familias  que  desean  tenerlo.  Viendo,  pues,  que  el  asunto  marchaba 
viento  en  popa,  compramos  algunos  centenares  de  estampas  en  que  apare- 
cía el  divino  Corazón  llamando  á  la  puerta  de  una  casa,  estampas  que  te- 
nían que  repartirse  como  recuerdo  el  día  de  la  entrada  del  Sdo.  Corazón  en 
el  Arrabal,  junto  con  una  hojita,  impresa  exprofeso  en  Tortosa,  en  que  iba 
un  himno  al  Sdo.  Corazón  y  un  acto  de  consagración  compuesto  para  que  lo 


rezasen  diariamente  en  familia  los  arrabaleros,  acto  que  se  dignó  indulgen- 
ciar nuestro  amadísimo  Sr.  Obispo. 

Inmediatamente  escribí  yo  á  una  familia  de  Barcelona  (ya  puede  pensar 
V.  R.  qué  familia  sería),  pidiendo  media  docena  de  globos  para  elevarlos  el 
día  de  la  fiesta.  El  divino  Corazón  bendecía  nuestra  empresa.  Vinieron  los 
globos  pedidos,  y  media  docena  más.  Todo  iba,  pues,  á  pedir  de  boca. 

Encargamos  también  al  carpintero  de  Roquetas  la  construcción  de  una 
peana  en  forma  de  andas  que  sirviese  para  trasladar  la  imagen  de  casa  en 
casa,  y  una  mesita  para  depositar  en  ella  la  peana;  peana  y  mesa  que,  mo- 
destamente doradas,  son  sin  duda  los  dos  muebles  mejores  de  todo  nuestro 
Arrabal . 

Y  entre  tanto  ¿estaba  animada  la  gente?  ¡Pues,  no  lo  había  de  estar! 
Como  que  ellos  mismos  formaron  una  junta  para  adornar  la  plazoleta  en 
que  había  de  bendecirse  la  imagen;  ellos,  sin  decirnos  nada  á  los  Catequis- 
tas, fuéronse  á  nuestra  portería  del  Jesús  á  pedir  colgaduras,  que  les  fue- 
ron benévolamente  concedidas  por  el  P.  Rector;  ellos  mismos  pidieron 
limosna  por  el  pueblo  para  pagar  la  banda  de  música  que  tenía  que  acudir 
desde  Tortosa,  consiguiendo  recoger  lo  suficiente,  y  aun  la  misma  mañana 
de  la  fiesta  se  recogió  alguna  pesetita  más  para  que  el  sacristán  repicase 
gordo  y  bueQO  en  la  Parroquia,  Verdaderamente  que  aquello  era  hermosí- 
simo: bien  á  las  claras  se  veía  que  andaba  de  por  medio  el  Sdo.  Corazón  y 
que  El  lo  había  tomado  por  su  cuenta. 

Llegó  por  fin  el  día  de  la  Ascensión  del  Señor,  5  de  Mayo.  Ya  desde 
la  víspera  por  la  tarde  se  comenzó  á  ver  desusado  movimiento  en  las  calles 
para  hincar  en  varios  sitios  palos  que,  adornados  con  ramaje,  hiciesen  las 
veces  de  arcos  de  triunfo.  A  media  mañana  del  gran  día  fuimos  á  ver  cómo 
habían  arreglado  la  plaza  y  calles  contiguas.  De  veras,  amadísimo  Padre, 
que  daba  gozo  ver  el  movimiento  que  reinaba  allí:  todos,  hombres,  mujeres 
y  niños,  se  ocupaban  en  adornar,  como  en  santa  porfía,  sus  casas,  y  se  ayu- 
daban mutuamente:  banderolas,  estandartes,  letreros  alusivos,  salomones 
de  alambre  con  flores  de  papel,  farolillos  de  colores,  y  qué  se  yo  cuántas 
'cosas  más,  que  jamás  había  pensado  supiesen  hacer  aquellas  buenas  gentes, 
aparecieron  aquel  día  en  las  calles  del  Arrabal  para  honrar  al  Corazón  deí- 
fico. No  hay  que  decir  que  todos  los  mejores  sobrecamas  del  pueblo  apare- 
cieron también  en  las  ventanas. 

En  medio  de  la  plazoleta  habían  colocado  una  mesa  bajo  un  dosel  ador- 
nado con  banderolas  y  ramaje;  allí,  ante  una  imagen  de  la  Inmaculada,  se 
rezó  el  santo  Rosario  á  las  cinco  de  la  tarde,  al  que  acudió  mucha  gente  del 
Arrabal,  y  aun  mucha  también  de  Roquetas.  Terminado  el  santo  Rosario,  se 


I 


87 

elevaron  tres  globos  solamente,  pues  el  viento  impedía  elevarlos  otros.  En- 
tretanto iba  llegando  más  y  más  gente,  ya  de  Roquetas,  ya  del  Arrabal 
de  Cristo  y  aun  de  Tortosa;  también  vinieron  los  Hermanos  Mico  y  Villa- 
longa  con  sus  Congregantes.  A  las  seis  y  media,  llena  del  todo  la  plaza, 
nos  dirigimos  todos  á  la  casa  llamada  del  Portugués,  á  medio  camino  del 
Observatorio.  Ya  estaba  allí  esperándonos  la  imagen  del  Sdo.  Corazón  co- 
locada sobre  una  mesita.  Llegada  la  banda  de  música,  ordenóse  la  proce- 
sión á  los  acordes  de  la  Marcha  real.  ¡Qué  lindo  era,  amadísimo  Padre,  ver 
aquellas  dos  largas  filas  de  niños  y  niñas  atravesar  por  entre  los  crecidos 
trigales  cantando  con  crecido  entusiasmo  varios  cantos  al  Corazón  bendito 
de  Jesús!  A  las  niñas  y  niños  seguían  los  hombres,  y  luego  el  Sdo.  Cora- 
zón, llevado  por  cuatro  robustos  mozos.  Venían  luego  las  mujeres  detrás 
de  la  banda  en  dos  interminables  filas.  Al  llegar  la  procesión  á  la  calle  ma- 
yor de  Roquetas,  y  sobre  todo  al  entrar  en  la  plazoleta  del  Arrabal,  el  en- 
tusiasmo y  fervor  creció  muchísimo.  A  los  acordes  de  la  música  sucedían 
los  cantos;  á  éstos,  vivas  atronadores  al  Sdo.  Corazón,  á  la  Iglesia  Cató- 
lica, al  Papa-Rey,  á  Roquetas,  al  Arrabal  y  al  Sr.  Cura,  que  se  había  dig- 
nado subir,  á  pesar  de  sus  achaques,  para  bendecir  la  imagen.  Colocada 
ésta  en  el  altar  del  centro  de  la  plaza,  el  Sr.  Cura  bendijo  la  imagen,  des- 
pués de  lo  cual  el  H.  Bolos  habló  brevemente  al  pueblo  desde  un  improvi- 
sado pulpito,  que  no  era  otra  cosa  que  un  carro  adornado  con  colgaduras 
rojas  y  ramas  de  boj.  Estaba  ronco,  pero  se  le. oyó  muy  bien  desde  toda  la 
plaza:  nada  dijo  de  lo  que  tenía  preparado;  en  casos  semejantes  piérdese  la 
memoria  y  entonces  sólo  el  corazón  del  orador  sabe  abrirse  paso  para  pene- 
trar en  el  de  los  oyentes. 

Y  aquí  viene.  Padre,  la  parte  más  hermosa  y  edificante  de  nuestra 
fiesta.  Hay  en  el  Arrabal  un  hombre  de  45  á  50  años  de  edad,  Juan  por 
nombre,  que  yace  en  el  lecho,  de  un  año  á  esta  parte,  destrozada  la  gar- 
ganta y  la  extremidad  posterior  de  la  lengua  por  un  terrible  cáncer.  Es  el 
tal  Juan  un  hombre  de  paciencia  extraordinaria,  de  una  fe  de  Abraham,  en 
suma,  el  mejor  quizá  de  todos  nuestros  arrabaleros.  Pues  bien,  por  petición 
unánime  y  espontánea  del  pueblo,  que  quiso  obrar  con  él  este  admirable 
acto  de  caridad,  se  le  llevó  el  Sdo.  Corazón  á  su  casa,  sin  sorteo  alguno,  á 
los  acordes  de  la  Marcha  real.  ¡Qué  sarto  regocijo  inundaba  el  pecho  del 
pobrecito  ya  desde  la  manara!  La  calle  estaba  ller.í;ima,  é  ilumirada  por  lu- 
ces de  bengala  y  muchos  farolillos  y  candilejas.  Puesto  el  Sdo.  Corazón  de 
cara  al  pueblo,  dióles  las  gracias  el  H.  Bolos  por  el  hermoso  acto  de  caridad 
que  habían  obrado  con  aquel  su  hermano,  á  quien  tenía  escogido  el  Señor 
para  que  le  imitase  en  la  paciencia  y  en  los  sufrimientos,  y  acto  seguido  re- 


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zóse  un  Pater  noster  para  que  el  Sdo.  Corazón  bendijese  aquella  casa. 
La  multitud  rezó  la  oración  con  lágrimas  abundantes  (y  he  de  confesar  que 
también  yo  lloré),  después  de  lo  cual  se  subió  la  imagen  al  aposento  del  en- 
fermo para  que  fuese  el  Corazón  divino  su  mejor  médico  y  enfermero  y  su 
más  dulce  consuelo.  Terminaron  la  fiesta  algunos  fuegos  de  artificio;  eran 
entonces  las  8  de  la  noche. 

Esta  es,  amado  Padre,  la  fiesta  que  deseaba  narrarle  para  edificación 
de  todos.  Nosotros  esperamos,  y  ya  se  han  comenzado  á  ver  los  frutos,  que 
el  Sdo.  Corazón  bendecirá  y  enfervorizará  á  nuestros  buenos  arrabaleros. 
El  primer  traslado  que  se  hizo  desde  la  casa  del  enfermo  hasta  la  otra,  en 
que  cayó  por  suerte,  fué  concurridísimo;  la  fachada  de  la  casa  estaba  ador- 
nada, y  la  dueña,  al  tener  en  su  casa  la  imagen,  repartió  á  la  rebatiña  entre 
la  gente  menuda  un  paquete  de  peladillas.  También  había  alquilado  á  unos 
cieguecitos  que  tocasen  la  Marcha  real. 

El  H.  Bolos  me  encarga  le  salude  muy  de  veras,  y  que  tome  ésta  por 
suya,  pueb  por  su  encargo  y  en  nombre  de  los  dos  la  he  escrito. 

En  las  00.  y  SS.  SS.  de  \ .  R.  se  encomienda  este  su  ínfimo  siervo 
eii  Cto.. 

JHS. 

Enrique  Heras,  S.  J. 


EL  R.  P.  MARIANO   BALCELLS 
t  2  OCTUBRE  1911  EN  BOSTON  (ESTADOS  UNIDOS) 


Relación  necrológica  por  el  P.  Ricardo  Girara 

Un  cablegrama  de  Estados  Unidos  ha  traído  hace  pocos  días  una  triste 
noticia  para  la  Compañía  de  Jesús,  para  el  Observatorio  del  Ebro  y  en  ge- 
neral para  los  amantes  de  la  Ciencia.  El  P.  Mariano  Balcélls,  S.  J.,  nacido 
en  Tarragona  el  8  de  Mayo  de  1864,  ingresado  en  la  Compañía  de  Jesús, 
siendo  Capitán  de  Ingenieros,  el  23  de  Septiembre  de  1S95,  colaborador 
insigne  del  Observatorio  del  Ebro  desde  su  fundación  en  1904.  ha  descan- 
sado en  el  Señor  en  Boston  el  2  del  corriente  mes  de  Octubre  de  1911 
mientras  ampliaba  y  profundizaba  sus  estudios  físico-matemáticos  en  el 
«Politécnico»  de  Massachusetts. 

No  es  fácil  que  el  que  no  conoció  personalmente  al  P.  Balcélls  durante 
su  vida  religiosa,  pueda  hacerse  cargo  del  extraordinario  empeño  con  que 
aplicó  sus  fuerzas  y  talentos,  que  superaban  en  mucho  la  vulgaridad,  á  con- 
seguir las  virtudes  propias  de  su  estado  y  á  adornar  su  espíritu  con  los  co- 
nocimientos literarios  y  filosóficos  que  habían  de  habilitarlo  para  cualquiera 
de  las  funciones  propias  del  sagrado  ministerio. 

A  los  33  años  de  edad  emprendía,  el  poco  antes  pundonoroso  Capitán 
de  Ingenieros,  su  carrera  literaria  con  los  enfadosos  rudimentos  de  la  gra- 
mática latina  y  griega,  y  pronto  se  echó  de  ver  que  aquel  espíritu,  cultivado 
hasta  entonces  en  las  Ciencias  matemáticas,  tenía  un  corazón  y  una  imagi- 
nación capaces  de  dar  vida  á  los  conocimientos  más  abstractos,  y  de  con- 
vertirle, si  la  muerte  no  le  atajara,  en  un  insigne  vulgarizador  de  la  Cien- 
cia; ya  por  medio  de  artículos,  como  los  que  comenzó  *á  escribir  poco  ha  en 
una  revista  científica,  ya  cultivando  aun  la  novela,  que  recientemente  co- 
menzaba á  idear  bajo  el  título  de  El  Transplanetario  Secchi  —  Lecciones 
á  través  de  los  Astros  —  en  la  que  aplicando  los  descubrimientos  más  mo- 
dernos habría  viajado  á  través  de  los  espacios  interplanetarios,  superando 


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quizás,  no  digo  en  ciencia,  que  esto  no  era  difícil,  sino  en  imaginación  é  in- 
terés al  mismo  Julio  Verne. 

Con  el  fin  de  atesorar  abundante  materia  para  su  infatigable  pluma  de 
escritor,  echados  ya  los  fundamentos  científicos  de  su  carrera  militar,  más 
los  literarios,  filosóficos  y  aún  los  teológicos  de  la  Compañía  de  Jesús,  te- 
nía el  P.  Balcélls  necesidad  de  incorporarse  con  la  mayor  extensión  ó  inten- 
sidad posible  los  conocimientos  modernos  de  la  Física-química  y  ampliar  los 
estudios  matemáticos  que  para  ello  se  requieren.  Excesivo  fué  el  empeño 
que  puso  en  esta  noble  pretensión;  pues  al  trabajo  de  suyo  ya  extraordi- 
nario del  Observatorio  —  especialmente  el  que  dedicó  primero  á  la  cons- 
trucción de  todos  los  pabellones,  y  después  para  conseguir  la  buena  marcha 
del  complicado  instrumento  llamado  Espectroheliógrafo  —  añadía  horas  y 
horas  dedicadas  al  estudio,  y  á  recopilación  de  las  principales  obras  de  as- 
tronomía. La  Memoria  n.°  2  La  Observación  Solar  es  tan  sólo  la  tercera 
parte  de  una  obra  inédita  sobre  el  Sol,  que  escribió  en  aquellos  tiempos. 

Esto  era  poco  para  el  P.  Balcélls  que  aspiraba  á  abarcar  en  poco  tiempo 
cuanto  se  pudiese  aprender  en  las  grandes  Escuelas  científicas;  mas  vio  col- 
mado su  deseo  al  encontrarse  en  Boston  rodeado  de  todos  los  medios  en  el 
«Politécnico»  de  Massachusetts,  que  goza  de  una  reputación  extraordinaria 
no  sólo  en  Estados  Unidos,  sino  también  en  toda  Europa.  La  fama  de  estu- 
diante de  ingenio  privilegiado  y  aplicación  inaudita  que  adquirió  en  aquella 
famosa  Escuela,  llegó  á  tal  punto  que  honra  no  sólo  á  su  persona,  sino  tam- 
bién á  cuantos  tienen  para  con  él  algunos  lazos  de  amistad,  y  aun  á  nuestra 
Patria.  Hace  poco,  más  de  un  año,  que  asistía  —  el  que  esto  escribe  —  al 
Congreso  de  la  Unión  Internacional  de  Estudios  Solares  en  Mount  Wilson, 
California,  cuando  allí  acercándoseme  uno  de  los  astrónomos  norteamerica- 
nos, me  preguntó:— ¿Conoce  V.  á  un  español  llamado  Balcélls,  que  estudia 
en  el  «Politéctico»  de  Boston?  —  Sí,  señor,  bastante...,  contesté,  ¿por  qué 
meló  pregunta  V.?— Porque  en  mi  viaje,  viniendo  á  California,  me  habló  de 
él  uno  del  «Politécnico»,  y  me  dijo  que  era  el  mejor  estudiante  de  aquel 
Centro  científico. 

A  este  propósito,  creo  que  se  leerá  con  gusto  un  párrafo  de  una  carta 
que  me  dirigió  el  mismo  P.  Balcélls  con  fecha  27  de  Mayo  de  este  año,  ha- 
blando con  la  franqueza  y  estilo  familiar  correspondiente:  «Ayer  —  escribe 
—  di  el  último  examen  de  Física-matemática,  y  con  él  he  terminado  el  cur- 
so y  de  hecho  me  encuentro  en  el  cuarto  año  de  la  carrera,  y  no  me  queda 
más  que  (poco  más  ó  menos)  materia  para  un  año  ordinario  de  la  Escuela. 
Digo  un  solo  año,  porque  tendré  todas  las  materias  de  cuarto  año,  excepto 
la  Astronomía,  que  tengo  aprobada:  1.°  Porque  tengo  aprobado  un  largo 


Curso  de  Astronomía  y  Geodesia  en  la  Escuela  de  Ingenieros;  2.°  Por  ha- 
"ber  estado  dos  años  en  trabajos  geodésicos  en  el  Ejército;  3.°  Por  haber 
estado  tres  años  en  el  Observatorio;  4.^  Por  mi  memoria  — Z,a  Observa- 
ción Solar.  —  Y  tengo  además  la  Teoría  matemática  de  la  Electricidad, 
que  he  estudiado  este  año,  y  esto  ciertamente  es  lo  más  difícil  de  la  Físi- 
ca-matemática. Creo  que,  por  la  Misericordia  de  Dios,  tengo  vencida  la 
dificultad  de  mi  empresa. 

»Ya  le  dije  á  V.  R.  que  me  pusieron  en  una  clase  de  especialistas  en 
química  (Estudiantes  para  Licenciatura  é  Ingenieros  químicos)  doce  en  jun- 
to, y  con  once  horas  de  Química  á  la  semana.  Quiso  Dios  Nuestro  Señor  que 
dos  horas  de  Química  coincidiesen  con  dos  de  Electricidad  teórica,  y  así  me 
vi  obligado  á  ir  á  ver  al  Dr.  Blanchard  —  un  joven  americano  extremada- 
mente inteligente  y  nervioso,  graduado  primero  en  el  «Politécnico»,  y  des- 
pués doctorado  en  Alemania  —  y  le  dije:  «Mire,  tengo  incompatibilidad  con 
dos  horas  de  Física  teórica».  —  «¡Imposible!,  me  respondió,  no  puede  usted 
perder  dos  horas  de  síntesis  á  la  semana».  —  «Pero  mire  V.  que  la  Teoría 
matemática  de  la  Electricidad  es  el  fundamento  de  la  Física  moderna,  y  lo 
más  interesante  en  mis  estudios»,  le  repliqué.  —Dijo  él:  «Bueno,  bueno, 
haga  como  quiera,  pero  le  advierto  que  no  hay  en  el  mundo  quien  pueda  ir 
adelante  con  el  curso  de  Síntesis  Inorgánica,  perdiendo  dos  horas  á  la  se- 
mana». Considera,  alma  cristiana,  mi  aflicción.  Yo  me  di  por  muerto,  y  no 
me  quedó  otro  recurso  que  encomendarme  á  Dios  y  confiar  en  Él.  Cinco  se- 
manas de  urgirme  y  atormentarme  todo  lo  posible.  A  la  sexta  semana  fui 
con  un  preparado  y  con  la  libreta  de  las  discusiones  al  cuarto  de  los  Profe- 
sores, y  me  dirigí  á  otro  profesor  para  que  examinase  el  producto  y  juz- 
gase la  discusión.  El  Dr.  Blanchard  estaba  presente,  y  dijo:  «No,  no,  ven- 
ga, quiero  verlo  yo».  «  Verge  Santíssima  del  Carme!»,  dije  yo  para  mis 
adentros.  Examinó  primero  el  producto  (cristales  moclínicos  de  ammonio- 
copper-chloride),  y  vi  que  la  cosa  no  iba  mal;  cogió  después  el  cuaderno  de 
las  discusiones  y  lo  leyó  dos  ó  tres  veces  con  profunda  atención.  Levantó 
luego  la  cabeza,  su  cara  estaba  radiante:  —  Muy  bien,  muy  bien,  me  dijo; 
le  felicito  porque  me  ha  llevado  á  cabo  esta  preparación  y  especialmente 
me  la  ha  discutido  con  espíritu  verdaderamente  científico;  y  luego  añadió: 
Yo  le  dije  que  no  se  podía  ir  adelante  en  síntesis  perdiendo  dos  horas  á 
la  semana;  me  equivoqué;  V.  no  sólo  va  adelante,  sino  que  va  adelante  con 
garbo.  —  Dios  Nuestro  Señor  había  deshecho  la  dificultad».  Hasta  aquí  el 
P.  Balcélls  en  su  edificante  sencillez. 

Con  esto  se  comprenderá  que  contaba  el  P.  Balcélls  con  la  benevolen- 
cia y  casi  admiración  de  los  Profesores,  y  esto  le  hacía  posible  ir  derecha- 


92 

mente  al  Doctorado,  grado  rarísimo  en  el  «Politécnico»  en  esta  clase  de 
estudios,  pues  en  más  de  treinta  años  de  existencia  que  tiene  aquella  Es- 
cuela, sólo  cinco  ó  seis  han  llegado  á  obtenerlo. 

Estos  éxitos  asombrosos  no  los  conseguía  el  P.  Balcélls  sin  grandes 
dispendios  de  su  importante  salud,  quebrantando  tanto  más , sus  fuerzas, 
cuanto  que  el  entusiasmo  que  sentía  y  el  vivo  placer  que  encontraba  en  los 
estudios  no  le  hacía  notar  cansancio  ni  fatiga,  y  era  causa  que  no  tan  sólo 
olvidase  con  demasiada  frecuencia  la  imprescindible  necesidad  de  alimen- 
tarse convenientemente,  sino  también  el  dar  al  cuerpo  el  descanso  que  la 
naturaleza  con  exigencia  reclama.  Sus  vigilias  prolongadas  y  el  excesivo 
trabajo  le  han  llevado  rápidamente  al  fin  de  sus  días,  cuando  su  alma  esta- 
ba llena  de  grandes  planes,  y  cuando  abrigábamos  fundadas  esperanzas  de 
ver  en  él  el  principal  factor  de  una  importante  obra  de  vulgarización  cien- 
tífica que  estamos  meditando. 

Cualquiera  creería  que  estando  el  P.  Balcélls  tan  penetrado  y  como 
absorbido  por  grandes  planes  y  proyectos,  había  de  mirar  con  rostro  airado 
á  la  siempre  terrible  muerte,  cuando  advirtiese,  por  los  síntomas  de  su  en- 
fermedad, que  venía  en, tiempo  al  parecer  tan  inoportuno  á  cortar  tan  gran- 
des y  bellas  esperanzas.  No  fué  así:  las  grandes  virtudes  de  su  alma  se  so- 
brepusieron á  todo,  y  para  decirlo  mejor,  todos  aquellos  planes,  todo  aquel 
entusiasmo,  no  lo  dirigía  á  su  propia  gloria;  quería  con  ello  servir  á  Dios,  á 
la  causa  católica,  á  la  Compañía  de  Jesús,  y  al  Observatorio  del  Ebro;  por 
consiguiente,  si  el  Señor  lo  disponía  de  otro  modo,  ¿qué  hacer?  besar  su 
bendita  mano  y  adorar  su  Divina  Providencia!  Esto  y  algo  más  hizo  el  Pa- 
dre Balcélls,  como  puede  verse  por  la  carta  que  me  escribió  en  19  de  Agos- 
to, que  no  pude  leer  sin  lágrimas,  y  que  en  parte  copio  á  continuación: 

«Mi  muy  amado  en  Cto.,  P.  Cirera:  V.  R.  dirá:  «á  este  hombre  le  ha 
entrado  ahora  la  manía  de  escribir»;  pero  lo  peor  es  que  lo  más  probable 
será  que  esta  sea  mi  última  carta.  Aquella  disentería  me  dejó  una  gran  de- 
bilidad de  la  que  no  me  puedo  librar,  y  así  degeneró  en  un  fuerte  ataque 
de  corazón,  y  según  opinión  de  los  médicos  estoy  muy  grave...  Tengo  una 
alegría  extraordinaria  —  ¡qué  cosa  tan  rara!  —  un  nuevo  género  de  gozo 
en  mi  alma  que  no  había  sentido  jamás.  Sufro  bastante  en  mi  cuerpo,  pues 
se  me  hinchan  las  piernas,  y  tengo  bastantes  ataques  de  asfixia;  pero  á  pe- 
sar de  esto  mi  alegría  va  en  aumento.  Dios  Nuestro  Señor  ha  quitado  de 
mi  mente  todos  mis  planes,  y  me  parece  que  yo  no  tengo  nada  que  hacer 
en  este  mundo.  Mi  afectuoso  adiós  á  todos  los  de  la  Casa  de  San  José  y 
especialmente  á  los  del  Observatorio.  Al  P.  García  (Molla)  que  diga  mu- 
chas Misas  por  mi  alma,  y  que  sea  un  buen  jesuíta.  Adiós,  Padre  mío.  Dios 


93 

le  colme  de  bendiciones.  En  los  santos  sacrificios  y  oraciones  de  V.  R. 
mucho  se  encomienda  su  hermano  y  siervo  en  Cristo,  Mariano  Bal- 
CÉLLS,  S.  J.» 

Si  el  P.  Balcells  fué  grande  y  extraordinario  en  su  vida,  nadie  dudará 
que  se  ha  manifestado  superior  á  sí  mismo  en  su  muerte;  y  que  su  grande 
alma  habrá  ya  recibido  de  Dios  el  premio  correspondiente  á  sus  heroicas 
virtudes.  Por  esta  razón  estoy  convencido  que  aun  ahora  puede  ayudar  á 
la  empresa  del  Observatorio  rogando  por  ella  delante  de  Dios,  y  que  no  de- 
jará de  hacerlo  con  empeño,  compensando  así  la  inmensa  pérdida  sufrida 
con  su  temprana  é  inesperada  muerte. 

Ailadimos  una  nota  bibliográfica  de  algunos  trabajos  publicados  y  de 
otros  inéditos  de  que  tenemos  noticia. 

a)  Una  obra  inédita  sobre  el  Sol,  cuya  tercera  parte,  que  trata  con 
especial  atención  y  detenimiento  de  los  aparatos  y  métodos  de  observación 
de  la  Sección  Astrofísica  del  Observatorio,  se  publicó  como  memoria  del 
mismo  Observatorio  con  el  título  La  Observación  Solar,  alabada  por  va- 
rias eminencias  extrangeras  y  revistas. 

b)  Otra  también  inédita  con  el  título  Astronomía  popular. 

c)  Varias  Notas  á  la  Academia  de  Ciencias  de  París  —  que  presentó 
con  el  P.  Cirera  —  sobre  las  relaciones  de  la  actividad  solar  y  las  pertur- 
baciones ó  variaciones  eléctricas  y  magnéticas. 

d)  Artículos  en  <^ Razón  y  Fey>,  titulados  La  Sección  Astrofísica 
del  Observatorio  del  Ebro. 

e)  Estudio  de  una  reciente  perturbación  cósmica  registrada  en 
el  Observatorio  del  Ebro. 

f)  Las  bajas  temperaturas  y  los  gases,— ser\^  de  artículos  —  bajo 
el  pseudónimo  Otto  de  Majobell. 

g)  Varias  relaciones  inéditas  referentes  á  episodios  interesantes  du- 
rante su  permanencia  en  los  Estados  Unidos. 


COLEGIO  DE  NTRA.  SRA.  DE  VERUELA 


INAUGURACIÓN  DE  UNA  ESTATUA 
DEL  SDO.  CORAZÓN  DE  JESÚS  EN  TRASMOZ 


Carta  del  H.  Escolar  Sabino  Marco  al  H.  Escolar  Fernando  Sacasa 

Veruela,  12  de  Junio  de  191 1 . 

Carísimo  hermano  Sacasa: 

He  pedido  permiso  al  P.  Rector  para  decirle  en  castellano  cuatro  pala- 
bras sobre  la  fiestecita  que  el  4  de  este  mes  hicimos  en  Trasmoz. 

Y  ante  todo,  un  poco  de  historia.  El  primer  domingo  de  curso,  pública- 
mente en  la  iglesia  pusimos  al  pueblo  y  á  nuestras  tareas  catequísticas  bajo 
la  protección  del  Sagrado  Corazón.  Y  al  considerar  el  mal  estado  en  que 
dicho  pueblo  se  hallaba  ¡cuan  bien  caería,  nos  dijimos,  sobre  el  altar  una  es- 
tatua del  divino  Amador  de  los  hombres,  que  excitara  la  atención  y  reve- 
rencia y  diera  incremento  á  la  piedad  y  devoción  casi  extinguidas!  Pero  ¿en 
dónde  encontrarla?  Llegó  á  oídos  del  prefecto  del  catecismo  que  en  Barce- 
lona se  presentaba  ocasión  propicia  y  acudió  por  cartas  á  un  sacerdote  ami- 
go suyo.  Por  nuestra  parte  ofrecimos  el  rosario  de  los  niños,  varios  domin- 
gos, á  esta  intención.  Poco  después,  con  gran  consuelo  y  regocijo  de  todos 
supimos  que,  gracias  á  la  benignidad  de  una  señora  de  aquella  capital,  cu- 
yo nombre  no  hemos  podido  averiguar,  la  imagen  estaba  concedida. 

Como  preparación  remota  para  la  fiesta,  venciendo  repugnancias  y  des- 
denes, logramos  que  el  día  de  año  nuevo  se  acercaran  por  primera  vez  á  la 
sagrada  mesa  una  porción  de  niños  y  que  continuaran  llegándose  con  fre- 
cuencia para  que  los  mayores  perdieran  el  empacho;  así  que  el  grupo  de  los 
que  no  cumplían  con  Pascua  disminuyó  bastante. 


95 

Vino  por  fin  la  noticia  de  que  la  imagen  estaba  á  nuestra  disposición  y 
procedimos  á  la  preparación  más  inmediata,  enseñándoles  la  misa  de  Vila- 
seca,  pero  como  esto  nos  ocupaba  demasiado,  con  muy  buen  acuerdo  del 
P,  Rector  hubimos  de  ponerlo  en  manos  del  párroco,  quien  les  enseñó  no  la 
de  Vilaseca,  sino  la  de  Angelis,  Nombró  él  mismo  una  junta  organizadora, 
concertó  la  música  é  invitó  á  los  párrocos  de  los  pueblos  vecinos  para  que 
contribuyeran  al  esplendor  de  la  fiesta.  Y  henos  ya  en  el  día  de  Pentecos- 
tés designado  para  ella.  Preparáronse  con  un  triduo  que  dio  nuestro  P.  Riba 
con  un  lleno  completo  en  la  iglesia. 

El  sábado  nos  presentamos  allí  de  improviso  y  no  nos  engañaba  el  cora- 
zón. Habíase  forjado  nuestra  fantasía  una  extraordinaria  animación,  y  en 
efecto,  desde  antes  de  las  cinco  de  la  mañana,  en  que  algunos  vinieron  á  ca- 
sa á  buscar  flores,  todo  el  pueblo  estaba  en  movimiento.  Unos  arreglaban 
arcos,  despedregaban  otros  las  calles  por  donde  debía  pasar  la  procesión  y 
muchos  acudían  á  reconciliarse  con  Dios. 

Díjonos  el  señor  Cura  que  la  música  se  negaba  á  venir  por  temor  de  no 
hallar  alojamiento,  é  inmediatamente  partió  un  propio  á  ajustar  otra,  mien- 
tras el  prefecto,  con  uno  de  los  catequistas,  recorría  algunas  casas,  pidien- 
do tuvieran  á  bien  dar  de  comer  á  los  músicos,  lo  que  no  fué  difícil  conse- 
guir. 

El  domingo  amaneció  nebuloso.  Luego  comenzó  la  lluvia  con  trazas  de 
prolongarse.  Dudábamos  de  la  resolución  que  tomaría  el  párroco,  cuando  á 
eso  délas  nueve  de  aquella  mañana  nos  llaman  á  la  portería.  Era  un  grupo 
de  niños  que  venía  á  llamarnos  para  cantar  la  misa,  pues  estaba  determinado 
que  la  translación  se  hiciera  por  la  tarde.  Sin  pérdida  de  tiempo  nos  pone- 
mos en  camino  y  ya  casi  con  las  manos  podíamos  tocar  las  paredes  del  pue- 
blo, cuando  tropezamos  con  una  porción  de  jóvenes  que  nos  salían  al  encuen- 
tro. «¿A  dónde  vais?,  les  preguntamos».  «A  buscar  la  imagen».— «¿Cómo 
puede  ser?  si  nos  manda  á  llamar  el  señor  cura  para  cantar  la  misa».  «El  nos 
ha  dicho  que  la  traigamos,  y  si  no  quieren  golvésen  (volverse),  nos  iremos 
solos».  Era  cierto  que  el  párroco,  no  pudiendo  contener  sus  repetidas  ins- 
tancias, les  soltó  el  permiso,  y  nosotros  en  diez  ó  doce  minutos  hubimos  de 
deshacer  el  camino  de  media  hora. 

Llegamos  á  Veruela:  y  sin  perder  un  instante  salió  la  imagen  sobre 
aquellos  robustos  hombros  á  pasear  los  caminos  encharcados,  mientras  lo  res- 
tante del  pueblo  con  dos  catequistas  se  disponía  para  salir  al  encuentro. 

Poco  trecho  habíamos  atravesado,  cuando  las  nubes  comenzaron  á  lan- 
zar copiosas  gotas.  Era  el  Señor  que  quería  probar  nuestra  fe.  Cubrimos  la 
imagen  y  dimos  vuelta  hacia  Veruela.  Entonces  uno  de  aquellos  mozones: 


96 

«¡á  Trasmoz!»  gritó,  y  volviéndose  á  los  otros:  «muchachos,  á  rezal  pa 
(rezar  para)  que  no  llueva».  Todos  á  coro.  «Acordaos,  oh  piadosísima 
Virgen  María,  etc.»  Cesó  la  lluvia  y  seguimos  la  marcha  cantando  y  re- 
zando durante  el  trayecto.  Luego  dejáronse  oir  las  campanas,  é  iban  alle- 
gándose niños  que  engrosaban  nuestra  comitiva. 

Y  no  llovía.  Las  nubes  amenazaban,  los  pájaros  habían  callado,  sólo  re- 
sonaban en  los  contornos  del  valle  los  ecos  del  «Corazón  santo»;  «Firme  la 
voz»;  «¡Viva  el  Corazón  de  Jesús!;»  «¡Viva  la  Virgen  de  Veruela!»  Los 
del  pueblo  descendían  en  correctas  filas,  á  los  otros  consumía  el  deseo  de  ha- 
cerles partícipes  del  rico  tesoro  que  transportaban,  y  aunque  estaban  lejos, 
los  corazones  se  hablaban.  En  medio  de  esta  zozobra  gritó  una  voz:  ¡Viva 
el  Corazón  de  Jesús!  ¡Vivaaa!  —  respondieron  todos,  y  los  grupos  se  fun- 
dieron en  uno,  las  miradas  quedaron  inmobles  clavadas  en  la  estatua,  los  co- 
razones latían  fuertemente,  no  acertaban  á  expresarse  los  labios,  pero  da- 
ban gritos  de  admiración,  de  consuelo,  las  lágrimas  que  rodaban  por  algunas 
mejillas.  En  medio  de  aquel  silencio  una  voz  entusiasta,  emocionada,  elo- 
cuente, dejó  sentir  sus  acentos.  Era  el  párroco  que  con  frases  sentidas  ponía 
en  manos  del  Rey  inmortal  de  los  siglos  los  corazones  de  todos  sus  feligre- 
ses. Hombres  en  copioso  número,  mujeres,  niños,  todos  respondieron  á  la 
proclama  de  su  Rey,  con  cariño,  con  afecto,  porque  sus  almas  estaban  robus- 
tecidas con  el  pan  de  los  fuertes.  Un  viva  al  Corazón  de  Jesús  los  arrancó 
de  allí  y  los  empujó  hacia  las  tortuosas,  empinadas  y  aquel  día  engalanadas 
calles  de  Trasmoz,  que  atravesamos  en  solemne  triunfo,  presididos  por  todo 
el  Ayuntamiento. 

Aún  no  acababan  de  entrar. en  la  Iglesia  cuando  se  desencadenó  un  agua- 
cero tan  fuerte  que  dejó  los  campos  inundados  y  las  calles  convertidas  en 
torrentes.  Cantamos  la  misa  con  feliz  resultado.  Acabada  ésta  hubo  de 
aguardarse  la  gente  á  que  perdiera  un  poco  de  fuerza  el  temporal,  y  noso- 
tros, viendo  que  no  era  posible  regresar  á  Veruela,  les  rogamos  por  caridad 
que  nos  recojieran;  á  lo  que  se  ofrecieron  varias  personas.  Por  complacer  á 
cuantos  pudiésemos  nos  fuimos  uno  á  cada  casa.  Pareciónos  mejor  esto  que 
encararnos  los  seis  con  la  indigencia  del  bonísimo  D.  Doroteo,  aunque  de- 
seaba que  fuésemos  á  su  casa. 

Por  la  tarde  nos  dio  la  lluvia  tiempo  muy  escaso  para  la  procesión  por 
todo  el  pueblo.  Tanto  ésta  como  la  función,  con  exposición  de  S.  D.  M.,  es- 
tuvieron concurridas,  de  manera  que  reflexionando  después  sobre  la  asisten- 
cia advertí  que  sólo  faltaban  seis  ó  siete  hombres  que  son  notados  por  su 
ninguna  religiosidad.  Aquel  que  usted  conoce  contemplaba  desde  la  entrada 
de  su  casa  la  escena  que  se  desarrollaba  al  pie  de  la  colina  donde  la  tiene 


97 

asentada  y  debió  de  amargarle,  pues  se  encerró  dentro  retorciéndose  como 
fiera  herida  y  lanzando,  (según  dicen  y  yo  lo  creo)  horribles  espumarajos  de 
asquerosas  blasfemias  y  pateando  hasta  la  gorra.  Confío  y  espero  que  el  Sa- 
grado Corazón  con  la  suavidad  de  sus  gracias  celestes,  en  fecha  tal  vez  no 
muy  lejana,  amansará  la  bravura  de  ese  pobrecito  desdichado. 

Resultado  práctico:  se  dio  comienzo  al  Apostolado  de  la  Oración,  se  re- 
novó el  espíritu  de  fervor,  como  lo  demuestra  la  mayor  asistencia  á  los  ac- 
tos del  culto. 

Más  de  ciento  comulgaron  aquel  día.  Cifra  más  que  regular  si  se  tienen 
en  cuenta  las  doscientas  cincuenta  personas  de  que  consta  el  municipio,  y 
que  entre  los  hombres  había  una  buena  porción  de  los  que  vuelven  de  Bil- 
bao sin  fe  y  sin  otro  Dios  que  el  placer.  Más  aún;  desde  hace  unos  cuantos 
años  reina  tal  descuido  en  lo  tocante  á  religión,  que  eran  muchos  los  que  no 
cumplían  con  ella.  Un  pueblo  en  fin  donde  desde  6  de  Mayo  del  año  pasado 
hasta  Octubre  no  se  abrió  el  sagrario  para  una  sola  comunión  á  pesar  de  ha- 
ber tenido  misión  de  ocho  días  por  cuaresma,  en  que  como  usted  sabe,  se 
confesaron  nada  más  que  tres  hombres. 

Bien  podemos,  pues,  entonar  un  himno  de  gratitud  al  divino  Corazón  y 
usted  ayúdenos  con  sus  fervorosas  oraciones. 

En  ellas  mucho  se  encomienda  su  afmo.  siervo  y  H.  en  el  Sagrado 
Corazón. 

JHS. 

Sabino  Marco,  S.  J. 


MINISTERIOS   ESPIRITUALES   CON   UNOS    GITANOS 


Narración  del  P.  Santiago  Riba. 

Veruela  y  Octubre  de  1911. 

A  mediados  de  Octubre  de  191 1,  en  un  cobertizo  distante  40  metros  del 
Monasterio  de  Veruela,  se  alojaron  unos  cuarenta  gitanos  con  sus  caballe- 
rías destinadas  á  la  venta.  Sucedió  que  al  día  siguiente  de  hallarse  alojados 
en  aquel  cobertizo  abandonado  enfermó  de  gravedad  uno  de  los  gitanos, 
mozo  de  18  años  de  edad. 

Con  ocasión  de  este  enfermo,  á  quien  fui  á  visitar,  entré  en  relación 
con  todos  los  gitanos  allí  alojados,  y  no  creí  ser  tiempo  perdido  el  que  em- 
please con  ellos  para  catequizarlos.  En  efecto,  como  les  gané  la  voluntad 
desde  mi  "primera  visita  al  enfermo,  repetí  estas  visitas  mañana  y  tarde,  y 
luego  del  enfermo  pasaba  á  los  sanos,  grandes  y  chicos,  hombres  y  mujeres, 
para  instruirles  en  las  cosas  esenciales  de  la  fe,  pues  la  ignorancia  de  estos 
gitanos  corría  parejas  con  la  ignorancia  religiosa  que  yo  notaba  en  los  in- 
dios guaraníes  que  en  América  había  tratado. 

Como  estos  gitanos  llevan  vida  errante  por  el  mundo,  temía  que  se  me 
escapasen  sin  haberse  confesado  primero.  Por  esto  apuré  el  asunto. 

Comencé  por  llevar  conmigo  á  nuestra  iglesia  catorce  mozos  gitanos. 
Allí  los  preparé  para  la  próxima  confesión,  luego  allí  mismo  para  su  pri- 
mera Comunión  que  debían  tener  al  siguiente  día.  En  esta  preparación 
hubo  que  meterles  en  la  cabeza  lo  que  es  la  comunión,  y  lo  que  para  ella 
se  requiere  en  la  disposición  del  alma  y  del  cuerpo.  Hubo  que  repetirles 
una  y  otra  vez  la  cuestión  del  ayuno  natural  antes  de  la  comunión  y  el  aseo 
de  la  cara,  cabeza  y  manos,  pues  no  conocen  aseo,  y  no  era  decente  se 
acercasen  sucios  al  pie  del  altar. 

Al  fin  los  despedí  aquella  tarde  con  la  confesión  hecha  y  con  deseos  de 
comulgar  al  día  siguiente. 

La  misa  de  comunión  para  ellos  se  fijó  á  las  7;  pero  se  les  encargó  que 
viniesen  á  las  6,  pues  quería  yo  tenerlos  un  tiempo  conmigo  para  la  prepa- 
ración próxima  de  la  comunión. 


99 

Les  dije  la  misa  en  el  altar  del  Sagrado  Corazón.  Entre  tanto  el  fer- 
voroso H.  Vicuña  les  hacía  repetir  palabra  por  palabra  algunas  oraciones 
adecuadas  al  acto,  y  comulgaron  devotamente. 

Terminada  la  misa  se  les  dio  á  cada  uno  una  medalla,  que  desde  aquel 
momento  llevaron  colgada  visiblemente  del  cuello. 

Estos  14  mozos  regresaron  entusiasmados  á  su  cobertizo  donde  esta- 
ban sus  compañeros.  Al  poco  rato  fui  yo  á  hablarles  para  inducirlos  á  con- 
fesar y  comulgar.  El  enfermo  iba  agravándose  en  su  enfermedad;  por 
otra  parte  estaba  en  casa  el  Sr,  Obispo  diocesano  que  aquella  tarde  debía 
administrar  la.  Confirmación  en  nuestra  iglesia.  Tomé  ocasión  de  una  cosa 
y  otra  para  llevar  á  nuestra  iglesia  á  todos  los  demás  gitanos.  Yo  les  decía: 
vamos  á  rezar  por  el  enfermo,  y  se  van  á  confirmar  los  que  no  tengan  este 
Sacramento.  Así  fué;  los  acompañé  á  nuestra  iglesia  á  todos,  y  después  de 
otra  preparación  próxima  se  fueron  confesando  todos,  y  á  continuación  reci- 
bieron el  Sacramento  de  la  Confirmación. 

La  misa  de  comunión  para  ellos  debía  ser  al  día  siguiente  á  las  7;  pero 
un  incidente  lo  impidió:  en  la  misma  noche  falleció  el  enfermo,  lo  cual  causó 
gran  trastorno  entre  aquella  gente  que  no  se  hartaban  de  llorar  y  lamentar 
la  desgracia. 

El  enfermo  murió  resignado  y  con  todos  los  Sacramentos.  Su  agonía  fué 
cristiana  y  tierna:  iba  llamando  uno  tras  otro  á  sus  parientes  y  amigos  allí 
reunidos,  y  á  cada  uno  le  decía  alguna  palabra  cristiana  y  de  devoción. 

El  enfermo  había  pedido  á  su  padre  que  lo  enterrasen  en  un  nicho,  y 
así  se  hizo  con  no  poco  trabajo,  pues  sólo  había  un  nicho  en  el  cementerio  de 
Vera,  y  tenía  su  dueño,  á  quien  hubo  que  comprárselo  pagándole  23  duros. 

Hicieron  gustosos  este  gasto  porque  apreciaban  mucho  á  su  hijo  finado. 

Enterrado  el  cadáver,  tuvieron  que  marcharse  al  momento  todos  los  gi- 
tanos, y  con  sentimiento  de  ellos  no  pudo  tener  lugar  la  misa  de  comunión, 
pero  me  prometieron  visitarme  cada  vez  que  pasasen  cerca  de  Veruela. 

Algo  se  hizo  con  ellos  en  el  corto  espacio  de  tres  días  que  pudieron  ser 
visitados. 

Los  gitanos  son  gente  abandonada  en  cuestión  religiosa,  y  no  hay  quien 
los  busque  para  instruirlos,  y  sin  embargo  la  experiencia  enseña  que  entre 
ellos  se  hallan  almas  privilegiadas  á  quienes  Dios  conserva  en  su  gracia. 

Así  lo  he  palpado  yo  en  éstos  á  quienes  he  tratado  íntimamente  en  estos 
tres  días. 

JHS. 

Santiago  Riba,  S.  J. 


MISIONES 

DE  LOS  PP.  SANTIAGO  RIBA  Y  JUAN  BTA.  RECOLÓNS 

EN  LA  DIÓCESIS  DE  TARAZONA 


MISIÓN  DE  MATALEBRERAS 
Garta  del  P.  Santiago  Riba  al  P.  Arturo  Godina 

Matalebreras,  27  Noviembre  1911. 

Estimado  P.  Rector:  Voy  á  referir  á  V.  R.  algo  de  la  Misión  que  he- 
mos dado  en  este  pueblecito  de  Matalebreras,  diócesis  de  Tarazona,  pro- 
vincia de  Soria,  el  P.  Recolóns  y  yo. 

El  día  19  del  actual  con  frío  y  viento  molestísimos,  salimos  de  Tarazona 
en  el  coche-correo.  Llegamos  á  este  pueblo  á  las  cuatro  de  la  tarde;  á  pesar 
de  que  llevábamos  una  hora  de  retraso,  las  gentes  del  pueblo  esperaron 
nuestra  llegada  en  la  carretera  aguantando  firmes  las  inclemencias  del 
tiempo  que  era  asaz  rudo. 

A  hora  conveniente,  las  autoridades  todas  seguidas  del  resto  del  pue- 
blo habían  salido  de  la  iglesia  procesionalmente:  iba  delante  la  Cruz  parro- 
quial, en  medio  de  los  acólitos  revestidos  con  sus  ciriales,  seguían  los  tres 
grandes  estandartes  de  las  Congregaciones;  por  fin,  todo  el  pueblo  cantan- 
do el  Sto.  Rosario.  Apenas  llegamos,  nos  aclamó  aquella  compacta  y  reli- 
giosa multitud  con  fervorosos  vivas.  Una  anciana  octogenaria  recitó  no  sé 
cuántas  loas  de  bienvenida. 

Organizóse  de  nuevo  la  procesión  de  regreso  á  la  iglesia  cantando 
asimismo  el  Santo  Rosario.  Reunida  ya  en  el  templo  aquella  buena  gente, 
el  padre  Recolóns  abrió  la  Misión  con  las  formalidades  de  costumbre  en 
tales  circunstancias,  y  anunciando  la  distribución  que  seguiríamos  en  los  días 
siguientes.  Seiíalamos  tres  actos.  Por  la  mañana,  á  las  seis,  se  dirá  la  santa 
Misa,  seguirá  la  plática  y  terminará  el  acto  con  un  cántico  de  misión.  —  De 
once  á  doce  nos  dedicaremos  á  los  niños  y  niñas.  Por  la  noche,  después  del 
Santo  Rosario,  la  plática  por  final  y  sermón  intercalando  algunos  cánticos. 


101 

^Así  lo  hicimos  todos  los  días  teniendo  el  consuelo  de  que  á  todos  estos 
actos  acudieron  los  habitantes  sin  faltar  uno. 

El  frío  y  las  lluvias  no  nos  dejaron.  Las  calles  del  pueblo,  de  suyo  no 
fáciles  de  recorrer  por  su  desigualdad,  en  días  de  lluvia  con  el  barro  y 
charcos  de  agua,  eran  poco  menos  que  intransitables;  y  cuando  á  eso  se 
agregaba  la  oscuridad  de  la  mañanita  ó  de  la  noche,  resultaba  meritorio  por 
extremo  para  aquellas  buenas  gentes  que  hambrientas  de  oir  la  palabra  de 
Dios  pasaban  por  todo  y  con  puntualidad  admirable  acudían  á  todos  los  ac- 
tos. Esto,  como  V.  R.  vé,  nos  consolaba  no  poco;  el  ir  y  volver  de  la  iglesia 
nosotros  por  aquellas  escarpadas  calles  pisando  agua  y  barro  sin  más  luz 
que  la  de  un  diminuto  farol,  nos  animaba,  y  ante  el  entusiasmo  de  las 
gentes  y  el  fruto  que  se  cosechaba,  lo  dábamos  por  muy  bien  pasado. 

Con  el  fin  de  que  se  acostumbrasen  las  personas  piadosas  á  la  Comu- 
nión diaria,  procuramos  que  recibiesen  al  Señor  todos  aquellos  días  de  San- 
ta Misión. 

El  sábado,  día  25,  tuvo  lugar  la  fiesta  infantil,  la  Comunión  general  de 
niños  y  niñas  con  cánticos  fervorosos. 

El  maestro  que  no  peca  ni  de  mucho  de  clerical,  como  dicen  hoy  en  día, 
nos  prometió  politicamente  que  permitiría  á  sus  alumnos  el  ir  al  Catecis- 
mo; pero  luego  á  los  chicos  les  dijo  que  no  se  saldría  de  clase  sino  á  la  ho- 
ra reglamentaria  de  las  12.  ¿Qué  sucedió?  pues  que  al  oir  á  las  11  el  toque 
de  campana  de  la  iglesia  que  Hamaba  á  Catecismo,  escaparon  atropellada- 
mente de  la  escuela  burlando  así  los  planes  del  maestro.  Este,  por  su  parte, 
y  para  evadirse  del  bochorno  consiguiente,  se  salió  del  pueblo  pasándose  á 
Soria  para  tres  días,  pues  preveía  que  en  aquellos  tres  días,  que  eran  los 
últimos  de  la  Misión,  quedaría  sin  alumnos  en  la  escuela.— Y  con  razón: 
pues  chicos  y  grandes,  no  sabían  alejarse  del  templo  gozándose  lo  infinito 
en  repetir  los  cánticos  de  Misión. 

La  lluvia  impidió  la  procesión  infantil  pública  que  teníamos  preparada 
para  la  tarde  del  sábado,  pero  hubo  de  condescenderse  ccn  los  chicos  que 
no  se  resignaban  á  suprimirla,  y  así  se  hizo  en  el  i:.terior  del  templo. 

Este  día  por  la  noche  y  el  siguiente,  domingo,  por  la  mañanita,  fueron 
además  días  de  confesonario  para  hombres  y  mujeres  por  vía  de  prepara- 
ción para  la  Comunión  general.  Solos  tres  hombres,  conocidos  ya  por  lo 
que  son,  dejaron  de  acercarse  á  recibir  al  Señor. 

La  Comunión  general  resultó  acto  solemnísimo  y  consolador  por  los 
muchos  hombres  que  acudieron  y  por  la  devoción  y  santo  entusiasmo  con 
que  cantaban  todos  durante  la  Santa  Misa  que  les  dije  yo,  corriendo  tam- 
bién de  mi  cuenta  los  acostumbrados  fervorines. 


102 

A  cargo  del  P.  Recolóns  quedó  una  Misa  cantada  á  las  diez,  concu- 
rriendo á  ella  de  nuevo  todo  el  pueblo;  no  parecía  sino  que  el  fervor  de 
que  estaban  poseídos  no  les  dejaba  estar  en  casa. 

Tampoco  pudo  verificarse  en  este  día  la  procesión  que  teníamos  pro- 
yectada; al  igual,  que  el  otro  día  la  hicimos  por  dentro.  Se  dispusieron  cinco 
altares  para  el  devoto  ejercicio  de  las  cinco  visitas,  que  solemos  hacer  en 
nuestras  iglesias  el  día  del  Sagrado  Corazón,  ejercicio  que  practicamos 
con  asistencia  de  todas  las  autoridades. 

Terminada  la  procesión  subí  al  pulpito  para  el  sermón  de  despedida, 
bendición  papal  y  bendición  de  objetos  piadosos.— Luego  el  P.  Recolóns 
desde  el  pie  del  altar  les  dijo  el  adiós  de  despedida  con  el  entusiasmo  que 
le  es  propio,  contestando  la  muchedumbre  con  gozosos  y  muy  entusias- 
tas vivas. 

Al  salir  de  la  Iglesia  así  las  autoridades  como  el  pueblo,  se  empeñaron 
en  acompañarnos,  como  lo  hicieron,  á  casa,  no  cesando  de  cantar  y  de  vito- 
rearnos. 

El  lunes  27  y  después  de  la  misa  mayor,  según  había  previamente  anun- 
ciado, se  procedió  en  el  atrio  del  templo,  á  la  bendición  del  agua  de  San 
Ignacio,  cuyas  hojitas  tenía  ya  repartidas.  El  pueblo  entero  presenció  la 
santa  ceremonia,  no  sin  haberles  yo  antes  explicado  la  virtud  prodigiosa  de 
aquella  santa  agua  y  el  modo  de  usarla  provechosamente,  confirmándolo 
todo  con  ejemplos  que  yo  mismo  había  en  distintos  puntos  presenciado. 

Llegó  por  fin  el  momento  de  despedirnos  del  pueblo.  Salimos  de  él  si- 
guiéndonos la  gente,  hasta  el  punto  en  que  nos  aguardaba  el  coche  que  de- 
bía llevarnos  á  Agreda:  en  este  trayecto  y  aun  después,  andando  ya  el  co- 
che, continuaron  sus  vivas.  La  anciana  octogenaria  inventó  nuevas  loas 
que  á  cada  paso  iba  declamando  con  ardor  juvenil:  las  autoridades  y  el  Se- 
ñor Cura  Párroco  se  nos  mostraban  muy  agradecidos,  y  el  último  espe- 
cialmente, animadísimo. 

Dejamos  en  el  pueblo  reanimada  la  Congregación  de  Hijas  de  María; 
preparamos  la  instalación  del  Apostolado,  y  según  dije  arriba  establecimos 
la  Comunión  diaria  para  mucha  gente. 

Quiera  el  Señor  bendecir  nuestros  esfuerzos.  Y  esos  buenos  HH.  Jú- 
niores no  cejen  de  rogar  por  nosotros. 

De  V.  R.  ínfimo  siervo  en  Cto., 

JHS. 

Santiago  Riba,  S.  J. 


MISIÓN  DE  VIERLAS 


Carta   del   P.   Santiago   Riba  al   P.  Arturo  Godina 

Tarazona,  9  de  Diciembre  de  1911. 

Estimado  en  Cto.  P.  Rector:  Hora  es  ya  que  diga  á  V.  R.  algo  de 
la  Misión  que  con  el  P.  Recolóns  he  dado  en  Vierlas. 

Es  Vierlas,  poblacioncita  de  doscientos  ochenta  á  trescientos  habi- 
tantes. 

Mala  impresión  nos  llevamos  en  un  principio,  al  entender  que  andaba 
á  la  sazón  la  gente  ocupada  en  la  recolección  de  la  remolacha;  pero  subió  de 
punto,  al  oir  de  labios  del  Sr.  Cura  Párroco  que  no  podría  asistir  la  gente  á 
los  actos  de  la  misión— que  sería  tiempo  perdido.— Gracias  al  Señor  no  fué 
así,  pues  desde  el  29  de  Noviembre  en  que  se  comenzó,  hasta  el  6  de  Di- 
ciembre en  que  terminó,  nadie  del  pueblo  faltó  á  ningún  acto  así  por  la  ma- 
ñana como  por  la  noche. 

Los  niños  y  niñas  tenían  su  misioncita  de  once  á  doce  de  la  mañana.  El 
P.  Recolóns  entusiasmó  á  la  gente  menuda,  con  la  variedad  de  cánticos  que 
les  enseñó,  en  tal  manera,  que  no  contentos  con  cantarlos  en  la  Iglesia  en 
los  actos  de  misión,  lo  hacían  durante  el  día  recorriendo  las  calles;  excuso 
decir  á  V.  R.  que  esto  venía  á  resultar  un  acto  de  propaganda  admirable  en 
favor  de  nuestra  labor,  fomentando  de  tal  modo  el  entusiasmo  del  pueblo 
que  iba  creciendo  visiblemente  de  día  en  día. 

Los  habitantes  de  Vierlas  son  buenos;  pero  tan  olvidada  tenían  la  fre- 
cuencia de  Sacramentos,  que  nos  hacía  desconfiar  del  éxito;  pero  logramos 
desde  el  segundo  día  les  fuese  entrando  el  deseo  de  recibir  á  Ntro.  Señor, 
de  tal  modo,  que  no  quedaba  una  sola  persona  del  pueblo  sin  comulgar  dos 
ó  tres  veces  durante  la  misión. 

Admirado  quedó  el  bueno  del  Sr.  Cura,  con  el  trabajo  consiguiente  de 
ir  de  aquí  para  allí,  á  fin  de  proveerse  de  hostias;  creyó  al  principio  que  con 
cien  partículas  que  tenía  preparadas  había  más  que  sobrado  para  sus  feli- 
greses, y  llegaron  á  repartirse  sobre  unas  quinientas  formas. 


104 

El  Sr.  Alcalde  y  los  Concejales,  invitados  por  el  Maestro  y  la  Maestra, 
fueron  los  primeros  en  acercarse  á  la  Sagrada  Mesa,  según  que  se  les  acon- 
sejaba. Ejemplo  tan  hermoso  arrastró  á  los  demás  habitantes,  que  no  sólo  les 
imitaban,  sino  que  prometieron  seguirían  fielmente  tan  provechosa  práctica, 
venciendo  la  pereza  que  á  decir  de  ellos  había  sido  la  única  causa  del  retrai- 
miento. Quiso  el  Señor,  según  ve  V,  R.,  dar  fuerza  á  nuestras  palabras, 
que  así  en  público  como  en  privado,  desde  un  principio  veníamos  encami- 
nando á  este  fin. 

El  sábado,  día  2,  tuvo  lugar  por  la  mañana  comunión  general  de  niños 
y  niñas,  y  por  la  tarde  la  procesión  de  los  mismos  llevando  en  andas  una 
imagen  de  la  Inmaculada.  De  tal  modo  movió  á  todo  el  pueblo  aquella  infan- 
til procesión,  que  tras  los  chicos  siguieron  los  hombres  y  las  mujeres  con 
todo  recogimiento.  Al  fin  se  les  dio  la  bendición,  acabándose  con  cánticos  y 
Divas  de  los  niños. 

Los  niños  y  las  niñas  siguieron  comulgando  hasta  el  día  de  nuestra  par- 
tida, y  tras  los  niños  iban  sus  padres,  de  tal  modo,  que  el  domingo,  lunes  y 
martes,  parecían  días  de  Comunión  general,  con  el  consiguiente  apuro,  to- 
cante á  hostias,  del  Sr.  Cura,  qne  no  acertaba  á  explicarse  lo  que  veía. 

Al  sermón  de  despedida,  que  les  prediqué,  expuesto  el  Smo.  Sacra- 
mento, asistió  el  Ayuntamiento  en  corporación;  el  entusiasmo  del  pueblo  fué 
tal,  que  sin  acordarse  de  que  estaban  ante  el  Señor  de  manifiesto,  se  desfo- 
garon con  vivas  á  los  PP.  Misioneros.  Reservado  el  Santísimo,  les  dimos  la 
bendición  papal  y  bendijimos  los  objetos  piadosos.  El  pueblo  en  la  iglesia  y 
fuera  de  ella,  en  todas  partes  con  sus  vivas  sin  parar,  para  mostrarnos  así, 
¡pobrecitos!,  su  agradecimiento. 

La  víspera  de  nuestra  salida  y  después  de  la  distribución  final  de  la 
noche,  mientras  cenábamos,  se  apostaron  en  la  puerta  de  imestra  casa  un 
grupo  de  mozos  del  pueblo  con  guitarras  y  bandurrias,  obsequiándonos  con 
una  serenata,  acompañando  varias  /oo^  de  gratitud  y  de  despedida.  Corres- 
pondimos con  algunos  regalillos  piadosos  que  agradecieron  visiblemente. 

El  día  de  partir  nos  quisieron  obsequiar  con  una  Comunión  general  de 
hombres  y  mujeres,  y  reunidos  al  tiempo  de  la  marcha,  nos  dieron  un  adiós 
de  vivas  en  grande  á  los  PP.  Misioneros.  El  Sr.  Alcalde  quiso  acompañar- 
nos hasta  Tarazona  no  obstante  la  distancia  de  más  de  una  legua  que  le 
separa  de  nuestro  inolvidable  Vierlas,  cuyos  pobrecitos  habitantes,  labra- 
dores en  su  inmensa  totalidad,  tan  bien  se  aprovecharon  de  la  santa  misión. 

De  V.  R.  affmo.  S.  en  Cto. 

JHS. 

Santiago  Riba,  S.  J. 


COLEGIO  Y  CASA  DE  PROBACIÓN 

DE  GANDÍA 


LABOR   CATEQUÍSTICA  DE   UNA   CONGREGACIÓN 
DE  HIJAS  DE  MARÍA 


Carta  del  P.  Garlos  Ferrís  al  P.  Juan  M,  Sola 

Tormos,  5  de  Febrero  de  1909. 

Rdo.  P.  Sola. 

Amadísimo  Padre  en  Oto.:  Con  sumo  gusto  tomo  la  pluma,  aprove- 
chando un  rato  que  me  queda  libre,  para  dar  á  V.  R.  cuenta  de  un  hecho 
verdaderamente  edificante. 

Por  el  mes  de  Octubre  del  año  próximo  pasado,  cuando  estuvo  V.  R.  en 
Alcira  dando  ejercicios  á  las  Hijas  de  María,  recomendóles  con  grande  ins- 
tancia, según  me  dijeron,  la  enseñanza  del  catecismo  á  los  niños  de  ambos 
sexos  y  fundó  desde  luego  algunos  centros  de  doctrina;  y  este  año,  cuando 
fui  á  dar  dichos  ejercicios,  creí  deber  insistir  en  lo  mismo,  y  así  lo  hice. 

Ahora,  vea  V.  R.  la  nota  que  tengo  el  gusto  de  adjuntarle  de  lo  que 
han  hecho  en  tan  poco  tiempo.  Me  quedé  pasmado  cuando  lo  oí  leer  en 
una  junta  de  Señoritas,  Hijas  de  María,  que  tuve  el  honor  de  presidir, 
á  la  sazón  que  me  hallaba  dando  una  misión  en  uno  de  los  barrios  extre- 
mos, que  por  cierto  salió  muy  bien,  pues  comulgaron  más  de  400  hombres 
con  otras  tantas  mujeres. 

¡Qué  lección  tan  elocuente.  Padre  mío!  Por  eso  he  querido  publicarlo, 
para  que  llegue  á  noticia  de  todos,  y  procuremos  sembrar  en  todas  partes 
esa  bendita  semilla,  que  tanta  falta  hace  en  estos  tiempos  de  ignorancia  re- 
ligiosa y  miserable  abandono. 

De  V.  R.  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Carlos  Ferrís,  S.  J. 


106 


Alcira,  28  Enero  de  1909. 

<í Resumen  de  los  trabajos  realizados  durante  el  pasado  año,  pri- 
mero de  nuestra  enseñanza  catequista,  y  en  el  que,  gracias  á  Dios,  aunque 
no  tanto  como  son  nuestros  deseos,  se  han  visto  secundados  por  parte  de 
ios  niños  nuestros  esfuerzos,  pues  ya  contamos  con  cinco  Centros  en  donde 
se  prepararon  para  la  primera  Comunión  doce  niñas  y  se  confesaron  todos 
los  demás  para  el  cumplimiento  Parroquial;  habiendo  entre  ellos  un  joven  de 
diez  y  seis  años  que  desde  su  primera  Comunión,  ó  sea,  cuatro  años  que  no 
había  cumplido  con  dicho  precepto. 

»A  indicación  del  Rdo.  P.  Carlos  Ferrís  de  la  Compañía  de  Jesús,  que 
mucho  nos  animó  en  esta  noble  empresa,  se  procedió  á  la  organización  de 
una  Junta  directiva,  siendo  elegidas:  Presidenta,  D.^  Águeda  Ribera;  Vice- 
Presidenta,  D.'^  Ana  García;  Tesorera,  D.^  Consuelo  Marrades;  Secretaria, 
D.^  Consuelo  Aparicio.  Al  mismo  tiempo  se  nombraron  Presidentas  é  Ins- 
tructoras para  cada  Centro,  nombrando  Presidenta  del  l.er  Centro,  ó  sea, 
las  Barracas,  á  la  Srta.  María  Calot;  Vice-Presidenta,  Srta.  Juana  Masiá, 
con  nueve  Instructoras  donde  se  instruyen  en  el  Catecismo,  cincuenta  ni- 
ños y  setenta  niñas. 

»2.°  Centro.  —  Religiosas  Franciscanas.  —  Presidenta,  D.^  Balbina 
Marrades;  Vice-Presidenta,  D.'"^  Rosa  Vicente,  con  tres  Instructoras  ense- 
ñando á  treinta  niñas. 

»3.^  Colegio  de  MM.  £'5Co/o/?/<75.— Presidenta,  Srta.  María  Moscar- 
dó;  Vice-Presidenta,  Srta.  Josefa  García,  con  cuatro  Instructoras,  donde  á 
más  del  Catecismo,  aprenden  á  leer  y  escribir  ciento  veinte  niñas. 

»4.°  Montañeta.—Vresxáenisi,  D.^  Francisca  Garrigues;  Vice-Presi- 
denta, D.''^  Concepción  Pérez,  con  siete  Instructoras  instruyendo  á  veinte 
y  seis  niños  y  cincuenta  niñas. 

»5.°  ^/^w^r/g^fl.— Presidenta,  D.'^  Concepción  Ramírez;  Vice-Presi- 
denta, D.'^  Rosa  Colomer,  con  cinco  Instructoras  enseñando  el  Catecismo  á 
sesenta  y  tres  niños  y  noventa  y  ocho  niñas. 

«Varias  Srtas.  Instructoras,  tuvieron  la  idea  de  recaudar  limosnas  con 
el  fin  de  comprar  ropas  para  los  niños  más  necesitados,  cuyo  pensamiento 
fué  acogido  con  entusiasmo  por  la  Junta  directiva,  y  con  el  producto  de  los 
donativos  de  personas  caritativas,  se  compraron:  10  mantitas,  24  camisas. 
6  elásticas,  18  blusas,  6  pantalones,  12  toquillas,  12  faldas  y  13  pares  de  al- 
pargatas, piezas  que  fueron  distribuidas  entre  los  diferentes  Centros. 


107 

»Durante  las  fiestas  de  Navidad,  se  celebró  en  dichos  Centros,  la  con- 
sagración de  los  niños  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  cuya  fiesta  consistió 
en  una  procesión  presidida  por  los  estandartes  del  Niño  Jesús  y  María  In- 
maculada, acto  de  consagración  al  Corazón  de  Jesús,  y  adoración  de  la 
imagen  del  Divino  Niño;  cantándose  letrillas  durante  la  procesión  y  adora- 
ción, repartiéndose  al  terminar  bonitas  estampas  y  dulces. 

»Dos  generosos  donantes  han  regalado  tres  bancos  para  las  escuelas; 
¡que  Dios  premie  á  todos  los  bienhechores! 

»Para  terminar,  réstanos  tan  solo  dar  las  gracias  al  Rdo.  P.  Carlos  Fe- 
rrís,  por  haberse  dignado  presidir  esta  pobre  reunión,  y  rogarle  nos  dirija 
en  lo  sucesivo,  para  que  animadas  con  sus  exhortaciones,  podamos  trabajar 
cada  día  más  en  bien  de  las  almas  de  los  pobrecitos  niños». 


QUINCUAGÉSIMO  ANIVERSARIO,  DE  LA  ENTRADA  EN 
LA  COMPAÑÍA,  DEL  P.  FRANCISCO  CEBALLOS 


Garta  del  H.  Francisco  Javier  Portas  á  los  HH.  Júniores  de  Veruela 

Gandía,  14  de  Junio  de  1909. 

Amadísimos  en  Cto.,  Hermanos:  Indecible  fué  el  consuelo  que  me 
causó  la  recepción  y  lectura  de  sus  atentas  cartas,  llenas  de  esa  caridad 
propia  de  nuestra  dulcísima  madre  la  Compañía,  la  cual  en  persona  de  sus 
hijos  también  me  felicitó  en  el  día  de  mis  votos  desde  Tortosa,  Valkenburg, 
Woodstock  y  Manila.  Por  la  presente  quiero  manifestarles  mi  gratitud  por 
tan  finas  atenciones  para  con  este  su  indigno  hermano,  dándoles  una  sencilla 
relación  de  la  fiesta  que  aquí  celebramos  el  8  del  corriente  en  conmemora- 
ción del  quincuagésimo  aniversario  de  la  entrada  en  la  Compañía,  de  nues- 
tro venerable  anciano,  el  P.  Ceballos. 

Por  la  mañana  nos  celebró  la  santa  Misa,  que  fué  de  Comunidad,  co- 
mulgando todos  de  su  mano,  cantándose  durante  el  santo  sacrificio  varios 
motetes  con  acompañamiento  de  armonium.  No  es  para  explicarse  la  devo- 
ción y  consuelo  que  advertíamos  todos  en  el  buen  Padre  en  aquel  sagrado 
acto.  Refiriéndose  á  fecha  tan  respetable  como  esta  de  cincuenta  años  de 
vida  religiosa,  visiblemente  conmovido  repetía:  «¡Cincuenta  años  en  la 
Compañía,  y  tan  mal  aprovechados!» 

Recordando  después  la  santa  Misa  de  aquel  día,  causábale  no  poca  gra- 
cia al  buen  viejo  el  que  sus  acólitos  hubiesen  sido  los  HH.  más  jovencitos 
de  la  Casa. 

A  mediodía,  y  después  de  la  comida,  subimos  todos  á  una  pieza  de  la 
casa:  la  sala  dorada  (como  siguen  llamándola  desde  el  tiempo  de  S.  Fran- 
cisco de  Borja),  y  se  le  obsequió  con  una  pequeña  Academia.  Presidía  el 
P.  Ceballos,  con  los  PP.  Prepósito  de  la  Casa  Profesa  de  Valencia  á  la  de- 
recha y  el  P.  Rector  de  este  Colegio-Noviciado  á  su  izquierda.  El  H.  Zur- 
bitu  leyó  en  voz  alta  la  dedicatoria  de  la  fiesta  en  una  cartulina  pintada  á  la 
acuarela,  el  ramillete  de  obsequios  espirituales  que  por  el  Padre  se  habían 
ofrecido  al  Señor,  y  por  fin  presentóle  el  programita  para  que  él  (sordísimo 
como  es)  se  enterase  de  lo  que  se  le  iba  á  dedicar. 


109 

Varios  de  nuestros  HH.  tomaron  parte  activa  felicitando  á  nuestro  que- 
rido anciano  en  nombre  propio  y  de  los  actuales  moradores  de  esta  santa 
Casa,  al  paso  que  otros  dieron  cuenta  de  las  adhesiones  de  varios  de  los 
nuestros  que  en  aquel  día  quisieron  tomar  parte  en  nuestro  júbilo.  Así  por 
ejemplo,  el  P.  Sola,  que  debía  estar  en  Sevilla  predicando  el  Novenario  del 
Sagrado  Corazón  durante  aquellos  días,  dejó  antes  de  salir  una  composición 
intitulada  Adioses  de  un  poeta,  en  que  se  despedía  de  él  como  á  monta- 
ñés, como  á  hermano  en  religión,  como  á  misionero,  como  á  retirado,  etc., 
y  fué  declamada  por  cinco  PP.  novicios.  También  el  P.  Procurador  de  la 
provincia,  nuestro  buen  P.  Simó,  quiso  contribuir  á  la  fiesta  mandando  muy 
á  tiempo  al  P.  Ceballos  un  paquetito  de  libros,  medallas,  etc.  No  faltó  el 
obsequio  espiritual  de  los  HH.  Júniores  de  Gandía  residentes  en  Veruela. 
Tampoco  olvidó  el  P.  Ramón  Mas  el  haber  sido  morador  de  Gandía,  y  así 
desde  Orihuela  contribuyó  con  una  delicada  y  afectuosa  poesía;  y  desde 
Chamartín  remitieron  su  parabién,  tan  fino  como  espiritual,  los  PP.  Cervós 
y  Agustí. 

Antes  de  terminar  la  fiesta,  un  telegrama  del  P.  Rector  del  Colegio  de 
San  José  de  Valencia,  adhiriéndose  en  nombre  propio  y  en  el  de  toda  la 
Comunidad,  coronó  los  obsequios  de  aquel  Acto. 

Posteriormente  recibió  carta  del  M.  R.  P.  General,  quien,  por  medio 
del  R.  P.  Abad,  Asistente  por  las  Provincias  de  España,  felicitaba  al  Padre 
Ceballos  por  tan  fausto  acontecimiento,  le  daba  las  gracias  por  los  servicios 
prestados  á  la  Compañía,  en  especial  como  misionero  en  Filipinas,  y  le  en- 
viaba su  paternal  bendición. 

Felicitáronle  también  el  R.  P.  Provincial,  el  R.  P.  Ibero,  Provincial  de 
Castilla,  los  NN.  de  Filipinas  y  muchos  otros  de  las  distintas  Casas  de 
nuestra  Provincia.  • 

Tal  fué  la  fiesta  celebrada  en  esta  santa  Casa  en  obsequio  del  R.  Pa- 
dre Francisco  Ceballos,  conmemorando  sus  cincuenta  años  de  Compañía. 

Los  Superiores  y  demás  PP.  y  HH.  saludan  á  Vds.  muy  afectuosamen- 
te. En  las  oraciones  de  todos  mucho  se  encomienda  su  hermano  en  Cto., 

JHS. 

Francisco  Javier  Portas.  S.  J. 

Nuestro  buen  P.  Ceballos  tuvo  la  dicha  de  morir  el  22  de  Agosto  del 
mismo  año  de  1909,  á  los  dos  meses  y  catorce  días  de  esta  fiesta,  en  el  San- 
tuario de  Loyola,  donde  había  deseado  exhalar  su  último  suspiro  por  la  devo- 
ción singularísima  que  profesaba  á  N.  S.  Padre.  —  (nota  del  colector). 


LOS  EJERCICIOS  DEL  P.  JOSÉ  LUIS  IÑESTA 


Garta-introducción  al  P.  Antonio  Vicent 

Gandía  y  Enero  de  1911. 

R.  P.  Antonio  Vicent. 

Muy  amado  en  Cristo  Padre  Vicent:  La  lectura  de  las  cartas  edificantes 
del  P.  Muñoz,  que  nos  daban  á  conocer  los  opimos  frutos  recogidos  en  Amé- 
rica por  medio  de  los  Ejercicios  Espirituales,  hízome  concebir  la  idea  de  dar- 
los en  esta  nueva  forma  aquí  en  los  pueblos  de  la  provincia  de  Valencia.  Al 
principio  pensábamos  que  esto  era  imposible;  que  los  pueblos  de  acá  no  es- 
tán ya  en  disposición  de  eso;  que  no  encontraríamos  locales  á  propósito,  etc., 
etc.  Ahora,  gracias  á  Dios,  vemos  que  es  posible;  que  el  número  de  hom- 
bres que  se  retiran  á  Ejercicios  es  crecido;  que  las  conversiones  son  admi- 
rables; que  se  hace  necesario  dar  dos,  tres  y  hasta  once  tandas  seguidas  en 
una  misma  población;  que  si  Dios,  en  una  palabra,  bendice  y  toma  por  suya 
esta  obra  allá  en  América,  la  bendice  y  toma  también  por  suya  acá  en  nues- 
tra amada  Patria. 

De  aquí  el  deseo  que  algunos  PP.  han  manifestado  de  saber  el  modo  y 
manera  que  se  ha  tenido  en  dar  estos  ejercicios,  y  las  industrias  de  que  nos 
valemos  para  mantener  la  atención  y  hacer  que  los  hombres  queden  cada  día 
más  gustosos,  y  al  fin  salgan  enamorados  de  Dios  Nuestro  Sefior  y  de  los 
Santos  Ejercicios. 

Para  complacer,  pues,  á  estos  buenos  PP.  y  á  V.  R.,  y  porque  así  lo 
desea  el  P.  Rector,  escribo  á  V.  R.  la  presente,  diciéndole  sencillamente 
el  orden  que  hemos  guardado  en  dar  estos  Ejercicios.  Ella  servirá  junta- 
mente de  introducción  á  las  demás  que  pienso  escribir  para  las  EDIFICAN- 
TES, tanto  para  que  se  alabe  al  Señor,  cuya  es  la  gloria,  como  por  si  con 
ello  se  puede  mostrar  el  camino  para  que  otros  le  sigan. 

PREPARATIVOS 

Todos  los  beneficios  de  Dios  deben  ser  primero  deseados,  y  éste  délos 


111 

Santos  Ejercicios  sigue  la  misma  regla.  Lo  primero,  pues,  que  se  procura  es 
que  en  el  pueblo  donde  se  quieran  dar  haya  quien  los  desee  y  aun  pida,  sien- 
do indispensable  que  el  señor  Cura  Párroco  quiera  que  se  den  en  su  parro- 
quia. 

Algunos  casos  ha  habido  en  que  los  señores  párrocos  no  se  han  mostra- 
do muy  entusiasmados  con  la  obra;  pero  cuando  comenzadas  las  tandas  han 
palpado  el  fruto  extraordinario  que  se  recogía,  no  sólo  se  han  mostrado  afec- 
tos á  ella,  sino  que  han  sido  sus  más  celosos  sostenedores  y  propagadores. 

LOCAL 

Lo  nuevo,  lo  característico  de  los  Ejercicios,  dados  ahora  en  el  reino  de 
Valencia,  ha  sido  el  darlos  en  los  pueblos,  con  absoluto  retiro  de  los  ejerci- 
tantes, siendo  esto  principalmente  lo  que  los  diferencia  de  las  Misiones  y 
Ejercicios  predicados,  que  ya  de  mucho  tiempo  atrás  están  en  uso. 

Este  encerramiento,  este  retiro  absoluto,  es  de  todo  punto  indispensa- 
ble para  que  el  hombre  se  recoja  dentro  de  sí  mismo  y  se  halle  en  disposi- 
ción de  ventilar  los  graves  asuntos  que,  en  sus  días  de  retiro,  tiene  que 
resolver  con  Dios  Nuestro  Señor. 

El  no  ir  al  Casino  y  no  salir  de  casa,  el  silencio  y  la  distribución  misma 
del  tiempo,  todo,  en  una  palabra,  coadyuva  admirablemente  al  fin  propues- 
to, y  así  se  explica  que,  con  la  ayuda  de  la  divina  gracia,  se  hayan  operado 
cambios  tan  radicales,  no  ya  en  un  individuo  ú  otro,  sino  en  pueblos  enteros. 

Pero  para  esto  es  necesario  local,  y  he  aquí  la  que  á  muchos  parece  in- 
superable dificultad,  cuando  en  realidad,  y  bien  mirada,  no  monta  gran  cosa. 

Si  en  el  pueblo  donde  se  quieran  dar  estos  Ejercicios  hay  alguna  casa 
de  pública  Beneficencia  y  la  quieren  ceder,  ya  está  resuelta  la  dificultad. 
Dicho  edificio  viene  de  perlas.  Si  no  hay  casa  de  Beneficencia,  se  escógela 
mejor  que  se  pueda,  teniendo  presente  que  ha  de  reunir  tres  departamentos 
principales:  capilla,  patio  y  comedor.  Tratemos  de  ellos  separadamente. 

1.0)  CAPILLA 

Se  escoge  la  sala  ó  local  más  capaz  y  en  él  se  levanta  un  altar  con  un 
crucifijo  grande,  de  modo  que  domine.  Se  colocan  luego  los  asientos  de  ma- 
nera cómoda  y  allí  oyen  Misa  los  ejercitantes,  hacen  las  meditaciones  y  las 
visitas  á  Cristo  crucificado. 

2.0)  PATIO 

Es  también  indispensable  el  que  la  casa  lo  tenga,  á  fin  de  que  los  ejer- 
citantes puedan  salir  á  pasear,  fumar  y  en  él  se  arreglen  los  lugares  excu- 


112 

sados.  No  es  necesario  que  sea  muy  grande,  porque  los  ejercitantes,  traba- 
jadores en  su  mayoría,  no  apetecen  mucho  el  ejercicio  y,  para  el  caso,  sirve 
á  maravilla  cualquier  huerto  ó  patio  interior  con  tal  que  esté  al  descubierto, 
para  que  puedan  respirar  aire  puro. 

3.°)  COMEDOR 

El  comedor  es  más  fácil  de  encontrar  que  la  capilla,  pues  no  es  necesa- 
rio tenga  tan  buenas  condiciones  como  aquélla,  y  aunque  es  mejor  que  sea 
una  sala,  pueden  ser  dos  diferentes. 

El  mueblaje  puede  ser  muy  sencillo:  mesas  y  asientos  (no  importa  sean 
tablones)  para  todos,  unos  jarritos  para  el  agua...  y,  nada  más. 

El  sistema  que  se  ha  seguido  para  la  comida  es  el  siguiente:  Todos  los 
ejercitantes  tienen  un  número  que  ya  se  les  indica  al  hacer  la  lista  para  la 
entrada  y  todos  los  asientos  del  comedor  tienen  también  un  número  que  co- 
rresponde al  del  ejercitante,  cuyo  es  aquel  sitio. 

La  comida  se  la  hacen  á  cada  uno  en  su  casa,  y  á  las  siete  y  media  y 
once  y  media  de  la  mañana,  y  á  las  siete  y  media  de  la  tarde,  se  da  una  se- 
ñal con  la  campana  del  pueblo,  para  que  acudan  las  mujeres  á  la  casa  de 
Ejercicios,  trayendo  la  comida  en  un  cestito  que  lleva  un  número,  que  co- 
rresponde al  del  ejercitante  para  quien  es.  Como  los  asientos  están  por  or- 
den numérico,  se  hace  fácilmente  la  repartición  de  la  comida,  y  cuando  los 
ejercitantes  salen  de  la  capilla  ya  lo  encuentran  todo  preparado.  Luego,  á 
las  nueve  de  la  mañana,  á  las  tres  y  media  de  la  tarde  y  á  las  nueve  de  la 
noche,  pasan  las  mujeres  á  recoger  los  cestitos. 

En  un  principio  se  admitían  los  de  tandas  anteriores  para  que  se  ocu- 
pasen en  recoger  los  cestitos  y  repartirlos,  en  encender  las  luces  y  en  todos 
los  demás  servicios  domésticos,  pero  esto  no  es  práctico;  porque  como  por 
buena  voluntad  que  tengan  no  están  acostumbrados  á  estos  trotes,  se  enre- 
dan con  facilidad,  han  de  hablar  mucho,  y  todo  es  en  detrimento  del  fruto 
de  los  Ejercicios.  Lo  que  ha  dado  mejor  resultado  es  tomar  á  dos  ó  más  hom- 
bres que,  cobrando  su  jornal,  hagan  todos  los  servicios  de  la  casa,  á  los  cua- 
les por  lo  mismo  que  cobran  se  les  puede  urgir,  y  así  todo  va  mejor  y  con 
más  orden. 

4.0)  DORMITORIO 

Vengamos  ya  á  lo  último  y  más  sencillo  de  arreglar.  A  dos  cosas  se 
atiende:  al  local  y  al  ajuar. 

Claro  está  que.  á  ser  posiblie,  mejor  es  que  los  dormitorios  estén  en  la 


113 
misma  casa  de  Ejercicios;  pero  no  causa  grave  extorsión  el  que  estén  en 
alguna  de  las  contiguas,  y  así  ha  sucedido  en  varios  pueblos. 

Por  la  noche  conviene  haya  en  los  dormitorios  luz  que,  no  estorbando 
para  dormir,  sea  suficiente  para  distinguirse  los  objetos,  no  sea  que,  levan- 
tándose alguno  á  deshora,  fuese  tropezando  con  los  que,  más  tranquilos  que 
él,  estuvieran  abandonados  en  brazos  de  Morfeo. 

Hase  también  visto  prácticamente  que  no  es  lo  mejor  que  duerman  los 
jóvenes  separados  de  los  viejos,  pues  en  el  aposento  de  los  viejos  habrá  riña 
segura  y  en  el  de  los  jóvenes  no  menos  segura  zambra;  estando  en  un  apo- 
sento mezclados  los  jóvenes  con  los  que  no  lo  son  tanto,  unos  por  otros  se 
contienen  y  duermen  en  santa  paz. 

En  lo  que  toca  al  ajuar,  cada  cual  se  lo  trae  de  su  casa,  unos  mejor, 
otros  peor;  pero  suelen  traerse  un  colchón  y  las  mantas  necesarias  para  res- 
guardarse del  frío.  Si  hay  bastante  local,  duermen  en  sendos  colchones;  si 
el  local  escasea,  se  les  permite  dormir  dos  en  un  mismo  colchón. 

En  algunos  pueblos  se  han  clasificado  los  ejercitantes  en  dos  secciones, 
una  de  1  .^  y  otra  de  2.^  clase.  Los  de  1  .^  clase  dan  una  limosnita,  y  con  es- 
to hay  motivo  para  ofrecerles  los  mejores  aposentos,  de  modo  que  estén  más 
solas  y  con  menor  incomodidad.  Esto  da  buen  resultado  y  quita  el  reparo 
que  los  ricos  suelen  tener  de  dormir  juntamente  con  los  pobres. 

Por  todo  lo  dicho  se  ve  que  no  es  gran  dificultad  la  del  local,  y  aun 
aparecerá  menor  si  se  considera  que  para  comenzar  la  primera  tanda  basta 
una  casita  cualquiera.  Después  los  mismos  del  pueblo,  sin  que  el  Padre  ten- 
ga que  preocuparse  en  lo  más  mínimo,  ya  se  encargan  de  buscar  mayor  y  me- 
jor local.  Pueblos  ha  habido  en  que  para  ellos  se  han  desocupado  las  escue- 
las; en  otros,  la  Beneficencia;  en  otros  se  han  abierto  ó  levantado  tabiques 
necesarios  para  hacer  de  varias  casas  una;  en  fin,  que  todo  el  punto  está  en 
comenzar,  pues  luego,  ya  he  dicho,  sin  trabajo  ninguno  del  Padre,  desapa- 
recen todas  las  dificultades,  se  encuentran  casas,  y  en  poco  tiempo,  ayuda- 
do de  la  Gracia  y  del  buen  ejemplo  de  los  que  van  haciendo  los  santos  Ejer- 
cicios, se  logra  cambiar  completamente  toda  la  población. 

DISTRIBUCIÓN  DEL  TIEMPO 

Ya  que  tenemos  arreglada  la  casa,  veamos  otro  asunto  no  menos  impor- 
tante. ¿Cómo  pasan  el  día  tantos  hombres?  Varias  son  las  distribuciones  que 
para  esto  se  han  hecho,  pero  la  práctica  ha  enseñado  que  la  mejor  es,  poco 
más  ó  menos,  la  siguiente.  La  ponemos  á  fin  de  que,  con  las  pequeñas  mo- 
dificaciones que  sea  necesario  hacer  á  causa  del  local,  estación,  número  de 

8 


114 
ejercitantes  y  otras  causas  accidentales,  pueda  dar  idea  de  lo  que  son  los 
santos  Ejercicios  dados  en  esta  forma: 


5  '/j  Levantarse,  cigarro. 

6  Ofrecer  obras,  meditación. 

7  Vi  Cigarro. 

7  '/j  Misa. 

8  Desayuno,  visita,  cigarro. 


MAÑANA 

9       Meditación,  examen. 

10  Vj  Cigarro. 

11  Va  Plática. 

12  Comida,  visita,  cigarro,  siesfa. 


TARDE 

2  '/|,  Rosario,  lectura  espiritual.  I  5  Vía  Crucis,  disciplina. 
v3       Cigarro.  |  6  Cigarro. 

3  V2  Plática,  meditación  de  los  man-  '  6  '/2  Meditación,  examen. 

damientos  por  el  primer  modo  |  8  Cena,  cigarro, 

de  orar.  9  Examen,  adorar  el  crucifijo,  ci- 

4  V2  Cigarro.  I  garro,  descanso. 

Como  se  ve,  es  esta  una  distribución  snmamente  variada,  y  son  mu- 
chos centenares  los  hombres  que,  estando  cuatro  días  metidos  entre  este 
vericueto  de  cigarros  y  cosas  serias,  han  salido  trocados,  sin  sentir  el  peso 
de  un  horario  al  que  jamás  habían  estado  sujetos.  Sólo  hay  que  advertir 
que,  cuando  los  ejercitantes  son  200  ó  más,  es  menester  que  los  tiempos 
destinados  para  fumar  sean  á  lo  menos  de  media  hora,  pues  se  demoran 
bastante  al  entrar  y  salir  de  la  capilla. 

MATERIAS 
Primera  noche.— Plática  de  avisos 

Primer  día.— \  .^  Meditación:  «Fin  del  hombre».— 2.^  Meditación:  «Fin 
de  las  criaturas».— Plática:  «Fin  de  los  Ejercicios  y  disposiciones  para  ha- 
cerlos».—3.^  Meditación:  «Primer  mandamiento.»— 4. '^  Meditación:  «Tres 
pecados». 

Segundo  día.  — \  .^  Meditación:  «Repetición  de  tres  pecados  (insistien- 
do en  el  coloquio)».— 2.^  Meditación:  «Pecados  propios».  — Plática:  «A  quié- 
nes conviene  y  á quiénes  es  necesaria  la  confesión  general».  -3.^  Medita- 
ción: «Tercer  mandamiento».— 4.^  Meditación:  «Infierno». 

Tercer  í/ía.-l.*'^  Meditación:  «Repetición  del  infierno  (insistiendo  en 
el  coloquio)».— 2.^  Meditación:  «Muerte».— Plática:  «Propósitos  de  la  con- 


116 
fesión».— 3.^  Meditación:  «Sexto  mandamiento».— 4.^  Meditación:   «Hijo 
pródigo». 

Ctforí'o  í/í'a.—l.^  Meditación:  «Reino  de  Cristo».— 2.^  Meditación: 
«Contemplación  del  Crucifijo».— Plática:  «Qué  han  sacado  otros  y  qué 
deben  sacar  ellos  de  los  Ejercicios,  reforma  de  vida».— 3.^  Meditación:  (Se 
suprime  por  las  confesiones).— 4.^  Meditación:  «Resurrección  ó  Cielo». 

Quinto  día.—S\  hay  tiempo  se  dan  las  «Dos  banderas» .—Fervorines 
para  la  Comunión. 

En  la  lectura  espiritual  se  les  leen  las  «Verdades  eternas»,  y  en  lasco- 
midas  «La  Instrucción  al  pueblo»,  de  San  Ligorio.  Es  no  pequeño  el  fruto 
que  se  hace  con  esta  lectura,  pues  se  aficionan  tanto  á  estos  libros  yá  algún 
otro,  que  no  saben  separarse  de  ellos,  y  cuando  terminan  los  Ejercicios  no 
se  van  sin  haberse  procurado  uno  ó  varios  ejemplares,  ya  para  su  uso,  ya 
para  regalo,  diciendo  á  boca  llena  que  no  hay  libros  como  estos,  y  que  son 
los  mejores  del  mundo. 

INDUSTRIAS 

Para  mayor  claridad  las  divido  en  dos  clases:  la  primera,  es  de  las  que 
ayudan  para  hacer  bien  los  Ejercicios;  la  segunda,  es  de  las  que  sirven  para 
que  se  mueva  el  pueblo. 

I.  PRIMERA  CLASE  DE  INDUSTRIAS 

1  .^  Es  la  primera  relativa  al  modo  de  hacer  las  meditaciones  y  va  en- 
caminada á  lograr  en  ellas  el  mayor  fruto  posible.  Después  de  exponer  con 
sencillez  la  verdad  del  primer  punto,  se  les  hace  arrodillar  un  ratito  para 
que  reflexionen;  y  cuando  se  nota  que  se  cansan,  el  mismo  Padre,  hablando, 
excita  afectos  conformes  con  lo  que  se  medita,  á  fin  de  que  tome  parte  el 
corazón.  Después  se  les  deja  otro  ratito,  pues  de  lo  contrario  nada  harían. 
Cuando  ya  se  ve  que  se  cansan,  se  les  hace  sentar  y  se  pasa  al  siguiente 
punto,  que  se  medita  en  la  misma  forma.  Al  final,  y  siempre  en  voz  alta,  se 
les  hacen  el  coloquio  y  el  examen,  procurando  en  todo  la  sencillez  y  el  afecto. 

2.^    El  silencio  es  quizás  lo  más  principal.  Para  lograrlo  ayuda  mucho: 

a)  El  que  por  la  mañana  al  vestirse  vaya  uno  por  los  dormitorios  re- 
zando en  voz  alta  una  parte  del  rosario  ó  algunas  oraciones  vocales  á  las 
que  deben  contestar. 

b)  Que  haya  libros  suficientes  para  todos  los  que  saben  leer. 

c)  Que  en  los  tiempos  libres  haya  quien,  en  algún  rincón  del  patio, 
lea  un  libro  de  doctrina  clara  y  amenizada  con  ejemplitos  para  que,  mien- 
tras fuman,  oigan  cosas  buenas. 


116 

d)  En  las  paredes  de  los  tránsitos  ó  del  patio,  haya  cuadros  represen- 
tando verdades  eternas. 

e)  Alternando  con  estos  cuadros  haya  cartelones  con  saetillas,  v.  gr.: 
«La  Madre  de  Dios  es  mi  madre». 

«Valsando,  valsando,  al  infierno  vas  bajando». 

«El  que  profana  las  fiestas  con  trabajo,  va  al  infierno  por  atajo». 

El  cielo  es  mi  patria.  Mira  que  te  mira  Dios, 

Medida  tiene  el  pecar;  Mira  que  te  está  mirando. 

Procura  no  la  llenar.  Mira  que  te  has  de  morir, 

Que  si  la  medida  llenas.  Mira  que  no  sabes  cuándo. 

Para  siempre  te  condenas. 

Cuando  pecas,  pensarás 
Que  á  Cristo  estás  azotando, 
Y  que  te  dice  llorando: 
«¡Hijo,  no  me  azotes  más!» 

Estas  y  otras  muchas,  que  se  hallan  en  libros  que  están  en  las  manos  de 
todos,  sirven  para  el  fin  propuesto.  A  los  ejercitantes  les  mueven  mucho,  y 
se  las  aprenden  y  las  escriben  á  sus  padres  y  conocidos,  hiriendo  Dios  tal 
vez  con  estas  saetillas  á  algunos  corazones  que  no  han  podido  rendirse  con 
la  batería  de  muy  buenos  sermones. 

f)  Debe  haber,  con  todo,  quien  cele  por  el  silencio. 

g)  Para  el  mismo  objeto  es  necesario  que,  ya  sean  jornaleros  paga- 
dos, ya  ejercitantes  voluntarios  de  tandas  anteriores,  haya  quienes  cuiden  de 
los  oficios  domésticos,  v.  gr.,  poner  agua,  encender  luces,  etc.,  á  fin  de  que 
los  que  hacen  Ejercicios  lo  encuentren  todo  arreglado  y  no  tengan  que  ha- 
blar para  pedir  dichos  servicios  ó  para  procurárselos. 

h)  Finalmente,  es  de  todo  punto  necesario  que  la  noche  de  entrada 
ya  sepan  todos  y  cada  uno  de  los  ejercitantes: 

1.)  Qué  número  tiene;  2)  dónde  está  su  asiento  en  refectorio  y  dón- 
de su  cama;  3)  por  dónde  se  entra  en  la  capilla  y  por  dónde  se  sale; 
4)  dónde  están  los  excusados;  5)  qué  distribución  ha  de  seguir;  6)  quién 
toca  la  campana  y  hace  de  superior;  7)  á  qué  hora  se  ha  de  levantar;  8)  que 
no  se  puede  hablar,  etc.,  etc. 

Y  para  ello  se  les  darán,  en  general,  todos  los  avisos  que  se  juzguen 
oportunos. 

3.''^  Ya  es  de  todos  conocida  la  eficacia  que  tiene  la  devoción  á  la  San- 
tísima Virgen  para  trocar  los  corazones:  Uno  de  los  recursos  que  más  ayu- 


117 

dan  es  éste:  en  algún  punto,  por  donde  hayan  de  pasar  muchas  veces,  se 
coloca  una  imagen  de  Nuestra  Señora  algún  tanto  adornada  y  con  luz  encen- 
dida todo  el  día.  El  Padre  procura  inculcarles  la  idea  de  que  al  pasar  por 
allí  la  saluden  y  le  pidan  alguna  gracia  ó  le  besen  los  pies,  etc.  Esta  senci- 
lla práctica  ha  convertido  á  muchos. 

4.^  En  otro  lugar  de  la  casa  haya  un  crucifico  grande  al  cual  puedan 
besar  los  pies.  No  es  deciblela  influencia  que  tienen  estas  sencillas  prácticas 
para  lograr  del  corazón  humano  cosas  que  á  primera  vista  parecen  imposi- 
bles. Se  ve  que  por  su  misma  sencillez  Dios  les  comunica  especial  eficacia, 
y  así  no  deben  omitirse  en  cuanto  se  pueda. 

5.^  En  una  de  las  visitas  el  Padre  les  hace  adorar  las  cinco  llagas  del 
Crucifijo,  pidiendo  en  una  de  ellas  por  el  Papa,  Cardenales,  Obispos,  etc., 
y  principalmente  por  el  cura  y  vicarios  del  pueblo;  en  otra  ruegan  por  el 
Rey,  ministros,  etc.,  sin' olvidar  al  alcalde, "juez...  del  mismo  pueblo;  en  otra 
hace  oración  por  los  pecadores  del  mundo,  especificándolos,  y  principalmen- 
te por  los  del  pueblo,  tales  y  tales,  v'.  gr.,  por  los  blasfemos,  los  obscenos, 
etc.;  en  la  otra  encomiendan  á  Dios  á  todas  las  personas  buenas  del  mundo, 
especificando  tales  y  tales,  y  especialmente  á  las  del  pueblo  que  oyen  misa 
diariamente,  comulgan,  hacen  limosnitas,  trabajan  por  los  Ejercicios,  etc.; 
en  la  última  llaga  se  colocan  ellos  mismos,  y  el  Padre,  procurando  sondear 
sus  corazones,  les  hace  rogar  por  sus  mismas  necesidades  con  coloquios  sen- 
cillos y  fervorosos  que  les  mueven  mucho.  Esta  visita  dura  un  cuarto  de  hora 
y  siempre  salen  de  ella  conmovidos. 

6.'^*  En  otra  visita  piden  perdón  por  todos  los  pecadores  del  mundo,  en 
esta  forma.  El  Padre  va  nombrando  los  diversos  pecadores,  v.  gr.:  ¡Señor!, 
por  los  que  escriben  ó  leen  periódicos  malos  como  El  Mercantil,  El  Pueblo 
(ó  nombra  los  demás  circulación  en  la  comarca),  y  todos  contestan:  ¡perdón. 
Señor,  perdón!  Por  los  que  trabajan  los  domingos  hasta  el  medio  día:  ¡per- 
dón. Señor,  perdón!  etc.  De  esta  manera  se  van  nombrando  los  que  más  les 
han  de  mover,  ya  por  lo  grande  de  sus  pecados,  ya  porque  están  ellos  com- 
prendidos en  este  número;  con  lo  cual  se  logra,  no  sólo  moverlos,  sino  ex- 
citar también  vehemente  dolor  por  sus  culpas,  que  asegure  la  confesión. 

7.^  Al  volver  del  Vía-Crucis,  que  como  después  se  dirá,  conviene  que 
se  tenga  en  la  Parroquia,  cuando  van  entrando  en  la  casa  de  Ejercicios  be- 
san uno  á  uno  los  pies  del  Crucifijo,  diciendo:  ¡Jesús  mío,  misericordia!  Lo 
mismo  hacen  después  del  examen  de  conciencia,  al  irse  á  dormir. 

8.'"^  Esta  es  una  de  las  más  fructuosas:  que  en  el  Vía-Crucis,  después 
de  la  estación  duodécima,  se  les  hace  un  sermoncito,  explicando  la  adición 
10.^  y  se  les  da  permiso  para  que  tomen  disciplina  á  la  señal  de  la  campana; 


118 
el  primer  día  son  algunos...  el  segundo  casi  todos...  y  después  todos.  Este 
medio  es  eficaz  aun  para  los  que  los  primeros  días  no  toman,  pues  quedan 
avergonzados  y  confundidos  por  no  haberse  atrevido. 

9.^  El  tercer  día  después  del  Vía-Crucis,  el  Padre  les  pide  perdón  de 
las  faltas  que  delante  de  ellos  ha  cometido  y  luego  les  besa  los  pies.  Las  lá- 
grimas, en  este  acto,  suelen  ser  muy  abundantes.  Después  les  pregunta  si 
se  perdonan  unos  á  otros,  y  les  encarga  que  en  particular  pidan  perdón  si 
han  ofendido  á  alguien,  y  que  si  éste  no  está  allí,  le  escriban  una  carta  y  le 
visiten  luego  al  salir.  ¡Cuan  consolador  es  ver  abrazarse  á  los  que  se  odia- 
ban de  muerte! 

10.^  Al  final  de  la  meditación  del  «Hijo  pródigo»,  les  dice  el  Padre, 
poco  más  ó  menos:  «Aquel  chico  parece  que  no  tenía  madre...  si  la  hubiese 
tenido  más  pronto,  quizás*  habría  vuelto...  vosotros  sí  que  tenéis  madre... 
es  la  Santísima  Virgen...  por  eso  quiero  que  ahora  nos  la  traigan  acá  para 
que  la  miréis  y  le  pidáis  que  os  acompañe  ala  casa  de  vuestro  Padre».  Acto 
seguido  traen  la  imagen  de  la  Santísima  Virgen  adornada  y  con  luces,  de 
modo  que  inspire  devoción,  y  el  Padre  les  pregunta  si  la  reconocen  por  Ma- 
dre... y  ordinariamente  no  pueden  contestar,  ni  continuar  la  meditación  por 
el  llanto  fuerte,  que  les  sobreviene. 

Se  les  deja  un  cuarto  ó  media  hora  para  que  se  desahoguen  y  después 
se  dan  algunos  avisos.  Esta  imagen  queda  ya  en  la  Capilla  con  dos  luces. 

1 1  .^  Se  advierte  á  los  ejercitantes  que  los  que  gusten  pueden  quedar- 
se, durante  los  tiempos  libres,  en  la  capilla,  tratando  sus  asuntos  con  su 
Madre;  siempre  se  quedan  varios  y  esto  edifica,  y  si  el  Padre  los  alaba  un 
poquito,  cada  día  aumenta  su  número. 

12.^  La  última  noche  se  les  impone  el  escapulario  azul  y  el  del  Car- 
men y  se  les  regala,  como  recuerdo  de  los  Santos  Ejercicios,  una  medallita 
que  tenga  la  bendidión  de  ambos  escapularios. 

IL-SEQUNDA  CLASE  DE  INDUSTRIAS 

Todas  estas  industrias,  que  hasta  ahora  se  han  indicado,  sirven  no  poco 
para  mover  el  corazón  de  los  ejercitantes,  y,  aun  cuando  tales  industrias 
moviendo  á  los  ejercitantes  ya  dejen  sentir  su  influencia  en  toda  la  pobla- 
ción, con  todo  es  útil  aplicar  otras  dirigidas  más  particularmente  á  mover  al 
pueblo  en  general,  ya  para  asegurar  el  fruto  de  los  Ejercicios,  ya  para  que 
á  la  primera  tanda  se  siga  otra  y  otra,  hasta  que  todos  los  hombres  de  la 
población  hayan  hecho  los  santos  Ejercicios:  tales  con  por  ejemplo: 

1  .^  Si  se  puede,  se  va  al  pueblo  un  día  antes  de  comenzar  la  tanda,  y 
por  la  noche  se  les  predica  un  sermón  á  todos. 


119 

2.^  Si  se  puede  hacer,  salgan  para  el  Vía-Crucis  á  la  iglesia  parro- 
quial, llevando  delante  el  Santo  Cristo,  y  yendo  los  ejercitantes  en  dos  filas 
con  los  brazos  cruzados  y  los  ojos  bajos.  Esta  procesión  es  imponente,  y 
suelen  llorar  todos  los  que  la  miran;  el  día  del  perdón  vuelven  llorando  los 
ejercitantes,  y  esto  conmueve  granderriente  á  todos. 

3.^  La  Comunión  general  se  tiene  en  la  parroquia  y  es  pública.  Asis- 
ten todos  los  ejercitantes  con  el  mejor  traje  que  tienen,  llevando  las  ma- 
nos juntas  delante  del  pecho. 

4.^  En  la  tarde  de  este  mismo  día  se  tiene  una  función  solemne  en  la 
iglesia  con  exposición,  trisagio,. sermón,  bendición  papal,  etc.,  procurando 
que  los  ejercitantes  estén  todos  juntos  y  ocupen  los  mejores  puestos.  En 
esta  función  suelen  enfervorizarse  los  ánimos  de  los  concurrentes,  siguién- 
dose el  apuntarse  para  la  tanda  siguiente,  que  comienza  aquella  misma 
noche. 

5.^  Se  procura  que  los  ejercitantes  escriban  á  sus  padres  contándoles 
lo  que  ven  y  lo  que  sienten.  Los  padres  reciben  estas  cartas  y  las  dan  á  leer, 
con  lo  cual  son  muchísimos  los  que  se  rinden  á  la  gracia.  Otros  escriben  á 
sus  amigos  de  casino,  otros  á  sus  enemigos,  etc.  Hay  día  en  que  salen 
ochenta  de  estas  cartas.  Es,  pues,  necesario  que  en  la  Casa  de  Ejercicios 
haya  lo  necesario  para  que  puedan  escribir  los  que  gusten. 

6.^  Cuando  salen,  se  les  encarga  que  besen  la  mano  á  sus  padres;  que 
abracen  á  sus  hijos  y  esposas,  y  que  antes  de  ir  á  sus  casas  busquen  á  su 
enemigo  y  le  pidan  perdón. 

7.^  Si  se  puede,  se  reza  los  domingos,  al  anochecer,  el  santo  Rosario 
por  las  calles,  encargando  que  vayan  sólo  hombres  y  que  no  falte  ningún 
ejercitante. 

Esta  suele  ser  una  manifestación  de  fe  que  al  presente  ayuda  mucho  y 
después,  queda  como  costumbre  en  el  pueblo. 

Aquí  tiene  V.  R.  sencilla  y  brevemente  expuesto  mi  sistema  de  dar  en 
común  los  Ejercicios  á  los  hombres  de  todas  las  clases  y  edades  en  el  Reino 
de  Valencia,  y  con  esto  creo  que  he  satisfecho  su  deseo, 

En  los  SS.  SS.  y  OO.  se  encomienda  su  afmo.  H.  y  siervo  en  Cto. 

JKS. 

José  L.  Iñesta,  S.  J. 


EJERCICIOS  DADOS  POR  VARIOS  DE  NUESTROS 

PADRES,  ESPECIALMENTE  POR  EL  P.  JOSÉ  L.  IÑESTA, 

EN  LOS  PUEBLOS  DE  LA  VEGA  DE  GANDÍA  EN  1910 


Cartas  del  P.  Juan  Pons  al  P.  Pedro  Planas 

Amadísimo  en  Cto.  P.  Planas:  Con  mis  propios  ojos  he  podido  ver,  es- 
tando en  Gandía,  el  fruto  que  los  santos  Ejercicios,  dados  á  la  manera  que 
en  Colombia  los  da  el  P.  Muñoz,  han  hecho  en  los  pueblos  de  aquella  fera- 
císima Huerta.  Como  son  varios  los  puntos  en  donde  se  dieron  y  no  quisiera 
serle  pesado,  pondré  primeramente  lo  que  se  hizo  en  el  Real  de  Gandía, 
pueblo  donde  primero  prendió  esta  benéfica  llama,  y  luego  los  casos  más 
salientes  de  los  demás,  con  el  número  de  tandas  y  ejercitantes. 

Tiene  el  Real  de  Gandía  unas  1,400  almas.  Sus  moradores  son  buenos 
en  el  fondo,  como  casi  todos  los  de  esta  Huerta,  y  conservan  la  fe  que  les 
legaron  sus  padres;  con  todo,  no  pocos  la  van  perdiendo,  y  la  corrupción  de 
costumbres  cunde  por  doquier. 

Se  pensó  primero  en  dar  una  misión,  mas  Dios  N.  S.  tenía  dispuesto 
otra  cosa.  Once  hombres  del  citado  pueblo  hicieron  Ejercicios  en  casa,  y  ha- 
biéndoseles propuesto  lo  de  darlos  en  el  pueblo  mismo,  se  entusiasmaron  y, 
ayudados  por  los  catequistas,  buscaron  local,  reunieron  gente  y  he  aquí  la 

PRIMERA  TANDA 

que  la  santa  obediencia  me  encargó  diese,  ayudado  por  el  P.  Vergés, 
novicio  de  2."  año.  Nos  encaminamos  pues  al  Real  de  Gandía  el  día  16  de 
Marzo,  sin  saber  cómo  acabaría  la  empresa  que  acometíamos,  pero  muy 
confiados  en  Dios  N.  S.  En  las  afueras  del  pueblo  nos  esperaba  numeroso 
gentío,  y  entre  vítores  y  aclamaciones  nos  dirigimos  á  la  Iglesia.  Allí,  bre- 
ve exhortación  sobre  los  ejercicios,  algunos  avisitos  para  los  que  habían  de 
hacerlos. 


121 


LA  CASA  DE  EJERCICIOS 

Estaba  ésta  en  la  misma  calle  de  la  iglesia;  en  el  piso  bajo  el  refecto- 
rio; en  el  superior  los  dormitorios  y  la  capilla.  Vio  cada  ejercitante  donde 
tenía  su  número;  se  fijó  la  distribución  y  comenzaron  los  puntos  para  la  me- 
ditación del  día  siguiente. 

Ya  el  primer  día  se  itotaba  que  los  pobrecitos,  entraban  dentro  de  sí; 
las  verdades  eternas  iban  filtrándose  en  los  corazones  de  aquellos  hombres 
y  el  efecto  no  tardó  en  manifestarse.  Por  la  tarde  hicieron  el  Via-crucis  en 
la  iglesia,  salieron  de  casa  en  dos  filas  llevando  uno  el  Sto.  Cristo 
y  siguiendo  los  demás  con  los  brazos  cruzados  y  los  ojos  bajos.  Los  que  lo 
vieron  no  se  admirarori  poco.  Tomaron  disciplina  después  de  la  11  .^  esta- 
ción, y  aunque  esta  tarde  no  fué  muy  fervorosa,  sin  embargo  fué  un  triunfo 
el  que  se  quitaran  las  chaquetas,  sacaran  las  cuerdas  (ronzales  anudados)  y 
se  dieran  algunos  golpes  á  la  luz  del  día,  pues  eran  las  4  de  la  tarde  y  en- 
traba el  sol  por  los  ventanales  del  templo. 

El  2.'^  día  aumentó  el  fervor:  ya  no  se  veían  más  que  caras  compungi- 
das y  ojos  llorosos:  la  disciplina  fué  fervorosa,  las  meditaciones  les  conmo- 
vían de  veras. 

El  3.er  día  se  confesaron  con  mucho  dolor  y  lágrimas,  después  de  las 
cuales,  aquellos  rostros,  antes  tristes  y  como  nublados,  se  esclarecieron  co- 
mo se  esclarece  y  serena  el  cielo  después  de  una  tormenta  de  verano.  Este 
día  tomaron  la  disciplina  más  larga:  luego  les  besamos  los  pies,  y  los  llantos 
y  gritos  fueron  tales,  que  se  oían  fuera  de  la  iglesia  y  no  cesaron  hasta 
media  hora  después.  Limpia  ya  la  conciencia  y  arrojados  del  corazón  todos 
los  enemigos  del  Rey  de  las  almas,  no  faltaba  más  sino  que  el  buen  Jesús 
pusiera  su  trono  en  el  corazón  de  aquellos  hijos  pródigos,  que  de  tan  buena 
gana  se  le  arrojaban  á  los  pies.  Esto  sucedió  el  4.°  día  en  la  capilla  de  la 
casa  donde  todos  recibieron  á  N,  S.  con  indecible  gozo  de  sus  almas,  el  cual 
gozo  pasaba  á  través  de  aquellos  rostros,  tostados  por  el  sol,  de  tal  manera 
que  hasta  parecía  que  también  en  lo  exterior  se  blanqueaban. 

Cayó  el  4.°  día  en  domingo  y,  éste,  de  Ramos,  y  los  cocineros  les  sir- 
vieron una  comida  extraordinaria,  lo  cual  unido  á  la  alegría  que  dentro  ex- 
perimentaban, hizo  que  costase  un  poquillo  el  haceries  guardar  silencio. 

Cenaron  con  Deo  gratias;  se  despidieron  con  multitud  de  afectos  de 
agradecimiento  que  cada  uno  expresaba  á  su  manera  y  pocos  momentos  des- 
pués habían  comunicado  á  todo  el  pueblo  el  fuego  que  en  ellos  prendió.  Al 
darles  la  bendición  papal  lloraban  de  consuelo,  y  al  separarse  de  nosotros 


122 

daban  vivas  á  S.  Ignacio,  á  la  Compañía  y  á  los  PP.  Los  diez  jóvenes  que 
de  Almoines  vinieron,  fueron  acompañados  hasta  aquel  pueblo  por  los  mo- 
zos del  Real  de  Gandía  que  hicieron  Ejercicios,  y  aprovecharon  tanto  que 
fueron  la  levadura  de  las  tres  tandas,  que  en  Almoines  se  dieron  después. 

En  esta  1.^  tanda,  los  que  quisieron,  pagaron  un  tanto  á  la  comisión  de 
ejercicios  y  ella  les  daba  la  comida.  Los  más  pobres  la  recibían  de  su  casa 
en  cestitos  numerados.  Esto  último  pareció  más  conveniente  y  así  se  adop- 
tó para  todas  las  tandas  que  en  el  Real  de  Gandía  y  en  los  demás  pueblos 
se  han  dado. 

Pasó  la  semana  santa  y  con  ella  no  pasó  el  fervor,  sino  que  aumentó, 
si  cabe.  Los  ejercitantes,  convertidos  en  apóstoles,  recorrían  las  casas,  ha- 
blaban á  los  amigos  y  no  amigos,  en  una  palabra,  no  dejaron  piedra  por  mo- 
ver hasta  reunir  97  hombres  con  que  comenzó  el  miércoles  de  Pascua  la 

SEGUNDA  TANDA 

Dióla  el  P.  Iñesta  y  ayudábale  el  H.  Muñoz  novicio.  El  recibimiento 
fué  magnífico;  la  música  con  todo  el  pueblo  y  el  Alcalde  á  la  cabeza,  espe- 
raban en  las  afueras.  Por  el  camino,  de  trecho  en  trecho,  grupos  de  niños, 
que  tan  pronto  como  veían  á  los  PP.  echaban  á  correr  para  avisar  que  ya 
llegaban.  Cuando  ya  estaban  cerca,  sonó  un  ¡vivaá  los  padres!,  que  contestó 
la  multitud  como  un  solo  hombre,  al  mismo  tiempo  que  la  música  rompió  con  la 
marcha  real.  El  Ayuntamiento  rodeó  á  los  Misioneros  como  para  guardarlos 
de  las  oleadas  del  pueblo;  los  vivas  se  mezclaban  con  los  acordes  de  la  mú- 
sica y  la  numerosa  comitiva  se  puso  en  marcha  hacia  la  iglesia.  En  ella,  una 
breve  peroración  del  P.  Iñesta  caldeó  los  ánimos  y  quitó  las  prevenciones 
que  algunos  tenían  contra  los  Ejercicios.  Terminada  la  arenga  entraron  en 
la  casa  los  97  hombres  que  formaban  esta  tanda.  La  1.''^  se  había  formado 
con  lo  más  piadosito  del  pueblo;  en  ésta  ya  era  otra  cosa,  el  reverso  de  la 
medalla.  No  faltaba  alguno  que  tenía  firme  propósito  de  estorbar  lo  que  pu- 
diera. ¡Buena  disposición  para  hacer  ejercicios! 

Como  la  casa  no  era  capaz  para  que  durmiesen  todos  en  ella,  salían  á 
las  diez  de  la  noche  á  otras  dos.  Un  grupo  lo  presidía  el  P.  Ruíz,  novicio, 
que  daba  en  la  iglesia  un  triduo-misión  á  las  mujeres;  el  otro  el  H.  Novicio 
ayudante  del  P.  Iñesta;  y  el  3.°  más  numeroso  quedaba  en  casa  presidido 
por  ei  mismo  padre. 

A  las  5  de  la  mañana  llamaba  el  sereno  y  á  las  5  y  media  ya  estaban 
todos  reunidos  ofreciendo  á  Dios  las  obras  del  día. 

La  gracia  del  Señor  obró  más  rápidamente  en  los  corazones  de  estos 


123 

hombres  que  parecían  menos  dispuestos.  Ya  el  primer  día  un  ejercitante  se 
quedó  en  el  patio  en  tiempo  de  la  comida:  tenía  la  cabeza  oculta  entre  las 
manos  y  daba  fuertes  suspiros.  Lo  vio  el  H.  novicio;  avisó  al  P.  Iñesta  que 
fué  allá;  preguntóle  qué  tenía;  él  respondió  que  era  un  gran  pecador  y  que 
no  comería  hasta  que  no  se  confesase.  El  P.  le  consoló  y  prometió  confe- 
sarle; él,  sin  embargo,  no  comió,  porque  las  lágrimas  y  gemidos  no  se  lo 
permitían. 

Otro,  que  antes  andaba  fuera  de  camino,  todos  los  tiempos  libres,  en 
que  los  demás  salían  al  huerto  á  fumarse  un  cigarrillo,  él  se  entraba  en  el 
aposentito  del  H.  novicio,  y  si  no  estaba  éste  se  arrodillaba  delante  de  una 
fotografía  de  la  Virgen  que  el  H.  tenía  sobre  la  mesa  y  rezábale  el  santo 
Rosario,  y  así,  hubo  día  que  llegó  á  rezar  7  ü  8. 

El  2.°  día  tomaron  la  disciplina  tan  fuerte  y  con  tanto  fervor  que,  á  pe- 
sar de  que  el  P.  Iñesta  tocó  la  campanilla  para  que  cesaran,  ellos  siguieron 
como  si  tal  cosa,  teniendo  necesidad  el  P.  de  exhortarles  á  que  obede- 
ciesen. 

Luego  que  se  confesaban  quedaban  con  tanto  temor  de  ofender  á  Dios 
que,  á  cualquier  cosilla  preguntaban  si  era  pecado,  y  así  uno,  que  aún  no  se 
había  confesado,  dijo  en  voz  alta  en  el  dormitorio:  «Si  yo  no  me  salvo  aho- 
ra, no  me  salvaré  nunca,  porque  tengo  un  pecado  muy  gordo  que  hace  más 
de  20  años  que  no  lo  he  confesado».  Oyéronlo  algunos  que  ya  se  habían 
confesado  y  rieron  un  poquito  la  lamentación  del  compañero,  y  al  día  si- 
guiente preguntaban  muy  angustiados,  si  el  haber  reído  era  pecado. 

Otro  del  pueblo,  dueño  de  un  molino,  prometió  y  cumplió  el  no  moler 
los  días  de  fiesta,  y  además  mandó  á  sus  operarios  que  hiciesen  Ejercicios 
en  la  3.=*  tanda  y  les  pagó  el  jornal  de  estos  días  como  si  hubiesen  traba- 
jado. 

Todos  quedaban  entusiasmadísimos  y  decían  que  ahora  conocían  á  Dios 
N.  S.;  que  hasta  entonces  no  le  habían  conocido;  y  uno,  recién  casado,  dijo 
á  su  mujer  la  noche  que  salieron:  «Chica,  si  las  mujeres  hicieseis  Ejercicios, 
encerradas  como  los  hombres,  tú  los  habías  de  hacer  y  yo  te  haría  de  comer 
y  llevaría  la  comida,  porque  no  sabes  lo  bueno  que  es  eso». 

El  domingo  tuvieron  la  comunión  general  en  la  iglesia,  comulgando 
más  de  700  personas,  cosa  que  aun  no  se  había  visto  en  el  pueblo,  y  por  la 
tarde  recorrieron  en  procesión  las  calles  del  mismo  con  entusiasmo  deliran- 
te, aclamando  al  Sagrado  Corazón  durante  el  trayecto.  Se  fundó  en  este 
día  la  «-Asociación  de  Perseverancia^^  y  la  junta  de  ella  nombróse  des- 
pués del  Trisagio  cantado,  que  precedió  á  la  procesión. 

Antes  de  decir  algo  sobre  la  3.'^  tanda,  no  quiero  pasar  por  alto  un  ca- 


124 

so  que,  sea  ó  no  milagroso,  lo  cierto  es  que  sirvió  mucho  para  propagar  los 
santos  Ejercicios.  Es  como  sigue;  Un  hombre  llamado  Badal,  había  hecho 
ejercicios  en  la  2.^  tanda,  y  aunque  antes  no  era  malo,  ni  tampoco  muy 
piadoso,  cayó  enfermo  poco  después  de  salir  de  ejercicios  y  se  le  agravó 
de  tal  manera  la  enfermedad  que  el  médico  le  dio  por  desahuciado.  Reci- 
bió los  SS.  Sacramentos  y  el  día  del  Patrocinio  del  Patriarca  S.  José  se  en- 
contraba muy  al  cabo.  Rodeábanle  sus  amigos  y  familia,  y  como  le  pregun- 
tasen si  quería  algo  de  comer,  contestó:  «¿ahora  pensar  en  esto?  rezar,  rezar 
quiero  yo,  y  rezad  también  vosotros».  Preguntáronle  después  qué  prefería, 
si  vivir  ó  morir.  «Morir— dijo— é  ir  al  cielo  y  ver  á  Jesús,  á  María  y  á  San 
José».  Lloraban  enternecidos  los  que  le  rodeaban,  y,  por  haberla  él  pedido, 
diéroníi  la  estampa  de  N.  S.  P.  Ignacio,  que  le  habían  dado  como  recuerdo, 
de  los  santos  Ejercicios.  Besóla  repetidas  veces  y,  poniéndola  sobre  su  pe- 
cho, decía:  «¡La  estampa  de  los  PP.,  la  estampa  de  los  PP.!»  Después  man- 
dando á  los  que  allí  estaban  que  se  arrodillasen,  exclamó:  «Mirad,  mirad  á 
Jesucristo  crucificado:  ¿no  le  veis?  Yo  le  veo  y  de  sus  llagas  sale  sangre 
que  corre  por  su  cuerpo,  y  también  veo  á  su  madre  María  y  á  S.  José...  me 
voy  al  cielo,  al  cielo».  Diéronle  una  estampa  de  la  Sma.  Virgen,  y  excla- 
mó: «Mucho  más  hermosa  es  la  que  veo»;  y  dirigiéndose  al  Sto.  Patriarca 
le  decía:  «Glorioso  S.  José,  no  me  soltéis  de  la  mano;  llevadme  al  cielo; 
quiero  ir  al  cielo  con  Vos».  En  estos  coloquios,  repitiendo  muchas  veces  los 
dulcísimos  nombres  de  Jesús,  María  y  José,  entregó  su  alma  al  Criador. 

Escusado  es  decir  que  en  el  pueblo  no  se  habló  en  muchos  días  sino  de 
la  santa  muerte  de  Badal;  y  no  se  contentaron  con  hablar  sino  que  á  su  viu- 
da la  socorrieron;  unos  con  dinero,  otros  prestándose  á  coserle  el  luto,  otros, 
finalmente,  regando  el  campito  que  tenía  y  trabajando  en  él  gratuitamente. 
Todos  atribuían  esto  á  los  Ejercicios,  y  asilos  que  aún  no  los  habían  hecho, 
movidos  por  tan  hermoso  fruto,  corrían  presurosos  á  apuntarse  para  la  3.-* 
tanda;  y  los  que  ya  habían  bebido  las  doctrinas  de  N.  S.  P.  buscaban  por 
todas  partes  á  quien  conducir  á  esta  fuente  saludable.  De  este  modo  se  reu- 
nieron 206  hombres  y  con  ellos  comenzó  la 

TERCERA  TANDA 

Dióle  principio,  el  24  de  Abril,  el  P.  Ferrís  y  ayudábale  el  H.  Negra. 
Hubo  en  ella,  además  de  los  del  Real  de  Gandía  (que  eran  la  mayor  parte), 
algunos  de  otros  pueblos,  como:  la  Alquerieta,  Benicolet,  Palma,  Benipé- 
car,  Piles,  Almoines,  Benirredrá,  Beniopa,  Gandía  y  Ondara. 

La  casa  ya  no  bastaba  para  tanta  gente  y  Dios  N.  S.,  por  medio  del  2.° 


125 
Alcalde,  que  había  hecho  ejercicios  en  la  tanda  anterior,  ofreció  un  almacén 
de  naranjas  y  dos  casas  contiguas;  otro  ofreció  otra  casa;  y  otro,  finalmen- 
te, un  huerto  cercado,  muy  grande,  que  lindaba  con  las  casas.  Comunicá- 
ronse éstas  entre  sí  y  con  el  huerto,  quedando  todo  el  conjunto  que  ni  pin- 
tado. Si  mucho  fervor  hubo  antes,  mayor,  si  cabe,  fué  el  que  los  nuevos 
ejercitantes  tenían.  Recibimiento  entusiasta.  Un  carretero  blasfemo  empe- 
dernido antes,  llevaba  ahora  el  Santo  Cristo;  seguía  el  pueblo  vitoreando  y 
detrás  el  Ayuntamiento,  los  PP.  y  la  música. 

Al  Via-crucis  y  disciplina  acudían  todos  los  de  las  tandas  anteriores, 
reuniéndose  el  tercer  día  más  de  350  hombres.  Hubo  conversiones  admira- 
bles, mas  por  ser  parecidas  á  las  de  las  otras  tandas,  no  las  escribo.  De  esta 
tanda  salió  el  hacer  todos  los  viernes  el  Vta-crucis  con  disciplina. 

Esto  es,  amadísimo  P.  Planas,  todo  lo  más  importante  de  los  Ejercicios 
dados  en  el  Real  de  Gandía.  A  los  de  los  otros  pueblos  les  dedicaremos 
carta  aparte,  que  bien  se  la  merecen. 

D.  V.  R.  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Juan  Pons,  S.  J. 


Muy  amado  en  Cto.  P.  Planas:  Comenzaré  la  presente  por  donde  ter- 
minó mi  anterior,  y  vaya  Almoines  á  la  cabeza  de  la  reseña  como  lo  fué  á  la 
del  núcleo  de  poblaciones  que  después  del  Real  de  Gandía,  recibieron  los 
santos  Ejercicios.  1 ,400  almas  cuenta  dicha  población  y  dio  contingente 
bastante  para  tres  tandas.  La  1.^,  que  contaba  de  47  ejercitantes,  la  di 
yo  ayudado  del  H.  Vergés;  la  2.^,  con  197,  dióla  el  P.  Ferrís  con  el  P.  Ló- 
pez, novicio;  y  la  3.''^  que  llegó  á  200,  el  P.  Ferrís  y  e!  P.  Ruíz.  El  resul- 
tado excelente,  como  en  el  Real  de  Gandía.  En  la  2.^  tanda  hubo  14  de  Po- 
tríes,  y  en  la  3.^  13  de  Bellreguart  y  47  de  otros  pueblos.  Total  entre  las  3 
tandas,  444.  Cayeron  peces  de  muchos  años  sin  confesarse.  Hubo  entre 
los  ejercitantes  no  pocos  que  dejaron  sus  ideas  y  quemaron  novelas,  folle- 
tos, etc.  Se  fundó  la  «Asociación  de  Perseverancia^^  y  el  hacer  el  Via- 
crucis  con  disciplina  los  viernes. 

OLIVA 

Es  Oliva  población  de  unas  20.000  almas.  Diéronse  en  ella  9  tandas,  6 
en  la  parroquial  de  Sta.  María  y  3  en  la  de  S.  Roque,  todas  por  el  P.  Iñes- 


126 
ta,  ayudado  por  PP.  y  HH.  novicios.  El  número  de  ejercitantes  subió  á 
1.377. 

Al  principio  hubo  burlas  y  desprecios  en  grande,  que  luego,  ayudando 
los  Ejercicios,  se  trocaron  en  compunción  y  mudanzas  de  vida. 

Entró  en  la  1  .^  tanda  un  labrador  algo  preocupado  porque  no  había  po- 
dido vender  la  cosecha  de  naranja.  El  2°  día  se  presentó  un  hombre  en  la 
puerta  de  la  iglesia,  diciendo  que  quería  comprársela.  Avisóle  el  P.  Iñesta 
y  el  labrador  contestó:  «Ahora  no  es  tiempo  de  pensar  en  eso  sino  en  Dios, 
y  si  al  salir  no  las  vendo  me  quedaré  con  ellas».  En  la  5.''  tanda  el  P.  Iñesta, 
después  de  besar  los  pies  álos  ejercitantes,  les  hizo  ver  el  lastimoso  estado 
en  que  habían  puesto  á  Dios  N.  S.  con  las  blasfemias,  y  luego  les  dijo  que 
él  y  el  otro  P.  en  reparación  de  ellas  iban  á  hacer  cruces  con  la  lengua  en 
el  suelo.  Comenzaron  á  hacer  cruces  los  PP.  y  ellos  se  conmovieron  tanto  y 
dieron  tales  gritos  de  perdón  y  misericordia,  que  la  Guardia  civil,  que  tiene 
el  cuartel  junto  á  la  iglesia,  se  alarmó  y  fué  á  preguntar  lo  que  pasaba. 

Esta  tanda  hubiera  sido  la  última,  porque  el  P.  Iñesta  estaba  compro- 
metido para  dar  una  misión  en  otro  pueblo:  mas  Oliva  estaba  con  tanta 
hambre  de  Ejercicios  que  fueron  á  Gandía  cerca  de  500  hombres  y  no  se 
marcharon  hasta  recabar  del  P.  Rector  que  dejase  ir  al  P.  Iñesta  á  conti- 
nuar las  tandas. 

La  1  .^  la  hicieron  jovencitos  de  13  á  17  años,  y  se  movieron  tanto  con 
las  meditaciones,  que  cuando  los  PP.  les  besaban  los  pies  prorrumpieron  en 
gritos  y  exclamaciones.  Algunos  se  resistían  y  decían:  «No,  P.  no:  jo  á 
vosté  li  besaré  els  peus,  y  no  vosté  á  mí  que  soch  indigne».  Otros  se  daban 
bofetadas  y  golpes  de  pecho  mientras  repetían:  «Senyor,  besarme  á  mí  els 
peus  els  Padres,  á  mí  que  soch  ungranpecaor!».  Esta  tanda  terminó  el  día 
del  Corpus  y  asistieron  á  la  procesión  más  de  mil  ejercitantes. 

Los  santos  Ejercicios  dieron  por  resultado  la  fundación  de  un  Círculo 
Católico,  que  comenzó  con  400  socios  y  promete  mucho.  Finalmente  quedó 
el  pueblo  todo  renovado  y  los  buenos  arrinconaron  de  tal  modo  á  los  malos 
que  con  el  favor  de  Dios  no  levantarán  cabeza  por  mucho  tiempo. 

BELLREGUART 

Se  echó  encima  el  verano  de  1910  y  los  calores  impidieron  continuar 
los  Ejercicios.  Varios  pueblos  los  habían  pedido,  pero  no  fué  posible  compla- 
cerlos. Pasado  el  estío  se  reanudaron  y  Bellreguart  fué  el  primer  pueblo  pa- 
ra recibirlos  y  el  último  de  los  de  la  Huerta  de  Gandía  que  los  hizo,  pues  el 


127 

P.  Iftesta,  que  se  ha  dedicado  de  lleno  á  ellos,  pasó  después  á  otros  pueblos 
más  lejanos  y  necesitados. 

Tiene  Bellreguart  unas  3.000  almas  y  la  1  .^  tanda  comenzó  con  57  hom- 
bres: se  fundó  en  ella  una  junta  de  Ejercicios  y  como  caso  particular  se 
puede  notar  el  propósito  que  hicieron  muchos  de  abstenerse  de  fumar  los 
sábados  en  honor  de  la  Sma.  Virgen,  y  otros  de  no  probar  el  vino. 

La  recolección  del  tomate  y  la  de  la  cebolla  era  un  obstáculo  para  las 
tandas  que  en  este  pueblo  se  hicieron.  Con  todo  la  2.^  componíanla  60  hom- 
bres y  fué  fecunda  en  conversiones,  abundando  los  casos  edificantes  y  las 
restituciones  de  lo  mal  adquirido. 

Ciento  veintiocho  hombres  formaron  la  3.^  y  última  tanda.  Dice  el 
P.  Polo,  novicio  que  ayudaba  al  P.  Iñesta,  que  había  en  esta  tanda  3  ó  4 
hombres  dominados  por  el  respeto  humano  y  así  se  avergonzaban  de  salir  á 
la  calle;  mas  al  tercer  día  reñían  entre  sí  por  llevar  el  Sto.  Cristo  del  Vía- 
crucís.  Algunos  se  desmayaron  por  la  emoción  y  á  uno  costó  mucho  hacerle 
volver  en  sí.  El  valor  de  las  cuerdas,  que  para  la  disciplina  se  repartieron, 
ascendía  ya  en  esta  tanda  al  de  25  pesetas. 

Termino  esta  2.^  carta,  y  con  ella  la  relación  de  las  tandas  de  Ejerci- 
cios dadas  en  la  Huerta  de  Gandía,  y  me  encomiendo  en  sus  00.  y  SS.  SS. 

De  V.  R.  affmo.  H.  en  Cto. 

JHS. 

Juan  Pons,  S.  J. 


SANTOS  EJERCICIOS  DE  BENIARRÉS 
DADOS   POR  EL  P.  JOSÉ  L.  IÑESTA  EN  1910 


Relación  hecha  sobre  documentos  autógrafos  por  el  P.  Juan  Pons 

Si  copiosa  fué  la  gracia  que  el  Señor  derramó  en  las  poblaciones  de 
la  Vega  de  Gandía  mediante  los  santos  Ejercicios,  tampoco  anduvo  corto  en 
verterla,  y  á  raudales,  valiéndose  del  mismo  medio,  en  el  pueblo  ya  un 
tanto  apartado  de  Beniarrés. 

Organizáronlos  el  alcalde  D.  Vicente  Solanes  Calvo  y  otro  señor  de  la 
misma  población,  noticiosos  del  fruto  grande  que  en  Oliva  se  había  hecho. 

PRIMERA  TANDA 

Comenzóla  el  P.  Iñesta  el  día  9  de  Diciembre  de  1910  con  39  hombres. 
De  ella  escribió  el  mismo  P,  las  siguientes  notas: 

«El  primer  día  un  ejercitante  envió  una  carta  á  su  padre  diciéndole 
fuese  á  pedir  perdón  á  un  enemigo,  con  quien  hacía  8  años  había  reñido. 
El  padre  lo  hizo  en  nombre  del  hijo  y  éste  lo  volvió  á  hacer  en  persona  el 
día  que  salió  de  Ejercicios. 

»E1  segundo  día  salieron  del  Via-crucis  llorando  y  así  iban  por  la  calle 
consternando  al  pueblo,  que,  por  ser  fiesta,  estaba  todo  él  contemplándoles 
y  preguntábanse  unos  á  otros:  «¿qué  es  esto?». 

»Hubo  lágrimas  en  muchos  sermones,  pero  en  el  de  la  Pasión,  al  oir  que 
Cristo  nos  daba  á  la  Virgen  por  Madre,  y  preguntados  si  ellos  la  querían 
recibir,  contestaron  que  sí,  y  comenzaron  á  llorar  muy  fuerte.  Entró  en  esta 
tanda  el  jefe  de  54  republicanos,  y  quedó  tan  otro,  que  luego  trajo  á  sus 
compañeros  para  la  tanda  siguiente. 

»E1  tercer  y  cuarto  día  devolvían  las  comidas  casi  intactas  á  sus  casas: 
las  familias  se  maravillaban  de  ello  y  preguntaban  al  Alcalde,  á  qué  se  debía; 
y  él  contestaba  que  á  los  deseos  de  hacer  penitencia  por  los  pecados  come- 
tidos». 


129 

SEGUNDA  TANDA 

Comenzó  el  14  de  Diciembre.  Al  principio  de  ella  escribió  el  P.  Ifiesta 
al  P.  Adroer  lo  que  sigue:  «En  esta  segunda  tanda  han  entrado  171  hombres, 
entre  ellos  hay  15  que  han  estado  en  presidio:  uno  17  años,  otro  menos,  pero 
todos  más  de  4.  Hay  otro  que  aun  no  ha  entrado  en  la  nueva  iglesia  de  Be- 
niarrés.  Dicen  que  está  lo  peor  del  pueblo;  por  ahora  va  bien».  Hasta  aquí 
el  P.  Iñesta. 

Las  cosas  más  salientes  de  esta  tanda  son  las  que  siguen:  Un  expresi- 
diario que  había  hecho  una  muerte  y  varios  otros  atentados,  salió  de  los 
Ejercicios  tan  mudado  que  recorrió  el  pueblo,  diciendo  que  todos  debían  de 
hacer  Ejercicios;  y  refutándole  uno  sus  razones,  contestó:  «V.  sabe  más  que 
yo,  pero  yo  tengo,  aquí  dentro,  la  alegría  que  V.  no  tiene.— Yo  siento  aquí 
dentro,  una  cosa  que  no  he  sentido  nunca».  A  este  expresidiario  para  hacerle 
entrar  le  prometieron  comida  y  puro,  porque  él  se  burlaba  de  los  que  le 
aconsejaban  que  entrase. 

El  tercer  día  les  besó  los  pies  el  P.  Iñesta,  después  de  la  disciplina,  y 
comenzaron  á  llorar  tan  fuerte  y  tan  de  corazón  que  continuaron  por  la  calle 
y  en  casa  por  espacio  de  media  hora. 

El  revisor  del  ferrocarril  dijo  á  un  hombre:  <'iSí  que  da  buen  resultado 
eso  de  los  ejercicios!  Ayer  en  la  estación  vino  uno  del  pueblo  y  me  dijo: 
«¿se  acuerda  V.  de  aquel  agravio  que  le  hice  hace  4  años?  Pues  le  pido  per- 
dón» y  nos  echamos  á  llorar.  Dos  ejercitantes  se  acercan  al  P.  Iñesta  y  le 
dicen  que  el  día  de  Navidad  regalarían  un  carro  de  harina  para  todos  los 
pobres  que  hubieren  hecho  ejercicios. 

Un  joven  dijo  á  otro  que  había  hecho  Ejercicios  :« ¿Cuándo  vamos  á 
Planes?»  (Planes  es  un  pueblo  muy  malo  donde  tenían  concertado  un  baile). 
Contestó  el  otro:  «Si  vuelves  á  repetírmelo  te  doy  un  bofetón;  á  Planes  iré 
á  convidar  á  dos  amigos  para  que  vengan  á  hacer  Ejercicios:  para  otra  cosa 
no  iré». 

TERCERA  TANDA 

D.  Carlos  Pont,  Cura  Ecónomo  de  Beniarrés,  en  carta  al  P.  Rector  de 
Gandía,  dice  así:  «Al  dar  principio  la  tercera  tanda  de  ejercicios,  vistos  los 
copiosísimos  frutos  que  han  dado  las  dos  primeras,  no  puedo  menos  de  dar 
rendidas  gracias  al  Señor  y  participar  á  V.  R.  lo  agradecido  que  se  encuen- 
tra el  vecindario  por  los  grandes  sacrificios,  fervor  y  celo  del  P.  Iñesta. 


130 

»Se  registran,  á  la  hora  presente,  conversiones  admirables  y  entusiasmo 
delirante  en  practicar  los  santos  Ejercicios,  no  solamente  los  hombres,  sino 
también  las  mujeres  y  niños.  Mucho  me  alegraría  que  el  P.  Iñesta  comple- 
tase la  nueva  redención  comenzada.  Todo,  R.  P.,  por  la  gloria  de  Dios». 

De  las  notas  del  P.  Iñesta  sacamos  lo  siguiente:  «Comenzó  la  tercera 
tanda  el  día  19  por  la  noche  y  consta  sólo  de  182  hombres  porque  el  local  no 
es  para  más.  Fué  muy  bien,  gracias  á  Dios.  Las  meditaciones  del  Infierno 
é  Hijo  Pródigo,  no  las  pude  terminar  por  los  muchos  llantos  y  gemidos  del 
auditorio. 

«Algunos  de  los  que  no  han  hecho  Ejercicios  quieren  oir  algunas  medita- 
ciones, porque  dicen  que  no  los  pueden  hacer  enteros;  conviene  sin 
embargo,  no  dejarles  entrar,  pues  no  sacan  el  fruto  que  los  otros  y  quedan 
con  baja  estima  de  los  Ejercicios. 

»En  esta  tanda  entraron  cinco  ó  seis,  los  únicos  que  leen  periódicos 
malos  en  Beniarrés.  El  primer  día  me  dijeron  que  ellos  se  confesarían,  pero 
que  no  querían  ser  beatos,  ni  dejar  el  teatro  cuando  fuesen  á  Alcoy;  en  una 
palabra,  no  querían  dejar  sus  ideas.  El  tercer,  día  pidieron  permiso  para, 
confesar  y  salir  el  cuarto  día  por  la  mañana,  porque  tenían  qué  hacer  no  sé 
qué  pago.  El  mismo  día  por  la  noche  volvieron  diciendo  que  no  querían 
salir  hasta  que  se  acabara  todo.  Al  fin  se  dejaron  los  periódicos  y  prome- 
tieron no  ir  al  teatro. 

»Los  50  ó  60  hombres  que  aun  no  han  hecho  ejercicios  piden  una  tanda  í 
para  ellos  y  añaden  que  de  Nugat,  pueblo  que  dista  unas  3  horas,  vendrán 
27  hombres  más.  No  los  puedo  complacer  porque  estoy  comprometido  para 
dar  la  cuarta  tanda  á  las  jóvenes  solteras,  mayores  de  15  años». 

CUARTA  TANDA 

La  describe  el  Sr.  Alcalde  de  Beniarrés  al  P.  Sansa  en  estos  términos: 
«Cumpliendo  mi  palabra  voy  á  darle  cuenta  de  la  última  tanda  de  Ejercicios. 
Los  dos  primeros  días  de  Navidad  los  pasó  el  P.  Iñesta  en  Gandía  y  el  ter- 
cero vino  para  dar  principio,  aquella  noche,  á  los  ejercicios  para  las  Hijas 
de  María,  en  igual  forma  que  los  han  hecho  los  hombres.  Para  estar  con 
ellas  vinieron  de  Alcoy  tres  religiosas  que  han  cuidado  de  más  de  150  don- 
cellas. Las  jóvenes  y  las  religiosas  han  estado  encerradas  durante  cuatro 
días;  y  el  P.  Iñesta  entraba  solamente  para  dar  las  meditaciones  y  confesar. 
El  tiempo  restante  lo  empleaba  el  Padre  en  confesar  en  la  iglesia  á  toda  clase 
de  personas».  Hasta  aquí  D.  Vicente  Solanes  Calvo.  Y  el  P.  Iñesta  añade, 
sobre  esta  tanda  á  mujeres,  la  primera  en  su  género,  lo  que  sigue: 


131 
«El  segundo  día  lloraron  tan  fuerte  que  se  desmayaron  cuatro  y  por 
esto  aquella  meditación  acabó  en  puerta.  Desde  este  acto  pareció  mejor  no 
apretar  demasiado  y  así  no  sacaron  el  fruto  que  debieran  de  haber  sacado. 
Vistos  estos  inconvenientes,  parece  que  no  es  acertado  hacer  estas  tandas 
de  mujeres,  sino  que,  terminadas  las  de  los  hombres,  se  dé  una  para  todas 
ellas  en  la  iglesta  y  que  coman  y  duerman  en  sus  casas». 

RESULTADO  FINAL  DE  ESTOS  EJERCICIOS 

Fué  muy  grande  y  de  mucha  gloria  de  Dios.  Después  de  la  bendición 
papal  y  cuando  la  gente  salió  de  la  iglesia  se  encendió  una  hoguera  en  la 
plaza  pública  con  los  malos  libros,  novelas,  versos  y  diarios  que  había  en  el 
pueblo.  ¡Aquello  fué  delicioso!;  todo  el  pueblo  presenciaba  y  aplaudía  este 
incendio  de  perversas  doctrinas.  «Los  fuegos  artificiales  que  se  han  que- 
mado en  dicha  plaza  otras  veces  (dice  D.  Vicente  Solanes),  no  han  sido  tan 
concurridos  ni  vistos  con  el  entusiasmo  con  que  se  presenciaba  esta  hogue- 
ra. Después  se  organizó  un  Rosario  público  de  hombres,  cuyas  filas  eran 
casi  interminables». 

La  impresión  que  los  Ejercicios  y  el  F.  Iñesta  han  dejado  en  el  pueblo 
la  escribe  el  Sr.  Alcalde  al  F.  Adroer  en  estos  textuales  términos: 

«Amado  en  Cto.  P.  Adroer:  El  F.  Iñesta  con  su  palabra  y  más  con 
su  ejemplo  ha  trocado  los  corazones  de  los  más  grandes  pecadores ;  que- 
dando todos,  ó  la  mayor  parte,  encendidos  en  el  fuego  del  divino  amor, 
y  disputándose  la  amistad  de  este  santo  varón;  obsequiándole  cuanto  per- 
mitían sus  fuerzas;  y  teniendo  como  una  inmerecida  honra  que  el  F.  acep- 
tase sus  obsequios. 

»E1  9  del  pasado  Diciembre,  llegó  este  Fadre  á  Beniarrés,  no  parando 
un  momento  en  estos  20  ó  más  días  que  ha  estado  con  nosotros.  Este  hcm- 
bre  no  parece  de  carne  y  hueso,  pues  es  incansable  en  su  pesada  labor. 
Se  levanta  temprano  y  hasta  que  se  acuesta  no  cesa  un  momento,  predi- 
cando, rezando,  confesando,  vigilando  y  ordenando.  Acabada  la  tanda, 
función  en  la  Iglesia  para  todo  el  pueblo  por  la  mañana  y  por  la  noche.  Si  el 
Señor  no  ayudara  al  F.  Iñesta  caería  abrumado  por  esta  pesada  y  merití- 
sima  labor,  pero  debía  este  Fadre,  para  conservar  su  salud,  aminorar  el 
trabajo. 

»Beniarrés  guardará  perpetua  memoria  de  estos  grandes  beneficios  que 
la  Compañía  de  Jesús  le  ha  hecho  por  medio  de  un  hijo  suyo;  y  para  demos- 
trar á  V.  R.  su  agradecimiento  se  vale  de  mí  para  que  en  nombre  de  todo 
el  pueblo  dé  las  gracias  á  V.  R.  que,  con  tanta  liberalidad  y  sin  esperanza 


132      . 

de  lucro,  ha  dado  licencia  el  P.  iñesta  para  que  evangelizase  no  sólo  á  los 
hombres,  sino  también  á  las  mujeres. 

»También  deseamos  manifestar  nuestro  agradecimiento,  mandando  una 
limosnita  que,  me  temo,  será  corta  por  la  crisis  que  atravesamos;  el  benefi- 
cio recibido  no  tiene  precio,  por  eso  queremos  agradecerlo  pues  ya  sabe- 
mos que  no  podemos  pagarlo. 

»Adiós,  P.  Rector,  no  se  olvide  de  Beniarrés  y  menos  del  que  se  enco- 
mienda en  sus  oraciones,  por  el  difícil  cargo  que  desempeña  y  se  ofrece 
siervo  en  Cristo, 

V.  SoLANES  Calvo. 


TANDAS  DE  EJERCICIOS  EN  ALBAL,   POR    EL 
P.  JOSÉ  LUÍS  IÑESTA 


Carta  del  Sr.  Párroco  de  Albal  al  P.  Luís  Adroer,  y  del  P.  José  L.  Iñesta 
al  P.  Socio,  y  relación  de  D.  José  M.'  Delhom 

CARTA  PRIMERA 

Albal,  6  de  Febrero  de  191 1 . 

Rdo,  P.  Luís  Adroer. 

Muy  amado  en  Cto.  Padre  Rector:  Ante  todo  he  de  decirle,  que  no 
tengo  palabras  con  que  manifestarle  mi  agradecimiento,  por  la  gracia  sin 
igual  que  después  de  Dios  me  ha  hecho  V.  R.  con  enviarme  al  P.  José  L. 
Iñesta,  para  dar  los  Ejercicios,  que  tanto  yo  deseaba,  en  este  pueblo. 

Si  en  la  Compañía  de  Jesús  no  hubiesen  otros  Padres  que  la  ennoble- 
ciesen, honrasen  y  acreditasen  de  santa  y  celosa  por  la  gloria  de  Dios,  el 
P.  Iñesta  la  acreditaría  y  haría  estimable  con  la  obra  de  los  santos  Ejerci- 
cios, á  lo  menos  por  toda  esta  Provincia. 

Grandísimos  deseos  tenía  este  su  servidor  de  que  se  hiciesen  los  Ejer- 
cicios en  este  pueblo,  confiado  en  que,  por  su  medio,  se  daría  muchísima 
gloria  á  Dios;  pero  el  resultado  ha  sido  todavía  superior  al  que  esperaba, 
pues  atendido  el  estado  en  que  los  hombres  de  Albal  se  encontraban,  en 
cuanto  al  orden  espiritual,  yo  no  confiaba  los  hiciesen  tantos;  creía  también 
habría  guerra  desde  el  momento  en  que  se  hiciesen  públicos  mis  deseos  y 
propósitos;  pero  ya  sea  porque  suponían  fracasaría  en  mi  intento,  como  me  lo 
están  diciendo,  ya  también  porque  gracias  á  Dios,  no  tengo  por  ahora  ningún 
enemigo,  á  lo  menos  declarado;  quiso  el  Señor  que  los  malos  lo  mirasen  con 
indiferencia,  y  los  buenos  y  hasta  indiferentes  con  algún  interés.  Sobre  todo 
creo  que  el  buen  éxito  de  los  Ejercicios,  en  su  principio,  se  debe  á  las  mu- 
chas oraciones  y  penitencias,  que  no  pocas  personas  del  pueblo  y  hasta  en 
conventos  de  religiosas  se  han  hecho  á  este  fin.  ¡  Bendito  y  alabado  sea  Dios! 

Cuando  supe  el  día  en  que  había  de  venir  el  P.  José,  empecé  pidiendo 


134 
antes  al  Señor  me  iluminase  y  diese  acierto;  y  á  pensar  cómo  lo  haría 
saber  al  pueblo.  La  misma  noche,  si  mal  no  recuerdo,  llamé  á  una  porción 
de  hombres,  que  de  antemano  venía  ya  escogiendo  á  este  fin,  y  les  avisé 
que  á  las  7  de  la  noche  viniesen  á  la  Abadía  para  rezar  el  Vía-crucis,  como 
lo  hacíamos  todos  los  martes.  Vinieron  27,  y  antes  de  entrar  en  la  iglesia 
les  expliqué  lo  que  hace  tiempo  les  tenía  indicado,  añadiendo  que  había  lle- 
gado ya  la  hora.  Todos  lo  recibieron  muy  bien  y  se  apuntaron  para  la  pri- 
mera tanda.  Reunidos  en  seis  grupos,  tres  de  mujeres  y  tres  de  hombres, 
les  expliqué,  como  Dios  me  inspiró,  mis  deseos,  y  el  resultado  que  darían 
los  Ejercicios,  escuchándome  todos  con  bastante  interés.  Previendo  los  in- 
convenientes que  podían  muchos  presentar,  les  supliqué  que,  si  tenían  algún 
inconveniente,  me  lo  manifestasen  reservadamente,  lo  cual  hicieron  muchos 
pero  gracias  á  Dios  quedaron  ellos  fácilmente  resueltos:  en  esto  hubo 
cosas  muy  curiosas,  pero  no  quiero  alargarme  por  no  ser  molesto. 

Cuando  vino  el  Padre,  por  la  noche,  como  tenía  anunciado,  toqué  á 
sermón  y  vinieron  300  hombres,  los  cuales  salieron  muy  bien  impresionados 
pero  ponderando  algunas  dificultades.  Cuando  el  sermón  concluyó  en- 
traron en  la  Abadía  una  porción,  apuntáronse  unos  20,  sumando  un  total  de 
cerca  de  80  con  los  que  tenía  ya  anotados.  Al  día  siguiente  por  la  noche, 
cuando  empezaron  á  traer  colchones,  fué  cuando  se  inició  la  guerra,  pues 
un  grupo  de  30  ó  40  comenzaron  á  burlarse,  y  ello  fué  causa  de  que  retro- 
cedieran cerca  de  20,  y  no  pasó  adelante,  porque  apercibido  de  ello  el  Al- 
calde puso  oportuno  remedio. 

La  noche  misma  en  que  empezaron  los  Ejercicios,  permitió  el  Señor 
sufriésemos  una  contrariedad:  y  fué  que  á  la  una  de  la  madrugada,  un  ancia- 
no, medio  dormido  y  sin  saber  á  dónde  iba,  por  el  balcón  del  corral  que  es- 
taba sin  baranda,  cayó  desde  una  altura  de  cerca  de  cuatro  metros,  quedan- 
do todo  él  bañado  en  sangre.  Llamaron  al  Padre  y  á  un  servidor,  y  con  gran 
susto  le  vimos  en  situación  que  creíamos  moriría.  Le  llevamos  á  su  casa, 
llamamos  al  médico,  el  cual,  después  de  lavadas  las  heridas  y  reconocerle, 
dijo  no  había  nigún  cuidado:  y,  efectii'amente.  ni  cayendo  en  tierra  llana 
podía  casi  hacerse  menos  daño. 

Los  demás  ejercitantes  se  portaban  en  general  bastante  mal,  tanto,  que 
el  segundo  día  llamé  á  las  señoras  de  S.  Vicente  de  Paúl,  y  con  lá- 
grimas, que  no  pude  contener,  les  recomendé  mucha  oración  y  que  traba- 
jasen para  preparar  la  segunda  tanda;  tomáronlo  con  celo,  y  al  día  siguiente 
me  animaron  diciendo  que  para  la  segunda  no  faltarían  hombres.  Al  tercer 
día,  después  del  Via-crucis,  los  ejercitantes,  sintiéronse  ya  tocados  de  la 
gracia,  terminando,  gracias  á  Dios,  bastante  bien. 


135 

El  domingo  por  la  mañana  para  la  Misa  de  comunión,  había  gran  entu- 
siasmo en  el  pueblo  y  mucha  asistencia,  causándole  admiración  no  pequefia, 
la  compostura  y  reverencia  con  que  los  ejercitantes  recibían  al  Señor. 

A  la  salida,  empezaron  muchos  del  pueblo  á  querer  molestar  á  los  ejer- 
citantes con  sus  burlas,  pero  ellos,  valientes,  les  hacían  callar. 

Por  la  tarde,  la  función  fué  solemnísima  y  entusiasta;  el  sermón  admi- 
rable, y  al  final  fué  un  delirio,  si  así  puedo  expresarme,  el  entusiasmo  que 
se  despertó,  terminando  con  vivas  atronadores. 

Terminada  la  función  empezaron  á  inscribirse  los  que  querían  formar 
la  segunda  tanda,  la  cual  fué  de  90,  y  empezó  el  martes  por  la  noche,  por 
si  podía  hacerlos  el  Alcalde;  hasta  entonces  no  teníamos  ninguna  persona  de 
prestigio  que  arrastrase  gente. 

Esta  fué  algo  mejor  que  la  anterior  en  cuanto  al  número  y  comporta- 
miento, terminando  con  mejor  éxito  en  cuanto  á  los  ejercitantes.  Pero  per- 
mitió el  Señor  tuviésemos  otro  contratiempo  muy  lastimoso.  Uno  de  los 
ejercitantes  de  la  primera  tanda  lo  tomo  con  tanto  celo  y  entusiasmo,  que  en 
pocos  días  volvióse  loco;  gracias,  que  no  hubo  necesidad  de  meterle  en  un 
manicomio  hasta  empezada  la  tanda  tercera,  y  también  que  todo  el  pueblo  sa- 
be la  propensión  de  la  familia;  pero  á  pesar  de  todo,  lo  atribuían  á  los  Ejerci- 
cios, siendo  éste  el  obstáculo  principal  para  que  no  se  hiciese  una  cuarta  tanda. 

Terminada  la  segunda  con  mayor  entusiasmo  que  la  primera,  empezóse 
á  trabajar  para  la  tercera,  la  cual  fué  muy  respetable  por  la  calidad  de  las 
personas,  que  fueron  casi  todos  hombres  formados,  y  de  lo  más  verde  y 
perdido  del  pueblo,  según  ellos  mismos  confiesan;  la  noche  misma  en 
que  se  despidió  el  Padre,  vinieron  á  mi  casa  sobre  15;  y  uno  de  tantos,  que 
ha  sido  la  admiración  del  pueblo,  me  decía:  «Señor  Cura;  yo  he  sido  un 
perdido,  un  criminal,  un  judío  y  ahora  soy  un  santo;  yo  le  aseguro  que  si  no 
tuviese  mujer  é  hijos,  me  metería  en  un  convento».  Cuando  se  disciplinaba, 
se  pegaba  en  los  brazos,  piernas  y  lengua;  porque  decía  que  en  todo  había 
ofendido  á  Dios.  En  fin,  es  admirable  la  transformación  que  se  hace  en  los 
pueblos  por  medio  de  los  santos  Ejercicios. 

Otro  acontecimiento  tuvo  lugar  el  día  de  la  comunión  de  la  tercera 
tanda,  acontecimiento  que  acabó  de  impedir  el  hacer  otra;  y  fué  que,  des- 
pués de  hacer  Ejercicios  en  la  segunda  y  haber  confesado  el  mismo  día,  y 
comulgado  con  los  de  la  tercera,  estando  en  el  refresco  de  una  boda  de  la 
que  fué  padrino,  falleció  repentinamente,  sin  durar  siquiera  cinco  minutos, 
un  primo  del  P.  Ferris;  la  mejor  persona  y  de  más  valía  del  pueblo. 

Este  acontecimiento  llenó  de  asombro  á  todo  el  vecindario,  y  el  P.  José 
se  sirvió  de  él  para  el  sermón  de  la  tarde;  y  en  el  cementerio,  con  ocasión  del 


136 

entierro,  que  formará  indudablemente  época,  aprovechó  la  ocasión  el  padre 
para  hacer  un  sermón,  que  creo  no  sería  de  poco  fruto. 

No  habiéndose  reunido  bastante  número  para  la  cuarta  tanda,  se  empe- 
zaron unos  Ejercicios  para  las  mujeres,  las  cuales  estaban  ansiosas  de  ha- 
cerlos. Fueron  estos  Ejercicios  bastante  contrariados  por  el  agua.  Por  fin, 
terminamos  el  día  de  la  Purificación  con  numerosísima  concurrencia  por  la 
mañana  y  más  solemne  función  por  la  tarde,  despidiendo  al  terminar  ésta,  al 
P.  Iñesta  con  vivas  atronadores. 

Como  recuerdo  y  fruto  de  los  santos  Ejercicios,  se  ha  fundado  la  Con- 
gregación del  Sdo.  Corazón  de  Jesús,  compuesta,  por  ahora,  de  unos  150 
hombres,  con  comunión  mensual  los  primeros  domingos  de  mes.  Ayer,  pri- 
mer domingo,  en  la  comunión  general  llegaron  á  ser  cerca  de  ciento,  y 
otros  tantos  en  la  capilla. 

Después  de  la  Misa  nos  reunimos  en  la  Abadía  para  tratar  algunos 
puntos,  acordándose  hacer  comulgar  general  á  todo  congregante,  cuando 
cayere  enfermo,  y  asistir  al  entierro  con  cera;  nombrando  además  junta, 
celadores,  etc. 

Quiera  el  cielo  dure  el  fruto,  y  el  Señor  me  dé  fuerzas  y  medios  para 
conservarlo;  pero  desconfío  de  muchos.  Ayer  practicarían  la  devoción  de 
los  Siete  Domingos,  más  de  seiscientos. 

Para  terminar  le  diré  que  el  pueblo  está  agradecido  y  admirado  del 
fruto,  considerándolo  como  un  milagro. 

Le  suplico  me  encomiende  á  Dios  para  poder  trabajar  con  provecho,  y  el 
Señor  les  premie  la  gracia  que  me  han  dispensado  á  mí  y  al  pueblo.  Adiós. 

Su  affmo.  en  Cristo, 

JHS. 

Carlos  Bosch,  Pbro. 


CARTA    SEGUNDA 

Albal,  3  de  Febrero  de  1911. 

R.  P.  Juan  Guim. 
Muy  amado  en  Cto.  P.  Socio:  Recibí  su  carta  en  ésta,  donde  estaba 
dando  las  tandas  de  Ejercicios  que  V.  R.  conoce.  Contaré  á  V.  R.  en  com- 


137 

pendió  todas  mis  impresiones  que  tengo  esparcidas  acá  y  allá  en  numerosas 
cartas  escritas  á  varios  padres  de  nuestra  Provincia.  De  todo  hay,  bueno  y 
malo,  triste  y  consolador,  pero  sobresalen  tres  cosas,  á  saber:  los  contra- 
tiempos que  se  sirvió  enviarnos  el  Señor  para  probarnos;  la  guerra,  que 
por  medio  de  los  malos  nos  hizo  el  demonio  y  el  fruto  innegable  que  se  ha 
hecho  en  las  almas  por  medio  de  los  santos  Ejercicios. 

Vamos  al  caso.  Para  la  primera  tanda,  el  mismo  día  que  llegué  á  Albal, 
había  apuntados  unos  80  hombres;  pero  la  misma  noche  de  entrada  y  cuando 
los  ejercitantes  se  dirigían  con  su  colchón  á  cuestas  para  encerrarse  en  la 
casa  que  se  les  tenía  señalada,  un  grupo  numeroso  de  mozalbetes  y  gente 
maleante  púsose  públicamente  á  hacer  burla  de  ellos,  logrando  que  unos  20 
ó  22  se  arredrasen  y  volviesen  atrás.  Primer  contratiempo  y  primer  ataque 
de  los  malos.  Al  día  siguiente,  mejor  dicho,  la  noche  del  primer  día 
de  los  Ejercicios,  un  viejo,  acaso  sonámbulo,  se  levantó  de  la  cama,  abrió 
un  balcón  y  como  no  tenía  baranda  se  lanzó  á  un  patio  empedrado,  y  cuando 
todos  creíamos  que  se  había  roto  la  cabeza  le  hallamos  con  heridas  leves. 
Este  lamentable  percance  sirvió  á  los  enemigos  de  los  Ejercicios  de  pretex- 
to para  redoblar  sus  ataques,  y  á  los  buenos  para  atribuirlo  á  milagro  de 
los  Ejercicios,  que  si  no  lo  es  realmente,  lo  parece. 

-  El  2P  día,  habiéndosele  muerto  á  otro  de  los  ejercitantes  en  su  casa 
una  res,  cundió  por  el  pueblo  una  murmuración  de  muy  mala  índole,  en  es- 
tos ó  parecidos  términos:  «que  si  hubiese  estado  cumpliendo  su  obligación,  se 
evitara  aquella  desgracia».  Para  remate,  el  mismo  día  se  salió  otro  de  los 
ejercitantes,  mozo  descontento  y  mal  avenido  con  aquéllo,  fingiendo  indis- 
posición, pero  en  realidad  para  calumniarnos  en  el  casino  diciendo  cosas  que 
no  pueden  transcribirse.  Resultado:  que  empezó  á  correr  la  voz  de  que  se 
darían  dos  pesetas  á  los  que,  estando  en  Ejercicios,  los  dejasen,  ó  á  los  que, 
no  habiéndolos  hecho,  no  se  apuntasen  para  las  tandas  sucesivas.  No  obs- 
tante esto,  la  tanda  primera  seguía  adelante  con  garbo,  porque  á  partir  de  aquí 
los  ejercitantes  empezaron  á  pedir  disciplinas  para  zurrarse  el  pellejo,  como, 
en  el  acto,  comenzaron  á  hacerlo  á  las  diez  de  aquella  noche.  Ya  ve  con 
esto  V.  R.  la  verdad  de  lo  que  arriba  queda  dicho,  ó  sea,  de  que  el  Señor 
quería  probarnos  para  nuestro  merecimiento  y  para  derramar  más  abundan- 
temente su  gracia  en  los  corazones  de  aquellos  pobrecitos. 

Y  por  este  camino  marchó  la  primera  tanda  de  Albal;  con  ello,  dicho 
se  está,  el  fervor  con  que,  el  15  de  Enero,  fueron  á  la  comunión  general 
aquellos  hombres,  acercándose  como  nuestros  novicios  con  las  manos  juntas 
delante  del  pecho  á  recibir  á  nuestro  Amo,  entre  la  admiración  y  edifica- 
ción estupendas  de  todo  el  pueblo  que  se  había  dado  cita  en  la  parroquial. 


138 

Figúrese  V.  R.  lo  que  pasaría  en  la  plaza,  llena  también  de  hombres,  á  la 
hora  de  la  salida,  unos  en  pro,  otros  en  contra.  Por  si  acaso,  la  autoridad 
local  había  tomado  sus  medidas,  que  no  fueron  afortunadamente  necesarias. 
Tenían,  naturalmente,  la  palabra  los  ejercitantes,  y  en  su  gracioso  lenguaje 
valenciano  cada  uno  explicaba,  á  su  manera,  sus  impresiones,  pero  todos 
ponderando  los  Ejercicios  y  alabando  lo  que  habían  visto  y  oído  y  la  trans- 
formación que  se  había  obrado  en  ellos,  Aquellos  días  todo  esto  fué  la  comi- 
dilla del  pueblo  en  masa.  En  la  función  de  aquella  tarde,  que  estuvo  concu- 
rridísima, como  se  deja  entender,  aproveché  la  bellísima  ocasión  que  se  me 
ofrecía  para  anunciar  la  segunda  tanda,  con  cuyo  motivo  preparamos  local 
para  200  hombres,  y  no  es  exageración,  dado  el  entusiasmo  que  reinaba. 
Para  dar  á  V.  R.  una  idea  de  él,  no  haré  más  que  contarle  el  siguiente  su- 
cedido: Estaba  yo  en  la  entrada  ó  portal  de  la  Abadía  y  se  acerca  un  hom- 
bre diciendo  que  él  entraría  en  Ejercicios  si  no  fuese  por  el  ganado  mayor, 
que  tenía  que  atender.  Enseguida  salta  otro,  que  estaba  presente;  diciendo: 
«Eso  no  vale:  yo  le  cuidaré  los  animales».  Y  otro:  «En  mi  casa  hay  forraje 
abundante».  En  esto  viene  un  cuarto  y  dice;  «El  no  haber  muerto  Fulano 
(el  que  cayó  de  un  primer  piso)  es  realmente  un  milagro  y  así  lo  pregona 
todo  el  pueblo». 

La  segunda  tanda  comenzó  con  90  hombres  el  17  de  Enero,  y  digo  co- 
menzó porque  el  primer  día  fué  menester  despedir  á  uno,  saliéndose  al  se- 
gundo día,  otro.  Los  demás,  á  los  comienzos,  medianillos,  mas  luego  se  ento- 
naron bien.  Es  de  saberse  que  para  mayor  desahogo  y  comodidad  de  los 
ejercitantes  nos  comunicamos  con  la  casa  contigua,  derribando  un  tabique 
con  el  competente  permiso,  no  del  dueño,  sino  de  la  administradora.  ¡Nunca 
tal  hiciéramos!  No  faltó  quien  fuese  á  Valencia  á  dar  parte  al  amo,  cuyo 
hijo  se  presentó  á  poco  con  un  abogadillo  y  hds  hizo  restituir  las  cosas  al 
estado  primitivo.  Fué  cuestión  de  volverse  á  la  estrechez  anterior  y  nada  más. 

La  tanda  siguió,  como  he  dicho  bien,  y  acabó  perfectamente.  Al 
ver  los  malos  que  en  ella  habían  entrado  republicanos  y  gente  de  este  pelaje 
y  que,  una  vez  salidos  de  Ejercicios,  iban  predicando  á  Cristo  por  plazas, 
calles  y  sitios  de  reunión,  se  pusieron  como, energúmenos.  Según  oí  decir, 
llegaron  hasta  á  ofrecer  cinco  duros  á  uno  para  que  no  hiciese  Ejercicios, 
aunque  sin  resultado,  á  Dios  gracias.  Casos  edificantes  de  esta  segunda  tanda. 
Ahí  van  los  siguientes:  Un  tabernero  entró  como  una  pipa  de  su  oficio. 
Claro  está,  contestaba  como  podía  á  los  avisos  que  suelo  dar  la  primera 
noche  de  Ejercicios.  Después  siguió  haciendo  lo  que  le  inspiraba  el  hués- 
ped que  tenía  alojado,  pero  le  aguantamos  é  hicimos  perfectamente,  porque 
cuando  salió  era  completamente  otro.  Se  va  á  su  casa:  encuentra  la  taberna 


139 

llena,  como  de  costumbre,  y:  «Señores— dice— aquí  debe  de  haber  muchos  á 
quienes  he  dado  mal  ejemplo  y  he  ofendido.  A  todos  pido  perdón.  ¿Me  per- 
donan Vds.?».  Y  á  renglón  seguido  apuntó  en  su  taberna  á  cinco  para  la 
tercera  tanda. 

Dijo  por  chanza  en  el  casino  el  Administrador  de  consumos:  «Señores, 
entro  en  Ejercicios  si  me  gobiernan  la  mujer  y  me  dan  10  reales  diarios  de 
jornal».  Se  le  toma  la  palabra  formalmente  y  se  ve  forzado  á  entrar.  A  los 
dos  días  ya  escribía  á  sus  amigos  que  renunciaba  á  los  10  reales,  y  los 
tiempos  libres  del  3.°  y  4.''  día  los  empleaba  en  escribirles  cartas  y  más 
cartas  para  convidarles  á  que  ellos  también  (eran  lo  peor  del  pueblo)  se 
aprovechasen  de  tanto  bien.  Al  salir  del  encierro  lo  que  primero  hizo  fué  ir 
al  fielato  y  rasgar  El  Pueblo,  á  que  estaba  suscrito  y  sustituirlo  por  La 
Voz  de  Valencia.  Luego  se  dirigió  al  casino  y  forzó  á  todos  á  entrar  en 
Ejercicios. 

Había  otro  ejercitante  de  esta  tercera  tanda  que  haría  unos  20  años  que 
no  había  puesto  el  pie  en  la  Casa  de  Dios.  Pues  bien ,  este  individuo  hablando 
con  el  Sr.  Cura,  le  decía:  «Sr.  Cura,  yo  en  la  disciplina  me  pegaba  en  los 
pies,  en  las  piernas,  en  los  brazos,  en  la  mano  y  hasta  en  la  lengua,  porque 
en  todo  he  ofendido  á  Dios». 

Y  vamos  á  la  tercera  tanda  que  empezó  el  23  de  Enero  por  la  noche.  Para 
formarla  trabajaron  lo  indecible  los  ejercitantes  de  las  anteriores.  Los  ene- 
migos de  los  Ejercicios,  que  hasta  entonces  los  habían  mirado  más  con  des- 
dén que  con  otras  miras,  viendo  el  cariz  que  iba  tomando  aquéllo,  empeza- 
ron á  combatirlos  de  veras;  sin  embargo,  logramos  reunir  hasta  100  hombres. 
Estando  ya  encerrados,  se  nos  vuelve  de  repente  loco  uno  de  ellos,  que 
repetía  los  Ejercicios.  No  hubo  más  remedio  que  sacarlo,  y  aunque  venía  de 
familia  de  alienados,  se  olvidó  esta  circunstancia  para  echar  la  culpa  á  los 
Ejercicios.  Con  esto  entró  un  susto  tan  grande  en  todos,  especialmente  en 
las  mujeres,  que  algunas,  para  que  salieran  sus  maridos,  empezaron  por  no 
mandarles  la  cena:  otras  á  escribirles  que  la  caballería  estaba  muy  mal,  y 
otras  inconveniencias  por  el  estilo.  Para  dar  á  V.  R.  idea  de  la  calidad  de 
algunos  ejercitantes  de  esta  tercera  tanda,  le  diré  que  más  de  uno  ha  estado 
en  presidio;  que  eran  gente  de  taberna  y  camino,  de  aquellos  mismos  que 
antes  se  burlaron  lindamente  de  los  Ejercicios;  varios,  sin  haberse  confe- 
sado de  10  años  para  arriba.  A  pesar  de  todo,  puedo  afirmar  que  no 
sólo  ha  sido  la  mejor  de  Albal,  sino  de  Oliva  y  Beniarrés.  Disciplina  to- 
das las  noches ;  silencio  monacal;  ansiosísimos  de  hablar  conmigo  y  de 
hacer  su  confesión  general,  observancia  perfecta  de  la  distribución:  he 
aquí  lo  que  había  dentro,  mientras   por  fuera  bramaba  la  tempestad.  A  lo 


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último  de  los  Ejercicios  enteré  á  mis  ejercitantes  de  ella,  dándome 
por  respuesta  que  querían  cuarta  tanda,  trabajando  por  lograrla  cuanto 
sus  fuerzas  alcanzasen.  Accedí,  mas  con  la  expresa  condición  de  que  ha- 
bía de  constar  por  lo  menos  de  ciento.  Y  así  acabó,  y  como  fruto  inmediato 
puede  contarse  la  propaganda  activísima  que  hicieron  mis  buenos  ejercitantes 
para  lograr  la  cuarta  tanda,  no  sólo  en  Albal  sino  en  los  pueblos  comarcanos, 
ofreciendo  á  todos  jornal  diario  gratis.  ¡Justos  juicios  de  Dios!  El  hombre 
que  desde  un  principio  más  se  había  distinguido  en  favor  de  mi  obra,  muere 
de  repente  en  un  convite  de  bodas,  del  que  no  pudo  excusarse  en  calidad 
de  padrino.  Era  el  difunto  persona  muy  religiosa,  segundo  Teniente  xMcalde, 
el  alma  y  el  de  más  autoridad  de  cuantos  hicieron  ejercicios,  dando  él  y  sus 
dos  hijos  el  ejemplo:  en  suma,  era  en  Albal  lo  que  Morera  en  Oliva. 
El  efecto  de  esta  muerte,  unido  á  lo  anteriormente  dicho,  puede  decirse  que 
fué,  de  tejas  abajo,  el  impedimento  y  la  muerte  de  la  cuarta  tanda  que  con 
tanto  ardor  todos  preparábamos.  Efectivamente,  los  buenos  quedaron  tris; 
tes  aunque  conformados,  y  los  malos  envalentonados  para  atacarnos  con 
más  furor.  En  vano  se  prorrogó  un  día  más  el  plazo,  después  de  asistir 
todos  al  entierro  del  difunto  y  de  ofrecer  por  su  alma  misas  y  comuniones: 
en  vano  continuóse  trabajando  en  los  pueblos  inmediatos  y  en  las  casas  y 
sitios  de  reunión  de  Albal;  ¡hermoso  era  todo  aquello!;  pero  contada  la 
lista,  se  hallaron  apuntados  sólo  43  hombres,  y  desistí  conforme  con  lo  pro- 
metido. 

Para  completar  el  elogio  del  difunto,  añadiré  algunos  datos  edificantes. 
Gran  preparación  para  presentarse  delante  del  Juez  Supremo  fué  el  haber 
hecho  los  Ejercicios  con  fervor  verdaderamente  extraordinario  y  haber 
hecho  confesión  general  durante  la  segunda  tanda,  haberse  reconciliado  la  vís- 
pera de  su  muerte,  y  el  mismo  día  de  ésta;  el  haber  asistido  con  sus  dos 
hijos  á  la  comunión  general  y,  finalmente,  poco  antes  de  morir  el  haber 
pagado  el  jornal  á  tres  pobres  para  que  hiciesen  Ejercicios  y  el  haber  tra- 
bajado de  firme  para  reclutar  otros  con  el  mismo  fin.  Dios  N.  S.,  sin  duda, 
le  habrá  premiado  tantas  y  tan  buenas  obras. 

Según  queda  expuesto,  no  hubo  cuarta  tanda,  mejor  dicho,  sí  que  la  hu- 
bo; quise  decir  que  no  hubo  cuarta  encerrona  de  hombres.  En  vez  de  ésta  di 
unos  Ejercicios  á  todo  el  pueblo  en  esta  forma:  á  las  cinco  de  la  mañana. 
Misa  y  1.''  meditación.  A  las  nueve  y  media,  2.'^  meditación  y  seguidamente 
plática.  A  las  tres  de  la  tarde,  3.'^  meditación,  y  á  las  siete  y  media,  4.=^  me- 
ditación y  3.'^^  plática;  todos  los  días  con  extraordinario  concurso.  Ya  la 
r.oche  del  primer  día  viene  el  dueño  de  unos  almacenes  de  naranja,  diciendo 
que  ha  determinado  cerrar  tres  con  el  fin  de  que  las  mujeres  empleadas  en 


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ellos  pudiesen  asistir  á  todos  los  acíos.  Así  las  cosas,  se  levanta  al  día  si- 
guiente un  temporal  de  agua  tan  intenso  y  persistente  que  me  obligó  á 
interrumpir  por  dos  días  seguidos  estos  Ejercicios.  Reanudados,  terminaron 
admirablemente  con  una  comunión  general  tan  lucida  como  nunca  la  habían 
visto  los  albalenses.  ¡Loado  sea  Dios! 

Pasemos,  para  terminar,  revista  general  al  fruto  práctico  conseguido 
en  Albal.  Se  restableció  la  antigua  costumbre  de  rezar,  los  domingos,  el 
santo  Rosario  por  las  calles.  Se  determinó  el  tomar  dos  veces  á  la  semana 
disciplina  pública  en  la  iglesia,  el  lunes  los  mozos  y  el  martes  los  casados 
después  del  santo  ejercicio  del  Via-erucis.  Queda  restablecido  sólidamente 
el  Apostolado  de  la  Oración.  En  un  casino  se  han  suscrito  á  periódicos  neta- 
mente católicos,  dándose  de  baja  en  los  malos.  Finalmente,  han  que- 
dado confundidos  y  avergonzados  los  enemigos  de  los  santos  Ejercicios 
y,  lo  que  ya  es  algo,  pesarosos  de  la  guerra  que  hicieron  á  una  obra  so- 
cial tan  excelente  para  traer  la  paz  á  toda  una  población  no  pequeña  como 
es  ésta. 

Ahí  tiene,  P.  Socio,  lo  que  ha  obrado  la  gracia  de  Dios,  por  medio  de 
los  santos  Ejercicios,  en  Albal.  Ruegue  V.  R.  para  que  estos  y  mayores 
frutos  se  obtengan  en  Albaida,  á  donde  voy  á  darlos  el  6  de  los  corrientes. 

De  V.  R.  siervo  en  Cristo, 

JHS. 

José  Luís  Iñesta,  S.  J. 

P.  D.  Faltaban  unas  pinceladas  al  cuadro  de  la  oposición  á  los  santos 
Ejercicios  y  voy  á  darlas  en  esta  postdata,  si  V.  R.  no  lo  lleva  á  mal.  Para 
que  se  forme  una  idea  cabal  de  aquélla  le  diré  que  se  llegó  hasta  imprimir 
y  propagar  con  difusión  una  hojita  infame  contra  los  Ejercicios,  no  sólo 
por  Albal,  sino  por  Catarroja  y  pueblos  circunvecinos.  Aprovechando, 
además,  la  ocasión  de  tener  á  tiro,  en  el  entierro  de  Pepet  (que  así  llama- 
ban á  nuestro  Apóstol  de  los  Ejercicios),  á  los  caciques  y  gente  peor  de  Al- 
bal, les  endilgué,  bajo  la  forma  de  discurso,  un  sermón  de  la  existencia  del 
alma  y  dogma  de  la  Religión,  que  ellos  negaban.  Y  aunque  oyeron  mis  ar- 
gumentos, como  no  estaban  dispuestos  y  suele  ser  esta  gente  soberbia ,  no 
les  aprovecharon  los  toques  de  la  gracia  al  corazón.  Roguemos  al  Señor 
para  que  se  conviertan. 

Advertencia.— Después  de  las  cartas  del  Sr.  Cura  Párroco  de  Albal  y 
del  P.  Iñesta,  copiamos  íntegra  la  siguiente  Relación  de  los  Ejercicios 
que  dio  el  Rdo.  P.  José  Luís  Iñesta  en  Albal,  escrita,  á  instancias  del 


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Rdo.  P.  Pablo  Nutó,  por  su  discípulo  el  fervoroso  joven  D.  José  M.*^  Del- 
hom,  según  consta  en  carta  que  nos  escribió  el  buen  padre,  poco  antes  de 
su  muerte.  Aunque  se  repiten  en  el  contexto  algunas  noticias,  imprimimos 
entero  este  precioso  documento,  tanto  porque,  el  venir  de  extraña  pluma, 
hace  más  fe  sobre  el  temple  y  eficacia  del  arma  ignaciana,  para  trocar  todos 
los  corazones,  cuanto  por  el  encanto  especial  del  estilo  dialogado  y  lenguaje 
sencillo  é  ingenuo,  con  que  se  pintan  los  maravillosos  resultados,  obtenidos 
por  la  divina  gracia  en  el  religioso  pueblo  de  Albal. 

He  aquí  la  Relación. 

Comenzó  los  Ejercicios  el  P.  Iñesta,  predicando  un  sermón  en  la  igle- 
sia para  solos  hombres;  en  él  explicó  el  temor  que  tuvieron  los  pastores  al 
recibir  la  noticia  del  nacimiento  del  Hijo  de  Dios,  y  al  aparecer  la  estrella 
que  guiaba  á  los  santos  Reyes  hacia  el  portal  de  Belén.  Aplicando  esto,  á 
los  de  este  pueblo  de  Albal,  decía:  «De  la  misma  manera,  al  hablaros  de 
Ejercicios,  os  habéis  quedado  como  espantados  y  preguntando:  ¿qué  será 
eso  de  Ejercicios?  Mirad;  Ejercicios,  no  son  sino  un  pequeño  sacrificio  que 
requiere  el  estar  cuatro  días  en  casa  del  Sr.  Cura,  sin  hablar  ni  salir  de 
allí,  y  el  pensar  solamente  en  cosas  de  Dios.  Pero,  dirán  algunos:  ¿cómo 
puede  ser  que  yo  esté  cuatro  días  encerrado,  si  no  puedo  estar  siquiera  una 
hora  en  compañía  de  mi  familia?  Pues  mirad;  el  día  más  pesado  que  encon- 
traréis será,  sin  duda,  el  primero;  los  demás  os  parecerán  suaves.  Decís: 
Lo  que  es  á  mí  no  me  pesca.  No  tengáis  miedo,  todos  tenéis  que  caer  en  la 
red,  el  que  no  caiga  en  la  primera,  caerá  en  la  segunda  y  el  que  no  en  la 
tercera;  conque  ánimo,  preparaos  con  buena  cama,  tabaco,  etc.,  pues  yo  no 
quiero  que  padezcáis.  En  esto  dijo  uno:  ¿y  vino?  También,  contestó  el 
P.  Iñesta,  pero  que  sea  bueno,  porque  ya  os  he  dicho  que  no  quiero  que 
padezcáis.  Explicó  las  horas  en  que  se  tocaría  la  campana  para  llevar  la  co- 
mida, cena  y  almuerzo,  y  se  retiró. 

Primera  tanda.— Eran  60  los  ejercitantes;  entre  ellos  habían  dos  ami- 
gos que  venían  de  las  fiestas  de  el  Real  de  Gandía,  donde  habían  bailado, 
y  tanto  habían  hecho  el  tonto,  que,  llegando  sin  ganas  de  trabajar,  dijo  el 
uno  al  otro:  «¿Sabes  lo  que  podemos  hacer?  —  ¿Qué?  —  Para  reponernos  un 
poco,  podríamos  ir  á  los  Ejercicios,  y  así  tendremos  cuatro  días  para  poder 
descansar».  Y  así  sucedió. 

Al  enterarse  la  gente  de  la  resolución  que  habían  tomado,  se  decían 
eritre  sí:  «¡Qué  pareja  de  maltrabajas!  ¡Cómo  se  conoce  que  llegan  can- 
sados de  la  fiesta!  Si  en  vez  de  ir  allí  á  hacer  hablar,  fuesen  á  trabajar  cada 
uno  en  su  faena,  seguro  es  que  hubieran  ganado  más,  pues  saldrán  tan  con- 
vertidos como  han  entrado».  Pero  no  fué  así.  Al  tercer  día,  escribieron  una 


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carta  á  sus  padres,  en  la  que  les  pedían  perdón,  y  rogaban  con  grandes 
súplicas  que  se  preparasen  ellos  para  entrar  en  la  tanda  siguiente.  No 
pudieron  aquéllos  contener  las  lágrimas  al  ver  el  cambio  de  sus  hijos;  pero 
aun  así  no  acababan  de  creerlo,  pues  enterada  la  gente,  decían:  «Esos  pi- 
caronazos  saben  hacer  .muy  bien  su  papel;  lo  habrán  hecho  así  para  tener 
contentos  á  sus  padres:  ya  veremos  cómo,  cuando  salgan,  vuelven  á  las  an- 
dadas». 

El  pueblo  todo  aguardaba  con  impaciencia  la  salida  de  los  ejercitantes, 
no  sólo  por  el  deseo  de  averiguar  la  conducta  de  estos  dos  compañeros, 
sino  también  para  saber  lo  demás  que  ocurrió  durante  los  Ejercicios,  y  que 
mucho  contribuyó  en  los  ánimos  de  todos  para  entrar  en  ellos.  Los  dos  ca- 
sos siguientes,  darán  idea  de  lo  ocurrido. 

Primero;  que  estando  todos  durmiendo,  durante  la  primera  noche,  se 
levantó  uno,  creyendo  que  estaba  en  su  propia  casa,  y  en  vez  de  bajar  por 
la  escalera,  abrió  una  ventana,  se  abalanza  y  cae  encima  de  una  parra  y  de 
ésta  al  suelo,  resultando  solamente  con  leves  contusiones.  Al  tiempo  de  sa- 
lir otro  ejercitante,  al  corral,  advirtió  que  allí  había  un  hombre  que  se  que- 
jaba: <'¿Qué  le  pasa?»  A  lo  que  contestó  el  otro,  refiriendo  lo  ocurrido.  Lla- 
maron al  Padre,  al  Sr.  Cura  y  también  al  médico,  el  cual  revisó  al  caído,  y 
viendo  que  la  cosa  no  era  de  gravedad,  sólo  por  lo  que  pudiera  suceder, 
lo  condujeron  á  su  casa,  y  á  los  cuatro  días  estaba  ya  restablecido. 

Oigamos  ahora  lo  que  dicen  los  del  pueblo.  «¿Qué  os  parece?  Si  en  vez 
de  ir  á  encerrarse  en  casa  del  Cura  hubiera  estado  en  su  casa,  cumpliendo 
con  su  obligación,  no  le  hubiera  sucedido  eso.  ¡Ahora  irá  el  Jesuíta  y  el  se- 
ñor Cura  á  curarle!  Lo  que  toca  es  (dijo  el  Sr.  Juez)  que  si  como  no  ha 
sido  nada  hubiera  muerto  del  porrazo,  Jesuíta,  Cura  y  ejercitantes,  hubie- 
ran ido  á  Torrente  atados  codo  á  codo;  el  Jesuíta  por  perturbador  del  orden, 
pues  ha  venido  á  este  pueblo,  que  estaba  muy  quietecito  y  tranquilo,  y  lo 
está  revolviendo  y  mareando;  el  Cura  por  imbécil,  que  ha  traído  al  Jesuíta, 
y  los  ejercitantes,  por  burros,  tontos  é  ignorantes,  que  creen  al  Cura  y  al 
Jesuíta,  y  van  á  ser  nuestro  descrédito:  ya  tiene  Albal  fama  de  atrasado: 
conque  ¡esto  le  faltaba!  —  Vergüenza,  decía  otro,  me  da  el  decir  que  soy 
de  Alba!,  aunque  á  los  que  me  conocen  no  me  atrevo  á  negarlo;  por  eso 
me  preguntan:  Chico,  ¿qué  es  lo  que  pasa  en  Albal,  pues  dicen  que  hay 
tantos  hombres  encerrados?  —  ¿Qué  tiene  que  pasar?,  les  contesto.  Que 
ese  Jesuíta  y  el  Cura  se  han  valido  de  cuatro  ignorantes  y  los  tienen  allí 
encerrados;  no  sé  lo  que  hacen;  cuando  salgan  ya  veremos». 

El  segundo  caso,  sucedió  también  el  primer  día  de  los  Ejercicios,  antes 
de  anochecer.  Uno  de  los  ejercitantes  fingió  que  estaba  enfermo  y  se  salió. 


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Después,  fué  al  casino  donde  interrogado  por  los  que  allí  había,  no  supo 
decir  otra  cosa  que  mentiras,  que  allí  les  hacían  padecer  tanto,  que  en  el 
refectorio  les  ponían  calaveras  y  se  las  hacían  besar  antes  de  comer, 
que  casi  todos  estaban  enfermos;  que  por  las  tardes,  el  Jesuíta  y  el  Cura, 
cogen  cuerdas  y  con  ellas  les  dan  unas  palizas  que  les  van  á  hacer  mo- 
rir, etc.,  etc.  «Chico,  ¿es  verdad  lo  que  nos  dices?  —  Claro,  que  es 
verdad;  yo  no  sé  cómo  no  se  salen  todos.  Estamos  persuadidos  que  en  este 
pueblo  vamos  como  los  cangrejos,  y  pronto  llegaremos  á  estar  tan  atrasados 
como  en  el  siglo  catorce». 

También  provocó  la  indignación  del  pueblo  contra  los  Ejercicios,  otro 
acontecimiento.  A  uno  de  los  ejercitantes  (era  el  tercer  día),  se  le  ahogó 
un  cordero  de  los  que  poseía.  La  mujer  del  ejercitante,  azorada,  fué  á  lla- 
marle para  contarle  lo  acaecido  y  que  saliera.  Acabado  el  relato,  dijo  el 
ejercitante:  «¿Nada  más  que  eso?  Vete  tranquila  y  no  padezcas  por  eso, 
pues  aunque  se  perdiera  todo,  no  saldría  de  aquí  hasta  que  llegue  el  do- 
mingo». A  este  buen  cristiano,  todo  el  pueblo  le  criticaba  y  decía,  que  si  hu- 
biese estado  en  su  casa,  cumpliendo  con  su  obligación,  no  se  le  hubiera 
ahogado  el  cordero;  y  después  de  todo,  añadían,  le  está  muy  bien,  por  que- 
rer estar  encarcelado.  Todas  estas  cosas,  y  las  preguntas  que  los  de  los 
pueblos  vecinos  hacían  á  los  de  Albal,  contribuían  á  que  los  no  ejercitantes 
estuviesen  con  grandes  ansias  de  saber  la  verdad. 

El  domingo,  día  de  la  salida,  estaba  la  plaza  llena  de  hombres  y  mu- 
jeres, aguardando  que  salieran  de  la  misa  mayor,  en  la  que  hubo  comunión 
general  para  los  ejercitantes;  y  una  vez  terminada,  pasaron  todos  á  la  Aba- 
día, por  una  puerta  que  hay  en  la  capilla  y  da  paso  á  dicha  casa.  Reunidos 
todos  allí,  el  P.  Iñesta  dijo  en  alta  voz:  «¡Viva  Nuestro  Señor!  ¡vivan  los 
ejercitantes!  ¡vivan  los  Ejercicios!  ¡viva  la  gloriosa  Sta.  Ana!,  y  á  cada  uno 
de  los  vivas  contestaban  todos  los  ejercitantes  con  gran  entusiasmo.  Des- 
pués vitorearon  al  P.  Iñesta  y  al  Sr.  Cura.  -  «Andad,  dijo  el  P.  Iñesta,  ya 
podéis  marcharos  y  trabajar  para  que  la  segunda  tanda  sea  numerosa».  «Pa- 
dre, replicó  uno:  podríamos  salir  por  la  puerta  falsa,  porque  la  plaza  está 
llena  de  gente  y  hay  algunos  que  quieren  burlarse  de  nosotros».  (La  casaj 
Abadía  tiene  dos  puertas;  una  principal,  que  da  á  la  plaza  de  la  Iglesia  y| 
otra  secundaria,  que  da  al  ensanche).  A  esto  contestó,  antes  que  el  P.  Iñesta, 
uno  de  los  dos  ejercitantes  que  habían  estado  en  El  Real  de  Gandía  y,  comoj 
antes  queda  referido,  entraron  en  ejercicios  para  descansar:  «No,  señor;  sel 
sale  por  la  principal;  el  que  quiera  burlarse  que  se  burle;  no  se  burlará  de* 
ninguna  cosa  mala,  sino  de  una  buena;  no  hay  que  tener  vergüenza  sino  de 
híicer  cosas  malas;  de  hacer  cosas  buenas,  nunca.— Muy  bien,  valiente;  asíj 


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lo  habéis  de  hacer,  dijo  el  P.  Iñesta;  vergüenza,  de  las  cosas  malas,  y  como 
vosotros  no  venís  de  hacer  cosas  malas,  no  tenéis  porque  huir  de  nadie;  por  lo 
tanto  debéis  salir  por  la  puerta  principal;  conque,  ánimo,  y  ser  valientes 
en  virtud».  Todos,  con  su  fardito  de  ropa  y  su  canasta  de  la  cena  del  día 
anterior,  salieron  por  la  puerta  principal  con  dirección  á  sus  propias  casas, 
para  besar  la  mano  á  sus  padres  y  hermanos,  y  contar,  á  cuantos  les  pre- 
guntaban, la  satisfacción  que  sentían  de  haber  hecho  los  Ejercicios. 

Llegados  que  fueron  á  su  casa  los  de  la  fiesta  del  Real  de  Gandía,  besaron 
la  mano  á  sus  padres  y  hermanos  y  les  pidieron  perdón.  Al  momento  se  llenó 
la  casa  de  gente  con  el  fin  de  saber  qué  cosa  era  los  Ejercicios.  «¿Qué  nos 
cuentas?»  preguntaban  sus  padres.  —  ¡Ah!  No  es  posible  explicar  lo  que 
son  Ejercicios:  es  cosa  más  para  ser  practicada  que  contada.— Pero  hombre, 
¿qué  es  lo  que  hacen,  pues  es  más  de  ver  que  de  contar?— Ya  eres  tú  buen 
picaro,  decía  un  hermano;  lo  que  has  hecho  tú  es  pasar  cuatro  días  sin  tra- 
bajar, y  comiendo  bien;  pues  la  madre  te  enviaba  á  tí  mejor  comida  que  la 
nuestra;  así  también  iría  yo  á  hacer  Ejercicios,  pero  no  soy  tan  maltrabaja 
como  tú.  —  Pues  mira,  hermano,  contestó  el  ejercitante;  yo,  si  el  P.  Iñesta 
quisiera  que  estuviese  cuatro  días  más,  los  hubiera  estado,  comiendo  sólo 
pan,  y  no  creas  que  soy  el  único  que  hubiera  continuado  por  cuatro  días 
más,  sino  que  todos  á  una  lo  pedimos  al  P.  Iñesta  y  él  no  ha  querido.  — 
Pero,  hombre,  en  fin,  ¿qué  es  lo  que  hacen?  —Pues...  lo  que  todos  hici- 
mos. El  primer  día  íbamos  á  los  sermones  y  meditaciones  porque  sí;  por  la 
tarde  asistíamos  al  Via-crucis,  y  cuando  llegó  la  penúltima  estación,  dijo  el 
P.  Iñesta:  «Aquí  por  el  dolor  que  sentía  la  Virgen,  cuando  tenía  á  su  santí- 
simo Hijo  muerto  en  los  brazos,  tomaremos  esta  disciplina».  No  podéis  fi- 
guraros la  risa  que  nos  causó  á  todos.  El  P.  Iñesta,  al  ver  que  lo  tomábamos 
á  risa,  dijo:  «Los  que  no  quieran  tomarla  que  no  la  tomen,  pero  yo  les  ase- 
guro, que  vendrá  día  en  que  pedirán  tomarla  y  yo  no  se  lo  concederé».  Y  así 
fué  cuando  llegó  el  tercer  día  y  nos  hizo  el  sermón  del  Hijo  Pródigo;  nadie 
podía  contener  las  lágrimas  y  sollozos.  «¿Y  llorabais?  Pareceríais  mujeres», 
le  dijeron— «Sí,  lloramos  todos,  y  creo  que  no  quedó  uno  siquiera  que  dejara 
de  llorar,  y  los  que  vayáis  á  hacer  Ejercicios,  lloraréis  todos,  á  no  ser  que 
tengáis  un  corazón  duro  y  empedernido  y  Dios  no  quiera  tocároslo.  Pues, 
bien,  aquel  día  estábamos  con  grande  ansia  esperando  la  hora  de  la  disci- 
plina. Llegó  el  momento  de  tomarla;  nadie  se  reía,  ni  huía  de  tomarla,  sino 
que  todos  á  la  vez  la  tomamos  con  tal  fervor,  que  la  iglesia  parecía  venirse 
abajo  de  tanto  que  nos  pegábamos».  —  Dijo  uno:  calla,  hombre,  que  burros 
que  sois;  yo  no  me  pegaría.  —  Eso  mismo  decía  yo,  pero  cuando  uno 
considera  bien  lo  que  Dios  hizo  por  nosotros  y  lo  mucho  que  hemos  hecho 

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para  ofenderle  á  Él,  no  puede  uno  menos  de  tomar  venganza  contra  sí 
mismo,  para  desagraviarle.  Más  aún,  comprendiendo  lo  mal  que  hicimos  al 
principio,  tomando  á  risa  lo  de  la  disciplina,  pedimos  al  Padre  nos  conce- 
diera disciplina  extraordinaria,  lo  que  hizo  después  de  muchos  ruegos;  la 
tuvimos  los  dos  últimos  días  por  la  tarde  y  por  la  noche.  No  os  admiréis 
porque  salgo  de  los  Ejercicios  tan  contento  y  satisfecho,  pues,  como  he  di- 
cho antes,  no  es  cosa  de  contar,  sino  de  practicar:  conque,  ¡á  hacer  todos 
Ejercicios!  y  ya  veréis  cómo  después  al  salir  de  ellos,  experimentáis  la  mis- 
ma alegría  que  yo». 

Otro  ejercitante  prometió  á  Dios  el  llevar  12  ejercitantes  para  la  se- 
gunda tanda.  Dio  principio  por  los  de  su  familia,  empleando  cuantas  razo- 
nes tenía  á  su  alcance  y  Dios  le  daba,  para  convencerles  de  la  necesidad  de 
hacerlos  Ejercicios:  la  satisfacción  y  alegría,  que  como  él  mismo,  sentirían 
después  de  haberlos  hecho.  Pero  cuando  no  lograba  lo  que  suplicaba,  hinca- 
do de  rodillas,  puestos  los  brazos  en  cruz,  les  decía:  «Si  no  lo  quieren  hacer 
por  sólo  amor  de  Dios,  háganlo  por  mí;  yo  pagaré  de  buena  gana  la  pérdida 
que  les  ocasione  el  estar  fuera  de  sus  obligaciones».  Esto  hacía  con  los  de 
su  familia.  En  cuanto  á  los  que  no  lo  eran,  no  perdía  tampoco  ocasión  de 
enfervorizarlos  por  medio  de  sus  conversaciones,  acerca  de  la  necesidad  de 
hacer  Ejercicios. 

Tratando  con  un  pariente  suyo  sobre  ellos,  no  faltó  quien,  oj^endo 
la  conversación,  echara  su  párrafo  burlándose  de  los  Ejercicios,  de  los 
ejercitantes,  del  Jesuíta,  de  cuanto  hacía  referencia  á  la  Iglesia  y  aún  del 
mismo  Dios.  Sin  embargo,  el  ejercitante,  dirigiéndose  á  aquél  le  dijo:  «¿Por- 
qué no  vas  tú  también  á  hacer  Ejercicios?  —  Sí  que  haría  yo  Ejercicios, 
contestó;  pero  con  la  condición  de  que  me  diesen  10  reales,  comida  y  cama, 
y  eso  cada  día.  —  Concedido,  contestó  el  ejercitante.  Le  dices  á  tu  mujer 
que  no  es  menester  que  te  traiga  nada;  por  mi  cuenta  corre.  —Con  esta 
respuesta  inesperada,  quedó  pensativo,  hasta  que  por  fin  dijo:  «No,  yo  te 
había  dicho  eso,  porque  no  quiero  hacer  Ejercicios  y  creía  que  no  me  lo 
concederías.  —  Pues  si  no  haces  Ejercicios,  díjole  el  ejercitante,  no  tienes 
formalidad  y  sin  ella  no  eres  hombre,  y  por  lo  tanto  no  puedes  ir  á  ninguna 
parte.  —  Entre  estas  y  otras  muchas  cosas  que  le  dijo,  le  tocó  el  amor 
propio  y  se  convino,  según  decía  él,  á  pasar  cuatro  días  comiendo 
gratis,  sin  trabajar,  y  cobrando  diez  reales  de  un  fanatizado  imbécil  y 
tonto. 

Todos  los  ejercitantes  de  la  primera  tanda  salieron  tan  enfervorizados, 
y  trabajaban  con  tanto  entusiasmo  para  que  la  segunda  fuese  numerosa,  que 
eran  la  admiración  del  pueblo,  hasta  el  punto  de  que  todos  decían:  «Parece 


147 

que  estén  hechizados.  ¿Qué  les  habrán  dado  alh?  Es  que  todos  han  salido 
igual;  si  fuesen  unos  cuantos  pase,  pero,  todos,  todos». 

No  obstante  el  trabajo  de  los  60  ejercitantes,  de  la  primera  tanda,  sólo 
se  alistaron  para  la  segunda  88,  entre  los  cuales  había  un  tabernero  y 
otro  muy  amigo  de  la  taberna,  que  además  de  ser  borrachos  de  costumbre, 
lo  estaban  en  grado  superlativo  cuando  entraron  en  Ejercicios,  de  manera 
qne  estando  el  P.  Iñesta  en  la  capilla,  haciendo  las  advertencias  del  orden 
que  habían  de  guardar,  el  tabernero  le  iba  contestando  y  dándole  consejos, 
hasta  que  el  Padre  le  dijo:  «Tú  te  callas,  que  ahora  sólo  me  toca  hablar  á 
mí».  Como  la  primera  noche  siempre  hay  algún  desorden,  y  al  tabernero  no 
le  dejaban  dormir,  dijo:  «Ahora  ya  estoy  aquí,  pero  aunque  pensara  ganar 
cuarenta  años  de  cielo,  no  volvería  el  año  que  viene;  no  me  cogerán». 

Comenzada  ya  la  segunda  tanda,  todo  el  pueblo  aguardaba  con  ansia 
la  salida  de  los  ejercitantes,  sobre  todo  del  que  se  le  daban  los  diez  reales 
diarios  y  la  comida,  y  también  la  de  los  alcoholizados,  y  para  ver  si  todos 
salían  con  el  entusiasmo  de  los  de  la  primera. 

El  ejercitante  que  pagó  el  jornal  (los  diez  reales)  era  tanto  lo  que  tra- 
bajaba, que  perdió  la  gana  de  comer  y  aun  de  dormir,  quedando  tan  debili- 
tado que  principió  á  hablar  fuera  de  sí,  aunque  siempre  cosas  de  Dios.  De 
aquí  tomaron  pie  las  lenguas  impías.  «¿Qué  os  parece,  decían,  el  bien  que 
está  haciendo  el  Jesuíta?  En  cuatro  días  ha  vuelto  loco  á  un  hombre.  ¡Todo 
ese  bien  nos  ha  traído!».  Otros  decían:  «aún  es  poco,  son  tan  tontos  que 
todo  se  lo  creen.  Hasta  el  Sr.  Juez,  hablando  con  el  padre  de  un  ejercitante, 
decía:  «¿No  tienes  miedo  que  á  tu  hijo  le  suceda  lo  que  á  ese?  ¿Por  qué  no 
vas  y  lo  sacas?  ¿tienes  miedo  ó  vergüenza  de  ir  sólo,  ó  quieres  que  yo  te 
acompañe?  Vamos,  hombre;  yo  te  acompañaré  y  diremos  al  Cura  y  al  Je- 
suíta lo  que  son,  lo  que  hacen».  El  padre  no  quiso  ir,  el  Juez  se  quedó  en  su 
casa,  y  los  ejercitantes  continuaban  en  Ejercicios  llenos  de  tranquilidad  y 
paz.  En  cuanto  á  los  hermanos  del  trastornado  estaban  muy  conformados 
con  tal  suceso;  sólo  tenían  pena  por  Haber  ocurrido  entonces  pensando  que 
algunos  se  retraerían  de  hacerlos  Ejercicios  en  aquella  tanda.  Pero  para  que 
se  vea  que  el  haberse  vuelto  loco,  dicho  ejercitante,  no  fué  por  haber  hecho 
los  Ejercicios,  como  pretenden  demostrar  lo3  enemigos  de  la  luz,  es  cosa 
averiguada  que  algunos  de  la  familia  de  aquél  no  escaparon  de  dicha  enfer- 
medad, y  aun  éste  durante  el  verano  anterior,  estuvo  bajo  la  dirección  del 
médico,  encargando  que  tuviesen  mucho  cuidado  por  el  peligro  que  le  ame- 
nazaba. 

Estaban,  pues,  los  ejercitantes  en  el  tercer  día  de  Ejercicios,  cuando  el 
que  debía  cobrar  su  jornal  escribió  una  carta  á  su  mujer,  diciendo  que  si  no 


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había  cobfado  que  no  cobrara,  y  si  había  recibido  algo  que  no  admitiera  nada 
más  porque  él,  decía,  debía  pagar  por  el  mucho  bien  que  se  le  había  hecho. 
Y  en  otra  carta  escrita  á  los  compañeros  de  casino,  en  donde  se  reunían 
para  hacer  bailes,  (alguna  vez  amenazaron  al  Sr.  Cura,  porque  éste  desde 
el  pulpito  había  hablado  contra  tales  diversiones),  les  decía  así:  «Amigos,  si 
vosotros  queréis,  seguid  como  hasta  aquí,  seguid;  yo  por  mi  parte  quiero 
cambiar  de  vida.  Cuando  salga  ya  os  explicaré  más». 

Llegó  el  domingo,  y  se  hizo  la  comunión  general  para  los  de  esta  tanda 
y  los  de  la  primera:  en  la  Iglesia  no  cabía  más  gente.  Terminada  la  misa, 
pasaron  los  ejercitantes  á  la  Abadía,  y  después  de  dar  los  vivas,  como  en 
la  tanda  anterior,  se  marcharon  á  sus  casas. 

El  jornalero  de  que  hemos  hablado  antes,  después  de  ir  á  su  casa  para 
manifestar  á  su  mujer  la  satisfacción  que  sentía  de  haber  hecho  Ejercicios, 
se  dirigió  al  casino  en  busca  de  sus  amigos  y  explicarles  allí  cuanto  en  su 
carta  les  prometía.  «Mirad,  les  dijo:  vosotros  sabéis  muy  bien  que  yo  me 
burlaba  de  los  Ejercicios,  y  que  si  fui,  era  porque  me  daban  el  jornal  y  la 
comida,  y  aun  así  me  pesaba  al  principio  de  haber  ido.  Yo  mismo  me  admi- 
raba pareciéndome  imposible  que  estuviera  allí.  Los  dos  primeros  días,  ni 
siquiera  tenía  ánimo  para  hacer  la  .señal  de  la  cruz,  y  siempre  iba  detrás  de 
todos  como  avergonzado.  El  tercer  día,  sin  saber  cómo,  sentí  grandes  deseos 
de  cambiar  de  vida,  sin  poderlo  remediar.  La  verdad  es  que  después  de  ha- 
cer la  confesión  que  he  hecho,  he  sentido  tan  grande  alegría  y  satisfacción, 
cual  nunca  creo  haber  tenido.  Ahora  quiero  que  también  participéis  voso- 
tros, como  amigos  que  sois,  de  la  misma  alegría,  y  para  ello  es  necesario 
que  hagáis  Ejercicios,  pero  no  sólo  vosotros,  sino  que  no  ha  de  quedar  un 
solo  socio  que  no  los  haga;  este  casino  ha  de  cambiar  de  rumbo». 

Pronto  se  enteró  el  pueblo  de  lo  ocurrido  y  comenzaron  á  decir  que  j 
nuestro  hombre  estaba  loco.  Llegó  la  voz  á  oidos  de  una  tía  suya,  y  ésta  se 
determinó  á  hacerle  una  visita  y  examinar  al  mismo  tiempo  la  verdad.  Y 
viendo  que  había  sido  engañada,  le  declaró  el  motivo  de  la  visita.  El  ejerci- 
tante le  respondió:  «Pues  ya  ve  Vd.  cómo  no  es  cierto  que  yo  esté  loco; 
ahora  estoy  más  cuerdo  que  nunca».  Era  así,  pues  desde  que  salió  de  Ejer- 
cicios, no  cesaba  de  enseñar  á  rezar  á  sus  hijos,  y  el  tiempo  que  tenía  libre 
lo  empleaba  en  leer  libros  piadosos. 

Dos  de  sus  amigos,  dudando  que  el  cambio  de  vida  fuese  verdadero, 
después  de  un  rato  de  conversación  con  él,  para  probarle  le  dijeron:  «¡Qué 
noche  tan  buena  para  lo  que  tú  sabes!  —  ¿Para  lo  que  yo  sé?  —  Para  llavo- 
rar,  dijeron  los  otros.  —  ¡Ah!  eso  sí  que  no:  id  vosotros,  si  queréis,  pues  yo 
no  quiero  ir».  (Llavorar,  es  ir  á  quitar  el  pescado  á  los  pescadores).  «Pero 


I 


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hombre,  tan  buena  noche  como  hace  para  eso,  luna  tan  clara  y  buena  calma; 
noche  mejor  no  sé  cuando  la  tendremos;  cogeríamos  más  pescado  que  nun- 
ca». —  Aunque  me  dieseis  50  duros  para  eso  que  queréis,  y  que  otras  ve- 
ces hemos  hecho,  os  diría  que  no,  y  si  siguierais  mi  consejo,  tampoco  iríais 
vosotros.  —  Y  ¿eso  lo  dices  de  veras?  —  Tan  de  veras  lo  digo  que  no  iré. 
—Ahora  vemos  que  es  cierto  que  has  cambiado  después  de  los  Ejerci- 
cios, queríamos  con  eso  hacer  la  prueba». 

Digamos  algo  de  aquel  tabernero  que  no  quería  más  Ejercicios,  aunque 
tuviera  que  ganar  40  años  de  cielo.  Este  cuando  llegó  á  su  casa  se  la  en- 
contró llena  de  gente  de  taberna.  ¿Qué  nos  cuentas?  le  preguntaron.  —Pues; 
¿qué  he  de  contar,  sino  que  en  mi  vida  he  visto  cosa  que  me  haya  gustado 
tanto?  Ni  teatros,  ni  bailes,  ni  tabernas,  nada  hay  en  el  mundo  que  satisfaga 
más  al  hombre  que  los  Ejercicios.  Quisiera  yo  que  todos  fueseis  á  Ejerci- 
cios, así  sabríais  lo  que  es  disfrutar». 

Las  conversaciones  de  todos  versaban  sobre  los  Ejercicios;  en  casi  to- 
dos los  corrillos  no  faltaban  uno  ó  dos  ejercitantes  que  demostrasen  la  ne- 
cesidad de  hacerlos.  Y  así  estando  yo  en  casa  de  un  barbero  empecé  una 
discusión  con  uno  que  no  creía  en  nada,  y  después  de  tres  horas  de  pelea 
logré  hacerle  confesar,  delante  de  los  demás,  que  era  verdad  cuanto  yo  de- 
cía. —  «Yo,  dijo,  siempre  me  he  burlado  de  eso  que  dicen  que  Dios  toca  el 
corazón,  y  ahora  veo  que  es  mucha  verdad,  pues  siento  en  mi  interior  una 
voz  que  me  dice:  Vé  á  Ejercicios,  y  otra  me  dice:  No  vayas,  todo  esto 
es  mentira.  —  Pues  que  así  es,  díjele  yo,  vamos  á  casa  del  Sr.  Cura,  das 
el  nombre,  y  á  la  noche  entras  en  Ejercicios.  —  ¿A  la  noche?...  ya  veremos 
me  contestó.  No  queriendo  yo  que  se  quedase  sin  hacer  Ejercicios,  fui  al 
anochecer  á  su  casa,  le  llamé,  salimos  los  dos  á  la  calle,  y  empecé  de  nue- 
vo mi  tarea;  ya  veía  todo  mi  trabajo  perdido,  pues  aunque  á  todo  cuanto 
le  decía  me  contestaba  dándome  la  razón,  no  quería  con  todo  hacerlos  por  ha- 
berse burlado  mucho  de  los  que  los  hacían.  En  esto  acertó  á  pasar  por  allí, 
uno  de  los  que  habían  hecho  Ejercicios,  que,  con  otros  amigos,  volvía  de  la 
casa  Abadía,  á  donde  fueron  para  convenirse  entrar  en  la  tercera  tanda.  Le 
llamé  y  me  contestó:  «Qué  pasa  por  ahí?  ¿Es  cuestión  de  Ejercicios?  —  Sí, 
que  éste  no  quiere  ir.  —  ¿No  quieres?  ¡Vamos!»  Lo  cogió  del  brazo  y  se  lo 
llevaba  á  rastras.  «Déjame,  dijo  entonces  el  otro,  que  yo  iré  solo».  Le  dejó 
y  empezó  á  decirle:  «Hombre,  tú  no  sabes  lo  que  es  cosa  buena;  ni  tea- 
tros, ni  nada,  hay  tan  bueno  como  los  Ejercicios.  Yo  dejé  toda  mi  faena 
para  ir  á  hacerlos  y  ahora  no  me  apena,  sino  que  estoy  muy  contento, 
y  á  tí  te  pasará  lo  mismo,  y  si  cuando  sales  me  dices  que  te  he  engañado, 
vienes  á  mi  casa  y  te  daré  10  duros;  aunque  estoy  bien  convencido  de  que 


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no  me  lo  dirás».  Terminado  esto  lo  coge  del  brazo  y  se  lo  lleva  á  la  casa- 
Abadía  donde  le  hizo  dar  su  nombre.  A  pesar  de  muchos  esfuerzos,  sólo  pu- 
dieron reunirse  98  para  la  tercera  tanda;  todos  ellos  á  cual  más  se  habían 
burlado  de  los -Ejercicios. 

Entretanto  la  lucha  de  los  ejercitantes  con  los  que  no  lo  eran,  no  cesa- 
ba; por  otra  parte  la  gente  de  los  pueblos  vecinos,  no  se  ocupaba  de  otra 
cosa  que  de  los  procesados  de  Albal  (así  llamaban  á  los  que  hacían  Ejer- 
cicios). 

Terminada  la  tercera  y  última  tanda  con  la  comunión  general,  á  la  que 
asistieron  los  ejercitantes  de  las  anteriores,  pasaron  todos  á  la  casa-Abadía 
desde  donde,  después  de  dar  al  P.  Iñesta  los  vivas  de  costumbre,  se  fueron 
cada  uno  á  su  casa  á  besar  la  mano  á  sus  padres  y  hermanos  los  solteros,  y  á 
dar  un  fuerte  abrazo  á  sus  esposas  los  casados,  como  les  encargó  el  P.  Iñesta. 

Los  de  esta  tanda  fueron  los  que  más  admiración  causaron,  pues  siendo 
más  verdes  que  los  de  las  otras,  habían  salido  aun  más  entusiasmados  que 
aquéllos.  Mas  la  gente  siempre  tenía  ocasión  para  murmurar.  «Sin  duda  que 
allí  los  deben  de  hechizar,  porque  si  no,  ¿cómo  se  explicaría  que  todos  sa- 
lieran de  la  misma  manera?»  Otro  decía:  «Claro  es  que  deben  salir  así,  co- 
mo salen;  les  dan  á  beber  agua  del  pozo  en  que  el  Jesuíta  hecha  unos  polvi- 
llos..., por  eso  salen  tan  entusiasmados.  Lo  que  toca  á  mí  estoy  bien  seguro 
que  no  me  entusiasmarían,  porque  me  llevaría  agua  de  mi  casa».  Los  ejer- 
citantes, por  el  contrario,  decían:  «Ese padre  es  un  santo;  después  de  tra- 
bajar tanto  por  nuestro  bien,  el  último  día  aun  nos  pide  perdón  á  todos  y  nos 
besa  los  pies.  ¡Qué  acto  más  enternecedor!  Un  hombre  que  no  necesitaba 
de  nadie  cuando  estaba  en  su  casa,  se  hace  religioso  y  ahora  nos  hace  po- 
ner á  todos  en  dos  filas  y  nos  pregunta:  ¿  Vosotros  me  perdonáis  las  fal- 
tas que  os  haya  hecho  durante  los  E/erciciosPNosotros  todos  á  una  voz 
le  contestamos:  Si,  padre.  Pues  yo  también  os  perdono.  Y  quitándose  el 
manteo,  añade:  Yo  tengo  la  costumbre  en  todos  los  Ejercicios  de  be- 
sar los  pies  á  todos,  y  enseguida  empieza  á  besárnoslos.  ¿Quién,  á  vista 
de  esto,  puede  contener  las  lágrimas?  Aquello  parecía  un  entierro.  Mirad 
que  los  que  allí  estábamos,  éramos  verdes:  pero  no  pudimos  hacer  otra  cosa 
así  en  este  acto  como  en  el  del  Hijo  Pródigo,  en  el  de  la  muerte  y  en  todo, 
en  todo.  Pero  lo  más  sublime  fué  que  cuando  terminó  de  besarnos  los  pies, 
todos  queríamos  besárselos  á  él  y  nunca  lo  consintió,  y  terminaban  dicien- 
do: «Es  un  santo».  Otros  decían:  «Allí  quisiera  ver  al  Secretario  de  Albal, 
Alcalde  y  Juez  y  algunas  otras  personas;  seguro  estoy  que  cuando  salieran 
no  serían  los  mismos.  Para  cambiar  de  vida  es  preciso  hacer  los  Ejercicios». 

Uno  de  los  ejercitantes  de  esta  última  tanda,  cuando  salió  de   Ejer- 


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cicios,  antes  de  ir  á  su  casa,  fué  á  la  taberna  de  la  que  era  parroquiano, 
pues  se  emborrachaba  con  frecuencia,  y  con  voz  alta  dijo:  «Sin  duda  que 
aquí  estarán  todos  aquellos  á  quienes  yo  he  ofendido.  «¿Me  perdonáis?» 
Todos  contestaron  con  gran  admiración  que  sí.  «Yo  también  os  perdono», 
replicó  él.  Este  mismo  sujeto  me  decía  con  lágrimas  en  los  ojos:  «Ahora  sí 
que  valgo,  ahora  soy  hombre,  que  no  lo  era;  hacía  19  años  que  no  había  en- 
trado en  la  Iglesia,  desde  que  me  casé;  era  ladrón,  borracho,  blasfemo;  por 
eso  cuando  me  disciplinaba,  me  pegaba  en  todas  las  partes  del  cuerpo,  y 
aun  en  la  lengua,  pues  en  todo  he  ofendido  á  Dios.  Antes  nadie  me  saluda- 
ba, ni  siquiera  los  malos  me  favorecían;  en  cambio  ahora  todos  me  saludan 
y  me  favorecen.  Mi  mujer,  admirada  me  pregunta:  ^Esta  vida  que  llevas 
tan  buena,  durará  mucho?  — Nú  resolución,  es  que  dure  hasta  que  muera, 
le  contesté».  —  Y  así  es  que  el  Sr.  Cura,  viendo  el  fervor  con  que  acude  á 
todos  los  actos  de  la  Iglesia,  le  ha  nombrado  de  la  junta  del  Sagrado  Co- 
razón de  Jesús. 

La  última  semana  que  permaneció  en  este  pueblo  el  P.  Iñesta,  la  dedicó 
á  las  mujeres,  dándoles  una  especie  de  misión. 

El  sábado  de  dicha  semana,  murió  de  repente  un  ejercitante,  en  la  boda 
de  un  ahijado  suyo,  á  quien  él  mismo  apadrinó.  Se  le  dijo  al  P.  Iñesta,  que 
le  había  cogido  un  ataque,  y  éste  con  el  Sr.  Cura  fueron  á  auxiliarle,  pero 
cuando  llegaron  era  ya  cadáver.  Gracias  que  hizo  confesión  general  en  los 
Ejercicios,  y  dio  también  limosnas  á  todos  los  pobres  que  los  querían  hacer 
y  que  en  aquel  mismo  día  antes  de  ir  á  la  boda,  había  recibido  al  Señor. 

El  entierro  fué  solemnísimo  y  religioso,  como  nunca  se  había  visto  en 
este  pueblo. 

El  P.  Iñesta  presidía  el  duelo  acompañado  de  todos  los  ejercitantes: 
además,  cuantas  personas  le  estimaban  fueron  á  acompañarle  con  velas  encen- 
didas hasta  el  cementerio.  Allí  mismo  terminados  los  Responsos,  tomó  la 
palabra  el  P.  Iñesta,  y  ante  todos  los  que  habían  quedado  sin  hacer  Ejerci- 
cios, que  eran  el  Ayuntamiento  y  cuantos  á  él  se  parecían  en  ideas  (el  di- 
funto era  concejal  y  por  eso  le  acompañaba  el  Ayuntamiento),  probó  la 
existencia  del  alma,  y  de  ahí  la  necesidad  de  hacer  Ejercicios,  y  lo  que  al 
difunto  le  habían  aprovechado,  pues  de  lo  contrario  difícilmente  le  hubiera 
pillado  la  muerte  tan  prevenido. 

Al  día  siguiente,  domingo,  se  tuvo  la  comunión  general  de  despedida 
para  todo  el  pueblo,  en  la  que  se  repartieron  unas  ochocientas  formas.  Por 
la  tarde  se  hizo  la  Hora  Santa,  se  cantó  el  Trisagio  y  en  el  sermón  de 
despedida,  que  jamás  se  me  olvidará  por  la  gracia  que  me  causó,  y  no  sólo 
á  mí  sino  también  á  todo  el  pueblo,  comenzó  el  P.  Iñesta  diciendo:  «Vossa- 


152 

tros,  ¿sabéu  lo  que  fa  un  chiquet  quant  agarra  un  pardalet?  Lo  primer  que 
fa  es  nugarlo  de  la  pateta,  i  quant  el  te  ben  nugat  diu:  deixam  donarli  una 
alegría.  S'  el  posa  damunt  de  la  má,  i  'I  pardalet,  cregut  que  está  solt, 
s'  envola  i  's  para  en  un  albre  y  comensa  á  cantar  tot  content  de  vores 
Iliure,  de  vores  solt.  El  chiquet  el  mira  i  's  riu.  Y  allá  quant  li  pareix  al 
chiquet  astira  el  filet  i  '1  pardalet  cau  atra  volta  en  la  seua  má».  Y  esto  lo 
aplicó  á  los  ejercitantes  diciendo  que  temía  no  les  pasara  lo  que  al  pajarito. 
«Todos  estáis  muy  contentos  de  veros  libres  del  demonio.  ¿Habéis  visto  si 
estáis  aun  atados  por  algún  vicio,  por  alguna  pasión?  Si  lo  estuviereis  rom- 
pedios».  Y  así  continuó  su  sermón:  terminó  despidiéndose  de  todo  el  pue- 
blo y  dejándonos  á  todos  con  la  miel  en  la  boca. 

Llegada  la  hora  de  partir  el  P.  Iñesta,  todos  los  ejercitantes  acudieron 
á  la  casa-Abadía  con  intención  de  acompañarle  á  la  estación  de  Catarroja; 
esto  hubiera  sido  un  acontecimiento  y  una  manifestación  católica  edifi- 
cante para  el  pueblo  de  Albal  y  también  para  Catarroja,  por  donde  de- 
bía de  haber  pasado;  pero  Dios  N.  S.,  por  altos  designios,  permitió  que 
lloviese  y  que  fuese  necesaria  una  tartana  para  llevar  al  Padre  á  la  estación, 
contentándose  los  ejercitantes  con  dar  entusiastas  vivas  al  P.  Iñesta  por 
despedida,  quedándose  todos  en  la  casa-Abadía. 

EFECTOS  DE  LOS  EJERCICIOS 

Se  ha  formado  la  Congregación  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús  en 
la  que  están  asociados  240  hombres  y  además  otras  tantas  mujeres. 
Esta  congregación  tiene  comunión  general  todos  los  primeros  domingos 
de  mes. 

Se  ha  transformado  en  centro  católico  el  casino  llamado  de  la  Juven- 
tud, en  el  que  se  ha  prohibido  blasfemar  y  el  hablar  contra  la  Religión, 
cuando  antes  solamente  se  pensaba  en  bailes  y  en  hablar  contra  la  Iglesia. 

Todos  los  lunes  se  reúnen  los  solteros  en  la  Iglesia ;  rezan  el  santo 
Rosario  y  hacen  el  Vía-crucis,  y  después  toman  disciplina:  pero  verdade- 
ramente la  toman  y  se  pegan  con  gran  fervor.  Los  martes  se  reúnen  los  ca- 
sados para  hacer  lo  mismo.  Cierto  día  pasaba  una  mujer  por  la  puerta  de 
la  Iglesia  al  tiempo  de  la  disciplina,  y  al  oir  tanto  ruido  se  vino  corriendo  á 
su  casa,  y  preguntó:  «¿Qué  es  lo  que  pasa  en  la  Iglesia  que  hay  tanto 
ruido?».— ¿Qué  tiene  que  pasar?,  le  contestaron,  que  hoy  es  día  de  disci- 
plina.—«¡Dios  mío,  dijo  ella,  qué  manera  de  pegarse!». 

Según  dice  el  Sr.  Cura,  pasan  de  700  los  que  están  haciendo  los  Siete 


153 
Domingos  de  San  José;  tanta  concurrencia  á  la  Casa  de  Dios  no  se  había 
visto  nunca  en  este  pueblo. 

Es  tanta  la  gente  que  los  días  de  hacienda  va  á  misa,  que  parecen  días 
festivos,  y  además  la  comunión  frecuente  es  bastante  numerosa.  Casi  se 
puede  afirmar  que  va  ahora  más  gente  á  misa  los  días  de  hacienda  que  antes 
los  domingos. 

La  lucha  entre  ejercitantes  y  no  ejercitantes  continúa  bastante  acalo- 
rada, defendiendo  aquéllos  los  Ejercicios  y  la  devoción  á  la  disciplina,  y 
burlándose  éstos  de  todo  cuanto  aquéllos  hacen. 

José  M.  Delhom. 
Albal,  15  de  Febrero  de  1911. 


COLEGIO  DE  BARCELONA 


MINISTERIOS  ESPIRITUALES  EN  CIUDADELA 
(BALEARES ) 

Cartas  de  los  PP.  Celestino  Matas  y  Francisco  María  AIós  al  P.  Juan  Capell 
CARTA  PRIMERA 

Cindadela,  9  de  Enero  de  1909. 

R.  i'.  Juan  Capell.     Barcelona. 

Mi  buen  P.  Rector:  Llegamos  á  Mahón,  ayer  á  eso  de  las  siete  de  la 
mañana,  sin  más  novedad  que  la  de  haber  pasado  en  la  travesía  una  noche 
toledana,  no  por  tempestad,  sino  por  el  mal  movimiento  del  buque.  Cele- 
bramos, almorzamos  y  en  automóvil  llegamos  á  ésta,  con  sumo  retraso,  á  la 
una  de  la  tarde. 

Nos  han  hospedado  á  los  dos  en  el  Seminario:  y  esta  noche  daremos 
comienzo  á  nuestros  trabajos;  el  P.  Alós  á  sus  Ejercicios  á  las  Madres  de 
La  Enseñanza,  y  yo,  en  la  iglesia  de  este  seminario  al  público  en  general, 
en  su  mayoría  perteneciente  al  Apostolado  de  la  Oración.  Veremos  lo  que 
Dios  y  la  gente  nos  darán. 

Empezamos  por  tener  hoy  un  día  muy  tempestuoso,  con  huracán  y 
hasta  con  un  poquito  de  nieve,  cosa  rara  por  cierto  en  esta  Isla. 

No  podremos  saludar  al  Sr.  Obispo  por  ahora;  está  ausente  hace  ya 
medio  año;  parece  que  está  en  Ibiza,  su  tierra,  al  lado  de  su  madre  y  her- 
mana enfermas,  una  de  ellas  por  lo  menos. 

Contamos  con  sus  oraciones.  El  P.  Alós  le  saluda  y  escribirá  otro  día. 

Siervo  en  Cto., 

JHS. 

Celestino  Mat.\s,  S.  J. 


155 

CARTA  SEGUNDA 

Ciudadela,  14  de  Enero  de  1909. 

R.  P.  Juan  Capell. 
Muy  amado  en  Cto.  P.  Rector:  Por  mi  buen  cornpañero  y  superior 
tiene  ya  V.  R.  noticia  de  nuestro  arribo  á  esta  Isla  é  instalación  en  el 
Seminario  diocesano  de  la  misma. 

Verdaderamente  la  travesía  resultó  excesivamente  divertida.  A  poco 
de  salir  del  puerto  de  Barcelona  nuestro  Monte  Toro  (que  así  se  llamaba  el 
buque,  comenzó  á  flaquear  la  aleta  derecha  de  popa  azotada  por  las  olas; 
luego  con  el  mar  algo  más  movido  por  la  vecindad  del  golfo  de  Lyón, 
aquéllas  llegaron  á  mojar  toda  la  cubierta  del  buque,  cayendo  el  agua  sobre 
la  parte  destinada  á  los  viajeros  de  segunda  y  penetrando  por  las  grietas 
que  tenía  su  madera-techo. 

Al  tomar  puerto  en  Mahón,  nos  sorprendió  la  novedad  de  que  había 
llovido  bastante  aquella  noche;  pudimos  apreciar  muy  poco  las  maravillas 
;  de  aquel  puerto.  Nos  encontramos  con  el  P.  Sellas  terminando  la  Misa  de 
Comunión  general  de  fin  de  Ejercicios  al  pueblo.  Estuvimos  un  ratito  con 
:  él;  este  padre  debía  regresar  aquella  misma  noche  á  su  residencia  de  Palma. 
Nosotros  tomamos  el  automóvil  público  y  llegamos  con  gran  retraso  á  este 
Seminario. 

Este  edificio,  es  un  antiguo  convento  de  agustinos  muy  regular  para  lo 
i  que  es  esta  diócesis.  Tiene  doble  claustro,  cerrado  con  cristales  el  de 
I  arriba,  y  junto  á  él  está  su  iglesia,  por  demás  capaz  y  devota. 

Nos  instalamos  en  nuestros  aposentos  muy  bien  abastecidos  de  todo 
aun  en  los  menores  detalles;  nos  atienden  con  toda  solicitud  y  con  notable 
empeño  se  esmeran  en  que  nada  nos  falte. 

Como  ya  indicó  á  V.  R.  el  P.  Matas,  los  dos  primeros  días  y  parte  del 

I  tercero  fueron  muy  crudos.  Huracán,  lluvia  y  nieve,  todo  en  una  pieza,  nos 

dieron  algo  que  ofrecer  á  Dios.  El  lunes  comenzó  el  «como  si  se  asentase» 

del  tiempo  y  así  viene  continuando  sin  dejar,  con  todo,  de  ser  algo  frío  y 

ventoso. 

El  P,  Matas  con  muy  buen  auditorio  desde  el  primer  día  á  pesar  de  la 
circunstancia  del  mal  tiempo. 

Por  lo  que  á  mí  toca,  voy  siguiendo  en  mi  tarea  sin  novedad  particular. 

Ya  sabe  V.  R.  que  esta  comunidad  de  La  Enseñanza  se  instaló  aquí 

por  voluntad  del  limo.  Sr.   Comes  (e.  p.  d.):  en  su  mayor  parte  proceden 


156 

las  religiosas  del  convento  de  Manresa.  Aunque  con  el  traslado  de  dicho 
Sr.  Obispo  á  Teruel  primero,  y  luego  con  su  muerte,  perdieron  en  todos 
terrenos  muchísimo,  van  trabajando  muy  bien  y  con  gran  aceptación  de  estas 
buenas  gentes,  y  sobre  todo  con  no  pequeña  gloria  para  Dios. 

Los  correos  vienen,  si  el  temporal  no  lo  estorba,  tres  veces  por  se- 
mana; á  su  vez  de  aquí  para  la  Península  hay  también  tres  veces  comunica- 
ción directa. 

El  P.  Matas,  sin  novedad,  me  encarga  salude  á  V.  R. 

De  V.  R.  afmo.  S.  en  Cto., 

JHS. 

Francisco  M.^  Alós,  S.  J. 


CARTA   TERCERA 

Cindadela,  20  de  Enero  de  \9C)9. 

R.  P.  Juan  Capell. 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Rector:  En  mi  poder  la  muy  apreciada 
de  V.  R.  fecha  17  y  llegada  hoy  con  el  vapor  de  ayer.  Mil  gracias  por  ella. 

Vamos  siguiendo  bien  con  nuestros  trabajos,  gracias  á  Dios. 

Terminados  los  Ejercicios  á  las  Madres,  los  estoy  dando  á  las  alumnas 
presentes  y  pasadas,  y  con  ellas  otras  pocas  jóvenes  que  forman  la  con- 
gregación de  Hijas  de  María. 

El  P.  Matas  cada  noche  tiene  más  hombres  en  su  auditorio,  y  en  él,  al 
decir  de  los  bien  enterados  no  faltan  de  los  de  la  cascara  amarga.  Yo  tengo 
también  buen  auditorio  para  lo  que  es  y  puede  ser  al  presente  aquella  con- 
gregación. 

Al  propio  tiempo  con  el  P.  Matas  nos  hemos  partido  una  nueva  tanda 
á  las  monjas  de  santa  Clara. 

No  me  ocurre  cosa  particular  sino  es  con  afectuosos  saludos  del 
P.  Matas  repetirme  en  unión  de  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  R.  afmo.  S.  en  Cto. 

JHS. 

Francisco  M.-^  Al(')S,  S.  J. 


157 


CARTA   CUARTA 

CiLidadela,  21  de  Enero  de  lt)09. 

R.  P.  Juan  Capell. 

Mi  amado  en  Cto.  P.  Rector:  Vamonos  preparando  ya  para  la  vuelta 
en  la  semana  que  viene;  el  martes,  D.  m,  por  la  mañana  nos  iremos  á 
Mahón,  y  por  la  tarde  (creo  que  á  las  cinco  ó  las  seis)  nos  embarcaremos,  y 
si  todo  va  bien,  llegaremos  á  esa  el  miércoles  por  la  mañana.  Parece  que  se 
emplean  en  el  viaje  12  horas.  ¡Ojalá  tengamos  una  noche  más  quieta  que  la 
de  la  venida! 

Despachamos  la  semana  pasada,  el  P.  Alós  sus  Ejercicios  y  yo  la 
gente  del  Apostolado,  que  se  portaron  bien;  y  en  la  presente,  él  (P.  Alós) 
ejercita  á  las  chicas  é  Hijas  de  María  de  la  misma  Enseñanza,  y  yo  doy  unas 
conferencias  filosófico-teológico-sociales-transcendentales  á  los  hom- 
bres, llenándose,  gracias  á  Dios,  el  templo;  y  juntamente  con  esto,  entre  mi 
compañero  y  yo,  damos  Ejercicios  á  las  monjas  de  Santa  Clara.  De  modo 
que  hay  tela  para  todos.  A  lo  dicho  se  agregan  pláticas,  y  congregaciones 
que...  casi  casi  nos  ahogan. 

Recibí  la  suya  de  V.  R.  y  ayer  ó  anteayer  también  recibió  el  P.  Alós 
la  última,  que  nos  sirvió  de  gran  consuelo. 

El  Sr.  Obispo  aun  no  está  aquí.  Puede  que  llegue  la  víspera  de  nues- 
tra partida.  Con  mil  recuerdos  del  P.  Alós  y  de  él  y  míos  para  esos  PP.  y 
HH.,  se  encomienda  en  sus  SS.  SS.  y  00.  su  afmo.  siervo  en  Cristo. 

JHS. 

Celestino  Matas,  S.  J. 


PROGRESOS  MATERIALES  Y  SOCIALES 
DE   LA  CONGREGACIÓN   MARIANA  DE  BARCELONA 


Carta  circular  del  P.  Director  á  los  señores  congregantes  antiguos 

Muy  señores  míos:  Como  sin  duda,  ya  saben  Vds.,  no  se  ha  comprado 
la  casa  nueva,  sino  sólo  arrendado  á  una  treintena  de  señores  que  la  han 
adquirido  para  facilitar  su  uso  á  las  congregaciones. 

Las  condiciones  de  arriendo  son  las  siguientes: 

1  .'^  Mediante  el  pago  del  interés  del  3  %  al  año  del  capital  empleado, 
las  congregaciones  quedan  como  dueñas  del  edificio,  pudiendo  hacer  en  él 
todas  las  obras  de  adaptación  que  se  crean  convenientes  y  sin  adquirir  por 
su  parte  ningún  compromiso  para  el  porvenir,  de  manera  que  pueda  fácil- 
mente rescindirse  el  contrato  el  día  que  se  crea  oportuno. 

2.'^  Los  propietarios  por  su  parte,  además  de  contentarse  con  el  mó- 
dico interés  ya  indicado,  quedan  ligados  por  30  años  (y  no  más  porque  las 
leyes  no  lo  permiten)  y  han  facilitado  además  los  10.000  duros  que  se  han 
creído  necesarios  para  gastos  de  escrituras,  instalación,  mueblaje,  etc.,  etc. 

De  momento,  las  congregaciones  no  utilizarán  para  su  uso  más  que 
los  bajos  y  principal  de  la  casa.  En  aquéllos  se  dispondrá  un  salón  de 
reunión  ó  tertulia  para  los  congregantes  y  una  capilla  para  los  caballeros. 
Cuando  convenga,  los  dos  locales,  podrán  formar  uno  solo  con  cabida  para 
400  personas. 

En  el  principal  habrá,  por  ahora,  biblioteca,  salón  de  estudio,  otro  de 
lectura,  sala  de  academias,  secretaría  y  despacho  del  P.  Director. 

A  medida  que  el  estado  económico  lo  vaya  permitiendo,  se  adquirirán 
los  demás  pisos  (en  que  por  ahora  quedarán  los  vecinos  actuales)  pues 
Tiuestras  aspiraciones  nos  llevan  á  esperar  que  el  principal  quedará  bien 
pronto  destinado  exclusivamente  á  biblioteca,  necesitándose  además  nuevos 
locales  para  laboratorios,  salas  de  academias,  reuniones,  etc.,  etc. 

Aun  cuando  la  casa  tiene  magnífica  entrada  y  escalera  por  la  calle 
de  Lauria,  que  se  utilizarán  cuando  convenga,  todo  el  movimiento  de  en- 


159 
trada  y  salida  de  congregantes  seguirá  haciéndose  por  nuestro  colegio, 
pues  la  casa  no  es  un  nuevo  local,  sino  tan  sólo  ampliación  del  que  te- 
níamos. 

¡Dios  haga  que  podamos  y  sepamos  hacer  el  bien  que  nos  proponemos! 
Nuestros  enemigos  nos  conquistan  los  jóvenes  con  el  engaño  de  la  ciencia 
y  del  estudio;  tenemos  obligación  de  sal  irles  al  encuentro  en  su  propio 
terreno. 

Ya  ven  pues,  el  fruto  de  sus  oraciones  y  de  sus  obras.  60.000  duros 
pedíamos  y  Dios  N.  S.  nos  los  ha  concedido.  Laus  Deo  et  I.  V.  M. 

Otra  obra  nueva  es  el  Patronato  de  jóvenes  forasteros  (vulgo  de 
soldados).  No  le  llamamos  francamente  con  este  último  nombre  por  no  lla- 
mar la  atención  de  nuestros  enemigos ,  pues  es  bien  de  temer  que  el  día  en 
que  éstos  se  enteren  de  nuestra  obra  nos  van  á  hacer  cruel  guerra.  Nos- 
otros, no  obstante,  estamos  apercibidos  y  lucharemos,  pues  si  la  obra  es  de 
Dios  y  nosotros  sabemos  cumplir  sus  designios,  cierto  es  que  la  victoria  será 
nuestra. 

Está  organizada  por  el  estilo  de  un  patronato.  Acuden  los  soldados  al 
local  cuando  están  libres  de  servicio  y  en  él  se  entretienen  en  agradables 
pasatiempos.  De  cuando,  en  cuando  se  les  dan  conferencias  de  catecismo 
con  proyecciones.  Estos  pobres  muchachos  son  verdaderos  niños  y  casi 
como  á  tales  hay  que  tratarlos.  Hay  en  la  actualidad  unos  70  apuntados  y 
asisten  los  domingos  y  fiestas,  de  35  á  40.  De  la  bondad  de  la  obra  y  del 
fruto  que  de  ella  puede  esperarse,  aquí  va  un  solo  dato  que  vale  por  mu- 
chos; de  los  70,  siete  de  ellos  son  seminaristas  y  los  pobrecitos  acuden  al 
Patronato  con  verdadero  contento. 

Hasta  ahora  han  estado  instalados  en  un  piso  de  la  calle  Condal,  pero 
el  local  resulta  insuficiente  y  poco  á  propósito  para  ellos,  pues  la  juventud 
pide  movimiento  y  en  él  no  se  pueden  rebullir.  Por  esta  razón  les  estamos 
disponiendo  un  local  bastante  capaz  con  frontón,  y  sitio  para  juegos  de  mo- 
vimiento, como  bolos,  birlos,  etc.  Parece  que  en  Octubre  se  inaugu- 
rará. 

La  dirección  inmediata  de  la  obra  corre  á  cargo  del  P.  Bori,  H.  Co- 
dina  y  varios  congregantes  de  las  dos  congregaciones.  Hay  además  una 
junta  de  señoras  encargada  de  recoger  los  recursos  pecuniarios. 

Como  no  nos  hemos  de  dar  nunca  por  satisfechos,  tenemos  otro  asunto 
en  estudio,  que  exige  que  nos  persuadamos  de  que  lo  queremos  llevar  ade- 
lante, y  que  por  consiguiente  obliguemos  á  Dios  á  concedernos  los  medios 
necesarios.  Han  obtenido  Vds.  60.000  duros  este  año,  pues  necesitamos 
130.000,  ni  uno  más  ni  uno  menos  para  el  próximo.  ¿Se  asustan  Vds.?,  pues 


160 
no  valen  para  el  caso.  Ahora  veremos  lo  que  valen  esos  antiguos  Señores 
Congregantes. 

¿De  qué  se  trata?  pues  de  completar  la  obra  del  Centro  de  S.  Pedro 
Claver.  Vds.  saben  lo  que  se  ha  gastado  en  ella  con  la  edificación  primero 
y  con  la  reconstrucción  después  de  la  semana  trágica;  pues  bien,  todos  es- 
tos sacrificios  y  los  demás  que  allí  se  han  hecho,  exigen  un  complemento  de 
gran  necesidad  y  que  daría  mucha  gloria  á  Dios  por  sí  mismo  y  por  la  in- 
influencia  que  ejercería  en  el  desarrollo  de  los  Sindicatos  Católicos. 

¿Cuál  es,  pues,  este  complemento?  pues  una  Escuela  de  artes  y  ofi- 
cios montada  á  la  altura  del  día.  ¿Cuánto  se  necesitaría  para  llevarla  ade- 
lante? pues  lo  dicho:  130.000  duros,  ya  está  contado. 

¿De  dónde  ha  de  salir  este  capital?  pues  es  muy  sencillo.  Hay  una  he- 
rencia de  casi  900.000  duros  que  se  ha  de  invertir  en  fundaciones  benéficas. 
Uno  de  los  albaceas  está  por  nosotros,  pero  hay  que  ganar  á  los  demás. 
Ya  ven,  pues,  á  donde  hay  que  asestar  los  tiros;  la  empresa  no  es  una 
bicoca,  pero,  ¿para  qué  queremos  á  los  hombres? 

Rueguen  Vds.  con  fe  y  con  humildad  y  con  insistencia.  Ofrezcan  á  esta 
intención  sus  estudios,  sus  mortificaciones,  sus  alegrías,  sus  trabajos  y  sus 
enfermedades.  Interesen  á  todos  esos  buenos  padres  y  hermanos  que  tanto 
quieren  y  tanto  favorecen  á  las  congregaciones.  Hagan  lo  que  puedan  y 
estemos  seguros  y  ciertos  que  Dios  N.  S.  y  la  Virgen  Santísimas  nos  oirán, 
si  el  plan  que  les  propongo  les  es,  como  esperamos,  agradable. 

Tenía  que  hablarles  asimismo  de  la  «Obra  de  Ejercicios  para  obreros», 
á  la  que  se  han  añadido  en  Barcelona,  cuatro  centros  de  perseverancia 
(en  Santa  Ana,  San  Martín,  Gracia  y  Hostafranchs),  donde  se  reúnen  men- 
sualmente  los  que  han  hecho  los  santos  Ejercicios  para  tener  como  un  día 
de  retiro  oyendo  la  santa  misa,  comulgando  los  que  quieren  y  escuchan- 
do una  plática  apropiada,  pero  se  concluye  el  tiempo,  la  luz,  (está  ano- 
checiendo) y  tal  vez  la  paciencia  de  Vds.  Hasta  otra  con  el  favor  de  Dios. 

Rueguen  por  todo  y  á  mí  no  me  olviden. 


COLEGIO  DE  SANTO  DOMINGO 
DE  ORIHUELA 


LA  CONGREGACIÓN    DE    HIJAS   DE  MARlA 
ESTABLECIDA  EN  NUESTRA  IGLESIA 


Serie  de  cartas  del  P.  Juan  N.  Peris  al  P.  Juan  Guim 
CARTA   PRIMERA. -EL   VOTO  DE  LA  ASUNCIÓN 

Orihuela,  Marzo  de  1911. 

Amadísimo  en  Cto.  P.  Socio: 

No  pocas  veces  desde  que  llegué  á  este  mi  antiguo  colegio  me  han  ve- 
nido á  la  memoria  el  especial  interés  de  V.  R.  por  todo  lo  que  es  Congre- 
gación Mariana  y  aquellos  nuestros  trabajos  en  bien  de  la  del  Jesús  de 
Tortosa.  Algo  bueno  se  hizo  con  el  favor  de  Dios  en  los  cuatro  años  que 
fuimos  sus  directores.  ¡Loado  sea  El ! 

Aquí  hay  establecida  una  Congregación  Mariana,  no  de  varones,  como 
la  del  Jesús,  sino  de  Hijas  de  María,  la  cual  pudo  ver  V.  R.  la  primera  vez 
que  visitó  este  colegio.  Voy,  pues,  en  estas  cartas  á  darle  cuenta  de  lo 
mucho  bueno  que  en  ella  se  hace ;  creo  que  ha  de  gustar  á  mi  buen  padre 
Socio. 

Como  prenotando  advierto  á  V.  R.  que  á  Orihuela  ya  no  le  cuadra  tan 
bien  como  antes,  desgraciadamente,  la  fama  de  piadosa;  pues  según  he 
oído  á  nuestros  operarios  se  va  modernizando  con  lastimosa  ruina  de  aque- 
lla fe  tan  celebrada  en  tiempos  más  felices.  Aquí  van  algunos  datos:  entran 
diariamente  á  docenas  los  periódicos  liberales,  siendo  devorada  con  avidez 
la  venenosa  doctrina  que  proporcionan,  y  esto  aun  por  algunos  que  preten- 
den pasar  por  escrupulosos  en  materia  de  religión,  siendo  muchas  también 

11 


162 
las  revistas  y  hojas  pornográficas  que  llegan  á  esta  ciudad,  hallando  siem- 
pre gente  aparejada  á  gastarse  su  dinero  en  tamañas  abominaciones. 

Hay  aquí  además  de  un  casino,  centro  arruinador  de  fortunas  sin  cuento, 
una  grandiosa  plaza  de  toros  levantada  de  planta  cinco  años  há  con  la  im- 
portante suma  de  35.000  duros  recogidos  por  los  prohombres  de  la  derecha 
con  el  especioso  pretexto  de  socorrer  á  la  Casa  de  Caridad  haciéndola  el 
donativo  de  cuanto  produjera,  y  con  el  fin  de  atraer  forasteros  que  contri- 
buyeran á  dar  vida  á  la  población;  y  ahí  tiene  V.  R.  el  soberbio  edificio  sin 
llenar  tales  aspiraciones  ofreciendo  en  cambio  á  la  orcelitana  juventud  di- 
versiones no  siempre  morales,  en  sustitución  de  la  fiesta  nacional. 

Teatro  tampoco  les  falta,  y  ciertamente  que  campea  á  las  veces  en  él 
cuanto  la  juventud  libre  puede  apetecer;  y  como  si  esto  no  bastara,  han 
construido  un  circo  en  que  de  ordinario  actúan  compañías  de  ínfima  catego- 
ría, ultrajando  la  decencia  y  buena  educación,  focos  de  corrupción,  que 
están  en  algunas  ocasiones  sobradamente  concurridos.  Saque  de  aquí 
V.  R.  cómo  irá  descendiendo  el  termómetro  religioso  y  el  de  la  moralidad. 
De  política  no  trataré,  indico  solamente  que  aquí  merece  ser  apellidada 
pésima  la  dominante. 

La  congregación  de  Hijas  de  María,  dispuesta  á  presentar  cara  al  es- 
píritu moderno,  á  raíz  de  la  inauguración  de  la  plaza  de  toros  y  del  teatro 
circo,  echó  mano  de  un  medio  que  como  nuevo  dio  un  resultado  muy  hala- 
güeño. Determinóse  á  defender  el  dogma  de  la  Asunción  de  la  Serenísima 
Reina  de  los  Angeles  al  empíreo  en  cuerpo  y  alma,  obligándose  con  voto; 
anuncióse  un  triduo  para  el  mes  de  Mayo,  que  sirviese  de  preparación  al 
solemne  acto,  y  de  aviso  á  las  congregantes  de  los  peligros  que  hoy  las 
cercan.  El  orador  de  los  tres  días  fué  nuestro  P.  Juan  M.^  Sola,  quien 
tomando  por  tema  el  del  programa  «Alegraos,  Virgen  María,  Vos  sola  des- 
truido habéis  todas  las  herejías  en  el  universo  mundo;  hacedme  digna. 
Virgen  Sagrada,  de  cantar  vuestros  loores  y  dadme  virtud  para  luchar  con- 
tra vuestros  enemigos»;  comenzó  por  el  primero  de  ellos,  el  mundo,  y  pro- 
bó con  solidísimos  argumentos  y  enérgica  elocución,  que  el  teatro  moderno 
es  ocasión  próxima  de  prevaricar  en  la  fe  y  costumbres;  terminando  el  ser- 
món con  tres  ave-marías,  la  primera  para  obtener  de  lo  alto  que  ninguna 
Hija  de  María  asistiera  á  las  representaciones  teatrales,  la  segunda  para 
que  se  convirtieran  los  empresarios  y  la  tercera  para  que  desapareciera  el 
circo.  Las  peticiones  llamaron  la  atención  de  las  jóvenes,  en  buen  sentido 
por  supuesto,  pero  como  el  templo  estaba  repleto  de  gente  tan  varia ,  no 
faltaron  entre  los  maliciosos  que  se  habían  permitido  la  entrada,  quienes  se 
indignaran  al  salir,  protestando  contra  el  padre  en  particular,   contra  la 


163 

Compañía  en  general  y  contra  la  congregación  de  Hijas  de  María,  porque, 
según  afirmaban,  somos  exagerados  enemigos  del  progreso,  y  ponemos  el 
veto  á  toda  suerte  de  diversiones.  Insensatos! 

Herida  más  profunda  les  aguardaba  y  clamoreo  mayor  era  de  temer. 
En  efecto,  al  hablar  del  segundo  de  los  enemigos,  del  demonio,  pensó  el 
padre  muy  acertadamente  ver  al  monstruo  en  la  mala  prensa,  y  verdadera- 
mente tronó  contra  ella  combatiéndola  con  todos  los  elementos  de  campaña, 
á  cañonazo  limpio  y  lanzando  botes  de  metralla  sin  compasión.  Les  encajó 
sin  rodeos,  que  darse  á  la  lectura  de  periódicos  liberales  y  anticatólicos,  no 
es  solamente  uno ,  sino  múltiple  pecado.  Aplicó  la  doctrina  señaladamente 
á  El  Liberal  de  Murcia  que  tantos  estragos  causa  en  esta  región.  Se  com- 
prende que  ante  descargas  tales,  clamaran  irritados  señorones  de  levita  y 
chistera,  y  otros;  se  protestó  de  lo  lindo  á  coro  con  los  descontentos  del  día 
anterior;  en  repugnantes  papeluchos  comentóse  todo  vivísimamente;  se 
gritó,  hubo  amenazas...  pero...  calláronse  cuando  se  cansaron  y  no  pasó 
nada...  Todo  sirvió,  como  acontece  en  estas  luchas  para  dar  más  importan- 
cia á  la  congregación  y  para  enfervorizar  más  y  más  á  las  Hijas  de  María, 
las  cuales  no  sólo  dentro  de  la  iglesia  sino  públicamente  en  las  calles  y  en 
sus  casas  decían  con  gran  resolución  que  no  irían  nunca  al  teatro  ni  á  los 
toros  y  que  romperían  toda  relación  con  cualquier  persona  que  tuviera  un 
periódico  liberal  en  las  manos. 

Presentó  al  tercer  enemigo  del  alma,  vencido  gloriosamente  por  la 
Virgen  en  su  Asunción;  y  vínole  de  perlas  para  arremeter  contra  los 
errores  contemporáneos,  liberalismo,  socialismo  y  modernismo,  como 
engendros  qne  son  de  la  carne;  y  terminó  demostrando  que  el  voto  de  la 
Asunción  es  una  eficaz  protesta  contra  ellos.  Llegó  con  esto  el  anhelado 
momento,  el  día  glorioso.  Por  la  mañana  hubo  comunión  general  y  aposen- 
taron en  sus  corazones  al  divino  Redentor  unas  mil  Hijas  de  su  Inmaculada 
Madre.  ¡Qué  consuelo!  A  las  diez  asistieron  otra  vez  todas  á  la  misa  so- 
lemne y  sermón,  siendo  admirables  su  reverencia  y  porte  exterior  entre 
concurrencia  tan  numerosa.  La  tarde  del  17  de  Mayo  será,  padre  mío,  de 
las  que  forman  época  en  la  historia  religiosa  de  la  iglesia  de  santo  Domingo; 
á  la  hora  indicada  cantaron  el  Trisagio  mariano,  con  precisión  digna  de  los 
mayores  encomios,  las  mismas  congregantes;  toda  la  nave  de  la  iglesia  que  es- 
taba repleta,  formaba  un  coro  inmenso.  Subió  luego  á  la  sagrada  cátedra  el 
P.  Sola,  y  explicó  la  manera  de  hacer  el  voto;  á  continuación,  arrodilladas 
las  mil  jóvenes  y  teniendo  en  una  mano  la  fórmula  impresa  que  iban  á  pro- 
nunciar, mientras  con  la  otra  estrechaban  fuertemente  la  medalla  que  lleva- 
ban colgada;    en  presencia  de  Jesús  Sacramentado,   que   elevado   por 


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el  P.  Rector  las  miraba,  empezó  el  orador   á  recitar  con   voz  sonora  y 
potente  la  fórmula  de  la  generosa  promesa,  que  me  ha  parecido  transcribir 
entera  en  este  lugar: 

«A  mayor  gloria  de  la  santa  é  individua  Trinidad,  Padre,  Hijo  y  Espí- 
ritu santo,  tres  Personas  distintas  y  una  sola  divina  Naturaleza;  á 
honra  de  la  santísima  Virgen  María,  Señora  nuestra  y  Madre  queridísima, 
concebida  sin  mancha  de  pecado  original,  á  quien  como  á  excelsa  Patrona 
está  consagrada  nuestra  congregación,  para  acrecentar  nuestros  mereci- 
mientos de  más  viva  fe,  de  esperanza  más  invicta  y  caridad  más  abrasada  y 
atraer  nuevas  bendiciones  sobre  nuestra  humilde  y  muy  amada  congrega- 
ción, las  congregantes  todas  é  Hijas  de  María  de  esta  ciudad,  postradas 
ante  el  divino  acatamiento: 

Creemos  y  confesamos  que  la  Beatísima,  Inmaculada  y  siempre 
Virgen  María,  real  y  verdaderamente  murió,  ya  porque  habiendo  muerto 
Jesucristo  su  Hijo,  era  razón  que  también  muriese  su  Madre,  ya  para  que 
se  probase  mejor  que  Cristo  tuvo  cuerpo  real  como  los  demás  hombres,  y 
no  fantástico  y  venido  del  cielo,  según  osaron  decir  algunos  herejes,  ya 
para  mayor  corona  de  la  misma  Virgen  en  aceptar  con  tanta  resignación  la 
sentencia  de  muerte,  ya,  en  fin,  para  alentarnos  á  pasar  como  Ella  y  con  su 
amparo  y  protección  aquel  amargo  trance: 

Creemos  y  confesamos  que  los  días  que  estuvo  en  el  sepulcro 
el  cuerpo  purísimo  de  la  Virgen,  no  fué  comido  de  la  tierra,  ni  tocado  délos 
gusanos,  pues  no  dicen  bien  cuerpo  de  Cristo  y  corrupción,  ni  cuerpo  de  la 
Madre  de  Cristo  y  corrupción;  porque  el  cuerpo  del  Hijo  es  cuerpo  de 
la  Madre  y  lo  que  se  debe  al  Hijo  de  Dios  por  naturaleza,  se  debe  á 
la  Madre  de  Dios  por  gracia,  ni  podemos  creer  que  aquella  purísima  carne 
de  donde  tomó  carne  el  Hijo  de  Dios  fuese  entregada  á  los  gusanos  y  á  la 
podredumbre,  antes  quien  guardó  su  alma  de  todo  pecado  y  su  virginidad 
intacta  siendo  madre,  mejor  guardaría  su  cuerpo  de  todo  linaje  de  descom- 
posición y  fealdad: 

Creemos  y  confesamos  que  poco  después  de  muerto  y  enterrado  su 
cuerpo,  el  alma  se  tornó  á  unir  y  juntar  con  su  cuerpo,  y  vestida  de  clari- 
dad y  gloria  incomparable,  por  especial  privilegio  de  Dios  omnipotente  y 
por  los  merecimientos  y  virtud  de  Jesucristo,  resucitó  triunfante  y  fué  lle- 
vada en  cuerpo  y  alma  á  lo  más  alto  de  los  cielos;  donde,  coronada  de  glo- 
ria, ensalzada  sobre  los  coros  de  los  ángeles  y  sobre  todas  las  criaturas, 
sentada  á  la  diestra  de  su  Hijo  en  calidad  de  Madre  de  Dios,  Reina  y  Em- 
peratriz del  mundo,  intercede  eficaz  y  continuamente  por  nosotras  como 
Abogada  universal  y  amorosa  Madre  de  todos  los  pecadores. 


Esta  verdad  confesamos  y  creemos  por  ciertísima,  como  recibida 
por  la  Iglesia  en  la  fiesta  de  la  Asunción,  confirmada  por  la  tradición  apos- 
tólica, fundada  en  la  doctrina  de  los  santos,  y  profesada  constantemente 
por  la  piedad  del  pueblo  cristiano;  y  esta  verdad  dulcísima  deseamos  ver 
definida  como  dogma  de  fe  por  la  autoridad  y  magisterio  infalible  de  la 
Iglesia,  para  consolación  de  los  fieles,  destrucción  de  las  herejías,  gloria  y 
ensalzamiento-  de  la  misma  Virgen. 

Por  tanto,  reunidas  en  este  templo  de  santo  Domingo  de  Orihuela,  las 
Hijas  de  María,  en  presencia  de  Jesús  Sacramentado  delante  de  la  Santí- 
sima Virgen,  Nuestra  Señora  y  de  todos  los  Angeles  y  Santos,  y  poniendo 
por  testigos  á  todos  los  presentes,  con  entera  sujeción  de  juicio  y  vo- 
luntad á  la  suprema  decisión  del  Vicario  de  Cristo  en  la  tierra,  el  Pontífice 
de  Roma,  hacemos  voto  y  juramento  solemne  en  manos  del  R.  P.  Bartolomé 
Arbona,  de  la  Compañía  de  Jesús,  Rector  que  es  de  esta  casa  y  colegio,  de 
creer  y  confesar  todos  los  días  de  nuestra  vida  y  ante  todo  el  mundo  la 
gloriosa  Asunción  de  la  Santísima  Virgen  en  cuerpo  y  alma  á  los  cielos,  y 
defenderla,  afirmarla  y  sustentarla  en  cuanto  alcanzaren  nuestras  fuerzas, 
y  votamos  y  juramos  obligar  á  las  que  entraren  en  nuestra  congregación 
á  que  voten  y  juren  este  soberano  y  esclarecido  misterio.  Lo  cual  ceda  en 
gloria  y  honor  de  la  Inmaculada  Virgen  María,  á  cuyo  nombre  doblan  la 
rodilla  el  cielo  por  amor  y  reverencia,  la  tierra  por  piedad  y  respeto  y  el 
infierno  por  miedo  y  confusión.  Así  lo  juramos,  votamos  y  prometemos  en 
esta  iglesia  de  Orihuela  á  diez  y  siete  del  mes  de  Mayo  del  mil  novecientos 
ocho,  postrero  del  triduo  solemne  dedicado  á  la  Madre  de  Dios.  Así  lo 
juro,  voto  y  prometo». 

Palabras  repetidas  una  por  una  con  encendidos  corazones  por  las  vo- 
tantes. ¡Fué  un  momento  del  cielo!  ¡Qué  lágrimas  tan  amorosas  bañaron 
muchos  de  aquellos  formularios!  ¡Qué  gozo  se  descubría  en  los  semblantes! 
No  puede  dudarse  que  la  oblación  era,  cual  aparecía,  fervorosa  y  sincera; 
allí  no  había  hipocresías,  ni  fingimientos,  no;  sé  que  fué  tan  crecido  el  efecto 
de  algunas,  que  al  llegar  á  sus  casas  firmaron  de  su  propio  puño  y  letra  con 
la  sangre  de  sus  venas  aquel  santo  ofrecimiento. 

Para  terminar  esta  carta  voy  á  añadir  por  lo  que  toca  al  resultado 
práctico  de  esta  hermosa  y  valiente  campaña,  que  tanto  la  plaza  de  toros 
icomo  el  circo  y  aun  el  teatro,  gracias  á  Dios,  van  mal,  muy  mal  de  intereses 
materiales..  Ahí  están  los  edificios  en  pie,  casi  siempre  desiertos,  con  sus 
empresarios  y  organizadores  arruinados. 

La  plaza  de  toros  que,  en  cada  corrida  que  se  ha  dado,  ha  perdido  mu- 
cho dinero,  tuvo  que  ser  hipotecada  por  deudas;  hubo  de  sacarse  después  á 


166 

pública  subasta,  y  quedóse  con  ella  el  Banco  ó  sociedad  económica  que  ha- 
bía prestado  antes,  ciertas  cantidades;  por  fin  ha  venido  á  parar,  fuera 
del  día  de  la  feria,  en  almacenes  de  naranjas  y  picadero  para  domar 
potros. 

El  circo  ha  perdido  también  muchísimo:  los  intereses  de  13  á  14  mil 
duros  que  costó  y  además  los  gastos  de  conservación,  añadidos  á  los  gastos 
.de  cómicos  y  de  las  funciones  que  se  dan,  suben  muchísimo  más  de  lo  que  se 
recauda  en  éstas:  por  lo  cual  más  de  una  vez  han  intentado  los  dueños  ven- 
derlo para  plaza  de  abastos,  que  en  Orihuela  hace  tanta  falta  como  el  mismo 
pan  que  se  compra. 

El  teatro  aún  está  peor  de  intereses;  el  empresario  se  ha  visto  obligado 
á  desprenderse  de  unos  huertos  que  tenía  para  pagar  deudas  contraídas  con 
las  dichosas  comedias,  que  más  de  una  vez  han  sido  del  género  chico  con  el 
fin  de  cebar  más  al  público;  pero  aun  así  se  arruina.  Me  parece  que  pronto 
tendrá  que  ir  con  la  música  á  otra  parte. 

Y  dirá  V.  R.  ¿todo  esto  se  debe  á  la  influencia  de  la  congregación? 
Yo  no  lo  afirmo  ni  lo  niego,  pero  es  cierto  que  en  gran  parte  se  debe  áella, 
especialmente  lo  que  toca  al  circo  y  al  teatro,  como  lo  confiesan  los  mismos 
dueños  y  empresarios  que  están  furiosos  contra  las  Hijas  de  María  y  dicen 
que  ellas  tienen  la  culpa  de  sus  grandes  pérdidas.  Sea  que  el  voto  de  unas 
mil  jóvenes  de  defender  la  Asunción  tuvo  gran  valimiento  ante  el  trono  de 
la  Santísima  Virgen,  sea  que  las  oraciones  de  tantas  almas  fueron  oídas  de- 
lante de  Dios,  sea  que  los  firmes  propósitos  de  no  ir  al  teatro  que  muchas 
Hijas  de  María  hicieron  y  que  otras  renovaron  y  que  siempre  se  les  han  ido 
recordando  en  las  pláticas  y  sermones  de  la  congregación  han  sido  de  efi- 
caces y  prácticos  resultados;  el  hecho  es  que  la  cuestión  del  teatro  aquí  está 
en  derrota  para  los  malos.  Antes  la  congregación  acabó  con  los  bailes  en 
Orihuela:  hace  más  de  seis  ó  siete  años  que  ni  se  habla  de  ellos.  Se  ha 
convencido  el  elemento  avanzado  de  esta  ciudad  que  cada  vez  que  intenta 
dar  un  baile  se  desprestigia  y  se  cubre  de  ignominia  por  una  nueva  derrota. 
La  congregación  ha  trabajado  en  esto  de  una  manera  tan  constante  y  con 
tan  buenos  resultados  que  no  hay  necesidad  aquí  de  predicar  contra  los 
bailes,  y  eso  que  el  carácter  de  la  gente  de  suyo  es  alegre  y  divertido;  y  no 
falta  quien  se  haya  fijado  que  ni  aun  los  niños  y  niñas  bailan  cuando  se  en- 
cuentran con  algún  organillo  por  las  calles  (').  Por  lo  que  toca  al  teatro 
¿obtendrá  la  congregación  el  mismo  resultado  que  con  los  bailes?  No  lo  sé, 
porque  en  este  otro  terreno  sabe  disfrazarse  el  enemigo  de  muy  diferente 


Véanse  «Cartas  edificantes»,  tomo  III.  año  1903,  pág.  288. 


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manera;  casi  siempre  se  viste  con  el  nombre  de  cultura  é  ilustración  y  hasta 
alguna  vez  ha  intentado  salir  con  capa  de  piedad;  el  muy  picaro  pretende 
convencer  á  la  gente  que  no  tiene  nada  de  particular  ir  al  teatro  y  ver  todo 
lo  que  allí  se  exhibe. 

Adiós,  mi  querido  padre:  hasta  otra  si  Dios  quiere. 

Termino  encomendándome  en  los  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  R. 

De  V.  R.  afmo.  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Juan  Nepomuceno  Peris,  S.  J. 


CARTA  SEGUNDA.  -  SECCIÓN  DE  PROPAGANDA 

Amadísimo  en  Cto.  P.  Socio: 

En  la  carta  anterior  di  cuenta  á  V.  R.  de  lo  que  hicieron  las  Hijas  de 
María  con  ocasión  del  voto  de  la  Asunción  de  Ntra.  Sra.  á  los  cielos. 
Voy  ahora  á  dar  á  V.  R.  por  vía  de  apéndice,  noticia  acerca  de  algunas  obras 
que  entonces  se  emprendieron. 

Convencida  la  congregación  de  los  daños  que  ocasiona  la  prensa  im- 
pía y  liberal,  organizó  una  Sección  de  Propaganda  á  la  que  pertenecen  buen 
número  de  congregantes,  sin  duda  alguna  de  las  más  activas  y  fervorosas. 

El  objeto  de  esta  sección  es  no  solamente  restar,  como  se  dice,  el 
mayor  número  posible  de  suscripciones  á  los  periódicos  malos  y  revistas 
pornográficas,  sino  también  difundir  los  buenos  periódicos  y  las  buenas  lec- 
turas. A  este  fin  se  ha  suscrito  esta  sección  á  una  multitud  de  Hojas  de 
propaganda  de  varias  clases,  que  luego  se  reparten  con  diligente  solicitud 
por  las  calles  y  por  las  casas  que  se  creen  más  necesitadas  de  cultivo  espi- 
ritual. Recibe  además  varios  ejemplares  de  periódicos,  que  se  reparten 
diariamente  por  las  barberías  y  otros  locales  parecidos,  á  donde  acuden  de 
ordinario  tantos  y  tantos  improvisados  lectores.  Es  incalculable  el  buen 
resultado  que  de  ello  se  sigue;  muchos  hay  que  se  resignan  á  dejar  el  mal 
periódico  cuando  al  quitárselo  de  las  manos  se  encuentran  con  otro  bueno  y 
gratuito.  Y  se  ha  dado  el  caso  de  cobrar  algunos  tanta  afición  á  las  Hojas 
ó  á  los  periódicos  buenos,  proporcionados  por  las  Hijas  de  María,  que  si  por 
alguna  razón  el  envío  se  les  retrasa  un  tantico,  ellos  mismos  salen  á  buscar 
á  las  celosas  repartidoras. 


A  lo  mejor  tienen  éstas  que  emprenderla  con  alguna  barbería,  empresa 
difícil  por  cierto,  pero  su  constancia  vence  y  queda  desterrado  en  absoluto 
de  allí  el  periódico  liberal.  Ni  faltan  tampoco  días  de  verdadera  lucha  entre 
los  malos  lectores  y  las  Hijas  de  María .  Ocasión  hubo  en  que  una  más  va- 
liente que  sus  compañeras  penetró  en  un  salón  de  lecturas  y  hallando  un 
periódico  malo,  ella  misma,  con  sus  propias  manos,  lo  hizo  trizas.  Otra,  se 
metió  en  una  barbería  vecina  á  su  casa  y  la  emprendió  con  el  barbero  para 
que  dejando  El  Liberal  admitiese  un  periódico  católico. 

He  aquí  como  describe,  el  orden  que  se  sigue  en  el  reparto  de  las 
Hojas,  una  de  las  Congregantes  de  la  Sección  de  Propaganda:  «Un  día  de 
junta,  el  P.  Director  me  señaló  á  mí  para  que  con  otra  compañera  nos  en- 
cargásemos de  un  barrio  y  á  otras  nombró  para  otros.  Excuso  decir  el  gusto 
con  que  aceptamos  esta  comisión  y  la  confianza  en  nuestra  Madre  santí- 
sima con  que  emprendimos  esta  obra.  ¡Bien  lo  habíamos  menester  para  ser 
constantes  y  sufrir  las  burlas  y  las  injurias  que  nos  hacen  los  malos!  Nues- 
tra distribución  es  la  siguiente:  á  las  diez  de  la  mañana  de  cada  domingo, 
mi  compañera  y  yo  empezamos  á  repartir  de  casa  en  casa  por  la  Corredera 
desde  el  pie  de  la  Virgen,  que  la  preside,  cada  cual  por  su  acera  respec- 
tiva, hasta  juntarnos  al  fin  de  la  calle;  después  pasamos  á  otra  dando  al 
mismo  tiempo  las  Hojas,  á  cuantos  encontramos,  hasta  llegar  á  los  cafés. 
En  ellos  unos  nos  llaman  beatas,  otros  nos  apellidan  sinvergüenzas,  ya  se 
burlan  de  nosotras,  ya  nos  desprecian  las  Hojas  y  aun  hay  quien  en  son  de 
burla  añade:  De  verdad  que  Dios  os  ha  de  pagar  lo  que  hacéis.  Mas 
nosotras  siempre  adelante  con  la  nuestra,  que  no  es  sino  el  combatir  y  con- 
trarrestar la  mala  prensa  que  tantos  males  nos  trae,  no  tememos  á  nada  ni  á 
nadie.  Es  que  Dios  está  con  nosotras.  Muchos  de  los  que  antes  no  hacían 
mérito  de  las  Hojas,  las  toman  ya  con  tanto  gusto  que  casi  se  ofenden  si 
no  se  las  llevamos.  Hemos  logrado  que  de  una  casa  se  retire  la  suscripción 
á  El  Liberal  al  ver  que  nosotras  les  llevamos  el  periódico  católico.  En  otra 
taberna,  donde  dejamos  el  periódico  bueno,  no  permitimos  que  nadie  com- 
pre periódico  alguno  prohibido,  y  si  se  descuida  alguno,  entramos  nosotras 
y  no  damos  paz  á  la  mano  hasta  que  el  mal  papelucho  salga  de  allí» .  Hasta 
aquí  la  citada  Hija  de  María. 

Termino  con  dos  palabras  sobre  la  conversión  de  un  furibundo  repu- 
blicano, alcanzada  del  cielo  por  las  diligencias  de  estas  fervorosas  Hijas  de 
María: 

Un  caballero  en  tal  grado  enemigo  de  todos  los  santos  que  en  un  mitin 
anticlerical  del  teatro  dijo  que  á  no  tardar  veríamos  los  altares  de 
Sto.  Domingo  hechos  pesebres  de  bestias,  estaba  suscrito  á  la  Unión 


169 

Republicana.  Saberlo  las  Hijas  de  María  y  presentarse  én  su  casa,  todo  fué 
uno;  y  aunque  no  les  era  desconocida  la  mala  voluntad  del  caballero,  no  re- 
trocedieron. Yo  no  sé  lo  que  le  dijeron,  ni  cómo  le  hablaron,  ni  qué  argu- 
mentos empleó  el  celo  de  estas  buenas  congregantes,  pero  ello  es  cierto 
que  el  tal  señorón,  movido  de  sus  ruegos,  retiró  la  suscripción.  Por  aquel 
entonces  publicábanse  unas  Hojas  sueltas  de  propaganda  católica  y  á  él 
acuden  con  ellas  también  las  Hijas  de  María  á  presentárselas.— ¿Tendrá 
usted  gusto  en  leer  estas  Hojitas?  le  dijeron.— No  tengo  inconveniente.  Las 
primeras  veces  las  leía  con  indiferencia,  pero  poco  á  poco  tanto  fué  aficio- 
nándose á  su  lectura,  que  el  día  que  salían  no  esperaba  que  las  Hijas  de 
María  se  las  llevaran  á  casa,  sino  que  él  mismo  en  persona  pasaba  á  re- 
cogerlas en  la  de  ellas.  Luego  se  le  llevó  un  periódico  netamente  católico  y 
no  sólo  lo  leía  él,  sino  que  lo  daba  también  á  leer  á  sus  amigos.  Más  tarde 
se  suscribió  á  El  Social.  El  día  de  hoy  es  dicho  señor  un  fervoroso  cató- 
lico que  confiesa  y  comulga  con  ejemplar  frecuencia.  Su  vida  es  la  edifica- 
ción de  cuantos  se  honran  con  su  amistad:  sus  ocupaciones  preferentes  son 
las  cosas  que  atañen  al  servicio  de  Dios,  consagrando  el  tiempo  que  de  sus 
quehaceres  le  resta,  á  la  lectura  de  libros  piadosos,  convencido  del  gran 
bien  que  merced  á  ella  ha  alcanzado. 

¡Cuánto  bien  se  puede  lograr  con  las  buenas  lecturas  aun  de  los  cora- 
zones pervertidos!  ¡Y  cuánto  han  hecho  aquí  en  el  propio  sentido  estas 
fervorosas  Hijas  de  María! 

Como  apéndice  á  esta  sección,  mando  á  V.  R.  una  carta  de  una  congre- 
gante dirigida  á  otra,  amiga  suya,  que  podrá  enterarle,  mejor  de  lo  que  ha- 
rían mis  palabras,  de  otro  ramo  de  propaganda  por  cierto  bien  nuevo  y 
singular: 

«Voy  á  hablarte  de  un  asunto  del  que  quizá  nadie  te  haya  dado  noticias 
por  ser  una  cosa  naciente:  de  la  librería  que  tiene  instalada  nuestra  con- 
gregación, hará  ya  unos  dos  años. 

Como  al  instalarla  nuestro  ánimo  fué  puramente  el  aumentar  y  fomen- 
tar la  propaganda  de  libros  piadosos,  podemos  darlos  á  un  precio  muy 
económico. 

No  puedes  figurarte  el  maravilloso  resultado  que  está  dando  en  tan 
poco  tiempo  como  lleva  de  existencia.  A  la  librería  acuden  no  sólo  las 
Hijas  de  María  y  señoras  de  esta  ciudad  para  cooperar  á  nuestra  empresa, 
sino  también  señores  sacerdotes  y  congregaciones  de  los  pueblos  vecinos 
que  nos  piden  á  veces  libros  por  millares;  porque  además  de  tener  la  como- 
didad cada  cual  de  comprar  el  libro  que  necesite  (pues  no  siempre  por  aquí 
lo  tendría  á  la  mano)  tienen  la  gran  ventaja  de  que  les  resulte  á  un  precio 


170 
sumamente  módico,  porque  en  Orihuela  no  hay  quien  se  atreva  á  traer  de 
una  vez  tantos  libros,  y  aunque  los  trajeran  no  tendrían  medios  de  hacernos 
la  competencia,  porque  nos  contentamos,  como  te  he  dicho  antes,  con  que 
la  gente  se  aproveche  del  bien  espiritual  de  ellos.  Y  cuenta  que  Torrevieja, 
Elche,  Albatera,  Bigastro,  Redován,  Callosa,  Benferri  y  hasta  el  mismo 
Alicante  son  testigos  del  fruto  y  celo  de  nuestra  propaganda  religiosa. 

Es  muy  consolador  para  nosotras  en  especial  ver  cómo  la  gente  va 
aficionándose  ya  á  nuestra  propaganda;  pues  son  muchos  los  que  vienen  de 
los  pueblos  á  buscar  la  librería. 

Hay  además  personas  que  al  tener  que  hacer  regalos  de  otra  especie 
los  sustituyen  por  uno  ó  varios  libros;  así  es  como  por  esta  vía  entra  la  lec- 
tura sana  y  amena  en  muchas  casas  en  donde  tal  vez  no  entrarían  ó  por  no 
conocer  los  libros  ó  no  tener  proporción  de  adquirirlos. 

No  creas  que  la  existencia  que  tenemos  es  corta,  no:  contamos  con 
más  de  800  libros  de  todos  tamaños  y  precios  que  suponen  un  total  emplea- 
do de  3.000  y  pico  de  reales. 

Ya  ves  tú,  cuan  grande  y  provechosa  es  esta  nuestra  empresa:  á  buen 
seguro  no  creo  se  hallara  aquí  al  presente  otra  entidad  que  la  acometiese, 
fuera  de  nuestra  congregación,  que  como  sabes  está  tan  bien  organi- 
zada; y  es  tan  exacta  la  administración  que  se  lleva,  que  en  lugar  de  dismi- 
nuir el  número  de  libros,  así  como  van  aumentándose  los  pedidos,  así  tam- 
bién añadimos  cada  día  otros  nuevos. 

En  la  misma  librería  se  expenden  varias  hojitas,  catecismos,  posta- 
les, etc.,  así  como  también  las  fotografías  de  la  Virgen  de  nuestra  congre- 
gación. Como  es  tan  notable  y  fervorosa  la  devoción  que  todos  profesan  á 
esta  imagen,  no  creo  necesario  decirte  que  se  despachan  muchísimas,  así 
sueltas  como  por  docenas. 

Uno  de  los  fines  que  nos  propusimos  al  fundar  la  librería  y  no  cierta- 
mente el  menor,  fué  el  desterrar  de  las  manos  de  nuestra  queridas  compa- 
ñeras las  novelas;  y  cuenta  que  no  aludo  á  las  obscenas  é  impuras,  que  éstas 
no  se  estilan  por  la  misericordia  divina  entre  nosotras,  sino  á  las  amorosas, 
de  aquella  clase  que  el  demonio  suele  utilizar  para  falsear  la  piedad  de 
tantos  cristianos  á  fin  de  que,  inducidas  por  tales  lecturas,  no  tarden  en  per- 
der aquel  vigor  de  inteligencia  y  rectitud  de  criterio  para  anteponer  siem- 
pre las  cosas  del  cielo  á  las  bajas  y  rastreras  de  esta  tierra  por  tentadoras 
que  ellas  sean. 

Algunas  personas  ante  los  inconvenientes  que  se  ofrecían  para  la  venta, 
temían  fracasase  esta  empresa;  pero  la  Santísima  Virgen  en  quien  confia- 
mos desde  un  principio,  bendijo  largamente  á  esta  su  congregación,  y  con 


17t 

su  maternal  protección,  han  podido  sus  hijas  llevarla  á  cabo  con  lucidez  y 
admiración  de  todos. 

En  nuestra  librería  se  encuentra  desde  el  más  sencillo  devocionario 
para  las  niñas  de  tierna  edad,  hasta  el  P.  La  Puente  y  otros  autores  de 
perfección  alentada  que  han  llenado  el  cielo  de  santos. 

Antes  no  concluya,  paso  á  hablarte  de  otro  ramo  de  propaganda,  la 
biblioteca  que  hace  ya  bastantes  años  tenemos  instalada,  con  el  fin  de  que 
puedan  servirse  preferentemente  las  congregantes.  Comenzamos  con  unos 
cuantos  libros  piadosos;  ahora  la  verías  aumentada  considerablemente, 
hasta  el  punto  de  encontrarse  en  ella  cualquier  libro  de  meditaciones  ó  de- 
vocionario ó  de  otras  clases  que  se  necesite. 

Como  sabes  que  en  nuestra  congregación,  se  admite  á  toda  clase  de 
jóvenes  así  ricas  como  pobres,  no  puedes  imaginarte  el  bien  que  se  hace 
con  tener  una  biblioteca  tan  bien  surtida. 

¡Cuántas  congregantes  en  tiempo  de  Ejercicios  y  en  otras  épocas  se 
quedarían  sin  aprovecharse  del  bien  que  lleva  consigo  la  lectura  espiritual, 
si  no  fuera  por  la  biblioteca! 

Ya  tenemos  el  proyecto  de  agregarle  lecturas  recreativas  de  escritores 
católicos,  lecturas  escogidas,  en  su  mayoría  históricas,  que  al  mismo  tiempo 
que  instruyan,  formen  el  corazón  y  las  buenas  costumbres  en  la  sólida 
piedad. 

Y  es  tanto  más  necesario  en  estos  tiempos  tener  á  mano  libros  buenos 
cuanto  que  en  el  día  de  hoy  se  lee  muchísimo  más  que  antes:  así  es  que,  en- 
tre las  congregantes  y  muchas  otras  jóvenes,  no  queda  una  sola  que  no  ten- 
ga en  su  casa,  un  armarito  ó  cajón  bien  repuesto,  que  á  veces  hasta  sus 
padres  ó  hermanos  se  aprovechan  de  sus  lecturas. 

Esto  es  la  biblioteca  y  este  fruto  se  debe  á  ella». 

Hasta  aquí  la  carta  de  referencia. 

Ya  ve  mi  buen  Padre  Socio  cómo  trabajan  estas  buenas  Hijas  de  María 
y  cómo  cumplen  con  el  segundo  fin  de  toda  congregación  Mariana :  La  sal- 
vación y  perfección  de  los  prójimos.  En  otra  continuaré.  Dios  mediante, 
pues  hoy  me  esperan  las  clases. 

Afmo.  siervo  en  Cto., 

JHS. 

Juan  Nepomuceno  Peris,  S.  J. 


172 


CARTA  TERCERA. -SECCIÓN  DE  CATECISxMO 

Mi  muy  amado  en  Cto.  P.  Socio: 

Continuando  la  grata  tarea  de  manifestarle  el  estado  floreciente  y  los 
trabajos  de  la  congregación  de  Hijas  de  María,  me  ocuparé  en  ésta  en  darle 
á  conocer  lo  que  las  congregantes  trabajan  en  la  enseñanza  del  catecismo, 
obra  á  la  que.  quizá  como  en  ninguna  otra,  viene  dedicándose  con  singular 
constancia  y  excelentes  resultados  en  los  35  años  que  cuenta  la  congre- 
gación. 

Ardua  labor  sería  pretender  presentar  una  estadística  completa  de  las 
niñas  que  han  aprendido  bajo  la  dirección  de  las  Hijas  de  María,  la  doctrina 
cristiana,  no  menos  que  enumerar  las  que  merced  á  la  solicitud  de  aque- 
llas, á  tiempo  y  por  vez  primera,  han  recibido  la  sagrada  Comunión.  Basta 
indicar  que  desde  los  primeros  años,  así  las  secciones  catequísticas  como  las 
niñas  que  se  vienen  preparando  para  recibir  la  sagrada  Comunión,  arrojan 
resf)etab}es  y  consoladoras  cifras,  testimonio  elocuente  del  celo  y  constan- 
cia de  las  congregantes  catequistas. 

A  pesar  de  lo  expuesto,  hay  que  confesar  que  desde  el  año  de  1905  en 
que  nuestro  santísimo  Padre  el  Papa  Pío  X  publicó  su  lucidísima  y  apre- 
miante enddica  Acerbo  nimis  recomendando  tan  eficazmente  la  enseñanza 
de  la  doctrina  cristiana,  redobló  la  congregación  sus  esfuerzos,  ya  consa- 
grando tiempo  más  largo  á  ella,  ya  robusteciendo  más  y  más  su  organismo, 
con  el  fin  de  dotar  á  tan  provechosa  labor  de  la  debida  consistencia. 

Esta  rama  de  la  congregación  se  llama  con  toda  propiedad  Sección  de 
Catecismo,  pero  apellídase  también  Corte  Angélica,  porque  el  cuerpo, 
principal  está  propiamente  formado  por  jovencitas  que  semejantes  á  los^ 
angeles,  vienen  á  ser  como  las  enviadas  de  María  santísima  para  esparcir 
la  semilla  de  la  doctrina  cristiana,  en  los  corazones  de  las  pobrecitas  á, 
quienes  instruyen,  aumentando  así  el  número  de  los  servidores  y  devotosl 
de  la  celestial  Señora. 

Esta  sección  después  del  divino  Infante,  el  amigo  por  antonomasia  de  los, 
niños,  está  confiada  á  la  tutela  de  la  Santísima  V'írgen  María,  y  tiene  como; 
especiales  abogados  á  los  santos  Angeles  Custodios.  De  aquí  el  que  en  el 
altar  de  la  Iglesia,  tiene  á  su  cuenta  esta  sección  y  en  su  camarín  central,  sel 
ha  colocado  una  hermosa  imagen  del  Santo  Ángel,  á  fin  de  que  las  niñas  se 
aficionasen  á  él  y  le  profesasen  tierna  devoción:  de  ahí  el  que  mantenga] 


I 


173 

casi  siempre  encendida  una  lámpara,  y  el  que  ardan  también  dos  velas 
durante  el  catecismo,  }•  el  procurar  con  todo  empefk)  se  acostumbren  las  ni- 
ñas á  acudir  con  oraciones  fervorosas  á  su  particular  abogado. 

El  personal  que  constituye  la  Sección  de  Catecismo,  es  de  tres  clases: 
Protectoras,  Instructoras  y  Educandas. 

Protectoras,  son  todas  aquellas  personas  que  con  sus  donativos  y  va- 
limiento cooperan  al  fin  de  la  sección. 

Instructoras,  son  las  que  se  dedican  por  sí  mismas  á  la  enseñanza  de 
la  doctrina  cristiana. 

Educandas,  son  todas  las  niñas  inscritas  en  la  misma  Corte  Angélica 
y  que  de  las  instructoras  reciben  la  enseñanza  del  catecismo. 

Existe  formada,  como  sección  dependiente  de  la  congregación  de  Hijas 
de  Mana,  una  junta  de  gobierno  del  catecismo,  que  consta  de  Presidenta, 
Secretaria,  Tesorera,  dos  celadoras  de  orden  y  dos  repartidoras  de  premios 
y  asistencias. 

Las  Protectoras  satisfacen  para  los  gastos  de  la  sección  una  cuota 
fija  mensual,  semestral,  ó  bien  anual  á  voluntad;  ni  hay  tasa  fija  para  estas 
cuotas;  se  admiten  por  pequeñas  que  sean,  las  hay  hasta  de  cinco  céntimos 
de  peseta  al  mes. 

Reciben  un  diploma  de  honor  en  prueba  de  la  gratitud  que  les  tiene  la 
Corte  Angélica  y  participan  de  los  méritos  de  la  sección  y  de  las  oraciones 
que  por  ellas  dirigen  al  Señor  las  niñas.  Cuando  fallece  alguna  protectora,  la 
Corte  Angélica  cuida  de  que  se  le  ofrezca  por  vía  de  sufragio  la  comunión 
general,  á  la  que  asisten  no  sólo  las  demás  protectoras,  sino  también  las 
instructoras  y  todas  las  niñas  que  ya  han  hecho  la  primera  comunión;  y 
las  educandas  rezan  una  parte  del  santo  Rosario  por  el  eterno  descanso  del 
alma  de  la  finada. 

Únicamente  las  Hijas  de  María  pueden  pertenecer  como  miembros  acti- 
vos, á  esta  sección  en  calidad  de  instructoras.  Las  que  desean  optar  á  al- 
canzar este  grado,  es  preciso  que  cuenten  por  lo  menos  25  años  de  edad, 
que  conste  saben  bien  la  doctrina  cristiana  y  que  en  los  tres  ó  más  meses 
que  pasan  como  aspirantes  hayan  dado  buena  razón  de  sí  mismas  en  tan 
levantado  magisterio.  Con  el  fin  de  que  ésie  prospere  y  llegue  al  blanco 
que  la  Corte  Angélica  se  propone  alcanzar,  encárgaseles  mucho  á  las  aspi- 
rantes se  ejerciten  fervorosamente  en  el  amor  y  devoción  á  su  santísima 
Madre,  á  la  que  todos  los  días  en  las  oraciones  que  la  dirigen,  han  de  enco- 
mendarle el  éxito  de  su  enseñanza  catequística. 

Más  aun,  en  días  de  catecismo,  en  que  el  tiempo  está  llu\ioso,  ó  so- 
plan vientos  fuertes,  ó  el  frío,  ó  cualesquiera  otras  causas,  pueden  retraer  á 


174 

las  niñas  de  la  asistencia  al  catecismo,  rezan  todas  un  Acordaos  á  la 
Santísima  Virgen,  ó  le  hacen  una  visita  especial  en  su  mismo  altar. 

Todas  las  instructoras,  sea  cualquiera  el  cargo  ú  ocupación  que  en  la 
Corte  Angélica  desempeñan,  vienen  obligadas  á  estar  en  su  puesto  respec- 
tivo diez  minutos  antes  de  empezar  el  catecismo,  á  fin  de  que  con  pun- 
tualidad y  exactitud  desempeñen  su  cometido. 

Cada  mes  se  celebra  una  Misa  de  comunión  á  la  que  asisten  todas  las 
Instructoras  y  las  niñas  que  ya  han  comulgado,  procurando  que  todas  las 
semanas  dos  instructoras  señaladas  por  la  presidenta,  comulguen  por  los 
fines  de  la  sección. 

Descrita  la  organización  de  la  obra  del  catecismo,  voy  á  decirle  dos  pa- 
labras sobre  el  orden  ó  distribución  que  en  aquél  se  guarda.  Empieza  el 
primer  domingo  de  Octubre,  y  termina  entrado  ya  el  mes  de  Junio  con  la 
distribución  de  premios. 

Se  procura  que  junto  á  cada  banco  esté  un  banquillo  con  el  número  de 
orden  para  la  catequística  del  templo.  Suelen  colocarse  80,  90  y  hasta  100 
bancos  que  representan  otras  tantas  secciones.  En  el  centro  de  la  Iglesia  se 
coloca  un  pequeño  armario  portátil  de  cuatro  caras,  coronado  por  una  her- 
mosa imagen  facsímile  de  la  Virgen  que  preside  el  catecismo  de  la  con- 
gregación. En  este  armario,  que  está  decorado  con  artísticas  alegorías, 
cada  instructora  guarda  en  sus  respectivos  cajoncitos  los  catecismos,  cintas, 
asistencias,  etc. 

A  las  dos  y  media  todos  los  domingos,  al  toque  de  la  campana,  se 
reúnen  400  ó  500  niñas,  y  80  ó  90  maestras.  Hijas  de  María.  Las  niñas,  que 
ocupan  toda  la  iglesia,  se  distribuyen  en  tres  grandes  grupos;  las  que  han 
hecho  la  primera  comunión;  las  que  la  van  á  hacer  en  el  mismo  curso  y  las 
que  todavía  no  se  preparan  para  ella.  Después  de  una  breve  oración,  y  á 
toque  de  campanilla,  se  comienza  la  enseñanza  de  la  doctrina.  La  iglesia 
parece  un  colmenar.  Muchas  personas  se  han  quedado  admiradas  al  ver  el 
orden,  la  multitud  y  la  costosa  labor  que  se  lleva  á  cabo  por  las  instruc- 
toras. El  catecismo  termina  con  la  clásica  oración  «Oh  Señora  mía.  Oh 
Madre  mía»  que  dice  el  P.  Director  desde  el  pulpito  y  que  repiten  aquellos 
centenares  de  lenguas  infantiles.  Se  entona  después  la  popular  letrillí 
«Oh  María»,  que  prosiguen  cantando  todas  las  niñas;  éstas  precedidas  dí 
sus  instructoras,  y  respectivos  estandartes,  en  dos  filas  siguen  rec( 
rriendo  los  claustros  del  colegio.  Terminado  el  acto,  las  niñas  se  retirar 
satisfechas  de  su  buen  comportamiento  y  aplicación  y  las  Hijas  de  María' 
alentadas  por  la  satisfacción  que  causa  obra  tan  meritoria,  y  por  la  co- 
rrespondencia de  sus  tiernas  catecúmenas. 


175 

Para  formar  cabal  idea  de  los  esfuerzos  que  supone  en  las  Hijas  de 
María  este  apostolado,  hay  que  tener  en  cuenta  que  muchas  de  ellas  han 
de  vencer  no  pequeñas  dificultades,  nacidas  del  modo  de  ser  y  de  condu- 
cirse propio  de  sus  familias  (^). 

El  celo  con  que  las  Hijas  de  María  se  esfuerzan  en  cumplir  su  obra  es 
verdaderamente  consolador.  Toman  con  entusiasmo  cuanto  tiene  relación 
con  el  catecismo  y  se  convierten  en  fieles  intérpretes  de  las  indicaciones 
del  P.  Director.  He  aquí  un  rasgo  de  este  celo,  según  lo  refiere  una  Hija  de 
María  en  carta  que  tengo  á  la  vista: 

«Uno  de  los  domingos  que  acudimos  al  colegio  para  enseñar  el  cate- 
cismo, siendo  poca  la  concurrencia,  á  causa  de  unas  diversiones  que  se  ha- 
bían organizado,  pedimos  permiso  al  P.  Director  para  salir  por  la  ciudad  á 
buscar  niñas,  recorriendo  las  calles  hasta  internarnos  en  las  casas  más  es- 
condidas. Como  precisamente  ese  mismo  día  se  celebraba  fiesta  en  una  de 
las  calles  principales,  al  decirles  que  se  vinieran  con  nosotras,  de  ningún 
modo  querían,  pero  con  las  estampas  que  les  dábamos,  se  daban  por  venci- 
das. Al  llegar  á  algunas  casas,  salían  las  madres  á  nuestro  encuentro  dicién- 
donos  que  sus  hijas  no  podían  ir  porque  todavía  estaban  sin  arreglar;  pero 
nosotras  con  tal  de  llevárnoslas  nos  esperábamos  un  buen  rato  y  aun  les 
ayudábamos  á  vestir .  No  faltaban  algunos  que  al  vernos  pasar,  compren- 
diendo la  misión  que  llevábamos,  se  mofaban  de  nosotros  y  nos  apellidaban 
beatas,  principalmente  al  pasar  por  el  teatro  en  donde  un  grupo  de  cómi- 
cos no  cesaron  de  reirse  de  nosotras  hasta  que  nos  perdieron  de  vista. 
Favorecíanos  el  Señor  con  nuevos  alientos,  de  tal  modo  que  lejos  de  des- 
mayar seguíamos  adelante  en  nuestra  empresa  llegando  á  conseguir  se 
reuniese  un  ejército  de  niñas,  que  diesen  gloria  á  Dios  y  con  nosotras  cum- 
pliesen los  deseos  de  nuestro  santísimo  padre  el  Papa  Pío  X». 

Estos  actos  ordinarios  del  catecismo,  tienen  por  digno  remate  una  rifa 
extraordinaria,  al  finalizar  el  curso  catequístico.  Entonces  se  echa  el  resto, 
en  la  esplendidez  de  los  premios  y  abundancia  de  regalos,  con  lo  que  todas 
las  niñas  se  nos  despiden  contentísimas,  deseando  comience  de  nuevo  la 
enseñanza  de  la  doctrina.  Coincidiendo  con  esta  fecha,  suele  tener  lugar  la 
primera  comunión  de  las  niñas  del  catecismo  preparadas  por  las  Hijas  de 
María.  Todas  las  que  la  han  de  recibir  forman  una  ó  varias  secciones  aparte 
para  ser  mejor  y  más  particularmente  instruidas. 

Por  espacio  de  un  mes  antes  del  día  elegido  para  hacer  la  primera  co- 


(1)      Como  acuden  niñas  de  toda  la  huerta,  no  es  de  maravillar  que  algunas  vengan  de 
más  de  una  hora  de  distancia. 


176 

munión,  vienen  diariamente  al  colegio,  y  el  día  señalado  las  Hijas  de  María 
acompañan  á  sus  catecúmenas  vestidas  de  blanco  en  su  mayor  parte  al  ban- 
quete celestial.  Ochenta  y  ocho  niñas  se  acercaron,  el  día  de  la  Ascensión 
de  Nuestro  Señor  á  los  cielos,  á  tan  solemne  acto.  Las  Hijas  de  María,  lu- 
ciendo sus  cintas,  escudo  y  emblema  de  su  amada  congregación,  acompa- 
ñaban á  sus  queridas  niñas,  que  parecían  ángeles,  arrodilladas  ante  el  altar, 
la  cabeza  inclinada  y  juntas  las  manos,  esperando  hospedar  al  Amado  de  sus 
corazones.  Los  acordes  finos  y  delicados  del  órgano  hacían  vibrar  las  fibras 
del  corazón  y  más  aun  al  resonar  las  voces  de  todas  las  niñas  con  los  cánti- 
cos del  Anima  Christi  y  Bendecida  y  alabada  sea  la  Hostia  consa- 
grada. El  P.  Director  desde  el  pulpito,  les  iba  insinuando  afectos  piadosos 
para  ir  creciendo  en  el  deseo  de  recibir  al  buen  Jesús. 

Por  la  tarde  hubo  también  función  religiosa  muy  brillante  y  lucida,  la 
cual  después  de  rezado  el  santo  Rosario  y  de  una  breve  plática  terminó  con 
la  renovación  de  las  promesas  del  Bautismo.  Organizóse  enseguida  una 
procesión  con  todas  las  niñas  del  catecismo  y  sus  instructoras,  más  las  86 
niñas  de  primera  Comunión  vestidas  de  blanco.  Cuatro  de  ellas  pasearon  en 
triunfo  las  imágenes  de  María  Inmaculada  y  otras  cuatro  la  del  santo  Ángel 
entre  cantos  de  gloria  y  alabanza.  Ya  en  uno  de  los  patios  del  colegio,  el 
déla  Universidad,  las  niñas  que  habían  comulgado  recibieron  de  manos  del 
P.  Rector  estampas  hermosísimas,  dulces  y  juguetes;  coronando  toda  la 
fiesta  de  este  día  la  suelta  de  magníficos  globos  y  voladores.  Diéronse 
vivas  á  la  santísima  Virgen,  á  S.  S.  Pío  X,  á  la  Compañía  de  Jesús  y  á  sus 
Congregaciones  Marianas.  Desde  este  día  se  ve  comulgar  diariamente  á 
estas  niñas. 

Termino  con  un  rasgo  edificante,  no  único  en  la  materia,  pues  han 
ocurrido  ya  varios  parecidos: 

Entre  las  niñas  de  primera  comunión  hubo  este  año  una  tan  pobrecita, 
que  ni  un  trajecito  decente  pudo  hacerse  para  ir  á  recibir  á  Nuestro  Señor. 
Una  de  las  instructoras  se  encargó  de  vestirla,  y  no  contenta  con  esto, 
como  la  niña  viviese  lejos  de  la  ciudad  y  estuviese  un  tanto  atrasada  en 
catecismo,  la  convidó  á  comer  en  su  casa  los  días  que  duraron  las  instruc- 
ciones. Próximo  el  gran  día  mandó  llamar  á  la  madre  y  sin  otro  preámbulo 
le  dice  que  ella  y  su  esposo  han  de  venir  á  acompañar  á  su  hija  en  la  prí- 
mera  Comunión.  La  respuesta  fué  negativa.  Conoció  la  catequista  que  allí 
se  ocultaba  algo  que  entonces  no  se  quería  manifestar,  y  al  día  siguiente  á 
las  dos  de  la  tarde  con  todo  el  sol  que  caía  de  plano  por  aquellas  carreteras 
tan  llenas  de  polvo,  se  dirige  la  intrépida  congregante  á  la  pobre  barraca 
de  la  chiquilla.  Salió  la  madre  al  encuentro.  —  «Vaya,  que  hoy  no  me  dirá 


177 
usted  que  no:  vengo  á  convidarla  á  la  primera  Comunión  de  su  hija  que  será 
mañana  en  Santo  Domingo  á  las  siete  y  media.  —  ¡Ay!,  señorita,  dijo  la  po- 
bre madre  echándose  á  llorar,  eso  no  puede  ser.— Pero  ¿por  qué  llora  usted 
buena  mujer?  no  se  aflija  Vd.  —  ¡Ay!,  señorita,  es  que  yo  no  soy  casada. 
Hace  muchos  años  que  estamos  mal  unidos  y  yo  no  puedo  convencer  á  mi 
compaña  á  que  nos  unamos  como  el  Señor  manda.  Ensé  que  le  hable  de 
religión  me  pega  unas  palizas...  ¡Señorita,  qué  desgraciada  que  soy!  —  Po- 
brecita  mía,  buen  ánimo  que  todo  se  arreglará.  Con  la  ayuda  de  la  santí- 
sima Virgen  veremos  de  componerlo».  A  la  mañana  siguiente  la  hija  de 
aquellos  desgraciados  se  acercaba  á  recibir  por  vez  primera  á  Nuestro 
Señor,  vestida  de  blanco,  con  manto  y  corona  como  las  demás  niñas.  Todo 
fué  costeado  por  nuestra  fervorosa  Hija  de  María.  Ella  misma  la  acompañó 
en  persona  después  de  la  Misa  á  casa  de  sus  padres,  no  sin  algún  temor  de 
que  el  padre  al  verla  entrar  soltase  algunas  palabrotas.  Pero  todo  al  revés. 
Estaba  sentado  á  la  puerta  de  la  barraca  cuando  llegaron.  —  «Anda, 
hija,  le  dijo:  dale  un  beso  á  tu  padre,  que  hoy  es  el  día  más  grande  de 
tu  vida.  —  Bien  tiene  Vd.  razón,  señorita,  que  lo  es,  dijo  el  padre,  y  dos 
gruesas  lágrimas  resbalaron  por  las  toscas  mejillas  de  aquel  pobre  pecador. 

—  Pues  mire  Vd.,  buen  hombre,  prosiguió  la  Hija  de  María,  aun  hubiese 
sido  este  día  más  feliz  parala  hija  de  Vd.,  si  Vds.  la  hubiesen  acompañado. 

—  Ay,  señorita,  y  cómo  quería  Vd.  que  yo  fuese  allí,  si  no  sé  rezar  el 
padre  nuestro,  ni  el  yo  pecador?  Cómo  me  iba  á  presentar  sin  confesar? 

—  Pues  eso  no  importa!  Quiere  Vd.  que  yo  se  lo  enseñe?»  Dicho  y  hecho. 
La  catequista  se  despidió  después  de  aquella  casa  dejando  la  semillita  de 
felicidad.  ¡Qué  cambio  se  obró  desde  aquel  día  en  aquella  vivienda!  — «Des- 
de el  día  de  primera  comunión,  dice  la  niña  con  infantil  candor,  en  mi  casa 
ya  no  se  dicen  maldiciones,  ni  malas  palabras.  ¡Qué  bien  estamos  ahora!» 
Los  pobrecitos  padres  se  confesaron,  cosa  tan  difícil  al  principio.  Se  arre- 
glaron los  papeles  y  gracias  á  la  santísima  Virgen,  están  ya  casados  como 
Dios  manda  y  la  bendición  del  cielo  ha  caído  sobre  esta  familia. 

Adiós,  mi  querido  P.  Socio.  En  otra  todavía  añadiré  algo  sobre  el  ca- 
tecismo, pues  la  congregación  de  Hijas  de  María,  diríase  que  en  este  ramo 
es  incansable. 

Ruegue  mucho  por  este  colegio. 

En  los  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

Afmo.  en  Cto., 

JHS. 

Juan  Nepomuceno  Peris,  S.  J. 


178 


CARTA  CUARTA.- CATECISMO  DE  <'LA  SAGRADA  FAMILIA» 

Rdo.  y  muy  amado  en  Cto.  P.  Socio: 

Además  del  catecismo  que  la  congregación  de  Hijas  de  María  tiene 
establecido  desde  hace  poco  en  nuestra  iglesia  del  colegio,  estableció  otro 
en  una  de  las  ermitas  de  la  huerta  dependiente  del  primero. 

Durante  los  35  años  que  lleva  de  existencia  la  congregación,  no  habían 
tenido  las  Hijas  de  María  más  catecismo  que  el  de  Santo  Domingo  que 
como  es  notorio  es  nuestra  iglesia,  acaso  porque  no  disponían,  como  ahora, 
de  un  local  tan  á  propósito  como  la  ermita  dedicada  á  la  Sagrada  Fa- 
milia, campo  hoy  de  operaciones  del  nuevo  catecismo. 

Don  Tomás  de  la  Torre,  pundonoroso  militar  retirado,  hombre  de  co- 
munión diaria,  amigo  devotísimo  de  la  Compañía,  presidente  del  Aposto- 
lado y  de  la  Caja  de  Ahorros,  etc.,  etc.,  en  un  huerto  de  naranjas  de 
su  propiedad  y  pegado  á  su  casita  de  recreo,  levantó  esta  ermita  que  por 
el  fin  á  que  se  destinó  es  hoy  centro  de  una  multitud  de  familia.^  de  huerta- 
nos del  alrededor  que  acuden  para  oir  misa  los  domingos. 

El  día  de  San  Rafael  Arcángel,  24  de  Octubre  del  año  1909,  se  dio 
comienzo  á  este  catecismo.  Día  por  cierto  muy  hermoso  para  comenzar  esta 
obra.  A  las  tres  de  la  tarde  se  reunieron  en  Santo  Domingo  nueve  Hijas  de 
María  ante  el  altar  de  su  dulcísima  Madre,  la  Virgen  de  la  congregación,  y 
rezado  un  «Memorare»  é  implorada  la  maternal  bendición  de  la  celestial 
Señora  y  puesta  en  ella  su  confianza  inspiradora  de  esta  obra  de  la  mayor 
gloria  de  Dios,  salieron  animosas  para  su  ermita.  En  cosa  de  una  hora  hicie- 
ron la  jornada  y  cierto  que  sus  fatigas  fueron  ya  el  primer  día  recompensa- 
das con  no  despreciable  asistencia. 

Por  el  camino  salían  de  las  barracas  niños  y  niñas  corriendo  hacia  ellas 
y  saludándolas  con  cariño.  Con  éstas  y  las  que  esperaban  á  la  puerta  de  la 
ermita  se  reunieron  unas  87.  Echóse  al  vuelo  la  campana  y  se  comenzó  el 
catecismo  á  las  cuatro  de  la  tarde.  Por  ser  el  primer  día  fué  breve  la  expli- 
cación; á  la  media  hora  se  dio  fin  al  acto,  se  repartieron  las  asistencias,  se 
rezaron  las  oraciones  acostumbradas  en  el  catecismo  de  la  ciudad  y  se  puso 
remate  á  todo  con  los  cánticos  piadosos  de  la  doctrina  que  fueron  repetidos 
por  las  niñas.  El  domingo  siguiente  subió  la  asistencia  á  130. 

El  catecismo  continuó  funcionando  con  regularidad  durante  algunos 
domingos.  Las  niñas  iban  cobrando  más  y  más  confianza  en  sus  buenas  ins- 


179 
tructoras.  El  orden  que  se  fijó  fué  éste:  á  las  dos  de  la  tarde  reúnense  las 
catequistas  en  nuestra  iglesia  y  de  allí  se  dirigen  juntas  á  la  ermita. 
Al  llegar,  se  da  comienzo  con  la  señal  de  la  cruz,  se  reza  una  oración 
á  Dios  Nuestro  Señor  y  otra  á  la  Santísima  Virgen  y  acto  continuo  cada 
catequista  toma  su  sección  á  lá  que  instruye  por  espacio  de  una  hora,  al  fin 
de  la  cual  se  reparten  las  asistencias  que  contienen  alguna  imagen  con  al- 
gún consejo  al  pie  de  ella,  se  rezan  nuevas  oraciones  dando  gracias  al 
Señor  por  el  beneficio  de  la  instrucción,  terminándolo  todo  la  jaculatoria 
¡Jesús,  José  y  María,  os  doy  el  corazón  y  el  alma  mía!  seguida  de  al- 
gunos cantos.  Así  se  han  verificado  los  actos  ordinarios  durante  el  presente 
curso. 

Llegó  el  invierno  con  sus  fríos  y  lluvias:  pero  ni  las  lluvias  ni  los  fríos 
detuvieron  á  las  valientes  catequistas. 

No  faltó  al  catecismo  de  la  huerta  su  pequeña  contradicción.  ¡Cuánto 
disminuyó  la  asistencia  por  la  Pascua  de  Navidad!  La  costumbre  tan  exten- 
dida en  esta  huerta  oriolana  de  hacer  por  este  tiempo  rifas  y  bailes  popu- 
lares, cosas  que  tanto  atraen  á  las  niñas,  fué  un  estorbo.  Pero  ¿cree  V.  R.  que 
se  arredraron  por  esto  las  catequistas?  De  casa  en  casa  y  de  barraca  en 
barraca  iban  las  instructoras  á  buscar  las  niñas,  y  quieras  que  no,  lograron 
atraer  á  no  pocas  al  catecismo  aun  en  esta  temporada. 

Tras  la  tempestad  vino  la  bonanza  y  á  los  días  crudos  de  invierno  su- 
cedió la  primavera  con  todos  sus  encantos.  ¡Quién  no  sabe  lo  hermoso  que 
se  paran  nuestras  huertas  de  Orihuela  por  abril  y  mayo!  El  camino 
que  conduce  á  la  hacienda  de  D.  Tomás  es  poético  en  extremo.  Una  senda 
entre  naranjos,  cubiertos  de  azahar  que  perfuma  el  ambiente;  á  uno  y 
otro  lado  una  acequia  tan  llena  de  agua,  tan  juguetona  y  bulliciosa 
que  en  algunos  sitios  al  caer  produce  el  efecto  de  una  cascada.  Fi- 
gúrese V.  R.  al  extremo  de  la  senda,  la  ermita  reconstruida,  elegante,  en 
medio  de  un  pequeño  bosque  de  palmeras  que  la  sombrean,  y  tendrá  acabado 
el  cuadro  digno  de  la  paleta  de  un  pintor.  Para  corona  de  estos  encantos  se 
comienza  en  este  tiempo  la  preparación  para  la  primera  comunión  de  los 
niños.  Aquello  se  convierte  en  una  misión.  Niños  y  niñas  de  12  y  13  años 
que  ni  habían  oído  hablar  de  Dios  hasta  que  fueron  las  buenas  catequistas. 
Pues  y  ¿el  padre  nuestro  y  el  ave  maría?  Nada.  ¿La  misa  los  domingos? 
La  suprimían  como  artículo  de  lujo.  ¿Persignarse?  Ni  siquiera  la  señal  de 
la  cruz  sabían  hacer  algunos  en  esta  huerta.  Uno  de  los  domingos  anterio- 
res á  la  fiesta  fué  el  P.  Director  de  la  congregación  á  examinar  á  los  ni- 
ños. Después  del  examen,  del  que  quedó  el  padre  muy  satisfecho,  se  diri- 
gieron todos,  padre,  catequistas  y  niños  al  huerto  de  la  ermita,  donde  se 


180 
había  reunido  la  gente  toda  del  contorno  para  ver  elevar  algunos  globos, 
remate  de  la  fiesta  de  los  exámenes. 

Después  de  unos  domingos  se  rifaron  algunos  premios,  entre  ellos  va- 
rias prendas  de  ropa  que  los  pobrecitos  recibieron  como  llovidas  del  cielo, 
no  faltando  entre  ellos  quien  se  las  guardó  para  estrenarlas  el  día  de  su  pri- 
mera comunión.  No  describo  esta  fiesta,  pues  ya  lo  hice  en  la  carta  ante- 
rior porque  los  huertanitos  del  catecismo  de  la  ermita  de  la  Sagrada  Fami- 
lia se  unieron  á  los  de  la  ciudad. 

El  29  de  Junio  fiesta  del  apóstol  San  Pedro,  tuvo  lugar  la  distribución 
de  premios  de  fin  de  curso.  Su  noticia  alegró  á  la  gente  menuda.  Llegó  el 
día  y  dados  los  tres  toques  de  reglamento,  las  celosas  catequistas  repuestas 
ya  del  cansancio,  prepararon  las  mesas,  expusieron  los  objetos,  colocaron 
en  dos  grandes  secciones  á  los  niños  y  niñas  y  se  dio  principio  á  la  distri- 
bución. No  puede  V.  R.  figurarse  el  regocijo  de  los  pequeños  al  ver  en  sus 
manos  el  objeto  con  que  fueron  agraciados.  Distribuido  á  cada  uno  de  los 
presentes  el  premio  y  rezadas  las  oraciones  de  costumbre  con  cánticos  y 
oiuas,  dieron  las  Hijas  de  María  por  terminado  el  primer  curso  de  este 
nuevo  catecismo. 

Antes  de  regresar,  D.  Tomás  y  su  distinguida  señora,  obsequiaron  ga- 
lantemente con  una  exquisita  merienda  á  las  catequistas,  las  cuales  volvie- 
ron alegres  y  satisfechas  á  la  ciudad  á  postrarse  á  las  plantas  de  su  Madre, 
dándole  gracias  por  los  favores  del  presente  curso  y  pidiéndole  nuevos 
bríos  y  mucho  celo  para  comenzar  el  próximo  año  el  segundo  curso. 

Ahí  tiene  V.  R.  con  pocas  palabras  indicados  los  principios  de  esta 
obra  que  creo  ha  de  ser  muy  útil  no  solo  á  las  almas  de  los  pequeños  de  la 
huerta,  sino  también  á  las  mismas  catequistas  que  ejercitan  en  tan  santa 
empresa  tantos  actos  de  caridad.  A  ellas  se  debe  el  que  vaya  desapare- 
ciendo la  ignorancia  que  reinaba  entre  esta  pobre  gente  y  la  semilla  sem- 
brada por  las  Hijas  de  María  parece  ha  sido  bendecida  por  la  Virgen,  puesto 
que  se  empieza  á  recoger  el  fruto  de  estos  trabajos. 

No  deje  V.  R.  de  acordarse  en  sus  fervorosas  00.  de  esta  con- 
gregación. 

De  V.  R.  siervo  afmo.  en  Cto., 

JHS. 

JuAx  Nepomuceno  Peris,  S.  J. 


181 


CARTA  QUINTA.  -  SANTOS  EJERCICIOS  ESPIRITUALES 

Rdo.  y  muy  amado  en  Cto.  P.  Socio: 
La  serie  de  obras  de  vida  activa  y  celo  apostólico  que  lleva  adelante  la 
congregación  de  Hijas  de  María,  ya  puede  juzgar  V.  R.  que  no  tendrían 
ningún  valor  y  consistencia,  si  no  vinieran  de  un  principio  interior  que  las 
anima  y  les  da  vida  sólida  y  robusta.  Este  principio  no  es  otro  que  el  de  la 
verdadera  piedad  cristiana  que  por  espacio  de  treinta  y  cinco  años  han  ido 
infiltrando  los  nuestros  en  esta  benemérita  congregación,  y  el  medio  que 
han  empleado  para  ello  es  el  más  característico  del  hijo  de  la  Compañía,  el 
de  los  santos  Ejercicios  de  nuestro  Padre  San  Ignacio.  Aquí  está  el  secreto 
de  la  congregación:  la  práctica  anual  é  invariable  de  los  santos  Ejercicios. 
De  ellos  se  saca  ese  espíritu  de  piedad  y  celo  que  tanto  distingue  á  las  Hijas 
de  esta  congregación:  afirmaciones  que  podrá  ver  V.  R.  probadas  si  lee  la 
relación  de  los  Ejercicios  de  un  año  cualquiera.  Tenemos  los  del  último  año 
que,  como  siempre,  fueron  por  Octubre,  tiempo  á  propósito  en  esta  tierra 
en  que  no  hace  frío  ni  calor  y  en  que  aun  no  se  ha  empezado  el  trabajo  de 
noche  en  los  talleresn 

Aquí  va  una  buena  narración  hecha  por  un  testigo  ocular,  y  que  des- 
cribe con  viveza  y  precisión  todo  lo  ocurrido. 

«Espectáculo  hermosísimo  á  los  ojos  de  Dios,  de  los  ángeles  y  de  los 
hombres,  el  que  acabamos  de  contemplar  en  la  católica  ciudad  de  Orihuela. 
Hablamos  de  los  Ejercicios  espirituales  que  han  practicado  las  Hijas  de  María 
y  otras  muchas  señoras  en  la  iglesia  de  Santo  Domingo,  bajo  la  dirección 
de  los  RR.  PP.  de  la  Compañía  de  Jesús. 

«Teníamos  ya  de  oídas  algún  conocimiento  del  estado  próspero  y  flo- 
reciente de  la  congregación,  pero  jamás  hubiéramos  imaginado  que  fuera 
posible  llevar  á  la  práctica  tan  edificante  realidad. 

»Antes  del  día  23  se  habían  distribuido  por  la  ciudad  y  por  la  huerta 
unos  1 .500  programas,  invitando  en  ellos  la  junta  directiva  de  la  congrega- 
ción á  todas  las  señoras  de  la  localidad  á  que  asistieran  á  los  santos  Ejerci- 
cios para  aprovecharse  de  tan  celestial  beneficio. 

»E1  día  23  de  Octubre,  á  las  seis  y  media  de  la  tarde,  se  dio  principio 
al  retiro  espiritual  con  el  rezo  del  santo  Rosario  y  plática  preparatoria.  La 
concurrencia,  á  pesar  de  haber  varias  fiestas  en  otras  iglesias,  fué  notable, 
pues  se  llenó  la  Iglesia  los  días  24  y  siguientes:  á  las  seis  de  la  mañana  se 


182 
celebró  el  santo  Sacrificio  de  la  Misa  con  la  explicación  de  sus  misterios, 
siguiendo  después  la  meditación,  que  dirigía  un  padre  desde  el  pulpito,  y 
cantos  piadosos.  Numerosa  fué  siempre  la  concurrencia,  aunque  no  tanta 
como  por  las  noches,  porque  en  ellas  diríase  que  no  se  podía  pedir  ni 
desear  más,  pues  desde  el  primer  día  fué  ya  tal,  que  con  ser  la  iglesia  muy 
capaz,  se  llenaba  por  completo.  A  las  seis  se  rezaba  el  santo  Rosario,  se- 
guía la  plática  doctrinal  y  la  meditación,  y  se  intercalaban  los  cantos  piado- 
sos «Sálvame,  Virgen  María»,  «Santo  Dios»  y  «Perdón,  oh  Dios  mío». 

»EI  día  30,  domingo,  se  dio  fin  á  tan  santo  retiro.  A  las  siete  y  media 
hubo  Misa  de  comunión  general  que  celebró  el  limo.  Sr.  Vicario  Capitular 
Dr.  D.  Andrés  Díe,  en  la  que  se  distribuyeron  unas  mil  doscientas  cincuenta 
formas.  Si  á  éstas  se  agregan  las  de  las  misas  privadas  se  tendrá  un  contin- 
gente de  unas  1 .500  comuniones  de  solas  mujeres.  El  aspecto  que  ofrecía  el 
interior  del  templo  durante  la  comunión  era  hermosísimo.  Como  mil  Hijas 
de  María  ostentando  la  hermosa  cinta  blanca  y  azul  y  la  medalla  de  María 
Inmaculada,  presentaban  al  espíritu  del  atento  observador  el  emblema  de  la 
pureza  de  sus  almas. 

»A1  contemplar  el  buen  orden  y  compostura,  la  extraordinaria  devoción, 
el  bello  conjunto  con  que  sin  distinción  de  clases  se  acercaban  al  altar,  sím- 
bolo de  la  cristiana  caridad  que  en  la  congregación  florece;  nuestro  espíritu 
sentíase  transportado  á  aquellas  puras  regiones,  desdíjdonde,  en  tan  solem- 
nes momentos,  descendían  á  raudales  los  tesoros  de  la  gracia  para  vigorizar 
las  generosas  resoluciones  hechas  durante  los  santos  Ejercicios. 

»A  las  diez  y  media  se  verificó  la  solemne  ceremonia  de  la  imposición 
de  medallas,  acto  sencillo  pero  conmovedor,  en  que  unas  60  jóvenes,  al 
vestir  la  librea  de  María,  juraban  ante  su  altar  pelear  como  buenas  las  bata- 
llas del  Señor  contra  los  encantos  y  seducciones  del  mundo,  contra  los  ardi- 
des de  Satanás  y  contra  el  amor  sensual  y  mundano,  contra  ese  amor  que 
en  vez  de  introducir  los  elementos  de  vida  sobrenatural  en  el  seno  de  las 
familias,  no  hace  más  que  resucitar  el  paganismo  antiguo  y  la  idolatría  de 
la  materia. 

»E1  último  acto  de  los  santos  Ejercicios  resultó  espléndido,  grandioso 
y  sumamente  consolador.  Tuvo  lugar  por  la  noche.  En  los  días  anteriores  la 
imagen  de  Cristo  crucificado  que  se  destacaba  sobre  lienzo  negro  y  seis 
blandones  en  el  altar  era  el  único  adorno  del  culto;  pero  para  el  acto  del  úl- 
timo día  la  iglesia  estaba  profusamente  iluminada,  y  entre  muchísimas  luces 
del  altar  mayor,  resaltaba  la  hermosísima  imagen  de  la  Santísima  Virgen, 
que  tantas  gracias  había  derramado  y  estaba  derramando  entre  aquellas  sus 
hijas  predilectas.   La  concurrencia  fué  extraordinaria  como  en  las  noches 


183 

anteriores.  Cantó  por  la  tarde  la  congregación  el  Trisagio  mariano  de 
Albertí,  y  antes  del  sermón  el  Angelas  Domini  de  Mas  y  Serracant.  Es 
una  cosa  indescriptible  el  efecto  grandioso  que  produce  una  masa  coral 
compuesta  de  más  de  mil  voces  cantando  las  alabanzas  del  Señor  y  de  la 
Virgen.  El  sermón  tuvo  por  objeto  consolidar  las  resoluciones  tomadas  en 
los  días  precedentes. 

»Para  mayor  solemnidad  el  P.  Rector  del  colegio  fué  quien  dio  la  Ben- 
dición Papal,  acto  que  por  su  significación,  por  su  sencillez  y  gravedad  fué 
verdaderamente  patético.  Anuncióse  desde  el  pulpito  la  indulgencia  conce- 
dida; excitóse  á  los  oyentes  á  nuevos  actos  de  contricción,  y  al  oir  éstas  el 
pausado  Benedicat  vos  omnipotens  Deas  resonando  majestuoso  en  aquel 
silencio  sepulcral  que  reinaba  en  el  sagrado  recinto,  inclinábanse  más  de 
mil  frentes  para  recibir  en  sus  almas  emocionadas  la  lluvia  benéfica  de 
la  divina  gracia. 

»Pero  lo  más  admirable  y  sorprendente  fué  el  canto  de  la  Salve,  el 
cual  rayó  en  lo  sublime.  Recibida  la  Bendición  Papal,  las  mil  y  más  con- 
gregantes, con  todas  las  demás  personas  que  á  ellas  se  habían  asociado, 
pusiéronse  de  pie.  Reinaba  el  más  profundo  silencio.  Entonóse  por  una  sola 
voz  grave  y  pausadamente  la  Salve  Regina,  que  continuaron  todas  can- 
tando á  coro,  con  un  entusiasmo  religioso  que  llegaba  hasta  lo  más  profundo 
del  alma.  Iba  alternando  la  inmensa  masa  coral  con  un  pequeño  grupo  de 
tiples,  y  los  ecos  ora  suaves  ora  grandiosos  de  tantas  voces  llenaban  las 
bóvedas  del  magnífico  templo.  Débese  la  partitura  á  la  inspiración  del 
Mtro.  Albertí,  y  es  una  hermosa  composición  á  modo  de  Salve  Mont- 
serrat ¿na. 

»Una  cosa  entre  otras  llamó  mucho  la  atención  en  estos  Ejercicios,  y 
produjo  excelentes  resultados.  Nos  referimos  al  acto  que  siguió  á  la  medi- 
tación de  la  muerte.  Aquellos  afectos  para  bien  morir  debidos  á  una  joven 
que  se  convirtió  del  Protestantismo  á  los  15  años  y  á  los  18  moría  con  fama 
de  santidad,  conmovieron  de  tal  suerte  á  las  ejercitantes,  que  no  pocas 
derramaron  abundantes  lágrimas.  Estas  aumentaron  cuando  desde  el  altar, 
ante  el  Santísimo  expuesto,  el  P.  Director  de  la  congregación,  excitó  á 
todas  las  congregantes  á  perdonarse  mutuamente. 

»Todo  lo  que  se  diga  de  la  puntualidad  á  los  actos,  atención,  compos- 
tura y  recogimiento  en  los  mismos  quedará  siempre  muy  inferior  á  la  ver- 
dad, causando  especial  admiración  el  silencio  que  observaban  las  ejercitantes 
por  las  calles,  principalmente  á  la  entrada  y  salida  del  templo;  de  suerte 
que  siendo  muchas  más  de  mil,  no  se  oía  ni  una  sola  palabra. 

»¡Bien  por  la  congregación  de  Hijas  de  María  de  Oríhuela!  Que  el  Se- 


184 
ñor  se  digne  derramar  sobre  sus  almas  gracias  abundantísimas  para  llevar  á 
la  práctica  los  buenos  propósitos  que  han  concebido. 

»Por  lo  que  se  refiere  á  la  misma  congregación,  los  propósitos  que  for- 
man las  Hijas  de  María  son  la  asistencia  exacta  á  todos  los  actos  que  ella 
celebra,  la  puntualidad  y  constancia  en  la  vela  diaria  y  Misa  sabatina 
que  tiene  la  sección  de  la  Corte  de  honor  Mariana,  el  celo  ardiente  en  la 
enseñanza  del  catecismo  de  la  doctrina  cristiana  á  las  niñas,  y  en  una  pala- 
bra, el  mayor  empeño  en  conseguir  el  fin  propio  de  la  misma  congregación 
que,  como  es  sabido,  se  reduce  á  alcanzar,  por  medio  de  la  práctica  de  las 
virtudes  cristianas  y  de  la  devoción  á  la  Santísima  Virgen,  la  salvación 
y  perfección  de  todas  las  jóvenes  que  se  acogen  á  la  sombra  mil  veces  ben- 
dita de  su  purísimo  estandarte. 

»En  vista  de  todo  esto  ya  no  es  de  admirar  que  cada  día  sean  más  los 
que  piensan  seriamente  que  así  como  la  congregación  de  María  Inmaculada 
y  San  Luis  de  Barcelona  puede  proponerse  por  modelo  de  las  congrega- 
ciones de  esa  clase,  así  también  la  congregación  de  Hijas  de  María  de 
Orihuela  puede  servir  de  ejemplar  á  las  jóvenes  de  otras  ciudades».  Hasta 
aquí  la  narración  que  he  copiado  á  la  letra. 

Además  de  estos  Ejercicios,  tan  magníficos  y  de  una  importancia  tan 
extraordinaria,  para  la  vida  propia  de  toda  congregación  marlana,  todavía 
celebra  otros  Ejercicios  que  si  no  son  de  la  grandeza  é  importancia  externa 
que  los  arriba  descritos,  quizá  les  superan  en  intensidad  y  prácticas  conse- 
cuencias. Me  refiero  á  una  tanda  que  dura  ocho  días,  con  cuatro  actos  dia- 
rios, completo  apartamiento  de  ocupaciones  y  de  familia  y  el  mayor  recogi- 
miento posible. 

Habrá  advertido  V.  R.  que  en  algunas  de  las  mías  casi  no  hago  otra  cosa 
que  referirme  á  algunas  cartas  de  las  mismas  fervorosas  congregantes. 
Preguntará  tal  vez  V.  R.  ¿Estas  cartas  son  reales  ó  ficticias?  ¿Son  origina- 
les de  las  Hijas  de  María?  A  esta  pregunta  me  es  grato  responder  á  V.  R. 
diciendo  que  ellas  son  una  industria  de  su  incansable  padre  Director  el 
P.  Juan.  Tiene  este  padre  deseos  de  ir  enriqueciendo  poco  á  poco  el  Archivo 
de  la  congregación  de  buenos  y  auténticos  documentos.  Así  que  hace  ya  bas- 
tante tiempo  manifestó,  en  plena  junta  de  congregación,  el  deseo  que  tenía 
de  que  algunas  congregantes  refiriesen  á  sus  amigas  por  escrito  con  toda 
verdad  y  sencillez  lo  que  va  haciendo  la  congregación  durante  el  año,  encar- 
gándoles al  propio  tiempo  que  después  de  recibirlas,  y  leerlas,  fuesen  por 
las  interesadas  remitidas  á  las  que  las  escribieron  á  fin  de  que,  entregadas 
luego  al  P.  Director,  pudiesen  ser  archivadas.  El  P.  Juan,  sabiendo  mis 
deseos  de  dar  á  V.    R.  datos  sobre  esta  congregación,  con  su  exquisita 


185 

amabilidad  las  ha  puesto  todas  á  mi  disposición;  así  que  yo  no  desperdi- 
ciando este  tesoro,  más  bien  que  de  mi  propio  peculio  le  mando  algunos  de 
estos  preciosos  documentos. 

Aquí  va,  pues,  el  siguiente  sobre  los  Ejercicios  espirituales,  á  que  me 
he  referido  antes: 

«Hablaré  de  los  Ejercicios  pero  no  de  los  que  hacen  todas  las  Hijas  de 
María  por  Octubre  en  Santo  Domingo,  sino  de  otros  que  se  vienen  dando 
hace  seis  años  en  «Jesús-María»  por  la  cuaresma  expresamente  para  las 
congregantes  que  desean  hacerlos  con  más  recogimiento,  aunque  se  ad- 
miten también  algunas  señoras  que  lo  solicitan. 

»Unos  días  antes  invita  el  P.  Director  de  la  congregación  á  todas  las 
congregantes  que  cree  tienen  deseos  y  están  en  condiciones  de  hacerlos, 
y  esta  invitación  va  acompañada  de  otra  de  la  M.  Superiora  del  «colegio 
de  Jesús-María»,  en  que  les  ofrece  su  casa.  A  este  llamamiento,  no  todas, 
claro  está,  responden  del  mismo  modo;  porque  unas  se  apresuran  á  decir  que 
cuente  con  ellas,  pues  están  todo  el  año  pensando  cuándo  llegarán  esos  días 
tan  deseados  y  se  pasan  contando  los  meses  y  las  horas  que  faltan  porque 
les  parece  tardan  mucho  en  venir.  Otras  en  cambio,  contestan  ó  negativa- 
mente alegando  los  impedimentos  que  no  pueden  vencer,  ó  bien  con  alguna 
indecisión  ó  con  especiosos  pretextos  porque  les  cuesta  mucho  decidirse  á 
estar  todo  el  día  y  quedarse  por  la  noche,  y  no  se  encuentran  con  fuerza  de 
voluntad,  para  encerrarse  y  callar  tanto  tiempo;  y  sobre  todo,  y  esto  es  la 
causa  principal,  que  el  demonio  trabaja  mucho  durante  todo  este  tiempo 
tocando  todos  los  resortes  para  impedirnos  esta  obra  tan  provechosa  á  nues- 
tra alma.  Por  fin  triunfa  la  gracia  y  todas  las  que  están  indecisas  se  enco- 
miendan á  la  Virgen  y  se  resuelven  á  entrar  en  Ejercicios. 

»E1  26  de  Febrero,  era  el  día  señalado,  y  á  las  cinco  de  la  tarde  empe- 
zaron á  acudir  las  ejercitantes.  Nos  reunimos  en  una  sala  preparada  con  mu- 
cho gusto  para  hacer  todos  nuestros  actos.  Allí  empezamos  á  cambiar  im- 
presiones antes  que  sonara  la  campanilla  imponiéndonos  silencio.  Algunas 
reflejaban  en  su  rostro  la  alegría  que  sentían  dentro  de  su  corazón,  y  otras 
aparecían  como  forzadas  y  con  alguna  lucha  interior  que  no  podían  disimu- 
lar; pero  todas  resueltas  y  aun  satisfechas  de  reunirse  en  el  colegio  en  que 
han  estado  seis  ú  ocho  años  de  su  vida  y  recordar  los  buenos  tiempos  de  la 
infancia  que  pasaron  en  aquel  bendito  edificio.  Empezó  el  silencio  y  pasando 
á  la  capilla,  tuvimos  la  preparación. 

«Aunque  ligeramente  daré  alguna  idea  de  la  distribución  de  horas.  Des- 
pués de  levantarse,  ofrecimiento  de  obras  y  meditación,  habiendo  tomado 
los  puntos  la  noche  antes:  luego,  Misa,  examen,  rosario,  visita  al  Santísimo, 


186 
Vía-cmcis,  algún  rato  de  lectura  y  tiempo  libre,  que  lo  aprovechábamos, 
entre  otras  cosas,  bajando  al  jardín  para  saludar  á  la  Virgen  de  Lourdes  que 
está  en  la  gruta.  Aquello  es  hermosísimo;  pero  mucho  más,  la  paz  y  tran- 
quilidad que  se  disfruta  en  aquel  santo  retiro,  en  que  nadie  viene  á  turbar- 
nos ni  á  interrumpir  los  coloquios  con  Dios.  Únicamente  nos  encontramos 
con  alguna  que  otra  Madre  rezando,  lo  cual  en  lugar  de  causar  distracción, 
sirve  para  edificarnos  y  confundirnos  con  su  buen  ejemplo.  Durante  todo  el 
día  se  guarda  un  riguroso  silencio,  y  mientras  comemos  y  cenamos  oímos 
la  lectura  que  una  de  las  madres  nos  hace  hasta  que  terminamos. 

»De  las  meditaciones  y  pláticas  se  encargó  el  P.  Director  de  la  con- 
gregación que  es  incansable  en  todo  lo  que  pueda  conducir  á  nuestro  ade- 
lantamiento espiritual.  De  esto,  no  hay  nada  que  hablar  pues  no  acabaríamos 
nunca  si  empezara  á  contar  esa  habilidad  de  que  Dios  le  ha  dotado  para 
mover  los  corazones  y  hacerles  luego  emprender  otro  género  de  vida. 
¡Qué  meditaciones!  ¡Con  qué  fervor  y  recogimiento  estaban  todas  mientras 
el  padre  dirigía  la  palabra!  ¡Cuántos  propósitos  buenos,  y  cuántas  resolu- 
ciones se  hicieron  en  aquel  santo  retiro! 

«Conforme  se  pasaban  los  días,  íbamos  poniendo  más  interés;  y  los  ocho 
días  que  al  principio  nos  asustaban  tanto,  luego,  cuando  se  venía  acercando 
la  salida,  sentíamos  gran  pena  de  que  se  hubiesen  pasado  tan  pronto;  y  así 
como  cuando  se  empieza  parece  que  sobra  el  tiempo  y  que  en  los  ratos 
libres  no  se  sabe  qué  hacer  por  estar  indiferentes,  en  los  últimos,  el  tiempo 
falta  para  tanto  como  uno  descubre  haber  de  arreglar  en  su  interior:  mu- 
chas se  encontrarían  dispuestas  á  volver  á  empezar  para  aprovechar  mejor 
y  recuperar  el  tiempo  perdido. 

»Por  las  noches  al  terminar  la  última  meditación  había  exposición  menor, 
y  rezada  la  estación,  recibíamos  la  bendición  con  el  Santísimo.  Este  es  un 
acto  en  que  sentíamos  todas  gran  fervor  y  una  devoción  verdadera  y 
sensible. 

»Pasados  cuatro  ó  cinco  días  comienzan  las  confesiones  para  preparar- 
nos á  recibir  al  Señor  el  día  de  la  salida.  Entonces,  ya  estamos  satisfechas 
del  todo  porque  nuestra  conciencia  está  tranquila,  reconciliada  ya  con 
Dios.  El  primer  viernes  fué  la  comunión  de  despedida.  A  las  siete  empezó 
la  Misa,  y  cantaron  durante  ella  las  colegialas.  Al  acercarnos  á  recibir  al 
Señor  sentíamos  una  emoción  imposible  de  explicar,  una  alegría  santa  y  ver- 
dadera que  no  puede  compararse  con  la  que  disfrutamos  en  las  diversiones 
y  placeres  del  mundo.  ¿Qué  tienen  que  ver  los  goces,  teatros,  reuniones  y 
diversiones  del  mundo  comparadas  con  aquella  paz  y  tranquilidad  que  sen- 
tíamos en  nuestra  alma?  Eramos  tan  felices  en  aquellos  momentos  que  no 


187 
nos  hubiéramos  cambiado  por  ninguna  de  esas  personas  que  se  llaman  di- 
chosas. 

«Después  del  desayuno,  en  el  que  ya  tuvimos  permiso  para  hablar,  nos 
dio  el  padre  unas  hojitas  como  recuerdo  de  los  Ejercicios.  Nos  despedimos 
de  las  madres  y  de  las  demás  ejercitantes,  y  quedamos  conformes  en  vol- 
ver á  reunimos  allí  el  año  que  viene. 

»Yo  creo  que  los  Ejercicios  se  han  hecho  muy  bien  y  se  ha  sacado  bas- 
tante fruto,  porque  todas  salían  contentísimas  y  dispuestas  á  poner  en 
práctica  todo  lo  bueno  que  han  oído  durante  ese  tiempo. 

» ¡Benditos  sean  los  Ejercicios!  y  ¡bendito  el  día  que  entré  á  hacerlos!» 
Hasta  aquí  la  relación  de  una  Hija  de  María. 

En  los  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

Siervo  en  Cto.. 

JHS. 

Juan  Nepomuceno  Peris,  S.  J. 


CARTA    SEXTA.  -  FIESTA    DE    LA    INMACULADA. 
CAPILLA   MARIANA 


Amadísimo  en  Cto.  P.  Socio: 

Después  de  decir  á  V.  R.  en  mi  últimas  dos  palabras  sobre  los  Ejerci- 
cios espirituales  de  las  Hijas  de  María,  voy  en  ésta  á  apuntarle  algo  sobre 
la  fiesta  anual  de  «la  Inmaculada»  titular  de  la  congregación. 

Los  Ejercicios  espirituales  que  se  hacen  cada  año  durante  ocho  días 
sirven  admirablemente,  como  dije  á  V.  R.  en  mi  anterior,  para  renovar  y 
conservar  muy  vivo  en  todas  las  congregantes  el  espíritu  de  la  congrega- 
ción; pero  estas  otras  fiestas  exteriores  manifiestan  á  toda  la  ciudad  su  vida 
exuberante,  su  buena  organización  y  sobre  todo  son  un  medio  poderosí- 
simo de  atracción. 

Aquí  van  algunos  datos  sobre  la  fiesta  del  13  de  Diciembre  de  1908, 
que  aunque  parecida  á  la  de  otros  años,  revistió  en  dicho  año  alguna 
novedad. 

Con  un  mes  de  anticipación  expuso  el  P.  Director  á  las  congregantes 
su  deseo  de  que  en  la  próxima  fiesta  se  cantase  por  todas  las  congregantes 


188 

una  misa  coral.  No  era  empresa  fácil  el  que  un  millar  de  Hijas  de  María  y 
en  tan  poco  tiempo  saliesen  con  su  intento,  pero  lo  lograron;  bien  dicen 
ellas  que  no  hay  obra  para  las  Hijas  de  María  de  Orihuela  que  ayudadas 
por  su  Madre  celestial,  una  vez  la  comiencen,  que  no  la  lleven  á  cabo.  Oiga 
V.  R.  un  parrafito  extractado  de  una  carta: 

«No  puede  nuestra  congregación  tratar  algo  de  importancia  en  Ori- 
huela sin  que  todo  el  mundo  se  ocupe  de  nosotras,  haciendo  mil  comen- 
tarios en  visitas  y  reuniones.  Esto  mismo  sucedió  con  lo  de  la  misa  coral. 
Unos  decían  que  la  iglesia  de  Santo  Domingo  parecería  aquel  día  un  ga- 
llinero, otros  que  la  tal  propuesta  era  un  disparate  mayúsculo,  otros  que 
era  absolutamente  imposible  el  que  jóvenes  de  tan  distinguida  posición 
y  algunas  sin  instrucción  ninguna,  hubiesen  de  componer  la  masa  coral  y 
cantar  en  latín  no  sabiendo  algunas  ni  leer  el  castellano;  otros,  que  el 
entusiasmo  que  tenemos  por  nuestra  congregación  no  nos  dejaba  ver 
la  realidad  del  disparate,  que  nuestros  alardes  eran  solamente  ilusiones 
de  las  que  tocaríamos  las  consecuencias  el  día  del  fracaso:  hasta  perso- 
nas de  respeto,  temerosas  por  tanto  como  oían  decir,  nos  dijeron  que  era 
obligación  nuestra  ir  algunas  en  comisión  al  P.  Director  á  pedirle  que  de- 
sistiera de  su  empeño:  que  se  preparaban  muchos  curiosos  para  oirnos, 
que  si  lo  hacíamos  mal,  saldríamos  derrotadas,  y  que  nos  pondrían  en 
los  periódicos  y  qué  se  yo  cuántas  cosas  más.  Fácil  cosa  es  adivinar  cuál 
fuera  nuestra  confusión  al  oir  tantos  pareceres  en  contra;  pero  ¡cá!...  las 
Hijas  de  María  de  Orihuela  no  retroceden  nunca  cuando  se  trata  de  obras 
de  la  gloria  de  Dios;  ¡eso  quisieran  ellos!  Ensayamos  con  un  entusiasmo 
sin  igual:  era  de  ver  cómo  á  las  mil  y  pico  de  congregantes,  cada  una  con 
nuestro  papel  en  la  mano  las  que  sabían  leer  y  las  que  no,  á  fuerza  de  oir  y 
fijándose  en  que  la  nota  subía  ó  bajaba,  nos  seguían  muy  bien  á  las  demás. 
Llegó  el  día  deseado.  A  las  siete  fué  la  misa  de  comunión  general,  que  dijo 
el  muy  ilustre  Sr.  Dr.  D.  Andrés  Díe,  canónigo  lectoral.  La  comunión,  con- 
curridísima como  siempre.  A  nosotras  ya  no  nos  llama  esto  la  atención  por- 
que estamos  acostumbradas  á  verlas  casi  tan  lucidas  todos  los  meses,  pero 
este  día  se  encontraba  en  el  colegio  un  sacerdote  forastero,  y  habiendo 
presenciado  desde  el  coro  la  comunión,  nos  dijo  después  á  algunas,  que 
nunca  había  visto  una  comunión  que  le  hubiese  entusiasmado  tanto,  no  ya 
sólo  por  el  gran  número  de  congregantes,  sino  por  la  disposición  que 
guardamos  en  la  iglesia  y  el  orden  con  que  vamos  á  comulgar  siendo  tantas, 
más  de  mil. 

A  las  diez  comenzó  la  misa  solemne,  nuestra  misa,  que  celebró  el  ca- 
nónigo Sr.  Puerto,  chantre  de  la  Catedral,   cantándose  la  misa  coral  «de 


Pío  X»,  música  del  Mtro.  Vilaseca.  Al  entonar  los  Kijries  todas  temblá- 
bamos de  pies  á  cabeza.  Pero  nosotras  adelante;  este  mismo  temor  nos 
ayudaba  para  no  distraernos  y  poner  toda  nuestra  atención  en  lo  que  ha- 
cíamos sin  mover  los  ojos  del  papel  que  teníamos  en  la  mano.  Siguió  el 
«Gloria»  y  el  «Credo»  y  el  «Sanctus»,  y  conforme  íbamos  cantando  reco- 
bramos la  serenidad  y  lejos  de  arredrarnos  proseguíamos  aun  con  más  ardor 
cada  vez  y  con  más  entusiasmo  al  ver  que  salía  mejor  de  lo  que  se  esperaba: 
el  templo  parecía  un  cielo.  Más  de  mil  voces,  todas  á  una,  llenaban  las  bó- 
vedas de  Santo  Domingo.  Resultó  tan  bien  que  es  cosa  providencial;  como 
muchas  congregantes  decían  al  salir,  parecía  que  la  Virgen  Santísima, 
nuestra  Madre,  cantaba  con  nosotras.  Con  este  golpe  los  malos  quedaron 
confundidos  y  los  buenos  convencidos  una  vez  más  de  que  las  Hijas  de  Ma- 
ría de  Orihuela,  ayudadas  de  su  Madre,  siempre  que  quieren  tienen  medios 
para  hacer  enmudecer  y  dominar  á  aquéllos.  Así  nos  lo  dijeron  después  mu- 
chas personas  al  darnos  la  enhorabuena:  «Vaya,  vaya  con  las  Hijas  de  Ma- 
ría, que  hacéis  lo  que  queréis».  «Pues  no  faltaba  más!»,  respondieron 
algunas,  «hubiese  sido  esta  la  primera  vez  que  nuestro  Director  propone 
una  cosa  y  no  salir  con  ella.  Porque  como  el  padre  todo  lo  pone  en  manos 
de  la  Virgen  Santísima,  esta  buena  Madre  no  puede  dejar  de  favorecer  al 
que  tanto  trabaja  por  el  bien  de  su  congregación.  Por  eso  está  tan 
floreciente».  Hasta  aquí  la  carta. 

El  sermón  lo  predicó  el  P.  Joaquín  Vila,  y  cierto  que  no  desdijo  de  la 
fiesta.  Tuvo  pensamientos  delicadísimos:  hizo  hacia  el  fin  un  paralelo  entre 
la  congregación  de  jóvenes  barceloneses  y  la  de  las  Hijas  de  María 
de  Orihuela,  que  animó  á  estas  jóvenes  congregantes. 

La  función  de  la  tarde  comenzó  á  las  tres:  siguiéronse  la  exposición  de 
su  divina  Majestad,  trisagio  mariano  cantado,  como  la  misa,  por  toda  la 
congregación.  Sermón  por  el  P.  Juan  de  la  Cruz  Eizaguirre,  que  colmó  los 
deseos  del  auditorio  por  su  fervor  y  su  elocuencia.  La  procesión  grandiosa: 
una  pública  manifestación  de  la  vida  de  la  congregación.  Suele  recorrer  los 
claustros  del  colegio,  sale  á  la  calle  por  la  puerta  que  llamamos  de  la  «Uni- 
versidad» y  entra  por  la  de  la  Iglesia.  Llama  poderosamente  la  atención  la 
modestia  que  guardan  estas  jóvenes  congregantes  durante  todo  el  trayecto, 
cumpliendo  á  la  letra  los  avisos  del  padre.  «¡Cómo  nos  acordábamos  de  aquel 
estribillo  que  nos  repite  cada  año!:  «los  ojos  en  el  suelo  y  el  corazón  en  el 
cielo»  y  aquellos  otros:  «miren  Vds.  que  cada  una  de  ustedes  lleva  hoy  la 
honra  de  la  congregación»;  «acuérdense  que  hay  mil  ojos  que  las  observan»; 
«no  olviden  que  andarán  Vds.  presididas  por  su  buena  Madre  la  modestí- 
sima Virgen  María»  y  otras  que  fácilmente  ya  recuerdan    de  un  año  para 


190 

otro.  Y  á  fe  que  todos  estos  avisos  son  bien  menester;  pues  al  salir  por  la 
puerta  de  la  «Universidad»  hay  que  pasar  por  una  fila  apiñada  de  hombres 
y  cada  uno  dice  lo  que  se  le  ocurre;  pero,  no  hay  cuidado  que  ninguna 
vuelva  la  cabeza:  «los  ojos  en  el  suelo  y  el  corazón  en  el  cielo»....  El  orden, 
el  de  siempre.  El  primer  estandarte  lo  llevaban  una  sub-directora  y  dos 
Hijas  de  María  sin  cargo,  el  segundo  tres  sin  cargo,  el  tercero  dos  sub- 
directoras  y  una  congregante;  el  cuarto  tres  sub-directoras  y  el  quinto  tres 
de  la  junta  directiva.  La  estatua  de  la  Inmaculada  era  llevada  por  cuatro 
militares,  según  costumbre:  de  capa  un  señor  canónigo  y  cerrando  la  pro- 
cesión el  P.  Rector  con  el  señor  teniente  coronel  y  con  el  juez  de  pri- 
mera instancia,  acompañados  de  la  banda  de  música.  La  entrada  de  la  pro- 
cesión en  la  iglesia  es  un  acto  que  impone  y  conmueve  de  veras  y  una 
manifestación  de  lo  que  el  pueblo  de  Orihuela  quiere  á  la  Santísima  Virgen. 
Estos  días  sí  que  se  siente  una  llenar  de  creciente  entusiasmo  para  trabajar 
más  aun,  si  cabe,  por  nuestra  querida  congregación. 

»A1  fin  se  cantó  una  Salve  y  después  subió  al  pulpito  nuestro  P.  Direc- 
tor, á  leer  el  siguiente  telegrama  de  Su  Santidad:  «Director  Hijas  de  Ma- 
ría, Orihuela,  España.  Agradecido  nuevo  testimonio  adhesión.  Su  Santidad, 
bendice  Hijas  de  María  y  sus  familias  en  esta  hermosa  fiesta  de  la  Purísi- 
ma.—Card.  Merry  del  Val». 

»Se  me  olvidaba  decir  que  en  esta  fiesta,  quiso  la  Santísima  Virgen 
probar  un  poquitín  la  confianza  de  ías  buenas  congregantes,  difiriendo  lo 
que  habíamos  pedido  á  Roma.  Como  ésta  nuestra  fiesta,  la  hacemos  el  do- 
mingo siguiente  de  la  Inmaculada  y  por  caer  siempre  en  domingo  de  ad- 
viento, no  se  puede  decir  misa  de  la  Virgen;  este  año,  con  eso  de  la  misa 
coral,  escribió  el  padre  á  Roma.  Los  días  se  iban  pasando  y  el  permiso  no 
venía.  Llegó  la  víspera  y  el  permiso  ni  por  esas;  hasta  la  misma  víspera  por 
la  noche  no  se  recibió  contestación;  nos  lo  han  concedido  para  diez  años». 
Todo  esto  es  de  la  aludida  Hija  de  María. 

Ya  que  he  hablado  á  V.  R.  de  la  misa  coral,  dos  palabras  y  termino, 
sobre  la  Capilla  mariana  que  está  haciendo  un  bien  inmenso  en  Orihuela. 
Por  dos  fines  ha  sido  fundada  por  el  padre  Director.  El  1 .°,  para  que  todas 
las  Hijas  de  María  se  aficionen  al  canto,  sobre  todo  al  canto  gregoriano, 
y  así  puedan  en  sus  funciones  poner  en  práctica  los  deseos  de  Su  Santidad 
el  Papa  Pío  X;  el  2.^,  desterrar  de  nuestra  hermosa  tierra  las  inmundas 
canciones  del  circo  y  del  teatrucho.  Se  han  hecho  ya  prodigios  en  el  canto 
de  la  misa  coral  y  del  trisagio.  Hay  ya  ensayados  además  un  Te-Deum  co- 
ral magnífico  para  las  funciones  extraordinarias;  una  Salve  á  la  Virgen,  muy 
preciosa;  motetes  al  Santísimo  en  latín,  de  lo  más  clásico  y  según  el  mo/u 


191 

proprio.  El  Ángelus  Domini  de  Mas  y  Serracant,  el  Anima  Christi  del 
mismo,  dedicado  al  rector  del  colegio  de  Barcelona,  R.  P.  Juan  Capel!, 
Millet,  Haller,  J.  Mohr,  etc.  Para  el  segundo  fin  se  ensayan  algunas  barca- 
rolas y  no  sé  cuántas  canciones  populares,  á  fin  de  que  puedan  cantarse  en 
los  talleres  y  reuniones.  El  salón  de  actos  del  colegio  de  Jesús-María,  lugar 
de  los  ensayos  no  pocas  veces,  se  ve  concurridísimo  por  las  señoras  de 
Orihuela,  atraídas  tan  sólo  por  el  entusiasmo  con  que  estas  jóvenes  suelen 
cantar.  Estos  ensayos  llevan  otro  fruto,  y  es  atraer  á  la  congregación  al- 
gunos elementos  distanciados.  Chicas  que,  antes  raras  veces  se  acercaban 
á  ella,  hoy  ponen  empeños  y  solicitan  cargos  y  asisten  con  puntualidad  de- 
bida á  la  Capilla  mañana,  que  con  tanto  cuidado  lleva  adelante  sus  ensa- 
yos. «¿Cuándo  se  ha  visto,  escribía  una  Hija  de  María,  cuando  se  ha  visto 
en  Orihuela  en  días  de  Carnaval  dejarse  la  música,  abandonar  la  glorieta  y 
las  máscaras  para  venir  ellas  mismas  á  pedir  el  ensayar?» 

Por  las  calles  y  plazas,  ya  no  oiría  V.  R.  más  que  trozos  de  la  Misa 
que  se  cantó  por  la  Inmaculada.  En  las  casas  durante  las  labores,  trozos  del 
«Te-Deum»,  «Bendita  sea  tu  pureza»,  el  «Jesús,  José  y  María  del  catecis- 
mo», etc.  Jóvenes  que  antes,  en  sus  faenas,  no  cantaban  más  que  trozos  de 
zarzuelas  libres  y  profanas,  y  auna  veces  peligrosas,  hoy...  <'liturgia  pura». 
Aún  las  niñas  en  sus  corrillos  y  juegos  han  sustituido  sus  antiguos  cantos 
por  otros  como:  El  caballo  de  cartón,  La  lagartija,  Los  soldados,  El 
caracol,  Las  letras,  etc.,  tomadas  todas  ellas  de  la  coleción:  «Peque- 
ños cantores»,  traducción  de  «Cancons  pera  la  mainada»  de  Mas  y  Serra- 
cant, canciones  que  les  enseñan  sus  instructoras  en  los  catecismos  y  reunio- 
nes. Son  estas  Hijas  de  María  jóvenes  de  acción  y  muy  celosas  de  la  gloria 
de  Dios. 

Adiós,  mi  querido  P.  Socio. 

En  los  SS.  SS.  y  00.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

Affmo.  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Juan  Nepomuceno  Peris,  S.  J. 


192 


CARTA  SÉPTIMA. -VARIAS  OBRAS  DE  LA  CONGREGACIÓN 

Mi  muy  amado  en  Cristo  P.  Socio:  Como  quiera  que  aun  no  he  dicho 
nada  á  V.  R.  de  otros  varios  trabajos  de  esta  benemérita  Congregación,  no 
resignándome  á  pasarlos  por  alto,  me  ha  parecido  por  no  hacerme  intermi- 
nable, reunirlos  en  esta  última  carta.  Así,  al  poner  punto  final  á  estos  datos 
que  he  apuntado  en  mis  anteriores,  no  dejo  en  el  tintero  la  relación  de  he- 
chos edificantes  que  sin  duda  gustarán  á  V.  R.  Ocupa  el  primer  lugar  la 
Corte  de  Honor  Mariana,  sección  cuyo  objeto  es  tributar  á  la  Sma.  Vir- 
gen un  culto  diario  y  rogar  á  la  celestial  Señora  principalmente  por  las  ne- 
cesidades y  obras  de  la  congregación.  Pertenecen  á  ella  las  Hijas  de  María 
que  voluntariamente  dan  su  nombre,  y  están  distribuidas  en  grupos  ó  turnos 
de  vela  diaria  que  se  suceden  de  media  en  media  hora  ante  el  altar  de  la 
Virgen.  A  las  seis  y  media  de  la  mañana  entra  el  primer  turno,  y  el  último 
termina  al  concluir  las  misas  de  la  iglesia,  y  los  sábados,  en  vez  de  uno  son 
tres  los  turnos  en  cada  media  hora.  La  Corte  de  Honor  cuida  también  de  las 
lámparas  que  arden  día  y  noche  continuamente  ante  el  altar  de  la  Virgen  de 
la  congregación.  Se  encienden  además  cuatro  cirios  durante  las  misas  en  los 
días  ordinarios,  seis  en  los  días  de  segunda  ciase  y  ocho  ó  más  en  los  días  de 
primera  y  de  gran  solemnidad.  Todos  los  sábados  durante  una  misa,  titula- 
da «Misa  sabatina»,  de  la  cual  hablaré  después,  hay  en  el  altar  de  la  Virgen 
una  buena  iluminación;  se  encienden  asimismo  las  arañas,  y  no  bajan  de  cin- 
cuenta las  velas  que  arden  ante  el  altar  de  la  hermosísima  imagen  de  María. 

Todos  los  sábados  á  las  7  celebra  el  P.  Director  la  Misa  en  el  «Itar  de 
la  congregación,  con  acompañamiento  de  armonium,  durante  la  cual  se  leen 
piadosas  meditaciones  y  la  «Felicitación  sabatina».  Terminada  ésta,  se  re- 
parte, no  sólo  entre  las  Hijas  de  María,  sino  también  á  todas  las  demás 
personas  que  hay  en  la  iglesia,  la  «Hoja  parroquial»,  publicación  que  tanto 
bien  está  haciendo  en  toda  la  diócesis  de  Orihuela.  Es  increíble  el  fervor 
con  que  asisten  á  la  misa  sabatina  estas  congregantes,  habiendo  de  hacer 
algunas  de  ellas  no  pequeños  sacrificios.  Para  dar  á  V.  R.  idea  más  exacta 
de  todo  ello,  copiaré  una  de  las  cartitas  del  archivo:  «La  misa  sabatina  es 
uno  de  los  actos  ordinarios  más  hermosos  de  la  congregación.  La  verdad,  es 
que  nos  cuesta  un  poco  el  asistir  con  puntualidad,  por  los  sacrificios  que 
esto  supone;  pero  con  la  ayuda  de  Dios,  y  pensando  que  á  donde  vamos,  no 
es  á  ninguna  diversión  mundana  que  tan  frío  deja  el  corazón;  sino  que  es  á 


193 

la  casa  de  Dios,  á  postrarnos  ante  aquel  altar,  ante  aquella  imagen  bendita 
que  nos  llama  para  alegrarse  con  nuestras  alegrías  y  entristecerse  con  nues- 
tras penas,  entonces  no  podemos  menos  de  acudir  con  alegría  y  sin  demora 
alguna.  A  las  seis  y  media  se  da  el  primer  toque,  y  á  las  siete  empieza  la 
misa  quedando  el  altar  sencillo  y  elegante,  con  multitud  de  cirios  ardien- 
do, y  la  capilla  llena  de  Hijas  de  María.  Y  no  sólo  son  éstas  las  que  acuden 
presurosas  al  toque  de  la  campana,  sino  también  muchas  señoras  y  mujeres 
casadas  y  hombres,  los  cuales  á  veces  no  caben  en  la  capilla  y  se  ven  obli- 
gados á  estar  fuera  con  gran  pesadumbre  y  sentimiento. 

»A1  empezar  la  misa  nos  ponemos  las  cintas  y  medallas;  el  armonium  da 
los  primeros  acordes;  un  grupo  de  niñas  entona  con  sus  tiernas  y  delicadas 
voces  el  «Ave  María  purísima»  y  todas  respondemos  á  coro  «Sin  pecado 
concebida».  Aquello  es  en  un  cielo. 

»Las  Hijas  de  María,  hacen  la  vela  en  sus  reclinatorios  con  sus  hermo- 
sas cintas,  que  para  todas  es  el  distintivo  de  más  valor  y  el  que  más  apre- 
cian. Con  la  cinta  y  por  la  cinta  de  la  congregación  nos  vemos  libres  de  los 
lazos  que  nos  tiende  el  enemigo  y  el  temor  de  perderla  nos  hace  abste- 
nernos de  diversiones  y  sobre  todo  de  bailes,  tan  perjudiciales  para  las  jó- 
venes. 

«Después  de  la  misa,  repartimos  la  «Hoja  parroquial»,  y  algunas  de  las 
señoras  que  vienen  á  participar  del  bien  y  provecho  espiritual  de  nuestra 
íunción,  nos  piden  dos  ejemplares,  uno  para  sus  familias  y  otro  para  sus  la- 
bradores. Las  mujeres  y  los  hombres  nos  las  quitan  de  las  manos;  ¡tanto  la 
desean!  A  veces  los  pobres  que  hay  á  la  puerta  de  la  iglesia  pidiendo  limos- 
na, terminada  la  misa  á  la  hora  de  costumbre,  como  tocados  por  un  resorte, 
vienen  también  á  recoger  la  suya.  Bien  puedo  decir  que  no  es  este  el  me- 
nor de  los  medios  que  tenemos  establecidos  para  la  sección  de  propaganda. 
Pero  volviendo  á  lo  de  la  misa  ¡ay!  qué  actos  tan  hermosos  tiene  nuestra 
congregación.  ¡Qué  actos  más  fervorosos  y  santos!  ¡Cómo  nos  hacen  derra- 
mar lágrimas  de  ternura!  En  verdad  que  esto  enfervoriza  más  que  un  ser- 
món dicho  por  el  más  sabio  y  elocuente  orador.  Algunas  no  podríamos  vivir 
sin  estos  días  tan  felices.  ¿Verdad? 

»Me  decía  una  congregante  que  como  su  madre  está  casi  siempre  en- 
ferma, se  pasa  parte  de  los  días  sin  venir  á  visitar  á  nuestra  Virgen;  pero 
¡especial  providencia  de  Dios!  los  sábados  siempre  mejora;  ella  lo  atribuye 
y  con  razón  á  una  gracia  que  la  celestial  Señora  le  concede  para  que  no 
falte  á  la  misa  sabatina. 

»Los  primeros  sábados  de  mes  reviste  la  misa  sabatina  alguna  nove- 
dad. Es  misa  de  comunión  general  para  la  sección  de  la  Corte  de  Honor,  y 

13 


194 

durante  ella  tiene  lugar  la  distribución  y  reparto  de  los  patronos  de  mes, 
Si  alguna  no  puede  asistir  reclama  después  su  patrono.  Terminadas  las  tres 
«ave  marías»,  después  de  la  misa,  el  P.  Director  reza  en  voz  alta  delante 
del  altar  la  letanía  de  los  santos,  con  todas  las  demás  preces  que  acompa- 
ñan, á  las  que  responden  las  Hijas  de  María,  y  para  ello  se  les  ha  propor- 
cionado un  librito  donde  las  tienen  completas.  ¿Cómo  os  arregláis,  pregun- 
taba una  señora  á  una  Hija  de  María,  para  rezar  en  latín?  «No  me  diga 
V.  nada,  la  contestó  ésta.  ¡Qué  apuros  nos  pasábamos  las  primeras  veces 
con  el  dichoso  latín!  ¡Cuánto  disparate  al  principio!  pero  ahora  lo  pronun- 
ciamos tan  bien  que  parecemos  unas  latinas,  ni  más  ni  menos  que  si  fuéra- 
mos monjas  de  coro.  Dios  sabe  los  ensayos  que  ha  costado.  Todo  lo  debe- 
mos después  de  Dios  y  de  nuestra  Madre  Santísima,  al  P.  Director,  que  no 
se  arredra  por  dificultad  alguna  en  razón  de  que  salgamos  airosas  de  nues- 
tra empresa.  Su  fin  es  que  la  congregación  se  ajuste  en  todo  á  lo  que  fue- 
ron las  antiguas  congregaciones  marianas,  y  no  vive  sino  pensando  qué 
adelantos  sacará,  qué  inventará  para  mayor  gloria  de  Dios  y  lustre  de  nues- 
tra amada  congregación.  Todo  sea  por  la  Virgen  Santísima.  Todos  los  días 
la  visitamos;  no  quisiéramos  nunca  separarnos  de  ella.  Siempre  nos  parece 
muy  hermosa;  pero  los  sábados  ¿qué  quiere  V.  que  le  diga?,  parece  que  de- 
rrama más  gracias  y  bendiciones  sobre  todos».  Este  es  el  parrafito  de  la 
carta. 

El  fruto  práctico  más  inmediato  y  digno  de  toda  alabanza  que  ha  tenido 
esta  sección  de  la  Corte  de  Honor  Mariana  y  Misa  sabatina,  además  de 
aficionar  más  y  más  á  las  Hijas  de  María  al  amor  y  devoción  á  su  madre 
Santísima,  ha  sido  aumentar  notablemente  la  devoción  y  amor  á  Jesús  por 
medio  de  la  Sagrada  Comunión. 

Muchas  eran  las  Hijas  de  María  que  recibían  con  frecuencia  y  aun  dia- 
riamente el  sagrado  Cuerpo  de  Cristo,  pero  desde  que  nuestro  Santísimo 
Padre  el  Papa  Pío  X  ha  promovido  esta  práctica,  puede  decirse  que  son 
muchísimas,  y  entre  ellas  se  cuentan  niñas  de  doce  y  trece  años,  de  quienes 
podría  afirmarse  que  Cristo  ha  tomado  posesión  de  sus  corazones  por  medio 
de  la  comunión  cotidiana,  antes  que  el  demonio,  y  el  mundo  hayan  podido 
penetrar  en  ellos.  Casi  todas  las  Hijas  de  María,  que  se  llegan  cotidianamen- 
te á  la  Eucaristía,  comulgan  en  la  misa  de  las  7  que  viene  á  ser  como  la  mi- 
sa diaria  de  la  congregación,  durante  la  cual  se  encienden  cuatro  ó  seis  ve- 
las por  lo  menos  en  el  altar  de  la  misma.  No  todas  pueden  venir  á  comulgar 
á  nuestra  iglesia;  pero  el  hecho  es,  y  muy  consolador,  que  hay  en  ella  como 
unas  doscientas  congregantes  de  comunión  diaria.  Además,  un  buen  número 
de  ellas  comulgan  dos  y  tres  veces  por  semana;  muchas  comulgan  cada  quin- 


195 
ce  días  y  todas  mensualmente;  de  este  modo  las  comuniones  generales  de  la 
congregación  en  el  segundo  domingo  de  cada  mes,  resultan  de  700,  800  y 
más;  á  parte  de  que  las  jóvenes  que,  ó  por  estar  sirviendo  como  criadas  ó 
por  otros  motivos,  no  pueden  asistir  á  esta  misa,  comulgan  en  las  ante- 
riores. En  resumen:  las  comuniones  de  las  Hijas  de  María,  ascienden,  por 
término  medio,  á  ocho  mil  todos  los  meses,  que  al  año  suman  un  núme- 
ro de  más  de  noventa  mil.  Para  fomentar  esta  práctica  tan  deseada  de 
Cristo  y  de  su  Iglesia  se  han  repartido  á  millares  las  hojitas  de  propa- 
ganda con  las  gracias  y  privilegios  de  la  comunión  diaria  y  con  un  re- 
sumen del  Decreto  Tridentina  Synodus  de  la  Sagrada  congregación  del 
Concilio.  Esta  propaganda  no  sólo  ha  producido  magníficos  resultados  entre 
las  Hijas  de  María,  mas  también  ha  hecho  efecto  saludable  y  muy  notorio 
en  otras  muchas  personas  y  hasta  en  otras  asociaciones  de  dentro  y  fuera 
de  Orihuela.  Porque  hay  que  notar,  y  esto  tiene  capital  importancia,  la  ma- 
ravillosa influencia  que  tiene  esta  floreciente  congregación  en  todo  lo  bue- 
no; puede  afirmarse  que  es  el  medio  más  poderoso  que  tiene  aquí  la  piedad 
cristiana  para  su  conservación  y  aumento.  Vayan  algunos  datos  que  proba- 
rán á  V.  R.  mi  aserto. 

Y  sea  el  primero,  la  función  de  desagravios  que,  con  motivo  de  las 
blasfemias  proferidas  en  el   Congreso  de  diputados  por  el  impío  Azzati 
contra  la  Santísima  Virgen,  nuestra  Madre  queridísima,   organizaron  estas 
Hijas  de  María,  que  fué  verdaderamente  la  admiración  de  cuantas  personas 
asistieron  á  ella.  En  el  mornento  que  estas  congregantes  leyeron  en  los  pe- 
riódicos la  vil  ofensa  inferida  á  la  Madre  de  su  corazón,  acordaron  reunirse 
en  junta,  como  lo  hicieron,  y  al  efecto  imprimiéronse  unas  hojas  de  invita- 
ción que  repartieron  las  más  principales  en  grupos  de  tres  en  tres  por  las 
calles  y  por  la  huerta  de  Orihuela.  Era  de  ver  cómo  en  un  día  pusieron  en 
movimiento  á  todos  los  vecinos  de  la  ciudad  y  de  toda  esta  hermosa  vega. 
No  quedó  ni  una  sola  casa  sin  hoja;  hasta  los  radicales  se  las  pedían  por  las 
calles  y  las  leían  con  atención  y  respeto,  aunque  no  faltaron  algunos  más 
osados  que  al  tomarlas  en  sus  manos,  llenos  de  rabia  y  de  coraje,  las  rom- 
pieron en  presencia  de  las  valientes  congregantes.  Pero  éstas  sin  'desalen- 
tarse,  antes  con  más  valor  siguieron  su  reparto.   Los  ordinarios  de  los 
pueblos  vecinos,  el  sábado  por  la  noche,  víspera  de  la  función  vinieron 
á  llevárselas  por  paquetes.  Para  que  pueda  V.  R.  formarse  idea  de  lo 
que  fué  esta  magnífica  fiesta  voy  á  trasladar  aquí  parte  de  la  hoja.   «¡Se  ha 
blasfemado  de  la  Virgen  Santísima!»  decía.  «El  impío  diputado  por  Valen- 
cia, el  italiano  Azzati,  ha  pretendido  descargar  su  incultura  en  el  Con- 
greso de  los  diputados,  y  con  un  cinismo  y  desvergüenza  impropios  de 


196 

cualquier  concurrencia  bien  educada,  ha  llegado  en  su  insolencia  á  tomar 
en  su  blasfema  boca  el  nombre  de  María,  ultrajándola  en  sus  prerrogativas 
más  excelsas. 

»Contra  las  blasfemias  de  Azzati  han  formulado  enérgicas  protestas 
varias  agrupaciones  católicas  de  Valencia,  pero  es  menester  que  las  Aso- 
ciones  todas,  por  lo  menos  las  marianas.  de  España,  se  unan  á  ellas  y  levan- 
ten su  voz,  y  hagan  saber  á  la  impiedad  entera  que  hay  huestes  cristianas 
que  sabrán  defender,  incluso  con  sus  vidas,  el  honor  ultrajado  de  la  Virgen 
Inmaculada. 

»Las  Hijas  de  María  de  Orihuela,  heridas  en  sus  más  vivos  sentimien- 
tos, con  motivo  de  tan  horribles  blasfemias  lanzadas  contra  su  Madre  Santí- 
sima por  un  miserable  advenedizo,  admitido  por  misericordia  en  la  Cámara 
española,  no  pueden  menos  de  protestar,  como  protestan  con  todo  el  ardor 
de  su  alma:  y  al  efecto  celebrarán  una  solemne  función  de  desagravio  el  día 
2  de  abril  en  la  iglesia  de  Sto.  Domingo.  Y  cúmpleles  por  un  deber  de  Hi- 
jas invitar  á  ella  á  todas  las  personas  y  entidades  católicas  de  esta  ciudad, 
deseosas  de  volver  por  el  honor  de  María  y  vindicar  la  gloria  por  la  Reina 
de  los  Cielos. 

¡Viva  María  Inmaculada! 

¡Viva  la  Reina  de  los  Angeles! 

¡Viva  la  Madre  de  Dios  y  de  los  hombres! 

¡Viva  España  por  María! 

Ruja  el  infierno,  brame  satán, 

La  fe  de  España  no  morirá». 

Celebró  la  misa  de  comunión  general  el  R.  P.  Provincial  y  fueron 
tres  los  padres  que  distribuyeron  la  sagrada  Eucaristía.  Parecía  aquello 
interminable.  Hubo  más  de  dos  mil  setecientas  comuniones.  Durante  la  mi- 
sa y  comunión  se  cantaron  unos  motetes  hermosísimos:  «Anima  Christi; 
Adoro  te,  devote,  latens  Deitas;  Bendecida  y  alabada  sea  la  Hostia 
consagrada;  Jesús,  sin  Ti  me  muero,  y  una  plegaria  ala  Virgen  lo  mejor 
que  se  ha  oído.  Por  la  tarde,  expuesto  el  Santísimo,  hubo  trisagio  mariano 
que  cantó  toda  la  congregación  con  una  devoción  y  energía  que  rayaba  en 
lo  sublime.  El  sermón  estuvo  á  cargo  del  R.  P.  Vila,  y  muy  del  caso  según 
demandaba  la  especial  importancia  de  aquella  fiesta  á  Ntra.  Señora.  El 
presbiterio  estaba  lleno  de  caballeros  y  Sres.  Sacerdotes,  que  escuchaban 
con  gran  interés  al  predicador. 

Las  Hijas  de  María  salieron  de  esta  función  religiosa  enfervorizadas  en 
el  amor  de  su  Madre  Inmaculada,  y  ardiendo  en  deseos  de  obsequiar  con 


197 

más  y  más  cariño  aun  á  la  que  ha  sido  vilmente  ultrajada  en  el  Congreso 
español,  María  Santísima,  que  constituye  el  único  imán  de  su  corazón  y  que 
es  considerada  por  todos  los  buenos  españoles,  como  la  Patrona  de  nuestra 
nación. 

Como  fin  de  estos  datos  voy  á  copiar  á  V.  R.,  una  carta  que  escribió 
una  de  las  más  fervorosas  Hijas  de  María,  y  que  en  pocas  palabras  reúne 
muchas  obras  de  celo,  que  lleva  á  cabo  esta  congregación. 

Dice,  pues,  así:  «Voy  á  hablar  de  algunas  obras  de  celo  de  nuestra 
amadísima  congregación,  y  puedo  afirmarte  que  ésta  no  perdona  medio  al- 
guno ni  deja  de  hacer  todo  aquello  que  cree  conveniente  para  el  bien  y 
aprovechamiento  de  las  almas. 

«Cuando  los  hombres  hacen  Ejercicios  todos  los  años,  cuatro  Hijas  de 
María  diariamente  comulgan  durante  los  ocho  días  con  intención  de  que  se 
aprovechen  de  ellos  y  lleven  á  sus  casas  y  familias  el  fruto  de  lo  que  han 
oído  y  aprendido.  Es  notorio  cómo  cada  cual  se  transforma  y  cobra  nueva 
vida  en  el  camino  de  la  virtud,  y  por  ruegos  de  aquella  hermana  ó  hija,  que. 
pertenece  á  la  congregación,  los  vicios  que  antes  los  dominaban  y  hacían 
víctimas  del  juego,  del  vino  ó  de  otras  mil  cosas,  con  que  el  demonio  siem- 
pre los  traía  envueltos,  convirtiendo  su  hogar  en  un  sitio  de  dolor  y  escán- 
dalo; por  estas  comuniones  y  por  las  luces  que  encendemos  en  el  altar  á 
nuestra  querida  Madre,  todo  desaparece  y  viene  la  tranquilidad  para  sus 
almas,  la  paz  para  sus  familias  y  la  alegría  de  que  hacía  tiempo  no  habían 
gozado. 

»Te  digo  y  repito  que  la  congregación  no  duerme  ni  descansa,  y  es  el 
arma  poderosa  para  destruir  todo  lo  malo,  y  como  la  Estrella  de  la  mañana 
que  con  sus  primeros  rayos  se  adelanta  á  todos  y  viene  siempre  á  iluminar 
la  tierra. 

«Confesemos  también  que  la  introducción  del  canto  gregoriano  en 
nuestras  iglesias  á  nadie  más  se  debe  que  á  ella.  Nuestras  primeras  inten- 
ciones y  cantos  no  fueron  más  que  hijos  del  deber  y  sumisión  á  nuestro  San- 
tísimo Padre  el  Papa  Pío  X,  á  quien  estamos  siempre  sujetas,  sumisas 
y  obedientes. 

»Se  nos  hacía  mofa  y  decían  hasta  los  más  piadosos  que  aquello  era 
fúnebre,  melancólico  y  triste,  en  una  congregación  como  la  nuestra,  pero, 
como  nada  nos  arredra,  fuimos  adelante  hasta  conseguir  nuestros  propósi- 
tos. Hoy  ya  es  general  y  hasta  nos  quieren  vencer,  aunque  son  inútiles  sus 
esfuerzos. 

»Sería  interminable  si  fuera  á  citar  ejemplos  y  dar  detalles.  Por  las  Hi- 
jas de  María,  son  los  hermanos  de  ellas  Luises  y  Estanislaos,  ¡Cuántas 


Í98 
veces  se  nos  pronuncian  y  no  quieren  ir  á  la  congregación...!  pero  nosotras 
no  paramos  hasta  vencerlos  y  hacerlos  volver! 

»En  la  última  epidemia  de  viruela  que  tuvimos,  todo  el  mundo  dor- 
mía y  veía  aquel  castigo  con  la  mayor  indiferencia;  la  congregación  hizo 
una  novena  á  la  Virgen  con  tanto  fervor,  que  á  todas  nos  libró  de  ella,  ex- 
cepto una  que  no  asistía  á  ningún  acto  de  la  congregación  por  más  que  se  le 
amonestaba.  ¡Si  te  hablara  de  castigos  cuando  no  cumplen,  te  asustarías! 
En  cambio,  son  innumerables  las  bendiciones  en  la  que  es  fiel. 

»En  la  guerra  que  sostuvo  España  con  lo  moros  en  1909,  todas  las  ma- 
dres, hermanas  y  familias,  lloraban  por  sus  hijos  y  parientes;  pedían  que  se 
hicieran  rogativas,  pero  nadie  respondía  á  sus  lágrimas;  la  congregación, 
siempre  dispuesta  á  tender  su  mano  al  necesitado,  repartió  unas  hojas,  que 
hasta  de  los  pueblos  vecinos  nos  las  pidieron  por  centenares,  con  el  fin  de 
acudir  confiadamente  al  Señor;  hizo  otra  novena,  á  que  asistieron  millares 
de  personas,  con  unas  preces  que  decíamos,  que  hacían  rodar  las  lágrimas  á 
cuantas  las  oían. 

»Pronto  Dios  nuestro  Señor  se  compadeció  de  nuestras  súplicas,  y  vi- 
mos con  gran  alegría,  el  feliz  despacho  de  ellas  en  la  presencia  del  Altísi- 
mo, que  nos  devolvía  la  serenidad  y  la  calma. 

»Si  hace  falta  el  agua  en  nuestros  campos  y  huertas,  la  congregación  de- 
dica una  de  sus  funciones  mensuales:  pone  el  Señor  de  manifiesto,  aplica  la 
comunión  á  esta  intención,  y  enseguida  viene  la  lluvia  á  fecundizarla  tierra. 

»¿Tengo  motivos  para  decir,  que  la  congregación  es  la  llave  de  oro 
que  abre  el  corazón  de  nuestra  querida  Madre?  ¿Quién  hace  el  bien  que  ella 
á  la  humanidad?  ¿quién  tiene  su  celo  por  las  almas?  ¿se  ha  visto  otra  seme- 
jante á  ésta?» 

Así  termina  la  carta,  y  así  terminaré  yo  también  estas  interminables 
narraciones,  aunque  á  decir  verdad,  yo  no  creo  que  haya  sido  con  molestia, 
pues  sé  muy  bien  la  afición  que  tiene  V.  R.  y  el  interés  con  que  mira  todas 
las  cosas,  por  insignificantes  que  sean,  relacionadas  con  las  congregaciones 
marianas. 

,  Yo  por  mi  parte  tengo  muy  presente  á  V.  R.  en  mis  sacrificios  y  ora- 
ciones; sírvase  hacer  otro  tanto  por  su  affmo.  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Juan  Nepomuceno  Peris,  S.  J. 


COLEGIO    DE    VALENCIA 


EL  R.   P.   JAIME   VIGO,  S.  J. 

t  VALENCIA,  21  MARZO  1910 

Relación  necrológica  por  el  H.  Escolar  Florencio  Zurbitu 

He  aquí  un  resumen  de  las  noticias  que  hemos  podido  recoger  acerca 
del  malogrado  P.  Jaime  Vigo,  llevado  por  el  Señor  al  eterno  descanso, 
cuando  al  modo  de  hablar  y  calcular  de  los  hombres,  tanto  podía  aun  traba- 
jar en  extender  la  gloria  divina  y  tanto  honor  conquistar  para  su  madre  la 
Compañía.  La  simple  narración  de  los  hechos  pondrá  de  manifiesto,  cuan 
digno  hijo  de  S.  Ignacio  supo  siempre  mostrarse,  y  por  ende  cuan  digno 
también  de  nuestra  imitación  en  lo  que  cabe,  aquel,  cuyo  nombre  sonará 
siempre  en  nuestros  oídos  grato  como  su  recuerdo  y  venerando  como  su  me- 
moria. 

Vino  á  la  luz  del  mundo  el  P.  Vigo  en  Ribas,  villa  importante  de  la 
provincia  de  Gerona,  el  4  de  Junio  de  1861. 

Los  pocos  permenores  que  hemos  podido  allegar  de  sus  primeros  años, 
forman  el  boceto  de  lo  que  más  tarde  había  de  ser  aquel  niño,  que,  según 
testimonio  de  sus  cristianos  padres,  desde  sus  más  tiernos  años,  reveló  es- 
pecial inclinación  hacia  las  cosas  de  piedad  y  aun  á  la  vida  religiosa. 

Quienes  le  conocieron  y  trataron  en  aquella  primera  edad,  aseguran 
que  ya  entonces,  se  echaba  de  ver  en  él  aquella  gravedad  y  mesura,  que 
junto  con  la  suavidad  en  el  trato  siempre  en  él  advertimos  y  que  forman 
uno  de  los  rasgos  más  salientes  de  su  carácter. 

Como  diez  años  contaba  nuestro  Jaime,  cuando  cierto  día  salió  á  pasear 
al  campo  en  compañía  de  su  padre  y  algunas  personas  amigas,  entre  las  que 
se  contaban  también  algunos  niños.  Correteaban  éstos  de  acá  para  allá, 
alegrando  á  aquéllos  con  su  bulla  y  sus  cabriolas,  cuando  nuestro  héroe 
manda  hacer  alto  á  todos,  convocándolos  alrededor  de  un  árbol;  y  encara- 


200 
mandóse  él  en  su  copa  y  haciendo  de  ella  pulpito,  «nos  predicó,  dice  un 
oyente,  que  refiere  el  caso,  un  largo  sermón  sobre  religión,  dejándonos  á 
todos  sorprendidos  con  su  ingenuo  discurso». 

Dios  fué,  pues,  el  primer  ocupador  de  aquel  tierno  corazón,  y  se  alzó 
con  él  sin  consentir  que  otro  alguno  osara  disputarle  su  tranquila  posesión. 
Y  así  lo  entendieron  sus  padres;  y  por  ello,  y  por  descubrir  en  él  al  par 
grande  amor  al  estudio,  resolvieron  dar  á  Jaime  la  carrera  del  sacerdocio, 
sin  que  fueran  parte  á  estorbar  sus  cristianos  intentos,  ni  el  ser  él  hijo  ma- 
yor, ni  al  ver  así  tronchadas  en  flor  las  esperanzas  que  en  él  sin  duda  te- 
nían fundadas. 

Partióse  el  novel  candidato  al  sacerdocio  del  lado  de  sus  padres  para 
emprender  los  estudios  de  latinidad  en  el  colegio  de  PP.  Escolapios  de 
Moya,  é  iniciado  en  aquéllos,  se  trasladó  á  Gerona  para  pasar  la  Retórica, 
y  de  allí  al  seminario  de  Vich,  donde  cursaba  Filosofía;  de  suerte  que  al 
concluir  estos  estudios  contaría  como  unos  quince  ó  diez  y  seis  años.  Por 
otros  tres  ó  cuatro,  estudió  luego  teología  en  la  Seo  de  Urgel,  donde 
pronto  cautivó  la  atención  y  el  cariño  de  su  Obispo,  el  limo.  Sr.  Caixal  de 
gloriosa  memoria.  De  su  aplicación  y  aprovechamiento  dan  testimonio  las 
buenas  notas  que,  como  cuentan  sus  hermanos,  obtuvo. 

En  los  últimos  años  de  su  carrera  eclesiástica,  pasaba  buena  parte  de 
las  vacaciones  en  el  santuario  de  Ntra.  Señora  de  Nuria,  y  aquí  es  donde 
debió  Dios  hablarle  al  corazón  y  manifestarle  sin  embozo  su  voluntad  de 
que  le  quería  para  sí  en  la  Compañía  de  Jesús,  al  ponerle  en  ocasión  de  tra- 
tar con  un  celoso  misionero  P.  José  Onofre  (Mossen  Nofre  le  decían  los 
naturales)  que  de  Sort  (Urgel),  donde  moraba  de  ordinario,  acudía  también 
al  Santuario  en  la  temporada  de  los  calores. 

Parece  fuera  de  duda  que  dicho  padre  misionero  le  fué  enterando  de 
cuanto  atañe  á  la  vocación  religiosa  y  en  particular  de  nuestras  cosas,  pues 
es  lo  cierto  que  antes  de  volver  al  Seminario  á  proseguir  sus  estudios,  se  le 
veía  en  casa  practicar  devociones  propias  de  la  Compañía  y  darse  á  lectu- 
ras enderezadas  á  conocer  mejor  y  confirmarse  más  y  más  en  la  divina  vo- 
cación; y  los  dueños  del  alojamiento,  donde  se  hospedaba  en  Urgel,  refie- 
ren, que  pasaba  á  las  veces  buena  parte  de  la  noche,  leyendo  por  un  libro, 
que  después  entendieron  ser  las  Constituciones  de  la  Compañía. 

Juzgándose  no  sólo  competente  más  obligado  á  ello,  por  razón  de  sus 
estudios  y  sobre  todo  movido  de  los  deseos  en  que  ardía,  de  servir  á  Dios 
Nuestro  Señor,  mostrábase,  cuentan,  el  fervoroso  seminarista  por  este 
tiempo  muy  celoso  de  la  honra  de  su  Religión,  trabando  fácilmente  pláticas 
así  en  casa  como  en  la  calle  con  los  incrédulos  del  pueblo,  sin  reparar  en  si 


201 
eran  de  su  edad  ó  ya  más  entrados  en  años.  Y  diz  que  más  de  una  vez  lo- 
gró reducir  al  buen  camino  alguna  oveja  descarriada. 

En  esto  llegó  la  hora  del  Señor:  y  nuestro  Jaime,  que  frisaba  á  la  sazón 
en  los  20  años,  dócil  á  la  voz  del  cielo,  cortando  de  un  golpe  los  dobles  la- 
zos de  la  familia  y  de  la  patria,  salió  de  ella  cual  otro  Abraham,  camino  de 
la  tierra  prometida.  El  5  de  Octubre  de  1871  llamaba  á  las  puertas  del  no- 
viciado de  Andorra,  que  la  Provincia  de  Aragón  expulsa  desde  el  68  de 
España,  había  allí  instalado;  y  poco  después  le  estrechaba  entre  sus  brazos 
el  P.  Antonio  Qació,  en  aquella  sazón  maestro  de  novicios. 

Al  año  apenas  cumplido  de  probación,  se  le  sacó  del  noviciado  á  los 
estudios  de  letras  y  filosofía,  que  repasó  en  nuestros  colegios  de  Toulouse, 
Auzielle,  y  Dusséde,  (cursos  de  1873  á  1877)  en  que  su  vida  se  deslizó  tran- 
quila y  silenciosa.  Con  todo  nos  dice  de  él  su  profesor  de  humanidades,  el 
P.  Vicente  Agustí,  que  «á  pesar  de  tener  el  H.  Vigo  la  salud  quebrantada  y 
padecer  frecuentes  dolores  de  cabeza,  era  de  los  que  más  le  satisfacían;  y 
—añade  el  padre— he  de  decirlo  con  toda  verdad  y  sencillez,  cuando  repe- 
tía él  la  prelección,  me  gustaba  más  que  como  yo  lo  había  hecho.  Tenía  la 
cualidad  especial  de  acertar  siempre  con  lo  que  yo  había  querido  decir, 
como  si  hubiera  penetrado  y  bebido  mis  pensamientos.  Ya  entonces  era 
muy  manso,  formal  y  prudente.  Llamábanle  el  hombre  de  bien,  é  inspiraba 
á  todos  grande. confianza.  Estas  cualidades  le  siguieron  toda  la  vida,  de 
suerte  que  para  mí  fué  uno  de  aquellos  en  quienes  menos  se  verificó  el  ada- 
gio: Honores  nmtant  mores.  Siempre  le  hallé  igual  á  sí  mismO'). 

A  ese  tenor  se  expresaba  también  su  maestro  de  filosofía,  que,  si  no  le 
ponía  delante  de  todos  sus  discípulos  en  aquel  curso  por  la  agudeza  y  pron- 
titud de  ingenio,  pero  sí  por  la  rectitud  en  el  ver  y  modo  completo  de  abar- 
car las  cuestiones.  «Se  expresaba,  dice,  con  tal  aplomo  y  tal  acento  de  verdad 
que  cautivaba.  Todo  lo  que  dice  el  H.  Vigo  parece  bajado  del  cielo». 

Terminado  el  curso  del  76  al  77,  entró  de  nuevo  en  España  destinado 
á  Orihuela  para  hacer  allí  el  ministerio  de  los  colegios  y  enseñó,  en  los 
cinco  años  que  estuvo  en  éste.  Física  y  Química,  Agricultura  y  Filo- 
sofía. 

«■Sencilles.—Yye  un  modo  especial  se  señaló  en  esta  virtud,  pues  con 
ser  lucido  su  trabajo  y  de  excelente  éxito,  jamás  hizo  alarde,  ni  usó  de  pon- 
deraciones para  que  constasen  su  destreza  y  derechos;  mucho  menos  pre- 
tendió aplausos  de  sus  discípulos  y  subordinados. 

•/> Laboriosidad.— Empleó  sus  talentos  y  tiempo  disponible  con  suma 
prudencia,  pues  además  de  sus  clases  suplía  á  otros  profesores,  y  ampliaba 
algunas  asignaturas  á  los  discípulos  aventajados  (fuera,  ya  se  entiende,  de 


202 
las  horas  de  clase)  y  de  esto  dieron  testimonio  los  profesores  del  Instituto 
que  le  tenían  en  gran  concepto. 

y>Celo  de  las  almas.— Fué  prefecto  de  los  Luises,  y  en  este  cargo  se 
hizo  amar  de  todos,  por  la  suavidad  y  cariño  con  que  los  manejaba  y  con- 
siguió se  aficionasen  á  la  devoción,  de  que  dio  muestras  inequívocas  la  re- 
forma de  la  vida  que  se  advirtió  en  muchos. 

T>Sumisión  á  los  superiores.— Jamás  causó  molestia  á  los  superiores 
ni  les  fué  cargoso  con  reclamaciones  y  exigencias;  antes  desempeñó  con 
fidelidad  cuanto  le  encomendaron,  y  cuanto  pedía  el  cumplimiento  fiel  de 
su  cargo. 

» Vida  religiosa.— Sohre  votos  y  reglas,  paz  interior,  afabilidad  y 
cortesía  no  podíamos  pedir  más,  pues  en  todo  esto  era  el  dechado  de  la 
casa. 

»No  recuerdo  cosas  ni  hechos  de  resonancia.  Sin  hacer  ruido  se  dedi- 
caba su  vida  ejemplarísima,  hasta  el  extremo  de  no  haber  ningún  consul- 
tor que  en  las  informaciones  de  renovantihus,  tuviera  de  qué  asir  para  po- 
ner reparos  en  su  observancia  religiosa. 

»Tal  fué  este  varón  de  Dios  que  á  los  nueve  años  de  salir  del  magis- 
terio de  este  colegio,  nos  lo  veíamos  entrar  de  Provincial  ya,  para  hacer 
la  visita  anual  de  la  casa».  Hasta  aquí  el  P.  Miguel  Pastor. 

Pasó,  pues,  de  Orihuela  á  Tortosa  para  emprender  el  estudio  de  la  sa- 
grada teología,  y  su  vida  siguió  deslizándose  tranquila  y  escondida,  aun- 
que bien  debía  distinguirse  entre  sus  condiscípulos,  pues  era  muy  á  menu- 
do consultado  de  ellos,  que  ya  desde  el  noviciado  y  juniorado  le  miraban 
como  hombre  de  mucha  madurez  y  consejo,  y  de  claro  y  profundo  talento, 
fuera  de  que  él  se  mostraba  muy  amigo  de  complacer  y  muy  condescen- 
diente. 

Del  panegírico  de  Santo  Tomás  que  predicó  uno  de  estos  años,  y  que 
llamó  la  atención  por  la  profundidad  y  novedad  en  el  plan,  unidas  á  brillan- 
tez en  la  forma,  aseguraban  padres  profesores  muy  competentes  haber  sido 
la  pieza  que  de  muchos  años  atrás  más  les  había  gustado  por  la  exactitud 
de  criterio,  y  por  lo  acertado  y  mesurado  de  sus  afirmaciones  y  elogios. 

Tanto  resaltaba  su  prudencia  que,  con  raro  extremo  de  confianza,  ha- 
biendo el  P.  Costa,  rector  á  la  sazón  del  Colegio  Máximo  y  consultor  de 
Provincia,  perdido  la  vista  y  necesitando  un  secretario  privado,  que 
atendiera  y  le  ayudara  á  despachar  la  correspondencia,  se  designó  al  padre 
Vigo  para  leer  y  contestar  las  cartas  que  aquél  recibía. 

Claro  testimonio  de  su  aprovechamiento  en  las  clases  de  teología,  es 
sin  duda  el  haberse  destinado  á  estudiar  el  bienio,  á  que  puso  remate  con 


203 

un  acto  público  y  solemne  de  Universa  theologia,  que  presenciaron  va- 
rios provinciales  y  en  el  que  argüyeron  algunos  profesores  de  otros  Cole- 
gios Máximos. 

El  cuidado  y  trabajo  que  puso  en  su  preparación  el  P.  Vigo,  se  enten- 
derá por  el  siguiente  pormenor  que  nos  ha  reservado  uno  de  sus  condis- 
cípulos. 

Como  es  frecuente  en  estos  combates  escolásticos  impugnar  las  prue- 
bas sacadas  de  la  tradición  con  testimonios  de  los  SS.  PP.  que  parecen  mu- 
chas veces  contrariarla  y  echan  por  tierra  la  tesis  defendida  —  arma  muy 
socorrida  de  los  enemigos  de  la  verdad  —  iba  el  actuante,  gracias  á  su  fá- 
cil y  tenaz  memoria,  apercibido  con  textos  que  podrían  llamarse  paralelos 
de  cada  Santo  Padre;  de  suerte  que  al  verse  acometido,  como  le  aconteció 
en  uno  de  los  actos  preparatorios  del  solemne,  que  á  éste  suelen  preceder, 
con  aquel  género  de  armas,  primero  oponía,  recitando  con  pasmosa  seguri- 
dad de  memoria,  un  texto  del  mismo  Padre  que  abiertamente  mantenía  su 
tesis,  con  lo  cual  no  poco  se  debilita  la  fuerza  de  la  objeción,  y  luego  to- 
mando la  cita  objetada  exponía  el  sentido  en  qué  podía  y  por  tanto  debía 
entenderse. 

Llegado  el  día  del  acto  público  llamó  mucho  la  atención  la  exactitud, 
profundidad  y  claridad  con  que  respondía  á  las  objeciones  y  más  aun  su  mo- 
destia y  buen  modo.  De  todo  ello  dio  gallarda  muestra  en  la  prolongada  y 
reñida  contienda  que  en  rigurosa  forma  silogística  y  con  suma  moderación 
de  una  y  otra  parte  se  trabó  entre  él  y  el  P.  Delmás,  profesor  entonces  de 
los  Nuestros  en  Uclés,  quien  mantenía  que  la  tesis  Solius  Dei  est  creare 
puesta  por  el  defendiente  entre  las  teológicas  debía  ser  demostrada  con  ar- 
gumentos de  razón. 

No  falta  quien  asegura  que  quedó  tan  quebrantado  de  cabeza  con  la 
preparación  de  este  acto  solemne,  que  ya  nunca  llegó  á  reponerse. 

Por  septiembre  del  1887  fué  á  Manresa  para  la  ZF"  probación  que  hizo 
bajo  la  dirección  del  experimentado  P.  Pujol,  quien  le  nombró  Bedel  del 
terceronado. 

Concluido  el  año  volvió  de  nuevo  á  Tortosa  para  desempeñar  la  cátedra 
de  Lógica  y  Metafísica  (l.*^  de  Filos.)  á  que  se  le  agregó,  el  curso  siguien- 
te, las  clases  de  Física  y  Matemáticas  y  el  cargo  de  ministro  de  filósofos. 

Pero  su  consumada  prudencia  le  llevaba  sin  entenderlo  él  á  puestos 
más  altos  que  las  cátedras,  que  con  tanta  lucidez  y  satisfacción  de  todos 
regentaba;  y  así  el  13  de  Agosto  del  90  tomaba  la  dirección  del  colegio  de 
San  José  de  Valencia  y  el  2  de  Octubre  del  91,  á  los  40  de  su  edad,  recibía 
la  patente  de  Provincial  de  nuestra  Provincia  de  Aragón. 


204 

De  aquel  su  primer  año  de  rector  apunta  esta  nota  un  subdito  suyo. 
«Tan  sólo  un  año  lo  fui,  escribe,  y  en  él  tuvo  nuestro  rector  por  norma 
dejar  hacer,  y  así  ver  y  conocer  prácticamente  la  marcha  y  costumbres  del 
colegio,  no  queriendo  imponer  desde  el  primer  momento  de  su  gobierno, 
su  modo  de  ver  y  pensar,  sin  duda  para  que  la  caridad,  de  él  tan  amada,  no 
sufriera  detrimento.  Al  dar  principio  el  segundo  año,  conocedor  ya  de 
la  marcha,  tomó  él  las  riendas  y  «propuso  dar  gran  impulso  y  esplendor  á 
todos  los  actos  así  religiosos  como  literarios;  pero  á  las  pocas  semanas  de 
emprendido  el  nuevo  curso,  conociendo  los  superiores  lo  mucho  que  valía, 
le  nombraron  Provincial,  no  sin  gran  desconsuelo-  de  los  que  en  aquel 
tiempo  éramos  sus  subditos  por  vernos  privados  de  rector  tan  amado  y 
querido  así  de  los  NN.  como  de  los  colegiales  y  de  sus  familias». 

Hasta  el  19  de  Junio  de  1897  rigió  los  destinos  de  la  Provincia  de  Ara- 
gón, y  poco  después  fué  trasladado,  con  el  mismo  cargo,  á  la  de  Toledo, 
elección  que,  por  lo  inusitado  del  caso  y  sobre  todo  por  las  difíciles  circuns- 
tancias, en  que  todos  los  religiosos  de  España  se  encontraban  por  entonces, 
habla  mucho  en  su  favor. 

Terminado  este  nuevo  sexenio  quedó  de  superior  de  la.  residencia 
que  llaman  Primera  en  Madrid,  donde  vivían  á  la  sazón  los  escritores 
de  'iRazón  y  Fey>  ,  hasta  que  en  29  de  Noviembre  de  1906  volvió  á  nues- 
tra Provincia  y  á  su  amado  colegio  de  S.  José  de  Valencia,  como  rector  de 
él,  hasta  que  sus  pocas  fuerzas  le  obligaron  á  rendirse  y  resignar  el  man- 
do por  Agosto  de  1908. 

Con  gusto  seguiríamos  paso  á  paso  en  su  gloriosa  carrera  á  este  aca- 
bado modelo  de  superiores,  en  los  16  y  más  años  de  gobernar,  en  que  como 
luz  puesta  sobre  el  candelero  brilló  é  iluminó  con  el  resplandor  de  sus  vir- 
tudes á  unos  y  otros;  mas  ya  que  esto  no  nos  sea  dado,  permítasenos  al 
menos  decir  algo  de  sus  virtudes  más  salientes,  que,  en  suma,  no  son  otras 
que  las  que  S.  Ignacio  requiere  en  el  que  está  llamado  á  regir  á  otros  en  la 
Compañía. 

Y  comenzando  de  su  caridad  para  con  Dios,  de  su  trato  y  familiaridad 
íntima  y  frecuente  con  él,  como  cosa  muy  interior ^oco  podemos  decir;  con 
todo  bien  podemos  asegurar  que  de  aquí  sacaba  él  las  luces  que  manifes- 
taba en  su  singular  prudencia,  de  que  luego  hablaremos;  y  aquella  grandeza 
de  ánimo,  que  mostraba  en  sus  empresas,  estribaba  en  que,  encomendado  á 
Dios  muy  bien  el  negocio  é  implorado  el  auxilio  divino,  todo  lo  esperaba 
confiadamente  de  la  divina  largueza,  sin  poner  en  duda  el  favor  de  lo  alto. 

La  caridad  con  el  prójimo  fué,  como  debe  serlo  en  todo  buen  hijo  de  la 
Compañía,  virtud  predilecta  del  padre  y  que  no  se  redujo  á  meras  palabras. 


205 

No  gustaba  de  aquellas  bromas  que  á  veces  se  hacen  á  uno  sobre  sus  defec- 
tos ya  físicos  ya  morales,  y  menos  si  son  repetidas.  Era  muy  delicado  y 
evitaba  con  disimulo  el  contrariar  aun  en  cosas  pequeñas,  que  sabía  ser  del 
gusto  de  otro  y  no  importaban  desorden. 

«Su  caridad  con  los  enfermos,  escribe  el  P.  Pastélls,  fué  en  ocasiones 
insigne,  como  tuve  lugar  de  advertirlo  en  Sarria  con  el  P.  Miguel  Castro, 
con  motivo  de  haberle  recetado  á  éste  los  médicos  que  fuese  á  probar  cier- 
tas aguas  para  ver  si  mejoraba  de  la  enfermedad  que  le  condujo  al  sepulcro; 
quiso  el  P.  Vigo,  siendo  su  superior,  acompañarle  al  manantial  y  consti- 
tuirse su  enfermero  con  tan  extremada  solicitud  que  no  la  tuviera  mayor  la 
propia  madre,  atemperándose  con  escrupulosa  exactitud  en  las  horas,  gé- 
nero de  alimentación  y  aplicación  de  las  medicinas  á  las  prescripciones 
facultativas  de  los  galenos». 

»Había  uno  de  los  nuestros  que  estaba  insistiendo  en  salirse  de  la 
Compañía;  y  él  con  su  gran  bondad  le  aconsejaba  y  exhortaba  á  la  perseve- 
rancia, lo  sacaba  á  paseo,  lo  trasladó  de  una  casa  á  otra,  á  donde  pedía  ir 
el  sujeto,  y  no  perdonó  diligencia  por  retenerlo;  y  aunque  por  fin  salió  de 
la  Compañía,  por  supuesto,  con  las  dimisorias;  pero  ahí  se  vio,  dice  el 
H.  Qoñi,  lo  que  trabajaba  por  conservar  un  alma». 

Y  no  sólo  con  los  de  casa,  mas  también  con  los  de  fuera  mostró  tener 
gran  caridad.  Fácilmente  hacía  limosnas  á  los  pobres  vergonzantes  y  prefe- 
ría esto  á  buscarles  colocación.  A  los  afligidos  aunque  fueran  pobres,  con- 
solaba y  ayudaba,  y  no  le  dolía  pasar  tiempo  con  ellos  en  esta  obra  de 
misericordia. 

Mas  ¿qué  tiene  esto  de  maravillar  en  un  varón  tan  humilde  como 
el  P.  Vigo?  «Porque  con  decir  que  era  humildísimo,  habla  el  H.  Goñi,  está 
dicho  todo.  Cuantas  veces  salía  yo  con  él,  siempre  me  encargaba  que  no 
dijera  que  era  Provincial.  También  me  encargaba  que  siempre  que  hubiese 
mucha  gente  en  la  iglesia  para  confesar  lo  llamase.  Y  claro  está,  se  metía 
en  el  confesonario,  y  con  su  prudencia  y  sus  sabios  consejos  atraía  tanta 
gente,  que  luego  venían  á  la  sacristía  preguntando:-  ¿quién  es  este  padre? 
¿cómo  se  llama?— y  no  podía  decir  otra  cosa  sino:  «es  el  P.  Vigo». 

A  este  amor  á  la  vida  escondida  y  deseo  de  ocultar  hasta  su  nombre 
juntaba  gran  desconfianza  en  su  propio  parecer,  rasgo  muy  característico 
de  la  verdadera  humildad.  Era  amigo  de  conocer  la  opinión  de  los  demás, 
y  la  adoptaba  fácilmente  y  con  agrado.  El  plano  y  diseño  del  colegio  de 
Sarria,  del  cual  dijo  N.  M.  R.  P.  General  Martín,  que  estaba  sabiamente 
pensado  (sapienter  cogitatum),  lo  paseó  por  toda  la  provincia,  pidiendo 
y  oyendo  el  parecer  de  todos  antes  de  aprobarlo  definitivamente. 


206 

Refiere  un  H.  coadjutor  que  «siendo  el  padre  ya  Provincial,  al  to- 
marle la  cuenta  de  conciencia  principió  á  pedirle  mil  perdones  por  un  des- 
cuido que  dijo  había  tenido,  y  era  que,  habiendo  enviado  á  Roma  las  infor- 
maciones de  los  que  habían  de  hacer  aquel  año  los  últimos  votos,  se  había 
olvidado  de  incluir  las  suyas;  pero  al  decirle  el  H.  que  aun  le  faltaban  dos 
años  por  no  tener  los  30  de  edad,  aunque  pasaba  de  los  10  de  Compañía,  se 
le  ensanchó  el  corazón». 

«Otra  vez,  prosigue  el  mismo,  al  amonestarme,  y  sin  duda  para  en- 
áuhar  lapeluquilla,  me  dijo:  Tampoco  á  mí  me  faltan  reprensiones;  y  para 
probarlo  se  empeñaba  en  querer  leerme  una  carta  que  había  recibido  del 
P.  General:  pero  dejó. de  leerla  á  la  fuerte  resistencia  que  le  hice».  —  «En 
esta  casa,  escriben  de  Roma,  conservan  gratos  recuerdos  de  él  los  que  le 
conocieron  en  tiempo  de  la  Congregación  General  y  tuvieron  el  gusto  de 
tratarle,  robándoles,  como  ellos  dicen,  desde  el  primer  instante  el  corazón, 
sobre  todo  por  el  trato  sencillo,  familiar  y  caritativo». 

El  buen  P,  Nutó,  que  santa  gloria  haj'a  y  que  como  diligente  hormi- 
guita, recogía  y  guardaba  estas  migajas  de  virtud,  nos  ha  procurado  no  po- 
cos rasgos  de  éstos,  relativos  al  P.  Vigo.  El  nos  recuerda  cómo  siendo  el 
P.  Vigo  Provincial  preparó,  en  Valencia,  por  sí  mismo  la  Academia  que  en 
el  colegio  se  celebró  con  motivo  del  Congreso  Eucarístico  del  94,  y 
dejando  la  presidencia  al  padre  rector  del  colegio,  él  asistió  al  Acto  es- 
condido junto  al  piano. 

Algo  parecido  refiere  también  de  su  último  año  de  rector  en  Valencia, 
en  que,  estando  retirado  en  la  casa  de  la  Purísima  á  causa  del  mal  estado 
de  su  salud,  quiso  venir  á  preparar  por  sí  mismo  la  solemnísima  fiesta  de  la 
primera  comunión  de  los  niños,  que  dio  el  Sr.  Arzobispo,  y  la  víspera 
misma  se  volvió  de  nuevo  á  su  retiro  dejando  toda  la  gloria  á  los  su- 
balternos. 

Corría  parejas  con  tal  humildad  su  rendida  obediencia,  virtud  más  de 
admirar  en  quien  tuvo  cargo  de  otros.  Pero  oigamos  lo  que  acerca  de  ella 
nos  dice  uno  de  los  padres  más  autorizados  por  su  saber  y  virtudes  religio- 
sas, que  trató  íntimamente  al  P,  Vigo:  «Lo  que  fué  para  mí  de  especial 
edificación  en  el  P.  Vigo,  era  la  pronta  y  sencilla  obediencia  á  sus  superio- 
res, y  la  veneración  que  les  mostraba.  Parece  que  cifraba  su  contento  en 
conocer  lo  que  sus  superiores  querían  para  cumplirlo  sin  pensar  más.  Bas- 
taba una  indicación  de  ellos  ó  espontánea,  ó  respondiendo  á  sus  consultas, 
para  seguirla  con  decisión  y  rendimiento,  aunque  antes  tal  vez  hubiese  él 
pensado  otra  cosa.  Esta  docilidad  de  juicio  era  más  notable  en  quien  tantos 
años  fué  superior  y  era  tan  estimado  por  su  buen  criterio.  Lo  noté  también 


207 

en  las  consultas  que  hacía  á  algún  padre  en  particular,  y  en  el  modo  de  re- 
cibir las  respuestas». 

Y  luego  pasa  á  insinuar  otras  virtudes.  «Su  amor  á  la  Compañía  de  Je- 
sús era  bien  conocido,  y  ¡cuánto  trabajó  por  ella  á  pesar  de  su  poca  salud  y 
con  gran  abnegación  y  humildad,  procurando  siempre  ocultar  su  persona!» 
Todo  esto  es  del  citado  Padre.  «Por  mi  parte,  observa  el  P,  Cervós,  adver- 
tí en  él  una  conciencia  rectísima,  un  deseo  sincero  y  constante  de  agradar  á 
Dios  y  servir  á  la  Compañía». 

Bien  persuadido  el  P.  Vigo  de  que  el  superior  es  para  los  subditos,  an- 
tes que  para  otros,  «se  aplicaba  principalmente  al  gobierno  de  los  nuestros 
con  un  trato  siempre  paternal  y  suave;  aunque  con  los  incorregibles  y  dís- 
colos era  firme  y  no  dejaba  de  agotar  todos  los  medios  para  reducirlos  y 
ganarlos  antes  de  apelar  á  los  últimos  recursos  que  las  Constituciones  de  la 
Compañía  prescriben».  Domesticae  disciplinae  cultor  eximias,  le  apellida 
el  P.  Nutó,  y  añade,  ut  ea  máxime  vigeret  summo  studio  allaborabat. 

Ponía  especial  empeño  en  encomendar  á  cada  uno  lo  que  podía  hacer 
mejor  y  mostraba  especial  satisfacción  cuando  los  subditos  así  lo  hacían,  y 
con  esto  lograba  tener  fácilmente  contentos  á  todos. 

«En  los  días  de  prueba  y  de  persecución  de  las  Órdenes  religiosas,  que 
le  alcanzaron  siendo  Provincial  de  Toledo,  dio  muestras  de  grande  serenidad 
y  valor,  al  par  que  de  paternal  solicitud  en  procurar  que  sus  subditos  no 
padeciesen  y  buscándoles  casas  de  confianza  donde  se  albergasen  y  toman- 
do cuantas  precauciones  aconsejaba  la  prudencia  con  aquella  tranquilidad 
de  ánimo  que  nunca  le  faltaba». 

«Tenía  un  gran  corazón  para  sobrellevar  los  defectos  y  enfermedades 
físicas  y  morales  de  los  subditos,  de  los  cuales  era  amado  y  respetado,  sal- 
vo raras  excepciones;  pues  nunca  faltan,  aun  entre  los  religiosos,  almas  im- 
perfectas que,  ó  no  saben  estimar  lo  que  vale,  ó  no  tienen  dominadas  sus 
pasiones,  permitiéndolo  así  el  Señor  para  ejercicio  de  los  superiores». 

«Antes  de  conocerle  personalmente,  nos  dice  el  P.  Pastélls,  aprecié  en 
Manila  su  grande  alma,  transparentada,  por  decirlo  así,  en  sus  cartas,  llenas 
de  encanto  por  su  ingenuidad,  fluidez  y  tersura.  Escritas  á  vuela  pluma  y 
con  correctísimo  estilo,  iba  siempre  disparado  en  ellas  al  meollo  del  asunto, 
al  fondo  de  la  cuestión,  al  nudo  de  la  dificultad,  y  allí  estampaba  sus  máxi- 
mas y  reflejaba  sus  dotes,  dejando  siempre  impreso  su  carácter,  y,  como 
en  huella  indeleble,  sus  virtudes». 

Hablando  más  abajo  de  su  espíritu  de  mortificación,  prosigue:  «A  pesar 
de  su  habitual  delicado  estado  de  salud,  sufría  con  igualdad  de  ánimo  las 
privaciones  anejas  á  sus  continuos  viajes  por  mar  y  por  tierra.   Varias  ve- 


208 

ees  llegamos  á  Veruela  entre  10  y  11  de  la  noche  con  un  cierzo  congelado 
del  Moncayo  que  partía  la  cara  y  se  nos  metía  por  las  ventanillas  mal  ajus- 
tadas del  vehículo;  muchas  veces  nos  tocó  comer  de  fiambre  en  algún  va- 
gón ó  camarote  porque  era  enemigo  de  comer  en  fondas;  y  jamás  se  quejó 
de  nada,  antes  en  estas  circunstancias  se  mostraba  más  jovial». 

Y  ya  que  de  su  trato  con  los  subditos  hablamos  aquí,  parecen  tener  lu- 
gar algunas  atinadas  observaciones  del  P.  Nutó. 

«En  pedagogía,  dice,  detestaba  el  P.  Vigo  el  sistema  de  rigor  y  lo  que 
quería  era  verdadera  emulación  en  las  letras  y  en  la  virtud,  conseguida  con 
la  aplicación  y  virtud  de  los  profesores.  Su  sistema  pedagógico  favorito 
está  expresado  exactamente  en  mi  obrita  Avisos,  pues  á  medida  que  lo  iba 
yo  escribiendo  se  lo  iba  leyendo,  y  si  alguna  cosa  no  aprobó  enteramente 
no  lo  imprimí. 

«También  detestaba  el  brillo  de  oropel  y  los  actos  literarios  los  quería 
muy  lucidos,  pero  con  solidez. 

»A  los  colegiales  quería  que  se  les  explotase,  que  se  les  diese  lo  que 
mereciesen,  haciendo  lucir  á  los  que  en  verdad  lo  valiesen. 

«Anatematizaba  el  sistema  del  despedir  fácilmente.  Sabiendo  que  yo 
en  un  principio  propendía  á  esto  (pues  es  muy  cómodo),  siendo  él  Provin- 
cial me  contó,  como  si  no  lo  dijese  por  mí,  que  un  diario  de  Barcelona  es- 
cribía una  serie  de  artículos  contra  los  colegios  nuestros  actuales.  «Créese 
ser  de  un  ex,  me  decía  el  P.  Vigo,  pues  se  muestra  muy  enterado  de  ellos. 
Dice  que  hoy  día  hemos  perdido  el  arte  de  educar  de  nuestros  antiguos  Pa- 
dres que  obtenían  que  los  malos  se  hicieran  buenos  ó  al  menos  medianos; 
mas  que  hoy  todo  nuestro  arte  consiste  en  echar  á  los  malos  y  quedarnos 
con  los  buenos». 

Pero  la  que  más  campea  sobre  este  conjunto  armónico  de  virtudes  y  la 
que  constituye  como  la  fisonomía  de  su  retrato  moral,  es  la  prudencia,  y  á 
ella  acompañaba  el  don  de  consejo  y  su  grandeza  de  ánimo,  que  fueron  co- 
mo los  brazos  que  le  ayudaron  en  las  grandes  empresas. 

«Descollaba  en  el  trato  por  su  prudencia  y  discreción,  afabilidad  y  cor- 
dura, nos  dice  el  P.  Pastélls.  De  condición  suave,  poseía  en  grado  eminente 
el  don  del  buen  consejo;  razón  por  la  cual  era  consultado  por  personas  de 
la  más  alta  alcurnia  y  de  mayor  viso  en  la  sociedad. 

»En  los  negocios  que  lo  pedían  guardaba  con  cien  llaves  el  secreto,  y 
si  era  preciso  consultarlos  con  terceras  personas,  eran  las  indispensables, 
de  mayor  confianza  y  que  mejor  pudieran  asesorarle;  y  nunca  descorría  del 
velo  más  que  la  punta  obligada  para  la  consulta. 

»Era  hombre  de  concepciones  prácticas  y  de  mucho  aliento  en  la  eje- 


209 
cución.  Antes,  empero,  de  comenzar  cualquier  obra,  se  penetraba  bien  de 
su  importancia,  necesidad  y  conveniencia,  y  estudiaba  su  factibilidad  y  rea- 
lización». 

Tanto  las  familias  de  los  colegiales,  apunta  el  P.  Nutó,  y  estos  mis- 
mos, que  aumentaron  en  número  las  dos  veces  que  estuvo  de  rector, 
como  los  profesores  del  Instituto,  tenían  en  él  gran  confianza.  No  quería  el 
padre  que  á  éstos  se  achacasen  los  fracasos  de  los  exámenes.  Al  llegar  á 
Valencia  la  primera  vez,  encontró  un  curso  fracasado  en  Junio,  y  que  debía 
examinarse  por  Septiembre.  Con  exquisita  prudencia  evitó  un  nuevo  fra- 
caso que  se  temía,  renunciando  al  derecho  de  entrar  en  el  tribunal  el  profe- 
sor nuestro;  y  el  desenlace  fué  feliz.  Por  esto  el  Sr.  Polo  y  Peyrolón  ca- 
lificaba la  muerte  del  P.  Vigo  de  pérdida  irreparable. 

Esta  prudencia  singular  contribuía  en  gran  manera  á  hacer  acepto  su 
gobierno  á  todos.  Al  llegar,  por  ejemplo,  de  visita  á  una  casa  observaba 
mucho  cosas  y  personas,  preguntaba  luego  el  parecer  á  los  que  podían  dar- 
lo sobre  lo  que  se  hacía  y  se  podía  hacer,  y  con  esto  preparaba  y  hacía 
más  suaves  los  cambios. 

«Después  de  la  primera  congregación  provincial  que  tuvo,  me  dijo,  es- 
cribe el  P.  Adroer,  uno  de  los  PP.  congregados:  Ya  puede  estar  satisfecho 
el  P.  Provincial  con  este  voto  de  confianza  tan  absoluto  y  universal  que 
le  ha  dado  la  congregación  en  la  materia  de  estudios.  Era  en  tiempo  en  que 
este  tema  era  todavía  objeto  de  algunas  discusiones  y  variedad  de  pa- 
receres. 

»Con  ser  forastero  en  la  provincia  de  Toledo  pronto  se  ganó  las  volun- 
tades, pues  me  escribía  unos  meses  después  de  entrar  en  el  gobierno:  «No 
encuentro  más  dificultades  aquí  de  las  que  tendría  en  Aragón,  es  decir,  las 
anejas  de  suyo  al  Provincialato». 

Otro  padre  de  la  provincia  de  Castilla  muy  juicioso  y  observador 
cuenta  que  quedaba  admirado  de  las  consultas  que  le  hacía  el  P.  Vigo,  y 
por  el  modo  de  proponerlas  echaba  de  ver  las  miras  altas  y  la  precisión  sa- 
gaz de  todas  las  dificultades  que  podían  atravesarse  para  llevar  al  cabo  lo 
que  exigía  el  bien  de  la  Compañía.  «Así  que  siempre  que  este  padre,  añade 
el  P.  Cervós,  me  hablaba  del  P.  Vigo,  era  con  estima  muy  superior  á  la  que 
tenía  del  común  de  los  padres  que  gobiernan  en  la  Compañía,  colocán- 
dole entre  los  más  aventajados  que  él  conocía,  y  conocía  lo  mejor  que 
tenemos». 

Su  prudencia  y  diligencia  consiguió  lo  que  en  vano  se  había  procu- 
rado antes,  á  pesar  del  derecho  de  la  Compañía.  Me  refiero  á  la  tras- 
lación del  cuerpo  de  S.  Francisco  de  Borja  á  nuestra  iglesia.  En  tiem- 

14 


210 

pos  muy  turbulentos  y  difíciles  lo  trasladó  á  las  4  de  la  madrugada  en  el 
lando  de  los  Duques  de  Medinaceli,  acompañándolo  él  desde  el  templo  de 
Jesús  Nazareno  de  PP.  Capuchinos  á  nuestra  iglesia  sin  el  menor  con- 
tratiempo. 

«Me  consta,  escriben  de  Roma,  que  tanto  N.  M.  R.  P.  General  Luis 
Martín,  en  cuyo  generalato  gobernó,  como  el  R.  P.  Asistente,  tenían  al 
P.  Vigo  en  gran  concepto  por  ser  un  buen  religioso,  amante  de  nuestra 
madre  la  Compañía,  y  como  hombre  de  gobierno,  prudente  y  de  conse- 
jo, y  por  tener  un  corazón  grande,  en  donde  no  cabían  cosas  mezquinas». 
Y  que  de  verdad  era  hombre  de  ideas  grandes  y  generosas,  lo  comprueban 
las  obras  que  emprendió  y  llevó  al  cabo. 

Comenzando  por  las  de  nuestra  Provincia,  obra  suya  es  y  por  decirlo 
así  hechura  de  sus  manos,  el  espléndido  colegio  de  S.  Ignacio  de  Sarria  le- 
vantado de  planta  y  muy  bien  situado. 

A  él  se  deben  también  las  notables  reformas  que  se  han  venido  haciendo 
en  la  santa  Cueva  de  Manresa  y  principalmente  el  magnífico  Terceronado 
que  junto  á  ella  se  levanta.  Vio  en  Barcelona  á  D.'*  Dolores  Serra,  viuda  de 
Pons,  dispuesta  á  dar  una  buena  limosna,  y  le  propuso  por  medio  del  padre 
La  Rúa,  la  fundación  de  un  Terceronado.  Cosa  parecida  sucedió  en  Madrid 
con  la  Marquesa  de  Vallejo  en  la  fundación  del  Externado,  de  que  liego 
hablaremos,  sirviendo  aquí  de  instrumento,  si  no  me  equivoco,  el  P.  Hi- 
dalgo. 

En  Manresa  también  es  fundación  suya  la  Residencia  del  Rapto,  junto 
con  la  iglesia  y  sacristía,  que  son  de  Sr.  Obispo,  se  tomó  la  enfermería  y  la 
sala  de  dibujo  del  colegio,  y  después  en  varias  veces  se  ha  ido  ensanchan- 
do, hasta  llegar  á  lo  que  es  hoy. 

En  Gandía  instaló  Noviciado,  pues  antes  no  había  más  que  Residen- 
cia, enriqueciendo  aquel  relicario  del  palacio  del  Santo  Duque  y  haciendo 
construir  la  santa  Capilla.  Edificó  también  buena  parte  para  Noviciado,  es 
á  saber,  el  cuerpo  que  une  hoy  la  parte  antigua  con  la  novísima,  y  gastó 
mucho  dinero  en  otras  mejoras  de  la  casa,  especialmente  en  el  dique  de  con- 
tención de  la  parte  del  río  Serpis. 

No  fué  menor  su  actividad  en  los  años  que  rigió  la  Provincia  de  To- 
ledo. 

Las  tres  Residencias  de  Cádiz,  Toledo  y  Ciudad-Real  respectivamen- 
te, revelan  bien  á  las  claras  su  espíritu  emprendedor  por  una  parte,  y  por 
otra  la  abundancia  de  medios,  que  sabía  pronto  arbitrar  su  celo  ó  conquis- 
tar su  trato. 

Él  adquirió  la  envidiable  casa  de  campo  con  que  hoy  cuenta  el  Colegio 


211 
del  Puerto  de  Santa  María,  en  una  altura  dominando  el  mar,  que  no  dista 
de  allí  más  de  cinco  minutos,  y  rodeada  toda  ella  de  jardines,  que  es  una 
delicia. 

Sevilla  tiene  hoy  medio-pensionado  y  externado  floreciente,  gracias  á 
los  alientos  del  P.  Vigo  que  aceptó  su  fundación. 

En  su  tiempo,  aunque  no  precisamente  por  su  iniciativa,  se  comenzó  á 
publicar  v^Razón  y  Fey>;  y  para  sus  redactores  mejoró  no  poco  las  condicio- 
nes del  edificio,  antes  poco  favorables,  en  la  Residencia  que  llaman  Pri- 
mera, hoy  en  día  Casa  profesa.  El  nuevo  refectorio,  las  salas  de  recreo,  el 
claustro  bajo,  las  tribunas,  con  otras  notables  mejoras  de  aquella  casa,  la 
transformaron  notabilísimamente. 

Gracias  al  P.  Vigo  goza  hoy  la  «Congregación  de  María  Inmaculada  y 
S.  Luis»  de  Madrid  de  una  hermosa  casa  social  en  la  calle  de  Zorrilla,  fun- 
dación de  la  Excma.  Sra.  Condesa  de  Rivadedeva. 

Pero  el  monumento  que  hará  perdurable  la  memoria  del  P.  Vigo  es  sin 
duda  el  magnífico  «Instituto  de  Artes  y  Oficios»,— que  tan  opimos  frutos 
viene  dando  ya  y  aun  los  promete  mejores— y  el  amplio  Externado  que, 
junto  con  aquél  y  una  hermosa  iglesia,  forman  solos  una  manzana  en  lo  más 
céntrico  de  Madrid. 

Pongamos  remate  á  esta  relación  con  la  que  el  P.  Nutó  hizo  de  la  últi- 
ma enfermedad  y  muerte  del  P.  Vigo  á  raíz  de  ella.  Desde  que  volvió  á 
Valencia  (6  de  Diciembre)  ya  se  echaba  de  ver  que,  aunque  viviera  más  ó 
menos  tiempo,  no  podría  ocuparse  ya  en  ningún  trabajo  serio.  El,  sin  em- 
bargo no  lo  veía  así  y  animábale  la  esperanza  de  poder  todavía  hacer  algo 
en  bien  de  las  almas.  Con  esto  el  P.  Castellá  animábale  ofreciéndole  un 
confesonario  en  la  iglesia  de  la  Compañía,  donde  podría  por  de  pronto  sen- 
tarse algunas  horas  cada  semana,  hasta  cobrar  más  fuerzas. 

Cuando  se  fué  convenciendo  de  que  esta  esperanza  era  ilusoria,  fué 
grande  su  pena,  de  tal  suerte  que,  cuando  alguna  vez  recordaba  lo  que 
antes  hacía,  veníanle  las  lágrimas  á  los  ojos,  al  ver  lo  cual  algunos  seglares 
le  decían:  «Padre,  V.  ya  puede  descansar  ahora,  pues  bastante  ha  traba- 
jado». 

Aunque  el  mal  que  le  consumía  iba  lentamente  debilitando  sus  faculta- 
des mentales  y  aun  el  habla,  dolores  físicos  tuvo  pocos,  así  es  que  al  pregun- 
tarle: «Cómo  se  encuentra  V.  R.»  solía  contestar:  «Mal,  muy  mal,  yo  no  sé 
explicar  lo  que  tengo;  sólo  sé  que  estoy  muy  mal,  y  no  me  pregunte  usted 
más».  Cuando  más  sufría  era  por  la  noche,  dando  gritos  y  trayendo  en  ja- 
que á  los  enfermeros;  lo  cual  hacía  inconscientemente,  pues  cuando,  ya  cal- 
mado, se  daba  cuenta  de  lo  que  creía  habría  molestado  á  éstos  y  á  los  vecinos, 


212 

pedíales  perdón  con  mucha  humildad.  Y  lo  mucho  que  eso  le  apenaba  lo  po- 
demos comprender  los  que  le  habíamos  conocido  antes  y  habíamos  visto  el 
sumo  cuidado  que  tenía  en  no  contrariar  á  otros.  Yo  no  dudo  que  esto  mis- 
mo de  ver  que  no  sólo  no  podía  trabajar,  sino  que  era  carga  para  sus  her- 
manos, fué  la  última  cruz  con  que  el  Señor  quiso  acrisolar  su  alma  para 
procurarle  nueva  mina  de  merecimientos. 

Por  lo  demás,  hablaba  y  discurría  bien;  mostraba  sumo  agradecimiento 
á  las  menores  pruebas  de  interés;  elegrábase  con  cualquier  buena  noticia 
que  le  daban,  y  gustaba  que  le  contasen  ó  leyesen  hechos  interesantes 
de  actualidad,  manifestando  en  todas  ocasiones  su  encendido  amor  á  la 
Iglesia,  á  la  Compañía  y  á  España  con  el  singular  contento  y  alegría,  de 
que  daba  muestras,  por  los  buenos  sucesos  que  á  ellas  se  referían.  Siempre 
que  oía  algún  triunfo  sobre  los  moros  ó  los  anticlericales  y  muy  singular- 
mente las  gloriosas  estrenas  mitinescas  de  antiguos  colegiales,  era  tal  su 
emoción  que  prorumpía  en  una  risa  nerviosa  acompañada  de  dulces  lá- 
grimas. 

Si  toda  la  vida  había  sido  piadoso,  naturalmente  más  había  de  serlo 
ahora.  Hacía  frecuente  uso  de  jaculatorias,  haciéndose  leer  muchas  veces 
una  colección  de  ellas  que  tenía,  repitiendo  él  solo  con  extraordinario  afec- 
to estas  dos:  «¡Jesús  mío,  misericordia!  y  ¡Vos,  dulce  Corazón  de  María, 
sed  mi  salvación!»  y  con  ellas  atendía  no  solamente  á  su  propio  consuelo, 
sino  al  alivio  de  las  benditas  almas  del  Purgatorio. 

Veíasele  totalmente  resignado  en  la  Divina  Voluntad,  como  lo  demos- 
traba con  frases  que  salían  del  fondo  de  su  alma.  Y  aunque,  como  hombre, 
á  ratos  sentía  todo  el  horror  á  la  muerte,  como  su  mismo  estado  le  iba  paso 
á  paso  despegando  de  lo  de  acá  abajo,  la  deseaba,  aunque  temía  la  poca  pre- 
paración para  la  cuenta  que  debía  dar  y  el  parecerle  que  se  acercaba  á 
ella  ¡sin  haber  trabajado  nada  por  la  Compañía!  Por  esto  suplicaba  á  veces, 
con  extraordinaria  vehemencia,  al  P.  Rector  ó  á  otros,  que  en  aquella  hora 
no  le  abandonasen. 

Como  todo  el  mundo  le  quería,  los  nuestros  y  los  seglares,  valencianos 
y  no  valencianos  (pues  recibía  no  pocas  y  muy  afectuosas  cartas  que  le 
ofrecían  oraciones,  penitencias,  comuniones,  etc.)  rogaron  mucho  por  él; 
pero  el  fruto  sazonado  con  largo  trabajo  y  no  poco  ejercicio  de  oportet  pa- 
ti,  estaba  ya  maduro  para  ser  presentado  á  la  mesa  del  Padre  Celestial. 

El  23  de  Noviembre  agravóse  la  enfermedad,  y  temiendo  que  llegase  á 
perder  totalmente  el  conocimiento,  dispuso  con  mucho  acierto  el  P,  rector 
que  se  le  administrase  el  santo  Viático.  Recibiólo  con  mucha  edificación, 
aumentando  ésta  con  un  acto  de  sincera  y  profunda  humildad,  muy  natural 


213 

en  él:  al  ir  á  recibir  al  Señor  rogó  el  P.  rector  que  pidiese  á  todos  los  pre- 
sentes que  le  perdonasen  lo  que  les  hubiese  escandalizado  con  sus  faltas  y 
pecados.  Estaban  presentes  todos  los  PP.  y  HH.  del  Colegio  y  varios  de  la 
Casa  Profesa. 

Al  amanecer  del  día  de  la  Virgen  de  los  Dolores  dióle  un  ataque  apo- 
plético que  le  dejó  insensible  y  paralizado  todo  el  lado  izquierdo.  Desde  en- 
tonces sólo  funcionaban  en  su  cuerpo  los  aparatos  respiratorio  y  circulatorio. 
Sentado  en  un  sillón  y  apoyada  la  cabeza  en  una  almohada,  permaneció 
inmóvil  los  tres  últimos  días,  respirando  con  mayor  ó  menor  fatiga,  sin  reci- 
bir una  sola  gota  de  líquido.  ¿Funcionaban  las  potencias  del  alma?  Lo  igno- 
ramos. Dos  solos  indicios  pareció  dar:  fué  el  primero,  que  habiendo  muchas 
veces  insinuado  el  deseo  de  que  cuando  estuviese  próximo  á  la  muerte  pusie- 
sen en  su  mano  un  pequeño  crucifijo  con  el  cual  podría  ganar  toties  quoties, 
lo  besare,  indulgencia  plenaria,  dióselo  el  H.  enfermero  y  él  lo  apretó  tan 
fuertemente,  que  como  quisiese  más  tarde  el  mismo  H.  quitárselo,  por  te- 
mor de  que  en  alguna  convulsión  repentina  se  lastimase,  no  fué  posible  has- 
ta después  de  muerto.  El  otro  indicio  dudoso  fué  que  como  el  día  de  S.José, 
antes  de  comer,  se  pusiese  muy  grave,  el  P.  rector  le  preguntó  si  quería 
recibir  la  absolución  in  articulo  mortis  y  pareció  decir  que  sí,  y  el  R.  Pa- 
dre Provincial,  que  estaba  presente,  se  la  dio. 

Por  fin  el  Lunes  Santo  (21)  á  las  diez  de  la  noche  vióse  que  aquella  vi- 
da se  acababa;  se  le  hizo  la  recomendación  del  alma,  y  á  cosa  de  las  1 1 
aquella  bellísima  alma  dejó  este  valle  de  lágrimas  para  ir  á  juntarse  por  to- 
da una  eternidad  con  sus  tantas  veces  invocados  Jesús,  María  y  José,  que 
habían  sido  todos  sus  amores. 

Al  día  siguiente  hiciéronse  las  exequias  con  toda  la  solemnidad  que  nues- 
tras Costumbres  permiten.  Todo  el  colegio  y  unos  pocos  seglares  (pues  no 
había  cundido  aun  por  la  ciudad  la  noticia  de  su  muerte)  asistieron  á  la  misa 
de  Réquiem  y  responso  en  la  iglesia.  A  las  4  de  la  tarde  todos  los  cole- 
giales internos  y  externos,  con  muchos  seglares  de  lo  más  granado  de  la 
ciudad,  y  el  Secretario  del  Sr.  Arzobispo  en  su  representación,  desfilaron 
ante  el  cadáver,  acompañándolo  en  procesión  hasta  la  puerta  de  la  verja, 
donde  se  cantó  el  último  responso.  Algunos  PP.  y  alumnos  y  muchos  segla- 
res siguieron  hasta  el  cementerio. 

¡Padre  ciertamente  benemérito  de  nuestra  Religión  y  en  particular  de 
este  Colegio  de  Valencia,  creo  que  puede  afirmarse,  después  de  recorrer 
su  historia,  que  ha  sido  el  mejor  Delegado  que  ha  enviado  S.  José!  Dos  veces 
rector,  conquistóse  desde  la  primera  el  amor  de  los  colegiales,  la  confian- 
za de  los  Nuestros  y  la  veneración  de  los  seglares,  en  tal  manera  que  en 


214 
ambas  vióse  al  terminar  su  primer  curso  aumento  de  alumnos  y  mayor  bri- 
llo en  las  letras.  Aun  ausente  quedó  como  sombra  protectora  del  colegio, 
por  la  grande  estima  que  había  sabido  captarse  entre  las  principales  fami- 
lias y  los  catedráticos  del  Instituto,  entre  los  cuales  parece  increíble  la 
veneración  con  que  hablaban  de  él  D.  Pedro  Fuster  y  D.  Manuel  Polo  y 
Peyrolón. 

Todo  se  lo  ganaba  con  su  confianza  en  Dios  y  profundo  espíritu  de  pie- 
dad, que  no  había  cosa  que  más  ahincadamente  nos  recomendase  cuando 
rector  y  cuando  Provincial,  y  además  con  el  fino  y  amable  trato,  pues  co- 
mo superior  era  verdadero  padre:  estudiaba  el  natural  de  cada  uno.  sabía 
colocarlo  en  su  verdadero  punto,  y  á  todos  demostraba  la  más  delicada  con- 
fianza, juntando  admirablemente  en  su  gobierno  el  fortiter  et  suaviter. 

Recompensóle  Dios  en  parte  ya  en  esta  vida,  pues  de  él  puede  decirse 
que  fué:  dilectus  Deo  et  hominibus.  A  la  verdad  yo  nunca  he  oído  quejas 
de  él,  antes  sí  muchos  elogios,  y  era  mucha  su  autoridad  entre  cuantos  le 
conodan  dentro  y  fuera  de  la  Compañía.  Bien  se  lo  merecía  todo,  pues  nun- 
ca se  le  oía  hablar  mal  de  nadie,  y  ni  aun  en  broma  gustaba  que  se  dijese 
cosa  que  pudiera  molestar  á  quienquiera  que  fue^e.  Era  por  demás  compasi- 
vo con  los  que  sufrian  y  agradecía  mucho  lo  que  cada  uno  trabajaba. 
Para  con  los  niños  encarería  constantemente  el  trato  suave  y  espiritual. 
más  que  el  rigor,  y  finalmente  era  con  los  pobres  muy  benigno  y  dadivoso. 
Muchos  sintieron  su  muerte  más  que  la  de  otros,  sin  duda  porque  parecía 
poseer  el  P.  Vigo  el  don  de  X.  P.  S.  Ignacio,  que  cada  uno  de  los  que  le 
trataban  persuadíase  ser  el  preferido. 

Él  nos  alcance  saberle  imitar  en  esta  vida  para  poderle  seguir  un  día  en 
la  otra,  donde  habrá  recibido  el  premio  de  sus  trabajos.  ¡Dichoso  él  que  es- 
tá ya  en  el  puerto  y  no  ha  de  temer  las  tormentas  de  este  mar  de  la  vida! 
Al  partir  nos  ha  dejado  el  ejemplo  de  sus  virtudes  y  la  saludable  lección  de 
lo  deleznable  que  es  el  hombre. 


RESIDENCIA  DE  GERONA 


DOS   MISIONES    DIFÍCILES    EN    LA    DIÓCESIS 
DE    GERONA 


Narración  escrita  por  el  P   Antonio  Viladevall 

I. -MISIÓN  DE  SAN  FELÍU  DE  GUÍXOLS 
(1 1  á  22  de  Noviembre  de  1 908) 

Fueron  tantos  y  tales  los  incidentes  de  esta  misión,  que  bien  merecen 
ser  relados  extensamente. 

Al  invitarme  el  P.  Superior  de  Gerona  á  tomar  parte  en  esta  empresa, 
mis  impresiones  y  esperanzas  sobre  ella  condensáronse  en  estas  palabras: 
«Si  salimos  de  San  Feliu  con  todos  los  huesos  sanos  y  en  su  respectivo  lu- 
gar, me  daré  por  muy  satisfecho  del  fruto  de  esta  misión?. 

Porque  es  San  Feliu  una  ciudad  anticlerical  por  antonomasia  y  no  sólo 
anticlerical,  sino  sectaria.  Baste  decir  que  tendrá  de  16  á  18  mil  almas,  y 
sin  embargo,  apenas  llegan  á  50  los  hombres  que  habitualmente  oj'en  misa 
los  días  festivos  y  cumplen  con  el  precepto  pascual.  Allí  ha  habido  de  todo; 
bombas  de  dinamita,  disolución  de  procesiones  á  pedradas:  en  una  palabra, 
funcionan  allí  regularmente  dos  logias,  según  parece. 

Fueron  señalados  para  esta  empresa,  además  de  mi  humilde  persona, 
losPP.  Ferrer  Francisco,  de  Gerona,  y  Recolóns.  de  Barcelona,  aunque  és- 
te último  no  f>odía  venir  á  tomar  parte  en  nuestras  tareas  hasta  cuatro  días 
después  de  comenzadas,  resultando  luego  que,  por  causa  de  las  inundacio- 
nes, no  vino  sino  cuatro  antes  de  concluirlas.  La  misión  debía  durar  semana 
v  media,  del  11  al  22  de  Noviembre,  ambos  inclusive. 


216 

Llegué  pues  á  Gerona  el  10  á  cosa  de  las  6  de  la  tarde,  y  poco  después 
de  llegar  se  recibía  un  recado  de  Palacio  para  que  el  P.  Superior  y  yo  fué- 
semos á  avistarnos  con  el  Sr.  Obispo.  Fuimos  inmediatamente  y  encontra- 
mos al  Prelado  y  á  su  Secretario  conferenciando  con  el  Gobernador  Civil; 
introducidos  á  tomar  parte  en  la  conferencia,  el  Sr.  Obispo  nos  comunicó 
que  en  las  esquinas  de  San  Feliu  habían  aparecido  unos  pasquines  amena- 
zadores contra  nosotros,  excitando  en  particular  al  populacho  á  impedir  la 
procesión  de  entrada,  que  se  había  dispuesto  con  solemnidad ,  con  lo  cual 
creían  los  malos,  sin  razón,  impedir  toda  la  misión. 

Conocimos  que  en  el  ánimo  de  Su  lima,  había  hecho  gran  mella  la  no- 
ticia y  que  por  ende  sus  resoluciones  irían  inspiradas  de  la  mayor  pruden- 
cia. Nuestro  parecer  hubiera  sido  no  cejar,  mayormente  viendo  que  el 
Gobernador  era  de  buenas  ideas  y  estaba  dispuesto  á  protejernos;  pero  el 
Prelado  impuso  su  parecer  diciendo,  que  su  principal  empeño  era  se  lle- 
vase á  cabo  de  un  modo  ú  otro  la  misión,  ya  que,  dada  en  San  Feliu,  no  se 
hallaría  ya  resistencia  en  otras  partes,  á  las  cuales  servía  de  ejemplar,  de- 
cayendo el  ánimo  de  los  malos  al  verse  derrotados  en  su  principal  baluarte. 
Por  consiguiente  no  vayamos  á  provocar  conflictos  desde  un  principio;  de- 
sistamos de  la  procesión  y  de  toda  solemnidad  á  la  entrada;  cambiemos  la 
hora  señalada  para  ésta,  á  que  los  sectarios  aguardan  á  los  Padres;  salgan 
éstos,  no  á  lastres  de  la  tarde,  como  estaba  convenido  y  anunciado,  sino  en 
un  tren  que,  según  la  Guía,  sale  á  las  11  '55,  y  así  se  verán  sorprendidos 
por  la  presencia  de  los  misioneros  sin  aguardarlos.  Mandaré,  añadió  el 
Sr.  Obispo,  uno  de  mis  familiares  en  el  primer  tren  para  dar  aviso  de  todo 
al  Sr.  Cura  y  comunicarle  órdenes  de  que  suspenda  toda  manifestación  en 
público,  y  prepare  un  carruaje  en  que  los  PP.  vayan  directamente  de  la  es- 
tación á  la  casa  parroquial,  sin  ser  vistos  de  nadie.  Este  modo  de  pensar 
del  Prelado  parece  que  dio  pie,  según  supimos  después  y  explicaré  á  su 
tiempo,  á  que  el  Sr.  Gobernador  oficiara  al  alcalde  de  San  Feliu,  en  términos 
absolutos,  que  no  permitiera,  hasta  nueva  orden  suya  ningún  acto  ex- 
terior del  culto. 

No  nos  supo  muy  bien  comenzar  declarándonos  vencidos  y  dando  así 
ánimo  al  enemigo,  que  suele  ser,  como  dice  nuestro  santo  Padre  flaco  por 
fuerza  y  fuerte  de  grado;  pero  ¿qué  remedio  nos  quedaba?  Manda  quien 
manda,  y  además  no  faltaban  grandes  razones  para  mandar  así,  pues  real- 
mente, de  que  hubiese  unas  pedradas  á  la  entrada  podía  depender  el  éxito 
de  la  misión,  dado  lo  cobardes  que  son  los  buenos  en  aquella  ciudad.  Acata- 
mos pues  las  disposiciones  del  Prelado. 

Pero  el  hombre  propone  y  Dios  dispone.  Vino  el  día  siguiente  á  decir 


217 
misa  en  nuestra  iglesia  un  sacerdote  que,  habiendo  vivido  algunos  años  en 
San  Feliu,  estaba  bien  enterado  de  los  trenes,  y  dijo  á  nuestro  P.  Superior, 
al  explicarle  éste  lo  tratado  y  determinado  la  noche  antes,  que  el  tren  de  las 
1 1  '55  en  que  pensábamos  ir,  no  circulaba  más  que  durante  el  verano,  para 
los  bañistas. 

¿Qué  hacer  en  vista  de  ésto?  Determinamos  acudir  al  Gobernador. 
Fuimos  el  P.  Ferrer  y  yo  á  gobernación  y  expusimos  lo  que  pasaba.  In- 
mediatamente averigua  el  Gobernador  por  teléfono  la  verdad  del  aserto  y, 
viendo  que  efectivamente  no  había  tren,  trató  amistosamente  con  nosotros 

10  que  sería  conveniente  resolver.  Leyónos  un  telegrama,  que  acababa  de 
recibir  del  alcalde  de  San  Feliu  diciendo  que  la  situación  allí  se  agravaba  por 
momentos  y  que  él  no  podía  responder  del  orden;  que  lo  más  prudente  sería 
que  desistiesen  de  ir  los  PP.  Misioneros.  «Ahí  está  la  púa  del  trompo,  le 
dije  entonces  al  Gobernador;  este  alcalde,  republicanoté  como  es,  trata 
de  impedir  la  misión  por  vía  de  prudencia,  como  tantas  cosas  buenas  se  es- 
tán por  este  camino  impidiendo  en  España,  y  así  juzgo  que  exagera  y  aun 
tal  vez  fomenta  el  malestar  á  este  mismo  fin».— Si  es  así  ya  le  arreglaré  yo  á 
este  alcalde:  VV.  irán  á  la  hora  primeramente  convenida,  yo  iré  con  VV.  y 
ahora  mismo  voy  á  telegrafiar  cual  conviene  al  alcalde.  Redactó  un  tele- 
grama y  nos  lo  leyó  para  ver  si  nos  parecía  bien.  Decía  así  poco  más  ó  me- 
nos: Voy  á  esa  con  los  PP.  tren  3.  Vd.  me  responde  completamente 
del  orden.  Salga  á  recibirme  á  la  estación  de  Cassá  de  la  Selva  en 
donde  cruzan  los  trenes. 

Convenidos  ya  en  esto,  creímos  que  no  podíamos  ni  debíamos  prescindir 
de  comunicárselo  al  Sr.  Obispo.  Nos  dirigimos  pues  el  P.  Ferrer  y  yo  al  pala- 
cio episcopal.  Su  lima,  sintió  mucho  que  no  hubiese  tren  y,  á  pesar  de  ello 
insistió  en  que  no  debíamos  de  ningún  modo  ir  á  las  tres  para  llegar  á  las  cin- 
co y  media,  hora  en  que  nos  aguardaban  los  sectarios,  —  «Pero,  Señor  ¿có- 
mo nos  lo  vamos  á  arreglar  si  no  hay  otro  tren?  —  Reflexionó  un  rato  y 
luego  dijo:  Vayan  VV.  en  carruaje,  yo  lo  pagaré.  —  Y  ¿á  qué  hora  vamos 
á  llegar  en  carruaje?  (en  tren  se  emplean  dos  horas).  —  Tómenlo  inmediata- 
mente y  aún  podrán  llegar  antes  de  la  noche.  —  Pero  antes  hay  que  comer, 
arreglar  las  cosas,  etc.  etc.  —  Cuando  se  va  así,  insistió,  se  pasa  de  cual- 
quier modo.  —  Échelo  á  broma  y  le  dije:  «Señor  Obispo,  ¿cree  V.  E.  que 
hay  realmente  peligro  de  la  vida?  —  pues  sí,  lo  creo.  —  En  este  caso,  mue- 
ra Marta  y  muera  harta,  á  morir  yo  no  voy  sin  comer».  Eran  ya  más  de  las 

11  de  la  mañana:  con  vernos  tan  resueltos,  con  insistir  en  que  todo  queda- 
ba ya  arreglado  con  el  Gobernador,  con  prometerle  que  no  saldríamos  de  la 
estación  si  la  cosa  amenazaba  y  rogarle  que  fiase  un  poco  en  nuestra  pru- 


218 
dencia,  que  nosotros  tampoco  queríamos  provocar  ningún  conflicto  y  echar 
á  perder  la  empresa,  y  con  asegurarle  que  iríamos  antes  de  partir  á  la  esta- 
ción á  conferenciar  con  su  enviado,  que  llegaba  á  cosa  de  las  dos,  y  que 
de  venir  éste  alarmado  desistiríamos  de  nuestro  viaje;  logramos  calmar  algo 
su  ansiedad  y  recabar  de  él  que  nos  dejase  obrar  por  nuestra  cuenta.  Tan- 
to el  P.  Ferrer  como  yo  nos  sentíamos  ansiosos  y  dispuestos  á  todo,  con  la 
gracia  de  Dios. 

Fuimos  pues  á  la  estación  después  de  comer;  llegó  el  enviado  del 
Sr.  Obispo  muy  animado,  asegurando  que  nada  había  que  temer;  que  todo 
era,  según  habíamos  presumido,  una  añagaza  del  alcalde  y  sus  compin- 
ches para  intimidarnos,  tramado  todo  á  última  hora  para  que  no  hubiese 
tiempo  de  enterarse  bien  de  lo  que  ocurría;  entregónos  también  un  ejem- 
plar de  cierta  hoja  clandestina  que,  en  connivencia  con  el  alcalde,  y  aún, 
según  se  tenía  como  cierto,  escrita  con  su  colaboración,  se  había  repartido 
por  las  calles  aquel  mismo  día. 

Después  de  los  lugares  comunes  de  fanatismo,  de  libertad,  etc.  etc.  la 
tal  hoja  concluía  así:  Ellos  son  los  que  provocan,  los  que  excitan,  los 
que  vienen  á  renovar  el  odio,  á  molestar  las  creencias  ajenas.  Ellos 
serán  los  responsables  de  cuanto  suceda.  ¡Liberales  ú  defenderse! 
Demos  d  esa  gente  insensata,  pendenciera  y  orgullosa  el  castigo  que 
se  merecen. 

Acercábase  la  hora  de  salir  el  tren  y  llegó  el  Sr.  Gobernador.  Propu- 
símosle  ir  en  coche  separado  para  no  comprometerle;  pero  se  opuso:  «No, 
dijo,  quiero  presentarles  yo  mismo  al  alcalde  al  encontrarnos  con  él  en  el 
cruce».  Durante  todo  el  trayecto  de  una  hora  estuvo  habiéndonos  con  gran 
familiaridad;  dímosle  cuenta  de  lo  que  nos  había  dicho  el  sacerdote  recién 
llegado  y  le  dimos  á  leer  la  hoja  clandestina.  Al  enterarse  de  la  parte  que 
en  ella  se  atribuía  al  alcalde,  formó  su  plan  para  tenerle  en  su  mano  du- 
rante toda  la  misión,  esto  es,  amenazándole  con  un  proceso  por  dicha  hoja; 
plan  acertadísimo  y  que  surtió  muy  buen  efecto,  como  luego  veremos.  En 
toda  la  conversación  pareciónos  que  estaba  bien  dispuesto  y  obraba  con  leal- 
tad, pero  le  desazonaba  lo  que  podía  ocurrir  si  en  las  Cortes  algún  diputa- 
do de  la  cascara  amarga  interpelaba  al  Gobierno  sobre  este  asunto  y  desde 
luego  nos  anunció  su  propósito  de  tener  al  Ministro  de  la  Gobernación  al 
corriente  de  cuanto  sucediese. 

Así  llegamos  á  Cassá  de  la  Selva,  en  donde  cruzan  los  trenes,  y  vi- 
mos aparecer  ün  tipo  azarado  y  raquítico,  con  un  bigotillo,  que  le  daba  tra- 
zas de  un  peluquero  de  tercera  clase.  ¿Aquello  era  el  alcalde  de  San  Feliu? 
Sí,  era  él.  Inmediatamente  el  Gobernador,  que  poco  antes  de  llegar  había 


219 

ad  hoc  refrescado  la  memoria  de  nuestros  nombres,  nos  presentó  á  él.  — 
«Mis  amigos  los  PP.  Ferrer  y  Viladevall»  ¡Qué  mal  le  sonó  á  aquel  quídam 
la  palabra  amigos,  que  supo  muy  bien  subrayar  el  Gobernador!  Estaba  el 
pobre  atortolado  y  sin  saber  lo  que  le  pasaba. 

Pero  creció  su  espanto  cuando  su  Superior  jerárquico,  encarándose  con 
él,  prosiguió  con  gravedad  y  hasta  con  enfado:  «Señor  alcalde,  voy  á 
San  Feliu  á  hacer  justicia.  Allí  se  ha  cometido  una  gravísima  infracción  de 
la  ley,  publicándose  una  hoja  subyersiva  y,  aunque  no  lo  fuera,  cae  bajo  el 
dominio  del  código  penal  por  el  mero  hecho  de  ser  clandestina.  Quiero  ave- 
riguar de  quién  ha  salido  y  quién  ha  cooperado  á  ella,  y  todos  cuantos 
halle  culpables  serán  procesados;  y  sepa  V.,  añadió  con  retintín,  que  ya 
tengo  por  la  policía  indicios  muy  graves  contra  algunos».  A  aquel  pobre 
diablo  un  color  se  le  iba  y  otro  le  venía,  y  al  preguntarle  el  Gobernador  si 
se  temía  algo  á  nuestra  llegada,  contestó  atortolado:  «No  señor,  ahora  todo 
está  apaciguado,  yo  respondo  del  orden.  —  Pues  hombre,  aun  no  hace  cua- 
tro horas  me  telegrafiaba  V.  todo  lo  contrario». 

Nosotros  procuramos  aislarnos  de  aquella  conversación  por  no  confun- 
dir más  al  asendereado  alcalde. 

Dos  estaciones  antes  de  llegar  á  San  Feliu  subió  á  nuestro  vagón  el 
Sr.  Cura,  el  cual  después  de  saludar  al  Gobernador,  nos  notificó  que,  obe- 
deciendo las  órdenes  del  Prelado,  había  suspendido  la  procesión  de  entrada 
y  tenía  preparado  un  coche,  que  nos  conduciría  directamente  á  la  iglesia 
para  predicar  el  sermón  preparatorio. 

Llegamos  por  fin:  El  Gobernador  con  el  alcalde  y  demás  personalida- 
des que  salieron  á  recibirle,  quedóse  en  el  andén,  y  nosotros,  es  decir  el 
Sr.  Cura  y  los  Padres,  nos  apresuramos  á  salir  de  la  estación  situada  en  las 
afueras  de  la  ciudad  y  levantada  unos  tres  metros  sobre  el  nivel  de  la  pla- 
za, á  la  cual  se  baja  por  diez  ó  doce  escalones.  Era  realmente  imponente  el 
aspecto  de  aquella  plaza  que  llenaban  centenares,  tal  vez  miles  de  personas, 
en  gran  silencio  y  expectación.  Se  les  había  dicho  que  llegaban  unos  200 
misioneros  jesuítas  armados  todos,  como  suelen,  de  su  respectivo  puñal  pa- 
ra imponer  la  religión  á  cuchilladas.  Por  la  misma  causa  también  estaban 
llenas  de  gente  las  calles  todas  del  tránsito,  que  recorrimos  en  carruaje  muy 
deprisa,  demasiado  aprisa,  pues  parecíamos  fugitivos. 

En  vista  de  la  multitud  y  expectación  de  la  gente  ocurriósele  al  P.  Fe- 
rrer la  idea  de  que  sería  bueno  apearnos  para  que  nos  vieran  á  su  placer  y 
sirviese  esta  curiosidad  de  reclamo  para  los  actos  de  la  misión;  idea  que  á 
mí  me  pareció  muy  bien,  pero  se  opuso  el  cura,  ya  por  las  terminantes  ór- 
denes del  Prelado,  ya  también  por  estar  empezada  la  función  en  la  iglesia 


220 
por  orden  del  mismo  cura,  sin  contar  con  que  el  tren  podía  haberse  re- 
trasado y  resultar  una  plancha  fenomenal. 

Llegamos  pues  escapados  á  la  puerta  de  la  iglesia  parroquial,  en  donde 
nos  aguardaban  8  ó  10  personas;  dentro  del  templo  había  algunas  más,  muy 
pocas,  á  causa  sin  duda,  del  miedo:  pero  empezamos,  animándolos  y  exhor- 
tándolos á  acudir  sin  recelo  y  á  procurar  que  acudiesen  otros  muchos. 

A  la  mañana  siguiente  el  auditorio  creció  de  un  modo  muy  notable,  lo 
cual  no  nos  estrañó  toda  vez  que  no  era  probable  que  los  malos  intentaran 
algo  tan  de  madrugada.  Pero  vino  la  noche  y,  con  sorpresa  y  no  menor  go- 
zo vimos  la  iglesia  casi  llena. 

Aquella  mañana  á  las  once  habíamos  tenido  el  acto  de  los  niños,  los 
cuales  acudieron  en  tan  gran  número  que  fué  preciso  dividirlos  por  no  ca- 
ber en  sola  la  iglegia  parroquial.  Pasó  el  P.  Ferrar  con  los  niños  á  la  iglesia 
de  S.  Juan,  quedándome  yo  con  las  niñas  en  la  parroquial.  Es  que  en  SanFe- 
liu  hay  un  colegio  de  HH.  de  las  escuelas  cristianas  á  que  asisten  cerca  de 
300  niños  y  tres  colegios  de  religiosas,  con  un  total  de  400  niñas.  ¡Grande 
esperanza  para  lo  porvenir! 

La  asistencia  á  los  actos  fué  siempre  creciendo  hasta  llenarse  el  templo 
de  bote  en  bote  el  viernes,  sábado  y  sobre  todo  el  domingo. 

Los  malos  se  estaban  quietos  y  un  periodicucho  sectario  que  allí  se 
publica  titulado  <íEl  Programay>  aconsejaba  tolerancia  á  los  suyos,  pero 
con  mucho  retintín  que  no  se  haría  ningún  acto  exterior  del  culto,  que  los 
fanáticos  se  guardarían  bien  de  salir  á  la  calle,  recomendándoles  al 
mismo  tiempo  que  se  abstuvieran  de  acudir  á  la  iglesia,  ni  aun  por  curio- 
sidad. 

Estas  alharacas  de  los  sectarios  hacían  de  todo  punto  precisas  las 
procesiones  públicas,  si  no  se  quería  que  ya  en  adelante,  triunfantes  los  ma- 
los en  esta  ocasión,  imposibilitasen  toda  manifestación  católica  por  las  calles 
y  aun  quien  sabe  si  hasta  la  salida  del  mismo  santo  viático.  Así  lo  vieron  y 
entendieron  desde  un  principio  los  católicos  de  aquella  ciudad. 

Por  esto  determinamos  hacer  á  todo  trance  la  procesión  de  los  niños  el 
domingo,  y  así,  habiéndonos  prometido  el  Gobernador  que  iría  á  la  casa 
parroquial  á  despedirse  de  nosotros  antes  de  regresar  á  Gerona,  trazamos 
con  mucha  consideración  nuestro  plan  para  proponérselo  á  dicha  autoridad. 
Vino  en  efecto  acompañado  del  alcalde  y  otros  primates,  la  mayor  parte, 
si  no  todos,  de  la  cascara  amarga,  á  los  cuales  sin  duda  supo  á  cuerno  que- 
mado la  deferencia  del  Sr.  Gobernador  para  con  nosotros. 

Pero  mucho  más  seguramente  les  mortificó  el  ver  que  yo  me  apartaba 
con  él  para  hablarle  en  particular.  Anuncíele,  según  teníamos  convenido  con 


221 

el  P.  Ferrer,  que  habíamos  determinado  hacer  el  domingo  una  procesión  de 
niños  y  niñas,  y  pedíle  para  ella  protección,  no  permiso.  Contestó  que 
podíamos  hacerla,  que  él  mandaría  fuerza  de  la  Guardia  civil  para  prevenir 
cualquier  desmán. 

Seguro  ya  al  parecer  por  este  lado,  comuniqué  nuestro  plan  al  Sr.  Cura, 
diciéndole  que  no  anunciaríamos  la  procesión  hasta  última  hora  á  fin  de  que 
no  tuvieran  tiempo  los  malos  para  armar  algún  enredo  semejante  al  pasado. 
Entonces  el  cura  me  mostró  el  oficio  que  el  primer  día  de  misión  había  re- 
cibido del  alcalde,  en  el  cual  le  copiaba  el  del  Gobernador  prohibiendo 
hasta  nueva  orden  suya,  toda  manifestación  exterior.  Nos  veíamos  por 
consiguiente  expuestos  á  que  la  autoridad  local,  al  notificarle,  como  no  po- 
díamos dejar  de  hacerlo,  que  iba  á  hacerse  la  procesión,  nos  saliese  con  la 
pata  de  gallo  de  que  el  Gobernador  lo  había  prohibido  y  que  del  permiso 
verbal,  que  á  mí  me  había  dado,  á  él  no  le  constaba  debidamente.  (^'Qw/í/ 
faciendum  en  este  conflicto? 

Pareció  lo  más  prudente  escribir  al  Gobernador,  y  escribirle  de  tal  mo- 
do que  le  hiciese  fuerza.  Así  lo  hice  consultando  la  carta  con  el  P.  Ferrer 
y  enviándola,  no  directamente  á  su  destino,  sino  al  P.  Mas  superior  de  Ge- 
rona, lo  primero  para  que  la  viese  y  juzgase  de  su  prudencia;  lo  segundo 
para  que  si  alguno  de  San  Feliu,  viese  en  aquellas  circunstancias  una  carta 
dirigida  al  Gobernador,  no  sospechase  y  la  abriese. 

En  dicha  carta,  después  de  explicarle  el  motivo  de  escribírsela,  le 
pedía  revocase  la  orden  dada  al  alcalde  de  suspender  las  manifestaciones 
públicas  de  la  misión,  si  no  la  había  ya  revocado,  rogándole  lo  hiciera  á  úl- 
tima hora,  el  mismo  domingo  por  la  mañana  y  por  parte  telegráfico,  por  lo 
que  dejo  ya  indicado.  Luego,  como  de  paso,  invocaba  la  Constitución  y 
nuestro  derecho  y,  recordando  el  temor  que  siempre  había  manifestado  á  las 
interpelaciones  en  el  Congreso,  le  añadía,  como  argumento  eficacísimo  pa- 
ra él,  el  pésimo  efecto  causado  en  los  buenos  católicos  de  San  Feliu  por  la 
suspensión  del  primer  acto  solemne  de  la  entrada,  dándole  á  entender  que, 
si  no  nos  apoyaba,  no  faltarían  diputados  católicos  que  interpelasen  en  las 
Cortes  sobre  ello  al  Gobierno. 

Contestó  el  Gobernador  á  esta  carta  con  otra  muy  atenta  y  satisfacto- 
ria, que  siento  no  haber  conservado  para  copiarla  aquí  (rasgúela  porque  no 
pensaba  escribir  esta  relación  hasta  que  el  P.  Provincial  me  indicó  lo  hicie- 
ra). Prometía  en  ella  todo  su  apoyo,  afirmando  tener  orden  del  Ministro  de 
la  Gobernación  de  apoyar  en  todo  y  con  toda  eficacia  nuestro  derecho. 
Añadía  además  algunas  frases,  que  claramente  indicaban  su  deseo  de  obte- 
ner algún  testimonio  en  que  aprobásemos  su  conducta,  para  transmitirlo  sin 


222 

duda  al  Ministro.  Escríbile  pues,  una  carta  laudatoria,  de  que  entiendo 
quedó  muy  satisfecho. 

Vióse  inmediatamente  el  efecto  de  tales  gestiones,  pues  aquel  mismo 
día  procuró  el  alcalde  verse  con  el  Sr.  Cura,  pidiéndole  con  grande  humil- 
dad reconociera  y  testificara  que  él  había  procedido  correctamente  y  prome- 
tiéndole que  no  se  nos  molestaría  en  lo  más  mínimo,  etc.,  etc. 

Llegó  el  domingo  y  tuvo  lugar  la  comunión  general  de  niños  y  niñas, 
en  que  comulgaron,  cosa  inaudita  en  San  Feliu,  más  de  300.  Todo  hacía  pre- 
sagiar una  procesión  espléndida  para  la  tarde.  Había  venido  exprofeso  de 
Gerona  para  presenciarla  y  ver  como  andaba  la  misión  el  Secretario  del 
Sr.  Obispo,  y  el  Gobernador  había  mandado  unos  cuantos  guardias  civiles 
para  mantener  el  orden.  Pero  Dios  quiso  probarnos  con  una  nueva  y  tre- 
menda desolación.  Aquella  misma  tarde  á  la  hora  precisamente  de  la  proce- 
sión y  cuando  ya  todo  estaba  preparado  y  empezaban  á  acudir  los  colegios, 
comenzó  á  llover  de  modo  que  fué  preciso  suspendarla. 

Siguió  lloviendo  toda  la  tarde,  sin  que  á  pesar  de  ello  disminuyera  el 
concurso  por  la  noche.  Arreció  la  lluvia  y  con  todo  vino  alguna  gente  el  lu- 
nes por  la  mañana  y  hasta  por  la  noche,  á  pesar  de  haber  llovido  furiosa- 
mente todo  el  día  y  de  presentarse  el  mar  tan  imponente,  que  todo  hacía 
presagiar  una  catástrofe.  Pero  aquella  noche  no  predicamos,  sino  que,  reza- 
do el  santo  rosario,  invitamos  á  los  concurrentes  á  retirarse,  pues  tal  vez 
no  les  sería  posible  ya  hacerlo  más  tarde. 

Porque  es  el  caso  que  la  iglesia  parroquial  está  situada  en  un  extremo 
muy  desierto  de  la  ciudad,  separada  de  ella  por  un  torrente,  que  por  momen- 
tos crecía  y  amenazaba  inundar  la  gran  plaza  que  hay  delante  del  templo.  Y 
efectivamente  al  cabo  de  una  hora  hubiera  sido  imposible  salir. 

Sobrevino  por  fin  la  catástrofe.  A  cosa  de  las  10  de  la  noche  una  impe- 
tuosa avenida  inundó  la  ciudad;  derrumbáronse  varias  casas  y  entre  los 
escombros  de  una  de  ellas,  próxima  á  la  casa  parroquial,  pereció  un  niño 
de  8  años.  Todo  fué  aquella  noche  y  á  la  mañana  siguiente  llantos,  gritos, 
confusión,  pues  el  agua,  invadiendo  las  casas,  arrastraba  hacia  el  mar  mue- 
bles y  toda  clase  de  efectos,  dejando  á  muchos  en  la  miseria  y  desnudez. 

Fué  preciso  suspender  la  misión  un  par  de  días,  y  ya  la  dábamos  por 
enteramente  perdida;  pero  quiso  el  Señor  consolarnos  en  medio  de  tanta 
tribulación,  haciendo  que  la  concurrencia  á  la  iglesia  fuese  al  reanudarse 
los  actos  tanta  cuanta  había  sido  antes. 

El  P.  Recolóns,  detenido  por  la  inundación,  vióse  obligado  á  dormir  en 
el  tren  del  lunes.  Suplíle  el  martes  dando  la  primera  conferencia  á  solos 
hombres  en  la  iglesia  de  S.  Juan,  que  se  vio  muy  concurrida,  á  pesar  del 


223 

mal  tiempo  y  del  barro  que  cubría  las  calles;  el  día  siguiente  creció  todavía 
la  concurrencia,  y  se  fué  sosteniendo  hasta  el  fin,  de  modo  que  asistían  de 
500  á  600  hombres,  que  llenaban  casi  completamente  la  iglesia,  siendo  de 
notar  que  los  había  de  toda  clase  y  condición,  incluso  anarquistas  y  muchí- 
simos que  de  muchos  años  no  habían  entrado  en  el  templo  del  Señor.  Esto 
solo  constituye  ya  un  gran  triunfo  en  San  Feliu,  aunque  no  se  confesasen, 
ni  les  predicase  el  padre,  atendiendo  sin  duda  á  su  disposición,  materias  ca- 
paces de  moverles  á  ello. 

La  procesión  de  los  niños  pareció  que  no  debía  de  ningún  modo  omitir- 
se, y  así  se  verificó  el  viernes,  primer  día  en  que  las  calles  estuvieron  algo 
transitables  para  la  gente  menuda,  por  haberse  quitado  el  barro.  No  falta- 
ron padres  de  familia  á  quienes  duraba  el  miedo  y  se  resistían  á  permitir 
que  sus  hijos  asistiesen  á  la  procesión,  amén  de  los  que  no  lo  querían  por 
ser  sectarios;  pero  los  mismos  niños  naturalmente  urgían  y  por  otra  parte  á 
los  cobardes  procuré  animarles  desde  el  pulpito  diciéndoles  que  no  había 
ningún  peligro;  que  nosotros  mismos,  si  lo  hubiera,  no  cargaríamos  con  ta- 
maña responsabilidad;  que  en  todo  caso  iría  yo  delante  de  la  procesión,  no 
sólo  para  llevar  los  primeros  golpes,  sino  para  hacer  retroceder  ó  cambiar 
de  rumbo  la  procesión  al  menor  asomo  de  peligro  ó  desorden,  porque  tam- 
poco nosotros  queríamos  de  ningún  modo  exponer  á  sus  hijos;  pero  ¿quién  * 
se  iba  á  meter  con  aquellas  criaturitas?  Con  todos  estos  argumentos  y  con 
la  eficaz  cooperación  de  los  HH.  y  HHas.  resultó  muy  lucido  este  tan  simpá- 
tico acto.  Asistieron,  según  mis  cálculos  un  buen  millar  entre  niños  y  niñas. 
El  orden  fué  perfecto,  sin  la  menor  señal  de  hostilidad,  al  contrario  con 
grandes  muestras  de  simpatía  por  parte  de  los  numerosísimos  especta- 
dores. 

Obtenido  este  primer  triunfo  y  alentados  con  él  en  gran  manera  los 
buenos,  nos  dedicamos  el  sábado  á  preparar  para  el  día  siguiente,  último  de 
la  misión  un  golpe  decisivo.  Costó  algún  trabajo,  y,  confiando  en  los  ami- 
gos que  tengo  en  la  localidad,  me  ofrecí  á  buscar  para  llevar  el  palio  del 
Señor  á  seis  caballeros  de  lo  más  granado.  No  sólo  hallé  estos  seis,  sino  tres 
más  que  llevasen  el  pendón  principal ,  que  el  buen  cura  solía  otras 
veces  confiar  á  tres  chicos  de  las  escuelas  de  los  HH.  Mas  aún,  dos  caba- 
lleros jóvenes,  casado  el  uno  y  viudo  el  otro,  los  más  ricos  y  conspicuos  de 
San  Feliu,  se  presentaron  espontáneamente  al  mismo  Sr.  Cura  pidiéndole 
ayudar  la  misa  de  comunión  general.  Este  señor  veía  visiones,  y  á  la 
verdad  que  el  caso  era  nunca  visto  en  la  parroquia  y  muy  raro,  dado  el  res- 
peto humano  que  en  ella  por  desgracia  reina.  Procuramos  además  una  buena 
música  que  acompañase  al  Señor  por  las  calles  y  diese  mayor  realce  á  la 


224 

procesión  y,  hay  que  decirlo  todo,  sirviese  al  mismo  tiempo  de  trágala  á 
los  que  pretendían  encerrarnos  entre  las  paredes  del  templo. 

Todo  anduvo  bien  gracias  á  Dios.  La  Comunión  general  muy  lucida 
para  lo  que  podía  esperarse  de  San  Feliu.  Comulgaron  aquel  día  más  de  800 
personas  contadas  por  medio  de  medallas,  de  las  que  en  número  de  algunos 
miles  se  habían  acuñado  para  esta  misión.  En  total  las  comuniones  subieron 
á  2,300. 

La  procesión  de  la  tarde  resultó  espléndida  sobre  toda  ponderación.  Yo 
que  iba  delante  con  los  niños  para  mantenerlos  en  orden  y  ver  si  algo  ocu- 
rría de  anormal  que  exigiese  algún  cambio  en  el  curso,  no  pude  ver  desple- 
gada la  procesión,  ni  oir  la  música  aunque  muy  nutrida,  ni  aun  en  las  calles 
más  rectas  y  largas.  Tanta  era  la  concurrencia;  claro  está  que  la  mayor 
parte  se  componía  de  mujeres  y  niños,  pero  no  faltaban  bastantes  hombres, 
más  de  los  que  esperábamos. 

No  fué  esta  misión  de  San  Feliu  fecunda  en  grandes  conversiones,  en 
frutos  de  confesionario,  en  numerosas  comuniones;  á  ello  se  oponían  varias 
causas,  la  mayor  parte  de  las  cuales  queda  ya  reseñada,  sobre  todo  el  mal 
tiempo  que  vino  á  enfriar  los  ánimos,  que  se  iban  ya  caldeando,  y  obligónos 
á  recalentarlos  en  tres  días,  cuando  tan  mal  dispuestos  los  había  dejado  la 
terrible  y  reciente  catástrofe.  Sin  embargo  todos  tuvieron  esta  misión  como 
un  gran  triunfo  de  la  gracia  del  Señor. 

Y  lo  fué  en  efecto,  dado  el  espíritu  de  la  población  tan  hostil  á  todo  lo 
religioso,  que  hacía  temer  que  no  podría  nuestra  empresa  llevarse  á  cabo. 
El  Prelado  se  contentaba  con  que  pudiese  de  cualquier  modo  decirse  que  la 
misión  se  había  dado.  El  final  por  sí  solo  bastaba  á  consolarnos  y  alentarnos; 
porque  fué  verdaderamente  hermosísima  la  entrada  de  la  procesión.  Ver 
aquella  iglesia  llenísima  hasta  rebosar  sin  que  en  ella  cupiera  un  alma  más, 
ni  aun  en  los  rincones  más  escondidos;  presenciar  el  silencio,  la  devoción 
que  se  manifestaba  en  aquel  numerosísimo  auditorio;  oir  los  vivas  contesta- 
dos con  tanto  entusiasmo,  que  el  P.  Ferrer,  práctico  en  este  ministerio  de 
las  misiones,  me  decía  no  haberlos  oído  tan  fervorosos  en  ninguna  parte,  y 
esto  después  de  tanto  movimiento  religioso  y  de  haber  visto  llenarse  duran- 
te tantos  días  aquella  iglesia  que  se  ve  siempre  vacía,  á  pesar  de  tantas 
dificultades  y  de  tanta  guerra  de  parte  de  los  malos;  á  lo  cual  hay  que  aña- 
dir el  efecto  moral  de  haber  acudido  á  las  conferencias  tantos  hombres,  que 
ahora  oían  con  tanto  gusto  y  atención  al  odiado  jesuíta;  todo  esto  fué  para 
San  Feliu  un  resurgimiento  religioso,  de  que  esperamos  quedará  perpetua 
y  saludable  memoria. 


225 


ÍI.- MISIÓN    DE    BLANES  • 

(9  á  20  de  Diciembre  de  1908) 

No  le  va  muy  en  zaga  Blanes  á  San  Feliu  en  cuanto  á  impiedad  y  anti- 
clericalismo, ni  hace  muchos  años  fracasó  una  misión  que  allí  se  intentó  dar; 
sin  embargo  fui  allá  muy  alentado  y  con  esperanza  de  grande  fruto,  que 
luego  resultó  mayor  aún  de  lo  que  esperaba.  ¿De  dónde  esta  confianza?  De 
ser  el  Sr.  Ecónomo  un  sacerdote  muy  bueno,  muy  ejemplar,  muy  celoso, 
muy  caritativo  y  por  estas  cualidades,  sobre  todo  por  la  última,  muy  queri- 
do de  toda  la  población  aun  de  los  malos.  Esto  que  me  constaba  á  ciencia 
cierta  por  haber  ejercido  otras  veces  allí  los  ministerios,  me  hizo  aceptar 
gustosísimo  esta  misión,  para  la  que  fui  señalado  con  los  PP.  Ferrán  y 
Ferrer,  ambos  de  la  Residencia  de  Gerona. 

Hicimos  la  entrada  solemne  el  día  9  de  Diciembre  con  grande  expecta- 
ción de  aquellas  gentes,  dispuestas  muy  bien  por  su  pastor;  oímos  sin  em- 
bargo á  la  entrada  de  la  población  algún  silbido,  y  aunque  hubo  procesión, 
anduvo  ésta  en  'silencio  por  disponerlo  expresamente  así  el  Sr.  ecónomo, 
como  medida  de  precaución.  Desde  el  primer  día  estuvimos  los  tres  PP.  y 
para  los  tres  hubo  trabajo.  El  P.  Ferrer  se  encargó  de  los  sermones 
fuertes  déla  noche,  el  P.  Ferrán  de  los  de  la  mañana  y  de  unas  conferencias 
particulares  para  mujeres,  tres  á  solteras  y  tres  á  casadas;  á  mí  me  tocaron 
los  puntos  doctrinales  de  cada  día,  el  catecismo  á  los  niños  los  tres  pri- 
meros días  hasta  el  domingo  13  y  después  las  conferencias  á  hombres 
solos. 

Los  actos  todos  se  vieron  muy  concurridos:  á  las  conferencias  del 
P.  Ferrán,  por  ser  temprano  por  la  tarde,  acudieron  algunas  mujeres  de 
pueblos  vecinos,  á  donde  había  llegado  ia  fama;  de  Blanes  pocas  dejarían 
de  asistir,  notándose  en  muchas  de  ellas  por  su  traje  y  apostura,  que  no  te- 
nían costumbre  de  frecuentar  la  iglesia.  Nada  digamos  de  los  actos  de  la 
noche,  durante  los  cuales  la  iglesia,  que  es  hermosísima  y  muy  capaz,  se  lle- 
naba completamente  ya  desde  el  principio  y  constantemente,  á  pesar  de  la 
lluvia  y  del  mal  tiempo,  con  que  el  Señor  nos  probó.  El  día  del  perdón  es- 
taba el  tiempo  feroz  y  sin  embargo  acudieron  los  pobrecillos,  y  lloraron  y 
gritaron  con  un  fervor  y  una  conmoción  como  pocas  veces  ó  ninguna  he 
visto  aun  en  los  pueblos  de  más  fe. 


226 

Algo  difícil  resultaba  el  atraer  á  los  hombres,  pues  no  queríamos  que 
por  asistir  á  sus  conferencias  particulares,  dejasen  lo  principal  que  es  la 
misión  propiamente  dicha  de  por  la  noche;  y  de  ahí  la  dificultad  de  encon- 
trar hora  á  propósito.  Tuvimos  que  usar  de  maña  y  nos  fué  muy  bien.  Las 
mujeres  habían  comenzado  á  tener  sus  pláticas  particulares  el  viernes;  el 
sábado  comencé  á  decir  desde  el  pulpito,  que  sabía  que  varios  hombres  te- 
nían envidia  á  las  mujeres  y  muchos  deseaban  se  les  diesen  también  á 
ellos  solos  algunas  conferencias,  pero  que  no  sabíamos  cómo  combinarlo 
para  encontrar  una  hora  que  les  fuese  cómoda,  además  de  que  ya  veían 
cuan  grande  era  nuestro  trabajo:  pero  que,  en  fin,  ya  que  el  día  siguiente 
era  festivo  no  me  negaba  á  platicarles  después  de  misa  de  11,  que  es  cuan- 
do acuden  en  mayor  número  al  templo,  por  una  sola  vez.  Salióme  bien  la 
treta,  pues  acudieron  unos  400. 

Híceles  una  conferencia  breve,  procurando  darle  cierto  aparato  de 
ciencia,  que  se  la  hiciese  agradable  y  alabando  su  cultura:  después  de 
ella  les  dije  que,  viendo  los  muchos  que  habían  acudido,  sacaba  de  ahí 
cuan  cierto  era  que  tenían  grandes  deseos  de  estas  pláticas  para  ellos 
solos  y  así,  aun  haciendo  en  ello  un  sacrificio,  me  animaba  á  compla- 
cerles con  tal  que  también  ellos  se  sacrificasen  un  poquito,  haciéndo- 
les el  día  siguiente  lunes  otra  conferencia.  Propúseles  entonces  que  aun 
perdiendo  un  cuartito  de  hora  de  jornal,  acudiesen  á  la  iglesia  á  las  6  "4 
de  la  tarde  y  pregunté  á  alguno  de  los  labradores  y  también  de  los  alparga- 
teros (oficios  principales  de  aquellas  gentes),  si  les  parecía  bien  aquella 
hora;  después  de  varios  dimes  y  diretes,  convinieron  finalmente  en  que 
sí,  mayormente  que  se  trataba  de  un  día  tan  solo:  así  se  lo  daba  á  en- 
tender á  ellos;  pero  mi  intento  era  irles  llevando  poco  á  poco  al  mo- 
do del  examen  particular.  Y  así  fué,  porque  el  día  siguiente  vinieron 
unos  600,  de  donde  tomé  pie  para  decirles  que  finalmente,  viendo  su 
buena  voluntad  y  entusiasmo,  me  determinaba  á  proseguir  hasta  el  último 
día,  que  si  alguno  no  podía  asistir  á  aqitella  hora,  por  lo  menos  se  aprove- 
charían los  demás.  Pero  no  decayó  el  auditorio,  sino  que,  aun  á  pesar  de  la 
lluvia,  siguieron  asistiendo  cada  día  de  600  á  700.  Empecé,  sí,  por  algo  apo- 
logético; pero  para  concluir  por  verdades  de  á  folio  y  por  la  confesión,  invi- 
tándoles á  ella.  Lo  más  notable  fué  que  aquellos  hombres,  alejados  muchos 
de  ellos  completamente  de  la  iglesia,  como  que  asistía  el  club  lerrouxista 
en  peso,  salían  del  templo  á  las  siete  menos  cuarto  y  á  las  ocho  volvían 
otra  vez  la  mayor  parte  de  ellos  para  el  punto  doctrinal  y  sermón. 

El  fruto  correspondió,  gracias  á  Dios,  á  la  asistencia;  es  verdad  que 
no  se  confensaron  todos  ni  mucho  menos;  pero  los  que  lo  hicieron  ¡qué 


227 
bien,  Dios  mío!  Los  PP.  estábamos  edificadísimos:  de  varios  años  y  esto 
arreo,  como  ni  yo,  ni  ninguno  de  mis  compañeros  habíamos  visto  en  ninguna 
parte.  Alabado  sea  Dios. 

Por  lo  dicho  puede  conjeturarse  cuál  sería  el  esplendor  de  los  actos 
exteriores  y  solemnes  de  la  misión.  La  procesión  de  los  niños,  como  en  nin- 
guna parte,  pues  entró  allí  una  grande  emulación  entre  los  maestros  y 
maestras  de  los  diversos  colegios,  y  allí  banderas,  allí  flores  traídas  aun  de 
Barcelona,  allí  andas  muy  bien  adornadas,  allí  sobre  todo,  filas  intermina- 
bles de  niños  y  niñas;  porque  en  Blanes  hay  un  colegio  dirigido  por  religio- 
sos de  la  Sagrada  Familia  con  más  de  200  niños,  muchos  de  ellos  internos, 
y  otro  de  religiosas  del  Purísimo  Corazón  de  María  con  muchas  niñas.  Para 
la  procesión  final  llegó  á  tanto  el  entusiasmo,  que  mandaron  á  buscar  una 
música  militar  á  Barcelona,  que  dista  casi  cuatro  horas  en  tren,  costeándo- 
la por  suscripción.  Gracias  sean  dadas  por  todo  á  Dios  Nuestro  Señor  y 
también  al  celo  infatigable  del  dignísimo  Sr.  Ecónomo. 

JHS. 

Antonio  Viladevall,  S.  J. 


UNA  ASOCIACIÓN  DE  SEÑORAS 
PARA  LA  PROPAGANDA  DE  BUENAS  LECTURAS 


Carta  del  P.  Francisco  Ferrer  al  R.  P.  Provincial 

Gerona,  3  de  Diciembre  de  1909. 

Rvdo.  P.  Antonio  Iñesta.  S.  J. 

Mi  muy  amado  en  Cto.  R,  P.  Provincial:  Me  ha  parecido  que  sería  del 
agrado  de  V.  R.  tener  alguna  noticia  de  los  ministerios  de  alguna  impor- 
tancia que  he  ejercitado  desde  que  estoy  en  esta  Residencia. 

En  el  espacio  de  un  año  he  podido,  gracias  á  Dios,  fundar  dos  asocia- 
ciones de  señoras  para  la  propaganda  de  buenas  lecturas.  Fundé  la  primera 
en  la  ciudad  de  Vich.  al  terminar  la  predicación  cuaresmal  del  pasado  año 
de  1908.  Al  efecto,  propuse  al  limo.  Sr.  Obispo  mis  planes,  que  aprobó  en- 
seguida, sin  restricciones,  ofreciéndome  toda  suerte  de  facilidades  para 
su  feliz  resultado. 

Expuse  mis  pensamientos  á  las  Religiosas  de  cuatro  colegios  de  niñas, 
en  otras  tantas  pláticas,  encaminadas  á  convencerlas  de  la  importancia  y  ne- 
cesidad de  la  propaganda  de  buenas  lecturas  y  de  la  facilidad  con  que  po- 
dían ellas  contribuir  á  obra  tan  trascendental. 

Uno  de  los  medios  propuestos  y  de  muy  fácil  ejecución  sería,  valerse 
de  las  discípulas  para  recoger  de  sus  casas,  con  permiso  de  sus  padres,  to- 
das las  semanas,  las  revistas,  folletos,  etc.,  leídos,  que  á  su  vez  serían  re- 
cogidos por  las  señoras  que  formarían  parte  de  la  Asociación  de  propa- 
ganda. 

Hice  también  una  plática  á  las  niñas  de  los  colegios,  animándolas  á 
contribuir  con  sus  esfuerzos  á  la  propaganda. 

Así  las  cosas,  el  lunes  de  Pascua  de  Resurrección,  tuve  una  reunión  de 
señoras  para  exponerles  mi  plan  y  leer  el  reglamento  aprobado  ya  por  el 
Sr.  Obispo.  Acudieron  á  la  invitación  18  señoras  de  las  más  piadosas  y  ac- 
tivas de  la  ciudad.  Expuse  levemente  el  objeto  de  la  reunión,  la  facilidad 


229 
con  que  podrían  formar  una  Asociación  de  propaganda,  sin  necesidad  de 
muchos  gastos,  ya  que  supondría  comenzar  distribuyendo  las  mismas  hojas 
que  se  recogerían  en  los  colegios  susodichos.  Resolví  las  dificultades  que 
se  les  ocurrieron,  leí  el  reglamento,  y  todas  se  inscribieron  en  la  Asocia- 
ción, deseosas  de  trabajar  con  entusiasmo  en  orden  á  la  propaganda. 

Por  cierto,  R.  P.  Provincial,  que  es  tanto  lo  que  han  llevado  á  cabo, 
que  ha  sobrepujado  mis  esperanzas.  Hace  poco  tiempo  que  recibí  el  resu- 
men de  la  memoria  leída  delante  del  Sr.  Obispo  de  los  trabajos  realizados, 
y  he  visto  con  no  poca  admiración,  que  desde  el  mes  de  Abril  en  que  se 
fundó  la  Asociación  hasta  el  31  de  Diciembre,  se  han  distribuido  á  todas  las 
alumnas  de  las  escuelas  dominicales,  todos  los  días  festivos,  una  revista  ca- 
tólica; 400  Hojas  Sueltas  semanalmente  y  135  números  de  El  Social,  á 
cafés,  tabernas,  barberías;  más  600  números  de  la  revista.  Suma:  26.164 
números  distribuidos. 

Me  consta  que  no  contentas  con  los  trabajos  realizados  hasta  el  pre- 
sente, piensan  extender  el  campo  de  su  acción  propagandista  por  los  pue- 
blos todos  de  la  comarca. 

También  he  instituido  la  Asociación  de  la  buena  prensa  en  Calella  de 
la  Costa,  del  obispado  de  Gerona.  En  uno  de  los  sermones  que  prediqué 
durante  el  octavario  del  Sagrado  Corazón,  exhorté  al  auditorio  á  huir  de 
las  malas  lecturas  como  peste  la  más  perniciosa,  y  á  trabajar  con  empeño  en 
la  propaganda  de  las  buenas.  Algunas  señoras  se  afectaron  y  vinieron  á  vi- 
sitarme, deseosas  de  trabajar  en  aquel  campo  en  que  se  ventilan  los  más  sa- 
grados intereses.  Las  felicité  por  su  tan  noble  resolución,  y  propuse  que 
buscasen  algunas  nuevas  socias  para  formar  la  Asociación  de  propaganda. 
Al  día  siguiente  se  juntaron  en  la  casa  rectoral.  24  señoras  de  las  más  dis- 
tinguidas é  influyentes  de  la  población.  Expuse  la  gran  necesidad  de  que 
las  señoras,  en  las  presentes  circunstancias,  se  lancen  á  la  lucha,  en  defen- 
sa de  los  derechos  de  Jesucristo  y  de  la  Iglesia,  haciendo  guerra  sin  cuartel 
á  los  periódicos  impíos,  á  las  revistas  pornográficas,  etc.,  y  trabajando  para 
propagar  por  todos  los  medios  posibles,  la  buena  semilla  de  impresos  de 
sana  lectura,  entre  tantos  obreros  apartados  de  Dios.  Leí  mi  reglamento. 
Nombré  la  junta  ejecutiva  y  dimos  por  instituida  ya  la  Asociación,  que  ha 
merecido  entusiastas  felicitaciones  del  Sr.  Obispo  de  la  diócesis  en  oficio 
dirigido  al  Sr.  Cura. 

Se  han  inscrito  ya  á  El  Social,  que  mandan  á  todos  los  centros  obre- 
ros de  la  ciudad,  á  las  barberías,  tabernas,  etc.  etc.;  item  á  Hojas  Sueltas, 
de  Madrid,  que  se  distribuyen  en  los  establecimientos  públicos.  Se  han  colo- 
cado buzones  á  las  puertas  de  la  iglesia,  que  se  llenan  casi  cada  día  de  bue- 


230 
nos  impresos.  En  las  fábricas  se  han  comenzado  á  formar  unos  salones  de 
lectura  para  los  obreros,  y  creo,  que  con  los  libros  remitidos,  pronto  será 
un  hecho  la  formación  de  bibliotecas  populares. 

¡Ojalá  R.  P.  Provincial  se  hiciese  lo  mismo  en  todas  partes!  Estoy  ple- 
namente convencido  que  la  propaganda  de  buenas  lecturas  es  el  único  me- 
dio, para  hacer  llegar  algunas  buenas  ideas  á  muchos  hombres  hostiles  á  la 
religión. 

Deseará  tal  vez  V.  R.  conocer  el  Reglamento  de  dichas  Asociaciones 
de  propaganda.  A  continuación  le  mando  una  copia  del  de  la  Asociación  de 
Calella. 

REGLAMENTO  DE  LA  ASOCIACIÓN  DE  SEÑORAS  PARA 
LA  PROPAGANDA  DE  BUENAS  LECTURAS • 

El  objeto  de  esta  Asociación,  es  la  difusión  por  todos  los  medios  posi- 
bles de  buenas  lecturas  é  impedir  con  todo  empeño  las  malas. 

Consta  la  Asociación  de  una  junta  general,  ala  que  pueden  pertenecer 
las  señoras  todas,  que  formen  parte  de  alguna  de  las  Asociaciones  católicas 
de  la  ciudad,  previa  admisión  del  R.  Sr.  Director  y  también  de  una  comisión 
ejecutiva,  que  está  constituida  por  siete  señoras  ó  más,  á  juicio  del 
R.  Sr.  Director,  que  serían  elegidas  de  las  que  pertenecen  á  la  junta  general. 

El  gobierno  de  la  Asociación  está  á  cargo  de  un  R.  Sr.  Director  y  de 
un  Vice-Director,  elegidos  por  la  autoridad  eclesiástica. 

La  Junta  general,  se  reúne  una  vez  cada  dos  meses,  á  lo  menos  en  el 
día  y  en  el  lugar  señalados  por  el  R.  Sr.  Director. 

La  comisión  ejecutiva  se  reunirá  una  vez  cada  mes  y  las  demás  veces 
que  crea  conveniente  el  R.  Sr.  Director. 

Si  alguna  de  las  asociadas  no  pudiere  asistir  á  su  respectiva  reunión, 
ha  de  hacerse  representar  por  otra  socia  de  la  junta  á  que  pertenece. 

En  las  reuniones,  así  de  la  junta  general  como  de  la  comisión  ejecuti- 
va, se  comenzará  rezando  un  Credo  al  Sagrado  Corazón  y  un  Padre  Nues- 
tro á  San  Francisco  de  Sales.  Se  leerá  un  capítulo  del  libro  «Importancia  de 
la  buena  prensa»  del  Excmo.  Sr.  Obispo  de  Jaca,  ó  del  libro  «Cruzada  de 
la  prensa»  del  mismo  autor.  La  secretaria  dará  cuenta  detallada  de  las  revis- 
tas, hojas,  folletos,  recogidos  en  los  buzones,  y  de  cómo  se  han  distribuido 
en  los  establecimientos  públicos,  cafés,  barberías,  tabernas,  fábricas,  igle- 
sias, etc.,  etc.  Se  propondrá  medios  para  aumentar,  nunca  para  dismi- 
nuir, las  suscripciones. 


231 

A  principios  de  año,  un  día  señalado  por  el  R.  Sr.  Director,  en  la 
reunión  general  se  leerá  una  memoria  de  todo  cuanto  se  ha  hecho  en  orden 
á  la  propaganda  en  el  año  anterior. 

Una  vez  al  año,  en  el  tiempo  que  señale  el  R.  Sr.  Director,  se  celebrará 
una  función  religiosa  en  honra  del  Sagrado  Corazón,  con  sermón  en  que  se 
predicará  de  la  importancia  y  necesidad  de  la  propaganda  de  buenas 
lecturas. 

OBLIGACIONES  PARTICULARES  DE  LAS  ASOCIADAS 

1  /^  Todos  los  días  las  socias  rezarán  un  padre  nuestro  al  Sagrado  Co- 
razón por  la  prosperidad  de  los  buenos  escritores,  y  conversión  de  los  malos. 

2.^  No  permitirán  jamás,  en  cuanto  esté  de  su  parte,  entre  en  su 
casa,  periódicos,  revistas,  folletos,  etc.,  que  no  sean  netamente  católicos. 

Se  esmerarán  en  apartar  de  las  casas  de  sus  amigos,  conocidos,  veci- 
nos, establecimientos  públicos,  las  malas  lecturas.  Leído  el  periódico,  revis- 
ta, folleto,  hoja,  lo  mandarán  á  los  buzones  ó  lo  remitirán  á  las  casas  veci- 
nas, nunca  lo  echarán  á  perder. 

3.'"^  Ayudarán  con  alguna  limosna  para  la  propaganda,  plenamente 
convencidas  de  que  hacen  una  obra  de  mucha  trascendencia  y  caridad,  y 
muy  del  agrado  del  Sagrado  Corazón. 

Ahí  tiene,  pues,  mi  R.  P.  Provincial  el  Reglamento  en  cuestión. 

Antes  de  terminar  pláceme  apuntar  que  el  día  21  de  Noviembre  1909, 
teníamos  la  misión  que  dábamos  en  La  Bisbal  desde  el  10,  los  PP.  Sarret, 
Recolóns,  y  el  que  suscribe.  Gracias  áDios,  salimos  todos  mUy  satisfechos. 
Así  los  actos  generales  como  los  particulares  de  la  misión  fueron  bien  con- 
curridos. 

El  último  día  fué  de  mucha  satisfacción.  Las  dos  comuniones  generales 
y  la  procesión  muy  concurridas.  No  han  faltado  por  la  misericordia  de  Dios, 
conversiones  notables. 

El  presidente  de  una  de  las  sociedades  más  revolucionarias,  asistió  ala 
comunión  general  y  á  la  procesión  llevando  en  el  pecho  la  medalla  de  la 
santa  Misión. 

Lo  mismo  hizo  uno  de  los  jefes  revolucionarios  en  aquella  semana  trá- 
gica de  un  pueblo  vecino,  causando  tales  ejemplos  como  se  deja  ver,  no 
poca  edificación. 

Siervo  en  Cto. 

JHS. 

Francisco  Ferrer,  S.  J. 


RESIDENCIA  DE  MANRESA 


VARIOS   MINISTERIOS   DEL  P.    MAGÍN   DACHS 


Carta  del  mismo   padre  al   Rdo.  P.  Provincial 

Manresa,  1  de  Enero  de  1911. 

R.  P.  Provincial. 
Muy  amado  en  Cto.  R.  P.  Provincial:  Accediendo  gustoso  á  los  deseos 
manifestados  por  V.  R.,  voy  á  darle  cuenta  de  los  trabajos  apostólicos,  en 
que  me  he  ocupado  durante  los  meses,  que  llevo  de  residencia  en  San  Ig- 
nacio de  Manresa,  mientras  la  salud  me  lo  ha  permitido. 

MISIÓN  EN  MONCADA  (BARCELONA) 

Antes  de  dar  cuenta  de  la  misma,  bueno  será  trazar  una  breve  reseña 
del  objeto  principal  que  la  motivó.  Es  Moneada  una  hermosa  villa  del  Llano 
del  Valles,  situada  en  la  ribera  del  río  Besos,  á  dos  leguas  de  Barcelona. 
Cuenta  unos  dos  mil  habitantes;  pero  la  bondad  de  sus  aguas,  la  frescura 
de  la  brisa  del  mar,  la  fertilidad  de  su  suelo  y  la  gran  frecuencia  de  trenes, 
que  continuamente  van  y  vienen  de  la  ciudad  condal,  es  causa  de  que  en 
verano  sean  numerosas  las  familias  que  veraneen  en  ella. 

En  la  cumbre  del  Monte  Cateno,  en  cuya  falda  descansa  la  población, 
venerábase  ya  en  el  siglo  xii,  una  devotísima  imagen  de  la  Virgen,  llamada 
y  conocida  en  todo  el  Valles  por  la  Mare  de  Deu  de  Monteada.  En  una 
de  sus  salidas  de  Barcelona,  el  ejército  napoleónico  redujo  á  cenjzas  el  tem- 
plo de  María,  pudiendo  no  obstante  la  buena  ermitafia,  María  Cabané,  li- 
brar la  santa  imagen  de  la  destrucción  y  del  incendio. 

Llevada  á  la  iglesia  parroquial  de  San  Andrés  de  Palomar,  diósele  pú- 


233 
blica  veneración  hasta  últimos  de  Agosto  del  año  1824,  en  el  cual  tiempo 
fué  trasladada  solemne  y  procesionalmente  al  templo  parroquial  de  Moneada. 
Colocada  en  el  altar  mayor,  á  ella  acudían  numerosos  fieles  de  todo  el  Va- 
lles y  del  llano  de  Barcelona,  por  ser  muchas  las  gracias  que  á  sus  devo- 
tos otorgaba  la  celestial  Señora.  Sueño  dorado  de  los  fieles  de  Moneada  era 
poder  restaurar  la  capilla  de  Monte  Caleño  y  trasladar  á  ella  la  santa 
imagen. 

Iban  á  cumplirse  cien  años  de  la  destrucción  y  profanación  del  Santua- 
rio; ¿cómo  no  acometer,  por  tanto,  tan  noble  como  memorable  empresa? 
Allegados  los  suficientes  recursos  entre  los  buenos  hijos  de  Moneada  y  la 
colonia  veraniega;  levantóse  en  poco  tiempo  el  nuevo  santuario,  utilizando 
del  antiguo  unas  pocas  piedras  labradas,  que  andaban  esparcidas  por  la 
cumbre  del  monte,  como  si  aguardaran  que  una  mano  piadosa  las  ordenase 
de  nuevo  para  servir  de  techo  á  aquella  venerada  imagen. 

Todo  estaba  dispuesto  ya  para  la  solemne  traslación.  Entonces  pensóse 
acertadamente  en  una  Misión,  con  el  fin  de  disponer  los  corazones  de  los 
buenos  hijos  de  Moneada  para  tan  memorable  fiesta.  Recibida  como  pan  del 
cielo  tan  santa  idea,  fijóse  el  día  26  de  Agosto  para  dar  comienzo  á  ella;  de 
esta  suerte  la  colonia  veraniega  podría,  como  así  lo  deseaba,  tomar  parte. 

El  mismo  día  á  las  seis  de  la  tarde,  llegábamos  por  la  línea  de  Francia 
el  P.  Francisco  Javier  Ferrán  y  yo:  en  la  estación  nos  aguardaba  ya  la  pro- 
cesión, presidida  por  el  Sr.  Cura  párroco  y  buen  número  de  sacerdotes,  el 
Ayuntamiento  en  pleno,  el  Juzgado  Municipal  y  el  Sr.  Teniente  de  la  Guar- 
dia Civil.  Después  de  los  saludos  de  rúbrica,  siguió  la  procesión  hacia  el 
templo  parroquial,  entonando  los  cánticos  propios  de  la  misión,  y,  dándose 
frecuentes  vivas  á  la  Mare  de  Dea  de  Monteada,  á  la  santa  misión  y  á  los 
padres  de  la  Compañía  de  Jesús.  Manifestaciones  tales  de  entusiasmo  y 
fervor,  hiciéronnos  augurar  una  misión  próspera  y  fecunda  en  bendiciones  del 
cielo  y  en  frutos  espirituales.  Trabajo  nos  costó  penetrar  en  el  templo.  Des- 
de el  primer  día  se  pudo  ya  conocer  lo  numeroso  que  sería  el  auditorio, 
siendo  menester  en  los  actos  de  la  noche  ocupar  el  coro,  las  capillas  latera- 
les y  el  presbiterio. 

A  la  misioncita  de  los  niños  acudieron  unos  700,  conforme  pudimos 
comprobarlo  el  día  de  la  distribución  de  las  medallas.  En  la  comunión  ge- 
neral, que  para  ellos  solos  celebramos,  recibieron  el  Pan  de  Cristo  250;  y  á 
la  solemne  procesión  asistieron  más  de  600,  con  sus  estandartes,  banderolas 
y  ramos  de  flores,  llevando  blandones  los  mayorcitos.  A  los  acordes  de  la 
música,  á  las  armonías  de  los  cánticos  á  Jesús  y  á  la  Virgen,  y  á  los  casi  no 
interrumpidos  vivas  á  la  Mare  de  Dea  de  Monteada,  experimentábase  tal 


234 

copia  de  espiritual  consuelo,  que  furtivamente  las  lágrimas  asomaban  por 
los  ojos  y  daba  saltos  el  corazón.  Veíase  la  alegría  pintada  en  el  rostro  de 
todos,  y  todo  el  mundo  hacíase  lenguas  de  aquella  simpática  fiesta,  la  más 
hermosa,  decían  los  buenos  habitantes,  que  habían  visto  en  Moneada.  Con 
esto  ya  se  deja  entender,  amadísimo  Padre,  las  esperanzas  que  abrigába- 
mos de  tener  una  buena  Misión. 

Despachada  la  gente  menuda,  pudimos  aplicarnos  por  entero  á  la  ma- 
yor. La  asistencia  nunca  decreció.  La  atención  y  piedad  con  que  era  escu- 
chada la  divina  palabra,  nos  daba  derecho  á  creer  que  no  toda  la  buena  se- 
milla caía  entre  piedras  y  en  medio  del  camino.  En  honor  á  la  verdad,  quien 
mayor  entusiasmo  manifestaba  por  la  misión  era  la  colonia  barcelonesa,  muy 
numerosa  en  Moneada.  Los  hombres  de  la  villa  mostráronse  algo  retraídos; 
al  revés  de  los  de  los  barrios  y  de  las  casas  de  campo,  que  asistieron  todas 
las  noches  y  casi  todos  recibieron  el  último  día  los  santos  sacramentos.  Las 
comuniones,  que  se  distribuyeron  en  este  día,  no  bajaron  de  800,  siendo 
también  en  buen  número  las  que  se  distribuyeron  durante  la  semana.  La 
procesión  final  fué  sumamente  concurrida  y  solemne  cuanto  cabe.  En  suma, 
la  misión  de  Moneada  fué  una  buena  misión. 

Caldeados  de  esta  suerte  los  ánimos,  era  de  esperar  que  la  traslación 
de  la  Santa  Imagen  de  la  Mare  de  Deu  de  Monteada  al  nuevo  Santuario 
sería  brillante,  solemnísima,  imponente.  Así  fué.  Invitadas  de  antemano 
las  poblaciones  del  Valles  y  del  Llano  de  Barcelona,  más  de  tres  mil  perso- 
nas acompañaron  á  la  santa  imagen  á  la  cumbre  del  Monte  Cateno,  para 
tomar  posesión  del  nuevo  templo,  desde  donde  la  celestial  Señora  hace 
descender  á  la  continua  abundantes  gracias,  sobre  cuantos  la  visitan  é  invo- 
can. La  devoción  á  la  Mare  de  Deu  de  Monteada  crece  de  día  en  día, 
siendo  muchísimos  los  fieles  que  suben  á  visitarla,  señaladamente  en  los 
días  festivos. 

Como  fruto  de  la  santa  misión  pensóse  en  fundar  un  buen  colegio,  di- 
rigido por  religiosos;  pues  hacía  ya  algún  tiempo  que  en  la  villa  existía  una 
escuela  laica,  regida  por  un  maestro  de  ideas  disolventes.  Reunidos  los  su- 
ficientes recursos,  gestionaron  su  apertura,  que  contrarrestará  los  efectos 
perniciosos  de  la  laica;  y  para  ello  conferenciaron  con  los  Hermanos  de  la 
Doctrina  Cristiana,  los  cuales  con  mucho  gusto  secundaron  la  acción  de  los 
católicos  y  se  encargaron  de  la  enseñanza.  Organizada  la  apertura  del  co- 
legio, se  hizo  pública  la  fundación,  en  cuyo  día  murió  repentinamente  el 
maestro  laico,  sostenedor  del  centro  de  enseñanza,  que  se  iba  resueltamen- 
te á  hacer  desaparecer. 


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EJERCICIOS  EN  TARRASA 

El  día  17  de  Septiembre  di  una  tanda  de  Ejercicios  á  las  religiosas  Jo- 
sefinas de  la  ciudad  de  Tarrasa.  Aplicadas  al  cuidado  de  enfermos  á  domi- 
cilio, es  incalculable  el  bien  espiritual  que  hacen.  Por  aquellos  días  una  Re- 
ligiosa cuidaba  á  un  joven  tuberculoso;  el  infeliz  se  estaba  muriendo,  y  no 
había  por  donde  entrarle  á  que  recibiese  los  Santos  Sacramentos.  Hablóle 
la  Hermana,  rogóle,  esmeróse  en  servirle;  todo  en  vano.  Acudió  entonces 
á  la  Madre  de  los  pobrecitos  pecadores,  imploró  el  auxilio  del  Protector  de 
los  moribundos  San  José,  irñpúsose  algunas  penitencias,  y  por  fin,  el 
enfermo,  pidió  compungido  y  lloroso,  que  llamasen  prontamente  un  sacer- 
dote. Confesóse,  recibió  el  santo  Viático  y  la  Extremaunción;  y  no  can- 
sándose de  estampar  amorosísimos  besos  en  el  santo  crucifijo,  entregó 
plácidamente  su  alma  á  Dios. 

OCTAVARIO  EN  TARADELL  (VICH) 

Aunque  con  no  poca  repugnancia,  pues  nemo  propheta  in  patria  sua, 
el  día  27  del  citado  mes  fui  á  Taradell  á  predicar  el  Octavario  de  la  Virgen 
del  Rosario.  La  asistencia  fué  más  que  regular  en  los  días  laborables,  nu- 
merosísima en  los  festivos.  El  día  de  conclusión  no  cabía  la  gente  en  el  tem- 
plo, con  ser  él  uno  de  los  más  capaces  del  obispado;  y  las  comuniones  no 
bajaron  de  1200.  A  Dios  gracias  es  Taradell  una  de  las  poblaciones  más  ca- 
tólicas de  la  diócesis,  no  llegando  á  media  docena  los  que  no  cumplen  con 
el  precepto  pascual. 

EJERCICIOS  EN  TARRASA 

Con  ser  Tarrasa  una  ciudad  exclusivamente  fabril  y  desde  hace  muchos 
años  muy  trabajada  por  los  elementos  revolucionarios;  conserva  no  obstan- 
te un  número  crecidísimo  de  verdaderos  católicos,  que  son  la  esperanza 
de  una  cristiana  restauración,  tal  vez  no  lejana.  Las  obras  de  caridad  gozan 
de  una  vida  robusta,  las  Asociaciones  piadosas  son  de  una  fecundidad  envi- 
diable; hay  mucha  frecuencia  de  sacramentos,  y  la  asistencia  á  las  funcio- 
nes religiosas  es  muy  notable. 

Una  de  las  Asociaciones  mejor  organizadas,  es  sin  duda,  la  Archicofra- 
día  de  jóvenes  teresianas.  Tienen  sus  funciones  mensuales,  sus  días  de  re- 
tiro, sus  obras  de  celo,  y  cuidan  de  algunos  catecismos  de  la  ciudad.  Con 


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tan  buenas  disposiciones  ya  puede  augurarse  lo  que  serán  los  Ejercicios 
Espirituales  de  cada  año.  ¡Era  cosa  para  alabar  á  Dios  ver  á  las  cinco  de  la 
madrugada,  400  obreras  recogidas  en  el  templo  santo,  oyendo  la  santa 
misa  y  escuchando  la  divina  palabra,  para  luego  desparramarse  por  las  ca- 
lles de  la  ciudad  y  sepultarse  en  la  fábrica  ó  taller  para  ganar  el  pan  de  cada 
dial  A  las  siete  de  la  noche  ya  estaban  de  nuevo  en  la  iglesia,  siendo  su  nú- 
mero, mayor  que  el  de  la  mañana.  Excusado  es  decir  que  á  la  comunión 
final  acudirían  todas,  no  obtante  haber  tenido  algunas  que  comulgar  muy  de 
mañana;  á  la  general  asistieron  más  de  500. 

Por  la  noche  prediqué  el  panegírico  de  la  insigne  española  y  gloria  del 
Carmelo  santa  Teresa  de  Jesús,  siendo  tal  la  concurrencia  de  fieles,  que 
más  de  300  personas  tuvieron  que  quedarse  en  la  calle,  imposibilitadas  de 
poder  penetrar  en  el  vasto  templo  parroquial,  uno  de  los  mayores  del  obis- 
pado de  Barcelona. 

NOVENA  EN  CARDONA  (SOLSONA) 

Es  Cardona,  población  de  unos  5000  habitantes,  una  de  las  parroquias 
más  cristianas  de  la  diócesis  de  Solsona;  como  si  san  Ramón  Nonato,  en 
cuj^o  castillo  murió,  la  distinguiera  desde  el  cielo  con  su  intercesión  valiosí- 
sima. Y  bien  lo  manifestó  en  la  Novena  de  Almas  que  allí  prediqué,  desde 
el  día  25  de  Octubre.  Con  ser  el  templo  parroquial  muy  espacioso,  llenábase 
todas  las  noches  de  bote  en  bote,  habiendo  sido  preciso  algún  día  abrir  de 
par  en  par  la  puerta  principal,  á  causa  de  la  mucha  gente  que  quedaba 
fuera.  Ya  desde  los  primeros  días  tuviéronme  horas  y  horas  en  el  confesio- 
nario, cabiéndome  el  indecible  consuelo  de  oir  la  confesión  de  varios  hijos 
pródigos,  por  muchos  años  alejados  de  la  casa  de  su  Padre  celestial.  Según 
testimonio  del  Párroco,  sacerdote  muy  ejemplar,  celoso  é  instruido,  hubo 
durante  la  Novena  2300  comuniones;  de  ellas  1200  el  último  día. 

NOVENA  EN  MANLLEU  (VICH) 

Manlleu,  población  de  unos  7000  habitantes,  hermosa  villa  situada  en  la 
ribera  del  río  Ter  y  á  siete  kilómetros  de  Vich;  es  indudablemente  el  ma- 
yor y  más  poderoso  centro  fabril  de  la  alta  montaña  de  Cataluña.  En  la  in- 
vasión de  las  doctrinas  socialistas,  fué  ella  el  baluarte  donde  se  hicieron 
más  fuertes,  y  desde  donde  se  esparcían  sus  corifeos  por  toda  la  cuenca 
del  Ter.  De  ahí  que  en  más  de  una  ocasión  fuesen  las  calles  y  cercanías  de 
Manlleu,  teatro  de  incendios,  violencias  y  aún  de  sangrientas  escenas. 


237 

Que  con  tales  predicaciones  y  trastornos  la  fe  y  la  piedad  padecerían 
no  pequeño  detrimento,  es  cosa  por  demás  evidente;  esto  no  obstante,  Man- 
lleu  continuaba  siendo  una  de  las  poblaciones  más  católicas  y  fervientes  del 
obispado  de  Vich.  Alejados  los  principales  propagandistas  del  Socialismo  y 
convencidos  los  buenos  y  sencillos  obreros  del  engaño  de  que  habían  sido 
víctimas,  es  hoy  la  población  una  morada  de  paz  y  un  campo  fecundísimo  en 
obras  de  caridad  y  de  celo. 

Muchas  y  muy  solemnes  funciones  religiosas  celebra  todos  los  años  en 
su  hermoso  y  vasto  templo  parroquial;  sobresale,  no  obstante,  entre  todas 
la  Novena  de  las  Almas,  que  empieza  siempre  la  primera  semana  de  no- 
viembre. Ya  el  primer  día  de  rhi  predicación,  quedé  maravillado  de  la  gran 
concurrencia  de  fieles;  y  el  segundo,  hubo  necesidad  de  dejar  abierta  la 
puerta  principal,  á  fin  de  poder  oir  la  divina  palabra  los  muchos  que  que- 
daban en  la  plaza  de  la  Iglesia. 

Era  cosa  de  admiración  ver  cada  noche,  aquellas  largas  hileras  de  tra- 
bajadores del  campo  y  de  la  fábrica,  dirigirse  con  sus  linternas  á  la  casa  de 
Dios,  en  vez  deir  á  la  suya  á  tomar  el  descanso,  que  les  era  tan  necesa- 
rio! Ya  desde  los  comienzos  de  la  novena,  fueron  muchas  las  comuniones 
que  se  distribuyeron  cada  día,  pasando  de  1400  el  último.  Almas  á  la  verdad 
muy  necesitadas,  que  recobraron  la  estola  de  la  divina  gracia,  fueron  tam- 
bién en  número  respetable. 

Como  de  Manlleu  habían  salido  algunos  obreros  á  practicar  Ejercicios 
Espirituales  en  nuestra  casa  de  Sarria,  pidiéronme  con  instancia  que  les  di- 
jera unas  pocas  palabras,  para  esforzarles  en  el  cumplimiento  de  los  propó- 
sitos hechos  durante  aquellos  días  de  salvación. 

Reunidos  en  una  sala  de  la  casa  parroquial,  en  número  de  veinticinco, 
híceles  una  breve  plática  que  les  recordara  aquellas  verdades,  aquellos  ca- 
minos, aquellos  grandes  pensamientos  y  aquellos  propósitos  y  determinacio- 
nes tomadas  á  la  luz  de  la  fe  y  al  impulso  del  divino  espíritu;  exhortándo- 
les, además,  á  ser  diestros  pescadores  de  almas  en  la  fábrica  y  el  taller. 

Resolvieron  reunirse  todas  las  tardes  de  los  días  festivos  en  una  sala 
del  Centro  Católico,  para  tener  un  rato  de  lectura  espiritual  ú  oir  la  plática 
que  un  sacerdote  les  haría;  comulgar  al  menos  cada  mes,  todos  juntos 
á  una  hora  señalada;  ofrecerse  al  Sr.  Párroco  para  el  servicio  de  la  iglesia, 
y  tomar  activa  parte  en  todas  las  manifestaciones  católicas  que  en  la  villa 
se  ofreciesen.  Posteriormente  he  sabido  que  muchos  de  ellos,  son  unos  per- 
fectos dechados  de  buenos  cristianos. 

Con  las  lágrimas  en  los  ojos,  decíame  uno  de  ellos,  casado  y  con  hijos: 
«Padre,  yo  soy  uno  de  los  que  fueron  á  Sarria  á  practicar  los  Ejercicios. 


238 

¡Ah!  ¡Bendito  sea  Dios  que  tal  gracia  me  concedió!  Pervertido  por  malos 
amigos,  tiempo  hacía  que  no  practicaba  acto  alguno  de  Religión.  Invitado 
para  ir  á  Sarria,  allá  fui;  pero,  á  decir  verdad,  con  no  poca  prevención  y 
mucha  repugnancia.  Oir  la  primera  plática  del  P.  Director  y  quedar  mi  co- 
razón trocado,  fué  una  misma  cosa.  Confeséme  de  toda  la  vida;  comulgué 
con  indecible  consuelo  de  mi  alma,  y  desde  entonces  mi  espíritu,  antes  tan 
conturbado,  goza  de  una  paz  imperturbable;  cuido  de  mi  familia,  la  que 
procuro  educar  cristianamente,  y  estoy  contento  de  mi  humilde  condición 
de  obrero.  Pienso  volver  presto  á  Sarria,  añadió,  y  practicar  nuevos  Ejerci- 
cios, en  la  seguridad  de  que  conociendo  más  á  Dios,  mejor  podré  amarle  y 
servirle. 

MINISTERIOS  EN  SANTA  MARÍA  DE  SANS  (BARCELONA) 

Concluida  la  Novena  de  Manlleu,  dirigíme  á  Barcelona  para  predicar 
en  Santa  María  de  Sans.  una  porción  de  sermones  de  almas  y  unos  cinco 
como  preparación  para  la  fiesta  de  la  Concepción  Inmaculada  de  María. 
Santa  María  de  Sans,  parroquia  de  unas  35000  almas;  de  las  poblaciones 
últimamente  agregadas  á  Barcelona,  tal  vez  sea  la  de  más  fe  y  sentimientos 
religiosos.  A  los  sermones  que  les  prediqué  por  la  noche  acudía  un  número 
considerable  de  fieles,  y  las  comuniones  que  se  distribuían  cada  día,  eran 
también  muchas. 

El  día  de  la  Inmaculada  comulgaron  1300  personas.  Solemnidad  más 
espléndida  que  la  de  este  día  yo  no  la  había  presenciado  jamás;  ya  es  fama 
en  Barcelona,  como  me  decía  uno  de  nuestros  padres,  que  entre  todas  las 
iglesias  de  la  ciudad,  que  honran  solemnemente  á  la  Virgen  el  día  de  su 
Concepción  Inmaculada,  Santa  María  de  Sans  se  lleva  la  palma.  Prediqué 
en  la  Misa  solemne  y  en  la  función  de  la  tarde;  y  en  ambas  el  vastísimo 
templo  parroquial  estaba  enteramente  lleno  de  fieles;  no  cabía  una  perso- 
na más. 

EJERCICIOS  Y  CONFERENCIAS  EN  TARRASA 

Ardiendo  el  buen  arcipreste  de  esta  ciudad  Rvdo.  D.  Tomás  Pursáls, 
en  grandes  deseos  del  bien  espiritual  de  sus  feligreses,  pensó  en  dar  una 
tanda  de  Ejercicios  á  solos  hombres;  mas  para  que  no  se  asustasen  al  solo 
anuncio  de  Ejercicios,  resolvimos  darles  el  nombre  de  «Conferencias  Apolo- 
géticas para  solos  hombres».  Bien  dispuestos  un  buen  número  de  fabri- 
cantes los  cuales  cuidaban  de  repartir  ellos  mismos  los  programas  á  sus 


239 
obreros,  é  invitados  por  medio  de  volantes  los  dueños  y  los  directores  de 
los  talleres  y  almacenes,  principié,  no  sin  algunas  dudas  y  temores  de  éxito 
mi  tarea  el  13  de  Diciembre  por  la  noche. 

Como  que  el  auditorio  había  de  componerse  de  católicos  de  hecho  y 
católicos  de  solo  nombre,  dividí  los  Ejercicios  en  dos  actos:  uno  á  las 
ocho  de  la  mañana,  y  otro  á  las  siete  de  la  noche.  En  el  primero  seguía  en 
un  todo  las  meditaciones  de  San  Ignacio;  el  segundo  constaba  de  una  plá- 
tica moral,  rosario,  canto  y  conferencia.  Por  la  mañana  asistía  casi  un  cen- 
tenar de  caballeros;  ¿y  por  la  noche?  Con  agradable  sorpresa  de  todos  noso- 
tros pudimos  contar  ya  la  primera  unos  500  hombres,  y  á  la  segunda  lle- 
gaban casi  á  800,  quedando  estacionado  este  número  toda  la  semana. 

En  la  primera  conferencia  traté  del  origen  del  hombre  y  de  las  relacio- 
nes íntimas,  necesarias,  inmutables  y  eternas  que  le  unen  con  su  Dios  Cria- 
dor; en  la  segunda,  de  la  excelencia  y  necesidad  de  la  Religión,  por  la  cual 
el  hombre  cumple  con  esas  relaciones,  y  consiguientemente  con  los  deberes 
altísimos  que  le  unen  con  su  Dios  Redentor;  en  la  tercera,  de  la  caridad  de 
la  Iglesia  ó  Religión  Cristiana;  en  la  cuarta,  de  la  Iglesia  y  la  libertad:  en 
la  quinta,  de  las  luchas  y  triunfos  de  la  Iglesia  Católica;  y  en  la  última,  de  lo 
razonable  de  los  divinos  Mandamientos,  y  cuan  fáciles  son  de  cumplir,  con- 
tando, como  se  supone,  con  los  auxilios  de  la  gracia  divina. 

Publicábase  en  la  ciudad  un  periódico  rabiosamente  impío  y  radical, 
intitulado  «El  Futurista»;  su  director,  asistente  todas  las  noches  á  las  Con- 
ferencias, no  se  recataba  de  decir,  que  en  los  números  próximos  del  pe- 
riódico impugnaría  mis  conferencias,  presentando  la  falsedad  de  mis  citas 
históricas  y  reduciendo  á  polvo  la  fuerza  de  mis  argumentos.  Salió  el  pe- 
riódico, y  la  refutación  no  vino;  salió  otra  y  otra  vez,  y  la  refutación  no 
apareció  por  ninguna  parte.  Como  en  las  fábricas  y  talleres  no  se  hablaba 
por  aquellos  días  de  otra  cosa  que  de  las  Conferencias  Apologéticas,  siendo 
en  general  bien  recibidas,  creyó  el  buen  señor  que  acogiéndose  al  puerto 
del  silencio,  saldría  mejor  librado  de  la  borrasca  que  por  aquellos  días  se 
había  desencadenado  contra  él,  es  decir,  contra  sus  fanfarronadas  radicales. 

¿Y  el  resultado  final?  Cierto  que  no  se  confesaron  todos  cuantos  asis- 
tieron á  los  Ejercicios;  pero  sí  que  las  comuniones  no  bajaron  de  300.  siendo 
esto  un  espectáculo  raras  veces  visto  en  Tarrasa.  Los  buenos  concibieron 
mejor  estima  de  nuestra  santa  Religión:  los  indiferentes  sacudieron  de  sí 
un  poquito  la  pereza;  y  los  incrédulos  é  impíos  oyeron  verdades,  que  tal 
vez  muchos  de  ellos  no  habían  jamás  oído,  pudiendo  ser  esto  el  principio  de 
su  conversión,  porque  sabido  es,  que  fides  ex  auditu. 


240 

AÑO  1909 

MINISTERIOS  EN  MANRESA 

Muy  convenientes  me  eran  algunos  días  de  descanso,  y  el  Divino  Niño 
de  Belén  otorgómelos  benignamente  á  trueque  de  disponerme  mejor  para  los 
muchos  ministerios  espirituales  que  tenía  encargados.  Sin  embargo,  no 
estuve  mano  sobre  mano;  porque  el  día  de  los  Santos  Reyes  prediqué  en  la 
iglesia  de  las  Hermanitas  de  los  Pobres;  el  día  17  el  sermón  de  San  Antonio 
Abad;  y  unos  días  después  el  sermón  del  Apostolado  de  la  Oración  en  nues- 
tra iglesia  de  San  Ignacio.  Ninguna  cosa  de  especial  mención  en  estos  mi- 
nisterios. 

OCTAVARIO  DEL  CORAZÓN  DE  JESÚS  EN  TORDERA  (GERONA) 

Es  Tordera  villa  de  unos  3,000  habitantes,  en  la  diócesis  de  Gerona, 
situada  en  el  centro  de  un  hermoso  y  fértil  valle  que  forman  dos  pequeñas 
estribaciones  del  Montseny,  y  á  unas  dos  leguas  del  mar.  A  mediados  de 
Noviembre  del  año  1904  dimos  allí  una  buena  y  provechosa  misión  con  el 
P.  Valentín  Torras,  de  la  Residencia  de  Gerona. 

A  fin  de  conservar  el  fruto  de  la  misma,  establecimos  una  Escuela  do- 
minical para  jóvenes  obreras,  de  la  que  se  encargaron  las  Hermanas 
Carmelitas  de  la  Caridad;  y  para  la  gente  mayor  resolvimos  fundar  el 
Apostolado  de  la  Oración.  Consultado  el  parecer  del  Párroco  y  de  los  prin- 
cipales contribuyentes  fué  muy  bien  recibida  la  idea,  ofreciéndose  uno  de 
ellos  D.  José  Matas,  á  pagar  la  imagen  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  co- 
municándonos después  en  confianza  que  costearía  también  el  retablo.  Cum- 
pliólo como  lo  prometió.  ■• 

Al  cabo  de  un  año  fué  bendecido  el  nuevo  altar  y  establecido  el  Apos- 
tolado de  la  Oración:  si  aquél  es  una  obra  de  arte  y  la  imagen  del  Sagrado 
Corazón  de  lo  mejor  que  hay  en  la  diócesis,  no  deja  de  ser  menos  consola- 
dor cómo  la  devoción  al  Corazón  Deífico  ha  arraigado  en  los  habitantes 
de  Tordera.  pues  bien  puede  afirmarse  ser  ella  una  de  las  parroquias 
donde  Jesús  es  más  adorado  y  mejor  servido.  Varias  veces  he  predi- 
cado el  Octavario  que  todos  los  años  le  dedican  con  notable  esplendor; 
siempre  he  podido  recoger  buenos  frutos  de  bendición,  que  me  han  llenado 
el  alma  de  consuelo. 

El  Octavario  de  este  año  ha  sido  copiosísimo  en  gracias  del  Cielo.  Con 


241 

ser  el  tiempo  borrascoso  y  frío,  la  asistencia  fué  buena  todas  las  noches,  en 
las  tardes  de  los  días  festivos  numerosa.  Confesiones  de  muchos  años  oí  un 
buen  número;  y  las  comuniones  de  sólo  el  último  día  fueron  unas  500. 

Habiendo  notado,  no  sin  mucha  extrañeza,  que  el  Coro  de  Celadores 
y  Celadoras  estaba  bastante  desorganizado,  procuré,  sin  herir  susceptibi- 
lidades, formar  dos  juntas,  una  de  caballeros  y  otra  de  señoras,  que  aten- 
diesen á  la  buena  marcha  de  la  Asociación  y  á  la  exactitud  y  esplendidez 
de  las  funciones  religiosas. 

EJERCICIOS  A  LOS  HOMBRES  DE  MANRESA 

Promovidos  éstos  por  las  Conferencias  de  San  Vicente  de  Paúl,  co- 
menzaron el  día  14  de  Febrero  en  nuestra  iglesia  de  San  Ignacio.  Ya  desde 
el  primer  día  la  asistencia  fué  notable,  llegando  á  llenarse  completamente 
el  templo.  Bien  deseaba  yo  que  asistiesen  á  ellos  los  socialistas  y  cuantos 
viven  alejados  de  la  Religión,  mas  no  fué  así;  puede  decirse  que  su  retrai- 
miento fué  absoluto:  tan  sólo  concurrieron  los  que  de  veras  deseaban  apro- 
vecharse de  un  medio  tan  poderoso  y  eficaz  de  salvación.  El  fruto  fué 
copioso  en  confesiones  muy  buenas  y  de  muchos  años. 

OCTAVARIO  EN  LA  CATEDRAL  DE  VICH 

Concluidos  los  Ejercicios  precitados  con  la  comunión  general,  el  mis- 
mo día,  domingo  de  Quincuagésima,  tomé  el  tren  para  Vich,  en  cuya  Ca- 
tedral comencé  aquella  misma  noche  el  Octavario  al  Santísimo  Sacramento. 
Invitadas  convenientemente  por  el  Sr.  Obispo  todas  las  Asociaciones  pia- 
dosas y  Sociedades  Católicas  de  la  ciudad,  señaladamente  la  Academia  de 
la  Juventud  Católica,  encargada  de  la  Vela  á  Jesús  Sacramentado  durante 
los  tres  días  de  Carnaval;  la  concurrencia  de  fieles  fué  numerosísima,  afir- 
mando los  Sres.  Capitulares,  y  hasta  el  Sr.  Obispo,  que  ni  aun  en  tiempos 
de  misión  se  había  visto  en  la  Catedral  tanta  afluencia  de  hombres.  A  la 
procesión  claustral  del  último  día,  en  la  que  el  Sr.  Obispo  llevaba  el  Santí- 
simo, trabajo  costó  abrirse  paso  por  entre  la  multitud  que  invadía  las  na- 
ves del  templo. 

Como  seguidamente  tenía  que  predicar  en  la  misma  catedral  la  Santa 
Cuaresma,  aproveché  tan  feliz  coyuntura  para  excitar  á  la  gente  á  concu- 
rrir á  los  sermones.  Mis  esperanzas  no  quedaron  defraudadas.  Ya  desde  el 
primer  día  la  asistencia  fué  si  no  numerosa,  más  que  regular,  superior  en 
mucho,  conforme  al  decir  del  Cabildo,  á  los  años  anteriores.  De  no  haber 


242 

sobrevenido  una  invasión  de  dengue  tal,  que  solamente  dentro  del  casco  de 
la  ciudad  había  más  de  1,500  atacados,  según  me  dijo  un  Sr.  Médico,  la 
concurrencia  habría  sido  muy  crecida. 

Como  por  las  mañanas  acude  poca  gente  á  la  catedral,  las  confesiones 
no  fueron  muchas;  pero  de  ellas  algunas  hubo  necesarias,  y  bastantes  de 
muchos  años.  Dijéronme  el  Sr.  Canónigo  Penitenciario  y  los  Reverendos 
PP.  del  Oratorio,  quienes  confiesan  la  mayor  parte  de  los  habitantes  de  la 
ciudad,  que  el  fruto  que  ellos  habían  recogido  era  copioso  y  de  muy  buena 
calidad,  manifestándome  la  satisfacción  que  les  había  causado  la  predicación 
cuaresmal. 

Además  de  los  sermones  de  la  catedral,  hice  una  porción  de  pláticas  á 
las  Madres  Sacramentarlas,  á  las  Hermanas  Carmelitas  de  la  Caridad,  á  las 
Hermanas  Terciarias  Dominicas  y  las  religiosas  de  San  Felipe  Neri.  De 
los  demás  Conventos  é  Institutos  de  Religiosas  encargóse  el  P.  Ramón  Or- 
landis,  mi  compañero,  el  cual  no  cesó  en  toda  la  Cuaresma  de  darles  Ejer- 
cicios y  platicarles,  añadiendo  algunos  triduos  á  varios  colegios  y  casas 
de  Beneficencia,  sin  descuidar,  como  se  supone,  los  pobrecitos  enfermos 
del  Santo  Hospital. 

CONFERENCIAS  A  LOS  PROPIETARIOS  DE  LA  «PLANA  DE  VICH» 

A  mediados  de  Cuaresma  visitáronme  D.  José  Orra,  D.  Ramón  Espo- 
na y  D.  Juan  Guardiet,  hermano  de  nuestro  P.  Miguel,  exponiéndome  su 
deseo  de  que  diera  alguna  conferencia  á  los  propietarios  de  la  Plana  de 
Vich,  con  el  fin  de  poder  organizar  unas  buenas  tandas  de  Ejercicios  para 
ellos,  para  trabajadores  del  campo  y  para  obreros.  Acepté  al  punto,  como 
era  del  caso,  la  idea.  Mas  como  ellos  deseaban  que  la  conferencia  se  diese 
en  el  local  de  la  Cámara  Agrícola,  al  que  acuden  todos  los  s^ados  y  días 
de  feria  la  mayor  parte  de  los  de  la  Plana,  quise  antes  lo  consultasen  con 
el  Sr.  Obispo,  quien  no  tan  sólo  les  aprobó  el  deseo,  más  aun  bendíjoselo 
con  las  mayores  muestras  de  encarecimiento,  según  el  mismo  señor  des- 
pués me  dijo. 

Unos  cuarenta  propietarios,  casi  todos  del  campo,  asistieron  á  la  pri- 
mera conferencia,  en  la  que  traté  de  la  importancia  de  los  Ejercicios  en  el 
orden  moral  y  social.  Convenida  desde  luego  otra  conferencia,  dísela  el 
día  mismo  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  con  motivo  de  encontrarme  en 
Vich  predicando  el  Triduo  de  la  Catedral:  el  número  de  concurrentes  subió 
ya  á  noventa;  y  en  ella  traté  de  la  unión  que  debía  reinar  entre  los  propie- 
tarios de  la  Plana  de   Vich  para  la  defensa  de  los  intereses  religiosos 


243 
y  sociales  de  la  misma,  exhortándoles  encarecidamente  á  formar  una  espe- 
cie de  Confederación  de  fuerzas  ante  la  tempestad  que  iba  á  desencade- 
narse sobre  nuestras  cabezas. 

No  cayó  en  tierra  esa  demanda;  aquel  mismo  día  trazaron  las  líneas 
principales  para  la  Confederación  indicada.  ¡Providencia  de  Dios!  A  las 
cinco  semanas  justas  aquellos  católicos  y  valientes  propietarios  salvaban  la 
Plana  de  Vich  del  pillaje  y  del  incendio;  acorralada,  agarrotada  y  dividi- 
da la  demagogia  sanguinaria,  no  pudo  escribir  ni  una  letra  siquiera  de  luto 
en  la  muy  brillante  y  muy  cristiana  historia  de  la  Plana  de  Vich.  Los  se- 
ñores Orra,  de  Coreó;  Espona,. de  Granollers  de  la  Plana;  Sarinanell,  de 
San  Hipólito  de  Voltregá;  Mariano  de  Bocafiguera,  de  Vich;  Serrarica,  de 
Sentforas;  Montanyá,  de  Seva,  y  Castell,  de  Montanyola,  capitaneando  se- 
paradamente algunos  grupos  de  hombres  fervorosos  y  decididos  pudieron 
desbaratar  los  planes  de  la  vil  canalla  en  aquella  tristemente  célebre  Sema- 
na de  Julio.  Hechos  hermosísimos  podrían  contarse,  pregoneros  fieles  de  la 
fe,  religiosidad  y  valentía  de  los  propietarios  de  la  Plana  de  Vich.  Todos 
sus  habitantes  reconocen  y  confiesan  que  á  ellos  se  debe  la  salvación. 

Otras  dos  conferencias  les  he  dado;  hablando  en  la  primera,  de  las 
causas  de  los  hechos  escandalosos  de  Julio,  y  en  la  segunda,  del  Apostolado 
seglar.  En  estas  dos  pude  contar  ya  un  centenar  de  concurrentes,  venidos 
algunos  de  ellos  de  tres,  de  cuatro,  y  hasta  de  cinco  horas  lejos.  Fecundísi- 
mo es  ese  trabajo;  un  propietario  bueno  y  celoso  basta  para  reformar  una 
parroquia.  «De  estas  Conferencias,  decíame  frecuentemente  el  Sr.  Obispo, 
espero  mucho.  Procuren,  padres,  añadía,  complacer  á  esos  buenos  señores 
en  cuantas  ocasiones  demanden  sus  servicios». 

RETIRO  MENSUAL  EN  TARRASA 

Uno  de  los  medios  que  con  mayor  interés  ha  tomado  el  actual  Arcipres- 
te de  Tarrasa  para  hacer  reaccionar  el  espíritu  de  fe  y  de  piedad  de  la  po- 
blación ha  sido  el  establecimiento  del  retiro  mensual  para  sacerdotes,  para 
caballeros  y  para  señoras.  Hácese  todos  los  primeros  viernes  de  mes.  Ex- 
puesto el  Santísimo  Sacramento,  tienen  los  sacerdotes  quince  minutos  de 
examen  práctico;  media  hora  de  plática,  y  por  fin  la  reserva:  á  las  siete  de 
la  tarde  se  celebra  el  de  los  caballeros  y  consiste  en  rezar  la  estación  ma- 
yor al  Santísimo  y  en  una  plática  espiritual,  y  reserva;  procurándose  no 
pasar  de  tres  cuartos  de  hora;  y  á  las  cuatro  tienen  las  señoras  el  suya  con 
meditación,  para  la  buena  muerte;  plática,  estación  mayor,  y  reserva. 

Estos  días  de  retiro  corren  á  cargo  de  los  padres  de  la  Residencia  de 


244 
Manresa,   quienes  los  toman  con  singular  empeño  por  el  gran  fruto  que  se 
observa  en  los  que  asisten  habitualmente  á  ellos.  Excusado  es  decir,  que 
los  sacerdotes  acuden  todos,  á  los  que  se  procura  inculcar  principalmente 
el  espíritu  de  unión  entre  sí,  la  caridad  y  el  celo. 

Cuanto  á  los  caballeros  no  concurren  muchos,  á  lo  más  un  centenar; 
pero  como  varios  de  ellos  son  fabricantes  y  hacendados,  el  bien  que  repor- 
tan es  extensivo  á  los  obreros  y  jornaleros.  Las  señoras  concurren  en  gran 
número,  pudiéndose  notar  en  las  más  asiduas  no  poco  aprovechamiento  en 
la  virtud,  del  cual  participan,  naturalmente,  las  familias  y  los  necesitados 
de  la  ciudad. 

EJERCICIOS  A  LAS  TERESIANAS  DE  MANRESA 

El  día  10  de  Mayo  empecé  una  tanda  de  Ejercicios  á  las  jóvenes  terc- 
sianas  de  esta  ciudad:  practícanlos  todos  los  años,  y  ciertamente  con  fruto. 
Al  acto  de  la  mañana,  que  se  tenía  en  nuestra  iglesia  de  San  Ignacio,  con- 
currían un  centenar,  debido  á  que  la  mayor  parte  de  ellas,  siendo  obreras 
de  fábrica,  tienen  que  estar  en  el  trabajo  á  las  cinco:  al  de  la  noche,  que 
se  celebra  en  la  iglesia  parroquial  de  Nuestra  Señora  del  Carmen,  don- 
de está  instalada  la  Archi cofradía,  asistían  un  número  considerable  de  jóve- 
nes, aunque  no  todas  eran  asociadas.  A  la  comunión  general  concurrían 
unas  600;  y  en  la  función  de  la  tarde,  dedicada  á  la  Virgen  Inmaculada,  la 
iglesia  del  Carmen,  con  ser  muy  espaciosa,  estaba  llena  de  bote  en  bote. 

Grande  es  la  necesidad  que  estas  jóvenes  teresianas  tienen  de  los 
santos  Ejercicios,  porque  como  la  mayor  parte  de  ellas  se  ven  obligadas  á 
pasar  todo  el  día  en  las  fábricas  y  talleres,  antros  hoy,  en  su  mayor  núme- 
ro, de  impiedad  y  de  vicios;  sin  mucha  prudencia  y  piedad,  serían  induda- 
blemente víctimas  de  la  indiferencia  religiosa  y  de  las  ideas  malsanas,  las 
cuales  son  para  las  jóvenes  la  causa  de  su  ruina.  Gracias  á  los  Ejercicios, 
muchísimas  de  entre  ellas  son  modestas,  recogidas,  piadosas,  devotas, 
dadas  á  la  meditación  diaria  y  al  examen  de  conciencia.  Verdaderamente 
no  hay  medio  más  poderoso  y  eficaz  para  conservar  buenas  y  hacendosas 
á  las  jóvenes  y  atender  á  la  prosperidad  y  esplendor  de  las  Asociaciones 
piadosas  que  el  de  los  santos  Ejercicios. 

EJERCICIOS  Á  LAS  HIJAS  DE  MARÍA  DE  BERGA 

Tal  vez  sea  Bergala  ciudad  más  piadosa  de  Cataluña;  verdad  es  que  las 
ideas  disolventes  y  la  frialdad  comienzan  á  producir  sus  víctimas  entre  los 


545 
hombres,  señaladamente  de  la  clase  trabajadora;   pero  todavía  está  arrai- 
gado el  catolicismo  práctico.  Las  mujeres  son  buenas,  sencillas  y  virtuo- 
sas, según  pude  convencerme  de  ello  en  los  Ejercicios  espirituales,   que 
el  día  24  de  Mayo  comencé  para  las  Hijas  de  María. 

Era  para  alabar  á  Dios  el  ver  todos  los  días  á  las  cuatro  y  media  de  la 
mañana  reunidas  en  la  iglesia  mayor  unas  250  jóvenes,  obreras  las  más, 
atentas  y  devotas  en  sumo  grado,  deseosas  de  su  aprovechamiento  espiri- 
tual, y  verlas  correr  luego  hacia  la  fábrica  á  ganar  el  pan  cotidiano.  Para  el 
acto  de  la  noche  al  que,  además  de  las  Hijas  de  María,  asistían  otras  mu- 
chas mujeres,  el  templo,  con  ser  de  grandes  dimensiones,  se  llenaba  por 
completo. 

Ya  desde  los  comienzos  de  los  Ejercicios  las  confesiones  fueron  en 
buen  número  todos  los  días,  y  el  último  hubo  más  de  1,200  comuniones.  A 
la  procesión  de  la  tarde,  que  recorrió  las  principales  calles  de  la  ciudad, 
fueron  varios  centenares  de  Hijas  de  María,  entonando  con  religioso  entu- 
siasmo piadosos  cánticos  á  la  Reina  de  los  Angeles,  la  cual  sin  duda  se 
complacería  desde  el  cielo  bendiciendo  á  manos  llenas  el  intenso  amor  y 
fortaleza  cristiana  de  aquellas  buenas  almas. 

Digno  remate  de  los  Ejercicios  fué  la  visita  que  la  mayor  parte  de  las 
Hijas  de  Maria  hicieron  á  nuestra  divina  Madre  en  su  celebrado  san- 
tuario de  Queralt  el  lunes  de  Pentecostés.  ¡Hermoso  y  consolador  espec- 
táculo contemplar  tan  gran  número  de  fervorosas  jóvenes  cristianas  su- 
biendo la  escabrosa  y  empinada  montaña  al  impulso  del  amor  á  su  Madre, 
Reina  y  Señora!  Oída  la  santa  Misa  y  recibida  la  sagrada  comunión,  dié- 
ronse  prisa  á  consagrarse  á  la  Santísima  Virgen,  deseosas  de  vivir  entera- 
mente dedicadas  á  su  imitación  y  servicio;  y  después  de  una  breve  y 
entusiasta  plática,  era  cosa  de  alabar  á  Dios  verlas  á  los  pies  de  la  celes- 
tial Señora,  dándola  gracias  por  la  merced  de  los  santos  Ejercicios,  y  pi- 
diéndola favor  y  ayuda  para  cumplir  como  buenas  los  propósitos  hechos  á 
Dios  Nuestro  Señor.  Como  si  sus  corazones,  encendidos  de  amor  divino, 
no  cupiesen  dentro  del  pecho;  tenían  necesidad  de  dar  salida  á  sus  ardores 
entonando  hermosos  y  alegres  cánticos  á  Jesús  y  á  la  Virgen,  jurando  repe- 
tidas veces  ser  fieles  á  Dios  y  á  la  Iglesia  y  prometiendo  trabajar  sin  des- 
canso en  salvar  muchas  jóvenes  para  gloria  del  Señor  que  las  ha  criado. 

MINISTERIOS  EN  MANRESA 

Deseosas  las  MM.  Reparadoras  de  cooperar,  según  sus  fuerzas,  al  bien 
espiritual  de  las  señoras  de  la  ciudad,  han  establecida  un  día  de  retiro  men- 


246 
sual  que  acostumbra  ser  el  primer  jueves  de  cada  mes.  A  decir  verdad, 
poco  ha  cuajado  entre  las  señoras  manresanas  práctica  tan  cristiana  y  tan 
á  propósito  para  adelantar  en  la  virtud;  escaso  es  el  número  que  suele  asis- 
tir, como  he  podido  comprobarlo  las  varias  veces  que  les  he  platicado,  y 
principalmente  en  el  mes  de  Junio  del  año  cuyos  ministerios  estoy  refirien- 
do. Al  día  de  retiro  que  di  á  las  señoras  de  Tarrasa  acudieron  muchísimas, 
siendo,  acaso,  el  ministerio  más  fecundo  que  se  hace  en  la  ciudad:  con  ra- 
zón forma  él  el  cariño  del  Sr.  Arcipreste. 

Dos  sermones  prediqué  en  Manresa  el  día  13  en  honor  del  Taumaturgo 
franciscano  San  Antonio  de  Padua,  uno  en  el  templo  de  las  MM.  de  la 
Enseñanza,  y  otro  en  la  antiquísima  iglesia  de  San  Miguel;  el  primero  en- 
cargado por  el  gremio  de  albañiles,  y  el  segundo  por  la  caritativa  fundación 
del  «Pan  de  los  pobres».  En  ambas  funciones  la  asistencia  de  fieles  fué 
numerosa,  por  ser  muchos  los  devotos  que  en  la  ciudad  tiene  el  santo  Pa- 
duano.  Pruébalo  también  las  crecidas  limosnas  que  mensualmente  se  reco- 
gen en  los  cepillos  para  el  «Pan  de  los  Pobres». 

TRIDUO  EN  LA  CATEDRAL  DE  VICH 

El  día  mismo  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús  principié  en  honor  suyo 
en  la  citada  Basílica  un  solemne  triduo,  encargado  por  el  Apostolado 
de  la  Oración.  En  los  dos  primeros  días  la  concurrencia  fué  regular; 
en  el  último  crecidísima,  como  contadas  veces  se  había  visto  en  la  catedral: 
las  comuniones,  si  bien  fueron  en  buen  número,  pero  no  tanto  como  funda- 
damente se  podía  esperar.  El  Sr.  Obispo,  en  cuyo  palacio  me  hospedé, 
mostraba  quedar  satisfecho  del  triduo;  paréceme,  no  obstante,  que  la  ciu- 
dad, con  ser  tan  cristiana,  es  poco  devota  y  entusiasta  del  Corazón  de  Je- 
sús. Verdad  que  se  celebran  los  primeros  viernes;  pero  hácese  en  la 
pequeña  iglesia  del  Seminario  (antiguo  colegio  de  la  Compañía)  y  aun  no 
se  llena  por  entero.  En  las  tres  parroquias  de  la  ciudad  no  se  celebra,  que 
yo  sepa,  otra  función  alguna  dedicada  al  divino  Corazón.  Con  todo  eso, 
comparando  la  primera  vez  que  prediqué  del  Corazón  Sagrado  con  la  de 
este  año,  he  podido  apreciar  mayor  número  de  asociados  y  más  entusiasmo 
y  devoción.  Por  el  obispado  va  extendiéndose  también  de  día  en  día  esta 
provechosa  devoción,  habiendo  ya  localidades,  en  las  que  se  celebran  las 
funciones  con  tanta  solemnidad  y  concurso  de  fieles,  que  es  para  alabar  á 
Dios. 


247 
SAN  QUIRICO  DE  BESORA  (VICH) 

Concluido  el  triduo  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús  en  la  Catedral  de 
Vich,  empecé  luego  otro  en  San  Quirico  de  Besora,  villa  fabril,  situada  en 
la  ribera  del  Ter,  distante  unos  10  kilómetros  de  Ripoll.  Es  todavía  esta 
parroquia  una  de  las  más  morigeradas  y  cristianas  de  la  diócesis,  aunque 
de  algún  tiempo  á  esta  parte  rudamente  combatida  por  los  centros  socialis- 
tas establecidos  en  las  poblaciones  vecinas,  principalmente  por  el  radicalis- 
mo de  Montesquiu.  A  las  funciones  del  Sagrado  Corazón,  asistió  la  po- 
blación en  masa,  y  las  comuniones  no  bajarían  de  700.  Gracias  á  la  ac- 
tividad y  celo  del  Sr.  Párroco  va  conservándose  la  piedad,  siendo  cosa  de 
admirar  el  buen  espíritu  que  anima  á  los  jóvenes  de  entrambos  sexos. 

QUINARIO  EN  SANS  (BARCELONA) 

No  bien  hube  concluido  el  triduo  en  San  Quirico  de  Besora,  comencé 
el  Quinario  del  Deífico  Corazón  en  Santa  María  de  Sans  de  Barcelona. 
Desplegóse  en  él  la  solemnidad  acostumbrada  en  dicha  iglesia,  pero  la  asis- 
tencia de  fieles  en  los  cuatro  primeros  días  no  pasó  de  regular;  subsanóse, 
no  obstante  en  el  postrero,  porque  á  la  comunión  general  acudieron  más  de 
1,200  personas,  y  en  la  función  de  la  tarde  no  cabía  una  más  en  aquel  vasto 
templo.  Fué  motivo  de  grande  gozo  para  mí  el  ver  lo  bien  organizado  que 
funciona  el  Apostolado  de  la  Oración,  las  muchas  fiestas  que  en  honor  del 
Corazón  Divino  se  celebran  en  la  parroquia,  y  el  espíritu  de  piedad  y  celo 
que  se  observa  en  los  asociados,  mayormente  en  los  celadores  y  celado- 
ras. No  pocos  apostolados  de  la  oración  podrían  aprender  del  de  Santa 
María  de  Sans  de  Barcelona. 

MANRESA 

Llegado  á  mi  Residencia  á  primeros  de  Julio,  después  de  unos  pocos 
días  de  descanso,  hice  mis  Ejercicios  anuales,  concluidos  los  cuales  prepá- 
reme para  predicar  la  Novena  de  nuestro  Padre  San  Ignacio  en  nuestra  igle- 
sia. Empezó  aquélla  con  buena  asistencia,  aumentando  de  día  en  día.  Seguía- 
mos á  San  Ignacio  en  Manresa,  visitándole  cada  día  en  un  lugar  principal- 
mente santificado  con  su  presencia.  ¡Oh!  ¡Quién  nos  había  de  decir  que  no 
solamente  no  podríamos  terminarla  Novena,  pero  que  ni  aun  nos  sería  dado 
poder  celebrar  la  fiesta  de  nuestro  santo  Padre!  Llegó  para  Barcelona  el  fa- 


248 
tídico  26  de  Julio.  En  Manresa  la  paz  fué  completa  hasta  el  29  á  las  diez  de 
su  mañana  en  que,  cerradas  ya  las  fábricas  y  talleres,  túvose  una  insignifi- 
cante manifestación  para  protestar,  según  de  público  se  decía,  contra  la  gue- 
rra de  Melilla,  pero  en  realidad  de  verdad  para  preparar  los  ánimos  de  los 
revoltosos  para  el  golpe  que  pensaban  dar  por  la  tarde.  Capitaneados  éstos 
por  directores  de  fuera,  estalló  el  incendio  á  eso  de  las  seis.  Estoy  firmísi- 
mamente  persuadido  que  San  Ignacio,  cuya  novena  estábamos  celebrando, 
nos  miró  singularísimamente  propicio  desde  el  cielo;  porque,  según  pudimos 
ver  con  nuestros  propios  ojos  y  oir  con  nuestros  oídos,  nuestra  iglesia  de 
San  Ignacio  y  el  Rapto  habían  de  ser  los  primeros  edificios  que  habían  de 
ser  saqueados  y  hechos  pasto  de  las  llamas  en  Manresa.  No  es  mi  intención 
narrar  aquellos  hechos  vandálicos;  leídos  y  releídos  los  tienen  todos  los 
miembros  de  la  Compañía  de  Jesús. 


A  causa  de  la  tristemente  célebre  «Semana  Trágica  de  Julio»  quedaron 
los  ánimos  tan  abatidos,  por  no  decir  atontados,  que  era  urgente,  urgentí- 
simo reanimarlos,  y  persuadirles  que  estos  hechos  vandálicos  no  son  más 
que  una  nueva  página  de  la  historia  de  la  Iglesia,  cuya  vida,  á  semejanza  de 
la  de  su  divino  Fundador,  va  deslizándose,  y  se  deslizará  hasta  el  fin  de 
los  siglos,  entre  luchas  y  victorias.  A  reanimar,  pues,  al  pueblo  cristiano  y 
alentarle  en  la  lucha  se  han  dirigido  casi  todos  mis  sermones  y  conferencias 
predicadas  hasta  hoy.  Estoy  plenamente  convencido  de  que  es  la  de  mayor 
necesidad  para  los  católicos,  especialmente  para  la  gente  sencilla. 

Entre  todas  las  funciones  que  celebra  la  parroquial  iglesia  de  Nuestra 
Señora  del  Carmen  de  esta  ciudad  de  Manresa,  la  que  se  lleva  la  palma  en 
solemnidad  y  asistencia  es  la  que  la  real  cofradía  del  Santísimo  Salvador 
dedica  á  Jesús  Crucificado  eí  segundo  domingo  de  Agosto.  Humeantes  aun 
las  ruinas  de  los  conventos  de  las  Capuchinas  y  de  las  MM.  de  la  Enseñan- 
za, pensóse  en  un  principio  suprimir  este  año  la  fiesta;  pero  pesando  bien 
las  circunstancias  y  el  tristísimo  efecto  que  habría  causado  en  la  ciudad, 
resolvióse  celebrarla  con  mayor  solemnidad,  si  cabe,  que  los  otros  años. 

A  la  función  de  la  noche  asistió  tan  gran  número  de  fieles,  que  cierta- 
mente parecía  aquello  una  invasión.  ¿De  qué  les  había  de  predicar  j'o?  ¿Qué 
deseaba  el  angustiado  auditorio  les  dijese  mi  tosca  lengua?  Ni  mi  mente  estaba 
para  discursear,  ni  mis  oyentes  dispuestos  para  oir  argumentos.  Poquísimo 
hablé  al  entendimiento;  llevóselo  casi  todo  el  corazón,  los  sentimientos,  los 
afectos,  y  también  el  llanto.  Cristo  Crucificado,  echado  á  las  llamas;  Jesús 


249 
Sacramentado,  pisoteado;  las  imágenes  de  la  Virgen  y  de  los  Santos,  des- 
trozadas; los  templos,  incendiados;  las  vírgenes  del  Señor  escarnecidas;  no 
pocos  católicos,  cruzados  de  brazos  y  quietecitos  en  sus  casas;  y  en  medio 
de  ese  cuadro  lúgubre  y  vergonzoso,  ¡Cristo  Crucificado  con  sus  brazos  ex- 
tendidos y  con  la  cabeza  inclinada  dispuesto  á  darnos  de  nuevo  un  abrazo 
de  amistad  y  un  beso  de  amor!  Tal  fué  el  asunto  de  mi  sermón.  Gran  parte 
del  auditorio  no  pudo  contener  las  lágrimas;  de  mí  sé  decir  que  trabajo  me 
costó  poder  concluir  el  sermón.  Reanimáronse  los  espíritus,  y  presto  notóse 
la  reacción. 

AMETLLA  DE  MEROLA  (SOLSONA) 

Es  Ametlla  de  Merola  la  mejor  entre  las  mejores  colonias  fabriles  del 
alto  Llobregat:  de  sus  400  habitantes  puede  con  razón  afirmarse  que  todos 
son  buenos,  piadosos  y  morigerados.  Con  su  hermosa  iglesia,  escuelas  de 
niños  y  niñas,  centro  católico,  orquesta,  etc.  nada  tiene  que  mendigar  á 
las  poblaciones  vecinas.  Excusado  es  decir  que  á  tan  buena  gente  los  acon- 
tecimientos trágicos  de  Julio  entristecieron  grandemente. 

Al  llegar  yo  á  dicha  colonia  el  día  1 1  de  Agosto  para  predicar  el  Qui- 
nario de  la  Virgen,  acercáronse  muchos  obreros  preguntándome  por  nuestros 
padres  de  Manresa,  á  quienes  mucho  aman;  y  deplorando  en  su  alma  la 
quema  de  nuestras  iglesias  de  la  Cueva  y  del  Rapto.  Al  decirles  yo  que 
ningún  daño  habíamos  recibido,  y  que  lo  del  incendio  de  nuestras  iglesias 
no  era  verdad,  era  de  ver  su  alegría  y  las  copiosas  lágrimas  que  manaban 
de  sus  ojos. 

Uno  de  los  días  vino  á  verme  un  obrero,  antiguo  conocido  mío,  y  co- 
giéndome entre  sus  brazos,  díjome  en  medio  de  ardientes  lágrimas:  «Padre 
Dachs,  diga  al  P.  superior  de  Manresa  que  mi  casa  y  todos  mis  ahorros  son 
de  los  padres  de  la  Compañía  de  Jesús,  á  los  cuales  amo  con  toda  mi  alma: 
si  en  alguna  ocasión  temen  por  sus  personas,  vengan  á  mi  casa  que  aun 
tengo  balas  para  hundirlas  en  la  frente  de  sus  perseguidores;  sin  matarme 
á  mí  primero,  nada  podrán  hacer  contra  mis  jesuítas».  Y  poniéndome  en  la 
mano  25  pesetas,  añadió:  «esta  limosna  es  para  las  pobrecitas  religiosas  de 
Manresa,  que  más  hayan  sufrido:  distribuyalas  usted  como  mejor  le  parez- 
ca; si  mayor  limosna  permitiesen  mis  escasos  ahorros,  no  dude  que  gustoso 
se  la  haría».  Tan  nobles  palabras  me  enternecieron  de  veras.  ¡Aun  hay  fe 
en  Israel! 

Con  tan  buena  disposición  de  esos  piadosos  obreros,  ya  puede  figurar- 
se lo  que  sería  el  Quinario  de  la  Virgen.  Puede  afirmarse  que  asistieron 


250 

todos,  y  contadísimos  fueron  los  que  no  recibieron  los  santos  sacramentos, 
siendo  una  nota  sumamente  edificante  la  presencia  de  los  amos  y  de  los  di- 
rectores de  la  fábrica  á  todos  los  actos  del  Quinario. 

FIESTA  DEL  CORAZÓN  DE  JESÚS  EN  VILOVÍ  (GERONA) 

Poética  y  grandemente  piadosa  es  esta  fiesta,  que  hará  cosa  de  diez 
años  viene  celebrándose  con  devoción  y  asistencia  siempre  creciente  en  la 
capilla  del  Más  Artau,  en  Viloví.  Levantada  hace  diez  años  por  el  gran 
devoto  del  Sagrado  Corazón,  D.  Joaquín  Artau,  desde  entonces  se  le  hace 
fiesta  en  uno  de  los  últimos  domingos  de  Agosto.  Es  de  ver  la  numerosa  con- 
currencia de  fieles  que  acude  de  las  poblaciones  vecinas.  Como  es  imposi- 
ble quepan  todos  en  la  capilla;  levántase  un  toldo  para  la  comunión  general 
y  misa  solemne  de  la  mañana;  la  función  de  la  tarde  se  celebra  en  un  gran 
prado  contiguo  á  la  casa,  y  el  predicador  dirige  la  palabra  al  pueblo  desde 
uno  de  los  balcones.  ¡Qué  espectáculo  tan  encantador  y  religioso  ver  lle- 
gar por  todos  los  caminos  y  atajos  aquellas  largas  hileras  de  amantes  del 
Corazón  de  Jesús!  ¡Con  qué  devoción  escuchan  la  divina  palabra!  ¡Qué  en- 
tusiasmo al  entonar  himnos  de  gloria  al  Deífico  Corazón!  ¡Con  qué  reve- 
rencia besan  la  llaga  del  costado  del  Redentor! 

Una  nota  conmovedora  ha  habido  este  año.  Hacía  tiempo  que  no  había 
llovido,  y  los  campos  demandaban  agua  con  urgencia.  Una  hora  antes  de 
empezar  la  misa  de  comunión  general  encapotóse  súbitamente  el  cielo,  ru- 
gió el  trueno,  y  á  la  media  hora  caía  el  agua  á  cántaros.  ¡Adiós,  fiesta!,  de- 
cíamos los  que  nos  hallábamos  en  la  casa.  No  fué  así;  en  medio  de  aquel  diluvio 
de  agua  comienza  á  llegar  gente,  y  á  los  pocos  momentos  ya  no  cabía  en  la 
capilla  y  en  el  toldo.  Dije  la  misa  y  aun  pude  distribuir  más  de  100  comu- 
niones. Después  de  unas  dos  horas  de  copiosa  lluvia  serenóse  el  cielo,  y  á 
la  función  de  la  tarde  fué  indecible  la  muchedumbre  de  fieles  que  asistió. 
Es  una  de  las  veces  que  con  mayor  gusto  he  predicado  del  Corazón  de 
Jesús. 

MANRESA 

A  causa  de  los  satánicos  hechos  de  Julio  tuvo  buen  acuerdo  el  Ayunta- 
miento de  no  celebrar  fiesta  mayor;  comunicóse  tal  resolución  al  público,  y 
nadie  hubo  que  no  la  aplaudiese;  dispúsose,  no  obstante,  que  en  los  dos 
días  primeros  de  aquélla  se  hiciesen  en  la  Seo-Basílica  las  funciones  reli- 
giosas acostumbradas.  Quieras  no  quieras,  no  tuve  más  remedio  que  acep- 


251 
tar  el  panegírico  de  los  santos  mártires,  patronos  de  la  ciudad,  Inés,  Mau- 
ricio y  Fructuoso.  La  concurrencia  de  fieles  á  la  Misa  solemne  fué  numerosa, 
ocupando  sitios  de  distinción  todos  los  concejales  católicos,  presididos  por 
el  Sr.  Alcalde,  el  Sr.  Diputado  á  Cortes,  y  el  Sr.  Juez  Municipal. 

NOVENA  EN  SAN  JUAN  DE  LAS  ABADESAS 

El  día  13  de  Septiembre  en  el  primer  tren  de  la  mañana  me  trasladé  á 
San  Juan  de  las  Abadesas  para  dar  comienzo  aquella  misma  noche  á  la  no- 
vena del  santísimo  Misterio.  Es  hoy  San  Juan  una  hermosa  villa  industrial 
de  unos  cuatro  mil  habitantes,  sentada  á  la  margen  derecha  del  caudaloso 
Ter  y  distante  25  kilómetros  de  la  frontera  francesa. 

Venérase  en  dicha  villa,  desde  tiempo  inmemorial,  una  sagrada  Hostia, 
conservada  milagrosamente  á  través  de  los  siglos  y  de  grandísima  devoción 
en  toda  la  cuenca  del  alto  Ter.  Conócese  con  el  nombre  de  «El  Santísimo 
Misterio».  Encargado  yo  de  predicar  la  Novena,  procuré  ya  desde  el  primer 
día  imprimir  en  el  corazón  de  los  oyentes  una  grande  estima  del  incom- 
parable beneficio  que  habían  recibido  del  Señor,  excitándoles  á  continuar 
los  solemnes  cultos  con  que  este  año  honraban  al  santísimo  Misterio.  Híce- 
les  algunos  sermones  apologéticos  y  otros  de  apostolado  seglar,  en  mi  de- 
seo de  fomentar  en  ellos  el  amor  á  la  Religión  y  el  celo  por  la  propaganda 
del  bien.  La  concurrencia  á  la  Novena  fué  muy  numerosa  todos  los  días,  y 
oí  también  muchas  y  muy  buenas  confesiones. 

El  último  día  de  la  Novena  fui  al  centro  católico  de  obreros  á  dar 
una  conferencia  á  los  socios,  recomendándoles  encarecidamente  el  espíritu 
de  unión,  el  amor  á  la  santa  causa  de  la  Iglesia,  y  la  necesidad  de  tomar 
activa  parte  en  la  vida  pública. 

MANRESA 

Vuelto  á  Manresa,  prediqué  el  26  de  Septiembre  en  la  iglesia  de  la 
Santa  Cueva  el  triduo  que  precede  al  jubileo  que  en  aquella  iglesia  se  pue- 
de ganar  cada  año  en  el  último  domingo  de  Septiembre.  No  obstante 
la  horrible  tempestad  qne  á  las  siete  de  la  mañana  descargó  sobre  la  ciu- 
dad, durante  la  cual  cayeron  seis  exhalaciones  que  causaron  no  pocos 
desperfectos  en  la  central  telefónica;  tempestad  que  se  repitió  por  la  tarde 
al  ir  á  empezar  la  función;  la  asistencia  de  fieles  fué  buena,  llegándose  á 
llenar  completamente  la  iglesia.  Las  funciones  del  postrer  día  de  este  Jubi- 
leo son  de  las  más  solemnes  que  se  celebran  en  Manresa,  pudiendo  afirmar- 


252 

se  que  contados  son  los  fieles  que  dejan  de  visitar  la  Santa  Cueva,  con 
este  motivo. 

NOVENA  DE  LA  VIRGEN  DEL  ROSARIO 

Una  de  las  devociones  más  arraigadas  en  los  habitantes  de  Vich  es  sin 
duda  la  del  santo  Rosario,  siendo  aun  muchísimas  las  casas,  en  las  que  to- 
dos los  días  se  reza  en  familia:  no  hablemos  de  las  casas  de  campo,  tan  nu- 
merosas en  la  Plana,  porque  en  todas  ellas  por  nada  ni  por  nadie  se  deja 
de  rezar  cada  día,  y  aun  en  algunas  se  reza  por  la  mañana  y  por  la  noche. 
Mucho  habrán  contribuido  á  conservar  práctica  tan  cristiana  la  muchas  fun- 
ciones que  anualmente  se  celebran  en  la  espaciosa  iglesia  de  Santo  Domin- 
go, sobresaliendo  entre  ellas  la  solemne  novena  de  Octubre. 

Comenzó  ésta  el  día  2  en  medio  de  un  gran  concurso  de  fieles,  llenán- 
dose por  completo  las  tres  naves  de  la  iglesia.  Al  día  siguiente  hubo  más  de 
1,500  comuniones,  y  á  la  función  de  la  tarde,  á  la  que  asistió  el  Sr.  Obis- 
po, hubo  tan  gran  afluencia  de  fieles,  que  más  de  500  tuvieron  que  quedar- 
se fuera,  ocupando  todo  el  centro  de  la  rambla.  ¡Verdaderamente  daba 
devoción  viendo  á  la  Virgen  del  Rosario  tan  honrada  de  sus  hijos!  En  los 
demás  días  la  asistencia  no  decreció  en  lo  más  mínimo. 

Los  siete  sermones  que  prediqué  sobre  asuntos  apologéticos  y  señala- 
damente los  dos  sobre  la  prensa  fueron  muy  bien  recibidos,  conforme  me  lo 
manifestaron  varios  sacerdotes  y  seglares,  mayormente  nuestro  gran  amigo 
el  Rdo.  Sr.  Liborio  Colomer,  párroco  de  la  catedral,  en  cuya  casa  me  hos- 
pedaba. Estoy  persuadido  que  los  asuntos  que  en  nuestros  días  más  convie- 
nen al  pueblo  cristiano  son  los  de  apologética,  controversia,  propaganda, 
prensa,  etc.  sin  que  hayan  de  olvidarse  los  morales;  pero  como  los  tiempos 
son  malos  y  la  fe  es  tan  rudamente  combatida  y  escarnecida,  es  menester 
defenderla  y  sostenerla  principalmente  entre  el  pueblo  sencillo,  incapacita- 
do por  sí  mismo  de  rebatir  las  falacias  y  mentiras  de  nuestros  adversarios, 

EL  CORAZÓN  DE  JESÚS  EN  VILOMARA  (VICH) 

De  imperecedero  y  grato  recuerdo  para  los  habitantes  de  la  parroquia 
del  Pont  de  Vilomara  será  la  solemnísima  novena  que  como  preparación  pa- 
ra recibir  la  nueva  y  preciosa  imagen  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  co- 
menzó á  celebrarse  el  día  24  de  Octubre.  Bien  dispuesta  la  población  para 
tan  notable  fiesta,  ya  desde  el  primer  día  el  templo  estuvo  concurrido  á  no 
poder  más.  Como  la  gente  entendía  poco  de  lo  que  es  devoción  al  Cora- 


253 

zón  de  Jesús,  en  la  mayoría  de  los  sermones  expliqué  el  objeto,  el  fin,  ven- 
tajas y  promesas  de  esta  devoción,  disponiendo  á  los  fieles  juntamente  para 
hacer  una  buena  confesión.  ¡Era  cosa  para  alabar  á  Dios  ver  el  deseo  que 
todos  manifestaban  de  conocer  cómo  podrían  ser  verdaderos  siervos  y  ami- 
gos del  Corazón  de  Jesús! 

Llegó  la  mañana  del  día  31 ,  último  domingo  de  Octubre,  destinado 
para  el  traslado  de  la  santa  imagen.  El  cielo  encapotado  y  el  trueno  anun- 
ciaban próxima  tempestad:  así  fué,  porque  después  de  algunos  chubascos 
tuvimos  durante  la  tarde  una  mansa  y  continua  lluvia  de  invierno,  que  ale- 
gró extraordinariamente  á  los  pobres  labriegos,  quienes  hacía  largo  tiem- 
po suspiraban  por  la  lluvia  para  poder  hacer  en  mejores  condiciones  la 
siembra. 

Anunciada  la  procesión  á  voz  de  pregonero  por  las  calles  de  la  ciudad 
para  la  mañana  del  día  siguiente,  festividad  de  Todos  los  Santos,  bendijese 
la  Imagen  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús  en  San  Ignacio  en  medio  de  un 
concurso  numerosísimo  de  fieles.  Cantado  un  hermoso  himno  por  el  coro  de 
la  iglesia,  organizóse  al  punto  la  procesión,  que  presidió  el  P.  Ildefonso 
Roca,  Superior  de  la  Residencia,  acompañado  de  buen  número  de  sacerdo- 
tes. Como  el  piso  estaba  intransitable  y  el  cielo  amenazaba  nuevamente 
lluvia,  no  fueron  muchas  las  personas  que  tomaron  parte  en  ella;  con  todo, 
no  faltaron  unos  300  socios  del  Apostolado  que,  venciendo  todas  las  dificul- 
tades, acompañaron  la  santa  imagen  hasta  Vilomara,  distante  unos  seis  ki- 
lómetros de  Manresa. 

Entretanto  celebrábase  en  Vilomara  la  comunión  general,  á  la  que 
asistió,  puede  decirse,  todo  el  pueblo.  ¡Cuántas  almas  que  por  muchos  años 
vivían  alejadas  de  la  iglesia  volvieron  á  los  brazos  del  Corazón  de  Jesús! 

Cuando  menos  se  esperaba,  óyense  varias  descargas  de  fusilería,  dis- 
paradas por  individuos  del  Somatén,  señal  convenida  de  antemano  para 
anunciar  la  entrada  del  Corazón  de  Jesús  en  el  término  de  Pont  de  Vilo- 
mara. Échanse  al  vuelo  las  campanas  de  la  parroquia  y  de  las  fábricas,  dis- 
páranse morteretes,  suena  la  música,  entónanse  preciosos  himnos  por  los 
coros  de  San  José  y  de  las  Hijas  de  María,  adórnanse  las  casas  con  hermosas 
colgaduras,  corre  la  gente  en  todas  direcciones,  llegan  las  Autoridades,  or- 
ganizase presto  la  procesión  compuesta  de  más  de  800  personas  con  blan- 
dón, y...  hacia  el  puente  de  Llobregat,  santificado  un  día  por  las  huellas 
de  nuestro  Padre  Ignacio. 

Apresuramos  el  paso  porque  amenazaba  la  lluvia,  recorriendo,  no  obs- 
tante, las  principales  calles  de  la  población,  cubiertas  todas  de  verde  fo- 
llaje y  luciendo  brillantes  colgaduras.  A  los  continuos  ¡vivas!  y  á  los  acordes 


254 
de  las  bandas,  se  asocia  nuevamente  la  voz  del  trueno.  Entra  el  Corazón 
de  Jesús  en  la  iglesia...  y  al  punto  descarga  la  tormenta,  que  en  breves 
instantes  convierte  las  calles  de  la  población  en  impetuosos  torrentes.  La 
procesión  había  terminado;  la  fiesta  era  completa. 

Las  tres  naves  de  la  iglesia,  el  presbiterio,  el  coro,  la  sacristía,  el  co- 
rredor que  conduce  á  la  casa  parroquial,  rebosaban  de  gente.  Subo  al  pul- 
pito, pondero  en  breves  frases  la  preciosidad  de  la  imagen,  el  amor  del 
divino  Corazón,  su  deseo  de  establecer  en  el  Pont  de  Vilomara  el  reinado 
de  la  caridad,  las  grandes  ventajas  que  con  aquella  devoción  iban  á  con- 
seguir. Felicito  al  Sr.  Párroco  y  demás  sacerdotes,  á  las  Autoridades,  á 
las  Asociaciones  parroquiales,  á  los  valientes  socios  de  los  apostolados  de 
Manresa  y  Viladordis,  á  los  habitantes  de  la  población,  etc.,  y  concluyo 
dando  un  entusiasta  viva  al  Corazón  de  Jesús,  que  es  contestado  por  aque- 
lla muchedumbre  electrizada  de  amor  divino. 

Despejada  un  poco  la  iglesia,  empieza  la  misa  solemne,  cantada  por  el 
coro  de  San  José,  acompañado  de  numerosos  instrumentos  de  cuerda.  Por  la 
tarde  cantóse  una  hermoso  trisagio  por  el  mismo  coro  y  con  el  mismo  acom- 
pañamiento de  la  mañana;  concluido  el  cual,  el  Sr.  Cura  párroco,  Rdo.  Es- 
teban Pujóls,  dio  las  gracias  á  sus  feligreses  por  lo  bien  que  se  habían  por- 
tado, y  dióse  por  terminada  tan  solemne  y  religiosa  fiesta,  cuya  memoria  no 
se  borrará  por  mucho  tiempo  de  la  memoria  de  los  buenos  católicos  del  Pont 
de  Vilomara.  ¡Viva  el  reinado  del  Corazón  de  Jesús! 

Posteriormente  he  sabido  que  en  pocos  días  se  habían  formado  treinta 
coros  de  asociados  al  Apostolado  de  la  Oración,  continuando  la  inscripción 
con  creciente  entusiasmo.  ¡Loado  sea  Dios! 

NOVENA  EN  CARDONA  (SOLSONA) 

El  día  14  del  mismo  mes  di  principio  á  la  Novena  de  almas  en  Cardo- 
na. Con  ser  la  iglesia  de  grandes  dimensiones,  llenóse  completamente  ya  el 
primer  día,  siendo  menester  abrirlas  puertas  de  la  entrada  principal.  Puesto 
en  autos  por  el  Sr.  Cura  párroco  de  los  graves  problemas  que  se  avecina- 
ban para  la  villa,  anuncié  ya  desde  los  comienzos  de  la  novena  ocuparme 
en  asuntos  de  actualidad:  huelga  decir  que  durante  toda  la  semana  la  con- 
currencia fué  extraordinaria.  Los  resultados  fueron  copiosos;  cada  día  hubo 
gran  número  de  comuniones,  y  en  el  último  se  acercaron  á  la  Mesa  Eucarís- 
tíca  unas  1500  personas,  sobrepujando  los  hombres  á  las  mujeres;  confesio- 
nes de  muchos  años,  hubo  varias;  y  como  consecuencia  de  un  sermón  que  les 
hice  el  sábado,  antepenúltimo  día  de  la  novena,  juntáronse  todas  las  perso- 


255 
ñas  de  sentimientos  católicos  de  la  villa  para  copar  todas  las  concejalías  del 
municipio  en  las  elecciones,  que  dentro  de  breves  días  habían  de  celebrarse, 
como  así  se  hizo,  desterrando,   por  consiguiente  de  él,  á  todos  los  miem- 
bros malsanos,  que  por  abandono  de  algunos  se  habían  introducido. 

SANTA  MARÍA  DE  SANS  (BARCELONA) 

Apenas  concluida  la  Novena  de  Cardona,  empecé  la  de  Santa  María  de 
Sans  de  Barcelona,  que  fué  muy  concurrida  todos  los  días,  excediendo,  si 
cabe,  á  la  del  año  anterior.  Muchas  y  muy  buenas  confesiones  pude  oir,  á 
Dios  gracias.  Nada  sufrió  este  hermoso  templo,  durante  la  Semana  Trágica 
de  Julio,  gracias  á  la  valentía  del  Sr.  Párroco  D.  José  Baltá,  y  de  los  seño- 
res vicarios,  quienes  ayudados  de  unos  cuantos  hombres  convenientemente 
armados,  supieron  hacer  entender  á  las  turbas  frenéticas,  que  cuantos  se 
acercasen  á  30  pasos  de  las  puertas  de  la  iglesia,  serían  al  punto  acribilla- 
dos sin  compasión.  ¡Qué  lección  tan  hermosa  para  los  cobardes! 

MANRESA 

Llegado  á  Manresa,  aproveché  los  pocos  días  que  me  restaban  para 
preparar  el  sermón  de  la  Virgen  Inmaculada,  que  debía  predicar  en  la 
Seo-Basílica.  Como  Manresa  es,  en  verdad,  ciudad  mariana,  la  solemnidad 
de  esta  fiesta  es  cuanto  cabe  extraordinaria.  Las  tres  naves  de  la  Seo  esta- 
ban atestadas  de  fieles,  ávidos  de  rendir  homenaje  á  la  Virgen  sin  mancilla, 
y  complacerse  en  oir  cantar  sus  glorias.  Con  la  historia  en  la  mano  les  ma- 
nifesté cuánto  ha  hecho  España  por  la  Inmaculada,  y  cuánto  ha  hecho  la  In- 
maculada por  España,  trazando  juntamente  á  grandes  pinceladas  el  cuadro 
de  amor  y  entusiasmo  de  Manresa  para  con  la  Virgen  purísima;  dedu- 
ciendo de  aquí,  que,  siguiendo  nosotros  el  camino  de  nuestros  mayores,  la 
protección  de  María  para  España  y  para  Manresa  no  faltará  jamás. 

El  día  15  comencé  un  triduo  á  las  Hijas  de  María  Reparadora,  siendo 
escasísima  la  concurrencia  de  señoritas  congregantes,  tal  vez  á  causa  de  la 
abundante  lluvia  de  aquellos  días  y  de  esíar  casi  intransitables  algunas  ca- 
lles de  la  ciudad. 

Deseando  las  Madres  Reparadoras,  festejar  con  obsequios  especiales  el 
natalicio  del  Niño  Jesús;  han  resuelto  establecer  un  Solemne  Octavario,  que 
principiará  todos  los  años  el  día  mismo  de  Navidad,  conforme  se  ha  hecho 
en  el  presente.  Como  en  estas  Pascuas  suele  haber  tanto  jolgorio  en  las  fa- 
milias, temí  que  sería  escasa  la  concurrencia  de  fieles  al  Octavario;  no  fué 


256 

así,  á  Dios  gracias,  porque  toáoslos  días  se  llenó  la  iglesia:  y  aun  en  algu- 
nos de  ellos  no  pocas  personas  tuvieron  que  volverse  por  no  poder  entrar. 
Con  tan  buenos  principios,  están  resueltas  las  Madres  Reparadoras  á  conti- 
nuar todos  los  años  el  Octavario  al  Niño  de  Belén. 

AÑO  1910 

MANRESA 

El  día  17  de  Enero  fiesta  de  San  Antonio  Abad,  prediqué  el  panegírico 
del  santo  en  la  iglesia  del  Carmen,  ante  un  concurso  extraordinario  de  fie- 
les: y  como  en  este  día  suelen  ir  á  la  iglesia  hombres  que  durante  el  año 
apenas  ponen  el  pie  en  ella,  huelga  decir  que  en  la  parte  práctica  del 
discurso  cualquiera  habría  podido  decir,  que  más  que  panegírico  parecía 
sermón  de  Pasión.  ¿Qué  hacerle?  Hay  que  aprovechar  las  ocasiones.  Qué- 
dese allá  la  pólvora:  que  con  salvas  y  aplausos  nada  se  consigue  del 
pueblo  cristiano. 

El  domingo  siguiente,  día  23.  celebraron  otra  solemnísima  fiesta  de  San 
Antonio  los  dueños  y  los  mozos  de  las  agencias  de  transportes.  A  la  concu- 
rrencia que  era  buena,  después  de  haberla  hecho  estimar  las  virtudes  de 
San  Antonio,  propüseles  verdades  eternas.  Esto  es  lo  que  queda  y  lo  que 
aprovecha. 

El  mismo  día,  por  la  noche,  prediqué  el  sermón  de  la  Sagrada  Familia, 
en  la  iglesia  de  la  Casa  de  Caridad,  llenándose  de  bote  en  bote,  excitando 
calurosamente  á  los  fieles,  á  extender  una  práctica  tan  sencilla  como  pro- 
vechosa cual  es  la  de  la  visita  domiciliaria  de  la  Sagrada  Familia. 

El  día  1.°  de  Febrero,  principiamos  con  el  P.  Albiñana,  una  tanda  de 
Ejercicios  de  ocho  días,  á  los  hombres  de  Manresa,  promovidos  como  cada 
año  por  las  Conferencias  de  San  Vicente  de  Paúl.  La  asistencia  fué  regular 
todos  los  días,  aunque  algo  inferior  á  la  del  año  anterior.  Al  ver  el  escaso 
número  de  obreros,  preguntábame  á  mí  mismo:  ¡cómo!  ¿Y  dónde  están  tan- 
tos obreros  de  los  patronatos,  de  las  academias,  de  los  círculos  católicos, 
de  las  escuelas  nocturnas,  etc., 'agrupados,  dirigidos,  instruidos,  por  ele- 
mentos católicos?  Cada  día  voy  persuadiéndome  más  y  más  de  la  absoluta 
necesidad  de  formar  al  obrero  en  sentido  netamente  católico  y  piadoso,  pre- 
sentándole á  la  entrada  el  fin  que  se  persigue,  como  sabiamente  dice  el 
Papa  Pío  X  en  su  famosa  carta  de  las  federaciones  italianas:  hay  algunos 
que  apenas  se  atreven  á  hablarles  de  religión;  verdad  que  la  Iglesia  no  des- 
cuida la  parte  material  de  los  obreros;  pero  lo  que  primeramente  y  sobre 


257 

todo  desea  son  sus  almas.  Yo  creo  que  tratándose  de  agrupaciones  obreras, 
patronatos,  sindicatos,  etc.,  se  padece  grande  equivocación;  se  busca  el  nú- 
mero, y  se  descuida  lo  principal.  A  la  comunión  general  del  último  día  hubo 
bastante  concurrencia,  pero  ni  el  P.  Albiñana  ni  yo  quedamos  satisfechos. 

OCTAVARIO  DEL  SMO.  EN  LA  CATEDRAL  DE  VICH 

Apenas  concluida  la  comunión  general  de  los  Ejercicios  en  Manresa, 
tomé  el  tren  para  la  ciudad  de  Vich,  en  cuya  catedral  debía  comenzar  por 
la  tarde  el  solemne  Octavario  dedicado  al  Santísimo  Sacramento.  Durante 
los  ocho  días  ocúpeme  en  asuntos  de  interés  palpitante,  como  por  ejemplo, 
las  escuelas  laicas,  la  educación  cristiana,  el  modernismo  práctico,  que  poco 
á  poco  va  introduciéndose  en  las  familias,  la  moral  filosófica  con  que  mu- 
chos sueñan  en  contraposición  á  la  moral  evangélica,  el  disfraz  de  la  marca 
católica  en  las  fundaciones  sociales,  el  deber  de  los  católicos.  La  concurren- 
cia de  fieles  fué  tan  numerosa,  principalmente  los  tres  días  de  carnaval,  y 
conclusión,  que,  á  juicio  de  los  Sres.  Capitulares,  hacía  muchos  años  no  se 
había  visto  en  la  catedral  otra  mayor;  y  el  Sr.  Obispo,  que  asistió  todos 
los  días,  manifestó  repetidas  veces  la  satisfacción  que  sentía  por  aquellas 
pruebas  de  amor  que  daban  los  vicenses  á  Jesús  Sacramentado.  A  la  comu- 
nión general  del  último  día  acudió  mayor  concurrencia  que  á  la  del  año  an- 
terior. ¡Loado  sea  Dios! 

CUARESMA  EN  LA  CATEDRAL  DE  VICH 

Huelga  decir  el  llamamiento  que  hice  á  los  habitantes  de  Vich,  para 
los  sermones  cuaresmales,  que  comencé  á  predicar  el  lunes  de  la  primera 
semana.  La  asistencia  fué  mayor  que  en  la  cuaresma  pasada,  y  en  algunos 
días  numerosa.  Todos  los  días  hacía  una  homilía  sobre  el  evangelio  de  la 
feria;  y  bien  pude  notar  desde  el  principio  lo  mucho  que  gustaba  el  audito- 
rio de  esta  clase  de  predicación,  y  cuánto  se  aprovechaba  en  el  Señor.  A 
los  sermones  del  día  de  San  José,  jueves  santo,  viernes  santo  y  Pascua  de 
Resurrección  asistió  tan  grande  auditorio  que  bien  podía  compararse  al 
Octavario  del  Santísimo  Sacramento. 

Además  de  los  sermones  de  la  Catedral,  prediqué  un  buen  número  de 
pláticas  á  varias  comunidades  religiosas,  señoras  católicas,  conferencias 
de  San  Vicente  de  Paúl,  etc.,  procurando  avivar  en  todas  la  observancia 
regular  y  el  celo  por  el  bien  de  las  almas. 

17 


258 

Estos  son.  amadísimo  P.  Provincial,  los  ministerios  en  que  me  he  ocu- 
pado durante  los  veinte  meses  que  en  esta  Residencia  en  San  Ignacio  de 
Manresa  he  estado  gozando  de  buena  salud.  Ahora  que  la  tengo  tan  per- 
dida, no  puedo  hacer  otra  cosa  más  que  rogar  al  Señor  y  su  Sma.  Madre 
me  la  devuelvan,  si  así  conviene  á  la  mayor  gloria  de  Dios.  (^) 

En  los  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  R.  mucho  se  encomienda  este  su  afectísi- 
mo siervo  en  Cto. 

JHS. 

MaqIn  Dachs,  S.  J. 


(1)    Descansó  en  la  paz  del  Señor  en  Gandía  á  12  Febrero  de  1911. 


II  CONGRESO  REGIONAL 

DE  LAS  CONGREGACIONES  MARIANAS 

CELEBRADO    EN    PALMA    DE    MALLORCA 

DESDE  EL  8  AL  12    DE  JULIO  DE  1909 


Carta  del  H.  Francisco  Muedra  al  H.  Mauricio  Jiménez 


Gandía,  3  de  Agosto  de  1909. 

Gratos  recuerdos  dejará  el  segundo  Congreso  regional  de  las  congre- 
gaciones marianas  de  la  antigua  coronilla  de  Aragón,  en  el  ánimo  de  cuantos 
tuvimos  la  dicha  de  asistir  á  él.  Y  con  el  fin  de  que  puedan  formarse  algún 
concepto  los  que  no  lo  presenciaron  y  los  que  asistimos  conservar  algún 
recuerdo,  describiré  brevemente  lo  que  en  él  se  hizo,  comenzando  por  nues- 
tra salida  de  Barcelona. 

Las  6  y  media  serían  del  7  de  Julio,  cuando,  sueltas  ya  las  amarras  que 
le  sujetaban,  comenzó  á  deslizarse  suavemente  sobre  las  tranquilas  aguas 
del  puerto  el  vapor  «Miramar»  de  la  compañía  Isleño-marítima,  expresa- 
mente fletado  para  congresistas.  Salieron  al  puerto  á  despedirnos  numero- 
sas personas  conocidas,  mientras  algunas  familias  de  congresistas  ocuparon 
diversos  botes  con  que  nos  fueron  acompañando  hasta  la  embocadura  del 
muelle.  Apenas  empezó  á  andar  con  regularidad  el  vapor,  y  cuando  aun  es- 
tábamos á  la  mitad  del  puerto,  una  voz  llena  de  entusiasmo  salió  de  todos 
los  pechos  saludando  á  la  Reina  de  las  congregaciones,  á  nuestra  dulcísima 
Madre,  con  la  Salve  Regina.  ¡Qué  bien  acordaban  en  aquellos  instantes,  el 
canto  salido  más  de  nuestro  corazón  que  de  nuestros  labios,  con  el  sordo 
rumor  de  las  olas  cortadas  por  la  quilla  de  nuestro  buque!  Siguióse  la  santa 
misa  celebrada  por  el  R.  P.  Puig,  director  de  la  congregación  de  Barce- 
lona, durante  la  cual  se  cantaron  con  acompañamiento  de  armonium  los 


260 
maitines  del  Oficio  parvo  de  Nuestra  Señora,  como  solemos  hacer  en  los 
colegios.  A  la  misa  siguió  el  almuerzo  y  las  conversaciones  familiares  y 
los  juegos  y  entretenimientos  en  que  tomaban  parte  todos  en  dulce  y  orde- 
nada confusión,  sin  distinción  de  edades,  regiones  ó  posición  social.  Allí 
estaban  reunidos  en  íntimo  lazo  de  caridad  congregantes  de  Barcelona,  Za- 
ragoza, Mataró,  Gandía,  Tarragona  y  Manresa,  todos  amigos  sin  haberse 
conocido  nunca  y  con  la  seguridad  muchos  de  no  volverse  á  ver  jamás.  Po- 
cas veces  mejor  que  entonces  aparecerá  cumplido  á  la  letra  aquel  lema 
apostólico  de  nuestras  congregaciones:  Cor  unum  et  anima  una.  Y  es  que 
no  puede  haber  división  entre  los  que,  cobijados  bajo  el  manto  de  María 
tienden  sólo  á  complacerla  y  á  buscar  su  mayor  gloria;  y  esto,  era  lo  que 
movía  el  corazón  de  tantos  jóvenes  á  dirigirse  á  Mallorca  sin  reparar  en 
los  gastos  y  molestias  del  viaje. 

Pero  aun  brilló  más,  si  cabe,  esta  cristiana  fraternidad  al  llegar  la 
horade  la  comida,  pues  todos,  así  viajasen  en  1.^,  2.^- ó  3.^  clase,  par- 
ticiparon por  igual  del  banquete  con  que  se  obsequió  á  los  congresis- 
tas. Al  acabar  la  comida  aparecieron  en  el  horizonte  las  montañas  de 
Mallorca,  y  como  á  las  3  de  la  tarde  pasaba  el  «Miramar»  casi  rozando 
las  costas  de  la  isla.  No  son  éstas  playas  arenosas,  sino  escarpadas  rocas 
com.o  cortadas  á  pico  y  en  cuyas  hendiduras  sólo  aparecen  algunos  árboles 
y  matas  silvestres.  Atravesamos  el  paso  que  forman  la  isla  de  Mallorca-y 
ei  islote  llamado  «Dragonera»,  y  poco  después  se  presentó  á  nuestra  vista 
la  inmensa  bahía  de  Palma.  La  voz  de  la  campana  nos  reunió  á  todos  sobre 
cubierta  para  rezar  el  santo  Rosario  y  entonar  de  nuevo  al  fin  una  salve  á 
Ntra.  Sra.  del  Lluch  en  acción  de  gracias  por  la  próspera  navegación.  Al 
terminar  estábamos  ya  cerca  del  puerto.  ¡Hermoso  espectáculo  el  que  se 
ofreció  entonces  á  nuestra  vista!  Veíamos  numerosos  grupos  de  hermanos 
en  congregación  salir  con  sus  respectivas  banderas  á  nuestro  encuentro; 
oyéronse  luego  de  una  y  otra  parte  entusiastas  vivas,  agitáronse  al  aire  los 
pañuelos,  resonaron  frenéticos  aplausos  y  los  pechos  rebosaban  de  alegría 
y  entusiasmo,  que  llegó  á  su  colmo  cuando,  colocado  ya  el  puente,  se  ade- 
lantaron por  él  á  nuestro  encuentro  el  P.  Blanquer,  director  de  la  congrega- 
ción, y  la  junta  organizadora  del  Congreso.  En  buen  número  de  coches,  que 
nos  tenían  preparados,  nos  dirigimos  á  nuestro  alojamiento  para  descansar 
y  saborear  internamente  las  gratas  emociones  de  aquel  día  felicísimo. 

Y  llegó  la  tarde  del  día  8  y  con  ella  la  sesión  de  apertura  del  Congre- 
so. Era  el  lugar  destinado  el  soberbio  edificio  La  Lonja,  sencilla  pero 
elegantemente  adornada  para  el  efecto.  Bajo  hermoso  manto  real,  suspendi- 
do de  una  corona,  veíase  un  cuadro  de  la  Inmaculada,  que  presidía  la  fiesta. 


261  ■ 
Ocupaba  el  estrado,  levantado  en  el  fondo  de  la  nave  principal,  el  limo,  se- 
ñor Obispo  de  Palma,  el  Dr.  D.  Justino  Guitart,  pbro.,  de  la  congregación 
de  Barcelona,  en  representación  del  Sr.  Obispo  de  Eudoxia,  auxiliar  de 
Barcelona,  los  superiores  de  las  órdenes  religiosas,  representantes  de  las 
congregaciones  de  la  Península,  junta  organizadora  del  Congreso  y  algu- 
nas personas  de  distinción,  invitadas  al  acto.  A  la  izquierda  del  estrado, 
bajo  dosel,  sentóse  el  Capitán  general  de  Palma,  expresamente  delegado 
por  S.  M.  el  Rey  D.  Alfonso  XIII  para  representarle  en  el  Congreso;  á  la 
derecha  y  adosada  á  una  columna,  colocóse  la  tribuna  desde  donde  los  ora- 
dores debían  dirigir  la  palabra  al  auditorio.  Formábase  éste  del  excelentísi- 
mo Ayuntamiento  de  la  ciudad,  de  distinguidos  oficiales  militares  y  marinos, 
directores  de  congregaciones,  congresistas  y  numeroso  público  de  lo  más 
selecto  de  Palma. 

Dióse  comienzo  á  la  sesión,  leyendo  el  secretario  general  la  forma- 
ción de  la  junta  organizadora  del  Congreso  y  la  Presidencia  de  las  me- 
sas para  las  secciones  privadas,  que  deberían  tener  lugar  los  dos  días 
siguientes,  después  de  lo  cual  el  Sr.  Capitán  general  dio  por  abierto  el  II 
Congreso  regional  de  las  congregaciones  marianas.  Levantóse  el  Sr.  Obis- 
po y  emocionado  por  el  hermoso  espectáculo,  que  presenciaban  sus  ojos, 
felicitó  á  los  congresistas  y  auguró  de  esta  reunión  grandes  bienes  para  la 
Iglesia  y  para  las  congregaciones  marianas.  Como  feliz  prenuncio  de  ellos 
nos  leyó  el  Sr.  Secretario  la  bendición,  que  tanto  S.  S.  el  Papa  Pío  X  como 
algunos  prelados  enviaban  al  Congreso  y  á  sus  trabajos.  Subió  entonces  á 
la  tribuna  D.  Buenaventura  Barceló,  quien  después  de  saludaren  nombre  de 
los  congregantes  mallorquines  á  sus  hermanos  de  la  Península,  desarrolló 
con  fácil  palabra  el  tema  «Las  congregaciones  y  el  Pontificado»,  haciéndo- 
nos ver  cómo  los  Pontífices  no  podían  menos  de  favorecer  las  congregacio- 
nes por  tratarse  de  jóvenes,  que,  cual  hermosos  capullos,  son  la  esperanza 
de  la  Iglesia  Católica;  comprobó  su  tesis  con  algunos  de  los  favores  otorga- 
dos por  la  Sede  Apostólica  á  las  congregaciones,  y  terminó  su  trabajo,  de- 
mostrando cómo  éstas  habían  procurado  corresponder  á  tantos  beneficios 
cooperando  á  la  salvación  de  los  prójimos.  Una  pieza  de  música  nos  dispuso 
á  oir  el  discurso  del  Dr.  D.  Antonio  Sancho,  pbro.,  quien  con  arrebatadora 
palabra  nos  exhortó  á  tomar  parte  activa,  conforme  á  la  mente  del  Papa,  en 
las  funciones  del  culto  católico.  Muy  aplaudido  fué  en  diversos  párrafos 
de  su  fogosa  disertación,  aplausos  que  ofreció  á  la  Sma.  Virgen  por  cuyo 
honor  hablaba.  La  banda  municipal  nos  entretuvo  deliciosamente  hasta 
que  ocupó  la  tribuna  D.  Francisco  de  Paula  Puigserver..  Fué  el  discurso 
de  este  caballero  una  alegoría  perfectamente  continuada  durante  todo  el 


262 
tiempo  y  justamente  aplaudida  por  la  solidez  del  fondo  y  la  galanura  de 
la  forma.  Tomando  pie  de  la  lucha  entre  una  paloma  y  un  halcón  que  había 
presenciado  pocos  momentos  después  de  haber  recibido  la  comisión  de  ha- 
blar en  el  Congreso,  comparó  á  los  congregantes  á  palomas  perseguidas  por 
halcones  voraces,  quienes  trataban  de  perderlas  con  diversiones,  lecturas, 
centros,  compañías,  etc.,  y  cuyo  único  refugio  es  el  manto  de  María  Inma- 
culada en  las  congregaciones,  donde  no  pueden  penetrar  los  halcones  infer- 
nales. Saludó  á  los  congresistas  peninsulares,  que,  dijo,  no  eran  aves  de 
rapiña,  como  tantos  otros  que  vienen  del  continente  para  sembrar  en  estas 
deliciosas  islas  la  discordia  y  la  corrupción,  sino  sencillas  palomas,  cobija- 
das bajo  el  manto  de  María  y  que  por  eso  encontraban  allí  pechos  amigos  y 
cariñoso  asilo.  «Influencia  de  las  congregaciones  en  la  moderna  sociedad» 
fué  el  tema,  que,  tras  un  breve  intervalo  musical,  desarrolló,  como  él  sabe 
hacerlo,  el  catedrático  de  la  Universidad  de  Barcelona  y  congregante  casa- 
do Dr.  D.  Juan  de  Dios  Trías;  influencia  que  no  puede  menos  de  ser  gran- 
dísima, dado  el  fin  de  dichas  congregaciones,  que  es  procurar  la  salvación 
propia  y  de  los  prójimos,  dada  su  estructura  y  los  medios  de  que  dispone 
para  acercarse  á  todas  las  clases  sociales.  Terminó  dicha  sesión  con  algunos 
avisos  sobre  el  orden  y  lugar  de  los  actos  en  los  días  siguientes  y  con  la 
lectura  de  los  telegramas  que  se  iban  á  enviar  al  Papa  y  á  S.  M.  el  Rey. 
A  las  10  de  la  mañana  del  día  siguiente  comenzaron  las  tareas  más  pro- 
pias y  fructuosas  del  Congreso:  la  discusión  de  los  temas  y  conclusiones. 
Para  mayor  orden  y  provecho  se  dividió  la  materia  que  se  debía  tratar  en  4 
secciones:  1  .^  Vida  piadosa  de  las  congregaciones;  2.^  Vida  intelectual  y 
artística;  3.'^  Acción  social;  4.'^  Relación  de  las  congregaciones  entre  sí.  En 
todas  ellas,  que  para  mayor  comodidad  se  reunieron  en  diferentes  salas  del 
seminario,   reinó  verdadero   entusiasmo   y  se    trabajó   de   veras  porque 
fuese  fructuosa  y  práctica  su  labor.  Prueba  de  ello  son  las  conclusiones 
adoptadas,  de  entre  las  cuales  sólo  copiaré  algunas,  que  pueden  servir  de 
muestra  de  lo  allí  acordado.  La  1.'''  conclusión  del  tema  VII  de  la  sección  1.^ 
en  que  se  trata  de  promover  la  frecuencia  de  Sacramentos,  dice:  Siendo 
laudabilísima  y  necesaria,  hoy  más  que  nunca,  la  práctica  de  la  co- 
munión frecuente,  y  dados  los  consejos  del  <íPapa  eucaristico»,  con- 
viene muchísimo  se  establezcan  lo  más  pronto  posible  las  secciones 
de  comunión  semanal  y  diaria  en  todas  las  congregaciones  donde 
las  circunstancias  lo  permitan.  Y  la  3.'"^:  Para  poner  en  práctica  la 
comunión  diaria,  establézcanse  en  las  congregaciones,  donde  no  las 
hubiere,  las  secciones  de  comunión  semanal:  cuando  el  número  de 
congregantes  inscritos  en  esta  sección  lo  permita,  el  director  los  dis- 


263 
tribuirá  de  manera  que  tocios  los  días  á  elección  de  dichos  congregan- 
tes haya  algunos  que  reciban  la  comunión.  H) 

La  sección  á  que  acudía  mayor  número  de  congresistas  era  sin  duda 
la  3.^,  que  versaba  sobre  la  acción  social,  y  en  ella  también  fué  donde 
hubo  más  entusiasmo,  y  donde  se  adoptaron  conclusiones  tales  como  las 
siguientes:  La  enseñanza  del  catecismo  es  indudable  ministerio  muy 
conforme  con  el  espíritu  de  las  congregaciones  marianas;  por  lo 
tanto  deben  éstas  establecer  centros  catequísticos,  supuesta  siempre 
la  autorización  del  Ordinario.  (Conclusión  1.^  al  tema  I).  En  el  te- 
ma IV,  en  que  se  trata  del  Apostolado  del  congregante  en  la  Prensa, 
después  de  hablar  sobre  la  necesidad  y  medios  de  cooperar  á  ella,  añade 
la  conclusión  7,^:  Los  asistentes  á  este  Congreso  se  comprometen 
á  no  suscribirse,  no  comprar  ni  leer  jamás  las  publicaciones,  sean 
de  la  clase  que  fueren,  que  hayan  sido  prohibidas  por  la  autoridad 
eclesiástica;  y  á  favorecer  en  cambio  por  todos  los  medios  posibles 
las  publicaciones  católicas.  También  es  importante  lo  acordado  en  el 
tema  VIII  sobre  los  medios  de  oponerse  á  la  introducción  de  las  relajadas 
costumbres  francesas.  Dice  así  la  conclusión  1.^:  Obligarse  los  congre- 
gantes á  no  admitir  coronas  para  los  difuntos  de  sus  familias.  In- 
fluir en  cuanto  lo  permita  su  posición,  autoridad  y  relaciones,  para 
que  no  se  admitan.  Instar  á  los  párrocos  para  que  por  todos  los  me- 
dios que  estén  á  su  alcance,  procuren  la  abolición  de  las  coronas 
mortuorias.  Y  la  2.^:  Resucitar  entre  los  congregantes  y  procurar  el 
restablecimiento,  en  su  esfera  de  acción,  de  las  costumbres  cristianas  ■ 
antiguas  españolas,  como:  felicitar  por  Navidad,  en  vez  de  hacerlo 
por  año  nuevo,  rezar  el  Rosario  en  familia,  oír  Misa  diariamente, 
comulgar  con  frecuencia,  descubrirse  al  pasar  delante  de  las  iglesias 
y  al  toque  de  las  ave  martas,  bendecir  la  mesa  y  dar  acción  de  gra- 
cias después  de  las  comidas,  saludar  con  el  «Ave  María  purísima» 
al  entrar  en  las  casas,  y  otras  prácticas  semejantes,  y  restaurar  en 
las  costumbres  el  espíritu  parroquial. 

En  la  sección  4.^  se  acordó  en  el  tema  I  formar  juntas  regionales,  que 
son,  según  dice  la  conclusión  1  .^,  organismos  creados  en  cada  dióce- 
sis para  ayudar  á  las  congregaciones  existentes  en  ella  y  ponerlas 
en  relación  con  las  demás  congregaciones  pertenecientes  á  la  misma 
federación.  En  el  tema  II,  conclusión  1  .^  se  acordó:  Pedir  á  los  prela- 


(1)    En  la  2.*  sección  se  votó  que  el  himno  oficial  de  las  congregaciones  marianas  sea  en 
adelante  la  «Salve  Regina»  tonus  solemnis. 


264 
dos  que  promuevan  el  establecimiento  de  las  congregaciones  ma- 
rianas  en  las  parroquias  rurales,  donde  no  existan.  En  suma,  es  de 
esperar  que  no  será  trabajo  estéril  el  que  se  ha  tomado  en  este  Congre- 
so, y  que  las  conclusiones  en  él  adoptadas  serán  llevadas  pronto  á  la  prác- 
tica. Por  de  pronto  damos  por  bien  empleados  los  trabajos  que  se  toma- 
ron, por  el  fruto  ya  positivo  de  fomentar  el  entusiasmo  que  engendró  en 
tantos  juveniles  corazones,  el  verse  muchos  reunidos  con  el  mismo  espíritu 
y  con  los  mismos  deseos,  de  procurar  en  todo  la  gloria  Dios  y  la  honra  y 
amplificación  del  culto  de  nuestra  Madre  la  Reina  de  los  cielos.  Tanto  más 
si  á  ésto  se  añade  el  que,  con  estas  luchas  pacíficas,  se  adiestra  nuestra 
inteligencia  para  ulteriores  y  más  rudos  combates;  y  que  mientras  buscan 
en  todo  lo  más  conforme  al  verdadero  ser  de  las  congregaciones,  se  in- 
filtra en  nuestras  almas  el  genuino  espíritu  de  ellas. 

Llegó  el  domingo,  día  de  grandísimos  recuerdos  para  los  congresistas 
y  para  los  habitantes  todos  de  la  ciudad  de  Palma.  Por  la  mañana  hubo  en 
nuestra  iglesia  de  Montesión,  donde  está  establecida  la  congregación  de 
Palma,  una  numerosa  comunión  general,  siendo  celebrante  el  canónigo 
D.  Mateo  Rotger,  durante  la  cual  se  cantaron  escogidos  motetes. 

A  las  10  salían  de  aquella  iglesia  los  congresistas  para  asistir  en  la  Ca- 
tedral á  la  misa  en  que  pontificó  el  limo.  Sr.  Obispo.  Iban  delante  las  con- 
gregaciones de  jóvenes  y  de  seglares  católicos  y  cerraban  la  manifestación 
los  PP.  directores  y  los  restantes  PP.  de  la  Compañía  de  Jesús  con  la  junta 
organizadora  del  Congreso.  En  la  catedral  tomaron  asiento  junto  al  presbi- 
terio las  Ordenes  religiosas,  y  la  junta  del  Congreso;  el  Ayuntamiento  en  su 
banco  respectivo  y  el  Sr.  Capitán  general  bajo  dosel  á  la  derecha  del  altar. 
Detrás  estaban  los  congresistas  y  numerosísimo  público,  que  casi  llenaba  la 
verdaderamente  grandiosa  catedral.  Se  cantó  la  Misa  de  Angelis,  alternan- 
do un  coro  de  tiples  con  todos  los  asistentes  al  acto.  ¡Qué  conmovedor  era 
oir  á  tantos  centenares  de  personas  cantar  los  versículos  del  Gloria  y  Credo 
y  ver,  á  todos  sin  distinción  de  sexos  ni  edades,  tomar  parte  en  el  acto  en- 
salzando juntos  al  Señor  de  todos!  El  sermón  que  pronunció  el  R.  P.  Este- 
ban Moréu  S.  J.  fué  de  tal  mérito  que,  según  decía  la  Gaceta  de  Mallor- 
ca, sus  conceptos  merecían  ser  esculpidos  con  letras  de  oro.  Desarrolló  la 
idea  de  que  las  congregaciones  marianas  deben  luchar  denodadamente  por 
la  gloria  de  Dios,  bajo  los  pliegues  de  la  bandera  de  la  Inmaculada,  dirigi- 
dos siempre  por  las  enseñanzas  del  Papa  y  de  los  prelados.  Expuso  amplia- 
mente estos  tres  puntos  con  verdadera  y  á  las  veces  arrebatadora  elocuen- 
cia. Pero  donde,  á  mi  modo  de  ver,  se  excedió  á  sí  mismo  fué  en  la  tercera 
parte  tratando  de  la  obediencia  que  debemos  á  nuestros  prelados;  nos  ex- 


265 
hortó  ahincadamente  á  no  separarnos  un  ápice  de  sus  enseñanzas  doctrina- 
les, trayendo  aquello  de  S.  Pablo,  que  aunque  viniera  un  ángel  del  cielo  á 
enseñarnos  lo  contrario  de  lo  que  ellos  nos  dijeren,  no  debíamos  de  ha- 
cerle caso;  ensalzó  la  excelencia  de  este  magisterio  y  de  esos  maestros  y 
concluyó  diciendo  que  debemos  preferir  ser  derrotados  con  tales  guías,  á 
vencer  por  cuenta  propia. 

Con  ser  tan  brillante  la  fiesta  de  la  mañana,  fué  superada  por  la  proce- 
sión de  la  tarde.  A  ella  concurrieron,  además  de  los  congresistas,  represen- 
tantes de  diversas  corporaciones  de  Palma,  y  más  de  400  jóvenes  de  las 
congregaciones  establecidas  en  los  pueblos  vecinos;  más  aun,  podríamos 
decir  que  tomó  parte  en  ella  la  ciudad  entera,  pues  las  calles  de  tránsito  se 
veían  atestadas  de  gente,  y  apenas  había  casa  que  no  estuviera  engalanada, 
desde  la  sencilla  guirnalda  de  arrayán  que  festoneaba  el  marco  de  sus 
puertas  y  ventanas,  hasta  los  elegantes  templetes  en  que  aparecía  la  ima- 
gen de  María  Inmaculada;  desde  el  humilde  farolillo  de  papel  ó  tela,  hasta 
el  potente  arco  voltaico  ó  centenares  de  bombillas  elétricas,  que  daban  á 
algunas  casas  aspecto  verdaderamente  fantástico.  Al  llegar  la  Imagen  de  la 
Inmaculada  frente  al  templo  de  Sta.  Eulalia,  entonaron  las  Hijas  de  María, 
que  estaban  en  la  puerta  del  templo,  la  Salve  Regina,  canto  que  repitió 
la  capilla  de  la  Seo  al  entrar  por  su  puerta  principal,  nuestra  Reina  y  Se- 
ñora, pues  el  Sr,  Obispo  quiso  presenciar  desde  el  presbiterio  el  desfile 
de  aquella  inmensa  multitud  de  amantes  de  María,  prueba  manifiesta  de 
la  exuberante  vida  de  las  congregaciones.  La  entrda  en  el  templo  de  Mon- 
tesión  no  puede  describirse.  La  plaza  llena  de  gente,  ios  potentes  arcos 
voltaicos  suspendidos,  como  soles,  bañaban  de  luz  clarísima  los  cuadros  é 
inscripciones  de  las  paredes;  y  sobre  el  rumor  de  la  multitud  allí  agolpada 
y  de  las  músicas  que  tocaban  hermosas  piezas,  ondeaba  majestuosa  la 
bandera  de  la  patria;  bajo  sus  pliegues,  como  debajo  de  un  arco  triunfal, 
desfilaba  la  procesión  y  se  inclinaban  los  estandartes,  penetrando  en  el  tem- 
plo espléndidamente  adornado  é  iluminado  con  numerosas  arañas.  Colocada 
la  Virgen  en  su  trono  del  altar  mayor,  resonó  potente  la  Salve  Regina. 
¡Aquel  coro  de  centenares  de  voces  juveniles  hacían  retemblar  las  paredes 
y  también  los  corazones!  Al  acabar  la  salve  D.  Carlos  Lorea,  de  Zara- 
goza, nos  exhortó  fervorosamente  á  continuar  unidos  con  verdadero  y  fra- 
ternal amor,  bajo  el  manto  de  nuestra  Madre  común  la  Virgen  Santísi- 
ma. Día  lleno  y  hermoso  y  de  recuerdos  eternos,  será,  para  todos  los  que 
tuvimos  la  suerte  de  asistir  á  la  comunión,  á  la  misa  pontifical  y  á  la  pro- 
cesión del  11  de  Julio. 

El  12  por  la  mañana  se  tuvo  la  sesión  de  clausura  en  la  Lonja.  A  las 


266 

diez  entraban  en  dicho  lugar  á  los  acordes  de  la  marcha  real,  el  Sr.  Capitán 
general,  el  Sr.  Obispo  y  demás  invitados.  Ocupáronlos  sitios  de  costumbre. 
Leyéronse  los  telegramas  de  adhesión  y  en  primer  lugar  el  de  S.  S.  el  Papa 
que  oyeron  todos  de  pie  y  que  fué  recibido  con  grandes  aplausos;  siguió  la 
lectura  de  algunas  de  las  conclusiones  adoptadas  en  el  Congreso. 

Subió  luego  á  la  tribuna  D.  Francisco  de  P.  Massanet  y  desarrolló  el 
tema:  «Acción  educadora  de  las  congregaciones  marianas  en  la  juventud», 
que  le  mereció  entusiastas  aplausos  y  justísimas  alabanzas. 

Al  bajar  él  subió  el  elocuente  tribuno  barcelonés  D.  José  Parellada. 
¿Quién  pudiera  ofrecer  á  nuestros  lectores,  como  salieron  de  sus  labios, 
aquel  sin  número  de  preciosas  margaritas,  pues  tales  eran  sus  palabras,  en- 
garzadas en  riquísimo  oro  de  cadenciosas  y  arrebatadoras  frases?  Allí  veía- 
mos á  un  caballero  seglar  y  nos  parecía  oir  un  fervorosísimo  y  elocuente 
orador  sagrado,  hablando  sobre  la  necesidad  que  tienen  los  congregantes  de 
santificarse  á  sí  mismos  para  poder  santificar  á  los  demás.  No  creo  exagerar 
afirmando,  que  no  hubo  párrafo  á  que  no  siguiera  su  correspondiente 
aplauso,  el  cual  á  veces  se  convirtió  en  verdadera  ovación,  sobre  todo  al 
terminar,  en  que  se  prolongaron  tanto,  que  no  pudo  menos  de  salir  el  señor 
Parellada  al  medio  del  tablado  y  proponer  se  trocaran  éstos  por  un  entu- 
siasta: ¡Viva  la  Inmaculada!  D.  Luis  Ezcurra,  joven  alumno,  pocos  años 
hace  del  colegio  de  Sto.  Domingo  de  Orihuela,  se  captó  al  punto  la  bene- 
volencia del  auditorio,  pues  comenzó  su  discurso  haciendo  la  señal  de  la 
cruz.  Una  nutridísima  salva  de  aplausos  acogió  tan  hermoso  acto,  y  se  repi- 
tieron con  frecuencia  en  varios  párrafos  de  su  disertación,  como  también  al 
subir  á  la  tribuna  el  R.  P.  Francisco  de  Paula  Cuadras,  superior  de  la  resi- 
dencia de  Palma,  que  trató  sobre  el  pasado  y  porvenir  de  las  congregacio- 
nes marianas.  H)  Al.  acabar  dicho  señor  su  discurso,  dio  el  Capitán  general, 
en  nombre  de  S.  M.  el  Rey,  por  terminado  el  II  Congreso  regional  de  las 
congregaciones  marianas.  Se  levantó  entonces  el  Prelado,  y  con  afecto 
verdaderamente  paternal  dio  las  gracias  á  todos  por  los  trabajos  tomados  en 
este  Congreso  y  por  la  fidelidad  con  que  se  habían  seguido  sus  consejos, 
augurando  copiosas  gracias  del  cielo,  que  harían  acrecentar  en  número  y 


(1)  El  Presidente  del  Comité  ejecutivo  anunció  que  el  próximo  Congreso  se  celebra- 
rá, Dios  mediante,  en  Tarragona,  dentro  de  dos  años;  y  D.  Manuel  Guascli,  Vice-presidente  de 
la  congregación  de  esta  ciudad,  dio  las  gracias  en  nombre  de  sus  hermanos  por  la  honra  que 
se  les  hacía.  Terminó  diciendo  que  pues  debían  reunirse  dentro  de  poco,  no  se  quería  despe- 
dir con  la  fría  palabra:  «Adiós,  Congregantes,»  sino  diciendo:  «Congregantes,  hasta  Tarra- 
gona». 


267 

fervor  las  congregaciones  marianas.  Tal  fué  y  así  terminó  el  II  Congreso 
regional  de  Palma,  pues  aunque  el  día  siguiente  fueron  muchos  congresis- 
tas en  peregrinación  á  Ntra.  Sra.  de  Lluch,  y  dos  días  después  á  visitar 
las  cuevas  de  Arta,  esto  no  pertenece  propiamente  al  Congreso  y  así  me 
abstengo  de  describirlo.  ¡Sea  todo  lo  hecho  para  mayor  honra  y  gloria  de 
la  Inmaculada  Reina  y  Madre  de  las  congregaciones! 

JHS. 

Francisco  Muedra,  S.  J. 


R.    P.    CAYETANO    SATORRE,  S.   J 
t  23  DICIEMBRE  DE  1910  EN  PALMA 


A  las  dos  de  la  madrugada  de  hoy,  23  de  Diciembre,  ha  fallecido  en  la 
paz  del  Señor,  después  de  recibidos  los  santos  Sacramentos,  el  R.  P.  Caye- 
tano Satorre,  S.  J.,  á  la  edad  de  67  años  y  á  los  33  de  vida  religiosa  en  la 
Compañía  de  Jesús. 

Nació  en  Alcoy,  el  19  de  Febrero  de  1843.  Terminados  los  estudios 
eclesiásticos  y  después  de  algunos  años  de  vida  sacerdotal  al  frente  de  una 
parroquia  de  Andalucía,  fué  llamado  por  Dios  á  vestir  la  sotana  de  jesuíta, 
tenía  á  la  sazón  34  años  de  edad. 

Tuvo  su  noviciado  en  Veruela,  antiguo  monasterio  de  monjes  cister- 
cienses  y  á  la  sazón  noviciado  de  la  provincia  de  Aragón  no  muy  lejos  de 
la  ciudad  de  Tarazona. 

Pasados  algunos  años  en  los  colegios  de  Zaragoza  y  Valencia,  los  su- 
periores lo  mandaron  el  año  1888  á  las  florecientes  misiones  orientales  de 
Filipinas,  que  están  encargadas  á  los  padres  de  la  susodicha  provincia  de 
Aragón. 

Manila,  Zamboanga,  donde  tuvo  el  año  de  tercera  probación.  Dávao, 
Cottabato,  Tamontaca,  Joló  y  sobre  todo  Polloc,  fueron  los  campos,  que 
regó  con  sus  afanes  y  sudores  apostólicos  el  P.  Satorre. 

Lamentables  sucesos  que  malpararon  espantosamente  aquellas  edifican- 
tes cristiandades  que  crecían  en  medio  de  los  bosques  y  en  todas  las  plazas 
de  Mindanao,  hicieron  que  el  P.  Satorre  regresara  á  su  patria,  no  lleno  de 
vida  y  de  vigor  sino  herido  de  penosa  enfermedad 

En  Zaragoza  y  sobre  todo  en  esta  residencia  de  Palma  de  Mallorca,  ha 
estado  llevando  con  resignación  cristiana  las  penalidades  de  larga  enferme- 
dad, durante  este  último  decenio  de  su  vida. 

A  medida  de  sus  escasas  fuerzas,  en  esta  ciudad,  ha  estado  trabajando 


269 
en  el  confesionario,  dando  Ejercicios  y  entregado  á  la  práctica  de  las  virtu- 
des religiosas.  De  su  retiro  sólo  salía  para  presidir  las  juntas  de  las  confe- 
rencias de  señoras  y  para  visitar,  al  caer  de  la  tarde,  el  templo  donde  se 
celebraban  las  Cuarenta  Horas. 

Aunque  alejado  de  aquellas  desoladas  misiones  de  Mindanao,  no  se  ol- 
vidaba de  los  infieles  que  allí  cuidó  con  solicitud  paternal.  Gozaba  en  extre- 
mo refiriendo  las  costumbres,  las  fiestas  y  el  encanto  de  aquellas  regiones, 
engalanadas  de  una  vegetación  tropical,  que  fueron  el  campo  de  su  apostó- 
lico celo. 

Descanse  en  paz  el  operario  de  la  viña  del  Señor.  R.  I.  P. 


MISIÓN  DE  FILIPINAS 


NOTICIAS  GENERALES  DE  FILIPINAS 


ANO  DE  1910 


ISLA   DE  LUZÓN 

MANILA.— El  22  de  febrero  se  tuvo  en  el  ateneo  una  sesión  extraor- 
dinaria á  que  fueron  invitados  todos  los  socios  de  las  conferencias  de  san 
Vicente  de  Paul,  encaminadas  á  planear  el  modo  de  celebrar  este  año  el  50 
aniversario  del  establecimiento  de  aquélla  en  Manila.  En  general  quedó 
acordado  que  la  fiesta  fuera  puramente  religiosa,  á  saber:  misa  de  comu- 
nión general,  misa  solemne  con  sermón,  comida  á  los  pobres  servida  por 
los  socios,  alguna  limosna  á  establecimientos  benéficos  y  hacer  celebrar  mi- 
sas en  varias  iglesias  por  los  socios  difuntos.  El  comité  elegido  fué:  Presi- 
dente honorario,  señor  Arzobispo;  presidente  efectivo,  D.  Baldomero  Ha- 
zañas; vicepresidente,  D.  Luis  de  Castro;  tesorero,  D.  Luis  Várela,  y 
secretario,  D.  Manuel  de  los  Reyes. 

El  P.  Foradada  fué  enviado  á  petición  del  Sr.  Arzobispo  á  celebrar  la 
Semana  Santa  en  Cardona,  pueblecito  de  unos  2,000  habitantes  en  la  pro- 
vincia de  Rizal.    • 

El  12  de  marzo  fué  nombrado  rector  del  seminario  de  san  Javier  el 
R.  P.  José  Clos  que  ya  desempeñaba  en  él  la  cátedra  de  teología;  poco  antes 
habían  tenido  los  seminaristas  la  distribución  de  premios  que  amenizaron  con 
un  acto  sobre  la  separación  entre  la  Iglesia  y  el  Estado,  habiendo  asistido 
entre  otras  personas  distinguidas  los  Sres.  Arzobispo  de  Manila  y  Obispo 
de  Vígan. 

En  el  ateneo  la  distribución  fué  el  10  próximo  pasado,  amenizada  con 
los  actos  del  melodrama  Vacaciones,  contándose  entre  la  numerosa  con- 
currencia y  personas  caracterizadas,  el  Rmo.  Sr.  Obispo  de  Vígan,  el 
cónsul  de  España,  el  comisionado  Araneta  y  religiosos  dominicos,  francis- 
canos, benedictinos,  etc.  Se  confirieron  85  grados  y  títulos  distribuidos  en 

18 


274 

esta  forma:  el  título  de  perito  electricista  á  6;  el  grado  de  bachiller  en 
artes  á  38;  el  título  de  perito  topógrafo  á  5,  de  ayudante  de  minas  á  3,  de 
perito  mercantil  á  21  y  el  de  perito  taquígrafo  á  13.  Despedidos  para  vaca- 
ciones los  alumnos  y  antes  que  llegara  la  Semana  Santa  tuvieron  los  NN.  en 
Santa  Ana  una  tanda  de  ejercicios  que  dirigió  el  P.  Peypoch;  y  casi  al  mis- 
mo tiempo  los  hacían  en  san  Javier,  expuestos  por  el  P.  Guilló,  algunos  de 
los  NN.  de  aquel  seminario. 

Durante  la  Semana  Santa  que  en  Manila  se  celebró  con  la  solemnidad 
acostumbrada,  predicaron  las  siete  palabras  en  la  catedral  el  P.  Juan 
B.  Sola;  en  Binondo  el  P.  Lencina;  y  el  P.  Sauras  en  Quiapo;  en  esta  pa- 
rroquia el  P.  Briansó  tuvo  el  sermón  de  la  Soledad. 

En  nuestra  iglesia  de  S.  Ignacio  dieron  desde  mediados  de  febrero  los 
santos  Ejercicios  á  las  mujeres  los  PP.  Saus  y  Anguela  con  una  comunión 
final  de  850  personas;  y  más  tarde  á  los  hombres  los  PP.  Algüé  y  Burniol, 
con  una  comunión  general  de  600  personas.  Predicaron  el  jueves  santo  la 
Hora  Santa  los  PP.  Peypoch  y  Saus  y  en  la  novena  de  la  Gracia  á  san 
Javier,  patrón  de  la  Liga  antipornográfica,  el  P.  Rector  y  el  P.  Sauras. 
Otros  padres  oyeron  confesiones  y  facilitaron  el  cumplimiento  pascual, 
á  la  tripulación  del  vapor  Alicante,  siendo  el  capitán  el  primero  en  dar 
ejemplo. 

El  31  de  Mayo  celebraron  los  niños,  en  número  de  500,  una  procesión 
con  banderitas  y  estandartes,  acompañados  por  una  banda  de  música  que 
costearon  los  catequistas. 

El  5  por  la  tarde  se  celebró  el  acto  literario-catequístico  al  que  asistie- 
ron el  Sr.  Cura  párroco  y  los  Sres,  presidente  local,  concejal ,  médico  y  lo 
más  principal  de  Orani. 

El  7  de  Junio  á  las  8  y  media  de  la  mañana  desembarcó  en  ésta  el 
Sr.  Delegado  Apostólico,  Mons.  Agius,  de  vuelta  de  Roma. 

Al  tiempo  de  bajar  S.  I.  del  vapor,  el  Vice-Qobernador  General  Mr.  Gil- 
bert  le  saludó  en  nombre  del  Gobiermo  de  las  islas  con  un  discurso  en  in  - 
glés,  y  luego  D.  Maximino  Paterno  con  otro  en  castellano,  en  nombre  de  ' 
centro  y  pueblos  católicos;  á  los  dos  contestó  S.  I.  agradeciendo  tales  afec- 
tos, y  á  los  acordes  del  Himno  Nacional  americano  y  de  la  Marcha  Real 
española,  tocados  y  repetidos  por  9  bandas  de  música,  subió  el  Sr.  Dele- 
gado en  un  automóvil  y  se  dirigió  con  la  comitiva  hacia  la  Catedral,  donde 
se  cantó  un  Te  Deum. 

El  P.  Anguela  oyó  210  confesiones  en  tagalo  en  el  pueblo  de  Orani, 
donde  pasa  las  vacaciones  para  mejorar  sus  conocimientos  en  dicha  lengua. 
En  el  mismo  pueblo  celebra  conferencias,  ayudado  de  los  seminaristas  de 


275 
S.  Carlos,  los  domingos,  miércoles  y  viernes  á  las  8  y  media  de  la  tarde  en 
la  plaza  mayor. 

El  día  14  de  Junio  se  embarcó  para  España  en  el  trasatlántico  Claudio 
López  nuestro  R.  P.  Superior  de  la  Misión,  á  fin  de  asistir  á  la  congre- 
gación provincial  de  primeros  de  agosto. 

La  fiesta  de  fin  del  mes  de  las  flores  se  celebró  como  todo  el  mes  se- 
gún la  costumbre  de  años  anteriores,  predicando  el  día  último  antes  del  be- 
samanos el  P.  Benedet. 

En  la  fiesta  del  Sagrado  Corazón,  se  repartieron  unas  1,200  comunio- 
nes. En  la  función  de  la  tarde  predicó  el  P.  CIos  y  dio  la  bendición  con  el 
Smo.  el  limo.  Sr.  Gorordo,  Obispo  de  Cebú. 

El  29  de  junio  se  verificó  en  la  catedral  de  Manila  la  pública  y  solem- 
ne promulgación  del  primer  Concilio  provincial  manilano.  Fué  celebrante  el 
Rdmo.  Sr.  Obispo  de  Jaro  Mgr.  Dongherty.  Presidió  el  señor  Delegado, 
bajo  dosel,  y  enfrente  el  Sr.  Arzobispo  de  Manila;  junto  al  Sr,  Delegado  y 
en  sillón  de  respeto  los  Sres.  Obispos  de  Cebú,  Vígan,  Calbayog  y  Lipa, 
y  al  lado  del  Sr.  Arzobispo  los  Superiores  de  las  Órdenes  religiosas,  entre 
los  cuales  se  contaban  de  los  nuestros  los  PP.  Clos  (Vicesuperior)  y 
Anón. 

En  el  coro,  bajo  la  dirección  del  Sr.  Masllovet  se  cantó  la  misa  de 
Candi,  sin  cantatriz  alguna,  á  cargo  de  los  tiples  de  la  catedral  y  varios 
religiosos,  estando  presente  una  multitud  que  casi  llenaba  la  iglesia  con- 
tándose entre  las  personas  distinguidas,  fuera  del  presbiterio,  el  Goberna- 
dor General  y  Vicegobernador  con  la  comisión  civil,  el  Gobernador  mili- 
tar del  Archipiélago,  el  cuerpo  consular,  los  alumnos  de  los  seminarios  de 
S.  Javier  y  de  S.  Carlos,  los  del  ateneo,  de  S.  Juan  de  Letrán,  etc.  Can- 
tado el  evangelio,  el  Sr.  Delegado  debidamente  acompañado  subió  al  pul- 
pito y  dio  en  castellano  y  en  inglés  gracias  á  Dios,  por  el  feliz  éxito  y 
acontecimiento  del  día,  saludó  á  las  autoridades,  y  luego  un  prebendado, 
que  estaba  á  su  lado,  leyó  el  Decreto  de  promulgación  del  primer  Concilio 
de  Manila.  En  él  se  dice  que,  obedeciendo  á  las  leyes  de  la  Iglesia,  envió 
el  Sr.  Delegado  á  Roma  las  actas  y  decretos  del  dicho  Concilio,  los  cua- 
les, para  su  diligente  examen  entregó  Su  Santidad  á  una  selecta  comisión 
de  Eminentísimos  Padres,  quienes  después  de  un  cuidadoso  estudio  los  ala- 
baron y  honraron,  mudando  alguna  cosa  donde  lo  creyeron  oportuno,  con 
la  anuencia  en  todo  del  Papa,  á  quien  se  dio  minuciosa  cuenta  de  todo. 
El  Sr.  Delegado,  se  añade,  tiene  por  promulgados  tales  actas  y  decretos 
para  todas  las  Islas  Filipinas  y  quiere  que  en  los  sínodos  diocesanos  que 
deberán  celebrarse  dentro  un  año  sean  muy  bien  estudiados  tales  decretos 


276 

y  cuidadosamente  se  pongan  en  práctica  todos  los  medios  necesarios  para 
su  cumplimiento. 

Las  fiestas  de  precepto  según  las  disposiciones  del  Concilio  son:  La 
Natividad  del  Señor,  la  Circuncisión,  la  Epifanía,  la  Ascensión,  Corpus 
Christi,  Asunción  de  la  Virgen,  Inmaculada  Concepción,  S.  José  y  la  fiesta 
de  los  apóstoles  S.  Pedro  y  S.  Pablo. 

El  mes  del  Sagrado  Corazón  se  ha  celebrado  en  nuestra  iglesia  y  las 
demás  de  Manila  con  la  solemnidad,  concurso  y  comuniones  de  otros  años. 

El  seminario  de  S.Javier  verificó  su  apertura  el  15  de  junio;  y  el  ate- 
neo la  tuvo  el  16.  Ambos  colegios  están  llenos  de  alumnos.  El  seminario 
consta  de  120  seminaristas;  además  62  internos  y  8  medio  internos  que  no 
son  seminaristas.  El  ateneo  ha  suprimido  este  año  la  clase  de  preparatoria 
de  comercio  y  no  ha  admitido  externos  para  la  clase  íntima;  aun  así  tiene 
1,150  alumnos,  de  los  que  280  son  internos,  120  medio  internos  y  los  demás 
externos. 

Las  congregaciones  marianas  del  ateneo  obsequiaron  el  17  de  agosto 
á  stí  patrón  S.  Luis  con  una  misa  solemne  en  que  ofició  el  Sr,  Deán,  y  ser- 
món que  predicó  el  P.  Sauras.  Asistieron  entre  otras  personalidades,  el 
Sr.  Obispo  de  Lipa,  el  cónsul  de  España,  el  secretario  de  la  Delegación  y 
varios  diputados. 

Nuestro  P.  Finegan  ha  repartido  el  primer  número  « The  Little  Mes- 
senger  of  the  Sacred  Hearh  (El  pequeño  mensajero  del  Sagrado 
Corazón)  revistita  mensual  de  la  que  es  director  y  autor.  Consta  de  12 
páginas  en  4.°  toda  en  inglés  y  cuesta  cada  número  cinco  centavos.  Tam- 
bién se  ha  comenzado  á  celebrar  los  domingos  á  las  9  y  media  una  misa 
rezada  en  nuestra  iglesia  para  los  americanos,  á  quienes  predica  durante 
ella  el  mismo  P.  Finegan. 

La  fiesta  de  N.  S.  P.  se  celebró  también  con  el  esplendor  de  otros  años, 
precediendo  novena,  y  verificándose  los  últimos  días  el  solemne  triduo  en 
que  predicaron  sucesivamente  los  PP.  Sauras,  Lencina  y  P.  Rector  del 
ateneo. 

El  7  de  agosto  el  Sr.  Delegado  apostólico  obsequió  á  los  pobres  de 
Tondo  con  una  comida  en  conmemoración  del  5.^  aniversario  de  la  corona- 
ción de  S.  S.  Pío  X,  servida  por  la  congregación  mariana  de  externos. 

En  el  solar  adquirido  por  el  ateneo  en  la  calzada  de  Iris,  establecieron 
los  seminaristas  de  S.  Carlos  un  catecismo  dominical  que  se  ve  aumentar 
en  espíritu  y  fervor. 

El  26  de  septiembre  volvieron  á  sus  respectivas  clases  los  alumnos  to- 
dos de  la  universidad  de  Sto.  Tomás,  cesando  de  este  modo  la  huelga  que 


277, 

por  espacio  de  dos  meses  hicieron  los  de  las  facultades  de  Medicina  y  Far- 
macia y  todos  los  demás  estudiantes  arrastrados  á  ella  por  los  primeros. 

En  nuestros  seminarios  de  Manila  han  recibido  las  órdenes  sagradas 
42  seminaristas,  perteneciendo  13  de  ellos  al  seminario  de  S.  Javier;  ade- 
más este  seminario  acaba  de  enviar  dos  de  sus  alumnos  á  nuestro  noviciado 
de  Gandía,  Pablo  Carasig  de  primer  año  de  filosofía  y  Agustín  Llenado 
discípulo  de  retórica. 

El  29  dedicó  el  ateneo  á  Su  Sría.  lima.  D.  Juan  Bernardo  Mac  Ginley 
obispo  de  Nueva-Cáceres,  un  actito  literario  de  bienvenida  en  que  se  de- 
clamaron composiciones  en  latín,  castellano  é  inglés  alternando  con  escogi- 
das piezas  de  música. 

El  seminario  de  S.  Javier  obsequió  también  á  dicho  Sr.  obispo  con 
otro  acto  literario. 

El  catecismo  de  Tondo  dirigido  por  el  P.  Anguela  celebró  una  hermosa 
fiesta  en  la  que  el  Sr.  Delegado  apostólico  repartió  por  la  mañana  la  pri- 
mera comunión  á  145  niños  que  con  los  mayores  formaron  un  total  de  437 
comulgantes. 

El  11  de  septiembre  la  colonia  catalana  de  Manila  celebró  como  en 
años  anteriores  la  fiesta  á  la  Virgen  de  Montserrat  en  nuestra  iglesia,  ofi- 
ciando el  P.  Vicesuperior  y  predicando  en  catalán  el  P.  Peypoch. 

Dijeron  los  periódicos  que  en  Macao  se  iba  á  expulsar  á  los  jesuítas,  y 
ante  este  peligro  que  parecía  próximo,  el  P.  Vicesuperior  ofreció  á  los  NN. 
de  Macao  nuestras  casas  de  Filipinas,  si  llegaban  á  ser  expulsados. 

Le  contestó  el  P.  Antonio  Henríquez,  dándole  las  gracias  en  una  carta 
muy  sentida  y  diciéndole  que  todavía  no  sabían  nada  definitivamente,  pero 
que  aceptaban  desde  luego  el  ofrecimiento  para  el  caso  en  que  fuese  ne- 
cesario. 

La  congregación  mariana  de  externos  obsequió  á  su  patrón  san  Esta- 
nislao con  una  misa  de  comunión  general  en  que  platicó  el  P.  Rector,  y  un 
actito  literario-musical,  poniéndose  en  escena  con  feliz  éxito  la  zarzuela  en 
dos  actos  El  talento  y  la  virtud. 

Algunos  días  después  obsequió  á  su  patrón  san  Francisco  de  Borja  la 
academia  mariana,  con  una  velada  literario-musical,  presidida  por  los  re- 
verendísimos Sres.  Delegado  y  Arzobispo  y  otras  personas  distinguidas. 

En  los  últimos  días  del  mes  de  noviembre  se  trasladaron  á  nuestro  sa- 
natorio de  Baguio  el  Sr.  Delegado  apostólico  con  su  secretario,  el  P.  Al- 
gué  y  el  H.  Riera,  permaneciendo  tres  semanas,  de  donde  volvieron  muy 
contentos  por  la  salubridad  del  clima,  después  de  haber  hecho  el  Sr.  Dele- 
gado y  el  P.  Algué  los  santos  Ejercicios. 


57g 

El  30  de  noviembre  comenzó  en  nuestra  iglesia  la  novena  á  la  Inmacu- 
lada con  los  ejercicios  acostumbrados,  á  los  que  este  año  se  ha  añadido  la 
bendición  con  el  Smo.  que  se  da  al  fin  de  la  función  en  conformidad  con  las 
prescripciones  del  Concilio  Manilano,  y  además  el  canto  Memorare,  el 
Sacris  solemnis,  Tantum  ergo,  etc.,  en  que  toman  parte  todos  los  alum- 
nos internos  y  externos. 

La  fiesta  patronal  del  seminario  de  san  Javier  se  tuvo  con  el  esplendor 
acostumbrado;  el  R.  P.  Superior,  vuelto  ya  felizmente  de  España,  dijo  la 
misa  de  comunión  general,  oficiando  de  preste  en  la  misa  solemne  el  señor 
Provisor. 

Al  día  siguiente  se  verificó  la  Academia  literario-musical,  poniéndose 
en  escena  el  drama  Libertad  entre  cadenas. 

Los  seminaristas  de  san  Javier  se  afanan  por  promover  el  mayor  nú- 
mero de  comuniones,  sobre  todo  primeras,  en  sus  catecismos.  Los  enemi- 
gos de  nuestra  religión  se  dan  cuenta  de  los  crecientes  progresos  catequís- 
ticos, y  el  mismo  Aglipay  se  pasó  el  20  de  noviembre  al  pueblo  de  san  Fe- 
lipe Neri  á  enseñar  su  doctrina  en  un  camarín.  El  número  que  reúnen  dichos 
seminaristas  en  sus  catecismos  es  de  unos  3000  párvulos  y  unos  1000  adultos. 

VÍGAN.— El  13  de  marzo  se  verificó  la  distribución  de  premios  pre- 
cedida de  un  acto  literario  por  los  alumnos  de  retórica.  Los  alumnos  en 
este  curso  han  sido  408,  de  ellos  16  seminaristas,. 78  colegiales  internos  y 
los  restantes  externos.  La  distribución  terminó  concediendo  el  grado  de  Ba- 
chiller en  Artes  á  14  alumnos. 

La  Junta  Directiva  de  la  «Biblioteca  moral  recreativa»,  ha  determina- 
do celebrar  por  Navidad  una  gran  lotería  con  que  premiar  á  los  que  hayan 
recogido  mayor  número  de  papeluchos  impíos  é  indecentes,  incluso  fotogra- 
fías y  tarjetas  postales. 

Nuestro  P.  Thompkins  y  el  párroco  de  la  catedral  Rdo.  Bonifacio  Bri- 
llantes tienen  ya  preparado  un  dormitorio  ó  convictorio  católico  á  fin  de 
que  los  estudiantes  no  internos  que  van  á  estudiar  á  la  capital  no  pierdan  la 
fe  y  las  buenas  costumbres  viviendo  en  convictorios  protestantes. 

En  Aparri,  los  protestantes  envidiosos  del  éxito  que  en  el  mes  de  mayo 
obtenían  los  católicos  con  los  ejercicios  propios  del  mes,  fueron  á  estorbar- 
les dando  grandes  gritos;  pero  los  católicos  echaron  las  campanas  al  vuelo 
con  que  ahogaron  los  gritos  de  los  protestantes  logrando  que  pronto  se 
largasen.  El  mes  del  Sagrado  Corazón  se  ha  celebrado  con  el  esplendor 
de  años  anteriores.  Al  terminar  sus  ejercicios,  el  26  de  junio,  celebraron 
los  congregantes  su  fiesta  á  S.  Luis,  oficiando  el  R.  P.  Superior  y  predi- 
cando el  P.  Vives. 


27Ó 

Muchas  personas  han  hecho  la  novena  á  nuestro  santo  Padre,  cuya  fies- 
ta dio  por  resultado  un  notable  aumento  en  el  uso  de  su  bendita  agua. 

En  la  noche  del  7  de  octubre  fué  robada  la  custodia  de  la  catedral  en 
la  que  todo  el  día  había  estado  de  manifiesto  S.  D.  Majestad.  El  ladrón  de- 
jó en  el  mismo  manifestador  la  sagrada  Hostia,  habiéndola  sacado  del  viril 
que  se  llevó  con  la  custodia  valorada  en  unos  20,000  pesos.  Dicen  que  el 
supuesto  ladrón  es  un  tal  Jerónimo  Reyes,  cogido  en  Dagupan  y  que  se  van 
descubriendo  los  cómplices. 

ISLA  DE  MINDANñO 

RESIDENCIA  DE  ZAMBOANQA.  —  Zamboanga.  —  Los  padres 
Camps,  Caballería  y  Carreras  están  recorriendo  con  fruto  los  pueblos  de  la 
misión.  En  Zamboanga  las  hijas  de  María  se  han  lucido  en  adornar  é  ilumi- 
nar el  altar  de  la  Virgen  para  celebrar  la  fiesta  y  besamanos,  final  del  mes 
de  María:  la  que  menos,  ha  gastado  20  pesos  cada  dos  días. 

Falleció  en  Tetúan  D.  Isidoro  Midel,  célebre  Presidente  de  Zam- 
boanga, que  se  distinguió  no  poco  en  tiempo  de  la  revolución. 

La  residencia  está  de  enhorabuena  porque,  además  de  una  regular  li- 
mosna en  misas  que  acaba  de  recibir  de  los  Estados  Unidos,  también  de  allí 
ha  comunicado  Mons.  Falconio  que  el  Gobierno  había  determinado  por  fin 
satisfacer  5,543  dollars  por  el  solar  del  cementerio  viejo. 

Por  mandato  del  Gobierno  están  haciendo  los  NN.  la  acera  alrededor 
de  la  iglesia  y  convento,  trabajo  que  les  costará  1,100  pesos.  El  8  de  julio 
debían  embarcar  el  P.  Me  Donough  para  ejercer  sus  ministerios  en  Joló;  y  el 
P.  Pi  para  Cottabato,  su  destino. 

El  P.  Carreras  ha  pasado  en  Ayala  algunas  temporadas,  ocupado  en 
sus  ministerios  y  en  la  plantación  de  más  de  400  plantas  de  coco,  que  con 
las  existentes  anteriormente  espera  que  con  el  tiempo  ayudarán  en  la  parte 
económica. 

El  Sr.  Obispo  de  Jaro  llegó  á  aquella  villa  para  hacer  la  visita  pas- 
toral, acompañado  del  R.  P.  Superior  de  los  PP,  Josefinos,  que  desem- 
peña el  cargo  de  secretario  de  S.  I.  durante  la  visita.  Dice  el  cable  que 
desfogó  un  formidable  baguio  en  Zamboanga  con  pérdidas  materiales,  que, 
según  cálculos,  ascienden  á  doscientos  mil  pesos,  y  la  muerte  de  algunas 
personas;  el  caso  es  más  notable  por  que  ordinariamente  no  azotaban  los 
baguios  á  aquella  región. 

RESIDENCIA  DE  TAMONTACA.- Cottabato. -El  P.  Arnalot 
celebró  el  primer  viernes  de  marzo  con  exposición  del  Santísimo  y  canto 


280 
durante  la  misa,  lo  cual  por  lo  desacostumbrado  gustó  y  atrajo  bastante 
concurrencia,  comulgando  70  personas. 

Estuvo  el  Sr.  Gobernador,  siendo  obsequiado  por  las  escuelas  ca- 
tólicas. El  mismo  día  por  la  tarde  el  moro  Caranibaram  que  ocupaba  injus- 
tamente nuestros  terrenos  de  Tamontaca  fué  devorado  por  un  caimán,  hecho 
que  muchos  atribuyeron  á  justo  castigo  de  Dios. 

El  P.  Pi  en  cartas  de  28  de  julio  y  10  de  agosto' lamenta  la  frialdad  reli- 
giosa de  los  habitantes  de  la  región  por  constar  de  muchos  advenedizos, 
chinos,  moros,  americanos,  etc.  El  fruto  principal  es  el  que  se  hace  en  los 
niños  y  niñas  de  la  escuela. 

En  la  visita  que  el  secretario  de  la  Guerra  hizo  á  esta  población,  nues- 
tros PP.  fueron  invitados  por  el  Gobernador  General  al  almuerzo  con  que 
aquél  fué  obsequiado. 

Fué  edificante  y  sentida  por  todo  el  pueblo  la  muerte  de  un  jovencito, 
celador  del  Apostolado  de  la  Oración  herido  gravemente  por  la  explosión 
involuntaria  de  una  escopeta  de  su  compañero,  y  asistido  en  su  último  trance 
por  los  NN.:  dio  buenas  señales  de  digna  disposición.  En  agosto  último 
murió  cristianamente,  en  público  cadalso,  después  de  bautizado,  comulgado 
y  de  haberle  sido  impuesto  el  escapulario  del  Carmen  por  los  NN.,  un  moro 
juramentado  que,  antes,  había  muerto  en  Cottabato  á  un  chino  y  herido 
gravemente  á  un  español. 

RESIDENCIA  DE  DAVAO.-Davao.-E1  26  de  marzo  llegó  á 
Davao  el  H.  Pedro  Llull  trasladado  de  Baganga  con  destino  á  la  misión  de 
Sigaboy  en  donde  entró  el  4  de  abril  con  los  dos  muchachos  que  consigo 
llevaba  de  Baganga,  y  le  aprovecharon  no  poco,  dada  la  distancia  del  des- 
embarcadero á  la  iglesia-convento  y  la  necesidad  de  levantar  una  casita  de 
8  brazas  en  cuadro,  que  ha  terminado,  pues  la  sacristía  en  que  vivían  los  NN. 
era  del  todo  incapaz.  El  P.  Llobera  Guillermo  durante  el  mes  de  junio  y  par- 
te de  julio,  ha  recorrido  las  reducciones  de  su  misión,  ó  sea,  desde  la  punta 
S.  Agustín  hasta  La  Unión  (pues  los  bautizados  tiempo  atrás  más  arriba  de 
La  Unión  han  vuelto  enteramente  al  paganismo)  y  ha  notado  que  los  visita- 
dos son  manobos  dóciles,  casi  todos  bautizados,  muy  ignorantes  sobre  todo 
en  religión  y  con  los  ejemplos  que  ven  y  palabras  de  libertad  que  oyen,  están 
olvidados  de  sus  deberes  de  cristiano  y  se  casan  entre  sí  sin  contar  con  el 
P.  misionero,  ni  autoridad  alguna  aunque  estén  ya  casados  con  otra  ú  otro. 
Sin  embargo  presentan  con  gusto  al  misionero  sus  hijos  para  que  los  bauti- 
ce, y  así  los  bautismos  administrados  en  esta  excursión  han  sido  115  y  de 
ellos  6  adultos,  los  matrimonios  bendecidos  20,  las  confesiones  oídas  441  y  de 
ellas  350  á  manobos.  Apenas  hay  en  toda  la  misión  un  niño  que  sepa  ayudar 


281 
á  misa;  varios  pueblecitos  han  desaparecido,  quedando  sólo  algunos  arigues 
plantados  entre  la  crecida  yerba,  que  indican  dónde  estuvo,  y  los  habitantes 
son  poco  menos  que  esclavos  de  los  comerciantillos  de  almáciga.  Los  NN. 
han  limpiado  ya  el  cocal  de  400  plantas,  que,  bien  cuidado,  puede  ayudar 
algún  tanto  á  la  parte  económica. 

Los  manobos  reanudaron  en  la  costa  occidental  de  aquel  seno  sus  de- 
predaciones, asesinando  á  un  norte-americano,  á  un  español,  á  seis  filipinos 
cristianos  y  dos  chinos.  Las  tropas  han  salido  en  persecución  de  los  asesi- 
nos, pero  no  consta  del  éxito  obtenido. 

RESIDENCIA  DE  CARAGA.— Caraqa.— En  Baganga  han  menu- 
deado los  actos  públicos  de  las  escuelas  católicas  de  uno  y  otro  sexo,  espe- 
cialmente en  diciembre,  con  resultados  generalmente  satisfactorios. 

El  P.  Llobera  Bernardino  ha  recorrido  casi  todos  los  pueblos  de  la  mi- 
sión de  Manay,  faltándole  uno  solo  en  la  costa  del  mar.  Ha  notado  que  la 
propaganda  de  los  Mandayas  hizo  bastante  daño  á  los  nuevos  cristianos, 
pues  si  bien  una  gran  parte  se  ha  confesado,  restan  todavía  algunos  que  tal 
vez  persisten  en  su  pecado. 

Se  ha  celebrado  en  esta  población  la  fiesta  del  Sagrado  Corazón  con 
mucha  solemnidad.  Manay  ha  entregado  80  pesos  para  una  estatua  del  Sa- 
grado Corazón. 

El  mismo  P.  Llobera  hizo  el  cumplimiento  pascual  en  Santiago,  Manay, 
Sta.  Cruz,  S.  Ignacio  y  Tarragona,  habiendo  encontrado  en  todos  estos  pue- 
blos muy  buen  espíritu. 

El  Sr.  Gobernador,  en  la  visita  que  hizo  á  Caraga,  quedó  contento  del 
espíritu  que  reina  en  las  escuelas,  en  las  que  desde  entonces  ha  aumentado 
algún  tanto  el  número  de  alumnos. 

El  pueblo  de  S.  Luis  ha  dado  112  pesos  para  planchas  de  hierro  galva- 
nizado con  que  se  ha  de  cubrir  su  iglesia;  el  de  Cateel  ya  la  tiene  cubierta. 
Llegó  poco  ha  un  destacamento  de  soldados  á  Baganga  y  otro  á  Boston,  te- 
miéndose de  uno  y  de  otro  que  ocasionen  pérdidas  en  la  moralidad. 

El  propio  P.  Llobera  en  su  visita  á  san  Fermín  encontró  buen  espíritu, 
y  entre  los  mandayas  que,  según  costumbre  se  le  presentaron,  había  un 
bagani  (ó  principal  entre  ellos),  y  bautizó  una  mujer  adulta.  En  otras  visi- 
tas estuvieron  los  mandayas  algo  retraídos.  Dice  que  de  Zamboanga  llegó 
una  circular  que  exhortaba  á  los  municipios  á  procurar  la  apertura  de  escue- 
las públicas;  pero  que  esta  indicación  no  rezaba  para  Caraga,  cuyas  escue- 
las parroquiales  satisfacen  al  gobierno,  pero  sí  para  los  barrios,  incapaces 
de  sostener  escuelas  parroquiales. 


282 

RESIDENCIA  DE  CAGAYÁN. -Cagayán. -Para  los  NN.  de 
Balingasag,  y  con  ocasión  de  la  fiesta  de  la  Inmaculada,  fué  gratis  et  amo- 
re  bordada  en  plata  y  sobre  raso  azul  una  casulla  muy  buena  y  vistosa.  El 
retablo  consabido  trasladado  de  Opol,  viejo  y  todo,  así  como  el  sagrario, 
frontal,  gradillas  y  credencias  de  metal  blanco,  comienzan  á  lucir  después 
de  mucho  trabajo  en  limpiarlos. 

A  principios  de  mayo  el  P.  Parache  empleó  quince  días,  en  una  excur- 
sión apostólica  provechosa,  á  los  pueblos  de  Lagonlong  y  Salay:  y  el  18  del 
mismo  mes  salió  para  Catarman  y  Sagay  (Camiguin),  para  suplir  en  ambas 
parroquias  al  clérigo  P.  Víctor,  á  petición  de  la  Curia  de  Cebú.  El  P.  Martín 
quedó  contento  del  éxito  de  la  fiesta  en  Malaybalay.  El  P.  Masoliver  pro- 
cura vender  los  materiales  del  arruinado  convento  de  Bahía  antes  que  sean 
robados. 

Escribe  el  P.  Nebot  que  el  15  de  Agosto  hizo  los  últimos  votos  en  «El 
Salvador»  el  P.  Félix  Córdova;  que  la  fiesta  patronal  de  S.  Agustín  en 
Cagayán  fué  muy  concurrida  y  que  resultó  lucido  el  acto  literario  que  con 
tal  ocasión  ofrecieron  al  público  los  alumnos  de  nuestro  P.  Font.  De  Balin- 
gasag escribió  el  P.  Sambola,  el  1 .°  de  agosto,  que  el  día  de  N.  P.  S.  Igna- 
cio, conforme  á  lo  determinado  en  varias  reuniones  que  precedieron,  se 
inauguró  allí  el  Apostolado  de  la  Oración  entre  los  varones;  hubo  pues 
comunión  general,  misa  cantada,  sermón  y  solemne  procesión,  y  aunque 
todos  los  actos  revistieron  especial  solemnidad,  fué  más  notable  el  primero 
pues  comulgaron  250  hombres  sin  contar  50  mujeres  y  otros  tantos  niños, 
espectáculo  por  cierto  hermoso  y  consolador,  no  sólo  porque  ostentaban 
todos  el  escapulario  del  S.  Corazón,  sino  porque,  de  » líos,  muchos  eran 
hijos  pródigos,  que  después  de  largo  tiempo  de  vivir  alejados,  volvían  en- 
tonces al  Padre  celestial.  Ordinariamente  solían  constar  las  comuniones  de 
solas  mujeres,  los  hombres  las  miraban.  La  de  31  de  julio,  tal  vez  ha  sido  la 
más  numerosa  de  todas,  y  de  casi  solo  hombres.  Al  efecto  los  PP.  Sambola 
y  Roure  oyeron  confesiones  hasta  las  nueve  y  media  de  la  noche  anterior. 
La  procesión  también  daba  gozo  espiritual  por  su  orden,  colgaduras  y  arcos 
triunfales  distribuidos  á  lo  largo  de  la  carrera,  obra  de  los  20  coros  que 
acababan  de  formarse:  de  esta  procesión  afirmaba  un  español  residente 
mucho  tiempo  en  Filipinas,  al  contemplar  aquellas  largas  filas  de  hombres 
con  su  escapulario:  «Hay  que  verlo  para  creer  esto  ahora  en  Filipinas,»  y 
es  de  notar  que  las  personas  principales  ni  figuraban  en  ella,  ni  la  favore- 
cieron, antes  la  contrariaron:  es,  pues,  la  gloria,  toda  del  Sagrado  Corazón 
que  así  movió  los  corazones. 

Comunicaron  realce  á  la  fiesta  las  MM.  del  Beaterío  con  sus  alumnas, 


283 

dando  un  bonito  acto  después  de  la  misa  mayor,  y  presentando  (lo  que  llamó 
mucho  la  atención)  curiosos  y  variados  trabajos  en  bordado  y  cosido.  Así 
las  cosas,  parece  que  el  demonio  envidioso  preparó  la  venganza  que  reali- 
zaron sus  satélites  el  22  de  agosto.  En  la  noche  de  este  día  quemaron  los 
impíos  en  cuadrilla,  la  iglesia  católica  de  Lagonlong,  pueblo  más  que  regu- 
lar, dependiente  de  Balingasag;  según  el  P.  Sambola  escribía,  aún  la 
seguridad  personal  era  en  aquel  pueblo  un  mito,  pues  los  malvados,  eran 
muchos  é  impunemente  hacían  cuanto  intentaban,  por  estar  las  autoridades 
como  si  no  existiesen.  Algunos  meses  atrás,  allí  mismo  apedrearon  los  agli- 
payanos  al  P.  Parache,  y  el  10  de  agosto  mientras  cenaba  allá  en  el  con- 
vento nuestro  P.  Roure  también  fué  apedreado,  cayendo  algunas  piedras  á 
sus  pies  si  bien  ninguna  alcanzó  á  herirle.  De  todo  esto  se  ha  dado  oportuno 
aviso  á  las  autoridades  superiores  de  Manila  y  esperamos  que  se  pondrá 
pronto  remedio  á  tanto  desorden. 

Por  haber  hecho  como  queda  dicho,  el  P.  Córdova  los  últimos  votos  en 
el  Salvador,  este  pueblo  se  desvivió  por  obsequiar  á  su  antiguo  misionero; 
músicas,  cantores,  el  Apostolado  de  la  Oración,  las  hijas  de  María,  mucha- 
chos, niños  y  niñas,  todos  mostraron  su  cariño  á  dicho  padre. 

Á  fines  de  agosto  el  Presidente  de  la  Asamblea  Filipina,  Sr.  Osmeña, 
estuvo  en  Balingasag,  fué  recibido  con  Te  Deum,  y  el  P.  Sambola,  aprove- 
chando la  confianza  que  le  mostraba  dicho  señor,  le  habló  claramente  de  la 
situación  del  país,  de  la  casi  ninguna  seguridad  personal  y  de  la  reciente 
quema  de  la  iglesia  de  Lagonlong  por  los  aglipayanos.  El  Sr.  Osmeña  por 
su  parte,  al  dirigirse  al  pueblo  y  tratar  de  la  independencia  les  encargó  que 
procurasen  hacerse  más  digna  de  ella,  que  se  dejasen  de  cuestiones  políti- 
cas, se  dedicasen  con  más  empeño  al  trabajo  y  siguiesen  las  huellas  de  sus 
padres:  idea  que  luego  aprovechó  nuestro  padre  contra  los  hinchados  mo- 
dernistas y  semi-intelectuales  de  por  aquellos  pueblos,  que  ponen  toda 
su  civilización  en  andar  bien  vestidos,  en  vivir  en  la  holganza  con  pretexto 
de  estudiar  y  en  no  cumplir  con  ninguna  ley  divina  ni  humana  y  ni  siquiera 
las  más  rudimentarias  reglas  de  educación. 

Un  telegrama  dijo  que  en  la  noche  del  23  anterior  los  moros  asaltaron 
en  Mincauauan  del  barrio  de  Tongud  (Misamis),  una  casa,  matando  una 
persona  é  hiriendo  á  otras  tres. 

El  P.  Córdova  ha  traducido  al  bisaya  parte  del  folleto  escrito  en  cas- 
tellano por  el  R.  P.  Pí,  con  el  título  de  «Muerte  cristiana  del  Dr.  Rizal,»  y 
se  reparte  ya,  impreso  en  Cebú.  El  P.  Martín  recientemente  en  Calasungay 
preparó  y  repartió  la  primera  comunión  á  36  niños,  bautizó  á  26  párvulos; 
y  en  Malaybalay  bautizó  y  puso  por  nombre  Dimas  á  un  asesino,  antropó- 


284 

fago  y  jefe  de  ladrones,  que,  preso  y  amarrado  entre  cadenas  aguardaba  la 
hora  de  subir  al  patíbulo.  Ha  tenido  una  gran  conferencia  con  siete  infieles 
casados  y  no  ha  podido  convencerlos  á  abrazar  el  catolicismo.  Añade  que  el 
25  de  octubre,  unos  800  manobos,  según  se  dice,  robaron  la  tienda  de  un 
americano,  lo  destruyeron  todo,  vagilla,  libros  y  cuanto  pudieron,  y  no 
mataron  al  dueño  por  no  hallarlo.  Perseguidos  por  los  constables  de  Malay- 
balay  fueron  muertos  14,  otros  se  echaron  al  agua  del  río  Malupali  y  fué 
herido  el  referido  Dimas;  posteriormente  mientras  se  entregaban  al  pillaje, 
han  sido  muertos  en  distinto  combate  otros  cuatro  manobos.  Sospecha  el 
padre  que  los  restantes,  dado  su  carácter,  se  vengarán;  y  recuerda  que 
todos  esos  infieles  manobos  por  los  años  1898,  iban  á  Linabo,  trataban 
amigablemente  con  él  y  daban  fundadas  esperanzas  de  recibir  el  bautismo. 

RESIDENCIA  DE  BUTÚAN.  —  Butúan.  —  El  P.  Valles  en  sus  ex- 
cursiones por  S.  Vicente,  Amparo,  S.  Mateo,  y  otros  pueblos,  oyó  304  con- 
fesiones, administró  259  comuniones,  41  bautismos  á  párvulos  y  4  á  adultos; 
celebró  21  matrimonios  y  15  primeras  comuniones. 

Vio  de  cerca  las  costumbres  é  idolatrías  de  los  Manobos  y  dice  que 
cuantas  descripciones  había  leído  en  las  cartas  acerca  de  estos  salvajes, 
distan  mucho  de  la  realidad.  No  encontró  resistencia  positiva  á  sus  doctri- 
nas y  dos  veces  por  lo  menos  formó,  por  falta  de  iglesia,  un  altar  con  las 
tablas  de  la  camareta  de  su  barca  y  en  él  celebró  la  santa  misa. 

El  P.  Giralt  volvió  también  satisfecho  de  su  visita  á  los  pueblos  del 
bajo  Agúsan  en  los  cuales  administró  36  bautismos,  oyó  355  confesiones, 
distribuyó  153  comuniones  entre  los  que  52  comulgaron  por  vez  primera,  y 
bendijo  8  casamientos. 

El  P.  Urios  ha  dado  los  santos  Ejercicios  á  180socias  del  Apostotolado. 
El  P.  Sastre  ha  celebrado  los  oficios  de  Semana  Santa  en  Veruela,  habien- 
do oído  438  confesiones,  administrado  231  comuniones,  69  bautismos  y  ben- 
decido 9  casamientos. 

Como  en  años  anteriores  se  tuvo  la  velada  de  fin  de  curso  en  las  es- 
cuelas católicas,  habiendo  salido  sumamente  complacidos  el  presidente 
local,  el  presidente  del  Centro  Católico  y  otros  muchos  señores  que  asis- 
tieron al  acto. 

La  fiesta  cívica  y  meramente  profana  que  determinó  celebrar  el  Muni- 
cipio como  fiesta  patronal  en  distinto  día  de  la  católica,  además  de  cismá- 
tica y  sacrilega,  resultó  un  verdadero  fracaso.  No  así  el  jubileo  de  fin  de 
junio  que,  con  la  pequeña  misión  dada  por  los  NN.,  produjo  248  comunio- 
nes y  de  ellas,  un  centenar,  de  hombres;  el  día  de  S.  Pedro,  último  para  el 
cumplimiento  pascual,  comulgaron  unos  250;  y  en  la  misa  de  réquiem  del 


285 

primero  de  julio  en  sufragio  de  los  difuntos  del  Apostolado,  las  comuniones 
distribuidas  fueron  232. 

Los  congregantes  marianos  trasladaron  al  3  de  julio  su  fiesta  á  san 
Luis,  que  resultó  magnífica  por  las  solemnes  vísperas  que  la  precedieron,  y 
las  317  comuniones;  de  éstas,  208  fueron  de  hombres.  Es  este  número,  en 
gran  manera  consolador  para  los  NN.,  pues,  en  los  últimos  años,  pocas  ve- 
ces ó  ninguna  habían  contemplado,  á  tantos  mozos  acercarse  á  recibir  el 
pan  de  los  ángeles.  Por  la  tarde,  después  de  la  reserva,  tuvo  lugar  la 
procesión  á  la  que  en  ordenadas  filas  acudieron  los  congregantes  é  infini- 
dad de  mujeres,  sin  que  pareciera  un  alma  por  las  calles;  todos  estaban  en 
la  procesión. 

Mayor,  si  cabe,  fué  la  procesión  fluvial  en  que  Sta.  Ana  fué  paseada 
en  la  mejor  lancha  de  vapor,  que  allí  tiene  el  Gobierno,  por  el  río  Agúsan, 
ricamente  aderezada  y  acompañada  aun  por  la  aristocracia,  para  que  la 
santa  libre  á  los  vecinos  de  los  caimanes,  y  aparte  de  los  campos  todos  los 
animales  dañinos  á  las  cosechas. 

El  P.  Valles  J.  escribe  entusiasmado  de  ella,  y  dice  que  todos  arre- 
glaron sus  barotos,  con  tan  vistosas  banderas,  tantas  latas,  tinajas  de  tuba, 
etc.,  que  asemejaba  en  conjunto  á  una  verdadera  armada  de  piratas  ó  salva- 
jes antes  de  entrar  en  combate.  ¡Qué  gestos,  qué  visajes,  qué  chillidos,  qué 
saltos  al  ver  llegar  al  pantalán  á  Sta.  Ana  al  son  de  la  música  y  al  repique 
de  las  campanas  después  de  las  vísperas  cantadas  con  solemnidad  en  la 
iglesia!  Y  lo  notable  fué  que  los  directores  del  tinglado,  eran  gente  de  ideas 
extravagantes,  cismáticos  y  enemigos  de  la  Iglesia;  así  y  todo,  convidaron 
al  padre  á  tomar  asiento,  acomodar  á  los  músicos,  cantores  y  sacristanes  y 
dieron  lugar  de  preferencia  á  los  miembros  de  la  junta  católica.  Es  verdad 
que  muchos  iban  al  sacay-sacay,  (así  llamada  tal  procesión),  para  divertirse, 
pero  muchos  muchísimos  por  las  promesas  que  hacen  á  la  santa.  Así,  se 
ven  mujeres  que  le  ofrecen  sus  hijos,  otras  que  llevan  velas  en  su  honor, 
y  muchos,  aun  de  los  ricos,  que  cumplen  su  voto  de  no  faltar,  durante  su 
vida,  al  fluvial  desafío  por  favores  recibidos  de  ella.  ¿Cómo  se  obtuvo 
la  lancha?  La  pidieron  los  católicos  al  Gobernador  que  no  es  católico,  para 
la  señora.  Al  oir  él  tal  petición,  repuso:  ¿Qué  señora?  Y  ellos:  pues  á  la 
señora  santa  Ana  que,  como  sabe  V.  tenemos  procesión  por  el  río.  No  hay 
inconveniente,  dijo;  pero  que  pague  la  señora  cinco  pesos  de  flete.  Diéronlos, 
y  se  tuvo  una  procesión  nunca  vista.  Ha  salido  de  Cabarbarán  el  caporal  agli- 
payano,  y  parece  que  la  salida  será  definitiva.  El  P.  Girait  escribe  buenas 
noticias  de  los  pueblos  del  Gibong  en  que  hace  el  cumplimiento  pascual. 

A  estas  horas  habrá  ya  regresado  á  Butúan  el  P.  Urios  que  partió  el  1 .° 


286 

de  septiembre  de  Cagayán,  después  de  predicado  en  esta  población  el  pane- 
gírico de  la  fiesta  patronal. 

El  dos  de  septiembre  escribía  el  P.  Valles  Jaime,  que  ha  procurado  pre- 
parar para  la  primera  comunión  á  los  niños  y  niñas  de  las  escuelas  católicas 
oficiales  de  Bufíian,  de  Bansa  y  de  Baug,  y  sin  obstáculos  ha  logrado  reu- 
nir 120  á  quienes  instruía.  Añade  que  la  asistencia  á  las  de  Butúan  es  de  103 
niños  y  de  113  niñas;  y  que  habiendo  predicado  para  que  también  en  las 
escuelas  oficiales  se  estableciera  la  costumbre  de  confesar  y  comulgar  en 
los  primeros  viernes  de  mes,  al  día  siguiente  recibieron  al  Señor  200  entre 
niñas  y  mujeres,  á  quienes  en  tan  santo  acto  acompañaron  17  varones  casa- 
dos y  82  niños.  Añade  finalmente  que  ha  experimentado  gozo  espiritual  en 
la  muerte  cristiana  y  envidiable  de  un  chino. 

El  P.  Giralt  escribe  de  Talacógon  una  relación  de  su  visita  á  los  pue- 
blos del  Gibong,  que  antes  formaban  la  misión  de  Prosperidad,  y  dice  que 
hizo  el  cumplimiento  pascual  y  las  fiestas  patronales  en  Prosperidad,  San 
Miguel,  Azpeitia,  Los  Arcos  y  Borbón,  muy  necesitados  tanto  en  lo  espiri- 
tual Qomo  en  lo  material.  Hacía  ya  un  año  que  no  se  habían  visitado.  Por  el 
baguio  de  diciembre  último,  quedaron  destruidas  las  iglesias  de  Prosperi- 
dad, S.  Miguel,  Azpeitia,  Ebro  y  Aguinaldo;  y  muy  mal  paradas  las  de 
Borbón  y  los  Arcos.  Éstas  han  sido  reedificadas.  De  las  demás,  sólo  quedan 
en  pie  los  arigues;  por  lo  que  ha  tenido  que  ejercer  sus  ministerios  en  la 
casa  tribunal,  ó  en  la  escuela  pública  de  cada  pueblo.  No  ha  penetrado  en 
la  cuenca  del  Gibong  y  sus  afluentes  el  cisma;  pero  sí  la  indeferencia  reli- 
giosa y  otras  alimañas,  y  es  mucha  la  ignorancia  del  catecismo  por  no  haber 
en  toda  la  región  ni  un  maestro  católico  que  lo  enseñe.  Los  conquistas  de 
las  Navas  y  de  algún  otro  pueblo,  que  ha  desaparecido,  andan  dispersados. 
Poco  ha  podido  hacer  el  P.  entre  estos  nuevos  cristianos.  Los  vecinos  de 
Prosperidad  desean  y  pidieron  tener  misionero  propio  como  antes,  y  si 
pudiese  ser,  que  volviese  el  P.  España.  Los  ministerios  ejercidos  son:  con- 
fesiones 671;  comuniones  407;  bautismos  137;  casamientos  27;  pláticas  y 
sermones  42,  y  varias  instrucciones  de  catecismo  á  los  pocos  niños  que  ha 
podido  reunir. 

Durante  la  última  semana  de  junio  y  primera  de  julio  se  sintieron  en 
Talacógon  repetidos  temblores  de  tierra.  En  las  tres  sacudidas  más  fuertes 
cayeron  los  candeleros,  flores  y  cruz  del  altar:  una  tuvo  lugar  durante  la 
misa  mayor  del  domingo  3  de  julio  en  el  momento  en  que  el  P.  que  cele- 
braba iba  á  dar  la  bendición  al  pueblo.  El  susto  fué  mayúsculo,  por  estar 
muy  desvencijada  aquella  iglesia  y  por  haberse  separado  de  su  lugar  un 
arigue  podrido  á  flor  de  tierra. 


La  fiesta  del  S.  Corazón  ha  sido  este  ano  solemnísima  y  muy  devota 
en  Talacógon.  Tocóse  por  primera  vez  la  campana  costeada  por  las  celado- 
ras y  socias  del  Apostolado,  las  que  cuidaron  también  de  adornar  la  iglesia 
con  nuevas  colgaduras,  inscripciones  y  emblemas  del  S.  Corazón.  Estuvo 
de  manifiesto  el  Santísimo  desde  las  ocho  de  la  mañana  hasta  las  cuatro  de 
la  tarde,  velando  por  turno  las  apostoladas  y  las  hijas  de  María.  Después 
de  la  reserva  hubo  procesión  con  las  imágenes  del  S.  Corazón  y  de  la  Purí- 
sima, muy  concurrida  aún  de  hombres,  presidiendo  las  autoridades  principa- 
les. En  la  comunión  general  comulgaron  casi  todas  las  asociadas  del  Aposto- 
lado. Se  lamenta  el  P.  Giralt  de  la  frialdad  de  los  hombres,  por  ser  pocos 
los  que  en  Talacógon  y  los  demás  pueblos  de  su  dilatada  misión,  se  confiesan 
y  comulgan,  no  obstante  de  ser  afectos  y  de  ayudar  á  los  misioneros. 

Un  mes  ha  durado  la  excursión  del  P.  Sastre  al  alto  Agúsan  y  río  Ar- 
gauan,  en  los  cuales  pueblos  ha  hecho  el  cumplimiento  pascual.  No  es  muy 
satisfactorio  el  número  de  confesiones  y  comuniones,  por  estar  los  pueblos 
del  alto  Agúsan  casi  desiertos  y  sentirse  en  ellos  el  hambre,  á  consecuencia 
de  las  inundaciones  del  año  pasado  y  continuas  lluvias  del  actual.  Están  en 
miserabilísimo  estado  las  iglesias  y  en  algunos  pueblos  no  las  hay,  ni  lugar 
conveniente  para  hospedarse  el  misionero;  por  lo  cual  ha  tenido  que  cobi- 
jarse, algunas  veces,  en  un  mal  camarín  que  le  ha  servido  á  la  vez  de  igle- 
sia. Aquellos  pueblos  han  estado  muy  abandonados  del  Gobierno  de  la 
Provincia  mora,  á  que  pertenecen.  Ahora  parece  que  quieren  meterles  en 
vereda,  para  lo  cual  han  puesto  destacamento  de  Scouts  en  Patrocinio, 
Moncayo  y  Compostela.  En  Veruela  celebró  el  mismo  P.  Sastre  las  fiestas 
patronales  de  S.  Juan,  segundo  patrón  de  los  viejos  cristianos;  y  de  san 
Pedro,  patrón  de  los  nuevos,  con  mucha  concurrencia  y  animación  la  pri- 
mera, tanta,  que  ni  el  P.  se  libró  de  algún  remojón  de  los  que  se  acostum- 
bra repartir  por  las  calles  en  tal  día.  Los  conquistas  asistieron  en  muy 
corto  número  á  la  fiesta  que  ellos  mismos  celebraban:  entienden  muy  mal 
estos  benditos  la  libertad  de  cultos,  ó  el  libre  sa  gusto,  como  dicen  ellos. 

Del  pueblo  de  la  Paz,  en  el  Argauan,  quedó  satisfecho  el  P.  por  haber 
aquél  reparado  su  iglesia;  no  así  de  Sagunto  en  donde  se  encontró  con  la 
iglesia  casi  inservible  y  sin  habitación,  siendo  además  muy  pocos  los  que 
cumplieron  con  el  precepto  pascual. 

Para  la  fiesta  de  N.  P.  S.  Ignacio  se  reunieron  todos  los  padres  de  la 
Residencia  en  la  casa  matriz  donde  luego  hicieron  los  santos  Ejercicios  que 
les  dio  el  P.  Urios.  La  fiesta  fué  solemnísima,  con  preste,  ministros  y  pa- 
negírico predicado  por  el  P.  Urios:  hubo  serenatas  por  las  bandas  de  música 
de  C^barbarán  y  Butúan  y  dos  veladas  literarias  con  discursos  y  poesías 


288 

dedicados  á  honrar  á  S.  Ignacio  y  á  felicitar  á  sus  hijos,  concurriendo  á  los 
actos  mencionados  todo  lo  más  notable  y  granado  de  la  población,  inclusos 
los  individuos  cuya  asistencia  no  se  esperaba. 

El  P.  Urios  en  la  fiesta  de  S.  Miguel  que  celebró  en  Nasípit  quedó  del 
todo  satisfecho.  Como  el  pueblo  estaba  muy  necesitado  y  se  esmeraba  en 
adelantar  las  obras  de  la  iglesia,  celebróles  gratis  la  fiesta.  Hubo  primera 
comunión  de  los  alumnos  de  las  escuelas,  en  la  que  comulgaron  casi  todos 
los  del  pueblo.  Notó  que,  cuando  los  maestros  no  se  oponen,  los  niños  se 
van  todos  tras  el  misionero  á  aprender  el  catecismo.  No  fué  menor  el  con- 
tento del  padre  por  la  abundancia  de  confesiones,  comuniones,  bautismos  y 
casamientos  que  se  le  ofrecieron  y  administró  en  Tortosa  y  Buenavista.  En 
Magallanes,  barrio  de  Butúan,  celebró  con  extraordinaria  concurrencia,  la 
procesión  y  demás  cultos  de  primera  clase  de  la  fiesta  de  la  Virgen  del 
Rosario.  Añade  el  padre  que  es  notable  el  aliento  y  fervor  espiritual  que 
comunica  al  pueblo  la  devoción  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús  y  el  conoci- 
miento de  las  promesas  del  Corazón  divino,  pues  muchos  han  salido  de  su 
pereza  y  celebran  los  primeros  viernes  de  mes,  desde  que  leyeron  en  un 
cuadernito  bisaya  aquellas  promesas.  Posteriormente  dice  el  P.  Urios  que 
ha  surgido  alguna  dificultad  en  la  prosecución  de  la  obra  de  la  iglesia,  ya 
muy  adelantada,  de  Nasípit  por  causa  de  un  aglipayano. 

El  P.  Giralt  en  su  visita  á  los  pueblos  de  Veruela  y  del  río  Humáyan 
ha  conseguido  84  bautismos,  de  ellos  22  de  adultos  y  muchos  de  2  á  4  años, 
ha  unido  23  parejas  que,  hacía  años  vivían  á  lo  manobo,  oído  119  confesio- 
nes, distribuido  134  comuniones,  de  ellas  28  primeras.  Los  pueblecitos  de 
Walo  y  Violanta,  recién  fundados  por  el  Gobernador  con  los  remontados  de 
Ausona  (que  estableció  el  P.  Ramón  Ricart,  e.  p.  d.)  reúnen  materiales  para 
la  iglesia,  favorecidos  eficazmente  en  esta  faena  por  el  Gobernador,  aún  con 
ser  protestante;  y  piden  ser  bautizados  los  muchos  que  son  todavía  infieles. 
Parece  que  en  Bunáuan  se  notan  síntomas  de  cisma,  á  juzgar  por  el  intento  de 
algunos  de  sus  naturales  de  edificar  iglesia  cismática:  el  P.  Giralt,  avisado, 
procurará  reprimir  esos  conatos.  El  P.  Vila  Ignacio  trabaja  con  fruto  entre 
los  mamánuas. 

El  P.  Jaime  Valles  refiere  su  corta  pero  provechosa  excursión  apostó- 
lica á  las  reducciones  de  S.  Mateo,  Amparo  y  Manila,  á  cuyos  moradores, 
que  habían  ya  cumplido  el  precepto  pascual,  bautizó,  casó,  confesó  y  plati- 
có en  los  dos  días  que  estuvo  en  cada  pueblo  incipiente.  Con  sus  pláticas, 
misa  con  sermón,  rosario  y  enseñanza  mañana  y  tarde  de  la  doctrina  cristia- 
na, logró  150  confesiones,  distribuyó  80  comuniones,  administró  22  bautis- 
mos y  bendijo  7  matrimonios.  Quedó  el  padre  contento  por  dichos  ministe- 


289 

ríos  y  por  la  sorpresa  que  llevó  al  contemplar  casi  terminada  la  iglesia  de 
S.  Mateo,  pueblecito  de  once  matrimonios,  muy  adelantada,  y  con  buenos 
materiales  la  de  Amparo,  habitable  el  nuevo  convento  de  Manila  y  deseosos 
sus  habitantes  de  construir  pronto  iglesia  y  trasladar  á  ella  con  gran  pompa 
la  campana  y  santo  patrón.  Son  los  naturales  de  aquel  Manila  de  Bugabus, 
los  más  miserables  y  dignos  de  compasión  en  lo  material  y  espiritual  que 
hasta  ahora  ha  conocido  el  padre;  contentos  en  sus  escondrijos,  conservan 
aun  después  de  bautizados  las  costumbres  monobas,  á  que  les  ayuda  el  ser 
poco  visitados  del  misionero.  El  día  antes  de  llegar  á  ellos  el  padre,  una 
pobre  mujer  mordida  por  una  serpiente  murió  al  poco  rato  de  ser  herida,  y 
fué  enterrada  á  lo  manobo,  esto  es,  después  de  una  gran  borrachera  y  dan- 
za salvaje,  en  un  sitio  del  todo  escondido  lleno  de  maleza  y  espinos,  cosa 
que  el  padre  procuró  arreglar  para  adelante.  Tampoco  faltaron  trabajos  al 
padre;  innumerables  veces  estuvo  á  punto  de  estrellarse  él  y  el  barquichue- 
lo  contra  los  troncos  atravesados  en  el  río,  y  dos  veces  á  lo  menos,  de  ser 
acometido  por  los  caimanes  y  por  una  serpiente. 

Refiere  el  P.  Urios  que  ha  visitado  en  unas  tres  semanas  los  cinco  pue- 
blos de  la  bahía  occidental  de  Butúan;  vuelto,  dio  en  esta  población  los  san- 
tos Ejercicios  á  160  socias  del  Apostolado,  y  luego,  empleó  un  mes  en  la 
visita  de  los  diez  pueblecitos  que  formaban  la  antigua  misión  de  la  Espe- 
ranza. 

Estuvo  también  en  Talacógon  y  activó  la  recomposición  de  la  iglesia 
muy  necesitada.  En  todas  partes  ejerció  sus  ministerios  espirituales  sin  im- 
pedimiento  alguno,  pero  lamenta  no  sólo  la  falta  de  maestros  para  las  es- 
cuelas, sino  aun  de  personas  que  sepan  rezar  el  santo  Rosario  con  el  pueblo, 
para  suplir  la  santa  misa;  y  la  persecución  clara  y  oculta  que  sufren  las  es- 
cuelas parroquiales.  En  la  plaza  de  Butúan  se  ha  abierto  un  pozo  artesiano 
cuya  agua  por  no  ser  potable,  es  utilizada  sólo  para  baños  en  perjuicio  de 
las  buenas  costumbres. 

RESIDENCIA  DE  DAPÍTAN.-Dapítan.  —  Del  13  de  febrero  al 
12  de  marzo  el  P.  España  visitó  varios  pueblecitos;  en  Langáran,  donde 
estuvo  8  días,  revalidó  30  matrimonios,  rebautizó  sub  conditione  á  unos  20 
párvulos,  oyó  500  confesiones  y  distribuyó  300  comuniones,  siendo  algunas 
confesiones  de  no  párvulos  de  muchos  años.  En  Manella  revalidó  24  matri- 
monios, bautizó  á  43  personas,  oyó  247  confesiones  y  repartió  214  comunio- 
nes. Algunos  ministerios  ejercicio  también  en  Nahurus,  Libay,  Simpay  y 
Sauan;  y  muy  pocos  en  Baliangao  por  la  oposición  dura  y  tenaz  de  los  prin- 
cipales contra  cuantos  se  muestran  católicos;  prueba  de  ello  es  que  algún 
tiempo  antes,  apenas  hubo  salido  de  la  población  el  P.  Obach,  contento  por 

19 


290 

el  buen  númepo  de  ministerios  en  ella  ejercidos,  cuando  el  fiscal  ó  guar- 
dián de  la  iglesia  fué  llamado  por  las  autoridades  locales,  maltratado  de  pa- 
labra y  amenazado  de  modo  que  el  infeliz  no  halló  otro  medio  de  librarse 
del  peligro,  que  entregar,  como  lo  hizo,  las  llaves  de  la  iglesia  á  una  mujer. 
Al  revés  sucedió  en  Langáran  cuyo  presidente  local,  no  sólo  recibió  muy 
bien  al  P.  España  y  le  invitó  á  comer,  sino  que  le  amparó  y  defendió,  aun 
con  la  policía,  de  ciertas  bravatas  del  caporal  aglipayano  á  la  sazón  em- 
briagado, amparo  y  protección  que  el  padre  juzgó  de  excelente  afecto  para 
la  causa  católica.  Celebró  la  fiesta  del  Carmen,  por  cierto  muy  concu- 
rrida. Luego  volvió  á  Langáran  cuyos  vecinos  le  llamaron  y  fueron  por  él 
para  la  fiesta  de  S.  Nicolás  de  Tolentino,  á  que  se  prepararon  cubriendo  y 
componiendo  con  ñipa  la  mitad  de  la  iglesia  y  gran  parte  del  convento,  por 
lo  cual  el  padre,  agradecido,  les  socorrió  con  las  limosnas  ofrecidas  y  aún 
con  algunas  entradas  arancelarias.  La  fiesta  resultó  devota  y  concurrida,  y 
se  espera  fundadamente  que  de  grado  ó  por  fuerza  los  aglipayanos  devol- 
verán á  la  iglesia  los  objetos  que  le  robaron  y  conservan  todavía.  Termina 
el  padre  diciendo  que  sería  allí  muy  provechosa  la  residencia  de  un  misio- 
nero. 

El  P.  España  ha  vuelto  de  una  excursión  á  Langáran  y  dice  que  aquel 
pueblo,  tan  trabajado  por  el  cisma,  va,  aunque  despacio,  volviendo  al  buen 
camino. 

El  19  de  agosto  salió  el  P.  España  para  los  municipios  de  Langáran  y 
Baliangao,  pueblos  que,  aunque  despacio,  vuelven  del  aglipayanismo  al  ca- 
tolicismo y  para  ello  sostienen  una  lucha  en  que  parece  que  al  fin  los  católi- 
cos saldrán  vencedores. 

En  14  de  septiembre  escribía  el  P.  Ubach  que  hacía  ya  algunos  días 
que  el  P.  Francisco  García  estaba  de  misionero  interino  en  Lubúngan,  sano 
y  muy  ocupado  en  dirigir  la  recomposición  de  la  iglesia,  ayudado  eficaz- 
mente por  el  pueblo.  Añadía  que  Dipólog  crece  mucho  en  lo  material,  y 
promete  más  todavía  para  el  porvenir,  pero  que  dista  mucho  de  poderse 
afirmar  lo  mismo  en  su  parte  moral,  como  se  ve  en  la  poca  gente  que  asiste 
á  misa  y  en  los  escasos  niños  y  niñas  que  frecuentan  la  escuela. 

ISLA  DE  CULIÓN 

RESIDENCIA  DE  CULIÓN. -Culión.- Al  regresar  de  Manila  el 
P.  Manuel  Valles  á  su  colonia,  la  encontró  mejor  de  lo  que  esperaba:  en  lo 
material,  el  Gobierno  estaba  terminando  ó  realizando  algunas  mejoras  como 


291 

baños  para  los  leprosos,  casas  para  los  empleados  y  depósitos  de  objetos  pa- 
ra la  leprosería;  y  en  lo  moral,  que  tanto  el  teniente  como  el  presidente  lo- 
cal y  algún  retraído  de  la  iglesia,  se  presentaron  á  saludarle,  se  mostraron 
con  él  como  si  jamás  hubiera  mediado  disgusto  alguno  y  tomaron  la  parte 
correspondiente  en  las  funciones  de  Setnana  Santa.  Tampoco  el  pastor  pro- 
testante, que  parece  saldrá  pronto  de  allí,  ha  aumentado  el  número  de  pro- 
sélitos. Parece  haberse  dado  con  el  remedio  eficaz  contra  el  beri-beri.  El 
día  de  S.  José  hubo  45  comuniones. 

Mueren  menos  leprosos  que  tiempo  atrás,  pues  en  la  actualidad  no  lle- 
gan las  defunciones  á  una  por  día.  El  P.  M.  Valles  espera  obtener  del  nue- 
vo director,  Dr.  José  Martín,  mayor  provecho  contra  la  inmoralidad; 
dice  que  han  renacido  la  calma  y  buenas  relaciones  entre  él  y  el  te- 
niente de  la  Colonia,  que  en  realidad,  es  en  ella  el  jefe  absoluto;  y  de  ahí 
que  muchos  que  se  habían  retraído  de  los  NN.  y  de  la  iglesia,  vuelvan  á 
ésta  y  á  procurar  la  amistad  de  aquéllos. 

Contempla  gozoso  los  domingos  la  iglesia  llena  de  gente,  desaparecido 
el  mal  estar  en  el  pueblo,  y  crecientes  la  asociación  de  las  Cinco  Llagas 
compuesta  de  unas  90  mujeres,  y  la  de  las  hijas  de  María. 

Espera  que  dentro  de  poco  podrán  los  NN.  habitar  la  casa  que  les  va  á 
edificar  el  Gobierno.  El  número  de  leprosos  es  de  unos  1,800,  entre  lo  cua- 
les ha  desaparecido  la  enfermedad  del  beri-beri;  y  no  pasa  de  una  al  día  el 
número  de  defunciones. 

El  P.  Tarrago,  sucesor  del  P.  Bécker,  está  contentísimo  en  Culión  y 
espera  obtener  mucho  fruto  de  las  almas  de  aquellos  infelices  leprosos,  á 
quienes  desde  el  primer  día  entró  bien.  Se  han  comenzado  á  practicar  allí  las 
prescripciones  del  Concilio  Manilano;  con  tener  en  la  iglesia  reservado  el 
Smo.  ha  aumentado  la  frecuencia  de  sacramentos  y  comuniones,  crece 
la  proyectada  congregación  mariana  para  varones,  pues  se  han  presen- 
tado de  55  á  60  pretendientes.  Al  fin  vencidas  muchas  dificultades, 
las  autoridades  civiles  han  permitido,  aunque  no  de  un  modo  oficial,  el  ma- 
trimonio de  los  leprosos;  y  el  P.  Manuel  Valles  ha  enviado  ya  18  exhortos  á 
otros  tantos  curas. 

Manifiesta  el  mismo  P.  Tarrago,  su  alegría  ante  el  aumento  de  niños  al 
catecismo,  por  la  esperanza  que  tiene  de  que  crecerá  también  el  de  las  niñas 
que  piensan  tomar  á  su  cargo  y  por  el  buen  comportamiento  de  los  aspiran- 
tes á  congregantes,  que  asisten  debidamente  á  misa,  á  la  comunión  men- 
sual y  al  canto  de  las  Letanías  los  domingos  en  la  iglesia. 

Se  ha  establecido  la  costumbre  de  rezar  todos  los  días  el  santo  Rosario 
en  la  iglesia  y  en  los  dos  hospitales  de  hombres,  no  en  los  dos  de  mujeres 


292 

porqué  ya  la  tenían.  Pero  lo  principal,  añade,  es  la  conversión  al  catolicis- 
mo de  dos  protestantes,  de  los  cuales  uno,  antes  era  secretario  de  la  junta 
protestante,  había  dado  mucho  que  padecer  á  los  NN.  y  más  todavía  á  los 
MM.  de  S.  Paúl:  espera  además  la  conversión  de  otro  que  privadamente  ha 
hecho  la  retractación  de  sus  errores. 

Dice  el  P.  Valles  en  una  memoria  que  acaba  de  escribir  que  ha  mejo- 
rado mucho  la  moralidad  pública  en  Culión  sobre  todo  por  permitirse  según 
á  los  leprosos  el  contraer  matrimonio,  cosa  que  tenían  hasta  poco  ha,  pro- 
hibida. Ha  aumentado  la  colonia  recientemente  con  unos  400  leprosos,  reco- 
gidos de  varios  puntos  del  Archipiélago,  siendo  el  total  de  ellos  en  Culión, 
unos  2,200. 


CELEBRACIÓN  DEL  PRIMER  CONCILIO 

PROVINCIAL  FILIPINO. 

NOVENA   Y   FIESTA   DE   LA   INMACULADA. 

EXCELENTE  ESPÍRITU  EN  EL  COLEGIO    (ATENEO) 


Carta  del  H.  Romualdo  Benedet  al  P.  José  Garriga 

Ateneo  de  Manila  y  enero  1909. 

Mi  amadísimo  en  Oto.  P.  Garriga:  Ya  sabe  V.  R.  que  se  celebró  aquí 
en  Manila,  el  primer  Concilio  Filipino.  De  los  NN.  asistieron  el  R.  P.  Su- 
perior, el  P.  Saderra  Mata,  el  P.  Pi  como  teólogo  del  Sr.  Delegado  y  como 
teólogo  del  Sr.  Arzobispo  el  P.  Villalonga,  quien  además,  empezado 
ya  el  Concilio,  fué  nombrado  Notario.  Asistieron  también  PP.  de  otras 
órdenes  religiosas. 

El  Concilio  con  sus  trabajos  fué  consagrado  por  el  Sr.  Delegado  á  la 
Inmaculada  Concepción,  pronunciando  entre  otras  estas  solemnes  palabras: 
« Tibí,  Inmaculatae  Conceptioni,  summae  harum  Insularum  Patronae'i> . 

El  Sr.  Delegado  manifestó  su  agradecimiento  á  nuestro  R.  P.  Superior, 
y  casi  con  lágrimas  le  dijo:  «Padre,  ¡bendita  Compañía  de  Jesús!  siempre 
está  con  la  Iglesia  y  no  se  separa  de  Ella  en  lo  más  mínimo». 

La  novena  de  la  Inmaculada  juntamente  con  una  fiesta  que  por  causa 
del  Concilio  se  anticipó  dos  días,  se  celebraron  con  mucho  esplendor.  El 
altar  se  adornó  como  nunca;  en  la  fachada  y  torres  de  la  iglesia  se  instaló 
una  grandiosa  y  artística  iluminación  eléctrica  de  dos  mil  y  pico  de  lámparas; 
se  cantó  todas  las  noches  la  novena,  acudiendo  todos  los  días  tal  número 
de  fieles  cual  jamás  se  había  visto. 

Por  iniciativa  del  Sr.  Arzobispo  se  celebró  el  día  15  del  corriente  una 
procesión  cívico-religiosa  en  honor  de  la  Inmaculada  y  en  obsequio  de  los  Pa- 
dres del  Concilio.  Se  calcula  que  fueron  unos  25,000  los  que  tomaron  parte 


294 

en  la  citada  procesión  y  muciios  miles  los  expectadores.  Del  ateneo  asistie- 
ron sólo  los  alumnos  mayores  y  medianos,  ya  que  no  se  querían  niños  peque- 
ñitos,  además  los  congregantes  marianos  con  sus  escuelas  de  obreros,  el 
apostolado  y  las  conferencias:  unos  5,000  en  conjunto. 

El  colegio  ha  conservado  durante  este  curso  el  buen  espíritu  con  que 
lo  comenzó.  De  los  internos  han  comulgado  muchos  diariamente,  lo  cual  ha 
contribuido  en  gran  manera  para  el  aumento  de  piedad.  Los  medio-internos  han 
establecido,  á  imitación  de  los  internos,  una  sección  del  apostolado,  con  lo 
cual  tienen  más  frecuencia  de  sacramentos;  además  han  tomado  á  su  cargo 
el  catecismo  de  Sta.  Cruz,  dando  una  comida  á  los  pobres  en  la  plaza  de  la 
iglesia.  La  congregación  de  externos  ha  tomado  gran  vuelo,  realizando  co- 
sas que  le  honran  mucho.  El  P.  Villalonga  sigue  trabajando,  y  cada  día  con 
más  feliz  éxito,  entre  los  jóvenes. 

Este  año  se  han  distribuido  en  nuestra  iglesia  89,C00  comuniones,  es 
decir  17,000  más  que  el  año  pasado.  Laus  Deo. 

Recuerdos  á  todos  y  en  especial,  de  entre  los  nuestros,  á  los  de  la  co- 
lonia filipina. 

Su  affmo.  en  Cto. 

JHS. 

Romualdo  Benedet,  S.  J. 


PROSPERO   ESTADO    DEL   COLEGIO. 
VARIAS  FIESTAS.— EJERCICIOS 


Garta  del  P.  Rector  del  ateneo  al  P.  Garriga 


Manila  y  enero  1909. 

Amadísimo  en  Cto.  P.  Garriga:  Desde  mi  última  algunas  cosas  puedo 
contarle  que  no  dudo  han  de  serle  de  sumo  agrado.  En  el  colegio  es  excesi- 
vo el  número  de  peticiones  que  llueven  de  todas  partes.  No  bajarán  segura- 
mente de  150  las  que  este  año  como  el  pasado  he  tenido  que  rechazar  para 
internos;  y  si  vinieren  todos  los  que  me  han  dicho  que  los  deje  para  el  año 
que  viene,  es  todavía  más  que  suficiente  su  número  para  llenar  las  vacantes 
que  podemos  tener.  Ya  ve  pues  lo  mucho  que  nos  favorece  el  Señor,  y 
cuánto  aprecian  los  filipinos  nuestros  trabajos  por  la  gloria  de  Dios  y  bien 
del  país. 

En  la  iglesia  hemos  celebrado  las  funciones  de  costumbre.  El  mes  del 
Corazón  de  Jesús  y  la  novena,  merced  al  entusiasmo  que  reinó  entre  los 
celadores  y  celadoras  del  apostolado,  se  celebraron  este  año  con  extraor- 
dinario fervor.  Para  la  última  nos  regalaron,  venida  de  París,  una  preciosa 
alfombra  para  el  presbiterio,  y  traídos  de  Barcelona,  un  juego  completo  de 
magníficos  ramos  para  el  altar. 

Los  congregantes  organizaron  una  peregrinación  á  la  Virgen  de  Anti- 
polo á  la  que  concurrieron  más  de  200  hombres  presididos  por  el  Sr.  Gober- 
nador de  la  provincia  de  Rizal. 

Hace  poco  falleció  D.  Felipe  Calderón  en  el  hospital  de  san  Pablo,  y 
murió  muy  cristianamente  después  de  haberse  confesado  con  el  P.  Suárez 
y  reconciliado  con  los  PP.  Clos  y  Hernández.  Pidió  la  medalla  de  la  con- 
gregación y  con  ella  puesta  al  cuello  expiró,  siendo  el  último  acto  de  su  vi- 
da besar  con  mucha  devoción  aquella  santa  medalla. 

Este  año  hemos  celebrado  la  fiesta  de  Ntro.  Sto.  Padre  con  más  pompa 


296 

y  esplendor  que  nunca.  El  año  pasado  puse  función  por  la  tarde  y  todos 
quedaron  muy  complacidos;  este  ano  deseaba  poner  la  novena  con  toda  so- 
lemnidad, pero  al  fin  pareció  mejor  celebrar  un  triduo  lo  más  solemne  posi- 
ble, tomando  ocasión  del  precioso  templete  que  nos  ha  llegado  de  Barcelo- 
na. Pusimos  mano  á  la  obra  y  fué  tanta  la  concurrencia,  que  varias  personas 
tuvieron  que  quedarse  en  el  atrio  de  la  iglesia  por  no  haber  lugar  para  dar 
un  paso  adelante. 

Entre  las  personas  que  asistieron  á  la  vela  del  Santísimo,  un  turnólo  for- 
maron el  Gobernador  General,  D.  Cayetano  Arellano,  presidente  de  la 
Corte  Suprema,  El  Excmo.  Sr.  Cónsul  General  de  España,  D.  Gregorio 
Araneta,  etc.  etc. 

El  mismo  día  de  S.  Ignacio  firmó  el  Gobernador  General  el  decreto  de- 
finitivo reconociendo  el  ateneo  como  oficial  y  adoptando  nuestro  programa. 
Ha  sido  el  triunfo  más  completo.  Loado  sea  Dios. 

Vamos  á  otra  cosa,  que  puede  ser  de  consuelo  para  todos,  omitiendo 
otras  de  la  vía  ordinaria.  Todos  los  curas  foráneos  de  la  archidiócesis  de  Ma- 
nila hicieron  los  santos  Ejercicios  en  Sta.  Ana  con  el  Sr.  Arzobispo  á  la  cabe- 
za la  semana  antes  de  la  Purísima,  y  quedando  convocadas  para  después  de 
Reyes  otras  tres  tandas  en  que  entrarán  los  otros  sacerdotes.  El  P.  Fora- 
dada  ha  dado  otras  dos  en  Pagasinán,  con  gran  fruto,  gracias  á  Dios. 

El  15  llegó  el  Sr.  Obispo  de  Cebú  de  su  visita  ad  limina;  habló  en 
Roma  con  N.  Padre,  habiendo  quedado  muy  contento  y  satisfecho  de  Su  Pa- 
ternidad. 

Saludos  á  todos  y  en  especial  á  los  de  la  colonia,  y  V.  no  se  olvide  de 
rogar  en  sus  oraciones  por  su  affmo.  en  Cto.  Jesús. 

JHS. 

Joaquín  Anón,  S.  J. 


SINGULAR  DEMOSTRACIÓN   DE  AFECTO 

DEL    SEÑOR   DELEGADO   DE    SU    SANTIDAD, 

MGR.  AMBROSIO  AGIUS,  O-  S.   B., 

A    NUESTRA   MISIÓN 


Fragmento  de  una  carta  del  H.  Romualdo  Benedet  al  H.  José  Garriga 

Manila,  14  de  junio  de  1909. 


El  día  de  ayer,  13,  celebramos  solemnemente  en  nuestra  iglesia  el 
quincuagésimo  aniversario  de  la  segunda  venida  de  nuestros-  padres  á  Fili- 
pinas. Como  el  recorte  de  «El  Mercantil»  que  incluyo  habla  algo  de  la  fes- 
tividad, no  le  digo  nada  de  ella. 

Vaya  en  cambio  algo  más  íntimo  y  de  familia  á  la  par  que  de  grato  re- 
cuerdo y  especial  interés  para  nosotros. 

Durante  la  comida,  á  la  cual  asistieron  el  señor  Delegado,  el  se- 
ñor Obispo  de  Vígan  Monseñor  Carroll,  Monseñor  Petrelli,  y  dos  PP. 
agustinos,  se  nos  dio  una  grata  sorpresa.  De  pronto  se  impone  silen- 
cio; el  señor  Delegado  pide  permiso  para  hablar,  y  en  su  típico  cas- 
tellano empieza  diciendo:  «que  siente  suma  satisfacción  de  encontrar- 
se entre  los  PP.  de  la  Compañía  en  circunstancias  tan  especiales  y  en 
poder  manifestar  con  palabras  salidas  de  lo  más  íntimo  de  su  corazón 
y  en  familia,  no  oficialmente,  el  amor  que  profesa  á  la  Compañía  y  su 
gratitud  por  los  trabajos  que  ésta  ha  realizado  en  Filipinas.  Cinco  años 
hace,  dijo,  que  estoy  en  estas  islas,  y  siempre  he  visto  á  la  Compañía 
unida  enteramente  y  en  todo  á  la  Iglesia,  esto  es,  dócil  á  los  superiores 
eclesiásticos,  obediente  á  los  obispos,  y  á  mi  misma  humilde  persona. 
Siempre  la  he  encontrado  pronta  á  trabajar,  me  ha  prestado  especiales  ser- 
vicios; jamás  me  ha  contradecido».  ¡Cuánto  signifique  todo  esto,  V.  que 
ha  estado  por  estas  tierras  podrá  de  alguna  manera  comprenderlo!  «Pues 
bien»,  añadió,  «en  reconocimiento  y  gratitud,  quiero  hoy  dar  al  R.  P.  Supe- 
rior y  en  él  á  la  Compañía  un  recuerdo  de  poco  valor  intrínseco,  pero  de 
muchísimo  para  los  hijos  de  S.  Ignacio  por  las  circunstancias.  El  P.  Rector 


298 

ha  hablado  en  su  brillante  sermón  del  Cardenal  Pacca,  Secretario  de  Estado 
del  Papa  Pió  VII  y  compañero  suyo  en  la  prisión  en  Francia,  y  el  mismo 
que  redactó,  ó  á  lo  menos  organizó  la  Bula  del  Restablecimiento  de  la  Com- 
pañía. Pues  bien;  ese  Cardenal  llevaba  un  anillo;  y  ese  anillo  se  me  ofreció 
á  mí  el  día  de  mi  consagración  episcopal  en  Roma  como  una  joya  de  inesti- 
mable valor  histórico,  y  esta  joya  para  mí  de  las  más  preciadas  quiero  hoy 
regalarla  á  VV.,  mis  amadísimos  PP.,  como  prenda  de  mi  afecto  y  de  mi 
completa  satisfacción  de  sus  trabajos».  Y  sacando  una  cajita  que  contenía 
el  anillo  se  la  entregó  al  R.  P.  Superior,  quien  hizo,  fuera  pasando  por 
las  mesas  para  que  todos  vieran  tan  preciosa  alhaja.  Tendrá  centímetro 
y  medio  de  largo  por  uno  de  ancho;  en  el  centro  está  el  busto  de  Pió  VII 
de  relieve  modelado  en  rica  piedra  blanca;  una  orla  de  18  rubíes  engastados 
en  oro  rodean  la  joya.  Puede  V.  imaginarse  con  cuánto  aprecio  y  agradeci- 
miento se  recibió  regalo  tan  oportuno  é  inesperado. 

Estando  escribiendo  esto  mismo  se  me  avisa  que  debo  ir  á  la  Delegación 
con  el  P.  Martín  Guitart  para  investigar  un  dato  sobre  el  anillo,  á  saber,  si  es 
el  mismo  que  llevaba  su  Eminencia  al  escribir  la  Bula.  Respondió  el  Sr.  De- 
legado que  no  lo  podía  afirmar;  pero  es  de  creer  que  sea  el  mismo,  puesto 
que  parece  ser  el  que  ordinariamente  usaba  á  juzgar  por  lo  gastado  que 
está.  Añadió  que  cuando  vuelva  á  Roma  procurará  investigarlo.  Y  de  nuevo 
nos  volvió  á  repetir  con  mucho  énfasis  y  amor  las  ideas  antes  expresadas; 
que  era  la  joya  que  más  apreciaba,  dijo  aquí,  y  lo  repitió  dos  ó  tres  veces, 
y  que  la  había  querido  entregar  para  dar  como  privado  una  sincera  prueba 
y  claro  testimonio  de  su  amor  para  con  la  Compañía  en  general,  y  para  con 
los  individuos  en  particular,  y  como  persona  pública  y  Representante  del 
Papa  en  estas  islas,  para  que  sea  como  un  sello  público  de  su  entera  aproba- 
ción de  los  trabajos  de  la  Compañía  durante  los  cinco  años  que  lleva  de 
Delegación  en  Filipinas.  E  insistiendo  volvió  á  decir  que  la  Compañía  ni 
en  sus  palabras,  ni  en  sus  obras,  ni  en  sus  escritos  le  había  dado  la  menor 
ocasión  de  disgusto  sino  de  muchísima  consolación.  «A  los  Jesuítas»  repitió, 
«los  he  visto  siempre  á  mi  lado  en  la  obra  que  aquí  he  emprendido  por  dis- 
posición de  Su  Santidad».  Y  terminó  diciendo  que  expresáramos  nuevamen- 
te estos  sentimientos  en  nombre  suyo  al  R.  P.  Superior. 

No  deja  de  ser  esto  de  gran  consuelo  para  la  Compañía  en  Filipinas  en 
medio  de  las  contradicciones  que  abierta  ó  solapadamente  van  saliendo  de 
vez  en  cuando. 

JHS. 

Romualdo  Benedet,  S.  J. 


299 


De  El  Mercantil,  diario  de  Manila.  — 14  de  junio  de  1909. 

«EN  SAN  IGNACIO.— Fecha  memorable,  fecha  de  grato  y  consolador 
recuerdo  fué  el  día  de  ayer  para  los  ínclitos  hijos  del  gran  Loyola,  residen- 
tes en  estas  Islas,  en  que  celebraron  el  quincuagésimo  aniversario  de  su  se- 
gunda venida  á  este  hermoso  Archipiélago,  con  solemnísimos  cultos  en  su 
artístico  templo  de  san  Ignacio.  Presentaba  éste  un  aspecto  deslumbrador. 
A  la  espléndida  y  abundante  iluminación,  que  en  las  grandes  festividades 
suele  convertir  el  sagrado  recinto  en  un  cielo,  añadíase  la  magnificencia  y 
rica  profusión  de  artísticas  joyas  y  primorosos  adornos,  que  engalanaban  el 
altar  mayor  y  que  formaban,  por  decirlo  así,  regio  pabellón  á  su  divina  Ma- 
jestad, expuesta  en  magnífico  expositorio  y  á  quien  prestaban  adorno  mul- 
titud de  fieles,  que  en  este  día  fueron  á  dar  salida  á  los  sentimientos  de 
amor  y  de  gratitud  á  los  RR.  PP.  jesuítas,  y  manifestarles  una  vez  más  con 
las  obras  el  testimonio  de  su  más  sincero  reconocimiento,  por  lo  mucho  que 
han  trabajado  y  siguen  trabajando  en  pro  del  pueblo  filipino  en  todos  los 
puntos  del  Archipiélago. 

Allí  vimos  al  Sr.  Delegado  de  Su  Santidad  en  estas  Islas,  Mons.  Am- 
brosio Agius,  bajo  esbelto  dosel  de  terciopelo  recamado  en  oro;  allí  al  ilus- 
trísimo  Sr.  Obispo  de  Vígan,  Mons.  Jaime  Carrol,  presidiendo  en  las  sillas 
de  preferencia,  allí  al  limo.  Vicario  General,  Mons.  Silvino  Tuñón,  allí  á 
representaciones  de  casi  todas  las  órdenes  religiosas,  agustinos,  recole- 
tos, benedictinos,  paúles,  capuchinos  y  belgas,  representaciones  de  la  au- 
toridad civil,  ilustres  miembros  de  la  Hon.  Comisión,  personajes  de  alta 
dignidad  y  representación  social,  familias  de  las  más  distinguidas  y  carac- 
terizadas, y  numerosos  fieles  de  toda  edad,  sexo  y  condición.  Bien  podría 
llamarse  lo  de  ayer  una  manifestación  entusiasta,  pública  é  imponente  del 
aprecio  de  que  gozan  los  PP.  jesuítas  entre  el  pueblo  filipino. 

A  las  ocho,  según  estaba  anunciado,  empezó  la  misa  solemne  á  toda 
orquesta  del  maestro  Torres,  premiada  en  el  congreso  eucarístico  de  Va- 
lencia. Ofició  el  Superior  de  jesuítas,  R.  P.  Fidel  Mir,  asistido  de  dos  pa- 
dres de  la  comunidad,  que  según  se  nos  dijo,  fueron  los  RR.  PP.  Manuel 
Peypoch  y  Jaime  Estrada.  Llegada  la  hora  del  sermón,  ocupó  la  sagrada  cá- 
tedra el  R.  P.  Joaquín  Anón,  Rector  del  ateneo,  conocido  como  uno  de  los 
excelentes  oradores  que  hay  en  Manila,  pero  que  en  el  día  de  ayer  pareció 
excederse  á  sí  mismo,  pues  sus  excelentes  cualidades  aparecieron  realzadas 
por  ese  sentimiento  delicado  é  indescriptible,  que  imprime  el  cariño  de  un 
hijo  al  hablar  de  su  querida  madre  y  celebrar  sus  glorias. 


300 
En  la  exposición  del  texto  «Tendréis  este  día  como  un  monumento  y  lo 
celebraréis  delante  del  Señor  de  generación  en  generación»,  presentó  á 
grandes  rasgos  y  en  sublimes  pinceladas  á  la  gloria  del  Seiior,  conduciendo 
durante  estos  cincuenta  años  á  los  hijos  de  la  Compañía  de  Jesús  en  Filipi- 
nas, después  de  haber  humillado  á  sus  formidables  enemigos,  cuyas  intrigas 
y  maquinaciones  contra  los  Hijos  de  Ignacio  y  contra  la  Iglesia,  enumeró 
rápidamente  en  la  primera  parte  del  discurso. 

Intrigas  y  maquinaciones,  que  llevaron  por  fin  al  cabo,  como  dice  don 
Marcelino  Menéndez  Pelayo,  ese  acto  de  barbarie  y  ese  suicidio  nacional, 
que  privó  de  tantos  bienes,  y  atrajo  tantos  males  á  la  nación.  Pues  sola- 
mente en  Filipinas  quedaron  enteramente  abandonados,  en  los  primeros 
años,  más  de  200.000  cristianos  conquistados  á  fuerza  de  sacrificios  y  de 
sangre;  perdiéronse  además  en  Manila  el  seminario  y  las  dos  universida- 
des de  san  Ignacio  y  san  José,  el  colegio  de  san  Ildefonso  en  santa  Cruz 
y  los  colegios  menores  de  Cavite,  de  Cebú,  de  I!o-Ilo  y  de  Zamboanga  y 
las  misiones  vivas  en  Mindanao. 

Al  evocar  luego  en  la  segunda  parte,  las  sombras  venerandas  de  los 
PP.  Cuevas,  Guerrico,  Vidal,  Serra,  Barrado  y  otros,  que  ahora  sentimos 
no  recordar,  echamos  de  ver  que  varios  de  los  presentes,  alguno  ó  algunos 
sin  duda,  discípulos  ó  conocidos  de  aquellos  padres  de  talla,  verdaderamente 
gigante,  les  ofrecían  el  grato  tributo  de  dulces  lágrimas,  de  amor  y  de  ca- 
riño. Y  no  fué  ésta  la  única  ocasión  en  que  el  orador  hondamente  conmovido 
supo  tocar  las  fibras  más  íntimas  de  los  corazones,  y  hacerlas  vibrar  á  im- 
pulsos de  sus  propios  sentimientos.  Es  imposible  reseñar  debidamente,  tan 
brillante  y  acabada  pieza  oratoria,  la  cual  tenemos  entendido  que,  á  ruegos 
de  los  muchos  que  lo  han  pedido,  quizá  verá  la  luz  pública  (•).  Pero  no  puedo 
dejar  pasar  por  alto,  el  acertado  y  brillantísimo  toque  oratorio  en  el  que, 
después  de  haber  hecho  resaltar  lo  magnífica  y  brillante  que  aparecía  la 
gloria  del  Señor,  guiando  á  los  jesuítas  en  Manila,  se  vuelve  á  las  gloriosas 
misiones  de  Mindanao,  recorre  sus  llanuras,  trepa  sus  montañas,  cruza  sus 
valles,  atraviesa  sus  bosques  y  selvas,  navega  sus  mares  y  sus  ríos,  presen- 
ta á  la  gloria  de  Dios  convirtiendo  al  Cristianismo,  por  medio  de  los  misio- 
neros de  la  Compañía,  desde  1861  á  1898,  más  de  75.000  infieles,  levantan- 
do 40  reducciones  en  Davaoy  otras  tantas  en  la  cuenca  de  Agúsan,  evange- 
lizando un  total  de  183.290  almas.  Y  no  importa,  añadió,  en  un  arranque 
sublime,  no  importa  que  las  aguas  del  Pacífico  se  traguen  al  P.  Vivero  (2 


(1)  Se  imprimió  en  efecto. 

(2)  Su  propio  nombre  era  P.  Marcel 


no  Casasús. 


301 

cerca  la  punta  Punsan,  y  que  el  bajo  Remus  hunda  en  el  abismo  que  se  abre 
junto  ala  isla  de  Maripipi  al  P.  Pablo  Ramón,  primer  rector  del  ateneo, 
á  cuya  grande  alma  se  debe  la  hermosa  iglesia  de  san  Ignacio;  no  importa; 
el  misionero  de  la  Compañía  irá  siempre  en  pos  de  la  gloria  del  Señor,  en- 
tonando alegre  aquella  copla  que  aprendió  de  sus  padres: 

«No  temo  las  muchas  aguas 

«Ni  el  indómito  huracán, 

«Que  es  dulce  á  quien  busca  el  cielo 

«Hallar  su  tumba  en  el  mar». 

Terminó  oración  tan  brillante,  pidiendo  para  sí  y  para  los  asociados  á  las 
fiestas,  la  gracia  de  arder  siempre  en  aquel  fuego  sagrado,  que  abrasaba 
á  aquellos  ilustres  evangelizadores  de  la  paz... 

No  hay  para  que  decir  que  el  R.  P.  Anón,  fué  objeto  de  las  más  caluro- 
sas felicitaciones,  por  lo  acertado  de  la  materia  y  lo  no  menos  acertado  de 
su  desarrollo. 

Después  de  la  misa,  el  Sr.  Delegado,  quiso  él  mismo  entonar  el  Te 
Deum  del  Mtro.  Eslava,  y  dar  solemnemente  la  bendición  con  el  Santísimo, 
con  lo  cual  terminaron  tan  espléndidos  actos  religiosos  de  la  mañana.  Lo 
mismo  hizo  en  la  solemnidad  de  la  tarde  el  limo.  Sr.  Obispo  de  Vígán,  que- 
riendo dar  con  este  acto  una  prueba  de  su  aprecio  y  reconocimiento  á  la 
benemérita  é  infatigable  Compañía  de  Jesús.  Al  punto  gran  parte  del  selec- 
to y  numeroso  concurso,  fué  obsequiada  por  los  RR.  PP.  con  un  espléndido 
lunch,  durante  el  cual  se  manifestaron  de  nuevo  palpablemente,  el  amor  y 
y  la  gratitud  del  pueblo  filipino  para  con  los  ínclitos  hijos  de  san  Ignacio. 

También  nosotros  nos  adherimos  con  todas  las  veras  de  nuestra  alma,  á 
esas  demostraciones  de  afecto,  de  cariño,  de  amor  y  reconocimiento  á  estos 
esforzados  atletas  de  la  fe,  que  tanta  gloria  han  dado  y  están  dando  á  Dios 
en  estas  Islas,  y  tanto  enaltecen  á  nuestra  madre  España,  y  nos  complace- 
mos en  tributarles  desde  las  columnas  del  periódico  nuestra  más  entusiasta 
enhorabuena». 


MINISTERIOS   DEL    P.    JUAN   MARTIN    EN   MALUCO, 
BALÍRIG  Y  TANCÚLAN 


Garta  del  mismo  padre  al  R.  P.  Francisco  Nebot 

Tancúlan,  23  julio  1909. 

Muy  amado  en  Cto.  R.  P.  Nebot:  Ayer,  como  á  las  10,  a.  m.  viniendo 
á  este  pueblo,  encontré  al  correo  y  me  entregó  la  correspondencia,  y  con 
gran  satisfacción  vi,  que  ya  estaba  V.  R.  de  vuelta  y  algo  mejorado  de  su 
dolencia,  gracias  á  Dios,  plegué  á  su  Divina  bondad,  restaurarle  por  com- 
pleto. Leí  la  del  P.  Roure,  y  no  poco  se  alegrará  dicho  padre  cuando  la  re- 
ciba, viendo  el  interés  que  se  toman  los  superiores  por  complacerle. 

Por  aquí  seguimos  sin  novedad,  gracias  al  Señor.  El  P.  Roure  por  los 
pueblos  de  Linabo,  trabajando  bien.  Ha  estado  en  Alanib,  donde  encontró 
el  pueblo  muy  limpio,  con  adoquines  en  las  aceras  de  la  calzada,  como  en 
Malaybalay,  terminada  la  iglesia,  que  bendijo  el  padre  solemniter,  y  tuvo 
abundantes  ministerios.  Confesiones  150,  comuniones  5,  bautismos  de  adul- 
tos 28  y  de  párvulos  21,  con  10  matrimonios.  De  allí  pasó  á  Lantapan,  y 
para  fines  del  mes  celebrará  en  Calasungay  la  fiesta  patronal  de  nuestro 
santo  Padre. 

Yo  he  demorado  en  Maluco  15  días  y  también  he  tenido  buena  cosecha 
de  ministerios.  180  confesiones,  65  comuniones,  40  bautismos  entre  chicos 
y  grandes,  17  matrimonios,  y  preparé  42  niños  de  1.^  comunión,  acudiendo 
mañana  y  tarde  á  la  doctrina  y  explicación  de  ella.  José  me  ha  ayudado  mu- 
cho. De  aquí  pasé  á  Balírig  un  barrio  de  Maluco,  promedio  de  Tancúlan  y 
Maluco.  También  aquí  me  ayudó  el  Señor.  Tuve  80  confesiones,  15  comu- 
niones, 1 1  bautismos  párvulos  y  6  adultos,  y  en  6  días  que  estuve  allí  hice 
clase  á  los  niños  en  el  convento  y  aprendieron  todos  á  santiguarse  y  rezar 
el  padre  nuestro.  Quedó  de  maestro  en  Balírig  un  tal  Petronilo,  tagoloano 
que  vive  allí,  y  los  naturales  le  aprecian.  Trajeron  en  esos  días  los  hari- 
gues  de  molave  para  la  iglesita  que  han  de  levantar,  y  al  marcharme  ya  es- 


303 

taban  levantados.  Me  vine  aquí  ayer,  y  no  tengo  iglesia;  he  de  celebrar  en 
el  municipio.  Hace  más  de  un  año,  que  estos  naturales  están  trabajando  sin 
parar  en  los  puentes  y  caminos.  Ahora  van  á  terminar  el  techado  de  los 
puentes,  y  en  menos  de  dos  semanas  lo  acabarán.  Entonces  empezarán  las 
obras  de  su  iglesia;  me  lo  ha  prometido  el  presidente  Pedro  y  creo  que 
cumplirá  su  palabra.  Es  buen  tao.  Esta  mañana  he  tenido  los  niños  después 
de  clase  en  el  school,  en  el  municipio  en  donde  estoy  y  les  he  enseñado 
doctrina;  vienen  muy  contentos  al  padre.  Hablé  antes  con  el  maestro  oficial, 
y  me  facilitó  la  venida  de  los  niños.  Esta  será  mi  ocupación  principal,  hasta 
que  baje  á  Tagolóan  para  S.  Ignacio.  Tenga  V.  R.  la  bondad  de  avisar  al 
P.  Casáis,  que  me  encargo  del  sermón,  pues  no  he  tenido  ocasión  de  con- 
testarle. 

Envío  la  hoja  trimestral  y  las  cuentas  de  junio. 

Hasta  la  vista,  si  es  que  nos  vemos  por  esas  playas.  Estaré  en  Tago- 
lóan el  menor  tiempo  posible,  y  me  iré,  Deo  fauente,  enseguida  á  las  re- 
ducciones. Repito,  que  me  alegro  de  su  venida  y  mejoría.  Le  escribí  á 
Manila;  y  V.  R.  no  habrá  aun  recibido  esa  carta. 

Orate  pro  nobis.  Siervo  en  Cristo, 

JHS. 

Juan  Martín,  S.  J. 


ENTRADA  Y  PRIMERA  PRESENTACIÓN 

DEL  P.  ANTONIO  OBACH 

EN  EL  PUEBLO  DE  LANGÁRAN 


Garta  del  mismo  Padre  al  R.  P.  Superior  de  la  Misión 


Langáran,  9  de  agosto  de  1909. 

R.  P.  Fidel  Mir. 

Muy  estimado  en  Cristo  R.  P.  Superior:  el  6  llegué  á  las  4  p.  m.  áeste 
desventurado  pueblo  repleto  de  aglipayanos  con  actas  y  centros  de  hombres 
y  damas  de  todo  lo  más  visible  del  pueblo,  prevenidos  contra  el  P.  roma- 
nista que  sabían  había  de  llegar.  Llegué  en  efecto  sin  que  ni  una  persona  se 
me  presentara.  Llevamos  al  gran  convento  nuestro  pepueilo  equipaje  y  lo 
encontramos  muy  deteriorado,  de  modo  que  costará  no  poco  el  componerlo, 
y  además  ocupado  por  las  cabras,  arriba  y  abajo,  sin  que  hubiera  de  los  12 
aposentos  ni  uno  ni  medio  que  no  estuviese  lleno  de  escrementos.  Nuestra 
primera  operación  fué  barrer,  pero  nadie  quiso  dejarnos  ni  una  mala  escoba, 
que  se  hizo  de  ramas  y  hojas  de  ñipa,  y  así  pudimos  limpiar  un  aposento 
para  pasar  aquella  noche. 

En  esta  operación  estábamos,  cuando  llegó  el  P.  recoleto  de  Oroquie- 
ta,  y  uno  de  los  más  visibles  prohombres  conocido  y  aglipayano  hasta  la 
médula,  pero  muy  hipocritón.  Hablamos  un  buen  rato  con  dicho  P.  Victoria- 
no Tarazona,  quien  vino  para  encontrarse  con  Monseñor  Gorordo.  Este 
padre  es  quien  tiene  la  relación  de  todo  lo  perteneciente  á  la  iglesia  y  con- 
vento y  lo  mandará  todo  al  Sr.  Obispo  para  exigirlo  á  quien  corresponda; 
después  de  un  rato  de  conversación  se  embarcó  para  Oroquieta.  El  prohom- 
bre por  fin  me  mandó  un  catre,  una  mesa  y  dos  sillas,  y  así  cenamos  y  dor- 
mimos tranquilamente  á  pesar  de  las  corridas  de  las  cabras.  Al  día  siguiente 
tocamos  á  misa  con  una  campana  rota.  Nos  servimos  de  lo  que  trajimos  de 
Dapítan,  porque  en  esta  iglesia  medio  arruinada  no  quedan  sino  los  tabi- 
ques. Nadie  acudió  á  misa  sino  es  unos  cuantos  mozalvetes  de  la  escuela 


305 

laica  que  se  burlaron  de  nosotros.  Después  de  misa  fuimos  á  comprar  algu- 
nos platos,  vasos,  etc.;  y  D.  Sixto  Hamoy,  respetado  por  los  concejales, 
etc.,  fué  al  presidente  municipal  á  pedir  las  campanas:  y  en  efecto  le  en- 
tregó aquél  una  de  29  arrobas  sin  lesión  y  otra  de  una  arroba. 

¡Ya  triunfamos!  Una  porción  de  hombres  se  me  ofrecieron  á  llevarla,  la 
colgaron  y  repicaron  de  firme.  Furiosos  los  aglipayanos,  de  noche  nos  ro- 
baron el  badajo.  No  importa,  repicaron  mis  dapitanos  con  una  piedra  en  vez 
de  badajo  y  después  hasta  el  presente  con  un  martillo.  Les  prediqué  ayer 
domingo  á  unas  100  personas  y  les  dije  la  hazaña  salvaje  de  la  noche.  El 
presidente  municipal  me  mandó  un  sargento  y  un  soldado  de  policía  vesti- 
dos de  gala  con  sus  revolverá  preguntándome  á  qué  hora  robaron  el  badajo, 
y  se  marcharon.  Vino  después  un  buen  hombre  y  me  dijo:  «Padre,  yo  veré 
de  encontrar  el  badajo;  y  si  no,  mandaré  hacer  otro».  Le  di  las  gracias  y 
me  prometió  que  muchos  me  ayudarían  en  la  composición  del  convento  é 
iglesia.  El  caporal  al  mismo  tiempo  que  nosotros  hizo  su  comedia  de  misa 
con  un  poco  de  canto  y  armonium;  dijeron  que  acudieron  á  su  camarín  de 
ñipa  unas  30  personas.  Ya  se  me  van  presentando;  la  gente  regala  algunos 
pollos  y  huevos  y  arroz,  ya  me  han  encargado  seis  misas  y  confío  en  Dios 
que  la  cosa  cambiará  pronto  de  faz  . 

Convendría  quizás  que  el  Sr.  Obispo  extendiera  el  nombramiento  de 
párroco-misionero  de  Langáran  y  que  mandaran  el  sello  de  esta  nueva  mi- 
sión. Las  cosas  que  nos  manden  pueden  dirigirlas  directamente  á  Oroquieta 
á  D.  Vicente  Fortic,  comerciante  y  presidente  de  los  católicos  de  allá,  por- 
que á  Dapítan  es  muy  difícil  por  las  distancias  y  malas  puntas  que  se  han 
de  doblar. 

Aquí  tiene  V.  R.  explicada  sucintamente  mi  primera  presentación  á  es- 
te pueblo.  Por  de  pronto  necesito  un  hermano  que  tenga  mucha  paciencia 
y  sea  algo  carpintero,  y  poco  á  poco  nos  arreglaremos  con  una  huertecita, 
conejar,  carneros,  etc. 

Se  hace  tarde  y  así  me  despido  dando  mis  afectuosos  recuerdos  á  to- 
dos y  encomendándome  mucho  en  sus  SS.  SS.  De  V.  R.  affmo.  siervo  en 
Cristo. 

JHS. 

Antonio  Obach,  S.  J. 


LLEGADA   DE   UNA   EXPEDICIÓN 
DE   PADRES  Y  HERMANOS  Á  MANILA 


Carta  del  P,  Laureano  Gontín  al  H.  Antonio  Guasch 

Ateneo  de  Manila,  6  de  septiembre  de  1909. 

Amadísimo  en  Cto.  hermano  Guasch:  El  grato  recuerdo  que  de  V.  y  de 
todos  los  demás  carísimos  hermanos  de  Tortosa  conservo,  me  hace  escribir 
esta  carta  para  contarle  algunas  de  las  impresiones  que  en  nuestro  viaje  á 
Filipinas  recibimos. 

De  lo  ocurrido  hasta  Singapore.  se  habrán  ya  enterado  por  las  cartas 
que  hasta  el  presente  hemos  escrito. 

Comenzamos  á  sentir  vivísimos  deseos  de  ver  las  Islas  Filipinas.  Des- 
pués de  salir  de  esta  ciudad,  el  día  24  de  agosto  á  eso  de  las  11  de  la  ma- 
ñana divisamos  á  lo  lejos  la  isla  de  Paragua  primera  del*  Archipiélago.  En 
aquel  instante  la  alegría  y  entusiasmo  se  manifestaron  en  el  semblante  de 
todos.  Todo  nos  movía  á  estimar  y  agradecer  el  habernos  llamado  Dios  á 
esta  Misión,  pero  como  en  la  tierra  no  hay  gusto  completo,  así  pasó  con  el 
nuestro,  que  vino  á  turbarse  por  un  susto  terrible. 

Dormíamos  muy  tranquilos  el  H.  Vives  y  yo,  cuando  de  repente  nos 
despertó  una  voz  que  con  espanto  decía:  ¡Padres,  padres,  que  se  está  hun- 
diendo el  buque!  Como  por  resorte  saltamos  los  dos  enseguida  y  corrimos 
para  defender  nuestras  vidas  hasta  el  último  instante.  Miré  atentamente  por 
si  divisaba  alguna  isla  cerca,  pero  nada...  El  que  nos  había  despertado  dijo 
al  acercarnos  á  la  barandilla:  «Miren  Vds.,  en  un  momento  se  ha  hundido 
más  de  un  metro».  Miramos  y  nos  pareció  que  andaba  todo  en  estado  nor- 
mal. Preguntamos  sobre  el  caso  á  un  vigilante,  y  se  quedó  parado,  como 
quien  no  nos  entendía...  Fué  pues  todo  una  equivocación. 

Volvimos  á  acostarnos,  pero  cualquiera  dormía,  después  de  un  susto 
tan  fenomenal.  No  recobró  nuestro  corazón  el  sosiego,  hasta  que  volvimos 


307 

á  admirar  con  la  luz  del  día  la  paz,  hermosura  y  encanto  de  las  aguas  y  tie- 
rra filipina. 

En  Ilo-Ilo  paramos  un  día  entero,  para  dejar  cargamento,  y  vimos  aquí 
los  primeros  filipinos,  para  con  los  que  experimenté  un  cariño  fraternal  y 
un  deseo  intenso  de  hacerme  todo  suyo,  á  fin  de  ganarlos  para  Dios.  Se  les 
conoce  que  pertenecieron  á  la  noble  y  cristiana  España. 

Continuando  la  marcha,  llegamos  el  día  veintisiete  á  las  once  de  la  ma- 
ñana á  Manila  después  de  treinta  y  cuatro  de  navegación. 

Luego  se  acercaron  á  nosotros  muchas  lanchas  y  vaporcitos,  en  uno  de 
los  cuales  vimos  con  gran  consuelo  de  nuestras  almas,  que  venía  á  recibir- 
nos nada  menos  que  el  R.  P.  Superior  de  la  Misión  con  el  H.  Torréns. 

Todos  contentos  y  satisfechos  nos  encaminamos  hacia  el  ateneo,  donde 
nos  recibió  la  comunidad  formada  en  la  puerta  de  la  iglesia.  Luego  fué  ex- 
puesto nuestro  Divino  Jesús  como  para  darnos  la  bienvenida,  nosotros  le 
dimos  gracias  con  el  Te  Deum  por  el  buen  viaje  que  nos  dio,  y  finalmente 
salimos  de  su  presencia  para  abrazarnos  con  nuestros  CC.  PP.  y  HH.  To- 
dos ellos  se  esforzaron  mucho  por  obsequiarnos  y  regalarnos,  manifestando 
por  nuestra  llegada  una  alegría  y  cariño  sin  igual.  En  verdad  que  hemos 
disfrutado  mucho,  viéndonos  tan  agasajados  por  nuestros  CC.  padres  y 
hermanos.  Sea  Dios  bendito  por  habernos  llamado  á  su  santa  Compañía 
donde  tanto  reina  el  amor  y  la  caridad. 

Con  cariño  semejante  nos  han  tratado  en  el  Observatorio  cuantas  ve- 
ces hemos  ido  por  allí. 

También  los  colegiales  de  una  y  otra  casa  nos  han  obsequiado  mucho 
y  muy  bien  con  actos. 

Al  verse  uno  tratar  con  tanto  cariño  casi  entra  en  deseos  de  permane- 
cer en  el  ateneo,  pero  Dios  mediante  salimos  el  día  ocho  con  rumbo  á  Min- 
danao  el  P.  Francisco  García  y  yo;  él  para  Dapítan  y  yo  para  Cagayán.  El 
P.  Carreras  marchó  destinado  á  Zamboanga;  el  P.  Guilló  queda  para  ense- 
ñar filosofía  en  el  seminario  de  S.  Javier,  el  P.  Sauras  tiene  la  clase  de 
media  en  el  ateneo  y  el  H.  Vives  llegó  ya  á  Vígan. 

Aquí  tiene  V.  las  noticias  del  fin  de  nuestro  viaje. 

Ahora  le  suplico  que  nos  encomiende  mucho  al  Señor  para  que  en  todo 
cumplamos  su  santa  voluntad  y  logremos  el  fin  espiritual  para  que  nos  ha 
traído  á  estas  islas. 

En  sus  fervorosas  oraciones  mucho  me  encomiendo. 

H.  y  S.  en  Cto. 

JHS. 

Laureano  Contín,  S.  J. 


GRAVE    INUNDACIÓN    EN    BUTÚAN 


Carta  del  P.  Jaime  Valles  a!  R.  P.  Saturnino  Urios 


Butüan,  20  de  diciembre  de  1909. 

Rdo.  P.  Saturnino  Urios). 

Rdo.  en  Cto.  P.:  Querrá  sin  duda  saber  cómo  estamos  en  este  mar,  que 
no  otra  cosa  es  Butúan  aun  ahora.  Dicen  que  hombre  nacido  no  ha  visto 
inundación  tan  sorprendente  como  ésta,  y  yo  digo  que  si  el  Agüsan  fuese 
impetuoso  como  el  Ebro  estaríamos  ahora  luchando  con  las  olas  en  la  isla  de 
Camiguín:  pero  dejémonos  de  consideraciones;  ya  que  V.  R.  desea  saber  lo 
que  ha  sucedido,  ahí  van  cuatro  letras  tal  como  lo  he  dejado  escrito  en  el 
diario. 

Día  18.  Administré  un  viático  por  la  mañana  después  de  misa.  El  baró- 
metro va  bajando  y  el  cielo  se  presenta  de  panza  de  burro  soplando  un 
vientecillo  N.  E.  indicio  cierto  de  la  proximidad  del  fenómeno  acuoso.  A 
las  8  empezó  á  llover  y  no  cesó  ni  un  instante  durante  el  día  y  noche.  A  las 
11  Vi  a.  m.  señala  el  barómetro  baguio  cerca,  el  viento  arrecia;  á  las  3 
p.  m.  baguio  en  la  localidad  y  así  subiendo  ó  bajando  un  milímetro  ha 
permanecido  hasta  el  día  19  á  las  7  a.  m. 

Día  19.  Domingo.  Unas  cuantas  mujeres  heroicas,  el  sacristán,  los 
cantores  y  dos  ó  tres  devotos  han  venido  á  misa  comulgando  antes  unas  12 
personas.  El  tiempo  sigue  como  ayer;  á  las  9  el  río  llegaba  á  la  casa  de 
Bautista  y  Greg.  Torralba.  El  barómetro  sube  un  poco  para  volver  á  bajar 
á  las  3  en  que  de  repente  paró  el  viento  y  la  lluvia,  señal  de  que  el  vórtice 
estaba  cerca,  pero  de  repente  tornó  á  subir.  Amarramos  las  tablas  de  la 
casa  en  construcción  y  aun  no  habíamos  terminado  cuando  el  agua  se  nos 
metió  ya  en  la  iglesia.  Quité  los  santos  Óleos  del  bautisterio,  subimos  el  ar- 
monium  al  altar  mayor,  y  me  llevé  el  Smo.  á  la  biblioteca.  A  las  6  rezamos 
el  santo  Rosario  en  la  biblioteca  y  bajamos  á  arreglar  las  ropas  de  la  sacris- 
tía, temiendo  que  el  agua  subiese  á  los  cajones.  A  las  9  el  agua  se  había 


309 

metido  ya  cuatro  dedos  en  la  sacristía  y  durante  la  noche  subió  á  la  tarima 
del  altar  mayor.  La  iglesia  hecha  un  mar:  pero  creo  que  no  se  ha  echado  á 
perder  nada.  Mucha  suciedad  que  nos  costará  harto  trabajo:  algunos  flore- 
ros de  la  ante  sacristía  se  habrán  caído  durante  la  noche  anterior  que  el 
viento  nos  rompió  las  visagras  de  una  ventana  volando  por  los  aires  no  sé 
cuantas  cosas.  Lo  del  convento  no  sé  cómo  anda:  todo  está  lleno  de  agua. 
Pusimos  el  palay  en  sacos  y  subimos  todo  lo  de  la  bodega.  Pero  las  galli- 
nas, conejos,  las  pobres  vacas  que  no  tenemos  donde  ponerlas,  están  hechas 
unos  esqueletos  por  no  encontrar  un  palmo  de  tierra  donde  descansar  y  co- 
mer. Los  conejos  los  subimos  al  palomar. 

Día  20.  Ha  amanecido  bi€n.  Dije  misa  en  la  biblioteca,  á  la  que  han 
asistido,  cantores,  sacristán,  etc.  Va  bajando  el  río  y  ahora  á  las  9  ya  se  ha 
retirado  un  decímetro.  La  lluvia  cesó  ayer  á  las  6.  Se  oye  el  mar  como  una 
fiera. 

Sin  más  por  hoy.  Suyo  en  Cto. 

JHS. 

Jaime  Valles,  S.  J. 


EL  R.  P.  PEDRO  TORRA,  S.  J. 
t  MANILA  22  JUNIO  191U 


Narración  necrológica  por  el  P.  Manuel  Peypoch 

El  día  22  de  Junio  último,  á  media  tarde,  fué  el  entierro  del  R.  P.  Pe- 
dro Torra,  de  la  Compañía  de  Jesús;  falleció  el  día  anterior  en  el  edificio 
del  Observatorio,  á  los  65  años  de  edad.  Un  sencillo  coche  mortuorio  se- 
guido de  tres  ó  cuatro  vehículos,  constituyó  todo  el  cortejo  fúnebre. 

Fué  un  entierro  de  religioso  pobre. 

No  hubo  en  él  ni  caballos  empenachados,  ni  palafreneros  enlutados,  ni 
gran  seguimiento  de  carruajes,  ni  coronas  de  flores  de  tela,  ni  llantos  apa- 
ratosos á  última  hora.  Unos  cuantos  hermanos  y  amigos  que  le  despidieron 
con  una  tierna  plegaria  en  medio  de  un  sentimiento  general  de  resignada 
tristeza  fué  toda  la  pompa  exterior  del  entierro  del  P.  Torra.  Después  un 
nicho  cualquiera  cubierto  con  una  lápida  de  zinc  pintada  de  negro,  y  dos 
nombres  escritos  en  ella:  el  de  Jesús  y  el  suyo. 

Y  nada  más. 

Mientras  el  humilde  varón  salía  de  este  mundo,  como  quien  dice  de  in- 
cógnito, la  noticia  de  su  muerte  despertaba  afectos  de  ternura  en  todo  el 
Archipiélago  filipino. 

En  todas  partes  y  en  todas  las  posiciones  sociales  ocupadas  por  filipi- 
nos tenía  amigos  el  P.  Torra,  que  le  debían  gratitud  y  cariño.  Muchos  de- 
bieron de  ser  los  que  al  saber  su  fallecimiento  recordaron  con  pesar  á  aquel 
venerable  religioso  de  cuerpo  alto  y  decaído,  de  rostro  moreno,  huesoso  y 
enjuto,  de  ojos  brillantes  y  serenamente  benignos,  y  de  labios  ajustados  que 
se  abrían  poco,  pero  siempre  para  decir  algo  suavemente  gracioso  que  ha- 
cía bien,  nunca  para  mortificar  á  nadie  ni  murmurar. 

Sobre  todo  debieron  de  recordarlo  los  alumnos  del  ateneo  del  tiempo 
de  Rizal,  que  en  él  veneraban  al  circunspecto  prefecto  de  estudios  de  sus 
años  juveniles,  y  muchísimos  maestros  normales  para  quienes  era  el  P.  To- 
rra el  padre  bondadoso  que  con  sus  desvelos  los  había  hecho  hombres  y 


311 

puesto  en  posesión  de  la  carrrera  del  magisterio.  Y  no  debió  faltar  entre 
éstos  alguno  que,  sabida  su  muerte,  levantara  maquinalmente  los  ojos  á 
buscar  en  su  título  de  maestro  aquella  firma  suya  tan  limpia  y  clara,  para 
mirarla  ya  como  una  reliquia.  Y  allá  en  las  misiones  de  Mindanao,  en  los 
pueblos  de  Zamboanga,  Butúan  y  Surigao,  que  con  tanto  fruto  evangelizó 
en  una  campaña  de  8  año5,  ha  de  haberle  llorado  toda  la  gente  con  el  senti- 
miento con  que  saben  llorar  los  humildes  á  los  varones  santos  que  se  han 
dignado  tenerles  amor. 

Porque  amor  á  los  humildes  lo  tenía  de  veras  el  P.  Torra.  Nunca  se 
hallaba  tan  á  su  sabor  como  en  conversación  con  las  personas  de  provincias 
que  acudían  á  su  despacho,  ó  cuando  en  las  misiones  estaba  en  contacto 
inmediato  con  la  gente  del  pueblo.  De  aquí  su  afán  por  aprender  las  len- 
guas del  país,  primero  el  tagálog,  del  que  tuvo  por  profesor  al  colegial  del 
ateneo,  José  Rizal,  y  más  tarde  el  visaya  cebuano  que  llegó  á  poseer  con 
perfección. 

Cuando  vino  á  Filipinas,  ya  sacerdote,  no  tenía  aun  30  años  cumplidos. 
El  vendaval  de  la  revolución  española  del  68,  que  le  había  cogido  en  los 
primeros  años  de  su  vida  religiosa,  y  dado  con  él  en  Francia,  le  había  empuja- 
do con  gran  rapidez  hacia  el  término  de  sus  estudios  y  probaciones.  No  de- 
bió de  haberle  contrariado  gran  cosa  su  destierro  á  Francia,  cuando  seis 
años  después  se  desterraba  definitivamente  y  muy  á  gusto  suyo  á  nues- 
tro suelo  filipino. 

Llegado  á  Manila  fué  primero  inspector  de  la  primera  brigada  de  inter- 
nos del  ateneo,  y  muy  luego  prefecto  de  estudios  hasta  el  febrero  del  año 
1879,  en  que  teniendo  sólo  33  años  de  edad  fué  nombrado  rector  de  la  Es- 
cuela Normal  de  maestros,  situada  entonces  en  el  solar  que  ocupa  hoy  el 
hospital  de  S.  Pablo. 

El  terremoto  del  mes  de  julio  del  año  1880  le  dejó  en  la  calle  con  toda  su 
comunidad  y  120  alumnos  internos,  y  le  obligó  á  refugiarse,  primero  en  el 
ateneo,  y  después  en  la  casa  que  poseen  los  padres  en  el  arrabal  de  santa 
Ana.  Luego,  en  medio  de  grandes  privaciones,  levantó  en  lo  que  entonces 
era  zona  polémica  de  la  Ermita,  el  anchuroso  edificio  en  que  él  mismo  ha 
venido  á  morir  25  años  más  tarde.  Allí  se  instaló  definitivamente  el  año  1886 
la  Escuela  Normal,  y  poco  después  otra  institución  también  destinada  á  ha- 
cer un  bien  incalculable  á  Filipinas:  el  Observatorio  Meteorológico. 

Por  septiembre  del  1887  le  dejaron  descansar  sus  superiores  de  su  rec- 
torado de  ocho  años  y  medio,  mas  le  volvieron  á  él  pasados  otros  diez  años. 
En  el  intermedio  estuvo  la  mayor  parte  del  tiempo  en  Mindanao,  como  que- 
da dicho.  La  segunda  vez  rigió  la  Escuela  Normal  menos  de  cuatro  años. 


312 

En  1905  se  encargaron  del  seminario  de  Vígan  los  PP.  de  la  Compa- 
ñía, y  el  P.  Torra  fué  quien  llevó  allá  la  primera  expedición.  Era  la  cuarta 
vez  que  en  Filipinas  arrostraba  los  apuros  y  molestias  de  una  instalación 
nueva.  Su  salud,  que  ya  no  era  para  tanto,  cedió  al  peso  del  trabajo,  y  le 
hizo  volver  á  Manila. 

Como  en  su  profunda  humildad  no  conocía  la  nostalgia  del  mando  que 
tan  frecuentemente  acomete  á  los  viejos  que  han  mandado  mucho,  no  encon- 
tró la  menor  dificultad  en  aceptar  últimamente  los  cargos  subalternos  y  de 
gran  dependencia,  de  ministro  y  procurador,  en  una  casa  que  era  obra  de 
sus  manos  y  fruto  de  sus  afanes,  y  que  había  sido  gobernada  por  él  durante 
más  de  doce  años.  Realmente  no  existe  democracia  más  sincera  y  verdade- 
ra que  la  inspirada  en  la  humildad  cristiana. 

Hace  ya  algunos  meses  que  ningún  trabajo  podía  hacer.  El  pecho  y  los 
bronquios,  cada  día  en  peor  estado,  le  tenían  en  constante  aviso  de  su  pró- 
xima muerte,  y  finalmente  el  día  de  san  Luis,  á  poco  más  de  las  8  de  la 
noche,  se  durmió  en  el  Señor  con  la  placidez  del  justo.  Su  muerte  apacible 
y  tranquila  fué  remate  natural  de  la  paz  constante  de  espíritu  de  toda  su 
vida.  Al  oficio  de  difuntos  que  se  rezó  por  su  alma  asistieron  los  Sres.  obis- 
pos de  Jaro  y  Vígan  que  se  hallaban  entonces  en  Manila. 

El  amor  que  le  hizo  emplear  su  vida  por  el  país  no  tendrá  seguramente 
por  última  recompensa  en  la  tierra  el  olvido  de  los  suyos,  que  fueron  todos 
los  filipinos.  Mientras  haj^a  en  nuestra  tierra  quien  lo  haya  tratado  perso- 
nalmente, habrá  quien  delante  de  Dios  y  delante  de  los  hombres  haga  me- 
moria del  P.  Torra. 

JHS. 
Manuel  Pevpoch,  S.  J. 


LA  FIESTA  DE  LA  IN\\L\CÜLADA  CONCEPCIÓN 
Y  EL  ATENEO  DE  MANILA  EN  1910 


El  año  pasado  con  ocasión  de  celebrarse  el  quincuagésimo  aniversario 
de  la  fundación  del  ateneo,  tuvieron  lugar  en  este  Centro,  los  días  de  la 
Inmaculada,  funciones  muy  solemnes.  Una  Novena  concurridísima  y  brillan- 
te, espléndida  comida  á  los  pobres,  misa  mayor  cantada  con  extraordinaria 
afinación,  juegos  florales,  academia  por  los  antiguos  colegiales,  banquete 
que  bien  podía  llamarse  de  gala  y  oficial,  notable  procesión  de  la  Inmacu- 
lada, que  llamó  la  atención  extraordinariamente  y  como  remate,  solemne 
misa  de  Réquiem  en  sufragio  de  los  jesuítas  y  discípulos  del  ateneo  di- 
fimtos.  A  ellas  asistieron  los  señores  obispos  de  Filipinas  que  vinieron 
expresamente  á  Manila  aquellos  días  y  lo  más  granado  de  estas  tierras. 

Este  año.  á  pesar  de  no  haber  fiestas  extraordinarias  y.  con  todo,  el 
motivo  extraordinario  del  pasado,  las  fiestas  de  la  Inmaculada  no  han  per- 
dido en  su  comparación,  gracias  á  Dios,  y  han  sido  muy  dignas.  La  Inmacu- 
lada Concepción  es  la  Patrona  del  colegio;  por  eso  todos  los  años  se  esmera 
el  ateneo  en  honrarla  lo  más  que  puede. 

Para  dar  alguna  variedad  á  la  Novena,  se  pensó  en  ensayar  algunos 
cánticos  en  que  tomase  parte  el  colegio  en  peso.  Había  el  precedente  de 
lo  mucho  que  gustaba  la  felicitación  sabatina  que  todos  los  sábados  se  canta 
en  la  capilla  del  ateneo  y  se  reza  los  días  de  la  Novena,  en  la  iglesia.  A 
esto  se  agregó  el  notable  efecto  que  produjo  el  que,  en  la  comunión  men- 
sual de  los  extemos,  en  noviembre,  cantasen  unos  800  jóvenes  ó  más. 
varios  cantitos,  después  de  les  ensayos  correspondientes,  dirigidos  por  los 
PP.  Peypoch  y  Vives. 

Con  esto  ya  no  se  dudó  en  que  los  cantos  populares  habían  de  ser 
parte  integrante  de  la  Novena  de  la  Purísima. 

Por  la  mañana,  minutos  antes  de  las  seis,  bajaban  los  colegiales  á  la 
iglesia  para  ocupar  los  bancos  de  la  nave  central,  y  delante  de  ellos  se 
colocaban  nutridas  comisiones  de  las  congregaciones  de  externos,  que  cada 


314 

día  asistían.  Antes  de  empezar  la  misa  comulgaban  los  colegiales  todos,  y 
la  comisión  de  congregantes  externos.  Al  empezar  la  misa  se  entonaba  el 
«Ave  María  Purísima»  de  la  Salutación  sabatina  y  luego  se  cantaba  por 
toda  la  ceremonia  el  «Memorare». 

Por  la  tarde  se  daba  principio  á  la  función  con  el  «Ave  María  Purísima», 
cantándolo  todos  de  pie  y  estando  los  colegiales  repartidos  por  las  tribunas 
y  el  coro,  á  excepción  de  una  comisión  de  congregantes  que  tenía  su  sitio 
delante  de  los  primeros  bancos  de  la  iglesia.  Seguía  el  santo  Rosario  y  las 
letanías  cantadas;  después  la  novena  de  la  Inmaculada  como  se  hace  en 
nuestras  comunidades;  nuevamente  el  «Memorare»,  que  por  cierto  ha  llama- 
do poderosamente  la  atención,  el  sermón  y  la  Salve  Montserratina.  Para 
cantar  ésta,  salían  al  presbiterio  unos  veinte  tiples  de  sobrepelliz  y  sotana 
azul,  los  otros  tiples  hasta  más  de  treinta  se  ponían  cerca  de  aquéllos.  El 
profesor  del  colegio  Sr.  Buencamino  tocaba  en  el  armonio  para  los  tiples 
dirigidos  por  el  P.  Vives,  el  otro  coro  seguía  al  órgano.  Acabada  la  Salve 
y  el  Oremus  dejaba  el  preste  la  capa  azul  y  tomaba  la  blanca,  mientras 
todos  los  colegiales  cantaban  el  «Sacris  Solemnis»  para  exponer  el  Santí- 
simo en  la  custodia  y  dar  la  bendición  conforme  á  lo  dispuesto  por  el  primer 
Concilio  Manilano.  El  «Tantum  ergO)  y  el  «Genitori>/  lo  cantaban  también 
los  colegiales  y  el  pueblo,  y  después,  como  final  de  fiesta,  se  cantaba:  «Oh 
Virgen  sacrosanta».  Total,  que  en  los  cinco  cuartos  de  hora  ó  poco  más 
que  duraban  las  funciones,  el  pueblo  cantaba  unas  ocho  veces  y  siempre 
cantos  y  música  diferentes.  Por  eso  se  han  llevado  tan  fácilmente  á  pesar 
del  calor  que  hace  aquí  aún  en  este  tiempo  y  han  gustado  tanto. 

El  último  día,  dio  la  bendición  el  Rmo.  Sr.  Arzobispo  de  Manila;  y 
cuando  ya  estaba  en  el  altar  con  báculo  y  mitra  para  entonar  la  Salve,  el 
P.  rector  desde  el  pulpito  leyó  el  acto  de  consagración  al  sacratísimo 
Corazón  de  Jesús,  á  la  Virgen  Inmaculada  confirmada  Patrona  de  Fili- 
pinas y  al  Patriarca  San  José,  que  ordena  el  Concilio  de  Manila.  Al  acabar 
los  cultos,  el  Sr.  Arzobispo  se  deshacía  en  alabanzas:  ¡Magnífico! ha  sido 
un  triunfo  del  Catolicismo;  había  muchos  hombres  y  esto  es  bueno 
porque  las  mujeres  yo  creo  que  todas  son  santas,  é  iba  dando  la  enhora- 
buena á  unos  y  á  otros. 

El  día  de  la  Purísima  Concepción,  en  que  se  distribuyeron  1,500  co- 
muniones en  nuestra  iglesia,  hubo  á  las  ocho  misa  cantada  por  el  P.  rec- 
tor con  una  concurrencia  increíble.  El  autor  de  este  escrito  estuvo  todo 
el  tiempo  al  final  de  la  iglesia  y  puede  testificar  que  no  sólo  á  los  lados  y 
por  entre  las  columnas  había  muchos  hombres  de  pie,  sino  en  la  parte  de 
afuera  de  la  iglesia  y  en  las  tres  puertas  había  un  nutrido  grupo  de  jóvenes 


315 

y  caballeros.  Verdad  es  que  los  congregantes  internos  ocupaban  muchos  ban- 
cos del  lado  del  Evangelio,  pero  había  más  externos,  á  cuya  cabeza  estaban 
el  Revmo.  Sr.  Delegado  de  S.  S.  con  medalla  de  congregante  honorario  y 
el  Excmo.  Sr.  Cónsul  de  España,  y  muchos  diputados  y  antiguos  alumnos. 
¡Y  luego  dirán  que  á  las  misas  cantadas  no  asiste  la  gente  en  Filipinas! 

En  la  nuestra  de  este  día,  el  R.  P.  Joaquín  Anón,  predicó  un  sermón  en- 
tusiasta y  fervoroso,  lleno  de  vivas  imágenes  y  de  galanas  frases.  Los  predi- 
cadores de  la  Novena  fueron  por  orden  cronológico  los  PP.  Juan  B.  Sola, 
José  Saus,  Xavier  Agreda,  Manuel  M.^  Sauras,  Francisco  Foradada,  Rafael 
Matéu,  Juan  Anguela  y  Manuel  Peypoch.  Para  el  último  día  estaba  seiíalado 
el  P.  Manuel  Lencina,  pero  una  indisposición  hizo  que  dos  horas  antes  del 
sermón  se  encargara  de  suplirle  el  fecundo  y  popular  Padre  Foradada. 

No  hay  que  añadir  que  todas  las  noches  se  iluminaba  la  fachada  de  la 
iglesia  y  los  últimos  días,  la  contigua  del  ateneo.  Entre  las  dos  torres 
estaba,  como  sostenido  por  manos  de  algún  ángel,  el  anagrama  de  María 
dibujado  sobre  la  obscuridad  del  fondo  con  bombillas  eléctricas  de  varios 
colores.  También  huelga  notar,  porque  es  costumbre  del  país,  que  durante 
la  Novena  una  banda  de  música  alegraba  nuestros  contornos,  la  cual,  apar- 
tada de  la  iglesia  y  debajo  del  puente,  como  así  decimos,' tocaba  la  marcha 
real  española  durante  la  bendición  con  el  Santísimo. 

Para  la  función  del  día  de  la  Purísima  salimos  del  colegio  en  procesión 
los  congregantes,  con  bandera,  estandarte  y  música  para  cada  congrega- 
ción, y  aunque  el  trayecto  fué  corto  no  dejó  de  complacernos  esta  ceremo- 
nia, á  los  que  jamás  la  habíamos  visto. 

Por  de  contado  que  la  iglesia  lucía  sus  mejores  galas.  La  bella  imagen 
de  la  Purísima  que  de  ordinario  está  en  el  altar  de  la  congregación  se  puso 
en  el  trono  de  nubes  y  ángeles  que  sostienen  á  S.  Ignacio;  el  fondo  del 
camarín  se  forró  de  raso  blanco;  unas  cortinas  imperiales  de  terciopelo  azul 
lo  rodeaban  de  arriba  abajo;  la  imagen  de  María  estaba  coronada  de  doce 
estrellas  eléctricas;  á  sus  pies  la  luna  formada  de  cristal  esmerilado  con  bom- 
billas eléctricas  en  su  interior;  en  derredor  ricos  jarrones  y  ramos  que  cada 
tres  días  se  cambiaban  para  variar  el  adorno  del  altar;  las  alhajas  de  la 
imagen,  preciosas:  corona,  pendientes,  collar,  brazaletes  y  otras  riquísimas, 
tanto  que,  según  decían,  llevaba  encima  miles  de  pesos. 

Tampoco  han  escaseado  este  año  los  regalos.  Un  mantel  para  la  baran- 
dilla de  la  comunión  que  costó  mil  pesos,  preciosos  ramos  blancos  de  flores 
artificiales,  diez  grandes  macetas  iguales  de  unas  flores  blancas  ó  ligera- 
mente sonrosadas  de  mucho  coste,  dos  cortinas  azules  como  las  del  altar  ma- 
yor, para  las  dos  puertas  que  están  junto  á  los  altares  del  sagrado  Corazc'n 


316 
y  de  María  Inmaculada,  un  mantel  para  el  altar  mayor  y  dos  para  las  creden- 
cias con  una  ancha  cenefa  de  malla  finísima  de  hilos  de  oro  terminados  á  ma- 
nera de  encaje  ó  de  flecos,  y  otros  muchos'que  no  hay  para  qué  enumerar. 

Dentro  de  casa  hubo  adornos,  música  é  iluminación  en  el  patio  de  la 
segunda  brigada.  El  día  de  la  Inmaculada  y  la  víspera  duró  la  serenata  hasta 
las  diez  de  la  noche.  La  tarde  anterior  á  la  fiesta  de  la  Purísima  los  colegia- 
les de  la  primera  brigada  sirvieron  á  la  una  y  media  en  su  patio  de  recreo, 
una  opípara  comida  á  420  pobres. 

El  sábado  después  de  la  Inmaculada  se  tuvo  en  el  salón  de  actos  una 
academia  solemne,  que  gustó  mucho.  Hace  como  cinco  años  se  representó 
el  mismo  drama  < Heroísmo  y  Cobardía»:  este  año  se  le  cambió  el  título  y 
se  le  llamó  «Lealtad  y  Perfidia».  El  niño  Mariano  Garchitorena  que  hizo 
de  Sancho  arrancó  lágrimas.  El  Emir,  representado  por  L.  Moreno  Lacalle, 
que  vale  mucho  para  la  declamación,  también  representó  su  papel  con 
acierto  y  agrado  del  público.  Los  otros  jóvenes  actores  gustaron  sobrema- 
nera, así  como  los  trajes  y  decoración.  En  el  segundo  acto,  el  protagonista 
tuvo  un  recitado,  suave,  tierno,  pausado  y  un  cantito  con  música  de  Buen- 
camino,  uno  de  los  profesores  del  colegio,  que  arrancó  muchos  y  muy  me- 
recidos aplausos.  Al  día  siguiente  por  la  tarde,  al  llegar  el  Sr.  Delegado 
de  S.  S.  con  el  Sr.  Arzobispo  para  la  sesión  privada  de  cinematógrafo  que 
se  tuvo  en  el  mismo  salón  de  actos,  presentóse  el  niño  Garchitorena  pidien- 
do una  vacación  extraordinaria  al  Sr.  Delegado,  quien  la  concedió  en  medio 
de  atronadores  aplausos  de  los  alumnos. 

A  la  academia  dramática  citada  acudió  mucha  gente,  á  cuya  cabeza 
estaban  los  dos  Rmos.  Prelados,  el  Secretario  de  S.  Sría.,  el  Sr.  Araneta  Se- 
cretario de  Justicia,  otras  personas  caracterizadas,  religiosos  de  varias 
órdenes,  muchos  padres  del  seminario  de  san  Javier,  el  seminario  de  san 
Carlos  con  su  rector  P.  Mariano  Juan,  seminaristas  de  san  Javier,  varias 
señoras  norteamericanas  y  más  gente  de  la  que  puede  contener  el  salón. 

La  ejecución  satisfizo  aún  á  los  más  exigentes.  Sobre  todo  notamos 
que  cuando  el  mártir  Sancho  pronunciaba  algunas  hermosas  sentencias  cris- 
tianas propias  de  un  corazón  valiente  y  enamorado  de  Dios  y  de  su  sacro- 
santa Religión,  el  auditorio  prorrumpía  en  calurosos  y  expontáneos  aplau- 
sos; señal  evidente  de  que  le  cuadraba  la  idea  y  pensaba  como  el  jovencito, 
que  con  fervor  suspiraba  por  la  cruz  y  por  el  martirio. 

Los  periódicos  publicaron  reseñas  de  estas  fiestas.  «El  Mercantil» 
estampó  en  sus  columnas  que  obras  como  ésta  enaltecen,  forman  caracteres, 
caballeros  nobles,  tan  necesarios  en  estos  tiempos  de  debilidad  y  afemina- 
ción. 


TRABAJOS  Y  MINISTERIOS  APOSTÓLICOS 


Carta  del  P.  Frandisco  Nebot  al  P.  Saturnino  Urios 


Cagayán,  14  de  marzo  de  1910. 

R.  P.  Saturnino  Urios. 

Amadísimo  en  Cto.  P.  Urios:  Mil  gracias  por  la  de  V.  R.  del  8  con  la 
del  P.  Capell.  Escribí  hace  poco  á  V.  R.;  mas  no  anoté  la  fecha,  y  no  re- 
cuerdo si  le  dije  que  el  P.  Masoliver  iría,  como  ha  ido,  á  ayudar  al  Cura 
de  Mambáhao  para  Semana  Santa  y  dar  una  pequeña  misión.  Le  suple  hasta 
el  Domingo  de  Ramos  el  P.  Martín  el  cual  al  mismo  tiempo  se  acabará  de 
restablecer.  No  sé  á.qué  matanza  V.  R.  se  refiere  hablando  de  S.  Juan  de 
Qingoog,  porque  en  febrero  fueron  6  los  asesinados,  mas  según  el  P.  Cór- 
dova  el  dos  de  este  mes  publicaron  un  bandillo  en  Gingoog  que  se  preparase 
la  gente  porque  en  las  Hayas  se  habían  visto  muchos  hombres  armados, 
unos  ciento  cincuenta.  El  P.  Córdova  escribió  el  día  4  y  desde  entonces 
nada  más  he  sabido. 

El  P.  Masoliver  escribe  que  pasó  la  semana  de  Pasión  en  Mahinog, 
donde  tuvo  unas  6CX)  confesiones.  El  Domingo  de  Ramos  empezó  la  misión 
en  Mambáhao.  Ha  de  volver  el  6  de  Abril,  y  para  aquella  fecha  espero  tam- 
bién al  P.  Parache. 

El  P.  Pont  ha  hecho  las  funciones  de  Semana  Santa  en  El  Salvador,  y 
el  P.  Roure  ha  hecho  en  Cagayán  las  del  Monumento,  volviéndose  el  Vier- 
nes Santo  á  Agúsan,  de  donde  había  venido.  Las  funciones  de  Semana 
Santa  concurridas,  aun  las  de  Cagayán,  donde  predominan  los  aglipayanos. 

Aquí,  el  mismo  día  de  san  José  del  corriente  año,  hemos  dado  un  acto 
con  los  alumnos  de  la  escuela  católica,  dedicado  al  excelso  Patriarca.  Se 
empezó  con  una  introducción,  la  Profesión  de  Fe  y  un  canto.  Siguió  un  dis- 
cursito  preliminar,  y  luego  los  alumnos  de  clase  superior  explicaron  la 


318 
Geografía  descriptiva  de  Asia  y  el  Sistema  métrico  decimal.  Los  de  la  clase 
elemental  se  ejercitaron  en  la  conjugación  de  verbos  castellanos  y  en  las 
operaciones  fundamentales  de  la  Aritmética.  Esta  parte,  que  podríamos  lla- 
mar práctica  del  acto,  fué  amenizada  con  poesías  y  diálogos,  música  y  can- 
tos, terminando  con  la  distribución  de  premios.  Los  niños,  unos  30,  salieron 
bien  en  el  desempeño  de  sus  respectivos  papeles. 

El  P.  de  Talisáyan  ha  dado  también  un  acto  con  los  niños  de  su  Escue- 
la. Esta  y  la  de  Balingasag  con  las  de  Bubuntuga  y  Jasaán  son  la  pesadilla 
del  Superintendente  de  escuelas  de  acá,  porque  no  dejan  levantar  cabeza  á 
las  públicas. 

Y  nada  más  que  expresiones  á  esos  PP.  y  HH.  En  sus  00.  y  SS.  se 
encomienda  su  affmo.  en  Cto. 

JHS. 

Francisco  Nebot,  S.  J. 


Carta  del  P.  Jaime  Valles  al  R.  P.  Fidel  Mir 


Butüan,  28  de  junio  de  1910. 


Rdo.  en  Cto.  Padre  Superior:  Ahí  van  estas  pocas  palabras.  La  fiesta 
del  Sagrado  Corazón  resultó  espléndida:  yo  salía  las  2  p.  m.  para  Carmen. 
Tuvimos  569  comuniones  contadas,  no  huvo  más  porque  la  gente  no  puede 
confesarse,  siendo,  como  somos  dos  solos  para  estas  grandes  solemnidades. 
El  domingo  26  se  repartieron  438  comuniones:  ya  ve,  pues,  que  aun  hay  fe 
en  Butúan:  como  se  les  predica  todos  los  domingos  nos  ven  y  nos  conocen, 
y  conocen  á  Dios,  á  Él  se  acercan  á  pesar  de  los  esfuerzos  mancomunados 
del  infierno  y  de  los  malos,  que  nos  rodean. 

Los  pueblos  visitados  por  mí  en  estos  días  hasta  el  21  padecen  de  ane- 
mia espiritual.  ¡Pobres  infelices!  oyen  tanto  contra  la  confesión,  contra  Je- 
sucristo, N.  S.,  contra  nuestra  santa  Religión  que,  á  los  hombres  ni  á  tiros 
se  les  puede  confesar.  En  pueblo,  como  Nasipit,  tan  católico,  habiendo  es- 
tado el  P.  Urios  trece  días  y  yo  seis,  habrán  cumplido  120  el  precepto  pas- 
cual. Y  todo  ¿por  qué?  Porque  no  hay  quien  les  instruya  y  una  ó  dos  visitas 
durante  el  año  no  bastan  ahora,  para  que  se  conserve  la  fe  y  piedad  en  es- 
tos pueblos,  tan  combatidos  por  toda  clase  de  errores. 

El  peor  barrio  visitado  es  Buenavista,  de  unos  60  matrimonios.  Los 
cismáticos  tienen  capillas  y  trabajan  para  arrastrarlos  á  todos  á  la  aposta- 
sía.  Comulgaron  93  personas.  Al  revés  de  los  otros  pueblos,  ci.yos  princi- 
pales y  gobernantes  son  católicos.  Así  que  no  tuve  miedo  de  hablar  fuerte 
contra  los  que  abandonan  sus  creencias,  no  sólo  dentro  de  la  iglesia,  sino 
aconsejando  á  los  católicos  en  la  calle.  Las  mujeres  que  me  oyeron  temen 
el  infierno,  y  el  domingo  por  más  que  repicaron  los  cismáticos  no  fué  ni  una 
mujer,  ni  un  niiio  á  su  capilla,  sólo  cuatro  hombres,  tres  del  comité  cismáti- 
co y  el  campanero.  Rabiosos  se  pusieron  contra  el  padre,  pero  nadie  me  di- 
jo nada,  asegurando  algunos  que  si  el  «Cura  romano  estuviese  allí  un  mes 
no  quedaba  ni  un  hereje».  Lo  triste  es  que  tienen  un  maestro,  chicuelo  de 
17  años,  protestante  fanático,  que  trabaja  sin  descanso  para  pervertirlos  á 
todos.  ¡Dios  les  tenga  de  su  mano! 

Sin  más  por  hoy,  en  lo  SS,  SS.  y  00.  de  V.  R.  se  encomienda  su  ínfi- 
mo siervo  y  subdito  en  Cto. 

JHS. 

Jaime  Valles,  S.  J. 


UNA  VISITA  A  ^<EL  MIRADOR»  <i> 


Carta  del  P.  José  Algué  al  R.  P.  Superior  de  la  Misión 


Benguet.— Mirador,  7  de  agosto  de  1910. 

R.  P.  Fidel  Mir,  S.  J. 
Muy  amado  en  Cto.  R.  P.  Superior:  He  subido  por  tres  ó  cuatro  días 
á  estas  alturas  para  recibir  en  Mirador  al  Secretario  ó  Ministro  de  la  Gue- 
rra de  los  EE.  UU.  que  hoy  nos  ha  visitado.  Efectivamente  á  las  once  de  la 
mañana  ha  subido  en  automóvil,  acompañado  de  su  señora  y  del  Goberna- 
dor General.  Les  he  enseñado  lo  principal  del  Observatorio  y  ha  quedado  su- 
manente  complacido.  Se  ha  empeñado  en  llevar  consigo  un  ejemplar  del  fo- 
lleto sobre  Mirador  y  me  ha  pedido  que  lo  firmase.  Le  he  pedido,  á  mi  vez, 
que  firmase  en  el  libro-regisíro  de  los  visitantes  y  él  ha  accedido  gustoso 
acompañando  su  firma  con  una  nota  encomiástica.  Cuando  estuvo  este  se- 
ñor en  el  Observatorio  de  Manila  se  espontaneó  mucho  y  manifestó  delante 
de  todos  los  que  le  acompañaban,  que  eran  el  Gobernador  General,  el  gene- 
ral Duval,  el  general  Edwards,  el  comisionado  Worcester  y  su  secretario 
particular  Mr.  Clark,  el  alto  aprecio  en  que  tenía  nuestros  trabajos,  aña- 
diendo que  lo  que  veía  le  confirmaba  en  la  opinión  que  tenía  formada  por 
referencias  de  los  otros.  Al  enterarse  por  el  profesor  Worcester  que  por 
servir  en  el  Observatorio  había  yo  perdido  la  nacionalidad  española  dijo 
que  había  de  conseguir  del  Congreso  de  los  EE.  UU.  un  decreto  en  que  se 
me  declare  ciudadano  de  los  EE.  UU.,  siquiera,  dijo,  por  agradecimiento  á 
sus  servicios,  etc.  Hoy  ha  recordado  esto  al  señor  Gobernador  quien  le  se- 
cunda enteramente  en  esto,  y  en  particular  me  ha  dicho  este  señor  que  el 
Gobierno  está  enteramente  satisfecho  de  lo  que  se  trabaja  en  el  Observato- 
rio y  que  desea  manifestar  su  agradecimiento  á  lo  que  la  Misión  hace  por  el 
bien  de  todos.  Le  ha  caído  muy  bien  al  señor  Gobernador  que  ofreciese  al 


(1)    Es  «El  Mirador»  una  como  sucursal  de  nuestro  observatorio  de  Manila. 


321 
Secretario  y  comitiva  una  copita  de  vino  y  dulces  y  me  parece  que  queda- 
rán todos  con  grato  recuerdo  de  la  visita.  Pasado  mañana,  D.  m.  bajo  á 
Manila  en  donde  veré  de  ayudar  al  P.  Clos  á  conseguir  del  Secretario  de  la 
fuerza  el  arreglo  del  asunto  de  los  8,000  pesos  de  Cagayán. 

Por  Mirador  todo  va  bien  gracias  á  Dios. 

Se  ha  puesto  teléfono  que  une  Mirador  con  Baguio,  costeado  por  el 
gobierno.  El  Profesor  Worcester  hablará  al  Sr.  Gobernador  acerca  de  la 
renta  de  Mirador  y  creo  que  saldrá  bien  este  asunto;  con  lo  cual  se  sosten- 
drá por  su  base  Mirador  á  pesar  de  haberle  aumentado  el  peso. 

Saludo  á  todos  esos  PP.  y  HH.  y  que  me  encomienden  al  Señor. 

Los  de  Mirador  saludan  á  V.  R. 

En  los  SS.  y  00.  de  V.  R.  mucho  me  encomiendo. 

Siervo  en  Cto. 

JHS. 

José  Algué,  S.  J. 


MINISTERIOS  APOSTÓLICOS  DEL  P.  JAIME  VALLES 


Garta  del  mismo  padre  al  P.  Juan  Ortega 


Cabarbarán,  25  de  diciembre  de  1910. 

Rdo.  en  Cristo  P.:  Es  deber  mío  agradecerle  el  trabajo  primoroso  que 
se  sirvió  enviarme  y  que  confío  me  servirá  andando  por  estas  tierras,  en 
que  los  relojes  se  descomponen  con  frecuencia  por  causa,  creo,  de  la  hu- 
medad. 

Como  ve  por  la  fecha  de  la  carta  le  escribo  el  día  de  Navidad,  en  que  no 
se  me  puede  aplicar  aquel  dicho  de  nuestra  tierra:  ''^per  Nadal  cada  ouella 
á  son  corral»,  porque  salí  de  Butúan  el  15  del  corriente  y  no  espero  volver 
hasta  después  de  Reyes.  Algo  triste  es  pasar  días  tan  solemnes  sin  la  com- 
pañía de  alguno  de  los  nuestros,  sobre  todo  si  se  encuentra  como  yo  ahora 
en  un  pueblo  lleno  de  fanáticos  herejes  y  apóstatas  en  donde  me  veo  obli- 
gado á  estar  metido  en  casa  por  no  excitarlos  más  contra  los  pocos  católi- 
cos, contra  la  iglesia  y  contra  mi  misma  persona. 

Los  salvajes  de  la  semana  trágica  tienen  aquí  maestros  y  discípulos, 
pues,  en  este  villorrio  nos  han  quemado  dos  veces  la  iglesia,  el  retablo  y 
S.  Isidro,  nos  han  robado  las  campanas,  han  atropellado  á  los  pocos  que  han 
permanecido  fieles,  de  mil  maneras,  y  nos  impiden  ahora  con  una  ira  sin 
igual,  acercarnos  á  los  barrios  de  conquistas,  á  fin  de  que  todos  apostaten 
de  la  fe  que  en  días  mejores  abrazaron. 

Hombres  viejos  son  los  que  dejan  las  enseñanzas  de  Jesucristo,  y  en 
ninguna  parte  se  ve  tan  claramente  esta  verdad  como  en  este  miserable 
pueblo  en  donde  se  ha  entronizado  el  espíritu  de  las  tinieblas. 

Después  de  hacer  firmar  á  los  habitantes  su  adhesión  al  cisma  aglipa- 
yano  y  llamar  al  pseudo  sacerdote  y  construir  iglesia  y  convento  cismático, 
les  dio  por  llamarse  católicos  y  cometían  los  sacrilegios  é  idolatrías  más 
horribles,  haciendo  la  comedia  de  confesarse  y  comulgar,  etc.  Los  que  más 


323 

se  han  esforzado  en  esta  verdadera  farsa  han  sido  los  más  irreh"giosos  y 
viciosos,  pero,  por  desgracia,  de  ciertas  cualidades  personales,  en  que 
sobresalen  á  los  demás.  Cansados  de  snspare-pare  (falsos  padres),  han  cam- 
biado ya  cinco  en  cuatro  años,  ahora  se  proclaman  á  voz  en  grito  ateos,  es- 
piritistas, masones,  protestantes,  jurando  y  perjurando  no  volver  á  la  Reli- 
gión católica.  Mantienen  al  pseudo,  sólo  para  arrastrar  al  cisma  á  los  que 
de  nuevo  vienen  al  pueblo,  pero  los  intelectuales  no  quieren  saber  nada 
con  el  aglipayanismo  porque  no  les  satisface. 

El  que  ha  hecho  su  Agosto,  ha  sido  el  demonio:  primero,  por  los  muchos 
que  se  quedan  y  mueren  sin  bautismo,  porque  raro  es  el  que  de  los  barrios 
se  bautiza;  segundo,  por  los  adultos  que  desde  la  apostasía  han  muerto 
renegando  de  Dios;  tercero,  por  la  ignorancia  que  se  ha  extendido  de  las 
verdades  de  la  fe. 

Da  lástima  y  se  le  oprime  á  uno  el  corazón  al  ver  como  se  pierden  las 
almas  y  que  salga  con  la  suya  el  espíritu  del  mal. 

¿Y  por  qué,  me  preguntará,  se  encuentra  V.  entre  esos  endiablados 
herejes? 

Me  llamaron  unas  cuantas  hijas  de  María,  doce  en  total,  para  que  les 
hiciese  la  fiesta  el  18  de  este  mes,  y,  como  todo  se  lo  merecen,  por  lo  que 
han  sufrido  por  Dios,  condescendí,  y  pensé  también  celebrarles  Navidad, 
yendo  después  en  busca  de  almas  á  otro  pueblo  apóstata,  en  donde  pasaré 
nuestra  fiesta  del  Nombre  de  Jesús. 

Por  esta  playa  infestada  de  cismáticos  la  vida  del  misionero  es  la  del 
Beato  Campión,  no  la  de  san  Javier, 

Como  le  digo,  vine  para  celebrar  la  fiesta  de  la  Inmaculada,  tuvimos 
vísperas  cantadas  y  misa  solemne,  en  la  que  comulgaron  las  doce  hijas  de 
María  con  algunos  luises,  total  27,  y  por  la  tarde,  obtenido  el  permiso  de 
la  autoridad  local,  armamos  también  nuestra  diminuta  procesión,  desafiando 
las  iras  de  los  herejes,  y  con  la  fortaleza  y  humildad  que  dan  la  buena  con- 
ciencia y  la  virtud,  salimos  paseando  nuestra  Inmaculada.  Para  que  se  forme 
alguna  idea  del  valor  que  se  necesita  para  estos  actos,  cuente  que  de  los 
3,500  habitantes  que  tiene  la  población  sólo  unos  50  matrimonios  se  man- 
tienen fieles  y  éstos  los  más  pobres  é  ignorantes:  los  demás  son  enemigos 
declarados,  sobre  todo  los  ricos  y  los  tenidos  por  sabios. 

Salimos,  pues,  iluminando  á  nuestra  Madre  con  candelas,  luces  de  ben- 
gala y  echando  á  cada  paso  cohetes,  según  era  costumbre  inmemorial  en 
este  pueblo;  pero  como  el  demonio  no  puede  ni  sufrir  á  los  pocos  que  que- 
dan fieles,  y  á  los  malos  les  da  en  el  rostro  tanta  fortaleza,  tramaron  una 
de  las  suyas  para  deslucir  nuestro  acto. 


324 

Al  volver  á  la  iglesia  ya  de  noche,  enviaron  á  los  policías  á  poner 
presos  á  los  que  yendo  en  la  procesión  echaban  cohetes.  De  mi  lado  cogie- 
ron ó  uno  y  lo  llevaron  al  tribunal,  de  manera  que  la  procesión  se  acabó  con 
un  ¡ay!  que  angustiaba  el  corazón. 

No  tenía  otro  fin  este  alarde  de  poder  y  autoridad  que  desdorar  nues- 
tra fiesta,  pues  atendida  la  costumbre  de  la  tierra  y  obtenido  el  permiso 
para  la  procesión  ninguna  falta  había  en  echar  cohetes,  así  que,  dadas  sus 
razones  los  presos,  los  soltaron  sin  costas.  Además  de  la  fiesta  les  digo 
la  misa  que  aquí  se  llama  de  aguinaldo  en  que  se  hace  la  novena  á  nuestra 
Señora  de  Belén,  Asisten  diariamente  doce  músicos  con  la  banda,  13  ó  14 
hombres  casados,  unas  20  mujeres  y  una  docena  de  niños;  empiezo  á  las 
cinco  y  cuarto  y  se  termina  á  las  seis  y  inedia  con  sermón,  etc.,  y  canta 
que  canta  en  castellano,  en  latín  y  en  bisaya  que  es  un  primor. 

Además  del  sermón,  en  que  les  instruyo  á  fin  de  que  no  se  dejen  enga- 
ñar de  los  malos,  reúno  á  los  niños  mañana  y  tarde,  pocos  en  verdad,  24  por 
término  medio,  y  les  enseño  la  doctrina  cristiana  preparando  algunos  para 
la  primera  comunión.  Este  es  el  acto  que  más  á  uno  satisface  por  ver  algo 
del  fruto  de  su  trabajo,  que  así  es  la  humana  flaqueza,  pues  trabajar  pura- 
mente por  Dios,  sin  ver  el  éxito  de  las  obras  y  sudores,  es  de  muy  gran 
virtud, 

Hoy,  después  de  la  Novena  hemos  tenido  nuestra  fiesta.  Maitines  á 
las  once  y  media,  misa  cantada  que  empezó  á  la  una  y  media,  la  segun- 
da misa  á  las  seis  y  la  tercera  también  cantada  con  sermón  á  las  ocho  y 
cuarto;  han  comulgado  39  personas,  la  mayor  parte  hombres;  de  manera 
qué  doy  por  bien  empleados  mis  trabajos  entre  esta  necesitada  y  afligida 
gente. 

Desearía  se  trasladase  V.  R.  un  momento  con  la  imaginación  para  ver 
cómo  arreglan  estos  pobrecitos  la  iglesia,  ó  mejor  miserable  camarín  para 
la  Noche  Buena:  aquí  estrellas  de  mil  formas  y  colores,  allí  el  ángel  que 
baja  con  el  «Gloria  in  excelsis»;  más  allá  el  Espíritu  Santo  que  desciende 
al  «incarnatus  est»  y  todo  sigue  al  compás  de  la  música  danzando  á  las  mil 
maravillas. 

Nada  le  digo  de  las  luces  que  ponen  en  sus  casas,  ni  de  los  villancicos 
que  cantan  que  parece  no  hay  para  ellos  penas,  ni  necesidades,  echando  la 
casa  por  la  ventana  durante  este  día,  aunque  después  hayan  de  padecer 
hambre. 

Acabo  ahora  de  despedir  á  los  principales  de  entre  estos  pobrecitos 
que,  acompañados  de  la  banda,  han  subido  á  felicitarme:  no  se  han  sentado 
por  no  haber  sillas,  ni  bancos  y  ni  siquiera  una  miserable  copa  con  que  ob- 


325 

sequiarles.  Mis  palabras  han  sido  de  aliento  y  de  esperanza  no  en  este 
mundo,  sino  en  la  vida  eterna. 

Los  cismáticos  han  tenido  su  parodia  con  mucho  boato,  pero  ha  resul- 
tado una  farsa  sin  la  unción  y  ternura  de  tal  festividad.  No  vaya  á  creer 
ahora  V.  R.  que  todo  lo  de  Mindanao  es  como  esto:  pues  tenemos,  por 
ejemplo,  en  Butüan,  un  núcleo  de  gente  piadosa  como  en  cualquier  pueblo 
de  España,  mutatis  mutandis.  Bástale  saber  que  el  día  de  la  Inmaculada, 
siendo  sólo  dos  PP.,  repartimos  630  comuniones  y  se  han  preparado  123 
para  la  primera  comunión,  y  los  primeros  viernes  pasan  de  300  los  que  se 
acercan  á  la  sagrada  mesa. 

Le  suplico,  pues,  que  no  cese  V.  R.  de  rogar  á  Dios  envíe  obreros 
evangélicos  á  esta  su  viña  tan  dilatada  y  tan  afligida  ahora  por  las  circuns- 
tancias que  atraviesa,  á  fin  de  que  la  luz  de  la  fe  no  se  apague  en  las  inte- 
ligencias de  estos  desgraciados  mindanaenses.  Dos  PP.,  el  P.  Urios  y  yo 
para  14,000  cristianos  distribuidos  en  28  barrios  sin  ayuda  ni  auxilio  en  la 
tierra  ¿qué  adelanto  puede  haber  en  la  piedad?... 

En  los  SS.  y  00.  de  V.  R.  y  de  esos  PP.  se  encomienda  su  H.  y 
siervo  en  Cristo. 

JHS 

Jaime  Valles,  S.  J. 


NOTICIA  DE  LA  LEPROSERÍA  DE  LA  ISLA  DE  CULIÓN 


Carta  del  P.  Manuel  Valles  al  R.  P.  Superior  de  la  Misión 


Culión,  19  de  noviembre  de  1910. 

R.  P.  Fidel  Mir. 

Mi  muy  amado  en  Cto.  R.  P.  Superior:  Con  la  venida  del  fervoroso 
P.  José  Tarrago,  á  quien  V.  R.  acaba  de  enviar  para  auxiliarme  en  los  tra- 
bajos de  esta  leprosería,  me  hallo  más  desahogado  en  mis  ocupaciones  y  por 
tanto  en  disposición  de  satisfacer  los  deseos  que  V.  R.  tiene  de  que  le  es- 
criba algo  acerca  de  la  colonia  de  leprosos  de  Culión.  Empiezo,  pues,  con- 
tando con  la  benevolencia  de  V.  R.  que  ya  sé  que  no  exige  una  obra  técni- 
ca, ni  literaria. 

Sabido  es  que  la  lepra  es  una  enfermedad  repugnante  y  asquerosa,  in- 
curable hasta  ahora,  como  enseña  la  experiencia,  muy  contagiosa  en  ciertas 
circunstancias,  y  bastante  generalizada  en  estas  Islas  Filipinas.  Parece  que 
una  de  las  causas  y  muy  principal  de  su  propagación  en  estas  islas,  es  la 
costumbre  de  andar  con  los  pies  descalzos,  pues,  basta  colocar  la  planta  en 
la  huella  de  un  leproso,  que  suelen  dejarlas  impregnadas  de  sangre  ó  pus, 
para  que  el  virus  leproso  se  inocule  en  cualquier  herida  ó  escoriación  del 
pie  y  se  desarrolle  luego  con  mayor  ó  menor  rapidez.  Lo  propio  puede  su- 
ceder con  el  contacto  de  la  saliva,  sudor  ú  otras  secreciones  del  lazarino. 
•  No  hay  duda  que  para  evitar  esto,  desde  muy  antiguo  se  acostumbra 
separar  á  los  leprosos  del  trato  ordinario  de  la  sociedad,  ya  individualmen- 
te, ya  reuniéndolos  en  lugares  á  propósito  para  poderles  atender.  Así  que 
durante  la  dominación  espailola  existían  ya  algunos  hospitales  destinados 
exclusivamente  al  aislamiento  de  los  leprosos,  como  los  de  Cebú,  Palestina 
(Camarines),  y  el  de  S.  Lázaro  en  Manila,  que  en  1807  tenía  152  enfermos. 
Todos  estos  establecimientos  se  sostenían  con  auxilio  de  algunos  fondos 
públicos,  obras  pías  y  limosnas.  Existían  además  otros  centros  de  aisla- 


327 

miento  menos  importantes,  debidos  á  necesidades  locales  y  sostenidos  por 
la  caridad  ó  beneficencia  particular. 

Al  izarse  en  estas  islas  la  bandera  americana,  manifestó  desde  luego 
el  nuevo  Gobierno  un  laudable  interés  por  cuanto  se  refería  á  la  higiene  y 
á  la  salud  pública:  los  leprosos,  por  lo  tanto,  que  á  centenares  se  hallaban 
por  las  diversas  Islas  del  Archipiélago,  debían  constituir  un  objeto  especial 
de  su  atención.  Durante  varios  años  se  estudió  el  problema  y  por  fin  se  re- 
solvió establecer  una  leprosería,  donde  se  reuniesen  todos  los  contagiados 
del  Archipiélago,  en  la  isla  de  Culión.  Tomada  esta  determinación  se  puso 
en  práctica  sin  tardanza,  empezando  por  comprar  todas  las  fincas  particu- 
lares y  obligando  á  sus  moradores  á  abandonar  la  isla. 

A  esto  siguióse  la  construcción  de  nuevos  y  sólidos  edificios,  acondi- 
cionados según  las  exigencias  del  fin  propuesto  y  con  las  posibles  comodi- 
dades. Natural  es  suponer  que  todo  lo  dicho  importa  un  gasto  no  común  y 
que  asciende  á  muchos  miles  de  dollars. 

Preparado  el  local,  se  prohibió  severamente  ocultar  al  Gobierno  los 
atacados  de  la  terrible  enfermedad  ó  el  impedir  su  traslado  á  Culión. 

Toda  esta  colonia,  mírese  desde  el  puerto  de  los  leprosos  al  SE.  ó 
desde  el  Balala  al  NE.,  ofrece  un  magnífico  panorama:  porque  desde  el 
SE.  aparece  la  iglesia  en  forma  de  castillo  con  sus  torreones,  en  uno  de 
los  cuales  está  colocado  el  faro,  destacándose  á  su  izquierda  algunas  casi- 
tas de  leprosos  y  el  nuevo  hospital,  cuyas  largas  galerías  cubiertas  y  ador- 
nadas con  arcos  y  columnas,  constituyen  la  unión  de  los  departamentos  de 
hombres  y  mujeres,  y  por  fin  la  entrada  principal  con  escalinatas  á  entram- 
bos lados. 

Vista  la  colonia  desde  el  puerto  del  NE.  ó  sea  desde  Balala,  es  aun 
más  pintoresca;  porque  además  del  castillo  de  la  iglesia,  vése  á  la  izquier- 
da, el  antiguo  hospital  de  hombres,  en  la  plaza,  y  á  unos  veinte  metros  so- 
bre el  nivel  del  mar,  multitud  de  casitas  de  leprosos,  la  cocina  general  y 
dos  calles,  casi  llanas,  que  faldean  el  monte  ó  promontorio  y  otra,  bastante 
buena,  en  la  playa,  elevada  poco  más  de  un  metro  sobre  el  mar. 

Las  dos  que  conducen  á  Balala  vienen  á  empalmarse  y  desde  el  empalme, 
tienen  los  leprosos  prohibición  de  transitar  por  él  hacia  Balala.  Tanto  en  el 
camino  superior  como  en  el  de  la  playa,  se  está  colocando  un  tranvía  con  los 
aparatos  convenientes  para  hacer  él  trasbordo  de  las  vagonetas  de  la  línea 
baja  á  la  superior,  por  medio  de  un  ascensor  doble,  el  cual,  por  un  ingenio- 
so sistema  de  contrapesos,  elevará  las  vagonetas  cargadas  y  bajará  las  va- 
cías. Imprimirá  el  movimiento,  una  tonelada  de  agua  que  recibirá  cada  uno 
de  los  ascensores  antes  de  volver  á  la  línea  baja.  Se  está  colocando  una 


328 

gruesa  tubería  que  suministrará  el  agua  necesitada  para  llenar  los  tanques 
de  los  ascensores  en  unos  cuatro  minutos.  Esto  aliviará  á  los  pobrecitos  le- 
prosos que,  hasta  ahora,  se  ven  precisados  todos  los  viernes  á  acarrear, 
aun  sea  en  pequeños  bultos,  desde  la  divisoria  de  los  caminos  ó  calles,  has- 
ta la  cocina  general,  el  arroz,  leña  y  otras  vituallas. 

Supongo  que  no  dejará  de  interesar  el  modo  curioso  como  se  las  arre- 
gla un  chino  para  hacer  aquí  su  negocio,  que  por  cierto,  no  es  pequeño  el 
que  ha  hecho  en  los  cuatro  años  que  está  en  Culión.  Su  casa  y  tienda,  de 
materiales  lijeros,  están  situadas  en  la  divisoria,  de  donde  no  pueden  pasar 
los  leprosos  hacia  Balala.  Junto  á  la  tienda  tiene  un  como  pórtico,  donde  se 
reúnen  y  esperan  los  compradores,  á  quienes  despacha  desde  una  ven- 
tana sin  darles  entrada  en  la  tienda.  Para  el  pago,  en  unos  recipientes 
que  contienen  agua  fenicada,  se  echan  las  monedas;  así  las  recibe  el 
chino  desinfectadas.  Por  detrás  de  su  casa  sigue  el  camino  bajo  para 
Balala. 

Es  Balala  lugar  alegre,  alto  y  pintoresco,  junto  al  mar  con  edificios  es- 
calonados en  las  laderas  del  monte.  Tanto  desde  aquí  como  desde  la  colonia, 
puede  la  vista  espaciarse  tanto,  que  se  divisan  los  vapores  una  hora  antes 
de  su  llegada. 

Dista  Balala  de  la  colonia,  cosa  de  un  kilómetro  hacia  el  NE.,  detrás 
de  una  punta  del  mar.  En  este  lugar  se  encuentran  el  almacén  general,  la 
oficina,  las  habitaciones  del  director,  del  auxiliar,  del  pagador,  del  post- 
master,  ó  encargado  de  correos,  de  los  padres  y  un  hermano  S.  J.,  de  las 
madres  y  hermanas  hospitalarias  de  S.  Paúl  de  Chartres  y  de  los  trabaja- 
dores no  leprosos  (más  de  150  en  la  actualidad).  También  funcionan  aquí  la 
cocina  y  lavadero  para  los  arriba  mencionados.  Este  puerto  es  bueno  y  tie- 
ne un  pantalán  nuevo  de  piedra  de  más  de  sesenta  metros  de  largo,  al  cual 
pueden  atracar  algunos  buques  que  vienen  á  fondear  aquí.  En  este  sitio  es- 
tá próximo  á  terminarse  la  nueva  oficina,  edificio  de  dos  pisos,  todo  de  ce- 
mento armado  y  situado  en  la  misma  playa.  Los  altos  serán  para  habitacio- 
nes de  los  oficiales  de  la  colonia.  Además  está  en  construcción  un  buen 
edificio  también  de  cemento  para  trabajadores  y  visitantes  y  están  puestos 
los  cimientos  de  nuestra  casa,  igualmente  de  cemento,  y  empezado  el  res- 
taurant  de  oficiales:  una  nueva  cocina  y  horno  para  panadería  están  en  sus 
comienzos. 

Para  conocer  mejor  las  condiciones  climatológicas  de  la  colonia,  bueno 
es  tener  presente  que  la  isla  de  Culión  pertenece  al  grupo  de  las  Calamia- 
nes  y  está  situada  entre  los  once  grados,  treinta  minutos  y  once  cincuenta  y 
ocho,  latitud  Norte,  y  entre  los  ciento  diez  y  nueve,  48  y  120  grados  con 


329 

seis  minutos  long.  E.  de  Greenwich.  Su  extensión  se  aproxima  á  153  millas 
cuadradas  y  el  clima  resulta  bastante  templado  y  sano. 

La  isla  es  muy  amena,  con  cielo  claro  y  despejado,  y  aunque  general- 
mente montuosa,  ha  logrado  el  Gobierno  á  fuerza  de  trabajo  y  gastos  situar 
la  colonia  en  un  promontorio  de  modo  que  todos  los  edificios  se  hallen  cons- 
truidos en  solares  llanos.  Facilitan  la  buena  disposición  de  la  colonia  los  dos 
puertos  arriba  mencionados;  al  NE.  el  uno,  el  otro  al  SO.  de  la  isla.  Des- 
cuella la  iglesia  de  piedra,  rodeada  de  murallas,  que  la  defendían  antigua- 
mente de  los  ataques  de  los  moros  y  ocupa  la  meseta  que  corona  el  promon- 
torio: es  construcción  española  y  es  sensible  que  para  las  necesidades 
actuales  resulte  algo  pequeña,  pues  apenas  puede  contener  cuatrocientas 
personas.  Testigos  de  su  origen  y  firmeza  son  los  torreones  que  conserva 
y  dos  grandes  cañones  de  los  tiempos  antiguos. 

Una  de  las  primeras  atenciones  del  Gobierno  al  establecer  aquí  la  co- 
lonia fué  proveerla  de  agua,  elemento  sin  el  cual  difílmente  se  concibe  una 
leprosería  higiénica.  Son  horripilantes  las  relaciones  de  leproserías  faltas  de 
agua  que  han  llegado  á  mis  manos.  Basta  por  todas,  recordar  las  grandes 
dificultades  que  hubo  de  arrostrar  el  mártir  de  los  leprosos  el  P.  Damián 
Dewenster  al  comenzar  su  santa  misión  en  Molokai,  donde  había  un  sólo 
pozo  para  toda  la  leprosería.  Tanto  al  administrarles  los  Sacramentos  como 
al  celebrarles  la  misa,  el  mal  olor  casi  le  desvanecía. 

Atendiendo  á  esta  necesidad,  ha  procurado  el  Gobierno  que  abundase 
el  agua  en  Culión.  Prescindiendo  de  un  gran  depósito  construido  á  gran  al- 
tura en  un  monte,  á  donde  se  eleva  el  agua  por  medio  de  una  bomba  mo- 
vida por  gasolina,  ha  conducido  á  la  colonia  el  agua  de  un  pequeño  río  no 
lejano.  Esto  permite  que  todas  las  calles  tengan  dos  lavaderos  con  grifos 
que  dan  abundante  agua;  baños  con  dos  salitas  que  tienen  cuatro  duchas 
cada  una;  y  retretes  públicos,  pues  no  se  permiten  en  las  habitaciones  par- 
ticulares. Añádese  á  lo  dicho  un  bien  calculado  alcantarillado,  que  condu- 
ciendo las  aguas  á  un  depósito  desinfectante,  no  sólo  elimina  las  sustancias 
infecciosas,  sino  que  hasta  el  olor  anula,  arrojándolas  casi  limpias  al  mar,  y 
con  esto  se  tendrá  una  idea  de  cuánto  se  atiende  á  la  higiene  pública.  Este 
sistema  es  una  imitación  del  de  New- York. 

Dada  esta  abundancia  de  agua  pueden  los  leprosos  bañarse  cuanto  quie- 
ren, y  lo  hacen  con  frecuencia,  lavan  de  continuo  sus  ropas,  y  se  baldean 
muy  á  menudo  los  pisos  de  los  hospitales.  De  donde  nace  que  los  leprosos 
anden  limpios  y  aseados:  de  modo  que  el  verlos  no  causa  repugnancia  á 
pesar  de  los  vendajes  que  llevan  no  pocos  de  ellos.  Los  vendajes  sólo  sirven 
una  vez,  pues  los  que  han  servido  son  destinados  al  fuego  y  sustituidos  pro 


330 

otros  nuevos.  Forman  la  leprosería,  principalmente  un  hospital  nuevo  de 
cemento  armado  y  los  antiguos  de  hombres,  (ó  sea  la  casa  en  que  vivía  an- 
tes el  cura),  y  de  mujeres,  (casa  particular  de  grandes  proporciones),  ambos 
de  buenas  maderas,  destinados  ahora  á  leprosos  y  leprosas  que,  aunque  no 
con  enfermedad  grave  tienen  dificultad  en  andar  y  por  lo  mismo  no  podrían 
fácilmente  proveerse  en  la  cocina  de  la  colonia  tres  veces  al  día,  como  los 
demás.  Están  en  construcción,  un  hospital  auxiliar  y  otro  edificio  destinado 
á  una  Cooperativa,  bar  ó  cantina,  donde  podrán  estos  leprosos  proveerse 
de  lo  necesario,  á  precios  módicos.  Se  levantan  en  la  plaza  tres  kioscos, 
uno  para  baños,  otro  para  lavadero  y  el  tercero  para  retretes  con  todos  los 
aparatos  más  modernos  de  saneamiento  y  abundante  agua.  Ya  hicimos  men- 
ción de  la  cocina  general,  en  la  cual  se  prepara  la  comida  para  todos  los  le- 
prosos aquí  existentes,  los  cuales  son  al  presente  más  de  mil  ochocientos. 
Por  último  citaremos  la  casa  del  Gobierno  ó  Tribunal,  construccción  de 
buenos  materiales,  que  á  la  vez  sirve  de  cuartel  para  la  policía.  Además  de 
estos  edificios,  que  podemos  llamar  oficiales,  vense  convenientemente  dis- 
tribuidas unas  noventa  casitas  de  materiales  lijeros,  habitadas  por  leprosos. 

El  estado  general  de  los  leprosos  es  satisfactorio,  siendo  muchos,  mu- 
chísimos los  que  han  curado  de  sus  llagas.  Son  muy  raros,  acaso  no  llegan 
á  una  docena,  los  enfermos  de  aspecto  repugnante  por  estar  desfigurado  su 
rostro.  En  cambio  abundan  bastante  los  que  dan  profunda  compasión  por 
carecer  de  dedos  en  las  manos  y  en  los  pies,  contándose  algunos  á  quienes 
les  faltan  uno  ó  ambos  pies  ó  manos.  En  muchos  se  manifiesta  la  enfer- 
medad consumiéndoseles  poco  á  poco  los  dedos  de  las  manos,  en  virtud  de 
una  pequeña  llaga  que  se  les  forma  en  las  extremidades  de  los  mismos. 
Otros  enfermos  hay  que  no  presentan  más  síntomas  que  el  encogimiento  de 
los  dedos,  y  otros  que  sólo  presentan  algunos  lóbulos  en  las  narices  ó  en  las 
orejas  ó  en  ambas  partes,  y,  por  fin  otros  que  no  presentan  síntoma  exte-- 
rior  alguno,  constando  sólo  de  su  enfermedad  por  los  microbios  que  el  aná- 
lisis ha  descubierto  en  su  sangre. 

Entre  los  diversos  medicamentos  que  se  dan  á  los  pacientes  es  de  los 
principales  el  aceite  de  chaolmoogra.  Los  resultados  son  diversos,  y  si  bien 
se  obtienen  algunas  ventajas,  no  se  ha  dado  todavía  con  un  medio  radical, 
ni  aún  con  el  empleo  de  los  rayos  X,  que  van  cayendo  en  desuso. 

Con  la  lepra,  suelen,  los  infelices  aquí  asilados,  ser  víctimas  de  otras 
enfermedades  como  la  ceguera,  disentería,  tisis,  gangrena,  y  muy  particu- 
larmente el  beri-beri  que  ha  causado  grandes  estragos.  Por  estas  causas  se 
comprende  la  diferencia  entre  los  enfermos  entrados  y  los  existentes  en  la 
actualidad.  El  cuidado  que  se  tiene  de  los  enfermos  es  muy  esmerado,  tan- 


331 

to  de  parte  de  los  médicos  como  de  las  religiosas  y  enfermeros  y  enferme- 
ras leprosos,  que  las  ayudan  y  representan  un  buen  papel.  Tal  vez  á  esto, 
sin  excluir  otras  causas,  se  debe  el  estado  satisfactorio  de  la  colonia,  pues 
donde  el  promedio  mensual  de  defunciones  ascendía  á  150,  ahora  fluctúa 
entre  doce  y  quince.  La  alimentación  consiste  en  tres  comidas,  compuestas 
de  la  acostumbrada  morisqueta  y  otra  vianda  como  salmón,  y  pescado  y  carne 
de  vaca  dos  veces  por  semana.  El  desayuno  ordinario  es  de  café  con  leche 
y  morisqueta,  exceptuando  los  domingos  que  en  vez  de  café  se  les  da  cho- 
colate. 

A  todos  los  leprosos  se  da  cada  mes,  ó  cada  cinco  semanas,  un  peso  co- 
nant  y  á  los  enfermeros,  cocineros  y  policías  se  les  añade  un  pequeño  suel- 
do. Estos  gastos  con  los  demás  de  la  colonia,  vienen  á  dar  un  promedio 
diario  de  medio  peso  por  leproso,  que  en  números  redondos  aprecia  el  Go- 
bierno en  unos  ochocientos  mil  pesos  anuales. 

La  colonia  tiene  su  Gobierno  municipal  ejercido  por  los  mismos  lepro- 
sos, constando  el  municipio  de  un  presidente,  un  vicepresidente,  y  ocho 
concejales  con  su  cuerpo  de  policía  compuesto  de  un  teniente,  un  sargento, 
un  cabo,  y  diez  y  siete  polizontes.  También  son  leprosos  los  diez  y  nueve 
músicos  que  forman  la  banda  y  los  de  la  orquesta  y  coro  de  la  iglesia.  De  lo 
dicho  ya  puede  deducirse  que  el  gobierno  de  la  colonia  es  especial  en  sus 
leyes  y  está  á  cargo  del  director  de  la  colonia,  que  á  la  vez  es  Juez  de 
Paz,  capitán  del  puerto,  médico  provincial  y  jefe  de  policía. 

Las  comunicaciones  con  el  exterior  son  bastante  regulares,  pues  cada 
veinte  días  próximamente,  visita  la  colonia  un  vapor  mercante,  el  cual  des- 
pués de  tocar  en  Corón,  diez  días  después  visita  nuestro  puerto  á  la  vuelta 
para  Manila  viniendo  de  Puerto  Princesa  (Palawan)  y  Cuyo. 

Sin  duda  recordará  V.  R.  que  antes  de  venir  á  Culión  la  primera  expe- 
dición de  leprosos,  solicitó  el  Gobierno  un  padre  capellán  para  que  pudiese 
consolar  á  aquellos  infelices  enfermos  y  partiendo  del  hecho  de  que  la  mayo- 
ría serían  católicos.  Entre  los  diversos  padres  que  se  habían  ofrecido,  dignó 
fijarse  V.  R.  en  mi  humilde  persona  para  que  viniese  á  administrar  en  lo 
tocante  á  la  religión,  á  estos  mis  queridos  feligreses,  mandándome  el  13  de 
marzo  de  1905  venir  á  Culión  adonde  tuve  la  dicha  de  llegar  el  16 del  mismo 
mes.  El  buen  P.  José  Algué,  director  del  Servicio  Meteorológico  de  Fili- 
pinas, que  desempeñando  una  comisión  oficial,  tuvo  la  caridad  de  acompa- 
ñarme, me  ayudó  en  gran  manera  en  la  instalación,  durante  los  diez  días 
que  aquí  estuvo.  A  nuestra  llegada,  la  isla  estaba  desierta:  sus  antiguos 
moradores  la  habían  abandonado:  sólo  encontramos  doce  trabajadores  y  al 
Dr.  Demey,  con  su  señora  é  hijo. 


332 

Al  poco  tiempo,  el  25  de  mayo  del  mismo  año,  llegaron  las  madres  ó 
mejor  hermanas,  religiosas  de  la  congregación  de  S.  Paul  de  Chartres,  las 
cuales,  aunque  no  son  hijas  de  S.  Vicente  de  Paul,  se  dedican  álos  mismos 
ministerios  de  caridad.  Tienen  en  Filipinas  cinco  comunidades  y  se  hallan 
establecidas  en  la  India,  Cochinchina  y  Japón.  Cuatro  fueron  las  que  llega- 
ron á  Culión  en  la  fecha  citada,  pero  el  mucho  trabajo  que  sobre  ellas  pesa- 
ba demostró  muy  pronto  la  necesidad  de  aumentar  este  número  y  el  mismo 
Gobierno  obtuvo  que  vinieran  dos  más.  Viven,  como  queda  indicado,  en 
Balala,  en  una  casa  que  se  les  construyó  allí  con  una  hermosa  capilla  en  la 
que  tienen  Santísimo  Sacramento  reservado,  lo  cual  no  podemos  tener  nos- 
otros en  nuestra  casa  por  ser  de  ñipa  y  pequeíia:  confiamos  que  no  tarda- 
remos en  habitar  la  nueva,  presupuestada  en  once  mil  pesos. 

La  ocupación  de  estas  religiosas  que  son  unas  verdaderas  heroínas,  es 
atender  á  la  limpieza  de  los  tres  hospitales,  tanto  de  las  salas,  como  de  los 
vestidos  y  camas  de  los  allí  alojados.  También  tienen  á  su  cargo  las  clínicas, 
bajo  la  dirección  del  médico  auxiliar,  que  es  en  la  actualidad  un  español 
digno,  sabio  y  muy  celoso  de  la  salud  de  estos  desgraciados.  Estos  no  baja- 
rán de  unos  200  á  quienes,  bajo  la  dirección  del  doctor,  preparan  y  distri- 
buyen á  sus  tiempos  las  medicinas.  Sin  que  las  atemoricen  las  circunstan- 
cias del  tiempo,  van  mañana  y  tarde  al  hospital,  y  el  poco  tiempo  que 
permanecen  en  casa  para  comer  y  descansar,  rezan  mucho  y  cosen  trajes 
nuevos  para  leprosos.  Es  por  demás  añadir  que  tienen  muy  en  cuenta  la 
limpieza  de  cuanto  pertenece  á  la  iglesia  y  adorno  de  ella. 

El  bien  que  aquí  hacen  es  inmenso;  son  verdaderamente  madres  de 
estos  leprosos,  sobre  todo  de  las  niñas  y  de  las  jóvenes,  que  por  estar  aquí 
desterradas,  están  faltas  del  cariño  maternal,  supliéndolo  esas  buenas  reli- 
giosas con  su  solicitud,  amor  y  desvelo  admirables.  Ellas  procuran  que 
vivan  retiradas,  nos  ayudan  á  enseñarles  la  doctrina  cristiana  y  preparan 
para  ingresar  en  la  congregación  del  santo  Ángel  los  pequeñitos,  en  la  de 
hijas  de  María  á  las  jóvenes  solteras  y  en  la  de  las  Sagradas  llagas  y  en 
el  Apostolado  las  demás  mujeres.  Es  notable  el  trabajo  que  se  toman  cuando 
se  prepara  una  solemne  primera  comunión  de  niños  ó  para  que  salgan  luci- 
das las  procesiones  en  las  fiestas  del  mes  de  María:  ¡con  qué  gusto  y  primor 
visten  á  los  niños  y  sobre  todo  á  las  niñas  leprositas,  cuando  han  de  tomar 
parte  activa  en  alguno  de  estos  actos.  Éstas  les  tienen  tanto  cariño,  que  no 
dudo  en  decir  que  las  aman  tanto  como  á  sus  propias  madres.  ¡Bien  lo  nece- 
sitan las  pobrecitas  para  no  despeñarse  tarde  ó  temprano  en  el  abismo  de 
corrupción  que  rodea  á  algunos  de  los  aquí  aislados! 

Lo  cual  no  es  tan  de  extrañar  si  se  tienen  en  cuenta  las  circunstancias 


333 

que  han  rodeado  esta  fundación.  Por  una  parte  cierta  libertad  que  se  creyó 
conveniente  conceder  á  los  leprosos,  el  mal  ejemplo  de  algunos  escandalo- 
sos, el  alejamiento  de  los  parientes  y  conocidos,  y  por  otra,  muy  especial- 
mente el  afán  de  hallar  algún  solaz  en  las  largas  y  tristes  horas  que  á 
muchos  hacía  experimentar  la  nostalgia,  han  sido  causas  para  que  la  moral 
tuviese  mucho  que  corregir,  como  por  la  misericordia  de  Dios  se  va  corri- 
giendo. Detuvo  por  un  tiempo  la  marcha  moralizadora  de  la  Colonia  la  pre- 
sencia de  algunos  individuos  de  ideas  más  ó  menos  anticatólicas  que,  con 
su  influencia,  lograron  por  un  corto  tiempo  alejar  á  los  leprosos  de  la  igle- 
sia y  de  la  comunicación  con  el  P.  capellán.  Durante  este  período  intenta- 
ron los  protestantes  hacer  prosélitos,  con  resultados  casi  nulos.  Las  medidas 
tomadas  por  el  Dr,  Clemens  desde  su  llegada,  acerca  de  la  conveniente 
separación  de  los  leprosos,  sin  dejar  de  permitirles  las  visitas  á  sus  debidos 
tiempos,  han  ayudado  notablemente  á  disminuir  la  disolución  reinante.  A 
obtener  el  mismo  resultado  conduce  el  permiso  concedido  hace  poco  á  los 
leprosos  para  contraer  matrimonio,  lo  cual  antes  les  estaba  prohibido. 
Cuarenta  y  ocho  son  las  parejas  presentadas  ya  y  que,  esperan  solamente 
les  lleguen  los  exhortos  ó  proclamas  para  unirse  como  Dios  manda.  Una 
pareja  bendije  ya  anteayer.  Va  cambiando  esto  de  aspecto  á  fuerza  de 
ti<abajos  y  sudores  y,  sobre  todo,  con  la  ayuda  de  Dios,  se  hace  mucho 
bien.  No  es  el  menor,  la  buena  costumbre  establecida  de  confesarse  casi 
todos  los  que  van  entrando  en  los  hospitales,  de  lo  cual  se  sigue  que  pocos 
son  los  que  mueren  sin  recibir  los  últimos  Sacramentos, 

La  enseñanza  diaria  de  la  doctrina  cristiana  á  los  niños  y  niñas,  ayuda- 
dos por  leprosos  y  leprosas  inteligentes  y  de  buenas  costumbres,  las  con- 
versaciones santas,  las  pláticas  y  sermones  y  muy  en  particular  las  prime- 
ras comuniones  de  niños  y  niñas,  hechas  con  la  mayor  solemnidad  posible, 
son  medios  muy  poderosos  para  mover  á  los  leprosos  á  piedad  y  temor  de 
Dios.  A  menudo  hacemos  comuniones  generales  en  los  hospitales,  procu- 
rando que  sean  muy  devotas,  adornando  sencillamente  las  salas  y  cantán- 
dose algo,  suavemente  para  no  m.olestar  á  los  delicados.  Rézase  el  santo 
Rosario  y  algunas  oraciones  en  común,  y  aunque  no  se  obligue  á  nadie  á 
contestar,  no  deja  apenas  uno  de  hacerlo.  Pero  el  gran  fruto  que  aquí  se 
hace,  se  logra  con  las  congregaciones  piadosas.  En  ellas  además  de  la  ale- 
gría que  proporciona  á  estos  pobres  desterrados  el  trato  fraternal  y  cristia- 
no que  con  este  motivo  tienen  entre  sí,  se  ponen  en  comunicación  con  los 
religiosos  y  religiosas  y  ven  con  sus  propios  ojos  cómo  estos  se  sacrifican 
por  su  bien.  Los  leprositos  tienen  la  congregación  de  los  santos  ángeles  y 
ostentan  medalla  con  cinta  roja.  Las  doncellitas  que  aún  no  han  hecho  la 


334 

primera  comunión,  son  consideradas  como  aspirantes  á  la  congregación  de 
hijas  de  María,  y  hecha  ya  su  agregación,  llevan  cinta  azul.  Los  congre- 
gantes marianos,  jóvenes  solteros,  ostentan  cinta  también  azul.  Las  mujeres 
de  la  congregación  de  las  cinco  llagas,  escapulario  rojo,  y  los  del  Apos- 
tolado, el  propio.  Todas  estas  congregaciones  tienen  sus  reuniones  cada 
mes  y  su  comunión  mensual  y  muchos  de  estos  congregantes  no  se  conten- 
tan con  esto  y  reciben  al  Señor  cada  día.  ¡Lástima  que  la  iglesia  sea  tan 
pequefía  y  tan  pobre,  á  pesar  de  lo  mucho  que  hemos  gastado  en  ella!  Ya 
sabe  V.  R.  que  la  hallamos  desmantelada,  sin  ornamentos,  sin  imágenes, 
sin  campana,  sin  vasos  sagrados,  sin  mesa  de  altar.  Sólo  un  confesonario 
y  el  pulpito  hecho  pedazos  tirados  por  el  suelo,  es  lo  que  encontramos  á 
nuestra  llegada  y  una  campana  regalada  por  los  señores  americanos.  Falta 
el  quízame  que  hemos  pedido  ya  varias  veces  al  Gobierno.  Al  salir  los  ha- 
bitantes de  Culión  se  llevaron  todos  sus  trastos  y  también  el  reverendo 
Cura  Párroco,  con  licencia  del  Sr.  Obispo,  se  llevó  todo  lo  de  la  iglesia. 
Esa  procuración  tuvo  que  proveernos  de  lo  necesario,  y  V.  R.  mismo, 
cuando  nos  visitó,  nos  trajo  la  estatua  de  S.  Roque,  y  más  tarde  nos  envió 
la  de  la  Purísima  que  pidieron  los  mismos  leprosos.  Estas  imágenes  con  las 
del  Sagrado  Corazón  de  Jesús  y  de  S.  Ignacio  que  tenemos  desde  el  prin- 
cipio, son  objeto  de  una  tiernísima  devoción  de  parte  de  los  leprosos.  Al 
comprar  el  Gobierno  los  edificios  particulares,  compró  también  el  convento 
ó  habitación  del  padre.  No  pareció  conveniente  á  los  superiores  eclesiásti- 
cos vender  la  iglesia,  la  cual  sigue  de  la  Mitra,  para  uso  exclusivo  de  los 
católicos  de  la  colonia  y  obligándose  el  Gobierno  á  repararla.  Después  del 
baguio  del  2  de  este  mes  ha  quedado  enteramente  destechada  la  sacristía  y 
gran  parte  de  la  iglesia.  Vamos  á  ella  á  rezar  el  santo  Rosario  y  oir  confe- 
siones cuando  no  llueve.  Decimos  misa  en  el  centro  del  nuevo  hospital  desde 
donde  puede  ser  visto  el  sacerdote  sin  que  tengan  que  entrar  allí  los  lepro- 
sos. Damos  la  sagrada  comunión  en  la  puerta  derecha  é  izquierda  de  dicho 
hospital,  donde  colocan  las  camas  para  comulgar  los  enfermos  graves  y  así 
abstenernos  nosotros  de  andar  entre  las  filas  de  camas,  revestidos  con  los 
ornamentos  sagrados,  que  no  sería  posible  lavar  después. 

Nada  más  se  me  ofrece  decir  por  hoy  á  V.  R.  y  concluyo  suplicándole 
perdone  el  mal  rato  que  tal  vez  le  habré  dado  con  esta  larga  relación. 

En  los  SS.  y  00.  de  V.  R.  se  encomienda  su  ínfimo  siervo  en  Cristo. 

JHS. 

Manuel  Valles,  S.  J. 


MISIÓN 
CHILENO-ARGENTINA 


SEMINARIO  CONCILIAR  DE 
BUENOS  AIRES 


FIESTAS  DEL  SAGRADO  CORAZÓN  Y  DE  SAN  LUIS  GONZAGA. 
OTRAS  NOTICIAS  EDIFICANTES 


Carta  del  P.  Lucio  Alejandro  Lapalma  al  H.  Escolar  Enrique  Mainier 

Villa  Devoto,  5  julio  de  1909. 

Muy  amado  en  Cío.  H.  Mainier: 

Voy  á  dar  á  usted  algunas  noticias  de  por  acá,  y  sea  la  primera,  la 
fiesta  del  Sacratísimo  Corazón  de  Jesús,  materia  siempre  tan  dulce  y  con- 
soladora para  un  hijo  de  la  Compañía.  Yo  no  pude  presenciarla,  porque 
hube  de  ir  á  predicar  ese  día  á  la  ciudad  de  Mercedes,  pero  con  los  prepa- 
rativos que  vi  y  con  lo  que  á  la  vuelta  me  contaron  creo  que  tendré  materia 
suficiente  para  hacerle  una  descripción  bastante  exacta  de  ella. 

Celebróse  el  domingo  20  de  junio,  y  eligióse  ese  día  para  que  pudiese 
concurrir  el  mayor  número  de  fieles  posible;  pues  ya  sabe  usted  que,  siendo 
los  habitantes  de  este  pueblo  gente  de  jornal,  no  pueden  dejar  su  trabajo 
los  días  de  entre  semana  para  acudir  al  templo.  Este,  resultó  pequeño, 
según  me  dijeron,  para  la  enorme  concurrencia  que  se  juntó.  Hasta  de  Bel- 
grano  y  otros  centros  de  población  vecinos  vino  gente.  El  19  por  la  tarde 
se  cantaron  solemnes  vísperas,  y  de  más  está  el  decir  que  así  en  éstas  como 
en  los  oficios  del  siguiente  día  los  cantores  se  desempeñaron  á  maravilla. 
Contribuyó  no  poco  á  dar  solemnidad  á  la  fiesta  y  atraer  á  ella  gran  número 
de  devotos  el  haberse  disparado,  ya  desde  la  víspera  y  durante  casi  todo  el 
día,  infinidad  de  bombas  y  cohetes  voladores,  elevádose  varios  globos, 
y  contratádose  una  banda  de  música  que  dejase  oir  sus  acordes  durante  la 
procesión.  Hase  adoptado  este  método  del  ruido,  porque  ya  sabe  usted  que 
los  argentinos  somos  alegres  y  bullangueros,  y  nos  pagamos  mucho  de  cier- 

22 


338 
tas  exterioridades.  El  adorno  de  la  iglesia  corrió,  como  era  de  suponer,  á  car- 
go del  invicto  H.  Ribolleda,  que  tan  bien  sabe  salir  airoso  en  semejantes  oca- 
siones y  que  ese  día  echóla  casa  por  la  ventana.  Colgaduras  espléndidas, 
abundancia  y  riqueza  de  candelabros,  derroche  de  flores  así  naturales  como 
artificiales,  debidas  las  primeras  á  la  piadosa  generosidad  del  conocido 
Mr.  Hall  y  á  la  devota  solicitud  de  monjas  y  otras  personas  devotas  las 
segundas,  gasas,  tules,  brocados,  banderas,  estandartes,  todo  en  fin  cuanto 
de  algún  modo  pudo  contribuir  al  mayor  lucimiento  y  esplendidez  de  tan 
hermosos  cultos,  se  juntó,  se  amontonó,  por  decirlo  así,  dentro  y  fuera 
del  templo.  Y  digo  dentro  y  fuera,  porque  también  la  fachada  de  la  iglesia 
se  adornó  con  profusión  de  banderas,  banderolas  y  gallardetes,  destacán- 
dose entre  las  primeras  una  de  gigantescas  proporciones  con  un  hermoso 
corazón  en  campo  blanco,  que  se  enarboló  en  la  torre  entre  la  del  Papa  y  la 
argentina.  El  sermón,  que  predicó  el  P.  Darner  fué,  á  juicio  de  todos,  una 
verdadera  pieza  oratoria,  como  las  que  suele  hacer  él,  y  un  fervoroso  cán- 
tico de  gloria  entonado  en  honor  del  divino  Corazón. 

La  procesión  de  la  tarde  resultó  también  lucidísima.  Túvose  por  los 
corredores  ó  claustro  del  seminario,  y  los  altares  se  colocaron  en  los  cuatro 
ángulos  de  costumbre.  Este  recorrido  presenta  muy  hermoso  golpe  de  vista, 
más  ahora  que  las  paredes  interiores  están  revocadas  con  tan  exquisito 
gusto  y  el  vestíbulo  de  la  portería  adornado  de  cuadros  al  óleo  y  vistas 
fotográficas  del  seminario.  Añádase  á  esto  el  orden  y  compostura  de  los 
ciento  cincuenta  y  tantos  seminaristas,  que  revestidos  de  sobrepelliz  y  con 
velas  encendidas  en  las  manos,  acompañaban  al  Santísimo,  el  tremolar  de 
las  casi  doscientas  banderitas  blancas  con  un  corazón  en  medio,  de  los 
niños  y  niñas  del  catecismo,  que  abrían  la  procesión,  la  exactitud  y  majes- 
tad de  las  litúrgicas  ceremonias,  el  alegre  repiqueteo  de  las  campanas,  el 
incesante  estallar  de  los  cohetes  y  las  bombas,  los  acordes  del  canto,  las 
armonías  de  la  banda,  y  todo  ello  iluminado  por  un  sol  espléndido,  y  se 
formará  usted  una  idea  de  lo  bello  é  imponente  que  resultó  aquel  espec- 
táculo. Púsose  fin  á  él,  con  pegarle  fuego  á  una  larguísima  cuerda  de  pe- 
tardos y  bombas,  de  esas  que  en  Valencia  llaman  traca,  cuyos  horrísonos 
estampidos  retumbaron  por  toda  la  población. 

Otra  de  las  funciones  religiosas  aquí  celebradas  fué  la  de  san  Luis 
Gonzaga,  bajo  cuya  advocación  está,  como  supongo  que  sabrán,  la  congre- 
gación del  seminario  menor;  pero  como  en  ella  no  se  hizo  cosa  que  merezca 
especial  mención,  sino  que  se  ejecutó  al  pie  de  la  letra  el  programa  que 
creo  recibirían  ustedes  á  su  debido  tiempo,  no  me  detengo  en  describirla. 
Pasemos  más  bien  á  otra  cosa. 


339 
Habrán  oído  ustedes  sin  duda  hablar  por  ahí  de  la  venida  á  estas  tierras 
de  Blasco  Ibáñez.  Pues  bien,  no  es  la  suya  la  única  galante  y  desintere- 
sada visita  que  hemos  tenido  el  gusto  de  recibir  de  los  prohombres  de  la 
civilización  europea.  Vino  primero  el  italiano  Perrero  y  dio  sus  conferen- 
cias, y  como  éste,  aunque  fracasado  por  completo,  sacó  tripa  de  mal  año, 
volviéndose  á  su  tierra  con  un  más  que  respetable  costal  de  pesos  duros, 
dijéronse  otros  «aquello  es  Jauja»  y  se  nos  echaron  encima  como  manga  de 
langostas  famélicas  el  socialista  Ferry,  el  republicanísimo  Lerroux,  el  asque- 
roso Anatolio  France  y  finalmente  el  Blasco  Ibañez  de  mis  pecados.  Todos 
ellos  tocaron  en  grande  el  violón  en  las  conferencias  que  dieron  por  los 
teatros,  y  Ferry  hizo  más  todavía,  pues  llegó  á  afirmar  que  el  socialismo  no 
tenía  razón  de  ser  aquí  en  la  Argentina.  ¡Figúrese  usted  la  rabia  de  los 
compinches  que  le  habían  pagado  para  que  viniese  á  civilizarnos!  Patalea- 
ron que  daba  gusto  y  lo  echaron  poco  menos  que  á  puntapiés;  pero  él  diría 
de  seguro  «ahí  me  las  den  todas  con  tal  de  que  yo  fiaga  mi  agosto»,  como 
en  efecto  lo  hizo.  A  don  Anatolio,  como  aquí  han  dado  en  llamarle  por 
desprecio,  se  procuró  hacerle  el  vacío  ya  desde  antes  que  llegase,  tanto, 
que,  fuera  de  las  poquísimas  personas  de  suposición  comprometidas  en 
recibirle  y  obsequiarle,  por  ser  las  que  le  habían  contratado,  ninguna  me- 
dianamente decente,  acudió  á  escucharle,  y  hasta  los  periódicos  liberales  le 
tomaron  el  pelo  de  lo  lindo.  Oiga  usted  lo  que  pasó  ya  en  la  primera  de  sus 
conferencias,  y  de  aquí  podrá  inferir  cuan  selecto  fué  el  auditorio  que  en 
ellas  tuvo.  Comenzó  á  hablar  en  francés  con  una  nasalidad  y  una  monotonía 
detestables,  eligiendo  por  tema  la  vida  de  Rabelais  (Rabiolais  y  Aburrilais 
decían  los  chuscos),  y  como  nadie  entendía  ni  pizca  de  lo  que  iba  diciendo, 
á  poco  rato  empezaron  todos  á  bostezar  y  cabecear.  En  esto  nombra  á  la 
República  Argentina:  aplausos  atronadores,  terminados  los  cuales  salta  uno 
y  dice:  «Aplauden  para  no  dormirse»;  con  lo  que  se  excitó  la  hilaridad  del 
público  más  de  lo  que  el  orador  hubiera  deseado.  A  cabo  de  poco  se  le 
ocurre  hablar  de  le  son  argentin  des  cloches:  ¿argentin  dijiste?  habla 
sin  duda  otra  vez  de  la  Argentina;  aplaudamos,  pues,  y  aplaudieron  hasta 
reventar.  Y  así  fué  todo.  Y  sin  embargo,  este  farsante  se  ha  matido  bonita- 
mente en  los  bolsillos  la  friolera  de  cincuenta  mil  francos  por  las  cinco 
aburridoras  conferencias  que  ha  dado,  amén  de  los  gastos  de  viaje  y  otros 
gajes  extraordinarios.  Quejábasele  á  uno  de  los  ministros  uno  de  los  admi- 
radores del  conferenciante  de  les  cloches  argentines  de  que  en  el  ban- 
quete que  se  le  dio  (¡no  pasaron  de  cuarenta  los  comensales  en  una  ciudad 
de  millón  y  medio  de  habitantes!)  no  hubiese  tomado  parte  alguna  el  Go- 
bierno; ¿y  sabe  usted  lo  que  le  contestó  el  Ministro?  Pues  que  no  veía 


340 
motivo  ninguno  para  ello,  y  esto  por  cuatro  razones:  primera,  porque  al 
contratarse,  como  una  actriz  cualquiera,  un  hombre  que  dicen  es  rico  y  una 
celebridad  en  su  patria,  cosa  que  ninguno  de  nuestros  hombres  descollantes 
hubiera  hecho,  ni  aun  viéndose  acosados  por  la  pobreza,  ha  desmerecido 
mucho  en  la  opinión  del  Gobierno;  segunda,  porque  France,  como  sabio 
que  dicen  que  es,  debe  conocerse  á  sí  mismo  y  saber  por  ende  que  no  es 
orador  ni  mucho  menos:  ahora  bien,  presentársenos  á  hablar  como  orador 
sin  serlo,  y  esto  á  sabiendas,  es  tenernos  por  unos  tontos  que  no  entende- 
mos jota  de  oratoria;  tercera,  porque  nos  ha  venido  á  disertar  sobre  un 
hombre  cuya  vida  ni  en  Francia  mismo  interesa  lo  suficiente  para  reunir  un 
público  de  consideración;  y  cuarta,  porque  en  una  de  sus  conferencias  habló 
tan  puercamente,  que  las  pocas  señoras  que  había  tuvieron  que  retirarse  de 
la  sala,  siendo  de  sentir  que  la  iniciativa  partiese  de  ellas  y  no  de  los  hom- 
bres mismos,  á  quienes  propiamente  correspondía  enseñar  al  orador  lo  que 
por  lo  visto  ignoraba.  Y  terminó  diciendo:  ¿Le  parece  á  usted  que  el  venir 
á  eso  y  para  eso  atravesar  el  océano  puede  darle  título  á  honores  oficiales? 

Pero  basta  ya  de  don  Anatolio  y  digamos  algo  de  Blasco. 

Este  parece  que  conocía  el  terreno  que  pisaba  (quizás  venía  escarmen- 
tado en  cabeza  de  su  predecesor),  pues  comenzó  bastante  bien,  tanto  que 
ya  en  la  primera  de  sus  conferencias  emitió  juicios  como  este:  El  fanatismo 
religioso  no  influyó  en  nada  en  la  decadencia  de  la  España  del  siglo  xv.  Y 
á  este  tenor  siguió  hablando  mientras  disertó  sobre  temas  ajenos  á  la  tema 
que  ofusca  su  cerebro.  Pero  ocurriósele  en  mal  hora  lanzarse  á  forrajear 
por  los  campos  de  la  novela,  y  allí  fué  ella.  Cuando  otra  barbaridad  no 
hubiera  dicho  que  la  de  que  los  príncipes  de  la  novela  son  Balzac,  Víctor 
Hugo  y  Zola,  ya  teníamos  de  sobra.  El  País,  diario  liberalísimo  de  esta 
capital,  dice  hablando  de  él  entre  otras  cosas:  «Podemos  afirmar  sin  temor 
de  ser  desmentidos  que  su  conferencia  de  ayer  no  fué  en  manera  alguna 
un  exponente  del  pensamiento  español  contemporáneo.  No  es  con  tergiver- 
saciones á  la  historia,  no  es  con  alardes  patrioteros,  no  es  con  discursos 
intemperantes,  no  es  con  fantásticas  filosofías,  no  es  con  temas  de  dudoso 
buen  gusto  y  de  más  dudosa  moralidad,  no  es  con  estigmas  oprobiosos  á 
los  Borbones  que  el  señor  Blasco  Ibáñez  propenderá  al  acercamiento  entre 
España  y  América,  como  tampoco  obtendrá  nada  más  que  resultados  con- 
traproducentes, convirtiendo  el  proscenio  de  un  teatro  en  patíbulo  ó  en 
campo  de  degollina  de  frailes.  Las  pocas  familias  y  los  pocos  intelectuales 
que  hicieron  acto  de  presencia  se  retiraron  visiblemente  disgustados.  Al 
resto  del  público,  formado  en  su  mayoría,  como  dijo  el  mismo  señor  Blasco, 
por  «esclavos  del  mostrador»,  no  le  envidiamos  el  gusto,  que  se  tradujo  en 


341 

aplausos  dignos  de  él,  pero  que  no  hacen  gran  favor  al  conferenciante.  No 
es  posible  exigir  cultura  y  gusto  refinado  en  despachantes  de  azúcar  y 
kerosene  ó  enaguas  y  guipures,  etc.»  ¿Qué  le  parece  de  la  andanada?  Por 
su  parte  La  Voz  de  la  Iglesia,  en  uno  de  los  varios  sueltecillos  chispean- 
tes que  le  dedica,  tiene  estas  afirmaciones:  «Ante  todo,  el  señor  Ibáñez  no 
es  un  orador.  En  contra  de  la  opinión  generalmente  aceptada,  habla  con 
suma  dificultad,  realiza  prodigiosos  esfuerzos  para  encontrar  las  palabras, 
que  una  vez  halladas,  repite  hasta  el  cansancio;  vuelve  frecuentemente 
sobre  el  mismo  tema,  sin  ampliarlo  con  nuevos  razonamientos,  y  para 
arrancar  aplausos  echa  mano  de  un  recurso  que  no  está  de  acuerdo  con  su 
reputación:  la  gracia,  Pero  no  la  gracia  en  su  más  amplia  significación  fran- 
cesa... su  gracia  es  chiste.  No  importa  que  éste  vaya  á  caer  sobre  Gautier 
ó  sobre  cualquiera  otra  cumbre  por  el  estilo;  el  cuento  es  que  el  público 
ría,  aplauda  y  vuelva  contento  á  la  próxima  sesión». 

Mas  veo  que  me  voy  haciendo  pesado:  acabaré  dándole  algunas  noti- 
cias sueltas. 

La  fundación  de  la  universidad  católica  es  ya  un  hecho,  pues  en  la 
reunión  que  tuvieron  los  señores  Obispos  en  Lujan  se  resolvió  abrir  para 
el  año  entrante  la  facultad  de  derecho.  Está  además  aprobada  ya  la  carta 
orgánica  y  elegido  el  consejo  universitario,  compuesto  de  lo  más  conspicuo 
que  tenemos  en  materia  de  ciencia  y  religiosidad.  Este  centro  de  enseñanza 
está  llamado  á  producir  opimos  frutos. 

Las  obras  del  nuevo  noviciado  deben  haberse  empezado  á  estas  horas, 
pues  el  P.  Ortélls,  que  es  el  que  ha  de  dirigir  ó  vigilar,  ó  lo  que  sea,  su 
construcción,  salió  ya  días  pasados  para  Córdoba.  Levantaráse  dicho  edifi- 
cio en  Alta  Córdoba,  sitio  inmejorable  por  su  posición,  que  tuve  yo  el 
gusto  de  visitar  este  año  cuando  fui  á  aquella  ciudad  á  predicar  las  siete 
palabras  en  nuestra  iglesia. 

Díjonos  el  otro  día  el  señor  Arzobispo,  que  Monseñor  Linares,  obispo 
de  Salta,  como  usted  sabe,  le  había  preguntado  si  podía  mandar  sus  teólo- 
gos á  este  seminario.  Si  así  se  efectúa,  serán  ya  cuatro  las  diócesis  cuyo 
clero  se  forma  en  Villa  Devoto. 

Y  aquí  termino,  pues  ya  me  he  alargado  más  de  lo  que  pensaba,  encar- 
gándole recuerdos  afectuosos  para  todos  esos  RR.  PP.  y  CC.  HH.,  en 
cuyas  00.  y  SS.  mucho  me  encomiendo. 
Inf.  en  Cto.  s. 

JHS. 

Lucio  A.  Lapalma,  S.  J. 


CARTAS  SOBRE  LA  FIESTA  DE  S.  JUAN  BERCHMANS 
EN  EL  SEMINARIO  CONCILIAR  DE  BUENOS  AIRES 


Carta  1.^  del  P.  Lucio  A.  Lapalma  al  R.  P.  Superior  de  la  Misión 


Villa  Devoto,  15  agosto  de  1909. 

Muy  amado  en  Cío.  P.  Superior: 

A  vuela  pluma,  ó  mejor  dicho,  á  vuela  máquina,  le  trazo  estos  renglo- 
nes, para  darle  cuenta  de  la  fiesta  celebrada  aquí  anteayer  en  honor  del  an- 
gelical san  Juan  Berchmans,  patrono  de  la  congregación  mayor  de  este 
seminario,  pues  vale  la  pena  decir  algo  de  ella  y  aun  enviarlo  á  la  redac- 
ción de  las  Cartas  Edificantes,  si  V.  R.  lo  tiene  por  conveniente,  dadas 
las  proporciones  inusitadas  que  asumió  dicha  festividad  este  año.  Y  hágolo 
yo  por  cuenta  mía,  robándole  esta  gloria  al  P.  Corominas,  á  quien  de  dere- 
cho le  tocaba,  á  fin  de  poder  hablar  con  mayor  independencia,  ya  que  no 
soy  parte  interesada,  salvo  sólo  aquel  común  interés,  con  que  debemos  mi- 
rar como  nuestro,  el  bien  que  hacen  nuestros  hermanos  y  alegrarnos  de  él 
como  de  cosa  propia. 

¡Pobre  P.  Corominas!  ¡y  cuánto  trabajo  le  ha  costado  y  cuántas  desa- 
zones tal  vez,  preparar  dicha  fiesta  y  realizarla  con  la  esplendidez  nunca 
vista,  con  que  en  efecto  se  realizó!  Propúsose  dicho  padre,  según  él  mismo 
me  decía,  popularizar,  en  cuanto  fuese  posible,  el  nombre  y  culto  del  que- 
rubín de  Diest,  ya  que  hasta  ahora  uno  y  otro  no  habían  traspasado  los  lí- 
mites de  una  demostración,  digámoslo  así,  de  familia.  ¿Salió  con  su  inten- 
to? No  me  adelantaré  á  afirmarlo,  pero  cierto  que  el  primer  paso  dado  en 
este  sentido  puede  asegurarse  que  no  fué  paso  de  mosquito.  De  aquí  el  que 
nos  hayamos  quedado  sin  casa,  porque  el  P.  Corominas  nos  la  echó  ese  día 
por  la  ventana.  Los  atrayentes  programas  distribuidos  con  profusión  algu- 
nos días  antes,  no  me  dejarán  mentir.  En  ellos  habrá  visto  V.  R.  bombas, 
cohetes,  repiques  de  campanas,  globos,  dianas,  salvas  matinales,  etc.,  lo 
que  quiere  decir  que  se  les  procuró  dar  á  los  festejos  aquel  aire  popular  de 


345 

que  hasta  el  presente  habían  carecido.  Esto  excitó,  como  era  natural,  la 
curiosidad  no  sólo  de  la  gente  del  vulgo,  sino  también  del  elemento  aristo- 
crático de  Villa  Devoto  y  hasta  del  centro  de  nuestra  gran  capital,  de  modo 
que  aquello  fué  un  hormiguero  de  expectadores,  por  la  tarde  principalmen- 
te. ¡Y  qué  expectadores!  el  Sr.  Arzobispo,  el  Sr.  Internuncio,  Monseñor 
Romero,  auxiliar  de  la  Arquidiócesis,  el  Vicario  General  Monseñor  Duprat, 
Monseñor  Orzali  cura  de  San  Miguel,  el  cura  de  Balvanera  Dr.  Brasesco, 
muchos  otros  monseñores,  curas,  capellanes  castrenses,  etc.  etc.;  total,  cer- 
ca de  cuarenta  sacerdotes;  y  esto,  por  no  hablar  más  que  de  la  gente  granada. 
El  espléndido  día  con  que  nuestro  Señor  nos  regaló  después  de  casi 
una  semana  de  mal  tiempo,  parecía  ser  señal  de  la  complacencia  con  que 
miraba  desde  el  cielo  su  divina  Majestad  cuanto  en  honor  de  su  fiel  siervo 
Berchmans  se  preparaba.  ¡Y  eso  que  hasta  la  misma  víspera  hubo  amagos 
de  tempestad!  pero  se  ve  que  las  detonaciones  que  desde  mediodía  atrona- 
ron los  aires  hubieron  de  atemorizar  á  las  nubes  y  hacerles  decir  para  su 
coleto:  «con  esta  gente  no  se  juega»,  y  empezaron  por  fin  á  brillar  las  es- 
trellas sobre  un  fondo  diáfano  y  lucidísimo,  presagiador  de  la  tan  suspirada 
bonanza.  Luego  al  rayar  del  alba,  bombas  y  cohetes  otra  vez,  los  que  se 
fueron  sucediendo  á  intervalos  durante  todo  el  día,  dando  á  la  población, 
juntamente  con  los  varios  globos  que  se  elevaron  y  con  los  hermosos  acor- 
des de  la  banda  de  policía,  un  aspecto  de  animación  verdaderamente  en- 
cantadora. 

Excusado  es  decir  que  la  música  de  las  vísperas,  en  que  ofició  Mon- 
señor Duprat,  y  la  de  la  misa  de  pontifical,  que  celebró  Monseñor  Romero, 
fué  de  lo  más  selecto  y  bien  ejecutado  que  se  ha  oído  de  varios  años  á  esta 
parte.  Y  no  es  de  extrañar,  pues  V.  R.  ya  conoce  los  adelantos  que  en  esta 
materia  han  realizado  este  año  los  seminaristas  bajo  tan  sabia  y  atinada  di- 
rección como  la  del  P.  Morell,  antiguo  ilustre  miembro  de  la  suprimida  ban- 
da de  los  estanislaos  de  Manresa. 

Pero  la  nota  culminante  de  la  mañana  fué  el  panegírico  del  santo,  en 
que  Monseñor  Duprat,  con  aquella  galanura  de  lenguaje  y  aquella  profun- 
didad y  solidez  de  pensamientos  que  le  son  tan  peculiares,  no  sólo  enalteció 
debidamente  las  virtudes  del  simpático  patrono  de  nuestra  congregación, 
sino  que  dio  á  los  seminaristas  preciosos  documentos  para  las  futuras  lu- 
chas del  sacerdocio,  dejando  al  mismo  tiempo  pública  constancia  de  su  apre- 
cio y  veneración  hacia  nuestra  santa  Compañía,  cosa  esta  última,  como  muy 
bien  sabe  V.  R.,  tan  necesaria  en  estos  tiempos.  ¡Ojalá  que  tan  oportunas 
lecciones  se  graben  profundamente  en  el  corazón  y  la  inteligencia  de  los 
que  han  de  ser  más  tarde  sal  de  *la  tierra  y  luz  del  mundo! 


344 

Y  llegó  finalmente  la  hora  del  acto  Hterario-musical,  con  tanta  ansie- 
dad por  todos  esperado,  en  vista  de  los  preparativos  escénicos  que  entre 
bastidores  se  columbraban.  El  espacioso  salón  de  actos  del  seminario  resul- 
tó pequeño  para  la  enorme  concurrencia  que  lo  llenó  de  bote  en  bote,  y  has- 
ta en  la  galería  hubo  expectadores.  Rompió  el  fuego,  desde  ésta,  la  banda 
de  policía,  acompañando  con  una  marcha  triunfal  la  entrada,  en  el  recinto, 
de  los  prelados,  del  representante  del  Sr.  Intendente  de  la  capital,  de  los 
sacerdotes  y  demás  selecto  público.  En  el  escenario  veíase  en  primer  térmi- 
no y  medio  oculto  por  un  telón  improvisado  el  magnífico  buque  de  guerra 
«Juan  Berchmans»,  botado  pocos  días  antes  al  agua  en  los  astilleros  Morell: 
en  su  borda  cantó  un  coro  de  marineros  la  barcarola  « Cruzando  el  mar» .  Decir 
que  gustaron  mucho  por  la  limpieza  de  su  ejecución  y  por  la  novedad  con 
que  fueron  presentados,  estaría  de  más,  después  de  saber  que  quien  los 
dirigió  fué  el  mismo  constructor  del  acorazado.  El  discurso  del  Sr.  Piera, 
presidente  de  la  congregación,  fué  muy  aplaudido:  puede  verlo  V.  R.  publi- 
cado en  La  Voz  de  la  Iglesia  de  hoy.  Los  declamadores  se  desempeñaron 
con  bastante  corrección,  aunque,  como  había  muchos  números  de  música, 
ésta  y  no  las  poesías  fué  la  que  se  llevó  merecidamente  la  palma.  Termi- 
nóse el  acto  con  la  exposición  de  un  cuadro  vivo,  que  representaba  la  apo- 
teosis de  san  Juan  Berchmans:  destacábase  entre  nubes  el  santo,  en  actitud 
de  subir  á  la  gloria  y  ser  coronado  por  manos  de  un  ángel:  muchos  otros 
espíritus  celestiales  lo  rodeaban,  ofreciéndole  quién  una  azucena,  quiénes 
otros  distintos  emblemas  de  sus  virtudes  favoritas.  Gustó  tanto  este  nú- 
mero á  la  concurrencia,  que  lo  condecoró  con  los  honores  del  bis.  Y  cierto 
que  los  chiquitos  lo  hicieron  á  las  mil  maravillas,  sobre  todo  el  que  repre- 
sentó á  san  Juan  Berchmans. 

Y  aquí  termino,  padre  mío,  rogando  á  V.  R.  no  me  olvide  en  sus 
SS.  SS.  y  CO. 

Inf.  en  Cto.  S. 

JHS. 

Lucio  A.  Lapalma,  S.  J. 


Carta  2/  del  P.  Juan  Gorominas  al  R.  P.  Superior  de  la  Misión 


Villa  Devoto,  20  de  agosto  de  1909. 

R.  P.  José  Barrachina: 

Mi  muy  amado  P.  Superior:  V.  R.  sabe  con  cuánta  solemnidad  suele 
celebrarse  en  este  seminario  la  fiesta  de  san  Juan  Berchmans,  patrón  de  la 
congregación  de  los  teólogos  y  filósofos,  antes  única  en  el  seminario,  y  á 
la  que  se  honran  de  pertenecer  los  mejores  sacerdotes  de  la  arquidiócesis 
de  Buenos  Aires  y  de  la  diócesis  de  La  Plata.  V.  R.  estuvo  el  año  pasado  y 
pudo  juzgar  por  sí  mismo.  Pero  este  año  ha  superado  de  mucho  lo  que  se 
hizo  el  año  anterior;  con  razón  pudieron  escribir  en  la  Voz  de  la  Iglesia 
que  «superó  todas  las  previsiones  y  esperanzas»  añadiendo  dicho  diario 
que  «fué  un  verdadero  y  merecido  triunfo  de  los  RR.  PP.  jesuítas,  profe- 
sores dignísimos  de  nuestro  seminario  conciliar». 

Tres  semanas  antes  de  la  fiesta,  gran  parte  de  los  seminaristas  estaban 
ocupados  en  los  tiempos  de  recreo,  haciendo  gallardetes,  preparando  ador- 
nos, ensayando  coros  y  declamaciones  para  la  fiesta. 

Unos  meses  antes  habíamos  invitado  á  Monseñor  Duprat,  Vicario  Ge- 
neral de  la  arquidiócesis,  para  el  sermón;  nos  recibió  dicho  señor  con 
mucho  cariño  y  afecto,  tomando  en  su  amabilidad  como  una  honra  la  invita- 
ción que  le  hacíamos. 

Monseñor  Romero,  obispo  titular  de  Jasso  y  Vicario  General  ahora  de 
la  Armada  Argentina,  aceptó  así  mismo  con  mucho  gusto  la  invitación  que 
le  hicimos  de  venir  á  celebrar  de  pontifical  el  día  de  san  Juan  Berchmans. 

Para  atraer  á  los  niños  de  las  escuelas  á  la  sombra  de  la  Iglesia,  hi- 
cimos imprimir  unos  programas  de  colores  y  estilo  algo  llamativos,  ofre- 
ciendo premios,  caramelos  y  prendas  de  ropa  á  los  que  viniesen  dicho  día 
después  de  la  academia. 

El  señor  coronel  Falcón,  jefe  de  policía  de  la  capital,  célebre  cuando 
las  huelgas  pasadas  de  mayo,  nos  ofreció  gustoso  la  banda  de  policía  que 
se  compone  de  45  músicos;  y  la  compañía  de  tranvías  de  Lacroze  nos  hizo 
gran  rebaja  para  trasladar  en  coche  expreso  desde  el  centro  de  la  ciudad  á 
Villa  Devoto  la  nutrida  banda  de  la  capital. 


346 

Dentro  y  fuera  del  seminario  se  había  despertado  gran  interés  por  esta 
fiesta.  Un  inconveniente  gravísimo  se  presentaba,  el  tiempo. 

Hacía  tres  semanas,  ó  más,  que  las  nieblas  y  lluvias  se  sucedían  sin 
cesar.  Los  vientos  del  sudeste  soplaban  fijos;  como  estamos  fuera  del  cen- 
tro, temíamos  con  fundamento  que  se  aguara  la  fiesta  por  completo,  y  que 
no  pudiese  venir  nadie.  Así  se  mantuvo  el  tiempo  hasta  la  antevíspera  de 
la  fiesta.  Venida  la  víspera,  el  viento  cambió  y  durante  todo  el  día  estuvo 
soplando  el  pampero,  que  poco  á  poco  fué  barriendo  las  nubes,  hasta  que 
llegada  la  noche  dominando  por  completo  las  corrientes  superiores,  como  lo 
pudimos  ver  por  la  dirección  de  un  globo  que  se  elevó,  el  cielo  se  presentó 
limpio  y  claro  y  tachonado  de  estrellas  como  en  varias  semanas  no  había 
aparecido. 

A  las  doce  de  la  víspera,  gran  repique  de  campanas  y  el  estampido  de 
las  bombas  que  estallaban  en  el  aire,  anunciaban  á  los  tranquilos  habitan- 
tes de  Devoto  que  la  fiesta  había  llegado.  Toda  aquella  tarde  estuvieron 
atareados  los  seminaristas  en  colgar  guirnaldas  en  la  iglesia,  hechas  con 
hiedra  y  flores  de  aroma  que  nuestro  amigo  Mr.  Hall  y  otra  señora  inglesa 
nos  dieron  de  sus  jardines.  Otras  divisiones  de  seminaristas  también  se 
ocupaban  en  adornar  los  espaciosos  corredores  con  tiras  de  papel  de  colo- 
res, colocadas  de  tal  manera,  que  mirado  el  corredor,  sobre  todo  de  un 
extremo,  nos  parecía  á  lo  largo  un  toldo:  y  por  un  lado  la  bandera  argen- 
tina y  por  otro  la  pontificia. 

Otros  seminaristas,  bajo  la  dirección  del  P.  Morell,  estaban  ocupados 
en  terminar  un  gran  buque  que  había  de  desempeñar  brillantísimo  papel  en 
la  academia  del  siguiente  día,  y  otros,  por  fin,  en  dar  la  última  mano  á  los 
preparativos  del  cuadro  vivo,  en  el  que  se  había  de  representar  la  gloria 
de  san  Juan  Berchmans  y  que  tan  nutridos,  repetidos  y  calurosos  aplausos 
había  de  arrancar  el  siguiente  día. 

A  las  cinco  de  la  tarde  comenzaban  las  vísperas  del  santo.  Ofició  en 
ellas  de  preste  el  señor  Vicario  General.  Se  cantaron  con  toda  solemnidad: 
un  coro  de  140  voces  alternaba  constantemente  con  unos  pocos  que  canta- 
ban en  el  órgano. 

El  P.  Morell  había  ensayado  con  mucha  diligencia  á  los  seminaristas 
para  las  fiestas  de  semana  santa.  Las  vísperas  se  cantaron  como  nunca  las 
había  oído.  El  señor  Vicario  General,  salió  entusiasmado  de  lo  bien  que 
salmodiaban  los  seminaristas,  ensalzando  la  calma,  piedad  y  devoción  con 
que  se  hacían  las  cosas  del  divino  servicio. 

El  programa  popular  que  se  había  impreso,  iba  produciendo  su  efecto 
Los  alrededores  del  seminario  hormigueaban  de  niños  y  niñas  de  las  escue- 


347 

las  y  del  catecismo,  y  en  número  bastante  considerable  habían  asistido  á 
las  vísperas,  acto  no  muy  atractivo  para  chiquillos. 

Alboreó  el  día  13  limpio  y  sereno,  cual  en  manera  alguna  se  hubiera 
podido  imaginar.  Las  bombas  que  no  cesaban  de  retumbar  por  los  aires  lla- 
maban la  gente  á  la  iglesia.  A  las  seis  a.  m.  tuvo  lugar  la  misa  de  comunión 
que  celebró  el  Muy  Iltre.  Sr.  Vicario  General.  Había  de  haberla  celebrado 
el  Sr.  Arzobispo,  Dr.  D.  Mariano  Espinosa;  pero  la  llegada  del  doctor 
Saenz  Peña,  candidato  de  la  futura  presidencia,  lo  impidió. 

Muy  de  mañana  iban  llegando  los  señores  sacerdotes  congregantes, 
que  en  este  día  tienen  la  devoción  de  venir  á  celebrar  la  santa  Misa  en  el 
seminario.  Las  misas  de  los  antiguos  congregantes  no  se  interrumpieron 
desde  las  seis  y  media  hasta  más  allá  de  las  nueve  de  la  mañana,  hora  seña- 
lada para  la  Misa  pontifical. 

La  fachada  de  la  iglesia  estaba  toda  adornada  con  banderas  y  gallar- 
detes, lo  mismo  el  interior  de  la  casa.  Los  antiguos  congregantes  iban 
llegando  de  los  distintos  puntos  de  la  ciudad,  reinando  gran  entusiasmo 
desde  las  primeras  horas.  A  las  ocho  de  la  mañana,  hora  señalada  para  la 
llegada  de  la  banda,  resonaban  los  ecos  marciales  de  escogidas  marchas 
militares,  que  con  aire  triunfal  entraban  por  los  anchos  corredores  del  semi- 
nario. Unos  minutos  después  era  solemnemente  recibido  el  Sr.  Arzobispo 
por  la  comunidad  y  sacerdotes  al  son  de  los  acordes  de  la  banda  militar. 

Entretanto  la  iglesia  se  iba  llenando  como  los  días  de  mayor  fiesta  aquí 
en  Villa  Devoto:  cosa  nunca  vista  en  este  día. 

A  las  nueve  y  media  comenzó  la  misa  solemne.  El  coro  del  seminario 
cantó,  bajo  la  dirección  del  maestro  Sr.  Ortiz  de  san  Pelayo,  español,  gran 
amigo  de  los  padres,  la  misa  de  Stchele  á  cuatro  voces,  con  gran  maestría. 
Era  la  cuarta  vez  que  se  cantaba  en  el  seminario.  A  todos  gusto  muchí- 
simo. El  sermón  que  estuvo  á  cargo  del  señor  Vicario  General  fué  una 
acabada  pieza  oratoria.  Congregante  el  orador  ostentaba  la  medalla  de  la 
congregación  de  san  Juan  Berchmans,  lo  mismo  que  los  demás  sacerdotes 
antiguos  congregantes.  Presentónos  al  santo  como  modelo  de  las  virtudes 
que  deben  imitar  los  seminaristas  para  llegar  á  ser  dignos  ministros  del 
Señor.  Es  uno  de  los  mejores  sermones  que  he  oído  dentro  y  fuera  de  Bue- 
nos Aires;  creo  que  los  seminaristas  se  acordarán  por  largo  tiempo  de  las 
enseñanzas  del  panegírico  de  san  Juan  Berchmans. 

Al  fin  de  la  misa  cantóse,  como  estaba  anunciado,  la  Salve  monacal 
de  Montserrat  por  los  congregantes  antiguos  y  actuales,  formando  una  masa 
de  doscientas  voces  que  entonaban  con  gran  piedad  y  devoción  la  regia 
salutación  de  Nuestra  Señora. 


348 

Así  terminó  la  misa.  A  la  salida  de  ella,  nuevos  grupos  de  sacerdotes, 
que  no  habían  podido  llegar  á  las  primeras  horas  de  la  mañana  estaban 
esperando  la  salida  de  los  seminaristas  y  sacerdotes  con  el  alborozo  que  se 
puede  fácilmente  imaginar,  tratándose  de  amigos  que,  largo  tiempo  ha,  no 
se  han  podido  ver. 

La  banda  de  música  alegraba  los  corredores  con  sus  aires  marciales, 
mientras  iba  saliendo  de  la  iglesia  la  selecta  muchedumbre. 

Pasada  la  hora  del  banquete,  durante  el  cual  la  banda  ejecutó  varias 
piezas  de  su  escogido  repertorio,  el  P.  Vilella  entretuvo  á  los  señores  sa- 
cerdotes con  varios  experimentos  de  electricidad  con  aparatos  últimamente 
llegados  de  Alemania.  Así  los  sacerdotes  como  un  delegado  de  la  Intenden- 
cia de  Buenos  Aires,  en  representación  del  señor  Intendente  de  la  capital, 
quedaron  muy  complacidos  al  ver  los  adelantos  del  gabinete  de  física. 

A  las  dos  de  la  tarde  el  salón  estaba  eompletamente  lleno.  En  Villa 
Devoto  se  había  despertado  gran  interés  por  asistir  á  la  academia. 

Gustaron  muchísimo  los  coros  de  Clavé  dirigidos  por  el  P.  Morell. 

Todo  el  escenario  del  salón  presentaba  el  aspecto  de  un  gran  vapor 
tripulado  por  marinos. 

La  ilusión  era  completa.  ¿Quién  dijera  que  todo  estaba  hecho  con  cua- 
tro trapos  viejos  y  cinco  ó  seis  listones  de  madera  vieja?  El  cuadro  fué 
muy  aplaudido,  lo  mismo  que  las  declamaciones  y  piezas  ejecutadas  por  la 
orquesta  del  seminario. 

Pero  lo  que  arrancó  largos,  estrepitosos  y  no  interrumpidos  aplausos, 
fué  el  cuadro  vivo  que  representaba  la  gloria  de  san  Juan  Berchmans.  De 
él  dice  la  La  Voz  de  la  Iglesia,  <i.que  este  solo  cuadro  fué  un  poema 
inenarrable  y  valió  por  todo  un  certamen  de  veladas  y  academiasy . 

Representaba  este  cuadro  á  san  Juan  Berchmans  cual  se  le  suele  pintar, 
vestido  de  escolar  de  la  Compañía  con  el  ramillete  de  las  reglas,  Rosario  y 
Cruz  en  el  pecho,  rodeado  de  dieciseis  seminaristas  chiquitos  vestidos  de 
ángeles  que,  surgiendo  de  entre  nubes  formadas  de  gasas,  aparentemente 
cantaban;  unos  cuarenta  seminaristas  á  boca  cerrada  acompañaban  á  dos 
tiples  que  cantaban  escondidos  el  Benissez  Marie,  con  letra  apropiada 
á  san  Juan  Berchmans.  Los  niños  parecían  estatuas  verdaderas,  resaltando 
entre  todas  ellas  la  de  san  Juan  Berchmans  que  con  su  mirada  extática 
arrancaba  aplausos  y  la  admiración  de  todo  el  mundo. 

Terminado  el  acto  con  el  himno  á  san  Juan  Berchmans  cantado  por 
todo  el  seminario  á  los  acordes  de  la  banda  de  policía,  salió  la  asistencia 
para  dirigirse  al  patio,  que  está  entre  la  iglesia  y  los  corredores  del  apo- 
sento del  P.  Rector. 


349 

Allí  se  había  de  cantar  el  himno  nacional.  Los  niños  y  niñas  de  las 
escuelas  y  del  catecismo  al  otro  lado  de  la  red  de  malla  hecha  por  el  alam- 
brado, los  seminaristas  dentro  en  la  galería  de  nuestros  aposentos,  entona- 
ron todos,  sacerdotes,  seminaristas,  niños  y  demás  asistentes  el  himno 
nacional  con  acompañamiento  de  la  banda.  Fué  escuchado  el  himno  con 
religiosa  atención.  Acto  seguido  se  prendió  fuego  á  la  anunciada  «traca» 
popular  valenciana,  ya  casi  tan  popular  en  Devoto  como  en  las  regiones  del 
Turia,  llenando  con  sus  estampidos  los  aires  y  de  alegría  y  entusiasmo  los 
corazones  de  los  asistentes.  Siguióse  la  distribución  de  bombones,  prendas 
de  ropa  y  otros  objetos  prometidos  á  los  niños,  y  así  terminó  la  fiesta  del 
santo  patrón  de  la  congregación  san  Juan  Berchmans,  ya  tradicional  en  los 
anales  del  seminario  de  Buenos  Aires. 

Todos  los  sacerdotes,  que  pasaron  de  cuarenta,  se  despidieron  llenos 
de  entusiasmo,  alegría  y  agradecimiento  á  los  padres  y  al  P.  Rector, 
R.  P.  José  Qiné,  por  haber  sido  tan  obsequiados. 

Nadie  imaginaba  que  hubiese  de  concurrir  tanta  gente,  y  que  todo 
saliese  tan  bien.  Dios  nuestro  señor  lo  ha  bendecido  de  veras  y  en  toda 
la  línea.  Sea  todo  en  honra  y  gloria  suya. 

Estuvieron  en  la  fiesta,  además  del  señor  Arzobispo  y  Monseñor  Ro- 
mero, obispo  titular,  el  señor  Internuncio,  su  secretario  Monseñor  Cua- 
trocchi,  Monseñor  de  Anrea  y  Monseñor  Orlazi.  Son  muy  de  alabar  los 
seminaristas  por  su  actividad  y  por  la  sumisión  y  dependencia  con  que  han 
procedido  en  todo. 

Adiós,  mi  reverendo  P.  Superior.  Ya  ve  V.  R.  cómo  el  santo  padre 
Guarda,  vela  desde  el  cielo  por  su  congregación,  de  la  que  fué  por  espacio 
de  32  años  director. 

En  los  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  R.  mucho  me  encomiendo. 

De  V.  R.  siervo  en  Cto.  Jesús. 

JHS. 

Juan  Corominas,  S.  J. 


ECOS  DE  LA  «SEMANA  TRÁGICA>;  EN  BUENOS  AIRES 


Carta  del  P.  Lucio  A.  Lapalma  al  R.  P.  José  Barrachlna 


Villa  Devoto,  18  diciembre  de  1909. 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Provincial: 

Como  los  nuestros  de  ahí  estarán  con  zozobra  á  causa  de  las  noticias 
alarmantes  que  de  acá  les  habrán  llegado,  pienso  que  ha  de  serles  á  todos 
grato  el  conocer  con  exactitud  el  estado  actual  de  nuestras  cosas,  razón  por 
la  cual  me  tomo  el  trabajo  de  tejer  una  relación  detallada  de  los  sucesos  por 
que  hemos  atravesado  desde  el  infame  atentado  anarquista  del  14  del  pasa- 
do noviembre.  Mas  antes  de  entrar  de  lleno  en  materia,  conviene  tomar  un 
poco  de  más  atrás  la  corriente. 

Recordará  V.  R.  la  intentona  de  huelga  general  hecha  por  las  socieda- 
des anárquico-socialistas  en  los  primeros  días  de  mayo  último,  y  como  la 
actitud  enérgica  de  la  policía,  en  combinación  con  las  fuerzas  del  ejército, 
pudo  hacerla  fracasar  por  completo.  Logróse  tapar  por  fuerza  la  caldera 
hirviente;  pero  como  el  fuego  no  se  pudo  apagar,  la  tapa  tenía  necesariamente 
que  saltar  más  tarde  ó  más  temprano.  Los  diarios  de  las  sectas  no  cesaron 
entretanto  de  añadir  combustible  á  la  hornilla,  publicando  sueltos  incendia- 
rios, sobre  todo  desde  que  se  supieron  aquí  con  todos  sus  pormenores  los 
lúgubres  sucesos  de  Barcelona.  De  algunos  de  estos  sueltos  ya  tiene  cono- 
cimiento V.  R.,  pues  se  los  remití:  ahora  quiero  copiarle  parte  de  otros  dos 
que  han  venido  á  mis  manos,  para  que  los  saboree  á  su  placer.  Ambos  son 
del  periódico  anarquista  «La  Protesta»,  y  dice  así  el  primero:  ¡Compañeros 
de  desgracia!  ¡Hermanos  de  España!  Vosotros  vais  á  ser,  tenéis  que  ser  los 
protagonistas  del  drama  colosal  que  va  á  desarrollarse  en  esta  parte  de  la 
tierra.  Vais  á  redimir  y  á  ser  redimidos.  ¡A  la  obra!  Las  manos  del  jesui- 
tismo están  sucias  con  la  sangre  de  millones  de  víctimas  inocentes.  El  agua 
de  todos  los  mares  es  poca  para  lavar  esas  manchas.  ¡Es  necesario  el  fuego! 
¡A  encenderlo  para  que  sus  resplandores  iluminen  el  camino  del  progreso, 


351 

y  pueda  seguir  por  él  más  aprisa  la  verdad  que  ya  está  en  marcha!  Ahora 
tiene  la  palabra  la  dinamita».  En  el  otro  se  habla  todavía  más  claro,  pues  se 
dice  entre  otras  cosas:  «Para  conseguir  la  libertad  de  nuestros  compañeros 
de  Barcelona,  debemos  imitarles  el  ejemplo,  haciendo  de  Buenos  Aires  una 
segunda  Barcelona,  quemando  los  conventos  y  derribando  las  iglesias;  y  por 
fin,  si  llegase  á  ser  necesario,  se  emplearía  como  única  arma  el  puñal  y  la 
dinamita.  Ya  que  el  gobierno  español,  como  todos  los  demás,  quiere  con- 
cluir con  la  anarquía  á  toda  costa,  nosotros  que  amamos  y  defendemos  la 
anarquía,  por  ser  el  ideal  más  grande  y  noble,  debemos  buscar  todos  los 
medios  á  nuestro  alcance,  para  que  sea  la  anarquía  la  que  elimine  una  vez 
por  todas  á  todos  los  gobiernos  habidos  y  por  haber,  ya  sean  estos  argenti- 
nos, españoles,  franceses  é  italianos,  ó  cualquier  otro,  puesto  que  todos  son 
iguales;  y  á  pesar  de  sus  códigos,  leyes  y  ejércitos,  que  se  creen  con  dere- 
cho á  masacrar  al  pueblo,  porque  poseen  cañones,  ametralladoras,  mausers 
y  bayonetas.  ¡Pues  bien,  camaradas,  la  hora  se  acerca,  el  momento  es  opor- 
tuno! Levantemos  airados  la  frente,  y  que  nuestra  voz  de  protesta  atravie- 
se todos  los  ámbitos  de  la  tierra;  ya  pese  á  un  Maura  descabellado,  á  un 
Alfonso  criminal,  á  un  Falcón  antropoide,  á  un  Figueroa  imbécil,  etc.»  Éche- 
le ahora  al  papel  un  poco  de  ácido  fénico,  ó  mejor  unas  gotas  de  agua  ben- 
dita, y  siga  leyendo. 

Esta  descocada  actitud  de  las  hojas  revolucionarias,  junto  con  la  culpa- 
ble apatía,  cuando  no  indirecta  cooperación,  de  los  periódicos  liberales,  ha- 
cíannos temer  á  todos  un  fatal  desenlace.  Preveíalo  más  que  nadie  el  malo- 
grado coronel  Falcón,  que,  como  jefe  de  policía,  sabía  muchísimo  más  de 
lo  que  aparecía  en  público,  y  no  cesaba  de  importunar  al  Gobierno  con  no- 
tas y  conferencias,  pidiendo  la  promulgación  de  leyes  enérgicas  que  re- 
primiesen eficazmente  tan  nocivas  libertades.  Súpose  luego  la  condenación 
y  fusilamiento  de  Ferrer;  y  lo  que  se  dijo  é  hizo  no  sólo  aquí  en  Buenos 
Aires  mas '  también  en  toda  la  República,  no  es  para  contado.  Recuerde 
V.  R.  las  alharacas  de  Francia  é  Italia,  y  tendrá  una  idea  de  las  de  aquí, 
que  no  fueron  más  que  un  remedo  de  aquellas.  Con  todo,  la  intrepidez  y 
energía  de  Falcón  triunfó  de  nuevo;  pero  aquel  había  deser  su  último 
triunfo. 

Ya  desde  los  primeros  disturbios  de  mayo  comenzaron  á  lloverle  anó- 
nimos y  más  anónimos,  en  que  se  le  amenazaba  de  muerte  si  no  moderaba 
sus  ímpetus.  Despreciábalos  él,  valiente  como  era,  tanto,  que  habiéndosele 
desafiado  en  uno  de  ellos  á  que  no  era  hombre  para  presentarse  solo  tal 
día  y  á  tal  hora  en  la  Plaza  de  Mayo,  fué  allá,  bajó  de  su  automóvil  y  reco- 
rrió luego  á  pie  y  sin  compañía  de  ningún  género  toda  la  interminable  y 


352 

concurridísima  Avenida  de  Mayo  hasta  el  Palacio  del  Congreso.  Y  no  era 
que  no  supiese  apreciar  los  peligros  que  le  rodeaban,  sino  que  los  menos- 
preciaba con  magnanimidad,  casi  estoy  por  decir  estoica.  «Los  anarquistas 
me  han  dedicado  una  bomba»,  decía  con  frecuencia  ásus  amigos,  y  á  pesar 
de  todo,  ni  un  solo  agente  de  orden  público  quiso  jamás  tener  en  su  casa, 
y  había  prohibido  severísimamente  á  sus  subordinados  que  le  guardasen  las 
espaldas  en  parte  ninguna,  porque,  decía,  más  vale  que  sea  una  sola  la  víc- 
tima y  no  varias.  Este  valor  audaz  contribuyó  sin  duda  á  perderle.  Precipi- 
táronse por  fin  los  tristes  acontecimientos  de  la  manera  siguiente: 

Celebrábase  en  la  iglesia  del  Carmen  (que,  como  V.  R.  sabe,  está  muy 
cerca  de  nuestro  colegio  del  Salvador)  un  solemne  funeral  por  el  alma  de 
D.  Carlos  de  Borbón  (q.  e.  p.  d.)  el  día  7  de  noviembre.  Estaba  el  templo  lle- 
no de  gente:  en  la  puerta  había  un  grupo  de  hombres  conversando.  Un  des- 
conocido, que  en  ademán  al  parecer  indiferente  hallábase  sentado  hacía  ya 
buen  rato  en  uno  de  los  bancos  de  la  plaza  contigua,  se  levanta  de  repente, 
atraviesa  el  atrio  con  un  paquete  en  la  mano  y  va  á  penetrar  en  el  sagrado 
recinto.  Despréndense  entonces  dos  de  los  del  grupo,  y  echándosele  enci- 
ma, le  cogen  uno  por  los  brazos  y  otro  por  las  piernas  y  se  lo  llevan  preso. 
Eran  individuos  de  la  policía  secreta,  que  hacía  más  de  mes  y  medio  le  se- 
guían la  pista,  vigilándolo  día  y  noche  en  todas  partes  por  parecerles  hom- 
bre peligroso,  y  aquella  mañana  lo  habían  visto  salir  de  su  casa  en  actitud 
sospechosa.  Confesó  sin  ambages  sus  intenciones,  que  eran  volar  el  tem- 
plo, por  odio,  según  dijo,  á  los  frailes.  Él  resultó  ser  ruso  de  nacionalidad, 
y  la  bomba  de  una  potencia  explosiva  incalculable  y  llena  además  de  balas 
de  revólver.  Imagínese  V.  R.  los  estragos  y  el  número  de  víctimas  que  hu- 
biera causado  si  no  llega  á  atajarse  con  tiempo  tan  criminal  intento. 

Después  de  este  atentado  ya  todos  nos  persuadimos  de  que  comenza- 
ba para  esta  desgraciada  ciudad  la  era  del  verdadero  terrorismo  como  en 
Barcelona,  de  modo  que  no  nos  sorprendió  gran  cosa  la  noticia  que  por  la 
tarde  del  día  14  comenzó  á  circular,  de  que  habían  asesinado  por  medio  de 
otra  bomba  al  mismo  jefe  de  policía  y  á  su  secretario  particular.  Volvían 
ambos,  en  el  carruaje  del  primero,  de  asistir  en  la  Recoleta  al  entierro  del 
director  de  la  penitenciaria,  fallecido  el  día  anterior;  y  al  llegar  el  coche  á 
la  intersección  de  las  avenidas  Callao  y  Quintana,  alcanzólos  un  mozalbete 
al  parecer  de  unos  diez  y  ocho  años  de  edad,  y  á  quema  ropa  les  lanzó  la 
bomba  dentro  del  mismo  coche.  Ambos  quedaron  poco  menos  que  destroza- 
dos, pero  no  murieron  hasta  dentro  de  algunas  horas,  habiéndosele  tenido 
que  amputar  al  coronel  una  pierna,  y  creo  que  también  á  su  joven  secreta- 
rio. A  Falcón  lo  pudo  confesar  Monseñor  Romero  y  administrarle  la  extre- 


353 

maunción  el  Sr.  Cura  de  San  Miguel,  quienes  no  le  abandonaron  un  mo- 
mento, á  petición  del  mismo  paciente:  al  joven  Lartigau  corrieron  á  asistir- 
lo á  su  casa  los  PP.  Auweiler  é  ísola,  mas  los  de  la  familia  no  se  lo  dejaron 
ver,  diciendo  que  parecía  que  quería  reaccionar  y  que  en  caso  de  peligro 
les  pasarían  aviso  al  Salvador:  avisaron,  en  efecto,  pero  á  las  ocho  y  media 
de  la  noche,  cuando  ya  había  espirado. 

¿Qué  había  pasado  entretanto  con  el  criminal?  Ileso  como  por  milagro, 
emprendió  la  fuga,  y  hubiera  logrado  sin  duda  escaparse  á  no  haber  sido  la 
serenidad  del  coronel  Falcón,  el  cual,  aunque  se  estaba  desangrando  á  toda 
prisa  en  medio  de  la  calle,  les  dijo  á  los  que  le  rodeaban:  «Déjenme  á  mí  y 
persigan  á  ese  pillo  para  que  no  se  les  escape».  Salieron,  pues,  en  su  perse- 
cución dos  vigilantes  y  un  caballero  particular,  y  á  las  pocas  cuadras  (man- 
zanas de  casas)  le  dieron  alcance,  cuando  ya 'se  había  disparado  dos  tiros  de 
revólver  sin  lograr  herirse  más  que  levísimamente.  La  indignación  popular 
fué  indescriptible.  Aquella  misma  noche  y  á  la  siguiente  mañana  varios  gru- 
pos de  hombres  de  armas  tomar  asaltaron  diversos  clubs  anarquistas,  des- 
truyendo cuanto  en  ellos  encontraron  y  persiguiendo  de  muerte  á  los  indi- 
viduos que  pudieron  haber  á  las  manos.  La  policía  hubo  de  arrebatárselos, 
pues  la  gente  irritada,  á  voz  en  cuello  pedía  que  los  colgasen  de  los  faroles. 
Empastelaron  la  imprenta  de  la  infame  «Protesta»  y  le  destrozaron  todas 
las  máquinas,  y  dieron  otras  señales  por  el  estilo  de  su  justa  cólera.  La  po- 
licía se  encargó  luego  de  clausurar  las  redacciones  de  los  demás  periódicos 
socialistas  y  anarquistas. 

Como  la  situación  creada  por  los  sucesos  del  día  14  era  tan  anormal, 
las  medidas  que  tomase  el  Gobierno  habían  de  ser  también  extraordinarias 
y  rigurosísimas.  Celebró,  pues,  aquella  misma  tarde  el  Presidente  consejo 
pleno  de  ministros,  y  á  las  1 1  y  media  de  la  noche  estaba  ya  redactado  el 
decreto  del  estado  de  sitio  por  espacio  de  dos  meses  en  toda  la  República. 
Otros  dos  acuerdos  se  tomaron  por  unanimidad,  que  sirvieron  no  poco  para 
tranquilizar  los  ánimos,  y  el  segundo  de  los  cuales  puso  más  de  relieve  el 
valor  y  la  energía  de  nuestro  primer  mandatario  y  sus  ministros:  nombrar 
inmediatamente  nuevo  jefe  de  policía,  y  asistir  todos  ellos  en  corporación 
al  entierro  del  día  siguiente.  Y  aquí  es  bien  que  consignemos  el  digno  pro- 
ceder del  católico  ministro  de  Hacienda,  el  joven  Dr.  Iriondo,  antiguo 
alumno  nuestro  de  Santa  Fe,  quien  en  aquellas  angustiosas  circunstancias 
no  dudó  ofrecerse  á  dejar  su  cartera  para  tomar  el  delicado  y  peligroso  car- 
go vacante,  resuelto,  como  dijo,  á  proceder  con  toda  severidad  á  la  perse- 
cución de  los  criminales  y  represión  de  sus  malvados  propósitos.  No  se 
aceptó  su  ofrecimiento,  y  á  cabo  de  dos  días  de  mucho  pensarlo  y  discutirlo 

23 


354 

quedó  nombrado  el  coronel  Dellepiane,  del  arma  de  Ingenieros,  hombre,  se- 
gún me  han  dicho,  inflexible,  católico  práctico  también  y  de  no  mediana 
ilustración.  Hubo,  por  lo  tanto,  de  desistir  de  su  viaje  á  Europa,  que  ya  te- 
nía preparado,  pues  había  sido  elegido  poco  antes  para  presidir  la  comisión 
militar  que  funciona  en  Londres  y  corre  con  la  compra  de  armamentos  para 
el  ejército.  Al  Sr.  Arzobispo,  cuando  fué  á  felicitarle  por  su  nuevo  nombra- 
miento, le  dijo  que  no  cesase  de  encomendarlo  al  Señor  á  fin  de  que  le  pro- 
tegiese y  diese  acierto  en  el  desempeño  de  tan  escabroso  cargo:  lo  mismo 
contestó  á  la  felicitación  del  P.  Rector  del  Salvador,  en  cuyo  colegio  se 
educa  un  hijo  suyo. 

En  el  entierro  del  día  siguiente,  no  obstante  las  medidas  de  precaución 
tomadas  por  el  Gobierno  y  la  policía,  todo  el  mundo  estaba  con  el  alma  en 
un  hilo  temiendo  (y  no  sin  raz'ón,  como  después  diré)  que  se  llevase  á  cabo 
algún  grave  desmán:  nadie,  sin  embargo,  se  retrajo  de  asistir,  y  todo 
Buenos  Aires  puede  decirse  que  se  halló  presente  en  aquella  imponentísi- 
ma manifestaqjón  de  protesta.  Los  que  menos,  calculan  en  ochenta  mil  per- 
sonas el  número  de  las  que  formaban  el  fúnebre  cortejo.  Desde  el  Departa- 
mento central  de  policía  hasta  la  Recoleta  (es  decir,  unas  treinta  cuadras) 
fueron  todos  á  pie,  formando  una  compacta  columna  que  ocupaba  todo  el 
ancho  de  la  espaciosa  avenida  de  Callao.  Al  pasar  por  nuestro  colegio  del 
Salvador,  una  feliz  ocurrencia  de  los  NN.  sorprendió  agradablemente  las 
miradas  del  público.  Formadas  en  la  acera  de  enfrente  todas  las  divisiones, 
con  la  comunidad  á  su  cabeza  y  al  mando  de  un  teniente  del  ejército,  pre- 
sentaron armas  los  quinientos  alumnos  y  abatieron  sus  banderas  los  briga- 
dieres en  señal  de  duelo.  La  gente  los  miraba  con  admiración  y  hasta  con 
simpatía,  y  aun  hubo  quien,  al  ver  que  los  máuseres  que  empuñaban  eran 
reales  y  verdaderos,  le  preguntó  á  uno  de  los  colegiales  si  por  ventura 
iban  á  tirar,  contestándole  el  m.uchacho  con  mucho  desenfado:  «Ahora  no, 
pero  cuando  sea  necesario  sí».  Produjo  tan  buen  efecto  esta  manifestación  del 
Salvador,  que  todos  los  periódicos  hicieron  mención  honorífica  al  día  siguien- 
te. Hasta  aquí  todo  siguió  sin  novedad;  pero  al  llegar  la  cabeza  de  la  columna 
á  la  avenida  Quintana  (al  sitio  precisamente  donde  se  había  consumado  el 
crimen,  prodújose  una  alarma,  que,  si  no  paró  en  tragedia,  fué  solamente 
por  la  infinita  misericordia  del  Señor.  Dejóse  oir  de  pronto  un  silbido  y  vióse 
cruzar  la  calle  á  un  individuo  que,  en  traje  de  cartero,  hallábase  apostado 
en  aquella  esquina.  Precipitóse  todo  el  mundo  sobre  él,  y  en  menos  que 
cante  un  gallo  ya  la  policía  le  había  echado  el  guante  y  apoderándose  tam- 
bién del  que  dio  el  silbido.  Trabajo  costó  evitar  que  los  linchasen  lo  mismo 
que  á  un  infeliz  ratero  que  pretendiera  hurtarle  el  reloj  á  un  vecino  suyo: 


355 

¡tan  excitada  estaba  la  gente!  Hiciéronse  por  entonces  infinidad  de  conje- 
turas sobre  ambos  sujetos,  pero  yo  supe  después  por  uno  de  los  vigilantes 
que  los  prendieron,  que  el  fingido  cartero  llevaba  en  su  balija  la  bomba  que 
iba  á  arrojar  y  que  el  del  silbido  era  otro  anarquista  que  le  daba  la  señal 
convenida. 

Los  discursos  de  la  Recoleta  fueron  todos  gritos  de  protesta  contra  el 
crimen  y  los  criminales  y  los  que  los  amparan  ó  consienten,  principalmente 
el  Sr.  D.  Máximo  Pórtela  (padre  de  un  ex-alumno  nuestro  del  Salvador,  y 
creo  que  ex-alumno  también  él),  que  mereció  de  los  periódicos  liberales  la 
honrosa  distinción  de  no  ser  publicado  en  sus  columnas  y  que  omito  por 
brevedad;  haré  empero  constar  que  al  Ministro  del  Interior,  Dr.  Avellaneda, 
debió  de  complacerle,  pues  no  eran  sus  ideas  más  que  un  eco  de  las  ma- 
nifestaciones hechas  por  él  mismo  el  día  anterior  en  presencia  de  las  mu- 
chísimas personas  de  significación  que  asistían  en  sus  últimos  momentos  al 
coronel  Falcón.  «Urge,  les  dijo,  dejarse  ya  de  paños  calientes  para  con 
esos  viles  criminales,  para  con  esos  periódicos  que  excitan  á  las  masas  á 
usar  del  puñal  y  del  veneno  y  para  con  esos  clubs  en  que  se  enseñan  fórmu- 
las para  fabricar  bombas  y  explosivos.  Urge  adoptar  ya  leyes  severas  que 
barran  de  una  vez  de  nuestro  suelo  esa  escoria  que  nos  mandan  las  ciudades 
europeas». 

Los  hechos  hasta  aquí  narrados  son  rigurosamente  exactos:  de  la  exac- 
titud de  los  que  voy  á  referir  no  seré  yo  quien  responda,  porque,  como  la  pren- 
sa está  amordazada,  con  prohibición  absoluta  de  dar  la  menor  noticia  ni  ha- 
cer el  menor  comentario  que  con  el  anarquismo  y  sus  cosas  se  relacione, 
nos  hallamos  privados  por  el  momento  de  esta  fuente  de  información.  De 
aquí  el  que  mucho  se  diga,  mucho  se  exagere  y  aun  se  finja  mucho,  confor- 
me á  la  exuberancia  de  imaginación  de  cada  cual.  Con  todo,  no  diré  cosa 
cuya  noticia  no  me  haya  sido  suministrada  por  personas  bien  informadas  y 
dignas  de  todo  crédito. 

¿Quién  era  el  criminal?  En  los  primeros  días  resultaron  inútiles  todos 
los  esfuerzos  de  la  policía  y  del  juez  que  entiende  en  su  causa  para  saber 
su  nombre,  patria,  edad  y  demás  circunstancias  personales:  habíase  ence- 
rrado en  un  mutismo  absoluto,  sin  querer  contestar  á  pregunta  ninguna: 
hasta  resistió  á  la  prueba  del  hambre  y  de  la  sed,  á  que  dicen  se  le  sujetó, 
creo  que  por  espacio  de  cuatro  ó  cinco  días;  pero  vino  la  de  no  dejarle  dor- 
mir, y  no  tuvo  más  remedio  que  rendirse  y  cantar  de  plano.  Sábese  que 
también  es  ruso  á  pesar  de  que  habla  bien  el  español:  su  edad  y  su  nombre 
se  mantienen  ocultos.  De  averiguación  en  averiguación  se  ha  logrado  venir 
en  conocimiento  del  autor  de  la  otra  bomba  que,  como  V.  R.  recordará,  co_ 


356 
locaron  allá  por  maj^o  en  un  tranvía  de  la  empresa  Lacroze,  y  que  causó 
varias  víctimas:  parece  ser  tam.bién  éste  ruso  y  hermano  ó  algo  así  del  que 
pillaron  en  el  Carmen.  ¡Qué  gentecilla  nos  va  viniendo  de  Rusia! 

De  las  medidas  represivas  adoptadas  por  la  policía  desde  el  14  de  no- 
viembre hasta  hoy  no  se  sabe  otra  cosa  sino  que  ya  en  los  primeros  cinco 
días  habían  sido  presos  y  deportados  á  la  isla  de  los  Estados  (la  Siberia  ar- 
gentina) más  de  mil  quinientos  extranjeros  nacionalizados.  Porque  ha  de 
saber  V.  R.  que  algunos  de  nuestros  políticos,  para  lograr  más  fácilmente 
el  triunfo  en  las  elecciones,  han  apelado  al  medio  de  hacer  tomar  carta  de 
ciudadanía  á  lo  peorcito  de  la  chusma  europea,  que  son  quienes  se  prestan 
á  semejante  juego.  Tanto  es  así,  que  fastidiado  días  atrás  uno  de  los  jueces 
del  crimen,  el  Dr.  Veiga,  pasó  una  nota  nada  menos  que  al  Presidente  del 
Senado,  Villanueva,  amenazándole  con  que  le  levantaría  un  proceso  crimi- 
nal como  volviese  á  dificultar  otra  vez  con  sus  intercesiones  la  acción  de  la 
justicia.  El  examen  detenido  y  riguroso  de  los  inmigrantes  que  de  Europa 
nos  llegan  cada  día  es  otra  de  las  utilísinias  medidas  adoptadas.  Hace  dos 
semanas,  sin  ir  más  lejos,  atracaba  en  uno  de  lo*  muelles  un  buque  con  mil 
quinientos  rusos:  después  de  bien  revisados  sus  papeles  y  registradas  sus 
personas,  admitiéronse  veinticinco  de  ellos  y  los  demás  tuvieron  que  volverse 
por  el  mismo  camino  por  donde  habían  venido.  ¡Si  así  se  continuase  hacien- 
do siempre!  Y  lo  mejor  del  caso  es  que  la  limpieza  se  lleva  á  cabo  no  só\ 
aquí  en  la  capital,  sino  en  toda  la  Repübl  ica;  hasta  de  los  pueblecitos  más 
lejanos  y  escondidos  se  ha  traído  á  las  cárceles  de  Buenos  Aires  á  cuantos 
sospechosos  en  ellos  se  han  encontrado.  Créese  que  muchos  han  s  ido  ajusti- 
ciados á  la  sordina,  pero  de  esto  no  se  sabe  nada  de  cierto;  el  caso  es  que, 
como  nos  decía  tiempo  atrás  nuestro  amigo  D.  Pedro  Celestino  López,  que 
vive  á  una  cuadra  del  Departamento  central  de  policía,  todos  los  días 
al  caer  de  la  tarde  se  ve  aquella  calle  llena  de  mujeres  que  van  á  preguntar 
por  sus  maridos,  padres  ó  hermanos  que  han  desaparecido  de  sus  casas  sin 
saber  cómo;  y  la  policía  ¡inocente!  no  sabe  tampoco  dónde  están.  Con  esto 
reina  por  ahora  una  paz  octaviana. 

El  complot  descubierto  por  tan  incansable  labor  era  verdaderamente 
espantoso.  Habíanse  juramentado  en  un  centro  anarquista  del  Rosario  unos 
veinte  ó  más  sujetos  para  ir  haciendo  volar  por  medio  de  la  dinamita,  y  esto 
antes  de  que  se  terminase  el  año,  los  principales  bancos,  todas  las  iglesias 
y  casas  religiosas,  la  casa  de  Gobierno  y  la  particular  del  Presidente,  el 
palacio  del  Congreso,  la  jefatura  de  policía  y  no  sé  cuántos  edificios  más. 
Nuestro  seminario  (y  de  esto  tuvimos  aviso  por  persona  fidedigna)  era  uno 
de  los  principalmente  señalados:  ¿qué  sería  el  colegio  del  Salvador?  Las 


357 

autoridades  civiles  y  militares  estaban  también  condenadas  á  muerte  por  la 
impía  secta.  Así  se  explica  el  que  la  policía  de  la  capital  no  hubiera  podido 
impedir  la  trama  de  semejante  complot,  por  haberse  fraguado  fuera  del  al- 
cance de  su  jurisdicción,  aunque  tenía  casi  seguridad  completa  de  que  algo 
grave  se  venía  urdiendo  hace  tiempo,  por  repetidos  anónimos  que  le  remi- 
tieron del  Rosario  hasta  la  víspera  misma  del  atentado.  ¡De  buena,  pues, 
nos  hemos  visto  libres  por  la  infinita  misericordia  del  Señor!  ¿Volveremos, 
una  vez  levantado  es  estado  de  sitio,  á  las  andadas?  Dios  sobre  todo. 

Aquí  tiene,  pues,  mi  reverendo  P.  Provincial,  cuanto  he  podido  averi- 
guar y  escribir  con  el  único  objeto  de  enterar  bien  á  V.  R.  de  todo  lo  que 
pasaba.  Bien  sé  que  esto  no  me  toca  á  mí  de  oficio:  pero  ¿quién  puede  qui- 
tarme el  que  voluntaria  y  extráoficialmente  lo  haga?  De  todos  modos,  he 
pensado  hacer  en  ello  obra  meritoria  á  los  ojos  de  Dios  y  de  nuestra  Com- 
pañía. 

En  los  SS.  SS.  y  00.  de  V.  R.  y  de  cuantos  esto  lean  mucho  me  en- 
comiendo. 

Inf.  en  Cto.  s. 

JHS. 

Lucio  A.  Lapalma,  S.  J. 


DOS  ACTOS  CATEQUÍSTICOS. 

NUEVA   CONGREGACIÓN    MARIANA 

EN   EL  SEMINARIO  CONCILIAR   DE   BUENOS  AIRES 


Garta  del  P.  Lucio  A.  Lapalma  al  H.  Francisco  Galarza 


Montevideo,  2  enero  de  1910. 

Muy  amado  en  Cto.  H.  Galarza:  Aunque  incidentalmente  en  esta  po- 
población,  aprovecho  un  ratito  libre  para  darle  alguna  que  otra  noticia  de 
nuestro  seminario  de  Villa  Devoto,  que  son  las  que  más  á  V.  pueden  in- 
teresarle. 

Terminamos  el  curso  con  toda  felicidad,  aunque  con  mayor  jaleo  que 
otros  años  por  la  serie  de  actos  literarios  realizados  á  última  hora.  Y  digo 
serie  de  actos,  porque  de  tales  pueden  calificarse  también  los  dos  de  cate- 
cismo dados  por  el  rebañito  del  P.  Ñores,  ó  mejor  dicho  por  el  P.  Ñores  en 
pro  de  su  rebañito.  El  primero  de  ellos  tuvo  lugar  el  25  del  mes  pasado  á 
las  dos  y  media  en  el  salón  de  actos,  lleno  de  bote  en  bote  de  chiquillos  y 
chiquillas;  hasta  las  Hermanas  trajeron  á  los  suyos  del  asilo  de  Umberto  I, 
nombre  que  le  han  dado,  no  ellas,  sino  su  fundador  el  italianísimo  señor 
D.  Antonio  Devoto.  Debióse  tan  numerosa  concurrencia  infantil  no  sola- 
mente al  auge  que  ha  tomado  este  año  el  catecismo  de  este  antes  abando- 
nado pueblo,  sino  también  y  principalmente  al  gran  bombo  que  supo  darle 
el  P.  Agustín  con  un  anuncio-invitación  impreso  en  papel  del  color  y  la  for- 
ma de  los  carteles  de  las  corridas  de  toros.  En  él  se  hacía  un  entusiasta  lla- 
mamiento á  toda  la  gente  menuda  de  Villa  Devoto,  Lynch  y  Villa  del  Par- 
que, prometiéndoseles  el  oro  y  el  moro  si  asistían  á  la  función. 

Y  resultó  lo  que  se  esperaba:  que  acudieron  como  las  moscas  á  la  miel,  no 
ya  sólo  los  de  pantorrilla  al  aire,  sino  también  sus  padres  y  madres  y  parien- 
tes hasta  el  cuarto  grado  inclusive.  Y  he  aquí  á  nuestro  párroco  convertido 
en  misionero  sin  mucho  trabajo,  pues  mientras  la  linterna  hábilmente  mane- 


359 
jada  por  el  P.  Vilella  proyectaba  los  principales  misterios  de  la  vida,  pasión 
y  muerte  de  nuestro  señor  Jesucristo,  íbaselos  explicando  brevemente  el 
P.  Ñores,  mezclando  con  mucho  tino  las  reflexiones  que  juzgaba  convenien- 
tes para  la  amena  al  par  que  sólida  instrucción  de  su  auditorio.  Declamá- 
ronse también  algunas  poesías  y  se  intercalaron  números  de  música  y  can- 
tos, para  que  descansara  la  linterna,  como  les  decía  muy  serio  el  diser- 
tante. Salió  todo  muy  bien,  gracias  á  Dios,  y  era  de  ver  la  admiración  del 
pequeño  auditorio  á  cada  nuevo  cuadro  que  se  proyectaba,  admiración  que 
ellos  no  sabían  como  mejor  expresar  que  prorrumpiendo  en  un  ¡oh!...  sono- 
ro y  prolongado.  Terminado  el  acto,  se  les  repartieron  estampitas  y  se  les 
rifaron  juguetes,  palomas  y  hasta  conejos  vivos.  ¡Excelente  sistema,  aun- 
que costoso,  de  atraer  niños  á  la  Doctrina  y  lograr  que  sean  constantes  en 
asististir  todo  el  año! 

Por  el  estilo  fué  la  distribución  de  premios  á  los  mismos  alumnos  del 
catecismo,  aunque  no  hubo  en  ella  proyecciones  luminosas,  pero  sí  más 
cantos  y  declamaciones.  Yo  no  asistí  á  ella  porque  estaba  á  la  sazón  ocupa- 
dísimo,  pero  me  molieron  las  orejas  más  de  una  hora,  pues  del  sótano  de  la 
iglesia,  donde  tuvo  lugar,  á  la  ventana  de  mi  aposento  ya  sabe  V.  que  hay 
muy  poca  distancia.  Aunque,  á  decir  verdad,  prefiero  que  me  martiricen 
los  oídos  con  sus  gritos  y  algazara,  cada  día  si  fuese  posible,  á  verlos  á  los 
pobrecitos  abandonados  como  antes  por  esas  calles  de  Dios  sin  que  nadie 
se  preocupe  de  cultivar  en  sus  almas  la  buena  semilla.  Y  á  f e  que  si  en  to- 
dos los  barrios  de  la  ciudad  hubiese  un  centro  de  instrucción  para  la  niñez 
como  aquí  y  en  el  Salvador  y  en  casi  todas  las  parroquias  y  casas  religiosas 
le  hay,  podríamos  esperar  con  fundamento  que  se  renovase  en  pocos  años 
la  faz  de  la  sociedad  y  se  contrarestasen  en  gran  parte,  si  no  en  todo,  el 
daño  inmenso  que  están  haciendo  las  escuelas  modernas  á  lo  Ferrer,  que  ya 
funcionan  en  no  estaso  número,  diseminadas  por  todo  Buenos  Aires.  ¡Quie- 
ra Dios  suscitar  operarios  celosos  que  en  tan  fructífera  tarea  se  ocupen,  y 
almas  generosas  que  con  sus  bienes  de  fortuna  cooperen  á  ella! 

Y  ya  que  de  las  obras  de  regeneración  social  entabladas  en  nuestra 
iglesia  estoy  hablando,  ha  de  saber  V.  que  el  5  del  actual  se  inauguró  tam- 
bién en  ella  por  primera  vez  la  congregación  de  hijas  de  María  con  toda  la 
solemnidad  que  nuestra  pobreza  permitió.  ¡Qué  consuelo  daba  ver,  á  las  ocho 
y  cuarto,  después  de  la  misa  del  mes  de  María,  postradas  ante  el  altar  á 
unas  cuarenta  y  ocho  jóvenes,  consagrándose  con  toda  el  alma  á  su  dulce 
Madre  y  recibiendo  la  medalla  y  el  diploma  de  la  congregación!  Vestidas 
de  blanco  casi  todas  (y  esto  sin  que  nadie  se  lo  prescribiese)  y  radiantes  de 
alegría,  parecían  verdaderos  ángeles  del  cielo  que  estuviesen  jurando  va- 


360 
sallaje  á  su  Reina  soberana.  La  orquesta  de  los  seminaristas,  que  tantos 
progresos  ha  hecho  ya  en  tan  poco  tiempo,  sirvió  á  maravilla  para  amenizar 
el  piadoso  acto.  Con  esto  ya  no  falta  más  que  una  buena  congregación  de 
hombres  y  otra  de  jóvenes  y  niños,  á  las  que  se  podría  añadir  una  conferencia 
de  vicentinas,  para  que  todo  marchase  como  un  reloj.  ¡Lástima  que  sea  uno 
sólo  el  operario,  y  ese  delicado  como  lo  está  el  P.  Ñores!  Así.  no  puede,  cla- 
ro está  abarcarlo  todo,  al  menos  con  fundadas  esperanzas  de  un  buen  suceso. 

Algo  quisiera  decirle  también  de  los  trabajos  de  los  NN.  de  Regina  y 
del  Salvador  en  pro  de  las  almas,  ya  que  parece  que  ellos  (por  modestia  sin 
duda)  no  lo  hacen;  pero  como  voy  poco  por  allá,  apenas  tengo  datos  sufi- 
cientes para  hablar  con  verdadero  conocimiento  de  causa  y  sin  exponerme  á 
incurrir  en  alguna  inexactitud.  Del  P.  Masferrer  sé  que  el  Señor  bendice 
con  larga  mano  cuanto  hace  por  promover  su  gloria.  Un  solo  caso,  que  en 
este  momento  me  viene  á  la  memoria,  bastará  para  demostrarlo.  Hay  en 
Buenos  Aires  una  sociedad  esportiva  denominada  Jockey  Club,  á  la  que 
pertenecen  infinidad  de  caballeros  de  las  más  distinguidas  familias  de  la 
ciudad,  y  cuyas  entradas  son,  según  tengo  entendido,  cuantiosísimas.  Pues 
bien:  como  el  P.  Masferrer  dirige  las  conferencias  vicentinas,  trata  con 
frecuencia  á  las  esposas,  hijas  y  hermanas  de  muchos  de  aquellos  caballe- 
ros. Y  por  medio  de  ellas  parece  que  ha  obtenido  de  la  susodicha  sociedad 
una  limosna  de  cuatrocientos  mil  pesos  para  la  construcción  de  un  barrio  de 
obreros  en  Palermo,  sitio  muy  populoso  y  necesitado  de  cultivo  espiritual, 
por  haber  asentado  en  él  sus  reales  hace  ya  varios  años  los  protestantes. 
Dícenme  que  hay  ya  compradas  cuatro  manzanas  de  terreno  y  que  están  he- 
chos los  planos  de  todas  las  casas  y  de  la  iglesia,  al  rededor  de  la  cual  han 
de  agruparse  aquellas.  La  renta  para  el  capellán  que  ha  de  regentarla,  está 
ya  también  depositada  en  el  banco.  Obra  es  esta,  como  ve,  de  gran  servi- 
cio divino  y  bien  de  las  almas,  tanto  más  cuanto  que  los  progresos  del  so- 
cialismo en  Buenos  Aires  son  más  alarmantes  cada  día. 

El  resultado  de  los  exámenes  en  nuestro  colegio  del  Salvador  ha  sido 
este  año  más  halagüeño,  si  cabe,  que  los  anteriores.  Hasta  las  11  de  la  no- 
che creo  que  estuvieron  examinando  algunos  días,  pero  como  todo  se  hizo 
en  casa,  fué  menor  la  molestia  que  si  hubiesen  tenido  que  ir  al  Nacional. 

Y  queda  con  esto  vaciado  enteramente  el  co5/a/ de  mis  noticias. 

Recuerdos  á  todos  esos  buenos  padres  y  carísimos  hermanos,  en  cuyos 
SS.  y  OO.  y  las  de  V.  principalmente  mucho  me  encomiendo. 

Iní.  en  Cto.  s. 

JHS. 

Lucio  A.  Lapalma,  S.  J. 


RESIDENCIA  Y  CASA  DE  PROBACIÓN 
DE  CÓRDOBA 


VARIOS  MINISTERIOS  DE  NUESTROS  PADRES 


Carta  del  H.  Coadjutor  Antonio  Sauquet  al  P.  Juan  Capell 

Córdoba,  23  de  mayo  de  1909. 

Rdo.  padre  Juan  Capell. 

Amadísimo  en  Cto.  padre:  ¡Cuan  dulce  y  agradable  me  es  tomar  la 
pluma  para  felicitar  á  mi  inolvidable  padre  el  día  de  su  santo  patrón!  Con 
mucho  placer  lo  hago,  padre  mío,  deseando  que  V.  R.  pase  felicísimamente 
el  día  del  santo  Precursor,  y  que  para  V.  R.  y  para  todos  los  hijos  de  la 
Compafíía  sea  fiesta  precursora  de  abundantes  bendiciones  y  gracias. 

¿Y  qué  le  diré  á  V.  R.  de  los  ministerios  de  esta  casa?  Actualmente 
están  cuatro  PP.  dando  los  Ejercicios,  y  tres  misionando.  El  P.  Pont  en  el 
día  de  la  Ascensión,  nos  llenó  la  igesia  de  niñas,  para  hacerla  1.^  comunión 
unas,  y  para  cumplir  otras  con  el  precepto  pascual. 

El  día  del  Patrocinio  de  San  José  se  coronó  solemnemente  á  la  Virgen 
de  Lourdes,  que  tienen  por  patrona  las  congregaciones  de  los  josefinos  y 
Josefinas.  La  corona  se  ha  hecho  de  donativos  y  es  muy  preciosa.  Hará  como 
6  meses  hizo  un  milagro  sanando  repentinamente  á  una  señorita  inglesa  que 
vino  por  vez  primera  á  hacer  su  primera  comunión,  en  la  capilla  que  le  está 
dedicada,  diciendo  la  misa  el  P.  Florencio  Font,  Creo  les  mandarían  el  pe- 
riódico de  ésta  «Los  principios»  donde  está  relatado  dicho  milagro. 

Según  se  dice,  han  comprado  cuatro  manzanas  de  terreno,  ó  sea  40,000 
metros  cuadrados,  para  hacer  un  nuevo  noviciado,  y  no  sé  qué  más.  El  punto 
es  bonito  y  está  un  poco  apartado  de  la  ciudad.  En  la  actualidad  son  11  los 
HH.  novicios  escolares  y  4  los  HH.  coadjutores. 

Adiós  mi  querido  padre.  De  vuestra  reverencia  siervo  en  Cto.  Jesús. 

JHS. 

Antonio  Sauquet,  S.  J. 


MINISTERIOS  DE  ALGUNOS  PADRES 


Carta  del  H.  Antonio  Barlén  al  H.  Antonio  De  Laico 


Sierra  de  Córdoba,  14  diciembre  de  1910. 

Carísimo  H.  Antonio  De  Laico. 

Mi  amado  en  Cto.  H.  De  Laico:  Para  cumplir  aquello  del  refrán  anti- 
guo de  que  «obras  son  amores  y  no  buenas  razones»  voy  á  comunicarle  al- 
gunas noticias  edificantes  adquiridas  en  esta  residencia  de  Córdoba. 

Dos  ó  tres  veces  intenté  hablar  con  el  P.  Fernández;  pero  como  el  ce- 
loso P.  no  tiene  un  momento  de  descanso,  casi  es  imposible  conseguirlo. 
Con  todo  me  refirió  algo  de  lo  que  va  trabajando  con  los  presos,  á  quienes 
hace  confesar  y  comulgar  con  frecuencia.  Es  el  P.  Fernández  presidente  de 
una  asociación  ó  junta  protectora,  cuyo  fin  es  procurar  trabajo  ó  empleo  á 
los  presos  y  además  pagarles  el  viaje  para  poder  llegar  á  su  destino,  y  de 
esta  suerte  evitar  su  fácil  recaída.  Además  de  esto  ya  sabe  que  le  absorbe, 
por  decirlo  así,  el  trabajo,  tiempo  y  paciencia  que  ha  de  emplear  con  las 
3,000  Josefinas,  y  de  700  á  800  josefinos  efectivos,  de  los  cuales  varios, 
unos  180,  ya  son  propietarios.  El  barrio  ó  diversas  manzanas  de  estos  obre- 
ros josefinos  va  en  aumento;  el  mismo  Sr.  Presidente  de  la  República  ha 
traído  al  P.  Fernández  60,000  pesos  votados  por  la  Cámara  en  favor  de  su 
obra.  Quizás  asista  el  Sr..Sáenz  Peña  á  la  entrega  de  la  llave  á  diez  nue- 
vos obreros  propietarios  y  vea  V.  de  paso  cómo  se  resuelve  aquí  práctica- 
mente la  cuestión  social. 

Dicho  Sr.  Presidente  de  la  República  llegó  el  7  de  diciembre  á  Córdo- 
ba, asistiendo  poco  después  á  la  función,  que  los  universitarios  celebran  en 
nuestra  iglesia,  con  misa  cantada  y  sermón  del  P.  Fernández.  Al  reunirse 
con  el  claustro  universitario,  después  de  dicha  función  para  la  colación  de 
grados,  soltó  esta  frase:  «Digan  al  P.  Fernández,  que  ahora  en  mi  concepto 
no  es  P.  Fernández  solamente  sino  P.  Fernández  y  medio...»  El  sermón  fué 
un  sermón  moral  y  en  sustancia  les  vino  á  predicar  que  el  atraso  de  las 


363 

naciones  está  en  proporción  con  el  abuso  que  se  hace  de  los  placeres  y  vi- 
ceversa. 

El  P.  Isola  después  de  haber  misionado  con  el  P.  Costa  entre  los  nobles 
uruguayos  hasta  que  empezó  la  revolución,  se  vino  á  Córdoba,  donde  ha 
dado  una  misión  ó  Ejercicios  de  ocho  días  á  los  presos,  con  gran  éxito.  To- 
dos confesaron  y  comulgaron  con  mucha  devoción  y  edificación  de  los  ofi- 
ciales y  soldados  que  los  guardaban,  los  cuales  se  resolvieron  á  pedir  los 
Ejercicios  para  todo  el  batallón.  Se  los  dio  el  P.  Isola  y  quedaron  tan  con- 
tentos por  el  resultado  obtenido,  que  el  mismo  jefe  del  batallón  con  los  ofi- 
ciales trabajó  para  que  el  padre  los  diera  á  un  regimiento  de  caballería, 
acabado  de  llegar  de  campaña.  El  padre  con  mucho  gusto  les  complació, 
consiguiendo  con  la  gracia  de  Dios,  de  estos  buenos  cordobeses  el  fruto 
deseado. 

Saludos  al  P.  Rector,  P.  Ministro,  y  V.  no  se  olvide  de  mí  en  sus  ora- 
ciones. 

Inf.  en  Cto.  siervo  y  hermano. 

JHS. 

Antonio  Barlén,  S.  J. 


RESIDENCIA   Y  CASA   DE    EJERCICIOS 

EN 

CONCEPCIÓN  DE  CHILE 


LA  VIRGEN  DEL  PILAR  Y  LAS  BANDERAS 
HISP  ANO-AMERICANAS 


Garta  del  P.  Pablo  Hernández  al  P.  Juan  M.  Sola 


Concepción  de  Chile,  26  de  junio  de  1909. 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Sola:  El  relato  que  envío  á  V.  R.  no  es  de  cosa 
hecha  por  alguno  de  los  NN.;  pero  sí,  de  obra  emprendida  y  realizada  por 
un  señor  obispo  amante  de  la  Compañía,  que  nos  ha  dispensado  siempre  to- 
do su  favor  y  ha  solido  hospedarse  entre  los  NN.  en  Barcelona  y  en  Buenos 
Aires:  y  es  juntamente  de  tanta  eficacia  para  estimularnos  á  fomentar  la  es- 
trecha y  cordial  unión  entre  todos  los  países  en  que  trabajan  las  provincias 
de  la  Asistencia  de  España,  que  me  persuado  que  ha  de  hallar  un  lugar  pro- 
pio en  las  Cartas  Edificantes.  V.  R.  sentenciará,  como  mejor  y  compe- 
tente juez:  y  yo  paso  á  mi  narración. 

El  miércoles  23  de  junio  de  1909,  víspera  de  S.  Juan,  estuvo  con  nos- 
otros á  comer  en  esta  residencia  de  Concepción  de  Chile,  el  limo.  Sr.  D.  Ra- 
món Ángel  Jara,  obispo  de  Ancud,  ya  propuesto  á  S.  S.  Pío  X  para  obispo  de 
la  Serena,  en  compañía  del  limo.  Sr.  D.  Luis  Enrique  Izquierdo,  á  quien 
había  venido  á  saludar  el  día  de  su  santo  S.  Luis  Gonzaga:  habiendo  sido 
grandemente  admirada,  aun  de  los  impíos,  la  caridad  en  nada  afectada  ni 
fingida  de  que  ambos  han  dado  muestra,  obsequiándose,  alabándose,  cedién- 
dose continuamente  las  preeminencias  como  dos  cariñosísimos  hermanos. 

Moviósele  al  limo.  Sr.  Jara  en  recreo  la  conversación  de  las  banderas 
hispano-americanas  llevadas  por  él  en  1908  á  los  pies  de  la  Virgen  del  Pi- 


365 

lar  de  Zaragoza:  y  se  entretuvo  en  narrar  los  rasgos  principales  del  suce- 
so, que  se  consignarán  aquí,  si  bien  les  faltarán  la  viveza  y  colorido  que  él 
sabe  dar  á  cuanto  expresa. 

«Mi  idea,  dijo,  fué  de  unidad  y  acercamiento:  de  aquella  unión  que 
nuestro  señor  Jesucristo  quiso  que  fuera  el  distintivo  de  su  Iglesia:  y  al 
mismo  tiempo  pretendí  agrupar  y  fortificar  á  los  que  somos  de  una  misma 
raza,  no  sólo  latina,  sino  hispana,  adhiriéndonos  todos  á  lo  más  potente  y 
fuerte  que  Dios  nos  ha  concedido,  que  es  la  fe  y  la  religión  católica.  Pro- 
puesta en  Roma  cuadró  tanto  al  sumo  Pontífice,  que  la  miró  como  provi- 
dencial: y  hablándome  el  cardenal  Merry  del  Val,  secretario  de  Estado,  en 
nombre  de  Su  Santidad,  me  animó  calurosamente  á  llevarla  adelante:  y 
agregó  por  su  cuenta:  A  mí  no  me  conviene  aparecer  como  inspirador  ó 
fautor  del  proyecto,  para  que  no  digan  que  por  ser  español  trabajo  con  pa- 
sión por  mi  patria;  pero  tengo  la  idea  por  cosa  de  Dios:  tanto  más  que  ata- 
jará el  plan  diabólico  que  hace  algún  tiempo  están  desarrollando  los  impíos 
en  España,  y  ahora  quieren  darle  tono  y  publicidad  en  Zaragoza,  de  formar 
una  corriente  de  lo  que  llaman  españolismo,  pretendiendo  que  las  grande- 
zas patrias  antiguas  son  independientes  de  la  religión,  mientras  se  están  es- 
forzando en  asemejarse  á  los  franceses  con  su  Clémenceau». 

«Púseme,  pues,  á  trabajar;  pero  no  dejaron  de  ofrecerse  algunas  difi- 
cultades. Una  de  las  primeras  fué  la  repugnancia  de  algunos  prelados  á 
usar  de  la  bandera  nacional  para  rendirla  en  el  santuario  del  Pilar,  por  te- 
mor de  lo  que  dirían  ó  harían  las  autoridades  de  su  país.  Entre  otros  me 
dijo  un  obispo  mejicano:  «En  sabiéndolo  D.  Porfirio,  ^i)  me  echa  en  la  cárcel». 
Procuré  deshacer  las  prevenciones,  insistiendo  en  que  una  bandera  es  el 
signo  de  la  colectividad  nacional:  y  tiene  derecho  de  usarla  cualquier  ciu- 
dadano para  un  fin  digno  y  honroso,  cuanto  más  para  Un  acto  de  religión. 
Felizmente  todas  las  dificultades  se  allanaron  en  este  punto». 

«Húbose  luego  de  resolver  de  qué  calidad  habían  de  ser  las  banderas, 
y  dónde  se  habían  de  hacer.  En  mi  inolvidable  Buenos  Aires  habían  empe- 
zado á  trabajar  una  bandera  primorosa  y  riquísima,  con  extraordinaria  pro- 
fusión de  oro  y  bordados:  atajóse  el  intento,  que  iba  á  ser  sumamente  dis- 
pendioso para  todos  ó  á  establecer  una  diferencia  irritante  entre  los  iguales. 
Me  fabricó  las  diecinueve  banderas  una  sola  casa  de  Roma:  son  todas  de 
una  hechura  y  de  cinco  metros  de  alto:  costaron  cada  una  trescientos  pesos». 

«Tratóse  también  en  la  comisión,  cuyo  presidente  había  sido  nombrado 
yo,  del  orden  de  precedencia  de  las  banderas,  cuestión  no  despreciable,  por 


(1)    D.  Porfirio  Díaz,  Presidente  entonces  de  la  República  Mexicane 


366 
estar  destinadas  á  un  acto  de  tanta  publicidad.  Propuso  alguien  el  orden 
alfabético,  y  se  desechó  como  cosa  de  poca  significación  para  objeto  tan 
grandioso,  más  propia  para  decidir  competencias  de  colegiales,  que  para 
establecer  precedencias  de  naciones.  Otro  dijo  que  siguiera  el  orden  del 
descubrimiento:  idea  que  no  fué  aceptada,  porque  no  todas  fueron  des- 
cubiertas por  Colón  ni  por  un  mismo  expedicionario.  Fué  enunciado  también 
el  proyecto  de  hacer  desfilar  las  banderas  por  orden  cronológico  de  su  exis- 
tencia, contado  desde  la  fecha  en  que  cada  república  se  hizo  independiente; 
mas  al  punto  se  observó  que  ésta  era  esencialmente  fiesta  de  unión  de  afec- 
tos y  de  religión  con  España,  y  disonaba  de  tal  carácter  el  traer  á  la  memo- 
ria esceras  de  división  y  ruptura.  Finalmente,  prevaleció  y  fué  adoptada 
por  todos  como  la  más  natural,  mi  propuesta  de  seguir  el  orden  geográfico, 
empezando  por  Méjico  al  norte,  y  siguiendo  hacia  el  sur  por  todas  las  de- 
más. Es  verdad  que  á  Chile  correspondió  en  esta  serie  el  último  lugar,  por 
ser  la  más  meridional  de  ellas;  pero  tuve  el  consuelo  de  que  al  acabar  el 
desfile  por  delante  del  Papa,  quedase  la  bandera  de  mi  patria  la  más  cerca- 
na al  solio  pontificio  y  á  su  derecha,  atrayendo  con  su  estrella  las  miradas 
y  llevándose  las  primeras  bendiciones  de  la  santidad  de  Pío  X;  y  de  que 
después  de  desfilar  también  ante  la  Virgen  del  Pilar  en  la  Angélica  Capilla, 
y  al  ser  fijadas  todas  las  banderas  en  sus  columnas  de  dos  en  dos  formando 
pabellones,  permaneciese  también  allí  para  siempre  la  más  cercana  á  nues- 
tra bendita  Madre  igualmente  á  su  mano  derecha». 

«Explicar  lo  demás  que  pasó,  sería  demasiado  largo,  y  el  relato  se  en- 
cuentra en  los  escritos  ya  divulgados.  Estuve  en  Zaragoza:  y  el  anuncio  de 
que  iba  á  traer  las  banderas  después  de  hacerlas  bendecir  per  el  Papa,  pro- 
dujo una  conmoción  tal,  que  la  gente  no  hablaba  de  otra  cosa,  y  desde  el 
principio  quedaron  ahogados  los  conatos  de  Moret  para  realizar  el  plan  ya 
enunciado.  Fui  á  Roma:  y  el  desfile  y  la  bendición  constituyó  una  ceremo- 
nia tiernísima,  que  henchía  de  gozo  y  devoción  los  corazones  de  todos.  Y  al 
regresar  á  Zaragoza,  y  entregar  las  banderas,  protestando  que  allí  las 
traía  en  nombre  de  sesenta  millones  de  habitantes  del  Nuevo  Mundo,  que 
hablaban  el  mismo  idioma,  que  profesaban  viva  y  ardiente  la  misma  fe  que  los 
españoles,  y  venían,  representados  por  sus  banderas,  á  postrarse  rendidos 
ante  el  altar  de  la  común  madre  María  del  Pilar,  y  darle  gracias  en  aquel  su 
santuario  del  beneficio  insigne  de  su  fe  católica  que  de  allí  había  salido: 
el  entusiasmo  en  todos  fué  indescriptible.  Más  tarde,  el  Capitán  general  de 
Zaragoza,  en  nombre  del  Rey,  me  condecoró  públicamente  con  la  gran  cruz 
de  Isabel  la  Católica.  Y  aquellas  diecinueve  banderas,  puestas  á  los  pies  de 
nuestra  Madre,  han  atraído  recientemente  á  aquella  misma  Angélica  Capi- 


367 

lia  la  enseña  de  la  madre  patria,  pues  con  sus  colores  de  oro  y  gualda  se 
ostentará  dentro  de  poco,  rodeada  de  todas  ellas,  una  riquísima  bandera  de 
España,  costeada  con  erogaciones  voluntarias,  cuya  suscripción  encabeza 
S.  M.  Alfonso  XIII». 

«Con  la  presentación  de  las  banderas  de  diecinueve  repúblicas  hispano- 
americanas en  el  santuario  nacional  de  la  fe  de  España,  no  sólo  hemos  pre- 
tendido realizar  una  obra  religiosa,  que  ha  sido  el  fin  principal;  y  lograr  una 
cordial  y  simpática  unión  de  amistad  con  la  madre  patria,  que  también  ha 
sido  nuestro  intento;  sino  que  se  han  buscado  en  lugar  secundario  fines  hu- 
manos honestos  y  laudables.  Se  ha  trabajado  por  unir  nuestra  raza,  que  es 
española,  fortificándola  en  lo.  que  tiene  de  característico,  que  es  la  fe  cató- 
lica y  los  pensamientos  levantados,  para  defendernos  de  la  invasión  de  es- 
píritu mercantil  y  utilitarista  que  nos  va  inoculando  la  raza  sajona,  sea  por 
el  elemento  inglés  y  norteamericano,  ambos  protestantes,  sea  por  el  ele- 
mento alemán,  también  protestante  en  su  mayoría.  Se  ha  dado  igualmente 
un  nuevo  paso  para  fomentar  y  desarrollar  el  intercambio  comercial  inme- 
diato de  las  naciones  hispano-  americanas  con  la  Península  española;  pues 
ha  llegado  nuestra  separación  en  esta  parte  hasta  el  extremo  de  que  se  nos 
estén  vendiendo  con  marca  alemana,  las  telas  de  las  fábricas  de  Cataluña, 
y  con  marca  alemana  también  los  vinos  españoles». 

Hasta  aquí  el  limo.  Sr.  obispo  Jara. 

La  Virgen  del  Pilar  eche  su  maternal  bendición  á  toda  la  obra. 

En  los  SS.  SS.  y  00.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

De  V.  R.  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Pablo  Hernández,  S.  J. 


COLEGIO  DE  SAN  FRANCISCO  JAVIER 
DE  PUERTO  MONTT 

EL  R.  P.   PEDRO  FINM<,  S.  J. 
t    QUICAVÍ  EL  11  DE  OCTUBRE  DE  1909. 

NOBLE  ACTITUD  DEL  VECINDARIO.  TRASLACIÓN  DE  SUS 
RESTOS  Á  PUERTO  MONTT.  SUS  FUNERALES 

Relación  de  un  periódico  católico  de  Puerto  Montt 

El  sábado  pasado,  9  del  corriente,  el  P.  Superior  de  los  jesuítas  de 
esta  ciudad  recibió  un  telegrama  del  P.  Pedro,  que  se  hallaba  misionando 
en  Buta-Chauques  en  el  cual  le  decía  que  se  sentía  enfermo,  y  le  rogaba 
enviara  medicinas.  A  la  caída  de  la  tarde  del  mismo  día  otro  telegrama  más 
alarmante  anunciaba  que  el  estado  del  padre  era  tan  grave,  que  se  le  ha- 
bía tenido  que  trasladar  á  Quicaví  á  casa  del  señor  don  Nicanor  Antonis, 
donde  se  le  habían  administrado  los  líltimos  auxilios,  y  se  pedía  el  envío  de 
un  vapor  especial  que  pudiera  trasladarle  á  Puerto  Montt.  Inmediatamente 
el  P.  Superior  hizo  las  diligencias  del  caso  y  consiguió  fletar  el  vaporcito 
Elsa  de  don  Carlos  Oelckers,  que  zarpó  de  este  puerto  á  las  dos  de  la  tar- 
de del  domingo,  llevando  á  su  bordo  á  los  señores  D.  Clemente  Ebel  y 
Bernardo  Bohle,  encargados  de  asistir  en  el  viaje  al  enferm.o  y  conducirle 
acá.  El  lunes  11,  el  señor  Ebel  comunicaba  en  telegrama  enviado  desde 
Quicaví,  la  muerte  del  P.  Pedro,  ocurrida  á  la  una  de  la  madrugada  de  ese 
día,  dos  horas  después  de  su  arribo  á  ese  puerto,  y  que  esperaban  solamen- 
te la  licencia  solicitada  de  la  Intendencia  de  Chiloé  para  trasladar  sus  restos 
á  Puerto  Montt.  Llegaron  estos  efectivamente  á  las  11. 

Por  testigos  de  vista  y  por  carta  del  mismo  P.  Pedro,  escrita  en  Tac, 
el  2  del  actual,  y  del  señor  Cura  de  Tenaún,  presbítero  don  Gabriel  Oyar- 


369 

zun,  fechada  en  Quicaví  el  1 1  del  corriente,  se  han  sabido  los  siguientes 
pormenores: 

El  28  de  septiembre  hallándose  en  la  misión  de  Buta-Chauques,  dos 
días  antes  de  pasar  á  la  isla  de  Tac,  sobrevino  al  padre  un  violento  catarro, 
que  á  los  pocos  días,  le  obligó  á  interrumpir  sus  trabajos,  y  trasladarse  á 
Quicaví  de  donde  pensaba  regresar  á  Puerto  Montt  á  la  primera  oca- 
sión. 

Llegó  á  ese  puerto,  el  sábado  pasado,  en  una  pequeña  embarcación, 
con  las  fuerzas  ya  enteramente  exhaustas. 

El  señor  Nicanor  Antonis,  su  digna  señora  é  hija  prodigaron  al  enfer- 
mo con  esquisita  generosidad  los  más  solícitos  cuidados.  Pero  el  mal  se  fué 
agravando  por  momentos  hasta  el  punto  de  que  el  señor  Cura  de  Tenaún 
creyó  prudente  administrarle  todos  los  sacramentos  que  el  enfermo  recibió 
con  santa  resignación  y  grande  edificación  de  los  fieles.  Hecho  lo  cual,  el 
señor  Cura  le  preguntó  si  tenía  todavía  algún  encargo  que  hacer  al  P.  Su- 
perior de  Puerto  Montt:  el  enfermo  ya  no  pudo  contestar.  A  la  una  de  la 
noche  entregó  su  alma  al  Criador,  muriendo  como  valeroso  soldado  de  Jesu- 
cristo en  el  campo  de  batalla. 

Grande  fué  el  sentimiento  de  los  que  presenciaron  la  muerte  del  padre: 
del  señor  Cura,  de  la  familia  de  don  Nicanor,  de  los  dos  caballeros  de  Puer- 
to Montt,  de  los  fiscales  y  de  muchos  otros  vecinos  que  dieron  las  más  ine- 
quívocas muestras  del  intenso  dolor  que  les  embargaba. 

Al  amanecer  del  mismo  día  11,  los  dos  caballeros  de  Puerto  Montt,  con 
incansable  actividad,  hicieron  por  telégrafo  las  diligencias  del  caso,  para  al- 
canzar de  la  autoridad  competente  el  permiso  de  llevar  el  cadáver  á  Puerto 
Montt. 

En  un  ataúd  provisional  fué  llevado  á  bordo,  donde  se  despidieron  los 
habitantes  de  Chiloé  de  su  amado  é  inolvidable  misionero.  El  señor  precep- 
tor de  Quicaví,  don  Pedro  Berné,  formuló  los  sentimientos  de  los  isleños  en 
un  hermoso  discurso  fúnebre. 

En  este  momento  llegó,  después  de  un  largo  viaje,  el  compañero  del 
padre  Pedro  para  visitar  al  enfermo,  y  ¡lo  encontró  muerto! 

Un  telegrama  de  Calbuco  avisaba  el  lunes  que  el  vapor  con  el  cadáver 
del  padre  á  bordo,  llegaría  á  Puerto  Montt  á  las  once  de  la  noche.  La  noti- 
cia se  propagó  en  un  instante  por  toda  la  ciudad,  y  á  pesar  de  la  hora  avan- 
zada se  reunió  en  el  muelle  un  número  considerable  de  señoras  y  caballeros. 

Las  chalupas  del  Resguardo  y  de  don  Ramón  Yuraszek,  generosamen- 
te ofrecidas  por  sus  dueños,  trajeron  á  tierra  el  cadáver  y  su  acompaña- 
miento. Varios  de  los  caballeros  más  distinguidos  de  nuestra  sociedad 

24 


370 

llevaron  en  hombros  hasta  el  convento,  el  sencillo  ataúd  que  encerraba  los 
restos  de  su  querido  pastor  difunto. 

El  espontáneo  cariño  que  se  manifestó  en  esta  ocasión,  demostró  lo  que 
era  el  difunto  para  muchos  de  nosotros. 

En  la  tarde  del  12,  varias  señoras,  señoritas  y  caballeros,  por  propia 
iniciativa,  vistieron  de  riguroso  luto  la  iglesia  de  los  RR.  PP.  jesuítas, 
donde  á  la  mañana  siguiente  se  celebraron  las  solemnes  honras  por  el  eterno 
descanso  del  venerado  difunto.  La  iglesia  estaba  de  bote  en  bote.  Vimos 
entre  los  concurrentes  á  un  gran  número  de  señoras  y  caballeros,  venidos 
expresamente  de  la  vecina  villa  de  Puerto  Varas,  para  manifestar  al  finado 
su  última  veneración  y  respeto.  Numerosísimas  fueron  las  comuniones  que 
las  diferentes  congregaciones  y  cofradías  ofrecieron  en  esta  misa,  en  sufra- 
gio del  alma  de  su  antiguo  director  y  pastor.  Otro  tanto  habían  hecho  ya  en 
misas  anteriores  los  alumnos  del  colegio  de  san  Francisco  Javier  y  muchos 
otros  fieles.  Lo  cual  es  una  prueba  patente  de  la  grande  estima  en  que  to- 
dos los  vecinos  tenían  al  R.  P.  Pedro.  Al  fin  de  la  misa  el  R.  P.  Guillermo 
Sánder,  superior  de  la  casa,  recordó  en  una  breve  oración  fúnebre  los  gran- 
des méritos  de  su  hermano  en  la  religión. 

A  las  nueve  y  media  se  puso  en  marcha  el  cortejo  fúnebre,  en  dirección 
al  cementerio  parroquial.  A  la  cruz  alta  seguía  la  escuela  parroquial  de  ni- 
ños, alumnos  del  colegio  de  san  Francisco  Javier  y  de  la  Escuela  Indus- 
trial, las  alumnas  de  san  José  y  las  niñitas  de  la  escuela  parroquial  vestidas 
de  blanco,  todos  rezando  en  alta  voz  el  santo  Rosario.  Venían  á  continua- 
ción la  banda  Concordia,  que  tocaba  sus  más  escogidas  piezas  fúnebres,  la 
Comunidad  y  los  señores  curas  de  Puerto  Varas,  Panitao,  Las  Quemas  y 
Huar,  todos  de  roquete.  Los  más  respetables  caballeros  tiraban  el  carro  fú- 
nebre, y  una  innumerable  multitud  de  gente  venía  en  pos,  muchísimos  con 
la  medalla  de  sü  respectiva  congregación  al  pecho.  Divisamos  también  entre 
los  acompañantes  á  un  respetable  número  de  los  más  conspicuos  miembros 
de  la  colonia  protestante.  Pocas  veces  se  había  visto  en  Puerto  Montt,  una 
manifestación  tan  grandiosa  y  espontánea  de  cariño  y  gratitud. 

Los  restos  del  lamentado  padre  fueron  depositados  con  las  preces  de 
costumbre,  junto  á  las  cenizas  de  los  venerandos  PP.  Engbert  y  Schwerter, 
fundadores  de  esta  misión,  para  esperar  el  día  de  su  gloriosa  resurrección. 

El  14  de  agosto  último,  volvía  el  P.  Fink  de  una  larga  y  penosa  ex- 
cursión á  la  parroquia  de  Chonchi,  donde  por  espacio  de  tres  meses  había 
estado  misionando  en  las  diferentes  capillas,  acompañado  del  P.  Cristian 
Harl.  Después  de  un  corto  mes  de  descanso,  su  celo  apostólico  ya  no  le 
daba  reposo;  por  lo  cual  solicitó  del  padre  superior  de  la  casa,  el  permiso 


371 

de  ir  á  dar  las  misiones  de  Chanques.  Habiéndole  observado  el  padre  supe- 
rior, que  convenía  reponer  mejor  sus  fuerzas  antes  de  emprender  nuevos 
trabajos,  hizo  presente  el  P.  Fink  que,  si  se  retardaba  el  dar  aquellas  mi- 
siones, la  gente  saldría  de  su  tierra  en  busca  de  ocupación,  como  tiene  cos- 
tumbre de  hacerlo  durante  los  meses  de  verano;  y  que  además  eran  necesa- 
rias aquellas  misiones,  por  cuanto  que  ya  hacía  catorce  años  que  se  había 
dado  la  última.  En  vista  de  estas  razones  y  del  incansable  celo  del  querido 
difunto,  el  padre  superior  accedió  á  sus  ruegos  y  le  permitió  aprestarse 
para  aquella  labor  apostólica,  que  había  de  ser  la  última  de  las  numerosas 
que  había  emprendido  durante  su  larga  vida  de  apóstol. 

El  P.  Pedro  murió  á  los  74  años  y  ocho  meses  de  edad,  pues  había 
nacido  el  30  de  Enero  de  1835.  Vio  la  luz  del  mundo  en  el  pueblo  de  Krum- 
bach  de  la  diócesis  de  Brixen,  en  Vorarlberg  (Austria).  Entró  en  la  Compa- 
ñía el  30  de  Abril  de  1866,  siendo  sacerdote.  En  el  siglo  había  desempeñado 
ya  por  ocho  años  el  cargo  de  coadjutor  de  párroco  ó  sea  de  ayudante-cura. 
Llegó  con  dos  hermanos  coadjutores  á  Puerto  Montt,  el  18  de  Enero  de 
1873.  Estuvo,  pues,  cerca  de  37  años  entre  nosotros,  es  decir,  la  mitad  de 
su  vida.  Durante  tan  largo  lapso  de  tiempo  fué  primero  ministro,  y  después 
por  12  años  superior  de  la  casa  y  colegio  de  san  Francisco  Javier,  adminis- 
trando al  mismo  tiempo  la  parroquia  por  varios  años  y  ejerciendo  los  demás 
ministerios  propios  de  la  Compañía.  Edificó  constantemente  á  propios  y  ex- 
traños, por  su  singular  talento,  ilustración,  sólida  piedad  y  acendradas  vir- 
tudes. Puede  afirmarse  de  él  sin  exageración  que  el  celo  de  la  casa  de  Dios 
le  devoraba.— R,  I.  P. 


VARIA 


MISIÓN  DEL  JAPÓN 


Carta  del   P.  S.  A.  Rokiiff  al   P.   Rector  del   Colegio  de  Woodstock 


'^  Tokyo,  11  de  marzo  de  1909. 

Reverendo  y  amado  P.  Rector:  Sinceras  gracias  por  su  carta  de  10  de 
Enero  y  por  sus  buenas  noticias  sobre  los  trabajos  de  los  NN.  en  la  provin- 
cia y  preparativos  para  el  porvenir. 

Sin  duda  habrán  llegado  hasta  V.  R.,  las  últimas  noticias  acerca  de 
nuestra  empresa  en  el  Japón,— pues  he  escrito  con  bastante  frecuencia  á 
diferentes  casas  de  la  Provincia. —Estamos  ya  de  perfecto  acuerdo  y  enten- 
demos claramente  la  naturaleza  de  nuestra  obra;  pues  el  Ministro  de  Edu- 
cación nos  ha  manifestado  que  su  parecer,  está  en  un  todo  conforme  con  el 
de  los  Misioneros  y  con  el  de  los  católicos  más  eminentes  del  Japón.  Así 
que  ya  hemos  podido  mandar  á  N.  M.  R.  P.  General  detallada  relación  de 
nuestros  planes  y  aun  preveer  la  futura  naturaleza  de  nuestra  empresa.  Al 
presente  estamos  para  constituir  una  «Sociedad  Jurídica,»  á  fin  de  disfrutar 
de  los  derechos  legales,  mientras  que  con  paciencia  aguardamos  los  medios 
necesarios  para  ejecutar  nuestros  designios. 

Para  no  estar  ocioso,  en  tanto,  he  adoptado  la  noble  profesión  de  pedir 
limosna  y  estoy  llamando  á  todas  las  puertas,  para  que  nos  ayuden  con  so- 
corros y  oraciones.  Respecto  á  lo  último,  desearía  se  estableciera  en  los 
Estados  Unidos  un  «Apostolado  de  la  oración»  por  la  conversión  del  Ja- 
pón, algo  así  como  el  que  se  estableció  en  Inglaterra  por  la  conversión  de 
dicha  nación  y  que  tan  abundantes  frutos  ha  dado.  Solo  la  gracia  de  Dios, 
obtenida  superabundantemente,  podrá  operar  un  cambio  en  la  tierra  del  sol 
naciente,  que  por  ahora  no  parece  hallarse  dispuesta  á  abrir  los  ojos  á  la 
Verdad.  Sus  prohombres,  educados  en  las  universidades  de  Europa  y  Amé- 
rica, llevan  infiltrado  el  espíritu  de  gnosticismo  é  infidelidad,  que  prevalece 
aquí  con  todos  sus  prejuicios  contra  la  Iglesia  católica,  de  la  que  nada  saben 


376 

y  á  la  que  delatan  en  sus  revistas  como  foco  de  superstición,  causa  de  de- 
cadencia y  elemento  peligroso  para  el  Estado.  Sus  ideas  son  de  lo  más  su- 
perficial que  puede  concebirse  y  á  pesar  de  eso  prevalecen  universalmente. 
La  masa  del  pueblo  está  sumida  en  el  materialismo  y  superstición,  inclinada 
á  un  bajo  nivel  en  moralidad,  y  encaprichada  con  esa  Libertad  predicada 
por  el  protestantismo  moderno  con  todas  sus  negaciones.  Y  eso  parece  ser 
la  forma  de  Cristianismo,  más  aceptable  para  los  intelectuales  japoneses, 
sin  que  ni  aun  esto  les  satisfaga  del  todo,  ya  que  han  de  nacionalizarlo  y 
mezclarlo  ó  espiritualizarlo  según  el  carácter  japonés.  La  confusión  de  ideas 
sobre  las  nociones  más  fundamentales  es  horrorosa;  pero  esa  es  la  caracterís- 
tica de  nuestros  tiempos  en  todo  el  mundo.  Sólo  la  gracia  pudo  hacer  de  un 
Saulo,  un  S.  Pablo;  y  sólo  ella  puede  con  un  milagro  semejante,  obrar  la 
conversión  del  Japón.  Por  eso  deseo  tanto  la  fundación  de  ese  Apostolado 
de  la  oración  en  favor  del  Japón,  y  espero  que  mi  llamamiento  será  oído  y 
hallará  eco  favorable. 

Por  otra  parte,  las  condiciones  para  nuestra  empresa  son  en  gran  ma- 
nera favorables,  y  no  abrigo  la  menor  duda  de  que  nuestro  Centro,  conta- 
rá dentro  de  breves  años  centenares  de  celosos  estudiantes,  si  consegui- 
mos lo  suficiente  para  la  conveniente  fundación  y  maestros  hábiles  para  los 
diferentes  cursos. 

Pronto,  á  lo  que  creo,  abriremos  la  puerta  á  nuestros  jóvenes,  á  aque- 
llos especialmente  que  hablen  inglés  y  alemán  (lenguas  las  más  codiciadas 
por  los  japoneses),  á  fin  de  que  aprendan  aquí  el  japonés,  mientras  se  erige 
y  acomoda  el  edificio.  Es  de  todo  punto  necesario  que  nuestros  futuros 
maestros  hablen  japonés;  y  es  absolutamente  imposible,  sin  otro  milagro  de 
Pentecostés,  el  aprenderlo  después  de  cierta  edad.  Aun  mis  dos  compañe- 
ros que  saben  bien  el  chino,  hallan  difícil  la  lengua  de  aquí,  á  pesar  de  que 
la  escritura  es  en  gran  parte  idéntica  con  el  chino. 

Además  de  la  limosna  espiritual  que  estoy  pidiendo  y  que  confío  ven- 
drá en  abundancia  del  Apostolado  de  la  oración,  de  la  devoción  al  Sagrado 
Corazón  y  de  nuestras  numerosas  congregaciones  en  todas  las  partes  del 
mundo;  tengo  también  que  pedir  socorros  materiales  que  espero  también 
llegarán  por  medio  de  almas  generosas  y  devotas  de  nuestra  Compañía,  y 
que  se  hallará  un  Fundador  para  el  Instituto,  como  se  halló  un  Conde 
Creighten  para  Omaha.  Es  evidente  que  el  terreno  necesario  para  el  edifi- 
cio, en  esta  inmensa  ciudad  de  unos  dos  millones  de  habitantes,  subirá  como 
en  Nueva  York,  á  un  precio  exhorbitante.  Luego,  la  erección  de  los  diver- 
sos departamentos  en  edificios  separados,  subirá  otro  tanto.  Una  vez  se 
haya  comenzado,  pequeñas  limosnas  ayudarán  á  la  marcha  de  la  obra;  pero 


377 

la  dificultad  está  en  comenzar.  Con  todo,  espero  no  faltará  esa  suma,  para 
una  obra  emprendida  por  gloria  de  Dios  y  obediencia  á  su  Santidad. 

Ando  también  pidiendo  limosna  para  una  biblioteca,  que  es  de  absoluta 
necesidad  para  el  éxito  de  nuestra  futura  obra,  que  han  de  llevar  á  cabo 
nuestros  profesores  y  escritores.  Semejante  petición  halla  respuesta  favo- 
rable en  muchas  partes  y  casi  cada  correo  recibimos  algunos  libros. 

La  biblioteca  de  Prairie,  generosísimamente  donada  por  el  P.  Meyer 
con  el  consentimiento  del  N.  P.  General,  viene  á  formar  el  núcleo, 
con  la  colección  de  los  PP.  por  Migne,  la  de  los  Concilios  por  Mansi, 
y  las  mejores  obras  antiguas  sobre  Teología  dogmática  y  Filosofía.  Si 
todos  los  escritores  déla  Compañía  nos  dieran  sus  obras  pasadas,  presentes 
y  futuras  para  el  Instituto  de  la  Compañía  en  el  Japón,  pronto  tendríamos 
lo  mejor  de  la  actividad  humana  dentro  de  nuestra  Compañía,  valiosa  colec- 
ción de  obras,  que  en  vano  pensaríamos  adquirir  con  nuestros  escasos  me- 
dios. Muchos  libros  de  nuestras  casas  de  América,  Inglaterra,  Jersey,  Fran- 
cia, Polonia,  etc.,  están  ya  en  camino  para  aquí:  tan  generosa  ha  sido  la 
respuesta  de  parte  de  nuestra  Compañía  para  abastecer  nuestra  biblioteca. 

Recuerdos  á  todos  y  cada  uno. 
Suyo  affmo.  en  Cto. 

JHS. 
S.  A.  ROCKLIFF,  S.  J. 


Carta  del  P.  Santiago  A.  Rokiiff  al  P.  Cecilio  Gómez  Rodeles 


Tokio,  14  de  marzo  de  1909. 

Rdo.  y  amado  en  Cto.  P.  Rodeles:  De  seguro  se  alegrará  V.  R.  de  sa- 
ber algo  de  los  que  estamos  aquí  y  de  nuestra  misión  japonesa,  y  de  comu- 
nicarlo á  los  NN.  de  España,  que  tanto  se  han  interesado  por  la  empresa. 
Sin  duda  hay  que  atribuir  á  las  oraciones  de  toda  la  Compañía  y  á  la  pode- 
rosa intercesión  de  nuestros  mártires  y  confesores  el  que  todo  se  nos  vaya 
arreglando  mejor  y  más  pronto  de  lo  que  era  de  esperar.  Porque  desde 
nuestra  llegada  no  hemos  experimentado  sino  benevolencia  de  todas  partes. 
La  recepción  que  nos  hicieron  el  Rmo.  Sr.  Arzobispo  y  su  clero  no  pudo  ser 
más  afectuosa,  y  las  autoridades  del  Estado  nos  han  mostrado  todo  género 
de  deferencias.  Con  esto  pudimos,  después  de  una  larga  entrevista  con  el 
ministro  de  Instrucción  Pública  comunicará  N.  M.  R.  P.  General  con  toda 
precisión  el  género  de  Instituto  que  sería  más  agradable  al  Gobierno  y  pre- 
sentarle un  plan  para  el  último  desarrollo  de  la  empresa. 

Entretanto,  mis  dos  compañeros,  PP.  Dahlmon  y  Boucher,  están  apren- 
diendo el  japonés  con  grandísima  diligencia;  pues  sin  el  conocimiento  de  la 
lengua  de  la  tierra  es  imposible  salir  adelante  con  lo  que  pretendemos.  Este 
trabajo  no  tiene  nada  de  fácil;  y  eso  que  todos  los  padres  sabían  ya  el  chi- 
no y  con  esto  les  eran  ya  conocidas  la  letras  japonesas.  En  realidad  sólo  los 
jóvenes,  que  tengan  la  memoria  fresca,  pueden  aprender  el  japonés.  Yo  soy 
ya  demasiado  viejo  para  esto,  y  aun  cuando  todavía  me  fuera  posible  apren- 
derlo, no  tendría  tiempo  para  ello,  pues  siempre  tendría  qne  dedicarme  á 
pedir  limosnas  por  todas  partes  para  ver  de  juntar  todo  lo  que  hace  falta 
para  comprar  un  terreno  á  propósito  y  edificar  un  colegio. 

Voy  buscando  por  todas  partes  un  fundador  para  el  nuevo  colegio,  que 
ha  de  costar  mucho;  y  después  viene  el  edificio,  que  aunque  no  sea  suntuo- 
so, al  menos  debe  ser  digno  y  no  deberá  ser  inferior  á  los  institutos  de  las 
sectas,  las  cuales  tienen  mucho  dinero.  Por  eso  estoy  persuadido  que  el 
único  medio  de  salir  adelante  es  encontrar  un  fundador  rico  y  caritativo. 
Pero  ¿dónde  hallarle? 

También  ando  pidiendo  libros  para  nuestra  futura  biblioteca  y  rogando 
á  todos  los  escritores  de  la  Compañía  nos  regalen  sus  obras.  Porque  sin  una 


379 

biblioteca  suficiente  no  han  de  poder  los  profesores  del  Instituto  y  nuestros 
escritores  en  el  Japón  trabajar  con  resultado.  De  muchas  partes  han  venido 
ya  en  nuestra  ayuda.  Así  la  Patrística  está  representada  por  la^  colección 
Migne,  y  los  concilios  por  la  de  la  Mansi.  Tenemos  ya  los  antiguos 
autores  de  teología  dogmática  y  de  filosofía  de  la  Compañía  y  de  los  domi- 
nicos, así  como  también  las  excelentes  obras  del  P.  Urráburu.  Casi  cada 
semana  nos  trae  el  correo  algún  libro  nuevo.  Así  irá  creciendo  poco  á  poco 
la  biblioteca,  gracias  al  amor  de  los  NN. 

Las  lenguas  modernas  más  necesarias  en  el  Japón  son  el  inglés  y  el 
alemán;  y  nosotros  podríamos  abrir  cursos  en  estas  lenguas  en  cualquier 
tiempo.  El  francés  está  ya  bien  representado  por  la  floreciente  escuela  de 
los  HH.  marianistas,  que  cuenta  unos  800  estudiantes. 

Ahora  vivimos  en  una  casa,  propiedad  del  Sr.  Arzobispo,  que  tenemos 
arrendada,  y  aquí  pensamos  estar  hasta  edificar  nuestro  colegio.  El  clima 
no  es  anormal;  sin  embargo,  en  el  invierno  se  siente  el  frío  por  la  mucha 
humedad  de  la  atmósfera.  Lo  más  desagradable  son  los  frecuentes  terremo- 
tos. Así,  anteayer  tuvimos  tres  en  un  día:  dos  de  ellos  bastantes  fuertes, 
que  echaron  abajo  varias  paredes  en  la  ciudad  y  tejas  de  muchos  tejados. 
El  uno  de  ellos  duró  4  minutos,  el  segundo  1 1  y  el  tercero,  que  fué  las  1 1 
y  media  de  la  noche,  10.  Si  al  menos  pasaran  pronto  las  sacudidas  de  la  casa 
y  el  crujir  de  las  vigas,  sería  cosa  más  llevadera;  pero  eso  de  no  ver  nunca 
el  fin,  y  poder  tener  á  cada  instante  la  muerte,  es  capaz  de  poner  en  tor- 
sión los  nervios  del  más  fuerte.  Mas  estamos  en  las  manos  de  Dios  N.  S. 

Envío  para  V.  R.  y  para  el  P.  Provincial  dos  fotografías  de  una  anti- 
gua imagen,  guardada  cuidadosamente  por  una  familia  cristiana  durante  el 
largo  tiempo  de  la  persecución  contra  los  cristianos:  la  imagen  procede  del 
tiempo  de  nuestros  antiguos  padres. 

Los  tres  saludamos  afectuosamente  al  R.  P.  Provincial  y  á  toda  la 
Provincia  y  pedimos  las  oraciones  de  los  NN.,  pues  sólo  Dios  omnipotente 
puede  traer  el  Japón  á  la  Verdad. 

En  los  SS.  SS.  y  00.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

Siervo  en  Cristo. 

JHS. 

Santiago  A.  Rockliff,  S.  J. 


MINISTERIOS  ESPIRITUALES  DEL  P.  MARTIN  HABIG 
EN  CHICAGO 


Carta  del  mismo  padre  á  los  HH.  Teólogos  de  Tortosa 


Chicago,  III.  St.  Ignatius  College,  abril,  16,  1909. 

Mis  amados  en  Cristo  padres  y  hermanos: 

Alguno  de  ustedes  me  pidió  una  extensa  relación  de  mi  vida  y  milagros 
obrados  en  Chicago,  durante  estas  seis  últimas  semanas,  y  aunque  no  me 
gusta  hablar  de  cosas  en  las  cuales  el  miserable  yo  tiene  que  ocurrir  con 
frecuencia,  sin  embargo  les  voy  á  hacer  un  sucinto  relato  de  algunas  cosas 
que  todavía  recuerdo,  para  pagarles  aunque  mal,  las  fervorosas  oraciones 
que  fecundaron  mis  débiles  esfuerzos,  y  á  las  cuales  únicamente  atribuyo 
lo  poco  que  hice  de  lo  mucho  que,  por  falta  de  aptitud  y  sobre  todo  de  san- 
tidad, dejé  por  hacer. 

Pero  ya  basta  de  exordio.  Llegué  á  Chicago  el  día  de  santo  Tomás  de 
Aquino,  7  de  marzo,  para  ayudar  y  substituir  en  parte  á  los  tres  padres 
de  este  colegio  que  tienen  cuidado  espiritual  dedos  instituciones  del  Estado; 
á  saber  el  Cook  County  Hospital  y  Dunning.  El  día  mismo  de  mi  llegada 
fui  por  la  tarde  al  primero,  y  volví  á  las  diez  de  la  noche.  Está  como  á  dos 
kilómetros  del  colegio.  Pero  en  primer  lugar  quiero  hablarles  de  Dunning, 
situado  en  las  afueras  de  Chicago,  cosa  de  25  kilómetros  y  que  tiene  tres 
secciones;  primera,  la  casa  de  los  pobres  con  1,730  ancianos  y  ancianas; 
¡cuánta  vejez!!;  segunda,  el  hospital  de  los  tísicos,  con  unos  450  pacientes, 
y  tercera,  el  asilo  de  los  locos;  hay  unos  2,000.  Añádase  á  esto  un  batallón 
de  empleados,  de  asistentes,  de  prefectos  y  de  criados  de  ambos  sexos  y 
el  número  de  5,000  no  quedará  lejos  de  la  verdad;  el  P.  Wolters  es  el 
capellán  católico  de  todo  Dunning.  Más  de  la  mitad  de  los  5,000  son 
católicos.  El  padre  vive  en  el  colegio  y  va  allí  los  miércoles,  viernes  y 
domingos. 


381 

La  primera  semana  de  mi  estancia  aquí,  le  acompañé  los  mencionados 
días;  la  segunda  semana  hizo  él  los  santos  Ejercicios  y  yo  durante  este 
tiempo  era  el  capellán  de  los  locos.  El  miércoles  que  estuve  solo,  salí  de 
casa  á  las  cuatro  y  media  de  la  mañana,  á  las  seis  y  media  estaba  en  Dun- 
ning,  sin  haberme  equivocado  en  los  tranvías.  Me  puse  á  oir  confesiones, 
unas  40;  luego  füí  á  los  dormitorios  de  los  enfermos  para  ver  quién  podría 
recibir  el  Viático,  etc..  dije  la  santa  Misa,  administré  el  Viático  y  la  Extre- 
maunción, etc.,  luego  hice  dos  entierros  y  volví  á  casa  á  la  una. 

El  viernes  dije  misa  en  el  colegio,  salí  á  las  seis  y  después  de  dar  la 
Extremaunción  á  unos  cuantos  locos,  que  me  dijeron  cosas  muy  adulatorias, 
hice  otro  entierro  y  volví  á  casa  á  las  once  y  media. 

El  sábado  me  quedé  en  casa  para  componer  y  aprender  mis  dos  prime- 
ros sermones  en  inglés,  que  prediqué  sin  saberlo  bien.  El  domingo  fué  el 
día  temido.  Llegué  á  Dunning  á  las  seis  y  media.  Oí  confesiones  de  locos, 
pero  que  casi  todos  se  confesaron  mejor  que  mucha  gente  sensata:  eso  por 
una  buena  hora.  Luego  dije  la  primera  misa  en  el  salón  de  actos.  Los  600  ó 
más  locos  parecieron  devotos  y  quietos  como  novicios.  No  lloraron  durante 
mi  sermón,  ni  á  ninguno  se  le  ocurrió  argüirme.  Acabada  la  santa  misa  fui 
á  la  casa  de  los  pobres.  No  hubo  chiquillos  que  bautizar  y  así  empecé  la 
bendición  solemne  á  las  once  y  media;  siguió  la  misa,  y  luego  al  fin  el 
segundo  sermón,  terminando  todo  á  la  una  y  media  de  la  tarde.  Gracias  á 
Dios  mi  cabeza  se  portó  bien,  y  todo  salió  de  perillas.  Después  de  visitar 
á  los  tísicos,  de  resolver  dudas,  etc.,  etc.,  llegué  á  casa  á  las  cuatro  y  media 
de  la  tarde,  habiendo  así  terminado  mi  tarea  en  Dunning. 

Lo  que  sigue  se  refiere  al  Cook  County  Hospital,  al  cual  fui  diaria- 
mente las  dos  primeras  semanas  cuando  no  fui  á  Dunning.  Es  este,  el  gran 
hospital  de  Chicago,  ocupando  dos  grandes  blocks.  Hay  actualmente  1 ,570 
enfermos  distribuidos  en  26  wardi  ó  dormitorios;  un  gran  tránsito  une  los 
diferentes  edificios;  hay  ascensores  en  todas  las  esquinas.  Todo  está  limpio 
y  bien.  Por  supuesto  las  enfermeras  laicas,  católicas  unas,  protestantes 
otras,  hacen  el  servicio  que  en  Europa  las  Hermanas  de  la  Caridad.  El  año 
pasado  pasaron  más  de  32,000  por  este  hospital,  es  decir  más  de  32,000 
fueron  cuidados  allí:  de  suerte  que  hay  cada  día  de  unos  80  á  100  nuevos 
pacientes.  Murieron  2,340  en  1908.  Mi  ocupación  era  pues  visitar  los  enfer- 
mos, pasar  por  estos  dormitorios  y  hacer  lo  que  S.  Ignacio  y  los  primeros 
PP.  de  la  Compañía  hicieron  en  Venecia,  Bolonia,  Pádua,  etc..  No  sé  si 
en  aquellos  tiempos  había  tanta  diversidad  de  gentes  como  yo  encontré  aquí. 
Nada  menos  que  individuos  de  42  nacionalidades  diferentes  hubo  estos  últi- 
mos meses  en  el  hospital,  y  sin  embargo,  quién  lo  creyera,  no  tuve  ocasión 


382 
de  hablar  ni  una  sola  palabra  en  castellano.  Parece  milagro  que  ni  un  mexi- 
cano, ni  un  español,  ni  sudamericano  encontrara.  A  las  ocho  o  nueve  de  la 
mañana  llegaba  allá,  empezando  por  ir  á  tomar  en  la  capilla  el  Santísimo 
que  de  ordinario  llevaba  sobre  mí;  luego  empezaba  en  el  cuarto  piso  de  un 
edificio  preguntando  á  uno,  confesando  á  otro,  ungiendo  y  dando  el  Viático 
y  la  bendición  in  articulo  mortis  á  un  tercero,  enviando  sonrisas  á  todos. 
Eso  parece  fácil  quizá,  pero  luego  doy  con  un  polaco  á  quien  no  entiendo  y 
que  ya  se  me  va  muriendo.  Quid  f aceres  tu  martinico,  diría  el  buen  padre 
Ferreres.  Lo  que  hice  yo  fué  estudiar  un  poquito  de  polaco  y  con  el  libro 
Confessarius  polygíotus  de  25  lenguas,  obtuve  con  el  menor  tormento 
posible  del  paciente  la  acusación  de  dos  ó  tres  pecados,  y  luego  con  señas 
le  excité  á  la  contrición  y  le  absolví,  y  luego  los  demás  sacramentos  siguie- 
ron.—Con  cuánta  verdad  dice  S.  Ignacio  en  las  reglas  que  la  enfermedad 
no  es  menos  don  que  la  sanidad!;  casi  pudiérase  decir  que  para  los  pacientes 
del  hospital  aquí,  es  uno  mucho  mayor.  Procuré  persuadir  casi  á  todos  los 
que  traté,  que  Dios  les  había  mandado  la  pulmonía,  roto  la  pierna,  ó  enve- 
nenado la  sangre  para  que  pensaran  por  fin  una  vez  en  el  alma  inmortal  que 
tienen  que  salvar,  cosa  que  tenían  olvidada  por  diez,  veinte  y  más  años;  y 
luego  las  oraciones  de  mis  amigos  cambiaron  con  el  favor  de  Dios  á  esos 
pecadores,  que  no  pocos  vertieron  lágrimas  de  devoción  é  hicieron  propó- 
sitos firmísimos  de  ser  buenos.  A  las  nueve  de  la  noche  del  jueves  santo 
encontré  á  un  muchacho  de  15  años,  que  nunca  se  había  confesado...  sabía 
algo  de  doctrina  y  después  de  media  hora  había  hecho  su  primera  confesión, 
comunión,  recibido  la  extremaunción,  el  escapulario  del  Carmen,  la  bendi- 
ción é  indulgencia  in  articulo  mortis,  y  en  vez  de  morir  ahora  va  á  ser 
muy  bueno  si  ustedes  le  ayudan  con  sus  oraciones.  Cuántas  veces  me  acor- 
dé de  aquel  caso  de  la  moral  que  dice:  Homo  ignotus  semiuivus,  sensibus 
destitutus,  invenitur  in  regione  ubi  nemo  eum  cognoscit,  quid  f aceres? 
La  región  era  la  cama  del  hospital,  pero  nadie  sabía  quién  era  y  él  tanquam 
lapis.  Pues  me  parece  que  la  moral  dice  que  baptizetur  conditionate,  ab- 
solvatur  conditionate,  ungatur  absolute  y  que  reciba  también  la  indul- 
gencia in  articulo  mortis.  La  mañana  siguiente  ya  no  le  pude  encontrar: 
se  había  muerto.  Y  ¿con  los  protestantes?  A  estos  también  bautizamos 
sub  conditione,  después  de  excitarlos  á  un  acto  de  contrición  perfecta, 
luego  se  absuelven,  se  ungen  si  está  uno  solo  y  la  muerte  es  inmi- 
nente. 

Las  conversiones  son  muy  frecuentes.  Muchos,  aunque  fueron  protes- 
tantes durante  la  vida,  quieren  morir  católicos.  Me  persuadí  más  que  nunca, 
durante  estas  cinco  semanas,  que  el  misionero  para  hacer  fruto  debe  ser  un 


383 

santo,  y  que  cuanto  más  santo  tanto  mejor.  También  pude  observar  la  ver- 
dad de  lo  que  dice  S.  Ignacio  en  la  regla  20  y  tantas,  que  cuánto  más 
liberal  se  mostrara  uno  con  su  Divina  Majestad,  tanto  más  liberal...  Cuatro 
horas  cada  mañana  andaba  pues  por  estos  tránsitos,  buscando  á  los  más 
necesitados,  y  dando  por  término  medio  los  sacramentos  á  unos  cuatro  ó 
cinco;  lo  más  difícil  es  encontrar  á  los  más  enfermos,  porque  está  uno 
enteramente  dejado  á  sí  mismo,  siendo  las  enfermeras  á  veces  muy  indife- 
rentes por  lo  que  toca  al  alma.  Cuando  se  halla  á  uno  gravemente  enfermo, 
hay  que  poner  como  unos  escondrijos  al  rededor  de  la  cama;  luego  oir  su 
confesión;  ir  á  la  cocina  por  un  vaso  de  agua  para  la  ablución  de  los  dedos; 
los  santos  óleos,  el  crucifijo,  la  vela,  el  ritual,  el  agua  bendita,  todo  esto 
sale  de  mi  bolsillo  y  también  el  Santísimo.  Allí  sin  otros  testigos  que  el  pa- 
ciente y  los  ángeles,  el  Señor  suele  consolar  al  pobre  enfermo  y  á  su  más 
pobre  ministro.  Así  di  99  Viáticos,  111  extremaunciones,  santas  bendicio- 
nes é  indulgencias  in  articulo  mortis,  y  oí  unas  200  confesiones;  pero  ¡qué 
confesiones!  aquí  se  podrá  decir  non  numerantur  sed ponderanfur.  Ya 
ven  que  sus  oraciones  no  fueron  del  todo  estériles  á  pesar  de  mi  ineptitud. 
Lo  que  cansa  más  es  el  mirar  cada  mañana  y  cada  tarde  á  unas  700  ó  800 
caras,  tomar  interés  por  la  salud  del  cuerpo  y  del  alma  de  cada  uno,  decir 
á  cada  uno  la  palabra  que  más  bien  le  puede  hacer,  animar  del  mejor  modo 
á  los  desanimados  y  sonreír  siempre  á  todos.  Varias  veces  volví  á  las  diez 
de  la  noche,  cansado  que  ya  no  podía  más,  y  sin  embargo  nunca  me  sentí 
cansado  en  el  hospital,  sólo  aquí. 

Soy  el  primer  tercerón  que  pasa  por  esta  probación,  que  llamaré  yo 
época  de  consuelos  de  mi  vida.  Si  á  alguno  le  gusta  esta  vida,  que  aprenda 
alemán,  francés,  polaco,  inglés,  bohemio,  slovak,  lituano,  slavo,  griego, 
húngaro,  ruso,  sueco,  danés,  árabe,  rutheno,  etc..  etc..  todo  eso  es  nece- 
sario y  aún  más.  Los  tres  PP.  de  este  colegio  que  van  á  los  hospitales  saben 
algo  de  cada  una  de  estas  lenguas.  Uno  de  ellos  es  alsaciano  y  ha  sido 
vicario  en  Alsacia,  que  también  es  la  patria  del  P.  ministro  de  este  colegio. 

Pero  ya  estarán  cansados  de  oir  cosas  sosas.  Termino  pues.  Esta  co- 
munidad es  una  de  las  más  observantes  que  admiré  entre  todas  las  casas 
que  vi  de  la  Compañía.  Hay  40  padres,  trabajan  cada  uno  por  dos  ó  tres;  la 
iglesia  es  parroquia  muy  concurrida,  tienen  cinco  ó  seis  misas  cantadas  cada 
día.  Un  ejército  de  200  ó  más  ayudantes  de  misa;  cada  uno  tiene  tres  sota- 
nas. El  colegio  tiene  620  muchachos;  luego  un  padre  es  confesor  y  capellán 
de  los  sordo-mudos,  otros  de  otras  instituciones...  Están  edificando  fuera  de 
la  ciudad  un  nuevo  colegio,  al  estilo  de  Fordham,  que  se  abrirá  en  sep- 
tiembre con  tres  clases,  y  será  una  famosa  universidad  con  el  tiempo. 


384 

Mañana  vuelvo  á  Brooklyn.  Rueguen  mucho  á  Dios  para  que  aproveche 
bien  las  nueve  semanas  que  me  quedan  de  tercerón.  Ahora  siento  cuánta 
falta  me  hace  la  virtud  y  santidad.  Habiendo  visto  tantos  morir,  sería 
tiempo  que  empezase  yo  á  vivir  bien. 

Suyo  ínfimo  en  Cto.  siervo  y  hermano, 

JHS. 

Martín  Habig  S,  J. 


NOTICIAS  SOBRE  CESÁREA  DE  CAPADOCIA 
Y  SOBRE  LA  MATANZA  DE  CRISTIANOS  EN  ADANA 


Carta  del  H.  Francisco  de  la  Asunción  al  P.  Luis  Adroer 


Cesárea  de  Capadocia,  21  de  junio  de  1910. 

R.  P.  Luis  Adroer. 

Muy  amado  en  Oto.  padre:  Creo,  Rdo.  padre,  que  se  acuerda  de  vez 
en  cuando  en  sus  oraciones  de  cierto  postulante  barcelonés,  que  V.  R.  envió 
á  Inglaterra  en  septiempre  de  1902.  Aquel  aspirante  á  la  Compañía  de  Je- 
sús es  quien  le  dirige  la  presente.  ¡Qué  días  tan  felices  he  pasado  en  la 
Compañía  de  Jesús  desde  que  Dios  y  la  Sma.  Virgen  María  nuestra  buena 
Madre  se  dignaron  recibirme  en  ella!  Sin  duda  alguna  la  mayor  parte  de 
mi  felicidad,  después  de  Dios,  la  debo  á  las  continuas  oraciones  que  hace  la 
Compañía  por  sus  hijos,  pero  de  un  modo  especial  las  que  hacen  los  que  es- 
tán designados  por  la  divina  Providencia  para  tener  cuidado  de  ellos.  ¡Qué 
buena  y  tierna  Madre  es  la  Compañía! 

El  7  de  agosto  de  1907  partí  de  Inglaterra  para  esta  Misión  de  Arme- 
nia. Adana  fué  la  residencia  que  la  santa  Obediencia  me  designó.  En  abril 
de  1908  partí  de  Adana  con  el  R.  P.  Riondel,  superior  déla  Misión,  para 
Cesárea  de  Capadocia,  distante  de  Adana,  seis  ó  siete  días  á  caballo. 

¡Ahí  me  tiene,  R.  P.,  en  medio  de  musulmanes  y  cismáticos!  Cuando  se 
habla  de  ciudades  orientales,  sobre  todo  de  ciudades  romanas  como  Cesá- 
rea de  Capadocia  por  ejemplo,  en  donde  ha  habido  un  gran  S.  Basilio,  gene- 
ralmente la  imaginación  se  forja  un  paraíso  terrestre.  En  aquellos  tiempos 
eran  probablemente  como  la  imaginación  se  las  representa,  pero  ahora  mu- 
cho ha  cambiado,  sobre  todo  el  aspecto  del  país  en  cuanto  á  sus  habitantes, 
creo  que  sus  costumbres  son  las  mismas  sino  peores  que  en  tiempo  de  san 
Basilio.  ¡Pobre  S.  Basilio!  Probablemente  que  si  no  hubiera  sido  obispo  de 
Cesárea,  ahora  no  sería  santo;  los  cesarienses  le  han  dado  tanto  que  hacer! 

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386 

Seguramente  que  si  la  paciencia  se  pudiera  medir  como  se  mide  la  ropa,  se 
vería  que  había  empleado  con  ellos  hasta  el  último  milímetro  de  paciencia. 

¡Vivan  los  cesarienses!  que  nos  dan  muchos  medios  de  practicar  la  pa- 
ciencia y  por  consiguiente  de  atesorar  para  el  cielo.  Deo  gratias! 

He  ahí  la  situación  de  Cesárea:  al  S.  el  monte  Erdjias  4,000  metros.  Al 
E.  y  al  O.  grandes  montañas  rodean  la  ciudad;  al  N.  una  grande  llanura  da 
entrada  á  la  capital  de  Capadocia.  Sus  calles,  las  más  anchas  puede  contar- 
se que  miden  unos  cinco  metros;  estas  son  muj'  pocas,  las  otras  son  muy  es- 
trechas. En  cuanto  á  la  limpieza  pública  hay  mucho  que  desear;  aquí  un 
hoyo  lleno  de  agua  sucia,  allí  un  enorme  montón  de  basura  ó  de  estiércol: 
allá  el  esqueleto  de  un  asno  del  que  algimos  perros  del  barrio  comen  voraz- 
mente la  poca  carne  que  el  tiempo  no  ha  consumido;  alglmos  pasos  más  al- 
gún perro  en  putrefacción,  todo  eso  huele  á  agua  de rosas. 

En  algunas  casas  las  letrinas  tienen  la  salida  en  la  calle.  ¡Qué  calles 
tan  limpias!  Durante  el  invierno  que  es  muy  largo  (de  septiembre  á  abril)  y 
muy  crudo,  la  nieve  cae  en  grande  abundancia,  y  los  cesarienses  de  miedo 
que  el  peso  de  la  nieve  no  derribe  el  techo,  echan  la  nieve  de  los  terrados  á 
la  calle  en  las  cuales  no  penetra  en  todo  el  invierno  ni  un  solo  rayo  de  sol, 
de  manera  que  á  fuerza  de  echar  la  nieve  y  con  el  frío  que  hace  se  convier- 
te en  una  verdadera  roca  de  nieve  de  dos  y  tres  metros  de  altura,  de  una 
extremidad  á  otra  de  la  calle,  y  esto  durante  todo  el  invierno:  y  cuando  uno 
tiene  que  pasar  por  una  de  estas  calles,  si  no  se  anda  con  mucho  cuidado, 
empieza  á  patinar  sin  querer;  los  pobres  viejos  hay  que  verlos  apoyados  en 
un  bastón  ir  sobre  el  hielo  completamente  cubiertos  hasta  las  narices,  y  á 
lo  mejor  el  bastón  no  está  bien  apoyado,  y  helos  danzando  una  polka  como 
si  tuvieran  quince  abriles.  Pasemos  á  las  habitaciones,  por  no  hablar  de  sus 
habitantes  que  son  sucios  á  más  no  poder.  Las  habitaciones  de  Cesárea  de 
Capadocia,  excepto  las  de  algunos  ricos  personajes,  son  verdaderas  barra- 
cas de  piedras  ennegrecidas  por  el  tiempo,  las  cuales  colocan  unas  sobre 
otras  sin  tallarlas,  pues  para  hacerlo  tendrían  que  untarse  los  codos  con  un 
poco  de  aceite  á  fin  de  que  el  movimiento  de  los  huesos  fuese  más  flexible, 
pues  para  tallarlas  es  menester  mucho  trabajo,  y  el  oriental  se  dice:  dejé- 
moslo para  mañana.  Las  barracas  mayores  tienen  un  piso  solamente.  En  al- 
gunas de  estas  habitaciones  hay  una  sola  ventana  por  donde  el  sol  penetra 
para  iluminar  el  interior,  y  en  algunas  otras  esta  ventana  es  tan  pequeña 
que  solamente  puede  pasar  la  cabeza,  dándose  de  vez  en  cuando  en  ellas  el 
caso  de  que  aparezca  la  cabeza  de  alguna  vieja  con  un  cigarrillo  pendiente 
de  la  extremidad  del  labio,  ó  bien  fumando  el  arguilé.  Para  hacer  sostener 
las  piedras  de  las  construciones,  los  que  pueden  lo  hacen  con  cal  mezclada 


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con  estopa;  los  que  no  pueden  pagar  este  lujo  lo  hacen  con  lodo  mezclado 
con  paja  hachada.  Gracias  á  la  proclamación  de  la  Constitución,  las  calles 
de  Cesárea  poseen  algunos  faroles  con  lamparillas  de  petróleo,  pues  an- 
tes no  había,  y  cuando  se  había  de  salir  durante  la  noche  era  preciso  salir 
con  un  farol  en  la  mano  si  no  quería  exponerse  á  tropezar  con  algún 
perro  durmiendo  en  la  calle,  ó  con  algún  hoyo  y  caerse  ó  romperse  las  na- 
rices. 

He  aquí,  R.  padre,  algunos  pormenores  de  la  capital  de  Capadocia.  Pa- 
semos á  otra  cosa. 

Seguramente  V.  R.  debe  estar  informado  por  los  periódicos  acerca  de 
los  últimos  sucesos  de  Adana.  Permítame,  R.  padre,  comunicarle  algunos 
pormenores  que  hemos  recibido  de  los  NN.  de  aquella  residencia  y  de  los 
HH.  maristas  que  ayudan  á  los  padres  en  clase.  El  motivo  de  tal  matanza 
fué  el  siguiente:  Un  joven  armenio  (cristiano)  estaba  desde  algún  tiempo, 
no  sé  el  porqué,  enemistado  con  tres  musulmanes.  El  martes  de  Pascua,  el 
dicho  armenio  se  encontraba  en  la  calle;  tres  musulmanes  lo  advirtieron  y 
empezó  la  refriega;  entonces  el  joven  saca  el  revólver  del  cinturón  y  descar- 
ga sobre  los  otros  tres.  Dos  murieron  al  instante,  el  tercero  fué  herido. 
El  armenio  viendo  los  cadáveres  se  escapó  y  fué  imposible  encontrarle. 
¿De  aquí  tomaron  pretexto  los  musulmanes  para  hacer  tantas  víctimas?  La 
mayor  parte  no  lo  cree,  pues  que  desde  largo  tiempo  se  decía  que  cristia- 
nos y  musulmanes  se  preparaban  para  semejante  pelea;  además  los  HH. 
maristas  dijeron  que  el  domingo  por  la  tarde  viniendo  de  paseo  encontra- 
ron en  las  calles  algunos  grupos  de  musulmanes  muy  animados  y  armados 
con  enormes  bastones,  lo  que  les  sorprendió  grandemente.  Los  cristianos 
temían  mucho.  El  martes  por  la  mañana  todos  los  almacenes  de  los  cristia- 
nos estaban  cerrados.  Entonces  algunos  dignatarios  fueron  á  ver  al  Mutes- 
sarif,  (gobernador)  pidiendo  informes  sobre  el  miedo  de  los  cristianos.  El 
Mutessarif  les  dijo  que  no  tenían  que  temer,  pues  no  había  nada,  antes  bien 
él  pedía  á  los  dichos  dignatarios  que  dijeran  á  los  cristianos  que  podían 
abrir  sus  tiendas  sin  temor  alguno.  Fiados  én  su  palabra  los  cristianos 
abrieron  las  tiendas;  pero  ¿cuál  no  fué  el  temor  cuando  vieron  llegar  algu- 
nos grupos  de  musulmanes  armados  con  grandes  cuchillos,  armas  de  fuego 
y  otros  instrumentos? 

Comenzó  el  fuego  y  la  matanza.  Los  cristianos  fueron  asesinados  en 
sus  tiendas;  después  de  haber  saqueado  las  tiendas  les  pegaron  fuego,  y 
para  que  prendiera  más  pronto  rociaban  las  puertas  con  petróleo;  esto  pasa- 
ba en  el  mercado.  En  los  barrios  cristianos  sucedía  lo  mismo. 

Desde  la  primera  señal  de  alarma  todos  los  cristianos  que  pudieron  de- 


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jaron  sus  habitaciones  para  refugiarse  en  varios  establecimientos,  iglesias 
y  escuelas  cismáticas,  templo  protestante,  establecimiento  de  las  hermanas 
de  S.  José  de  Lyón,  y  en  fin  en  el  colegio  de  los  PP.  jesuítas.  Unos  cinco 
mil  se  refugiaron  en  nuestro  colegio,  otros  tantos  en  el  pensionado  de  las 
hermanas  de  S.  José  de  Lyón.  El  R.  P.  Jouve,  superior  de  Adana,  se  en- 
contraba en  el  momento  en  que  los  musulmanes  empezaron  la  matanza,  en 
Mersina  á  donde  había  ido  acompañando  á  algunos  alumnos  á  casa  de  sus  pa- 
dres para  pasar  las  vacaciones,  puesto  que  en  Adana  desde  el  mes  de  abril 
hace  mucho  calor.  En  el  momento  que  supo  que  ios  cristianos  de  Adana  es- 
taban en  manos  de  los  musulmanes,  tomó  el  tren  para  Adana,  distante  de 
Mersina  3  horas,  pero  cuando  llegó  á  Adana  le  fué  imposible  salir  de  la  es- 
tación, pues  las  calles  estaban  llenas  materialmente  de  cadáveres  y  enroje- 
cidas de  sangre  y  las  balas  silbaban  en  todas  direcciones.  En  casa  estaban 
los  cinco  hermanos  maristas,  los  PP.  Rigal,  ministro,  Benoit,  Sabatier  y  el 
H.  Ballian.  El  incendio,  el  degüello  y  el  pillaje  duraron  tres  días  y  dos 
noches. 

Durante  este  tiempo  el  P.  Rigal  iba  y  venía  del  colegio  al  pensionado 
de  las  Hermanas,  para  alentar  *en  cuanto  pudiese,  tanto  á  las  Hermanas 
como  á  los  refugiados,  sobre  todo  á  estos  últimos,  pues,  como  arriba 
dije,  eran  en  gran  número  y  ocupaban  todo  el  establecimiento,  clases,  sa- 
las, dormitorio  de  los  alumnos,  patio,  etc.,  etc.  Tan  apretados  estaban  que 
algunos  niños  murieron  asfixiados. 

Como  V.  R.  puede  pensar,  la  carnicería  fué  de  lo  más  horroroso,  pues 
las  Hermanas  de  Aldana  escribieron  algunos  días  después  á  la  Madre  supe- 
riora  de  Cesárea,  de  la  misma  Congregación,  que  habían  visto  prender 
fuego  en  las  casas  vecinas;  y  en  las  que  los  Bachi-Bonzzonk  (soldados  vo- 
luntarios musulmanes)  no  podían  entrar,  derribaban  las  puertas  con  hachas, 
y  una  vez  dentro  de  casa,  echaban  á  la  calle  por  la  ventana  hombres  y  mu- 
jeres sin  exceptuar  los  niños,  ya  muertos,  ya  agonizando.  ¡Qué  crueldad! 

El  dispensario  de  las  Hermanas  estaba  lleno  de  heridos,  unos  250  por 
día  y  más:  quien  venía  con  una  sola  pierna,  quien  sin  pies,  uno  sin  brazo, 
otro  llevaba  en  la  cabeza  un  gran  número  de  heridas  gravísimas,  á  éste  se 
le  han  de  cortar  los  dedos  que  le  cuelgan,  á  aquel  un  pedazo  de  carne, 
á  este  otro  se  le  tienen  que  coser  tantas  heridas,  etc.,  etc.,  ¡todo  el  día  cor- 
tando y  cosiendo  carne!  y  esto  acompañado  de  gritos  desgarradores.  ¡Qué 
horror!  A  una  mujer  se  la  ha  encontrado  crucificada  en  el  suelo.  Pero 
la  barbarie  no  acaba  aquí:  á  un  niño  todavía  en  pañales,  después  de 
haber  maltratado  á  su  madre,  le  cortaron  las  extremidades  de  los  dedos  de 
una  mano,  y  el  brazo  estaba  roto  en  dos  ó  tres  partes;  á  otro  niño  de  unos 


siete  años  le  abrieron  la  cabeza  en  varias  partes;  un  gran  hueso  del  cráneo 
estaba  completamente  separado,  colgando  con  la  piel;  ¿qué  hacer?  ¿cómo 
practicar  operación  quirúrgica?  El  médico  allí  presente  ha  perdido  todos 
sus  instrumentos  de  cirugía,  y  como  la  operación  es  urgente,  un  cuchillo 
de  bolsillo  á  falta  de  otro  instrumento  ha  de  servir  para  la  cura.  Con  mucho 
cuidado  despegan  el  hueso  de  la  piel  y  con  ella  se  cubre  el  hueco.  En 
una  calle  hay  un  grupo  de  niños,  algunos  musulmanes  los  ven,  y  helos  ha- 
ciendo un  círculo  y  danzando  en  derredor  suyo,  y  con  la  punta  de  sus  bayo- 
netas empujando  aquellos  pobrecitos  sin  dejarlos,  hasta  que  han  sido  redu- 
cidos á  un  montón  de  carne  desmenuzada.  ¿Qué  es  lo  que  han  hecho  estos 
pobres  seres  para  merecer  tales  muertes?  El  solo  motivo  es  que  eran  cris- 
tianos. A  media  hora  de  Adana  en  las  orillas  del  Sahyoun,  hay  un  pueblo 
que  le  llaman  Cristian-Keuy  (pueblo  cristiano),  pues  todos  los  que  lo  habi- 
taban eran  cristianos  (cismáticos).  Se  componía  de  unas  70  personas;  todos 
han  sido  asesinados,  y  los  que  pudieron  escapar  de  momento  de  las  manos 
de  los  musulmanes  fueron  echados  al  río  y  ahogados.  ¡Qué  barbaridad! 

Como  arriba  le  decía,  los  turcos  habían  incendiado  las  tiendas  de  los 
cristianos;  de  allí  el  fuego  se  propagó  de  casa  en  casa,  pues  en  Adana  la 
mayor  parte  de  las  construcciones  son  de  madera  y  las  calles  muy  estrechas 
de  manera  que  en  algunas  horas  la  mayor  parte  de  la  ciudad  estaba  incen- 
diada. Algunos  momentos  antes  que  el  fuego  prendiera  en  casa  de  las  Her- 
manas, el-P.  Sabatier  O)  había  enviado  al  Valí  (representante  del  gobierno 
Otomano  en  Adana)  por  un  hombre  que  se  ofreció  á  llevárselo,  con  grande 
peligro  de  su  vida,  un  recado  pidiendo  algún  auxilio  en  favor  de  los  refu- 
giados y  de  las  hermanas,  pero  nada  enviaron.  El  peligro  era  inminente. 
Algunos  instantes  más  y  se  acababa  con  los  refugiados  y  las  hermanas. 

De  pronto  se  oye  un  toque  de  clarín  cerca  del  establecimiento,  y  unos 
segundos  más  tarde  golpean  la  puerta  de  entrada.  Todos  se  creían  perdi- 
dos. La  Madre  superiora  reúne  todas  las  Hermanas  y  les  dice:  «Vamos  ha- 
cia la  puerta,  si  vienen  para  acabar  con  nuestra  vida,  nosotras  seremos  las 
primeras;  puede  ser  que  así  alguno  de  los  aquí  refugiados  tenga  tiempo 
para  salvarse;  en  todo  caso,  creo  que  cuando  los  soldados  nos  vean  con  el 
hábito  religioso  les  impondremos  respeto». 

La  puerta  se  abre.  ¿Quién  va  allá?  Un  grupo  de  soldados  que  vienen 
de  parte  del  Valí  para  proteger  á  las  Hermanas  y  los  refugiados.  Los  jefes 
se  adelantan  dirigiéndose  hacia  las  hermanas,   tienden  la  mano  á  la  Madre 


(1)  Este  padre  fué  herido  por  una  bala  que  un  musulmán  le  tiró  con  intención  desde 
un  Kiosko,  mientras  el  padre  estaba  en  el  terrado  para  ver  en  dónde  había  más  peligro.  Fué 
herido  en  el  costado,  á  poco  más  hubiera  sido  mortal;  sigue  bien,  gracias  á  Dios. 


390 
superiora  y  á  algunas  de  las  Hermanas,  y  les  dicen  el  porqué  de  su  llega- 
da, mientras  que  uno  de  ellos  sospechando  que  el  P.  Benoit  allí  presente, 
lleva  alguna  arma  escondida,  le  abre  la  sotana  para  ver  lo  que  llevaba.  En- 
tonces el  padre,  saca  un  crucifijo  que  llevaba  pendiente  del  cuello  y  le  dice: 
«Amigo,  he  ahí  el  arma  del  sacerdote».  Entonces  los  5.000  y  más  refugia- 
dos en  hilera,  acompañados  de  los  soldados  y  de  los  PP.  Sabatier  y  Benoit 
van  al  Konak  (casa  del  Gobernador)  para  estar  más  seguros,  pero  una  vez 
allí,  los  encarcelaron  sin  poder  salir,  no  solamente  los  refugiados,  pero  ni  aun 
los  padres,  los  cuales  fueron  puestos  en  libertad  al  cabo  de  un  día,  y  casi 
todos  pasaron  este  tiempo  sin  probar  bocado.  Hemos  oído  decir  que  una 
vez  los  refugiados  estuvieron  bien  asegurados  en  el  Konak,  los  asesinaron 
sucesivamente.  Ha  corrido  este  rumor,  no  sé  si  es  verdad.  Desde  los  pri- 
meros ataques  se  supo  en  Francia  que  los  franceses  residentes  en  Adana 
estaban  en  peligro.  Un  buque  de  guerra,  el  «Víctor  Hugo»,  partió  al  instan- 
te de  Tolón  hacia  Mersina,  empleó  tres  días  para  hacer  la  travesía.  Al  pun- 
to que  llegó,  el  capitán  ordenó  á  los  PP.  y  á  las  hermanas  partir  para 
Mersina.  Todos  partieron.  Allí  permanecieron  algunos  días,  excepto  el  ca- 
pitán, el  P.  Jouve  y  la  Madre  superiora  que  volvieron  á  Adana  para  procu- 
rar alquilar  una  casa,  si  había  alguna,  para  transformarla  en  ambulancia,  á 
fin  de  dar  abrigo  á  los  heridos  más  necesitados.  Encontraron  una,  y  de  la 
manera  que  pudieron  dieron  abrigo  á  unos  veinte  heridos,  extendiéndolos 
sobre  el  suelo,  no  teniendo  por  el  momento  ni  camas  ni  colchones,  pues 
todo  había  ardido.  Dicha  ambulancia  no  permaneció  largo  tiempo;  el  fuego 
se  comunicó  á  ella  y  fué  reducida  á  cenizas.  Cuatro  hermanas  volvieron  á 
Lyón  de  Francia. 

El  cónsul  inglés  en  Mersina,  desde  el  primer  día  partió  para  Adana  á 
fin  de  procurar  el  orden,  pero  inútilmente;  fué  herido  en  un  brazo  y  creo 
han  tenido  que  cortárselo.  El  P.  Benoit  partió  para  Constantinopla  y  el  pa- 
dre Sabatier  á  Beyruht,  en  donde  se  le  hicieron  las  primeras  curas  de  sus 
heridas  por  los  médicos  de  la  Facultad  de  Medicina.  Al  cabo  de  algunos 
días  encontrándose  mejor,  partió  para  Adana  acompañado  de  un  médico, 
que  el  P.  Cattin  rector  de  la  universidad  le  prestó,  y  del  H.  Cotel,  direc- 
tor de  la  imprenta,  llevando  consigo,  camas,  sábanas,  colchones  y  otras 
prendas  para  los  enfermos.  Así  que  la  calma  comenzó  á  reinar  en  la  ciudad, 
las  Hermanas  que  estaban  en  Mersina  volvieron  á  Adana.  Algunas  diaconi- 
sas  de  Beyruht  y  los  americanos,  sobre  todo  el  cónsul  inglés  que  tiene  muy 
buen  corazón,  abrieron  en  los  campos  ambulancias  militares;  todo  ha  sido 
arreglado  con  mucho  cuidado  y  caridad.  Lo  que  se  temía  mucho  al  princi- 
pio era  una  epidemia,  pues  en  este  tiempo  el  país  de  Adana  y  sus  cercanías 


391 

es  muy  caluroso,  y  los  cadáveres  estaban  en  putrefacción  por  las  calles; 
pero  los  echaron  á  carretadas  al  río  que  desemboca  en  Mersina.  Gracias  á 
Dios  ha  desaparecido  todo  temor  de  epidemia.  Últimamente  hemos  recibido 
una  carta  de  los  Hermanos  maristas  residentes  en  Adana,  la  cual  nos  da 
detalles  sobre  la  caridad  de  las  Hermanas  que  están  al  cuidado  de  los  en- 
fermos; y  en  general  todos  los  que  á  esta  obra  se  dedican,  parece  que  ha- 
cen actos  verdaderamente  heroicos.  Pero  ¡qué  lástima  y  compasión  da  el 
ver  tantos  desgraciados!.  ¡Cuántos  huerfanitos!  ¡cuántas  viudas!  ¡cuántos 
padres  han  perdido  sus  hijos!  y  ¡cuántos  que  ayer  eran  ricos  están  obliga- 
dos hoy  á  viyir  de  limosna!  y  ¡cuántos  quedarán  desgraciados  para  toda  su 
vida!  ¡quien  sin  pies,  quien  sin  brazos,  quien  sin  piernas!  Cierto  joven  de 
unos  30  años,  armenio  católico,  está  en  cama;  al  verle  se  diría  que  no  está 
enfermo,  ni  tan  solo  una  cicatriz  exterior;  pero  habiéndose  escondido  en 
un  Kant  (posada)  y  sabiéndolo  los  turcos,  le  hicieron  salir  de  su  escondrijo, 
y  abriéndole  la  boca  le  hundieron  un  puñal  en  la  garganta  hasta  el  puño, 
cortándole  el  interior  del  cuello  y  todo  lo  que  el  instrumento  alcanzó.  Una 
mujer  igualmente  en  cama,  tiene  la  cabeza  y  cabellos  cubiertos  de  una  cos- 
tra desangre  cuajada,  sin  poderse  distinguir,  ni  orejas,  ni  boca,  ni  ojos,  ni 
nariz,  todo  es  una  bola  de  sangre;  á  la  pobre  la  echaron  dentro  de  un  pozo 
y  la  dejaron  por  muerta. 

Ya  puede  pensar,  R.  Padre,  cuánta  miseria  debe  haber  en  aquel  pobre 
país  de  Adana,  y  cuántas  víctimas  no  ha  habido!;  se  cuentan  unas  5.000  en 
toda  la  provincia  de  Adana. 

Enconmiende,  R.  Padre,  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús  y  á  la  Santísima 
Virgen  María,  á  esta  pobre  Misión  de  Armenia  y  á  sus  misioneros,  á  fin  de 
que  podamos  ganarle  muchas  almas,  y  después,  si  es  la  voluntad  del  Señor, 
que  podamos  dar  hasta  la  última  gota  de  sangre  por  el  triunfo  de  la  Iglesia 
Católica  y  por  la  salvación  eterna  de  las  almas. 

En  sus  santos  SS.  SS.  y  00.  se  encomienda  este  hermano  en  Cristo 
Jesús. 

JHS. 

Francisco  de  la  Asunción,  S.  J. 


EL  R.   PADRE    MATEO    ANTILLACH,    S.    J. 
t  16  FEBRERO  1910  EN  BELIZE  (HONDURAS) 


Traducción  de    The  Clarión.  February  24. 1910 


En  la  Abadía  católica,  rodeado  de  sus  hermanos  en  religión,  y  mientras 
Su  lima,  el  Sr.  Obispo  Hopkins,  S.  J.  terminaba  las  preces  por  los  moribun- 
dos, partió  pacíficamente  de  esta  vida  el  último  de  una  heroica  compañía ' 
de  sacerdotes  italianos,  franceses  y  españoles,  que  militaron  como  volun- 
tarios en  la  obra  de  la  Misión  católica  en  Honduras  Inglesa,  al  lado  de  sus 
hermanos  los  padres  jesuítas  de  la  provincia  de  Inglaterra. 

Con  toda  verdad  puede  decirse  del  P.  Antillach  que  murió  al  pie  del 
cañón;  pues  fué  arrebatado  en  el  ejercicio  de  su  cargo  de  director  de  la 
congregación  del  Rosario  de  la  catedral  del  Santísimo  Redentor,  cuando 
iba  á  dar  la  bendición  al  fin  de  la  función.  Había  rezado  las  oraciones  de 
costumbre  y  hecho  una  breve  plática  á  los  miembros  de  la  congregación 
del  Rosario,  entrando  luego  en  la  sacristía  á  revestirse  para  dar  la  bendición. 
De  vuelta  al  altar,  unos  minutos  más  tarde,  tropezó  como  enredado  en  la 
alfombra  del  presbiterio.  Se  incorporó  por  sí  mismo  y  anduvo  uno  ó  dos 
pasos  adelante  y  pareció  tropezar  otra  vez,  hacia  el  lado  izquierdo.  Probó 
de  nuevo  adelantar  hacia  el  altar,  y  de  nuevo  flaqueó  hacia  el  mismo  lado; 
fortuna  que  el  hermano  sacristán  le  asió,  impidiendo  que  diese  de  cabeza 
contra  el  sitial  del  coro.  Es  que  se  le  había  paralizado  por  completo  el  lado 
izquierdo.  Fué  llevado  á  la  sacristía  donde  se  procuró  aliviarle.  Preguntado 
dónde  sentía  dolor,  señaló  por  dos  veces  la  sien  derecha,  donde  radicaba  la 
hemiplegia,  que  había  paralizado  su  lado  izquierdo.  Volvió  en  sí  por  unos 
minutos  y  fué  llevado  á  su  aposento.  El  Dr.  Carlos  Heusner  acudió  apre- 
suradamente, pero  declaró  el  caso  sobre  los  recursos  de  la  ciencia.  Antes 
que  el  buen  padre  perdiese  del  todo  el  conocimiento  le  administró  los  últi- 
mos auxilios  el  limo.  Sr.  Obispo  P.  Federico  Hopkins  asistido  del  Rev.  Pa- 
dre Guillermo  A.  Mitchel  S.  J.  superior  de  la  Misión. 


393 

El  P.  Antillach  quedó  sin  conocimiento  y  su  fin  llegó  á  las  10  h.  12  p. 
m.  Además  de  sus  hermanos  en  Religión,  estuvo  á  su  lado  el  señor  Luis 
Cuevas,  que  había  sido  íntimo  del  padre  durante  muchos  años. 

Sus  restos  mortales  con  los  ornamentos  de  sacerdote  fueron  expuestos 
en  la  catedral  el  jueves  por  la  mañana.  Los  PP.  y  estudiantes  cantaron  el 
oficio  de  difuntos  solemne,  oficiando  S.  L  y  al  fin  del  oficio,  á  las  diez, 
celebró  una  misa  rezada  por  el  difunto  el  P.  José  A.  Murphy  S.  J.  Gran 
multitud  asistió  á  estos  oficios;  y  durante  todo  el  día  hombres,  mujeres  y 
niños  fueron  á  contemplar  por  última  vez  las  facciones  de  su  amigo  y 
padre  difunto. 

El  P.  Mateo  Antillach  nació  de  una  familia  catalana,  el  21  de  diciem- 
bre de  1847  en  Balaguer  de  España,  donde  se  deslizaron  sus  primeros 
años  feliz  y  pacíficamente.  Cuando  muchacho,  tomaba  parte  en  las  trave- 
suras de  sus  compañeros  y  con  frecuencia  llegaban  á  oídos  de  su  maestro. 
Contaba  con  mucha  gracia,  cómo,  después  de  un  severo  vapuleo,  bien 
merecido,  su  piadosa  madre  notó  en  él  una  quietud  desusada  y  adivinó  al 
punto  que  algo  había  sucedido  en  la  escuela.  El  muchacho,  después  de  haber 
probado  en  vano  divertir  la  atención  de  su  madre  hacia  otras  materias 
menos  personales,  le  dijo  lo  que  había  hecho  y  cómo  lo  había  pagado. 
«¡Pagado!  exclamó  ella,  no:  mañana  lo  vas  á  pagar»,  y  fué  derechamente 
á  enterar  á  su  marido  de  lo  sucedido  en  la  escuela.  El  P.  Antillach  decía: 
«olvidé  todo  lo  del  vapuleo  del  maestro,  hasta  que  mi  padre  se  cansó».  Y, 
por  la  mañana  mi  madre  me  ordenó  llevase  un  paquete  de  chocolate  al 
maestro,  entregándoselo  delante  de  toda  la  clase  y  dándole  las  gracias  por 
la  paliza,  que  me  había  dado  el  día  anterior. 

Más  tarde,  en  el  colegio,  bajo  la  dirección  de  los  jesuítas  hizo  notables 
adelantos.  Después  de  su  año  de  retórica  entró  en  la  Compañía  de  Jesús  el 
21  de  marzo  de  1865,  á  los  18  años  de  su  edad.  Hizo  sus  estudios  de  Filo- 
sofía y  Teología,  y  un  año  poco  más  ó  menos  después  de  su  presbiterado 
respondió  al  llamamiento  divino  de  acudir  á  la  Misión  de  Honduras  Británi- 
ca, llegando  á  Belize  en  invierno  de  1880.  Su  obra  permanece  en  los  católicos 
de  nuestra  costa,  especialmente  en  Coroza!,  Stann  Creek  y  Belize.  Formal, 
enérgico,  de  carácter  vivaz  y  temperamento  muy  genial;  se  ganó  amigos 
por  doquier  y  los  conservó  siempre,  con  su  celo  heroico,  gran  valor  en  arros- 
trar dificultades,  paciencia  en  las  enfermedades  causadas  frecuentemente 
por  sus  trabajos.  Todo  el  que  le  trataba  lo  apreciaba,  pero  bien  se  echaba 
de  ver  que  gozaba  especialmente  entre  los  niños  de  la  escuela,  ó  con  los 
olvidados,  con  los  enfermos  y  con  los  pobres.  Durante  treinta  años  todo  su 
amor  y  cuidado  los  dedicó  á  hacer  prosperar  espiritualmente  las  obras  espi- 


394 

rituales  de  su  cargo.  Y  aún  estando  enfermo  de  gravedad,  olvidaba  sus  que- 
brantos para  servir  en  lo  que  podía  á  los  desconsolados,  á  los  pobres  y  á  los 
moribundos. 

Con  él  pasó  otra  vez  lo  de  la  vaina  estropeada  por  la  espada.  Trabajó 
como  siempre  lo  había  deseado  hasta  la  última  hora  y  guardó  su  puesto 
hasta  la  muerte.  Por  abril  de  1909,  una  ligera  parálisis  afectó  su  lado  dere- 
cho; y  los  superiores,  atentos  á  este  aviso,  lo  llamaron  á  fines  de  año  á  Belize 
para  descansar,  aunque  para  satisfacer  su  actividad  se  le  asignó  alguna  ocu- 
pación, siendo  la  principal  el  cuidado  de  la  congregación  del  Rosario,  en  cuya 
reunión  del  16  del  presente  fué  llamado  al  premio. 

Los  funerales,  el  jueves  por  la  tarde,  fueron  concurridísimos.  S.  I.  el  se- 
ñor Obispo  Hopkins  elogió  en  breves  frases  al  P.  Antillach  como  misionero  de 
Honduras  Inglesa,  delante  déla  numerosa  concurrencia,  presentándolo  como 
amable,  valiente  é  incansable  celador  de  Dios  y  de  las  almas. 

El  cortejo  fúnebre  fué  quizá  el  mayor  que  jamás  se  vio  en  Belize.  Las 
varias  corporaciones  católicas  iban  de  uniforme,  mientras  la  Banda  de  los 
Niños  Católicos,  dirigida  por  Mr.  J.  Folgarait,  ejecutaba  marchas  fúnebres. 
Mas  no  sólo  los  católicos  acompañaron  el  cadáver  á  la  tumba:  millares  de 
ciudadanos  de  Belize  de  todas  clases  y  confesiones,  testificaron  el  respeto 
universal  con  que  todos  le  miraban.  Después  de  las  ceremonias  del  sepelio, 
la  multitud  se  postró  de  rodillas  y  unió  su  cordial  plegaria  á  la  del  señor 
Obispo  para  que  Dios  conceda  al  alma  del  querido  P.  Antillach  el  descanso 
eterno.  R.  I.  P. 


A.  M.  D.  G. 


índice 


Páginas 
PENÍNSULA 

VALENCIA.  Casa  Profesa.— Ministerios  apostólicos  del  P.  Juan  María 
Sola.   Serie  de  cartas  del  mismo  padre  al  P.   Pedro 

Planas.— Carta  I.'' 7 

Carta  2.^ 10 

Carta  3.'^ 13 

Carta  4." 17 

Misión  de  Calatayud,  por  los  PP.  Miqueleiz,  Recolóns,Zu- 
gasti  y  Sola.— Carta  del  P.  Juan  M.  Sola  al  P.  Pedro 

Planas 24 

TORTOSA.  Colegio  Máximo.— Casa  de  Jesús.— Misiones  del  P.  Ramón 
Vendrell  en  Oran.— Cartas  del  mismo  padre  al  P.  Pedro 

Planas.— Carta  1.'   • 35 

Carta  2.^" 38 

Carta  3." 42 

Carta  4.' 44 

Procesión  en  Tortosa  con  motivo  del  Congreso  eucarístico 
de  Madrid 49 

Ministerios  del  P.  José  M.  Carreras.— Carta  1."  del  her- 
mano escolar  Salvador  Mico  al  P.  Mario  Sauras      .      .        54 
Carta  2.^  del  mismo  H.  al  H.  Isidoro  Lonca  ....        58 
Carta  3."  del  mismo  H.  al  H.  Coadjutor  José  Suñol .      .        61 
TORTOSA.  Colegio  Máximo.— Casa  de  S.  José.— Un  catecismo  notable 
en  la  Vega  de  Tortosa.— Carta  del  H.  Antonio  Guasch 
al  P.  Luís  Adroer 87 

La  congregación  mariana  de  jóvenes.— Carta  del  H.  Ra- 
món M.  Bolos  al  P.  Luís  Adroer 77 

La  congregación  menor.— Una  visita  al  asilo  de  pobres  an- 
cianos de  Tortosa.— Carta  de  los  HH.  Catequistas- 
directores  de  la  congregación  al  P.  Luís  Adroer      .      .        79 

Catecismo  del  barrio  llamado  Arrabal  /zoí;a.— Carta  del 
H.  Enrique  Heras  al  P.  Luís  Adroer 84 


396 

Páginas^ 

El  R.  P.  Mariano  Balcélls.  Narración  necrológica  por  el 

P.  Ricardo  Cirera 88 

VERUELA.  JuNiORADO.— Inauguración  de  una  estatua  al  Sagrado  Corazón 
de  Jesús  en  Trasmoz.—  Carta  del  H.  Sabino  Marco  al 
H.  Fernando  Sacasa 94 

Ministerios  espirituales  con  unos  gitanos.—  Narración  del 
P.  Santiago  Riba 98 

Misiones  de  los  PP.  Santiago  Riba  y  Juan  Bta.  Recolóns 
en  la  diócesis  de  Tarazona.— Misión  de  Matalebreras.— 
Carta  del  P.  Santiago  Riba  ai  P.  Arturo  Codina    .      .      100 

Misión  de  Vlerlas.— Carta  del  P.  Santiago  Riba  al  P.  Ar- 
turo Codina  103 

GANDÍA.  Noviciado.— Labor  catequística  de  una  congregación  de  hijas 
de  María.— Carta  del  P.  Carlos  Ferrís  al  P.  Juan  M." 
Sola 105 

Quincuagésimo  aniversario  de  la  entrada  en  la  Compañía 
del  P.  Francisco  Ceballos.— Carta  del  H.  Francisco  Ja- 
vier Porta  á  los  HH.  júniores  de  Veruela     .      .      .      .      108 

Los  Ejercicios  del  P.  José  L.  Iñesta.— Carta-introducción 
al  P.  Antonio  Vicent 110 

Ejercicios  dados  por  varios  de  nuestros  padres,  especial- 
mente por  el  P.  José  L.  Iñesta,  en  los  pueblos  de  la  Ve- 
ga de  Gandía  en  1910 121 

Santos  Ejercicios  en  Beniarrés  dados  por  el  P.  José  L. 
Iñesta  en  1910 129 

Tandas  de  Ejercicios  en  Albal  por  el  P.  José  L.  Iñesta.— 
Carta  1."  del  Sr.  Párroco  de  Albal  al  P.  Luís  Adroer    .      132 
Carta  1.^  del  P.  José  L.  Iñesta  al  P.  Socio  Juan  Guim   .      13(3 

Advertencia.  Relación  de  los  mismos  Ejercicios  por  D.  Jo- 
sé M."  Delhom 141 

BARCELONA.  Colegio.— Ministerios  espirituales  en  Cindadela  (Balea- 
res).—Cartas  de  los  PP.  Celestino  Matas  y  Francisco 
M."  Alós  al  P.  Juan  Capell 154 

Progresos  materiales  y  sociales  de  la  congregación  ma- 
riana  de  Barcelona.— Carta  circular  del  P.  Director  á  los 

señores  congregantes  antiguos 158 

ORIHUELA.  Colegio.— Congregación  de  hijas  de  María  establecida  en 
nuestra  iglesia.  Serie  de  cartas  del  P.  Juan  N.  Peris  al 
P.  Juan  Guim.— Carta  I."  El  «voto  de  la  Asunción  de 

Nuestra  Señora  > 101 

Carta  2."  Sección  de  propaganda 167 

Cartas."  Sección  de  catecismo 172 

Carta  4."  Catecismo  de  la  «Sagrada  Familia»  .  .  .  178 
Carta  5.*  Santos  Ejercicios  espirituales  ....  181 
Carta  O.'"  Fiesta  de  la  Inmaculada  y  Capilla  mariana  .  187 
Carta  7.*  Varias  obras  de  la  congregación  .  .  .  .  192 
VALENCIA.  Colegio.    El  R.  P.  Jaime  Vigo.  Relación  necrológica  por  el 

H.  Escolar  Florencio  Zurbitu 199 


397 

Páginas 

GERONA.  Residencia.— Dos  misiones  difíciles  en  la  diócesis  de  Gerona. 
—Narración  escrita  por  el  P.  Antonio  Viladevall.  I.  Mi- 
sión de  S.  Felíu  de  Guíxols 211 

II.  Misión  en  Blanes 225 

Una  asociación  de  señoras  para  la  propaganda  de  buenas 
lecturas.— Carta  del  P.  Francisco  Ferrer  al  R.  P.  Pro- 
vincial     2'^8 

MANRESA.  Residencia.— Varios  ministerios  del  P.  Magín  Dachs.— Car- 
ta del  mismo  padre  al  R.  P.  Provincial 232 

PALMA  DE  MALLORCA.  Residencia.-  II  Congreso  regional  de  las 
congregaciones  mariqnas  en  Palma  de  Mallorca.— Car- 
ta del  H.    Francisco  Muedra  al  H.  Mauricio  Jiménez.      259 
R.  P.  Cayetano  Satorre.  Narración  necrológica    .      .      .      268 


MISIÓN  DE  FILIPINAS 


,  I       ^  i  Manila 273 

MSLADELuZÓN....|^,g^^ 278 

I  Residencia  de  Zamboanga.-Zamboanga      279 

Noticias   1  i  Residencia  de  Tamontaca.-Cottabato    .      279 

o'eneral  s  \  Residencia  de  Dávao.-Dávao    .      .      .      280 

*'  \  Isla  DE  Mindanao  ;,  Residencia  de  Caraga.-Caraga. 

'^^0       i  i  Residencia  de  Cagayán.-Cagayán 

I  I   Residencia  de  Rntiían  -Rutñan . 


281 
282 
284 


Residencia  de  Butúan.-Butúan. 
\  Residencia  de  Dapítan.-Dapítan 
Isla  DE  CüLióN.  .  .     Residencia  de  Culión.-Culión   .      .      .      290 

Celebración  del  l.er  Concilio  provincial  filipino.  Novena  y 
fiesta  de  la  Inmaculada.  Excelente  espíritu  en  el  colegio. 
— Carta  del  H.  Romualdo  Benedet  el  P.  José  Garriga.      293 

Próspero  estado  del  colegio.  Varias  fiestas.  Ejercicios. 
— Carta  del  P.  Rector  al  P.  Garriga 295 

Singular  demostración  de  afecto  del  señor  Delegado  de 
S.  S.  Mgr.  Ambrosio  Agius  O.  S.  B.  á  nuestra  Misión. 
—Fragmento  de  una  carta  del  H.  Romualdo  Benedet  al 
H.  José  Garriga 297 

De  El  Mercantil,  diario  de  Manila;  (fiesta  religiosa  con 
motivo  del  50."  aniversario  de  la  2."  llegada  de  los  nues- 
tros á  Manila  en  1859) 299 

Ministerios  del  P.  Juan  Martín  en  Maluco,  Balírig  y  Tan- 
cúlan.— Carta  del  mismo  padre  al  P.  Francisco  Nebot    .      302 

Entrada  y  primera  presentación  del  P.  Antonio  Obach  en 
el  pueblo  de  Langáran.— Carta  del  mismo  padre  al  re- 
verendo P.  Superior  de  la  Misión 304 

Llegada  de  una  expedición  de  padres  y  hermanos  á  Ma- 
nila. —  Carta  del  P.  Laureano  Confín  al  H.  Antonio 
Guasch 306 


398 


Páginas 

Grave  inundación  en  Butúan.— Carta  del  P.  Jaime  Valles 
al  R.  P.  Saturnino  Urios 308 

El  R.  P.  Pedro  Torra  S.  J.— Narración  necrológica  por  el 
P.  Manuel  Peypoch 310 

La  fiesta  de  la  Inmaculada  Concepción  y  el  Ateneo  de  Ma- 
nila en  1910 312 

Trabajos  apostólicos.  —  Carta  del  P.  Francisco  Nebot  al 
P.  Saturnino  Urios 317 

Trabajos  apostólicos.— Carta  del  P.  Jaime  Valles  al  Reve- 
rendo P.  Fidel  Mir 319 

Una  visita  á  «El  Mirador».  —  Carta  del  P.  José  Algué  al 
R.  P.  Superior  de  la  Misión 320 

Ministerios  apostólicos  del  P.  Jaime  Valles.  —  Carta  del 
mismo  padre  al  P.  Juan  Ortega 322 

Noticia  de  la  leprosería  de  la  Isla  de  Culión.  -  Carta  del 
P.  Manuel  Valles  al  R.  P.  Superior  de  la  Misión.      .      .      326 


MISIÓN  CHILENO-ARGENTINA 


Seminario  de  Buenos  Aires.  —  Fiestas  del  Sagrado  Corazón  y  de  San 
Luís  Gonzaga.  Otras  noticias  edificantes.  —  Carta  del 
P.  Lucio  A.  Lapalma  al  H.  Escolar  Enrique  Mainier.      .      337 
Cartas  sobre  la  fiesta  de  S.  Juan  Berchmans  en  el  Semi- 
nario Conciliar.      Carta  1 ."  del  P.  Lucio  A.  Lapalma  al 

R.  P.  Superior  de  la  Misión .344 

Carta  2."  del  P.  Juan  Corominas  al  R.  P.  Superior  de  la 

Misión 345 

Ecos  de  la  «Semana  Trágica»  en  Buenos  Aires.  —  Carta 

del  P.  Lucio  A.  Lapalma  al  R.  P.  José  Barrachina.  .      .      350 
Dos  actos  catequísticos.  Nueva  congregación  mariana  en 
el  Seminario  Conciliar  de  Buenos  Aires.— Carta  del  Pa- 
dre Lucio  A.  Lapalma  al  H.  Francisco  Galarza. .      .  358 

Residencia  y  Casa  de  Probación  de  Córdoba.— Varios  ministerios  de 
nuestros  padres.— Carta  del  H.  Coadjutor  Antonio  Sau- 

quet  al  P.  Juan  Capell 361 

Ministerios  de  algunos  padres.  —  Carta  del  H.  Antonio 
Barlén  al  H.  Antonio  de  Laico 362 

Residencia  y  Casa  de  Ejercicios  en  Concepción  de  Chile.— La  Vir- 
gen del  Pilar  y  las  banderas  Hispano-americanas.- Car- 
ta del  P.  Pablo  Hernández  al  P.  Juan  M.' Sola..      .      .      364 

Colegio  de  S.  Francisco  Javier  de  Puerto  Montt.— El  R.  P.  Pedro 
Fink,  S.  J.— Noble  actitud  del  vecindario.  Traslación  de 
sus  restos  á  Puerto  Montt.  Sus  funerales.— Relación  de 
un  periódico  católico  de  Puerto  Montt 368 


Paginas 
VARIA 


Carta  del  P.  Santiago  A.  Rokliff  al  P.  Rector  del 

Colegio  de  Woodstock 375 

Carta  del  P.  Santiago  A.  Rokliff  al  P.  Cecilio  Gó- 

'       mez  Rodeles 378 

Ministerios  espirituales  del  P.  Martín  Habig,  en  Chicago.      380 
Misión  de  Armenia.— Noticias  sobre  Cesárea  de  Capadocia  y  sobre  la 

matanza  de  los  cristianos  en  Adana 385 

Misión  de  Honduras,— El  R.  P.  Mateo  Antillach,  narración  necrológica.      392 


Misión  del  Japón 


A.  A.  D.  G. 


CARTAS   EDIFICANTES 


CARTAS    EDIFICANTES 


DE  LA 


PROVINCIA  DE  ARAGÓN 


AÑO  1911 


Número  2 


iñs' 


wm 


BARCELONA 
LIBRERÍA   RELIGIOSA 

CALLE    AVIÑÓ,    N."    20 
I912 


PENÍNSULA 


CASA  PROFESA  DE  VALENCIA 


RECUERDO  DEL  25.°  ANIVERSARIO 
DE  LA  REEDIFICACIÓN  DE   ^^LA   COMPAÑÍA»"^ 


Discurso-Memoria  pronunciado  en  la  iglesia  de  la  Compañía 

el  día  19  de  noviembre  de  1911.  por  el  R.  P.  Juan  María  Sola 

de  la  Compañía  de  Jesús 


Ego  díco  lerusalem:  aedificaberis,  et  templo: 
fundaberis.  (Is.,  44-28). 


¡Veinticinco  años  se  cumplen  hoy  de  la  reedificación  de  este  templo  en 
1886!  Suceso  memorable,  acontecimiento  extraordinario  que  con  harta  razón 
os  apresuráis  á  conmemorar  solemnemente  vosotros,  congregantes  de  la 
Guardia  y  Oración  al  Santísimo  Sacramento  ^2),  y  cuantos  habéis  acudido  en 
este  día  á  dar  las  gracias  al  Señor  por  tan  incomparable  beneficio. 

He  dicho  que  con  harta  razón  celebráis  de  un  modo  tan  espléndido 
dicho  Aniversario:  porque,  ¿qué  son  25  años  de  templo  de  la  «Compañía»,  si- 
no 25  años  de  mayor  gloria  de  Dios,  cuya  perenne  glorificación  ha  de  ser 
blanco  de  nuestras  empresas,  término  de  todos  nuestros  afanes,  fuente  de 
nuestras  alegrías,  materia  de  nuestro  consuelo  en  el  tiempo  y  de  nuestra 
bienaventuranza  en  la  eternidad? 

Pues  he  aquí  toda  la  materia  de  esta  más  bien  Memoria  histórica  que 


(1)  Así  llaman  en  Valencia  á  nuestra  Iglesia. 

(2)  Dirígese  el  orador  á  los  congregantes  de  la  Guardia  y  Oración  al  Santísimo  Sacra- 
mento, en  primer  término,  porque  coincidía  esta  fiesta  con  la  anual  de  los  congregantes  de  di- 
cha real  congregación. 


8 
sermón  moral  ó  panegírico;  ya  que  todos  convendréis  conmigo  en  que  el 
mejor  hacimiento  de  gracias,  es  recordar  las  mercedes  recibidas,  y  con  pro- 
fundo reconocimiento  del  corazón  retornarlas  al  Dador  de  todo  bien.  Sí, 
vuelvan  las  aguas  al  mar  de  do  salieron,  después  de  haber  fecundado  la  tie- 
rra y  enriquecídola  graciosamente  con  la  lindeza  de  sus  flores  y  la  copia, 
inexhausta  de  sus  frutos. 

De  dos  órdenes  ó  linajes  son  los  beneficios,  cuya  cifra  y  compendio  nos 
representa  y  como  trae  á  nuestros  ojos  este  vasto  templo,  que  vienen  á  ser 
como  dos  órdenes  de  voces  ó  de  bien  templados  instrumentos  con  que  esta 
sagrada  mole,  ha  cinco  lustros  precisamente  reconstruida,  viene  promovien- 
do la  mayor  gloria  de  Dios;  conviene  á  saber,  material  y  espiritual.  Com- 
puesto el  hombre  de  materia  y  espíritu,  con  entrambas  á  dos  partes  es  me- 
nester que  honre  y  glorifique  á  su  Dios  y  Señor,  si  la  glorificación  ha  de 
ser  cumplida  y  perfecta;  y  Valencia,  nuestra  querida  Valencia,  en  ambas 
formas  ha  glorificado  á  su  Dios  estos  veinticinco  años,  reedificando  sobre 
los  antiguos  cimientos  esta  iglesia  y  tributándole  en  ella  sumo  honor,  glo- 
ria, bendición,  acatamiento,  vasallaje  y  poderío. 


Vedlo.  El  liberalismo  triunfador  en  1868  quiso  celebrar  en  España  su 
victoria  destruyendo  escuelas  y  derribando  templos.  El  primero  en  quien  se 
cebó  su  saña,  dentro  de  la  hermosa  ciudad  del  Turia,  fué  la  «Compañía», 
Con  esto  creyó  ¡insensato!  dar  en  tierra  para  siempre  jamás  con  el  princi- 
pal baluarte  del  fanatismo  en  Valencia.  Así  lo  propalaron  los  papeles  pú- 
blicos de  la  masonería.  Una  autoridad  de  nefasta  recordación  dio  el  manda- 
to, y  una  gavilla  de  malsines  lo  cumplió,  mediando  el  mes  de  octubre  del 
mismo  funestísimo  año.  Los  que  peináis  canas,  nobles  valencianos,  recor- 
daréis aun  con  horror  aquellas  escenas  caníbales,  que  en  vano  quisiera  en- 
cubrir ó  mitigar  un  sentimentalismo  de  mala  ley,  que  sólo  sirve  de  arraigar 
la  dolencia.  La  veraz  historia,  empero,  marcará  la  frente  de  los  autores  de 
aquel  escándalo  con  el  estigma  de  execración  eterna. 

Valencia  católica  se  estremeció  aquel  día,  y  más  aun  cuando  supo  que 
el  gobierno  llamado  de  la  Restauración,  mal  fundado  en  el  derecho  de  injus- 
to poseedor  de  hacienda  ajena,  puso  el  profanado  solar  á  pública  subasta. 
Su  intento  era  borrar  para  siempre  la  memoria  del  odiado  templo  por  medio 
de  las  nuevas  construcciones  que  pensaba  se  harían  desde  luego,  dado  lo 
céntrico  de  este  lugar,  y  al  propio  tiempo  echar  unas  monedas  más  en  el  po- 
zo sin  suelo  de  las  arcas  del  Tesoro. 


9 

A  vosotras,  hijas  de  María,  á  dos  ilustres  damas  de  vuestra  congrega- 
ción mariana,  la  M.  I.  Sra.  D.'^  María  de  Guadalupe  y  de  la  Gándara,  III 
condesa  de  Calderón,  y  á  D.'"^  Catalina  Baldoví,  se  debe  que  no  desapare- 
ciese este  solar.  Ellas  lo  adquirieron  discreta  y  cautelosamente,  no  para  sí, 
mas  para  gloria  de  Dios  y  blasón  perdurable  de  Valencia. 

Pero  antes,  ¡cuántas  lágrimas  no  derramaron  los  buenos  hijos  de  esta 
noble  ciudad  sobre  este  suelo  tan  sacrilegamente  profanado!  Diecisiete  años 
vimos  la  valla  fatal  que  circuía  el  ámbito  del  antiguo  templo,  y  sinnúmero 
de  veces  se  vio  en  manifiesto  peligro  de  caer  en  manos  de  algún  logrero 
codicioso;  mas  una  fuerza  secreta  los  repelía  de  aquí  como  diciendo:  «Atrás, 
este  lugar  es  santo.  Yo  lo  guardo  para  que  sea  glorificado  en  él  mi  divino 
Corazón».  Ego  dico  lerusalem:  aediflcaberis,  et  templo:  fundaberis!>. 
(Is.,  44-28).  Y  Jerusalén  fué  reedificada  y  el  templo  restaurado  de  un  modo 
maravilloso,  que  está  pregonando  la  mayor  gloria  de  Dios  f". 


El  hombre  escogido  por  el  cielo  para  concebir  y  trazar  el  proyecto  fué 
el  P.  Francisco  Llopart;  para  ejecutarlo  y  darle  cima,  el  P.  Antonio  Gober- 
na.  Aquél,  nacido  en  Reus  en  1840,  entrado  en  la  Compañía  de  Jesús  en 
1859,  formado  en  las  ciencias  durante  su  estancia  por  tres  años  en  Inglate- 
rra, era  altamente  estimado  en  esta  ciudad  por  su  don  de  consejo,  talento 
vastísimo,  elocuencia  incomparable  y  el  más  á  propósito  para  tamaña  empre- 
sa. Pero  cuando  se  disponía  á  ello,  quiso  la  Inmaculada  Concepción,  en  su 
propia  fiesta  de  1883,  llevárselo  á  la  gloria,  muriendo  como  buen  soldado 
de  Cristo  con  las  armas  en  la  mano,  después  de  predicar  el  panegírico  de 
san  Nicolás  en  la  parroquial  de  su  nombre.  ¡Descanse  en  paz  el  valiente 
guerrero! 

Su  plan,  juntamente  con  su  espíritu,  lo  heredó  el  segundo,  que  nacido 
en  santa  Coloma  de  Queralt,  provincia  de  Tarragona,  en  1828,  y  jesuíta 
desde  1854,  parece  traído  á  esta  ciudad  para  la  obra  magna  de  la  reedifica- 
ción de  este  templo.  De  ingenio  agudo,  de  corazón  magnánimo,  de  trato 
afabilísimo,  de  celo  ardiente,  de  salud  robusta  y  facundia  popular  é  inagota- 
ble, conquistó  aquí,  como  en  todas  partes,  infinitas  almas  para  Cristo.  Este 
fué  el  Rdo.  P.  Antonio  Goberna,  que  pasó  á  mejor  vida  en  Barcelona  en 
1897. 


(1)    Puede  verse  el  plano  de  la  iglesia  y  de  la  antigua  Casa  Profesa  al  final  de  los  Apén- 
dices, en  el  opúsculo  de  donde  se  toman  estas  páginas. 


10 

Entrambos  á  dos  sentían  en  su  pecho  la  llama  del  amor  al  Corazón  de 
Jesús,  y  deseaban  que  la  nueva  iglesia  se  consagrase  á  este  divino  Cora- 
zón. Durante  300  años,  desde  1595  en  que  puso  la  primera  piedra  de  ella  el 
beato  Juan  de  Ribera  junto  á  la  Casa  Profesa  que  ya  existía  desde  1579, 
retuvo  el  nombre  del  Espíritu  Santo  que  le  dieron  sus  fundadores,  si  bien 
el  pueblo  la  llamó  constantemente  «iglesia  de  la  Compañía».  Las  circuns- 
tancias habían  variado.  La  nueva  enseña  del  Corazón  de  Jesús  ondeaba 
al  viento,  como  prenda  de  salvación,  en  manos  de  la  esforzada  hueste  de 
Loyola.  En  el  centro,  y  como  en  el  corazón  de  Valencia,  convenía  se  asen- 
tase un  templo  dedicado  al  Corazón  divino,  que  fuese  como  el  corazón  de 
la  ciudad,  escogida  por  las  sectas  por  blanco  principal  de  sus  iras  contra 
Dios.  El  Espíritu  Santo  cedía,  pues,  su  puesto  de  honor  al  Corazón  del  Hi- 
jo humanado;  pudiendo  decirse  con  justicia,  que  el  divino  Espíritu  fué  dis- 
poniendo por  espacio  de  tres  centurias  este  lugar  y  asiento  para  que  reina- 
se en  él  por  siglos  de  siglos  el  Corazón  de  Jesús. 

Llopart  y  Goberna  han  recibido  de  Dios  el  eterno  galardón,  y  con  ellos, 
¡cuántos  ilustres  caballeros,  damas  principales,  hijos  del  sencillo  pueblo  va- 
lenciano, cooperadores  y  edificadores  de  este  templo!  En  mayo  de  1884  se 
emprendieron  las  obras,  puestas  debajo  del  amparo  y  protección  de  san  Jo- 
sé. ¡Y  qué  bien  lo  hizo  el  santo  Patriarca!  Ni  una  desgracia  ocurrió  en  el 
período  de  dos  años  que  duró  la  construcción.  Un  albañil  que  se  cayó  del 
andamio  no  se  hizo  daño  alguno.  Había  invocado  á  san  José  en  el  momento 
de  la  caída,  y  este  santo  parece  que  le  recibió  en  sus  brazos. 

Contar  la  generosidad  de  los  hijos  de  Valencia  en  aquella  solemne  oca- 
sión, sería  ofender  vuestra  modestia,  ¿Y  qué  falta  haría  esta  cuenta,  pues 
lo  están  diciendo  á  voces  estas  piedras,  estos  altares,  este  pavimento,  estas 
columnas  que  sostienen  la  grandiosa  cúpula,  esta  torre  con  los  bronces  sa- 
grados, esa  obra  del  famoso  Amezua,  órgano  bendito  que  ya  ríe,  ya  llora,  ya 
nos  abate  con  el  temor,  ya  nos  levanta  con  la  esperanza,  ora  sube  á  los  cie- 
los nuestras  súplicas,  ora  nos  trae  de  allí  nuevas  felices  y  divinas  embajadas? 

Poco  á  poco  fueron  devolviendo  los  objetos  de  la  antigua  iglesia,  que 
en  los  momentos  de  tribulación  se  habían  desparramado  por  diversas  partes. 
La  imagen  del  santo  Cristo  que  veis  en  la  sacristía  y  la  que  veneráis  en  la 
capilla  de  la  comunión,  vinieron  de  la  iglesia  del  Pilar.  La  barandilla  de 
bronce  de  la  misma  capilla  de  comunión  se  recogió  de  san  Bartolomé.  Gran 
parte  de  los  ornamentos  sagrados  se  deben  á  vosotros,  congregantes  de  la 
Guardia  y  Oración,  que  tuvisteis  la  cautela  de  llevarlos  á  san  Nicolás.  Esos 
ángeles  san  Miguel,  san  Gabriel,  san  Rafael  y  el  Ángel  Custodio  de  Valen- 
cia, se  trajeron  otra  vez  del  Museo,  donde  se  guardaban,  á  los  que  se  ha 


11 

añadido,  para  llenar  las  columnas,  el  Ángel  de  la  Compañía.  Las  puertas  del 
antiguo  templo  fueron  á  parar  á  Oliva,  y  el  primitivo  templete  del  altar  ma- 
yor lo  podéis  visitar  en  Almácera.  El  Corazón  de  Jesús  les  pague  á  todos 
el  retorno  con  la  copia  de  sus  dones. 

ÍV 

Entre  las  alhajas  de  este  templo,  permitidme  que  pare  la  atención  en 
aquellas  reliquias  que.  encerradas  en  una  urna,  se  veneran  al  pie  de  san  Jo- 
sé. La  historia  de  ella  es  peregrina  y  muy  honrosa  para  Valencia. 

Copio,  pues,  del  tomo  II  de  las  Memorias  del  Sr.  Borrull,  caballero  va- 
lenciano que  representó  á  esta  ciudad  en  las  Cortes  gaditanas  de  1812  con- 
tra el  partido  liberal: 

«Habiendo  llegado  á  esta  ciudad,  desde  la  de  Palermo,  en  cuyo  colegio 
de  jesuítas  enseñaba  la  teología  el  P.  Vicente  Soler,  á  fines  de  febrero  de 
1816,  se  alojó  en  casa  del  Sr.  Borrull:  condujo  con  su  equipaje  el  cuerpo  de 
san  Justo,  niño  mártir,  que  venía  cerrado  en  un  grande  cajón,  con  los  sellos 
de  la  iglesia  episcopal  de  Pati,  en  Sicilia.  Y  el  31  (21?)  del  mismo  se  pre- 
sentó memorial  al  señor  arzobispo,  suplicando  que  se  sirviese  mandar  reco- 
nocer el  cajón  y  la  urna  del  cuerpo  del  santo,  teniendo  presente  la  auténti- 
ca del  mismo  dada  por  el  cardenal  Semaglia;  y  constando  su  autenticidad, 
conceder  licencia  para  exponerlo  á  la  veneración  de  los  fieles.  Y  comisionó 
para  ello  á  don  N.  N.,  su  familiar  y  juez  de  obras  pías;  y  precediendo  estas 
diligencias,  por  las  cuales  resultaba  la  autenticidad  del  cuerpo  del  santo, 
dio  la  expresada  licencia,  y  se  colocó  en  el  segundo  cuarto  del  entresuelo 
de  la  casa  del  Sr.  Borrull,  habiéndose  formado  un  decente  pabellón  de  da- 
masco carmesí,  una  como  mesa  de  altar  con  su  frontal,  y  puesto  encima 
seis  candeleros  de  plata  con  sus  bujías  y  una  cortina  que  lo  cubría.  Y  se 
determinó  que  las  tardes  de  los  días  de  precepto  y  los  jueves  viniesen  las 
personas  que  quisieran  venerarle. 

«Acudió  un  gentío  inmenso  de  prebendados,  clérigos  seculares  y  regu- 
lares, la  nobleza  y  diferentes  clases  del  pueblo,  vecinos  de  la  inmediata  y 
bastantes  forasteros.  De  cada  día  se  aumentaba  la  concurrencia;  y  al  cabo 
de  unos  veinte  días  fué  tanta,  que  se  llenó  la  escalera,  el  patio  y  gran  par- 
te de  la  plaza,  queriendo  entrar  los  más  inmediatos  sin  esperar  la  salida  de 
los  que  estaban  dentro. 

»En  vano  se  quiso  conten£rlos.  El  criado  Mas  procuró  hacerlo,  y 
abriendo  la  puerta  se  entró  un  grande  golpe  de  gente:  le  tiraron  en  tierra 
y  cofltra  la  pared  los  que  estaban  al  lado  de  la  urna.  Y  temiendo  alguna 


12 
desgracia  de  la  misma,  mandó  el  señor  cerrar  la  puerta  }'  no  permitir  en- 
trar á  otros,  costando  mucho  trabajo  el  hacer  que  marchasen  las  gentes, 
manifestándoles  que  otro  día  se  les  permitiría  la  entrada.  Y  en  los  días  si- 
guientes sólo  se  concedía  á  las  personas  decentes...» 

He  aquí,  pues,  el  sagrado  cuerpo  del  niño  mártir  san  Justo  venerado 
primero  en  el  colegio  de  la  Compañía  de  Jesús  de  Palermo,  traído  á  Valen- 
cia por  el  jesuíta  P.  Vicente  Soler,  á  principios  del  pasado  siglo  cuando  el 
restablecimiento  de  la  Compañía  por  Fernando  VII;  agasajado  y  porfiada- 
mente obsequiado  y  visitado  en  casa  del  caballero  y  diputado  valenciano 
Sr.  Borrull  (calle  de  Borrull),  trasladado  luego  á  la  iglesia  de  la  Compañía 
hasta  1868,  custodiado  después  de  la  demolición  de  este  templo  en  el  de 
san  Nicolás  y  vuelto,  finalmente,  á  la  «Compañía»  y  colocado  en  el  altar  del 
glorioso  Patriarca  san  José  para  ornamento  y  tutela  de  Valencia. 

V 

Y  llegó  el  mes  de  noviembre,  cuyo  XXV  aniversario  celebramos,  y 
Valencia  entera  mostró  á  la  faz  de  España  cuánto  ama  al  Corazón  de  Jesús. 

El  día  15,  el  Emmo.  cardenal  D.  Antolín  Monescillo  bendijo  solemne- 
mente esta  iglesia:  el  16  se  empleó  en  asearla  y  ataviarla,  como  á  nueva 
esposa  del  Cordero,  con  sus  mejores  joyas,  y  el  17,  antes  de  rayar  el  alba, 
ya  estaba  la  Iglesia  y  alrededores  henchidos  de  piadosa  muchedumbre.  A  las 
cinco  y  media  celebró  la  primera  misa  el  Rdo.  padre  Goberna,  la  primera 
de  aquel  día  y  la  primera  también  que  aquí  se  celebraba  después  de  17  años 
de  desolación  y  tinieblas.  Valencia  veía  cumplidas  sus  esperanzas  y  su  pe- 
cho oprimido  comenzaba  á  respirar.  Fueron  muchísimas  las  comuniones  de 
aquella  fausta  mañana,  en  que  dijeron  misa  muchos  sacerdotes  de  la  ciu- 
dad, como  queriendo  desagraviar  al  Corazón  de  Jesús  de  las  graves  injurias 
que  allí  mismo  había  recibido.  Día  faustísimo  en  tus  anales,  real  congre- 
gación de  la  Guardia  y  Oración  al  Santísimo  Sacramento,  pues  en  él  anu- 
daste aquí  los  ejercicios  de  las  Cuarenta-Horas,  donde  tenías  antes  tu  matriz 
y  asiento,  y  de  donde  te  había  arrojado,  juntamente  con  tu  Dios  sacra- 
mentado, la  impía  revolución. 

Dijo  la  misa  de  descubrir  aquel  varón  de  tan  piadosa  memoria,  D.  Juan 
de  Dios  Montañés,  consiliario  de  la  congregación,  y  cantó  la  mayor  aquel 
sacerdote  ejemplarísimo,  D.  Luís  Badal,  canónigo  de  la  iglesia  metropolita- 
na de  Valencia.  Ahí  en  el  presbiterio,  y  bajo  rico  dosel,  oficiaba  de  medio 
pontifical  el  eminente  purpurado  y  arzobispo  de  esta  sede  Antolín  Mones- 
cillo, y  á  esta  sagrada  cátedra  subió  á  predicar  el  Rdo.  P.   Goberna.  Los 


13 

que  le  oísteis  entonces,  seguramente  no  habéis  olvidado  lo  que  dijo.  Tomó 
por  tema  aquel  lugar  del  Paralipómenon .  Elegí  et  sanctificaui  locuin 
istiim.  En  el  exordio  expresó  con  sentidas  frases  la  alegría  que  inundaba  su 
corazón  al  ver  el  nuevo  templo  y  la  piedad  del  pueblo  valenciano;  haciendo 
notar  que  muchos,  al  penetrar  en  él  por  la  mañana,  habían  derramado  lágri- 
mas de  gozo,  premio  sin  duda  de  las  que  derramaron  al  ver  derribado  el 
antiguo.  Y  sentó  la  siguiente  proposición:  «Este  templo  es  una  prueba  evi- 
dente de  la  fe  y  piedad  del  pueblo  valenciano  y  un  medio  poderoso  para  fo- 
mentar esta  fe  y  esta  piedad». 

Para  probar  la  primera  parte,  comparó  los  pueblos  que  han  edificado  los 
monumentos  de  la  Religión  con  los  que  los  han  destruido,  haciendo  ver  que 
la  fe  animaba  á  los  primeros  y  la  impiedad  á  los  segundos,  compendiando 
sus  argumentos  en  esta  hermosa  frase:  «La  fe  edifica,  la  indiferencia  aban- 
dona, la  impiedad  destruye». 

En  la  segunda  parte  habló  de  los  destinos  del  templo  católico,  que  es  el 
lugar  adonde  van  los  fieles  á  oir  ]a  palabra  de  Dios,  poderosa  y  eficaz  co- 
mo cuando  salía  de  labios  de  los  pescadores  de  Galilea  para  regenerar  al 
mundo  y  fomentar  la  fe  y  la  piedad  de  los  fieles.  Es  también  el  templo  lu- 
gar donde  se  administran  los  sacramentos  de  penitencia  y  comunión,  me- 
dios poderosísimos  para  sostener  la  debilidad  del  corazón  humano. 

En  el  templo  está,  además,  el  altar  del  incruento  sacrificio,  al  cual 
asisten  los  fieles  para  robustecer  su  fe  y  acendrar  sus  sentimientos  de  pie- 
dad. Es,  además,  casa  de  oración,  y  sin  la  fe  es  imposible  la  oración,  por- 
que nadie  ora  si  no  cree.  Finalmente,  dijo  que  de  propósito,  reservaba 
para  lo  último  el  argumento  que  más  amaba,  y  es  que  este  templo  está  de- 
dicado al  Corazón  de  Jesús,  cuya  devoción  es  uno  de  los  medios  más  pode- 
rosos que  Dios  nos  ha  concedido  para  adelantar  en  la  virtud. 

Terminó  tan  bellísima  oración  dando  gracias  al  Señor,  por  la  dicha  que 
le  había  otorgado  en  ver  la  conclusión  de  esta  obra;  al  Emmo.  Sr.  carde- 
nal, por  el  interés  que  por  este  templo  había  manifestado,  bendiciéndolo  y 
asistiendo  á  su  función  inaugural;  á  los  bienhechores  que  habían  [cooperado 
con  sus  limosnas,  y  á  los  que,  por  carecer  de  más  caudales,  habían  ayuda- 
do con  el  óbolo  de  sus  oraciones.  «Si  alguno  hay— dijo— que  no]ama  á  este 
templo  y  aun  llega  á  odiarlo,  yo  quisiera  vengarme  de  él  estrechándole  en 
mi  corazón,  después  de  haberlo  reconciliado  con  Dios,  para  que  me  pudiera 
llamar  padre  y  amigo». 

Por  remate  de  tan  grandiosa  fiesta  se  cantó  un  precioso  \Te  Deum  en 
acción  de  gracias.  Todo  el  día  estuvo  el  templo  lleno  de  gente,  y  por  la  tar- 
de la  profusa  iluminación  y  la  solemnísima  reserva  atrajo  inmenso  gentío. 


14 
Fué  el  preste  el  muy  ilustre  señor  D.  José  Cirujeda.  Todo  fué  grande  en 
aquel  día  de  honor  para  Valencia,  de  gloria  para  el  Corazón  de  Jesús.  Va- 
lenciano fué  D.  José  Ubeda,  autor  de  la  nueva  misa  que  se  cantó,  magistral- 
mente  interpretada  por  la  capilla  de  música;  valenciano  el  compositor  del 
Aue  María  que  se  cantó  al  ofertorio  y  fué  dirigida  por  su  autor  el  maes- 
tro Quzmán,  maestro  de  capilla  de  la  catedral  y  después  monje  de  Mont- 
serrat. 

Aquí  visteis  los  siguientes  días  oficiar  ó  cantar  la  misa  al  Dr.  D.  Igna- 
cio Guillen,  consiliario  de  la  congregación  y  rector  de  los  Santos  Juanes; 
á  D.  Francisco  Bañuelos,  provisor  y  vicario  general;  á  D.  José  Ferrándiz, 
cura  de  la  parroquial  de  san  Esteban;  á  D.  Francisco  García,  canónigo  de 
esta  santa  metropolitana  Iglesia,  después  dignísimo  obispo  de  Loryma;  á 
D.  Francisco  Martínez,  cura  de  la  parroquia  de  santa  Cruz,  predicando  el 
18,  Ínter  solemnia,  el  M.  I.  Sr.  D.  Jaime  Fajaron  canónigo  doctoral,  á  la 
sazón,  de  la  santa  iglesia  de  Segorbe. 

VI 

Faltaba,  empero,  á  esta  iglesia  su  principal  decoro  y  ornamento,  «la  Pu- 
rísima de  la  Compañía»,  obra  inspirada  por  la  misma  Reina  de  los  ángeles  al 
piadoso  Joan  de  Joanes  por  medio  del  siervo  de  Dios  P.  Martín  Alberro. 
Desde  la  fecha  lúgubre  de  la  demolición  del  templo,  la  joya  del  arte  valen- 
ciano presidía  el  salón  principal  del  museo  de  pinturas.  Res  cíamat  domi- 
no, y  la  «Purísima  de  la  Compañía»  clamaba  por  su  altar,  y  el  altar  de  la 
«Compañía»  clamaba  por  su  «Purísima».  El  día  7  de  Diciembre  (hará  pronto 
25  años),  al  anunciar  el  P.  Goberna  desde  el  pulpito,  terminado  el  ejercicio 
de  la  noche,  que  se  iba  á  colocar  en  su  altar  la  devotísima  imagen,  estalló 
un  viva  atronador  á  la  Purísima,  que  se  colocó  desde  luego  en  su  propio  si- 
tio, y  se  cantó  con  indecible  júbilo  el  ^ye  niaris  stella.  Al  día  siguiente 
comulgaban  aquí  más  de  2.000  personas.  La  Inmaculada  había  triunfado  otra 
vez.  Sixto  V,  Gregorio  XIV,  Inocencio  IX  y  Clemente  VIII  que  con  tantas 
indulgencias  habían  enriquecido  esta  imagen,  aplaudieron  desde  el  cielo. 
Los  jesuítas  que  habitaron  esta  Casa  Profesa  desde  1579  á  1767;  los  que, 
restablecida  la  Compañía  de  Jesús  por  Pío  VII  en  1834,  vinieron  á  Valencia 
reclamados  y  recibidos  por  vosotros,  el  8  de  Julio  de  1816  y  moraron  aquí 
hasta  1835,  recibieron  aquel  día  nuevo  gozo  y  bienaventuranza  acccidental 
en  la  gloria;  y  todos,  después  de  Dios,  reconocemos  por  autora  de  tanta  di- 
cha, á  tí  real  congregación  de  la  Guardia  y  Oración,  que  dos  veces  has  re- 
cobrado este  templo  para  la  gloria  de  Dios:  en  1849  y  en  1886.  Y  esta  ima- 


15 
gen,  que  peregrinó  desde  aquí  á  la  capilla  de  comunión  de  los  Santos  Jua- 
nes en  1835,  por  tí  tornó  á  su  hogar  y  casa  solariega  en  18  de  noviembre 
de  1857;  y  sacada  nuevamente  y  á  viva  fuerza  en  1868,  tú  también  ayudas- 
te á  restituirla  á  su  trono  este  año  que  hoy  conmemoramos  de  1886. 

La  mayor  gloria  de  Dios  por  medio  del  Corazón  de  Jesús  fué  la  mira 
principal  de  los  restauradores  de  este  templo:  y  el  encaminarnos  al  Cora- 
zón de  Jesús  por  María  Inmaculada  y  á  María  por  el  Patriarca  san  José, 
coronó  el  pensamiento  de  esta  obra.  Y  siendo  esto  glorificación  por  la  mí- 
nima, pero  aguerrida  é  incontrastable  milicia  de  Ignacio,  ¿cómo  habría  de 
echarse  menos  tras  el  altar  mayor,  dedicado  como  todo  el  templo  al  divino 
Corazón,  después  de  los  altares  de  la  Purísima  y  san  José,  el  de  san  Igna- 
cio de  Loyola?  ¿Y  no  era  valenciano  el  cuarto  duque  de  Gandía  y  tercer  ge- 
neral de  esta  Compañía  de  Jesús?  ¿No  puede  esperarlo  todo  de  su  valiosa 
protección?  Luego  justo  era  se  le  dedicara  un  altar  en  esta  iglesia,  y  no  me- 
nos justo  se  erigieran  al  Patrono  de  la  juventud  y  al  Apóstol  de  las  Indias, 
cuya  estatua  yacente  se  halla  en  el  altar  de  su  santo  padre  Ignacio:  y  altar 
merecían  asimismo  aquellas  dos  insignes  mujeres,  Bárbara  y  Mónica,  abo- 
gadas, aquélla  de  una  arma  principal  de  nuestro  ejército,  y  ésta  de  todas  las 
madres  verdaderamente  cristianas. 

VII 

Estas  preciadas  joyas  merecían  un  estuche  riquísimo,  y  estas  perlas 
una  concha  de  subidísimo  valor.  Los  artistas  valencianos  tomaron  por  su 
cuenta  la  decoración  de  esta  concha  que  llamamos  la  «Compañía».  Tras  don 
Joaquín  Belda,  que  sin  ningún  linaje  de  estipendio  dirigió  esta  sólida  y  mara- 
villosa fábrica,  trabajaron  en  ella  y  la  hermosearon  con  los  colores  de  sus  pa- 
letas un  Giner,  pintando  á  san  Ignacio  herido,  el  grupo  de  ángeles  y  san 
fosé  presentando  el  ramo  de  azucenas;  nx\  Garnelo,  con  el  Rapto  de  san 
Ignacio  en  Manresa  y  san  José  pagando .  el  tributo  al  César;  un  Eduar- 
do Soler,  con  la  Aparición  de  Jesús  al  fundador  de  la  Compañía,  cuando 
le  prometió  su  favor  en  la  empresa  que  meditaba,  diciéndole:  Ego  vobis 
Romae  propitius  ero;  un  Borras,  con  el  Papa  Paulo  III  confirmando  la 
Compañía  de  Jesús;  un  Garrido,  con  la  Vuelta  de  Egipto  y  los  ángeles 
ofreciendo  sabrosas  frutas  á  la  Sagrada  Familia  y  el  Taller  de  Nazaret; 
finalmente,  el  H.  Coronas,  con  la  apoteosis  ó  glorificación  de  san  José  y 
san  Ignacio  en  los  dos  medios  puntos  del  crucero.  ¡Quiera  el  cielo  que  la 
obra  comenzada  se  lleve  pronto  á  perfecto  cumplimiento! 


16 

VIII 

Pero  había  que  guarnecer  la  iglesia  con  una  muralla  más  que  de  bron- 
'  ce  para  que  pudiese  resistir  á  los  embates  y  acometimientos  de  la  barbarie 
moderna,  instrumento  fiel  de  los  espíritus  infernales.  Esto  se  hizo  con  la  con- 
sagración solemne  efectuada  en  4  de  noviembre  de  1896:  el  consagrante  fué 
el  Sr.  obispo  de  Menorca,  Dr.  D.  Salvador  Castellote  y  Pinazo. 

Ya  la  víspera  se  habían  colocado  las  reliquias  de  los  santos  Lorenzo, 
Mauro,  Saturnino,  Pedro  de  Arbués,  Jacinto,  Inés  y  otros  muchos  mártires 
en  una  urna,  en  donde  había  varias  cajas  que  el  Sr.  Castellote  selló  con  el 
de  su  obispado  para  los  tres  altares  que  había  que  consagrar,  á  saber:  el 
mayor  y  los  de  la  Purísima  y  san  Francisco  de  Borja.  Empezaron  los  maiti- 
nes á  los  cinco  y  media;  el  segundo  nocturno,  á  las  nueve  de  la  noche,  y  el 
tercero  á  las  doce:  á  las  tres  de  la  madrugada,  se  dijeron  laudes,  y  á  las 
seis,  prima. 

Mientras  tanto,  el  gentío  se  agolpaba  á  las  puertas  del  templo,  que  es- 
taban cerradas;  y  en  el  interior  comenzó  el  Prelado,  con  la  comunidad  y  va- 
rios sacerdotes,  las  augustas  ceremonias  de  la  consagración,  las  más  solem- 
nes de  toda  la  liturgia:  el  rezo  de  los  salmos  penitenciales,  la  procesión  por 
la  plaza  y  contornos  de  la  iglesia,  el  canto  del  Veni  Creator  y  las  letanías 
mayores,  mientras  el  prelado  Sr.  Castellote,  con  suma  destreza  y  agilidad, 
escribía  con  el  báculo  el  alfabeto  griego  y  latino  sobre  este  pavimento  sem- 
brado de  ceniza,  formando  con  ella  un  cruz  griega;  la  otra  procesión  de  las 
reliquias,  llevadas  en  andas  por  los  Rvdos.  D.  José  Machí,  D.  Isidoro  Tor- 
tosa,  D.  Vicente  Chapa  y  D.  Francisco  Cotanda,  la  unción  délas  cruces,  la 
consagración  de  los  tres  altares...,  ritos  que  duraron  más  de  siete  horas, 
desde  las  cinco  de  la  mañana  hasta  cerca  de  las  dos  de  la  tarde,  en  que  se 
terminó  la  misa  solemne  cantada  por  el  prefecto  de  la  iglesia  P.  Juan  Bau- 
tista Juan,  asistido  por  los  PP.  Vicente  M.'^  Garín  y  Francisco  de  Paula 
Cuadras,  realzada  con  la  presencia  del  Prelado  que  estuvo  servido  por  los 
pajes  HH.  Pericas  y  Bover  novicios  gandienses  de  la  Compañía  de  Jesús. 
¡Loor  al  divino  Corazón!  ¿Quién  podrá  contra  este  templo  santificado  y 
como  blindado  por  el  Cielo  con  el  férreo  muro  de  la  consagración? 


IX 

¿Qué  faltaba  aquí  para  la  más  perfecta  glorificación  divina?  Que  se 
decorase  debidamente  el  altar  de  la  Purísima  Virgen,   que  comparte  con  el 


17 

Corazón  de  Jesús  los  tributos  y  homenajes  de  este  templo.  Y  esto  hicisteis, 
nobles  valencianos,  en  1904,  levantando  un  monumento  perdurable  á  la 
Concepción  Inmaculada  en  el  año  quincuagésimo  de  la  proclamación  dogma- 
tica. 

Bien  haya  el  sabio  arquitecto  D.  Joaquín  María  Arnáu,  que  trazó  y 
llevó  á  felicísimo  remate  este  retablo,  que  estribando  sobre  basamento  de 
mármoles  de  Aspe,  de  Muro  y  de  Italia,  se  alza  en  marmóreas  y  verdes 
columnas,  coronadas  con  capiteles  de  dorado  bronce,  arquitrabe  y  cornisas 
asimismo  de  mármol  y  archivolta  de  doble  arco  de  mármoles  rojos  alterna- 
dos de  blanco  y  adornadas  las  molduras  de  flores  metálicas.  ¡Qué  bien  pa- 
recen desde  aquí  las  retropilastras  y  molduras,  variadas  de  blanco  de  Italia 
con  flores  de  latón  dorado!  ¡Cómo  luce  la  cúpula  de  doce  lados  y  esa  zona 
de  vidrieras  blancas  circulares  con  atributos  de  la  Virgen!  ¡Qué  bien  asienta 
la  clave,  formada  de  una  vidriera  con  el  nombre  de  María,  y  la  base  del  cas- 
quete con  esa  serie  de  medios  puntos  en  que  se  leen  las  palabras  Tota 
palchra,  alternadas  de  querubines!  Y  sobre  todo,  ¡cómo  descuella  y  arre- 
bata los  ojos  y  el  corazón  la  efigie  veneranda  de  Joanes,  sobre  fondo  de 
mármol  blanco  de  Italia  y  dentro  del  marco  riquísimo  .formado  de  festones 
de  flores,  lirios,  azucenas,  palmas,  rosas,  sueltas  y  recogidas  por  la  leve 
cinta  que  sube  en  espiral! 

¡Bien  haya,  repito,  la  pericia  del  Sr.  Chambo,  artífice  de  los  mancebos 
ó  arcángeles  dorados  que  sostienen  el  conjunto!  ¡Bien  haya  el  ingenio  de 
Eduardo  Soler,  que  pintó  el  lienzo  de  san  Joaquín  y  santa  Ana,  ornado  de 
querubines  en  forma  singular  sobre  el  cuadro  de  la  Inmaculada!  ¡Bien  haya 
el  pincel  de  Garnelo,  por  sus  preciosos  lienzos  alusivos  á  la  Madre  de  Dios! 
¡Bien  hayan  los  Sres.  Liern  y  Orrico,  diestro  marmolista  aquél  y  artífice 
éste  de  todos  los  adornos  de  metal  que  avaloran  y  enriquecen  este  altar!  Y 
bien  hayáis,  vosotras,  hijas  de  María,  que  habéis  costeado  estas  dos  lám- 
paras y  juego  de  candeleros,  ese  rico  y  artístico  sagrario,  esa  elegante 
verja  circular  de  hierro  forjado  con  aplicaciones  de  bronce,  para  su  defensa 
y  ornato,  y  los  magníficos  y  gigantescos  jarrones  de  flores  que  nunca  se 
marchitan.  Bien  hayan,  en  fin,  cuantos  han  cooperado  á  levantar  este  mo- 
numento á  gloria  de  María  Inmaculada  en  su  más  lindo  retrato,  joya  de  Va- 
lencia y  tesoro  el  más  preciado  de  esta  iglesia. 


Reedificado  ya  el  templo  material  á  mayor  gloria  de  Dios,  sería  hora 
de  contemplar  cómo  por  aquí  se  ha  promovido  la  glorificación  divina  en  este 
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espacio  de  25  años,  que  es  lo  más  íntimo  y  formal  y  como  el  alma  de  esta 
edificación.  Imposible  penetrar  en  los  senos  de  la  conciencia  humana  y  sa- 
car á  luz  las  almas  que  se  han  robustecido  en  la  fe,  levantado  con  la  es- 
peranza, encendido  con  la  caridad  en  este  templo  del  divino  Corazón.  Sólo 
Dios  sabe  los  pecadores  que  se  han  convertido,  las  lágrimas  que  se  han 
derramado,  los  encendimientos  de  amor  que  han  brotado  en  tantos  pechos, 
de  la  fragua  ardiente  del  Corazón  de  Jesús.  Templo  único  en  Valencia  al 
Corazón  deífico,  no  es  maravilla  que  aquí,  principalmente,  haya  manifesta- 
do sus  propiedades  y  hecho  glorioso  alarde  de  su  infinita  misericordia.  Con 
razón,  el  orador  del  17  de  noviembre  de  1886,  Antonio  Goberna,  afirmó 
que  este  templo  se  inauguraba  para  fomentar  la  fe  y  piedad  del  pueblo  va- 
lenciano, y  con  ellas,  la  mayor  felicidad  que  el  hombre  puede  alcanzar  en  la 
tierra,  que  es  amar  á  Dios  y  servirle  en  esta  vida,  camino'  único  para  go- 
zarle en  la  otra. 

Dejemos,  pues,  ese  sancta  sanctorum  de  la  conciencia  humana  y  de  los 
secretos  de  la  predestinación  eterna,  historia  interesantísima,  cuyas  páginas 
se  abrirán  á  nuestros  ojos  en  las  moradas  de  la  inmortalidad,  y  cuya  lectura 
formará  una  parte,  no  la  menor,  de  nuestra  bienaventuranza;  y  digamos  en 
dos  palabras  lo  que  está  á  nuestro  alcance,  esto  es,  los  canales  ó  caminos, 
los  medios  exteriores  con  que  este  templo  ha  atraído  las  gracias  del  Corazón 
de  Dios  al  corazón  del  hombre  y  levantado  el  corazón  del  hombre  hasta  el 
Corazón  de  Dios. 

El  primer  medio  han  sido  las  congregaciones,  lazo  poderosísimo  y  traza 
necesaria  para  promover  con  fruto  y  estabilidad  la  mayor  gloria  divina.  Ahí 
tenéis  esos  lucidos  escuadrones: 

La  real  congregación  de  la  Guardia  y  Oración  al  Santísimo  Sa- 
cramento: que  radicada  en  este  templo,  extiende,  como  árbol  robusto  la 
pompa  de  sus  ramas  por  todas  las  iglesias  de  Valencia,  encendiendo  en  todos 
los  valencianos  las  llamas  del  amor  á  Jesús  Sacramentado. 

La  Pía  Unión  de  los  Corazones  de  Jesús  y  de  María,  que  unida  antes 
de  1886  con  el  Apostolado,  se  desmembró  de  él  dejándolo  en  la  insigne  pa- 
rroquia de  san  Nicolás;  Pía  Unión  que,  encerrando  en  su  seno  lo  más  florido 
de  la  sociedad  valenciana,  ha  sido,  capitaneada  estos  25  años  por  directores 
como  los  PP.  Aguilera,  Gació,  Carchano,  Maigí,  Guillen,  Prudencio  Sola  y 
segunda  vez  por  el  P.  Tomás  Maigí,  el  foco  más  activo  de  la  devoción  al 
Corazón  de  Jesús. 

La  congregación  de  Maria  Inmaculada  para  la  juventud,  repartida  en 
dos,  mayor  y  menor,  con  sus  patronos  especiales  san  Luís  Gonzaga  y  san 
Estanislao  de  Kostka;  la  cual,  animada  con  el  espíritu  de  la  Virgen  contraía 


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serpiente  y  dirigida  estos  25  años  por  los  PP.  Juan,  Bartrolí,  Garín  y  Cone- 
jos, ha  dado  frutos  de  bendición  regaladísimos,  y  á  las  azucenas  de  la  casti- 
dad ha  añadido  la  palma  del  martirio,  cortada  en  la  jornada  inmortal  de  11  de 
diciembre  de  1904  d). 

La  congregación  de  la  Inmaculada  Virgen  Maria  y  san  Francisco 
Javier  ó  de  la  Doctrina  Cristiana,  que  en  sentir  del  Emmo.  cardenal  San- 
cha, es  la  principal  y  más  importante  de  Valencia,  por  el  fin  altísimo  que 
pretende  y  ministerio  en  que  se  ocupa;  por  la  multiplicidad  de  sus  miembros, 
sacerdotes  y  seglares,  hombres  y  mujeres,  sabios  y  menos  ilustrados;  por  su 
extensión  maravillosa  en  20,  30  y  á  veces  en  40  centros  catequísticos,  cons- 
tituyendo un  poderoso  auxiliar  de  los  reverendos  curas  párrocos  (2). 

La  congregación  de  Madres  Católicas,  que  dirigida  estos  cinco  lustros 
por  los  PP.  Goberna,  Castellá,  Guillen,  Sola  (Prudencio),  Ripol,  Florit  y 
Casas,  ha  sido  de  poderosa  influencia  en  la  vida  doméstica  y  social  de  la  so- 
ciedad valenciana. 

La  congregación  de  Hijas  de  María,  que  por  el  número,  calidad  y  fer- 
vor de  sus  asociadas,  puede  decirse  que  es  el  principal  decoro  y  ornamento 
de  Valencia. 

A  estas  congregaciones,  cada  una  de  las  cuales  merece  historia  por  sí, 
hay  que  agregar  la  asociación  de  señoras  de  santa  Bárbara  de  los  ar- 
tilleros, la  asociación  de  la  Propagación  de  la  Fe,  que  tiene  su  centro 
en  esta  iglesia,  y  sus  fiestas  en  la  Cruz  de  mayo  y  el  día  de  san  Francisco  Ja- 
vier; la  congregación  mariana  del  Magisterio  Valentino,  que  aquí  se 
inauguró  en  1904,  imponiendo  el  limo,  señor  Cerero,  obispo  de  Segorbe,  la 
insignia  de  la  congregación  á  98  maestros  y  120  maestras,  honor  de  Valen- 


(1 )  El  congregante  mariano  Juan  Perpiñá.  Véase:  Un  perfecto  congregante  de  la  Santísima 
Virgen:  Juan  Perpiñá  y  Sebastiá,  mártir  de  la  /rzmacMtorfa.-Valencia.— Diciembre  I904.-Tipo- 
grafía  Moderna. 

(2)    He  aquí  los  directores  que  han  sido  de  la  congregación  de  la  Doctrina  Cristiana: 

P.  Santiago  Pastor,  1870. 

P.  Nicolás  Serra,  1871. 

P.  Francisco  Borros,  1872. 

P.  Francisco  Baldrich,  1873. 

P.  Francisco  Llopart,  1877. 

P.Juan  Florit,  1878. 

P.  Clemente  Bofill,  1881. 

D.  Juan  Llopis  Montoya,  1883. 

P.  Antonio  Goberna,  1885. 

P.  Juan  Bautista  Juan,  1889. 

P.José  Castellá,  1893. 

P.Juan  María  Sola,  1895. 

P.  Mariano  Baixauli,  1905. 


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cia  (1);  y  en  su  modo  la  congregación  sacerdotal,  la  más  respetable  de 
todas,  que  ha  celebrado  en  la  «Compañía»  sus  grandes  solemnidades,  como 
la  beatificación  del  maestro  Juan  de  Avila,  y  de  la  «Compañía»  ha  tomado 
constantemente  sus  directores  de  espíritu  (2). 

Estas  congregaciones,  como  otros  tantps  organismos,  tienen  sus  ejerci- 
cios propios,  ya  para  santificarse  sus  miembros,  ya  para  santificar  á  los  de- 
más, sacando  todas  sus  fuerzas  y  alientos  del  Corazón  de  Jesús.  De  aquí  el 
movimiento  incesante  de  esta  iglesia,  en  todo  el  ciclo  del  año  eclesiástico. 
Comienza  el  Adviento  con  los  Ejercicios  á  los  caballeros,  promovidos  en  pri- 
mer lugar,  por  las  conferencias  de  san  Vicente  de  Paul  y  Asociación  de  ca- 
tólicos; viene  la  novena  de  la  Inmaculada,  mes  del  Corazón  de  María  por 
enero,  misión  cuaresmal  por  febrero  y  marzo,  novena  de  san  José  y  siete  pa- 
labras, meses  de  mayo  y  junio,  novena  y  triduo  á  san  Ignacio  en  julio;  Ejer- 
cicios á  todas  las  clases  de  la  sociedad,  repartidos  por  todo  el  año,  días  de 
retiro  mensual,  conferencias  de  san  Vicente  de  Paul,  escuelas  dominicales, 
Patronato  de  la  Juventud  obrera,  todos  los  domingos  misa  y  ejercicios  pro- 
pios de  las  jóvenes  de  María  Inmaculada...  ¡cuánta  gloria  á  Dios,  cuánta  edi- 
ficación para  las  almas,  cuánto  honor  para  Valencia  en  25  años! 

Basta  anotar  el  número  de  comuniones,  que  de  108,465  que  se  contaron 
en  1886,  subió  en  1910  á  260,358,  llegando  algunos  meses  á  treinta  y  dos 
mil,  y  días  á  cinco  mil  las  comuniones  de  esta  iglesia.  Puede  asegurarse  que 
este  número  ha  ido  en  aumento  todos  los  años,  menos  en  dos;  conviene  á  sa- 
ber: cuando  las  turbulencias  de  dos  bandos  políticos  arredraron  á  las  gentes 
pacíficas  de  las  iglesias,  y  los  dos  años  de  Exposición,  en  que  se  contaron 
veinte  mil  comuniones  menos  que  en  años  anteriores. 

XI 

¿Qué  ha  sido,  pues,  este  templo  del  Corazón  de  Jesús  durante  25  años? 
¿Qué  será  en  lo  porvenir?  Permitidme  que  conteste  á  estas  dos  preguntas, 
y  termine. 


(1)  Han  sido  sus  directores: 
P.  Juan  María  Sola,  1904. 
P.  Guillermo  Vives,  1905. 
P.  Luís  Boixadera,  1906. 
P.Juan  Planella,  1907. 
P.José  Xercavíns,  1909. 
P.Juan  María  Sola,  1910. 

(2)  Sus  directores  han  sido  durante  estos  25  años: 
P.  Ignacio  Gasó,  lK8fi-1888. 

P.  Francisco  Aguilera  1888-1906. 
P.  Mariano  Ripol,  1906-1912. 


21 

¿Qué  ha  sido?  En  el  orden  material  y  en  el  terreno  del  arte,  un  monu- 
mento más  que  honra  á  la  ciudad  y  á  sus  artistas.  En  el  orden  de  la  cultura, 
un  foco  de  virtudes  cívicas  y  de  patriotismo  de  buena  ley;  en  el  orden  de 
confraternidad  con  las  demás  iglesias,  así  de  seculares  como  de  regulares, 
un  auxiliar  no  despreciable  que,  lejos  de  amenguar  la  importancia  y  esplen- 
dor de  ellas,  ha  reverberado  en  todos  los  rayos  de  su  fervor  y  los  esfuerzos 
de  su  celo;  en  el  orden  social,  ha  sido  el  impulsor  directo  de  muchas  obras  de 
caridad  y  beneficencia,  porque  encendiendo  en  los  pechos  la  llama  del  amor 
de  Dios,  brota  por  necesidad  en  ellos  la  llama  del  amor  al  prójimo,  del  cual 
son  manifestaciones  espléndidas  todas  las  obras  sociales;  y  finalmente,  en  el 
orden  religioso,  que  es  el  principal,  ha  sido,  como  lo  confiesan  los  adversa- 
rios, el  baluarte  no  del  fanatismo,  como  dicen  ellos,  sino  de  la  fe  más  ardien- 
te y  de  la  piedad  más  sincera. 

¿Qué  será  en  lo  porvenir?  Escrito  está  en  el  libro  de  la  presciencia  divi- 
na; pero  por  lo  que  es  dable  rastrear  al  hombre,  podemos  afirmar  que  los 
destinos  de  este  templo  son  aun  más  grandes  para  el  día  de  mañana  que  lo 
han  sido  hasta  el  presente.  ¿En  qué  me  apoyo?  En  dos  fundamentos,  según 
mi  sentir,  incontrastables:  el  uno  de  parte  vuestra,  el  otro  de  parte  de  Dios. 

De  parte  vuestra,  es  el  tesón  y  lealtad  con  que  amáis  la  santidad  de  es- 
te templo.  Vosotros,  hidalgos  y  caballeros  valencianos,  lo  levantasteis  en 
1595;  vosotros  lo  sostuvisteis  en  pie  por  espacio  de  tres  siglos,  llenándolo 
continuamente  con  los  resplandores  de  vuestra  fe  hasta  1767;  vosotros  lo 
conservasteis  intacto  durante  los  49  años  que  duró  la  ausencia  forzosa  y  es- 
trañamiento  de  los  jesuítas;  vosotros  lo  devolvisteis  á  sus  dueños  el  8  de  ju- 
lio de  1816,  con  general  regocijo  de  toda  la  ciudad;  vosotros  lo  custodiasteis 
del  1835  al  1849,  en  que  lo  restituísteis  á  los  hijos  de  Ignacio,  y  en  1852, 
restaurado  por  vosotros  abristeis  otra  vez  sus  puertas  á  la  piedad  valencia- 
na; vosotros,  cuando  una  Junta  revolucionaria  lo  igualó  con  el  suelo,  lo  tor- 
nasteis á  levantar  con  mayor  pujanza,  y  vosotros  en  el  lapso  de  cinco  lustros, 
lo  habéis  enriquecido  y  hermoseado  espléndidamente  á  gloria  del  Corazón  de 
Jesús.  ¿Y  esa  conducta  en  lo  pasado,  no  es  prenda  muy  valedera  para  lo  por- 
venir? 

El  Prepósito  General  de  la  Compañía  de  Jesús  Francisco  Javier  Wernz, 
fiado  en  esta  prenda  de  vuestra  generosidad  y  amor  á  esta  mínima  Compañía, 
ha  declarado  por  decreto  de  1907  Casa  Profesa  á  la  hasta  entonces  Resi- 
dencia de  PP.  jesuítas,  lo  cual  si  supone  en  nosotros  más  santidad  y  perfec- 
ción, da  á  entender  en  vosotros  mayor  efusión  de  caridad. 

¿Y  la  casa  de  Ejercicios,  llamada  la  Purísima  de  Alacaás,  no  es  acaso 
una  institución  que  con  la  Casa  Profesa  viene  á  robustecer  los  pilares  de  este 


22 
templo  y  los  ministerios  de  la  Compañía  en  esta  culta  y  benemérita  ciudad? 
¡Cuántos  sacerdotes,  cuántos  seglares  de  todo  estado  y  condición  se  reco- 
gen cada  año  en  aquella  morada  del  silencio  y  de  la  oración,  para  templar  sus 
almas  en  la  fragua  de  Manresa!  ¿Y  no  tendré  sobrado  derecho  á  esperar  los 
mismos  y  mayores  crecimientos  en  lo  futuro? 

Por  parte  de  Dios  y  del  divino  Corazón,  me  asiste  un  argumento  aun 
más  incontrastable:  es  la  fidelidad  de  ese  Corazón  que  jamás  se  deja  vencer 
en  generosidad;  son  sus  promesas  que  nunca  fallan,  y  El  ha  prometido  que 
bendecirá  á  manos  llenas  las  casas  y  ciudades  donde  se  exponga  su  imagen 
y  se  promueva  su  culto.  Quien  no  conozca  la  bondad  y  poder  del  Corazón  de 
Jesús,  podrá  en  hora  mala  desesperar;  pero  nosotros  que  lo  conocemos  y  pal- 
pamos, no  desmayaremos  jamás. 

Y  si  amaneciere  un  día  aciago  ó  una  noche  de  tinieblas  para  Valencia, 
como  amaneció  en  fecha  no  remota  para  la  hermosa  capital  del  Principado  de 
Cataluña,  ¡vive  Dios!,  que  ahí  estáis  millares  y  millares  que  cumpliréis  como 
caballeros  y  soldados  de  Cristo.  Y  así  como  vuestros  almogávares,  defen- 
diendo su  religión  y  su  patria,  desbarataban  la  morisma  al  grito  mágico  de 
Sanf  Jordi,  firam,  firam,  desperta  ferro,  y  sacudían  sus  lanzas  en  el  haz  de 
sus  escudos;  vosotros,  alzado  en  alto  el  escudo  del  Corazón  divino,  iris  de 
esperanza  y  prenda  de  victoria,  clamaréis  en  alta  voz  y  sin  asomo  de  miedo 
ó  cobardía:  «Atrás,  oh  enemigo!;  el  Corazón  de  Jesús  está  conmigo».  Y  el 
día  último  de  los  tiempos,  cuando  en  frase  de  san  Pedro,  adveniet  dies  Do- 
mitii  üt  fur,  in  qiio  coeli  magno  ímpetu  transient,  elementa  vero  calore 
solventar,  térra  autem  et  qiiae  in  ipsa  siint  opera,  exiirentur:  (D  «el  día 
del  Señor  vendrá  como  ladrón,  de  repente  y  á  la  hora  menos  pensada,  y  los 
cielos  con  espantoso  estruendo  se  pasarán  de  una  parte  á  otra,  los  elemen- 
tos con  el  ardor  del  cielo  se  derretirán,  y  la  tierra  y  las  obras  que  hay  en 
ella  serán  abrasadas»;  cuando  hayan  desaparecido  los  palacios  de  los  reyes 
y  las  moradas  del  lujo  y  de  la  industria  y  no  se  vea  de  Valencia  ni  la  Lonja 
de  contratación  ni  aun  los  cimientos  del  altivo  Miguelete,  quedará  de  este 
templo  una  huella  luminosa  que  atraerá  las  miradas  de  los  hijos  de  Dios  é 
hijos  de  Valencia,  y  desde  las  alturas  celestiales  clamarán  con  júbilo  infini- 
to: «Allí  estaba  el  templo  del  Corazón  de  Jesús;  allí  la  «iglesia  de  la  Com- 
pañía», donde  recibimos  tantas  gracias  para  subir  á  este  alto  asiento:  gloria, 
honor,  bendición  y  poderío  al  Dios  tres  veces  santo  por  medio  del  Corazón 
de  Jesús  y  de  su  purísima  Madre  María  santísima». 


(1)    2Pet.  .1-10. 


23 
II 

Decreto  de  erección  de  la  Casa  Profesa  de  Valencia  en  la  Provincia 
de  Aragón 

FRANCISCO  XAVIER  WERNZ 

Prepósito  General  de  la  Compañía  de  Jesús 
A  TODOS  Á  QUIENES  CUMPLE,  SALUD  SEMPITERNA  EN  EL  SeÑOR 

Como  los  colegios  se  han  instituido  en  la  Compañía  para  tener  escuelas,  las 
Casas  Profesas  se  destinan  al  ejercicio  de  los  demás  ministerios  de  la  Compañía. 

Porque  es  así,  que  en  las  Casas  Profesas  debe  resplandecer  señaladamente  la 
pureza  é  integridad  de  nuestro  Instituto;  por  manera  que,  dejado  aparte  el  cuidado 
de  las  escuelas,  no  sólo  se  consagre  cada  cual  con  todo  ahinco  á  su  propia  salva- 
ción y  perfección  por  el  más  exacto  cumplimiento  de  la  disciplina  religiosa  y  de 
nuestra  pobreza,  sino  que  ha  de  procurar  intensamente  la  salvación  y  perfección 
de  los  prójimos. 

He  aquí  por  qué,  recién  nacida  en  una  Casa  Profesa  la  Compañía  de  Jesús, 
aunque  de  todas  partes  la  llamaban  á  gobernar  colegios;  con  todo,  su  principal  an- 
helo fué  instituir  cuanto  antes  Casas  Profesas,  dondequiera  que  le  fué  posible,  y 
este  cuidado  lo  encomendó  muy  de  veras  la  Congregación  III  al  Prepósito  Gene- 
ral. De  aquí  provino,  que  la  antigua  Compañía,  multiplicadas  de  día  en  día  sus  Ca- 
sas Profesas,  floreció  más  amplia  y  dilatadamente  en  la  vida  y  virtud  de  su  primer 
origen:  y  cuando  en  1758  se  congregó  por  última  vez  en  Roma,  en  vísperas  de  ser 
suprimida  en  toda  la  haz  de  la  tierra,  aun  puesta  en  aquel  trance  decretó  con  gra- 
vísimas palabras  que  se  fomentasen  las  Casas  Profesas  y  se  conservasen  con  el 
mayor  conato  posible. 

Revivió  más  tarde,  placiendo  á  Dios,  la  Compañía,  y  las  congregaciones  gene- 
rales XX  y  XXII,  siguiendo  las  pisadas  de  sus  mayores,  alabaron  grandemente  y 
dejaron  recomendada  la  erección  de  Casas  Profesas;  mas  sobrevinieron  tan  cala- 
mitosos tiempos,  que  las  más  de  las  provincias  ó  arrancadas  de  sus  domicilios  ó  á 
punto  de  serlo,  lejos  de  intentar  la  fundación  de  nuevas  Casas  Profesas,  ni  aun 
pensar  podían  en  conservar  las  poquísimas  que  á  la  sazón  se  habían  abierto.  De 
aquí,  que  la  Congregación  XXIV  se  doliese  tan  amargamente  de  que  en  toda  la 
universal  Compañía  no  hubiese,  de  mucho  tiempo,  ni  una  Casa  Profesa. 

Y  como  quiera  que  la  principal  causa  parecía  ser  la  escasez  de  medios  pecu- 
niarios para  sustentar  la  vida,  porque  la  Compañía  universal  no  careciese  más  tiem- 
po de  Casas  Profesas,  creyó  oportuno  la  Congregación  XXV  consultar  al  Sumo 
Pontífice  si  repugnaba  á  la  pobreza  de  las  Casas  Profesas,  en  caso  que  no  pudie- 
sen sustentarse  de  solas  limosnas,  el  ayudarse  de  los  estipendios  de  misas  y  minis- 


24 

terios,  según  el  privilegio  otorgado  á  la  Compañía.  Preguntado  por  Nos  el  Beatí- 
simo Padre  en  29  de  enero  del  presente  año,  negó  redondamente  Su  Santidad  hu- 
biese en  esto  ningún  inconveniente;  antes  afirmó  de  plano,  que  no  veía  por  qué  los 
miembros  de  nuestra  Compañía,  cualesquiera  que  fueren,  no  puedan,  salva  la  po- 
breza de  nuestro  Instituto  y  siempre  que  padezcan  necesidad,  valerse  de  seme- 
jantes socorros  subsidiarios,  que  provienen  de  los  estipendios. 

Nos,  enseñados  y  del  todo  asegurados  por  tan  gravísimo  oráculo  de  la  Santa 
Sede,  dirigimos  una  mirada  á  todas  las  provincias  de  la  Compañía  y  cuidadosa- 
mente examinamos  qué  residencias  principales  hay  en  ella  que  pudiesen  con  más 
facilidad  convertirse  en  Casas  Profesas. 

Y  como  quiera  que  la  residencia  valentina  de  la  Provincia  de  Aragón  pareció 
á  Nos  y  á  los  padres  asistentes  la  más  aparejada  para  ello— ya  que  tiene  una  casa 
espaciosa,  muy  acomodada  para  un  regular  número  de  padres  y  hermanos,  más 
otra  en  el  campo  aptísima  para  dar  los  Ejercicios,  entrambas  á  dos  bien  amuebla- 
das, juntamente  con  el  templo  de  la  antigua  Casa  Profesa,  hermosamente  reedifi- 
cado con  las  limosnas  de  ciudadanos  píos,  donde  se  ejercen  con  maravilloso  fruto 
los  ministerios  de  la  Compañía  y  tienen  sus  actos  nuestras  congregaciones— ya  no 
vacilamos  un  punto  Nos  y  los  padres  asistentes  en  que  la  Residencia  Valentina  era 
la  que  más  se  allegaba  á  una  Casa  Profesa  y  que  había  que  tratar  con  el  Provin- 
cial de  Aragón  de  levantarla  á  la  condición  de  tal. 

Así  fué,  que  consultado  este  Nuestro  acuerdo  con  el  Prepósito  Provincial  y 
con  el  Superior  de  la  Residencia  de  Valencia,  y  después  de  bien  estudiado  y  pro- 
fundamente ponderadas  todas  las  circunstancias;  como  á  ninguno  de  ellos  se  les 
ofreciese  dificultad  de  monta  que  pudiese  embarazar  la  obra,  antes  protestando 
uno  y  otro  que  ni  á  ellos  ni  á  sus  consultores  podía  acaecer  cosa  más  acepta  y 
agradable  que  el  que  la  nueva  Casa  Profesa,  dejados  poco  á  poco  los  estipendios 
de  misas  y  ministerios,  se  sustentase  únicamente  de  las  limosnas  de  tan  piadosa 
ciudad;  Nos,  edificados  grandemente  de  tanta  confianza  en  Dios  y  tanto  amor  á  la 
pobreza,  con  inmenso  júbilo  de  Nuestro  ánimo  decretamos,  y  por  estas  Nuestras 
letras  y  con  la  autoridad  de  Nuestro  oficio,  determinamos  en  el  Señor:  Que  la  Re- 
sidencia de  Valencia,  de  la  Provincia  de  Aragón,  la  cual  queremos  que  en  adelan- 
te se  consagre  é  intitule  del  Sacratísimo  Corazón  de  Jesús,  desde  el  día  7  del  pró- 
ximo junio,  dedicado  al  mismo  sagrado  y  divino  Corazón— desde  cuyo  día  pronun- 
ciamos que  este  Nuestro  Decreto,  leído  públicamente  y  según  costumbre  en  el 
refectorio,  ha  de  tener  pleno  vigor— debe  tenerse  por  legítimamente  erigida  por 
Nos  en  Casa  Profesa,  con  todos  los  derechos  y  facultades  que  á  las  Casas  Profe- 
sas de  la  Compañía  y  á  sus  Prepósitos  se  conceden,  conforme  á  las  prescripciones 
de  nuestro  Instituto.  En  el  nombre  del  Padre  y  del  Hijo  y  del  Espíritu  santo. 
Amen. 

Dada  en  Roma,  fiesta  de  Pentecostés,  19  de  mayo  de  1907. 

Fra.n'cisco  Jav.  WeriNZ, 
Prepósito  General  déla  Compañía  de  Jesús 


25 
III 
Nombramiento  de  Prepósito  de  la  Casa  Profesa  de  Valencia 


AL  R.   P.   ANTONIO  INESTA 

Prepósito  de  la  Provincia  de  Aragón 

Reverexdo  en  Cristo  padre: 
P.  Ct. 

Previa  consulta  con  los  padres  asistentes,  y  ponderados  los  pareceres  de 
V.  R.  y  sus  consultores,  decreto  en  el  Señor:  Que  el  P.  José  Castellá  sea  constituí- 
do  Prepósito  de  la  Casa  Profesa  Valentina  del  Sacratísimo  Corazón  de  Jesús. 

Me  encomiendo  en  los  santos  sacrificios  de  V.  R. 

Roma,  día  19  de  mayo  de  1907. ^De  V.  R.  siervo  en  Cristo. 

Francisco  Jav.  Wernz, 
Prepósito  General  de  la  Compañía  de  Jesús 


IV 


Letras  testimoniales  del  nombramiento  de  Prepósito 
de  la  Casa  Profesa  Valentina 


FRANCISCO  JAVIER  WERNZ 

Prepósito  General  de  la  Compañía  de  Jesús 

A  nuestro  amado  en  Crlsto  hermano  José  Castellá,  sacerdote  de  la 
MISMA  Compañía,  salud  sempiterna  en  el  Señor: 

Fiados  grandemente  en  el  Señor  de  tu  probidad  y  prudencia,  te  elegimos  y 
establecemos  por  Prepósito  de  la  Casa  Profesa  Valentina  del  Sacratísimo  Corazón 
de  Jesús,  y  te  conferimos  toda  la  autoridad,  gracias  y  facultades  que,  según  las 
Reglas,  competen  al  Prepósito  de  la  Casa  Profesa,  en  el  nombre  del  Padre  y  del 
Hijo  y  del  Espíritu  Santo,  y  rogamos  á  la  divina  Sabiduría  que  tenga  á  bien  enca- 
minarte en  todas  las  cosas  y  ayudarte  á  su  honor  y  gloria.  Amen. 

Dada  en  Roma  el  día  19  de  mayo  de  1907. 

Francisco  Jav.  Wernz, 
Prepósito  General  de  la  Compañía  de  Jesús 


26 

V 
Epístola  á  los  padres  y  hermanos  de  la  Casa  Profesa  de  Valencia 


AL  R.  P.  JOSÉ  CASTELLA 

Prepósito  de  la  Caso  Profesa  de  Valencia  y  á  los  demás  padres  y  hermanos  de  la  misma  Casa 
Reverendos  padres  y  hermanos  e\  Cristo  carísimos: 

Lo  que  constituía  el  general  deseo  de  la  Compañía  de  Jesús,  muchas  veces 
manifestado  en  las  congregaciones  generales,  y  lo  que,  sin  embargo  de  esto,  afir- 
maban las  Congregaciones  XX  y  XXIV  «que  les  parecía  cosa  harto  difícil  en  las 
presentes  circunstancias»,  comienza  hoy  á  tener  su  cumplimiento,  merced  á  la  be- 
nignísima Providencia  de  Dios,  al  inaugurarse  legalmente  la  Casa  Profesa  de  Va- 
lencia, con  lo  que  brilla  cierta  esperanza  de  que  se  entablen  otras  á  su  ejemplo. 

Acontecimiento  faustísimo  es  este  y  seguramente  de  gratísimo  consuelo  á  to- 
dos los  hijos  de  la  Compaiiía  que  aman  y  veneran,  como  se  merece,  nuestro  santo 
Instituto.  Por  lo  cual,  después  de  dadas  á  Dios  humildísimas  gracias,  os  doy  á  vo- 
sotros mi  más  cordial  enhorabuena,  reverendos  padres  y  carísimos  hermanos,  á 
quienes  la  divina  Providencia  ha  concedido  el  restituir  é  inaugurar,  en  tiempos 
tan  recios,  la  primera  Casa  Profesa;  y  en  retorno  de  tamaño  beneficio,  os  exhorto 
á  que  tributéis  las  merecidas  gracias  al  Autor  de  todo  bien. 

Asimismo,  después  de  Dios,  os  he  de  mostrar  el  testimonio  de  la  alabanza  y  de 
la  gratitud:  porque,  no  bien  os  indiqué  mi  propósito  de  restaurar  entre  vosotros  la 
Casa  Profesa,  no  sólo  gustosamente  lo  abrazasteis,  sino  que  mostrasteis  vuestra 
generosa  y  pronta  voluntad  de  que  se  guardase  en  dicha  Casa  la  puridad  de  nues- 
tra pobreza,  en  cuanto  fuese  posible. 

Finalmente,  como  en  buena  prudencia  no  había  por  qué  pensar  siquiera  en  tal 
restauración,  si  no  cooperasen  al  mismo  intento  la  piedad  y  largueza  de  los  buenos 
ciudadanos,  que  oportunamente  os  aparejaron  el  templo  y  el  edificio  donde  mo- 
ráis, y  os  proveen  délas  limosnas  que  habéis  menester  para  vuestra  sustentación; 
me  siento  penetrado  de  la  más  viva  gratitud  y  benevolencia  hacia  todos  esos  bue- 
nos amigos  de  la  Compañía,  como  ellos  se  merecen,  y  quisiera  pagarles,  cuando 
menos  á  los  principales  bienhechores,  con  un  hacimiento  de  gracias  digno  de  su 
piedad:  mas  siéndome  imposible,  ruego  á  Dios  que  les  retribuya  el  cien  doblado 
en  este  siglo  y  que  en  la  vida  eterna  sea  Él  mismo  su  grande  y  colmado  galardón. 

Así  las  cosas,  sólo  resta  que  todo  los  moradores  de  esa  Casa  y  cuantos  en 
adelante  sean  llamados  á  ella,  de  tal  suerte  correspondan  á  los  beneficios  de  Dios 
providentísimo  y  á  la  liberalidad  de  los  amigos,  que  en  todo  el  porte  de  su  vida, 
como  manda  la  regla  37  del  Prepósito,  resplandezca  de  un  modo  especial  la  pure- 
za de  nuestro  Instituto.  Lo  cual  ante  todas  las  cosas,  se  ha  de  echar  de  ver  en  lo 
que  mira  á  la  religiosa  perfección  de  cada  uno;  no  sólo  en  la  observancia  de  la  po- 


27 

breza  evangélica,  peculiar  ornamento  de  la  Compañía  Profesa,  sino  en  la  guarda 
de  la  angélica  castidad,  en  la  exactitud  de  la  obediencia,  en  el  estudio  de  la  ora- 
ción y  en  el  ejercicio  de  todas  aquellas  virtudes  con  que  nos  adiestran  las  Consti- 
tuciones de  la  Compañía  á  una  vida  espiritual  y  santa.  Este  es  el  primer  fin  de 
nuestra  vocación  que,  á  mayor  gloria  de  Dios,  se  propone  á  todos  los  hijos  de 
la  Compañía,  pero  que  en  las  Casas  Profesas  ha  de  alcanzarse  con  mayor  ventaja 
y  excelencia. 

Cuanto  al  otro  fin,  que  consiste  en  procurar  la  salvación  y  perfección  de  los 
demás,  han  de  darse  á  ello  con  mayor  ahinco,  los  que,  tras  la  formación  espiritual 
y  literaria  en  las  Casas  de  Probación  y  en  los  Colegios,  se  juzga  están  finalmente 
bien  diestros  y  aparejados  para  entregarse  de  lleno  á  los  afanes  y  ministerios  apos- 
tólicos de  esta  sagrada  milicia. 

En  el  ejercicio  de  estos  ministerios  hay  que  atender  singularmente  á  que  abra- 
cemos con  mayor  conato  (ó  á  lo  menos  que  no  les  demos  de  mano  cuando  se 
ofrezca  la  coyuntura)  aquéllos  que  más  nos  recomiendan  ya  nuestras  Reglas,  ya 
los  ejemplos  de  nuestros  mayores,  ya  la  necesidad  misma  de  la  época  presente, 
conviene  á  saber:  que  atraigamos  con  todo  linaje  de  industrias  á  los  hombres  ena- 
jenados de  nuestra  Religión,  á  la  verdad  y  vida  cristiana;  que  cultivemos  con  la 
enseñanza  del  catecismo  á  la  gente  ruda,  á  los  pobres  y  á  los  niños;  que  alivie- 
mos con  los  socorros  de  la  caridad  á  los  encarcelados  y  á  los  enfermos,  y  que, 
cuanto  el  tiempo  y  la  necesidad  lo  sufrieren,  hagamos  excursiones  apostólicas  por 
los  pueblos  y  aldeas. 

En  el  corazón  de  todos,  deseo  se  grabe  profundamente  aquel  consejo  que  al 
Prepósito  de  la  Casa  Profesa  intima  su  regla:  «Espere  con  magnanimidad  y  cons- 
tancia, que  la  divina  Bondad  proveerá  á  su  Casa  de  los  socorros  necesarios,  con 
tal  que  los  Nuestros  se  entreguen  de  veras  á  buscar  el  reino  de  Dios  para  sí  y  pa- 
ra sus  prójimos,  y  que  de  ninguna  manera  tolere  que,  so  color  de  indigencia,  se 
menoscabe  la  integridad  de  nuestro  Instituto». 

El  perfectísimo  ejemplar  de  esta  vida  apostólica  y  verdaderamente  divina  y 
juntamente  vuestro  amantísimo  Protector  ha  de  ser  el  Sacratísimo  Corazón  de  Je- 
sús, bajo  cuyos  auspicios  nace  y  se  establece  esa  Casa.  Tomad  por  dichas  á  vo- 
sotros las  palabras  con  que  un  tiempo  exhortaba  á  sus  discípulos:  Yo  os  he  elegi- 
do...» «Aprended  de  Mí...»  «Confiad...»  «He  aquí  que  Yo  estoy  con  vosotros...» 
Toda  su  vida,  pasada  en  grandes  trabajos  y  pobreza,  la  encaminó  únicamente  á 
cumplir  la  voluntad  de  su  Padre  celestial  y  á  consumar  la  obra  que  le  había  enco- 
mendado: éste  decía  que  era  su  manjar,  hacer  la  voluntad  del  Padre  y  promover 
la  redención  del  género  humano  y  la  fundación  de  la  Iglesia. 

A  vosotros,  pues,  os  quiere  tener  por  continuadores  de  su  obra  y  exactos  imi- 
tadores de  su  vida;  y  así  no  hay  que  dudar,  sino  que  derramará  en  vosotros  los 
dones  excelentes  de  su  gracia  que  tiene  encerrados  en  los  tesoros  de  su  Corazón 
sagrado. 

Ruego,  por  tanto,  fervorosamente  al  Autor  y  Capitán  de  nuestra  Compañía, 


28 

condecorada  con  su  santísimo  Nombre,  que  se  digne  recibir  debajo  de  su  especial 
protección  á  la  Casa  de  Valencia,  y  que  verifique  en  ella  aquella  dulcísima  prome- 
sa que  hizo  en  la  dedicación  del  templo  salomónico:  «Yo  elegí  y  santifiqué  este  lu- 
gar para  que  esté  ahí  mi  Nombre,  y  perseveren  en  él  mis  ojos  y  mi  Corazón  todos 
los  días ». 

Espero  seguramente  que  la  noticia  de  la  Casa  de  Valencia  y  el  buen  olor 
de  Cristo  se  derramará  á  todas  las  provincias  de  la  Compañía;  y  confío,  según  in- 
diqué al  principio,  que  se  fundarán  á  su  ejemplo  otras  Casas  Profesas,  conforme  lo 
permita  la  calamidad  de  nuestros  tiempos,  fruto  no  pequeño  de  vuestra  generosa 
voluntad  y  devoción  en  procurar  la  exacta  observancia  de  nuestro  Instituto  d). 

Por  fin,  si  es  verdad  que  por  razón  de  mi  cargo  me  debo  á  todas  y  cada  una 
de  las  Casas  de  la  Compañía  y  á  todas  profeso  paternal  amor  y  solicitud,  no  obs- 
tante, confieso  que,  de  un  modo  especial,  me  siento  obligado  con  la  Casa  Profesa 
de  Valencia  en  orden  á  mirar  más  por  su  buen  estado  y  á  ofrecer  por  ella  fervien- 
tes oraciones  y  santos  sacrificios. 

Como  prenda  riquísima  de  ello,  doy  al  Prepósito  y  á  cada  uno  de  mis  padres  y 
hermanos  mi  más  afectuosa  bendición. 

Me  encomiendo  en  vuestros  santos  sacrificios  y  oraciones. 

Dada  en  Roma,  fiesta  de  Pentecostés,  19  de  mayo  de  1907. 

Siervo  en  Cristo, 

Francisco  Jav.  Wernz, 
Prepósito  General  de  ¡a  Compañía  de  Jesús 


VI 

EPITAFIOS 

de  ios  PP.  y  HH.  fallecidos  en  esta  Casa  Profesa  durante  los  25  años,  y  están 

enterrados  en  el  panteón  de  los  jesuítas  en  el  Cementerio  general 

de  Valencia 


JH  S 

ROGAD  .  A  .  DIOS  .  POR  .  EL  .  ALMA 

DEL  .  P  .  DIONISIO  .  MARTIN  .  S  .  J  , 

FALLECIÓ   .   EL  .  6  .  DE  .  OCTUBRE  .  DE  .   1896 

A  .  LOS  .  61   .  AÑOS. 

R.  I.  P. 


(1)  Las  esperanzas  de  N.  P.  General  han  comenzado  á  tener  su  cumplimiento.  E118  de  ene- 
ro de  1911  se  inauguró  la  Casa  Profesa  de  Viena,  y  el  10  de  octubre  del  mismo  año,  fiesta  de 
san  Francisco  de  Borja,  la  de  Madrid. 


29 


AQVI  .  YACE  (1) 

EL  .  H  .  ANTONIO  .  BENNASER 

COADJVTOR  .  FORMADO  .  D  .  L  .  C  .  D  .  J  . 

NACIDO  .  EN  .  FELANITX  .  MALLORCA 

VIVIÓ  .  EN  .  EL  .  SIGLO  .  XXVI  .  AÑOS 

EN  .  LA  .  C."  .  XXXVI 

ENFERMERO  .  PERPETVO 

YENDO  .  A  .  RECIBIR  .  EL  .  GALARDÓN 

DE  .  SV  .  EXIMIA  .  PIEDAD  .  CON  .  DIOS 

Y  .  CARIDAD  .  CON  .  EL  .  PRÓJIMO 

EL  .  XV  .  DE  .  OCT  .  DE  .  MCMI 

R.  I.  P. 

•  ■  ■  t 

HEIC  .  lACET 

P.  MICHAEL  .  GVILLEM  .  S  .  I  . 

ALACVAS  .  PROPE  .  VALENTIAM  .  NATVS 

VITA  .  FVNCTVS  .  DIE  .  XVIII  .  AVGVSTI  .  M  .  CM  .  II 

AETATIS  .  ANNO  .  Lili 

SOC  .  XXIII 

CORDIS  .  JESV  .  CVLTOR  .  EXIMIVS 

SCIO  .  QVOD  .  REDEMPTOR  .  MEVS  .  VIVIT 

IN  .  CARNE  .  MEA  .  VIDEBO  .  DEVM  .  MEVM 

t 

P.  MELCHIOR  .  PLANES  .  S  .  I . 

OPERARIVS  .  IMPIGER 

ÍNTER  ,  CONCIONANDVM  .  VIRIBVS  .  DEFECIT 

POST  .  PAVLO  .  MORITVRVS 

IN  .  AEDIBVS  .  BENEFICENTIAE      . 

DIE  .  XI  .  lANVARII  .  ANN  .  M  .  CM  .  III 

NATIVITATIS  .  SVAE  .  IN  .  VRBE  .  PRINCIPE    .    BALEARIVM 

ANN  .  Lili  .  SOC  .  XIII 

BONVM  .  CERTAMEN  .  CERTAVI  .  CVRSVM  .  CONSVMMAVI 

FIDEM  .  SERVAVI. 

t 
OSSA  .  ET  .  CIÑERES 

P.  RAVLI  .  ALEGRET  .  S  .  I . 

IN  .  IVVANDIS  .  PAVPERIBVS  .  AEGRIS  .  PECCATORIBVS 

INDEFESSI. 

PRIMAM  .  LVCEM  .  VENDRELL  .  POSTREMAM 

VALENTIAE  .  VIDIT  .  XXVII  .  lANVARII  .  ANN  .  M  .  CM  .  III 

AETATIS  .  LXVIII  .  SOC  .  XLIV 

INFIRMVS  .  ERAM  .  ET  .  VISITASTI  .  ME 

VENI  .  BENEDICTE  .  PATRIS  .  MEI. 


(1)    Este  epitafio  y  los  restantes,  son  composición  del  autor  del  Discurso-Memoria  R.  padre 
Juan  M.  Sola. 


30 


t 

yETATIS  .  ANN  .  LXXII 

REUGIONIS  XLIV  .  SALVTIS  .  MCMIV 

P.  lOSEPHVS  .  M  .  PEIDRO  .  S  .  I . 

AD    .    CHRISTI    .    AMPLEXVM  .    EMIQRAVIT, 

IN  .  EO  .  ERÜA  .  OMNES  .  COMITAS  .  PATIENTIA 

ZELVS  .  ANIMARVM 

IN  .  TRADENDIS  .  EXERCITIIS  .  MIRA  .  DEXTERITAS 

ELVXERE. 

R.  I,  P. 


i 
H  S  E 


(II 


lOANNES  .  VINADER  .  S  .  I . 

EXIMIAE  .  PIETATIS  .  VIR 

QVI    .    ELOQVENTIAE    .    LAVDEM 

INTEGRITATE  .  VITAE  .  SVAVITATE 

OBEDIENTIA  .  PARÍ  .  CVMVLAVIT 

VIX  .  A  .  D  .  XIII  .    lAN  .  M  .  DCCC  .  XXVII 


AD  .  D  .  XV  .  FEBR  .  MCMVI 
AVE  .  IN  .  PACE  .      XP. 

A.  XP,  a. 

ANNO  .  CHRISTIANO  .  MCMVII  .  D  .  XIV  .  FEBR. 

DECESSIT   .   POST    .   AETATIS   .   ANNOS  .    LXXXVI 

QVORVM  .  QVINQVE  .  SVPRA  .  LX  .  IN  .  SOC  .  EXEQERAT 

P.  FRANCISCVS  .  AGVILERA  .  S .  I  . 

VIR  .  ANTIQVAE  .  VIRTVTIS  .  TENAX 

QVAM  .  TEMPORVM  .  DIFFICVLTAS 

IN  .  CORDA  .  lESV  .  ET  .  MARIAE  .  PIETAS  .  SINGVLARIS 

PRAEFECTVRA  .  CONGREGATIONIS  .  SACERDOTVM 

PROBAVERVNT. 

AVE  .  ET  .  QVIESCE 

SENEX  .  PROBÉ  .  INTEGERRIME 

BENE  ,  DE  .  SOC    .     DEQVE  .  VRBE  .  VALENTINA  .  MERITE. 

A.    ^. 

AVE  .  P  .  IOANNES  .  FLORIT 

GENTE  .  MAIORICENSIS  .  PATRIA  .  SINEVENSIS 

DOMl  .  FORISQVE  .  IMPENSE  ..CHARVS 

OB  .  INGENII  .  PRAESTANTIAM  .  CANDOREMQVE  .  ANIMI 

AVIDVM  .  LEGENDI  .  ADDISCENDIQVE  .  STVDIVM 

ET  .  INVIOLATAM  .  LEGVM  .  SOC  .  CVSTODIAM. 

lO  .  LVCEM  .  ¡NGREDERIS  .  INACCESSIBILEM 

I  .  PRAE  .  SEQVEMVR. 


OBIIT  .  IN  ,  PROFESSA  .  DOMO  .  XVII  .  FEBR  .  MCMIX 
AETATIS    A    LXIV.  RELLIGIONIS    XLVIII. 


(1)    Hic  sepultus  est. 


31 


XP. 

carísimo  .  HERMANO 

MIGVEL  .  MIRALLES 

SIEMPRE  .  AFABLE  .  MODESTO  .  PIADOSO  .  MORTIFICADO 

TAN  .  SOLICITO  .  DEL  .  DECORO  .  DE  .  LA  .  CASA  .  DE  .  DIOS 

DESCANSA  .  EN  .  PAZ 


NACIÓ  .  EN  .  ALCOY  .  12  .  MAYO  .  1860 

ENTRO  .  EN  .  LA  .  COMP  .  7  .  SEPT  .  1878 

MVRIO  .  EN  .  LA  .  CASA  .  PROFESA  .  20  .  DIC  .  1909 

t 

ADIACET  .  HEIC 

PRVDENTIVS  .  SOLA  .  PRESBYTER  .  E  .  SOC  .  lESV 

IN  .  DOCENDIS  .  EPHEBIS  .  RES  .  PHYSICAS 
IN  .  SODALITIIS  .  REQVNDIS    IN  .  CVRANDIS  .  INFIRMIS 

ETIAM  .  CONTAGIOSA  .  LVE  .  INFECTIS 
IN  ,  PAVPERIBVS  .  EXCOLENDIS  .  IMPIGER  .  ASSIDVVS 


LONGA    PARALYSI    CONSVMPTVS    OBIIT    AD    PVRISSIMAM 

XX  ,  NOV  .  A  .  MCMX    AETATIS  .  LXV  .  REL  .  XLIV. 

R.  I.  P. 


VII 
PADRES  Y  HERMANOS 

que  en  el  transcurso  de  25  años  pertenecieron  á  esta  Casa  Profesa  y  han  falle- 
cido fuera  de  ella,  con  indicación  del  tiempo  que  trabajaron  en  esta  ciudad 

R.  P.  Antonio  Goberna,  Sup.  (1884-1890),  i  en  Barcelona  el  16  de  junio  de  1897. 
»   P.  Joaquín  Carchano  (1885-1888)  (1893-1894)  t  en  Orihuela  en  18  noviembre 

de  1907. 
»   P.  Ignacio  Gassó  1884-1887)  i  en  Valencia  el  2  de  octubre  de  1911. 
;>  P.  Francisco  Paláu  (1882-1887)  t  en  Sarria  el  25  de  enero  de  1901 . 
:>  P.  Lius  Pujol  (1886-1893)  i  en  San  Hilario  el  10  de  agosto  de  1894. 
»   P.  José  Vizcarro  (1887-1888)  t  en  Zaragoza  el  1.°  de  octubre  de  1898. 
■>  P.  Francisco  de  P.  Martí  (1888-1893) Ten  San  Migttel  de  Liria  el  23  de  julio 

de  1909. 
»   P.  Tiburcio  Valero  (1888-1891)  i  en  Zaragoza  el  8  de  mayo  de  1900. 
:>  P.  Columbo  Adrién  1890-1893)  t  en  Gandía  el  12  febrero  de  1897. 
»   P.  Francisco  Javier  Dalmases  (1891-1893)  t  en  Sarria  el  28  de  febrero  de 

1903. 

>  P.  José  M.  Moltó  (1891-1896)  t  en  Manresa  el  2  de  julio  de  1907. 

>  P.  Antonio  Gació  (1894-1896)  t  en  Tarragona  el  2  de  diciembre  de  1896. 


32 

.  Pedro  Masdéu  (1884-1888)  -i  en  Sarria  el  29  de  agosto  de  1910. 
José  Barlabé  (1888-1899)  i"  en  Orihuela  el  11  de  diciembre  de  1908. 
Vicente  More!!  (1800-1893)  t  en  Orihuela  el  20  de  febrero  de  1896. 
Mariano  Huerta  (1893-1894)  t  en  Manila  el  14  de  diciembre  de  1909. 
José  Matamala  (1900-1901)  i  en  Orihuela  el  9  de  diciembre  de  1905. 

VIII 

PADRES  Y  HERMANOS 

que  han  sido  de  esta  Casa  Profesa  en  estos  años  y  hoy  viven  fuera  de  ella, 

con  indicación  del  tiempo  que  aquí  trabajaron,  y  el  punto  en  que  residen 


R.  P.  Miguel  Soler  (1884-1887) 
»  P.  Pablo  Bartrolí  1885-1890) 
»  P.  Luís  Mur  (1886-1893) 
»  P.  Rafael  Doménech  (1887- 
»   P.  Pedro  Coma  (1888-1891) 
»  P.  Francisco  de  P.  Morell  (1890-1892) 
•»  P.  Sebastián  Peiró  (1892-1893) 
Juan  Mir  (1894-1896) 
Vicente  M.  Garín  (1894-1908) 
Francisco  Cuadras  1896-1901) 
José  M."  Beltrán  (1899-1900) 
P.  Antonio  Coscolla  (1900-1904) 
P.  Luís  Boixadera  (1903-1906) 
Guillermo  Vives  (1904-1906) 
Manuel  Carceller  (1905-1906) 
Luís  Perera  (1906-1908) 
Juan  Planella  (1906-1908) 
Martín  Sánchez  (1908-1911) 
P.  José  Xercavíns  (1909-1910) 
P.  Antonio  Rosell  (1905-1910) 
Domingo  Barcóns  (1884-1889) 
Enrique  Arrufat  (1886-1888) 
León  Pastor  (1887) 
José  Brugal  (1888-1889) 
Ramón  Garrido  (1889-1891) 
Ramón  Gimeno  (1889-1891) 
Ezequiel  Xuclá  (1891-1893) 
Juan  López  (1893-1896) 
Joaquín  Tricas  (1893-1894) 
Vicente  López  (1694-1889) 
Salvador  Alberich  (1896-1897) 


2St£ 

i  en  Gandía. 

» 

»  Tarragona. 

» 

»   Gandía. 

» 

»  Barcelona. 

» 

»   Manresa  (Santa  Cueva). 

» 

»   Tarragona. 

» 

»   Sarria. 

» 

»   Tortosa. 

» 

»   Huesca. 

» 

»  Palma  de  Mallorca. 

» 

»  Orihuela. 

» 

»  Huesca. 

» 

»   Zaragoza  (Residencia). 

» 

»  Palma  de  Mallorca. 

» 

»  Huesca. 

» 

»   Barcelona. 

» 

»   Buenos  Aires  (Seminario) 

» 

»  Veruela. 

» 

»   Tortosa. 

» 

»   Tarragona. 

» 

»  Sarria. 

» 

»  Orihuela. 

» 

»  Buenos  Aires. 

» 

»  Valencia  (Colegio). 

» 

»  Huesca. 

»     »  Manresa. 

»     »   Manila. 

33 

H.  Luís  Cardona  (1900-1904)  está  en  Orihuela. 

Salvador  Prunés  (1901-1904)  »  »  Gerona. 

Francisco  Alfonso  (1903-1905)  »  »  Tortosa. 

Cristóbal  Mor  (1904-1906)  »"  »  Gandía. 

Miguel  Planell  (1904-1907)  »  ;>  Valencia  (Colegio). 

Miguel  Munar  (1905-1910)  »  »  Sarria. 

Agustín  Villalonga  (1906-190S)  »  »  Chile. 

»  Joaquín  011er  (1909-1911)  »  »  Manila. 

IX 

PADRES  Y  HERMANOS 

que  actualmente  se  hallan  en  la  Casa  Profesa  con  expresión  del  tiempo 

que  han  morado  en  ella 

R.  P.  Juan  Bautista  Juan  (1885-191 1). 

»  P.  Luís  Perelló  (1887-1890)  (1901-1911). 

»  P.  José  Castellá  (1890-1911). 

»  P.  Juan  M.""  Sola  (1893-1905)  (1910-1911). 

»  P.  Luís  M."  Beltrán  (1893-1899)  (1910-1911). 

:>  P.  Tomás  Maigí  (1993-1899)  1905-1911). 

;>  P.  Mariano  Ripol  (1900-1911). 

»  P.  Mariano  Baixauli  (1901-1911). 

-  P.  Narciso  Basté  (1901-1911). 

V  P.  Antonio  Qiner  (1904-1911). 

;>  P.José  Girones  (1906-1911). 

■■>  P.  Luís  Viza:(1907-1911). 

>  P.  Manuel  Torréns  (1908-1911). 

>  P.  José  Conejos  (1908-1911). 

>  P.  Luís  Casas  (1910-1911). 

;>   P.  José  Palacio  (1910-1911). 
H.  Joaquín  Cid  (1888-1896)  (1906-191 1). 
»   Manuel  Darder  (1894-1911). 

>  Felipe  Bastida  (1909-1911). 
»   Pedro  Forés  (1900-1911), 

y.  Pascual  Lasala  (1901-1911). 

»  Miguel  Salvador  (1902-1911).  '     ■ 

»  Lorenzo  Isla  (1906-1911). 

»  Julián  Fuentes  (1908-1911). 

»  Simeón  Martí  (1909-1911). 

»  José  Tarráts  (1910-1911). 

»  Fermín  Ibáñez  (1911). 


COLEGIO  MÁXIMO  DE  TORTOSA 

CASA  DE  S.  JOSÉ— OBSERVATORIO 


COMUNICACIONES  GRATULATORIAS  PARA  EL  OBSERVATORIO 
I.     Del  Excmo.  Ayuntamiento  de  Tortosa 

Copia.— Sello  Alcaldía  de  Tortosa. 
Negociados.*^  Núm.  1176. 

Tengo  el  honor  de  manifestar  á  V.  S.  que,  dada  cuenta  al  Excelentísimo 
Ayuntamiento  de  mi  presidencia,  en  su  sesión  de  7  de  octubre  último,  del 
oficio  de  esa  Dirección  de  4  del  mismo,  por  unanimidad  se  tomó  un  acuerdo 
que  copiado  á  la  letra  es  como  sigue: 

«La  Corporación,  considerando  que  el  Observatorio  del  Ebro  consti- 
tuye un  centro  de  cultura  intensísimo  que  presta  excelentes  servicios  al 
público  por  medio  de  notas  diarias  que  aparecen  en  la  prensa  dando  diaria- 
mente también  la  hora  oficial  á  todo  el  valle  del  Ebro  y  teniendo  en  cuenta 
que  el  Observatorio  mediante  sus  investigaciones  brillantísimas  unánime- 
mente aplaudidas  por  los  sabios  más  distinguidos  del  mundo,  honra  á  Tortosa 
y  á  España,  por  unanimidad  se  acordó  hacer  constar  la  satisfacción  del 
Consistorio  por  la  existencia,  en  las  inmediaciones  de  Tortosa,  de  centro 
científico  tan  importante,  felicitando  al  Gobierno  por  la  protección  que 
dispensa  al  Observatorio,  declarado,  con  razón,  de  utilidad  pública,  rogándole 
favorezca  con  mayor  empeño  institución  tan  honrosa  y  provechosa  para  el 
país;  que  se  notifique  este  acuerdo  al  Excmo.  Sr.  Ministro  de  Instrucción 
Pública  á  ser  posible  por  conducto  del  Sr.  Diputado  por  este  distrito, 
dándose  asimismo  traslado  del  acuerdo  al  Sr.  Director  del  Observatorio,  á 
quien  se  testimoniará  una  vez  más  el  reconocimiento  del  Consistorio». 

Del  anterior  acuerdo  se  ha  dado  traslado  al  Excmo.  Sr.  Ministro  de 
Instrucción  Pública  y  Bellas  Artes,  por  conducto  del  Diputado  á  Cortes  por 
este  distrito,  Sr.  Marqués  de  Villanueva, 


35 

Lo  que  notifico  á  V.  S.  para  su  conocimiento,  satisfacción  y  efectos 
consiguientes;  expresando  por  su  parte  esta  Alcaldía,  que  cree  es  poco 
cuanto  se  haga  para  ensalzar  cual  se  merece  la  meritísima  labor  del  Obser- 
vatorio y  de  los  beneficios  grandísimos  que  produce  tanto  á  la  ciencia  como 
á  la  comarca  en  que  está  situado. 

Dios  guarde  á  V.  S.  muchos  años.  —  Tortosa,  16  de  noviembre  1911. 
El  Alcalde,  José  de  Cid.-?.  A.  del  E.  A.  El  Secretario,  Dr.  E.  B. 


II.     Del  Ayuntamiento  de  Roquetas 

Copia.— /4/cíz/í/m  Constitucional  de  Roquetas. 
Provincia  de  Tarragona. 

N."551. 

El  Ayuntamiento  de  esta  ciudad  en  sesión  de  ayer,  acordó  lo  siguiente: 

«Dada  cuenta  por  lectura  íntegra  á  la  comunicación  del  Sr.  Director  del 
Observatorio  del  Ebro  de  fecha  cuatro  de  los  corrientes,  remitiendo  el  últi- 
mo número  del  Boletín  Mensual  del  año  1910  que  contiene  también  el  Resu- 
men anual  del  mismo  año;  Enterados  los  señores  del  Ayuntamiento  del  cpn- 
tenido  de  dicha  comunicación;  y  considerando  que  las  publicaciones  de  dicho 
Observatorio  han  merecido,  por  su  organización,  el  aplauso  y  los  elogios 
más  calurosos  de  las  personas  científicas;  considerando,  por  último,  que  por 
hallarse  el  centro  científico  de  que  se  trata  instalado  en  esta  ciudad,  propor- 
ciona á  la  misma  mucha  importancia,  no  tan  sólo  por  los  adelantos  que  encie- 
rra, si  que  también  por  los  numerosos  visitantes  que  acuden  á  dicho  Obser- 
vatorio, lo  cual  viene  á  favorecer  de  un  modo  indubitable  á  esta  población; 
se  acuerda,  por  unanimidad,  dar  las  más  expresivas  gracias  al  Sr.  Director 
de  dicho  centro  científico  y  al  mismo  tiempo  agradecer  reconocidamente  al 
Gobierno  de  S.  M.  la  protección  que  dispensa  al  Observatorio  del  Ebro  y 
suplicarle  con  todo  encarecimiento,  se  sirva  favorecer  cada  día  más  y  más  á 
un  centro  de  tanta  gloria,  honra  y  provecho  para  este  país;  comunicándose 
este  acuerdo  al  Excmo.  Sr.  Ministro  de  Instrucción  pública  y  Bellas  Artes  y 
al  Sr.  Director  del  mencionado  Observatorio». 

Lo  que  tengo  el  gusto  de  comunicar  á  V.  para  su  conocimiento  y  satis- 
facción y  en  cumplimiento  del  preinserto  acuerdo. 

Dios  guarde  á  V.  muchos  años.— Roquetas,  9  de  octubre  de  1911.— El 
Alcalde,  Adrián  Lleixá. 

Sr.  Director  del  Observatorio  del  Ebro. 


JUICIOS  DE  SABIOS  EXTRANJEROS 

SOBRE   EL   OBSERVATORIO   DEL   EBRO 

Y  SUS  PUBLICACIONES 


La  mayor  parte  de  las  cartas,  que  á  continuación  se  mencionan,  han  sido 
escritas  en  contestación  á  una  circular  impresa  que  se  envió  á  varios  directo- 
res de  observatorio  y  á  algunos  especialistas,  juntamente  con  un  número  del 
Boletín  Mensual.  Dicha  circular  tenía  por  objeto  conocer  la  opinión  que  tal 
publicación  les  merecía,  y  las  mejoras  que  creyesen  debían  introducirse  en 
el  citado  Boletín.  Aunque  la  forma  en  que  estaba  redactada  la  circular  daba  á 
entender  que  su  contestación  no  se  consideraría  de  carácter  privado,  sino 
que  podría  hacerse  el  uso  que  pareciese  conveniente;  con  todo  la  manera  de 
expresarse  es  en  tal  grado  favorable  al  Observatorio,  que  por  ahora  no 
parece  conveniente  dar  á  la  publicidad  dichas  cartas;  aunque  es  muy  útil  las 
conozcan  los  amigos  y  bienhechores  del  Observatorio  y  aquellas  personas 
que  por  su  posición  están  llamadas  á  favorecer  esta  institución  científica. 

No  ha  parecido  del  caso  dar  la  versión  de  tales  cartas,  si  se  exceptúa 
la  del  Dr.  Schmidt,  por  su  especial  dificultad  é  importancia;  pero  se  indica 
la  idea  principal  de  cada  una,  siguiendo  en  la  enumeración  el  orden  cronoló- 
gico que  es  el  mismo  en  que  vienen  copiadas. 

B.  Chaiweaii  (i)  alaba  la  organización  actual  del  Observatorio  como 
obra  que  honra  en  gran  manera  á  sus  directores. 

Bigelow  i2)  reconoce  que  el  Observatorio  está  realizando  una  obra 
admirable. 

Deslandres  (3)  felicita  por  la  organización  perfecta  y  verdaderamente 
moderna  del  Observatorio;  el  cual,  según  el  propio  académico,  llena  un  vacío 
importante  con  la  observación  de  los  iones  atmosféricos. 


(1)  Mr.  Chauveau,  doctor  en  Ciencias,  de  la  Oficina  meteorológica  de  París,  es  el  fran- 
cés más  reputado  en  los  estudios  de  electricidad  atmosférica. 

(2)  Mr.  Bigelow  es  el  especialista  de  Estados  Unidos  que  ha  publicado  más  trabajos  sobre 
meteorología  cósmica. 

(3)  Mr.  Deslandres  de  la  Academia  de  Ciencias  de  París,  es  director  del  Observatorio  de 
Meudon  y  notabilidad  numdial  en  Astronomía  física. 


37 

El  Contra-Almirante  Herz^'^)  manifiesta  el  gran  interés  del  Observatorio 
de  Hamburgo  por  el  Boletín,  que  llama  «publicación  novísima»,  y  por  la  orga- 
nización y  objetivo  del  Observatorio  del  Ebro. 

Cleveland  Abbe^'^^ai\rxnsL(\\xe:  el  Observatorio  del  Ebro  por  su  situación 
y  aparatos  está  en  condiciones  de  ofrecer  resultados  superiores  á  los  de  cual- 
quier otro  observatorio  en  el  terreno  de  la  ciencia  meteorológica. 

Nodon  (3)  dice  que  juzga  perfecto  el  Boletín  del  Observatorio  y  digno 
de  servir  de  modelo. 

L.  Palazzo  W  encuentra  admirablemente  bien  redactadas  las  publicacio- 
nes del  Observatorio. 

Lecointe  (5)  felicita  por  los.  trabajos  hábilmente  realizados  con  tanta  ac- 
tividad. 

Gockel  (6)  dice  que  sigue  con  grande  interés  el  Boletín  Mensual  del  Ob- 
servatorio, y  solicita  permiso  para  servirse  de  los  datos  del  mismo  para  un 
trabajo  científico. 

Sclilesínger^'^^  hace  constar  la  gran  influencia  que  un  Observatorio  co- 
mo el  del  Ebro  puede  ejercer. 

Flanimarion  juzga  que  el  Boletín  es  capaz  de  prestar  los  más  grandes 
servicios  á  la  ciencia,  y  que  puede  servir  de  modelo  para  todos  los  países. 

F.  Fox  (8)  expresa  su  admiración  por  el  Boletín,  que  encuentra  hermosa- 
mente concebido  y  ejecutado,  pareciéndole  una  empresa  enorme  para  un  solo 
observatorio. 

W.  L.  Moore  ^9)  dice  que  la  obra  emprendida  en  Tortosa  por  lo  compren- 
sivo del  fin,  y  lo  completo  del  detalle,  sobrepuja  á  cuanto  se  ha  hecho  en  Esta- 
dos Unidos.  Manifiesta  que  la  causa  de  estar  particularmente  interesado  en 


(1)  El  Contra-Almirante  Herz  es  el  director  del  Observatorio  Imperial  de  la  Marina  Ale- 
mana. 

(2)  Mr.  Cleveland  Abbe,  es  profesor  de  Meteorología,  editor  de  la  revista  «Monthly  Re- 
view»  de  Washington  y  especialista  de  gran  reputación. 

(3)  Mr.  Nodon,  doctor  en  Ciencias,  presidente  de  la  sociedad  astronómica  de  Burdeos. 
Ocúpase  frecuentemente,  en  revistas,  de  la  influencia  solar. 

(4)  El  Profesor  D.  Luis  Palazzo,  es  el  director  de  la  Oficina  meteorológica  y  geodiná- 
mica de  Roma,  y  forma  parte  de  casi  todos  los  Comités  meteorológicos  y  geodinámicos  inter- 
nacionales. 

(5)  Mr.  Lecointe  es  el  director  del  Observatorio  Real  situado  en  Uccle,  cerca  de  Bruselas. 

(6)  El  Dr.  Qockel  es  profesor  en  el  Instituto  de  Física  Cósmica  de  Friburgo.  Es  especia- 
lista de  fama  en  electricidad  atmosférica. 

(7)  Mr.  Frank  Schlesinger  es  profesor  de  Astronomía  en  la  universidad  de  Pensilvania  y 
director  del  Observatorio  de  Allageny. 

(8)  Mr.  Fox,  director  de  los  ejercicios  astrofísicos  de  la  universidad  de  Chicago,  y  del 
«Dearborn  Observatory». 

(9)  Mr.  W.  L.  Moore  es  el  director  de  la  Oficina  meteorológica  de  los  Estados  Unidos. 


38 

la  empresa  de  este  Observatorio,  es  porque  éste  realiza  algo  que  ellos  han 
pretendido  hacer  en  su  país;  y  que  por  varias  razones  no  han  podido  aun 
conseguir;  concluyendo  que  por  este  motivo  vigilarán  con  profundo  interés 
el  progreso  de  esta  obra, 

W.  H.  Kninght  '^^  encarece  la  importancia  del  Observatorio,  diciendo 
que  España  debe  estar  orgullosa  de  poseerlo. 

W.  N.  Shaiü  (2i  ha  examinado  el  Boletín  con  gran  interés;  felicita  cordial- 
mente  por  el  excelente  resultado,  y  añade  que  se  propone  publicar  un  boletín 
parecido. 

F.  W.  Dyson  ^3)  dice  que  el  Boletín  le  parece  muy  bien  hecho,  y  que  no 
encuentra  cosa  que  sugerir  para  mejorarlo. 

Bonacini^^  llama  al  Boletín  publicación  única  en  su  género,  y  muy  bien 
ejecutada. 

J.  Hann  S)  agradece  el  Boletín,  que  afirma  contener  riqueza  extraordi- 
naria de  preciosos  datos  meteorológicos  y  geofísicos. 

Watzof  e^)  manifiesta  su  satisfacción  por  la  aparición  del  Boletín,  di- 
ciendo que  era  un  desiderátum  del  mundo  científico,  y  afirma  ser  una  pu- 
blicación que  no  deja  nada  que  desear. 

A.  Schmidt  (^  encarece  la  importancia  del  Boletín;  y  por  no  ser  fácil  dar 
un  breve  resumen  de  su  importante  carta,  damos  la  traducción  de  la  misma. 

Bigoiirdan,  í^*  finalmente,  alaba  la  forma  y  el  fondo  del  Boletín  y  felicita 
al  director  del  Observatorio  por  haber  sabido  colocarlo  en  las  primeras  filas 
de  los  que  se  ocupan  en  la  física-cósmica. 

Entre  todas  las  cartas  que  acabamos  de  enumerar  parecen  de  especial 
importancia,  entre  las  francesas  la  de  Mr.  Deslandres  y  entre  las  inglesas, 
la  de  Mr.  Shaw;  pero  es  extraordinariamente  satisfactoria  para  el  Observa- 
torio del  Ebro  y  aun  gloriosa  para  España,  la  de  Mr.  Moore,  y  quizás  no 


(1)  Mr.  W.  Kninght  es  presidente  de  la  Sección  Astronómica  de  la  Academia  de  Ciencias 
de  la  California  meridional. 

(2)  Mr.  W.  N.  Shaw  es  el  director  de  la  Oficina  Metereológica  de  la  Gran  Bretaña. 

!3)    Mr.  F.  W.  Dyson,  director  del  importantísimo  y  antiguo  Observatorio  de  Greenwich. 

(4)  Mr.  Bonacini  es  profesor  de  la  Universidad  y  director  del  Observatorio  Geofísico  de 
Módena. 

(5)  El  Doctor  Julio  Hann  es  profesor  de  Física-cósmica  en  la  Liniversidad  de  Viena.  Re- 
dactor-Jefe de  «Meteorologische  Zeitschrift».  Meteorólogo  especialista  de  autoridad  universal. 

(6)  Mr.  Sp.  Watzof  es  el  director  del  instituto  meteorológico  de  Bulgaria. 

(7)  El  Dr.  A.  Schmidt  es  el  director  del  Observatorio  Meteorológico  y  Magnético  de  Pots- 
dam.  El  primero  en  su  género  de  Alemania. 

(8     Mr.  G.  Bigourdan,  Miembro  del  Instituto,  presidente  del  Biireou  de  Longitudes,  y  As- 
trónomo del  Observatorio  de  París. 


39 

contiene  ideas  menos  importantes  la  del  Dr.  Schmidt,  cuya  versión  aquí  se 
incluye  debido  á  su  especial  dificultad  é  importancia,  como  arriba  queda 
indicado. 


(Traducción)     Carta  del  Dr.  A.  Schmidt,  director  del  Observatorio  de  Pots- 
áam,  al  P.  Ricardo  Cirera,  S.  J. 

Koniglich  Preussisches  Meteorologisches  Institut, 
Observatorium  Potsdam. 

Potsdam,  18  de  abril  1911. 

Al  Sr.  Ricardo  Cirera,  S.  J. 

director  del  Observatorio  del  Ebro.— Tortosa. 

Muy  respetable  señor:  Hemos  recibido  los  seis  primeros  números  (ene- 
ro-junio 1910)  que  han  aparecido  hasta  ahora,  del  informe  mensual  de  los 
trabajos  del  Observatorio,  que  V.  publica  de  poco  tiempo  á  esta  parte  bajo 
el  título  «Boletín  del  Observatorio  del  Ebro».  Por  ello  le  doy  á  V.  las  más 
expresivas  gracias,  y  también  por  su  amable  carta  de  marzo  de  este  año. 

Pasando  á  satisfacer  sus  deseos  de  que  le  manifieste  mi  parecer  sobre 
su  publicación,  tengo  el  gusto  de  decirle  que  no  puedo  hacerlo  sino  en  senti- 
do enteramente  favorable.  Su  «Boletín  Mensual»,  es  la  más  rica  de  las  publi- 
caciones que  salen  de  los  observatorios  geofísicos,  contribuyendo  á  darle  to- 
davía más  importancia  su  pronta  publicación  en  cuadernos  mensuales.  Se- 
guramente tardaremos  en  ver  aparecer  otro  Boletín  que  iguale  al  de  V. 
Aunque,  por  otra  parte,  no  es  necesario  que  en  todas  partes  se  verifiquen 
observaciones  solares;  basta  que  se  hagan  en  algunos  sitios  escogidos. 

Lo  característico  de  su  Boletín,  es  ciertamente  la  representación  gráfica 
y  en  grande  escala,  que  permite  ver  en  conjunto  y  en  un  mismo  cuadro,  la 
marcha  de  todos  los  elementos  observados,  de  modo  que  puede  seguirse  su 
curso  día  por  día.  Esto  que  permite  apreciar  de  un  solo  golpe  de  vista  la 
marcha  de  aquéllos  y  su  correlación,  es  excepcionalmente  interesante  y  pre- 
cioso. Es  de  esperar  qu,e  el  mucho  trabajo  que  esto  requiere  no  le  parecerá 
á  V.  excesivo.  Sería  mucho  de  desear  que  V.  prosiguiera  de  un  modo  per- 
manente esta  representación  gráfica  tan  importante.  Quizá  se  decidirá  poco 
á  poco  algún  otro  observatorio  á  dar  algo  semejante,  aunque  no  fuera  abar- 
cando tanto.  Por  lo  pronto,  no  será  esto  cosa  fácil.  Yo  mismo  he  pensado 
muchas  veces  publicar  del  modo  dicho  y  día  por  día.  la  marcha'  de  los  tres 


40 

elementos  magnéticos  solamente;  pero  aunque  esto  es  mucho  menos  que  lo 
que  hace  V...;  siempre  he  tenido  que  diferirlo  por  el  mucho  trabajo  y  coste 
que  lleva  consigo. 

Me  pregunta  V.  qué  mejoras  me  parece  que  podrían  introducirse;  no  en- 
cuentro ninguna  que  proponerle.  Está  todo  tan  claro,  tan  adecuado  á  su  in- 
tento, que  no  puedo  desear  otra  cosa,  sino  que  siga  adelante  del  mismo  modo. 

En  espera  de  que  tendré  alguna  vez  ocasión  de  visitar  su  hermoso  ob- 
servatorio, lo  cual  me  interesaría  mucho,  soy  con  toda  consideración  su  afec- 
tísimo 

Dr.  a.  Schmidt. 


SANTA  CUEVA  DE  MANRESA 


UNA  OBRA  DE  VERDADERA  REDENCIÓN  ESPIRITUAL 


Garta  del  P.  Francisco  M.  AIós  al  P.  Ignacio  Majó  S.  J, 


Santa  Cueva,  3  de  diciembre  de  191 1 . 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Ministro:  Aprovecho  unos  momentos  de  tregua, 
que  me  ofrecen  los  ministerios  espirituales,  para  dar  á  V.  R.  noticia  de  una 
obra  muy  provechosa  que  en  esta  su  ciudad  nativa  y  en  la  iglesia  de  la 
residencia,  ha  establecido  nuestro  P.  Raymundo  Gutiérrez  director  de  la 
congregación  mariana  vulgo  de  Jauleras  ó  Agnesetas,  que  de  ambas  ma- 
neras se  apellida  á  sus  congregantes.  El  objetivo  á  que  tiende,  es  el  de  re- 
dimir ó  preservar  á  las  jóvenes  de  aquella  congregación  primero,  y  luego 
también  á  cuantas  jóvenes  quieran  aprovecharse,  de  la  cautividad  de  la  moda 
que  en  grado  tan  pujante  como  escandaloso,  va  introduciéndose  aun  en  esta 
población,  con  no  pequeñas  ofensas  de  Dios  N.  S.  y  menoscabo  de  la  modes- 
tia tan  propia  de  la  joven  cristiana. 

Trátase,  pues,  de  una  federación,  como  dicen  en  el  día  de  hoy,  que  el 
padre  ha  intitulado  Lliga  de  Modestia  y  que  por  la  analogía  del  fin  que  se 
propone  ha  confiado  al  patrocinio  de  la  Madre  de  Dios  bajo  el  título  de  La 
Merced  redentora  de  cautivos. 

Después  de  transcurrido  algún  tiempo  en  que  venía  el  padre  meditándo- 
lo, se  resolvió  por  fin  á  dar  á  conocer  á  sus  congregantes  en  plena  congrega- 
ción del  domingo  21  de  junio  último  su  proyecto.  Hízolo  así,  según  que  lo  ha- 
bía premeditado  y  quedó  establecida,  aunque  con  carácter  privado,  su  edifi- 
cante cuanto  provechosa  Lliqa  de  Modestia.  A  medida  que  iba  el  buen 
padre  estudiando  los  frutos  que  producía,  convencíase  más  y  más  de  que  podía 
proceder  con  toda  seguridad  á  una  pronta,  pública  y  oficial  inauguración  de  su 
Lliga. 


42 

Para  divulgar  más  y  más  tan  provechosa  institución,  concibió  la  idea  de 
estampar,  como  lo  hizo,  una  hoja  piadosa  en  cuya  portada  se  presenta  la 
Santísima  Virgen  redentora  de  cautivos  y  á  sus  pies,  arrodillada,  una  joven  en 
actitud  de  ofrecerle  una  cadena  símbolo  de  la  dura  esclavitud  que  impone  la 
moda.  En  la  parte  superior  del  grabado  se  lee:  Lliga  de  Modestia;  y  en  la 
inferior,  aparece  el  título  Mare  de  Dea  de  la  Mercé,  redemptora  de  cap- 
táis (Madre  de  Dios  de  la  Merced  redentora  de  cautivos).  En  el  interior, 
después  del  siguiente  encabezamiento:  *•)  Liga  de  Modestia  que  bajo  la 
protección  de  la  Virgen  de  la  Merced  redentora  de  cautiuos,  han  for- 
mado las  Jóvenes  de  una  congregación  (la  congregación  mar  iana  de  san 
Francisco  Javier  y  santa  Inés  de  Manresa)  el  día  24  de  septiembre 
de  1911,  seguía  el  texto  en  que  se  da  razón  de  la  Lliga.  Como  no  sé  si  esta 
hojita  ha  llegado  á  manos  de  V.  R.,  voy  á  darle,  para  mayor  inteligencia 
de  todos  los  lectores  de  Cartas  Edificantes,  traducido  el  texto  en  cuestión, 
dejando  para  una  nota  <^2)  el  original  catalán  que  tomo  de  la  2.^  edición. 

Dice,  pues,  así  el  susodicho  texto:  «Para  dos  cosas  necesitamos  del  ves- 
tido: para  defensa  de  la  honestidad,  y  para  resguardo  contra  la  intempe- 


(1)  «Lliga  de  Modestia— que  bax  la  protecció  de  la  Mare  de  Deu  de  la  Mercé, 
redemptora  de  captius,  han  format  les  noyes  de  una  congregació  (*'  per  rescatarse 
de  la  esclavitud  de  la  moda> . 

(2)  «Per  dues  coses  tenim  necessitat  del  vestit  ab  que'ns  cobrím:  per  la  hones- 
tedat  y  per  la  defensa  del  eos  contra  la  intemperie:  mes  per  eczigéncies  d'una 
moda  mundana  es  convertéx  no  poques  vegadas,  en  motín  d'escándol  per  les  ani- 
mes, y  en  molestia  peí  metex  eos. 

»Efectivament:  ¡quí  podrá  ponderar  del  modo  degut  els  danys  y  perjudicis 
que'ns  ocasiona  aquesta  moda! 

»Ella  ens  fa  gastar  lo  que  tenim  y  lo  que  no  tenim:  perqué  may  n'hi  ha  prou  per 
satisfer  tots  sos  capritxos. 

«Ella  va  esborrant  poc  apoc  en  nosaltres  aquéll  ayre  de  reculliment  y  modes- 
tia, que  es  l'adorno  esterior  de  mes  préu  de  la  donzella  cristiana, 

»Ella,  com  si  fes  burla  de  nosaltres,  dona  tais  formes  ais  vestits,  que  en  algún 
cas,  una  no's  pot  acabar  de  vestir  o  no's  pot  alsar  si  ha  caygut,  sens  que  im  altre 
l'ajudi. 

>^Y  ens  fa  anar  tan  trabades  y  oprimides  (com  succeéx  ara  metex),  queTvestit, 
no  sólzament  ens  entrebanca  y  destorba  per  treballar  y  per  caminar,  sino  fins  per 
respirar. 

»Ella,  finalment,  com  si  fossini  unes  bóbes,  ens  vol  fer  créure  que  com  mes  es- 


(*)    La  congregació  mariana  de  sant  Francisco  Xavier  y  santa  Agnes  de 
Manresa  el  día  24  de  setembre  de  IQU . 


43 

rie;  pero  la  exigencia  mundana  lo  convierte  hoy  en  escándalo  de  las  al- 
mas y  molestia  de  los  cuerpos. 

»No  se  pueden  debidamente  ponderar  las  calamidades  que  nos  acarrea  la 
moda. 

»Ella,  con  sus  caprichos  insaciables  nos  hace  aparentar  lo  que  no  somos, 
y  gastar  lo  que  tenemos  y  lo  que  no  tenemos. 


tremades  anirém,  ens  colocarém  millor  y's  fará  mes  cas  de  nosaltres:  sent  axí,  que 
per  aquést  camí  de  vanitat,  no's  logra  altra  cosa  que  atraure  Tatenció  deis  joves  de 
poc  enteniment:  .pero,  en  cambi,  fem  riure  y  fem  llástima  a  les  persones  series  y 
prudentes. 

»Més,  lo  que  causa  gran  admiració  y  fins  sería  increible  si  no  ho  vejéssim,  es, 
que  tots  aquéts  perjudicis  que'ns  resulten  de  seguir  les  modes,  els  aceptém,  volun- 
táriament,  y  fins  paguém,  a  un  préu  niolt  alt,  aquéxes  metexes  cadénes  ab  qué  se'ns 
Higa. 

»Sería  menester  havér  perdut  tota  conciencia  de  la  nostra  dignitat  si  sofríssim 
per  mes  temps  una  tan  pesada  com  voluntaria  esclavitut.  Mes  no:  no  volém  ser  es- 
claves, sino  senyores,  de  la  moda,  prenent  d'ella  sois  lo  que'ns  convinga. 

»Y  no  significa  axó  que  volguém  renyir  ab  lo  bón  gust  en  el  vestir;  ni  tampoc 
dexar  d'aprofitarnos  de  les  ventatjes  raonables  que's  vajin  introduint:  mes,  per  cap 
respecte  huma  de  amigues  ni  de  modistes  traspassarém  may  els  límits  que'ns  sen- 
yala  la  decencia  y  modestia  cristiana;  ni  portarém  vestits  curts,  estréts  y  sobre  tot 
escotats.  Y  els  duptes  que  tinguém  en  aquést  punt,  els  resoldrém  prenent  llum  deis 
eczemples  de  María,  y  deis  consélls  d'alguna  amiga  prudent;  recomanantli  que  si 
alguna  vegada  ens  véu  passar  de  la  ratlla  en  axo,  li  agrairém  que'ns  ho  digui  ab 
tota  franquésa. 

»Ja  no  volém  pérdre  más  temps  copiant  tots  el  detalls  del  últim  figurí:  preferim 
mil  vegades  imitar  les  virtuts  de  nostra  Puríssima  Mare.  Préngui  qui  vulgui  l'ofici 
de  cuynera  deis  cues;  (*)  nosaltres  ens  estimém  molt  mes  ser  cambreres  de  María. 

»Ella  qu'es  la  soberana  Reyna  de  les  mercés  y  redemptora  deis  captius,  vul- 
gui fernos  la  gran  mercé  de  benehir  aquesta  Lliga  de  Modestia  en  que'ns  hém 
constituit:  y  ab  sa  poderosa  intercessió  ens  vulgui  ajudar  a  cumplir  el  proposit  que 
11  oferim  de  treballar  ab  constancia  per  trencar  les  pesades  cadénes  de  la  esclavi- 
tut de  la  moda,  y  de  arrancarli  les  victimes  que  poguém». 

«AcTE  DE  coNSAGRACió.  ¡Oh  Vérge  santíssima  de  la  Mercé,  Redemptora 
de  captius!  captives  y  esclaves  som  també  nosaltres  quant  ens  subjectém  ais  insa- 
ciables capritxos  de  la  moda,  que  venen  a  ser  com  unes  cadénes  qu'al  mateix  temps 
qu'a  vegades  ens  opriméxen  el  eos,  molt  sovint  Iliguen  també  a  les  animes,  ab  perill 
de  arrastrarles  a  laperdició». 


(*)    Axí  anoména  el  Beat  Joan  d'Avila  ais  que  s'ocupen  en  regalar  lo  seu  eos. 


44 

>>Ella,  borra  poco  apoco  en  nosotras  aquel  aire  de  recato  y  modestia  que 
en  el  porte  exterior  constituye  el  ornato  más  precioso  de  la  doncella  cristiana. 

»Ella,  para  escarnecer  de  nosotras,  señala  tales  formas  á  nuestros  ves- 
tidos, que  no  puede  una  vestirse  del  todo  por  sí  misma,  ni  levantarse  sin 
ayuda  de  vecino,  si  tiene  la  desgracia  de  caer. 

»Ella,  nos  hace  andar  tan  apretadas  y  oprimidas  con  nuestro  cerco  de  ro- 
pa, que  además  de  enredarnos  el  paso  y  estorbarnos  en  nuestras  labores  y 
faenas,  nos  impide  la  misma  respiración. 

»El]a,  en  fin,  comerciando  con  nuestra  bobería,  pretende  hacernos  creer 
que  el  camino  para  llamar  la  atención  y  alcanzar  un  buen  partido  en  el  matri- 
monio, es  el  de  las  formas  extremadas,  cuando  con  ellas  no  conseguimos  sino 
despertar  el  interés  de  unos  cuantos  jóvenes  perdularios  y  casquivanos,  y 
excitar  la  risa  y  la  compasión  de  la  gente  seria  y  sensata. 

>>Pero  lo  que  de  veras  pasma,  y  no  lo  creyéramos  si  no  lo  viésemos,  es 
la  aceptación  voluntaria  que  nosotras  hacemos  de  cuantos  gastos  y  molestias 
nos  exige  la  moda;  pues  pagamos  á  precio  muy  subido  las  cadenas  con  que 
nos  hace  esclavas. 

»Sería  necesario  no  tener  conocimiento  de  nuestra  dignidad,  ó  haber- 
le enteramente  perdido,  para  que  sufriéramos  por  más  tiempo  esa  tan  dura  y 
voluntaria  servidumbre.  Pero  no:  no  queremos  ser  eslcavas  de  la  moda,  sino 
señoras,  para  tomar  de  ella  sólo  aquello  que  dignamente  nos  acomode. 

»Lo  cual  no  quiere  decir  que  damos  de  mano  al  buen  gusto  en  el  vestir, 
ni  que  renunciamos  del  todo  á  las  ventajas  razonables  que  pueda  introducir 
la  moda  bien  encauzada;  solamente  damos  á  entender  que  ningunos  respetos 
de  amigas  ó  modistas  nos  harán  traspasar  jamás  los  límites  que  nos  señalan 
la  modestia  y  la  decencia  cristianas,  y  que  abominaremos  para  siempre  de 
los  trajes  cortos  y  estrechos,  y  más  aún  de  los  escotados. 


«Avergonyides  de  havér  sofért  voluntáriament  una  tan  pesada  y  perillosa  escla- 
vitut;  y  desitjant  recobrar  nostra  dignitat  y  Ilibertat,  hém  format  aquesta  «Lliga» 
que  posém  bax  vostra  protecció;  a  fi  de  qué  os  dignen  ajudarnos  a  trencar  aqües- 
tes cadénes  que  tant  ens  humilíen  y  tant  caras  havém  pagat. 

»Contant,  dones,  ab  los  aucsilis  de  la  divina  gracia,  preném  la  mésférma  reso- 
lució  de  no  traspassar  may  les  regles  de  la  modestia  en  quant  al  modo  de  vestir,  y 
en  quant  a  tot  lo  demés:  a  fi  de  qué,  vestint,  no  a  gust  del  mon:  sino  a  gust  de 
Vos;  y  vivint  adornades  ab  les  preciosas  gales  de  les  virtuts,  meresquém  un  dia 
ser  vestides  ab  lo  ropatje  de  la  gloria,  en  vostra  coinpanyia.  Amén». 

«Nota.— Aquesta  Lliga  es  pot  establir  en  qualsevol  congregaci(),  col-légi, 
etz.,  perqué  no  cambia  ni  destorba  res  deis  respectius  reglaments». 


45 

»Las  dudas  que  sobre  este  punto  nos  vinieren,  las  resolveremos  á  la  luz 
purísima  de  los  ejemplos  de  nuestra  Madre  santísima,  y  con  el  consejo  de  al- 
guna amiga  franca  y  prudente,  que,  rogada  por  nosotras,  nos  amoneste  cuan- 
do traspasemos  la  línea  de  la  honestidad. 

»No  queremos  malgastar  el  tiempo  precioso  de  nuestra  vida  trasladando 
á  nuestros  vestidos  todos  los  perfiles  del  último  figurín;  preferimos  mil  veces 
imitar  las  virtudes  de  nuestra  Madre  Inmaculada.  Tome  quien  quisiere  para 
sí  el  oficio  de  cocinera  de  los  gusanos  (i);  que  nosotras  tenemos  por  más 
honroso  el  de  camareras  de  la  Virgen. 

»Ella,  que  es  Redentora  de  cautivos  y  soberana  Reina  de  la  Merced 
quiera  hacernos  ésta  de  bendecir  nuestra  Liga  de  Modestia,  y  con  su 
poderosa  protección,  ayudarnos  á  cumplir  nuestro  invariable  propósito  de 
romper  cuantas  cadenas  de  cautiverio  nos  eche  la  moda,  y  rescatar  de  su 
poder  el  infinito  número  de  voluntarias  esclavas». 

He  indicado  de  pasada  que  de  la  hoja  arriba  descrita,  se  hicieron  dos 
ediciones  y  por  cierto  en  poco  tiempo.  Ambas  á  dos  han  tenido  mucha  salida. 
Nuestro  dignísimo  y  fervoroso  prelado  con  fecha  1 1  de  septiembre,  se  dignó 
mandar  á  pedir  por  su  Secretario  de  Cámara  y  Gobierno,  un  millar  de  ellas; 
y  en  el  día  de  la  Virgen  de  la  Merced,  el  P.  Recolóns,  al  panegirizar  las  glo- 
rias de  la  «Virgen  de  cautivos  redentora»  en  una  dalas  iglesias  de  Barcelona, 
dando  noticia  de  la  Lliga,  vio  con  especial  consuelo  que  habían  ascendido  á 
700  las  hojitas  repartidas. 

Antes  de  concluir  esta  sencilla  narración  y  poner  fin  á  esta  mi  carta, 
pláceme  incluirle  un  recorte  del  Plá  de  Bages,  (2)  dando  cuenta  de  la  fiesta 


(1)  Nombre  que  da  el  B.  Juan  de  Avila  á  los  regaladores  de  su  cuerpo. 

(2)  Lliga  de  Modestia.— Co/z/'ra  l'esclavitut  de  la  moda.  —  La  congre- 
gació  de  sant  Francisco  Xavier  y  santa  Agnés,  establerta  en  l'iglesia  de  sant  Ig- 
nasi  d'aquesta  ciutat,  va  obsequiar  ahir  ab  una  funció  solemne  y  acte  colectiu  de 
consagració  a  la  Mare  de  Deu  de  la  Mercé,  redemptora  de  captius,  bax  qual  pro- 
tecció  ha  posat  la  Lliga  de  modestia  en  que  s'ha  constituit  dita  congregació,  per 
redimirse  les  noyes  que  la  composen,  de  l'esclavitut  de  la  moda. 

Ab  tal  motiu  la  Lliga  ha  publicat  y  repartit  una  fulla  en  la  que  s'hi  representa 
a  la  Redemptora  deis  captius  y  una  noya  agenollada  a  sos  peus  en  actitut  de  ofe- 
rirli  unes  cadénes,  que  representen  la  pesada  esclavitut  de  la  moda. 

En  dita  fulla,  després  de  algunas  consideracions  sobre'ls  perjudicis,  que  tant 
en  el  ordre  económic  com  en  el  social  y  moral,  ocasionen  certes  modes,  s'hi  Ue- 
gex:  «Y  no  significa  axo  que  volguém  renyir  ab  lo  bon  gust  en  el  vestir;  ni  tam- 
poc  dexar  d'aprofitarnos  de  les  ventatjes  raonables  que's  vajin  introduint:  mes,  per 
cap  respecte  huma  de  amigues  y  de  modistes  Iraspassarém  may,  els  límits  que'ns 


46 
que  en  el  día  titular  de  la  santísima  Virgen  de  la  Merced  y  con  el  fin  de  esta- 
blecer de  un  modo  oficial  y  solemne  ante  la  congregación  en  pleno,  su  tan 
benemérita  Lliga,  celebró  en  la  propia  iglesia  de  san  Ignacio,  el  celoso  pa- 
dre Gutiérrez. 

Ya  vé,  pues,  P.  Ministro,  cuan  bien  trabaja  este  buen  padre  y  su  fervo- 
rosa congregación,  en  orden  á  que  las  jóvenes  manresanas,  sean  lo  que  de- 
ben ser  á  los  ojos  de  Dios  y  de  la  sociedad. 

Pida  V.  R.  también  al  Señor  y  á  su  santísima  Madre,  á  fin  de  que  no  sólo 
Manresa  siga  aprovechándose  de  este  seguro  medio  para  su  santificación, 
sino  que  muchas  otras  congregaciones  y  personas  particulares  de  las  demás 
regiones  españolas,  se  decidan  á  imitar  tan  hermoso  ejemplo. 

En  los  santos  sacrificios  de  V.  R.  me  encomiendo:  affmo.  S.  en  Cto. 

JHS. 

Francisco  M.^  Alós,  S.  J. 


senyala  la  decencia  y  modestia  cristiana;  ni  portarém  vestits  curts,  estréts  y  sobre 
tot  escotats».— (Del  «Plá  de  Bages»  del  25  de  Septiembre  de  1911). 


COLEGIO  Y  CASA  DE  PROBACIÓN 
DE  GANDÍA 


TANDAS  DE  EJERCICIOS  EN   ALBAIDA  DADAS  POR 
EL  P.  JOSÉ  LUÍS  IÑESTA 

Garta  de  D.  Ángel  Tormo  al  R.  P.  Jaime  Sansa 

Albaida,  17  febrero  1911. 

Rdo.  P.  Jaime  Sansa.— Tortosa. 

Amado  en  Cristo  P.  Sansa:  Ante  todo  doy  gracias  á  Dios  porque  me 
proporciona  la  ocasión  de  dirigirme  á  V.  á  quien,  desde  hace  dos  años,  no  he 
visto,  y  que  por  haber  sido  trasladado  á  ésa  he  dejado  de  sentir  su  paternal 
consuelo  en  los  días  de  mi  retiro  en  el  palacio  del  Sto.  Duque. 

Voy  ahora  á  ponerle  al  tanto  de  lo  que  por  aquí  ocurre  con  los  santos 
Ejercicios,  que  está  dando  el  P.  José  Luís  Iñesta. 

Enamorado  yo  de  lo  que  vi  en  Beniarrés  é  ilustrado  y  dirigido  por  el 
padre,  di  los  primeros  pasos,  para  ver  de  hacerlos  practicar  en  ésta;  y  desde 
los  primeros  momentos  pude  convencerme  de  que  era  voluntad  de  Dios  el 
que  mi  querido  pueblo  disfrutase  de  bien  tan  grande. 

Se  empezó  á  trabajar  para  darlo  á  conocer  á  las  personas  de  alguna  re- 
presentación, pero  aunque  se  aprobaba  la  idea  por  todos,  no  tomaron  entu- 
siasmo. Así,  pues,  sólo  se  consiguió  una  vaga  promesa  de  algunos,  de  prac- 
ticarlos, pero  ni  siquiera  comprometiéndose  para  la  1.^  tanda.  Además  la 
cuestión  de  local  no  la  teníamos  resuelta  á  nuestra  satisfacción. 

En  estas  circunstancias,  vino  el  padre  el  día  6  del  corriente.  Predicó 
aquella  noche  explicando  su  misión.  Se  desencadenó  el  tiempo  en  agua, 
y  la  gracia  de  Dios  á  torrentes;  y  contra  todo  pronóstico  é  ilusión,  nos  que- 
damos maravillados  al  cerrar  la  1.'"^  tanda  el  día  7  por  la  noche  con  111  ejer- 


48 
citantes,  de  todas  clases  y  colores  y  abundando  los  hijos  pródigos.  Hubo 
necesidad  de  improvisar  dormitorios,  recomendar  el  que  durmieran  á  pares 
en  cada  colchófi,  (llegaron  á  dormir  tres  en  uno),  hacer  nuevas  mesas,  etcé- 
tera, etc.  Por  disponer  de  una  iglesia  pequeña,  una  preciosa  rotonda  inmejo- 
rable para  las  pláticas,  pues  cabiendo  300  ó  más,  no  tiene  que  esforzarse  el 
conferenciante,  pero  insuficiente  para  practicar  los  actos  del  Via-crucis  y 
disciplina,  tuvimos  que  salir  cruzando  una  calle  principal  del  pueblo,  en  bus- 
ca de  iglesia  más  capaz.  Hubo  protesta  sorda  de  parte  de  algunos  ejercitan- 
tes, pero  arrastrados  por  la  mayoría  no  dejaron  de  salir,  lo  cual  fué  el  triun- 
fo de  los  Ejercicios,  pues  rompiendo  ya  con  los  respetos  humanos,  dieron  un 
admirable  y  conmovedor  ejemplo  á  todo  el  pueblo.  Repitióse  este  acto  de 
virtud  los  días  sucesivos,  sobre  todo  el  tercero,  en  que,  por  haber  estallado 
los  lloros  en  el  acto  del  perdón,  salieron  todos  llorando  y  edificando  á  tanto 
curioso  como  los  observaba. 

Terminó  aquella  tanda  el  domingo  12  por  la  mañana,  edificando  al  pue- 
blo el  conmovedor  acto  de  la  comunión,  practicado  con  inusitado  fervor  y 
recogimiento  y  presentándose  á  la  Mesa  Eucarística  de  dos  en  dos,  con  las 
manos  juntas  y  muy  devotos.— Por  la  tarde,  aprovechando  la  función  de  los 
7  domingos  de  san  José,  con  exposición  de  Su  Divina  Majestad,  hubo  entu- 
siasta sermón  del  padre,  que  caldeó  al  auditorio  de  manera  extraordinaria, 
preparándose  la  2.'^  tanda.  La  iglesia  estaba  de  bote  en  bote.  Comenzó,  pues, 
la  nueva  tanda  el  martes  14  por  la  noche.  Temíamos  que,  cual  en  otras  partes 
ocurre,  fuera  ella  un  tanto  floja.  Y  ocurrió  que  nos  equivocamos,  lo  mismo 
que  en  la  primera,  pues  se  encerraron  aquella  noche  224  ejercitantes. 

Como  resultaba  insuficiente  el  local,  ocupamos  las  escuelas  y  parte  de 
la  casa  del  Hospicio,  siendo  menester  que  trasladáramos  á  los  asilados  al 
último  piso,  y  que  nos  cedieran  el  local  que  ellos  ocupaban.  Llovió  abundan- 
temente aquel  día,  obligando  á  los  ejercitantes  á  estar  metidos  en  comedores 
y  dormitorios  sin  poder  salir  al  huerto,  aunque  á  pesar  de  ésto,  se  guardó 
mucho  silencio.  ¡Qué  admirable  fué  esta  conducta,  precisamente  el  primer 
día  en  .que  aún  nada  saben  los  ejercitantes! 

Transcurrió  toda  la  tanda  muy  bien,  terminando  el  domingo  19,  con 
repetición  de  los  actos  del  anterior,  comulgando  no  sólo  los  de  la  2.^  sino 
también  los  de  la  1.'"^  tanda.  Conmovedor  en  alto  grado  fué  el  entonar  por 
todos  el  «Bendito  y  alabado...»  durante  la  estación  al  Santísimo  rezada  en 
el  transcurso  de  la  comunión,  no  sólo  por  los  300  y  tantos  ejercitantes,  sino 
también  por  toda  la  muchedumbre  que  invadía  la  nave  de  la  parroquia. 

Sin  novedad  la  3.-'^  tanda  más  nutrida  que  la  anterior. 

La  4.'^  comenzó  el  sábado  25  por  la  noche  más  numerosa  aún;  y  tomando 


49 
los  días  de  Carnaval  y  el  miércoles  de  ceniza  acabó  el  jueves  2  de  marzo 
por  la  mañana. 

Las  dos  tandas  siguientes  se  mantuvieron  á  la  altura  de  las  precedentes, 
sumando  juntas  un  total  de  1311  ejercitantes. 

Esperamos  que  la  comunión  del  domingo  será  un  acontecimiento  jamás 
visto  en  ésta,  pues  se  reunirán  todas  las  tandas. 

La  próxima  semana  dará  el  padre  Ejercicios  en  la  iglesia  á  los  luises 
menores  de  15  años,  durante  dos  días,  y  los  cuatro  restantes,  también  en  la 
iglesia,  á  las  mujeres.  Excuso  decir  que  el  siguiente  domingo,  día  propio  del 
santo  Patriarca,  Albaida  será  un  cielo,  pues  Dios  entrará  en  muchos  cora- 
zones. Será  el  día  magno,  final  de  toda  la  labor  de  mes  y  medio,  del  padre 
Iñesta.  Dado  lo  que  es  este  buen  padre,  creo  será  la  mejor  manera  de  cele- 
brar su  fiesta  onomástica  y  de  festejar  á  su  santo  patrón. 

Comencé  esta  carta  el  17  de  febrero,  mas  por  el  mucho  trabajo  que  me 
han  proporcionado  los  Ejercicios,  he  ido  dejando  para  luego  el  terminarla, 
y  por  fin,  queriendo  dar  á  V.  una  nota-resumen  de  todo,  he  dilatado  más 
todavía  el  enviarla. 

Agradecería  á  V.  que  después  de  leída,  remitiera  á  Gandía,  la  narración 
de  los  casitos  que  le  acompaño.  Así,  según  me  indicó  el  P.  Iñesta,  evitaré  el 
tenerlos  que  copiar. 

No  terminaré  sin  dar  antes  las  gracias  á  V.  y  á  toda  esa  respetable  co-~ 
munidad  por  las  oraciones  que  en  favor  de  este  pueblo  han  hecho,  y  que  tan 
abundantísimas  gracias  de  Dios  nos  han  traído.  Él  les  pague  tanta  caridad. 

Una  oí'ación  para  el  más  necesitado  de  ellas;  que  pueda  hacer  los  santos 
Ejercicios  con  gran  fruto,  durante  la  Semana  Santa,  en  Gandía,  ya  que  des- 
pués de  buscar  el  bien  para  mis  paisanos,  me  he  quedado  sin  ellos,  por  no 
haber  querido  el  padre  que  los  hiciera  aquí. 

Siempre,  pues,  me  encomiendo  en  sus  oraciones  y  quedo  buen  amigo 
en  Cto. 

Ángel  Tormo. 

P.  D. 

Acaba  de  recibir  el  P.  Iñesta,  carta  del  P.  rector  de  Gandía,  diciéndole 
que,  en  vez  de  comenzar  sus  ministerios  en  otra  parte,  quiere  que  cuando 
acabe  los  de  aquí,  se  vaya  á  descansar  hasta  la  semana  de  Pasión,  en  que 
tiene  la  misión  en  Elche.  Como  el  padre  es  tan  trabajador,  le  sabe  mal  estar 
15  días  descansando  en  Gandía,  sin  emplearlos  trabajando  por  la  gloria  de 
Dios. 

Enterado  yo  de  ésto  le  he  propuesto  la  celebración  de  una  nueva  tanda 

4 


50 
para  la  semana  próxima;  y  me  dice  que  no  hay  inconveniente,  siempre  que 
haya  personal.  Como  en  ésta,  todavía  hay  hombres  que  no  los  han  practicado, 
aunque  están  duros  en  decidirse  á  entrar,  y  como  en  los  pueblos  circunve- 
cinos ha  prendido  también  el  fuego,  confío  en  la  gracia  de  Dios,  que  podre- 
mos dar  la  7.'^  tanda,  que.  comenzando  el  martes  14  por  la  noche,  termine 
el  día  de  san  José  por  la  mañana,  en  ciiyo  caso,  los  de  mujeres,  serán  la 
otra  semana,  terminando  el  día  de  la  Encarnación. 

Para  que  resulte  bien,  y  sobre  todo  para  conseguir  que  no  se  quede  un 
vecino  de  Albaida  sin  hacer  Ejercicios,  necesitamos  de  la  gracia  de  Dios, 
única  que  puede  ablandar  los  corazones.  Suplico,  pues,  una  oración  especia- 
lísima  de  toda  esa  comunidad,  para  que  ya  que  es  tan  grande  la  misericor- 
dia de  Dios  para  con  nosotros,  dándonos  tanto  bien  y  tantas  facilidades,  haga 
que  nadie  sea  sordo  á  su  llamamiento. 

Dios  les  pagará  tanta  caridad.  A  10  de  marzo  acaba  la  presente  su  afmo. 

Ángel. 


Garta  del  Gura  Arcipreste  de  Albaida  al  R.  P.  Luís  Adroer 


Albaida,  27  marzo  1911. 

R.  P.  Superior  del  Palacio  del  Sto.  Duque. 

Muy  señor  mío  y  estimado  en  Cristo:  Esta  mañana  ha  salido  para  Elche 
el  P.  Iñesta,  y  á  pesar  de  que  el  tren  pasa  á  las  cinco  y  la  lluvia  de  ayer  ha 
llenado  de  barro  el  trayecto  que  hay  hasta  la  estación,  unas  600  personas,  y 
la  banda  de  música,  le  ha  acompañado,  vitoreándole  hasta  que  ha  partido  el 
tren.  De  haber  marchado  á  hora  más  oportuna,  el  pueblo  en  masa,  sin  distin- 
ción de  clases,  hubiera  acudido  á  despedirle. 

Es  imposible  explicar  con  palabras,  y  menos  en  u;u;  carta,  lo  que  han 
traído  los  santos  Ejercicios,  no  sólo  en  Albaida  sino  también  en  los  pueblos 
circunvecinos.  No  se  habla  de  otra  cosa;  es  el  tema  obligado  de  todas  las  con- 
versaciones: 1500  hombres  y  2000  mujeres,  son  cifras  respetables  con  rela- 
ción al  vecindario. 

Grandes,  inesperados  consuelos  hemos  recibido;  conversiones  milagro- 
sas que  hacen  recordar  la  de  Saulo,  y  un  ambiente  de  religiosidad  que  se 
nota  en  todas  partes. 

Ya  no  se  oye  una  blasfemia,  ya  nadie  habla  mal  de  las  cosas  santas,  ya 
la  mala  prensa  ha  desaparecido  casi  por  completo...  En  cambio  ha  despertado 
la  afición  á  los  Sacramentos  y  lectura  espiritual.  ¡Qué  bueno  es  Dios  y  cuan 
grande  la  eficacia  de  su  gracia! 

Un  ruego  me  permito  dirigir  á  V.  R.  después  de  darle  rendidas  gracias: 
q.ue  el  P.  Iñesta  pueda  seguir  en  estos  pueblos  sembrando  la  celestial  doc- 
trina. El  Señor  le  ha  escogido  para  esto  y  hay  que  dejar  á  Dios  que  cumpla 
su  voluntad.  El  fuego  ha  prendido;  los  pueblos  ansian  al  P.  Iñesta,  y  su  pa- 
labra puede  hoy  conseguirlo  todo.  Sírvase,  pues,  dejarle  que  cumpla  su  mi- 
sión, que  pueda  seguir  en  este  distrito,  cuyos  pueblos  en  su  mayoría  desean 
tenerle.  Con  esto  tengo  la  íntima  convicción  de  que  la  gloria  de  Dios  aumen- 
tará por  modo  extraordinario,  y  las  almas  se  santificarán. 

Dispénseme  la  franqueza,  y  al  hacer  á  V.  R.  partícipe  de  mi  entusiasmo 
y  enhorabuena,  me  reitero  suyo  affmo.  in  Corde  Jesu. 

t 

JHS. 

Francisco  Albiñana,  Cura  Arcipreste 


Carta  de  P.  José  Luís  Iñesta  al  P.  Jaime  Sansa 


Albaida,  27  de  marzo  de  191 1. 

R.  P.  Jaime  Sansa.— Tortosa. 

Mi  muy  amado  P.  Sansa:  Voy  á  probar  si  resumo  en  una  carta  á  V.  R. 
todas  las  que  he  mandado  á  otros  padres,  contando  mis  impresiones  de  los 
Ejercicios  dados  en  Albaida,  como  lo  hice  en  otra  al  P.  socio,  contándole 
lo  que  saqué  de  las  tandas  de  Albal.  Seré  breve,  porque  tengo  entendido  que 
hace  más  de  un  mes  que  también  ha  escrito  á  V.  R.  nuestro  buen  y  común 
amigo  D.  Ángel  Tormo. 

Comparando  á  Albaida  con  Albal,  se  nota  ya  á  primera  vista  una  dife- 
rencia muy  grande  á  favor  de  aquella  población,  y  es,  que  no  se  presentaron 
las  dificultades,  al  menos,  en  el  grado  que  tuvimos  que  lamentar  enla  segunda. 

Otras  ventajas  debemos  agradecer  al  Señor,  en  las  tandas  que  acabo  de 
dar  en  Albaida  sobre  las  de  Albal,  acaso  por  lo  que  insinué  en  mi  anterior  al 
P.  socio.  (')  Decía  allí  que  Dios  Ntro.  Señor  quiso  probarnos,  permitiendo 
aquellas  desgracias  y  la  guerra  sorda  primero  y  abierta  después,  de  los  ma- 
los, para  ver  en  cuánto  nos  alargábamos  en  su  servicio  y  en  la  salvación  de  las 
almas  por  medio  de  estos  Ejercicios,  que  se  ha  dado  en  apellidar  populares 
y  que  yo  con  más  propiedad  me  atrevo  á  bautizar  con  el  apelativo  de  socia- 
les. Efectivamente,  ellos  se  ordenan,  no  sólo  por  el  fin  con  que  los  damos, 
sino  por  los  efectos  que  producen,  no  tanto  al  bien  espiritual  del  individuo 
como  á  la  regeneración  de  la  sociedad.  La  experiencia  nos  ha  enseñado  que 
los  Ejercicios  de  Ntro.  Sto.  Padre,  dados  en  la  forma  en  que  los  damos,  son 
el  medio  más  eficaz  de  acción  católico-social  y  el  remedio  más  seguro  y  du- 
radero para  curar  los  males  del  cuerpo  social. 

No  son  éstas  exageraciones  ni  hipérboles,  no.  Con  estos  ejercicios  viera 
V.  R.  cómo  muda  la  faz  moral,  no  sólo  de  los  particulares,  sino  de  las  po- 
blaciones y  aun  de  comarcas  enteras.  Ahí  están  Oliva,  Beniarrés,  Albal  y 
ahora  Albaida  más  marcadamente  todavía,  y  espero  en  el  Señor  que  esta- 
rán otros  pueblos  y  regiones  en  que  se  den  adelante. 

Ahora,  las  ventajas  de  que  vengo  hablando  á  V.  R,  son:  1.")  más  tan- 


(1)    Véase  en  cartas  edificantes  de  la  Provincia  de  Aragón,  año  1911,  número  I.  páp.  13fi 
y  sig. 


53 

das  en  Albaida  que  en  Albal;  2/')  más  nutridas  de  ejercitantes;  3/')  éstos, 
en  general,  de  alguna  más  calidad. 

Vamos  á  verlo.  Yá  la  1.'"^  tanda,  que  terminó  el  domingo  12  de  febrero 
de  1911  sin  incidente  alguno,  fué  de  111  hombres;  y  como  se  presumía  con 
fundamento  para  las  siguientes  mayor  número,  fué  preciso  ensanchar  desde 
luego  el  local.  No  nos  engañábamos,  en  efecto.  En  la  2.'"^,  que  comenzó  el 
martes  14,  se  encerraron  doble  número  de  ejercitantes  que  en  la  1.'"^,  ó  sea 
214,  de  la  que  salieron  todos  contentos  y  satisfechos  y,  lo  que  vale  más,  tro- 
cados y  mejorados.  En  la  tarde  del  19,  se  publicó  la  3.^  para  comenzar  al  día 
siguiente,  lunes  20  por  la  noche. 

La  fama  traspasa  los  montes.  Acabo  de  recibir  carta  del  Sr.  arcipreste 
de  Alcoy,  pidiéndome  que  dé  una  vuelta  por  allí,  cuando  pueda,  á  ver  si  se 
puede  hacer  algo.  De  Onteniente  han  venido  no  pocos  á  verlo  también  con  sus 
ojos,  no  fiándose  de  lo  que  oían.  Por  mi  parte  he  escrito  á  un  abogado  de 
Tavernes  de  Valldigna,  convidándole  á  lo  mismo,  por  si  se  puede  obtener 
algo  allí.  El  Sr.  cura  de  Benigánim,  hizo  expresamente  un  viaje  á  Albaida 
para  enterarse  de  estos  Ejercicios  y,  vistos  sus  resultados,  entró  en  deseos 
de  que  se  diesen  también  en  su  feligresía,  ofreciendo  para  ello  un  antiguo 
palación  muy  á  propósito.  No  tardó  tampoco  en  visitarme  el  Sr.  cura  de  la 
Puebla  del  Duc  con  el  mismo  fin,  diciéndomequeel  ejemplo  de  Albaida  había 
sido  tan  contagioso,  que  no  había  más  remedio  que  imitarlo  y  que  en  conse- 
cuencia ya  tenía  local  preparado. 

Entre  tanto  seguía  su  curso  normal  la  3.'^  tanda,  con  274  ejercitantes, 
50  más  que  en  la  2.^;  aumento,  por  cierto,  nada  despreciable.  Abun- 
daron los  casos  edificantes,  que  se  ha  encargado  de  recoger  y  enviar  á  V.  R. 
D.  Ángel  (!■.  Terminó  el  sábado  25  de  Febrero,  empezando  la  misma  noche 
la  4.'^^  tanda. 

Vayan  unas  agradables  novedades  introducidas  en  estos  Ejercicios,  en 
vista  de  la  necesidad  impuesta  por  el  crecido  número  de  ejercitantes.  Para 
ayudarme  en  la  conservación  del  orden  entre  tanta  y  tan  abigarrada  gente, 
hemos  ideado  el  que  juntamente  con  ellos  hagan  ejercicios  dos  ó  tres  señores 
sacerdotes.  Otra  novedad:  cosa  que  no  pudo  obtenerse  en  Albal,  han  venido 
á  Albaida  de  los  pueblos  comarcanos  varios  Sres.  curas  al  frente  de  sus  fe- 
ligreses, para  encerrarse  con  ellos  en  Ejercicios.  Así  se  explicará  V.  R.  la 
continuidad  de  las  tandas  y  el  crecido  número  de  los  ejercitantes. 

No  sólo  para  mantener  sino  para  despabilar  el  fuego  sagrado,  creímos 
conveniente  terminar  la  4.^  tanda  con  una  comunión  general  de  la  misma  y 


il)    Véase  en  la  página  60  y  sig. 


54 

de  todas  las  anteriores."  En  ella  pasó  un  caso  extraordinariamente  edificante 
y  consolador,  que  leerá  V.  R.  entre  los  demás  que  le  escribe  el  Sr.  Tormo. 
Fué  tal  la  emoción  y  lágrimas  de  todo  el  pueblo,  que  fos  Sres.  sacerdotes  no 
pudieron  contestarme  á  las  preces  de  la  bendición  papal.  A  esta  última  tanda 
han  asistido  de  los  siguientes  pueblos:  Benisoda,  Alcher,  Atsaneta,  Palomar, 
Bufalí,  Agullent  y  Puebla  del  Duc. 

A  la  5.^,  que  comenzó  el  2  de  marzo,  además  de  algunos  hombres  de  di- 
chas poblaciones,  vinieron  de  las  siguientes:  de  Benigánim,  la  Ollería  y 
Montaberner.  En  este  último  pueblo,  que  es  de  antiguo  muy  malo  en  gran 
parte  de  sus  habitantes,  había  una  efervescencia  solemne,  desde  que  en  la  2.^ 
tanda  entró  el  jefe  de  los  conservadores,  arrastrando  para  la  3.^  á  uno  de  los 
peores  republicanos  y  á  un  anticlerical  furioso;  Han  salido  tan  trocados,  que 
de  tales,  se  han  mudado  en  apóstoles.  He  aquí  la  causa  de  aquella  eferves- 
cencia saludable,  efecto  de  la  cual  fué  venir  el  Sr.  cura  de  Montaberner  á 
pedirme  unos  25  números  para  la  tanda  de  que  vengo  hablando,  que  se  com- 
puso de  212  ejercitantes. 

La  6.^  y  última,  comenzó  por  la  noche  del  7  de  marzo. 

Llegado  aquí,  mi  buen  P.  Sansa,  no  puedo  menos  de  dedicar  un  párrafo 
á  nuestro  amigo  D.  Ángel  Tormo.  Este  señor  fué  el  alma  de  los  Ejercicios  de 
Albaida,  por  lo  que  le  debemos  un  agradecimiento  sin  límites.  Él,  en  limos- 
nas para  esta  obra  solamente,  lleva  invertidos  unos  4000  reales.  El  pagaba 
el  jornal  de  los  cuatro  individuos  empleados  en  el  servicio  de  la  casa  de  Ejer- 
cicios; él,  en  persona,  estuvo  al  frente  de  la  parte  económica  de  la  misma. 
«Quam  mercedem  dabimus  ei?»  Lo  mismo  podría  decir  de  D.  José  Tormo, 
padre  de  D.  Ángel. 

A  todo  esto,  seguían  instando,  para  tener  Ejercicios,  Benigánim,  Puebla 
de  Rusat  y  la  Ollería.  En  las  dos  primeras  poblaciones  tienen  ya  dispuesto 
muy  buen  local,  y  en  la  tercera  ofrecían  el  convento  de  capuchinos,  mas  no 
habiendo  sido  aceptado  por  distante  en  demasía  del  pueblo,  trabajan  ahora 
por  conseguir  de  sus  dueños,  las  dos  casas  más  principales  del  mismo. 

En  Montaberner  prediqué  el  13  de  marzo  para  dar  el  golpe  de  gracia,  á 
ver  si  conseguía  atraer  á  los  jefes  del  republicanismo  de  allí,  para  que  vinie- 
sen á  Ejercicios.  Lo  cierto  es  que  los  diez  hombres  que  de  ese  pueblo  los  han 
hecho  en  Albaida,  han  resultado  hombres  de  acción  social  católica. 

Creí  acabar  mi  tarea  con  seis  tandas  y  me  equivoqué:  hubo  que  dar  una 
7.^  para  satisfacer  á  todos,  comenzando  el  14  para  terminar  el  día  del  glo- 
rioso Patriarca  S.  José,  en  cuyo  honor  celebramos  una  comunión  general  de 
todos  los  ejercitantes.  Los  de  esta  7.'-^  y  última  tanda  fueron  184,  casi  todos 
de  los  pueblos  circunvecinos. 


55 

Las  devotas  mujeres  tenían,  como  era  natural,  su  hambre  de  ejercicios; 
y,  habiéndose  repartido  con  tanta  abundancia  el  pan  á  sus  padres,  hermanos 
y  maridos,  no  era  razón  dejarlas  ayunas,  que  también  ellas  son  hijas  de  Dios. 

En  consecuencia,  hubo  para  ellas  Ejercicios  desde  el  20  al  25  de  marzo. 
Por  cierto  que  se  aprovecharon  de  ellos,  las  2000  y  pico  que  los  hicieron  en 
la  parroquial  con  cuatro  actos  diarios.  Así  quedaba  este  valle  espiritualmente 
regenerado. 

Por  remate  de  todo,  el  25  por  la  noche,  se  sacó  en  procesión  la  imagen 
de  la  Patrona  del  pueblo,  y  el  domingo  26,  la  gran  comunión  general  de  1500 
ejercitantes,  y  por  la  tarde  la  grandiosa  procesión,  en  que  paseamos  en  ver- 
dadero triunfo  por  las  calles  de  Albaida  á  Jesús  Sacramentado.  He  dicho 
triunfo  y  no  he  exagerado,  puesto  que  le  acompañaron  de  14  pueblos,  que 
son  los  que  han  dado  mayor  ó  menor  contingente  á  estas  tandas.  Triunfo  y 
triunfo  indiscutible  y  proclamación  práctica  de  su  reinado  social  en  los  ámbi- 
tos de  este  feraz  y  hermoso  valle.  Figúrese  V.  R.  cómo  estaría  Albaida  de 
contenta,  ufana  y  engalanada! 

Se  invitó  al  Sr.  arzobispo  y  excusándose  de  no  poder  presenciar  tan 
santo  entusiasmo,  mandó  sus  plácemes  á  los  buenos  albaidenses. 

Termino,  mi  querido  P.  Sansa,  con  la  recolección  del  fruto  público  y  so- 
cial que  se  ha  cosechado  en  Albaida.  Queda  inaugurado  el  rosario  público; 
el  primero  que  se  rezó  por  las  calles  fué  solemne.  Se  espera  fundadamente 
que  la  mayor  parte  al  menos,  sino  todos  los  ocho  casinos  que  hay  aquí,  dejen 
la  mala  prensa,  á  que  estaban  suscritos.  Asimismo  queda  fundada  la  congre- 
gación de  josefinos  para  hombres  casados,  con  el  fin  de  que  sigan  frecuen- 
tando los  santos  Sacramentos.  La  semilla  queda  echada  en  el  seno  de  la  bue- 
na tierra,  y  esperamos  en  el  Sembrador  celestial,  que  la  hará  producir  ciento 
por  uno. 

Pídaselo  V.  R.  conmigo  y  no  me  olvide  en  sus  OO.  y  SS.  SS. 

De  V.  R.  h.°  y  svo.  en  Cto. 

JHS. 

José  Luis  Iñesta,  S.  J. 


Garta  de  D.  Ángel  Tormo  al  R.  P.  Luís  Adroer 


Albaida,  30  de  marzo  de  1911. 

Amado  en  Cto.  P.  rector:  ¡Dios  sea  bendito,  que  tanto  nos  quiere,  y 
tantos  beneficios  nos  concede!  Bien  podemos  decir  que  está  con  nosotros, 
pues,  incontables  son  los  bienes  que  durante  esta  temporada  ha  derramado 
sobre  esta  comarca  por  medio  de  los  santos  Ejercicios. 

Supongo  á  V.  bien  enterado  de  la  gran  obra  que  su  misericordia,  y  va- 
liéndose del  P.  Iñesta,  ha  realizado  en  esta  población  y  pueblos  circunve- 
cinos. 

Por  las  cartas  del  padre,  y  por  las  publicadas  en  la  Voz  de  Volencia, 
tendrá  V.  conocimiento  completo  de  todo.  Esto  no  obstante,  quiero,  y  creo 
estoy  en  el  deber,  de  dar  á  V.,  aunque  en  resumen,  mi  impresión  y  relato  de 
todo. 

Ha  estado  en  ésta  el  P.  Iñesta  49  días,  durante  los  cuales  ha  dado  7 
tandas  á  los  hombres,  encerrados,  con  un  total  de  1,500  ejercitantes;  y  una 
tanda  á  las  mujeres  en  la  Iglesia,  con  un  número  incalculable  de  ejercitantes, 
pues  se  llenaba  ésta  por  completo;  y  si  digo  que  pasaban  de  2000  puede 
que  aún  me  quede  corto. 

Los  resultados  obtenidos  son  inenarrables  y  numerosos.  Puede  decirse 
que  ha  sido  restaurada  en  Cristo  esta  comarca.  Cundía  antes  mucho  la  blas- 
femia, y  al  presente  no  se  oye  una.— Han  desaparecido  muchos  periódicos 
malos.— La  paz  se  ha  enseñoreado  de  familias,  que  vivían  enemistadas.— Se 
han  pedido  muchos  perdones.— Es  mucha  la  asistencia  cotidiana  á  la  Iglesia 
por  personas  antes  alejadas.— Se  han  robustecido  la  Vela  Nocturna,  las  con- 
ferencias de  S.  Vicente  Paul  y  demás  asociaciones,  con  el  ingreso  de  nuevo 
personal.— Se  frecuentan  los  stos.  Sacramentos,  y  resultan  hoy  devotísimas, 
personas  que  antes  vivían  apartadas  de  Dios. 

Ha  sido  edificante  ver  las  procesiones  diarias  que  hacían  los  ejercitantes 
desde  la  Casa-Beneficencia  (casa  de  ejercicios)  á  la  iglesia  del  ex-convento 
de  capuchinos,  para  practicar  el  Via-Cnicis  y  disciplina.  Formaban  majes- 
tuosa procesión  en  dos  hileras  largas  sobre  300  hombres,  por  una  de  las  prin- 
cipales calles  de  la  población,  recta  y  larga,  precedidos  del  Crucifijo,  y  to- 
dos con  los  brazos  cruzados,  mirada  baja,  silencio  y  recogimiento  comple- 
tos. Se  imponían  á  la  muchedumbre  que  les  contemplaba  con  curiosidad  y 


57 

asombro,  quedándose  todos  silenciosos  al  verlos  pasar;  y  dándose  el  caso,  de 
que  muchos,  que  iban  á  verles  para  burlarse,  ingresaran  como  ejercitantes  el 
turno  siguiente.  En  las  disciplinas,  se  daban  de  firme,  y  ha  ocurrido  que 
quien  las  miraba  con  horror  y  no  se  atrevía  á  tocarlas,  les  tomara  tal  gusto 
al  probarlas,  que  con  empeño  solicitara  en  sucesivas  tandas  se  le  admitiera 
como  devoto  para  disciplinarse  más.  No  hubo  bastantes  con  las  que  trajo  el 
padre,  y  con  las  que  tiene  esta  tercera  Orden  de  S.  Francisco,  y  fué  me- 
nester comprar  cuerdas  para  preparar  mayor  número.  ¡Todo  eso,  padre,  ocu- 
rre en  pleno  siglo  xx!  ¿No  es  esto  admirable?  ¿No  podrá  decirse  que  es  un 
milagro  de  la  gracia? 

Más  edificantes  han  resultado  aún  las  comuniones  generales  al  finalizar 
cada  tanda;  pues  había  que  ver  á  tanto  hombre,  (muchos,  que  años  hacía  no 
se  acercaban  á  la  mesa  eucarística),  con  las  manos  juntas  sobre  el  pecho,  y 
con  recogimiento  grande  y  cantando  el  «Bendito  y  alabado...»,  acercarse  á 
recibir  la  Divina  Hostia.  A  cada  comunión  general,  final  de  turno,  se  unían 
los  ejercitantes  de  los  turnos  anteriores,  con  lo  que  se  hacían  comuniones 
tan  numerosas,  como  nunca  se  han  visto  en  ésta.  Se  ha  comulgado  durante 
este  corto  tiempo  en  Albaida,  mucho  más  que  en  varios  años.  Como  final,  ya 
por  la  Voz  de  Valencia  habrá  V.  visto  lo  que  fueron  las  comuniones  del 
día  de  la  Encarnación  y  del  domingo;  pues  hubo  de  dedicarse  el  primer  día 
para  sólo  mujeres,  y  el  segundo  para  sólo  hombres;  y  esto  sin  contar  el  sin- 
número que  se  dieron,  antes  de  la  comunión  general,  en  la  parroquia  y  de- 
más iglesias. 

De  las  fiestas  celebradas  en  ambos  días,  tampoco  comento  nada,  pues, 
también  las  explica  el  diario  citado.  Sólo  diré  que  de  no  haber  llovido  el  do- 
mingo por  la  tarde,  no  se  sabe  cuan  grande  hubiera  sido  la  manifestación  de 
religiosidad  que  se  hubiera  dado  con  la  procesión  eucarística,  y  acto  de  con- 
sagración en  la  plaza  Mayor.  Puedo  asegurar  á  V.  que  todos  estos  pueblos 
hubieran  acudido  en  masa,  y  para  demostrarle  esto,  basta  decir  que  sé  de  un 
pueblo,  Adraneta,  en  que  las  mujeres,  al  ver  que  llovía  y  no  podían  venir,  ni 
celebrarse  la  procesión,  lloraron  de  pena.  Yo  creo  que  Dios,  conociendo 
nuestro  flaco,  mandó  la  lluvia  é  impidió  la  procesión,  para  que  no  nos  hin- 
cháramos de  vanidad. 

Casitos  notables  de  conversiones,  podría  citar  á  V.  muchos. 

Por  indicación  del  P.  Iñesta,  hice  una  pequeña  reseña  de  algunos  de  los 
notables,  y  la  mandé  á  Tortosa,  donde  lo  solicitaban  aquellos  buenos  padres. 
Hice  sin  embargo,  el  encargo  al  P.  Sansa,  de  que,  por  evitar  el  tenerlos  que 
copiar,  después  de  leídos,  los  mandara  á  V.  para  que  los  conocieran  también. 
Supongo,  pues,  los  tendrá  ya  en  su  poder. 


58 

Sobre  aquellos  podría  añadir  algunos,  pero  no  quiero  hacerme  demasia- 
do extenso.  No  dejo  sin  embargo  de  citar  uno,  por  no  haber  de  su  clase 
ninguno  entre  aquellos.  Vaya  un  caso  edificantísimo,  entre  los  muchos  que 
podría  contar,  fruto  de  estos  Ejercicios.  Trátase  de  un  individuo  distanciado 
de  Dios,  y  por  no  extenderme  masen  sus  antecedentes,  sólo  diré  que  es  de 
Montaverner.  Ha  tenido  que  liquidar  en  días^  pasados  varias  hipotecas  de 
préstamos  á  interés  crecido.  Al  practicar  la  liquidación  ha  dicho  á  sus  deu- 
dores: «cobro  sólo  el  interés  al  tipo  del  6  por  ciento...  y  toda  esta  cantidad 
cobrada  de  más  por  exceso  de  tipo  de  interés,  es  vuestra,  tomadla».  Y  les 
pagó,  cuanto  tenía  cobrado  sobre  el  interés  legal.  Esto  se  ha  repetido  en  to- 
dos los  créditos  cobrados. 

Como  final  voy  á  contar  á  V.  la  despedida  tributada  al  padre,  á  sumar- 
cha  para  Elche. 

Buscando  el  pretexto  de  tener  tiempo  en  Játiva  para  saludar  á  su  her- 
mana religiosa,  acordó  el  padre  hacer  su  salida  en  el  tren  correo  (5  de  la  ma- 
ñana), y  no  en  el  rápido  (7  de  la  misma)  procurando  decir  sólo,  que  se  iba  por 
la  mañana,  sin  determinar  el  tren.  Como  la  razón  de  adelantar  la  hora  era 
muy  fundada,  nadie  se  atrevió  á  oponérsele,  y  siendo  tan  temprano  la  salida 
no  se  pensó  en  darle  publicidad.  No  se  evitó,  sin  embargo,  que  se  dieran 
cuenta  algunos,  quienes  vinieron  á  despedirle  después  de  cenar,  pero  sin  co- 
mentarios algunos.  ¡Figúrese  V.,  pues,  cuál  sería  la  sorpresa  del  padre,  y 
nuestra,  cuando  á  las  cuatro  y  cuarto  de  la  mañana,  ya  estaban  llamando  á 
nuestra  puerta  muchas  personas  ansiosas  de  despedirle.  Abierta  la  puerta  se 
invadió  la  casa,  y  formando  grandiosa  manifestación,  á  pie,  á  pesar  de  la  os- 
curidad, y  del  mucho  barro  y  charcos  de  la  carretera,  nos  encaminamos  hacia 
la  estación.  En  aquel  momento  comenzaron  los  vivas  entusiastas,  y  á  los  po- 
cos pasos,  tuvimos  nueva  sorpresa;  la  música  se  nos  puso  de  retaguardia  to- 
cando alegres  composiciones.  Fué  una  demostración  de  entusiasmo,  que  por 
lo  inesperada  y  á  hora  tan  intempestiva,  nos  dejó  admirados. 

Para  demostrar  el  entusiasmo,  basta  decir  que  en  una  barriada,  Aljorf, 
á  las  cuatro  de  la  mañana  se  les  avisaba  de  la  siguiente  manera.  Iban  los  que 
se  enteraron  de  la  marcha,  dando  golpes  á  las  puertas  de  las  casas  y  vocean- 
do: alséiise  que  el  pare  se  mos'en  vá  en  este  tren...  Era  exclamación  ge- 
neral, después,  entre  los  que  se  habían  quedado  en  casa  por  no  saberlo,  al 
contestar  á  los  que  les  comentaban  la  despedida:  al  menos  tu  hats  tengut 
la  sort  de  despedirte  y  besar  ti  la  má  al  pare. 

Ya  en  la  estación,  hubo  necesidad  en  el  andén  de  que  el  padre  se  pusiera 
arrimado  á  la  pared,  y  dejando  estrecho  paso,  y  animándoles  para  que  fueran 
deprisa,  organizar  el  desfile  por  delante  de  él,  besándole  la  mano.   Ce  i  la 


59 

llegada  del  tren  hubo  que  interrumpirlo,  para  que  subiera  el  padre  á  su  de- 
partamento. Los  vivas  fueron  entusiastas  y  ensordecedores,  y  muy  expresi- 
vos: /  Viva  el  pare  que  mos  ha  portat  elcel  á  Albaida!  ¡  Viva  el  que  mos 
ha  donat  la  felícítat  y  alegría...!  etc.  etc.  A  los  acordes  de  la  marcha 
real  subió  al  tren  y  partió  el  padre. 

Es  indescriptible  el  entusiasmo  que  reinó.  Es  cuadro  que  bien  demuestra 
lo  mucho  bueno  que  nos  ha  proporcionado  el  padre  Iñesta  con  su  incansable 
trabajo.  ¡Dios  le  premie  tanto  bien  como  ha  hecho! 

Estas  cosas  sólo  Dios  las  sabe  pagar.  No  pretendemos  pues,  intentar 
pagarlas,  pues  no  podríamos.  Sólo  sí,  deseamos  mostrar  nuestro  agradeci- 
miento. Ya  insistí  con  el  padre,  para  darle  una  limosna  con  la  cual  ayudar  en 
algo  á  las  muchas  necesidades  de  esa  santa  casa,  y  se  negó  en  absoluto.  Tan 
sólo  quiso  admitir  para  el  viaje.  Yo  no  puedo  consentir  esto,  y  al  insistir  con 
el  padre,  me  dijo  me  entendiera  con  V.  Espero,  pues,  hacerlo  en  nuestra 
próxima  entrevista  cuando  vaya  á  ésa  para  hacer  mis  ejercicios.  Porque  á 
mí  me  ha  pasado  como  al  capitán  Araña  que,  embarcaba  á  la  gente  y  se  que- 
daba en  tierra.  Con  tantas  tandas  de  ejercicios,  me  he  quedado  sin  ellos,  ó 
como  decía  una  mujer  del  pueblo  al  verme  por  la  calle  durante  la  1  .^  tanda: 
este  senyoret  que  ha  ínventat  lo  deis  ejercicís,  ¿uá  per  ahí  passechant? 
Cierto  que  no  fué  por  culpa  mía. 

Me  recomendó  el  padre  que  no  los  hiciera,  no  sólo  para  poder  atender  á 
la  organización  de  los  mismos,  sino  también  por  suponer  que  aquí  los  haría 
muy  distraído  atendiendo  á  cualquier  cosa  que  faltara;  y  en  cambio  ahí,  po- 
dría hacerlos  con  más  recogimiento  y  fruto. 

Por  esto,  pues,  solicito  un  puesto  para  la  próxima  tanda  de  Semana  San- 
ta, y  espero  de  su  bondad  se  dignará  guardármelo. 

¿Qué  padre  los  va  á  dar?  Si  fuera  posible  los  diera  el  P.  Iñesta,  cuánto 
me  alegrara,  pues  nunca  después  de  4  años,  he  asistido  á  sus  tandas.  No  sir- 
va este  deseo  para  que  ni  siquiera  V.  lo  tome  en  consideración.  Aunque  sean 
estos  mis  deseos,  no  quiero  en  estas  cosas  tener  voluntad  propia,  y  sí  sólo 
hacer  la  de  Dios  en  todo. 

Perdóneme,  padre,  que  haya  abusado  tanto  de  sus  bondades;  he  dejado 
correr  demasiado  la  pluma. 

Me  encomiendo  en  sus  oraciones,  y  mostrándole  mi  agradecimiento  y  el 
de  este  pueblo,  por  el  bien  que  nos  ha  proporcionado  con  la  venida  del  pa- 
dre Iñesta,  que  Dios  se  lo  pagará,  quedo  suyo  affmo  en  Cto.  q.  b.  s.  m. 

Ángel  Tormo. 


MUDANZAS    NOTABLES    DE    VIDA   OBTENIDAS 
EN   LOS  SANTOS  EJERCICIOS  DE  ALBAIDA 


Narración  del  Sr.  D.  Ángel  Tormo 


CASOS  NOTABLES.-SANTOS  EJERCICIOS  EN  ALBAIDA 

1 .  Un  joven  de  regular  posición  y  despreocupado,  al  salir  de  Ejercicios 
y  al  encontrarse  con  un  amigo  que  no  había  entrado  en  ellos,  le  dijo:  ...«por 
todo  el  dinero  del  mundo,  no  me  cambio  contigo!» 

2.  Otro  joven  abandonado,  que  afirmaba  no  haberse  confesado  en  8 
años,  que  se  burlaba  de  los  ejercitantes,  que  pactaba  con  su  amigo,  que  uno 
á  otro  se  echasen  la  culpa  de  no  haber  entrado  en  Ejercicios  para  esquivar 
de  este  modo  á  los  que  les  aconsejaban  que  los  hiciesen,  no  se  canSa  ahora  de 
dar  gracias  á  la  persona  que  con  gran  insistencia  le  venció  y  condujo  á  ellos; 
y  al  reunirse  con  el  amigo  citado  á  cenar,  en  terminando  dan  siempre  gra- 
cias á  Dios. 

3.  Antecedentes  de  un  individuo.— C^ívAcio^r  díscolo,  indómito;  no  ha- 
bía persona  alguna,  por  poderosa  que  fuese,  que  pudiera  tener  ascendiente  so- 
bre él.  En  su  casa  no  había  paz:  despidió  de  ella  á  una  hija,  á  quien  hoy  quie- 
re con  pasión:  maltrataba  á  la  mujer,  con  los  vecinos,  pendenciero  hasta  el 
punto  de  haber  estado  preso  por  haber  herido  gravemente  á  uno  de  ellos  en 
la  cabeza  con  el  azadón,  dejándolo  casi  muerto. 

Resultados  obtenidos  del  mismo.  Dice  á  la  señorita  que  le  indujo  á 
practicarlos  santos  Ejercicios:— «Señorita,  soy  un  pobre  que  nada  tengo;  si 
mil  duros  tuviera,  á  V.  se  los  daría,  en  pago  del  gran  bien  que  me  ha  hecho». 

Al  entrar  en  su  casa  y  quererle  abrazar  uno  de  sus  hijos,  rehuyó  el  abra- 
zo, porque  no  podían  tocarle  la  espalda,  efecto  de  las  fuertes  disciplinas  que 
se  había  dado.  Luego,  tomó  un  rosario  y  una  vara,  y  volviéndose  á  su  mujer 
(una  mártir  desde  que  se  casaron):  «Figúrate,  le  dijo,  que  hoy  nos  hemos 
casado,»  y  le  pidió  perdón;  después  dirigiéndose  á  los  hijos,  añadió:...   «se 


61 

rezará,  en  casa,  el  santo  rosario  todos  los  días:  el  que  se  duerma  ó  deje  de 
rezar,  varazo  tendrá». 

Cuenta  su  mujer  que  ahora  «es  un  santo,»  por  el  buen  genio,  amabilidad 
con  que  la  trata,  y  resignación  con  que  lo  toma  todo.  Ha  estado  muy  enfermo 
después  de  la  conversión,  tomando  la  enfermedad  hasta  con  alegría,  por  lo 
cual  decía  su  mujer:  «Señor,  hasta  ahora  estaba  en  un  infierno,  ahora  que 
es  un  cielo  mi  casa  ¿queréis  llevároslo? 

Dice  el  mismo:  «Yo  he  obrado  mal  porque  no  me  han  enseñado  á  conocer 
á  Dios;  no  les  pasará  así  á  mis  hijos:  los  que  tienen  edad,  todos  irán  á  los 
Ejercicios  (todos  han  ido)...  y  de  los  pequeños,  yo  me  encargo  de  que  le  co- 
nozcan». 

4.  Un  individuo  de  muy  malos  antecedentes,  de  muy  mala  lengua  y 
que  en  disputa  con  otro  en  una  taberna,  le  mató;  al  llamarle  á  una  casa  del 
vecindario  para  inducirle  á  practicar  los  Ejercicios  y  ver  un  señor  que  le  es- 
taba esperando,  dijo:  «Si  sé  yo  que  estaba  V.  aquí,  no  hubiera  venido,  pues 
ya  supongo  lo  que  querrá  y  no  estoy  conforme».  Entró  por  fin,  y  al  volver  á 
su  casa  después  del  retiro,  y  salir  los  hijos  á  recibirle  les  dijo:  «Antes  que 
nada,  habéis  de  saber,  que  aquel  de  vosotros  que  llegue  á  dejar  de  oir  misa 
un  día  festivo,  de  un  trancazo  lo  mato». 

Unos  días  después,  conducía  unas  caballerías  cargadas,  y  en  mitad  de 
la  calle  se  .le  cayó  un  burro.  En  vez  de  incomodarse  y  soltar  la  lengua,  con 
gran  resignación  y  hasta  alegría  dijo:  «¡Jesús,  María  y  José!  ¿quién  me  lo 
levanta  ahora?...;  yo  tengo  la  culpa;  si  no  le  hubiera  cargado  mal,  no  me  hu- 
biera sucedido».  Las  mujeres  que  lo  oyeron,  lloraron  de  alegría  al  ver  la 
conversión.  El  mismo  estando  enfermo  un  su  cuñado,  se  apresuró  á  traerle 
el  padre  jesuíta  para  que  le  confesase,  y  después  fué  la  edificación  de  los 
concurrentes,  con  las  cosas  que  sugería  al  enfermo  para  ayudarle  á  bien 
morir,  diciendo:  «Mira  á  nuestro  Señor  que  murió  por  nosotros;  invoca  á 
S.  José  abogado  de  la  buena  muerte...,  etc.,  etc.»;  dicho  todo  con  gran  fe  y 
entusiasta  fervor. 

Siendo  un  pobre  necesitadísimo,  para  conseguir  que  un  amigo  fuera  á 
los  Ejercicios,  le  pagó  la  comida.  No  ha  consentido  que  ninguno  de  sus  hijos 
dejase  de  practicarlos. 

5.  Un  ejercitante,  panadero,  decía:  «que  á  él  le  habían  enseñado  de 
pequeño,  que  en  el  confesonario  no  había  de 'decir  ninguna  mentira.  Y  como 
estaba  muy  enemistado  con  otro  panadero,  á  quien  debía  una  regular  canti- 
dad, por  resultas  de  sus  tratos  de  harinas  y  demás,  y  no  quería  pagársela,  ne- 
gándose á  reconocer  la  cuenta;  como  no  quería  contar  mentira  en  la  confe- 
sión, prometiendo  lo  que  no  estaba  dispuesto  á  cumplir,  dejaba  de  confesarse. 


62 

En  la  misma  tanda  entraron  ambos  enemistados;  y  el  del  caso,  no  sólo 
ha  hecho  paces  con  el  otro  y  se  han  entendido  en  la  cuenta,  sino  que  dice 
está  contentísimo;— que  es  la  alegría  más  grande  que  ha  recibido  en  su  vida;— 
que  es  más  feliz  que  el  día  que  se  casó;  y  que  nunca  podrá  pagar  á  la  perso- 
na que  le  llevó  á  los  Ejercicios,  el  bien  que  le  ha  proporcionado. 

Como  para  poder  desocuparse  de  amasar  durante  los  cuatro  días,  tuvo 
necesidad  de  poner  sustituto,  por  impericia  de  éste  se  le  inutilizaron  algu- 
nas arrobas  de  harina,  al  ponerse  la  masa  agria,  por  lo  cual  le  dijo  un  señor 
que  le  había  inducido,  que  él  le  abonaría  las  pérdidas;  á  lo  que  contestó: 
«que  no  cobraba  un  céntimo,  aunque  hubiese  perdido  muchos  miles,  aunque 
hubiera  tenido  que  ir  á  pedir  limosna». 

6.  Un  propietario  joven,  abandonado  en  su  manera  de  ser,  que  vive 
en  un  pueblo  inmediato,  donde  reina  la  indiferencia,  y  que  para  conducirle 
no  bastando  indicaciones,  ruegos  y  cartas,  hubo  necesidad  de  que  un  amigo 
fuera  exprofeso  á  imponerse  por  su  amistad  y  respeto,  para  arrancarle  la 
promesa  de  venir,  ya  que  siempre  buscaba  excusas;  ahora  dicen  de  él  sus 
dependientes:  «Nadie  ha  ganado  más  que  nosotros  con  los  Ejercicios  del 
amo:  No  nos  permite  los  días  festivos  más  trabajo  que  el  de  dar  de  comer  á 
las  caballerías,— y  ésto  mandándonos  que  vayamos  antes  á  Misa,— hasta  nos 
paga  el  sábado  por  la  noche;  ahora,  da  gusto  servirle,  pues  nos  trata  con 
mucha  amabilidad,  y  sin  incomodarse.»  Está  hecho  un  apóstol,  trabajando 
en  aquel  pueblo  para  que  vengan  ejercitantes,  pagando  á  algunos  el  jornal, 
y  dándoles  lo  que  necesitan. 

Su  ejemplo  ha  traído  nuevos  ejercitantes  de  los  que  no  iban  á  la  iglesia. 
Entre  ellos,  hay  que  fijarse  en  el  caso  que  luego  se  cita. 

Adviértase  que  es  pueblo  muy  malo  el  suyo,  y  que  los  hombres  no  fre- 
cuentan sacramentos,  ni  siquiera  asisten  á  las  funciones  de  iglesia.  Sabiendo 
pues,  este  propietario  que  un  individuo  contestaba  con  buenas  razones  á  cuanto 
se  le  indicaba,  pero  que  nada  cumplía,  se  dirigió  á  él,  en  medio  de  la  plaza,  y 
ante  varios  le  indicó  que  debía  practicar  los  santos  Ejercicios.  Contestóle 
aquél  que  no  había  inconveniente,  pero  que  siendo  pobre  y  con  familia,  no 
tenía  para  comer  si  no  trabajaba;  que  si  le  dieran  comida  no  dejaría  de  asistir. 
Tomóle  la  palabra,  y  le  dijo  que  la  comida  corría  de  su  cuenta,  y  como  tenía 
que  comer  también  la  familia,  le  pagaba  el  jornal  de  los  4  días,  para  que  no 
padeciesen,  y  al  efecto,  le  entregó  su  importe.  Lo  saben  otros  del  pueblo 
contrarios  á  esta  santa  obra,  y  se  van  en  busca  del  comprometido,  ofrecién- 
dole 25  pesetas  para  que  no  fuera,  y  devolviera  la  cantidad  recibida:  así 
lo  hizo,  devolvió  el  importe  de  los  jornales,  y  no  vino.  Pero  el  acto  de  cari- 
dad y  celo  estaba  hecho. 


63 

7.  Otro  propietario  de  aquel  pueblo,  de  vida  abandonadísima,  escép- 
tico,  racionalista,  de  carácter  frío  y  pensador,  irreligioso,  republicano,  lector 
de  muchos  libros  malos,  entre  otros,  «La  Historia  de  la  Compañía»  de  Mo- 
rayta,  las  obras  de  Zola,  de  Dicenta,  de  Blasco  Ibáñez,  etc.  etc.,  ha  salido 
de  los  Ejercicios  edificantísimo,  defendiendo  la  Religión,  haciendo  propa- 
ganda y  hermosos  comentarios  muy  razonados,  y  trabajando  por  la  causa  de 
Cristo. 

Al  regresar  al  pueblo  con  otros,  se  encontraron  en  el  camino  con  unas 
mujeres,  que  al  verles  se  rieron  burlándose,— y  él  dijo  á  sus  compañeros:— 
«No  hemos  de  extrañar  que  de  nosotros  se  burlen;  lo  mismo  haríamos  nos- 
otros si  no  hubiésemos  entrado» . 

En  la  plaza  y  ante  los  que  en  otras  ocasiones  se  manifestara  irreligioso, 
les  decía:  «He  aprendido  más  en  estos  cuatro  días,  que  en  toda  mi  vida.  Sé 
que  alguno  se  burlará  de  mí:  no  importa;  yo  me  he  burlado  antes.  Ahora  lo 
que  tengo,  á  los  que  tal  hacen,  es  verdadera  lástima». 

Hablando  sobre  las  próximas  elecciones,  y  cuando  antes  tenía  gran  interés 
en.hacer  política,  dijo  á  sus  amigos:  O  se  vienen  ellos,  (los  contrarios),  con 
nosotros,  ó  nosotros  nos  vamos  con  ellos;  pues  lo  que  importa  es  tener  paz». 

Fué  la  admiración  del  pueblo,  verle  con  sus  otros  compañeros  ir  á  co- 
mulgar en  Carnaval,  cuando  no  le  veían  por  la  iglesia  jamás. 

Los  malos  dicen  que  lo  han  embaucado  en  los  Ejercicios,  que  no  es  el 
mismo,  que  le  han  dejado  tonto.  Sueltan  la  especie  de  que  hipnotizan  á  los 
ejercitantes...,  que  les  dan  cigarros  para  aletargarlos,  que  en  la  comida  les 
presentan  calaveras,  etc.  etc.  ¡Cómo  trabaja  el  demonio  en  aquel  pueblo! 

Cómo  se  impresionen  las  gentes  con  estas  invectivas,  lo  demuestra  el 
siguiente  caso.  Al  disponerse  para  venir  nuevos  ejercitantes,  se  encuentran 
dos  amigos,  y  dice  el  uno  al  otro:  ¿Qué  llevas  encima?  (refiriéndose  á  llevar 
armas).  Contesta  el  interrogado:  yo  nada...  ¿te  parece  que  necesitamos  lle- 
var algo?  El  otro:  ¿acaso  sabes  tú  en  lo  que  nos  vamos  á  ver?  Yo  á  preven- 
ción llevo  la  pistola.  Lleva  tú  también  algo.  Y  tomó  y  se  armó  de  una  daga. 
¡Qué  preparativos  para  practicar  los  Santos  Ejercicios!  En  medio  de  todo, 
hay  que  reconocer  que  eran  valientes,  y  que  estaban  dispuestos  á  vender 
caras  sus  vidas. 

8.  Un  sujeto  forastero,  solterón  de  unos  45  años,  de  malísimas  costum- 
bres, alcoholizado  casi  siempre,  blasfemo,  tenorio  empedernido,  con  otras 
lindezas  imposibles  de  escribir,  y  sin  ir  á  misa  en  muchos  años,  á  quien  la 
familia  le  había  retirado  el  trato,  dejándolo  por  imposible,  un  cuñado  suyo, 
residente  en  esta  ciudad,  al  ver  los  sorprendentes  resultados  que  daban  los 
Ejercicios,  le  llamó  por  telégrafo,  sin  decirle  para  qué.  Llegó  en  el  tren  de 


64 
las  7  de  la  noche,   y  después  de  cenar,  á  las  8,  hora  de  entrada,  le  con- 
dujo al  padre. 

Después  de  la  meditación  del  «Hijo  pródigo»,  en  que  el  P.  Iñesta  había 
tocado  los  corazones  como  él  sabe  hacerlo,  le  preguntó  su  cuñado:  ¿Qué  te 
ha  parecido?  Que  no  debía  dar  esas  emociones  tan  fuertes.  «Pues  hombre, 
¿qué  cosa  más  hermosa?  «Sí,  pero  para  el  que  tiene  remordimientos,  con 
eso  me  mata.  Mientras  contaba  la  parábola,  yo  me  iba  conteniendo  como  po- 
día. Pero  cuando  dijo:  Señor  vicario,  saque  la  Virgen,  dije  para  mis  aden- 
tros: Este  hombre  me  ha  reventado,  y  no  pude  contenerme». 

Ha  salido  enteramente  mudado,  y  repetía:  «Ya  conozco  á  Dios;  ya  me 
conozco  á  mí».  Ha  dejado  en  redondo  toda  clase  de  bebidas  alcohólicas,  reza 
el  santo  rosario,  y  está  resuelto  á  cambiar  por  completo. 

9.  Unos  jóvenes  de  ésta,  lectores  de  la  mala  prensa,  en  comunicación 
con  los  centros  republicanos  de  Valencia,  y  que  constituían  un  foco  de  malas 
doctrinas  para  esta  ciudad,  después  de  muchos  trabajos  se  pudo  conseguir 
entraran  en  Ejercicios. 

Uno  de  ellos,  antes  de  entrar,  ya  dijo  en  el  casino:  «Voy  á  practicar  lo 
que  tanto  he  criticado». 

Otro  de  ellos  al  finalizar  la  4.^^  tanda  (que  fué  en  la  que  entraron),  des- 
pués de  la  misa  de  comunión  en  la  que  estaba  la  iglesia  parroquial  repletí- 
sima de  gente,  pues  no  sólo  estaban  los  ejercitantes  de  las  cuatro  tandas 
que  comulgaron,  sino  también  toda  la  población,  en  el  momento  en  que,  ter- 
minado el  acto  de  acción  de  gracias  iba  el  padre  á  dar  la  Bendición  Papal,  se 
adelantó,  y  desde  la  puerta  del  coro,  con  entonación  fuerte,  sonora,  y  con  pa- 
labra clara  y  terminante,  que  oyó  toda  la  iglesia,  dijo  en  valenciano:  «Her- 
manos míos,  en  cierta  ocasión,  que  este  señor  cura  repartía  hojas  de  propa- 
ganda católica,  yo  repartí  también  hojas  heréticas  de  Nakens;  arrepentido 
del  mal  que  hice  me  retracto  de  todo.  ¿Vosotros  me  perdonáis?»  Una  excla- 
mación de  entusiasmo  salió  de  la  boca  de  todos  los  concurrentes,  otorgando 
no  sólo  el  perdón,  sino  prorrumpiendo  en  vivas  al  P.  jesuíta,  y  no  hubo 
quien  no  llorara  santamente  emocionado.  A  tal  punto  llegó  la  emoción,  que  al 
entonar  el  padre  el  Adjutoriuní  nostriim,  para  dar  la  bendición,  nadie  pudo 
contestarle,  hasta  que  pasados  unos  momentos,  y  entonándolo  de  nuevo  hubo 
quien  pudiese  responder. 

Fué  día  de  gran  satisfacción  para  este  joven,  pues  recibió  un  sinnú- 
mero de  enhorabuenas  de  todos. 

Es  un  caso  muy  notable,  de  lo  que  pueden  las  oraciones  de  una  madre 
en  favor  de  su  hijo.  Es  ésta  una  pobre  viuda,  que  con  el  trabajo  de  sus 
manos  ha  criado  á  dos  hijas  y  á  este  hijo.  Amábale  con  delirio  y  aunque  no 


65 

sabía  lo  que  su  hijo  era,  no  se  engañaba  su  maternal  corazón,  al  presumirlo. 
Tiene  muchas  lágrimas  derramadas  por  él,  y  muchas  oraciones  hechas  por 
su  bien  espiritual.  Hay  que  oiría  para  saber  las  amarguras  que  por  él  tiene 
pasadas.  Dios  ha  querido  oir  sus  súplicas,  derramando  sus  misericordias  so- 
bre su  hijo.  El  día  anterior  á  la  salida  de  los  Ejercicios,  todavía  estaba  dudo- 
sa de  la  conversión  de  su  hijo,  y  decía:  «sólo  espero  ver  lo  que  hace  cuando 
salga;  como  no  le  vea  quemar,  por  su  natural  impulso,  algunos  papeluchos, 
soy  yo  la  que  me  separo  de  él  y  no  le  tengo  ya  más  conmigo,  yo  me  buscaré 
la  manera  de  vivir.  Esta  misma  desconfianza  la  hizo  ponerse  lo  más  próxima 
posible  al  comulgatorio  para  cerciorarse  de  que  su  hijo  comulgaba.  Por  este 
motivo,  sin  darse  cuenta,  vino  á  estar  muy  cerquita  de  su  hijo,  en  el  momen- 
to de  la  pública  retractación.  Al  oirle,  cayó  desvanecida.  Dios  había  atendido 
sus  súplicas  y  su  llanto. 

Así  como  estos  dos  de  quienes  se  refiere,  del  mismo  modo  los  demás 
han  salido  completamente  cambiados;  da  gozo  verles  todos  los  días  en  la 
iglesia,  comulgando  y  oyendo  misa:  no  son  los  mismos.  Gracias  á  Dios 
por  todo! 

Podría  citar  algunos  otros  casos,  pero  no  quiero  demorar  más  el  envío 
de  los  que  van  contados. 

Está  revuelto  el  pueblo  de  arriba  á  bajo.  Después  de  muchísimos  años 
de  no  conocerse  en  ésta  las  máscaras,  este  año  había  comenzado  á  haberlas  en 
el  día  de  la  Purificación;  30  serían  dicho  día.  El  domingo  siguiente  fueron 
unas  50;  el  sucesivo  son  80,  y  así  en  aumepto  hasta  más  de  100.  Trabajaba 
el  domonio  cuanto  podía,  como  si  previese  que  los  Ejercicios  le  iban  á  cercenar 
gente.  Nada  puede  con  todo  contra  Dios.  En  los  días  de  Carnaval,  sólo  se  vie- 
ron algunos  disfraces,  resultando  su  exhibición  tan  insulsa,  que  la  gente  chas- 
queada de  las  máscaras,  se  iba  á  ver  la  hermosa  procesión  de  los  ejercitan- 
tes. Si  hay  un  domingo  después  de  Carnaval,  sin  ser  de  Cuaresma,  creo  no 
hubiera  habido  un  sólo  disfraz.  En  cambio  ¡qué  de  comuniones  al  final  de 
cada  tanda!  Nunca  hemos  visto  en  ésta  comulgar  tantos  hombres  juntos. 

¡Bendito  sea  Dios! 


MISIÓN  DE  ELCHE  Y  EJERCICIOS   EN  ADZANETA  ^'^ 
Y  BENIGÁNIM  DADOS  POR  EL  P.  JOSÉ  L.  IÑESTA 


Garta  de  dicho  padre  á  su  hermano  el  P.  rector  del  Colegio  Máximo 
del  Jesús  (Tortosa) 


Benigánim,  31  de  mayo  de  1911. 

R.  P.  Antonio  Iñesta.— Tortosa. 

Mi  amadísimo  en  Cto.  hermano  Antonio:  En  contestación  y  fraternal  co- 
rrespondencia á  varias  cartas  tuyas,  en  que  tanto  te  interesas  por  mis  minis- 
terios, especialmente  por  los  Ejercicios  que  Dios  N.  S.  tan  largamente 
bendice,  como  para  probarnos  lo  eficaz  que  es  para  derribar  á  los  más  empe- 
dernidos pecadores,  el  arma  que  forjó  en  aquella  bendita  Cueva  de  Manresa 
N.  P.  S.  Ignacio;  voy  á  dedicarte  la  presente,  contándote  lo  poco  que  puedo 
recordar  de  los  Ejercicios-misión  de  Elche,  de  los  de  Adzaneta,  y  extendién- 
dome algo  más  en  las  tandas  de  Benigánim,  frescas  todavía  en  mi  memoria, 
como  que  las  acabo  de  dar. 

En  cuanto  á  la  célebre  ciudad  de  las  palmeras,  plantadas,  según  dice  la 
fama,  por  los  moriscos,  llegué  á  ella,  salido  de  Albaida,  el  28  de  marzo  pa- 
sado á  las  5  de  la  tarde;  y  como  todo  estaba  ya  dispuesto  para  mi  labor,  co- 
mencéla  aquella  misma  noche  con  un  sermón  preparatorio,  que  escuchó  devo- 
tamente un  auditorio  de  más  de  3,000  personas.  Fué  creciendo  casi  de  golpe 
hasta  5.000,  manteniéndose  en  esta  cifra  los  días  que  duró  la  misión.  El  tra- 
bajo recayó  principalmente  sobre  mí.  La  procesión  de  los  niños  fué  todo  un 
acontecimiento,  que  dejará  duradero  rastro  de  sí  en  Elche.  Una  de  las  obras 
que  más  edificó  fué  el  vernos  pedir  públicamente  limosna,  no  para  nosotros, 
sino  para  los  pobres. 

Mientras  estaba  yo  dando  esta  misión,  el  Sr.  cura  de  Adzaneta  de  Al- 
baida escribía  á  mi  rector,  el  R.  P.  Adroer,  pidiendo  por  Dios,  por  la  Vir- 


il)   Lugar  del  antiguo  reino  de  Valencia,  partido  ¡udicial  de  Albaida. 


67 
gen  y  por  todos  los  santos  que  me  mandase  á  su  feligresía  «siquiera  por  una 
semana»  (son  sus  palabras)  para  dar  los  Ejercicios. 

Fui,  en  efecto,  á  primeros  de  abril  de  1911,  á  satisfacer  los  ardientes 
deseos  de  los  buenos  adzanetanos,  que  me  hicieron  un  recibimiento  como  no 
puedes  imaginarte,  desde  la  estación  al  pueblo.  Allí  estaba  entero  con  la  ban- 
da y  autoridades  eclesiásticas  y  civiles  á  la  cabeza.  Llovía  copiosamente,  y 
aproveché  esta  circunstancia  para  entrar  á  hacer  una  visita  á  un  Cristo  devo- 
tísimo, que  se  venera  en  una  ermita  no  distante  de  la  población.  Cuando  abo- 
nanzó un  poco,  sacamos  la  santa  imagen  y  así  escoltándola  y  en  procesión, 
que  podríamos  llamar  de  Ejercicios  y  que,  aunque  deslucida  por  el  tiempo,  no 
dejó  de  ser  devota,  entramos. en  Adzaneta,  sin  detenernos  en  Albaida.  No 
faltó  á  todos  estos  actos  nuestro  queridísimo  amigo  D.  Ángel  Tormo.  Llega- 
dos á  la  parroquial,  que  estaba  como  una  pina,  tuvimos  el  primer  acto  que 
juntamente  fué  la  función  preparatoria  de  los  santos  Ejercicios. 

Esperaban,  y  con  razón,  aquellos  buenos  lugareños  que  los  albaidenses 
contribuirían  al  éxito  de  sus  tandas,  como  ellos  contribuyeron  al  de  las  de 
Albaida.  Efectivamente  así  fué.  La  cosecha  fué  buena  y  abundante,  sin  que 
tuviera  que  perder  tiempo  en  sembrar,  puesto  que  el  grano  evangélico  esta- 
ba en  el  surco  desde  el  laboreo  de  Albaida;  puedo  por  consiguiente  afirmar 
que  los  Ejercicios  de  Adzaneta  fueron  la  contemplación  para  alcanzar 
amor  de  los  de  Albaida. 

Sirva  lo  dicho,  mi  querido  Antonio,  de  introducción  á  la  presente,  cuyo 
fin  primordial  es  contarte  todo  lo  que  me  ha  sucedido,  así  bueno  como  malo, 
en  las  tandas  que  acabo  de  dar  en  ésta  de  Benigánim,  empezando  por  pintarte 
el  estado  moral  de  la  población  relativamente  á  los  Ejercicios. 

Es  Benigánim  villa  de  unas  3,000  almas.  A  las  primeras  de  cambio,  una 
vez  llegado  á  ella,  advertí  claramente  que  era  aquello  una  segunda  edición, 
sino  corregida  y  aumentada,  muy  semejante  al  menos  al  caso  de  Alba!.  Como 
la  fama  de  los  Ejercicios  anteriores,  por  medio,  entre  otros,  del  celoso  señor 
cura,  me  constaba  haber  llegado  antes  que  yo  á  Benigánim;  no  creía  encon- 
trar este  campo  dividido  en  dos  bandos,  que  me  trajeron  á  la  memoria  los  de 
las  dos  banderas:  unos  ansiando,  como  la  lluvia  del  mes  en  que  estamos,  el 
bien  de  los  santos  Ejercicios,  y  rechazándolo  otros  como  una  plaga  de  lan- 
gosta. Y  has  de  advertir  que,  cuando  puse  el  pie  en  Benigánim,  la  lucha  es- 
taba en  los  comienzos;  así  que,  pude  presenciar  las  primeras  escaramuzas  y 
juntamente  los  primeros  triunfos  de  los  partidarios  del  sumo  Capitán  Ge- 
neral de  los  buenos.  En  el  ambiente  moral  de  la  población  flotaban  varios 
obstáculos  opuestos  per  diametrum  á  lo  que  supone  la  vigésima  anotación. 
Los  encarnizados  odios  políticos  constituían  el  primero  y  principal  obstáculo. 


Prueba  de  lo  que  digo:  el  2  de  mayo  había  de  tener  lugar  en  Albaida  la  vis- 
ta de  una  causa  que  se  sigue  contra  31  vecinos  de  Benigánim  por  riñas  nada 
pueriles  habidas  en  las  últimas  elecciones,  aunque  fué  tan  considerado  y 
amable  el  Sr.  juez  de  Albaida  que  nos  mandó  un  recado,  concebido  en  estos 
términos:  «en  gracia  de  los  Ejercicios  y  hasta  que  terminen,  se  sobresee  en 
esta  causa». 

Los  del  bando  del  caudillo  de  los  enemigos  comenzaron  á  esparcir, 
una  vez  terminada  la  1."  tanda,  por  Benigánim,  Albaida  y  pueblos  del  valle, 
una  hoja  volante  muy  artera  y  maliciosa  que,  aunque  á  primera  lectura  no 
parecía  ir  contra  los  Ejercicios,  bien  leída  les  asestaba  una  estocada  á  fondo, 
que  el  Señor  desvió  en  bien  espiritual  de  los  beniganimenses. 

El  2.°  obstáculo  era  de  orden  puramente  natural,  y  consistía  en  que,  atra- 
sada, á  causa  de  las  persistentes  lluvias  pasadas,  la  labranza  de  los  campos, 
quedaba  toda  por  hacer,  cuando  me  presenté  en  Benigánim,  y  como  el  campo, 
sustento  principal  de  los  labradores,  no  tiene  espera,  calcula  tú  qué  conflicto. 

A  estos  obstáculos  hay  que  añadir  otro  y  no  flojo,  consistente  en  la 
guerra  abierta  que  á  los  Ejercicios  tenían  declarada,  hablando  públicamente 
contra  ellos,  algunos  principales  de  la  población. 

A  pesar  de  todo  y  confiando  en  Dios  y  en  la  fuerza  extraordinaria  que 
llevan  en  sí  los  Ejercicios,  me  lancé  á  darlos  en  la  forma  que  acostumbro, 
en  Benigánim,  casi  seguro  del  triunfo  aquí,  aunque  no  en  los  pueblos  limí- 
trofes. No  obstante,  y  para  ver  de  atraerlos,  prediqué  en  Cuatretonda,  de  po- 
blación igual  á  la  de  Benigánim  y  poco  distante  de  ella,  el  1.°  de  mayo.  Vino 
á  oirme  el  pueblo  en  peso.  Naturalmente,  los  Ejercicios  y  el  bien  que  con 
ellos  se  ha  conseguido  en  otras  partes  fueron  el  tema  de  mi  sermón.  Lo  mis- 
mo hice  en  conversaciones  particulares.  En  una  de  ellas  departí  con  el  caci- 
que conservador  de  Albaida,  que  vino  completamente  trocado  para  ofrecer- 
me sus  servicios  en  pro  de  esta  santa  obra.  Que  Dios  se  lo  pague.  El  mismo 
día  me  llegué  hasta  Palomar  para  lo  mismo  y  para  hacer  una  visita  á  un  fa- 
moso usurero,  que,  ya  reconciliado  con  Dios  y  restituido  lo  ajeno,  le  ha  hos- 
pedado, no  en  su  casa  como  otro  Zaqueo,  sino  en  su  pecho,  con  la  edifica- 
ción, que  puedes  figurarte,  de  todo  Palomar. 

En  este  estado  de  cosas,  pues,  di  comienzo  en  Benigánim  á  la  primera 
tanda  á  fines  de  abril  de  1911,  con  solos  37  hombres,  encerrados  en  una  casa 
convenientemente  preparada.  Para  reunir  esos  pocos  fueron  necesarios  traba- 
jos titánicos  y  pagar  el  jornal  á  unos  diez  ó  doce.  El  primer  día  que  salimos  á 
la  calle  para  tomar  pública  disciplina,  escuchamos  alguna  que  otra  silba,  con  b 
de  burro,  no  de  corazón,  es  decir,  que  no  fué  en  verso.  Y  no  nos  apedrea- 
ron, porque  Dios  es  bueno.  Mas  el  2."  día,  al  salir  á  lo  mismo,  que  fué  sin 


novedad  aunque  llovió  sobre  mojado,  había  cambiado  la  escena,  porque  la 
autoridad  había  tomado  cartas  en  el  asunto.  Como  en  premio  á  tanto  valor 
de  mis  buenos  ejercitantes,  la  edificación  de  los  que  nos  contemplaban,  que 
no  eran  pocos,  fué  notable  y  quedó  para  siempre  vencido  el  respeto  humano. 
Terminó,  como  de  costumbre  en  otras  partes,  esta  primera  tanda  con  una  lu- 
cida comunión  general.  En  el  sermón  que  prediqué  aquella  tarde  en  la  fun- 
ción, remate  de  los  santos  Ejercicios,  hubo  verdadero  entusiasmo,  así  de 
parte  del  predicador  al  contemplar  el  templo  como  una  colmena,  como  de 
parte  de  los  oyentes  que  vieron  de  la  suya  la  victoria  definitiva.  Efectiva- 
mente teníamos  el  fuego  sagrado  prendido  en  Benigánim.  Los  ataques  de  los 
malos,  que  se  batían  en  franca  retirada,  no  eran  más  que  señales  de  su  im- 
potencia. Al  Ver  los  efectos  de  este  primer  ensayo,  los  mismos  poco  más  ó 
menos  que  ya  conoces  de  otros  lugares,  dije  para  mi  sotana:  «¡Benigánim  es 
nuestro,  mejor  dicho,  del  Sdo.  Corazón  de  Jesús»!  Mis  buenos  37  ejercitan- 
tes habían  salido  convertidos  en  heraldos  de  los  Ejercicios  por  casas,  calles, 
plazas,  por  doquier.  Hechos  edificantes:  vaya  uno  por  todos.  Se  trata  de  un 
pobrecito,  que  se  presentó  al  Sr.  cura  diciéndole:  «He  aquí  50  pesetas:  son 
todos  mis  ahorros;  ahí  las  tiene  V.  para  los  pobres  como  yo  que  necesitan 
hacer  Ejercicios».  El  caso  me  conmovió  hasta  hacerme  derramar  lágrimas. 
No  había  para  menos. 

A  todo  esto  venían  á  mí  los  párrocos  de  los  pueblos  con  muy  malas  noti- 
cias: que  sus  feligreses  no  se  movían  para  hacer  Ejercicios,  que  no  podían 
traer  á  nadie,  y  así  por  el  estilo.  Confieso  que  se  me  pegó  algo  de  ese  pesimis- 
mo, y  no  esperaba  para  la  2.^  tanda  más  de  4  ó  5  ejercitantes,  á  pesar  de  lo 
cual,  y  ya  que  estaba  embarcado,  creí  confiando  en  Dios,  deber  continuar 
navegando  hasta  llegar,  más  que  fuese  de  arribada  forzosa,  á  algún  puerto 
cualquiera. 

El  2  de  Mayo,  á  la  noche,  comenzó  la  2.^  tanda.  Figúrate  lo  agradable 
de  mi  sorpresa  cuando  me  vi  encerrado  con  120  hombres.  Entre  ellos  había 
anarquistas,  incendiarios  de  conventos  en  Barcelona,  divorciados  y  gente 
ejusdem  fúrfuris.  Todos  han  quedado  contentos  y  han  salido  predicando  á 
Cristo  y  consiguiendo  cambiar  la  atmósfera  que  había  contra  los  Ejercicios. 
Los  malos,  que  tenían  ya  preparada  otra  hojita  contra  aquéllos  y  unos  versos 
contra  el  P.  Iñesta,  no  se  atrevieron  á  repartirlos.  En  cambio  el  día  7,  que 
fué  el  en  que  se  acabó  esta  tanda,  se  inauguró  el  rosario  de  solos  hombres 
por  las  calles  de  Benigánim  con  750,  á  los  cuales  prediqué  desde  un  balcón  de 
la  plaza  principal,  quedando  todos  animadísimos.  No  fué  sin  lucha  de  nuestra 
parte.  Los  malos  arreciaban  en  sus  ataques,  no  dándose  todavía  á  partido. 
En  un  periódico  republicano  de  Játiva  publicaron  sueltos  terribles,  burlando- 


70 
se  de  los  Ejercicios  y  calumniando  á  los  ejercitantes:  en  un  casino  de  aquí 
dieron  conferencias,  y  lo  demás  que  dicho  queda;  pero  nosotros,  adelante, 
oponiendo  la  resistencia  pasiva  de  la  perseverancia  y  del  silencio.  El  cabeci- 
lla de  los  enemigos  (un  cacique  de  aquí),  viendo  que  machacaba  en  hierro 
frío,  torció  el  rumbo  de  repente,  llegando  hasta  pagar  el  jornal  á  su  barbero 
para  que  se  apuntase  en  la  3.'"^  tanda,  como  lo  hizo. 

Consecuencia  de  todo  lo  cual,  fué  dicha  tanda  comenzada  el  día  9  con 
105  ejercitantes. 

Entre  tanto  llovían  sobre  mí  peticiones  y  más  peticiones,  no  siendo  la 
tuya  una  de  las  últimas,  en  que  me  pedías  para  dar  los  Ejercicios  á  los  HH. 
filósofos  de  San  José  de  Roquetas.  Acepto  gustoso,  con  permiso  de  mi 
P,  rector,  fiado  en  Dios  Nuestro  Señor  que  suplirá  lo  que  falta  á  su  ministro. 
Otra  de  las  peticiones,  fué  la  del  Sr.  Cura  de  Albaida,  que  me  deseaba  para 
preparar  á  sus  feligreses  á  la  santa  pastoral  visita.  Fui,  en  efecto,  el  15  y 
volví  el  16  para  comenzar  el  mismo  día  la  4.*'^  tanda. 

Pero  volviendo  á  la  3.^,  he  de  confesarte  que  no  fué  orégano  todo  el 
monte,  porque  ya  el  primer  día  fué  la  cosa  bastante  mediana,  tanto  que  es- 
tuve á  punto  de  despedir  á  4  mozos  de  20  años.  El  2."  día  se  aquietaron,  ha- 
ciendo bien  los  actos  propios  de  él;  mas  al  siguiente  volvieron  á  las  andadas, 
hablando  y  jaraneando  hasta  en  la  misma  iglesia,  tanto  que  les  amenacé  de 
veras  con  disolver  la  tanda  y  marcharme  á  otra  parte.  En  castigo  dejé  de 
darles  una  meditación,  permitiendo  que  en  este  tiempo  hiciese  cada  cual  lo 
que  se  le  antojase,  mientras  yo  rogaría  por  ellos  y  por  mí.  ¡Santo  remedio! 
Quedáronse  casi  todos  en  el  lugar  santo.  Antes  de  la  disciplina  de  por  la  tar- 
de les  dije  que  duraría  más  de  lo  ordinario,  porque  convenía  aplacar  á  Dios 
nuestro  Señor,  que  se  retiraba  de  nosotros.  Y  ¿qué  sucedió?  que  la  tomaron 
sobre  320  disciplinantes,  pegándose  fuerte  y  largo.  De  alguno  sé  que  no 
pudo  dormir  supino  rostro  arriba.  Pero  el  golpe  de  gracia  fué  al  besarles  yo 
los  pies.  No  hubo  uno  que  no  entrase  en  vereda.  Al  volver  del  templo  á  la 
casa  de  Ejercicios,  hubo  un  llanto  de  padre  y  señor  mío  en  plena  calle,  yendo 
en  aumento  al  exponerles  la  meditación  del  Hijo  pródigo,  de  modo  que  fué 
preciso  interrumpirla.  Al  cabo  de  un  cuarto  de  hora  aún  seguían  llorando  á 
gritos  y  brazos  en  cruz.  Viendo  que  aquéllo  llevaba  trazas  de  nunca  aca- 
bar, les  mandé  que  saliesen  inmediatamente  al  huerto.  Me  obedeció  la  ma- 
yor parte,  porque  ya  no  podían  más,  siendo  necesario  que  entre  los  dos  más 
serenos  y  yo  les  fuésemos  acompañando,  y  aún  así  y  todo  no  pudimos  impe- 
dir que  continuasen  llorando  y  aun  desmayándose  algunos. 

El  14  dimos  fin  á  esta  3.'^  tanda  con  la  comunión  general,  á  la  que  asis- 
tieron los  de  las  anteriores,  y  por  la  tarde  con  la  función  pública  acostum- 


71 

brada.  Inmediatamente  se  armó  el  rosario  de  la  población,  cantando  un  Ave 
María  coral,  que  habíamos  previamente  ensayado  y  contestando  las  mujeres 
desde  sus  casas,  á  medida  que  iba  pasando  delante  de  ellas  la  procesión.  Así 
logramos  que  todos  tomasen  parte  en  las  alabanzas  á  la  Madre  de  Dios.  El 
pesimismo,  que  en  parte  lograron  pegarme  los  Sres.  párrocos  de  algunos 
pueblos,  quedó  también  en  parte  borrado  por  el  mero  hecho  de  asistir  á  la 
2.^  tanda  cinco  hombres  de  Cuatretonda,  y  18  á  la  3.''^,  y  de  Suchente  solos 
dos  á  esta  última.  Vale  más  algo  que  nada;  menos  esperaba  yo. 

Aquel  barbero  de  que  te  hablé,  ha  salido  un  apóstol,  yendo  por  acá  pre- 
dicando con  tanto  entusiasmo  y  fervor,  que  á  las  pocas  palabras  se  le  anuda 
la  voz  en  la  garganta  y  rompe  á  llorar,  siendo  sus  lágrimas  más  elocuentes 
y  persuasivas  para  su  auditorio  que  sus  peroratas. 

Tocaba  al  fin  de  mi  tarea  en  Benigánim,  y  juntamente  el  fin  de  ésta. 
Con  la  4.''^  tanda  ^de  hombres,  unos  145,  acabé  el  21,  aunque  no  se  había 
apagado  el  ardor  de  los  Ejercicios.  Mi  resolución  obedecía  á  la  necesidad 
que  tenían  los  campos  de  brazos  que  los  cultivasen.  El  22  tocó  el  turno  á  las 
mujeres,  en  la  forma  que  ya  conoces  por  mis  anteriores,  para  concluir  el  día 
de  la  Ascensión  con  una  lucida  comunión  general  en  la  misa  de  las  7  para 
solas  mujeres,  y  otra  para  solos  hombres  en  la  misa  mayor,  y  por  la  tarde 
con  una  gran  procesión,  en  la  que  paseamos  la  imagen  más  devota  y  venera- 
da de  Benigánim, 

Sólo  faltaban  los  niños  para  que  todas  las  edades  y  los  sexos  hubiesen 
aprovechado  el  bien  de  Dios.  Después  de  los  Ejercicios  de  las  mujeres  fui  á 
Adzaneta  á  lo  mismo  á  que  había  ido  á  Albaida,  y  luego  la  emprendí,  duran- 
te dos  días,  con  los  muchachos  mayores  de  10  años.  Harta  necesidad  tenían 
por  contarse  entre  ellos  ¡cosa  horrible!  muchos  precoces  blasfemos. 

Acabo  de  recibir  cartas  de  los  señores  arciprestes  de  Játiva  y  Alcira 
pidiéndome  Ejercicios  para  el  verano  en  el  modo  con  que  los  acabo  de  dar 
aquí.  Antes  de  volver  á  la  casa  de  nuestro  padre  san  Francisco  de  Borja, 
iré  á  ver  cómo  está  aquéllo.  Sobre  el  terreno  se  obvian  mejor  las  dificultades 
de  local  y  personal,  que  pudiera  haber. 

Hoy  31  de  mayo,  después  de  cerrada  la  presente,  salgo  de  Benigánim. 
Conque,  adiós,  mi  querido  hermano;  saluda  al  P.  Sansa  y  di  á  los  hermanos 
teólogos  y  filósofos  de  ésa  que  agradezco  muchísimo  sus  oraciones  y  en- 
cárgales que  continúen  encomendándome  al  Señor. 

En  tus  00.  y  SS.  SS.  se  encomienda  tu  hermano 

t 

JHS. 

José  Luís,  S.  J. 


TANDAS  DE  EJERCICIOS 
QUE  DIO  EL  P.   JOSÉ  L.   IÑESTA  EN   ALCIRA 


Cartas  de!  mismo  padre  y  de  D.  José  Sais  al  P.  Jaime  Sansa 

CARTA  PRIMERA 

Alcira.  31  octubre  de  191 1 . 

Rdo.  P.  Jaime  Sansa.— Roquetas. 

Muy  Sr.  mío  y  amado  padre:  Habiendo  yo  conocido  el  deseo  de  V.  de 
que  le  escribiera  sobre  el  efecto  y  curso  de  los  santos  Ejercicios  en  esta 
ciudad,  lo  hago  con  gran  gusto  por  el  placer  de  comunicar  con  V.,  aunque 
temo  no  sean  mis  observaciones  todo  lo  completas  y  justas  que  sería  de  de- 
sear. 

Si  hay  muchísimas  poblaciones  que.  por  desgracia,  se  hallan  en  un  esta- 
do de  tibieza  y  descatolización  harto  triste,  Alcira  es  una  de  ellas;  así  no  es 
de  extrañar  que  nuestro  dignísimo  y  querido  Sr.  cura  pusiese  gran  empeño 
en  realizar  aquí  lo  que,  con  tanto  éxito,  se  hizo  en  Oliva  y  otros  puntos. 

Creíase  en  Alcira  por  las  personas  interesadas  en  la  obra,  que  dado  el 
modo  de  ser  de  la  población,  el  resultado  no  dejaba  de  ser  dudoso. 

Arreglada  la  venida  del  P.  Iñesta  para  el  23  de  septiembre,  no  se  hizo 
nada  debido  al  movimiento  revolucionario  surgido  aquí  y  en  otras  poblacio- 
nes, como  V.  sabrá;  pero  por  fin,  el  17  del  corriente,  después  de  varias  ex- 
hortaciones del  Sr.  cura  y  caldeado  el  ambiente  por  la  presencia  y  sermones 
del  P.  Iñesta,  dio  principio  la  primera  tanda  de  Ejercicios  con  un  número  de 
40  hombres  de  todas  clases  sociales  y  de  todas  ideas. 

A  las  dificultades  y  reparos  que  oponían  algunos  jornaleros,  respondie- 
ron algunas  personas  con  limosnas  para  que  nada  perdieran  por  no  trabajar. 

En  esta  tanda  quedaron  todos  muy  impresionados,  sirviendo  su  salida  de 
gran  ejemplo  á  los  demás,  saliendo  muy  contentos,  pero  particularmente  hu- 
bo algunos  que,   rebosando  inmenso  jiíbilo,  eran  grandes  reclutadores  de 


73 

nuevos  ejercitantes,  lo  cual,  unido  á  la  propaganda  que  muchas  señoras  y  en 
particular  el  clero  hicieron,  fué  causa  de  que  nos  reuniéramos  para  el  segun- 
do turno  104  hombres,  y  digo  reuniéramos  porque  era  yo  uno  de  ellos. 

Fué  noche  muy  notable  para  todos  la  de  la  entrada.  Hacíamos  los 
Ejercicios  en  el  asilo  de  Hermanitas  de  los  pobres  y  era  curioso  en  ex- 
tremo ver  entrar  como  una  procesión  de  mujeres  y  hombres  cargados  de 
colchones  que  algunos  llevaban  en  caballerías  por  ser  de  las  afueras  de  la 
población. 

Pero  lo  mejor  era,  ver  allí  dentro  á  personas  á  quienes  rara  vez  se  veía 
en  la  iglesia  y  á  algunas  por  completo  alejadas  de  ella,  y  esto  parece  que 
fué  lo  que  más  pronto  hizo  simpatizar  á  todos  los  allí  reunidos;  y  el  rato  que 
aun  podíamos  hablar,  lo  empleamos  en  mutuas  expresiones  de  contento.  Éste, 
subió  de  punto  cuando  el  P.  Iñésta  inauguró  el  acto,  pues  de  tal  modo  se 
captó  al  auditorio  con  su  donaire  y  unción,  que  hasta  los  que  de  más  mala 
gana  entraron  vieron  que  lo  pasarían  mejor  de  lo  que  habían  imaginado. 

Poco  á  poco  fué  cayendo  la  gracia  de  Dios  en  los  allí  reunidos,  pues 
aunque  había  algunos  pocos,  algo  distraídos,  y  por  eso  algún  rato  se  abu- 
rrían, en  cambio  muchos  jóvenes  y  viejos  comenzaron  pronto  á  derramar  lá- 
grimas. Todos  hacían  el  Via-crucis  con  fervor  y  ninguno  dejaba  de  tomar  dis- 
ciplina, hasta  que  por  fin,  llegado  el  tiempo  de  las  confesiones  ninguno  hubo 
que  dejase  de  hacer  la  suya,  quedando  todos  tan  alegres  y  satisfechos  como 
no  lo  estuvieron  tal  vez  en  toda  su  vida. 

El  domingo  tuvo  lugar  en  la  parroquia  la  comunión  á  que  concurrieron  los 
de  la  tanda  anterior,  y  era  de  ver  lo  hermoso  del  espectáculo.  Por  la  tarde, 
después  del  sermón  y  con  ocasión  de  unas  Cuarenta  Horas,  hízose  una  proce- 
sión claustral  tan  lucida  cómo  pocas  veces  se  ha  visto,  pues  á  más  de  los 
ejercitantes  había  muchos  que  querían  formar  parte.  Por  fin,  el  acto  acabó 
dándonos  mutuas  enhorabuenas  y  despidiéndonos  con  cariño  del  P.  Iñesta, 
que  tanto  bien  hace  á  Alcira  con  su  apostolado. 

Ha  sido  un  suceso  excelente  en  sus  resultados,  porque  además  del  orden 
religioso,  introducido  en  las  almas,  ha  contribuido  felizmente  á  relacionar 
amistosamente  á  muchos  y  estrechar  cordialmente  la  amistad  de  otros,  todo 
con  el  sello  de  la  Religión. 

De  dos  jornaleros  me  han  dicho  que,  habiéndoseles  ofrecido  antes  de  en- 
trar la  limosna  equivalente  al  jornal,  al  salir,  no  sólo  han  dado  las  gracias, 
sino  que  han  renunciado  á  la  limosna. 

Uno  de  los  que  han  hecho  ejercicios  ha  ofrecido  50  pesetas  al  que,  al  sa- 
lir de  ellos,  esté  arrepentido  de  haber  entrado  ó  no  le  hayan  gustado. 

Desde  luego,  el  diablo  no  descansa,  pues  por  el  hecho  sencillo  de  que 


74 

uno  perdió  el  reloj  y  otro  se  lo  encontró  y  lo  llevó  al  P.  Ifiesta,  que  ante  to- 
dos preguntó  por  el  dueño,  se  hizo  correr  el  rumor  de  que  uno  había  quitado 
un  reloj  á  otro. 

Esta  noche  comienza  la  3.*'^  tanda  con  140  inscritos  hasta  ahora,  y  por  no 
caber  en  el  local  anterior  se  ha  habilitado  un  espacioso  almacén  de  naranjas, 
donde  caben  hasta  300. 

Está  todo  muy  animado,  y  aunque  no  preocupa  aún  á  la  gran  masa  y  hay 
muchos  que,  sabiendo  la  cosa,  se  niegan  á  entrar,  confío  en  Dios  que  habrá 
hombres  para  muchas  tandas,  y  Dios  quiera  que  se  convierta  Alcira,  lo  que 
ruego  á  V.,  R.  P.,  pida  al  Señor. 

Procuraré  comunicar  á  V.  cuanto  sepa  sobre  este  asunto  tan  importante, 
y  aunque  hoy  por  mis  ocupaciones  he  podido  saber  poco  de  lo  que  V.  desea, 
esto  es,  cómo  piensa  y  qué  dice  el  pueblo  de  los  Ejercicios,  á  la  otra  veré  de 
recojer  ló  que  pueda. 

Reciba  V.  el  sincero  saludo  de  su  affmo.  y  S.  S.  en  C.  J. 

José  Sais. 


CARTA  SEGUNDA 


Alcira,  25  de  noviembre  de  191 1 . 

R.  P.  Jaime  Sansa. 

Muy  amado  en  Cto.  padre:  Por  las  de  V.  R.  al  Sr.  Sais  y  á  mí,  veo  una 
vez  más  el  interés,  ya  manifestado  en  otras  ocasiones,  de  V.  R.  por  la  obra 
de  los  Ejercicios  que  vengo  dando  hace  un  año  en  varios  puntos  del  reino  de 
Valencia.  En  justa  correspondencia  y  agradecimiento,  ahí  va  la  presente, 
que  abarcará  todo  lo  hecho  en  Alcira. 

Es  Alcira  población  de  18.000  almas,  bastante  maleada.  La  clase  rica, 
en  general,  alejada  de  la  iglesia;  la  clase  pobre,  sumida  además  en  la  más 
crasa  ignorancia,  y  la  media  participando  de  ambos  defectos. 

Abarcando  en  conjunto  las  seis  tandas  que  se  han  dado,  no  cabe  duda 
que  el  fruto  ha  sido  muy  relativo  é  inferior  al  de  otros  puntos.  Las  causas: 
circunstanciales  unas  y  personales  otras.  Entre  las  primeras,  la  principal  fué 
el  haber  ido  yo  á  Alcira,  á  raíz  del  movimiento  francamente  revolucio- 
nario del  pasado  septiembre,  de  que  V.  R.  tendrá  noticia  por  los  papeles 


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públicos.  Como  estaba  comprometido  con  el  Sr.  arcipreste  desde  mayo, 
no  tuve  más  remedio  que  afrontar  la  situación  tal  como  Dios  nuestro  Señor 
me  la  presentaba.  Otra  circunstancia  local:  después  de  la  2.^  tanda  nos 
vimos  precisados  á  mudar  de  casa,  trasladándonos  á  un  almacén,  capaz 
sí,  pero  como  ya  comprenderá  V.  R.  no  muy  á  propósito  para  hacer  vida  en 
él.  Efecto  de  su  humedad,  nos  acatarramos  varios;  ellos  con  una  tos  que  mo- 
lestaba á  todos  é  impedía  la  atención,  y  yo  con  una  afonía  durante  dos  días. 
Además  el  cambio  produjo  el  natural  desorden.  El  Via-crucis  tuvo  que  ha- 
cerse y  la  disciplina  tomarse  en  el  mismo  almacén,  por  no  poder  ir  á  la  parro- 
quial, distante  de  él  en  demasía. 

¡Las  elecciones!  He  aquí  otro  inconveniente  con  que  topamos.  A  pesar  de 
haber  llegado  á  todos  los  rincones  de  Alcira  la  noticia  del  fruto  obtenido  en  las 
primeras  tandas,  la  inmensa  mayoría  de  los  alcireños,  más  se  preocupaba  de 
las  futuras  elecciones  ministeriales  que  se  avecinaban,  que  de  los  Ejercicios. 
Y  como  la  3.^  tanda  no  había  salido  todo  lo  bien  que  era  de  esperar,  nos  vi- 
mos obligados  á  mudar  tercera  vez  de  local,  vistos  los  gravísimos  inconve- 
nientes del  almacén. 

En  cuanto  á  las  causas  personales,  que  podríamos  llamar  intrínsecas,  de 
estos  Ejercicios,  hay  que  notar  que  si  los  40  sujetos  de  la  1.'"^  tanda  y  los  104 
de  la  2,^  se  portaron  bien:  no  así  los  de  la  3.^,  compuesta,  en  sus  comienzos, 
de  126.  Entraron  en  ella  con  muy  mal  espíritu  varios  jóvenes,  socios  del 
Casino  radical.  De  los  126  dichos,  solo  acabaron  122,  porque  tres  se  salieron 
ya  voluntariamente  el  primer  día,  y  otro  tuvo  que  hacer  lo  mismo  por  enfermo 
poco  después,  y  de  los  que  perseveraron,  cinco  ó  seis  salieron  mediana- 
mente dispuestos:  los  restantes  muy  contentos  y  aprovechados,  á  Dios  gra- 
cias. 

He  dicho  que  estaba  contento  de  las  dos  primeras  tandas,  pero  aún  en 
éstas  se  trata  de  un  contento  relativo.  En  la  l.''^  dieron  su  nombre  57,  entre 
ellos  dos  de  regular  posición  y  siete  republicanos  de  los  peores  de  Alcira; 
estos  últimos  con  la  condición  de  cobrar  10  reales  diarios.  Llegada  la  hora  de 
entrar,  brillaron  por  su  ausencia  unos  y  otros.  Los  primeros  se  excusaban  cor- 
tésmente,  y  los  postreros,  encontrándose  con  otro  republicano,  que  les  hizo 
desistir,  acabaron  por  burlarse  de  los  Ejercicios.  Al  fin  resultaron  sólo  41 ,  casi 
todos  pobres.  El  2.°  día,  al  ir  al  ejercicio  del  Via-crucis,  otro  volvió  pie  atrás 
yéndose  á  su  casa.  La  mujer  de  otro,  disgustada  de  que  su  marido  hiciese 
Ejercicios,  dejó  de  mandarle  la  comida  dos  días,  promoviendo  además  un  es- 
cándalo en  su  casa,  y  cuando,  acabados  los  Ejercicios,  se  presentó  el  ejerci- 
tante en  ella,  encontró  cerrada  la  puerta,  no  pudiendo  entrar  hasta  la  una  de 
la  tarde  del  día  siguiente.  Hicieron,  sin  embargo,  pronto  las  paces  y  hasta  el 


76 

hijo  de  esta  mujer  se  apuntó  para  la  tanda  siguiente.  Otro  ejercitante,  no 
atreviéndose  á  ir  públicamente  á  comulgar  con  las  manos  juntas,  desapareció 
á  la  hora  de  la  comunión.  Por  lo  demás,  el  Señor  bendijo  copiosamente  esta 
1  .^  tanda,  abundando  las  lágrimas  de  verdadera  contrición  y  funcionando  se- 
riamente la  disciplina.  ¡Qué  espectáculo  tan  conmovedor  el  de  la  comunión 
en  la  parroquia,  al  ver  á  aquellos  hombres  ir  á  recibir  al  Señor  con  las  manos 
juntas  delante  del  pecho  y  con  un  fervor  que  lo  ponía  en  cuantos  los  contem- 
plaban! ¡Lástima,  empero,  que  á  este  acto  no  concurriera  más  gente! 

Como  suele  suceder  en  casos  semejantes,  los  que  salen  de  una  tanda, 
son  los  principales  preparadores  déla  siguiente.  Esto  era  el  21  de  octubre, 
y  el  lunes  22  ya  había  apuntados  más  de  80,  de  categoría  social  un  poco  más 
elevada,  para  la  2.^  tanda,  que  comenzó  el  23,  martes,  para  terminar  el  do- 
mingo inmediato.  V.  R.  habrá  observado  que  procuramos  acabar  en  día  festi- 
vo con  el  fin  de  dar,  por  medio  de  la  comunión  general  y  función  de  la  tarde, 
mayor  solemnidad  y  publicidad  al  término  de  los  Ejercicios,  además  de  que 
el  fruto  obtenido  y  el  buen  ejemplo  que  se  da,  resultan  más  duraderos  y  univer- 
sales. Esta  2.''^  tanda  siguió  su  curso  bien  y  sin  incidentes  dignos  de  mención, 
con  los  104  ejercitantes  dichos.  La  comunión  general  de  la  3.'^  tuvo  que  ser 
necesariamente  en  el  templo  parroquial,  y  como  vivíamos  en  el  almacén,  fué 
preciso  dejarlo  y  atravesar  la  población  todoá  lo  largo,  á  una  distancia  como 
la  que  media  entre  el  palacio  del  santo  Duque  y  la  estación  de  Gandía.  Poco  an- 
tes de  salir  reuní  á  mis  ejercitantes,  preguntándoles  si  se  veían  con  ánimo  para 
ir  en  procesión  y  rezando  el  santo  Rosario.  Siendo  afirmativa  la  respuesta  or- 
ganizóse aquélla,  encargándose  de  llevar  el  santo  Cristo,  ¡oh  prodigio  de  la 
gracia!,  uno  de  los  republicanos  de  la  tanda,  y  detrás  de  él  unos  160  hombres 
cantando,  brazos  cruzados,  las  alabanzas  de  María  santísima.  Terminadas 
la  misa  y  comunión,  volvimos  á  nuestro  singular  domicilio  en  la  misma  forma 
que  á  la  ida,  con  un  aumento  de  40  hombres  que  se  nos  agregaron.  ¡Cuán- 
tas lágrimas  vi  derramar  á  los  que  nos  contemplaban!  Lloraban  de  edifica- 
ción, y  creo  que  los  ángeles  custodios  de  todos  nosotros  lloraron  de  ale- 
gría. 

Los  ejercitantes  de  las  dos  tandas  siguientes,  casi  exclusivamente  com- 
puestas de  braceros  y  gente  pobre,  recogidos  en  otro  local  que  no  fué  el  al- 
macén, se  portaron  con  edificación  y  buen  espíritu;  pero  respecto  á  la  6.''  y 
última  tanda,  es  conveniente  que  hagamos  alto  en  ella,  por  las  enseñanzas 
que  suministra  y  porque,  en  último  resultado,  es  un  paso  más,  un  verdadero 
triunfo  en  esta  obra  de  los  Ejercicios. 

En  vista  de  que  la  clase  acomodada  se  mostraba  reacia  á  hacerlos,  por 
no  sé  qué  preocupaciones  sociales,  muy  explicables  por  otra  parte,  en  gente 


77 

que  no  trata  de  perfección  cristiana;  nos  resolvimos  por  fin  á  emprender  una 
tanda  para  sólo  ricos.  Lo  primero  que  había  que  hacer  era  buscar  nuevo  local 
digno  de  tales  huéspedes,  Y  se  encontró  en  una  casa  de  campo,  distante  un 
cuarto  de  hora  de  Alcira  y  en  la  que  cabían  holgadamente  cuarenta  perso- 
nas. La.  comida  la  serviría  un  fondista,  abonando  por  todo  cuatro  pesetas  dia- 
rias cada  ejercitante.  Se  puso,  pues,  manos  á  la  obra,  hiciéronse  juntas,  se 
organizó  la  propaganda,  y  después  de  no  pocos  dares  y  tomares,  al  fin  se 
reunieron  hasta  17,  entre  ellos,  como  personas  de  viso,  el  juez  de  1.^  ins- 
tancia, secretario  del  Ayuntamiento,  dos  concejales  del  mismo,  tres  labra- 
dores acomodados,  y  los  restantes  de  menos  importancia.  El  alcalde,  no  sa- 
biendo cómo  desentenderse  de  tantas  personas  como  le  instaban  á  que  tomase 
parte  en  estos  Ejercicios,  fingió  que  la  tomaría,  pero  á  la  hora  de  entrar,  sin 
decir  esta  boca  es  mía,  va  á  la  estación  y  toma  el  tren  de  Valencia.  Tres" 
ó  cuatro  ricos  más  muy  principales,  que  habían  dado  su  palabra,  no  la  cum- 
plieron tampoco. 

La  tanda  ha  ido  bien.  Como  prueba,  ahí  va  el  siguiente  hecho.  Termina- 
da la  meditación  del  Hijo  pródigo  y  estando  casi  todos  llorando,  se  levanta 
el  Sr.  secretario  y  dice:  —«Padre,  ¿me  permite  hacer  una  manifestación?— 
Diga.— Hermanos,  yo  soy  quien  escribió  el  documento,  prohibiendo  la  pro- 
cesión de  Corpus.  La  pluma  se  me  debía  de  haber  caído  de  la  mano,  y  ésta 
se  me  debía  de  haber  secado.  La  falta  fué  pública  y  pública  ha  de  ser  la  re- 
paración. ¿Me  perdonan?  Y  acto  continuo  besó  los  pies  á  todos.  ¡Cómo  hu-  ■ 
biera  V.  R.  visto  llorar  á  estos  ejercitantes!;  una  hora  después,  aún  andaba 
cada  cual  por  su  sitio  derramando  lágrimas.  El  día  de  santa  Catalina,  titular 
de  la  parroquia  principal,  concluyeron  con  la  acostumbrada  comunión  general, 
saliendo  luego  para  sus  casas. 

Deseaba  dar  alguna  tanda  más,  pero  no  lo  creímos  prudente,  porque  la 
recolección  de  la  naranja  absorbe  toda  la  atención  de  Alcira;  veremos  si  en 
otra  ocasión  se  organiza  esto  mejor. 

En  resumen:  he  permanecido  en  Alcira  seis  semanas  y  han  hecho  los 
Ejercicios  unos  500  hombres,  entre  ellos  un  centenar  de  socios  del  Casino 
radical.  Dos  veces  se  ha  cantado  el  santo  Rosario  por  las  calles  de  esta 
'ciudad,  y  han  tenido  aumento  de  asociados  la  congregación  de  san  Luis, 
la  Vela  Nocturna  y  las  conferencias  de  san  Vicente  de  Paul,  y  quedan  con- 
tentos y  animados  los  que  han  hecho  Ejercicios.  ¡Haga  el  Señor  que  fructifi- 
que la  semilla  que  se  ha  sembrado  en  Alcira! 

Voy  dentro  de  poco,  á  tener  una  conferencia  telefónica  con  mi  P.  rec- 
tor, para  ver  si  me  permite  ir  mañana  á  Sagunto,  donde  la  naranja  está 
más  atrasada  que  aquí. 


78 

Dios  nuestro  Señor  pague  á  V.  R.  y  á  todos  esos  buenos  PP.  y  HH.  las 
oraciones  que  por  esta  obra  han  ofrecido.  Yo  quedo  agradecido  por  ellas  y 
me  despido  de  V.  R.  encomendándome  en  las  de  todos. 
De  V.  R.  siervo  en  Cto. 

JHS. 
José  Luís  Iñesta.  S.  J. 


EJERCICIOS   DEL  P.  JOSÉ  L.   IÑESTA  EN   SAGUNTO 


Cartas  del  Rdo.  Sr.  Gura  Arcipreste  D.  Juan  Bta.  Vidal  al  P.  Jaime  Sansa. 

del  P.  Iñesta  á  su  hermano  el  P.  rector  de  nuestro  Goiegio  Máximo 

y  del  Sr.  D.  Antonio  Monzó  Huesma  al  P.  Sansa 

CARTA  PRIMERA 

Arciprestazgo  de  Sagunto,  4  diciembre  1911. 

R.  P.  Jaime  Sansa,  S.  J. 

Mi  estimado  en  Cristo  padre:  Dióme  á  leer  el  P.  Iñesta  la  suya  del 
1 '."  del  corriente,  y  si  me  llenó  la  conmemoración  que  su  reverencia  hace  en 
ella  de  mi  insignificante  persona,  fué  inmensamente  mayor  mi  complacencia 
por  verle  tan  interesado  en  el  éxito  de  los  santos  Ejercicios  de  esta  ciudad. 

Ya  veo  prácticamente  cómo  el  Señor  está  oyendo  las  oraciones  de  tan- 
tas almas  justas,  que  ruegan  por  esta  santa  obra. 

Va  bien  por  ahora,  y  como  muestra  de  gratitud  le  mando  La  Hoja  pa- 
rroquial que  aquí  publicamos,  con  el  fin,  además,  de  que  se  vaya  haciendo 
cargo  de  la  marcha  que  seguimos,  sin  perjuicio  de  que  le  participe  por  carta 
cuanto  de  notable  ocurra. 

Los  de  la  1  .^  tanda  eran  la  flor  de  la  piedad,  con  excepción  de  dos  ó  tres 
que  han  seguido  á  los  demás  en  el  recogimiento  y  fervor.  Tres  noches  de 
visita  pública  al  templo  para  el  Via-crucis,  con  disciplina,  y  la  penúltima 
noche  con  el  conmovedor  acto  de  besar  los  pies  de  los  ejercitantes,  por  par- 
te del  P.  director,  demuestran  el  fruto  recogido. 

Han  salido  todos,  como  los  apóstoles  del  cenáculo,  predicando  á  Cristo 
por  doquiera.  Una  hermosura  y  una  esperanza,  mucho  mayor  que  la  apun- 
tada en  la  Hoja  parroquial:  fueron  87  los  de  esta  tanda. 

La  2.^  se  compone  de  93,  la  mayor  parte  son  jóvenes.  Si  ésta  sale  bien, 
como  espero  del  Señor,  ¿quién  sabe  hasta  dónde  iremos?  Porque  ahora  te- 
nemos hijos  pródigos,  comediantes,  mal  educados  y  otros  ej'usdem  fúrfuris. 


En  la  salida  á  la  iglesia  asomó,  algunos  días,  la  pretensión  de  algunos 
espíritus  inquietos,  emisarios  del  demonio,  para  amedrentarnos  y  hacernos 
retroceder;  pero  la  gracia  del  Señor  nos  sostiene  y  parece  que  nuestro  valor 
y  denuedo  han  de  triunfar. 

Anoche,  última  salida,  hubo  ya  gran  respeto  y  hasta  mucha  edificación. 

Sigan  sus  oraciones  sobre  los  saguntinos  y  estén  seguros  de  la  recom- 
pensa del  Señor  y  de  la  gratitud  más  sincera  de  su  affmo.  S.  S.  en  Cristo, 

t 

JHS. 

Juan  B.  Vidal,  cura  arcipreste 


CARTA  SEGUNDA 

Sagunto,  10  diciembre  1911. 

R.  P.  Antonio  Iñesta.— Tortosa. 

Muy  amado  en  Cristo  hermano:  como  el  Sr.  D.  Antonio  Monzó  Huesma 
escribe  largo  al  P.  Sansa  sobre  las  tandas  que  he  dado  y  daré,  Dios  median- 
te, en  Sagunto,  yo  seré  breve  en  ésta,  apuntando  no  más  que  cuatro  porme- 
nores históricos,  que  sé  te  interesarán. 

Salí  de  Alcira  para  venirme  directamente  á  Sagunto,  el  26  del  pasado 
noviembre,  dejando  allí  el  horno,  no  sólo  caliente,  sino  encendido.  Se  están 
organizando  los  buenos  alcireños  para  arreglar  un  local  adecuado  y  perma- 
nente, de  modo  que  no  se  tenga  que  ir  de  uno  á  otro  con  notable  menoscabo 
del  fruto  de  los  Ejercicios.  Y  como  el  problema  principal  es  el  de  la  cocina, 
están  ya  preparando  una  económica  en  el  mencionado  local  de  modo  que  los 
ejercitantes  pobres  puedan  recibir  gratis  el  sustento  cotidiano;  con  lo  cual  y 
la  ayuda  de  Dios  N.  S.,  espero  que  se  podrá  volver,  con  doblado  fruto,  sobre 
la  obra  de  los  santos  Ejercicios.  jPlega  á  Dios  que  así  sea! 

Uno  de  los  frutos  que  he  notado  van  produciendo,  á  Dios  sea  la  gloria, 
estos  Ejercicios,  es  el  de  ser  despertador  de  vocaciones  á  nuestra  Compañía, 
mayormente  de  sacerdotes,  que  son  los  que  más  cuenta  se  dan  de  la  eficacia 
de  aquéllos  en  la  transformación  de  poblaciones  enteras.  Como  prueba  de  lo 
que  voy  diciendo,  te  diré  que  de  sólo  una  de  las  poblaciones  últimamente 
ejercitada  tengo  dos  señores  vicarios  que  se  me  han  manifestado  tocados 
en  este  sentido;  luego  vienen  los  jovencitos.  Dos  tengo  de  la  misma  po- 


81 

blación,  uno  de  15  y  otro  de  17  años  de  edad,  ambos  de  provecho  y 
esperanzas,  y  que  han  hecho  ya  un  viaje  á  Gandía  para  ver  á  los  novicios. 
Y  aquí  en  Sagunto  ya  he  visto  y  examinado  á  otro  que  estudia  para  sacer- 
dote, de  15  años,  que  espero  servirá  para  la  Compañía. 

Viniendo  ahora  á  mis  tandas,  estoy  actualmente  en  la  3/'^,  en  la  que  hace 
los  Ejercicios,  entre  otras  personas  de  viso,  el  Sr.  notario,  cuya  hija  está 
ocupada  en  los  menesteres  de  la  casa,  en  que  está  retirado  su  padre.  Te  seré 
franco  y  con  sentimiento  lo  digo,  pero  ello  es  cierto,  que  en  Sagunto  esta 
obra  de  los  Ejercicios  sufre  gran  persecución  por  parte  de  los  malos,  acaso 
con  mayor  intensidad  hasta  el  presente,  que  en  ninguna  parte.  Vayan  algu- 
nas muestras.  Al  salir  la  primera  vez  los  de  la  primera  tanda  á  la  disciplina, 
nos  silbaron  de  lo  lindo,  y  al  siguiente  día,  lo  mismo;  aunque  á  partir  de  ahí, 
nos  impusimos.  Para  tener  á  raya  á  los  republicanos  y  conservar  el  orden, 
acudieron  en  favor  de  los  de  la  2.^  tanda,  el  Sr.  alcalde  y  los  dos  tenientes 
de  alcalde,  cuatro  municipales  y  dos  alguaciles  y  casi  todos  los  ejercitantes 
de  la  anterior  dispuestos  á  todo.  No  hubo  nada,  pero  esta  actitud  de  los  ejer- 
citantes por  una  parte  y  de  los  republicanos  por  otra,  asustó  á  los  señores 
alcaldes,  los  cuales  fueron  á  conferenciar  con  el  Sr.  arcipreste  para  decirle, 
en  suma,  que  tenían  permiso  del  Sr:  gobernador  para  prohibir  esa  salida. 
A  esto  replicó  admirablemente  el  interpelado  que  bien,  que  la  prohibiesen, 
pero  que  la  prohibición  la  quería  por  escrito.  Y  no  atreviéndose  el  Sr.  alcal- 
de á  dar  este  paso,  continuaron  mis  ejercitantes  saliendo  todos  los  días  que 
duró  la  2.^  tanda. 

Ahora  estamos  dando  la  3.'^  que  comenzó  anoche,  compuesta  de  101 
hombres,  y  el  jueves  por  la  noche  daré  principio  á  otra  de  niños  de  10  á  15 
años,  pues  no  me  sufre  el  corazón  verlos  llorar  pidiéndola.  Harta  necesidad 
tienen,  por  cierto,  porque  ya  en  tan  tierna  edad  son  muy  blasfemos.  ¡Qué 
horror! 

El  domingo.  Dios  mediante,  haremos  una  comunión  general  de  todos, 
hombres  y  niños,  y  por  la  tarde  habrá  sermón  repicado  y  Rosario  por  las 
calles.  ¿Y  después?  O  continuaré  dando  tandas  de  hombres,  ó  bien  armaremos 
una  especie  de  misión  á  todo  Sagunto. 

Para  confirmación  de  lo  que  arriba  te  he  dicho,  de  la  oposición  rabiosa 
á  estos  Ejercicios,  tienen  los  republicanos  proyectada  una  manifestación  con 
no  sé  cuántas  bandas  de  música,  precisamente  el  mismo  día  que  teníamos 
escogido  para  una  solemne  procesión  con  el  Santísimo  y  sus  cinco  visitas  en 
desagravio  á  S.  D.  M.  por  tanta  blasfemia  como  se  oye  por  estas  calles.  En 
este  estado  quedan  las  cosas  de  aquí.  Veremos  lo  que  Dios  nuestro  Señor 
nos  inspirará. 


82 

Saluda  á  los  PP.  y  HH.,  y  continuad  encomendando  esta  obra  de  los 
Ejercicios,  al  Señor. 

En  tus  SS.  SS.  y  OO.  me  encomiendo. 

T 
.IHS. 

José  Luis  Iñesta,  S.  J. 

P.  D.  Sirva  de  tal  el  adjunto  recorte  de  La  Hoja  parroquial.— Sa- 
gunto,  3  de  diciembre  de  1911.  Dice  así: 

«Lluvia  copiosa:— Los  pronósticos  del  tiempo  del  astrónomo  Sfei- 
joón  anunciaron  un  régimen  lluvioso  en  la  Coruña  y  en  las  costas  levantinas, 
desde  Barcelona  á  Alicante  para  los  días  del  24  al  27  del  pasado  mes.  De  esas 
lluvias  sólo  nos  tocó  á  los  saguntinos  una  pequeña  parte  en  la  mañana  del  27, 
aunque  llovió  en  abundancia  por  la  Coruña  y  Barcelona. 

Mas  el  26  nos  envió  el  cielo  una  lluvia  copiosísima,  de  carácter  espiri- 
tual de  más  estima  que  la  otra  con  serlo  tanto:  había  llegado  en  el  exprés 
el  P.  Iñesta.  Salieron  á  recibirle  muchos  hombres  con  D.  José  Lerma,  coad- 
jutor, y  una  nutrida  comisión  de  congregantes  de  san  Luís.  A  todos,  pero  prin- 
cipalmente á  los  jovencitos,  cautivó  el  padre,  desde  el  primer  momento,  con 
sus  cuentos  de  buena  ley. 

Predicó  por  la  noche  en  valenciano  sencillo  y  gracioso;  ese  gracejo  ha- 
cía evocar  el  recuerdo  del  apóstol  valenciano  san  Vicente  Ferrer,  que  ponía 
en  conmoción  comarcas  enteras. 

Los  hijos  de  esta  ciudad  también  están  conmovidos:  una  gran  agitación 
nótase  en  muchos.  No  se  habla  de  otra  cosa  que  de  los  santos  Ejercicios. 

La  primera  tanda,  que  empezó  el  martes  por  la  noche,  en  el  Centro  ca- 
tólico, estaba  compuesta  de  cerca  de  cien  hombres.  ¡Qué  hermosura...!  ¡Qué 
horizonte  tan  lleno  de  esperanzas! 

La  segunda  tanda  empezará  hoy  domingo  por  la  noche,  para  terminar  el 
día  de  la  Purísima,  por  la  mañana. 

Son  ya  muchos  los  inscritos.  Es  de  esperar  que  dobléis  el  número  de  la 
primera,  como  sucedió  en  Albaida,  Oliva  y  otros  pueblos.  Será  la  mejor  dá- 
diva que  podáis  ofrecerle  á  vuestra  Madre,  María  Inmaculada». 


83 


CARTA  TERCERA 

Sagunto  y  diciembre  de  1911. 

Rvdo.  P.  Jaime  Sansa,  S.  J.— Tortosa. 

Apreciado  padre  en  el  Señor:  Deseo  mío  es,  que  al  recibir  ésta  se  en- 
cuentre bien,  dando  por  ello  gracias  á  Dios. 

Cumpliendo  con  el  encargo  que  me  hizo  el  P.  Iñesta,  de  participar  á  V.  R. 
lo  sucedido  respecto  á  los  santos  Ejercicios  espirituales  que  está  dando  en  es- 
ta ciudad,  tomo  la  pluma  para  enterarle  de  los  frutos  obtenidos  y  de  la  ani- 
mación que  hay,  pues  ayer  empezóla  segunda  tanda,  habiendo  cerca  de  30 
hombres  más  de  los  que  nos  reunimos  en  la  primera. 

Ya  era  hora  de  que  esta  ciudad  conociese  las  ventajas  que  reportan  los 
santos  Ejercicios,  en  donde  el  hombre  aprende  á  saber  lo  qué  es. 

El  día  26  del  pasado  mes,  llegó  á  ésta  el  celoso  P.  Iñesta,  y  por  la  tarde 
á  las  5  y  media  hubo  un  corto  ejercicio  en  la  iglesia  parroquial,  donde  se  re- 
zó el  santo  Rosario,  dirigiéndonos  á  continuación  el  P.  Iñesta  la  palabra 
estando  en  todo  muy  oportuno.  Sus  palabras  entusiasmaron  tanto,  que  gra- 
cias á  Dios  en  la  1.''^  tanda  llegamos  á  ser  86  hombres. 

El  día  28  á  las  nueve  de  la  noche,  empezaron  los  Ejercicios  y  el  padre 
ya  nos  hizo  todas  la  advertencias  necesarias. 

Al  día  siguiente,  no  con  menos  gracia  que  el  día  anterior,  nos  dijo  entre 
otras  cosas  que  íbamos  á  pasar  cuatro  días  felices,  advirtiendo  que  á  algu- 
nos el  primer  día  les  parecería  muy  largo,  pero  que  en  los  demás  no  sucede- 
ría lo  mismo,  como  verdaderamente  no  se  equivocó;  y  el  no  cansarse  era 
debido  á  la  gracia  que  tiene  este  buen  padre  para  decir  las  cosas. 

Transcurrió  el  día  muy  bien,  y  al  anochecer  salimos  del  Centro  católico, 
punto  donde  se  han  practicado  y  practican  esos  actos,  y  fuimos  á  la  iglesia 
parroquial,  que  está  enfrente  mismo,  á  hacer  el  Via-crucis,  por  creer  el 
padre  que  el  Centro,  no  reunía  condiciones  para  este  acto.  De  acuerdo 
con  el  Sr.  arcipreste,  se  determinó  hacerlo  en  la  iglesia,  ya  que  está  tan 
cerca. 

Los  cuatro  días  á  la  misma  hora  salimos  á  contemplar  lo  que  el  Señor 
sufrió  y  por  ello  murió  en  el  Calvario.  El  primer  día  fueron  pocos,  pero  los 
otros  días  ya  acudieron  muchísimos  á  vernos,  pues  íbamos  ordenados  en  dos 
filas,  y  delante,  un  ejercitante  llevaba  el  santo  Cristo.  Al  salir  á  la  calle,  en- 


84 
seguida  se  notaba  el  rumor  que  hacía  la  gente,  y  alguno  que  otro  joven  mal 
educado,  solía  decir  alguna  cosa,  pero  no  delante,  sino  detrás  de  todos  para 
poder  hablar  y  que  no  le  pudieran  ver. 

El  segundo  día,  ya  acostumbrados  y  entendiendo  lo  que  valen  los  santos 
Ejercicios,  se  pasó  más  á  prisa  q.ue  el  primero.  Y  ¿quién  oyendo  la  dulce  y 
amable  palabra  de  este  padre  no  se  enamora?  ¿Y  á  quién  íio  se  le  hace  cor- 
to el  sermón,  aunque  dure  tres  horas?  En  este  día  nos  dijo  el  padre,  que  ha- 
biéndole pedido  algunos  de  los  ejercitantes  la  disciplina,  nos  lo  hacía  saber 
á  todos,  pero  advirtiendo  que  eso  era  un  acto  voluntario,  y  que  el  que  no 
quisiera,  que  no  se  asociara;  pero  como  ya  teníamos  diez  sermones,  y  ha- 
bíamos recordado  ya  algo  de  lo  que  Dios  N.  S.  padeció  por  nosotros,  pensá- 
ramos qué  debíamos  hacer;  qué  pasó?  que  no  quedó  ninguno  que  no  tomara 
disciplina,  acompañándonos  también  el  padre,  el  Sr.  arcipreste  y  los  seño- 
res coadjutores. 

El  día  3.^,  después  de  hacer  el  Via-crucis  con  mucha  devoción,  se  ba- 
ñaron de  lágrimas  los  ojos  de  todos  los  ejercitantes.  El  P.  Iñesta  nos  pidió 
perdón  por  si  en  algo  nos  había  faltado;  falta  que  no  había  hecho,  y  pidió  que 
le  permitiésemos  besarnos  los  pies  á  todos.  Figúrese  la  escena  que  se  repre- 
sentó; á  medida  que  el  padre  iba  besando  los  pies,  el  ejercitante  á  quien  se 
los  besaba,  iba  regando  con  lágrimas  el  suelo  del  santo  templo. 

La  gentuza  libre-pensadora  y  demás  compañeros,  están  que  rabian  de 
ver  que  prospera  el  deseo  de  hacer  muchos  hombres  los  santos  Ejercicios,  y 
como  quiera  que  acuden  á  ver  hacer  á  los  ejercitantes  el  Via-crucis  en  la 
iglesia,  y  ven  que  van  con  aquella  humildad,  eso  les  hace  rabiar  más  porque 
ese  es  un  don  que  á  ellos  les  falta. 

Casi  todos  los  de  la  primera  tanda  hicimos  una  confesión  general  verda- 
dera, y  sólo  el  padre  sabe  las  lágrimas  que  se  han  derramado  en  el  transcurso 
de  las  confesiones. 

Casi  todos  también  han  hecho  verdaderos  propósitos  de  no  ofender  á  Dios 
N.  S.  Unos  prometieron  no  blasfemar  más  de  su  santo  Nombre  y  otros  la  co- 
munión frecuente,  que  es  la  verdadera  medicina  que  cura  las  enfermedades 
del  alma. 

Entre  otras  cosas,  me  llamó  la  atención  la  carta  que  un  joven  dirigió  á 
sus  padres,  la  cual  quiero  copiar  íntegra,  por  parecerme  tendrá  V.  R.  gusto 
en  ello. 

Dice  así:  «Queridos  padres:  me  alegraré  que  al  recibir  la  presente,  go- 
cen Vds.  de  completa  salud.  La  mía  es  buena  á  D.  G. 

» Vivamente  impresionado  por  estos  Ejercicios,  los  cuales  me  han  disuel- 
to pesadas  dudas  é  infundados  errores,  motivados  por  mi  ignorancia  y  por  mis 


85 

malas  compañías,  vista  desde  aquí  bien  clara  la  verdad  y  desechados  los  vanos 
presentimientos  que  turbaban  mi  tranquilidad  y  mi  conciencia,  he  resuelto 
cambiar  en  la  parte  que  era  menester,  mis  ideas. 

»Sobre  todo,  padre,  le  ruego  encarecidamente,  haga  venir  á  mis  queri- 
dos Carlos  y  Salvador,  y  si  dan  otra  tanda,  vengan  los  restantes  á  fin  de  no 
dejar  la  casa  sola. 

»Si  V.  padre,  quiere  tener  verdadero  dominio  sobre  sus  hijos;  si  ustedes, 
mis  queridos  padres,  quieren  el  bien  de  sus  amados  hijos,  y  quieren  la  salva- 
ción de  ellos,  mándenlos  á  los  Ejercicios,  y  sus  hijos,  haciéndose  hombres  hon- 
rados, honrarán  á  sus  dignos  padres,  y  no  mandándolos  corren  peligro  de 
perderse. 

»Las  ganas  de  comer  siguen  bien,  y  tengo  las  manos  y  cara  que  parecen 
de  señorito. 

»Sin  más  por  hoy...  etc.» 

El  Señor  bendiga  al  P.  Iñesta,  que  tan  admirablemente  sabe  cautivarlos 
corazones  de  los  hombres,  y  que,  en  los  pocos  días  que  hace  reside  en  esta 
ciudad,  ha  hecho  derramar  tantas  lágrimas  de  arrepentimiento.  Que  bendiga 
también  el  Señor  el  trabajo  inmenso  que  nuestro  digno  Sr.  arcipreste  se  ha 
tomado  para  cooperar  á  una  obra  como  ésta,  y  en  recompensa  de  ello  y  del 
interés  que  se  toma  para  la  realización  déla  torre  del  campanario  y  demás 
obras  de  la  población,  le  conceda  el  Señor  lo  que  yo  para  mí  deseo,  que  es 
la  Gloria  eterna. 

Rdo.  padre:  Ruegue  á  Dios  N.  S.  por  mí,  ya  que  V.  R.  tiene  una  vida 
más  perfecta  que  la  mía  y  por  medio  de  la  cual  se  hacen  tantos  santos,  por- 
que es  de  mortificación  y  desprendimiento  de  los  bienes  de  este  mundo. 

Soy  de  V.  R.  S.  S.  q.  b.  s.  m. 

Antonio  Monzó  Huesma. 


CARTA  CUARTA 


Sagunto,  y  diciembre  de  1911. 

R.  P.  Jaime  Sansa,  S.  J,— Tortosa. 
Apreciado  padre  en  Jesucristo:  Por  complacer  de  nuevo  al  muy  querido 
y  apreciado  P.  Iñesta,  tomo  la  pluma  para  notificarle  lo  que  V.  R.  desea 
saber  de  los  santos  Ejercicios. 


86 

Aj'er  por  la  mañana,  día  de  la  Inmaculada  Concepción,  terminó  la  segun- 
da tanda,  celebrándose  á  las  7  la  misa  de  comunión  general  para  los  ejerci- 
tantes de  la  1  .^  y  2.^.  Al  banquete  eucarístico  se  acercaron  todos  los  ejerci- 
tantes y  algunos  hombres  que  también  quisieron  tomar  parte,  resultando  una 
comunión  numerosísima,  pues  se  dio  el  Pan  de  los  ángeles  á  muchísimos  fie- 
les, y  además  en  la  capilla  de  la  comunión  no  pararon  los  sacerdotes  de  ad- 
ministrarla á  otros  que  no  pudieron  asistir  á  la  general. 

A  las  nueve  se  celebró  la  solemne  fiesta  que  las  camareras  de  nuestra 
Señora  hacen  á  la  Inmaculada,  encargándose  del  panegírico  el  muy  elocuente 
orador  sagrado  D.  Enrique  Sanchiz,  arcipreste  de  la  parroquia  de  santo  To- 
más de  Valencia,  el  cual  desempeñó  su  cometido  con  el  acierto  que  las  cir- 
cunstancias requerían. 

En  esta  ciudad  no  se  habla  de  otra  cosa  más  que  de  los  santos  Ejercicios. 
Los  hombres  de  buena  conducta,  que  los  han  practicado,  no  cesan  de  alabar 
al  P.  Iñesta,  pues  es  tanta  su  amabilidad,  que  á  todos  entusiasma.  Los  hom- 
bres del  libre-pienso,  ó  como  se  diga,  no  paran  de  criticar  estos  actos,  di- 
ciendo que  los  jesuítas  son  unos  fanáticos,  unos  canallas:  que  el  dar  resulta- 
do los  Ejercicios,  es  debido  á  que  se  ganan  las  mujeres  y  éstas  conquistan  á 
sus  maridos  é  hijos:  en  fin  mil  barbaridades. 

De  los  119  hombres  de  que  constaba  la  2.^  tanda  que  acaba  de  terminar, 
la  mayor  parte,  ó  sea  unos  70,  eran  jóvenes  de  20  á  25  años.  Se  han  manifes- 
tado muy  atentos  á  las  explicaciones  que  el  padre  sabiamente  hacía,  y  no 
faltaron  algunos  que  vertieron  lágrimas  al  oir  cómo  el  padre  les  representa- 
ba las  travesuras  que  habían  hecho  durante  su  vida. 

Entre  estos  había  uno  de  21  años,  hijo  de  una  de  las  familias  más  católi- 
cas de  esta  ciudad.  Hace  unos  tres  años,  como  quiera  que  sus  padres  lo  edu- 
caban cristianamente  y  á  él  le  repugnaba  mucho,  se  juntó  con  malas  compañías 
que  fueron  su  perdición;  no.  queriendo  practicar  lo  que  su  buen  padre  le 
enseñaba,  se  fué  de  casa,  siendo  su  paradero,  hasta  ahora,  tan  pronto  un 
sitio  como  otro.  Una  vez  le  robaron  el  dinero  que  con  trabajo  tenía  re- 
cogido. Debido  á  su  mala  conducta,  ha  estado  por  dos  veces  gravísimo 
en  el  hospital  de  Valencia.  En  fin  que  en  estos  tres  años,  ha  llevado  una 
vida  depravada  á  más  no  poder.  El  día  que  terminó  la  primera  tanda  fué  á 
la  casa  donde  se  hospedaba  este  joven,  un  hombre  muy  bueno;  preguntó 
por  él  y  como  le  dijesen  que  estaba  durmiendo,  lo  despertó  y  se  fueron 
los  dos  al  Calvario.  Una  vez  allí,  le  dijo  que,  por  encima  de  todo,  aquella 
noche  había  de  volver  á  casa  de  sus  padres,  haciéndole  ver  cómo  por  súmala 
vida  le  habían  sucedido  varias  enfermedades.  Después  de  oponer  el  joven 
mil  dificultades  convinieron  en  que  también  le  acompañaría  un  sacerdote  de 


87 

ésta  para  presentarlo  al  anochecer  en  la  casa  paterna.  Por  casualidad  me 
vieron  á  mí  y  quisieron  que  también  yo  le  acompañara.  Llegamos  á  la  casa, 
y  como  no  estaba  su  padre,  nos  esperamos  hablando  con  su  madre  y  herma- 
nos. Por  fin  llegó  su  padre,  y  después  de  razonar  brevemente  de  los  Ejerci- 
cios, le  dijo  el  sacerdote  que  nos  íbamos,  pero  que  le  dejábamos  á  su  hijo  en 
casa.  El  fervoroso  padre  respondió  que  le  parecía  bien,  añadiendo:  «Yo  lo 
que  quiero  es  que  mi  hijo  quiera  sobre  todas  las  cosas  á  Dios  N.  S.,  que  es  lo 
que  siempre  le  he  enseñado». 

Nos  retiramos  quedando  en  que  después  de  cenar  iríamos  por  él  para 
que  formase  parte  de  la  segunda  tanda  que  comenzaba  aquella  noche.  Entró  en 
los  santos  Ejercicios,  y  por  varios  amigos  y  dos  hermanos  míos,  que  también 
los  hacían  en  esta  segunda  tanda,  supe  que  había  llorado  mucho,  y  el  primer 
día  que  salieron  á  rezar  el  Via-crucis,  pidió  le  dejasen  llevar  el  Sto.  Cristo, 
lo  cual  le  fué  concedido. 

El  tercer  día,  cuando  el  P.  Iñesta,  lo  mismo  que  á  nosotros,  besó  los 
pies  á  los  ejercitantes  pidiéndoles  perdón  (derramando  también  muchas  lá- 
grimas), exhortó  á  que  también  ellos  se  perdonasen  mutuamente.  Entonces, 
el  joven  á  que  me  refiero,  fué  en  busca  de  su  padre,  que  se  hallaba  también 
presente  y  abrazándole  fuertemente,  le  rogó  le  perdonase.  Así  lo  hizo  el 
buen  padre  derramando  los  dos  y  todos  los  circunstantes  raudales  de  lágri- 
mas. Ruegue  V.  R.  por  la  perseverancia  de  este  pobre  joven,  que  verdade- 
ramente es  una  figura  del  Hijo  pródigo. 

Todos  los  ejercitantes  han  escrito  á  casa  de  sus  padres,  diciéndoles  que 
en  toda  su  vida  no  habían  pasado  días  más  felices  que  los  de  estos  santos  Ejer- 
cicios. 

Esta  noche,  comienza  D.  m.,  la  tercera  tanda,  suprimiéndose  en  ella  la 
salida  al  rezo  del  Via-crucis,  por  creer  el  padre  que  dicha  salida  es  obstáculo 
para  que  algunos,  llevados  de  los  respetos  humanos  y  temor  al  ¿gué  dirán?, 
hagan  Ejercicios. 

Me  ofrezco  para  informar  á  V.  R.  del  resultado  que  produzca  en  esta 
ciudad  la  3.^  tanda  de  ejercicios,  á  que  se  va  á  dar  comienzo,  y  doy  á  V.  R. 
las  más  sinceras  gracias  por  su  regalito  del  libro,  cosa  que  aprecio  y  agradez- 
co muchísimo.  , 

Me  despido  de  V.  R.  suplicándole  se  acuerde  en  sus  oraciones  de  esta 
ciudad,  para  que  sea  de  nuevo,  lo  que  fué  en  tiempos  anteriores. 

Soy  de  V.  R.  affmo.  S.  S.  Q.  B.  S.  M. 

Antonio  Monzó  Huesma. 


CARTA  QUINTA 

Sagtinto  y  diciembre  de  1911. 

R.  P.  Jaime  Sansa,  S.  J.— Tortosa. 

Apreciado  padre  Sansa:  Contestando  á  su  muy  grata  carta  en  la  que  pre- 
gunta por  el  éxito  de  la  última  tanda,  le  participo  que  no  ha  resultado  como 
las  dos  anteriores. 

El  número  de  ejercitantes  fué  mayor,  pues  excedió  en  10  ala  segunda, 
pero  unos  cuantos  jóvenes  entraron  en  Ejercicios  forzados  por  sus  padres. 
Como  no  estaban  bien  instruidos  en  materia  de  religión,  no  paraban  de  ha- 
cer gestos  y  en  el  comedor  faltaban  al  silencio  mientras  los  demás  lo  guar- 
daban puntualmente:  por  fin  los  tuvieron  que  separar  y  hacerles  comer  á 
parte.  Cuando  el  P.  Iñesta  se  enteró,  los  reprendió  como  se  merecían,  di- 
ciéndoles  que,  ó  terminaban  de  hacer  lo  que  hacían,  ó  se  acababan  los  Ejer- 
cicios. 

Esto  era  el  segundo  día,  y  al  siguiente,  en  vista  de  que  eran  muchos  los 
que  pedían  hacer  el  Via-crucis  en  la  iglesia,  determinó  el  padre  se  hiciese 
como  pedían,  pero  haciendo  constar  que  como  esta  salida  obedecía  á  la  petición 
que  le  habían  hecho,  dejaba  libre  el  poder  quedarse  en  la  Casa  á  los  que  lo 
deseasen.  Tan  sólo  se  quedaron  unos  26. 

Al  salir  del  Centro  en  dirección  á  la  iglesia,  hizo  el  padre  que  llevase  el 
santo  Cristo  uno  de  los  jóvenes,  á  que  antes  me  he  referido.  Este  fué  uno 
de  los  que  más  lágrimas  vertieron  en  el  conmovedor  acto  de  besar  los  pies  y 
pedir  perdón.  De  vuelta  á  la  casa  de  Ejercicios,  hizo  el  padre  con  los  que  se 
habían  quedado  lo  mismo  que  había  hecho  en  el  templo:  algunos  se  negaban 
á  que  les  besara  los  pies  confesándose  indignos  de  ello,  pero  al  fin  accedie- 
ron á  los  ruegos  del  padre,  no  sin  derramar  todos  copiosas  lágrimas. 

Se  dio  fin  á  esta  tanda  el  jueves  por  la  mañana,  celebrándose  á  las  cinco 
y  media  la  comunión  general  para  todos  los  ejercitantes  que  habían  tomado 
parte  en  ella,  agregándose  á  éstos  varios  de  las  tandas  anteriores. 

Durante  el  viernes  y  sábado,  dio  el  padre  los  Ejercicios  á  87  niños,  de 
10  á  16  años  de  edad,  los  cuales  entraban  á  las  7  de  la  mañana  y  salían  á  las 
siete  y  media  de  la  noche. 

El  domingo  por  la  mañana  hubo  comunión  general  para  los  ejercitantes 
de  las  tres  tandas  y  los  niños.  Por  la  tarde,  después  de  terminada  la  solemne 
función,  que  la  antigua  cofradía  de  Minerva  dedica  á  la  santa  Eucaristía  los 


terceros  domingos  de  mes,  en  la  que  predicó  el  P.  Iñesta  un  acertado  y  elo- 
cuente sermón  contra *la  blasfemia;  se  organizó  por  las  calles  de  la  ciudad 
un  Rosario  cantado,  del  que  formaban  parte  todos  los  ejercitantes.  Según  se 
afirma,  no  se  había  conocido  tanta  concurrencia  de  hombres  á  un  acto  re- 
ligioso, ni  aun  el  día  de  los  santos  patronos  Abdón  y  Senén. 

Los  republicanotes,  claro  está,  como  además  de  ver  el  entusiasmo  por 
los  santos  Ejercicios,  que  es  lo  que  á  ellos  más  les  desagrada,  pudieron  adr 
mirar  el  acto  del  domingo  por  todo  el  pueblo,  estaban  que  se  mordían  la  len- 
gua. Todo  eran  corrillos  por  aquí  y  por  allá  y  habladurías  en  voz  baja,  pero 
nadie  dirigió  la  menor  palabra  de  insulto:  ya  sabían  ellos  bien  que  no  era 
aquel  tiempo  oportuno  para  eso. 

Ayer  empezó  la  4.''^  tanda  dada  á  hombres,  los  cuales  estarán  cuatro 
días,  pero  entrando  y  saliendo  de  la  casa  donde  se  practican,  lo  mismo  que 
los  niños.  Sin  duda,  este  cambio  en  la  distribución  se  ha  debido  de  introducir 
por  haber  expuesto  algunos  hombres  la  imposibilidad  de  abandonar  su  casa 
durante  la  noche,  pues  ya"  el  domingo  por  la  tarde  dijo  el  padre  que  solamen- 
te en  este  pueblo  se  había  hecho  de  este  modo.  Según  creo  esta  tanda  se 
compone  de  40  hombres  y  será  la  última  que  por  ahora  se  les  dará. 

Esto  es  cuanto  por  ahora  puedo  comunicarle,  aprovechando  la  ocasión 
para  repetirme  una  vez  más. 

De  V.  R.  affmo.  S.  S.  q.  b.  s.  m. 

Antonio  Monzó  Huesma. 


CARTA  SEXTA 


Sagunto,  27  de  diciembre  de  1911. 

Rdo.  P.  Jaime  Sansa,  S.  J.— Tortosa. 

Apreciado  en  Cto.,  padre  Sansa:  Después  de  saludarle  cariñosamente, 
mi  deseo  es  que  se  encuentre  sin  novedad,  dando  por  ello  gracias  á  Dios. 

No  sería  cumplir  con  lo  prometido,  si  no  le  comunicara  los  últimos  actos 
celebrados,  con  motivo  de  los  santos  Ejercicios. 

Después  de  concluida  la  última  tanda  de  Ejercicios  dada  á  sólo  hombres, 
que  terminó  el  jueves  por  la  mañana,  hubo  también  Ejercicios  para  las  mu- 
jeres, en  la  iglesia  parroquial  de  santa  María,  haciéndoles  el  P.  Iñesta  dos 


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sermones:  uno  por  la  mañana,  conchuda  la  misa  de  las  cinco  y  media,  y 
otro  á  las  seis  y  media  de  la  noche. 

Todo  cuanto  yo  le  pudiera  decir  del  entusiasmo  que  ha  habido,  sería 
poco,  pues  basta  decir,  que  tanto  por  la  mañana  como  por  la  noche,  se  llenaba 
el  templo  de  gente,  acudiendo  á  él  y  aprovechándose  de  la  ocasión  muchísimos 
hombres,  viéndose  algunas  veces  á  personas  descreídas  distinguirse  por  su 
atención  á  las  dulces. palabras  del  P,  Iñesta. 

En  la  noche  en  que  se  conmemora  el  Nacimiento  del  Hijo  de  Dios,  nos 
predicó  el  P.  Iñesta  un  hermoso  sermón,  haciéndonos  verla  diferencia  que  hay 
entre  el  Nacimiento  del  Rey  de  cielos  y  tierra,  y  el  de  los  hombres.  Estuvo 
elocuentísimo:  al  fin  del  sermón  se  despidió  de  nosotros  causándonos  la  des- 
pedida tal  sentimiento,  que  las  lágrimas,  que  días  antes  se  derramaron  al 
considerar  las  verdades  eternas  de  los  santos  Ejercicios,  se  repitieron  en 
aquellos  momentos. 

El  momento  de  recibir  al  divino  Niño  en  nuestros  pechos,  resultó  un 
acto  solemnísimo  por  la  gran  concurrencia  de  personas  que  se  llegó  al  divino 
Convite.  Según  referencias  de  un  sacerdote,  pasaron  de  1.200  las  comu- 
niones administradas. 

Todos  estamos  que  no  sabemos  lo  que  nos  pasa  desde  que  ese  buen  pa- 
dre de  las  almas  se  ha  alejado  de  nuestro  lado.  Su  presencia  y  ía  dulzura  de 
sus  palabras  nos  eran  tan  gratas,  que  no  nos  cansábamos  de  oirle  aunque  se 
alargara  un  poco  en  algunas  explicaciones. 

Todos  pedimos  al  Señor  que  premie  al  buen  P.  Iñesta,  como  recompen- 
sa del  bien  que  ha  hecho  en  el  poco  tiempo  que  ha  estado  en  esta  ciudad. 

Deseando  á  V.  R.  unas  felices  pascuas  de  Navidad  y  entrada  de  año, 
me  ofrezco  gustosísimo  para  que  V.  R.  disponga  de  mí  en  todo  lo  que  pueda 
serle  útil. 

De  V.  R.  affmo.  S.  S.  q.  b.  s.  m. 

Antonio  Monzó  Hues.wa. 


N.  B.  Téngame  presente  en  sus  oraciones,  y  pida  al  Señor  que  tenga 
misericordia  de  este  pueblo,  otorgándonos  á  todos  el  don  santo  de  la  per- 
severancia. 


(r==^í'^>==^ 


COLEGIO  DE  SANTO  DOMINGO 
DE  ORIHUELA 


UN/\   OBRA    SOCIAL    ADMIRABLE   É   IMITABLE 
DEBIDA  Á  LOS  NN.  DE  AQUEL  COLEGIO 

Narración  por  el  P.  Juan  B.  Juan  Sausi.  S.  J. 


CAJA  DE  AHORROS  Y  SOCORROS  Y  MONTE  DE  PIEDAD 
DE  NUESTRA  SEÑORA  DE  MONSERRATE 

Una  de  las  obras  sociales  que  con  más  exactitud  pueden  compararse  al 
granito  de  mostaza,  en  frase  evangélica  la  menor  de  las  semillas;  es  sin  duda 
alguna  la  «Caja  de  Ahorros  y  Socorros  y  Monte  de  Piedad  de  Ntra.  Sra.  de 
Monserrate»,  fundada,  gracias  á  la  iniciativa  y  perseverante  tesón  del 
R.  P.  Bartolomé  Arbona,  rector  á  la  sazón  del  Colegio  de  santo  Domingo, 
en  Orihuela  el  año  1994  é  inaugurada  el  día  de  la  Asunción  de  la  san- 
tísima Virgen  á  los  cielos.  Un  pequeño  cuarto  destartalado,  y  húmedo 
por  añadidura,  una  mesa  vieja  acompañada  de  media  docena  de  sillas, 
que  una  buena  persona  prestó  gratuitamente,  fueron  el  primer  local  y  mo- 
biliario de  la  nueva  institución.  Su  modesto  capital  no  pasaba  de  4.000 
pesetas.  Y  así  vivió  por  espacio  de  algunos  años,  como  pequeña  semilla 
echada  en  el  surco,  pero  rodeada  de  todas  las  espinas  que  pueden  impedir 
el  crecimiento  de  una  planta,  y  de  todas  las  contradicciones  que  pueden 
llover  sobre  una  institución  humana. 

Diríase  que,  aunque  tan  pobre  y  sin  salir  aún  de  la  cuna,  el  mundo  ente- 
ro se  armaba  contra  ella,  porque  amigos  y  enemigos,  seglares  y  no  segla- 
res, políticos  y  no  políticos,  los  buenos  y  los  malos  sin  exceptuar  ningu- 
no, no  sólo  se  opusieron  tenazmente  á  su  fundación,  sino  que  hicieron 
también  cuanto  pudieron  para  tirarla  abajo  después  de  fundada,  haciéndole, 
pública  y  privadamente,  oficiosa  y  oficialmente  la  más  cruda  guerra.  Ni  faltó 
quienes  aun  de  los  mismos  que  ayudaron  con  su  óbolo  para  fundarla  y  figura- 


92 

ban  en  el  cuadro  de  protectores,  la  combatiesen  y  se  burlasen  de  ella  ó  por 
lo  menos  la  mirasen  con  desprecio.  Los  que  le  hacían  más  favor  era  no  acor- 
darse para  nada  de  su  nacimiento. 

Y  no  fué  la  menor  de  las  dificultades  y  de  seguro  fué  ésta  la  raíz  de 
otras  muchas  que  después  surgieron,  la  existencia  de  otra  Caja  de  Ahorros, 
establecida  ya  de  antiguo  en  Orihuela,  si  bien  de  índole  muy  diferente,  tan- 
to por  su  origen,  como  por  su  fin;  puesto  que  está  constituida  por  socios  que 
perciben  un  tanto  por  ciento  de  utilidades  como  en  todas  las  sociedades  pu- 
ramente económicas,  de  la  cual  son  accionistas  muchos  de  los  más  principales 
de  la  ciudad.  Así  pues,  como  era  natural,  los  interesados  no  dejaron  piedra 
por  mover  á  fin  de  estorbar  la  fundación  primero  y  el  desarrollo  después  de 
la  pequeña  institución,  la  cual,  según  creían,  venía  á  turbarles  la  tranquila 
manipulación  de  intereses  en  la  región  orcelitana. 

Pero  los  enemigos  más  despiadados  y  temibles  fueron  los  que  desde 
mucho  tiempo  antes,  se  enriquecían  con  la  asura  esquilmando  con  ella  sin 
piedad  la  hermosa  vega  del  Segura. 

Pero  la  contradicción  de  los  hombres  es  el  sello  de  las  obras  de  Dios,  y 
esta  ley  tan  antigua  como  el  mundo,  se  vio  una  vez  más  cumplida  en  la  «Caja 
de  Ahorros  de  Ntra.  Sra.  de  Monserrate»  de  Orihuela. 

Todavía  á  estas  dificultades  hay  que  agregar  otras,  que  si  bien  son  de 
carácter  más  general,  no  dejaron  de  entorpecer  gravemente  la  vida  y  obras 
de  esta  institución  meritísima  y  eminentemente  social.  Porque  para  empren- 
der obras  de  provecho  común  y  estable  entre  los  pobres,  hay  que  vencer  en 
ellos  el  espíritu  de  rutina  y  la  natural  desconfianza  que  les  inspira  toda  no- 
vedad en  que  de  algún  modo  ven  comprometidos  sus  intereses;  es  menester 
con  argumentos  prácticos  mostrarles  las  ventajas  que  reportan  de  tal  ó  cual 
empleo  del  dinero,  los  peligros  y  daños  de  la  imprevisión  ó  despilfarro,  é 
inculcarles  poco  á  poco,  pero  con  constancia,  las  utilidades  prácticas  del 
ahorro,  de  la  economía,  de  la  asociación,  de  la  propiedad,  etc.  etc.  Y  no  hay 
que  olvidar  la  gran  aversión  que  reina  por  desgracia  en  muchas  regiones  á 
toda  suerte  de  asociación,  la  cual  es  casi  universal  tratándose  de  gente  jor- 
nalera y  pequeños  propietarios,  que  cifran  toda  su  felicidad  en  gastarse  cuan- 
to ganan  y  vivir  al  día  como  suele  decirse,  si  no  es  que  den  en  otro  extremo 
contrario  cual  es  el  tener  su  dinero  enterrado  ó  encerrado  en  viejos  arcones, 
sin  comprender  la  utilidad  que  les  reportaría  el  entregarlo  á  manos  ajenas 
para  que  les  produjera  algún  interés. 

Para  vencer  estas  dificultades  es  menester  no  solamente  conocer  el 
origen  de  donde  proceden  que  de  seguro  ha  de  variar  de  una  región  á*otra, 
sino  también  procurar  obtener   un  conocimiento  más   que  superficial   del 


93 

carácter,  honradez  y  laboriosidad  ó  quizá  apatía  é  indolencia  del  país.  Si  no 
se  tienen  además  recursos  pecuniarios,  buenas  relaciones  y  algún  más  que 
regular  crédito  comercial,  que  suele  faltar  á  los  religiosos,  vienen  inevita- 
blemente los  fracasos,  frecuentes  por  desgracia,  en  personas  emprendedoras, 
de  gran  celo  y  virtud,  cuyas  obras  pronto  mueren.  Pues  bien:  ¿quién  puede 
poner  en  duda  los  esfuerzos  que  son  necesarios  para  llevar  adelante  una  aso- 
ciación económica  establecida  bajo  la  influencia  exclusiva  del  espíritu  cató- 
lico? Pues  por  ahí  se  podrá  comprender  cuánto  se  ha  tenido  que  luchar  para 
la  institutión  y  crecimiento  de  la  «Caja  de  Ahorros  y  Socorros  de  Ntra.  Se- 
ñora de  Monserrate»,  la  cual  no  ha  dejado  de  perseguir  con  eficacia  y  sin 
desalientos  su  fin  inmediato,  que  es  contribuir  al  mejoramiento  material  y 
moral  del  país,  difundir  entre  sus  habitantes  las  ¡deas  de  economía  y  previ- 
sión, contrarrestar  los  daños  de  la  usura  y  auxiliar  al  laborioso  y  necesitado 
trabajador,  proporcionándole  los  elementos  más  precisos  ya  para  las  necesi- 
dades de  la  vida,  ya  para  las  de  su  profesión  y  oficio,  así  en  circunstancias 
normales  como  en  épocas  difíciles  y  calamitosas. 

Pero  vengamos  á  cosas  más  concretas.  El  dia  15  de  agosto,  como  decía- 
mos, del  año  1904,  dióse  por  abierta  la  Caja  proyectada;  pero  á  fin  de  obviar 
dificultades  que  el  gobierno  de  la  nación  opone  á  nuevas  fundaciones  de  este 
género,  túvose  por  conveniente  fundarla  como  sucursal  de  la  Caja  de  Aho- 
rros de  Crevillente,  población  que  dista  de  Orihuela  como  unos  20  kilómetros. 
Mas,  como  quiera  que  los  trabajos  de  esta  obra  de  necesidad  indispensable 
para  Orihuela,  se  vieran  poco  á  poco  felizmente  coronados  por  un  resultado 
cada  vez  más  satisfactorio,  previos  los  acuerdos  requeridos,  declaróse  inde- 
pendiente y  obtuvo  la  aprobación  legal  mediante  una  real  orden  expedida 
el  12  de  mayo  de  1906. 

El  sistema  de  esta  singular  institución  es  muy  especial.  No  es  el  de  las 
Cajas  de  Raiffeisen,  ni  el  de  las  Cajas  llamadas  de  Jontes,  ni  el  de  otras 
cajas  rurales  que  se  han  creado.  El  estudio  y  procedimientos,  que  se  adop- 
taron lo  recomiendan  eficazmente;  porque  como  quiera  que  antes  de  formu- 
larse el  reglamento,  por  que  se  había  de  regir  la  deseada  Caja,  se  consulta- 
sen otros  varios  del  mismo  género  con  mucho  cuidado  y  diligencia,  por 
hombres  muy  competentes  en  la  materia,  con  no  menor  diligencia  y  cuidado 
procuróse  averiguar  el  éxito  bueno  ó  malo  de  cada  uno,  y  las  ventajas  ó  des- 
ventajas que  traen  consigo,  y  con  esto  se  redactó  uno  tomando  lo  mejor  de 
todos,  de  donde  resulta  que  el  reglamento  por  que  se  rige  la  «Caja  de  Aho- 
rros y  Socorros  y  Monte  de  Piedad  de  Nuestra  Señora  de  Monserrate»  es  un 
verdadero  modelo  en  su  clase;  y  bien  á  las  claras  se  ve  su  bondad  en  el 
brillante  resultado  con  que  ha  llevado  adelante  sus  operaciones  no  sólo  eco- 


94 

nómicas  y  materiales,  sino  también  morales  y  religiosas  en  pro  de  la  Huerta 
y  Ciudad  de  Orihuela. 

El  organismo  de  esta  institución  que  está  sometida  al  protectorado  y 
alta  inspección  de  ambas  potestades  eclesiástica  y  civil,  consta  en  primer 
lugar  de  un  patronazgo  que  pertenece  á  sus  fundadores  y  á  las  personas 
que  para  sustituirles  en  caso  de  fallecimiento,  incapacidad  ó  separación,  se 
designan  según  las  condiciones  y  forma  que  marca  el  reglamento.  En  segun- 
do lugar  consta  de  un  consejo  directivo  elegido  por  los  patronos  ó  fundado- 
res reunidos  en  junta  general,  el  cual  en  nombre  de  ellos  y  con  sus  poderes 
lleva  la  dirección  general  y  administración.  Mas  para  la  inmediata  y  práctica 
ejecución  de  todo,  hay  en  tercer  lugar  una  junta  de  gobierno  que  está  siem- 
pre sobre  la  marcha  de  la  Caja  y  tiene  á  su  vez  algunos  empleados,  en  mayor 
ó  menor  número  según  las  necesidades,  para  el  trabajo  de  oficinas.  Estos 
son:  secretario,  cajero,  contador,  almacenista,  tasador,  etc.,  etc. 

Reúnese  la  junta  de  patronos  una  vez  al  año,  el  consejo  directivo  se 
reúne  dos  y  además  las  veces  que  se  juzga  necesario;  y  la  junta  de  gobierno 
reúnese  cada  semana  ó  cada  quince  días,  aparte  de  que  el  presidente  debe 
estar  á  diario  en  el  despacho,  porque  es  el  que  lleva  la  firma  para  todos  los 
documentos  de  la  Caja. 

El  P.  rector  del  colegio  de  santo  Domingo  es  el  presidente  nato  del 
consejo  directivo,  y  por  esto  la  dirección  y  orientación  de  esta  benemérita 
institución  está  siempre  en  manos  de  los  nuestros,  sin  que  por  otra  parte 
tenga  ninguna  responsabilidad  en  el  terreno  económico,  con  lo  cual  puédense 
emprender  obras  sociales  de  primer  orden,  que  de  otro  modo  sería  muy 
difícil  si  no  del  todo  imposible. 

El  rasgo  especialísimo  y  nota  esencial  quemas  caracteriza  á  la  «Caja  de 
Ahorros  y  Monte  de  Piedad  de  nuestra  señora  de  Monserrate»,  y  la  coloca 
además  auna  altura  incomparable  en  el  orden  social  y  benéfico,  consiste  en 
que  en  ella  los  patronos  no  se  reparten  ningún  dividendo,  pues  el  cargo  de 
patronato,  conforme  al  artículo  11  del  reglamento,  es  honorífico  y  gratuito. 
Es  decir:  de  todas  las  ganancias,  utilidades  y  entradas  que  en  sus  múltiples 
operaciones  reporta  esta  institución,  no  perciben  ni  pueden  percibir  un 
céntimo  ni  los  patronos,  ni  el  consejo  directivo,  ni  la  junta  de  gobierno;  más 
todavía:  ni  aún  reciben  interés  alguno  de  la  cantidad  ó  cantidades  que  apor- 
taron para  la  fundación  de  dicho  establecimiento.  Todo,  absolutamente  todo, 
queda  en  beneficio  de  la  misma  Caja. 

Mucho  es  dar  al  pobre  una  limosna,  una  moneda,  un  pedazo  de  pan; 
pero  más,  muchísimo  más,  infinitamente  más  es  darle  el  trabajo  propio  y  la 
propia  inteligencia;  tanto  más  cuanto  que  con  esta  misma  inteligencia  y  este 


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trabajo  gratuito  se  le  da  también  al  pobre  muchísimo  pan  y  al  pueblo  se  le 
prestan  muchos  é  incomparables  beneficios,  tanto  materiales  como  morales. 
Por  este  motivo  la  «Caja  de  Ahorros  de  Nuestra  Señora  de  Monserrate» 
está  en  condiciones  de  crear,  como  ha  creado,  obras  y  secciones  dependien- 
tes de  ella  de  muchísima  importancia,  que  bien  merecen  ser  calificadas,  dentro 
del  círculo  de  la  región  orcelitana,  con  el  nombre  de  empresas. 
Vamos  á  enumerar  algunas  de  ellas. 

VENTA  DE  PAN 

La  primera  de  estas  obras,  en  el  orden  cronológico  por  lo  menos,  con- 
siste en  haber  instalado  un  puesto  para  venta  de  pan,  durante  los  rigores 
y  escasez  del  invierno  de  1905.  Porque,  habiéndose  encarecido  notablemente 
las  harinas  y  subido  mucho  el  precio  del  pan,  eran  sin  número  las  familias  á 
quienes  se  les  hacía  imposible  adquirir  este  tan  necesario  artículo  para  la 
vida.  La  Caja  de  Ahorros,  guiada  por  los  principios  de  la  caridad  cristiana, 
intentó,  con  sus  entonces  nacientes  fuerzas,  remediar  en  algo  esta  necesidad. 
Y  por  su  cuenta,  vendióse  por  espacio  de  algunos  meses  abundancia  de  pan, 
que  en  primer  lugar  era  de  harina  buena,  sin  mezcla  ni  adulteración  de  nin-. 
guna  clase,  y  en  segundo  lugar  á  la  mayor  economía  posible,  puesto  que  no 
se  dudó  en  perder,  como  se  perdieron,  más  de  600  pesetas,  que  resultaron 
en  beneficio  de  los  consumidores  pobres.  Pronto  corrió  por  todas  partes  la 
noticia,  y  no  solamente  de  Orihuela,  sino  también  de  los  pueblos  circunve- 
cinos acudía  la  gente  á  la  compra  del  pan. 

Esto  contribuyó  también  á  que  todas  las  expendedurías  rebajaran  los 
precios  del  pan  á  favor  del  público. 

VENDEDORAS  EN  LA  PLAZA 

Bien  incalculable  ha  hecho  esta  Caja,  aunque  por  todos  no  conocido,  á 
las  vendedoras  pobres  que  se  ganan  la  vida  expendiendo  víveres  en  la  plaza 
de  abastos.  Casi  todas  ellas  eran  víctimas  de  las  inhumanas  crueldades  de  la 
usura,  pues  solían  recibir  de  unos  pocos,  dinero  prestado  con  un  interés 
excesivamente  crecido  que  parece  fabuloso.  Porque  algunas  tomaban  la  can- 
tidad de  8  duros  para  el  tiempo  de  seis  meses,  y  habían  de  pagar  infalible- 
mente cada  día  30  céntimos  de  peseta  como  interés  diario;  éste,  como  ve 
claramente  cualquiera,  asciende  nada  menos  que  al  273  por  ciento  anual. 
Otras  recibían  dinero  prestado  al  día  en  pequeñas  cantidades,  como  un  duro, 
dos,  tres,  cuatro  ó  cinco,  con  la  condición  de  que  á  la  noche  del  mismo  día 


96 

habían  de  devolverlos,  pagando  el  interés  de  medio  real  ó  un  real  al  día 
por  cada  duro:  con  esto  asciende  el  rédito  á  las  veces  hasta  el  1 ,825  por  cien- 
to al  año,  cosa  á  la  verdad  tan  cruel  como  inaudita. 

Pues  bien,  este  benéfico  Centro  á  más  de  40  de  estas  vendedoras  presta 
cantidades  convenientes  al  6  por  ciento  anual  con  que  pueden  llevar  adelante 
sus  modestos  negocios.  Dichas  vendedoras  cumplen  á  su  vez  fielmente  sus 
compromisos  con  la  Caja,  reintegrando  por  décimas  sus  deudas;  y  como 
quiera  que  todas  tienen  además  su  libreta  de  ahorros  en  este  Estableci- 
miento, y  reciben  el  4  por  ciento  de  las  cantidades  que  van  imponiendo,  les 
resulta  que  vienen  á  pagar  solamente  el  2  por  ciento  al  año  de  los  préstamos 
que  tomaron  para  sus  compras.  Huelga  decir  el  agradecimiento  que  estas 
pobres  vendedoras  rescatadas  de  las  garras  del  usurero  tienen  á  esta  Institu- 
ción. 

PRÉSTAMOS 

Sabido  es  que  nuestra  hermosa  vega,  con  ser  tan  fértil,  no  es  de  las 
que  están  más  libres  de  la  terrible  plaga  de  la  usura.  Ruina  desastrosa  está 
causando  el  yo/o/o  en  los  verdes  y  frondosos  naranjales,  mas  la  usura  ha 
hecho  estragos  infinitamente  mayores  así  en  las  barracas  de  la  Huerta  como 
en  los  hogares  de  la  Ciudad.  Es  la  usura  peste  de  la  sociedad,  que  mata  al 
pobre,  consume  al  proletario  y  arruina  al  pequeño  comerciante  y  modesto 
industrial. 

¿Qué  ha  hecho,  pues,  esta  Caja  de  Ahorros  contra  ese  crimen  verdade- 
ramente social?  A  ella  misma  se  han  presentado  las  víctimas  que  había  que 
salvar;  y  no  ha  tenido  más  que  facilitarles  préstamos  para  que  cubrieran 
luego  la  deuda  con  el  usurero;  porque  á  éste  le  tenían  dinero  tomado  al  20, 
al  25,  al  30  y  hasta  al  60  por  ciento.  Desde  que  acudieron  á  la  Caja  ya  no 
han  rendido  interés  más  que  al  6  por  ciento  anual.  A  otros  les  ha  fiado  dine- 
ro antes  que  cayeran  en  las  redes  de  la  usura.  Hoy  pasan  de  500  los  prés- 
tamos que  ha  hecho  con  este  fin  tan  altamente  social  y  esta  idea  tan  eminen- 
temente cristiana. 

Ojalá  se  convencieran  todos  del  bien  inmenso  que  pueden  hacer  las  ins- 
tituciones como  la  «Caja  de  Ahorros  de  Ntra.  Sra.  de  Monserrate»,  y  enten- 
dieran además  que  á  la  usura  andan  vinculados,  en  los  actuales  tiempos, 
todos  los  peligros,  todas  las  amenazas,  todos  los  desastres  que  el  socialismo 
y  anarquismo  producen  contra  el  orden  religioso,  político  y  social. 


97 

AHORROS 

No  es  el  menor  bien  entre  todos  los  que  ha  hecho  esta  Institución  á  la 
región  orcelitana,  el  haber  introducido  en  muchos  de  sus  habitantes  la  idea 
y  la  práctica  del  ahorro.  Hoy  pasan  de  1000  las  libretas  de  ahorros,  abier- 
tas á  favor  de  igual  número  de  individuos  ó  familias  que  representan  otras 
tantas  alcancías  ya  para  arrostrar  necesidades  que  puedan  sobrevenir,  ya 
para  cualquier  objeto  industrial  ó  económico.  Esta  Caja  rinde  el  interés  del 
4  por  ciento  anual  por  el  dinero  impuesto  á  plazo  libre  é  indeterminado,  y 
del  5  por  ciento  por  las  cantidades  que  se  imponen  á  plazo  fijo  de  un  año. 

Con  el  fin  de  fomentar  el  ahorro  y  estimular  por  todos  los  medios  á  la 
economía,  el  art."  81  del  reglamento  de  esta  Caja  dice  de  esta  manera: 
«Cuando  las  circunstancias  lo  permitan,  se  sortearán  entre  los  imponentes 
más  asiduos,  pobres,  algunas  imposiciones  de  regalo,  como  se  verifica  en 
otras  cajas  de  ahorros». 

«En  todo  caso  los  imponentes  asiduos  tendrán  derecho  preferente  á  los 
préstamos  y  socorros  que  facilite  esta  Institución». 

Pocas  obras  hay  de  tanta  importancia  en  el  orden  profano,  como  el  aho- 
rro; pero  el  ahorro  sanamente  entendido  que  no  es  sórdida  avaricia,  sino 
prudente  y  avisada  previsión.  Cada  monedita  ahorrada  representa  una  vic- 
toria del  individuo  sobre  sí  mismo,  una  lección  elocuente  de  civismo  y  cultu- 
ra. El  derroche  y  la  prodigalidad  son  fuente  de  vicios  y  pendiente  que  con- 
duce á  mil  tribulaciones  y  sufrimientos. 

El  ahorro,  para  que  sea  virtud,  ha  de  ser  personal,  ha  de  ser  una  econo- 
mía individual,  una  privación  impuesta  voluntariamente  con  noble  fin. 

De  todos  los  medios  de  previsión  contra  las  dificultades  de  lo  porvenir, 
el  ahorro  es  el  más  sencillo  y  el  más  cómodo. 

Un  individuo,  una  familia,  un  pueblo  que  derrocha,  siempre  es  pobre  y 
miserable;  un  pueblo,  una  familia,  un  individuo  que  ahorra,  llega  á  ser  rico, 
llega  á  ser  grande. 

LA  HUCHA 

Consecuente  la  «Caja  de  Ahorros  de  Nuestra  Señora  de  Monserrate», 
con  la  idea  de  fomentar  el  ahorro  por  todos  cuantos  medios  estén  á  su  al- 
cance, ha  implantado  el  sistema  de  Huchas,  tan  generalizado  por  la  inmensa 
mayoría  de  Bancos  y  Cajas  de  Ahorros  del  Norte  y  Sud-América,  Alemania, 
Francia,  Inglaterra,  etc.,  etc.  En  España  han  adoptado  el  sistema  de  Huchas, 

7 


98 
con  gran  aceptación  por  parte  de  sus  imponentes,  las  Cajas  de  Ahorros  de 
San  Sebastián,  Bilbao,  Santander,  Gijón,  Oviedo,  Santiago,  etc.,  etc. 

La  hucha  es  una  cajita  de  acero  bruñido  que,  por  su  elegante  construc- 
ción, resulta  un  pequeño  mueble  de  lujo.  Tiene  dos  ranuras;  una  para  mone- 
das de  todos  tamaños,  y  la  otra  para  billetes  de  Banco,  y  están  provistas  de 
ingeniosos  mecanismos  que  hacen  absolutamente  imposible  la  extracción 
de  las  sumas  depositadas. 

Cada  uno  de  los  imponentes  que  depositan  su  dinero  en  la  Caja  de 
Ahorros,  puede  disponer  de  una  hucha,  siempre  que  tenga  anotada  ya 
de  antemano  en  su  libreta  de  imposiciones,  la  cantidad  de  seis  ó  siete  pese- 
tas, según  el  tamaño  de  la  hucha  que  desea;  mas  al  adquirirla,  no  se  lleva  su 
llave  á  casa,  pues  se  queda  ésta  en  poder  de  la  Caja  de  Ahorros,  con  el  fin 
de  que  una  vez  confiado  el  ahorro  á  la  hucha,  no  pueda  ser  retirado  por  el 
depositante  ó  poseedor  de  ella. 

El  ahorro  nunca  es  eficaz  si  no  se  practica  cada  día  y  sobre  pequeñas 
cantidades.  Por  eso  dice  muy  bien  un  proverbio  inglés:  «cuidad  de  la  calde- 
rilla, porque  la  moneda  de  oro  se  guarda  por  sí  sola». 

Este  pequeño  ahorro  de  la  perra  chica,  exige  tal  vez  más  energía  y 
perseverancia  que  el  que  recae  sobre  grandes  cantidades,  porque  no  se  hace 
sin  la  privación  de  los  pequeños  goces  que  en  una  ciudad  se  ofrecen  á  diario 
y  que  dan  ocasión  á  una  serie  de  gastos,  pequeños  en  verdad,  pero  demasia- 
do frecuentes,  y  casi  siempre  inútiles.  Este  es  además  el  único  sistema  de 
ahorro  que  se  puede  enseñar  á  los  niños,  porque  es  el  único  que  está  á  su 
alcance. 

Mas  entre  los  que  se  sienten  animados  por  el  deseo  de  ahorrar,  es  muy 
frecuente  el  temor  de  acercarse  á  una  Caja  de  Ahorros,  si  la  primera  impo- 
sición no  es  de  alguna  importancia,  y  así  con  aquel  buen  deseo  se  espera 
reunir  una  suma  de  alguna  consideración,  la  cual  frecuentemente  llega  á 
parar  á  un  fin  distinto  al  del  ahorro.  Y  lo  mismo  sucede  á  quienes,  pudiendo 
economizar  diaria  ó  semanalmente  alguna  pequeña  cantidad,  no  la  acumulan 
en  su  libreta  porque  les  parece  insignificante  para  hacer  una  nueva  imposi- 
ción en  la  Caja  de  Ahorros.  Con  todo  siempre  habrá  que  confesar  que  es 
bueno  sea  poco  á  poco  y  á  menudo,  porque  como  dice  el  refrán:  «Poco  á 
poco  y  con  constancia  se  llena  el  talego». 

Tal  es  pues  el  programa  que  debe  trazarse  á  grandes  y  pequeños,  y 
para  ayudarles  á  realizarlo  es  por  lo  que  esta  Caja  de  Ahorros  ha  implantado 
el  sistema  de  huchas.  Son  ya  un  centenarias  que  se  han  colocado,  que  repre- 
sentan otras  tantas  familias  ó  personas  que  de  seguro,  si  no  fuese  por  la 
facilidad  y  cebo  que  les  proporciona  la  hucha,  no  habrían  ahorrado  nada  y 


99 

ahora  sin  casi  haberse  dado  cuenta  se  hallan  con  100,  200,  300  y  más  pesetas 
de  capital,  que  en  su  vida  nunca  hubiesen  tenido.  Un  muchacho,  oficial  de  un 
taller,  ha  llegado  á  reunir  50  duros  por  medio  de  la  hucha,  y  como  antes  de 
tenerla  nunca  reunía  un  céntimo,  ahora  se  cree  un  capitalista,  y  no  cabe  en 
sí  de  gozo.  Un  caballero  que  quiso  tomar  una,  un  día  que  fué  á  la  Caja  para 
vaciarla,  vio  que  había  reunido  cerca  de  300  pesetas,  y  dijo  á  los  empleados: 
si  no  hubiese  sido  por  esta  alcancía,  de  esto  no  tendría  ni  una  peseta. 

PROTECTORADOS  DE  HIJAS  DE  FAMILIA  Y  DE  SIRVIENTAS 

Antecedentes.— 'Ho  hay  duda  que  la  inmensa  mayoría  de  las  hijas  de 
familia  de  nuestros  días,  llegan  á  su  más  florida  edad  sin  contar  con  dote 
alguno,  siendo  así  que  han  tenido  haberes  para  permitirse  continuos  gastos 
hasta  en  cosas  frivolas  é  inútiles.  Y  por  semejante  manera  muchas  de  las 
sirvientas,  aun  cuando  hayan  percibido  todos  los  meses  un  buen  salario, 
se  quedan  después  de  muchos  años  de  servicio,  tan  pobres  como  antes. 
¿Cuál  es  la  causa  de  estos  que  pueden  llamarse  funestos  resultados?  La  falta 
absoluta  deí  ahorro. 

Fin  social.— E\  fin,  pues,  del  Protectorado  de  hijas  de  familia  y  de 
sirvientas  es  formar  á  unas  y  á  otras  un  dote  ó  capital,  que  al  mismo  tiempo 
vaya  unido  á  la  honradez  y  bondad,  ó  sea  al  espíritu  de  piedad  cristiana,  lo 
cual,  por  la  trascendental  importancia  que  encierra  en  lo  que  se  refiere  al 
porvenir,  será  siempre  una  obra  meritísima  de  popular  acción  social  católica. 

El  ahorro.— Pero  ¿cómo  se  reunirá  un  capital  á  una  sirvienta  pobre  ó 
á  una  joven  hija  de  familia?  Sencillamente,  enseñándole  el  ahorro;  procu- 
rando que  tenga  una  hucha,  y  que  periódicamente  y  poco  á  poco  vaya  ha- 
ciendo sus  economías,  en  vez  de  gastar  en  caprichos;  así  sobre  reunir  un 
capital,  obtendrá  lo  que  vale  más  que  él:  el  hábito  del  ahorro. 

La  piedad. — Y  ¿cómo  se  conseguirá  que  ese  ahorro  vaya  unido  á  la 
incomparable  riqueza  de  la  honradez  y  cristiana  bondad?  Pues  procurando 
que  cada  una  ingrese  y  cumpla  como  buena  en  alguna  congregación  ó  asocia- 
ción piadosa. 

Idea  capital.— E\  plan  es  sembrar  el  ahorro,  y  que  el  ahorro  vaya  unido 
á  la  piedad,  y  que  la  piedad  no  descuide  el  ahorro.  Estos  dos  elementos  ó 
factores  unidos,  rendirán  maravillosos  resultados.  ¡Cuántas  jóvenes  que  hoy 
tal  vez  gimen  en  la  miseria,  y  sufren  terribles  desengaños,  se  hallarían  en 
una  posición  desahogada,  si  hubieran  ido  por  estos  caminos  ya  desde  su 
tierna  y  primera  edad! 

Medios.— 'Por  esto  nuestro  Protectorado  aconsejará  con  eficacia,  ur- 


100 
gira  con  insistencia,  galardonará  con  premios  y  recompensas  el  florecimiento 
del  ahorro  unido  á  la  piedad  de  todas  aquellas  sirvientas  é  hijas  de  familia, 
que  llevadas  del  justo  y  laudabilísimo  deseo  de  adquirir  un  patrimonio,  se 
acojan  al  amparo  y  sombra  bienhechora  de  esta  popular  Institución. 

División.— 'E\  Protectorado  se  divide  en  dos  secciones  generales  com- 
pletamente distintas  entre  sí,  si  bien  tienen  la  misma  junta  é  igual  organi- 
zación: el  uno  para  hijas  de  familia,  el  otro  para  sirvientas. 

Condiciones.— Vara,  pertenecer  al  Protectorado  en  cualquiera  de  sus 
secciones,  1.°)  No  se  fija  edad  alguna;  de  modo  que  una  niña  ya  desde  su 
nacimiento  puede  ser  inscrita  en  él.  2.*^)  Es  preciso  tomar  una  hucha  en  la 
«Caja  de  Ahorros  de  Ntra.  Sra.  de  Monserrate»,  y  comprometerse  á  hacer 
alguna  economía  periódica,  aunque  sea  pequeña.  3.")  Al  llegar  á  la  edad  de 
la  Primera  Comunión,  hay  que  ingresar  en  la  Congregación  de  Hijas  de 
María,  establecida  en  el  colegio  de  santo  Domingo  de  esta  ciudad.  4.°) 
Todos  los  años  por  el  mes  de  diciembre,  hay  que  acreditar  con  el  cer- 
tificado de  dicha  congregación  que  se  ha  cumplido  puntualmente  con  los 
actos  propios  de  ella. 

Lotes  ó  premios.— k  fin  de  año  tanto  las  hijas  de  familia  como  las  sir- 
vientas inscritas  en  el  Protectorado,  se  clasificarán  por  separado,  en  grupos 
de  á  25  inscritas,  según  su  constancia  en  el  ahorro  y  puntualidad  en  el  cum- 
plimiento de  los  actos  de  la  congregación.  Y  en  la  tarde  del  día  de  Navidad, 
á  cada  grupo  se  sorteará  un  lote  ó  premio:  á  las  del  primero,  25  pesetas;  á 
las  del  segundo,  15;  á  las  del  tercero,  10;  á  las  del  cuarto,  5.  No  tendrán 
derecho  á  la  suerte  de  lotes  las  inscritas  en  el  Protectorado  que  no  hubiesen 
hecho  sino  un  ahorro  insignificante  ó  no  hubiesen  cumplido  con  la  mitad  de 
los  actos  de  la  congregación. 

Aumento  de  lotes. S\  todas  las  inscritas  en  el  Protectorado  no  com- 
ponen juntas  la  cifra  de  100,  ó  no  cuentan  con  un  año  de  ingreso  en  dicha 
Institución,  se  disminuirán  proporcionalmente  los  lotes.  Y  si  pasan  de  este 
número,  se  aumentarán  igualmente  en  la  misma  proporción:  de  modo  que  si 
llegaren  á  200,  se  harán  dos  series  de  grupos;  si  á  300,  tres;  y  así  subiendo 
por  cada  100  inscritas  más  que  hubiese. 

Réditos.— Las  cantidades,  que  las  agremiadas  en  nuestra  Institución 
social  vayan  depositando  en  la  hucha,  les  rendirán,  una  vez  anotadas  en  su 
libreta  particular  de  imposiciones,  el  4  por  ciento  anual.  Y  si,  terminado 
el  año,  llega  su  capital  ahorrado  á  250  pesetas,  trasladándolo  en  una  lámina 
á  plazo  fijo  de  una  anualidad,  les  rendirá  el  5  por  ciento  anual. 

Para  dejar  terminado  este  número  conviene  advertir  que  esta  institu- 
ción del  Protectorado  tan  meritoria  y  tan  digna  de  todo  encomio  viene  á 


101 

ser  como  una  hijuela  ó  sección  de  la  Caja  de  Ahorros,  la  cual,  una  vez  to- 
mado el  debido  acuerdo  por  el  consejo  directivo,  tuvo  á  bien  dedicar,  no 
sólo  algún  trabajo,  sino  también  una  buena  cantidad  anual  en  beneficio  de  las 
jóvenes  hijas  de  familia  y  sirvientas  de  esta  ciudad  y  de  la  huerta. 

Las  oficinas  de  la  Caja,  en  todo  lo  concerniente  á  la  parte  administra- 
tiva del  Protectorado,  y  por  lo  que  toca  á  la  parte  moral  y  religiosa  del 
mismo,  corren  á  cargo  de  una  junta  de  señoras  y  señoritas  de  lo  más  prin- 
cipal de  ia  congregación  de  hijas  de  María,  que  cuida  de  velar  por  el  exacto 
cumplimiento,  ya  de  las  condiciones  requeridas,  ya  de  las  obligaciones  im- 
puestas por  el  Protectorado. 

No  han  faltado  periódicos  católicos  que  han  alabado  en  gran  manera 
esta  institución  dotal,  tan  benéfica  y  moralizadora  de  una  parte  tan  desvalida 
de  la  Sociedad. 

ALMACÉN  DE  GUANOS 

Esta  Caja  de  Ahorros,  puesta  su  mirada  en  uno  de  sus  fines  principa- 
les, cual  es  el  fomento  y  protección  de  la  agricultura,  ha  expendido  en  el 
período  de  seis  años  que  lleva  de  existencia,  21,000  sacos  de  guano,'  con  lo 
que  le  cabe  la  satisfacción  de  haber  hecho  tres  grandes  bienes  á  la  comarca 
de  Orihuela: 

\P  El  haber  facilitado  al  precio  de  18  pesetas  por  saco  de  70  kilos,  el 
guano  que  antes  no  se  podía  adquirir  con  menos  de  24  ó  25  pesetas  por  saco, 
lo  cual  representa  el  beneficio  de  126,000  pesetas  á  favor  del  público. 

2.^  El  haber  normalizado  los  precios  de  abonos  químicos  en  esta  plaza, 
puesto  que  todos  los  demás  centros  que  los  expenden,  han  rebajado  notable- 
mente las  notas  de  precios  en  sus  ventas,  y  ésto  importa  un  beneficio  incal- 
culable en  pro  de  los  propietarios  y  consumidores. 

3.*^  El  haber  introducido  en  esta  región  el  abono  legítimo  y  verdadera- 
mente químico,  pues  esta  Institución  puede  gloriarse  de  haber  proporcio- 
nado los  mejores  guanos  sin  competencia  de  ninguna  clase,  pues  el  guano  de 
este  Centro  es  de  tan  buena  y  legítima  calidad  que,  abonada  con  él  una  tie- 
rra para  cáñamo,  la  cosecha  inmediata  de  trigo  sobre  el  rastrojo,  es  abundante 
y  frondosa  sin  necesidad  de  nuevo  abono.  Testigos  de  ello  son  todos  los  clien- 
tes de  esta  benemérita  Institución. 

LABORATORIO  DE  ANÁLISIS  QUÍMICO 

De  conformidad  con  lo  tratado  y  convenido  en  junta  y  vencidas  algunas 
dificultades,  se  instaló  definitivamente  el  Laboratorio  de  análisis  químico-téc- 


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nico  en  el  local  más  acomodado  de  la  Caja.  Sobre  este  acto  decía  el  periódi- 
co local  El  Eco  de  Orihuela  el  día  4  de  febrero  de  1910:  «Ayer  tarde  se 
verificó  la  bendición  é  inauguración  oficial  del  Laboratorio  de  análisis  químico- 
técnico  instalado  en  las  dependencias  de  la  «Caja  de  Ahorros  de  Ntra.  Sra.  de 
Monserrate».  Asistió  á  dicho  acto  selecta  y  numerosa  concurrencia,  que  com- 
placida escuchó  la  autorizada  palabra  de  un  sabio  jesuíta  acerca  de  dicha  ins- 
talación. Nosotros  agradecemos  la  atención  de  que  fuimos  objeto  invitándo- 
nos para  dicho  acto». 

Otro  periódico,  La  Verdad  de  Murcia,  habló  más  extensamente  de  nues- 
tro Laboratorio,  en  un  bien  trabajado  artículo  debido  á  un  Sr.  profesor  del 
seminario  de  Orihuela,  en  el  cual,  después  de  referir  el  acto  de  inaugura- 
ción, hace  ver  la  importancia  que  tiene  y  el  fin  y  objeto  que  persigue.  He 
aquí  lo  que  dice: 

FINALIDAD  PRINCIPAL 

Por  la  extraordinaria  influencia,  que,  como  consecuencia  inmediata,  ha  de 
ejercer  en  el  completo  desarrollo  de  la  riqueza  agrícola  de  nuestra  vega,  da- 
mos á  conocer  la  instalación  del  Laboratorio  de  análisis  químico-técnico  en 
los  locales  de  la  «Caja  de  Ahorros  y  Socorros  y  Monte  de  Piedad  de  nuestra 
Sra.  de  Monserrate». 

La  transcendencia  del  asunto  que  motiva  estas  líneas  es  palpable  desde 
el  momento  que  se  trata  del  establecimiento  de  un  Laboratorio  químico-agrí- 
cola, tan  indispensable  para  la  acertada  aplicación  de  los  abonos  á  toda  clase 
de  cultivos,  y  por  lo  tanto  tan  importante  para  la  prosperidad  de  los  intere- 
ses de  esta  región  eminentemente  agrícola. 

Si  se  desea  que  las  cosechas  sean  de  gran  rendimiento,  no  deben  em- 
plearse los  abonos  rutinariamente,  sino  atendiendo  al  vegetal  que  se  cultiva 
y  á  las  condiciones  del  terreno  y  aun  á  las  climatológicas  de  la  localidad; 
de  otra  manera  resultará  muchas  veces  un  gasto  inútil  en  sustancias,  que  por 
contenerlas  el  terreno,  no  las  necesita,  con  perjuicio  de  la  cosecha,  por  el 
exceso  de  éstas  y  defecto  de  las  que  no  se  le  han  procurado. 

Y  no  son  estas  consideraciones  puramente  teóricas,  puesto  que  es  un  he- 
cho, que  en  las  naciones  en  donde  se  tienen  en  cuenta  estas  circunstancias  y 
se  acomodan  a  ellas  los  agricultores,  como  en  Bélgica,  á  pesar  de  no  reunir 
su  suelo  tan  buenas  condiciones  como  el  nuestro,  la  producción  va  alcanzan- 
do cada  año  cifras  más  exorbitantes. 


103 
NECESIDAD  DE  ANÁLISIS  Y  LABORATORIO 

Es,  pues,  de  absoluta  necesidad,  si  se  quiere  obtener  pingües  cosechas, 
que  á  los  cultivos  preceda  muchas  veces  un  análisis  del  terreno  y  de  los  abo- 
nos que  se  le  han  de  aplicar.  De  aquí  el  establecimiento  en  muchos  puntos 
de  Laboratorios  químico-agrícolas,  tan  necesarios  para  que  el  labrador  pue- 
da con  facilidad  solicitar  estos  análisis. 

Muy  triste  ha  sido,  que  esta  región,  cuya  vida  depende  de  los  produc- 
tos agrícolas,  careciera  de  un  Laboratorio  de  esa  índole;  pero  gracias  á  la 
desinteresada  actividad  de  los  señores  que  forman  el  consejo  directivo  y  la 
junta  de  gobierno  de  la  Caja,  contamos  con  uno,  que  puede  competir  con 
sus  similares;  habiendo  añadido  la  mentada  entidad  esta  mejora  á  las  que 
viene  introduciendo  para  proporcionar  abonos  perfectamente  elaborados  y 
sumamente  económicos,  con  el  único  fin  de  favorecer  cada  vez  más  á  sus 
clientes,  descontando  los  cuantiosos  gastos  que  lleva  consigo  la  fundación  y 
entretenimiento  de  un  Laboratorio  químico,  como  el  que  ha  inaugurado  hace 
algo  más  de  un  mes. 

MATERIAL  DEL  LABORATORIO 

Dentro  de  los  límites  propuestos,  se  ha  procurado  reunir  todo  el  conjun- 
to de  aparatos  y  reactivos  que  exigen  los  adelantos  de  la  química  moderna. 
Estufa  de  Qay-Lussac  para  desecaciones  con  termómetro  hasta  200  grados; 
vitrina  para  la  manipulación  de  gases  tóxicos  ó  molestos;  balanza  de  preci- 
sión sensible  al  miligramo;  trompa  aspirante  para  filtraciones  al  vacío;  bure- 
tas graduadas  para  análisis  volumétrico;  hidrotímetro  y  calcímetro  comple- 
tos; areómetros  diversos;  baño  de  maría,  servicio  abundante  de  agua  y  ace- 
tileno; aparato  de  destilación  continua;  etc.,  etc. 

Ruédense  por  tanto  realizar,  entre  otros,  análisis  de  tierras  y  abonos; 
de  primeras  materias  para  éstos;  del  agua  en  lo  que  se  refiere  á  su  utilidad 
para  el  riego,  propiedades  medicinales  y  condiciones  de  potabilidad;  y  de  di- 
versas sustancias  alimenticias. 

PREOCUPACIÓN  DESVANECIDA 

Aunque  esta  institución  no  lo  es  de  especulación  financiera,  ni  devengan 
interés  alguno  los  capitales  aportados  por  los  patronos  fundadores;  todavía, 
era  dable  sospechar,  máxime  por  los  maliciosos  y  desconfiados,  si  las  primeras 
materias  y  abonos  químicos  que  proporciona  la  caja  eran  legítimos  ó  adulte- 


104 

rados,  puesto  que  en  cuanto  al  precio  siempre  están  muy  por  debajo  de  los 
precios  corrientes  en  los  otros  centros.  Pues  bien,  á  fin  de  obviar  práctica- 
mente esta  dificultad,  estableció  la  Caja  su  laboratorio  de  análisis  químico, 
en  el  cual,  á  presencia  del  interesado,  se  analizan  y  clasifican  las  materias,  y 
en  todo  caso  garantiza  su  legitimidad  y  pureza.  Es  más,  el  laboratorio  hace 
análisis  de  las  tierras,  con  el  objeto  de  que  á  cada  terreno  se  le  proporcione 
aquellos  elementos,  que  le  faltan  para  el  mayor  rendimiento  de  las  cosechas 
que  se  le  confían. 

La  utilidad  é  importancia  del  Laboratorio  lo  publica  suficientemente  el 
exceso  de  análisis  que  á  diario  se  presenta.  Desde  su  fundación,  está  dirigido 
en  dichas  operaciones,  por  el  R.  P.  Joaquín  M.''^  de  Barnola,  profesor  de  Quí- 
mica, Historia  natural  y  Fisiología  del  colegio  de  Sto.  Domingo. 

OTROS  FRUTOS  DEL  LABORATORIO 

Tales  han  sido  la  publicación  de  varias  hojas  instructivas  que  se  repar- 
ten gratuitamente  á  millares,  entre  la  gente  de  la  huerta  y  de  las  que  se  en- 
vían ejemplares  á  los  periódicos  católicos  de  la  localidad,  de  Alicante  y 
Murcia. 

En  las  hasta  ahora  publicadas  se  han  dado  á  conocer  á  la  gente  del  cam- 
po, los  documentos  prácticos  más  importantes  relativos  á  la  aplicación  de  los 
abonos  químicos;  se  han  descubierto  fraudes  cometidos  en  la  venta  de  abonos 
potásicos  y  amoniacales;  se  trató  extensamente  de  una  nueva  plaga  que 
amenazó  á  los  naranjos  y  al  arbolado  en  general,  cual  fué  la  aparición  de 
centenares  de  topos  roedores,  que  destrozaban  las  cortezas  de  los  árboles, 
enseñando  los  medios  de  destrucción  más  seguros,  rápidos  y  económicos;  se 
ha  dado  á  conocer  el  predominio  de  ciertas  sustancias  en  la  mayoría  de  las 
tierras  de  la  vega,  con  el  fin  de  orientar  en  la  aplicación  racional  de  los  abo- 
nos; algunas  finalmente  se  han  dedicado  á  hacer  conocer  y  propagar  entre  la 
gente  del  campo  la  práctica  del  ahorro. 

CAMPO  DE  EXPERIENCIAS 

Insistiendo  en  el  laudable  fin  de  favorecer  los  intereses  de  la  agricultura, 
creó  este  Centro  un  Campo  experimental  en  las  cercanías  de  la  Ciudad, 
donde  se  pudiesen  hacer  estudios  prácticos  con  semillas,  plantas  y  abonos,  y 
llevar  á  cabo  ensayos  de  nuevos  cultivos  ó  nuevos  procedimientos  agrícolas. 
Aunque  esta  creación  dio  resultados  satisfactorios,  que  estuvieron  á  la  vista 
de  todos,  tuvo  que  cesar  por  causas  ajenas  á  la  Caja.  Con  todo,  hoy  tiene 
acordado  ya  y  resuelto  el  consejo  directivo  la  nueva  instalación  de  dicho 
Campo  de  experiencias. 


105 
COCINA  ECONÓMICA 

Aún  persevera  viva  en  la  mente  de  todos,  la  grata  memoria  de  la  instala- 
ción de  la  Cocina  económica  hecha  por  la  «Caja  de  Ahorros  y  Socorros  y 
Monte  de  Piedad  de  Ntra.  Sra.  de  Monserrate».  Era  el  invierno  del  año  1909, 
el  más  crudo  y  más  trabajoso  para  los  pobres,  al  decir  de  la  gente,  de  cuan- 
tos habían  venido  en  cinco  ó  seis  lustros  seguidos.  Tras  una  mala  cosecha 
reinaba  una  gran  sequía;  y  para  colmo  de  males  la  enfermedad  del  piojo  rojo 
(poli  roíg)  tenía  agostados  y  casi  muertos  los  que  antes  fueron  frondosos  na- 
ranjales. La  situación  era  angustiosa  para  las  clases  agrícolas  porque  había 
parado  el  trabajo  de  la  cosecha  y  elaboración  del  pimiento,  y  de  la  recolec- 
ción y  arreglo  de  la  naranja,  que,  como  es  sabido,  suele  dar  ocupación  á  mu- 
chos centenares  de  personas.  Muchas  familias  y  un  número  incalculable  de 
pobres  carecían  en  absoluto  de  pan  para  el  sustento  de  la  vida,  y  desgarraba 
el  corazón  contemplar  el  cuadro  para  muchos  desconocido,  compuesto  de 
tantos  desgraciados  que  pedían  comida  y  no  la  hallaban.  ¿Cómo  era  posible 
hacer  frente  á  tanta  necesidad? 

La  Caja  de  Ahorros  lanzó  al  público  la  idea  de  crear  una  Cocina  econó- 
mica y  cuantos  la  oyeron  la  desaprobaron,  diciendo  que  era  imposible,  unos 
porque  se  preocupaban  poco  de  la  necesidad  del  prójimo,  otros  porque  temían 
el  ser  los  paganos,  y  todos  por  falta  de  iniciativa  y  valor  arduo  para  acome- 
ter tamaña  empresa;  mas  la  modesta  institución  de  la  Caja  de  Ahorros,  con- 
fiando, no  en  el  auxilio  de  los  hombres,  sino  en  las  bendiciones  del  cielo,  por 
su  cuenta  y  riesgo  trató  de  dar  de  comer  á  tantos  necesitados.  Después  de 
calculadas  bien  las  cosas,  publicó  por  acuerdo  de  la  junta  de  gobierno,  el 
siguiente  anuncio  en  El  Social  de  Orihuela  periódico  de  la  localidad: 

«A  LOS  RICOS  Y  Á  LOS  POBRES.  Cocina  económica.— La  «Caja  de  Aho- 
rros y  Socorros  y  Monte  de  Piedad  de  Ntra.  Sra.  de  Monserrate»,  estable- 
cida en  esta  ciudad,  con  el  fin  de  remediar  en  alguna  manera  la  precaria 
situación  porque  atraviesan  muchas  familias,  ha  acordado  abrir  una  Cocina 
económica,  que  empezará  á  funcionar  en  el  convento  del  Carmen  á  partir 
del  domingo,  28  de  los  corrientes. 

«Todos  los  días  á  las  11  y  media  se  servirán  abundantes,  sustanciosas  y 
bien  condimentadas  raciones,  á  los  portadores  de  vales  que,  durante  las 
horas  de  oficina  (de  9  á  12)  se  expenderán  al  precio  de  10  céntimos  de  peseta 
cada  uno  en  el  local  de  dicha  Caja  de  Ahorros. 

«Las  personas  acomodadas,  que  tengan  voluntad  de  dar  provechosa  limos- 
na á  los  pobres,  podrán  adquirir  dichos  vales  y  repartirlos  en  vez  de  dinero 
á  los  menesterosos». 


106 

A  continuación  se  publicaba  el  facsímil  de  un  vale  de  la  Cocina  econó- 
mica. 

Buenos  y  malos,  amigos  y  enemigos  alabaron  entonces  la  obra,  quedando 
todos  maravillados  y  sorprendidos  al  ver  que  la  Caja  de  Ahorros,  institu- 
ción que,  á  su  juicio,  apenas  tenía  vida,  tomase  sobre  sí  una  acción  tan  difi- 
cultosa y  viniese  con  la  Cocina  económica  á  resolver  el  dificilísimo  problema 
del  hambre:  problema  al  que  en  Orihuela  no  sabían  dar  solución  ni  los  polí- 
ticos, ni  los  propietarios,  ni  el  clero:  era  el  problema  de  las  subsistencias 
como  le  llamaba  la  prensa  local. 

Por  esto  al  decir  de  algunos,  quedaron  todos  como  abrumados,  y  tanto 
más  cuanto  que  oían  de  los  labios  de  los  señores  consejeros  de  la  Caja  de 
Ahorros,  que  empezaban  esta  obra  sin  pedir  un  céntimo  á  nadie,  y  que  en 
adelante  tampoco  lo  pedirían,  aunque  no  rehusarían  las  limosnas  que  genero- 
samente quisieran  hacerles,  puesto  que  no  eran  para  sí,  sino  para  los  pobres; 
si  bien  preferían  no  ser  molestos  á  nadie,  puesto  que  tenían  resuelto  invertir 
en  la  Cocina  económica  algunos  miles  de  pesetas. 

El  primer  día  en  que  aquélla  se  abrió  al  público,  estando  reunidos  los  ne- 
cesitados que  habían  acudido,  en  el  patio  del  convento  de  carmelitas  y  en 
presencia  de  varios  señores  de  la  Caja,  el  Sr.  cura  párroco  de  la  parroquia 
de  las  santas  Justa  y  Rufina,  que  es  la  del  barrio  del  Carmen,  bendijo  reves- 
tido de  roquete  y  estola  la  gran  caldera  de  comida  ya  preparada.  A  conti- 
nuación se  repartieron  160  raciones  á  los  portadores  de  vales. 

Los  mismos  señores  consejeros  de  la  Caja  ordenaban  á  los  pobres  á  fin 
de  que  recibiesen  por  turno  su  parte. 

El  feliz  comienzo  de  esta  caritativa  obra  alentó  á  la  Caja  de  Ahorros,  la 
cual  de  día  en  día  la  fué  perfeccionando,  resolviendo  así  en  algún  modo  la 
crisis  extrema  que  afligía,  no  sólo  á  individuos  aislados,  sino  también  á  fami- 
lias enteras. 

El  negocio  de  la  Caja  en  la  Cocina  económica,  claro  está,  fué  notorio  y 
muy  claro.  Cada  ración  costaba  á  la  Caja  25  céntimos,  y  la  daba  por  10;  así 
negocia  la  caridad  de  Cristo  nuestro  Señor,  cuando  arde  en  los  corazones 
verdaderamente  cristianos.  Este  desinterés  y  generosidad  de  la  «Caja  de 
Ahorros  de  Ntra.  Sra.  de  Monserrate»,  ha  merecido  siempre  los  plácemes  y 
aprobación  de  las  personas  buenas,  la  admiración  de  los  malos  y  la  bendición 
unánime  de  cuantos  la  han  conocido,  principalmente  de  aquellos  que  están  al 
tanto  de  la  pobreza  de  la  ciudad  y  de  sus  suburbios. 

Para  que  se  calcule  cuántos  necesitados  encontraron  alimento  y  cuántas 
familias  se  vieron  remediadas  en  los  días  críticos  de  la  escasez  y  del  hambre, 
no  estará  fuera  de  lugar  poner  aquí  algunos  datos  numéricos.  Durante  el 


1.   162 

raciones. 

216 

» 

231 

» 

242 

» 

217 

» 

270 

» 

261 

» 

1,679 

raciones. 

107 

primer  mes  atendió  la  Cocina  al  servicio  de  5,931  raciones  de  sustancioso  y 
bien  condimentado  alimento,  que  aquellos  pobrecitos  despachaban  con  frui- 
ción y  buen  apetito.  Pero  á  fin  de  que  se  vea  la  variedad  de  las  raciones, 
vaya  el  menú  de  una  semana,  tomado  al  acaso  entre  otros  muchos. 

Domingo.     Cocido,  garbanzos,  patatas,  carne  y  tocino. 

Lunes.  »  »  »  »  » 

Martes.        Arroz  con  patatas,  garbanzos  y  tocino. 

Miércoles.       »  »  »  » 

Jueves.        Habichuelas  estofadas,  con  tocino. 

Viernes.      Arroz  con  bacalao. 

Sábado.       Arroz  con  patatas,  garbanzos  y  tocino. 

.     Total: 

La  comida,  cuya  preparación  estaba  á  cargo  de  las  religiosas  carmelitas, 
á  las  que  retribuyó  justamente  la  Caja  de  Ahorros  y  á  quienes  es  preciso 
alabar  en  este  lugar,  pues  se  portaron  admirablemente,  resultaba  tan  sustan- 
ciosa y  bien  condimentada,  que  muchos  señores  sacerdotes  quisieron  comer 
de  ella  y  también  algunas  familias  principales.  Al  P.  rector  del  colegio  de 
santo  Domingo  se  le  envió  una  ración  y  después  al  R,  P.  provincial,  que 
había  venido  con  ocasión  de  la  santa  visita,  quienes  no  pudieron  menos  de 
alabar  las  buenas  cualidades  del  alimento  proporcionado  á  los  pobres  por  la 
Cocina  económica. 

Un  pobre  jornalero  decía  que  iba  á  engordar  con  la  nueva  comida,  pues 
nunca  había  comido  tan  bien  y  tan  á  gusto.  Una  pobre  mujer,  que  había 
obtenido  un  vale  de  limosna,  con  la  ración  que  se  le  proporcionó  decía  que 
iba  á  dar  alimento  á  sus  hijos  que  hacía  tres  días  no  habían  probado  bocado. 
Otra  pobre,  cuyo  marido  estaba  sin  jornal,  alimentaba  á  toda  su  casa  com- 
puesta de  cinco  personas,  con  una  ración,  y  no  cesaba  de  referirlo  y  dar  las 
gracias  á  los  caritativos  bienhechores.  Otra  mujer  añadía:  «mis  hijos,  mi  ma- 
rido y  yo  no  tenemos  más  de  comer  que  lo  que  nos  da  la  Cocina  económica». 
Como  es  natural,  el  bien  que  hacía  la  modesta  obra  de  la  «Caja  de  Aho- 
rros de  Nuestra  Sra.  de  Montserrate»,  no  pudo  quedar  oculto  en  el  reducido 
número  de  los  indiferentes,  y  muy  pronto  vino  á  ocuparse  en  ello  la  prensa 
local  de  todos  los  colores,  la  cual  nunca  tuvo  más  que  palabras  de  alabanza  y 
de  enhorabuena  para  obra  tan  caritativa.  Al  fin  el  Ayuntamiento  acordó  con- 
tribuir con  una  cantidad  mensual  mientras  estuviese  abierta  la  Cocina  eco- 
nómica, á  fin  de  ayudar  al  remedio  y  socorro  de  los  pobres  orcelitanos.  Varias 
personas  caritativas  acudieron  también  con  sus  limosnas  á  dar  perpetuidad  y 
desahogo  á  la  Cocina. 


108 
Hecho  este  primer  ensayo,  tomó  la  Caja  la  resolución  de  abrirla  siempre 
que  lo  aconsejaran  las  circunstancias  y  necesidades  del  país. 

HOJA  PARROQUIAL 

Persiguiendo  la  Caja  de  Ahorros  su  fin  principal,  que  es  procurar  para 
la  región  orcelitana  el  bien  moral  y  espiritual  sobre  el  material  y  económico, 
otra  de  las  obras  que  con  este  objeto  ha  emprendido  merced  á  las  bendicio- 
nes del  cielo,  y  que  hoy  goza  de  una  vida  próspera  y  floreciente,  es  la  Hoja 
parroquial. 

Es  ésta,  una  publjcación  periódica  de  carácter  religioso,  popular  é  instruc- 
tivo, que  sale  todas  las  semanas,  encaminada  á  conservar  y  restaurar  la  fe  y 
costumbres  cristianas  en  el  pueblo  católico,  cooperando  así  al  celo  de  los  se- 
ñores párrocos  en  su  ardua  labor  espiritual  de  los  feligreses.  Por  esto  la  pu- 
blicación se  llama  parroquial  y  lleva  al  frente  el  retrato  de  nuestro  santísimo 
padre  Pío  papa  X,  con  la  leyenda:  «el  Párroco  de  los  párrocos»;  su  misión 
no  es  otra  que  ir  al  pueblo  y  presentar  ante  sus  ojos  á  Jesucristo  que  es  su 
modelo,  su  verdad  y  su  vida. 

Porque  es  un  hecho  innegable  que  el  pueblo  se  pierde,  y  es  además  una 
verdad  por  nadie  desmentida  que  no  hay  otro  medio  de  salvación  que  Jesu- 
cristo. Cristo  es  la  luz  del  mundo,  el  maestro  de  las  naciones,  la  paz  y  feli- 
cidad de  los  pueblos.  Y  de  ahí  que,  si  el  pueblo  se  pierde,  es  porque  se  aleja 
de  Cristo,  porque  no  le  conoce;  y  si  no  le  conoce,  es  porque  no  va  á  la  iglesia 
á  oir  la  divina  palabra  y  la  explicación  del  Evangelio;  por  lo  cual  es  preciso 
llevarle  esa  palabra  divina  y  santo  Evangelio  á  sus  casas  y  predicarle  en  sus 
mismos  hogares  y  á  donde  quiera  que  se  le  encuentre,  sea  en  medio  de  la 
calle,  sea  en  la  reunión  y  tertulia.  Pues  bien,  en  esto  se  ocupa  nuestra  Hoja 
parroquial. 

Por  esta  razón  en  todos  los  números  trae  indefectiblemente  el  Evangelio 
de  la  dominica,  con  una  breve  explicación  ú  homilía,  la  cual  aprovecha,  no 
solamente  á  los  fieles  como  lectura,  sino  también  á  no  pocos  señores  curas, 
para  preparar  su  sermón  al  pueblo.  Además  suele  traer  la  declaración  litúr- 
gica é  histórica  de  las  fiestas  principales  del  año  eclesiástico.  Sigue  después 
un  artículo  algo  animado  de  controversia  ó  de  apologética,  de  teología  popu- 
lar ó  de  otras  materias,  pero  siempre  al  alcance  de  la  gente  sencilla;  otra 
sección  es  de  variedades,  como  hojas  de  catecismo,  ejemplos  de  santos,  no- 
ticias edificantes,  solución  de  algunas  dudas,  breves  poesías,  pensamientos, 
máximas,  procurando  siempre  entreverar  lo  útil  con  lo  ameno  y  agradable; 
por  fin  cierra  todos  los  números  el  santoral  de  la  semana. 


109 

Repártese  generalmente  la  Hoja  parroquial  en  casi  todas  las  parroquias 
é  iglesias  del  obispado  de  Orihuela,  y  aun  en  algunas  de  los  obispados  de 
Murcia,  Cuenca  y  Almería,  todos  los  domingos,  en  la  puerta  del  templo  al  ter- 
minar cada  una  de  las  misas;  y  por  ésto,  se  manda  por  correo  con  varios  días 
de  anticipación.  Mas  como  quiera  que  esta  obra  no  es  exclusiva  del  párroco 
ó  del  sacerdote,  puesto  que  incumbe  de  alguna  manera  á  todas  aquellas  per- 
sonas que  han  de  procurar  el  bien  del  prójimo,  toman  parte  en  ella  amos,  pa- 
tronos, presidentes  de  asociaciones  piadosas,  jefes  de  centros  y  sociedades 
católicas,  encargados  de  colegios  y  escuelas  cristianas,  y  la  reparten  con  ce- 
lo, ya  entre  sus  consocios  ó  subditos,  ya  en  los  casinos  y  en  las  tabernas. 

Mas,  preguntará  alguno:  ¿y  esta  publicación  es  enteramente  gratuita?  Se 
responde:  en  parte  es  gratuita  y  en  parte  no  lo  es.  Repártenla  gratis  así  á 
los  señores  párrocos  como  á  las  demás  personas  que  tienen  devoción  y  me- 
dios de  hacer  esta  obra  de  propaganda,  la  cual  no  se  dirige  precisamente  á 
gente  impía  é  incrédula,  á  socialistas  y  anarquistas,  sino  con  más  propiedad 
á  los  buenos  cristianos,  á  los  que  todavía  tienen  fe  y  buenas  costumbres,  á 
los  que  aún  confiesan  y  comulgan;  pues  sus  almas,  para  echar  flores  y  frutos 
de  virtud,  necesitan  del  continuo  riego  de  esta  buena  doctrina.  Pero  la  Caja 
de  Ahorros  ni  la  puede  dar  gratis,  ni  aunque  pudiera,  es  conveniente  que  la 
dé  en  esta  forma;  lo  .que  hace  es  proporcionarla  por  suscripción  y  por  accio- 
nes de  100  ejemplares  cada  una,  medias  acciones  y  cuartos  de  acción.  No 
la  da  gratis,  porque  una  publicación  periódica,  que  ya  cuenta,  como  ésta, 
una  tirada  semanal  de  seis  mil  ejemplares,  no  es  posible  que  se  sostenga 
sin  suscripción  alguna;  al  año  representa  un  capital  de  unos  cuantos  miles 
de  pesetas;  y  si  se  hubiera  empezado  por  darla  gratis,  aunque  hubiera  sido 
con  fuerza  y  bríos  al  principio,  tarde  ó  temprano  hubiera  tenido  que  fraca- 
sar como  tantas  obras  que  se  empiezan  sin  estable  fundadamento.  Y  no  es 
conveniente  por  otra  parte  darla  gratis,  aunque  fuera  posible;  primero, 
porque  el  capital  que  había  de  invertir  en  ello  la  Caja  de  Ahorros,  lo  em- 
plea con  más  acierto  en  otras  obras  de  no  menor  necesidad;  y  segundo, 
porque  la  Hoja  parroquial  no  es  solamente  una  obra  de  propaganda  para 
la  ciudad  de  Orihuela  y  su  huerta,  sino  para  muchos  pueblos  y  ciudades 
de  muy  diversas  y  apartadas  provincias,  y  en  este  caso  es  mejor  que  ca- 
da cual  se  las  arregle  como  pueda,  trabajando  para  sí  ó  para  su  pueblo,  se- 
gún sus  necesidades  morales  y  económicas.  Para  esto  se  aconseja  que  se  ha- 
gan suscripciones  colectivas.  Los  vecinos  de  una  misma  calle,  de  un  mismo 
barrio  ó  de  una  misma  parroquia  se  unen  y  contribuj^en  con  cinco,  diez  ó 
veinticinco  céntimos  de  peseta  á  la  semana  ó  al  mes,  y  toman  25,  50  y  100 
ejemplares  para  repartirlos  convenientemente,  ün  oratorio  rural,  que  dista 


lio 

mucho  de  tener  los  honores  de  parroquia,  ha  llegado  á  reunir  100  ejemplares, 
que  se  distribuyen  cada  semana  entre  los  vecinos  que  acuden  á  oir  misa.  Un 
señor  párroco  ha  reunido  500  para  cada  domingo,  y  no  pocos  tienen  este  sis- 
tema de  suscripciones  asociadas. 

Además  es  esta  Hoja  tan  sumamente  económica,  que  es  la  más  barata  de 
cuantas  se  publican  en  España,  baratura  que  redunda  en  beneficio  delossus- 
criptores  y  de  la  propaganda  católica.  No  parece  posible  que  una  hoja  ó  pe- 
queño periódico  de  cuatro  planas  de  lectura,  letra  metida  y  esmerada  impre- 
sión de  42  centímetros  por  28  cada  una,  pueda  darse  por  un  céntimo  de  pe- 
seta, franco  de  portes.  Débese  esto  á  que  la  Hoja  parroquial  está  adherida 
á  la  Caja  de  Ahorros  y  depende  en  todo  de  ella.  La  Caja  de  Ahorros  con  las 
mismos  empleados  que  tiene  para  sus  oficinas,  aiida,  gratuitamente  por  su- 
puesto, de  todo  lo  referente  á  la  administración  de  la  Hoja,  coma  hacer  los 
paquetes  para  el  correo,  cobrar  las  suscripciones,  pagar  á  los  impresores, 
llevar  libros  de  registro  y  de  cuentas,  adelantar  dinero  para  grandes  com- 
pras de  papel  y  para  adquirir  nuevos  tipos  de  letra  para  la  imprenta,  etc.  etc. 
con  lo  cual  se  tienen  dos  grandes  ventajas  que  únicamente  sabrá  apreciarlas 
en  su  valor  el  que  haya  tenido  que  luchar  con  las  dificultades  que  traen  con- 
sigo las  publicaciones  periódicas. 

La  redacción  está  á  cargo  de  algunos  de  los  nuestros  y  además  de  un  se- 
ñor canónigo  que  es  verdadero  entusiasta  de  la  Hoja  parroquial. 

La  obra  cuenta  con  un  poco  más  de  un  año  de  existencia,  y  se  han  re- 
partido cerca  de  trescientos  mil  ejemplares,  sumando  los  de  todos  los  nú- 
meros. LausDeo. 

SALÓN  DE  CONFERENCIAS 

Una  de  las  últimas  obras  que  ha  emprendido  la  Caja  de  Ahorros,  y  que 
según  son  las  proporciones  que  toma,  no  será  la  que  produzca  menores  re- 
sultados en  el  terreno  religioso  y  social,  es  la  instalación  de  una  sala  para 
conferencias  dominicales. 

Posee  la  Caja  en  el  piso  principal  del  edificio  de  su  propiedad  donde 
tiene  sus  oficinas,  un  magnífico  y  espacioso  salón,  decorado  con  elegancia  y 
hasta  con  lujo,  cuya  área  mide  muy  cerca  de  doscientos  metros  cuadrados. 
En  su  testero,  que  no  baja  de  nueve  metros  de  alto  por  otros  tantos  de  ancho, 
sobre  un  grande  estrado,  campea  un  hermoso  crucifijo  de  tamaño  natural  ba- 
jo un  rico  dosel  de  terciopelo  encarnado,  en  cuyo  frontispicio  aparece  esta 
leyenda:  Instaurare  omnia  in  Christo. 

Su  fin  primario  es  el  de  las-sesiones  y  juntas  generales  que  por  regla- 
mento celebra  la  Institución;  mas  tiene  también  por  objeto  el  que  nuevamen- 


111 

te  se  le  ha  dado,  es  á  saber,  el  de  dar  conferencias  de  muchas  y  variadas 
materias:  religiosas,  sociales,  de  química,  de  agricultura,  de  artes  y  oficios, 
de  industria  y  comercio,  etc. 

Inauguróse  nuestro  salón  el  día  26  de  marzo  de  este  mismo  año  1911.  Se 
imprimieron,  y  se  repartieron  entre  toda  clase  de  personas,  aunque  valederas 
solamente  para  hombres,  unas  invitaciones  que  servían  además  de  entrada;  y 
aunque  la  tarde  estuvo  desapacible  y  fría^  con  lluvia  continuada  y  barro  por 
las  calles,  á  las  7  de  la  noche,  cuando  empezó  la  conferencia,  estaba  lleao  el 
local.  La  gente  se  engolosinó  de  veras,  y  así  son  pocos  los  domingos  en  que 
no  se  llene  de  bote  en  bote,  reuniéndose  á  las  veces  más  de  quinientos  hom- 
bres, que  buscan  con  afán  y  se  disputan  alguna  papeleta  de  las  que  gratuita- 
mente dan  derecho  á  la.  entrada.  Creemos  que  no  estará  fuera  de  lugar  tras- 
ladar aquí  lo  que  decía  un  periódico  de  esta  localidad  al  día  siguiente  que 
comenzaron  las  conferencias. 

«La  benemérita  y  floreciente  institución,  que  lleva  el  nombre  de  «Caja 
de  Ahorros  de  nuestra  Señora  de  Monserrate»,  ha  tenido  el  buen  acuerdo  de 
organizar  una  serie  de  conferencias  para  sólo  hombres,  que  habrán  de  cele- 
brarse en  el  edificio  social  sito  en  la  Plaza  de  la  Pía. 

» Anoche  se  celebró  la  primera  de  ellas,  que  estuvo  á  cargo  del  M.  L  se- 
ñor Dr.  D.  Agustín  Cavero,  arcediano  de  esta  santa  iglesia  catedral. 

»No  necesitamos  nosotros  puntualizar  las  dotes  oratorias  que  adornan  al 
conferenciante;  su  fama  está  lo  suficientemente  consagrada  y  nuestra  tarea 
sería  pueril,  semejante  á  la  del  que  pretendiese  probar  la  luz  en  pleno  día. 

»E1  Sr.  Cavero  disertó  sobre  un  tema  algo  espinoso  si  se  quiere,  la  po- 
breza; presentar  á  la  consideración  y  ejemplo  de  la  sociedad,  al  Dios  pobre, 
que  ni  tuvo  casa  para  nacer,  ni  sepulcro  para  ser  enterrado. 

»Y  decimos  espinoso,  por  cuanto  halagar  en  demasía  á  laclase  indigen- 
te, puede  llevar  aparejado  el  peligro,  de  engendrar  en  ella  odios,  que  crista- 
licen en  el  más  rabioso  anarquismo. 

»Se  puede  ser  pobre  según  el  evangelio— decía  el  ilustre  orador— aun- 
que se  sea  rico  en  bienes  de  fortuna,  y  se  puede  ser  indigente,  carecer  de  lo 
necesario,  y  no  ser  pobre. 

»Cantó  un  himno  en  loor  de  las  órdenes  religiosas  que  practican  esa  po- 
breza y  «contra  las  que  ahora  disparan  sus  dardos  los  políticos  jacobinos  que 
nos  gobiernan». 

«Avaloró  su  brillante  oración  con  citas  que  demuestran  la  erudición  del 
orador. 

»A1  aplauso  unánime  y  entusiasta  del  numeroso  auditorio  que,  apesar  de 
la  mala  noche,  asistió  á  dicha  conferencia,  unimos  el  nuestro». 


112 

FIESTA  DE  LA  VIRGEN  DE  MONSERRATE 

Convencida  esta  Institución  de  que  las  fuerzas  meramente  humanas  valen 
muy  poco  para  llevar  adelante  aventajadas  empresas  cristiano-sociales,  y 
que  el  importantísimo  problema  económico,  que  tan  agitado  trae  al  mundo 
en  nuestros  días,  si  se  ha  de  resolver  según  las  leyes  de  la  justicia,  ha  de 
desarrollarse  al  calor  de  los  principios  de  la  Religión  Católica,  buscó  ya  des- 
de su  cuna,  como  blasón  y  divisa,  el  Nombre  dulcísimo  de  Ntra.  Sra.  la 
Virgen  de  Monserrate.  Y  ¿qué  manto  había  de  hallar  más  rico  para  cubrirse 
ya  en  los  comienzos  de  la  vida  que  el  manto  soberano  de  esta  celestial  Se- 
ñora? ¿Qué  protección  más  segura,  qué  influencia  más  poderosa  había  de 
desear  que  el  amparo  firmísimo  de  esta  Madre  excelsa?  ¿Qué  norte  y  fin 
más  noble  y  encumbrado,  á  dónde  dirigir  las  fuerzas,  las  energías  y  espe- 
ranzas todas,  que  la  misma  augusta  Patrona  de  esta  ciudad  de  Orihuela, 
había  de  elegir  esta  Institución,  si  precisamente  para  el  bien  material  y  mo- 
ral de  los  hijos  de  Orcelis  se  lanzaba  al  torbellino  de  los  embates  y  cuestio- 
nes sociales  y  económicas? 

«Reconoce»  esta  Caja  de  Ahorros,  según  el  artículo  2P  del  reglamento, 
«como  especial  Patrona  y  Protectora  á  Ntra.  Sra.  de  Monserrate,  á  la  que 
obsequiará  anualmente  con  una  función  religiosa».  Así  lo  confesó  y  confiesa, 
y  así  celebra  esta  fiesta  todos  los  años.  El  año  pasado  fué  el  primero  en  que 
pudo  dar  algún  mayor  realce  y  esplendor  á  este  solemne  obsequio  á  su  vene- 
rada patrona  la  Virgen  Santísima.  Celebróse  la  fiesta  el  día  3  de  Octubre 
en  el  propio  santuario  de  Ntra.  Sra.  de  Monserrate  de  esta  Ciudad,  con  asis- 
tencia de  un  buen  número  de  fieles.  La  semana  anterior  á  dicha  fiesta  repar- 
tióse un  bonito  programa  de  invitación  á  los  amigos,  devotos  y  clientes  de 
la  Caja  de  Ahorros.  La  víspera  hubo  repique  de  campanas  en  la  iglesia  de  la 
Virgen.  El  día  de  la  fiesta,  reunidos  los  señores  patronos  en  la  Caja,  se 
dirigieron  en  corporación  al  Santuario  donde  ocuparon  un  sitio  de  preferen- 
cia. A  las  nueve  empezó  la  misa  solemne,  que  celebró  el  muy  Iltre.  señor 
D.  Cayetano  Puerto,  dignidad  de  Chantre,  asistido  de  los  señores  curas  pá- 
rrocos, como  ministros,  D.  Antonio  Mira  y  D.  Roque  Herrero,  todos  pa- 
tronos de  la  Caja.  Predicó  D.  Jaime  Espases,  secretario  de  Cámara  del 
obispado,  y  cantó  la  misa,  que  fué  la  coral  de  Vilaseca  titulada  de  Pío  X, 
el  coro  de  la  congregación  de  María  Inmaculada  y  san  Luís  Gonzaga,  de 
esta  ciudad.  Terminada  la  misa,  habiendo  regresado  los  patronos  al  local 
de  la  Caja,  se  distribuyó  una  limosna  de  pan  de  500  raciones,  á  los  pobres. 

Puesto  que  á  la  protección  y  patronato  de  la  Virgen  de  Monserrate 


113 

debe  esta  Caja  cuanto  es  y  cuanto  vale,  su  principio  y  crecimiento,  su  orga- 
nización y  vida,  su  robustez  y  lozanía,  se  entrega  toda  á  la  divina  Señora 
de  quien  le  vinieran  tantos  bienes,  de  lo  cual  se  complace  en  dar  en  esta 
ocasión  público  y  solemne  testimonio  para  satisfacción  de  sus  patronos  y 
fundadores,  para  estímulo  de  sus  amigos  y  clientes,  para  consuelo  de  sus 
allegados  y  favorecidos.  ¡Ojalá  la  Reina  de  Monserrate  siga  bendiciendo 
esta  Caja  de  Ahorros,  obra  y  creación  suya,  para  prosperidad  material,  y 
más  que  todo,  para  perfeccionamiento  moral  de  los  habitantes  de  esta  her- 
mosa y  encantadora  vega,  la  tierra  orcelitana  del  Segura. 

UN  PROYECTO  HERMOSÍSIMO 

En  breve  será  un  hecho,  con  el  favor  divino,  el  desde  larga  fecha  acari- 
ciado proyecto  de  montar  unas  escuelas  al  estilo  de  las  del  Ave  María  de 
Granada.  El  abandono  en  que  se  hallan  multitud  de  muchachos  de  las  clases 
menesterosas  de  esta  ciudad,  ha  sido  el  inspirador  de  esta  idea  tan  alta- 
mente beneficiosa  para  los  intereses  generales  de  la  sociedad,  y  acogida  con 
el  mayor  entusiasmo,  así  por  los  señores  patronos  de  la  Caja,  como  por 
todas  aquellas  personas  que  se  interesan  por  la  prosperidad  de  las  obras 
sociales  católicas.  Se  han  adquirido  ya  al  efecto  unos  extensos  solares,  que 
dentro  de  poco  se  convertirán  en  espaciosos  locales  destinados  á  escuelas 
con  todos  los  adelantos  que  exige  la  pedagogía  moderna. 


CONGREGACIÓN   DE   HIJAS   DE   MARÍA 


CRUZADA  DE  LA  MODESTIA  CRISTIANA 

Aprobada,  bendecida  y  encomiada  por  los  Emmos.  y  Rdmos.  Sres.  car- 
denales de  Toledo,  Santiago,  Sevilla  y  Valladolid;  por  los  Exentos,  é 
limos.  Sres.  arzobispos  de  Valencia,  Burgos,  Zaragoza  y  Granada; 
por  los  Excmos.  é  limos.  Sres.  obispos  de  Madrid,  Tortosa,  faca,  Al- 
mería, Tarragona,  Pamplona,  Vich,  Barcelona,  Santander,  Solsona, 
Málaga,  Falencia,  Sigüenza,  Zamora,  Plasencia,  Huesca,  Ciudad  Ro- 
drigo, Coria,  Orense,  Barbastro,  Jaén,  Guadix,  Cartagena,  Cuenca, 
Lérida,  Lugo,  Teruel,  Cádiz,  Córdoba,  Ouiedo  y  Ciudad  Real;  y  por 
los  limos.  Sres.  vicarios  capitulares  de  Tarragona,  Orihuela  y  Se- 
gorbe. 

La  forman  las  hijas  de  María  de  la  congregación  mariana 
DE  Orihuela,  para  librarse  á  sí  mismas,  y  rescatar  á  cuantas 
personas  puedan,  de  la  esclavitud  de  la  moda  indecorosa  de  los 
vestidos,  con  la  protección  de  nuestra  señora  de  la  Merced, 
Redentora  de  Cautivos. 


LLAMAMIENTO  A  LA  CRUZADA  (D 

Para  dos  cosas  necesitamos  del  vestido:  para  defensa  de  la  honestidad, 
y  para  resguardo  contra  la  intemperie;  pero  la  exigencia  mundana  lo  con- 
vierte hoy  en  escándalo  de  las  almas  y  molestia  de  los  cuerpos. 

No  se  pueden  debidamente  ponderar  las  calamidades  que  nos  acarrea  la 
moda. 

Ella,  con  sus  caprichos  insaciables,  nos  hace  aparentar  lo  que  no  somos,  y 
gastar  lo  que  tenemos  y  lo  que  no  tenemos. 

Ella  borra  poco  á  poco  en  nosotras  aquel  aire  de  recato  y  modestia  que 
en  el  porte  exterior  constituye  el  ornato  más  precioso  de  la  doncella  cris- 
tiana. 


(1)    Puede  verse  el  original  catalán  en  la  pág.  42,  nota  (2). 


115 

Ella,  para  escarnecer  de  nosotras,  señala  tales  formas  á  nuestros  vesti- 
dos, que  no  puede  una  vestirse  del  todo  por  sí  misma,  ni  levantarse  sin  ayuda 
de  vecino,  si  tiene  la  desgracia  de  caer. 

Ella  nos  hace  andar  tan  apretadas  y  oprimidas  con  nuestro  cerco  de  ropa, 
que  además  de  enredarnos  el  paso  y  estorbarnos  en  nuestras  labores  y  faenas, 
nos  impide  la  misma  respiración. 

Ella  en  fin,  comerciando  con  nuestra  bobería,  pretende  hacernos  creer 
que  el  camino  para  llamar  la  atención  y  alcanzar  un  buen  partido  en  el  matri- 
monio, es  el  de  las  formas  extremadas,  cuando  con  ellas  no  conseguimos  sino 
despertar  el  interés  de  unos  cuantos  jóvenes  perdularios  y  casquivanos,  y 
excitar  la  risa  y  la  compasión  de  la  gente  seria  y  sensata. 

Pero  lo  que  de  veras  pasma,  y  no  lo  creyéramos  si  no  lo  viésemos,  es  la 
aceptación  voluntaria  que  nosotras  hacemos  de  cuantos  gastos  y  molestias 
nos  exige  la  moda;  pues  pagamos  á  precio  muy  subido  las  cadenas  con  que 
ella  nos  hace  esclavas. 

Sería  necesario  no  tener  conocimiento  de  nuestra  dignidad,  ó  haberle 
enteramente  perdido,  para  que  sufriéramos  por  más  tiempo  esa  tan  dura  y 
voluntaria  servidumbre.  Pero  no:  no  queremos  ser  esclavas  de  la  moda,  sino 
señoras,  para  tomar  de  ella  sólo  aquello  que  dignamente  nos  acomode. 

Lo  cual  no  quiere  decir  que  damos  de  mano  al  buen  gusto  en  el  vestir, 
ni  que  renunciamos  del  todo  á  las  ventajas  razonables  que  pueda  introducir 
la  moda  bien  encauzada;  solamente  damos  á  entender  que  ningunos  respetos 
de  amigas  ó  modistas  nos  harán  traspasar  jamás  los  límites  que  nos  señalan 
la  modestia  y  la  decencia  cristianas,  y  que  abominaremos  para  siempre  de 
los  trajes  cortos  y  estrechos,  y  más  aún  de  los  escotados. 

Las  dudas  que  sobre  este  punto  nos  vinieren,  las  resolveremos  á  la  luz 
purísima  de  los  ejemplos  de  nuestra  Madre  santísima,  y  con  el  consejo  de 
alguna  amiga  franca  y  prudente  que,  rogada  por  nosotras,  nos  amoneste 
cuando  traspasemos  la  línea  de  la  honestidad. 

No  queremos  malgastar  el  tiempo  precioso  de  nuestra  vida  trasladando 
á  nuestros  vestidos  todos  los  perfiles  del  último  figurín;  preferimos  mil  veces 
imitar  las  virtudes  de  nuestra  Madre  Inmaculada.  Tome  quien  quisiere  para 
sí  el  oficio  de  cocinera  de  los  gusanos  (i);  pues  nosotras  tenemos  por  más 
honroso  el  de  camareras  de  la  Virgen. 

Ella,  que  es  Redentora  de  cautivos  y  soberana  Reina  de  la  Merced, 
quiera  hacernos  ésta  de  bendecir  nuestra  Cruzada  de  la  Modestia  cristia- 
na, y  con  su  poderosa  protección,   ayudarnos  á  cumplir  nuestro  invariable 


(1)    Nombre  que  da  el  B-  Juan  de  Ávila  á  los  regaladores  de  su  cuerpo. 


116 

propósito  de  romper  cuantas  cadenas  de  cautiverio  nos  eche  la  moda,  y  res- 
catar de  su  poder  el  infinito  número  de  voluntarias  esclavas. 

Orihuela,  día  21  de  noviembre,  fiesta  de  la  presentación  de  la  B.  V. 
María,  del  año  1911. 

La  Junta  Directiva. 

Siguen  las  firmas. 

Lugar  del  sello. 

Nota.— Esta  Cruzada  puede  establecerse  en  cualquiera  congregación, 
sociedad,  cofradía,  colegio...,  porque  no  cambia  ni  contradice  en  nada  los 
respectivos  reglamentos.  Pueden  pertenecer  á  ella,  no  sólo  las  jóvenes  que 
alguna  vez  han  pagado  indecoroso  tributo  á  la  moda,  sino  también  todas  las 
que  están  libres  de  tal  pecado;  aquéllas  para  redimirse  á  sí  mismas,  éstas 
con  el  fin  de  trabajar,  como  incansables  apóstoles,  en  la  redención  de  sus  her- 
manas cautivas. 

NORMAS  DE  ESTA  CRUZADA 

1.''^  Tener  por  cierto  que  el  sumo  Pontífice  verá  con  la  mayor  satis- 
facción que  las  mujeres,  sobre  todo  las  que  pertenecen  á  las  asociaciones  de 
Madres  Cristianas  ó  Hijas  de  María,  entendida  la  importancia  y  gravedad 
del  mal,  se  unan  contra  ese  lujo,  que  es  la  ruina  de  las  costumbres  y  de  la 
familia.  (Véase  el  Breve  del  papa  León  XIII  á  Isabel  Gentelles). 

2.^  Persuadirse  que,  por  los  cuidados  de  la  persona,  del  peinado  y  del 
lujoso  vestido,  cosas  que  se  renuevan  muchas  veces  al  día,  se  absorbe  el 
tiempo  que  se  debía  consagrar  á  las  obras  de  piedad,  ó  á  las  obligaciones  de 
la  familia.  Se  sacrifica  al  lujo  la  educación  de  los  hijos;  por  él  se  deja  el 
cuidado  de  los  intereses  domésticos;  él  es  la  raíz  del  desorden  de  la  casa,  y 
del  todo  la  trastorna.  (Ibid.). 

3.^  Es  preciso  convencerse  de  que  el  lujo  es  provocativo  del  mal  en 
las  reuniones  brillantes,  en  paseos  públicos  y  otros  espectáculos,  porque 
enseña  á  andar  de  casa  en  casa  so  pretexto  de  atenciones  que  guardar,  y 
allí  entregarse  al  ocio,  á  la  curiosidad  y  á  las  conversaciones  indiscretas.  Él 
es  el  que  sirve  de  alimento  á  los  malos  deseos,  el  que  consume  la  hacienda 
que  se  debía  guardar  para  los  hijos  y  para  socorrer  á  los  pobres.  Él  es  el 
que  suele  divorciar  los  esposos,  y  con  frecuencia  impedir  la  celebración  de 
los  matrimonios,  porque  hay  pocos  hombres  que  consientan  en  cargar  con 
gastos  tan  enormes.  (Ibid.). 

4.^  Es  menester  vestir  con  sencillez,  teniendo  horror  al  lujo  excesivo, 
y  contentándose  con  vestir  según  la  posición  en  que  Dios  las  haya  colocado, 


117 

sin  buscar  vanos  pretextos  para  procurarse  adornos  inútiles.  (Instrucción  á 
las  señoras  católicas,  publicada  por  el  Emmo.  Sr.  Cardenal  Vicario  de  Su 
Santidad,  á  1.°  de  julio  de  1878). 

5.''^  Cada  año  fijar  de  antemano  la  suma  necesaria  para  vestir,  según 
la  propia  condición  y  medios  pecuniarios,  y  nunca  gastar  más  de  la  suma  fi- 
jada. (Ibid.) 

6.^  No  contraer  jamás  deudas  para  vestir:  hacer  un  firme  propósito,  y 
guardarlo  enérgicamente,  de  pagar  con  puntualidad  lo  que  compraren.  (Ibid.) 

7.^  Acuérdense  de  la  obligación  que  el  Evangelio  nos  impone  de  ha- 
cer limosnas,  y  sepan  privarse  de  algún  objeto  de  lujo,  áíin  de  poder  dar  á 
los  pobres  esa  parte  superflua  que  les  pertenece.  (Ibid.) 

8.''^  En  la  manera  de  vestir  no  tener  sino  fines  legítimos  y  honestos, 
para  que  tales  actos  sean,  no  solamente  lícitos,  sino  hasta  meritorios  para  la 
vida  eterna:  deben  desechar  todo  motivo  de  vanidad  mundana,  como  sería 
proponerse  atraer  las  miradas  de  los  demás,  humillar,  aventajar  y  eclipsar  á 
las  otras.  (Ibid.) 

9.^  Tener  gran  cuidado  de  que  los  vestidos  sean  según  las  reglas  de 
la  decencia  y  modestia,  que  son  el  principal  adorno  de  una  señora  católica: 
no  escuchar  en  este  punto  las  falsas  razones  del  ejemplo  de  las  compañeras' 
ó  de  la  moda  universal,  acordándose  siempre  de  que,  á  Dios,  que  no  al  mun- 
do, han  de  dar  cuenta  de  su  proceder.  (Ibid.) 

10.'^  Al  ir  á  la  Iglesia,  y  sobre  todo  al  acercarse  á  recibir  los  santos 
Sacramentos,  observar  en  el  traje  la  mayor  moderación;  pues  saben  que  en 
la  casa  de  Dios  está  prohibida  toda  pompa  mundana.  (Ibid.) 

11.''^  Poner  grande  y  constante  empeño  en  desterrar  del  templo  del 
Señor  los  sombreros:  no  asistir  á  los  actos  del  culto  sino  con  la  clásica  man- 
tilla española;  usarla  aun  para  ir  á  ver  las  procesiones,  sobre  todo  cuando  son 
con  el  Santísimo  Sacramento;  y  en  este  caso,  no  estar  nunca  con  la  cabeza 
descubierta. 

12.^  Mucho  es  de  desear  que  aun  en  los  vestidos  se  separe  la  ciudad 
de  Dios  de  la  de  Lucifer,  y  se  distingan  las  mujeres  cristianas  de  las  munda- 
nas. Sobre  las  leyes  de  la  moda,  sobre  la  costumbre,  sobre  las  exigencias 
sociales  ó  mundanales,  están  las  leyes  divinas,  y  la  obligación  del  buen  ejem- 
plo. Y  es  de  advertir  que  no  puede  una  cristiana  conformar  su  vida  con  las 
máximas  del  santo  Evangelio,  ni  con  los  deseos  tan  manifiestos  de  los  sumos 
pontífices  Pío  IX,  León  XIII  y  Pío  X,  si  no  toma  por  base  y  fundamento  de 
buena  conducta  el  cumplimiento  de  los  deberes  religiosos. 

13.^  Trabajar  con  empeñado  celo  y  suaves  insinuaciones,  acompaña- 
das de  la  eficacia  del  buen  ejemplo,  por  que  estas  normas  sean  puntualmen- 


118 

te  observadas.  La  mujer  cristiana,  sea  cual  fuere  su  condición  ó  estado,  debe 
ser  fuerte  contra  sí  misma,  fuerte  contra  el  lujo  seductor,  que  es  la  gran  pla- 
ga de  esta  nuestra  edad,  fuerte  contra  la  tiranía  del  respeto  humano.  (Ibid). 

EXPOSICIÓN  AL  ILMO.  ORDINARIO  DIOCESANO 
Congregación  de  hijas  de  María.— Orihuela 

Uno  de  los  frutos  que  las  hijas  de  María  de  esta  congregación  han  saca- 
do este  año  de  los  santos  Ejercicios  celebrados  en  el  mes  de  octubre,  ha  sido 
el  proyecto  de  organizar  una  «Cruzada»  con  el  título  de  la  «Modestia  Cris- 
tiana» contra  los  excesos  del  lujo  y  de  la  moda.  No  les  sufre  el  corazón  ver 
los  estragos  que  causa  en  la  sociedad  la  desenfrenada  manera  de  vestir  que 
hoy  avasalla  á  la  mujer,  y  llevadas  de  su  celo  quieren  hacer  algo  en  benefi- 
cio de  sus  hermanas,  no  sólo  de  esta  ciudad  y  comarca;  sino  también,  á  ser 
posible,  de  toda  la  diócesis  y  provincia,  y  aun,  si  les  fuera  dado,  de  todo  el 
resto  de  España. 

Por  esto  presentan  á  V.  S.  lima,  la  fórmula  de  su  «Cruzada»  para  que 
la  examine  y,  si  le  parece  bien,  la  apruebe  y  bendiga,  porque  con  esto  lleva- 
rá un  requisito  que  la  hará  digna  de  aceptación  en  todas  las  demás  congre- 
gaciones de  hijas  de  María.  Y  estando  en  víspera  de  su  fiesta  titular  dedi- 
cada á  la  inmaculada  concepción  de  su  Madre  santísima,  creen  que  esta  es  la 
ocasión  oportuna  para  que  la  idea  de  esta  «Cruzada»  tenga  eco  y  resonancia 
en  el  corazón  de  tantas  jóvenes  fervorosas,  que  de  seguro  se  alistarán  y  tra- 
bajarán con  denuedo  para  bien  de  las  muchas  víctimas  de  la  malhadada  in- 
fluencia de  la  moda,  tan  ridicula  como  sensual,  que  reina  en  nuestros  días.— 
Dios  guarde  á  V.  S.  lima,  muchos  años.— Orihuela,  día  29  de  noviembre  de 
191 1  .—La  presidenta,  Teresa  Clavarana  Bofill. 

Ilmo.  Sr.  vicario  capitular  de  la  diócesis  de  Orihuela,  S.  V. 

APROBACIÓN 
Gobierno  eclesiástico,  sede  vacante,  del  obispado  de  Orihuela. 

Conocida  por  Nos  la  institución  fundada  y  establecida  en  esa  congre- 
gación de  hijas  de  María,  que  lleva  el  nombre  de  «Cruzada  de  la  Modestia 
Cristiana»,  y  lamentando  como  no  podemos  menos  de  lamentar,  los  funestos 
resultados  de  la  escandalosa  moda  del  vestir  en  la  mujer,   en  ios  actuales 


119 

tiempos,  creemos  que  cuadra  á  maravilla  con  las  necesidades  de  la  sociedad 
tal  institución,  ya  que  es  preciso  pueda  contar  el  pudor  y  recato  de  las  jóve- 
nes con  un  freno  poderoso  que  destruya  la  marcha  progresiva  del  mal,  infil- 
trado en  todos  los  órdenes,  estados  y  condiciones  de  la  vida.  Simpática  y 
digna  de  ser  abrazada  por  todas  las  congregaciones  españolas  es  la  «Cruza- 
da» que  han  emprendido  las  fervientes  hijas  oriolanas;  simpática  y  de  segu- 
ros resultados,  porque  cuenta  para  defensa  del  hermoso  ideal  que  persigue 
con  el  auxilio  y  poderoso  amparo  de  la  Madre  de  toda  pureza. 

Nos,  reconocemos  la  necesidad  de  tales  obras,  y  al  aprobarla  de  todas 
veras  y  de  todo  nuestro  corazón,  la  recomendamos  á  cuantas  congregaciones 
de  hijas  de  María  existen  en  esta  diócesis,  á  la  vez  que  nos  consolaría  mu- 
cho verla  extendida  y  propagada  entre  las  innumerables  existentes  en  Es- 
paña. 

Esperamos  que  todas  las  hijas  de  María  defenderán  los  derechos  de  la 
modestia  y  sabrán  conquistar  á  las  jóvenes  que  la  perniciosa  moda  en  el  ves- 
tir haya  pervertido,  añadiendo  de  este  modo  un  nuevo  triunfo  á  los  señala- 
dísimos que  están  alcanzando  en  el  seno  de  las  familias. — Dios  guarde  á 
V.  muchos  años.— Orihuela,  5  de  enero  de  1912.— Dr.  Andrés  Díe  Pes- 
CETTO,  Vic.°  Capr. 

Señorita  Teresa  Clavarana,  presidenta  de  la  congregación  de  hijas  de  María 
de  Orihuela. 

EXPOSICIÓN  DE  LA  PRESIDENTA  DE  LA  CONGREGACIÓN 
AL  EMMO.  SEÑOR  CARDENAL  PRIMADO 

Congregación  de  hijas  de  María.— Orihuela. 

Las  hijas  de  María  de  la  congregación  mariana,  establecida  en  la  igle- 
sia de  santo  Domingo  de  la  ciudad  de  Orihuela,  persuadidas  de  los  males 
gravísimos  que  produce  la  profanidad  actual  del  lujo  y  de  la  moda,  que  son 
de  ordinario  la  ruina  de  las  costumbres  y  de  la  familia,  desean  oponerse,  en  la 
medida  de  sus  escasas  fuerzas,  á  tanto  mal;  y  al  efecto  se  han  unido  todas 
con  nuevos  lazos,  con  el  fin  de  formar  una  «Cruzada»,  que  estimarían  se 
llame  de  la  «Modestia  Cristiana»,  pues  así  su  trabajo  será  más  eficaz  para 
desviar  de  sí  mismas  y  de  sus  allegadas  tan  graves  daños,  y  tal  vez  su  pro- 
pósito servirá  de  ejemplo  á  otras  muchas  para  rechazar  lejos  de  sí  lo  que 
pasa  de  una  honesta  compostura. 

Por  lo  tanto,  en  vísperas  de  la  fiesta  titular  de  su  amada  congregación, 


120 

dedicada  a  la  bienaventurada  virgen  María  en  el  misterio  de  su  Concep- 
ción sin  mancha,  después  de  haber  prometido  y  jurado  fidelidad  inquebran- 
table á  su  Madre  dulcísima  al  pie  de  su  sagrado  altar,  presentan  á  Vuestra 
Emma.  Rvma.,  como  al  más  encumbrado  director  de  las  obras  sociales  en 
España,  los  puntos  principales  que  desean  abrace  su  «Cruzada».  Así,  exami- 
nados, aprobados  y  bendecidos  por  la  solicitud  paternal  de  Vuestra  Eminen- 
cia Rvma.  no  sólo  tendrán  más  eficacia  entre  las  hijas  de  esta  población, 
sino  también  mayor  eco  y  resonancia,  por  lo  que  toca  á  la  imitación  y  segui- 
miento, en  todos  los  ámbitos  de  la  nación  española.  Dios  quiera,  por  mediación 
de  la  Virgen  santísima,  que  esta  nuestra  determinación  sea  la  piedrecita  que 
destruya  al  coloso  del  lujo  y  de  la  moda  que  hoy  señorea  el  mundo. 
Dios  guarde  á  Vtra.  Emm.  Rvdma.  muchos  años. 
Orihuela,  día  3  de  diciembre  de  1911. 

La  presidenta,  Teresa  Clavarana  Bofill. 
Emmo.  y  Rvdmo.  Sr.  cardenal  Aguirre,  arzobispo  de  Toledo. 

APROBACIÓN  DEL  EMMO.  SR.  CARDENAL  PRIMADO 
Secretaría  de  Cámara  y  Gobierno  del  arzobispado  de  Toledo. 

Su  Emcia.  Rvdma.  el  cardenal  arzobispo  mi  Señor,  se  ha  enterado  con 
sumo  placer  de  los  laudables  y  cristianos  propósitos  que  animan  á  esa  pia- 
dosa congregación,  y  no  sólo  aplaude  el  proyecto  de  esa  hermosa  «Cru- 
zada» que  en  nombre  de  la  «Modestia  Cristiana»  desean  V.  V.  organizar, 
sino  que  desea  se  extienda  por  toda  nuestra  patria,  santificada  por  la 
presencia  corporal  de  nuestra  santísima  Madre,  y  pide  al  Señor  que  esta 
guerra  contra  los  inmoderados  excesos  del  lujo  y  de  la  moda,  produzca  los 
mejores  resultados,  hasta  llegar  á  arrancar  esa  maldita  cizaña  del  corazón  de 
la  mujer,  hecho  por  Dios  para  que  en  él  germinen  las  más  vistosas  y  bellas 
flores  del  cristianismo. 

Su  Emcia.  Rdma.  bendice  muy  gustoso  á  V.  y  cuantas  personas  tomen 
parte  en  esta  obra. 

Lo  que  tengo  el  honor  de  comunicar  á  V.  para  su  conocimiento  y  á  satis- 
facción. 

Dios  guarde  á  V.  muchos  años. 

Toledo,  22  de  diciembre  de  1911. 

Dr.  Antonio  Alvaro,  secretario. 

Señora  doña  Teresa  Clavarana,  presidenta  de  la  congregación  de  hijas 
de  María  de  Orihuela. 


121 


EXPOSICIÓN  A  LOS  DEMÁS  RDMOS.    PRELADOS  DE   ESPAÑA 

Congregación  de  hijas  de  María,— Orihuela. 

Emmo.  y  Rdmo.  Sr. 
Excmo.  é  limo.  Sr. 

Las  hijas  de  María  de  esta  congregación  mariana,  íntimamente  persua- 
didas de  los  funestos  estragos  que  en  nuestros  días  causan  los  excesos  del 
lujo  y  de  la  moda,  han  organizado  una  «Cruzada»  titulada  de  la  «Modestia 
Cristiana»,  con  el  fin  de  oponerse  en  la  medida  de  sus  fuerzas  á  la  corrup- 
ción de  costumbres  que  de  ahí  se  origina,  y  que  es  cada  vez  más  creciente  y 
lastimosa. 

Bien  quisieran  reclutar  para  esta  obra  á  todas  sus  hermanas  de  Congre- 
gación cuyas  virtudes  florecen  en  todas  las  provincias  de  la  nación  española, 
mas  para  ello  necesitan  la  bendición  y  apoyo  de  los  vigilantísimos  prelados, 
que  el  Espíritu  Santo  ha  puesto  para  regir  la  Iglesia  de  Dios.  A  este  fin 
presentan  á  V.  E.  Rvdma.  la  fórmula  de  su  «Cruzada»,  para  suplicarle  que 
la  bendiga  y  apruebe,  porque  esta  será  la  señal  cierta  de  que  ha  de  germinar 
en  todas  las  regiones  de  nuestra  amada  nación. 

No  estará  fuera  de  lugar  poner  en  conocimiento  de  V.  E.  Rvdma.  que 
ya  el  Emmo.  Sr.  cardenal  Aguirre,  como  Jefe  supremo  de  las  obras  sociales 
en  España,  se  ha  dignado  bendecir  y  encomiar  por  encima  de  lo  que  podía- 
mos desear  nuestra  modesta  «Cruzada». 

Besando  con  amor  y  veneración  el  anillo  pastoral  de  V.  E.  Rvdma.  se 
ofrece  humilde  hija  en  Cristo. 

La  presidenta,  Teresa  Clavar  ana  Bofill. 

APROBACIONES 

El  cardenal  arzobispo  de  Sevilla. 

Sevilla,  11  de  enero  de  1912. 

Srta.  D.''^  Teresa  Clavarana. 
Muy  estimada  en  Jhs:  Aplaudo  el  pensamiento  de  esa  congregación  de 
hijas  de  María,  y  pido  á  Dios  N.  S.  y  á  la  Virgen  Inmaculada  que  sea  aco- 
gido favorablemente  por  todas  las  congregaciones  de  hijas  de  María  en 
nuestra  querida  patria.  Y  cuenten  con  mi  cordial  bendición  porque  la  her- 
mosa «Cruzada  de  la  Modestia  Cristiana»  consiga  éxito  favorable  para  mayor 
gloria  de  Dios,  y  bien  de  las  almas. 


122 
Encomiendo  aquí  este  asunto  al  señor  cura  párroco  de  la  Magdalena,  que 
es  el  director  espiritual  de  la  congregación  de  hijas  de  María,  con  el  cual 
puede  V.  entenderse  para  todo. 

La  bendice  su  afectísimo  en  Jhs. 

f    El  cardenal  arzobispo  de  Sevilla. 

El  cardenal  arzobispo  de  Valladolid. 
Particular. 

Enero  12,  1912. 

Srta.  D."^  Teresa  Clavarana  Bofill. 
Muy  amada  en  Cristo:  Aplaudo  y  bendigo  de  lo  íntimo  del  corazón  la 
«Cruzada»  titulada  de  la  «Modestia  Cristiana»  que  han  organizado  las  hijas 
de  María  de  esa  congregación  mariana,  de  la  ciudad  de  Orihuela,  y  cuya 
presidencia  V.  ostenta,  con  el  fin  de  evitar  y  remediar  los  funestos  estragos 
que  en  los  presentes  tiempos,  causan  en  las  mujeres  y  en  los  hogares  cris- 
tianos, los  excesos  del  lujo  y  de  la  moda. 

Quiera  Dios,  que  los  buenos  deseos  de  la  nueva  Cruzada  se  realicen,  y 
se  cumplan  los  fines,  que  la  misma  persigue. 

Aprovecha  la  ocasión  para  bendecir  á  V.  y  á  todas  las  jóvenes  congre- 
gantas  su  affmo.  en  Cristo. 

t    El  Cardenal. 

En  términos  muy  parecidos  á  los  de  los  Emmos.  Sres.  cardenales  é 
limo.  Sr.  vicario  capitular  de  Orihuela  que  preceden,  contestaron  á  la  se- 
ñorita presidenta  de  la  congregación  los  demás  Rdmos.  prelados  de  España, 
que  arriba  se  citan.  Pueden  verse  los  documentos  en  que  aparecen  sus  finas 
y  entusiastas  frases  de  aprobación,  en  el  opúsculo  que,  con  el  fin  de  perpetuar 
la  grata  memoria  de  los  mismos,  ha  dado  á  la  estampa  la  junta  directiva  de 
esta  congregación. 


COLEGIO  DE  SAN  IGNACIO 
SARRIA 


TANDAS  DE  EJERCICIOS  A  OBREROS  DURANTE  EL 
AÑO  DE  1911 

Garta-Relación  del  P.  Narciso  Blanch  al  P.  Antonio  Iñesta 


Sarria,  27  de  diciembre , de  1911. 

Mi  amadísimo  padre  rector:  Se  me  ha  pasado  más  de  un  año  desde  que 
prometí  á  V.  R.  escribirle  algún  hecho  edificante  de  los  muchos  que,  por  la 
bondad  de  Dios,  acontecen  en  esta  Casa  dé  Ejercicios  para  obreros,  que  fun- 
dó y  tan  dentro  de  su  corazón  tiene  V.  R.,  y  á  la  cual  tanto  favorecen  y 
ayudan  el  reverendo  padre  provincial  y  todos  los  demás  padres  y  hermanos  de 
este  colegio  en  la  manera  que  mejor  pueden.  Y  ya  que  tanto  he  hecho  esperar  á 
V.  R.,  procuraré  compensarlo  con  una  «Relación  de  algunos  de  los  resultados 
obtenidos  desde  julio  de  1910  á  fines  de  diciembre  de  1911». 

Para  no  alargar  demasiado  la  tal  relación,  no  pondré  en  ella  ni  la  quin- 
cuagésima parte  de  lo  que  pudiera  decir,  ni  de  los  documentos  que  empiezan 
á  formar  un  hermoso  é  interesante  archivo,  limitándome  á  los  hechos  nuevos 
y  distintos  de  los  que  conté  en  la  carta  que  escribí  al  P.  Cervós  y  que  apa- 
reció en  Cartas  Edificantes  de  la  Asistencia  de  España— 1910,  nú- 
mero 2,  pág.  14. 

Encomiéndeme  V.  R.  á  Dios  en  sus  SS.  SS.  y  OO. 

De  V.  R.  afectísimo  hijo  en  Cristo. 

t 

JHS. 

Narciso  Blanch,  S.  J. 


124 
RELACIÓN  de  algunos  de  los  resultados  obtenidos  por  los  santos  Ejer- 
cicios dados  á  los  obreros,  en  la  Casa  de  Ejercicios  de  Sarria  durante  el  año 
de  1911. 

Ha  habido  varias  primeras  comuniones  y  hasta  primeras  confesiones  de 
jóvenes  y  hombres  bastante  atrasados  en  tan  sagrados  deberes. 

Al  buen  camino. — Han  vuelto  al  buen  camino  algunos  que,  al  decir  de 
sí  mismos  ó  de  sus  íntimos  amigos,  andaban  muy  lejos  de  él.  «Frutos  han 
dado,  dice  uno,  los  santos  Ejercicios,  reformándome  á  mí  en  la  Fe,  y  han 
vuelto  al  buen  camino  á  un  amigo  mío».  Otro  escribió:  «Entré  en  esta  santa 
Casa  con  la  conciencia  intranquila;  mas  ahora  estoy  tan  satisfecho  y  tranqui- 
lo, cual  nunca  lo  había  estado.  El  primer  día  que  ayudé  la  santa  misa  á  V.  lo 
hacía  tímidamente  como  aquél  que  ejecuta  una  mala  acción...  Me  acordé  de 
mi  niñez  en  que  no  pensaba  en  el  mal...» 

También  ha  venido  alguno  con  ánimo  de  disputar;  pero  Dios  se  lo 
trocó  en  deseos  de  hacer  una  buena  y  santa  confesión.  No  faltó  quien  vino 
con  la  Publicidad  y  El  Liberal,  periódicos  ambos,  como  sabe  V.  R.,  de  la 
piel  del  diablo.  Al  medio  día  de  Ejercicios  me  los  regaló;  á  los  seis  meses 
tuve  ocasión  de  hablar  con  él,  y  me  dijo,  sin  que  yo  se  lo  preguntase,  que  no 
había  vuelto  á  tocar  ninguno  de  dichos  diarios:  y  que  desde  entonces  no  ha- 
bía leído  otro  que  el  Correo  Catalán.  Cada  mes  ha  ido  á  la  Sección  de 
Perseverancia,  en  donde  tienen  comunión  general.  Compareció  un  joven 
que  trajo,  (bien  escondida  por  supuesto),  una  novela  que  publicó  La  Publi- 
cidad como  folletín.  La  traía  sin  duda  para  entretenerse  en  los  ratos  de  ocio. 
Dudo  que  la  leyera  una  sola  vez,  pues  pasaba  todos  los  tiempos  libres  leyen- 
do libros  piadosos  y  estudiando  catecismo.  Al  irse,  dejó  la  novela  en  un  rin- 
cón del  cajón  de  la  mesa  de  su  cuarto,  haciendo  oblación  de  ella  á  Dios. 

Escándalos  quitados.— Otros  varios  han  cortado  de  raíz  las  ocasiones 
de  su  mala  vida:  y  para  esto,  uno  se  apartó  de  ella  á  costa  de  grandísimos 
sacrificios,  como  fueron  el  pasar  más  de  8  días  fuera  de  su  propia  casa,  don- 
de estaba  su  ocasión  á  la  cual  era  imposible  echar  enseguida  hasta  reunir 
dinero  bastante  para  mandarla  á  ella  y  á  los  hijos  de  ella,  á  casa  de  sus  pa- 
dres, distante  de  Cataluña:  y  durante  esos  días  el  tal  sujeto  comía  y  dormía 
donde  y  como  le  era  posible:  todo  para  no  ponerse  en  peligro.  Otro  tuvo  que 
huir  y  emprender  un  largo  viaje  á  su  lejana  tierra,  (Andalucía)  el  día  mismo 
que  salió  de  Ejercicios,  por  haberle  amenazado  los  hermanos  de  aquella  con 
quien  vivía  mal,  que  lo  matarían  si  llegaba  á  apartarse  de  la  que  era  ocasión 
de  ofender  á  Dios.  Y  para  que  se  vea  más  el  poder  de  la  gracia  divina  no  faltó 
quien  á  pesar  de  querer  contraer  santo  matrimonio  con  quien  hasta  entonces 


125 

había  estado  unido  ilícitamente,  no  pudiendo  contraerlo  por  ser  soldado  y  es- 
tar en  reclutamiento,  para  estar  más  lejos  de  la  ocasión,  se  pasó  á  servicio 
activo,  y  pidió  irá  África  en  tiempo  que  la  guerra  del  Riff  estaba  más 
encarnizada,  esperando  que,  á  la  vuelta  de  allí,  libre  ya  de  todo  servicio  mi- 
litar, podrá  contraer  lícito  matrimonio  con  aquella  de  quien  entonces  se  sepa- 
raba á  costa  de  tantos  y  tan  heroicos  sacrificios  y  peligros. 

A  estos  hechos  pueden  añadirse  las  confesiones,  todas  ellas  muy  conso- 
ladoras. 

Un  hecho  apuntaré  antes  de  pasar  á  otra  materia,  que  me  llamó  la  aten- 
ción; el  de  un  hombre,  que  habiendo  estado  28  años  sin  haber  puesto  el 
pie  en  ninguna  iglesia,  se  sabía  el  Ancora  de  Salvación  casi  toda  de  me- 
moria. 

Vida  ejemplar.— lAe  han  contado  varios  hechos  admirables  de  algunos 
que,  habiendo  sido  antes  ocasión  de  escándalo,  son  ahora  la  edificación  de 
sus  pueblos.  «De  mi  pueblo,  me  decía  hace  poco  un  ejercitante,  fué  un  re- 
publicano que  no  había  ido  nunca  á  misa:  y  ahora,  desde  que  hizo  los  Ejerci- 
cios, va  siempre».  —  ¿Y  á  comulgar?  le  pregunté  yo.  — «Por  supuesto... 
ahora  ya  no  es  republicano». 

Una  de  las  señoras  que  más  ayuda  á  las  religiosas  llamadas  «damas  ca- 
tequistas», me  decía  hace  poco  tiempo,  que  de  entre  to'dos  los  obreros  que 
trata  ella,  y  que  han  venido  á  hacer  los  santos  Ejercicios,  ninguno  ha  vuelto 
atrás  del  buen  camino. 

Copio  á  continuación  una  carta  dirigida  á  un  señor  de  Barcelona,  por 
otro  de  un  pueblo  distante,  pues  en  ella  menta  la  gran  edificación  que  está 
dando  desde  que  vino  á  hacer  los  santos  Ejercicios.  Dice  así: 

Fruto  de  los  santos  Ejercicios. — Antes  de  los  Ejercicios:  Blas- 
femo; hacía  años  que  no  había  ido  á  misa  ni  se  había  confesado:  trabajaba  to- 
dos los  días  festivos:  no  pasaba  día  en  que  no  tuviese  alguna  riña  con  su  mu- 
jer, y  era  el  escándalo  del  pueblo  por  los  disparates  que  continuamente  salían 
de  su  boca. 

Después  de  Ejercicios:  Nunca  más  se  le  ha  oído  una  sola  blasfemia.  En 
vano  sus  amigos  de  antes,  han  intentado  hacer  que  blasfemase,  con  mofas,  in- 
sultos y  amenazándole  retirarle  su  amistad  y  alejarse  de  su  tienda,  llegando 
hasta  ofrecerle  una  cantidad  (25  ptas.)  si  profería  una  sola  blasfemia;  pero 
todo  ha  sido  inútil.  Él  ha  resistido  á  sus  intentonas  malignas  respondiendo 
siempre:  «Prometí  que  nunca  jamás  diría  ninguna  blasfemia,  y  con  la  gra- 
cia de  Dios,  espero  mantener  mi  resolución». 

No  ha  faltado  á  misa  ni  un  solo  día  de  fiesta,  llegando  alguna  vez  á  ha- 
cer el  sacrificio  de  cerrar  su  tienda,  para  poder  asistir  á  ella;  y  á  despreciar 


126 

un  buen  jornal  que  se  le  ofrecía,  por  no  trabajar  en  día  festivo  ni  perder  la 
misa. 

En  su  casa,  desde  que  volvió  de  Sarria,  no  ha  dejado  de  rezarse  ni  un 
solo  día  el  santo  Rosario;  y  por  la  mañana  y  por  la  noche  tampoco  ha  deja- 
do de  rezar  las  devociones  que  recomienda  el  devocionario  que  le  regala- 
ron al  salir  de  Ejercicios.  Este  devocionario,  Mon  Tresor  y  el  Camino  rec- 
to y  seguro  para  llegar  al  Cielo,  que  le  fué  dado  por  unos  buenos  amigos 
suyos,  forman  su  biblioteca,  y  los  tiene  siempre  sobre  la  mesa  para  leerlos 
diariamente. 

Ahora  vive  en  paz  con  su  mujer:  la  cual,  encantada  del  cambio  de  su  ma- 
rido, lo  cuenta  á  todo  el  mundo,  diciendo  que  hasta  ahora,  en  los  años  de 
matrimonio,  no  había  sabido  lo  que  era  vivir  en  santa  paz. 

Después  de  su  conversión  se  le  ha  visto  ir  varias  veces  á  confe- 
sar. Asistió  con  mucha  devoción  á  la  procesión  de  la  fiesta  mayor;  y  habría 
asistido  á  la  del  santo  Rosario,  pero  no  le  fué  posible,  por  hallarse  fuera  de 
la  población. 

Lo  más  notable  en  él,  ha  sido  el  valor  que  ha  mostrado  para  despreciar  las 
burlas  de  sus  falsos  amigos  y  defenderse  de  ellos.  Acababa  de  salir  de  Ejer- 
cicios, y  se  encontró  en  la  Rambla  de  Barcelona  con  dos  de  aquéllos,  los  cua- 
les le  dijeron:  «¡Hola  jesuíta!  ¿ya  te  han  colgado  el  cencerro?...»  Y  él,  por 
toda  respuesta,  saca  €l  santo  Rosario  de  su  bolsillo:  y  besando  la  cruz,  dice: 
«Así  quiero  desagraviar,  á  aquel  Dios  á  quien  tantas  veces  había  ofendido  con 
mis  blasfemias:»  y  añadió:  «Por  si  os  he  causado  algún  perjuicio  haciendo 
Ejercicios  y  convirtiéndome,  decidme  cuánto  vale,  para  indemnizároslo». 

Otro  día,  pasando  por  una  calle  del  pueblo,  oyó  que  gritaban  desde  una 
taberna:  «Ahora  pasa  el  convertido!»,  «mirad  el  penitente!...»  y  el  respondió 
en  voz  muy  alta:  «Sí,  y  con  grandísima  honra:  si  vosotros  fueseis  á  hacer 
Ejercicios,  haríais  lo  mismo.  Allá  he  aprendido  que  hay  un  Dios  á  quien  he 
de  amar,  y  que  tengo  un  alma  que  he  de  salvar». 

Obras  de  celo.— No  menor  edificación  están  dando  una  porción  de  jó- 
venes de  Martorell,  que  vinieron  á  hacer  los  Ejercicios  hace  algo  más  de  un 
año.  Primero  vinieron  dos  para  ver  cómo  pintaba  la  cosa,  qué  trato  se  les 
daba,  de  qué  se  les  hablaba,  y  qué  se  hacía.  Quedaron  tan  contentos,  que  lo- 
graron entusiasmará  otros  11  ó  12  para  que  vinieran,  saliendo  también  su- 
mamente complacidos.  El  fruto  que  de  esto  ha  resultado,  es  que  todos  esos 
jóvenes  son  ahora  la  buena  levadura  de  aquella  población,  en  donde  los /errtt- 
xistas  tienen  aprisionados  á  gran  parte  de  los  hombres,  con  una  Casa  del 
Pueblo  (Progreso  la  llaman  allí),  con  todos  los  efectos  que  aquélla  produ- 
ce. Esos  jóvenes  son  allí  los  soldados  de  fila  de  nuestra  santa  Religión, 


127 

valientes  é  intrépidos;  y  el  brazo  derecho  del  señor  cura  arcipreste,  que  está 
contentísimo,  pues  le  asisten  á  todas  las  funciones  religiosas,  cantan  en  el 
coro,  y,  sobre  todo,  lo  que  es  más  sólido,  comulgan  con  mucha  frecuencia. 
Aun  más:  pareciéndoles  poco  lo  dicho,  han  fundado  un  Centro  Católico,  que 
espero  en  Dios,  hará  que  muchos  descarriados  vuelvan  al  primero  y  buen 
camino,  pues  todo  el  mundo  respeta  el  Centro  Católico  y  á  los  que  forman 
parte  de  él;  y  toda  la  gente  formal  y  de  prestigio  lo  distinguen  y  favorecen. 
Esto  ha  sido  causa  de  una  saludable  reacción,  debida  á  los  santos  Ejercicios 
que  tanto  bendice  Dios  nuestro  Señor. 

Centros  de  perseverancia.— ^o  menos  edificante  es  la  creación  de 
cuatro  Centros  de  perseverancia  que  se  han  fundado  en  Barcelona,  en  cua- 
tro puntos  estratégicos,  á  fin  de  que  puedan  asistir  á  dichos  centros  los  obre- 
ros, antiguos  ejercitantes,  que  quieran  aprovecharse.  Una  vez  cada  mes,  pre- 
vio aviso  que  se  pasa  á  domicilio,  se  reúnen  en  el  Centro  que  les  corres- 
ponde, para  confesar,  oir  misa,  comulgando  en  ella,  y  una  platiquita  que 
conserve  en  ellos  el  recuerdo  de  los  santos  Ejercicios,  y  mantenga  el  fervor 
alcanzado  en  ellos.  Los  tales  centros  ó  Secciones  de  perseverancia  están: 
en  Hostafranchs,  para  los  obreros  de  Sans,  La  Bordeta,  Las  Corts  y  Hosta- 
franchs;  en  santa  Ana,  centro  de  Barcelona,  para  los  de  la  Barceloneta,  Bar- 
celona antigua  y  Ensanche;  en  San  Martín  de  Provensáls,  páralos  de  aquella 
barriada,  y  los  de  San  Andrés  de  Palomar  y  Horta:  y,  finalmente,  en  Gracia, 
para  los  de  allí  y  de  San  Gervasio.  Estos  obreros  dan  muy  buena  edifica- 
ción, y  los  señores  párrocos  están  que  no  caben  de  contento. 

También  en  Manlléu,  (población  de  ocho  mil  almas),  donde  pasan  de  50 
los  obreros  que  han  hecho  los  santos  Ejercicios  en  esta  nuestra  casa  de  Sa- 
rria, tienen  su  Sección  de  perseverancia,  y  suplen  lo  que  les  falta  yendo  á 
comulgar  los  primeros  domingos  de  mes;  y  al  salir  de  la  iglesia,  quedan  un 
rato  hablando  entre  sí,  con  mucha  edificación  de  la  demás  gente  que  los  ha 
visto  comulgar  y  los  oyen  entonces  hablar  con  tanta  intimidad. 

Resoluciones  y  promesas.— Aunque  de  los  santos  Ejercicios  no  se  sa- 
casen los  frutos  que  acabo  de  contar,  sólo  el  fervor  y  deseo  con  que  salen  al- 
gunos de  servir  á  Dios  y  de  defender  nuestra  santa  Religión,  sería  un  fruto 
admirable.  Un  obrero  dejó  escrito:  «Desde  ahora,  al  oir  una  persona  de  esas 
que  dicen  mal  de  los  PP.  jesuítas,  contestaré  atacándola,  diciendo  que  nunca 
en  su  vida  hará  lo  que  hacen  los  padres  en  dar  buenos  ejemplos,  para  el  bien- 
estar de  la  vida  de  los  obreros».  «El  obrero  que  esto  suscribe...  ha  quedado 
convencido  de  que  no  hay  otra  cosa  mejor,  que  amar  á  Dios  sobre  todas  las 
cosas,  y  ejecutar  todo  cuanto  se  pueda  en  favor  de  la  santa  Iglesia.  En  estos 
días  he  variado  tanto  en  mis  costumbres,  que  me  complaceré  en  dar  á  cono- 


428 

cer  á  mis  amigos  los  santos  Ejercicios,  y  en  cumplir  con  mi  familia  los  pre- 
ceptos de  la  santa  Iglesia... >^  Esto  dejó  escrito  un  padre  de  familia.  Lo  que 
ahora  copiaré  es  un  fragmento  de  una  carta  dirigida  á  un  caballero  que  nos 
mandó  parte  de  una  tanda.  El  que  escribe  es  un  joven  de  20  años,  y  dice  así: 
«Estoy  convencido  de  que  todos  los  que  hemos  ido  á  practicar  los  santos 
Ejercicios,  sacaremos  en  adelante  frutos  más  provechosos;  y  no  sólo  contri- 
buirán para  salvar  nuestra  alma,  sino  que  aun  podemos  discutir,  y  aun  quizás 
convencer  á  muchos  hermanos  nuestros  que  están  separados  de  nuestra  san- 
ta Religión».  Un  maestro  de  escuela,  al  irse  me  comunicó  que  escribiría  un 
artículo  en  una  revista  de  mucha  circulación,  como  muestra  de  agradecimien- 
to por  los  santos  Ejercicios:  y  que  el  tal  artículo  había  de  versar  sobre  el  bien 
délas  enseñanzas  de  la  Compañía.  No  ha  faltado  tampoco  quien,  no  contento, 
con  prometer  el  no  comprar  ni  leer  jamás  diario  alguno  menos  católico,  ha 
prometido  además  hacer  todo  lo  posible  para  restar  suscripciones  á  toda  aque- 
lla prensa  que  no  sea  netamente  católica. 

Termino  este  punto  con  un  caso  hermoso  que  me  sucedió  hace  algún 
tiempo.  Vino  á  hacer  Ejercicios  un  ex-presidente  de  un  centro  lerriixista. 
Al  segundo  día  dirigióse  al  rincón  del  jardín  donde  está  la  Virgen  de  Lour- 
des: y  delante  de  ella  se  arrodilló,  se  quitó  la  gorra,  se  santiguó  y  rezó:  al 
tercer  día  se  confesó,  y  al  siguiente  comulgó.  Pocos  días  después  vino  al 
colegio  á  hacerme  una  visita;  lo  que  gocé  aquel  día  por  lo  que  ahora  diré, 
es  imposible  decirlo.  Al  despedirnos,  fervoroso  como  estaba  aquel  buen 
hombre,  salía  entusiasmándose  más  y  más  hablando  de  nuestro  Señor  Jesu- 
cristo: y  cada  vez  más  entusiasmado,  se  me  vuelve  de  repejite,  y  me  dice 
en  voz  alta,  teniendo  el  rostro  encendido:  «Padre,  lo  único  que  deseo  es  te- 
ner un  trabuco  para  defender  á  Jesucristo:  y  si  no...  derramar  toda  mi  san- 
gre por  Él»:  me  tomó  la  mano,  me  la  besó,  y  se  alejó  sin  poderme  decir 
más  palabra. 

Días  felices.  Es  tal  el  consuelo  que  sienten  algunos  de  los  obreros  du- 
rante los  santos  Ejercicios,  haciéndoles  Dios  sentir  de  las  cosas  interna- 
mente, que  admira  el  ver  la  dulzura  de  que  gozan,  y  despertando  santa  envi- 
dia y  deseo  de  sentir  lo  que  ellos  sienten.  Algunos  vienen  á  decírmelo,  aunque 
no  es  menester,  pues  muy  á  las  claras  su  rostro  lo  manifiesta.  Otros  lo  es- 
criben y  me  lo  dan  para  que  yo  me  entere:  y  otros  finalmente  lo  dejan  en  el 
aposento,  ó  lo  comunican  por  medio  de  alguna  carta.  Copio  alguno  que 
otro  de  dichos  escritos:  «Con  tristeza  me  alejo  de  este  santo  lugar,  don- 
de hallaba  la  verdad  y  la  felicidad».  «Quién  pudiera  concluir,  dice  otro,  mis 
días  con  esta  santa  y  justa  vida,  vida  tranquila,  y  no  con  la  vida  azarosa 
que  nos  espera!»  «Los  días  de  Ejercicios  han  sido  los  días  más  felices  de 


129 

toda  mi  vida»,  había  dejado  escrito  otro  tercero.  Encuentro  luego  un  nue- 
vo papel  en  que  se  lee:  «Me  presentaron  una  hojita  que  dice:  santos 
Ejercicios  para  obreros,  en  el  colegio  de  san  Ignacio.  Leí  aquella  hoja  con 
entusiasmo...  y  vine  á  esta  santa  casa  para  practicar  unos  Ejercicios  que 
nunca  había  soñado.  ¡Cuánta  dulzura!  ¡cuánta  bondad.  Dios  mío!...  Bendita 
sea  la  hora  en  que  dicha  hoja  llegó  á  mis  manos:  y  doy  gracias  á  Dios  por 
haberme  proporcionado  dicha  tan  grande».  No  indican  menos  los  siguientes 
escritos:  1.^  «Dios  quiera  que  de  aquí  aun  año  pueda  yo  volver,  pues  aquí  se 
halla  la  tranquilidad,  que  vive  en  esta  casa.  2.°  Parece  que  al  entrar  en  la 
casa,  ya  todo  respira  para  la  gloria:  y  causa  tanto  afecto,  que  se  necesitaría 
tener  corazón  de  bronce  para  no  hacer  una  buena  limpieza  de  la  conciencia: 
y  haciendo  la  limpieza,  uno  sale  de  la  casa  sin  remordimiento  de  conciencia, 
y  dispuesto  para  morir  enseguida.»  3.°  «Qué  hermosos  son  los  Ejercicios! 
Si  cada  año  me  permitieran  volver,  no  me  lo  tendrían  que  decir  dos  veces». 
4.^^  Un  labrador,  entusiasmado  decía  á  los  demás  de  su  pueblo:  «Estoy  más 
contento  de  haber  hecho  los  santos  Ejercicios,  que  de  una  buena  cosecha  de 
patatas».  No  me  alargo  para  no  hacerme  interminable. 

Gratitud  y  celo.  Hay  quien  se  figura,  lo  cree  y  aun  lo  dice,  que  el 
obrero  es  ingrato  por  naturaleza,  incapaz  de  conocer  los  beneficios  que  se 
le  hacen,  y  siempre  desagradecido  á  quien  le  hace  bien.  A  mí  la  experiencia 
me  ha  enseñado  lo  contrario,  sin  negar  por  eso  que  haya  algunos  casos  de 
ingratitud.  El  celo  con  que  toman  la  obra  de  los  santos  Ejercicios  los  obre- 
ros que  los  han  hecho,  es  uno  de  los  muchos  argumentos  para  negar  aquel 
aserto;  pues  no  sólo  lo  que  dicen,  sino  sobre  todo  lo  que  hacen,  demuestra 
que  son,  no  sólo  agradecidos,  sino  celosos  .en  fuerza  de  su  agradecimiento. 
Podría  contar  varios  hechos,  que  omito  para  no  alargar  demasiado  ésta  re- 
lación. Hubo  un  herrero  que  envió  al  único  mozo  que  tenía,  á  hacer  Ejerci- 
cios, á  pesar  de  serle  sumamente  necesario:  é  hizo  ésto  para  demostrar 
su  gratitud  á  Dios  por  el  beneficio  de  haberle  concedido  á  él  el  hacerlos 
algún  tiempo  antes:  y  con  el  criado  mandó  una  carta  llena  de  agradeci- 
miento y  de  ofrecimientos  que  le  salían  de  lo  más  íntimo  del  corazón. 
Dios  le  pagará  el  sacrificio  que  hizo  y  el  celo  que  demuestra  siempre  que 
se  le  ofrece  ocasión. 

Tanda  singular.  Párroco  admirable.  Es  digna  de  especial  mención 
una  tanda  singular  que  el  celoso  señor  cura  párroco  de  Fontrubí  pro- 
movió, viniéndose  á  Sarria  con  25  hombres  de  su  pueblo,  con  los  que  vivió 
y  comió  todos  los  días  de  Ejercicios,  á  pesar  del  empeño  que  teníamos  todos 
de  que  comiera  aparte.  Para  traer  aquí  á  aquellos  sus  feligreses  tuvo  que 
hacer  muchos  y  grandes  sacrificios:  baste  decir  que,  sólo  para  recoger  á 


130 
los  hombres,  salió  de  su  casa  á  la  una  de  la  madrugada  y  hacer  unas 
tres  horas  de  camino,  yendo  de  casa  en  casa,  (distantes  algunas  de  las 
otras  media  hora  ó  más),  con  un  farolito  en  una  mano  y  el  paraguas  en  la 
otra,  para  defenderse  de  una  lluvia  más  que  regular.  Al  llegar  á  Barcelona 
dijo  misa  á  sus  feligreses:  y  después...,  á  rondar  todo  el  día  con  ellos  para 
no  dejarlos  nunca  solos.  Cuando  llegaron  á  la  casa  de  Ejercicios,  el  señor 
cura  aun  no  había  comido:  eran  las  6  y  media  de  la  tarde.  El  señor  obispo, 
satisfecho  de  ver  tal  obra  de  celo,  le  hizo  escribir  una  carta  por  el  señor 
secretario  de  Cámara,  además  de  haber  concedido  al  señor  párroco  y  á 
sus  feligreses  una  audiencia  especial,  en  la  que  les  demostró  su  paternal 
benevolencia,  quedando  todos  contentísimos.  De  vuelta  á  su  pueblo,  obliga- 
ron á  bajar  del  vagón  en  que  ellos  iban,  á  un  individuo  que  se  atrevió  á  blas- 
femar y  á  decir  algo  contra  la  Religión:  «de  lo  que  salió  muy  mal  parado,  me 
escribe  el  señor  cura,  ante  los  improperios  y  burlas  que,  como  lluvia  de  pie- 
dras, le  cayeron  encima  por  el  buen  tesón  de  los  ejercitantes:  y  tuvo  que 
escurrir  el  bulto:  de  lo  contrario,  me  lo  tiran  por  la  ventana^.  Cuatro  meses 
después  de  lo  dicho,  escribía  el  propio  señor  cura.  «Todavía  continúa  caliente 
el  fuego  del  amor  divino  que  en  los  Ejercicios  se  encendió  en  el  corazón  de 
mis  amados  feligreses». 

Muerte  envidiable.  Envidiable  es  la  muerte  de  un  obrero  de  buena  po- 
sición, de  74  años  de  edad,  y  que  había  pasado  muchísimos  sin  religión, 
totalmente  separado  de  la  Iglesia,  furibundo  iconoclasta,  y  espiritista  por 
más  señas.  Dios  tuvo  compasión  de  él,  y  le  llamó  poco  tiempo  antes  de  morir. 
Copiaré  la  carta  de  un  señor  que  intervino  para  hacerle  venir  á  hacer  Ejer- 
cicios. Dice  así:  «Al  salir  de  Ejercicios  fué  á  Cabra,  (pueblo  del  obispado 
de  Tarragona),  donde  pilló  una  pulmonía,  y  murió  dentro  del  mismo  mes 
(de  haber  salido  de  Sarria  de  hacer  los  Ejercicios),  del  modo  más  edificante, 
según  la  adjunta  carta  del  señor  cura  párroco  de  aquella  parroquia,  que 
dice  así: 

«Muy  señor  mío  y  amigo  en  Jesús:  Recibida  su  atenta  carta,  le  contesto 
á  V.  inmediatamente,  diciéndole  que  la  muerte  de  N.  N.  fué  verdadera- 
mente la  muerte  del  Justo,  dejando  edificados  á  todos  los  circunstantes  con 
sus  palabras  buenas,  consoladoras  y  de  verdadera  conformidad. 

«Enseguida  que  se  sintió  mal,  él  mismo  pidió  los  santos  sacramentos:  y 
tuvo,  como  digo,  la  muerte  del  justo:  y  con  esto  está  dicho  todo  cuanto  se 
puede  decir  respecto  á  su  buena  muerte. 

«En  los  días  de  Ejercicios  espirituales,  según  se  ve,  debió  de  trabajar 
en  él  mucho  la  gracia:  y  por  esto  en  gracia  (de  Dios)  acabó  sus  últimos 
días. 


131 

«Bendito  sea  el  Señor,  y  benditos  sean  los  pasos  que  dieron  todos  uste- 
des, y  los  medios  que  tomaron  para  que  se  salvase  aquella  pobrecita  alma». 

Con  esta  carta  pongo  fin  á  ésta  ya  demasiado  larga  relación,  pidiendo 
á  cuantos  la  lean  ú  oigan  leer,  que  rueguen  á  Dios  que  se  digne  bendecir  la 
«Obra  de  los  santos  Ejercicios  espirituales  para  obreros»,  y  llevar  al  buen 
camino  á  los  pobrecitos  descarriados:  y  que  para  ésto  nos  conceda  á  todos 
cuantos  medios  necesitamos,  así  espirituales,  como  temporales. 


RESIDENCIA  DE  HUESCA 


MISIÓN   EN    TORRALBA    (HUESCA) 

DADA  POR  LOS 

PP.  ANTONIO  COSCOLLA  Y  MARIANO   MAYOR 


Garta  de  este  último  padre  al  P.  Salvador  Beitrán 

Huesca,  29  de  noviembre  de  1911. 

Mi  amadísimo  en  Cto.  padre  superior:  En  carta  que  escribió  V.  R.  al  pa- 
dre ministro,  mostraba  deseos  de  que  se  le  enviara  á  V.  R.  una  reseña  de  lo 
acontecido  en  la  misión  de  Torralba.  Pues  bien,  allá  vá;  en  el  tren  de  la  ma- 
ñana del  19  de  noviembre  Salimos  de  Huesca,  y  luego  que  llegamos  á  Tar- 
dienta,  tomamos  la  tartanita,  que  en  25  minutos  nos  condujo  á  la  población, 
en  donde  habíamos  de  misionar.  Tres  días  antes  escribí  al  Rvdo.  señor  cura 
párroco,  advirtiéndole  que,  tratándose  de  una  misión  en  regla,  debía  se- 
guirse todo  el  ceremonial  de  costumbre.  Y  así  se  hizo,  en  efecto:  á  la  en- 
trada de  la  población  nos  esperaban  el  señor  cura,  de  capa  pluvial  llevan- 
do un  santo  Cristo,  las  autoridades  locales,  la  señora  maestra  con  los  ni- 
ños y  niñas  y  algunos  pocos  más  del  pueblo.  Llegamos  con  media  hora  de 
antelación,  y  no  fué  posible  reunirse  todo  el  vecindario  como  lo  tenían  acor- 
dado. Después  de  los  saludos  acostumbrados,  formóse  la  procesión,  que  fué 
engrosándose  hasta  llegar  á  la  iglesia  parroquial,  situada  en  una  altura.  Una 
vez  en  el  templo,  comenzó  la  santa  misa,  muy  bien  cantada  por  los  mozos 
del  lugar.  Terminado  el  evangelio,  subí  al  pulpito  y  les  prediqué  el  sermón 
de  apertura.  Habíamos  quedado  en  que  lo  predicaría  mi  compañero,  pero  la 
víspera  por  la  noche  me  rogó  que  lo  hiciera  yo.  Desde  el  primer  sermón 
hasta  el  último  hubo  un  lleno  compieto.  Esta  buena  gente  estaba  hambrienta 
de  oir  la  palabra  de  Dios.  Aquella  misma  mañana  formé  la  vanguardia  de 


133 

mi  ejército,  esto  es,  á  los  niños  y  niñas;  les  enseñé  un  cántico  y  á  las  once 
y  tres  cuartos  salimos  de  la  iglesia  con  los  estandartes,  que  me  llevé,  y  en 
una  larga  hilera  recorrimos  algunas  calles  de  la  población,  cantando  ellos  y 
cantando  yo  algunas  saetillas  alusivas  á  la  santa  misión.  Este  ejercicio  mili- 
tar se  repetía  todos  los  días  y  á  la  misma  hora  poco  más  ó  menos.  No  puede 
figurarse  V.  R.  el  efecto  que  causa  entre  la  gente  granada  esta  misión  am- 
bulante. ¡Cómo  lloran  de  consuelo  las  abuelitas  y  las  no  abuelitas!  Hasta 
los  hombres  se  quitaban  sus  gorras  y  sus  pañuelos  de  cabeza,  como  si  se 
tratara  de  la  procesión  de  Corpus. 

Los  ejercicios  los  teníamos  á  la  hora  y  en  la  forma  siguientes:  A  las 
cinco  de  la  mañana  se  tocaban  las  campanas,  y  media  hora  más  tarde  se  ce- 
lebraba la  santa  misa.  El  sacerdote  se  revestía  en  el  altar,  y  uno  de  los  mi- 
sioneros leía  desde  el  público  las  ceremonias  y  misterios  que  se  representa- 
ban en  el  santo  Sacrificio.  A  continuación  seguía  el  sermón  ó  plática  doc- 
trinal, terminando  con  algún  cántico  de  misión.  Por  la  noche  se  daba  la  se- 
ñal á  las  cinco  y  media;  á  las  seis,  santo  rosario,  plática  doctrinal,  cántico, 
sermón  moral  y  se  terminaba  la  función  con  el  ¡Perdón,  oh  Dios  mío! 

El  jueves,  día  23,  tuvimos  la  fiesta  de  los  niños  con  el  orden  siguiente: 
Primero,  los  confesamos  á  todos;  á  las  9,  misa  de  banderas.  El  altar  mayor 
adornado  con  estos  enblemas  guerreros  y  cada  parvulito  con  su  medalla  al 
pecho  y  la  bandera  en  la  mano,  roja  y  blanca  los  niños,  y  azul  y  blanca  las 
niñas.  La  celebró  el  que  escribe,  y  alternando  con  cánticos  los  niños,  y  lec- 
tura desde  el  pulpito  el  P.  Coscolla.  Terminado  el  Santísimo  sacrificio,  re- 
novaron las  promesas  del  santo  Bautismo,  se  hicieron  varias  evoluciones  mi- 
litares en  el  interior  del  templo,  puesto  que  no  pudimos  salir  fuera  á  causa 
de  la  lluvia;  consagración  al  sagrado  Corazón  de  Jesús  de  los  niños,  y  ben- 
dición solemne  de  los  mismos  por  el  Rvdo,  señor  cura  párroco.  Este  fué  el 
primer  día  que  aparecieron  las  banderas.  Al  día  siguiente,  viernes,  reuní  las 
mujeres  en  el  templo,  se  reorganizó  el  Apostolado,  se  confesaron  casi  todas 
ese  mismo  día  y  al  siguiente  comulgaron.  El  sábado  era  el  día  destinado  álos 
hombres,  y  según  frase  de  uno  de  los  mayores  contribuyentes:  los  secues- 
tramos. Me  explicaré.  Por  la  noche  tuvimos  un  sermón,  único  á  mi  cargo. 
Luego  que  terminé  alabando  á  todos  por  su  comportamiento  y  docilidad  á 
cuanto  les  insinuábamos,  dije  estas  frases  con  mucho  aplomo  y  solemnidad: 
Muy  bien  por  los  niños;  muy  bien  por  las  mujeres  de  Torralba;  y...  de 
los  hombres  ¿qué  podemos  esperar?  kqni  me  paré  un  poco,  y  cuando 
ellos  esperaban  un  rapapolvo  fenomenal,  continué  diciendo:  Yo  espero  que 
todos  vosotros,  hombres,  os  portaréis  retebién;  y  así  fué  en  efecto.  Per- 
manecí en  el  pulpito  mientras  cantaron  el  Perdón  y  rezaron  el  Ángelus. 


134 
Entonces  mandé  salir  á  los  niños  y  á  las  mujeres,  nos  quedamos  solos  los 
hombres,  y  como  corderitos  se  fueron  acercando  á  los  confesonarios  guar- 
dando un  absoluto  silencio  del  que  ellos  mismos  estaban  asombrados,  sin 
darse  cuenta  de  lo  que  les  pasaba.  Lo  cierto  es  que  ninguno  regresó  á  su 
casa  sin  haber  hecho  primero  la  colada.  Eramos  cuatro  confesores,  y  despa- 
chamos la  mayor  parte  aquella  misma  noche.  Resultado  final:  que  al  día  si- 
guiente comulgaron  todos  los  habitantes  de  la  población,  excepto  tres,  uno 
que  estaba  imposibilitado,  un  pastor  que  no  pudo  regresar  del  monte,  y  un 
joven...  ¡Loado  sea  Dios! 

La  comunión  general  del  domingo  la  dio  el  señor  obispo,  que  había  lle- 
gado á  las  7.  No  pudo  hacérsele  recibimiento;  pero  se  compensó  con  lo  que 
se  hizo  este  día  que  era  domingo.  A  las  nueve  y  media  de  la  mañana  fui  á  la 
escuela  donde  estaban  reunidos  los  niños  y  niñas;  hicimos  un  pasa-calle  con 
los  estandartes,  banderolas  y  cánticos,  y  nos  dirigimos  á  la  casa  parroquial. 
Los  niños  en  dos  hermosas  filas  y  las  autoridades,  y  todo  el  pueblo,  esperó  la 
salida  del  prelado;  al  aparecer  cantáronle  los  niños  un  precioso  himno  y  pro- 
cesionalmente  nos  dirigimos  á  la  iglesia.  Siguió  á  continuación  la  misa  ma- 
yor cantada,  y  terminada  ésta,  administró  Su  lima,  la  Confirmación.  Re- 
gresamos á  casa  á  las  once  y  tres  cuartos,  A  las  tres  y  media  de  la  tarde 
tuvimos  la  función  de  despedida  según  el  orden  siguiente:  Estación  al  San- 
tísimo, dirigió  á  continuación  la  palabra  el  Excmo.  señor  obispo,  subí  por  úl- 
tima vez  al  pulpito  y  di  las  gracias  á  todos  y  nos  despedimos  del  religioso 
pueblo  de  Torralba.  La  bendición  Papal  la  dio  su  Excia.  en  la  misa  mayor, 
y  por  la  tarde  se  bendijeron  los  objetos  piadosos. 

Respecto  de  emociones  habría  mucho  qué  decir.  Han  reído  y  llorado  y 
han  quedado  como  nuevos  y  satisfechísimos  todos.  Nosotros  podemos  afir- 
mar lo  mismo. 

Al  éxito  de  la  santa  misión,  han  contribuido  y  no  poco,  después  de  la 
gracia  de  Dios,  el  señor  cura,  el  cual  nos  acompañó  siempre  en  las  procesio- 
nes infantiles  cantando  con  el  misionero;  pero  en  gran  manera  el  piadosísi- 
mo caballero  D.  Joaquín  Orús,  su  esposa  é  hijo.  D.  Joaquín  se  ha  mostrado 
espléndido  y  fervorosísimo  con  sus  paisanos. 

En  los  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  R.  mucho  me  encomiendo. 
De  V.  R.  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Mariano  Mayor,  S.  J. 


MISIÓN  DE  FILIPINAS 


ESTADO  ACTUAL  DE  NUESTRAS  CASAS 
EN  FILIPINAS 


í  Ateneo 
iQi  A   np      ( MANILA    Seminario  de  san  Javier. 
1ÍM.A  un  ( Observatorio. 

LUZON       (viQAN       Seminario  menor 


Residencia  de  ZambgAxXga 


SUR  .  .   RESIDE^XIA  DE  Tamontaca. 
Residencia  de  Dávac.  .  . 


Í'  Zamboanga. 
Tetuán. 
Mercedes. 
Ayala. 
Joló. 

Cottabato. 

\  Dávao. 

)  Sigaboy. 


SCaraga. 
Baganga. 
Catéel. 
ISLA  DE      /  ^         , 

MINDANAO  Í'^T"' 

i   1  agoloan. 

^ Jasaán. 

Residencia  de  Cagayán Balingasag. 

I  Talisáyan. 

Sumílao. 

El  Salvador. 

]  Residencia  de  Butúan ;  Talacógon. 

I  '  Jabonga. 

'  Residencia  de  Dapítan (Dapítan. 

( Dipólog. 

ISLA  DE  CULIÓN.  .   .    Residencia  de  Culión Culión. 


NOTICIAS  GENERALES 


ANO  DE  1911 


ISLA  DE  LUZON 

MANILA.— El  ateneo  acaba  de  repartir  el  folleto  impreso  «Fiestas  ju- 
bilares del  ateneo  1859-1909»;  consta  de  110  páginas  en  4.°  mayor,  y  de 
otras  26  que  contienen  grabados  y  estadísticas  del  número  de  alumnos,  títulos 
y  grados  conferidos  durante  los  50  años  de  existencia.  El  mismo  colegio  cele- 
bró la  fiesta  última  de  la  Inmaculada  con  la  solemnidad  de  otros  años:  precedió 
la  Novena  pública  á  que  asistió  un  día  el  señor  delegado,  dos  el  señor  arzo- 
bispo, dando  el  último  la  bendición  con  el  Ssmo.;  la  víspera  los  congregan- 
tes internos  repartieron  la  comida  á  420  pobres;  en  toda  la  novena  se 
distribuyeron  5,500  comuniones  y  en  sólo  el  día  de  la  Inmaculada  1,500;  en 
la  misa  solemne,  presidiendo  el  señor  delegado  apostólico  á  los  congregantes, 
cantó  la  misa  el  R.  padre  superior  y  las  glorias  de  la  Purísima  el  P.  Anón.  Fue- 
ron regalados  un  preciosísimo  mantel  para  el  altar  mayor  y  un  paño  no  me- 
nos rico  para  el  comulgatorio.  El  10  siguiente  tuvo  lugar  la  Academia  litera- 
ria en  que  se  representó  el  drama  Perfidia  y  Lealtad,  con  un  lleno  completo, 
ante  los  Rmos.  señores  delegado  apostólico,  arzobispo,  secretario  del  primero, 
el  comisionado  Araneta,  dos  PP.  dominicos,  que  dijeron  ellos  mismos  venir  en 
representación,  uno  de  la  universidad  de  santo  Tomás  y  el  otro  del  colegio 
de  Letrán;  además  asistió  una  comisión  de  estudiantes  de  la  dicha  universi- 
dad que  afirmaron  ser  enviados  en  representación  de  aquélla.  Duró  el  acto  7 
cuartos  de  hora  y  alcanzó  un  éxito  del  todo  satisfactorio.  El  mismo  día,  llegó 
procedente  de  Roma  el  nuevo  padre  rector  de  dicha  universidad  P.  José  Noval. 

El  11  de  diciembre  las  conferencias  de  san  Vicente  de  Paul,  para  cele- 
brar el  50  aniversario  de  su  establecimiento  en  Manila  dieron  en  el  patio  del 
seminario  de  san  Javier  una  comida  á  los  pobres,  de  los  que  asistieron  unos 
400,  fueron  servidos  por  los  distinguidos  caballeros  de  las  conferencias;  el 
tranvía  eléctrico  regaló  1,0G0  tickets  (billetes),  de  ida  y  vuelta,  y  las  fábri- 


138 

cas,  «Germinal»  é  «Insular»  abundantes  tabacos.  Honraron  la  comida  con  su 
presencia  el  señor  delegado  y  su  secretario.  El  17  siguiente  las  mismas  tu- 
vieron en  el  salón  de  actos  del  Ateneo  una  velada  propia  del  caso,  que  presi- 
dió el  señor  arzobispo  y  en  la  que  nuestro  P.  Lencina,  como  director  espiri- 
tual, leyó  una  memoria  histórica  del  desarrollo  de  las  conferencias  en 
Manila. 

Ocupaba  el  centro  del  escenario  una  estatua  de  san  Vicente  de  Paul  y 
á  sus  lados  los  retratos  de  D.  Federico  Ozanam,  como  fundador  de  las  con- 
ferencias y  de  nuestro  P.  Fernández  Cuevas  por  haberlas  establecido  en 
Manila.  En  la  mañana  del  18  asistieron  á  una  misa  solemne,  en  que  fueron 
preste  el  R.  padre  superior  y  panegirista  el  P.  Burniol;  por  la  tarde  pasaron 
á  visitar,  casi  en  peregrinación,  al  Ssmo.  en  la  capilla  déla  Adoración  noctur- 
na y  en  ella  les  predicó  el  P.  Sauras.  Finalmente  las  señoras  de  dichas  confe- 
rencias se  esmeraron  más  que  otros  años  en  regalar  al  Rmo.  señor  arzobispo 
ornamentos  para  distribuirlos  á  las  iglesias  pobres.  He  aquí  el  resumen  de 
ellos,  expuestos  por  algunos  días  en  nuestro  Ateneo:  32  juegos  de  casullas, 
7  casullas  sueltas,  28  albas,  4  paños  de  hombros,  2  cubrecopones,  4  dalmáti- 
cas, 2  juegos  de  estola,  6  bandejitas  de  metal  para  la  sagrada  comunión,  6 
sobrepellices,  23  lavabos,  54  juegos  de  corporales,  2  capas,  2  juegos  de  vi- 
najeras, 2  crucifijos  de  madera  y  17  candeleros  de  madera  dorada. 

También  los  NN.,  directores  de  varios  centros  catequísticos  en  que  co- 
mo catequistas  ayudan  los  seminaristas  de  san  Carlos  y  los  congregantes 
marianos,  regalaron  corporal  y  espiritualmente  á  sus  educandos  y  á  los  po- 
bres durante  el  mes  de  diciembre.  El  4  los  congregantes  medio  internos  die- 
ron en  Sta.  Cruz  una  espléndida  comida  á  250  pobres.  En  el  Hospicio  de  san 
José  los  congregantes  externos  dedicaron  una  novena  á  la  Inmaculada  reci- 
biendo al  final  la  primera  comunión  20  niños,  y  el  día  de  Navidad  todos  los 
asilados,  unos  100,  recibieron  de  dichos  congregantes  una  merienda  é  instru- 
mentos para  juegos  de  movimiento. 

El  señor  arzobispo  el  día  1 1  repartió  á  300  pequeñuelos  la  primera  comu- 
nión en  Binondo,  siguió  un  refresco,  luego  un  actito  literario,  y  por  la  tarde 
una  procesión  en  que  se  contaban  800  niños  y  niñas  y  dos  bandas  de  música. 
El  total  de  comuniones  repartidas  en  Binondo  aquel  día  fueron  1,040.  Tam- 
bién lucieron  en  un  acto  literario  los  134  que  por  vez  primera  comulgaron  en 
Sampalco  el  mismo  día.  El  18  terminó  la  novena  de  la  Inmaculada  en  el  Hos- 
pital de  san  Paul;  dijola  misa  de  comunión  el  Rmo.  señor  arzobispo,  y  los  con- 
gregantes externos,  alma  de  la  novena,  sirvieron  un  suculento  almuerzo  á 
los  enfermos.  En  todos  los  actos  espirituales  que  preceden,  han  hecho  las 
pláticas,  ó  ayudado  á  preparar  los  niños,  en  tagalo,  los  seminaristas  de  san 


139 

Carlos:  del  mismo  seminario  fué  el  que  por  espacio  de  un  mes  y  medio  adoc- 
trinó á  las  30  niñas  que  por  primera  vez  comulgaron  en  el  colegio  de  las 
MM.  asuncionistas,  luego  les  dio  un  triduo  de  preparación  próxima,  al  cual 
ayudó  el  colegio  manteniéndolas  gratis  en  su  local  durante  el  triduo,  pues 
eran  externas,  y  el  día  de  la  primera  comunión  las  regaló  é  hizo  una  procesión 
por  el  jardín  del  colegio.  Las  fiestas  de  Navidad  entre  nosotros  se  celebra- 
ron como  de  costumbre:  el  señor  arzobispo  dio  la  bendición  con  el  Ssmo.  en  la 
función  de  gracias  de  fin  de  año,  en  la  que  predicó  el  P.  Foradada,  y  presen- 
ció dos  días  los  asuetos  de  Navidad.  El  día  primero  de  año  comió  dicho 
Rmo.  señor  con  la  comunidad;  cantó  la  misa  el  reverendo  padre  superior, 
predicando  el  P.  Navet. 

Ayer,  8  de  enero,  tuvo  lugar  la  segunda  promulgación  de  dignidades  ame- 
nizada con  el  drama  Un  veneno  al  que  asistieron,  entre  las  personas  caracte- 
rizadas, el  padre  rector  de  la  universidad  de  santo  Tomás,  acompañado  de 
otro  padre  O.  P. 

Hoy,  9,  el  señor  arzobispo  y  56  sacerdotes  subditos  suyos,  han  comenzado 
los  santos  Ejercicios  en  santa  Ana  bajo  la  dirección  del  P.  Lencina. 

A  mediados  de  enero  el  R.  P.  Clos,  recibió  del  Rmo.  padre  general  una 
carta  de  gratitud,  contestación  á  la  que  antes,  como  vice-superior  de  la  Misión, 
había  enviado  á  S.  P.  con  el  álbum  de  catecismos  que  en  Manila  y  sus  al- 
rededores dirigen  los  NN.,  ayudados  por  los  seminaristas  de  san  Javier,  de 
san  Carlos  y  por  los  congregantes  marianos.  Termina  nuestro  padre  felici- 
tando y  dando  la  bendición  á  los  NN.  y  á  los  externos  que  emplean  sus  tra- 
bajos en  fomentar  y  promover  los  catecismos:  obra,  dice,  muy  propia  de 
nuestro  Instituto  y  tan  recomendada  por  el  Sumo  Pontífice.  También  á  Su 
Santidad  llegó  dicho  álbum,  pues  consta  habérsele  entregado  el  padre  rector 
del  colegio  Pío  Latino  Americano,  quien  á  este  fin  lo  recibió  de  un  alumno 
filipino  de  la  diócesis  de  Lipa,  enviado  á  estudiar  en  el  mencionado  colegio. 

La  erupción  del  volcán  de  Taal,  de  que  antes  se  habló,  ha  producido 
no  pocos  sobresaltos  á  los  habitantes  de  Manila.  Situado  ya  el  antiguo  vol- 
cán en  la  isla  que  lleva  su  nombre,  en  medio  de  la  laguna  de  Bombón,  dista 
de  Manila  unas  12  horas  en  línea  recta,  pero  que  en  viaje  por  mar  se  extien- 
den á  20,  y  á  unas  8  aprovechando  el  ferro-carril  de  Manila  á  Lipa.  Comen- 
zaron los  temblores  como  á  las  8  y  media  de  la  noche  del  27  de  enero,  y  fue- 
ron creciendo  en  número  é  intensidad  hasta  las  primeras  horas  de  la  madru- 
gada del  30  en  que  se  verificó  la  erupción  con  un  horrendo  estallido  que  se 
oyó  á  gran  distancia,  seguido  de  gran  actividad  eléctrica  que  se  veía  desde 
Manila  por  las  múltiples  y  repetidas  chispas  producidas  en  una  nube  que  á 
manera  de  árbol,  se  cernía  sobre  el  volcán,  estando  en  lo  demás  el  cielo  del 


140 
todo  despejado.  Desde  entonces  siguieron  repitiéndose  con  frecuencia  los 
temblores,  que  aun  en  Manila  algunos  eran  notables;  y  á  los  3  ó  4  días  fue- 
ron decreciendo  en  número  é  intensidad.  Sobre  ellos  la  nota  dada  al  público 
por  nuestro  Observatorio  el  4  de  febrero  á  las  10  a.  m.  dice  así:  «Desde  las 
10  a.  m.  de  ayer  hasta  las  10  a.  m.  de  hoy,  han  registrado  los  seismógrafos 
del  Observatorio  de  Manila  58  temblores,  de  los  cuales  sólo  8  han  sido  algo 
perceptibles,  6  pequeños  y  49  muy  pequeños.  Continúa,  pues,  disminuyendo 
notablemente  la  seismicidad.  El  número  total  de  los  temblores  registrados 
desde  el  viernes,  27,  por  la  noche,  es  de  913».  Sigue  el  Observatorio  discu- 
rriendo sobre  los  casos  en  que  podría  temerse  con  fundamento  una  nueva 
erupción  extraordinaria. 

En  cuanto  á  los  daños,  hasta  ahora  conocidos,  puede  decirse  que  han  sido 
del  todo  destruidos  los  cuatro  barrios  de  la  isla  del  volcán,  muertos  todos 
sus  vivientes,  brutos  y  hombres,  á  excepción  de  unas  20  personas  ausentes, 
y  arrasada  toda  la  vegetación;  ha  quedado  casi  arruinado  el  pueblo  de  Lé- 
mery  con  grandes  grietas  en  los  edificios  y  en  el  suelo  que  se  está  hundiendo, 
habiendo  cabido  la  misma  suerte  á  algunos  de  sus  barrios;  finalmente  han 
sufrido  los  pueblos  de  Tanáuan,  Talisay,  el  de  Taal,  y  algunos  otros  y 
varios  barrios  de  ellos.  Las  personas  muertas  ó  desaparecidas,  según  repeti- 
dos informes,  han  sido  unas  1 ,300;  las  cuales,  así  como  las  demás  pérdidas, 
se  deben  principalmente  á  la  ceniza  y  lodo  incandescentes  que  arrojó  el  vol- 
cán en  su  erupción  y  á  la  ola  de  la  laguna  que  se  precipitó  contra  algunas 
embarcaciones  y  casas  vecinas. 

Para  socorrer  á  los  damnificados,  en  Manila  se  han  hecho  varias  sus- 
cripciones: la  del  elemento  eclesiástico  dio  desde  el  primer  momento  1,725 
pesos,  de  los  cuales  1,000  fueron  dados  por  el  señor  delegado,  500  por  el  se- 
ñor arzobispo,  100  por  los  padres  jesuítas  y  otros  100  por  los  dominicos;  ahora 
ascienden  casi  á  tres  mil.  Otra  suscripción  iniciada  entre  la  colonia  española 
por  el  señor  cónsul  general  de  España,  y  en  la  que  nuestra  Misión  ha  contri- 
buido con  25  pesos,  ha  recogido  ya  más  de  5,000.  La  cámara  de  comercio 
de  China  ha  entregado  ya  6,100  pesos  al  mismo  fin.  No  han  faltado  entre 
religiosos  y  religiosas  ofrecimientos  personales  para  asistir  á  los  enfermos 
en  la  región  de  la  catástrofe,  y  alguno,  como  el  de  las  HH.  de  Saint  Paul,  ha 
sido  aceptado.  El  señor  obispo  de  Lipa,  á  cuya  jurisdicción  pertenece  Taal, 
sigue  socorriendo  aquella  zona  con  gran  celo  y  caridad  en  lo  material  y 
espiritual. 

Otra  cosa  que  durante  los  dos  últimos  meses  alarmó  no  poco  á  los  ca- 
tólicos de  Manila  y  de  todo  Filipinas,  fué  el  proyecto  de  ley  del  divorcio 
qiioad  vinculum,  presentado  á  la  Asamblea  Filipina  por  uno  de  sus  diputados. 


141 

Contra  tan  malhadado  proyecto  levantó  su  autorizada  voz  el  señor  arzobispo 
de  Manila,  secundáronla  los  obispos  sufragáneos  y  abundaron  de  todas  partes 
protestas  de  católicos  y  especialmente  de  las  mujeres,  como  más  perjudica- 
das. El  resultado  fué,  que  la  asamblea  se  abstuvo  de  discutir  tal  proyecto, 
según  unos,  por  falta  de  tiempo,  y  según  otros,  porque  no  se  atrevieron  los 
de  la  cascara  amarga  á  exponerse  á  un  probable  fracaso  y  seguro  desprecio. 
El  4  último  se  cerró  el  primer  período  de  sesiones  de  la  presente  legislatura 
de  dicha  asamblea. 

El  2  de  febrero,  hicieron  sus  últimos  votos  en  Manila  los  PP.  Guilló, 
Grimal  y  Andueza;  y  es  de  creer  los  harían  también  en  Vigan  y  Balingasag 
los  padres  de  que  se  habló  en  las  últimas  noticias. 

El  P.  Foradada,  después  del  P.  Lencina,  dio  á  fines  del  mes  último  los 
santos  Ejercicios  en  santa  Ana  á  38  sacerdotes  de  esta  archidiócesis  presidi- 
dos por  el  señor  vicario  general.  Casi  al  mismo  tiempo  los  platicaba  en  Lipa, 
en  el  palacio  del  señor  obispo,  el  P.  Lencina  á  22  sacerdotes  de  aquella  dióce- 
sis; recientemente  allf  el  P.  Foradada  ha  dirigido  una  tanda  de  19,  y  pronto 
comenzará  otra,  todas  de  sacerdotes.  Tanto  el  ateneo  como  el  seminario  de 
san  Javier  han  tenido  varios  y  lucidos  actos  literarios  y  científicos  privados 
y  públicos:  entre  éstos,  uno  fué  el  ensayo  de  geografía  en  inglés  dado  por 
dicho  seminario,  al  cual  asistió,  como  antes  al  ateneo,  el  reverendo  padre 
rector  de  la  universidad  y  pudo  apreciar  los  adelantos  en  el  feliz  éxito  obte- 
nido por  aquellos  alumnos.  Los  congregantes  internos  y  externos  del  ateneo 
obsequiaron  con  solemnes  cultos  religiosos  el  2  de  febrero  á  sus  santos  pa- 
tronos, y  de  un  modo  especial  á  la  Ssma.  Virgen:  aun  los  alumnos  de  las  es- 
cuelas nocturnas  ayudaron  teniendo  un  acto  literario  con  varios^ejercicios  de 
las  materias  que  estudian.  El  5  de  febrero,  el  ateneo  también,  ofreció  al  pú- 
blico un  certamen  científico  experimental  de  química  que,  tanto  en  el  de- 
sarrollo teórico,  como  en  el  experimental  que  lo  confirmaba,  resultó  del  todo 
bien  y  grato  á  los  oyentes,  según  lo  manifestaron  con  sus  aplausos  en  el 
acto  y  sus  conversaciones  después  de  terminado  aquél. 

El  seminario  de  san  Carlos  comenzó  á  mediados  de  enero  á  publicar 
15,000  hojitas  de  propaganda  en  tagalo  y  confía  imprimir  otras  tantas  cada 
quince  días.  La  liga  antipornográfica  tiene  en  venta  la  reciente  segunda  edi- 
ción corregida,  de  Eí  Católico  filipino  por  el  P.  Cátala. 

Nuestros  colegios  preparan  ya  la  distribución  de  premios  que  precede  á 
la  salida  de  los  alumnos  para  vacaciones;  el  ateneo  la  tendrá  el  9,  y  san  Ja- 
vier el  10  próximos.  Los  catecismos  y  escuela  nocturna  de  obreros  han  cele- 
brado ya  ó  celebran  sus  respectivas  distribuciones.  Actualmente  los  alumnos 
del  ateneo  que  han  terminado  los  estudios  del  bachillerato,  ó  de  comercio, 


142 

hacen  4  días  de  Ejercicios  en  Santa  Ana  dirigidos  por  el  P.  Foradada.  Los 
seminaristas  de  san  Javier,  desde  el  tercer  año  para  arriba,  pasarán  sus  vaca- 
ciones con  los  NN.  en  Orani:  los  de  san  Carlos  las  tendrán  en  el  pueblo  de 
Samal  no  muy  distante  del  de  Orani. 

El  reverendo  padre  superior  regresó  de  Vigan  el  18  de  febrero,  después 
de  cerrada  la  santa  visita  en  aquel  colegio-seminario.  El  22  bendijo  la  casa- 
habitación  y  los  dos  pabellones  para  observaciones  magnéticas,  levantados  en 
el  pueblo  de  Antipolo  dependientemente  del  Observatorio  meteorológico  de 
Manila,  cuyo  departamento  magnético  contiguo,  quedó  inutilizado  desde  que 
no  lejos  de  él  se  estableció  el  tranvía  eléctrico.  Los  tres  pequeños  edificios 
están  construidos  á  230  metros  sobre  el  nivel  del  mar  en  un  área  de  23,000  me- 
tros cuadrados  comprada  recientemente  al  efecto.  La  casa-habitación,  situada 
en  una  colinita,  mide  14  metros  en  cuadro,  sin  contar  las  dependencias  de  co- 
cina, etc.,  separadas  de  ella  por  un  puente  de  madera;  su  fachada  mira  al  Sud, 
ósea  á  la  estación,  término  del  ferrocarril,  distante  unos  10  minutos,  y  al  san- 
tuario de  la  Virgen,  del  cual  la  separan  unos  20  minutos.  La  bendición  fué 
relativamente  solemne,  pues  asistieron  30  individuos  de  nuestras  casas  de 
Manila. 

Entre  las  funciones  religiosas  merecen  especial  mención  las  exequias 
celebradas  en  la  catedral  el  16  en  sufragio  de  los  fallecidos  á  consecuencia 
de  la  reciente  erupción  del  Taal.  Ofició  de  pontifical  el  señor  delegado  apos- 
tólico, asistiendo  nutridas  representaciones  del  clero  secular  y  regular,  de  la 
universidad  de  santo  Tomás,  de  nuestros  seminarios,  de  alumnos  del  ateneo, 
etc.,  resultando  un  lleno  completo.  Del  elemento  civil  se  vio  sólo  al  comisio- 
nado Araneta,  por  estar  impedidos  los  demás  siendo  como  era  día  de  oficina. 
Una  semana  más  tarde  el  elemento  eclesiástico  se  desvivió  en  obsequiar  al 
sacerdote  filipino  Rdo.  Juan  Duag,  párroco  de  Obando,  pueblo  no  lejano  de 
Manila,  en  sus  bodas  de  oro  sacerdotales.  Allí  estuvieron  los  señores  delegado, 
arzobispo,  obispo  de  Calbayog,  nuestro  reverendo  padre  superior  y  muchos 
sacerdotes  del  país:  de  la  parte  literaria  cuidaron  las  educandas  del  beaterío 
el  primer  día;  y  nuestros  seminaristas  el  segundo.  El  banquete,  que  constaba 
de  300  cubiertos,  preparado  en  local  levantado  expresamente,  fué  espléndido. 

El  ateneo,  este  año  también,  dedicó  á  Washinton  un  acto  literario 
público  todo  en  inglés,  patrocinado  por  las  señoras  americanas,  filipinas  y 
españolas  de  más  viso  en  Manila.  Púsose  en  escena  una  pieza  cortita  Stand 
by  the  flag,  siguió  la  principal  El  mercader  de  Venecia  y  un  entreacto  el 
Júnior  Choras,  hermoso  coro  de  pequeñuelos,  vestidos  de  marineritos,  de 
los  cuales  13  con  corneta  acompañaron  á  los  restantes  en  un  cántico  también 
inglés.  El  público,  sobre  todo  americano,  salió  complacidísimo  y  admirado 


143 

de  que  los  filipinos  alcanzaran  tan  hermosa  pronunciación  del  inglés,  y  más 
cuando  supieron  que  les  había  preparado  un  padre  español,  que  había  pasado 
sólo  cinco  años  en  Estados  Unidos.  Así  lo  repitieron  algunos  periódicos. 
Finalmente  los  alumnos  de  ingeniería  electricista,  D.  Emilio  M.''^  de  Moreta 
y  D.  Vicente  Marasígan,  tuvieron  el  23  su  lectura  pública  y  discusión  de  las 
respectivas  memorias  presentadas  sobre  los  temas  señalados  por  suerte  con 
este  objeto:  la  del  primero  tenía  por  tema,  «Electrificación  de  las  líneas 
férreas»,  y  la  del  segundo,  «Rendimientos  de  las  máquinas  Dinamoeléc- 
tricas». 

Presidió  el  acto,  en  el  salón  de  visitas,  el  reverendo  padre  rector,  el  cual 
formaba  el  jurado  en  compañía  de  D.  Marcial  Pérez,  ingeniero  director  del 
alumbrado  eléctrico  de  Manila;  D.  Francisco  Pérez  Muñoz,  profesor  de  inge- 
niería en  la  universidad  de  santo  Tomás,  y  los  PP.  Marrugat  yjuan  B.  Sola.  Di- 
chos alumnos,  que  además  del  bachillerato  llevan  cuatro  años  de  carrera  y  la 
conveniente  práctica  en  los  talleres,  estaban  ya  de  antemano  aprobados  en  el 
examen  para  el  "grado  de  ingeniero  electricista,  y,  leídas  sus  memorias,  resol- 
vieron las  dificultades  que  tuyo  á  bien  proponerles  el  jurado.  No  asistieron 
los  reverendísimos  señores  delegado,  por  enfermo,  ni  arzobispo,  á  la  sazón 
ausente,  pero  sí  varios  de  ios  NN.,  estudiantes  de  la  universidad  de  santo 
Tomás  y  del  gobierno,  nuestros  alumnos  de  sexto  año,  personas  técnicas  y 
algunas  señoras.  El  4  de  marzo  tuvieron  un  acto  semejante  otros  dos  alumnos 
de  la  asignatura,  D.  Pedro  Mossesgeld  y  D.  Francisco  López.  El  2  se  recibió, 
leyó  y  celebró  como  se  debía,  carta  de  Su  Santidad,  en  latín,  al  R.  P.  Clos 
sobre  el  álbum  de  catecismos. 

La  Liga  antipornográfica  celebró  en  el  salón  de  visitas  del  ateneo  el 
quinto  aniversario  de  su  fundación,  el  20  próximo  pasado  con  una  sesión,  cuyas 
principales  partes  fueron  la  lectura  de  los  trabajos  realizados  en  el  último 
año,  y  un  discurso  contra  el  proyecto  de  divorcio  quoad  vinculum,  moral  y 
jurídicamente  considerado. 

Ahora  se  hace  la  novena  de  la  gracia  en  nuestra  iglesia,  durante  la  mi- 
sa de  6  y  media  á  la  que  sigue  una  plática. 

Se  ha  recibido  en  la  delegación  apostólica  un  cablegrama  por  el  cual 
su  santidad  Pío  X  envía  dos  mil  dollars  (4,000  pesos  filipinos)  para  socorro 
de  las  víctimas  de  la  erupción  del  Taal  y  de  la  diócesis  de  Lipa  á  que  perte- 
necen los  pueblos  damnificados. 

La  congregación  mariana  del  ateneo  acaba  de  repartir  su  catálogo  de 
1910,  en  el  que  da  cuenta  de  sus  progresos  y  principales  efemérides. 

El  año  último  se  mandaron  ejemplares  del  álbum  de  catecismos  á  Su  San- 
tidad, al  señor  cardenal  secretario  de  Estado  y  á  nuestro  padre  general,  y  los 


144 

tres  han  contestado  agradeciendo  el  envío,  alabando  la  obra,  y  enviando  su 
bendición  el  Papa  y  nuestro  padre  para  los  NN.  y  los  seminaristas  de  san 
Javier,  de  san  Carlos  y  los  congregantes  marianos  del  ateneo.  La  carta  del 
Papa,  traducida  al  castellano  y  ciertas  palabras  del  mismo,  tomadas  de  la 
Revista  popular  áe\  6  áo,  enero  último,  se  imprimieron  y  repartieron  con 
profusión  á  nuestras  casas  y  alumnos  internos. 

En  la  distribución  de  premios  del  ateneo,  tenida  el  9  de  marzo  ante  un 
público  que  llenaba  el  salón  y  los  corredores  contiguos,  (á  pesar  de  los  mu- 
chos que,  vista  la  aglomeración,  se  marcharon)  y  presidida  por  los  reverendí- 
simos señores  delegado  y  arzobispo,  acompañados  del  cónsul  general  de  Es- 
paña, del  rector  de  la  universidad  de  santo  Tomás,  PP.  benedictinos,  etc., 
púsose  en  escena  el  melodrama  Soberbia  y  Humildad  con  feliz  éxito.  Los  tí- 
tulos conferidos  han  sido:  4  de  perito  electricista,  50  de  bachillerato  en  artes,  5 
de  topografía,  4  de  perito  mecánico,  3  de  ayudante  de  minas,  31  de  perito 
mercantil  y  10  de  perito  taquígrafo:  total  107  títulos.  No  formaron  parte  de 
ellos  ni  se  hizo  mención  de  los  4  títulos  de  ingeniero  electricista  poco  antes 
expedidos.  Llamó  especialmente  la  atención  entre  los  premiados  el  alumno 
Antonio  Marcos  por  haber  obtenido  los  siete  primeros  premios  del  sexto  año, 
además  de  la  calificación  de  sobresaliente  en  el  título  de  bachiller.  Durante 
el  curso  se  dieron  24  actos  más  ó  menos  públicos,  unos  en  latín,  otros  inglés 
y  otros  en  castellano,  que  versaron  sobre  filosofía,  lenguas  y  ciencias,  ador- 
nados algunos  con  experimentos  y  proyecciones. 

El  10  del  mismo  mes  de  marzo  tuvo  el  seminario  de  san  Javier  su  distri- 
bución de  premios,  que  presidieron  también  los  reverendísimos  señores  dele- 
gado y  arzobispo  y  un  gran  gentío,  atraído  por  los  asuntos  del  programa. 
Dos  eran  éstos:  primero  «Conferencia  científica  sobre  los  fenómenos  de  la 
reciente  erupción  del  volcán  de  Taal  con  proyecciones,  por  3  alumnos  de 
Historia  Natural»;  y  segundo,  el  diálogo  dramático  en  inglés  «The  student 
and  neighburs»  que  tuvieron  otros  ocho  alumnos,  todo  con  gran  éxito. 

El  12  comieron  y  fueron  obsequiados  en  el  ateneo  tres  hermanos  de  la 
Doctrina  cristiana  venidos  á  Manila,  donde  esperan  á  otros,  para  abrir  en  ju- 
nio próximo  el  colegio  de  la  Salle  en  que  enseñarán  comercio  é  idiomas.  Esta- 
rá en  la  hacienda  que  en  Paco  poseía  D.  Luís  Pérez  y  adquirió  el  año  último 
el  señor  arzobispo.  También  han  venido  á  Manila  algunos  salesianos  y  maristas 
y  han  examinado  las  condiciones  que  ofrece  el  país  para  establecerse  en  él. 

El  27  terminaron  en  nuestra  iglesia  los  ejercicios  dados  á  solas  mujeres 
por  los  PP.  Anguela  y  Mateu;  asistían  unas  200  personas  por  la  mañana  y 
500  por  la  tarde;  y  las  comuniones  del  último  día  fueron  700.  Ahora  los  dan 
á  solos  hombres  los  PP.  Sauras  y  Sánchez.  En  la  fiesta  de  la  leprosería  de 


145 

san  Lázaro  celebrada  el  domingo  de  Pasión,  desde  la  víspera  oyeron  confe- 
.siones  nuestros  padres  rector  del  ateneo  y  Hernández  y  el  P.  Víctor,  clérigo 
del  país.  Llegado  el  día,  comulgaron  unos  80  leprosos  en  las  dos  misas  reza- 
das allí  por  dichos  PP.  Hernández  y  Víctor;  luego  cantó  la  solemne  el  P.  Al- 
gué  cuidando  del  coro  los  leprosos  mientras  la  música  de  la  ConstabulariaO 
tocaba  en  el  patio  escogidas  piezas  con  que  entretener  á  la  muchedumbre 
ávida  de  penetrar  en  el  edificio,  el  cual  luego  invadió  por  completo.  Por  la 
tarde  se  cantó  la  salve  que  entonó  nuestro  reverendo  padre  superior  y  pro- 
siguieron los  leprosos,  á  quienes  repartieron  luego  los  NN.  escuditos  del 
sagrado  Corazón. 

Aprovechando  sus  conocimientos  en  la  lengua  tagala,  confiesan  ya  en 
ella  los  PP.  Anguela  y  Peypoch;  el  primero  pasa  las  vacaciones  en  Orani 
con  los  seminaristas  de  san  Javier  y  ha  ayudado  á  confesar  en  la  misión  que 
se  ha  dado  en  Samal,  pueblo  en  que  están  los  seminaristas  de  san  Carlos  y 
está  no  lejos  del  de  Orani;  en  ella  también  ha  comenzado  á  confesar  en  ta- 
galo el  P.  Juan.  Así  se  han  obtenido  un  total  de  900  comuniones  y  hecho  con 
los  pequeñuelos  una  procesión  de  casi  400  personas  por  aquel  pueblo  que  ama 
grandemente  á  los  NN. 

*  El  12  de  abril  es  el  señalado,  por  el  señor  arzobispo,  para  la  celebración 
del  sínodo  diocesano  prescrito  por  el  concilio  provincial:  los  muchos  sa- 
sacerdotes  á  él  llamados  se  hospedarán  en  las  casas  señaladas  de  antemano; 
á  saber,  las  parroquiales  de  la  ciudad  y,  como  más  cercanas  á  la  catedral,  la 
universidad  de  santo  Tomás,  el  colegio  de  Letrán,  nuestro  ateneo  y  el  se- 
minario de  san  Carlos. 

Por  aquellos  días  se  trasladarán  á  Baguio  nuestros  veraneantes  de  Ma- 
nila que  allí  pasarán  las  vacaciones  mayores  y  harán  bajo  la  dirección  del  pa- 
dre Briansó  los  santos  Ejercicios:  á  algunos  del  ateneo  y  de  Vigan  los  ha 
dado  el  P.  Marcial  Sola. 

A  fines  de  marzo  falleció  en  Manila  D.  Pedro  A.  Paterno,  filipino  de  los 
más  caracterizados  en  tiempo  de  los  gobiernos  español  y  americano,  y  al 
que  se  hicieron  suntuosos  funerales  en  la  parroquia  de  santa  Cruz. 

El  2  de  mayo  por  la  mañana  llegó  á  Manila  una  misión,  al  parecer  extra- 
ordinaria, compuesta  de  cinco  sujetos  procedentes  de  nuestra  provincia;  á 
saber,  P.  José  M.  Buxó,  y  los  cuatro  HH.  CC,  Luis  Aróla,  Agustín  Malum- 
bres,  José  Armengol  y  Francisco  Lou,  venidos  en  general  para  Mindanao,  y 
los  hermanos  para  acompañar  á  los  padres  de  la  residencia  de  Zamboanga 
que  moran  en  casi  todas  las  iglesias  ocupadas  por  los  NN.  allí  en  1898. 


í\)    Llámase  así  en  Manila  una  como  milicia  del  país. 
10 


146 

El  reverendo  padre  superior  de  la  Misión,  no  pudo  recibirlos  personal- 
mente en  Manila  pues  había  partido  el  22  de  abril  para  lio  lio  y  Cebú,  y  girar 
la  santa  visita  en  la  residencia  de  Butúan  y  después  en  la  de  Cagayán.  En 
Jaro,  junto  á  lio  lio,  encontró  á  los  PP.  de  la  Torre,  Saderra  Mata  y  McDo- 
nough  prontos  á  comenzar  el  sínodo  diocesano  y  fué  tratado  con  mucho  aga- 
sajo por  el  señor  obispo  Dougherty  y  su  secretario.  Después  de  conferenciar 
con  S.  I.,  pretendía  embarcar  para  Cebú,  pero  tuvo  que  retrasar  algún  tanto 
el  embarque  por  haberse  amotinado  la  tripulación  del  vapor  contratado,  ha- 
biendo tenido  que  tomar  otro.  Llegó  á  Cebú  y  encontró  en  esta  ciudad  á  nues- 
tros padres  sinodales,  Nebot  y  Córdova,  de  los  cuales  el  segundo  tuvo  el  pri- 
mer discurso  del  sínodo  diocesano,  al  parecer  á  satisfacción  de  todos.  Duró  el 
sínodo  seis  días  y  terminó  con  el  acuerdo  unánime  de  elevar  ante  la  honorable 
asamblea  de  diputados  una  enérgica  respetuosa  protesta  contra  el  bilí  del 
divorcio  absoluto.  En  Cebú  recibió  dicho  reverendo  padre  al  P.  Andueza, 
que  para  allí  embarcó  en  Manila  el  26  de  abril,  dispuesto  á  ocupar  en  Minda- 
nao  el  sitio  á  que  le  destinara  la  obediencia.  A  primeros  de  mayo  salió  de 
Cebú  para  Butúan  el  reverendo  padre  superior. 

Las  funciones  de  Semana  Santa  en  Manila  se  celebraron  con  no  menor 
majestad  y  esplendor  que  otros  años:  de  los  NN.  el  P.  Saus,  tuvo  el  sermón 
de  Dolores  en  la  parroquia  de  la  catedral,  el  P.  Agreda  predicó  sóbrela 
Eucaristía  en  san  Miguel,  tuvieron  las  Siete  palabras  en  la  catedral  el 
P.  Lencina,  en  Binondo  el  P.  Juan  B.  Sola  y  en  san  Roque,  pueblo  cercano  á 
Cavite,  el  P.  Algué;  en  Cavite  cuidó  de  las  funciones  de  Jueves  y  Viernes 
Santo  y  del  sermón  del  Descendimiento  el  P.  Sauras. 

En  los  días  inmediatos  á  la  Pascua,  como  se  indicó  en  las  noticias  del 
mes  último,  se  trasladaron  los  NN.  unos  á  Orani  acompañando  en  sus  vaca- 
ciones á  los  seminaristas  de  san  Javier,  otros  á  Samal  con  los  de  san  Carlos 
y  otros  al  Mirador  de  Baguio  punto  en  que,  se  han  reunido  en  número  de  35, 
pertenecientes  á  Vigan,  á  san  Javier  y  al  ateneo;  todos  los  cuales,  ó  casi 
todos,  los  que  no  han  hecho  los  Ejercicios,  los  harán  allí,  dirigidos  por  el  pa- 
dre Briansó.  A  los  ocho  días  de  vacaciones  mayores  se  les  agregó  el  señor 
delegado  apostólico,  que  todavía  allí  mora,  y  les  refirió  que  estaba  en  ín- 
timas relaciones  con  el  actual  padre  provincial,  y  rector  de  la  universidad 
O.  P.,  y  que  sólo  le  faltaba  colocar  obispo  en  Tuguegarao,  que  ya  está  ele- 
gido, y  en  Zamboanga,  que  no  lo  está  todavía,  para  cantar  el  Nunc  dimittis. 

El  señor  arzobispo  Harty  veranea  también  en  Baguio,  pero  en  su  propia 
casa  y  en  compañía  de  un  padre  dominico.  Allí  se  trasladó  después  de  termi- 
nado el  sínodo  diocesano,  tenido  en  Manila  los  días  19,  con  dos  sesiones, 
y  el  20  de  abril  que  fué  el  de  clausura.  En  el  ateneo  se  hospedaron  algunos 


147 

clérigos  sinodales.  La  universidad  de  santo  Tomás  ofreció  el  19,  á  cuantos 
clérigos  tomaron  parte  en  el  sínodo  en  número  de  más  de  150  y  al  señor 
arzobispo,  un  espléndido  banquete  para  estrechar  los  vínculos  de  caridad, 
según  se  dijo,  en  los  brindis.  El  28  siguiente  celebró  con  alguna  solemnidad 
dicho  centro  docente  el  tercer  centenario  de  su  fundación  y  se  prepara  para 
conmemorarlo  con  toda  pompa  durante  el  futuro  y  próximo  curso. 

En  nuestra  iglesia  el  Jueves  Santo,  predicaron  la  plática  y  sermón  de  la 
hora  santa  los  PP.  Andueza  y  Guilló  é  hicieron  vela  ante  el  Santísimo  los 
celadores  del  Sagrado  Corazón  y  los  congregantes  marianos. 

Estos  además,  en  número  de  35  á  40,  practicaron  la  hora  santa  de  once  á 
doce  de  la  noche  quedándose  otros  para  la  vela  de  las  horas  restantes.  El  Vier- 
nes Santo  por  la  tarde  con  el  reverendo  padre  director  hicieron  muchos  de  los 
principales*  el  Via-crucis  entre  los  leprosos  de  san  Lázaro  en  tagalo,  y  ade- 
más en  la  misma  lengua  predicó  á  aquellos  enfermos  un  sermón  uno  de  los 
seminaristas  de  san  Carlos.  A  cargo  de  la  congregación  mariana  también,  en 
el  hospicio  ó  correccional  de  san  José,  67  de  los  asilados  y  alumnos  del  cate- 
cismo que  allí  dirige  la  congregación  indicada,  comulgaron  el  domingo  30 
dB  abril  y  de  ellos  25  por  vez  primera:  estos  fueron  luego  obsequiados  con 
un  regalo  y  almuerzo  extraordinario  en  que  ayudaron  mucho  las  hermanas 
de  la  Caridad  á  quienes  está  confiada  aquella  casa.  Por  la  tarde  tuvo  lu- 
gar una  modesta  velada,  organizada  por  los  congregantes  y  presidida  por 
el  R.  P.  Villalonga,  como  director  de  la  congregación,  acompañado  del 
secretario  de  la  delegación,  de  dos  padres  paúles  y  de  la  madre  supe- 
riora. 

Hace  como  tres  semanas  que  moran  en  el  seminario  de  san  Javier  unos 
90  maestros  de  escuela,  filipinos,  los  cuales  tienen  fuera  de  él  cuatro  horas  dia- 
rias de  clase  y  en  él  reciben  gustosos  los  entretenimientos  cristianos  de  nues- 
tro P.  Finegan  en  lo  restante  del  día.  De  ellos  comulgaron  el  domingo  7, 
último,  setenta.  Han  regresado  ya  á  sus  respectivos  colegios  los  que  para  pa- 
sar las  vacaciones  mayores  se  trasladaron  á  Mirador.  Por  aquellos  días  y  poco 
después  visitaron  aquella  casa-observatorio  las  principales  autoridades  -  y 
familias  de  Manila  que  por  algún  tiempo  vivieron  en  Baguio:  entre  los  visi- 
tantes contáronse  el  gobernador  general  Forbes,  los  generales  Bell  y  An- 
derson  y  varios  comisionados  y  diputados,  admirando  todos  la  frescura  y 
belleza  del  sitio,  no  menos  que  la  hermosura  del  edificio.  Con  todo  no  fué 
éste  bastante  para  restablecer  su  salud,  al  P.  Anón;  el  cual,  como  ni  allí,  ni 
en  Orani  encontrara  alivio  á  su  neurastenia,  cuando  sé  preparaba  para  pasar 
á  Vigan,  fué  enviado  por  la  obediencia  á  Shanghay,  el  30  último,  en  busca 
de  la  apetecida  salud. 


148 

Los  seminaristas  de  san  Javier  regresarán,  Dios  mediante,  de  Orani  el 
7  próximo,  y  el  14  los  de  san  Carlos,  del  pueblecito  de  Samal.  Estos,  han 
empleado  buena  parte  de  sus  vacaciones  en  obras  de  celo  apostólico  y  no 
sin  fruto;  además  de  la  ayuda  que  prestaron  en  las  funciones  de  Semana 
Santa  en  las  iglesias  que  los  pidieron,  accedieron  á  las  súplicas  del  cura 
párroco  de  Balanga  dando  á  sus  fieles  una  tanda  de  nueve  días  de  Ejercicios 
en  la  iglesia  parroquial;  luego,  como  no  lejos  de  Samal  viven  en  los  montes 
los  atas,  raza  casi  salvaje  é  infiel,  de  la  cual  nadie  ha  cuidado,  á  ella  se 
dedicaron  después  de  haberles  ganado  el  corazón,  consiguiendo  les  levanta- 
ran una  iglesia,  y  ellos  enviaran  á  bautizar  á  varios  de  sus  hijos  y  aun  á  una 
vieja  de  60  años  con  su  hija  y  nietecitos.  Los  seminaristas  cobraron  afición 
á  los  atas,  y  de  ahí  que  durante  el  mayo  hicieran  á  ellos  dos  expediciones 
y  ahora  preparan  otra  que  les  costará  nueve  días. 

En  nuestra  iglesia  el  mes  de  mayo  se  ha  celebrado  como  en  otros  años 
con  función  y  plática  diaria  y  el  31  con  hermosa  despedida  y  besamanos  en 
que  se  llenó  la  iglesia  y  predicó  el  P.  Lencina.  El  primer  viernes  de  junio  se 
distribuyeron  780  comuniones  con  ocasión  del  mes  del  Sagrado  Corazón,  que 
con  exposición  diaria  del  Santísimo  se  hace  en  la  misa  de  comunidad  to- 
dos los  días. 

El  17  de  junio  tuvieron  su  apertura  de  curso  el  ateneo  de  Manila  y  el 
seminario  de  san  Javier:  en  aquél  hizo  el  discurso  el  P.  Berenguer;  y  en  san 
Javier  el  P.  Lisbona.  Este  padre  con  sus  pláticas  ayuda  al  P.  Briansó  á  dar 
los  Ejercicios  á  los  seminaristas;  el  P.  Martí  los  da  á  los  otros  alumnos.  El 
total  de  unos  y  otros  es  de  182;  de  ellos,  100  son  seminaristas,  76  colegiales 
internos,  y  6  medio  internos:  no  se  cuentan  en  este  número  los  pocos  exter- 
nos que  no  constituyen  propiamente  externado.  Los  alumnos  del  ateneo 
son:  1,120  de  los  cuales  290  son  internos,  127  medio  internos  y  703  externos. 
No  son  más  numerosos,  sobre  todo  los  de  los  dos  primeros  grupos,  porque 
carece  el  ateneo  de  lugar  conveniente.  El  ministerio  de  Estado  de  España 
por  medio  de  su  cónsul  en  Manila,  ha  cedido  al  mencionado  colegio  la  lápida 
sepulcral,  grabada  en  una  gran  piedra  de  China,  de  D.''^  Mariana  Cosió, 
hija  del  gobernador  general  de  Filipinas  en  1729  y  esposa  de  don'  Francisco 
Carriedo,  insigne  católico  y  bienhechor  éste  por  su  legado  destinado  á  abas- 
tecer de  aguas  potables  á  la  ciudad  de  Manila. 

La  lápida  fué  hallada  hace  como  un  año  por  el  Gobierno  americano; 
se  supuso  con  fundamento  que  había  pertenecido  á  nuestra  antigua  iglesia  de 
san  Ignacio,  y  en  realidad  así  era,  pues  el  hecho  está  consignado  en  el  libro 
«Carriedo  y  sus  obras». 

El  19  de  junio  regresó  de  Mindanao  el  reverendo  padre  superior  de  la 


149 

Misión  después  de  haber  girado  la  santa  visita  en  las  residencias  de  Butüan 
y  Cagayán. 

El  27  último,  con  el  debido  permiso,  tres  colegiales  internos,  chinos,  des- 
pués de  preparados  convenientemente  por  el  P.  Sánchez,  fueron  por  él  mis- 
mo solemnemente  bautizados  en  nuestra  iglesia  ante  los  otros  colegiales  y 
alguna  gente  de  fuera,  amenizando  el  acto  la  música  del  órgano  y  de  un  sex- 
teto. Los  padres  de  los  nuevamente  bautizados  son  de  los  chinos  más  cons- 
picuos, como  lo  mostraron  en  el  ornato  de  la  iglesia  en  que  ardieron  durante 
el  acto  todas  las  luces  eléctricas,  los  regalos  hechos  á  los  nuevos  cristianos, 
los  abundantes  dulces  á  los  otros  colegiales  y  los  ocho  jarros  de  metal,  por 
valor  de  180  pesos  al  ateneo.     ' 

Los  seminaristas  de  san  Carlos,  ampliando  noticias  anteriores,  refieren 
que,  durante  sus  vacaciones  enSamal,  hicieron  tres  expediciones,  una  á  casa 
de  un  mestizo,  distante  dos  horas  del  monte  de  los  atas  y  dos  al  mismo  mon- 
te. Resultaron  de  ellas:  98  actas  bautizados  entre  adultos  y  niños,  construi- 
da una  capilla  dedicada  á  san  Javier,  hecha  una  imagen  del  santo  de  70  centí- 
metros por  un  seminarista,  25  confesiones  de  atas  y  dos  primeras  comuniones 
también  de  atas. 

Se  los  ha  procurado  atraer  distribuyéndoles  ropas,  objetos  de  devoción 
y  colocando  dos  grandes  cruces  de  unos  cuatro  metros:  otros  medios  han  si- 
do, la  orquesta,  la  fotografía,  un  pequeño  cinematógrafo,  y  más  que  todo,  las 
pláticas,  conversaciones,  mucha  paciencia  y  cariño  verdadero. 

En  los  seis  barrios  de  Samal  tenían  los  seminaristas  sus  catecismos  á  que 
asistían  más  de  700  personas  en  conjunto  y  para  ellos  se  estableció  la  feria 
del  Catecismo  con  muy  excelente  resultado.  Se  recorría  procesionalmente  el 
pueblo  con  estandarte  al  salir  del  catecismo  de  la  iglesia  y  se  terminaba  con 
una  conferencia  en  el  atrio,  por  cierto  muy  concurrida.  Se  dieron  los  santos 
Ejercicios  un  acto  mañana  y  tarde,  (y  á  las  10  para  niños)  en  Samal  y  Salan- 
ga, novenario  al  Sagrado  Corazón  en  Samal  cantando  el  pueblo  debidamen- 
te ensayado,  la  misa  de  Angelis  y  comulgando  1,200  personas,  siendo  así 
que  el  pueblo  con  sus  barrios  no  llega  á  5,000  almas. 

El  2  de  junio  se  celebró  la  fiesta  del  Sagrado  Corazón,  hubo  certamen 
catequístico,  seis  niños  representantes  de  los  seis  barrios  y  tres  niñas  que  si- 
mulaban la  fe,  esperanza  y  caridad,  se  consagraron  al  Corazón  divino;  el  acto 
fué  del  todo  hermoso  y  consolador.  Ahora,  vueltos  ya  de  vacaciones,  hacen  di- 
chos seminaristas  los  santos  Ejercicios  que  les  platica  el  P.  Guilló. 

En  Santa  Ana  hicieron  6  días  de  Ejercicios  á  primeros  de  junio  19  per- 
sonas, en  parte  de  avanzada  edad,  y  en  parte  jóvenes  congregantes  marianos, 
bajo  la  dirección  del  P.  Sauras.  La  congregación  mariana  también  acaba  de 


150 

abrir  sus  clases  nocturnas  para  obreros;  y  veló  ante  el  Ssmo.  con  los  celado- 
res y  celadoras  del  Apostolado  de  la  Oración  y  los  NN.,  en  la  fiesta  y  jubi- 
leo del  Sagrado  Corazón  en  nuestra  iglesia. 

La  novena  del  Sagrado  Corazón  se  celebró  con  el  esplendor  acostum- 
brado; se  colocó  entre  las  dos  torres  un  gran  corazón  formado  por  bombillas 
eléctricas,  además  de  las  que  lucían  en  la  fachada  de  la  iglesia,  y  la  música, 
una  hora  antes  de  la  novena  y  media  después  de  ella,  recreaba  con  sus  pie- 
zas los  alrededores  de  nuestra  iglesia.  El  día  de  la  fiesta  dijo  la  misa  de  co- 
munión el  señor  arzobispo  Mgr.  Harty,  la  solemne  con  ministros  el  señor  vica- 
rio general,  y  en  las  visitas  de  la  tarde  entre  la  aglomeración  de  gente  llevó 
el  Ssmo.  nuestro  reverendo  padre  superior.  Las  comuniones  en  este  día  re- 
partidas fueron  1 ,200.  Dijo  el  panegírico  el  P.  Lisbona;  y  el  sermón  de  la  tarde 
el  P.  Lencina.  El  día  del  jubileo,  además  de  nuestros  colegiales,  visitaron  en 
comunidad  al  Ssmo.  los  alumnos  de  san  Javier  y  de  san  Carlos.  El  último  día 
de  junio  fué  también  notable  la  función  y  concurrencia:  predicó  el  R.  P.  Clos. 

Es  en  gran  manera  consolador  ver  como  la  devoción  al  Sagrado  Corazón 
se  extiende,  no  sólo  entre  los  NN.  de  Manila,  Vigan  y  Mindanao,  sino  en 
otras  parroquias  de  Manila  y  fuera  de  esta  ciudad:  han  celebrado  el  mes  las 
de  Tondo  y  Quiapo,  y  la  novena  al  mismo,  las  de  Binondo,  santa  Cruz  y 
la  Ermita,  y  en  casi  todas  ellas  han  predicado  algunos  de  los  NN.  También 
Cavite  y  san  Roque  tuvieron  la  fiesta  con  el  mayor  esplendor  posibles;  allí 
predicaron  el  R.  P.  Clos  y  los  PP.  Agreda  y  Lisbona. 

Del  15  de  junio  hasta  hoy,  para  celebrar  el  tercer  centenario  de  la 
imprenta  en  Manila,  ha  habido  entre  otros  actos,  una  exhibición  bibliográfica 
permanente  en  la  que  nuestra  Compañía  tomó  tanta  ó  más  parte  que  cual- 
quier otra  Orden  religiosa.  El  Sr.  W.  Retana  por  su  monografía  impresa  en 
España  sobre  la  primera  imprenta  en  Manila,  obtuvo  el  premio  de  1,000  pe- 
sos, sin  que  se  lo  disputara  otro  algún  opositor;  en  ella  adujo  muchos  argu- 
mentos para  hacer  más  probable  su  opinión  de  que  la  primera  imprenta  en 
Manila  fué  creada  por  el  P,  José  de  Blancas,  dominico,  en  cuanto  enseñó  el 
arte  de  imprimir  al  chino  Juan  de  Vera  y  después  al  filipino  Pinpin;  y  recha- 
zó como  poco  probable  la  del  chileno,  Medina,  según  el  cual  fué  aquélla  ad- 
quirida de  los  jesuítas  de  Macao  por  los  dominicos  de  Manila. 

Como  desde  mediados  de  junio,  en  que  regresó  de  Mindanao  nuestro 
reverendo  padre  superior,  se  ha  sentido  molestado  casi  continuamente  de 
fiebres  intermitentes,  que  por  fin,  según  los  médicos,  son  palúdicas,  hace  tres 
días  se  trasladó  de  la  casa  Misión  á  la  de  san  Javier  esperando  la  mejoría 
que  en  tales  casos  suele  producir  el  cambio,  sobre  todo  si  el  temporal  de  ca- 
si un  mes  de  lluvias  cesa  y  mejora  el  tiempo. 


151 

La  fiesta  de  N.  P.  S.  Ignacio  en  nuestra  iglesia  tuvo  lugar  este  año 
con  el  mismo  ó  mayor  esplendor  y  concurrencia  que  en  los  anteriores; 
precediéronla  también  la  novena  y  el  solemne  triduo  en  que  predicaron  los 
PP.  Lencina,  Sauras  y  Foradada.  El  día  del  Santo,  nuestro  reverendo  padre 
superior  dijo  la  misa  de  comunión  y  los  padres  agustinos  la  solemne  de 
las  8,  siendo  el  panegirista  el  P.  Julián  Ignacio,  el  cual  en  su  oración  satis- 
fizo á  todos,  como  conocedor  de  la  vida  de  N.  S.  P.,  aprendida  cuando  era 
colegial,  en  Carrión  de  los  Condes.  En  el  coro  cantaron  todos  nuestros  cole- 
giales, no  sólo  la  marcha  tradicional,  sino  también  la  misa  de  Pío  X,  com- 
puesta por  el  maestro  Vilaseca.  Hubo  también  representaciones  de  las  Or- 
denes religiosas  en  la  función  y  en  la  comida.  El  señor  delegado  estuvo  en 
ésta,  y  dio  la  bendición  con  el  Ssmo.  en  la  reserva  de  la  tarde. 

Los  PP.  paúles,  ó  sea  de  la  congregación  de  la  Misión,  el  día  de  su 
santo  fundador  colocaron  la  primera  piedra  del  templo  que  tratan  de  edificar, 
contiguo  á  su  residencia  en  la  calle  de  san  Marcelino:  dirigirá  las  obras  el 
arquitecto  que  levantó  el  recientemente  construido  de  los  PP.  capuchinos, 
á  saber  el  español.  Sr.  Pérez  Muñoz.  Tendrá  también  la  iglesia  dos  torres, 
será  de  cemento  armado,  ocupará  un  área  de  40  metros  de  largo,  por  14  .de 
ancho  y  el  presupuesto  de  ella  es  de  70,000  pesos. 

El  12  último  el  señor  delegado  apostólico  ante  el  claustro  profesoral  de 
la  universidad  de  santo  Tomás  entregó  al  profesor  de  medicina  de  ella,  doc- 
tor Rudesindo  Cuervo,  la  insignia  y  diploma  pro  Ecclesia  et  Pontífice  con 
que  su  santidad  Pío  X  ha  querido  condecorarle,  por  los  sacrificios  desinte- 
resados que  prestó  en  favor  del  delegado  apostólico  Mgr.  Guidi  en  los  úl- 
timos días  de  su  vida,  sacrificios  tomados  como  propios  por  la  Santa  Sede. 

El  23  celebraron  los  congregantes  marianos  su  fiesta  á  san  Luís  Qon- 
gaza  con  la  solemnidad  acostumbrada,  deslucida  un"  tanto  por  la  continua 
lluvia:  dijo  el  panegírico  del  santo  el  P.  Saus.  El  25  siguiente  celebró  la 
fiesta  á  Santiago  apóstol,  la  colonia  española,  con  misa  solemne  en  san 
Agustín,  iglesia  á  la  cual  tocó  este  año  hacer  la  función  religiosa  y  el  pane- 
gírico, según  el  turno.  Repartióse  una  buena  cantidad  en  limosna  á  los  po- 
bres, hubo  recepción  en  el  consulado  español,  y  abundaron  los  regocijos 
profanos,  á  los  cuales,  ó  á  alguno  de  ellos,  asistieron  las  primeras  autori- 
dades americanas.  El  día  17  de  agosto  el  seminario  de  san  Carlos  dejó  de 
existir  como  tal  por  haberse  trasladado  enteramente  al  de  san  Javier:  los 
alumnos  con  el  P.  Juan  viven  en  éste,  y  el  P.  Suárez  en  el  ateneo;  el  edi- 
ficio del  de  san  Carlos  está  en  manos  del  señor  arzobispo  sin  destino  conocido 
por  ahora.  También,  habiendo  tenido  que  renunciar  por  su  vejez  y  achaques 
el  padre  clérigo  Changco  la  parroquia  de  Antipolo  que  administraba,  el  señor 


152 
arzobispo  la  ha  tomado  á  su  inmediato  cuidado,  rigiéndola  por  medio  de  un 
sacerdote  procedente  del  seminario  de  san  Carlos,  desde  el  13  de  agosto. 

Al  medio  día  del  15  comieron  con  la  comunidad  del  ateneo  los  reve- 
rendísimos señores  delegado  apostólico,  arzobispo  de  Manila,  obispos  de  Nue- 
va-Cáceres,  de  Jaro  y  de  Vigan  y  el  secretario  de  la  delegación;  casi  todos 
venidos  de  Sibul  donde  han  pasado  como  un  mes  descansando  y  tomando 
aquellas  aguas  que,  al  parecer  les  han  probado.  Los  mismos  prelados  acep- 
taron al  día  siguiente  el  banquete  con  que  les  obsequió  la  universidad  de 
santo  Tomás. 

Dije  casi,  pues  el  señor  obispo  de  Vigan  estuvo  no  en  Sibul,  sino  en  el 
hospital  de  san  Pablo  para  curar,  como  consiguió  en  gran  parte  la  fractura 
de  un  hueso  acaecida  al  visitar  su  diócesis:  el  18  embarcó  para  Estados  Uni- 
dos y  luego,  dícese,  que  hará  la  visita  ad  limina. 

La  universidad  de  santo  Tomás  prepara,  con  cuanto  ahinco  puede,  el 
certamen  literario  y  las  fiestas  del  tercer  centenario  de  su  fundación,  que  ha 
determinado  celebrar  del  S  al  23  de  diciembre  de  este  año. 

El  8  de  agosto  en  conmemoración  del  aniversario  de  la  exaltación  al 
trono  Pontificio  de  S.  S.  Pío  X,  el  señor  delegado  apostólico,  por  medio  de  las 
conferencias  de  san  Vicente  de  Paul,  dio  una  comida  abundante  y  relativa- 
mente espléndida  á  250  pobres  en  el  hospicio  de  san  José,  la  cual  presidió 
dicho  reverendísimo  señor,  acompañado  de  nuestros  padres  operarios. 

Nuestro  observ^atorio  de  Manila  ha  repartido  un  folleto  de  45  páginas 
de  texto  en  inglés  y  castellano,  con  ocho  magníficos  grabados  intercalados, 
sobre  la  erupción  del  volcán  Taal,  ocurrida  el  30  de  enero  último.  El  folleto 
es  del  tamaño  del  Boletín  mensual  y  su  autor  el  P.  Miguel  Saderra  Masó. 

La  solemnidad  de  san  Agustín  se  tuvo  según  costumbre:  fué  preste  en 
la  misa  solemne  el  R.  P.  Clos,  por  indisposición  del  reverendo  padre  superior, 
asistido  de  los  PP.  Juan  y  Peypoch,  y  dijo  el  panegírico  el  P.  Manuel  Sauras. 

El  16  último  falleció  en  Binondo,  á  los  84  años  de  edad,  la  madre  del 
célebre  Dr.  Rizal,  asistida  por  un  sacerdote  católico:  al  entierro  en  el  cemen- 
terio católico  acudieron  el  elemento  oficial  y  sobre  todo  el  filipino;  aun  los 
centros  docentes  enviaron  un  buen  número  de  alumnos:  los  de  nuestro  ate- 
neo no  bajarían  de  250  con  algunos  padres;  de  ahí  que  resultara  el  acto,  si 
bien  neutral  en  las  ceremonias  religiosas,  concurridísimo,  como  pocos  de  los 
aquí  vistos. 

Anteayer.  3  de  octubre  recibieron  la  primera  comunión  de  manos  del  reve- 
rendísimo señor  arzobispo  134  alumnos  del  ateneo,  esto  es,  46  internos,  25 
mediointernos  y  63  externos,  en  la  misa  que  S.  E.  celebró  en  nuestra  iglesia. 

El   propio  día   3,   por  disposición   del    reverendo  padre  provincial  y 


153 

prescripción  médica,  embarcó  para  España  en  el  vapor  directo  Alicante 
nuestro  reverendo  padre  superior  de  la  Misión  y  con  él  el  H.  coadjutor 
Jaime  Blanch,  no  sólo  para  acompañarle,  sino  principalmente  para  asistirle 
como  enfermero,  sobre  todo  en  el  caso  de  repetírsele  los  ataques  del  hígado. 
Al  embarcar,  estaba  el  reverendo  padre  relativamente  bien,  aunque  débil 
y  con  mal  color.  Por  falta  de  salud  también,  el  29  de  agosto  salió  de 
Shanghai  para  Barcelona  el  P.  Joaquín  Anón. 

Por  fin  vimos  llegar  de  España  la  deseada  misión;  constaba  de  cua- 
tro sujetos,  á  saber  los  padres  Vicente  Giménez  y  José  Garriga;  y  los 
HH.  ce,  Joaquín  Oller  y  José  Romero,  de  quienes  ya  se  habló  en  las 
anteriores  Noticias:  de  ellos  en  breve  embarcaron  el  P.  Garriga  para  Da- 
vao,  el  H.  Oller  para  Zamboanga,  y  el  hermano  Romero  para  la  residencia 
de  Cagayán:  el  P.  Giménez  queda  en  el  ateneo  encargado  de  enseñar  ma- 
temáticas en  inglés,  dirigir  la  academia  de  la  misma  lengua  y  á  los  congre- 
gantes marianos  mayores,  de  los  cuales,  así  como  de  los  menores,  es  direc- 
tor el   padre  rector. 

El  mismo  día  por  la  mañana  celebró  el  ateneo  su  promulgación  de  dig- 
nidades, amenizada  con  un  ensayo  teórico-práctico  sobre  declamación,  con 
la  solemnidad  acostumbrada.  A  los  ocho  días  los  congregantes  mayores  tu- 
vieron comunión  general  que  recibieron  de  manos  del  señor  arzobispo,  el  cual 
les  dirigió  una  plática  en  inglés  en  la  que  prometió  una  medalla  de  oro  de 
40  pesos  al  congregante  que  desde  entonces  hasta  el  día  de  la  Inmaculada 
observara  mejor  conducta  y  mayor  número  de  postulantes  trajera  a  la  con- 
gregación. Por  la  tarde  pusieron  en  escena  el  drama  titulado  El  soldado  de 
san  Marcial,  que  presenció  gustoso  en  el  salón  de  actos  un  gentío  extra- 
ordinario, figurando  entre  las  personas  más  distinguidas  los  reverendísimos 
señores  delegado  apostólico,  arzobispo  y  nutridas  representaciones  de  todas 
ó  casi  todas  las  órdenes  religiosas. 

En  un  entreacto,  D.  Manuel  Rávago,  con  la  elocuencia  que  le  distingue, 
pronunció  un  discurso  muy  bien  preparado,  en  que  abogó  por  la  fundación  en 
Manila  de  una  casa  para  Ejercicios  á  los  obreros,  solicitando  al  efecto,  el  con- 
curso material  del  auditorio.  A  este  llamamiento  el  primero  en  acceder  fué 
el  señor  arzobispo,  quien  prometió  al  día  siguiente  100  pesos.  El  domingo 
siguiente  á  la  representación,  los  actores  pasaron  un  día  de  campo  en  Santa 
Ana,  á  donde,  después  de  haber  comulgado,  se  trasladaron  acompañados  de 
su  padre  director,  vice-director  y  otros  padres. 

La  colonia  catalana  celebró  su  fiesta  á  la  Virgen  de  Monserrat,  no  en  la 
capilla  de  los  padres  benedictinos,  donde  la  tuvieron  aquellos  padres,  sino  en 
la  iglesia  de  san  Miguel  que  conserva  la  imagen  de  la  Virgen  de  Monserrat, 


154 
venerada  ya  allí  por  nuestros  antiguos  padres  que  tuvieron  á  su  cargo  la  ad- 
ministración de  aquella  iglesia. 

El  13  último  el  seminario  de  san  Javier  celebró  su  primera  promulgación 
de  dignidades,  acompañada  de  un  ensayo  sobre  mecánica  general;  en  el  que 
sólo  se  usó  la  lengua  inglesa.  Ha  sido  muy  bien  recibida  y  alabada  del  públi- 
co, la  hoja  publicada  por  nuestro  P.  Coronas  sobre  los  tres  baguios,  sus  inun- 
daciones y  trayectorias  desde  el  once  de  julio  al  dos  de  agosto  último. 

El  P.  Anguela  ha  dado  recientemente  á  35  sacerdotes  filipinos  los  san- 
tos Ejercicios  en  Santa  Ana. 

En  el  vapor  llegado  de  España  el  15,  vino  de  Roma  el  diácono  filipino 
Luís  López,  joven  que  fué,  casi  todo  el  bachillerato,  alumno  del  ateneo  y 
luego  estudió  en  el  colegio  Pío-Latino  Americano  de  Roma  la  carrera  sacer- 
dotal: vuelve  doctor  en  teología  y  ha  sido  ordenado  poco  ha  sacerdote  en 
Manila.  Con  él  recibió  el  presbiterado  también,  el  diácono  Sr.  Capistrano 
que  estudió  primero  en  el  ateneo  y  luego  en  san  Carlos:  al  mismo  tiempo 
fueron  elevados  al  diaconado  y  subdiaconado  los  Sres.  Qadmaitán,  Florencio 
y  Nicasio  que  comenzaron  su  carrera  en  san  Javier,  y  la  prosiguieron  y  ter- 
minaron en  san  Carlos. 

Para  celebrar  el  aniversario  del  descubrimiento  de  América  por  Colón, 
la  sociedad  católica  llamada  Knights  of  Columbas,  dio  el  señor  arzobispo  en 
su  palacio  un  magnífico  y  espléndido  concierto  musical  al  que  asistió  lo  más 
caracterizado  de  Manila:  de  los  NN.  se  contaron  en  él  los  reverendos  pa- 
dres vice-superior  y  rector  del  ateneo  y  los  PP.  Algué  y  Giménez:  el  do- 
mingo siguiente  la  misma  sociedad  dispuso  la  celebración  de  una  misa  so- 
lemne en  la  catedral  en  acción  de  gracias,  la  que  presidió  el  prelado,  con 
sermón  por  el  P.  Brophy,  capellán  del  7.°  de  caballería. 

El  día  de  Todos  los  Santos,  se  celebraron  en  el  ateneo,  con  toda  la  so- 
lemnidad que  permiten  nuestras  costumbres,  las  bodas  de  oro  del  hermano 
coadjutor  Francisco  Riera.  El  31  anterior  cumplió  sus  50  años  de  Compañía,  y 
al  día  siguiente,  el  reverendo  padre  vice-superior,  dijo  la  misa  de  comunidad 
en  la  iglesia  ante  los  colegiales  y  varias  personas  invitadas,  oyéndola  dicho 
hermano,  desde  el  presbiterio,  acompañado  del  padre  rector,  y  recibiendo 
después  en  la  sacristía  el  abrazo  de  toda  la  comunidad,  el  cual,  con  el  encargo 
de  oraciones  por  el  hermano,  se  avisó  en  el  refectorio  según  costumbre. 
A  las  10  y  media,  los  alumnos  internos  le  felicitaron  brevemente  y  ofrecieron 
abundantes  regalos  en  el  salón  de  actos;  al  medio  día  hubo  primera  clase  y 
luego  en  el  recreo  no  faltaron  seguidillas  con  acompañamiento  de  piano,  ni 
versos,  de  los  cuales  algunos  fueron  enviados  de  España;  por  ejemplo;  los 
del  P.  Nonell,  y  otros  de  Baguio,  también  en  catalán,  compuestos  por  el  P. 


155 

M.  Valles:  hubo  también  regalos  de  personas  de  fuera  afectas  á  nuestra 
Compañía.  Por  la  tarde  nuestros  PP.  y  HH.  de  san  Javier,  que  ya  habían  es- 
tado en  los  festejos  anteriores  del  ateneo,  obsequiaron  á  nuestro  hermano, 
con  un  refresco  extraordinario  en  que  tomaron  parte  también  los  del  ateneo. 

El  P.  Hernández,  que  acompañó  hace  unas  tres  semanas  á  Culión  á  164 
leprosos,  allí  enviados  de  san  Lázaro  de  Manila,  dice  que  considera  la  tal  ex- 
pedición providencial  y  á  la  vez  honorífica  para  la, Compañía.  La  refiere  así: 
«El  Burean  de  Sanidad  deseó  y  pretendió  que  un  padre  de  la  Compañía  se- 
juntase  á  la  comisión  del  citado  Bureau  y  los  dichos  enfermos.  El  vapor  Ba- 
silan  que  al  efecto  fué  escogido,  puede  corisiderarse  por  tanto  como  un 
barco  del  gobierno  y  á  disposición  sólo  del  gobierno.  A  mí  me  cupo  la  suerte 
de  adherirme  á  la  expedición  para  consuelo  de  los  enfermos,  satisfacción  de 
los  miembros  de  la  Sanidad  y  contentamiento  propio». 

«Por  lo  que  respecta  á  los  enfermos,  el  traslado  fué  para  ellos,  sin  duda 
más  dulce  y  sosegado,  moral  y  materialmente  hablando,  que  los  viajes  ante- 
riores. Fuera  de  las  primeras  lágrimas  de  despedida,  lo  restante  fué  un  viaje 
de  recreo,  de  mucha  comunicación  y  alegría.  Los  enfermos  rezaron  en  común 
el  santo  Rosario,  y  al  día  siguiente,  domingo,  dije  la  misa  sobre  cubierta, 
durante  la  cual  los  enfermos  volvieron  á  rezar  el  santo  Rosario.  Los  ameri- 
canos ocuparon  mi  derecha,  permaneciendo  con  la  cabeza  descubierta,  en  si- 
lencio y  con  respeto  todo  el  tiempo  del  santo  Sacrificio». 

«Así  que  nuestro  vapor  se  puso  á  la  vista  de  Culión,  nos  divisaron  los 
enfermos  de  la  Colonia  y  bajaron  al  punto  al  desembarcadero  para  recibir  á 
nuestros  leprosos  con  música.  La  primera  visita  en  el  barco  fué  la  de  nues- 
tro P.  Tarrago:  el  P.  Peruga  quedaba  enfermo  en  casa  con  el  H.  Jaume». 

«Una  vez  en  tierra,  y  abrazados  los  padres  y  el  H.  Jaume,  nos  sentamos 
á  la  mesa  para  probar  la  comida  de  aquella  reducida  comunidad.  Visitamos 
después  á  las  Hnas.  de  Saint  Paul,  colonia  de  los  leprosos,  iglesia,  hospita- 
les y  casetas  de  ñipa  en  donde  residen  por  separado  varios  enfermos». 

«Los  hospitales  y  otras  dependencias  son  de  cemento  (estilo  americano); 
y  se  supone  que  la  situación  de  los  enfermos  irá  de  día  en  día  mejorando.— 
La  isla  es  grande,  fecunda  y  preciosa;  algo  estorba,  no  obstante  una  colinita 
de  piedra  jaspeada,  nada  á  propósito  para  los  pies  de  aquellos  leprosos,  si 
bien  los  nuevos  caminos  hacen  desaparecer  estas  y  otras  dificultades.  Los 
enfermos  serán  allí  ahora  unos  2,000:  los  muertos  cerca  de  3,000». 

«Por  lo  que  á  mí  toca,  fui  colmado  de  muchísimas  consideraciones  por 
parte  déla  comisión  del  Bureau  de  Sanidad,  en  la  mesa,  camarote,  sobrecu- 
bierta, de  noche  y  de  día,  á  la  ida  y  á  la  vuelta,  sin  que  por  ello  se  me  exi- 
giera pago  alguno  ni  por  el  pasage  ni  por  la  comida.  La  cual  suele  exigirse, 


156 

en  los  buques  del  gobierno  aun  cuando  se  conceda  gratis  el  pasaje».  Hasta 
aquí  el  P.  Hernández. 

Libertas  de  ayer  5,  inserta  la  carta  que  el  señor  obispo  de  Cebú  ha 
recibido  del  señor  cardenal  secretario  de  Estado  en  la  que  manifiesta  que  Su 
Santidad  ha  visto  con  sumo  agrado  y  ha  elogiado  las  actas  del  sínodo  dio- 
cesano, relebrado  recientemente  en  Cebú. 

El  30  último  embarcó  en  Manila  para  su  diócesis  de  Tuguegarao  el  ilus- 
trísimo  señor  Mauricio  P.  Foley  con  su  secretario  Rdo.  Killión  después  de 
unos  15  días  de  permanencia  en  Manila.  DícesedeS.  lima,  que  al  proponerle 
para  obispo  mostró  su  disentimiento,  pero  que  al  advertirle  que  la  diócesis  que 
le  estaría  confiada  le  daría  poco  brillo  y  mucho  trabajo  y  por  ventura  abun- 
dantes sinsabores,  entonces  admitió  gustoso  la  nueva  dignidad.  Es  de  Bos- 
ton (E.  U.)  donde  con  los  padres  de  la  Compañía  se  educó  en  sus  primeros 
años  y  á  quienes  profesa  especial  afecto.  Tiene  45  años  de  edad,  hizo  la  ca- 
rrera sacerdotal  en  el  colegio  Pío  Latino-Americano  de  Roma  y  habla  bien 
además  del  inglés,  el  italiano  y  el  castellano. 

Ha  fallecido  poco  ha  en  Nueva-Cáceres  el  padre  clérigo  Clemente  Eme- 
renciana,  el  cual  estuvo  al  frente  de  aquella  diócesis  en  calidad  de  adminis- 
trador apostólico,  después  de  la  muerte  del  limo.  Brali.  También  ha  fallecido 
en  la  parroquia  de  Tondo  de  Manila  su  párroco,  sacerdote  del  país,  R.  P.  Es- 
teban Sales. 

El  8  de  noviembre  el  señor  delegado  Mgr.  Agius  visitó  privadamente  el 
ateneo  y  dijo,  que  Su  Santidad  le  llamaba  á  Roma  y  deseaba  se  trasladase 
allá  cuanto  antes:  con  todo,  añadía  su  lima.,  que  no  podía  emprender  el  viaje 
hasta  mediados  de  enero  por  falta  de  buque  proporcionado.  Tres  días  más 
tarde  desembarcó  procedente  de  Estados  Unidos  el  limo.  Sr.  obispo  de  Tu- 
guegarao; fué  recibido  por  todas  las  autoridades  y  principales  personas  del 
clero  secular  y  regular;  y  pocos  días  después,  el  seminario  de  san  Javier  le 
felicitó  con  un  acto  literario  y  luego  el  ateneo  con  una  cena  ó  banquete  en 
que  estuvieron  los  mismos  ilustrísimos  señores  que  acudieron  al  acto  del  se- 
minario, esto  es,  además  de  su  lima,  á  quien  se  dedicaba,  los  señores  dele- 
gado, arzobispo  y  obispo  de  Jaro,  con  sus  secretai-ios. 

El  seminario  de  san  Javier  celebró  su  fiesta  patronal  el  4  último  en  vez 
del  3,  por  impedirlo  la  dominica  primera  de  adviento,  con  la  solemnidad  y 
adorno  de  otros  años;  en  la  misa  solemne  predicó  el  panegírico  el  P.  Miguel 
Martí  y  por  la  tarde  los  alumnos  dedicaron,  como  tributo  de  amor,  al  señor 
delegado,  una  velada  lírico-dramática  cuyo  asunto  principal  fué  el  melodrama 
E/eázar  que  fué  bien  ejecutado,  y  presenciado  por  los  ilustrísimos  señores  ar- 
zobispo de  Manila,  obispo  de  Nueva-Cáceres,  padre  rector  de  la  universidad 


157 

de  santo  Tomás  y  representaciones  de  todas  ó  casi  todas  las  órdenes  religiosas 
y  otras  personas  distinguidas;  por  lo  demás,  el  patio  en  que  tuvo  lugar,  se  lle- 
nó de  filipinos  y  de  algunos  americanos.  No  estuvo  en  él  el  señor  delegado  por 
hallarse  guardando  cama  á  causa  de  una  indisposición;  tampoco  pudo  estar  en 
el  banquete  que  le  dedicó  el  vice-gobernador  Mr.  Gilbert  ni  en  el  examen 
público  de  los  catecismos  de  Tondo  dirigidos  por  nuestro  P.  Anguela,  pre- 
parado y  llevado  á  cabo  el  domingo  anterior  en  la  citada  parroquia.  Agasajos 
son  todos  estos  con  que  los  diversos  centros  pretenden  despedirse  del  repre- 
sentante de  Su  Santidad  antes  de  su  partida.  El  30  último  recibió  el  presbi- 
terado en  la  catedral  de  manos  del  señor  arzobispo  el  seminarista  de  san 
Javier  D.  Maximino  Manuguid. 

En  la  mañana  del  19  último  los  alumnos  de  primera  enseñanza  dedicaron 
un  ensayo  de  inglés  y  castellano  á  san  Estanislao  al  que  asistieron,  entre 
otros,  el  honorable  comisionado  Araneta  y  losSres.  Gonzalo  Marzano,  Men- 
carini  el  vice-rector  de  la  universidad  con  otros  padres  que  le  acompañaban, 
además  de  los  NN.  de  ambas  casas  como  se  verifica  en  cualquiera  de  los  ac- 
tos públicos  que  se  dan  en  san  Javier  ó  en  el  ateneo.  Por  la  tarde  del  mismo 
día,  el  P.  Sánchez,  bautizó  solemnemente  en  la  iglesia  de  san  Ignacio,  des- 
pués de  la  debida  preparación,  á  un  colegial  interno  del  ateneo,  niño  chino  de 
14  años,  hermano  de  D.  Leonardo  Osorio  de  Cavite,  el  cual  después  del  bau- 
tismo se  llamó  Mariano  Lim-cied.  Como  en  otras  ocasiones,  á  la  ceremonia 
asistieron  muchos  de  los  NN.,  los  colegiales  internos  y  algunos  de  fuera,  es- 
pecialmente los  parientes  ó  amigos  de  la  familia  del  nuevo  cristiano,  quienes 
regalaron  al  ateneo  4  candeleros  además  de  abundantes  dulces  para  todos 
los  colegiales.  Por  la  noche  la  congregación  mariana  de  los  externos  meno- 
res obsequió  con  un  acto  semi-público  á  su  patrón  san  Estanislao. 

Conforme  al  proyecto  manifestado  en  las  fiestas  del  50  aniversario  del 
ateneo,  de  crear  una  asociación  de  jóvenes  formados  en  él,  que  una  vez 
al  año  se  reúnan  en  fraternal  convite  para  reanimar  sus  antiguas  amista- 
des, se  aprovechó  la  ocasión  de  la  vuelta  de  América  del  P.  Giménez  para 
comenzar  la  ejecución  y  se  reunieron  unos  70  jóvenes  á  comer  en  compañía 
de  dicho  padre  y  del  comité  formado,  cuando  el  50  aniversario  mencionado^ 
á  saber:  el  comisionado  de  Hacienda  y  Justicia  honorable  Araneta,  don 
Félix  M.'"^  Roxas,  alcalde  de  Manila,  D.  Maximino  Paterno  y  D.  Fernando 
Calderón,  excolegiales  del  ateneo. 

El  30  de  noviembre  comenzó  en  nuestra  iglesia  la  novena  de  la  Inma- 
culada con  el  aparato  de  bombillas  eléctricas  en  la  fachada  y  el  anagrama 
del  nombre  de  María  pendientes  de  ambas  torres  del  templo,  la  música  y 
adorno  en  el  puente  entre  la  casa  misión  y  el  ateneo,  á  la  manera  que  en 


158 
años  anteriores.  Predicaron  los  sermones  los  PP.  Lencina,  Sauras  y  Foradada; 
todos  tomaron  por  tema  la  naturaleza  y  propiedades  del  matrimonio  canónico 
contra  el  divorcio:  y  se  repartió  cada  noche  al  final  de  la  función,  una  hoja  de 
propaganda  que  contenía  la  sinopsis  del  sermón  que  acababa  de  predicarse; 
del  panegírico  final  estuvo  encargado  el  P.  Vicente  Giménez.  El  objeto  de  los 
sermones  es  hacer  entender  al  pueblo  los  grandes  peligros  que  le  amenazan, 
si  obra  conforme  al  divorcio  absoluto,  que  acababa  de  ser  aprobado  en  princi- 
pio por  la  Cámara  baja  ó  Asamblea  filipina.  Después  de  algunas  sesiones  de 
debate  fué  aprobado  por  40  votos  contra  26;  14  diputados,  entre  ellos  el 
presidente  Osmeña  que  estaba  presente,  se  abstuvieron  de  votar,  los  otros  13 
parece  que  estaban  ausentes. 

El  baguio  de  28  y  29  de  septiembre,  causó  tres  muertos;  en  nuestro 
Mirador  voló  el  techo  de  la  cocina,  una  ventana  del  aposento  de  los  mucha- 
chos, el  techo  del  horno  y  el  de  las  casillas  (letrinas)  del  piso  inferior; 
arrancó  algunas  planchas  del  corral  y  causó  averías  en  el  tejado  de  la  torre 
del  Sur,  levantando  las  planchas;  todo  se  arregló  provisionalmente.  Fuera 
del  Mirador,  derribó  diez  casas  de  ñipa  y  la  capilla  de  los  protestantes;  des- 
techó varias  casas  y  el  camarín  de  carruajes  de  una  fonda  y  casi  por  com- 
pleto la  nueva  y  hermosa  casa  de  la  Constabularia,  t^)  llevándose  además 
tres  como  claraboyas  de  la  misma. 

El  Philipine  Journal  of  Science  de  Manila,  correspondiente  á  noviem- 
bre de  este  año,  da  la  noticia  y  clasificación  de  un  árbol  de  manga,  (de  cuya 
influencia  venenosa  se  cuentan  grandes  cosas),  existente  en  la  región  de 
Dapítan,  al  que  se  llama  Mangifera  verticillata.  Lo  da  como  descubierto 
por  nuestro  P.  Obach,  y  comunicado  al  clasificador  por  el  P.  Sánchez;  y  copia 
la  explicación  que  de  él  da  este  padre  en  las  Cartas  de  los  Misioneros  de 
la  Compañía  de  Jesús  en  Filipinas,  tomo  10  año  1895. 

SEMINARIO  MENOR  DE  VIQAN.  — Este  colegio-seminario  cele- 
bró su  segunda  promulgación  de  dignidades  el  8  de  enero,  amenizada  por 
los  alumnos  de  retórica,  no  sólo  con  sus  conocimientos  sobre  los  preceptos 
de  su  asignatura,  sino  también  con  el  saínete  cómico  El  miedo  ridiculo. 
El  26  próximo  pasado,  dio  una  velada  literario-musical  con  ocasión  de  la 
fiesta  patronal  y  primera  exposición  provincial  de  llocos  Sur.  Puso  en  escena 
el  drama  en  tres  actos  titulado  Guzmán  el  Bueno,  histórico,  cuya  escena 
pasa  en  Tarifa  el  año  1204.  Según  Libertas  de  ayer  6,  el  extenso  programa 
fué  magistralmente  desarrollado  durante  más  de  dos  horas  y  media  por  los 
alumnos,  en  el  amplio  salón,  improvisado  en  el  patio  y  adornado  con  sencillez 


(1)'    Véase  la  nota  de  la  página  145. 


159 

y  magnificencia.  Campeaba  sobre  el  escenario  el  escudo  del  ilustrísimo  se- 
ñor obispo  déla  diócesis,  Mgr.  Carrol,  el  cual  personalmente  presidió  el  acto 
y  á  quien  en  el  brillante  discurso  inaugural  se  apellidó  Padre  amante  y  de- 
cidido protector  del  colegio-seminario,  entre  otros  títulos,  por  haber 
hecho  cuanto  estuvo  en  su  mano,  por  lograr,  como  logró,  fueran  reconocidos 
por  el  gobierno  los  títulos  que  concede  dicho  colegio.  En  efecto,  pocos  días 
antes  se  había  recibido  el  documento  firmado  por  el  secretario  de  instrucción 
pública,  Mr.  Gilbert,  en  que  éste  concede  á  dicho  centro,  facultad  para  otor- 
gar á  sus  alumnos  los  grados  del  high  school  y  de  bachiller  en  artes.  En  la 
fiesta  patronal  religiosa  tuvo  el  panegírico  el  P.  Alfonso  García. 

El  12  próximo  pasado  celebró  su  distribución  de  premios  que  pre- 
sidió el  señor  obispo  con  asistencia  de  las  personas  más  distinguidas 
de  la  localidad,  y  de  un  público  de  ella  y  de  las  poblaciones  vecinas  que  lle- 
naba el  patio.  Se  representó  la  ópera  cómica  inglesa  Tfie  bogas  school 
inspector,  por  seminaristas  y  colegiales  con  gran  lucimiento,  aguado  en 
parte  por  la  lluvia  pertinaz  que  obligó  al  auditorio  á  retirarse  dentro  del 
colegio.  Al  día  siguiente  prosiguió  el  acto  comenzando  por  el  melodrama 
Las  próximas  vacaciones,  al  que  siguieron  la  distribución  de  premios  y  la 
entrega  del  título  de  bachiller  á  27  alumnos. 

El  día  de  san  José  por  la  tarde,  después  de  la  función  religiosa  de  la  ca- 
tedral, en  que  hubo  exposición  del  Santísimo  con  reserva  por  el  señor  obispo 
y  asistencia  de  millares  de  niños  y  niñas,  salieron  éstos  en  mayor  número 
que  otros  años  á  comprar,  con  sus  asistencias  al  catecismo,  los  objetos  depo- 
sitados al  efecto  en  las  tiendas.  El  aumento  de  pequeñuelos  es  debido  á  ha- 
berse establecido  este  año  el  catecismo  en  cuatro  barrios  más  que  el  año 
último:  también  se  puso  este  año  una  tienda  junto  al  seminario  á  cargo  de 
los  catequistas  y  seminaristas.  En  ella  se  vendieron  14  sacos  de  arroz,  un 
cesto  de  caramelitos,  tres  grandes  cestos  de  pastas  de  diferentes  clases, 
muchas  telas  y  muchísimos  juguetes  y  objetos  piadosos.  En  las  restantes 
siete  tiendas  de  la  plaza  y  á  cargo  de  las  instructoras,  se  despacharon  12  ó 
13  sacos  de  arroz,  adquiridos  de  limosna  entre  la  gente  piadosa  como  los  14 
anteriores.  El  señor  obispo  estuvo  muy  satisfecho  recorriendo  las  tiendas,  en 
que  el  movimiento  de  los  chiquillos  daba  al  conjunto,  el  aspecto  de  una  ver- 
dadera feria.  En  el  seminario  han  hecho  los  santos  Ejercicios  13  sacerdotes 
de  la  diócesis  bajo  la  dirección  del  P.  José  M.''^  Briansó.  El  P.  Thompkins 
ha  aceptado,  del  señor  arzobispo  de  Manila,  el  sermón  de  resurrección  de  la 
catedral  y  hoy  ha  llegado  á  Manila.  Los  seminaristas  pasan  sus  vacaciones, 
en  compañía  del  P.  García,  en  San  Vicente. 

Además  de  la  tanda  de  Ejercicios  dada  á  los  sacerdotes  en  el  seminario. 


160 

de  que  se  habló  en  las  últimas  noticias,  el  P.  Estrada  dio  otra  también  allí; 
otra  el  P.  Pascual  en  San  Fernando  de  la  Unión,  el  P.  Gil,  dos,  una  en 
Tamauini  y  otra  en  Aparri;  y  el  P.  García  una  en  Laoag,  todas  á  sacerdotes, 
constando  cada  una  de  unos  14  ejercitantes.  El  P.  Benaiges  platicó  los  Ejer- 
cicios á  los  socios  y  socias  del  Apostolado  de  la  Oración  en  Vígan. 

No  se  han  recibido  noticias  del  éxito  de  los  cultos  allí  proyectados  para 
el  mes  y  novena  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  pero  á  juzgar  por  el  pro- 
grama, repartido  con  alguna  profusión,  no  habrán  desmerecido  en  nada  de 
los  de  otros  años.  De  los  sermones  de  la  novena,  5  estaban  encargados  á  los 
nuestros  y  4  á  los  de  fuera. 

El  17  de  junio,  nuestro  colegio-seminario  abrió  el  curso  actual,  haciendo 
el  discurso  inaugural  el  P.  Vives.  Cuenta  dicho  centro  41 1  alumnos,  repar- 
tidos en  23  seminaristas,  75  colegiales  internos  y  309  externos.  Poco  des- 
pués los  seminaristas  tuvieron  los  santos  Ejercicios  que  explanó  el  P.  Buxó, 
con  muy  buen  resultado  á  juzgar  por  el  silencio,  recogimiento  y  otras  virtu- 
des observadas  en  las  cuatro  meditaciones,  plática  y  oficio  parvo  semitonado 
que  tenían  diariamente  los  que  los  hacían,  á  quienes  espontáneamente  se 
agregaron  8  internos  y  12  externos.  A  los  alumnos  restantes  dieron  los  Ejer- 
cicios espirituales  los  PP.  Clotet  y  Pascual. 

El  10  de  junio  se  celebró  el  acto  de  despedida  de  su  prelado  diocesano, 
limo.  Sr.  Carrol,  para  curarse  en  Manila  la  rotura  de  un  hueso  á  consecuen- 
cia de  una  caída,  y  trasladarse  después  á  Roma  y  América.  A  él  concurrie- 
ron todos  los  seminaristas  é  internos,  quienes  además  de  los  discursos  en 
inglés,  latín  y  castellano  que  declamaron,  referentes  á  la  partida  de  su  Ilus- 
trísima,  le  ofrecieron  por  medio  de  una  hermosa  poesía  abundantes  fotogra- 
fías de  los  varios  grupos  en  que  se  habían  distribuido  todos  los  alumnos  del 
colegio.  Después  del  himno  final,  tomó  su  ilustrísima  la  palabra  en  castellano, 
concedió  á  todos  los  alumnos  una  vacación  extraordinaria  y  anunció  á  los  se- 
minaristas y  colegiales  internos  el  estreno  de  la  nueva  casa  de  campo, 
adquirida  por  su  ilustrísima  para  los  padres  y  alumnos  del  seminario,  en  el 
vecino  pueblo  de  San  Vicente,  dando  al  propio  tiempo,  con  graves  palabras, 
muestras  de  su  amor  al  colegio-seminario,  á  nuestros  padres  y  á  un  caballero 
allí  presente  por  haberle  notablemente  ayudado  en  la  compra  y  adorno  de  la 
casa  mencionada.  Túvose  pues  en  ella  al  día  siguiente  el  campo  con  asisten- 
cia de  los  señores  párrocos,  el  caballero  referido,  invitado  expresamente,  y 
nuestros  alumnos,  los  cuales  con  sus  juegos  contribuyeron  no  poco  á  la  ani- 
mación y  caridad  que  reinó  en  todo  el  día. 

Se  han  tenido  durante  el  junio,  el  mes,  la  novena  y  la  fiesta  del  Sagrado 
Corazón  en  la  catedral  con  la  solemnidad  de  otros  años.   El  total  de  comu- 


161 

niones  repartidas  el  día  de  la  fiesta,  fué  á  lo  menos  800,  y  el  de  todo  el  mes 
asciende  á  muchos  millares.  Al  señor  obispo,  próximo  á  partir,  dedicó  el 
Apostolado  de  la  Oración  un  actito  literario,  después  del  cual  Mgr.  Carrol 
entregó  una  buena  limosna  al  padre  director. 

En  la  fiesta  de  san  Ignacio,  celebrada  también  en  la  catedral,  todos 
nuestros  alumnos  cantaron  la  misa  de  Angelts  á  dos  coros,  fué  el  panegirista 
el  P.  Bartolomé  Espíritu,  fiscal  eclesiástico  de  la  diócesis,  y  se  dio  á  besar 
al  final  de  ella  la  reliquia  de  nuestro  santo  Padre  á  los  acordes  de  la  marcha 
tradicional. 

Como  á  fines  de  julio  y  primeros  de  agosto  fueron  grandes  las  inunda- 
ciones y  destrozos  materiales  en  las  cosechas,  caminos,  desmoronamiento  de 
tierras  y,  según  algunos  periódicos,  con  muerte  también  de  tres  personas, 
recientemente  escribía  uno  de  los  NN.  de  Vígan  que  las  inundaciones  no 
han  causado  daño  en  la  ciudad  y  sus  arrabales,  pero  muchísimos  en  Narvacan 
y  otras  poblaciones  lejanas  de  Vígan.  Dentro  de  poco  entrarán  dos  ó  tres 
seminaristas  nuevos  y  hay  alguna  fundada  esperanza  de  que  el  total  de  ellos 
llegue  á  30  al  terminar  el  curso  actual.  Para  el  próximo  10  prepara  aquel 
colegio-seminario  la  primera  promulgación  de  dignidades  de  este  año,  acom- 
pañada de  un  acto  literario  todo  en  inglés,  por  los  alumnos  del  quinto  grado. 

El  domingo,  1.°  de  octubre,  recibieron  con  la  solemnidad  acostumbrada 
la  primera  comunión  de  manos  del  reverendo  padre  rector  31  alumnos.de 
aquel  colegio-seminario,  enfervorizados  con  la  plática  que  les  dirigió  dicho 
padre.  Por  la  tarde,  ante  el  Santísimo  expuesto,  les  hizo  una  plática  el  padre 
Thompkins,  renovaron  las  promesas  del  bautismo  y  se  consagraron  al  Sagrado 
Corazón  de  Jesús. 

Con  fecha  16  de  octubre  escribía  de  allí  uno  de  los  NN.  que  el  8  ante- 
rior, se  celebró  la  fiesta  del  rosario  llamada  la  Naval.  En  el  triduo  que  la 
precedió  estuvo  expuesto  el  Santísimo  en  la  catedral  y  nuestros  alumnos 
internos  y  externos  hicieron  vela  durante  los  tres  días  por  turnos  que  se 
relevaban  cada  media  hora.  El  7  por  la  tarde,  al  terminar  la  función,  monse- 
ñor Padilla,  vicario  general,  bendijo  un  pendón  de  raso  encarnado  bordado 
en  oro:  lleva  pintada  al  oleo  la  imagen  del  Sagrado  Corazón  á  un  lado  y  el 
escudo  del  mismo,  al  otro;  dirigió  la  parte  artística  el  P.  Clotet,  Costearon 
el  pendón  nuestros  alumnos  del  Apostolado  y  lo  bordaron  gratuitamente 
algunas  celadoras.  Inmediatamente  después  de  bendecido,  se  estrenó  en  la 
procesión  que  recorrió  el  interior  de  la  catedral,  en  la  que  dichos  alumnos 
entonaron  el  himno  del  congreso  eucarístico  de  Madrid.  Gustó  á  los  buenos 
músicos  de  Vígan  y  se  canta  siempre  que  hay  alguna  fiesta  al  Santísimo. 

A  la  procesión  del  santo  rosario  que  se  hizo  por  las  calles  el  domingo  8, 
11 


162 
asistieron  como  los  otros  años  nuestros  niños  cantando  el  rosario  y  algunos 
himnos  á  la  Virgen  con  grande  entusiasmo.  El  P.  Thompkins  logró  reunir 
unos  220  caballeros  del  Sagrado  Corazón  ó  alumnos  de  las  escuelas  públicas 
que  asistieron  también  á  la  procesión  delante  de  los  estudiantes  del  colegio- 
seminario.  Gracias  á  la  cooperación  de  éste,  la  procesión  fué  solemnísima, 
pues  concurrieron  además  en  mayor  número  las  mujeres. 

Por  esto,  un  pastor  protestante  se  lamentaba  enérgicamente  contra  la 
actitud  de  las  autoridades  que  permiten  tales  manifestaciones  religiosas. 
Nuestro  P.  Alfonso  García  predicó  el  sermón  del  Rosario. 

La  primera  comunión  no  se  üivo  el  día  anunciado  en  los  programas,  por 
impedirlo  el  mal  tiempo,  sino  que  se  trasladó  al  día  15.  Estuvieron  presentes 
á  tan  solemne  acto,  cuatro  ó  cinco  americanos,  algunos  de  ellos  presbiteria- 
nos, por  cierto  muy  atentos  á  todos  los  pormenores  de  la  fiesta,  arrodillán- 
dose también  á  ratos.  Estos  mismos  volvieron  de  nuevo  por  la  tarde.  El 
número  de  seminaristas  llega  ya  á  30.  habiendo  sido  once  el  aumento  de  este 
curso,  y  aún  se  espera  dentro  de  poco  algún  otro  externo.  El  número  total 
de  convictores  entre  seminaristas  \-  seglares  sube  ya  á  ciento  uno.  número 
que  no  se  había  logrado  desde  que  los  nuestros  dirigen  el  seminario. 

El  25  de  octubre  los  alumnos  del  5.''  año  dieron,  con  satisfacción  del 
público,  un  acto  de  geometría  plana,  conforme  al  programa,  acto  que  les 
sir\-ió  de  exámenes  de  la  materia  vista  durante  lo  que  llevamos  de  curso. 
Terminó  con  un  animado  diálogo,  entre  un  astrónomo,  un  naturalista,  un 
químico,  un  ingeniero  y  un  mecánico,  acerca  de  la  excelencia  de  las  mate- 
máticas sobre  la  historia  natural  y  la  química:  en  ese  sentido  dio  su  fallo 
un  doctor  en  ciencias  elegido  al  efecto  por  unanimidad. 

El  7  de  noviembre  el  alumno  interno  Emigdio  Corpus  perteneciente  á  la 
clase  de  tercer  grado,  después  de  muy  breve  enfermedad,  entregó  su  alma 
al  Criador,  recibidos  los  santos  sacramentos.  Contaba  solamente  1 1  años  de 
edad,  cuando  una  sencilla  hemorragia  de  sangre  en  la  nariz,  le  debilitó  la 
naturaleza  de  modo  que.  impotente  para  resistir  á  la  calentura,  murió  á  los 
tres  días:  conser\-ó  perfecto  conocimiento  hasta  los  últimos  instantes  y 
repetía  con  toda  fidelidad  las  jaculatorias  que  su  hermano  Pablo,  interno,  y 
los  padres  que  estaban  junto  á  su  lecho  le  sugerían:  recibió  el  Viático  y  la 
extremaunción,  estando  muy  conforme  en  morirse  y  en  irse  á  juntar  con  sus 
hermanos  los  angelitos  del  cielo.  El  entierro  fué  de  lo  más  solemne  que  se  ha 
visto  en  Vígan:  todos  los  alumnos  del  colegio  cantaron  en  la  capilla  el  oficio 
de  difuntos  en  sufragio  de  su  alma:  el  día  siguiente  hubo  misa  de  comunión 
general  y  luego  todos  los  alumnos  y  varios  padres  y  hermanos  del  colegio 
con  velas  acompañaron  al  cadáver,  colocado  en  hermosa  carroza  y  seguido 


163 

de  una  banda  de  música,  á  la  iglesia  catedral,  donde  se  celebraron  solemnes 
funerales  con  misa  cantada  por  el  reverendo  padre  rector:  terminada  ésta, 
con  la  misma  solemnidad  fué  conducido  el  cadáver  al  cementerio.  Toda  esta 
pompa  se  hizo  á  petición  del  padre  del  muerto  según  telegrama  que  expidió 
en  Aparri,  y  sabedor  luego  por  el  padre  rector  de  cuanto  se  hizo  por  su  hijo 
lo  agradeció  con  un  expresivo  telegrama. 

El  13  siguiente  los  alumnos  del  6.^  ano  obsequiaron  á  san  Estanislao 
con  una  mensual  de  filosofía  que  contenía  25  tesis;  en  ella  llamaron  la  aten- 
ción aun  á  los  sacerdotes  que  asistieron,  así  los  defendientes  como  los  argu- 
}-entes  por  su  habilidad  en  el  manejo  de  los  argumentos  }■  la  facilidad  en 
expresarse  en  latín. 

En  un  programa  de  la  fiesta  anual  de  acción  de  gracias  celebrada  en 
la  iglesia  catedral  el  30  de  noviembre  último,  se  lee  que,  después  del  Evan- 
gelio de  la  misa  solemne,  el  P.  Thompkins  \eyó  la  proclamación  de  la  fiesta 
en  inglés  y  el  P.  Brillantes,  sacerdote  del  país,  en  ilocano.  Tuvo  el  discurso 
de  acción  de  gracias  el  reverendo  padre  rector  del  colegio-seminario.  Siendo 
preste  monseñor  Padilla,  vicario  general,  cantóse  en  el  coro  la  misa  de  An- 
gelis  por  800  voces,  pues  tomaron  parte  en  ella  los  alumnos  del  colegio-se- 
minario y  todos  los  centros  católicos  de  Vígan  y  pueblos  vecinos  en  masa. 
Terminada  la  misa,  fué  cantado  un  solemne  Te  Deum  por  los  seminaristas  y 
alumnos  del  colegio-seminario. 

RESIDENCIA  DE  ZAMBOAXGA.—Za.mbo.\ng.\.— Durante  el  mes 
de  diciembre  el  señor  obispo  de  Jaro  pasó  la  santa  visita  en  Zamboanga.  Cot- 
tabato  y  Dávao.  El  3  del  mismo  mes  estuvo  aquella  villa  inundada  por  causa 
del  baguio  que  á  primeros  del  mes  se  dejó  sentir  en  gran  parte  de  Minda- 
nao:  la  iglesia  tuvo  casi  un  metro  de  agua,  y  en  cuanto  á  desgracias  perso- 
nales, se  cuenta  la  muerte  de  dos  niños  gemelos  de  cuatro  meses,  á  quie- 
nes arrebató  la  corriente  sin  que  su  padre  pudiera  impedirlo. 

El  15  de  enero  escribía  el  P.  Saderra  Mata  que  durante  el  mes  transcu- 
rrido desde  que  partió  de  Manila  para  Dávao,  había  estado  en  Joló,  y  con 
gusto  se  habría  allí  quedado  compartiendo  los  trabajos  del  apostolado  con  el 
P.  Me  Donough,  que  se  hallaba  solo,  y  ocupado  en  catequizar  á  los  natura- 
les, americanos  y  aun  moros:  quedóle  muj'  agradecido  á  la  caridad  con  que 
le  recibió  y  en  medio  de  su  pobreza  le  agasajó.  No  quedó  menos  edificado 
del  P.  Pi  y  del  H.  Fainé  en  Cottabato.  de  donde  estaba  ausente  el  P.  Ama- 
lot:  y  del  P.  Alaix  y  HH.  Llull  y  Gairolas  en  Dávao.  De  la  agilidad  del 
P.  Alaix.  á  pesar  de  su  avanzada  edad,  también  se  admiró  el  señor  obispo 
de  Jaro  al  girar  allí  la  santa  visita.  En  Dávao.  como  temporalmente  estaba 
el  P.  Llobera  Guillermo,  hubo  misa  del  gallo  con  temo,  circunstancia  que 


164 

aumentó  la  concurrencia  á  la  iglesia,  entre  cuyos  asistentes  se  contaban  los 
señores  gobernador,  presidente  y  varios  americanos,  é  hizo  subir  la  colecta 
á  50  pesos.  Pasó  el  P.  Saderra  á  Mati  y  se  llevó  una  triste  impresión  al  ver 
los  destrozos  causados  por  el  baguio  anterior.  Por  falta  de  iglesia  y  conven- 
to habitable,  celebró  la  santa  misa  y  bautizó  á  cuatro  párvulos  en  un  cama- 
rín. Poco  después  de  llegado  á  Zamboanga  el  9  de  enero,  comenzó  á  ejercer 
sus  ministerios  en  Tetuán,  población  en  que  reside  de  asiento  desde  el  15 
de  enero. 

Poco  después  de  Pascua  irán  á  Jaro  para  tomar  parte  en  aquel  sínodo 
diocesano  los  PP.  de  la  Torre,  Me  Donough  y  Saderra  Mata:  éste  después 
dará  los  santos  Ejercicios  á  los  sacerdotes  del  país.  El  P,  Becker  pasará  de 
Manila  á  aquel  obispado  con  el  fin  de  platicarlos  á  los  padres  josefinos.  Fun- 
cionan las  escuelas  católicas  en  todas  las  visitas  dependientes  de  la  residen- 
cia. El  P.  Cavallería  ha  visitado  Manicahan,  Bolong,  Catumbal,  Curúan  y 
Mercedes,  quedando  satisfecho  del  número  de  ministerios  en  ellas  ejercido. 
Ha  sido  cubierta  con  hierro  galvanizado  la  iglesia  de  Mercedes,  y  en  ella  se 
han  celebrado  los  meses  de  mayo  y  de  junio.  En  Tetuán  hubo  poco  há  una 
primera  comunión  de  más  de  200  niños  y  niñas;  el  novenario  de  almas  con 
sermón  diario  y  regular  asistencia,  terminó  con  una  comunión  general. 

RESIDENCIA  DE  TAMONTACA.— Cottabato.— El  P.  Pi  confiaba 
tener  una  primera  comunión  de  ICO  párvulos,  y  á  este  fin  no  dejó  piedra  por 
mover;  mas  á  pesar  de  ello,  aquélla  se  redujo  á  19  (12  niños  y  7  niñas),  á 
quienes  por  la  gran  ignorancia  en  que  se  hallaban  costó  de  preparar,  y  poco 
antes  de  la  comunión  dio  tres  días  de  Ejercicios.  Después  de  ella  los  regaló 
con  un  buen  almuerzo,  y  por  la  tarde  hizo  con  ellos  una  devota  procesión  en 
que  el  Niño  Jesús  fué  llevado  en  andas  por  las  calles  del  pueblo. 

RESIDENCIA  DE  DÁVAO.-Dávao.-E1  P.  Llobera  Guillermo,  de 
Sigaboy  pasó  á  Mati;  hizo  allí  el  cumplimiento  pascual  y  el  10  de  septiem- 
bre la  fiesta  patronal.  Confesó  á  unas  130  personas,  bautizó  á  49  pequeñuelos 
y  casó  dos  parejas;  pero  los  amancebados  se  mostraron  sordos.  La  fiesta 
tuvo  lugar  según  costumbre,  con  vísperas  y  misa  cantadas,  sermón  y  proce- 
sión á  que  asistieron  pocos  hombres;  lamenta  el  padre  el  miserable  estado 
moral  de  aquel  pueblo  por  carecer  de  escuelas  católicas  y  estar  en  manos  de 
caciques  americanos  y  tagalos  que  sólo  piensan  en  adelantar  su  fortuna  y 
nada  en  bien  de  la  religión.  Los  naturales  por  abandono  dejaron  caer  la  an- 
tigua iglesia,  y  la  nueva  les  cuesta  ya  800  pesos.  En  el  viaje  de  ida,  el  pa- 
dre y  los  dos  que  le  acompañaban  padecieron  mucho;  el  que  hacía  de  prácti- 
co perdió  el  camino  y  comenzaron  á  abrírselo  hacheando  la  maleza;  no  bastó 
sin  embargo:  añadióse  una  sed  abrasadora  por  faltarles  el  agua  aun  para  co- 


165 

cer  la  morisqueta,  y  la  primera  que  encontraron  fué  poca  y  tan  mala,  que 
puso  enfermos  á  los  dos  compañeros.  El  padre  ejerció  también  sus  ministe- 
rios en  Macabambol. 

El  mismo  padre  ha  empleado  un  mes  en  visitar  las  reducciones  de 
Pundaguítan,  Calagóhan,  Nazaret,  Tigláuan  y  Luzón,  habiendo  oído  un 
total  de  326  confesiones,  casi  todas  de  manobos  ignorantes,  administrado  33 
bautismos  y  bendecido  13  matrimonios.  En  Pundaguítan  deseó  ver,  y  vio  en 
la  punta  del  cabo  San  Agustín,  el  altar  en  que,  entre  las  peñas  de  la  citada 
punta,  dicen  celebró  misa  san  Francisco  Javier.  Después  de  vencidas  algu- 
nas dificultades  propias  del  mar  y  del  terreno,  llegó  al  sitio  codiciado,  esto 
es,  al  mencionado  altar,  y  notó  que  es  únicamente  una  barbacana  ú  hoyo  he- 
cho en  la  peña  por  las  rocas  que  de  ella  se  han  desprendido.  En  él  sobre  una 
roca  compuso  el  padre  su  altar  portátil,  y  al  sol  celebró  la  santa  misa,  rogan- 
do con  gran  afecto  á  san  Francisco  Javier  por  nuestra  Compañía  y  por  aque- 
llos infelices  indígenas.  La  impresión  general  que  de  su  excursión  apostólica 
se  llevó,  fué  que  los  hombres  crecidos  y  los  niños  viven  en  la  mayor  ignoran- 
cia religiosa,  sin  pretensión  alguna  de  salir  de  ella:  no  hay  escuelas,  ni  quien 
sepa  enseñar  siquiera,  el  catecismo.  Por  falta  de  casa-convento,  vivió  el 
padre  en  las  sacristías  de  las  iglesias,  excepto  en  Tiglaúan,  donde  residió  y 
ejerció  sus  ministerios  en  un  camarín  destinado  á  contener  abacá,  el  cual 
aprisa  fué  compuesto,  aunque  no  con  tanta  perfección,  que  dejase  el  padre 
de  mojarse  con  la  lluvia  que  caía  al  tiempo  de  celebrarse  el  santo  sacri- 
ficio. 

Dice  el  P.  Garriga  que  al  llegar  á  Dávao  el  5  de  octubre,  como  no  era 
conocido  de  la  comunidad  su  próximo  arribo,  fué  mayor  la  alegría  en  toda 
ella,  y  más,  al  oir  de  sus  labios  que  su  destino  era  quedarse  en  aquella  resi- 
dencia. El  viaje  que  tuvo  desde  Manila  fué  inmejorable,  y  visitó  de  paso  á 
los  NN.  de  Cagayán,  Zamboanga  y  Cottabato;  el  mismo  día  que  entró  en 
Dávao  comenzó  á  estudiar  el  bisaya. 

RESIDENCIA  DE  CARAQA.— Caraqa.— El  2  de  diciembre  causó, 
sin  desgracias  personales,  grandes  desperfectos  en  las'^  casas  y  plantas,  un 
fuerte  baguio.  Los  pueblos  en  que  los  produjo  fueron  varios;  Caraga,  san 
José,  san  Miguel,  san  Luís,  Concepción,  Manresa,  san  Fermín,  Santiago, 
Manay,  Zaragoza,  Manurigao  y  Baculín;  y  en  ellos  derribó  5  iglesitas, 
otros  tantos  conventos  y  algunos  tribunales;  se  llevó  el  tejado  de  algu- 
nos conventos  é  iglesias  y  derribó  muchas  casas;  de  éstas,  sólo  en  el  pueblo 
de  Caraga,  se  contaron  17.  Los  naturales  de  Manay  se  apresuraron  á  cubrir 
de  nuevo  la  iglesia,  el  convento  y  el  tribunal  para  que  el  padre  les  hiciese 
la  fiesta  y  quedase  en  su  compañía.  El  P.  Parache  y  el  H.  Nadal,  si  hubiesen 


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permanecido  poco  más  tiempo  en  el  convento  de  Zaragoza,  hubieran  sido 
aplastados. 

En  el  pueblo  de  Caraga  se  celebró  con  grande  esplendor  y  concurren- 
cia la  fiesta  de  la  Inmaculada,  se  distribuyeron  270  comuniones,  y  en  la  vela- 
da literaria,  niños  y  niñas  lucieron  sus  conocimientos  en  dos  dramitas  en 
inglés. 

El  P.  Llobera  Bernardino  ha  enviado  un  largo  programa  de  los  ejerci- 
cios dramáticos  que  al  santo  Niño  Jesús  dedicaron  las  escuelas  parroquiales 
de  Caraga  el  6  de  enero  último;  y  dice,  que  á  la  exposición  que  ha  de  cele- 
brarse en  Zamboanga,  durante  el  mes  de  febrero,  remitirá  varios  trabajos 
de  niños  y  niñas  y  algunos  productos  de  la  huerta  del  convento  de  Caraga. 

El  17  de  marzo  las  escuelas  católicas  de  Caraga  tuvieron  los  exámenes, 
y  el  19  siguiente  la  repartición  de  premios,  cuyo  programa  se  ha  recibido  en 
Manila.  El  mismo  día  tuvieron  la  lectura  de  notas  y  distribución  de  premios 
las  escuelas  católicas  de  Baganga,  amenizadas  con  el  dramita  Nobleza  del 
trabajo  representado  por  las  niñas  junto  con  algunas  composiciones  al  santo 
Patriarca;  los  niños  y  niñas  de  primera  comunión  cantaron  el  himno  final  del 
acto,  á  gusto  y  satisfacción  del  P.  Barber  y  del  pueblo.  Con  todo,  lo  más 
consolador  fué  la  primera  comunión  de  los  45  pequeñuelos,  los  cuales,  des- 
pués de  obsequiados  por  las  beatas  con  un  desayuno  y  por  el  padre  con  un 
regalo  piadoso,  fueron  agregados  al  Apostolado  de  la  Oración.  Poco  des- 
pués pasó  el  padre  Barber  tres  días  en  Baculín  satisfecho  del  espíritu  del 
pueblo  que  hacía  lo  posible  por  agradecer  la  visita  al  padre:  cantó  éste  la 
misa  en  honra  de  san  José,  predicó  sus  glorias,  presidió  la  procesión,  dis- 
tribuyó 100  comuniones  y  bautizó  8  párvulos.  Por  aquellos  días  un  tiburón 
del  río  de  Cateél,  destripó  á  un  caballo  del  P.  Vila  Ramón. 

El  1 .°  de  junio  se  abrieron  las  escuelas  católicas  de  Baganga  con  30 
niños  y  mayor  número  de  niñas.  Muchas  de  éstas  y  otra  gente  mayor,  asistió 
á  la  fiesta  patronal  de  Caraga  en  la  que  hubo  misa  cantada  con  ministros  y 
panegírico  por  el  P.  Barber;  por  la  tarde  túvose  una  velada  literario-musical 
en  castellano  dividida  en  dos  partes,  de  las  que  la  primera  estuvo  á  cargo  de 
los  niños  y  la  segunda  al  délas  niñas,  ambos  de  la  escuela  católica:  fué  grata 
á  todos,  pues  dados  los  elementos  con  que  allí  se  cuenta,  no  puede  pedirse 
gran  cosa  más.  Se  conmemoró  también  en  Caraga  el  19  de  junio,  el  50  ani- 
versario del  nacimiento  de  Rizal  con  vísperas,  misa  solemne,  procesión 
cívica  formada  por  una  cabalgata  de  estudiantes  y  un  acto  literario  todo  él  en 
inglés  á  excepción  del  discurso  preliminar. 

En  Cateél  -desde  la  apertura  del  curso  de  la  escuela  católica,  única  que 
ha  podido  establecerse  en  la  jurisdicción  de  la  misión,  (donde  existen  ya  4 


167 

escuelas  neutras  cuyos  frutos  parecen  ser  la  división  del  pueblo  en  dos  par- 
tidos uno  católico  y  otro  algo  adverso  al  catolicismo),  acuden  ya  más  de  100 
niños  y  otros  muchos  piden  entrar  en  el  convento  al  servicio  de  los  NN. 

Dice  el  P.  Barber  que  ha  visitado  y  obtenido  un  regular  número  de  mi- 
nisterios en  ¿US  visitas  á  Quinablagan  y  san  Víctor.  Añade  que  el  12  de  julio, 
después  de  la  una  de  la  tarde,  sintió  el  terremoto  mayor  que  ha  experimen- 
tado en  su  vida,  las  campanas  de  la  torre  de  la  iglesia  tocaron  al  impulso  de 
aquél  y  hubo  desperfectos  materiales,  pero  no  víctimas  personales.  Lo  mis- 
mo, con  una  pequeña  diferencia  en  la  hora,  afirman  los  NN.  de  Caraga  y  de 
Talacógon. 

Según  el  P.  Llobera  Bernardino  el  terremoto  del  12  de  julio  fué  más 
intenso  hacia  el  norte  de  Caraga:  en  Baganga  abrió  dos  grietas  junto  al  em- 
barcadero; y  en  Bostón  derribó  la  muralla  de  cal  y  canto  que  formaba  la 
fachada  de  la  iglesia  y  tenía  más  de  dos  varas  de  espesor. 

El  lunes  anterior  al  día  de  nuestro  santo  Padre  Ignacio  se  abrieron  las 
escuelas  públicas  de  Baganga,  pero  con  todo  silencio;  y  durante  el  tiempo 
que  estaban  en  misa  el  padre  y  el  hermano,  un  agente  de  policía  y  otros  hom- 
bres persiguieron  á  los  niños  qué  se  dirigían  á  la  iglesia  y  llevaron  á  la  tal 
escuela  á  cuantos  pudieron  atrapar.  Cosa  parecida  sucede  en  casi  todos  los 
pueblos.  De  ahí  que  la  escuela  católica  de  Baganga  haya  quedado  reducida 
á  sólo  los  niños  más  pequeños:  no  así  la  de  niñas  que  es  mucho  más  concu- 
rrida que  la  oficial. 

En  Caraga,  donde  el  P.  Llobera  teme  para  el  año  próximo  la  lucha  de 
escuelas,  en  la  fiesta  de  nuestro  santo  Padre  Ignacio  hubo  misa  solemne  con 
terno  y  sermón.  El  P.  Parache  eii  el  primer  viernes  y  domingo  que  siguie- 
ron á  éila,  quedó  gratamente  sorprendido  viendo  el  gran  número  de  personas 
que  comulgaron,  de  ellas  muchas  solteras,  y  dice  que  á  pesar  de  lo  reducido 
de  la  población,  pocas  la  aventajarán  en  el  número  de  comuniones  diarias: 
de  Cateél  refiere  que  hay  un  buen  grupo  de  mujeres  principales  que  sir- 
ven á  Dios  y  á  la  Iglesia  con  constancia  y  valentía;  y  de  Baganga  afirma, 
que  hay  también  un  buen  número  de  comuniones  diarias  y  aun  algunos  mi- 
les al  año. 

La  apertura  de  la  escuela  neutra  de  Baganga  y  el  consabido  modo  indigno 
como  se  llevó  á  cabo,  según  el  P.  Barber,  era  ya  cosa  tramada  de  antemano 
y  cuestión  de  amor  propio  después  de  tres  años  de  haber  sido  cerrada.  A  las 
escuelas  católicas  asisten  más  de  cien  niños,  é  igual  número  de  niñas:  éstas 
lucieron  sus  habilidades  en  el  acto  literario  que  dieron  el  día  de  san  Ignacio. 
Por  lo  dicho  se  colige,  que  todavía  son  muchos  más  los  alumnos  de  uno  y 
otro  sexo  en  la  escuela  católica  que  en  la  oficial:  además  algunos  de  los  que 


168 
iban  á  ésta  volvieron  á  la  católica.  Los  impíos  no  cesan  de  establecer  bailes 
con  que  atraer  á  las  jóvenes;  de  ellas,  muchas  se  han  llenado  de  vanidad,  han 
abandonado  sus  prácticas  piadosas  y  se  burlan  de  las  que  perseveran  en  las 
buenas  costumbres  y  ostentan  la  medalla  de  hijas  de  María.  Con  todo,  los 
del  pueblo,  en  general,  se  casan  y  bautizan  según  la  iglesia  y  en  lo  posible 
con  solemnidad;  confiesa  bastante  número,  aun  de  hombres,  los  domingos,  y 
llaman  al  P.  misionero  para  que  asista  á  los  moribundos. 

La  Voz  de  Mindanao,  periódico  de  Zamboanga,  publicó  el  programa  de 
las  fiestas  que  Caraga  hizo  á  su  santo  Patrón  y  á  Rizal.  El  1 .°  de  octubre  el 
señor  gobernador  general  de  la  provincia  mora,  acompañado  del  de  Zam- 
boanga, visitó  oficialmente  los  pueblos  principales  de  la  residencia  de  Ca- 
raga, y  por  ende  las  poblaciones  de  Caraga,  Baganga  y  Cateél.  Salió  muy 
contento  de  las  escuelas  parroquiales  de  Caraga  y  de  Baganga,  recono- 
ciendo su  esfuerzo  en  orden  al  inglés,  lengua  en  que  le  saludaron  en  sus  dis- 
cursos y  ofrecimiento  de  ramos  de  flores.  De  Caraga,  vino  el  programa  de- 
sarrollado por  las  escuelas  para  felicitarle,  y  todo  él  estaba  en  inglés.  Con  to- 
do, como  por  enfermedad  del  presidente  municipal,  comunicara  éste  sus  veces 
á  su  hijo  para  el  acto  del  recibimiento,  éste,  joven  todavía,  se  atrevió  á  pedir 
en  su  discurso  al  gobernador,  el  establecimiento  de  escuelas  oficiales  de  que 
carece  Caraga,  sin  tener  para  ello  autorización.  Accedió  gustoso  el  gober- 
nador general  á  la  petición;  pero  dijo  que  antes  de  pasar  adelante,  tuvieran 
junta  los  concejales  con  el  presidente  y,  hecha  la  petición  en  debida  forma,  él 
les  enviaría  un  maestro  oficial  que  enseñara  en  la  casa  tribunal,  mientras  ca- 
reciese el  pueblo  de  edificio  adecuado.  Mas  como  ni  los  principales  del  pue- 
blo, ni  los  concejales  se  muestran  todavía  bastante  adictos  á  aquéllas,  la  rea- 
lización queda  en  suspenso;  y  para  que  no  tenga  efecto,  el  P.  Llobera  ha  to- 
mado á  sueldo  á  un  americano  establecido  en  el  pueblo,  para  que  una  vez 
al  día  enseñe  en  las  escuelas  parroquiales  lectura,  pronunciación  y  conversa- 
ción en  inglés;  al  mismo  propósito,  hacen  los  NN.  en  Caraga  una  novena  al 
Sagrado  Corazón  cada  mes.  Los  principales  del  pueblo  no  ha  mucho  en  una 
sesión,  aprobaron  un  acta  en  que  se  pedía  autorización,  para  abrir  un  ce- 
menterio civil  apoyándose  en  falsas  razones  que  los  NN.  procuran  desvane- 
cer ante  el  pueblo  y  la  autoridad. 

En  Baganga  á  pesar  de  la  oposición  de  algunos  á  las  escuelas  católicas, 
el  número  de  alumnos  llega  á  un  centenar  y  el  de  las  alumnas  á  120:  eran 
pues  220  los  niños  y  niñas  de  ellas  que  saludaron  en  inglés  al  señor  gober- 
nador general;  en  cambio  el  total  de  las  escuelas  oficiales  no  llegaba  á  80 
y  no  le  saludaron  en  inglés.  El  P.  Barber  visitó  é  hizo  la  fiesta  en  La  Paz 
con  una  regular  concurrencia  de  los  vecinos  de  los  alrededores,  administró 


169 

con  esta  ocasión  9  bautismos  y  unas  20  comuniones,  y  de  paso  por  Dapnan, 
otros  cinco  bautismos. 

El  P.  Parache  en  una  excursión  apostólica  para  celebrar  las  fiestas  pa- 
tronales en  algunos  pueblos  de  la  jurisdicción  de  la  misión  caragueña,  dice 
que  si  bien  las  casas,  conventos  é  iglesias  son  muy  pobres,  porque  los  baguios 
de  los  últimos  años  las  han  derribado  ó  destrozado,  con  todo,  los  naturales  le 
trataron  bien  y  aun  regalaron.  Aunque  el  tiempo  de  fiestas  no  es  á  propósito 
para  ejercer  gran  número  de  ministerios,  he  aquí  los  que  ejerció:  23  sermo- 
nes ó  pláticas,  bautismos  47,  y  14  de  adultos,  matrimonios  23,  confesiones 
210,  y  27  de  niños  y  niñas.  Pocos  días  antes  de  partir  para  la  excursión,  ha- 
bía recorrido  los  pueblos  cercanos  al  de  Caraga  y  había  oído  170  confesio- 
nes, administrado  13  bautismos,  autorizado  4  casamientos  y  predicado  12 
pláticas.  El  gobierno  reúne  en  pueblos  á  los  infieles  desparramados  por 
los  montes,  lo  cual  tal  vez  dé  lugar  á  algunas  conversiones.  En  los  días  26  y 
27  de  octubre  se  notaron  tres  temblores  pequeños  en  Tarragona.  En  Bagan- 
ga  la  situación  de  las  escuelas  católicas  ha  mejorado,  y  algunas  niñas,  que 
habían  pasado  á  la  escuela  neutra,  han  vuelto  á  la  católica.  En  Cateél  se  nota 
facilidad. en  imponer  multas  por  falta  de  limpieza  en  las  iglesias  ó  capillas  de 
los  barrios. 

RESIDENCIA  DE  CAGAYÁN.-Cagayán.-Los  PP.  Martín  y  Córdo- 
va  desde  mediados  de  este  mesa  mediados  de  marzo,  recorrerán  dando  misio- 
nes varios  pueblos  de  la  isla  de  Bohol,  Samar  y  Leyte.  El  primero  á  fines  de 
noviembre  bautizó  en  Halaybalay  á  15  párvulos:  en  Calazungay  á  otros  1 1  y  á 
6  adultos;  dio  la  primera  comunión  á  22  niños,  confesó  á  90  y  casó  4  parejas: 
en  Silay  bautizó  16  párvulos  y  14  adultos;  bendijo  5  matrimonios  y  dio  la 
comunión  á  24  niños,  de  los  que  4  la  recibían  por  primera  vez;  siente  el  pa- 
dre la  disminución  de  las  buenas  costumbres,  y  el  aumento  de  la  irreligión, 
indiferencia  y  liviandad,  frutos  de  las  escuelas  sin  Dios. 

En  Balingasag,  las  congregaciones  siguen  dando  excelentes  frutos  y 
cumplen  como  buenos  los  socios  del  Apostolado  de  la  Oración:  de  éstos  con- 
fiesan y  comulgan  unos  80  cada  primer  viernes  de  mes  y  otro  número  igual 
comulgó  el  día  de  la  Inmaculada,  cuyas  comuniones  en  total  fueron  casi  300, 
si  bien  dos  domingos  antes  se  habían  repartido  154.  También  en  Lagonlong, 
á  pesar  de  estar  la  iglesia  quemada  y  decirse  la  misa  en  los  bajos  del  con- 
vento, comulgaron  recientemente  53  hijas  de  María,  además  de  las  48  pri- 
meras comuniones. 

Honraron  el  día  de  Navidad  en  Balingasag  los  socios.del  Apostolado  de 
la  Oración,  con  una  velada  en  la  escuela  de  niñas  que  fué  pequeña  para  los 
muchos  concurrentes,  á  pesar  de  la  contradicción  de  los  impíos  que  establéele- 


170 

ron  allí  cerca  á  la  misma  hora  un  baile.  Hablaron  en  ella  9  oradores  señala- 
dos de  antemano  y  el  presidente  municipal  que  alabó  mucho  la  obra  de  los 
socios  del  Corazón  de  Jesús  de  quienes  afirmó  ser  los  verdaderos  amantes 
del  pueblo,  y  finalmente  el  P.  Sambola,  siendo  todos  muy  aplaudidos.  En  la 
misa  de  noche,  comulgaron  110  personas,  en  la  de  las  8,  ambas  muy  concu- 
rridas, unas  40,  y  del  conjunto  unos  50  eran  hombres.  Cierta  persona  pia- 
dosa regaló  una  cadena  de  oro  para  la  llave  del  sagrario. 

El  27  siguiente  los  NN.,  debidamente  invitados  por  el  juez  de  primera 
instancia,  hicieron  la  invocación  al  Todopoderoso  en  la  apertura  de  la  asam- 
blea de  los  jueces  de  paz  de  Cagayán.  AI  proferirla  el  P.  Nebot,  todos  los 
oyentes,  por  indicación  del  presidente  de  la  asamblea,  se  pusieron  en  pie. 

El  P.  Nebot,  como  vicario  foráneo,  y  como  superior  de  la  residencia,  ha 
sido  nombrado  por  el  señor  obispo  de  Cebú  para  asistir  al  sínodo  diocesano 
dispuesto  por  el  concilio  provincial  de  Manila. 

En  Balingasag  fué  consoladora  la  fiesta  del  santo  Niño,  gracias  á  los  so- 
cios del  Apostolado  de  la  Oración;  abundaron  los  acostumbrados  regocijos  y 
aun  las  regatas  por  mar,  hubo  acto  literario-musical  y  sobre  todo  una  procesión 
cívico-religiosa  de  niños  y  niñas  en  que  400  de  ellos  llevaban  farolitos  de 
papel  de  varios  colores,  seguidos  deia  banda  de  música,  que  alternaba  con 
el  canto  de  aquéllos  junto  á  la  imagen  del  santo  Niño:  terminó  la  función,  con 
vivas  á  todo  lo  más  santo  y  grato,  y  promesas  de  asistir  á  la  escuela  católica 
y  á  la  doctrina  de  los  domingos  y  días  de  fiesta.  El  total  de  los  asistentes  á 
la  doctrina  es  de  225,  á  las  escuelas  65  niños  y  45  niñas. 

El  22  de  marzo  escribía  el  P.  Nebot  que  saldría  para  el  sínodo  dioce- 
sano de  Cebú  el  29  de  abril,  y  pensaba  regresar  á  Cagayán  el  10  de  mayo. 
Añadía  que,  según  reciente  carta  del  P.  Martín,  éste  se  hallaba  contento  del 
éxito  de  la  misión  de  Loboc  que  debía  terminar  el  23,  para  encaminarse  en- 
seguida los  misioneros  á  Dimiao  con  objeto  de  estar  de  vuelta  en  Cagayán  el 
5  de  abril. 

El  acto  literario  dado  por  los  niños  de  las  escuelas  católicas  de  Cagayán 
el  30  de  marzo,  salió  mejor  de  lo  que  podía  esperarse  de  los  elementos  con 
que  contaba.  En  Tagolóan  mejora  el  Apostolado  de  la  Oración,  siendo  las 
comuniones  de  sus  socios  de  70  á  80  en  los  primeros  viernes:  las  hijas  de 
María  son  un  centenar  y  de  ellas  comulgan  unas  50  en  el  tercer  domingo 
mensual.  Las  escuelas  católicas  cuentan  con  unas  40  niñas  y  50  niños  de 
asistencia,  al  paso  que  llegan  á  sólo  30  el  total  de  los  que  concurren  á  la  es- 
cuela neutra.  El  P^  Casáis  en  una  visita  á  enfermos,  después  de  casi  dos  ho- 
ras, llegó  á  una  casa,  confesó,  dio  la  Extramaunción  y  casó  á  un  moribundo 
que,  ante  la  proximidad  de  su  muerte,  dejó  el  cisma,  y  gustó  del  bautismo  que 


171 

sub  conditione  dio  el  padre  á  su  hijo  bautizado  sólo  á  lo  aglipayano.  Está 
casi  terminado  el  quízame  del  presbiterio  de  la  iglesia  y  del  convento.  Con 
actividad  manda  plantar  cocos  en  los  terrenos  de  la  iglesia  de  Tagolóan. 

El  P.  Masoliver  en  El  Salvador,  pueblo  que  hace  un  año  está  sin  /?a- 
repare,  bendijo  el  día  de  ceniza,  acompañado  de  un  centenar  de  devotos,  el 
cementerio  el  cual  tiene  80  metros  de  largo  por  50  de  ancho.  Posteriormen- 
te ha  repartido  los  premios  á  291  alumnos  del  catecismo,  número  nada 
despreciable  atendidas  las  actuales  circunstancias;  antes,  aprovechando  las 
vacaciones  que  por  Navidad  tienen  las  escuelas  oficiales,  preparó  para  la 
primera  comunión  y  la  repartió  á  80  alumnos  de  ellas. 

Los  otros  pueblos  subditos  de  la  misión,  tales  como  Iponan,  Opol,  Mo- 
lugan  y  Alubijid,  no  le  presentan  sus  hijos  para  la  primera  comunión,  ni 
manifiestan  por  ellos  otro  empeño  que  el  verlos  elegantemente  vestidos; 
los  jóvenes  estudiantinos  pasan  más  adelante;  son  presumidos,  cismáticos,  ig- 
norantes, atrevidos  y  huyen  del  misionero  como  de  la  cruz  el  diablo.  Los 
de  la  visita  de  Pangayauan  han  estrenado  su  campana;  pero  su  sonido,  aun- 
que grato,  no  logra  arrastrar  á  la  iglesia  aquellos  corazones  fríos. 

El  P.  Roure  está  en  Gingoog  hace  unos  dos  meses  procurando  arreglar 
legalmente  el  sitio  de  los  nuevos  cementerios  de  algunos  pueblecitos  y  evi- 
tar mayores  intrusiones  sectarias:  ha  visto  crecer  el  número  de  niños  y  niñas 
para  las  escuelas  católicas  y  repartido  la  primera  comunión  el  día  de  san  José 
á41  pequeñuelos  con  la  mayor  solemnidad  posible.  Ha  cesado,  al  parecer,  la 
persecución  manifiesta  y  oculta  á  las  escuelas  parroquiales  y  el  padre  á  fuer- 
za de  mucho  trabajo  en  vencer  la  oposición  de  unos  y  la  frialdad  de  casi  to- 
dos, ha  logrado  reunir  buena  cantidad,  aunque  no  suficiente,  de  materiales 
para  levantar  la  nueva  iglesia,  pues  la  que  tenía  el  pueblo  fué  destruida  hace 
como  un  año  por  un  baguio. 

El  señor  obispo  de  Cebú  giró  poco  ha  su  visita  en  Butúan,  Talisáyan  y 
Cagayán.  Después  de  esta  población  pasó  á  la  de  El  Salvador,  en  la  cual  se  le 
dispensó  un  recibimiento  magnífico  el  16  de  junio.  Contábanse  en  él,  las  hijas 
de  María,  los  congregantes  allí  llamados  luises,  el  centro  católico  en  pleno,  y 
multitud  de  pueblo,  los  cuales  todos,  arrodillados  en  la  playa,  recibían  gusto- 
sísimos la  bendición  de  su  prelado  conducido  bajo  palio  al  son  de  la  música  y 
del  repiquetear  de  las  campanas. 

El  señor  obispo,  al  ver  tanta  gente  y  como  acosado  de  los  muchos  que  se 
empujaban  para  besarle  el  anillo,  quedó  profunda  y  gratísimamente  impresio- 
nado y  exclamó:  «Ya  es  otra  cosa,  eso  anima.  Venimos,  P.  Masoliver,  algo 
apenados  de  Cagayán».  Y  el  padre,  con  el  fin  de  que  S.  I.  se  desahogara, 
mostróle  la  sala  del  convento  llena  de  hombres  del  centro  católico  con  su 


172 

presidente  á  la  cabeza,  á  quienes  fué  presentado  refiriéndosele  sus  méritos 
para  con  la  iglesia.  Quedaron  todos  llenos  de  gozo;  deseaban  ver  un  obispo, 
y  un  obispo  que  hubiera  salido  de  los  suyos,  les  hablara  en  su  lengua  y  pe- 
netrara el  corazón  y  esto  veían  en  el  limo.  Qorordo. 

Administró  éste,  tres  veces  la  confirmación  en  la  iglesia  y  una  en  el 
convento,  á  un  total  de  500  personas.  Al  día  siguiente,  dicha  la  santa  misa  y 
sentado  en  el  presbiterio  hizo  por  espacio  de  media  hora  una  plática  al  pue- 
blo que  estaba  sin  pestañear;  los  mismos  pequeñuelos  sentados  á  sus  pies, 
que  en  casos  parecidos  estorban,  estuvieron  sumamente  quietos,  mostrando 
el  gusto  que  experimentaban  en  lo  que  oían  pasándose  la  lengua  por  los  la- 
bios, como  quien  saborea  un  precioso  manjar.  A  las  24  horas  de  llegado  sa- 
lió su  Ilustrísima  embarcado  en  lancha  de  vapor  con  rumbo  á  Tagolóan,  des- 
pedido en  la  playa  por  un  adiós  de  todo  el  pueblo.  Entiende  el  P.  Masoliver 
que  la  visita  ha  sido  de  mucho  aliento  para  los  buenos,  de  confusión  para  los 
disidentes,  de  consuelo  para  Mgr.  Gorordo  y  dulce  refrigerium  para  los 
NN.  Abundaron  los  arcos,  la  música,  el  entusiasmo  y  los  regalos. 

En  El  Salvador  la  fiesta  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús  ha  sido  más 
abundante  en  comuniones  que  otros  años.  Se  ha  renovado  todo  el  tejado  del 
convento,  no  con  zinc  por  falta  de  recursos,  sino  con  ñipa,  arreglo  de  que 
estaba  muy  necesitado.  El  4  de  julio  el  Señor,  que  permitió  la  caída  de  la  mi- 
tad del  quízame  ó  techo  de  la  sala  con  la  viga  y  los  tirantes,  no  quiso  dañara 
ésta  á  los  30  jornaleros  que  á  la  sazón  trabajaban  en  el  convento  con  haber- 
los podido  fácilmente  aplastar  á  todos:  sólo  uno  recibió  una  contusión  que  no 
le  impidió  seguir  trabajando.  Por  generosa  concesión  de  algunas  buenas  ma- 
deras de  que  era  dueño  un  concejal,  arregla  el  P.  Masoliver  el  edificio  de  la 
escuela  católica. 

En  la  causa  por  criminal  atropello  contra  el  P.  Sambola  en  Lagonlong 
(misión  de  Balingasag),  el  juzgado  ha  condenado  al  que  hirió  al  padre  á  seis 
meses  de  arresto  y  al  pago  de  la  mitad  de  las  costas;  y  al  que  le  ayudó,  su- 
jetando los  brazos  del  padre,  á  satisfacer  la  otra  mitad  de  las  costas. 

En  Jasaán,  según  el  P,  Andueza  que  allí  trabaja,  las  escuelas  católicas 
de  niños  y  niñas,  únicas  que  en  aquella  parroquia  existen,  dieron  reciente- 
mente y  en  público  muestras  de  sus  adelantos,  con  tal  cooperación  del  pueblo, 
que  hizo  cuanto  pudo  para  su  relativo  esplendor;  y  después  manifestó  por  el 
feliz  éxito  obtenido  tal  contento,  que  se  ofreció  á  trabajar  y  cooperar  gra- 
tuitamente en  la  terminación  de  las  obras  de  aquella  iglesia. 

Fué  muy  bien  recibida  por  los  NN.  y  alumnos  de  la  escuela  de  Cagayán 
la  bandera  que,  debidamente  adornada,  acaban  de  obtener,  y  ha  servido  no 
poco  para  aficionar  á  la  preparación  y  primera  comunión  de  algunos  alum- 


173 

nos,  aun  de  la  escuela  neutra:  con  ellos  llegaron  á  40  los  niños  que  la  recibie- 
ron, con  cierto  aparato  en  el  altar  á  que  contribuyeron  ellos  mismos.  Después 
pasaron  procesionalmente  á  la  pila  bautismal  ante  la  que  renovaron  las  pro- 
mesas del  bautismo.  Para  celebrar  tan  solemne  acontecimiento  no  les  falta- 
ron regalos,  y  aun  juegos  en  la  plaza,  presenciados  por  sus  amigos. 

A  principios  de  noviembre  en  El  Salvador  arremetió  al  P.  Puig  un  loco 
hoz  en  mano,  lo  cual  notado  por  el  padre  se  subió  á  una  casa  y  el  loco  tras 
él;  la  puerta  estaba  cerrada  y  entonces  el  padre  se  volvió  contra  el  loco, 
lo  amenazó  y  el  loco  se  marchó.  Lo  han  asegurado  ya  para  mandarlo  á  Ma- 
nila. 

El  P.  Sambola  embarcó  el  10  de  noviembre  en  Cagayán,  para  Dapítan, 
su  destino.  Poco  antes  pasaron  los  nuevos  ministros  P,  Martin  á  Balingasag, 
P.  Córdova  á  Talacógon  y  P.  Casáis  á  Sumílao. 

RESIDENCIA  DE  BUTÚAN.— Butúan.— En  la  misa  de  Noche  buena, 
la  iglesia  se  llenó  de  bote  en  bote  sin  nota  alguna  discordante  en  el  orden  y 
compostura:  cuando  iba  á  comenzar  la  misa  de  ocho,  solemne  como  la  ante- 
rior, avisado  el  P.  Urios  que  llegaba  al  puerto  el  vapor  que  conducía  al  vi- 
ce-gobernador  general,  reunió  la  junta  católica,  á  algunos  principales  y  la 
banda  de  música  y  corrió  á  recibirle;  parece  que  las  señoras  de  la  comitiva 
querían  oirmisa  y  de  hecho  cuantos  pudieron  abandonar  el  barco  pasaron  á  la 
iglesia  á  oifla. 

En  ella  estuvieron  mirando  y  remirando  el  adorno  del  altar,  y  el  pulpito 
desde  el  cual  el  P.  Urios  habló  á  la  concurrencia  en  dos  lenguas.  Salieron 
complacidos  del  recibimiento,  que  no  esperaban,  y  así  lo  manifestaron:  é  in- 
vitaron al  P.  Urios  á  comer  á  bordo,  cosa  de  que  el  padre  se  escusó  alegando 
ser  el  único  sacerdote  en  la  localidad  y  con  frecuencia  llamado  para  asistir 
enfermos. 

El  P.  Jaime  Valles  en  la  fiesta  de  la  Inmaculada  de  Butúan  quedó  lleno 
de  gozo  y  satisfacción,  pues  las  comuniones  que  se  repartieron  aquel  día  lle- 
garon á  631,  de  ellas  121  primeras  (66  niños,  y  55  niñas);  por  la  tarde  des- 
pués de  la  admisión  de  nuevos  congregantes  é  hijas  de  María,  verificóse  la 
solemne  procesión,  tan  hermosa,  que  afirma  el  padre  no  haber  visto  otra  más 
lucida.  El  P.  Urios  en  su  fiesta  onomástica  fué  obsequiado  con  regalos  y  un 
actito  literario  de  que  formaba  parte  un  canto  compuesto  por  uno  délos  prin- 
cipales del  pueblo;  estuvo  bien,  pero  no  muy  concurrido  por  causa  de  la  llu- 
via: además  visitaron  al  padre  el  presidente  municipal,  el  juez  de  paz  y  otras 
personas  principales. 

El  P.  Giralt  escribe  desde  Veruela,  que  á  primeros  de  diciembre  la  llu- 
via y  el  baguio  le  retrasaron  su  expedición  por  el  Alto  Agúsan.  En  Pilar  ha- 


174 
lió  mucha  gente  reunida  que  le  esperaba,  bautizó  buen  número  de  párvulos, 
bendijo  5  matrimonios  y  celebró  la  fiesta  de  la  Inmaculada.  Al  tiempo  de  la 
carta  había  visitado  once  pueblecitos  y  no  estaba  descontento  de  ellos.  El 
teniente  gobernador  americano  había  ordenado  levantar  respectivamente 
iglesia  á  los  de  Compostela,  Pilar  y  Moncayo  y  así  habían  prometido  cumplirlo 
los  interesados.  Los  de  Talacógon  se  hallan  apurados  por  las  exigencias  gu- 
bernamentales, y  muestran  crecer  en  el  afecto  á  casarse  civilmente  sobre 
todo  desde  el  mal  ejemplo  que  en  esto  reciben  de  algunos  que  debían  dár- 
selo bueno:  por  otra  parte  les  amenaza  el  hambre  por  la  escasez  de  la  co- 
secha. 

Por  el  mucho  concurso,  orden  y  compostura,  sin  el  menor  contratiempo, 
quedó  el  P.  Vila  Ignacio  enteramente  satisfecho  de  la  Navidad  celebrada  en 
Jabonga;  los  muchos  que  pedían  confesión  le  obligaron  á  retrasar  la  hora  de 
la  misa  mayor  en  la  que  distribuyó  á  varios  niños  y  niñas,  de  antemano  por 
él  mismo  preparados,  la  primera  comunión;  todo  lo  cual  es  más  digno  de  no- 
tarse por  estar  aquel  pueblo  dominado  del  aglipayanismo. 

El  P.  Valles  Jaime  comentaba  con  dolor,  el  7  de  enero,  la  gran  indife- 
rencia religiosa  en  que  se  halla  el  pueblo  de  Túbay  sin  medios  para  levantar 
á  los  caídos,  ni  preservar  de  ella  á  los  párvulos.  En  cambio  se  regocijaba 
ante  el  fervor  de  los  valientes  católicos  de  Cabarbarán:  son  pocos  los  hom- 
bres que  se  han  salvado  del  cisma,  y  á  ellos  se  debe  el  tesón  con  que  se  tra- 
baja en  edificar  la  iglesia  que  cubrirán  con  zinc:  aprovecharon  la  visita  del 
padre  para  confesarse  81  personas,  comulgar  27,  oir  la  divina  palabra  unos  50, 
llenar  la  iglesia  el  día  de  Navidad  y  presentar  al  padre  26  párvulos  para  que  los 
instruyera,  como  lo  hizo,  en  el  catecismo.  Los  de  Nasípit  siguen  en  la  cons- 
trucción de  la  iglesia  que  prefieren  á  la  composición  del  convento.  El  padre 
en  esta  excursión,  ha  distribuido  146  comuniones  y  administrado  21  bautis- 
mos y  2  casamientos. 

Celebró,  como  otros  años,  este  pueblo,  su  segunda  fiesta  patronal  á  san 
Francisco  de  Sales  al  que  está  consagrado  desde  antiguo  por  haberle  librado 
de  la  peste:  la  fiesta  estuvo  concurrida  en  la  misa  y  procesión;  y  muchas,  no 
todas  las  familias,  cumplieron  con  las  oraciones  y  limosnas,  que  sus  antepa- 
sados prometieron  en  tal  fiesta  á  la  iglesia.  También  fué  solemne  en  Cabar- 
barán por  parte  de  los  católicos,  la  fiesta  de  la  Candelaria;  aun  con  ser  ellos 
pocos  y  tener  el  ayuntamiento  adverso,  emularon,  y  en  la  gente  que  se  les 
juntó  superaron  á  la  procesión  de  los  aglipayanos.  Uno  de  éstos,  expresidia- 
rio de  Bilíbid,  por  la  mañana  salió  á  la  calle  y  comenzó  á  insultar  á  la  proce- 
sión de  los  católicos,  pero  se  contuvo  al  acercarse  el  P.  Urios  y  decirle: 
¡chitón,  libertad  para  todos!  Una  cosa  parecida  sucedió  al  encontrarse  por  la 


175 

tarde  las  procesiones  de  ambos  credos,  pero  no  se  alteró  el  orden  por  la 
oportuda  intervención  del  presidente  local,  allí  cercano,  apoyado  por  una 
autoridad  americana  é  invocado  por  el  P.  Urios. 

El  P.  Girait  en  su  expedición  de  dos  meses  por  el  Alto  Agúsan,  de  la  que 
regresó  á  Talacógon  el  25  de  enero,  visitó  22  pueblecitos  de  las  antiguas  mi- 
siones de  Veruela  y  Játiva  habiendo  obtenido,  hablando  en  general,  un  fruto 
relativamente  satisfactorio.  El  resumen  de  los  ministerios  ejercidos  fué:  171 
bautismos,  232  confesiones,  178  comuniones  (advirtiendo  que  los  visitados 
habían  ya  antes  cumplido  el  precepto  pascual),  31  matrimionios,  43  primeras 
comuniones,  habiendo  platicado  casi  todos  los  días.  Con  todo  desconsoló  al 
padre  la  falta  de  iglesia  ó  capilla  y  de  maestros  en  casi  todos  los  pueblos. 
Por  otra  parte  ha  sabido  que  los  naturales  del  Sumílao  se  creen  ya  civiliza- 
dos por  tener  escuelas  neutras  cuyos  frutos  amargos  se  han  comenzado  ya  á 
saborear.  No  es  el  último  el  esparcir  los  maestros  de  ellos  los  periódicos  La 
Vanguardia,  El  Ideal  y  El  Martes  Escolar. 

Sin  embargo  ofrece  vasto  campo  al  misionero  la  reducción  á  pueblos  de 
los  infieles  que  vagan  por  los  montes,  procurada  por  el  gobierno,  pues  reu- 
nidos ya,  cosa  que  antes  costaba  mucho,  se  tiene  un  gran  auxiliar  para  su 
conversión.  Los  de  Talacógon  han  obtenido  muchos  materiales  para  hacerse 
nueva  iglesia.  En  Butúan  el  primer  viernes  de  febrero,  aun  con  estar  solo 
allí  un  padre  se  repartieron  546  comuniones,  y  de  ellas  64  á  hombres.  En 
Túbay  el  P.  Urios  activa  con  tesón  la  obra  de  la  iglesia,  entre  gente  menos 
fervorosa  á  causa  del  indiferentismo,  del  cisma  y  algo  de  espiritismo  allí  in- 
troducidos. 

El  P.  Urios  dice  que  quedó  bastante  satisfecho  de  su  visita  á  Túbay  gi- 
rada para  el  cumplimiento  pascual  á  primeros  de  marzo:  oyó  258  confesiones, 
en  aquel  pueblecito  de  antiguo  retraído,  hizo  la  fiesta  á  la  patrona  de  las 
hijas  de  María  con  comunión  general  y  luego  la  de  los  congregantes  maria- 
nos  con  103  comuniones.  De  éstas  tocaron  30  á  los  niños  y  niñas  de  primera 
comunión,  quienes  después  de  ella,  colocados  en  dos  filas  y  al  son  de  la  mú- 
sica, se  trasladaron  á  casa  del  presidente  de  los  congregantes,  que  los  aga- 
sajó con  un  desayuno.  Por  la  tarde  éstos,  los  congregantes  é  hijas  de  María, 
acompañaron  procesionalmente  á  la  Inmaculada  por  las  calles  del  pueblo  os- 
tentando estandartes  improvisados. 

Complacieron  al  P.  Urios  el  gusto  y  puntualidad  con  que  mañana  y  tar- 
de los  de  primera  comunión,  apenas  salían  de  la  escuela  oficial,  corrían  al  lado 
del  padre  para  aprender  el  modo  de  confesar  y  comulgar  bien,  y  no  menos  la 
-  solicitud  con  que  las  juntas  católicas  visitaron  al  padre  en  el  convento  para 
ejecutar  sus  indicaciones  en  orden  á  trasladar  los  materiales  destinados  á  la 


176 

nueva  iglesia,  y  preparar  lo  conveniente  al  feliz  éxito  de  la  fiesta;  de  todo 
lo  cual  infiere  el  padre  que  el  pueblo  daría  fruto  centuplicado  si  lo  cultivara 
un  misionero  fijo  y  no  de  paso  como  ahora. 

Trasladado  á  Cabarbarán  vio  el  notable  ahinco  con  que  los  católicos 
procuran  reunir  dinero  para  cubrir  de  zinc  el  edificio  ya  adelantado  de  la 
iglesia  y  el  artificio  de  que  se  valen  los  pobres  para  contribuir  al  mis- 
mo fin. 

A  mediados  de  marzo  regresó  el  P.  Sastre  á  Talacógon  de  su  excursión 
al  Subírao  y  Gibong  en  la  que  ejerció  los  siguientes  ministerios:  20  bautis- 
mos á  párvulos,  otro  á  un  adulto,  478  confesiones,  272  comuniones  y  de  éstas 
112  á  comulgantes  por  vez  primera.  Notó  que  á  causa  de  la  escasez  de  co- 
mida un  número  menor  del  que  se  esperaba  han  cumplido  el  precepto  pas- 
cual, que  las  iglesias  visitadas  están  casi  todas  en  buen  estadg,  y  que  sólo  el 
pueblo  de  Azpeitia  nada  ha  hecho  por  levantar  otra  en  lugar  de  la  que  derribó 
el  baguio  de  1909;  con  todo  ha  prometido  tenerla  hecha  á  fines  de  junio  y  ha 
tomado  sobre  sí  esta  obligación  «El  capitán  de  iglesia»,  persona  principal 
nombrada  al  efecto  por  los  demás  vecinos. 

Más  fríos  en  cuanto  al  cumplimiento  pascual  se  muestran  los  de  Talacó- 
gon; y  para  calentarlos  debían  comenzar  el  día  de  san  José  por  vez  primera 
los  santos  Ejercicios  dados  allí  á  solas  mujeres,  de  las  que  15  debían  vivir 
retiradas  durante  ellos  en  una  casa  ofrecida  por  una  devota. 

Allí  también  se  han  casado  como  Dios  manda  dos  parejas  unidas  sólo  ci- 
vilmente. El  P.  Giralt  ha  visitado,  hecho  el  cumplimiento  pascual  y  bende- 
cido la  imagen  del  santo  Patrón  y  la  campana  del  pueblo  «Nuevo  trabajo», 
antiguo  Maasán,  formado  con  los  que  constituían  el  de  santa  Inés. 

En  Talacógon  el  día  de  san  José  recibieron  la  primera  comunión  20  niños 
y  33  niñas  colocados  con  mucho  orden,  en  dos  filas  y  llevando  cada  uno  su 
vela  encendida:  no  fueron  sin  embargo  tantos  como  esperaba  el  P.  Giralt, 
porque  el  hambre  y  la  falta  de  vestido  impide  á  aquellos  fieles  el  presen- 
tarse en  público  aun  para  cumplir  con  el  precepto  pascual. 

El  P.  Urios,  invitado  por  algunos  vecinos  del  barrio  de  Sángan,  les  visitó; 
como  muchos  le  reconocieran  por  el  padre  que  antes  había  bautizado  á  gran 
parte  de  ellos,  se  desvivieron  por  agasajarle,  darle  regalitosy  le  presentaron 
6  niños  por  bautizar,  de  los  cuales  uno  lo  había  sido  ya  á  lo  aglipayano.  El 
padre  arregló  casamientos  y  prometió  volver  á  visitarles  para  oir  sus  confe- 
siones un  día  que  les  señaló.  Salió  el  padre  y  llegó  un  concejal  del  munici- 
pio, el  cual  amenazó  con  castigar  á  los  vecinos  del  barrio  que  recibieron  á 
los  NN.  Vuelto  el  padre,  notó  el  alejamiento,  y  que  sólo  algunos  le  visitaban 
cual  otros  Nicodemus,  por  manera  que  sólo  consiguió  casar  una  pareja  y  dis- 


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tribuir  4  comuniones.  Enterado  de  la  causa,  quejóse  el  padre  al  presidente 
municipal  de  Butúan,  pero  sólo  consiguió  buenas  palabras. 

El  26  de  marzo,  cinco  días  después  de  salido  el  P.  Urios  de  Cabarbarán 
y  estando  ya  en  Butúan,  tuvo  noticia  de  que  había  sido  incendiado  el  con- 
vento de  Cabarbarán.  Allá  corrió  el  gobernador  de  Butúan  y  como  última  dis- 
posición gubernativa,  dispuso  la  suspensión  del  presidente  municipal  y  que 
por  bandillo  se  refiriese  la  historia  de  las  desvergüenzas  de  Cabarbarán,  sus 
atropellos  contra  intereses  y  personas  eclesiásticas,  y  que  tenía  que  ir  a  car- 
go del  municipio  la  composición  de  lo  quemado,  que  fueron  sólo  el  techo  de 
la  cocina  y  el  comedor.  Al  propio  tiempo  dicho  señor,  envió  copia  de  su  ter- 
minación al  padre  superior  de  la  residencia,  y  éste  dio  cuenta  de  la  mala  obra 
al  prelado  diocesano. 

El  18  de  abril  tomó  posesión  de  la  provincia  de  Butúan  Mr.  Wite,  coro- 
nel de  la  Constabularia,  el  cual  fué  visitado  el  siguiente  día  por  el  P.  Urios 
y  el  8  se  trasladó  á  Cabarbarán.  El  hermano  coadjutor  Joaquín  Ferraz,  que 
el  10  de  abril  vino  á  Manila  por  motivo  de  salud,  se  encuentra  mucho  mejor 
y  sigue  en  todo  á  la  comunidad:  gracias  sean  dadas  a  Dios. 

Durante  la  santa  visita  del  reverendo  padre  superior  de  la  misión,  se 
reunieron  cuantos  padres  y  hermanos  pudieron  en  la  casa  de  Butúan,  hicieron 
los  santos  Ejercicios  y  celebraron  la  fiesta  del  Patrón  del  pueblo,  el  Patroci- 
nio de  san  José,  con  solemnidad  desacostumbrada.  Luego,  el  P.  Urios  dio  los 
Ejercicios  de  N.  S,  Padre  á  las  socias  del  Apostolado  de  la  Oración. 

El  4  de  este  mes  llegó  á  Butúan  el  hermano  coadjutor,  Armengol,  uno 
de  los  últimamente  venidos  de  España.  El  12  de  junio  se  abrió  el  curso  de 
las  escuelas  católicas  y  con  sentimiento  notaron  los  NN.  que  algunos  padres 
de  familia,  que  parecían  estar  firmes  en  enviar  á  ellas  á  sus  hijos,  comenzaban 
á  flaquear  y  volver  atrás.  Por  otra  parte  los  adversarios  de  dichas  escuelas 
hacen  á  ellas  clara  y  ocultamente  la  mayor  oposición  que  pueden;  el  maestro 
americano,  acompañado  de  un  miembro  de  la  policía,  se  atrevió  á  empujar  á 
la  escuela  oficial  á  niños  de  la  católica,  lo  cual  como  viese  el  P.  Urios,  los 
sacó  de  ella  diciendo,  á  los  que  los  habían  en  ellas  introducido,  cuanto  mere- 
cían, y  pasando  luego  á  referir  el  caso  al  señor  gobernador  de  provincia: 
esperan  los  NN.  con  fundamento  alguna  enmienda  en  el  atrevido  maestro. 
Además  dispusieron  los  partidarios  de  las  neutras  que  la  hora  de  escuela 
fuese  á  la  1  y  media,  y  á  las  2  la  de  apertura  con  el  objeto  de  recoger  á  cuan- 
tos en  aquel  tiempo  vagasen  por  las  calles.  Prácticamente  se  ve,  dicen  los 
NN.,  que  los  que  se  apartan  de  las  escuelas  católicas,  parecen  volverse  paga- 
nos. ¡Cuánto  trabaja  el  demonio  para  perder  á  la  niñez  y  juventud  filipina! 

La  fiesta  del  Sagrado  Corazón  fué  en  Butúan  solemnísima  sobre  toda 

12 


178 

ponderación,  siendo  668  las  sagradas  formas  repartidas,  número  por  cierto 
digno  de  tenerse  en  cuenta,  pues  sólo  dos  eran  los  padres  para  oir  confesio- 
nes. Aun  al  día  siguiente  comulgaron  200  personas  y  confesaron  más  de  100 
que  no  habían  podido  hacerlo  el  día  del  Sagrado  Corazón.  Sin  embargo  los 
rayos  del  Corazón  divino  no  logran  mover  á  los  principales  del  pueblo  á  que 
asistan  á  la  iglesia,  y  así  ni  uno  de  ellos  se  vio  en  ella  en  la  mencionada 
fiesta. 

Se  han  repartido  en  Butúan  numerosas  comuniones  con  ocasión  pri- 
mero de  la  fiesta  votiva  de  los  luises  el  2  de  julio,  los  cuales  recibieron  al 
Señor,  aproximándose  al  comulgatorio  colocados  en  dos  filas  á  lo  largo 
de  la  iglesia,  de  modo  que  daba  consuelo  verlos,  en  número  de  136.  De 
los  del  Apostolado  de  la  Oración,  en  una  misa  de  réquiem  que  pidieron,  co- 
mulgaron 340  socios.  Finalmente  vino  la  primera  comunión  de  los  pequeñue- 
los  de  Butúan,  y  en  ella  se  procuró  y  obtuvo  les  acompañaran  y  comulgaran 
los  que  habían  ya  cumplido  con  el  precepto  pascual,  lo  cual  causó  especial 
alegría  al  P.  Valles  Jaime,  por  ver  en  ellos  un  medio  de  conseguir  en  muchos 
la  frecuente  comunión.  El  P.  Urios  también  está  satisfecho  de  sus  ministerios 
en  los  pueblos  vecinos  á  Butúan,  tales  como  Amparo,  Manila,  San  Vicente  y 
San  Mateo. 

El  P.  Urios  en  su  reciente  expedición  á  Santiago,  Jabonga  y  Túbay,  ha 
disfrutado  contemplando  la  animación  del  pueblo,  y  obtenido  la  elección  de 
nuevas  juntas  católicas  y  del  Apostolado  de  la  Oración  entre  hombres.  El 
Apostolado  entre  las  mujeres  ya  estaba  establecido.  En  Jabonga  y  Santiago 
bautizó  hijos  de  libre-pensadores  que  ya  fueron  á  la  iglesia  por  su  propio  pie, 
á  consecuencia  de  que  sus  padres  y  muchos  otros,  participan  de  la  idea  in- 
culcada por  extranjeros,  de  que  los  hijos  han  de  bautizarse  cuando  ya  mayo- 
res, ó  sea  cuando  por  sí  mismos  puedan  escojer,  y  escojan  la  religión.  Algo 
parecido  sucedió  en  Túbay.  En  las  tres  poblaciones  dichas  abunda  la  frialdad 
religiosa. 

El  primer  viernes  de  octubre  hubo  en  Butúan  350  comuniones.  Se  hizo 
el  mes  del  Rosario  con  toda  la  exactitud  prescrita  en  la  circular  del  reveren- 
dísimo diocesano.  Recientemente  se  tuvo  con  alguna  pompa  la  toma  de  pose- 
sión del  nuevo  gobernador  Mr.  Louis,  el  cual  mostró  su  buena  voluntad  al 
P.  Urios  diciéndole  que  nada  tenían  contra  él  los  americanos. 

En  Jabonga  y  Santiago  se  han  celebrado  con  animación  las  fiestas  pa- 
tronales; pero  los  de  la  cascara  amarga  de  Jabonga  procuraron  y  tuvieron 
en  su  fiesta  un  cura,  ó  lo  que  sea,  aglipayano,  del  que  se  dice,  con  visos  de 
certeza,  que  los  confesó  y  distribuyó  la  primera  comunión.  Los  de  Nasípit 
han  cubierto  de  zinc  la  iglesia,  pero  tienen  cayéndose  el  convento. 


179 

El  P.  Jaime  Valles  ha  estado  desde  el  12  de  septiembre  un  mes  visi- 
tando los  pueblos  que  quedan  en  la  antigua  misión  de  la  Esperanza:  de  ellos 
La  Esperanza,  Remedios  y  Las  Nieves  están,  dice,  pervertidos,  paganiza- 
dos y  dados  á  la  poligamia,  siguiéndose  naturalmente  la  disminución  de  mi- 
nisterios, y  aumento  de  la  ya  gran  ignorancia  religiosa.  Ni  los  maestros 
puestos  por  el  gobierno  pueden  estar  con  ellos;  faltan  en  nueve  puebleci- 
tos,  y  sólo  existen  iglesias  en  Bunáguit  y  La  Esperanza;  celebróse  la 
fiesta  patronal,  logró  algunos  bautismos  mas  no  confesión  alguna  por  más 
que  lo  procuró. 

El  P.  Urios,  estando  en  Butúan  el  P.  Ignacio  Vila,  hizo  la  fiesta  á  los 
de  Buenavista,  concurrida  aun  de  los  de  Nasípit  que  le  llevaron  sus  niños 
para  el  bautismo.  De  Buenavista  pasó  á  Libertad,  hízoles  el  cumplimiento 
pascual,  pasó  á  Magallanes,  y  regresó  á  Butúan.  En  esta  población  el  P.  Va- 
lles prepara  á  la  primera  comunión  á  una  multitud  de  niños:  los  mayores  se 
entusiasman  ante  el  High  school  que  está  en  construcción. 

El  P.  Ignacio  Vila  en  Butúan  ha  dirigido  la  construcción  parcial  de  la 
obra  de  la  casa-colegio  de  las  beatas.  Entre  tanto  el  P.  Urios  en  una  excur- 
sión, recorrió  los  pueblos  de  Carmona,  Nasípit,  Buenavista,  Tortosa  y  Ma- 
gallanes obteniendo  abundantes  primeras  comuniones  y  actos  de  catecismo. 
Los  de  Nasípit  reparan  el  convento.  En  Butúan  el  P.  Valles  consiguió  400 
comuniones  el  primer  viernes  de  noviembre,  y  antes,  hizo  una  pequeña  pero 
fructuosa  excursión  por  los  pueblos  vecinos. 

Al  P.  Sastre  satisfizo  el  cumplimiento  pascual  de  los  pueblos  situados 
más  abajo  de  Talacógon.  En  este  pueblo  la  frialdad  de  sus  naturales,  favo- 
rece poco  las  obras  ó  actos  religiosos  á  pesar  de  su  necesario  auxilio  en  or- 
den á  reparar  el  edificio  de  la  iglesia  que  amenaza  venirse  al  suelo. 

RESIDENCIA  DE  DAPÍTAN.— Dapítan.— El  baguio  que  á  principios 
de  diciembre  molestó  algunas  regiones  de  Mindanao,  se  dejó  sentir  en  la 
fiesta  de  san  Francisco  Javier  de  Lubúngan;  derribó  varias  casas  y  tronchó 
árboles,  pero  no  causó  desgracias  personales.  El  P.  Puig,  en  su  expedición 
por  los  pueblos  de  la  costa  Norte  é  islitas  "adyacentes,  pescó  algunos  peces 
gordos  que  durante  muchos  años  se  habían  retraído  de  la  confesión.  Siguen 
bien  las  escuelas  católicas  de  Dapítan,  pero  es  sensible  que  no  haya  medios 
para  techar  con  zinc  la  nueva  escuela,  ni  casi  para  proseguir  la  obra  de 
la  iglesia. 

El  P.  Obach  á  fines  de  diciembre  visitó  á  Haya;  y  notando  la  bella  dispo- 
sición de  los  naturales,  emprendió  con  ellos  la  obra  de  levantar  otra  iglesia 
en  lugar  de  la  ruinosa  actual,  y  así  se  comenzó  y  prosigue  la  construcción 
con  mucho  gusto  y  aplicación  del  pueblo.  Siente  el  padre  que,  habiendo  Dios 


180 
favorecido  tan  generosamente  á  los  dapitanos,  crezca  entre  ellos  la  inmora- 
lidad de  una  manera  exorbitante.  En  Dipólog  los  constipados  se  han  llevado 
al  cielo  muchos  párvulos  y  aun  han  molestado  á  los  adultos,  pero  sin  llegar 
á  quitarles  la  vida.  El  día  de  Navidad  fué  concurrida  la  función  de  la  iglesia 
y  mayor  todavía,  si  cabe,  el  primer  día  del  año,  como  gratamente  comenta- 
ban los  principales  en  la  acostumbrada  visita  al  Padre.  En  dicho  primer  día, 
comulgaron  unos  200  adultos  y  por  vez  primera  105  niños  y  niñas  á  quien  el 
P.  España  dispuso  en  la  octava  precedente. 

Durante  el  mes  de  enero  hizo  una  pequeña  excursión  el  P.  España  á  los 
pueblecitos  de  Lamatían,  Mátam,  Toócan  y  Polanco:  no  á  Duhinob  por  care- 
cer de  iglesia  desde  el  baguio  de  3  de  diciembre.  En  Lamatían  celebró  con 
mucha  concurrencia  y  animación  la  fiesta  de  la  Inmaculada  con  misa  solemne, 
consiguió  27  bautismos  de  párvulos,  3  de  adultos,  varias  confesiones  y  comu- 
niones, y  promesas  de  levantar  iglesia  y  convento  aun  cubierta  aquélla  de 
zinc.  Cubrir  también  de  zinc  la  iglesia  propia,  prometiéronle  los  de  Mátam, 
y  retribuir  por  suscripción  maestro  y  maestra  católicos:  bautizó  allí  13  pár- 
vulos. Supo  que  la  poca  asistencia  á  misa  de  los  de  Lubúngan  se  atribuía  al 
temor  que  infundían  á  los  naturales  los  desmanes  de  algunos  soldados.  En- 
contró á  Toócan  algo  revuelto  por  disgustos  habidos  entre  dos  personas  de 
autoridad,  á  los  cuales  calmó  y  reanimó  para  la  obra  de  su  iglesia.  Al  trasla- 
darse á  Polanco,  perdió  el  camino,  se  le  echó  la  noche  encima,  y  metido 
entre  lodazales,  sin  remedio  humano,  acudió  á  san  José,  ofreciéndole  una 
misa,  y  pronto  experimentó  su  protección  hallando  la  senda  apetecida  que 
le  condujo  al  pueblo,  en  el  cual  preparó  á  32  pequeños  para  la  primera  comu- 
nión, oyó  varias  confesiones  y  repartió  90  comuniones  á  adultos. 

A  fines  de  marzo  el  P.  Puig  dio  los  Ejercicios  espirituales  á  solas  muje- 
res en  la  iglesia  de  Dapítan  y,  terminados,  debieron  de  comenzar  los  desti- 
nados á  solos  hombres  en  la  misma  iglesia. 

En  la  primera  quincena  de  marzo  el  P.  España  partió  de  Dipólog  para 
Langáran  visitando  los  pueblecitos  intermedios  y  bautizó  á  1 16  párvulos,  esto 
es,  50  en  Baliangao,  y  los  demás  en  Manella  y  Mansabay,  á  excepción  de 
dos  en  Cangarán:  este  pueblo  está  dominado  por  el  caciquismo  de  modo  que 
sus  prohombres  amenazan  á  la  plebe  con  la  muerte,  si  se  hace  romanista, 
esto  es,  si  se  manifiestan  católicos;  de  ahí  los  pocos  que  se  acercan  ala  igle- 
sia y  al  Padre  y  que  éste  haya  allí  oído  sólo  200  confesiones;  acaba  de  saber 
que  ha  prohibido  enterrar  en  el  cementerio  católico  bajo  la  pena  de  300  pe- 
sos y  un  año  de  prisión  el  Presidente  actual,  el  que  ya  antes  mandó  pagar 
50  centavos  por  cada  entierro  en  el  cementerio  de  la  iglesia. 

En  12  de  abril  escribía  el  P.  Obach  que  es  desgraciadamente  lamentable 


181 

el  estado  religioso  en  Langáran  y  Baliangao,  privados  por  algunos  años  de 
sacerdote  católico.  El  juez  municipal  casa  á  su  manera  á  los  muchos  que  se 
le  presentan,  atraídos  por  la  razón  de  que  sólo  exige  por  cada  casamiento  un 
peso  y  á  veces  se  contenta  con  diez  ó  doce  centavos.  A  él  acuden  aun  algu- 
nos de  la  isla  Siquijor  y  se  dice  que  llegan  á  200  las  parejas  por  él  unidas. 
No  así  los  pueblos  que  formaron  la  antigua  misión  de  Dapítan;  se  conservan 
bien  en  su  mayoría,  pero,  como  son  perseguidos  con  tantas  biblias  y  evan- 
gelios protestantes  y  otros  escritos  contrarios  al  catolicismo,  y  por  la  mucha 
gente  non  sancta  que  por  ellos  pasa  llena  de  vicios,  mucho  es  de  temer  que 
pierdan  su  fe  y  sus  buenas  costumbres. 

Los  exámenes  de  las  escuelas  católicas  de  Dapítan  fueron  presenciados 
por  el  presidente  municipal,  que  es  un  capitán  americano,  y  por  muchos  prin- 
cipales, quedando  todos  muy  satisfechos  del  lucimiento  con  que  se  despacha- 
ron los  alumnos.  Las  MM.  del  beaterío,  añade,  han  trabajado  con  las  niñas 
mucho  y  bien.  El  29  de  marzo  dijo  el  P.  Obach  la  primera  misa  en  la  nueva 
iglesia  levantada  poco  ha  en  Haya;  dos  días  más  tarde  comenzó  á  morar  en 
el  nuevo  convento,  admirado  de  la  prontitud,  buenos  materiales  y  excelente 
espíritu  que  en  ambas  construcciones  han  dominado.  Ambos  edificios  están 
cubiertos  de  zinc. 

El  P.  España  decía  el  11  de  abril  que  había  pasado  algunos  días  atarea- 
do en  dar  los  Ejercicios  espirituales  á  las  hijas  de  María  y  mujeres  de  Dipó- 
log,  si  bien  en  cuanto  á  oir  sus  confesiones  fué  ayudado  por  el  P.  García. 
Unas  70  de  las  primeras,  vivían  retiradas  al  efecto  en  casa  de  las  beatas,  y 
unas  500  mujeres  asistían  mañana  y  tarde  á  los  Ejercicios.  Después  el  mis- 
mo padre  los  dio  á  solos  hombres,  de  los  que  concurrían  á  lo  menos  500;  por 
todo  lo  cual,  y  lo  que  notó,  cree  haber  sido  las  dos  tandas  de  especial  pro- 
vecho. El  prelado  diocesano  le  ha  autorizado  para  adquirir  terrenos  destina- 
dos á  cementerio  y  bendecir  cementerios.  El  día  de  san  José,  onomástico 
del  padre,  después  de  la  misa  mayor,  en  que  predicó  el  P.  García,  fué  visi- 
tado en  el  convento  por  los  principales  del  pueblo,  á  quienes  agradeció  el 
obsequio  según  costumbre,  y  por  la  tarde  fué  felicitado  con  un  actito  litera- 
rio y  con  varios  regalos. 

También  el  pueblo  de  Dipólog  celebró  con  cuanta  solemnidad,  piedad  y 
devoción  le  fué  posible,  la  fiesta  del  sagrado  Corazón.  Comulgaron  unas 
300  personas,  y  no  más  por  falta  de  confesores.  En  el  trayecto  de  la  proce- 
sión, que  duró  dos  horas,  aparecieron  varios  arcos  de  triunfo,  y  las  casas 
adornadas  é  iluminadas  artísticamente.  Del  adorno  de  la  iglesia  cuidaron  los 
socios  y  especialmente  las  socias,  del  apostolado.  Nota  el  P.  España  que 
durante  el  mes  de  Junio  han  comulgado  mayor  número  de  personas  que  otros 


182 

años;  pues  las  comuniones  eran  diariamente  unas  25,  y  200  los  domingos. 

Los  NN.  obtienen  excelentes  resultados  aplicando  á  los  enfermos,  que 
por  falta  de  médico  á  ellos  acuden,  los  llamados  polvos  del  cangrejo  de  san 
Francisco  Javier. 

El  prelado  diocesano  giró  la  santa  visita  en  Dapítan  desde  el  10  de  Ju- 
lio, en  que  llegó  á  la  población;  la  cual  como  no  estaba  avisada  y  la  hora  de 
llegada  de  su  Ilustrísima  era  intempestiva,  no  le  manifestó,  como  deseaba, 
su  devoción  y  afecto.  Visitáronle  con  todo  tan  pronto  como  les  fué  posible, 
las  varias  congregaciones  allí  establecidas  y  diéronle  las  niñas  un  actito  es- 
pecial de  catecismo.  El  14,  a  pesar  del  temporal  y  el  estado  algo  enfermizo 
de  su  Ilustrísima,  llevado  en  hombros  pasó  monseñor  á  Dipólog,  en  donde 
el  mismo  día  confirmó  á  140  personas,  al  día  siguiente  predicó  al  pueblo,  con 
especial  gusto  de  todos,  siguió  trabajando  hasta  lograr  más  de  400  confir- 
maciones, agradeció  el  acto  literario  con  que  le  obsequiaron  las  niñas  y  las 
visitas  de  las  varias  asociaciones,  entre  las  cuales,  la  del  Sagrado  Corazón 
le  regaló  40  pesos  para  los  gastos  del  viaje.  Volvió  luego  S.  I.  á  Dapítan  y 
partió  á  bordo  del  vapor  «Bohol»  que  le  había  conducido  á  la  ida. 

El  4  de  septiembre  hubo  en  Dapítan  procesión  cívica  cuyo  objeto 
fué  recibir  espléndidamente  al  genera]  Pershing,  gobernador  de  la  pro- 
vincia mora.  Los  NN.  que  asistieron  también  á  ella,  ocuparon,  por  disposi- 
ción de  los  directores,  uno  de  los  primeros  sitios.  Ya  en  el  municipio  la  pro- 
cesión, abundaron  los  discursos,  palmoteos  y  promesas;  entre  las  que 
merecen  citarse  la  traída  de  aguas  potables,  la  construcción  de  un  puente  so- 
'bre  el  río  ó  bocana  y  un  pantalán  para  embarque  y  desembarque.  Se  recordó 
que  están  aprobados  en  presupuestos  10,000  pesos  para  construir  el  parque 
en  memoria  del  Dr.  Rizal,  que  allí  estuvo  prisionero. 

El  P.  España  ha  empleado  un  mes  en  su  excursión  apostólica,  á  Balian- 
gao,  Libay  y  Langáran  celebrándoles  las  correspondientes  fiestas  que  se 
vieron,  especialmente  la  de  Libay,  muy  concurridas.  En  Baliangao,  pobla- 
ción que  ha  estado  desde  la  salida  de  los  frailes,  unos  once  años  sin  sacerdo- 
te, cuatro  caciques  con  intento  de  aguar  la  fiesta  católica,  poco  antes  de  sa- 
lir de  la  iglesia  la  procesión,  armaron  un  juego  de  base-ball  en  la  plaza  de 
la  iglesia  en  el  que  tomaron  parte  los  jóvenes  de  la  escuela  laica  con  su  maes- 
tro, siendo  expectadores  las  autoridades  del  pueblo  á  excepción  del  presi- 
dente, ausente  á  la  sazón.  Creía  el  padre  que  se  contendría  el  juego  ante 
la  procesión,  mas  fué  al  contrario,  entonces  fué  cuando  más  se  gritó  y  albo- 
rotó, durando  la  jarana  hasta  estar  de  nuevo  la  imagen  de  la  Virgen  en  el 
templo.  Esta  profanación  de  tal  manera  disgustó  á  la  hija  de  un  español  de 
Dapítan  casada  y  residente  en  Baliangao,  que  no  pudo  contener  las  lágrimas. 


183 

y  en  llegando  á  su  casa  riñó  á  su  marido  por  la  parte  que  le  cabía  y  le  dijo 
que  no  quería  vivir  en  un  pueblo  tan  salvaje.  Al  P.  España  no  faltaron 
amenazas  con  el  puño  cerrado,  de  las  que  no  hizo  caso;  pero  escribió,  sí,  lo 
ocurrido  al  reverendísimo  diocesano,  el  cual  copió  del  padre  los  más  intere- 
santes párrafos  al  comunicar  el  hecho  al  gobernador  general. 

En  Langáran  no  ocurrió  cosa  especial:  los  aglipayanos  hicieron  tam- 
bién á  san  Nicolás  la  fiesta  á  su  manera,  la  cual  fué  un  fracaso  completo,  al 
paso  que  la  de  los  católicos  estuvo  concurridísima  y  llena  de  entusiasmo  en  la 
misa  solemne  y  procesión. 

En  la  segunda  quincena  de  noviembre  el  P.  Obach  visitó  á  Haya  en  la 
que  deplora  la  introducción  de  los  vicios  en  los  mayores  y  la  ignorancia 
grande  en  algunos  sobre  materias  religiosas.  A  Dapítan,  añade,  van  con  fre- 
cuencia moros  desarmados  á  comprar  caballos.  La  salud  de  dicho  padre  y 
del  H.  Costa  es  del  todo  buena  gracias  á  Dios. 

ISLA  DE  CULIÓN 

RESIDENCIA  DE  CULIÓN.— Culión.— El  día  de  la  Inmaculada  en- 
traron en  la  congregación  mariana  37  jóvenes  y  como  aspirantes  17;  en  las 
hijas  de  María  20  socias  y  otras  20  aspirantes.  Existen  un  total  de  37  con- 
gregantes, 52  hijas  de  María,  20  niñas  del  santo  Ángel  y  120  asociadas  de 
las  cinco  Llagas.  Para  dicha  fiesta,  congregantes  é  hijas  de  María  se  prepa- 
raron con  ocho  días  de  Ejercicios,  y  llegada,  hubo  100  comuniones,  misa 
cantada  y  procesión  por  la  tarde  con  música  en  la  que  ostentaban  la  medalla 
de  la  congregación  tanto  los  congregantes  como  las  hijas  de  María.  Los 
NN.  son  muy  respetados  especialmente  del  teniente  de  los  leprosos,  el  cual 
hace  poco  contrajo  matrimonio;  al  mismo  tiempo  6  parejas  fueron  bendecidas 
y  otras  62  esperan  para  serlo  el  despacho  favorable  de  los  exhortos. 

Asisten  al  catecismo  unos  90  niños  y  menor  número  de  niñas.  Ha  desa- 
parecido casi  por  completo  el  protestantismo  de  la  colonia,  pues  quedan  sólo 
7  protestantes  nada  fervorosos  por  su  secta,  los  cuales  ni  tienen  sus  cultos 
los  domingos,  ni  han  recibido  su  pastor  filipino  con  agasajo  en  su  última  vi- 
sita á  Culión. 

He  aquí  la  carta  que  aquellos  leprosos  han  dirigido  al  P.  Valles  Manuel 
y  han  publicado  los  periódicos  de  Manila  en  ella  aludidos.  A  moción  del 
concejal  Sr.  Teodolfo  Haya,  el  consejo  municipal  de  Culión,  Palavan,  I.  F., 
adopta  la  siguiente  resolución: 

Por  cuanto  este  expresado  consejo  se  enteró  hondamente  de  la  urgente 
marcha  del  que  por  largo  tiempo  ha  sido  capellán  de  esta  Colonia  leprosa, 


184 

Rdo.  P.  Manuel  Valles,  debido  á  su  enfermedad  que  actualmente  viene  pa- 
deciendo; 

Por  cuanto,  dados  los  servicios  prestados  en  esta  mencionada  Colonia 
por  este  virtuoso  y  caritativo  sacerdote,  que  no  solamente  trabajaba  en  el 
bien  espiritual  de  sus  feligreses,  sino  también  se  interesaba  por  el  bien  ma- 
terial de  los  mismos. 

Por  tanto,  el  mencionado  consejo,  como  genuino  representante  de  la  Co- 
lonia leprosa,  desea  expresar  públicamente  su  más  sentido  dolor  por  tan 
sensible  marcha  de  un  digno  pastor  á  quien  se  deben  inmensos  beneficios, 
cuyo  especial  recuerdo  se  hallará  para  siempre  conservado  en  el  corazón  de 
sus  feligreses,  quienes  desean  el  pronto  restablecimiento  de  su  salud. 

En  su  virtud  se  ordena  al  secretario  municipal  para  que,  copias  de  este 
acuerdo  sean  enviadas,  una  al  mismo  Rdo.  P.  Manuel  Valles,  y  otras  tantas 
á  los  periodistas  de  la  capital  de  Manila  Libertas  y  La  Vanguardia  para 
su  publicación. 

Así  se  acordó  por  unanimidad  =  Respetuosamente,  =  Faustino  Abad, 
secretario  municipal.  =  Visto  Bueno  =  Paul  Clemente,  =  jefe  de  la  Co- 
lonia. 

El  nuevo  director  y  demás  empleados  civiles  del  gobierno  muestran 
notable  empeño  en  complacer  á  los  NN.  En  cuanto  á  moralidad  pública  ha 
prometido  el  director  mencionado  hacer  lo  que  antes  no  pudo  recabarse  del 
anterior,  ni  de  autoridades  superiores.  Respecto  á  la  casa  comenzada  para 
los  NN.  prometió  también  que  pronto  se  trabajaría  con  actividad  en  termi- 
narla; ha  mandado  al  jefe  de  obras  construir  un  canal  de  cemento  al  rededor 
de  la  iglesia  para  que  los  muros  de  ella  no  sufran  detrimento  de  la  humedad 
de  la  tierra  que  se  halla  entre  éstos  y  la  muralla  de  la  fortaleza;  ha  rega- 
lado á  los  NN.  un  altar,  y  mandado  hacer  peana  á  la  imagen  del  Sagrado 
Corazón  de  Jesús.  El  nuevo  pagador,  no  teniendo  á  mano  seis  sillas  que  le 
pidió  el  P.  Tarrago,  tomó  nota  para  encargarlas  á  Manila.  El  11  de  noviem- 
bre llegaron  á  aquella  leprosería  el  P.  Peruga  y  el  H.  Ferreróns,  de  quie- 
nes antes  se  habló. 


ISLA    DE    LUZON 

ATENEO  DE  MANILA 


EXCURSIÓN  APOSTÓLICA  DEL  P.  FRANCISCO  FORADADA 

Á  MATAAS  NA  KÁHUY 

Á  RAÍZ  DE  LA  ERUPCIÓN  DEL  VOLCÁN  TAAL 


Carta  del  mismo  padre  al  P.  Joaquín  Vilallonga 

Lipa,  7  de  febrero  de  1911. 

R.  P.  Joaquín  Vilallonga,  S.  J. 
Muy  amado  en  Cto.  padre  rector:  Como  ya  dije  á  V.  R.,  el  viernes 
por  la  tarde,  día  3  de  febrero,  se  marcharon  los  ejercitantes  de  la  2.^ 
tanda.  Salió  también  el  señor  obispo  para  Taal  y  Lémery,  donde  estuvo  el 
sábado,  4  de  febrero,  regresando  á  Batangas,  donde  celebró  un  solemne  fu- 
neral por  las  víctimas  del  terremoto  y  de  la  ardiente  lava  que  arrojó  el  vol- 
cán. En  Batangas  visitó  los  30  heridos  que  estaban  en  el  hospital  de  aquella 
población,  y  movido  á  compasión,  pidió  al  señor  gobernador  de  Batangas, 
que  le  permitiese  llevarse  18  de  ellos  á  Lipa,  donde  tenía  una  casa  capaz  para 
recibirlos.  Obtenido  el  permiso  del  gobierno,  telegrafió  á  las  madres  de  san 
Pablo  de  Manila,  para  que  viniesen  á  Lipa  á  encargarse  de  los  enfermos. 

Estos  llegaron  á  Lipa  el  día  de  ayer,  6  de  febrero,  y  fueron  alojados  en 
una  casa  grande,  perteneciente  á  la  familia  del  señor  rector,  cuyos  hijos  es- 
tudiaron en  el  ateneo.  El  señor  obispo  la  ha  comprado  por  6.700  pesos;  y 
piensa  destinarla  á  seminario  ó  colegio  de  agricultura.  Esta  tarde  he  visitado 
los  enfermos,  la  mayoría  niños,  quienes  la  noche  de  la  erupción  fueron  en- 
vueltos por  la  ceniza  y  por  la  lava,  y  tienen  varias  quemaduras  en  la  cabeza, 
manos  y  pies.  Vivían  en  las  faldas  del  volcán,  y  fueron  testigos  del  terrible 
cataclismo.  Ellos  vieron  cómo  morían  abrasados  unos  300  vecinos  y  parientes 
suyos.  Cuatro  madres  y  cuatro  enfermeras  de  san  Pablo,  les  asisten  con  el 
Dr.  D.  Sixto  Roxas. 


186 

Mientras  el  señor  obispo  estaba  en  Batangas,  me  encargó  que  fuese  á  de- 
cir misa  á  un  barrio,  lindante  con  la  laguna  de  Taal,  al  Este  del  volcán,  dis- 
tante del  cráter  unas  10  millas.  Se  llama  dicho  barrio  Mataas  na  Káhuy, 
(región  de  altos  árboles).  Es  el  paisaje  más  fértil  y  más  hermoso  que  rodea  la 
laguna  de  Taal.  Consta  el  barrio  de  4.000  almas  y  fueron  sus  casas  destrui- 
das y  quemadas  por  los  americanos,  en  tiempo  de  la  guerra.  El  suelo  de  la 
pendiente  no  es  abrupto  ni  pedregoso  como  el  de  Alitag-tag,  sino  de  tierra 
negra  y  gruesa  y  muy  fecunda.  Allí  se  crían  toda  clase  de  árboles,  cocos,  lan- 
zones,  chicos,  naranjitas,  abacá,  palay,  maíz,  café.  Todo  está  verde  y  hermo- 
so. Llegué  el  sábado,  4  de  febrero  á  las  cinco  de  la  tarde,  mandé  tocar  la  cam- 
pana de  la  capilla  de  cañas  con  techo  de  planchas  de  hierro,  que  es  su  templo 
y  casa  de  oración.  Se  reunió  la  gente.  Rezamos  el  santo  rosario,  y  luego  les 
dirigí  una  corta  plática  en  tagalo,  sobre  la  confesión,  ofreciéndome  á  oir  sus 
confesiones  aquella  noche  y  al  día  siguiente.  Se  confesaron  hasta  las  9  de  la 
noche  unas  100  personas  la  mitad  hombres,  la  mitad  mujeres.  Al  dfa  siguiente 
confesé  unos  80,  hasta  la  hora  de  la  misa.  A  las  7  de  la  mañana  comencé  la 
misa  amenizada  con  armoniosos  rasgueos  de  bandurria  y  de  guitarra.  Al  alzar 
la  Hostia  oí  un  arpa  y  un  dúo  de  voces  angélicas,  que  imploraban,  en  idioma 
tagalo,  misericordia  para  las  víctimas  del  temblor.  Un  anciano,  como  el  viejo 
Simeón,  leyó  entonces  unas  oraciones  para  recibir  con  fervor  al  divino  Jesús. 
Repartí  180  comuniones  por  toda  la  iglesia  que  estaba  rebosante  de  fieles, 
—tal  vez  llegarían  entre  todos  á  1000— cobijados  debajo  de  los  árboles, —los 
que  no  cabían  dentro;  cantaron  el  dúo  del  Corazón  Santo,  dos  niñas  acom- 
pañadas del  arpa,  que  me  recordaron  al  rubicundo  joven  y  salmista  David. 
Después  de  la  comunión  y  de  tomar  el  desayuno,  reuní  á  los  niños  para  pre- 
guntarles el  catecismo  desde  las  9  hasta  las  10.  Los  premios  consistieron  en 
una  bandeja  de  dulces,  de  los  que  di  uno  á  cada  niño  de  los  que  sabían  res- 
ponder. Después  me  senté  en  el  confesionario  hasta  las  12  del  día.  Termina- 
da la  comida  hice  una  excursión  para  ver  el  penacho  del  volcán,  y  vimos  dos 
lanchas  que  surcaban  las  aguas  de  la  laguna;  suponemos  que  iban  á  buscar 
restos  de  las  víctimas.  Los  temblores  han  cesado.  Volví  á  Lipa  después  de 
haber  oído  250  confesiones.  Me  agasajó  el  teniente  del  barrio  que  es  un 
alumno  del  ateneo,  llamado  Templo. 

Han  venido  para  la  3.''^  tanda  de  Ejercicios,  19  sacerdotes.  El  viernes, 
Dios  mediante,  los  terminaremos  y  por  la  tarde  procuraré  regresar  á  Manila. 

En  sus  SS.  SS.  y  00.  me  encomiendo,  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Francisco  J.  Foradada,  S.  J. 


LA  ERUPCIÓN  DEL  VOLCAN  TAAL  Y  SUS  ESTRAGOS 


Garta  del  P.  Manuel  María  Sauras  al  P.  Juan  Guim 


Manila,  10  de  febrero  de  1911. 

Rdo.  P.  Juan  Guim,  S.  J.— Barcelona. 

Mi  muy  amado  padre  socio:  En  la  de  V.  R.  vi  los  deseos  que  tiene  de 
saber  las  cosas  filipinas  y  las  personas  que  en  ellas  intervienen.  Ahora,  pues, 
que  puedo  sin  gran  trabajo,  voy  á  satisfacerlos,  dándole  cuenta,  en  primer 
lugar,  de  que  el  volcán  de  Taal  y  los  terremotos  nos  han  dejado  á  todos  los 
NN.  buenos  y  salvos,  gracias  á  Dios. 

Hemos  pasado  casi  quince  días  en  danza  continua  sobre  la  madre  tierra. 
Aquí  en  esta  ciudad  empezó  un  viernes,  según  dijeron,  como  á  las  ocho  de  la 
noche,  aunque  muchos,  ó  casi  todos  los  de  casa,  no  notamos  nada  hasta  la 
madrugada  siguiente.  Estando  yo  en  clase  de  cara  á  la  pizarra  noté  un  mo- 
vimiento que  me  pareció  una  sacudida  general  y  una  especie  de  gemido. 
Me  volví  á  los  niños  y  me  dijeron:  ¡Padre,  temblor!  Yo  repliqué:  «ca,  no  es 
nada».  Pero  ellos  me  respondieron:  mire  V.  las  lámparas  colgadas  del  techo; 
y  en  verdad  bailaban.  Luego  me  hicieron  notar  que  el  crucifijo  y  su  dosel  se 
movían  también.  Durante  la  comida  notamos  otro,  y  otros  después.  Ya  no 
recuerdo  si  fué  aquella  noche  ó  la  siguiente  á  eso  de  las  once  menos  cuarto, 
cuando  empezó  á  crugir  la  casa  y  á  moverse.  Luego  me  fui  á  dormir,  pero 
apenas  pude  por  el  continuo  temblar  de  la  tierra.  A  las  dos  y  media,  un  fuer- 
te estampido  como  el  de  un  rayo  seco,  y  un  empujón  soberano  á  la  casa  me 
hicieron  como  á  otros  sentar  de  un  salto  en  la  cama;  aunque,  reflexionando 
después,  opté  por  quedarme  quieto. 

Los  que  se  levantaron,  asomáronse  por  las  ventanas  que  dan  al  mar,  y 
al  S.  de  Manila  vieron  una  como  lluvia  de  fuego  y  mucho  humo.  El  volcán 
de  Taal  había  reventado  después  de  almacenar  en  silencio,  durante  varios 
años,  materias  dañosas.  Su  lava  ardiente  y  una  ola  de  mar  que  entró  en  la 
tierra  causaron,  según  los  últimos  cálculos  que  conozco,  de  1500  á  1700  víc- 
timas humanas  con  la  correspondiente  pérdida  de  cosechas,  animales  y  edi- 
ficios. 


188 

Después  acá  han  continuado  varios  días  los  temblores  más  ó  menos  in- 
tensos. De  las  notas  del  observatorio  consta  que  han  llegado  á  cerca  de  mil, 
muchos,  la  mayor  parte,  imperceptibles  sin  aparatos. 

Además  dicen  que  una  ó  dos  islas  se  están  sepultando  en  el  mar;  y  á  f e 
que,  según  las  noticias,  eran  las  regiones  azotadas,  muy  hermosas  y  fértiles. 

Las  gentes  están  espantadas  y  los  habitantes  próximos  á  otros  volcanes 
también  apagados  al  presente,  con  el  alma  en  un  hilo,  máxime  los  de  la  La- 
guna, ya  que  el  volcán  Makíling,  dicen  que  tiene  comunicación  con  el  que 
parecía  inofensivo  Taal. 

¡Dios  nos  tenga  de  su  mano! 

Otro  acontecimiento,  digno  y  hermoso,  ha  sido  la  peregrinación  infantil 
al  santuario  de  Ntra.  Sra.  de  Antipolo.  La  gente  del  barrio  en  que  yo  en- 
seño la  doctrina  estaba  tan  ansiosa  de  subir  á  Antipolo,  que  apoco  más  tene- 
mos un  conflicto;  algún  mal  rato  no  se  pudo  evitar.  Mas  ahora  todos  los  que 
fueron  están  contentos  y  los  otros  deseando  ir.  Ayer  me  enteré  de  que  va- 
rios niños  y  niñas  se  callaron  como  mudos  cuando  sus  maestros  ó  catequistas 
les  ofrecieron  en  el  tren  el  desayuno.  ¿Por  qué?  Por  que  deseaban  comulgar 
en  el  venerando  santuario.  Y  esto  lo  hicieron  por  propia  persuasión  y  sin 
que  á  nadie  dijesen  una  palabra.  Más;  me  preguntó  un  sacerdote  y  dije  que 
era  cosa  muy  difícil  sino  un  imposible  tener  comunión  en  Antipolo,  pues  de- 
bían los  niños  levantarse  á  las  cuatro  y  media  para  comulgar  como  á  las  ocho 
ó  más.  En  la  relación  que  va  aquí  escrita  por  el  P.  Manuel  Lencina,  verá 
V.  R.  algunas  cosas. 

Saludos  afectuosos  al  reverendo  padre  provincicial  y  á  los  otros  de  ahí. 

En  los  SS.  SS.  y  00.  de  V.  R.  me  encomiendo.  Afmo.  h.  y  s.  en 
Cristo. 

t 

JHS. 

Manuel  M.^  Sauras,  S.  J. 


PEREGRINACIÓN  Á  ANTIPOLO 


Narración  por  el  P.  Manuel  Lencina 

Una  vez  más  se  ha  comprobado  hoy  que  el  nombre  de  Antipolo  ejerce 
una  influencia  irresistible  en  el  corazón  de  los  filipinos.  Basta  que  sepan 
ellos  que  su  Madre  Inmaculada  desea  reunidos  cabe  su  trono  para  dirigirles 
miradas  de  ternura  y  amor  y  derramar  sobre  ellos  á  manos  llenas  sus  gracias 
y  bendiciones,  para  que  corran,  digo  mal,  para  que  vuelen,  á  donde  los  llevan 
los  impulsos  de  su  acendrado  amor.  Esta  vez  la  empresa  estaba  llena  de  difi- 
cultades: la  congregación  mariana  del  ateneo  de  Manila,  en  unión  de  las 
escuelas  católicas,  trataba  de  llevar  al  santuario  de  Antipolo  á  los  niños  y 
niñas  de  los  diversos  catecismos  de  Manila  y  arrabales  y  de  las  poblaciones 
circunvecinas.  Púsose  manos  á  la  obra  y  nombróse  una  junta  compuesta  de 
comité  ejecutivo;  con  su  presidente,  vice-presidente,  tesorero,  secretario, 
vice-secretario,  vocales,  y  de  19  presidentes  de  distritos. 

Esta  junta,  en  brevísimo  tiempo  organizó  con  un  celo  y  prudencia,  dig- 
nos de  todo  encomio,  la  peregrinación  que  con  el  más  vivo  entusiasmo  y  el 
éxito  más  halagüeño  se  llevó  al  cabo,  ayer,  domingo. 

Desde  las  cuatro  de  la  mañana  comenzaron  á  circular  tranvías  llenos  de 
niños  y  niñas  en  dirección  á  la  central  del  ferrocarril.  A  las  seis  a.  m.  partió 
el  primer  tren,  siguiendo  después  otros  dos,  formados  todos  por  los  cate- 
cismos de  san  Juan  del  Monte,  Bacoor,  Singálong,  Pásay,  Maytúbig,  Ma- 
late,  Ermita,  Navotas,  Malabón,  Tonsuya,  Caloocan,  Santa  Ana,  Paco, 
Pandacan,  San  Miguel,  Sampáloc,  San  Ignacio,  Iris,  Quiapo,  San  Roque, 
Cervantes,  Santa  Cruz,  La  Paz  y  Buenviaje  con  su  banda  de  música  y  es- 
cuadra de  alabarderos,  Binondo,  Tondo,  Qagalangin,  y  además  muchas  per- 
sonas que  quisieron  agregarse  á  la  bulliciosa  juventud,  para  ofrecer  con  ella 
su  homenaje  de  veneración  y  amor  á  la  Inmaculada  Reina  del  Pueblo  Fili- 
pino. En  el  trayecto  se  unieron  á  la  peregrinación  los  catecismos  de  Santa 
Mesa,  San  Perillo,  San-Pedro  Macati,  San  Felipe  Neri,  Pásig  y  Marquina. 
La  mayor  animación  y  alegría  reinó  en  todo  el  camino,  durante  el  cual,  se 
repartieron  á  todos  unas  bonitas  medallas  que  se  pusieron  al  pecho,  como 
insignia  de. la  peregrinación,  y  se  sirvió  un  modesto  desayuno,  ofrecido,  con 


190 
su  proverbial  generosidad  por  D.  Juan  Galmés,  dueño  del  acreditado  esta- 
blecimiento «La  Palma  de  Mallorca».  Como  á  última  hora  creció  extraordi- 
nariamente el  número  de  peregrinos,  hubo  necesidad  de  aumentar  quinien- 
tas raciones,  proporcionadas  por  D.  Gaudencio  Eleicegui.  Como  á  las  ocho 
y  media  a.  m.  llegó  el  último  tren  á  Antipolo  é  inmediatamente  se  organizó 
la  procesión  hasta  el  santuario.  Estaba  ya  el  templo  repleto  de  fieles,  cuando 
el  señor  delegado  de  S.  S.  precedido  déla  junta  organizadora,  de  unos  veinte 
seminaristas  de  san  Javier  y  san  Carlos,  y  de  su  secretario  Mons.  Vicente 
Misuraca,  y  escoltado  por  el  pelotón  de  alabarderos  de  la  Paz  y  Buenviaje, 
atravesó  por  la  apiñada  muchedumbre  y  llegó  al  presbiterio  no  sin  que  tu- 
viesen que  apartar  á  la  gente  que  ya  lo  había  invadido.  Lo  primero  que  hizo, 
fué  dar  la  comunión  á  unos  cincuenta  peregrinos  que  quisieron  ofrecer  á  la 
Virgen  este  hermoso  sacrificio.  Comenzada  la  misa,  á  los  acordes  del  órgano 
cantaron  los  niños  la  dulce  salutación  «Ave  María  Purísima».  ¡Qué  son  tan 
dulce  harían  en  los  oídos  de  la  celestial  Señora  aquellas  angelicales  voces 
que  la  saludaban  con  todo  el  entusiasmo  y  amor  de  sus  inocentes  corazones! 
Al  ofertorio  ocupó  la  sagrada  cátedra  el  Rdo.  D.  Ruperto  T.  del  Rosario 
quien  pronunció  en  tagalo  un  entusiasta  sermón,  ponderando  la  significación 
de  aquella  primera  manifestación  pública  de  la  niñez  filipina  en  honra  de  la 
Santísima  Virgen;  pues  esta  primera  edad,  patrocinada  por  María,  es  la  que 
ha  de  formar  en  fecha  no  lejana,  el  verdadero  y  grande  Pueblo  filipino.  Acto 
seguido,  el  mismo  orador  pronunció  la  fórmula  de  consagración  de  los  niños 
á  la  Inmaculada  Virgen  María,  que  ellos  fueron  repitiendo  con  infantil  fervor. 
Rezóse  después  un  «Ave  María»  por  los  bienhechores  de  la  peregrinación  y 
para  alcanzar  de  la  intercesión  poderosa  de  María  que  cese  del  todo  el  terri- 
ble azote  con  que  el  Señor  nos  visita.  A  continuación  el  reverendísimo  señor 
delegado,  visiblemente  conmovido  ante  aquel  espectáculo,  dirigió  breves  y  sen- 
tidas frases  de  felicitación  á  los  niños  por  el  acto  brillante  de  piedad  que  ofre- 
cían á  su  Madre,  y  luego  les  exhortó  á  rogar  por  las  víctimas  de  la  erupción 
del  volcán  Taal;  ya  que  pueden  mucho  en  el  corazón  de  una  madre  como  Ma- 
ría las  oraciones  de  tantos  hijos,  cuyas  frentes  brillan  con  el  candor  de  la  pure- 
za; y  dispuso  al  efecto,  como  se  hizo,  que  se  rezase  con  este  fin  una  decena 
del  santo  rosario. 

Terminado  ésto,  dio  al  pueblo  todo  la  bendición  Papal,  organizándose 
inmediatamente  la  procesión,  en  la  que  recorrió  algunas  calles  la  imagen 
llevada  en  hombros  de  colegiales,  congregantes  internos  del  ateneo  de 
Manila  y  catequistas  de  San  Ignacio,  y  acompañada  de  la  banda  de  música 
de  la  Paz  y  Buenviaje  con  sus  alabarderos.  Al  llegar  de  regreso  á  la  plaza 
de  la  iglesia,  formaron  calle  los  peregrinos,  colocándose  á  un  lado  las  niñas 


191 

y  al  otro  los  niños,  todos  con  sus  estandartes.  El  espectáculo  que  presencia- 
mos entonces,  fué  por  demás  tierno  y  conmovedor.  ¡Que  era  ver  la  sagrada 
imagen  adelantando  pausadamente  en  hombros  de  sus  hijos  por  entre  un  pue- 
blo, que  la  contemplaba  reflejando  en  sus  rostros  el  más  vivo  entusiasmo  y 
el  amor  más  puro  y  acendrado!  Antes  de  traspasar  nuevamente  los  umbra- 
les del  templo,  un  grupo  de  niñas,  vestidas  de  blanco,  pertenecientes  á  uno 
de  los  colegios  que  asistieron,  recitó  unos  sentidos  versos  cantando  varias 
estrofas;  y  luego,  entre  los  vivas  y  aclamaciones  de  la  muchedumbre,  los 
acordes  de  la  banda  de  música  y  el  voltear  de  las  campanas,  entró  la  Virgen 
en  el  templo,  llevando  consigo  los  corazones  de  todos  sus  hijos.  En  seguida 
comenzó  el  desfile  en  dirección  á  la  estación  para  regresar  á  Manila.  El  nú- 
mero de  peregrinos  se  calcula  aproximadamente  en  unos  dos  mil,  de  los  cua- 
les unos  mil  setecientos  eran  niños  de  los  catecismos,  y  el  resto  de  la  pere- 
grinación lo  componían  seminaristas  de  san  Javier  y  san  Carlos,  congre- 
gantes internos  y  externos  del  ateneo,  profesores  y  profesoras  de  los  cole- 
gios y  no  pocas  personas  distinguidas. 

A  la  vuelta  se  repartieron,  en  abundancia,  pastas  y  dulces,  regalo  de 
las  acreditadas  fábricas  «La  Perla»  y  «La  Fortuna»,  y  unas  botellitas  con 
caramelos,  obsequio  del  conocido  comerciante  D.  Antonio  Pueo.  Serían 
aproximadamente  las  dos  de  la  tarde,  cuando  se  apeaban  los  últimos  pere- 
grinos en  la  estación  de  Tutuban,  retirándose  todos  alegres  y  satisfechos  de 
haber  dado  público  testimonio  de  su  fe  y  amor  á  la  excelsa  Reina  de  nuestras 
montañas.  Son  acreedoras  á  nuestra  gratitud  las  empresas  del  ferrocarril  y 
de  los  tranvías  por  la  actividad  y  diligencia  en  atender  á  los  viajeros. 

Un  peregrino. 


ACTOS  LITERARIOS.  -  CATECISMOS 

CALAMIDADES  PÚBLICAS 

MINISTERIOS  DEL  MES  DE  MARZO  Y  DE  LAS  CONGREGACIONES. 


Garta  del  P.  Manuel  M."  Sauras  á  su  hermano  el  P.  Mario 


Manila,  15  de  marzo  de  1911. 

R.  P.  Mario  J.  Sauras,  S.  J.— Valencia. 

Mi  padre  y  queridísimo  hermano:  Estamos  de  vacaciones,  pero  después 
de  la  vida  tan  agitada  del  curso,  no  queda  humor  para  escribir.  Jamás  hubie- 
ra yo  soñado,  ni  creído,  que  aquí  en  esta  Perla  de  Oriente,  tan  acariciada 
por  el  sol  y  donde  se  pasa  y  se  sufre  tanto  calor;  tenga  nuestra  gente 
tanta  actividad  y  se  trabaje  tanto  en  el  colegio  y  fuera  del  colegio.  Los  ac- 
tos literarios  se  suceden  sin  casi  tiempo  para  descansar  entre  ellos;  las  con- 
certaciones  son  muchas,  los  alumnos  muchísimos,  las  materias  que  enseña- 
mos variadísimas  y  numerosas.  Bien  querría  enumerar  los  actos  públicos  ó 
semi-públicos;  pero  no  tengo  programas  más  que  de  26  y  creo  que  han  sido 
más  los  dados  este  año.  Los  ha  habido  en  inglés  (mis  alumnos  dieron  dos), 
en  latín,  en  castellano,  de  filosofía,  de  química,  de  matemáticas,  de  lenguas, 
de  derecho  mercantil,  de  agricultura.  Y  lo  bueno  es,  que  cuando  se  han  de 
dar  en  el  salón  de  actos— cosa  que  no  sucede  pocas  veces,— han  de  acompa- 
ñarse las  escenas  dramáticas  y  canto  que  se  deben  ensayar  mucho  tiempo; 
porque  de  lo  contrario  no  saldrá  á  gusto  de  los  oyentes,  acostumbrados  ahora 
á  estas  cosas,  que  ya  en  todos  los  colegios  y  colegitos  se  dan  actos. 

Los  alumnos,  además  de  las  promulgaciones  y  de  los  actos  que  cada  cla- 
se ha  dado,  han  tenido  dos  literarios,  en  los  cuales  han  tomado  parte  diferen- 
tes cursos.  El  primero  fué  en  honor  de  la  Inmaculada,  del  cual  habrán  llegado 
por  ahí  otras  noticias;  el  segundo  en  honra  de  Washinton,  todo  en  inglés  muy 
bien  pronunciado,  delante  de  un  auditorio  digno  é  inteligente,  norte-ameri- 
cano en  su  mayoría. 

Además  las  congregaciones  han  obsequiado  á  sus  patronos  con  funcio- 
nes religiosas  y  literarias.  La  congregación  mayor,  en  la  cual  algo  he  traba- 


193 

jado,  dedicó  una  á  san  Francisco  de  Borja,  cuya  reseña  hallarás  en  el  catálo- 
go de  la  misma  congregación  que  va  por  este  correo. 

Además  los  domingos,  varios  padres,  tras  las  congregaciones  y  ensayos, 
de  cuando  en  cuando,  vamos  al  catecismo.  Yo  dejé  el  de  nuestra  iglesia  en 
noviembre  último,  para  tomar  el  de  Tondo  que  dirigía  el  P.  Anguela  hasta 
que  le  hicieron  prefecto.  Y  en  ellos  hay  para  alabar  á  Dios.  Trabajamos  bi.en, 
con  fruto  y  contamos  con  magníficos  auxiliares.  Algunos  congregantes  ma- 
rianos  tienen  celo  é  iniciativa,  según  verás  en  el  catálogo;  y  los  seminaris- 
tas de  san  Carlos  son  excelentes  catequistas.  El  P.  Juan  (Mariano),  que  los 
dirige,  les  imprime  un  movimiento  muy  laudable  y  de  mucho  fruto.  Escribí  de 
ellos  el  año  pasado  y  por  eso  hoy  no  quiero  sino  añadir  que  algunos  asisten 
á  dos  ó  tres  catecismos  los  domingos.  Ayer  jueves,  sin  ir  más  lejos,  fui  con 
uno  de  ellos  á  un  pueblecito  llamado  Las  Pinas,  distante  media  hora  de 
tranvía  y  otra  media  de  tren.  Salimos  á  la  hora  que  acostumbra  salir  los 
domingos,  con  la  fuerza  del  sol  á  la  una  y  media.  Hace  sólo  dos  meses  que  lo 
ha  inaugurado  y  ya  fui  á  imponer  las  medallas  de  congregantes  á  niños,  ni- 
ñas y  mujeres,  entre  todos  unos  cincuenta.  Y  aunque  no  entiendo  la  lengua 
de  aquellas  gentes,  conocí  el  afecto  que  le  profesan  y  lo  obedientes  que  son 
al  catequista. 

De  aquí  á  cuatro  días  saldré  con  estos  seminaristas  á  un  pueblecito  de  la 
bahía  donde  pasarán  las  vacaciones,  y  veré  de  aprender  el  tagálog,  tan  ne- 
cesario para  trabajar  con  prójimos.  En  Tondo,  donde  catequizo,  barrio  de 
unos  60.000  habitantes,  según  creo,  predico  en  castellano  y  hablo  en  caste- 
llano con  las  gentes,  pero  á  veces  me  hace  falta  intérprete  y  esto  no  puede 
pasar. 

En  los  dos  meses  y  medio  que  llevamos  de  año  han  ocurrido  varias  cala- 
midades. Primero  los  temblores  y  el  volcán,  luego  los  incendios...,  después... 
¡Dios  se  apiade  de  nosotros!  El  25  de  febrero  se  quemaron  en  Tondo  más  de 
1500  casas,  casi  todas  pequeñas  y  de  ñipa.  A  los  pocos  días  quedó  casi  redu- 
cido á  cenizas  el  barrio  de  Pandacan,  y  ayer  al  ir  á  Las  Pinas  pasé  por  enci- 
ma de  las  mangas  de  incendio  que  estaban  funcionando  para  apagar  el  fuego 
de  Paco,  donde,  aunque  según  dicen,  no  se  han  quemado  200  casas,  hubo 
grandes  pérdidas  materiales  por  ser  mejores  y  más  ricos  los  edificios.  Ade- 
más en  este  mismo  tiempo  ha  habido  otros  incendias  de  menos  consideración. 

¿Será  esto  castigo  de  Dios?  No  sabemos;  lo  cierto  es  que  nada  perde- 
mos con  recibir  estos  trabajos  como  avisos  de  la  divina  Providencia  y  bien 
merecemos  que  nos  castigue.  Porque  á  los  muchos  pecados  y  faltas  que  los 
particulares  cometemos,  se  allegan  los  pecados  públicos  y  las  amenazas  de 
escándalos  oficiales.  Un  diputado  tuvo  la  humorada  de  presentar  un  proyecto 


194 

de  ley  en  favor  del  divorcio,  y  aunque  parece  que  los  más  altos  funcionarios 
del  gobierno,  norte-americanos  en  su  mayor  parte,  no  están  por  introducir  el 
divorcio,  en  estas  tierras,  se  ha  hablado  mucho  y  se  han  conculcado  en  perió- 
dicos y  reuniones  los  santos  derechos  de  la  Iglesia.  Además  los  protestantes 
trabajan  mucho  para  descatolizar  á  estas  gentes. 

•  Con  motivo  de  la  fiesta  que  celebramos  en  Tondo  para  cerrar  el  catecis- 
mo, he  hablado  varias  veces  con  el  señor  delegado  de  S.  S.  Por  él  supe  que  el 
llamado  obispo  protestante,  Mr.  Brent,  había  escrito  en  una  revista  de  Estados 
Unidos,  que  aquí  filibustero,  protestante,  y  no  sé  qué  más,  son  palabras  si- 
nónimas, malas  palabras.  Por  eso,— dijo  el  pseudo  obispo— debemos  llamar- 
nos católicos.  Efectivamente:  en  México,  ciudad  de  la  Panpanga,  llamó  ádos 
obispos  más  de  su  laya,  habilitó  un  teatro  para  casa  de  oración  y  reunió  en 
él  á  la  gente  y  la  tuvo  engañada  hasta  las  tantas.  Se  celebró  una  procesión 
muy  vistosa.  Figúrate  á  los  reverendos  formando  parte  del  acompañamiento 
detrás  de  dos  carrozas.  En  una  iba  un  gran  libro  cerrado  y  amarrado  con  una 
cadena.  En  la  otra  aparecía  el  libro  abierto  y  cerca  el  Ángel  de  la  Luz  seña- 
lando con  el  índice  la  obra  del  Protestantismo  y  como  diciendo:  «He  aquí 
nuestra  obra.  Sabed  que  Dios  ha  inspirado  un  libro  que  ha  estado  cerrado 
hasta  ahora  para  vosotros.  Nosotros  lo  abrimos:  vedlo,  leedlo».  Así  poco  más 
ó  menos  nos  lo  contó  el  señor  delegado,  sumamente  conmovido  de  la  inicua 
labor  de  los  protestantes...  ¡Y  aseguraban  por  boca  de  su  obispo  Brent,  como 
dijo  el  mismo  reverendísimo  señor,  que  venían  á  las  islas  sólo  para  los  norte- 
americanos!... Mas,  han  mudado  de  opinión  y  sacan  procesionalmente  por  las 
calles  la  imagen  de  María  Santísima  y  usan  hábitos  talares,  y  Brent  se  viste 
de  morado  y  se  pone  pectoral!... 

¡Pobres  de  nosotros  con  esta  propaganda!  Dos  de  los  barrios  incendiados 
eran,  al  decir  de  las  gentes,  focos  de  propaganda  anticatólica.  En  uno  de 
ellos  había  un  hospital  protestante  donde  pudo  ser  dominado  el  incendio  de 
Tondo;  quemóse  gran  parte  de  él;  mas  la  misma  noche  ya  hubo  quien  inició 
una  suscripción  para  reedificarlo  y  comenzó  con  gruesas  sumas. 

Dejemos  estos  cuadros  tristes,  y  vaya  algo  de  ministerios.  Hoy  es  vier- 
nes 17  de  marzo  y,  como  para  muestra  basta  un  botón,  he  aquí  lo  que 
esta  semana  llevamos  entre  manos. 

Empezó  con  tres  comuniones  generales  organizadas  por  los  NN.  Una 
en  nuestra  iglesia  para  los  socios  de  la  Liga  Antipornográfica.  Otra  en  la 
Ermita  preparada  por  el  P.  Finegan,  donde  el  ilustrísimo  señor  arzobispo  dio 
la  comunión  á  los  jóvenes  que  asisten  á  las  escuelas  oficiales,  los  cuales, 
reúne  este  padre  y  los  hace  venir  á  misa  á  nuestra  iglesia  y  les  plati- 
ca, etc.  etc.  La  tercera  fué  en  Tondo  donde  se  distribuyeron  como  1400  co- 


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muniones.  Asistió  el  señor  delegado  que  celebró  la  misa  de  seis  y  media,  y 
dio  la  comunión  hasta  que  se  rindió.  Por  la  tarde,  función  en  Tondo  con  acto 
literario  y  distribución  de  premios,  y  en  nuestra  iglesia  con  sermón  para  la 
misma  asociación.  Acabará  la  semana  con  fiesta  de  Catecismo  en  Quiapo,  • 
donde  catequiza  el  popular  P.  Foradada,  y  comunión  por  la  mañana  como  fin 
de  los  santos  ejercicios,  que  en  esa  misma  iglesia  están  dando,  el  mismo 
P.  á  los  niños  y  el  P.  Lencina  á  las  señoras.  Además  en  nuestra  iglesia  habrán 
ya  comenzado  los  santos  ejercicios  también  para  señoras,  dirigidos  por  los 
PP.  Matéu  y  Anguela.  Este  padre  predicará  en  Tondo  el  panegírico  de  san 
José.  El  P.  Agreda  y  yo  iremos  la  víspera  á  Cavite  para  predicar  nuestro 
panegírico  en  otras  tantas  iglesias.  Los  PP.  Andueza  y  Sans  están  ahora  en 
el  mar,  protegidos  por  la  bandera  española  que  ondea  el  Eizaguirre,  cuya 
tripulación  se  está  preparando  para  cumplir  mañana  con  el  precepto  pascual. 
Los  PP.  Peypoch  y  Anguela  van  á  confesar  en  tagalo  en  la  iglesia  de  santa 
Cruz,  donde  un  clérigo  del  país  da  Ejercicios.  Parte  de  la  comunidad  está 
en  la  casa  de  santa  Ana,  haciendo  los  suyos  de  año. 

Con  que:  ¿qué  tal?  ¿hay  movimiento?  y  cuenta  que  faltan  los  Ejercicios 
á  caballeros,  que  daremos  en  nuestra  iglesia  los  PP.  Sánchez  y  tu  servidor 
y  la  semana  santa  con  sus  ejercicios  y  sermones.  ¡Lástima  que  no  podamos 
todos  confesar  y  predicar  en  tagalo!  Hay,  no  obstante,  varios  que  confiesan 
en  lengua  de  la  tierra  y  pueden  asistir  á  los  moribundos  en  las  casas  particu- 
lares y  en  los  hospitales,  pero  subir  al  pulpito  y  predicar...  es  máá  difícil. 

En  la  Ermita  se  ha  levantado  un  gran  hospital  civil,  al  cual  deben  ir  los 
enfermos  pobres  que  no  pueden  pagarse  la  estancia  en  el  de  san  Pablo  o  en 
el  de  san  Juan  de  Dios.  Con  esto  se  disminuirán  algo  los  ministerios  de  esta 
casa,  pues  al  hospital  civil  atienden  los  padres  del  seminario  de  san  Javier 
por  caerles  más  á  mano.  También  nuestros  congregantes  pierden,  al  menos 
en  parte,  dos  campos  de  acción.  Veremos,  no  obstante,  si  se  establece  una 
sección  que  vaya  al  hospital  civil,  lo  cual  entre  otros  inconvenientes  tiene  el 
caer  lejos  de  casa  y  no  cuidarlo  religiosas. 

No  sé  si  sabes  que  nuestra  congregación  tiene  escuelas  de  obreros.  Yo 
cargué  con  ellas  este  curso  y  más  desde  que  el  padre  director  de  la  congre- 
gación fué  nombrado  rector.  Y  con  esto  termino.  Adiós. 

En  tus  SS.  SS.  y  OO.  no  me  olvides  ni  un  día.  Affmo.  hermano  y  s. 
ín  D. 

JHS. 

Manuel  M.^.,  S.  J. 


MINISTERIOS  CON  LOS  TAGALOS  EN  ESTE  IDIOMA 


Carta  del  P.  Juan  Anguela  al  H.  teólogo  Francisco  J.  Relio. 

(Traducción  del  tagálog). 

Orani,  Bataan,  7  de  mayo  de  1911. 

Mi  muy  apreciado  en  Cristo  H.  Relio. 

Tal  vez  ya  sepa  V.  que  paso  en  este  pueblo  de  Orani  las  vacaciones  de 
verano,  con  el  fin  de  ejercitarme  poco  á  poco  en  la  lengua  tagala. 

Y  aunque  todavía  no  sé  mucho  tagalo,  sin  embargo,  aprovechando  mis 
primeros  conocimientos  en  esta  lengua,  llevo  oídas  trece  mil  ochocientas 
confesiones  durante  los  dos  últimos  años,  en  Manila,  Bataan,  Orani,  Sámal 
y  Balanga;  pero  donde  más  he  confesado  en  esta  lengua,  ha  sido  en  el  barrio 
manilense  de  Tondo,  cuya  parroquia  pasa  de  sesenta  mil  almas;  pues  en  una 
de  las  puntas  de  esta  barriada  (sa  dülong-bayan)  es  donde  por  más  tiempo  he 
tenido  que  ejercitarme  en  ministerios  con  el  pueblo  tagalo. 

En  Hagónoy,  Bulacán,  sólo  en  cinco  días,  oí  mil  doscientas  confesiones 
en  tagalo,  antes  de  concluirse  unos  Ejercicios.  Todo  esto,  se  entiende,  sin 
dejar  por  eso  las  ocupaciones  del  ateneo  durante  el  curso. 

No  puedo  expresar  el  contento  de  esta  buena  gente  al  recibir  á  un  mi- 
nistro del  Señor,  que  les  dispense  el  verdadero  consuelo  de  nuestra  religión. 

Causa  admiración  el  vehemente  deseo  que  tienen  de  hallar  un  sacerdote, 
sobre  todo  jesuíta,  que  con  misericordia  oiga  sus  miserias  y  extravíos.  Su 
ansia  es  tan  grande  que  nada  tienen  que  ver  con  ella  los  deseos  de  nuestros 
labradores  de  por  ahí  cuando  suspiran  por  el  agua  de  mayo. 

Ruégole  me  ayude  á  conseguir  del  Señor  la  gracia  de  perfeccionarme 
en  esta  lengua,  á  fin  de  poder  cooperar  á  la  salvación  de  estas  almas. 

Salude  de  mi  parte  á  todos  los  padres  y  hermanos  de  ese  colegio 
máximo  del  Jesús,  de  quienes  guardo  memoria  gratísima. 

Suyo,  afmo.  hermano  en  Cristo, 

JHS. 

Juan  Anguela,  S.  J. 


RELACIÓN    DE  ALGUNOS   MINISTERIOS 
DE  LOS  PADRES  DEL  ATENEO 


Carta  del  P.  Manuel  M."  Sauras  á  su  hermano  el  P.  Mario  J.  Sauras 


Manila,  7  de  agosto  de  1911. 

R.  P.  Mario  J.  Sauras,  S.  J.— Valencia. 

Recibí  tu  carta  y  con  gusto  leí  todas  las  noticias,  y  las  comuniqué  á  los 
de  aquí. 

Estas  playas  orientales  ya  van  siendo  para  mí  algo  más  frescas  y  apaci- 
bles, porque  en  todo  el  mes  de  julio  no  ha  hecho  apenas  calor,  y  en  lo  que  va 
de  agosto  tampoco  aprieta.  Los  tifones  ó  baguios,  como  vulgarmente'  deci- 
mos, se  han  encargado  de  refrescar  el  ambiente,  encapotar  el  cielo,  regar 
abundantemente  los  campos,  las  calles  y  aun  las  casas,  y  hasta  de  hacer  al- 
gunas de  las  suyas.  Los  vientos  no  han  sido  tan  huracanados  como  en  otras 
ocasiones;  pero  en  cambio  el  agua  ha  sido  abundantísima  y  ha  corrido  mu- 
cho. Básteos  saber,  que  en  Benguet,  donde  tenemos  observatorio  y  casa  de 
vacaciones,  uno  de  los  días  cayó  cerca  de  un  metro  de  agua,  y  en  tres  días, 
una  cantidad  tan  enorme,  que  el  jefe  del  observatorio  consultó  á  uno  de  nues- 
tros padres  sí  debía  rebajar  algo  el  número  de  pulgadas,  porque,  si  enviaba 
el  parte  con  la  verdad,  no  le  iban  á  creer. 

Inútil  es  decir  que  se  inundaron  pueblos  enteros;  que  desaparecieron  ba- 
rrios y  que  los  caminos  han  quedado  sin  señal  de  lo  que  eran.  Nuestro  padre 
rector  aprovechando  los  días  de  ejercicios  de  los  niños,  se  subió  al  monte  de 
Benguet  para  hacer  los  suyos.  Mas  hete  aquí  que,  estando  ya  casi  al  final, 
vino  el  baguio  y  le  dejó  incomunicado  por  tres  semanas  más.  El  17  de  julio 
en  que  debía  regresar,  escribió  una  carta  que  llegó  aquí  á  los  once  días  y  aun 
gracias.  Por  fin  llegó  él  bueno  y  sano  el  1.°  de  agosto,  después  de  pasar  á 
bordo  la  fiesta  entera  de  san  Ignacio,  y  de  haber  empleado  dos  días  en  cru- 
zar montes,  barrancos  y  ríos  con  trabajo  y  aun  peligro  de  quedarse  aprisio- 
nado por  el  barro  ó  de  romperse  la  crisma  cayendo  despeñado  al  fondo  de 


198 
los  barrancos.  El  camino  por  que  íbamos  á  vacaciones,  ha  desaparecido  en 
unos  12  kilómetros;  pues  un  monte  entero  cayó  al  fondo  de  un  río  é  hizo  de 
represa;  pero  al  llenarse  de  nuevo  se  desbordó  con  la  furia  y  destrozos  que 
se  dejan  entender.  Desgracias  personales  ha  habido  algunas,  y  pérdidas  en 
los  bienes  y  haciendas,  muchísimas. 

Hemos  celebrado  las  fiestas  de  san  Luís  (un  mes  y  dos  días  más  tarde) 
y  las  de  san  Ignacio.  Las  más  solemnes  fueron  las  de  san  Ignacio.  El  templo 
bien  adornado,  la  concurrencia  regular  y  para  la  vela  escogida.  Bien  lo  sé  yo 
que  por  no  estar  el  padre  rector  que  debía  correr  con  ello  y  sabía  cómo  ha- 
cerlo fácilmente,  tuve  que  andar  por  la  ciudad  invitando  á  los  personajes  más 
conspicuos.  El  último  día,  y  para  atender  á  compromisos  que  surgieron  á  úl- 
tima hora,  tuve  que  pedir  permiso  para  añadir  dos  reclinatorios  más.  Así  que 
de7  á  7  y  media  por  ejemplo,  velaron  un  comisionado  (que  sería  ahí  ministro 
de  la  Corona)  el  fi>scal  general,  el  excelentísimo  señor  cónsul  de  España,  y 
tres  señorones  más.  Gracias  á  Dios  salió  bien  este  triduo  semi-aristocrático. 

El  ateneo  de  Manila  está  rebosando  de  alumnos,  y  eso  que  otros  cole- 
gios, se  quejan  de  que  disminuyen.  Nos  hemos  visto  obligados  á  improvisar 
algunas  camarillas.  Creo  que  los  internos  son  unos  290,  y  bastante  más  de 
100  ó  de  120  los  medio-internos.  Los  externos  no  son  tantos  como  en  años 
pasados,  porque  vamos  dejando  el  comercio  y  se  admiten  pocos  para  la  clase 
de  los  chiquitines,  si  no  son  internos,  medio-internos  ó  vienen  recomendados. 

Los  trabajos  de  por  acá  siguen  lo  mismo.  La  congregación  mariana  tiene 
en  sus  escuelas  nocturnas  unos  400  alumnos  matriculados  ó  más,  pero  asisten 
diariamente  obra  de  200.  Enseñamos  castellano  (dos  clases  diarias);  inglés, 
(dos  clases  trisemanales  y  una  bisemanal);  taquigrafía  (dos  clases  alternas) 
aritmética  y  catecismo.  Éste,  ahora  lo  enseña  formalmente  á  golfillos  y  lim- 
piabotas el  H.  Sanromá,  que  habla  el  idioma  de  ellos:  además  semanalmente 
les  hacemos  pláticas,  que  llamamos  conferencias,  sobre  doctrina  cristiana  y 
de  cuando  en  cuando  les  explicaremos  algo  de  química,  agricultura,  geogra- 
fía, etc.,  etc.  Estas  clases  nocturnas,  que  tanto  trabajo  cuestan  al  director, 
dan  envidia  á  otras  instituciones  y  centros  que.  ó  no  las  pueden  fundar  ó  no 
las  saben  mantener. 

El  Apostolado  de  la  Oración  ha  publicado  un  interesante  <  estado»  del 
mismo,  lleno  de  datos  y  retratos.  Creo  que  llegará  por  ahí  algún  ejemplar. 

Las  conferencias  también  prosperan.  Mañana  dan  una  comida  á  los  po- 
bres en  el  hospicio,  pagada  por  el  excelentísimo  señor  delegado  apostólico, 
y  hoy  han  recibido  de  un  señor  residente  en  España  la  limosna  de  1000  pesos. 

Los  catecismos  bien.  El  mío  en  Tondo  creíamos  que,  por  haber  metido 
en  la  casa  parroquial  á  las  religiosas  belgas,  sacando  al  párroco,  á  dos  escue- 


199 
las  católicas  (de  las  madres  del  Beaterío  y  de  las  conferencias)  y  á  un  cole- 
gio-convictorio pequeño,  pero  con  ínfulas,  iba  á  naufragar;  pero  ayer,  sin  ir 
más  lejos,  tuvimos  una  asistencia  de  388,  y  eso  que  el  domingo  anterior  no 
pude  ir  por  ser  la  víspera  de  san  Ignacio  y  los  otros  dos  domingos  anterio- 
res, el  mal  tiempo  impidió  salir  de  casa.  El  colegio  de  la  Inmaculada  dio  un 
bonito  acto  preparado  sin  ayuda  y  abrió  camino  a  otros  actos  que  mensual- 
mente  pensamos  dar. 

Saludos  á  todos  y  tuyo  siempre  en  el  Señor  al  cual  me  debes  encomendar 
enixe. 

JHS. 

Manuel  María,  S.  J. 


PRIMERAS  BODAS  DE  ORO  CELEBRADAS  EN  FILIPINAS, 

DESPUÉS  DEL  RESTABLECIMIENTO  DE  LA  COMPAÑÍA. 

VARIAS  NOTICIAS  SOBRE  SAN  PEDRO  DE  TUNASAN,  ANTIPOLO 

Y  MANILA 


Garta  del  H.  coadjutor  Francisco  Riera  al  P.  Juan  Ricart 


Manila,  27  de  noviembre  de  1911. 

Mi  amado  en  Cristo,  P.  Juan  Ricart. 

Ante  todo,  felicito  á  V.  R.  por  sus  bodas  de  oro  que  tuvieron  lugar  en 
setiembre  último.  Dispense  V.  R.  si  no  lo  he  hecho  antes,  pues  como  esto 
acontece  raras  veces,  de  aquí  el  olvido;  repito,  sea  la  enhorabuena,  y  que 
Dios,  le  conceda  á  V.  R.  poder  vivir  hasta  las  bodas  de  diamante,  ó  sino, 
lo  que  plazca  á  la  divina  voluntad. 

También  yo  doy  las  gracias  á  V.  R.  por  la  tarjeta  de  felicitación  de 
mis  bodas  de  oro.  Así  como  también,  se  las  envío  al  P.  Nonell,  por  su  com- 
posición poética  que  se  recitó  en  público  con  agrado  y  regocijo  de  todos. 
Lo  mismo  digo  al  P.  Guardiet,  por  su  elegante  postal  de  felicitación.  Dios 
se  lo  pague  á  todos. 

Mis  fiestas  jubilares,  ó  bodas  de  oro,  por  haber  sido  las  primeras  aquí 
en  Manila  desde  la  vuelta  por  segunda  vez  de  la  Compañía  á  Filipinas,  re- 
sultaron muy  solemnes  por  espacio  de  tres  días.  El  día  de  la  fiesta  de  san 
Alfonso,  Patrón  de  los  HH.,  fué  el  primer  día  y  como  preparación  de  la  gran 
fiesta  del  día  de  todos  los  Santos,  señalado  exclusivamente  á  mis  bodas  de 
oro.  El  día  del  Patrón  de  los  HH.,  lo  disfrutamos  todos,  con  misa,  que  dijo 
el  padre  rector  y  comulgamos  todos  juntos  incluso  los  inspectores.  Aquel 
día,  los  padres  profesores  se  encargaron  de  la  inspección  de  las  tres  bri- 
gadas; así  que,  todos,  tuvimos  el  día  libre  que  lo  celebramos  en  Santa  Ana 
en  compañía  del  padre  rector  y  otros  padres.  A  las  ocho  de  la  noche,  en 
tranvía,  volvimos  á  Manila.  Llegó,  el  día  de  Todos  los  Santos,  día  de  ago- 
nía para  mí;  ya,  en  la  vigilia,  por  la  noche,  se  dio  un  aviso  en  el  refectorio 


201 

encargando  á  la  comunidad  rogaran  á  Dios  por  mí  y  que,  por  la  mañana, 
después  de  la  santa  misa,  en  la  sacristía,  daría  yo,  el  abrazo  á  toda  la  co- 
munidad. A  las  seis  de  la  mañana,  se  volteó  la  campana  grande  de  la  torre, 
con  cuya  señal,  algunos  amigos  nuestros  acudieron  á  la  iglesia  para  asistir 
al  santo  sacrificio.  La  iglesia,  su  altar  mayor,  se  adornó  de  primerísima  cla- 
se. Se  encendieron  todas  las  arañas  del  presbiterio,  y  en  el  coro,  hubo 
órgano  y  orquesta  de  violines. 

Dijo  la  misa  nuestro  reverendo  padre  vice-superior,  José  Clos. 

Todo  el  colegio  asistió  de  uniforme,  y  los  trescientos  colegiales  comul- 
garon ámi  intención.  ¡Dios  se  lo  pague!  A  mí  me  colocaron  en  el  presbiterio 
con  reclinatorio,  y  á  mi  izquierda  se  colocó  el  padre  rector,  que  estuvo  á  mi 
lado  durante  toda  la  santa  misa.  Acabada  ésta,  en  la  sacristía,  di  el  abra- 
zo á  toda  la  comunidad,  acto  muy  tierno  que  hizo  derramar  lágrimas  á  más 
de  un  seglar  que  lo  presenció.  El  desayuno,  igual  que  cuando  hay  votos. 
A  las  diez,  hubo  gran  recepción  en  el  salón  de  actos,  á  la  que  asistió  gran 
parte  de  la  comunidad,  y  todo  el  colegio.  Dio  principio  el  acto,  con  el  paseo 
de  un  gran  cartelón  de  dos  metros  largo  en  el  que,  en  el  centro,  campeaba 
el  retrato  de  mi  pobre  persona,  lo  demás  lo  ocupaban  escritos  y  figuras  ge- 
roglíficas  que  anunciaban  las  fiestas.  Acto  seguido,  el  brigadier  de  los  ma- 
yores, leyó  un  largo  discurso  todo  en  mi  loa,  ensalzando  las  habilidades, 
que  no  tengo.  Después  de  leídos  otros  varios  escritos  en  verso  y  prosa,  en 
sendas  bandejas  me  presentaron  los  regalos,  consistiendo  en  multitud  de  cu- 
riosos objetos  con  unas  trecientas  variadas  postales  y  estampas,  escritas  fe- 
licitaciones, más  tres  cuadernos  escritos  en  forma  de  diario,  uno  encuader- 
nado con  canto  dorado  y  los  otros  dos,  con  viñetas  y  paisajes.  Estos  papeles, 
y  otros,  mando  á  mi  hermano,  para  que  los  vea  V.  R.En  fin,  después  de 
concluido  tanto  agasajo,  el  padre  rector,  se  levantó,  y  en  un  breve  dis- 
curso dio  las  gracias  en  mi  nombre,  y  un  prolongado  palmoteo,  puso  fin 
al  acto.  En  la  comida,  en  el  refectorio,  me  colocaron  bajo  dosel  y  en  el 
lugar  al  lado  del  puesto  que  ocupa  el  reverendo  padre  superior,  ausente. 
A  mi  derecha  estuvo  el  reverendo  padre  vice-superior,  de  tal  manera,  que, 
este  Satola,  aquel  día  presidió  la  mesa.  En  la  Puerta  del  Sol  se  echó  el  res- 
to. Se  expusieron  todos  los  regalos,  entre  ellos,  una  obra  de  arquitec- 
tura moderna,  compuesta  de  veintiún  tomos,  folio  mayor,  lujosamente  en- 
cuadernados y  á  canto  dorado.  Ya  no  recuerdo  lo  que  leyeron;  hasta  el 
P.  Pío  Pi  recitó  su  composición,  así  como  el  P.  Foradada.  Se  leyó  la  del 
P.  Nonell,  y  els  rodolins  que  el  P.  Valles  mandó  desde  Baguio,  en  los 
que  publicó  mi  vida  y  milagros  desde  mi  niñez  hasta  la  víspera  de  mis  bo- 
das de  oro.  De  Vigan,  también,  vinieron  una  porción  de  curiosidades  y  el 


202 

P.  Clotet,  con  su  lápiz,  dibujó  é  hizo  de  las  suyas,  anotando  todos  los  nom- 
bres más  extravagantes  de  Manresa.  Ya,  como  puede  pensar  V.  R.,  se  me 
hacía  largo  el  rato  que  me  tuvieron  presidiendo  tanto  agasajo  tributado  á 
mi  pobre  persona,  así  que,  deseaba  que  el  reloj  se  diese  prisa  para  salir  yo 
de  aquella  especie  de  agonía.  Al  fin,  tocóse  la  campana  de  fin  de  recreo,  y 
nos  fuimos  á  descansar. 

A  las  cinco  de  la  tarde,  grandes  obsequios  en  el  seminario.  El  día  ter- 
cero, y  último  de  las  fiestas,  tuvimos  campo  en  Santa  Ana  y  por  la  tarde  los 
colegiales  prepararon  en  obsequio  mío  una  serie  de  juegos  atléticos,  en  com- 
petencia con  los  externos,  perdiendo  estos  últimos,  tres  gols,  por  cero. 
En  este  día,  los  jugadores  internos,  estrenaron  traje  nuevo  y  apropiado 
para  estos  juegos.  Por  la  noche,  en  el  salón  de  actos,  reunidos  todos,  tuvi- 
mos proyecciones  de  la  vida  de  Jesucristo,  películas,  sacadas  de  cuadros  de 
reputados  artistas.  Dos  horas  duró  tan  agradable  é  instructivo  entreteni- 
miento; después  el  padre  rector,  se  levantó  y  en  mi  nombre,  dio  las  gracias 
á  todos,  por  todo  lo  que  habían  hecho  por  mí.  Un  ¡viva!  y  largo  palmoteo 
puso  remate  á  las  fiestas  de  mis  bodas  de  oro.  ¡Que  todo,  redunde  á  mayor 
gloria  de  Dios! 

El  padre  rector  hizo  demasiado  para  obsequiar  á  este  pobrete.  El 
procuró  que  todos  tomaran  parte  en  la  fiesta;  así  que,  aquellos  días  yo  fui 
el  espectáculo  de  toda  la  casa,  y  mi  retrato  fué  expuesto  en  el  salón  de 
actos,  y  en  la  Puerta  del  Sol,  en  donde,  como  digo,  se  echó  el  resto.  Dios 
le  pague  la  caridad. 

Dos  días  después,  con  el  padre  vice-superior,  y  el  P.  Pío  Pi,  fuimos  á 
visitar  una  de  las  haciendas  pertenecientes  al  colegio  de  San  José.  Fué  la  de 
San  Pedro  de  Tunasan.  Dista  de  Manila  hora  y  media  de  tren,  su  vía  pasa 
por  en  medio  de  nuestra  hacienda. 

Hay  estación  que  dista  de  nuestra  casa  tres  minutos  de  calesa.  Estu- 
vimos todo  el  día,  visitando  todo  lo  del  pueblo,  que  consta  de  cuatro  mil 
almas,  todas  familias  de  aparceros  de  la  hacienda.  Hay  aún  vestigios  de 
nuestros  antiguos  PP.  De  la  casa  hacienda,  está  la  parte  baja  en  pie  con 
buenos  muros  y  tan  enteros  como  si  se  acabaran  de  hacer.  La  parte  alta,  es 
obra  más  moderna  y  está  construida  con  malos  materiales.  Hay  dos  cama- 
rines, cubiertos  con  teja;  pero  la  cubierta,  en  mal  estado.  En  la  actualidad, 
de  nada  sirven.  En  los  bajos  de  la  casa  y  camarines,  está  alquilado  un 
japonés,  que  ha  instalado  una  fábrica  de  jarrones  y  macetas  barnizadas  del 
Japón.  Es  una  nueva  industria  para  el  pueblo,  tanto,  que  uno  de  sus  opera- 
rios ha  abierto  ya  fábrica  de  los  mismos  objetos  á  su  cuenta.  Los  principales 
colonos,  vinieron  á  visitarnos  y  hubo  su  reunión  en  que  se  ventilaron  las  que- 


203 

jas  y  reclamos,  que  nunca  faltan  entre  amos  y  colonos.  El  terreno,  es  llano: 
hay  algunos  montecillos  no  muy  altos,  con  algo  de  bosque,  dos  represas  rie- 
gan todo  aquel  terreno,  pero  una  de  ellas,  está  mal  y  se  tendrá  que  hacer  de 
nuevo.  La  otra  está  bien  con  un  muro  de  tres  metros,  obra  aún  de  nuestros 
antiguos  padres;  dentro  unos  días,  tengo  que  volver  á  dicha  hacienda,  para 
el  presupuesto  de  la  obra  de  la  represa  deteriorada.  Sin  duda,  que  nosotros, 
hemos  sido  los  primeros  que  pisamos  aquellas  tierras  desde  que  salieron 
nuestros  antiguos  padres.  El  administrador  actual,  es  don  Regino  García, 
á  quien  ya  conoce  V.  R. 

El  día  siguiente,  de  vuelta  de  la  hacienda,  acompañé  al  P.  Peruga,  al 
santuario  de  Antipolo.  Fuimos  en  tren  por  la  tarde  y  dormimos  en  nuestra 
casa.  El  día  siguiente,  el  padre  dijo  la  misa  en  el  altar  déla  Virgen,  le  besa- 
mos las  manos,  visitamos  la  fuente  del  Marúnong,  y  el  riachuelo.  Después 
recorrimos  nuestro  terreno  sembrado  de  plantas  de  cacao  y  café,  y  también 
las  obras  de  un  pozo  artesiano  que  están  abriendo  en  nuestro  terreno  y  al 
lado  del  terreno  del  Banco  Español,  que  proveerá  de  agua  á  ambas  partes. 
Antipolo  va  progresando,  desde  que  el  ferro-carril  sube  á  aquellas  alturas. 
En  tiempo  de  calores,  muchos  pudientes  pasan  la  noche  en  aquel  lugar.  Cer- 
ca de  nuestro  terreno,  se  levanta  una  gran  fonda  que  vendrá  muy  bien  en 
los  meses  de  abril,  mayo  y  junio. 

El  año  que  acaba  de  pasar  ha  dejado  huella  en  Filipinas.  El  primer  mes, 
veinte  de  enero,  sucedió  la  erupción  del  volcán  de  Taal  que  causó  centena- 
res de  víctimas.  No  se  lo  cuento  á  vuestra  reverencia  por  suponerle  enterado 
por  carta  que  escribí  al  H.°  011er,  desde  junio  á  últimos  de  agosto.  Las 
aguas  fueron  torrenciales  y  propias  de  Filipinas.  Los  Baguios  se  sucedían 
uno  tras  otro;  uno  por  semana.  En  Manila,  sólo  los  sentimos  con  vientos  du- 
ros y  huracanados  de  sudoeste  y  abundante  agua. 

En  la  parte  de  llocos  y  Pangasinán,  tuvieron  baguios  en  la  localidad,  y 
muy  fuertes;  los  ríos  salieron  de  madre  y  hubo  muchas  inundaciones  y  des- 
gracias. Algunos  montes  se  abrieron,  sobre  todo  por  la  parte  del  Benguet, 
que  inutilizó  el  famoso  camino  cuya  construcción  costó  tantos  millones,  y 
para  que  los  de  Baguio  no  pereciesen  de  hambre,  á  toda  prisa  los  america- 
nos, han  tenido  que  habilitar  el  antiguo  camino  de  los  españoles,  de  san  Fer- 
nando. Fué  tanta  la  carestía  del  arroz,  que  llegó  á  la  fabulosa  suma  de  vein- 
te pesos  cabán.  Al  presente  hay  ya  el  camino  arreglado  por  la  parte  de  san 
Fernando  y  suben  ya  los  automóviles.  Lo  que  más  ha  molestado  á  los  Filipi- 
nos aquí  en  Manila  ha  sido  lo  subido  del  precio  del  arroz,  que  alcanzó  á  diez 
pesos  cabán.  La  causa  de  esta  carestía,  fué  la  pérdida  de  la  cosecha  por  falta 
de  agua,  el  año  pasado,  tanto  aquí  como  en  el  Japón,  China  y  Conchinchina; 


204 
á  más  de  que  el  gobierno  del  Japón  compró  todo  el  de  la  cosecha  de  Conchin- 
china,  privando  de  este  modo  que  viniera  á  Manila  arroz  de  aquella  parte. 
Dios  aprieta  pero  no  ahoga:  esperamos  que  este  año  habrá  abundante  cose- 
cha por  las  muchas  aguas  que  hemos  tenido. 

Toda  aquella  algarada  estudiantil  del  año  pasado,  terminó  amigablemen- 
te. Dios  nos  favoreció  de  tal  manera,  que  en  los  años  que  llevo  de  colegio 
nunca  había  visto  tanto  empeño  en  las  familias  en  confiarnos  sus  hijos,  así 
que,  hubo  plazas  de  sobra  y  no  sólo  se  llenó  el  ateneo,  sino  también  el  se- 
minario. Faltan  cinco  colegiales  para  completar  el  número  de  trescientos;  nú- 
mero que  se  hubiera  completado  con  exceso  si  hubiese  habido  local.  En  la 
actualidad,  hay  larga  lista  de  peticiones  para  el  curso  venidero.  Este  em- 
peño que  se  nota  hacia  el  ateneo,  es  debido  en  gran  parte  á  la  buena  y  só- 
lida enseñanza,  y  también  á  que  el  gobierno  ha  adoptado  nuestro  sistema, 
para  todos  los  colegios  particulares,  si  quieren  ser  reconocidos  sus  estu- 
dios. En  todos  se  ha  de  cursar  el  sexto  año  para  obtener  el  título  de  bachi- 
ller. Esta  nueva  disposición,  ha  cerrado  varios  colegios  de  modas  vivendi 
y  quitado  número  de  internos  á  otros,  entre  ellos  á  san  Juan  de  Letrán  y 
san  Beda. 

Este  año  no  hubo  peregrinación,  en  mayo,  á  Antipolo.  En  cambio,  la 
hubo  en  febrero,  en  número  de  dos  mil  niños  y  niñas  del  catecismo.  Para 
atraer  á  la  niñez  nos  tenemos  que  valer  de  todos  los  resortes.  Los  protestan- 
tes así  lo  hacen.  Procuran  por  todos  los  medios  coger  á  los  niños  con  rega- 
los, diversiones  y  paseos  en  tranvía,  meriendas  gratis  y  hasta  bailes  y  cine- 
matógrafo, cuyas  películas  ridiculizan  el  culto  católico.  ¡Pobre  juventud,  en 
qué  laberinto  está  metida!  Por  esto  sube  una  juventud  que  nada  sabe  de  reli- 
gión. Educados  los  más  en  escuelas  en  que  no  se  enseña  nada  de  la  idea  de 
Dios,  ni  del  fin  para  que  está  el  hombre  en  el  mundo.  El  gobierno  está  abar- 
cando toda  la  enseñanza.  Este  año  ha  puesto  estudios  de  leyes  la  universidad 
filipina,  cuyo  edificio  está  levantado  en  los  terrenos  de  la  calle  del  P.  Faura, 
cerca  del  seminario. 

Todos  aquellos  terrenos  que  hay  frente  y  tras  del  seminario,  se  destinan 
á  las  escuelas  del  gobierno.  Así  que,  la  escuela  normal  de  maestros,  escuela 
de  medicina,  de  artes  y  oficios,  laboratorio  químico,  y  aun  el  hospital  gene- 
ral, están  instalados  en  suntuosos  edificios  en  aquel  lugar. 

Hay  que  advertir  que  entre  todos  los  nuevos  edificios,  no  hay  uno  que 
iguale  en  vista  al  seminario. 

La  universidad  de  santo  Tomás,  hace  laudables  esfuerzos  para  ponerse 
al  nivel  de  las  escuelas  del  gobierno;  pero,  éste,  es  muy  poderoso,  y  cuenta 
con  todos  los  medios  y  sobra  de  dinero.  Así  que,  no  se  para  en  barras,  en 


205 

dotar  á  sus  centros  de  enseñanza  de  todo  lo  necesario  y  con  lujo  de  instru- 
mentos y  aparatos,  y  como  tiene  la  sartén  por  el  mango,  hace  y  deshace  á  su 
gusto  en  el  sistema  de  enseñanza,  y  que  los  colegios  particulares  han  de 
adoptar,  so  pena  de  no  ser  reconocidos  sus  estudios. 

Hace  unos  días  un  voraz  incendio  redujo  á  cenizas  media  calle  del  Rosa- 
rio. Se  calculan  en  dos  millones  las  pérdidas.  A  poco,  se  prende  fuego  en  la 
iglesia  de  Binondo;  la  barandilla  de  la  torre  ya  principiaba  á  arder.  Se  acudió 
á  tiempo  y  se  pudo  sofocar.  Los  Seguros  han  tenido  que  desembolsar  mucho 
dinero,  pues  la  mayor  parte  de  tiendas  y  casas  quemadas  estaban  aseguradas. 

De  año  en  año,  vamos  añadiendo  número  á  la  presente  centuria,  un  año 
ú  otro  será  el  último  á  no  tardar.  En  la  misma  fecha,  en  la  centuria  pasada, 
estaba  España  en  guerra  con  los  franceses;  en  la  presente,  si  no  con  éstos, 
con  los  moros  de  África. 

Saludo  á  todos  los  padres  y  hermanos  y  en  particular  al  P.  Nonell  y 
P.  Quardiet,  y  repito  las  gracias  por  la  felicitación. 

V.  R.  no  se  olvide  de  mí  en  los  santos  SS.  y  OO.  Siervo  en  Cristo, 

JHS. 

H.  Francisco  Riera,  S.  J. 


FIESTAS  RELIGIOSAS  EN  HONOR  DE  LA  INMACULADA. 

ASOCIACIÓN  DE  ANTIGUOS  ALUMNOS 

DEL  ATENEO.-ACADEMIA 


SOLEMNE  NOVENA 


El  30  de  noviembre  dióse  comienzo  á  ella,  luciendo  el  magnífico  templo 
de  san  Ignacio  sus  mejores  galas. 

Dos  actos  al  día  contaba  la  novena,  uno  por  la  mañana,  á  las  seis,  con 
asistencia  de  los  congregantes  y  colegiales  internos.  Se  celebraba  misa  re- 
zada durante  la  cual  se  rezaba  la  salutación  sabatina  y  se  cantaba  el  «Ben- 
dita sea  tu  pureza»  de  Calahorra,  terminando  con  el  hermoso  canto  «Del  Mar 
Estrella»  del  P.  Roses,  S.  J.  Nuestros  colegiales  se  distinguieron  por  su 
fervor  durante  la  novena  de  la  Inmaculada,  en  cuyo  obsequio  se  acercaron 
diariamente  á  la  Sagrada  Mesa  todas  las  tres  brigadas  en  peso. 

El  otro  acto  de  la  novena  se  tenía  por  la  noche:  á  eso  de  las  cinco,  una 
hora  antes  de  la  función,  los  sonoros  ecos  de  una  numerosa  banda  de  música, 
que  recorría  las  calles  de  Intramuros,  y  luego  el  alegre  voltear  de  las  campa- 
nas, iban  atrayendo  dulcemente  al  numeroso  gentío.  ¡Qué  profusión  desluces 
brillaba  en  la  fachada  y  en  el  interior  del  templo!  ¡Qué  ricos  ornamentos,  qué 
preciosos  adornos,  qué  sentimental  poesía  cercaban  á  aquella  Virgen,  que 
elevada  sobre  alto  pedestal  de  nubes  y  ángeles  ostentaba  su  refulgente  co- 
rona de  doce  estrellas  y  su  lucido  collar  de  oro  y  pedrería! 

Estando  ya  los  representantes  de  las  congregaciones,  así  de  internos 
y  mediopensionistas,  como  de  externos,  en  sus  sillas  de  preferencia  cerca  del 
altar  mayor,  á  las  seis  en  punto  salían  los  siete  acólitos  con  sus  nuevas  sota- 
nas de  azul  celeste,  sus  anchas  fajas  de  seda  blanca  y  sus  bordados  roquetes, 
y  al  momento  se  daba  comienzo  á  la  función  con  el  «Ave  María  Purísima» 
cantada  en  el  coro  por  unos  ochenta  tiples,  y  repetida  con  fervor  por  el  pue- 
blo en  masa  y  por  nuestros  colegiales.  A  las  preces  del  novenario,  sucedía 
el  canto  del  «Memorare»  del  P.  Lambillote,  que  resultaba  imponente  y  gran- 
dioso por  el  número  de  voces  que  lo  entonaban. 


207 

Entre  los  fieles  no  faltaron  algunos  honorables  diputados,  que,  habiendo 
pocos  días  antes  defendido  y  votado  el  proyecto  de  ley  del  divorcio,  que 
actualmente  está  sobre  el  tapete  de  la  Asamblea  Filipina,  venían  á  escuchar 
la  ortodoxa  doctrina  sobre  indisolubilidad  del  matrimonio  y  demás  propie- 
dades de  este  Sacramento,  que  constituyeron  la  materia  de  los  discursos  de 
la  novena,  predicados  en  tres  triduos  por  los  PP.  Lencina,  Sauras  y  Foradada. 
Los  sermones  fueron  oportunísimos  y  ordenados  conforme  á  un  buen  plan, 
como  se  echaba  de  ver  en  los  bien  pensados  resúmenes  de  los  mismos  que  en 
hojitas  populares  se  repartieron  todos  los  días  con  profusión.  Terminado  el 
sermón,  tinos  veinte  monaguillos  entonaban  en  el  presbiterio  la  «Salve  Mon- 
serratina»,  que  era  alternativamente  cantada  por  aquellas  angelicales  voces 
y  por  las  robustas  y  graves  de  los  fieles.  Acto  seguido  se  exponía  el  Santísi- 
mo Sacramento  y  dada  la  bendición,  el  entusiasta  canto:  «Oh  Virgen  Sacro- 
santa»  ponía  fin  á  la  función  de  la  noche.  Todavía  después  continuaba  la  banda 
de  música  durante  media  hora  tocando  escogidas  piezas  delante  del  cuadro 
de  la  Purísima,  que  rodeado  de  luces  y  flores  pendía  de  la  fachada  del  colegio. 
Asimismo  continuaba  la  iluminación  eléctrica  de  la  iglesia  y  el  artístico  ana- 
grama.de  María  formado  por  bombillas  de  varios  colores  entre  las  dos  torres 
del  templo. 

COMIDA  A  LOS  POBRES 

La  víspera  de  la  Inmaculada,  después  de  comer  se  abrieron  las  puertas 
de  los  patios  del  ateneo  para  dar  cabida  en  ellos  á  unos  doscientos  po- 
bres, que  iban  á  ser  obsequiados  con  una  suculenta  comida,  costeada  y 
servida  por  los  congregantes  internos.  ¡Con  qué  fervor  servían  los 
diferentes  manjares,  frutas  y  tabaco  que  iban  repartiendo!  Recuerdo  que  en- 
contré á  cierto  alumno  llorando  tras  una  columna,  me  acerqué  para  pregun- 
tarle la  causa  de  sus  lágrimas,  y  me  responde:  «que  por  no  poder  servir,  co- 
mo le  habían  señalado»,  pues  otro  menos  escrupuloso  y  algo  más  entrometido 
se  le  había  adelantado.  A  otros  vimos  que  llevaban  la  blusa  traspasada  de 
sudor,  nacido  de  las  prisas  y  diligencias  que  se  daban  en  proveer  á  los  nece- 
sitados de  todo  cuanto  podían  desear.  Al  fin  acabada  la  comida,  no  concluían 
nunca  de  despedirse  de  los  convidados,  que  se  iban  rebosando  alegría  y 
gratitud. 

DÍA  DE  LA  INMACULADA 

A  la  mañana  siguiente  muy  pronto  se  vio  nuestra  iglesia  de  san  Ignacio, 
llenísima  de  gente  ansiosa  de  recibir  en  ella  los  santos  Sacramentos.  A  las  6 
el  ilustrísimo  señor  obispo  de  Nueva-Cáceres  dio  comienzo  á  la  misa  de  comu- 


208 
ni ón  general.  Esta,  fué  tan  concurrida,  que  los  devotos  con  dificultad  podían 
acercarse  á  la  Sagrada  Mesa  por  el  grande  concurso.  Serían  las  siete 
y  media  cuando  comenzó  á  verificarse  el  desfile  de  congregantes  marianos 
del  ateneo,  dirigiéndose  en  procesión  á  nuestro  templo  para  asistir  á  la 
misa  solemne.  Abría  el  paso  el  guión  del  colegio,  al  que  seguían  en 
perfecta  formación  y  sumo  orden  los  numerosos  congregantes  externos  con 
sus  estandartes  y  banda  de  música;  tras  ellos  iban  los  medio-pensionistas, 
con  su  bandera  de  brigada  y  el  rico  estandarte  de  su  congregación  y  tam- 
bién su  banda  de  música;  á  continuación  seguían  las  dos  congregaciones  de 
internos  con  sus  distintas  banderas  de  brigada  y  sus  preciosos  estandar- 
tes marianos;  una  numerosa  banda  de  música  cerraba  aquel  ordenado 
desfile. 

Una  vez  en  la  iglesia  se  principió  la  misa  solemne,  á  toda  orquesta  y 
cantada  por  más  de  un  centenar  de  voces,  que  con  sus  acentos  gra- 
ves y  armoniosos  llenaban  el  corazón  del  más  dulce  afecto  y  gratos  senti- 
mientos. El  R.  P.  Vicente  Giménez  cantó  las  glorias  de  María  Inmaculada 
tomando  por  texto:  <  Sol  illuminans  per  omnia  respexit»  interpretando  en  el 
exordio  aquella  profusión  de  incienso,  luz  y  armonía  que  reinaba  en  nuestro 
templo,  como  viva  expresión  de  la  profunda  veneración  de  los  congregantes 
de  Filipinas  para  con  su  amantísima  Madre  la  Virgen  Inmaculada.  Termina- 
dos los  divinos  oficios,  volviéronse  al  colegio  nuestros  congregantes,  acompa- 
ñados de  sus  respectivas  bandas  de  música  y  con  el  mismo  orden  con  que  ha- 
bían ido:  numerosas  eran  las  personas,  que  contemplaban  aquel  elocuentísimo 
ejemplo  de  piadosa  compostura,  con  que  iban  formados  nuestros  congregan- 
tes marianos. 

Durante  buena  parte  del  día  y  toda  la  velada  tuvimos  el  gusto  de  oir  los 
gratos  y  alegres  acordes  de  la  banda,  que  estuvo  tocando  en  el  patio  de  la 
segunda  brigada,  espléndidamente  adornado  é  iluminado  á  la  veneciana,  en 
cuyo  fondo  sobresalía  una  hermosa  imagen  de  la  Virgen  Inmaculada.  Así  ter- 
minaron las  fiestas  religiosas,  que  por  lo  clásico  y  escogido  de  la  música,  los 
oportunos  y  elocuentes  sermones  y  demás  pormenores,  contribuyeron  en  gran 
manera  á  que  nos  pareciera  más  corto  y  ameno  el  tiempo  de  las  funciones,  que 
ya  de  suyo  sería  breve  y  agradable  por  ser  en  obsequio  de  la  Emperatriz  so- 
berana del  Universo. 

Pasemos  ahora  á  relatar  las  fiestas  que  tuvieron  lugar  los  dos  días  si- 
guientes: 


209 

LA   ASOCIACIÓN  DE  LOS  ANTIGUOS  ALUMNOS  DEL  ATENEO 
Banquete  de  unión 

El  día  9  de  diciembre  de  1911  formará  época  en  los  anales  del  ateneo 
de  Manila  por  el  suceso  que  vamos  á  referir. 

En  las  fiestas  jubilares  que  celebró  el  ateneo  hace  dos  años,  se  propuso 
constituir  la  asociación  de  antiguos  alumnos.  Este  pensamiento,  que  no  pudo 
llevarse  á  la  práctica  inmediatamente,  se  ha  realizado  en  estas  fiestas  de  la 
Inmaculada.  El  padre  rector  y  el  P.  Vicente  Giménez  lograron  fácilmente 
entusiasmar  á  gran  número  de  jóvenes  que  tomaron  por  suya  la  idea 
de  asociarse  con  el  Alma  Mater.  A  este  fin  se  formó  ün  comité  ejecutivo  bajo 
la  dirección  de  una  junta  directiva;  aquél,  formado  de  jóvenes  entusiastas  y  ac- 
tivos, ésta  la  constituían  cuatro  personajes  públicos  de  los  más  conspicuos  de 
la  ciudad,  á  saber,  el  comisionado  D.  Gregorio  Araneta,  el  alcalde  D.  Félix 
P.  Roxas,  el  doctor  Fernando  Calderón  y  el  doctor  Maximino  Paterno. 

No  faltó  más  para  llevar  á  cabo  el  noble  y  glorioso  proyecto.  El  1 1  de  no- 
viembre se  tuvo  en  el  Hotel  Metropole  un  banquete,  que  dieron  en  llamar 
cena  intima  los  antiguos  discípulos  de  retórica  del  P.  Giménez.  Allí  los 
miembros  de  la  junta  directiva  y  algunos  jóvenes  pronunciaron  discursos  ins- 
pirados en  el  más  acendrado  cariño  á  sus  antiguos  profesores  y  en  particular 
al  P.  Giménez  recién  llegado  de  los  Estados  Unidos.  Estos  discursos  se  en- 
caminaban á  preparar  una  grandiosa  corona  de  todos  los  ex-alumnos  á  su 
Alma  Mater. 

El  P.  Giménez  añadió  calor  al  proyecto  con  un  valiente  y  entusiasta  dis- 
curso agradeciendo  aquel  tributo  de  respeto  y  cariño  tributado  al  ateneo  de 
Manila  y  á  él  en  particular  por  aquellos  sus  antiguos  discípulos  de  retórica 
y  exhortando  á  la  grandiosa  asociación  de  todos  los  ex-alumnos. 

Es  preciso  confesar  que  el  mayor  protector  que  ha  tenido  esta  asocia- 
ción es  el  honorable  Sr.  Roxas.  Él  fué  el  primero  que  propuso  la  idea,  él  la 
planteó  en  la  cena  intima  y  él  finalmente  la  llevó  á  feliz  término,  actuando 
de  toastmaster  en  el  espléndido  banquete  de  unión. 

Este  banquete  se  organizó  con  rapidez,  pero  con  el  mayor  acierto.  Se 
dieron  á  la  prensa  circulares  expresando  el  pensamiento  de  la  asociación,  las 
cuales  iban  firmadas  por  el  comité  ejecutivo  con  el  V.°  B.°  de  la  junta  direc- 
tiva. Las  circulares  enviadas  á  provincias  iban  con  una  papeleta  de  adhesión 
y  un  sobre. 

Casi  al  mismo  tiempo  se  imprimieron  billetes  dobles  encuadernados  en 
libritos  de  á  cinco.  Eran  de  dos  colores  para  distinguirse  el  precio  de  -P-5  y 

14 


210 
-P-3  respectivamente  que  debía  costar  el  cubierto.  Los  primeros  se  destina- 
ban para  la  gente  profesional  y  los  segundos  para  los  estudiantes  de  faculta- 
des superiores. 

En  obra  de  una  semana  quedaron  repartidos  y  aceptados  dichos  billetes 
en  mayor  número  de!  que  podía  esperarse  gracias  á  la  actividad  de  los  miem- 
bros del  comité  que  supieron  repartir  los  libritos  á  las  personas  de  mayor  in- 
fluencia, en  las  oficinas  y  demás  círculos  sociales,  para  que  estas  personas 
repartieran  á  su  vez  los  billetes  á  los  subalternos  ó  amigos.  El  resultado  fué 
espléndido.  Al  banquete  de  unión  concurrieron  190  personas  todas  conspi- 
cuas en  ios  diversos  grados  de  la  vida  social.  Este  resultado  es  mucho  más 
notable  si  se  toma  en  cuenta  que  la  misma  noche  del  9  de  diciembre  se  daban 
otros  dos  banquetes,  uno  al  señor  delegado  y  otro  en  el  liceo  de  Manila. 

El  Hotel  Metropole  puso  á  disposición  del  ateneo  la  terraza  ó  salón  del 
tercer  piso  y  todo  el  salón  del  entresuelo.  En  éste  se  iban  recibiendo  desde 
las  siete  de  la  noche  á  los  ex-alumnos  y  se  les  entregaba  para  colocar  sobre 
el  pecho  un  lindo  y  vistoso  lacito  formado  por  los  colores  de  nuestra  bandera 
azul  y  blanco.  Serían  las  7  y  media  pasadas,  cuando  el  comité  de  recepción 
colocó  á  los  convidados  á  la  mesa.  Todos  los  pormenores  que  pueden  ameni- 
zar un  banquete  estaban  graciosamente  dispuestos.  Fina  orquesta,  menú 
elegantísimo  y  decorado  completo.  La  bandera  del  colegio  ocupaba  el  cen- 
tro del  testero  principal  detrás  de  la  presidencia  y  en  la  parte  opuesta  se 
dispuso  una  colina  de  plantas  en  cuyo  remate  se  destacaba  sobre  un  pedestal 
la  estatua  del  idolatrado  Dr.  José  Rizal.  Esa  estatua  que  acaban  de  regalar 
al  ateneo,  representa  al  héroe  filipino  á  la  edad  de  18  años  vestido  de  cole- 
gial. No  podía  darse  mejor  ocasión  para  estrenarla.  ¡Cuántos  recuerdos  evo- 
caba á  la  mente  de  todos  así  jóvenes  como  antiguos  aquella  figura! 

Ocupaban  el  salón  cuatro  larguísimas  mesas  paralelas  á  más  de  otra 
transversal  á  la  que  se  sentó  la  presidencia.  Ocupó  el  puesto  de  honor  el 
honorable  Julio  Llórente  juez  de  primera  instancia  de  la  Pampanga.  También 
se  sentaron  con  la  presidencia  entre  conspicuos  personajes  el  P.  Francisco 
Sánchez,  á  quien  cabe  la  gloria  de  haber  educado  tres  generaciones,  como 
dijo  un  orador,  el  P.  Marcial  Sola,  prefecto  de  estudios  del  ateneo  y  el  pa- 
dre Vicente  Giménez,  activo  promovedor  de  la  asociación  de  antiguos 
alumnos. 

Después  de  servida  la  sopa  se  levantó  el  toastmaster  para  presentar  á 
los  concurrentes  la  bandera  del  ateneo.  El  color  blanco,  dijo,  simboliza  la 
verdad  ó  la  ciencia  y  nos  recuerda  las  flores  más  fragantes  que  embalsaman 
los  vergeles  filipinos,  tales  como  la  sampaguita,  el  jazmín,  la  azucena  y  la 
cárdena.  El  azul  es  emblema  del  manto  protector  de  la  Virgen  Inmaculada, 


211 

patrona  del  colegio.  Luego,  expuso  el  pensamiento  de  formar  una  asociación 
permanente  de  antiguos  alumnos  y  rogó  al  Sr.  Rávago  que  leyese  las  bases 
de  un  reglamento  que  todos  aprobaron.  Leyó  también  la  renuncia  que  hacía 
de  su  cargo  el  comité  ejecutivo  á  fin  de  que  se  eligiese  otro,  como  en  efecto 
se  eligió,  que  tuviese  las  facultades  competentes  para  representar  á  toda  la 
asociación  y  sus  intereses,  de  nombrar  subcomités  y  completar  el  regla- 
mento. 

Transcurrido  un  buen  rato  de  animada  conversación  presentó  el  señor 
Roxas  al  primero  de  los  oradores  el  honorable  señor  Llórente.  Este  perso- 
naje, cuya  brillante  carrera  en- el  colegio  recordaba  muy  bien  el  señor  Roxas 
y  otros  comensales,  pues  solía  jlevar  en  las  clases  los  primeros  premios, 
comenzó  recordando  con  fruición  los  felices  años  de  su  juventud  deslizados 
bajo  la  sombra  protectora  del  ateneo.  «Aquéllos,  dijo,  fueron  los  mejores 
días  de  riii  vida,  los  cuales  recuerdo  siempre  con  placer».  Descubrió  con  gra- 
vedad y  elocuentes  frases  la  meritísima  labor  de  sus  antiguos  profesores  y 
ponderó  cuánto  valía  la  enseñanza  de  los  jesuítas  que  sabe  educar  todas  las 
facultades  del  hombre  y  formar  caracteres  que  sigan  sin  vacilar  la  dificultosa 
senda  del  deber.  Concluyó  exhortando  á  todos  á  unirse  en  apretado  haz  á 
fin  de  lograr  la  consecución  de  sus  levantados  ideales. 

El  segundo  de  los  oradores  era  el  Dr.  Calderón,  quien  habló  de  la  vida 
íntima  del  colegio  en  sus  primeros  años  refiriéndose  en  particular  al  bonda- 
doso carácter  de  su  antiguo  profesor  el  P.  Serra  haciendo  al  final  un  elogio 
de  la  idea  de  formar  todos  los  alumnos  dispersos  una  vigorosa  asociación. 

El  tercer  orador  debía  ser  el  R.  P.  Luís  López,  sacerdote  joven  recien 
llegado  de  Roma  que  goza  de  muchas  simpatías  entre  sus  iguales  por  las  be- 
llas cualidades  que  le  adornan.  Mas  por  enfermedad  no  pudo  asistir  al  ban- 
q^uete  y  tomó  su  lugar  D.  Manuel  Rávago.  Este  mostró  una  vez  más  que,  lo 
mismo  le  cuesta  pronunciar  un  discurso  con  dos  meses  de  anticipación  que 
improvisarlo  de  repente.  Pues  nos  dejó  saborear  brillantes  conceptos  basa- 
dos casi  todos  en  la  bandera  del  ateneo  y  sus  colores.  Dedicó  un  cariñoso 
recuerdo  á  la  bandera  de  la  nación  que  cobijó  su  cuna  y  terminó  augurando 
días  de  gloria  para  la  asociación  bajo  la  enseña  de  su  Alma  Mater. 

El  último  de  los  oradores  que  indicaba  el  programa,  era  el  conocido  di- 
putado D.  Tomás  G.  del  Rosario,  quien  con  su  natural  elocuencia  dijo  que  los 
ex-alumnos  del  ateneo  hallarían  en  la  mutua  unión  frutos  sabrosísimos  de 
amistad  y  consuelo  que  sólo  se  hallan  entre  los  miembros  de  una  misma  edu- 
cación. Y  valiéndose  de  un  hecho  histórico  registrado  en  su  experiencia,  hizo 
notar  que  los  educados  en  colegios  de  jesuítas  tienen  cierto  carácter  que  los 
asemeja  entre  sí  y  distingue  de  los  educados  en  otros  centros.  Probó  en  fin 


212 

que  esa  unión  con  el  Alma  Mater  sería  un  medio  eficaz  de  conservar  incólu- 
mes los  grandes  principios  que  les  habían  de  guiar  entre  sucesos  prósperos 
y  adversos  á  la  felicidad  individual  y  á  la  del  Pueblo  Filipino. 

Terminados  los  oradores  del  programa  y  quedando  todavía  tiempo,  el 
t^astmaster  invitó  al  popularísimo  Dr.  Dominador  Gómez.  Este  hombre  de 
talento  y  de  cualidades  oratorias  notables  habló  con  brillantez.  Hizo  constar 
ante  todo  que  al  tomar  la  palabra  delante  de  sus  amigos  y  compañeros,  no 
creía  faltar  á  su  voto  y  juramento  de  no  volver  á  hablar  en  público,  porque 
no  hablaría  de  política  ni  le  guiaba  la  inteligencia  sino  el  corazón.  Con  vi- 
brante y  vigorosa  palabra  expuso  los  trabajos  realizados  por  los  jesuítas  en 
Filipinas  vindicando  su  conducta  tildada  un  día  de  filibusterismo  haciendo  ver 
cuan  limpia  aparece  ante  la  historia  imparcial.  Dijo  que,  al  ver  en  aquel  gran- 
dioso acto  á  los  padres  de  la  Compañía,  tenía  una  prueba  más  del  progreso  á 
que  los  jesuítas  llevan  á  sus  alumnos  y  á  todo  el  Pueblo  Filipino.  Elogió  gran- 
demente nuestra  enseñanza  ponderando  sobre  todo  cómo  formamos  hombres 
de  convicción  y  de  carácter.  Dedicó  un  gran  párrafo  á  la  memoria  del  P.  Ra- 
món haciendo  constar  á  todos  cuan  grande  había  sido  como  rector,  como  pro- 
fesor y  como  orador.  Dedicó  otro  párrafo  á  la  memoria  de  algunos  de  sus 
compañeros,  en  particular  el  Dr.  Rizal.  Concluyó  diciendo  que  debían  unirse 
al  Alma  Mater  de  donde  habían  recibido  tan  esmerada  cultura  y  civilización. 
Porque  le  parecía  á  él  que  debía  atribuirse  á  la  desunión  de  los  filipinos,  y  no 
á  sus  preceptores  los  jesuítas,  la  causa  de  no  haber  llegado  la  sociedad  fili- 
pina al  ideal  que  todos  deseaban. 

Aquí  el  toastmaster  terminó  su  cometido  declarando  algunos  puntos  rela- 
tivos á  la  asociación,  por  ejemplo,  que  el  día  de  los  ex-alumnos,  aliimni  day, 
fuese  el  sábado  siguiente  á  la  fiesta  de  la  Inmaculada  y  no  el  día  9  de  di- 
ciembre, para  que  los  empleados  públicos  pudieran  asistir  al  banquete  anuaK 
Concluyó  el  toastmaster  diciendo,  que  las  resoluciones  allí  tomadas  y  toda  la 
asociación,  se  ponía  bajo  la  disposición  del  padre  rector  del  ateneo  á  quien 
introdujo  á  los  concurrentes. 

El  discurso  del  padre  rector  fué  elocuente  y  muy  oportuno.  Dio  á 
todos  las  gracias  por  el  grande  afecto  que  guardaban  á  su  Alma  Mater.  Decla- 
ró que  lo  dicho  por  los  oradores,  de  que  toda  la  asociación  debía  tender  al  en- 
grandecimiento del  ateneo,  era  verdad.  Mas  él  quería  hacer  constar  con  voz 
que  llegara  á  todos  los  ángulos  del  Archipiélago,  que  la  ambición  délos 
primeros  padres  al  fundar  el  ateneo,  guiados  por  el  P.  Cuevas,  y  la  de  cuan- 
tos le  han  seguido  y  nuestra  tradición,  no  tiene  más  objeto  que  la  felicidad 
de  nuestros  alumnos  y  el  engrandecimiento  del'Pueblo  Filipino.  Añadió  que 
nuestra  bandera  representaba  la  religión  y  la  patria  en  su  más  grande  es- 


213 

plendor.  Probó  con  frases  enérgicas  la  necesidad  de  la  unión  en  las  actuales 
circunstancias,  deseando  ardientemente  ver  á  todos  los  alumnos  unidos  entre 
sí  y  con  el  Alma  Mater  para  no  separarse  jamás. 

Eran  las  diez  y  media  cuando  se  levantó  la  concurrencia  á  los  acordes 
del  himno  nacional.  La  cordialidad  y  alegría  de  todos,  probaba  á  las  claras 
que  el  banquete  de  unión  había  tenido  un  éxito  completo. 

En  conclusión,  sólo  me  resta  añadir,  que,  este  acto  tan  hermoso  de  con- 
fraternidad, llenó  de  consuelo  á  los  padres  allí  presentes.  El  prestigio  de  que 
goza  nuestra  Compañía  en  las  Islas,  es  grande;  sin  embargo,  no  dudo  afirmar 
que  esta  ocasión  se  acrecentó  visiblemente.  Aquellas  alabanzas  tan  bien  ra- 
zonadas de  nuestra  enseñanza  y  aquellos  elogios  tan  sinceros  tributados  á 
los  nuestros  por  las  personas  más  caracterizadas  y  menos  sospechosas,  deja- 
ron huella  en  pos  de  sí  y  hallaron  eco  en  Manila  y  en  provincias. 

Sea  Dios  loado  por  este  buen  suceso;  y  haga  Él  que  prospere  mucho  esta 
obra  por  intercesión  de  María  Inmaculada,  bajo  cuyos  auspicios  se  ha  em- 
prendido (1). 

ACADEMIA 

El  día  10  se  celebró  en  nuestro  salón  de  actos,  y  por  cierto  con  suma 
concurrencia,  la  Academia  lírico-dramática,  que  todos  los  años  se  tiene  á 
honra  de  la  Inmaculada.  La  del  presente  año  rayó  muy  alto,  no  ya  por  lo 
escogido  de  la  representación  y  por  la  absoluta  originalidad,  sino  mucho  más 
por  la  profunda  investigación  histórica,  que  el  acto  suponía.  El  mismo  pro- 
grama, de  un  gusto  profundamente  clásico,  con  el  árbol  genealógico  de  los 
Flavios  en  la  portada,  con  los  más  adecuados  títulos  en  el  reparto  de  los 
trabajos  y  con  los  documentales  textos  latinos,  entresacados  de  la  antigüe- 
dad literaria,  daba  claro  testimonio  de  las  prolongadas  horas  de  labor  inver- 
tidas en  aquella  Academia.  Esta  versaba  sobre  la  ilustre  familia  de  los 
Flavios,  que  además  de  dar  varios  cónsules  y  prefectos  á  la  república  ro- 
mana y  tres  emperadores  al  trono,  se  había  ennoblecido  mucho  más  dando 
varios  santos  mártires  á  la  fe  de  Jesucristo. 

Los  preliminares  históricos,  amenizados  con  proyecciones  foto-eléctri- 
cas, se  expusieron  en  un  discurso  verdaderamente  brillante  por  su  estilo 


(1)  Pudiera  chocar  el  que  los  NN.  tomaran  parte  en  este  banquete.  Pero  se  pesaron 
antes  muy  bien  los  inconvenientes;  y  además  el  parecer  de  personas  de  mayor  autoridad  de 
dentro  y  fuera  de  casa  fué,  que  debíamos  presenciar  y  autorizar  el  acto.  Después  por  experien- 
cia vimos  claramente  que  no  perdió  nada  por  ello  nuestro  buen  nombre  antes  ganó  mucho  y  de 
muchas  maneras. 


214 
clásico  y  por  su  narración,  que,  rebosando  vida  é  interés,  presentaba  ante  el 
público  con  artístico  enlace  los  hechos  más  culminantes  del  primer  siglo  de 
la  Iglesia  en  que  las  sombras  del  paganismo  iban  disipándose  ante  la  luz  de 
nuestra  sacrosanta  Religión.  Tras  esta  bellísima  prelusión  siguieron  inspira- 
das odas,  fragmentos  épicos,  discursos,  escenas  líricas  y  trágicas,  varias  de 
ellas,  obra  de  nuestros  colegiales,  y  todas  compuestas  bajo  la  dirección  de 
nuestro  P.  Manuel  Peypoch,  profesor  de  retórica.  Este  variado  ramillete  de 
composiciones  formaron  la  hermosa  corona  poética,  que  nuestros  alumnos 
depositaron  en  homenaje  ante  la  reina  de  la  poesía,  la  Inmaculada  Con- 
cepción. 

Si  estos  trabajos  literarios,  enteramente  originales  como  son,  se  dieran 
á  la  imprenta,  muchos  sin  duda  los  acogerían  con  verdadero  placer,  sobre  todo 
los  concurrentes  al  acto,  entre  los  cuales  sobresalieron,  además  de  las  fami- 
lias y  personas  más  prominentes  de  Manila,  varios  señores  diputados,  dis- 
tinguidos literatos,  representantes  de  las  diversas  órdenes  religiosas,  presi- 
didos todos  por  el  excelentísimo  señor  arzobispo  y  el  reverendísimo  señor 
delegado  de  Su  Santidad  en  estas  islas,  Mr.  Ambrosio  Agius,  el  cual,  á  pe- 
sar de  hallarse  ya  entonces  indispuesto,  no  quiso  privarse  de  un  acto,  que 
fué  el  último  en  su  género  que  presenció  en  esta  vida,  pues  treinta  horas 
después  de  haber  estado  con  nosotros,  había  ya  entregado  su  alma  al  Cria- 
dor. La  Virgen  Inmaculada,  de  quien  dicho  señor  delegado  había  sido  muy 
devoto  en  vida,  le  haya  premiado  lo  mucho  que  amaba  á  nuestra  Compañía 
y  cuanto  por  ella  y  por  la  mayor  gloria  de  Dios  ha  realizado  en  estas  islas 
Filipinas. 


LA  ACADEMIA  DE   LOS  FLAVIOS  EN   EL 
ATENEO  DE  MANILA  ^'^ 


He  aquí  su  descripción. 

No  le  puedo  aplicar  epítetos  más  acomodados  que  los  de  hermosa  y  va- 
liosa academia.  La  Retórica  y  Poética,  que  formaron  el  hechizo  de  las  civili- 
zaciones de  la  Grecia  y  Roma  clásicas  y  á  quienes  rindieron  homenaje  todos 
los  pueblos  posteriores,  no  se  hubieran  desdeñado  de  recibir  en  sus  sienes, 
la  escogida  guirnalda  de  finas  lucubraciones  que  les  entretejían  los  alumnos 
del  ateneo.  Lo  más  bello  no  fué  la  representación  en  general,  ni  la  versifica- 
ción, ni  el  gesto;  nos  referimos  principalmente  á  lo  que  fué  de  mayor  méri- 
to, á  la  profunda  investigación  histórica,  y  al  enlace  variado  y  viviente  de 
los  hechos  por  medio  de  los  diversos  estilos  que  el  arte  suministra.  En  estos 
conceptos,  la  academia  rayó  muy  alto,  y  á  nuestro  entender,  se  acercaba 
mucho  al  ideal  de  la  Retórica. 

La  noble  familia  de  los  Flavios,  que  dio  varios  cónsules  y  prefectos  á  la 
república  romana,  tres  emperadores  al  trono  y  varios  mártires  á  la  fe  de 
Cristo,  fué  el  centro  al  rededor  del  cual  debían  desarrollarse  los  varios  te- 
mas y  asuntos  de  la  velada.  El  programa,  de  un  gusto  profundamente  clási- 
co, con  el  árbol  genealógico  de  los  Flavios  en  la  fachada,  con  escogidos  tí- 
tulos en  el  reparto  de  los  trabajos,  con  sus  documentales  textos  latinos  en- 
tresacados de  la  antigüedad  literaria,  prometían  un  desarrollo'práctico,  atrac- 
tivo y  encantador,  cual  fué  el  que  presentaron  al  público  los  distinguidos 
alumnos  que  tenían  á  cargo  la  velada.  Los  preliminares  históricos  declamados 
con  buena  entonación  por  el  aventajado  alumno  D.  A.  Montinola,  y  amenizados 
con  proyecciones  foto-eléctricas,  abrieron  el  camino  para  las  diversas  odas, 
fragmentos  épicos,  discursos  históricos  y  escenas  líricas  y  trágicas, que  como 
piedras  de  diversos  tamaños  y  colores  tachonaban  aquel  mosaico  de  valor  lite- 
rario tan  preciado,  y  que  numeraban  como  propios  autores  D.  Luís  Guzmán, 
D.José  López  del  Castillo,  D.  Abelardo  Hilado,  D.  Arsenio  Roldan  y  D.  Luís 
Moreno  Lacalle.  Éste,  junto  con  D.  Francisco  Zulueta,  que  declamó  la  mag- 


ín   Relación  publicada  por  una  revista  ilustrada  de  Manila,  en  su  número  de  20  de  diciem- 
bre de  1911. 


216 

níflca  oda  <^Los  Flavios  en  el  trono»,  junto  con  D.  Francisco  Albar  que  re- 
presentó al  papa  san  Clemente,  con  D.  ApolonioTrilIana,  el  preceptor  Quin- 
tiliano,  D.  Luis  Trillana  y  Román  Joven,  los  pequeños  é  inocentes  Césares 
del  imperio,  y  otros  varios  jóvenes  vieron  muy  bien  recompensada  su  decla- 
mación con  la  anhelante  y  continuada  atención  de  la  numerosa  concurrencia, 
en  la  cual  figuraban  personas  de  la  más  alta  representación  eclesiástica  y 
civil. 

Ni  se  escatimaron  los  aplausos  á  D.  Nicodemus  Tecson,  el  severo  pre- 
fecto de  Roma,  á  D.  Feliciano  Natividad  y  D.  Ángel  Montañés,  los  dos  sa- 
bios literatos  del  palacio  imperial,  y  á  D.  Bonifacio  Ysip.  que  declamó  la  poe- 
sía «El  cónsul  cristiano».  Y  si  D.  Virgilio  Montinola,  D.  Faustino  Chiong, 
D.  Francisco  Barrios  y  D.  José  Valencia,  desempeñaron  un  papel  algo  secun- 
dario en  el  reparto  general,  á  ellos  no  obstante  se  extendió  el  culto  de  ad- 
miración que  les  prodigaba  el  público  atento. 

Esperanza  de  la  patria  filipina  es  la  juventud  que  con  tanto  acierto  se 
adiestra  en  el  manejo  de  la  poesía  y  la  elocuencia;  honra  genuina  del  cole- 
gio que  los  educa,  sacando  á  la  luz  pública  los  progresos  sólidos  de  sus  estu- 
dios; manifestación  inequívoca  de  los  variados  ejercicios  literarios  que  se 
practican  en  las  aulas.  De  las  aulas  ha  brotado  aquel  hermoso  coloquio 
«Cristo  en  palacio»,  análisis  de  la  Égloga  cuarta  de  Virgilio,  donde  celebra 
á  la  nueva  prole  que  ha  descendido  de  los  cielos,  y  el  paralelo  de  la  misma 
con  los  proféticos  cantares  de  Isaías. 

Tal  fué  sin  encarecimiento  la  academia  compuesta  bajo  la  dirección  del 
conocido  profesor  del  ateneo  P.  Manuel  Peypoch,  una  brillante  eflorescencia 
de  la  clase  de  Retórica,  una  joya  literaria  de  arte,  admirada  y  aplaudida  con 
ardor  por  los  hombres  eruditos  y  escuchada  con  deleite  por  todos  los  pre- 
sentes. Y  si  los  .profesores  á  quienes  últimamente  debe  referirse  éxito  tan 
halagüeño,  si  los  aprovechados  jóvenes  escolares  merecen  la  más  cordial  y 
sincera  enhorabuena,  en  quienes  está  depositado  el  cariño  del  pueblo  filipino, 
no  pueden  tampoco  faltar  unas  palabras  de  encarecimiento  en  favor  de  los 
maestros  F.  Buencamino  y  J.  Hernández,  que  con  tanto  acierto  compusie- 
ron y  dirigieron  las  dos  piezas  musicales  cantadas  por  docenas  de  voces  de 
jóvenes  colegiales. 

Termino  dirigiéndome  una  pregunta  saturada  de  deseo.  ¿Por  qué  no  se 
repite  al  público  manilense  el  gusto  de  contemplar  tan  valiosa  academia? 
¿Por  qué  los  tipos  de  la  imprenta  no  se  ocupan  en  ceder  á  la  publicidad  unos 
documentos  histórico-literarios,  que  van  á  quedar  de  otra  suerte  relegados 
al  olvido?  La  pérdida  de  tan  afanosos  y  útiles  sudores  sería  lamentable. 


COLEGIO-SEMINARIO  DE  VIGAN 


UNA  PRIMERA  COMUNIÓN  EN  EL 
BARRIO  DE  S.  JULIÁN 


Garta  del  P.  Alfonso  García  al  padre  rector  de  Vigan  d 

Vígan,  5  de  enero  de  1911. 

R.  P.  José  Alfonso  S.  J.— Manila. 

Amadísimo  en  Cto.,  padre  rector:  <^E1  verdadero  amor  crece  con  la 
ausencia  y  la  distancia». 

Los  asuetos  terminaron  felizmente,  con  paz  y  caridad,  y  gustando  mu- 
cho á  los  Favis,  Crisólogos,  gobernador,  tercer  vocal,  Socorro  et  reliqua. 

La  misa  del  señor  obispo  en  el  barrio  de  San  Julián,  será  una  fecha  me- 
morable, Olimpíada  gratísima,  aúreo  número  en  la  historia  de  este  católico 
barrio. 

A  las  6,  y  en  siete  carruajes,  salieron  los  17  seminaristas  y  los  internos 
Favis  y  Reyes  (Antonio),  presididos  por  nuestros  padres  Benaiges  y  Thom- 
pkins  y  el  P.  Bonifacio  párroco  de  Vígan. 

A  las  6'45,  partía  Su  Excelencia  del  palacio,  llevando  como  capellán  de 
honor  al  menos  digno  de  él;  y  poco  más  de  las  7  serían,  cuando,  después  de 
pasar  triunfalmente  bajo  cinco  magníficos  arcos  levantados  en  el  espacio  de 
unos  500  metros,  se  apeaba  del  quílez  episcopal  Mons.  Cárroll,  siendo  reci- 
bido, á  los  acordes  de  la  marcha  de  Aguinaldo,  por  los  niños  y  niñas  de 
San  Julián,  con  banderolas  en  las  manos  y  entonando  el  Ti  catecismo,  que 
inmortalizó  el  celosísimo  fundador  del  catecismo  de  Vígan,  fundamento, 
piedra  angular,  raíz  y  savia  (esto  podrá  parecer  paradoja,  pero  es  verdad). 


(1)    Estaba  entonces  este  P.  rector  en  Manila  para  atender  á  la  cura  de  un  ántrax  que  le 
molestaba. 


218 

de  todos  los  seis  catecismos  que  se  han  establecido  posteriormente,  y  á 
quien  sea  la  gloria  de  este  día  feliz  para  los  niños,  gratísimo  para  los  cate- 
quistas, alegre  para  los  ángeles,  y  de  tanta  ternura  para  nuestro  santo 
obispo  de  Vígan,  cuyos  ojos  por  tres  veces  se  humedecieron  con  las  dul- 
ces lágrimas,  que  el  consuelo  y  la  devoción  le  arrancaban. 

A  la  puerta,  entrada  mejor  de  la  improvisada  capilla,  ministró  el  agua 
bendita,  en  acetre  y  con  hisopo  de  plata,  el  párroco  de  Vígan  acompañado 
del  padre  Benaiges,  que  con  los  seminaristas  vestidos  de  sobrepelliz,  habían 
ido  procesionalmente  desde  el  último  y  hermoso  arco,  hasta  la  capilla.  Ésta, 
llena,  rebosante  de  una  multitud  que  se  calcula  en  dos  mil  personas,  ofrecía 
el  aspecto  de  una  pequeña -catedral. 

Todas  las  cortinas  blancas,  y  todos  los  ramos  de  flores,  y  todas  las  ban- 
deras nacionales  y  extranjeras  que  hubieron  á  mano,  fueron  artísticamente 
colocadas;  resultando  una  nave  bizantina,  en  cuyo  fondo  brillaba  argentino 
altar:  sí  que  de  la  catedral  de  Vígan  habían  trasladado  allí  un  precioso  fron- 
tal de  plata  repujada,  12  candeleros  del  mismo  metal,  sacras  de  idem,  un 
crucifijo  de  plata  dorada,  (de  un  metro  de  alto)  servicio  de  altar  hasta  el  re- 
clinatorio, y  almohadones  para  Sullustrísima;  y  si  no  llevaron  un  confesona- 
rio, fué  porque,  al  cargarlo  sobre  un  carretón,  éste  rechinó  con  estridente 
reclamo,  y  el  vacuno  hubo  de  abrir  sus  remos,  para  no  dar  en  tierra  bajo 
la  mole  de  narra,  que  le  abrumaba. 

El  señor  obispo,  asistido  por  el  consabido  capellán  de  honor,  y  dos  se- 
minaristas, empezó  la  santa  misa  con  visible  emoción  y  ternura,  que  conmo- 
vía á  los  circunstantes. 

Un  armónium  de  ocho  registros,  ayudaba  el  fervor,  con  sus  devotas 
melodías;  y  las  afinadas  voces  de  los  seminaristas  y  dos  niños  tiples  inter- 
pretaron con  gusto  y  unción,  devotísimos  motetes,  bajo  la  inteligente  batuta 
del  padre  Benaiges. 

Después  del  evangelio,  pronunció  una  plática  ó  fervorines  en  ilocano, 
el  padre  Bonifacio  Brillantes,  párroco  de  la  catedral  de  Vígan;  luego  de  la 
elevación,  el  seminarista  Adolfo  Brillantes,  prefecto  del  catecismo  de  san 
Julián,  celosísimo,  incansable  y  de  mucho  y  muy  buen  espíritu,  y  alma  de 
de  esta  fiesta,  leyó  también  en  ilocano  algunas  oraciones,  para  disponer  in- 
mediatamente á  la  sagrada  comunión  á  los  57  niños  de  ambos  sexos,  que  la 
iban  á  recibir  por  vez  primera.  Ni  fueron  solas  al  celestial  banquete  estas 
dichosas  criaturas;  sus  padres  y  parientes,  en  número  de  161,  les  acompa- 
ñaron; y  aquí  de  nuevo  se  enterneció  hasta  llorar  el  señor  obispo,  al  ver  en 
un  modesto  barrio,  tanto  entusiasmo  por  su  fe  y  la  piedad  de  sus  hijos;  pues 
todos  los  niños  tenían  velas,  con  lazos  y  flores,  en  las  manos,  y  las  niñas 


219 

lucían  sus  trajecitos  blancos,  velos  de  comunión,  de  ricas  gasas  filipinas,  y 
coronas  de  flores  en  sus  frentes. 

Se  respiraba  devoción  y  candor:  Los  dos  padres  jesuítas  quisieron  to- 
mar su  parte  y  abrir  válvula  al  fervor,  y  cantaron  un  devotísimo  villancico 
al  Niño  Jesús,  que  sin  duda  estaba  entonces  recreándose  en  los  sencillos  co- 
razones de  estos  buenos  filipinos,  y  desquitándose  así  (si  vale  la  frase)  de 
la  glacial  y  desconsoladora  indiferencia,  que  se  respira  en  algunas  grandes 
•  ciudades. 

Terminó  la  misa,  y  se  dispararon  los  indispensables  reventadores  que 
no  habían  faltado  á  nuestra  llegada,  ni  durante  el  acto. 

Después  de  la  acción  de  gracias,  el  señor  obispo  dirigió  á  los  fieles  su 
palabra  en  castellano,  que  traducía  al  ilocano  el  párroco,  felicitándoles  por 
aquella  gallarda  prueba  de  su  amor  á  Dios,  ala  Iglesia,  y  á  la  cristiana  edu- 
cación de  sus  hijos. 

No  faltó  quien  desfogó  su  entusiasmo  en  un  ¡viva  el  señor  obispo!  y 
tras  él  se  lanzaron  otros  muchos  á  la  santísima  Virgen,  á  San  Julián,  á  la 
Religión,  en  fin  el...  delirium  tremens.  Un  dato:  más  de  media  hora  tardó 
Su  Ilustrísima  en  trasladarse  de  la  capilla  á  la  casa,  en  que  habían  de  servirle 
el  desayuno;  y  distaba  solo  unos  100  pasos. 

Desayuno  dije  y  dije  mal;  porque,  como  dijo  el  gitano  del  cuento,  allí 
hubo  de  too;  chocolate,  leche,  mantequilla,  huevos,  pollos,  pichones,  lechón, 
pan,  tortas,  bizcochos  y  una  opípara  comida  en  fin,  de  la  que  dieron  cuenta 
los  seminaristas  y  no  pocos  de  los  principales  de  Vígan. 

La  orquesta  tocó  todo  su  repertorio,  ejecutándolo  con  vero  amore. 

Pero...  hay  todavía  más;  como  dicen  los  humanistas  ribadeneiros.  En 
dos  casas  vecinas,  y  en  salas  amplias  y  bien  adornadas,  tomaban  su  almuer- 
zo, no  menos  suculento  que  el  ya  citado,  los  niños  y  niñas  de  1.^  comunión. 

Allí  nos  dirigimos  todos  con  el  señor  obispo,  para  escuchar  cuatro  ó 
cinco  discursitos  y  poesías,  cuál  en  prosa  cervantina,  cuál  en  la  lengua  de 
Shakespeare,  cuál  en  el"  nativo  idioma  ilocano,  que  declamadas  muy  bien, 
sí  señor,  muy  bien,  por  aquellos  angelitos,  nos  hicieron  llorar  á  los  que  he- 
mos perdido  las  alas. 

Con  las  lágrimas  en  los  ojos  y  trémula  la  voz  por  la  emoción,  habló  el 
señor  obispo  con  tal  unción,  gracia  y  persuasiva  elocuencia,  que  me  parecía 
oir  á  un  pastor  de  la  primitiva  iglesia  en  un  ágape  de  cristianos,  ó  al  mismo 
amantísimo  amigo  de  los  niños,  el  buen  Jesús,  en  el  sermón  de  la  montaña. 
Aquello  era  sublime.  Y  nuevos  cohetes,,  y  música,  y  vivas,  y  el  señor  obis- 
po se  arrancó  de  sus  queridos  hijos  del  barrio  de  San  Julián. 

Como  muestra  de  que  se  había  tomado  la  cosa  de  veras,  nos  ofrecieron 


220 

dos  babiiys,  (cerdos)  dos  corderos,  palomos  y  manócs  (gallos)  etc.  etc., 
para  la  merienda  de  la  tarde;  pero  no  aceptamos,  por  no  multiplicar  los  en- 
tes sin  necesidad. 

Dos  seminaristas  y  el  párroco,  hicieron  la  procesión  y  rosario,  con 
asistencia  tan  numerosa  como  la  de  la  mañana. 

Funciones  semejantes  se  han  celebrado  en  los  barrios  restantes;  pero 
mejor  cortadas  plumas  han  de  narrarlo,  si  la  relación  no  ha  de  ser  tan  in- 
sípida como  la  presente.  Faciant  majora  potentes. 

Creo,  padre  rector,  que  esta  relación,  si  bien  despertará  la  santa  en- 
vidia en  V.  R.,  será  no  pequeña  parte  para  que  tenga  lenitivo  y  solución 
el  ántrax  maligno  que  le  ha  llevado  á  esa  ciudad  cosmopolita,  robándole 
así  al  cariño  de  sus  subditos,  y  privándole  de  estos  puros  goces,  á  los  cua- 
les nedie,  como  V.  R.,  tiene  derecho. 

En  este  átomo  mundial  que  se  llama  Vígan,  todo  va  bien. 

Afectísimo  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Alfonso  Garcí.\,  S.  J. 


MINISTERIOS  DEL  P.  ELÍSEO  GIL 
DURANTE  LAS  VACACIONES  DE  1911 


Cartas  del  mismo  padre  al  padre  rector  de  Vígan 
CARTA  PRIMERA 

Aparri,  20  de  marzo  de  1911. 
R.  P.  José  Alonso. 

Amadísimo  en  Cristo  padre  rector:  Estuvimos  en  el  puerto  Pandan,  has- 
ta las  12  y  media  en  que  salimos,  acompañados  además  del  Sr.  Mendoza,  de 
los  señores  colegiales  Pablo  Corpus  y  su  hermanito  Emigdio,  con  otros  va- 
rios externos;  y  cuando  salíamos  estábamos  comiendo.  El  calor  grande,  el 
apetito  no  muy  bueno,  de  internis  patris  García  non  judico;  la  mar  tran- 
quila, así  que  después  de  3  horas  y  media,  á  eso  de  las  4,  estábamos  enfren- 
te de  Currimao.  Apenas  nos  divisó  la  gente  de  mar,  comenzaron  á  salir  del 
pueblecillo  envuelto  entre  cocotales,  multitud  de  barangayanes  que  venían  á 
toda  prisa  hacia  nosotros,  cargados  de  pasajeros,  y  éstos  de  cabanes,  jaulas 
de  pollos,  cestos  de  huevos,  ollas,  petates,  mantas  de  aquellas  que  dejan  pa- 
sar lo  mismo  el  frío  que  el  calor,  toallas  peludas  y  otros  muchos  bultos  de 
caña  ó  formados  con  hojas  de  plátano,  donde  llevan  su  imprescindible  moris- 
queta y  otras  viandas.  Aquello  fué  un  ataque  como  los  de  Jaques  Soria, 
pero  sigamos.  Pues  como  íbamos  diciendo,  aquello  era  un  asalto  como  los 
de  Jaques  Soria,  ó  como  los  del  P.  Soria,  que  no  le  quiero  quitar  á  éste  nada 
de  sii  mérito;  sólo  que  lo  que  allí  eran  hombres  eran  aquí  mujeres,  las  cuales 
poniendo  faldas  entre  piernas,  porque  aquí  no  usan  las  cintas,  saltaban  como 
cabras  de  fardo  en  fardo  y  de  barca  en  barca,  mientras  los  bogadores,  daban 
abordaje,  asiéndose  del  buque  con  largas  cañas  armadas  de  cuernos  de  cier- 
vo por  garfios.  Me  gustó  mucho  esta  gente:  todos  ellos  eran  muy  respetuo- 
sos y  dóciles:  ¡qué  fácilmente  se  los  podría  llevar  al  cielo,  si  hubiera  más  pa- 
dres que  trabajaran  por  ellos! 

Ya  hacía  largo  rato  que  estaba  yo  contemplando  aquel  improvisado  y 
gárrulo  mercado  que  sobre  cubierta  se  había  entablado,  cuando  noté  que  lo 


222 
nuestro  no  progresaba,  es  decir  que  nada  se  hacía  para  adelantar  nuestra  sa- 
lida. Entonces  me  acerco  al  sobrecargo  que  tenía  allí  delante  y  le  pregunto 
con  respeto:  ¿Qué?  tenemos  que  pasar  aquí  la  noche?  Pues  qué,  ¡tan  mal  se 
está  aquí!...  me  contestó.  No  señor,  repliqué,  sobre  todo  teniendo  la  mar  tan 
tranquila,  pero  uno  siempre  desea  llegar  lo  más  pronto  posible  al  término  de 
su  viaje.  Conocí  que  no  le  había  gustado  mi  pregunta,  y  que  más  de  cuatro 
veces  se  le  habrían  quejado  de  lo  poco  que  atienden  á  los  pasajeros:  la  carga 
y  descarga,  como  vi  después,  era  poca;  y  si  la  hubieran  tenido  preparada, 
ó  hubieran  querido  trabajar,  aquella  misma  noche  habríamos  salido  de  Cu- 
rrimao. 

El  P.  García  entre  tanto  estaba  ya  mucho  rato  en  una  lancha,  de  pie, 
como  Neptuno,  encima  de  los  fardos,  ó  como  Aqueronte,  y  á  su  alrededor 
muchos  hombres  y  mujeres  sentados,  que  pacientes  esperaban  que  los  saca- 
ran de  allí;  pues  si  el  P,  García  no  tomó  el  remo,  y  dio  por  lo  menos  un  palo 
á  todos  y  cada  uno  de  los  que  allí  estaban,  no  fué  por  falta  de  deseos  de  lle- 
gar á  tierra  y  Laoag  que  era  el  término  de  su  viaje.  Y  ¡á  qué  hora  iba  á  lle- 
gar!... Tal  vez  á  las  once  ó  las  doce  déla  noche,  y  eso  que  estaba  tan  cerca. 
¡Paciencia!  Si  así  la  actitud  de  las  personas  como  el  fin  pacífico  que  lleva- 
ban, lo  hubieran  permitido,  en  vez  de  comparar  al  P.  García  con  personajes 
de  la  antigüedad,  al  fin  y  al  cabo  dioses,  lo  hubiera  comparado  con  Washing- 
ton en  aquel  célebre  cuadro,  que  se  ve  por  todas  partes. 

Amaneció  el  día  de  san  José,  y  aunque  debió  de  aparecer  hermoso  y  ale- 
gre como  pedía  la  fiesta,  yo  no  amanecí  ni  más  alegre  ni  con  más  gracia  que 
de  ordinario,  recordando  que  era  el  santo  del  padre  rector  y  otros  padres  y 
hermanos  del  colegio;  y  aquello  quanti  mercenarii,  se  me  venía  muchas  ve- 
ces á  la  memoria,  pero  cambiando  el  mercenarli  por  fratres.  No  pude  decir 
misa  siquiera,  tomé  el  almuerzo  de  mañanita,  me  metí  en  el  camarote  á  las 
10  que  salimos,  y  yo  ya  no  comí  ni  bebí  cosa  alguna,  hasta  el  otro  día  en  Apa- 
rri.  Después  de  24  horas,  la  mar  estaba  algo  picada,  como  suele  en  el  cabo 
Bojeador  y  norte  de  la  isla,  y  no  hice  otra  cosa  que  arrojar  bilis.  A  las  12  de 
la  noche  estábamos  más  allá  de  Aparri  en  el  puerto  de  san  Vicente,  para  res- 
guardarnos algo  de  las  olas  y  esperar  el  día,  porque  de  noche  no  se  puede 
franquear  la  estrecha  desembocadura  del  río  para  entrar  en  el  puerto. 

Las  7  serían  cuando  anclábamos  en  él:  éste  no  es  otra  cosa  que  el  re- 
manso que  forma  el  río,  ensanchándose  hacia  la  ciudad  junto  á  la  misma  de- 
sembocadura. 

Esperamos  un  buen  rato,  cargaron  las  barcas,  se  llenó  la  nuestra  de  chi- 
nos, que  era  lo  que  queríamos,  y  al  convento  del  P.  Calüen,  después  de  ha- 
ber dejado  el  cabán  del  Sr.  Mendoza  en  casa  de  los  señores  Corpus,  saluda- 


223 

do  á  sus  padres  y  al  Sr.  Roca,  que  encontramos  al  paso:  éste  nos  dijo  que  al 
otro  día  á  las  9  de  la  mañana  saldría  Una  lancha  americana  hacia  Tumauini, 
y  como  el  correo  Pedrito  iba  á  salir  dentro  de  poco  rato,  y  me  encontraba 
muy  rendido,  determiné  salir  al  día  siguiente  martes  21  de  marzo. 

Aún  me  encontré  con  fuerzas  para  celebrar,  y  así  lo  hice,  después  que 
acabó  el  P.  Calúen:  á  las  9  y  cuarto  terminé  mi  misa  con  más  toques  de  cam- 
pana que  en  la  distribución  del  noviciado.  Al  entrar  en  la  sacristía,  se  ade- 
lantan algo  los  monaguillos,  abren  paso,  se  arrodillan  en  tierra,  y  me  dicen 
en  voz  alta.  «Alabado  sea  el  Santísimo  Sacramento».  Al  punto  me  acordé 
del  baturro  á  quien  acompañaron  con  luces  hasta  la  puerta  porque  no  dio 
gracias  después  de  comulgar.  Yo  me  fui  enseguida  á  hacerlo  para  que  la  co- 
sa no  pasara  adelante,  pero  todavía  quitados  los  ornamentos,  arrodillados 
los  niños  me  pidieron  la  bendición. 

Son  las  4  y  cuarto  de  la  tarde;  luego  saldré  á  ver  la  familia  de  D.  Anto- 
nio Pablo,  y  á  enterarme  bien  de  la  lancha. 

Ha  venido  á  hablar  conmigo  un  caballero  llamado  D.  Luciano  Dolozon, 
y  me  ha  presentado  su  hijo,  niño  de  unos  11  ó  12  años  muy  simpático,  para 
que  sea  recibido  en  el  colegio  como  interno.  Tiene  Lino,  que  así  se  llama 
el  niño,  tantas  ganas  de  entrar  en  él,  que  apenas  entendió  la  determinación 
de  sus  padres,  se  presenta  un  día  en  casa  con  el  cabello  cortado  á  rape, 
porque  había  oído  decir  que  en  colegio,  no  querían  á  los  niños  con  el  pelo 
largo:  de  buena  gana  me  lo  llevaría  conmigo  á  mi  vuelta  de  Tumauini.  Don 
Juan  Quintos,  á  quien  vuestra  reverencia  conoce,  y  es  cuñado  del  padre  Ca- 
lúen, me  habló  de  algún  otro  niño  que  tiene  entre  manos,  y  todos  son  discí- 
pulos de  la  escuela  católica  que  él  dirige:  de  esta  misma  escuela  es  el  señor 
Gonzalo  José,  y  no  sé  si  algún  otro. 

Mis  saludos  afectuosos  á  los  padres  Josés,  Clotet,  Vives,  y  á  los 
HH,  Arnalot  y  Torres,  y  así  ellos  como  vuestra  reverencia  acaben  de  pa- 
sar felices  esta  y  muchas  octavas  de  tan  grande  Patriarca. 

De  vuestra  reverencia,  siervo  en  Cristo  Jesús  que  se  encomienda  en 
sus  SS.  SS.  y  OO. 

JHS. 

Elíseo  Gil,  S.  J. 

Estoy  en  casa  de  D.  Antonio  Pablo.  La  lancha  americana  saldrá  mañana 
á  las  9  a.  m.;  hay  en  ella  comida:  doy  estas  líneas,  porque  líneas  son,  aun- 
que sean  muchas,  á  D.''^  Juliana  Florendo,  madre  de  nuestro  alumno  José 
Villanueva,  la  cual  se  ha  ofrecido  á  llevarlas  con  gusto.  Adiós. 


224 

CARTA  SEGUNDA 

Tuguegarao,  24  de  marzo  de  1911. 

R.  P.  José  Alfonso. 
Amadísimo  en  Cto.  padre  rector:  El  pasado  martes  21,  con  aquella 
puntualidad  y  buena  fe  que  nos  enseña  la  campanilla  de  nuestras  casas  reli- 
giosas, á  las  8  y  media,  tomo  un  muchacho  que  me  lleve  la  maleta  y  otro 
la  fiambrera  y  una  botella  con  agua  y  me  voy  á  buscar  al  Sr.  Mendoza  y  la 
lancha  que  ha  de  salir  á  las  9.  A  las  9  dijo,  pues  dijo  V.  muy  mal  porque  nos 
dice  Mr.  Fuler,  dueño,  capitán  y  maquinista  de  la  lancha,  que  no  saldremos 
hasta  las  11.  Nos  vamos  á  la  casa  de  los  Sres.  Corpus,  y  como  que  ya  era 
cerca  de  la  hora  de  comer,  un  buen  almuerzo  que  nos  prepararon,  que  el 
tiempo  no  daba  más,  suplió  muy  bien  la  comida  de  aquel  día.  Sin  perder 
la  buena  fe  por  nuestro  antiguo  hábito,  á  las  11  en  la  barca:  ni  por  esas: 
falta  aún  la  gasolina,  es  decir  la  fuerza  motriz  que  nos  ha  de  llevar:  las 
oficinas  no  se  abrirán  hasta  las  2,  pues  esperar  hasta  las  2.  ¿Y  si  uno  se  can- 
sa de  esperar  qué  hace...?  pues  irse  ó  tirarse  al  río.  Ya  no  abandonamos  el 
puesto:  en  un  canal  sin  salida  pero  con  entrada  al  puerto  de  donde  se  pro- 
veía de  agua,  con  un  solecito  de  Filipinas,  en  un  barangay  que  remolcaba  el 
vaporcito,  la  pasamos  muy  bien:  para  no  perder  del  todo  el  tiempo  dimos  á 
los  niños  algunas  estampitas  y  algunos  buenos  consejos:  no  subimos  en  la  ga- 
solina, porque  vimos  que  estaba  bastante  llena  de  jóvenes  americanos  y  fili- 
pinos y  creímos  que  ellos  estarían  mejor  y  también  nosotros,  y  aún  más  an- 
chos y  con  menos  calor,  si  bien  en  lugar  más  humilde  y  barato,  lo  cual  no  era 
de  despreciar. 

Llegaron  las  2  y  nos  movieron  un  poco,  levantaron  el  mástil  para  la  vela, 
nos  sacaron  á  lo  ancho,  nos  dejó  la  gasolina  y  nos  quedamos  hasta  sin  bogado- 
res guardando  el  barangay,  hasta  las  6  de  la  tarde:  venían  ganas  de  pegarle 
fuego:  no  lo  hicimos  no  obstante.  Si  uno  en  estas  tierras  se  hace  de  una  vez 
el  ánimo  de  no  tener  nunca  las  cosas  á  su  tiempo,  es  feliz.  En  ninguna  parte 
he  visto  que  sobre  más  el  tiempo...  como  todo  el  que  viene  está  por  gastar, 
y  no  se  sabe  cuándo  será  el  fin  del  mundo...  me  dijeron  luego  que  el  ameri- 
cano no  encontraba  bogadores  porque  les  pagaba  poco. 

Salimos  por  fin  más  tarde  que  los  israelitas  de  Egipto,  sin  duda  porque  no 
hubo  plagas,  aunque  no  tardaron  en  venir,  como  adelante  se  dirá. 

Pronto  oscureció  y  aún  más  pronto  se  rompió  una  bomba  de  la  máquina  y 
á  dormir  falta  gente:  primera  plaga;  ¿pero  quién  podía  dormir,  si  había  unos 


225 

mosquitos  más  malos  y  más  rabiosos  que  los  que  picaron  á  los  Faraones?  Con 
el  Moisés  que  llevábamos  ¡pobres  de  nosotros  si  nos  persiguiera  alguien! 
Despertó  el  alba,  que  era  la  única  que  dormía,  y  vimos  que  nos  encontrábamos 
en  un  barrio  por  nombre  Alilino  que  pertenece  al  pueblo  de  Camalaniugan. 
También  vimos  la  causa  formal  del  chapoteo  que  oíamos  á  poca  distancia,  que 
eran  los  carabaos  que  muy  formales  y  silenciosos  salían  del  agua  y  se  diri- 
gían solos  á  sus  casas:  estos  animales  se  pasan  toda  la  noche  y  aun  más  en  el 
agua  que  no  sé  cómo  no  se  pudren.  A  las  5  tomó  Mr.  Fuler,  éste  era  el  due- 
ño de  la  gasolina,  un  bote  particular  y  se  despidió  de  nosotros  hasta  las  10 
en  que  volvería  con  una  pieza  de  cobre  que  le  faltaba  para  el  remiendo.  Yo 
comenzaba  á  alarmarme:  es  verdad  que  tenía  tiempo  hasta  el  domingo  por  la 
noche  en  que  comenzaba  los  Ejercicios  á  los  señores  curas,  pero  la  cosa  era 
grave:  los  padres  tenían  que  reunirse  en  Tumauini  algunos  empleando  un 
día  ó  más  de  camino  dejando  alguno  dos  días  y  todos  uno  la  parroquia  sin 
misa  en  día  de  precepto;  que  es  buen  argumento  de  la  importancia  que  da  el 
señor  obispo  á  los  Ejercicios;  y  si  yo  no  aseguraba  mi  llegada,  tenía  que  avi- 
sar con  tiempo  para  que  ninguno  se  moviera,  y  como  veo  que  aquí  se  pier- 
den los  días  como  en  otras  partes  las  horas...  Además  la  semana  santa  es- 
taba cerca,  y  dentro  de  ese  tiempo  tenía  que  dar  otra  tanda  en  Aparri.  Me 
aseguró  que  llegaría,  sin  duda  ninguna  á  tiempo,  á  mi  destino:  no  obstante 
quedé  en  la  determinación  de  trasladarme  á  cualquiera  otra  lancha  de  vapor 
si  por  allí  pasaba. 

Entre  tanto  que  venía  la  bomba,  que  yo  no  la  esperaba  sino  á  las  6  de  la 
tarde  como  el  día  anterior,  saltamos  á  tierra,  hicimos  lo  que  no  se  podía  ha- 
cer tan  fácilmente  en  el  barangay,  que  en  todo  hay  que  pensar,  y  para  apro- 
vechar el  tiempo,  (aunque  esto  ya  era  aprovecharlo)  saqué  mis  estampitas, 
y  al  cabo  de  10  minutos  ya  había  conocido  y  me  había  hecho  amigo  de  todo 
el  pueblo.  El  buen  efecto  de  nuestra  campaña  se  conoció  en  que  al  fin  las 
mujeres  para  mostrar  su  agradecimiento,  nos  cantaron  como  á  David,  la  Pa- 
sión del  Señor,  asomándose  de  cuando  en  cuando  una  Micol  á  la  ventana  para 
ver  si  notábamos  el  obsequio:  tienen  por  aquí  estas  buenas  gentes  la  santa 
costumbre  de  cantar  a  coros  durante  la  cuaresma  la  Pasión  de  Cristo  for- 
mando un  dúo  sentimental,  como  se  suele  cantar  en  España.  Hasta  los  presos 
de  la  cárcel  se  entretienen  en  cantarla,  y  ellos  mismos  se  cuidaron  de  pedir- 
me el  libro  en  que  se  contiene,  que  es  bastante  voluminoso  y  es  lo  mejor  que 
tienen  escrito  en  Ilocano  según  he  oído  á  persona  competente.  A  una  mujer 
que  nos  vino  á  vender  algunos  huevos  de  gallina  y  algunos  otros  en  un  nido 
de  pájaros,  menudos  como  garbanzos,  le  compramos  todos  los  de  gallina  y  le 
dejamos  los  de  pájaro  para  que  se  hiciera  una  tortilla.  El  río  estaba  lo  más 

15 


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pintoresco  que  pudiera  desear  un  fotógrafo  ó  un  pintor;  es  ancho  como  dos  ó 
tres  veces  el  río  Ebro,  pero  lleno  de  agua  y  al  presente  de  barquillas  peque- 
ñas donde  apenas  cabían  dos  hombres  para  pescar,  arrojando  al  agua  en  for- 
ma de  abanico  una  ligera  red  que  recogían  poco  después. 

Mr.  Fuler,  gracias  á  Dios,  vino  esta  vez  puntual,  remolcado  su  bote  por 
la  lancha  de  vapor  Oriente,  que  para  mí  fué  como  la  estrella  de  los  Magos: 
quise  pasarme  á  ella,  pero  Mr.  Fuler  me  dijo  que  no  admitía  pasajeros,  que 
tenía  que  esperar  en  no  sé  dónde  varios  días  y  que  no  tuviera  temor  que  lle- 
garía á  tiempo  á  mi  destino.  Confiando  en  la  palabra  que  me  había  dado  y  más 
en  Dios  que  es  más  fiel,  me  decidí  á  quedarme,  y  después  de  martillar  nuestro 
capitán  y  maquinista  hasta  las  12  'Z,,  salimos  á  toda  máquina  de  Alilino,  y  era 
ya  el  segundo  día  de  nuestro  viaje  y  no  estábamos  á  una  hora  del  término  á 
quo  de  él.  Y  fíjese  V.  R.  que  el  plan  era  pasar  la  primera  noche  en  Alcalá,  la 
segunda  en  Lallo,  y  la  tercera  en  Tumauini  en  el  convento  de  los  padres.  Me 
despedí  hasta  con  sentimiento  de  los  niñitos  que  me  habían  cobrado  mucha  afi- 
ción y  á  las  dos  de  la  tarde  sin  haberse  roto  ninguna  de  las  otras  bombas  está- 
bamos en  Lallo.  Poco  rato  paramos  y  eran  las  4  y  media  ni  más  ni  menos,  cuan- 
do notamos  que  la  gasolina  que  andaba  delante  de  nosotros  unos  40  pasos,  se 
acerca  á  la  orilla  para  atracar.  ¿Qué  pasa?  pregunté  verdaderamente  alarma- 
do. ¿Ya  hemos  acabado?  Habíamos  llegado  ya  donde  estaban  ellos,  y  Mr.  Fu- 
ler me  dice:  Padre  conviene  que  paremos  en  este  almacén  de  un  americano, 
porque  aquí  tenemos  herramientas  y  trabajando  toda  la  noche,  puede  quedar 
bien  arreglada  la  máquina,  y  será  mejor  que  no  después  se  nos  estropee  más: 
yo  lo  siento  más  que  V.,  porque  pierdo  crédito  y  dinero  (tiene  razón,  decía 
yo,  y  lo  que  es  de  mí  poco  ganarás)  y  una  desgracia  así  le  puede  pasar  á 
cualquiera:  (ya  lo  creo,  si  las  máquinas  son  viejas  como  me  parece  ésta  de 
séptima  ú  octava  mano).  Todo  esto  me  dijo  el  americano,  y  casi  con  las  mis- 
mas palabras,  porque  hablaba  bien,  y  sea  dicho  de  paso,  es  edificante  cómo 
los  americanos  se  aprenden  el  español,  lo  cual  indica  la  necesidad  que  tienen 
de  aprenderlo,  y  he  oído  varias  veces  á  los  naturales,  y  así  lo  creo,  que  ellos 
se  dan  ahora  más  al  castellano  que  lo  hacían  en  tiempo  de  los  españoles. 

Pero  sigamos  nuestro  camino,  es  decir  parémonos.  Esta  vez  si  que  pensé 
que  nos  la  pegaban  en  toda  regla,  los  sujetos  que  iban  en  la  gasolina,  aunque 
jóvenes  muy  respetuosos  y  atentos,  era  lo  más  á  propósito  para  formar  yo  mi 
sospecha:  como  que  no  iba  nadie  que  pagara  el  viaje  por  sí:  un  empleado  de 
obras  públicas,  un  teniente  del  ejército  que  espantaba  todas  las  alimañas  de 
los  bosques  con  los  repetidos  toques  de  la  corneta  del  capitán,  un  viajante  de 
comercio,  y  algún  otro  por  el  estilo:  es  decir,  gente  que  prefería  arrostrar 
los  contratiempos  de  un  río  ameno  y  hermosísimo,  á  las  tempestades  eléctri- 


227 

cas  que  se  desarrollan  en  las  oficinas.  Pues  señor,  me  dije  para  mí;  estos  se- 
ñores bajan  aquí,  cenan  pronto,  se  levantan  de  mañanita,  y  antes  de  amane- 
cer están  colocados  en  un  buen  punto  de  caza,  pasan  allí  tres  horas  ¡ojalá  sean 
perdidas!  y  allá  á  las  10  ó  las  11  se  nos  vienen  á  juntar;  para  pensar  así, 
tenía  además  de  lo  dicho  el  que  les  había  oído  hablar  algo  de  caza  de  vena- 
dos de  aquellos  bosques  y  hasta  sospeché  si  llevaban  rifle,  y  el  ver  la  tranqui- 
lidad con  que  recibían  los  avisos  de  Mr.  Fuler  que  á  mí  tan  triste  me  ponían. 

Pararon  pues,  y  bajaron  hasta  dos  jóvenes  que  con  nosotros  venían  en 
el  barangay,  con  quienes  todavía  no  habíamos  hablado,  y  que  después  resultó 
que  era  el  uno  alumno  del  ateneo,  y  el  otro  hermano  de  nuestro  alumno  Fer- 
nando Qorospe.  Mi  fidus  Acates  y  yo,  no  salimos,  porque  no  sabía  qué  casa 
era  aquella,  y  aun  como  quedaba  mucho  día,  nos  hicieron  ir  á  vela  río  arriba, 
y  primero  á  descargar  unos  sacos  de  arroz  á  pocos  metros  de  distancia. 
Luego  apareció  sobre  un  morrillo  que  formaba  el  monte  donde  había  una  casa 
con  algunas  dependencias,  un  hombre,  que  yo  creí  que  sería  pariente  del 
americano  cazador,  y  me  retiré  dentro  del  barangay.  Hizo  el  hombre  subir 
los  sacos  por  aquella  pendiente  corta  pero  pesada  y  salimos  un  poco  á  tierra, 
y  cuando  ya  acabaron,  el  hombre  que  nos  vio  nos  dijo:  <'¿Por  qué  no  han  subi- 
do Vds.»?  Pensaba  yo  que  nos  quería  hacer  dormir  con  los  otros,  y  así  dije: 
«Estamos  muy  bien,  gracias».  «Al  menos  podían  haber  subido  Vds.  á  descan- 
sar un  poco  mientras  descargaban».  «Estamos  bien,  gracias».  Viendo  nuestra 
terquedad  tentó  el  hombre  nueva  vía  y  nos  atacó  por  la  piedad:  «ya  sabe,  pa- 
dre, que  las  casas  solitarias  son  más  protegidas  de  Dios».  «Claro,  dije  3^0  con 
más  dulzura  de  voz,  porque  la  soledad  convida  á  acudir  con  más  frecuencia 
á  Dios  (eso  por  si  te  acuerdas  de  Él)».  «¿Es  V.  español?  le  pregunté».  «Ser- 
vidor de  V.»  ¿Y  estará  V.  aquí  con  algunos  de  la  familia?  Parece  que  la  pre- 
gunta fué  más  curiosa  de  lo  que  hubiera  deseado,  titubeó  un  poco,  aunque 
con  garbo,  y  respondió:  «Ya  le  diré  á  V.,  se  puede  decir  que  sí  y  que  no.» 
La  cosa  no  salió  muy  clara,  más  que  todo  sin  duda  porque  yo  me  fijé  bien 
poco.  Le  pregunté  si  era  pariente  de  aquel  señor  vecino;  me  dijo  que  eran 
buenos  amigos,  y  yo  también  hechas  las  paces  con  él,  que  no  tenía  ninguna 
culpa,  nos  despedimos  y  nos  dimos  á  la  vela. 

Poco  antes  de  anochecer  cesó  el  viento,  y  los  bogadores,  para  que  no 
tuviéramos  mosquitos,  acercaron  la  barca  hacia  un  arenal  huyendo  de  los  ar- 
bustos. El  sol  rojo  como  el  carmín  no  alumbraba  casi  nada  cuando  aún  estaba 
bastante  alto  en  el  horizonte;  por  entre  las  matas  que  hay  cerca  del  río  se 
veían  correr  gordos  patos  silvestres,  y  todo  el  bosque,  parecía  estar  cuajado 
de  animales  de  toda  especie,  tal  era  el  estrépito  que  movían  día  y  noche. 
Apenas  puesto  el  sol  apareció  un  espectáculo  á  nuestros  ojos,  de  lo  más  cu- 


228 

rioso:  por  encima  de  nuestras  cabezas  comenzaban  á  pasar  unos  pajarracos 
grandes  de  vuelo  lento  y  suave  y  al  parecer  como  los  que  aquí  llaman  ga- 
vilanes; primero  pasan  algunos,  y  después  van  pasando  más,  y  crecen  en  tan- 
to número,  que  llenan  todo  el  horizonte,  guardando  todos  casi  la  misma  dis- 
tancia y  llevando  la  misma  dirección.  Me  dicen  que  son  murciélagos  bonitos 
para  comer.  Pues  buen  provecho!  Yo  tengo  miedo  hasta  de  que  se  me  acer- 
quen ó  me  vengan  á  chupar  la  sangre,  y  ya  algunos  van  rozando  el  agua  y 
pasan  junto  á  la  barca.  Deben  de  ser  vampiros.  Pasó  después  de  buen  rato 
esta  silenciosa  procesión  y  cenamos  sin  vampiros.  Es  de  notar,  que  desde  la 
segunda  comida  que  comió  cena  que  cené  tuve  convidados,  y  no  teniendo 
apenas  para  el  Sr.  Mendoza  y  para  mí,  aún  encontramos  de  los  recursos 
de  la  caridad  algo  que  dar  á  los  que  apenas  comían  más  que  morisqueta,  y 
ésa  bastante  mala.  Pero  no  perdí  el  fruto  de  esta  caridad,  aun  antes  de  que 
el  Rey  del  cielo,  venga  á  juzgar  á  los  vivos  y  á  los  muertos. 

Como  la  noche  anterior  no  habíamos  dormido  y  ésta  no  esperábamos  dor- 
mir demasiado,  nos  acostamos  pronto,  y  el  Sr.  Mendoza  que  no  perdía  ocasión 
para  hacerme  el  viaje  lo  más  suave  posible,  logró  con  gusto  de  todos,  la  tol- 
dilla  del  timonel,  que  es  la  parte  más  alta  y  cómoda  de  la  barca  para  que  yo 
solo  durmiera  en  ella,  aunque  podían  bien  dormir  dos.  Dormí  como  en  casa, 
muy  bien,  pero  me  levanté  un  poco  entumecido,  porque  la  noche  fué  muy 
fresca,  y  tan  húmeda,  que  la  parte  de  la  almohada  que  quedó  fuera  de  la 
toldilla  estaba  enteramente  mojada.  Serían  las  cuatro  de  la  mañana  cuando 
disperté;  di  gracias  á  Dios  con  los  mil  animales  que  alborotaban  en  el  río  y 
en  el  bosque,  hice  mi  oración,  cumplí  con  mi  rezo,  para  todo  lo  cual  siempre 
tenía  tiempo  sobrante,  almorzamos  uno  ó  dos  huevos,  nos  cansamos  de  espe- 
rar, aprendimos  á  hacer  sipa  de  uno  de  los  bogadores,  nos  dimos  á  la  vela  á 
las  8  y  cuarto  y  la  gasolina  aún  no  comparecía.  Saldremos  también  hoy  á  las 
10  como  ayer  ó  las  6  de  la  tarde,  como  antes  de  ayer?  No  tanto  sino  á  las  9 
y  media;  es  decir,  que  los  picaros  han  podido  cazar  unas  cuantas  horas. 
Cuando  se  presentó  ocasión  pregunté  á  los  dos  señoritos  compañeros  nuestros 
y  nos  certificaron  realmente  que  el  Sr.  Fuler  había  estado  trabajando  toda  la 
noche  y  la  mañana:  mejor  así. 

Adelantamos  la  mar:  á  la  una  y  cuarto  llegamos  á  Alcalá:  no  puedo  ir  á 
ver  al  padre  que  sin  duda  me  esperó  en  el  Pedrito.  Al  joven  estudiante  del 
ateneo  que  es  natural  de  aquí,  dimos  un  telegrama  para  Tuguegarao.  El  se- 
ñor Mendoza  se  llega  hasta  el  pueblo  á  buscar  provisiones,  y  viene  después 
de  un  rato  con  tres  que  llaman  chorizos,  y  son  unas  longanicillas  de  esas 
grasientas,  como  el  dedo  meñique,  10  plátanos  y  unas  galletas  ó  cosa  por  el 
estilo,  lo  más  parecido  al  pan  que  encontró.  A  las  tres  de  la  tarde  el  viento 


229 

nos  rompe  la  vela  que  ya  era  algo  vieja,  la  arrollan  un  poco,  pues  no  sufre 
mejor  compostura,  y  aprovechan  la  mitad.  Vemos  patos.  Se  hace  de  noche. 
Hacemos  alto  ya  bien  oscuro,  bastante  adelante.  Ya  me  he  acostumbrado  á 
vivir  y  dormir  en  el  río;  el  Sr.  Mendoza  y  el  Sr.  Gorospe  han  cubierto  la  tol- 
dilla  por  la  parte  que  mira  al  norte  con  una  manta,  y  he  pasado  una  noche  tan 
rica  y  tan  descansada,  que  no  espero  pasar  mejor  ésta  que  voy  á  dormir  aquí 
en  Tüguegarao.  A  las  5  y  media  levamos  anclas  que  también  las  tienen  nues- 
tras embarcaciones.  A  las  9  y  media  Mr.  Fuler,  para  y  remacha  un  poco  la 
bomba.  Alas  10  comienza  á  lloviznar,  y  vemos  dos  bandadas  de  patos  que 
creo  hubiéramos  también  visto  aunque  no  lloviera;  por  fin  á  las  2  y  cuarto, 
tomamos  tierra  en  Tüguegarao.  Dos  ó  tres  veces  había  el  padre  vicario  sali- 
do con  quílez  á  buscarnos  y  tuvimos  que  ir  á  pie.  El  P.  Mendoza  nos  recibió 
con  mucha  caridad,  nos  dio  de  comer  muy  bien,  aunque  de  pescado  por  ser 
viernes.  Saludé  al  P.  Aniceto,  dominico,  que  está  en  casa  del  padre  vicario, 
para  ayudarle  en  los  ministerios  parroquiales  durante  el  día.  Con  los  sobrini- 
tos  del  padre  tuve  una  larga  conferencia;  son  muy  bien  educados,  y  desde 
luego  se  conoció  en  el  cariño  y  respeto  conque  nos  recibieron;  por  supuesto, 
que  me  robaron  las  estampas  mejores  y  más  bonitas.  Esta  tarde  he  ido  con 
el  padre  Aniceto  á  visitar  á  los  padres  dominicos  con-  su  padre  rector  que 
parte  para  Manila.  Me  han  recibido  con  mucha  caridad,  me  lo  han  enseñado 
todo:  el  colegio  es  grande  y  hermoso,  con  unos  campos  delante  sin  cultivar 
grandísimos.  Tienen  pocos  alumnos,  sin  duda  porque  la  vida  es  cara.  El  pa- 
dre Tejedor  no  hace  más  que  recordarme  los  obsequios  que  vuestra  reveren- 
cia le  hizo  cuando  estuvo  en  esa,  y  todos  ellos  me  han  ido  recordando  las 
peripecias  de  los  antiguos  expedicionarios  PP.  Clos,  Benaiges,  Clotet,  Al- 
fonso y  Tarrago:  me  dieron  muchos  recuerdos  para  todos. 

Son  ya  las  once  y  media  de  la  noche,  y  noto  que  me  he  alargado  toman- 
do mil  menudencias  de  mi  diario:  no  obstante,  he  querido  acabar  ésta  para 
aprovechar  el  Pedrito  que  saldrá  mañana  á  primera  hora,  y  al  cual  hemos 
visto  esta  tarde  que  volvía  ya  muy  ufano.  ¡Cuánto  sentí  no  haberme  embar- 
cado en  él! 

Adiós.  Saludos  á  todos  y  petición  de  oraciones  que  es  lo  que  más  falta 
me  hace,  mientras  vius  aném  per  aquestos  riiis. 

De  vuestra  reverencia  affmo.  siervo  en  Cristo  Jesús. 

JHS. 

Elíseo  Gil,  S.  J. 


230 

CARTA  TERCERA 

Aparri,  2  de  abril  de  1911. 

Rdo.  P.  José  Alfonso. 

Amadísimo  en  Cristo,  padre  rector:  En  Tuguegarao  le  escribí  una  larga 
carta  que  por  un  pequeño  descuido  tal  vez  la  reciba  con  la  presente. 

Salí  de  Tuguegarao  la  mañanita  del  sábado  á  las  7  después  de  decir 
misa.  Salió  á  despedirme  mi  amable  compañero  el  señor  Mendoza  que  se 
quedaba  en  casa  de  su  tío,  aunque  con  harto  sentimiento  suyo,  pues  quería 
acompañarme  hasta  Tumauini:  alguna  lagrimilla  resbalaría  de  sus  ojos  cuan- 
do yo  desde  lejos  le  agitaba  mi  sombrero  hasta  que  nos  perdimos  de  vista. 
Se  encontraba  algo  delicado  y  yo  disuadí  á  su  tío  que  le  dejara  seguir 
adelante,  sino  que  comenzara  á  descansar  y  disfrutar  de  las  vacaciones,  ya 
que  podía,  y  lo  necesitaba. 

Llegué  en  la  misma  forma  arrastrado  por  Mr.  Fuler  hasta  Cabágan  nue- 
vo donde  paramos  un  poco,  y  me  vino  á  saludar  el  P.  Ensebio  y  ya  bien  de 
noche  hasta  Tumauini,  no  sin  peligro  de  barar,  porque  poco  antes  de  llegar 
á  la  población  se  ensancha  extraordinariamente  el  Vio  y  falta  fondo. 

En  la  playa  ó  desembarcadero  á  nadie  vi,  envié  exploradores  pero  sin 
ningún  resultado,  no  había  quílez  ni  cosa  que  se  le  pareciera.  Pues  yo  no 
me  quedo  otra  noche  en  el  barangay  siendo  aún  las  7  ú  8  de  la  noche.  Pre- 
gunto cuánto  dista  el  pueblo;  me  dicen  que  1/4  de  hora;  pido  dos  mozos  al 
Mr.  para  la  maleta  y  para  el  cajón  de  libros  de  los  padres  y  un  farol  que  el 
mismo  señor  nos  ofrece  que  fué  de  absoluta  necesidad,  y  nos  dirigimos  al 
convento.  Saltando  charcos  y  apartando  ramas  llegamos  por  fin  después  de 
casi  media  hora.  «Ave  María  Purísima»  Allí  no  había  ningún  ave  que  res- 
pondiera: sin  quílez  decía  yo  y  sin  nadie  en  casa  y  el  director  de  los  Ejerci- 
cios, aunque  me  esté  mal  decirlo,  pero  no  hay  duda  que  lo  soy...  ¡no  es  esto 
recibimiento  frío  y  desatento!  pues  arriba  á  una  sala  y  luego  á  otra  y  aden- 
tro; y  más  adentro  todavía  veo  á  un  padre  que  se  agita,  delgado  de  carnes, 
joven.  ¡Buenas  noches!  ¿No  sabe  quién  tiene  aquí?,  dije  con  cierto  candor. 
(Pensé  que  no  habría  recibido  mi  telegrama)  pero  él  sin  que  éstas  mis  cari- 
cias le  hicieran  salir  de  quicio,  mirándome  con  ojos  inseguros  y  vagos  como 
lo  haría  un  hombre  que  temiera,  me  dio  su  mano,  me  introdujo  en  mi  apo- 
sento, despaché  á  los  mozos  con  una  buena  propina  y  me  llevó  enseguida  á 
enseñarme  todas  las  dependencias  de  la  casa,  &.  Parecía  se  había  propuesto 
hacerme  ver  claramente  que  conocía  lo  más  principal  de  los  Ejercicios  de  san 


231 
Ignacio:  que  el  amor  se  manifiesta  más  en  obras  que  en  palabras.  Aquí  en 
esta  sala  estará  vuestra  reverencia  sólo,  los  padres  estarán  aquí  al  lado, 
pero  cerraremos  esta  puerta:  aquí  el  padre  vicario  y  yo,  aquí  los  padres  que 
no  caben  en  la  otra  sala:  debajo  de  este  Sagrado  Corazón  platicará  vuestra 
reverencia;  llevemos  estas  espermas  á  su  cuarto  (ésta  era  la  luz  ordinaria). 
Aquí,  tiene  jabón,  mesita,  por  cierto  de  mármol,  espejo  por  cierto  tríplice, 
antes  del  chocolate,  en  el  chocolate  y  después  del  chocolate:  hasta  me  dio 
casilla  aparte  donde  iría  yo  sólo  ni  envidioso  ni  envidiado.  Cené  bien  y  al 
sábado  siguió  el  domingo.  Como  las  iglesias  carecen  ahora  de  aquella  sub- 
vención que  el  gobierno  español  les  daba,  están  casi  todas  en  malísimo  estado 
de  conservación.  Al  bajar  á  la  de  Tumauini  lo  primero  que  hirió  mis  ojos, 
mejor  mis  narices,  fué  no  el  olor  del  incienso  como  era  más  natural,  sino  el 
de  murciélago.  De  día  los  arcos  del  presbiterio  y  del  altar  mayor  presenta- 
ban el  aspecto  de  las  higueras  cuando  están  llenas  de  brebas.  De  la  bóveda, 
cual  si  fuera  un  techo  empapelado  cuyas  hojas  se  despegan,  así  penden  las 
hojas  de  cinc  de  dos  ó  más  metros  de  largas  por  algo  menos  de  anchas  pren- 
didas muchas  por  un  sólo  lado  con  pocos  clavos.  Quedé  pasmado  de  la  sere- 
nidad de  este  padre  que  tantas  veces  tiene  que  pasar  por  debajo  de  estas 
espadas  de  Damocles  y  no  pierde  el  apetito.  Yo  lo  he  procurado  conservar 
pensando  que  una  vez  que  vengo  aquí,  que  quizá  sea  la  última,  no  me  habrían 
preparado  una  lámina  de  aquellas  que  me  acabara.  Pasé  pues  impertérrito 
adelante,  no  de  otra  suerte  que  García  Moreno  dicen  se  ponía  á  estudiar  de- 
bajo de  una  roca  que  amenazaba  desprenderse,  sólo  para  formar  su  ca- 
rácter. 

Durante  el  domingo  vinieron  á  visitarme  D.  Recaredo  y  el  Sr.  Gonzá- 
lez, españoles  empleados  de  la  tabacalera  con  los  cuales  hablé  amistosamente 
largo  rato.  Por  la  tarde  comenzaron  á  venir  los  padres.  El  primero  fué  el  de 
Cabágan  viejo  que  está  bastante  apartado:  parece  hombre  nunc  primiim 
educías  e  puluere  glebae  pero  por  la  mano  del  que  hace  aptos  á  los  instru- 
mentos que  toma  para  lograr  su  fin,  aptísimo  ministro  del  Señor,  porque  el 
pobrecito  me  contaba  de  su  iglesia,  que  la  encontró  destechada,  que  ha 
arrancado  de  ella  no  sólo  hierbas  que  invadían  el  piso  y  las  paredes  sino  árbo- 
les como  la  pierna.  Es  un  buen  padre  por  todo  lo  que  he  podido  observar  y 
de  aquellos  á  quienes  por  ser  humildes  el  Señor  da  su  gracia.  Poco  á  poco 
se  fué  animando  la  cosa  y  comenzaron  á  llegar  padres  y  más  padres  hasta  el 
número  de  10  que  con  uno  que  faltó  por  estar  enfermo  son  todos  los  padres 
que  administran  la  Isabela.  Un  fuerte  aguacero  retrasó  á  dos  hasta  la  maña- 
na siguiente.  De  mis  Ejercicios,  lo  que  puedo  decir  sin  vanidad  y  sin  peligro 
de  errar  es,  que  estuve  hablador  ut  in  pluribus,  del  fruto  que  debió  ser  gran- 


232 

de,  si  yo  no  he  de  ser  el  único  que  haga  desmentir  lo  que  dicen  todos,  que 
siempre  el  Señor  concede  grandes  gracias  en  ellos.  En  la  iglesia  confesé 
bastantes  personas  en  castellano  y  las  absolví  en  latín  con  grande  consuelo 
de  sus  almas. 

El  jueves  fué'  el  día  destinado  á  la  comunión  de  los  padres,  pues  por  al- 
guna incomodidad  en  la  celebración,  no  me  pareció  conveniente  forzar  las  ra- 
zones para  la  celebración  diaria  como  hacen  en  otras  partes,  aunque  eché 
alguna  semillita  para  que  fructifique  si  el  Señor  la  riega.  Este  mismo  día 
se  avisó  que  si  venía  la  panga  del  correo,  el  simpático  Pedrito,  se  me  avisara, 
aunque  lo  más  propio  era  que  llegara  el  viernes  por  la  mañanita:  no  fué  así 
sino  que  se  presentó  el  mismo  jueves  á  las  6  de  la  tarde  ya  de  noche  y  con 
el  agravante  de  que  salía  enseguida.  Estaba  acabando  de  dar  la  última  medi- 
tación del  día,  y  para  mí  de  Ejercicios,  cuando  en  la  misma  mesa  donde  pla- 
ticaba se  me  da  la  noticia.  Me  levanto  y,  señores,  esto  se  ha  acabado,  arreglo 
en  dos  minutos  la  maleta  y  me  despido  de  los  padres,  tomo  mi  comida  en 
parte  improvisada  y  con  el  P.  Lino,  el  Sr,  Singson  abogado  hermano  del  go- 
bernador de  Vígan,  el  escribiente  del  padre,  y  una  candela  en  manos  de  uno 
de  los  mozos,  que  se  nos  apagó  en  seguida,  como  era  de  suponer,  nos  dirigi- 
mos al  río.  Encontrando  al  paso  la  casa  del  Sr.  D.  Recaredo  y  entramos  á  salu- 
darle: estaba  también  su  señora  y  me  dieron  muchas  expresiones  para  V.  R. 
D.  Recaredo  me  dijo  que  tal  vez  le  escribiría  uno  de  estos  días.  Yo  también 
le  di  las  expresiones  que  V.  R.  me  había  encargado.  Al  llegar  á  la  panga,  sin 
duda  por  ser  la  noche  muy  oscura  y  estar  muy  cargada,  nos  dicen  que  no  sal- 
drá hasta  las  tres- ó  á  lo  más  las  tres  y  media  de  la  mañana:  nos  volvimos  á 
dormir  al  convento  y  di  la  para  mí  última  meditación  de  la  noche  como  si  no 
hubiera  pasado  nada. 

Al  día  siguiente  me  levanté  á  las  dos:  al  ir  á  decir  misa  había  tal  ban- 
dada de  murciélagos  en  el  corto  pasillo  abovedado  que  conduce  al  coro,  que 
daba  miedo;  el  cura  defendía  la  vela  y  yo  mi  cara.  A  aquellas  altas  horas  de 
la  noche  medio  dormido,  me  pareció  si  soñaba  ó  si  de  verdad  me  había 
muerto  é  iba  camino  del  infierno:  no  me  guarnecí  tan  bien  que  uno  de  los 
murciélagos  no  me  diera  con  toda  su  alma  en  la  frente.  Si  me  pongo  á  escri- 
bir en  seguida  con  la  impresión  que  recibí  con  este  beso  de  Judas,  me  salen 
unos  versos  más  rabiosos  que  aquellos  de  te  piquen,  te  acribillen,  te  ma- 
chaquen. 

Salió  la  panga  un  buen  rato  antes  de  amanecer  con  sentimiento  mío  por- 
que dejaba  muchas  almas  que  se  habían  consolado  y  aprovechado  con  mis 
consejos  y  á  quienes  tal  vez  no  vuelva  á  ver  hasta  el  cielo. 

El  simpático  Pedrito  nos  esperaba  á  poco  trecho,  porque  hasta  Tumauini 


233 

no  puede  subir  por  su  calado;  nos  pasamos  á  él  y  fuimos  con  mucha  comodidad 
hasta  Tuguegarao  donde  llegamos  á  las  once  y  media.  El  Pedrito  tiene  el  in- 
conveniente que  es  caro  y  no  dan  comida  en  él,  y  no  tiene  más  que  un  precio; 
á  la  bajada  me  costó  todo  el  trayecto  hasta  Aparri  unos  10  pesos  y  la  subida 
creo  que  cuesta  13.  A  mí  la  subida  en  tercera  con  Mr.  Fuler  me  costó  9  pe- 
sos sin  tomarle  comida  si  bien  me  dijo  que  los  padres  tenían  rebaja,  y  quien 
sabe  si  aún  á  mí  me  rebajó  más  por  los  daños  y  perjuicios  que  me  había 
hecho. 

En  Tuguegarao  ya  me  estaba  esperando  el  Sr.  Mendoza  con  un  quílez. 
Acompañado  del  P.  Mendoza  y  del  P.  Aniceto,  fuimos  á  ver  primero  la  casa 
que  ha  preparado  el  padre  vicario  para  el  señor  obispo  que  se  espera  pronto, 
después  al  convento,  desde  donde  el  P.  Tejedor  con  el  otro  padre  dominico 
que  ya  me  acompañaba,  fuimos  por  una  hermosísima  calzada  á  ver  el  cemen- 
terio. Por  la  tardecita  fui  también  á  las  madres  por  si  se  les  ofrecía  algo 
para  las  de  Vigan.  Tuve  otra  grande  conferencia  con  los  sobrinos  del  padre 
vicario,  con  muy  buenos  consejos. 

Sábado,  1  de  abril  á  las  7  a.  m.  salgo  de  Tuguegaro,  ahora  llevando  por 
compañero  al  P.  Mendoza,  vicario  que  hará  los  santos  ejercicios  en  Aparri, 
con  todos  los  otros  padres  de  Cagayán;  por  el  camino  se  nos  irán  juntando 
los  que  se  encuentren  al  paso.  Al  llegar  á  Lallo  que  fué  al  cerrar  la  noche, 
estaban  con  el  párroco  de  la  población  los  6  padres  ejercitantes.  Rezamos,  ce- 
namos y  nos  retiramos  á  los  aposentos  contiguos,  de  manera  que  se  oía  todo. 
A  las  4  dije  misa  y  me  vino  muy  bien,  porque  contra  lo  señalado,  nos  vinie- 
ron dando  prisa  para  el  embarque  y  alguno  se  quedó  sin  poder  celebrar.  Se- 
rían las  11  de  la  mañana  cuando  pasaba  otra  vez  por  delante  de  Alilino,  pero 
sin  parar,  y  he  saludado  con  el  sombrero  á  los  niños  que  he  visto  en  la  orilla 
y  á  los  mosquitos  que  no  nos  dejaron  dormir;  dos  horas  después  de  salir  de 
Lallo  estábamos  en  Aparri.  Los  primeros  con  quienes  tropezaron  mis  ojos 
fueron  los  Pablos,  José  y  Eustaquio,  que  habían  venido  al  desembarcadero  á 
recibirme.  Todos  los  padres  fuimos  primero  á  su  casa  donde  descansamos  un 
rato,  y  después  al  convento. 

Van  á  dar  las  cuatro  de  la  tarde  y  el  Sr.  D.  José  Pablo,  me  ha  invitado 
á  dar  un  paseo  por  tierra,  que  no  he  dado  desde  que  salí  de  ésa. 

Esta  noche  comenzaremos  los  santos  Ejercicios:  no  sé  si  habrá  ya  cosa 
digna  de  contarse  hasta  que  yo  llegue  á  ésa,  sino  un  fuerte  mareo  que  me 
espera  por  mar  ó  alguna  terrible  tempestad  que  acabe  conmigo  y  con  to- 
dos los  pecados  que  he  cometido  y  tengo  de  cometer  si  Dios  no  lo  re- 
media. 

Vuestra  reverencia  y  los  demás  padres  y  hermanos  rueguen  al  Señor 


234 

por  mí,  para  que  ie  ame  y  le  sirva  el  poco  tiempo  que  tal  vez  me  queda  de 
vida. 

De  vuestra  reverencia  affmo.  siervo  en  Cristo  Jesús. 

JHS. 

Elíseo  Gil,  S.  J. 


CARTA  CUARTA 

Aparri,  12  de  abril  de  191  í. 

R.  P.  José  Alonso. 

Amadísimo  en  Cristo  padre  rector:  Este  diario  que  comienzo  ahora, 
espero  acabarlo  en  Vígan,  si  no  muero  por  el  camino,  pues  si  no  quieres  taza 
te  darán  taza  y  media,  y,  ya  que  me  prueba  mal  el  mar,  me  quieren  lle- 
var á  las  islas  Batanes  ó  sea  un  día  más  de  viaje,  lo  cual  ha  sido  para  mí  de 
tan  mala  impresión,  como  para  Sancho  lo  fueron  aquellos  otros  y  han  de  pro- 
ducir, á  no  dudarlo,  efectos  poco  diferentes. 

Hoy,  pues,  por  la  mañanita,  he  celebrado  en  casa  de  D.  Antonio  Pablo: 
ayer  les  dije  misa  y  les  eché  una  plática,  con  asistencia  de  bastantes  perso- 
nas, entre  las  cuales  varias  comulgaron.  Durante  los  días  de  Ejercicios  que  di 
á  9  sacerdotes  que  con  tres  que  faltaron  forman  todo  el  clero  de  Cagayán, 
confesé  en  el  templo  bastantes  personas.  De  los  sacerdotes  que  faltaron,  dos 
estaban  enfermos  y  el  otro  los  hizo  en  Tumauini  y  en  la  tanda  de  la  Isabela. 
La  impresión  que  me  llevo  de  la  Isabela  y  Cagayán  es  de  compasión,  viendo 
cuántas  más  personas  podrían  salvarse  si  hubiera  padres  que  trabajaran  por 
ellas,  cuántas  más  personas  comulgarían  aun  diariamente  si  hubiera  confeso- 
res, cuántas  jóvenes  que  no  serían  engañadas  con  el  matrimonio  civil  y  otras 
sandeces,  si  hubiera  quien  les  enseñara  la  doctrina,  porque  es  admirable  la 
buena  disposición  que  tienen  para  convertirse  y  servir  á  Dios  y  salvarse. 
Si  hubiera  alguno  de  nosotros  que  pudiera  dedicarse  ordinariamente  á  reco- 
rrer los  pueblecitos,  misionando  y  confesando,  ni  los  aglipayanos,  ni  los  pro- 
testantes, harían  nada  en  estas  tierras.  Por  si  estas  cartas  vienen  á  parar  á 
las  Edificantes,  y  álos  devotos  oídos  de  tercerones  de  Manresa,  reverendos 
padres,  vengan  á  Filipinas,  que  las  almas  de  aquí  valen  tanto  como  las  de 
ahí,  y  aquí  se  compran  más  baratas;  vengan  que  darán  gusto  á  Dios,  agrada- 


235 

rán  al  padre  instructor,  y  alargarán  la  vida  de  nuestro  querido  padre  Ricart. 

Con  buena  mar  salimos  de  Aparri  á  las  cinco  de  la  mañana,  acompaña- 
dos de  cuatro  padres  dominicos  de  Tuguegarao,  conocidos  todos  y  entre 
ellos  el  P.  Tejedor:  llegaron  ayer  estando  en  casa  de  D.  Antonio,  donde 
Castor  José  me  había  llevado  para  recrearme  un  poco  con  el  fonógrafo,  y  á 
todos  nos  obsequiaron  con  un  chocolate.  Se  me  había  olvidado  decir  que  des- 
de el  sábado  de  pasión  hasta  el  martes  santo,  exclusive,  que  eran  días  para 
mí  perdidos,  porque  no  hacía  sino  esperar  el  vapor,  hice  de  párroco,  celebré 
la  festividad  del  domingo  de  ramos  y  bauticé  cuatro  niños  varones,  de  los 
cuales  el  primero  se  llamaba  como  el  P.  Andueza. 

Al  caer  de  la  tarde  llegamos  á  Santo  Domingo  de  Basco,  población  de  la 
isla  de  Batán.  Los  padres  dominicos  me  invitaron  á  quedarme  en  su  conven- 
to hasta  la  tarde  del  día  siguiente  que  era  jueves  santo,  porque  el  vapor  te- 
nía que  ir  á  la  isla  Ibayat  á  cargar  bueyes  y  no  volvería  hasta  aquella  hora. 

Me  trataron  los  padres  con  muchísima  caridad,  cené  y  descansé  muy 
bien  y  pasé  un  día  bueno  asistiendo  á  los  oficios  divinos  y  viendo  la  devo- 
ción de  los  fieles  que  acudían  en  masa  á  la  iglesia  lo  mismo  hombres  que  mu- 
jeres, jóvenes  que  viejos  y  los  niños  ordenados  en  filas  con  sus  maestros  á 
la  cabeza. 

Aquí  no  ha  llegado  aún  la  ilustración  mundana  cuyo  primer  síntoma  es 
la  falta  de  respeto  á  Dios  y  á  las  cosas  santas,  que  va  entrando  á  toda  prisa 
por  otras  partes  junto  con  la  corrupción  de  costumbres  más  espantosa. 

Con  cuarenta  toros  vino  el  Bustamante  ya  bastante  tarde  y  volví  á  él: 
el  rato  que  tuvimos  que  esperar  á  un  pasajero,  subidos  ya  en  el  bote  del  so- 
brecargo, á  la  orilla  donde  batían  las  olas,  y  luego  al  lado  del  buque  mientras 
le  arreglaban  la  escalera  que  se  había  roto;  me  mareé,  y  al  subir  al  barco  pasé 
el  más  mal  rato  que  he  pasado  desde  que  aprendí  á  marearme:  pero  luego 
me  dejó. 

Salimos  de  noche  aunque  deseaban  hacerlo  de  día  para  pasar  con  mayor 
seguridad  entre  las  islas,  entre  las  cuales  se  desarrollan  violentas  y  peligro- 
sísimas corrientes:  ésta  es  la  causa  porque  fuera  de  esa  temporada  en  que  la 
mar  está  muy  buena,  apenas  vienen  barcos  sino  cada  tres  meses  y  muchas 
veces  tienen  que  volverse  sin  poder  atracar  perdiendo  lastimosamente  el 
viaje:  no  tienen  otra  comunicación  con  las  demás  islas,  de  modo  que  están 
como  desterrados  y  estando  tan  cerca  de  la  Isla  de  Luzón  parece  que  distan 
más  que  la  América  ó  la  Europa. 

La  mar  estaba  tan  buena  que  ya  no  me  mareé  más  aunque  nunca  me  en- 
contraba tan  bien  como  en  la  tierra. 

El  sobrecargo  que  obsequió  á  los  padres  dominicos  ha  hecho  lo  mismo 


236 

conmigo:  es  un  antiguo  alumno  de  nuestro  colegio  de  Tudela  y  de  los  fun- 
dadores; me  recordó  los  nombres  de  muchos  padres,  sus  travesuras,  y  se  le 
llama  D.  Manuel  Maderal.  A  Currimao  llegamos  á  las  12  del  día  de  viernes 
santo:  no  hubo  jaleo  como  la  otra  vez.  sin  duda  por  ser  el  día  que  era.  Estu- 
vieron cinco  horas  cargando  arroz  y  á  las  ocho  fondeábamos  en  Pandan.  El 
señor  sobrecargo,  para  que  no  desembarcara  muy  tarde,  me  hizo  el  distingui- 
do obsequio  de  llevarme  en  su  bote  donde  suele  ir  él  solo  con  la  correspon- 
dencia avisándome  de  antemano  para  que  tuviera  preparado  el  equipaje. 

A  las  9  y  media  llego  al  colegio  y  sé  que  han  ido  á  Pandan  á  buscarme 
con  el  quílez  cuatro  veces  por  los  diversos  falsos  avisos  que  se  han  dado  á  la 
llegada  del  Bustamante;  esto  sucede  con  mucha  frecuencia,  y  cada  quílez 
cuesta  peso  y  medio  pues  haj-  unos  cinco  kilómetros  de  distancia  hasta  Vi- 
gan.  Como  gran  gloria  de  mi  expedición,  ya  que  no  traiga  cicatrices  de  las 
batallas,  me  dicen  qué  he  perdido  carnes,  lo  cual  es  más  que  tenerlas  aun- 
que sean  cicatrizadas. 

También  dicen  que  quizá  soy  el  primer  jesuíta  que  ha  pisado  las  islas 
Batanes:  yo  no  tengo  ninguna  culpa  en  esto:  no  obstante  si  se  hace  público 
el  hecho  y  alguien  no  reclama  esta  gloria  para  sí,  la  tomaré  para  mí  y  Dios 
sea  bendito  por  todo. 

Los  recuerdos  no  los  escribo  aquí  porque  ya  los  he  dado  de  palabra. 

De  V.  R.  affmo.  siervo  en  Cristo  Jesús, 

JHS. 

Elíseo  Gil,  S.  J, 


DESCRIPCIÓN  DE  LA  CASA  DE  CAMPO  Y  OBSERVATORIO 

DE  BAGUIO.— LAS  VACACIONES  MAYORES. 

ACTOS  LITERARIOS  DEL  COLEGIO -SEMINARIO 


Carta  del  hermano  escolar  Francisco  Javier  Portas  al  P.  José  Siguión 


Mirador  Observatory  Baguio,  Benguet,  P.  D.  3  de  mayo  de  1911. 

R.  P,  José  Siguión,  S.  J. 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Siguión:  Desde  estas  alturas  voy  á  dar  á  vuestra 
reverencia  alguna  noticia  de  cómo  pasamos  aquí  las  vacaciones,  y  de  paso 
decirle  algo  del  fin  del  curso  pasado. 

A  este  observatorio  y  casa  de  vacaciones,  llegamos  el  P.  Vives  (escolar) 
y  5^0  el  18  de  abril.  El  viaje  se  hace  en  vapor  hasta  San  Fernando  de  la 
Unión;  en  coche  hasta  Aríngay;  en  tren  hasta  Camp  One,  última  estación 
que  se  encuentra  al  pie  de  la  cordillera  de  Benguet,  para  pasar  la  cual  y  su- 
bir á  Baguio  hay  que  enfilar  en  automóvil,  por  una  carretera  muy  sinuosa,  y 
por  extremo  arriesgada  á  causa  de  los  precipicios,  donde  para  despeñarse 
basta  un  pequeño  descuido  del  conductor.  Eso  sí,  panoramas  hermosísimos  de 
empinadas  cumbres,  hondos  barrancos,  riachuelos  por  entre  peñascos,  for- 
mando á  veces  saltos  de  agua,  hondonadas  llenas  de  vegetación,  pinares  es- 
beltos, es  un  delicioso  y  variado  paisaje.  Añada  V.  R.  á  esto  un  sinnúmero 
de  puentes,  algunos  de  hierro,  muchos  colgantes,  unos  grandes,  otros  pe- 
queños, la  mayor  parte  hechos  de  madera  de  pino  y  pintados  de  encarnado, 
cuya  suma  dicen  que  asciende  á  doscientos.  Este  camino  es  verdaderamente 
delicioso,  y  corresponde  al  buen  clima  y  sitio  á  propósito  para  veraneo  donde 
se  halla  situada  la  capital  veraniega,  Summer  Capital  Baguio,  á  donde  se 
trasladan  la  mayor  parte  de  los  empleados  del  gobierno  así  civiles  como  mili- 
tares, desde  el  1.°  de  abril  al  30  de  junio,  además  de  la  gente  adinerada  que 
también  vienen  aquí  á  veranear. 

La  población  hállase  dividida  en  dos  secciones:  una  central  donde  está  la 
mayor  parte  del  pueblo  en  un  valle,  en  una  de  cuyas  colinas  está  el  cuartel 


238 
de  los  constqbularios  y  más  abajo  el  City  Hall.  Al  otro  lado  están  las  casitas 
de  ñipa,  sección  destinada  para  esta  clase  de  construcción.  La  otra  sección, 
es  mucho  más  grande  y  esparcida  y  muy  hermosa.  La  componen  el  campa- 
mento de  los  militares,  las  casas  del  gobierno  de  Manila,  el  campamento  de 
los  maestros  y  profesores  déla  enseñanza  oficial,  clubs  de  juegos  atléticos, 
la  residencia  del  gobernador  general  y  casas  particulares,  unas  al  estilo  de 
las  del  Japón  y  otras  como  los  chalets  suizos  con  sus  hogares  .y  chimeneas. 
De  estos  últimos  los  más  bonitos  son  el  particular  del  gobernador  Forbes  y 
del  comandante  Worcester.  Jardines  bien  cuidados,  pinares,  carreteras  mag- 
níficas, por  donde  pasan  muchos  automóviles,  y  el  ómnibus  también  auto- 
móvil. 

Nuestro  observatorio  y  casa  de  vacaciones  están  situados  en  una  de  las 
extremidades  de  la  población,  á  la  cual,  como  á  todo  el  valle,  domina  comple- 
tamente, pues  el  monte  mirador,  sobre  el  cual  se  asienta,  es  uno  de  los  más 
altos  entre  los  que  la  circundan.  Desde  aquí  se  ve  el  golfo  de  Lingayén  y  el 
mar  de  la  China  cuando  el  cielo  está  despejado;  pues  frecuentemente  están 
las  nubes  tan  bajas  que,  rodeando  nuestra  casa,  no  nos  permiten  ver  nada  en 
derredor.  Por  las  mañanas  el  valle  y  las  hondonadas  semejan  lagos  por  la 
niebla. 

El  edificio  es  de  piedra  cuanto  á  la  planta  baja;  en  el  piso  alto  es  de  ma- 
dera de  pino  por  dentro,  y  de  zinc  por  fuera.  La  capilla  está  en  la  planta  baja 
en  el  centro  del  edificio:  es  hermosa  y  tiene  un  altar  maj^or  en  cuya  horna- 
cina está  la  imagen  devotísima  de  san  José,  patrón  de  la  casa.  A  los  lados 
están  otras  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús  y  de  María  Santísima.  En  el  cos- 
tado izquierdo  hay  un  altar;  al  lado  opuesto,  la  puerta  de  la  sacristía  en  don- 
de hay  dos  altares  más.  El  techo  es  á  manera  de  artesonado  abovedado,  hecho 
de  piezas  de  lata  moldeada,  y  hay  además  un  pequeño  coro.  En  uno  de  los 
extremos  está  el  refectorio  en  la  planta  baja,  y  en  el  piso  alto  el  salón  de 
recreo.  Junto  está  un  pequeño  edificio  destinado  para  despensa  y  cocina. 
Más  abajo  están  el  palomar,  conejar,  gallinero,  etc.  La  vaquería  y  cuadra 
están  en  la  cuesta  contraria. 

En  el  extremo  opuesto  de  la  casa  están  las  oficinas  del  observatorio;  de- 
partamento de  aparatos  registradores  de  meteorología;  pabellón  sismográfi- 
co; un  aposento  para  el  mecánico,  y  otro  para  el  director,  que  es  uno  de  los 
NN.  de  la  central  que  pasa  aquí  las  vacaciones.  Lo  es  ahora  el  P.  Coronas. 
En  la  plazuela  que  sigue  á  dicho  extremo  está  el  parque  meteorológico,  donde 
se  hallan  los  aparatos  que  han  de  estar  á  la  intemperie,  y  en  medio  del  cual 
hay  un  pequeño  kiosko  para  los  que  han  de  estar  á  la  sombra.  Cerca  de  ellos 
está  el  mástil  para  las  señales  y  para  el  reloj  que  da  la  hora  oficial.  Esta  esta- 


239 

ción  es  a  Branch  of  the  central  Observatory  como  lo  llaman,  y  es  único- 
Hay  un  chief  observer,  uno  de  tercera  clase,  un  mecánico  y  un  mensajero. 
Pero  en  estos  meses  de  verano  están  aquí  algunos  de  los  de  Manila,  dos  ó 
tres  jóvenes  observadores  que  acompañan  á  los  visitantes  y  les  explican  los 
aparatos.  Las  visitas  son  frecuentes,  pues  por  término  medio  serán  unas  15 
diariamente.  Esto  en  cuanto  al  observatorio  y  á  la  casa. 

Cuanto  al  personal,  es  superior  de  la  casa  y  de  las  vacaciones  el  P.  Ma- 
nuel Valles,  que  es  el  que  estaba  en  Culión  y  que  vino  aquí  á  recobrar  la  sa- 
lud. Los  demás  son  padres  y  hermanos  del  seminario  de  san  Javier,  del  ate- 
neo y  del  colegio-seminario  de  Vígan;.  total  unos  34.  Con  nosotros  vive 
Mons.  Agius,  hace  una  semana  ya.  Hoy  es  el  último  día  de  vacaciones  ma- 
yores, que  hemos  pasado  con  mucha  alegría  y  expansión.  Del  monte  en  la 
ladera,  en  un  rincón  ameno,  nace  abundosa  fuente,  que  los  NN.  llaman  de 
«san  Ignacio».  Es  tal  que  bien  se  merece  una  lápida  con  una  inscripción  al 
santo.  Allí  solemos  ir  á  tomar  el  almuerzo.  Algunas  veces  vamos  á  la  Anun- 
ciata;  así  llaman  á  una  rinconada  llena  de  vegetación  en  que  el  río  baja  en 
forma  de  pequeña  cascada;  otras  á  Trinidad,  pueblo  distante  casi  una  hora  á 
caballo,  donde  hay  una  granja  del  Bureau  of  AgricuLture  en  que  se  culti- 
van frutas  de  la  zona  templada;  hace  ¡boco  probamos  las  fresas  traídas  de  allí. 
Se  proyecta  una  expedición  á  las  minas  de  oro  de  Mr.  Kelly,  católico,  dis- 
tante unas  3  horas  y  media  á  pie.  Santo  Tomás,  es  el  pico  más  cercano,  en 
cuya  cumbre  hay  una  casita  para  pasar  la  noche  los  que  la  visitan;  su  altura 
es  de  unos  2,000  metros  sobre  el  nivel  del  mar,  y  la  de  Baguio  de  unos  1 ,500. 
También  hacemos,  provistos  de  herramientas,  excursiones  en  busca  de  fósiles, 
que  por  estos  montes  y  barrancos  fácilmente  se  encuentran,  y  de  los  cuales 
enviamos  una  buena  colección  para  el  museo  de  Vígan.  Esta  noche  entrare- 
mos en  Ejercicios  bajo  la  dirección  del  P.  Briansó,  10  padres,  4  escolares  y 
8  coadjutores.  Terminados  los  Ejercicios,  la  gente  irá  volviendo  á  sus  casas 
respectivas  á  prepararse  para  el  próximo  curso. 

Creo  que  he  hablado  bastante  sobre  las  vacaciones;  ahora  voy  á  decirle 
cuatro  palabras  sobre  los  actos  que  presencié  en  el  colegio-seminario  de  Ví- 
gan. A  principios  de  eneróse  tuvo  la  segunda  promulgación  de  dignidades, 
cuya  parte  literaria  sobre  la  estética  estuvcf  á  cargo  del  P.  Vives.  Del  acto, 
le  envío  adjunto  un  programa,  como  también  del  solemnísimo  en  la  fiesta  pa- 
tronal de  Vígan,  cuya  parte  inglesa  estuvo  á  cargo  del  P.  Tompkins,  y  la 
castellana,  del  P.  García,  profesor  de  humanidades.  Todo  fué  muy  aplaudido 
por  los  que  hablan  el  castellano  y  por  los  americanos,  así  por  lo  selecto  de 
las  piezas  como  por  la  feliz  y  acertada  ejecución.  Esta  velada  había  de  darse 
por  la  Inmaculada,  pero  se  creyó  más  conveniente  trasladarla  á  san  Pablo. 


240 


A  fin  de  curso  se  representó  una  opereta  cómica  inglesa,  cuyo  programa 
habrá  V.  R.  visto  por  ahí.  Gustó  muchísimo  al  público;  siguióse  un  corto 
melodrama  en  castellano,  y  luego  la  distribución  de  premios. 

Termino  la  presente  saludando  á  cuantos  conocidos  tenga  por  ahí. 

En  sus  SS.  SS.  y  OO.  mucho  se  encomienda  su  affmo.  siervo  y  herma- 
no en  Cto., 

T 
JHS. 

Francisco  Jav.  Portas,  S.  J. 


ISLA  DE  MINDANAO 

(REGIÓN  MERIDIONAL) 


RESIDENCIA  DE  ZAMBOANGA 


MINISTERIOS  APOSTÓLICOS  DEL  P.  PABLO  CAVALLERÍA 

Carta  del  mismo  padre  al  P.  Francisco  J.  Relio 

Las  Mercedes,  25  de  diciembre,  Natividad  de  N.  S.  Jesucristo,  1911. 
R.  P.  Francisco  Relio,  S.  J. 

Amadísimo  en  Cto.  P,  Relio:  Felicito  muy  de  corazón  á  V.  R.  por  su 
ordenación  de  sacerdote,  que  es  una  de  tantas  gracias,  que  no  podemos  su- 
ficientemente agradecer  á  la  Majestad  Divina.  ¡Qué  alegría  para  su  madre 
de  V.  R.!  Y  ¡qué  gozo  para  mí  fué  al  leer  su  gratísima  carta!  En  1912  estará 
V.  R.,  con  el  favor  divino,  en  esta  amadísima  misión  de  Filipinas;  un  fer- 
viente misionero  más  en  esta  misión;  ¡loado  sea  Dios!  ¡Oh  qué  abrazo  espero 
darle,  si  Dios  me  da  vida!  pues  estoy  muy  avanzado  en  edad.  ¡Qué  bien 
hablará  V.  R.  el  inglés!  Bien,  P.  Relio,  por  su  amor  á  esta  queridísima  mi- 
sión de  la  Compañía  de  Jesús! 

Ahora  más  que  nunca  se  necesitan  vocaciones  para  estas  misiones,  y  vo- 
caciones sólidas,  pues  las  contrariedades  son  más  que  en  tiempos  pasados; 
pero  también  la  Divina  Majestad  recompensará  mejor  y  con  más  abundancia 
los  trabajos  apostólicos  de  los  misioneros  que  á  esta  misión  de  Filipinas  se 
dedican.  Mas,  basta  de  preámbulos  y  vengamos  ya  á  referir  algo  de  esta  mi- 
sión de  Zamboanga  á  donde  me  envió,  con  gusto  de  mi  alma,  la  santa  obe- 
diencia en  18  de  marzo  de  1906,  en  cuya  misión  había  estado  ya  desde  1882 
hasta  1899,  en  que  hubimos  de  retirarnos  á  Manila  por  causa  de  la  guerra. 

A  fines  del  año  pasado  y  á  principios  de  éste  se  abrieron  de  nuevo  las 
misiones  de  Joló,  Ayala,  Tetuán  y  Mercedes,  instalándose  un  padre  y  un 
hermano  como  estaban  ya  en  tiempos  de  España.  Desde  1900  en  que  algunos 

16 


242 

padres  volvieron  á  Zamboanga,  estas  cuatro  misiones  eran  visitadas  dos  ve- 
ces al  año  ó  más,  según  las  necesidades  que  se  ofrecían  de  administrar  sacra- 
mentos y  predicar  en  ellas;  también  se  administran  en  La  Isabela,  donde  es- 
tuve yo  unos  18  años,  Curtían,  Bolong  y  Manicahan,  tres  visitas,  que  perte- 
necen á  la  misión  de  Mercedes  donde  estoy  instalado  desde  enero  último. 
Desde  1906  hasta  hoy,  residí  en  la  casa  central  de  Zamboanga,  desde  donde 
por  disposición  del  superior  de  la  misma,  visité  varias  veces  La  Isabela,  Joló, 
Ayala,  Tetuán  muchísimas  veces,  Mercedes  y  sus  visitas  Manicahan,  Bo- 
long y  Curúan  confesando,  bautizando,  casando,  predicando,  oleando  en- 
fermos en  todas  esas  misiones  y  terminado  mi  trabajo,  regresaba  á  la  re- 
sidencia de  Zamboanga,  donde  ejercía  también  nuestros  ministerios  hasta 
que  me  tocaba  salir  otra  vez.  En  cada  excursión  confesaba  y  administraba  la 
comunión  á  unos  tres  ó  cuatro  cientos,  y  en  cuaresma  administraba  á  unos 
800  ó  900  la  confesión  y  comunión,  además  de  varios  bautismos  y  casamien- 
tos; y  así  con  esos  trabajos  apostólicos,  que  también  hacían  otros  padres  de 
Zamboanga  algunas  veces  durante  el  año,  se  ha  ido  conservando  la  fe  entre 
estos  filipinos,  aunque  por  causa  de  las  libertades  modernas,  por  desgracia 
suya,  y  pena  nuestra,  se  van  enfriando  en  la  religión;  por  lo  que  ahora  ha- 
cen falta  misioneros  fervientes  y  hermanos  coadjutores  edificantes  que  como 
fuertes  muros  detengan  el  embate  de  la  maldad,  que,  como  río  escandaloso 
é  infestado,  invade  estas  Islas  Filipinas,  antes  tan  amantes  de  las  leyes  san- 
tas de  Nuestro  Divino  Redentor. 

Ahora  referiré  brevemente  á  V.  R.  algo  de  lo  que  se  ha  hecho  en  esta 
misión  de  Mercedes  con  sus  visitas  Manicahan,  Bólong  y  Curúan  durante  el 
presente  año.  A  mitad  de  enero  último  me  instalé  en  el  convento  é  iglesia  de 
Mercedes,  centro  de  las  tres  visitas  referidas,  y  de  la  visita  llamada  de  Ca- 
tumbal.  La  misión  de  Mercedes  dista  dos  horas  y  media  de  Zamboanga  por 
el  Noroeste  y  hacia  el  interior  de  la  isla;  dista  del  mar  una  hora;  las  visitas 
de  Manicahan,  Bólong  y  Curúan  distan  de  ésta  dos,  cuatro  y  ocho  horas  res- 
pectivamente, pero  como  se  ha  de  ir  á  ellas  en  vinta,  si  hay  una  pequeña 
contrariedad  de  marea  ó  viento  se  tarda  doble  y  triple  en  llegar  ó  volver. 

Llegado,  pues,  en  enero  á  ésta  de  Mercedes  se  reorganizaron  las  funcio- 
nes, misas  y  congregaciones.  Las  hijas  de  María  hacen  mensualmente  su  co- 
munión y  dos  veces  al  año  hacen  celebrar  una  misa  solemne,  y  ahora  en  ho- 
nor de  la  Inmaculada  se  hace  una  procesión  costeada  por  ellas.  El  Apostolado 
de  la  Oración  tiene  también  su  comunión  mensual,  y  celebró  con  la  solemni- 
dad posible  la  fiesta  del  Sagrado  Corazón  con  misa  cantada,  sermón,  mani- 
fiesto, unas  80  comuniones,  novena  y  procesión.  Todos  los  domingos  y  fies- 
tas de  precepto,  la  misa  se  celebra  á  las  8  con  plática,  anuncio  de  fiestas, 


243 

proclamas,  etc.,  y  por  las  tardes,  rosario  con  exposición,  letanías  cantadas 
como  ordena  el  concilio  manilense,  y  luego  catecismo.  Hay  una  escuela 
católica  de  niños  en  los  bajos  del  convento  y  dos  de  niñas  por  el  pueblo 
en  casas  particulares.  Se  administran  los  santos  sacramentos  á  los  enfer- 
mos siempre  que  convenga.  Visito,  dos  ó  tres  veces  al  año,  Catumbal, 
Manicahan,  Bólong  y  Curúan;  se  administra  el  bautismo  á  los  niños  y  se  ben- 
dicen los  matrimonios  todas  las  semanas;  tenemos  que  llevar  y  firmar  Iqs  li- 
bros parroquiales;  dos  veces  cada  mes  voy  á  Zamboanga  para  tratar  los 
asuntos  con  el  padre  superior  y  confesarme.  Ya  ve,  P.  Relio,  que  la  ocupa- 
ción y  trabajo  no  escasea,  y  el  fruto,  aunque  no  parece  ser  tan  abundante, 
como  en  época  pasada,  es,  á  mi  ver,  más  meritorio  ante  la  Divina  Majestad. 
Por  lo  que  atañe  á  las  cosas  materiales,  le  diré  que  la  iglesia  y  convento 
están  muy  deteriorados  por  los  temblores  aún  de  1898  y  por  los  años  de 
ausencia  del  padre  misionero  y  más  aún  por  falta  de  recursos;  pero  algo  se 
ha  remediado  con  la  venida  estable  del  padre  misionero,  pues  con  la  ayuda 
del  pueblo  entre  febrero  y  marzo  se  levantó  una  bonita  torre  para  las  campa- 
nas; se  arregló  la  escalera  del  convento  y  los  costados  de  la  iglesia;  y  se 
compusieron  algunos  otros  desperfectos,  y  actualmente  compré  tabla  con  li- 
mosnas del  pueblo,  34  duros,  para  componer  la  testera  de  la  iglesia.  Antes 
tenía  subvención  el  misionero  y  la  iglesia,  ahora  ni  el  uno  ni  la  otra;  pero 
Dios  proveerá.  En  cuanto  á  ornamentos  nó  tengo  más  que  una  casulla  de  cada 
color  y  muy  viejas  ya  y  remendadas;  no  tengo  capas  ni  blanca  ni  negra;  ahora 
es  verdadera  misión  y  más  que  santa  pobreza;  pero  andaván  sempre:  com 
mes  sang  mes  cor:  vengan  padres  misioneros  esforzados  para  seguir  las  ta- 
reas apostólicas  de  estas  amadas  misiones  en  las  cuales  deseo  morir,  traba- 
jando hasta  el  último  aliento,  que  ya  va  faltando  por  la  edad  de  64  años  y 
30  de  Filipinas  y  28  de  Mindanao.  Concluyo  esta  carta  diciéndole  que  el 
número  de  almas  de  esta  misión  pasa  de  5,000;  fuera  de  los  moros  é  infieles, 
que  viven  enclavados  en  ella,  que  serán  en  número  de  4,000,  á  los  que 
el  mucho  trabajo,  falta  de  recursos  y  cambio  de  cosas  no  dejan  lugar  á  mi 
deseo  de  visitarlos  y  ganarlos  para  Dios  Nuestro  Señor.  ¡Vengan  misioneros, 
vengan  misioneros!  A  Dios,  amado  P.  Relio,  hasta  que  pueda  abrazar  á 
V.  R.  y  á  otros  padres  que  vengan,  si  Dios  quiere. 

En  los  SS,  SS.  y  OO.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

Siervo  ínfimo  en  Cristo 

JHS. 

Pablo  Cavallería,  S.  J. 


RESIDENCIA  DE  TAMONTACA 


FASTI  BREVIORES  DE  COTTABATO 


Carta  del  P.  Pío  Pi  al  P.  Baltasar  Ferrer. 


Cottabato,  27  de  abril  de  1911. 


Rdo.  P.  Baltasar  Ferrer. 


Mil  y  mil  gracias  por  todas  las  cosas  que  nos  va  enviando  vuestra  reve- 
rencia sin  parar,  á  este  Cottabato  de  sus  amores;  aunque  vengan  tales  cosas 
sin  algunas  líneas  de  aquella  letra  inglesa,  propia  de  vuestra  reverencia. 
El  P.  Arnalot  es  quien  ha  dicho  alguna  vez:  ¿cómo  no  contesta  el  P.  Ferrer? 

Si  tuviese  más  tiempo,  y  no  hubiese  hoy  escrito  tanto,  le  pondría  unos 
Fasti  breviores,  en  esta  forma. 

Tuvimos  exámenes  públicos  con  asistencia  del  gobernador  y  presidente 
local,  americanos,  y  todas  las  señoras  americanas  del  pueblo  (8  ó  9),  que  se 
mostraron  muy  satisfechos. 

No  obstante,  las  escuelas  son  poca  cosa,  si  bien  algo  más  que  la  oficial. 

Hemos  tenido  la  fiesta  del  santo  patrón.  El  municipio  ha  dado  cien  pe- 
sos, y  los  chinos  cincuenta. 

El  juez  ha  dado  la  decisión  de  adjudicación  y  registro  de  convento  é 
iglesia,  de  la  casa  de  las  Madres,  y  de  la  hacienda  de  Tamontaca.  Pero  obli- 
ga á  levantar  nuevo  plano  de  dicha  hacienda. 

El  cumplimiento  parroquial  apenas  se  deja  conocer. 

Saludos  á  los  NN. 

Siervo  en  Cristo, 

JHS. 

Pío  Pi,  S.  J. 


RESIDENCIA  DE  CARACA 


VISITA  DEL  GOBERNADOR  DE  LA  PROVINCIA.  VEINTIDÓS 
PUEBLOS  DE  SURIGAO  PIDEN  LA  VUELTA  DE  NN.  PP. 


Dos  cartas  del  P.  Bernardino  Llobera  al  P.  Saturnino  Urios 


CARTA  PRIMERA 


Qaraga,  13  de  octubre  de  1911. 

Reverendo  en  Cristo  P.  Urios:  Hace  tiempo  que  nada  sabemos  de  vues- 
tra reverencia  ni  de  esa  tierra.  Sólo  del  alto  Agusan,  leí  en  el  periódico  ame- 
ricano de  Zamboanga,  que  el  Teniente  de  5Coh/'5  que  allí  gobierna  había  re- 
ducido á  pueblo  á  unos  7,000  de  aquellos  naturales,  y  tenía  esperanza  de 
reducir  los  23,000  que  estaban  por  los  montes.  En  consecuencia,  pensaban 
hacer  de  aquello  un  distrito  con  su  gobernador. 

Visitó  estos  pueblos  el  gobernador  de  la  Provincia  Mora,  y  revistó  el 
pueblo,  y  fué  recibido  con  solemnidad.  Visitó  nuestras  escuelas,  donde  pre- 
senció un  actito  preparado  en  tres  días,  todo  en  inglés,  dando  muestras  de 
mucho  agrado  y  satisfacción. 

En  Baganga  no  sé  si  traman  alguna  conspiración  aglipayana,  pues  la 
conducta  de  algunas,  antes  celadoras,  es  muy  diferente  de  lo  que  ser  solía. 

Aquí  estamos  luchando.  El  gobierno  quiere  poner  escuela  pública,  y  el 
gobernador  les  habló  como  de  uno  de  los  puntos  principales,  y  como  si  éste 
hubiera  sido  el  motivo  principal  de  su  venida;  mas  los  principales  no  la  quie- 
ren pedir  porque  están  contentos  con  la  que  tienen.  Veremos  al  fin. 

En  Dávao  se  han  escapado  de  sus  escuelas  los  niños  y  niñas  grandes,  y 
se  han  ido  á  la  pública.  Se  llevó  el  padre  el  libro  del  Concilio  de  Manila  al 
pulpito,  y  como  á  la  fuerza  quería  meterles  en  la  cabeza  las  obligaciones 


246 

que  el  Concilio  impone  á  los  católicos  sobre  escuelas.  El  resultado  fué  que 
se  escaparon. 

El  estilo  Calatayud  no  les  entra  á  éstos.  Se  les  indigesta. 

Saludos  á  los  PP.  y  HH. 

De  vuestra  reverencia  siervo  en  Cristo. 

JHS. 

Bernardino  Llovera.  S.  J. 


CARTA  SEGUNDA 

P.  Saturnino  Urios,  S.  J. 

Caraga,  18  de  noviembre  de  1911, 

Reverendo  en  Cristo,  P.  Urios: 

No  sé  si  dije  á  vuestra  reverencia  que  hace  poco  estuvo  en  Baganga, 
de  paso,  el  gobernador  de  Surigao  y  el  médico,  y  dijeron  en  el  convento 
que  22  pueblos  de  Surigao  hacían  una  exposición,  pidiendo  la  vuelta  de  los 
padres  jesuítas. 

El  otro  día,  una  madre  de  Zamboanga  escribió  á  una  de  aquí,  que  los 
padres  de  Caraga  y  de  Baganga  nos  íbamos  á  Zamboanga,  viniendo  á  rele- 
varnos los  padres  del  Sagrado  Corazón.  Los  principales  de  aquí  tuvieron 
una  reunión,  en  la  cual  determinaron  hacer  una  petición  para  que  nosotros 
no  nos  fuéramos. 

Al  P.  Vila  le  han  hecho  pagar  P.  12  de  varias  multas,  por  no  estar  lim- 
pios los  solares  de  las  iglesias  de  los  barrios. 

Casi  todas  las  niñas  que  iban  á  la  escuela  pública  de  Baganga,  (que  lle- 
garon á  unas  10)  se  han  retirado,  y  varias  vuelven  á  la  de  las  madres. 

El  1  de  Octubre  tuvimos  la  visita  del  señor  gobernador  de  la  Provincia 
Mora;  de  su  programa  de  recepción  fuimos  excluidos,  con  los  niños  y  niñas. 
Con  todo  salimos  á  recibir  á  dicho  señor;  le  invité  yo  en  particular  á  un  ac- 
tito  que  le  dimos,  aceptó  y  quedó  complacido;  pues  en  ningún  pueblo  de  esta 
costa  le  obsequiaron  con  tanta  brillantez  como  en  las  escuelas  de  Caraga. 
Aquí  todos  los  principales  son  buenos,  pero  tenemos  un  petulante,  atrevidi- 
11o,  hijo  del  presidente  actual,  hombre  bonísimo,  pero  bobo  en  la  educación 
de  sus  hijos,  que  consiente  ó  no  impide  las  demasías  de  su  heredero.  Cada 


247 
mes  hacemos  una  novena  al  Sagrado  Corazón  para  que  nos  quite  de  enme- 
dio  á  este  muchachito.  Hace  poco,  predicaba  el  P.  Parache,  y  este  atrevidi- 
11o  se  salió  de  la  iglesia,  y  en  la  plaza  hablaba  en  alta  voz  contra  el  padre. 
¡Si  tiene  humor  el  mocito! 

El  Señor  nos  quiere  ejercitar  con  algún  jebuseo,  que  siempre  hay  por 
los  pueblos.  Él  cuidará  de  defendernos. 

De  vuestra  reverencia  siervo  en  Cristo, 

f 

JHS. 

Bernardino  Llovera,  S.  J. 


ISLA  DE  MINDANAO 

(REGIÓN  SEPTENTRIONAL) 


RESIDENCIA  DE  CAGAYAN 


MISIONES  DADAS  POR  LOS  PP.  JUAN  MARTÍN  Y  FÉLIX 
CÓRDOVA  EN  LA  ISLA  DE  LEYTE 

Carta  del  P.  Juan  Martín  al  reverendo  padre  provincial 

Ormuc,  19  de  febrero  de  1911. 
R.  P.  José  Barrachina. 

Muy  amado  en  Cto.  padre  provincial:  Con  motivo  de  acercarse  ya  la 
fiesta  del  patriarca  san  José,  onomástica  de  V.  R.,  tomo  la  pluma  para  salu- 
darle y  felicitarle  en  su  tan  fausto  día. 

Voy  á  darle  ahora  cuenta  de  nuestras  misiones  por  Leyte.  Salimos  de 
Cagayán  el  11  de  enero  el  P.  Córdova  y  yo,  y  llegamos  á  Cebú  el  día  si- 
guiente, siendo  muy  bien  recibidos  por  los  reverendos  padres  paúles  en  el 
seminario  de  san  Carlos.  Saludamos  al  señor  obispo  Mons.  Gorordo,  el  cual 
se  alegró  mucho  de  nuestra  llegada  y  nos  invitó  á  comer.  El  14  por  la  noche 
nos  embarcamos  en  el  vapor  «llocos»  de  la  Tabacalera,  y  al  amanecer  fondea- 
mos en  Palompong  (Leyte),  primer  pueblo,  por  donde  debíamos  empezar  la 
misión. 

Permítame  V.  R.  una  pequeña  digresión.  Palompong,  situado  en  la 
costa  occidental  de  Leyte,  fué  administrado  por  nuestros  padres  antiguos, 
uno  de  cuyos  misioneros  fué  el  historiador  P.  Delgado.  Todavía  se  conservan 
los  muros  y  torreones  donde  tenían  emplazadas  algunas  piezas  de  regular 
calibre,  para  defenderse  de  los  piratas  moros  de  Joló  y  Mindanao.  Del  con- 
vento antiguo  sólo  quedan  los  restos.  La  iglesia  es  obra  de  los  NN.,  hermo- 
sa fábrica  de  sillería,  cuyo  patrón  san  Javier,  nos  enardecía  durante  la  mi- 
sión. Hay  un  pozo  en  la  huerta  del  convento,  monumento  también  de  nuestros 
padres  antiguos. 


249 

Vamos  adelante.  El  día  15  por  la  tarde  inauguramos  la  misión,  promul- 
gando las  indulgencias  concedidas  por  Mons.  Pablo  Singzon,  obispo  de  Sá- 
mar-Leyte. 

Los  tres  días  primeros,  estuvimos  descansados,  preparando  á  más  de  3CX) 
niños  para  la  primera  comunión.  Mañana  y  tarde  se  reunían  en  la  iglesia,  y 
los  catequizábamos,  para  que  el  domingo  22  de  enero  se  acercaran  á  la  sa- 
grada mesa.  Leyó  un  niño  en  alta  voz  el  acto  de  consagración  al  Sagrado 
Corazón  de  Jesús  y,  renovadas  las  promesas  del  bautismo,  recibieron  por  vez 
primera  á  Jesús  en  sus  inocentes  pechos. 

Desde  el  día  19  comenzaron  á  calentarse  los  palompoanos,  de  modo  que 
nos  tenían  desde  las  4  de  la  mañana  hasta  la  noche  muy  bien  ocupados,  y  con 
gusto  de  nuestra  parte,  pues  veíamos  lo  mucho  que  necesitaban  de  nuestro 
ministerio.  Me  refiero  á  los  muchos  que  vivían  mal,  amancebados,  ó  casados 
civilmente,  y  habituados  á  esa  vida  infelicísima,  apenas  paraban  mientes  en 
su  desgraciado  porvenir.  Tocamos  este  punto  en  los  sermones,  y  como  íba- 
mos prevenidos  con  amplísimas  facultades  para  estos  casos,  publicamos  las  li- 
cencias que  teníamos;  dispensamos  de  las  proclamas;  rebajamos  á  tres  pesos 
los  derechos  de  casamientos,  en  vez  de  doce  qtie  exigía  el  Cura,  y  con  esto, 
y  sobre  todo,  con  la  gracia  de  Dios  que  iba  haciendo  su  obra  interiormente, 
vieron  el  cielo  abierto,  y  comenzaron  á  presentarse  casandos  y  más  casan- 
dos,  algunos  de  20,  30  y  más  años  que  vivían  mal.  Resultado:  que  casamos 
190  parejas,  muchos  de  ellos  no  se  habían  aún  confesado.  Nos  fatigaban  por- 
que después  de  confesar  todo  el  día,  y  bien  caldeados,  se  presentaban  á  ve- 
ces 38  parejas  para  casarse,  y  dicho  se  está  que  la  operación  se  alargaba,  y 
la  garganta  se  ponía  ronca  de  tanto  hablar.  ¡Qué  hambre  de  confesión!  Mu- 
chos hombres  se  quedaban  por  la  noche  en  la  escalera  del  convento,  para  to- 
mar la  delantera  á  los  otros  por  la  mañana.  Desde  las  4  de  la  mañana,  hasta 
la  noche  no  se  apartaban  del  confesionario,  y  allí  estaban  pegados  como  al- 
mejas á  su  concha,  sin  separarse  hasta  conseguir  lo  que  deseaban.  ¡Bendito 
sea  Dios!  El  trabajo  fué  rudo,  pero  el  fruto  correspondió  á  nuestros  deseos. 
Oímos  confesiones  2,989;  comuniones  3,230,  niños  de  l.''^  comunión  310, 
adultos  de  1.^  comunión  987.  Confesiones  generales,  las  perdimos  de  cuen- 
ta. Resumen:  que  Dios  hizo  una  de  las  suyas,  Quoniam  iti  aeternum  mise- 
ricordia ejus.  ¡Qué  afecto  puso  Dios  en  sus  corazones  de  ellos  para  con 
nosotros!  No  sabían  apartarse  de  nuestro  lado;  buena  prueba  de  ello,  los  mu- 
chos pollos  y  huevos  que  dejamos  al  cura  de  Palompong. 

El  29  de  enero  abandonamos  el  pueblo  y  nos  dirigimos  á  Ormuc,  pueblo 
también  administrado  por  nuestros  padres  antiguos. 

Era  mi  intento  que  la  presente  llegase  á  saludar  á  V.  R.,  su  mismo  día 


250 

onomástico;  pero  he  sacrificado  este  mi  deseo  para  darle  una  completa  noti- 
cia de  los  pueblos  de  Leyte.  La  misión  de  Ormuc,  ha  sido  con  el  favor  de 
Dios,  aún  más  fructuosa  que  la  de  Paiompong.  Próximamente  asciende  el 
número  de  confesiones  á  4,200;  comuniones  4,500;  niños  de  1  .'^  comunión 
420;  adultos  de  1  .^  comunión  más  de  2,000;  casamientos  806;  sermones  30. 
El  fruto  principalísimo  ha  sido  el  de  los  casamientos.  De  todos  los  barrios  y 
pueblos  á  la  redonda,  ha  llegado  su  contingente  de  casamientos,  amancebados 
de  muchos  años,  casamientos  civiles,  y  otros  muchísimos  que  por  no  poder 
pagar  los  derechos  vivían  maritalmente.  Publicamos,  como  en  Paiompong,  la 
dispensa  de  proclamas,  rebaja  de  derechos  hasta  sólo  tres  pesos,  y  con  esto, 
y  sobre  todo  con  el  favor  de  Dios,  se  ha  hecho  una  colada  de  primer  orden. 
Bendito  sea  Dios,  que  nos  ha  dado  fuerzas  para  arrostrar  tanta  fatiga!  Des- 
de las  tres  de  la  mañana  hasta  la  noche,  se  nos  pasaba  el  día  sumamente  ocu- 
pados en  las  confesiones,  y  después  de  tanta  fatiga  y  sermón  por  la  noche, 
hubo  días  que  casamos  102  parejas,  que  nos  rendían,  á  pesar  de  dividirnos 
esta  carga  entre  uno  de  los  misioneros  y  el  cura  del  pueblo.  Que  este  mo- 
vimiento fuese  de  Dios,  lo  prueba  el  venir  de  tan  lejos  los  penitentes  para 
arreglar  sus  almas. 

Algunos  hicieron  la  jornada  de  dos  días  y  una  noche  por  mar,  para  lle- 
gar á  Ormuc,  muchos  un  día,  y  muchísimos  seis  horas  y  más  de  camino. 
Además  soportaban  con  grandísima  paciencia  el  esperar,  dos,  tres  días  y 
hasta  hubo  persona  que  aguardó  cinco  para  poderse  confesar.  Yo  me  dediqué 
exclusivamente  á  los  hombres,  y  el  P.  Córdova  á  las  mujeres.  Por  espacio 
de  6  días  confesé  sólo  amancebados  y  casados  civilmente,  y  á  pesar  de  tener 
por  la  mañana  y  por  la  tarde  un  número  de  hombres  tal  que  nunca  desocupa- 
ba del  todo  el  confesonario,  aguardaban  allí  muchos  casados  y  solteros,  es- 
perando que  el  padre  confesara  á  los  casados,  para  confesarse  ellos.  Si  la 
paciencia  es  la  piedra  de  toque,  éstos  la  ejercitaron  en  grande  escala.  Gru- 
pos de  mujeres  se  quedaban  junto  al  confesionario  por  la  noche  para  confe- 
sarse por  la  mañana  al  bajar  el  padre.  La  escalera  del  convento,  bajos  y  co- 
rredores era  dormitorio  de  una  infinidad  de  hombres  que  á  la  una  y  media  de 
la  mañana,  ya  estaban  tosiendo  y  armando  zambra  para  que  el  padre  misio- 
nero se  levantase  á  confesar.  A  las  tres  de  la  mañana  se  levantaba  el  padre 
misionero,  y  rezadas  las  oraciones,  y  ofrecido  á  Dios  las  obras  y  trabajos  del 
día,  se  sentaba  allí  mismo  en  el  aposento,  hasta  la  hora  de  misa  que  era  á 
las  seis. 

Hay  que  verlo  para  creer  ese  movimiento  tan  saludable  y  tan  del  agrado 
de  Dios.  Medallas,  crucifijos,  hojas  de  propaganda,  etc..  todo  se  agotó. 

¿Qué  hemos  de  decir  á  todo  esto?  Que  la  misericordia  de  Dios  es  in- 


251 

mensa,  y  que  tenía  señalada  esta  misión  para  poner  en  buen  estado  á  tantas 
almas  que  vivían  mal.  Hombres  y  mujeres  había  de  50  y  60  años  que  vivían 
de  muchísimo  tiempo  amancebados,  (y  todos  se  han  arreglado),  que  no  se  ha- 
bían confesado  ni  habían  comulgado  todavía;  pues  encontrarse  en  un  santia- 
mén, en  gracia  de  Dios  casados,  legitimada  la  prole,  recibida  la  1.^  comu- 
nión, ¿no  es  esto  una  misericordia  de  Dios  de  las  de  primer  orden?  Bendiga- 
mos al  Señor,  y  á  Él  sea  la  gloria  de  todo.  El  preparar  á  muchos  de  ellos,  era 
una  tarea  ímproba,  porque  estaban  tamquam  tabula  rasa;  ni  las  cosas  más 
necesarias  para  salvarse  sabían.  ¡Qué  ignorancia  tan  grande!  ¡Qué  lástima  no 
tener  tiempo  ni  haber  personal  suficiente  para  meter  la  hoz  en  toda  aquella 
costa  occidental  de  Leyte! 

Hoy  20,  nos  embarcamos  para  Bojol.  Ya  iremos  dando  cuenta  á  V.  R.  de 
lo  que  hagamos,  con  el  favor  de  Dios.  Aunque  no  llegará  ésta  á  su  debido 
tiempo,  esto  es,  para  la  fiesta  de  san  José,  ya  le  prometo  desde  ahora  la  san- 
ta misa  para  V.  R.  el  día  del  santo  Patriarca. 

El  P.  Córdova  le  saluda  afectuosísimamente,  y  ambos  nos  enconmenda- 
mos  en  los  SS.  SS.  y  00.  de  V.  R. 

Siervo  en  Cto. 

JHS. 

Juan  Martín,  S.  J. 


AZARES  DE  LA  VIDA  DE  MISIONEROS.  PELIGROS  EN  EL  MAR, 
PELIGROS  EN  LA  TIERRA.  CITACIÓN  ANTE  LOS  TRIBUNALES. 


Carta  del  P.  Simeón  Sambola  al  P;  Francisco  Nebot 


Balingasag,  25  de  febrero  de  1911. 

Rdo.  P.  Francisco  Nebot,  superior  de  la  residencia. 

Amadísimo  en  Cristo,  padre  superior:  el  sábado  18  del  presente  fui  á 
Sálay  para  casamientos;  casé  5  parejas:  y  el  lunes  20  salí  de  Sálay  para  Ta- 
lisáyan.  Los  caminos  estaban  intransitables  por  las  continuas  lluvias  de  aque- 
llos días;  como  en  cada  cuesta  había  peligro  de  caer  los  caballos  y  en  muchos 
sitios  de  despeñarse  por  lo  resbaladizo  del  terreno,  puede  decirse  que  tuve 
que  ir  á  pie  desde  Sálay  hasta  cerca  de  Talisáyan;  subí  las  cuestas  aga- 
rrándome á  las  piedras  y  clavando  los  dedos  en  el  barro,  pues  era  un  conti- 
nuo resbalar;  y  las  bajadas  las  hice  patinando,  con  peligro  de  echárseme  en- 
cima el  caballo,  que,  como  yo,  había  de  patinar  también.  En  Talisáyan  en- 
contré á  los  padres;  y  el  mismo  día  empezamos  la  faena,  que  concluímos  el 
día  siguiente  por  la  tarde.  Yo  me  volví  á  Sálay  en  el  bote  del  P.  Boguñá  por 
dos  razones:  primera,  por  el  mal  estado  del  camino;  y  segunda,  porque  allí 
estaban  sin  palay  ni  maíz;  y  determinamos  que  viniese  el  bote  á  Balingasag 
para  llevarse  6  cabanes  de  palay,  como  así  se  hizo.  Desde  Talisáyan  á  Sálay 
la  lluvia  fué  copiosa  y  continua;  así  que  grumetes  y  yo  navegamos,  hechos, 
más  que  hombres,  ranas  ó  peces.  Á  cosa  de  dos  kilómetros  hacia  Camiguín 
vimos  formarse  una  manga  ó  tromba  marina,  que  nos  dio  algún  miedo  y 
obligó  á  los  grumetes  á  apretar  la  marcha;  de  modo  que  el  bote,  con  cuatro 
remeros,  volaba,  á  pesar  del  fuerte  oleaje  que  nos  hacía  bailar  regularcillo. 

Al  llegar  á  Balingasag  me  encontré  con  el  lío  que  me  temía,  esto  es, 
con  un  bata  (criado)  detenido  en  el  municipio;  y  al  poco  rato  de  llegar  yo, 
vino  la  orden  de  captura  para  el  H.  Corróns,  para  el  fiscal  Anas  y  para  el 
bata  que  habían  detenido,  y  que  yo  hice  soltar  poco  antes. 

La  causa  de  todo  esto  fué  el  haber  arrancado  unos  palos  de  acacia  que 
el  presidente  municipal  D.  Celedonio  Valmores  hizo  plantar,  no  ya  en  la 


253 

zona  que  pretende  para  el  municipio,  sino  dentro  del  terreno  que  dejan  para 
la  iglesia  y  á  cuatro  pasos  de  la  pared  posterior  de  ésta.  Esta  plantación  se 
hizo  la  víspera,  ósea,  el  viernes  17,  antes  de  irme  yo  á  Sálay.  Escribí  aque- 
lla misma  tarde  una  carta  á  dicho  presidente  pidiéndole  que  hiciese  quitar 
dichas  estacas;  puesto  que  estaban  dentro  de  la  zona  que  se  deja  como  cier- 
ta para  la  iglesia.  El  señor  presidente  no  tuvo  á  bien  contestarme  ni  de  pala- 
bra, ni  por  escrito  á  una  carta-oficio:  y  como  yo  me  había  de  marchar  por  la 
mañana  del  día  siguiente  18  de  febrero,  dejé  encargado  al  fiscal  Anas  que 
hiciese  respetar  la  propiedad  de  dicho  terreno,  arrancando  dichas  estacas,  si  el 
presidente  no  lo  hacía,  el  día  siguiente.  Así  lo  cumplió  dicho  fiscal  ayudado 
por  el  H.  Corróns  y  por  un  bata,  dos  ó  tres  veces  más  que  las  volvieron  á 
plantar  después  de  arrancadas  la  primera  vez.  Por  este  hecho  ó  serie  de  su- 
cesos, el  día  de  mi  llegada,  que  fué  el  23  del  presente,  se  dictó  auto  de  pri- 
sión contra  los  tres:  llevados  éstos  ante  el  juez  de  paz  y  al  declarar  yo  y 
confirmar  ellos  que  el  arrancar  dichas  estacas  había  sido  por  orden  mía,  y 
que  por  tanto  yo  me  declaraba  responsable  de  lo  sucedido,  aunque  no  culpa- 
ble; el  juez  dio  por  terminado  aquel  juicio,  y  por  libres  á  los  tres  acusados. 
Al  acabar  toda  esta  comedia,  pregunté  al  juez  qué  había  de  hacer  yo,  ya 
que  era  el  responsable;  él  me  contestó  que,  por  si  acaso  se  dictaba  auto  de 
prisión  contra  mí,  que  preparase  la  fianza:  yo  le  contesté  que  en  casos  como 
éste,  en  que  salta  á  la  vista  la  justicia  de  mi  causa  y  la  injusticia  de  los  acu- 
sadores, no  sólo  no  prepararía  fianza  alguna,  sino  que  desde  ahora  rechazo 
toda  fianza  que  se  pueda  presentar  en  mi  favor;  y  que  por  tanto  estaba  dis- 
puesto á  vivir  en  el  calabozo  y  aun  en  el  cepo,  mientras  no  llegase  la  hora  de 
hacérseme  justicia. 

Como  esto  sucedía  á  las  once  de  la  mañana,  me  dijo  el  juez  que,  su- 
poniendo que  la  orden  de  captura  contra  mí,  me  llegase  antes  de  comer 
ó  estando  comiendo,  que  no  me  apurase,  y  que  no  hiciese  caso  de  dicha 
orden  hasta  después  de  comer.  Como  dicho  señor  juez  es  hijo  del  presidente 
municipal  D.  Celedonio  Valmores,  temí  que  si  no  hacía  caso,  se  me  podría 
acusar  de  rebeldía;  así  que  al  recibir  yo  la  orden  de  prisión  á  las  11  y  tres 
cuartos  de  la  mañana,  al  momento  me  trasladé  al  tribunal:  y,  ante  testigos, 
me  declaró  el  juez  que  podía  retirarme  á  comer  y  que  dicha  orden  no  tenía 
efecto  hasta  las  dos  de  la  tarde.  Le  di  las  gracias  y  me  retiré.  Á  las  dos  en 
punto,  me  trasladé  al  tribunal  yo  solo.  Allí  estuve  hasta  las  4  p.  m.  en  que 
llegó  el  juez;  enseguida  empezó  la  vista,  que  acabó  en  menos  de  un  cuarto 
de  hora,  pues  no  pudieron  aducir  prueba  alguna  de  que  yo  hubiese  faltado 
al  derecho  de  propiedad  de  que  se  me  acusaba,  ya  que  no  pudieron  presen- 
tar ni  el  más  pequeño  documento  para  probar  que  aquel  terreno,  ni  ninguno 


254 

de  los  que  rodean  la  iglesia,  sea  propiedad  del  municipio.  En  consecuencia, 
fui  absuelto,  después  de  hacer  constar  yo,  ante  el  juzgado,  dos  cosas;  pri- 
mera, que  era  tal  la  confianza  que  tenía  en  mi  buena  causa,  que  no  había 
querido  recusar  el  juzgado  (al  juez)  á  pesar  de  ser  hijo  y  primo  respectiva- 
mente del  presidente  y  del  secretario  municipales,  mis  acusadores;  y  segun- 
do, porque  habían  sido  mis  acusadores,  y  no  yo,  los  que  saltaron  por  encima 
del  derecho  de  propiedad,  que  me  abstenía  de  presentar  acusación  alguna  con- 
tra ellos,  porque  el  sacerdote  es  ministro  de  paz  y  no  de  guerra  y  disensión, 
contentándome  con  defenderme  de  la  falsa  acusación  y  pidiendo  mi  absolu- 
ción, no  la  condenación  de  nadie. 

Al  reclamar  yo  la  libertad  del  bata  detenido  por  orden  del  presidente 
por  arrancar  las  estacas,  antes  de  que  el  juez  dictase  orden  de  prisión  contra 
nadie,  estuve  hablando  algo  fuerte  con  dicho  presidente  en  su  oficina,  y 
como  yo  hiciese  mis  reclamaciones  en  castellano,  él  me  dijo  en  tono  autori- 
zado que,  «en  presencia  de  un  presidente  visaya,  se  había  de  hablar  en  vi- 
saya».  Yo  le  contesté  en  el  mismo  tono,  «que  aún  el  castellano  es  lengua,  y 
que  si  no  me  entendía  que  se  pagase  un  intérprete>.  Quiso,  además,  que  me 
sentase  para  exponer  mis  reclamaciones  ante  él;  pues  «yo  no  puedo  consen- 
tir, dijo,  que  nadie  hable  de  pie  y  paseando  ante  la  autoridad  constituida» 
(textual).  Contéstele  que,  en  primer  lugar,  yo  no  sabía  que  hubiese  ley  al- 
guna que  mandase  estar  sentados  á  los  que  hablan  con  el  señor  presidente; 
y  que  si  él  sabía  que  existiese,  que  me  la  mostrase,  que  dispuesto  estaba  á 
sentarme  ante  su  honorabilidad:  además,  que  el  hablar  de  pie  á  las  autorida- 
des, más  bien  es  señal  de  respeto  en  todo  país  civilizado,  que  falta  de  con- 
sideración». Allí  estaba  el  joven  capitán  filipino  del  vapor  «Santiago»  (antes 
San  Rafael);  y  como  el  presidente  dijese  que  no  admitía  discusiones  en  su 
presencia:  le  contestó  el  joven  capitán,  que  el  padre  no  discutía,  sino  que 
sencillamente  se  defendía  y  daba  sus  razones.  Yo  nunca  había  visto  á  dicho 
señor  ni  sabía  su  nombre:  después  me  dijo  D.  Isidoro  que  era  de  la  familia 
Vanó  de  Cebú. 

Mando  con  ésta,  la  protesta  razonada  contra  el  municipio,  sobre  el  te- 
rreno que  rodea  la  iglesia,  y  del  que  quiere  apropiarse;  tenga  V.  R.  la  bon- 
dad, de  entregarla  si  le  parece,  al  señor  gobernador;  y  tanto  á  este  señor, 
como  á  los  demás  que  puedan  hacer  algo  por  Balingasag,  de  enterarles  de  lo 
que  llevo  dicho,  para  que  vean  qué  lugar-tenientes  tienen  por  estos  pueblos. 

De  V.  R.  siervo  en  Cristo 

t 

JHS. 

Simeón  Sambola,  S.  J. 


ATENTADO  CONTRA  EL  P.  SIMEÓN  SAMBOLA 


Garta  del  P.  Francisco  Morey  al  reverendo  padre  provincial 

Balingasag,  27  de  junio  de  1911. 

R.  P.  José  Barrachina,  S.  J.  , 

Mi  muy  estimado  en  Cto.  padre  provincial:  ¡Lástima  que  la  primera  car- 
ta que  desde  estas  lejanas  tierras  escribo  á  V.  R.,  sea  para  comunicarle  una 
noticia  por  cierto  bien  triste,  humanamente  hablando  y  desconsoladora!  Poco 
ha  faltado  para  que  el  catálogo  de  nuestros  mártires  se  aumentara,  contan- 
do la  Compañía  de  Jesús  con  otro  nuevo  mártir.  El  Señor  por  esta  vez  se 
ha  contentado  con  que  sólo  se  derramara  sangre  por  su  causa,  y  providen- 
cialmente ha  guardado  la  preciosa  vida  de  mi  celoso  compañero  P.  Sambola 
para  que  la  emplee,  como  hasta  ahora,  en  propagar  su  mayor  gloria. 

Fué  herido  el  padre  el  domingo  25  á  eso  de  las  10  de  la  mañana  en 
Lagonglong  por  un  aglipayano,  y  las  heridas  han  sido  graves  aunque  no  mor- 
tales. Para  que  V.  R.  pueda  venir  en  conocimiento  del  hecho  será  preciso 
tomar  el  agua  de  más  arriba.  Tal  vez  en  ninguna  parte  de  Filipinas  ha  hecho 
tantos  estragos  el  cisma  de  Aglipay  como  en  esta  provincia  de  Misamis. 
Es  este  cisma,  verdadero  aborto  del  infierno,  que,  con  apariencias  de 
una  pronta  independencia,  seduce  á  la  gente  sencilla,  insensiblemente  les 
arranca  la  fe  de  los  corazones,  y  acaba  por  hacerles  indiferentes  é  insensi- 
bles para  todo  lo  bueno,  siendo  necesario  un  milagro  de  la  gracia  para  con- 
vertirlos. Las  autoridades  de  esta  provincia,  mucho  ha  que  son  aglipayanas. 
Pero  los  que  todo  lo  manejan  son  unos  cuantos  hombres  impíos  y  fanáticos 
que,  á  sabiendas  seducen  al  pueblo  y  con  amenazas  lo  intimidan.  Han  lo- 
grado con  sus  arteras  mañas  ganarse  en  todos  los  pueblos  á  la  mayoría  de 
los  principales,  nombran  presidentes  y  concejales  aglipayanos,  y  de  esta 
mañera  tienen  tan  cogidos  á  los  pueblos,  que  la  gente  sencilla  no  osa  mover 
pie  ni  mano  sin  permiso  de  los  principales. 

Cagayán,  es  el  foco  y  la  fuente  al  mismo  tiempo,  de  donde  manan  los 
males  que  inundan  á  la  Provincia.  En  muchos  pueblos,  bastande  grandes 


256 

no  queda  ya  rastro  de  religión,  y  no  llegan  á  una  docena  los  que  oyen  misa. 
Los  amancebados  son  tantos  en  número  que  ya  no  son  notados,  y  la  inmo- 
ralidad es  tan  funesta  que  las  jóvenes  no  se  avergüenzan  de  presentarse  en 
público  con  el  fruto  de  su  pecado:  sólo  les  falta  á  los  pobres  que  se  apruebe 
la  ley  del  divorcio!  Es  muy  triste  también  ver  á  la  gente  principal,  que  ya 
llevados  por  el  miedo  á  los  de  Cagayán,  ya  arrastrados  por  el  respeto  hu- 
mano, ni  oyen  misa  ni  se  confiesan.  En  algunas  partes  no  se  han  hecho  tan 
funestos  estragos,  sobre  todo  en  la  gente  sencilla,  que  se  conserva  buena 
y  respetuosa.  Nuestra  parroquia  de  Balingasag  es  quizá  la  mejor  de  toda  la 
Provincia,  pero  de  los  varios  pueblos  que  comprende  tiene  uno  muy  malo 
y  pervertido  por  el  cisma:  su  nombre  es  Lagonglong.  Ha  habido  parepare, 
(son  los  parepares,  gente  ignorante  y  desvergonzada  que  con  el  mayor  des- 
caro osan  decir  misa,  bautizar,  confesar,  casar  y  cometer  otros  sacrilegios 
sin  cuento)  que  por  fin  colgó  los  hábitos  y  se  casó,  por  supuesto  á  lo  agli- 
payano.  En  dicho  pueblo  son  tan  frecuentes  los  crímenes,  que  se  cuentan 
por  docenas;  todavía  no  hace  un  año  que  incendiaron  la  iglesia,  y  ahora 
por  poco  nos  matan  al  padre. 

Celebraron  los  pocos  católicos  que  allí  quedan  su  fiesta  patronal  en  honor 
de  san  Juan  Bautista.  Volvía  el  domingo  el  P.  Sambola  muy  consolado,  cuando 
á  la  salida  de  Lagonglong  al  bajar  el  padre  del  caballo  para  pasar  un  puente  que 
no  es  posible  pasar  á  caballo  si  no  quiere  uno  exponerse  á  caer  en  el  río,  se 
presenta  y  se  encara  con  él  un  tal  Restituto  Paredes,  y  sin  más  preámbulos 
pregunta  al  padre  con  arrogancia  y  desfachatez:  «¿Por  qué  me  rechazó  V.  y 
no  quiso  admitirme  en  tal  casamiento?)  «Pues  sencillamente,  contesta  el  pa- 
dre, porque  tomaste  parte  en  la  jarana  del  viernes  santo».  Otro  poquito  de 
historia.  En  dicho  día  de  viernes  santo  se  presentó  en  Balingasag  una  partida 
de  bandidos  y  malhechores  del  pueblo  de  Lagonglong,  bien  armados,  los  cuales 
en  la  casa  de  un  tal  Pablito  Mercado  y  delante  de  la  casa  del  entonces  presi- 
dente Celedonio  Valmores,  estuvieron  alborotando  hasta  las  tantas  de  la  no- 
che. 

El  jefe  de  policía  les  impuso  silencio  y  les  desarmó,  pero  fué  reprendido 
por  e!  señor  presidente  ó  alcalde  al  presentarle  las  armas  que  había  quitado 
á  los  perturbadores  del  orden  público.  «¿Conque  sólo  por  esto,  sólo  por 
esto?»  iba  murmurando  entre  dientes  el  osado  mozalbete  y  se  iba  retirando 
para  acertar  mejor  el  golpe  ó  golpes  que  pretendía  dar  al  padre  con  un  láti- 
go que  para  esto  llevaba  prevenido.  El  padre  al  ver  la  actitud  que  tomaba  el 
agresor  soltó  la  rienda  del  caballo,  mientras  el  otro  descargó  sobre  su  cabe- 
za un  fuerte  latigazo,  que  le  hizo  caer  el  sombrero.  El  padre  no  le  dio  tiem- 
po para  que  le  diera  otros,  porque  pudo  impedírselo,  acercándose  lo  más  po- 


257 

sible  á  él,  y  cogiéndole  por  la  camisa,  que  quedó  destrozada  en  sus  manos. 
El  tal  Paredes  con  el  puño  procuró  darle  un  golpe  en  la  cara,  pero  el  padre 
le  cogió  el  brazo.  Viendo  uno  de  los  cómplices  y  espectadores  que  el  otro  no 
podía  herir  al  padre,  se  acerca  por  detrás  y  de  repente  le  sujeta  los  brazos. 
Entonces  Restituto  se  retira  unos  pasos,  se  mete  la  mano  en  el  seno  y  saca 
un  instrumento  reluciente.  El  padre  que  no  le  perdía  de  vista  y  que  se  man- 
tuvo siempre  sereno  al  ver  lo  que  sacaba,  sospechó  que  sería  un  revólver,  y 
creyéndose  perdido  hizo  un  acto  de  contrición  y  conformidad  con  la  volun- 
tad divina  y  vio  acercarse  á  sí  al  agresor  con  todo  el  aspecto  de  un  asesino. 
Éste  descargó  al  padre  un  terrible  golpe  en  la  cabeza  y  le  abrió  una  herida 
que  mide  45  milímetros  de  longitud  por  3  de  profundidad.  Junto  á  la  coroni- 
lla tiene  otra  herida  no  tan  larga  pero  más  profunda.  El  agresor,  satisfecho 
ya,  se  escapó  y  el  cómplice  soltó  al  padre,  quien  en  vez  de  vengarse  como 
podía  haber  hecho,  pues  al  escaparse,  se  cayó  no  lejos  del  padre,  le  perdonó 
de  todo  corazón.  Después  de  lavarse  las  heridas  en  una  casa  vecina,  se  pre- 
sentó el  padre  al  señor  presidente  de  Balingasag  á  la  sazón  en  Lagonglong,  y 
que  había  mandado  prender  al  agresor,  y  dirigiéndose  á  éste  le  dijo:  <  Yo  te 
perdono  de  todo  corazón  y  te  aseguro  que  no  te  conservo  el  más  mínimo 
rencor»;  y  luego  al  presidente:  v'¿Me  da  permiso  para  retirarme  á  Balinga- 
sag para  curarme  las  heridas?»  Tenía  el  padre  toda  la  cara  ensangrentada 
y  la  sotana  empapada,  y  su  aspecto  movía  á  compasión. 

Estando  así  vino  solo  de  una  distancia  de  dos  horas,  muy  despacio  y  con 
el  sol  de  Filipinas,  llegando  muy  abatido  y  algo  calenturiento.  La  primera 
cura  se  la  hizo  un  americano  que  casualmente  se  hallaba  en  Balingasag.  Pues 
para  toda  la  provincia  no  hay  más  que  un  médico  y  éste  reside  en  Cagayán. 
Las  heridas,  gracias  á  Dios,  no  se  han  enconado,  pero  como  no  se  pudieron 
coser,  tardarán  algún  tiempo  en  cerrarse.  El  infeliz  agresor  á  la  hora  de  co- 
meter el  crimen  estaba  ya  en  la  gallera  y  fué  aclamado  y  vitoreado  de  valien- 
te por  haber  osado  luchar  con  el  padre.  Otro  furioso  aglipaj-ano  cogió  la  ca- 
misa ensangrentada  del  cómplice  y  chupando  aquella  sangre  exclamó  frené- 
tico: «¡qué  sabrosa  es  la  sangre  del  padre!»  Según  parece  hay  muchos  com- 
plicados en  el  crimen,  y  sobre  todo  dos,  padre  é  hijo,  el  cual  osó  decir  á  los 
de  Lagonglong:  «¡Qué  tontos  que  sois!  ¡no  queméis  la  iglesia,  sino  que  si  te- 
néis algo  contra  el  padre,  esperadle  y  dadle  una  paliza».  Y  este  es  uno  del 
municipio  que  ha  de  intervenir  en  la  causa.  Todo  el  pueblo  de  Balingasag 
se  ha  puesto  en  movimiento  y  las  mujeres  han  promovido  un  alboroto,  pero 
no  ha  tenido  consecuencias. 

Por  fin  están  ahora  presos  el  agresor  y  su  cómplice  principal  y  les  exi- 
gen como  fianza  mil  pesos  á  cada  uno.  No  creo  que  encuentren  fiadores. 

17 


258 

Ya  ve,  padre  provincial,  la  triste  situación  en  que  se  encuentran  los  ac- 
tuales misioneros  de  Mindanao,  pero  no  por  esto  hay  que  intimidarse.  Dios 
sobre  todo,  y  si  Dios  nos  exige  el  sacrificio  de  nuestra  vida,  ya  se  lo  hemos 
ofrecido,  Él  nos  dará  fuerzas  y  abundante  gracia.  ¡Ojalá  fuéramos  dignos  de 
la  gracia  del  martirio! 

No  vaya  á  creer  que  todo  es  tristeza  y  desconsuelo.  Gracias  á  Dios 
aquí  hay  todavía  muchos  buenos  y  corresponden  á  nuestros  desvelos.  Las 
comuniones  de  hombres  muy  concurridas.  No  tengo  tiempo  ni  hay  espacio 
para  más.  Adiós,  mi  muy  amado  padre  provincial,  hasta  otra  y  que  sea  más 
consoladora. 

En  sus  00.  y  SS.  SS.  se  encomienda  su  ínfimo  siervo  en  Cto. 

JHS. 

Francisco  Morey,  S.  J. 


IMPRESIONES  Y  PRIMERAS  CORRERÍAS  DE  UN  NOVEL 
MISIONERO 


Carta  del  P.  Francisco  Morey  á  los  HH.  teólogos,  sus  condiscípulos 


Talisáyan,  17  noviembre  1911. 

A  mis  carísimos  condiscípulos  hermanos  Castillejo,  Lacruz,  etc. 

Mis  carísimos  hermanos: 

No  vayan  ustedes  á  pensar  que  ya  los  tengo  olvidados,  por  no  haber 
todavía  contestado  á  las  muchas  felicitaciones  que  por  mis  últimos  votos  me 
enviaron  y  por  las  cuales  les  quedo  muy  agradecido  y  obligado  á  no  olvidar- 
les en  mis  pobres  oraciones. 

Un  año  ha  pasado  desde  que  llegué  á  estas  benditas  playas  de  Minda- 
nao.  Corto  me  parece  mirado  en  globo,  pero  largo  si  contemplo  algunos  de- 
talles. Mi  ocupación  ordinaria  ha  sido  durante  este  tiempo  la  pesada  y  ruda 
tarea  de  aprender  el  bisaya:  cosa  no  tan  fácil  como  podría  parecer. 

Y  nada  digamos  si  uno  se  ve  precisado  á  interrumpir  el  aprendizaje, 
para  hacer  un  mes  de  cocinero  y  cuidar  de  la  casa  y  del  gallinero,  que  enton- 
ces corre  peligro  de  quedarse  remendón  toda  la  vida.  Pero  paciencia  y  Dios 
ayudará,  si  uno  hace  de  su  parte  lo  que  puede  y  aprovecha  el  tiempo  que  le 
resta  de  las  ocupaciones  ordinarias.  Aún  no  entiendo  á  la  gente  más  que  á 
medias. 

Ya  tendrán  noticia  del  asesinato  frustrado  del  P.  Sambola.  Había  yo 
quedado  solo  en  casa  y,  contento  estaba  bautizando,  cuando  noté  en  los  pa- 
drinos y  fiscal  algo  extraordinario.  Me  salgo  de  la  iglesia  y  uno  de  los  padri- 
nos, sin  más  preámbulos,  me  dice  con  palabras  entrecortadas:  «El  P.  Sam- 
bola herido  en  Lagonglong».  Mi  susto  fué  más  que  regular,  pues  no  había 
para  menos.  Estábamos  los  dos  solitos,  y  yo,  tan  poco  práctico  y  sin  expe- 
riencia, iba  y  venía  de  un  lugar  á  otro  para  hacer  y  tomar  las  diligencias  de 


260 
costumbre;  escribe  ahora  una  carta  á  éste;  contesta  luego  á  un  oficio  del 
juez;  da  una  relación  detallada  para  Cagayán:  Les  aseguro  yo  que  es  esto 
un  bocado  poco  sabroso  y  buen  principio  para  el  novel  misionero. 

Aquí,  mis  carísimos  hermanos,  saca  uno  todas  sus  habilidades  pocas  ó 
muchas.  Yo  que  creía  no  cantar  una  misa  en  mi  vida,  me  estrené  cantando 
dos  el  día  de  Navidad.  ¡Virgen  S^nta!  si  hubiera  estado  aquí  el  P.  Bover, 
me  excomulga.  Hubo  de  todo,  canto  llano  y  figurado,  algo  de  responso,  y  de 
lo  que  salía,  cambiando  á  cada  momento  de  tono,  ó  no  llegando  á  entonar 
nunca  el  oremus,  sanctiis,  etc. 

Ahora,  con  casi  treinta  misas  que  llevo  cantadas  ya  voy  tomando  la  em- 
bocadura al  canto. 

Supongo  que  este  año  no  me  pondrán  en  el  Catálogo  expectat  desti- 
nationeni  sino  missionarius  excurrens  pues  he  corrido  de  lo  lindo.  Con 
esto,  dicho  se  está  que  aquel  Morey,  ha  tenido  que  montar  mucho  á  caballo. 
Era  esto  mi  pesadilla  para  venir  á  Mindanao.  Dos  veces  cuando  niño  había 
montado  un  macho,  y  esto  con  mi  hermano;  y  fué  tal  el  miedo,  que  me 
agarré  de  mi  hermano  y  no  le  solté  hasta  qué  nos  apeamos.  Pues  ahora,  qui 
ho  havia  de  dir!  perdido  el  miedo,  hago  jornadas  de  tres,  cuatro  y  hasta 
siete  horas,  por  caminos  empinados  y  resbaladizos  que  ni  á  pie  se  pueden 
andar  sin  dificultad,  y,  ¡tan  tieso  encima  de  mi  caballo!  á  no  ser  dos  veces 
que,  casi  sin  darme  cuenta,  me  encontré  debajo.  Sólo  me  falta  Gingoog  por 
visitar  y  habré  estado  en  todas  las  casas  de  la  región.  El  por  qué,  es  éste: 
como  todos  me  creen  desocupado,  apenas  falta  alguno,  ¿quién  ha  de  ser 
el  pagano?... 

A  mi  regreso  pienso  detenerme  en  Ampinican  y  Binuangan  para  acabar 
de  hacer  el  cumplimiento  pascual.  Luego  iré  á  Lagonglong  para  celebrar  la 
fiesta  de  la  Inmaculada;  después  á  Sálay  para  hacer  la  primera  comunión; 
regresaré  á  Balingasag  unos  días  antes  de  Navidad,  para  volver  luego  á  la 
carga  y  recorrer  otra  vez  los  pueblos,  que  están,  los  pobrecitos,  tan  faltos 
de  instrucción  religiosa  y  pueden  ser  tan  poco  atendidos,  que  da  lástima. 

¿Qué  les  parece  la  vida  de  misionero?  Es,  mis  carísimos  hermanos  muy 
distinta  de  lo  que  uno  se  la  había  forjado  en  su  viva  imaginación.  Hay  un 
artículo  en  el  Mensajero  (no  recuerdo  la  fecha)  que  lleva  por  título  La  poe- 
sía y  la  prosa  del  misionero,  que  se  acerca  bastante  á  la  realidad.  Nuestra 
vida  actual  es  muy  distinta  de  la  de  los  PP.  Pamies  y  antiguos  misioneros. 
¡Dichosa  edad  y  tiempos  dichosos  aquéllos  en  que  los  padres  misioneros  eran 
tan  venerados  y  respetados  de  todos!  Antes,  el  misionero  era  el  padre,  el 
juez,  el  intercesor:  ahora  es  nada.  Aquella  edad  de  oro  desapareció' para 
no  volver  más.  Nosotros,  los  actuales  misioneros,  hemos  llegado  en  la  edad 


261 

de  bronce;  los  venideros  alcanzarán  otras  edades  peores.  Las  escuelas  mix- 
tas, si  Dios  no  lo  remedia,  han  de  dar  al  traste  con  la  religión  y  buenas  cos- 
tumbres, y  conste  que  yo  no  soy  de  aquellos  pesimistas  que  todo  lo  dan  ya 
por  perdido:  al  contrario  yo  siempre  miro  las  cosas  por  el  lado  más  hala- 
güeño, para  trabajar  con  esfuerzo  en  conservar  lo  mucho  bueno,  que  to- 
davía hay. 

Mi  salud  creo  que  es  mejor  y  más  robusta  que  cuando  estaba  en  España. 

Aquí,  mis  carísimos  hermanos,  se  pierden  todas  las  ilusiones,  y  si  alguna 
debemos  tener,  es  la  de  saber  bien  el  bisaya  y  tener  un  buen  rocinante,  pues 
esto  es  indispensable  para  poder  hacer  mucho  fruto  en  estos  pobres  filipinos, 
que,  si  obran  mal  es,  en  su  mayoría,  más  por  ignorancia  que  por  malicia. 

Ahí  va  uno  de  mis  muchos  percances  de  misionero  novel.  Me  embarqué 
un  día  en  una  pequeña  gasolina,  á  eso  de  las  ocho,  confiando  llegar  á  Ca- 
gayán  á  las  doce  ó  á  más  tardar  á  la  una.  Mi  sorpresa  fué  grande  cuando,  al 
estar  en  alta  mar,  se  paró  de  repente  la  máquina.  La  desarmaron,  la  limaron 
por  aquí,  por  allí,  pero  la  máquina  ni  por  esas  quería  andar.  Pasó  una  hora, 
dos,  tres;  la  mar  empezaba  alborotarse  y  nosotros  no  avanzábamos  un  paso. 
Desesperado  el  maquinista,  buscó  remos  y  no  pudo  encontrar  más  que  una 
mala  tabla,  que  lo  fué  de  salvación.  Pues  haciéndola  servir  de  remo,  después 
de  dos  horas  de  rudos  trabajos,  nos  acercamos  á  la  playa.  La  tripulación  salta 
en  tierra  y  me  dejan  á  mí  solo  en  el  bote.  Era  ya  la  una  de  la  tarde.  El  sol 
caía  á  plomo  encima  de  mi  cabeza,  resguardada  por  una  toldilla,  que  parecía 
una  gasa.  Cosa  de  una  hora  estuve  aguardando,  hasta  que  se  presentó  la  tri- 
pulación mal  comida.  Otra  vez  intentaron  componer  la  máquina;  todo  inútil. 
Con  nuestro  remo,  y  sirgando  más  de  dos  horas,  pudimos  tomar  puerto  en 
la  desembocadura  de  un  río.  Resolvieron  pasar  allí  la  noche,  y  á  mí  me  deja- 
ron plantado  en  la  playa,  como  quien  dice,  ¡V.  cuidado!  No  tardé  mucho  en 
determinarme  á  seguir  por  la  playa;  pero  inútil,  pues  había  que  atravesar 
tres  esteros  y  era  entonces  alta  marea.  No  se  veía  un  alma  y  la  cosa  era. 
apurada.  Por  fin  encontré  unos  batas  de  unos  cinco  años,  los  cuales,  al  pre- 
guntarles yo  que  me  señalaran  otro  camino,  me  decían  que  siguiera  derecho 
por  la  playa.  En  tal  apuro  me  deparó  Nuestro  Señor  un  buen  tao,  (hombre) 
que  guiándome  por  unos  vericuetos  escondidos,  en  tres  cuartos  de  hora  me 
llevó  al  pueblo.  A  las  cinco  y  media  volvía  al  lugar  de  mi  salida.  Cómo  lle- 
gué? ya  se  lo  pueden  ustedes  imaginar,  en  ayunas  y  con  tal  soleada.  A  ver, 
mis  carísimos,  si  se  animan  y  vienen  á  ejercitar  su  celo  apostólico  entre  es- 
tas pobres  gentes  tan  necesitadas! 

Por  aquí,  sobre  noticias  de  los  nuestros  de  España,  estamos  en  ayunas. 
El  consuelo  que  nos  queda  es  que  llegará,  aunque  tarde,  el  Catálogo  de  la 


262 

Provincia  y  en  él  nos  podremos  enterar  de  algo.  Mucho  les  agradecería  si 
alguna  vez  tuvieran  la  bondad  de  enviarme  algunas  de  las  cartas  edificantes, 
que,  se  suelen  recibir  ahí  en  Tortosa. 

Saluden  de  mi  parte  á  ese  buen  padre  rector,  al  P.  Capell,  Sitjar  y  Or- 
landis  y  á  todos  los  demás  padres  y  hermanos,  en  cuyos  sacrificios  y  oracio- 
nes se  encomienda  este  missionariiis  exciirrens,  afmmo.  hermano  y  siervo 
en  Cristo. 

JHS. 
Francisco  Morey,  S.  J. 


REACCIÓN  DE  LOS  CATÓLICOS  DE  LAGONGLONG 


Garta  del  P.  Francisco  Nebot  al  P.  Saturnino  Urlos 


Cagayán,  22  de  octubre  de  1911. 

R.  P.  Saturnino  Urlos. 

Amadísimo  en  Cto.  P.  Urios:  Empiezo  la  carta  hoy,  porque  estos  guar- 
dacostas van  y  vienen  sin  que  uno  pueda  prever  el  cuándo.  Va  lo  de  los  cam- 
bios: el  H.  Beamonte  en  Balingasag,  el  H.  Torrents  en  Jasaan,  el  H.  Rome- 
ro en  El  Salvador.  Están  comunicados  y  próximos  á  verificarse,  si  Dios  no 
dispone  otra  cosa:  el  P.  Córdova,  ministro,  en  Tagoloan;  el  P.  Casáis,  mi- 
nistro, en  Sumílao;  el  P.  Martín,  ministro,  en  Balingasag;  el  P.  Sambola  irá 
con  el  P.  Obach  á  Dapítan,  y  el  P.  Puig  vendrá  á  Tagoloan,  y  lo  demás 
Sí'cut  erat. 

Gracias  por  la  clara  letra  de  su  carta.  Mi  caballo  de  batalla  es  el  misal, 
porque  con  la  luz  de  las  candelas  no  puedo  leerlo  por  débil;  el  quinqué  de 
petróleo  es  demasiado  bajo:  lo  que  menos  mal  me  va  es  un  reverbero  que 
me  acerca  y  sostiene  el  monaguillo.  No  es  con  todo  ocasión  de  operación 
quirúrgica,  sino  ejercicio  de  paciencia,  y  así  lo  escribo  á  Manila,  porque  la 
catarata  que  me  vio  el  médico  hace  cerca  de  dos  años  y  medio,  no  parece 
que  haya  aumentado  ni  que  se  haya  pasado  al  otro  ojo. 

Los  católicos  de  Lagonglong  han  reaccionado:  el  otro  día  trabajaban  70 
hombres  en  el  convento,  mientras  las  mujeres  cocinaban  la  comida  y  otras 
hacían  el  amut  (colecta),  para  pagarla.  Han  compuesto  el  techo,  y  están  reu- 
niendo dinero  para  hacerlo  de  zinc;  dice  el  P.  Sambola  que  es  un  milagro 
lo  que  allí  pasa.  También  los  hombres  se  han  presentado  á  trabajar  en  Ba- 
lingasag voluntaria  y  gratuitamente,  un  número  determinado;  siendo  así  que 
antes  ni  á  sueldo  podían  encontrar  quien  trabajase.  ¡Loado  sea  Dios! 

Me  alegro  de  las  tan  ciertas  esperanzas  que  vuestra  reverencia  tiene 
de  que  nos  paguen  los  gastos  por  viajes. 

Ayer  tarde,  día  26,  llegó  el  P.  Puig,  y  con  él  iré.  Dios  mediante,  ma- 


264 

ñaña  á  Tagoloan,  adonde  esta  noche  debe  llegar  elP.  Martín;  celebraremos, 
pues,  el  nombramiento  de  los  tres  ministros,  PP.  Martín,  Casáis  y  Córdova. 

Y  no  hay  más  novedad.  A  esos  padres  y  hermanos  nuestras  expre- 
siones. 

Afectísimo  en  Cto., 


t 

JHS. 

Francisco  Nebot, 


S.  J. 


RESIDENCIA  DE  BUTÚAN 


VISITAS  DEL  MISIONERO  Á  ALGUNOS  PUEBLOS. -EXCURSIÓN 
Á  LOS  INFIELES  DEL  ALTO  AGÚSAN 


Cartas  del  P.  Salvador  Glralt  al  P.  Saturnino  Lirios  y  al  P.  Cristóbal  Sastre 

CARTA  PRIMERA 

Talacógon,  9  de  julio  de  1911. 

R.  P.  Saturnino  Urios,  S.  J. 
Muy  amado  en  Cto.  P.  Urios:  Llegué  anoche,  á  las  9,  de  una  visita  á 
Gíbong  y  Suribao,  que  empezó  el  30  del  pasado  mayo.  He  celebrado  fiestas 
patronales  en  todos  los  pueblos  de  la  misión  de  Prosperidad,  excepto  enj^o- 
velé  por  haberla  ya  celebrado  en  febrero.  Con  ocasión  de  las  fiestas  hemos 
conseguido  iglesias  nuevas,  ó  bien  reparadas,  en  toda  aquella  región.  Ya  re- 
cordará V.  R.  que  por  el  baguio  de  diciembre  de  1909  desaparecieron  todas. 
En  Prosperidad  la  han  hecho  muy  bonita  y  fuerte,  y  están  sus  vecinos  dis- 
puestos á  levantar  convento  si  vuelve  allí  su  padre  misionero,  por  el  que  sus- 
piran, y  por  cierto  que  lo  necesitan,  porque  la  mala  hierba  crece  allí  por  todas 
partes.  En  Azpeitia  me  encontré  con  el  tejado  sólo,  pero  se  dieron  tal  maña, 
durante  los  ocho  días  que  estuve  en  Los  Arcos  y  en  Aguinaldo,  que  la  ter- 
minaron por  completo  con  el  fin  de  poder  tener  fiesta.  No  lo  esperaba,  porque 
hay  allí  malos  elementos  y  la  gente  es  de  lo  peorcito  de  estas  tierras.  De  este 
pueblo  conservo  un  recuerdo:  á  las  9  de  la  noche,  al  querer  bajar  la  escalera, 
puse  el  pie  en  falso  en  el  primer  peldaño,  ó  palitroque,  y  caí  rodando  hasta 
el  suelo  que  estaba  empedrado  de  cantos  rodados.  A  la  esi^ecial  protección 
de  nuestro  Padre  san  Ignacio,  cuya  fiesta  acababa  de  celebrar,  atribuyo 
el  que  saliese  con  vida  y  sólo  con  algunas  contusiones  y  una  pequeña  herida 


266 
en  la  cabeza  que  curé  con  árnica.  A  los  pocos  días  estuve  bien,  y  como  si 
nada  hubiese  acontecido. 

En  Prosperidad  celebré  la  fiesta  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  con  co- 
munión general  y  misa  cantada,  el  mismo  día  23.  ¡Qué  ignorancia  en  todos 
estos  pueblos!  Pasé  el  día  de  «Corpus»  en  Azpeitia  sin  ninguna  solemnidad: 
apenas  saben  ya  aquellos  viejos  cristianos,  mezclados  con  nuevos,  lo  nece- 
sario para  salvarse. 

De  vuelta,  y  celebrando  la  fiesta  en  Borbón,  me  acometieron  unas  ter- 
cianas palúdicas.  A  fuerza  de  quinina  las  eché.  En  Ebro  estuve  malucho  y 
estaba  ya  resuelto  á  venirme  aquí,  dejando  el  Suribao  para  otra  ocasión, 
pero  gracias  á  las  atenciones  de  Pedro  Corbera  y  Casiano  Flores  me  repuse 
y  seguí  mi  ruta  hacia  Rosario  cuyos  vecinos  estaban  muy  empeñados  en  cele- 
brar su  fiesta.  Dios  quiso  que  me  pusiera  bien  del  todo,  y  les  diera  contento 
y  celebrara  además  en  Novelé  una  misa  de  gracia  para  obtener  del  cielo 
buena  cosecha. 

Aquí  en  Talacógon  he  anunciado  hoy  la  fiesta  del  Sagrado  Corazón  para 
el  23  de  este  mes.  Veré  de  despertar  á  esta  gente  del  sueño  de  su  frialdad  é 
indiferencia.  Han  estado  dos  meses,  mayo  y  junio,  sin  misioneros  y  estas 
ausencias  contribuyen  mucho  á  su  abandono  en  las  prácticas  cristianas. 

El  P.  Sastre  escribe  y  con  buenas  impresiones  y  solemnísimas  fiestas 
en  Veruela  y  Patrocinio. 

Sin  tiempo  para  más,  en  sus  OO.  y  SS.  SS.  me  encomiendo. 

Siervo  en  Cristo 

t 

JHS. 

Salvador  Giralt,  S.  J. 


CARTA  SEGUNDA 

Talacógon,  12  de  julio  de  191 1 . 

R.  P.  Saturnino  Urios. 

Muy  amado  en  Cto.  P.  Urios:  En  Prosperidad  recibí  las  de  V.  R.  de  28 
y  29  de  mayo,  con  muchas  noticias.  Mil  gracias,  Dios  se  lo  pague;  y  el  para- 
bién por  todo.  Ampliando  mi  próxima  anterior,  diré  á  V.  R.  lo  que  ocurre 
en  aquellos  pueblos. 


267 

Nada  de  aglipayanismo  en  ellos,  es  verdad,  pero  sí  mucha  superstición  y 
libertinaje  y  mucha  idolatría  en  Ebro  y  en  algún  otro  pueblo  de  conquistas. 
Los  del  antiguo  Las  Navas  casi  todos  remontados  en  las  alturas  del  riachue- 
lo Sianip,  y  los  del  Ebro  en  las  Ylayas  del  Adlaján.  Mucho  deseaba  subir  á 
ambos  puntos,  pero  se  hubiera  alargado  demasiado  la  excursión,  y  por  otra 
parte  no  estaba  bien  para  andar  por  aquellos  bosques,  ya  que  estos  dos  ríos 
son  innavegables.  A  pesar  de  todo  esto,  la  gente  está  con  buenas  disposicio- 
nes: muchos  me  pidieron  maestros,  y  que  fuésemos  á  visitarles  con  más  fre- 
cuencia. En  todos  los  pueblos  siguen  la  costumbre  de  asistir  á  misa  las  auto- 
ridades en  sus  bancos,  como  antes;  hasta  los  policías  asistieron  en  corpora- 
ción. En  todos  los  pueblos  me  han  dado  grumetes,  sin  pagar,  y  en  todos  me 
han  dado  limosna  para  la  fiesta,  aunque  no  tan  crecida  como  otros  años,  por 
la  mala  cosecha  de  palay  que  han  tenido  y  por  lo  barato  del  abacá  que  tie- 
nen poco  menos  que  abandonado.  Y  basta  ya  de  la  excursión. 

Al  P.  Sastre  le  ha  ido  bien  en  Veruela  y  Patrocinio,  y  supongo  que 
también  en  San  José.  Lo  de  la  iglesia  interina  de  Veruela  me  alegra  mucho, 
pues  daba  pena  tener  que  oficiar  en  el  tribunal.  Éste  nos  servirá  ahora  de 
convento  y  añadiéndole  un  par  de  harigues  más,  podría  servir  para  el  futuro 
misionero,  que  creo  debería  ponerse  allí  ó  en  San  José,  lo  más  pronto  po- 
sible. 

¡Lástima  que  no  subiera  aquí  el  señor  obispo!  Quería  yo  pedirle  dispen- 
sa de  un  impedimento  y  permiso  para  celebrar  procesión  con  el  Santísimo 
el  día  de  la  fiesta  del  Sagrado  Corazón. 

Bien  por  el  numeroso  concurso  de  niños  y  niñas  en  las  escuelas  cató- 
licas. ¡Cuánto  convendría  tenerlas  aquí!  Apenas  llegué  el  día  9,  vinieron  á 
visitarme  el  superior  de  las  oficiales  y  el  maestro,  mostrándose  muy  atentos 
y  prometiendo  que  los  martes  y  viernes  enviarían  á  todos  sus  discípulos  al 
catecismo.  Ayer,  martes,  lo  cumplieron,  acompañando  á  los  recalcitrantes 
hasta  la  puerta  de  la  iglesia.  Algo  es  algo;  pero  poco  se  puede  hacer  en  me- 
dia hora  con  tanta  gente  de  todas  edades  y  tan  ignorante,  y  tan  maleados  los 
mayores  por  los  malos  ejemplos  é  incuria  de  sus  padres.  Durante  mi  ausen- 
cia ha  habido  otros  cuatro  casorios  civiles. 

Nada  más:  he  contestado  ya  á  todas  las  de  V.  R.  En  sus  OO.  y  SS.  SS. 
me  encomiendo. 

Siervo  en  Cristo 

JHS. 

Salvador  Giralt,  S.  J. 


268 

12  julio,  5  p.  m. 

6'////;z« //o/«.— A  las  12  y  20  minutos  p.  m.,  mientras  estábamos  co- 
miendo, hemos  sentido  un  fuerte  temblor,  el  más  fuerte  que  el  padre  y  yo 
hemos  sentido  desde  nuestra  llegada  á  Filipinas.  Daba  miedo  el  oir  crujir  el 
maderaje  de  este  convento  y  ver  caer  las  cosas. 

Para  la  novena  y  fiesta  no  tenemos  más  que  una  pequeña  estampa:  el 
cuadro  que  teníamos  se  lo  llevó  el  P.  Sastre  para  la  iglesia  de  Veruela.  ¡Qué 
bien  nos  vendría  ahora  la  imagen  grande  que  devolvimos  ahí! 

13  julio.— Continúan  los  temblores  aunque  ligeros:  más  de  20  conté 
ayer  tarde,  y  hoy  van  siguiendo.  Se  han  inclinado  varias  casas  del  pueblo. 
De  nuestra  iglesia  se  separó  un  diuidisa  (tabique  de  paja)  y  algunos  tocones 
y  bajaron  varios  harigues.  Hoy  el  hermano  va  componiendo  lo  que  puede. 

14  julio.— Anoche  á  las  9  regresó  el  P.  Sastre  de  su  excursión.  Le  sor- 
prendió el  temblor  en  el  río  Argauan.  Al  llegar  á  la  Paz  se  encontró  que  aca- 
baba de  caer  la  iglesia,  y  la  gente  atareada  en  levantar  sus  casas  medio  de- 
rruidas. Por  este  motivo  no  permaneció  allí  y  se  vino  á  Talacógon  ansioso  de 
saber  lo  que  pasaba  aquí.  ¡Que  el  señor  se  apiade  de  nosotros!  Hoy  hemos 
empezado  la  novena  del  Sagrado  Corazón,  con  misa  de  comunión  y  bastante 
concurrencia  de  fieles. 

Si  subiere  la  lancha  y  nos  pudiera  enviar  la  imagen  del  Sagrado  Cora- 
zón para  la  fiesta  del  domingo  23,  lo  agradeceríamos  mucho. 
Affmo.  in  Domino 

JHS. 

Salvador  Giralt,  S.  J. 


CARTA  TERCERA 

Talacógon,  14  noviembre  de  191 1 . 

R.  P.  Saturnino  Urios. 
Muy  amado  en  Cto.  padre:  Regresé  de  mi  visita  al  Alto  Agúsan  el  día 
11  del  actual.  Buena  ha  sido  la  excursión.  Hice  en  todos  los  pueblos  el  cum- 
plimiento pascual  y  ejercí  los  demás  ministerios  acostiuribrados  en  nuestras 
visitas  administrando  además  el  sacramento  de  la  confirmación,  por  delega- 
ción del  señor  obispo.  Los  pueblos  están  muy  adelantados  en  lo  material,  con 


269 

calles  y  aceras  al  estilo  de  las  de  esta  provincia  de  Agüsan;  Compostela, 
Moncayo  y  Buay  (Játiva)  pueden  competir  con  Talacógon.  Los  gobernantes 
de  la  Provincia  Mora  no  quieren  ser  menos  que  los  del  Agúsan.  Tenemos  allí 
de  sub-gobernador,  juez  de  paz  y  fac-totum  á  nuestro  amigo  Hermenegildo 
Esbra.  Tanto  él  como  el  teniente  americano  me  han  tratado  muy  bien.  Por 
disposición  suya  he  encontrado  en  todos  los  pueblos,  grumetes  preparados 
para  el  viaje,  sin  sueldo  y  con  prohibición  de  recibirlo  del  padre  misionero. 
Ayudan  también  dichos  señores  para  que  se  levanten  iglesias  donde  no  las 
hay.  La  de  Compostela  recien  acabada,  es  muy  bonita:  la  bendije,  y  coloqué 
en  el  altar  la  imagen  de  Santiago,  restaurada  ahí  en  Butúan.  En  ella  celebré 
las  tres  misas  del  día  de  difuntos  á  las  que  asistieron  los  soldados  del  desta- 
camento. 

La  gente  del  Alto  Agúsan  está  bien  dispuesta.  Desean  todos  los  pueblos 
que  vuelva  allí  su  misionero;  y  por  cierto  que  lo  necesitan,  porque  han  reto- 
ñado ya,  y  hasta  han  arraigado  sus  antiguas  costumbres  infieles;  la  ignoran- 
cia es  suma  y  no  hay  quien  los  saque  de  ella.  Hace  dos  meses  visitó  aquellos 
pueblos  el  general  de  Zamboanga,  y  al  ver  que  los  pueblos  le  pedían  padre 
misionero  y  maestro,  como  antes,  dijo  á  Bindo,  que  si  los  padres  jesuítas  no 
volvían,  él  cuidaría  que  fuesen  allí  padres  belgas.  A  los  conquistas  tanto  les 
importará  unos  como  otros,  porque  aún  no  entienden  de  religiones  y  apenas 
saben  la  primera  palabra  del  Credo;  pero  á  nosotros  y  sobre  todo  á  sus  po- 
brecitas  almas  es  de  suma  importancia  el  que  unos  ú  otros  les  atiendan  y  he- 
mos de  ver  cómo  lo  llevaremos  á  la  práctica. 

Hay  nuevos  pueblos:  en  Julip,  á  dos  horas  de  camino  desde  el  río,  se  ha 
formado  uno  de  elementos  cristianos  é  infieles;  en  él  está  un  tal  Simón  que 
estuvo  preso  en  Surigao,  por  ser  uno  de  los  asesinos  del  destacamento  espa- 
ñol en  la  bocana  del  mismo  Julip.  Se  me  presentó  dicho  Simón  con  otros  va- 
rios infieles  y  cristianos.  En  Baglasan,  á  dos  horas  de  Moncayo,  hacia  el 
Salug,  están  los  del  antiguo  Moncayo,  y  hay  por  allí  otros  8  pueblos  forma- 
dos de  elementos  mixtos,  la  mayoría  infieles. 

Hay  carretera  desde  Compostela  al  río  Hijo.  Dos  días  de  viaje  desde  el 
mar.  Pondrán  caballos  y  carruajes.  El  viaje  por  el  Sálug  desde  Moncayo,  es 
más  largo,  pero  muy  frecuentado. 

Han  puesto  tienda  del  gobierno  en  Moncayo,  al  estilo  del  Agúsan. 
Compran  los  americanos  el  hiiinay  á  P.  2'00  el  cabán,  y  venden  los  efectos 
y  ropas,  relativamente  muy  baratos. 

Ya  escribiré  más  extensamente  sobre  este  punto.  Lo  que  conviene  es 
que  V.  R.  diga  al  padre  superior,  que  si  no  hemos  de  abandonar  el  Alto 
Agúsan,  conviene  que  lo  atendamos  mejor,  y  que  hace  falta  allí,  ó  en  Verue- 


270 

la,  un  padre.  Así  me  lo  dijeron  el  sub-gobernador  y  el  teniente  americano, 
por  encargo  del  general  de  Zamboanga,  Si  tardamos  arraigarán  los  malos 
hábitos  y  será  después  poco  menos  que  imposible  hacer  cumplir  á  aquellas 
pobres  gentes  como  cristianos.  En  Dávao,  según  dicen,  hay  ya  capilla  pro- 
testante con  pastor  y  pastora,  y  no  sería  de  extrañar  que  se  metiesen  en  este 
Agúsan  con  las  nuevas  facilidades  de  comunicación.  Repito  que  la  gente, 
aunque  ignorante  y  con  sus  prácticas  manobas  y  mandayas  y  con  toda  clase 
de  vicios,  están  en  buena  disposición,  máxime  ahora  que  ven  que  el  gober- 
nador Bindo  y  el  teniente  americano  se  interesan  por  nosotros. 

Termino  con  el  resumen  de  ministerios,  advirtiendo  que  en  Moncayo 
sólo  bauticé,  y  celebré  dos  misas.  El  catuigan  será,  cuando  hayan  terminado 
la  iglesia.  Se  han  de  confirmar  todos  los  de  Moncayo,  pero  vi  que  no  podía 
ser  por  ahora.  Han  estado  remontados  casi  desde  la  revolución,  y  algunos  ya 
lo  estaban  antes.  El  P.  Viñas  no  pudo  reunirlos.  Hay  que  averiguar  cómo 
viven:  la  mayoría  no  están  casados  in  facie  Ecclesice  y  hay  quienes  viven 
con  dos  y  tres  mujeres.  Para  arreglar  aquello  conviene  que  el  misionero  esté 
de  asiento  allí  y  hinay-hínay  (poco  á  poco)  hacer  lo  que  se  pueda.  En  los 
pueblos  recien  formados  tampoco  he  ejercido  ministerios.  Los  habidos  son: 

Bautismos  56,  confirmaciones  184,  confesiones  29tí,  comuniones  134,  ca- 
samientos 14,  pláticas  32. 

En  las  OO.  y  SS.  SS.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

Siervo  en  Cristo 

JHS. 

Salvador  Giralt,  S.  J. 


CARTA  CUARTA 
Al  P.  Cristóbal  Sastre 

Gracia,  4  de  diciembre  de  1911 

R.  P.  Cristóbal  Sastre. 
Estoy  ya  saliendo  del  Humayam.  Acabo  de  celebrar  fiesta  aquí;  maña- 
na, casamientos  y  confirmaciones.  El  miércoles,  de  madrugada,  saldré  para 
Veruela.  Fiestas  en  todos  los  pueblos,  catuigan  (colectas)  y  numerosos  bau- 


271 

tismos.  En  Waloe  bauticé  al  Dato  Badao  y  á  casi  todos  sus  sácopes  más  de 
40  adultos. 

El  comandante  Mr.  Ackings  muy  contento,  y  á  él  se  debe  en  gran  parte 
el  tener  iglesias  en  todos  estos  pueblos.  Las  de  Loreto  y  Waloe  son  muy  bo- 
nitas y  en  muy  buen  sitio  levantadas.  Este  señor  además  de  tratarme  muy 
bien  durante  mi  estancia  en  Waloe  y  de  prestarme  su  embarcación  para  subir 
y  bajar  este  Humayam,  dio  5'09  pesos  para  la  misa  y  asistió  al  Te-Deuní  que 
cantamos  el  día  30,  fiesta  de  acción  de  gracias  de  América.  Es  demasiado 
precipitada  mi  visita:  debería  permanecer  8  días  en  cada  pueblo.  Apenas 
tengo  un  minuto  de  descanso,  pero  estoy  bien  de  salud,  gracias  á  Dios. 

Concepción  me  ha  ayudado  mucho  haciendo  el  oficio  de  intérprete,  de 
fiscal  y  cantor,  con  su  hermana  Mónica,  siguiéndome  á  todos  los  pueblos,  é 
imponiéndose  á  todos. 

Espero  dar  esta  carta  á  Mr.  Waloe  que  ha  de  bajar  mañana.  No  le  he 
visto,  porque  subió  él  á  Waloe  por  tierra  cuando  yo  bajaba  en  baroto.  La 
lancha  está  fondeada  aquí  esperándole.  No  sé  si  trae  carta  de  V.  R. 

Y  basta  por  hoy,  que  son  ya  las  10  de  la  noche  y  necesito  descansar. 

Que  el  Señor  les  dé  buenas  pascuas  de  Navidad  á  V.  R.  y  al  hermano. 
Me  parece  que  no  podré  estar  ahí  hasta  fin  de  año.  « 

Los  de  Arganan  estuvieron  en  la  fiesta  de  Waloe,  Isidoro  de  la  Paz  me 
dijo  que  no  podían  hacer  fiesta  por  falta  de  iglesia.  Sagunto  la  tiene  con- 
cluida. Convendría  ir  allí  aunque  no  haya  fiesta.  Véalo  V.  R. 

Tal  vez,  después  de  la  Purísima  podría  ir  á  Los  Mártires  y  de  allí  al 
Arganan  para  volver  antes  de  Navidad. 

Suyo  in  Domino 

i 

JHS. 

Salvador  Qiralt,  S.  J. 


272 


CARTA  QUINTA 


Al  P.  Saturnino  Urios 


Veruela,  10  de  diciembre  de  1911. 

Rdo.  P.  Saturnino  Urios. 

Muy  amado  en  Cristo  P.  Urios: 

Acabo  de  recibir  y  leer  con  suma  satisfacción  las  muy  gratas  de  vuestra 
reverencia  de  24  y  28  noviembre  al  P,  Sastre  y  á  mí.  Enterado  de  todo  y  edi- 
ficado en  gran  manera  de  todo  cuanto  dice  y  hace  vuestra  reverencia  aun- 
que á  vuestra  reverencia  parezca  lo  contrario. 

Albricias  por  su  excursión  á  Nasipit  y  demás  pueblos,  y  por  todo  lo 
bueno  que  se  hace  en  Butiían  con  esa  Buena  Muerte,  días  de  retiro,  escue- 
las concurridísimas  y  comuniones  de  primer  viernes  de  mes.  Estos  oasis  que 
encuentra  vueáíra  reverencia  á  la  vuelta  de  sus  excursiones,  no  los  encon- 
tramos por  esta  cuenca  del  Agúsan  ni  en  ninguno  desús  afluentes.  Algo  no 
obstante  consuela  la  buena  disposición  de  muchos  de  estos  conquistas,  como 
dije  en  mi  anterior  hablando  del  Alto  Agúsan.  Otro  tanto  podría  decirle  del 
río  Humayam.  Acabo  de  visitar  los  cuatro  pueblos  de  aquella  región.  En  los 
cuatro  tenemos  bonitas  iglesias,  gracias  al  apoyo  que  indirectamente  nos 
presta  el  señor  comandante  de  Constables,  Mr.  Ackings.  En  todos  he  cele- 
brado fiestas,  hecho  el  catuigan,  bautizado  y  confirmado.  En  el  pueblo  Wa- 
loe,  donde  está  el  destacamento,  se  me  presentaron  muchos  infieles  pidién- 
dome el  bautismo.  Bauticé  primero  á  los  hijos  de  cristianos  y  á  los  casados 
con  cristianos,  á  fin  de  poder  revalidar  su  matrimonio.  Después  hube  de 
acceder  á  los  deseos  de  otros,  entre  los  que  se  cuenta  el  Dato  Badao  y  el 
presidente  del  pueblo,  cuyos  hijos  había  ya  bautizado  en  mi  anterior  visita, 
siendo  el  total  de  los  regenerados  para  Cristo  73,  contando  en  este  número 
unos  15  párvulos  hijos  de  conquistas  y  de  los  soldados  del  destacamento. 
El  señor  comandante  americano,  aunque  no  es  católico,  quedó  muy  contento 
de  ello  y  admirado  al  ver  la  confianza  con  que  se  acercaban  á  mí  aquellos 
manobos  y  escuchaban  las  instrucciones  para  el  bautismo  que  les  hice  sir- 
viéndome de  intérprete  la  maestra  antigua  de  Loreto,  Concepción  Otero, 
que  á  la  vez  hace  de  intérprete  en  todos  los  asuntos  de  aquella  Comandancia 
y  es  la  componedora  de  todos  los  enredos  y  casamocans  de  manobos  y  ame- 


273 
ricanos.  Me  pidió  dicho  señor  que  visitase  aquellos  pueblos  con  más  frecuen- 
cia, pues  así  lo  deseaban  aquellas  gentes,  y  yo  añado,  porque  á  él  le  convie- 
ne para  la  consolidación  de  aquellos  pueblos  por  la  que  tanto  se  afana.  De- 
seaba el  referido  señor  comandante  que  me  hospedase  en  su  casa.  No  acepté 
el  ofrecimiento  pero  hube  de  acceder  á  la  invitación  de  comer  todos  los  días 
á  su  mesa. 

En  Violanta,  nuevo  pueblo  formado  de  los  restos  del  destruido  Ausona, 
bauticé  también  á  algunos  adultos  y  uní  en  santo  matrimonio  á  varias  parejas 
que  se  habían  juntado  durante  estos  años  de  dispersit,  siendo  algunas  de 
ellas  mixtas,  de  manera  que  hube  de  bautizar  antes  al  marido  ó  á  la  mujer. 
Otro  tanto  me  sucedió  en  Gracia  formado  con  gente  de  Clavijo  y  de  Ijauan 
bautizados  casi  todos  por  vuestra  reverencia  ó  por  el  P.  Canudas,  como  me 
dijeron,  al  investigar  yo  si  estaban  ó  no  bautizados.  Me  contaron  varias  his- 
torias de  la  conquista  de  Ijauan  y  de  lo  sucedido  después  de  errantes  por 
aquellos  montes  y  ríos.  Ya  puede  figurarse  vuestra  reverencia  cómo  estarán 
en  materias  de  instrucción  religiosa,  tamqiiam  tabula  rasa  porque  se  han 
olvidado  de  todo;  no  obstante  algunos  me  pidieron  la  comunión  porque  ya 
vuestra  reverencia  les  había  comulgado.  Los  de  Loreto  celebraron  la  fiesta, 
como  si  fuesen  cristianos  viejos  con  sus  bailecitos  de  niñas,  y  una  especie 
de  moro-moro  entre  Constables  y  los  alzados  sácopes  de  Oli vayan  y  Tanidi. 
Medio  Loreto  con  sus  comparsas  de  bailes  me  siguió  á  las  fiestas  de  los  otros 
•  tres  pueblos  lo  cual  contribuyó  mucho  á  la  animación  de  las  fiestas  y  agradó 
muchísimo  á  los  americanos.  Mr.  Waloe  me  encargó  que  mandase  fundir  una 
campana  de  3  arrobas  para  el  pueblo  que  lleva  su  nombre  y  que  se  grabe  éste 
en  la  misma  campana  con  la  fecha  de  su  fundación.  Él  la  pagará^  Los  soldados 
del  destacamento  costearon  una  imagen  de  san  Nicolás.  Entre  tanto  les  dejé 
para  su  iglesia  una  bonita  imagen  de  san  José,  que  envió  de  limosna  el  reve- 
rendo padre  superior. 

He  hecho  también  el  Cabusgan  y  aunque  en  días  de  fiestas  patronales 
no  está  la  gente  muy  dispuesta  para  confesarse,  no  obstante  no  estoy  des- 
contento del  resultado.  Si  no  confesé  á  más,  fué  por  falta  de  tiempo.  Por 
este  mismo  motivo  dejé  las  confirmaciones  de  muchos  adultos  para  otra  visi- 
ta que  prometí  procuraría  fuese  dentro  de  tres  ó  cuatro  meses.  He  de  escri- 
bir exhortos  á  varios  puntos  para  unir  en  santo  matrimonio  á  algunos  solda- 
dos que  lo  necesitan. 

Llegué  á  esta  población  de  Veruela  la  antevíspera  de  la  Purísima  patro- 
na  del  pueblo.  He  celebrado  ya  la  fiesta  á  la  que  hemos  tenido  presente  al 
señor  gobernador  Mr.  Louis,  secretario  Coreing  y  al  sub-gobernador  de  San 
José,  teniente  Zapanta.  Saludé  á  todos  estos  señores  los  cuales  se  mostraron 

18 


274 

muy  afectuosos.  Su  presencia  tal  vez  contribuyó  á  que  muchos  no  asistiesen 
á  la  misa,  pero  hoy  domingo,  después  de  haber  salido  para  Talacógon  el  go- 
bernador, ha  asistido  Zapanta  con  toda  la  principaba  y  el  presidente  de  San 
José,  Eleuterio  Mordino,  á  la  misa  y  sermón  del  2.°  domingo  de  Adviento. 

Pasado  mañana  iré,  Dios  mediante,  á  San  José  para  emprender  otra  se- 
rie de  fiestas  y  catuigan  en  los  pueblos  del  Simúlao  y  Bagayán  que  son  8. 
Pensaba  pasar  este  año  las  pascuas  en  Talacógon,  y  veo  que  ni  siquiera  po- 
dré estar  allí  para  el  día  primero  de  año.  Hace  ya  tres  años  que  celebro  tan 
solemnes  y  caseras  fiestas  sólito  en  los  rincones  del  Simúlao  ó  Bagayán;  pa- 
ciencia y  santa  alegría.  Así  Dios  lo  dispone  y  esto  es  lo  mejor. 

No  obstante  conviene  decir  á  los  superiores  que  conviene  aquí  un  padre 
y  mejor  dos,  que  se  consuelen  y  ayuden  mutuamente.  Los  de  Talacógon  no 
podemos  atender  á  todo.  Es  poco  una  visita  cada  año.  Los  de  San  José  están 
pidiendo  y  prometen  levantar  pronto  buena  iglesia,  si  les  damos  palabra  nos- 
otros de  que  allí  residirá  un  padre.  Zapanta  me  ha  dicho  hoy  que  en  casi  todos 
los  pueblos  se  quejaban  de  que  no  les  visitamos  con  la  frecuencia  debida. 
Aunque  no  lo  pidiesen,  nos  conviene  á  nosotros.  Visitándoles  una  sola  vez 
al  año,  les  crece  tanto  el  pelo  y  el  rabo  á  estas  gentes  que  se  hace  después 
poco  menos  que  imposible  el  ponerlos  como  deben  ser.  Y  no  digamos  nada 
de  su  ignorancia  y  de  sus  vicios. 

Mr.  Waloe  también  me  manifestó  su  extrañeza  de  que  seamos  tan  pocos 
habiendo  tantos  cristianos  y  tantos  pueblos.  Me  dijo  que  los  Holandeses  se 
habían  multiplicado  mucho  en  la  provincia  de  Surigao,  y  así  podían  atender 
á  todo.  No  conviene  perder  la  buena  disposición  de  estas  gentes  para  con 
nosotros.  Si  tardamos  en  atenderles  tal  vez  se  meterá  el  inimicus  homo. 

Sin  querer,  he  puesto  aquí  algo  de  lo  que  quiero  decir  al  reverendo  pa- 
dre superior.  Yo  quisiera  hacerlo  hoy  mismo,  pero  no  puedo  más.  Escribo  á 
altas  horas  de  la  noche,  como  puede  ver  vuestra  reverencia  por  la  mala  le- 
tra y  el  desorden  de  la  carta,  que  mañana  á  primera  hora  saldrá.  Dígale 
entretanto  al  padre  vice-superior  algo  de  esto.  Ya  procuraré  yo  hacer  reseña 
de  la  excursión,  con  pormenores  y  peripecias  que  por  la  gracia  de  Dios  no 
han  faltado. 

En  las  OO.  y  SS.  SS.  de  vuestra  reverencia  me  encomiendo. 

Siervo  en  Cristo. 

t 

JHS. 

Salvador  Giralt,  S.  J. 


275 

P.  D. 

Están  fríos  estos  Verulanos,  y  nos  echan  la  culpa  á  nosotros  de  su  frial- 
dad porque  los  dejamos  solos. 

No  extrañe  vuestra  reverencia  el  que  abogue  ahora  para  que  pongan 
misionero  aquí,  ó  mejor,  en  San  José,  habiendo  antes  dicho  lo  contrario. 

Ahora  digo  que  sí  en  el  supuesto  de  que  las  misas  saldrán  de  alguna 
parte  para  atender  á  los  gastos  de  aquí  y  de  Talacógon,  creyendo  antes,  que 
sólo  debía  contarse  con  lo  que  aquí  se  recoge.  Claro  está  que  no  habría  para 
sostener  dos  casas  formadas,  pero  sí  que  habría  lo  suficiente  si  fuésemos 
3  padres  en  Talacógon  de  tal  manera  que  uno  casi  siempre  estuviese  por 
esios  andurriales,  otro  por  los  del  Gibong,  y  el  tercero  en  Talacógon. 

Vale. 


CARTA  SEXTA 


Al  P.  Saturnino  Unios 


San  José-Bunauan,  20  diciembre  1911. 

Rdo.  P.  Saturnino  Urios. 

Muy  amado  en  Cristo  P.  Urios: 
Escribí  á  vuestra  reverencia  desde  Veruela  contándole  algo  de  mi  visita 
al  Humayam.  Vine  aquí  después  de  la  Purísima  con  intento  de  recorrer  los 
pueblos  del  Simúlao  y  Bagayán,  pero  la  creciente  avenida  de  ambos  ríos  me 
detuvo  en  Libertad  donde  celebré  la  fiesta  é  hice  el  catuigan,  bauticé  y  con- 
firmé á  muchos.  Los  de  Libertad  son  como  los  de  la  Esperanza  de  ahí.  Te- 
nemos allí  butuanos  y  bunuanos,  comerciantes  y  abacaleros,  que  no  siempre 
edifican  á  los  conquistas  como  deberían.  No  obstante  en  esta  visita  no  se 
han  portado  mal  conmigo,  y  con  su  apoyo  he  podido  hacer  algo.  Algo  sola- 
mente porque,  atendido  el  incremento  de  aquel  pueblo,  es  mucho  lo  que  se 
podría  hacer. 

No  proseguí  el  viaje  á  los  demás  pueblos  por  razón  de  la  avenida,  y 
porque  los  de  Trento  y  Tudela  me  escribieron  que  no  fuese  hasta  Enero, 
porque  no  tenían  terminadas  sus  nuevas  iglesias.  Regresé,  pues,  aquí  ayer 
para  celebrar  con  estos  viejos  Bunauanons  la  Natividad  del  Señor  y  lué- 


276 
go,  el  día  30,  la  fiesta  patronal.  Para  contentar  á  estas  gentes  celebraré 
también  aquí  la  Circuncisión  del  Señor,  cantando  el  día  1 ."  de  año  el  Te- 
Deum  de  acción  de  gracias.  Durante  estos  doce  días  procuraré  preparar  los 
niños  para  la  primera  comunión  y  buscar  los  muchísimos  que  no  cumplieron 
con  el  precepto  pascual  cuando  les  visitó  el  P.  Sastre,  después  de  Pascua. 
No  pienso  subir  á  la  Hilaya,  después  de  estas  fiestas,  sino  emprender  luego 
la  vuelta  á  Talacógon,  deteniéndome  dos  ó  tres  días  en  el  nuevo  pueblo  de 
Mainbalili  donde  nos  han  levantado  nueva  iglesia.  Con  el  mismo  baroto  en 
que  yo  me  embarqué,  creo  que  podrá  subir  el  P.  Sastre  para  la  visita  á  los 
5  pueblos  que  no  he  visitado  de  este  Simúlao  y  Bagayán.  Ahora  para  ellos 
es  el  tiempo  mejor,  porque  acaban  de  cosechar  el  palay,  aunque  para  nos- 
otros es  el  peor. 

Dudé  algo,  antes  de  tomar  esta  resolución,  pero  vi  que  hacía  ya  más  de 
un  mes  que  andaba  danzando  y  me  acordé  del  aviso  de  vuestra  reverencia 
de  que  debería  descansar  algo  más.  Aunque  no  será  descanso  para  mí  la  es- 
tancia en  Talacógon,  porque  hay  que  arreglar  cuentas,  planes  de  almas,  es- 
tados de  acción  y  otras  muchas  cosas. 

Estoy  bien  de  salud,  gracias  á  Dios. 

Aquí  está  de  gobernador  el  Sr.  Zapanta,  muy  deferente  conmigo,  que 
se  propone  hacer  de  estos  pueblos  del  Simúlao  un  Jardín  como  el  de  la  sub- 
provincia  Buquidnon.  Aseguró  que  éstos  de  San  José  harían  buena  iglesia  y 
convento.  Han  compuesto  (dicen  por  última  vez)  este  camarín  que  hace  las 
veces  de  iglesia.  Pero  la  fiesta  del  próximo  año,  y  tal  vez  antes,  tendrán  ya 
terminada  la  nueva  para  la  cual  hay  ya  aserradas  varias  maderas  y  reunidos 
otros  materiales.  Fiat,  fíat!  El  señor  Eleuterio  Mordino,  presidente,  me  ha 
asegurado  lo  mismo.  Todos  esperan  que  de  esta  manera  les  pondrán  misio- 
nero propio,  del  que  están  muy  necesitados  todos,  viejos  y  nuevos,  pues  es 
muchísima  su  ignorancia  en  lo  principal  para  salvarse  y  la  indiferencia  reli- 
giosa y  los  vicios  crecen  m^s  que  la  mala  yerba.  Las  ideas  y  máximas  pro- 
testantes de  los  maestrillos  y  advenedizos,  hacen  grandes  estragos  en  to- 
dos los  pueblos. 

Me  encomiendo  en  los  SS.  SS.  y  00.  de  vuestra  reverencia. 

Siervo  en  Cristo. 

t 

JHS. 

Salvador  Giralt,  S.  J. 


EXPEDICIÓN  A  LA  PAZ 


Garta  del  P.  Cristóbal  Sastre  al  P.  Saturnino  Lirios 


Talacógon,  22  de  diciembre  de  1911. 

R.  P.  Saturnino  Urios,  S.  J. 

Ayer  llegó  á  última  hora  la  Livonia  y  nos  trajo  un  paquete,  una  dama- 
juana y  ocho  cruces. 

Por  Teda  recibió  el  H.  Morros,  un  cajón,  cartas,  etc.  El  mismo  Teda  ó 
su  despacho  será  el  portador  de  ésta,  y  con  él  podría  subir  el  Adajer,  si  es 
que  ha  de  subir. 

El  P.  Giralt,  según  su  última  carta  del  20,  piensa  pasar  las  navidades  y 
año  nuevo  en  San  José.  Por  Reyes  estaré  en  Talacógon  y  subiré  yo  á  comple- 
tar lo  que  él  deja  por  hacer.  Le  mando  todas  las  cartas  suyas  para  que  V.  R. 
esté  enterado.  Ayer  le  mandamos  al  P.  Giralt  un  cajoncito  para  Navidad,  etc. 

El  lunes  19  llegué  de  vuelta  de  mi  corta  expedición  á  La  Paz,  donde 
festejamos  al  recién  pintado  san  Julián,  obispo  de  Cuenca.  Hacía  años  que 
los  de  La  Paz  no  celebraban  fiesta  á  su  santo  Patrón.  Este  año  se  han  ani- 
mado con  el  buen  ejemplo  de  los  pueblos  del  Umayan;  y  así  en  poco  tiempo 
levantaron  una  iglesita  provisional,  pues  la  antigua  se  les  cayó  por  el  temblor 
del  12  de  julio  de  este  año:  hicieron  su  amut  que  en  su  pobreza  y  mala  cose- 
cha llegó  á  20  pesos  para  la  iglesia,  amén  de  los  gastos  del  opíparo  convite 
del  que  todo  el  pueblo  participó  y  aun  los  extraños,  menos  el  padre  de  quien 
se  olvidaron  completamente. 

Con  los  dichos  20  pesos  soñaron  tener  padre,  coro  de  cantores  y  banda 
de  música  de  Talacógon.  Amargo  desencanto  fué  el  recibir  al  padre  con  so- 
los dos  cantores  y  sin  música.  Se  consolaron,  sin  embargo,  al  saber  que  el 
padre  traía  una  flauta  y  un  clarinete,  cruz,  ciriales,  etc.,  etc. 

A  pesar  del  tiempo  lluvioso,  san  Julián  se  dejó  obsequiar  bien,  con  víspe- 
ras solemnes,  misa  cantada  y  procesión  solemnísima.  Claro  si  el  yaua  (de- 
monio) tiene  sus  altares  en  la  calles,  no  había  de  ser  menos  san  Julián,  pa- 
trón de  La  Paz,  en  conseguir  para  el  Señor  un  triunfo  glorioso. 


278 

•  No  así  del  serafín  del  Carmelo,  santa  Teresa.  Sus  fieles  devotos  de  Sa- 
giinto,  después  de  hacerla  vestir  nuevo  ropaje,  la  han  abandonado  en  la  igle- 
sia de  La  Paz;  y  allí  estará  hasta  que...  el  presidente  de  Sagunto  encuentre 
báboy  y  haga  amut  para  festejar  á  su  seráfica  Patrona. 

Pensaba  yo  hacer  el  catiiigan  en  La  Paz  y  Sagunto  después  de  la  Inma- 
culada. Pero  el  viernes  15  después  déla  procesión  de  san  Julián  empezó  á 
llover  seguido  y  abundante  hasta  el  domingo;  por  esto  el  río  Arganan  casi 
se  nos  mete  en  el  pueblo  de  La  Paz,  lo  cual  es  mucho  decir.  Por  ende,  fué 
muy  difícil  y  hasta  peligroso  el  navegar.  El  lunes  hizo  buen  tiempo  sin  llu- 
via, y  el  martes  pude  volver  á  Talacógon. 

Si  el  presidente  de  Sagunto  cumple  su  palabra,  los  padres  de  Talacógon 
tendremos  nueva  ocasión  de  visitar  el  Arganan  por  el  mes  de  enero. 

Los  de  Novelé  están  preparados  para  festejar  á  san  Agustín.  Si  no  fue- 
ra por  las  fiestas  de  Navidad,  pronto  tendría  aqiií  el  dápit  para  subir  allá. 
Les  he  escrito  que  venga  después  de  Reyes. 

Nada  más  por  hoy.  No  se  olviden  de  nosotros  en  los  SS.  SS.  y  OO. 

Suyo  in  Domino 

JHS. 

Cristóbal  Sastre,  S.  J. 


EXCURSIÓN  APOSTÓLICA  DEL  P.  JAIME  VALLES  AL  PUEBLO 
DE  BUNAGUIT 


Garta  del  mismo  padre  al  P.  Martín  Hábig 


Butúan,  15  de  octubre  de  1911. 

R.  P.  Martín  Hábig. 

Reverendo  en  Cto.  padre:  Tiempo  ha  que  le  quería  escribir  y  darle  las 
gracias  por  el  envío  del  catálogo  anotado;  pero  no  he  podido  hasta  ahora  que 
regreso  de  una  excursión  en  la  que  ha  habido  de  todo,  alegrías  puras  y  amar- 
gas tristezas,  desolaciones  y  consolaciones  de  espíritu  que  da  la  vida  del 
misionero  en  estas  tropicales  latitudes.  Voy  á  referirle  alguno  de  los  hechos 
que  me  han  acaecido  durante  el  viaje  de  un  mes. 

Y  como  ya  conocerá  por  otras  cartas  mías,  la  geografía  de  mi  campo  de 
trabajos,  sólo  le  diré  algo  de  Bunaguit  empezando  mi  relación  por  la  salida 
del  sin  par  y  apreciado  Milagro. 

¡Y  cuan  triste  se  me  presentó  este  grupo  desde  mi  subida  del  mes  de 
marzo  en  que  apretado  por  las  calenturas  hube  de  volver  á  Butúan!  Entonces 
rebosaba  de  gente  Milagro,  esbelta  iglesia  se  levantaba  al  lado  del  pueblo  en 
que  se  congregaban  á  la  voz  de  la  campana  los  dóciles  feligreses  del  barrio, 
ahora,  muertos  de  calenturas  algunos  de  los  sácopes  de  Manumidio  y  corrído- 
se  éste  y  Santiago  Manganahay  hacia  Bunaguit,  se  ven  aquí  y  allí  harigues 
de  casas  abandonadas,  derrumbada  la  iglesia  y  la  bulliciosa  niñez  sin  escue- 
la, anda  por  las  Ylayas  á  la  manera  de  salvajes  sin  que  la  subida  del  misionero 
ni  causa  alguna,  la  mueva  á  salir  á  la  vida  civilizada.  Algunas  familias  quedan, 
unas  20  que  á  mi  llegada  acudieron  á  presentar  sus  pequeñuelos  para  el  bau- 
tismo y  recibir  el  sacramento  de  la  penitencia  y  comunión:  la  misa  la  dije  en 
lo  alto  de  una  casa  abandonada  en  donde  se  conserva  el  precioso  retablo  de 
la  Virgen  milagrosa  que  con  su  dulce  mirada  está  invitando  á  sus  hijos  que 
vuelvan  al  rededor  de  su  trono. 

Me  enteré  al  pormenor  de  su  estado,  repartí  quinina  á  los  muchos  enfer- 
mos, y  con  cuatro  hombres,  después  de  unir  en  santo  matrimonio  á  dos  pare- 


280 

jas,  emprendí  el  día  20  la  salida  al  abigarrado  pueblo  de  Buiiaguit.  Figúrese 
V.  R.,  lili  Llobregat  encajonado  entre  dos  hileras  de  montañas  que  se  retuer- 
ce á  un  lado  y  á  otro  sin  que  se  pueda  divisar  el  horizonte  más  allá  de  lo  que 
dá  la  punta  ó  recodo  siguiente:  como  á  lo  largo  de  los  barrancos  se  divisan 
algunos  camotales,  quise  visitar  á  algunos  de  aquellos  habitantes,  y  al  pri- 
mero que  llamé  fué  á  Adolfo,  ciego  de  los  ojos  del  cuerpo,  pero  tan  listo  y 
trabajador  que,  acompañándole  su  esposa  Alejandra,  cultiva  una  hermosa  se- 
mentera. Conocí  este  ciego  el  año  pasado  en  la  Esperanza  y  me  llamó  la  aten- 
ción por  su  conformidad  con  la  voluntad  de  Dios;  por  esto  pregunté  ahora 
por  él  y  quise  hablarle.  ¡Adolfo!,  grité,  al  divisar  su  choza  abierta  á  los  cua- 
tro vientos.  Oo,  pare  (sí,  padre),  contestó  levantándose  al  momento  y 
mandando  á  Alejandra  me  regalase  dos  huevos.  Le  di  yo  un  rosario  y  una 
cruz,  y  poco  después  hablando  con  Santiago  Manganáhoy,  me  contó  sobre 
Adolfo  lo  siguiente: 

Era  Adolfo  alguacil  del  antiguo  Milagro  en  tiempo  del  capitán  Miguel 
Mancahiúlay,  poco  después  que  el  R,  P.  Saturnino  Urios  bautizó  400  habi- 
tantes en  dos  días;  crecía  entonces  el  fervor  de  los  de  Milagro  y  procuraba 
Adolfo  que  todos  fuesen  á  misa,  pero  después  que  los  tenía  en  la  iglesia,  se 
iba  él  á  rondar  sin  entrar  en  ella;  pero  dice  que  Dios  le  quiso  avisar  y  salióle 
en  el  bosque  una  gran  culebra  venenosa;  espantado  Adolfo  huyendo  de  la 
serpiente  subióse  á  un  árbol,  imploró  el  auxilio  divino,  prometió  á  Dios  ser 
fiel  observante  de  los  días  festivos,  y  la  culebra  desapareció.  Volvió  al  pue- 
blo Adolfo  y  á  su  habitual  pecado  de  quebrantar  los  días  festivos,  y  Dios  en 
castigo  de  su  infidelidad  le  envió  la  ceguera  corporal. 

Dejado  este  ciego  y  confortados  nuestros  cuerpos,  en  medio  de  muchos 
trabajos,  por  llevar  poca  corriente  el  río,  llegamos  alas  5  y  media  de  la  tarde 
á  un  sitio  algo  despejado  en  donde  vive  el  infiel  Madalamba.  <Este  es  Mada- 
lamba,  dijeron  los  grumetes,  hijo  de  Mausanguílan  que  tiene  su  esposa  enfer- 
ma hace  tiempo  y  no  puede  moverse  de  la  choza».— Vamos  á  verla,  contesté, 
y  ya  que  hemos  de  hacer  noche  en  esta  soledad,  tendré  á  lo  menos  el  con- 
suelo de  confesar  á  esta  pobre.  Se  adelantó  un  poco  Mandalamba  para  cubrir 
á  su  esposa,  y  yo  le  seguí  subiendo  con  cuidado  por  el  tronco  eslabonado  que 
servía  de  escalera.  Allí  vi  á  Catalina  Mandalamba,  niña  de  doce  años,  bau- 
tizada por  mí  dos  años  antes.  Se  acercó  también  Mambusuag,  hermano  de  la 
enferma,  con  su  esposa  María  Mambumugat,  célebres  por  ser  datos  ó  baganis 
de  la  antigua  dominación  manoba.  Confesé  como  pude  á  la  enferma  que  sólo 
sabe  ser  ella  cristiana  sin  alcanzársele  nada  de  la  religión,  de  manera  que 
despedidos  los  grumetes  y  demás  gente  para  que  no  oyeran  las  respuestas, 
al  preguntarle  algo,  ella  en  voz  alta  les  pedía  la  respuesta  que  ellos  apun- 


281 
taban  diciendo  que  no  entendía  de  confesarse  ni  de  cristiana.  Mandalamba 
no  quiere  bautizarse,  porque  dice  que  á  los  que  viven  en  los  montes  no  les 
es  necesario  el  bautismo,  sin  que  nadie  le  pueda  convencer  de  la  obligación 
que  tiene  de  abrazar  la  religión  católica. 

Después  de  este  acto  de  misericordia  acampamos  sobre  la  arena:  preferí 
dormir  sub  dio  que  en  la  camareta  del  baroto,  y  así  tendí  las  sábanas  en  for- 
ma de  toldo,  debajo  de  este  toldo  metí  la  cama-tijera,  mientras  los  muchachos 
y  grumetes  se  echaban  sobre  las  duras  piedras.  No  he  pasado  noche  más  so- 
segada que  aquella,  la  primera  que  he  dormido  en  la  intemperie.  A  las  cua- 
tro llamé  á  la  gente,  con  intención  de  decir  misa  á  la  orilla  del  río  á  las  6  ó  7 
de  la  mañana.  Llegamos  á  esta  hora  al  sitio  donde  estuvo  el  antiguo  Mila- 
gro, y  sobre  un  tronco  arrastrado  por  la  corriente  coloqué  dos  tablas  de  la 
camareta  y  teniendo  por  bóveda  el  espacioso  cielo  y  por  muros  todo  el  hori- 
zonte, ofrecí  á  Dios  el  santo  sacrificio  de  la  misa.  Dadas  las  gracias  y  lista 
ya  la  gente  continuamos  el  viaje  hasta  Bunaguit.  No  salió  el  pueblo  enmasa 
á  recibirnos  como  hace  dos  años,  pero  sí  las  escuelas,  de  quienes  conservamos 
gratos  recuerdos  por  haber  sido  ¡as  primicias  de  mi  apostolado;  á  todos  co- 
nozco por  sus  nombres  y  aunque  hijos  la  mayor  parte  de  infieles  se  me  han 
aficionado  tanto  que  no  me  dejaron  un  momento.  Los  principales  datos  y 
baganis  fueron  todos  á  visitarme  y  ofrecerse  incondicionalmente  á  ayu- 
darme. 

El  trabajo- de  cuatro  días  fué  fructuoso,  enseñando  la  doctrina  á  unos  40 
entre  niños  y  niñas,  confesando  á  todos  los  dispuestos,  platicando  contiiuia- 
mente,  logrando  bautizar  á  17  personas.  Como  el  pueblo  estaba  lleno  de  en- 
fermos y  la  quinina  se  agotó,  les  insinué  hacer  una  procesión  de  rogativas 
á  la  tarde  del  domingo,  y  así  salimos  en  ordenadas  filas  las  escuelas,  muje- 
res y  todos  los  hombres  cristianos  paseando  la  excelsa  patrona  por  las  ca- 
lles de  la  población.  Los  infieles,  sobre  todo  los  viejos  y  casados,  no  se  acer- 
can y  no  comprenden  la  suerte  de  los  cristianos,  por  esto  se  esconden  al  paso 
de  la  Virgen.  Con  los  niños  de  los  infieles  que  sus  padres  presentaban  para 
el  bautismo  con  promesa  de  no  volver  á  la  selva,  he  notado  una  cosa  par- 
ticular. 

Antes  del  bautismo  huyen  del  padre  como  el  demonio  de  la  cruz,  pero 
después  de  cristianos  andan  tan  contentos  hacia  la  iglesia  á  repetir  la 
doctrina  que  se  ve  en  ellos  la  eficacia  del  sacramento  de  la  regeneración.  Y 
si  preguntase  V.  R.  por  qué  los  viejos  no  quieren  bautizarse,  he  aquí  la  razón 
según  me  contó  un  fervoroso  cristiano  de  lo  mejor  que  hay  Bunaguit.  Las 
gentes  de  allí  son  oriundas  del  Gaon,  hombres  que  desde  tiempo  inmemorial 
han  vivido  en  las  selvas  sin  que  misionero  alguno  haya  penetrado  eii  el  labe- 


282 
rinto  de  sus  escarpadas  montañas  ensangrentadas  por  la  sangre  de  numero- 
sas víctimas  del  odio  bagani.  Dicen  ellos  que  sus  padres  y  abuelos  murieron 
manobos,  y  con  todo  sus  almas  están  gozando  de  toda  felicidad  en  la  cumbre 
del  monte  Balatucan:  no  hay  para  ellos  distinción  de  buenos  y  malos  y  sus 
continuas  dinaterias  (idolatrías)  tienen  por  objeto  aplacar  el  mal  espíritu, 
causa  de  todas  las  enfermedades  y  desdichas:  creen  en  encantamientos,  bru- 
jerías, etc.  etc.,  y  al  revés  de  otras  gentes  quieren  vivir  donde  mueren  sus 
padres  y  abuelos,  como  para  guardar  sus  cenizas. 

Una  de  las  causas  principales  y  quizá  la  principal  de  que  reine  entre 
ellos  la  poligamia,  es  por  el  deseo  de  tener  muchos  hijos  y  después  sáco- 
pes  y  subditos;  y  así  nos  sucede  que  aun  los  cristianos  que  tienen  un 
poco  de  poder,  cuando  están  cansados  de  su  legítima  mujer,  porque  es  vieja 
y  no  da  sucesión,  se  arriman  á  otra  y  otras  casándose  á  lo  manobo  con  gran- 
des borracheras  y  escándalos. 

Y  para  que  V.  R.  comprenda  la  paciencia  que  tiene  Dios  con  estas  gen- 
tes y  los  ratos  amargos  que  pasará  el  misionero,  añado  lo  siguiente: 

Hace  dos  años  bauticé  con  agua  de  socorro  á  una  mujer,  que  según  las 
apariencias  y  el  parecer  de  todos,  iba  á  morir:  ella  sobrevivió  á  la  enferme- 
dad y  su  marido  que  era  infiel  murió,  quedándose  ella  viuda:  la  llamé  ahora 
para  instruirla  y  suplir  las  ceremonias  del  bautismo  que  con  gran  contento 
suyo  había  recibido,  asistió  á  las  funciones  de  la  iglesia  y  á  todos  los  cultos. 

Llamáronme  la  atención  las  reuniones  frecuentes  de  cristianos  y  paga- 
nos principales  durante  los  días  de  mi  permanencia  en  Bunaguit,  y  pregun- 
tando la  causa,  me  dijeron  hacían  el  reparto  de  los  animales  que  habían  de 
matar  para  una  dinateria  (sacrificio)  á  fin  de  que  cesasen  las  calenturas: 
pero  otros  contestaron,  y  después  vi  que  era  la  verdad,  que  se  trataba  de  cele- 
brar un  matrimonio  entre  un  viudo  infiel,  principal  y  rico,  con  Carmen  Naili- 
bongsor,  la  mujer  aquella  en  que  yo  había  suplido  las  ceremonias  del  .bau- 
tismo. 

Ya  puede  el  misionero  clamar  que  los  cristianos  no  pueden  casarse  con 
los  infieles:  es  ésta,  materia  que  ellos  no  conprenden  y  no  hay  razón  divina 
ni  humana  que  los  aparte  de  sus  deseos.  Y  así  el  miércoles  después  de  mi 
salida,  se  unía  manobamente  Carmen  Nailibongsor  en  medio  de  un  gran  con- 
vite en  que  se  comieron  una  docena  de  cerdos,  y  tomó  parte  todo  el  pueblo 
en  los  bailes  que  manobos  y  cristianos  tuvieron  en  obsequio  de  la  recién  des- 
posada. 

El  mismo  día  miércoles  en  la  plática  que  hice  á  los  del  otro  barrio,  les 
rogaba  no  acudiesen  al  biisao  (ídolo)  en  sus  enfermedades  porque  no  tiene 
el  mal  espíritu  poder  sobre  los  buenos  cristianos;  que  acudiesen  á  Dios,  á  su 


283 
excelsa  Patrona,  etc.  etc.  Pues,  ¿creería  V.  R.  que  después  de  la  misa  y  re- 
cibida la  comunión  y  dado  gracias,  se  reunieron  todos  en  casa  del  dinatero 
á  donde  habían  trasladado  á  una  mujer  tísica  confesada  el  día  anterior  para 
asistir  todos  á  las  plegarias  que  dirigían  al  mal  espíritu? 

Por  esto  le  dije  al  principio  que  la  vida  del  misionero  en  estas  tropica- 
les regiones  anda  en  un  vaivén  de  consuelos  y  desconsuelos,  que  aunque 
sean  grandes  los  primeros,  afligen  su  alma  los  segundos,  al  considerar  que 
no  puede  ahora  poner  remedio  á  tantos  pecados,  apostasías,  ignorancia  é  in- 
fidelidad de  las  almas  que  le  han  sido  confiadas. 

Faltan  misioneros,  faltan  recursos;  rogate  Dominum  inessis  iit  mittat 
operarios  in  messem  suam. 

En  los  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  \i.  se  encomienda  el  último  de  los  misio- 
neros de  manobos  é  infieles, 

Siervo  en  Cristo, 

JHS. 

Jaime  Valles,  S.  J. 


UNA  VISITA  Á  LOS  MAMÁNUAS 


Carta  del  P.  Ignacio  Vila  ai  P.  Saturnino  Urios 

Jabonga,  1  diciembre  de  1911. 

Rdo.  P.  Saturnino  Urios. 

Muy  amado  en  Cristo  padre:  desde  mi  última  no  tengo  más  que  decirle, 
que  al  subir  me  detuve  con  los  mamánuas  un  par  de  horas  para  bautizar. 
Sólo  me  presentaron  un  chiquillo  de  3  años:  los  demás  me  dijo  Vicente  esta- 
ban muy  lejos;  y  algunos,  remontados.  Poco  antes  del  medio  día  emprendí 
de  nuevo  el  viaje,  y  á  la  media  hora  en  una  de  aquellas  impetuosas  corrien- 
tes donde  había  un  grande  tronco  por  un  descuido  de  los  grumetes  ó  no  sé 
por  qué,  me  atravesaron  el  baroto  y  patos  al  agua.  Yo  pude  escaparme  á 
uña  de  caballo  por  encima  del  tronco,  y  me  fui  á  refugiar  encima  de  sus  raí- 
ces, donde  permanecí  en  pie  más  de  un  cuarto  de  hora,  mientras  me  pusie- 
ron el  baroto  á  flote,  y  me  recogieron  el  cargamento,  parte  del  cual  se  había 
caído  al  agua  y  lo  restante  flotaba  dentro  del  baroto  que  estaba  lleno  de 
agua,  de  costado  y,  con  un  catic  roto.  Dios  quiso  que  estuviesen  allí  cerca 
dos  bancas  de  un  chino,  cuyos  grumetes  al  ver  nuestros  apuros  se  echaron 
al  agua,  y  á  nado  vinieron  á  auxiliarnos,  y  gracias  á  ellos  pudieron  poner  á 
flote  el  baroto  y  recoger  el  cargamento,  por  supuesto  hecho  una  sopa,  inclu- 
so el  altar  portátil  cuya  casulla  blanca,  recién  compuesta  por  las  madres  y 
que  había  quedado  muy  bien,  ha  quedado  hecha  una  miseria,  y  no  tendrán 
más  remedio  que  pedir  otra  vez  raso  blanco  y  componérmela  de  nuevo. 

En  los  SS.  SS.  y  OO.  de  vuestra  reverencia  me  encomiendo. 

■v 

JHS. 

Ignacio  Vila,  S.  J. 


PROSPERIDAD  DEL  CATOLICISMO. -LA  CONGREGACIÓN 
DE  LA  «BUENA  MUERTE» 


Cartas  de  los  PP,  Saturnino  Urios  y  Jaime  Valles 
á  los  PP.  Fidel  Mir  y  Antonio  Iñesta 


CARTA  PRIMERA 

Bullían,  13  diciembre  1911. 
Rdo.  P.  Fidel  Mir. 

Mi  muy  amado  en  Cristo  reverendo  padre  superior:  tenemos  aquí  al  se- 
ñor Cruz  que  trae  agrimensores  para  medir  terrenos  de  la  iglesia  católica. 
En  Cagayán  y  Dapítan  y  también  en  el  monte  de  Tagolóan  de  donde  vienen, 
han  estado  muchísimo  tiempo.  A  nosotros  nos  han  cogido  en  mejores  condi- 
ciones sobre  el  particular  que  á  los  de  donde  han  estado,  puesto  que  tene- 
mos sacados  los  planos  del  centro  de  terrenos  y  allí  los  dan  más  baratos  por- 
que estos  que  han  venido  van  á  su  cuenta  y  los  gastos  que  tienen  son 
muchos.  ■ 

Recibimos  la  postal,  y  ahí  es  nada  lo  que  nos  ha  gustado  verle  á  vuestra 
reverencia  como  volviéndose  aquí  sin  saltar  á  tierra....  Gracias  á  Dios.  Le 
agradecemos  en  el  alma  haberse  acordado. 

Este  centro  de  operaciones  va  muy  bien.  El  P.  Valles  le  da  á  vuestra 
reverencia  noticias  en  una  quilométrica  carta.  Ya  antes  le  escribió  también 
sus  impresiones  sobre  su  visita  á  Esperanza  y  demás  dependencias  que  hay 
en  los  ríos  Ujut,  Uana^  Libang,  Busilao  y  Agsabut. 

Yo  envío  ahora  al  Máximo,  cartero  de  unos  y  otros,  porque  nos  vean  bre- 
gando aquellos  nuestros  superiores  y  hermanos  en  Cristo  y  á  ellos  les  digo  que 
se  las  hagan  leer  á  vuestra  reverencia.  Me  lo  agradecen  mucho  y  me  pagan 
escribiéndonos  ya  el  P.  Ricart,  ya  el  P.  Capell,  ya  el  P.  Iñesta  mi  paisano. 

Suyo  en  Cristo, 

JHS. 
Saturnino  Urios,  S.  J. 


286 

CARTA  SEGUNDA 

Butúaii,  28  diciembre  1911. 

Rdo.  P.  Antonio  Ifiesta. 

Mi  siempre  querido  en  Cristo  padre  rector:  No  es  para  dicho  el  gusto 
que  yo  tengo  de  enterarles  de  esta  nuestra  evangélica  labor,  y  así  les  envío, 
las  mejores  vías  ó  modos  de  vernos  desde  ahí,  en  acción,  buscando  las  divinas 
aventuras  á  lo  caballeros  de  Cristo. 

Aquí  tuvimos  una  primera  comunión  el  día  de  la  Purísima  que  daba  con- 
suelo porque  todo  fué  escogido  y  sobre  todo  mucha  la  concurrencia.  Claro 
es  que  cada  día  nos  esforzamos  más  á  que  salgan  los  cultos  con  primorosidad; 
porque  estamos  en  situación  diferente  que  antes;  el  respeto  al  misionero  su- 
plía deficiencias  en  algunas  cosas;  porque  lejos  de  notarlo  creían  que,  era  lo 
que  era,  por  creer  del  padre  que  sabía  los  rituales  al  dedillo;  ahora  mez- 
clada la  piedad  con  la  irreligión,  la  heregía  y  cisma,  somos  el  espectáculo 
dentro  y  fuera  de  casa  é  iglesia,  que  yo  le  digo  que  se  ha  de  ir  con  pies  de 
plomo  al  objeto  de  evitar  le  echen  un  sanbenito  al  más  pintado  de  los  bue- 
nos, que  le  tumben  de  bruces  dejándole  aplastado  sin  honor  y  prestigio. 

Ahora  nuevamente  en  vista  de  la  conducta  de  la  flamante  insipiencia  de 
los  divorcistas  hemos  de  decir  lo  del  otro:  ¡Todo  lo  teníamos,  eso  nos  faltaba! 
Se  presta  el  caso  á  desandar  el  camino  hecho  creyéndoles  unos  otros,  para 
ponerlos  como  antes  eran,  esto  es  lo  de  siempre,  siguen  á  ciegas  al  que 
manda  aunque  éste  no  lo  pretenda  y  les  diga  claro  aquello  de  tu  alma  en  tu 
palma.  La  empleomanía  indígena  sigue  los  pasos  de  la  que  ellos  creen  ame- 
ricana; es  decir,  que  su  religión  son  los  que  levantándose  tarde,  ni  oyen 
misa  ni  comen  carne,  siendo  así  que  los  de  aquí  son  católicos,  y  los  de  allá 
son  de  diferentes  leyes. 

Pues  bien:  los  benditos  de  Dios,  los  indígenas  que  en  casa  son  prác- 
ticos, en  público  son  peores  que  Nicodemus,  que  al  fin  y  al  cabo  fué  de 
noche  á  verse  con  el  Señor,  pues  rezando  á  la  callandita  el  rosario  algu- 
nos, y  teniendo  otros  en  la  maleta  la  imagen  del  Redentor  como  talismán 
seguro  en  su  vida  de  casa  y  fuera,  ni  bautizan  á  sus  hijos,  y  así  pro- 
ceden. Yo,  contando  con  el  poquito  de  prestigio  que  de  morenos  y  rubios  me 
viene,  echo  desde  el  pulpito  á  lo  seminator  mis  saetillas,  diciéndoles  que  en 
el  mundo  no  hay  nación  que  deje  moverse  á  cada  móvil  sobre  su  órbita  como 
Norteamérica,  pero  tararura.  El  deseo  de  quedar  bien  los  pierde.  Piensan 
que  en  toda  la  latitud,  longitud  y  profundidad  ha  de  decir  el  americano  go- 


287 

bierno  qui  non  est  mecum  contra  me  est.  ¿No  ve  qué  benditez  tan  sin  fun- 
damento en  creer  tal  cosa  que  no  ven  con  los  ojos  de  la  cara? 

Estamos  en  Navidad,  y  la  víspera  recibimos,  un  bien  puesto  volante  de 
este  gobernador,  llamándose  amigo  y  servidor  nuestro  deseándonos  felicida- 
des y  prosperidad;  incluyó  dos  billetes  de  banco  de  á  10  pesos  para  obras 
de  caridad.  En  otra  ocasión  el  día  de  mi  día  se  excusó  de  venirnos  á  ver 
porque  estaba  para  salir  embarcado,  y  entre  otros  buenos  y  leales  piropos 
dijo  que  deseaba  nos  saliesen  con  éxito  todas  nuestras  empresas.  El  gober- 
nador es  nuevo  aquí,  pero  viejo  de  estar  con  los  NN.  puesto  que  se  ha  lle- 
vado algunos  años  en  los  montes  de  Tagolóan. 

Mire  ahora  qué  cosa.  Me  he  quedado  yo  solo  en  Butüan  yendo  el  celoso 
P.  Valles  á  Cabarbarán  á  Navidades.  Pues  ha  sido  el  achuchón  de  trabajo 
hasta  estrujarle  á  un  viejo  de  69  abriles.  Domingo,  vísperas  de  Navidad 
confesiones  por  la  mañana  hasta  poco  más  ó  menos  la  misa  mayor,  sermón  en 
ella,  catecismo  á  su  conclusión,  bautismos  y  despachar  gente  hasta  la  hora  de 
examen.  Exposición  y  rosario  por  la  tarde  y  de  cabeza  al  confesionario  hasta 
las  8  (103  confesiones).  A  las  9  retiro,  á  las  1 1  de  la  noche  maitines  y  sobre 
la  marcha  misa  cantada  con  besar  al  Niño,  subiendo  á  dormir  á  la  1  media  de  la 
madrugada.  Al  día  siguiente,  Navidad,  33  confesiones,  misa  cantada,  sermón, 
visitas  y  algún  bautismo.  Exposición  por  la  tarde  y  al  fin,  un  poco  cansado 
de  piernas,  casi  nunca  de  hablar,  y  al  avío.  En  los  intervalos  escribir  cartas, 
y  leer  las  recibidas,  y  eso  con  69  años  encima. 

De  contado  que  ha  de  hacer  vuestra  reverencia  correr  esta  y  sus  adjun- 
tas por  los  reverendos  padres  Capell,  Ricart  y  Mir,  nuestro  padre  superior 
que  le  queremos  y  reclamamos  contra  lo  que  digan  dueñas,  digo  circuns- 
tancias. 

Está  al  dedillo  de  esto,  y  nos  ama;  no  obstante,  nos  avendremos  á  lo 
que  diga  la  santa  obediencia. 

Suyo  y  de  todos. 

t 

JHS. 

Saturnino  Urios,  S.  J. 


288 

CARTA  TERCERA 

Butiían,  23  diciembre  1911. 

Rdo.  P.  Fidel  Mir. 

y\i  siempre  amado  en  Cristo  reverendo  padre  superior.  Escribo  á  los  de 
costumbre  y  á  vuestra  reverencia.  Lea  lo  que  envío. 

El  P.  Valles  en  Cabarbarán  donde  ha  encontrado  el  convento  que  que- 
maron, compuesto;  pero  la  poca  grey  católica  desanimada. 

Está  aquello  en  la  parte  cismática  perdido.... 

En  tanto  que  no  sé  que  va  á  ser  de  los  que  se  van  muriendo  sin  que 
les  digan  una  sola  palabra  buena. 

El  señor  gobernador  nuevo,  recién  llegado  del  gobierno  de  Tagolóan, 
nos  ha  felicitado  con  mucha  distinción  y  hasta  cariño  enviándonos  20  pesos 
para  obras  de  caridad. 

El  día  de  mi  día,  hubo  en  el  edificio  de  las  madres  por  acabar,  mucha 
cosa  en  obsequio.  ¡Válame  Dios  con  lo  que  se  estila!  ahora  que  casi  es  más 
adular  á  un  viejo  que  cantarle  el  B-A-Ba  de  sus  majaderías. 

Salió  en  los  discursos  el  P.  Pamies.  Los  de  Nasípit  están  poniendo 
como  nuevo  el  convento,  y  lo  hacen  bien  y  no  de  munición,  porque  son  car- 
pinteros. 

Suyo  en  Cristo  que  le  quiere  mucho,  A.  M.  D.  G. 

JHS. 
S.ATURNINO   URIOS,    S.   J. 


CARTA  CUARTA 

Butúan.  9  diciembre  1911. 

Rdo.  P.  Fidel  Mir. 
Reverendo  en  Cristo  padre:  Hace  casi  dos  meses  no  he  tomado  la  plu- 
ma para  escribirle,  y  ahora  lo  hago  con  tanto  mayor  gusto  cuanto  que  los 
acontecimientos  que  han  aquí  acaecido,  desde  mi  última,  requieren  una  larga 
é  interesante  carta. 


289 

Hace  tiempo  que  revolvíamos  en  nuestro  pensamiento  la  manera  de 
atraer  á  los  hombres  á  la  comunión  mensual,  ya  que  por  ahora  no  podemos 
llegar  al  ideal  del  sumo  pontífice,  la  comunión  diaria:  pero  ¿quién  afronta  el 
trabajo  y  constancia  que  ésto  requiere?  ¿y  qué  día  será  el  más  apropósito 
para  ellos?  ¿resultará  un  fracaso  nuestra  empresa?  Nos  iluminó  en  medio  de 
muchas  dificultades  la  fiesta  que  celebró  por  septiembre  la  incipiente  con- 
gregación de  la  Buena  muerte  y  la  junta  que  tuvieron  los  hombres  y  muje- 
res pidiendo  reglamento  para  su  congregación. 

Se  les  escribió  el  reglamento,  traducido  casi  á  la  letra  de  los  estatutos 
generales  para  dichas  congregaciones  que  se  hallan  en  el  Acta  Romana  y 
aprobado  por  todos,  se  estableció  el  día  de  retiro  mensual  el  primer  viernes 
de  mes,  con  preparación  el  jueves,  vigilia  de  los  primeros  viernes.  El  primer 
día  de  retiro  resultó  espléndido,  y  el  segundo  que  tuvimos  el  día  primero 
del  corriente,  superó  al  primero.  Esta  es  la  distribución  que  seguimos:  jue- 
ves confesiones  de  las  escuelas,  mujeres,  etc.  etc.  hasta  las  seis  p.  m.  en 
que  se  empieza  la  plática  ó  sermón  y  después  confesiones  de  hombres.  Se 
empiezan  las  confesiones  á  las  4  a.  m.  del  viernes,  á  las  6  comunión  general, 
misa  con  exposición  mayor  y  reserva,  á  las  6  p.  m.  exposición,  rosario,  ser- 
món, preparación  de  la  buena  muerte  y  reserva. 

Para  las  mujeres  se  tienen  dos  actos  más.  uno  á  las  diez  y  otro  á 
las  4. 

Se  ha  de  imprimir  el  reglamento  y  unas  hojas  volantes  para  avisar  á  los 
socios  mensualmente.  recordándoles  sus  obligaciones.  Da  verdadera  devoción 
el  asistir  á  las  comuniones  de  los  primeros  viernes  que  no  bajan  de  350  y  so- 
bre todo  á  la  función  de  la  tarde  en  que  la  gente  está  con  verdadero  recogi- 
miento. Ayer  se  tuvo  otra  reunión,  y  se  les  habló  para  alistar  más  socios  que 
deseen  cumplir  sus  obligaciones.  Y  si  me  pregunta,  cuántos  hombres  comul- 
garon estos  días,  le  responderé  que  32  casados  el  primero,  y  34  el  segundo 
más  unos  60  entre  chicos  y  mozos:  total  un  centenar  de  comuniones  del  sexo 
masculino,  que  si  somos  constantes  en  cultivarlas,  aumentarán  todos  los  meses. 

Las  primeras  comuniones  se  han  celebrado  con  solemnidad  en  casi  to- 
dos los  pueblos  del  mar  y  de  la  Yla\-a:  pero  la  que  nos  ha  llenado  ha 
sido  la  solemnísima  que  se  celebró  ayer  en  nuestra  iglesia.  Como  la  mayor 
parte  de  los  niños  y  niñas  eran  de  nuestras  escuelas  y  se  tomó  con  tiempo  el 
prepararlos,  estaban  realmente  deseosos  de  comulgar;  hermosa  vista  ofrecía 
nuestra  basílica  el  día  de  ayer.  Dos  ordenadas  filas  de  66  niños  ocupaban  la 
parte  de  la  nave  central  del  lado  del  evangelio,  y  70  niñas  la  de  la  epístola, 
y  llenando  el  centro  de  la  nave,  hasta  la  puerta  de  entrada,  las  hijas  de  María 
de  cuatro  en  fondo.  Se  cantó  la  misa  coral  de  Pío  X  y  se  acercaron  al  sa- 

19 


290 
grado  banquete  al  rededor  de  700  personas,  de  ellas  136  de  primera  comunión. 
Es  la  comunión  más  lucida  que  he  visto  aquí  por  lo  bien  ordenada  que  salió. 
Se  regaló  á  los  primeros  comulgantes  un  sencillo  pero  hermoso  recordatorio 
y  se  les  admitió  en  las  respectivas  congregaciones  de  María,  á  las  cuatro  de 
la  tarde  antes  de  la  solemnísima  y  edificante  procesión.  Se  hace  la  admisión 
en  este  día  solemne,  habiéndolos  considerado  aspirantes  todo  el  tiempo  de 
preparación,  porque  es  el  día  que  están  seguros  y  después  cada  cual  se  va 
á  su  sementera  y  no  aparecen  en  el  pueblo  hasta  su  fiesta:  acordándose  que 
son  congregantes  de  María  se  presentan  á  comulgar.  De  los  congregantes 
de  ambos  sexos,  que  viven  lejos  del  pueblo,  se  saca  lo  que  buenamente  se 
puede,  ni  pueden  más  de  suyo  viviendo  tan  apartados  de  nosotros. 

Dispense  V.  R.  la  digresión:  la  he  puesto  para  que  á  nadie  llame  la  aten- 
ción nuestro  modo  de  proceder. 

Dije,  que  terminó  la  fiesta  con  la  solemnísima  y  edificante  procesión. 
Se  pudo  tener  á  buena  hora  saliendo  del  templo  á  las  cinco  en  ordena- 
das filas  de  niñas,  mujeres,  hombres,  hijas  de  María  y  primeros  comulgantes, 
respetada  de  todos  y  admirada  de  los  mismos  americanos. 

Uno  sólo  hizo  trabajar  á  los  cebuanos  que  están  haciendo  la  casa  provin- 
cial y  parece  les  azuzaba  al  pasar  la  imagen  de  la  Virgen.  Creo  yo  tendrían 
que  tener  un  poco  de  consideración  al  pueblo;  y  en  un  día  como  ayer  respe- 
tar en  público  sus  creencias  que  no  están  reñidas  éstas  con  el  progreso  ma- 
terial que  ellos  persiguen.  A  la  llegada  al  templo  se  cantó  la  salve,  y  nos  re- 
tiramos luego  consolados  aunque  rendidos  por  el  trabajo. 

Todo  ceda  en  honra  de  Dios  y  de  ia  Inmaculada  Virgen. 

Sin  más  por  hoy,  en  los  SS.  SS.  y  OO.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

Su  hermano  y  subdito  en  Cristo 

JHS. 

Jaime  Valles,  S.  J. 


RESIDENCIA  DE  DAPITAN 


TRABAJOS  DEL  MISIONERO  EN  BALIANGAO.-BUEN  ESTADO 
DE  LA  MISIÓN  DAPITANA. 


Carta  del  P.  José  España  al  P.  Saturnino  Urios 

Líbay,  31  de  agosto  de  1911. 

Rdo.  P.  Saturnino  Urios. 

Mi  muy  amado  en  Cto.  P.  Urios:  Después  de  tan  largo  silencio,  ya  cree- 
rá V.  R.  que  este  pobre  infeliz  se  ha  olvidado  de  su  pinalangan  P.  Satur- 
nino; no,  no  es  olvido,  la  causa,  sino  el  tiempo  que  me  escasea.  Aquí  adonde 
llegué  el  martes,  estoy  como  el  pez  en  el  agua,  y  descansado;  y  por  eso 
aprovecho  la  ocasión  para  decirle  que  todavía  vivo,  y  doy  que  decir  y  hacer 
á  los  desgraciados  aglipayanos  y  demás  enemigos  de  Dios  y  de  nuestra  sa- 
crosanta religión. 

El  día  1 1  salí  de  Dipólog,  pasé  por  Sánang,  Libay  y  Baliangao,  y  llegué 
á  Langáran  el  16,  y  permanecí  en  dicho  pueblo  hasta  el  día  22  en  que  volví 
á  Baliangao  para  celebrar  la  fiesta  el  domingo,  día  27.  En  Langáran  encuen- 
tro algunos  tabiques  del  convento  é  iglesia  derribados,  ex  profeso;  robadas 
algunas  tablas  que  arrancaron  del  piso  del  convento,  y  muchas  maderas  y 
puertas;  los  bajos  del  convento  convertidos  en  corral  de  carabaos,  presos, 
etc.  etc.  Todo  el  concejo  de  Langáran  es  aglipayano,  y  algunos  más,  pocos, 
dacungtao;  la  plebe  romanista  (católica)  de  corazón,  pero  en  lo  exterior 
aglipayanos;  pues  de  lo  contrario,  serían  víctimas  de  los  Ponoans  (jefes)  y 
de  la  revolución  que,  según  les  dicen  los  aglipayanos  á  los  romanistas,  no 
tardará. 

A  la  iglesia  no  se  acerca  casi  nadie,  cuatro  viejas  y  algunos  extranje- 
ros. Un  domingo,  oyeron  misa  sólo  dos  ó  tres  hombres  y  una  docena  de  mu- 


292 
jeres  y  niños;  los  días  de  fiesta  no  se  conocen,  trabajan  como  en  días  de  la- 
bor; sólo  se  distinguen,  en  que  por  la  tarde  acuden  hombres  y  mujeres  á  la 
gallera. 

La  juventud  va  á  subir,  si  el  Señor  no  lo  arregla,  sin  Dios,  sin  religión, 
sin  temor.  ¡Malditas  escuelas  laicas  y  maldita  mezcla  de  niños  y  niñas!  Da 
miedo  el  ver  á  tanta  multitud  de  niños  y  niñas  abandonados,  sin  que  na- 
die se  apiade  de  ellos  para  enseñarles  lo  más  esencial  para  su  salvación. 
¿Qué  será  dentro  de  poco  de  estos  niños  y  de  todo  Filipinas?  Dios  sólo  lo 
sabe,  y  Él  sólo  lo  puede  remediar;  los  frutos  de  la  educación  sin  religión, 
ya  los  empezamos  á  palpar;  el  desprecio  á  los  ministros  del  Señor,  el  odio 
que  se  va  infiltrando  en  sus  corazones  contra  la  religión,  etc.  etc.;  si  el  go- 
bierno no  aprieta  la  mano  y  no  castiga  tantos  abusos,  nos  tendremos  que 
retirar,  porque  ya  no  seremos  necesarios  ni  podríamos  vivir.  Si  ahora  que 
empieza,  se  oye,  matar  á  estos  que  visten  de  negro,  y  si  el  padre  bau- 
tiza á  mi  hijo,  lo  fusilo,  y  mgasisi  sa  imong  ling,  y  patay,  etc.  etc.:  ¿qué 
tal  será  dentro  de  pocos  años  en  que  todos  estarán  imbuidos  de  los  mismos 
sentimientos  de  venganza,  odio  y...?  ¡Dios  nos  asista!  Nuestra  misión  dapi- 
tana  todavía  se  conserva;  pero  se  ve  también  que  va  menguando  la  fe  y 
aumenta  la  indiferencia. 

El  día  27  que  celebré  la  fiesta  de  la  Virgen  Santísima  Nuestra  Señora 
del  Carmen,  los  civilizados  del  pueblo  de  Baliangao,  dieron  una  excelente 
prueba  de  su  civilización.  Fué  que  poco  antes  de  salir  la  procesión,  las  auto- 
ridades con  un  grupo  de  20  jóvenes,  fueron  á  la  plaza  de  la  iglesia  por  don- 
de había  de  dar  la  vuelta  la  procesión,  y  empezaron  á  jugar  el  base  ball. 
Creí  que  al  salir  la  procesión,  cesaría  el  juego;  pero  me  equivoqué  porque 
fué  cuando  más  gritaron  y  palmotearon,  y  duró  hasta  que  volvimos  á  la  igle- 
sia. Y  así  que  entramos  cesó  el  juego,  lo  cual  demuestra  que  todo  fué  inten- 
cionado, para  desprecio  de  nuestra  santa  Religión.  Estaban  de  espectadores, 
en  los  bajos  del  municipio,  todos  los  /?o/zofl/z5  principales,  menos  el  presiden- 
te que  se  encontraba  en  Oroquieta,  de  viaje  para  Cagayán.  Ya  ve  P.  Urios, 
las  que  tenemos,  en  los  pueblos  de  los  grandes  progresos,  ó  de  los  que  más 
habían  progresado,  en  frase  públicamente  proferida  no  ha  mucho  por  quien 
V.  R.  sabe. 

La  mujer  de  Manuel  Bueno,  hija  de  Antonio  Masías,  español,  que  iba 
en  la  procesión,  no  pudo  contener  las  lágrimas  al  ver  tal  desacato,  y  por  la 
noche  ó  cuando  llegó  su  marido  á  casa,  la  emprendió  contra  él  de  palabra  di- 
ciéndole  lo  que  se  merecía,  pues  era  uno  de  los  espectadores,  y  estaba  re- 
suelta á  volverse  á  Sicayap,  á  su  casa,  para  no  vivir  en  un  pueblo  tal.  Es  una 
muchacha  bien  educada  y  de  armas  tomar. 


293 

El  domingo,  Deo  volente,  celebraremos  aquí  una  fiesta  á  santa  Filome- 
na, y  el  lunes  iré  otra  vez  á  Langáran  para  celebrar  la  fiesta  de  san  Nicolás, 
y  luego  me  volveré,  si  no  ocurre  novedad. 

En  Baliangao  tienen  un  parepare  (cismático)  ilocano  desde  hace  poco 
inás  de  una  semana,  contratado  por  los  principales,  á  fin  de  que  puedan  ha- 
cer algún  patigayon.  Estos  le  dan  algo  á  él,  y  cobran  á  la  gente  una  contri- 
bución, y  ¡viva  la  legalidad!  pero  creo  que  no  durará  mucho  por  falta  de  di- 
nero, pues  la  gente  no  es  rica,  sino  muy  pobre,  y  apenas  tiene  para  poder 
vivir,  y  tampoco  lo  quieren;  y  la  prueba  es,  que  durante  una  semana  en 
Baliangao  yo  bauticé  unos  treinta  niños  y  él  sólo  dos  ó  tres;  pero  hará  su  daño 
hablando  contra  los  españoles  y  contra  nosotros,  fomentando  el  odio. 

Veo,  padre,  que  me  he  alargado  demasiado,  y  termino,  con  rogarle  sa- 
lude de  mi  parte  á  esos  mis  inolvidables  PP.  Giralt,  Vila  y  demás  CC.  PP.  y 
HH.  de  esa  residencia,  y  para  V.  R.  cuanto  quiera  de  este  ínfimo  H.  y 
S.  en  Cto.  que  se  encomienda  en  sus  SS.  SS.  y  00., 

JHS. 

José  España,  S.  J. 


MISIÓN  CHILENO-ARGENTINA 


GOLEGIO-SEMINARIO  DE  MONTEVIDEO 


LA  PERSECUCIÓN  RELIGIOSA  EN  DICHA  REPÚBLICA 


Carta  del  R.  P.  José  Llussá  al  reverendo  padre  provincial 


Montevideo,  23  de  septiembre  de  1911. 

Rdo.  P.  José  Barrachina,  S.  J, 

Reverendo  y  muy  amado  en  Cto.  padre  provincial:  Por  el  reverendo  pa- 
dre superior  de  la  misión  habrá  V.  R.  ido  teniendo  noticias  de  la  marcha  de  los 
asuntos  de  la  religión  en  general,  y  de  los  nuestros  en  particular,  en  esta  Re- 
pública. A  la  verdad,  que  todo  este  curso  hemos  estado  como  pendientes  de  un 
hilo  y  como  con  la  espada  de  Damocles  sobre  nuestras  cabezas.  No  obstante, 
confiando  en  Dios,  y  tomando  las  precauciones  que  la  prudencia  aconsejaba, 
hemos  ido  trabajando  durante  lo  que  llevamos  del  curso  que  ya  termina,  con 
el  colegio  lleno  de  alumnos,  unos  400,  más  32  seminaristas,  amén  de  los  de- 
más ministerios. 

Entre  las  leyes  del  actual  gobierno  contra  la  Iglesia,  figuran  la  supre- 
sión de  los  honores  militares  á  las  personas  eclesiásticas,  al  Santísimo  y  á 
los  símbolos  religiosos;  la  supresión  de  la  exención  del  servicio  militar  para 
los  sacerdotes  y  seminaristas;  la  supresión  de  los  capellanes  castrenses;  va- 
rias declaraciones  del  ministro  del  interior  y  cultos,  dé  que  los  bienes  de  la 
Iglesia  son  del  Estado,  y  finalmente  la  declaración  de  que  está  en  vigor  la 
famosa  ley  de  conventos  de  Santos.  A  esto  debe  agregarse  un  proyecto  de 
ley  presentado  á  las  Cámaras,  é  incluido  en  los  asuntos  urgentes  que  deben 
tratarse  en  las  sesiones  extraordinarias,  sobre  reglamentación  de  enseñanza 
primaria  privada.  Además  es  inminente  la  reforma  de  la  Constitución  y  la 
supresión  del  artículo  5.^,  que  declara  ser  la  religión  del  Estado  la  católica, 
apostólica,  romana.  Con  ello  nos  viene  la  separación  de  la  Iglesia  y  del  Es- 


298 

tado  y,  según  parece  á  muchos,  no  en  la  forma  de  los  Estados  Unidos  ó  del 
Brasil,  sino  en  la  de  Francia  ó  Portugal.  Ya  ve  V.  R.  si  han  trabajado  en 
poco  tiempo  los  hijos  de  las  tinieblas  y  si  son  secundados  en  esta  República 
los  planes  de  los  masones,  que  se  dieron  la  enhorabuena  y  celebraron  un 
banquete  por  su  subida  al  poder,  y  las  logias  felicitaron  á  nuestro  presiden- 
te, etc.  etc. 

Gracias  á  Dios  esta  persecución  ha  servido  no  poco  para  despertar  y 
espolear  á  nuestros  católicos.  La  ley  de  supresión  de  honores  militares  se 
aprobó  aprisa  y  corriendo  á  fin  de  que  la  próxima  fiesta  de  Corpus  no  tuvie- 
sen que  rendirse  las  banderas  ni  asistir  la  tropa  á  la  procesión  del  Smo.  Pues 
bien;  los  católicos  tomaron  á  punto  de  honra  el  que  el  Smo.  fuese  más  hon- 
rado que  ningún  año;  y  lo  consiguieron.  A  pesar  de  la  llovizna  persistente, 
salimos  á  la  calle  acompañando  á  nuestro  Señor,  en  tan  gran  número,  que 
todos  los  diarios,  aun  los  más  liberales,  excepto  £"/ Z)m  órgano  del  presi- 
dente, lo  proclamaron  como  un  gran  triunfo  católico.  Y  tanto  les  escoció  á 
los  enemigos  aquella  imponente  manifestación,  que  se  dieron  á  organizar  una 
contramanifestación  para  pedir  la  separación  de  la  Iglesia  del  Estado;  y 
á  pesar  del  gran  rumbo  que  le  dieron,  y  de  la  protección  oficial,  contra  las 
predicciones  de  todos,  resultó  un  solemne  fracaso,  pues  no  pasarían  de  unos 
6,030  los  concurrentes,  inclusas  unas  WO  mujeres,  cuando  la  manifestación 
católica  no  bajaría  de  unos  15  á  20  mil.  El  domingo  siguiente  al  de  la  fraca- 
sada manifestación  radical,  la  sola  parroquia  de  la  Aguada,  en  la  procesión 
en  honor  de  su  patrona  la  Virgen  del  Carmen,  sacó  á  la  calle  más  de  7,000 
personas.  Otras  procesiones  se  han  hecho  después,  y  muy  concurridas,  en  la 
Unión  y  en  el  Reducto. 

Para  protestar  contra  las /(96?  //Zü7'erg5  arriba  mencionadas,  las  damas 
católicas  hicieron  celebrar  el  18  de  julio  en  la  Metropolitana,  una  misa  yoro 
patria,  y,  á  pesar  del  mal  tiempo,  acudió  todo  lo  más  selecto  del  elemento 
femenino  de  Montevideo. 

Otra  manifestación  espléndida  y  muy  simpática  organizó  la  congregación 
mayor  de  nuestro  colegio-seminario,  dirigida  por  el  P.  Blasco.  Fué  la  pere- 
grinación patriótico-religiosa  á  La  Florida,  para  devolver  á  aquella  ciudad  la 
histórica  Virgencita  de  los  Treinta  y  tres,  traída  dos  años  antes,  por  iniciativa 
de  la  misma  congregación,  á  Montevideo,  para  restaurarla.  Encargóse  de  la 
restauración  de  esta  joya  el  Dr.  Zorrilla  de  San  Martín,  actual  presidente  de 
la  congregación,  quien  la  llevó  á  cabo  con  verdadero  amor  y  gusto.  Estaba 
ya  hermosamente  restaurada  la  imagen  sagrada  ante  la  cual  rindieran  su  ban- 
dera los.  célebres  Treinta  y  tres,  y  á  la  cual  invocaron  los  convencionales  de 
la  independencia  uruguaya. 


299 
¡Cómo  no  aprovechar  esta  ocasión  para  despertar  el  amor  patrio,  junta- 
mente con  el  sentimiento  religioso,  que  tan  bien  supieron  hermanar  aquellos 
proceres  y  que  tan  indignamente  desconocen  los  actuales  gobernantes!  Este 
fin  perseguía  la  peregrinación  del  15  de  agosto  á  La  Florida,  acompañando 
en  triunfo  á  la  popular  Virgencita.  Precedió  un  solemne  triduo  en  la  Me- 
tropolitana en  honor  de  la  Virgencita.  En  él  predicó  el  P.  Segismundo  Mas- 
ferrer,  probando  que  el  amor  patrio  debe  fundarse  en  la  religión.  La  comu- 
nión general  del  último  día  fué  numerosísima,  abundando  los  caballeros  y 
los  jóvenes.  El  fervoroso  joven  presbítero  D,  Arturo  Arrivillaya,  tuvo  los 
fervorines,  que  fueron  muy  ardientes  y  entusiastas.  Llegó  el  día  15,  fiesta 
de  la  Asunción  de  María,  y  muy  temprano  salieron  de  Montevideo  dos  tre- 
nes especiales  atestados  de  peregrinos  caballeros  y  jóvenes,  pues  no  se  ad- 
mitieron mujeres;  en  el  segundo  iba  la  Virgencita  acompañada  del  ilustrísimo 
señor  obispo,  vicario  general  y  de  la  junta  de  la  congregación  mayor.  Lle- 
gados á  La  Florida,  se  colocó  la  Virgencita  en  unas  andas  y  fué  recibida 
con  calurosos  vivas  y  continuados  aplausos  por  la  multitud  que  de  La  Flori- 
da, de  El  Durazno,  y  de  otros  muchos  pueblos,  habían  acudido.  Con  ellos  y 
los  que  habíamos  llegado  de  Montevideo,  se  formó  una  larguísima  é  impo- 
nente columna  que,  llenando  la  ancha  carretera,  que  de  la  estación  lleva  á 
La  Florida,  durante  tres  cuartos  de  hora  estuvo  sin  cesar  entrelazando  los 
vítores  á  la  Virgen  con  las  estrofas  del  himno  nacional  y  con  el  rezo  del  san- 
to Rosario,  hasta  llegar,  después  de  atravesar  la  ciudad  de  La  Florida,  á  la 
famosa  Piedra  Alta,  junto  á  la  cual  se  declaró  en  18251a  independencia  del 
Uruguay.  Allí  el  señor  obispo  celebró  la  santa  misa,  oída  con  gran  devoción 
por  una  multitud  que  no  bajaría  de  8  á  10  mil  personas.  Terminada  la  santa 
misa,  y  después  de  unas  palabras  del  señor  obispo  y  una  entusiasta  y  fervo- 
rosa arenga  del  joven  abogado  y  profesor  de  inglés  de  nuestro  colegio,  don 
Dardo  Regules,  se  dispersó  la  gente  para  almorzar,  y  volver  á  reunirse  en 
el  mismo  sitio  á  la  una  y  media  para  oir  los  discursos  de  los  jóvenes  Víctor 
Escardó,  Miranda  y  del  Dr.  Zorrilla  de  San  Martín,  que  fueron  todos  ellos 
entusiastas  y  saturados  de  amor  á  la  religión  y  á  la  patria.  Fué  esta,  mi  re- 
verendo padre  provincial,  una  gran  jornada,  que  dejó  gratos  y  profundos 
recuerdos  en  cuantos  asistieron.  Le  envío  una  fotografía  de  la  Virgencita, 
cuya  coronación  solemne  se  trata  de  promover.  El  acto  final  de  la  distribu- 
ción de  premios  de  nuestro  colegio-seminario,  será  Dios  mediante,  en  honor 
de  la  Virgen  de  los  Treinta  y  tres. 

Otra  gran  protesta  católica,  ha  sido  la  suscripción  popular,  de  20  cén- 
timos solamente,  para  costear  las  aceras  de  la  catedral,  que  el  gobierno  que- 
ría hacer  por  su  cuenta,  como  propiedad  del  estado.  Se  han  llenado  ya  cerca 


300 
de  2000  listas,  de  diez  personas  cada  lista,  casi  el  doble  de  lo  que  se  calcula 
que  costará  la  obra,  y  siguen  todavía  publicándose  otras  nuevas  listas. 

Con  motivo  de  la  interpelación  hecha  en  las  cámaras  sobre  el  cumpli- 
miento de  la  Ley  de  conventos,  el  poder  ejecutivo  nombró  una  comisión  de 
cinco  individuos  para  que  visitasen  las  casas  religiosas,  y  en  el  término  de 
dos  meses,  informase  de  cómo  se  cumplía  dicha  ley.  El  señor  obispo  publicó 
una  Carta  á  los  católicos,  en  que  se  protestaba  de  los  atentados  del  go- 
bierno contra  la  Iglesia,  y  con  respeto  á  la  Ley  de  conventos  declaraba  que 
no  había  en  la  República  ninguna  casa  comprendida  en  dicha  ley.  Nos  pusi- 
mos de  acuerdo  las  diversas  comunidades  religiosas  y  resolvimos  en  general 
adoptar  la  línea  de  conducta  seguida  en  1885  á  propuesta  y  siguiendo  el 
ejemplo  de  nuestro  P.  Morel  rector  entonces  de  este  colegio.  Sólo  les  admi- 
tiríamos en  el  caso  de  que  la  comisión  declarase  entrar  para  los  efectos  de 
la  higiene  y  orden  pública  á  que  se  refiere  el  artículo  5.*^  de  dicha  ley,  y 
para  nada  más  de  lo  tocante  á  la  misma,  pues  no  nos  comprendía.  Como  los 
señores  de  la  comisión  no  querían  ruido,  en  general  se  portaron  de  manera 
que  no  hubo  necesidad  de  resistirles.  Nuestro  colegio-seminario  fué  de  los 
últimos  en  ser  visitado.  Vino  la  comisión  en  pleno,  y  se  mostraron  desde  las 
primeras  palabras  tan  mansos  y  respetuosos,  que  no  hubo  que  romper  lanzas, 
antes  bien  oyeron  con  paciencia  varias  indirectas  sobre  la  libertad  verda- 
dera, sobre  la  enseñanza,  sobre  las  calumnias  vertidas  pocos  días  antes  en 
las  cámaras  contra  los  frailes,  monjas  y  la  enseñanza  religiosa,  etc.  etc.  Ala- 
baron mucho  el  orden,  disciplina  é  higiene  del  colegio,  y  terminaron  pidien- 
do que  les  enviáramos  un  elenco  de  los  frailes  que  vivían  en  el  convento. 
Esto  decían  en  son  de  broma,  aludiendo  á  la  declaración  hecha  antes  de 
entrar  de  que  no  se  trataba  de  visitar  ningún  convento.  Señores,  se  les 
respondió  en  el  mismo  tono,  entonces  poco  trabajo  nos  van  á  dar,  están 
ustedes  servidos.  Bien  se  ve,  prosiguió  entonces  uno  de  ellos,  la  vida 
contemplativa  que  han  de  hacer  ustedes  con  estos  400  niños.  Hágan- 
nos el  favor,  para  poder  cumplir  con  nuestra  comisión,  de  enviarnos 
una  lista  de  los  señores  sacerdotes  que  dirigen  el  establecimiento,  con 
su  edad,  nacionalidad  y  ocupación.  Y  esto  se  les  envió  dos  ó  tres  días 
después.  Es  de  notar  que  nada  pidieron  del  tiempo  de  la  entrada  en  la  reli- 
gión, profesión,  etc.,  cosas  que  estábamos  resueltos  á  negarles  y  que  habían 
pedido  al  principio  en  algunas  casas,  pero  que  según  tengo  enten(íido,  nadie 
les  dio.  Pidieron  luego  ver  la  iglesia;  se  les  acompañó  á  ella,  y  hasta  el  pa- 
dre Hupfeld,  siguiendo  la  broma,  pidió  á  dos  de  ellos,  diputados,  que  le 
alcanzasen  del  gobierno  unos  40.000  pesos  para  decorarla,  y...  los  despedi- 
mos, aparentemente  al  menos,  muy  contentos  y  satisfechos.  ' 


301 

Han  pasado  j'a  más  de  cuatro  meses,  y  nada  sabemos  del  informe  que 
debían  dar  dentro  de  dos  meses. 

Parece  que  se  llevaron  chasco;  pues  no  pensaban  hallar  colegios  tan 
bien  montados  y  en  tan  buenas  condiciones  higiénicas  y  pedagógicas,  diri- 
gidos por  religiosos  y  religiosas.  Pero,  cabalmente,  esto  les  da  más  rabia  á 
los  que  no  pueden  tragar  la  enseñanza  religiosa. 

Contra  ella  va  el  proyecto  presentado  por  el  diputado  señor  Gilbert  á 
las  Cámaras  el  28  de  abril  último,  que  si  llega  á  ser  ley,  dará  un  golpe  de 
muerte  á  la  enseñanza  libre,  y  nos  llevará  al  más  tiránico  monopolio  de  la 
enseñanza  primaria  por  el  Estado.  Para  procurar  evitar,  ó  por  lo  menos  dis- 
minuir, tal  desastre,  se  ha  trabajado  para  formar  la  Asociación  de  padres 
de  familia.  A  eso  va  encaminado  el  opúsculo  Defended  vuestros  derechos, 
que  le  envié  á  vuestra  reverencia  hace  unos  días,  y  cuj^a  tirada  de  10.000 
ejemplares  se  está  repartiendo.  Se  han  tenido  ya  varias  reuniones,  se  ha 
nombrado  la  Junta  organizadora  y  se  trabaja  con  actividad. 

Además  del  opúsculo  mencionado,  hemos  iniciado  la  publicación  de  una 
bibliotequita,  Luz  y  verdad,  que  lleva  publicados  dos  folletos  y  se  está  ter- 
minando la  impresión  del  tercero.  Se  reparten  á  precios  modicísimos,  y  son 
muy  leídos.  De  los  dos  primeros  se  han  tirado  5.000  ejemplares  y  del  tercero 
se  tiran  10.000. 

Hace  pocos  días  se  ha  descubierto  una  circular  masónica,  que  corría  se- 
cretamente entre  los  hermanos  en  la  cual  se  atribuye  la  causa  de  todo  el 
malestar  y  de  todas  las  guerras  del  país  al  partido  católico  y  á  los  religiosos 
y  se  exhorta  á  gestionar  y  obtener  de  los  poderes  públicos  que  se  noti- 
fique al  Partido  católico  que  á  la  primera  intentona  de  revolución...  se 
decretará  la  expulsión  en  todo  el  país  de  las  órdenes  jesuíta,  francis- 
cana, dominica,  etc.  etc.  Tengo  una  en  mi  poder.  Los  periódicos  católicos 
la  han  publicado,  para  que  vea  el  público  la  mala  fe  con  que  proceden  los 
enemigos  de  la  Religión  y  de  la  patria. 

Y  basta  ya,  mi  reverendo  padre  provincial,  que  esta  carta  se  ha  alar- 
gado demasiado.  Encomiéndenos  mucho  á  Dios,  para  que  siempre  y  en  to- 
dos los  acontecim.ientos  que  puedan  sobrevenirnos,  sepamos  portarnos  como 
buenos  hijos  de  nuestra  santa  madre  la  Compañía  de  Jesús. 

Afectísimo  siervo  en  Cristo, 

JHS. 

•  José  Llussá,  S.  J. 


EL  APOSTOLADO  DE  LA  ORACIÓN  Y  SUS  OBRAS 


El  Apostolado  de  la  Oración  para  señoras  y  señoritas,  recibió  un  nuevo 
impulso  bajo  la  dirección  del  P.  Antonio  Falgueras.  Una  de  las  obras  de  celo 
que  dimanó  del  Apostolado  es  la 

ASOCIACIÓN  PROTECTORA  DE  LA  JOVEN 

que  fundó  en  1905  el  ya  citado  padre  ayudado  de  varias  señoras  y  señoritas 
de  Montevideo.  El  fin  de  dicha  asociación  se  indica  en  el  artículo  2.^  de  los 
estatutos  de  la  obra,  aprobados  en  septiembre  de  1905  por  el  difunto  arzo- 
bispo monseñor  Soler.  «La  sociedad  tiene  por  objeto  proteger  principalmente 
á  las  jóvenes  que  se  dedican  al  servicio  doméstico,  ejerciendo  las  siguientes 
clases  de  protección:  1.'"^  Abrir  clases  de  enseñanza  práctica  de  todo  lo  que 
contribuye  al  buen  servicio  doméstico.  2.^  Recoger  en  dicha  casa  y  propor- 
cionar ocupación  á  las  sirvientas  que  se  hallasen  sin  colocación,  y  no  tuvie- 
ran en  la  ciudad  su  propia  familia,  ó  no  les  fuera  conveniente  estar  con  ella. 
3.^  La  asociación  procura  que  las  jóvenes  vayan  colocándose  en  casas  de 
confianza  y  les  proporcionará  medios  morales  que  estén  á  su  alcance  para 
que  perseveren  en  el  bien  adquirido».  En  la  hoja  que  se  distribuyó  al  prin- 
cipio para  dar  á  conocer  la  obra  se  precisa  algo  más  ese  fin:  «para  amparar  y 
defender  á  esas  almas  queridas  que  sucumben  por  inexperiencia,  más  que 
por  verdadera  inclinación  al  mal;  como  también  para  cooperar  al  mayor  bien- 
estar de  las  familias,  tan  necesitadas  de  fiel  y  honesta  servidumbre,  etc.» 
Gracias  á  la  generosidad  de  las  iniciadoras  y  de  otras  personas  caritativas 
se  pudo  comprar  un  solar  y  edificar  una  casa  donde  se  recibieron  y  formaron 
varias  sirvientas  que  fueron  colocándose,  quedando  otras  para  lavar,  planchar 
y  enseñar  á  las  demás.  Estaban  estas  niñas  bajo  la  dirección  de  las  herma- 
nas capuchinas  que  tenían  su  casa  contigua  á  la  de  las  sirvientas.  Resultando 
pequeño  el  local,  el  P.  Falgueras  pensó  en  adquirir  otra  casa  más  amplia, 
cuando  fué  destinado  por  la  santa  obediencia  á  la  vecina  república  en  1907. 
Sucedióle  en  el  cargo  de  director  del  Apostolado  el  P.  Engelberto  Wauters, 


303 

quien  llevó  adelante  la  obra  comenzada.  Encontróse  el  nuevo  local  en  una 
magnífica  casa  situada  al  lado  de  las  hermanas  vicentinas  que  se  comprome- 
tieron á  dirigir  la  casa.  Compróse  ésta  por  valor  de  12,000  pesos  oro,  y  á 
ella  se  trasladaron  las  niñas  en  el  mismo  año  de  1907,  después  de  algunos 
arreglos  que  hacía  necesarios  la  índole  de  la  obra.  Ésta,  sigue  prósperamente, 
aunque  poco  á  poco,  pues  el  local  no  es  suficientemente  espacioso.  Para  ob- 
viar á  este  inconveniente,  un  generoso  bienhechor  acaba  de  comprar  una 
casita  en  los  fondos  mismos,  y  en  este  mismo  año  se  piensa  edificar  una 
nueva  ala  de  edificio.  El  trabajo  de  las  muchachas  y  la  pensión  de  algunas 
señoritas  que  se  hospedan  en  la  casa,  bastan  para  el  gasto  de  la  misma:  los 
donativos  sirven  para  pagar  los  intereses  de  la  hipoteca  y  otras  necesidades 
urgentes. 

El  bien  que  ha  hecho  esta  institución  es  muy  grande.  Las  sirvien- 
tas que  quedan  sin  colocación  pueden  retirarse  á  la  casa  donde  permanecen 
hasta  que  las  hermanas  les  busquen  una  buena  colocación.  Algunas  vienen 
directamente  dirigidas  á  la  casa  desde  Europa,  evitando  así  muchos  inconve- 
nientes y  peligros.  A  las  que  quieren  se  les  facilita  cómo  colocar  sus  ahorros 
con  un  interés  muy  favorable  para  ellas.  No  siendo  la  enfermedad  contagio- 
sa, se  les  cuida  también  en  la  casa  cuando  enferman.  Acuden  á  ella  los  do- 
mingos, y  dos  veces  al  mes  el  padre  director  les  hace  una  instrucción  reli- 
giosa. Se  han  hecho  varios  bautizos  y  matrimonios,  y  muchas  han  hecho  la  pri- 
mera comunión.  En  fin  se  procura  por  todos  los  medios  posibles  ayudar  á  esa 
clase  de  la  sociedad,  tan  necesitada  de  socorro  material  y  espiritual.  En  1908 
se  disgregó  la  asociación,  del  Apostolado  de  la  Oración  quedando,  sin  em- 
bargo, el  director  el  mismo  para  ambas  asociaciones. 


OTROS  ADELANTOS  DEL  APOSTOLADO.-EL  NUEVO 
ESTANDARTE.  -  LA  BIBLIOTECA.-OTRAS  OBRAS  DE   CELO. 

En  1908  se  compró  un  nuevo  estandarte.  Éste,  hecho  en  Valencia,  gustó 
y  gusta  mucho  á  todos  los  que  lo  ven.  Al  mismo  tiempo  el  director  habló  á 
las  socias  de  la  necesidad  de  fomentar  las  buenas  lecturas  y  propuso  fundar 
una  biblioteca  donde  las  socias  pudiesen  proveerse  de  buenos  libros.  Sin 
gravamen  de  las  mismas  se  hizo  un  magnífico  armario,  y  en  octubre  de  1909 
se  pudo  inaugurar  la  nueva  biblioteca.  No  teniendo  en  casa  local  á  propósito, 
se  admitió  el  ofrecimiento  que  hizo  de  su  colegio  la  reverenda  madre  pro- 
vincial de  las  hermanas  teresas,  que  acababan  de  levantar  su  nuevo  y  her- 
moso edificio,  á  una  manzana  de  distancia  del  nuestro.  Las  socias  pueden  ir 


304 
dos  veces  por  semana,  y  sacar  gratuitamente  libros  y  retenerlos  por  espacio 
de  un  mes.  Están  encargadas  de  la  biblioteca,  una  presidenta  y  varias  biblio- 
tecarias,  que  hacen  cumplir  exactamente  el  reglamento.  A  estas  horas  la  bi- 
blioteca cuenta  ya  con  unos  2,000  volúmenes. 

Las  funciones  del  Apostolado  en  nuestra  iglesia  son  muy  concurridas,  y 
todos  los  primeros  viernes  de  mes  se  distribuyen  más  de  500  comuniones, 
siendo  de  notar  que  muchas  socias  comulgan  en  otras  iglesias  el  primer  do- 
mingo. Las  invitaciones  que  se  distribuyen  cada  mes  pasan  de  dos  mil,  lo 
cual  es  mucho  teniendo  en  cuenta,  que  la  guardia  de  honor  está  establecida 
en  casi  todas  las  parroquias  é  iglesias  y  capillas  de  Montevideo  y  de  la  cam- 
paña, donde  los  frutos  de  la  devoción  al  Corazón  de  Jesús  son  sumamente 
consoladores.  Muchas  de  las  celadoras  y  socias  'enseñan  también  pública  y 
privadamente  el  catecismo,  y  en  cierto  modo  se  puede  también  atribuir  al 
Apostolado,  la  obra  verdaderamente  práctica  y  excelente  de  las  escuelas  de 
religión  puesto  que  sus  fundadoras  y  actuales  maestras  son  celadoras  y  so- 
cias del  Apostolado.  Procúranse  atraer  á  dichas  escuelas  á  los  niños  y  niñas, 
sobre  todo  los  que  frecuentan  las  escuelas  del  Estado,  continuando  las  horas 
de  clase  de  un  colegio  y  de  otro,  para  que,  lo  que  no  aprenden  en  sus  casas, 
ni  se  enseña  en  las  escuelas  del  Estado,  lo  aprendan  allí  con  provecho  desús 
propias  almas  y  de  la  de  sus  padres  y  hermanos.  Las  señoritas  maestras  lle- 
van á  esos  niños  á  oir  misa  los  domingos  y  días  de  fiesta  á  alguna  iglesia 
cercana.  Son  ya  varias  las-escuelas  establecidas  en  el  espacio  de  dos  años. 
Ha  procurado  también  el  director,  restablecer  el  Apostolado  entre  los 
hombres  y  son  muchos  los  que  se  han  alistado  ya,  teniendo  su  comunión  los 
primeros  domingos  de  cada  mes.  No  es  de  extrañar  que  no  hayan  entrado 
más,  pues  la  mayor  parte  de  los  caballeros  y  jóvenes  que  frecuentan  nuestra 
iglesia  pertenecen  á  la  congregación  mayor  de  la  Inmaculada  y  san  Luis 
Gonzaga. 


CASA  DE  PROBACIÓN  Y  RESIDENCIA 
DE  CÓRDOBA 


RELACIÓN  HISTÓRICA  DE  LA  CONGREGACIÓN 
DE  HIJAS  DE  MARÍA 


Garta   del   P.  Salvador  Barben  al   reverendo   padre   provincial 


Córdoba,  6  de  marzo  de  1911. 

Mi  reverendo  padre:  Habiéndome  manifestado  el  reverendo  padre  supe- 
rior de  esta  misión  el  deseo  de  que  enviase  á  vuestra  reverencia  una  rela- 
ción del  principio  y  progresos  de  la  congregación  de  hijas  de  María,  radi- 
cada en  esta  nuestra  iglesia  de  Córdoba,  para  que  pudiese  ser  insertada  en 
las  Cartas  edificantes,  hágolo  con  tanto  mayor  gusto  cuanto  que  precisa- 
mente ahora  acaba  de  celebrar  sus  Bodas  de  oro,  y  esta  circunstancia  pa- 
rece dar  un  aire  más  de  actualidad  á  la  referida  publicación.  Comenzaré, 
pues,  mi  cometido,  consignando  que  la  congregación  tuvo  su  principio  en  el 
año  1860.  Ansioso  el  P.  Pedro  Saderra,  superior  en  aquella  sazón,  de  la 
residencia,  de  comunicar  á  esta  piadosa  ciudad  de  Córdoba  los  incalculables 
bienes,  que  en  todas  partes  suele  producir  la  congregación  de  jóvenes  cris- 
tianas, puestas  bajo  el  patrocinio  de  la  santísima  Virgen;  dio  parte  de  su 
pensamiento  á  varias  señoras  y  señoritas  que  creía  más  capaces  de  ayudarle 
en  su  noble  tarea;  y  ¡cuál  no  sería  su  satisfacción  al  ver  que,  no  sólo  se  pres- 
taron á  ello  con  gran  voluntad,  sino  que  se  constituyeron  por  sí  y  ante  sí  en 
apóstoles  de  la  obra  proyectada! 

En  consecuencia,  vióseles  desparramarse  por  los  diferentes  barrios  de 
la  ciudad,  dar  aquí  noticia  del  'proyecto,  animar  allí  á  las  más  indecisas,  en- 
fervorizar á  las  ya  decididas,  entusiasmar  á  todas,  logrando  en  breve  tiem- 
po alistar  un  buen  número  de  señoritas  pertenecientes  á  las  primeras  clases 

20 


306 

de  la  sociedad;  y  como  ardiesen  todas  en  vivos  deseos  de  dedicarse  cuanto 
antes  al  cuito  y  devoción  de  la  Reina  de  los  ángeles,  sin  más  demora  se- 
ñalóse el  día  25  de  marzo  del  mismo  año,  consagrado  al  misterio  de  la  Anun- 
ciación, para  inaugurar  la  santa  obra.  En  efecto,  después  de  haber  oído  to- 
das las  escogidas  la  santa  misa  y  comulgado  con  la  mayor  devoción,  se  de- 
claró instalada  la  congregación  con  el  título  del  Purísimo  Corazón  de 
María  y  santa  Filomena. 

Procedióse  luego  á  la  elección  de  la  junta  directiva  y  de  las  demás  em- 
pleadas, como  es  de  práctica  en  estos  casos,  y  desde  este  instante,  la  con- 
gregación comenzó  á  marchar  con  regularidad,  haciendo  sus  comuniones 
mensuales  y  demás  prácticas  religiosas  de  costumbre  hasta  el  año  1874,  sin 
otras  variantes  que  la  de  haber  ella  contribuido  en  el  año  1867  al  arreglo  y 
decoración  del  altar  de  la  Virgen,  la  de  haber  empezado  en  el  1868  la  cos- 
tumbre de  hacer  en  corporación  la  novena  de  santa  Filomena,  y  la  de  haberse 
interrumpido  las  prácticas  ordinarias  de  la  congregación  durante  los  años 
1871  y  1872  por  razones  que  ignoramos. 

Pero  llegó  el  año  1874,  y  el  R.  P.José  Bustamante,  superior  á  la  sazón 
de  esta  casa,  viendo  los  opimos  frutos  que  daba  de  sí  la  congregación  del 
Purísimo  Corazón  de  María  y  santa  Filomena  en  jas  jóvenes  ya  formadas; 
quiso  hacerlos  extensivos  á  las  niñas  de  más  corta  edad;  y  así,  impulsado  por 
esta  feliz  idea,  introdüjola  en  el  seno  de  algunos  hogares  cristianos;  propuso 
el  plan  á  los  padres  y  madres  de  familia;  y  habiendo  éstos  acogido  con  gran 
entusiasmo  el  proyecto,  vióse  en  ese  año,  el  día  1 .°  de  noviembre,  surgir 
como  por  encanto  otra  nueva  congregación  de  niñas,  cobijadas  bajo  el  manto 
de  María  y  tutela  de  los  Ángeles  custodios  con  el  título  de  Coro  de  María. 
Procedióse  también  luego  á  la  elección  de  presidenta;  y  á  partir  de  esta  épo- 
ca, dos  fueron  las  congregaciones,  de  las  que  ya  podemos  llamar  hijas  de  Ma- 
ría, que  comenzaron  á  funcionar  en  el  templo  de  la  Compañía.  Para  dar  á 
ambas  más  vida  y  mejor  organización,  convínose  en  que  tuviesen  sus  distri- 
buciones aparte  y  en  diferentes  días,  siendo  dicho  año  el  primero  en  que  em- 
pezaron á  cantar  las  señoritas  congregantas  todos  los  sábados  en  la  misa  de 
8  el  oficio  de  la  Inmaculada,  con  la  cual  ocasión  y  para  hacerlo  con  mejor  éxi- 
to y  más  devoción,  se  organizó  un  coro  de  cantoras  y  se  procuró  adquirir  un 
excelente  armonium. 

Durante  los  años  subsiguientes  hasta  el  1885,  sólo  hubo  de  particular  la 
primera  impresión  de  los  estatutos,  hecha  el  año  1876,  y  la  instalación  en  el 
de  1877  de  una  biblioteca  que,  ayudada  con  donaciones  y  limosnas  de  perso- 
nas buenas,  inició  y  costeó  la  congregación  del  Purísimo  Corazón  de  María, 
con  el  objeto  de  hacer  popular  la  lectura  de  buenos  libros.  Esta  biblioteca. 


307 

que  siempre  ha  ido  en  aumento,  cuenta  en  la  actualidad  con  3.000  ó  más  obras 
diversas  de  muy  buenas  ideas  y  buen  gusto  literario,  y  ha  producido  y  pro- 
duce excelentes  resultados.  Para  dirigirla  nómbrase  cada  año  á  una  señorita 
congreganta  con  el  título  de  presidenta  de  la  biblioteca,  la  cual  ayudada  en 
su  tarea  por  otras  empleadas  inferiores,  cuida  del  orden  y  aseo  de  la  biblio- 
teca y  de  prestar  á  toda  clase  de  personas  los  libros  que  se  sacan  de  ella  con 
sujeción  á  cierto  reglaniento  y  mediante  una  módica  retribución.  También 
dicho  año  se  introdujo  el  uso  de  diplomas  en  la  admisión  de  señoritas  congre- 
gantas.  Llegado  el  1885,  en  el  día  dedicado  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús, 
realizaron  las  dos  congregaciones  juntas  una  fiesta  que  tuvo  gran  resonancia 
en  la  ciudad.  Consistió  ella  en  la  consagración  de  todas  las  niñas  que  compo- 
nían las  dos  congregaciones  al  Soberano  Dueño  de  las  almas;  y  para  que  re- 
sultase más  devota,  se  la  hizo  preceder  de  varias  prácticas  y  ejercicios  pia- 
dosos, y  se  la  coronó  con  un  sermón  ó  plática  alusiva  al  acto,  que  junto  con 
las  fórmulas  de  la  consagración  y  una  relación  sucinta  de  lo  sucedido, 
se  imprimió  por  acuerdo  de  la  junta  directiva.  Siguiéronse,  el  año  1886 
en  que  se  estrenó  el  estandarte  de  la  congregación  del  Purísimo  Corazón  de 
María,  pintado  y  regalado  por  la  entonces  presidenta,  Srta.  Delicia  Suárez; 
el  año  1889,  en  que  el  Coro  de  María  estrenó  también  su  estandarte  de  la 
Purísima,  pintado  por  el  hábil  artista  D.  Genaro  Pérez,  y  bordado  por  su 
presidenta  la  señorita  Felisa  Castellanos;  el  año  1891  en  que  se  renovó  la 
consagración  hecha  en  1885  }'  se  empezó  á  usar  el  cordón  de  santa  Filo- 
mena; el  año  1892  en  que  las  dos  congregaciones  costearon  la  decoración  de 
una  columna  en  el  templo  de  santo  Domingo  con  ocasión  del  centenario  de  la 
Virgen  del  Milagro;  el  año  1895  en  que  se  adquirió  la  estatua  de  santa  Filo- 
mena, y  el  año  1897  en  que  se  introdujo  la  costumbre  de  rezar  el  santo  Ro- 
sario, y  el  dirigir  el  padre  director  la  palabra  á  las  congregantas  la  víspera 
de  la  comunión. 

Mas  en  este  mismo  año,  viendo  los  superiores  de  la  Compañía  que  las 
dos  congregaciones  tenían  el  mismo  fin  y  las  mismas  prácticas  y  que  ya  en 
las  niñas  de  ambas,  apenas  había  diferencia  de  edad;  decretaron  su  fusión 
en  una  sola  con  el  título  de  congregación  de  la  «Purísima  Virgen  María  y 
santa  Filomena». 

Y  vióse  ser  ésta  una  medida  acertada;  porque,  aunque  es  verdad,  que  al 
principio  produjo  el  cambio  algo  de  malestar,  mas  luego,  pasada  la  pequeña 
tormenta  y  reunidos  los  elementos  de  una  y  de  la  otra  congregación,  ésta  se 
levantó  á  un  grado  de  esplendor  que  no  había  tenido  nunca  y  en  el  que,  gra- 
cias á  Dios  y  la  protección  deja  Virgen,  se  mantiene  todavía.  También  es  de 
notar  que  en  este  año  se  estrenó  el  estandarte  de  santa  Filomena,  pintado  y 


308 

regalado  por  la  señorita  congreganta,  María  Silvesia.  Réstanos  ahora  dar 
una  breve  idea  del  estado  actual  de  la  congregación. 

Constitúyenla  unas  setecientas  socias  de  lo  más  selecto  de  la  socie- 
dad, distribuidas  en  los  siguientes  grupos:  grupo  de  congregantas  protecto- 
ras ú  honorarias,  fórmanlo  las  señoritas  congregantes  que,  habiendo  tomado 
estado,  permanecen  unidas  á  la  congregación;  grupo  de  congregantas  nu- 
merarias, ó  sea,  de  señoritas  que,  viviendo  en  la  ciudad,  suelen  asistir  con 
regularidad  á  los  actos  ordinarios  y  extraordinarios  de  la  congregación,  y 
grupo  de  congregantas  supernumerarias,  formado  por  las  señoritas  que,  sin 
dejar  de  pertenecer  á  la  congregación,  viven  fuera  de  la  ciudad. 

Ahora  bien:  para  que  una  niña  pueda  ser  admitida  en  la  congregación, 
exígesela,  en  conformidad  con  el  reglamento  reimpreso  y  ampliado  en  1898, 
entre  otras  condiciones,  que  pertenezca  á  alguna  de  las  familias  que  gozan 
de  buen  nombre  en  la  sociedad,  y  que  pruebe  por  espacio  de  dos  meses  de 
aspirantazgo  su  buena  conducta  y  asidua  asistencia  á  los  actos  de  la  congre- 
gación. Para  la  debida  inteligencia  de  ésto,  es  preciso  saber  que  estos  ac- 
tos se  dividen  en  ordinarios  y  extraordinarios.  Los  ordinarios,  se  redu- 
cen en  la  actualidad,  al  oficio  de  la  Inmaculada,  cantado  por  todas  las  congre- 
gantas el  sábado  durante  la  misa  que  se  celebra  á  las  8  a.  m.  en  el  altar  de  la 
congregación;  al  Santo  Rosario  y  letanía  cantada  todos  los  meses  por  las  mis- 
mas niñas,  seguido  de  una  plática  la  víspera  de  la  comunión  reglamentaria, 
que  tiene  lugar  en  el  día  que  designa  la  junta  directiva.  Los  extraordina- 
rios soxw  la  fiesta  solemne  celebrada  en  honor  de  santa  Filomena  el  11  de 
agosto;  la  fiesta,  más  solemne  aún,  de  la  Puridad  de  Nuestra  Señora  que  se 
celebra  el  tercer  domingo  de  octubre,  precedidas  ambas  de  sus  respecti- 
vas novenas;  el  retiro  para  la  comunión  pascual;  visitas,  en  corporación,  de 
monumentos,  etc. 

Pero  como  en  el  año  1902  hubiese  germinado  en  el  seno  de  la  congre- 
gación, la  idea  de  levantar  el  espíritu  de  las  señoritas  congregantas  á  cosas 
mayores,  determinó  la  dirección  emprender  algunas  obras  de  piedad  y  celo  al 
estilo  de  lo  que  se  ejecuta  en  otras  naciones.  Propúsose  en  efecto,  á  la  con- 
gregación reunida,  alguna  de  tales  obras;  y  por  la  misericordia  de  Dios, 
fueron  tan  bien  recibidas,  que  luego  se  trató  déla  ejecución.  Fué  la  primera, 
la  obra  de  la  Doctrina  Cristiana  para  la  enseñanza  del  catecismo  á  niñas  po- 
bres; y  como  se  ofrecieron  á  ser  maestras  varias  congregantas  de  las  más 
fervorosas,  pudieron  organizarse  inmediatamente  cinco  centros  de  instruc- 
ción, dotados  cada  uno  de  suficiente  número  de  maestras  y  presididos  de  una 
junta  general.  Siguióse  en  los  años  posteriores  llevando  adelante  la  idea,  y 
hoy  son  nueve  los  centros  de  enseñanza  fundados  en  diversos  puntos.  El  mismo 


309 

fervor  se  despertó  cuando  se  propuso  la  idea  de  formar  una  sección  para  re- 
coger fondos;  el  mismo,  cuando  se  trató  de  organizar  otra  de  operarlas,  ó  se- 
ñoritas, que  se  ocupasen  en  coser  trajes  y  demás  piezas  de  ropa  para  premiar 
á  los  niños  y  niñas  de  la  Doctrina;  el  mismo,  cuando  se  las  invitó  á  comulgar 
diariamente  por  el  bien  de  las  personas  que  de  algún  modo  ayudasen  á  llevar 
adelante  estas  obras  de  tanta  caridad,  y  el  mismo,  cuando  se  pensó  fundar  la 
Corte  sabatina  de  la  Virgen,  ó  sea  la  asistencia  por  turno  de  varios  gru- 
pos de  señoras  y  señoritas  congregantas  ante  el  altar  de  la  Virgen  en  las  ho- 
ras hábiles  del  sábado;  asistencia,  que  se  inaugura  con  la  misa  y  canto  del 
oficio  de  la  Purísima  Concepción  y  se  clausura  al  anochecer  con  el  santo 
Rosario,  un  ejemplo  de  la  Virgen,  canto  de  la  Salve  y  otras  preces. 

Pero  lo  que  da  aún  mayor  idea  del  fervor  de  la  congregación  es,  en  pri- 
mer lugar,  la  práctica  anual  de  los  Ejercicios  de  san  Ignacio,  que  desde  el  año 
1898  verifican  un  buen  número  de  congregantas,  encerrándose  para  ello  en  la 
casa,  llamada  vulgarmente  de  san  José;  y,  en  segundo  lugar,  el  entusiasmo 
de  todas  las  hijas  de  María  por  la  gloria  de  su  excelsa  patrona,  en  el  año  de 
1904  con  ocasión  de  las  fiestas  jubilares  de  la  Inmaculada.  En  efecto:  lo  mis- 
mo fué  anunciar  el  proyecto  de  coronar  la  preciosa  estatua  de  la  Purísima, 
que  años  antes  se  hizo  traer  de  Europa  y  regaló  á  la  iglesia  la  congreganta 
protectora  D.''^  Reyes  Allende,  que  ver  á  la  mayor  parte  de  las  niñas  des- 
prenderse de  sus  mejores  joyas,  desvelarse  por  allegar  recursos,  importunar  á 
propios  y  extraños,  y  moverse  con  tal  actividad,  que  en  menos  de  tres  meses 
hubo  tiempo  para  recoger  los  elementos  necesarios  y  fabricar  una  aureola  de 
oro,  brillantes  y  otras  piedras  preciosas,  valorada  por  el  joyero  en  8,000  pe- 
sos. Una  vez  fabricada  la  aureola  por  el  distinguido  artista  D.  Federico  Woff, 
pensóse  en  la  ceremonia  de  la  coronación,  la  que  efectivamente  tuvo  lugar 
el  8  de  septiembre  del  mismo  año  con  asistencia  del  ilustrísimo  señor  obispo 
titular  de  Amisos,  D.  Aquilino  Ferreyra,  que  bendijo  la  aureola,  y  la  de  los 
señores  excelentísimo  señor  gobernador  de  la  provincia,  D.  Vicente  de  Ol- 
mos; vice-gobernador,  Dr.  Félix  X.  Garzón,  señor  ministro  de  Gobierno, 
Dr.  D.  Nicolás  Derrotarán  y  señor  ministro  de  Hacienda,  D.  Pablo  Argaña- 
rás;  gran  número  de  caballeros,  de  matronas,  y  de  señoritas  de  lo  más  selec- 
to de  la  sociedad  cordobesa;  no  faltando  tampoco  la  correspondiente  plática 
alusiva  al  acto  del  padre  director  de  la  congregación,  y  un  nutrido  cot-o  de 
señoritas  cantoras,  que  entonaron  á  la  Virgen  los  más  entusiastas  y  religio- 
sos himnos. 

Mas,  no  contentas  aún  con  estas  muestras  de  cariño  las  hijas  de  María,  hi- 
cieron además  en  el  mismo  año  á  su  Madre  otros  obsequios  de  gran  valor,  á 
saber:  un  escudo  adornado  de  piedras  preciosas,  en  cuyo  fondo  se  destaca 


310 
el  nombre  de  María,  formado  por  una  cadena  de  oro,  que  regaló  la  congre- 
ganta  Sra.  María  L.  de  Borda;  un  nuevo  y  precioso  estandarte,  regalo  tam- 
bién de  otra  congreganta,  Srta.  Teresa  Garzón  Maceda;  un  precioso  cristal 
para  cubrir  el  nicho,  obsequio  á  la  vez  de  otra  congreganta,  Srta.  Dolores 
Echenique:  unos  mecheros  de  plata  fabricados  expresamente  con  esta  ocasión, 
unos  jarrones  de  electro-plata  muy  elegantes,  obsequio  de  la  Sra.  Isabel  M.  de 
Ñores;  varios  juegos  de  candeleros;  un  juego  de  sacras  preciosas;  un  atril 
nuevo  de  bronce;  palmatoria  nueva  y  muchos  otros  objetos  preciosos;  todo 
lo  cual,  añadido  á  un  gran  número  de  estrellas  de  plata,  artísticamente  coloca- 
das sobre  el  nuevo  fondo  azul  con  que  se  revistió  el  nicho,  á  una  luna  también 
de  plata  puesta  á  los  pies  de  la  estatua,  y  á  la  luz  eléctrica,  que  se  instaló  para 
alumbrar  todas  estas  preciosidades;  hace  hoy  del  altar  y  del  nicho  de  la  Vir- 
gen Inmaculada  un  remedo  del  firmamento  estrellado  ó  del  mismo  cielo  em- 
píreo. 

Y  por  lo  que  toca  á  ios  años  posteriores,  diremos:  que  en  el  de  1905  se 
imprimió  por  primera  vez  el  catálogo  de  la  congregación  y  se  estableció  la 
Corte  sabatina;  en  el  de  1906  la  sección  de  la  obra  de  la  Doctrina  Cristiana 
costeó  catorce  ricas  banderas  de  raso  de  diferentes  colores,  bordadas  ó  pinta- 
das por  algunas  señoritas  congregantes,  siete  para  los  niños  y  siete  para  las 
niñas  de  los  catorce  centros  catequísticos  á  que  atendía  entonces  la  congrega- 
ción, las  cuales  se  estrenaron  en  la  solemne  procesión  que  se  hizo  al  final  del 
curso  catequístico,  amenizada  con  piezas  de  música,  cantos,  etc.,  y  en  la  que 
formaron  parte  más  de  3,000  niños  bien  alineados  y  con  separación  de  centros, 
llevando  en  andas  á  trechos  en  medio  de  las  filas,  tres  estatuas  del  Niño  Dios, 
y  ondeando  en  las  manos  cuatro  estandartes  con  la  imagen  del  mismo,  pintada 
en  su  fondo.  También  se  costeó,  dicho  año,  una  hermosa  lámpara-araña,  para 
que  ardiese  á  sus  tiempos  ante  la  imagen  de  la  Inmaculada  patrona  de  la  con- 
gregación, y  se  hicieron  fabricar  dos  aureolas  de  plata  dorada,  una  para  la 
estatua  de  santa  Filomena  y  otra  para  la  de  san  Estanislao,  las  cuales  estaban 
colocadas  al  lado  derecho  é  izquierdo  del  altar  de  la  congregación  respectiva- 
mente. 

En  el  año  siguiente  de  1907,  la  congregación  dio  señales  de  vida  más 
exuberante;  porque  sin  contar  otros  cuatro  estandartes  de  la  Purísima,  que 
costearon  y  pintaron  algunas  señoritas  congregantas  y  se  estrenaron  en  la  úl- 
tima procesión  del  curso  catequístico  con  la  misma  solemnidad  que  las  bande- 
ras el  año  anterior,  la  congregación,  ayudada  de  un  modo  especial  por  la  sec- 
ción de  Piedad,  llamada  Corte  sabatina,  quiso  regalar  á  la  Virgen  una  diade- 
ma de  oro,  perlas  y  pedrería,  un  collar  y  un  brazalete  de  lo  mismo,  para  com- 
pletar el  adorno  de  la  imagen,  iniciado  el  año  1904.  Y  para  que  la  obra 


311 

saliese  con  más  perfección,  después  de  reunir  los  donativos  necesarios,  se 
acudió  á  la  acreditada  casa  de  Fredenhagen,  residente  en  Buenos  Aires,  la 
cual,  en  efecto,  dio  á  la  obra  el  brillo  y  perfección  que  se  deseaba.  Y  así  el 
19  de  octubre,  día  en  que  celebró  la  iglesia  la  fiesta  de  la  Puridad  de  la  Vir- 
gen, pudo  verificarse  la  ceremonia  de  la  bendición  de  las  joyas,  que  practi- 
có el  señor  obispo  titular  de  Amisos  D.  Aquilino  Ferreyra,  con  solemnidad 
y  concurso  no  inferiores  al  del  año  1904;  puesto  que  además  del  gentío  in- 
menso y  distinguido,  hicieron  acto  de  presencia  el  excelentísimo  señor  gober- 
nador de  la  provincia  Dr.  D.  José  Antonio  Ortiz;  el  vice-gobernador.  Dr.  don 
Jerónimo  del  Barco;  los  ministros,  Dr.  D.  Félix  T.  Garzón  é  ingeniero  don 
Luís  Achavas,  el  señor  jefe  de  policía,  Dr.  Benigno  Pórtela  y  gran  número 
de  padrinos  y  madrinas,  pertenecientes  todos  á  la  clase  más  selecta  de  la  so- 
ciedad, dejando  la  función  un  recuerdo  muy  grato  en  todos  los  concurrentes. 
Más  tarde  ha  sido  regalado  á  la  Virgen  otro  brazalete  no  inferior  en  mérito 
al  anterior,  lo  cual,  añadido  á  un  cuadro  al  óleo  de  santa  Catalina  mártir  pin- 
tado por  la  señorita  congreganta,  María  Silveira,  y  otro  de  santa  Filomena, 
también  al  óleo,  pintado  por  la  señorita  María  Funes  Posse,  y  regalados  am- 
bos á  la  biblioteca  de  la  congregación,  da  indicio  del  amor  creciente  de  ésta, 
á  su  Soberana  Patrona. 

Concluiramos  este  relato  consignando  lo  principal  que  ha  ocurrido  en  es- 
tos tres  últimos  años,  es  á  saber:  en  el  año  1908,  se  declaró  Patrona  déla  bi- 
blioteca á  santa  Catalina  mártir,  cuya  estatua  acaba  de  hacer  venir  de  Europa 
la  congregación.  Además  se  introdujo  en  este  mismo  año  el  turno  musical  en 
las  visitas  de  la  Corte  sabatina  y  se  regalaron  varias  joyas  á  la  Virgen.  En  el 
año  1909,  se  establecieron  los  talleres  de  costura  para  tener  con  qué  pre- 
miar á  los  niños  y  niñas  pobres  de  la  Doctrina  y  hacer  limosna  de  ropa, 
costeada  y  cosida  por  las  señoritas  congregantas  á  otros  necesitados;  se  cons- 
truyó el  riquísimo  templete  que  hoy  luce  en  el  altar  de  la  Virgen;  se  adqui- 
rió la  nueva  estatua  de  santa  Filomena  y  se  aumentaron  las  luces  eléctri- 
cas del  retablo.  Y  en  el  año  anterior,  de  1910,  aniversario  quincuagésimo  de  la 
congregación,  se  ha  procurado  dar  más  esplendor  á  todas  sus  fiestas,  y  entre 
otras  cosas  que  se  han  hecho,  lo  principal  ha  sido:  la  renovación  del  altar  y  de 
la  estatua  de  la  Purísima,  la  adquisición  de  un  nuevo  Niño  Jesús  con  su  altar- 
cito  y  andas  correspondientes  para  la  procesión  de  la  Doctrina,  la  erección  de 
dos  nuevos  centros  de  ésta;  el  establecimiento  de  la  visita  diaria  de  la  Virgen, 
nuevas  banderas,  etc.  etc. 

Además  de  lo  que  llevo  indicado,  por  demás  está,  decir  que,  con  ocasión 
de  las  fiestas  de  la  congregación  y  de  la  enseñanza  de  la  Doctrina,  se  han 
celebrado  en  este  año,  así  como  en  los  años  anteriores,  varias  comuniones 


312 

generales,  procesiones,  rifas,  distribuciones  de  premios  y  otras  funciones 
por  este  estilo;  todo  lo  cual  á  más  del  trabajo  personal  que  supone  en  las 
congregantas,  que  en  ello  toman  parte,  suele  costar  anualmente  muchos  mi- 
les de  pesos  á  la  congregación. 

He  aquí  lo  que  me  ha  parecido  decir  á  V.  R.  sobre  el  origen,  organiza- 
ción y  estado  actual  de  esta  congregación.  Quiera  la  Santísima  Virgen  darnos 
á  todos  su  maternal  bendición,  y  cobijar  bajo  su  manto  virginal  así  á  las  seño- 
ritas congregantas  como  á  todas  las  personas  que  han  contribuido  á  la  reali- 
zación de  estas  obras  tan  del  servicio  de  Dios. 

En  los  SS.  SS.  y  00.  de  V.  R.  me  encomiendo. 

Siervo  en  Cristo, 

j. 

JHS. 

Salvador  Barber,  S.  J. 


MISIONES  DADAS  POR  LOS  NN.  EN  LOS  SUBURBIOS 
DE  CÓRDOBA 


Garta  del  H.  coadjutor  Domingo  Vinaixa.  al  H.  coadjutor  Vicente  Moran 


Córdoba,  17  de  noviembre  de  1911 

H.  Vicente  Moran. 

Mi  carísimo  hermano  en  el  Señor:  cerca  ya  de  tres  años  hace,  mi  buen 
hermano,  que  la  santa  obediencia  nos  separó  de  aíjuella  santa  casa  de  san 
Francisco  de  Borja,  quizá  para  no  vernos  ya  en  este  mundo.  Fueron  tantas 
las  conversaciones  ó  ratos  de  recreo  que  con  usted  tuve,  y  que  no  eran  sino 
para  aumentar  más  y  más  en  nuestros  corazones  la  tierna  devoción  á  nuestra 
madre  María  santísima,  que  no  se  han  podido  olvidar  de  mi  memoria,  y  ¡ojalá 
que  jamás  se  borren!  A  este  fin,  mi  buen  hermano,  le  envío  la  relación  de  al- 
gunos hechos  edificantes;  pero  usted,  en  retorno,  también  deseo  me  escriba 
otra  de  lo  que  pasa  en  las  misiones  y  funciones  religiosas  en  esa  mi  ciudad 
natal. 

Empiezo  por  el  mes  de  María  que  se  celebra  en  esta  santa  casa.  Es  un 
mes  que,  como  todos  sabemos,  deja,  al  acabarse,  en  las  almas  amantes  de 
María,  fuerzas  más  abundantes  para  ir  luchando  en  los  tropiezos  de  esta  vida. 
Aquí,  lo  empezamos  el  7  de  noviembre  para  acabarlo  el  día  de  la  Inmaculada. 
Por  la  mañana  lo  hacen  las  hijas  de  María  con  mucha  solemnidad  en  la  misa 
que  á  este  fin  se  celebra;  cantan  el  tan  armonioso:  «Venid  y  vamos  todos»,  y 
después  las  cinco  Ave  Marías  de  las  cinco  deprecaciones,  y  por  fin  una  des- 
pedida á  la  Virgen. 

Por  la  tarde  empieza  el  mes  á  las  6  menos  cuarto  y  á  él  acude  tan  gran 
número  de  personas,  que  á  pesar  de  ser  la  iglesia  bastante  capaz  y  con  bastan- 
tes bancos,  tienen  que  estar  muchos  de  pie  y  apretados.  Se  principia  rezando 
el  santo  Rosario  y  después  se  cantan  las  letanías  de  la  Virgen,  á  las  que  con- 
testa muy  bien  el  pueblo,  luego  el  «Venid,  etc.»,  y  se  da  principio  al  mes; 


314  . 

se  cantan  también  las  cinco  Ave  Marías  y  después  hay  una  breve  plática  aca- 
bándose la  función  con  un  himno  á  la  Virgen  santísima. 

Con  esto  no  hay  duda  que  en  los  fieles  se  aumenta  cada  vez  más  el 
amor  tierno  á  María  y  Ella  en  retorno,  no  deja  de  derramar  sobre  aquellos 
que  le  honran  y  aman  copiosas  gracias  para  el  adelantamiento  en  la  vida 
espiritual. 

Ahora  le  referiré  algo  de  algunas  misiones,  que  no  dejarán  de  ser  tam- 
bién hechos  edificantes.  Estas  misiones  han  sido  dadas  por  el  P.  Luis  Isola; 
en  las  que,  como  no  tenía  yo  ningún  enfermo,  también  he  ayudado. 

La  primera  fué  en  Pueblo  Nuevo,  en  donde  fué  grande  el  fruto  que  se 
hizo,  siendo  unas  1032  las  confesiones,  1032  las  comuniones,  6  los  casamien- 
tos arreglados,  341  las  confirmaciones  y  35  las  primeras  comuniones.  Se  dio 
remate  á  esta  fructuosa  misión,  plantando  una  cruz  de  9  metros  de  alto,  y 
asistiendo  á  este  solemne  acto  unas  1500  personas,  entre  las  cuales  había 
también  varios  curiosos  protestantes,  a  quienes  el  padre  al  dar  la  bendición 
papal,  hizo  arrodillar. 

La  segunda  fué  en  General  Paz.  Este  es  un  pueblo  en  donde  residen  mu- 
chos protestantes.  Se  preparó  esta  misión  dando  el  mismo  padre,  unos  meses 
antes,  unas  conferencias  á  sólo  hombres  y  como  no  dejó  de  hacer  su  fruto,  se 
dio  la  santa  misión.  La  asistencia  ordinaria  eran  de  800  personas  más  ó  me- 
nos. Hubo  296  confirmaciones,  1.000  comuniones,  950  confesiones  y  8  casa- 
mientos arreglados,  entre  los  cuales  había  uno  protestante.  Se  dio  fin  á  esta 
misión  plantando  una  cruz  de  12  metros,  para  lo  cual  se  organizó  una  solemne 
procesión  yendo  delante  tres  niños  vestidos  de  cardenal  con  cruz  y  ciriales, 
en  medio  el  padre  misionero  con  una  cruz,  luego  la  banda  municipal  y  por  fin 
nuestro  padre  superior  con  capa  morada.  Asistieron  unas  5.000  personas.  Fué 
esta  misión  bastante  provechosa. 

La  tercera  se  dio  en  San  Vicente.  Asistieron  ordinariamente  unas  800 
personas.  Hubo  1.200  comuniones,  1.100  confesiones,  343  confirmaciones,  16 
casamientos  arreglados  y  también  se  remató  la  santa  misión  plantando  una 
cruz  de  12  metros:  y  para  ir  á  bendecirla  se  organizó  una  procesión  como  la 
anterior,  asistiendo,  además,  cuatro  soldados  cornetas  y  dos  tambores  que 
iban  detrás  de  los  ciriales,  luego  el  P.  Isola  con  una  cruz  levantada  y  por  fin 
nuestro  padre  superior  con  capa  morada.  Asistieron  unas  6.000  personas,  en 
la  cruz  había  esta  inscripción:  «Salva  tu  ahna». 

La  cuarta  fué  en  Tiro  Federal.  Esta  misión,  por  haber  llovido  casi  todo 
el  tiempo  que  ella  duró,  no  fué  tan  fructuosa  como  se  esperaba;  sin  embargo, 
no  dejó  de  hacerse  bastante  fruto. 

Hubo  dos  procesiones:  una  de  niños,  á  la  que  asistieron  unos  600;  y  otra 


315 
para  todos,  á  la  que  asistieron  unos  1.500  personas.  Hubo  600  comuniones, 
500  confesiones  y  40  primeras  comuniones.  Algunas  de  las  confesiones  fue- 
ron, según  he  oído  decir,  de  algunos  años.  Se  bendijo,  como  en  las  demás 
misiones,  el  agua  de  san  Ignacio,  á  la  cual,  la  gente,  va  tomando  tanta  fe, 
que  el  hermano  portero  ha  de  llenar  muchas  veces  las  tinajas  de  esta  mila- 
grosa agua. 

Otra  misión  que  dio  el  P.  Pujadas,  al  que  también  ayudé,  fué  en  la  cár- 
cel donde  hay  unos  600  presos.  Venían  éstos  como  mansos  corderos  y,  aun- 
que no  todos  se  aprovecharon  de  los  silbidos  del  Buen  Pastor,  sin  embargo 
hubo  más  de  300  confesiones  y  comuniones,  y  según  nos  ha  dicho  el  capellán, 
algunos  de  los  preso?  frecuentan  ahora  los  santos  sacramentos. 

El  otro  año  dio  el  P.  Isola,  misión  á  los  soldados,  guardias  de  la  cárcel, 
y  también  fué  bastante  el  fruto  que  se  hizo,  habiendo  arreglado  unos  8  casa- 
mientos y  repartido  unas  200  comuniones. 

Basta  ya,  carísimo  hermano,  que  esto  se  alarga  demasiado.  Que  el  Niño 
de  Belén  le  colme  de  gracias. 

En  sus  oraciones  me  encomiendo. 

Siervo  afectísimo  en  Cto. 

JHS. 

Domingo  Vinaixa,  S.  J. 


APÉNDICE 


I 

LLEGADA  DE  LOS  NUESTROS  DE  PORTUGAL  A  BUENOS  AIRES 


De  una  carta  del  padre  superior  de  la  Misión 
al  reverendo  padre  provincial 


Diciembre  de  1911. 

El  25  del  mes  pasado  nos  sorprendieron,  agradabilísimamente  21  padres 
y  16  hermanos  expulsados  de  Portugal.  No  podían  llegar  en  ocasión  más 
oportuna:,  el  día  antes  habían  terminado  los  exámenes  de  este  colegio  con 
el  buen  éxito  acostumbrado;  yo,  el  mismo  día  había  acabado  mis  Ejercicios,  y 
mientras  entraban  en  nuestra  portería,  en  refectorio  estábamos  terminando 
la  edificante  carta  del  P.  Ubach,  tan  llena  de  conmovedoras  noticias  de  los 
NN.  de  Portugal. 

No  hay  que  decir  á  vuestra  reverencia  cómo  llegarían  nuestros  buenos 
padres  y  hermanos.  Aun  prescindiendo  de  los  trajes  y  barbas,  muchos  de 
los  cuales  aun  de  lejos  aparecían  como  improvisados,  venían  con  las  impre- 
siones de  lo  que  habían  sufrido,  con  el  sobresalto  de  que  no  podrían  que- 
darse en  Buenos  Aires,  por  lo  que  les  habían  dicho  algunos  pasajeros  del 
Satrústegui,  y  con  el  temor  de  ocasionarnos  alguna  dificultad  ó  contra- 
tiempo. Pronto  se  tranquilizaron,  cuando  al  abrazarles  con  la  efusión, 
que  merecían  los  que  habían  sido  dignos  de  padecer  por  Cristo,  les  dijimos 
que  estaban  en  su  casa,  que  nada  tenían  por  qué  temer  y  que  no  queríamos 
oir  hablar  de  hoteles,  á  donde  querían  ir  algunos  para  evitarnos  molestias. 
¡Qué  alegría  la  de  ellos  al  verse  en  una  casa  de  la  Compañía!  y  ¡qué  consuelo 
tan  grande  el  nuestro  al  recibir  en  nuestros  brazos  á  hermanos  tan  queridos 
y  tan  perseguidos  por  los  enemigos  de  Dios!  Al  punto  se  ofrecieron  todos 
los  de  casa  á  trasladarse  á  las  camarillas  de  los  niños,  para  que  cada  uno  de 


317 
los  padres  portugueses  tuviese  su  aposento.  Y  en  efecto  á  cada  uno  se  se- 
ñaló el  suyo  con  mucho  contento  de  los  que  lo  cedieron. 

Como  ya  habían  almorzado  momentos  antes  de  desembarcar,  los  obse- 
quiamos con  una  merienda-cena  de  1  .^  clase  en  uno  de  los  comedores  de  los 
niños,  que  desde  este  día  nos  sirve  de  refectorio,  así  como  su  capilla  de  ca- 
pilla doméstica,  pues  ni  uno  ni  otra  son  suficientes  para  tanta  gente. 

Al  día  siguiente  vino  á  visitarles  el  excelentísimo  señor  arzobispo,  que 
quiso  abrazarles  á  todos  y  conversó  con  ellos  en  portugués,  diciendo  á  los 
padres  que  les  daba  toda  clase  de  facultades.  También  les  han  visitado  dos 
veces  el  excelentísimo  señor  Internuncio  y  el  excelentísimo  señor  delegado 
apostólico  del  Perú  que  se  encontraba  aquí  de  paso  para  su  delegación,  y  lo 
mismo  van  haciendo  nuestros  amigos,  algunos  de  los  cuales  les  han  dejado 
buenas  limosnas. 

Los  NN.  de  Villa-Devoto  y  de  Regina  también  les  han  dado  su  1.''^  clase, 
las  cuales  hemos  tenido  en  este  colegio  por  no  llamar  la  atención  con  el 
movimiento  de  tanta  gente  extranjera  por  estas  calles.  Las  funciones  de  fo- 
nógrafo y  cinematógafo  han  servido  no  poco  para  alegrarlos  y  distraerlos. 
Viendo  que  á  pesar  de  nuestras  repetidas  instancias  para  que  nos  manifesta- 
ran con  entera  libertad  cuanto  les  faltara,  poco  era  lo  que  pedían,  se  de- 
cretó un  inventario  para  saber  lo  que  tenían  y  deducir  lo  que  les  faltaba. 
Al  efecto  se  velografiaron  unas  largas  listas,  que  contenían  cuanto  puede 
necesitar  un  jesuíta  y  se  entregó  un  ejemplar  á  cada  uno  de  ellos,  para  que 
al  lado  de  cada  uno  de  aquellos  nombres  escribieran  si  tenían  aquellos  objetos, 
ó  no,  y  cuántos.  ¡Qué  escenas,  padre  mío,  desarrolla  la  caridad!  En  algunos 
aposentos  lloraba  el  que  repartía  las  hojas  y  más  el  que  las  recibía.  ¿«Qué 
padre  ó  qué  madre,  decía  uno  de  los  padres  portugueses  más  graves,  mues- 
tra tanta  solicitud?  Nunca  había  sabido  que  podía  necesitar  tantas  cosas». 
¡Cuan  buena  madre,  padre  mío,  es  nuestra  madre  la  Compañía  de  Jesús!  Nadie 
lo  siente  ahora  mejor  que  estos  carísimos  hermanos  nuestros,  los  cuales  dan 
gracias  á  Dios,  en  medio  de  su  tribulación,  por  haber  experimentado  en  sí 
mismos,  la  caridad  de  la  Compañía  en  España  y  en  América. 

Pienso  mandar  á  los  que  se  dedican  alas  ciencias,  á  visitar  el  museo  de  la 
Plata  y  una  comisión  á  Lujan.  No  me  atrevo  á  más  para  que  no  se  descubra 
lo  que  hasta  ahora  providencialmente  no  se  ha  divulgado.  Solo  La  Razón 
habló  de  30  frailes,  que  habían  llegado  de  Portugal,  que  lo  había  sabido  por 
un  pasajero  del  Satrústegui.  Pues  aunque  el  Gobierno  nos  consta  que  nada 
haría,  pero,  en  cuanto  sea  posible,  conviene  evitarle  dificultades;  y  para  esto 
se  avisó  al  jefe  de  Policía,  General  Dellepiane,  y  luego  contestó  que  estu- 
viésemos del  todo  tranquilos.  Ayer,  día  en  que  tuvimos  la  Renovación,  para 


318 
que  pudiesen  salir  cuanto  antes  para  la  Sierra  de  Córdoba  los  que  tenían  ne- 
cesidad, echamos  el  resto. 

El  P.  Tabares,  rector  del  colegio  de  San  Fiel,  celebró  la  misa  de  los 
renovantes;  al  mediodía,  después  de  la  1.^  clase,  á  la  que  asistieron  el  ex- 
celentísimo señor  Internuncio  y  el  excelentísimo  señor  delegado  apostólico 
del  Perú  y  nuestros  amigos  el  Dr.  Lamarca  y  el  Sr.  Rómulo  Ayerza,,  dedi- 
camos una  academia  á  los  padres  y  hermanos  desterrados.  Pocas  veces  se 
habrán  visto  tantas  lágrimas  en  nuestros  refectorios.  Ni  el  caso  era  para 
menos.  Lloraban  los  padres  y  hermanos  de  Portugal,  lloraban  los  de  casa, 
lloraba  el  excelentísimo  señor  delegado  apostólico  del  Perú  y  nada  digamos 
de  lo  que  lloró  D.  Rómulo.  El  Sr,  Lamarca  que  quiso  también  tomar  parte,  á 
pesar  de  su  merecida  fama  de  orador,  no  podía  hablar  por  el  sentimiento  que 
embargaba  su  alma.  Puso  un  broche  de  oro  la  humildad  del  P.  Tavares,  el 
cual,  después  de  haber  llorado  bastante,  manifestó  su  gratitud  por  tan  fina 
caridad  y  pretendió  desvirtuar  las  alabanzas  de  que  habían  sido  objeto  nues- 
tros carísimos  huéspedes.  Aquí  los  tendremos  con  mucho  gusto  hasta  que  los 
llame  del  Brasil  el  padre  socio  del  provincial  y  aun  procuraremos  quedarnos 
algunos.  Pensamos  proveerlos  de  cuanto  les  conviniere,  pagarles  los  viajes 
y  no  permitir  que  salgan  con  los  bolsillos  vacíos. 


MISIONES  DE  LOS.PP.  FRANCISCO  COSTA  Y  LUIS  C.  ISOLA 
1910-1911 


Carta  del  P.  Isola  al  Rdo.  P.  Ramón  Grexáns,  S.  J. 

Mu}'  amado  en  Cto.,  P.  Superior: 

La  gracia  y  amor  eterno  de  Cristo  Nuestro  Señor,  sean  siempre  en  nues- 
tro favor  y  ayuda.  Para  cumplir  con  los  deseos  de  V.  R.  voy  á  informarle  de  al- 
gunos ministerios  llevados  á  cabo  en  las  misiones  del  Uruguay  y  en  la  provin- 
cia de  Córdoba,  por  el  que  suscribe  en  su  primer  año  de  su  vida  como  misio- 
nero. 

El  25  de  agosto  de  1910,  por  la  noche  salía  de  la  dársena  Sur  del  Puerto 
Madero  para  Montevideo  donde  me  esperaba  el  P.  Francisco  Costa,  con  quien, 
como  experimentado  veterano,  había  de  hacer  mi  aprendizaje  de  misionero. 

«El  Madrid»,  cómodo  y  sólido  vapor  de  la  carrera,  se  condujo  á  las  mil 
maravillas  en  la  travesía,  y  á  la  mañana  siguiente,  sin  novedad,  desembarqué 
en  la  capital  uruguaya. 

Después  de  dos  días  empleados  en  preparar  la  expedición,  el  27,  por  la 
mañana,  emprendimos  la  marcha  para  el  departamento  de  Artigas:  lugar  seña- 
lado por  el  Centro  de  S.  Francisco  Javier  para  ser  misionado  aquel  año.  Los 
encomios  que  se  merece  tan  santa  obra,  son  de  todos  conocidos  y  como  tales 
los  omito. 

A  las  7,  salimos  de  la  estación  central  y  después  de  un  día  pasado  en  tren, 
llegamos  al  anochecer  á  Río  Negro,  donde  hallamos  enfermo  al  señor  cura. 
Es  éste  un  antiguo  alumno  del  seminario  de  Montevideo,  quien  nos  agasajó 
y  alojó  lo  mejor  que  pudo  y  supo;  muy  bien.  Al  día  siguiente,  después  de  ce- 
lebrar muy  temprano,  tomamos  el  tren  que  costea  la  costa  del  Uruguay  y  de- 
teniéndose un  buen  rato  en  Paysandú,  nos  dejó  á  las  6  de  la  tarde  en  el  Salto 
Oriental.  El  señor  cura  párroco,  ausente,  había  encargado  á  sus  dos  tenien- 
tes el  atender  á  los  padres,  y  no  ha}'  para  qué  decir  que  se  esmeraron. 


320 

Es  la  ciudad  del  Salto,  una  hermosa  ciudad  con  puerto  sobre  el  caudaloso 
Uruguay,  frente  por  frente  de  la  ciudad  de  Concordia.  Ha  sido  indicada  como 
sede  episcopal. 

Abandonamos  el  Salto  para  llegar  el  29,  por  la  noche,  á  Sta.  Rosa  de 
Cuareim,  capital  del  departamento  de  Artigas.  Hállase  situada  dicha  pobla- 
ción en  la  margen  izquierda  del  Uruguay,  en  la  confluencia  con  el  Cuareim, 
que  divide  al  norte  la  República  Oriental  del  Brasil.  La  posición  encantadora 
de  Sta.  Rosa  hace  de  aquel  lugar  uno  de  los  parajes  más  amenos  y  deliciosos 
que  en  estas  regiones  darse  pueda.  La  población  está  compuesta,  en  su  mayor 
parte,  de  brasileros,  cuyas  costumbres  y  lenguaje  adoptan  los  naturales,  con 
detrimento  de  su  fe  católica,  pues  estos  brasileros  hacen  consistir  su  piedad 
en  tener  muchos  santiños  y  encender  muchas  velas  á  las  ánimas,  mas  tienen 
un  horror  espantoso  á  los  sacramentos,  sobre  todo  á  la  confesión. 

El  día  de  Sla.  Rosa,  patrona  de  la  población,  celebróse  misa  solemne,  con 
panegírico  que  estuvo  á  cargo  del  P.  Costa,  y  por  la  tarde  la  procesión  en 
que  se  llevó  una  hermosa  estatua  de  la  Santa.  Por  la  noche  dióse  comienzo  á 
la  misión.  La  concurrencia  fué  satisfactoria.  La  misa  de  misión  por  la  mañana 
atraía  no  pocas  gentes;  al  catecismo  acudían  separadamente  ya  niños  ya  niñas, 
manifestando  estar  bastante  bien  preparados,  gracias  al  celo  de  algunas  per- 
sonas piadosas  que  se  ocupan  en  tan  laudable  obra. 

El  resultado  de  la  misión  fué  satisfactorio  según  el  parecer  del  señor 
cura,  discípulo  del  seminario  de  Montevideo  á  quien  no  le  falta  actividad  y 
manejo  en  los  negocios.  De  las  mujeres  se  calcula  que  no  llegarían  á  una 
media  docena  las  que  no  confesaron.  De  los  hombres,  contados  fueron  los  que 
se  aprovecharon.  Se  figuran  estos  pobres  haber  conquistado  para  siempre  la 
gloria,  con  asomar,  aunque  no  sea  más  que  una  vez,  la  cabeza  desde  el  cancel 
de  la  iglesia.  Metidos  toda  su  vida  en  luchas  y  contiendas,  no  tienen  la  menor 
práctica  de  Ntra.  Sta.  Religión,  y  con  el  contacto  de  estos  brasileros,  apren- 
den de  ellos  á  huir  de  la  confesión,  como  de  la  mayor  calamidad.  Verdad  es 
que  una  vez  perdido  el  temor  y  confesados,  son  los  más  decididos  amigos  del 
padre  misionero,  y  como  corderitos  hacen  lo  que  aquél  les  indica.  La  primera 
comunión  de  los  niños  revistió  cierta  solemnidad  que  enterneció  aun  á  los  más 
duros. 

A  unas  seis  leguas  de  Sta.  Rosa,  hállase  la  colonia  Zanja  honda,  habitada 
en  su  totalidad  por  agricultores  italianos.  En  un  gran  galpón  (almacén  gran- 
de) del  ferrocarril,  instalamos  nuestra  capilla,  pues  el  cofre  que  llevamos  con 
los  ornamentos  y  demás  cosas  necesarias  para  el  altar,  está  tan  abastecido  que 
lleva  útiles  para  aderezar  un  templo.  Con  esta  misión  empezaba  nuestra  ver- 
dadera gira  apostólica  en  la  campaña,  pues  el  fin  que  se  propone  el  Centro  de 


321 
San  Francisco  Javier,  es  dar  misiones  rurales  y  en  ios  puntos  donde  no  llega 
la  acción  de  los  párrocos.  Mientras  uno  de  los  misioneros  prepara  el  local  de 
la  misión,  el  otro  á  caballo  recorre  los  ranchos  esparcidos  por  la  comarca  y 
convida  á  la  gente  á  que  acudan  á  los  actos  y  ejercicios  de  aquélla.  Esta 
diligencia  es  muy  necesaria,  pues  de  otro  modo  nadie  se  da  por  entendido. 
Como  no  siempre  se  hallan  campanas,  hacen  sus  veces  unas  barretas  ó  rie- 
les colgados  de  un  árbol,  que  á  falta  de  campanario,  desempeñan  muy  bien 
su  papel.  Fué  esta  misión  fructuosa.  Los  pobres  colonos  correspondieron  muy 
bien,  no  así  algunos  de  la  población,  sobre  todo  de  entre  los  que  tienen  casas 
de  negocios.  Los  actos  y  ejercicios  de  la  misión  fueron  concurridos,  sobre  todo 
la  asistencia,  por  la  noche,  era  muy  numerosa  y  de  personas  que  venían  de 
muy  lejos. 

Como  venía  con  nosotros  el  señor  cura,  atendiendo  él  á  los  bautismos  y 
matrimonios,  pudimos  dedicarnos  con  holgura  y  provecho  á  nuestro  ministerio, 
que  Dios  en  su  bondad  se  dignó  begdecir.  Gentes  que  vivían  mal  unidos  legi- 
timaron delante  de  Dios  su  unión,  crecido  numero  de  confesiones,  comuniones 
y  confirmaciones  nos  ocuparon  muy  bien  durante  los  6  días  déla  misión.  El 
P.  Costa,  autorizado  para  ello,  administraba  el  santo  sacramento  de  la  Con- 
firmación y  en  verdad  que,  aunque  no  usa  ni  báculo  ni  mitra,  es  tal  la  solem- 
nidad que  se  procura  dar  á  aquel  acto,  que  la  administración  de  dicho  sacra- 
mento resulta  una  de  las  funciones  más  solemnes  é  imponentes  de  la  misión. 

El  agua  de  san  Ignacio  no  dejó  de  manifestar  su  maravilloso  poder.  Es- 
taba enfermo  de  tifus  un  joven  brasilero,  que  por  la  posta  se  marchaba  á  la 
eternidad.  Un  padre  misionero  sabedor  del  peligroso  estado  de  su  salud,  fué 
á  la  casa  para  ofrecer  sus  servicios  espirituales.  Durante  una  hora  estuvo 
rogando  y  pidiendo  ser  admitido.  Los  hermanos  del  enfermo,  como  bra- 
sileros, no  querían  entender  de  razones,  y  el  mayor  de  ellos,  claramente 
manifestó  su  impiedad  diciendo  que  ellos  no  tenían  en  cuenta  la  salud  del  alma 
sino  únicamente  la 'del  cuerpo.  A  la  mañana  siguiente  volvió  á  la  carga.  Sen- 
tóse en  una  silla  frente  á  la  pieza  del  moribundo,  decidido  á  no  salir  de  allí 
sin  ver  al  enfermo.  Habló  á  la  madre,  mujer  infeliz  que,  aunque  madre,  no 
quería  ver  á  su  moribundo  hijo,  habló  á  los  hermanos,  y  por  fin  encontró  uno 
de  buenas  entrañas  que  aprobó  las  razones  del  padre,  ofreciendo  su  coopera- 
ción para  que  el  pobre  enfermo  recibiera  los  santos  sacramentos.  Por  fin,  re- 
uniendo consejo  de  familia,  acordaron  consentir  que  viese  el  padre  al  enfermo, 
pero  había  de  ser  gratuitamente.  Explicóle  el  misionero,  como  era  necesario 
en  ese  caso,  que  no  pretendíamos  bienes.de  la  tierra  en  nuestros  ministerios, 
sino  el  ayudar  á  las  almas;  y  alentándoles  á  la  confianza  en  la  gracia  del  santo 
sacramento  y  en  el  poder  de  san  Ignacio,  entró  en  la  pieza  del  pobre  enfer- 

21 


322 

mo.  Su  estado  era  gravísimo,  por  confesión  del  mismo  médico  no  había  que 
esperar  más.  A  pesar  de  lo  crecido  de  la  fiebre,  entendía  bastante  bien  y  re- 
cibió en  cabal  juicio,  después  de  la  confesión,  el  santo  sacramento  de  la  Ex- 
trema Unción.  Dióle  el  padre  á  tomar  agua  de  san  Ignacio  y  despidióse  de  la 
familia.  Por  la  tarde,  fué  avisado  el  padre  que  el  enfermo  había  alcanzado 
bastante  mejoría  y  á  los  pocos  días,  estando  en  otro  punto  dando  misión,  fuéle 
comunicado  que  había  recobrado  la  salud.  Dios  sea  alabado  y  nuestro  buen 
padre  san  Ignacio  también  glorificado. 

MISIÓN  DE  ISLA  CABELLO 

Terminada  la  misión  de  Zanja  Honda,  nos  trasladamos  en  tren  hasta  Isla 
Cabello,  donde  en  una  pulpería  apartada  de  la  población,  levantamos  nuestro 
campamento  y  establecimos  nuestro  centro  de  operaciones.  Templo  más  pobre 
no  puede  darse  para  el  Rey  de  los  Cie]os,jSolamente  conociendo  la  resignación 
del  Dios  que  en  Belén  no  reusó  un  establo,  nos  atrevimos  á  ofrecerle  ese  hu- 
milde hospedaje  á  Jesús  Sacramentado.  Por  lo  demás,  á  pesar  de  su  abatimien- 
to, pocos  asistieron  á  la  misión.  Copiosas  lluvias  y  continuas,  formaron  una 
inmensa  laguna  á  nuestro  alrededor  y  la  pobre  gente  sólo  en  carros  y  esto  con 
mucho  trabajo  por  el  mucho  barro,  podían  venir  á  nosotros. 

El  último  día  aclaró  y  se  serenó  el  tiempo  y  favoreció  nuestro  viaje,  que 
parte  en  tren  y  parte  en  coche,  tenía  por  objeto  trasladarnos  á  Belén,  encan- 
tadora población  levantada  á  orillas  del  río  Uruguay.  Vestigios  y  ruinas  de 
antiguos  caseríos  revelan  la  existencia  de  una  antigua  población,  que  según 
nos  han  informado,  perteneció  á  una  reducción  de  las  misiones  de  nuestros 
padres. 

La  amenidad  del  lugar,  las  colinas  de  hermoso  declive  y  el  anchuroso 
Uruguay  que  forma  una  pintoresca  ensenada  con  varios  islotes  de  prodigiosa 
vegetación,  hacen  de  Belén  uno  de  los  más  bellos  parajes  que  he  visto  en  el 
territorio  uruguayo. 

Luís  Schiappacane,  el  más  fuerte  negociante  de  la  localidad,  buen  geno- 
vés,  nos  alojó  en  su  casa  que  se  halla  próxima  á  la  pequeña  iglesia  que  tiene 
la  población.  Después  de  haber  recorrido  la  comarca  convidando  á  todos  á  la 
misión,  dióse  en  ella  comienzo  con  un  auditorio  que  cada  vez  fué  en  aumento. 

La  asistencia  de  hombres  fué  consoladora,  y  algunos  casamientos  de  per- 
sonas que  se  contentaban  con  estar  alistados  en  el  registro  civil  nos  dejaron 
satisfechos,  é  hicieron  de  la  Misión  de  Belén  una  de  las  mejores  que  hemos 
dado  en  nuestra  gira  por  el  departamento  de  Artigas. 

La  multitud  de  personas  que  acudió  el  último  día,  y  la  administración 


323 

del  santo  sacramento  de  la  Confirmación  con  el  crecido  número  de  concu- 
rrentes á  la  ceremonia,,  el  intenso  calor  reinante  y  en  un  recinto  reducido  para 
tanta  gente,  realzó  en  gran  manera  la  pericia  y  práctica  del  Rdo.  P.  Costa 
que  avezado  á  estas  labores,  como  buen  veterano,  cuantos  más  trabajos  se  pre- 
sentan, más  intrépida  y  esforzadamente  arremete  con  las  dificultades. 

Bien  lo  experimentó  cierto  sujeto  que,  siendo  uno  de  los  prohombres  de 
la  población,  como  no  se  quería  sujetar  á  lo  que  el  padre  en  justicia  exigía, 
.lo  despidió  como  pedía  su  insolencia,  produciendo  un  efecto  admirable  que 
sirvió  de  ejemplar  escarmiento  á  otros  insensatos  que,  ignoraban  ó  afectaban 
ignorar  la  manera  con  que  se  debe  estar  en  la  casa  de  Dios. 

De  Belén  seguimos  rumbo  á  la  colonia  Lavalleja.  Para  recompensar  á 
sus  veteranos,  el  general  Lavalleja  les  repartió  en  porcionados  lotes  una  ex- 
tensión de  tierras  concedidas  por  el  gobierno,  con  el  fin  de  que  cultivaran 
lo  que  había  de  ser  porvenir,  y  á  la  vez  su  recompensa.  Pero  aun  que  dejaron 
las  armas  no  empuñaron  el  arado;  y  las  tierras  sin  cultivo  no  alimentaban  á 
los  viejos  guerreros,  quienes  ya  empeñando  una  hectárea  de  terreno  con  el  in- 
flexible pulpero,  ya  perdiendo  otra  en  el  juego,  pronto  quedaron  los  terrenos 
en  poder  de  algunos  negociantes  que  son  casi  únicos  dueños  de  la  colonia. 

Después  de  casi  tres  días  de  penosa  marcha,  llena  de  peripecias,  ameni- 
zada con  desperfectos  del  vehículo  ya  en  coche,  ya  en  carrb,  ya  en  canoa  con 
lluvias  copiosas,  pantanos  interminables,  llegamos  á  Lavalleja  donde  insta- 
lamos el  local  de  la  misión  en  una  casita  de  madera  aún  no  concluida, 
donde  los  vientos  glaciales  que  reinaron  esos  días  y  entraban  por  las  rendijas 
y  por  el  techo  de  zinc  aun  no  terminado,  regalaron  al  buen  P.  Costa  un  fuerte 
constipado,  que  á  Dios  gracias  aunque  le  molestó  muchísimo  duró  pocos  días. 
En  los  primeros,  á  causa  de  los  pantanos  que  por  abundantes  lluvias  hacían 
intransitables  los  caminos,  muy  reducido  fué  nuestro  auditorio;  en  los  últimos 
días  aumentó  la  concurrencia,  sin  embargo  no  correspondió  el  éxito  al  em- 
peño y  á  las  fatigas  de  los  misioneros.  Como  casi  siempre  acontece,  no  fal- 
taban quienes  por  su  situación  hubieran  podido  con  su  ejemplo  arrastrar  á  los 
demás  á  la  misión  pero  brillaron  por  su  ausencia.  Verdad  es  que  la  gracia  de 
Dios  siempre  opera  y  muy  eficazmente  en  algunas  almas,  y  que  no  han  faltado 
casos  edificantes  en  esta  misión,  de  personas  que  para  conservar  la  gracia  re- 
cibida en  la  misma,  han  hecho  sacrificios  heroicos. 

En  un  carricoche  arrastrado  por  5  caballos,  nos  alejamos  de  Lavalleja  y 
nos  trasladamos  al  Paso  del  Sauce.  Asentamos  los  reales  en  una  pulpería, 
únicos  centros  de  reunión  en  la  campaña.  Aunque  fuertísimos  vientos  y  fríos 
nos  molestaron  no  poco  y  fueron  parte  para  que  el  concurso  no  fuera  nu- 
meroso, sin  embargo,  dio  algún  realze  á  la  misión  la  asistencia  á  ella  parte 


324 
de  los  alumnos  de  la  escuela  con  su  maestro.  Fué  verdadero. triunfo  de 
la  gracia,  el  matrimonio  del  mismo  pulpero  que  nos  atendía  y  el  bautismo  de 
sus  hijos.  ¡Cuánto  daño  hace  en  estas  regiones  la  infausta  ley  del  matrimonio 
civil!  Con  estar  alistados  en  el  registro  creen  haber  cumplido  con  Dios  y  su 
conciencia,  tanto  más  si  se  encuentran  con  un  encargado,  que  les  eche  un  pa- 
tético sermón  y  celebre  la  ceremonia  adelante  de  un  Sto.  Cristo  y  les  eche 
agua  bendita  para  mayor  solemnidad  del  acto.  Con  esto,  y  haciendo  resaltar 
la  imposibilidad  de  que  vaya  á  esas  soledades  el  señor  párroco,  estos  emi- 
sarios del  Infierno  les  quitan  los  pocos  escrúpulos  que  tenían.  El  ejemplo  del 
pulpero  fué  causa  de  que  legitimaran  su  unión  otros  mal  unidos  y  aunque  no 
fueron  muy  numerosas  las  confesiones  y  comuniones,  salimos  contentos  del 
Paso  del  Sauce,  pues  dada  la  escasez  del  vecindario  no  fueron  despreciables  los 
frutos  que  se  reportaron. 

MISIONES  EN  LA  PARROQUIA  DE  SAN  EUGENIO 

Con  la  misión  del  Paso  del  Sauce,  terminaban  las  que  se  habían  de  dar 
en  la  campaña  que  pertenece  al  curato  de  Sta.  Rosa  del  Cuareim.  Entrá- 
bamos en  la  parroquia  de  San  Eugenio,  cuyo  celoso  párroco,  buen  mallorquín, 
por  tener  que  ausentarse  puso  á  nuestra  disposición  un  pequeño  carruaje  en  el 
cual  no  cabiendo  más  de  dos  personas  nos  distraímos  en  los  viajes  haciendo  el 
oficio  de  aurigas.  Acompañábanos  un  buen  paisano  que  además  de  servirnos 
de  guía,  desempeñaba  los  oficios  de  intérprete  con  los  brasileños  que  abun- 
dan en  la  comarca,  hacía  de  sacristán  y  ayudante  de  misas,  con  lo  cual  nos 
dejaba  tiempo  para  atender  mejor  á  nuestro  ministerio.  Desde  ahora  nuestra 
marcha  se  formalizaba  y  se  hacía  más  expedita.  El  guía  marchaba  adelante 
á  caballo  examinando  los  pasos,  seguíamos  los  dos  misioneros  en  nuestro 
vehículo,  y  detrás  un  carro  cargado  con  nuestros  equipajes  y  un  gran  bulto 
en  el  cual  había  útiles  para  aderezar  una  basílica  y  un  confesonario. 

Yapeyú  es  una  pequeña  población  formada  por  varias  casas  esparcidas  en 
una  hondonada  que  forman  varias  cachillas.  En  una  antigua  pulpería  abando- 
nada, establecimos  nuestro  Centro  de  Operaciones.  La  capilla  la  formaba 
un  galpón  bastante  capaz.  Nos  llamó  la  atención  la  poca  gente  que  acudía 
á  pesar  de  las  invitaciones  personales  que  nunca  omitimos.  Pronto  supimos 
la  causa.  A  unas  dos  leguas  había  carreras  de  caballos,  y  no  hay  que  decir 
más.  Hombres  y  mujeres,  niños  y  viejos  están  verdaderamente  chiflados 
por  estas  diversiones.  Terminadas  ellas,  que  á  veces  duran  3  ó  4  días,  empezó 
acudir  alguna  gente.  Una  buena  señora  se  esmeró  en  ayudarnos  para  que  la 
misión  resultara  fructuosa;  mas  no  faltaban  obstáculos  en  su  misma  casa. 


325 

La  asistencia  al  catecismo  fué  satisfactoria,  el  número  de  confesiones  y  co- 
muniones de  gente  mayor,  regular.  En  esta  misión  se  confesaron  más  jóvenes 
que  personas  adultas;  una  anciana  de  125  años  que  hizo  su  primera  confesión 
y  comunión  y  se  confirmó  también,  vale  por  todo  lo  demás. 

Había  visto  pasar  por  delante  de  nuestra  morada  una  vieja  negra,  vestida 
de  blanco  que  apoyada  en  un  bastón  arrastraba  su  añoso  esqueleto  con  alguna 
fatiga.  ¿A  dónde  va,  señora,  con  este  sol?  le  dije  un  día.  « Au  camposanto  á  reza 
per  os  difuntos.»  Ya  es  sabida  la  particular  veneración  que  á  las  ánimas  tienen 
estos  brasileños,  aunque  en  todo  lo  demás  lleguen  á  claudicar.  ¿Y  no  quisiera 
venir  á  la  misión?  ¿Y  qué  cosa  es  la  misión,  preguntó  ella?  Expliquéle  cuál 
era  nuestro  intento  y  en  qué  consistía  la  misión.  Desde  ese  momento  era  la 
primera  en  acudir  á  todos  los  ejercicios,  y  última  en  abandonar  la  iglesia  como 
decía  ella.  ¡Qué  excelente  disposición  para  recibir  la  gracia  de  Dios!  Real- 
mente que  de  aquella  buena  anciana,  se  puede  decir  lo  que  Sto.  Tomás  délos 
que,  abandonados  en  los  desiertos  no  les  faltará  la  Providencia:  Si  quis  nutri- 
tus  in  sylvis.  Hícele  un  día  contar  su  historia,  la  cual,  aunque  abrace  más  de 
un  siglo,  en  pocas  palabras  queda  resumida.  Siendo  niña  de  12  á  15  años  fué 
arrancada  de  los  brazos  de  su  pobre  madre  y  embarcada  en  un  buque  negrero, 
y  de  África  traída  al  Brasil  y  vendida  como  esclava  en  el  mercado  de  Pernam- 
buco.  Después  de  algunos  años  de  esclavitud,  el  último  de  sus  compradores 
la  trajo  á  Puerto  Alegre,  donde  al  estallar  la  Independencia  americana  la  hizo 
bautizar  y  la  dejó  en  libertad  siendo  ya  mujer  de  edad  madura.  Aunque  libre 
no  dejó  el  oficio  de  servir  hasta  que  abandonada  á  causa  de  su  decrepitud  vi- 
vía con  otra  anciana  en  un  pobre  rancho,  siendo  su  única  ocupación  arrastrar 
la  secular  armazón  de  sus  huesos,  por  espacio  de  una  legua,  para  visitar  dia- 
riamente el  pequeño  cementerio  de  la  aldea. 

Alma  hermosa  y  de  sentimientos  delicados  que  revelaban  una  profunda 
piedad  filial,  causaba  honda  impresión  y  conmovía  grandemente  cuando  hacía 
el  relato  del  terrible  episodio  de  su  vida,  en  que  por  fuerza  arrancada  de  los 
brazos  de  su  madre,  con  una  cadena  al  cuello,  á  latigazos  tuvo  que  seguir  por 
el  desierto  á  los  compañeros  de  la  esclavitud  y  embarcada  como  animal  de 
carga:  125  años  no  habían  sido  capaces  de  borrar  de  su  memoria  y  de  su  co- 
razón el  recuerdo  de  su  pobre  madre  y  de  aquella  tristísima  aventura. 

Terminóse  la  misión  con  la  procesión  al  cementerio,  donde  después  de  un 
patético  sermón  en  que  no  escasearon  lágrimas  y  gemidos,  nos  despedimos  de 
aquella  pobre  gente.  A  la  mañana  siguiente,  después  de  misa  emprendimos  la 
marcha  en  la  forma  j^a  indicada.  Hicimos  alto  en  una  solitaria  cabana  donde 
bautizáronse  9  niños  el  uno  de  14  años;  y  después  de  comer  seguimos  el  viaje 
en  nuestro  ligero  siilky  por  una  comarca  verdadero  pedregal  de  ágatas  y 


326 

amatistas.  ¡Qué  riqueza  abandonada  en  aquellas  soledades!  ¡Qué  magnífica 
colección  para  un  museo!  Baste  decir  que  se  hallan  ágatas  que  forman  ver- 
daderos peñascos  de  varios  metros  de  volumen.  Como  vamos  en  busca  de 
perlas  y  margaritas  más  preciosas,  nuestro  único  cuidado  era  evitar  el  chocar 
con  alguna  enorme  ágata  para  evitar  una  avería  á  nuestro  ligero  vehículo. 

Llegamos  á  Tres  Cerros  á  las  3  de  la  tarde.  En  un  rancho  recién  cons- 
truido se  arregló  el  local  de  la  misión.  Pobre  vivienda  para  el  Rey  de  los  Cie- 
los, aunque  á  sus  divinos  ojos  preciosa  por  los  bienes  que  reportaron  los  po- 
brecitos  que  en  ella  oyeron  la  voz  de  Dios.  La  población  se  compone  de 
algunas  casitas  levantadas  en  un  llano  rodeado  de  tres  pequeñas  elevaciones. 
Mujeres  y  niños  formaron  la  totalidad  del  auditorio:  muy  pocos  hombres  asistie- 
ron á  la  misión.  Estando  ya  en  la  época  de  esquilar  las  ovejas,  hallábanse  en 
las  estancias  ocupados  en  esa  faena  que  es  la  más  productiva  para  ellos,  en  la 
cual  ganan  el  pan  de  todo  el  año,  sino  es  los  que  antes  de  recibir  la  paga  la 
tienen  toda  perdida  en  el  juego;  que  para  colmo  de  los  muchos  males  que 
aquí  abundan,  está  tan  propagado,  consentido  y  aun  fomentando  á  veces  por 
quienes  deberían  reprimirlo  del  todo.  Dase  el  caso  y  muy  frecuente,  de  que  ha- 
ciendo grandes  sacrificios  se  proveen  de  lo  necesario  para  el  viaje  y  la  estadía 
en  la  estancia;  y  no  sólo  no  pueden  llevar  á  su  casa  lo  necesario  para  pagar  lo 
que  han  empeñado,  sino  que  se  juegan  el  mismo  caballo  con  su  montura,  que 
para  un  paisano  vale  el  todo. 

En  esta  misión  tuvimos  el  consuelo  de  arreglar  algunos  matrimonios,  y  el 
agua  de  san  Ignacio  devolvió  la  salud  á  una  pobre  mujer  que  estaba  bastante 
enferma.  Esta  agua  maravillosa  es  el  arma  potente  de  que  se  vale  el  misionero 
para  los  casos  apurados  y  muchas  veces  se  ve  en  su  empleo,  potente  y  mani- 
fiesto el  poder  de  nuestro  santo  Padre. 

En  esta  misión  pudimos  hacernos  cargo  de  la  pasión  que  tienen  los  negros 
á  saltar  y  brincar.  Oíamos  por  la  noche  en  ciertos  puntos,  el  sonido  de  un 
acordeón  ú  organillo;  y  preguntando  al  día  siguiente,  sabíamos  que  había  ha- 
bido baile  en  que  había  abundado  sobre  todo  el  elemento  negro.  Y  por  la  ma- 
ñana nos  venían  á  la  misión,  claro  está,  cargados  de  sueño.  Se  les  predicó  y 
se  les  dio  doctrina  y  también  sacamos  en  consecuencia  que  si  el  apóstol  de  los 
negros  san  Pedro  Claver,  no  les  prohibía  por  completo  tal  diversión,  era  sin 
duda  porque  la  raza  negra  tiene  como  instituto  natural  el  brincar  y  saltar  como 
los  monos,  confirmando  lo  dicho  la  noticia  que  nos  dieron,  de  que  en  un  baile 
sólo  había  un  pobre  viejo  y  las  demás  danzantes  eran  todas  ancianas,  que  al 
verlas  llegar  á  la  misión,  parecía  que  apenas  podían  con  su  decrépito  arma- 
zón de  hueso  siendo  la  más  joven  una  negra  de  cincuenta  años. 

La  otra  cosa  que  notamos  fué  la  humildad  y  docilidad  de  los  pobres  des- 


327 

cendientes  de  Cam,  como  persuadidos  de  la  superiodidad  de  los  blancos; 
sin  embargo  ¡qué  almas  tan  hermosas  se  encuentran  á  veces  en  sus  negros 
cuerpos! 

Terminada  la  misión  subimos,  después  de  celebrar  misa,  á  nuestro  vehícu- 
lo y  en  la  misma  forma  observada  al  venir,  emprendimos  la  marcha  por  ca- 
minos accidentados  cortando  potreros,  atravesando  arroyos  y  costeando  ce- 
rros hasta  llegar  al  Paso  del  Campamento,  población  situada  en  la  ladera  de 
una  cachilla  y  próxima  á  un  bosque  que  se  extiende  á  lo  largo  de  la  cuenca  de 
un  hermoso  río. 

Nuestro  cuartel  general  lo  instalamos  en  un  gran  caserón,  antigua  casa 
de  negocio,  en  la  cual  había  un  espacioso  salón  que  con  ocasión  de  las  fiestas 
patrias  había  sido  adornado  para  un  festejo  público;  el  tal  aderezo  nos  sirvió 
á  las  mil  maravillas  para  convertirlo  en  capilla. 

La  concurrencia  satisfizo  nuestra  espectación;  aunque  faltaban  hombres, 
no  nos  afligía  su  ausencia  pues  habían  salido  para  la  esquila,  y  los  pocos  que 
quedaban  no  se  hicieron  sordos  á  la  voz  de  Dios.  De  las  mujeres,  si  bien  algu- 
nas no  se  aprovecharon,  no  nos  causó  extrañeza;  eran  brasileras.  Se  remedia- 
ron algunos  escándalos,  las  confesiones  y  comuniones  llegaron  á  una  cifra 
consoladora  atendiendo  al  reducido  vecindario,  la  voz  de  Dios  se  hizo  oir  y 
fué  respetada  y  san  Ignacfo  nos  consoló  con  dos  curaciones  que  dieron  gran 
prestigio  á  la  obra  de  la  misión  y  á  la  recepción  de  los  santos  sacramentos. 

En  la  casa  donde  nos  aderezaban  la  comida  había  un  joven  enfermo  de  pul- 
monía. Lo  crecido  de  su  fiebre  auguraba  muy  mal.  Se  le  animó  á  que  se  confe- 
sara y  recibiese  el  santísimo  Cuerpo  del  que  es  Vida  y  Resurrección  nuestra. 
Se  aprovechó  un  rato  de  lucidez  y  después  de  administrado  el  Santo  Viático, 
se  le  habló  del  agua  de  san  Ignacio.  Dios  fué  servido  devolverle  la  salud  y 
dos  días  después  de  nuestra  salida  del  Paso  del  Campamento  fuimos  informa- 
dos que  el  enfermo  había  sanado. 

A  una  media  legua  de  la  población  nos  avisaron  que  había  una  mujer  que 
estaba  en  gravísimo  estado  de  salud.  Un  padre  misionero  llevando  consigo 
agua  de  san  Ignacio  sube  en  el  sulky  y  acompañado  del  sacristán  se  dirige 
allá.  Llega  á  la  casa:  al  verlo  salen  á  su'encuentro  varias  hermanas  de  la  enfer- 
ma y  ruegan  al  padre  que  no  se  presente  á  la  paciente,  pues  estaba  frenética, 
y  al  ver  á  un  sacerdote,  en  su  furor,  podría  desmandarse  y  merecer  así  la  mal- 
dición de  Dios.  Después  de  algunas  reflexiones  viendo  el  padre  que  aquellas 
pobres  mujeres  no  querían  ceder,  baja  del  carruaje  determinado  á  entrar. 
Aquí  fué  Troya.  Llantos,  gritos,  súplicas  y  aspavientos  en  grande.  Por  fin  ani- 
mada la  pobre  madre  con  Ip  confianza,  que  le  pudo  infundir  el  padre,  en  la 
eficacia  de  los  santos  sacramentos  y  en  el  agua  de  san  Ignacio,  se  determinó 


328 
avisar  y  prevenir  á  la  enferma,  y  entrando  en  el  rancho  díjole  estas  textuales 
palabras:  «Hijita,  aquí  haj'  un  doctor  que  te  quiere  curar».  ¡Cuál  no  fué  la  ex- 
trañeza  y  asombro  de  la  enferma  cuando  vio  entrar  á  un  sacerdote  en  vez  del 
médico  que  ella  se  creía!  El  padre,  sacando  la  botella  del  agua  de  san  Ignacio, 
le  habló  del  maravilloso  poder  de  Ntro.  Sto.  Padre,  con  lo  cual  animada  la  po- 
brecita  rezó  los  tres  padre  nuestros  en  honra  de  la  Santísima  Trinidad.  Toma- 
da el  agua,  y  accediendo  á  la  exhortación  del  padre,  se  confesó,  y  al  despedirse 
el  misionero,  rogóle  no  la  abandonase,  pues  se  encontraba  muy  mal. 

Cuando  supieron  los  de  la  familia  la  buena  acogida  que  había  hecho  al 
confesor,  no  cabían  de  placer  y  todo  eran  excusas  por  haber  dificultado  su  en- 
trada. 

Volvió  al  día  siguiente  el  padre  para  administrarle  los  santos  sacramen- 
tos, con  lo  cual  recibió  la  enferma  particular  consuelo,  y  encargándole  la  con- 
fianza en  el  valimiento  de  san  Ignacio,  marchóse  el  misionero  de  la  población. 
Dos  días  después,  estando  el  misionero  en  otro  punto,  fué  informado  por  el 
mismo  esposo  de  la  enferma,  que  ésta  habíasanado  y  se  había  levantado  de  la 
cama,  con  admiración  de  los  que  conocían  el  grave  estado  de  su  salud. 

MISIÓN  DE  CUARÓ 

En  una  pulpería,  que  á  la  vez  era  fonda  de  la  estación  del  ferrocarril,  y 
en  la  mejor  de  sus  habitaciones,  se  dispuso  el  local  de  la  misión. 

¡Quién  había  de  decir  que  en  un  sitio  tan  poco  favorable,  Dios  Ntro.  Señor 
había  de  proporcionarnos  tan  gratos  consuelos!  El  ganar  para  Dios  y  legitimar 
en  su  unión  al  pulpero,  hizo  que  fuese  nuestro  gran  cooperador,  y  tan  de  lleno 
entró  en  esta  santa  empresa,  que  á  la  hora  de  los  ejercicios  de  la  misión,  cerra- 
ba su  negocio  convidando  á  los  clientes  á  que  oyesen  la  palabra  de  Dios.  No 
menor  ayuda  prestó  un  empleado  del  ferrocarril,  español  de  nación,  que  con 
toda  su  familia  trabajó  para  que  volviesen  á  Dios  muchos  extraviados.  Él  les 
recompense  su  caritativa  y  eficaz  cooperación;  también  se  dignó  bendecir 
nuestro  trabajo.  De  haberse  alargado  la  misión,  sin  duda  hubiera  sido  mayor 
nuestro  consuelo;  pero  nos  urgía  el  continuar  el  curso  establecido  de  las  mi- 
siones. Las  confesiones  y  comuniones  demostráronla  correspondencia  á  la  di- 
vina gracia,  de  los  que  acudieron  á  oir  la  divina  palabra. 

De  Cuaró  pasamos  á  Jacarey,  donde  nos  encontramos  que  habían  hecho 
una  gran  propaganda  para  unas  carreras,  que  se  habían  de  tener  los  dos  días 
siguientes.  Siendo  imposible  empezar  la  misión,  determinamos  pasar  esos  días 
en  la  estancia  de  un  señor  que  nos  había  invitado,  donde  no  faltó  qué  hacer 
con  los  empleados  de  su  hacienda,  moviendo  sobre  todo  el  ejemplo  de  los  se- 


329 

ñores  á  que  se  aprovechasen  los  demás  del  bien  que  se  les  entraba  por  sus 
puertas. 

Al  volver  al  tercer  día  á  Jacaré}',  nos  encontramos  con  la  población  toda 
consternada,  ¿qué  había  sucedido?  Cuando  estaba  toda  la  gente  presenciando 
las  carreras,  descuidada  y  divertida,  se  presenta  un  empleado  del  gobierno 
que,  con  fuerza  armada  empieza  á  recoger  gente  para  llevarlos  al  cuartel. 
Había  estallado  la  revolución  y  el  gobierno  reclutaba  gente  para  hacerse  fuer- 
te contra  la  oposición.  No  haj^  para  qué  decir  que  aquello  fué  la  señal  de  la 
desbandada.  Sólo  quedaron  en  la  población  algunos  viejos  }'  los  niños  y  las 
mujeres.  En  este  estado  de  cosas  la  misión  sufrió  bastante,  los  ánimos  estaban 
apenados  y  hubo  escasez  de  auditorio  sobre  todo  en  los  primeros  días.  Aumen- 
tó en  los  subsiguientes,  y  entre  tanto  disgusto  no  dejó  de  consolarnos  Dios 
Ntro.  Señor. 

Habíamos  instalado  nuestro  local  en  un  edificio  recién  construido  y  des- 
tinado para  fonda.  En  salón  muy  capaz  convertido  en  capilla  se  reunían  para 
oir  la  divina  palabra  y  escuchar  las  verdades  de  nuestra  santa  fe  con  recogi- 
miento y  piedad  los  vecinos  de  la  población.  Algunas  veces,  sobre  todo  en  los 
últimos  días,  se  llenaba  por  completo  el  local,  de  lo  que  dedujimos  ser  bastan- 
tes los  que  en  la  población  se  aprovecharon  de  la  gracia  de  Dios.  Una  anciana 
de  más  de  115  años  no  fué  privada  del  beneficio  de  la  misión,  pues  imposibi- 
litada para  llegar  al  local  de  la  misma,  un  padre  le  llevó  al  Consolador  de  las 
almas  Ntro.  Señor  Jesucristo  á  su  misma  casa,  donde  los  de  ella  habían  prepa- 
rado una  habitación  á  manera  de  oratorio. 

Terminada  la  piadosa  ceremonia,  conmovía  grandemente  el  oir  los  piado- 
sos coloquios  en  que  se  entretenía  su  alma  con  Ntro.  Señor. 

Durante  esta  misión,  que  sufrió  mengua  por  los  disturbios  políticos,  de- 
terminamos estar  ala  mira  pues  el  temor  impedía  el  que  asistieran  á  ella.  Mul- 
titud de  hombres  y  jóvenes  emigraban  al  Brasil.  Así  pues,  al  tener  noticias 
que  grupos  de  revolucionarios  amenazaban  cortar  puentes  y  poner  obstáculos 
en  las  vías  férreas,  no  sabiendo  cuándo  esto  terminaría  é  impidiéndonos  las 
comunicaciones  con  los  superiores,  juzgamos  conveniente  aprovechar  las. vías 
de  comunicación  que  quedaban  libres  dirigiéndonos  al  Salto  Oriental  y  esperar 
allí,  ver  si  las  cosas  se  calmaban  para  proseguir  el  curso  de  nuestras  misio- 
nes. En  esa  ciudad  estuvimos  como  una  semana  aprovechando  la  época  del 
novenario  de  ánimas  para  predicar  por  la  noche  y  el  panegírico  de  Todos  los 
Santos.  El  señor  cura,  antiguo  discípulo  del  seminario,  nos  atendió  con  mucha 
caridad.  Era  consoladora  la  asistencia  de  los  fieles  al  templo  durante  los  ser- 
mones del  novenario,  y  más  consoladoras  aún  las  misiones,  confesiones  y  co- 
muniones. 


330 

Como  las  cosas  políticas  iban  cada  día  peor,  nos  embarcamos  en  el  vapor 
que  hace  la  travesía  por  el  río  hasta  Buenos  Aires  á  donde  llegamos  á  prime- 
ros de  noviembre  y  tuvimos  el  consuelo  de  ver  á  V.  R.  y  á  los  demás  carí- 
simos padres  y  hermanos  del  colegio  del  Salvador. 

He  aquí,  reverendo,  padre,  lo  que  en  las  misiones  del  Uruguay  ha  hecho 
este  novel  misionero.  La  experiencia  y  dirección  del  P.  Costa,  tan  de  antiguo 
avezado  á  las  fatigas  y  trabajos  de  las  misiones,  han  sido  un  gran  estímulo  y 
enseñanza  para  adiestrarme  en  estos  trabajos  de  tanta  gloria  de  Dios.  Su  ejem- 
plo y  fervor  fueron  de  gran  estímulo  para  mí,  pero  su  caridad  ha  sido  tan 
grande  para  conmigo,  que  aunque  yo  no  pueda  corresponderle  como  se  me- 
rece, allá  en  el  Cielo  hay  un  Dios  que  no  dejará  de  recompensar  tantos  bene- 
ficios hechos  á  este  ínfimo  hermano  en  Cristo  Jesús. 

Agradezco  también  á  la  mucha  caridad  de  mi  muy  amado  en  Cto.  padre 
rector,  Rdo.  P.  José  López,  el  proporcionarme  este  género  de  ministerios 
tan  provechoso  para  las  almas  y  tan  proprio  de  un  hijo  de  la  Compañía; 
Dios  Ntro.  Señor  les  recompense  á  todos  y  de  un  modo  particular  á  V.  R. 
tanta  caridad  ejercida  con  el  último  de  sus  hijos  que  de  corazón  y  humilde- 
mente en  los  santos  sacrificios  y  oraciones  se  encomienda. 

De  V.  R.  ínfimo  en  Cto.,  siervo  y  hermano, 

JHS. 
Luís  C.  ISOLA,  S.  J. 


MISIONES  EN  CÓRDOBA 

Rdo.  P.  Superior: 

Dios  Ntro.  Señor  con  su  amor  y  gracia  sea  siempre  en  nuestra  aj'uda  y 
favor. 

Después  de  las  misiones  dadas  en  la  República  Oriental,  permanecí  algu- 
nos días  en  el  colegio  del  Salvador  disfrutando  de  la  caritativa  compañía  de  los 
reverendos  padres  y  hermanos  de  aquella  santa  casa.  La  santa  obediencia  dis- 
puso que  pasara  á  Córdoba  para  ocuparme  en  los  ministerios  de  aquella  resi- 
dencia. Allí  encontré  de  superior  al  Rdo.  P.  Moisés  Dávila,  antiguo  compa- 
ñero de  noviciado  y  profesor  mío  en  la  clase  de  gramática.  Llegado  al  tiempo 
que  se  celebraba  el  mes  de  María,  no  faltaron  algunas  pláticas  como  para  es- 
trenarme en  esta  devota  y  hermosa  iglesia  que  posee  la  Compañía  de  Jesús 


331 

en  la  católica  Córdoba.  Roma  argentina  es  llamada  y  bien  le  cuadra  el  epíteto, 
pues  la  multitud  de  iglesias  y  la  religiosidad  de  sus  habitantes  la  hacen  escla- 
recida entre  todas  las  ciudades  de  la  Argentina  y  de  la  América  del  Sur.  Con 
esto  está  explicado  cómo  acuden  á  los  actos  religiosos  los  habitantes  de  esta 
religiosa  ciudad,  y  de  su  fe  y  piedad  dan  singular  manifestación  en  las  misiones. 

De  un  modo  particular  se  nota  esto  en  las  misiones  rurales  que  la  propa- 
ganda católica  procura  dar  en  los  arrabales  de  la  ciudad.  Esta  obra,  que  tiene 
por  patrono  á  san  Francisco  Javier,  es  una  ramificación  de  la  congregación 
de  la  Buena  Muerte  y  por  ahora  tiende  á  ejercer  su  influencia  bienhechora  en 
las  masas  populares  que  viven  en  los  barrios  más  apartados  de  la  ciudad.  El 
director  de  ella,  el  Rdo.  Pont,  le  ha  dado  un  impulso  que  es  de  esperar  dará 
opimos  frutos. 

Como  estábamos  dando  con  el  P.  Fernández  una  misión  á  los  presos  de 
la  cárcel,  bendiciendo  Dios  Ntro.  Señor  nuestro  humilde  trabajo,  presentóse 
para  pedir  una  misión  á  los  soldados  uno  de  los  jefes  diciéndonos  que  ellos 
también  querían  ir  al  Cielo.  El  fruto  cosechado  no  fué  despreciable  á  los  ojos 
divinos.  Sin  embargo,  el  dar  simultáneamente  con  el  P.  Font  la  primera 
misión  de  la  propaganda  en  un  local  ofrecido  por  la  directora  de  un  colegio 
del  Estado,  en  un  arrabal  apartado  de  la  ciudad,  además  de  las  copiosas 
lluvias  que  reinaron  en  esos  días,  hizo  que  el  resultado  de  esta  misión 
fuera  escaso. 

Contribuyendo  sin  duda  á  la  facilidad  para  asistir  á  las  misiones  que  se 
den  al  aire  libre,  se  escogitó  un  medio  que  desde  entonces  ha  dado  buen  resul- 
tado. Por  medio  de  una  carpa  (tienda  de  campaña)  se  atiende  al  decoro  que 
exige  la  colocación  de  un  altar  portátil;  lo  demás  del  recinto,  que  se  procura 
sea  al  aire  libre,  se  dispone  con  asientos  para  que  puedan  los  fieles  oir  con 
comodidad  los  sermones  y  atender  al  Sto.  Sacrificio  de  la  misa. 

La  misión  de  Pueblo  Nuevo  dada  á  mediados  de  Diciembre,  revistió  ca- 
racteres consoladores.  Las  primeras  noches  la  asistencia  sería  de  algunos 
centenares,  luego  pasaron  de  mil  los  asistentes.  El  P.  Font  con  el  celo  que  le 
distingue  supo  entusiasmar  á  los  vecinos,  que  á  Dios  gracias  correspondieron 
bien  á  la  divina  gracia.  ¡Qué  hermoso  era  ver  aquella  multitud  de  gente  oir 
con  religioso  silencio  las  sublimes  verdades  de  nuestra  santa  Religión!  El 
éxito  más  feliz  vino  á  confirmar  cuan  fundadas  habían  sido  las  esperanzas 
concebidas,  pues  hubo  1030  confesiones,  más  de  1200  comuniones,  341  con- 
firmaciones, varios  que  ingresaron  en  la  Asociación  de  S.  José,  que  para  con- 
servar el  fruto  de  la  santa  misión  es  el  medio  más  poderoso  y  eficaz.  Seis 
parejas  legitimaron  su  unión  por  medio  del  sacramento  del  matrimonio.  El 
día  de  la  comunión  general  revistió  un  carácter  de  piedad  y  religiosidad  con- 


332 

movedora.  Por  la  tarde  una  procesión  llevando  una  grande  y  hermosa  Cruz 
dio  término  á  la  misión.  El  gentío  considerable  que  asistió  á  ella,  manifiesta  la 
piedad  de  estas  gentes  y  la  afición  á  los  actos  públicos  religiosos.  Al  pie  de 
la  cruz  después  de''una  plática,  en  que  no  escasearon  las  protestas  de  mante- 
nerse fieles  á  las  promesas  y  propósitos  hechos  en  la  misión,  ni  entusiastas 
vivas  al  Sagrado  Corazón  de  Jesús,  á  la  Virgen  nuestra  bondadosa  Madre 
María  Santísima,  al  Sumo  Pontífice,  á  la  Iglesia  Católica,  se  dio  la  bendición 
papal. 

La  Propaganda  católica,  hacía  tiempo  que  deseaba  dar  una  misión  en 
General  Paz,  importante  suburbio  de  la  ciudad  de  Córdoba.  Los  protes- 
tantes habían  esparcido  sus  doctrinas  perversas  y  se  habían  instalado  en 
ese  pueblo  haciendo  mucho  daño  á  sus  vecinos.  El  P.  Font  había  estable- 
cido un  centro  catequístico  y  juzgó  oportuno  dar  una  misión  para  favorecer 
también  á  los  colonos  italianos  que  pueblan  las  quintas  cercanas.  Escogió  el 
lugar,  y  dimos  comienzo  á  la  misión  con  respetable  auditorio  que  fué  en  au- 
mento cada  día.  Desde  el  primer  día  vióse  á  las  claras  que  el  éxito  había  de 
ser  satisfactorio  gracias  á  Dios,  }■  también  á  S.  Francisco  Javier,  ya  que  se  ha 
notado  que  el  gran  Apóstol  de  las  Indias  es  verdadero  protector  de  las  mi- 
siones. 

Así  pues,  todos  los  días  después  del  rezo  del  Sto.  Rosario  se  hace  la  Nove- 
na déla  Gracia  que  precede  á  los  ejercicios  de  lamisión.  Con  esta  sencilla  prác- 
tica, en  misiones  que  á  veces  á  los  principios  parecía  no  prometer  abundante 
fruto,  siempre  se  ha  notado,  sobre  todo  al  final  la  protección  del  cielo.  En  esta 
de  que  vamos  tratando  había  una  razón  especial  para  implorar  y  obtener  por 
intercesión  de  S.  Francisco  Javier  el  éxito  favorable  que  á  Dios  gracias  se 
obtuvo.  Se  habían  dado  unas  conferencias  en  ese  mismo  local,  impugnando  los 
errores  protestantes,  las  que  dieron  origen  á  una  polémica  en  que,  el  fin  prin- 
cipal del  que  defendía  sus  errores,  no  tanto  era  averiguar  la  verdad  cuanto  di- 
fundir la  mala  doctrina  entre  el  pueblo.  La  predicación  de  las  verdades  de 
nuestra  Sta.  Religión,  con  la  enseñanza  del  catecismo  se  pensó  quesería  un 
medio  para  impedir  el  mal,  que  hacían  con  su  propaganda.  Ya  desde  el  primer 
día  la  concurrencia  prometió  ser  una  misión  provechosa.  Cada  día  aumen- 
taba el  número  de  los  asistentes,  y  en  los  últimos  días,  el  espacioso  local  se 
veía  ocupado  por  más  de  mil  asistentes  á  la  misión.  Por  la  mañana  á  la  san- 
ta misa  y  á  la  plática  doctrinal  pocos  eran,  es  verdad,  los  concurrentes;  mas 
en  una  población  de  artesanos  y  reinando  en  esos  días  un  tiempo  poco  apa- 
cible no  carecía  de  alguna  razón  la  falta  de  asistencia;  en  los  últimos  la  ta- 
rea de  confesar  á  los  que  querían  reconciliarse  con  Dios,  además  de  la  que 
cotidianamente  tenían  los  padres  misioneros,  ocupó  á  varios  padres  de  casa, 


333 

pero  con  el  favor  de  Dios  se  pudo  atender  á  tantos  que  se  acercaron  á  la 
confesión  y  se  dispusieron  para  la  Sagrada  Comunión,  que  al  mismo  tiempo 
les  servía  para  cumplir  con  el  precepto  Pascual.  Al  terminar  la  misión  au- 
mentóse el  número  de  los  asistentes  á  la  Sta.  Misa  y  varios  se  acercaban  dia- 
riamente á  la  Sagrada  Mesa,  y  siendo  consolador  el  concurso  de  los  que 
acudieron  á  las  varias  misas  que  se  celebraron  comulgando  en  ellas  el  últi- 
mo día. 

Como  á  mil  ascienden  las  comuniones  que  se  administraron  y  se  consi- 
deró gracia  especialísima  de  Dios  el  que  los  habitantes  de  General  Paz 
correspondiesen  tan  bien  á  la  santa  misión.  ¡Cuánto  no  se  habrá  alegrado 
el  Sagrado  Corazón  de  Jesús  de  ser  honrado  y  recibido  en  su  adorable  Sa- 
cramento á  despecho  de  los  esfuerzos  que  hacen  con  su  propaganda  para  que 
en  General  Paz  no  reine  Ntro.  Señor  Jesucristo,  los  que  con  errores  y  doc- 
trinas contrarias  á  la  Religión  Católica  quieren  arrebatar  del  pueblo  Cordo- 
bés esa  fe,  patrimonio  el  más  precioso  que  les  legaron  sus  padres  y  con 
tanto  trabajo  propagaron  los  antiguos  misioneros  y  varones  ilustres  de  nues- 
tra Compañía  de  Jesús! 

Por  la  tarde  de  ese  día  se  convocó  á  todos  para  que  asistieran  á  la 
gran  procesión  con  motivo  de  la  bendición  de  la  Cruz  que,  fijada  en  una 
loma  que  domina  la  población,  había  de  ser  como  un  recuerdo  de  la  Sta  mi- 
sión. Se  deseaba  que  fuese  al  mismo  tiempo  una  manifestación  de  catolicismo 
y  valiente  protesta  contra  los  que  propagaban  en  ese  pueblo  doctrinas  con- 
trarias á  nuestra  santa  Fe  Católica.  El  P.  Fernández  nos  ayudó  muchísimo 
para  que  saliera  imponente  la  procesión. 

Muchos  socios  de  la  sociedad  de  san  José  que  él  dirige,  acudieron  á  la  cita: 
y  como  prácticos  y  avezados  en  esas  manifestaciones  públicas,  contribuyeron 
al  buen  orden  de  la  procesión.  Rompía  la  marcha  la  santa  Cruz  de  la  procesión 
que  con  los  ciriales  precedía  á  los  niños  que  en  largas  filas  la  seguían  rezando 
y  cantando  preces  y  cánticos  propios  del  caso.  Á  ellos  seguían  los  hombres  que 
á  su  vez  alababan  á  Dios  y  á  su  Madre  María  Santísima;  seguía  después  'uno 
de  los  padres  misioneros  llevando  un  devoto  crucifijo.  El  Rdo.  P.  Davila  con  ca- 
pa hacía  de  preste  y  presidía  la  procesión,  yendo  detrás  del  terno,  una  banda 
de  música  que  alternando  con  los  cánticos  del  pueblo  y  el  rezo  del  santo  Rosa- 
rio daba  realce  á  la  procesión.  Venían  después  las  mujeres  en  número  consi- 
derable. 

Llegados  al  lugar  de  la  santa  Cruz  que  majestuosa  se  elevaba  hacia 
el  Cielo,  el  padre  superior  la  bendijo  solemnemente.  Acto  continuo  uno 
de  los  padres  misioneros  hizo  uso  de  la  palabra  y  en  una  breve  exhorta- 
ción procuró  animar  á  los  fieles  á  perseverar  en  los  propósitos  hechos  en  la 


334 
santa  misión  y  con  otras  exhortaciones  adecuadas  á  las  circunstancias  ter- 
minó su  breve  elocución  excitándolos  á  conservar  incólume  nuestra  santa 
fe,  [á  ser  fieles  á  iNuestro  Señor  Jesucristo,  á  tener  una  particular  devo- 
ción á  nuestra  Madre  María  Santísima  y  ser  muy  adictos  al  Vicario  de  Jesu- 
cristo. 

Hizo  uso  de  la  palabra  el  señor  cura  párroco  de  la  localidad  que  con  elo- 
cuentes frases  elogió  la  religiosidad  de  sus  feligreses.  Por  fin  el  padre 
superior  dio  la  bendición  papal,  con  la  cual  se  concedía  indulgencia  plenaria  á 
los  que  habían  asistido  á  la  misión.  No  creo  exagerar,  antes  me  parece  quedar 
corto  según  la  opinión  de  varios,  si  digo  que  pasaron  de  cuatro  mil  los  que  acu- 
dieron á  esta  manifestación  pública  de  fe  católica.  A  la  vuelta  invadieron  nue- 
vamente el  local  de  la  misión  acompañando  al  padre  que  llevaba  el  Santo  Cris- 
to, y  fué  menester  dirigirles  la  palabra  para  despedirlos  consolados  á  sus  casas. 
Al  día  siguiente  celebróse  una  misa  por  los  fieles  difuntos  de  la  población  á  ki 
que  asistieron,  comulgando  en  ella,  muchos  devotos.  Por  la  tarde  se  confirma- 
ron un  crecido  número  de  niños  dando  término  á  la  misión  el  sermón  de  perse- 
verancia. Se  bendijo  el  agua  de  san  Ignacio  que  prontamente  fué  agotada  por 
los  muchos  que  acudieron  á  proveerse  de  ella.  Nuestro  santo  Padre  Ignacio 
quiso  en  esta  misión  dar  á  conocer  este  maravilloso  poder  que  con  el  agua  ben- 
dita de  su  advocación  se  ha  manifestado  tantas  veces.  Fui  llamado  para  con- 
fesar un  enfermo  que  hacía  dos  meses  lo  estaba.  Su  familia  muy  religiosa,  le 
informaba  de  lo  que  se  hacía  en  la  misión  y  el  pobrecito  no  pudiendo  asistir  á 
ella,  deseaba  á  lo  menos  que  fuese  un  padre  para  participar  de  la  gracia  de 
aquélla. 

Acudí  á  la  casa  del  enfermo,  y  según  decía  el  que  me  había  llamado,  pa- 
recía que  su  dolencia  era  muy  grave  y  que  tal  vez  no  se  levantaría  de  su  postra- 
ción. Animé  al  pobrecito,  después  de  haberlo  confesado,  á  que  tuviese  gran  con- 
fianza en  el  Dios  de  la  salud  y  de  la  vida  que  al  día  siguiente  debía  recibir  en 
el  Sacramento  de  su  amor  procurando  quitar  los  temores  que  á  veces  con  ocasión 
de  recibir  los  últimos  sacramentos  infunde  la  poca  fe  de  estos  tiempos.  Habléle 
luego  del  agua  de  san  Ignacio  y  haciendo  rezar  á  todos  los  presentes  los  tres 
padrenuestros  á  la  Santísima  Trinidad  le  hice  beber  un  poco  de  esa  agua  maravi- 
llosa. Al  día  siguiente  fui  rogado  que  visitase  al  enfermo  que  lo  deseaba.  Se  le 
había  llevado  á  Jesucristo  Sacramentando;  y  ¡cual  no  fué  mi  sorpresa  cuando  al 
entrar  en  el  aposento  del  enfermo  me  lo  encuentro  vestido,  alegre  y  que 
venía  al  encuentro!  Dimos  gracias  á  Dios  y  á  san  Ignacio  por  este  parti- 
cular favor,  concediéndonos  el  cielo  que  esa  mejoría  no  fuera  pasajera  sino 
estable;  completamente  restablecido,  volvió  á  sus  ocupaciones  alabando  á 
Dios  y  á  nuestro  santo  Padre  Ignacio. 


335 

Quiera  Dios  darnos  gracias  abundantes  para  siempre  servirle  y  trabajar 
con  incansable  celo  en  la  salvación  de  las  almas. 

De  V.  R.,  en  cuyos  santos  sacrificios  me  encomiendo.  Siervo  en  Cristo, 
(Sin  lugar  ni  fecha). 

t 

JHS. 
Luís  C.  ISOLA,  S.  J. 


VARIA 


I 
CRONICÓN  DE  LA  COMPAÑÍA 

1911 

.  PROVINCIA  DE  ARAGÓN  ^'^ 


2  de  febrero.— Hacen  en  sus  respectivos  domicilios  los  últimos  votos, 
los  padres  y  hermanos  siguientes: 

En  la  Península:  PP.  Albiñana,  March  J.  M..^,  Juan  Pons  y  Veray; 
HH.  Ramón  Argemir  y  Parellada. 

En  América:  PP.  José  Auger  y  Soria;  HH.  Cuello  y  Quetglas. 

En  Empinas:  PP."  Andueza,  Alfonso  García,  Gil,  Guilló,  Morey  y  Pas- 
cual. 

2  mayo.— L]ega  á  Manila  la  misión  extraordinaria  compuesta  del  P.  José 
Buxó  y  los  HH.  Aróla,  Armengol,  Lou  Francisco  y  Malumbres. 

12  junio.— E\  Sr.  arzobispo  de  Valencia,  confiere  los  sagrados  órdenes 
menores  á  cinco  hermanos  nuestros  júniores. 

3  Julio.— Se  embarca  para  Buenos  Aires  la  misión  compuesta  del  P.  Con- 
rado Vizcarro:  de  los  HH.  escolares,  Rinsche,  Castellanos  y  Parola,  con  los 
HH.  coadjutores,  Andrés  y  Sapena. 

23  Julio.— E\  Sr.  obispo  diocesano  Dr.  D.  Pedro  Rocamora,  confiere  en 
nuestro  colegio  máximo  de  Tortosa  el  subdiaconado  á  los  siguientes  HH.  teó- 
logos: Agustí,  Alarcón,  Blanco,  Garrió,  Doménech,  Fuentes,  García,  Grenón, 
Mullaly  (Proü.  Maryl.  Neo-Ebor.),  Ortíz,  Relio,  Ripoll,  Rojas  y  Tarráts. 

¿*5yM//o.— -Reciben  los  mismos  hermanos,  del  propio  prelado,  el  diaconado. 

P^yí/Z/o.— Ordénanse  de  presbíteros  los  dichos  hermanos,  oficiando  el 
mismo  señor  obispo. 

28,  29  y  30  Julio.— E\  Emmo.  Sr.  Cardenal  Gibbons  confiere  los  sa- 


(1)    Este  ensayo  de  Cronicón  podrá  en  Cartas  edificantes  irse  presentando  más  com- 
pleto según  los  datos  que  se  vayan  allegando. 


340 
grados  órdenes  de  subdiaconado,  diaconado  y  presbiterado  en  Woodstock 
(colegio  máximo  de  la  Prov.  de  Marylandia  Neo-Eboracens.),  á  los  hermanos 
escolares  de  esta  provincia  Miguel  Selga  y  Aniceto  Déniz. 

31  Julio. — Celebran  su  primera  misa,  en  nuestro  colegio  máximo,  los  nue- 
vos sacerdotes. 

3  agosto.—Se  embarcan  para  la  República  Argentina,  los  PP.  Alarcón, 
Beguiriztáin,  Ramírez  y  Ubach,  con  los  HH.  CC.  Munar  y  Prat. 

15  agosto.— Hacen  sus  últimos  votos  los  PP.  Bolet  y  Sabaté,  en  el  co- 
legio de  Sarria  y  el  H.  Pedro  en  la  residencia  de  Palma  de  Mallorca. 

16  agosto. —Sa\e  la  expedición  para  Filipinas,  compuesta  de  los  PP.  Ga- 
rriga  y  Giménez  con  los  HH.  011er  y  Romeo. 

29  agosto.— Nómbrase  rector  del  colegio  de  Zaragoza,  al  P.  Matías 
Codina. 

9  octubre.— E]  señor  arzobispo  de  Valencia,  confiere  órdenes  menores, 
en  Gandía,  á  once  de  nuestros  hermanos  júniores. 

15  octubre.— E]  ilustrísimo  prelado  diocesano,  ordena  de  tonsura  y  ór- 
denes menores  en  Veruela,  á  cinco  de  nuestros  júniores. 

29  octubre.— \Jn  hermano  júnior  recibe  del  señor  arzobispo  diocesano 
en  Gandía,  la  tonsura  y  órdenes  menores. 

5  noüiembre.—Desembarca  el  R.  P.  Fidel  Mir,  superior  de  la  misión  de 
Filipinas,  que  viene  acompañado  del  H.  Blanch,  con  objeto  de  atender  á  su 
salud. 

/  diciembre.— L\ega  de  Filipinas  el  P.  Anón. 

3  diciembre. — Embárcanse  con  rumbo  á  la  Argentina,  el  P.  Anón  y  los 
HH.  Dalmases  (escol.)  y  Barceló  (coad.). 


DE  OTRAS  PROVINCIAS 


(1) 


Enero  y  febrero.— La  provincia  de  Portugal,  desterrada  en  octubre  de 
1910,  se  va  rehaciendo  en  varios  puntos;  y  en  algunos  como  en  el  Brasil,  se 
fija  de  un  modo  estable.  La  misión  de  los  padres  portugueses  en  Goa,  no 
sufrió  quebranto  alguno,  por  tener  sus  domicilios  en  territorio  inglés;  la  que 
tenían  en  el  Zambese  correrá  á  cargo  de  los  padres  misioneros  del  Verbo 
divino. 

2  marzo. — Concédese  celebrar  todos  los  viernes  la  misa  en  honor  del 
Sagrado  Corazón,  en  el  aposento  de  Roma,  poco  ha  convertido  en  capilla. 


(1)    Extracto  de  nuestro  '<Acta  romana». -111  (1911). 


341 

donde  murió  el  Ven.  P.  José  Pignatelli,  para  alcanzar  una  nueva  y  próspera 
reasunción  de  la  causa  de  su  beatificación. 

J9  marzo.— EX  R.  P.  Isidro  Vogels,  provincial  de  Holanda,  regresa  de  su 
visita  á  la  Misión  que  en  la  India  Oriental  tiene  aquella  provincia.  Cuenta  que 
en  Moentilan  existe  un  centro  de  conversión  de  mahometanos;  y  que  en  la 
isla  de  Flores  se  convierten  muchos  paganos  á  nuestra  santa  Fe  católica. 

2  mai/o.—E\  P.  Miguel  de  Herbigny,  de  la  provincia  de  Campania,  tiene 
felizmente  acto  público  de  universa  theologia  en  el  colegio  de  Enghien. 

//  mayo.— Se.  nombra  al  R.  P.  Miguel  Moynihan,  provincial  de  la  provin- 
cia de  Nueva  Orleans. 

5  junio.— k  los  NN.  de  la  provincia  de  Ñapóles,  que  dirigen  el  seminario 
del  Bto.  Bernardino  Realino,  ha  concedido  Su  Santidad  ad  decennium  la  fa- 
cultad de  conferir  grados  académicos  en  sagrada  teología. 

7  junio.— Se  da  al  padre  provincial  de  Marylandia  Neo.  Ebor.,  la  grata 
nueva  de  que  el  Sumo  Pontífice  envía  benignamente  su  apostólica  bendición, 
á  él,  al  padre  director,  á  los  NN.  y  á  cuantos  seglares  se  ocupan  en  la  obra  de 
los  Ejercicios  espirituales  que  funciona  en  Nueva- York.  Asimismo  se  le  hace 
saber  que  el  mismo  Sumo  Pontífice  bendice  la  traslación  del  colegio  máximo 
de  Woodstok;  para  verificarlo.  Nuestro  Padre,  ya  en  10  de  abril  había  conce- 
dido se  adquiriese  la  propiedad  llamada  «Lilienthal»,  situada  en  los  suburbios 
de  aquella  capital. 

U  Junio. —Se  nombra  provincial  de  la  provincia  de  Alemania,  al  R.  Padre 
José  Joye. 

12  junio.— Se  cursa  la  nueva  ordenación  de  estudios  para  la  provincia 
Galiciana. 

—Se  envían  á  las  provincias  americanas,  de  la  asistencia  de  Inglaterra, 
las  normas  preliminares  para  el  debido  orden  en  los  estudios  de  los  NN. 

/J/m/z/o.— Nuestro  muy  reverendo  Padre  General  con  el  P.  José  Hil- 
gers  de  compañero,  sale  de  Roma  para  Alemania,  por  causa  de  su  quebran- 
tada salud. 

—El  R.  P.  Matías  Abad,  asistente  de  España,  sale  con  el  P.  Sandalio 
Diego  de  compañero,  para  su  provincia  de  Castilla. 

75 y«mo.— Facúltase  el  agrandar  el  edificio  de  la  escuela  de  jurispruden- 
cia en  la  Universidad  de  San  Luis,  provincia  Misouriana. 

25  Junio.— En  el  colegio  máximo  de  Chieri,  provincia  de  Turín,  bajo  los 
auspicios  y  presidencia  del  Emmo.  Sr.  Cardenal  Richelmy,  sostiene  acto  pú- 
blico y  feliz,  de  universa  theologia,  el  P.  Agustín  Garagnani,  de  la  provin- 
cia Véneta. 

14  Julio.— Concédese  al  provincial  de  Castilla,  el  que  los  NN.  dejen 


342 

el  seminario  de  Salamanca,  conservando,  así  la  residencia  en  la  parte  del  edi- 
ficio ofrecida,  como  la  dirección  de  la  iglesia. 

28  Julio.— E\  P.  Van  der  Linden,  superior  de  la  residencia  del  Tongo, 
en  la  misión  de  Bengala  Occidental,  da  cuenta  de  la  persecución  poco  ha  co- 
menzada en  la  región  de  Jashpur,  en  la  cual  región  tenemos  nosotros  hasta 
10.000  catecúmenos.  Privados  con  anterioridad  de  los  edificios,  en  que  tenían 
sus  reuniones,  y  ultrajados,  se  pretende  ahora,  á  todo  trance,  arrastrarlos  al 
paganismo.  Van  llegando  nuevas,  por  el  estilo,  de  otros  puntos  de  la  región. 

¿•5 yw //o.— Nuestra  Curia  generalicia,  alegre  y  gozosa,  recibe  en  el  día 
de  hoy,  á  nuestro  muy  reverendo  Padre  General,  que  vuelve  muy  mejorado  de 
sus  achaques.  Sea  el  Señor  bendito  por  ello. 

2  «^05/^0.— Trasládase  á  Frascati  nuestro  Padre  General  con  su  Curia. 

19  a^^-os/o.— Particípase  al  padre  provincial  de  Portugal,  que  en  efecto 
se  harán  cargo  de  la  Misión  lusitana  en  el  Zambese,  los  padres  de  la  congre- 
gación del  Verbo  divino. 

27-29  agosto.— En  Feldkirch,  provincia  de  Alemania,  se  celebra  con 
gran  fruto  el  congreso  mariano. 

28  agosto.— E\  P.  José  Calot  sucede  al  P.  Boubeé,  como  delegado  en 
la  dirección  general  del  Apostolado  de  la  Oración. 

6  setiemb-re.-Se  desestima  la  práctica  de  dar  solo  (sin  meditación  algu- 
na) una  brevis  concio  in  exercitiis  clero  dandis  et  communitatibiis  reli- 
giosis,  et  suadetiir  iit  a  libro  Exercitiorum  et  a  traditionibus  nostris  ne 
discedatur. 

12  setiembre.— E\  P.  Luis  de  Ambrosio,  tiene  felizmente  en  Posylipo 
(provincia  Napol.)  acto  público  de  universa  theologia,  bajo  los  auspicios  y 
presidencia  del  Emmo.  Sr.  Cardenal  Prisco. 

16  setiembre.— E\  P.  Pablo  Tsutsihashi,  el  primero  de  origen  japón  que 
ha  entrado  en  la  Compañía  después  del  restablecimiento,  llega  destinado  á  la 
residencia  de  Tokio. 

17  setiembre.— E^  nombrado  el  P.  Fidel  Quintana,  sustituto  del  Secreta- 
rio por  la  asistencia  de  España. 

—Se  dice,  desde  Tokio,  que  en  el  mes  de  octubre,  el  P.  Hoffmann,  co- 
menzará á  enseñar  un  curso  superior  de  alemán  y  el  P.  Qeltelmann,  de  inglés; 
que  el  P.  Hoffmann  con  el  P.  Hillig,  seis  horas  á  la  semana  enseñan  el  alemán 
y  que  el  P.  Boucher,  instruye  en  el  francés  al  presidente  del  senado  japón. 

18  setiembre. — Nuestro  Padre  felicita  al  provincial  de  Inglaterra,  por  la 
creación  de  la  segunda  casa  de  Ejercicios  para  seglares  en  Isleworth. 

21  setiembre.— Nómbrase  provincial  de  Ñapóles,  al  P.  Antonio  M.  de 
Francesco. 


343 

26  setiembre.— 'Nuestro  muy  reverendo  Padre  General,  con  su  Curia, 
regresa  á  Roma. 

/  octubre.— Se  abre  en  Trento,  de  la  provincia  Véneta,  una  residencia 
por  los  nuestros. 

6  octubre.— E\  ilustrísimo  y  reverendísimo  señor  obispo  de  Liburno,  da 
por  carta,  las  gracias  á  Nuestro  Padre,  por  los  trabajos  de  los  nuestros  en  Li- 
burno, provincia  Romana,  durante  el  cólera. 

—Recibiéronse  asimismo  noticias  muy  satisfactorias  de  los  nuestros,  por 
situación  semejante  en  la  provincia  de  Sicilia,  en  Palermo  especialmente, 
donde  muchos  atribuyen  su  curación  al  agua  de  San  Ignacio,  en  Catina  y  en 
Alcamo. 

14  y  15  octubre.— Benáicese  solemnemente  en  Innsbruck,  nuestro  cole- 
gio canisiano  y  es  consagrada  la  iglesia. 

16  octubre.— Vor  crecer  de  día  en  día  el  número  de  ejercitantes,  se 
otorga  á  la  provincia  de  Alemania,  el  agrandar  la  casa  de  probación  y  de 
ejercicios  de  Feldkirch. 

20  octubre.— Queda  ya  constituido  el  Status  de  la  Misión  del  Japón, 
con  los  seis  padres  siguientes:  P.  Hoffmann  (prov.  Germ.)  Super.;  Boucher 
(prov.  Franc.)  Min.;  Hillig  (prov.  Missour.);  Dahlmann  (prov.  Germ.) 
Praef.  spir.  et  Admon.;  Tsutsihashi  (prov.  Franc.)  Script.  y  Gettelmann 
(prov.  Missour.). 

22  octubre.— En  Bacharia  (Palermo)  de  la  provincia  Sícula,  se  inaugura 
una  casa  de  Ejercicios  espirituales  para  el  clero  y  seglares;  acude  á  la  primera 
tanda  el  Emmo.  Sr.  Cardenal  Lualdi,  acompañado  de  32  sacerdotes. 

30  octubre.— Llega  á  Roma  el  P.  Isidoro  Zameza,  sustituto  del  padre 
asistente  de  España  que  marchó  enfermo  á  su  provincia  de  Castilla. 

—En  Cividale,  de  la  prov.  Véneta,  donde  estudian  juntos  los  hermanos 
filósofos  de  las  provincias  de  Ñapóles,  Turín  y  Sicilia,  se  recibe  uu  nuevo  Ra- 
tio  stud.  philos.  dispuesto  por  Su  Paternidad. 

18  noviembre.— Quedan  aprobados  por  N.  P.  los  planos  de  la  futura 
iglesia  y  residencia  de  Gratz,  en  la  provincia  de  Austria. 

27  noviembre.— Es  sublimado  á  la  dignidad  cardenalicia,  el  P.  Luis 
Billot. 

—Se  concede  á  las  misiones  de  Bombay  y  del  Brasil,  pertenecientes  ala 
provincia  de  Alemania,  el  tener  procurador  con  residencia  en  Europa. 

— ítem  se  les  da  permiso  para  que  las  mismas,  pero  á  su  debido  tiempo, 
puedan  erigir  un  seminario  de  niños  con  destino  á  uno  y  otro  clero. 

14  diciembre. —Se  participa  á  Nuestro  Padre,  que  en  Beyrouth  se  está 
levantando  el  nuevo  edificio  de  la  Facultad  de  medicina.  EIP.  Cattín,  canee- 


344 

lario  de  la  propia  facultad,  ha  sido  agraciado  con  la  cruz  de  la  legión  de  ho- 
nor. La  Facultad  oriental  compró  una  nueva  casa.  La  tipografía,  allá  existente, 
por  medio  de  los  diarios  Al  Bachir  y  Al  Machríg,  lucha  denodadamente 
y  bien,  contra  los  enemigos  de  la  Religión;  los  buenos  resultados  pálpanse 
ya:  no  se  atreven  los  masones  á  sacar  la  cara  como  hasta  ahora. 

15  diciembre.— Otórgase  el  que  se  levante  nuevo  edificio  para  los  niños 
en  el  colegio  de  Santa  Clara,  provincia  de  California. 

18  diciembre. Sq  da  al  provincial  de  Castilla,  licencia  para  aceptar, 
mediante  contrato  y  en  uso  perpetuo,  la  iglesia  y  el  local  (i  para  residencia 
de  los  nuestros  en  la  ciudad  de  Salamanca. 


(1)    Este  local  es  la  parte  del  seminario  conocida  con  el  nombre  de  «Irlanda> .  —  (Nota  del 
editor). 


11 


De  una  conferencia,  que  el  P.  Bernard,  misionero  de  Alaska. 
dio  á  los  teólogos  S.  J.  de  Enghien  (Bélgica)  el  día  22  de  Septiembre  de  1909. 


El  P.  Bernard  es  de  la  provincia  de  Campania,  y,  según  se  sabe,  durante 
el  tiempo  que  estuvo  en  los  colegios  sufría  mucho  de  dolores  de  cabeza,  que 
no  le  permitían  estudiar  como  él  quisiera,  sobre  todo  le  molestaba  este  acha- 
que los  días  de  gran  calor.  Esto,  y  la  vocación  especial  de  Ntro.  Señor,  le  in- 
dujeron á  pedir  á  los  superiores  la  Misión  de  Alaska,  en  regiones  hiper- 
bóreas. Allí  ha  estado  3  ahos,  y  ahora  ha  vuelto  á  Europa  para  hacer  su  ter- 
cera probación,  recoger  limosnas  y  á  alguno  de  los  nuestros,  si  Dios  le  mueve 
para  acompañarle.  La  Misión  pertenece  á  la  provincia  del  Canadá  y  tiene  sólo 
en  la  actualidad  3  misioneros.  Antes  de  darnos  el  padre  la  conferencia  sobre 
su  misión,  invitónos  á  ver  Un  museo  en  miniatura  y  fotografías  que  lleva  cor- 
sigo,  de  los  objetos  que  por  allí  se  usan;  en  su  mayoría  fórmanlo  tapices  y 
vestidos  de  pieles  de  diferentes  animales,  un  barco  facsímil  en  pequeño  de 
Jos  que  los  esquimales  usan  para  la  pesca;  una  piel  de  foca  llena  de  aire, 
que  atan  al  extremo  de  una  cuerda  á  que  está  sujeto  un  arpón,  que  lanzan 
contra  una  foca  ó  una  morsa;  como  el  pellejo  embutido  flota,  reconocen  por 
él  dónde  ha  ido  á  morir  la  víctima  contra  quien  asestaron  el  arpón;  un  diente 
de  morsa  muy  bien  labrado,  con  dibujos  por  un  lado  de  atributos  del  culto  ca- 
tólico (un  copón,  una  cruz,  un  cáliz,  etc.)  y  por  otro  objetos  del  país  (un  pai- 
saje con  focas,  un  reno,  etc.).  También  figuraba  un  regalo,  que  al  padre  ha- 
bían hecho,  varios  mineros  católicos,  antes  de  partir  para  Europa:  consiste  en 
una  pepita  de  oro,  cuyo  peso  bruto  vale  50  francos,  y  un  rosario  con  su  cru- 
cifijo de  unos  0'050  m.,  todo  de  oro,  cuyos  granos  van  formados  por  pepitas 
de  oro  grandes  y  pequeñas,  según  sean  padrenuestros  ó  avemarias.  El  valor 
de  su  peso  en  oro  es  de  1000  francos,  pero  el  valor  de  arte  y  de  rareza  au- 
menta muchísimo  más.  Todos  estos  objetos  los  desea  vender  en  provecho  de 
la  Misión. 

Esto  por  la  mañana:  por  la  tarde  nos  dio  de  propósito  una  conferen- 
cia, á  la  que  asistieron  los  padres  provincial,  rector  y  otros.  Comenzó  dando 


346 

gracias  á  los  dos  primeros  por  las  limosnas  que  le  habían  procurado,  pues 
muchas  veces  sólo  por  ellas  había  podido  comer. 

En  Alaska,  siguió,  no  hay  más  que  seis  semanas  de  verano  en  Julio  y 
Agosto;  la  máxima  en  este  tiempo  alcanza  á  21";  la  nieve  se  derrite  y  el 
hielo  sólo  hasta  cierta  profundidad;  el  terreno  queda  todo  lleno  de  pequeños 
pantanos  y  en  pocos  días  todo  se  cubre  de  un  musgo  verde  y  liqúenes,  de 
modo  que  en  este  tiempo  los  viajes  son  muy  difíciles;  además  abundan  sobre- 
manera los  mosquitos,  que  causan  terribles  picaduras.  Este  es  el  tiempo  en 
que  pueden  explotar  las  minas,  pescar,  cazar  y  hacer  las  provisiones  para  el 
interminable  invierno.  Comienza  éste  en  septiembre,  inaugurándose  con  ne- 
vadas casi  continuas,  viene  luego  la  noche  perpetua,  aunque  esclarecida  fre- 
cuentemente por  las  auroras  boreales;  todo  el  paisaje  queda  cubierto  de  nie- 
ve, y  en  esta  época  se  puede  viajar  con  menos  dificultad  gracias  á  los  trineos, 
y  á  los  perros,  que  son  los  animales  de  tiro,  únicos  compañeros  del  hombre. 
Gracias  al  instinto,  saben  evitar  las  dificultades,  tomar  la  dirección  de  línea 
recta  y  encontrar  una  cabana  que  está  envuelta  en  la  nieve. 

Los  esquimales,  según  el  P.  Bernard,  proceden  del  Asia  y  han  entrado 
por  el  estrecho  de  Bering,  pues  en  el  tipo  se  parecen  bastante  á  los  mongo- 
les. La  particularidad  de  la  lengua  es  la  de  tener  dual  y  muchas  modificacio- 
nes en  los  tiempos;  sólo  futuros,  los  hay  de  cuatro  clases. 

El  natural  de  los  esquimales  es  muy  bueno,  casi  siempre  están  conten- 
tos; en  cuanto  á  las  costumbres,  de  los  no  pervertidos  por  los  traficantes  en 
pieles,  se  puede  decir  que  observan  la  ley  natural.  Sólo  tienen  una  mujer, 
creen  en  Dios  remunerador  y  temen  al  demonio;  creen  en  la  inmortalidad  del 
alma  y  tienen  gran  respeto  á  los  difuntos.  Con  estas  disposiciones  se  ve  que 
su  conversión  al  catolicismo  sería  fácil  y  duradera,  aunque  trabajosa,  porque 
debería  hacerse  poco  á  poco,  de  uno  en  uno  y  después  de  bien  instruidos. 

Encuentra,  no  obstante,  el  misionero  católico  dos  grandes  dificultades 
para  ello,  á  saber,  los  traficantes  en  pieles  y  mineros  sin  conciencia  por  una 
parte,  y  los  misioneros  protestantes  por  la  otra;  estos  han  ido  13  años  antes 
que  los  católicos  y  elegido  los  mejores  sitios.  Al  mismo  tiempo  que  misio- 
neros, son  traficantes  en  pieles  é  imponen  á  los  nuevos  convertidos,  la  obli- 
gación de  vendérselas  sólo  á  ellos  3'  naturalmente  con  rebaja;  así  que,  des- 
pués de  haber  vivido  algunos  años  entre  los  esquimales  y  de  haber  redon- 
deado su  fortuna,  se  vuelven  á  los  Estados-Unidos  á  descansar  de  sus  trabajos 
apostólicos.  El  punto  principal  de  la  instrucción  que  dan  á  sus  neófitos  es  el 
de  denigrar  á  la  Iglesia  católica  y  á  sus  misioneros,  á  los  que  pintan  como 
demonios. 

Las  primeras  conversiones  al  catolicismo  se  debieron  á   esto;  hablen- 


347 

do  ido  varios  esquimales  á  Nome,  donde  oyeron  decir  que  se  encontraba 
un  misionero  católico,  les  picó  la  curiosidad  y  fueron  á  verle  con  las  preocu- 
paciones consiguientes.  Vieron  con  sus  propios  ojos  la  verdad,  y  al  volverse 
con  los  suyos,  todo  era  hacerse  lenguas  de  la  amabilidad  del  misionero  cató- 
lico, que  él  no  traficaba  con  pieles  ni  tenía  mujer  como  el  protestante.  Resul- 
tado, que  pidieron  al  padre  que  fuera  á  instruirlos,  y  éste  fué  el  principio  de 
la  naciente  iglesia. 

La  capilla  que  tiene  el  padre,  se  reduce  á  una  barraca  de  tablas,  donde 
se  reúnen  los  domingos  para  oir  misa,  comulgar  y  escuchar  la  instrucción  del 
catecismo,  generalmente,  á  lo  menos,  una  vez  al  mes.  La  instrucción  se  hace 
por  medio  de  los  cuadros  del  catecismo  en  imágenes  de  la  Bonne  Presse  de 
París;  para  poder  ser  bautizado  se  les  exige  saber  explicar  los  misterios  prin- 
cipales, representados  en  los  cuadros,  y  todas  las  oraciones  en  su  lengua. 

Son  muy  grandes  las  gracias  que  Dios  les  comunica  después  de  conver- 
tidos. Un  pobre  hombre,  ya  muy  viejo,  después  de  bautizado,  pasaba  la  ma- 
yor parte  del  día  llorando  de  consolación,  y  no  podía  hablar  de  otra  cosa  que 
del  gran  beneficio  que  le  había  hecho  Dios  nuestro  Señor  en  haberle  con- 
servado la  vida  por  tanto  tiempo,  hasta  que  el  padre  viniese  de  tan  lejos  á 
enseñarle  el  camino  del  Cielo.  ¡Y  todos  mis  antepasados,  decía  entre  sollozos, 
no  han  tenido  igual  dicha,  ni  mis  compañeros  que  han  muerto  más  jóvenes! 
¡Cuan  bueno  ha  sido  Dios  para  conmigo!  Otro,  después  de  convertido,  le  pi- 
dió al  padre  las  imágenes  de  la  Bonne  Presse,  hizo  muchas  leguas  de  camino 
hasta  donde  estaba  su  anciana  madre,  le  explicó  los  misterios,  enseñóle  todas 
las  oraciones  y  tuvo  el  consuelo  de  verla  morir  después  de  bautizada.  Entre 
esta  gente  pasa  una  cosa  muy  curiosa  y  es  que,  una  vez  ha  muerto  un  niño 
bautizado,  tarde  ó  temprado  toda  la  familia  se  hace  cristiana. 

En  una  pequeña  isla  donde  hay  varios  cristianos,  como  la  mayor  parte 
del  año  quedan  incomunicados  con  el  continente,  por  los  témpanos  de  hielo 
que  bajan  del  Polo,  se  reúnen  los  domingos  en  su  pequeña  capilla  para  rezar 
el  santo  Rosario  y  sus  oraciones,  cantar  cánticos  piadosos  é  instruir  á  los  que 
quieren  convertirse;  todo  bajo  la  dirección  del  jefe  principal,  y,  para  unirse 
más  en  espíritu  con  los  otros  cristianos,  procuran  comenzar  á  las  8,  hora  en 
que  el  padre  dice  la  misa  en  su  iglesia  de  Mary's  Igloo,  que  es  su  residencia 
habitual. 

Lo  más  duro  para  el  misionero,  más  que  todas  las  privaciones  y  trabajos 
del  clima,  es  la  soledad  en  que  se  encuentra  por  no  tener  compañero;  no  se 
reúnen  dos,  más  que  para  confesarse  una  vez  al  mes;  y  además  el  ver  que 
los  pobres  esquimales  piden  misioneros  y  no  se  les  puede  atender. 

Cuando  el  P.  provincial  del  Canadá  hizo  la  visita,  se  presentó  un  jefe  á 


348 
pedirle  misionero.  Al  contemplar  la  insistencia  con  que  exponía  su  demanda 
y  que  el  P.  provincial  no  podía  acceder  á  ella,  dice  el  P.  Bernard  que  tuvo 
que  salirse  de  allí  llorando,  por  no  poder  sufrir  la  pena  que  mostraba  el  es- 
quimal con  la  negativa;  y  lo  más  duro  es,  añade  dicho  padre,  que  de  aquel 
sitio  se  han  apoderado  ya  los  protestantes,  y  han  hecho  enormes  estragos 
donde,  á  poder  disponer  de  un  misionero,  habría  ahora  una  iglesia  floreciente. 
Mucho  le  consolaba  al  P.  Bernard  el  pensar  que,  en  aquellas  apartadas 
regiones,  representaba  al  sacerdocio  católico  y  que  allí  se  cumplía  en  él  el 
mandato  de  Jesucristo  á  los  apóstoles  de  predicar  el  Evangelio  á  todas  las 
gentes.  Era  tal  el  fervor  con  que  pronunció  estas  últimas  palabras  que  con- 
movió grandemente  al  auditorio. 


III 
NECROLOGÍA 


EL  P.  IGNACIO  GASSO.    i  VALENCIA  2  OCTUBRE  1911 


Nacido  el  13  de  Noviembre  de  1838  en  Villanueva  y  Geltrú,  recibió  de 
sus  piadosos  y  honradísimos  padres  aquella  cristiana  educación  que  todavía  en- 
tonces constituía  el  más  rico  patrimonio  de  las  familias  genuinamente  españo- 
las. Varias  veces  le  oímos  contar  en  sus  últimos  tiempos,  la  prudente  severidad 
é  inflexible  constancia  con  que  refrenaba  su  buen  padre  los  pueriles  caprichos 
é  ímpetus  propios  de  la  niñez,  con  el  fin  de  que  creciesen  en  él  con  los  años 
los  hábitos  de  sumisión  y  firmeza  de  carácter  necesarios,  para  saber  hermanar 
los  principios  religiosos  que  le  infundiera,  con  las  obligaciones  anejas  al  trato 
social  en  que  lo  quería  bien  impuesto. 

Tan  buenos  principios  no  podían  menos  de  ser  coronados  con  la  voca- 
ción al  sacerdorio  que  no  tardó  en  sentir.  Obediente  á  la  divina  inspiración, 
ingresó  en  el  seminario  de  Barcelona  para  cursar,  como  cursó,  en  él  toda  la 
carrera  eclesiástica  con  evidentes  pruebas  de  buen  estudiante,  así  por  su 
notoria  piedad  como  por  su  ingenio  clarísimo. 

Ordenado  de  sacerdote  y  cumplidos  los  26  años  de  edad,  pidió  y  obtuvo 
su  admisión  en  la  Compañía,  siendo  provincial  de  la  reciente  fundada  provin- 
cia de  Aragón,  el  R.  P.  Fermín  Costa. 

Comenzó  su  noviciado  en  La  Selva  el  1.*^  de  Febrero  de  1864,  siendo  en 
agosto  siguiente  con  los  demás  novicios,  trasladado  á  Balaguer;  hizo  tales 
progresos  en  la  vida  religiosa,  que  los  superiores  no  dudaron  en  dedicarlo, 
á  poco  de  finalizar  su  primer  año  de  noviciado,  á  la  vida  de  operario  en  la  re- 
sidencia de  Palma  de  Mallorca,  donde  hizo  los  votos  del  bienio. 

Repasada  brevemente  la  Filosofía  y  la  Teología  y  hecha  ya  3.^  proba- 
ción, volvió  á  España  refugiándose  con  un  hermano  coadjutor  en  el  colegio 
de  MM.  del  Sagrado  Corazón  de  Sarria  en  calidad  de  capellán  de  la  casa 


350 

con  el  seudónimo  de  D.  Pedro  Badía.  Desde  aquella  casa,  como  centro  de 
operaciones,  ejercía  los  ministerios  de  predicar  y  confesar  cuando  las  circuns- 
tancias lo  aconsejaban. 

Terminada  la  guerra  civil,  y  cuando  ya  los  NN.  pudieron  irse  dando  á 
conocer  en  la  península,  fué  superior  de  las  dos  residencias  de  Barcelona, 
de  allí  pasó  á  Huesca  de  ministro,  siendo  llamado  por  los  superiores,  alano  si- 
guiente de  1880,  para  ponerse  al  frente  de  la  residencia  de  Javea. 

Por  aquel  tiempo  deseando  N.  P.  General  Pedro  Beckx,  favorecer  más 
y  más  la  observancia  religiosa,  y  atender  más  cumplidamente  á  la  misión  de 
Filipinas  con  el  envío  de  nuevos  y  numerosos  refuerzos  de  personal,  manifestó 
deseos  de  que  en  cuanto  fuera  posible  se  fuesen  cerrando  las  casas  pequeñas 
que  abriera  la  provincia  á  medida  que  habían  podido  darse  á  conocer  los 
nuestros.  Así  las  cosas,  los  superiores,  entre  las  varias  residencias  que  cre- 
yeron oportuno  cerrar,  se  contaron  las  de  Javea,  Lérida  y  Mahón,  eligiendo 
para  este  difícil  cometido  al  P.  Gassó. 

Amante  de  la  ciencia  y  de  las  sólidas  doctrinas  que  tanto  perfeccionan  á 
r.uestros  operarios,  indecible  era  el  tesón  con  que  á  ellas  se  entregaba;  más 
aún,  apenas  tenía  un  rato  libre  en  la  vida  de  residencia,  su  ingenio  sutil,  des- 
cansaba en  las  arideces  de  la  filosofía  escolástica.  Con  tales  precedentes,  no 
es  de  extrañar,  cuánto  avalorasen  aquellos  conocimientos  sus  conversaciones 
y  discursos  que  justamente  eran  apreciados  en  lo  mucho  que  valían  por  los 
auditorios  instruidos. 

Tenían  en  tanto  aprecio  los  superiores  las  relevantes  dotes  de  ingenio 
sólido  y  práctico  de  nuestro  P.  Ignacio  Gassó,  que  al  acceder  á  las  reitera- 
das instancias  del  Illmo.  Sr.  obispo  de  Tortosa  Dr.  D.  Francisco  Aznar  y 
Pueyo,  á  fin  de  que  uno  de  los  nuestros  desempeñase  la  cátedra  de  Moral 
en  su  seminario  concilar  de  Tortosa,  no  dudaron  un  punto  en  elegir  para 
este  cargo  á  nuestro  P.  Gassó,  íntimamente  persuadidos  de  que  desem- 
peñaría, á  completa  satisfacción  de  todos,  ministerio  de  tanta  trascen- 
dencia. 

Y  en  efecto  así  fué:  porque  en  los  12  años  que  regentó  aquella  cátedra, 
de  tal  modo  se  captó  la  estima  y  reverencia  de  sus  discípulos  que  no  sabían 
con  qué  palabras  encomiarlo.  Pero  su  cátedra  era  poco  para  su  celo  apostó- 
lico: así  que,  si  se  pudiesen  enumerar  todas  las  obras  de  celo  que  el  padre 
llevó  á  cabo  en  el  tiempo  que  formó  parte  del  claustro  de  aquel  seminario, 
están  contestes  en  afirmar,  los  que  fueron  sus  más  íntimos  auxiliares,  que 
sería  tarea  ardua  y  difícil  cosa  el  conseguirlo.  La  congregación  de  Nuestra 
Señora  y  san  Francisco  de  Borja  que  fundó  para  los  seminaristas,  fué  por 
decirlo  así  su  obra  predilecta  y  de  la  que  salieron  muchos  y  claros  varones 


351 

que  ocupan  cargos  muy  distinguidos  en  la  Iglesia  'de  Dios  y  en  varias  órde- 
nes religiosas. 

Adiestraba  á  sus  jóvenes  congregantes  en  las  obras  todas  de  celo  propias 
del  estado  sacerdotal;  pero  de  tal  modo  los  espoleaba,  que  siempre  precedía 
con  su  ejemplo.  Y  así  catequizaba  en  san  Francisco,  en  el  seminario,  en  san 
Jaime  y  en  Perrerías;  con  los  jóvenes  sacerdotes,  discípulos  suyos  muchos  de 
ellos,  á  quienes  solía  dar  un  retiro  cada  mes,  visitaba  el  hospital,  acudía 
á  la  cárcel,  misionaba  en  cuaresma  por  los  suburbios  de  la  ciudad,  no  cesaUa 
un  punto,  siendo  siempre  en  todo  el  primero,  con  lo  que  sus  discípulos  lo 
amaban  entrañablemente,  lo  reverenciaban  y  le  seguían. 

Quebrantadas  ya  sus  fuerzas  á  los  62  años  de  edad,  fué  en  el  año  1900 
exonerado  por  los  superiores  del  cargo  de  profesor,  encargándole  la  direc- 
ción espiritual  del  colegio  de  san  José  de  Valencia.  Pero  ni  aquí  su  espíritu 
ardoroso  supo  darse  momento  de  descanso.  Levantábase  á  las  cuatro  de  la 
mañana;  luego  de  celebrada  la  santa  misa,  y  cumplidos  los  Ejercicios  espiri- 
tuales, dirigíase  infaliblemente  todos  los  días  á  las  seis  á  la  iglesia  de  la 
Compañía  donde  quedaba  confesando  hasta  cerca  de  mediodía. 

Mientras  pudo,  no  cesó  de  dar  frecuentes  tandas  de  Ejercicios,  en  el  cual 
ministerio  sobresalió  así  como  en  las  pláticas  de  comunidad  que  preparaba 
con  singular  esmero  y  solicitud. 

Cultivó  por  este  tiempo  los  estudios  sociales  que  consideraba  hoy  por  h*oy 
de  perentoria  necesidad;  logró  aficionar  á  varios  á  ese  ramo  de  la  ciencia 
moderna,  siendo  frecuentemente  consultado  por  personas  de  influencia,  hasta 
llegar  á  ser  el  inspirador  de  algunas  obras  que  en  su  tiempo  vieron  la  luz 
en  Valencia. 

Esta  fué,  descrita  á  grandes  rasgos,  la  vida  del  P.  Gassó,  toda  ella 
digna  de  un  perfecto  religioso  y  operario  infatigable  de  la  viña  del  Señor. 
Pero,  donde  si  cabe,  se  purificaron  sus  virtudes  como  el  oro  en  el  crisol,  fué 
en  los  últimos  tiempos  de  su  existencia.  Era  de  singular  edificación  la  pa- 
ciencia con  que  sobrellevaba  los  frecuentes  ataques  de  disnea  y  los  casi 
continuos  constipados  de  invierno  entre  varios  otros  achaques,  y  el  empeño 
que  ponía  para  no  descaecer  un  punto  en  la  práctica  de  su  virtud  caracte- 
rística, la  laboriosidad  por  la  gloria  de  Dios. 

Preparábase  el  buen  padre  para  el  último  trance  que  de  continuo  tenía 
presente  y  veía  acercarse  por  días.  Continua  era  en  él  la  memoria  de  la 
muerte  y  muy  frecuente  el  hablar  de  ella  con  la  paz  y  la  tranquilidad  del  que 
con  fe  verdadera  la  está  aguardando  como  corona  de  inmortalidad. 

A  los  últimos  de  septiembre  de  1911,  un  recrudecimiento  de  sus  habi- 
tuales achaques,  fué  el  mensajero  de  su  próximo  desenlace.  Así  lo  entendió 


352 
el  buen  padre,  recibiendo  con  apacible  serenidad  la  noticia  de  la  gravedad  de 
su  estado.  Dispuesto  con  particular  diligencia,  recibió  con  fervor  envidiable 
y  en  todo  su  acuerdo,  los  santos  sacramentos.  Al  salir  de  su  aposento  la 
comunidad,  terminada  la  santa  unción,  no  cesaba  nuestro  enfermo  de  mirar 
uno  á  uno  á  todos  los  nuestros  al  retirarse,  y  de  saludarlos  con  una  ligera 
inclinación  de  cabeza  como  agradeciendo  el  obsequio  y  dando  muestra  de 
última  despedida. 

Continuando  en  estas  apacibles  disposiciones,  descansó  tranquilamente 
en  el  Señor  el  día  2  de  octubre  del  propio  año  1911,  fiesta  de  los  santos 
Ángeles,  contando  73  años  de  edad,  47  de  compañía  y  35  de  sus  últimos  y 
solemnes  votos. 


EL  P.  PABLO  NUTÓ  f  VALENCIA,  20  NOVIEMBRE  1911 

FRAGMENTO   NEGROLÓGIGO 
De  una  carta  del  colegio  de  Valencia 


;....  Cuando  el  año  1865  gobernaba  la  recién  fundada  Provincia  de 
Aragón  el  R.  P.  Fermín  Costa,  de  gloriosa  memoria,  y  estaba  al  frente  del 
seminario  de  Barcelona  el  célebre  P.  Joaquín  M.''^  Medina,  frecuentaba  los 
aposentos  de  ambos  superiores  un  joven  barcelonés,  atraído,  según  propia 
referencia,  por  el  singular  atractivo  del  trato  de  aquellos  dos  insignes  je- 
suítas, é  impulsado  además  por  su  natural  curiosidad,  que  le  llevaba  á  inda- 
gar la  vida  íntima  de  aquellos  venerables  religiosos. 

Acostumbrados  aquellos  dos  padres  á  penetrar  con  su  notoria  perspicacia 
las  cualidades  de  los  hombres  con  quienes  trataban,  no  bien  les  hubo  ma- 
nifestado sus  deseos  de  entrar  en'  la  Compañía,  abriéronle  gozosos  sus 
puertas. 

Llamábase  aquel  joven  D.  Pablo  Nutó  de  Posas  que  á  la  sazón  contaba 
23  años  y  recientemente  había  obtenido  la  licenciatura  en  derecho,  el  grado 
de  bachiller  en  filosofía  y  letras:  y  este  mismo  joven  de  entonces,  es  el  que  tras 
una  vida  laboriosísima,  llena  de  virtudes  y  merecimientos,  é  insigne  cierta- 
mente por  los  relevantes  servicios,  prestados  á  la  Compañía  por  espacio  de 
40  años  en  el  arduo  ministerio  de  la  educación  de  la  juventud,  ha  fallecido 
en  este  colegio  de  Valencia,  con  general  sentimiento  de  propios  y  extraños, 
admiradores  todos  de  sus  preclaras  virtudes  y  de  su  destreza  en  instruir 
á  los  discípulos. 

Dejando  el  referirlas  más  por  extenso  para  una  completa  biografía  que 
se  piensa  escribir,  resumiré  aquí  en  sucinta  noticia  los  hechos  más  culminan- 
tes de  su  vida,  y  los  principales  rasgos  de  su  fisonomía  moral  y  religiosas 
virtudes,  tan  dignas  de  ser  imitadas  por  los  que  se  dedican  á  la  laboriosa 
tarea  de  la  enseñanza. 

Cuan  activa  y  aun  principal  haya  sido  la  cooperación  del  P.  Nutó  á  esta 

23 


354 

obra,  cuj'a  trascendental  importancia  hoy  salta  á  la  vista,  es  lo  que  aquí  se 
intenta  declarar. 

Antes  de  ser  enviado  á  Veruela  en  1881,  había  ya  acreditado  en  dife- 
rentes colegios  sus  singulares  dotes  para  el  magisterio:  otros  tres  había  pa- 
sado antes  en  el  de  Lyón.  en  compañía  de  tan  excelentes  pedagogos  como 
el  célebre  P.  Passard:  y  otro  anteriormente  en  el  de  san  Esteban,  el 
de  1873,  primero  de  su  prolongado  magisterio.  En  todos  había  manifestado 
tan  excelentes  cualidades,  y  brillado  con  reputación  tal  de  insigne  profesor, 
que  al  necesitar  los  superiores  un  sujeto  apto  para  formar  con  el  ejemplo  y 
con  la  palabra  á  los  futuros  maestros  de  los  varios  colegios  que  entonces 
acababan  de  abrirse,  pusieron  los  ojos  en  el  P.  Xutó. 

Del  acierto  con  que  llenaba  tan  importante  cometido,  son  abonados  tes- 
tigos cuantos  tuvieron  la  dicha  de  tenerle  por  profesor  los  tres  años  que  en 
Veruela  desempeñó  la  clase  de  gramática;  con  gusto  recuerdan  todavía  la 
singular  maestría  de  aquel  buen  padre  en  el  arte  de  enseñar  el  latín  y  el 
griego,  la  historia  y  la  geografía;  los  mil  y  mil  recursos  de  que  se  valía 
para  conservar  la  atención,  despertar  el  entusiasmo,  avivar  la  emulación  y 
aprender  á  saborear  las  incomparables  bellezas  de  los  autores  clásicos.  Pero 
en  lo  que  más  se  distinguía  era  en  el  conocimiento  del  Ratio  Studiorum, 
cuj-o  sistema  se  trataba  entonces  de  implantar,  y  en  la  fidelidad  escrupulosa 
con  que  observaba  sus  más  menudas  prescripciones,  viniendo  á  ser  en  tal 
materia  el  P.  Nutó  un  verdadero  especialista,  como  ahora  se  dice. 

Cuando  en  1883  el  R.  P.  Rota,  rector  de  Veruela,  pasó  á  Morella  para 
abrir  aquel  nuevo  colegio,  comprendiendo  la  necesidad  de  entablar,  ya  desde 
el  primer  año  los  estudios  según  el  método  del  Ratio,  que  allí  podía  seguirse 
á  la  letra,  no  tardó  en  llamar  al  P.  Nutó.  cuya  pericia  para  lo  que  deseaba 
le  era  bien  conocida. 

Pero  donde  más  había  de  señalarse  como  excelente  profesor,  fué  en  este 
colegio  de  Valencia,  á  donde  \ino  destinado  en  1885,  al  cerrarse  el  de  Mo- 
rella.  Mientras  los  planes  de  los  estudios  oficiales  lo  consintieron,  él  fué 
también  en  Valencia  el  paladín  glorioso  de  la  enseñanza  clásica;  él,  el  más 
infatigable  en  el  trabajo,  llegando  á  veces  á  desempeñar,  no  sólo  una  inspec- 
ción, sino  además  todas  las  asignaturas  de  un  curso;  él,  en  fin,  el  señalado 
por  los  superiores  como  el  profesor  modelo,  y  propuesto  como  tal  á  la  imita- 
ción de  los  noveles,  cuj-os  consejos  y  direcciones  se  les  mandaba  seguir. 

Una  de  las  cualidades  que  todos  más  admiraban  en  el  P.  Nutó,  y  que 
contribuyó  muy  poderosamente  á  hacer  de  él  el  tipo  del  perfecto  maestro  de 
la  Compañía,  fué  sin  duda  aquel  consagrarse  enteramente  con  constancia 
invencible,  y  hasta  con  gusto  y  alegría,  á  la  tarea  de  la  enseñanza,  de  suyo 


355 

-tan  desprovista  de  humanos  atractivos.  ¿De  dónde  sacaba  el  P.  Nutó  aquel 
caudal  inagotable  de  paciencia  siempre  invicta,  de  energías  siempre  nuevas, 
de  humildad  tan  profunda  y  de  celo  tan  infatigable,  que,  con  maravilla  gene- 
ral, hicieron  pudiese  perseverar  hasta  la  más  avanzada  edad  en  un  ministe- 
rio que  requiere  los  bríos,  entusiasmos  y  aceros  de  la  fogosa  juventud?  En  lo 
sobrenatural,  de  su  santidad  y  virtudes,  nada  vulgares  por  cierto:  y  en  el 
orden  natural,  de  la  importancia  excepcional  que  atribuía  á  este  ministerio, 
y  del  concepto  que  él  tenía  de  lo  que  debe  ser  el  religioso  educador. 

Pero  este  ideal,  no  solamente  brillaba  esplenderoso  en  su  mente,  ilumi- 
nada por  la  fe,  sino  que  traduciéndolo  á  la  realidad,  en  su  misma  persona, 
reflejábalo  en  su  mismo  exterior  continente,  de  modo  que  sus  discípulos  no 
sabían  qué  admirar  más,  si  el  atractivo  irresistible  de  su  caritativa  pater- 
nidad, ó  lo  augusto  de  su  ministerio  sacerdotal.  Con  su  caridad,  verdade- 
ramente paternal  y  digna,  ganábales  la  voluntad  y  aun  el  cariño:  y.  una  vez 
conquistado  el  corazón,  con  el  celo  apostólico  que  le  inspiraba  su  ministerio 
sacerdotal,  ganábalo  para  Dios. 

Atento  siempre  á  este  fin.  aprovechaba  solícito  cuantas  ocasiones  se  le 
ofrecían  para  inspirar  á  sus  discípulos  con  el  amor  a  la  virtud  y  á  la  religión, 
un  odio  implacable  al  vicio  y  á  la  impiedad:  así  es  como  lograba  el  digno 
maestro  formar  corazones  limpios,  voluntades  enérgicas  y  caracteres  firmes, 
preparándolos  de  este  modo  para  librar  más  tarde  las  grandes  batallas  de  la 
gloria  de  Dios,  cuyos  primeros  ensayos  enseñábales  á  practicar  con  el  ven- 
cimiento de  sí  mismos. 

Empero  con  lo  que  más  promovía  el  P.  Nutó  este  adelantamiento  en  la 
virtud  de  sus  discípulos,  era  con  su  propio  ejemplo:  dueño  de  sí  mismo  por 
la  mortificación  de  sus  propios  afectos,  gobernábase  siempre  por  un  tan  le- 
vantado espíritu  de  fe.  que  espontáneamente  y  casi  sin  darse  cuenta,  paten- 
tizaba ante  sus  discípulos  aquellas  mismas  virtudes  que  deseaba  implantar 
en  sus  corazones.  Con  solicitud  infatigable,  procuraba  no  dejar  sin  pru- 
dente correctivo  los  defectos  y  faltas  más  menudas;  y  con  sus  frecuentes 
exhortaciones,  ya  públicas  á  toda  la  clase,  ya  privadas  á  cada  uno  según  su 
propia  necesidad,  lograba  el  P.  Nutó  el  que  sus  jóvenes  disapulos,  se  dis- 
tinguiesen de  los  demás  por  un  no  sé  qué  de  corrección  y  piedad  que  venía 
á  constituir  en  ellos  una  como  nota  característica. 

Tales  son  los  principales  rasgos  de  la  fisonomía  moral  de  este  perfecto 
educador.  Imposible  nos  es  descender  á  particulares  pormenores,  en  el  corto 
espacio  de  que  disponemos. 

Cumplidos  los  25  años  de  magisterio,  de  los  cuales  veinte,  los  había 
pasado  el  venerable  anciano  en  continuo  ejercicio  del  mismo  en  este  colegio 


356 
de  san  José,  y  apagándosele  más  y  más  la  voz,  de  suyo  tan  poco  potente, 
determinaron  los  superiores,  el  año  1904,  removerlo  de  la  enseñanza  para 
confiar  á  su  consumada  experiencia  y  virtud,  la  dirección  espiritual  de  los 
alumnos,  reteniendo  el  cargo  de  consultor,  sotoministro  y  director  de  la  con- 
gregación, que  con  singular  acierto  venía  ejerciendo  por  muchos  años. 

Desempeñó  aquel  nuevo  cargo  los  últimos  siete  años  de  su  vida,  con  sin- 
gular aprovechamiento  espiritual  de  los  alumnos,  en  los  que  era  de  ver  cómo 
su  ardoroso  celo  fomentaba  de  mil  modos  la  piedad,  sin  perdonar  trabajos  ni 
fatigas:  dedicaba  buena  parte  del  día  á  llamarlos  por  turno  á  su  aposento, 
donde  hablaba  á  cada  uno  según  su  propia  necesidad;  destinaba  los  jueves  y 
domingos  para  llevarlos  á  consolar  é  instruir  á  los  enfermos  del  hospital; 
manteniendo  en  los  meses  de  vacaciones  con  ellos  frecuente  correspondencia, 
con  que  los  dirigía  y  estimulaba  en  el  cumplimiento  de  las  obras  de  piedad  y 
de  celo  que  les  había  recomendado. 

Diligente  apreciador  del  tiempo,  en  los  ratos  que  le  quedaban  desocu- 
pados durante  el  curso,  y  sobre  todo  en  los  meses  de  vacaciones,  empleólos 
en  escribir  su  áureo  libro  Avisos  prácticos  para  el  novel  Maestro  de  la 
Compañía,  en  el  que,  reuniendo  los  tesoros  de  experiencia,  allegados  con 
tantos  sudores  y  fatigas  por  espacio  de  cuarenta  años  de  casi  continuo  ma- 
gisterio, lególos  con  amor  y  celo  á  sus  sucesores  en  tan  ardua  tarea,  perpe- 
tuando así  providencialmente  la  misión  que  tan  meritoriamente  había  desem- 
peñado en  la  tierra. 

Perseveraba  con  especial  gusto  y  entusiasmo  en  tan  continuos  trabajos 
hasta  que  á  mediados  del  pasado  curso  de  1910-191 1 ,  empezó  á  decaer  visible- 
mente en  sus  fuerzas;  pronto  hizo  augurar  un  fatal  desenlace.  Mas  no  por  esto 
se  daba  por  vencido  ni  dejaba  de  seguir  en  todo  á  la  comunidad,  aquel  ve- 
nerable anciano,  encorvado  ya  bajo  el  peso  de  sus  70  años,  y  á  pesar  de  sus 
achaques;  empeñábase  en  seguir  levantándose  antes  que  la  comunidad  para 
decir  según  su  antigua  costumbre  la  misa  de  las  cinco  á  los  criados  del  colegio; 
ocuparse  en  registrar  cada  día  los  misales  de  todos  los  altares;  y  luchar  con 
admirable  constancia  contra  el  sueño,  que  en  los  actos  de  comunidad,  del  modo 
más  pertinaz  le  acometía. 

Meses  antes  de  morir,  sintiéndose  desfallecer  por  momentos,  miraba  la 
cercana  muerte  con  entera  paz  y  alegría.  Tan  notabre  era  ésta,  que  próximo  ya 
aquel  día  feliz  por  el  que  suspiraba,  cuando  exhaustas  sus  fuerzas  dio  con- 
sigo en  el  lecho,  á  poco  de  haber  recibido  con  gran  devoción  los  últimos 
sacramentos  y  en  un  momento  en  que  había  quedado  solo,  oyósele  cantar  no 
sé  qué  himno  con  regocijada  devoción. 

Con  tal  disposición  envidiable,  entregó  finalmente  su  dichosa  alma  al 


357 

Criador  el  20  de  noviembre  1912,  octava  dé  la  fiesta  de  san  Estanislao,  cuya 
congregación  de  alumnos  por  muchos  años  había  dirigido,  contando  70  años 
de  edad  y  45  de  Compañía. 

Las  palabras  hermosísimas  con  que  termina  el  P.  Nutó  el  prólogo  de  sus 
Avisos,  no  sólo  sintetizan  á  maravilla  la  admirable  labor  de  su  vida  de 
apóstol  de  la  niñez,  sino  que  parecen  vislumbrar  la  realización  de  lo  que  fué 
la  constante  y  única  aspiración  de  toda  su  vida,  expresada  en  estos  términos: 
«Quiera  el  Señor,  que  quiso  honrarse  con  el  título  de  Maestro;  quiera  su 
Madre  Santísima,  Madre  también  de  los  niños,  arrancados  con  especial  pre- 
dilección de  las  fauces  del  lobo  infernal  y  confiados  á  nuestro  celo  y  vigi- 
lancia, llevarnos  un  día  á  aquella  Patria  por  la  cual  suspiramos,  precedidos  y 
seguidos  por  numeroso  escuadrón  de  discípulos,  que,  si  fueron  tal  vez  aquí 
corona  de  punzantes  espinas,  serán  allí  preciosísima  corona  de  inmarcesibles 
rosas». 


IV 

BIBLIOGRAFÍA  '" 


P.  Aguilera  Pedro.— Yo  ¿para  qué  nací?— A  las  jóvenes  cristianas,  3/  edición, 
—Barcelona:  Gustavo  Giíi— Desde  la  cuna  hasta  la  escuela.— La  madre  en  el 
hogar  educando  cristianamente  á  sus  hijos.— Barcelona:  Tipografía  Católica. 

P.  Agustí  Vicente.  —Florilegio  de  autores  castellanos.— Barcelona:  Siibirana.— 
Vida  de  San  Estanislao.— Madrid:  Apostolado  de  la  Prensa. 

P.  Añóx  Joaquín. — Sermón  predicado  en  la  iglesia  de  san  Ignacio  de  Manila  en  el 
50.°  aniversario  de  la  segunda  llegada  á  Filipinas,  de  los  padres  de  la  Compa- 
ñía de  Jesús.— Manila:  Santos  y  Bernal. 

P.  Barnola  Joaquín  M."— Manual  práctico  del  botánico  herborizador.— Barce- 
lona: Manuel  Marín.— Nota  sobre  «Los  géneros  «Pteris>  y  «Pteridium»  en  la 
Península  ibérica»,  para  el  congreso  de  Granada. 

P.  Beguiriztáin  Justo.— La  comunión  frecuente  y  diaria  de  las  congregaciones 
marianas,— Madrid:  Razón  y  Fe.—San  Ignacio  de  Loyola,  apóstol  de  la  comu- 
nión frecuente.— Barcelona:  Subirana. 

P.  Casanov.\s  Ignacio.— Trascendencia  de  la  revelado,  conferencies  apologéti- 
ques.— El  nostre  estat  social  o  comentari  de  la  revolució  de  juliol.— El  fet  de 
la  revelado.— Apologética  de  Balmes.— Acción  de  la  mujer  en  la  vida  social.— 
Barcelona:  Gustavo  GilL— IJ'armoma  en  l'art,  conferencia.— Barcelona:  Thomas. 

P.  Cervós  Federico.— Vida  de  San  Luis  Gonzaga.— Madrid:  Apostolado  de  la 
Prensa. 

P.  Gassü  Leonardo.— Gramática  Rarámuni  ó  Tarahumara.— México:  La  Europa. 
—Doctrina  y  catecismo  popular  en  castellano  y  tarahumara.— Gramática  Ka- 
ribe-kuna.— Barcelona:  Tipografía  Católica.— Dociñna  y  catecismo  popular 
en  castellano  y  karibe-kuna. 

P.  Guitart  Ernesto.— La  Iglesia  y  el  obrero.— Barcelona:  Gustavo  Gili.— La  ley 
del  trabajo,  discurso  leído  en  la  solemne  apertura  del  curso  académico  de  1911- 
1912.— Barcelona:  Altes. 


(1)  En  esta  sección  se  irá  dando  cuenta  en  cada  número  de  Cartas  edificantes,  de  los 
libros  que  se  hayan  publicado  en  la  Provincia  desde  el  número  anterior.  En  el  presente,  se  in- 
dican los  que  hemos  recibido. 


359 

P.  Gutiérrez  Raymuxdo.— Regles  de  ben  viure.— Manresa:  Vives. 

P.  Juan  Bta.  Juan  Suasi.— Recuerdo  de  los  santos  ejercicios.  Pensamientos  y 
consejos  para  hijas  de  María,  por  un  padre  de  la  Compañía  de  Jesús.— Rami- 
llete de  Jaculatorias  enriquecido  con  -indulgencias,  dispuesto  por  un  padre  de 
la  Compañía  de  Jesús. — Hojitas  de  oro  dedicadas  á  las  hijas  de  María,  por  un 
padre  de  la  Compañía  de  Jesús.— Pañis  angelorum.  Tesoro  de  documentos  y 
prácticas  para  los  devotos  de  la  sagrada  Eucaristía,  por  un  padre  de  la  Com- 
pañía de  Jesús. — Barcelona:  Gustavo  G/7/.— Manual  de  la  familia  cristiana  de- 
dicado á  la  sagrada  Familia,  por  un  padre  de  la  Compañía  de  Jesús.— Barce- 
lona: Gustavo  Gilí. 

P.  MoRÉu  Lacruz  Esteban.— Jesús  bueno  ó  de  la  confianza  de  Jesucristo.  Tra- 
ducción de  la  16  edición  italiana.— Barcelona:  Tipografía  Católica.— jesús 
grande  ó  el  vasallaje  de  Jesucristo.  Traducción  de  la  8."  edición  italiana.— Bar- 
celona: Tipografía  Católica.— Uoias  de  catecismo  (colección  de).— G.  Gilí. 

P.  MoRAGUES  Joaquín.- Ministerio  de  ángeles.  Método  para  ayudar  á  misa,- 3.^ 
edición.— Cantemus  domino!  Colección  de  cánticos  religiosos  de  varios  auto- 
res antiguos  y  modernos. 

P.  MoRELL  Francisco.-  Manual  del  pueblo. — Einsiedeln  (Suiza).  Bemiger.— Teso- 
ro del  pueblo.— Madrid:  Apostolado  déla  Prensa. -Cuentos y  verdades.— Ma- 
drid: Apostolado  de  la  Prensa.- -Tratado  de  teología  popular.— Madrid:  Apos- 
tolado de  la  Prensa.— PuhWca  hojas  de  propaganda  en  castellano  y  en  catalán. 

P.  Navas  Longinos.— Mes  de  María,  breves  ejercicios  piadosos  para  honrar  á  la 
Santísima  Virgen  en  el  mes  de  las  flores.  -  Ramillete  de  dictámenes  espirituales 
propios  para  los  días  de  retiro.-  Barcelona:  Gustavo  Gilí— Catálogo  descrip- 
tivo de  los  insectos  neurópteros  de  los  alrededores  de  Madrid.  1905.— Neuróp- 
teros de  España  y  Portugal.— S.  Fiel  (Portugal).  1908.— Catálogo  descriptivo 
de  los  insectos  neurópteros  de  las  Islas  Canarias.  1906. 

P.  NoNELL  Jaime.— Gramática  castellana,  2."  edición.— Barcelona:  Subirana.— 
Breu  biografía  de  l'apóstol  deis  negres  sant  Pere  Claver  de  la  Companyía  de 
Jesús.— Novena  á  llaor  de  l'apóstol  deis  negres  sant  Pere  Claver  de  la  Com- 
panyía de  Jesús.— El  alma  consoladora  del  Corazón  de  Jesús  en  sus  penas,  5.' 
edición.— Manresa:  Imprenta  de  San  José. — L'ánima  consoladora  del  Cor  de  Je- 
sús en  ses  penes;  versión  catalana  por  Sor  María  Eulalia  Anzizu.-  Barcelona: 
La  Hormiga  de  Oro.— Paz  á  los  hombres  de  buena  voluntad.  2."  edición.— 
Manresa:  Imprenta  de  San  José.— La  sagrada  Eucaristía.  Obra  resumen  de 
cuanto  más  notable  se  haya  escrito  sobre  el  misterio  de  nuestros  altares,  re- 
futación de  los  errores  que  contra  El  se  hayan  suscitado,  por  Mons.  Hedley, 
traducción  del  inglés. — Barcelona:  Tipografía  Católica. 

P.  NuTó  Pablo  t.— Avisos  prácticos  para  el  novel  maestro  de  la  Compañía  de  Je- 
sús.— Valencia:  Tipografía  Moderna. 

P.  Oller  J.  M.^  i— Novena  a  honra  de  la  gloriosíssima  Verge  de  la  Mercé,  patro- 
na  de  la  ciutat  i  diócesis  de  Barcelona. — Barcelona:  Subirana. 


360 

P.  Pares  Ramón.— Directorio  del  joven  escolar. — Benziger.  Ensiedeln  (Suiza)  — 
Vo  ¿para  qué  nací?  Principio  y  fundamento  para  la  acertada  elección  de  esta- 
do—Zaragoza: Cecilio  Gasea. 

P.  Poxs  Jaime.  -La  pureza,  por  Mgr.  Quibert  (traducción  del  francés).— Manual 
de  las  almas  interiores  por  el  P.  Grou  (traducción  y  arreglo  del  francés). —La 
mujer  perfecta,  por  Marchal  (traducción).— Pensamientos  de  Santa  Teresa  de 
Jesús,  entresacados  de  sus  obras  y  distribuidos  según  el  orden  de  los  ejerci- 
cios espirituales  de  San  Ignacio.— La  comunión  frecuente  y  cotidiana:  A  las 
jóvenes  obreras.  A  los  jóvenes.  Invitación  á  los  hombres.— Vida  de  Sta.  Teresa 
de  Jesús,  por  el  P.  Francisco  de  Ribera,  precedida  de  un  estudio  preliminar 
del  M.  R.  P.  Luis  Martín,  é  ilustrada  con  una  introducción,  copiosas  notas  y 
apéndices.— El  rayo  de  luz.— El  gobierno  de  sí  mismo,  ensayo  de  Psicología 
práctica  por  el  P.  Eymien.  S.  J.  (traducción).— Barcelona:  Gustavo  Gili. 

P.  Ruiz  Amado  Ramóx.— Obras  pedagógicas.— La  educación  intelectual.  1909. 
—Historia  de  la  educación  y  de  la  pedagogía.  1911.— La  educación  de  la  casti- 
dad. 2.^  edición.  1909.— La  enseñanza  popular  de  la  religión,  agotada.  1906. 
Obras  apologéticas.  —  Los  peligros  de  la  fe.  1905.— El  modernismo  religioso. 

1908.  —¡He  perdido  la  fe!  1910.— La  piedad  ilustrada. 
Folletos.— La  comunión  de  los  niños  inocentes.  1911.— La  Iglesia  y  la  libertad 
de  enseñanza.  1907.— El  patriotismo.  1910.— La  leyenda  del  estado  enseñante. 
1903. — El  P.  Luis  Ignacio  Fiter  y  la  Congregación  Mariana.  1903. — Problemas 
vitales  (5  folletos).  1901-2. — La  ley  de  asociaciones.  1901.— Varia. 
Traducciones.— La  madre  cristiana,  por  el  limo.  Dr.  Cramer;  Herder.  1911.— 
La  práctica  del  pulpito,  por  Meyenberg.— Madrid:  Razón  y  Fe. — Pastor,  histo- 
ria de  los  Papas. — Spirago.  catecismo  explicado. — Compendio  de  Historia  ecle- 
siástica, Dr.  Funk. 

P.  Sedó  Salvador.— El  despertar  de  la  Italia  católica,  traducción.— Un  ramo 
de  rosas,  6.^  edición.— Galería  de  jóvenes  ilustres,  tomo  1." 

P.  Sola  Juan  Bta.— Nociones  de  zoografía  del  archipiélago  filipino.— Manila. 

P.  Soler  José  M. ''— Consideraciones  piadosas  para  que  las  señoras  imiten  á  Jesús, 
sacadas  del  libro  del  P.  Francisco  Garán;  (para  repartir  á  las  señoras  en  co- 
muniones generales,  reuniones  piadosas,  etc.,  etc.)— Barcelona:  Tipografía 
Católica.— LdL  educación  de  los  hijos,  por  el  P.  Segundo  Franco,  S.  J.;  tra- 
ducción de  la  6.^  edición  italiana.— Madrid:  Razón  y  /n?.— Reloj  del  alma.  Nue- 
va edición  arreglada.— Barcelona:  P.  Sanmartí.—San  Ignacio  de  Loyola.  Ejer- 
cicios espirituales  propuestos  á  los  eclesiásticos,  religiosos  y  religiosas,  por  el 
P.  Jenaro  Bucceroni,  S.  J.:  Reglas  seguras  para  una  buena  elección,  sacadas 
de  los  Ejercicios  de  San  Ignacio,  por  el  P.  Antonio  José  Regonó;  traducción 
del  italiano.— Barcelona:  Gustavo  Gili. 

P.  Texa  Fraxclsco  Jav.— Theologiae  moralis  programma  accommodatum  operi 
PP.  Gury-Ferreres.— Barcelona:  Subirana. 

P.  Traval  Roset  Maxuel.— Narraciones  eucarísticas.— Prodigios  eucarísticos. 


361 

3.^  edición.— La  Unión  Hispano-Americana  en  el  Pilar  de  Zaragoza.— Barce- 
lona: Subirana.— Nociones  de  comercio  y  cálculo  mercantil.— Barcelona:  Gus- 
tavo Gilí. 

P.  ViLADEVALL  AxTOxio.— Nuestra  Señora  de  Lourdes.  Relatos.  Versión  de  la 
obra  del  P.  Cros.  2/  edición.— Barcelona:  Gustavo  G/7/.— La  Voluntad  nacional 
enfrente  del  jacobinismo  afrancesado  de  Romanones  y  Canalejas.  —  Barce- 
lona: Gustavo  Gili.—Vn  modelo  de  caridad.  Apuntes  biográficos  sobre  doña 
Julia  de  Ferrer  y  de  Ferrer.— Barcelona:  ^wó/rono.— Meditaciones  del  padre 
Vermeersch  sobre  la  Sma.  Virgen.  Versión  del  francés,  2  tomos.— Barcelona: 
Gustavo  G///.— «Diario  de  una  expulsa:  obra  inédita,  traducción  del  francés. 
En  prensa,  á  cargo  de  Gustavo  Gilí. 

P.  Vives  Daxiel.— Recuerdo  de  los  ejercicios  de  San  Ignacio.— Las  letanías  del 
Sagrado  Corazón  de  Jesús:  Breve  y  sencilla  exposición  de  cada  una  de  sus  in- 
vocaciones.—Libro  de  las  promesas  del  Sagrado  Corazón  de  Jesús.  —  Barce- 
lona: Tipografía  Católica. 

P,  Xercavíxs  José  (José  Vercaoni).— Historia  de  un  enjambre.— Barcelona:  Gus- 
tavo Gili. 


NDICE 


península 

Páffinas 

VALENCIA.  Casa  Profesa.— Recuerdo  del  25.°  aniversario  de  la  reedi- 
ficación. Discurso-Memoria  pronunciado  por  el  R.  padre 

Juan  M.  Sola 7 

TORTOSA.  Colegio  Máximo.— Casa  de  S.  José -Observatorio. — 
Comunicaciones  gratulatorias  para  el  Observatorio: 
I.  Del  Excmo.  Ayuntamiento  de  Tortosa.  II.  Del  Ayun- 
tamiento  de  Roquetas •      .       .        34 

Juicios  de  sabios  extranjeros  sobre  el  Observatorio  del 

Ebro  y  sus  publicaciones 36 

MANRESA.  Saxta  Cueva.— Una  obra  de  verdadera  redención  espiritual. 

— Carta  del  P.  Francisco  M.  Alós  al  P.  Ignacio  Majó    .        41 
GANDÍA.  Colegio  y  Casa  de  probación.— Tandas  de  Ejercicios  en 
Albaida,  dadas  por  el  P.  José  L.  Iñesta.— Carta  de  don 
Ángel  Tormo  al  R.  P.  Jaime  Sansa.      .....        47 

Carta  del  cura  arcipreste  de  Albaida  al  R.  P.  Luis  Adroer.  51 
Carta  del  P.  José  L.  Iñesta  al  P.  Jaime  Sansa  ...  52 
Carta  de  D.  Ángel  Tormo  al  R.  P.  Luis  Adroer  ...  56 
Mudanzas  notables  obtenidas  en  los  santos  Ejercicios  de 

Albaida.— Narración  del  Sr.  D.  Ángel  Tormo    ...        60 
Misión  en  Elche  y  Ejercicios  en  Adzaneta  y  Benigánim 
dados  por  el  P.  José  Luis  Iñesta.— Carta  de  dicho  padre 
á  su  hermano  el  padre  rector  del  colegio  máximo  de 

Tortosa 66 

Tandas  de  Ejercicios  que  dio  el  P.  José  L,  Iñesta  en 
Alcira.— Cartas  del  mismo  padre  y  de  D.  José  Sais  al 

P.  Jaime  Sansa 72 

Ejercicios  del  P.  José  L.  Iñesta  en  Sagunto.— Carta  pri- 
mera, del  señor  cura  arcipreste  D.  Juan  Vidal  al  P.  Jaime 

Sansa 79 

Carta  segunda,  del  P.  José  L.  Iñesta  á  su  hermano  el  pa- 
dre rector  de  Tortosa 80 

Carta  tercera,  de  D.  Antonio  Monzó  al  P.  Jaime  Sansa.  83 
Carta  cuarta,      »    »         »  »       »   »      »  »  85 

Carta  quinta,      »    »         »  »       »   »      »  »  88 

Carta  sexta,        ;>     »         »  »       >>   :>      »  »  89 

ORIHUELA.  Colegio  de  Santo  Domingo.— Una  obra  social  admirable 


Isla  de  Luzóx.  ....  y.       _ 


364 

Páginas 

é  imitable  debida  á  los  NN.  de  aquel  colegio.— Narra- 
ción por  el  P.  Juan  B.  Juan  Suasi 91 

Congregación  de  Hijas  de  María.— Cruzada  de  la  Modes- 
tia Cristiana 114 

SARRIA.  Colegio  de  San  Ignacio.— Tandas  de  Ejercicios  á  obreros 
durante  el  año  de  1911.— Carta-Relación  del  P.  Narciso 
Blanch  al  P.  Antonio  Iñesta 123 

HUESCA.  Residencia.  — Misión  en  Torralba  (Huesca)  dada  por  los 
PP.  Antonio  CoscoUa  y  Mariano  Mayor.— Carta  de  este 
padre  al  P.  Salvador  Beltrán 132 

MISIÓN  DE  FILIPINAS 

Estado   actual  de  nuestras   casas  en  Filipinas  136 

Manila.      . 137 

158 

Residencia  de  Zaniboanga.-Zamboanga      163 
Noticias  \  i  Residencia  de  Taniontaca.-Cottabato  .      164 

1  *  \  Residencia  de  Dávao.-Dávao    .      .      .      164 

generaIes<i5LA  de  MiNDANAO.<  Residencia  de  Caraga.-Caraga.      .      .      165 
^^^^      j  /  Residencia  de  Cagayán.-Cagayán .      .      169 

Residencia  de  Butúan.-Butúan.      .      .      173 
Residencia  de  Dapítan.-Dapítan      .      .      179 
v  Isla  de  Culión.  .  .    Residencia  de  Culión.-Culión  .      .       .      183 
Ateneo  de  Manila.— Excursión  apostólica  del  P.  Francisco  Foradada  á 
Mataas  Na  Káhuy  á  raíz  de  la  erupción  del  volcán  Taal. 
—Carta  del  mismo  padre  al  P.  Joaquín  Vilallonga  .      .      185 
Erupción  del  volcán  Taal   y    sus   estragos.— Carta  del 

P.  Manuel  M."  Sauras  al  P.  Juan  Guim 187 

Peregrinación  á  Antipolo.— Narración  por  el  P.  Manuel 

Lencina 189 

Actos  literarios.— Catecismos.— Calamidades  públicas. — 
Ministerios  del  mes  de  marzo  y  de  las  congregaciones. — 
Carta  del   P.   Manuel   M."   Sauras   á   su  hermano  el 

P.  Mario 192 

Ministerios  con  los  tagalos  en  este  idioma.— Carta  del 
P.  Juan  Anguela  al  hermano  teólogo  Francisco  Javier 

Relio 194 

Relación  de  algunos  ministerios  de  los  PP.  del  Ateneo. — 
Carta  del  P.  Manuel  M.  Sauras  á  su  hermano  el  P.  Ma- 
rio J.  Sauras 195 

Primeras  Bodas  de  oro  celebradas  en  Filipinas  después 
del  restablecimiento  de  la  Compañía. -Varias  noticias 
sobre  S.  Pedro  de  Tunasán,  Antipolo  y  Manila.— Carta 
del  hermano  coadjutor  Francisco  Riera  al  P.  Juan  Ricart.  200 
Fiestas  religiosas  en  honor  de  la  Inmaculada. — Asociación 
de  antiguos  alumnos  del  Ateneo.— Academia.     .      .      .      206 


365 

Páginas 

Colegio  Seminario  de  Vígan.— Una  primera  comunión  en  el  barrio  de 
San  Julián.— Carta  del  P.  Alfonso  García  al  P.  rector  de  ' 
Vígan.— Ministerios  del  P.  Eliseo  Gil  durante  las  vaca- 
ciones de  1911.— Cartas  del  mismo  padre  al  P.  rector  de 
Vígan 221 

Descripción  de  la  casa  de  campo  y  observatorio  de  Baguio. 
—Las  vacaciones  mayores.— Actos  literarios  del  colegio- 
seminario.— Carta  del  hermano  escolar  Francisco  Javier 

Portas  al  P.  José  Siguión 237 

Residenxia  de  Zamboanga.— Ministerios  apostólicos  del  P.  Pablo  Cava- 
Hería.— Carta  del  mismo  padre  al  P.  Francisco  Javier 

Relio.      . 241 

Reside.nxia  de  Tamoxtaca.— /v75// 6/-eü/o/-e5  de  Cottabato.— Carta  del 

P.  Pío  Pi  al  P.  Baltasar  Ferrer 244 

Residencia  de  Caraca.— Visita  del  Gobernador  de  la  Provincia;  veinti- 
dós pueblos  de  Surigao  piden  la  vuelta  de  nuestros 
padres.— Dos  cartas  del  P.  Bernardino  Llobera  al  P.  Sa- 
turnino Urios 245 

Residenxia  de  Cagayán.— Misiones  dadas  por  los  PP.  Juan  Martín  y 
Félix  Córdoba  en  la  Isla  de  Leyte.— Carta  del  P.  Juan 
Martín  al  reverendo  padre  provincial     .      .      .      -      .      248 

Azares  de  la  vida  de  misioneros:  peligros  en  el  mar,  peli- 
gros en  la  tierra,  citación  ante  los  tribunales. — Carta 
del  P.  Simeón  Sambola  al  P.  Francisco  Nebot.      .      .      252 

Atentado  contra  el  P.  Simeón  Sambola.  —  Carta  del 
P.  Francisco  Morey  al  reverendo  padre  provincial.      .      255 

Impresiones  y  primeras  correrías  de  un  novel  misionero. — 
Carta  del  P.  Francisco  Morey  á  los  hermanos  teólogos, 
sus  condiscípulos 259 

Reacción  de  los  católicos  de  Lagonglong.— Carta  del 
P.  Francisco  Nebot  al  P.  Saturnino  Urios  ....  263 
Residen'CIa  de  Bütüax.— Visita  del  misionero  á  algunos  pueblos.— Excur- 
sión á  los  infieles  del  Alto  Agúsan.— Cartas  del  P.  Sal- 
vador Giralt  al  P.  Saturnino  Urios  y  al  P.  Cristóbal 
Sastre 265  y  275 

Expedición  á  La  Paz.— Carta  del  P.  Cristóbal  Sastre  al 
P.  Saturnino  Urios 277 

Excursión  apostólica  del  P.  Jaime  Valles  al  pueblo  de  Bu- 
naguit.— Carta  del  mismo  padre  al  P.  Martín  Hábig.      .      279 

Una  visita  á  los  mamánuas.— Carta  del  P.  Ignacio  Vila  al 
P.  Saturnino  Urios 284 

Prosperidad  del  Catolicismo.— La  congregación  de  la 
«Buena  Muerte».— Cartas  de  los  PP.  Saturnino  Urios  y 

Jaime  Valles  á  los  PP.  Fidel  Mir  y  Antonio  Inesta.      .      .      285 
Residexxia  de  Dapítax. — Trabajos  del  misionero  en  Baliangao. — Buen 
estado  de  la  Misión  Dapitana.— Carta  del  P.  José  España 
al  P.  Saturnino  Urios 291 


366 


Páffinas 


MISIÓN  CHILENO -ARGENTINA 


Colegio-Seminario  de  Montevideo. — La  persecución  religiosa  en  dicha 
República.— El  Apostolado  de  la  Oración  y  sus  obras. 
— Otros  adelantos  del  Apostolado. — El  nuevo  estan- 
darte.—La  biblioteca.  —  Otras  obras  de  celo.— Carta 
del  Rdo.P.  José  Llussá  al  reverendo  padre  provincial 

Casa  de  Probación  y  Re.sidencia  de  Córdoba.— Relación  histórica  de 
la  congregación  de  hijas  de  María. — Carta  del  P.  Sal- 
vador Barber  al  reverendo  padre  provincial 
Misiones  dadas  por  los  nuestros  en  los  suburbios  de  Cór- 
doba.— Carta  del  hermano  coadjutor  Domingo  Vinaixa 
al  hermano  coadjutor  Vicente  Moran 313 

Apéndice  I.— Llegada  de  los  NN.  de  Portugal  á  Buenos  Aires.  De  una 
carta  del  padre  superior  de  la  Misión  al  reverendo  padre 

provincial 316 

»  II.— Misiones  de  los  PP.  Francisco  Costa  y  Luis  C.  Isola.  1910- 

191 1  .—Carta  del  P.  Isola  al  Rdo.  P.  Ramón  Creixáns    .      319 


297 


305 


VARIA 

I.— Cronicón  de  la  Compañía- 1911.  Provincia  de  Aragón.  339 

De  otras  provincias 340 

II.— De  una  conferencia,  que  el  P.  Bernard,  misioaero  de 
Alaska,  dio  á  los  teólogos  S.  J.  de  Enghien  (Bélgica) 

el  día  22  de  septiembre  de  1909 345 

III. — Necrología,  P.  Ignacio  Gassó 349 

»  P.  Pablo  Nutó 353 

IV.-Bibliografía 358 


A.   r\.  D.   G. 


CORF^IGENDA 


DEBE  DECIR 


Pág.  342,  linea  20 

la  práctica  de  dar  solo  (sin  meditación. 

Pág.  357,  línea  1.» 

20  de  noviembre  1912 


de  dar  solo  mane  (sin  meditación... 
1911 


/       BXTÍ+T^.J3C22  1912 
Jesuits.   Spain 

Cartas   edificantes 


Loyola  Reference  Library 

Fordham  Uníversíty 

Lincoln  Center  Campus 

New  York,  New  York      10023 


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