BOSTON
UNIVERSITY
Boston University School of Theology
Library
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7471
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00503
CARTAS EDIFICANTES
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'"'' CARTAS EDIFICANTES
DE LA
PROVINCIA DE ARAGÓN
AÑO 1911
Número 1
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BARCELONA
LIBRERÍA É IMPRENTA RELIGIOSA
CALLE AVIÑÓ, N.° 20
I912
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CASA PROFESA DE VALENCIA
MINISTERIOS APOSTÓLICOS DEL P. JUAN M/ SOLA
Serie de cartas del mismo al P. Pedro Planas
CARTA 1.^
Valencia y Junio de 1911.
Muy amado en Cto. P. Planas: No sin repugnancia de mi parte y
sólo por complacerle á V., y en V. á la Santa Obediencia, tomo la pluma
para contarle algunos de los ministerios que hice el pasado año de 1910. Yo
creí con la de antaño, tan pobre de noticias como de espíritu, haber llenado
d^ sobra sus deseos de V. y de todos para siempre jamás: me he equivo-
cado, según parece. Pues ahí va otra que tal. El Señor lo encamina todo á
su mayor gloria. ¿Quién sabe si con esto, tan ruin y desastrado que yo
hago y digo, se moverán á contar lo suyo tantos de los nuestros que tan
altamente glorifican á Dios y honran á la Compañía con sus afanes apostóli-
cos, y no sé por qué lo ocultan con menoscabo de la común edificación!
Di principio al año de 1910 donde terminé el anterior, que fué Madrid,
con una novena de desagravios en el convento de Madres Reparadoras. Es
la que celebran anualmente en todas sus casas; y á fe, que no hay cosa más
fácil que semejante predicación. ¡Son tantos los agravios y ofensas contra
la Majestad de Dios en toda la redondez de la tierra, en especial contra la
sagrada Eucaristía, que, si hay una centella de amor, es imposible hablar de
ello sin conmover al auditorio. Esa pena profunda, nacida de una caridad
ardiente, creo que ha de ser el blanco principal de esas novenas de repa-
ración. En ésta de Madrid no hubo cosa digna de memoria, si no es por
ventura la materia, tomada verso por verso del salmo II. El día de Reyes, á
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instancias del P. Oliven, platiqué á sus Estanislaos acerca de cómo hoy to-
dos buscan á los niños, no de otro modo que cuando nació Jesús, los unos
para salvarlos, los otros para darles muerte. Hablé de los hombres moder-
nos, conviene á saber, de las malas compañías, de los malos espectáculos,
de las malas escuelas. El Niño Jesús se salvó en los brazos de su Madre;
nuestros jóvenes sólo se pueden salvar en los brazos de las Congregacio-
nes Marianas.
De Madrid pasé á Murcia á predicar otra novena de desagravios en
las Reparadoras de aquella capital. El argumento era hermosísimo, si no lo
hubiera desdorado mi torpeza. Fueron nueve ayes del Corazón de Jesús,
sacados del sagrado Evangelio. Helos aquí. El primero: «¡Ay de tí, Coro-
zaín, ay de tí, Betsaida, que si en Tiro y en Sidón...!» etc. El segundo:
«¡Ay del mundo por razón de los escándalos!...» El tercero: «¡Ay de vos-
otros, escribas y fariseos hipócritas!...» El cuarto: «¡Ay de vosotros, ri-
cos, que tenéis aquí vuestro consuelo!...» El quinto: «¡Ay de vosotros los
que estáis hartos... los que reís, porque lloraréis!» El sexto: «¡Ay de vos-
otros cuando os alabaren los hombres!...» El séptimo: «¡Ay del hombre
aquel por quien viniere el escándalo!» El octavo: «¡Ay de vosotros, guías
ciegos, que decís...!» El noveno: «¡Ay de las madres que en aquel tiempo
criaren hijos!...» contra los malos educadores de la juventud.
Esta novena se celebró del 15 al 23 de Enero, y el 25 di comienzo á
otra del Corazón de Jesús en la célebre Montilla, de la provincia de Cór-
doba. En ésta, como en las de Madrid y Murcia, y generalmente en todas
las que predico, hago comunión general por la mañana con su plática co-
rrespondiente, á fin de exponer algún punto más espiritual, recoger el
fruto del sermón de la noche, enseñar la práctica de la comunión frecuente,
enamorarlos más de Cristo é ir disponiendo la ciudad á una comunión de
veras general. Hay en ello otra ventaja, á saber, que se van despachando
las confesiones y no se aglomera el trabajo los días últimos. La iglesia del
Santo (así llaman á la parroquia, por venerarse allí el sagrado cuerpo de
S. Francisco Solano) se llenó desde el primer día. Vi desde luego las hue-
llas de nuestros Padres que visitan con frecuencia esta ciudad, en especial
del santo P. Tarín, que ha dejado allí muy honda y perdurable memoria.
Y penetrando más adentro, pude apreciar la labor de siglos, empleada por
los antiguos jesuítas en cultivar esta viña, hoy cubierta de maleza. ¿Qué
han de hacer doscientos números del Heraldo, cincuenta de España Nue-
va, otros tantos del Liberal, Imparcial y mil otros de la misma estofa
recibidos con ansia, leídos diariamente con avidez y distribuidos y vocea-
dos con escándalo? Aunque nos rompamos el pecho todos los predicadores,
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el triunfo es del masonismo y del liberalismo, sin una milagrosa interven-
ción de lo alto.
Tal está Montilla, presa del caciquismo liberal y del indiferentismo re-
ligioso. Con todo no me puedo quejar de poco fruto: hubo reconciliaciones
notables, se atajaron algunos escándalos y con gran edificación se cerró el
Novenario, el día de la Candelaria, con una procesión, nunca vista, del
divino Corazón. Asistió en pleno el Ayuntamiento, que envió también la
banda, y recorrieron las calles y plazas entre cánticos y vivas.
Este tal cual fruto lo debo atribuir, así lo creo firmemente, á la inter-
cesión de tantos santos y varones célebres que honraron esta ciudad en
mejores siglos. Me parecía aquellos días vivir y conversar con un San Juan
de Dios, con su Maestro el Bto. Juan de Avila, con San Francisco Solano,
discípulo de nuestras aulas montillanas, con San Francisco de Borja, con
D. Luis y D. Nicolás Fernández de Córdoba, y aquel otro D. Pedro Fer-
nández de Córdoba, padre del Gran Capitán, con aquellas ilustres marque-
sas de Priego y condesas de Feria, tan enaltecidas por la pluma del P. Roa,
y aun más con el Ven. P, Alonso Rodríguez y demás jesuítas que santifi-
caron esta ciudad. Ahí está en pie nuestro antiguo colegio y noviciado de
la Compañía, convertido en escuelas públicas, casas particulares y otras
dependencias del municipio. Aun se muestra el aposento donde el inmortal
Rodríguez escribió su famoso Ejercicio de perfección, (gran parte por lo
menos de esta obra), en el hoy palacio de los señores marqueses de Car-
deñosa; y gracias que lo tengan unos nobles patricios, que á caer en otras
manos, fuera hoy un montón de escombros. No partí de Montilla sin plati-
car á las Claras y predicar el panegírico de la Bta. Juana de Lestonnac, en
el colegio que tienen allí las Madres de la Enseñanza, ó Compañía de Ma-
ría, y celebrar por último misa sobre el sepulcro de aquel gran Apóstol y
precursor de San Ignacio de Loyola, Juan de Avila, que se halla en nuestra
antigua iglesia, en la cual prediqué por última vez y di la comunión á las
muchas personas que acudieron.
Con esto se venía encima la Cuaresma, y me aguardaban otros minis-
terios más penosos, de que le hablaré á V., si me ayuda el cielo, en otra
epístola. Cierro la presente encomendándome en sus fervorosas oraciones.
Siervo en Cto.,
IHS.
Juan M.^ Sola, S. J.
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CARTA 2.^
Valencia y Julio 1911.
Muy amado en Cto. P. Planas: El mismo día que terminé en Montilla,
comencé en Córdoba un triduo en el Seminario Conciliar á los seminaristas
y profesores, que celebran con gran pompa sus fiestas de desagravios en
Carnaval. Asistía también el Sr. Obispo, que es un santo anciano. Declaré
en compendiosa exégesis el salmo 115, Credidi, propter quod locutus sum,
con aplicaciones dogmáticas á la Eucaristía y morales á la vida sacerdotal.
(Qué júbilo recibí en San Hipólito oyendo al P. Máznelos en la cátedra
sagrada con voz robusta y entonación fervorosa, recordando que en Octu-
bre le había dejado tan desfallecido!
El miércoles de Ceniza salí de Córdoba, satisfecho de haber ayudado,
según mi cortedad, á aquellos pocos pero valientes operarios de nuestra
Compañía; y por la tarde principié en Jerez unos ejercicios á las señoras
en el convento de María Reparadora. Y como no hubo en ellos cosa digna
de particular mención, paso inmediatamente á otros ministerios. El día 10
de Febrero aun tuve tres actos en Jerez, y el siguiente día 1 1 por la ma-
ñana comencé otra tanda de Ejercicios en Madrid. En quince horas hice el
viaje que hacían nuestros antiguos Padres en quince días. Tal vez por esto
decía nuestro llorado M. R. P. Martín (lo oí de su boca en Barcelona) que
«más trabaja hoy un buen jesuíta, que cuatro ó seis en otros tiempos.» Si
todo el punto estuviera en correr y discurrir, pocos me ganarían.
Los primeros Ejercicios en Madrid fueron en el «Colegio del Corazón
de Jesús» (Caballero de Gracia), á las señoras. Los segundos, en nuestra
iglesia de la calle de Zorrilla, asimismo á las señoras, á suplicación de la
condesa de Rivadedeva. Ambos á dos con mucho fruto, según parece. Los
terceros á los Congregantes de la Sma. Virgen y San Luis Gonzaga, en
los Luises, en compañía del fervoroso P. Pedro Ayala, que vino de tercera
probación. Tras ello, di Ejercicios, y son los cuartos, á los obreros del
P. Abréu y de otros Patronatos, en la parroquial de San Marcos, formando
sociedad con el P. Luna, misionero del Corazón de María. En pos de éstos,
di Ejercicios (y son cinco en Madrid, y seis si cuenta V. los de Jerez, en
esta Cuaresma), á las alumnas del «Colegio del Corazón de Jesús,» en
Chamartín, y á continuación emprendí la novena de San José en la parro-
quia de San Ginés. Digo emprendí, porque al cuarto día, el asno se plantó
y dijo: «De aquí no paso.» Y no pasó.
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Los días que adolecí en Isabel la Católica fueron de descanso corporal
y espiritual. El cielo lo permitió sin duda para que viese una vez más y
palpase por mis manos la extremada caridad que se usa en la Compañía
con todos, y en especial con los enfermos. Como soldado herido en lo más
recio de la batalla, consolábame con la sagrada Eucaristía que recibía todas
las mañanas de manos del P. Lacaze ó del P. Curiel; con las noticias de
los triunfos que conseguía el P. Milagro, mi continuador y sustituto en San
Ginés, que estuvo admirable, mayormente en el sermón en que habló de la
oración del Santo Patriarca; con el recuerdo de aquellos 400 jóvenes, es-
peranza de la patria, que vi comulgar el día último de manos del Sr. Nun-
cio, quien me dijo antes de darles los Ejercicios: «Dígales V. que promue-
van muchos mitins y que no esperen nada de la diplomacia, porque el
pueblo español se lo ha de ganar por su propio esfuerzo;» consolábame al
recordar el fervor de tantos obreros como va agrupando en torno del Co-
razón de Jesús el director del Centro Social, y el excelente espíritu que
sabe infundirles para que resistan vigorosamente á los embates del libera-
lismo y del socialismo; consolábame ver por mis ojos el valor de mis her-
manos y conmilitones, que, mientras yacía yo en el lecho, arrebataban ellos
tantas presas al enemigo infernal.
Poco duró mi dolencia, merced á la solicitud del Dr. Vázquez y á los
cuidados del H. Qabarrón. Con tres ó cuatro días más en Chamartín, que-
dé otra vez sano como una manzana, de suerte que en Semana Santa pude
ya predicar el sermón de Pasión en el «Sagrado Corazón» de Chamartín,
las Siete Palabras en el del Caballero de Gracia y el sermón de la Soledad
en las Reparadoras.
Con esto y con algunas pláticas á las del Servicio Doméstico, Tercia-
rias, Damas Catequistas, «Sagrado Corazón» de la calle de Leganitos, salí
el mismo día de Pascua para Toledo, á recoger papeles y documentos refe-
rentes al cardenal Sancha y al santo obispo de Almería, D. José Orberá; y
de allí me encaminé á mi ducal palacio de Gandía.
Poco duró mi reposo: pasé luego á la próxima ciudad de Oliva á pre-
dicar un solemnísimo novenario al Cristo que llaman de San Roque, cuyos
sermones empezaban á las diez de la noche, á fin de que pudieran asistir
los labradores, que vienen algunos de muy lejos, y es preciso darles lugar
á que cenen antes de ir á la iglesia, Al mismo tiempo daba los Ejercicios á
130 hombres el P. Iñesta en la parroquia mayor de Santa María, y pude
contemplar por vista de ojos y apreciar debidamente este nuevo linaje de
predicación. Pasaba un día por delante de la iglesia, donde estaban ence-
rrados, y á unos niños que estaban jugando junto á la puerta les pregunto:
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¿Qué hay aquí dentro? ¿qué es este ruido? (se estaban disciplinando). —
Están haciendo Ejercicios, me contestaron. — ¿Y qué es esto de Ejercicios?
repliqué yo. — Y ellos dijeron con su candor infantil una verdad profundí-
sima, por estas formales palabras: Son homens que volen anar al cel.
Por lo que vi y oí pude estimar las ventajas del sistema. La primera y
principal, la edificación que dan á todo el pueblo, pues todo él participa
más ó menos de su mágica influencia. La segunda, la facilidad del coste,
como que no gastan una blanca ni en viaje, ni en manutención, que les lle-
van diariamente sus mujeres. La tercera, que no pasan por el bochorno de
vivir á costa ajena. La cuarta, que no pierden apenas jornal ninguno, sino
los cuatro precisos que duran los Ejercicios, en cuya cuenta va siempre al-
gún domingo ó fiesta. La quinta, es su continuidad á modo de batería; por-
que la primera tanda dispone á la segunda, ésta á la tercera, y por estos
pasos crece el fervor, cunde la devoción, ríndense las más protervos, y
como en las postreras se reúnen por junto los demás para la comunión ge-
neral, resulta de un efecto maravilloso. Dejo á su director y como fundador
la exposición más amplia de esta rara, al parecer, pero feliz estrategia,
cuyos frutos de bendición se van dilatando por otros muchos pueblos, á
mayor gloria de Dios.
Sin terminar el novenario (dio la última mano el P. Mur), me enviaron
á Jijona á predicar unos Ejercicios-misión, que promovieron y organizaron
las Hijas de María. El número de ellas casi se dobló aquellos días, que-
dando además fundadas las conferencias de S. Vicente de Paúl para ca-
balleros, y el Centro de acción católica, al estilo del que fundé el aiio
anterior en Avila y Castro del Río. Hoy por hoy es una institución de ma-
nifiesta utilidad y dentro de la cual caben otras muchas. Para ello, y tras
un B. L. M. á lo principal de la ciudad ó villa, se lee el programa del Car-
denal Primado acerca de este punto, en el que no hace más que interpretar
el pensamiento pontificio. Acabada la lectura, expongo (si ya no lo he hecho
en la iglesia delante de todo el pueblo, para darle más importancia), cómo
la tutela de la Iglesia, á medida que el Estado la va desamparando y acaso
franca ó encubiertamente persiguiendo, pasa por derecho divino y natural
á los seglares, y la honra y las obligaciones que de aquí les nacen. Declaro
bien esta honra, este derecho y estas obligaciones en el orden religioso,
social y político, en la forma que lo quiere el Papa, y se procede luego al
nombramiento de la mesa. Como la lista de los asistentes ya está hecha, se
van anotando en ella los que quieren pertenecer á la nueva sociedad y se
fijan las categorías de cuotas, que suelen ser dos ó tres, conviene á saber,
de una peseta, dos reales y un real mensualmente. A fin de desvanecer pre-
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juicios, asiento desde luego que aquello no es una cofradía, ni congrega-
ción, ni partido político, sino otra cosa, que no destruye ni menoscaba,
antes robustece las cofradías, congregaciones y aun partidos católicos que
haya. En unas partes hay que insistir más en la cuestión de escuelas, aquí
en la prensa, allí en los espectáculos, en otro lugar en la defensa del clero
y derechos de la Iglesia respecto de las manifestaciones públicas, en otros
en el alivio de los pobres ó en la solución pacífica del problema social.
Pero, como si los hombres no van á Cristo, veo que todo es farán-
dula, lo que les inculco es la Comunión, por lo menos, de cada mes, ingre-
sando para ello en el Apostolado de la Oración ó en cualquiera cofradía que
mensualmente vaya á recibir á Cristo, en el Sacramento de su amor. Si
esto no hacen, todo es edificar sobre arena. La procesión fué lucidísima, y
las Hijas de María hollaron con valor la cabeza de la serpiente, que no dejó
de hacer de las suyas con alguna payasada de la republicana grey. Al irme,
me daban cincuenta duros; pero como yo sabía lo que se rugía en los casi-
nos, de si había ido el jesuíta á sacar cuartos, á comerse el poco pan que
tenía el cura y otras sandeces, no admití más que lo preciso para el viaje,
cosa que edificó grandemente y nos dejó franqueada la puerta para ade-
lante.
A mi tránsito por Alcoy, di el retiro mensual al clero y á las Esclavas,
y regresé á Gandía.
Ya era hora. Siervo y hermano en Cto.,
IHS.
Juan M.^ Sola, S. J.
CARTA 3.^
Valencia y Julio de 1911.
Muy amado en Cto. P. Planas: De Gandía á Cádiz. A principios de
Junio ya me tiene V. en la Santa Cueva gaditana, fundación del marqués
de Valde-Iñigo, hoy centro de operaciones de los Padres de la Compañía.
Nuestra antigua iglesia con su magnífico edificio-colegio, sirve hoy á la
mitra de seminario conciliar.
Comencé por un Triduo muy solemne, que en la misma Santa Cueva
celebran al Corazón de Jesús los caballeros del Apostolado; pues ya sabe
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usted que en aquella Cueva (ó cuevas, pues son dos, una sobre otra, de
preciosa arquitectura greco-romana) no pueden entrar las mujeres so pena
de no sé cuántas excomuniones. Les declaré cómo el Corazón divino es au-
tor y consumador de nuestra fe, en el sentido de San Pablo en su carta á
los Hebreos. El primer día, cómo en Cristo y en su divino Corazón se halla
la raíz de nuestra fe, esto es, la causa material, porque toda la materia de
la fe es Cristo ó se refiere á Cristo; la causa formal, pues creo, porque
Él lo ha dicho y quiero creer por los motivos de credibilidad; la causa efi-
ciente, porque me da su gracia ya para creer, ya para querer creer, ó pía
moción de la voluntad; y finalmente, la causa final, porque la gloria de
Cristo es el fin y blanco de las obras de la fe. De aquí saqué la obligación
de abrazar la fe; de donde deduje los medios de acrecentarla y los pasos
por donde viene á menoscabarse y aun á perderse miserablemente.
El segundo día, tomando pie de las palabras de San Pablo de que no
basta creer con el corazón para justificarse, sino que es menester confesar
la fe para salvarse, declaré á mi escogido auditorio cómo el Corazón de
Jesús nos alienta á la profesión pública de nuestra fe, sin respetos ni mira-
mientos humanos. Cristo jamás se avergonzó ni avergüenza de nosotros;
¿por qué nosotros nos hemos de avergonzar de Él?
El tercero, asenté que no basta abrazar la fe, y profesarla públicamen-
te ante los hombres; es preciso defenderla, según San Judas, cuando decía:
«Os ruego que luchéis y reluchéis por la fe encomendada por Dios á los
apóstoles.» (Supercertari traditae sanctis fidei), y que á esto nos alienta
de un modo soberano la devoción al Corazón de Jesús. Ya puede V. colegir
lo que diría. Lo primero an sit, esto es, sobre la obligación de defender
nuestra fe; lo segundo quomodo sit, conviene á saber, de qué armas inte-
riores y exteriores hemos de valemos, en la defensión de nuestra fe: aqué-
llas, la oración, la predicación, la comunión (erant perseverantes in do-
ctrina apostolorum, et communicatione fractionis pañis et orationibus);
éstas, la prensa, el sufragio, la asociación robusta y bien organizada.
Pero mi ida á Cádiz no era precisamente el Triduo de la Cueva, sino
el Novenario del Corazón de Jesús en San Felipe. ¿Y qué es San Felipe?
Al leerlo en Madoz no pude contener la risa: <iSan Felipe Neri, dice él,
se estableció para congregación de estos PP. en 1672, en la extinguida er-
mita de Sta. Elena. Es una de las mejores iglesias de Cádiz, aunque pe-
queña; y cierto que en ella debiera erigirse un monumento que recordase á
la posteridad, ser ese el sitio en que los padres de la patria se reunieron
en 1811, para dar á la nación el código constitucional de 1812. En ese re-
cinto, olvidado hoy, se oyó por primera vez en España la palabra Liber-
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tad, y se concedieron á los españoles los derechos políticos de que estaban
privados.» Esto dice Madoz.
En tal recinto, pues, no cabe tratarse sino de libertad, me dije yo;
pues hablemos de El Corazón de Jesús en sus relaciones con la liber-
tad humana. Tras un breve exordio, en que expliqué las palabras de Cris-
to al P. Hoyos: Reinaré en España, etc., declaré que el reinado del
Corazón de Jesús es el reinado de la verdadera libertad. Lo apoyé con va-
rios testimonios de la Escritura, y asenté por tema del primer sermón que
el Corazón de Jesús es autor de la libertad de nuestros cuerpos en la
vida, en la muerte y en el sepulcro.
El segundo sermón fué de cómo el Corazón de Jesús nos ganó la li-
bertad del alma, presa y aherrojada con las cadenas de la culpa. Lo arduo
aquí es hacer sentir la esclavitud espiritual, mil veces más horrible que la
de los cuerpos. Eso intenté en la primera parte, reservando la segunda
para demostrar que sólo el Corazón de Jesús rompe esas prisiones y nos
granjea la verdadera libertad.
Más interesante fué el tercero: El Corazón de Jesús autor de nuestra
libertad, librándonos de las pasiones y concupiscencias.
El cuarto echó por otro camino. Probé que el Corazón de Jesús es
autor de nuestra libertad, librándonos de la servidumbre del demonio.
El quinto versó acerca de cómo el Corazón de Jesús es autor de nues-
tra libertad, librándonos de la servidumbre del error y la ignorancia;
en que hice una apología, primero, de Cristo y la Iglesia docente en ge-
neral, y luego de la Inquisición española en particular. Fué este día solemne
y como función de desagravios, ya que en este mismo sitio, como atestigua
con orgullo la lápida conmemorativa empotrada en el muro exterior, se
abolió el inicuo Tribunal de la Inquisición. Híceles que viesen por sus
ojos y palpasen con sus manos la bondad y santidad de aquel calumniado
Tribunal, disipé todos los embustes, descubrí todos los misterios, hasta que
se persuadiesen que la Inquisición fué el baluarte de la libertad española;
terminando con aquellas palabras de Granada, quien conocía esa institución
harto mejor que los liberales doceañistas: «¿Qué otra cosa es el santo Ofi-
cio sino muro de la Iglesia, columna de la verdad, guarda de la fe, tesoro
de la Religión cristiana, arma contra los herejes, lumbre contra los engaños
del enemigo y toque en que se prueba la fineza de la doctrina, si es falsa ó
verdadera?»; con lo demás que V. se sabe de memoria, del Sermón contra
los escándalos en las caídas públicas.
El día sexto presenté al Corazón de Jesucristo como libertador del
hombre, pues nos libró de la servidumbre del mundo, siendo cierto que él
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está sujeto y señoreado por el espíritu maligno. En el séptimo, que nos
libró de la esclaronia de la carne; en el octavo, de las miserias de esta
cida, por medio de la paciencia y mansedumbre, y en el noveno hablé del
Corazón de Jesús en la libertad de la gloría, rodeado de todos los es-
cogidos, libres por El y con El por siempre jamás.
Si gusta V. puede ver un compendio de todos los sermones en el Co-
rreo de Cádiz, que los traía diariamente, entresacados con bastante exac-
titud.
Pero el triunfo del Corazón divino fué la procesión final. Es de notar
que no se acostumbraba sacar al Corazón de Jesús procesional mente, pero
este año quiso salir, y salió. El mismo se encargó de allanar las dificultades
y vencer los obstáculos y facilitar la ejecución, que fué espléndida. El peso
principal cargó sobre el R. P. Castelló. superior, y el P. Cordón, director
del Apostolado. El bondadosísimo prelado, aunque al principio repugnaba
por justas razones, se vio al fin arrebatado, como todos, por aquella co-
rriente impetuosa de amor. Dicen que no se ha visto en Cádiz cosa igual
en devoción, compostura y calidad de las personas. Las andas preciosísi-
mas, obra del R. P. Castelló. las llevaban no ya gallegos, como en otras
procesiones, sino tres tumos de caballeros que se iban renovando. Las Re-
paradoras, entre ellas la sobrina del P. Tarín, al pasar por su puerta el
Corazón de Jesús, cantaron como ángeles. Las calles y balcones todos
adornados: agotóse toda la cera en las cererías. Hasta la plaza de San An-
tonio presidió el R. P, Superior; pero allí se presentó de repente el señor
Obispo con dos prebendados, y adorada la sacra efigie del divino Cora-
zón. formó otra presidencia y nos acompañó hasta la iglesia. Aquí echó una
valiente alocución, á la que siguieron cánticos y vivas á granel. No conté
los que comulgaron por la mañana de manos del Sr. Obispo; pero cierto que
no bajarían de mil y quinientos.
¡Quiera el di\ino Corazón descuajar de raíz el árbol maldito del libe-
ralismo plantado en San Felipe, que frutos tan amargos ha producido estos
cien años para nuestra patria infeliz.
Sier\"0 en Cto.
IHS.
Juan M.^ Sola, S. J.
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CARTA 4.^
Valencia y Agosto de 1911.
Mu\' amado en Cto. P. Planas: De la ciudad de Hércules me trasladé
á más correr á la villa del oso y del madroño, á platicar el Triduo de reno-
vación á las Madres Reparadoras de la calle de Torrija y del Fomento.
Despachado lo cual, á gloria del Corazón de Jesús, me \ine á Valencia al
solemnísimo novenario que tiene todos los años la Pía Unión de los Cora-
zones de Jesús y de Mana, establecida en nuestra iglesia.
En El Mensajero de Bilbao y en el opúsculo-catálogo se habló de ello
lo bastante; y no es menester le diga á V. sino que desde el día primero vi
henchidas de gente las tres naves y el espacioso crucero de La Compañía.
El día último, hubo cinco mil comuniones. Sólo faltó lo que más gustó en
Cádiz y dejó en aquella ciudad indeleble y sabrosísimo recuerdo, ima so-
lemne procesión. Esperemos, ello se andará.
De Gandía pasé en Julio á Sarria, y lo que hice en ese colegio durante
los meses del estío. V. lo sabe, indeclinable compañero de glorias y fati-
gas. La congregación provincial de Agosto y los Ejercicios de Septiembre
vinieron á interrumpir mis tareas literarias, ó más bien, á cortarlas de un tajo.
Porque, trasladado á Valencia para formar parte de la Casa profesa,
acometí desde luego los ministerios apostólicos: y el día 14 de Septiembre
salí de la capital valentina en compañía del P. Torrents á dar misiones en
los pueblos que había de \isitar el Sr. Arzobispo. Bien se portaron Bétera,
Moneada y Godella, sobre todo Bétera, que aun conserva huellas muy hon-
das de la antigua piedad. A principios de Octubre fui á Museros con el
P. Palacio, donde dimos la misión con fruto regular. El día 9 hallábame ya
en Agullent. donde una congregación de sacerdotes seculares tiene desde
el siglo xviii. fundada por los Padres de la antigua Compañía, una casa de
Ejercicios. Los di á unos treinta, y tres días se disciplinaron ó nos discipli-
namos de lo lindo, á la antigua usanza. El 17 del mismo Octubre me tiene
usted en Calatavad, donde se dio la famosa misión, cuyo relato no cabe en
los términos de esta epístola, harto estrecha, pero que le en\iaré á V. si ya
no lo hacen, los adalides de aquella jomada, PP. Zugasti, Miqueleiz y
Recolóns.
No fué menos variado y provechoso el Xo\iembre, que lo repartí en-
tre las Madres Católicas, unos Ejercicios á los seminaristas de Valencia y
la misión de Benaguacil con el P. Fe. rís. En ésta quedó fundado el Centro
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de Acción Católica, la Conferencia de S. Vicente de Paúl para hombres y
la Congregación de niños y mozos debajo de la bandera de la Inmaculada.
Hubo tres comuniones generales bien nutridas. El día último por la tarde
prediqué y di la bendición papal en la plaza desde un balcón. El triunfo se
debe á la Virgen de Montiel, que bajamos de una ermita y presidió la mi-
sión desde el cuarto día en adelante. Es pueblo grande y antiguamente de
muy cristianas costumbres. Hoy anda bastante maleado, á causa de su ve-
cindad y trato con Valencia.
¡Qué impresión sentí tan lastimera al llegar á la Casa de Ejercicios de la
Purísima! Vi á mi tocayo de apellido, P. Prudencio Sola, puesto en el últi-
mo trance. En mis brazos, puede decirse, expiró aquella misma noche. No
había á la sazón en casa más sacerdote que yo. Fué el apóstol de «San Se-
bastián» (barrio de Cuarte), y conocía todos sus escondrijos. Cuando la
peste del 85, hizo maravillas de caridad. Salvó á innumerables apestados no
sólo la vida del alma, sino del cuerpo, á causa de sus conocimientos en
física y medicina. Hasta que se constituyó la nueva parroquia, puede ase-
gurarse que el único vicario de <:San Sebastián» era el P. Prudencio. De
día y de noche siempre estaba á punto para asistir á los enfermos, y á fin
de facilitar la asistencia había dispuesto una cuerda que iba á dar en la
campanilla de su cuarto. El Ayuntamiento le condecoró con la cruz de Be-
neficencia. Falleció el 22 de Noviembre, y llevamos su cadáver á nuestro
panteón del cementerio general.
Resta Diciembre, que lo repartí entre las provincias de Alicante, Va-
lencia y Lérida. Prediqué primero la novena de la Purísima en Novelda,
novena instituida por la misma Virgen, según es voz y fama en la ciudad.
Pues cuentan que apareció la Señora á la tía Paula hace unos 40 años y la
dijo: «Novelda se salvará si todos los años celebra una solemne novena-mi-
sión á mi Concepción sin mancha; pero con la condición precisa, añadió,
que han de predicarla los Padres de la Compañía.» Desde entonces no ha
dejado de celebrarla nunca, y á esto se debe por ventura, que Novelda sea
un oasis de piedad al lado y en cotejo de las poblaciones vecinas. Además
del sermón de mañana y noche, tomé por mi cuenta á los niños, y con una
misión de cinco días los dispuse á la primera comunión. Eran quinientos los
que comulgaron el día último, en la tercera de las comuniones generales de
aquel día. Enviamos un telegrama á Su Santidad, quien se dignó contestar
muy cariñosamente.
Dos lances curiosos ocurrieron con intervención y arte de los republi-
canos, que en todas partes se creen ya dueños del campo: pero esta vez no
contaron con la huéspeda.
19
Solían acudir en pelotón cada noche y se colocaban al pie del pulpito y
no lejos de la puerta lateral. Para prevenir ocurrencias, subí al pulpito de
enfrente, con que verlos mejor y contener con mi mirada cualquier osadía.
Una noche de poco se desmandan; pero la presencia de los jaimistas, que
fueron apercibidos, los tuvo á raya. Mas otra tarde en que éstos no vi-
nieron, entraron los gansos de la república, y lo mismo fué comenzar yo á
predicar que rebullirse ellos, pero sin chistar ni abrir la boca. Advertidos
que estuviesen quietos, que si no los echarían del templo, no hicieron caso.
El sacerdote que allí estaba toma al más travieso de la chusma para lan-
zarlo á la calle; mas el muy ladino se dejó caer en tierra dando un grito es-
tentóreo que retumbó en las naves del espacioso templo. Ya puede V. ima-
ginar la que allí se armó de gritos, ayes, carreras, rotura de catritos,
desmayos y todo el acompañamiento de semejantes escenas. Yo imperté-
rrito en mi sitio, procurando calmar la tempestad. Lo logré dando otro
grito de: ¡silencio! y entonando el himno mariano. El juez que estaba allí
tomó al criminal y lo encerró en la cárcel. Era un empleado del aj'unta-
miento. La función continuó, si bien con algún sobresalto, que poco á poco
fué desvaneciéndose, y la novena siguió pacíficamente su curso hasta su
conclusión el día de la Inmaculada. Se entabló la consiguiente querella, y le
han salido cinco años de presidio.
El otro lance fué más gracioso, pero altamente instructivo. Desde el
segundo día dije, que el que tuviese alguna duda acerca de lo que iba pre-
dicando, viniese á casa donde sería recibido con toda cortesía y quedaría
satisfecho, ó me lo entregase por escrito. Nadie se presentaba. Insistí en
que yo ni provocaba ni rehuía el debate, porque sólo quería el triunfo de la
verdad y la salvación de las almas. Mas he aquí que el día 7, víspera de la
Inmaculada, recibo un anónimo, firmado por varios republicanos. No hice
caso; pero, terminado el último sermón, dije: «Señores, antes de bajar de
este pulpito, he de notificarles que he recibido un anónimo, que no he leído
ni quiero leer. Si por ventura llega á vuestros oídos el nombre de sus auto-
res, decidles que los jesuítas no contestan á anónimos, porque entendemos
que el escribir anónimos es indigno de caballeros y más de cristianos.» Bajo,
y se me presentan tres republicanos en la sacristía, pidiendo audiencia para
un debate. Acepté. Llaman á otros tres. Les exigí como condición previa,
que sólo había de hablar uno, el más ilustrado que ellos designasen, guar-
dando los demás alto silencio. Señalaron á un mozalbete de bigote ralo,
barbilampiño: y después de saludarle cortesmente: < ¡Con que V., le dije,
es el designado para llevar la voz en este debate! ¡Cuánto me alegro en
departir con V. hasta poner la verdad en su punto!»
20
Porque, á mi entender, Padre mío, no conviene, en general, rehusar
esas controversias, cuando uno está cierto de la victoria. De otra suerte se
envalentonarían lo increíble, con daño inmenso de las almas, en especial de
la gente sencilla. Suelo, en estos casos, consultar el jparecer del Sr. Cura y
de las personas más adictas á la Iglesia. La tal disputa es mejor se efectúe
en la casa parroquial, y no dejar al contrario la elección del sitio. El llevar
la controversia á las columnas del periódico tiene la ventaja de poderse me-
ditar mejor las respuestas, y la desventaja, entre otras, de que se eterniza
la disputa y, como va la objección sin la respuesta inmediata, es más fácil
el escándalo. He notado que sólo provocan cuando saben casi de cierto que
el otro no aceptará; con que se prometen de antemano el triunfo y lo vocean
después estrepitosamente. Esto me acaeció el año anterior en Alicante.
Muy ufanos andaban antes de que yo aceptase la discusión en su periódico,
á que me provocaron doce horas después de partido de allí; mas en el punto
en que escribí aceptando el reto, se callaron como muertos, y ni aun excita-
dos por el diario católico quisieron imprimir mi carta ó cartel de desafio.
Volví á los dos meses á Alicante, se les avisó que lograsen la ocasión: mas
ellos no se dieron por entendidos. Lo dice San Ignacio: son flacos por fuer-
za y fuertes de grado, esto es, valientes con los cobardes, pero cobardes
con los valientes.
Cuando ha ocurrido uno de esos lances, que no se puede excusar, tres
condiciones les pongo: La primera, que callen todos, así enemigos como
amigos (pues de éstos ha de haber más, si cabe, que de aquellos), por ma-
nera que no muestren ni su aprobación ni desaprobación. La segunda, que
el contendiente preguntador no pasará á la segunda pregunta sin que yo
haya contestado ampliamente á la primera. La tercera, que el vencido que-
dará á disposición del vencedor, cuanto á la satisfacción más cumplida ó
publicación de lo sucedido, por la prensa, etc. Guardo, asimismo, otra cau-
tela, á saber, no quedarme á la defensiva, sino tomar cuanto antes la ofen-
siva y apremiarlos á que definan los términos de la cuestión. Y como no
saben definir nada con exactitud, de ahí se toma ya pie para acorralarlos
y confundirlos públicamente, y que en adelante no hablen de lo que no
entienden.
Esto, digo, cuando vienen de mala fe; entonces hay que humillar su
hinchada soberbia que se yergue altiva contra Dios y su santa Iglesia.
Cuando vienen con 'sencillez y deseo de la verdad, conviene decírsela lla-
namente, acomodándose á su capacidad y tratándoles con entrañable amor
y confianza, y esto no en público, sino privadamente, ó cuando más con
dos ó tres juntos. Así me acaeció en Cartagena con dos socialistas, á quie-
21
nes tocó Dios el corazón á las primeras de cambio, y se confesaron muy
bien y contaban maravillas del predicador, acompañándole á la estación y
escribiendo al General que le dejase en su ciudad; y años antes, en la mis-
ma población, con cuatro masones que querían disputar conmigo, y yo los
fui repartiendo y hablando á cada uno á su aire, con que á todos los gané
para Cristo.
Volviendo pues á Novelda, estaba yo sentado con mi amigo Sr. Azo-
rín y los seis republicanos en pie, frente por frente, esperando el fin de
aquel duelo á muerte.
—¿Qué se le ofrece á V.? dije á mi interlocutor, que estaba azorado,
trémulo y sin color.
—Que V. ha hablado de Castelar, y eso de hablar de los muertos...
Efectivamente, á propósito de la Virginidad de Nuestra Señora recor-
dé á los antiguos herejes; y al tra tar de los modernos cité al autor de las
Mujeres célebres, donde y en otros pasajes, la niega audazmente y hace
escarnio de ella.
—Pero diga V., caballero, ¿ha leido V. las obras de D. Emilio? La Re-
volución religiosa, Savonarola, Caloino, Lulero, La Reacción ó Ig-
nacio de Loyola, Las Mujeres célebres. La Virgen María, La cues-
tión de Oriente, La...
—No, señor, no, señor, respondía medio tartamudeando á cada pre-
gunta mía.
—Pues ¿cómo se atreve V. á defender á Castelar, sin haber saludado
siquiera sus escritos? ¿Y V. es el más ilustrado de los republicanos de
Novelda?
Y levantándome de súbito: — Vayanse Vds. de aquí, les dije con ente-
reza, y después de estudiar, vuelvan y hablaremos.
Corridos y cabizbajos se fueron más que de priesa por la puerta excu-
sada de la sacristía.
El 10 de Diciembre ya estaba predicando en Valencia en el Colegio de
Nuestra Señora de Loreto coram Antistite, y el 1 1 en las Reparadoras,
en la función anual del Magisterio, presente también el Excmo. Sr. Arzo-
bispo. Al siguiente día comencé unos Ejercicios á los sacerdotes y comuni-
dad del Real Colegio de «^Corpus Christi-i>, que vulgarmente decimos «El
Patriarca»; el 20 celebramos los funerales del R. P. Tarín, que costeaba la
familia, y después de predicar el 21 el panegírico de Sto. Tomás, en la pa-
rroquia de su nombre, partí el 23 á la ciudad de Lérida. Allí fui, llamado
de su venerable Obispo, á predicar el octavario del Santo Pañal del Niño
Jesús, que celebra en la catedral la Cofradía antiquísima de este nombre,
22
restaurada en nuestros tiempos y reducida á nueva forma. El Prelado asis-
tió todos los días. No recuerdo con puntualidad el orden de los sermones,
pero sí que prediqué sobre las lágrimas del Niño Jesús. Tomando por
fundamento las Obligaciones de los Cofrades, ceñidas á siete artículos,
confirmaba en la primera parte alguna verdad dogmática y tocaba en la
otra un punto moral, ó viceversa, con que se robusteciese la fe y se en-
mendasen las costumbres de mis nobles y generosos ilerdenses. Parece no
les disgustó la predicación, según se vio por el fruto; pues confesó el Pre-
lado que no había visto ningún año tantos hombres ni en los sermones, ni
menos en la comunión general. Visité por caridad á todos los religiosos,
corazonistas, mercedarios, capuchinos, que lo agradecieron in Domino;
platiqué á todas las monjas, consolé á los pobres del santo Hospital, y di
una conferencia sobre el arte de la predicación á los alumnos del seminario,
donde me hospedaba; y con esto se cerró para mí el año de 1910 á las ori-
llas del Segre, habiéndolo comenzado en las del regio Manzanares.
Fuera de las correrías apostólicas, dos cosas me han atareado este año:
la Congregación mariana del vMagisterio Valentino» que fundé en 1904,
en el jubileo y á honra de la Inmaculada Concepción, y la publicación de la
Patrología de Otto Barderhewer, que acababa de traducir del tudesco.
Del Magisterio hablaré á V. en otra ocasión, si Dios se sirve dármela. De
la Patrología quiero decirle á V. dos palabras, y me despido. Tomé este
trabajo (que no es liviano verter 800 páginas tamañas de un alemán enre-
vesado), no tanto por las instancias del editor, como por el consejo y alien-
tos de nuestro M. R. P. General. Y ¿por qué no decirlo? porque, era mi
deseo de ayudar á la restauración de la elocuencia española, y persuadido
que el mejor medio para formar predicadores son la Escritura, los Padres y
la oración, como dicen nuestras Reglas, de suerte que, coeteris paribus, á
más oración, á más Padres, á más Escritura, más alta y soberana elocuen-
cia y mayor fruto en las almas, y sin Escritura, sin Padres y con poca ó
fría oración, poquísima elocuencia; propuse en mi ánimo facilitar á mis her-
manos y allanarles el camino. Para la Sda. Escritura, expuse, en el volu-
men litografiado que V. conoce, al profeta más elocuente del Testamento
Viejo, Isaías, y con la poca luz que el Sefíor me daba, fui desentrañando la
materia y la forma de sus admirables canciones. Respecto de los SS. Pa-
dres, creo haberles dado la clave con esta versión de Barderhewer, la me-
jor que se ha escrito en nuestra época. Yo bien sé que los españoles hemos
de agradecer al cielo el gozar de tantos ascéticos y predicadores de los si-
glos de oro, que no ceden en teología, ni en primores de estilo, ni en cono-
cimiento de las Escrituras, ni en fuego de la salvación de las almas, ni aun
23
siquiera en número, á los santos Padres de la Iglesia. Pero ¡ay! inopes nos
copia fecit. He aquí por qué compuse en mis juventudes el v-Séñeri Espa-
ñoh; ya que no teníamos acá ningún autor que aventajase en el arte de
perorar á las muchedumbres al Cicerón de Italia en el siglo xvii, lo tras-
planté á España y quise infundirle la opulenta savia de nuestros áureos
escritores.
Cierro la presente pidiendo con lágrimas al cielo nos envíe varones
apostólicos, que tanta falta hacen, y encomendándome una vez más en
sus SS. y OO.
Siervo en Cto.,
IHS.
Juan M.'"^ Sola, S. J.
MISIÓN DE CALATAYUD
POR LOS PP. MIQUELEIZ, RECOLÓNS, ZUGASTI Y SOLA
Del m al 31 de Octubre de 1910
Garta del P. Juan M." Sola al P. Pedro Planas
Muy amado en Cto. P. Planas: A no instar V. R. con santa importu-
nidad, se quedara sin una mala reseña la misión de Calatayud, una de las
más preciosas y edificantes que se han dado por ventura en nuestros tiem-
pos. Y aun esta relacioncilla, que le envío, será harto ruin, por culpa de
V. R. Si me la hubiera sacado á raíz del suceso, cuando los pormenores
están frescos en la memoria, las impresiones vivas en el alma, el vértigo y
tropel de otros negocios aun no han llegado á enseñorearse del corazón ni
arrebatado tras sí todas las energías, hiciéralo entonces menos mal. Pero,
después de diez meses, ¿quién va á hacer memoria de tantas cosas, si ape-
nas recuerda uno lo que hizo ayer?
Dé, pues, por cosa asentada que, si bien diré verdad, mas no toda la
verdad: dijéranla mejor mis compañeros de glorias y fatigas; quienes ya
que callan, séame lícito hablar á mí y encomiéndenme á Dios.
Mi primera diligepcia fué buscar acá almas fervorosas que rogasen al
cielo y atrajesen de allí gracias y bendiciones que eran bien menester para
dar feliz remate á la ardua empresa. Porque estoy muy persuadido, de que
ni la elocuencia de los sermones, con ser un medio importantísimo y de te-
jas abajo necesario, ni el buen ejemplo de los predicadores, que lo es mucho
más sin comparación, ni la aureola con que entran cuatro jesuítas y la fuer-
za moral que ejerce en un pueblo la presencia de misioneros apostólicos de
la Compañía de Jesús, sino la gracia de Dios es la que triunfa, y ésta la
recaban las almas puras que nunca faltan, mayormente en los monasterios.
El día 19 de Octubre fui yo solo á Calatayud, á recorrer el terreno y
disponer la misión. Fui recibido por el M. L Sr. Vicario general, autor pri-
25
mario de este movimiento, y los señores párrocos de la ciudad. Después de
estudiar con ellos las fuerzas de uno y otro bando, sectarios y católicos, en
los círculos, prensa, manifestaciones, municipio, etc., acordamos los puntos
generales de la santa Misión, hora de entrada, templos en que había de te-
nerse y conferencias más á propósito. Y como hay allí, ¡bendito sea Dios!
seis conventos de clausura, á todos pedimos oraciones, y en alguno de
ellos la hicieron continua desde aquel punto, remudándose día y noche, por
horas, en la presencia de Jesús sacramentado.
Todo había de ser necesario en aquella campal batalla contra el infier-
no. Los republicanos, desfachatadamente irreligiosos, tienen allí, hace más
de veinte años, un diario. La Justicia, que se imprime cabalmente en nues-
tro antiguo «Seminario de nobles», frente por frente de nuestro también
antiguo Colegio, hoy parroquia de San Juan el Real. El termómetro moral
de los pueblos, nos lo da indefectiblemente el periodismo; de donde, lo pri-
piero que hago al poner el pie en cualquiera de ellos, es averiguar el nú-
mero y calidad de las publicaciones periódicas que allí entran, con la nota
del cumplimiento pascual entre los hombres. Por horrores y miserias que
uno oiga al principio, no debe maravillarse, como no se maravilla el médico
de ver muchos y graves enfermos en la sala de un hospital, sino poner toda
la confianza en Dios, cuyo brazo no se ha abreviado aún ni enflaquecido.
Salí muy esperanzado; y viendo á mi partida el escudo de Calatayud, San
Jorge, á caballo, sin estribos, una lanza de banderilla con cruz en la mano
derecha y arriba esta leyenda: Augusta Bilbilis, me encaminé á Zaragoza
á juntarme con mis compañeros, encomendándome en el camino al glorioso
Mártir, vencedor del infernal dragón, y á la falange de jesuítas que, en
mejores siglos, vivieron en aquella ciudad y la santificaron con sus vir-
tudes.
El día 20 ya estaba otra vez en Calatayud con los PP. Eustaquio Mi-
queleiz y Juan Bautista Recolóns. Nos hospedamos por breves horas en las
Capuchinas, esperando allí la de entrada, que había de ser atardecido. Co-
mimos, conferenciamos, llegó de Madrid el P. Juan Antonio Zugasti; y con
un tiempo apacibilísimo, entró la santa Misión. Nos acompañó todo el clero
(no las autoridades; al menos oficialmente) y bastante pueblo. Fuimos en
derechura á la colegiata mayor de Santa María, donde el P. Zugasti anun-
ció la Misión y designando las espaciosas iglesias del Santo Sepulcro y San
Juan, capaces de contener millares de personas, señaló para la primera á los
PP. Zugasti y Recolóns, y para la segunda á los PP. Miqueleiz y Sola.
Cuentan los católicos bilbilitanos con un periódico diario El Regional,
que lleva ya siete años de publicación. Muy antes de venir los misioneros,
26
iba allanando, como buen Precursor, los caminos de la gracia; y el jueves
20 nos saludaba con este fervor y galantería: «Bienvenidos seáis, infatiga-
bles obreros del Señor; Calatayud os recibe llena de júbilo, y su católico ve-
cindario espera ansioso el manantial inagotable que ha de brotar de vues-
tros apostólicos labios, para refrigerar la sed de sus espíritus y dar paz
santa á sus conciencias. Que vuestra labor produzca abundantes frutos de
virtud y perseverancia, para gloria de Dios y provecho de nuestras almas.
El Regional en nombre del pueblo fiel bilbilitano, os saluda efusivamente
desde sus columnas, deseando que os sea grata la estancia en esta ciudad,
hidalga por ser aragonesa y religiosa por su historia.» La Justicia no
chistó.
La misma noche del 20 rompimos el fuego. Auditorio más que regular.
Por la madrugada á las cinco tuvimos el acto acostumbrado sólo en San
Juan, bien concurrido. El mismo día, jueves, y los dos siguientes, fué la
Misión de los niños, por el P. Miqueleiz, que rebosaba de alegría (y no era
para menos) viendo delante de sí á dos mil quinientos niños, pendientes de
sus labios, y repitiendo, con especial afinación, los cánticos que les enseña-
ba, mayormente aquel tan gracioso: «Venid, niños, al sagrario— Jesús
aguardando está — Y al mirar á tantos niños — Sin duda se reirá.»
Es mucho de advertir, que los maestritos oficiales se negaron, casi
todos, á traer á los niños á la santa Misión; y aunque intervino el Sr. Al-
calde, no se dieron por entendidos. Lo más que logramos fué que les dejasen
venir, concluida la hora reglamentaria. ¡Pobres niños! Después supimos
que la primera autoridad jugaba á dos manos, y no tenía valor para po-
nerse de frente á la fracción republicana. Pero ¿quién pone vallas al mar?
Los chicos ó no iban á la escuela, ó bien, oyendo la campana de la Misión,
se escapaban disimuladamente, ó sin disimulo, de la clase.
Desde el primer día hubo en San Juan ensayo general de cánticos, á
las tres de la tarde; pues no ignora V. R. que ellos son la vida y alma de
toda buena misión. El director y maestro de capilla fué, como se cae de su
peso, el P. Miqueleiz.
El domingo 23, día de triunfo para Cristo, de rabia y coraje para el
diablo. Además de los actos ordinarios de la Misión, hubo desde luego este
día Rosario de la Aurora, solemnísimo, con unas 800 personas. A las 8 co-
munión general de niños, que ya comulgan, y á las 10 y media la grandiosa
procesión infantil. Lucían todos una medalla prendida al pecho y en la mano
su correspondiente bandera: la de las niñas de azul y blanco, la de los niños
de los colores nacionales. ¿A dónde irá tan regocijada muchedumbre? Al
oeste de la ciudad, sobre una colina de yeso muy escarpada, ábrese el real
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santuario de Ntra. Sra. de la Peña. Su origen, dicen, se remonta á la pri-
mitiva Iglesia española, antes de la persecución de Diocleciano. Arruinado
por el transcurso de los tiempos, lo reedificaron los bilbilitanos en el siglo
xiii; y á principios del xv, los reyes Don Martín de Aragón y Doña Blanca
de Luna lo erigieron en colegiata real y lo dotaron con pingües rentas, que
bastaban y sobraban para un cabildo de un prior, un tesorero, un chantre,
un limosnero, seis canónigos y cuatro racioneros. En el siglo xvii se trocó
en convento de clérigos menores; hasta que los franceses lo derribaron en
gran parte, y de su antiguo templo de exquisita arquitectura gótica no
queda en pie más que el crucero.
Allí fuimos, cruzando la ciudad, entre cánticos y vivas, y allí acudie-
ron con la gente menuda casi toda la granada. Imposible entrar en la er-
mita. Aquellos batallones infantiles se fueron colocando en varias eras
ordenadamente, de una banda niños, de otra niñas, las andas y peanas en
medio. Los espectadores ocupaban la falda y cima de los vecinos cerros.
Impuesto ya el silencio, calladas las bandas, habló el Padre de los niños,
como llamaban al P. Miqueleiz; tras él, subidos sobre una mesa, recitaron
sendas poesías al Niño Jesús y á la Virgen de la Peña, dos alumnos de los
Hermanos Maristas, y en aquellos momentos solemnes el Padre les echó la
bendición, según el ritual, «Z)e benedictione puerorumy>. Entonces, el Pa-
dre Recolóns, subido á aquella improvisada tribuna, arengó primero á los
niños, luego á los padres, con voz tan potente, que se le oía muy bien de
todas partes, y aun percibieron algo los que estaban en los collados próxi-
mos. La Virgen de la Peña le asistió: pocas veces le he visto tan afortunado.
Este acto nos dio la victoria: Calatayud era nuestra, mejor dicho, de
la Virgen de la Peña. Las iglesias desde aquella noche, si no rebosaban
(porque son inmensas), estuvieron constantemente llenas y con devoción y
ansia crecientes. El fruto se echó de ver en el rosario matutino. Los cen-
tenares de asistentes se convirtieron presto en millares; y los buenos Her-
manos Maristas, que tuvieron la curiosidad de contarlos, me dijeron que
pasaban de cuatro mil, en cuya cuenta entraba lo más pulido y principal de
la ciudad. Un vuelo general de campanas anunciaba el acto antes de rayar
el alba, y ¿quién podía resistir al ímpetu y golpe de la gracia? Preguntada
una señora achacosa y principal que ¿cómo iba tan de mañana? Respondió,
«que si fuese á las dos ó tres de la madrugada, iría de la misma manera, y
que si los Padres la mandasen pasar el Jalón (por cierto que venía bien
crecido), sin duda lo pasaría».
Otra señal de la victoria de la Virgen, fué la saña de la serpiente.
La Justicia, no muy justamente por cierto, puso el grito en el cielo, por-
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que salíamos tan de mañana, é increpaba duramente al Sr. Alcalde que tal
desafuero consentía. Como éste no hiciera caso, enviaron una exposición
de quejas al Gobernador civil de Zaragoza, no ya sólo contra nosotros y
los curas y beatas, sino contra el propio Alcalde. Gracias á Dios, tampoco
el de Zaragoza dio oidos á sus lamentaciones. Quedábales sólo el derecho
de pataleo. Al pasar por casa de alguno de ellos, se contentaban con aso-
mar por el balcón ó puerta sus narices y echar alguna blasfemia ó patocha-
da soez. A los católicos, que ya no podían irse á la mano, les decíamos que
no, que aguantasen hasta el último día.
Acaeció una mañana que amaneció lloviendo. Sin embargo de eso, las
campanas á tocar, y la gente á San Juan. Cuando creíamos que no acudi-
rían los vecinos, notamos la iglesia llena. Acordamos que las mujeres reza-
sen el santo Rosario dentro y que los hombres diesen una vuelta, pero
corta. Decirlo el P. Miqueleiz en el pulpito y exclamar las mujeres á una
voz: «Nosotras las primeras, nosotros las primeras», fué todo uno. Al oir
el vocerío, me echo á la calle con el Cristo y tras él todo el golpe de hom-
bres y mujeres, con gran orden y compostura, como si no lloviese. La Vir-
gen de la Peña se apiadó de nosotros. Apenas estuvimos en la calle, cesó
la lluvia y la procesión pudo seguir su carrera. Esta la fuimos cambiando,
para que todo el vecindario tuviese parte en la fiesta matinal. ¿Y sabe us-
ted por qué en este día de la lluvia se alentaron tanto los católicos? Por-
que á no salir nosotros aquel día, los republicanos se hubieran regodeado y
dicho burlonamente y estampado en su papelote: «Ya lo decíamos nosotros;
Dios no quiere ese culto, ni gusta de esa monserga matutina».
Desde el lunes 24 dimos nuevo rumbo y más vuelo á la Misión gene-
ral, incorporando á ella otras misiones á estados particulares: á los niños
que aún no habían hecho la primera Comunión, el P. Miqueleiz en San Juan
por la mañana; á las señoras, en la misma iglesia por la tarde, el P. Reco-
lóns; conferencias á los caballeros en Santa María, el P. Zugasti; item á
los sacerdotes en la capilla ó sagrario de la misma, el P. Sola. Estas mi-
sioncitas duraron tres días: las conferencias á los hombres, cuatro: y ver-
saron acerca de la divinidad de Cristo, de la Iglesia, sobre la acción social
y sobre la prensa. Hubo también dos días de plática para las criadas, y una
para las Hijas de María. Tampoco descuidamos los conventos y casas reli-
giosas, platicando en todas ellas y alentando á cada una á la perfección
propia de su sagrado instituto. A la cárcel y hospitales les cupo su ración;
y no dejamos sin algún remedio ninguna necesidad. Porque, harto sabe
V. R. que la misión es una red barredera, y en esa universalidad de acción
consiste gran parte de su maravillosa eficacia.
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Esta se mostró en las confesiones y comuniones. Para dar á la misión
el último toque, creímos conveniente la presencia del Sr. Obispo, que acce-
dió gustoso á nuestro requirimiento. El jueves 27 hubo, pues, la comunión
general de niños de siete años ó más, que iban á comulgar por primera vez.
La recibieron de manos de su amantísimo Prelado, convenientemente dis-
puestos por el P. Miqueleiz. Pasaban de 700, y tras ellos comulgaron como
300 adultos, padres ó parientes de los niños.
Hubo dos notas simpáticas, este hermoso día. La primera fué, el tele-
grama enviado á Su Santidad en nombre de esos venturosos niños y firma-
do por Su lima., haciendo protestación de su fe á la Iglesia y de su amor á
Jesús sacramentado; y la otra, que muchas familias pudientes de niños de
primera comunión, invitaron á su mesa á un niño pobre, con que se dobló
la alegría de la casa y de los pobres.
De la comunión de este día quedará muy cara memoria en Calatayud,
«Aquellos 700 niños y niñas (de primera comunión), decía El Regional,
que, cual tiernos capullos que abren sus hojas á la vida, recibieron el pan
de los ángeles de manos de nuestro limo. Prelado, eran otros tantos ánge-
les que Dios enviaba á la tierra, para consuelo, delicia y guarda tal vez de
sus respectivas familias.
»Las lágrimas que los padres de estas tiernas criaturas derramaron, al
verlos acercarse á la sagrada mesa para recibir con pureza de alma al que
es Pan de vida y Fortaleza de los hombres, eran como gotas de cristalino
rocío, que los purificaba ante los ojos del Altísimo, lágrimas y suspiros que
recogería la Virgen María, para depositarlos á los pies de su divino Hijo,
Jesús.
»De sus angelicales bocas (continuaba) salían sin cesar himnos de glo-
ria y cánticos de alegría, los cuales se confundirían en las celestiales man-
siones con el Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos, que los co-
ros de arcángeles y serafines sin cesar elevan al Eterno.
»Todo, hasta en sus menores detalles, convidaba á las más agradables
impresiones; pues de tal modo había preparado á los niños, en tan pocos
días, el infatigable misionero de la Compañía de Jesús, R. P. Eustaquio
Miqueleiz, que por su piedad, compostura y recogimiento, parecían perso-
nas mayores con la inocencia de seres angélicos».
No acabó ahí la función de los niños de primera comunión. A las once
y media tuvieron en Santa María su segunda parte. Allí renovaron las pro-
mesas del Bautismo, y el P. Miqueleiz, desde el pulpito, los consagró á to-
dos al Sagrado Corazón de Jesús. Luego, una niña recitó con admirable en-
tonación y sin igual soltura unos versos preciosos, consagrándose todos los
30
pequeñuelos á María Inmaculada. El P. Miqueleiz les hizo después varias
preguntas, á que contestaron los niños con todo el fuego de su alma vir-
gen; y por fin subió á la cátedra sagrada Su lima., diciéndoles una elocuen-
te y sencilla plática. Se terminó entonando el coro el salmo Laúdate pue-
ri, intercalando en cada versículo bonitos cánticos en alabanza del Señor.
El viernes 28 fué extraordinario por otro estilo. Fuera de los actos de
la mañana, se celebró la función del perdón, precedida de una procesión ó
Via Crucis por toda la ciudad. Es de saber, que hay en Calatayud mucha
devoción á un crucifijo de talla, que llaman el «Cristo de Ruzola», y recibe
culto en las Capuchinas. Trazamos, pues, de acuerdo con el Prelado, lle-
varlo procesionalmente y rezando el Via Crucis desde su iglesia á la Co-
legiata del Santo Sepulcro, y que aquí, recogida toda la gente, se cele-
brase el perdón. Había de dársele carácter de procesión de penitencia.
Sin hacer, pues, caso de la fiera republicana que daba sus rugidos, se hizo
todo muy bien. Al otro día pudo exclamar El Regional á usanza perio-
dística, pero con fundamento en la verdad: «Grandes, sublimes, verdade-
ramente sorprendentes han resultado todos los actos organizados por los
PP. Misioneros; pero la procesión del Via Crucis, que anoche recorrió las
calles y plazas de nuestra ciudad, rayó en los límites de lo imponderable, y
por ello no encontramos palabras con que alabarlo...
» Contar el número de fieles que acompañaron al milagroso crucifijo de
Ruzola, que precedido de las peanas de La Cruz á cuestas y La Dolo-
rosa fué trasladado del convento de Capuchinas al «Santo Sepulcro», es
pretender lo imposible; bastando con decir que las devotas que iban enfilas
llenaron completamente esta colegiata, capaz de contener más de 6,000 per-
sonas.
»Acto seguido, y después de colocadas todas las imágenes en el pres-
biterio, subió á la cátedra sagrada el R. P. Zugasti, pronunciando un elo-
cuentísimo sermón de perdón, que enterneció los corazones de los numero-
sísimos oyentes.
»A1 final dio la bendición á los fieles el limo, y Rvdmo. Prelado.»
Por la noche, de nueve á diez, fueron sonando en Santa María, en
San Juan y el Santo Sepulcro las campanadas, llamadas del Perdón, en
que los que tienen injurias que perdonar ó de que se les perdone, van á
pedir el perdón en nombre y por amor de Jesucristo.
Al otro día, sábado, salió el Rosario matutino del «Santo Sepulcro» lle-
vando á las iglesias el milagroso Cristo. El concurso fué superior á ningún
otro día: el orden admirable. Llegados á Capuchinas, como la gente no cabía
en la iglesia, se les predicó en la plaza, el P. Miqueleiz desde el balcón del
31
Capellán y el P. Sola desde una mesa colocada junto al Cristo, en el um-
bral mismo de la Iglesia. El momento más tierno en que todos lloraban fué
al entrar el Cristo en Capuchinas; pero las lágrimas de pena se trocaron en
lágrimas de gozo al ver que el Cristo, vueltas las espaldas, tornaba el rostro
verdaderamente divino á la devota muchedumbre, y que en esta postura se
quedó durante toda la misa.
Celebráronse, con todas, cinco comuniones generales. La del domingo
23 para los niños; la del jueves para los de 1.^ comunión; el viernes la de
las Hijas de María y solteras; la del sábado para las señoras casadas y viu-
das, y el domingo 30 para los hombres, las cuatro últimas administradas por
el Sr. Obispo. No pude saber á. punto fijo el número de hombres comulgan-
tes, que son los que dan la medida del fruto de la Misión; pero me dijeron
que no bajó de 700. El Boletín eclesiástico, hablando de este particular de
las comuniones, dice: «Todas estuvieron concurridísimas, especialmente la
última, en la que se dejaron ver hombres que hacía años no se acercaban á
recibir este alimento de salud y vida eterna. No es fácil precisar con exac-
titud el número de comuniones; en el sentir de muchas personas, no han ba-
jado de siete mil los que en estos días han robustecido su alma con la sa-
grada comunión.»
«El fuego del divino amor, continúa el Boletín, había prendido en el
corazón bilbilitano, y sólo faltaba ocasión oportuna para manifestarse al
exterior. El concurso que acudió al Rosario de la Aurora llamó la atención
de creyentes y de incrédulos; mayor todavía fué el que asistió á la proce-
sión del Via Crucis: pero no ha habido acto, ni hay memoria de tiempos
pasados en que se haya hecho profesión de fe como la de este día (domingo
30 de Octubre).
»Por esto bastó una irreverencia por parte de un mal educado, para
que todo el pueblo prorrumpiera en / Vivas al Smo. Sacramento!, ¡vivas
á la Religión!, vivas... cual jamás habían escuchado los instigadores de
aquel pequeño incidente.
»Pero, lo que la pluma no puede describir, es la escena conmovedora que
tuvo lugar al aparecer la Custodia en la plaza del «Santo Sepulcro». Todos
los concurrentes que llenaban la plaza y parte del templo, como movidos por
un solo resorte, prorrumpen en vivas y aclamaciones, en aplausos y vítores,
que duran varios minutos, enterneciendo el alma y elevando el corazón.»
El lance que toca tan á la ligera el Boletín, lo expone así El Regional:
«Al pasar el Santísimo por la entrada de la Rúa, se suscitó un pequeño in-
cidente, que ni siquiera queremos calificar. Los actos cobardes se despre-
cian, aparte de que dio motivo para que se presenciara en nuestras calles
32
el acto más viril y emocionante de cuantos han tenido lugar en esta religio-
sa población. Al ver los católicos ultrajado el Sacramento, todos se precipi-
taron para defenderle y perder la propia vida, si eso hubiera sido menester.
Momentáneamente resonó de todos los labios un estruendoso: ¡Viva el San-
tísimo Sacramento! no cesando j^a las aclamaciones y vivas durante el tra-
yecto que recorrió la procesión.
«Entrada sublime. Todavía se nos llenan los ojos de lágrimas, al re-
cordar la sublime, la triunfal entrada de Jesús Sacramentado en la colegiata
del Santo Sepulcro.
»Cuando apareció el canónigo D. Ramón Pérez en las puertas del tem-
plo, con la custodia en sus manos, un imponente grito de entusiasmo resonó
potente en las bóvedas del templo, dando todos vivas al Sacramento y llo-
rando muchos de emoción. Era que veían volver al Santuario al que mo-
mentos antes había querido ultrajar el infierno, y que no lo consintieron de
ningún modo los valientes soldados de la fe, ¡Momento hermoso, emocio-
nante, digno sólo de una ciudad creyente, de un pueblo enamorado de Jesús!
»¡Bien por los católicos bilbilitanos! así es como luchan los que sienten
de veras en sus corazones las consoladoras doctrinas de la Religión,
«¡Adorado sea el Santísimo Sacramento, y sea por siempre bendito y
alabado!
» Actos como el de ayer honran y glorifican á un pueblo y ponen de mani-
fiesto los grados de su fervor religioso. Que siga así siempre esa hermosa
unión entre los católicos, y nada podemos temer de las iras del infierno.
»Un herido, a consecuencia del incidente ocurrido, fué herido con
un palo á la cabeza un republicano, al que condujeron, para su curación, al
hospital. Los dos disparos que se oyeron no causaron por fortuna ninguna
desgracia...» Hasta aquí la cita de dicho diario.
Pero el incidente fué más grave que todo eso. Mucho antes se rugía
por la población que habría algo aquella tarde, y por esta razón tiene más
mérito el acto de asistir casi todo Calatayud á la procesión, mayormente
las señoras que no ignoraban el riesgo que corrían. Los católicos, cansados
de sufrir tanto desmán, tenían ganas de pegar. Pasó casi toda la procesión
por delante del casino ó casinos republicanos, y no hacían éstos más que in-
sultar á las señoras. Al llegar el Santísimo (diré lo que yo vi) noté que los
republicanos de viso estaban en los balcones y la plebe de entre ellos en las
aceras, sombrero calado y en ademán insolente. Puede V. imaginar la im-
presión que causaría tal vista á los católicos. Invitados á descubrirse, se ne-
garon los sectarios. De aquí el trabarse de palabras, y luego de puños y al
instante de palos y tiros. Hubo momentos de horror: parecía el día del jui-
33
cío. Como la calle estaba muy lodosa, los músicos y gente de la procesión
buscaban las aceras, invadidas por los republicanos, que al fin tuvieron que
ceder y rendirse. Los mal heridos, los apaleados fueron todos ellos: nos-
otros no tuvimos ni uno. A un republicano le magullaron la cabeza, de
suerte que me dijo el facultativo del hospital: «Fulano, tiene á lo menos por
quince días»; á otro le rompieron las quijadas y le saltaron dos ó tres mue-
las. Y gracias á los Padres Misioneros que contuvieron á los católicos en
sus bélicos arranques. Las señoras no se mostraron menos belicosas.
A las ocho de la noche hubo velada en el Círculo Católico. Tras la
sinfonía del quinteto, habló el presidente D. Justo Navarro, y al hacer alu-
sión á lo sucedido aquella tarde, el auditorio prorrumpió en vivas á Jesús
Sacramentado. «Ocupó después la tribuna (decía El Regional), el R. Pa-
dre Juan Antonio Zugasti, el cual empezó diciendo que jamás se olvidaría
de Calatayud, y que mientras durara su vida, tendría presentes á los va-
lientes católicos bilbilitanos, no borrándose nunca de su imaginación la im-
ponderable escena que admiró á la entrada de Jesús Sacramentado en el
«Santo Sepulcro», acto que conmovió su corazón, porque nunca lo había
presenciado.
»Entrando luego en materia, explicó de un modo admirable la organiza-
ción que debe dárseles á los Círculos Católicos de Obreros, si éstos han de
responder prácticamente á las necesidades sociales de los presentes tiempos.
»Su discurso fué un trabajo admirable, que premió con grandes aplau-
sos la concurrencia.
»E1 Rdo. P. Juan M.''* Sola habló también de los Círculos Obreros,
pero basándose en el espíritu puramente católico, que debe ser el sello de
todas sus obras; pues de lo contrario perderían el carácter que estas aso-
ciaciones deben desde luego tener. Se extiende, con este motivo, en atina-
das consideraciones, con gran claridad y elocuencia expuestas, que le va-
len igualmente una nutrida salva de aplausos.
» Terminó tan hermoso acto, cantando un coro de obreros el valiente
himno «Firme la voz, serena la mirada», cuyas bélicas notas fueron oidas
con entusiasmo».
El lunes á las diez y media fué en Santa María la solemne misa de Ré-
quiem en sufragio de todos los difuntos, en que predicó la oración fúnebre
el P. Miqueleiz.
En el mixto de la tarde salían para Zaragoza los PP. Zugasti, Mique-
leiz y Recolóns, tributándoles Calatayud una cariñosa despedida. Yo me
quedé aguardando el tren de media noche que me había de llevar á Valen-
cia; y para no perder tiempo, prediqué aquella tarde en el Convento de
3
34
religiosas benedictinas, en la función del Jubileo solemne extraordinario,
concedido por Pió X.
El fruto de la misión no ha sido pasajero. En 24 de Agosto de 1911
me escribía el M. I. Sr. Vicario General D. Valentín. Marco: «La saata Mi-
sión ha dado sus buenos resultados que se pueden observar: 1 ." Por la ma-
yor frecuencia de los Santos Sacramentos; 2.° Por la facilidad con que se ha
cumplido en esta población lo dispuesto por Su Santidad sobre la comu-
nión de los niños; 3.° Por el entusiasmo con que los católicos han secunda-
do toda iniciativa que tuviese por objeto dar testimonio de nuestra fe y
religiosidad: y finalmente, por el respeto y prudencia que los republicanos
vienen observando desde aquella tarde famosa. Los balcones de su casino
han estado cerrados- en todas las procesiones generales que han pasado por
allí, sin excepción alguna, y en las calles hemos visto con complacencia,
que han desaparecido los espectadores cubiertos, que antes menudeaban
más que en otras partes. Esto último es tan notorio, que siempre que he-
mos tenido procesiones, se han hecho comentarios, relacionando esta co-
rrección y prudencia con lo sucedido en la Misión». Esto me dice el Muy
Ilustre Sr. Marco.
Lo que acaeció en las Cortes, cuando la interpelación de Nougués so-
bre los sucesos de Calatayud y lo que habló calumniosamente de los misio-
neros, máxime del P. Recolóns, y de cómo le contestó D. Gabriel Maura,
diputado de Bílbilis, ya lo recordará V. R. Lo que no sabrá, ciertamente,
son las coplas que allí se cantan con alusión á aquella tarde famosísima:
«Si vas á Calatayud
Pregunta á los radicales,
Qué mano tan dura tienen
Los picaros clericales».
Y aquella otra tan bonita que, diz, cantan en el Rosario de la Aurora:
Viva el Rosario,
Viva María;
Vivan los palos
Del otro día.
Ruegue V. R. por su affmo. H." y S. en Cto.
JHS.
Juan M.^ Sola, S. J.
COLEGIO MÁXIMO DE TORTOSA
(CASA DEL JESÚS)
MISIONES DEL P. RAMÓN VENDRELL EN ORAN
DURANTE EL AÑO 1911
Cartas del mismo Padre al P. Pedro Planas
CARTA 1.^
Santa Bárbara de Helat, 26 de Febrero de 1911.
R. P. Pedro Planas, S. J.
Mi muy amado en Cto., P. Planas: Ya que me queda un poquillo de
tiempo disponible, tomo la pluma para decir á V. R. algo de estos mis tra-
bajos apostólicos en el África francesa, de verdad «térra deserta et invia
et inaquosa» en el orden espiritual y moral, no así en el orden material,
que está bien poblada de míseros españoles emigrados y de árabes y kabi-
leños que trabajan con aquellos ó guardan los ganados, y también de no
pocos judíos que explotan y estrujan á todos. Los franceses son los menos
en número; los hay muy buenos, otros muy malos, aunque lo peor es el go-
bierno que veja y oprime á la Iglesia. Hay por todas partes muy buenas
carreteras y caminos vecinales, y los caminos de hierro lo cruzan todo.
Puesto este pequeño prenotando, paso á decirle á V. R. algo de mi
viaje y principio de esta misión que está en la mitad.
El 12 salí de Pinell, donde dimos una misión con el P. José Carreras, el
cual se quedó para la conclusión é inauguración de la cruz de la Santa Misión.
Embarcado en Alicante el 16 de Febrero en El Turia, antes de las
nueve del 17 comenzamos á ver distintamente el monte, el castillo y el
santuario de Sta. Cruz, todo español; luego á Mers-el-Kébir, donde desem-
barcó el gran Cardenal Jiménez, que dicen los franceses, Cisneros que de-
cimos nosotros, y por fin la extensa y hermosa Oran con su grandioso puer-
to aun en construcción, uno de los i^ás frecuentados del Mediterráneo.
36
Aunque muy mareado, dirigí un saludo y súplica á la Virgen de Sta, Cruz
por mí y mis africanos. Eran más de las diez cuando desembarcamos: un
moro me tomó la maleta: no me detuvieron en la Aduana y andando, con el
moro delante, me dirigí á la parroquia de St. Sprit para decir misa, que no
quise perder.
El venerable P, Lauriol, anciano misionero que fué de Siria, me recibió
con gran caridad, pues el P. Superior estaba fuera dando misiones. Dicho
P. me ayudó la misa, y al concluir de dar gracias llegaron los otros PP. y
el H. Ramón Rodríguez, tortosino; dimos el abrazo y comí con ellos. ¡Qué
buenos y atentos todos con el P. Español! ¡qué caridad, gracias á Dios y á
la Compañía!
El 18 del pasado mes fui á Mers-el-Kébir para principiar la primera
misión, según la lista que me habían enviado á España. Con gran pena me
dijo el Sr. Cura que no se podía dar la misión en Mers-el-Kébir en este
tiempo de Carnaval; que los españoles, para los que iba, estaban como lo-
cos con sus ensayos de bailes y cantares de Carnaval; que ni ellos acudi-
rían, ni dejarían asistir á los demás. Bien puede V. R. figurarse la pena
que sentí; ¡bendito sea Dios! dije; no me atreví á insistir y pensé ir con la
misión á otra parte. Telegrafiamos al Sr. Cura de St. Denís du Sig aunque
no estaba en la lista y contestó que para más tarde sí; pensé en ir á Arzen,
villa muy buena, donde se hizo mucho el año pasado. Con estos pensamientos
me volví á Oran, al P. Charles S. J., que me animó mucho, y me acosté con
la pena y cuidado de á dónde iría á trabajar. Por fin me determiné seguir
la lista que tenía y el 19 á las cinco y media tomé el tren para Sta. Bárbara
de Helat. Llegué antes de la seis y media y recorrí el pueblo. Apenas había
alguna puerta abierta; me fui acercando á la iglesia y en la plaza vi á una
mujer anciana, que por el traje y semblante me pareció española. «Oiga usted,
buena mujer, le dije, ¿hará V. el favor de decirme dónde vive el Sr. Cura?»
— «Ahí en esa casica solica vive», me contestó. Llamé y me dijeron que el
Sr. Cura no se había levantado todavía. Al recibirme le dije á lo que iba,
que aunque no estaba avisado ni él, ni el pueblo, si no había inconveniente
principiaría la misión el mismo día. Le expliqué lo de Mers-el-Kébir; me dio
á entender que en Helat no había cosa especial por los carnavales, por tanto
que en la misa mayor lo anunciaríamos y luego por el pueblo, y que por la
tarde reuniría á los niños y confiaba en el Señor que no faltaría gente.
A todo se avino el bueno de D. Carlos Domblides, francés gascón de lo
mejor que pueda hallarse. Deseaba mucho la misión y así la aceptó con
tanto gusto. Casi la totalidad de la población católica es española; algunos
valencianos que tienen haciendas y lo pasan bien, otros almerianos y no
37
les va mal. Delante mismo de la casa de Mr. le Curé veo un alcacilar (al-
cachofar) hermosísimo, comparable con los de Almoradí ó Dolores, que es de
un almeriano. El pueblo es regular, muy bien situado en una extensa llanura
á una hora de tren de Oran. Fué al principio castigado de paludismo y hay
grandes plantaciones de eucaliptus: pero han desecado una laguna que lo in-
festaba, desviando el agua de las avenidas y utilizándola para el riego, y hé
aquí una población saneada. La tierra es muy feraz, están los sembrados
muy buenos, aunque algo atrasaditos. Tiene un triste recuerdo y reciente
para los españoles. El 31 de Julio de 1910 hubo cerca de la estación un cho-
que de trenes en que murieron más de 20 personas, gran parte segadores
españoles que volvían con sus ahorrillos á España. Murió uno de Redobán
(Orihuela) que tenía siete hijos pequeños en España; otros eran de Callosa
de Segura, de Cox, etc., todos invocaban á la Virgen del Carmen; algunos
se salvaron como por milagro, pasando casi todo el día entre las maderas
de los vagones. El Sr. Cura fué á auxiliar á los que pudo y los que murie-
ron están enterrados en el cementerio del pueblo, á donde he ido á rezar-
les (R. I. P.)
Volviendo á la misión, fui á decir misa y encomendarla al Señor. A las
nueve dijo el Sr. Cura la mayor según costumbre, con poca gente, y les
anunció mi llegada y el objeto de la misma. Dimos luego una vuelta por al-
gunas calles del pueblo yendo de casa en casa á saludar y convidar á los
españoles. Todos se mostraban contentos de ver á un P. de España que les
hablaría en su lengua.
Después de comer volvimos á dar otra vuelta por las demás calles del
pueblo y todos se mostraban atentos y contentos. Los moros y judíos, que
son bastantes, nos miraban con alguna extrañeza, mas con respeto; sobre
todo los moritos respetan mucho y quieren á todos los morabuts ó morabi-
tos, así llaman á los sacerdotes, y las moras se echan todo el manto cuando
ven á alguno.
A las cuatro tocamos para la misión de los niños y acudieron en gran
número. ¡Qué bulliciosos é inquietos son! Les enseñé á cantar: «Sálvame,
Virgen María», etc. y fueron el mejor anuncio de la misión. A las ocho tu-
vimos el acto general y hubo un lleno de iglesia que el Sr. Cura no había
visto nunca. Sea Dios bendito por todo.
Los días siguientes hasta hoy hemos tenido los mismos actos con igual
concurso; la atención muy grande. A la misión de los pequeños han asistido
una judiita. Rene, y una morita, Fátima, que al salir de la escuela iban con
las cristianas á la iglesia y cantaban como ellas: «Oh María, madre mía» y
«Sálvame, Virgen María.» Ayer se confesaron niños y niñas desde la edad
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de 7 años. No son malos, si no fueran tan ignorantes; no tienen ellos toda la
culpa, ni sus padres, pues obligarles á aprender el catecismo en lengua no
propia de ellos, es cosa imposible para andaluces. Les hice aprender: «¿Cuán-
tos dioses hay?», «Personas», «¿Quién es Jesucristo?», «¿Por qué murió el
Señor?» y «¿A quién recibimos en la Comunión?» Se confesaron y hoy han
comulgado 84. Hemos hecho la procesión de banderitas desde la iglesia á
casa del Sr. Cura y vice-versa.
Concluyo, que va larga. Seré más corto otra vez. Saludos al Padre
Rector y demás PP. y HH. de las dos casas. De V. R. siervo en Cto.,
JHS.
Ramón Vendrell, S. J.
CARTA 2.^
St. Denis-du-Sig, 13 de Marzo de 1911.
R. P. Planas.
Mi muy amado en Cto., P.: El 26 de Febrero escribí á V. R. desde
Sta. Bárbara de Helat, estando en la mitad de aquella misión; ahora voy á
darle cuenta del hermoso final de la misma y de la de Mers-el-Kébir, que
ayer terminé, con pena del Sr. Cura y del pueblo, que la querían más lar-
ga. Laus Deo.
En Helat fué siguiendo la misión de la gente mayor, siempre con tanto
concurso y apretones, que fué preciso impedir que los niños acudiesen para
dejar lugar á los grandes. Por la misma razón y por alguna otra, dijo el
Sr. Cura á unas judías que no acudiesen, que no había lugar.
El domingo de Carnaval tuvimos la misión por la tarde, pues, aunque
pocas, había algunas máscaras, y por la noche pudieran enredar. Antes fui-
mos á saludar á Mme. de Lislle, alsaciana muy católica y muy rica que ha-
bla bien el español y es bastante españolista. Las haciendas que tiene valen
más de 6.000,000 de francos, y el año pasado, de los cereales que vendió,
sacó 60,000 francos, y da 1 ,000 de limosna al culto cada año y otras mu-
chas y buenas que da al Sr. Cura y á la iglesia. Sus trabajadores, aun los
moros, iban todas las noches á la misión. El Señor le recompense lo que
hace por su gloria.
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El lunes tuvimos el sermón del perdón de los enemigos, como lo hace-
mos en España. Hubo mucha conmoción. El día de Carnaval creyó mejor el
Sr. Cura que no hubiese misión. El miércoles de Ceniza, 1 de Marzo, misa
explicada y sermón de difuntos por la mañana. Me llegué á Oran para re-
novar el juramento contra el modernismo en manos de mi Superior Regu-
lar. Por la noche, sermón del infierno. Grande asistencia, atención y silen-
cio. El jueves día 2 vino el Sr. Cura de St. Lucien y por la tarde fuimos á
visitar las haciendas de Mme. de Lislle. Guiaba el carruaje un árabe, hijo
de madre española, que se iba á casar á los pocos días y que aún no había
visto ni hablado á su novia. Es de advertir .que aquí los padres son los que
las buscan y las compran, y se han de conformar los hijos con las que les
presentan. Una vez casados, según sus ritos, y al nacerles un hijo, no lo
pueden decir á sus padres, ni menos presentarlo al abuelo, pues sería un
gran desacato. De todo lo cual infirió el moro: «que la ley de Mahoma y la
ley de los burros eran lo mismo». Si el gobierno francés fuera como con-
vendría, creo que muchos musulmanes se harían cristianos; mas ahora está
prohibida la propaganda y más favorecido el mahometismo que el cristia-
nismo.
Por la noche fué el sermón de la confesión, para prepararlos con tiem-
po. El día siguiente prediqué del juicio universal, y el sábado del Hijo pró-
digo. Después de la bendición con el Santísimo (así concluyen los franceses
todas las funciones), hice quedar á los hombres solos para hablarles en par-
ticular. Les dije algunas palabras de loa por su asistencia, atención, etc.;
que ya se veía que eran españoles de buena ley; que eran valientes, etc.,
etc., pero quería decir dos palabras á solas á cada uno y darles un recuer-
do. Fueron entrando en la sacristía uno á uno, y la primera pregunta era:
«¿Cuánto tiempo que no te has confesado?» Muchos jóvenes de las alque-
rías contestaban: «Nunca»; y están en los veinte y más años. Otros decían:
«Desde que salí de España»; otros: «Cuando me casé», et sic de caeteris.
Les hacía contestar á las cuatro preguntas necesarias: «¿Cuántos dioses
hay?» etc., y algunas más sobre los Mandamientos, y así fui confesando
como mejor pude, hasta una cuarentena.
El día 5 terminó la misión de Sta. Bárbara de Helat, con misa de Co-
munión general á las siete y media, con armonium y cánticos en francés y
plática en español. Pasaron de 70 las comuniones, que no es poco en tierra
de África francesa. En la misa mayor, sermón de perseverancia. Les habló
antes en francés el Sr. Cura, yo luego en español, brevemente, les dije los
medios de perseverancia: Que fundasen una Congregación de la Virgen;
que el Sr. Cura les diría dos misas los domingos, una tempranito, y les pre-
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dicaría en español. ¡Dios lo haga! Al fin, bendición papal y despedida. To-
mé el tren para Oran, comí con XX. PP. y pasé á Mers-el-Kébir,
En Helat quedaron cuatro matrimonios en vías de arreglo: la gente
acudió, oyó y entendió las verdades de nuestra fe y los preceptos de Dios
y de la Iglesia. El Sr. Cura se determinó á predicar en español y celebrar
dos misas los domingos para que pudiesen cumplir todos: se ha reanimado
el espíritu cristiano que todos tienen, mas, se van acostumbrando á cierto
culto privado en sus casas, que tienen llenas de imágenes de los Santos y
Vírgenes de España, y á lo mejor meten alguna superstición del espiritis-
mo, alguna vez acuden á los hechiceros moros y judíos, que no dejan de
enredarles. Con todo, al morir todos llaman al sacerdote y quieren ser en-
terrados como católicos: bautizan á sus hijos y en general se casan como
Dios manda. Me dio mucho consuelo un joven de unos diez y nueve años,
hijo de un árabe y una española, cristiano desde pequeño, pues su madre lo
hizo bautizar, y que hizo su primera confesión y comunión con una prepa-
ración que daba envidia. Sabe bien el español y el árabe y no mal el
francés; está de criado en casa de Mme. de Lislle, y todos los días á media
mañana venía á dar lección de catecismo, que aprendió sin punto. Dos días
antes le indiqué qne ya podía confesarse. «Padre, me contestó, quiero pre-
pararme un poco más; mañana me confesaré». Así lo hizo, con un cuidado
tan grande en su media infidelidad (pues vive con su padre moro, que in-
tentó hacerle moro y se le escapó), que era para alabar á Dios. Luego co-
mulgó con mucho gusto y devoción.
Dejé encargada de enseñar el catecismo en español á una niña de Al-
mería de unos doce años, y lo sabe bien, pues se lo enseñó en Oran la se-
ñora Gracia, criada de Mr. Huertas, que es una gran catequista.
MISIÓX DE MERS-EL-KÉBIR
Llegué á Mers-el-Kébir. Saludé al Sr. Cura, que me recibió con mucho
agrado, y al Sr. Vicario; reuní á los niños y principié la misión por ellos,
que luego corrieron por todo el pueblo para decirlo á la gente mayor; y á
las ocho de la noche para todo el pueblo. La iglesia, que es grande, se llenó
por completo. La mitad de la población es de napolitanos, ó más bien de
Próscida, muy buenos católicos, á quienes me gané con algunas frases en
italiano, aunque todos entienden y hablan el español. La otra mitad son es-
pañoles, muchos crevillenters, mejores que sus paisanos de España. Fran-
ceses hay poquísimos, judío ninguno, y moros unos pocos que trabajan en
las canteras. Se tiene ésta por la mejor parroquia del obispado de Oran.
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Tuvimos la misa de misión como en España, y los demás actos como de
costumbre. La iglesia no podía contener á la muchedumbre, en gran parte
de hombres, á pesar de la lluvia copiosa que cayó alguna noche. Con el se-
ñor Vicario fui al barrio de Sta. Clotilde, á tres kilómetros de allí, casi
todo de españoles y gente de mal vivir, para convidarlos á la misión, aun-
que aceptaron pocos. Encargué á una mujer ciega española, que sabe bien
el catecismo, que lo enseñase á las niñas.
El Sr. Cura quería que la misión fuese de quince días; así lo había pe-
dido y así convenía, mas como llegaban peticiones de Sig, de Pérrégaux y
de St. Cloud, para poderles atender,- se hubo de contentar con ocho días.
El jueves tuvimos la Comunión general de los niños y niñas. Los dem*ás,
quiso el Sr. Cura que se preparasen más tiempo. Por la tarde la procesión
de banderitas, muy numerosa y ordenada. El Maire dio el permiso y le gus-
tó mucho. Es de notar que es el único pueblo donde se hace la procesión
del Corpus y otras varias, gracias á los napolitanos que hacen la ley, pues
como son muchos y están naturalizados, tienen mayoría en las elecciones y
no votan sino al que les promete verdadera libertad religiosa, con proce-
siones, etc. Si esto hicieran los españoles ¡cuánto podrían lograr!... Por la
noche el sermón del perdón como en España. Se lloró mucho: ya era menes-
ter, pues hay algunos rencores aun en gente tan buena.
El día siguiente principiaron las confesiones de gente granada y de
cuenta, aumentando el sábado, mañana y tarde. Por la noche, después del
sermón del Hijo Pródigo, hice salir á las mujeres, hablé á los hombres solos
y se quedaron muchos para confesarse: estuve hasta las doce y media.
A las cuatro bajo á la iglesia, siguen las confesiones y comulgan los que
han de ir al trabajo á las cinco; los demás á las seis: entre todos unos 200.
Llevé la Comunión á los enfermos é impedidos que confesé la víspera
(unos ocho), fui de roquete y tocando la campanilla, pues el Sr. Cura me
dio permiso para ello. De ordinario llevan al Señor ocultamente en una pe-
queña maleta. ¡Qué lástima da!
Mers-el-Kébir tiene mucha importancia histórica para España, por ser el
puerto donde desembarcó el Cardenal Cisneros para la conquista de Oran.
Tiene una rada magnífica y el puerto es mejor que el de Oran. La escuadra
francesa se retira allí por la gran seguridad que tiene en los temporales. Jun-
to al puerto están las inmensas canteras de donde sacan enormes peñascos
para hacer los bloques, que, en grandes barcazas de vapor, llevan al puerto de
Oran que aun está en construcción. Los barrenos son verdaderas minas que
llenan de dinamita; hasta 11,000 kg. y más, meten en algunos, con que ha-
t:en saltar media montaña, y alguna vez hace algunas víctimas. Allí están
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muchos centenares de españoles, mezclados con los moros; todos hacen ve-
nir á la memoria á los antiguos cautivos y esclavos, ¡Por la triste vida cuán-
to sufren! Vi también el fuerte que construyeron los españoles, restaurado
por los franceses, ahora cárcel militar. Hay una inscripción latina del tiem-
po de Fernando VI y otra en castellano, más reciente.
Concluyo, mi buen P. Planas, que también he sido más largo de lo que
quería.
Mis saludos al P. Rector y demás PP. y HH. de ambas casas, cuyos
SS. SS. y OO. mucho pido, pues se necesitan. De V. R. S. S. en Cto.,
JHS.
Ramón Vendrell, S. J.
CARTA 3.^
Miserghin, 3 de Abril de 1911.
R. P, Pedro Planas:
Mi muy amado en Cto., Padre: Ahora sí que voy á guardar la bre-
vedad, que me faltó en las precedentes. La última la escribí desde St. De-
nis-du-Sig, y ésta en Miserghin, que bien pudiera llamarse «lugar de deli-
cias», como dicen que significa su nombre en árabe, y cierto que encanta el
paisaje con su frondosidad y frescura.
Llegué á Sig el 12 de Marzo é inmediatamente fuimos el Sr. Cura y
yo á convidar, casa por casa, á los vecinos para la santa misión. Acudió
mucha gente, que se aprovechó de veras. Los niños tuvieron también su
misioncita, comulgando unos 87 y teniendo su procesión, aunque por dentro
del templo, á causa del mal tiempo. En cuanto á la misión áft los mayores,
los actos fueron los de costumbre. Hubo además Vía-crucis y pláticas á las
madres de familia y á las Hijas de María. Las confesiones muchas y muy
buenas. El total de comuniones llegó á 417: de ellas un centenar corresponde
á los hombres. Como acto final, una romería á una ermita de la Virgen, que
está en una altura no distante, á la que subimos como un millar de personas,
á las cuales prediqué de la perseverancia.
Hay en Sig muchos árabes, y vi la fiesta que celebraron el 13 de Mar-
43
zo (12 Mulud), llamada de la pólvora y de! fuego, gastando enorme canti-
dad de aquélla, pues no pararon de disparar en todo el día. Todos iban muy
limpios y algunos ricamente vestidos con albornoces bordados de oro y ri-
cos turbantes. Las niñas menores de 12 años con sus mitras en la cabeza
tan vistosas. Las que pasan de aquella edad no pueden salir á la calle sino
veladas con el manto blanco que las cubre de pies á cabeza. La gaita no
paró en todo el día. ¡Qué bullicio! Son los árabes muy locuaces, y no pare-
ce áspera su lengua, llena de gorjeos.
Después de la misión de Sig, empezé la de Pérrégaux. En ésta, como
cosa extraordinaria, es de notar lo concurrida que fué la procesión infantil
y la conmoción que produjo el sermón del perdón de las injurias al pedirlo
á sus feligreses el Sr. Bossi, Cura de Pérrégaux. La última noche de la mi-
sión fueron las confesiones de los hombres. Los hubo de muchos años. Pa-
saron las comuniones de 400, gran parte de hombres. Al sermón de la noche
acudía buen golpe de trabajadores españoles de la granja de Rocamora,
dando muy buen ejemplo á todos.
Dos palabras, para terminar la misión de Pérrégaux, sobre los moros.
Aunque es muy difícil su conversión, no deja de haber algunas. Hace poco
se bautizó uno, y otro de 15 años está en vías de eso trabajando en una
casa de cristianos y, dejado el turbante, se prepara para el santo bautismo.
La dificultad, de que vengo hablando, consiste en que el que se convierte
es considerado por los suyos como apóstata y perseguido de muerte.
Basta ya por hoy. Mis saludos al P. Rector, P. Ministro y demás
PP. y HH. de ambas casas, en cuyos SS. SS. y OO. me encomiendo. Sier-
vo en Cto.,
JHS.
Ramón Vendrell, S. J.
44
CARTA 4.'-^
Salda, 21 de Mayo de 1911.
R. P. Pedro Planas:
Muy amado en Cto., Padre: Paso por alto las misiones de Miserghin y
de Arzew por no contener cosa especial, para contar á V. R. las últimas
que di en esta larga excursión apostólica por la Orania francesa.
San Pablo de Gambetta es una parroquia nueva fundada hace cinco ó
seis años, separándola de la de St. Sprit, que tiene más de 40,000 almas.
Como está fuera de Oran, estaba muy poco atendida, así es que la gente
no aprendió el camino de la iglesia. Mr. Juliet anunció la misión con gran
diligencia, y se llegaron á contar hasta 400 personas que acudieron á oír-
me; ya fué esto mucho, pues los más no habían entrado en la iglesia desde
que estaban en Oran.
Se halla en esta parroquia el Asilo de las Hermanitas de los pobres,
que tiene 180 asilados casi todos españoles. Insinué á la Superiora si quería
que les diese Ejercicios en español, y aceptó gustosa. De modo que con la
misión de Gambetta, tenía dos actos fuertes en el Asilo, en que había de
gritar cuanto podía, pues aquellos oidos estaban algo endurecidos por la
edad y los corazones de algunos nada blandos. Al fin todos se confesaron,
y hubo algunas confesiones generales de mucho consuelo y como para mo-
rir, y no faltaron lágrimas. ¡Pobrecitos!
En Gambetta hubo unas sesenta comuniones; no son muchas, mas en
Gambetta lo poco es mucho. Los viejos del Asilo concluyeron los Ejercicios
con una muy buena primera clase por ser el día de la Virgen de África,
Patrona de la casa, y el santo de la Rda. M. Provincial. Les servimos los
dulces y el café y puros el Sr. Capellán, el Sr. Cura de Gambetta y el Pa-
dre Misionero. Una poetisa muy inspirada improvisó algunas coplas muy
propias á las Hermanitas y á los sirvientes.
De Gambetta subí á St. Eugéne, la otra parroquia, ambas extramuros
de Oran. Como el fruto de la misión del año pasado fueron dos Congrega-
ciones, una de la Virgen del Carmen y otra de Hijas de María, que han ido
muy bien, este año deseaba reanimarlas más y fundar la Asociación de los
Amigos de San José para los hombres. Los niños habían hecho su primera
comunión. El 1 de Mayo subí á la Virgen de Sta. Cruz á decir la misa y
predicar á las Teresianas de S. Luís (Catedral), que acudieron en gran nú-
mero. ¡Qué de cantos y entusiasmo, todo español! Comulgaron muchas.
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Después fui á pescar un buen peje, el padre de tres jóvenes Teresianas muy
buenas, que hacía muchos años que no se había confesado. En la calle, y
conversando con él, también fui confesando á un joven enfermo, medio pa-
ralítico, y estando junto á S. Luís, entramos para rematar la confesión.
Luego confesé á su padre, que estaba en cama de un cáncer.
En St. Eugéne tuvimos algunas reuniones con las Asociadas del Car-
men, para formar la junta, nombrar presidenta, etc. A los otros actos acu-
dió un auditorio regular. Con el deseo de dar más vida á la Congregación,
llegaron á concebir el pensamiento de hacer una ermita del Carmen; Mon-
sieur Galán parece que lo quería también; no sé si se logrará; mucho bien
haría.
El primer viernes de Mayo tuvimos algunas comuniones, y por la no-
che una pequeña función al Sdo. Corazón. El sábado entregamos las meda-
llas de la Virgen del Carmen y hubo más confesiones, algunas bien atrasa-
das: algunos á los veinte años se confesaban por vez primera. Por fin, el
domingo Comunión general por la mañana con plática. Sermón de despedi-
da y bendición papal por la tarde.
Uno de las días de la misión de St. Eugéne comí con D. José Brú, y
después de comer confesé algunos en la misma casa: muy buena familia.
Vino también un joven espiritista y le desengañé; más lo son por ignoran-
cia que por malicia muchos, y hay de ellos gran número.
El día 8 me levanté bien temprano para decir la Sta. Misa y tomar el
tren á las cinco y media para ir á la misión de Saida.
Mucho me llamó la atención ver, durante el largo viaje, todas las ver-
tientes de las montañas, que envían el agua al pantano de Pérrégaux y son
de tierra floja, tan bien empedradas que no hay arrastre de tierra ó muy
poco. Todos los alrededores del pantano, por buen trecho, están cubiertos
de bosques de pinos jóvenes, muy frondosos, y más arriba se ven los oli-
vos de los árabes, enteramente salvajes: no los labran, ni cavan, ni escar-
dan; si hay cosecha van á recoger las aceitunas, y en el campo mismo, mue-
len, prensan y sacan el aceite; ¡qué perdición! y no se lo digas, pues así
se hallan bien y no quieren más que lo que «Mulana Alá» el Señor Dios,
les manda.
En una de las estaciones había una muchedumbre de árabes que vol-
vían del mercado, y tomaron el tren por asalto. Como yo iba en tercera,
me encontré en medio de una morisma espantosa. Todos me miraban con
extrañeza y con respeto; ninguno me dijo nada. Morabiit español, oí á
uno que decía á otro. Ellos comenzaron la charla y ¡qué algarabía! Uno se
puso en un rincón, con la capucha del albornoz puesta, y medio de clucli-
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Iks-se puso en oración de cara al sol, que no era flojo. ¡Qué lástima de
gente que no sean cristranos! otro llevaba un rosario de granos muy gor-
dos en el cuello, y á lo mejor van por ías calles y caminos sin respeto hu-
mano rezando sus oraciones. Poco á poco fueron bajando del tren en las
estaciones intermedias y llegué felizmente á Saida, la feliz ó dichosa en
moro. Tiene mucha historia Saída en la conquista de Argelia por los fran-
ceses, pues la escogió el famoso caudillo y valiente caid Ab-del-Kader por
su cuartel general. Junto á Saida está el famoso «Rocher» donde tuvo su
fortaleza. Al principio fué SaVda muy pequeñita: ahora es grande, con muy
buenas calles, plazas y paseos, con más de 12,000 europeos, la mayor parte
de España. Hay también muchos judíos y moros, los cuales tienen una bue-
na mezquita con alto minarete, desde donde les avisan á voces para la ora-
ción y para el ayuno del Ramadán que guardan con mucho rigor, sin comer
ni beber, ni fumar hasta la puesta del sol. ¡Cómo nos han de avergonzar en
el día del juicio esos árabes tan fieles á su Corán! Los judíos tienen su si-
nagoga que dicen es muy hermosa, con sus tapices y adornos muy ricos; es-
tatuas no pueden tener.
La misión de Saida ha sido la más deseada y pedida con instancia por
Mr. Cholat, Cura muy celoso y deseoso del bien de los españoles. Me reci-
bió en la estación con indecible contento, tomó un carruaje y me llevó á su
casa en la plaza de la iglesia. Al llegar me dijo con mucha resolución: «Pa-
dre, no hable V. ni una palabra en francés.»— «Muy bien, le contesté; pier-
da V. cuidado.» Y es que algunos, con mala intención, habían propalado que
yo no era español de España, sino africano que quería hacer el español.
Pronto se desengañaron; lo mismo ocurrió el año pasado en St. Eugéne.
Desde luego vi que la misión, según los deseos de Mr. Cholat, había de ser
trabajosa y, aunque era la décima, si estaba cansado, no estaba rendido,
gracias al Señor, que me dio tantas fuerzas y salud. La iglesia es larga, gó-
tica y forma ecos que fatigan mucho. Había buen número de jóvenes y don-
cellas de 18, 20 y más años, que no habían hecho todavía su primera comu-
nión. Era menester prepararlos, y así, además de los sermones de misión y
la de los pequeños, de dos á tres de la tarde reunía á las mozas y por la no-
che, después del sermón, me quedaba con los mozos más de media hora. La
asistencia y atención fueron siempre muy grandes y el fruto no pequeño.
Aún lloviendo acudían. Ni faltaban judíos y judías que están muy cerca de
la iglesia, y algunos soldados de la legión extranjera, belgas ó alemanes.
Ayudaron mucho las MM. Trinitarias francesas, que tienen allí un buen
colegio muy concurrido, el cual aun no se lo han hecho cerrar, y los HH. de
las «Escuelas Cristianas» que, medio secularizados exteriormente, siguen
47
trabajando mucho. Como la misión fué de 15 días, fui combinando las ver-
dades eternas con los preceptos, y siempre hubo mucho auditorio muy aten-
ta. Al fin de la primera semana terminé la misión dfe los pequeños. En la
comunión general más de 80, con plática, y por la tarde procesión de ban-
deritas por la plaza de la iglesia y bendición de los niños. Por la noche otra
procesión con farolillos de papel, sermón y coronación de la Virgen. Fué
ésta muy conmovedora: una niña, vestida de blanco, colocó en la cabeza de
la Virgen una corona muy hermosa, cantando con voz argentina: «¡Oh Ma-
ría, Madre mía!» que repitió todo el pueblo. La iglesia estaba atestada de
gente; 1200 personas me dijo el Sr. Cura que había. Al otro día fué el ser-
món de la muerte, al fin del cual sacaron un túmulo de improviso y les hablé
del purgatorio, concluyendo todo con un responso. También lo hice en Mi-
serghin y otros puntos, y no conviene dejarlo nunca. Asimismo hicimos el
sermón del perdón de los enemigos que fué de mucho efecto. El jueves por
la tarde, con el Sr. Vicario, fui á Nazereg, anejo de Saida, y el viernes
fuimos á decir la misa y se confesaron algunos.
Como fin de esta misión, 400 comuniones: en África es mucho. Plati-
qué durante la comunión general y en la misa mayor tuve sermón de despe-
dida, sin poder contener el llanto al encomendar mis africanos á la Virgen.
Así terminó esta serie de misiones en Oran y aquí pongo punto final.
Mis saludos al P. Rector y demás PP. y HH. Siervo en Cto.,
JHS.
Ramón Vendrell, S. J.
PROCESIÓN DEL 29 DE JUNIO DE 1911
CON MOTIVO DEL CONGRESO EUCARÍSTICO DE MADRID
Y FIESTA DE LOS CENTROS CATEQUÍSTICOS
DE TORTOSA
Por ser obra, sino exclusiva, principalísima al menos, de los NN. del
Colegio Máximo del Jesús, insertamos la narración de la grandiosa proce-
sión del 29 de Junio de 1911, tomándola de El Restaurador del día si-
guiente; y á continuación y como consecuencia, la fiesta de los centros Ca-
tequísticos del valle de Tortosa, sacáirdola también del mismo excelente
diario, correspondiente al 12 de Julio del mismo año.
¡NO S' HA Vi A VIST MAY!
¡No s'havía vist may!
Esta es la exclamación que salía ayer de todos los labios ante el
espectáculo dado por los católicos de Tortosa recibiendo por la ma-
ñana á Jesús Sacramentado, Rey de. Cielos y Tierra, y llevándolo por
la tarde en triunfo por las calles de la Ciudad.
¡No s'havía vist may! Este espontáneo resumen de tan maravillo-
sos actos nos dispensa de toda ponderación, que no podría expresar-
los mejor.
Estamos satisfechos, la alegría embarga nuestros corazones al
ver que Tortosa, la Ciudad de la Virgen de la Cinta, conserva su fe á
pesar de los embates de la impiedad.
LA VÍSPERA DE LA FIESTA
La víspera se notaba ya en nuestras calles el aparatoso movimiento
que precede á las grandes fiestas populares, en las que toma parte activa
todo un pueblo animado de un solo deseo y movido de un extraordinario
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entusiasmo, avivado por el repique general de campanas anunciador de la
fiesta, y por las iluminaciones que se veían en todos los balcones la víspera
por la noche.
EL ORNATO
En todas las calles del tránsito de la procesión se trabajaba febrilmen-
te por la víspera, y en alguna de ellas fué preciso trabajar hasta las prime-
ras horas de la madrugada. Diríase que las señoritas de Tortosa rivalizaban
entre sí por ver quién batía «el record» del entusiasmo y buen gusto.
El día siguiente nuestras calles presentaban un aspecto fantástico. Tor-
tosa se babía excedido á sí misma. Es de todo punto imposible precisar cuál
de ellas estuvo más engalanada, pues fué tanta la variedad en el adorno,
que cada una de ellas reflejaba el entusiasmo de sus vecinos que habían de-
rrochado en el ornato su religioso entusiasmo y las habilidades que éste les
sugería.
En la calle de la Cruera, cerca de la escalera de la Catedral, se levan-
taba un elegante arco de follaje adornado con atributos de la Eucaristía y
gallardetes, y en lo restante de la calle hasta la de la Ciudad había mástiles
de follaje ceñidos por guirnaldas de hojas y flores, produciendo el conjunto
un vistoso efecto. La de la Cárcel y la de Cambios estaban adornadas con
palmas y arcos de follaje; la del Obispo Aznar con mástiles de follaje, y una
glorieta de flores en el medio de la calle, producía inmejorable efecto.
En la Plaza de Agustín Querol había un arco artístico con la inscrip-
ción «Los hijos de la Virgen de la Cinta á Jesús Sacramentado», además de
otros adornos de mucho gusto.
La calle d'En Carbó estaba también muy elegantemente adornada. En
la de Moneada había un derroche de adornos formados por guirnaldas de
flores que terminaban en un airoso arco con inscripciones alusivas á la Eu-
caristía. La fachada del Seminario Conciliar espléndidamente iluminada lla-
maba justamente la atención del público. En el extremo de la misma calle
de Moneada se había erigido un elegantísimo pabellón iluminado con luz
eléctrica.
La calle de la Merced, con elevados mástiles unidos por gasas y flores
y arcos en los extremos de la calle, era de las que ofrecía más vistoso con-
junto. La plaza de la Catedral estaba también adornada con elegancia, si-
guiendo el adorno de la calle de la Merced. Por último, la calle de Tablas
Viejas ostentaba igualmente adornos de follaje y de flores.
4
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En los balcones de las casas lucían las más vistosas colgaduras, y la
bandera nacional ondeaba en los edificios públicos.
Anteanoche, puede decirse que Tortosa entera se echó á la calle para
admirar los adornos y las iluminaciones. Por las principales calles, pocos
eran los balcones que no estaban iluminados.
EL GRAN DÍA = POR LA MAÑANA
Ayer, por la mañana, á las siete, era en la Catedral inmenso el número
de fieles que asistió á la Comunión general.
Dijo la misa el M. L Sr. D. Juan José Hidalgo. Director de la Cofra-
día del Santísimo; y los fervorines estuvieron á cargo del Reverendo Padre
Vendrell. S. J.. que habló en catalán. A la comunión, que duró cerca de una
hora, á pesar de ser tres los sacerdotes que repartían el Pan de los Ánge-
les, puede decirse que asistieron todas las personas piadosas de la ciudad.
Además, en las otras iglesias comulgaron muchísimos fieles que por alguna
circunstancia no pudieron asistir á la comunión general.
A las nueve celebróse en el mismo templo la misa solemne, cantándose
por la capilla de la Catedral una de las mejores de su selecto repertorio.
El M. I. Sr. Magistral predicó un elocuente sermón enlazando admira-
blemente las dos ideas propias del día, el Pontificado y la Eucaristía en este
pensamiento: las glorias del Pontificado abrillantadas por la grandiosa obra
de los Congresos Eucarísticos internacionales; excitando al auditorio para
que manifestara su adhesión al Congreso y su amor á la Eucaristía, asistien-
do á la procesión de la tarde.
LA PROCESIÓN
Resultó un acto grandioso. Nadie de ios presentes recuerda una mani-
festación semejante de la piedad tortosina, por la numerosísima concurren-
cia perteneciente á todas las clases sociales.
Nuestra grandiosa Catedral era incapaz para contener tan inmenso
gentío. Era imponentísimo el aspecto que ofrecía cuando los concurrentes
no pudiendo comprimir el entusiasmo, cantaron el hermoso himno oficial del
Congreso, que era siempre terminado con estruendosos vivas. Lo repeti-
mos: jamás Tortosa ha presenciado cosa igual.
A pesar de las dificultades, la procesión se organizó admirablemente,
porque todo estaba previsto y ordenado, y salió á la hora anunciada.
Delante iban los gigantes y la cucafera, acompañados de dulzaina y
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tamboril. Seguían después los niños y niñas de comunión, con una banda de
música; después, con sus respectivos estandartes, las asociaciones de muje-
res por este orden: alumnas mayores del Colegio de la Sagrada Familia,
del Colegio de Nuestra Señora de la Consolación y de las Escuelas públi-
cas, las Escuelas Dominicales, la Asociación de Santa Zita, Cofradía de
Santa Teresa, Esclavas, Corte de Honor y Camareras del Santísimo; figu-
rando en ellas todas las clases sociales y abundando las más distinguidas
damas tortosinas.
Seguían las asociaciones y entidades de hombres, también con sus
respectivos estandartes por este orden: Requeté y Círculo Tradicionalista,
el Patronato Obrero, la Cofradía de San José, el Apostolado de la Oración,
Gremio de Labradores de San Antonio, Cofradía de Ntra. Sra. de la Aldea,
Comisión de la Cruz Roja, Cofradía del Santísimo, el pendón principal lle-
vado por el señor Alcalde, sosteniendo las borlas el Teniente Coronel
Gobernador Militar de la plaza señor Alonso de Medina y el Diputado
provincial don Francisco Canivell; Real Cofradía de Xtra. Sra. de la Cinta,
una numerosa comisión de Padres Jesuítas, Clero Parroquial de la Ciudad,
Excelentísimo Cabildo precediendo al Santísimo y una nutrida comisión de
concejales.
Ofició de preste el M. I. Sr. Provisor dignidad de Arcipreste de la
Catedral.
Por el concurso extraordinario de asistentes, y á fin de que no se en-
contraran los extremos de la procesión antes de entrar en la Catedral, hubo
necesidad de cambiar el curso ordinario, y pasar por las calles de Reus, de
la Unión y de San Blas, en vez de pasar por la d' En Carbó. Sirva de satis-
facción esta novedad á los piadosos vecinos de la calle d' En Carbó, que no
habían perdonado medios ni sacrificios en el ornato de su calle. El Señor no
dejará de premiárselo.
Pueden formarse idea de la longitud de la procesión, los que conozcan
las calles de esta ciudad, considerando que, á pesar de haberse prolongado,
según hemos dicho, el curso ordinario, cuando el Santísimo estaba en la
calle de la Cruera, la cabeza de la procesión, ya de regreso á la Catedral,
llegaba á la calle de la Merced.
Cuando el Santísimo entró en la Catedral nohay palabras para dar idea
del entusiasmo que se produjo. Las músicas tocando la Marcha Real, las
campanas echadas á vuelo, millares de voces entonando el Himno eucarísti-
co, vivas á Jesús Sacramentado, á la Religión, al Papa... producían un con-
junto cuya impresión no se borrará jamás de nuestra alma. Vimos correr
lágrimas de emoción por muchos rostros.
52
El Rdo. D. Federico Domingo subió al pulpito y pronunció entusiásti-
cas palabras que fueron contestadas con estruendosos vivas.
Luego el M. Iltre. Sr. Provisor dio la bendición con el Santísimo á
aquella inmensa concurrencia postrada á los pies de Cristo-Re}'.
Por la noche fué muchísima la gente que paseó por las calles contem-
plando las iluminaciones, que eran aún más numerosas que en la noche an-
terior. Poquísimas eran las casas que dejaban de estar iluminadas.
Réstanos felicitar á nuestro limo. Prelado y Excmo. Cabildo, á la Jun-
ta Organizadora los M. I. Sres. Chantre y Magistral, y á los infatigables
auxiliares R. P. Arbona y otros celosísimos sacerdotes, por el grandioso
éxito obtenido.
Como, expresión fiel de los sublimes actos de ayer, no podemos menos
de exclamar, uniendo nuestra voz á las millares que han proferido el mis-
mo grito:
¡Viva Jesús Sacramentado!
¡Viva Tortosa Católica!
¡Viva el Papa-Rey!
LA FIESTA DE AYER
Solemnísima sobre toda ponderación, llegando á superar las más hala-
güeñas esperanzas concebidas, fué la fiesta dedicada ayer á Jesús Sacra-
mentado por los Centros Catequísticos del valle de Tortosa.
Se trataba de hacer un espléndido homenaje al Dios de la Eucaristía
con las flores más delicadas y perfumadas de la Iglesia, los niños, cuyas sie-
nes circunda el candor y la inocencia, colmando uno de los deseos del Cora-
zón de Cristo, expresado con el siempre grato á los oídos apostólicos: «De-
jad que los niños vengan á Mí.^
Se trataba además de manifestar la filial adhesión de los niños al Sumo
Pontífice reinante, cuyos dos grandes amores son la Eucaristía y los niños.
Ambos fines lograron realizar solemne y brillantemente los organiza-
dores de la fiesta de ayer que llamó poderosamente la atención de todo el
pueblo tortosino.
Nosotros no recordamos haber presenciado tan elocuente y tierna ma-
nifestación piadosa como la que tememos desflorar con una reseña, forzo-
samente pálida ante el colorido vivo de la realidad, y constreñida por las
exigencias de la información y el poco espacio disponible.
Por la mañana, á las siete, celebró el señor Obispo en la capilla de la
Santa Cinta, la misa de Comunión, habiéndose acercado á la Sagrada A\esa
53
unos mil doscientos de los innumerables asistentes, pues habían concurrido
al acto todos los colegios de Tortosa y varios de Roquetas y Jesús.
Los fervorines estuvieron á cargo del P. Vendrell, y los motetes fue-
ron cantados por un coro de niñas.
Después de la misa se distribuyeron entre el público infantil los bille-
tes para el sorteo de seis corderitos.
Terminado el acto, la Junta de la Catequística expidió el siguiente te-
legrama al Papa:
«Roma-Vaticano. — Mil doscientos niños Centros Catequísticos Torto-
sa, después de comulgar, preparando manifestación catequística, adhiéren-
se á la doctrina y persona del Santo Padre y le piden su bendición.— Julián
Ferrer, canónigo '>.
Por la tarde, á las tres y media, una banda de música fué á Perrerías
para recibir á los niños de Roquetas y Jesús que entraron á los sones de di-
cha banda cantando himnos y dando vivas.
A pesar de la gran dificultad que ofrecía el organizaría, se preparó con
mucho orden la procesión.
Las niñas de los Centros de Tortosa reuniéronse en la Iglesia del Se-
minario, las de Jesús en S. Antonio y las de Roquetas en los Dolores; todos
los niños se reunieron en el patio y clases del Seminario.
La procesión, que salió muy ordenada de la Iglesia del Seminario, re-
corrió la calles de Moneada, Ángel. Carbó, Lonja, Plaza Constitución,
Obispo Aznar. Ciudad y Cruera hasta la iglesia de Santiago, regresando
después á la Catedral.
Al pasar por delante del palacio episcopal, nuestro venerable Prelado
se dirigía á la Catedral y los niños al verle le aclamaron entusiasmados.
En el presbiterio de la Catedral, la procesión fué recibida por el señor
Obispo.
Asistieron unos tres mil niños, habiendo durado el desfile cerca de una
hora. Al llegar á la Catedral, que se llenó de bote en bote, con la procesión
y el numeroso público, se expuso á S. D. M. y pronunció una sentidísima
plática el fogoso orador D. Federico Domingo, quien con cálido acento de
apóstol dijo que los niños de Tortosa fueron los primeros en protestar con-
tra las Escuelas laicas de una manera solemne, y que este año, con mayor
brillantez aun, han querido ser los primeros en inaugurar en España el pe-
ríodo eucarístico. rindiendo con esta manifestación el más espléndido home-
naje á Jesús Sacramentado. Añadió, que comulgando con frecuencia sabrán
cumplir sus propósitos de ser cada día más fervorosos y ser católicos prác-
ticos como los antiguos Tortosinos.
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Después de la bendición y reserva, se cantaron himnos y dieron muchos
vivas, rebosando entusiasmo todo el público.
Tenemos la completa seguridad de que la fiesta de ayer dejó profunda
y saludable impresión en cuantos la presenciaron.
Simbolizaba la esperanza más risueña y el amor más puro, que dejarán
siempre hondas y suavísimas emociones en todo pecho en el cual haya bri-
llado, aunque no sea más que en los albores de la niñez, la luz vivificante
de la fe cristiana.
MINISTERIOS DEL P. JOSÉ CARRERAS EN 1911
Cartas del H. Escolar Salvador Mico al P. Mario Sauras.
al H. Escolar Isidoro Lonca y al H. Coadjutor José Suñol
CARTA 1.^
Tortosa, 29 de Agosto 1911.
Mi carísimo en Cto. y R. P. Mario Sauras:
Pensando estaba en escribirle á V. R. mis impresiones de viaje, cuan-
do se me vino á las manos un retazo del diario comarcano El Restaura-
dor, fecha 31 de Febrero de 1911. Era una correspondencia del Pinell,
pueblo que pertenece á la provincia de Tarragona, si mal no recuerdo.
Comienzo á leerla por curiosidad: «Ha sido ciertamente consolador,
decían sus primeras líneas, el espectáculo que ha dado este pueblo con su
comportamiento durante los días de la Sta. Misión, predicada por los RR.
PP. Jesuítas, Ramón Vendrell y José Carreras». De perlas, me dije yo
desde luego; allá en Valencia me he dejado al P. Sauras, que se alegra
muchísimo cuantas veces recibe algunas noticias edificantes de nuestros
PP. Misioneros; pues le enviaré este retazo, que él sin duda apreciará en
más que cuanto pudiera decirle de mis primeras impresiones.
Ya veré luego si les puedo sacar algo á estos buenísimos Padres sobre
sus ministerios apostólicos. Entretanto, V. R. lea esta carta, y después ve-
remos. Continúa así el corresponsal de Pinell, contando la misión:
«El recibimiento que se les dispensó (á los PP. Carreras y Vendrell)
fué solemnísimo, habiendo tomado parte en él todo el pueblo, presidido por
el Ayuntamiento y Clero. Al verles llegar se desbordó el entusiasmo, pro-
rrumpiendo todos en vivas á los PP. Misioneros.
»A1 regresar de la carretera de Gandesa, donde fueron recibidos los
PP. Jesuítas, se organizó la procesión hasta la iglesia, celebrándose ense-
guida la misa conventual.
56
«Después del Evangelio subió al pulpito el P. Vendrell, para anunciar
el objeto de la santa Misión, dar cuenta de la distribución de los actos é in-
vitar á todo el pueblo para que se aprovechara de esta gracia especial que
les enviaba el cielo.
»E1 primer acto tuvo lugar á las seis y media de la tarde, después de
rezado el santo Rosario; ocuparon la sagrada Cátedra, primero el P. Ca-
rreras, explanando el punto doctrinal, y luego el P. Vendrell, predicando
las verdades eternas al alcance del auditorio. Uno y otro, en lengua cata-
lana y estilo sencillo, con unción apostólica cautivaban de tal modo á los
oyentes, que éstos, gustosos, hubieran pasado largas horas escuchando la
divina palabra.
»En todos los actos la iglesia estaba atestada de gente, y no pudiendo
penetrar todos en el templo, eran muchos los que tenían que estar en la ca-
lle, siendo de admirar el silencio y respeto que se guardaba dentro y fuera
del templo.
»Por la mañana á las cinco y media, todos los días, después de la santa
Misa con explicación de sus misterios, el P. Vendrell recopilaba las mate-
rias del día anterior hasta las seis y media, para que los trabajadores pudie-
ran asistir sin interrumpir sus faenas.
»A las diez de la mañana acudían á la iglesia los niños y niñas de las
escuelas, acompañados de sus respectivos maestros y maestras, y el Padre
Vendrell les explicaba el catecismo con hermosos ejemplos, preparándolos
para la procesión.
»Por la tarde á las tres y media, el P. Carreras reunía á las jóvenes y
mujeres, que en gran número acudían á escucharle.
»E1 jueves á las siete y media se celebró la comunión de los niños y
.niñas, á la que asistieron muchos; por la tarde salió la procesión, que fué
uno de los actos que más entusiasmó al pueblo. Todos llevaban banderitas
y entonaban ios cantos de la Misión, acompañando á dos bonitas andas del
Niño Jesús y de la Inmaculada, llevadas en hombros de cuatro niños y cua-
tro niñas respectivamente. Todo el pueblo se agolpaba á su alrededor, sien-
do muchas las personas que derramaban lágrimas de emoción y santa
alegría.
»E1 viernes principiaron las confesiones como preparación á la comu-
nión general del domingo, en la que comulgaron más de 700 personas, en-
tre ellas muchísimos hombres, repartiéndose á cada uno un recordatorio.
Por la tarde salió la procesión para colocar una cruz en el Calvario, como
recuerdo de la santa misión, siendo conducida en hombros de los cuatro mo-
zos sorteados aquel día, que obtuvieron los números más altos, acompaña-
57
dos de todo el pueblo, siendo bendecida la cruz por el Rdo. Cura párroco,
al llegar al sitio indicado.
»A1 regresar á la iglesia y expuesto S. D. M., el P. Carreras hizo su
sermón de despedida dando las gracias al pueblo todo del Pinell por las mu-
chas pruebas que había dado de su religiosidad y honradez; nos exhortó á
seguir por la senda que habíamos emprendido, diciéndonos que él y su com-
pañero marchaban contentísimos y seguros también de que la santa misión
había fructificado en nuestros corazones y que pronto recogeríamos sus
buenos resultados. Al día siguiente tuvo lugar la comunión de los enfermos
é impedidos que no habían podido asistir á los actos de la misión.
»Antes de terminar esta reseña, no puedo menos de dar las gracias á
los Rdos. PP. Misioneros y Rdo. Sr. Cura párroco por su infatigable celo
en favor de este pueblo que veintitrés años hacía que no había tenido la
santa misión, y de un modo especial al Sr. Alcalde y demás individuos de
este Ayuntamiento, que, cumpliendo todos como buenas autoridades, han
dado ejemplo, asistiendo á cada uno de los actos de la santa misión y á la
comunión general, realzando con su presencia el esplendor de las funciones
y velando para que se guardara el mejor orden dentro y fuera del templo.
Con autoridades de esta clase es como pueden regenerarse los pueblos.
»Un contratiempo se nos presentó, que fácilmente hubiera podido des-
vanecer parte, por lo menos, del fruto de la santa misión. Además de ser el
último día el sorteo de los mozos, por lo cual muchas personas no pudieron
asistir á la comunión general, el día antes regresaban de Gandesa un señor
concejal y dos hombres del pueblo en carruaje, cuya caballería se espantó,
yéndose todos á parar al fondo del barranco, hecha astillas la tartana.
»Uno de los hombres quedó sin sentido, y los otros dos con fuertes
contusiones; pero la Providencia veló por ellos y no permitió un día de luto
en el pueblo. Fué un verdadero milagro que pudiesen después ir los tres
á comulgar oyendo la santa Misa, que mandaron celebrar en acción de
gracias.
»Como fruto de esta misión, se ha desterrado casi totalmente el vicio
de la blasfemia, y esperamos que muy pronto se formará en este pueblo una
Sociedad de Socorros Mutuos y un Sindicato, basados en un reglamento
puramente religioso, que, con la ayuda de Dios, serán un alivio para los
pobres, un lazo de unión entre éstos y los ricos, y un baluarte contra la
impiedad».
Ya ve, mi R. Padre, qué cosas tan buenas se hacen por acá! ¿Verdad
que ha pasado V. R. un buen rato leyéndolas? Pues ya sabe lo que le toca.
Una visita á la Virgen de los Desamparados á mi intención, es lo que lini-
58
camente espero de V. R. como contestación á esta carta, que deseo reciban
también como suya el P. Rector y demás PP. y HH. de ese Colegio.
Adiós. Mis saludos á todos.
De V. R. su affmo. en Cto.
JHS.
Salvador Mico, S. J.
CARTA 2.'-^
Tortosa 23 de Septiembre de 1911.
Mi amadísimo en Cto. H. Lonca: Hace un mes, poco más ó menos, que
le mandé al P. Sauras algunas noticias sobre la importante misión dada en
el pueblo de Pinell por los PP. Vendrell y Carreras y hasta casi le prome-
tía, si mal no recuerdo, una serie de cartas, en que á la vez que iría despi-
diéndome de cada uno de Vds., ya que por las circunstancias de mi salida
no me fué posible hacerlo de palabra, les comunicaría juntamente cuanto de
bueno están haciendo por aquí estos buenos Padres.
Pues bien, Carísimo, esta es la hora en que no les he podido sacar na-
da en limpio; á imitación de tantos otros celosísimos Misioneros de nuestra
Provincia, que V. mejor que yo conoce, están en su humildad tan persua-
didos de que no valen nada sus trabajos apostólicos, que al preguatarles por
el resultado obtenido, no contestan sino con ciertas frases vagas y genera-
les; y cuenta, que andan por esos mundos de Dios la mayor parte del año,
haciendo bien á las almas. Ahí van algunas pruebas de ello.
En carta del 29 de Marzo, escribía el P. Carreras desde Masriudoms:
«Lo de Tibisa fué muy bien gracias á Dios. El octavario muy concurrido.
Por dos veces hablé á los del Patronato. Se hizo algo. Los trabajadores se
quejaban, y con razón, del escaso jornal. A mis indicaciones comenzaron
todos los propietarios de la Junta á pagar desde luego ocho reales, en vez
de seis y pico que les daban. Se nombró una junta que ha reglamentado las
horas de trabajo y queda ya casi fundada una «Caja rural de ahorros y
préstamos», para los pobres principalmente. Veremos si será posible en
Mayo, reunir á toda la Junta del Patronato, para que puedan hacer unos días
de Ejercicios sistema gandiense en casa á parte. Se ha pensado ya en el
local y creo será un hecho». Hasta aquí la carta aludida.
Unos días más tarde, desde el mismo pueblo de Masriudoms, escribía
el mismo Padre acerca del triduo, que estaba dando: «Acepto el quedarme
hasta el lunes, pues el domingo quieren echar estas buenas gentes la casa
por la ventana».
«Les hago un punto doctrinal por la mañana; y otro por la noche, ser-
món del Sagrado Corazón. Ayer por la tarde un acto para las jóvenes. El
pueblo es pequeño, pero muy bueno. Hasta ahora no he visto otro en toda
la diócesis de Tortosa. Asiste todo el pueblo y creo que se confesarán y co-
mulgarán todos. El domingo por la tarde se hará la entrada triunfal de la
nueva imagen».
El 31 de Agosto hallábase el P. Carreras dando los SS. Ejercicios á la
Comunidad de Gandía, como para descansar de los que acababa de propo-
ner á otra Comunidad religiosa. Óigale cómo escribe al P. Capell, comuni-
cándole sus impresiones de un día de vacación: «El lunes al medio día ter-
miné mis ejercicios á las HH. Carmelitas de la Caridad y por la tarde el
bondadoso P. Rector me envió con el P. León á Fontilles, de donde regre-
samos el siguiente día.
»Hay que ver Fontilles para hacerse cargo de aquel cuadro horroroso
que ofrecen los leprosos y leprosas en número de unos cuarenta. Hay cua-
tro religiosas atacadas de la enfermedad. Una Hermanita de los pobres, una
Hermana de las Escuelas Cristianas y dos Franciscanas, que son las que
cuidan de los enfermos. Ninguna de las dos ha cogido la enfermedad en la
leprosería.
»La misión del buen P. Faura, es heroica y digna de una buena corona,
que se está labrando para el Cielo. Casi todos los leprosos comulgan dia-
riamente, único consuelo que puede tener el Padre en sus caritativos traba-
jos». Y el 16 de Septiembre escribía el mismo P. desde Villavieja: «El pró-
ximo domingo, haremos una fiestecita y les predicaré por la tarde. El
pueblo, á pesar de la influencia de los forasteros, se conserva bien. No fal-
tan bailoteos por aquí, pero las Hijas de María, que lo son casi todas las del
pueblo, son espulsadas de la Congregación, si bailan. Cada domingo tienen
tres solemnes rosarios por las calles. Por la mañana, el de la Aurora, para
los mozos; á las tres de la tarde, el de las mozas; y por la noche, el de los
hombres. Este último con música casi todo el año.
Ayer fui á ver al Sr. Arcipreste de Nules, Rdo. Sr. Marco, beneficia-
do hasta hace poco de Tortosa y buen amigo nuestro. Di jome tenía la pluma
en la mano para escribir á Tortosa pidiendo un Padre, para dar los Ejerci-
cios á los jóvenes de la Congregación Mariana, que celebran la fiesta de su
patrón S. Luís, el domingo día 24 del corriente. Mostró, como es natural,
60
deseos de que me encargase yo de ellos, comenzando el lunes 18. Yo le di-
je que debía ir á Villalba el 20 ó 21, para terminar el 24; y me encargó es-
cribiese cuanto antes á V. R. Desearía que pudiésemos complacer á ese
buen Sr. Cura».
No le fué posible á nuestro operario encargarse de esos Ejercicios á
los jóvenes de la Congregación de Nules, porque tuvo que marchar el 21 á
Villalba, desde donde escribía al día siguiente: «Ayer, después de nueve
molestas horas de carruaje, llegué á ésta, sin novedad. Por la noche predi-
qué mi primer sermón del triduo preparatorio con bastante concurrencia.
«Hay en el pueblo un entusiasmo nunca visto para el domingo, en que
se ha de hacer la triunfal entrada de la nueva imagen del Sdo. Corazón de
Jesús. Ha venido de Barcelona el P. Calasanz de Manresa, Capuchino, que
tendrá el domingo que alternar conmigo en los sermones, alocuciones, con-
ferencias, etc., que se anuncian en el programa. No contaba con tal hués-
ped, pero procuraré que se encargue de lo más importante, á mayor gloria
de Dios. Se preparan los vecinos para adornar las calles con ricos adornos
y se ha hecho una hermosa carroza para conducir la imagen. Procuro en el
Triduo disponer la gente para una buena comunión. Veremos si tanto pre-
parativo exterior, no ahoga el espíritu.
«El lunes, Dios mediante, me trasladaré á Tibisa, para ensayar una
tanda de Ejercicios á hombres, á lo P. Iñesta (José Luís). Creo que si lo-
gramos encerrar á un par de docenas, habremos conseguido más de lo que
podía esperarse».
¿Conque ejercicios á hombres solos y á lo P. Iñesta? Cosa buena debe-
rá de ser, á juzgar por el mucho tiempo que hace deseaba llevarlos á la
práctica por estas tierras tortosinas. Veremos en qué para la cosa.
Interrumpida desde hace unos días la presente, ahora puedo añadir á lo
que queda dicho de Villalba, las siguientes noticias, que entresaco de otra
carta recibida hoy mismo: «Terminó lo de Villalba bien. El entusiasmo del
pueblo superó las esperanzas de todos. El recibimiento de la nueva imagen
grandioso. Salimos fuera de la población y nos dirigimos hacia la capilla
donde estaba guardada; los acordes de la marcha real, las palomas soltadas,
las tracas de primera y los vivas entusiastas en que prorrumpieron al sacar
la Sta. Imagen de aquella capilla, mostraban el fervor de todos. El P. Cala-
sanz de Manresa les echó un fervoroso sermón; y la Sta. imagen colocada
en una hermosa y artística carroza, recorrió el curso señalado. En la proce-
sión figuraban más de cuarenta niños y niñas vestidos con trajes de persona-
jes del Antiguo Testamento y Santos del Nuevo. El Orfeó con sus barre-
tinas formado por más de ochenta hombres, cantó dos ó tres veces durante
61
el curso de la procesión. El batallón infantil, organizado para la fiesta, ce-
rraba detrás de las autoridades la procesión.
»En la Iglesia, expuesto el Smo. les dirigí la palabra, terminando con
el Himno al Sagrado Corazón cantado por el Orfeó y acompañado por la or-
questa. La comunión general numerosa, sobre todo de hombres. Eran las
diez de la mañana y aun estaba confesando, á pesar de haberme sentado á
las cinco, después de haber celebrado. El triduo, concurrido».
Hasta aquí las palabras del Padre, por cuya misma sencillez, podrá us-
ted juzgar de los ministerios del P. Carreras.
Y nada más se ofrece por hoy sino rogarle muy encarecidamente que
salude de mi parte á todos esos PP. y HH.
Suyo affmo. en Cto.
JHS.
Salvador Mico, S. J.
CARTA 3.^
Tortosa, 10 de Noviembre de 1911.
Mi amadísimo en Cto. H. Suñol: El hombre propone y Dios dispone.
Digo ésto, porque habiéndoles casi prometido al P. Sauras primero, y des-
pués al H. Lonca, que les escribiría otras cartas, no me ha sido posible to-
m.ar la pluma hasta el día de hoy, en que, terminadas las alegres vacaciones,
nos encontramos ya en el para mí tan inesperado curso escolar de 191 1-1912.
Si leyó mi anterior carta, pudo V. notar en ella lo bastante optimista
que aparecía el P. Carreras respecto á los ejercicios que estaba para co-
menzar en Tibisa. Pues bien, no le salieron á nuestro P. Operario del todo
fallidas sus tan halagüeñas esperanzas; óigale cómo se expresaba á 29 de
Septiembre: «Aquí hemos comenzado ya nuestra tanda de Ejercicios. Esta
tarea no resulta tan fácil como la anterior. Los trabajos preparatorios,
arduos, difíciles. Al ver el local que habían elegido, vi que no podía
arreglarse. Es un piso grande pero medio arruinado, convertido en galli-
nero y palomar, etc. Después de bien pensado, acordamos modificar la
forma de Ejercicios, que ha dado buen resultado y creo que lo que se ha
ensayado podrá ponerse en práctica otras veces.
»Hemos habilitado el primer piso de la Abadía, que es muy capaz, y
62
arreglado en él una buena capilla. Tienen los ejercitantes una sala grandiosa
páralos tiempos libres y buen huerto para pasear. Entran á las seis de la
mañana. Tenemos el ofrecimiento de obras y la primera meditación. Termi-
nada ésta, van á Misa á la iglesia y á sus casas á tomar el desayuno. A las
nueve están de nuevo en la Abadía hasta las doce. Tienen otra meditación,
plática y un cuarto de hora de lectura. A las doce van á sus casas, donde
comen y echan siesta; y á las dos y media vuelven á entrar, y no salen
hasta las ocho de la noche. Dos meditaciones, más lectura y Vía-Crucis,
Rosario y una visita larga al Smo., les ocupa toda la tarde. Algunos comen
en su casa solos y separados de la familia, y guardan muy bien el silencio
en la Abadía. Son exactos en la distribución, y no hay duda que han de
vencer más dificultades que si estuvieran del todo encerrados. Tiene otros
inconvenientes este sistema, y uno de ellos es, el que pueden f laquear; pero
creo que bien estudiado y retocado, puede dar buenos resultados; así es
como nos ha parecido más hacedero entre estas gentes.
»Hemos reunido pocos y sabe Dios lo que ha costado conquistarlos.
¡Qué difícil es comenzar tarea tan ardua! Se había trabajado; se trabajó lue-
go y trabajamos todos. Tenemos una docena constantes, que siguen pun-
tualmente la distribución. Otros, el Maestro por ejemplo, viene los ratos
que no tiene clase; el médico aprovecha algunos también. Los que los hacen
bien, me parece que sacarán buen fruto, por lo fervorosos y compungidos
que andan. A muchos les pagaban el jornal, y ni por esas han querido ve-
nir. A otro el Sr. Cura, además del jornal, le pagaba una peseta diaria,
pero asistió al primer acto y rehusó continuar...
;>Por ser el primer ensayo, me par&ce que no podemos estar desconten-
tos. Tendremos que ir redondeando la cosa y que Dios lo bendiga todo».
Pocos días después. El Restaurador se deshacía en alabanzas de
estos mismos Ejercicios y del P. Carreras, «tan apreciado, dice, y conocido
en esta región y en la diócesis.» Como prueba de que el fruto de ellos sa-
cado por estos catorce ejercitantes, ha sido sólido y verdaderamente prác-
tico, apunta dicho corresponsal el hecho de que al terminar, se formó de
entre los mismos una comisión encargada de promover y organizar otras
tandas, que desean tener en el mismo pueblo. También lo desea y muchísi-
mo el mismo P. Carreras, pero cree más acertado esperar hasta el mes de
Enero. Entonces organizará las cosas de modo que haya un verdadero plan
de campaña, imitando ya más por menudo el sistema del P. José Luís Iñes-
ta; y no solamente en éste, sino que también quiere darlos en otros pue-
blos, como Flix, Ulldecona, Villalba, etc., etc. ¡El Señor le conserve la sa-
lud y dé felicísimos resultados á tan buenos deseos y propósitos!
63
Y pues acabo de aludir al Restaurador, á él acudiré otra vez más, pa-
ra enterarle á V. del solemne Triduo y fiesta que durante los últimos días
del pasado Octubre celebró nuestro P. Carreras en Masdenverge, Su con-
testo es como sigue, quitándole apenas unas cuantas líneas: «En este pue-
blo reina el Sagrado Corazón de Jesús. Así nos lo ha dicho el P. Carreras,
después de la procesión del domingo pasado. Caldeados los ánimos por
nuestro celoso Párroco, con ansia se esperaban los días de gracia, en que
las bendiciones del cielo habían de llover sobre este pueblo, que por entero
está consagrado al Sagrado Corazón de Jesús.
»Las tres noches del triduo se llenó la iglesia de bote en bote tanto de
hombres como de mujeres, ávidos de saciar su hambre espiritual con la pa-
labra divina que de labios del P. Carreras saliera. Los tres días, hubo por
la mañana á las siete, misa con acompañamiento de armonium, á las once
catequística para los niños y niñas que en número de 150 se reunían todos
los días para honrar al Corazón Divino con sus cánticos y escuchar la pala-
bra del Padre. Por la noche, á las siete, expuesto S. D. M., se cantaban los
alabados, por el coro de jóvenes de esta población dirigidas por la inteli-
gente organista de Fregináls señorita Cinta Castélls, se rezaba el rosario,
sermón por el citado Padre, quien con palabra llena de dulzura como él sólo
sabe hacerlo, nos probó cómo el Corazón de Jesús es Corazón de Dios y
Corazón de hombre y explicó las promesas del Divino Corazón á la Beata
Margarita, acabándose todas las noches con el himno popular del Rosario
cantado por todo el pueblo, gozos y reserva.
»Si entusiasmo reinó en este vecindario durante los días del triduo, su-
bió de punto el domingo, día señalado para celebrar la fiesta en que los de
Masdenverge habían de manifestar el amor que profesan al Corazón Sagra-
do. Alegre fué el despertar de este día con el repique de campanas que in-
vitaban á los devotos del Sagrado Corazón á acudir al tribunal de la Peni-
tencia para limpiar sus almas, que más tarde habían de consagrar al Cora-
zón Amante. La misa de Comunión fué la solemne, celebrada por el virtuoso
vicario de las monjas Agustinas de Ulldecona, D. José Masip y administra-
da por los reverendos Esteller y Alambillaga. Se interpretó magistralmente
por el Orfeón de Santa Bárbara, dirigido por D. Pedro Ortélls, la de Perosi.
Ocupó la cátedra del Espíritu Santo el citado P. Carreras, quien con fácil
y dulce palabra nos manifestó el amor del Corazón de Jesús para con los
hombres y en especial para con este pueblo. A pesar del sacrificio que su-
ponía lo avanzado de la hora, recibieron la Sagrada Comunión unas dos-
cientas personas, principalmente jóvenes de ambos sexos.
»Por la tarde, cantado el rosario por el citado Orfeón, se orga-
nizó la procesión que fué digno coronamiento de la fiesta. Seguían á la
cruz parroquial los niños y niñas de la catequística, presididos por la Ima-
gen de María Inmaculada, cantando el Corazón Santo; iban dos hileras de
jóvenes socias todas del Apostolado de la Oración, con su junta Directiva,
llevando todas el escudo del Apostolado, luego una falanje de jóvenes con
velas y escudo formaban la guardia de honor al Santísimo que bajo palio era
llevado por el Padre jesuíta, cerrando la procesión nuestras autoridades
presididas j)or nuestro digno alcalde D. José Roig. Llegada la procesión á
la iglesia y ante el cuadro magnífico que presentaba nuestro templo reple-
to de gente, el Padre subió al pulpito y con el entusiasm.o propio de estos
actos nos probó cómo el Corazón de Jesús no reinará sino que reina en
Masdenverge. dando un viva al Corazón de Jesús, que fué contestado por
todo el pueblo reunido en la plazuela por no caber en la iglesia. Después de
la reserva se cantó el himno popular del Rosario por todo el pueblo entu-
siasmado.
>Durante las tres noches del triduo hubo iluminación á la veneciana en
el frontis, plaza y calles contiguas á la iglesia.
^Plácemes mil merecen, por la brillantez de las fiestas, nuestro señor
Cura Párroco, apóstol incansable del Corazón de Jesús, la Junta directiva
y todo el pueblo, que con su asistencia ha dado tan alto ejemplo de reli-
giosidad».
¿Qué tal le ha parecido á V. la fiestecita? ¿No es verdad, carísimo, que
en medio de la sencillez con que va narrada, aparece haber sido ella bas-
tante solemne? Fuélo tanto, que superó en mucho las esperanzas de su pro-
movedor. Mire, sino, cómo se expresaba á 28 de Octubre, en carta al P. Ca-
pell: «Vamos tirando, gracias á Dios. Viene mucha gente al Triduo y bas-
tantes hombres. El año pasado, primero que se celebró, no se reunieron
más que tres hombres. Veremos si logramos que vayan algunos á comul-
gar y á la procesión, cosa al parecer difícil.
^ Vamos hoy á confesar á todos los niños y niñas que se han reunido
estos días. Tienen un cura celosísimo y buenos maestros, pero la vecindad
de Amposta los hace fríos y apáticos y muy indiferentes-.
Iba á terminar esta mi ya demasiada larga carta, después de añadirle
algunas noticias domésticas, cuando hete aquí que me encuentro con una
nueva cartita del mismo P. Carreras. La escribe desde Flix, y nos la han
puesto en sitio público, para que leyéndola le ofrezcamos las oraciones que
en ella nos pide. Se la copiaré, pues, á la letra, sin comentarios de ninguna
clase.
«Mi amadísimo en Cto. P. Ministro: Recibí la muy atenta de V. R. que
65
agradecí. Sigo, gracias á Dios, bien. Ayer terminé el Novenario de almas,
y mañana. Dios mediante, concluiré los santos Ejercicios. Estos últimos días
ha sido la tarea más pesada, pues al sermón, se han juntado desde el do-
mingo, las dos meditaciones diarias de los Santos Ejercicios y la plática.
3 Si se tiene en cuenta que estamos en Flix, tan maleado por las fábri-
cas y por los lerrouxistas, que tienen medio Ayuntamiento y ahora tendrán
al Alcalde, no podemos estar descontentos del fruto. Durante el Novenario
llenábamos la iglesia, que es capaz, y á los Ejercicios acudirían unas ciento
cincuenta personas, en su mayor parte jóvenes.
'>Mañana fundaremos canónicamente el Apostolado de la Oración. Lle-
vamos inscritas doscientas socias. Las Hijas de María, que no llegan á cien-
to (Congregación que fundé hace cinco años), quedan reorganizadas y ca-
mino de hacer algo.
;>Tam.bién tenemos medio arreglada una tanda de Ejercicios á hombres,
como hicimos en Tibisa. Si logramos encerrar á los doce ó catorce princi-
pales de la villa, que están medio comprometidos, creo sacaremos mucho
fruto. Hemos visto una casa muy capaz con buen huerto y un gran salón.
Podrían comer en la misma casa y tendrían que ir á dormir á la propia.
;>E1 pasado domingo fui por la mañana y regresé por la tarde, para pre-
dicar por la noche aquí, á Ribarroja, último pueblo de la diócesis colindante
con Fayó, que pertenece á Zaragoza en lo civil y á Lérida en lo eclesiás-
tico. Prediqué por la mañana del Sagrado Corazón y por la tarde instalé
con solemnidad el Apostolado de la Oración y dejé en buen camino la fun-
dación de Hijas de María y una tanda de Ejercicios para hombres según el
método consabido. ¡Dios lo bendiga!
: Salgo mañana para Tibisa y comenzaré por la tarde los Ejercicios. El
Sr. Cura, que me escribe, dice que ha hecho mucha propaganda para los
Santos Ejercicios á jóvenes y mujeres y que hará más. Dios mediante. Si
bien este país es frío, confío que darán resultado con la gracia de Dios.
>Rueguen Vds. para que Dios lo bendiga todo y me dé fuerzas para
seguir trabajando. Aunque sigo bien, no dejo de sentir el cansancio». Has-
ta aquí el P. Carreras.
Adiós, mi carísimo H. Suñol. A todos esos buenos PP. y HH. mis sa-
ludos, y enhorabuena por el aumento de colegiales. ¡Qué exitazo el que
van á obtener Vds. durante este curso! Laus Deo.
Su affmo. en Cto.
JHS.
Salvador >Vicó, S. J.
66
P. D.— En carta posterior al H. Pablo Aguilar, se apuntaban los si-
guientes datos ó resumen acerca de los ministerios apostólicos ejercidos por
el mismo P. Carreras durante todo el año de 1911:
17 Tandas de Ejercicios. De ellas, descontada la de Gandía á los nuestros
y otras dos á Religiosas, todas las demás fueron dadas á seglares, en
los pueblos de Castellón de la Plana, Tortosa, Guiamets, Roquetas,
Tibisa, Ginestar, Alcanar, Marsá, Fatarella, Villanuevay Geltrú, Am-
posta, Flix y Ulldecona.
145 Sermones, Conferencias ó Pláticas en algunos de los puntos indicados
y además en Tortosa (Partidas de Campredó, Vinallop y Miañes), San
Carlos de la Rápita, Vimbodí, Gandía, Corbera, Gandesa y Fregináls.
6764 Confesiones y las siguientes fundaciones:
Una «Sociedad de Socorros Mutuos», en Pinell.
Dos «Apostolados de la Oración», en Flix y Ribarroja.
Una «Congregación de Hijas de María», en Guiamets.
Una «Congregación Menor y Ropero», en Ginestar.
Una «Biblioteca Popular», en Tibisa, y
Una «Caja de Ahorros y Préstamos», también en Tibisa.
CASA DE SAN JOSÉ
- (ROQUETAS)
TRABAJOS EN CATECISMOS Y EN CONGREGACIONES
DE LOS HH. FILÓSOFOS
UN CATECISMO NOTABLE EN LA VEGA DE TORTOSA
Carta del H. Antonio Guasch al R. P. Luís Adroer
Tortosa, 8 de Diciembre de 1909.
Rdo. P. Luís Adroer.
Muy amado é inolvidable en Cío. Padre: La gratitud, según el ejem-
plo del Sto. Padre, es una de las virtudes que más hemos de cultivar.
Siendo esto así, ¿cómo dejar de enterarle de nuestro famoso catecismo de
l'hort de Caries, para el cual V. R. tanto nos ayudó? No hemos olvidado
que V. R. nos regaló con generosidad inagotable medallas, estampas, li-
bros, el nuevo estandarte, etc., etc.; ni olvidaremos fácilmente el interés
que V. R. se tomaba por los cariñosos huertanos, y la admiración que le
causaba la buena correspondencia de los mismos.— «¡Se ve que respon-
den!», solía repetir V. R.
Tenemos, pues, la buena voluntad de corresponder también nosotros á
su cooperación y solicitud por esta doctrina, contándole sus progresos y los
frutos que se van recogiendo. Pero ¿cómo escribir una tan larga carta, ur-
giéndonos, por un lado el Qury-Ferreres, por otro, los Wirceburgenses y
teniendo presente el consejo de V. R. de que «Scholasticum dedecent
litterae longiores?'i> Una solución hallo que reducirá la tarea al mero tras-
lado. Dictum, factum! Transcribiré del diario las actas de la doctrina de
l'horta y... menos trabajo para mí, y mayor gusto para V. R. por beber
el agua en la misma fuente.
Comienzo, pues, la transcripción del diario, que dice así:
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«UN CATECISMO RURAL»
«Agradable debió de ser la sorpresa que los vecinos del Arrabal de
Cristo recibieron la mañanita del domingo 12 de Septiembre último. Por la
calle larga del pueblo penetraba á primera hora una alegre y lucida comitiva:
la precedía un bonito estandarte de la Inmaculada, llevado por un ataviado
campesino de las mejores casas de la huerta; otros dos compañeros suyos y
de primera comunión, vestidos también de flamante traje regional (pañuelo
de seda á la cabeza, faja de lana, diminuto chaleco, calzón corto y media
negra,) llevaban en las manos las borlas, y en los rostros la expresión de la
más viva alegría: alegría en que rebosaban los corazones de los restantes
que formaban la pintoresca procesión. Muchas de aquellas buenas mujeres,
que detrás venían, presenciarían hoy el tierno acto de la primera comunión
de sus queridos hijos. Tan grata esperanza bien podía compensar el madru-
gón que, grandes y pequeños, hubieron de tomarse; porque lucían aún
todas las estrellas en el firmamento, y ya los prolongados sones del ca-
racol marino (corn le llaman aquí) despertaba y ponía en pie á todos los
muchachos; daban prisa éstos á sus madres para que les vistiesen, y deja-
sen salir cuanto antes á recibir á los Padres. ¡Con qué satisfacción iban apa-
reciendo los chicos de las distintas masías! los cuales saludando respetuo-
samente á los PP. Catequistas, procuraban aliviarles su carga, tomando
quienes el estandarte, quienes el farolito que por el camino les había alum-
brado, otros los caracoles, otros en fin pasando á dar prisa á alguno dema-
siado entretenido en la toilette. ¡Qué alegre despertar el de aquella gente
menuda, que se anticipaba por aquel día á los madrugadores pajaritos, ya que
cuando llegamos á l'hort de Caries, apenas si clareaba, y en pocos mo-
mentos nos vimos rodeados de casi todos. Fácil negocio fué el arreglar
aquella comitiva: los muchachos con su guión delante; después de ellos las
niñas, y detrás las personas mayores, entre todos unos cincuenta, nos pusi-
mos en marcha para la iglesita del Arrabal. Por lo dicho se ve, que se tra-
taba de una fiesta de primera comunión: el contar brevemente la ocasión
de ella, y reseñar el fruto que después acá se ha seguido, es el objeto de
esta sencilla narración.
L'hort de Caries: bien saben qué huerto es éste muchos Padres que
cursaron la Teología en Tortosa; aún se acuerdan los sencillos campesinos
de los que en otro tiempo fueron sus queridos catequistas y nos preguntan
por aquellos que en sus ratos libres de los jueves les visitaban. Todavía nos
muestran los premios que en alguna rifa les tocaron ó los objetos piadosos
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que les distribuían en la doctrina. Se sigue teniendo esto en la misma forma
que antes, esto es: no todo el año, sino sólo durante las vacaciones de ve-
rano.
Los domingos á media tarde vamos tres catequistas á la granja desti-
nada ya desde muy antiguo para la doctrina, como lo indica su capillita de-
bajo del frondoso parral, y la campana arrinconada gran parte del año en
los desvanes. Una campanilla que llevábamos, servía para enterar de nues-
tra presencia á la gente; sale ésta por la carretera á acompañar á los Pa-
dres; y este año último con el nuevo estandarte que nos hizo el H, Clusella
(en el anverso, la Inmaculada sobre fondo de los colores nacionales, y las
barras de Cataluña con un letrero en el reverso), era de ver cuan regocija-
dos estaban los muchachos y los chiquitines. Porque se les hacía cantar y dar
vivas y repetir en voz bien alta las verdades del catecismo: tal vez los ca-
rreteros se paraban, y nos preguntaban qué manifestación era aquella. Lle-
gados al término, y formadas las dos secciones de niños en filas, se acerca-
ban cantando al patio, donde ya aguardaban las chicas y las mujeres, y re-
zábamos las oraciones de costumbre. En seguida, iba cada sección á ocupar
su puesto: huelga advertir que de sillas y bancos hacíamos poco uso. Cada
cual se acomodaba lo mejor que podía, unos sobre el paredón de la acequia,
otros en el santo suelo ó sobre la paja de la anchurosa era. Volvíamos al
mismo sitio al cabo de la hora, y antes de terminar contaba el Prefecto un
ejemplito, que era escuchado con interés por todas las secciones; y nos
marchábamos en el mismo orden y forma que á la venida.
Y esto que llevo dicho, se hacía todos los años. Pero este último nos
inspiró Dios salir de los moldes ordinarios é intentar "algo más. Presentá-
banse muchos niños de doce y más años, y los pobrecitos nos decían que
todavía no habían comulgado; y por el abandono en que generalmente vi-
ven estas gentes del campo, llevaban trazas de continuar así varios años
más. ¿Qué hacer? ¿les dejaríamos sin ayuda de ningún género, mostrando
por otro lado la mejor voluntad? Resolvimos, pues, en los pocos días de
que disponíamos, poner manos á la obra y prepararlos lo mejor posible
para la primera comunión. Dos platiquitas ó instrucciones hechas á todos
en común, comenzaron á hacerles entrar dentro de sí. Esto era muy poco,
y la distancia hacía temer que aquellos buenos corazones no tuvieran la su-
ficiente preparación. Pero la Providencia, que parece no se disgustaba de
nuestros insignificantes trabajos, nos deparó un lugar más á propósito, por
lo que tenía de menos excéntrico. Era una pintoresca quinta propiedad de
los Sres. Caro (militares residentes habitualmente en Zaragoza), en donde
ya nos fué más fácil reunir á los de primera comunión por separado. Acu-
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dieron allí los buenos muchachos por tres días consecutivos; llevábamos
nosotros los cuadros del catecismo (colección de París), y con ayuda de
ellos, y atendiendo á hacerles responder á ciertas preguntas cortas y siem-
pre con las mismas palabras, se logró imponerles en lo suficiente, ó á lo
menos, en lo que estaba en nuestra mano; dejando al divino Maestro lo
principal, ya que obra exclusivamente suya es, la santificación de las al-
mas. Y que la unción de la gracia iba penetrando sus tiernos corazones,
lo manifestaba la atención con que escuchaban, el cuidado con que re-
petían, y el sentimiento que mostraban, viendo los cuadros de la pasión
de Cristo. «/yW/Vr/w com li claven las mans'.r, decía uno, apenas conte-
niendo las lágrimas.
Providencial fué también la elección de esta torre para catequística,
pues hallamos allí la caritativa cooperación de los dueños de la casa. Una
de las sefioras (D.^ Rosa, de los Sobradiel), corrió con los gastos del traje
para la chica del colono; otra tomó á su cuenta á la misma chica y á un su
hermano y con gran paciencia y dulzura les fué enseñando, desde lo más
elemental, hasta lo necesario para la primera comunión. Si se atiende á que
los pequeños apenas entendían el castellano, se apreciará más su obra de
caridad, á la cual virtud echó el sello el día de la comunión, como luego
veremos.
Y entretanto, ya había llegado para aquellos felices niños ese gran día
en que debían unirse con su amiguito Jesús. Ya se hallaban, como dejamos
descrito, de camino para el santo templo. La gente del Arrabalet, vuelta
de su admiración, se agregaba á los huertanos. Llegados á la iglesita, des-
pués de confesarse todos con mucho orden, iba á empezar la santa Misa. Lo
que sentían aquellas madres al conducir á la sagrada mesa por vez primera
á sus hijos, es fácil deducirlo de las lágrimas de pena de una que había re-
husado llevar al suyo, con la excusa de ser pequeño. — «¡Padres, nos decía,
cómo me ha pesado, al oir la plática, el no ver entre los comulgantes á mi
hijo! si no hubiera desoído los consejos de ustedes!» — «Pues bien: en pe-
nitencia, le contestamos, debe V. en adelante predicar á sus compañeras
contra semejantes dilaciones».
Todo parecía felizmente concluido. Disponíanse, en la plaza, á volver
cada uno á su casa, cuando aparece la sirvienta de los Sres. de Caro, con
un cesto más que regular. ¿Qué será aquéllo? pensarían los muchachos. ¿Qué
era? nada menos que un sabroso desayuno que alcanzaba para todos, consis-
tente en pan tierno, chocolate y unos enormes confites. ¡Cuan fina y cum-
plida es la caridad! Ni una palabra había mediado entre nosotros y la buena
señora sobre el particular, y sin embargo ella, no contenta con acompañar
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á sus dos catecúmenos al sagrado banquete, y regalar dos gruesos cirios
para el altar, ponía ese complemento á su obra de misericordia espiritual.
Hasta los infantillos participaron de la caridad de D.'VMaría, que así se lla-
maba la bienhechora de los niños.
Y nos despedimos... hasta la tarde. Entonces tuvimos la distribución
de premios, hasta con un dramita que representaron las chiquitas, y dimos
por terminado el catecismo, como tal, hasta otro aiio.
Y ahora ocurre preguntar: ¿Se ciñe nuestra obra á una media docena
de explicaciones de doctrina durante el verano? No: nuestros anteceso-
res en esta catequística (P. Capitán y demás) tuvieron la buenísima ocu-
rrencia de fundar una especie de biblioteca ambulante, que se conserva aún
floreciente, y de la cual todas las casas participan. Para este objeto vamos
cambiando cada temporadita el material: libros de propaganda de amena y
sólida lectura. Los tenemos en abundancia con relación á nuestro radio de
operaciones (cuando llegue una remesa que esperamos de los PP. Garzón
y Agustí, ensancharemos más dicho círculo de acción); los cuales leen con
tanto gusto los campesinos, que alguno de ellos repite la lectura hasta tres
veces, si tardamos en dar la vuelta.
Pero este año debía idearse algo nuevo que correspondiera á la altura
á que se había elevado el catecismo con la primera comunión; á mayor al-
tura mayor vuelo: ¡claro está! Pues el nuevo avance debido al mayor impul-
so de la fiesta de este año, ha tomado forma en la comunión mensual de los
pequeños huertanos. ¿Cómo, — pensará alguno — comunión mensual aque-
llos niños antes tan abandonados, y á los que la distancia misma del templo
ya casi les dispensa de la misa? ¿Comunión mensual, los que se han de le-
vantar con estrellas para poder asistir á la iglesia, y si mal no viene, al
volver á sus casas en ayunas les aguarda por dura necesidad la azada ó la
esteva ó el cayado? Cierto que si se consideran los esfuerzos que hacen
estos buenos niños para recibir al Señor y serle fieles; su correspondencia
á nuestros desvelos, la solicitud con que se avisan unos á otros, y el senti-
miento que tal vez alguno tiene por verse imposibilitado de asistir, no pue-
de uno menos de ver los efectos de la gracia, y la providencia amorosa que
sobre los niños de esta huerta tiene el buen Jesús.
Tal fué, pues, la ocasión de nuestra simpática fiestecilla de 1 .^ comu-
nión, y tales los frutos que después acá se han venido cosechando. Dios
quiera bendecir nuestros humildes trabajos. A la verdad, el consuelo que
experimentaba nuestra alma aquel día de vuelta á casa — despuésde estar
en movimiento desde las tres de la madrugada hasta las nueve — y la satis-
facción íntima de haber hecho algo por la salvación délas almas, nos parecía
72
el eco suave de la voz del Salvador, que venía á aprobar nuestro aprendi-
zaje en el apostolado, y á alentarnos á empresas mayores. La santa obe-
diencia por lo menos guió siempre y bendijo nuestros pasos».
Y aquí, Rdo. P. Adroer, termina la parte escrita de nuestras actas.
Siguen después las hojas en blanco, que se llenarán en los años sucesivos.
Reciba V. R., reciba ese mi buen P. Maestro con su digno P. Ayudante, y
ios HH. Novicios y Júniores todos, este pequeño testimonio de nuestra
caridad. Rueguen mucho á S. Francisco de Borja, cuyo Palacio habitan, por
nosotros.
Siervo en Cto.
JHS.
Antonio Guasch, S. J.
LA CONGREGACIÓN MARIANA DE JÓVENES
Garta del H. Ramón M. Bolos al P. Luís Adroer
Enero de 1910.
R. P. Luís Adroer, S. J.
Muy amado en Oto., P. Rector: Bajo el rectorado y con el decidido
favor de V. R., se plantó y comenzó á extender su ramaje este árbol que
al presente dispensa ya benéfica sombra á la juventud de la ciudad de
Roquetas, la «Congregación mayor de la Inmaculada y S. Luis Gon-
Por esto, al ir á trazar esta sencilla relación sobre los progresos con
que ha prosperado nuestra obra, me dirijo instintivamente á Gandía y bus-
co en esa bendita Casa á V. R.; y ya que no personalmente, por un ter-
cero, llamo al aposento rectoral, entro, le entrego á V. R. mi relato y le
digo: Este papelucho, P. Rector, le dirá á V. R. en qué emplean sus ocios
aquellos sus queridos filósofos, que no están tan abismados en sutiles dis-
quisiciones, que se olviden que la obediencia les permite ya esgrimir sus
primeras armas, aquellos días en que tiene la ocurrencia de visitarlos la
importuna vacación.
Y vaya lo primero.
LA NUEVA IMAGEN
Sí, Padre mío, sí; una nueva imagen de la Inmaculada! Será una ima-
gencita, dirá V. R., de un par de palmos. — ¡Nada menos que eso! ¿Quie-
re V. R. verla? Ahí tiene el manteo; vamos. — ¿A dónde? — A la parroquia
de Roquetas. Ya llegamos. Saludado con toda reverencia el Señor Sacra-
mentado, me pregunta en voz baja: ¿Dónde está? — Yo le contesto: Suba-
mos, Padre, hacia- el crucero.
Nos encontramos en frente del lienzo de muro que media entre el altar
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mayor y la capilla del Santísimo: Ahí la tiene, Padre. En efecto, queda
V. R. un buen espacio con la cabeza levantada y los ojos fijos en una ima-
gen de la Inmaculada de talla que se levanta en sencilla repisa y sobre un
fondo de tela azul celeste. Luego se me vuelve: — ¡Hermosa imagen! Sen-
cilla sí, pero graciosa. ¡Qué color tan delicado el del manto! Los pliegues
¡con qué naturalidad le caen! Y su rostro es muy devoto. ¿Recémosle una
salve? — Nos arrodillamos; yo se la ofrezco para V. R. por lo mucho que
le debo, sobre todo porque siendo Provincial me admitió en la Compañía.
Y luego, adorado el Santísimo, nos salimos de la iglesia.
Con que ¿qué le ha parecido. Padre? — Hermosa de verdad, sí, sí! —
Como es natural, querrá ahora V. R. que le eche cuatro párrafos de histo-
ria. — Sí; pero antes dígame: ¿dejarán Vds. la imagen de la Virgen en la
iglesia de la manera que ahora está?; porque á la verdad luce poco. — No,
Padre mío, no; qué, ¿ignora V. R. que está ya aprobado el proyecto de un
altar? — ¿De un altar nuevo? — Sí, Padre; y se recogen fondos, y anda el
negocio que ya, ya...
Pues me vuelvo al hilo de la narración; los comienzos de la Congrega-
ción Mariana, la actividad ejercida por su Director, nuestro buen H. Pedro
Blanco, todo esto es harto conocido de V. R. Con que nada, la obra iba ade-
lante; los señores curas la miraban con cariño singular, todos los buenos,
admirados del feliz éxito alcanzado por la Congregación en sus primeras
públicas apariciones, creyeron salva y encarrilada ya una obra que, dado el
carácter de la juventud de estas tierras, creían ser poco menos que imposible.
Y no lo fué: el número, y lo que más vale, la piedad de los Congre-
gantes, crecía. Visitan diversas veces los presos de la cárcel, los enfermos
del hospital; aumenta entre ellos la frecuencia de sacramentos hasta el pun-
to de contarse alguno de comunión diaria. Por otra parte, la Congregación
cuenta ya con su local; su biblioteca se va enriqueciendo; á ningún congre-
gante falta su medalla ovalada de aluminio al estilo de las que usan los de
Barcelona; en fin, la Virgen había echado su bendición sobre esta juventud
que, después de antiguas y frustadas intentonas, se congregaba en torno
de la Inmaculada, para formar legión mariana.
Y con esto se acercaba ya la fiesta de la Inmaculada Concepción:
échanse planes, se discuten, se aprueban; llégase á tratar del adorno con
que se engalanaría el altar mayor, y aquí ¡oh desilusión! ¿en dónde encon-
traremos una vistosa imagen de la Inmaculada que desde el altar como des-
de su trono y bajo rico dosel presida como Reina nuestras solemnidades? —
No hay más, se dijeron los congregantes; es preciso adquirir una imagen
de la Inmaculada.
Pero el tiempo, como entiende V. R., era corto; los fondos, previendo
los otros gastos que nos esperaban para la celebración de las solemnidades
religiosas, más cortos todavía. No importa; van y vienen cartas del estable-
cimiento «El Arte cristiano» (Olot. - Gerona), gestionando la adquisición
de la imagen, cartas que á la verdad, dada la franqueza con que podían ser
tratados aquellos señores por uno de los nuestros que V. R. bien conoce,
tuvieron más de capuchino que de jesuíta. Al fin nos entendieron perfecta-
mente, y su generosidad de ellos alcanzó á donde no alcanzaban nuestros
fondos.
Con que la imagen, que ya nos era conocida por fotografía que de ella
se nos remitió, estaba en camino.
Como se deja entender, la adquisición de la imagen de la Virgen no
podía menos de modificarnos el ya proyectado programa de nuestras fies-
tas; porque ¿cómo abstenernos de organizar una solemne y magnífica pro-
cesión en la que, llevada en triunfo nuestra Madre, recorriera las calles de
la ciudad de Roquetas, que por vez primera visitaba?
Por de pronto, así se propuso unánimemente; pero V. R. conoce muy
bien el santo celo de nuestro amado P. Ministro y el entusiasmo con que
apoya las manifestaciones públicas de amor á la Virgen; así que á él pare-
cióle poco una procesión. Recibida la imagen en nuestra casa de San José
(Observatorio del Ebro) el lunes 29 de Noviembre, empeñóse en que el do-
mingo siguiente 5 de Diciembre se había de trasladar en pública manifesta-
ción á la Parroquia, cuyo altar mayor había de estar ya convertido para
este día en trono real de María Inmaculada. El cortejo á nuestra Madre en
la manifestación habían de formarlo las 20 secciones de nuestro Catecismo,
más los jóvenes congregantes de la sección mayor y menor.
El tiempo era breve, pues que no mediaba ningún día festivo en que
se reuniera el Catecismo y la Congregación, que es el solo tiempo oportuno
para comprometer y animar á la gente moza para semejantes fiestas; pero
en fin, nosotros nos movimos cuanto nos fué dado, y pareció que el fuego
había prendido y... ¡vaya si prendió!...
EL TRASLADO DE LA IMAGEN
Le aconsejo. Padre mío, que se coloque V. R. en uno de aquellos sen-
deros que atraviesan la viña, desde los que se domina la plazoleta que se
forma detrás del Laboratorio de Química, donde arranca la carretera que
conduce al Observatorio.
Perfectamente; lo primero que divisa V. R. en la tal plaza, es un artísti-
co altar á manera de trono donde aparece la amable imagen de la Purísima.
Gallardetes, guirnaldas, banderas y escudos ofrecen vistoso conjunto.
La Madre está aguardando á los hijos que por vez primera la han de
pasear triunfalmente por las calles de Roquetas, y asentarla sobre el trono
que en el templo le tienen apercibido.
Serán como las 3 de la tarde. Las secciones de niñas presididas por las
jóvenes correctoras, las de niños con nuestros Catequistas, van llegando
con sus estandartes y saludan con bien concertados cantares á la Inmacu-
lada, en tanto que lleguen los Congregantes de la sección m.ayor.
Reunidos ya todos y rezada en alta voz por el H. Blanco la oración
compuesta por S. S. Pío X, para el año jubilar de la Inmaculada, que fué
repetida por todos los presentes postrados al pie de la agraciada imagen,
el mismo H. Blanco, como Director de la Congregación Mayor, dirigió bre-
ves y enérgicas palabras en lengua catalana á la muchedumbre desde un im-
provisado pulpito, invitándola á pasear en triunfo á nuestra Reina por las
calles de la ciudad.
Luego comienzan á desfilar aquellos centenares de niños y jóvenes;
rompe la banda la marcha real al ser levantada la Virgen en hombros de sus
hijos los Congregantes; entusiastas vivas son contestados por todos los
presentes.
Y como supongo que V. R. no está para acompañarnos por las calles
de la ciudad porque otros quehaceres le llaman al aposento, descuide. Padre
mío, que todo se lo contaré cuando esté de vuelta,
Y aquí me tiene ya medio ronco por los no interrumpidos vivas y can-
tos con que hemos atronado las calles de Roquetas.
Créame, Padre; no se puede negar; ha estado bien.
EN EL TEMPLO
A la puerta, el Rdo. Sr. Cura de capa pluvial, acompañado de otros
Sres. Sacerdotes, esperaba la bendita imagen, que después de ser vitoreada
en grande al entrar en la que había de ser su morada, es bendecida por el
digno Sr. Párroco.
El templo estaba lleno; reinaba religioso silencio: todas las miradas se
dirigían hacia la sagrada imagen; cuando he ahí que un grito de entusiasmo,
eco fiel de los sentimientos de todos los corazones, salió de labios del Pa-
dre Director, quien desde el pulpito soltó la rienda á su fervoroso entusias-
mo. ¡Qué de lágrimas se vertieron cuando, al decirles el orador que les
dejaba aquella amable imagen no sólo para que veneraran, sino también para
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que la defendiesen; recordó las sacrilegas profanaciones del último Julio y
preguntó con voz apagada por el sentimiento, si serían hijos de Roquetas
los que en días de luto, para nuestra santa religión, hollarían y harían trizas
aquella imagen de la más amable de las madres!
Con el canto del Himno de las Congregaciones Marianas la «Salve Re-
gina», terminó la solemnidad de hoy, domingo día 5.
Bien dispuesto y aparejado quedaba el terreno para el miércoles 8.
LA FIESTA DE LA INMACULADA
Al encontrarse V. R. la víspera de la Purísima, en el que fué el apo-
sento del P. Rector en esta Casa-Filosofado de San José, no tenía más que
asomarse por la ventana para ver ondear en el campanario de Roquetas vis-
tosas banderas azules y blancas, prenuncio de la gran solemnidad del si-
guiente día.
Antes que amaneciera, salió de la iglesia parroquial el Rosario de la
Aurora, que se vio concurrido por la mayoría de congregantes y multitud
de pueblo.
De vuelta al templo, éste estaba ya lleno. Comienza luego la misa de
Comunión celebrada por un M. I. Capitular de la Catedral de Tortosa. Y
¡qué misa de Comunión tan espléndida! Fué sólo comparable á las tenidas
en las mayores solemnidades de que hay recuerdo en esta ciudad.
Razón tuvo el P. Director al decir en los fervorines que en vista de
aquellos centenares de católicos que se llegaban reverentes á recibir el Pan
de Vida, el corazón se dilataba y se prometía días gloriosos para la causa
católica entre los ciudadanos de Roquetas.
Fervoroso y entusiasta fué el canto de la «Salve» con que se dio re-
mate á la solemnidad de la mañana.
LA PROCESIÓN
Según rezaba el programa de las fiestas, por la tarde, después del
sermón del P. Vicente Sauras, S. J. que (sea dicho de paso) fué un brillante
panegírico de las Congregaciones Marianas y cautivó á todos por la opor-
tunidad con que siguió una por una las principales fechas y obras llevadas á
cabo por la naciente Congregación, se había de pasear en triunfo por las
calles de la ciudad la imagen de la Inmaculada recientemente adquirida por
la Congregación.
Y así se hizo; la Congregación en peso, honrada con representaciones
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de las otras sociedades católicas de la ciudad, fué la guardia de honor que
acompañó á la soberana Reina por las calles de Roquetas, para que tomara
oficial posesión de la ciudad, y bendijera, con su amorosa mirada, los hoga-
res de cada uno de sus hijos.
Multitud de banderas azules y blancas adornaban el paso de la proce-
sión; aparecían los balcones con variadas colgaduras é iluminados con faro-
lillos de color.
Durante la carrera alternaron la banda y el coro de las jóvenes, que
con tanta gracia, saben festejar á la Virgen con las bellas y poéticas letri-
llas de Verdaguer, tan delicadamente interpretadas por la música de Candi.
De vuelta al templo subió al pulpito el P. Sauras, quien tuvo para la
Madre palabras de súplica, y para los hijos, palabras de la más cordial en-
horabuena.
Después ¡con cuan cariñosos ojos contemplaba la Inmaculada Virgen á
sus hijos que, precedidos de su digno Párroco, desfilaban besando la sagra-
da imagen!
Leídas estas incorrectas líneas, podrá V. R. formar concepto de las
fiestas con que esta naciente Congregación ha celebrado por vez primera
su fiesta titular de la Inmaculada; á la cual suplique, Rdo. Padre, mire con
ojos de Madre la obra de su Congregación.
Lo que al comienzo he insinuado referente á la construcción de un nue-
vo altar, empieza ya á ser un hecho. ¡Cuan bello de ver fué, el día de Re-
yes, á los niños y niñas de nuestro catecismo invitados de antemano á coo-
perar en la erección del altar con el sacrificio de algún juguete ó golosina,
depositar gustosos su limosnita «para la casa de la Virgen», como les decía
su Prefecto el P. Romeo!
Con que, Padre mío, así andan nuestras obrillas de celo por estas tie-
rras; donde si tenemos un ilustre Observatorio á quien á las veces dan
tanto que hacer las manchas del sol, no es razón que haya quienes se preo-
cupen menos de las innumerables manchas de maldad y corrupción con
que aparece afeado á los ojos de Dios nuestro planeta.
Adiós, amadísimo P. Rector; perdone lo interminable de esta carta. Lo
que es por esta vez no se me dirá, lo que, dado el silencio que guardan de
ordinario en CARTAS EDIFICANTES los de nuestra Provincia, también
cuadra á nuestros operarios que son «largos en facellas y cortos en con-
tallas».
De V. R, ínfimo siervo é hijo en Cto.,
jHS.
Ramón M. Bolos, S. J.
LA CONGREGACIÓN MENOR
UNA VISITA AL ASILO DE POBRES ANCIANOS DE TORTOSA
Garta de los HH. Catequistas-Directores de la Congregación
al P. Luís Adroer
Enero de 1910.
Rdo. P. Luís Adroer, S. J.
Muy amado en Cto., P. Adroer: Grato le será sin duda saber algo
acerca de esta nuestra Congregación Mariana de niños, que V. R. dejó
aquí, en el Observatorio, establecida, para bien de tantas almas. Pues ella
sigue adelantando de día en día en número, en virtud y en obras de prác-
tico celo. En prueba de ello, le podríamos contar muchas y muy buenas
cosas, pero nos contentaremos por hoy con decirle algo sobre el hermoso
acto que llevaron á cabo en estas próximas pasadas Navidades nuestros
Congregantes Marianos.
Este año determinamos que nuestros pequeños Congregantes Maria-
nos repitieran por Navidad la hermosa fiesta, que ya tuvimos el año pasa-
do y que tan buenos recuerdos y tan santos efectos produjo en sus ánimos
infantiles. Esta nuestra fiesta consiste en ir el segundo día de Navidad á
entregar á los pobres ancianos del Asilo de Tortosa un aguinaldo. Y ¿qué
aguinaldo es ese? Pues, una mezcla de dinerillos, dulces, pedacitos de tu-
rrón, postres, etc., que para este efecto han ido ahorrando nuestros Con-
gregantes durante estas fiestas. Y ¿cómo se consigue esto de unos niños
tan pobrecitos y tan poco acostumbrados á tales actos?
El domingo anterior á la Natividad del Señor, durante la breve plática
que todos los días festivos tenemos á continuación del rosario, se les pinta
el delicioso cuadro de aquella noche feliz, lo sumo de la pobreza de Jesús
y de su Madre Santísima, cómo acuden los pastores con sus donecillos,
cada cual con lo poco que tiene ó puede: quien con su pedacito de pan mo-
reno, quien con su trozo de queso duro, éste con su tarro de blanca leche,
aquél con parte de su comida, etc., etc. Y cómo todo ello era acogido con
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la blanda sonrisa de aquel divino Infante, que más tarde se había de com-
placer con el óbolo de la pobre viuda y con los pobres presentes de nues-
tros Congregantes. Estos, al llegar aquí la exposición circunstanciada del
divino Nacimiento, ya prevén (sobre todo este año), lo que se les va á pro-
poner, «Pues bien, mis amados Congregantes, ¿no es verdad que á estar
vosotros en Belén hace unos 1909 años, habríais corrido á dar también algo
de vuestra pobreza al Niño Jesús?» Un si de veras fervoroso se les escapa
de sus labios. «Pero si Jesús os dijera: — En vez de dármelo á Mí, me ten-
dré por regalado si los regalitos que para Mí guardáis, los ponéis en manos
de un anciano pobre, muy pobre, — ¿no iríais con gusto á ofrecer al pobre
anciano vuestros dones?» Otro sí más fuerte que el primero resuena en el
local de nuestra Congregación. «Pues entonces, considerad lo que querríais
dar á Jesús y lo daremos á los pobres del Asilo de Tortosa». Un gozo ge-
neral brilla en los semblantes de todos, porque todos han dado con el pen-
samiento del Padre, y todos ellos han acertado. «Bien, ¿y qué les daremos?»
«Pues, de los dinerillos que, por vía de aguinaldo de Navidad, os darán
vuestros padres y parientes, señaláis una parte mayor ó menor, según el
parecer de cada uno, y con ella podréis tomar uno ó varios billetes, que se
darán por cinco céntimos cada uno, y con los cuales podréis lograr, si os
favorece la suerte, una pequeña imagen del Niño Jesús ó de la Sma. Vir-
gen, que la Congregación sorteará en obsequio á los pobrecitos del Asilo».
¿Qué más les podréis dar? «Atended; durante las próximas fiestas se pon-
drá en la mesa de vuestras familias algún plato de dulces, pasteles, turro-
nes, etc.; pues bien, al entregaros vuestra madre la partecita que os perte-
nece, la envolvéis en un papel y la guardáis para el Niño Jesús, ó sea, para
sus representantes, los pobres; y llegada la segunda fiesta de Navidad,
cada cual acuda por la mañanita á la Congregación y deposite sus regali-
llos en unas canastas, que nos llevaremos al Asilo».
Con esto salen de la Congregación ofreciéndose cada uno á dar esto
y aquello, y lo de más allá...; y llega el día de Navidad, y los doscientos
billetes del sorteo se despachan, y comienzan á llegar envoltorios, que des-
pués de desarrollar papel y más papel, nos descubren allá en el fondo unos
pedacitos pequeños, muy pequeños, de dulces, postres, etc.
«Padre, dice uno, no haga caso de que sean tan chiquitos los trozos,
que como V. sabe, somos tantos en número los de casa, que para que algo
nos toque á cada uno, es indispensable que sea poco, y este poco todo en-
terito lo tiene V. ahí para los ancianos». — «Muy bien, pobrecito, muy
bien, y que el Señor te lo premie».
Pero lo más hermoso es lo que pasa el día siguiente.
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Les habíamos dicho el día anterior que no subieran á la Congregación
hasta las ocho y media de la mañana. Pues bien, no hemos ido todavía al
desayuno y ya están esperándose á la puerta: y allí aguardan media hora y
otra media, hasta que al fin se abren las puertas, abalanzándose gozosos
los niños sobre las cestas para depositar sus ahorros de dulces y demás co-
midas propias del tiempo. Y se llena una canasta, y otra, y otra, hasta cua-
tro ó cinco. Es verdad que también los PP. les ayudamos á llenarlas con lo
que para este fin hemos logrado de la generosa liberalidad de nuestros Su-
periores, y con las cosillas de que también nos hemos privado estos días en
favor de los asilados. Que no era justo dejáramos nosotros de hacer lo que
habíamos aconsejado á nuestros Congregantes.
Luego se les rifa la pequeña imagen é inmediatamente camino de Tor-
tosa. ¡Qué contentos y con qué algazara toman las cestas de dos en dos, y
qué ufanos pasan por las calles de Roquetas, donde toda la gente se asoma
á la puerta para contemplar nuestra comitiva! ¡Con qué fruición les estará
mirando Jesús desde el cielo!
Por el camino cuenta uno las hazañas que ha realizado para ocultar á
su padre, republicano furibundo, el porqué de no comer sus turrones en la
mesa, como sus hermanitos; el otro refiere cómo su buena madre le ha ayu-
dado á que sus donecillos fueran mayores de lo que podía esperar; éste de
aquí nos dice que ha dejado de almorzar para no llegar tarde y verse así
privado de ir al Asilo; el de más allá enseña un gran ramo de hermosas na-
ranjas que corona una cesta, y, lleno de candoroso entusiasmo, dice: «Crea,
Padre, que es el mejor y el más cargado que he podido hallar en toda la
huerta de casa»; esotros dos de aquí disputan sobre cuál de sus botellas de
vino generoso, que traen para los pobres, sea más añejo ó más dulce. Y á
este tenor son las conversaciones que se tienen en los diferentes grupos
que forman al rededor de los PP. que les acompañan, y con ellas entrete-
nidos, parece abreviarse el camino de Roquetas á Tortosa.
Llegados á la ciudad, se distribuyen por diversas calles, para no lla-
mar tanto la atención de los tortosinos, y por fin nos juntamos todos ante
la puerta del Asilo. ¡Con qué impaciente ansiedad aguardan aquí la llegada
de algún grupo rezagado! En cuanto éste aparece, se apresuran á tirar de
la campanilla: un toque, y otro á continuación sin>er el momento de abrir-
se la puerta. «¡Bien se ve, dice uno, que son ancianos los porteros y para
su oficio les faltan ya oídos y piernas!» — «¡Si supieran quiénes somos y á
qué venimos, exclamaba otro, por cierto que ya nos hubieran abierto!» —
«Esperaos, chicos, que luego...» y aun no se ha terminado la frase, cuando
se verifica todo á una el abrirse de la puerta y el lanzarse al jardín, que
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sirve de antesala. De aquí pasamos á la salita de espera, donde se forman
en semicírculo, colocando llenos de satisfacción en el centro las canastas
bien repletas, que van á ofrecer á la Superiora junto con la bolsita de di-
nero, que contendrá de 7 á 9 pesetas.
Luego, con el fin de obsequiar á lo> pobres ancianos, éntranse nues-
tros Congregantes en la sala donde aquellos están, quienes, al ver tanta
gente joven, se sienten rejuvenecer. ¡Con qué alborozo les saludan nues-
tros Congregantes y con qué prontitud se reparten por aquella sala! Y como
ya conocen á los ancianos, por haber ido varios jueves por la tarde á lavar-
les los pies y ejercer otras obras de misericordia, no quedan por cierto pa-
rados y sin saber qué hacerse; antes al contrario, van del uno al otro á darles
las Pascuas, se juntan cariñosamente las descarnadas manos de los pobre-
citos con las manos tiernas de nuestros Congregantes, quienes les pregun-
tan por su salud, por sus años y por no sé cuántas cosas más por el estilo.
Cuando ya están satisfechos de saludos, alguno de los PP. que les
acompañamos, dirige breves palabras á los ancianos para decirles á qué
han venido los niños, y luego, volviéndose á éstos, les dice: «Si en vez de
haberos llevado á este Asilo, os hubiésemos acompañado á Belén, ¿no es
verdad que os habría gustado muchísimo adorar al Niño, besándole sus tier-
nos y sagrados pies? Pues bien, á Jesús no le tenemos aquí presente, pero
sí á sus delegados, los pobrecitos; por tanto, los que conmigo quieran be-
sarles los suyos, vengan en pos de mí». Y los cuarenta Congregantes caen
de rodillas y van de uno en uno besando los pies de los ancianos, los cuales
no saben lo que les pasa ante aquel espectáculo. Así es que uno de ellos los
va bendiciendo con su diestra, cual si fuera el Papa; otro les pone sus arru-
gadas manos sobre las cabecitas; aquél se descalza sin reparar en el frío y
sin saber qué hacerse; esotro exclama: «¿Estamos ya en el cielo? puesto
que en la tierra no se ven obras tan hermosas». Y cierto, este acto de be-
sar los pies á los pobrecitos es tan tierno, que ha logrado, los dos años,
arrancar lágrimas de ternura no sólo de los ancianos, sino también de va-
rias Hermanitas que nos están contemplando.
Después, tomando parte de los regalillos que les traíamos, se hacen
pequeños trozos de turrón y pastas, que son servidos á los ancianos por
nuestros Congregantes; asimismo se les sirve su copita de vino generoso,
y terminan con el reparto de cigarrillos, costeados también por nuestros
pequeñuelos. ¡Y con qué alegría se hace la repartición! ¡Cómo se afanan
por no dejar á ninguno sin su parte correspondiente! ¡Cómo preguntan si
tienen ya cigarrillos, si vino, si lo demás!... Mientras los ancianos comen
su dulce porción, los niños entonan villancicos, á los que contestan después
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con el suyo las cascadas voces de los viejos. ¡Qué cuadro tan bello! No
falta entre los ancianos quien, para manifestar de algún modo su agradeci-
miento y divertir á los Congregantes, les manda formar un gran corro, y
puesto en medio de ellos les baila no sé qué danzas á solas; ni tampoco
deja de haber algún poeta entre aquellos pobrecitos, que les dirija su loa, ó
como él decía, su loba. Uno y otro son calurosamente aplaudidos por los
Congregantes, que les regalan de nuevo cigarrillos, cacahuetes, etc., mien-
tras á los otros se les enciende el cigarro, ó se lo colocan en los labios, ó
se lo despliegan para depositar el tabaco en la mugrienta pipa.
En esto las ancianas, que viven en la otra ala del edificio, se han dado
cuenta, por nuestros cantos y algazara, de la llegada de los xiquéts, y
quieren á todo trance tener parte en la fiesta, «que no se lo lleven todo los
ancianos». La Hermanita que de ellas cuida logra sosegarlas con prometer-
les que luego irán también los Congregantes á su departamento. Y henos
aquí que, después de vitorear nuestros niños mil veces á los ancianos y á
las Hermanitas y á no sé cuántos más, y después de mil adioses, se entran
donde están las ancianas, y con un cariño sin igual las saludan, les dan las
pascuas y su cosilla de comer, se les canta un poquito, y de prisa y corrien-
do, porque ya es tarde, nos despedimos de ellas para entrar en la capilla y
dar la despedida al Señor.
Allí adoramos al gracioso Niño, que en su Nacimiento tienen las Her-
manitas, cantamos un villancico y terminamos con el canto de la Salve.
Al salir, la Superiora, llena de satisfacción, da las gracias á los Con-
gregantes, que marchan rebosando consuelo y alegría, la alegría y el con-
suelo de la buena obra que acaban de hacer.
De vuelta, y por el camino, ya se sabe: no se habla de otra cosa en los
diferentes grupos, sino de tal ó cual caso ocurrido en aquella memorable
mañana; y con estas conversaciones llegan á sus casas, y al sentarse á la
mesa para comer, refieren á sus padres cuanto han hecho y presenciado,
logrando con su relato arrancarles dulces lágrimas, como ellos mismos nos
lo han confesado después.
Y ahí tiene V. R. contada á vuela pluma la fiesta del aguinaldo de
Navidad, que estos nuestros buenos Congregantes roquetenses vienen ce-
lebrando desde hace ya dos años. Con que ya ve, amado P., cómo va pros-
perando esta incipiente Congregación Mariana, para la cual piden á V. R.
aliquid de rore caeli, y si pudiera ser, etiam de pinguedine terrae, estos
sus hijos y siervos en Cto.,
JHS.
Los Catequistas.
CATECISMO DEL BARRIO LLAMADO
«ARRABAL NOVA»
Carta del H. Enrique Heras al P. Luís Adroer
Mayo de 1910,
Rdo. P. Luís Adroer, S. J.
Amadísimo en Oto., Padre: Dos cartas tiene ya recibidas V. R. para
las EDIFICANTES sobre los trabajos catequísticos de los HH. Filósofos en
Roquetas, y en particular acerca de la Congregación que dirige el H. Pe-
dro José Blanco. Voy á hablarle ahora del Catecismo del Arrabal que existe
en la parte superior de la misma ciudad (llamado L' Arrabal Nova) , Cate-
cismo á que fui destinado hace algunos meses.
Los actos de este Catecismo son harto diferentes de los de Roquetas:
rurales en todo, pues aun la gente es más sencilla que la de aquella ciudad.
Apenas llegamos los dos catequistas, á eso de la una y cuarto ya nos vemos
rodeados de una porción de chicos y chicas, puede asegurarse de todos los
del Arrabal. Da gusto ver cómo nos siguen cuando recorremos las calles to-
cando la campanilla para que todos acudan á Catecismo: grandes y peque-
ños, hombres y mujeres, niños y viejos. Y apenas nos detenemos en
cualquier encrucijada ó casa para hablar con alguien, verá V. R. ácasi todas
las niñas sentadas en derredor nuestro en sendas sillitas, dispuestas á res-
ponder en sitio tan público á las preguntas del Catecismo.
Para los actos del Catecismo usamos una capillita de una casa parti-
cular, á donde acude por término medio un centenar de personas. ¡Lástima
que la capilla sea tan chica, pues casi siempre ha de quedarse alguien fuera
de ella!
Ya recordará V. R. las instancias que se hacían durante el curso pa-
sado, por parte de aquella buena gente, para obtener la construcción de
una iglesita ó capilla pública, á la manera de la del Arrabal de Cristo;
pero había absokita falta de recursos. Por esto, abandonada por de pronto
8é
la idea, se pensó en otro medio para enfervorizar á la gente, y fué éste, ya
usado en otros puntos, v, gr.: en la huerta de Orihuela. Adquirir una ima-
gen del Sdo. Corazón de Jesús que habitase en cada casa del Arrabal por
espacio de una semana: de esta manera tendría el divino Corazón un tem-
plo en cada casa, y los corazones de los arrabaleros se inflamarían en su
amor, según una de aquellas tan regaladas promesas: «Las almas tibias se
harán fervorosas, y las fervorosas se alzarán á gran perfección».
Propúsose esta idea un domingo de Enero en la plática del Catecismo,
y al parecer no cuajó entre aquella gente: no lo habían visto nunca aquello,
era cosa nueva. Así lo expuso á los catequistas una mujer como si viniese
en representación de las demás. Con todo no se desistió de la idea; hablóse
al Sr. Cura, y complacióle. Confiando, pues, en el divino Corazón, que
tiene prometido bendecir todas las empresas de sus devotos, mi compañero
el H. Ramón M. Bolos escribió á un celoso sacerdote de Sarria, Mossén
José Giró, que regala imágenes del Corazón deífico para ser veneradas en
las iglesias de Cataluña, proponiéndole nuestro plan y pidiéndole una limos-
nita. Al cabo de tres meses se recibió una carta del escultor, anunciando
que, por encargo del Sr. Giró, nos mandaba la imagen del Sdo. Corazón, y
ella llegó el día del glorioso Patriarca S. José. Nada de todo esto se había
dicho á los arrabaleros; al otro domingo se anunció la cosa á tres ó cuatro
privadamente, y en adelante todo lo que se hizo fué obra solamente del deí-
fico Corazón. Es humanamente inconcebible el entusiasmo que cundió por
aquel pueblo, dada la frialdad con que recibieron al principio la idea. Si hu-
biese estado V. R. en el Arrabal el día de la Ascensión, jueves pasado, se
hubiera preguntado indudablemente: «¿Estos son aquéllos?» Es que el Sa-
grado Corazón comenzaba á inflamar sus pechos, aun antes de habitar entre
ellos.
El domingo siguiente, el H. Bolos, terminado el Catecismo, mostró á la
poca gente que quedaba en la capilla una libreta, diciéndoles al mismo
tiempo: «Esta libreta servirá para apuntar los nombres de las familias que
deseen tener en sus casas el Sdo. Corazón». No se forzó á nadie; la cosa
había de ser voluntaria: al instante quedaron apuntadas 17 familias. El otro
domingo ya eran 36, y así se han ido apuntando, siendo al presente unas
60 las familias que desean tenerlo. Viendo, pues, que el asunto marchaba
viento en popa, compramos algunos centenares de estampas en que apare-
cía el divino Corazón llamando á la puerta de una casa, estampas que te-
nían que repartirse como recuerdo el día de la entrada del Sdo. Corazón en
el Arrabal, junto con una hojita, impresa exprofeso en Tortosa, en que iba
un himno al Sdo. Corazón y un acto de consagración compuesto para que lo
rezasen diariamente en familia los arrabaleros, acto que se dignó indulgen-
ciar nuestro amadísimo Sr. Obispo.
Inmediatamente escribí yo á una familia de Barcelona (ya puede pensar
V. R. qué familia sería), pidiendo media docena de globos para elevarlos el
día de la fiesta. El divino Corazón bendecía nuestra empresa. Vinieron los
globos pedidos, y media docena más. Todo iba, pues, á pedir de boca.
Encargamos también al carpintero de Roquetas la construcción de una
peana en forma de andas que sirviese para trasladar la imagen de casa en
casa, y una mesita para depositar en ella la peana; peana y mesa que, mo-
destamente doradas, son sin duda los dos muebles mejores de todo nuestro
Arrabal .
Y entre tanto ¿estaba animada la gente? ¡Pues, no lo había de estar!
Como que ellos mismos formaron una junta para adornar la plazoleta en
que había de bendecirse la imagen; ellos, sin decirnos nada á los Catequis-
tas, fuéronse á nuestra portería del Jesús á pedir colgaduras, que les fue-
ron benévolamente concedidas por el P. Rector; ellos mismos pidieron
limosna por el pueblo para pagar la banda de música que tenía que acudir
desde Tortosa, consiguiendo recoger lo suficiente, y aun la misma mañana
de la fiesta se recogió alguna pesetita más para que el sacristán repicase
gordo y bueQO en la Parroquia, Verdaderamente que aquello era hermosí-
simo: bien á las claras se veía que andaba de por medio el Sdo. Corazón y
que El lo había tomado por su cuenta.
Llegó por fin el día de la Ascensión del Señor, 5 de Mayo. Ya desde
la víspera por la tarde se comenzó á ver desusado movimiento en las calles
para hincar en varios sitios palos que, adornados con ramaje, hiciesen las
veces de arcos de triunfo. A media mañana del gran día fuimos á ver cómo
habían arreglado la plaza y calles contiguas. De veras, amadísimo Padre,
que daba gozo ver el movimiento que reinaba allí: todos, hombres, mujeres
y niños, se ocupaban en adornar, como en santa porfía, sus casas, y se ayu-
daban mutuamente: banderolas, estandartes, letreros alusivos, salomones
de alambre con flores de papel, farolillos de colores, y qué se yo cuántas
'cosas más, que jamás había pensado supiesen hacer aquellas buenas gentes,
aparecieron aquel día en las calles del Arrabal para honrar al Corazón deí-
fico. No hay que decir que todos los mejores sobrecamas del pueblo apare-
cieron también en las ventanas.
En medio de la plazoleta habían colocado una mesa bajo un dosel ador-
nado con banderolas y ramaje; allí, ante una imagen de la Inmaculada, se
rezó el santo Rosario á las cinco de la tarde, al que acudió mucha gente del
Arrabal, y aun mucha también de Roquetas. Terminado el santo Rosario, se
I
87
elevaron tres globos solamente, pues el viento impedía elevarlos otros. En-
tretanto iba llegando más y más gente, ya de Roquetas, ya del Arrabal
de Cristo y aun de Tortosa; también vinieron los Hermanos Mico y Villa-
longa con sus Congregantes. A las seis y media, llena del todo la plaza,
nos dirigimos todos á la casa llamada del Portugués, á medio camino del
Observatorio. Ya estaba allí esperándonos la imagen del Sdo. Corazón co-
locada sobre una mesita. Llegada la banda de música, ordenóse la proce-
sión á los acordes de la Marcha real. ¡Qué lindo era, amadísimo Padre, ver
aquellas dos largas filas de niños y niñas atravesar por entre los crecidos
trigales cantando con crecido entusiasmo varios cantos al Corazón bendito
de Jesús! A las niñas y niños seguían los hombres, y luego el Sdo. Cora-
zón, llevado por cuatro robustos mozos. Venían luego las mujeres detrás
de la banda en dos interminables filas. Al llegar la procesión á la calle ma-
yor de Roquetas, y sobre todo al entrar en la plazoleta del Arrabal, el en-
tusiasmo y fervor creció muchísimo. A los acordes de la música sucedían
los cantos; á éstos, vivas atronadores al Sdo. Corazón, á la Iglesia Cató-
lica, al Papa-Rey, á Roquetas, al Arrabal y al Sr. Cura, que se había dig-
nado subir, á pesar de sus achaques, para bendecir la imagen. Colocada
ésta en el altar del centro de la plaza, el Sr. Cura bendijo la imagen, des-
pués de lo cual el H. Bolos habló brevemente al pueblo desde un improvi-
sado pulpito, que no era otra cosa que un carro adornado con colgaduras
rojas y ramas de boj. Estaba ronco, pero se le. oyó muy bien desde toda la
plaza: nada dijo de lo que tenía preparado; en casos semejantes piérdese la
memoria y entonces sólo el corazón del orador sabe abrirse paso para pene-
trar en el de los oyentes.
Y aquí viene. Padre, la parte más hermosa y edificante de nuestra
fiesta. Hay en el Arrabal un hombre de 45 á 50 años de edad, Juan por
nombre, que yace en el lecho, de un año á esta parte, destrozada la gar-
ganta y la extremidad posterior de la lengua por un terrible cáncer. Es el
tal Juan un hombre de paciencia extraordinaria, de una fe de Abraham, en
suma, el mejor quizá de todos nuestros arrabaleros. Pues bien, por petición
unánime y espontánea del pueblo, que quiso obrar con él este admirable
acto de caridad, se le llevó el Sdo. Corazón á su casa, sin sorteo alguno, á
los acordes de la Marcha real. ¡Qué sarto regocijo inundaba el pecho del
pobrecito ya desde la manara! La calle estaba ller.í;ima, é ilumirada por lu-
ces de bengala y muchos farolillos y candilejas. Puesto el Sdo. Corazón de
cara al pueblo, dióles las gracias el H. Bolos por el hermoso acto de caridad
que habían obrado con aquel su hermano, á quien tenía escogido el Señor
para que le imitase en la paciencia y en los sufrimientos, y acto seguido re-
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zóse un Pater noster para que el Sdo. Corazón bendijese aquella casa.
La multitud rezó la oración con lágrimas abundantes (y he de confesar que
también yo lloré), después de lo cual se subió la imagen al aposento del en-
fermo para que fuese el Corazón divino su mejor médico y enfermero y su
más dulce consuelo. Terminaron la fiesta algunos fuegos de artificio; eran
entonces las 8 de la noche.
Esta es, amado Padre, la fiesta que deseaba narrarle para edificación
de todos. Nosotros esperamos, y ya se han comenzado á ver los frutos, que
el Sdo. Corazón bendecirá y enfervorizará á nuestros buenos arrabaleros.
El primer traslado que se hizo desde la casa del enfermo hasta la otra, en
que cayó por suerte, fué concurridísimo; la fachada de la casa estaba ador-
nada, y la dueña, al tener en su casa la imagen, repartió á la rebatiña entre
la gente menuda un paquete de peladillas. También había alquilado á unos
cieguecitos que tocasen la Marcha real.
El H. Bolos me encarga le salude muy de veras, y que tome ésta por
suya, pueb por su encargo y en nombre de los dos la he escrito.
En las 00. y SS. SS. de \ . R. se encomienda este su ínfimo siervo
eii Cto..
JHS.
Enrique Heras, S. J.
EL R. P. MARIANO BALCELLS
t 2 OCTUBRE 1911 EN BOSTON (ESTADOS UNIDOS)
Relación necrológica por el P. Ricardo Girara
Un cablegrama de Estados Unidos ha traído hace pocos días una triste
noticia para la Compañía de Jesús, para el Observatorio del Ebro y en ge-
neral para los amantes de la Ciencia. El P. Mariano Balcélls, S. J., nacido
en Tarragona el 8 de Mayo de 1864, ingresado en la Compañía de Jesús,
siendo Capitán de Ingenieros, el 23 de Septiembre de 1S95, colaborador
insigne del Observatorio del Ebro desde su fundación en 1904. ha descan-
sado en el Señor en Boston el 2 del corriente mes de Octubre de 1911
mientras ampliaba y profundizaba sus estudios físico-matemáticos en el
«Politécnico» de Massachusetts.
No es fácil que el que no conoció personalmente al P. Balcélls durante
su vida religiosa, pueda hacerse cargo del extraordinario empeño con que
aplicó sus fuerzas y talentos, que superaban en mucho la vulgaridad, á con-
seguir las virtudes propias de su estado y á adornar su espíritu con los co-
nocimientos literarios y filosóficos que habían de habilitarlo para cualquiera
de las funciones propias del sagrado ministerio.
A los 33 años de edad emprendía, el poco antes pundonoroso Capitán
de Ingenieros, su carrera literaria con los enfadosos rudimentos de la gra-
mática latina y griega, y pronto se echó de ver que aquel espíritu, cultivado
hasta entonces en las Ciencias matemáticas, tenía un corazón y una imagi-
nación capaces de dar vida á los conocimientos más abstractos, y de con-
vertirle, si la muerte no le atajara, en un insigne vulgarizador de la Cien-
cia; ya por medio de artículos, como los que comenzó *á escribir poco ha en
una revista científica, ya cultivando aun la novela, que recientemente co-
menzaba á idear bajo el título de El Transplanetario Secchi — Lecciones
á través de los Astros — en la que aplicando los descubrimientos más mo-
dernos habría viajado á través de los espacios interplanetarios, superando
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quizás, no digo en ciencia, que esto no era difícil, sino en imaginación é in-
terés al mismo Julio Verne.
Con el fin de atesorar abundante materia para su infatigable pluma de
escritor, echados ya los fundamentos científicos de su carrera militar, más
los literarios, filosóficos y aún los teológicos de la Compañía de Jesús, te-
nía el P. Balcélls necesidad de incorporarse con la mayor extensión ó inten-
sidad posible los conocimientos modernos de la Física-química y ampliar los
estudios matemáticos que para ello se requieren. Excesivo fué el empeño
que puso en esta noble pretensión; pues al trabajo de suyo ya extraordi-
nario del Observatorio — especialmente el que dedicó primero á la cons-
trucción de todos los pabellones, y después para conseguir la buena marcha
del complicado instrumento llamado Espectroheliógrafo — añadía horas y
horas dedicadas al estudio, y á recopilación de las principales obras de as-
tronomía. La Memoria n.° 2 La Observación Solar es tan sólo la tercera
parte de una obra inédita sobre el Sol, que escribió en aquellos tiempos.
Esto era poco para el P. Balcélls que aspiraba á abarcar en poco tiempo
cuanto se pudiese aprender en las grandes Escuelas científicas; mas vio col-
mado su deseo al encontrarse en Boston rodeado de todos los medios en el
«Politécnico» de Massachusetts, que goza de una reputación extraordinaria
no sólo en Estados Unidos, sino también en toda Europa. La fama de estu-
diante de ingenio privilegiado y aplicación inaudita que adquirió en aquella
famosa Escuela, llegó á tal punto que honra no sólo á su persona, sino tam-
bién á cuantos tienen para con él algunos lazos de amistad, y aun á nuestra
Patria. Hace poco, más de un año, que asistía — el que esto escribe — al
Congreso de la Unión Internacional de Estudios Solares en Mount Wilson,
California, cuando allí acercándoseme uno de los astrónomos norteamerica-
nos, me preguntó:— ¿Conoce V. á un español llamado Balcélls, que estudia
en el «Politéctico» de Boston? — Sí, señor, bastante..., contesté, ¿por qué
meló pregunta V.?— Porque en mi viaje, viniendo á California, me habló de
él uno del «Politécnico», y me dijo que era el mejor estudiante de aquel
Centro científico.
A este propósito, creo que se leerá con gusto un párrafo de una carta
que me dirigió el mismo P. Balcélls con fecha 27 de Mayo de este año, ha-
blando con la franqueza y estilo familiar correspondiente: «Ayer — escribe
— di el último examen de Física-matemática, y con él he terminado el cur-
so y de hecho me encuentro en el cuarto año de la carrera, y no me queda
más que (poco más ó menos) materia para un año ordinario de la Escuela.
Digo un solo año, porque tendré todas las materias de cuarto año, excepto
la Astronomía, que tengo aprobada: 1.° Porque tengo aprobado un largo
Curso de Astronomía y Geodesia en la Escuela de Ingenieros; 2.° Por ha-
"ber estado dos años en trabajos geodésicos en el Ejército; 3.° Por haber
estado tres años en el Observatorio; 4.^ Por mi memoria — Z,a Observa-
ción Solar. — Y tengo además la Teoría matemática de la Electricidad,
que he estudiado este año, y esto ciertamente es lo más difícil de la Físi-
ca-matemática. Creo que, por la Misericordia de Dios, tengo vencida la
dificultad de mi empresa.
»Ya le dije á V. R. que me pusieron en una clase de especialistas en
química (Estudiantes para Licenciatura é Ingenieros químicos) doce en jun-
to, y con once horas de Química á la semana. Quiso Dios Nuestro Señor que
dos horas de Química coincidiesen con dos de Electricidad teórica, y así me
vi obligado á ir á ver al Dr. Blanchard — un joven americano extremada-
mente inteligente y nervioso, graduado primero en el «Politécnico», y des-
pués doctorado en Alemania — y le dije: «Mire, tengo incompatibilidad con
dos horas de Física teórica». — «¡Imposible!, me respondió, no puede usted
perder dos horas de síntesis á la semana». — «Pero mire V. que la Teoría
matemática de la Electricidad es el fundamento de la Física moderna, y lo
más interesante en mis estudios», le repliqué. —Dijo él: «Bueno, bueno,
haga como quiera, pero le advierto que no hay en el mundo quien pueda ir
adelante con el curso de Síntesis Inorgánica, perdiendo dos horas á la se-
mana». Considera, alma cristiana, mi aflicción. Yo me di por muerto, y no
me quedó otro recurso que encomendarme á Dios y confiar en Él. Cinco se-
manas de urgirme y atormentarme todo lo posible. A la sexta semana fui
con un preparado y con la libreta de las discusiones al cuarto de los Profe-
sores, y me dirigí á otro profesor para que examinase el producto y juz-
gase la discusión. El Dr. Blanchard estaba presente, y dijo: «No, no, ven-
ga, quiero verlo yo». « Verge Santíssima del Carme!», dije yo para mis
adentros. Examinó primero el producto (cristales moclínicos de ammonio-
copper-chloride), y vi que la cosa no iba mal; cogió después el cuaderno de
las discusiones y lo leyó dos ó tres veces con profunda atención. Levantó
luego la cabeza, su cara estaba radiante: — Muy bien, muy bien, me dijo;
le felicito porque me ha llevado á cabo esta preparación y especialmente
me la ha discutido con espíritu verdaderamente científico; y luego añadió:
Yo le dije que no se podía ir adelante en síntesis perdiendo dos horas á
la semana; me equivoqué; V. no sólo va adelante, sino que va adelante con
garbo. — Dios Nuestro Señor había deshecho la dificultad». Hasta aquí el
P. Balcélls en su edificante sencillez.
Con esto se comprenderá que contaba el P. Balcélls con la benevolen-
cia y casi admiración de los Profesores, y esto le hacía posible ir derecha-
92
mente al Doctorado, grado rarísimo en el «Politécnico» en esta clase de
estudios, pues en más de treinta años de existencia que tiene aquella Es-
cuela, sólo cinco ó seis han llegado á obtenerlo.
Estos éxitos asombrosos no los conseguía el P. Balcélls sin grandes
dispendios de su importante salud, quebrantando tanto más , sus fuerzas,
cuanto que el entusiasmo que sentía y el vivo placer que encontraba en los
estudios no le hacía notar cansancio ni fatiga, y era causa que no tan sólo
olvidase con demasiada frecuencia la imprescindible necesidad de alimen-
tarse convenientemente, sino también el dar al cuerpo el descanso que la
naturaleza con exigencia reclama. Sus vigilias prolongadas y el excesivo
trabajo le han llevado rápidamente al fin de sus días, cuando su alma esta-
ba llena de grandes planes, y cuando abrigábamos fundadas esperanzas de
ver en él el principal factor de una importante obra de vulgarización cien-
tífica que estamos meditando.
Cualquiera creería que estando el P. Balcélls tan penetrado y como
absorbido por grandes planes y proyectos, había de mirar con rostro airado
á la siempre terrible muerte, cuando advirtiese, por los síntomas de su en-
fermedad, que venía en, tiempo al parecer tan inoportuno á cortar tan gran-
des y bellas esperanzas. No fué así: las grandes virtudes de su alma se so-
brepusieron á todo, y para decirlo mejor, todos aquellos planes, todo aquel
entusiasmo, no lo dirigía á su propia gloria; quería con ello servir á Dios, á
la causa católica, á la Compañía de Jesús, y al Observatorio del Ebro; por
consiguiente, si el Señor lo disponía de otro modo, ¿qué hacer? besar su
bendita mano y adorar su Divina Providencia! Esto y algo más hizo el Pa-
dre Balcélls, como puede verse por la carta que me escribió en 19 de Agos-
to, que no pude leer sin lágrimas, y que en parte copio á continuación:
«Mi muy amado en Cto., P. Cirera: V. R. dirá: «á este hombre le ha
entrado ahora la manía de escribir»; pero lo peor es que lo más probable
será que esta sea mi última carta. Aquella disentería me dejó una gran de-
bilidad de la que no me puedo librar, y así degeneró en un fuerte ataque
de corazón, y según opinión de los médicos estoy muy grave... Tengo una
alegría extraordinaria — ¡qué cosa tan rara! — un nuevo género de gozo
en mi alma que no había sentido jamás. Sufro bastante en mi cuerpo, pues
se me hinchan las piernas, y tengo bastantes ataques de asfixia; pero á pe-
sar de esto mi alegría va en aumento. Dios Nuestro Señor ha quitado de
mi mente todos mis planes, y me parece que yo no tengo nada que hacer
en este mundo. Mi afectuoso adiós á todos los de la Casa de San José y
especialmente á los del Observatorio. Al P. García (Molla) que diga mu-
chas Misas por mi alma, y que sea un buen jesuíta. Adiós, Padre mío. Dios
93
le colme de bendiciones. En los santos sacrificios y oraciones de V. R.
mucho se encomienda su hermano y siervo en Cristo, Mariano Bal-
CÉLLS, S. J.»
Si el P. Balcells fué grande y extraordinario en su vida, nadie dudará
que se ha manifestado superior á sí mismo en su muerte; y que su grande
alma habrá ya recibido de Dios el premio correspondiente á sus heroicas
virtudes. Por esta razón estoy convencido que aun ahora puede ayudar á
la empresa del Observatorio rogando por ella delante de Dios, y que no de-
jará de hacerlo con empeño, compensando así la inmensa pérdida sufrida
con su temprana é inesperada muerte.
Ailadimos una nota bibliográfica de algunos trabajos publicados y de
otros inéditos de que tenemos noticia.
a) Una obra inédita sobre el Sol, cuya tercera parte, que trata con
especial atención y detenimiento de los aparatos y métodos de observación
de la Sección Astrofísica del Observatorio, se publicó como memoria del
mismo Observatorio con el título La Observación Solar, alabada por va-
rias eminencias extrangeras y revistas.
b) Otra también inédita con el título Astronomía popular.
c) Varias Notas á la Academia de Ciencias de París — que presentó
con el P. Cirera — sobre las relaciones de la actividad solar y las pertur-
baciones ó variaciones eléctricas y magnéticas.
d) Artículos en <^ Razón y Fey>, titulados La Sección Astrofísica
del Observatorio del Ebro.
e) Estudio de una reciente perturbación cósmica registrada en
el Observatorio del Ebro.
f) Las bajas temperaturas y los gases,— ser\^ de artículos — bajo
el pseudónimo Otto de Majobell.
g) Varias relaciones inéditas referentes á episodios interesantes du-
rante su permanencia en los Estados Unidos.
COLEGIO DE NTRA. SRA. DE VERUELA
INAUGURACIÓN DE UNA ESTATUA
DEL SDO. CORAZÓN DE JESÚS EN TRASMOZ
Carta del H. Escolar Sabino Marco al H. Escolar Fernando Sacasa
Veruela, 12 de Junio de 191 1 .
Carísimo hermano Sacasa:
He pedido permiso al P. Rector para decirle en castellano cuatro pala-
bras sobre la fiestecita que el 4 de este mes hicimos en Trasmoz.
Y ante todo, un poco de historia. El primer domingo de curso, pública-
mente en la iglesia pusimos al pueblo y á nuestras tareas catequísticas bajo
la protección del Sagrado Corazón. Y al considerar el mal estado en que
dicho pueblo se hallaba ¡cuan bien caería, nos dijimos, sobre el altar una es-
tatua del divino Amador de los hombres, que excitara la atención y reve-
rencia y diera incremento á la piedad y devoción casi extinguidas! Pero ¿en
dónde encontrarla? Llegó á oídos del prefecto del catecismo que en Barce-
lona se presentaba ocasión propicia y acudió por cartas á un sacerdote ami-
go suyo. Por nuestra parte ofrecimos el rosario de los niños, varios domin-
gos, á esta intención. Poco después, con gran consuelo y regocijo de todos
supimos que, gracias á la benignidad de una señora de aquella capital, cu-
yo nombre no hemos podido averiguar, la imagen estaba concedida.
Como preparación remota para la fiesta, venciendo repugnancias y des-
denes, logramos que el día de año nuevo se acercaran por primera vez á la
sagrada mesa una porción de niños y que continuaran llegándose con fre-
cuencia para que los mayores perdieran el empacho; así que el grupo de los
que no cumplían con Pascua disminuyó bastante.
95
Vino por fin la noticia de que la imagen estaba á nuestra disposición y
procedimos á la preparación más inmediata, enseñándoles la misa de Vila-
seca, pero como esto nos ocupaba demasiado, con muy buen acuerdo del
P, Rector hubimos de ponerlo en manos del párroco, quien les enseñó no la
de Vilaseca, sino la de Angelis, Nombró él mismo una junta organizadora,
concertó la música é invitó á los párrocos de los pueblos vecinos para que
contribuyeran al esplendor de la fiesta. Y henos ya en el día de Pentecos-
tés designado para ella. Preparáronse con un triduo que dio nuestro P. Riba
con un lleno completo en la iglesia.
El sábado nos presentamos allí de improviso y no nos engañaba el cora-
zón. Habíase forjado nuestra fantasía una extraordinaria animación, y en
efecto, desde antes de las cinco de la mañana, en que algunos vinieron á ca-
sa á buscar flores, todo el pueblo estaba en movimiento. Unos arreglaban
arcos, despedregaban otros las calles por donde debía pasar la procesión y
muchos acudían á reconciliarse con Dios.
Díjonos el señor Cura que la música se negaba á venir por temor de no
hallar alojamiento, é inmediatamente partió un propio á ajustar otra, mien-
tras el prefecto, con uno de los catequistas, recorría algunas casas, pidien-
do tuvieran á bien dar de comer á los músicos, lo que no fué difícil conse-
guir.
El domingo amaneció nebuloso. Luego comenzó la lluvia con trazas de
prolongarse. Dudábamos de la resolución que tomaría el párroco, cuando á
eso délas nueve de aquella mañana nos llaman á la portería. Era un grupo
de niños que venía á llamarnos para cantar la misa, pues estaba determinado
que la translación se hiciera por la tarde. Sin pérdida de tiempo nos pone-
mos en camino y ya casi con las manos podíamos tocar las paredes del pue-
blo, cuando tropezamos con una porción de jóvenes que nos salían al encuen-
tro. «¿A dónde vais?, les preguntamos». «A buscar la imagen».— «¿Cómo
puede ser? si nos manda á llamar el señor cura para cantar la misa». «El nos
ha dicho que la traigamos, y si no quieren golvésen (volverse), nos iremos
solos». Era cierto que el párroco, no pudiendo contener sus repetidas ins-
tancias, les soltó el permiso, y nosotros en diez ó doce minutos hubimos de
deshacer el camino de media hora.
Llegamos á Veruela: y sin perder un instante salió la imagen sobre
aquellos robustos hombros á pasear los caminos encharcados, mientras lo res-
tante del pueblo con dos catequistas se disponía para salir al encuentro.
Poco trecho habíamos atravesado, cuando las nubes comenzaron á lan-
zar copiosas gotas. Era el Señor que quería probar nuestra fe. Cubrimos la
imagen y dimos vuelta hacia Veruela. Entonces uno de aquellos mozones:
96
«¡á Trasmoz!» gritó, y volviéndose á los otros: «muchachos, á rezal pa
(rezar para) que no llueva». Todos á coro. «Acordaos, oh piadosísima
Virgen María, etc.» Cesó la lluvia y seguimos la marcha cantando y re-
zando durante el trayecto. Luego dejáronse oir las campanas, é iban alle-
gándose niños que engrosaban nuestra comitiva.
Y no llovía. Las nubes amenazaban, los pájaros habían callado, sólo re-
sonaban en los contornos del valle los ecos del «Corazón santo»; «Firme la
voz»; «¡Viva el Corazón de Jesús!;» «¡Viva la Virgen de Veruela!» Los
del pueblo descendían en correctas filas, á los otros consumía el deseo de ha-
cerles partícipes del rico tesoro que transportaban, y aunque estaban lejos,
los corazones se hablaban. En medio de esta zozobra gritó una voz: ¡Viva
el Corazón de Jesús! ¡Vivaaa! — respondieron todos, y los grupos se fun-
dieron en uno, las miradas quedaron inmobles clavadas en la estatua, los co-
razones latían fuertemente, no acertaban á expresarse los labios, pero da-
ban gritos de admiración, de consuelo, las lágrimas que rodaban por algunas
mejillas. En medio de aquel silencio una voz entusiasta, emocionada, elo-
cuente, dejó sentir sus acentos. Era el párroco que con frases sentidas ponía
en manos del Rey inmortal de los siglos los corazones de todos sus feligre-
ses. Hombres en copioso número, mujeres, niños, todos respondieron á la
proclama de su Rey, con cariño, con afecto, porque sus almas estaban robus-
tecidas con el pan de los fuertes. Un viva al Corazón de Jesús los arrancó
de allí y los empujó hacia las tortuosas, empinadas y aquel día engalanadas
calles de Trasmoz, que atravesamos en solemne triunfo, presididos por todo
el Ayuntamiento.
Aún no acababan de entrar. en la Iglesia cuando se desencadenó un agua-
cero tan fuerte que dejó los campos inundados y las calles convertidas en
torrentes. Cantamos la misa con feliz resultado. Acabada ésta hubo de
aguardarse la gente á que perdiera un poco de fuerza el temporal, y noso-
tros, viendo que no era posible regresar á Veruela, les rogamos por caridad
que nos recojieran; á lo que se ofrecieron varias personas. Por complacer á
cuantos pudiésemos nos fuimos uno á cada casa. Pareciónos mejor esto que
encararnos los seis con la indigencia del bonísimo D. Doroteo, aunque de-
seaba que fuésemos á su casa.
Por la tarde nos dio la lluvia tiempo muy escaso para la procesión por
todo el pueblo. Tanto ésta como la función, con exposición de S. D. M., es-
tuvieron concurridas, de manera que reflexionando después sobre la asisten-
cia advertí que sólo faltaban seis ó siete hombres que son notados por su
ninguna religiosidad. Aquel que usted conoce contemplaba desde la entrada
de su casa la escena que se desarrollaba al pie de la colina donde la tiene
97
asentada y debió de amargarle, pues se encerró dentro retorciéndose como
fiera herida y lanzando, (según dicen y yo lo creo) horribles espumarajos de
asquerosas blasfemias y pateando hasta la gorra. Confío y espero que el Sa-
grado Corazón con la suavidad de sus gracias celestes, en fecha tal vez no
muy lejana, amansará la bravura de ese pobrecito desdichado.
Resultado práctico: se dio comienzo al Apostolado de la Oración, se re-
novó el espíritu de fervor, como lo demuestra la mayor asistencia á los ac-
tos del culto.
Más de ciento comulgaron aquel día. Cifra más que regular si se tienen
en cuenta las doscientas cincuenta personas de que consta el municipio, y
que entre los hombres había una buena porción de los que vuelven de Bil-
bao sin fe y sin otro Dios que el placer. Más aún; desde hace unos cuantos
años reina tal descuido en lo tocante á religión, que eran muchos los que no
cumplían con ella. Un pueblo en fin donde desde 6 de Mayo del año pasado
hasta Octubre no se abrió el sagrario para una sola comunión á pesar de ha-
ber tenido misión de ocho días por cuaresma, en que como usted sabe, se
confesaron nada más que tres hombres.
Bien podemos, pues, entonar un himno de gratitud al divino Corazón y
usted ayúdenos con sus fervorosas oraciones.
En ellas mucho se encomienda su afmo. siervo y H. en el Sagrado
Corazón.
JHS.
Sabino Marco, S. J.
MINISTERIOS ESPIRITUALES CON UNOS GITANOS
Narración del P. Santiago Riba.
Veruela y Octubre de 1911.
A mediados de Octubre de 191 1, en un cobertizo distante 40 metros del
Monasterio de Veruela, se alojaron unos cuarenta gitanos con sus caballe-
rías destinadas á la venta. Sucedió que al día siguiente de hallarse alojados
en aquel cobertizo abandonado enfermó de gravedad uno de los gitanos,
mozo de 18 años de edad.
Con ocasión de este enfermo, á quien fui á visitar, entré en relación
con todos los gitanos allí alojados, y no creí ser tiempo perdido el que em-
please con ellos para catequizarlos. En efecto, como les gané la voluntad
desde mi "primera visita al enfermo, repetí estas visitas mañana y tarde, y
luego del enfermo pasaba á los sanos, grandes y chicos, hombres y mujeres,
para instruirles en las cosas esenciales de la fe, pues la ignorancia de estos
gitanos corría parejas con la ignorancia religiosa que yo notaba en los in-
dios guaraníes que en América había tratado.
Como estos gitanos llevan vida errante por el mundo, temía que se me
escapasen sin haberse confesado primero. Por esto apuré el asunto.
Comencé por llevar conmigo á nuestra iglesia catorce mozos gitanos.
Allí los preparé para la próxima confesión, luego allí mismo para su pri-
mera Comunión que debían tener al siguiente día. En esta preparación
hubo que meterles en la cabeza lo que es la comunión, y lo que para ella
se requiere en la disposición del alma y del cuerpo. Hubo que repetirles
una y otra vez la cuestión del ayuno natural antes de la comunión y el aseo
de la cara, cabeza y manos, pues no conocen aseo, y no era decente se
acercasen sucios al pie del altar.
Al fin los despedí aquella tarde con la confesión hecha y con deseos de
comulgar al día siguiente.
La misa de comunión para ellos se fijó á las 7; pero se les encargó que
viniesen á las 6, pues quería yo tenerlos un tiempo conmigo para la prepa-
ración próxima de la comunión.
99
Les dije la misa en el altar del Sagrado Corazón. Entre tanto el fer-
voroso H. Vicuña les hacía repetir palabra por palabra algunas oraciones
adecuadas al acto, y comulgaron devotamente.
Terminada la misa se les dio á cada uno una medalla, que desde aquel
momento llevaron colgada visiblemente del cuello.
Estos 14 mozos regresaron entusiasmados á su cobertizo donde esta-
ban sus compañeros. Al poco rato fui yo á hablarles para inducirlos á con-
fesar y comulgar. El enfermo iba agravándose en su enfermedad; por
otra parte estaba en casa el Sr, Obispo diocesano que aquella tarde debía
administrar la. Confirmación en nuestra iglesia. Tomé ocasión de una cosa
y otra para llevar á nuestra iglesia á todos los demás gitanos. Yo les decía:
vamos á rezar por el enfermo, y se van á confirmar los que no tengan este
Sacramento. Así fué; los acompañé á nuestra iglesia á todos, y después de
otra preparación próxima se fueron confesando todos, y á continuación reci-
bieron el Sacramento de la Confirmación.
La misa de comunión para ellos debía ser al día siguiente á las 7; pero
un incidente lo impidió: en la misma noche falleció el enfermo, lo cual causó
gran trastorno entre aquella gente que no se hartaban de llorar y lamentar
la desgracia.
El enfermo murió resignado y con todos los Sacramentos. Su agonía fué
cristiana y tierna: iba llamando uno tras otro á sus parientes y amigos allí
reunidos, y á cada uno le decía alguna palabra cristiana y de devoción.
El enfermo había pedido á su padre que lo enterrasen en un nicho, y
así se hizo con no poco trabajo, pues sólo había un nicho en el cementerio de
Vera, y tenía su dueño, á quien hubo que comprárselo pagándole 23 duros.
Hicieron gustosos este gasto porque apreciaban mucho á su hijo finado.
Enterrado el cadáver, tuvieron que marcharse al momento todos los gi-
tanos, y con sentimiento de ellos no pudo tener lugar la misa de comunión,
pero me prometieron visitarme cada vez que pasasen cerca de Veruela.
Algo se hizo con ellos en el corto espacio de tres días que pudieron ser
visitados.
Los gitanos son gente abandonada en cuestión religiosa, y no hay quien
los busque para instruirlos, y sin embargo la experiencia enseña que entre
ellos se hallan almas privilegiadas á quienes Dios conserva en su gracia.
Así lo he palpado yo en éstos á quienes he tratado íntimamente en estos
tres días.
JHS.
Santiago Riba, S. J.
MISIONES
DE LOS PP. SANTIAGO RIBA Y JUAN BTA. RECOLÓNS
EN LA DIÓCESIS DE TARAZONA
MISIÓN DE MATALEBRERAS
Garta del P. Santiago Riba al P. Arturo Godina
Matalebreras, 27 Noviembre 1911.
Estimado P. Rector: Voy á referir á V. R. algo de la Misión que he-
mos dado en este pueblecito de Matalebreras, diócesis de Tarazona, pro-
vincia de Soria, el P. Recolóns y yo.
El día 19 del actual con frío y viento molestísimos, salimos de Tarazona
en el coche-correo. Llegamos á este pueblo á las cuatro de la tarde; á pesar
de que llevábamos una hora de retraso, las gentes del pueblo esperaron
nuestra llegada en la carretera aguantando firmes las inclemencias del
tiempo que era asaz rudo.
A hora conveniente, las autoridades todas seguidas del resto del pue-
blo habían salido de la iglesia procesionalmente: iba delante la Cruz parro-
quial, en medio de los acólitos revestidos con sus ciriales, seguían los tres
grandes estandartes de las Congregaciones; por fin, todo el pueblo cantan-
do el Sto. Rosario. Apenas llegamos, nos aclamó aquella compacta y reli-
giosa multitud con fervorosos vivas. Una anciana octogenaria recitó no sé
cuántas loas de bienvenida.
Organizóse de nuevo la procesión de regreso á la iglesia cantando
asimismo el Santo Rosario. Reunida ya en el templo aquella buena gente,
el padre Recolóns abrió la Misión con las formalidades de costumbre en
tales circunstancias, y anunciando la distribución que seguiríamos en los días
siguientes. Seiíalamos tres actos. Por la mañana, á las seis, se dirá la santa
Misa, seguirá la plática y terminará el acto con un cántico de misión. — De
once á doce nos dedicaremos á los niños y niñas. Por la noche, después del
Santo Rosario, la plática por final y sermón intercalando algunos cánticos.
101
^Así lo hicimos todos los días teniendo el consuelo de que á todos estos
actos acudieron los habitantes sin faltar uno.
El frío y las lluvias no nos dejaron. Las calles del pueblo, de suyo no
fáciles de recorrer por su desigualdad, en días de lluvia con el barro y
charcos de agua, eran poco menos que intransitables; y cuando á eso se
agregaba la oscuridad de la mañanita ó de la noche, resultaba meritorio por
extremo para aquellas buenas gentes que hambrientas de oir la palabra de
Dios pasaban por todo y con puntualidad admirable acudían á todos los ac-
tos. Esto, como V. R. vé, nos consolaba no poco; el ir y volver de la iglesia
nosotros por aquellas escarpadas calles pisando agua y barro sin más luz
que la de un diminuto farol, nos animaba, y ante el entusiasmo de las
gentes y el fruto que se cosechaba, lo dábamos por muy bien pasado.
Con el fin de que se acostumbrasen las personas piadosas á la Comu-
nión diaria, procuramos que recibiesen al Señor todos aquellos días de San-
ta Misión.
El sábado, día 25, tuvo lugar la fiesta infantil, la Comunión general de
niños y niñas con cánticos fervorosos.
El maestro que no peca ni de mucho de clerical, como dicen hoy en día,
nos prometió politicamente que permitiría á sus alumnos el ir al Catecis-
mo; pero luego á los chicos les dijo que no se saldría de clase sino á la ho-
ra reglamentaria de las 12. ¿Qué sucedió? pues que al oir á las 11 el toque
de campana de la iglesia que Hamaba á Catecismo, escaparon atropellada-
mente de la escuela burlando así los planes del maestro. Este, por su parte,
y para evadirse del bochorno consiguiente, se salió del pueblo pasándose á
Soria para tres días, pues preveía que en aquellos tres días, que eran los
últimos de la Misión, quedaría sin alumnos en la escuela.— Y con razón:
pues chicos y grandes, no sabían alejarse del templo gozándose lo infinito
en repetir los cánticos de Misión.
La lluvia impidió la procesión infantil pública que teníamos preparada
para la tarde del sábado, pero hubo de condescenderse ccn los chicos que
no se resignaban á suprimirla, y así se hizo en el i:.terior del templo.
Este día por la noche y el siguiente, domingo, por la mañanita, fueron
además días de confesonario para hombres y mujeres por vía de prepara-
ción para la Comunión general. Solos tres hombres, conocidos ya por lo
que son, dejaron de acercarse á recibir al Señor.
La Comunión general resultó acto solemnísimo y consolador por los
muchos hombres que acudieron y por la devoción y santo entusiasmo con
que cantaban todos durante la Santa Misa que les dije yo, corriendo tam-
bién de mi cuenta los acostumbrados fervorines.
102
A cargo del P. Recolóns quedó una Misa cantada á las diez, concu-
rriendo á ella de nuevo todo el pueblo; no parecía sino que el fervor de
que estaban poseídos no les dejaba estar en casa.
Tampoco pudo verificarse en este día la procesión que teníamos pro-
yectada; al igual, que el otro día la hicimos por dentro. Se dispusieron cinco
altares para el devoto ejercicio de las cinco visitas, que solemos hacer en
nuestras iglesias el día del Sagrado Corazón, ejercicio que practicamos
con asistencia de todas las autoridades.
Terminada la procesión subí al pulpito para el sermón de despedida,
bendición papal y bendición de objetos piadosos.— Luego el P. Recolóns
desde el pie del altar les dijo el adiós de despedida con el entusiasmo que
le es propio, contestando la muchedumbre con gozosos y muy entusias-
tas vivas.
Al salir de la Iglesia así las autoridades como el pueblo, se empeñaron
en acompañarnos, como lo hicieron, á casa, no cesando de cantar y de vito-
rearnos.
El lunes 27 y después de la misa mayor, según había previamente anun-
ciado, se procedió en el atrio del templo, á la bendición del agua de San
Ignacio, cuyas hojitas tenía ya repartidas. El pueblo entero presenció la
santa ceremonia, no sin haberles yo antes explicado la virtud prodigiosa de
aquella santa agua y el modo de usarla provechosamente, confirmándolo
todo con ejemplos que yo mismo había en distintos puntos presenciado.
Llegó por fin el momento de despedirnos del pueblo. Salimos de él si-
guiéndonos la gente, hasta el punto en que nos aguardaba el coche que de-
bía llevarnos á Agreda: en este trayecto y aun después, andando ya el co-
che, continuaron sus vivas. La anciana octogenaria inventó nuevas loas
que á cada paso iba declamando con ardor juvenil: las autoridades y el Se-
ñor Cura Párroco se nos mostraban muy agradecidos, y el último espe-
cialmente, animadísimo.
Dejamos en el pueblo reanimada la Congregación de Hijas de María;
preparamos la instalación del Apostolado, y según dije arriba establecimos
la Comunión diaria para mucha gente.
Quiera el Señor bendecir nuestros esfuerzos. Y esos buenos HH. Jú-
niores no cejen de rogar por nosotros.
De V. R. ínfimo siervo en Cto.,
JHS.
Santiago Riba, S. J.
MISIÓN DE VIERLAS
Carta del P. Santiago Riba al P. Arturo Godina
Tarazona, 9 de Diciembre de 1911.
Estimado en Cto. P. Rector: Hora es ya que diga á V. R. algo de
la Misión que con el P. Recolóns he dado en Vierlas.
Es Vierlas, poblacioncita de doscientos ochenta á trescientos habi-
tantes.
Mala impresión nos llevamos en un principio, al entender que andaba
á la sazón la gente ocupada en la recolección de la remolacha; pero subió de
punto, al oir de labios del Sr. Cura Párroco que no podría asistir la gente á
los actos de la misión— que sería tiempo perdido.— Gracias al Señor no fué
así, pues desde el 29 de Noviembre en que se comenzó, hasta el 6 de Di-
ciembre en que terminó, nadie del pueblo faltó á ningún acto así por la ma-
ñana como por la noche.
Los niños y niñas tenían su misioncita de once á doce de la mañana. El
P. Recolóns entusiasmó á la gente menuda, con la variedad de cánticos que
les enseñó, en tal manera, que no contentos con cantarlos en la Iglesia en
los actos de misión, lo hacían durante el día recorriendo las calles; excuso
decir á V. R. que esto venía á resultar un acto de propaganda admirable en
favor de nuestra labor, fomentando de tal modo el entusiasmo del pueblo
que iba creciendo visiblemente de día en día.
Los habitantes de Vierlas son buenos; pero tan olvidada tenían la fre-
cuencia de Sacramentos, que nos hacía desconfiar del éxito; pero logramos
desde el segundo día les fuese entrando el deseo de recibir á Ntro. Señor,
de tal modo, que no quedaba una sola persona del pueblo sin comulgar dos
ó tres veces durante la misión.
Admirado quedó el bueno del Sr. Cura, con el trabajo consiguiente de
ir de aquí para allí, á fin de proveerse de hostias; creyó al principio que con
cien partículas que tenía preparadas había más que sobrado para sus feli-
greses, y llegaron á repartirse sobre unas quinientas formas.
104
El Sr. Alcalde y los Concejales, invitados por el Maestro y la Maestra,
fueron los primeros en acercarse á la Sagrada Mesa, según que se les acon-
sejaba. Ejemplo tan hermoso arrastró á los demás habitantes, que no sólo les
imitaban, sino que prometieron seguirían fielmente tan provechosa práctica,
venciendo la pereza que á decir de ellos había sido la única causa del retrai-
miento. Quiso el Señor, según ve V, R., dar fuerza á nuestras palabras,
que así en público como en privado, desde un principio veníamos encami-
nando á este fin.
El sábado, día 2, tuvo lugar por la mañana comunión general de niños
y niñas, y por la tarde la procesión de los mismos llevando en andas una
imagen de la Inmaculada. De tal modo movió á todo el pueblo aquella infan-
til procesión, que tras los chicos siguieron los hombres y las mujeres con
todo recogimiento. Al fin se les dio la bendición, acabándose con cánticos y
Divas de los niños.
Los niños y las niñas siguieron comulgando hasta el día de nuestra par-
tida, y tras los niños iban sus padres, de tal modo, que el domingo, lunes y
martes, parecían días de Comunión general, con el consiguiente apuro, to-
cante á hostias, del Sr. Cura, qne no acertaba á explicarse lo que veía.
Al sermón de despedida, que les prediqué, expuesto el Smo. Sacra-
mento, asistió el Ayuntamiento en corporación; el entusiasmo del pueblo fué
tal, que sin acordarse de que estaban ante el Señor de manifiesto, se desfo-
garon con vivas á los PP. Misioneros. Reservado el Santísimo, les dimos la
bendición papal y bendijimos los objetos piadosos. El pueblo en la iglesia y
fuera de ella, en todas partes con sus vivas sin parar, para mostrarnos así,
¡pobrecitos!, su agradecimiento.
La víspera de nuestra salida y después de la distribución final de la
noche, mientras cenábamos, se apostaron en la puerta de imestra casa un
grupo de mozos del pueblo con guitarras y bandurrias, obsequiándonos con
una serenata, acompañando varias /oo^ de gratitud y de despedida. Corres-
pondimos con algunos regalillos piadosos que agradecieron visiblemente.
El día de partir nos quisieron obsequiar con una Comunión general de
hombres y mujeres, y reunidos al tiempo de la marcha, nos dieron un adiós
de vivas en grande á los PP. Misioneros. El Sr. Alcalde quiso acompañar-
nos hasta Tarazona no obstante la distancia de más de una legua que le
separa de nuestro inolvidable Vierlas, cuyos pobrecitos habitantes, labra-
dores en su inmensa totalidad, tan bien se aprovecharon de la santa misión.
De V. R. affmo. S. en Cto.
JHS.
Santiago Riba, S. J.
COLEGIO Y CASA DE PROBACIÓN
DE GANDÍA
LABOR CATEQUÍSTICA DE UNA CONGREGACIÓN
DE HIJAS DE MARÍA
Carta del P. Garlos Ferrís al P. Juan M, Sola
Tormos, 5 de Febrero de 1909.
Rdo. P. Sola.
Amadísimo Padre en Oto.: Con sumo gusto tomo la pluma, aprove-
chando un rato que me queda libre, para dar á V. R. cuenta de un hecho
verdaderamente edificante.
Por el mes de Octubre del año próximo pasado, cuando estuvo V. R. en
Alcira dando ejercicios á las Hijas de María, recomendóles con grande ins-
tancia, según me dijeron, la enseñanza del catecismo á los niños de ambos
sexos y fundó desde luego algunos centros de doctrina; y este año, cuando
fui á dar dichos ejercicios, creí deber insistir en lo mismo, y así lo hice.
Ahora, vea V. R. la nota que tengo el gusto de adjuntarle de lo que
han hecho en tan poco tiempo. Me quedé pasmado cuando lo oí leer en
una junta de Señoritas, Hijas de María, que tuve el honor de presidir,
á la sazón que me hallaba dando una misión en uno de los barrios extre-
mos, que por cierto salió muy bien, pues comulgaron más de 400 hombres
con otras tantas mujeres.
¡Qué lección tan elocuente. Padre mío! Por eso he querido publicarlo,
para que llegue á noticia de todos, y procuremos sembrar en todas partes
esa bendita semilla, que tanta falta hace en estos tiempos de ignorancia re-
ligiosa y miserable abandono.
De V. R. siervo en Cto.
JHS.
Carlos Ferrís, S. J.
106
Alcira, 28 Enero de 1909.
<í Resumen de los trabajos realizados durante el pasado año, pri-
mero de nuestra enseñanza catequista, y en el que, gracias á Dios, aunque
no tanto como son nuestros deseos, se han visto secundados por parte de
ios niños nuestros esfuerzos, pues ya contamos con cinco Centros en donde
se prepararon para la primera Comunión doce niñas y se confesaron todos
los demás para el cumplimiento Parroquial; habiendo entre ellos un joven de
diez y seis años que desde su primera Comunión, ó sea, cuatro años que no
había cumplido con dicho precepto.
»A indicación del Rdo. P. Carlos Ferrís de la Compañía de Jesús, que
mucho nos animó en esta noble empresa, se procedió á la organización de
una Junta directiva, siendo elegidas: Presidenta, D.^ Águeda Ribera; Vice-
Presidenta, D.'^ Ana García; Tesorera, D.^ Consuelo Marrades; Secretaria,
D.^ Consuelo Aparicio. Al mismo tiempo se nombraron Presidentas é Ins-
tructoras para cada Centro, nombrando Presidenta del l.er Centro, ó sea,
las Barracas, á la Srta. María Calot; Vice-Presidenta, Srta. Juana Masiá,
con nueve Instructoras donde se instruyen en el Catecismo, cincuenta ni-
ños y setenta niñas.
»2.° Centro. — Religiosas Franciscanas. — Presidenta, D.^ Balbina
Marrades; Vice-Presidenta, D.'"^ Rosa Vicente, con tres Instructoras ense-
ñando á treinta niñas.
»3.^ Colegio de MM. £'5Co/o/?/<75.— Presidenta, Srta. María Moscar-
dó; Vice-Presidenta, Srta. Josefa García, con cuatro Instructoras, donde á
más del Catecismo, aprenden á leer y escribir ciento veinte niñas.
»4.° Montañeta.—Vresxáenisi, D.^ Francisca Garrigues; Vice-Presi-
denta, D.''^ Concepción Pérez, con siete Instructoras instruyendo á veinte
y seis niños y cincuenta niñas.
»5.° ^/^w^r/g^fl.— Presidenta, D.'^ Concepción Ramírez; Vice-Presi-
denta, D.'^ Rosa Colomer, con cinco Instructoras enseñando el Catecismo á
sesenta y tres niños y noventa y ocho niñas.
«Varias Srtas. Instructoras, tuvieron la idea de recaudar limosnas con
el fin de comprar ropas para los niños más necesitados, cuyo pensamiento
fué acogido con entusiasmo por la Junta directiva, y con el producto de los
donativos de personas caritativas, se compraron: 10 mantitas, 24 camisas.
6 elásticas, 18 blusas, 6 pantalones, 12 toquillas, 12 faldas y 13 pares de al-
pargatas, piezas que fueron distribuidas entre los diferentes Centros.
107
»Durante las fiestas de Navidad, se celebró en dichos Centros, la con-
sagración de los niños al Sagrado Corazón de Jesús, cuya fiesta consistió
en una procesión presidida por los estandartes del Niño Jesús y María In-
maculada, acto de consagración al Corazón de Jesús, y adoración de la
imagen del Divino Niño; cantándose letrillas durante la procesión y adora-
ción, repartiéndose al terminar bonitas estampas y dulces.
»Dos generosos donantes han regalado tres bancos para las escuelas;
¡que Dios premie á todos los bienhechores!
»Para terminar, réstanos tan solo dar las gracias al Rdo. P. Carlos Fe-
rrís, por haberse dignado presidir esta pobre reunión, y rogarle nos dirija
en lo sucesivo, para que animadas con sus exhortaciones, podamos trabajar
cada día más en bien de las almas de los pobrecitos niños».
QUINCUAGÉSIMO ANIVERSARIO, DE LA ENTRADA EN
LA COMPAÑÍA, DEL P. FRANCISCO CEBALLOS
Garta del H. Francisco Javier Portas á los HH. Júniores de Veruela
Gandía, 14 de Junio de 1909.
Amadísimos en Cto., Hermanos: Indecible fué el consuelo que me
causó la recepción y lectura de sus atentas cartas, llenas de esa caridad
propia de nuestra dulcísima madre la Compañía, la cual en persona de sus
hijos también me felicitó en el día de mis votos desde Tortosa, Valkenburg,
Woodstock y Manila. Por la presente quiero manifestarles mi gratitud por
tan finas atenciones para con este su indigno hermano, dándoles una sencilla
relación de la fiesta que aquí celebramos el 8 del corriente en conmemora-
ción del quincuagésimo aniversario de la entrada en la Compañía, de nues-
tro venerable anciano, el P. Ceballos.
Por la mañana nos celebró la santa Misa, que fué de Comunidad, co-
mulgando todos de su mano, cantándose durante el santo sacrificio varios
motetes con acompañamiento de armonium. No es para explicarse la devo-
ción y consuelo que advertíamos todos en el buen Padre en aquel sagrado
acto. Refiriéndose á fecha tan respetable como esta de cincuenta años de
vida religiosa, visiblemente conmovido repetía: «¡Cincuenta años en la
Compañía, y tan mal aprovechados!»
Recordando después la santa Misa de aquel día, causábale no poca gra-
cia al buen viejo el que sus acólitos hubiesen sido los HH. más jovencitos
de la Casa.
A mediodía, y después de la comida, subimos todos á una pieza de la
casa: la sala dorada (como siguen llamándola desde el tiempo de S. Fran-
cisco de Borja), y se le obsequió con una pequeña Academia. Presidía el
P. Ceballos, con los PP. Prepósito de la Casa Profesa de Valencia á la de-
recha y el P. Rector de este Colegio-Noviciado á su izquierda. El H. Zur-
bitu leyó en voz alta la dedicatoria de la fiesta en una cartulina pintada á la
acuarela, el ramillete de obsequios espirituales que por el Padre se habían
ofrecido al Señor, y por fin presentóle el programita para que él (sordísimo
como es) se enterase de lo que se le iba á dedicar.
109
Varios de nuestros HH. tomaron parte activa felicitando á nuestro que-
rido anciano en nombre propio y de los actuales moradores de esta santa
Casa, al paso que otros dieron cuenta de las adhesiones de varios de los
nuestros que en aquel día quisieron tomar parte en nuestro júbilo. Así por
ejemplo, el P. Sola, que debía estar en Sevilla predicando el Novenario del
Sagrado Corazón durante aquellos días, dejó antes de salir una composición
intitulada Adioses de un poeta, en que se despedía de él como á monta-
ñés, como á hermano en religión, como á misionero, como á retirado, etc.,
y fué declamada por cinco PP. novicios. También el P. Procurador de la
provincia, nuestro buen P. Simó, quiso contribuir á la fiesta mandando muy
á tiempo al P. Ceballos un paquetito de libros, medallas, etc. No faltó el
obsequio espiritual de los HH. Júniores de Gandía residentes en Veruela.
Tampoco olvidó el P. Ramón Mas el haber sido morador de Gandía, y así
desde Orihuela contribuyó con una delicada y afectuosa poesía; y desde
Chamartín remitieron su parabién, tan fino como espiritual, los PP. Cervós
y Agustí.
Antes de terminar la fiesta, un telegrama del P. Rector del Colegio de
San José de Valencia, adhiriéndose en nombre propio y en el de toda la
Comunidad, coronó los obsequios de aquel Acto.
Posteriormente recibió carta del M. R. P. General, quien, por medio
del R. P. Abad, Asistente por las Provincias de España, felicitaba al Padre
Ceballos por tan fausto acontecimiento, le daba las gracias por los servicios
prestados á la Compañía, en especial como misionero en Filipinas, y le en-
viaba su paternal bendición.
Felicitáronle también el R. P. Provincial, el R. P. Ibero, Provincial de
Castilla, los NN. de Filipinas y muchos otros de las distintas Casas de
nuestra Provincia. •
Tal fué la fiesta celebrada en esta santa Casa en obsequio del R. Pa-
dre Francisco Ceballos, conmemorando sus cincuenta años de Compañía.
Los Superiores y demás PP. y HH. saludan á Vds. muy afectuosamen-
te. En las oraciones de todos mucho se encomienda su hermano en Cto.,
JHS.
Francisco Javier Portas. S. J.
Nuestro buen P. Ceballos tuvo la dicha de morir el 22 de Agosto del
mismo año de 1909, á los dos meses y catorce días de esta fiesta, en el San-
tuario de Loyola, donde había deseado exhalar su último suspiro por la devo-
ción singularísima que profesaba á N. S. Padre. — (nota del colector).
LOS EJERCICIOS DEL P. JOSÉ LUIS IÑESTA
Garta-introducción al P. Antonio Vicent
Gandía y Enero de 1911.
R. P. Antonio Vicent.
Muy amado en Cristo Padre Vicent: La lectura de las cartas edificantes
del P. Muñoz, que nos daban á conocer los opimos frutos recogidos en Amé-
rica por medio de los Ejercicios Espirituales, hízome concebir la idea de dar-
los en esta nueva forma aquí en los pueblos de la provincia de Valencia. Al
principio pensábamos que esto era imposible; que los pueblos de acá no es-
tán ya en disposición de eso; que no encontraríamos locales á propósito, etc.,
etc. Ahora, gracias á Dios, vemos que es posible; que el número de hom-
bres que se retiran á Ejercicios es crecido; que las conversiones son admi-
rables; que se hace necesario dar dos, tres y hasta once tandas seguidas en
una misma población; que si Dios, en una palabra, bendice y toma por suya
esta obra allá en América, la bendice y toma también por suya acá en nues-
tra amada Patria.
De aquí el deseo que algunos PP. han manifestado de saber el modo y
manera que se ha tenido en dar estos ejercicios, y las industrias de que nos
valemos para mantener la atención y hacer que los hombres queden cada día
más gustosos, y al fin salgan enamorados de Dios Nuestro Sefior y de los
Santos Ejercicios.
Para complacer, pues, á estos buenos PP. y á V. R., y porque así lo
desea el P. Rector, escribo á V. R. la presente, diciéndole sencillamente
el orden que hemos guardado en dar estos Ejercicios. Ella servirá junta-
mente de introducción á las demás que pienso escribir para las EDIFICAN-
TES, tanto para que se alabe al Señor, cuya es la gloria, como por si con
ello se puede mostrar el camino para que otros le sigan.
PREPARATIVOS
Todos los beneficios de Dios deben ser primero deseados, y éste délos
111
Santos Ejercicios sigue la misma regla. Lo primero, pues, que se procura es
que en el pueblo donde se quieran dar haya quien los desee y aun pida, sien-
do indispensable que el señor Cura Párroco quiera que se den en su parro-
quia.
Algunos casos ha habido en que los señores párrocos no se han mostra-
do muy entusiasmados con la obra; pero cuando comenzadas las tandas han
palpado el fruto extraordinario que se recogía, no sólo se han mostrado afec-
tos á ella, sino que han sido sus más celosos sostenedores y propagadores.
LOCAL
Lo nuevo, lo característico de los Ejercicios, dados ahora en el reino de
Valencia, ha sido el darlos en los pueblos, con absoluto retiro de los ejerci-
tantes, siendo esto principalmente lo que los diferencia de las Misiones y
Ejercicios predicados, que ya de mucho tiempo atrás están en uso.
Este encerramiento, este retiro absoluto, es de todo punto indispensa-
ble para que el hombre se recoja dentro de sí mismo y se halle en disposi-
ción de ventilar los graves asuntos que, en sus días de retiro, tiene que
resolver con Dios Nuestro Señor.
El no ir al Casino y no salir de casa, el silencio y la distribución misma
del tiempo, todo, en una palabra, coadyuva admirablemente al fin propues-
to, y así se explica que, con la ayuda de la divina gracia, se hayan operado
cambios tan radicales, no ya en un individuo ú otro, sino en pueblos enteros.
Pero para esto es necesario local, y he aquí la que á muchos parece in-
superable dificultad, cuando en realidad, y bien mirada, no monta gran cosa.
Si en el pueblo donde se quieran dar estos Ejercicios hay alguna casa
de pública Beneficencia y la quieren ceder, ya está resuelta la dificultad.
Dicho edificio viene de perlas. Si no hay casa de Beneficencia, se escógela
mejor que se pueda, teniendo presente que ha de reunir tres departamentos
principales: capilla, patio y comedor. Tratemos de ellos separadamente.
1.0) CAPILLA
Se escoge la sala ó local más capaz y en él se levanta un altar con un
crucifijo grande, de modo que domine. Se colocan luego los asientos de ma-
nera cómoda y allí oyen Misa los ejercitantes, hacen las meditaciones y las
visitas á Cristo crucificado.
2.0) PATIO
Es también indispensable el que la casa lo tenga, á fin de que los ejer-
citantes puedan salir á pasear, fumar y en él se arreglen los lugares excu-
112
sados. No es necesario que sea muy grande, porque los ejercitantes, traba-
jadores en su mayoría, no apetecen mucho el ejercicio y, para el caso, sirve
á maravilla cualquier huerto ó patio interior con tal que esté al descubierto,
para que puedan respirar aire puro.
3.°) COMEDOR
El comedor es más fácil de encontrar que la capilla, pues no es necesa-
rio tenga tan buenas condiciones como aquélla, y aunque es mejor que sea
una sala, pueden ser dos diferentes.
El mueblaje puede ser muy sencillo: mesas y asientos (no importa sean
tablones) para todos, unos jarritos para el agua... y, nada más.
El sistema que se ha seguido para la comida es el siguiente: Todos los
ejercitantes tienen un número que ya se les indica al hacer la lista para la
entrada y todos los asientos del comedor tienen también un número que co-
rresponde al del ejercitante, cuyo es aquel sitio.
La comida se la hacen á cada uno en su casa, y á las siete y media y
once y media de la mañana, y á las siete y media de la tarde, se da una se-
ñal con la campana del pueblo, para que acudan las mujeres á la casa de
Ejercicios, trayendo la comida en un cestito que lleva un número, que co-
rresponde al del ejercitante para quien es. Como los asientos están por or-
den numérico, se hace fácilmente la repartición de la comida, y cuando los
ejercitantes salen de la capilla ya lo encuentran todo preparado. Luego, á
las nueve de la mañana, á las tres y media de la tarde y á las nueve de la
noche, pasan las mujeres á recoger los cestitos.
En un principio se admitían los de tandas anteriores para que se ocu-
pasen en recoger los cestitos y repartirlos, en encender las luces y en todos
los demás servicios domésticos, pero esto no es práctico; porque como por
buena voluntad que tengan no están acostumbrados á estos trotes, se enre-
dan con facilidad, han de hablar mucho, y todo es en detrimento del fruto
de los Ejercicios. Lo que ha dado mejor resultado es tomar á dos ó más hom-
bres que, cobrando su jornal, hagan todos los servicios de la casa, á los cua-
les por lo mismo que cobran se les puede urgir, y así todo va mejor y con
más orden.
4.0) DORMITORIO
Vengamos ya á lo último y más sencillo de arreglar. A dos cosas se
atiende: al local y al ajuar.
Claro está que. á ser posiblie, mejor es que los dormitorios estén en la
113
misma casa de Ejercicios; pero no causa grave extorsión el que estén en
alguna de las contiguas, y así ha sucedido en varios pueblos.
Por la noche conviene haya en los dormitorios luz que, no estorbando
para dormir, sea suficiente para distinguirse los objetos, no sea que, levan-
tándose alguno á deshora, fuese tropezando con los que, más tranquilos que
él, estuvieran abandonados en brazos de Morfeo.
Hase también visto prácticamente que no es lo mejor que duerman los
jóvenes separados de los viejos, pues en el aposento de los viejos habrá riña
segura y en el de los jóvenes no menos segura zambra; estando en un apo-
sento mezclados los jóvenes con los que no lo son tanto, unos por otros se
contienen y duermen en santa paz.
En lo que toca al ajuar, cada cual se lo trae de su casa, unos mejor,
otros peor; pero suelen traerse un colchón y las mantas necesarias para res-
guardarse del frío. Si hay bastante local, duermen en sendos colchones; si
el local escasea, se les permite dormir dos en un mismo colchón.
En algunos pueblos se han clasificado los ejercitantes en dos secciones,
una de 1 .^ y otra de 2.^ clase. Los de 1 .^ clase dan una limosnita, y con es-
to hay motivo para ofrecerles los mejores aposentos, de modo que estén más
solas y con menor incomodidad. Esto da buen resultado y quita el reparo
que los ricos suelen tener de dormir juntamente con los pobres.
Por todo lo dicho se ve que no es gran dificultad la del local, y aun
aparecerá menor si se considera que para comenzar la primera tanda basta
una casita cualquiera. Después los mismos del pueblo, sin que el Padre ten-
ga que preocuparse en lo más mínimo, ya se encargan de buscar mayor y me-
jor local. Pueblos ha habido en que para ellos se han desocupado las escue-
las; en otros, la Beneficencia; en otros se han abierto ó levantado tabiques
necesarios para hacer de varias casas una; en fin, que todo el punto está en
comenzar, pues luego, ya he dicho, sin trabajo ninguno del Padre, desapa-
recen todas las dificultades, se encuentran casas, y en poco tiempo, ayuda-
do de la Gracia y del buen ejemplo de los que van haciendo los santos Ejer-
cicios, se logra cambiar completamente toda la población.
DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO
Ya que tenemos arreglada la casa, veamos otro asunto no menos impor-
tante. ¿Cómo pasan el día tantos hombres? Varias son las distribuciones que
para esto se han hecho, pero la práctica ha enseñado que la mejor es, poco
más ó menos, la siguiente. La ponemos á fin de que, con las pequeñas mo-
dificaciones que sea necesario hacer á causa del local, estación, número de
8
114
ejercitantes y otras causas accidentales, pueda dar idea de lo que son los
santos Ejercicios dados en esta forma:
5 '/j Levantarse, cigarro.
6 Ofrecer obras, meditación.
7 Vi Cigarro.
7 '/j Misa.
8 Desayuno, visita, cigarro.
MAÑANA
9 Meditación, examen.
10 Vj Cigarro.
11 Va Plática.
12 Comida, visita, cigarro, siesfa.
TARDE
2 '/|, Rosario, lectura espiritual. I 5 Vía Crucis, disciplina.
v3 Cigarro. | 6 Cigarro.
3 V2 Plática, meditación de los man- ' 6 '/2 Meditación, examen.
damientos por el primer modo | 8 Cena, cigarro,
de orar. 9 Examen, adorar el crucifijo, ci-
4 V2 Cigarro. I garro, descanso.
Como se ve, es esta una distribución snmamente variada, y son mu-
chos centenares los hombres que, estando cuatro días metidos entre este
vericueto de cigarros y cosas serias, han salido trocados, sin sentir el peso
de un horario al que jamás habían estado sujetos. Sólo hay que advertir
que, cuando los ejercitantes son 200 ó más, es menester que los tiempos
destinados para fumar sean á lo menos de media hora, pues se demoran
bastante al entrar y salir de la capilla.
MATERIAS
Primera noche.— Plática de avisos
Primer día.— \ .^ Meditación: «Fin del hombre».— 2.^ Meditación: «Fin
de las criaturas».— Plática: «Fin de los Ejercicios y disposiciones para ha-
cerlos».—3.^ Meditación: «Primer mandamiento.»— 4. '^ Meditación: «Tres
pecados».
Segundo día. — \ .^ Meditación: «Repetición de tres pecados (insistien-
do en el coloquio)».— 2.^ Meditación: «Pecados propios». — Plática: «A quié-
nes conviene y á quiénes es necesaria la confesión general». -3.^ Medita-
ción: «Tercer mandamiento».— 4.^ Meditación: «Infierno».
Tercer í/ía.-l.*'^ Meditación: «Repetición del infierno (insistiendo en
el coloquio)».— 2.^ Meditación: «Muerte».— Plática: «Propósitos de la con-
116
fesión».— 3.^ Meditación: «Sexto mandamiento».— 4.^ Meditación: «Hijo
pródigo».
Ctforí'o í/í'a.—l.^ Meditación: «Reino de Cristo».— 2.^ Meditación:
«Contemplación del Crucifijo».— Plática: «Qué han sacado otros y qué
deben sacar ellos de los Ejercicios, reforma de vida».— 3.^ Meditación: (Se
suprime por las confesiones).— 4.^ Meditación: «Resurrección ó Cielo».
Quinto día.—S\ hay tiempo se dan las «Dos banderas» .—Fervorines
para la Comunión.
En la lectura espiritual se les leen las «Verdades eternas», y en lasco-
midas «La Instrucción al pueblo», de San Ligorio. Es no pequeño el fruto
que se hace con esta lectura, pues se aficionan tanto á estos libros yá algún
otro, que no saben separarse de ellos, y cuando terminan los Ejercicios no
se van sin haberse procurado uno ó varios ejemplares, ya para su uso, ya
para regalo, diciendo á boca llena que no hay libros como estos, y que son
los mejores del mundo.
INDUSTRIAS
Para mayor claridad las divido en dos clases: la primera, es de las que
ayudan para hacer bien los Ejercicios; la segunda, es de las que sirven para
que se mueva el pueblo.
I. PRIMERA CLASE DE INDUSTRIAS
1 .^ Es la primera relativa al modo de hacer las meditaciones y va en-
caminada á lograr en ellas el mayor fruto posible. Después de exponer con
sencillez la verdad del primer punto, se les hace arrodillar un ratito para
que reflexionen; y cuando se nota que se cansan, el mismo Padre, hablando,
excita afectos conformes con lo que se medita, á fin de que tome parte el
corazón. Después se les deja otro ratito, pues de lo contrario nada harían.
Cuando ya se ve que se cansan, se les hace sentar y se pasa al siguiente
punto, que se medita en la misma forma. Al final, y siempre en voz alta, se
les hacen el coloquio y el examen, procurando en todo la sencillez y el afecto.
2.^ El silencio es quizás lo más principal. Para lograrlo ayuda mucho:
a) El que por la mañana al vestirse vaya uno por los dormitorios re-
zando en voz alta una parte del rosario ó algunas oraciones vocales á las
que deben contestar.
b) Que haya libros suficientes para todos los que saben leer.
c) Que en los tiempos libres haya quien, en algún rincón del patio,
lea un libro de doctrina clara y amenizada con ejemplitos para que, mien-
tras fuman, oigan cosas buenas.
116
d) En las paredes de los tránsitos ó del patio, haya cuadros represen-
tando verdades eternas.
e) Alternando con estos cuadros haya cartelones con saetillas, v. gr.:
«La Madre de Dios es mi madre».
«Valsando, valsando, al infierno vas bajando».
«El que profana las fiestas con trabajo, va al infierno por atajo».
El cielo es mi patria. Mira que te mira Dios,
Medida tiene el pecar; Mira que te está mirando.
Procura no la llenar. Mira que te has de morir,
Que si la medida llenas. Mira que no sabes cuándo.
Para siempre te condenas.
Cuando pecas, pensarás
Que á Cristo estás azotando,
Y que te dice llorando:
«¡Hijo, no me azotes más!»
Estas y otras muchas, que se hallan en libros que están en las manos de
todos, sirven para el fin propuesto. A los ejercitantes les mueven mucho, y
se las aprenden y las escriben á sus padres y conocidos, hiriendo Dios tal
vez con estas saetillas á algunos corazones que no han podido rendirse con
la batería de muy buenos sermones.
f) Debe haber, con todo, quien cele por el silencio.
g) Para el mismo objeto es necesario que, ya sean jornaleros paga-
dos, ya ejercitantes voluntarios de tandas anteriores, haya quienes cuiden de
los oficios domésticos, v. gr., poner agua, encender luces, etc., á fin de que
los que hacen Ejercicios lo encuentren todo arreglado y no tengan que ha-
blar para pedir dichos servicios ó para procurárselos.
h) Finalmente, es de todo punto necesario que la noche de entrada
ya sepan todos y cada uno de los ejercitantes:
1.) Qué número tiene; 2) dónde está su asiento en refectorio y dón-
de su cama; 3) por dónde se entra en la capilla y por dónde se sale;
4) dónde están los excusados; 5) qué distribución ha de seguir; 6) quién
toca la campana y hace de superior; 7) á qué hora se ha de levantar; 8) que
no se puede hablar, etc., etc.
Y para ello se les darán, en general, todos los avisos que se juzguen
oportunos.
3.''^ Ya es de todos conocida la eficacia que tiene la devoción á la San-
tísima Virgen para trocar los corazones: Uno de los recursos que más ayu-
117
dan es éste: en algún punto, por donde hayan de pasar muchas veces, se
coloca una imagen de Nuestra Señora algún tanto adornada y con luz encen-
dida todo el día. El Padre procura inculcarles la idea de que al pasar por
allí la saluden y le pidan alguna gracia ó le besen los pies, etc. Esta senci-
lla práctica ha convertido á muchos.
4.^ En otro lugar de la casa haya un crucifico grande al cual puedan
besar los pies. No es deciblela influencia que tienen estas sencillas prácticas
para lograr del corazón humano cosas que á primera vista parecen imposi-
bles. Se ve que por su misma sencillez Dios les comunica especial eficacia,
y así no deben omitirse en cuanto se pueda.
5.^ En una de las visitas el Padre les hace adorar las cinco llagas del
Crucifijo, pidiendo en una de ellas por el Papa, Cardenales, Obispos, etc.,
y principalmente por el cura y vicarios del pueblo; en otra ruegan por el
Rey, ministros, etc., sin' olvidar al alcalde, "juez... del mismo pueblo; en otra
hace oración por los pecadores del mundo, especificándolos, y principalmen-
te por los del pueblo, tales y tales, v'. gr., por los blasfemos, los obscenos,
etc.; en la otra encomiendan á Dios á todas las personas buenas del mundo,
especificando tales y tales, y especialmente á las del pueblo que oyen misa
diariamente, comulgan, hacen limosnitas, trabajan por los Ejercicios, etc.;
en la última llaga se colocan ellos mismos, y el Padre, procurando sondear
sus corazones, les hace rogar por sus mismas necesidades con coloquios sen-
cillos y fervorosos que les mueven mucho. Esta visita dura un cuarto de hora
y siempre salen de ella conmovidos.
6.'^* En otra visita piden perdón por todos los pecadores del mundo, en
esta forma. El Padre va nombrando los diversos pecadores, v. gr.: ¡Señor!,
por los que escriben ó leen periódicos malos como El Mercantil, El Pueblo
(ó nombra los demás circulación en la comarca), y todos contestan: ¡perdón.
Señor, perdón! Por los que trabajan los domingos hasta el medio día: ¡per-
dón. Señor, perdón! etc. De esta manera se van nombrando los que más les
han de mover, ya por lo grande de sus pecados, ya porque están ellos com-
prendidos en este número; con lo cual se logra, no sólo moverlos, sino ex-
citar también vehemente dolor por sus culpas, que asegure la confesión.
7.^ Al volver del Vía-Crucis, que como después se dirá, conviene que
se tenga en la Parroquia, cuando van entrando en la casa de Ejercicios be-
san uno á uno los pies del Crucifijo, diciendo: ¡Jesús mío, misericordia! Lo
mismo hacen después del examen de conciencia, al irse á dormir.
8.'"^ Esta es una de las más fructuosas: que en el Vía-Crucis, después
de la estación duodécima, se les hace un sermoncito, explicando la adición
10.^ y se les da permiso para que tomen disciplina á la señal de la campana;
118
el primer día son algunos... el segundo casi todos... y después todos. Este
medio es eficaz aun para los que los primeros días no toman, pues quedan
avergonzados y confundidos por no haberse atrevido.
9.^ El tercer día después del Vía-Crucis, el Padre les pide perdón de
las faltas que delante de ellos ha cometido y luego les besa los pies. Las lá-
grimas, en este acto, suelen ser muy abundantes. Después les pregunta si
se perdonan unos á otros, y les encarga que en particular pidan perdón si
han ofendido á alguien, y que si éste no está allí, le escriban una carta y le
visiten luego al salir. ¡Cuan consolador es ver abrazarse á los que se odia-
ban de muerte!
10.^ Al final de la meditación del «Hijo pródigo», les dice el Padre,
poco más ó menos: «Aquel chico parece que no tenía madre... si la hubiese
tenido más pronto, quizás* habría vuelto... vosotros sí que tenéis madre...
es la Santísima Virgen... por eso quiero que ahora nos la traigan acá para
que la miréis y le pidáis que os acompañe ala casa de vuestro Padre». Acto
seguido traen la imagen de la Santísima Virgen adornada y con luces, de
modo que inspire devoción, y el Padre les pregunta si la reconocen por Ma-
dre... y ordinariamente no pueden contestar, ni continuar la meditación por
el llanto fuerte, que les sobreviene.
Se les deja un cuarto ó media hora para que se desahoguen y después
se dan algunos avisos. Esta imagen queda ya en la Capilla con dos luces.
1 1 .^ Se advierte á los ejercitantes que los que gusten pueden quedar-
se, durante los tiempos libres, en la capilla, tratando sus asuntos con su
Madre; siempre se quedan varios y esto edifica, y si el Padre los alaba un
poquito, cada día aumenta su número.
12.^ La última noche se les impone el escapulario azul y el del Car-
men y se les regala, como recuerdo de los Santos Ejercicios, una medallita
que tenga la bendidión de ambos escapularios.
IL-SEQUNDA CLASE DE INDUSTRIAS
Todas estas industrias, que hasta ahora se han indicado, sirven no poco
para mover el corazón de los ejercitantes, y, aun cuando tales industrias
moviendo á los ejercitantes ya dejen sentir su influencia en toda la pobla-
ción, con todo es útil aplicar otras dirigidas más particularmente á mover al
pueblo en general, ya para asegurar el fruto de los Ejercicios, ya para que
á la primera tanda se siga otra y otra, hasta que todos los hombres de la
población hayan hecho los santos Ejercicios: tales con por ejemplo:
1 .^ Si se puede, se va al pueblo un día antes de comenzar la tanda, y
por la noche se les predica un sermón á todos.
119
2.^ Si se puede hacer, salgan para el Vía-Crucis á la iglesia parro-
quial, llevando delante el Santo Cristo, y yendo los ejercitantes en dos filas
con los brazos cruzados y los ojos bajos. Esta procesión es imponente, y
suelen llorar todos los que la miran; el día del perdón vuelven llorando los
ejercitantes, y esto conmueve granderriente á todos.
3.^ La Comunión general se tiene en la parroquia y es pública. Asis-
ten todos los ejercitantes con el mejor traje que tienen, llevando las ma-
nos juntas delante del pecho.
4.^ En la tarde de este mismo día se tiene una función solemne en la
iglesia con exposición, trisagio,. sermón, bendición papal, etc., procurando
que los ejercitantes estén todos juntos y ocupen los mejores puestos. En
esta función suelen enfervorizarse los ánimos de los concurrentes, siguién-
dose el apuntarse para la tanda siguiente, que comienza aquella misma
noche.
5.^ Se procura que los ejercitantes escriban á sus padres contándoles
lo que ven y lo que sienten. Los padres reciben estas cartas y las dan á leer,
con lo cual son muchísimos los que se rinden á la gracia. Otros escriben á
sus amigos de casino, otros á sus enemigos, etc. Hay día en que salen
ochenta de estas cartas. Es, pues, necesario que en la Casa de Ejercicios
haya lo necesario para que puedan escribir los que gusten.
6.^ Cuando salen, se les encarga que besen la mano á sus padres; que
abracen á sus hijos y esposas, y que antes de ir á sus casas busquen á su
enemigo y le pidan perdón.
7.^ Si se puede, se reza los domingos, al anochecer, el santo Rosario
por las calles, encargando que vayan sólo hombres y que no falte ningún
ejercitante.
Esta suele ser una manifestación de fe que al presente ayuda mucho y
después, queda como costumbre en el pueblo.
Aquí tiene V. R. sencilla y brevemente expuesto mi sistema de dar en
común los Ejercicios á los hombres de todas las clases y edades en el Reino
de Valencia, y con esto creo que he satisfecho su deseo,
En los SS. SS. y OO. se encomienda su afmo. H. y siervo en Cto.
JKS.
José L. Iñesta, S. J.
EJERCICIOS DADOS POR VARIOS DE NUESTROS
PADRES, ESPECIALMENTE POR EL P. JOSÉ L. IÑESTA,
EN LOS PUEBLOS DE LA VEGA DE GANDÍA EN 1910
Cartas del P. Juan Pons al P. Pedro Planas
Amadísimo en Cto. P. Planas: Con mis propios ojos he podido ver, es-
tando en Gandía, el fruto que los santos Ejercicios, dados á la manera que
en Colombia los da el P. Muñoz, han hecho en los pueblos de aquella fera-
císima Huerta. Como son varios los puntos en donde se dieron y no quisiera
serle pesado, pondré primeramente lo que se hizo en el Real de Gandía,
pueblo donde primero prendió esta benéfica llama, y luego los casos más
salientes de los demás, con el número de tandas y ejercitantes.
Tiene el Real de Gandía unas 1,400 almas. Sus moradores son buenos
en el fondo, como casi todos los de esta Huerta, y conservan la fe que les
legaron sus padres; con todo, no pocos la van perdiendo, y la corrupción de
costumbres cunde por doquier.
Se pensó primero en dar una misión, mas Dios N. S. tenía dispuesto
otra cosa. Once hombres del citado pueblo hicieron Ejercicios en casa, y ha-
biéndoseles propuesto lo de darlos en el pueblo mismo, se entusiasmaron y,
ayudados por los catequistas, buscaron local, reunieron gente y he aquí la
PRIMERA TANDA
que la santa obediencia me encargó diese, ayudado por el P. Vergés,
novicio de 2." año. Nos encaminamos pues al Real de Gandía el día 16 de
Marzo, sin saber cómo acabaría la empresa que acometíamos, pero muy
confiados en Dios N. S. En las afueras del pueblo nos esperaba numeroso
gentío, y entre vítores y aclamaciones nos dirigimos á la Iglesia. Allí, bre-
ve exhortación sobre los ejercicios, algunos avisitos para los que habían de
hacerlos.
121
LA CASA DE EJERCICIOS
Estaba ésta en la misma calle de la iglesia; en el piso bajo el refecto-
rio; en el superior los dormitorios y la capilla. Vio cada ejercitante donde
tenía su número; se fijó la distribución y comenzaron los puntos para la me-
ditación del día siguiente.
Ya el primer día se itotaba que los pobrecitos, entraban dentro de sí;
las verdades eternas iban filtrándose en los corazones de aquellos hombres
y el efecto no tardó en manifestarse. Por la tarde hicieron el Via-crucis en
la iglesia, salieron de casa en dos filas llevando uno el Sto. Cristo
y siguiendo los demás con los brazos cruzados y los ojos bajos. Los que lo
vieron no se admirarori poco. Tomaron disciplina después de la 11 .^ esta-
ción, y aunque esta tarde no fué muy fervorosa, sin embargo fué un triunfo
el que se quitaran las chaquetas, sacaran las cuerdas (ronzales anudados) y
se dieran algunos golpes á la luz del día, pues eran las 4 de la tarde y en-
traba el sol por los ventanales del templo.
El 2.'^ día aumentó el fervor: ya no se veían más que caras compungi-
das y ojos llorosos: la disciplina fué fervorosa, las meditaciones les conmo-
vían de veras.
El 3.er día se confesaron con mucho dolor y lágrimas, después de las
cuales, aquellos rostros, antes tristes y como nublados, se esclarecieron co-
mo se esclarece y serena el cielo después de una tormenta de verano. Este
día tomaron la disciplina más larga: luego les besamos los pies, y los llantos
y gritos fueron tales, que se oían fuera de la iglesia y no cesaron hasta
media hora después. Limpia ya la conciencia y arrojados del corazón todos
los enemigos del Rey de las almas, no faltaba más sino que el buen Jesús
pusiera su trono en el corazón de aquellos hijos pródigos, que de tan buena
gana se le arrojaban á los pies. Esto sucedió el 4.° día en la capilla de la
casa donde todos recibieron á N, S. con indecible gozo de sus almas, el cual
gozo pasaba á través de aquellos rostros, tostados por el sol, de tal manera
que hasta parecía que también en lo exterior se blanqueaban.
Cayó el 4.° día en domingo y, éste, de Ramos, y los cocineros les sir-
vieron una comida extraordinaria, lo cual unido á la alegría que dentro ex-
perimentaban, hizo que costase un poquillo el haceries guardar silencio.
Cenaron con Deo gratias; se despidieron con multitud de afectos de
agradecimiento que cada uno expresaba á su manera y pocos momentos des-
pués habían comunicado á todo el pueblo el fuego que en ellos prendió. Al
darles la bendición papal lloraban de consuelo, y al separarse de nosotros
122
daban vivas á S. Ignacio, á la Compañía y á los PP. Los diez jóvenes que
de Almoines vinieron, fueron acompañados hasta aquel pueblo por los mo-
zos del Real de Gandía que hicieron Ejercicios, y aprovecharon tanto que
fueron la levadura de las tres tandas, que en Almoines se dieron después.
En esta 1.^ tanda, los que quisieron, pagaron un tanto á la comisión de
ejercicios y ella les daba la comida. Los más pobres la recibían de su casa
en cestitos numerados. Esto último pareció más conveniente y así se adop-
tó para todas las tandas que en el Real de Gandía y en los demás pueblos
se han dado.
Pasó la semana santa y con ella no pasó el fervor, sino que aumentó,
si cabe. Los ejercitantes, convertidos en apóstoles, recorrían las casas, ha-
blaban á los amigos y no amigos, en una palabra, no dejaron piedra por mo-
ver hasta reunir 97 hombres con que comenzó el miércoles de Pascua la
SEGUNDA TANDA
Dióla el P. Iñesta y ayudábale el H. Muñoz novicio. El recibimiento
fué magnífico; la música con todo el pueblo y el Alcalde á la cabeza, espe-
raban en las afueras. Por el camino, de trecho en trecho, grupos de niños,
que tan pronto como veían á los PP. echaban á correr para avisar que ya
llegaban. Cuando ya estaban cerca, sonó un ¡vivaá los padres!, que contestó
la multitud como un solo hombre, al mismo tiempo que la música rompió con la
marcha real. El Ayuntamiento rodeó á los Misioneros como para guardarlos
de las oleadas del pueblo; los vivas se mezclaban con los acordes de la mú-
sica y la numerosa comitiva se puso en marcha hacia la iglesia. En ella, una
breve peroración del P. Iñesta caldeó los ánimos y quitó las prevenciones
que algunos tenían contra los Ejercicios. Terminada la arenga entraron en
la casa los 97 hombres que formaban esta tanda. La 1.''^ se había formado
con lo más piadosito del pueblo; en ésta ya era otra cosa, el reverso de la
medalla. No faltaba alguno que tenía firme propósito de estorbar lo que pu-
diera. ¡Buena disposición para hacer ejercicios!
Como la casa no era capaz para que durmiesen todos en ella, salían á
las diez de la noche á otras dos. Un grupo lo presidía el P. Ruíz, novicio,
que daba en la iglesia un triduo-misión á las mujeres; el otro el H. Novicio
ayudante del P. Iñesta; y el 3.° más numeroso quedaba en casa presidido
por ei mismo padre.
A las 5 de la mañana llamaba el sereno y á las 5 y media ya estaban
todos reunidos ofreciendo á Dios las obras del día.
La gracia del Señor obró más rápidamente en los corazones de estos
123
hombres que parecían menos dispuestos. Ya el primer día un ejercitante se
quedó en el patio en tiempo de la comida: tenía la cabeza oculta entre las
manos y daba fuertes suspiros. Lo vio el H. novicio; avisó al P. Iñesta que
fué allá; preguntóle qué tenía; él respondió que era un gran pecador y que
no comería hasta que no se confesase. El P. le consoló y prometió confe-
sarle; él, sin embargo, no comió, porque las lágrimas y gemidos no se lo
permitían.
Otro, que antes andaba fuera de camino, todos los tiempos libres, en
que los demás salían al huerto á fumarse un cigarrillo, él se entraba en el
aposentito del H. novicio, y si no estaba éste se arrodillaba delante de una
fotografía de la Virgen que el H. tenía sobre la mesa y rezábale el santo
Rosario, y así, hubo día que llegó á rezar 7 ü 8.
El 2.° día tomaron la disciplina tan fuerte y con tanto fervor que, á pe-
sar de que el P. Iñesta tocó la campanilla para que cesaran, ellos siguieron
como si tal cosa, teniendo necesidad el P. de exhortarles á que obede-
ciesen.
Luego que se confesaban quedaban con tanto temor de ofender á Dios
que, á cualquier cosilla preguntaban si era pecado, y así uno, que aún no se
había confesado, dijo en voz alta en el dormitorio: «Si yo no me salvo aho-
ra, no me salvaré nunca, porque tengo un pecado muy gordo que hace más
de 20 años que no lo he confesado». Oyéronlo algunos que ya se habían
confesado y rieron un poquito la lamentación del compañero, y al día si-
guiente preguntaban muy angustiados, si el haber reído era pecado.
Otro del pueblo, dueño de un molino, prometió y cumplió el no moler
los días de fiesta, y además mandó á sus operarios que hiciesen Ejercicios
en la 3.=* tanda y les pagó el jornal de estos días como si hubiesen traba-
jado.
Todos quedaban entusiasmadísimos y decían que ahora conocían á Dios
N. S.; que hasta entonces no le habían conocido; y uno, recién casado, dijo
á su mujer la noche que salieron: «Chica, si las mujeres hicieseis Ejercicios,
encerradas como los hombres, tú los habías de hacer y yo te haría de comer
y llevaría la comida, porque no sabes lo bueno que es eso».
El domingo tuvieron la comunión general en la iglesia, comulgando
más de 700 personas, cosa que aun no se había visto en el pueblo, y por la
tarde recorrieron en procesión las calles del mismo con entusiasmo deliran-
te, aclamando al Sagrado Corazón durante el trayecto. Se fundó en este
día la «-Asociación de Perseverancia^^ y la junta de ella nombróse des-
pués del Trisagio cantado, que precedió á la procesión.
Antes de decir algo sobre la 3.'^ tanda, no quiero pasar por alto un ca-
124
so que, sea ó no milagroso, lo cierto es que sirvió mucho para propagar los
santos Ejercicios. Es como sigue; Un hombre llamado Badal, había hecho
ejercicios en la 2.^ tanda, y aunque antes no era malo, ni tampoco muy
piadoso, cayó enfermo poco después de salir de ejercicios y se le agravó
de tal manera la enfermedad que el médico le dio por desahuciado. Reci-
bió los SS. Sacramentos y el día del Patrocinio del Patriarca S. José se en-
contraba muy al cabo. Rodeábanle sus amigos y familia, y como le pregun-
tasen si quería algo de comer, contestó: «¿ahora pensar en esto? rezar, rezar
quiero yo, y rezad también vosotros». Preguntáronle después qué prefería,
si vivir ó morir. «Morir— dijo— é ir al cielo y ver á Jesús, á María y á San
José». Lloraban enternecidos los que le rodeaban, y, por haberla él pedido,
diéroníi la estampa de N. S. P. Ignacio, que le habían dado como recuerdo,
de los santos Ejercicios. Besóla repetidas veces y, poniéndola sobre su pe-
cho, decía: «¡La estampa de los PP., la estampa de los PP.!» Después man-
dando á los que allí estaban que se arrodillasen, exclamó: «Mirad, mirad á
Jesucristo crucificado: ¿no le veis? Yo le veo y de sus llagas sale sangre
que corre por su cuerpo, y también veo á su madre María y á S. José... me
voy al cielo, al cielo». Diéronle una estampa de la Sma. Virgen, y excla-
mó: «Mucho más hermosa es la que veo»; y dirigiéndose al Sto. Patriarca
le decía: «Glorioso S. José, no me soltéis de la mano; llevadme al cielo;
quiero ir al cielo con Vos». En estos coloquios, repitiendo muchas veces los
dulcísimos nombres de Jesús, María y José, entregó su alma al Criador.
Escusado es decir que en el pueblo no se habló en muchos días sino de
la santa muerte de Badal; y no se contentaron con hablar sino que á su viu-
da la socorrieron; unos con dinero, otros prestándose á coserle el luto, otros,
finalmente, regando el campito que tenía y trabajando en él gratuitamente.
Todos atribuían esto á los Ejercicios, y asilos que aún no los habían hecho,
movidos por tan hermoso fruto, corrían presurosos á apuntarse para la 3.-*
tanda; y los que ya habían bebido las doctrinas de N. S. P. buscaban por
todas partes á quien conducir á esta fuente saludable. De este modo se reu-
nieron 206 hombres y con ellos comenzó la
TERCERA TANDA
Dióle principio, el 24 de Abril, el P. Ferrís y ayudábale el H. Negra.
Hubo en ella, además de los del Real de Gandía (que eran la mayor parte),
algunos de otros pueblos, como: la Alquerieta, Benicolet, Palma, Benipé-
car, Piles, Almoines, Benirredrá, Beniopa, Gandía y Ondara.
La casa ya no bastaba para tanta gente y Dios N. S., por medio del 2.°
125
Alcalde, que había hecho ejercicios en la tanda anterior, ofreció un almacén
de naranjas y dos casas contiguas; otro ofreció otra casa; y otro, finalmen-
te, un huerto cercado, muy grande, que lindaba con las casas. Comunicá-
ronse éstas entre sí y con el huerto, quedando todo el conjunto que ni pin-
tado. Si mucho fervor hubo antes, mayor, si cabe, fué el que los nuevos
ejercitantes tenían. Recibimiento entusiasta. Un carretero blasfemo empe-
dernido antes, llevaba ahora el Santo Cristo; seguía el pueblo vitoreando y
detrás el Ayuntamiento, los PP. y la música.
Al Via-crucis y disciplina acudían todos los de las tandas anteriores,
reuniéndose el tercer día más de 350 hombres. Hubo conversiones admira-
bles, mas por ser parecidas á las de las otras tandas, no las escribo. De esta
tanda salió el hacer todos los viernes el Vta-crucis con disciplina.
Esto es, amadísimo P. Planas, todo lo más importante de los Ejercicios
dados en el Real de Gandía. A los de los otros pueblos les dedicaremos
carta aparte, que bien se la merecen.
D. V. R. siervo en Cto.
JHS.
Juan Pons, S. J.
Muy amado en Cto. P. Planas: Comenzaré la presente por donde ter-
minó mi anterior, y vaya Almoines á la cabeza de la reseña como lo fué á la
del núcleo de poblaciones que después del Real de Gandía, recibieron los
santos Ejercicios. 1 ,400 almas cuenta dicha población y dio contingente
bastante para tres tandas. La 1.^, que contaba de 47 ejercitantes, la di
yo ayudado del H. Vergés; la 2.^, con 197, dióla el P. Ferrís con el P. Ló-
pez, novicio; y la 3.''^ que llegó á 200, el P. Ferrís y e! P. Ruíz. El resul-
tado excelente, como en el Real de Gandía. En la 2.^ tanda hubo 14 de Po-
tríes, y en la 3.^ 13 de Bellreguart y 47 de otros pueblos. Total entre las 3
tandas, 444. Cayeron peces de muchos años sin confesarse. Hubo entre
los ejercitantes no pocos que dejaron sus ideas y quemaron novelas, folle-
tos, etc. Se fundó la «Asociación de Perseverancia^^ y el hacer el Via-
crucis con disciplina los viernes.
OLIVA
Es Oliva población de unas 20.000 almas. Diéronse en ella 9 tandas, 6
en la parroquial de Sta. María y 3 en la de S. Roque, todas por el P. Iñes-
126
ta, ayudado por PP. y HH. novicios. El número de ejercitantes subió á
1.377.
Al principio hubo burlas y desprecios en grande, que luego, ayudando
los Ejercicios, se trocaron en compunción y mudanzas de vida.
Entró en la 1 .^ tanda un labrador algo preocupado porque no había po-
dido vender la cosecha de naranja. El 2° día se presentó un hombre en la
puerta de la iglesia, diciendo que quería comprársela. Avisóle el P. Iñesta
y el labrador contestó: «Ahora no es tiempo de pensar en eso sino en Dios,
y si al salir no las vendo me quedaré con ellas». En la 5.'' tanda el P. Iñesta,
después de besar los pies álos ejercitantes, les hizo ver el lastimoso estado
en que habían puesto á Dios N. S. con las blasfemias, y luego les dijo que
él y el otro P. en reparación de ellas iban á hacer cruces con la lengua en
el suelo. Comenzaron á hacer cruces los PP. y ellos se conmovieron tanto y
dieron tales gritos de perdón y misericordia, que la Guardia civil, que tiene
el cuartel junto á la iglesia, se alarmó y fué á preguntar lo que pasaba.
Esta tanda hubiera sido la última, porque el P. Iñesta estaba compro-
metido para dar una misión en otro pueblo: mas Oliva estaba con tanta
hambre de Ejercicios que fueron á Gandía cerca de 500 hombres y no se
marcharon hasta recabar del P. Rector que dejase ir al P. Iñesta á conti-
nuar las tandas.
La 1 .^ la hicieron jovencitos de 13 á 17 años, y se movieron tanto con
las meditaciones, que cuando los PP. les besaban los pies prorrumpieron en
gritos y exclamaciones. Algunos se resistían y decían: «No, P. no: jo á
vosté li besaré els peus, y no vosté á mí que soch indigne». Otros se daban
bofetadas y golpes de pecho mientras repetían: «Senyor, besarme á mí els
peus els Padres, á mí que soch ungranpecaor!». Esta tanda terminó el día
del Corpus y asistieron á la procesión más de mil ejercitantes.
Los santos Ejercicios dieron por resultado la fundación de un Círculo
Católico, que comenzó con 400 socios y promete mucho. Finalmente quedó
el pueblo todo renovado y los buenos arrinconaron de tal modo á los malos
que con el favor de Dios no levantarán cabeza por mucho tiempo.
BELLREGUART
Se echó encima el verano de 1910 y los calores impidieron continuar
los Ejercicios. Varios pueblos los habían pedido, pero no fué posible compla-
cerlos. Pasado el estío se reanudaron y Bellreguart fué el primer pueblo pa-
ra recibirlos y el último de los de la Huerta de Gandía que los hizo, pues el
127
P. Iftesta, que se ha dedicado de lleno á ellos, pasó después á otros pueblos
más lejanos y necesitados.
Tiene Bellreguart unas 3.000 almas y la 1 .^ tanda comenzó con 57 hom-
bres: se fundó en ella una junta de Ejercicios y como caso particular se
puede notar el propósito que hicieron muchos de abstenerse de fumar los
sábados en honor de la Sma. Virgen, y otros de no probar el vino.
La recolección del tomate y la de la cebolla era un obstáculo para las
tandas que en este pueblo se hicieron. Con todo la 2.^ componíanla 60 hom-
bres y fué fecunda en conversiones, abundando los casos edificantes y las
restituciones de lo mal adquirido.
Ciento veintiocho hombres formaron la 3.^ y última tanda. Dice el
P. Polo, novicio que ayudaba al P. Iñesta, que había en esta tanda 3 ó 4
hombres dominados por el respeto humano y así se avergonzaban de salir á
la calle; mas al tercer día reñían entre sí por llevar el Sto. Cristo del Vía-
crucís. Algunos se desmayaron por la emoción y á uno costó mucho hacerle
volver en sí. El valor de las cuerdas, que para la disciplina se repartieron,
ascendía ya en esta tanda al de 25 pesetas.
Termino esta 2.^ carta, y con ella la relación de las tandas de Ejerci-
cios dadas en la Huerta de Gandía, y me encomiendo en sus 00. y SS. SS.
De V. R. affmo. H. en Cto.
JHS.
Juan Pons, S. J.
SANTOS EJERCICIOS DE BENIARRÉS
DADOS POR EL P. JOSÉ L. IÑESTA EN 1910
Relación hecha sobre documentos autógrafos por el P. Juan Pons
Si copiosa fué la gracia que el Señor derramó en las poblaciones de
la Vega de Gandía mediante los santos Ejercicios, tampoco anduvo corto en
verterla, y á raudales, valiéndose del mismo medio, en el pueblo ya un
tanto apartado de Beniarrés.
Organizáronlos el alcalde D. Vicente Solanes Calvo y otro señor de la
misma población, noticiosos del fruto grande que en Oliva se había hecho.
PRIMERA TANDA
Comenzóla el P. Iñesta el día 9 de Diciembre de 1910 con 39 hombres.
De ella escribió el mismo P, las siguientes notas:
«El primer día un ejercitante envió una carta á su padre diciéndole
fuese á pedir perdón á un enemigo, con quien hacía 8 años había reñido.
El padre lo hizo en nombre del hijo y éste lo volvió á hacer en persona el
día que salió de Ejercicios.
»E1 segundo día salieron del Via-crucis llorando y así iban por la calle
consternando al pueblo, que, por ser fiesta, estaba todo él contemplándoles
y preguntábanse unos á otros: «¿qué es esto?».
»Hubo lágrimas en muchos sermones, pero en el de la Pasión, al oir que
Cristo nos daba á la Virgen por Madre, y preguntados si ellos la querían
recibir, contestaron que sí, y comenzaron á llorar muy fuerte. Entró en esta
tanda el jefe de 54 republicanos, y quedó tan otro, que luego trajo á sus
compañeros para la tanda siguiente.
»E1 tercer y cuarto día devolvían las comidas casi intactas á sus casas:
las familias se maravillaban de ello y preguntaban al Alcalde, á qué se debía;
y él contestaba que á los deseos de hacer penitencia por los pecados come-
tidos».
129
SEGUNDA TANDA
Comenzó el 14 de Diciembre. Al principio de ella escribió el P. Ifiesta
al P. Adroer lo que sigue: «En esta segunda tanda han entrado 171 hombres,
entre ellos hay 15 que han estado en presidio: uno 17 años, otro menos, pero
todos más de 4. Hay otro que aun no ha entrado en la nueva iglesia de Be-
niarrés. Dicen que está lo peor del pueblo; por ahora va bien». Hasta aquí
el P. Iñesta.
Las cosas más salientes de esta tanda son las que siguen: Un expresi-
diario que había hecho una muerte y varios otros atentados, salió de los
Ejercicios tan mudado que recorrió el pueblo, diciendo que todos debían de
hacer Ejercicios; y refutándole uno sus razones, contestó: «V. sabe más que
yo, pero yo tengo, aquí dentro, la alegría que V. no tiene.— Yo siento aquí
dentro, una cosa que no he sentido nunca». A este expresidiario para hacerle
entrar le prometieron comida y puro, porque él se burlaba de los que le
aconsejaban que entrase.
El tercer día les besó los pies el P. Iñesta, después de la disciplina, y
comenzaron á llorar tan fuerte y tan de corazón que continuaron por la calle
y en casa por espacio de media hora.
El revisor del ferrocarril dijo á un hombre: <'iSí que da buen resultado
eso de los ejercicios! Ayer en la estación vino uno del pueblo y me dijo:
«¿se acuerda V. de aquel agravio que le hice hace 4 años? Pues le pido per-
dón» y nos echamos á llorar. Dos ejercitantes se acercan al P. Iñesta y le
dicen que el día de Navidad regalarían un carro de harina para todos los
pobres que hubieren hecho ejercicios.
Un joven dijo á otro que había hecho Ejercicios :« ¿Cuándo vamos á
Planes?» (Planes es un pueblo muy malo donde tenían concertado un baile).
Contestó el otro: «Si vuelves á repetírmelo te doy un bofetón; á Planes iré
á convidar á dos amigos para que vengan á hacer Ejercicios: para otra cosa
no iré».
TERCERA TANDA
D. Carlos Pont, Cura Ecónomo de Beniarrés, en carta al P. Rector de
Gandía, dice así: «Al dar principio la tercera tanda de ejercicios, vistos los
copiosísimos frutos que han dado las dos primeras, no puedo menos de dar
rendidas gracias al Señor y participar á V. R. lo agradecido que se encuen-
tra el vecindario por los grandes sacrificios, fervor y celo del P. Iñesta.
130
»Se registran, á la hora presente, conversiones admirables y entusiasmo
delirante en practicar los santos Ejercicios, no solamente los hombres, sino
también las mujeres y niños. Mucho me alegraría que el P. Iñesta comple-
tase la nueva redención comenzada. Todo, R. P., por la gloria de Dios».
De las notas del P. Iñesta sacamos lo siguiente: «Comenzó la tercera
tanda el día 19 por la noche y consta sólo de 182 hombres porque el local no
es para más. Fué muy bien, gracias á Dios. Las meditaciones del Infierno
é Hijo Pródigo, no las pude terminar por los muchos llantos y gemidos del
auditorio.
«Algunos de los que no han hecho Ejercicios quieren oir algunas medita-
ciones, porque dicen que no los pueden hacer enteros; conviene sin
embargo, no dejarles entrar, pues no sacan el fruto que los otros y quedan
con baja estima de los Ejercicios.
»En esta tanda entraron cinco ó seis, los únicos que leen periódicos
malos en Beniarrés. El primer día me dijeron que ellos se confesarían, pero
que no querían ser beatos, ni dejar el teatro cuando fuesen á Alcoy; en una
palabra, no querían dejar sus ideas. El tercer, día pidieron permiso para,
confesar y salir el cuarto día por la mañana, porque tenían qué hacer no sé
qué pago. El mismo día por la noche volvieron diciendo que no querían
salir hasta que se acabara todo. Al fin se dejaron los periódicos y prome-
tieron no ir al teatro.
»Los 50 ó 60 hombres que aun no han hecho ejercicios piden una tanda í
para ellos y añaden que de Nugat, pueblo que dista unas 3 horas, vendrán
27 hombres más. No los puedo complacer porque estoy comprometido para
dar la cuarta tanda á las jóvenes solteras, mayores de 15 años».
CUARTA TANDA
La describe el Sr. Alcalde de Beniarrés al P. Sansa en estos términos:
«Cumpliendo mi palabra voy á darle cuenta de la última tanda de Ejercicios.
Los dos primeros días de Navidad los pasó el P. Iñesta en Gandía y el ter-
cero vino para dar principio, aquella noche, á los ejercicios para las Hijas
de María, en igual forma que los han hecho los hombres. Para estar con
ellas vinieron de Alcoy tres religiosas que han cuidado de más de 150 don-
cellas. Las jóvenes y las religiosas han estado encerradas durante cuatro
días; y el P. Iñesta entraba solamente para dar las meditaciones y confesar.
El tiempo restante lo empleaba el Padre en confesar en la iglesia á toda clase
de personas». Hasta aquí D. Vicente Solanes Calvo. Y el P. Iñesta añade,
sobre esta tanda á mujeres, la primera en su género, lo que sigue:
131
«El segundo día lloraron tan fuerte que se desmayaron cuatro y por
esto aquella meditación acabó en puerta. Desde este acto pareció mejor no
apretar demasiado y así no sacaron el fruto que debieran de haber sacado.
Vistos estos inconvenientes, parece que no es acertado hacer estas tandas
de mujeres, sino que, terminadas las de los hombres, se dé una para todas
ellas en la iglesta y que coman y duerman en sus casas».
RESULTADO FINAL DE ESTOS EJERCICIOS
Fué muy grande y de mucha gloria de Dios. Después de la bendición
papal y cuando la gente salió de la iglesia se encendió una hoguera en la
plaza pública con los malos libros, novelas, versos y diarios que había en el
pueblo. ¡Aquello fué delicioso!; todo el pueblo presenciaba y aplaudía este
incendio de perversas doctrinas. «Los fuegos artificiales que se han que-
mado en dicha plaza otras veces (dice D. Vicente Solanes), no han sido tan
concurridos ni vistos con el entusiasmo con que se presenciaba esta hogue-
ra. Después se organizó un Rosario público de hombres, cuyas filas eran
casi interminables».
La impresión que los Ejercicios y el F. Iñesta han dejado en el pueblo
la escribe el Sr. Alcalde al F. Adroer en estos textuales términos:
«Amado en Cto. P. Adroer: El F. Iñesta con su palabra y más con
su ejemplo ha trocado los corazones de los más grandes pecadores ; que-
dando todos, ó la mayor parte, encendidos en el fuego del divino amor,
y disputándose la amistad de este santo varón; obsequiándole cuanto per-
mitían sus fuerzas; y teniendo como una inmerecida honra que el F. acep-
tase sus obsequios.
»E1 9 del pasado Diciembre, llegó este Fadre á Beniarrés, no parando
un momento en estos 20 ó más días que ha estado con nosotros. Este hcm-
bre no parece de carne y hueso, pues es incansable en su pesada labor.
Se levanta temprano y hasta que se acuesta no cesa un momento, predi-
cando, rezando, confesando, vigilando y ordenando. Acabada la tanda,
función en la Iglesia para todo el pueblo por la mañana y por la noche. Si el
Señor no ayudara al F. Iñesta caería abrumado por esta pesada y merití-
sima labor, pero debía este Fadre, para conservar su salud, aminorar el
trabajo.
»Beniarrés guardará perpetua memoria de estos grandes beneficios que
la Compañía de Jesús le ha hecho por medio de un hijo suyo; y para demos-
trar á V. R. su agradecimiento se vale de mí para que en nombre de todo
el pueblo dé las gracias á V. R. que, con tanta liberalidad y sin esperanza
132 .
de lucro, ha dado licencia el P. iñesta para que evangelizase no sólo á los
hombres, sino también á las mujeres.
»También deseamos manifestar nuestro agradecimiento, mandando una
limosnita que, me temo, será corta por la crisis que atravesamos; el benefi-
cio recibido no tiene precio, por eso queremos agradecerlo pues ya sabe-
mos que no podemos pagarlo.
»Adiós, P. Rector, no se olvide de Beniarrés y menos del que se enco-
mienda en sus oraciones, por el difícil cargo que desempeña y se ofrece
siervo en Cristo,
V. SoLANES Calvo.
TANDAS DE EJERCICIOS EN ALBAL, POR EL
P. JOSÉ LUÍS IÑESTA
Carta del Sr. Párroco de Albal al P. Luís Adroer, y del P. José L. Iñesta
al P. Socio, y relación de D. José M.' Delhom
CARTA PRIMERA
Albal, 6 de Febrero de 191 1 .
Rdo, P. Luís Adroer.
Muy amado en Cto. Padre Rector: Ante todo he de decirle, que no
tengo palabras con que manifestarle mi agradecimiento, por la gracia sin
igual que después de Dios me ha hecho V. R. con enviarme al P. José L.
Iñesta, para dar los Ejercicios, que tanto yo deseaba, en este pueblo.
Si en la Compañía de Jesús no hubiesen otros Padres que la ennoble-
ciesen, honrasen y acreditasen de santa y celosa por la gloria de Dios, el
P. Iñesta la acreditaría y haría estimable con la obra de los santos Ejerci-
cios, á lo menos por toda esta Provincia.
Grandísimos deseos tenía este su servidor de que se hiciesen los Ejer-
cicios en este pueblo, confiado en que, por su medio, se daría muchísima
gloria á Dios; pero el resultado ha sido todavía superior al que esperaba,
pues atendido el estado en que los hombres de Albal se encontraban, en
cuanto al orden espiritual, yo no confiaba los hiciesen tantos; creía también
habría guerra desde el momento en que se hiciesen públicos mis deseos y
propósitos; pero ya sea porque suponían fracasaría en mi intento, como me lo
están diciendo, ya también porque gracias á Dios, no tengo por ahora ningún
enemigo, á lo menos declarado; quiso el Señor que los malos lo mirasen con
indiferencia, y los buenos y hasta indiferentes con algún interés. Sobre todo
creo que el buen éxito de los Ejercicios, en su principio, se debe á las mu-
chas oraciones y penitencias, que no pocas personas del pueblo y hasta en
conventos de religiosas se han hecho á este fin. ¡ Bendito y alabado sea Dios!
Cuando supe el día en que había de venir el P. José, empecé pidiendo
134
antes al Señor me iluminase y diese acierto; y á pensar cómo lo haría
saber al pueblo. La misma noche, si mal no recuerdo, llamé á una porción
de hombres, que de antemano venía ya escogiendo á este fin, y les avisé
que á las 7 de la noche viniesen á la Abadía para rezar el Vía-crucis, como
lo hacíamos todos los martes. Vinieron 27, y antes de entrar en la iglesia
les expliqué lo que hace tiempo les tenía indicado, añadiendo que había lle-
gado ya la hora. Todos lo recibieron muy bien y se apuntaron para la pri-
mera tanda. Reunidos en seis grupos, tres de mujeres y tres de hombres,
les expliqué, como Dios me inspiró, mis deseos, y el resultado que darían
los Ejercicios, escuchándome todos con bastante interés. Previendo los in-
convenientes que podían muchos presentar, les supliqué que, si tenían algún
inconveniente, me lo manifestasen reservadamente, lo cual hicieron muchos
pero gracias á Dios quedaron ellos fácilmente resueltos: en esto hubo
cosas muy curiosas, pero no quiero alargarme por no ser molesto.
Cuando vino el Padre, por la noche, como tenía anunciado, toqué á
sermón y vinieron 300 hombres, los cuales salieron muy bien impresionados
pero ponderando algunas dificultades. Cuando el sermón concluyó en-
traron en la Abadía una porción, apuntáronse unos 20, sumando un total de
cerca de 80 con los que tenía ya anotados. Al día siguiente por la noche,
cuando empezaron á traer colchones, fué cuando se inició la guerra, pues
un grupo de 30 ó 40 comenzaron á burlarse, y ello fué causa de que retro-
cedieran cerca de 20, y no pasó adelante, porque apercibido de ello el Al-
calde puso oportuno remedio.
La noche misma en que empezaron los Ejercicios, permitió el Señor
sufriésemos una contrariedad: y fué que á la una de la madrugada, un ancia-
no, medio dormido y sin saber á dónde iba, por el balcón del corral que es-
taba sin baranda, cayó desde una altura de cerca de cuatro metros, quedan-
do todo él bañado en sangre. Llamaron al Padre y á un servidor, y con gran
susto le vimos en situación que creíamos moriría. Le llevamos á su casa,
llamamos al médico, el cual, después de lavadas las heridas y reconocerle,
dijo no había nigún cuidado: y, efectii'amente. ni cayendo en tierra llana
podía casi hacerse menos daño.
Los demás ejercitantes se portaban en general bastante mal, tanto, que
el segundo día llamé á las señoras de S. Vicente de Paúl, y con lá-
grimas, que no pude contener, les recomendé mucha oración y que traba-
jasen para preparar la segunda tanda; tomáronlo con celo, y al día siguiente
me animaron diciendo que para la segunda no faltarían hombres. Al tercer
día, después del Via-crucis, los ejercitantes, sintiéronse ya tocados de la
gracia, terminando, gracias á Dios, bastante bien.
135
El domingo por la mañana para la Misa de comunión, había gran entu-
siasmo en el pueblo y mucha asistencia, causándole admiración no pequefia,
la compostura y reverencia con que los ejercitantes recibían al Señor.
A la salida, empezaron muchos del pueblo á querer molestar á los ejer-
citantes con sus burlas, pero ellos, valientes, les hacían callar.
Por la tarde, la función fué solemnísima y entusiasta; el sermón admi-
rable, y al final fué un delirio, si así puedo expresarme, el entusiasmo que
se despertó, terminando con vivas atronadores.
Terminada la función empezaron á inscribirse los que querían formar
la segunda tanda, la cual fué de 90, y empezó el martes por la noche, por
si podía hacerlos el Alcalde; hasta entonces no teníamos ninguna persona de
prestigio que arrastrase gente.
Esta fué algo mejor que la anterior en cuanto al número y comporta-
miento, terminando con mejor éxito en cuanto á los ejercitantes. Pero per-
mitió el Señor tuviésemos otro contratiempo muy lastimoso. Uno de los
ejercitantes de la primera tanda lo tomo con tanto celo y entusiasmo, que en
pocos días volvióse loco; gracias, que no hubo necesidad de meterle en un
manicomio hasta empezada la tanda tercera, y también que todo el pueblo sa-
be la propensión de la familia; pero á pesar de todo, lo atribuían á los Ejerci-
cios, siendo éste el obstáculo principal para que no se hiciese una cuarta tanda.
Terminada la segunda con mayor entusiasmo que la primera, empezóse
á trabajar para la tercera, la cual fué muy respetable por la calidad de las
personas, que fueron casi todos hombres formados, y de lo más verde y
perdido del pueblo, según ellos mismos confiesan; la noche misma en
que se despidió el Padre, vinieron á mi casa sobre 15; y uno de tantos, que
ha sido la admiración del pueblo, me decía: «Señor Cura; yo he sido un
perdido, un criminal, un judío y ahora soy un santo; yo le aseguro que si no
tuviese mujer é hijos, me metería en un convento». Cuando se disciplinaba,
se pegaba en los brazos, piernas y lengua; porque decía que en todo había
ofendido á Dios. En fin, es admirable la transformación que se hace en los
pueblos por medio de los santos Ejercicios.
Otro acontecimiento tuvo lugar el día de la comunión de la tercera
tanda, acontecimiento que acabó de impedir el hacer otra; y fué que, des-
pués de hacer Ejercicios en la segunda y haber confesado el mismo día, y
comulgado con los de la tercera, estando en el refresco de una boda de la
que fué padrino, falleció repentinamente, sin durar siquiera cinco minutos,
un primo del P. Ferris; la mejor persona y de más valía del pueblo.
Este acontecimiento llenó de asombro á todo el vecindario, y el P. José
se sirvió de él para el sermón de la tarde; y en el cementerio, con ocasión del
136
entierro, que formará indudablemente época, aprovechó la ocasión el padre
para hacer un sermón, que creo no sería de poco fruto.
No habiéndose reunido bastante número para la cuarta tanda, se empe-
zaron unos Ejercicios para las mujeres, las cuales estaban ansiosas de ha-
cerlos. Fueron estos Ejercicios bastante contrariados por el agua. Por fin,
terminamos el día de la Purificación con numerosísima concurrencia por la
mañana y más solemne función por la tarde, despidiendo al terminar ésta, al
P. Iñesta con vivas atronadores.
Como recuerdo y fruto de los santos Ejercicios, se ha fundado la Con-
gregación del Sdo. Corazón de Jesús, compuesta, por ahora, de unos 150
hombres, con comunión mensual los primeros domingos de mes. Ayer, pri-
mer domingo, en la comunión general llegaron á ser cerca de ciento, y
otros tantos en la capilla.
Después de la Misa nos reunimos en la Abadía para tratar algunos
puntos, acordándose hacer comulgar general á todo congregante, cuando
cayere enfermo, y asistir al entierro con cera; nombrando además junta,
celadores, etc.
Quiera el cielo dure el fruto, y el Señor me dé fuerzas y medios para
conservarlo; pero desconfío de muchos. Ayer practicarían la devoción de
los Siete Domingos, más de seiscientos.
Para terminar le diré que el pueblo está agradecido y admirado del
fruto, considerándolo como un milagro.
Le suplico me encomiende á Dios para poder trabajar con provecho, y el
Señor les premie la gracia que me han dispensado á mí y al pueblo. Adiós.
Su affmo. en Cristo,
JHS.
Carlos Bosch, Pbro.
CARTA SEGUNDA
Albal, 3 de Febrero de 1911.
R. P. Juan Guim.
Muy amado en Cto. P. Socio: Recibí su carta en ésta, donde estaba
dando las tandas de Ejercicios que V. R. conoce. Contaré á V. R. en com-
137
pendió todas mis impresiones que tengo esparcidas acá y allá en numerosas
cartas escritas á varios padres de nuestra Provincia. De todo hay, bueno y
malo, triste y consolador, pero sobresalen tres cosas, á saber: los contra-
tiempos que se sirvió enviarnos el Señor para probarnos; la guerra, que
por medio de los malos nos hizo el demonio y el fruto innegable que se ha
hecho en las almas por medio de los santos Ejercicios.
Vamos al caso. Para la primera tanda, el mismo día que llegué á Albal,
había apuntados unos 80 hombres; pero la misma noche de entrada y cuando
los ejercitantes se dirigían con su colchón á cuestas para encerrarse en la
casa que se les tenía señalada, un grupo numeroso de mozalbetes y gente
maleante púsose públicamente á hacer burla de ellos, logrando que unos 20
ó 22 se arredrasen y volviesen atrás. Primer contratiempo y primer ataque
de los malos. Al día siguiente, mejor dicho, la noche del primer día
de los Ejercicios, un viejo, acaso sonámbulo, se levantó de la cama, abrió
un balcón y como no tenía baranda se lanzó á un patio empedrado, y cuando
todos creíamos que se había roto la cabeza le hallamos con heridas leves.
Este lamentable percance sirvió á los enemigos de los Ejercicios de pretex-
to para redoblar sus ataques, y á los buenos para atribuirlo á milagro de
los Ejercicios, que si no lo es realmente, lo parece.
- El 2P día, habiéndosele muerto á otro de los ejercitantes en su casa
una res, cundió por el pueblo una murmuración de muy mala índole, en es-
tos ó parecidos términos: «que si hubiese estado cumpliendo su obligación, se
evitara aquella desgracia». Para remate, el mismo día se salió otro de los
ejercitantes, mozo descontento y mal avenido con aquéllo, fingiendo indis-
posición, pero en realidad para calumniarnos en el casino diciendo cosas que
no pueden transcribirse. Resultado: que empezó á correr la voz de que se
darían dos pesetas á los que, estando en Ejercicios, los dejasen, ó á los que,
no habiéndolos hecho, no se apuntasen para las tandas sucesivas. No obs-
tante esto, la tanda primera seguía adelante con garbo, porque á partir de aquí
los ejercitantes empezaron á pedir disciplinas para zurrarse el pellejo, como,
en el acto, comenzaron á hacerlo á las diez de aquella noche. Ya ve con
esto V. R. la verdad de lo que arriba queda dicho, ó sea, de que el Señor
quería probarnos para nuestro merecimiento y para derramar más abundan-
temente su gracia en los corazones de aquellos pobrecitos.
Y por este camino marchó la primera tanda de Albal; con ello, dicho
se está, el fervor con que, el 15 de Enero, fueron á la comunión general
aquellos hombres, acercándose como nuestros novicios con las manos juntas
delante del pecho á recibir á nuestro Amo, entre la admiración y edifica-
ción estupendas de todo el pueblo que se había dado cita en la parroquial.
138
Figúrese V. R. lo que pasaría en la plaza, llena también de hombres, á la
hora de la salida, unos en pro, otros en contra. Por si acaso, la autoridad
local había tomado sus medidas, que no fueron afortunadamente necesarias.
Tenían, naturalmente, la palabra los ejercitantes, y en su gracioso lenguaje
valenciano cada uno explicaba, á su manera, sus impresiones, pero todos
ponderando los Ejercicios y alabando lo que habían visto y oído y la trans-
formación que se había obrado en ellos, Aquellos días todo esto fué la comi-
dilla del pueblo en masa. En la función de aquella tarde, que estuvo concu-
rridísima, como se deja entender, aproveché la bellísima ocasión que se me
ofrecía para anunciar la segunda tanda, con cuyo motivo preparamos local
para 200 hombres, y no es exageración, dado el entusiasmo que reinaba.
Para dar á V. R. una idea de él, no haré más que contarle el siguiente su-
cedido: Estaba yo en la entrada ó portal de la Abadía y se acerca un hom-
bre diciendo que él entraría en Ejercicios si no fuese por el ganado mayor,
que tenía que atender. Enseguida salta otro, que estaba presente; diciendo:
«Eso no vale: yo le cuidaré los animales». Y otro: «En mi casa hay forraje
abundante». En esto viene un cuarto y dice; «El no haber muerto Fulano
(el que cayó de un primer piso) es realmente un milagro y así lo pregona
todo el pueblo».
La segunda tanda comenzó con 90 hombres el 17 de Enero, y digo co-
menzó porque el primer día fué menester despedir á uno, saliéndose al se-
gundo día, otro. Los demás, á los comienzos, medianillos, mas luego se ento-
naron bien. Es de saberse que para mayor desahogo y comodidad de los
ejercitantes nos comunicamos con la casa contigua, derribando un tabique
con el competente permiso, no del dueño, sino de la administradora. ¡Nunca
tal hiciéramos! No faltó quien fuese á Valencia á dar parte al amo, cuyo
hijo se presentó á poco con un abogadillo y hds hizo restituir las cosas al
estado primitivo. Fué cuestión de volverse á la estrechez anterior y nada más.
La tanda siguió, como he dicho bien, y acabó perfectamente. Al
ver los malos que en ella habían entrado republicanos y gente de este pelaje
y que, una vez salidos de Ejercicios, iban predicando á Cristo por plazas,
calles y sitios de reunión, se pusieron como, energúmenos. Según oí decir,
llegaron hasta á ofrecer cinco duros á uno para que no hiciese Ejercicios,
aunque sin resultado, á Dios gracias. Casos edificantes de esta segunda tanda.
Ahí van los siguientes: Un tabernero entró como una pipa de su oficio.
Claro está, contestaba como podía á los avisos que suelo dar la primera
noche de Ejercicios. Después siguió haciendo lo que le inspiraba el hués-
ped que tenía alojado, pero le aguantamos é hicimos perfectamente, porque
cuando salió era completamente otro. Se va á su casa: encuentra la taberna
139
llena, como de costumbre, y: «Señores— dice— aquí debe de haber muchos á
quienes he dado mal ejemplo y he ofendido. A todos pido perdón. ¿Me per-
donan Vds.?». Y á renglón seguido apuntó en su taberna á cinco para la
tercera tanda.
Dijo por chanza en el casino el Administrador de consumos: «Señores,
entro en Ejercicios si me gobiernan la mujer y me dan 10 reales diarios de
jornal». Se le toma la palabra formalmente y se ve forzado á entrar. A los
dos días ya escribía á sus amigos que renunciaba á los 10 reales, y los
tiempos libres del 3.° y 4.'' día los empleaba en escribirles cartas y más
cartas para convidarles á que ellos también (eran lo peor del pueblo) se
aprovechasen de tanto bien. Al salir del encierro lo que primero hizo fué ir
al fielato y rasgar El Pueblo, á que estaba suscrito y sustituirlo por La
Voz de Valencia. Luego se dirigió al casino y forzó á todos á entrar en
Ejercicios.
Había otro ejercitante de esta tercera tanda que haría unos 20 años que
no había puesto el pie en la Casa de Dios. Pues bien , este individuo hablando
con el Sr. Cura, le decía: «Sr. Cura, yo en la disciplina me pegaba en los
pies, en las piernas, en los brazos, en la mano y hasta en la lengua, porque
en todo he ofendido á Dios».
Y vamos á la tercera tanda que empezó el 23 de Enero por la noche. Para
formarla trabajaron lo indecible los ejercitantes de las anteriores. Los ene-
migos de los Ejercicios, que hasta entonces los habían mirado más con des-
dén que con otras miras, viendo el cariz que iba tomando aquéllo, empeza-
ron á combatirlos de veras; sin embargo, logramos reunir hasta 100 hombres.
Estando ya encerrados, se nos vuelve de repente loco uno de ellos, que
repetía los Ejercicios. No hubo más remedio que sacarlo, y aunque venía de
familia de alienados, se olvidó esta circunstancia para echar la culpa á los
Ejercicios. Con esto entró un susto tan grande en todos, especialmente en
las mujeres, que algunas, para que salieran sus maridos, empezaron por no
mandarles la cena: otras á escribirles que la caballería estaba muy mal, y
otras inconveniencias por el estilo. Para dar á V. R. idea de la calidad de
algunos ejercitantes de esta tercera tanda, le diré que más de uno ha estado
en presidio; que eran gente de taberna y camino, de aquellos mismos que
antes se burlaron lindamente de los Ejercicios; varios, sin haberse confe-
sado de 10 años para arriba. A pesar de todo, puedo afirmar que no
sólo ha sido la mejor de Albal, sino de Oliva y Beniarrés. Disciplina to-
das las noches ; silencio monacal; ansiosísimos de hablar conmigo y de
hacer su confesión general, observancia perfecta de la distribución: he
aquí lo que había dentro, mientras por fuera bramaba la tempestad. A lo
140
último de los Ejercicios enteré á mis ejercitantes de ella, dándome
por respuesta que querían cuarta tanda, trabajando por lograrla cuanto
sus fuerzas alcanzasen. Accedí, mas con la expresa condición de que ha-
bía de constar por lo menos de ciento. Y así acabó, y como fruto inmediato
puede contarse la propaganda activísima que hicieron mis buenos ejercitantes
para lograr la cuarta tanda, no sólo en Albal sino en los pueblos comarcanos,
ofreciendo á todos jornal diario gratis. ¡Justos juicios de Dios! El hombre
que desde un principio más se había distinguido en favor de mi obra, muere
de repente en un convite de bodas, del que no pudo excusarse en calidad
de padrino. Era el difunto persona muy religiosa, segundo Teniente xMcalde,
el alma y el de más autoridad de cuantos hicieron ejercicios, dando él y sus
dos hijos el ejemplo: en suma, era en Albal lo que Morera en Oliva.
El efecto de esta muerte, unido á lo anteriormente dicho, puede decirse que
fué, de tejas abajo, el impedimento y la muerte de la cuarta tanda que con
tanto ardor todos preparábamos. Efectivamente, los buenos quedaron tris;
tes aunque conformados, y los malos envalentonados para atacarnos con
más furor. En vano se prorrogó un día más el plazo, después de asistir
todos al entierro del difunto y de ofrecer por su alma misas y comuniones:
en vano continuóse trabajando en los pueblos inmediatos y en las casas y
sitios de reunión de Albal; ¡hermoso era todo aquello!; pero contada la
lista, se hallaron apuntados sólo 43 hombres, y desistí conforme con lo pro-
metido.
Para completar el elogio del difunto, añadiré algunos datos edificantes.
Gran preparación para presentarse delante del Juez Supremo fué el haber
hecho los Ejercicios con fervor verdaderamente extraordinario y haber
hecho confesión general durante la segunda tanda, haberse reconciliado la vís-
pera de su muerte, y el mismo día de ésta; el haber asistido con sus dos
hijos á la comunión general y, finalmente, poco antes de morir el haber
pagado el jornal á tres pobres para que hiciesen Ejercicios y el haber tra-
bajado de firme para reclutar otros con el mismo fin. Dios N. S., sin duda,
le habrá premiado tantas y tan buenas obras.
Según queda expuesto, no hubo cuarta tanda, mejor dicho, sí que la hu-
bo; quise decir que no hubo cuarta encerrona de hombres. En vez de ésta di
unos Ejercicios á todo el pueblo en esta forma: á las cinco de la mañana.
Misa y 1.'' meditación. A las nueve y media, 2.'^ meditación y seguidamente
plática. A las tres de la tarde, 3.'^ meditación, y á las siete y media, 4.=^ me-
ditación y 3.'^^ plática; todos los días con extraordinario concurso. Ya la
r.oche del primer día viene el dueño de unos almacenes de naranja, diciendo
que ha determinado cerrar tres con el fin de que las mujeres empleadas en
i
141
ellos pudiesen asistir á todos los acíos. Así las cosas, se levanta al día si-
guiente un temporal de agua tan intenso y persistente que me obligó á
interrumpir por dos días seguidos estos Ejercicios. Reanudados, terminaron
admirablemente con una comunión general tan lucida como nunca la habían
visto los albalenses. ¡Loado sea Dios!
Pasemos, para terminar, revista general al fruto práctico conseguido
en Albal. Se restableció la antigua costumbre de rezar, los domingos, el
santo Rosario por las calles. Se determinó el tomar dos veces á la semana
disciplina pública en la iglesia, el lunes los mozos y el martes los casados
después del santo ejercicio del Via-erucis. Queda restablecido sólidamente
el Apostolado de la Oración. En un casino se han suscrito á periódicos neta-
mente católicos, dándose de baja en los malos. Finalmente, han que-
dado confundidos y avergonzados los enemigos de los santos Ejercicios
y, lo que ya es algo, pesarosos de la guerra que hicieron á una obra so-
cial tan excelente para traer la paz á toda una población no pequeña como
es ésta.
Ahí tiene, P. Socio, lo que ha obrado la gracia de Dios, por medio de
los santos Ejercicios, en Albal. Ruegue V. R. para que estos y mayores
frutos se obtengan en Albaida, á donde voy á darlos el 6 de los corrientes.
De V. R. siervo en Cristo,
JHS.
José Luís Iñesta, S. J.
P. D. Faltaban unas pinceladas al cuadro de la oposición á los santos
Ejercicios y voy á darlas en esta postdata, si V. R. no lo lleva á mal. Para
que se forme una idea cabal de aquélla le diré que se llegó hasta imprimir
y propagar con difusión una hojita infame contra los Ejercicios, no sólo
por Albal, sino por Catarroja y pueblos circunvecinos. Aprovechando,
además, la ocasión de tener á tiro, en el entierro de Pepet (que así llama-
ban á nuestro Apóstol de los Ejercicios), á los caciques y gente peor de Al-
bal, les endilgué, bajo la forma de discurso, un sermón de la existencia del
alma y dogma de la Religión, que ellos negaban. Y aunque oyeron mis ar-
gumentos, como no estaban dispuestos y suele ser esta gente soberbia , no
les aprovecharon los toques de la gracia al corazón. Roguemos al Señor
para que se conviertan.
Advertencia.— Después de las cartas del Sr. Cura Párroco de Albal y
del P. Iñesta, copiamos íntegra la siguiente Relación de los Ejercicios
que dio el Rdo. P. José Luís Iñesta en Albal, escrita, á instancias del
142
Rdo. P. Pablo Nutó, por su discípulo el fervoroso joven D. José M.*^ Del-
hom, según consta en carta que nos escribió el buen padre, poco antes de
su muerte. Aunque se repiten en el contexto algunas noticias, imprimimos
entero este precioso documento, tanto porque, el venir de extraña pluma,
hace más fe sobre el temple y eficacia del arma ignaciana, para trocar todos
los corazones, cuanto por el encanto especial del estilo dialogado y lenguaje
sencillo é ingenuo, con que se pintan los maravillosos resultados, obtenidos
por la divina gracia en el religioso pueblo de Albal.
He aquí la Relación.
Comenzó los Ejercicios el P. Iñesta, predicando un sermón en la igle-
sia para solos hombres; en él explicó el temor que tuvieron los pastores al
recibir la noticia del nacimiento del Hijo de Dios, y al aparecer la estrella
que guiaba á los santos Reyes hacia el portal de Belén. Aplicando esto, á
los de este pueblo de Albal, decía: «De la misma manera, al hablaros de
Ejercicios, os habéis quedado como espantados y preguntando: ¿qué será
eso de Ejercicios? Mirad; Ejercicios, no son sino un pequeño sacrificio que
requiere el estar cuatro días en casa del Sr. Cura, sin hablar ni salir de
allí, y el pensar solamente en cosas de Dios. Pero, dirán algunos: ¿cómo
puede ser que yo esté cuatro días encerrado, si no puedo estar siquiera una
hora en compañía de mi familia? Pues mirad; el día más pesado que encon-
traréis será, sin duda, el primero; los demás os parecerán suaves. Decís:
Lo que es á mí no me pesca. No tengáis miedo, todos tenéis que caer en la
red, el que no caiga en la primera, caerá en la segunda y el que no en la
tercera; conque ánimo, preparaos con buena cama, tabaco, etc., pues yo no
quiero que padezcáis. En esto dijo uno: ¿y vino? También, contestó el
P. Iñesta, pero que sea bueno, porque ya os he dicho que no quiero que
padezcáis. Explicó las horas en que se tocaría la campana para llevar la co-
mida, cena y almuerzo, y se retiró.
Primera tanda.— Eran 60 los ejercitantes; entre ellos habían dos ami-
gos que venían de las fiestas de el Real de Gandía, donde habían bailado,
y tanto habían hecho el tonto, que, llegando sin ganas de trabajar, dijo el
uno al otro: «¿Sabes lo que podemos hacer? — ¿Qué? — Para reponernos un
poco, podríamos ir á los Ejercicios, y así tendremos cuatro días para poder
descansar». Y así sucedió.
Al enterarse la gente de la resolución que habían tomado, se decían
eritre sí: «¡Qué pareja de maltrabajas! ¡Cómo se conoce que llegan can-
sados de la fiesta! Si en vez de ir allí á hacer hablar, fuesen á trabajar cada
uno en su faena, seguro es que hubieran ganado más, pues saldrán tan con-
vertidos como han entrado». Pero no fué así. Al tercer día, escribieron una
143
carta á sus padres, en la que les pedían perdón, y rogaban con grandes
súplicas que se preparasen ellos para entrar en la tanda siguiente. No
pudieron aquéllos contener las lágrimas al ver el cambio de sus hijos; pero
aun así no acababan de creerlo, pues enterada la gente, decían: «Esos pi-
caronazos saben hacer .muy bien su papel; lo habrán hecho así para tener
contentos á sus padres: ya veremos cómo, cuando salgan, vuelven á las an-
dadas».
El pueblo todo aguardaba con impaciencia la salida de los ejercitantes,
no sólo por el deseo de averiguar la conducta de estos dos compañeros,
sino también para saber lo demás que ocurrió durante los Ejercicios, y que
mucho contribuyó en los ánimos de todos para entrar en ellos. Los dos ca-
sos siguientes, darán idea de lo ocurrido.
Primero; que estando todos durmiendo, durante la primera noche, se
levantó uno, creyendo que estaba en su propia casa, y en vez de bajar por
la escalera, abrió una ventana, se abalanza y cae encima de una parra y de
ésta al suelo, resultando solamente con leves contusiones. Al tiempo de sa-
lir otro ejercitante, al corral, advirtió que allí había un hombre que se que-
jaba: <'¿Qué le pasa?» A lo que contestó el otro, refiriendo lo ocurrido. Lla-
maron al Padre, al Sr. Cura y también al médico, el cual revisó al caído, y
viendo que la cosa no era de gravedad, sólo por lo que pudiera suceder,
lo condujeron á su casa, y á los cuatro días estaba ya restablecido.
Oigamos ahora lo que dicen los del pueblo. «¿Qué os parece? Si en vez
de ir á encerrarse en casa del Cura hubiera estado en su casa, cumpliendo
con su obligación, no le hubiera sucedido eso. ¡Ahora irá el Jesuíta y el se-
ñor Cura á curarle! Lo que toca es (dijo el Sr. Juez) que si como no ha
sido nada hubiera muerto del porrazo, Jesuíta, Cura y ejercitantes, hubie-
ran ido á Torrente atados codo á codo; el Jesuíta por perturbador del orden,
pues ha venido á este pueblo, que estaba muy quietecito y tranquilo, y lo
está revolviendo y mareando; el Cura por imbécil, que ha traído al Jesuíta,
y los ejercitantes, por burros, tontos é ignorantes, que creen al Cura y al
Jesuíta, y van á ser nuestro descrédito: ya tiene Albal fama de atrasado:
conque ¡esto le faltaba! — Vergüenza, decía otro, me da el decir que soy
de Alba!, aunque á los que me conocen no me atrevo á negarlo; por eso
me preguntan: Chico, ¿qué es lo que pasa en Albal, pues dicen que hay
tantos hombres encerrados? — ¿Qué tiene que pasar?, les contesto. Que
ese Jesuíta y el Cura se han valido de cuatro ignorantes y los tienen allí
encerrados; no sé lo que hacen; cuando salgan ya veremos».
El segundo caso, sucedió también el primer día de los Ejercicios, antes
de anochecer. Uno de los ejercitantes fingió que estaba enfermo y se salió.
144
Después, fué al casino donde interrogado por los que allí había, no supo
decir otra cosa que mentiras, que allí les hacían padecer tanto, que en el
refectorio les ponían calaveras y se las hacían besar antes de comer,
que casi todos estaban enfermos; que por las tardes, el Jesuíta y el Cura,
cogen cuerdas y con ellas les dan unas palizas que les van á hacer mo-
rir, etc., etc. «Chico, ¿es verdad lo que nos dices? — Claro, que es
verdad; yo no sé cómo no se salen todos. Estamos persuadidos que en este
pueblo vamos como los cangrejos, y pronto llegaremos á estar tan atrasados
como en el siglo catorce».
También provocó la indignación del pueblo contra los Ejercicios, otro
acontecimiento. A uno de los ejercitantes (era el tercer día), se le ahogó
un cordero de los que poseía. La mujer del ejercitante, azorada, fué á lla-
marle para contarle lo acaecido y que saliera. Acabado el relato, dijo el
ejercitante: «¿Nada más que eso? Vete tranquila y no padezcas por eso,
pues aunque se perdiera todo, no saldría de aquí hasta que llegue el do-
mingo». A este buen cristiano, todo el pueblo le criticaba y decía, que si hu-
biese estado en su casa, cumpliendo con su obligación, no se le hubiera
ahogado el cordero; y después de todo, añadían, le está muy bien, por que-
rer estar encarcelado. Todas estas cosas, y las preguntas que los de los
pueblos vecinos hacían á los de Albal, contribuían á que los no ejercitantes
estuviesen con grandes ansias de saber la verdad.
El domingo, día de la salida, estaba la plaza llena de hombres y mu-
jeres, aguardando que salieran de la misa mayor, en la que hubo comunión
general para los ejercitantes; y una vez terminada, pasaron todos á la Aba-
día, por una puerta que hay en la capilla y da paso á dicha casa. Reunidos
todos allí, el P. Iñesta dijo en alta voz: «¡Viva Nuestro Señor! ¡vivan los
ejercitantes! ¡vivan los Ejercicios! ¡viva la gloriosa Sta. Ana!, y á cada uno
de los vivas contestaban todos los ejercitantes con gran entusiasmo. Des-
pués vitorearon al P. Iñesta y al Sr. Cura. - «Andad, dijo el P. Iñesta, ya
podéis marcharos y trabajar para que la segunda tanda sea numerosa». «Pa-
dre, replicó uno: podríamos salir por la puerta falsa, porque la plaza está
llena de gente y hay algunos que quieren burlarse de nosotros». (La casaj
Abadía tiene dos puertas; una principal, que da á la plaza de la Iglesia y|
otra secundaria, que da al ensanche). A esto contestó, antes que el P. Iñesta,
uno de los dos ejercitantes que habían estado en El Real de Gandía y, comoj
antes queda referido, entraron en ejercicios para descansar: «No, señor; sel
sale por la principal; el que quiera burlarse que se burle; no se burlará de*
ninguna cosa mala, sino de una buena; no hay que tener vergüenza sino de
híicer cosas malas; de hacer cosas buenas, nunca.— Muy bien, valiente; asíj
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lo habéis de hacer, dijo el P. Iñesta; vergüenza, de las cosas malas, y como
vosotros no venís de hacer cosas malas, no tenéis porque huir de nadie; por lo
tanto debéis salir por la puerta principal; conque, ánimo, y ser valientes
en virtud». Todos, con su fardito de ropa y su canasta de la cena del día
anterior, salieron por la puerta principal con dirección á sus propias casas,
para besar la mano á sus padres y hermanos, y contar, á cuantos les pre-
guntaban, la satisfacción que sentían de haber hecho los Ejercicios.
Llegados que fueron á su casa los de la fiesta del Real de Gandía, besaron
la mano á sus padres y hermanos y les pidieron perdón. Al momento se llenó
la casa de gente con el fin de saber qué cosa era los Ejercicios. «¿Qué nos
cuentas?» preguntaban sus padres. — ¡Ah! No es posible explicar lo que
son Ejercicios: es cosa más para ser practicada que contada.— Pero hombre,
¿qué es lo que hacen, pues es más de ver que de contar?— Ya eres tú buen
picaro, decía un hermano; lo que has hecho tú es pasar cuatro días sin tra-
bajar, y comiendo bien; pues la madre te enviaba á tí mejor comida que la
nuestra; así también iría yo á hacer Ejercicios, pero no soy tan maltrabaja
como tú. — Pues mira, hermano, contestó el ejercitante; yo, si el P. Iñesta
quisiera que estuviese cuatro días más, los hubiera estado, comiendo sólo
pan, y no creas que soy el único que hubiera continuado por cuatro días
más, sino que todos á una lo pedimos al P. Iñesta y él no ha querido. —
Pero, hombre, en fin, ¿qué es lo que hacen? —Pues... lo que todos hici-
mos. El primer día íbamos á los sermones y meditaciones porque sí; por la
tarde asistíamos al Via-crucis, y cuando llegó la penúltima estación, dijo el
P. Iñesta: «Aquí por el dolor que sentía la Virgen, cuando tenía á su santí-
simo Hijo muerto en los brazos, tomaremos esta disciplina». No podéis fi-
guraros la risa que nos causó á todos. El P. Iñesta, al ver que lo tomábamos
á risa, dijo: «Los que no quieran tomarla que no la tomen, pero yo les ase-
guro, que vendrá día en que pedirán tomarla y yo no se lo concederé». Y así
fué cuando llegó el tercer día y nos hizo el sermón del Hijo Pródigo; nadie
podía contener las lágrimas y sollozos. «¿Y llorabais? Pareceríais mujeres»,
le dijeron— «Sí, lloramos todos, y creo que no quedó uno siquiera que dejara
de llorar, y los que vayáis á hacer Ejercicios, lloraréis todos, á no ser que
tengáis un corazón duro y empedernido y Dios no quiera tocároslo. Pues,
bien, aquel día estábamos con grande ansia esperando la hora de la disci-
plina. Llegó el momento de tomarla; nadie se reía, ni huía de tomarla, sino
que todos á la vez la tomamos con tal fervor, que la iglesia parecía venirse
abajo de tanto que nos pegábamos». — Dijo uno: calla, hombre, que burros
que sois; yo no me pegaría. — Eso mismo decía yo, pero cuando uno
considera bien lo que Dios hizo por nosotros y lo mucho que hemos hecho
10
146
para ofenderle á Él, no puede uno menos de tomar venganza contra sí
mismo, para desagraviarle. Más aún, comprendiendo lo mal que hicimos al
principio, tomando á risa lo de la disciplina, pedimos al Padre nos conce-
diera disciplina extraordinaria, lo que hizo después de muchos ruegos; la
tuvimos los dos últimos días por la tarde y por la noche. No os admiréis
porque salgo de los Ejercicios tan contento y satisfecho, pues, como he di-
cho antes, no es cosa de contar, sino de practicar: conque, ¡á hacer todos
Ejercicios! y ya veréis cómo después al salir de ellos, experimentáis la mis-
ma alegría que yo».
Otro ejercitante prometió á Dios el llevar 12 ejercitantes para la se-
gunda tanda. Dio principio por los de su familia, empleando cuantas razo-
nes tenía á su alcance y Dios le daba, para convencerles de la necesidad de
hacerlos Ejercicios: la satisfacción y alegría, que como él mismo, sentirían
después de haberlos hecho. Pero cuando no lograba lo que suplicaba, hinca-
do de rodillas, puestos los brazos en cruz, les decía: «Si no lo quieren hacer
por sólo amor de Dios, háganlo por mí; yo pagaré de buena gana la pérdida
que les ocasione el estar fuera de sus obligaciones». Esto hacía con los de
su familia. En cuanto á los que no lo eran, no perdía tampoco ocasión de
enfervorizarlos por medio de sus conversaciones, acerca de la necesidad de
hacer Ejercicios.
Tratando con un pariente suyo sobre ellos, no faltó quien, oj^endo
la conversación, echara su párrafo burlándose de los Ejercicios, de los
ejercitantes, del Jesuíta, de cuanto hacía referencia á la Iglesia y aún del
mismo Dios. Sin embargo, el ejercitante, dirigiéndose á aquél le dijo: «¿Por-
qué no vas tú también á hacer Ejercicios? — Sí que haría yo Ejercicios,
contestó; pero con la condición de que me diesen 10 reales, comida y cama,
y eso cada día. — Concedido, contestó el ejercitante. Le dices á tu mujer
que no es menester que te traiga nada; por mi cuenta corre. —Con esta
respuesta inesperada, quedó pensativo, hasta que por fin dijo: «No, yo te
había dicho eso, porque no quiero hacer Ejercicios y creía que no me lo
concederías. — Pues si no haces Ejercicios, díjole el ejercitante, no tienes
formalidad y sin ella no eres hombre, y por lo tanto no puedes ir á ninguna
parte. — Entre estas y otras muchas cosas que le dijo, le tocó el amor
propio y se convino, según decía él, á pasar cuatro días comiendo
gratis, sin trabajar, y cobrando diez reales de un fanatizado imbécil y
tonto.
Todos los ejercitantes de la primera tanda salieron tan enfervorizados,
y trabajaban con tanto entusiasmo para que la segunda fuese numerosa, que
eran la admiración del pueblo, hasta el punto de que todos decían: «Parece
147
que estén hechizados. ¿Qué les habrán dado alh? Es que todos han salido
igual; si fuesen unos cuantos pase, pero, todos, todos».
No obstante el trabajo de los 60 ejercitantes, de la primera tanda, sólo
se alistaron para la segunda 88, entre los cuales había un tabernero y
otro muy amigo de la taberna, que además de ser borrachos de costumbre,
lo estaban en grado superlativo cuando entraron en Ejercicios, de manera
qne estando el P. Iñesta en la capilla, haciendo las advertencias del orden
que habían de guardar, el tabernero le iba contestando y dándole consejos,
hasta que el Padre le dijo: «Tú te callas, que ahora sólo me toca hablar á
mí». Como la primera noche siempre hay algún desorden, y al tabernero no
le dejaban dormir, dijo: «Ahora ya estoy aquí, pero aunque pensara ganar
cuarenta años de cielo, no volvería el año que viene; no me cogerán».
Comenzada ya la segunda tanda, todo el pueblo aguardaba con ansia
la salida de los ejercitantes, sobre todo del que se le daban los diez reales
diarios y la comida, y también la de los alcoholizados, y para ver si todos
salían con el entusiasmo de los de la primera.
El ejercitante que pagó el jornal (los diez reales) era tanto lo que tra-
bajaba, que perdió la gana de comer y aun de dormir, quedando tan debili-
tado que principió á hablar fuera de sí, aunque siempre cosas de Dios. De
aquí tomaron pie las lenguas impías. «¿Qué os parece, decían, el bien que
está haciendo el Jesuíta? En cuatro días ha vuelto loco á un hombre. ¡Todo
ese bien nos ha traído!». Otros decían: «aún es poco, son tan tontos que
todo se lo creen. Hasta el Sr. Juez, hablando con el padre de un ejercitante,
decía: «¿No tienes miedo que á tu hijo le suceda lo que á ese? ¿Por qué no
vas y lo sacas? ¿tienes miedo ó vergüenza de ir sólo, ó quieres que yo te
acompañe? Vamos, hombre; yo te acompañaré y diremos al Cura y al Je-
suíta lo que son, lo que hacen». El padre no quiso ir, el Juez se quedó en su
casa, y los ejercitantes continuaban en Ejercicios llenos de tranquilidad y
paz. En cuanto á los hermanos del trastornado estaban muy conformados
con tal suceso; sólo tenían pena por Haber ocurrido entonces pensando que
algunos se retraerían de hacerlos Ejercicios en aquella tanda. Pero para que
se vea que el haberse vuelto loco, dicho ejercitante, no fué por haber hecho
los Ejercicios, como pretenden demostrar lo3 enemigos de la luz, es cosa
averiguada que algunos de la familia de aquél no escaparon de dicha enfer-
medad, y aun éste durante el verano anterior, estuvo bajo la dirección del
médico, encargando que tuviesen mucho cuidado por el peligro que le ame-
nazaba.
Estaban, pues, los ejercitantes en el tercer día de Ejercicios, cuando el
que debía cobrar su jornal escribió una carta á su mujer, diciendo que si no
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había cobfado que no cobrara, y si había recibido algo que no admitiera nada
más porque él, decía, debía pagar por el mucho bien que se le había hecho.
Y en otra carta escrita á los compañeros de casino, en donde se reunían
para hacer bailes, (alguna vez amenazaron al Sr. Cura, porque éste desde
el pulpito había hablado contra tales diversiones), les decía así: «Amigos, si
vosotros queréis, seguid como hasta aquí, seguid; yo por mi parte quiero
cambiar de vida. Cuando salga ya os explicaré más».
Llegó el domingo, y se hizo la comunión general para los de esta tanda
y los de la primera: en la Iglesia no cabía más gente. Terminada la misa,
pasaron los ejercitantes á la Abadía, y después de dar los vivas, como en
la tanda anterior, se marcharon á sus casas.
El jornalero de que hemos hablado antes, después de ir á su casa para
manifestar á su mujer la satisfacción que sentía de haber hecho Ejercicios,
se dirigió al casino en busca de sus amigos y explicarles allí cuanto en su
carta les prometía. «Mirad, les dijo: vosotros sabéis muy bien que yo me
burlaba de los Ejercicios, y que si fui, era porque me daban el jornal y la
comida, y aun así me pesaba al principio de haber ido. Yo mismo me admi-
raba pareciéndome imposible que estuviera allí. Los dos primeros días, ni
siquiera tenía ánimo para hacer la .señal de la cruz, y siempre iba detrás de
todos como avergonzado. El tercer día, sin saber cómo, sentí grandes deseos
de cambiar de vida, sin poderlo remediar. La verdad es que después de ha-
cer la confesión que he hecho, he sentido tan grande alegría y satisfacción,
cual nunca creo haber tenido. Ahora quiero que también participéis voso-
tros, como amigos que sois, de la misma alegría, y para ello es necesario
que hagáis Ejercicios, pero no sólo vosotros, sino que no ha de quedar un
solo socio que no los haga; este casino ha de cambiar de rumbo».
Pronto se enteró el pueblo de lo ocurrido y comenzaron á decir que j
nuestro hombre estaba loco. Llegó la voz á oidos de una tía suya, y ésta se
determinó á hacerle una visita y examinar al mismo tiempo la verdad. Y
viendo que había sido engañada, le declaró el motivo de la visita. El ejerci-
tante le respondió: «Pues ya ve Vd. cómo no es cierto que yo esté loco;
ahora estoy más cuerdo que nunca». Era así, pues desde que salió de Ejer-
cicios, no cesaba de enseñar á rezar á sus hijos, y el tiempo que tenía libre
lo empleaba en leer libros piadosos.
Dos de sus amigos, dudando que el cambio de vida fuese verdadero,
después de un rato de conversación con él, para probarle le dijeron: «¡Qué
noche tan buena para lo que tú sabes! — ¿Para lo que yo sé? — Para llavo-
rar, dijeron los otros. — ¡Ah! eso sí que no: id vosotros, si queréis, pues yo
no quiero ir». (Llavorar, es ir á quitar el pescado á los pescadores). «Pero
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hombre, tan buena noche como hace para eso, luna tan clara y buena calma;
noche mejor no sé cuando la tendremos; cogeríamos más pescado que nun-
ca». — Aunque me dieseis 50 duros para eso que queréis, y que otras ve-
ces hemos hecho, os diría que no, y si siguierais mi consejo, tampoco iríais
vosotros. — Y ¿eso lo dices de veras? — Tan de veras lo digo que no iré.
—Ahora vemos que es cierto que has cambiado después de los Ejerci-
cios, queríamos con eso hacer la prueba».
Digamos algo de aquel tabernero que no quería más Ejercicios, aunque
tuviera que ganar 40 años de cielo. Este cuando llegó á su casa se la en-
contró llena de gente de taberna. ¿Qué nos cuentas? le preguntaron. —Pues;
¿qué he de contar, sino que en mi vida he visto cosa que me haya gustado
tanto? Ni teatros, ni bailes, ni tabernas, nada hay en el mundo que satisfaga
más al hombre que los Ejercicios. Quisiera yo que todos fueseis á Ejerci-
cios, así sabríais lo que es disfrutar».
Las conversaciones de todos versaban sobre los Ejercicios; en casi to-
dos los corrillos no faltaban uno ó dos ejercitantes que demostrasen la ne-
cesidad de hacerlos. Y así estando yo en casa de un barbero empecé una
discusión con uno que no creía en nada, y después de tres horas de pelea
logré hacerle confesar, delante de los demás, que era verdad cuanto yo de-
cía. — «Yo, dijo, siempre me he burlado de eso que dicen que Dios toca el
corazón, y ahora veo que es mucha verdad, pues siento en mi interior una
voz que me dice: Vé á Ejercicios, y otra me dice: No vayas, todo esto
es mentira. — Pues que así es, díjele yo, vamos á casa del Sr. Cura, das
el nombre, y á la noche entras en Ejercicios. — ¿A la noche?... ya veremos
me contestó. No queriendo yo que se quedase sin hacer Ejercicios, fui al
anochecer á su casa, le llamé, salimos los dos á la calle, y empecé de nue-
vo mi tarea; ya veía todo mi trabajo perdido, pues aunque á todo cuanto
le decía me contestaba dándome la razón, no quería con todo hacerlos por ha-
berse burlado mucho de los que los hacían. En esto acertó á pasar por allí,
uno de los que habían hecho Ejercicios, que, con otros amigos, volvía de la
casa Abadía, á donde fueron para convenirse entrar en la tercera tanda. Le
llamé y me contestó: «Qué pasa por ahí? ¿Es cuestión de Ejercicios? — Sí,
que éste no quiere ir. — ¿No quieres? ¡Vamos!» Lo cogió del brazo y se lo
llevaba á rastras. «Déjame, dijo entonces el otro, que yo iré solo». Le dejó
y empezó á decirle: «Hombre, tú no sabes lo que es cosa buena; ni tea-
tros, ni nada, hay tan bueno como los Ejercicios. Yo dejé toda mi faena
para ir á hacerlos y ahora no me apena, sino que estoy muy contento,
y á tí te pasará lo mismo, y si cuando sales me dices que te he engañado,
vienes á mi casa y te daré 10 duros; aunque estoy bien convencido de que
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no me lo dirás». Terminado esto lo coge del brazo y se lo lleva á la casa-
Abadía donde le hizo dar su nombre. A pesar de muchos esfuerzos, sólo pu-
dieron reunirse 98 para la tercera tanda; todos ellos á cual más se habían
burlado de los -Ejercicios.
Entretanto la lucha de los ejercitantes con los que no lo eran, no cesa-
ba; por otra parte la gente de los pueblos vecinos, no se ocupaba de otra
cosa que de los procesados de Albal (así llamaban á los que hacían Ejer-
cicios).
Terminada la tercera y última tanda con la comunión general, á la que
asistieron los ejercitantes de las anteriores, pasaron todos á la casa-Abadía
desde donde, después de dar al P. Iñesta los vivas de costumbre, se fueron
cada uno á su casa á besar la mano á sus padres y hermanos los solteros, y á
dar un fuerte abrazo á sus esposas los casados, como les encargó el P. Iñesta.
Los de esta tanda fueron los que más admiración causaron, pues siendo
más verdes que los de las otras, habían salido aun más entusiasmados que
aquéllos. Mas la gente siempre tenía ocasión para murmurar. «Sin duda que
allí los deben de hechizar, porque si no, ¿cómo se explicaría que todos sa-
lieran de la misma manera?» Otro decía: «Claro es que deben salir así, co-
mo salen; les dan á beber agua del pozo en que el Jesuíta hecha unos polvi-
llos..., por eso salen tan entusiasmados. Lo que toca á mí estoy bien seguro
que no me entusiasmarían, porque me llevaría agua de mi casa». Los ejer-
citantes, por el contrario, decían: «Ese padre es un santo; después de tra-
bajar tanto por nuestro bien, el último día aun nos pide perdón á todos y nos
besa los pies. ¡Qué acto más enternecedor! Un hombre que no necesitaba
de nadie cuando estaba en su casa, se hace religioso y ahora nos hace po-
ner á todos en dos filas y nos pregunta: ¿ Vosotros me perdonáis las fal-
tas que os haya hecho durante los E/erciciosPNosotros todos á una voz
le contestamos: Si, padre. Pues yo también os perdono. Y quitándose el
manteo, añade: Yo tengo la costumbre en todos los Ejercicios de be-
sar los pies á todos, y enseguida empieza á besárnoslos. ¿Quién, á vista
de esto, puede contener las lágrimas? Aquello parecía un entierro. Mirad
que los que allí estábamos, éramos verdes: pero no pudimos hacer otra cosa
así en este acto como en el del Hijo Pródigo, en el de la muerte y en todo,
en todo. Pero lo más sublime fué que cuando terminó de besarnos los pies,
todos queríamos besárselos á él y nunca lo consintió, y terminaban dicien-
do: «Es un santo». Otros decían: «Allí quisiera ver al Secretario de Albal,
Alcalde y Juez y algunas otras personas; seguro estoy que cuando salieran
no serían los mismos. Para cambiar de vida es preciso hacer los Ejercicios».
Uno de los ejercitantes de esta última tanda, cuando salió de Ejer-
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cicios, antes de ir á su casa, fué á la taberna de la que era parroquiano,
pues se emborrachaba con frecuencia, y con voz alta dijo: «Sin duda que
aquí estarán todos aquellos á quienes yo he ofendido. «¿Me perdonáis?»
Todos contestaron con gran admiración que sí. «Yo también os perdono»,
replicó él. Este mismo sujeto me decía con lágrimas en los ojos: «Ahora sí
que valgo, ahora soy hombre, que no lo era; hacía 19 años que no había en-
trado en la Iglesia, desde que me casé; era ladrón, borracho, blasfemo; por
eso cuando me disciplinaba, me pegaba en todas las partes del cuerpo, y
aun en la lengua, pues en todo he ofendido á Dios. Antes nadie me saluda-
ba, ni siquiera los malos me favorecían; en cambio ahora todos me saludan
y me favorecen. Mi mujer, admirada me pregunta: ^Esta vida que llevas
tan buena, durará mucho? — Nú resolución, es que dure hasta que muera,
le contesté». — Y así es que el Sr. Cura, viendo el fervor con que acude á
todos los actos de la Iglesia, le ha nombrado de la junta del Sagrado Co-
razón de Jesús.
La última semana que permaneció en este pueblo el P. Iñesta, la dedicó
á las mujeres, dándoles una especie de misión.
El sábado de dicha semana, murió de repente un ejercitante, en la boda
de un ahijado suyo, á quien él mismo apadrinó. Se le dijo al P. Iñesta, que
le había cogido un ataque, y éste con el Sr. Cura fueron á auxiliarle, pero
cuando llegaron era ya cadáver. Gracias que hizo confesión general en los
Ejercicios, y dio también limosnas á todos los pobres que los querían hacer
y que en aquel mismo día antes de ir á la boda, había recibido al Señor.
El entierro fué solemnísimo y religioso, como nunca se había visto en
este pueblo.
El P. Iñesta presidía el duelo acompañado de todos los ejercitantes:
además, cuantas personas le estimaban fueron á acompañarle con velas encen-
didas hasta el cementerio. Allí mismo terminados los Responsos, tomó la
palabra el P. Iñesta, y ante todos los que habían quedado sin hacer Ejerci-
cios, que eran el Ayuntamiento y cuantos á él se parecían en ideas (el di-
funto era concejal y por eso le acompañaba el Ayuntamiento), probó la
existencia del alma, y de ahí la necesidad de hacer Ejercicios, y lo que al
difunto le habían aprovechado, pues de lo contrario difícilmente le hubiera
pillado la muerte tan prevenido.
Al día siguiente, domingo, se tuvo la comunión general de despedida
para todo el pueblo, en la que se repartieron unas ochocientas formas. Por
la tarde se hizo la Hora Santa, se cantó el Trisagio y en el sermón de
despedida, que jamás se me olvidará por la gracia que me causó, y no sólo
á mí sino también á todo el pueblo, comenzó el P. Iñesta diciendo: «Vossa-
152
tros, ¿sabéu lo que fa un chiquet quant agarra un pardalet? Lo primer que
fa es nugarlo de la pateta, i quant el te ben nugat diu: deixam donarli una
alegría. S' el posa damunt de la má, i 'I pardalet, cregut que está solt,
s' envola i 's para en un albre y comensa á cantar tot content de vores
Iliure, de vores solt. El chiquet el mira i 's riu. Y allá quant li pareix al
chiquet astira el filet i '1 pardalet cau atra volta en la seua má». Y esto lo
aplicó á los ejercitantes diciendo que temía no les pasara lo que al pajarito.
«Todos estáis muy contentos de veros libres del demonio. ¿Habéis visto si
estáis aun atados por algún vicio, por alguna pasión? Si lo estuviereis rom-
pedios». Y así continuó su sermón: terminó despidiéndose de todo el pue-
blo y dejándonos á todos con la miel en la boca.
Llegada la hora de partir el P. Iñesta, todos los ejercitantes acudieron
á la casa-Abadía con intención de acompañarle á la estación de Catarroja;
esto hubiera sido un acontecimiento y una manifestación católica edifi-
cante para el pueblo de Albal y también para Catarroja, por donde de-
bía de haber pasado; pero Dios N. S., por altos designios, permitió que
lloviese y que fuese necesaria una tartana para llevar al Padre á la estación,
contentándose los ejercitantes con dar entusiastas vivas al P. Iñesta por
despedida, quedándose todos en la casa-Abadía.
EFECTOS DE LOS EJERCICIOS
Se ha formado la Congregación del Sagrado Corazón de Jesús en
la que están asociados 240 hombres y además otras tantas mujeres.
Esta congregación tiene comunión general todos los primeros domingos
de mes.
Se ha transformado en centro católico el casino llamado de la Juven-
tud, en el que se ha prohibido blasfemar y el hablar contra la Religión,
cuando antes solamente se pensaba en bailes y en hablar contra la Iglesia.
Todos los lunes se reúnen los solteros en la Iglesia ; rezan el santo
Rosario y hacen el Vía-crucis, y después toman disciplina: pero verdade-
ramente la toman y se pegan con gran fervor. Los martes se reúnen los ca-
sados para hacer lo mismo. Cierto día pasaba una mujer por la puerta de
la Iglesia al tiempo de la disciplina, y al oir tanto ruido se vino corriendo á
su casa, y preguntó: «¿Qué es lo que pasa en la Iglesia que hay tanto
ruido?».— ¿Qué tiene que pasar?, le contestaron, que hoy es día de disci-
plina.—«¡Dios mío, dijo ella, qué manera de pegarse!».
Según dice el Sr. Cura, pasan de 700 los que están haciendo los Siete
153
Domingos de San José; tanta concurrencia á la Casa de Dios no se había
visto nunca en este pueblo.
Es tanta la gente que los días de hacienda va á misa, que parecen días
festivos, y además la comunión frecuente es bastante numerosa. Casi se
puede afirmar que va ahora más gente á misa los días de hacienda que antes
los domingos.
La lucha entre ejercitantes y no ejercitantes continúa bastante acalo-
rada, defendiendo aquéllos los Ejercicios y la devoción á la disciplina, y
burlándose éstos de todo cuanto aquéllos hacen.
José M. Delhom.
Albal, 15 de Febrero de 1911.
COLEGIO DE BARCELONA
MINISTERIOS ESPIRITUALES EN CIUDADELA
(BALEARES )
Cartas de los PP. Celestino Matas y Francisco María AIós al P. Juan Capell
CARTA PRIMERA
Cindadela, 9 de Enero de 1909.
R. i'. Juan Capell. Barcelona.
Mi buen P. Rector: Llegamos á Mahón, ayer á eso de las siete de la
mañana, sin más novedad que la de haber pasado en la travesía una noche
toledana, no por tempestad, sino por el mal movimiento del buque. Cele-
bramos, almorzamos y en automóvil llegamos á ésta, con sumo retraso, á la
una de la tarde.
Nos han hospedado á los dos en el Seminario: y esta noche daremos
comienzo á nuestros trabajos; el P. Alós á sus Ejercicios á las Madres de
La Enseñanza, y yo, en la iglesia de este seminario al público en general,
en su mayoría perteneciente al Apostolado de la Oración. Veremos lo que
Dios y la gente nos darán.
Empezamos por tener hoy un día muy tempestuoso, con huracán y
hasta con un poquito de nieve, cosa rara por cierto en esta Isla.
No podremos saludar al Sr. Obispo por ahora; está ausente hace ya
medio año; parece que está en Ibiza, su tierra, al lado de su madre y her-
mana enfermas, una de ellas por lo menos.
Contamos con sus oraciones. El P. Alós le saluda y escribirá otro día.
Siervo en Cto.,
JHS.
Celestino Mat.\s, S. J.
155
CARTA SEGUNDA
Ciudadela, 14 de Enero de 1909.
R. P. Juan Capell.
Muy amado en Cto. P. Rector: Por mi buen cornpañero y superior
tiene ya V. R. noticia de nuestro arribo á esta Isla é instalación en el
Seminario diocesano de la misma.
Verdaderamente la travesía resultó excesivamente divertida. A poco
de salir del puerto de Barcelona nuestro Monte Toro (que así se llamaba el
buque, comenzó á flaquear la aleta derecha de popa azotada por las olas;
luego con el mar algo más movido por la vecindad del golfo de Lyón,
aquéllas llegaron á mojar toda la cubierta del buque, cayendo el agua sobre
la parte destinada á los viajeros de segunda y penetrando por las grietas
que tenía su madera-techo.
Al tomar puerto en Mahón, nos sorprendió la novedad de que había
llovido bastante aquella noche; pudimos apreciar muy poco las maravillas
; de aquel puerto. Nos encontramos con el P. Sellas terminando la Misa de
Comunión general de fin de Ejercicios al pueblo. Estuvimos un ratito con
: él; este padre debía regresar aquella misma noche á su residencia de Palma.
Nosotros tomamos el automóvil público y llegamos con gran retraso á este
Seminario.
Este edificio, es un antiguo convento de agustinos muy regular para lo
i que es esta diócesis. Tiene doble claustro, cerrado con cristales el de
I arriba, y junto á él está su iglesia, por demás capaz y devota.
Nos instalamos en nuestros aposentos muy bien abastecidos de todo
aun en los menores detalles; nos atienden con toda solicitud y con notable
empeño se esmeran en que nada nos falte.
Como ya indicó á V. R. el P. Matas, los dos primeros días y parte del
I tercero fueron muy crudos. Huracán, lluvia y nieve, todo en una pieza, nos
dieron algo que ofrecer á Dios. El lunes comenzó el «como si se asentase»
del tiempo y así viene continuando sin dejar, con todo, de ser algo frío y
ventoso.
El P, Matas con muy buen auditorio desde el primer día á pesar de la
circunstancia del mal tiempo.
Por lo que á mí toca, voy siguiendo en mi tarea sin novedad particular.
Ya sabe V. R. que esta comunidad de La Enseñanza se instaló aquí
por voluntad del limo. Sr. Comes (e. p. d.): en su mayor parte proceden
156
las religiosas del convento de Manresa. Aunque con el traslado de dicho
Sr. Obispo á Teruel primero, y luego con su muerte, perdieron en todos
terrenos muchísimo, van trabajando muy bien y con gran aceptación de estas
buenas gentes, y sobre todo con no pequeña gloria para Dios.
Los correos vienen, si el temporal no lo estorba, tres veces por se-
mana; á su vez de aquí para la Península hay también tres veces comunica-
ción directa.
El P. Matas, sin novedad, me encarga salude á V. R.
De V. R. afmo. S. en Cto.,
JHS.
Francisco M.^ Alós, S. J.
CARTA TERCERA
Cindadela, 20 de Enero de \9C)9.
R. P. Juan Capell.
Muy amado en Cto. P. Rector: En mi poder la muy apreciada
de V. R. fecha 17 y llegada hoy con el vapor de ayer. Mil gracias por ella.
Vamos siguiendo bien con nuestros trabajos, gracias á Dios.
Terminados los Ejercicios á las Madres, los estoy dando á las alumnas
presentes y pasadas, y con ellas otras pocas jóvenes que forman la con-
gregación de Hijas de María.
El P. Matas cada noche tiene más hombres en su auditorio, y en él, al
decir de los bien enterados no faltan de los de la cascara amarga. Yo tengo
también buen auditorio para lo que es y puede ser al presente aquella con-
gregación.
Al propio tiempo con el P. Matas nos hemos partido una nueva tanda
á las monjas de santa Clara.
No me ocurre cosa particular sino es con afectuosos saludos del
P. Matas repetirme en unión de SS. SS. y OO. de V. R. afmo. S. en Cto.
JHS.
Francisco M.-^ Al(')S, S. J.
157
CARTA CUARTA
CiLidadela, 21 de Enero de lt)09.
R. P. Juan Capell.
Mi amado en Cto. P. Rector: Vamonos preparando ya para la vuelta
en la semana que viene; el martes, D. m, por la mañana nos iremos á
Mahón, y por la tarde (creo que á las cinco ó las seis) nos embarcaremos, y
si todo va bien, llegaremos á esa el miércoles por la mañana. Parece que se
emplean en el viaje 12 horas. ¡Ojalá tengamos una noche más quieta que la
de la venida!
Despachamos la semana pasada, el P. Alós sus Ejercicios y yo la
gente del Apostolado, que se portaron bien; y en la presente, él (P. Alós)
ejercita á las chicas é Hijas de María de la misma Enseñanza, y yo doy unas
conferencias filosófico-teológico-sociales-transcendentales á los hom-
bres, llenándose, gracias á Dios, el templo; y juntamente con esto, entre mi
compañero y yo, damos Ejercicios á las monjas de Santa Clara. De modo
que hay tela para todos. A lo dicho se agregan pláticas, y congregaciones
que... casi casi nos ahogan.
Recibí la suya de V. R. y ayer ó anteayer también recibió el P. Alós
la última, que nos sirvió de gran consuelo.
El Sr. Obispo aun no está aquí. Puede que llegue la víspera de nues-
tra partida. Con mil recuerdos del P. Alós y de él y míos para esos PP. y
HH., se encomienda en sus SS. SS. y 00. su afmo. siervo en Cristo.
JHS.
Celestino Matas, S. J.
PROGRESOS MATERIALES Y SOCIALES
DE LA CONGREGACIÓN MARIANA DE BARCELONA
Carta circular del P. Director á los señores congregantes antiguos
Muy señores míos: Como sin duda, ya saben Vds., no se ha comprado
la casa nueva, sino sólo arrendado á una treintena de señores que la han
adquirido para facilitar su uso á las congregaciones.
Las condiciones de arriendo son las siguientes:
1 .'^ Mediante el pago del interés del 3 % al año del capital empleado,
las congregaciones quedan como dueñas del edificio, pudiendo hacer en él
todas las obras de adaptación que se crean convenientes y sin adquirir por
su parte ningún compromiso para el porvenir, de manera que pueda fácil-
mente rescindirse el contrato el día que se crea oportuno.
2.'^ Los propietarios por su parte, además de contentarse con el mó-
dico interés ya indicado, quedan ligados por 30 años (y no más porque las
leyes no lo permiten) y han facilitado además los 10.000 duros que se han
creído necesarios para gastos de escrituras, instalación, mueblaje, etc., etc.
De momento, las congregaciones no utilizarán para su uso más que
los bajos y principal de la casa. En aquéllos se dispondrá un salón de
reunión ó tertulia para los congregantes y una capilla para los caballeros.
Cuando convenga, los dos locales, podrán formar uno solo con cabida para
400 personas.
En el principal habrá, por ahora, biblioteca, salón de estudio, otro de
lectura, sala de academias, secretaría y despacho del P. Director.
A medida que el estado económico lo vaya permitiendo, se adquirirán
los demás pisos (en que por ahora quedarán los vecinos actuales) pues
Tiuestras aspiraciones nos llevan á esperar que el principal quedará bien
pronto destinado exclusivamente á biblioteca, necesitándose además nuevos
locales para laboratorios, salas de academias, reuniones, etc., etc.
Aun cuando la casa tiene magnífica entrada y escalera por la calle
de Lauria, que se utilizarán cuando convenga, todo el movimiento de en-
159
trada y salida de congregantes seguirá haciéndose por nuestro colegio,
pues la casa no es un nuevo local, sino tan sólo ampliación del que te-
níamos.
¡Dios haga que podamos y sepamos hacer el bien que nos proponemos!
Nuestros enemigos nos conquistan los jóvenes con el engaño de la ciencia
y del estudio; tenemos obligación de sal irles al encuentro en su propio
terreno.
Ya ven pues, el fruto de sus oraciones y de sus obras. 60.000 duros
pedíamos y Dios N. S. nos los ha concedido. Laus Deo et I. V. M.
Otra obra nueva es el Patronato de jóvenes forasteros (vulgo de
soldados). No le llamamos francamente con este último nombre por no lla-
mar la atención de nuestros enemigos , pues es bien de temer que el día en
que éstos se enteren de nuestra obra nos van á hacer cruel guerra. Nos-
otros, no obstante, estamos apercibidos y lucharemos, pues si la obra es de
Dios y nosotros sabemos cumplir sus designios, cierto es que la victoria será
nuestra.
Está organizada por el estilo de un patronato. Acuden los soldados al
local cuando están libres de servicio y en él se entretienen en agradables
pasatiempos. De cuando, en cuando se les dan conferencias de catecismo
con proyecciones. Estos pobres muchachos son verdaderos niños y casi
como á tales hay que tratarlos. Hay en la actualidad unos 70 apuntados y
asisten los domingos y fiestas, de 35 á 40. De la bondad de la obra y del
fruto que de ella puede esperarse, aquí va un solo dato que vale por mu-
chos; de los 70, siete de ellos son seminaristas y los pobrecitos acuden al
Patronato con verdadero contento.
Hasta ahora han estado instalados en un piso de la calle Condal, pero
el local resulta insuficiente y poco á propósito para ellos, pues la juventud
pide movimiento y en él no se pueden rebullir. Por esta razón les estamos
disponiendo un local bastante capaz con frontón, y sitio para juegos de mo-
vimiento, como bolos, birlos, etc. Parece que en Octubre se inaugu-
rará.
La dirección inmediata de la obra corre á cargo del P. Bori, H. Co-
dina y varios congregantes de las dos congregaciones. Hay además una
junta de señoras encargada de recoger los recursos pecuniarios.
Como no nos hemos de dar nunca por satisfechos, tenemos otro asunto
en estudio, que exige que nos persuadamos de que lo queremos llevar ade-
lante, y que por consiguiente obliguemos á Dios á concedernos los medios
necesarios. Han obtenido Vds. 60.000 duros este año, pues necesitamos
130.000, ni uno más ni uno menos para el próximo. ¿Se asustan Vds.?, pues
160
no valen para el caso. Ahora veremos lo que valen esos antiguos Señores
Congregantes.
¿De qué se trata? pues de completar la obra del Centro de S. Pedro
Claver. Vds. saben lo que se ha gastado en ella con la edificación primero
y con la reconstrucción después de la semana trágica; pues bien, todos es-
tos sacrificios y los demás que allí se han hecho, exigen un complemento de
gran necesidad y que daría mucha gloria á Dios por sí mismo y por la in-
influencia que ejercería en el desarrollo de los Sindicatos Católicos.
¿Cuál es, pues, este complemento? pues una Escuela de artes y ofi-
cios montada á la altura del día. ¿Cuánto se necesitaría para llevarla ade-
lante? pues lo dicho: 130.000 duros, ya está contado.
¿De dónde ha de salir este capital? pues es muy sencillo. Hay una he-
rencia de casi 900.000 duros que se ha de invertir en fundaciones benéficas.
Uno de los albaceas está por nosotros, pero hay que ganar á los demás.
Ya ven, pues, á donde hay que asestar los tiros; la empresa no es una
bicoca, pero, ¿para qué queremos á los hombres?
Rueguen Vds. con fe y con humildad y con insistencia. Ofrezcan á esta
intención sus estudios, sus mortificaciones, sus alegrías, sus trabajos y sus
enfermedades. Interesen á todos esos buenos padres y hermanos que tanto
quieren y tanto favorecen á las congregaciones. Hagan lo que puedan y
estemos seguros y ciertos que Dios N. S. y la Virgen Santísimas nos oirán,
si el plan que les propongo les es, como esperamos, agradable.
Tenía que hablarles asimismo de la «Obra de Ejercicios para obreros»,
á la que se han añadido en Barcelona, cuatro centros de perseverancia
(en Santa Ana, San Martín, Gracia y Hostafranchs), donde se reúnen men-
sualmente los que han hecho los santos Ejercicios para tener como un día
de retiro oyendo la santa misa, comulgando los que quieren y escuchan-
do una plática apropiada, pero se concluye el tiempo, la luz, (está ano-
checiendo) y tal vez la paciencia de Vds. Hasta otra con el favor de Dios.
Rueguen por todo y á mí no me olviden.
COLEGIO DE SANTO DOMINGO
DE ORIHUELA
LA CONGREGACIÓN DE HIJAS DE MARlA
ESTABLECIDA EN NUESTRA IGLESIA
Serie de cartas del P. Juan N. Peris al P. Juan Guim
CARTA PRIMERA. -EL VOTO DE LA ASUNCIÓN
Orihuela, Marzo de 1911.
Amadísimo en Cto. P. Socio:
No pocas veces desde que llegué á este mi antiguo colegio me han ve-
nido á la memoria el especial interés de V. R. por todo lo que es Congre-
gación Mariana y aquellos nuestros trabajos en bien de la del Jesús de
Tortosa. Algo bueno se hizo con el favor de Dios en los cuatro años que
fuimos sus directores. ¡Loado sea El !
Aquí hay establecida una Congregación Mariana, no de varones, como
la del Jesús, sino de Hijas de María, la cual pudo ver V. R. la primera vez
que visitó este colegio. Voy, pues, en estas cartas á darle cuenta de lo
mucho bueno que en ella se hace ; creo que ha de gustar á mi buen padre
Socio.
Como prenotando advierto á V. R. que á Orihuela ya no le cuadra tan
bien como antes, desgraciadamente, la fama de piadosa; pues según he
oído á nuestros operarios se va modernizando con lastimosa ruina de aque-
lla fe tan celebrada en tiempos más felices. Aquí van algunos datos: entran
diariamente á docenas los periódicos liberales, siendo devorada con avidez
la venenosa doctrina que proporcionan, y esto aun por algunos que preten-
den pasar por escrupulosos en materia de religión, siendo muchas también
11
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las revistas y hojas pornográficas que llegan á esta ciudad, hallando siem-
pre gente aparejada á gastarse su dinero en tamañas abominaciones.
Hay aquí además de un casino, centro arruinador de fortunas sin cuento,
una grandiosa plaza de toros levantada de planta cinco años há con la im-
portante suma de 35.000 duros recogidos por los prohombres de la derecha
con el especioso pretexto de socorrer á la Casa de Caridad haciéndola el
donativo de cuanto produjera, y con el fin de atraer forasteros que contri-
buyeran á dar vida á la población; y ahí tiene V. R. el soberbio edificio sin
llenar tales aspiraciones ofreciendo en cambio á la orcelitana juventud di-
versiones no siempre morales, en sustitución de la fiesta nacional.
Teatro tampoco les falta, y ciertamente que campea á las veces en él
cuanto la juventud libre puede apetecer; y como si esto no bastara, han
construido un circo en que de ordinario actúan compañías de ínfima catego-
ría, ultrajando la decencia y buena educación, focos de corrupción, que
están en algunas ocasiones sobradamente concurridos. Saque de aquí
V. R. cómo irá descendiendo el termómetro religioso y el de la moralidad.
De política no trataré, indico solamente que aquí merece ser apellidada
pésima la dominante.
La congregación de Hijas de María, dispuesta á presentar cara al es-
píritu moderno, á raíz de la inauguración de la plaza de toros y del teatro
circo, echó mano de un medio que como nuevo dio un resultado muy hala-
güeño. Determinóse á defender el dogma de la Asunción de la Serenísima
Reina de los Angeles al empíreo en cuerpo y alma, obligándose con voto;
anuncióse un triduo para el mes de Mayo, que sirviese de preparación al
solemne acto, y de aviso á las congregantes de los peligros que hoy las
cercan. El orador de los tres días fué nuestro P. Juan M.^ Sola, quien
tomando por tema el del programa «Alegraos, Virgen María, Vos sola des-
truido habéis todas las herejías en el universo mundo; hacedme digna.
Virgen Sagrada, de cantar vuestros loores y dadme virtud para luchar con-
tra vuestros enemigos»; comenzó por el primero de ellos, el mundo, y pro-
bó con solidísimos argumentos y enérgica elocución, que el teatro moderno
es ocasión próxima de prevaricar en la fe y costumbres; terminando el ser-
món con tres ave-marías, la primera para obtener de lo alto que ninguna
Hija de María asistiera á las representaciones teatrales, la segunda para
que se convirtieran los empresarios y la tercera para que desapareciera el
circo. Las peticiones llamaron la atención de las jóvenes, en buen sentido
por supuesto, pero como el templo estaba repleto de gente tan varia , no
faltaron entre los maliciosos que se habían permitido la entrada, quienes se
indignaran al salir, protestando contra el padre en particular, contra la
163
Compañía en general y contra la congregación de Hijas de María, porque,
según afirmaban, somos exagerados enemigos del progreso, y ponemos el
veto á toda suerte de diversiones. Insensatos!
Herida más profunda les aguardaba y clamoreo mayor era de temer.
En efecto, al hablar del segundo de los enemigos, del demonio, pensó el
padre muy acertadamente ver al monstruo en la mala prensa, y verdadera-
mente tronó contra ella combatiéndola con todos los elementos de campaña,
á cañonazo limpio y lanzando botes de metralla sin compasión. Les encajó
sin rodeos, que darse á la lectura de periódicos liberales y anticatólicos, no
es solamente uno , sino múltiple pecado. Aplicó la doctrina señaladamente
á El Liberal de Murcia que tantos estragos causa en esta región. Se com-
prende que ante descargas tales, clamaran irritados señorones de levita y
chistera, y otros; se protestó de lo lindo á coro con los descontentos del día
anterior; en repugnantes papeluchos comentóse todo vivísimamente; se
gritó, hubo amenazas... pero... calláronse cuando se cansaron y no pasó
nada... Todo sirvió, como acontece en estas luchas para dar más importan-
cia á la congregación y para enfervorizar más y más á las Hijas de María,
las cuales no sólo dentro de la iglesia sino públicamente en las calles y en
sus casas decían con gran resolución que no irían nunca al teatro ni á los
toros y que romperían toda relación con cualquier persona que tuviera un
periódico liberal en las manos.
Presentó al tercer enemigo del alma, vencido gloriosamente por la
Virgen en su Asunción; y vínole de perlas para arremeter contra los
errores contemporáneos, liberalismo, socialismo y modernismo, como
engendros qne son de la carne; y terminó demostrando que el voto de la
Asunción es una eficaz protesta contra ellos. Llegó con esto el anhelado
momento, el día glorioso. Por la mañana hubo comunión general y aposen-
taron en sus corazones al divino Redentor unas mil Hijas de su Inmaculada
Madre. ¡Qué consuelo! A las diez asistieron otra vez todas á la misa so-
lemne y sermón, siendo admirables su reverencia y porte exterior entre
concurrencia tan numerosa. La tarde del 17 de Mayo será, padre mío, de
las que forman época en la historia religiosa de la iglesia de santo Domingo;
á la hora indicada cantaron el Trisagio mariano, con precisión digna de los
mayores encomios, las mismas congregantes; toda la nave de la iglesia que es-
taba repleta, formaba un coro inmenso. Subió luego á la sagrada cátedra el
P. Sola, y explicó la manera de hacer el voto; á continuación, arrodilladas
las mil jóvenes y teniendo en una mano la fórmula impresa que iban á pro-
nunciar, mientras con la otra estrechaban fuertemente la medalla que lleva-
ban colgada; en presencia de Jesús Sacramentado, que elevado por
164
el P. Rector las miraba, empezó el orador á recitar con voz sonora y
potente la fórmula de la generosa promesa, que me ha parecido transcribir
entera en este lugar:
«A mayor gloria de la santa é individua Trinidad, Padre, Hijo y Espí-
ritu santo, tres Personas distintas y una sola divina Naturaleza; á
honra de la santísima Virgen María, Señora nuestra y Madre queridísima,
concebida sin mancha de pecado original, á quien como á excelsa Patrona
está consagrada nuestra congregación, para acrecentar nuestros mereci-
mientos de más viva fe, de esperanza más invicta y caridad más abrasada y
atraer nuevas bendiciones sobre nuestra humilde y muy amada congrega-
ción, las congregantes todas é Hijas de María de esta ciudad, postradas
ante el divino acatamiento:
Creemos y confesamos que la Beatísima, Inmaculada y siempre
Virgen María, real y verdaderamente murió, ya porque habiendo muerto
Jesucristo su Hijo, era razón que también muriese su Madre, ya para que
se probase mejor que Cristo tuvo cuerpo real como los demás hombres, y
no fantástico y venido del cielo, según osaron decir algunos herejes, ya
para mayor corona de la misma Virgen en aceptar con tanta resignación la
sentencia de muerte, ya, en fin, para alentarnos á pasar como Ella y con su
amparo y protección aquel amargo trance:
Creemos y confesamos que los días que estuvo en el sepulcro
el cuerpo purísimo de la Virgen, no fué comido de la tierra, ni tocado délos
gusanos, pues no dicen bien cuerpo de Cristo y corrupción, ni cuerpo de la
Madre de Cristo y corrupción; porque el cuerpo del Hijo es cuerpo de
la Madre y lo que se debe al Hijo de Dios por naturaleza, se debe á
la Madre de Dios por gracia, ni podemos creer que aquella purísima carne
de donde tomó carne el Hijo de Dios fuese entregada á los gusanos y á la
podredumbre, antes quien guardó su alma de todo pecado y su virginidad
intacta siendo madre, mejor guardaría su cuerpo de todo linaje de descom-
posición y fealdad:
Creemos y confesamos que poco después de muerto y enterrado su
cuerpo, el alma se tornó á unir y juntar con su cuerpo, y vestida de clari-
dad y gloria incomparable, por especial privilegio de Dios omnipotente y
por los merecimientos y virtud de Jesucristo, resucitó triunfante y fué lle-
vada en cuerpo y alma á lo más alto de los cielos; donde, coronada de glo-
ria, ensalzada sobre los coros de los ángeles y sobre todas las criaturas,
sentada á la diestra de su Hijo en calidad de Madre de Dios, Reina y Em-
peratriz del mundo, intercede eficaz y continuamente por nosotras como
Abogada universal y amorosa Madre de todos los pecadores.
Esta verdad confesamos y creemos por ciertísima, como recibida
por la Iglesia en la fiesta de la Asunción, confirmada por la tradición apos-
tólica, fundada en la doctrina de los santos, y profesada constantemente
por la piedad del pueblo cristiano; y esta verdad dulcísima deseamos ver
definida como dogma de fe por la autoridad y magisterio infalible de la
Iglesia, para consolación de los fieles, destrucción de las herejías, gloria y
ensalzamiento- de la misma Virgen.
Por tanto, reunidas en este templo de santo Domingo de Orihuela, las
Hijas de María, en presencia de Jesús Sacramentado delante de la Santí-
sima Virgen, Nuestra Señora y de todos los Angeles y Santos, y poniendo
por testigos á todos los presentes, con entera sujeción de juicio y vo-
luntad á la suprema decisión del Vicario de Cristo en la tierra, el Pontífice
de Roma, hacemos voto y juramento solemne en manos del R. P. Bartolomé
Arbona, de la Compañía de Jesús, Rector que es de esta casa y colegio, de
creer y confesar todos los días de nuestra vida y ante todo el mundo la
gloriosa Asunción de la Santísima Virgen en cuerpo y alma á los cielos, y
defenderla, afirmarla y sustentarla en cuanto alcanzaren nuestras fuerzas,
y votamos y juramos obligar á las que entraren en nuestra congregación
á que voten y juren este soberano y esclarecido misterio. Lo cual ceda en
gloria y honor de la Inmaculada Virgen María, á cuyo nombre doblan la
rodilla el cielo por amor y reverencia, la tierra por piedad y respeto y el
infierno por miedo y confusión. Así lo juramos, votamos y prometemos en
esta iglesia de Orihuela á diez y siete del mes de Mayo del mil novecientos
ocho, postrero del triduo solemne dedicado á la Madre de Dios. Así lo
juro, voto y prometo».
Palabras repetidas una por una con encendidos corazones por las vo-
tantes. ¡Fué un momento del cielo! ¡Qué lágrimas tan amorosas bañaron
muchos de aquellos formularios! ¡Qué gozo se descubría en los semblantes!
No puede dudarse que la oblación era, cual aparecía, fervorosa y sincera;
allí no había hipocresías, ni fingimientos, no; sé que fué tan crecido el efecto
de algunas, que al llegar á sus casas firmaron de su propio puño y letra con
la sangre de sus venas aquel santo ofrecimiento.
Para terminar esta carta voy á añadir por lo que toca al resultado
práctico de esta hermosa y valiente campaña, que tanto la plaza de toros
icomo el circo y aun el teatro, gracias á Dios, van mal, muy mal de intereses
materiales.. Ahí están los edificios en pie, casi siempre desiertos, con sus
empresarios y organizadores arruinados.
La plaza de toros que, en cada corrida que se ha dado, ha perdido mu-
cho dinero, tuvo que ser hipotecada por deudas; hubo de sacarse después á
166
pública subasta, y quedóse con ella el Banco ó sociedad económica que ha-
bía prestado antes, ciertas cantidades; por fin ha venido á parar, fuera
del día de la feria, en almacenes de naranjas y picadero para domar
potros.
El circo ha perdido también muchísimo: los intereses de 13 á 14 mil
duros que costó y además los gastos de conservación, añadidos á los gastos
.de cómicos y de las funciones que se dan, suben muchísimo más de lo que se
recauda en éstas: por lo cual más de una vez han intentado los dueños ven-
derlo para plaza de abastos, que en Orihuela hace tanta falta como el mismo
pan que se compra.
El teatro aún está peor de intereses; el empresario se ha visto obligado
á desprenderse de unos huertos que tenía para pagar deudas contraídas con
las dichosas comedias, que más de una vez han sido del género chico con el
fin de cebar más al público; pero aun así se arruina. Me parece que pronto
tendrá que ir con la música á otra parte.
Y dirá V. R. ¿todo esto se debe á la influencia de la congregación?
Yo no lo afirmo ni lo niego, pero es cierto que en gran parte se debe áella,
especialmente lo que toca al circo y al teatro, como lo confiesan los mismos
dueños y empresarios que están furiosos contra las Hijas de María y dicen
que ellas tienen la culpa de sus grandes pérdidas. Sea que el voto de unas
mil jóvenes de defender la Asunción tuvo gran valimiento ante el trono de
la Santísima Virgen, sea que las oraciones de tantas almas fueron oídas de-
lante de Dios, sea que los firmes propósitos de no ir al teatro que muchas
Hijas de María hicieron y que otras renovaron y que siempre se les han ido
recordando en las pláticas y sermones de la congregación han sido de efi-
caces y prácticos resultados; el hecho es que la cuestión del teatro aquí está
en derrota para los malos. Antes la congregación acabó con los bailes en
Orihuela: hace más de seis ó siete años que ni se habla de ellos. Se ha
convencido el elemento avanzado de esta ciudad que cada vez que intenta
dar un baile se desprestigia y se cubre de ignominia por una nueva derrota.
La congregación ha trabajado en esto de una manera tan constante y con
tan buenos resultados que no hay necesidad aquí de predicar contra los
bailes, y eso que el carácter de la gente de suyo es alegre y divertido; y no
falta quien se haya fijado que ni aun los niños y niñas bailan cuando se en-
cuentran con algún organillo por las calles ('). Por lo que toca al teatro
¿obtendrá la congregación el mismo resultado que con los bailes? No lo sé,
porque en este otro terreno sabe disfrazarse el enemigo de muy diferente
Véanse «Cartas edificantes», tomo III. año 1903, pág. 288.
167
manera; casi siempre se viste con el nombre de cultura é ilustración y hasta
alguna vez ha intentado salir con capa de piedad; el muy picaro pretende
convencer á la gente que no tiene nada de particular ir al teatro y ver todo
lo que allí se exhibe.
Adiós, mi querido padre: hasta otra si Dios quiere.
Termino encomendándome en los SS. SS. y OO. de V. R.
De V. R. afmo. siervo en Cto.
JHS.
Juan Nepomuceno Peris, S. J.
CARTA SEGUNDA. - SECCIÓN DE PROPAGANDA
Amadísimo en Cto. P. Socio:
En la carta anterior di cuenta á V. R. de lo que hicieron las Hijas de
María con ocasión del voto de la Asunción de Ntra. Sra. á los cielos.
Voy ahora á dar á V. R. por vía de apéndice, noticia acerca de algunas obras
que entonces se emprendieron.
Convencida la congregación de los daños que ocasiona la prensa im-
pía y liberal, organizó una Sección de Propaganda á la que pertenecen buen
número de congregantes, sin duda alguna de las más activas y fervorosas.
El objeto de esta sección es no solamente restar, como se dice, el
mayor número posible de suscripciones á los periódicos malos y revistas
pornográficas, sino también difundir los buenos periódicos y las buenas lec-
turas. A este fin se ha suscrito esta sección á una multitud de Hojas de
propaganda de varias clases, que luego se reparten con diligente solicitud
por las calles y por las casas que se creen más necesitadas de cultivo espi-
ritual. Recibe además varios ejemplares de periódicos, que se reparten
diariamente por las barberías y otros locales parecidos, á donde acuden de
ordinario tantos y tantos improvisados lectores. Es incalculable el buen
resultado que de ello se sigue; muchos hay que se resignan á dejar el mal
periódico cuando al quitárselo de las manos se encuentran con otro bueno y
gratuito. Y se ha dado el caso de cobrar algunos tanta afición á las Hojas
ó á los periódicos buenos, proporcionados por las Hijas de María, que si por
alguna razón el envío se les retrasa un tantico, ellos mismos salen á buscar
á las celosas repartidoras.
A lo mejor tienen éstas que emprenderla con alguna barbería, empresa
difícil por cierto, pero su constancia vence y queda desterrado en absoluto
de allí el periódico liberal. Ni faltan tampoco días de verdadera lucha entre
los malos lectores y las Hijas de María . Ocasión hubo en que una más va-
liente que sus compañeras penetró en un salón de lecturas y hallando un
periódico malo, ella misma, con sus propias manos, lo hizo trizas. Otra, se
metió en una barbería vecina á su casa y la emprendió con el barbero para
que dejando El Liberal admitiese un periódico católico.
He aquí como describe, el orden que se sigue en el reparto de las
Hojas, una de las Congregantes de la Sección de Propaganda: «Un día de
junta, el P. Director me señaló á mí para que con otra compañera nos en-
cargásemos de un barrio y á otras nombró para otros. Excuso decir el gusto
con que aceptamos esta comisión y la confianza en nuestra Madre santí-
sima con que emprendimos esta obra. ¡Bien lo habíamos menester para ser
constantes y sufrir las burlas y las injurias que nos hacen los malos! Nues-
tra distribución es la siguiente: á las diez de la mañana de cada domingo,
mi compañera y yo empezamos á repartir de casa en casa por la Corredera
desde el pie de la Virgen, que la preside, cada cual por su acera respec-
tiva, hasta juntarnos al fin de la calle; después pasamos á otra dando al
mismo tiempo las Hojas, á cuantos encontramos, hasta llegar á los cafés.
En ellos unos nos llaman beatas, otros nos apellidan sinvergüenzas, ya se
burlan de nosotras, ya nos desprecian las Hojas y aun hay quien en son de
burla añade: De verdad que Dios os ha de pagar lo que hacéis. Mas
nosotras siempre adelante con la nuestra, que no es sino el combatir y con-
trarrestar la mala prensa que tantos males nos trae, no tememos á nada ni á
nadie. Es que Dios está con nosotras. Muchos de los que antes no hacían
mérito de las Hojas, las toman ya con tanto gusto que casi se ofenden si
no se las llevamos. Hemos logrado que de una casa se retire la suscripción
á El Liberal al ver que nosotras les llevamos el periódico católico. En otra
taberna, donde dejamos el periódico bueno, no permitimos que nadie com-
pre periódico alguno prohibido, y si se descuida alguno, entramos nosotras
y no damos paz á la mano hasta que el mal papelucho salga de allí» . Hasta
aquí la citada Hija de María.
Termino con dos palabras sobre la conversión de un furibundo repu-
blicano, alcanzada del cielo por las diligencias de estas fervorosas Hijas de
María:
Un caballero en tal grado enemigo de todos los santos que en un mitin
anticlerical del teatro dijo que á no tardar veríamos los altares de
Sto. Domingo hechos pesebres de bestias, estaba suscrito á la Unión
169
Republicana. Saberlo las Hijas de María y presentarse én su casa, todo fué
uno; y aunque no les era desconocida la mala voluntad del caballero, no re-
trocedieron. Yo no sé lo que le dijeron, ni cómo le hablaron, ni qué argu-
mentos empleó el celo de estas buenas congregantes, pero ello es cierto
que el tal señorón, movido de sus ruegos, retiró la suscripción. Por aquel
entonces publicábanse unas Hojas sueltas de propaganda católica y á él
acuden con ellas también las Hijas de María á presentárselas.— ¿Tendrá
usted gusto en leer estas Hojitas? le dijeron.— No tengo inconveniente. Las
primeras veces las leía con indiferencia, pero poco á poco tanto fué aficio-
nándose á su lectura, que el día que salían no esperaba que las Hijas de
María se las llevaran á casa, sino que él mismo en persona pasaba á re-
cogerlas en la de ellas. Luego se le llevó un periódico netamente católico y
no sólo lo leía él, sino que lo daba también á leer á sus amigos. Más tarde
se suscribió á El Social. El día de hoy es dicho señor un fervoroso cató-
lico que confiesa y comulga con ejemplar frecuencia. Su vida es la edifica-
ción de cuantos se honran con su amistad: sus ocupaciones preferentes son
las cosas que atañen al servicio de Dios, consagrando el tiempo que de sus
quehaceres le resta, á la lectura de libros piadosos, convencido del gran
bien que merced á ella ha alcanzado.
¡Cuánto bien se puede lograr con las buenas lecturas aun de los cora-
zones pervertidos! ¡Y cuánto han hecho aquí en el propio sentido estas
fervorosas Hijas de María!
Como apéndice á esta sección, mando á V. R. una carta de una congre-
gante dirigida á otra, amiga suya, que podrá enterarle, mejor de lo que ha-
rían mis palabras, de otro ramo de propaganda por cierto bien nuevo y
singular:
«Voy á hablarte de un asunto del que quizá nadie te haya dado noticias
por ser una cosa naciente: de la librería que tiene instalada nuestra con-
gregación, hará ya unos dos años.
Como al instalarla nuestro ánimo fué puramente el aumentar y fomen-
tar la propaganda de libros piadosos, podemos darlos á un precio muy
económico.
No puedes figurarte el maravilloso resultado que está dando en tan
poco tiempo como lleva de existencia. A la librería acuden no sólo las
Hijas de María y señoras de esta ciudad para cooperar á nuestra empresa,
sino también señores sacerdotes y congregaciones de los pueblos vecinos
que nos piden á veces libros por millares; porque además de tener la como-
didad cada cual de comprar el libro que necesite (pues no siempre por aquí
lo tendría á la mano) tienen la gran ventaja de que les resulte á un precio
170
sumamente módico, porque en Orihuela no hay quien se atreva á traer de
una vez tantos libros, y aunque los trajeran no tendrían medios de hacernos
la competencia, porque nos contentamos, como te he dicho antes, con que
la gente se aproveche del bien espiritual de ellos. Y cuenta que Torrevieja,
Elche, Albatera, Bigastro, Redován, Callosa, Benferri y hasta el mismo
Alicante son testigos del fruto y celo de nuestra propaganda religiosa.
Es muy consolador para nosotras en especial ver cómo la gente va
aficionándose ya á nuestra propaganda; pues son muchos los que vienen de
los pueblos á buscar la librería.
Hay además personas que al tener que hacer regalos de otra especie
los sustituyen por uno ó varios libros; así es como por esta vía entra la lec-
tura sana y amena en muchas casas en donde tal vez no entrarían ó por no
conocer los libros ó no tener proporción de adquirirlos.
No creas que la existencia que tenemos es corta, no: contamos con
más de 800 libros de todos tamaños y precios que suponen un total emplea-
do de 3.000 y pico de reales.
Ya ves tú, cuan grande y provechosa es esta nuestra empresa: á buen
seguro no creo se hallara aquí al presente otra entidad que la acometiese,
fuera de nuestra congregación, que como sabes está tan bien organi-
zada; y es tan exacta la administración que se lleva, que en lugar de dismi-
nuir el número de libros, así como van aumentándose los pedidos, así tam-
bién añadimos cada día otros nuevos.
En la misma librería se expenden varias hojitas, catecismos, posta-
les, etc., así como también las fotografías de la Virgen de nuestra congre-
gación. Como es tan notable y fervorosa la devoción que todos profesan á
esta imagen, no creo necesario decirte que se despachan muchísimas, así
sueltas como por docenas.
Uno de los fines que nos propusimos al fundar la librería y no cierta-
mente el menor, fué el desterrar de las manos de nuestra queridas compa-
ñeras las novelas; y cuenta que no aludo á las obscenas é impuras, que éstas
no se estilan por la misericordia divina entre nosotras, sino á las amorosas,
de aquella clase que el demonio suele utilizar para falsear la piedad de
tantos cristianos á fin de que, inducidas por tales lecturas, no tarden en per-
der aquel vigor de inteligencia y rectitud de criterio para anteponer siem-
pre las cosas del cielo á las bajas y rastreras de esta tierra por tentadoras
que ellas sean.
Algunas personas ante los inconvenientes que se ofrecían para la venta,
temían fracasase esta empresa; pero la Santísima Virgen en quien confia-
mos desde un principio, bendijo largamente á esta su congregación, y con
17t
su maternal protección, han podido sus hijas llevarla á cabo con lucidez y
admiración de todos.
En nuestra librería se encuentra desde el más sencillo devocionario
para las niñas de tierna edad, hasta el P. La Puente y otros autores de
perfección alentada que han llenado el cielo de santos.
Antes no concluya, paso á hablarte de otro ramo de propaganda, la
biblioteca que hace ya bastantes años tenemos instalada, con el fin de que
puedan servirse preferentemente las congregantes. Comenzamos con unos
cuantos libros piadosos; ahora la verías aumentada considerablemente,
hasta el punto de encontrarse en ella cualquier libro de meditaciones ó de-
vocionario ó de otras clases que se necesite.
Como sabes que en nuestra congregación, se admite á toda clase de
jóvenes así ricas como pobres, no puedes imaginarte el bien que se hace
con tener una biblioteca tan bien surtida.
¡Cuántas congregantes en tiempo de Ejercicios y en otras épocas se
quedarían sin aprovecharse del bien que lleva consigo la lectura espiritual,
si no fuera por la biblioteca!
Ya tenemos el proyecto de agregarle lecturas recreativas de escritores
católicos, lecturas escogidas, en su mayoría históricas, que al mismo tiempo
que instruyan, formen el corazón y las buenas costumbres en la sólida
piedad.
Y es tanto más necesario en estos tiempos tener á mano libros buenos
cuanto que en el día de hoy se lee muchísimo más que antes: así es que, en-
tre las congregantes y muchas otras jóvenes, no queda una sola que no ten-
ga en su casa, un armarito ó cajón bien repuesto, que á veces hasta sus
padres ó hermanos se aprovechan de sus lecturas.
Esto es la biblioteca y este fruto se debe á ella».
Hasta aquí la carta de referencia.
Ya ve mi buen Padre Socio cómo trabajan estas buenas Hijas de María
y cómo cumplen con el segundo fin de toda congregación Mariana : La sal-
vación y perfección de los prójimos. En otra continuaré. Dios mediante,
pues hoy me esperan las clases.
Afmo. siervo en Cto.,
JHS.
Juan Nepomuceno Peris, S. J.
172
CARTA TERCERA. -SECCIÓN DE CATECISxMO
Mi muy amado en Cto. P. Socio:
Continuando la grata tarea de manifestarle el estado floreciente y los
trabajos de la congregación de Hijas de María, me ocuparé en ésta en darle
á conocer lo que las congregantes trabajan en la enseñanza del catecismo,
obra á la que. quizá como en ninguna otra, viene dedicándose con singular
constancia y excelentes resultados en los 35 años que cuenta la congre-
gación.
Ardua labor sería pretender presentar una estadística completa de las
niñas que han aprendido bajo la dirección de las Hijas de María, la doctrina
cristiana, no menos que enumerar las que merced á la solicitud de aque-
llas, á tiempo y por vez primera, han recibido la sagrada Comunión. Basta
indicar que desde los primeros años, así las secciones catequísticas como las
niñas que se vienen preparando para recibir la sagrada Comunión, arrojan
resf)etab}es y consoladoras cifras, testimonio elocuente del celo y constan-
cia de las congregantes catequistas.
A pesar de lo expuesto, hay que confesar que desde el año de 1905 en
que nuestro santísimo Padre el Papa Pío X publicó su lucidísima y apre-
miante enddica Acerbo nimis recomendando tan eficazmente la enseñanza
de la doctrina cristiana, redobló la congregación sus esfuerzos, ya consa-
grando tiempo más largo á ella, ya robusteciendo más y más su organismo,
con el fin de dotar á tan provechosa labor de la debida consistencia.
Esta rama de la congregación se llama con toda propiedad Sección de
Catecismo, pero apellídase también Corte Angélica, porque el cuerpo,
principal está propiamente formado por jovencitas que semejantes á los^
angeles, vienen á ser como las enviadas de María santísima para esparcir
la semilla de la doctrina cristiana, en los corazones de las pobrecitas á,
quienes instruyen, aumentando así el número de los servidores y devotosl
de la celestial Señora.
Esta sección después del divino Infante, el amigo por antonomasia de los,
niños, está confiada á la tutela de la Santísima V'írgen María, y tiene como;
especiales abogados á los santos Angeles Custodios. De aquí el que en el
altar de la Iglesia, tiene á su cuenta esta sección y en su camarín central, sel
ha colocado una hermosa imagen del Santo Ángel, á fin de que las niñas se
aficionasen á él y le profesasen tierna devoción: de ahí el que mantenga]
I
173
casi siempre encendida una lámpara, y el que ardan también dos velas
durante el catecismo, }• el procurar con todo empefk) se acostumbren las ni-
ñas á acudir con oraciones fervorosas á su particular abogado.
El personal que constituye la Sección de Catecismo, es de tres clases:
Protectoras, Instructoras y Educandas.
Protectoras, son todas aquellas personas que con sus donativos y va-
limiento cooperan al fin de la sección.
Instructoras, son las que se dedican por sí mismas á la enseñanza de
la doctrina cristiana.
Educandas, son todas las niñas inscritas en la misma Corte Angélica
y que de las instructoras reciben la enseñanza del catecismo.
Existe formada, como sección dependiente de la congregación de Hijas
de Mana, una junta de gobierno del catecismo, que consta de Presidenta,
Secretaria, Tesorera, dos celadoras de orden y dos repartidoras de premios
y asistencias.
Las Protectoras satisfacen para los gastos de la sección una cuota
fija mensual, semestral, ó bien anual á voluntad; ni hay tasa fija para estas
cuotas; se admiten por pequeñas que sean, las hay hasta de cinco céntimos
de peseta al mes.
Reciben un diploma de honor en prueba de la gratitud que les tiene la
Corte Angélica y participan de los méritos de la sección y de las oraciones
que por ellas dirigen al Señor las niñas. Cuando fallece alguna protectora, la
Corte Angélica cuida de que se le ofrezca por vía de sufragio la comunión
general, á la que asisten no sólo las demás protectoras, sino también las
instructoras y todas las niñas que ya han hecho la primera comunión; y
las educandas rezan una parte del santo Rosario por el eterno descanso del
alma de la finada.
Únicamente las Hijas de María pueden pertenecer como miembros acti-
vos, á esta sección en calidad de instructoras. Las que desean optar á al-
canzar este grado, es preciso que cuenten por lo menos 25 años de edad,
que conste saben bien la doctrina cristiana y que en los tres ó más meses
que pasan como aspirantes hayan dado buena razón de sí mismas en tan
levantado magisterio. Con el fin de que ésie prospere y llegue al blanco
que la Corte Angélica se propone alcanzar, encárgaseles mucho á las aspi-
rantes se ejerciten fervorosamente en el amor y devoción á su santísima
Madre, á la que todos los días en las oraciones que la dirigen, han de enco-
mendarle el éxito de su enseñanza catequística.
Más aun, en días de catecismo, en que el tiempo está llu\ioso, ó so-
plan vientos fuertes, ó el frío, ó cualesquiera otras causas, pueden retraer á
174
las niñas de la asistencia al catecismo, rezan todas un Acordaos á la
Santísima Virgen, ó le hacen una visita especial en su mismo altar.
Todas las instructoras, sea cualquiera el cargo ú ocupación que en la
Corte Angélica desempeñan, vienen obligadas á estar en su puesto respec-
tivo diez minutos antes de empezar el catecismo, á fin de que con pun-
tualidad y exactitud desempeñen su cometido.
Cada mes se celebra una Misa de comunión á la que asisten todas las
Instructoras y las niñas que ya han comulgado, procurando que todas las
semanas dos instructoras señaladas por la presidenta, comulguen por los
fines de la sección.
Descrita la organización de la obra del catecismo, voy á decirle dos pa-
labras sobre el orden ó distribución que en aquél se guarda. Empieza el
primer domingo de Octubre, y termina entrado ya el mes de Junio con la
distribución de premios.
Se procura que junto á cada banco esté un banquillo con el número de
orden para la catequística del templo. Suelen colocarse 80, 90 y hasta 100
bancos que representan otras tantas secciones. En el centro de la Iglesia se
coloca un pequeño armario portátil de cuatro caras, coronado por una her-
mosa imagen facsímile de la Virgen que preside el catecismo de la con-
gregación. En este armario, que está decorado con artísticas alegorías,
cada instructora guarda en sus respectivos cajoncitos los catecismos, cintas,
asistencias, etc.
A las dos y media todos los domingos, al toque de la campana, se
reúnen 400 ó 500 niñas, y 80 ó 90 maestras. Hijas de María. Las niñas, que
ocupan toda la iglesia, se distribuyen en tres grandes grupos; las que han
hecho la primera comunión; las que la van á hacer en el mismo curso y las
que todavía no se preparan para ella. Después de una breve oración, y á
toque de campanilla, se comienza la enseñanza de la doctrina. La iglesia
parece un colmenar. Muchas personas se han quedado admiradas al ver el
orden, la multitud y la costosa labor que se lleva á cabo por las instruc-
toras. El catecismo termina con la clásica oración «Oh Señora mía. Oh
Madre mía» que dice el P. Director desde el pulpito y que repiten aquellos
centenares de lenguas infantiles. Se entona después la popular letrillí
«Oh María», que prosiguen cantando todas las niñas; éstas precedidas dí
sus instructoras, y respectivos estandartes, en dos filas siguen rec(
rriendo los claustros del colegio. Terminado el acto, las niñas se retirar
satisfechas de su buen comportamiento y aplicación y las Hijas de María'
alentadas por la satisfacción que causa obra tan meritoria, y por la co-
rrespondencia de sus tiernas catecúmenas.
175
Para formar cabal idea de los esfuerzos que supone en las Hijas de
María este apostolado, hay que tener en cuenta que muchas de ellas han
de vencer no pequeñas dificultades, nacidas del modo de ser y de condu-
cirse propio de sus familias (^).
El celo con que las Hijas de María se esfuerzan en cumplir su obra es
verdaderamente consolador. Toman con entusiasmo cuanto tiene relación
con el catecismo y se convierten en fieles intérpretes de las indicaciones
del P. Director. He aquí un rasgo de este celo, según lo refiere una Hija de
María en carta que tengo á la vista:
«Uno de los domingos que acudimos al colegio para enseñar el cate-
cismo, siendo poca la concurrencia, á causa de unas diversiones que se ha-
bían organizado, pedimos permiso al P. Director para salir por la ciudad á
buscar niñas, recorriendo las calles hasta internarnos en las casas más es-
condidas. Como precisamente ese mismo día se celebraba fiesta en una de
las calles principales, al decirles que se vinieran con nosotras, de ningún
modo querían, pero con las estampas que les dábamos, se daban por venci-
das. Al llegar á algunas casas, salían las madres á nuestro encuentro dicién-
donos que sus hijas no podían ir porque todavía estaban sin arreglar; pero
nosotras con tal de llevárnoslas nos esperábamos un buen rato y aun les
ayudábamos á vestir . No faltaban algunos que al vernos pasar, compren-
diendo la misión que llevábamos, se mofaban de nosotros y nos apellidaban
beatas, principalmente al pasar por el teatro en donde un grupo de cómi-
cos no cesaron de reirse de nosotras hasta que nos perdieron de vista.
Favorecíanos el Señor con nuevos alientos, de tal modo que lejos de des-
mayar seguíamos adelante en nuestra empresa llegando á conseguir se
reuniese un ejército de niñas, que diesen gloria á Dios y con nosotras cum-
pliesen los deseos de nuestro santísimo padre el Papa Pío X».
Estos actos ordinarios del catecismo, tienen por digno remate una rifa
extraordinaria, al finalizar el curso catequístico. Entonces se echa el resto,
en la esplendidez de los premios y abundancia de regalos, con lo que todas
las niñas se nos despiden contentísimas, deseando comience de nuevo la
enseñanza de la doctrina. Coincidiendo con esta fecha, suele tener lugar la
primera comunión de las niñas del catecismo preparadas por las Hijas de
María. Todas las que la han de recibir forman una ó varias secciones aparte
para ser mejor y más particularmente instruidas.
Por espacio de un mes antes del día elegido para hacer la primera co-
(1) Como acuden niñas de toda la huerta, no es de maravillar que algunas vengan de
más de una hora de distancia.
176
munión, vienen diariamente al colegio, y el día señalado las Hijas de María
acompañan á sus catecúmenas vestidas de blanco en su mayor parte al ban-
quete celestial. Ochenta y ocho niñas se acercaron, el día de la Ascensión
de Nuestro Señor á los cielos, á tan solemne acto. Las Hijas de María, lu-
ciendo sus cintas, escudo y emblema de su amada congregación, acompa-
ñaban á sus queridas niñas, que parecían ángeles, arrodilladas ante el altar,
la cabeza inclinada y juntas las manos, esperando hospedar al Amado de sus
corazones. Los acordes finos y delicados del órgano hacían vibrar las fibras
del corazón y más aun al resonar las voces de todas las niñas con los cánti-
cos del Anima Christi y Bendecida y alabada sea la Hostia consa-
grada. El P. Director desde el pulpito, les iba insinuando afectos piadosos
para ir creciendo en el deseo de recibir al buen Jesús.
Por la tarde hubo también función religiosa muy brillante y lucida, la
cual después de rezado el santo Rosario y de una breve plática terminó con
la renovación de las promesas del Bautismo. Organizóse enseguida una
procesión con todas las niñas del catecismo y sus instructoras, más las 86
niñas de primera Comunión vestidas de blanco. Cuatro de ellas pasearon en
triunfo las imágenes de María Inmaculada y otras cuatro la del santo Ángel
entre cantos de gloria y alabanza. Ya en uno de los patios del colegio, el
déla Universidad, las niñas que habían comulgado recibieron de manos del
P. Rector estampas hermosísimas, dulces y juguetes; coronando toda la
fiesta de este día la suelta de magníficos globos y voladores. Diéronse
vivas á la santísima Virgen, á S. S. Pío X, á la Compañía de Jesús y á sus
Congregaciones Marianas. Desde este día se ve comulgar diariamente á
estas niñas.
Termino con un rasgo edificante, no único en la materia, pues han
ocurrido ya varios parecidos:
Entre las niñas de primera comunión hubo este año una tan pobrecita,
que ni un trajecito decente pudo hacerse para ir á recibir á Nuestro Señor.
Una de las instructoras se encargó de vestirla, y no contenta con esto,
como la niña viviese lejos de la ciudad y estuviese un tanto atrasada en
catecismo, la convidó á comer en su casa los días que duraron las instruc-
ciones. Próximo el gran día mandó llamar á la madre y sin otro preámbulo
le dice que ella y su esposo han de venir á acompañar á su hija en la prí-
mera Comunión. La respuesta fué negativa. Conoció la catequista que allí
se ocultaba algo que entonces no se quería manifestar, y al día siguiente á
las dos de la tarde con todo el sol que caía de plano por aquellas carreteras
tan llenas de polvo, se dirige la intrépida congregante á la pobre barraca
de la chiquilla. Salió la madre al encuentro. — «Vaya, que hoy no me dirá
177
usted que no: vengo á convidarla á la primera Comunión de su hija que será
mañana en Santo Domingo á las siete y media. — ¡Ay!, señorita, dijo la po-
bre madre echándose á llorar, eso no puede ser.— Pero ¿por qué llora usted
buena mujer? no se aflija Vd. — ¡Ay!, señorita, es que yo no soy casada.
Hace muchos años que estamos mal unidos y yo no puedo convencer á mi
compaña á que nos unamos como el Señor manda. Ensé que le hable de
religión me pega unas palizas... ¡Señorita, qué desgraciada que soy! — Po-
brecita mía, buen ánimo que todo se arreglará. Con la ayuda de la santí-
sima Virgen veremos de componerlo». A la mañana siguiente la hija de
aquellos desgraciados se acercaba á recibir por vez primera á Nuestro
Señor, vestida de blanco, con manto y corona como las demás niñas. Todo
fué costeado por nuestra fervorosa Hija de María. Ella misma la acompañó
en persona después de la Misa á casa de sus padres, no sin algún temor de
que el padre al verla entrar soltase algunas palabrotas. Pero todo al revés.
Estaba sentado á la puerta de la barraca cuando llegaron. — «Anda,
hija, le dijo: dale un beso á tu padre, que hoy es el día más grande de
tu vida. — Bien tiene Vd. razón, señorita, que lo es, dijo el padre, y dos
gruesas lágrimas resbalaron por las toscas mejillas de aquel pobre pecador.
— Pues mire Vd., buen hombre, prosiguió la Hija de María, aun hubiese
sido este día más feliz parala hija de Vd., si Vds. la hubiesen acompañado.
— Ay, señorita, y cómo quería Vd. que yo fuese allí, si no sé rezar el
padre nuestro, ni el yo pecador? Cómo me iba á presentar sin confesar?
— Pues eso no importa! Quiere Vd. que yo se lo enseñe?» Dicho y hecho.
La catequista se despidió después de aquella casa dejando la semillita de
felicidad. ¡Qué cambio se obró desde aquel día en aquella vivienda! — «Des-
de el día de primera comunión, dice la niña con infantil candor, en mi casa
ya no se dicen maldiciones, ni malas palabras. ¡Qué bien estamos ahora!»
Los pobrecitos padres se confesaron, cosa tan difícil al principio. Se arre-
glaron los papeles y gracias á la santísima Virgen, están ya casados como
Dios manda y la bendición del cielo ha caído sobre esta familia.
Adiós, mi querido P. Socio. En otra todavía añadiré algo sobre el ca-
tecismo, pues la congregación de Hijas de María, diríase que en este ramo
es incansable.
Ruegue mucho por este colegio.
En los SS. SS. y OO. de V. R. me encomiendo.
Afmo. en Cto.,
JHS.
Juan Nepomuceno Peris, S. J.
178
CARTA CUARTA.- CATECISMO DE <'LA SAGRADA FAMILIA»
Rdo. y muy amado en Cto. P. Socio:
Además del catecismo que la congregación de Hijas de María tiene
establecido desde hace poco en nuestra iglesia del colegio, estableció otro
en una de las ermitas de la huerta dependiente del primero.
Durante los 35 años que lleva de existencia la congregación, no habían
tenido las Hijas de María más catecismo que el de Santo Domingo que
como es notorio es nuestra iglesia, acaso porque no disponían, como ahora,
de un local tan á propósito como la ermita dedicada á la Sagrada Fa-
milia, campo hoy de operaciones del nuevo catecismo.
Don Tomás de la Torre, pundonoroso militar retirado, hombre de co-
munión diaria, amigo devotísimo de la Compañía, presidente del Aposto-
lado y de la Caja de Ahorros, etc., etc., en un huerto de naranjas de
su propiedad y pegado á su casita de recreo, levantó esta ermita que por
el fin á que se destinó es hoy centro de una multitud de familia.^ de huerta-
nos del alrededor que acuden para oir misa los domingos.
El día de San Rafael Arcángel, 24 de Octubre del año 1909, se dio
comienzo á este catecismo. Día por cierto muy hermoso para comenzar esta
obra. A las tres de la tarde se reunieron en Santo Domingo nueve Hijas de
María ante el altar de su dulcísima Madre, la Virgen de la congregación, y
rezado un «Memorare» é implorada la maternal bendición de la celestial
Señora y puesta en ella su confianza inspiradora de esta obra de la mayor
gloria de Dios, salieron animosas para su ermita. En cosa de una hora hicie-
ron la jornada y cierto que sus fatigas fueron ya el primer día recompensa-
das con no despreciable asistencia.
Por el camino salían de las barracas niños y niñas corriendo hacia ellas
y saludándolas con cariño. Con éstas y las que esperaban á la puerta de la
ermita se reunieron unas 87. Echóse al vuelo la campana y se comenzó el
catecismo á las cuatro de la tarde. Por ser el primer día fué breve la expli-
cación; á la media hora se dio fin al acto, se repartieron las asistencias, se
rezaron las oraciones acostumbradas en el catecismo de la ciudad y se puso
remate á todo con los cánticos piadosos de la doctrina que fueron repetidos
por las niñas. El domingo siguiente subió la asistencia á 130.
El catecismo continuó funcionando con regularidad durante algunos
domingos. Las niñas iban cobrando más y más confianza en sus buenas ins-
179
tructoras. El orden que se fijó fué éste: á las dos de la tarde reúnense las
catequistas en nuestra iglesia y de allí se dirigen juntas á la ermita.
Al llegar, se da comienzo con la señal de la cruz, se reza una oración
á Dios Nuestro Señor y otra á la Santísima Virgen y acto continuo cada
catequista toma su sección á lá que instruye por espacio de una hora, al fin
de la cual se reparten las asistencias que contienen alguna imagen con al-
gún consejo al pie de ella, se rezan nuevas oraciones dando gracias al
Señor por el beneficio de la instrucción, terminándolo todo la jaculatoria
¡Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía! seguida de al-
gunos cantos. Así se han verificado los actos ordinarios durante el presente
curso.
Llegó el invierno con sus fríos y lluvias: pero ni las lluvias ni los fríos
detuvieron á las valientes catequistas.
No faltó al catecismo de la huerta su pequeña contradicción. ¡Cuánto
disminuyó la asistencia por la Pascua de Navidad! La costumbre tan exten-
dida en esta huerta oriolana de hacer por este tiempo rifas y bailes popu-
lares, cosas que tanto atraen á las niñas, fué un estorbo. Pero ¿cree V. R. que
se arredraron por esto las catequistas? De casa en casa y de barraca en
barraca iban las instructoras á buscar las niñas, y quieras que no, lograron
atraer á no pocas al catecismo aun en esta temporada.
Tras la tempestad vino la bonanza y á los días crudos de invierno su-
cedió la primavera con todos sus encantos. ¡Quién no sabe lo hermoso que
se paran nuestras huertas de Orihuela por abril y mayo! El camino
que conduce á la hacienda de D. Tomás es poético en extremo. Una senda
entre naranjos, cubiertos de azahar que perfuma el ambiente; á uno y
otro lado una acequia tan llena de agua, tan juguetona y bulliciosa
que en algunos sitios al caer produce el efecto de una cascada. Fi-
gúrese V. R. al extremo de la senda, la ermita reconstruida, elegante, en
medio de un pequeño bosque de palmeras que la sombrean, y tendrá acabado
el cuadro digno de la paleta de un pintor. Para corona de estos encantos se
comienza en este tiempo la preparación para la primera comunión de los
niños. Aquello se convierte en una misión. Niños y niñas de 12 y 13 años
que ni habían oído hablar de Dios hasta que fueron las buenas catequistas.
Pues y ¿el padre nuestro y el ave maría? Nada. ¿La misa los domingos?
La suprimían como artículo de lujo. ¿Persignarse? Ni siquiera la señal de
la cruz sabían hacer algunos en esta huerta. Uno de los domingos anterio-
res á la fiesta fué el P. Director de la congregación á examinar á los ni-
ños. Después del examen, del que quedó el padre muy satisfecho, se diri-
gieron todos, padre, catequistas y niños al huerto de la ermita, donde se
180
había reunido la gente toda del contorno para ver elevar algunos globos,
remate de la fiesta de los exámenes.
Después de unos domingos se rifaron algunos premios, entre ellos va-
rias prendas de ropa que los pobrecitos recibieron como llovidas del cielo,
no faltando entre ellos quien se las guardó para estrenarlas el día de su pri-
mera comunión. No describo esta fiesta, pues ya lo hice en la carta ante-
rior porque los huertanitos del catecismo de la ermita de la Sagrada Fami-
lia se unieron á los de la ciudad.
El 29 de Junio fiesta del apóstol San Pedro, tuvo lugar la distribución
de premios de fin de curso. Su noticia alegró á la gente menuda. Llegó el
día y dados los tres toques de reglamento, las celosas catequistas repuestas
ya del cansancio, prepararon las mesas, expusieron los objetos, colocaron
en dos grandes secciones á los niños y niñas y se dio principio á la distri-
bución. No puede V. R. figurarse el regocijo de los pequeños al ver en sus
manos el objeto con que fueron agraciados. Distribuido á cada uno de los
presentes el premio y rezadas las oraciones de costumbre con cánticos y
oiuas, dieron las Hijas de María por terminado el primer curso de este
nuevo catecismo.
Antes de regresar, D. Tomás y su distinguida señora, obsequiaron ga-
lantemente con una exquisita merienda á las catequistas, las cuales volvie-
ron alegres y satisfechas á la ciudad á postrarse á las plantas de su Madre,
dándole gracias por los favores del presente curso y pidiéndole nuevos
bríos y mucho celo para comenzar el próximo año el segundo curso.
Ahí tiene V. R. con pocas palabras indicados los principios de esta
obra que creo ha de ser muy útil no solo á las almas de los pequeños de la
huerta, sino también á las mismas catequistas que ejercitan en tan santa
empresa tantos actos de caridad. A ellas se debe el que vaya desapare-
ciendo la ignorancia que reinaba entre esta pobre gente y la semilla sem-
brada por las Hijas de María parece ha sido bendecida por la Virgen, puesto
que se empieza á recoger el fruto de estos trabajos.
No deje V. R. de acordarse en sus fervorosas 00. de esta con-
gregación.
De V. R. siervo afmo. en Cto.,
JHS.
JuAx Nepomuceno Peris, S. J.
181
CARTA QUINTA. - SANTOS EJERCICIOS ESPIRITUALES
Rdo. y muy amado en Cto. P. Socio:
La serie de obras de vida activa y celo apostólico que lleva adelante la
congregación de Hijas de María, ya puede juzgar V. R. que no tendrían
ningún valor y consistencia, si no vinieran de un principio interior que las
anima y les da vida sólida y robusta. Este principio no es otro que el de la
verdadera piedad cristiana que por espacio de treinta y cinco años han ido
infiltrando los nuestros en esta benemérita congregación, y el medio que
han empleado para ello es el más característico del hijo de la Compañía, el
de los santos Ejercicios de nuestro Padre San Ignacio. Aquí está el secreto
de la congregación: la práctica anual é invariable de los santos Ejercicios.
De ellos se saca ese espíritu de piedad y celo que tanto distingue á las Hijas
de esta congregación: afirmaciones que podrá ver V. R. probadas si lee la
relación de los Ejercicios de un año cualquiera. Tenemos los del último año
que, como siempre, fueron por Octubre, tiempo á propósito en esta tierra
en que no hace frío ni calor y en que aun no se ha empezado el trabajo de
noche en los talleresn
Aquí va una buena narración hecha por un testigo ocular, y que des-
cribe con viveza y precisión todo lo ocurrido.
«Espectáculo hermosísimo á los ojos de Dios, de los ángeles y de los
hombres, el que acabamos de contemplar en la católica ciudad de Orihuela.
Hablamos de los Ejercicios espirituales que han practicado las Hijas de María
y otras muchas señoras en la iglesia de Santo Domingo, bajo la dirección
de los RR. PP. de la Compañía de Jesús.
«Teníamos ya de oídas algún conocimiento del estado próspero y flo-
reciente de la congregación, pero jamás hubiéramos imaginado que fuera
posible llevar á la práctica tan edificante realidad.
»Antes del día 23 se habían distribuido por la ciudad y por la huerta
unos 1 .500 programas, invitando en ellos la junta directiva de la congrega-
ción á todas las señoras de la localidad á que asistieran á los santos Ejerci-
cios para aprovecharse de tan celestial beneficio.
»E1 día 23 de Octubre, á las seis y media de la tarde, se dio principio
al retiro espiritual con el rezo del santo Rosario y plática preparatoria. La
concurrencia, á pesar de haber varias fiestas en otras iglesias, fué notable,
pues se llenó la Iglesia los días 24 y siguientes: á las seis de la mañana se
182
celebró el santo Sacrificio de la Misa con la explicación de sus misterios,
siguiendo después la meditación, que dirigía un padre desde el pulpito, y
cantos piadosos. Numerosa fué siempre la concurrencia, aunque no tanta
como por las noches, porque en ellas diríase que no se podía pedir ni
desear más, pues desde el primer día fué ya tal, que con ser la iglesia muy
capaz, se llenaba por completo. A las seis se rezaba el santo Rosario, se-
guía la plática doctrinal y la meditación, y se intercalaban los cantos piado-
sos «Sálvame, Virgen María», «Santo Dios» y «Perdón, oh Dios mío».
»EI día 30, domingo, se dio fin á tan santo retiro. A las siete y media
hubo Misa de comunión general que celebró el limo. Sr. Vicario Capitular
Dr. D. Andrés Díe, en la que se distribuyeron unas mil doscientas cincuenta
formas. Si á éstas se agregan las de las misas privadas se tendrá un contin-
gente de unas 1 .500 comuniones de solas mujeres. El aspecto que ofrecía el
interior del templo durante la comunión era hermosísimo. Como mil Hijas
de María ostentando la hermosa cinta blanca y azul y la medalla de María
Inmaculada, presentaban al espíritu del atento observador el emblema de la
pureza de sus almas.
»A1 contemplar el buen orden y compostura, la extraordinaria devoción,
el bello conjunto con que sin distinción de clases se acercaban al altar, sím-
bolo de la cristiana caridad que en la congregación florece; nuestro espíritu
sentíase transportado á aquellas puras regiones, desdíjdonde, en tan solem-
nes momentos, descendían á raudales los tesoros de la gracia para vigorizar
las generosas resoluciones hechas durante los santos Ejercicios.
»A las diez y media se verificó la solemne ceremonia de la imposición
de medallas, acto sencillo pero conmovedor, en que unas 60 jóvenes, al
vestir la librea de María, juraban ante su altar pelear como buenas las bata-
llas del Señor contra los encantos y seducciones del mundo, contra los ardi-
des de Satanás y contra el amor sensual y mundano, contra ese amor que
en vez de introducir los elementos de vida sobrenatural en el seno de las
familias, no hace más que resucitar el paganismo antiguo y la idolatría de
la materia.
»E1 último acto de los santos Ejercicios resultó espléndido, grandioso
y sumamente consolador. Tuvo lugar por la noche. En los días anteriores la
imagen de Cristo crucificado que se destacaba sobre lienzo negro y seis
blandones en el altar era el único adorno del culto; pero para el acto del úl-
timo día la iglesia estaba profusamente iluminada, y entre muchísimas luces
del altar mayor, resaltaba la hermosísima imagen de la Santísima Virgen,
que tantas gracias había derramado y estaba derramando entre aquellas sus
hijas predilectas. La concurrencia fué extraordinaria como en las noches
183
anteriores. Cantó por la tarde la congregación el Trisagio mariano de
Albertí, y antes del sermón el Angelas Domini de Mas y Serracant. Es
una cosa indescriptible el efecto grandioso que produce una masa coral
compuesta de más de mil voces cantando las alabanzas del Señor y de la
Virgen. El sermón tuvo por objeto consolidar las resoluciones tomadas en
los días precedentes.
»Para mayor solemnidad el P. Rector del colegio fué quien dio la Ben-
dición Papal, acto que por su significación, por su sencillez y gravedad fué
verdaderamente patético. Anuncióse desde el pulpito la indulgencia conce-
dida; excitóse á los oyentes á nuevos actos de contricción, y al oir éstas el
pausado Benedicat vos omnipotens Deas resonando majestuoso en aquel
silencio sepulcral que reinaba en el sagrado recinto, inclinábanse más de
mil frentes para recibir en sus almas emocionadas la lluvia benéfica de
la divina gracia.
»Pero lo más admirable y sorprendente fué el canto de la Salve, el
cual rayó en lo sublime. Recibida la Bendición Papal, las mil y más con-
gregantes, con todas las demás personas que á ellas se habían asociado,
pusiéronse de pie. Reinaba el más profundo silencio. Entonóse por una sola
voz grave y pausadamente la Salve Regina, que continuaron todas can-
tando á coro, con un entusiasmo religioso que llegaba hasta lo más profundo
del alma. Iba alternando la inmensa masa coral con un pequeño grupo de
tiples, y los ecos ora suaves ora grandiosos de tantas voces llenaban las
bóvedas del magnífico templo. Débese la partitura á la inspiración del
Mtro. Albertí, y es una hermosa composición á modo de Salve Mont-
serrat ¿na.
»Una cosa entre otras llamó mucho la atención en estos Ejercicios, y
produjo excelentes resultados. Nos referimos al acto que siguió á la medi-
tación de la muerte. Aquellos afectos para bien morir debidos á una joven
que se convirtió del Protestantismo á los 15 años y á los 18 moría con fama
de santidad, conmovieron de tal suerte á las ejercitantes, que no pocas
derramaron abundantes lágrimas. Estas aumentaron cuando desde el altar,
ante el Santísimo expuesto, el P. Director de la congregación, excitó á
todas las congregantes á perdonarse mutuamente.
»Todo lo que se diga de la puntualidad á los actos, atención, compos-
tura y recogimiento en los mismos quedará siempre muy inferior á la ver-
dad, causando especial admiración el silencio que observaban las ejercitantes
por las calles, principalmente á la entrada y salida del templo; de suerte
que siendo muchas más de mil, no se oía ni una sola palabra.
»¡Bien por la congregación de Hijas de María de Oríhuela! Que el Se-
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ñor se digne derramar sobre sus almas gracias abundantísimas para llevar á
la práctica los buenos propósitos que han concebido.
»Por lo que se refiere á la misma congregación, los propósitos que for-
man las Hijas de María son la asistencia exacta á todos los actos que ella
celebra, la puntualidad y constancia en la vela diaria y Misa sabatina
que tiene la sección de la Corte de honor Mariana, el celo ardiente en la
enseñanza del catecismo de la doctrina cristiana á las niñas, y en una pala-
bra, el mayor empeño en conseguir el fin propio de la misma congregación
que, como es sabido, se reduce á alcanzar, por medio de la práctica de las
virtudes cristianas y de la devoción á la Santísima Virgen, la salvación
y perfección de todas las jóvenes que se acogen á la sombra mil veces ben-
dita de su purísimo estandarte.
»En vista de todo esto ya no es de admirar que cada día sean más los
que piensan seriamente que así como la congregación de María Inmaculada
y San Luis de Barcelona puede proponerse por modelo de las congrega-
ciones de esa clase, así también la congregación de Hijas de María de
Orihuela puede servir de ejemplar á las jóvenes de otras ciudades». Hasta
aquí la narración que he copiado á la letra.
Además de estos Ejercicios, tan magníficos y de una importancia tan
extraordinaria, para la vida propia de toda congregación marlana, todavía
celebra otros Ejercicios que si no son de la grandeza é importancia externa
que los arriba descritos, quizá les superan en intensidad y prácticas conse-
cuencias. Me refiero á una tanda que dura ocho días, con cuatro actos dia-
rios, completo apartamiento de ocupaciones y de familia y el mayor recogi-
miento posible.
Habrá advertido V. R. que en algunas de las mías casi no hago otra cosa
que referirme á algunas cartas de las mismas fervorosas congregantes.
Preguntará tal vez V. R. ¿Estas cartas son reales ó ficticias? ¿Son origina-
les de las Hijas de María? A esta pregunta me es grato responder á V. R.
diciendo que ellas son una industria de su incansable padre Director el
P. Juan. Tiene este padre deseos de ir enriqueciendo poco á poco el Archivo
de la congregación de buenos y auténticos documentos. Así que hace ya bas-
tante tiempo manifestó, en plena junta de congregación, el deseo que tenía
de que algunas congregantes refiriesen á sus amigas por escrito con toda
verdad y sencillez lo que va haciendo la congregación durante el año, encar-
gándoles al propio tiempo que después de recibirlas, y leerlas, fuesen por
las interesadas remitidas á las que las escribieron á fin de que, entregadas
luego al P. Director, pudiesen ser archivadas. El P. Juan, sabiendo mis
deseos de dar á V. R. datos sobre esta congregación, con su exquisita
185
amabilidad las ha puesto todas á mi disposición; así que yo no desperdi-
ciando este tesoro, más bien que de mi propio peculio le mando algunos de
estos preciosos documentos.
Aquí va, pues, el siguiente sobre los Ejercicios espirituales, á que me
he referido antes:
«Hablaré de los Ejercicios pero no de los que hacen todas las Hijas de
María por Octubre en Santo Domingo, sino de otros que se vienen dando
hace seis años en «Jesús-María» por la cuaresma expresamente para las
congregantes que desean hacerlos con más recogimiento, aunque se ad-
miten también algunas señoras que lo solicitan.
»Unos días antes invita el P. Director de la congregación á todas las
congregantes que cree tienen deseos y están en condiciones de hacerlos,
y esta invitación va acompañada de otra de la M. Superiora del «colegio
de Jesús-María», en que les ofrece su casa. A este llamamiento, no todas,
claro está, responden del mismo modo; porque unas se apresuran á decir que
cuente con ellas, pues están todo el año pensando cuándo llegarán esos días
tan deseados y se pasan contando los meses y las horas que faltan porque
les parece tardan mucho en venir. Otras en cambio, contestan ó negativa-
mente alegando los impedimentos que no pueden vencer, ó bien con alguna
indecisión ó con especiosos pretextos porque les cuesta mucho decidirse á
estar todo el día y quedarse por la noche, y no se encuentran con fuerza de
voluntad, para encerrarse y callar tanto tiempo; y sobre todo, y esto es la
causa principal, que el demonio trabaja mucho durante todo este tiempo
tocando todos los resortes para impedirnos esta obra tan provechosa á nues-
tra alma. Por fin triunfa la gracia y todas las que están indecisas se enco-
miendan á la Virgen y se resuelven á entrar en Ejercicios.
»E1 26 de Febrero, era el día señalado, y á las cinco de la tarde empe-
zaron á acudir las ejercitantes. Nos reunimos en una sala preparada con mu-
cho gusto para hacer todos nuestros actos. Allí empezamos á cambiar im-
presiones antes que sonara la campanilla imponiéndonos silencio. Algunas
reflejaban en su rostro la alegría que sentían dentro de su corazón, y otras
aparecían como forzadas y con alguna lucha interior que no podían disimu-
lar; pero todas resueltas y aun satisfechas de reunirse en el colegio en que
han estado seis ú ocho años de su vida y recordar los buenos tiempos de la
infancia que pasaron en aquel bendito edificio. Empezó el silencio y pasando
á la capilla, tuvimos la preparación.
«Aunque ligeramente daré alguna idea de la distribución de horas. Des-
pués de levantarse, ofrecimiento de obras y meditación, habiendo tomado
los puntos la noche antes: luego, Misa, examen, rosario, visita al Santísimo,
186
Vía-cmcis, algún rato de lectura y tiempo libre, que lo aprovechábamos,
entre otras cosas, bajando al jardín para saludar á la Virgen de Lourdes que
está en la gruta. Aquello es hermosísimo; pero mucho más, la paz y tran-
quilidad que se disfruta en aquel santo retiro, en que nadie viene á turbar-
nos ni á interrumpir los coloquios con Dios. Únicamente nos encontramos
con alguna que otra Madre rezando, lo cual en lugar de causar distracción,
sirve para edificarnos y confundirnos con su buen ejemplo. Durante todo el
día se guarda un riguroso silencio, y mientras comemos y cenamos oímos
la lectura que una de las madres nos hace hasta que terminamos.
»De las meditaciones y pláticas se encargó el P. Director de la con-
gregación que es incansable en todo lo que pueda conducir á nuestro ade-
lantamiento espiritual. De esto, no hay nada que hablar pues no acabaríamos
nunca si empezara á contar esa habilidad de que Dios le ha dotado para
mover los corazones y hacerles luego emprender otro género de vida.
¡Qué meditaciones! ¡Con qué fervor y recogimiento estaban todas mientras
el padre dirigía la palabra! ¡Cuántos propósitos buenos, y cuántas resolu-
ciones se hicieron en aquel santo retiro!
«Conforme se pasaban los días, íbamos poniendo más interés; y los ocho
días que al principio nos asustaban tanto, luego, cuando se venía acercando
la salida, sentíamos gran pena de que se hubiesen pasado tan pronto; y así
como cuando se empieza parece que sobra el tiempo y que en los ratos
libres no se sabe qué hacer por estar indiferentes, en los últimos, el tiempo
falta para tanto como uno descubre haber de arreglar en su interior: mu-
chas se encontrarían dispuestas á volver á empezar para aprovechar mejor
y recuperar el tiempo perdido.
»Por las noches al terminar la última meditación había exposición menor,
y rezada la estación, recibíamos la bendición con el Santísimo. Este es un
acto en que sentíamos todas gran fervor y una devoción verdadera y
sensible.
»Pasados cuatro ó cinco días comienzan las confesiones para preparar-
nos á recibir al Señor el día de la salida. Entonces, ya estamos satisfechas
del todo porque nuestra conciencia está tranquila, reconciliada ya con
Dios. El primer viernes fué la comunión de despedida. A las siete empezó
la Misa, y cantaron durante ella las colegialas. Al acercarnos á recibir al
Señor sentíamos una emoción imposible de explicar, una alegría santa y ver-
dadera que no puede compararse con la que disfrutamos en las diversiones
y placeres del mundo. ¿Qué tienen que ver los goces, teatros, reuniones y
diversiones del mundo comparadas con aquella paz y tranquilidad que sen-
tíamos en nuestra alma? Eramos tan felices en aquellos momentos que no
187
nos hubiéramos cambiado por ninguna de esas personas que se llaman di-
chosas.
«Después del desayuno, en el que ya tuvimos permiso para hablar, nos
dio el padre unas hojitas como recuerdo de los Ejercicios. Nos despedimos
de las madres y de las demás ejercitantes, y quedamos conformes en vol-
ver á reunimos allí el año que viene.
»Yo creo que los Ejercicios se han hecho muy bien y se ha sacado bas-
tante fruto, porque todas salían contentísimas y dispuestas á poner en
práctica todo lo bueno que han oído durante ese tiempo.
» ¡Benditos sean los Ejercicios! y ¡bendito el día que entré á hacerlos!»
Hasta aquí la relación de una Hija de María.
En los SS. SS. y OO. de V. R. me encomiendo.
Siervo en Cto..
JHS.
Juan Nepomuceno Peris, S. J.
CARTA SEXTA. - FIESTA DE LA INMACULADA.
CAPILLA MARIANA
Amadísimo en Cto. P. Socio:
Después de decir á V. R. en mi últimas dos palabras sobre los Ejerci-
cios espirituales de las Hijas de María, voy en ésta á apuntarle algo sobre
la fiesta anual de «la Inmaculada» titular de la congregación.
Los Ejercicios espirituales que se hacen cada año durante ocho días
sirven admirablemente, como dije á V. R. en mi anterior, para renovar y
conservar muy vivo en todas las congregantes el espíritu de la congrega-
ción; pero estas otras fiestas exteriores manifiestan á toda la ciudad su vida
exuberante, su buena organización y sobre todo son un medio poderosí-
simo de atracción.
Aquí van algunos datos sobre la fiesta del 13 de Diciembre de 1908,
que aunque parecida á la de otros años, revistió en dicho año alguna
novedad.
Con un mes de anticipación expuso el P. Director á las congregantes
su deseo de que en la próxima fiesta se cantase por todas las congregantes
188
una misa coral. No era empresa fácil el que un millar de Hijas de María y
en tan poco tiempo saliesen con su intento, pero lo lograron; bien dicen
ellas que no hay obra para las Hijas de María de Orihuela que ayudadas
por su Madre celestial, una vez la comiencen, que no la lleven á cabo. Oiga
V. R. un parrafito extractado de una carta:
«No puede nuestra congregación tratar algo de importancia en Ori-
huela sin que todo el mundo se ocupe de nosotras, haciendo mil comen-
tarios en visitas y reuniones. Esto mismo sucedió con lo de la misa coral.
Unos decían que la iglesia de Santo Domingo parecería aquel día un ga-
llinero, otros que la tal propuesta era un disparate mayúsculo, otros que
era absolutamente imposible el que jóvenes de tan distinguida posición
y algunas sin instrucción ninguna, hubiesen de componer la masa coral y
cantar en latín no sabiendo algunas ni leer el castellano; otros, que el
entusiasmo que tenemos por nuestra congregación no nos dejaba ver
la realidad del disparate, que nuestros alardes eran solamente ilusiones
de las que tocaríamos las consecuencias el día del fracaso: hasta perso-
nas de respeto, temerosas por tanto como oían decir, nos dijeron que era
obligación nuestra ir algunas en comisión al P. Director á pedirle que de-
sistiera de su empeño: que se preparaban muchos curiosos para oirnos,
que si lo hacíamos mal, saldríamos derrotadas, y que nos pondrían en
los periódicos y qué se yo cuántas cosas más. Fácil cosa es adivinar cuál
fuera nuestra confusión al oir tantos pareceres en contra; pero ¡cá!... las
Hijas de María de Orihuela no retroceden nunca cuando se trata de obras
de la gloria de Dios; ¡eso quisieran ellos! Ensayamos con un entusiasmo
sin igual: era de ver cómo á las mil y pico de congregantes, cada una con
nuestro papel en la mano las que sabían leer y las que no, á fuerza de oir y
fijándose en que la nota subía ó bajaba, nos seguían muy bien á las demás.
Llegó el día deseado. A las siete fué la misa de comunión general, que dijo
el muy ilustre Sr. Dr. D. Andrés Díe, canónigo lectoral. La comunión, con-
curridísima como siempre. A nosotras ya no nos llama esto la atención por-
que estamos acostumbradas á verlas casi tan lucidas todos los meses, pero
este día se encontraba en el colegio un sacerdote forastero, y habiendo
presenciado desde el coro la comunión, nos dijo después á algunas, que
nunca había visto una comunión que le hubiese entusiasmado tanto, no ya
sólo por el gran número de congregantes, sino por la disposición que
guardamos en la iglesia y el orden con que vamos á comulgar siendo tantas,
más de mil.
A las diez comenzó la misa solemne, nuestra misa, que celebró el ca-
nónigo Sr. Puerto, chantre de la Catedral, cantándose la misa coral «de
Pío X», música del Mtro. Vilaseca. Al entonar los Kijries todas temblá-
bamos de pies á cabeza. Pero nosotras adelante; este mismo temor nos
ayudaba para no distraernos y poner toda nuestra atención en lo que ha-
cíamos sin mover los ojos del papel que teníamos en la mano. Siguió el
«Gloria» y el «Credo» y el «Sanctus», y conforme íbamos cantando reco-
bramos la serenidad y lejos de arredrarnos proseguíamos aun con más ardor
cada vez y con más entusiasmo al ver que salía mejor de lo que se esperaba:
el templo parecía un cielo. Más de mil voces, todas á una, llenaban las bó-
vedas de Santo Domingo. Resultó tan bien que es cosa providencial; como
muchas congregantes decían al salir, parecía que la Virgen Santísima,
nuestra Madre, cantaba con nosotras. Con este golpe los malos quedaron
confundidos y los buenos convencidos una vez más de que las Hijas de Ma-
ría de Orihuela, ayudadas de su Madre, siempre que quieren tienen medios
para hacer enmudecer y dominar á aquéllos. Así nos lo dijeron después mu-
chas personas al darnos la enhorabuena: «Vaya, vaya con las Hijas de Ma-
ría, que hacéis lo que queréis». «Pues no faltaba más!», respondieron
algunas, «hubiese sido esta la primera vez que nuestro Director propone
una cosa y no salir con ella. Porque como el padre todo lo pone en manos
de la Virgen Santísima, esta buena Madre no puede dejar de favorecer al
que tanto trabaja por el bien de su congregación. Por eso está tan
floreciente». Hasta aquí la carta.
El sermón lo predicó el P. Joaquín Vila, y cierto que no desdijo de la
fiesta. Tuvo pensamientos delicadísimos: hizo hacia el fin un paralelo entre
la congregación de jóvenes barceloneses y la de las Hijas de María
de Orihuela, que animó á estas jóvenes congregantes.
La función de la tarde comenzó á las tres: siguiéronse la exposición de
su divina Majestad, trisagio mariano cantado, como la misa, por toda la
congregación. Sermón por el P. Juan de la Cruz Eizaguirre, que colmó los
deseos del auditorio por su fervor y su elocuencia. La procesión grandiosa:
una pública manifestación de la vida de la congregación. Suele recorrer los
claustros del colegio, sale á la calle por la puerta que llamamos de la «Uni-
versidad» y entra por la de la Iglesia. Llama poderosamente la atención la
modestia que guardan estas jóvenes congregantes durante todo el trayecto,
cumpliendo á la letra los avisos del padre. «¡Cómo nos acordábamos de aquel
estribillo que nos repite cada año!: «los ojos en el suelo y el corazón en el
cielo» y aquellos otros: «miren Vds. que cada una de ustedes lleva hoy la
honra de la congregación»; «acuérdense que hay mil ojos que las observan»;
«no olviden que andarán Vds. presididas por su buena Madre la modestí-
sima Virgen María» y otras que fácilmente ya recuerdan de un año para
190
otro. Y á fe que todos estos avisos son bien menester; pues al salir por la
puerta de la «Universidad» hay que pasar por una fila apiñada de hombres
y cada uno dice lo que se le ocurre; pero, no hay cuidado que ninguna
vuelva la cabeza: «los ojos en el suelo y el corazón en el cielo».... El orden,
el de siempre. El primer estandarte lo llevaban una sub-directora y dos
Hijas de María sin cargo, el segundo tres sin cargo, el tercero dos sub-
directoras y una congregante; el cuarto tres sub-directoras y el quinto tres
de la junta directiva. La estatua de la Inmaculada era llevada por cuatro
militares, según costumbre: de capa un señor canónigo y cerrando la pro-
cesión el P. Rector con el señor teniente coronel y con el juez de pri-
mera instancia, acompañados de la banda de música. La entrada de la pro-
cesión en la iglesia es un acto que impone y conmueve de veras y una
manifestación de lo que el pueblo de Orihuela quiere á la Santísima Virgen.
Estos días sí que se siente una llenar de creciente entusiasmo para trabajar
más aun, si cabe, por nuestra querida congregación.
»A1 fin se cantó una Salve y después subió al pulpito nuestro P. Direc-
tor, á leer el siguiente telegrama de Su Santidad: «Director Hijas de Ma-
ría, Orihuela, España. Agradecido nuevo testimonio adhesión. Su Santidad,
bendice Hijas de María y sus familias en esta hermosa fiesta de la Purísi-
ma.—Card. Merry del Val».
»Se me olvidaba decir que en esta fiesta, quiso la Santísima Virgen
probar un poquitín la confianza de ías buenas congregantes, difiriendo lo
que habíamos pedido á Roma. Como ésta nuestra fiesta, la hacemos el do-
mingo siguiente de la Inmaculada y por caer siempre en domingo de ad-
viento, no se puede decir misa de la Virgen; este año, con eso de la misa
coral, escribió el padre á Roma. Los días se iban pasando y el permiso no
venía. Llegó la víspera y el permiso ni por esas; hasta la misma víspera por
la noche no se recibió contestación; nos lo han concedido para diez años».
Todo esto es de la aludida Hija de María.
Ya que he hablado á V. R. de la misa coral, dos palabras y termino,
sobre la Capilla mariana que está haciendo un bien inmenso en Orihuela.
Por dos fines ha sido fundada por el padre Director. El 1 .°, para que todas
las Hijas de María se aficionen al canto, sobre todo al canto gregoriano,
y así puedan en sus funciones poner en práctica los deseos de Su Santidad
el Papa Pío X; el 2.^, desterrar de nuestra hermosa tierra las inmundas
canciones del circo y del teatrucho. Se han hecho ya prodigios en el canto
de la misa coral y del trisagio. Hay ya ensayados además un Te-Deum co-
ral magnífico para las funciones extraordinarias; una Salve á la Virgen, muy
preciosa; motetes al Santísimo en latín, de lo más clásico y según el mo/u
191
proprio. El Ángelus Domini de Mas y Serracant, el Anima Christi del
mismo, dedicado al rector del colegio de Barcelona, R. P. Juan Capel!,
Millet, Haller, J. Mohr, etc. Para el segundo fin se ensayan algunas barca-
rolas y no sé cuántas canciones populares, á fin de que puedan cantarse en
los talleres y reuniones. El salón de actos del colegio de Jesús-María, lugar
de los ensayos no pocas veces, se ve concurridísimo por las señoras de
Orihuela, atraídas tan sólo por el entusiasmo con que estas jóvenes suelen
cantar. Estos ensayos llevan otro fruto, y es atraer á la congregación al-
gunos elementos distanciados. Chicas que, antes raras veces se acercaban
á ella, hoy ponen empeños y solicitan cargos y asisten con puntualidad de-
bida á la Capilla mañana, que con tanto cuidado lleva adelante sus ensa-
yos. «¿Cuándo se ha visto, escribía una Hija de María, cuando se ha visto
en Orihuela en días de Carnaval dejarse la música, abandonar la glorieta y
las máscaras para venir ellas mismas á pedir el ensayar?»
Por las calles y plazas, ya no oiría V. R. más que trozos de la Misa
que se cantó por la Inmaculada. En las casas durante las labores, trozos del
«Te-Deum», «Bendita sea tu pureza», el «Jesús, José y María del catecis-
mo», etc. Jóvenes que antes, en sus faenas, no cantaban más que trozos de
zarzuelas libres y profanas, y auna veces peligrosas, hoy... <'liturgia pura».
Aún las niñas en sus corrillos y juegos han sustituido sus antiguos cantos
por otros como: El caballo de cartón, La lagartija, Los soldados, El
caracol, Las letras, etc., tomadas todas ellas de la coleción: «Peque-
ños cantores», traducción de «Cancons pera la mainada» de Mas y Serra-
cant, canciones que les enseñan sus instructoras en los catecismos y reunio-
nes. Son estas Hijas de María jóvenes de acción y muy celosas de la gloria
de Dios.
Adiós, mi querido P. Socio.
En los SS. SS. y 00. de V. R. me encomiendo.
Affmo. siervo en Cto.
JHS.
Juan Nepomuceno Peris, S. J.
192
CARTA SÉPTIMA. -VARIAS OBRAS DE LA CONGREGACIÓN
Mi muy amado en Cristo P. Socio: Como quiera que aun no he dicho
nada á V. R. de otros varios trabajos de esta benemérita Congregación, no
resignándome á pasarlos por alto, me ha parecido por no hacerme intermi-
nable, reunirlos en esta última carta. Así, al poner punto final á estos datos
que he apuntado en mis anteriores, no dejo en el tintero la relación de he-
chos edificantes que sin duda gustarán á V. R. Ocupa el primer lugar la
Corte de Honor Mariana, sección cuyo objeto es tributar á la Sma. Vir-
gen un culto diario y rogar á la celestial Señora principalmente por las ne-
cesidades y obras de la congregación. Pertenecen á ella las Hijas de María
que voluntariamente dan su nombre, y están distribuidas en grupos ó turnos
de vela diaria que se suceden de media en media hora ante el altar de la
Virgen. A las seis y media de la mañana entra el primer turno, y el último
termina al concluir las misas de la iglesia, y los sábados, en vez de uno son
tres los turnos en cada media hora. La Corte de Honor cuida también de las
lámparas que arden día y noche continuamente ante el altar de la Virgen de
la congregación. Se encienden además cuatro cirios durante las misas en los
días ordinarios, seis en los días de segunda ciase y ocho ó más en los días de
primera y de gran solemnidad. Todos los sábados durante una misa, titula-
da «Misa sabatina», de la cual hablaré después, hay en el altar de la Virgen
una buena iluminación; se encienden asimismo las arañas, y no bajan de cin-
cuenta las velas que arden ante el altar de la hermosísima imagen de María.
Todos los sábados á las 7 celebra el P. Director la Misa en el «Itar de
la congregación, con acompañamiento de armonium, durante la cual se leen
piadosas meditaciones y la «Felicitación sabatina». Terminada ésta, se re-
parte, no sólo entre las Hijas de María, sino también á todas las demás
personas que hay en la iglesia, la «Hoja parroquial», publicación que tanto
bien está haciendo en toda la diócesis de Orihuela. Es increíble el fervor
con que asisten á la misa sabatina estas congregantes, habiendo de hacer
algunas de ellas no pequeños sacrificios. Para dar á V. R. idea más exacta
de todo ello, copiaré una de las cartitas del archivo: «La misa sabatina es
uno de los actos ordinarios más hermosos de la congregación. La verdad, es
que nos cuesta un poco el asistir con puntualidad, por los sacrificios que
esto supone; pero con la ayuda de Dios, y pensando que á donde vamos, no
es á ninguna diversión mundana que tan frío deja el corazón; sino que es á
193
la casa de Dios, á postrarnos ante aquel altar, ante aquella imagen bendita
que nos llama para alegrarse con nuestras alegrías y entristecerse con nues-
tras penas, entonces no podemos menos de acudir con alegría y sin demora
alguna. A las seis y media se da el primer toque, y á las siete empieza la
misa quedando el altar sencillo y elegante, con multitud de cirios ardien-
do, y la capilla llena de Hijas de María. Y no sólo son éstas las que acuden
presurosas al toque de la campana, sino también muchas señoras y mujeres
casadas y hombres, los cuales á veces no caben en la capilla y se ven obli-
gados á estar fuera con gran pesadumbre y sentimiento.
»A1 empezar la misa nos ponemos las cintas y medallas; el armonium da
los primeros acordes; un grupo de niñas entona con sus tiernas y delicadas
voces el «Ave María purísima» y todas respondemos á coro «Sin pecado
concebida». Aquello es en un cielo.
»Las Hijas de María, hacen la vela en sus reclinatorios con sus hermo-
sas cintas, que para todas es el distintivo de más valor y el que más apre-
cian. Con la cinta y por la cinta de la congregación nos vemos libres de los
lazos que nos tiende el enemigo y el temor de perderla nos hace abste-
nernos de diversiones y sobre todo de bailes, tan perjudiciales para las jó-
venes.
«Después de la misa, repartimos la «Hoja parroquial», y algunas de las
señoras que vienen á participar del bien y provecho espiritual de nuestra
íunción, nos piden dos ejemplares, uno para sus familias y otro para sus la-
bradores. Las mujeres y los hombres nos las quitan de las manos; ¡tanto la
desean! A veces los pobres que hay á la puerta de la iglesia pidiendo limos-
na, terminada la misa á la hora de costumbre, como tocados por un resorte,
vienen también á recoger la suya. Bien puedo decir que no es este el me-
nor de los medios que tenemos establecidos para la sección de propaganda.
Pero volviendo á lo de la misa ¡ay! qué actos tan hermosos tiene nuestra
congregación. ¡Qué actos más fervorosos y santos! ¡Cómo nos hacen derra-
mar lágrimas de ternura! En verdad que esto enfervoriza más que un ser-
món dicho por el más sabio y elocuente orador. Algunas no podríamos vivir
sin estos días tan felices. ¿Verdad?
»Me decía una congregante que como su madre está casi siempre en-
ferma, se pasa parte de los días sin venir á visitar á nuestra Virgen; pero
¡especial providencia de Dios! los sábados siempre mejora; ella lo atribuye
y con razón á una gracia que la celestial Señora le concede para que no
falte á la misa sabatina.
»Los primeros sábados de mes reviste la misa sabatina alguna nove-
dad. Es misa de comunión general para la sección de la Corte de Honor, y
13
194
durante ella tiene lugar la distribución y reparto de los patronos de mes,
Si alguna no puede asistir reclama después su patrono. Terminadas las tres
«ave marías», después de la misa, el P. Director reza en voz alta delante
del altar la letanía de los santos, con todas las demás preces que acompa-
ñan, á las que responden las Hijas de María, y para ello se les ha propor-
cionado un librito donde las tienen completas. ¿Cómo os arregláis, pregun-
taba una señora á una Hija de María, para rezar en latín? «No me diga
V. nada, la contestó ésta. ¡Qué apuros nos pasábamos las primeras veces
con el dichoso latín! ¡Cuánto disparate al principio! pero ahora lo pronun-
ciamos tan bien que parecemos unas latinas, ni más ni menos que si fuéra-
mos monjas de coro. Dios sabe los ensayos que ha costado. Todo lo debe-
mos después de Dios y de nuestra Madre Santísima, al P. Director, que no
se arredra por dificultad alguna en razón de que salgamos airosas de nues-
tra empresa. Su fin es que la congregación se ajuste en todo á lo que fue-
ron las antiguas congregaciones marianas, y no vive sino pensando qué
adelantos sacará, qué inventará para mayor gloria de Dios y lustre de nues-
tra amada congregación. Todo sea por la Virgen Santísima. Todos los días
la visitamos; no quisiéramos nunca separarnos de ella. Siempre nos parece
muy hermosa; pero los sábados ¿qué quiere V. que le diga?, parece que de-
rrama más gracias y bendiciones sobre todos». Este es el parrafito de la
carta.
El fruto práctico más inmediato y digno de toda alabanza que ha tenido
esta sección de la Corte de Honor Mariana y Misa sabatina, además de
aficionar más y más á las Hijas de María al amor y devoción á su madre
Santísima, ha sido aumentar notablemente la devoción y amor á Jesús por
medio de la Sagrada Comunión.
Muchas eran las Hijas de María que recibían con frecuencia y aun dia-
riamente el sagrado Cuerpo de Cristo, pero desde que nuestro Santísimo
Padre el Papa Pío X ha promovido esta práctica, puede decirse que son
muchísimas, y entre ellas se cuentan niñas de doce y trece años, de quienes
podría afirmarse que Cristo ha tomado posesión de sus corazones por medio
de la comunión cotidiana, antes que el demonio, y el mundo hayan podido
penetrar en ellos. Casi todas las Hijas de María, que se llegan cotidianamen-
te á la Eucaristía, comulgan en la misa de las 7 que viene á ser como la mi-
sa diaria de la congregación, durante la cual se encienden cuatro ó seis ve-
las por lo menos en el altar de la misma. No todas pueden venir á comulgar
á nuestra iglesia; pero el hecho es, y muy consolador, que hay en ella como
unas doscientas congregantes de comunión diaria. Además, un buen número
de ellas comulgan dos y tres veces por semana; muchas comulgan cada quin-
195
ce días y todas mensualmente; de este modo las comuniones generales de la
congregación en el segundo domingo de cada mes, resultan de 700, 800 y
más; á parte de que las jóvenes que, ó por estar sirviendo como criadas ó
por otros motivos, no pueden asistir á esta misa, comulgan en las ante-
riores. En resumen: las comuniones de las Hijas de María, ascienden, por
término medio, á ocho mil todos los meses, que al año suman un núme-
ro de más de noventa mil. Para fomentar esta práctica tan deseada de
Cristo y de su Iglesia se han repartido á millares las hojitas de propa-
ganda con las gracias y privilegios de la comunión diaria y con un re-
sumen del Decreto Tridentina Synodus de la Sagrada congregación del
Concilio. Esta propaganda no sólo ha producido magníficos resultados entre
las Hijas de María, mas también ha hecho efecto saludable y muy notorio
en otras muchas personas y hasta en otras asociaciones de dentro y fuera
de Orihuela. Porque hay que notar, y esto tiene capital importancia, la ma-
ravillosa influencia que tiene esta floreciente congregación en todo lo bue-
no; puede afirmarse que es el medio más poderoso que tiene aquí la piedad
cristiana para su conservación y aumento. Vayan algunos datos que proba-
rán á V. R. mi aserto.
Y sea el primero, la función de desagravios que, con motivo de las
blasfemias proferidas en el Congreso de diputados por el impío Azzati
contra la Santísima Virgen, nuestra Madre queridísima, organizaron estas
Hijas de María, que fué verdaderamente la admiración de cuantas personas
asistieron á ella. En el mornento que estas congregantes leyeron en los pe-
riódicos la vil ofensa inferida á la Madre de su corazón, acordaron reunirse
en junta, como lo hicieron, y al efecto imprimiéronse unas hojas de invita-
ción que repartieron las más principales en grupos de tres en tres por las
calles y por la huerta de Orihuela. Era de ver cómo en un día pusieron en
movimiento á todos los vecinos de la ciudad y de toda esta hermosa vega.
No quedó ni una sola casa sin hoja; hasta los radicales se las pedían por las
calles y las leían con atención y respeto, aunque no faltaron algunos más
osados que al tomarlas en sus manos, llenos de rabia y de coraje, las rom-
pieron en presencia de las valientes congregantes. Pero éstas sin 'desalen-
tarse, antes con más valor siguieron su reparto. Los ordinarios de los
pueblos vecinos, el sábado por la noche, víspera de la función vinieron
á llevárselas por paquetes. Para que pueda V. R. formarse idea de lo
que fué esta magnífica fiesta voy á trasladar aquí parte de la hoja. «¡Se ha
blasfemado de la Virgen Santísima!» decía. «El impío diputado por Valen-
cia, el italiano Azzati, ha pretendido descargar su incultura en el Con-
greso de los diputados, y con un cinismo y desvergüenza impropios de
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cualquier concurrencia bien educada, ha llegado en su insolencia á tomar
en su blasfema boca el nombre de María, ultrajándola en sus prerrogativas
más excelsas.
»Contra las blasfemias de Azzati han formulado enérgicas protestas
varias agrupaciones católicas de Valencia, pero es menester que las Aso-
ciones todas, por lo menos las marianas. de España, se unan á ellas y levan-
ten su voz, y hagan saber á la impiedad entera que hay huestes cristianas
que sabrán defender, incluso con sus vidas, el honor ultrajado de la Virgen
Inmaculada.
»Las Hijas de María de Orihuela, heridas en sus más vivos sentimien-
tos, con motivo de tan horribles blasfemias lanzadas contra su Madre Santí-
sima por un miserable advenedizo, admitido por misericordia en la Cámara
española, no pueden menos de protestar, como protestan con todo el ardor
de su alma: y al efecto celebrarán una solemne función de desagravio el día
2 de abril en la iglesia de Sto. Domingo. Y cúmpleles por un deber de Hi-
jas invitar á ella á todas las personas y entidades católicas de esta ciudad,
deseosas de volver por el honor de María y vindicar la gloria por la Reina
de los Cielos.
¡Viva María Inmaculada!
¡Viva la Reina de los Angeles!
¡Viva la Madre de Dios y de los hombres!
¡Viva España por María!
Ruja el infierno, brame satán,
La fe de España no morirá».
Celebró la misa de comunión general el R. P. Provincial y fueron
tres los padres que distribuyeron la sagrada Eucaristía. Parecía aquello
interminable. Hubo más de dos mil setecientas comuniones. Durante la mi-
sa y comunión se cantaron unos motetes hermosísimos: «Anima Christi;
Adoro te, devote, latens Deitas; Bendecida y alabada sea la Hostia
consagrada; Jesús, sin Ti me muero, y una plegaria ala Virgen lo mejor
que se ha oído. Por la tarde, expuesto el Santísimo, hubo trisagio mariano
que cantó toda la congregación con una devoción y energía que rayaba en
lo sublime. El sermón estuvo á cargo del R. P. Vila, y muy del caso según
demandaba la especial importancia de aquella fiesta á Ntra. Señora. El
presbiterio estaba lleno de caballeros y Sres. Sacerdotes, que escuchaban
con gran interés al predicador.
Las Hijas de María salieron de esta función religiosa enfervorizadas en
el amor de su Madre Inmaculada, y ardiendo en deseos de obsequiar con
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más y más cariño aun á la que ha sido vilmente ultrajada en el Congreso
español, María Santísima, que constituye el único imán de su corazón y que
es considerada por todos los buenos españoles, como la Patrona de nuestra
nación.
Como fin de estos datos voy á copiar á V. R., una carta que escribió
una de las más fervorosas Hijas de María, y que en pocas palabras reúne
muchas obras de celo, que lleva á cabo esta congregación.
Dice, pues, así: «Voy á hablar de algunas obras de celo de nuestra
amadísima congregación, y puedo afirmarte que ésta no perdona medio al-
guno ni deja de hacer todo aquello que cree conveniente para el bien y
aprovechamiento de las almas.
«Cuando los hombres hacen Ejercicios todos los años, cuatro Hijas de
María diariamente comulgan durante los ocho días con intención de que se
aprovechen de ellos y lleven á sus casas y familias el fruto de lo que han
oído y aprendido. Es notorio cómo cada cual se transforma y cobra nueva
vida en el camino de la virtud, y por ruegos de aquella hermana ó hija, que.
pertenece á la congregación, los vicios que antes los dominaban y hacían
víctimas del juego, del vino ó de otras mil cosas, con que el demonio siem-
pre los traía envueltos, convirtiendo su hogar en un sitio de dolor y escán-
dalo; por estas comuniones y por las luces que encendemos en el altar á
nuestra querida Madre, todo desaparece y viene la tranquilidad para sus
almas, la paz para sus familias y la alegría de que hacía tiempo no habían
gozado.
»Te digo y repito que la congregación no duerme ni descansa, y es el
arma poderosa para destruir todo lo malo, y como la Estrella de la mañana
que con sus primeros rayos se adelanta á todos y viene siempre á iluminar
la tierra.
«Confesemos también que la introducción del canto gregoriano en
nuestras iglesias á nadie más se debe que á ella. Nuestras primeras inten-
ciones y cantos no fueron más que hijos del deber y sumisión á nuestro San-
tísimo Padre el Papa Pío X, á quien estamos siempre sujetas, sumisas
y obedientes.
»Se nos hacía mofa y decían hasta los más piadosos que aquello era
fúnebre, melancólico y triste, en una congregación como la nuestra, pero,
como nada nos arredra, fuimos adelante hasta conseguir nuestros propósi-
tos. Hoy ya es general y hasta nos quieren vencer, aunque son inútiles sus
esfuerzos.
»Sería interminable si fuera á citar ejemplos y dar detalles. Por las Hi-
jas de María, son los hermanos de ellas Luises y Estanislaos, ¡Cuántas
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veces se nos pronuncian y no quieren ir á la congregación...! pero nosotras
no paramos hasta vencerlos y hacerlos volver!
»En la última epidemia de viruela que tuvimos, todo el mundo dor-
mía y veía aquel castigo con la mayor indiferencia; la congregación hizo
una novena á la Virgen con tanto fervor, que á todas nos libró de ella, ex-
cepto una que no asistía á ningún acto de la congregación por más que se le
amonestaba. ¡Si te hablara de castigos cuando no cumplen, te asustarías!
En cambio, son innumerables las bendiciones en la que es fiel.
»En la guerra que sostuvo España con lo moros en 1909, todas las ma-
dres, hermanas y familias, lloraban por sus hijos y parientes; pedían que se
hicieran rogativas, pero nadie respondía á sus lágrimas; la congregación,
siempre dispuesta á tender su mano al necesitado, repartió unas hojas, que
hasta de los pueblos vecinos nos las pidieron por centenares, con el fin de
acudir confiadamente al Señor; hizo otra novena, á que asistieron millares
de personas, con unas preces que decíamos, que hacían rodar las lágrimas á
cuantas las oían.
»Pronto Dios nuestro Señor se compadeció de nuestras súplicas, y vi-
mos con gran alegría, el feliz despacho de ellas en la presencia del Altísi-
mo, que nos devolvía la serenidad y la calma.
»Si hace falta el agua en nuestros campos y huertas, la congregación de-
dica una de sus funciones mensuales: pone el Señor de manifiesto, aplica la
comunión á esta intención, y enseguida viene la lluvia á fecundizarla tierra.
»¿Tengo motivos para decir, que la congregación es la llave de oro
que abre el corazón de nuestra querida Madre? ¿Quién hace el bien que ella
á la humanidad? ¿quién tiene su celo por las almas? ¿se ha visto otra seme-
jante á ésta?»
Así termina la carta, y así terminaré yo también estas interminables
narraciones, aunque á decir verdad, yo no creo que haya sido con molestia,
pues sé muy bien la afición que tiene V. R. y el interés con que mira todas
las cosas, por insignificantes que sean, relacionadas con las congregaciones
marianas.
, Yo por mi parte tengo muy presente á V. R. en mis sacrificios y ora-
ciones; sírvase hacer otro tanto por su affmo. siervo en Cto.
JHS.
Juan Nepomuceno Peris, S. J.
COLEGIO DE VALENCIA
EL R. P. JAIME VIGO, S. J.
t VALENCIA, 21 MARZO 1910
Relación necrológica por el H. Escolar Florencio Zurbitu
He aquí un resumen de las noticias que hemos podido recoger acerca
del malogrado P. Jaime Vigo, llevado por el Señor al eterno descanso,
cuando al modo de hablar y calcular de los hombres, tanto podía aun traba-
jar en extender la gloria divina y tanto honor conquistar para su madre la
Compañía. La simple narración de los hechos pondrá de manifiesto, cuan
digno hijo de S. Ignacio supo siempre mostrarse, y por ende cuan digno
también de nuestra imitación en lo que cabe, aquel, cuyo nombre sonará
siempre en nuestros oídos grato como su recuerdo y venerando como su me-
moria.
Vino á la luz del mundo el P. Vigo en Ribas, villa importante de la
provincia de Gerona, el 4 de Junio de 1861.
Los pocos permenores que hemos podido allegar de sus primeros años,
forman el boceto de lo que más tarde había de ser aquel niño, que, según
testimonio de sus cristianos padres, desde sus más tiernos años, reveló es-
pecial inclinación hacia las cosas de piedad y aun á la vida religiosa.
Quienes le conocieron y trataron en aquella primera edad, aseguran
que ya entonces, se echaba de ver en él aquella gravedad y mesura, que
junto con la suavidad en el trato siempre en él advertimos y que forman
uno de los rasgos más salientes de su carácter.
Como diez años contaba nuestro Jaime, cuando cierto día salió á pasear
al campo en compañía de su padre y algunas personas amigas, entre las que
se contaban también algunos niños. Correteaban éstos de acá para allá,
alegrando á aquéllos con su bulla y sus cabriolas, cuando nuestro héroe
manda hacer alto á todos, convocándolos alrededor de un árbol; y encara-
200
mandóse él en su copa y haciendo de ella pulpito, «nos predicó, dice un
oyente, que refiere el caso, un largo sermón sobre religión, dejándonos á
todos sorprendidos con su ingenuo discurso».
Dios fué, pues, el primer ocupador de aquel tierno corazón, y se alzó
con él sin consentir que otro alguno osara disputarle su tranquila posesión.
Y así lo entendieron sus padres; y por ello, y por descubrir en él al par
grande amor al estudio, resolvieron dar á Jaime la carrera del sacerdocio,
sin que fueran parte á estorbar sus cristianos intentos, ni el ser él hijo ma-
yor, ni al ver así tronchadas en flor las esperanzas que en él sin duda te-
nían fundadas.
Partióse el novel candidato al sacerdocio del lado de sus padres para
emprender los estudios de latinidad en el colegio de PP. Escolapios de
Moya, é iniciado en aquéllos, se trasladó á Gerona para pasar la Retórica,
y de allí al seminario de Vich, donde cursaba Filosofía; de suerte que al
concluir estos estudios contaría como unos quince ó diez y seis años. Por
otros tres ó cuatro, estudió luego teología en la Seo de Urgel, donde
pronto cautivó la atención y el cariño de su Obispo, el limo. Sr. Caixal de
gloriosa memoria. De su aplicación y aprovechamiento dan testimonio las
buenas notas que, como cuentan sus hermanos, obtuvo.
En los últimos años de su carrera eclesiástica, pasaba buena parte de
las vacaciones en el santuario de Ntra. Señora de Nuria, y aquí es donde
debió Dios hablarle al corazón y manifestarle sin embozo su voluntad de
que le quería para sí en la Compañía de Jesús, al ponerle en ocasión de tra-
tar con un celoso misionero P. José Onofre (Mossen Nofre le decían los
naturales) que de Sort (Urgel), donde moraba de ordinario, acudía también
al Santuario en la temporada de los calores.
Parece fuera de duda que dicho padre misionero le fué enterando de
cuanto atañe á la vocación religiosa y en particular de nuestras cosas, pues
es lo cierto que antes de volver al Seminario á proseguir sus estudios, se le
veía en casa practicar devociones propias de la Compañía y darse á lectu-
ras enderezadas á conocer mejor y confirmarse más y más en la divina vo-
cación; y los dueños del alojamiento, donde se hospedaba en Urgel, refie-
ren, que pasaba á las veces buena parte de la noche, leyendo por un libro,
que después entendieron ser las Constituciones de la Compañía.
Juzgándose no sólo competente más obligado á ello, por razón de sus
estudios y sobre todo movido de los deseos en que ardía, de servir á Dios
Nuestro Señor, mostrábase, cuentan, el fervoroso seminarista por este
tiempo muy celoso de la honra de su Religión, trabando fácilmente pláticas
así en casa como en la calle con los incrédulos del pueblo, sin reparar en si
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eran de su edad ó ya más entrados en años. Y diz que más de una vez lo-
gró reducir al buen camino alguna oveja descarriada.
En esto llegó la hora del Señor: y nuestro Jaime, que frisaba á la sazón
en los 20 años, dócil á la voz del cielo, cortando de un golpe los dobles la-
zos de la familia y de la patria, salió de ella cual otro Abraham, camino de
la tierra prometida. El 5 de Octubre de 1871 llamaba á las puertas del no-
viciado de Andorra, que la Provincia de Aragón expulsa desde el 68 de
España, había allí instalado; y poco después le estrechaba entre sus brazos
el P. Antonio Qació, en aquella sazón maestro de novicios.
Al año apenas cumplido de probación, se le sacó del noviciado á los
estudios de letras y filosofía, que repasó en nuestros colegios de Toulouse,
Auzielle, y Dusséde, (cursos de 1873 á 1877) en que su vida se deslizó tran-
quila y silenciosa. Con todo nos dice de él su profesor de humanidades, el
P. Vicente Agustí, que «á pesar de tener el H. Vigo la salud quebrantada y
padecer frecuentes dolores de cabeza, era de los que más le satisfacían; y
—añade el padre— he de decirlo con toda verdad y sencillez, cuando repe-
tía él la prelección, me gustaba más que como yo lo había hecho. Tenía la
cualidad especial de acertar siempre con lo que yo había querido decir,
como si hubiera penetrado y bebido mis pensamientos. Ya entonces era
muy manso, formal y prudente. Llamábanle el hombre de bien, é inspiraba
á todos grande. confianza. Estas cualidades le siguieron toda la vida, de
suerte que para mí fué uno de aquellos en quienes menos se verificó el ada-
gio: Honores nmtant mores. Siempre le hallé igual á sí mismO').
A ese tenor se expresaba también su maestro de filosofía, que, si no le
ponía delante de todos sus discípulos en aquel curso por la agudeza y pron-
titud de ingenio, pero sí por la rectitud en el ver y modo completo de abar-
car las cuestiones. «Se expresaba, dice, con tal aplomo y tal acento de verdad
que cautivaba. Todo lo que dice el H. Vigo parece bajado del cielo».
Terminado el curso del 76 al 77, entró de nuevo en España destinado
á Orihuela para hacer allí el ministerio de los colegios y enseñó, en los
cinco años que estuvo en éste. Física y Química, Agricultura y Filo-
sofía.
«■Sencilles.—Yye un modo especial se señaló en esta virtud, pues con
ser lucido su trabajo y de excelente éxito, jamás hizo alarde, ni usó de pon-
deraciones para que constasen su destreza y derechos; mucho menos pre-
tendió aplausos de sus discípulos y subordinados.
•/> Laboriosidad.— Empleó sus talentos y tiempo disponible con suma
prudencia, pues además de sus clases suplía á otros profesores, y ampliaba
algunas asignaturas á los discípulos aventajados (fuera, ya se entiende, de
202
las horas de clase) y de esto dieron testimonio los profesores del Instituto
que le tenían en gran concepto.
y>Celo de las almas.— Fué prefecto de los Luises, y en este cargo se
hizo amar de todos, por la suavidad y cariño con que los manejaba y con-
siguió se aficionasen á la devoción, de que dio muestras inequívocas la re-
forma de la vida que se advirtió en muchos.
T>Sumisión á los superiores.— Jamás causó molestia á los superiores
ni les fué cargoso con reclamaciones y exigencias; antes desempeñó con
fidelidad cuanto le encomendaron, y cuanto pedía el cumplimiento fiel de
su cargo.
» Vida religiosa.— Sohre votos y reglas, paz interior, afabilidad y
cortesía no podíamos pedir más, pues en todo esto era el dechado de la
casa.
»No recuerdo cosas ni hechos de resonancia. Sin hacer ruido se dedi-
caba su vida ejemplarísima, hasta el extremo de no haber ningún consul-
tor que en las informaciones de renovantihus, tuviera de qué asir para po-
ner reparos en su observancia religiosa.
»Tal fué este varón de Dios que á los nueve años de salir del magis-
terio de este colegio, nos lo veíamos entrar de Provincial ya, para hacer
la visita anual de la casa». Hasta aquí el P. Miguel Pastor.
Pasó, pues, de Orihuela á Tortosa para emprender el estudio de la sa-
grada teología, y su vida siguió deslizándose tranquila y escondida, aun-
que bien debía distinguirse entre sus condiscípulos, pues era muy á menu-
do consultado de ellos, que ya desde el noviciado y juniorado le miraban
como hombre de mucha madurez y consejo, y de claro y profundo talento,
fuera de que él se mostraba muy amigo de complacer y muy condescen-
diente.
Del panegírico de Santo Tomás que predicó uno de estos años, y que
llamó la atención por la profundidad y novedad en el plan, unidas á brillan-
tez en la forma, aseguraban padres profesores muy competentes haber sido
la pieza que de muchos años atrás más les había gustado por la exactitud
de criterio, y por lo acertado y mesurado de sus afirmaciones y elogios.
Tanto resaltaba su prudencia que, con raro extremo de confianza, ha-
biendo el P. Costa, rector á la sazón del Colegio Máximo y consultor de
Provincia, perdido la vista y necesitando un secretario privado, que
atendiera y le ayudara á despachar la correspondencia, se designó al padre
Vigo para leer y contestar las cartas que aquél recibía.
Claro testimonio de su aprovechamiento en las clases de teología, es
sin duda el haberse destinado á estudiar el bienio, á que puso remate con
203
un acto público y solemne de Universa theologia, que presenciaron va-
rios provinciales y en el que argüyeron algunos profesores de otros Cole-
gios Máximos.
El cuidado y trabajo que puso en su preparación el P. Vigo, se enten-
derá por el siguiente pormenor que nos ha reservado uno de sus condis-
cípulos.
Como es frecuente en estos combates escolásticos impugnar las prue-
bas sacadas de la tradición con testimonios de los SS. PP. que parecen mu-
chas veces contrariarla y echan por tierra la tesis defendida — arma muy
socorrida de los enemigos de la verdad — iba el actuante, gracias á su fá-
cil y tenaz memoria, apercibido con textos que podrían llamarse paralelos
de cada Santo Padre; de suerte que al verse acometido, como le aconteció
en uno de los actos preparatorios del solemne, que á éste suelen preceder,
con aquel género de armas, primero oponía, recitando con pasmosa seguri-
dad de memoria, un texto del mismo Padre que abiertamente mantenía su
tesis, con lo cual no poco se debilita la fuerza de la objeción, y luego to-
mando la cita objetada exponía el sentido en qué podía y por tanto debía
entenderse.
Llegado el día del acto público llamó mucho la atención la exactitud,
profundidad y claridad con que respondía á las objeciones y más aun su mo-
destia y buen modo. De todo ello dio gallarda muestra en la prolongada y
reñida contienda que en rigurosa forma silogística y con suma moderación
de una y otra parte se trabó entre él y el P. Delmás, profesor entonces de
los Nuestros en Uclés, quien mantenía que la tesis Solius Dei est creare
puesta por el defendiente entre las teológicas debía ser demostrada con ar-
gumentos de razón.
No falta quien asegura que quedó tan quebrantado de cabeza con la
preparación de este acto solemne, que ya nunca llegó á reponerse.
Por septiembre del 1887 fué á Manresa para la ZF" probación que hizo
bajo la dirección del experimentado P. Pujol, quien le nombró Bedel del
terceronado.
Concluido el año volvió de nuevo á Tortosa para desempeñar la cátedra
de Lógica y Metafísica (l.*^ de Filos.) á que se le agregó, el curso siguien-
te, las clases de Física y Matemáticas y el cargo de ministro de filósofos.
Pero su consumada prudencia le llevaba sin entenderlo él á puestos
más altos que las cátedras, que con tanta lucidez y satisfacción de todos
regentaba; y así el 13 de Agosto del 90 tomaba la dirección del colegio de
San José de Valencia y el 2 de Octubre del 91, á los 40 de su edad, recibía
la patente de Provincial de nuestra Provincia de Aragón.
204
De aquel su primer año de rector apunta esta nota un subdito suyo.
«Tan sólo un año lo fui, escribe, y en él tuvo nuestro rector por norma
dejar hacer, y así ver y conocer prácticamente la marcha y costumbres del
colegio, no queriendo imponer desde el primer momento de su gobierno,
su modo de ver y pensar, sin duda para que la caridad, de él tan amada, no
sufriera detrimento. Al dar principio el segundo año, conocedor ya de
la marcha, tomó él las riendas y «propuso dar gran impulso y esplendor á
todos los actos así religiosos como literarios; pero á las pocas semanas de
emprendido el nuevo curso, conociendo los superiores lo mucho que valía,
le nombraron Provincial, no sin gran desconsuelo- de los que en aquel
tiempo éramos sus subditos por vernos privados de rector tan amado y
querido así de los NN. como de los colegiales y de sus familias».
Hasta el 19 de Junio de 1897 rigió los destinos de la Provincia de Ara-
gón, y poco después fué trasladado, con el mismo cargo, á la de Toledo,
elección que, por lo inusitado del caso y sobre todo por las difíciles circuns-
tancias, en que todos los religiosos de España se encontraban por entonces,
habla mucho en su favor.
Terminado este nuevo sexenio quedó de superior de la. residencia
que llaman Primera en Madrid, donde vivían á la sazón los escritores
de 'iRazón y Fey> , hasta que en 29 de Noviembre de 1906 volvió á nues-
tra Provincia y á su amado colegio de S. José de Valencia, como rector de
él, hasta que sus pocas fuerzas le obligaron á rendirse y resignar el man-
do por Agosto de 1908.
Con gusto seguiríamos paso á paso en su gloriosa carrera á este aca-
bado modelo de superiores, en los 16 y más años de gobernar, en que como
luz puesta sobre el candelero brilló é iluminó con el resplandor de sus vir-
tudes á unos y otros; mas ya que esto no nos sea dado, permítasenos al
menos decir algo de sus virtudes más salientes, que, en suma, no son otras
que las que S. Ignacio requiere en el que está llamado á regir á otros en la
Compañía.
Y comenzando de su caridad para con Dios, de su trato y familiaridad
íntima y frecuente con él, como cosa muy interior ^oco podemos decir; con
todo bien podemos asegurar que de aquí sacaba él las luces que manifes-
taba en su singular prudencia, de que luego hablaremos; y aquella grandeza
de ánimo, que mostraba en sus empresas, estribaba en que, encomendado á
Dios muy bien el negocio é implorado el auxilio divino, todo lo esperaba
confiadamente de la divina largueza, sin poner en duda el favor de lo alto.
La caridad con el prójimo fué, como debe serlo en todo buen hijo de la
Compañía, virtud predilecta del padre y que no se redujo á meras palabras.
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No gustaba de aquellas bromas que á veces se hacen á uno sobre sus defec-
tos ya físicos ya morales, y menos si son repetidas. Era muy delicado y
evitaba con disimulo el contrariar aun en cosas pequeñas, que sabía ser del
gusto de otro y no importaban desorden.
«Su caridad con los enfermos, escribe el P. Pastélls, fué en ocasiones
insigne, como tuve lugar de advertirlo en Sarria con el P. Miguel Castro,
con motivo de haberle recetado á éste los médicos que fuese á probar cier-
tas aguas para ver si mejoraba de la enfermedad que le condujo al sepulcro;
quiso el P. Vigo, siendo su superior, acompañarle al manantial y consti-
tuirse su enfermero con tan extremada solicitud que no la tuviera mayor la
propia madre, atemperándose con escrupulosa exactitud en las horas, gé-
nero de alimentación y aplicación de las medicinas á las prescripciones
facultativas de los galenos».
»Había uno de los nuestros que estaba insistiendo en salirse de la
Compañía; y él con su gran bondad le aconsejaba y exhortaba á la perseve-
rancia, lo sacaba á paseo, lo trasladó de una casa á otra, á donde pedía ir
el sujeto, y no perdonó diligencia por retenerlo; y aunque por fin salió de
la Compañía, por supuesto, con las dimisorias; pero ahí se vio, dice el
H. Qoñi, lo que trabajaba por conservar un alma».
Y no sólo con los de casa, mas también con los de fuera mostró tener
gran caridad. Fácilmente hacía limosnas á los pobres vergonzantes y prefe-
ría esto á buscarles colocación. A los afligidos aunque fueran pobres, con-
solaba y ayudaba, y no le dolía pasar tiempo con ellos en esta obra de
misericordia.
Mas ¿qué tiene esto de maravillar en un varón tan humilde como
el P. Vigo? «Porque con decir que era humildísimo, habla el H. Goñi, está
dicho todo. Cuantas veces salía yo con él, siempre me encargaba que no
dijera que era Provincial. También me encargaba que siempre que hubiese
mucha gente en la iglesia para confesar lo llamase. Y claro está, se metía
en el confesonario, y con su prudencia y sus sabios consejos atraía tanta
gente, que luego venían á la sacristía preguntando:- ¿quién es este padre?
¿cómo se llama?— y no podía decir otra cosa sino: «es el P. Vigo».
A este amor á la vida escondida y deseo de ocultar hasta su nombre
juntaba gran desconfianza en su propio parecer, rasgo muy característico
de la verdadera humildad. Era amigo de conocer la opinión de los demás,
y la adoptaba fácilmente y con agrado. El plano y diseño del colegio de
Sarria, del cual dijo N. M. R. P. General Martín, que estaba sabiamente
pensado (sapienter cogitatum), lo paseó por toda la provincia, pidiendo
y oyendo el parecer de todos antes de aprobarlo definitivamente.
206
Refiere un H. coadjutor que «siendo el padre ya Provincial, al to-
marle la cuenta de conciencia principió á pedirle mil perdones por un des-
cuido que dijo había tenido, y era que, habiendo enviado á Roma las infor-
maciones de los que habían de hacer aquel año los últimos votos, se había
olvidado de incluir las suyas; pero al decirle el H. que aun le faltaban dos
años por no tener los 30 de edad, aunque pasaba de los 10 de Compañía, se
le ensanchó el corazón».
«Otra vez, prosigue el mismo, al amonestarme, y sin duda para en-
áuhar lapeluquilla, me dijo: Tampoco á mí me faltan reprensiones; y para
probarlo se empeñaba en querer leerme una carta que había recibido del
P. General: pero dejó. de leerla á la fuerte resistencia que le hice». — «En
esta casa, escriben de Roma, conservan gratos recuerdos de él los que le
conocieron en tiempo de la Congregación General y tuvieron el gusto de
tratarle, robándoles, como ellos dicen, desde el primer instante el corazón,
sobre todo por el trato sencillo, familiar y caritativo».
El buen P, Nutó, que santa gloria haj'a y que como diligente hormi-
guita, recogía y guardaba estas migajas de virtud, nos ha procurado no po-
cos rasgos de éstos, relativos al P. Vigo. El nos recuerda cómo siendo el
P. Vigo Provincial preparó, en Valencia, por sí mismo la Academia que en
el colegio se celebró con motivo del Congreso Eucarístico del 94, y
dejando la presidencia al padre rector del colegio, él asistió al Acto es-
condido junto al piano.
Algo parecido refiere también de su último año de rector en Valencia,
en que, estando retirado en la casa de la Purísima á causa del mal estado
de su salud, quiso venir á preparar por sí mismo la solemnísima fiesta de la
primera comunión de los niños, que dio el Sr. Arzobispo, y la víspera
misma se volvió de nuevo á su retiro dejando toda la gloria á los su-
balternos.
Corría parejas con tal humildad su rendida obediencia, virtud más de
admirar en quien tuvo cargo de otros. Pero oigamos lo que acerca de ella
nos dice uno de los padres más autorizados por su saber y virtudes religio-
sas, que trató íntimamente al P, Vigo: «Lo que fué para mí de especial
edificación en el P. Vigo, era la pronta y sencilla obediencia á sus superio-
res, y la veneración que les mostraba. Parece que cifraba su contento en
conocer lo que sus superiores querían para cumplirlo sin pensar más. Bas-
taba una indicación de ellos ó espontánea, ó respondiendo á sus consultas,
para seguirla con decisión y rendimiento, aunque antes tal vez hubiese él
pensado otra cosa. Esta docilidad de juicio era más notable en quien tantos
años fué superior y era tan estimado por su buen criterio. Lo noté también
207
en las consultas que hacía á algún padre en particular, y en el modo de re-
cibir las respuestas».
Y luego pasa á insinuar otras virtudes. «Su amor á la Compañía de Je-
sús era bien conocido, y ¡cuánto trabajó por ella á pesar de su poca salud y
con gran abnegación y humildad, procurando siempre ocultar su persona!»
Todo esto es del citado Padre. «Por mi parte, observa el P, Cervós, adver-
tí en él una conciencia rectísima, un deseo sincero y constante de agradar á
Dios y servir á la Compañía».
Bien persuadido el P. Vigo de que el superior es para los subditos, an-
tes que para otros, «se aplicaba principalmente al gobierno de los nuestros
con un trato siempre paternal y suave; aunque con los incorregibles y dís-
colos era firme y no dejaba de agotar todos los medios para reducirlos y
ganarlos antes de apelar á los últimos recursos que las Constituciones de la
Compañía prescriben». Domesticae disciplinae cultor eximias, le apellida
el P. Nutó, y añade, ut ea máxime vigeret summo studio allaborabat.
Ponía especial empeño en encomendar á cada uno lo que podía hacer
mejor y mostraba especial satisfacción cuando los subditos así lo hacían, y
con esto lograba tener fácilmente contentos á todos.
«En los días de prueba y de persecución de las Órdenes religiosas, que
le alcanzaron siendo Provincial de Toledo, dio muestras de grande serenidad
y valor, al par que de paternal solicitud en procurar que sus subditos no
padeciesen y buscándoles casas de confianza donde se albergasen y toman-
do cuantas precauciones aconsejaba la prudencia con aquella tranquilidad
de ánimo que nunca le faltaba».
«Tenía un gran corazón para sobrellevar los defectos y enfermedades
físicas y morales de los subditos, de los cuales era amado y respetado, sal-
vo raras excepciones; pues nunca faltan, aun entre los religiosos, almas im-
perfectas que, ó no saben estimar lo que vale, ó no tienen dominadas sus
pasiones, permitiéndolo así el Señor para ejercicio de los superiores».
«Antes de conocerle personalmente, nos dice el P. Pastélls, aprecié en
Manila su grande alma, transparentada, por decirlo así, en sus cartas, llenas
de encanto por su ingenuidad, fluidez y tersura. Escritas á vuela pluma y
con correctísimo estilo, iba siempre disparado en ellas al meollo del asunto,
al fondo de la cuestión, al nudo de la dificultad, y allí estampaba sus máxi-
mas y reflejaba sus dotes, dejando siempre impreso su carácter, y, como
en huella indeleble, sus virtudes».
Hablando más abajo de su espíritu de mortificación, prosigue: «A pesar
de su habitual delicado estado de salud, sufría con igualdad de ánimo las
privaciones anejas á sus continuos viajes por mar y por tierra. Varias ve-
208
ees llegamos á Veruela entre 10 y 11 de la noche con un cierzo congelado
del Moncayo que partía la cara y se nos metía por las ventanillas mal ajus-
tadas del vehículo; muchas veces nos tocó comer de fiambre en algún va-
gón ó camarote porque era enemigo de comer en fondas; y jamás se quejó
de nada, antes en estas circunstancias se mostraba más jovial».
Y ya que de su trato con los subditos hablamos aquí, parecen tener lu-
gar algunas atinadas observaciones del P. Nutó.
«En pedagogía, dice, detestaba el P. Vigo el sistema de rigor y lo que
quería era verdadera emulación en las letras y en la virtud, conseguida con
la aplicación y virtud de los profesores. Su sistema pedagógico favorito
está expresado exactamente en mi obrita Avisos, pues á medida que lo iba
yo escribiendo se lo iba leyendo, y si alguna cosa no aprobó enteramente
no lo imprimí.
«También detestaba el brillo de oropel y los actos literarios los quería
muy lucidos, pero con solidez.
»A los colegiales quería que se les explotase, que se les diese lo que
mereciesen, haciendo lucir á los que en verdad lo valiesen.
«Anatematizaba el sistema del despedir fácilmente. Sabiendo que yo
en un principio propendía á esto (pues es muy cómodo), siendo él Provin-
cial me contó, como si no lo dijese por mí, que un diario de Barcelona es-
cribía una serie de artículos contra los colegios nuestros actuales. «Créese
ser de un ex, me decía el P. Vigo, pues se muestra muy enterado de ellos.
Dice que hoy día hemos perdido el arte de educar de nuestros antiguos Pa-
dres que obtenían que los malos se hicieran buenos ó al menos medianos;
mas que hoy todo nuestro arte consiste en echar á los malos y quedarnos
con los buenos».
Pero la que más campea sobre este conjunto armónico de virtudes y la
que constituye como la fisonomía de su retrato moral, es la prudencia, y á
ella acompañaba el don de consejo y su grandeza de ánimo, que fueron co-
mo los brazos que le ayudaron en las grandes empresas.
«Descollaba en el trato por su prudencia y discreción, afabilidad y cor-
dura, nos dice el P. Pastélls. De condición suave, poseía en grado eminente
el don del buen consejo; razón por la cual era consultado por personas de
la más alta alcurnia y de mayor viso en la sociedad.
»En los negocios que lo pedían guardaba con cien llaves el secreto, y
si era preciso consultarlos con terceras personas, eran las indispensables,
de mayor confianza y que mejor pudieran asesorarle; y nunca descorría del
velo más que la punta obligada para la consulta.
»Era hombre de concepciones prácticas y de mucho aliento en la eje-
209
cución. Antes, empero, de comenzar cualquier obra, se penetraba bien de
su importancia, necesidad y conveniencia, y estudiaba su factibilidad y rea-
lización».
Tanto las familias de los colegiales, apunta el P. Nutó, y estos mis-
mos, que aumentaron en número las dos veces que estuvo de rector,
como los profesores del Instituto, tenían en él gran confianza. No quería el
padre que á éstos se achacasen los fracasos de los exámenes. Al llegar á
Valencia la primera vez, encontró un curso fracasado en Junio, y que debía
examinarse por Septiembre. Con exquisita prudencia evitó un nuevo fra-
caso que se temía, renunciando al derecho de entrar en el tribunal el profe-
sor nuestro; y el desenlace fué feliz. Por esto el Sr. Polo y Peyrolón ca-
lificaba la muerte del P. Vigo de pérdida irreparable.
Esta prudencia singular contribuía en gran manera á hacer acepto su
gobierno á todos. Al llegar, por ejemplo, de visita á una casa observaba
mucho cosas y personas, preguntaba luego el parecer á los que podían dar-
lo sobre lo que se hacía y se podía hacer, y con esto preparaba y hacía
más suaves los cambios.
«Después de la primera congregación provincial que tuvo, me dijo, es-
cribe el P. Adroer, uno de los PP. congregados: Ya puede estar satisfecho
el P. Provincial con este voto de confianza tan absoluto y universal que
le ha dado la congregación en la materia de estudios. Era en tiempo en que
este tema era todavía objeto de algunas discusiones y variedad de pa-
receres.
»Con ser forastero en la provincia de Toledo pronto se ganó las volun-
tades, pues me escribía unos meses después de entrar en el gobierno: «No
encuentro más dificultades aquí de las que tendría en Aragón, es decir, las
anejas de suyo al Provincialato».
Otro padre de la provincia de Castilla muy juicioso y observador
cuenta que quedaba admirado de las consultas que le hacía el P. Vigo, y
por el modo de proponerlas echaba de ver las miras altas y la precisión sa-
gaz de todas las dificultades que podían atravesarse para llevar al cabo lo
que exigía el bien de la Compañía. «Así que siempre que este padre, añade
el P. Cervós, me hablaba del P. Vigo, era con estima muy superior á la que
tenía del común de los padres que gobiernan en la Compañía, colocán-
dole entre los más aventajados que él conocía, y conocía lo mejor que
tenemos».
Su prudencia y diligencia consiguió lo que en vano se había procu-
rado antes, á pesar del derecho de la Compañía. Me refiero á la tras-
lación del cuerpo de S. Francisco de Borja á nuestra iglesia. En tiem-
14
210
pos muy turbulentos y difíciles lo trasladó á las 4 de la madrugada en el
lando de los Duques de Medinaceli, acompañándolo él desde el templo de
Jesús Nazareno de PP. Capuchinos á nuestra iglesia sin el menor con-
tratiempo.
«Me consta, escriben de Roma, que tanto N. M. R. P. General Luis
Martín, en cuyo generalato gobernó, como el R. P. Asistente, tenían al
P. Vigo en gran concepto por ser un buen religioso, amante de nuestra
madre la Compañía, y como hombre de gobierno, prudente y de conse-
jo, y por tener un corazón grande, en donde no cabían cosas mezquinas».
Y que de verdad era hombre de ideas grandes y generosas, lo comprueban
las obras que emprendió y llevó al cabo.
Comenzando por las de nuestra Provincia, obra suya es y por decirlo
así hechura de sus manos, el espléndido colegio de S. Ignacio de Sarria le-
vantado de planta y muy bien situado.
A él se deben también las notables reformas que se han venido haciendo
en la santa Cueva de Manresa y principalmente el magnífico Terceronado
que junto á ella se levanta. Vio en Barcelona á D.'* Dolores Serra, viuda de
Pons, dispuesta á dar una buena limosna, y le propuso por medio del padre
La Rúa, la fundación de un Terceronado. Cosa parecida sucedió en Madrid
con la Marquesa de Vallejo en la fundación del Externado, de que liego
hablaremos, sirviendo aquí de instrumento, si no me equivoco, el P. Hi-
dalgo.
En Manresa también es fundación suya la Residencia del Rapto, junto
con la iglesia y sacristía, que son de Sr. Obispo, se tomó la enfermería y la
sala de dibujo del colegio, y después en varias veces se ha ido ensanchan-
do, hasta llegar á lo que es hoy.
En Gandía instaló Noviciado, pues antes no había más que Residen-
cia, enriqueciendo aquel relicario del palacio del Santo Duque y haciendo
construir la santa Capilla. Edificó también buena parte para Noviciado, es
á saber, el cuerpo que une hoy la parte antigua con la novísima, y gastó
mucho dinero en otras mejoras de la casa, especialmente en el dique de con-
tención de la parte del río Serpis.
No fué menor su actividad en los años que rigió la Provincia de To-
ledo.
Las tres Residencias de Cádiz, Toledo y Ciudad-Real respectivamen-
te, revelan bien á las claras su espíritu emprendedor por una parte, y por
otra la abundancia de medios, que sabía pronto arbitrar su celo ó conquis-
tar su trato.
Él adquirió la envidiable casa de campo con que hoy cuenta el Colegio
211
del Puerto de Santa María, en una altura dominando el mar, que no dista
de allí más de cinco minutos, y rodeada toda ella de jardines, que es una
delicia.
Sevilla tiene hoy medio-pensionado y externado floreciente, gracias á
los alientos del P. Vigo que aceptó su fundación.
En su tiempo, aunque no precisamente por su iniciativa, se comenzó á
publicar v^Razón y Fey>; y para sus redactores mejoró no poco las condicio-
nes del edificio, antes poco favorables, en la Residencia que llaman Pri-
mera, hoy en día Casa profesa. El nuevo refectorio, las salas de recreo, el
claustro bajo, las tribunas, con otras notables mejoras de aquella casa, la
transformaron notabilísimamente.
Gracias al P. Vigo goza hoy la «Congregación de María Inmaculada y
S. Luis» de Madrid de una hermosa casa social en la calle de Zorrilla, fun-
dación de la Excma. Sra. Condesa de Rivadedeva.
Pero el monumento que hará perdurable la memoria del P. Vigo es sin
duda el magnífico «Instituto de Artes y Oficios»,— que tan opimos frutos
viene dando ya y aun los promete mejores— y el amplio Externado que,
junto con aquél y una hermosa iglesia, forman solos una manzana en lo más
céntrico de Madrid.
Pongamos remate á esta relación con la que el P. Nutó hizo de la últi-
ma enfermedad y muerte del P. Vigo á raíz de ella. Desde que volvió á
Valencia (6 de Diciembre) ya se echaba de ver que, aunque viviera más ó
menos tiempo, no podría ocuparse ya en ningún trabajo serio. El, sin em-
bargo no lo veía así y animábale la esperanza de poder todavía hacer algo
en bien de las almas. Con esto el P. Castellá animábale ofreciéndole un
confesonario en la iglesia de la Compañía, donde podría por de pronto sen-
tarse algunas horas cada semana, hasta cobrar más fuerzas.
Cuando se fué convenciendo de que esta esperanza era ilusoria, fué
grande su pena, de tal suerte que, cuando alguna vez recordaba lo que
antes hacía, veníanle las lágrimas á los ojos, al ver lo cual algunos seglares
le decían: «Padre, V. ya puede descansar ahora, pues bastante ha traba-
jado».
Aunque el mal que le consumía iba lentamente debilitando sus faculta-
des mentales y aun el habla, dolores físicos tuvo pocos, así es que al pregun-
tarle: «Cómo se encuentra V. R.» solía contestar: «Mal, muy mal, yo no sé
explicar lo que tengo; sólo sé que estoy muy mal, y no me pregunte usted
más». Cuando más sufría era por la noche, dando gritos y trayendo en ja-
que á los enfermeros; lo cual hacía inconscientemente, pues cuando, ya cal-
mado, se daba cuenta de lo que creía habría molestado á éstos y á los vecinos,
212
pedíales perdón con mucha humildad. Y lo mucho que eso le apenaba lo po-
demos comprender los que le habíamos conocido antes y habíamos visto el
sumo cuidado que tenía en no contrariar á otros. Yo no dudo que esto mis-
mo de ver que no sólo no podía trabajar, sino que era carga para sus her-
manos, fué la última cruz con que el Señor quiso acrisolar su alma para
procurarle nueva mina de merecimientos.
Por lo demás, hablaba y discurría bien; mostraba sumo agradecimiento
á las menores pruebas de interés; elegrábase con cualquier buena noticia
que le daban, y gustaba que le contasen ó leyesen hechos interesantes
de actualidad, manifestando en todas ocasiones su encendido amor á la
Iglesia, á la Compañía y á España con el singular contento y alegría, de
que daba muestras, por los buenos sucesos que á ellas se referían. Siempre
que oía algún triunfo sobre los moros ó los anticlericales y muy singular-
mente las gloriosas estrenas mitinescas de antiguos colegiales, era tal su
emoción que prorumpía en una risa nerviosa acompañada de dulces lá-
grimas.
Si toda la vida había sido piadoso, naturalmente más había de serlo
ahora. Hacía frecuente uso de jaculatorias, haciéndose leer muchas veces
una colección de ellas que tenía, repitiendo él solo con extraordinario afec-
to estas dos: «¡Jesús mío, misericordia! y ¡Vos, dulce Corazón de María,
sed mi salvación!» y con ellas atendía no solamente á su propio consuelo,
sino al alivio de las benditas almas del Purgatorio.
Veíasele totalmente resignado en la Divina Voluntad, como lo demos-
traba con frases que salían del fondo de su alma. Y aunque, como hombre,
á ratos sentía todo el horror á la muerte, como su mismo estado le iba paso
á paso despegando de lo de acá abajo, la deseaba, aunque temía la poca pre-
paración para la cuenta que debía dar y el parecerle que se acercaba á
ella ¡sin haber trabajado nada por la Compañía! Por esto suplicaba á veces,
con extraordinaria vehemencia, al P. Rector ó á otros, que en aquella hora
no le abandonasen.
Como todo el mundo le quería, los nuestros y los seglares, valencianos
y no valencianos (pues recibía no pocas y muy afectuosas cartas que le
ofrecían oraciones, penitencias, comuniones, etc.) rogaron mucho por él;
pero el fruto sazonado con largo trabajo y no poco ejercicio de oportet pa-
ti, estaba ya maduro para ser presentado á la mesa del Padre Celestial.
El 23 de Noviembre agravóse la enfermedad, y temiendo que llegase á
perder totalmente el conocimiento, dispuso con mucho acierto el P, rector
que se le administrase el santo Viático. Recibiólo con mucha edificación,
aumentando ésta con un acto de sincera y profunda humildad, muy natural
213
en él: al ir á recibir al Señor rogó el P. rector que pidiese á todos los pre-
sentes que le perdonasen lo que les hubiese escandalizado con sus faltas y
pecados. Estaban presentes todos los PP. y HH. del Colegio y varios de la
Casa Profesa.
Al amanecer del día de la Virgen de los Dolores dióle un ataque apo-
plético que le dejó insensible y paralizado todo el lado izquierdo. Desde en-
tonces sólo funcionaban en su cuerpo los aparatos respiratorio y circulatorio.
Sentado en un sillón y apoyada la cabeza en una almohada, permaneció
inmóvil los tres últimos días, respirando con mayor ó menor fatiga, sin reci-
bir una sola gota de líquido. ¿Funcionaban las potencias del alma? Lo igno-
ramos. Dos solos indicios pareció dar: fué el primero, que habiendo muchas
veces insinuado el deseo de que cuando estuviese próximo á la muerte pusie-
sen en su mano un pequeño crucifijo con el cual podría ganar toties quoties,
lo besare, indulgencia plenaria, dióselo el H. enfermero y él lo apretó tan
fuertemente, que como quisiese más tarde el mismo H. quitárselo, por te-
mor de que en alguna convulsión repentina se lastimase, no fué posible has-
ta después de muerto. El otro indicio dudoso fué que como el día de S.José,
antes de comer, se pusiese muy grave, el P. rector le preguntó si quería
recibir la absolución in articulo mortis y pareció decir que sí, y el R. Pa-
dre Provincial, que estaba presente, se la dio.
Por fin el Lunes Santo (21) á las diez de la noche vióse que aquella vi-
da se acababa; se le hizo la recomendación del alma, y á cosa de las 1 1
aquella bellísima alma dejó este valle de lágrimas para ir á juntarse por to-
da una eternidad con sus tantas veces invocados Jesús, María y José, que
habían sido todos sus amores.
Al día siguiente hiciéronse las exequias con toda la solemnidad que nues-
tras Costumbres permiten. Todo el colegio y unos pocos seglares (pues no
había cundido aun por la ciudad la noticia de su muerte) asistieron á la misa
de Réquiem y responso en la iglesia. A las 4 de la tarde todos los cole-
giales internos y externos, con muchos seglares de lo más granado de la
ciudad, y el Secretario del Sr. Arzobispo en su representación, desfilaron
ante el cadáver, acompañándolo en procesión hasta la puerta de la verja,
donde se cantó el último responso. Algunos PP. y alumnos y muchos segla-
res siguieron hasta el cementerio.
¡Padre ciertamente benemérito de nuestra Religión y en particular de
este Colegio de Valencia, creo que puede afirmarse, después de recorrer
su historia, que ha sido el mejor Delegado que ha enviado S. José! Dos veces
rector, conquistóse desde la primera el amor de los colegiales, la confian-
za de los Nuestros y la veneración de los seglares, en tal manera que en
214
ambas vióse al terminar su primer curso aumento de alumnos y mayor bri-
llo en las letras. Aun ausente quedó como sombra protectora del colegio,
por la grande estima que había sabido captarse entre las principales fami-
lias y los catedráticos del Instituto, entre los cuales parece increíble la
veneración con que hablaban de él D. Pedro Fuster y D. Manuel Polo y
Peyrolón.
Todo se lo ganaba con su confianza en Dios y profundo espíritu de pie-
dad, que no había cosa que más ahincadamente nos recomendase cuando
rector y cuando Provincial, y además con el fino y amable trato, pues co-
mo superior era verdadero padre: estudiaba el natural de cada uno. sabía
colocarlo en su verdadero punto, y á todos demostraba la más delicada con-
fianza, juntando admirablemente en su gobierno el fortiter et suaviter.
Recompensóle Dios en parte ya en esta vida, pues de él puede decirse
que fué: dilectus Deo et hominibus. A la verdad yo nunca he oído quejas
de él, antes sí muchos elogios, y era mucha su autoridad entre cuantos le
conodan dentro y fuera de la Compañía. Bien se lo merecía todo, pues nun-
ca se le oía hablar mal de nadie, y ni aun en broma gustaba que se dijese
cosa que pudiera molestar á quienquiera que fue^e. Era por demás compasi-
vo con los que sufrian y agradecía mucho lo que cada uno trabajaba.
Para con los niños encarería constantemente el trato suave y espiritual.
más que el rigor, y finalmente era con los pobres muy benigno y dadivoso.
Muchos sintieron su muerte más que la de otros, sin duda porque parecía
poseer el P. Vigo el don de X. P. S. Ignacio, que cada uno de los que le
trataban persuadíase ser el preferido.
Él nos alcance saberle imitar en esta vida para poderle seguir un día en
la otra, donde habrá recibido el premio de sus trabajos. ¡Dichoso él que es-
tá ya en el puerto y no ha de temer las tormentas de este mar de la vida!
Al partir nos ha dejado el ejemplo de sus virtudes y la saludable lección de
lo deleznable que es el hombre.
RESIDENCIA DE GERONA
DOS MISIONES DIFÍCILES EN LA DIÓCESIS
DE GERONA
Narración escrita por el P Antonio Viladevall
I. -MISIÓN DE SAN FELÍU DE GUÍXOLS
(1 1 á 22 de Noviembre de 1 908)
Fueron tantos y tales los incidentes de esta misión, que bien merecen
ser relados extensamente.
Al invitarme el P. Superior de Gerona á tomar parte en esta empresa,
mis impresiones y esperanzas sobre ella condensáronse en estas palabras:
«Si salimos de San Feliu con todos los huesos sanos y en su respectivo lu-
gar, me daré por muy satisfecho del fruto de esta misión?.
Porque es San Feliu una ciudad anticlerical por antonomasia y no sólo
anticlerical, sino sectaria. Baste decir que tendrá de 16 á 18 mil almas, y
sin embargo, apenas llegan á 50 los hombres que habitualmente oj'en misa
los días festivos y cumplen con el precepto pascual. Allí ha habido de todo;
bombas de dinamita, disolución de procesiones á pedradas: en una palabra,
funcionan allí regularmente dos logias, según parece.
Fueron señalados para esta empresa, además de mi humilde persona,
losPP. Ferrer Francisco, de Gerona, y Recolóns. de Barcelona, aunque és-
te último no f>odía venir á tomar parte en nuestras tareas hasta cuatro días
después de comenzadas, resultando luego que, por causa de las inundacio-
nes, no vino sino cuatro antes de concluirlas. La misión debía durar semana
v media, del 11 al 22 de Noviembre, ambos inclusive.
216
Llegué pues á Gerona el 10 á cosa de las 6 de la tarde, y poco después
de llegar se recibía un recado de Palacio para que el P. Superior y yo fué-
semos á avistarnos con el Sr. Obispo. Fuimos inmediatamente y encontra-
mos al Prelado y á su Secretario conferenciando con el Gobernador Civil;
introducidos á tomar parte en la conferencia, el Sr. Obispo nos comunicó
que en las esquinas de San Feliu habían aparecido unos pasquines amena-
zadores contra nosotros, excitando en particular al populacho á impedir la
procesión de entrada, que se había dispuesto con solemnidad , con lo cual
creían los malos, sin razón, impedir toda la misión.
Conocimos que en el ánimo de Su lima, había hecho gran mella la no-
ticia y que por ende sus resoluciones irían inspiradas de la mayor pruden-
cia. Nuestro parecer hubiera sido no cejar, mayormente viendo que el
Gobernador era de buenas ideas y estaba dispuesto á protejernos; pero el
Prelado impuso su parecer diciendo, que su principal empeño era se lle-
vase á cabo de un modo ú otro la misión, ya que, dada en San Feliu, no se
hallaría ya resistencia en otras partes, á las cuales servía de ejemplar, de-
cayendo el ánimo de los malos al verse derrotados en su principal baluarte.
Por consiguiente no vayamos á provocar conflictos desde un principio; de-
sistamos de la procesión y de toda solemnidad á la entrada; cambiemos la
hora señalada para ésta, á que los sectarios aguardan á los Padres; salgan
éstos, no á lastres de la tarde, como estaba convenido y anunciado, sino en
un tren que, según la Guía, sale á las 11 '55, y así se verán sorprendidos
por la presencia de los misioneros sin aguardarlos. Mandaré, añadió el
Sr. Obispo, uno de mis familiares en el primer tren para dar aviso de todo
al Sr. Cura y comunicarle órdenes de que suspenda toda manifestación en
público, y prepare un carruaje en que los PP. vayan directamente de la es-
tación á la casa parroquial, sin ser vistos de nadie. Este modo de pensar
del Prelado parece que dio pie, según supimos después y explicaré á su
tiempo, á que el Sr. Gobernador oficiara al alcalde de San Feliu, en términos
absolutos, que no permitiera, hasta nueva orden suya ningún acto ex-
terior del culto.
No nos supo muy bien comenzar declarándonos vencidos y dando así
ánimo al enemigo, que suele ser, como dice nuestro santo Padre flaco por
fuerza y fuerte de grado; pero ¿qué remedio nos quedaba? Manda quien
manda, y además no faltaban grandes razones para mandar así, pues real-
mente, de que hubiese unas pedradas á la entrada podía depender el éxito
de la misión, dado lo cobardes que son los buenos en aquella ciudad. Acata-
mos pues las disposiciones del Prelado.
Pero el hombre propone y Dios dispone. Vino el día siguiente á decir
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misa en nuestra iglesia un sacerdote que, habiendo vivido algunos años en
San Feliu, estaba bien enterado de los trenes, y dijo á nuestro P. Superior,
al explicarle éste lo tratado y determinado la noche antes, que el tren de las
1 1 '55 en que pensábamos ir, no circulaba más que durante el verano, para
los bañistas.
¿Qué hacer en vista de ésto? Determinamos acudir al Gobernador.
Fuimos el P. Ferrer y yo á gobernación y expusimos lo que pasaba. In-
mediatamente averigua el Gobernador por teléfono la verdad del aserto y,
viendo que efectivamente no había tren, trató amistosamente con nosotros
10 que sería conveniente resolver. Leyónos un telegrama, que acababa de
recibir del alcalde de San Feliu diciendo que la situación allí se agravaba por
momentos y que él no podía responder del orden; que lo más prudente sería
que desistiesen de ir los PP. Misioneros. «Ahí está la púa del trompo, le
dije entonces al Gobernador; este alcalde, republicanoté como es, trata
de impedir la misión por vía de prudencia, como tantas cosas buenas se es-
tán por este camino impidiendo en España, y así juzgo que exagera y aun
tal vez fomenta el malestar á este mismo fin».— Si es así ya le arreglaré yo á
este alcalde: VV. irán á la hora primeramente convenida, yo iré con VV. y
ahora mismo voy á telegrafiar cual conviene al alcalde. Redactó un tele-
grama y nos lo leyó para ver si nos parecía bien. Decía así poco más ó me-
nos: Voy á esa con los PP. tren 3. Vd. me responde completamente
del orden. Salga á recibirme á la estación de Cassá de la Selva en
donde cruzan los trenes.
Convenidos ya en esto, creímos que no podíamos ni debíamos prescindir
de comunicárselo al Sr. Obispo. Nos dirigimos pues el P. Ferrer y yo al pala-
cio episcopal. Su lima, sintió mucho que no hubiese tren y, á pesar de ello
insistió en que no debíamos de ningún modo ir á las tres para llegar á las cin-
co y media, hora en que nos aguardaban los sectarios, — «Pero, Señor ¿có-
mo nos lo vamos á arreglar si no hay otro tren? — Reflexionó un rato y
luego dijo: Vayan VV. en carruaje, yo lo pagaré. — Y ¿á qué hora vamos
á llegar en carruaje? (en tren se emplean dos horas). — Tómenlo inmediata-
mente y aún podrán llegar antes de la noche. — Pero antes hay que comer,
arreglar las cosas, etc. etc. — Cuando se va así, insistió, se pasa de cual-
quier modo. — Échelo á broma y le dije: «Señor Obispo, ¿cree V. E. que
hay realmente peligro de la vida? — pues sí, lo creo. — En este caso, mue-
ra Marta y muera harta, á morir yo no voy sin comer». Eran ya más de las
11 de la mañana: con vernos tan resueltos, con insistir en que todo queda-
ba ya arreglado con el Gobernador, con prometerle que no saldríamos de la
estación si la cosa amenazaba y rogarle que fiase un poco en nuestra pru-
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dencia, que nosotros tampoco queríamos provocar ningún conflicto y echar
á perder la empresa, y con asegurarle que iríamos antes de partir á la esta-
ción á conferenciar con su enviado, que llegaba á cosa de las dos, y que
de venir éste alarmado desistiríamos de nuestro viaje; logramos calmar algo
su ansiedad y recabar de él que nos dejase obrar por nuestra cuenta. Tan-
to el P. Ferrer como yo nos sentíamos ansiosos y dispuestos á todo, con la
gracia de Dios.
Fuimos pues á la estación después de comer; llegó el enviado del
Sr. Obispo muy animado, asegurando que nada había que temer; que todo
era, según habíamos presumido, una añagaza del alcalde y sus compin-
ches para intimidarnos, tramado todo á última hora para que no hubiese
tiempo de enterarse bien de lo que ocurría; entregónos también un ejem-
plar de cierta hoja clandestina que, en connivencia con el alcalde, y aún,
según se tenía como cierto, escrita con su colaboración, se había repartido
por las calles aquel mismo día.
Después de los lugares comunes de fanatismo, de libertad, etc. etc. la
tal hoja concluía así: Ellos son los que provocan, los que excitan, los
que vienen á renovar el odio, á molestar las creencias ajenas. Ellos
serán los responsables de cuanto suceda. ¡Liberales ú defenderse!
Demos d esa gente insensata, pendenciera y orgullosa el castigo que
se merecen.
Acercábase la hora de salir el tren y llegó el Sr. Gobernador. Propu-
símosle ir en coche separado para no comprometerle; pero se opuso: «No,
dijo, quiero presentarles yo mismo al alcalde al encontrarnos con él en el
cruce». Durante todo el trayecto de una hora estuvo habiéndonos con gran
familiaridad; dímosle cuenta de lo que nos había dicho el sacerdote recién
llegado y le dimos á leer la hoja clandestina. Al enterarse de la parte que
en ella se atribuía al alcalde, formó su plan para tenerle en su mano du-
rante toda la misión, esto es, amenazándole con un proceso por dicha hoja;
plan acertadísimo y que surtió muy buen efecto, como luego veremos. En
toda la conversación pareciónos que estaba bien dispuesto y obraba con leal-
tad, pero le desazonaba lo que podía ocurrir si en las Cortes algún diputa-
do de la cascara amarga interpelaba al Gobierno sobre este asunto y desde
luego nos anunció su propósito de tener al Ministro de la Gobernación al
corriente de cuanto sucediese.
Así llegamos á Cassá de la Selva, en donde cruzan los trenes, y vi-
mos aparecer ün tipo azarado y raquítico, con un bigotillo, que le daba tra-
zas de un peluquero de tercera clase. ¿Aquello era el alcalde de San Feliu?
Sí, era él. Inmediatamente el Gobernador, que poco antes de llegar había
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ad hoc refrescado la memoria de nuestros nombres, nos presentó á él. —
«Mis amigos los PP. Ferrer y Viladevall» ¡Qué mal le sonó á aquel quídam
la palabra amigos, que supo muy bien subrayar el Gobernador! Estaba el
pobre atortolado y sin saber lo que le pasaba.
Pero creció su espanto cuando su Superior jerárquico, encarándose con
él, prosiguió con gravedad y hasta con enfado: «Señor alcalde, voy á
San Feliu á hacer justicia. Allí se ha cometido una gravísima infracción de
la ley, publicándose una hoja subyersiva y, aunque no lo fuera, cae bajo el
dominio del código penal por el mero hecho de ser clandestina. Quiero ave-
riguar de quién ha salido y quién ha cooperado á ella, y todos cuantos
halle culpables serán procesados; y sepa V., añadió con retintín, que ya
tengo por la policía indicios muy graves contra algunos». A aquel pobre
diablo un color se le iba y otro le venía, y al preguntarle el Gobernador si
se temía algo á nuestra llegada, contestó atortolado: «No señor, ahora todo
está apaciguado, yo respondo del orden. — Pues hombre, aun no hace cua-
tro horas me telegrafiaba V. todo lo contrario».
Nosotros procuramos aislarnos de aquella conversación por no confun-
dir más al asendereado alcalde.
Dos estaciones antes de llegar á San Feliu subió á nuestro vagón el
Sr. Cura, el cual después de saludar al Gobernador, nos notificó que, obe-
deciendo las órdenes del Prelado, había suspendido la procesión de entrada
y tenía preparado un coche, que nos conduciría directamente á la iglesia
para predicar el sermón preparatorio.
Llegamos por fin: El Gobernador con el alcalde y demás personalida-
des que salieron á recibirle, quedóse en el andén, y nosotros, es decir el
Sr. Cura y los Padres, nos apresuramos á salir de la estación situada en las
afueras de la ciudad y levantada unos tres metros sobre el nivel de la pla-
za, á la cual se baja por diez ó doce escalones. Era realmente imponente el
aspecto de aquella plaza que llenaban centenares, tal vez miles de personas,
en gran silencio y expectación. Se les había dicho que llegaban unos 200
misioneros jesuítas armados todos, como suelen, de su respectivo puñal pa-
ra imponer la religión á cuchilladas. Por la misma causa también estaban
llenas de gente las calles todas del tránsito, que recorrimos en carruaje muy
deprisa, demasiado aprisa, pues parecíamos fugitivos.
En vista de la multitud y expectación de la gente ocurriósele al P. Fe-
rrer la idea de que sería bueno apearnos para que nos vieran á su placer y
sirviese esta curiosidad de reclamo para los actos de la misión; idea que á
mí me pareció muy bien, pero se opuso el cura, ya por las terminantes ór-
denes del Prelado, ya también por estar empezada la función en la iglesia
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por orden del mismo cura, sin contar con que el tren podía haberse re-
trasado y resultar una plancha fenomenal.
Llegamos pues escapados á la puerta de la iglesia parroquial, en donde
nos aguardaban 8 ó 10 personas; dentro del templo había algunas más, muy
pocas, á causa sin duda, del miedo: pero empezamos, animándolos y exhor-
tándolos á acudir sin recelo y á procurar que acudiesen otros muchos.
A la mañana siguiente el auditorio creció de un modo muy notable, lo
cual no nos estrañó toda vez que no era probable que los malos intentaran
algo tan de madrugada. Pero vino la noche y, con sorpresa y no menor go-
zo vimos la iglesia casi llena.
Aquella mañana á las once habíamos tenido el acto de los niños, los
cuales acudieron en tan gran número que fué preciso dividirlos por no ca-
ber en sola la iglegia parroquial. Pasó el P. Ferrar con los niños á la iglesia
de S. Juan, quedándome yo con las niñas en la parroquial. Es que en SanFe-
liu hay un colegio de HH. de las escuelas cristianas á que asisten cerca de
300 niños y tres colegios de religiosas, con un total de 400 niñas. ¡Grande
esperanza para lo porvenir!
La asistencia á los actos fué siempre creciendo hasta llenarse el templo
de bote en bote el viernes, sábado y sobre todo el domingo.
Los malos se estaban quietos y un periodicucho sectario que allí se
publica titulado <íEl Programay> aconsejaba tolerancia á los suyos, pero
con mucho retintín que no se haría ningún acto exterior del culto, que los
fanáticos se guardarían bien de salir á la calle, recomendándoles al
mismo tiempo que se abstuvieran de acudir á la iglesia, ni aun por curio-
sidad.
Estas alharacas de los sectarios hacían de todo punto precisas las
procesiones públicas, si no se quería que ya en adelante, triunfantes los ma-
los en esta ocasión, imposibilitasen toda manifestación católica por las calles
y aun quien sabe si hasta la salida del mismo santo viático. Así lo vieron y
entendieron desde un principio los católicos de aquella ciudad.
Por esto determinamos hacer á todo trance la procesión de los niños el
domingo, y así, habiéndonos prometido el Gobernador que iría á la casa
parroquial á despedirse de nosotros antes de regresar á Gerona, trazamos
con mucha consideración nuestro plan para proponérselo á dicha autoridad.
Vino en efecto acompañado del alcalde y otros primates, la mayor parte,
si no todos, de la cascara amarga, á los cuales sin duda supo á cuerno que-
mado la deferencia del Sr. Gobernador para con nosotros.
Pero mucho más seguramente les mortificó el ver que yo me apartaba
con él para hablarle en particular. Anuncíele, según teníamos convenido con
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el P. Ferrer, que habíamos determinado hacer el domingo una procesión de
niños y niñas, y pedíle para ella protección, no permiso. Contestó que
podíamos hacerla, que él mandaría fuerza de la Guardia civil para prevenir
cualquier desmán.
Seguro ya al parecer por este lado, comuniqué nuestro plan al Sr. Cura,
diciéndole que no anunciaríamos la procesión hasta última hora á fin de que
no tuvieran tiempo los malos para armar algún enredo semejante al pasado.
Entonces el cura me mostró el oficio que el primer día de misión había re-
cibido del alcalde, en el cual le copiaba el del Gobernador prohibiendo
hasta nueva orden suya, toda manifestación exterior. Nos veíamos por
consiguiente expuestos á que la autoridad local, al notificarle, como no po-
díamos dejar de hacerlo, que iba á hacerse la procesión, nos saliese con la
pata de gallo de que el Gobernador lo había prohibido y que del permiso
verbal, que á mí me había dado, á él no le constaba debidamente. (^'Qw/í/
faciendum en este conflicto?
Pareció lo más prudente escribir al Gobernador, y escribirle de tal mo-
do que le hiciese fuerza. Así lo hice consultando la carta con el P. Ferrer
y enviándola, no directamente á su destino, sino al P. Mas superior de Ge-
rona, lo primero para que la viese y juzgase de su prudencia; lo segundo
para que si alguno de San Feliu, viese en aquellas circunstancias una carta
dirigida al Gobernador, no sospechase y la abriese.
En dicha carta, después de explicarle el motivo de escribírsela, le
pedía revocase la orden dada al alcalde de suspender las manifestaciones
públicas de la misión, si no la había ya revocado, rogándole lo hiciera á úl-
tima hora, el mismo domingo por la mañana y por parte telegráfico, por lo
que dejo ya indicado. Luego, como de paso, invocaba la Constitución y
nuestro derecho y, recordando el temor que siempre había manifestado á las
interpelaciones en el Congreso, le añadía, como argumento eficacísimo pa-
ra él, el pésimo efecto causado en los buenos católicos de San Feliu por la
suspensión del primer acto solemne de la entrada, dándole á entender que,
si no nos apoyaba, no faltarían diputados católicos que interpelasen en las
Cortes sobre ello al Gobierno.
Contestó el Gobernador á esta carta con otra muy atenta y satisfacto-
ria, que siento no haber conservado para copiarla aquí (rasgúela porque no
pensaba escribir esta relación hasta que el P. Provincial me indicó lo hicie-
ra). Prometía en ella todo su apoyo, afirmando tener orden del Ministro de
la Gobernación de apoyar en todo y con toda eficacia nuestro derecho.
Añadía además algunas frases, que claramente indicaban su deseo de obte-
ner algún testimonio en que aprobásemos su conducta, para transmitirlo sin
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duda al Ministro. Escríbile pues, una carta laudatoria, de que entiendo
quedó muy satisfecho.
Vióse inmediatamente el efecto de tales gestiones, pues aquel mismo
día procuró el alcalde verse con el Sr. Cura, pidiéndole con grande humil-
dad reconociera y testificara que él había procedido correctamente y prome-
tiéndole que no se nos molestaría en lo más mínimo, etc., etc.
Llegó el domingo y tuvo lugar la comunión general de niños y niñas,
en que comulgaron, cosa inaudita en San Feliu, más de 300. Todo hacía pre-
sagiar una procesión espléndida para la tarde. Había venido exprofeso de
Gerona para presenciarla y ver como andaba la misión el Secretario del
Sr. Obispo, y el Gobernador había mandado unos cuantos guardias civiles
para mantener el orden. Pero Dios quiso probarnos con una nueva y tre-
menda desolación. Aquella misma tarde á la hora precisamente de la proce-
sión y cuando ya todo estaba preparado y empezaban á acudir los colegios,
comenzó á llover de modo que fué preciso suspendarla.
Siguió lloviendo toda la tarde, sin que á pesar de ello disminuyera el
concurso por la noche. Arreció la lluvia y con todo vino alguna gente el lu-
nes por la mañana y hasta por la noche, á pesar de haber llovido furiosa-
mente todo el día y de presentarse el mar tan imponente, que todo hacía
presagiar una catástrofe. Pero aquella noche no predicamos, sino que, reza-
do el santo rosario, invitamos á los concurrentes á retirarse, pues tal vez
no les sería posible ya hacerlo más tarde.
Porque es el caso que la iglesia parroquial está situada en un extremo
muy desierto de la ciudad, separada de ella por un torrente, que por momen-
tos crecía y amenazaba inundar la gran plaza que hay delante del templo. Y
efectivamente al cabo de una hora hubiera sido imposible salir.
Sobrevino por fin la catástrofe. A cosa de las 10 de la noche una impe-
tuosa avenida inundó la ciudad; derrumbáronse varias casas y entre los
escombros de una de ellas, próxima á la casa parroquial, pereció un niño
de 8 años. Todo fué aquella noche y á la mañana siguiente llantos, gritos,
confusión, pues el agua, invadiendo las casas, arrastraba hacia el mar mue-
bles y toda clase de efectos, dejando á muchos en la miseria y desnudez.
Fué preciso suspender la misión un par de días, y ya la dábamos por
enteramente perdida; pero quiso el Señor consolarnos en medio de tanta
tribulación, haciendo que la concurrencia á la iglesia fuese al reanudarse
los actos tanta cuanta había sido antes.
El P. Recolóns, detenido por la inundación, vióse obligado á dormir en
el tren del lunes. Suplíle el martes dando la primera conferencia á solos
hombres en la iglesia de S. Juan, que se vio muy concurrida, á pesar del
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mal tiempo y del barro que cubría las calles; el día siguiente creció todavía
la concurrencia, y se fué sosteniendo hasta el fin, de modo que asistían de
500 á 600 hombres, que llenaban casi completamente la iglesia, siendo de
notar que los había de toda clase y condición, incluso anarquistas y muchí-
simos que de muchos años no habían entrado en el templo del Señor. Esto
solo constituye ya un gran triunfo en San Feliu, aunque no se confesasen,
ni les predicase el padre, atendiendo sin duda á su disposición, materias ca-
paces de moverles á ello.
La procesión de los niños pareció que no debía de ningún modo omitir-
se, y así se verificó el viernes, primer día en que las calles estuvieron algo
transitables para la gente menuda, por haberse quitado el barro. No falta-
ron padres de familia á quienes duraba el miedo y se resistían á permitir
que sus hijos asistiesen á la procesión, amén de los que no lo querían por
ser sectarios; pero los mismos niños naturalmente urgían y por otra parte á
los cobardes procuré animarles desde el pulpito diciéndoles que no había
ningún peligro; que nosotros mismos, si lo hubiera, no cargaríamos con ta-
maña responsabilidad; que en todo caso iría yo delante de la procesión, no
sólo para llevar los primeros golpes, sino para hacer retroceder ó cambiar
de rumbo la procesión al menor asomo de peligro ó desorden, porque tam-
poco nosotros queríamos de ningún modo exponer á sus hijos; pero ¿quién *
se iba á meter con aquellas criaturitas? Con todos estos argumentos y con
la eficaz cooperación de los HH. y HHas. resultó muy lucido este tan simpá-
tico acto. Asistieron, según mis cálculos un buen millar entre niños y niñas.
El orden fué perfecto, sin la menor señal de hostilidad, al contrario con
grandes muestras de simpatía por parte de los numerosísimos especta-
dores.
Obtenido este primer triunfo y alentados con él en gran manera los
buenos, nos dedicamos el sábado á preparar para el día siguiente, último de
la misión un golpe decisivo. Costó algún trabajo, y, confiando en los ami-
gos que tengo en la localidad, me ofrecí á buscar para llevar el palio del
Señor á seis caballeros de lo más granado. No sólo hallé estos seis, sino tres
más que llevasen el pendón principal , que el buen cura solía otras
veces confiar á tres chicos de las escuelas de los HH. Mas aún, dos caba-
lleros jóvenes, casado el uno y viudo el otro, los más ricos y conspicuos de
San Feliu, se presentaron espontáneamente al mismo Sr. Cura pidiéndole
ayudar la misa de comunión general. Este señor veía visiones, y á la
verdad que el caso era nunca visto en la parroquia y muy raro, dado el res-
peto humano que en ella por desgracia reina. Procuramos además una buena
música que acompañase al Señor por las calles y diese mayor realce á la
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procesión y, hay que decirlo todo, sirviese al mismo tiempo de trágala á
los que pretendían encerrarnos entre las paredes del templo.
Todo anduvo bien gracias á Dios. La Comunión general muy lucida
para lo que podía esperarse de San Feliu. Comulgaron aquel día más de 800
personas contadas por medio de medallas, de las que en número de algunos
miles se habían acuñado para esta misión. En total las comuniones subieron
á 2,300.
La procesión de la tarde resultó espléndida sobre toda ponderación. Yo
que iba delante con los niños para mantenerlos en orden y ver si algo ocu-
rría de anormal que exigiese algún cambio en el curso, no pude ver desple-
gada la procesión, ni oir la música aunque muy nutrida, ni aun en las calles
más rectas y largas. Tanta era la concurrencia; claro está que la mayor
parte se componía de mujeres y niños, pero no faltaban bastantes hombres,
más de los que esperábamos.
No fué esta misión de San Feliu fecunda en grandes conversiones, en
frutos de confesionario, en numerosas comuniones; á ello se oponían varias
causas, la mayor parte de las cuales queda ya reseñada, sobre todo el mal
tiempo que vino á enfriar los ánimos, que se iban ya caldeando, y obligónos
á recalentarlos en tres días, cuando tan mal dispuestos los había dejado la
terrible y reciente catástrofe. Sin embargo todos tuvieron esta misión como
un gran triunfo de la gracia del Señor.
Y lo fué en efecto, dado el espíritu de la población tan hostil á todo lo
religioso, que hacía temer que no podría nuestra empresa llevarse á cabo.
El Prelado se contentaba con que pudiese de cualquier modo decirse que la
misión se había dado. El final por sí solo bastaba á consolarnos y alentarnos;
porque fué verdaderamente hermosísima la entrada de la procesión. Ver
aquella iglesia llenísima hasta rebosar sin que en ella cupiera un alma más,
ni aun en los rincones más escondidos; presenciar el silencio, la devoción
que se manifestaba en aquel numerosísimo auditorio; oir los vivas contesta-
dos con tanto entusiasmo, que el P. Ferrer, práctico en este ministerio de
las misiones, me decía no haberlos oído tan fervorosos en ninguna parte, y
esto después de tanto movimiento religioso y de haber visto llenarse duran-
te tantos días aquella iglesia que se ve siempre vacía, á pesar de tantas
dificultades y de tanta guerra de parte de los malos; á lo cual hay que aña-
dir el efecto moral de haber acudido á las conferencias tantos hombres, que
ahora oían con tanto gusto y atención al odiado jesuíta; todo esto fué para
San Feliu un resurgimiento religioso, de que esperamos quedará perpetua
y saludable memoria.
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ÍI.- MISIÓN DE BLANES •
(9 á 20 de Diciembre de 1908)
No le va muy en zaga Blanes á San Feliu en cuanto á impiedad y anti-
clericalismo, ni hace muchos años fracasó una misión que allí se intentó dar;
sin embargo fui allá muy alentado y con esperanza de grande fruto, que
luego resultó mayor aún de lo que esperaba. ¿De dónde esta confianza? De
ser el Sr. Ecónomo un sacerdote muy bueno, muy ejemplar, muy celoso,
muy caritativo y por estas cualidades, sobre todo por la última, muy queri-
do de toda la población aun de los malos. Esto que me constaba á ciencia
cierta por haber ejercido otras veces allí los ministerios, me hizo aceptar
gustosísimo esta misión, para la que fui señalado con los PP. Ferrán y
Ferrer, ambos de la Residencia de Gerona.
Hicimos la entrada solemne el día 9 de Diciembre con grande expecta-
ción de aquellas gentes, dispuestas muy bien por su pastor; oímos sin em-
bargo á la entrada de la población algún silbido, y aunque hubo procesión,
anduvo ésta en 'silencio por disponerlo expresamente así el Sr. ecónomo,
como medida de precaución. Desde el primer día estuvimos los tres PP. y
para los tres hubo trabajo. El P. Ferrer se encargó de los sermones
fuertes déla noche, el P. Ferrán de los de la mañana y de unas conferencias
particulares para mujeres, tres á solteras y tres á casadas; á mí me tocaron
los puntos doctrinales de cada día, el catecismo á los niños los tres pri-
meros días hasta el domingo 13 y después las conferencias á hombres
solos.
Los actos todos se vieron muy concurridos: á las conferencias del
P. Ferrán, por ser temprano por la tarde, acudieron algunas mujeres de
pueblos vecinos, á donde había llegado ia fama; de Blanes pocas dejarían
de asistir, notándose en muchas de ellas por su traje y apostura, que no te-
nían costumbre de frecuentar la iglesia. Nada digamos de los actos de la
noche, durante los cuales la iglesia, que es hermosísima y muy capaz, se lle-
naba completamente ya desde el principio y constantemente, á pesar de la
lluvia y del mal tiempo, con que el Señor nos probó. El día del perdón es-
taba el tiempo feroz y sin embargo acudieron los pobrecillos, y lloraron y
gritaron con un fervor y una conmoción como pocas veces ó ninguna he
visto aun en los pueblos de más fe.
226
Algo difícil resultaba el atraer á los hombres, pues no queríamos que
por asistir á sus conferencias particulares, dejasen lo principal que es la
misión propiamente dicha de por la noche; y de ahí la dificultad de encon-
trar hora á propósito. Tuvimos que usar de maña y nos fué muy bien. Las
mujeres habían comenzado á tener sus pláticas particulares el viernes; el
sábado comencé á decir desde el pulpito, que sabía que varios hombres te-
nían envidia á las mujeres y muchos deseaban se les diesen también á
ellos solos algunas conferencias, pero que no sabíamos cómo combinarlo
para encontrar una hora que les fuese cómoda, además de que ya veían
cuan grande era nuestro trabajo: pero que, en fin, ya que el día siguiente
era festivo no me negaba á platicarles después de misa de 11, que es cuan-
do acuden en mayor número al templo, por una sola vez. Salióme bien la
treta, pues acudieron unos 400.
Híceles una conferencia breve, procurando darle cierto aparato de
ciencia, que se la hiciese agradable y alabando su cultura: después de
ella les dije que, viendo los muchos que habían acudido, sacaba de ahí
cuan cierto era que tenían grandes deseos de estas pláticas para ellos
solos y así, aun haciendo en ello un sacrificio, me animaba á compla-
cerles con tal que también ellos se sacrificasen un poquito, haciéndo-
les el día siguiente lunes otra conferencia. Propúseles entonces que aun
perdiendo un cuartito de hora de jornal, acudiesen á la iglesia á las 6 "4
de la tarde y pregunté á alguno de los labradores y también de los alparga-
teros (oficios principales de aquellas gentes), si les parecía bien aquella
hora; después de varios dimes y diretes, convinieron finalmente en que
sí, mayormente que se trataba de un día tan solo: así se lo daba á en-
tender á ellos; pero mi intento era irles llevando poco á poco al mo-
do del examen particular. Y así fué, porque el día siguiente vinieron
unos 600, de donde tomé pie para decirles que finalmente, viendo su
buena voluntad y entusiasmo, me determinaba á proseguir hasta el último
día, que si alguno no podía asistir á aqitella hora, por lo menos se aprove-
charían los demás. Pero no decayó el auditorio, sino que, aun á pesar de la
lluvia, siguieron asistiendo cada día de 600 á 700. Empecé, sí, por algo apo-
logético; pero para concluir por verdades de á folio y por la confesión, invi-
tándoles á ella. Lo más notable fué que aquellos hombres, alejados muchos
de ellos completamente de la iglesia, como que asistía el club lerrouxista
en peso, salían del templo á las siete menos cuarto y á las ocho volvían
otra vez la mayor parte de ellos para el punto doctrinal y sermón.
El fruto correspondió, gracias á Dios, á la asistencia; es verdad que
no se confensaron todos ni mucho menos; pero los que lo hicieron ¡qué
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bien, Dios mío! Los PP. estábamos edificadísimos: de varios años y esto
arreo, como ni yo, ni ninguno de mis compañeros habíamos visto en ninguna
parte. Alabado sea Dios.
Por lo dicho puede conjeturarse cuál sería el esplendor de los actos
exteriores y solemnes de la misión. La procesión de los niños, como en nin-
guna parte, pues entró allí una grande emulación entre los maestros y
maestras de los diversos colegios, y allí banderas, allí flores traídas aun de
Barcelona, allí andas muy bien adornadas, allí sobre todo, filas intermina-
bles de niños y niñas; porque en Blanes hay un colegio dirigido por religio-
sos de la Sagrada Familia con más de 200 niños, muchos de ellos internos,
y otro de religiosas del Purísimo Corazón de María con muchas niñas. Para
la procesión final llegó á tanto el entusiasmo, que mandaron á buscar una
música militar á Barcelona, que dista casi cuatro horas en tren, costeándo-
la por suscripción. Gracias sean dadas por todo á Dios Nuestro Señor y
también al celo infatigable del dignísimo Sr. Ecónomo.
JHS.
Antonio Viladevall, S. J.
UNA ASOCIACIÓN DE SEÑORAS
PARA LA PROPAGANDA DE BUENAS LECTURAS
Carta del P. Francisco Ferrer al R. P. Provincial
Gerona, 3 de Diciembre de 1909.
Rvdo. P. Antonio Iñesta. S. J.
Mi muy amado en Cto. R, P. Provincial: Me ha parecido que sería del
agrado de V. R. tener alguna noticia de los ministerios de alguna impor-
tancia que he ejercitado desde que estoy en esta Residencia.
En el espacio de un año he podido, gracias á Dios, fundar dos asocia-
ciones de señoras para la propaganda de buenas lecturas. Fundé la primera
en la ciudad de Vich. al terminar la predicación cuaresmal del pasado año
de 1908. Al efecto, propuse al limo. Sr. Obispo mis planes, que aprobó en-
seguida, sin restricciones, ofreciéndome toda suerte de facilidades para
su feliz resultado.
Expuse mis pensamientos á las Religiosas de cuatro colegios de niñas,
en otras tantas pláticas, encaminadas á convencerlas de la importancia y ne-
cesidad de la propaganda de buenas lecturas y de la facilidad con que po-
dían ellas contribuir á obra tan trascendental.
Uno de los medios propuestos y de muy fácil ejecución sería, valerse
de las discípulas para recoger de sus casas, con permiso de sus padres, to-
das las semanas, las revistas, folletos, etc., leídos, que á su vez serían re-
cogidos por las señoras que formarían parte de la Asociación de propa-
ganda.
Hice también una plática á las niñas de los colegios, animándolas á
contribuir con sus esfuerzos á la propaganda.
Así las cosas, el lunes de Pascua de Resurrección, tuve una reunión de
señoras para exponerles mi plan y leer el reglamento aprobado ya por el
Sr. Obispo. Acudieron á la invitación 18 señoras de las más piadosas y ac-
tivas de la ciudad. Expuse levemente el objeto de la reunión, la facilidad
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con que podrían formar una Asociación de propaganda, sin necesidad de
muchos gastos, ya que supondría comenzar distribuyendo las mismas hojas
que se recogerían en los colegios susodichos. Resolví las dificultades que
se les ocurrieron, leí el reglamento, y todas se inscribieron en la Asocia-
ción, deseosas de trabajar con entusiasmo en orden á la propaganda.
Por cierto, R. P. Provincial, que es tanto lo que han llevado á cabo,
que ha sobrepujado mis esperanzas. Hace poco tiempo que recibí el resu-
men de la memoria leída delante del Sr. Obispo de los trabajos realizados,
y he visto con no poca admiración, que desde el mes de Abril en que se
fundó la Asociación hasta el 31 de Diciembre, se han distribuido á todas las
alumnas de las escuelas dominicales, todos los días festivos, una revista ca-
tólica; 400 Hojas Sueltas semanalmente y 135 números de El Social, á
cafés, tabernas, barberías; más 600 números de la revista. Suma: 26.164
números distribuidos.
Me consta que no contentas con los trabajos realizados hasta el pre-
sente, piensan extender el campo de su acción propagandista por los pue-
blos todos de la comarca.
También he instituido la Asociación de la buena prensa en Calella de
la Costa, del obispado de Gerona. En uno de los sermones que prediqué
durante el octavario del Sagrado Corazón, exhorté al auditorio á huir de
las malas lecturas como peste la más perniciosa, y á trabajar con empeño en
la propaganda de las buenas. Algunas señoras se afectaron y vinieron á vi-
sitarme, deseosas de trabajar en aquel campo en que se ventilan los más sa-
grados intereses. Las felicité por su tan noble resolución, y propuse que
buscasen algunas nuevas socias para formar la Asociación de propaganda.
Al día siguiente se juntaron en la casa rectoral. 24 señoras de las más dis-
tinguidas é influyentes de la población. Expuse la gran necesidad de que
las señoras, en las presentes circunstancias, se lancen á la lucha, en defen-
sa de los derechos de Jesucristo y de la Iglesia, haciendo guerra sin cuartel
á los periódicos impíos, á las revistas pornográficas, etc., y trabajando para
propagar por todos los medios posibles, la buena semilla de impresos de
sana lectura, entre tantos obreros apartados de Dios. Leí mi reglamento.
Nombré la junta ejecutiva y dimos por instituida ya la Asociación, que ha
merecido entusiastas felicitaciones del Sr. Obispo de la diócesis en oficio
dirigido al Sr. Cura.
Se han inscrito ya á El Social, que mandan á todos los centros obre-
ros de la ciudad, á las barberías, tabernas, etc. etc.; item á Hojas Sueltas,
de Madrid, que se distribuyen en los establecimientos públicos. Se han colo-
cado buzones á las puertas de la iglesia, que se llenan casi cada día de bue-
230
nos impresos. En las fábricas se han comenzado á formar unos salones de
lectura para los obreros, y creo, que con los libros remitidos, pronto será
un hecho la formación de bibliotecas populares.
¡Ojalá R. P. Provincial se hiciese lo mismo en todas partes! Estoy ple-
namente convencido que la propaganda de buenas lecturas es el único me-
dio, para hacer llegar algunas buenas ideas á muchos hombres hostiles á la
religión.
Deseará tal vez V. R. conocer el Reglamento de dichas Asociaciones
de propaganda. A continuación le mando una copia del de la Asociación de
Calella.
REGLAMENTO DE LA ASOCIACIÓN DE SEÑORAS PARA
LA PROPAGANDA DE BUENAS LECTURAS •
El objeto de esta Asociación, es la difusión por todos los medios posi-
bles de buenas lecturas é impedir con todo empeño las malas.
Consta la Asociación de una junta general, ala que pueden pertenecer
las señoras todas, que formen parte de alguna de las Asociaciones católicas
de la ciudad, previa admisión del R. Sr. Director y también de una comisión
ejecutiva, que está constituida por siete señoras ó más, á juicio del
R. Sr. Director, que serían elegidas de las que pertenecen á la junta general.
El gobierno de la Asociación está á cargo de un R. Sr. Director y de
un Vice-Director, elegidos por la autoridad eclesiástica.
La Junta general, se reúne una vez cada dos meses, á lo menos en el
día y en el lugar señalados por el R. Sr. Director.
La comisión ejecutiva se reunirá una vez cada mes y las demás veces
que crea conveniente el R. Sr. Director.
Si alguna de las asociadas no pudiere asistir á su respectiva reunión,
ha de hacerse representar por otra socia de la junta á que pertenece.
En las reuniones, así de la junta general como de la comisión ejecuti-
va, se comenzará rezando un Credo al Sagrado Corazón y un Padre Nues-
tro á San Francisco de Sales. Se leerá un capítulo del libro «Importancia de
la buena prensa» del Excmo. Sr. Obispo de Jaca, ó del libro «Cruzada de
la prensa» del mismo autor. La secretaria dará cuenta detallada de las revis-
tas, hojas, folletos, recogidos en los buzones, y de cómo se han distribuido
en los establecimientos públicos, cafés, barberías, tabernas, fábricas, igle-
sias, etc., etc. Se propondrá medios para aumentar, nunca para dismi-
nuir, las suscripciones.
231
A principios de año, un día señalado por el R. Sr. Director, en la
reunión general se leerá una memoria de todo cuanto se ha hecho en orden
á la propaganda en el año anterior.
Una vez al año, en el tiempo que señale el R. Sr. Director, se celebrará
una función religiosa en honra del Sagrado Corazón, con sermón en que se
predicará de la importancia y necesidad de la propaganda de buenas
lecturas.
OBLIGACIONES PARTICULARES DE LAS ASOCIADAS
1 /^ Todos los días las socias rezarán un padre nuestro al Sagrado Co-
razón por la prosperidad de los buenos escritores, y conversión de los malos.
2.^ No permitirán jamás, en cuanto esté de su parte, entre en su
casa, periódicos, revistas, folletos, etc., que no sean netamente católicos.
Se esmerarán en apartar de las casas de sus amigos, conocidos, veci-
nos, establecimientos públicos, las malas lecturas. Leído el periódico, revis-
ta, folleto, hoja, lo mandarán á los buzones ó lo remitirán á las casas veci-
nas, nunca lo echarán á perder.
3.'"^ Ayudarán con alguna limosna para la propaganda, plenamente
convencidas de que hacen una obra de mucha trascendencia y caridad, y
muy del agrado del Sagrado Corazón.
Ahí tiene, pues, mi R. P. Provincial el Reglamento en cuestión.
Antes de terminar pláceme apuntar que el día 21 de Noviembre 1909,
teníamos la misión que dábamos en La Bisbal desde el 10, los PP. Sarret,
Recolóns, y el que suscribe. Gracias áDios, salimos todos mUy satisfechos.
Así los actos generales como los particulares de la misión fueron bien con-
curridos.
El último día fué de mucha satisfacción. Las dos comuniones generales
y la procesión muy concurridas. No han faltado por la misericordia de Dios,
conversiones notables.
El presidente de una de las sociedades más revolucionarias, asistió ala
comunión general y á la procesión llevando en el pecho la medalla de la
santa Misión.
Lo mismo hizo uno de los jefes revolucionarios en aquella semana trá-
gica de un pueblo vecino, causando tales ejemplos como se deja ver, no
poca edificación.
Siervo en Cto.
JHS.
Francisco Ferrer, S. J.
RESIDENCIA DE MANRESA
VARIOS MINISTERIOS DEL P. MAGÍN DACHS
Carta del mismo padre al Rdo. P. Provincial
Manresa, 1 de Enero de 1911.
R. P. Provincial.
Muy amado en Cto. R. P. Provincial: Accediendo gustoso á los deseos
manifestados por V. R., voy á darle cuenta de los trabajos apostólicos, en
que me he ocupado durante los meses, que llevo de residencia en San Ig-
nacio de Manresa, mientras la salud me lo ha permitido.
MISIÓN EN MONCADA (BARCELONA)
Antes de dar cuenta de la misma, bueno será trazar una breve reseña
del objeto principal que la motivó. Es Moneada una hermosa villa del Llano
del Valles, situada en la ribera del río Besos, á dos leguas de Barcelona.
Cuenta unos dos mil habitantes; pero la bondad de sus aguas, la frescura
de la brisa del mar, la fertilidad de su suelo y la gran frecuencia de trenes,
que continuamente van y vienen de la ciudad condal, es causa de que en
verano sean numerosas las familias que veraneen en ella.
En la cumbre del Monte Cateno, en cuya falda descansa la población,
venerábase ya en el siglo xii, una devotísima imagen de la Virgen, llamada
y conocida en todo el Valles por la Mare de Deu de Monteada. En una
de sus salidas de Barcelona, el ejército napoleónico redujo á cenjzas el tem-
plo de María, pudiendo no obstante la buena ermitafia, María Cabané, li-
brar la santa imagen de la destrucción y del incendio.
Llevada á la iglesia parroquial de San Andrés de Palomar, diósele pú-
233
blica veneración hasta últimos de Agosto del año 1824, en el cual tiempo
fué trasladada solemne y procesionalmente al templo parroquial de Moneada.
Colocada en el altar mayor, á ella acudían numerosos fieles de todo el Va-
lles y del llano de Barcelona, por ser muchas las gracias que á sus devo-
tos otorgaba la celestial Señora. Sueño dorado de los fieles de Moneada era
poder restaurar la capilla de Monte Caleño y trasladar á ella la santa
imagen.
Iban á cumplirse cien años de la destrucción y profanación del Santua-
rio; ¿cómo no acometer, por tanto, tan noble como memorable empresa?
Allegados los suficientes recursos entre los buenos hijos de Moneada y la
colonia veraniega; levantóse en poco tiempo el nuevo santuario, utilizando
del antiguo unas pocas piedras labradas, que andaban esparcidas por la
cumbre del monte, como si aguardaran que una mano piadosa las ordenase
de nuevo para servir de techo á aquella venerada imagen.
Todo estaba dispuesto ya para la solemne traslación. Entonces pensóse
acertadamente en una Misión, con el fin de disponer los corazones de los
buenos hijos de Moneada para tan memorable fiesta. Recibida como pan del
cielo tan santa idea, fijóse el día 26 de Agosto para dar comienzo á ella; de
esta suerte la colonia veraniega podría, como así lo deseaba, tomar parte.
El mismo día á las seis de la tarde, llegábamos por la línea de Francia
el P. Francisco Javier Ferrán y yo: en la estación nos aguardaba ya la pro-
cesión, presidida por el Sr. Cura párroco y buen número de sacerdotes, el
Ayuntamiento en pleno, el Juzgado Municipal y el Sr. Teniente de la Guar-
dia Civil. Después de los saludos de rúbrica, siguió la procesión hacia el
templo parroquial, entonando los cánticos propios de la misión, y, dándose
frecuentes vivas á la Mare de Dea de Monteada, á la santa misión y á los
padres de la Compañía de Jesús. Manifestaciones tales de entusiasmo y
fervor, hiciéronnos augurar una misión próspera y fecunda en bendiciones del
cielo y en frutos espirituales. Trabajo nos costó penetrar en el templo. Des-
de el primer día se pudo ya conocer lo numeroso que sería el auditorio,
siendo menester en los actos de la noche ocupar el coro, las capillas latera-
les y el presbiterio.
A la misioncita de los niños acudieron unos 700, conforme pudimos
comprobarlo el día de la distribución de las medallas. En la comunión ge-
neral, que para ellos solos celebramos, recibieron el Pan de Cristo 250; y á
la solemne procesión asistieron más de 600, con sus estandartes, banderolas
y ramos de flores, llevando blandones los mayorcitos. A los acordes de la
música, á las armonías de los cánticos á Jesús y á la Virgen, y á los casi no
interrumpidos vivas á la Mare de Dea de Monteada, experimentábase tal
234
copia de espiritual consuelo, que furtivamente las lágrimas asomaban por
los ojos y daba saltos el corazón. Veíase la alegría pintada en el rostro de
todos, y todo el mundo hacíase lenguas de aquella simpática fiesta, la más
hermosa, decían los buenos habitantes, que habían visto en Moneada. Con
esto ya se deja entender, amadísimo Padre, las esperanzas que abrigába-
mos de tener una buena Misión.
Despachada la gente menuda, pudimos aplicarnos por entero á la ma-
yor. La asistencia nunca decreció. La atención y piedad con que era escu-
chada la divina palabra, nos daba derecho á creer que no toda la buena se-
milla caía entre piedras y en medio del camino. En honor á la verdad, quien
mayor entusiasmo manifestaba por la misión era la colonia barcelonesa, muy
numerosa en Moneada. Los hombres de la villa mostráronse algo retraídos;
al revés de los de los barrios y de las casas de campo, que asistieron todas
las noches y casi todos recibieron el último día los santos sacramentos. Las
comuniones, que se distribuyeron en este día, no bajaron de 800, siendo
también en buen número las que se distribuyeron durante la semana. La
procesión final fué sumamente concurrida y solemne cuanto cabe. En suma,
la misión de Moneada fué una buena misión.
Caldeados de esta suerte los ánimos, era de esperar que la traslación
de la Santa Imagen de la Mare de Deu de Monteada al nuevo Santuario
sería brillante, solemnísima, imponente. Así fué. Invitadas de antemano
las poblaciones del Valles y del Llano de Barcelona, más de tres mil perso-
nas acompañaron á la santa imagen á la cumbre del Monte Cateno, para
tomar posesión del nuevo templo, desde donde la celestial Señora hace
descender á la continua abundantes gracias, sobre cuantos la visitan é invo-
can. La devoción á la Mare de Deu de Monteada crece de día en día,
siendo muchísimos los fieles que suben á visitarla, señaladamente en los
días festivos.
Como fruto de la santa misión pensóse en fundar un buen colegio, di-
rigido por religiosos; pues hacía ya algún tiempo que en la villa existía una
escuela laica, regida por un maestro de ideas disolventes. Reunidos los su-
ficientes recursos, gestionaron su apertura, que contrarrestará los efectos
perniciosos de la laica; y para ello conferenciaron con los Hermanos de la
Doctrina Cristiana, los cuales con mucho gusto secundaron la acción de los
católicos y se encargaron de la enseñanza. Organizada la apertura del co-
legio, se hizo pública la fundación, en cuyo día murió repentinamente el
maestro laico, sostenedor del centro de enseñanza, que se iba resueltamen-
te á hacer desaparecer.
235
EJERCICIOS EN TARRASA
El día 17 de Septiembre di una tanda de Ejercicios á las religiosas Jo-
sefinas de la ciudad de Tarrasa. Aplicadas al cuidado de enfermos á domi-
cilio, es incalculable el bien espiritual que hacen. Por aquellos días una Re-
ligiosa cuidaba á un joven tuberculoso; el infeliz se estaba muriendo, y no
había por donde entrarle á que recibiese los Santos Sacramentos. Hablóle
la Hermana, rogóle, esmeróse en servirle; todo en vano. Acudió entonces
á la Madre de los pobrecitos pecadores, imploró el auxilio del Protector de
los moribundos San José, irñpúsose algunas penitencias, y por fin, el
enfermo, pidió compungido y lloroso, que llamasen prontamente un sacer-
dote. Confesóse, recibió el santo Viático y la Extremaunción; y no can-
sándose de estampar amorosísimos besos en el santo crucifijo, entregó
plácidamente su alma á Dios.
OCTAVARIO EN TARADELL (VICH)
Aunque con no poca repugnancia, pues nemo propheta in patria sua,
el día 27 del citado mes fui á Taradell á predicar el Octavario de la Virgen
del Rosario. La asistencia fué más que regular en los días laborables, nu-
merosísima en los festivos. El día de conclusión no cabía la gente en el tem-
plo, con ser él uno de los más capaces del obispado; y las comuniones no
bajaron de 1200. A Dios gracias es Taradell una de las poblaciones más ca-
tólicas de la diócesis, no llegando á media docena los que no cumplen con
el precepto pascual.
EJERCICIOS EN TARRASA
Con ser Tarrasa una ciudad exclusivamente fabril y desde hace muchos
años muy trabajada por los elementos revolucionarios; conserva no obstan-
te un número crecidísimo de verdaderos católicos, que son la esperanza
de una cristiana restauración, tal vez no lejana. Las obras de caridad gozan
de una vida robusta, las Asociaciones piadosas son de una fecundidad envi-
diable; hay mucha frecuencia de sacramentos, y la asistencia á las funcio-
nes religiosas es muy notable.
Una de las Asociaciones mejor organizadas, es sin duda, la Archicofra-
día de jóvenes teresianas. Tienen sus funciones mensuales, sus días de re-
tiro, sus obras de celo, y cuidan de algunos catecismos de la ciudad. Con
236
tan buenas disposiciones ya puede augurarse lo que serán los Ejercicios
Espirituales de cada año. ¡Era cosa para alabar á Dios ver á las cinco de la
madrugada, 400 obreras recogidas en el templo santo, oyendo la santa
misa y escuchando la divina palabra, para luego desparramarse por las ca-
lles de la ciudad y sepultarse en la fábrica ó taller para ganar el pan de cada
dial A las siete de la noche ya estaban de nuevo en la iglesia, siendo su nú-
mero, mayor que el de la mañana. Excusado es decir que á la comunión
final acudirían todas, no obtante haber tenido algunas que comulgar muy de
mañana; á la general asistieron más de 500.
Por la noche prediqué el panegírico de la insigne española y gloria del
Carmelo santa Teresa de Jesús, siendo tal la concurrencia de fieles, que
más de 300 personas tuvieron que quedarse en la calle, imposibilitadas de
poder penetrar en el vasto templo parroquial, uno de los mayores del obis-
pado de Barcelona.
NOVENA EN CARDONA (SOLSONA)
Es Cardona, población de unos 5000 habitantes, una de las parroquias
más cristianas de la diócesis de Solsona; como si san Ramón Nonato, en
cuj^o castillo murió, la distinguiera desde el cielo con su intercesión valiosí-
sima. Y bien lo manifestó en la Novena de Almas que allí prediqué, desde
el día 25 de Octubre. Con ser el templo parroquial muy espacioso, llenábase
todas las noches de bote en bote, habiendo sido preciso algún día abrir de
par en par la puerta principal, á causa de la mucha gente que quedaba
fuera. Ya desde los primeros días tuviéronme horas y horas en el confesio-
nario, cabiéndome el indecible consuelo de oir la confesión de varios hijos
pródigos, por muchos años alejados de la casa de su Padre celestial. Según
testimonio del Párroco, sacerdote muy ejemplar, celoso é instruido, hubo
durante la Novena 2300 comuniones; de ellas 1200 el último día.
NOVENA EN MANLLEU (VICH)
Manlleu, población de unos 7000 habitantes, hermosa villa situada en la
ribera del río Ter y á siete kilómetros de Vich; es indudablemente el ma-
yor y más poderoso centro fabril de la alta montaña de Cataluña. En la in-
vasión de las doctrinas socialistas, fué ella el baluarte donde se hicieron
más fuertes, y desde donde se esparcían sus corifeos por toda la cuenca
del Ter. De ahí que en más de una ocasión fuesen las calles y cercanías de
Manlleu, teatro de incendios, violencias y aún de sangrientas escenas.
237
Que con tales predicaciones y trastornos la fe y la piedad padecerían
no pequeño detrimento, es cosa por demás evidente; esto no obstante, Man-
lleu continuaba siendo una de las poblaciones más católicas y fervientes del
obispado de Vich. Alejados los principales propagandistas del Socialismo y
convencidos los buenos y sencillos obreros del engaño de que habían sido
víctimas, es hoy la población una morada de paz y un campo fecundísimo en
obras de caridad y de celo.
Muchas y muy solemnes funciones religiosas celebra todos los años en
su hermoso y vasto templo parroquial; sobresale, no obstante, entre todas
la Novena de las Almas, que empieza siempre la primera semana de no-
viembre. Ya el primer día de rhi predicación, quedé maravillado de la gran
concurrencia de fieles; y el segundo, hubo necesidad de dejar abierta la
puerta principal, á fin de poder oir la divina palabra los muchos que que-
daban en la plaza de la Iglesia.
Era cosa de admiración ver cada noche, aquellas largas hileras de tra-
bajadores del campo y de la fábrica, dirigirse con sus linternas á la casa de
Dios, en vez deir á la suya á tomar el descanso, que les era tan necesa-
rio! Ya desde los comienzos de la novena, fueron muchas las comuniones
que se distribuyeron cada día, pasando de 1400 el último. Almas á la verdad
muy necesitadas, que recobraron la estola de la divina gracia, fueron tam-
bién en número respetable.
Como de Manlleu habían salido algunos obreros á practicar Ejercicios
Espirituales en nuestra casa de Sarria, pidiéronme con instancia que les di-
jera unas pocas palabras, para esforzarles en el cumplimiento de los propó-
sitos hechos durante aquellos días de salvación.
Reunidos en una sala de la casa parroquial, en número de veinticinco,
híceles una breve plática que les recordara aquellas verdades, aquellos ca-
minos, aquellos grandes pensamientos y aquellos propósitos y determinacio-
nes tomadas á la luz de la fe y al impulso del divino espíritu; exhortándo-
les, además, á ser diestros pescadores de almas en la fábrica y el taller.
Resolvieron reunirse todas las tardes de los días festivos en una sala
del Centro Católico, para tener un rato de lectura espiritual ú oir la plática
que un sacerdote les haría; comulgar al menos cada mes, todos juntos
á una hora señalada; ofrecerse al Sr. Párroco para el servicio de la iglesia,
y tomar activa parte en todas las manifestaciones católicas que en la villa
se ofreciesen. Posteriormente he sabido que muchos de ellos, son unos per-
fectos dechados de buenos cristianos.
Con las lágrimas en los ojos, decíame uno de ellos, casado y con hijos:
«Padre, yo soy uno de los que fueron á Sarria á practicar los Ejercicios.
238
¡Ah! ¡Bendito sea Dios que tal gracia me concedió! Pervertido por malos
amigos, tiempo hacía que no practicaba acto alguno de Religión. Invitado
para ir á Sarria, allá fui; pero, á decir verdad, con no poca prevención y
mucha repugnancia. Oir la primera plática del P. Director y quedar mi co-
razón trocado, fué una misma cosa. Confeséme de toda la vida; comulgué
con indecible consuelo de mi alma, y desde entonces mi espíritu, antes tan
conturbado, goza de una paz imperturbable; cuido de mi familia, la que
procuro educar cristianamente, y estoy contento de mi humilde condición
de obrero. Pienso volver presto á Sarria, añadió, y practicar nuevos Ejerci-
cios, en la seguridad de que conociendo más á Dios, mejor podré amarle y
servirle.
MINISTERIOS EN SANTA MARÍA DE SANS (BARCELONA)
Concluida la Novena de Manlleu, dirigíme á Barcelona para predicar
en Santa María de Sans. una porción de sermones de almas y unos cinco
como preparación para la fiesta de la Concepción Inmaculada de María.
Santa María de Sans, parroquia de unas 35000 almas; de las poblaciones
últimamente agregadas á Barcelona, tal vez sea la de más fe y sentimientos
religiosos. A los sermones que les prediqué por la noche acudía un número
considerable de fieles, y las comuniones que se distribuían cada día, eran
también muchas.
El día de la Inmaculada comulgaron 1300 personas. Solemnidad más
espléndida que la de este día yo no la había presenciado jamás; ya es fama
en Barcelona, como me decía uno de nuestros padres, que entre todas las
iglesias de la ciudad, que honran solemnemente á la Virgen el día de su
Concepción Inmaculada, Santa María de Sans se lleva la palma. Prediqué
en la Misa solemne y en la función de la tarde; y en ambas el vastísimo
templo parroquial estaba enteramente lleno de fieles; no cabía una perso-
na más.
EJERCICIOS Y CONFERENCIAS EN TARRASA
Ardiendo el buen arcipreste de esta ciudad Rvdo. D. Tomás Pursáls,
en grandes deseos del bien espiritual de sus feligreses, pensó en dar una
tanda de Ejercicios á solos hombres; mas para que no se asustasen al solo
anuncio de Ejercicios, resolvimos darles el nombre de «Conferencias Apolo-
géticas para solos hombres». Bien dispuestos un buen número de fabri-
cantes los cuales cuidaban de repartir ellos mismos los programas á sus
239
obreros, é invitados por medio de volantes los dueños y los directores de
los talleres y almacenes, principié, no sin algunas dudas y temores de éxito
mi tarea el 13 de Diciembre por la noche.
Como que el auditorio había de componerse de católicos de hecho y
católicos de solo nombre, dividí los Ejercicios en dos actos: uno á las
ocho de la mañana, y otro á las siete de la noche. En el primero seguía en
un todo las meditaciones de San Ignacio; el segundo constaba de una plá-
tica moral, rosario, canto y conferencia. Por la mañana asistía casi un cen-
tenar de caballeros; ¿y por la noche? Con agradable sorpresa de todos noso-
tros pudimos contar ya la primera unos 500 hombres, y á la segunda lle-
gaban casi á 800, quedando estacionado este número toda la semana.
En la primera conferencia traté del origen del hombre y de las relacio-
nes íntimas, necesarias, inmutables y eternas que le unen con su Dios Cria-
dor; en la segunda, de la excelencia y necesidad de la Religión, por la cual
el hombre cumple con esas relaciones, y consiguientemente con los deberes
altísimos que le unen con su Dios Redentor; en la tercera, de la caridad de
la Iglesia ó Religión Cristiana; en la cuarta, de la Iglesia y la libertad: en
la quinta, de las luchas y triunfos de la Iglesia Católica; y en la última, de lo
razonable de los divinos Mandamientos, y cuan fáciles son de cumplir, con-
tando, como se supone, con los auxilios de la gracia divina.
Publicábase en la ciudad un periódico rabiosamente impío y radical,
intitulado «El Futurista»; su director, asistente todas las noches á las Con-
ferencias, no se recataba de decir, que en los números próximos del pe-
riódico impugnaría mis conferencias, presentando la falsedad de mis citas
históricas y reduciendo á polvo la fuerza de mis argumentos. Salió el pe-
riódico, y la refutación no vino; salió otra y otra vez, y la refutación no
apareció por ninguna parte. Como en las fábricas y talleres no se hablaba
por aquellos días de otra cosa que de las Conferencias Apologéticas, siendo
en general bien recibidas, creyó el buen señor que acogiéndose al puerto
del silencio, saldría mejor librado de la borrasca que por aquellos días se
había desencadenado contra él, es decir, contra sus fanfarronadas radicales.
¿Y el resultado final? Cierto que no se confesaron todos cuantos asis-
tieron á los Ejercicios; pero sí que las comuniones no bajaron de 300. siendo
esto un espectáculo raras veces visto en Tarrasa. Los buenos concibieron
mejor estima de nuestra santa Religión: los indiferentes sacudieron de sí
un poquito la pereza; y los incrédulos é impíos oyeron verdades, que tal
vez muchos de ellos no habían jamás oído, pudiendo ser esto el principio de
su conversión, porque sabido es, que fides ex auditu.
240
AÑO 1909
MINISTERIOS EN MANRESA
Muy convenientes me eran algunos días de descanso, y el Divino Niño
de Belén otorgómelos benignamente á trueque de disponerme mejor para los
muchos ministerios espirituales que tenía encargados. Sin embargo, no
estuve mano sobre mano; porque el día de los Santos Reyes prediqué en la
iglesia de las Hermanitas de los Pobres; el día 17 el sermón de San Antonio
Abad; y unos días después el sermón del Apostolado de la Oración en nues-
tra iglesia de San Ignacio. Ninguna cosa de especial mención en estos mi-
nisterios.
OCTAVARIO DEL CORAZÓN DE JESÚS EN TORDERA (GERONA)
Es Tordera villa de unos 3,000 habitantes, en la diócesis de Gerona,
situada en el centro de un hermoso y fértil valle que forman dos pequeñas
estribaciones del Montseny, y á unas dos leguas del mar. A mediados de
Noviembre del año 1904 dimos allí una buena y provechosa misión con el
P. Valentín Torras, de la Residencia de Gerona.
A fin de conservar el fruto de la misma, establecimos una Escuela do-
minical para jóvenes obreras, de la que se encargaron las Hermanas
Carmelitas de la Caridad; y para la gente mayor resolvimos fundar el
Apostolado de la Oración. Consultado el parecer del Párroco y de los prin-
cipales contribuyentes fué muy bien recibida la idea, ofreciéndose uno de
ellos D. José Matas, á pagar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, co-
municándonos después en confianza que costearía también el retablo. Cum-
pliólo como lo prometió. ■•
Al cabo de un año fué bendecido el nuevo altar y establecido el Apos-
tolado de la Oración: si aquél es una obra de arte y la imagen del Sagrado
Corazón de lo mejor que hay en la diócesis, no deja de ser menos consola-
dor cómo la devoción al Corazón Deífico ha arraigado en los habitantes
de Tordera. pues bien puede afirmarse ser ella una de las parroquias
donde Jesús es más adorado y mejor servido. Varias veces he predi-
cado el Octavario que todos los años le dedican con notable esplendor;
siempre he podido recoger buenos frutos de bendición, que me han llenado
el alma de consuelo.
El Octavario de este año ha sido copiosísimo en gracias del Cielo. Con
241
ser el tiempo borrascoso y frío, la asistencia fué buena todas las noches, en
las tardes de los días festivos numerosa. Confesiones de muchos años oí un
buen número; y las comuniones de sólo el último día fueron unas 500.
Habiendo notado, no sin mucha extrañeza, que el Coro de Celadores
y Celadoras estaba bastante desorganizado, procuré, sin herir susceptibi-
lidades, formar dos juntas, una de caballeros y otra de señoras, que aten-
diesen á la buena marcha de la Asociación y á la exactitud y esplendidez
de las funciones religiosas.
EJERCICIOS A LOS HOMBRES DE MANRESA
Promovidos éstos por las Conferencias de San Vicente de Paúl, co-
menzaron el día 14 de Febrero en nuestra iglesia de San Ignacio. Ya desde
el primer día la asistencia fué notable, llegando á llenarse completamente
el templo. Bien deseaba yo que asistiesen á ellos los socialistas y cuantos
viven alejados de la Religión, mas no fué así; puede decirse que su retrai-
miento fué absoluto: tan sólo concurrieron los que de veras deseaban apro-
vecharse de un medio tan poderoso y eficaz de salvación. El fruto fué
copioso en confesiones muy buenas y de muchos años.
OCTAVARIO EN LA CATEDRAL DE VICH
Concluidos los Ejercicios precitados con la comunión general, el mis-
mo día, domingo de Quincuagésima, tomé el tren para Vich, en cuya Ca-
tedral comencé aquella misma noche el Octavario al Santísimo Sacramento.
Invitadas convenientemente por el Sr. Obispo todas las Asociaciones pia-
dosas y Sociedades Católicas de la ciudad, señaladamente la Academia de
la Juventud Católica, encargada de la Vela á Jesús Sacramentado durante
los tres días de Carnaval; la concurrencia de fieles fué numerosísima, afir-
mando los Sres. Capitulares, y hasta el Sr. Obispo, que ni aun en tiempos
de misión se había visto en la Catedral tanta afluencia de hombres. A la
procesión claustral del último día, en la que el Sr. Obispo llevaba el Santí-
simo, trabajo costó abrirse paso por entre la multitud que invadía las na-
ves del templo.
Como seguidamente tenía que predicar en la misma catedral la Santa
Cuaresma, aproveché tan feliz coyuntura para excitar á la gente á concu-
rrir á los sermones. Mis esperanzas no quedaron defraudadas. Ya desde el
primer día la asistencia fué si no numerosa, más que regular, superior en
mucho, conforme al decir del Cabildo, á los años anteriores. De no haber
242
sobrevenido una invasión de dengue tal, que solamente dentro del casco de
la ciudad había más de 1,500 atacados, según me dijo un Sr. Médico, la
concurrencia habría sido muy crecida.
Como por las mañanas acude poca gente á la catedral, las confesiones
no fueron muchas; pero de ellas algunas hubo necesarias, y bastantes de
muchos años. Dijéronme el Sr. Canónigo Penitenciario y los Reverendos
PP. del Oratorio, quienes confiesan la mayor parte de los habitantes de la
ciudad, que el fruto que ellos habían recogido era copioso y de muy buena
calidad, manifestándome la satisfacción que les había causado la predicación
cuaresmal.
Además de los sermones de la catedral, hice una porción de pláticas á
las Madres Sacramentarlas, á las Hermanas Carmelitas de la Caridad, á las
Hermanas Terciarias Dominicas y las religiosas de San Felipe Neri. De
los demás Conventos é Institutos de Religiosas encargóse el P. Ramón Or-
landis, mi compañero, el cual no cesó en toda la Cuaresma de darles Ejer-
cicios y platicarles, añadiendo algunos triduos á varios colegios y casas
de Beneficencia, sin descuidar, como se supone, los pobrecitos enfermos
del Santo Hospital.
CONFERENCIAS A LOS PROPIETARIOS DE LA «PLANA DE VICH»
A mediados de Cuaresma visitáronme D. José Orra, D. Ramón Espo-
na y D. Juan Guardiet, hermano de nuestro P. Miguel, exponiéndome su
deseo de que diera alguna conferencia á los propietarios de la Plana de
Vich, con el fin de poder organizar unas buenas tandas de Ejercicios para
ellos, para trabajadores del campo y para obreros. Acepté al punto, como
era del caso, la idea. Mas como ellos deseaban que la conferencia se diese
en el local de la Cámara Agrícola, al que acuden todos los s^ados y días
de feria la mayor parte de los de la Plana, quise antes lo consultasen con
el Sr. Obispo, quien no tan sólo les aprobó el deseo, más aun bendíjoselo
con las mayores muestras de encarecimiento, según el mismo señor des-
pués me dijo.
Unos cuarenta propietarios, casi todos del campo, asistieron á la pri-
mera conferencia, en la que traté de la importancia de los Ejercicios en el
orden moral y social. Convenida desde luego otra conferencia, dísela el
día mismo del Sagrado Corazón de Jesús, con motivo de encontrarme en
Vich predicando el Triduo de la Catedral: el número de concurrentes subió
ya á noventa; y en ella traté de la unión que debía reinar entre los propie-
tarios de la Plana de Vich para la defensa de los intereses religiosos
243
y sociales de la misma, exhortándoles encarecidamente á formar una espe-
cie de Confederación de fuerzas ante la tempestad que iba á desencade-
narse sobre nuestras cabezas.
No cayó en tierra esa demanda; aquel mismo día trazaron las líneas
principales para la Confederación indicada. ¡Providencia de Dios! A las
cinco semanas justas aquellos católicos y valientes propietarios salvaban la
Plana de Vich del pillaje y del incendio; acorralada, agarrotada y dividi-
da la demagogia sanguinaria, no pudo escribir ni una letra siquiera de luto
en la muy brillante y muy cristiana historia de la Plana de Vich. Los se-
ñores Orra, de Coreó; Espona,. de Granollers de la Plana; Sarinanell, de
San Hipólito de Voltregá; Mariano de Bocafiguera, de Vich; Serrarica, de
Sentforas; Montanyá, de Seva, y Castell, de Montanyola, capitaneando se-
paradamente algunos grupos de hombres fervorosos y decididos pudieron
desbaratar los planes de la vil canalla en aquella tristemente célebre Sema-
na de Julio. Hechos hermosísimos podrían contarse, pregoneros fieles de la
fe, religiosidad y valentía de los propietarios de la Plana de Vich. Todos
sus habitantes reconocen y confiesan que á ellos se debe la salvación.
Otras dos conferencias les he dado; hablando en la primera, de las
causas de los hechos escandalosos de Julio, y en la segunda, del Apostolado
seglar. En estas dos pude contar ya un centenar de concurrentes, venidos
algunos de ellos de tres, de cuatro, y hasta de cinco horas lejos. Fecundísi-
mo es ese trabajo; un propietario bueno y celoso basta para reformar una
parroquia. «De estas Conferencias, decíame frecuentemente el Sr. Obispo,
espero mucho. Procuren, padres, añadía, complacer á esos buenos señores
en cuantas ocasiones demanden sus servicios».
RETIRO MENSUAL EN TARRASA
Uno de los medios que con mayor interés ha tomado el actual Arcipres-
te de Tarrasa para hacer reaccionar el espíritu de fe y de piedad de la po-
blación ha sido el establecimiento del retiro mensual para sacerdotes, para
caballeros y para señoras. Hácese todos los primeros viernes de mes. Ex-
puesto el Santísimo Sacramento, tienen los sacerdotes quince minutos de
examen práctico; media hora de plática, y por fin la reserva: á las siete de
la tarde se celebra el de los caballeros y consiste en rezar la estación ma-
yor al Santísimo y en una plática espiritual, y reserva; procurándose no
pasar de tres cuartos de hora; y á las cuatro tienen las señoras el suya con
meditación, para la buena muerte; plática, estación mayor, y reserva.
Estos días de retiro corren á cargo de los padres de la Residencia de
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Manresa, quienes los toman con singular empeño por el gran fruto que se
observa en los que asisten habitualmente á ellos. Excusado es decir, que
los sacerdotes acuden todos, á los que se procura inculcar principalmente
el espíritu de unión entre sí, la caridad y el celo.
Cuanto á los caballeros no concurren muchos, á lo más un centenar;
pero como varios de ellos son fabricantes y hacendados, el bien que repor-
tan es extensivo á los obreros y jornaleros. Las señoras concurren en gran
número, pudiéndose notar en las más asiduas no poco aprovechamiento en
la virtud, del cual participan, naturalmente, las familias y los necesitados
de la ciudad.
EJERCICIOS A LAS TERESIANAS DE MANRESA
El día 10 de Mayo empecé una tanda de Ejercicios á las jóvenes terc-
sianas de esta ciudad: practícanlos todos los años, y ciertamente con fruto.
Al acto de la mañana, que se tenía en nuestra iglesia de San Ignacio, con-
currían un centenar, debido á que la mayor parte de ellas, siendo obreras
de fábrica, tienen que estar en el trabajo á las cinco: al de la noche, que
se celebra en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen, don-
de está instalada la Archi cofradía, asistían un número considerable de jóve-
nes, aunque no todas eran asociadas. A la comunión general concurrían
unas 600; y en la función de la tarde, dedicada á la Virgen Inmaculada, la
iglesia del Carmen, con ser muy espaciosa, estaba llena de bote en bote.
Grande es la necesidad que estas jóvenes teresianas tienen de los
santos Ejercicios, porque como la mayor parte de ellas se ven obligadas á
pasar todo el día en las fábricas y talleres, antros hoy, en su mayor núme-
ro, de impiedad y de vicios; sin mucha prudencia y piedad, serían induda-
blemente víctimas de la indiferencia religiosa y de las ideas malsanas, las
cuales son para las jóvenes la causa de su ruina. Gracias á los Ejercicios,
muchísimas de entre ellas son modestas, recogidas, piadosas, devotas,
dadas á la meditación diaria y al examen de conciencia. Verdaderamente
no hay medio más poderoso y eficaz para conservar buenas y hacendosas
á las jóvenes y atender á la prosperidad y esplendor de las Asociaciones
piadosas que el de los santos Ejercicios.
EJERCICIOS Á LAS HIJAS DE MARÍA DE BERGA
Tal vez sea Bergala ciudad más piadosa de Cataluña; verdad es que las
ideas disolventes y la frialdad comienzan á producir sus víctimas entre los
545
hombres, señaladamente de la clase trabajadora; pero todavía está arrai-
gado el catolicismo práctico. Las mujeres son buenas, sencillas y virtuo-
sas, según pude convencerme de ello en los Ejercicios espirituales, que
el día 24 de Mayo comencé para las Hijas de María.
Era para alabar á Dios el ver todos los días á las cuatro y media de la
mañana reunidas en la iglesia mayor unas 250 jóvenes, obreras las más,
atentas y devotas en sumo grado, deseosas de su aprovechamiento espiri-
tual, y verlas correr luego hacia la fábrica á ganar el pan cotidiano. Para el
acto de la noche al que, además de las Hijas de María, asistían otras mu-
chas mujeres, el templo, con ser de grandes dimensiones, se llenaba por
completo.
Ya desde los comienzos de los Ejercicios las confesiones fueron en
buen número todos los días, y el último hubo más de 1,200 comuniones. A
la procesión de la tarde, que recorrió las principales calles de la ciudad,
fueron varios centenares de Hijas de María, entonando con religioso entu-
siasmo piadosos cánticos á la Reina de los Angeles, la cual sin duda se
complacería desde el cielo bendiciendo á manos llenas el intenso amor y
fortaleza cristiana de aquellas buenas almas.
Digno remate de los Ejercicios fué la visita que la mayor parte de las
Hijas de Maria hicieron á nuestra divina Madre en su celebrado san-
tuario de Queralt el lunes de Pentecostés. ¡Hermoso y consolador espec-
táculo contemplar tan gran número de fervorosas jóvenes cristianas su-
biendo la escabrosa y empinada montaña al impulso del amor á su Madre,
Reina y Señora! Oída la santa Misa y recibida la sagrada comunión, dié-
ronse prisa á consagrarse á la Santísima Virgen, deseosas de vivir entera-
mente dedicadas á su imitación y servicio; y después de una breve y
entusiasta plática, era cosa de alabar á Dios verlas á los pies de la celes-
tial Señora, dándola gracias por la merced de los santos Ejercicios, y pi-
diéndola favor y ayuda para cumplir como buenas los propósitos hechos á
Dios Nuestro Señor. Como si sus corazones, encendidos de amor divino,
no cupiesen dentro del pecho; tenían necesidad de dar salida á sus ardores
entonando hermosos y alegres cánticos á Jesús y á la Virgen, jurando repe-
tidas veces ser fieles á Dios y á la Iglesia y prometiendo trabajar sin des-
canso en salvar muchas jóvenes para gloria del Señor que las ha criado.
MINISTERIOS EN MANRESA
Deseosas las MM. Reparadoras de cooperar, según sus fuerzas, al bien
espiritual de las señoras de la ciudad, han establecida un día de retiro men-
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sual que acostumbra ser el primer jueves de cada mes. A decir verdad,
poco ha cuajado entre las señoras manresanas práctica tan cristiana y tan
á propósito para adelantar en la virtud; escaso es el número que suele asis-
tir, como he podido comprobarlo las varias veces que les he platicado, y
principalmente en el mes de Junio del año cuyos ministerios estoy refirien-
do. Al día de retiro que di á las señoras de Tarrasa acudieron muchísimas,
siendo, acaso, el ministerio más fecundo que se hace en la ciudad: con ra-
zón forma él el cariño del Sr. Arcipreste.
Dos sermones prediqué en Manresa el día 13 en honor del Taumaturgo
franciscano San Antonio de Padua, uno en el templo de las MM. de la
Enseñanza, y otro en la antiquísima iglesia de San Miguel; el primero en-
cargado por el gremio de albañiles, y el segundo por la caritativa fundación
del «Pan de los pobres». En ambas funciones la asistencia de fieles fué
numerosa, por ser muchos los devotos que en la ciudad tiene el santo Pa-
duano. Pruébalo también las crecidas limosnas que mensualmente se reco-
gen en los cepillos para el «Pan de los Pobres».
TRIDUO EN LA CATEDRAL DE VICH
El día mismo del Sagrado Corazón de Jesús principié en honor suyo
en la citada Basílica un solemne triduo, encargado por el Apostolado
de la Oración. En los dos primeros días la concurrencia fué regular;
en el último crecidísima, como contadas veces se había visto en la catedral:
las comuniones, si bien fueron en buen número, pero no tanto como funda-
damente se podía esperar. El Sr. Obispo, en cuyo palacio me hospedé,
mostraba quedar satisfecho del triduo; paréceme, no obstante, que la ciu-
dad, con ser tan cristiana, es poco devota y entusiasta del Corazón de Je-
sús. Verdad que se celebran los primeros viernes; pero hácese en la
pequeña iglesia del Seminario (antiguo colegio de la Compañía) y aun no
se llena por entero. En las tres parroquias de la ciudad no se celebra, que
yo sepa, otra función alguna dedicada al divino Corazón. Con todo eso,
comparando la primera vez que prediqué del Corazón Sagrado con la de
este año, he podido apreciar mayor número de asociados y más entusiasmo
y devoción. Por el obispado va extendiéndose también de día en día esta
provechosa devoción, habiendo ya localidades, en las que se celebran las
funciones con tanta solemnidad y concurso de fieles, que es para alabar á
Dios.
247
SAN QUIRICO DE BESORA (VICH)
Concluido el triduo del Sagrado Corazón de Jesús en la Catedral de
Vich, empecé luego otro en San Quirico de Besora, villa fabril, situada en
la ribera del Ter, distante unos 10 kilómetros de Ripoll. Es todavía esta
parroquia una de las más morigeradas y cristianas de la diócesis, aunque
de algún tiempo á esta parte rudamente combatida por los centros socialis-
tas establecidos en las poblaciones vecinas, principalmente por el radicalis-
mo de Montesquiu. A las funciones del Sagrado Corazón, asistió la po-
blación en masa, y las comuniones no bajarían de 700. Gracias á la ac-
tividad y celo del Sr. Párroco va conservándose la piedad, siendo cosa de
admirar el buen espíritu que anima á los jóvenes de entrambos sexos.
QUINARIO EN SANS (BARCELONA)
No bien hube concluido el triduo en San Quirico de Besora, comencé
el Quinario del Deífico Corazón en Santa María de Sans de Barcelona.
Desplegóse en él la solemnidad acostumbrada en dicha iglesia, pero la asis-
tencia de fieles en los cuatro primeros días no pasó de regular; subsanóse,
no obstante en el postrero, porque á la comunión general acudieron más de
1,200 personas, y en la función de la tarde no cabía una más en aquel vasto
templo. Fué motivo de grande gozo para mí el ver lo bien organizado que
funciona el Apostolado de la Oración, las muchas fiestas que en honor del
Corazón Divino se celebran en la parroquia, y el espíritu de piedad y celo
que se observa en los asociados, mayormente en los celadores y celado-
ras. No pocos apostolados de la oración podrían aprender del de Santa
María de Sans de Barcelona.
MANRESA
Llegado á mi Residencia á primeros de Julio, después de unos pocos
días de descanso, hice mis Ejercicios anuales, concluidos los cuales prepá-
reme para predicar la Novena de nuestro Padre San Ignacio en nuestra igle-
sia. Empezó aquélla con buena asistencia, aumentando de día en día. Seguía-
mos á San Ignacio en Manresa, visitándole cada día en un lugar principal-
mente santificado con su presencia. ¡Oh! ¡Quién nos había de decir que no
solamente no podríamos terminarla Novena, pero que ni aun nos sería dado
poder celebrar la fiesta de nuestro santo Padre! Llegó para Barcelona el fa-
248
tídico 26 de Julio. En Manresa la paz fué completa hasta el 29 á las diez de
su mañana en que, cerradas ya las fábricas y talleres, túvose una insignifi-
cante manifestación para protestar, según de público se decía, contra la gue-
rra de Melilla, pero en realidad de verdad para preparar los ánimos de los
revoltosos para el golpe que pensaban dar por la tarde. Capitaneados éstos
por directores de fuera, estalló el incendio á eso de las seis. Estoy firmísi-
mamente persuadido que San Ignacio, cuya novena estábamos celebrando,
nos miró singularísimamente propicio desde el cielo; porque, según pudimos
ver con nuestros propios ojos y oir con nuestros oídos, nuestra iglesia de
San Ignacio y el Rapto habían de ser los primeros edificios que habían de
ser saqueados y hechos pasto de las llamas en Manresa. No es mi intención
narrar aquellos hechos vandálicos; leídos y releídos los tienen todos los
miembros de la Compañía de Jesús.
A causa de la tristemente célebre «Semana Trágica de Julio» quedaron
los ánimos tan abatidos, por no decir atontados, que era urgente, urgentí-
simo reanimarlos, y persuadirles que estos hechos vandálicos no son más
que una nueva página de la historia de la Iglesia, cuya vida, á semejanza de
la de su divino Fundador, va deslizándose, y se deslizará hasta el fin de
los siglos, entre luchas y victorias. A reanimar, pues, al pueblo cristiano y
alentarle en la lucha se han dirigido casi todos mis sermones y conferencias
predicadas hasta hoy. Estoy plenamente convencido de que es la de mayor
necesidad para los católicos, especialmente para la gente sencilla.
Entre todas las funciones que celebra la parroquial iglesia de Nuestra
Señora del Carmen de esta ciudad de Manresa, la que se lleva la palma en
solemnidad y asistencia es la que la real cofradía del Santísimo Salvador
dedica á Jesús Crucificado eí segundo domingo de Agosto. Humeantes aun
las ruinas de los conventos de las Capuchinas y de las MM. de la Enseñan-
za, pensóse en un principio suprimir este año la fiesta; pero pesando bien
las circunstancias y el tristísimo efecto que habría causado en la ciudad,
resolvióse celebrarla con mayor solemnidad, si cabe, que los otros años.
A la función de la noche asistió tan gran número de fieles, que cierta-
mente parecía aquello una invasión. ¿De qué les había de predicar j'o? ¿Qué
deseaba el angustiado auditorio les dijese mi tosca lengua? Ni mi mente estaba
para discursear, ni mis oyentes dispuestos para oir argumentos. Poquísimo
hablé al entendimiento; llevóselo casi todo el corazón, los sentimientos, los
afectos, y también el llanto. Cristo Crucificado, echado á las llamas; Jesús
249
Sacramentado, pisoteado; las imágenes de la Virgen y de los Santos, des-
trozadas; los templos, incendiados; las vírgenes del Señor escarnecidas; no
pocos católicos, cruzados de brazos y quietecitos en sus casas; y en medio
de ese cuadro lúgubre y vergonzoso, ¡Cristo Crucificado con sus brazos ex-
tendidos y con la cabeza inclinada dispuesto á darnos de nuevo un abrazo
de amistad y un beso de amor! Tal fué el asunto de mi sermón. Gran parte
del auditorio no pudo contener las lágrimas; de mí sé decir que trabajo me
costó poder concluir el sermón. Reanimáronse los espíritus, y presto notóse
la reacción.
AMETLLA DE MEROLA (SOLSONA)
Es Ametlla de Merola la mejor entre las mejores colonias fabriles del
alto Llobregat: de sus 400 habitantes puede con razón afirmarse que todos
son buenos, piadosos y morigerados. Con su hermosa iglesia, escuelas de
niños y niñas, centro católico, orquesta, etc. nada tiene que mendigar á
las poblaciones vecinas. Excusado es decir que á tan buena gente los acon-
tecimientos trágicos de Julio entristecieron grandemente.
Al llegar yo á dicha colonia el día 1 1 de Agosto para predicar el Qui-
nario de la Virgen, acercáronse muchos obreros preguntándome por nuestros
padres de Manresa, á quienes mucho aman; y deplorando en su alma la
quema de nuestras iglesias de la Cueva y del Rapto. Al decirles yo que
ningún daño habíamos recibido, y que lo del incendio de nuestras iglesias
no era verdad, era de ver su alegría y las copiosas lágrimas que manaban
de sus ojos.
Uno de los días vino á verme un obrero, antiguo conocido mío, y co-
giéndome entre sus brazos, díjome en medio de ardientes lágrimas: «Padre
Dachs, diga al P. superior de Manresa que mi casa y todos mis ahorros son
de los padres de la Compañía de Jesús, á los cuales amo con toda mi alma:
si en alguna ocasión temen por sus personas, vengan á mi casa que aun
tengo balas para hundirlas en la frente de sus perseguidores; sin matarme
á mí primero, nada podrán hacer contra mis jesuítas». Y poniéndome en la
mano 25 pesetas, añadió: «esta limosna es para las pobrecitas religiosas de
Manresa, que más hayan sufrido: distribuyalas usted como mejor le parez-
ca; si mayor limosna permitiesen mis escasos ahorros, no dude que gustoso
se la haría». Tan nobles palabras me enternecieron de veras. ¡Aun hay fe
en Israel!
Con tan buena disposición de esos piadosos obreros, ya puede figurar-
se lo que sería el Quinario de la Virgen. Puede afirmarse que asistieron
250
todos, y contadísimos fueron los que no recibieron los santos sacramentos,
siendo una nota sumamente edificante la presencia de los amos y de los di-
rectores de la fábrica á todos los actos del Quinario.
FIESTA DEL CORAZÓN DE JESÚS EN VILOVÍ (GERONA)
Poética y grandemente piadosa es esta fiesta, que hará cosa de diez
años viene celebrándose con devoción y asistencia siempre creciente en la
capilla del Más Artau, en Viloví. Levantada hace diez años por el gran
devoto del Sagrado Corazón, D. Joaquín Artau, desde entonces se le hace
fiesta en uno de los últimos domingos de Agosto. Es de ver la numerosa con-
currencia de fieles que acude de las poblaciones vecinas. Como es imposi-
ble quepan todos en la capilla; levántase un toldo para la comunión general
y misa solemne de la mañana; la función de la tarde se celebra en un gran
prado contiguo á la casa, y el predicador dirige la palabra al pueblo desde
uno de los balcones. ¡Qué espectáculo tan encantador y religioso ver lle-
gar por todos los caminos y atajos aquellas largas hileras de amantes del
Corazón de Jesús! ¡Con qué devoción escuchan la divina palabra! ¡Qué en-
tusiasmo al entonar himnos de gloria al Deífico Corazón! ¡Con qué reve-
rencia besan la llaga del costado del Redentor!
Una nota conmovedora ha habido este año. Hacía tiempo que no había
llovido, y los campos demandaban agua con urgencia. Una hora antes de
empezar la misa de comunión general encapotóse súbitamente el cielo, ru-
gió el trueno, y á la media hora caía el agua á cántaros. ¡Adiós, fiesta!, de-
cíamos los que nos hallábamos en la casa. No fué así; en medio de aquel diluvio
de agua comienza á llegar gente, y á los pocos momentos ya no cabía en la
capilla y en el toldo. Dije la misa y aun pude distribuir más de 100 comu-
niones. Después de unas dos horas de copiosa lluvia serenóse el cielo, y á
la función de la tarde fué indecible la muchedumbre de fieles que asistió.
Es una de las veces que con mayor gusto he predicado del Corazón de
Jesús.
MANRESA
A causa de los satánicos hechos de Julio tuvo buen acuerdo el Ayunta-
miento de no celebrar fiesta mayor; comunicóse tal resolución al público, y
nadie hubo que no la aplaudiese; dispúsose, no obstante, que en los dos
días primeros de aquélla se hiciesen en la Seo-Basílica las funciones reli-
giosas acostumbradas. Quieras no quieras, no tuve más remedio que acep-
251
tar el panegírico de los santos mártires, patronos de la ciudad, Inés, Mau-
ricio y Fructuoso. La concurrencia de fieles á la Misa solemne fué numerosa,
ocupando sitios de distinción todos los concejales católicos, presididos por
el Sr. Alcalde, el Sr. Diputado á Cortes, y el Sr. Juez Municipal.
NOVENA EN SAN JUAN DE LAS ABADESAS
El día 13 de Septiembre en el primer tren de la mañana me trasladé á
San Juan de las Abadesas para dar comienzo aquella misma noche á la no-
vena del santísimo Misterio. Es hoy San Juan una hermosa villa industrial
de unos cuatro mil habitantes, sentada á la margen derecha del caudaloso
Ter y distante 25 kilómetros de la frontera francesa.
Venérase en dicha villa, desde tiempo inmemorial, una sagrada Hostia,
conservada milagrosamente á través de los siglos y de grandísima devoción
en toda la cuenca del alto Ter. Conócese con el nombre de «El Santísimo
Misterio». Encargado yo de predicar la Novena, procuré ya desde el primer
día imprimir en el corazón de los oyentes una grande estima del incom-
parable beneficio que habían recibido del Señor, excitándoles á continuar
los solemnes cultos con que este año honraban al santísimo Misterio. Híce-
les algunos sermones apologéticos y otros de apostolado seglar, en mi de-
seo de fomentar en ellos el amor á la Religión y el celo por la propaganda
del bien. La concurrencia á la Novena fué muy numerosa todos los días, y
oí también muchas y muy buenas confesiones.
El último día de la Novena fui al centro católico de obreros á dar
una conferencia á los socios, recomendándoles encarecidamente el espíritu
de unión, el amor á la santa causa de la Iglesia, y la necesidad de tomar
activa parte en la vida pública.
MANRESA
Vuelto á Manresa, prediqué el 26 de Septiembre en la iglesia de la
Santa Cueva el triduo que precede al jubileo que en aquella iglesia se pue-
de ganar cada año en el último domingo de Septiembre. No obstante
la horrible tempestad qne á las siete de la mañana descargó sobre la ciu-
dad, durante la cual cayeron seis exhalaciones que causaron no pocos
desperfectos en la central telefónica; tempestad que se repitió por la tarde
al ir á empezar la función; la asistencia de fieles fué buena, llegándose á
llenar completamente la iglesia. Las funciones del postrer día de este Jubi-
leo son de las más solemnes que se celebran en Manresa, pudiendo afirmar-
252
se que contados son los fieles que dejan de visitar la Santa Cueva, con
este motivo.
NOVENA DE LA VIRGEN DEL ROSARIO
Una de las devociones más arraigadas en los habitantes de Vich es sin
duda la del santo Rosario, siendo aun muchísimas las casas, en las que to-
dos los días se reza en familia: no hablemos de las casas de campo, tan nu-
merosas en la Plana, porque en todas ellas por nada ni por nadie se deja
de rezar cada día, y aun en algunas se reza por la mañana y por la noche.
Mucho habrán contribuido á conservar práctica tan cristiana la muchas fun-
ciones que anualmente se celebran en la espaciosa iglesia de Santo Domin-
go, sobresaliendo entre ellas la solemne novena de Octubre.
Comenzó ésta el día 2 en medio de un gran concurso de fieles, llenán-
dose por completo las tres naves de la iglesia. Al día siguiente hubo más de
1,500 comuniones, y á la función de la tarde, á la que asistió el Sr. Obis-
po, hubo tan gran afluencia de fieles, que más de 500 tuvieron que quedar-
se fuera, ocupando todo el centro de la rambla. ¡Verdaderamente daba
devoción viendo á la Virgen del Rosario tan honrada de sus hijos! En los
demás días la asistencia no decreció en lo más mínimo.
Los siete sermones que prediqué sobre asuntos apologéticos y señala-
damente los dos sobre la prensa fueron muy bien recibidos, conforme me lo
manifestaron varios sacerdotes y seglares, mayormente nuestro gran amigo
el Rdo. Sr. Liborio Colomer, párroco de la catedral, en cuya casa me hos-
pedaba. Estoy persuadido que los asuntos que en nuestros días más convie-
nen al pueblo cristiano son los de apologética, controversia, propaganda,
prensa, etc. sin que hayan de olvidarse los morales; pero como los tiempos
son malos y la fe es tan rudamente combatida y escarnecida, es menester
defenderla y sostenerla principalmente entre el pueblo sencillo, incapacita-
do por sí mismo de rebatir las falacias y mentiras de nuestros adversarios,
EL CORAZÓN DE JESÚS EN VILOMARA (VICH)
De imperecedero y grato recuerdo para los habitantes de la parroquia
del Pont de Vilomara será la solemnísima novena que como preparación pa-
ra recibir la nueva y preciosa imagen del Sagrado Corazón de Jesús, co-
menzó á celebrarse el día 24 de Octubre. Bien dispuesta la población para
tan notable fiesta, ya desde el primer día el templo estuvo concurrido á no
poder más. Como la gente entendía poco de lo que es devoción al Cora-
253
zón de Jesús, en la mayoría de los sermones expliqué el objeto, el fin, ven-
tajas y promesas de esta devoción, disponiendo á los fieles juntamente para
hacer una buena confesión. ¡Era cosa para alabar á Dios ver el deseo que
todos manifestaban de conocer cómo podrían ser verdaderos siervos y ami-
gos del Corazón de Jesús!
Llegó la mañana del día 31 , último domingo de Octubre, destinado
para el traslado de la santa imagen. El cielo encapotado y el trueno anun-
ciaban próxima tempestad: así fué, porque después de algunos chubascos
tuvimos durante la tarde una mansa y continua lluvia de invierno, que ale-
gró extraordinariamente á los pobres labriegos, quienes hacía largo tiem-
po suspiraban por la lluvia para poder hacer en mejores condiciones la
siembra.
Anunciada la procesión á voz de pregonero por las calles de la ciudad
para la mañana del día siguiente, festividad de Todos los Santos, bendijese
la Imagen del Sagrado Corazón de Jesús en San Ignacio en medio de un
concurso numerosísimo de fieles. Cantado un hermoso himno por el coro de
la iglesia, organizóse al punto la procesión, que presidió el P. Ildefonso
Roca, Superior de la Residencia, acompañado de buen número de sacerdo-
tes. Como el piso estaba intransitable y el cielo amenazaba nuevamente
lluvia, no fueron muchas las personas que tomaron parte en ella; con todo,
no faltaron unos 300 socios del Apostolado que, venciendo todas las dificul-
tades, acompañaron la santa imagen hasta Vilomara, distante unos seis ki-
lómetros de Manresa.
Entretanto celebrábase en Vilomara la comunión general, á la que
asistió, puede decirse, todo el pueblo. ¡Cuántas almas que por muchos años
vivían alejadas de la iglesia volvieron á los brazos del Corazón de Jesús!
Cuando menos se esperaba, óyense varias descargas de fusilería, dis-
paradas por individuos del Somatén, señal convenida de antemano para
anunciar la entrada del Corazón de Jesús en el término de Pont de Vilo-
mara. Échanse al vuelo las campanas de la parroquia y de las fábricas, dis-
páranse morteretes, suena la música, entónanse preciosos himnos por los
coros de San José y de las Hijas de María, adórnanse las casas con hermosas
colgaduras, corre la gente en todas direcciones, llegan las Autoridades, or-
ganizase presto la procesión compuesta de más de 800 personas con blan-
dón, y... hacia el puente de Llobregat, santificado un día por las huellas
de nuestro Padre Ignacio.
Apresuramos el paso porque amenazaba la lluvia, recorriendo, no obs-
tante, las principales calles de la población, cubiertas todas de verde fo-
llaje y luciendo brillantes colgaduras. A los continuos ¡vivas! y á los acordes
254
de las bandas, se asocia nuevamente la voz del trueno. Entra el Corazón
de Jesús en la iglesia... y al punto descarga la tormenta, que en breves
instantes convierte las calles de la población en impetuosos torrentes. La
procesión había terminado; la fiesta era completa.
Las tres naves de la iglesia, el presbiterio, el coro, la sacristía, el co-
rredor que conduce á la casa parroquial, rebosaban de gente. Subo al pul-
pito, pondero en breves frases la preciosidad de la imagen, el amor del
divino Corazón, su deseo de establecer en el Pont de Vilomara el reinado
de la caridad, las grandes ventajas que con aquella devoción iban á con-
seguir. Felicito al Sr. Párroco y demás sacerdotes, á las Autoridades, á
las Asociaciones parroquiales, á los valientes socios de los apostolados de
Manresa y Viladordis, á los habitantes de la población, etc., y concluyo
dando un entusiasta viva al Corazón de Jesús, que es contestado por aque-
lla muchedumbre electrizada de amor divino.
Despejada un poco la iglesia, empieza la misa solemne, cantada por el
coro de San José, acompañado de numerosos instrumentos de cuerda. Por la
tarde cantóse una hermoso trisagio por el mismo coro y con el mismo acom-
pañamiento de la mañana; concluido el cual, el Sr. Cura párroco, Rdo. Es-
teban Pujóls, dio las gracias á sus feligreses por lo bien que se habían por-
tado, y dióse por terminada tan solemne y religiosa fiesta, cuya memoria no
se borrará por mucho tiempo de la memoria de los buenos católicos del Pont
de Vilomara. ¡Viva el reinado del Corazón de Jesús!
Posteriormente he sabido que en pocos días se habían formado treinta
coros de asociados al Apostolado de la Oración, continuando la inscripción
con creciente entusiasmo. ¡Loado sea Dios!
NOVENA EN CARDONA (SOLSONA)
El día 14 del mismo mes di principio á la Novena de almas en Cardo-
na. Con ser la iglesia de grandes dimensiones, llenóse completamente ya el
primer día, siendo menester abrirlas puertas de la entrada principal. Puesto
en autos por el Sr. Cura párroco de los graves problemas que se avecina-
ban para la villa, anuncié ya desde los comienzos de la novena ocuparme
en asuntos de actualidad: huelga decir que durante toda la semana la con-
currencia fué extraordinaria. Los resultados fueron copiosos; cada día hubo
gran número de comuniones, y en el último se acercaron á la Mesa Eucarís-
tíca unas 1500 personas, sobrepujando los hombres á las mujeres; confesio-
nes de muchos años, hubo varias; y como consecuencia de un sermón que les
hice el sábado, antepenúltimo día de la novena, juntáronse todas las perso-
255
ñas de sentimientos católicos de la villa para copar todas las concejalías del
municipio en las elecciones, que dentro de breves días habían de celebrarse,
como así se hizo, desterrando, por consiguiente de él, á todos los miem-
bros malsanos, que por abandono de algunos se habían introducido.
SANTA MARÍA DE SANS (BARCELONA)
Apenas concluida la Novena de Cardona, empecé la de Santa María de
Sans de Barcelona, que fué muy concurrida todos los días, excediendo, si
cabe, á la del año anterior. Muchas y muy buenas confesiones pude oir, á
Dios gracias. Nada sufrió este hermoso templo, durante la Semana Trágica
de Julio, gracias á la valentía del Sr. Párroco D. José Baltá, y de los seño-
res vicarios, quienes ayudados de unos cuantos hombres convenientemente
armados, supieron hacer entender á las turbas frenéticas, que cuantos se
acercasen á 30 pasos de las puertas de la iglesia, serían al punto acribilla-
dos sin compasión. ¡Qué lección tan hermosa para los cobardes!
MANRESA
Llegado á Manresa, aproveché los pocos días que me restaban para
preparar el sermón de la Virgen Inmaculada, que debía predicar en la
Seo-Basílica. Como Manresa es, en verdad, ciudad mariana, la solemnidad
de esta fiesta es cuanto cabe extraordinaria. Las tres naves de la Seo esta-
ban atestadas de fieles, ávidos de rendir homenaje á la Virgen sin mancilla,
y complacerse en oir cantar sus glorias. Con la historia en la mano les ma-
nifesté cuánto ha hecho España por la Inmaculada, y cuánto ha hecho la In-
maculada por España, trazando juntamente á grandes pinceladas el cuadro
de amor y entusiasmo de Manresa para con la Virgen purísima; dedu-
ciendo de aquí, que, siguiendo nosotros el camino de nuestros mayores, la
protección de María para España y para Manresa no faltará jamás.
El día 15 comencé un triduo á las Hijas de María Reparadora, siendo
escasísima la concurrencia de señoritas congregantes, tal vez á causa de la
abundante lluvia de aquellos días y de esíar casi intransitables algunas ca-
lles de la ciudad.
Deseando las Madres Reparadoras, festejar con obsequios especiales el
natalicio del Niño Jesús; han resuelto establecer un Solemne Octavario, que
principiará todos los años el día mismo de Navidad, conforme se ha hecho
en el presente. Como en estas Pascuas suele haber tanto jolgorio en las fa-
milias, temí que sería escasa la concurrencia de fieles al Octavario; no fué
256
así, á Dios gracias, porque toáoslos días se llenó la iglesia: y aun en algu-
nos de ellos no pocas personas tuvieron que volverse por no poder entrar.
Con tan buenos principios, están resueltas las Madres Reparadoras á conti-
nuar todos los años el Octavario al Niño de Belén.
AÑO 1910
MANRESA
El día 17 de Enero fiesta de San Antonio Abad, prediqué el panegírico
del santo en la iglesia del Carmen, ante un concurso extraordinario de fie-
les: y como en este día suelen ir á la iglesia hombres que durante el año
apenas ponen el pie en ella, huelga decir que en la parte práctica del
discurso cualquiera habría podido decir, que más que panegírico parecía
sermón de Pasión. ¿Qué hacerle? Hay que aprovechar las ocasiones. Qué-
dese allá la pólvora: que con salvas y aplausos nada se consigue del
pueblo cristiano.
El domingo siguiente, día 23. celebraron otra solemnísima fiesta de San
Antonio los dueños y los mozos de las agencias de transportes. A la concu-
rrencia que era buena, después de haberla hecho estimar las virtudes de
San Antonio, propüseles verdades eternas. Esto es lo que queda y lo que
aprovecha.
El mismo día, por la noche, prediqué el sermón de la Sagrada Familia,
en la iglesia de la Casa de Caridad, llenándose de bote en bote, excitando
calurosamente á los fieles, á extender una práctica tan sencilla como pro-
vechosa cual es la de la visita domiciliaria de la Sagrada Familia.
El día 1.° de Febrero, principiamos con el P. Albiñana, una tanda de
Ejercicios de ocho días, á los hombres de Manresa, promovidos como cada
año por las Conferencias de San Vicente de Paúl. La asistencia fué regular
todos los días, aunque algo inferior á la del año anterior. Al ver el escaso
número de obreros, preguntábame á mí mismo: ¡cómo! ¿Y dónde están tan-
tos obreros de los patronatos, de las academias, de los círculos católicos,
de las escuelas nocturnas, etc., 'agrupados, dirigidos, instruidos, por ele-
mentos católicos? Cada día voy persuadiéndome más y más de la absoluta
necesidad de formar al obrero en sentido netamente católico y piadoso, pre-
sentándole á la entrada el fin que se persigue, como sabiamente dice el
Papa Pío X en su famosa carta de las federaciones italianas: hay algunos
que apenas se atreven á hablarles de religión; verdad que la Iglesia no des-
cuida la parte material de los obreros; pero lo que primeramente y sobre
257
todo desea son sus almas. Yo creo que tratándose de agrupaciones obreras,
patronatos, sindicatos, etc., se padece grande equivocación; se busca el nú-
mero, y se descuida lo principal. A la comunión general del último día hubo
bastante concurrencia, pero ni el P. Albiñana ni yo quedamos satisfechos.
OCTAVARIO DEL SMO. EN LA CATEDRAL DE VICH
Apenas concluida la comunión general de los Ejercicios en Manresa,
tomé el tren para la ciudad de Vich, en cuya catedral debía comenzar por
la tarde el solemne Octavario dedicado al Santísimo Sacramento. Durante
los ocho días ocúpeme en asuntos de interés palpitante, como por ejemplo,
las escuelas laicas, la educación cristiana, el modernismo práctico, que poco
á poco va introduciéndose en las familias, la moral filosófica con que mu-
chos sueñan en contraposición á la moral evangélica, el disfraz de la marca
católica en las fundaciones sociales, el deber de los católicos. La concurren-
cia de fieles fué tan numerosa, principalmente los tres días de carnaval, y
conclusión, que, á juicio de los Sres. Capitulares, hacía muchos años no se
había visto en la catedral otra mayor; y el Sr. Obispo, que asistió todos
los días, manifestó repetidas veces la satisfacción que sentía por aquellas
pruebas de amor que daban los vicenses á Jesús Sacramentado. A la comu-
nión general del último día acudió mayor concurrencia que á la del año an-
terior. ¡Loado sea Dios!
CUARESMA EN LA CATEDRAL DE VICH
Huelga decir el llamamiento que hice á los habitantes de Vich, para
los sermones cuaresmales, que comencé á predicar el lunes de la primera
semana. La asistencia fué mayor que en la cuaresma pasada, y en algunos
días numerosa. Todos los días hacía una homilía sobre el evangelio de la
feria; y bien pude notar desde el principio lo mucho que gustaba el audito-
rio de esta clase de predicación, y cuánto se aprovechaba en el Señor. A
los sermones del día de San José, jueves santo, viernes santo y Pascua de
Resurrección asistió tan grande auditorio que bien podía compararse al
Octavario del Santísimo Sacramento.
Además de los sermones de la Catedral, prediqué un buen número de
pláticas á varias comunidades religiosas, señoras católicas, conferencias
de San Vicente de Paúl, etc., procurando avivar en todas la observancia
regular y el celo por el bien de las almas.
17
258
Estos son. amadísimo P. Provincial, los ministerios en que me he ocu-
pado durante los veinte meses que en esta Residencia en San Ignacio de
Manresa he estado gozando de buena salud. Ahora que la tengo tan per-
dida, no puedo hacer otra cosa más que rogar al Señor y su Sma. Madre
me la devuelvan, si así conviene á la mayor gloria de Dios. (^)
En los SS. SS. y OO. de V. R. mucho se encomienda este su afectísi-
mo siervo en Cto.
JHS.
MaqIn Dachs, S. J.
(1) Descansó en la paz del Señor en Gandía á 12 Febrero de 1911.
II CONGRESO REGIONAL
DE LAS CONGREGACIONES MARIANAS
CELEBRADO EN PALMA DE MALLORCA
DESDE EL 8 AL 12 DE JULIO DE 1909
Carta del H. Francisco Muedra al H. Mauricio Jiménez
Gandía, 3 de Agosto de 1909.
Gratos recuerdos dejará el segundo Congreso regional de las congre-
gaciones marianas de la antigua coronilla de Aragón, en el ánimo de cuantos
tuvimos la dicha de asistir á él. Y con el fin de que puedan formarse algún
concepto los que no lo presenciaron y los que asistimos conservar algún
recuerdo, describiré brevemente lo que en él se hizo, comenzando por nues-
tra salida de Barcelona.
Las 6 y media serían del 7 de Julio, cuando, sueltas ya las amarras que
le sujetaban, comenzó á deslizarse suavemente sobre las tranquilas aguas
del puerto el vapor «Miramar» de la compañía Isleño-marítima, expresa-
mente fletado para congresistas. Salieron al puerto á despedirnos numero-
sas personas conocidas, mientras algunas familias de congresistas ocuparon
diversos botes con que nos fueron acompañando hasta la embocadura del
muelle. Apenas empezó á andar con regularidad el vapor, y cuando aun es-
tábamos á la mitad del puerto, una voz llena de entusiasmo salió de todos
los pechos saludando á la Reina de las congregaciones, á nuestra dulcísima
Madre, con la Salve Regina. ¡Qué bien acordaban en aquellos instantes, el
canto salido más de nuestro corazón que de nuestros labios, con el sordo
rumor de las olas cortadas por la quilla de nuestro buque! Siguióse la santa
misa celebrada por el R. P. Puig, director de la congregación de Barce-
lona, durante la cual se cantaron con acompañamiento de armonium los
260
maitines del Oficio parvo de Nuestra Señora, como solemos hacer en los
colegios. A la misa siguió el almuerzo y las conversaciones familiares y
los juegos y entretenimientos en que tomaban parte todos en dulce y orde-
nada confusión, sin distinción de edades, regiones ó posición social. Allí
estaban reunidos en íntimo lazo de caridad congregantes de Barcelona, Za-
ragoza, Mataró, Gandía, Tarragona y Manresa, todos amigos sin haberse
conocido nunca y con la seguridad muchos de no volverse á ver jamás. Po-
cas veces mejor que entonces aparecerá cumplido á la letra aquel lema
apostólico de nuestras congregaciones: Cor unum et anima una. Y es que
no puede haber división entre los que, cobijados bajo el manto de María
tienden sólo á complacerla y á buscar su mayor gloria; y esto, era lo que
movía el corazón de tantos jóvenes á dirigirse á Mallorca sin reparar en
los gastos y molestias del viaje.
Pero aun brilló más, si cabe, esta cristiana fraternidad al llegar la
horade la comida, pues todos, así viajasen en 1.^, 2.^- ó 3.^ clase, par-
ticiparon por igual del banquete con que se obsequió á los congresis-
tas. Al acabar la comida aparecieron en el horizonte las montañas de
Mallorca, y como á las 3 de la tarde pasaba el «Miramar» casi rozando
las costas de la isla. No son éstas playas arenosas, sino escarpadas rocas
com.o cortadas á pico y en cuyas hendiduras sólo aparecen algunos árboles
y matas silvestres. Atravesamos el paso que forman la isla de Mallorca-y
ei islote llamado «Dragonera», y poco después se presentó á nuestra vista
la inmensa bahía de Palma. La voz de la campana nos reunió á todos sobre
cubierta para rezar el santo Rosario y entonar de nuevo al fin una salve á
Ntra. Sra. del Lluch en acción de gracias por la próspera navegación. Al
terminar estábamos ya cerca del puerto. ¡Hermoso espectáculo el que se
ofreció entonces á nuestra vista! Veíamos numerosos grupos de hermanos
en congregación salir con sus respectivas banderas á nuestro encuentro;
oyéronse luego de una y otra parte entusiastas vivas, agitáronse al aire los
pañuelos, resonaron frenéticos aplausos y los pechos rebosaban de alegría
y entusiasmo, que llegó á su colmo cuando, colocado ya el puente, se ade-
lantaron por él á nuestro encuentro el P. Blanquer, director de la congrega-
ción, y la junta organizadora del Congreso. En buen número de coches, que
nos tenían preparados, nos dirigimos á nuestro alojamiento para descansar
y saborear internamente las gratas emociones de aquel día felicísimo.
Y llegó la tarde del día 8 y con ella la sesión de apertura del Congre-
so. Era el lugar destinado el soberbio edificio La Lonja, sencilla pero
elegantemente adornada para el efecto. Bajo hermoso manto real, suspendi-
do de una corona, veíase un cuadro de la Inmaculada, que presidía la fiesta.
261 ■
Ocupaba el estrado, levantado en el fondo de la nave principal, el limo, se-
ñor Obispo de Palma, el Dr. D. Justino Guitart, pbro., de la congregación
de Barcelona, en representación del Sr. Obispo de Eudoxia, auxiliar de
Barcelona, los superiores de las órdenes religiosas, representantes de las
congregaciones de la Península, junta organizadora del Congreso y algu-
nas personas de distinción, invitadas al acto. A la izquierda del estrado,
bajo dosel, sentóse el Capitán general de Palma, expresamente delegado
por S. M. el Rey D. Alfonso XIII para representarle en el Congreso; á la
derecha y adosada á una columna, colocóse la tribuna desde donde los ora-
dores debían dirigir la palabra al auditorio. Formábase éste del excelentísi-
mo Ayuntamiento de la ciudad, de distinguidos oficiales militares y marinos,
directores de congregaciones, congresistas y numeroso público de lo más
selecto de Palma.
Dióse comienzo á la sesión, leyendo el secretario general la forma-
ción de la junta organizadora del Congreso y la Presidencia de las me-
sas para las secciones privadas, que deberían tener lugar los dos días
siguientes, después de lo cual el Sr. Capitán general dio por abierto el II
Congreso regional de las congregaciones marianas. Levantóse el Sr. Obis-
po y emocionado por el hermoso espectáculo, que presenciaban sus ojos,
felicitó á los congresistas y auguró de esta reunión grandes bienes para la
Iglesia y para las congregaciones marianas. Como feliz prenuncio de ellos
nos leyó el Sr. Secretario la bendición, que tanto S. S. el Papa Pío X como
algunos prelados enviaban al Congreso y á sus trabajos. Subió entonces á
la tribuna D. Buenaventura Barceló, quien después de saludaren nombre de
los congregantes mallorquines á sus hermanos de la Península, desarrolló
con fácil palabra el tema «Las congregaciones y el Pontificado», haciéndo-
nos ver cómo los Pontífices no podían menos de favorecer las congregacio-
nes por tratarse de jóvenes, que, cual hermosos capullos, son la esperanza
de la Iglesia Católica; comprobó su tesis con algunos de los favores otorga-
dos por la Sede Apostólica á las congregaciones, y terminó su trabajo, de-
mostrando cómo éstas habían procurado corresponder á tantos beneficios
cooperando á la salvación de los prójimos. Una pieza de música nos dispuso
á oir el discurso del Dr. D. Antonio Sancho, pbro., quien con arrebatadora
palabra nos exhortó á tomar parte activa, conforme á la mente del Papa, en
las funciones del culto católico. Muy aplaudido fué en diversos párrafos
de su fogosa disertación, aplausos que ofreció á la Sma. Virgen por cuyo
honor hablaba. La banda municipal nos entretuvo deliciosamente hasta
que ocupó la tribuna D. Francisco de Paula Puigserver.. Fué el discurso
de este caballero una alegoría perfectamente continuada durante todo el
262
tiempo y justamente aplaudida por la solidez del fondo y la galanura de
la forma. Tomando pie de la lucha entre una paloma y un halcón que había
presenciado pocos momentos después de haber recibido la comisión de ha-
blar en el Congreso, comparó á los congregantes á palomas perseguidas por
halcones voraces, quienes trataban de perderlas con diversiones, lecturas,
centros, compañías, etc., y cuyo único refugio es el manto de María Inma-
culada en las congregaciones, donde no pueden penetrar los halcones infer-
nales. Saludó á los congresistas peninsulares, que, dijo, no eran aves de
rapiña, como tantos otros que vienen del continente para sembrar en estas
deliciosas islas la discordia y la corrupción, sino sencillas palomas, cobija-
das bajo el manto de María y que por eso encontraban allí pechos amigos y
cariñoso asilo. «Influencia de las congregaciones en la moderna sociedad»
fué el tema, que, tras un breve intervalo musical, desarrolló, como él sabe
hacerlo, el catedrático de la Universidad de Barcelona y congregante casa-
do Dr. D. Juan de Dios Trías; influencia que no puede menos de ser gran-
dísima, dado el fin de dichas congregaciones, que es procurar la salvación
propia y de los prójimos, dada su estructura y los medios de que dispone
para acercarse á todas las clases sociales. Terminó dicha sesión con algunos
avisos sobre el orden y lugar de los actos en los días siguientes y con la
lectura de los telegramas que se iban á enviar al Papa y á S. M. el Rey.
A las 10 de la mañana del día siguiente comenzaron las tareas más pro-
pias y fructuosas del Congreso: la discusión de los temas y conclusiones.
Para mayor orden y provecho se dividió la materia que se debía tratar en 4
secciones: 1 .^ Vida piadosa de las congregaciones; 2.^ Vida intelectual y
artística; 3.'^ Acción social; 4.'^ Relación de las congregaciones entre sí. En
todas ellas, que para mayor comodidad se reunieron en diferentes salas del
seminario, reinó verdadero entusiasmo y se trabajó de veras porque
fuese fructuosa y práctica su labor. Prueba de ello son las conclusiones
adoptadas, de entre las cuales sólo copiaré algunas, que pueden servir de
muestra de lo allí acordado. La 1.''' conclusión del tema VII de la sección 1.^
en que se trata de promover la frecuencia de Sacramentos, dice: Siendo
laudabilísima y necesaria, hoy más que nunca, la práctica de la co-
munión frecuente, y dados los consejos del <íPapa eucaristico», con-
viene muchísimo se establezcan lo más pronto posible las secciones
de comunión semanal y diaria en todas las congregaciones donde
las circunstancias lo permitan. Y la 3.'"^: Para poner en práctica la
comunión diaria, establézcanse en las congregaciones, donde no las
hubiere, las secciones de comunión semanal: cuando el número de
congregantes inscritos en esta sección lo permita, el director los dis-
263
tribuirá de manera que tocios los días á elección de dichos congregan-
tes haya algunos que reciban la comunión. H)
La sección á que acudía mayor número de congresistas era sin duda
la 3.^, que versaba sobre la acción social, y en ella también fué donde
hubo más entusiasmo, y donde se adoptaron conclusiones tales como las
siguientes: La enseñanza del catecismo es indudable ministerio muy
conforme con el espíritu de las congregaciones marianas; por lo
tanto deben éstas establecer centros catequísticos, supuesta siempre
la autorización del Ordinario. (Conclusión 1.^ al tema I). En el te-
ma IV, en que se trata del Apostolado del congregante en la Prensa,
después de hablar sobre la necesidad y medios de cooperar á ella, añade
la conclusión 7,^: Los asistentes á este Congreso se comprometen
á no suscribirse, no comprar ni leer jamás las publicaciones, sean
de la clase que fueren, que hayan sido prohibidas por la autoridad
eclesiástica; y á favorecer en cambio por todos los medios posibles
las publicaciones católicas. También es importante lo acordado en el
tema VIII sobre los medios de oponerse á la introducción de las relajadas
costumbres francesas. Dice así la conclusión 1.^: Obligarse los congre-
gantes á no admitir coronas para los difuntos de sus familias. In-
fluir en cuanto lo permita su posición, autoridad y relaciones, para
que no se admitan. Instar á los párrocos para que por todos los me-
dios que estén á su alcance, procuren la abolición de las coronas
mortuorias. Y la 2.^: Resucitar entre los congregantes y procurar el
restablecimiento, en su esfera de acción, de las costumbres cristianas ■
antiguas españolas, como: felicitar por Navidad, en vez de hacerlo
por año nuevo, rezar el Rosario en familia, oír Misa diariamente,
comulgar con frecuencia, descubrirse al pasar delante de las iglesias
y al toque de las ave martas, bendecir la mesa y dar acción de gra-
cias después de las comidas, saludar con el «Ave María purísima»
al entrar en las casas, y otras prácticas semejantes, y restaurar en
las costumbres el espíritu parroquial.
En la sección 4.^ se acordó en el tema I formar juntas regionales, que
son, según dice la conclusión 1 .^, organismos creados en cada dióce-
sis para ayudar á las congregaciones existentes en ella y ponerlas
en relación con las demás congregaciones pertenecientes á la misma
federación. En el tema II, conclusión 1 .^ se acordó: Pedir á los prela-
(1) En la 2.* sección se votó que el himno oficial de las congregaciones marianas sea en
adelante la «Salve Regina» tonus solemnis.
264
dos que promuevan el establecimiento de las congregaciones ma-
rianas en las parroquias rurales, donde no existan. En suma, es de
esperar que no será trabajo estéril el que se ha tomado en este Congre-
so, y que las conclusiones en él adoptadas serán llevadas pronto á la prác-
tica. Por de pronto damos por bien empleados los trabajos que se toma-
ron, por el fruto ya positivo de fomentar el entusiasmo que engendró en
tantos juveniles corazones, el verse muchos reunidos con el mismo espíritu
y con los mismos deseos, de procurar en todo la gloria Dios y la honra y
amplificación del culto de nuestra Madre la Reina de los cielos. Tanto más
si á ésto se añade el que, con estas luchas pacíficas, se adiestra nuestra
inteligencia para ulteriores y más rudos combates; y que mientras buscan
en todo lo más conforme al verdadero ser de las congregaciones, se in-
filtra en nuestras almas el genuino espíritu de ellas.
Llegó el domingo, día de grandísimos recuerdos para los congresistas
y para los habitantes todos de la ciudad de Palma. Por la mañana hubo en
nuestra iglesia de Montesión, donde está establecida la congregación de
Palma, una numerosa comunión general, siendo celebrante el canónigo
D. Mateo Rotger, durante la cual se cantaron escogidos motetes.
A las 10 salían de aquella iglesia los congresistas para asistir en la Ca-
tedral á la misa en que pontificó el limo. Sr. Obispo. Iban delante las con-
gregaciones de jóvenes y de seglares católicos y cerraban la manifestación
los PP. directores y los restantes PP. de la Compañía de Jesús con la junta
organizadora del Congreso. En la catedral tomaron asiento junto al presbi-
terio las Ordenes religiosas, y la junta del Congreso; el Ayuntamiento en su
banco respectivo y el Sr. Capitán general bajo dosel á la derecha del altar.
Detrás estaban los congresistas y numerosísimo público, que casi llenaba la
verdaderamente grandiosa catedral. Se cantó la Misa de Angelis, alternan-
do un coro de tiples con todos los asistentes al acto. ¡Qué conmovedor era
oir á tantos centenares de personas cantar los versículos del Gloria y Credo
y ver, á todos sin distinción de sexos ni edades, tomar parte en el acto en-
salzando juntos al Señor de todos! El sermón que pronunció el R. P. Este-
ban Moréu S. J. fué de tal mérito que, según decía la Gaceta de Mallor-
ca, sus conceptos merecían ser esculpidos con letras de oro. Desarrolló la
idea de que las congregaciones marianas deben luchar denodadamente por
la gloria de Dios, bajo los pliegues de la bandera de la Inmaculada, dirigi-
dos siempre por las enseñanzas del Papa y de los prelados. Expuso amplia-
mente estos tres puntos con verdadera y á las veces arrebatadora elocuen-
cia. Pero donde, á mi modo de ver, se excedió á sí mismo fué en la tercera
parte tratando de la obediencia que debemos á nuestros prelados; nos ex-
265
hortó ahincadamente á no separarnos un ápice de sus enseñanzas doctrina-
les, trayendo aquello de S. Pablo, que aunque viniera un ángel del cielo á
enseñarnos lo contrario de lo que ellos nos dijeren, no debíamos de ha-
cerle caso; ensalzó la excelencia de este magisterio y de esos maestros y
concluyó diciendo que debemos preferir ser derrotados con tales guías, á
vencer por cuenta propia.
Con ser tan brillante la fiesta de la mañana, fué superada por la proce-
sión de la tarde. A ella concurrieron, además de los congresistas, represen-
tantes de diversas corporaciones de Palma, y más de 400 jóvenes de las
congregaciones establecidas en los pueblos vecinos; más aun, podríamos
decir que tomó parte en ella la ciudad entera, pues las calles de tránsito se
veían atestadas de gente, y apenas había casa que no estuviera engalanada,
desde la sencilla guirnalda de arrayán que festoneaba el marco de sus
puertas y ventanas, hasta los elegantes templetes en que aparecía la ima-
gen de María Inmaculada; desde el humilde farolillo de papel ó tela, hasta
el potente arco voltaico ó centenares de bombillas elétricas, que daban á
algunas casas aspecto verdaderamente fantástico. Al llegar la Imagen de la
Inmaculada frente al templo de Sta. Eulalia, entonaron las Hijas de María,
que estaban en la puerta del templo, la Salve Regina, canto que repitió
la capilla de la Seo al entrar por su puerta principal, nuestra Reina y Se-
ñora, pues el Sr, Obispo quiso presenciar desde el presbiterio el desfile
de aquella inmensa multitud de amantes de María, prueba manifiesta de
la exuberante vida de las congregaciones. La entrda en el templo de Mon-
tesión no puede describirse. La plaza llena de gente, ios potentes arcos
voltaicos suspendidos, como soles, bañaban de luz clarísima los cuadros é
inscripciones de las paredes; y sobre el rumor de la multitud allí agolpada
y de las músicas que tocaban hermosas piezas, ondeaba majestuosa la
bandera de la patria; bajo sus pliegues, como debajo de un arco triunfal,
desfilaba la procesión y se inclinaban los estandartes, penetrando en el tem-
plo espléndidamente adornado é iluminado con numerosas arañas. Colocada
la Virgen en su trono del altar mayor, resonó potente la Salve Regina.
¡Aquel coro de centenares de voces juveniles hacían retemblar las paredes
y también los corazones! Al acabar la salve D. Carlos Lorea, de Zara-
goza, nos exhortó fervorosamente á continuar unidos con verdadero y fra-
ternal amor, bajo el manto de nuestra Madre común la Virgen Santísi-
ma. Día lleno y hermoso y de recuerdos eternos, será, para todos los que
tuvimos la suerte de asistir á la comunión, á la misa pontifical y á la pro-
cesión del 11 de Julio.
El 12 por la mañana se tuvo la sesión de clausura en la Lonja. A las
266
diez entraban en dicho lugar á los acordes de la marcha real, el Sr. Capitán
general, el Sr. Obispo y demás invitados. Ocupáronlos sitios de costumbre.
Leyéronse los telegramas de adhesión y en primer lugar el de S. S. el Papa
que oyeron todos de pie y que fué recibido con grandes aplausos; siguió la
lectura de algunas de las conclusiones adoptadas en el Congreso.
Subió luego á la tribuna D. Francisco de P. Massanet y desarrolló el
tema: «Acción educadora de las congregaciones marianas en la juventud»,
que le mereció entusiastas aplausos y justísimas alabanzas.
Al bajar él subió el elocuente tribuno barcelonés D. José Parellada.
¿Quién pudiera ofrecer á nuestros lectores, como salieron de sus labios,
aquel sin número de preciosas margaritas, pues tales eran sus palabras, en-
garzadas en riquísimo oro de cadenciosas y arrebatadoras frases? Allí veía-
mos á un caballero seglar y nos parecía oir un fervorosísimo y elocuente
orador sagrado, hablando sobre la necesidad que tienen los congregantes de
santificarse á sí mismos para poder santificar á los demás. No creo exagerar
afirmando, que no hubo párrafo á que no siguiera su correspondiente
aplauso, el cual á veces se convirtió en verdadera ovación, sobre todo al
terminar, en que se prolongaron tanto, que no pudo menos de salir el señor
Parellada al medio del tablado y proponer se trocaran éstos por un entu-
siasta: ¡Viva la Inmaculada! D. Luis Ezcurra, joven alumno, pocos años
hace del colegio de Sto. Domingo de Orihuela, se captó al punto la bene-
volencia del auditorio, pues comenzó su discurso haciendo la señal de la
cruz. Una nutridísima salva de aplausos acogió tan hermoso acto, y se repi-
tieron con frecuencia en varios párrafos de su disertación, como también al
subir á la tribuna el R. P. Francisco de Paula Cuadras, superior de la resi-
dencia de Palma, que trató sobre el pasado y porvenir de las congregacio-
nes marianas. H) Al. acabar dicho señor su discurso, dio el Capitán general,
en nombre de S. M. el Rey, por terminado el II Congreso regional de las
congregaciones marianas. Se levantó entonces el Prelado, y con afecto
verdaderamente paternal dio las gracias á todos por los trabajos tomados en
este Congreso y por la fidelidad con que se habían seguido sus consejos,
augurando copiosas gracias del cielo, que harían acrecentar en número y
(1) El Presidente del Comité ejecutivo anunció que el próximo Congreso se celebra-
rá, Dios mediante, en Tarragona, dentro de dos años; y D. Manuel Guascli, Vice-presidente de
la congregación de esta ciudad, dio las gracias en nombre de sus hermanos por la honra que
se les hacía. Terminó diciendo que pues debían reunirse dentro de poco, no se quería despe-
dir con la fría palabra: «Adiós, Congregantes,» sino diciendo: «Congregantes, hasta Tarra-
gona».
267
fervor las congregaciones marianas. Tal fué y así terminó el II Congreso
regional de Palma, pues aunque el día siguiente fueron muchos congresis-
tas en peregrinación á Ntra. Sra. de Lluch, y dos días después á visitar
las cuevas de Arta, esto no pertenece propiamente al Congreso y así me
abstengo de describirlo. ¡Sea todo lo hecho para mayor honra y gloria de
la Inmaculada Reina y Madre de las congregaciones!
JHS.
Francisco Muedra, S. J.
R. P. CAYETANO SATORRE, S. J
t 23 DICIEMBRE DE 1910 EN PALMA
A las dos de la madrugada de hoy, 23 de Diciembre, ha fallecido en la
paz del Señor, después de recibidos los santos Sacramentos, el R. P. Caye-
tano Satorre, S. J., á la edad de 67 años y á los 33 de vida religiosa en la
Compañía de Jesús.
Nació en Alcoy, el 19 de Febrero de 1843. Terminados los estudios
eclesiásticos y después de algunos años de vida sacerdotal al frente de una
parroquia de Andalucía, fué llamado por Dios á vestir la sotana de jesuíta,
tenía á la sazón 34 años de edad.
Tuvo su noviciado en Veruela, antiguo monasterio de monjes cister-
cienses y á la sazón noviciado de la provincia de Aragón no muy lejos de
la ciudad de Tarazona.
Pasados algunos años en los colegios de Zaragoza y Valencia, los su-
periores lo mandaron el año 1888 á las florecientes misiones orientales de
Filipinas, que están encargadas á los padres de la susodicha provincia de
Aragón.
Manila, Zamboanga, donde tuvo el año de tercera probación. Dávao,
Cottabato, Tamontaca, Joló y sobre todo Polloc, fueron los campos, que
regó con sus afanes y sudores apostólicos el P. Satorre.
Lamentables sucesos que malpararon espantosamente aquellas edifican-
tes cristiandades que crecían en medio de los bosques y en todas las plazas
de Mindanao, hicieron que el P. Satorre regresara á su patria, no lleno de
vida y de vigor sino herido de penosa enfermedad
En Zaragoza y sobre todo en esta residencia de Palma de Mallorca, ha
estado llevando con resignación cristiana las penalidades de larga enferme-
dad, durante este último decenio de su vida.
A medida de sus escasas fuerzas, en esta ciudad, ha estado trabajando
269
en el confesionario, dando Ejercicios y entregado á la práctica de las virtu-
des religiosas. De su retiro sólo salía para presidir las juntas de las confe-
rencias de señoras y para visitar, al caer de la tarde, el templo donde se
celebraban las Cuarenta Horas.
Aunque alejado de aquellas desoladas misiones de Mindanao, no se ol-
vidaba de los infieles que allí cuidó con solicitud paternal. Gozaba en extre-
mo refiriendo las costumbres, las fiestas y el encanto de aquellas regiones,
engalanadas de una vegetación tropical, que fueron el campo de su apostó-
lico celo.
Descanse en paz el operario de la viña del Señor. R. I. P.
MISIÓN DE FILIPINAS
NOTICIAS GENERALES DE FILIPINAS
ANO DE 1910
ISLA DE LUZÓN
MANILA.— El 22 de febrero se tuvo en el ateneo una sesión extraor-
dinaria á que fueron invitados todos los socios de las conferencias de san
Vicente de Paul, encaminadas á planear el modo de celebrar este año el 50
aniversario del establecimiento de aquélla en Manila. En general quedó
acordado que la fiesta fuera puramente religiosa, á saber: misa de comu-
nión general, misa solemne con sermón, comida á los pobres servida por
los socios, alguna limosna á establecimientos benéficos y hacer celebrar mi-
sas en varias iglesias por los socios difuntos. El comité elegido fué: Presi-
dente honorario, señor Arzobispo; presidente efectivo, D. Baldomero Ha-
zañas; vicepresidente, D. Luis de Castro; tesorero, D. Luis Várela, y
secretario, D. Manuel de los Reyes.
El P. Foradada fué enviado á petición del Sr. Arzobispo á celebrar la
Semana Santa en Cardona, pueblecito de unos 2,000 habitantes en la pro-
vincia de Rizal. •
El 12 de marzo fué nombrado rector del seminario de san Javier el
R. P. José Clos que ya desempeñaba en él la cátedra de teología; poco antes
habían tenido los seminaristas la distribución de premios que amenizaron con
un acto sobre la separación entre la Iglesia y el Estado, habiendo asistido
entre otras personas distinguidas los Sres. Arzobispo de Manila y Obispo
de Vígan.
En el ateneo la distribución fué el 10 próximo pasado, amenizada con
los actos del melodrama Vacaciones, contándose entre la numerosa con-
currencia y personas caracterizadas, el Rmo. Sr. Obispo de Vígan, el
cónsul de España, el comisionado Araneta y religiosos dominicos, francis-
canos, benedictinos, etc. Se confirieron 85 grados y títulos distribuidos en
18
274
esta forma: el título de perito electricista á 6; el grado de bachiller en
artes á 38; el título de perito topógrafo á 5, de ayudante de minas á 3, de
perito mercantil á 21 y el de perito taquígrafo á 13. Despedidos para vaca-
ciones los alumnos y antes que llegara la Semana Santa tuvieron los NN. en
Santa Ana una tanda de ejercicios que dirigió el P. Peypoch; y casi al mis-
mo tiempo los hacían en san Javier, expuestos por el P. Guilló, algunos de
los NN. de aquel seminario.
Durante la Semana Santa que en Manila se celebró con la solemnidad
acostumbrada, predicaron las siete palabras en la catedral el P. Juan
B. Sola; en Binondo el P. Lencina; y el P. Sauras en Quiapo; en esta pa-
rroquia el P. Briansó tuvo el sermón de la Soledad.
En nuestra iglesia de S. Ignacio dieron desde mediados de febrero los
santos Ejercicios á las mujeres los PP. Saus y Anguela con una comunión
final de 850 personas; y más tarde á los hombres los PP. Algüé y Burniol,
con una comunión general de 600 personas. Predicaron el jueves santo la
Hora Santa los PP. Peypoch y Saus y en la novena de la Gracia á san
Javier, patrón de la Liga antipornográfica, el P. Rector y el P. Sauras.
Otros padres oyeron confesiones y facilitaron el cumplimiento pascual,
á la tripulación del vapor Alicante, siendo el capitán el primero en dar
ejemplo.
El 31 de Mayo celebraron los niños, en número de 500, una procesión
con banderitas y estandartes, acompañados por una banda de música que
costearon los catequistas.
El 5 por la tarde se celebró el acto literario-catequístico al que asistie-
ron el Sr. Cura párroco y los Sres, presidente local, concejal , médico y lo
más principal de Orani.
El 7 de Junio á las 8 y media de la mañana desembarcó en ésta el
Sr. Delegado Apostólico, Mons. Agius, de vuelta de Roma.
Al tiempo de bajar S. I. del vapor, el Vice-Qobernador General Mr. Gil-
bert le saludó en nombre del Gobiermo de las islas con un discurso en in -
glés, y luego D. Maximino Paterno con otro en castellano, en nombre de '
centro y pueblos católicos; á los dos contestó S. I. agradeciendo tales afec-
tos, y á los acordes del Himno Nacional americano y de la Marcha Real
española, tocados y repetidos por 9 bandas de música, subió el Sr. Dele-
gado en un automóvil y se dirigió con la comitiva hacia la Catedral, donde
se cantó un Te Deum.
El P. Anguela oyó 210 confesiones en tagalo en el pueblo de Orani,
donde pasa las vacaciones para mejorar sus conocimientos en dicha lengua.
En el mismo pueblo celebra conferencias, ayudado de los seminaristas de
275
S. Carlos, los domingos, miércoles y viernes á las 8 y media de la tarde en
la plaza mayor.
El día 14 de Junio se embarcó para España en el trasatlántico Claudio
López nuestro R. P. Superior de la Misión, á fin de asistir á la congre-
gación provincial de primeros de agosto.
La fiesta de fin del mes de las flores se celebró como todo el mes se-
gún la costumbre de años anteriores, predicando el día último antes del be-
samanos el P. Benedet.
En la fiesta del Sagrado Corazón, se repartieron unas 1,200 comunio-
nes. En la función de la tarde predicó el P. CIos y dio la bendición con el
Smo. el limo. Sr. Gorordo, Obispo de Cebú.
El 29 de junio se verificó en la catedral de Manila la pública y solem-
ne promulgación del primer Concilio provincial manilano. Fué celebrante el
Rdmo. Sr. Obispo de Jaro Mgr. Dongherty. Presidió el señor Delegado,
bajo dosel, y enfrente el Sr. Arzobispo de Manila; junto al Sr, Delegado y
en sillón de respeto los Sres. Obispos de Cebú, Vígan, Calbayog y Lipa,
y al lado del Sr. Arzobispo los Superiores de las Órdenes religiosas, entre
los cuales se contaban de los nuestros los PP. Clos (Vicesuperior) y
Anón.
En el coro, bajo la dirección del Sr. Masllovet se cantó la misa de
Candi, sin cantatriz alguna, á cargo de los tiples de la catedral y varios
religiosos, estando presente una multitud que casi llenaba la iglesia con-
tándose entre las personas distinguidas, fuera del presbiterio, el Goberna-
dor General y Vicegobernador con la comisión civil, el Gobernador mili-
tar del Archipiélago, el cuerpo consular, los alumnos de los seminarios de
S. Javier y de S. Carlos, los del ateneo, de S. Juan de Letrán, etc. Can-
tado el evangelio, el Sr. Delegado debidamente acompañado subió al pul-
pito y dio en castellano y en inglés gracias á Dios, por el feliz éxito y
acontecimiento del día, saludó á las autoridades, y luego un prebendado,
que estaba á su lado, leyó el Decreto de promulgación del primer Concilio
de Manila. En él se dice que, obedeciendo á las leyes de la Iglesia, envió
el Sr. Delegado á Roma las actas y decretos del dicho Concilio, los cua-
les, para su diligente examen entregó Su Santidad á una selecta comisión
de Eminentísimos Padres, quienes después de un cuidadoso estudio los ala-
baron y honraron, mudando alguna cosa donde lo creyeron oportuno, con
la anuencia en todo del Papa, á quien se dio minuciosa cuenta de todo.
El Sr. Delegado, se añade, tiene por promulgados tales actas y decretos
para todas las Islas Filipinas y quiere que en los sínodos diocesanos que
deberán celebrarse dentro un año sean muy bien estudiados tales decretos
276
y cuidadosamente se pongan en práctica todos los medios necesarios para
su cumplimiento.
Las fiestas de precepto según las disposiciones del Concilio son: La
Natividad del Señor, la Circuncisión, la Epifanía, la Ascensión, Corpus
Christi, Asunción de la Virgen, Inmaculada Concepción, S. José y la fiesta
de los apóstoles S. Pedro y S. Pablo.
El mes del Sagrado Corazón se ha celebrado en nuestra iglesia y las
demás de Manila con la solemnidad, concurso y comuniones de otros años.
El seminario de S.Javier verificó su apertura el 15 de junio; y el ate-
neo la tuvo el 16. Ambos colegios están llenos de alumnos. El seminario
consta de 120 seminaristas; además 62 internos y 8 medio internos que no
son seminaristas. El ateneo ha suprimido este año la clase de preparatoria
de comercio y no ha admitido externos para la clase íntima; aun así tiene
1,150 alumnos, de los que 280 son internos, 120 medio internos y los demás
externos.
Las congregaciones marianas del ateneo obsequiaron el 17 de agosto
á stí patrón S. Luis con una misa solemne en que ofició el Sr, Deán, y ser-
món que predicó el P. Sauras. Asistieron entre otras personalidades, el
Sr. Obispo de Lipa, el cónsul de España, el secretario de la Delegación y
varios diputados.
Nuestro P. Finegan ha repartido el primer número « The Little Mes-
senger of the Sacred Hearh (El pequeño mensajero del Sagrado
Corazón) revistita mensual de la que es director y autor. Consta de 12
páginas en 4.° toda en inglés y cuesta cada número cinco centavos. Tam-
bién se ha comenzado á celebrar los domingos á las 9 y media una misa
rezada en nuestra iglesia para los americanos, á quienes predica durante
ella el mismo P. Finegan.
La fiesta de N. S. P. se celebró también con el esplendor de otros años,
precediendo novena, y verificándose los últimos días el solemne triduo en
que predicaron sucesivamente los PP. Sauras, Lencina y P. Rector del
ateneo.
El 7 de agosto el Sr. Delegado apostólico obsequió á los pobres de
Tondo con una comida en conmemoración del 5.^ aniversario de la corona-
ción de S. S. Pío X, servida por la congregación mariana de externos.
En el solar adquirido por el ateneo en la calzada de Iris, establecieron
los seminaristas de S. Carlos un catecismo dominical que se ve aumentar
en espíritu y fervor.
El 26 de septiembre volvieron á sus respectivas clases los alumnos to-
dos de la universidad de Sto. Tomás, cesando de este modo la huelga que
277,
por espacio de dos meses hicieron los de las facultades de Medicina y Far-
macia y todos los demás estudiantes arrastrados á ella por los primeros.
En nuestros seminarios de Manila han recibido las órdenes sagradas
42 seminaristas, perteneciendo 13 de ellos al seminario de S. Javier; ade-
más este seminario acaba de enviar dos de sus alumnos á nuestro noviciado
de Gandía, Pablo Carasig de primer año de filosofía y Agustín Llenado
discípulo de retórica.
El 29 dedicó el ateneo á Su Sría. lima. D. Juan Bernardo Mac Ginley
obispo de Nueva-Cáceres, un actito literario de bienvenida en que se de-
clamaron composiciones en latín, castellano é inglés alternando con escogi-
das piezas de música.
El seminario de S. Javier obsequió también á dicho Sr. obispo con
otro acto literario.
El catecismo de Tondo dirigido por el P. Anguela celebró una hermosa
fiesta en la que el Sr. Delegado apostólico repartió por la mañana la pri-
mera comunión á 145 niños que con los mayores formaron un total de 437
comulgantes.
El 11 de septiembre la colonia catalana de Manila celebró como en
años anteriores la fiesta á la Virgen de Montserrat en nuestra iglesia, ofi-
ciando el P. Vicesuperior y predicando en catalán el P. Peypoch.
Dijeron los periódicos que en Macao se iba á expulsar á los jesuítas, y
ante este peligro que parecía próximo, el P. Vicesuperior ofreció á los NN.
de Macao nuestras casas de Filipinas, si llegaban á ser expulsados.
Le contestó el P. Antonio Henríquez, dándole las gracias en una carta
muy sentida y diciéndole que todavía no sabían nada definitivamente, pero
que aceptaban desde luego el ofrecimiento para el caso en que fuese ne-
cesario.
La congregación mariana de externos obsequió á su patrón san Esta-
nislao con una misa de comunión general en que platicó el P. Rector, y un
actito literario-musical, poniéndose en escena con feliz éxito la zarzuela en
dos actos El talento y la virtud.
Algunos días después obsequió á su patrón san Francisco de Borja la
academia mariana, con una velada literario-musical, presidida por los re-
verendísimos Sres. Delegado y Arzobispo y otras personas distinguidas.
En los últimos días del mes de noviembre se trasladaron á nuestro sa-
natorio de Baguio el Sr. Delegado apostólico con su secretario, el P. Al-
gué y el H. Riera, permaneciendo tres semanas, de donde volvieron muy
contentos por la salubridad del clima, después de haber hecho el Sr. Dele-
gado y el P. Algué los santos Ejercicios.
57g
El 30 de noviembre comenzó en nuestra iglesia la novena á la Inmacu-
lada con los ejercicios acostumbrados, á los que este año se ha añadido la
bendición con el Smo. que se da al fin de la función en conformidad con las
prescripciones del Concilio Manilano, y además el canto Memorare, el
Sacris solemnis, Tantum ergo, etc., en que toman parte todos los alum-
nos internos y externos.
La fiesta patronal del seminario de san Javier se tuvo con el esplendor
acostumbrado; el R. P. Superior, vuelto ya felizmente de España, dijo la
misa de comunión general, oficiando de preste en la misa solemne el señor
Provisor.
Al día siguiente se verificó la Academia literario-musical, poniéndose
en escena el drama Libertad entre cadenas.
Los seminaristas de san Javier se afanan por promover el mayor nú-
mero de comuniones, sobre todo primeras, en sus catecismos. Los enemi-
gos de nuestra religión se dan cuenta de los crecientes progresos catequís-
ticos, y el mismo Aglipay se pasó el 20 de noviembre al pueblo de san Fe-
lipe Neri á enseñar su doctrina en un camarín. El número que reúnen dichos
seminaristas en sus catecismos es de unos 3000 párvulos y unos 1000 adultos.
VÍGAN.— El 13 de marzo se verificó la distribución de premios pre-
cedida de un acto literario por los alumnos de retórica. Los alumnos en
este curso han sido 408, de ellos 16 seminaristas,. 78 colegiales internos y
los restantes externos. La distribución terminó concediendo el grado de Ba-
chiller en Artes á 14 alumnos.
La Junta Directiva de la «Biblioteca moral recreativa», ha determina-
do celebrar por Navidad una gran lotería con que premiar á los que hayan
recogido mayor número de papeluchos impíos é indecentes, incluso fotogra-
fías y tarjetas postales.
Nuestro P. Thompkins y el párroco de la catedral Rdo. Bonifacio Bri-
llantes tienen ya preparado un dormitorio ó convictorio católico á fin de
que los estudiantes no internos que van á estudiar á la capital no pierdan la
fe y las buenas costumbres viviendo en convictorios protestantes.
En Aparri, los protestantes envidiosos del éxito que en el mes de mayo
obtenían los católicos con los ejercicios propios del mes, fueron á estorbar-
les dando grandes gritos; pero los católicos echaron las campanas al vuelo
con que ahogaron los gritos de los protestantes logrando que pronto se
largasen. El mes del Sagrado Corazón se ha celebrado con el esplendor
de años anteriores. Al terminar sus ejercicios, el 26 de junio, celebraron
los congregantes su fiesta á S. Luis, oficiando el R. P. Superior y predi-
cando el P. Vives.
27Ó
Muchas personas han hecho la novena á nuestro santo Padre, cuya fies-
ta dio por resultado un notable aumento en el uso de su bendita agua.
En la noche del 7 de octubre fué robada la custodia de la catedral en
la que todo el día había estado de manifiesto S. D. Majestad. El ladrón de-
jó en el mismo manifestador la sagrada Hostia, habiéndola sacado del viril
que se llevó con la custodia valorada en unos 20,000 pesos. Dicen que el
supuesto ladrón es un tal Jerónimo Reyes, cogido en Dagupan y que se van
descubriendo los cómplices.
ISLA DE MINDANñO
RESIDENCIA DE ZAMBOANQA. — Zamboanga. — Los padres
Camps, Caballería y Carreras están recorriendo con fruto los pueblos de la
misión. En Zamboanga las hijas de María se han lucido en adornar é ilumi-
nar el altar de la Virgen para celebrar la fiesta y besamanos, final del mes
de María: la que menos, ha gastado 20 pesos cada dos días.
Falleció en Tetúan D. Isidoro Midel, célebre Presidente de Zam-
boanga, que se distinguió no poco en tiempo de la revolución.
La residencia está de enhorabuena porque, además de una regular li-
mosna en misas que acaba de recibir de los Estados Unidos, también de allí
ha comunicado Mons. Falconio que el Gobierno había determinado por fin
satisfacer 5,543 dollars por el solar del cementerio viejo.
Por mandato del Gobierno están haciendo los NN. la acera alrededor
de la iglesia y convento, trabajo que les costará 1,100 pesos. El 8 de julio
debían embarcar el P. Me Donough para ejercer sus ministerios en Joló; y el
P. Pi para Cottabato, su destino.
El P. Carreras ha pasado en Ayala algunas temporadas, ocupado en
sus ministerios y en la plantación de más de 400 plantas de coco, que con
las existentes anteriormente espera que con el tiempo ayudarán en la parte
económica.
El Sr. Obispo de Jaro llegó á aquella villa para hacer la visita pas-
toral, acompañado del R. P. Superior de los PP, Josefinos, que desem-
peña el cargo de secretario de S. I. durante la visita. Dice el cable que
desfogó un formidable baguio en Zamboanga con pérdidas materiales, que,
según cálculos, ascienden á doscientos mil pesos, y la muerte de algunas
personas; el caso es más notable por que ordinariamente no azotaban los
baguios á aquella región.
RESIDENCIA DE TAMONTACA.- Cottabato. -El P. Arnalot
celebró el primer viernes de marzo con exposición del Santísimo y canto
280
durante la misa, lo cual por lo desacostumbrado gustó y atrajo bastante
concurrencia, comulgando 70 personas.
Estuvo el Sr. Gobernador, siendo obsequiado por las escuelas ca-
tólicas. El mismo día por la tarde el moro Caranibaram que ocupaba injus-
tamente nuestros terrenos de Tamontaca fué devorado por un caimán, hecho
que muchos atribuyeron á justo castigo de Dios.
El P. Pi en cartas de 28 de julio y 10 de agosto' lamenta la frialdad reli-
giosa de los habitantes de la región por constar de muchos advenedizos,
chinos, moros, americanos, etc. El fruto principal es el que se hace en los
niños y niñas de la escuela.
En la visita que el secretario de la Guerra hizo á esta población, nues-
tros PP. fueron invitados por el Gobernador General al almuerzo con que
aquél fué obsequiado.
Fué edificante y sentida por todo el pueblo la muerte de un jovencito,
celador del Apostolado de la Oración herido gravemente por la explosión
involuntaria de una escopeta de su compañero, y asistido en su último trance
por los NN.: dio buenas señales de digna disposición. En agosto último
murió cristianamente, en público cadalso, después de bautizado, comulgado
y de haberle sido impuesto el escapulario del Carmen por los NN., un moro
juramentado que, antes, había muerto en Cottabato á un chino y herido
gravemente á un español.
RESIDENCIA DE DAVAO.-Davao.-E1 26 de marzo llegó á
Davao el H. Pedro Llull trasladado de Baganga con destino á la misión de
Sigaboy en donde entró el 4 de abril con los dos muchachos que consigo
llevaba de Baganga, y le aprovecharon no poco, dada la distancia del des-
embarcadero á la iglesia-convento y la necesidad de levantar una casita de
8 brazas en cuadro, que ha terminado, pues la sacristía en que vivían los NN.
era del todo incapaz. El P. Llobera Guillermo durante el mes de junio y par-
te de julio, ha recorrido las reducciones de su misión, ó sea, desde la punta
S. Agustín hasta La Unión (pues los bautizados tiempo atrás más arriba de
La Unión han vuelto enteramente al paganismo) y ha notado que los visita-
dos son manobos dóciles, casi todos bautizados, muy ignorantes sobre todo
en religión y con los ejemplos que ven y palabras de libertad que oyen, están
olvidados de sus deberes de cristiano y se casan entre sí sin contar con el
P. misionero, ni autoridad alguna aunque estén ya casados con otra ú otro.
Sin embargo presentan con gusto al misionero sus hijos para que los bauti-
ce, y así los bautismos administrados en esta excursión han sido 115 y de
ellos 6 adultos, los matrimonios bendecidos 20, las confesiones oídas 441 y de
ellas 350 á manobos. Apenas hay en toda la misión un niño que sepa ayudar
281
á misa; varios pueblecitos han desaparecido, quedando sólo algunos arigues
plantados entre la crecida yerba, que indican dónde estuvo, y los habitantes
son poco menos que esclavos de los comerciantillos de almáciga. Los NN.
han limpiado ya el cocal de 400 plantas, que, bien cuidado, puede ayudar
algún tanto á la parte económica.
Los manobos reanudaron en la costa occidental de aquel seno sus de-
predaciones, asesinando á un norte-americano, á un español, á seis filipinos
cristianos y dos chinos. Las tropas han salido en persecución de los asesi-
nos, pero no consta del éxito obtenido.
RESIDENCIA DE CARAGA.— Caraqa.— En Baganga han menu-
deado los actos públicos de las escuelas católicas de uno y otro sexo, espe-
cialmente en diciembre, con resultados generalmente satisfactorios.
El P. Llobera Bernardino ha recorrido casi todos los pueblos de la mi-
sión de Manay, faltándole uno solo en la costa del mar. Ha notado que la
propaganda de los Mandayas hizo bastante daño á los nuevos cristianos,
pues si bien una gran parte se ha confesado, restan todavía algunos que tal
vez persisten en su pecado.
Se ha celebrado en esta población la fiesta del Sagrado Corazón con
mucha solemnidad. Manay ha entregado 80 pesos para una estatua del Sa-
grado Corazón.
El mismo P. Llobera hizo el cumplimiento pascual en Santiago, Manay,
Sta. Cruz, S. Ignacio y Tarragona, habiendo encontrado en todos estos pue-
blos muy buen espíritu.
El Sr. Gobernador, en la visita que hizo á Caraga, quedó contento del
espíritu que reina en las escuelas, en las que desde entonces ha aumentado
algún tanto el número de alumnos.
El pueblo de S. Luis ha dado 112 pesos para planchas de hierro galva-
nizado con que se ha de cubrir su iglesia; el de Cateel ya la tiene cubierta.
Llegó poco ha un destacamento de soldados á Baganga y otro á Boston, te-
miéndose de uno y de otro que ocasionen pérdidas en la moralidad.
El propio P. Llobera en su visita á san Fermín encontró buen espíritu,
y entre los mandayas que, según costumbre se le presentaron, había un
bagani (ó principal entre ellos), y bautizó una mujer adulta. En otras visi-
tas estuvieron los mandayas algo retraídos. Dice que de Zamboanga llegó
una circular que exhortaba á los municipios á procurar la apertura de escue-
las públicas; pero que esta indicación no rezaba para Caraga, cuyas escue-
las parroquiales satisfacen al gobierno, pero sí para los barrios, incapaces
de sostener escuelas parroquiales.
282
RESIDENCIA DE CAGAYÁN. -Cagayán. -Para los NN. de
Balingasag, y con ocasión de la fiesta de la Inmaculada, fué gratis et amo-
re bordada en plata y sobre raso azul una casulla muy buena y vistosa. El
retablo consabido trasladado de Opol, viejo y todo, así como el sagrario,
frontal, gradillas y credencias de metal blanco, comienzan á lucir después
de mucho trabajo en limpiarlos.
A principios de mayo el P. Parache empleó quince días, en una excur-
sión apostólica provechosa, á los pueblos de Lagonlong y Salay: y el 18 del
mismo mes salió para Catarman y Sagay (Camiguin), para suplir en ambas
parroquias al clérigo P. Víctor, á petición de la Curia de Cebú. El P. Martín
quedó contento del éxito de la fiesta en Malaybalay. El P. Masoliver pro-
cura vender los materiales del arruinado convento de Bahía antes que sean
robados.
Escribe el P. Nebot que el 15 de Agosto hizo los últimos votos en «El
Salvador» el P. Félix Córdova; que la fiesta patronal de S. Agustín en
Cagayán fué muy concurrida y que resultó lucido el acto literario que con
tal ocasión ofrecieron al público los alumnos de nuestro P. Font. De Balin-
gasag escribió el P. Sambola, el 1 .° de agosto, que el día de N. P. S. Igna-
cio, conforme á lo determinado en varias reuniones que precedieron, se
inauguró allí el Apostolado de la Oración entre los varones; hubo pues
comunión general, misa cantada, sermón y solemne procesión, y aunque
todos los actos revistieron especial solemnidad, fué más notable el primero
pues comulgaron 250 hombres sin contar 50 mujeres y otros tantos niños,
espectáculo por cierto hermoso y consolador, no sólo porque ostentaban
todos el escapulario del S. Corazón, sino porque, de » líos, muchos eran
hijos pródigos, que después de largo tiempo de vivir alejados, volvían en-
tonces al Padre celestial. Ordinariamente solían constar las comuniones de
solas mujeres, los hombres las miraban. La de 31 de julio, tal vez ha sido la
más numerosa de todas, y de casi solo hombres. Al efecto los PP. Sambola
y Roure oyeron confesiones hasta las nueve y media de la noche anterior.
La procesión también daba gozo espiritual por su orden, colgaduras y arcos
triunfales distribuidos á lo largo de la carrera, obra de los 20 coros que
acababan de formarse: de esta procesión afirmaba un español residente
mucho tiempo en Filipinas, al contemplar aquellas largas filas de hombres
con su escapulario: «Hay que verlo para creer esto ahora en Filipinas,» y
es de notar que las personas principales ni figuraban en ella, ni la favore-
cieron, antes la contrariaron: es, pues, la gloria, toda del Sagrado Corazón
que así movió los corazones.
Comunicaron realce á la fiesta las MM. del Beaterío con sus alumnas,
283
dando un bonito acto después de la misa mayor, y presentando (lo que llamó
mucho la atención) curiosos y variados trabajos en bordado y cosido. Así
las cosas, parece que el demonio envidioso preparó la venganza que reali-
zaron sus satélites el 22 de agosto. En la noche de este día quemaron los
impíos en cuadrilla, la iglesia católica de Lagonlong, pueblo más que regu-
lar, dependiente de Balingasag; según el P. Sambola escribía, aún la
seguridad personal era en aquel pueblo un mito, pues los malvados, eran
muchos é impunemente hacían cuanto intentaban, por estar las autoridades
como si no existiesen. Algunos meses atrás, allí mismo apedrearon los agli-
payanos al P. Parache, y el 10 de agosto mientras cenaba allá en el con-
vento nuestro P. Roure también fué apedreado, cayendo algunas piedras á
sus pies si bien ninguna alcanzó á herirle. De todo esto se ha dado oportuno
aviso á las autoridades superiores de Manila y esperamos que se pondrá
pronto remedio á tanto desorden.
Por haber hecho como queda dicho, el P. Córdova los últimos votos en
el Salvador, este pueblo se desvivió por obsequiar á su antiguo misionero;
músicas, cantores, el Apostolado de la Oración, las hijas de María, mucha-
chos, niños y niñas, todos mostraron su cariño á dicho padre.
Á fines de agosto el Presidente de la Asamblea Filipina, Sr. Osmeña,
estuvo en Balingasag, fué recibido con Te Deum, y el P. Sambola, aprove-
chando la confianza que le mostraba dicho señor, le habló claramente de la
situación del país, de la casi ninguna seguridad personal y de la reciente
quema de la iglesia de Lagonlong por los aglipayanos. El Sr. Osmeña por
su parte, al dirigirse al pueblo y tratar de la independencia les encargó que
procurasen hacerse más digna de ella, que se dejasen de cuestiones políti-
cas, se dedicasen con más empeño al trabajo y siguiesen las huellas de sus
padres: idea que luego aprovechó nuestro padre contra los hinchados mo-
dernistas y semi-intelectuales de por aquellos pueblos, que ponen toda
su civilización en andar bien vestidos, en vivir en la holganza con pretexto
de estudiar y en no cumplir con ninguna ley divina ni humana y ni siquiera
las más rudimentarias reglas de educación.
Un telegrama dijo que en la noche del 23 anterior los moros asaltaron
en Mincauauan del barrio de Tongud (Misamis), una casa, matando una
persona é hiriendo á otras tres.
El P. Córdova ha traducido al bisaya parte del folleto escrito en cas-
tellano por el R. P. Pí, con el título de «Muerte cristiana del Dr. Rizal,» y
se reparte ya, impreso en Cebú. El P. Martín recientemente en Calasungay
preparó y repartió la primera comunión á 36 niños, bautizó á 26 párvulos;
y en Malaybalay bautizó y puso por nombre Dimas á un asesino, antropó-
284
fago y jefe de ladrones, que, preso y amarrado entre cadenas aguardaba la
hora de subir al patíbulo. Ha tenido una gran conferencia con siete infieles
casados y no ha podido convencerlos á abrazar el catolicismo. Añade que el
25 de octubre, unos 800 manobos, según se dice, robaron la tienda de un
americano, lo destruyeron todo, vagilla, libros y cuanto pudieron, y no
mataron al dueño por no hallarlo. Perseguidos por los constables de Malay-
balay fueron muertos 14, otros se echaron al agua del río Malupali y fué
herido el referido Dimas; posteriormente mientras se entregaban al pillaje,
han sido muertos en distinto combate otros cuatro manobos. Sospecha el
padre que los restantes, dado su carácter, se vengarán; y recuerda que
todos esos infieles manobos por los años 1898, iban á Linabo, trataban
amigablemente con él y daban fundadas esperanzas de recibir el bautismo.
RESIDENCIA DE BUTÚAN. — Butúan. — El P. Valles en sus ex-
cursiones por S. Vicente, Amparo, S. Mateo, y otros pueblos, oyó 304 con-
fesiones, administró 259 comuniones, 41 bautismos á párvulos y 4 á adultos;
celebró 21 matrimonios y 15 primeras comuniones.
Vio de cerca las costumbres é idolatrías de los Manobos y dice que
cuantas descripciones había leído en las cartas acerca de estos salvajes,
distan mucho de la realidad. No encontró resistencia positiva á sus doctri-
nas y dos veces por lo menos formó, por falta de iglesia, un altar con las
tablas de la camareta de su barca y en él celebró la santa misa.
El P. Giralt volvió también satisfecho de su visita á los pueblos del
bajo Agúsan en los cuales administró 36 bautismos, oyó 355 confesiones,
distribuyó 153 comuniones entre los que 52 comulgaron por vez primera, y
bendijo 8 casamientos.
El P. Urios ha dado los santos Ejercicios á 180socias del Apostotolado.
El P. Sastre ha celebrado los oficios de Semana Santa en Veruela, habien-
do oído 438 confesiones, administrado 231 comuniones, 69 bautismos y ben-
decido 9 casamientos.
Como en años anteriores se tuvo la velada de fin de curso en las es-
cuelas católicas, habiendo salido sumamente complacidos el presidente
local, el presidente del Centro Católico y otros muchos señores que asis-
tieron al acto.
La fiesta cívica y meramente profana que determinó celebrar el Muni-
cipio como fiesta patronal en distinto día de la católica, además de cismá-
tica y sacrilega, resultó un verdadero fracaso. No así el jubileo de fin de
junio que, con la pequeña misión dada por los NN., produjo 248 comunio-
nes y de ellas, un centenar, de hombres; el día de S. Pedro, último para el
cumplimiento pascual, comulgaron unos 250; y en la misa de réquiem del
285
primero de julio en sufragio de los difuntos del Apostolado, las comuniones
distribuidas fueron 232.
Los congregantes marianos trasladaron al 3 de julio su fiesta á san
Luis, que resultó magnífica por las solemnes vísperas que la precedieron, y
las 317 comuniones; de éstas, 208 fueron de hombres. Es este número, en
gran manera consolador para los NN., pues, en los últimos años, pocas ve-
ces ó ninguna habían contemplado, á tantos mozos acercarse á recibir el
pan de los ángeles. Por la tarde, después de la reserva, tuvo lugar la
procesión á la que en ordenadas filas acudieron los congregantes é infini-
dad de mujeres, sin que pareciera un alma por las calles; todos estaban en
la procesión.
Mayor, si cabe, fué la procesión fluvial en que Sta. Ana fué paseada
en la mejor lancha de vapor, que allí tiene el Gobierno, por el río Agúsan,
ricamente aderezada y acompañada aun por la aristocracia, para que la
santa libre á los vecinos de los caimanes, y aparte de los campos todos los
animales dañinos á las cosechas.
El P. Valles J. escribe entusiasmado de ella, y dice que todos arre-
glaron sus barotos, con tan vistosas banderas, tantas latas, tinajas de tuba,
etc., que asemejaba en conjunto á una verdadera armada de piratas ó salva-
jes antes de entrar en combate. ¡Qué gestos, qué visajes, qué chillidos, qué
saltos al ver llegar al pantalán á Sta. Ana al son de la música y al repique
de las campanas después de las vísperas cantadas con solemnidad en la
iglesia! Y lo notable fué que los directores del tinglado, eran gente de ideas
extravagantes, cismáticos y enemigos de la Iglesia; así y todo, convidaron
al padre á tomar asiento, acomodar á los músicos, cantores y sacristanes y
dieron lugar de preferencia á los miembros de la junta católica. Es verdad
que muchos iban al sacay-sacay, (así llamada tal procesión), para divertirse,
pero muchos muchísimos por las promesas que hacen á la santa. Así, se
ven mujeres que le ofrecen sus hijos, otras que llevan velas en su honor,
y muchos, aun de los ricos, que cumplen su voto de no faltar, durante su
vida, al fluvial desafío por favores recibidos de ella. ¿Cómo se obtuvo
la lancha? La pidieron los católicos al Gobernador que no es católico, para
la señora. Al oir él tal petición, repuso: ¿Qué señora? Y ellos: pues á la
señora santa Ana que, como sabe V. tenemos procesión por el río. No hay
inconveniente, dijo; pero que pague la señora cinco pesos de flete. Diéronlos,
y se tuvo una procesión nunca vista. Ha salido de Cabarbarán el caporal agli-
payano, y parece que la salida será definitiva. El P. Girait escribe buenas
noticias de los pueblos del Gibong en que hace el cumplimiento pascual.
A estas horas habrá ya regresado á Butúan el P. Urios que partió el 1 .°
286
de septiembre de Cagayán, después de predicado en esta población el pane-
gírico de la fiesta patronal.
El dos de septiembre escribía el P. Valles Jaime, que ha procurado pre-
parar para la primera comunión á los niños y niñas de las escuelas católicas
oficiales de Bufíian, de Bansa y de Baug, y sin obstáculos ha logrado reu-
nir 120 á quienes instruía. Añade que la asistencia á las de Butúan es de 103
niños y de 113 niñas; y que habiendo predicado para que también en las
escuelas oficiales se estableciera la costumbre de confesar y comulgar en
los primeros viernes de mes, al día siguiente recibieron al Señor 200 entre
niñas y mujeres, á quienes en tan santo acto acompañaron 17 varones casa-
dos y 82 niños. Añade finalmente que ha experimentado gozo espiritual en
la muerte cristiana y envidiable de un chino.
El P. Giralt escribe de Talacógon una relación de su visita á los pue-
blos del Gibong, que antes formaban la misión de Prosperidad, y dice que
hizo el cumplimiento pascual y las fiestas patronales en Prosperidad, San
Miguel, Azpeitia, Los Arcos y Borbón, muy necesitados tanto en lo espiri-
tual Qomo en lo material. Hacía ya un año que no se habían visitado. Por el
baguio de diciembre último, quedaron destruidas las iglesias de Prosperi-
dad, S. Miguel, Azpeitia, Ebro y Aguinaldo; y muy mal paradas las de
Borbón y los Arcos. Éstas han sido reedificadas. De las demás, sólo quedan
en pie los arigues; por lo que ha tenido que ejercer sus ministerios en la
casa tribunal, ó en la escuela pública de cada pueblo. No ha penetrado en
la cuenca del Gibong y sus afluentes el cisma; pero sí la indeferencia reli-
giosa y otras alimañas, y es mucha la ignorancia del catecismo por no haber
en toda la región ni un maestro católico que lo enseñe. Los conquistas de
las Navas y de algún otro pueblo, que ha desaparecido, andan dispersados.
Poco ha podido hacer el P. entre estos nuevos cristianos. Los vecinos de
Prosperidad desean y pidieron tener misionero propio como antes, y si
pudiese ser, que volviese el P. España. Los ministerios ejercidos son: con-
fesiones 671; comuniones 407; bautismos 137; casamientos 27; pláticas y
sermones 42, y varias instrucciones de catecismo á los pocos niños que ha
podido reunir.
Durante la última semana de junio y primera de julio se sintieron en
Talacógon repetidos temblores de tierra. En las tres sacudidas más fuertes
cayeron los candeleros, flores y cruz del altar: una tuvo lugar durante la
misa mayor del domingo 3 de julio en el momento en que el P. que cele-
braba iba á dar la bendición al pueblo. El susto fué mayúsculo, por estar
muy desvencijada aquella iglesia y por haberse separado de su lugar un
arigue podrido á flor de tierra.
La fiesta del S. Corazón ha sido este ano solemnísima y muy devota
en Talacógon. Tocóse por primera vez la campana costeada por las celado-
ras y socias del Apostolado, las que cuidaron también de adornar la iglesia
con nuevas colgaduras, inscripciones y emblemas del S. Corazón. Estuvo
de manifiesto el Santísimo desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de
la tarde, velando por turno las apostoladas y las hijas de María. Después
de la reserva hubo procesión con las imágenes del S. Corazón y de la Purí-
sima, muy concurrida aún de hombres, presidiendo las autoridades principa-
les. En la comunión general comulgaron casi todas las asociadas del Aposto-
lado. Se lamenta el P. Giralt de la frialdad de los hombres, por ser pocos
los que en Talacógon y los demás pueblos de su dilatada misión, se confiesan
y comulgan, no obstante de ser afectos y de ayudar á los misioneros.
Un mes ha durado la excursión del P. Sastre al alto Agúsan y río Ar-
gauan, en los cuales pueblos ha hecho el cumplimiento pascual. No es muy
satisfactorio el número de confesiones y comuniones, por estar los pueblos
del alto Agúsan casi desiertos y sentirse en ellos el hambre, á consecuencia
de las inundaciones del año pasado y continuas lluvias del actual. Están en
miserabilísimo estado las iglesias y en algunos pueblos no las hay, ni lugar
conveniente para hospedarse el misionero; por lo cual ha tenido que cobi-
jarse, algunas veces, en un mal camarín que le ha servido á la vez de igle-
sia. Aquellos pueblos han estado muy abandonados del Gobierno de la
Provincia mora, á que pertenecen. Ahora parece que quieren meterles en
vereda, para lo cual han puesto destacamento de Scouts en Patrocinio,
Moncayo y Compostela. En Veruela celebró el mismo P. Sastre las fiestas
patronales de S. Juan, segundo patrón de los viejos cristianos; y de san
Pedro, patrón de los nuevos, con mucha concurrencia y animación la pri-
mera, tanta, que ni el P. se libró de algún remojón de los que se acostum-
bra repartir por las calles en tal día. Los conquistas asistieron en muy
corto número á la fiesta que ellos mismos celebraban: entienden muy mal
estos benditos la libertad de cultos, ó el libre sa gusto, como dicen ellos.
Del pueblo de la Paz, en el Argauan, quedó satisfecho el P. por haber
aquél reparado su iglesia; no así de Sagunto en donde se encontró con la
iglesia casi inservible y sin habitación, siendo además muy pocos los que
cumplieron con el precepto pascual.
Para la fiesta de N. P. S. Ignacio se reunieron todos los padres de la
Residencia en la casa matriz donde luego hicieron los santos Ejercicios que
les dio el P. Urios. La fiesta fué solemnísima, con preste, ministros y pa-
negírico predicado por el P. Urios: hubo serenatas por las bandas de música
de C^barbarán y Butúan y dos veladas literarias con discursos y poesías
288
dedicados á honrar á S. Ignacio y á felicitar á sus hijos, concurriendo á los
actos mencionados todo lo más notable y granado de la población, inclusos
los individuos cuya asistencia no se esperaba.
El P. Urios en la fiesta de S. Miguel que celebró en Nasípit quedó del
todo satisfecho. Como el pueblo estaba muy necesitado y se esmeraba en
adelantar las obras de la iglesia, celebróles gratis la fiesta. Hubo primera
comunión de los alumnos de las escuelas, en la que comulgaron casi todos
los del pueblo. Notó que, cuando los maestros no se oponen, los niños se
van todos tras el misionero á aprender el catecismo. No fué menor el con-
tento del padre por la abundancia de confesiones, comuniones, bautismos y
casamientos que se le ofrecieron y administró en Tortosa y Buenavista. En
Magallanes, barrio de Butúan, celebró con extraordinaria concurrencia, la
procesión y demás cultos de primera clase de la fiesta de la Virgen del
Rosario. Añade el padre que es notable el aliento y fervor espiritual que
comunica al pueblo la devoción al Sagrado Corazón de Jesús y el conoci-
miento de las promesas del Corazón divino, pues muchos han salido de su
pereza y celebran los primeros viernes de mes, desde que leyeron en un
cuadernito bisaya aquellas promesas. Posteriormente dice el P. Urios que
ha surgido alguna dificultad en la prosecución de la obra de la iglesia, ya
muy adelantada, de Nasípit por causa de un aglipayano.
El P. Giralt en su visita á los pueblos de Veruela y del río Humáyan
ha conseguido 84 bautismos, de ellos 22 de adultos y muchos de 2 á 4 años,
ha unido 23 parejas que, hacía años vivían á lo manobo, oído 119 confesio-
nes, distribuido 134 comuniones, de ellas 28 primeras. Los pueblecitos de
Walo y Violanta, recién fundados por el Gobernador con los remontados de
Ausona (que estableció el P. Ramón Ricart, e. p. d.) reúnen materiales para
la iglesia, favorecidos eficazmente en esta faena por el Gobernador, aún con
ser protestante; y piden ser bautizados los muchos que son todavía infieles.
Parece que en Bunáuan se notan síntomas de cisma, á juzgar por el intento de
algunos de sus naturales de edificar iglesia cismática: el P. Giralt, avisado,
procurará reprimir esos conatos. El P. Vila Ignacio trabaja con fruto entre
los mamánuas.
El P. Jaime Valles refiere su corta pero provechosa excursión apostó-
lica á las reducciones de S. Mateo, Amparo y Manila, á cuyos moradores,
que habían ya cumplido el precepto pascual, bautizó, casó, confesó y plati-
có en los dos días que estuvo en cada pueblo incipiente. Con sus pláticas,
misa con sermón, rosario y enseñanza mañana y tarde de la doctrina cristia-
na, logró 150 confesiones, distribuyó 80 comuniones, administró 22 bautis-
mos y bendijo 7 matrimonios. Quedó el padre contento por dichos ministe-
289
ríos y por la sorpresa que llevó al contemplar casi terminada la iglesia de
S. Mateo, pueblecito de once matrimonios, muy adelantada, y con buenos
materiales la de Amparo, habitable el nuevo convento de Manila y deseosos
sus habitantes de construir pronto iglesia y trasladar á ella con gran pompa
la campana y santo patrón. Son los naturales de aquel Manila de Bugabus,
los más miserables y dignos de compasión en lo material y espiritual que
hasta ahora ha conocido el padre; contentos en sus escondrijos, conservan
aun después de bautizados las costumbres monobas, á que les ayuda el ser
poco visitados del misionero. El día antes de llegar á ellos el padre, una
pobre mujer mordida por una serpiente murió al poco rato de ser herida, y
fué enterrada á lo manobo, esto es, después de una gran borrachera y dan-
za salvaje, en un sitio del todo escondido lleno de maleza y espinos, cosa
que el padre procuró arreglar para adelante. Tampoco faltaron trabajos al
padre; innumerables veces estuvo á punto de estrellarse él y el barquichue-
lo contra los troncos atravesados en el río, y dos veces á lo menos, de ser
acometido por los caimanes y por una serpiente.
Refiere el P. Urios que ha visitado en unas tres semanas los cinco pue-
blos de la bahía occidental de Butúan; vuelto, dio en esta población los san-
tos Ejercicios á 160 socias del Apostolado, y luego, empleó un mes en la
visita de los diez pueblecitos que formaban la antigua misión de la Espe-
ranza.
Estuvo también en Talacógon y activó la recomposición de la iglesia
muy necesitada. En todas partes ejerció sus ministerios espirituales sin im-
pedimiento alguno, pero lamenta no sólo la falta de maestros para las es-
cuelas, sino aun de personas que sepan rezar el santo Rosario con el pueblo,
para suplir la santa misa; y la persecución clara y oculta que sufren las es-
cuelas parroquiales. En la plaza de Butúan se ha abierto un pozo artesiano
cuya agua por no ser potable, es utilizada sólo para baños en perjuicio de
las buenas costumbres.
RESIDENCIA DE DAPÍTAN.-Dapítan. — Del 13 de febrero al
12 de marzo el P. España visitó varios pueblecitos; en Langáran, donde
estuvo 8 días, revalidó 30 matrimonios, rebautizó sub conditione á unos 20
párvulos, oyó 500 confesiones y distribuyó 300 comuniones, siendo algunas
confesiones de no párvulos de muchos años. En Manella revalidó 24 matri-
monios, bautizó á 43 personas, oyó 247 confesiones y repartió 214 comunio-
nes. Algunos ministerios ejercicio también en Nahurus, Libay, Simpay y
Sauan; y muy pocos en Baliangao por la oposición dura y tenaz de los prin-
cipales contra cuantos se muestran católicos; prueba de ello es que algún
tiempo antes, apenas hubo salido de la población el P. Obach, contento por
19
290
el buen númepo de ministerios en ella ejercidos, cuando el fiscal ó guar-
dián de la iglesia fué llamado por las autoridades locales, maltratado de pa-
labra y amenazado de modo que el infeliz no halló otro medio de librarse
del peligro, que entregar, como lo hizo, las llaves de la iglesia á una mujer.
Al revés sucedió en Langáran cuyo presidente local, no sólo recibió muy
bien al P. España y le invitó á comer, sino que le amparó y defendió, aun
con la policía, de ciertas bravatas del caporal aglipayano á la sazón em-
briagado, amparo y protección que el padre juzgó de excelente afecto para
la causa católica. Celebró la fiesta del Carmen, por cierto muy concu-
rrida. Luego volvió á Langáran cuyos vecinos le llamaron y fueron por él
para la fiesta de S. Nicolás de Tolentino, á que se prepararon cubriendo y
componiendo con ñipa la mitad de la iglesia y gran parte del convento, por
lo cual el padre, agradecido, les socorrió con las limosnas ofrecidas y aún
con algunas entradas arancelarias. La fiesta resultó devota y concurrida, y
se espera fundadamente que de grado ó por fuerza los aglipayanos devol-
verán á la iglesia los objetos que le robaron y conservan todavía. Termina
el padre diciendo que sería allí muy provechosa la residencia de un misio-
nero.
El P. España ha vuelto de una excursión á Langáran y dice que aquel
pueblo, tan trabajado por el cisma, va, aunque despacio, volviendo al buen
camino.
El 19 de agosto salió el P. España para los municipios de Langáran y
Baliangao, pueblos que, aunque despacio, vuelven del aglipayanismo al ca-
tolicismo y para ello sostienen una lucha en que parece que al fin los católi-
cos saldrán vencedores.
En 14 de septiembre escribía el P. Ubach que hacía ya algunos días
que el P. Francisco García estaba de misionero interino en Lubúngan, sano
y muy ocupado en dirigir la recomposición de la iglesia, ayudado eficaz-
mente por el pueblo. Añadía que Dipólog crece mucho en lo material, y
promete más todavía para el porvenir, pero que dista mucho de poderse
afirmar lo mismo en su parte moral, como se ve en la poca gente que asiste
á misa y en los escasos niños y niñas que frecuentan la escuela.
ISLA DE CULIÓN
RESIDENCIA DE CULIÓN. -Culión.- Al regresar de Manila el
P. Manuel Valles á su colonia, la encontró mejor de lo que esperaba: en lo
material, el Gobierno estaba terminando ó realizando algunas mejoras como
291
baños para los leprosos, casas para los empleados y depósitos de objetos pa-
ra la leprosería; y en lo moral, que tanto el teniente como el presidente lo-
cal y algún retraído de la iglesia, se presentaron á saludarle, se mostraron
con él como si jamás hubiera mediado disgusto alguno y tomaron la parte
correspondiente en las funciones de Setnana Santa. Tampoco el pastor pro-
testante, que parece saldrá pronto de allí, ha aumentado el número de pro-
sélitos. Parece haberse dado con el remedio eficaz contra el beri-beri. El
día de S. José hubo 45 comuniones.
Mueren menos leprosos que tiempo atrás, pues en la actualidad no lle-
gan las defunciones á una por día. El P. M. Valles espera obtener del nue-
vo director, Dr. José Martín, mayor provecho contra la inmoralidad;
dice que han renacido la calma y buenas relaciones entre él y el te-
niente de la Colonia, que en realidad, es en ella el jefe absoluto; y de ahí
que muchos que se habían retraído de los NN. y de la iglesia, vuelvan á
ésta y á procurar la amistad de aquéllos.
Contempla gozoso los domingos la iglesia llena de gente, desaparecido
el mal estar en el pueblo, y crecientes la asociación de las Cinco Llagas
compuesta de unas 90 mujeres, y la de las hijas de María.
Espera que dentro de poco podrán los NN. habitar la casa que les va á
edificar el Gobierno. El número de leprosos es de unos 1,800, entre lo cua-
les ha desaparecido la enfermedad del beri-beri; y no pasa de una al día el
número de defunciones.
El P. Tarrago, sucesor del P. Bécker, está contentísimo en Culión y
espera obtener mucho fruto de las almas de aquellos infelices leprosos, á
quienes desde el primer día entró bien. Se han comenzado á practicar allí las
prescripciones del Concilio Manilano; con tener en la iglesia reservado el
Smo. ha aumentado la frecuencia de sacramentos y comuniones, crece
la proyectada congregación mariana para varones, pues se han presen-
tado de 55 á 60 pretendientes. Al fin vencidas muchas dificultades,
las autoridades civiles han permitido, aunque no de un modo oficial, el ma-
trimonio de los leprosos; y el P. Manuel Valles ha enviado ya 18 exhortos á
otros tantos curas.
Manifiesta el mismo P. Tarrago, su alegría ante el aumento de niños al
catecismo, por la esperanza que tiene de que crecerá también el de las niñas
que piensan tomar á su cargo y por el buen comportamiento de los aspiran-
tes á congregantes, que asisten debidamente á misa, á la comunión men-
sual y al canto de las Letanías los domingos en la iglesia.
Se ha establecido la costumbre de rezar todos los días el santo Rosario
en la iglesia y en los dos hospitales de hombres, no en los dos de mujeres
292
porqué ya la tenían. Pero lo principal, añade, es la conversión al catolicis-
mo de dos protestantes, de los cuales uno, antes era secretario de la junta
protestante, había dado mucho que padecer á los NN. y más todavía á los
MM. de S. Paúl: espera además la conversión de otro que privadamente ha
hecho la retractación de sus errores.
Dice el P. Valles en una memoria que acaba de escribir que ha mejo-
rado mucho la moralidad pública en Culión sobre todo por permitirse según
á los leprosos el contraer matrimonio, cosa que tenían hasta poco ha, pro-
hibida. Ha aumentado la colonia recientemente con unos 400 leprosos, reco-
gidos de varios puntos del Archipiélago, siendo el total de ellos en Culión,
unos 2,200.
CELEBRACIÓN DEL PRIMER CONCILIO
PROVINCIAL FILIPINO.
NOVENA Y FIESTA DE LA INMACULADA.
EXCELENTE ESPÍRITU EN EL COLEGIO (ATENEO)
Carta del H. Romualdo Benedet al P. José Garriga
Ateneo de Manila y enero 1909.
Mi amadísimo en Oto. P. Garriga: Ya sabe V. R. que se celebró aquí
en Manila, el primer Concilio Filipino. De los NN. asistieron el R. P. Su-
perior, el P. Saderra Mata, el P. Pi como teólogo del Sr. Delegado y como
teólogo del Sr. Arzobispo el P. Villalonga, quien además, empezado
ya el Concilio, fué nombrado Notario. Asistieron también PP. de otras
órdenes religiosas.
El Concilio con sus trabajos fué consagrado por el Sr. Delegado á la
Inmaculada Concepción, pronunciando entre otras estas solemnes palabras:
« Tibí, Inmaculatae Conceptioni, summae harum Insularum Patronae'i> .
El Sr. Delegado manifestó su agradecimiento á nuestro R. P. Superior,
y casi con lágrimas le dijo: «Padre, ¡bendita Compañía de Jesús! siempre
está con la Iglesia y no se separa de Ella en lo más mínimo».
La novena de la Inmaculada juntamente con una fiesta que por causa
del Concilio se anticipó dos días, se celebraron con mucho esplendor. El
altar se adornó como nunca; en la fachada y torres de la iglesia se instaló
una grandiosa y artística iluminación eléctrica de dos mil y pico de lámparas;
se cantó todas las noches la novena, acudiendo todos los días tal número
de fieles cual jamás se había visto.
Por iniciativa del Sr. Arzobispo se celebró el día 15 del corriente una
procesión cívico-religiosa en honor de la Inmaculada y en obsequio de los Pa-
dres del Concilio. Se calcula que fueron unos 25,000 los que tomaron parte
294
en la citada procesión y muciios miles los expectadores. Del ateneo asistie-
ron sólo los alumnos mayores y medianos, ya que no se querían niños peque-
ñitos, además los congregantes marianos con sus escuelas de obreros, el
apostolado y las conferencias: unos 5,000 en conjunto.
El colegio ha conservado durante este curso el buen espíritu con que
lo comenzó. De los internos han comulgado muchos diariamente, lo cual ha
contribuido en gran manera para el aumento de piedad. Los medio-internos han
establecido, á imitación de los internos, una sección del apostolado, con lo
cual tienen más frecuencia de sacramentos; además han tomado á su cargo
el catecismo de Sta. Cruz, dando una comida á los pobres en la plaza de la
iglesia. La congregación de externos ha tomado gran vuelo, realizando co-
sas que le honran mucho. El P. Villalonga sigue trabajando, y cada día con
más feliz éxito, entre los jóvenes.
Este año se han distribuido en nuestra iglesia 89,C00 comuniones, es
decir 17,000 más que el año pasado. Laus Deo.
Recuerdos á todos y en especial, de entre los nuestros, á los de la co-
lonia filipina.
Su affmo. en Cto.
JHS.
Romualdo Benedet, S. J.
PROSPERO ESTADO DEL COLEGIO.
VARIAS FIESTAS.— EJERCICIOS
Garta del P. Rector del ateneo al P. Garriga
Manila y enero 1909.
Amadísimo en Cto. P. Garriga: Desde mi última algunas cosas puedo
contarle que no dudo han de serle de sumo agrado. En el colegio es excesi-
vo el número de peticiones que llueven de todas partes. No bajarán segura-
mente de 150 las que este año como el pasado he tenido que rechazar para
internos; y si vinieren todos los que me han dicho que los deje para el año
que viene, es todavía más que suficiente su número para llenar las vacantes
que podemos tener. Ya ve pues lo mucho que nos favorece el Señor, y
cuánto aprecian los filipinos nuestros trabajos por la gloria de Dios y bien
del país.
En la iglesia hemos celebrado las funciones de costumbre. El mes del
Corazón de Jesús y la novena, merced al entusiasmo que reinó entre los
celadores y celadoras del apostolado, se celebraron este año con extraor-
dinario fervor. Para la última nos regalaron, venida de París, una preciosa
alfombra para el presbiterio, y traídos de Barcelona, un juego completo de
magníficos ramos para el altar.
Los congregantes organizaron una peregrinación á la Virgen de Anti-
polo á la que concurrieron más de 200 hombres presididos por el Sr. Gober-
nador de la provincia de Rizal.
Hace poco falleció D. Felipe Calderón en el hospital de san Pablo, y
murió muy cristianamente después de haberse confesado con el P. Suárez
y reconciliado con los PP. Clos y Hernández. Pidió la medalla de la con-
gregación y con ella puesta al cuello expiró, siendo el último acto de su vi-
da besar con mucha devoción aquella santa medalla.
Este año hemos celebrado la fiesta de Ntro. Sto. Padre con más pompa
296
y esplendor que nunca. El año pasado puse función por la tarde y todos
quedaron muy complacidos; este ano deseaba poner la novena con toda so-
lemnidad, pero al fin pareció mejor celebrar un triduo lo más solemne posi-
ble, tomando ocasión del precioso templete que nos ha llegado de Barcelo-
na. Pusimos mano á la obra y fué tanta la concurrencia, que varias personas
tuvieron que quedarse en el atrio de la iglesia por no haber lugar para dar
un paso adelante.
Entre las personas que asistieron á la vela del Santísimo, un turnólo for-
maron el Gobernador General, D. Cayetano Arellano, presidente de la
Corte Suprema, El Excmo. Sr. Cónsul General de España, D. Gregorio
Araneta, etc. etc.
El mismo día de S. Ignacio firmó el Gobernador General el decreto de-
finitivo reconociendo el ateneo como oficial y adoptando nuestro programa.
Ha sido el triunfo más completo. Loado sea Dios.
Vamos á otra cosa, que puede ser de consuelo para todos, omitiendo
otras de la vía ordinaria. Todos los curas foráneos de la archidiócesis de Ma-
nila hicieron los santos Ejercicios en Sta. Ana con el Sr. Arzobispo á la cabe-
za la semana antes de la Purísima, y quedando convocadas para después de
Reyes otras tres tandas en que entrarán los otros sacerdotes. El P. Fora-
dada ha dado otras dos en Pagasinán, con gran fruto, gracias á Dios.
El 15 llegó el Sr. Obispo de Cebú de su visita ad limina; habló en
Roma con N. Padre, habiendo quedado muy contento y satisfecho de Su Pa-
ternidad.
Saludos á todos y en especial á los de la colonia, y V. no se olvide de
rogar en sus oraciones por su affmo. en Cto. Jesús.
JHS.
Joaquín Anón, S. J.
SINGULAR DEMOSTRACIÓN DE AFECTO
DEL SEÑOR DELEGADO DE SU SANTIDAD,
MGR. AMBROSIO AGIUS, O- S. B.,
A NUESTRA MISIÓN
Fragmento de una carta del H. Romualdo Benedet al H. José Garriga
Manila, 14 de junio de 1909.
El día de ayer, 13, celebramos solemnemente en nuestra iglesia el
quincuagésimo aniversario de la segunda venida de nuestros- padres á Fili-
pinas. Como el recorte de «El Mercantil» que incluyo habla algo de la fes-
tividad, no le digo nada de ella.
Vaya en cambio algo más íntimo y de familia á la par que de grato re-
cuerdo y especial interés para nosotros.
Durante la comida, á la cual asistieron el señor Delegado, el se-
ñor Obispo de Vígan Monseñor Carroll, Monseñor Petrelli, y dos PP.
agustinos, se nos dio una grata sorpresa. De pronto se impone silen-
cio; el señor Delegado pide permiso para hablar, y en su típico cas-
tellano empieza diciendo: «que siente suma satisfacción de encontrar-
se entre los PP. de la Compañía en circunstancias tan especiales y en
poder manifestar con palabras salidas de lo más íntimo de su corazón
y en familia, no oficialmente, el amor que profesa á la Compañía y su
gratitud por los trabajos que ésta ha realizado en Filipinas. Cinco años
hace, dijo, que estoy en estas islas, y siempre he visto á la Compañía
unida enteramente y en todo á la Iglesia, esto es, dócil á los superiores
eclesiásticos, obediente á los obispos, y á mi misma humilde persona.
Siempre la he encontrado pronta á trabajar, me ha prestado especiales ser-
vicios; jamás me ha contradecido». ¡Cuánto signifique todo esto, V. que
ha estado por estas tierras podrá de alguna manera comprenderlo! «Pues
bien», añadió, «en reconocimiento y gratitud, quiero hoy dar al R. P. Supe-
rior y en él á la Compañía un recuerdo de poco valor intrínseco, pero de
muchísimo para los hijos de S. Ignacio por las circunstancias. El P. Rector
298
ha hablado en su brillante sermón del Cardenal Pacca, Secretario de Estado
del Papa Pió VII y compañero suyo en la prisión en Francia, y el mismo
que redactó, ó á lo menos organizó la Bula del Restablecimiento de la Com-
pañía. Pues bien; ese Cardenal llevaba un anillo; y ese anillo se me ofreció
á mí el día de mi consagración episcopal en Roma como una joya de inesti-
mable valor histórico, y esta joya para mí de las más preciadas quiero hoy
regalarla á VV., mis amadísimos PP., como prenda de mi afecto y de mi
completa satisfacción de sus trabajos». Y sacando una cajita que contenía
el anillo se la entregó al R. P. Superior, quien hizo, fuera pasando por
las mesas para que todos vieran tan preciosa alhaja. Tendrá centímetro
y medio de largo por uno de ancho; en el centro está el busto de Pió VII
de relieve modelado en rica piedra blanca; una orla de 18 rubíes engastados
en oro rodean la joya. Puede V. imaginarse con cuánto aprecio y agradeci-
miento se recibió regalo tan oportuno é inesperado.
Estando escribiendo esto mismo se me avisa que debo ir á la Delegación
con el P. Martín Guitart para investigar un dato sobre el anillo, á saber, si es
el mismo que llevaba su Eminencia al escribir la Bula. Respondió el Sr. De-
legado que no lo podía afirmar; pero es de creer que sea el mismo, puesto
que parece ser el que ordinariamente usaba á juzgar por lo gastado que
está. Añadió que cuando vuelva á Roma procurará investigarlo. Y de nuevo
nos volvió á repetir con mucho énfasis y amor las ideas antes expresadas;
que era la joya que más apreciaba, dijo aquí, y lo repitió dos ó tres veces,
y que la había querido entregar para dar como privado una sincera prueba
y claro testimonio de su amor para con la Compañía en general, y para con
los individuos en particular, y como persona pública y Representante del
Papa en estas islas, para que sea como un sello público de su entera aproba-
ción de los trabajos de la Compañía durante los cinco años que lleva de
Delegación en Filipinas. E insistiendo volvió á decir que la Compañía ni
en sus palabras, ni en sus obras, ni en sus escritos le había dado la menor
ocasión de disgusto sino de muchísima consolación. «A los Jesuítas» repitió,
«los he visto siempre á mi lado en la obra que aquí he emprendido por dis-
posición de Su Santidad». Y terminó diciendo que expresáramos nuevamen-
te estos sentimientos en nombre suyo al R. P. Superior.
No deja de ser esto de gran consuelo para la Compañía en Filipinas en
medio de las contradicciones que abierta ó solapadamente van saliendo de
vez en cuando.
JHS.
Romualdo Benedet, S. J.
299
De El Mercantil, diario de Manila. — 14 de junio de 1909.
«EN SAN IGNACIO.— Fecha memorable, fecha de grato y consolador
recuerdo fué el día de ayer para los ínclitos hijos del gran Loyola, residen-
tes en estas Islas, en que celebraron el quincuagésimo aniversario de su se-
gunda venida á este hermoso Archipiélago, con solemnísimos cultos en su
artístico templo de san Ignacio. Presentaba éste un aspecto deslumbrador.
A la espléndida y abundante iluminación, que en las grandes festividades
suele convertir el sagrado recinto en un cielo, añadíase la magnificencia y
rica profusión de artísticas joyas y primorosos adornos, que engalanaban el
altar mayor y que formaban, por decirlo así, regio pabellón á su divina Ma-
jestad, expuesta en magnífico expositorio y á quien prestaban adorno mul-
titud de fieles, que en este día fueron á dar salida á los sentimientos de
amor y de gratitud á los RR. PP. jesuítas, y manifestarles una vez más con
las obras el testimonio de su más sincero reconocimiento, por lo mucho que
han trabajado y siguen trabajando en pro del pueblo filipino en todos los
puntos del Archipiélago.
Allí vimos al Sr. Delegado de Su Santidad en estas Islas, Mons. Am-
brosio Agius, bajo esbelto dosel de terciopelo recamado en oro; allí al ilus-
trísimo Sr. Obispo de Vígan, Mons. Jaime Carrol, presidiendo en las sillas
de preferencia, allí al limo. Vicario General, Mons. Silvino Tuñón, allí á
representaciones de casi todas las órdenes religiosas, agustinos, recole-
tos, benedictinos, paúles, capuchinos y belgas, representaciones de la au-
toridad civil, ilustres miembros de la Hon. Comisión, personajes de alta
dignidad y representación social, familias de las más distinguidas y carac-
terizadas, y numerosos fieles de toda edad, sexo y condición. Bien podría
llamarse lo de ayer una manifestación entusiasta, pública é imponente del
aprecio de que gozan los PP. jesuítas entre el pueblo filipino.
A las ocho, según estaba anunciado, empezó la misa solemne á toda
orquesta del maestro Torres, premiada en el congreso eucarístico de Va-
lencia. Ofició el Superior de jesuítas, R. P. Fidel Mir, asistido de dos pa-
dres de la comunidad, que según se nos dijo, fueron los RR. PP. Manuel
Peypoch y Jaime Estrada. Llegada la hora del sermón, ocupó la sagrada cá-
tedra el R. P. Joaquín Anón, Rector del ateneo, conocido como uno de los
excelentes oradores que hay en Manila, pero que en el día de ayer pareció
excederse á sí mismo, pues sus excelentes cualidades aparecieron realzadas
por ese sentimiento delicado é indescriptible, que imprime el cariño de un
hijo al hablar de su querida madre y celebrar sus glorias.
300
En la exposición del texto «Tendréis este día como un monumento y lo
celebraréis delante del Señor de generación en generación», presentó á
grandes rasgos y en sublimes pinceladas á la gloria del Seiior, conduciendo
durante estos cincuenta años á los hijos de la Compañía de Jesús en Filipi-
nas, después de haber humillado á sus formidables enemigos, cuyas intrigas
y maquinaciones contra los Hijos de Ignacio y contra la Iglesia, enumeró
rápidamente en la primera parte del discurso.
Intrigas y maquinaciones, que llevaron por fin al cabo, como dice don
Marcelino Menéndez Pelayo, ese acto de barbarie y ese suicidio nacional,
que privó de tantos bienes, y atrajo tantos males á la nación. Pues sola-
mente en Filipinas quedaron enteramente abandonados, en los primeros
años, más de 200.000 cristianos conquistados á fuerza de sacrificios y de
sangre; perdiéronse además en Manila el seminario y las dos universida-
des de san Ignacio y san José, el colegio de san Ildefonso en santa Cruz
y los colegios menores de Cavite, de Cebú, de I!o-Ilo y de Zamboanga y
las misiones vivas en Mindanao.
Al evocar luego en la segunda parte, las sombras venerandas de los
PP. Cuevas, Guerrico, Vidal, Serra, Barrado y otros, que ahora sentimos
no recordar, echamos de ver que varios de los presentes, alguno ó algunos
sin duda, discípulos ó conocidos de aquellos padres de talla, verdaderamente
gigante, les ofrecían el grato tributo de dulces lágrimas, de amor y de ca-
riño. Y no fué ésta la única ocasión en que el orador hondamente conmovido
supo tocar las fibras más íntimas de los corazones, y hacerlas vibrar á im-
pulsos de sus propios sentimientos. Es imposible reseñar debidamente, tan
brillante y acabada pieza oratoria, la cual tenemos entendido que, á ruegos
de los muchos que lo han pedido, quizá verá la luz pública (•). Pero no puedo
dejar pasar por alto, el acertado y brillantísimo toque oratorio en el que,
después de haber hecho resaltar lo magnífica y brillante que aparecía la
gloria del Señor, guiando á los jesuítas en Manila, se vuelve á las gloriosas
misiones de Mindanao, recorre sus llanuras, trepa sus montañas, cruza sus
valles, atraviesa sus bosques y selvas, navega sus mares y sus ríos, presen-
ta á la gloria de Dios convirtiendo al Cristianismo, por medio de los misio-
neros de la Compañía, desde 1861 á 1898, más de 75.000 infieles, levantan-
do 40 reducciones en Davaoy otras tantas en la cuenca de Agúsan, evange-
lizando un total de 183.290 almas. Y no importa, añadió, en un arranque
sublime, no importa que las aguas del Pacífico se traguen al P. Vivero (2
(1) Se imprimió en efecto.
(2) Su propio nombre era P. Marcel
no Casasús.
301
cerca la punta Punsan, y que el bajo Remus hunda en el abismo que se abre
junto ala isla de Maripipi al P. Pablo Ramón, primer rector del ateneo,
á cuya grande alma se debe la hermosa iglesia de san Ignacio; no importa;
el misionero de la Compañía irá siempre en pos de la gloria del Señor, en-
tonando alegre aquella copla que aprendió de sus padres:
«No temo las muchas aguas
«Ni el indómito huracán,
«Que es dulce á quien busca el cielo
«Hallar su tumba en el mar».
Terminó oración tan brillante, pidiendo para sí y para los asociados á las
fiestas, la gracia de arder siempre en aquel fuego sagrado, que abrasaba
á aquellos ilustres evangelizadores de la paz...
No hay para que decir que el R. P. Anón, fué objeto de las más caluro-
sas felicitaciones, por lo acertado de la materia y lo no menos acertado de
su desarrollo.
Después de la misa, el Sr. Delegado, quiso él mismo entonar el Te
Deum del Mtro. Eslava, y dar solemnemente la bendición con el Santísimo,
con lo cual terminaron tan espléndidos actos religiosos de la mañana. Lo
mismo hizo en la solemnidad de la tarde el limo. Sr. Obispo de Vígán, que-
riendo dar con este acto una prueba de su aprecio y reconocimiento á la
benemérita é infatigable Compañía de Jesús. Al punto gran parte del selec-
to y numeroso concurso, fué obsequiada por los RR. PP. con un espléndido
lunch, durante el cual se manifestaron de nuevo palpablemente, el amor y
y la gratitud del pueblo filipino para con los ínclitos hijos de san Ignacio.
También nosotros nos adherimos con todas las veras de nuestra alma, á
esas demostraciones de afecto, de cariño, de amor y reconocimiento á estos
esforzados atletas de la fe, que tanta gloria han dado y están dando á Dios
en estas Islas, y tanto enaltecen á nuestra madre España, y nos complace-
mos en tributarles desde las columnas del periódico nuestra más entusiasta
enhorabuena».
MINISTERIOS DEL P. JUAN MARTIN EN MALUCO,
BALÍRIG Y TANCÚLAN
Garta del mismo padre al R. P. Francisco Nebot
Tancúlan, 23 julio 1909.
Muy amado en Cto. R. P. Nebot: Ayer, como á las 10, a. m. viniendo
á este pueblo, encontré al correo y me entregó la correspondencia, y con
gran satisfacción vi, que ya estaba V. R. de vuelta y algo mejorado de su
dolencia, gracias á Dios, plegué á su Divina bondad, restaurarle por com-
pleto. Leí la del P. Roure, y no poco se alegrará dicho padre cuando la re-
ciba, viendo el interés que se toman los superiores por complacerle.
Por aquí seguimos sin novedad, gracias al Señor. El P. Roure por los
pueblos de Linabo, trabajando bien. Ha estado en Alanib, donde encontró
el pueblo muy limpio, con adoquines en las aceras de la calzada, como en
Malaybalay, terminada la iglesia, que bendijo el padre solemniter, y tuvo
abundantes ministerios. Confesiones 150, comuniones 5, bautismos de adul-
tos 28 y de párvulos 21, con 10 matrimonios. De allí pasó á Lantapan, y
para fines del mes celebrará en Calasungay la fiesta patronal de nuestro
santo Padre.
Yo he demorado en Maluco 15 días y también he tenido buena cosecha
de ministerios. 180 confesiones, 65 comuniones, 40 bautismos entre chicos
y grandes, 17 matrimonios, y preparé 42 niños de 1.^ comunión, acudiendo
mañana y tarde á la doctrina y explicación de ella. José me ha ayudado mu-
cho. De aquí pasé á Balírig un barrio de Maluco, promedio de Tancúlan y
Maluco. También aquí me ayudó el Señor. Tuve 80 confesiones, 15 comu-
niones, 1 1 bautismos párvulos y 6 adultos, y en 6 días que estuve allí hice
clase á los niños en el convento y aprendieron todos á santiguarse y rezar
el padre nuestro. Quedó de maestro en Balírig un tal Petronilo, tagoloano
que vive allí, y los naturales le aprecian. Trajeron en esos días los hari-
gues de molave para la iglesita que han de levantar, y al marcharme ya es-
303
taban levantados. Me vine aquí ayer, y no tengo iglesia; he de celebrar en
el municipio. Hace más de un año, que estos naturales están trabajando sin
parar en los puentes y caminos. Ahora van á terminar el techado de los
puentes, y en menos de dos semanas lo acabarán. Entonces empezarán las
obras de su iglesia; me lo ha prometido el presidente Pedro y creo que
cumplirá su palabra. Es buen tao. Esta mañana he tenido los niños después
de clase en el school, en el municipio en donde estoy y les he enseñado
doctrina; vienen muy contentos al padre. Hablé antes con el maestro oficial,
y me facilitó la venida de los niños. Esta será mi ocupación principal, hasta
que baje á Tagolóan para S. Ignacio. Tenga V. R. la bondad de avisar al
P. Casáis, que me encargo del sermón, pues no he tenido ocasión de con-
testarle.
Envío la hoja trimestral y las cuentas de junio.
Hasta la vista, si es que nos vemos por esas playas. Estaré en Tago-
lóan el menor tiempo posible, y me iré, Deo fauente, enseguida á las re-
ducciones. Repito, que me alegro de su venida y mejoría. Le escribí á
Manila; y V. R. no habrá aun recibido esa carta.
Orate pro nobis. Siervo en Cristo,
JHS.
Juan Martín, S. J.
ENTRADA Y PRIMERA PRESENTACIÓN
DEL P. ANTONIO OBACH
EN EL PUEBLO DE LANGÁRAN
Garta del mismo Padre al R. P. Superior de la Misión
Langáran, 9 de agosto de 1909.
R. P. Fidel Mir.
Muy estimado en Cristo R. P. Superior: el 6 llegué á las 4 p. m. áeste
desventurado pueblo repleto de aglipayanos con actas y centros de hombres
y damas de todo lo más visible del pueblo, prevenidos contra el P. roma-
nista que sabían había de llegar. Llegué en efecto sin que ni una persona se
me presentara. Llevamos al gran convento nuestro pepueilo equipaje y lo
encontramos muy deteriorado, de modo que costará no poco el componerlo,
y además ocupado por las cabras, arriba y abajo, sin que hubiera de los 12
aposentos ni uno ni medio que no estuviese lleno de escrementos. Nuestra
primera operación fué barrer, pero nadie quiso dejarnos ni una mala escoba,
que se hizo de ramas y hojas de ñipa, y así pudimos limpiar un aposento
para pasar aquella noche.
En esta operación estábamos, cuando llegó el P. recoleto de Oroquie-
ta, y uno de los más visibles prohombres conocido y aglipayano hasta la
médula, pero muy hipocritón. Hablamos un buen rato con dicho P. Victoria-
no Tarazona, quien vino para encontrarse con Monseñor Gorordo. Este
padre es quien tiene la relación de todo lo perteneciente á la iglesia y con-
vento y lo mandará todo al Sr. Obispo para exigirlo á quien corresponda;
después de un rato de conversación se embarcó para Oroquieta. El prohom-
bre por fin me mandó un catre, una mesa y dos sillas, y así cenamos y dor-
mimos tranquilamente á pesar de las corridas de las cabras. Al día siguiente
tocamos á misa con una campana rota. Nos servimos de lo que trajimos de
Dapítan, porque en esta iglesia medio arruinada no quedan sino los tabi-
ques. Nadie acudió á misa sino es unos cuantos mozalvetes de la escuela
305
laica que se burlaron de nosotros. Después de misa fuimos á comprar algu-
nos platos, vasos, etc.; y D. Sixto Hamoy, respetado por los concejales,
etc., fué al presidente municipal á pedir las campanas: y en efecto le en-
tregó aquél una de 29 arrobas sin lesión y otra de una arroba.
¡Ya triunfamos! Una porción de hombres se me ofrecieron á llevarla, la
colgaron y repicaron de firme. Furiosos los aglipayanos, de noche nos ro-
baron el badajo. No importa, repicaron mis dapitanos con una piedra en vez
de badajo y después hasta el presente con un martillo. Les prediqué ayer
domingo á unas 100 personas y les dije la hazaña salvaje de la noche. El
presidente municipal me mandó un sargento y un soldado de policía vesti-
dos de gala con sus revolverá preguntándome á qué hora robaron el badajo,
y se marcharon. Vino después un buen hombre y me dijo: «Padre, yo veré
de encontrar el badajo; y si no, mandaré hacer otro». Le di las gracias y
me prometió que muchos me ayudarían en la composición del convento é
iglesia. El caporal al mismo tiempo que nosotros hizo su comedia de misa
con un poco de canto y armonium; dijeron que acudieron á su camarín de
ñipa unas 30 personas. Ya se me van presentando; la gente regala algunos
pollos y huevos y arroz, ya me han encargado seis misas y confío en Dios
que la cosa cambiará pronto de faz .
Convendría quizás que el Sr. Obispo extendiera el nombramiento de
párroco-misionero de Langáran y que mandaran el sello de esta nueva mi-
sión. Las cosas que nos manden pueden dirigirlas directamente á Oroquieta
á D. Vicente Fortic, comerciante y presidente de los católicos de allá, por-
que á Dapítan es muy difícil por las distancias y malas puntas que se han
de doblar.
Aquí tiene V. R. explicada sucintamente mi primera presentación á es-
te pueblo. Por de pronto necesito un hermano que tenga mucha paciencia
y sea algo carpintero, y poco á poco nos arreglaremos con una huertecita,
conejar, carneros, etc.
Se hace tarde y así me despido dando mis afectuosos recuerdos á to-
dos y encomendándome mucho en sus SS. SS. De V. R. affmo. siervo en
Cristo.
JHS.
Antonio Obach, S. J.
LLEGADA DE UNA EXPEDICIÓN
DE PADRES Y HERMANOS Á MANILA
Carta del P, Laureano Gontín al H. Antonio Guasch
Ateneo de Manila, 6 de septiembre de 1909.
Amadísimo en Cto. hermano Guasch: El grato recuerdo que de V. y de
todos los demás carísimos hermanos de Tortosa conservo, me hace escribir
esta carta para contarle algunas de las impresiones que en nuestro viaje á
Filipinas recibimos.
De lo ocurrido hasta Singapore. se habrán ya enterado por las cartas
que hasta el presente hemos escrito.
Comenzamos á sentir vivísimos deseos de ver las Islas Filipinas. Des-
pués de salir de esta ciudad, el día 24 de agosto á eso de las 11 de la ma-
ñana divisamos á lo lejos la isla de Paragua primera del* Archipiélago. En
aquel instante la alegría y entusiasmo se manifestaron en el semblante de
todos. Todo nos movía á estimar y agradecer el habernos llamado Dios á
esta Misión, pero como en la tierra no hay gusto completo, así pasó con el
nuestro, que vino á turbarse por un susto terrible.
Dormíamos muy tranquilos el H. Vives y yo, cuando de repente nos
despertó una voz que con espanto decía: ¡Padres, padres, que se está hun-
diendo el buque! Como por resorte saltamos los dos enseguida y corrimos
para defender nuestras vidas hasta el último instante. Miré atentamente por
si divisaba alguna isla cerca, pero nada... El que nos había despertado dijo
al acercarnos á la barandilla: «Miren Vds., en un momento se ha hundido
más de un metro». Miramos y nos pareció que andaba todo en estado nor-
mal. Preguntamos sobre el caso á un vigilante, y se quedó parado, como
quien no nos entendía... Fué pues todo una equivocación.
Volvimos á acostarnos, pero cualquiera dormía, después de un susto
tan fenomenal. No recobró nuestro corazón el sosiego, hasta que volvimos
307
á admirar con la luz del día la paz, hermosura y encanto de las aguas y tie-
rra filipina.
En Ilo-Ilo paramos un día entero, para dejar cargamento, y vimos aquí
los primeros filipinos, para con los que experimenté un cariño fraternal y
un deseo intenso de hacerme todo suyo, á fin de ganarlos para Dios. Se les
conoce que pertenecieron á la noble y cristiana España.
Continuando la marcha, llegamos el día veintisiete á las once de la ma-
ñana á Manila después de treinta y cuatro de navegación.
Luego se acercaron á nosotros muchas lanchas y vaporcitos, en uno de
los cuales vimos con gran consuelo de nuestras almas, que venía á recibir-
nos nada menos que el R. P. Superior de la Misión con el H. Torréns.
Todos contentos y satisfechos nos encaminamos hacia el ateneo, donde
nos recibió la comunidad formada en la puerta de la iglesia. Luego fué ex-
puesto nuestro Divino Jesús como para darnos la bienvenida, nosotros le
dimos gracias con el Te Deum por el buen viaje que nos dio, y finalmente
salimos de su presencia para abrazarnos con nuestros CC. PP. y HH. To-
dos ellos se esforzaron mucho por obsequiarnos y regalarnos, manifestando
por nuestra llegada una alegría y cariño sin igual. En verdad que hemos
disfrutado mucho, viéndonos tan agasajados por nuestros CC. padres y
hermanos. Sea Dios bendito por habernos llamado á su santa Compañía
donde tanto reina el amor y la caridad.
Con cariño semejante nos han tratado en el Observatorio cuantas ve-
ces hemos ido por allí.
También los colegiales de una y otra casa nos han obsequiado mucho
y muy bien con actos.
Al verse uno tratar con tanto cariño casi entra en deseos de permane-
cer en el ateneo, pero Dios mediante salimos el día ocho con rumbo á Min-
danao el P. Francisco García y yo; él para Dapítan y yo para Cagayán. El
P. Carreras marchó destinado á Zamboanga; el P. Guilló queda para ense-
ñar filosofía en el seminario de S. Javier, el P. Sauras tiene la clase de
media en el ateneo y el H. Vives llegó ya á Vígan.
Aquí tiene V. las noticias del fin de nuestro viaje.
Ahora le suplico que nos encomiende mucho al Señor para que en todo
cumplamos su santa voluntad y logremos el fin espiritual para que nos ha
traído á estas islas.
En sus fervorosas oraciones mucho me encomiendo.
H. y S. en Cto.
JHS.
Laureano Contín, S. J.
GRAVE INUNDACIÓN EN BUTÚAN
Carta del P. Jaime Valles a! R. P. Saturnino Urios
Butüan, 20 de diciembre de 1909.
Rdo. P. Saturnino Urios).
Rdo. en Cto. P.: Querrá sin duda saber cómo estamos en este mar, que
no otra cosa es Butúan aun ahora. Dicen que hombre nacido no ha visto
inundación tan sorprendente como ésta, y yo digo que si el Agüsan fuese
impetuoso como el Ebro estaríamos ahora luchando con las olas en la isla de
Camiguín: pero dejémonos de consideraciones; ya que V. R. desea saber lo
que ha sucedido, ahí van cuatro letras tal como lo he dejado escrito en el
diario.
Día 18. Administré un viático por la mañana después de misa. El baró-
metro va bajando y el cielo se presenta de panza de burro soplando un
vientecillo N. E. indicio cierto de la proximidad del fenómeno acuoso. A
las 8 empezó á llover y no cesó ni un instante durante el día y noche. A las
11 Vi a. m. señala el barómetro baguio cerca, el viento arrecia; á las 3
p. m. baguio en la localidad y así subiendo ó bajando un milímetro ha
permanecido hasta el día 19 á las 7 a. m.
Día 19. Domingo. Unas cuantas mujeres heroicas, el sacristán, los
cantores y dos ó tres devotos han venido á misa comulgando antes unas 12
personas. El tiempo sigue como ayer; á las 9 el río llegaba á la casa de
Bautista y Greg. Torralba. El barómetro sube un poco para volver á bajar
á las 3 en que de repente paró el viento y la lluvia, señal de que el vórtice
estaba cerca, pero de repente tornó á subir. Amarramos las tablas de la
casa en construcción y aun no habíamos terminado cuando el agua se nos
metió ya en la iglesia. Quité los santos Óleos del bautisterio, subimos el ar-
monium al altar mayor, y me llevé el Smo. á la biblioteca. A las 6 rezamos
el santo Rosario en la biblioteca y bajamos á arreglar las ropas de la sacris-
tía, temiendo que el agua subiese á los cajones. A las 9 el agua se había
309
metido ya cuatro dedos en la sacristía y durante la noche subió á la tarima
del altar mayor. La iglesia hecha un mar: pero creo que no se ha echado á
perder nada. Mucha suciedad que nos costará harto trabajo: algunos flore-
ros de la ante sacristía se habrán caído durante la noche anterior que el
viento nos rompió las visagras de una ventana volando por los aires no sé
cuantas cosas. Lo del convento no sé cómo anda: todo está lleno de agua.
Pusimos el palay en sacos y subimos todo lo de la bodega. Pero las galli-
nas, conejos, las pobres vacas que no tenemos donde ponerlas, están hechas
unos esqueletos por no encontrar un palmo de tierra donde descansar y co-
mer. Los conejos los subimos al palomar.
Día 20. Ha amanecido bi€n. Dije misa en la biblioteca, á la que han
asistido, cantores, sacristán, etc. Va bajando el río y ahora á las 9 ya se ha
retirado un decímetro. La lluvia cesó ayer á las 6. Se oye el mar como una
fiera.
Sin más por hoy. Suyo en Cto.
JHS.
Jaime Valles, S. J.
EL R. P. PEDRO TORRA, S. J.
t MANILA 22 JUNIO 191U
Narración necrológica por el P. Manuel Peypoch
El día 22 de Junio último, á media tarde, fué el entierro del R. P. Pe-
dro Torra, de la Compañía de Jesús; falleció el día anterior en el edificio
del Observatorio, á los 65 años de edad. Un sencillo coche mortuorio se-
guido de tres ó cuatro vehículos, constituyó todo el cortejo fúnebre.
Fué un entierro de religioso pobre.
No hubo en él ni caballos empenachados, ni palafreneros enlutados, ni
gran seguimiento de carruajes, ni coronas de flores de tela, ni llantos apa-
ratosos á última hora. Unos cuantos hermanos y amigos que le despidieron
con una tierna plegaria en medio de un sentimiento general de resignada
tristeza fué toda la pompa exterior del entierro del P. Torra. Después un
nicho cualquiera cubierto con una lápida de zinc pintada de negro, y dos
nombres escritos en ella: el de Jesús y el suyo.
Y nada más.
Mientras el humilde varón salía de este mundo, como quien dice de in-
cógnito, la noticia de su muerte despertaba afectos de ternura en todo el
Archipiélago filipino.
En todas partes y en todas las posiciones sociales ocupadas por filipi-
nos tenía amigos el P. Torra, que le debían gratitud y cariño. Muchos de-
bieron de ser los que al saber su fallecimiento recordaron con pesar á aquel
venerable religioso de cuerpo alto y decaído, de rostro moreno, huesoso y
enjuto, de ojos brillantes y serenamente benignos, y de labios ajustados que
se abrían poco, pero siempre para decir algo suavemente gracioso que ha-
cía bien, nunca para mortificar á nadie ni murmurar.
Sobre todo debieron de recordarlo los alumnos del ateneo del tiempo
de Rizal, que en él veneraban al circunspecto prefecto de estudios de sus
años juveniles, y muchísimos maestros normales para quienes era el P. To-
rra el padre bondadoso que con sus desvelos los había hecho hombres y
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puesto en posesión de la carrrera del magisterio. Y no debió faltar entre
éstos alguno que, sabida su muerte, levantara maquinalmente los ojos á
buscar en su título de maestro aquella firma suya tan limpia y clara, para
mirarla ya como una reliquia. Y allá en las misiones de Mindanao, en los
pueblos de Zamboanga, Butúan y Surigao, que con tanto fruto evangelizó
en una campaña de 8 año5, ha de haberle llorado toda la gente con el senti-
miento con que saben llorar los humildes á los varones santos que se han
dignado tenerles amor.
Porque amor á los humildes lo tenía de veras el P. Torra. Nunca se
hallaba tan á su sabor como en conversación con las personas de provincias
que acudían á su despacho, ó cuando en las misiones estaba en contacto
inmediato con la gente del pueblo. De aquí su afán por aprender las len-
guas del país, primero el tagálog, del que tuvo por profesor al colegial del
ateneo, José Rizal, y más tarde el visaya cebuano que llegó á poseer con
perfección.
Cuando vino á Filipinas, ya sacerdote, no tenía aun 30 años cumplidos.
El vendaval de la revolución española del 68, que le había cogido en los
primeros años de su vida religiosa, y dado con él en Francia, le había empuja-
do con gran rapidez hacia el término de sus estudios y probaciones. No de-
bió de haberle contrariado gran cosa su destierro á Francia, cuando seis
años después se desterraba definitivamente y muy á gusto suyo á nues-
tro suelo filipino.
Llegado á Manila fué primero inspector de la primera brigada de inter-
nos del ateneo, y muy luego prefecto de estudios hasta el febrero del año
1879, en que teniendo sólo 33 años de edad fué nombrado rector de la Es-
cuela Normal de maestros, situada entonces en el solar que ocupa hoy el
hospital de S. Pablo.
El terremoto del mes de julio del año 1880 le dejó en la calle con toda su
comunidad y 120 alumnos internos, y le obligó á refugiarse, primero en el
ateneo, y después en la casa que poseen los padres en el arrabal de santa
Ana. Luego, en medio de grandes privaciones, levantó en lo que entonces
era zona polémica de la Ermita, el anchuroso edificio en que él mismo ha
venido á morir 25 años más tarde. Allí se instaló definitivamente el año 1886
la Escuela Normal, y poco después otra institución también destinada á ha-
cer un bien incalculable á Filipinas: el Observatorio Meteorológico.
Por septiembre del 1887 le dejaron descansar sus superiores de su rec-
torado de ocho años y medio, mas le volvieron á él pasados otros diez años.
En el intermedio estuvo la mayor parte del tiempo en Mindanao, como que-
da dicho. La segunda vez rigió la Escuela Normal menos de cuatro años.
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En 1905 se encargaron del seminario de Vígan los PP. de la Compa-
ñía, y el P. Torra fué quien llevó allá la primera expedición. Era la cuarta
vez que en Filipinas arrostraba los apuros y molestias de una instalación
nueva. Su salud, que ya no era para tanto, cedió al peso del trabajo, y le
hizo volver á Manila.
Como en su profunda humildad no conocía la nostalgia del mando que
tan frecuentemente acomete á los viejos que han mandado mucho, no encon-
tró la menor dificultad en aceptar últimamente los cargos subalternos y de
gran dependencia, de ministro y procurador, en una casa que era obra de
sus manos y fruto de sus afanes, y que había sido gobernada por él durante
más de doce años. Realmente no existe democracia más sincera y verdade-
ra que la inspirada en la humildad cristiana.
Hace ya algunos meses que ningún trabajo podía hacer. El pecho y los
bronquios, cada día en peor estado, le tenían en constante aviso de su pró-
xima muerte, y finalmente el día de san Luis, á poco más de las 8 de la
noche, se durmió en el Señor con la placidez del justo. Su muerte apacible
y tranquila fué remate natural de la paz constante de espíritu de toda su
vida. Al oficio de difuntos que se rezó por su alma asistieron los Sres. obis-
pos de Jaro y Vígan que se hallaban entonces en Manila.
El amor que le hizo emplear su vida por el país no tendrá seguramente
por última recompensa en la tierra el olvido de los suyos, que fueron todos
los filipinos. Mientras haj^a en nuestra tierra quien lo haya tratado perso-
nalmente, habrá quien delante de Dios y delante de los hombres haga me-
moria del P. Torra.
JHS.
Manuel Pevpoch, S. J.
LA FIESTA DE LA IN\\L\CÜLADA CONCEPCIÓN
Y EL ATENEO DE MANILA EN 1910
El año pasado con ocasión de celebrarse el quincuagésimo aniversario
de la fundación del ateneo, tuvieron lugar en este Centro, los días de la
Inmaculada, funciones muy solemnes. Una Novena concurridísima y brillan-
te, espléndida comida á los pobres, misa mayor cantada con extraordinaria
afinación, juegos florales, academia por los antiguos colegiales, banquete
que bien podía llamarse de gala y oficial, notable procesión de la Inmacu-
lada, que llamó la atención extraordinariamente y como remate, solemne
misa de Réquiem en sufragio de los jesuítas y discípulos del ateneo di-
fimtos. A ellas asistieron los señores obispos de Filipinas que vinieron
expresamente á Manila aquellos días y lo más granado de estas tierras.
Este año. á pesar de no haber fiestas extraordinarias y. con todo, el
motivo extraordinario del pasado, las fiestas de la Inmaculada no han per-
dido en su comparación, gracias á Dios, y han sido muy dignas. La Inmacu-
lada Concepción es la Patrona del colegio; por eso todos los años se esmera
el ateneo en honrarla lo más que puede.
Para dar alguna variedad á la Novena, se pensó en ensayar algunos
cánticos en que tomase parte el colegio en peso. Había el precedente de
lo mucho que gustaba la felicitación sabatina que todos los sábados se canta
en la capilla del ateneo y se reza los días de la Novena, en la iglesia. A
esto se agregó el notable efecto que produjo el que, en la comunión men-
sual de los extemos, en noviembre, cantasen unos 800 jóvenes ó más.
varios cantitos, después de les ensayos correspondientes, dirigidos por los
PP. Peypoch y Vives.
Con esto ya no se dudó en que los cantos populares habían de ser
parte integrante de la Novena de la Purísima.
Por la mañana, minutos antes de las seis, bajaban los colegiales á la
iglesia para ocupar los bancos de la nave central, y delante de ellos se
colocaban nutridas comisiones de las congregaciones de externos, que cada
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día asistían. Antes de empezar la misa comulgaban los colegiales todos, y
la comisión de congregantes externos. Al empezar la misa se entonaba el
«Ave María Purísima» de la Salutación sabatina y luego se cantaba por
toda la ceremonia el «Memorare».
Por la tarde se daba principio á la función con el «Ave María Purísima»,
cantándolo todos de pie y estando los colegiales repartidos por las tribunas
y el coro, á excepción de una comisión de congregantes que tenía su sitio
delante de los primeros bancos de la iglesia. Seguía el santo Rosario y las
letanías cantadas; después la novena de la Inmaculada como se hace en
nuestras comunidades; nuevamente el «Memorare», que por cierto ha llama-
do poderosamente la atención, el sermón y la Salve Montserratina. Para
cantar ésta, salían al presbiterio unos veinte tiples de sobrepelliz y sotana
azul, los otros tiples hasta más de treinta se ponían cerca de aquéllos. El
profesor del colegio Sr. Buencamino tocaba en el armonio para los tiples
dirigidos por el P. Vives, el otro coro seguía al órgano. Acabada la Salve
y el Oremus dejaba el preste la capa azul y tomaba la blanca, mientras
todos los colegiales cantaban el «Sacris Solemnis» para exponer el Santí-
simo en la custodia y dar la bendición conforme á lo dispuesto por el primer
Concilio Manilano. El «Tantum ergO) y el «Genitori>/ lo cantaban también
los colegiales y el pueblo, y después, como final de fiesta, se cantaba: «Oh
Virgen sacrosanta». Total, que en los cinco cuartos de hora ó poco más
que duraban las funciones, el pueblo cantaba unas ocho veces y siempre
cantos y música diferentes. Por eso se han llevado tan fácilmente á pesar
del calor que hace aquí aún en este tiempo y han gustado tanto.
El último día, dio la bendición el Rmo. Sr. Arzobispo de Manila; y
cuando ya estaba en el altar con báculo y mitra para entonar la Salve, el
P. rector desde el pulpito leyó el acto de consagración al sacratísimo
Corazón de Jesús, á la Virgen Inmaculada confirmada Patrona de Fili-
pinas y al Patriarca San José, que ordena el Concilio de Manila. Al acabar
los cultos, el Sr. Arzobispo se deshacía en alabanzas: ¡Magnífico! ha sido
un triunfo del Catolicismo; había muchos hombres y esto es bueno
porque las mujeres yo creo que todas son santas, é iba dando la enhora-
buena á unos y á otros.
El día de la Purísima Concepción, en que se distribuyeron 1,500 co-
muniones en nuestra iglesia, hubo á las ocho misa cantada por el P. rec-
tor con una concurrencia increíble. El autor de este escrito estuvo todo
el tiempo al final de la iglesia y puede testificar que no sólo á los lados y
por entre las columnas había muchos hombres de pie, sino en la parte de
afuera de la iglesia y en las tres puertas había un nutrido grupo de jóvenes
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y caballeros. Verdad es que los congregantes internos ocupaban muchos ban-
cos del lado del Evangelio, pero había más externos, á cuya cabeza estaban
el Revmo. Sr. Delegado de S. S. con medalla de congregante honorario y
el Excmo. Sr. Cónsul de España, y muchos diputados y antiguos alumnos.
¡Y luego dirán que á las misas cantadas no asiste la gente en Filipinas!
En la nuestra de este día, el R. P. Joaquín Anón, predicó un sermón en-
tusiasta y fervoroso, lleno de vivas imágenes y de galanas frases. Los predi-
cadores de la Novena fueron por orden cronológico los PP. Juan B. Sola,
José Saus, Xavier Agreda, Manuel M.^ Sauras, Francisco Foradada, Rafael
Matéu, Juan Anguela y Manuel Peypoch. Para el último día estaba seiíalado
el P. Manuel Lencina, pero una indisposición hizo que dos horas antes del
sermón se encargara de suplirle el fecundo y popular Padre Foradada.
No hay que añadir que todas las noches se iluminaba la fachada de la
iglesia y los últimos días, la contigua del ateneo. Entre las dos torres
estaba, como sostenido por manos de algún ángel, el anagrama de María
dibujado sobre la obscuridad del fondo con bombillas eléctricas de varios
colores. También huelga notar, porque es costumbre del país, que durante
la Novena una banda de música alegraba nuestros contornos, la cual, apar-
tada de la iglesia y debajo del puente, como así decimos,' tocaba la marcha
real española durante la bendición con el Santísimo.
Para la función del día de la Purísima salimos del colegio en procesión
los congregantes, con bandera, estandarte y música para cada congrega-
ción, y aunque el trayecto fué corto no dejó de complacernos esta ceremo-
nia, á los que jamás la habíamos visto.
Por de contado que la iglesia lucía sus mejores galas. La bella imagen
de la Purísima que de ordinario está en el altar de la congregación se puso
en el trono de nubes y ángeles que sostienen á S. Ignacio; el fondo del
camarín se forró de raso blanco; unas cortinas imperiales de terciopelo azul
lo rodeaban de arriba abajo; la imagen de María estaba coronada de doce
estrellas eléctricas; á sus pies la luna formada de cristal esmerilado con bom-
billas eléctricas en su interior; en derredor ricos jarrones y ramos que cada
tres días se cambiaban para variar el adorno del altar; las alhajas de la
imagen, preciosas: corona, pendientes, collar, brazaletes y otras riquísimas,
tanto que, según decían, llevaba encima miles de pesos.
Tampoco han escaseado este año los regalos. Un mantel para la baran-
dilla de la comunión que costó mil pesos, preciosos ramos blancos de flores
artificiales, diez grandes macetas iguales de unas flores blancas ó ligera-
mente sonrosadas de mucho coste, dos cortinas azules como las del altar ma-
yor, para las dos puertas que están junto á los altares del sagrado Corazc'n
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y de María Inmaculada, un mantel para el altar mayor y dos para las creden-
cias con una ancha cenefa de malla finísima de hilos de oro terminados á ma-
nera de encaje ó de flecos, y otros muchos'que no hay para qué enumerar.
Dentro de casa hubo adornos, música é iluminación en el patio de la
segunda brigada. El día de la Inmaculada y la víspera duró la serenata hasta
las diez de la noche. La tarde anterior á la fiesta de la Purísima los colegia-
les de la primera brigada sirvieron á la una y media en su patio de recreo,
una opípara comida á 420 pobres.
El sábado después de la Inmaculada se tuvo en el salón de actos una
academia solemne, que gustó mucho. Hace como cinco años se representó
el mismo drama < Heroísmo y Cobardía»: este año se le cambió el título y
se le llamó «Lealtad y Perfidia». El niño Mariano Garchitorena que hizo
de Sancho arrancó lágrimas. El Emir, representado por L. Moreno Lacalle,
que vale mucho para la declamación, también representó su papel con
acierto y agrado del público. Los otros jóvenes actores gustaron sobrema-
nera, así como los trajes y decoración. En el segundo acto, el protagonista
tuvo un recitado, suave, tierno, pausado y un cantito con música de Buen-
camino, uno de los profesores del colegio, que arrancó muchos y muy me-
recidos aplausos. Al día siguiente por la tarde, al llegar el Sr. Delegado
de S. S. con el Sr. Arzobispo para la sesión privada de cinematógrafo que
se tuvo en el mismo salón de actos, presentóse el niño Garchitorena pidien-
do una vacación extraordinaria al Sr. Delegado, quien la concedió en medio
de atronadores aplausos de los alumnos.
A la academia dramática citada acudió mucha gente, á cuya cabeza
estaban los dos Rmos. Prelados, el Secretario de S. Sría., el Sr. Araneta Se-
cretario de Justicia, otras personas caracterizadas, religiosos de varias
órdenes, muchos padres del seminario de san Javier, el seminario de san
Carlos con su rector P. Mariano Juan, seminaristas de san Javier, varias
señoras norteamericanas y más gente de la que puede contener el salón.
La ejecución satisfizo aún á los más exigentes. Sobre todo notamos
que cuando el mártir Sancho pronunciaba algunas hermosas sentencias cris-
tianas propias de un corazón valiente y enamorado de Dios y de su sacro-
santa Religión, el auditorio prorrumpía en calurosos y expontáneos aplau-
sos; señal evidente de que le cuadraba la idea y pensaba como el jovencito,
que con fervor suspiraba por la cruz y por el martirio.
Los periódicos publicaron reseñas de estas fiestas. «El Mercantil»
estampó en sus columnas que obras como ésta enaltecen, forman caracteres,
caballeros nobles, tan necesarios en estos tiempos de debilidad y afemina-
ción.
TRABAJOS Y MINISTERIOS APOSTÓLICOS
Carta del P. Frandisco Nebot al P. Saturnino Urios
Cagayán, 14 de marzo de 1910.
R. P. Saturnino Urios.
Amadísimo en Cto. P. Urios: Mil gracias por la de V. R. del 8 con la
del P. Capell. Escribí hace poco á V. R.; mas no anoté la fecha, y no re-
cuerdo si le dije que el P. Masoliver iría, como ha ido, á ayudar al Cura
de Mambáhao para Semana Santa y dar una pequeña misión. Le suple hasta
el Domingo de Ramos el P. Martín el cual al mismo tiempo se acabará de
restablecer. No sé á.qué matanza V. R. se refiere hablando de S. Juan de
Qingoog, porque en febrero fueron 6 los asesinados, mas según el P. Cór-
dova el dos de este mes publicaron un bandillo en Gingoog que se preparase
la gente porque en las Hayas se habían visto muchos hombres armados,
unos ciento cincuenta. El P. Córdova escribió el día 4 y desde entonces
nada más he sabido.
El P. Masoliver escribe que pasó la semana de Pasión en Mahinog,
donde tuvo unas 6CX) confesiones. El Domingo de Ramos empezó la misión
en Mambáhao. Ha de volver el 6 de Abril, y para aquella fecha espero tam-
bién al P. Parache.
El P. Pont ha hecho las funciones de Semana Santa en El Salvador, y
el P. Roure ha hecho en Cagayán las del Monumento, volviéndose el Vier-
nes Santo á Agúsan, de donde había venido. Las funciones de Semana
Santa concurridas, aun las de Cagayán, donde predominan los aglipayanos.
Aquí, el mismo día de san José del corriente año, hemos dado un acto
con los alumnos de la escuela católica, dedicado al excelso Patriarca. Se
empezó con una introducción, la Profesión de Fe y un canto. Siguió un dis-
cursito preliminar, y luego los alumnos de clase superior explicaron la
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Geografía descriptiva de Asia y el Sistema métrico decimal. Los de la clase
elemental se ejercitaron en la conjugación de verbos castellanos y en las
operaciones fundamentales de la Aritmética. Esta parte, que podríamos lla-
mar práctica del acto, fué amenizada con poesías y diálogos, música y can-
tos, terminando con la distribución de premios. Los niños, unos 30, salieron
bien en el desempeño de sus respectivos papeles.
El P. de Talisáyan ha dado también un acto con los niños de su Escue-
la. Esta y la de Balingasag con las de Bubuntuga y Jasaán son la pesadilla
del Superintendente de escuelas de acá, porque no dejan levantar cabeza á
las públicas.
Y nada más que expresiones á esos PP. y HH. En sus 00. y SS. se
encomienda su affmo. en Cto.
JHS.
Francisco Nebot, S. J.
Carta del P. Jaime Valles al R. P. Fidel Mir
Butüan, 28 de junio de 1910.
Rdo. en Cto. Padre Superior: Ahí van estas pocas palabras. La fiesta
del Sagrado Corazón resultó espléndida: yo salía las 2 p. m. para Carmen.
Tuvimos 569 comuniones contadas, no huvo más porque la gente no puede
confesarse, siendo, como somos dos solos para estas grandes solemnidades.
El domingo 26 se repartieron 438 comuniones: ya ve, pues, que aun hay fe
en Butúan: como se les predica todos los domingos nos ven y nos conocen,
y conocen á Dios, á Él se acercan á pesar de los esfuerzos mancomunados
del infierno y de los malos, que nos rodean.
Los pueblos visitados por mí en estos días hasta el 21 padecen de ane-
mia espiritual. ¡Pobres infelices! oyen tanto contra la confesión, contra Je-
sucristo, N. S., contra nuestra santa Religión que, á los hombres ni á tiros
se les puede confesar. En pueblo, como Nasipit, tan católico, habiendo es-
tado el P. Urios trece días y yo seis, habrán cumplido 120 el precepto pas-
cual. Y todo ¿por qué? Porque no hay quien les instruya y una ó dos visitas
durante el año no bastan ahora, para que se conserve la fe y piedad en es-
tos pueblos, tan combatidos por toda clase de errores.
El peor barrio visitado es Buenavista, de unos 60 matrimonios. Los
cismáticos tienen capillas y trabajan para arrastrarlos á todos á la aposta-
sía. Comulgaron 93 personas. Al revés de los otros pueblos, ci.yos princi-
pales y gobernantes son católicos. Así que no tuve miedo de hablar fuerte
contra los que abandonan sus creencias, no sólo dentro de la iglesia, sino
aconsejando á los católicos en la calle. Las mujeres que me oyeron temen
el infierno, y el domingo por más que repicaron los cismáticos no fué ni una
mujer, ni un niiio á su capilla, sólo cuatro hombres, tres del comité cismáti-
co y el campanero. Rabiosos se pusieron contra el padre, pero nadie me di-
jo nada, asegurando algunos que si el «Cura romano estuviese allí un mes
no quedaba ni un hereje». Lo triste es que tienen un maestro, chicuelo de
17 años, protestante fanático, que trabaja sin descanso para pervertirlos á
todos. ¡Dios les tenga de su mano!
Sin más por hoy, en lo SS, SS. y 00. de V. R. se encomienda su ínfi-
mo siervo y subdito en Cto.
JHS.
Jaime Valles, S. J.
UNA VISITA A ^<EL MIRADOR» <i>
Carta del P. José Algué al R. P. Superior de la Misión
Benguet.— Mirador, 7 de agosto de 1910.
R. P. Fidel Mir, S. J.
Muy amado en Cto. R. P. Superior: He subido por tres ó cuatro días
á estas alturas para recibir en Mirador al Secretario ó Ministro de la Gue-
rra de los EE. UU. que hoy nos ha visitado. Efectivamente á las once de la
mañana ha subido en automóvil, acompañado de su señora y del Goberna-
dor General. Les he enseñado lo principal del Observatorio y ha quedado su-
manente complacido. Se ha empeñado en llevar consigo un ejemplar del fo-
lleto sobre Mirador y me ha pedido que lo firmase. Le he pedido, á mi vez,
que firmase en el libro-regisíro de los visitantes y él ha accedido gustoso
acompañando su firma con una nota encomiástica. Cuando estuvo este se-
ñor en el Observatorio de Manila se espontaneó mucho y manifestó delante
de todos los que le acompañaban, que eran el Gobernador General, el gene-
ral Duval, el general Edwards, el comisionado Worcester y su secretario
particular Mr. Clark, el alto aprecio en que tenía nuestros trabajos, aña-
diendo que lo que veía le confirmaba en la opinión que tenía formada por
referencias de los otros. Al enterarse por el profesor Worcester que por
servir en el Observatorio había yo perdido la nacionalidad española dijo
que había de conseguir del Congreso de los EE. UU. un decreto en que se
me declare ciudadano de los EE. UU., siquiera, dijo, por agradecimiento á
sus servicios, etc. Hoy ha recordado esto al señor Gobernador quien le se-
cunda enteramente en esto, y en particular me ha dicho este señor que el
Gobierno está enteramente satisfecho de lo que se trabaja en el Observato-
rio y que desea manifestar su agradecimiento á lo que la Misión hace por el
bien de todos. Le ha caído muy bien al señor Gobernador que ofreciese al
(1) Es «El Mirador» una como sucursal de nuestro observatorio de Manila.
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Secretario y comitiva una copita de vino y dulces y me parece que queda-
rán todos con grato recuerdo de la visita. Pasado mañana, D. m. bajo á
Manila en donde veré de ayudar al P. Clos á conseguir del Secretario de la
fuerza el arreglo del asunto de los 8,000 pesos de Cagayán.
Por Mirador todo va bien gracias á Dios.
Se ha puesto teléfono que une Mirador con Baguio, costeado por el
gobierno. El Profesor Worcester hablará al Sr. Gobernador acerca de la
renta de Mirador y creo que saldrá bien este asunto; con lo cual se sosten-
drá por su base Mirador á pesar de haberle aumentado el peso.
Saludo á todos esos PP. y HH. y que me encomienden al Señor.
Los de Mirador saludan á V. R.
En los SS. y 00. de V. R. mucho me encomiendo.
Siervo en Cto.
JHS.
José Algué, S. J.
MINISTERIOS APOSTÓLICOS DEL P. JAIME VALLES
Garta del mismo padre al P. Juan Ortega
Cabarbarán, 25 de diciembre de 1910.
Rdo. en Cristo P.: Es deber mío agradecerle el trabajo primoroso que
se sirvió enviarme y que confío me servirá andando por estas tierras, en
que los relojes se descomponen con frecuencia por causa, creo, de la hu-
medad.
Como ve por la fecha de la carta le escribo el día de Navidad, en que no
se me puede aplicar aquel dicho de nuestra tierra: ''^per Nadal cada ouella
á son corral», porque salí de Butúan el 15 del corriente y no espero volver
hasta después de Reyes. Algo triste es pasar días tan solemnes sin la com-
pañía de alguno de los nuestros, sobre todo si se encuentra como yo ahora
en un pueblo lleno de fanáticos herejes y apóstatas en donde me veo obli-
gado á estar metido en casa por no excitarlos más contra los pocos católi-
cos, contra la iglesia y contra mi misma persona.
Los salvajes de la semana trágica tienen aquí maestros y discípulos,
pues, en este villorrio nos han quemado dos veces la iglesia, el retablo y
S. Isidro, nos han robado las campanas, han atropellado á los pocos que han
permanecido fieles, de mil maneras, y nos impiden ahora con una ira sin
igual, acercarnos á los barrios de conquistas, á fin de que todos apostaten
de la fe que en días mejores abrazaron.
Hombres viejos son los que dejan las enseñanzas de Jesucristo, y en
ninguna parte se ve tan claramente esta verdad como en este miserable
pueblo en donde se ha entronizado el espíritu de las tinieblas.
Después de hacer firmar á los habitantes su adhesión al cisma aglipa-
yano y llamar al pseudo sacerdote y construir iglesia y convento cismático,
les dio por llamarse católicos y cometían los sacrilegios é idolatrías más
horribles, haciendo la comedia de confesarse y comulgar, etc. Los que más
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se han esforzado en esta verdadera farsa han sido los más irreh"giosos y
viciosos, pero, por desgracia, de ciertas cualidades personales, en que
sobresalen á los demás. Cansados de snspare-pare (falsos padres), han cam-
biado ya cinco en cuatro años, ahora se proclaman á voz en grito ateos, es-
piritistas, masones, protestantes, jurando y perjurando no volver á la Reli-
gión católica. Mantienen al pseudo, sólo para arrastrar al cisma á los que
de nuevo vienen al pueblo, pero los intelectuales no quieren saber nada
con el aglipayanismo porque no les satisface.
El que ha hecho su Agosto, ha sido el demonio: primero, por los muchos
que se quedan y mueren sin bautismo, porque raro es el que de los barrios
se bautiza; segundo, por los adultos que desde la apostasía han muerto
renegando de Dios; tercero, por la ignorancia que se ha extendido de las
verdades de la fe.
Da lástima y se le oprime á uno el corazón al ver como se pierden las
almas y que salga con la suya el espíritu del mal.
¿Y por qué, me preguntará, se encuentra V. entre esos endiablados
herejes?
Me llamaron unas cuantas hijas de María, doce en total, para que les
hiciese la fiesta el 18 de este mes, y, como todo se lo merecen, por lo que
han sufrido por Dios, condescendí, y pensé también celebrarles Navidad,
yendo después en busca de almas á otro pueblo apóstata, en donde pasaré
nuestra fiesta del Nombre de Jesús.
Por esta playa infestada de cismáticos la vida del misionero es la del
Beato Campión, no la de san Javier,
Como le digo, vine para celebrar la fiesta de la Inmaculada, tuvimos
vísperas cantadas y misa solemne, en la que comulgaron las doce hijas de
María con algunos luises, total 27, y por la tarde, obtenido el permiso de
la autoridad local, armamos también nuestra diminuta procesión, desafiando
las iras de los herejes, y con la fortaleza y humildad que dan la buena con-
ciencia y la virtud, salimos paseando nuestra Inmaculada. Para que se forme
alguna idea del valor que se necesita para estos actos, cuente que de los
3,500 habitantes que tiene la población sólo unos 50 matrimonios se man-
tienen fieles y éstos los más pobres é ignorantes: los demás son enemigos
declarados, sobre todo los ricos y los tenidos por sabios.
Salimos, pues, iluminando á nuestra Madre con candelas, luces de ben-
gala y echando á cada paso cohetes, según era costumbre inmemorial en
este pueblo; pero como el demonio no puede ni sufrir á los pocos que que-
dan fieles, y á los malos les da en el rostro tanta fortaleza, tramaron una
de las suyas para deslucir nuestro acto.
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Al volver á la iglesia ya de noche, enviaron á los policías á poner
presos á los que yendo en la procesión echaban cohetes. De mi lado cogie-
ron ó uno y lo llevaron al tribunal, de manera que la procesión se acabó con
un ¡ay! que angustiaba el corazón.
No tenía otro fin este alarde de poder y autoridad que desdorar nues-
tra fiesta, pues atendida la costumbre de la tierra y obtenido el permiso
para la procesión ninguna falta había en echar cohetes, así que, dadas sus
razones los presos, los soltaron sin costas. Además de la fiesta les digo
la misa que aquí se llama de aguinaldo en que se hace la novena á nuestra
Señora de Belén, Asisten diariamente doce músicos con la banda, 13 ó 14
hombres casados, unas 20 mujeres y una docena de niños; empiezo á las
cinco y cuarto y se termina á las seis y inedia con sermón, etc., y canta
que canta en castellano, en latín y en bisaya que es un primor.
Además del sermón, en que les instruyo á fin de que no se dejen enga-
ñar de los malos, reúno á los niños mañana y tarde, pocos en verdad, 24 por
término medio, y les enseño la doctrina cristiana preparando algunos para
la primera comunión. Este es el acto que más á uno satisface por ver algo
del fruto de su trabajo, que así es la humana flaqueza, pues trabajar pura-
mente por Dios, sin ver el éxito de las obras y sudores, es de muy gran
virtud,
Hoy, después de la Novena hemos tenido nuestra fiesta. Maitines á
las once y media, misa cantada que empezó á la una y media, la segun-
da misa á las seis y la tercera también cantada con sermón á las ocho y
cuarto; han comulgado 39 personas, la mayor parte hombres; de manera
qué doy por bien empleados mis trabajos entre esta necesitada y afligida
gente.
Desearía se trasladase V. R. un momento con la imaginación para ver
cómo arreglan estos pobrecitos la iglesia, ó mejor miserable camarín para
la Noche Buena: aquí estrellas de mil formas y colores, allí el ángel que
baja con el «Gloria in excelsis»; más allá el Espíritu Santo que desciende
al «incarnatus est» y todo sigue al compás de la música danzando á las mil
maravillas.
Nada le digo de las luces que ponen en sus casas, ni de los villancicos
que cantan que parece no hay para ellos penas, ni necesidades, echando la
casa por la ventana durante este día, aunque después hayan de padecer
hambre.
Acabo ahora de despedir á los principales de entre estos pobrecitos
que, acompañados de la banda, han subido á felicitarme: no se han sentado
por no haber sillas, ni bancos y ni siquiera una miserable copa con que ob-
325
sequiarles. Mis palabras han sido de aliento y de esperanza no en este
mundo, sino en la vida eterna.
Los cismáticos han tenido su parodia con mucho boato, pero ha resul-
tado una farsa sin la unción y ternura de tal festividad. No vaya á creer
ahora V. R. que todo lo de Mindanao es como esto: pues tenemos, por
ejemplo, en Butüan, un núcleo de gente piadosa como en cualquier pueblo
de España, mutatis mutandis. Bástale saber que el día de la Inmaculada,
siendo sólo dos PP., repartimos 630 comuniones y se han preparado 123
para la primera comunión, y los primeros viernes pasan de 300 los que se
acercan á la sagrada mesa.
Le suplico, pues, que no cese V. R. de rogar á Dios envíe obreros
evangélicos á esta su viña tan dilatada y tan afligida ahora por las circuns-
tancias que atraviesa, á fin de que la luz de la fe no se apague en las inte-
ligencias de estos desgraciados mindanaenses. Dos PP., el P. Urios y yo
para 14,000 cristianos distribuidos en 28 barrios sin ayuda ni auxilio en la
tierra ¿qué adelanto puede haber en la piedad?...
En los SS. y 00. de V. R. y de esos PP. se encomienda su H. y
siervo en Cristo.
JHS
Jaime Valles, S. J.
NOTICIA DE LA LEPROSERÍA DE LA ISLA DE CULIÓN
Carta del P. Manuel Valles al R. P. Superior de la Misión
Culión, 19 de noviembre de 1910.
R. P. Fidel Mir.
Mi muy amado en Cto. R. P. Superior: Con la venida del fervoroso
P. José Tarrago, á quien V. R. acaba de enviar para auxiliarme en los tra-
bajos de esta leprosería, me hallo más desahogado en mis ocupaciones y por
tanto en disposición de satisfacer los deseos que V. R. tiene de que le es-
criba algo acerca de la colonia de leprosos de Culión. Empiezo, pues, con-
tando con la benevolencia de V. R. que ya sé que no exige una obra técni-
ca, ni literaria.
Sabido es que la lepra es una enfermedad repugnante y asquerosa, in-
curable hasta ahora, como enseña la experiencia, muy contagiosa en ciertas
circunstancias, y bastante generalizada en estas Islas Filipinas. Parece que
una de las causas y muy principal de su propagación en estas islas, es la
costumbre de andar con los pies descalzos, pues, basta colocar la planta en
la huella de un leproso, que suelen dejarlas impregnadas de sangre ó pus,
para que el virus leproso se inocule en cualquier herida ó escoriación del
pie y se desarrolle luego con mayor ó menor rapidez. Lo propio puede su-
ceder con el contacto de la saliva, sudor ú otras secreciones del lazarino.
• No hay duda que para evitar esto, desde muy antiguo se acostumbra
separar á los leprosos del trato ordinario de la sociedad, ya individualmen-
te, ya reuniéndolos en lugares á propósito para poderles atender. Así que
durante la dominación espailola existían ya algunos hospitales destinados
exclusivamente al aislamiento de los leprosos, como los de Cebú, Palestina
(Camarines), y el de S. Lázaro en Manila, que en 1807 tenía 152 enfermos.
Todos estos establecimientos se sostenían con auxilio de algunos fondos
públicos, obras pías y limosnas. Existían además otros centros de aisla-
327
miento menos importantes, debidos á necesidades locales y sostenidos por
la caridad ó beneficencia particular.
Al izarse en estas islas la bandera americana, manifestó desde luego
el nuevo Gobierno un laudable interés por cuanto se refería á la higiene y
á la salud pública: los leprosos, por lo tanto, que á centenares se hallaban
por las diversas Islas del Archipiélago, debían constituir un objeto especial
de su atención. Durante varios años se estudió el problema y por fin se re-
solvió establecer una leprosería, donde se reuniesen todos los contagiados
del Archipiélago, en la isla de Culión. Tomada esta determinación se puso
en práctica sin tardanza, empezando por comprar todas las fincas particu-
lares y obligando á sus moradores á abandonar la isla.
A esto siguióse la construcción de nuevos y sólidos edificios, acondi-
cionados según las exigencias del fin propuesto y con las posibles comodi-
dades. Natural es suponer que todo lo dicho importa un gasto no común y
que asciende á muchos miles de dollars.
Preparado el local, se prohibió severamente ocultar al Gobierno los
atacados de la terrible enfermedad ó el impedir su traslado á Culión.
Toda esta colonia, mírese desde el puerto de los leprosos al SE. ó
desde el Balala al NE., ofrece un magnífico panorama: porque desde el
SE. aparece la iglesia en forma de castillo con sus torreones, en uno de
los cuales está colocado el faro, destacándose á su izquierda algunas casi-
tas de leprosos y el nuevo hospital, cuyas largas galerías cubiertas y ador-
nadas con arcos y columnas, constituyen la unión de los departamentos de
hombres y mujeres, y por fin la entrada principal con escalinatas á entram-
bos lados.
Vista la colonia desde el puerto del NE. ó sea desde Balala, es aun
más pintoresca; porque además del castillo de la iglesia, vése á la izquier-
da, el antiguo hospital de hombres, en la plaza, y á unos veinte metros so-
bre el nivel del mar, multitud de casitas de leprosos, la cocina general y
dos calles, casi llanas, que faldean el monte ó promontorio y otra, bastante
buena, en la playa, elevada poco más de un metro sobre el mar.
Las dos que conducen á Balala vienen á empalmarse y desde el empalme,
tienen los leprosos prohibición de transitar por él hacia Balala. Tanto en el
camino superior como en el de la playa, se está colocando un tranvía con los
aparatos convenientes para hacer él trasbordo de las vagonetas de la línea
baja á la superior, por medio de un ascensor doble, el cual, por un ingenio-
so sistema de contrapesos, elevará las vagonetas cargadas y bajará las va-
cías. Imprimirá el movimiento, una tonelada de agua que recibirá cada uno
de los ascensores antes de volver á la línea baja. Se está colocando una
328
gruesa tubería que suministrará el agua necesitada para llenar los tanques
de los ascensores en unos cuatro minutos. Esto aliviará á los pobrecitos le-
prosos que, hasta ahora, se ven precisados todos los viernes á acarrear,
aun sea en pequeños bultos, desde la divisoria de los caminos ó calles, has-
ta la cocina general, el arroz, leña y otras vituallas.
Supongo que no dejará de interesar el modo curioso como se las arre-
gla un chino para hacer aquí su negocio, que por cierto, no es pequeño el
que ha hecho en los cuatro años que está en Culión. Su casa y tienda, de
materiales lijeros, están situadas en la divisoria, de donde no pueden pasar
los leprosos hacia Balala. Junto á la tienda tiene un como pórtico, donde se
reúnen y esperan los compradores, á quienes despacha desde una ven-
tana sin darles entrada en la tienda. Para el pago, en unos recipientes
que contienen agua fenicada, se echan las monedas; así las recibe el
chino desinfectadas. Por detrás de su casa sigue el camino bajo para
Balala.
Es Balala lugar alegre, alto y pintoresco, junto al mar con edificios es-
calonados en las laderas del monte. Tanto desde aquí como desde la colonia,
puede la vista espaciarse tanto, que se divisan los vapores una hora antes
de su llegada.
Dista Balala de la colonia, cosa de un kilómetro hacia el NE., detrás
de una punta del mar. En este lugar se encuentran el almacén general, la
oficina, las habitaciones del director, del auxiliar, del pagador, del post-
master, ó encargado de correos, de los padres y un hermano S. J., de las
madres y hermanas hospitalarias de S. Paúl de Chartres y de los trabaja-
dores no leprosos (más de 150 en la actualidad). También funcionan aquí la
cocina y lavadero para los arriba mencionados. Este puerto es bueno y tie-
ne un pantalán nuevo de piedra de más de sesenta metros de largo, al cual
pueden atracar algunos buques que vienen á fondear aquí. En este sitio es-
tá próximo á terminarse la nueva oficina, edificio de dos pisos, todo de ce-
mento armado y situado en la misma playa. Los altos serán para habitacio-
nes de los oficiales de la colonia. Además está en construcción un buen
edificio también de cemento para trabajadores y visitantes y están puestos
los cimientos de nuestra casa, igualmente de cemento, y empezado el res-
taurant de oficiales: una nueva cocina y horno para panadería están en sus
comienzos.
Para conocer mejor las condiciones climatológicas de la colonia, bueno
es tener presente que la isla de Culión pertenece al grupo de las Calamia-
nes y está situada entre los once grados, treinta minutos y once cincuenta y
ocho, latitud Norte, y entre los ciento diez y nueve, 48 y 120 grados con
329
seis minutos long. E. de Greenwich. Su extensión se aproxima á 153 millas
cuadradas y el clima resulta bastante templado y sano.
La isla es muy amena, con cielo claro y despejado, y aunque general-
mente montuosa, ha logrado el Gobierno á fuerza de trabajo y gastos situar
la colonia en un promontorio de modo que todos los edificios se hallen cons-
truidos en solares llanos. Facilitan la buena disposición de la colonia los dos
puertos arriba mencionados; al NE. el uno, el otro al SO. de la isla. Des-
cuella la iglesia de piedra, rodeada de murallas, que la defendían antigua-
mente de los ataques de los moros y ocupa la meseta que corona el promon-
torio: es construcción española y es sensible que para las necesidades
actuales resulte algo pequeña, pues apenas puede contener cuatrocientas
personas. Testigos de su origen y firmeza son los torreones que conserva
y dos grandes cañones de los tiempos antiguos.
Una de las primeras atenciones del Gobierno al establecer aquí la co-
lonia fué proveerla de agua, elemento sin el cual difílmente se concibe una
leprosería higiénica. Son horripilantes las relaciones de leproserías faltas de
agua que han llegado á mis manos. Basta por todas, recordar las grandes
dificultades que hubo de arrostrar el mártir de los leprosos el P. Damián
Dewenster al comenzar su santa misión en Molokai, donde había un sólo
pozo para toda la leprosería. Tanto al administrarles los Sacramentos como
al celebrarles la misa, el mal olor casi le desvanecía.
Atendiendo á esta necesidad, ha procurado el Gobierno que abundase
el agua en Culión. Prescindiendo de un gran depósito construido á gran al-
tura en un monte, á donde se eleva el agua por medio de una bomba mo-
vida por gasolina, ha conducido á la colonia el agua de un pequeño río no
lejano. Esto permite que todas las calles tengan dos lavaderos con grifos
que dan abundante agua; baños con dos salitas que tienen cuatro duchas
cada una; y retretes públicos, pues no se permiten en las habitaciones par-
ticulares. Añádese á lo dicho un bien calculado alcantarillado, que condu-
ciendo las aguas á un depósito desinfectante, no sólo elimina las sustancias
infecciosas, sino que hasta el olor anula, arrojándolas casi limpias al mar, y
con esto se tendrá una idea de cuánto se atiende á la higiene pública. Este
sistema es una imitación del de New- York.
Dada esta abundancia de agua pueden los leprosos bañarse cuanto quie-
ren, y lo hacen con frecuencia, lavan de continuo sus ropas, y se baldean
muy á menudo los pisos de los hospitales. De donde nace que los leprosos
anden limpios y aseados: de modo que el verlos no causa repugnancia á
pesar de los vendajes que llevan no pocos de ellos. Los vendajes sólo sirven
una vez, pues los que han servido son destinados al fuego y sustituidos pro
330
otros nuevos. Forman la leprosería, principalmente un hospital nuevo de
cemento armado y los antiguos de hombres, (ó sea la casa en que vivía an-
tes el cura), y de mujeres, (casa particular de grandes proporciones), ambos
de buenas maderas, destinados ahora á leprosos y leprosas que, aunque no
con enfermedad grave tienen dificultad en andar y por lo mismo no podrían
fácilmente proveerse en la cocina de la colonia tres veces al día, como los
demás. Están en construcción, un hospital auxiliar y otro edificio destinado
á una Cooperativa, bar ó cantina, donde podrán estos leprosos proveerse
de lo necesario, á precios módicos. Se levantan en la plaza tres kioscos,
uno para baños, otro para lavadero y el tercero para retretes con todos los
aparatos más modernos de saneamiento y abundante agua. Ya hicimos men-
ción de la cocina general, en la cual se prepara la comida para todos los le-
prosos aquí existentes, los cuales son al presente más de mil ochocientos.
Por último citaremos la casa del Gobierno ó Tribunal, construccción de
buenos materiales, que á la vez sirve de cuartel para la policía. Además de
estos edificios, que podemos llamar oficiales, vense convenientemente dis-
tribuidas unas noventa casitas de materiales lijeros, habitadas por leprosos.
El estado general de los leprosos es satisfactorio, siendo muchos, mu-
chísimos los que han curado de sus llagas. Son muy raros, acaso no llegan
á una docena, los enfermos de aspecto repugnante por estar desfigurado su
rostro. En cambio abundan bastante los que dan profunda compasión por
carecer de dedos en las manos y en los pies, contándose algunos á quienes
les faltan uno ó ambos pies ó manos. En muchos se manifiesta la enfer-
medad consumiéndoseles poco á poco los dedos de las manos, en virtud de
una pequeña llaga que se les forma en las extremidades de los mismos.
Otros enfermos hay que no presentan más síntomas que el encogimiento de
los dedos, y otros que sólo presentan algunos lóbulos en las narices ó en las
orejas ó en ambas partes, y, por fin otros que no presentan síntoma exte--
rior alguno, constando sólo de su enfermedad por los microbios que el aná-
lisis ha descubierto en su sangre.
Entre los diversos medicamentos que se dan á los pacientes es de los
principales el aceite de chaolmoogra. Los resultados son diversos, y si bien
se obtienen algunas ventajas, no se ha dado todavía con un medio radical,
ni aún con el empleo de los rayos X, que van cayendo en desuso.
Con la lepra, suelen, los infelices aquí asilados, ser víctimas de otras
enfermedades como la ceguera, disentería, tisis, gangrena, y muy particu-
larmente el beri-beri que ha causado grandes estragos. Por estas causas se
comprende la diferencia entre los enfermos entrados y los existentes en la
actualidad. El cuidado que se tiene de los enfermos es muy esmerado, tan-
331
to de parte de los médicos como de las religiosas y enfermeros y enferme-
ras leprosos, que las ayudan y representan un buen papel. Tal vez á esto,
sin excluir otras causas, se debe el estado satisfactorio de la colonia, pues
donde el promedio mensual de defunciones ascendía á 150, ahora fluctúa
entre doce y quince. La alimentación consiste en tres comidas, compuestas
de la acostumbrada morisqueta y otra vianda como salmón, y pescado y carne
de vaca dos veces por semana. El desayuno ordinario es de café con leche
y morisqueta, exceptuando los domingos que en vez de café se les da cho-
colate.
A todos los leprosos se da cada mes, ó cada cinco semanas, un peso co-
nant y á los enfermeros, cocineros y policías se les añade un pequeño suel-
do. Estos gastos con los demás de la colonia, vienen á dar un promedio
diario de medio peso por leproso, que en números redondos aprecia el Go-
bierno en unos ochocientos mil pesos anuales.
La colonia tiene su Gobierno municipal ejercido por los mismos lepro-
sos, constando el municipio de un presidente, un vicepresidente, y ocho
concejales con su cuerpo de policía compuesto de un teniente, un sargento,
un cabo, y diez y siete polizontes. También son leprosos los diez y nueve
músicos que forman la banda y los de la orquesta y coro de la iglesia. De lo
dicho ya puede deducirse que el gobierno de la colonia es especial en sus
leyes y está á cargo del director de la colonia, que á la vez es Juez de
Paz, capitán del puerto, médico provincial y jefe de policía.
Las comunicaciones con el exterior son bastante regulares, pues cada
veinte días próximamente, visita la colonia un vapor mercante, el cual des-
pués de tocar en Corón, diez días después visita nuestro puerto á la vuelta
para Manila viniendo de Puerto Princesa (Palawan) y Cuyo.
Sin duda recordará V. R. que antes de venir á Culión la primera expe-
dición de leprosos, solicitó el Gobierno un padre capellán para que pudiese
consolar á aquellos infelices enfermos y partiendo del hecho de que la mayo-
ría serían católicos. Entre los diversos padres que se habían ofrecido, dignó
fijarse V. R. en mi humilde persona para que viniese á administrar en lo
tocante á la religión, á estos mis queridos feligreses, mandándome el 13 de
marzo de 1905 venir á Culión adonde tuve la dicha de llegar el 16 del mismo
mes. El buen P. José Algué, director del Servicio Meteorológico de Fili-
pinas, que desempeñando una comisión oficial, tuvo la caridad de acompa-
ñarme, me ayudó en gran manera en la instalación, durante los diez días
que aquí estuvo. A nuestra llegada, la isla estaba desierta: sus antiguos
moradores la habían abandonado: sólo encontramos doce trabajadores y al
Dr. Demey, con su señora é hijo.
332
Al poco tiempo, el 25 de mayo del mismo año, llegaron las madres ó
mejor hermanas, religiosas de la congregación de S. Paul de Chartres, las
cuales, aunque no son hijas de S. Vicente de Paul, se dedican álos mismos
ministerios de caridad. Tienen en Filipinas cinco comunidades y se hallan
establecidas en la India, Cochinchina y Japón. Cuatro fueron las que llega-
ron á Culión en la fecha citada, pero el mucho trabajo que sobre ellas pesa-
ba demostró muy pronto la necesidad de aumentar este número y el mismo
Gobierno obtuvo que vinieran dos más. Viven, como queda indicado, en
Balala, en una casa que se les construyó allí con una hermosa capilla en la
que tienen Santísimo Sacramento reservado, lo cual no podemos tener nos-
otros en nuestra casa por ser de ñipa y pequeíia: confiamos que no tarda-
remos en habitar la nueva, presupuestada en once mil pesos.
La ocupación de estas religiosas que son unas verdaderas heroínas, es
atender á la limpieza de los tres hospitales, tanto de las salas, como de los
vestidos y camas de los allí alojados. También tienen á su cargo las clínicas,
bajo la dirección del médico auxiliar, que es en la actualidad un español
digno, sabio y muy celoso de la salud de estos desgraciados. Estos no baja-
rán de unos 200 á quienes, bajo la dirección del doctor, preparan y distri-
buyen á sus tiempos las medicinas. Sin que las atemoricen las circunstan-
cias del tiempo, van mañana y tarde al hospital, y el poco tiempo que
permanecen en casa para comer y descansar, rezan mucho y cosen trajes
nuevos para leprosos. Es por demás añadir que tienen muy en cuenta la
limpieza de cuanto pertenece á la iglesia y adorno de ella.
El bien que aquí hacen es inmenso; son verdaderamente madres de
estos leprosos, sobre todo de las niñas y de las jóvenes, que por estar aquí
desterradas, están faltas del cariño maternal, supliéndolo esas buenas reli-
giosas con su solicitud, amor y desvelo admirables. Ellas procuran que
vivan retiradas, nos ayudan á enseñarles la doctrina cristiana y preparan
para ingresar en la congregación del santo Ángel los pequeñitos, en la de
hijas de María á las jóvenes solteras y en la de las Sagradas llagas y en
el Apostolado las demás mujeres. Es notable el trabajo que se toman cuando
se prepara una solemne primera comunión de niños ó para que salgan luci-
das las procesiones en las fiestas del mes de María: ¡con qué gusto y primor
visten á los niños y sobre todo á las niñas leprositas, cuando han de tomar
parte activa en alguno de estos actos. Éstas les tienen tanto cariño, que no
dudo en decir que las aman tanto como á sus propias madres. ¡Bien lo nece-
sitan las pobrecitas para no despeñarse tarde ó temprano en el abismo de
corrupción que rodea á algunos de los aquí aislados!
Lo cual no es tan de extrañar si se tienen en cuenta las circunstancias
333
que han rodeado esta fundación. Por una parte cierta libertad que se creyó
conveniente conceder á los leprosos, el mal ejemplo de algunos escandalo-
sos, el alejamiento de los parientes y conocidos, y por otra, muy especial-
mente el afán de hallar algún solaz en las largas y tristes horas que á
muchos hacía experimentar la nostalgia, han sido causas para que la moral
tuviese mucho que corregir, como por la misericordia de Dios se va corri-
giendo. Detuvo por un tiempo la marcha moralizadora de la Colonia la pre-
sencia de algunos individuos de ideas más ó menos anticatólicas que, con
su influencia, lograron por un corto tiempo alejar á los leprosos de la igle-
sia y de la comunicación con el P. capellán. Durante este período intenta-
ron los protestantes hacer prosélitos, con resultados casi nulos. Las medidas
tomadas por el Dr, Clemens desde su llegada, acerca de la conveniente
separación de los leprosos, sin dejar de permitirles las visitas á sus debidos
tiempos, han ayudado notablemente á disminuir la disolución reinante. A
obtener el mismo resultado conduce el permiso concedido hace poco á los
leprosos para contraer matrimonio, lo cual antes les estaba prohibido.
Cuarenta y ocho son las parejas presentadas ya y que, esperan solamente
les lleguen los exhortos ó proclamas para unirse como Dios manda. Una
pareja bendije ya anteayer. Va cambiando esto de aspecto á fuerza de
ti<abajos y sudores y, sobre todo, con la ayuda de Dios, se hace mucho
bien. No es el menor, la buena costumbre establecida de confesarse casi
todos los que van entrando en los hospitales, de lo cual se sigue que pocos
son los que mueren sin recibir los últimos Sacramentos,
La enseñanza diaria de la doctrina cristiana á los niños y niñas, ayuda-
dos por leprosos y leprosas inteligentes y de buenas costumbres, las con-
versaciones santas, las pláticas y sermones y muy en particular las prime-
ras comuniones de niños y niñas, hechas con la mayor solemnidad posible,
son medios muy poderosos para mover á los leprosos á piedad y temor de
Dios. A menudo hacemos comuniones generales en los hospitales, procu-
rando que sean muy devotas, adornando sencillamente las salas y cantán-
dose algo, suavemente para no m.olestar á los delicados. Rézase el santo
Rosario y algunas oraciones en común, y aunque no se obligue á nadie á
contestar, no deja apenas uno de hacerlo. Pero el gran fruto que aquí se
hace, se logra con las congregaciones piadosas. En ellas además de la ale-
gría que proporciona á estos pobres desterrados el trato fraternal y cristia-
no que con este motivo tienen entre sí, se ponen en comunicación con los
religiosos y religiosas y ven con sus propios ojos cómo estos se sacrifican
por su bien. Los leprositos tienen la congregación de los santos ángeles y
ostentan medalla con cinta roja. Las doncellitas que aún no han hecho la
334
primera comunión, son consideradas como aspirantes á la congregación de
hijas de María, y hecha ya su agregación, llevan cinta azul. Los congre-
gantes marianos, jóvenes solteros, ostentan cinta también azul. Las mujeres
de la congregación de las cinco llagas, escapulario rojo, y los del Apos-
tolado, el propio. Todas estas congregaciones tienen sus reuniones cada
mes y su comunión mensual y muchos de estos congregantes no se conten-
tan con esto y reciben al Señor cada día. ¡Lástima que la iglesia sea tan
pequefía y tan pobre, á pesar de lo mucho que hemos gastado en ella! Ya
sabe V. R. que la hallamos desmantelada, sin ornamentos, sin imágenes,
sin campana, sin vasos sagrados, sin mesa de altar. Sólo un confesonario
y el pulpito hecho pedazos tirados por el suelo, es lo que encontramos á
nuestra llegada y una campana regalada por los señores americanos. Falta
el quízame que hemos pedido ya varias veces al Gobierno. Al salir los ha-
bitantes de Culión se llevaron todos sus trastos y también el reverendo
Cura Párroco, con licencia del Sr. Obispo, se llevó todo lo de la iglesia.
Esa procuración tuvo que proveernos de lo necesario, y V. R. mismo,
cuando nos visitó, nos trajo la estatua de S. Roque, y más tarde nos envió
la de la Purísima que pidieron los mismos leprosos. Estas imágenes con las
del Sagrado Corazón de Jesús y de S. Ignacio que tenemos desde el prin-
cipio, son objeto de una tiernísima devoción de parte de los leprosos. Al
comprar el Gobierno los edificios particulares, compró también el convento
ó habitación del padre. No pareció conveniente á los superiores eclesiásti-
cos vender la iglesia, la cual sigue de la Mitra, para uso exclusivo de los
católicos de la colonia y obligándose el Gobierno á repararla. Después del
baguio del 2 de este mes ha quedado enteramente destechada la sacristía y
gran parte de la iglesia. Vamos á ella á rezar el santo Rosario y oir confe-
siones cuando no llueve. Decimos misa en el centro del nuevo hospital desde
donde puede ser visto el sacerdote sin que tengan que entrar allí los lepro-
sos. Damos la sagrada comunión en la puerta derecha é izquierda de dicho
hospital, donde colocan las camas para comulgar los enfermos graves y así
abstenernos nosotros de andar entre las filas de camas, revestidos con los
ornamentos sagrados, que no sería posible lavar después.
Nada más se me ofrece decir por hoy á V. R. y concluyo suplicándole
perdone el mal rato que tal vez le habré dado con esta larga relación.
En los SS. y 00. de V. R. se encomienda su ínfimo siervo en Cristo.
JHS.
Manuel Valles, S. J.
MISIÓN
CHILENO-ARGENTINA
SEMINARIO CONCILIAR DE
BUENOS AIRES
FIESTAS DEL SAGRADO CORAZÓN Y DE SAN LUIS GONZAGA.
OTRAS NOTICIAS EDIFICANTES
Carta del P. Lucio Alejandro Lapalma al H. Escolar Enrique Mainier
Villa Devoto, 5 julio de 1909.
Muy amado en Cío. H. Mainier:
Voy á dar á usted algunas noticias de por acá, y sea la primera, la
fiesta del Sacratísimo Corazón de Jesús, materia siempre tan dulce y con-
soladora para un hijo de la Compañía. Yo no pude presenciarla, porque
hube de ir á predicar ese día á la ciudad de Mercedes, pero con los prepa-
rativos que vi y con lo que á la vuelta me contaron creo que tendré materia
suficiente para hacerle una descripción bastante exacta de ella.
Celebróse el domingo 20 de junio, y eligióse ese día para que pudiese
concurrir el mayor número de fieles posible; pues ya sabe usted que, siendo
los habitantes de este pueblo gente de jornal, no pueden dejar su trabajo
los días de entre semana para acudir al templo. Este, resultó pequeño,
según me dijeron, para la enorme concurrencia que se juntó. Hasta de Bel-
grano y otros centros de población vecinos vino gente. El 19 por la tarde
se cantaron solemnes vísperas, y de más está el decir que así en éstas como
en los oficios del siguiente día los cantores se desempeñaron á maravilla.
Contribuyó no poco á dar solemnidad á la fiesta y atraer á ella gran número
de devotos el haberse disparado, ya desde la víspera y durante casi todo el
día, infinidad de bombas y cohetes voladores, elevádose varios globos,
y contratádose una banda de música que dejase oir sus acordes durante la
procesión. Hase adoptado este método del ruido, porque ya sabe usted que
los argentinos somos alegres y bullangueros, y nos pagamos mucho de cier-
22
338
tas exterioridades. El adorno de la iglesia corrió, como era de suponer, á car-
go del invicto H. Ribolleda, que tan bien sabe salir airoso en semejantes oca-
siones y que ese día echóla casa por la ventana. Colgaduras espléndidas,
abundancia y riqueza de candelabros, derroche de flores así naturales como
artificiales, debidas las primeras á la piadosa generosidad del conocido
Mr. Hall y á la devota solicitud de monjas y otras personas devotas las
segundas, gasas, tules, brocados, banderas, estandartes, todo en fin cuanto
de algún modo pudo contribuir al mayor lucimiento y esplendidez de tan
hermosos cultos, se juntó, se amontonó, por decirlo así, dentro y fuera
del templo. Y digo dentro y fuera, porque también la fachada de la iglesia
se adornó con profusión de banderas, banderolas y gallardetes, destacán-
dose entre las primeras una de gigantescas proporciones con un hermoso
corazón en campo blanco, que se enarboló en la torre entre la del Papa y la
argentina. El sermón, que predicó el P. Darner fué, á juicio de todos, una
verdadera pieza oratoria, como las que suele hacer él, y un fervoroso cán-
tico de gloria entonado en honor del divino Corazón.
La procesión de la tarde resultó también lucidísima. Túvose por los
corredores ó claustro del seminario, y los altares se colocaron en los cuatro
ángulos de costumbre. Este recorrido presenta muy hermoso golpe de vista,
más ahora que las paredes interiores están revocadas con tan exquisito
gusto y el vestíbulo de la portería adornado de cuadros al óleo y vistas
fotográficas del seminario. Añádase á esto el orden y compostura de los
ciento cincuenta y tantos seminaristas, que revestidos de sobrepelliz y con
velas encendidas en las manos, acompañaban al Santísimo, el tremolar de
las casi doscientas banderitas blancas con un corazón en medio, de los
niños y niñas del catecismo, que abrían la procesión, la exactitud y majes-
tad de las litúrgicas ceremonias, el alegre repiqueteo de las campanas, el
incesante estallar de los cohetes y las bombas, los acordes del canto, las
armonías de la banda, y todo ello iluminado por un sol espléndido, y se
formará usted una idea de lo bello é imponente que resultó aquel espec-
táculo. Púsose fin á él, con pegarle fuego á una larguísima cuerda de pe-
tardos y bombas, de esas que en Valencia llaman traca, cuyos horrísonos
estampidos retumbaron por toda la población.
Otra de las funciones religiosas aquí celebradas fué la de san Luis
Gonzaga, bajo cuya advocación está, como supongo que sabrán, la congre-
gación del seminario menor; pero como en ella no se hizo cosa que merezca
especial mención, sino que se ejecutó al pie de la letra el programa que
creo recibirían ustedes á su debido tiempo, no me detengo en describirla.
Pasemos más bien á otra cosa.
339
Habrán oído ustedes sin duda hablar por ahí de la venida á estas tierras
de Blasco Ibáñez. Pues bien, no es la suya la única galante y desintere-
sada visita que hemos tenido el gusto de recibir de los prohombres de la
civilización europea. Vino primero el italiano Perrero y dio sus conferen-
cias, y como éste, aunque fracasado por completo, sacó tripa de mal año,
volviéndose á su tierra con un más que respetable costal de pesos duros,
dijéronse otros «aquello es Jauja» y se nos echaron encima como manga de
langostas famélicas el socialista Ferry, el republicanísimo Lerroux, el asque-
roso Anatolio France y finalmente el Blasco Ibañez de mis pecados. Todos
ellos tocaron en grande el violón en las conferencias que dieron por los
teatros, y Ferry hizo más todavía, pues llegó á afirmar que el socialismo no
tenía razón de ser aquí en la Argentina. ¡Figúrese usted la rabia de los
compinches que le habían pagado para que viniese á civilizarnos! Patalea-
ron que daba gusto y lo echaron poco menos que á puntapiés; pero él diría
de seguro «ahí me las den todas con tal de que yo fiaga mi agosto», como
en efecto lo hizo. A don Anatolio, como aquí han dado en llamarle por
desprecio, se procuró hacerle el vacío ya desde antes que llegase, tanto,
que, fuera de las poquísimas personas de suposición comprometidas en
recibirle y obsequiarle, por ser las que le habían contratado, ninguna me-
dianamente decente, acudió á escucharle, y hasta los periódicos liberales le
tomaron el pelo de lo lindo. Oiga usted lo que pasó ya en la primera de sus
conferencias, y de aquí podrá inferir cuan selecto fué el auditorio que en
ellas tuvo. Comenzó á hablar en francés con una nasalidad y una monotonía
detestables, eligiendo por tema la vida de Rabelais (Rabiolais y Aburrilais
decían los chuscos), y como nadie entendía ni pizca de lo que iba diciendo,
á poco rato empezaron todos á bostezar y cabecear. En esto nombra á la
República Argentina: aplausos atronadores, terminados los cuales salta uno
y dice: «Aplauden para no dormirse»; con lo que se excitó la hilaridad del
público más de lo que el orador hubiera deseado. A cabo de poco se le
ocurre hablar de le son argentin des cloches: ¿argentin dijiste? habla
sin duda otra vez de la Argentina; aplaudamos, pues, y aplaudieron hasta
reventar. Y así fué todo. Y sin embargo, este farsante se ha matido bonita-
mente en los bolsillos la friolera de cincuenta mil francos por las cinco
aburridoras conferencias que ha dado, amén de los gastos de viaje y otros
gajes extraordinarios. Quejábasele á uno de los ministros uno de los admi-
radores del conferenciante de les cloches argentines de que en el ban-
quete que se le dio (¡no pasaron de cuarenta los comensales en una ciudad
de millón y medio de habitantes!) no hubiese tomado parte alguna el Go-
bierno; ¿y sabe usted lo que le contestó el Ministro? Pues que no veía
340
motivo ninguno para ello, y esto por cuatro razones: primera, porque al
contratarse, como una actriz cualquiera, un hombre que dicen es rico y una
celebridad en su patria, cosa que ninguno de nuestros hombres descollantes
hubiera hecho, ni aun viéndose acosados por la pobreza, ha desmerecido
mucho en la opinión del Gobierno; segunda, porque France, como sabio
que dicen que es, debe conocerse á sí mismo y saber por ende que no es
orador ni mucho menos: ahora bien, presentársenos á hablar como orador
sin serlo, y esto á sabiendas, es tenernos por unos tontos que no entende-
mos jota de oratoria; tercera, porque nos ha venido á disertar sobre un
hombre cuya vida ni en Francia mismo interesa lo suficiente para reunir un
público de consideración; y cuarta, porque en una de sus conferencias habló
tan puercamente, que las pocas señoras que había tuvieron que retirarse de
la sala, siendo de sentir que la iniciativa partiese de ellas y no de los hom-
bres mismos, á quienes propiamente correspondía enseñar al orador lo que
por lo visto ignoraba. Y terminó diciendo: ¿Le parece á usted que el venir
á eso y para eso atravesar el océano puede darle título á honores oficiales?
Pero basta ya de don Anatolio y digamos algo de Blasco.
Este parece que conocía el terreno que pisaba (quizás venía escarmen-
tado en cabeza de su predecesor), pues comenzó bastante bien, tanto que
ya en la primera de sus conferencias emitió juicios como este: El fanatismo
religioso no influyó en nada en la decadencia de la España del siglo xv. Y
á este tenor siguió hablando mientras disertó sobre temas ajenos á la tema
que ofusca su cerebro. Pero ocurriósele en mal hora lanzarse á forrajear
por los campos de la novela, y allí fué ella. Cuando otra barbaridad no
hubiera dicho que la de que los príncipes de la novela son Balzac, Víctor
Hugo y Zola, ya teníamos de sobra. El País, diario liberalísimo de esta
capital, dice hablando de él entre otras cosas: «Podemos afirmar sin temor
de ser desmentidos que su conferencia de ayer no fué en manera alguna
un exponente del pensamiento español contemporáneo. No es con tergiver-
saciones á la historia, no es con alardes patrioteros, no es con discursos
intemperantes, no es con fantásticas filosofías, no es con temas de dudoso
buen gusto y de más dudosa moralidad, no es con estigmas oprobiosos á
los Borbones que el señor Blasco Ibáñez propenderá al acercamiento entre
España y América, como tampoco obtendrá nada más que resultados con-
traproducentes, convirtiendo el proscenio de un teatro en patíbulo ó en
campo de degollina de frailes. Las pocas familias y los pocos intelectuales
que hicieron acto de presencia se retiraron visiblemente disgustados. Al
resto del público, formado en su mayoría, como dijo el mismo señor Blasco,
por «esclavos del mostrador», no le envidiamos el gusto, que se tradujo en
341
aplausos dignos de él, pero que no hacen gran favor al conferenciante. No
es posible exigir cultura y gusto refinado en despachantes de azúcar y
kerosene ó enaguas y guipures, etc.» ¿Qué le parece de la andanada? Por
su parte La Voz de la Iglesia, en uno de los varios sueltecillos chispean-
tes que le dedica, tiene estas afirmaciones: «Ante todo, el señor Ibáñez no
es un orador. En contra de la opinión generalmente aceptada, habla con
suma dificultad, realiza prodigiosos esfuerzos para encontrar las palabras,
que una vez halladas, repite hasta el cansancio; vuelve frecuentemente
sobre el mismo tema, sin ampliarlo con nuevos razonamientos, y para
arrancar aplausos echa mano de un recurso que no está de acuerdo con su
reputación: la gracia, Pero no la gracia en su más amplia significación fran-
cesa... su gracia es chiste. No importa que éste vaya á caer sobre Gautier
ó sobre cualquiera otra cumbre por el estilo; el cuento es que el público
ría, aplauda y vuelva contento á la próxima sesión».
Mas veo que me voy haciendo pesado: acabaré dándole algunas noti-
cias sueltas.
La fundación de la universidad católica es ya un hecho, pues en la
reunión que tuvieron los señores Obispos en Lujan se resolvió abrir para
el año entrante la facultad de derecho. Está además aprobada ya la carta
orgánica y elegido el consejo universitario, compuesto de lo más conspicuo
que tenemos en materia de ciencia y religiosidad. Este centro de enseñanza
está llamado á producir opimos frutos.
Las obras del nuevo noviciado deben haberse empezado á estas horas,
pues el P. Ortélls, que es el que ha de dirigir ó vigilar, ó lo que sea, su
construcción, salió ya días pasados para Córdoba. Levantaráse dicho edifi-
cio en Alta Córdoba, sitio inmejorable por su posición, que tuve yo el
gusto de visitar este año cuando fui á aquella ciudad á predicar las siete
palabras en nuestra iglesia.
Díjonos el otro día el señor Arzobispo, que Monseñor Linares, obispo
de Salta, como usted sabe, le había preguntado si podía mandar sus teólo-
gos á este seminario. Si así se efectúa, serán ya cuatro las diócesis cuyo
clero se forma en Villa Devoto.
Y aquí termino, pues ya me he alargado más de lo que pensaba, encar-
gándole recuerdos afectuosos para todos esos RR. PP. y CC. HH., en
cuyas 00. y SS. mucho me encomiendo.
Inf. en Cto. s.
JHS.
Lucio A. Lapalma, S. J.
CARTAS SOBRE LA FIESTA DE S. JUAN BERCHMANS
EN EL SEMINARIO CONCILIAR DE BUENOS AIRES
Carta 1.^ del P. Lucio A. Lapalma al R. P. Superior de la Misión
Villa Devoto, 15 agosto de 1909.
Muy amado en Cío. P. Superior:
A vuela pluma, ó mejor dicho, á vuela máquina, le trazo estos renglo-
nes, para darle cuenta de la fiesta celebrada aquí anteayer en honor del an-
gelical san Juan Berchmans, patrono de la congregación mayor de este
seminario, pues vale la pena decir algo de ella y aun enviarlo á la redac-
ción de las Cartas Edificantes, si V. R. lo tiene por conveniente, dadas
las proporciones inusitadas que asumió dicha festividad este año. Y hágolo
yo por cuenta mía, robándole esta gloria al P. Corominas, á quien de dere-
cho le tocaba, á fin de poder hablar con mayor independencia, ya que no
soy parte interesada, salvo sólo aquel común interés, con que debemos mi-
rar como nuestro, el bien que hacen nuestros hermanos y alegrarnos de él
como de cosa propia.
¡Pobre P. Corominas! ¡y cuánto trabajo le ha costado y cuántas desa-
zones tal vez, preparar dicha fiesta y realizarla con la esplendidez nunca
vista, con que en efecto se realizó! Propúsose dicho padre, según él mismo
me decía, popularizar, en cuanto fuese posible, el nombre y culto del que-
rubín de Diest, ya que hasta ahora uno y otro no habían traspasado los lí-
mites de una demostración, digámoslo así, de familia. ¿Salió con su inten-
to? No me adelantaré á afirmarlo, pero cierto que el primer paso dado en
este sentido puede asegurarse que no fué paso de mosquito. De aquí el que
nos hayamos quedado sin casa, porque el P. Corominas nos la echó ese día
por la ventana. Los atrayentes programas distribuidos con profusión algu-
nos días antes, no me dejarán mentir. En ellos habrá visto V. R. bombas,
cohetes, repiques de campanas, globos, dianas, salvas matinales, etc., lo
que quiere decir que se les procuró dar á los festejos aquel aire popular de
345
que hasta el presente habían carecido. Esto excitó, como era natural, la
curiosidad no sólo de la gente del vulgo, sino también del elemento aristo-
crático de Villa Devoto y hasta del centro de nuestra gran capital, de modo
que aquello fué un hormiguero de expectadores, por la tarde principalmen-
te. ¡Y qué expectadores! el Sr. Arzobispo, el Sr. Internuncio, Monseñor
Romero, auxiliar de la Arquidiócesis, el Vicario General Monseñor Duprat,
Monseñor Orzali cura de San Miguel, el cura de Balvanera Dr. Brasesco,
muchos otros monseñores, curas, capellanes castrenses, etc. etc.; total, cer-
ca de cuarenta sacerdotes; y esto, por no hablar más que de la gente granada.
El espléndido día con que nuestro Señor nos regaló después de casi
una semana de mal tiempo, parecía ser señal de la complacencia con que
miraba desde el cielo su divina Majestad cuanto en honor de su fiel siervo
Berchmans se preparaba. ¡Y eso que hasta la misma víspera hubo amagos
de tempestad! pero se ve que las detonaciones que desde mediodía atrona-
ron los aires hubieron de atemorizar á las nubes y hacerles decir para su
coleto: «con esta gente no se juega», y empezaron por fin á brillar las es-
trellas sobre un fondo diáfano y lucidísimo, presagiador de la tan suspirada
bonanza. Luego al rayar del alba, bombas y cohetes otra vez, los que se
fueron sucediendo á intervalos durante todo el día, dando á la población,
juntamente con los varios globos que se elevaron y con los hermosos acor-
des de la banda de policía, un aspecto de animación verdaderamente en-
cantadora.
Excusado es decir que la música de las vísperas, en que ofició Mon-
señor Duprat, y la de la misa de pontifical, que celebró Monseñor Romero,
fué de lo más selecto y bien ejecutado que se ha oído de varios años á esta
parte. Y no es de extrañar, pues V. R. ya conoce los adelantos que en esta
materia han realizado este año los seminaristas bajo tan sabia y atinada di-
rección como la del P. Morell, antiguo ilustre miembro de la suprimida ban-
da de los estanislaos de Manresa.
Pero la nota culminante de la mañana fué el panegírico del santo, en
que Monseñor Duprat, con aquella galanura de lenguaje y aquella profun-
didad y solidez de pensamientos que le son tan peculiares, no sólo enalteció
debidamente las virtudes del simpático patrono de nuestra congregación,
sino que dio á los seminaristas preciosos documentos para las futuras lu-
chas del sacerdocio, dejando al mismo tiempo pública constancia de su apre-
cio y veneración hacia nuestra santa Compañía, cosa esta última, como muy
bien sabe V. R., tan necesaria en estos tiempos. ¡Ojalá que tan oportunas
lecciones se graben profundamente en el corazón y la inteligencia de los
que han de ser más tarde sal de *la tierra y luz del mundo!
344
Y llegó finalmente la hora del acto Hterario-musical, con tanta ansie-
dad por todos esperado, en vista de los preparativos escénicos que entre
bastidores se columbraban. El espacioso salón de actos del seminario resul-
tó pequeño para la enorme concurrencia que lo llenó de bote en bote, y has-
ta en la galería hubo expectadores. Rompió el fuego, desde ésta, la banda
de policía, acompañando con una marcha triunfal la entrada, en el recinto,
de los prelados, del representante del Sr. Intendente de la capital, de los
sacerdotes y demás selecto público. En el escenario veíase en primer térmi-
no y medio oculto por un telón improvisado el magnífico buque de guerra
«Juan Berchmans», botado pocos días antes al agua en los astilleros Morell:
en su borda cantó un coro de marineros la barcarola « Cruzando el mar» . Decir
que gustaron mucho por la limpieza de su ejecución y por la novedad con
que fueron presentados, estaría de más, después de saber que quien los
dirigió fué el mismo constructor del acorazado. El discurso del Sr. Piera,
presidente de la congregación, fué muy aplaudido: puede verlo V. R. publi-
cado en La Voz de la Iglesia de hoy. Los declamadores se desempeñaron
con bastante corrección, aunque, como había muchos números de música,
ésta y no las poesías fué la que se llevó merecidamente la palma. Termi-
nóse el acto con la exposición de un cuadro vivo, que representaba la apo-
teosis de san Juan Berchmans: destacábase entre nubes el santo, en actitud
de subir á la gloria y ser coronado por manos de un ángel: muchos otros
espíritus celestiales lo rodeaban, ofreciéndole quién una azucena, quiénes
otros distintos emblemas de sus virtudes favoritas. Gustó tanto este nú-
mero á la concurrencia, que lo condecoró con los honores del bis. Y cierto
que los chiquitos lo hicieron á las mil maravillas, sobre todo el que repre-
sentó á san Juan Berchmans.
Y aquí termino, padre mío, rogando á V. R. no me olvide en sus
SS. SS. y CO.
Inf. en Cto. S.
JHS.
Lucio A. Lapalma, S. J.
Carta 2/ del P. Juan Gorominas al R. P. Superior de la Misión
Villa Devoto, 20 de agosto de 1909.
R. P. José Barrachina:
Mi muy amado P. Superior: V. R. sabe con cuánta solemnidad suele
celebrarse en este seminario la fiesta de san Juan Berchmans, patrón de la
congregación de los teólogos y filósofos, antes única en el seminario, y á
la que se honran de pertenecer los mejores sacerdotes de la arquidiócesis
de Buenos Aires y de la diócesis de La Plata. V. R. estuvo el año pasado y
pudo juzgar por sí mismo. Pero este año ha superado de mucho lo que se
hizo el año anterior; con razón pudieron escribir en la Voz de la Iglesia
que «superó todas las previsiones y esperanzas» añadiendo dicho diario
que «fué un verdadero y merecido triunfo de los RR. PP. jesuítas, profe-
sores dignísimos de nuestro seminario conciliar».
Tres semanas antes de la fiesta, gran parte de los seminaristas estaban
ocupados en los tiempos de recreo, haciendo gallardetes, preparando ador-
nos, ensayando coros y declamaciones para la fiesta.
Unos meses antes habíamos invitado á Monseñor Duprat, Vicario Ge-
neral de la arquidiócesis, para el sermón; nos recibió dicho señor con
mucho cariño y afecto, tomando en su amabilidad como una honra la invita-
ción que le hacíamos.
Monseñor Romero, obispo titular de Jasso y Vicario General ahora de
la Armada Argentina, aceptó así mismo con mucho gusto la invitación que
le hicimos de venir á celebrar de pontifical el día de san Juan Berchmans.
Para atraer á los niños de las escuelas á la sombra de la Iglesia, hi-
cimos imprimir unos programas de colores y estilo algo llamativos, ofre-
ciendo premios, caramelos y prendas de ropa á los que viniesen dicho día
después de la academia.
El señor coronel Falcón, jefe de policía de la capital, célebre cuando
las huelgas pasadas de mayo, nos ofreció gustoso la banda de policía que
se compone de 45 músicos; y la compañía de tranvías de Lacroze nos hizo
gran rebaja para trasladar en coche expreso desde el centro de la ciudad á
Villa Devoto la nutrida banda de la capital.
346
Dentro y fuera del seminario se había despertado gran interés por esta
fiesta. Un inconveniente gravísimo se presentaba, el tiempo.
Hacía tres semanas, ó más, que las nieblas y lluvias se sucedían sin
cesar. Los vientos del sudeste soplaban fijos; como estamos fuera del cen-
tro, temíamos con fundamento que se aguara la fiesta por completo, y que
no pudiese venir nadie. Así se mantuvo el tiempo hasta la antevíspera de
la fiesta. Venida la víspera, el viento cambió y durante todo el día estuvo
soplando el pampero, que poco á poco fué barriendo las nubes, hasta que
llegada la noche dominando por completo las corrientes superiores, como lo
pudimos ver por la dirección de un globo que se elevó, el cielo se presentó
limpio y claro y tachonado de estrellas como en varias semanas no había
aparecido.
A las doce de la víspera, gran repique de campanas y el estampido de
las bombas que estallaban en el aire, anunciaban á los tranquilos habitan-
tes de Devoto que la fiesta había llegado. Toda aquella tarde estuvieron
atareados los seminaristas en colgar guirnaldas en la iglesia, hechas con
hiedra y flores de aroma que nuestro amigo Mr. Hall y otra señora inglesa
nos dieron de sus jardines. Otras divisiones de seminaristas también se
ocupaban en adornar los espaciosos corredores con tiras de papel de colo-
res, colocadas de tal manera, que mirado el corredor, sobre todo de un
extremo, nos parecía á lo largo un toldo: y por un lado la bandera argen-
tina y por otro la pontificia.
Otros seminaristas, bajo la dirección del P. Morell, estaban ocupados
en terminar un gran buque que había de desempeñar brillantísimo papel en
la academia del siguiente día, y otros, por fin, en dar la última mano á los
preparativos del cuadro vivo, en el que se había de representar la gloria
de san Juan Berchmans y que tan nutridos, repetidos y calurosos aplausos
había de arrancar el siguiente día.
A las cinco de la tarde comenzaban las vísperas del santo. Ofició en
ellas de preste el señor Vicario General. Se cantaron con toda solemnidad:
un coro de 140 voces alternaba constantemente con unos pocos que canta-
ban en el órgano.
El P. Morell había ensayado con mucha diligencia á los seminaristas
para las fiestas de semana santa. Las vísperas se cantaron como nunca las
había oído. El señor Vicario General, salió entusiasmado de lo bien que
salmodiaban los seminaristas, ensalzando la calma, piedad y devoción con
que se hacían las cosas del divino servicio.
El programa popular que se había impreso, iba produciendo su efecto
Los alrededores del seminario hormigueaban de niños y niñas de las escue-
347
las y del catecismo, y en número bastante considerable habían asistido á
las vísperas, acto no muy atractivo para chiquillos.
Alboreó el día 13 limpio y sereno, cual en manera alguna se hubiera
podido imaginar. Las bombas que no cesaban de retumbar por los aires lla-
maban la gente á la iglesia. A las seis a. m. tuvo lugar la misa de comunión
que celebró el Muy Iltre. Sr. Vicario General. Había de haberla celebrado
el Sr. Arzobispo, Dr. D. Mariano Espinosa; pero la llegada del doctor
Saenz Peña, candidato de la futura presidencia, lo impidió.
Muy de mañana iban llegando los señores sacerdotes congregantes,
que en este día tienen la devoción de venir á celebrar la santa Misa en el
seminario. Las misas de los antiguos congregantes no se interrumpieron
desde las seis y media hasta más allá de las nueve de la mañana, hora seña-
lada para la Misa pontifical.
La fachada de la iglesia estaba toda adornada con banderas y gallar-
detes, lo mismo el interior de la casa. Los antiguos congregantes iban
llegando de los distintos puntos de la ciudad, reinando gran entusiasmo
desde las primeras horas. A las ocho de la mañana, hora señalada para la
llegada de la banda, resonaban los ecos marciales de escogidas marchas
militares, que con aire triunfal entraban por los anchos corredores del semi-
nario. Unos minutos después era solemnemente recibido el Sr. Arzobispo
por la comunidad y sacerdotes al son de los acordes de la banda militar.
Entretanto la iglesia se iba llenando como los días de mayor fiesta aquí
en Villa Devoto: cosa nunca vista en este día.
A las nueve y media comenzó la misa solemne. El coro del seminario
cantó, bajo la dirección del maestro Sr. Ortiz de san Pelayo, español, gran
amigo de los padres, la misa de Stchele á cuatro voces, con gran maestría.
Era la cuarta vez que se cantaba en el seminario. A todos gusto muchí-
simo. El sermón que estuvo á cargo del señor Vicario General fué una
acabada pieza oratoria. Congregante el orador ostentaba la medalla de la
congregación de san Juan Berchmans, lo mismo que los demás sacerdotes
antiguos congregantes. Presentónos al santo como modelo de las virtudes
que deben imitar los seminaristas para llegar á ser dignos ministros del
Señor. Es uno de los mejores sermones que he oído dentro y fuera de Bue-
nos Aires; creo que los seminaristas se acordarán por largo tiempo de las
enseñanzas del panegírico de san Juan Berchmans.
Al fin de la misa cantóse, como estaba anunciado, la Salve monacal
de Montserrat por los congregantes antiguos y actuales, formando una masa
de doscientas voces que entonaban con gran piedad y devoción la regia
salutación de Nuestra Señora.
348
Así terminó la misa. A la salida de ella, nuevos grupos de sacerdotes,
que no habían podido llegar á las primeras horas de la mañana estaban
esperando la salida de los seminaristas y sacerdotes con el alborozo que se
puede fácilmente imaginar, tratándose de amigos que, largo tiempo ha, no
se han podido ver.
La banda de música alegraba los corredores con sus aires marciales,
mientras iba saliendo de la iglesia la selecta muchedumbre.
Pasada la hora del banquete, durante el cual la banda ejecutó varias
piezas de su escogido repertorio, el P. Vilella entretuvo á los señores sa-
cerdotes con varios experimentos de electricidad con aparatos últimamente
llegados de Alemania. Así los sacerdotes como un delegado de la Intenden-
cia de Buenos Aires, en representación del señor Intendente de la capital,
quedaron muy complacidos al ver los adelantos del gabinete de física.
A las dos de la tarde el salón estaba eompletamente lleno. En Villa
Devoto se había despertado gran interés por asistir á la academia.
Gustaron muchísimo los coros de Clavé dirigidos por el P. Morell.
Todo el escenario del salón presentaba el aspecto de un gran vapor
tripulado por marinos.
La ilusión era completa. ¿Quién dijera que todo estaba hecho con cua-
tro trapos viejos y cinco ó seis listones de madera vieja? El cuadro fué
muy aplaudido, lo mismo que las declamaciones y piezas ejecutadas por la
orquesta del seminario.
Pero lo que arrancó largos, estrepitosos y no interrumpidos aplausos,
fué el cuadro vivo que representaba la gloria de san Juan Berchmans. De
él dice la La Voz de la Iglesia, <i.que este solo cuadro fué un poema
inenarrable y valió por todo un certamen de veladas y academiasy .
Representaba este cuadro á san Juan Berchmans cual se le suele pintar,
vestido de escolar de la Compañía con el ramillete de las reglas, Rosario y
Cruz en el pecho, rodeado de dieciseis seminaristas chiquitos vestidos de
ángeles que, surgiendo de entre nubes formadas de gasas, aparentemente
cantaban; unos cuarenta seminaristas á boca cerrada acompañaban á dos
tiples que cantaban escondidos el Benissez Marie, con letra apropiada
á san Juan Berchmans. Los niños parecían estatuas verdaderas, resaltando
entre todas ellas la de san Juan Berchmans que con su mirada extática
arrancaba aplausos y la admiración de todo el mundo.
Terminado el acto con el himno á san Juan Berchmans cantado por
todo el seminario á los acordes de la banda de policía, salió la asistencia
para dirigirse al patio, que está entre la iglesia y los corredores del apo-
sento del P. Rector.
349
Allí se había de cantar el himno nacional. Los niños y niñas de las
escuelas y del catecismo al otro lado de la red de malla hecha por el alam-
brado, los seminaristas dentro en la galería de nuestros aposentos, entona-
ron todos, sacerdotes, seminaristas, niños y demás asistentes el himno
nacional con acompañamiento de la banda. Fué escuchado el himno con
religiosa atención. Acto seguido se prendió fuego á la anunciada «traca»
popular valenciana, ya casi tan popular en Devoto como en las regiones del
Turia, llenando con sus estampidos los aires y de alegría y entusiasmo los
corazones de los asistentes. Siguióse la distribución de bombones, prendas
de ropa y otros objetos prometidos á los niños, y así terminó la fiesta del
santo patrón de la congregación san Juan Berchmans, ya tradicional en los
anales del seminario de Buenos Aires.
Todos los sacerdotes, que pasaron de cuarenta, se despidieron llenos
de entusiasmo, alegría y agradecimiento á los padres y al P. Rector,
R. P. José Qiné, por haber sido tan obsequiados.
Nadie imaginaba que hubiese de concurrir tanta gente, y que todo
saliese tan bien. Dios nuestro señor lo ha bendecido de veras y en toda
la línea. Sea todo en honra y gloria suya.
Estuvieron en la fiesta, además del señor Arzobispo y Monseñor Ro-
mero, obispo titular, el señor Internuncio, su secretario Monseñor Cua-
trocchi, Monseñor de Anrea y Monseñor Orlazi. Son muy de alabar los
seminaristas por su actividad y por la sumisión y dependencia con que han
procedido en todo.
Adiós, mi reverendo P. Superior. Ya ve V. R. cómo el santo padre
Guarda, vela desde el cielo por su congregación, de la que fué por espacio
de 32 años director.
En los SS. SS. y OO. de V. R. mucho me encomiendo.
De V. R. siervo en Cto. Jesús.
JHS.
Juan Corominas, S. J.
ECOS DE LA «SEMANA TRÁGICA>; EN BUENOS AIRES
Carta del P. Lucio A. Lapalma al R. P. José Barrachlna
Villa Devoto, 18 diciembre de 1909.
Muy amado en Cto. P. Provincial:
Como los nuestros de ahí estarán con zozobra á causa de las noticias
alarmantes que de acá les habrán llegado, pienso que ha de serles á todos
grato el conocer con exactitud el estado actual de nuestras cosas, razón por
la cual me tomo el trabajo de tejer una relación detallada de los sucesos por
que hemos atravesado desde el infame atentado anarquista del 14 del pasa-
do noviembre. Mas antes de entrar de lleno en materia, conviene tomar un
poco de más atrás la corriente.
Recordará V. R. la intentona de huelga general hecha por las socieda-
des anárquico-socialistas en los primeros días de mayo último, y como la
actitud enérgica de la policía, en combinación con las fuerzas del ejército,
pudo hacerla fracasar por completo. Logróse tapar por fuerza la caldera
hirviente; pero como el fuego no se pudo apagar, la tapa tenía necesariamente
que saltar más tarde ó más temprano. Los diarios de las sectas no cesaron
entretanto de añadir combustible á la hornilla, publicando sueltos incendia-
rios, sobre todo desde que se supieron aquí con todos sus pormenores los
lúgubres sucesos de Barcelona. De algunos de estos sueltos ya tiene cono-
cimiento V. R., pues se los remití: ahora quiero copiarle parte de otros dos
que han venido á mis manos, para que los saboree á su placer. Ambos son
del periódico anarquista «La Protesta», y dice así el primero: ¡Compañeros
de desgracia! ¡Hermanos de España! Vosotros vais á ser, tenéis que ser los
protagonistas del drama colosal que va á desarrollarse en esta parte de la
tierra. Vais á redimir y á ser redimidos. ¡A la obra! Las manos del jesui-
tismo están sucias con la sangre de millones de víctimas inocentes. El agua
de todos los mares es poca para lavar esas manchas. ¡Es necesario el fuego!
¡A encenderlo para que sus resplandores iluminen el camino del progreso,
351
y pueda seguir por él más aprisa la verdad que ya está en marcha! Ahora
tiene la palabra la dinamita». En el otro se habla todavía más claro, pues se
dice entre otras cosas: «Para conseguir la libertad de nuestros compañeros
de Barcelona, debemos imitarles el ejemplo, haciendo de Buenos Aires una
segunda Barcelona, quemando los conventos y derribando las iglesias; y por
fin, si llegase á ser necesario, se emplearía como única arma el puñal y la
dinamita. Ya que el gobierno español, como todos los demás, quiere con-
cluir con la anarquía á toda costa, nosotros que amamos y defendemos la
anarquía, por ser el ideal más grande y noble, debemos buscar todos los
medios á nuestro alcance, para que sea la anarquía la que elimine una vez
por todas á todos los gobiernos habidos y por haber, ya sean estos argenti-
nos, españoles, franceses é italianos, ó cualquier otro, puesto que todos son
iguales; y á pesar de sus códigos, leyes y ejércitos, que se creen con dere-
cho á masacrar al pueblo, porque poseen cañones, ametralladoras, mausers
y bayonetas. ¡Pues bien, camaradas, la hora se acerca, el momento es opor-
tuno! Levantemos airados la frente, y que nuestra voz de protesta atravie-
se todos los ámbitos de la tierra; ya pese á un Maura descabellado, á un
Alfonso criminal, á un Falcón antropoide, á un Figueroa imbécil, etc.» Éche-
le ahora al papel un poco de ácido fénico, ó mejor unas gotas de agua ben-
dita, y siga leyendo.
Esta descocada actitud de las hojas revolucionarias, junto con la culpa-
ble apatía, cuando no indirecta cooperación, de los periódicos liberales, ha-
cíannos temer á todos un fatal desenlace. Preveíalo más que nadie el malo-
grado coronel Falcón, que, como jefe de policía, sabía muchísimo más de
lo que aparecía en público, y no cesaba de importunar al Gobierno con no-
tas y conferencias, pidiendo la promulgación de leyes enérgicas que re-
primiesen eficazmente tan nocivas libertades. Súpose luego la condenación
y fusilamiento de Ferrer; y lo que se dijo é hizo no sólo aquí en Buenos
Aires mas ' también en toda la República, no es para contado. Recuerde
V. R. las alharacas de Francia é Italia, y tendrá una idea de las de aquí,
que no fueron más que un remedo de aquellas. Con todo, la intrepidez y
energía de Falcón triunfó de nuevo; pero aquel había deser su último
triunfo.
Ya desde los primeros disturbios de mayo comenzaron á lloverle anó-
nimos y más anónimos, en que se le amenazaba de muerte si no moderaba
sus ímpetus. Despreciábalos él, valiente como era, tanto, que habiéndosele
desafiado en uno de ellos á que no era hombre para presentarse solo tal
día y á tal hora en la Plaza de Mayo, fué allá, bajó de su automóvil y reco-
rrió luego á pie y sin compañía de ningún género toda la interminable y
352
concurridísima Avenida de Mayo hasta el Palacio del Congreso. Y no era
que no supiese apreciar los peligros que le rodeaban, sino que los menos-
preciaba con magnanimidad, casi estoy por decir estoica. «Los anarquistas
me han dedicado una bomba», decía con frecuencia ásus amigos, y á pesar
de todo, ni un solo agente de orden público quiso jamás tener en su casa,
y había prohibido severísimamente á sus subordinados que le guardasen las
espaldas en parte ninguna, porque, decía, más vale que sea una sola la víc-
tima y no varias. Este valor audaz contribuyó sin duda á perderle. Precipi-
táronse por fin los tristes acontecimientos de la manera siguiente:
Celebrábase en la iglesia del Carmen (que, como V. R. sabe, está muy
cerca de nuestro colegio del Salvador) un solemne funeral por el alma de
D. Carlos de Borbón (q. e. p. d.) el día 7 de noviembre. Estaba el templo lle-
no de gente: en la puerta había un grupo de hombres conversando. Un des-
conocido, que en ademán al parecer indiferente hallábase sentado hacía ya
buen rato en uno de los bancos de la plaza contigua, se levanta de repente,
atraviesa el atrio con un paquete en la mano y va á penetrar en el sagrado
recinto. Despréndense entonces dos de los del grupo, y echándosele enci-
ma, le cogen uno por los brazos y otro por las piernas y se lo llevan preso.
Eran individuos de la policía secreta, que hacía más de mes y medio le se-
guían la pista, vigilándolo día y noche en todas partes por parecerles hom-
bre peligroso, y aquella mañana lo habían visto salir de su casa en actitud
sospechosa. Confesó sin ambages sus intenciones, que eran volar el tem-
plo, por odio, según dijo, á los frailes. Él resultó ser ruso de nacionalidad,
y la bomba de una potencia explosiva incalculable y llena además de balas
de revólver. Imagínese V. R. los estragos y el número de víctimas que hu-
biera causado si no llega á atajarse con tiempo tan criminal intento.
Después de este atentado ya todos nos persuadimos de que comenza-
ba para esta desgraciada ciudad la era del verdadero terrorismo como en
Barcelona, de modo que no nos sorprendió gran cosa la noticia que por la
tarde del día 14 comenzó á circular, de que habían asesinado por medio de
otra bomba al mismo jefe de policía y á su secretario particular. Volvían
ambos, en el carruaje del primero, de asistir en la Recoleta al entierro del
director de la penitenciaria, fallecido el día anterior; y al llegar el coche á
la intersección de las avenidas Callao y Quintana, alcanzólos un mozalbete
al parecer de unos diez y ocho años de edad, y á quema ropa les lanzó la
bomba dentro del mismo coche. Ambos quedaron poco menos que destroza-
dos, pero no murieron hasta dentro de algunas horas, habiéndosele tenido
que amputar al coronel una pierna, y creo que también á su joven secreta-
rio. A Falcón lo pudo confesar Monseñor Romero y administrarle la extre-
353
maunción el Sr. Cura de San Miguel, quienes no le abandonaron un mo-
mento, á petición del mismo paciente: al joven Lartigau corrieron á asistir-
lo á su casa los PP. Auweiler é ísola, mas los de la familia no se lo dejaron
ver, diciendo que parecía que quería reaccionar y que en caso de peligro
les pasarían aviso al Salvador: avisaron, en efecto, pero á las ocho y media
de la noche, cuando ya había espirado.
¿Qué había pasado entretanto con el criminal? Ileso como por milagro,
emprendió la fuga, y hubiera logrado sin duda escaparse á no haber sido la
serenidad del coronel Falcón, el cual, aunque se estaba desangrando á toda
prisa en medio de la calle, les dijo á los que le rodeaban: «Déjenme á mí y
persigan á ese pillo para que no se les escape». Salieron, pues, en su perse-
cución dos vigilantes y un caballero particular, y á las pocas cuadras (man-
zanas de casas) le dieron alcance, cuando ya 'se había disparado dos tiros de
revólver sin lograr herirse más que levísimamente. La indignación popular
fué indescriptible. Aquella misma noche y á la siguiente mañana varios gru-
pos de hombres de armas tomar asaltaron diversos clubs anarquistas, des-
truyendo cuanto en ellos encontraron y persiguiendo de muerte á los indi-
viduos que pudieron haber á las manos. La policía hubo de arrebatárselos,
pues la gente irritada, á voz en cuello pedía que los colgasen de los faroles.
Empastelaron la imprenta de la infame «Protesta» y le destrozaron todas
las máquinas, y dieron otras señales por el estilo de su justa cólera. La po-
licía se encargó luego de clausurar las redacciones de los demás periódicos
socialistas y anarquistas.
Como la situación creada por los sucesos del día 14 era tan anormal,
las medidas que tomase el Gobierno habían de ser también extraordinarias
y rigurosísimas. Celebró, pues, aquella misma tarde el Presidente consejo
pleno de ministros, y á las 1 1 y media de la noche estaba ya redactado el
decreto del estado de sitio por espacio de dos meses en toda la República.
Otros dos acuerdos se tomaron por unanimidad, que sirvieron no poco para
tranquilizar los ánimos, y el segundo de los cuales puso más de relieve el
valor y la energía de nuestro primer mandatario y sus ministros: nombrar
inmediatamente nuevo jefe de policía, y asistir todos ellos en corporación
al entierro del día siguiente. Y aquí es bien que consignemos el digno pro-
ceder del católico ministro de Hacienda, el joven Dr. Iriondo, antiguo
alumno nuestro de Santa Fe, quien en aquellas angustiosas circunstancias
no dudó ofrecerse á dejar su cartera para tomar el delicado y peligroso car-
go vacante, resuelto, como dijo, á proceder con toda severidad á la perse-
cución de los criminales y represión de sus malvados propósitos. No se
aceptó su ofrecimiento, y á cabo de dos días de mucho pensarlo y discutirlo
23
354
quedó nombrado el coronel Dellepiane, del arma de Ingenieros, hombre, se-
gún me han dicho, inflexible, católico práctico también y de no mediana
ilustración. Hubo, por lo tanto, de desistir de su viaje á Europa, que ya te-
nía preparado, pues había sido elegido poco antes para presidir la comisión
militar que funciona en Londres y corre con la compra de armamentos para
el ejército. Al Sr. Arzobispo, cuando fué á felicitarle por su nuevo nombra-
miento, le dijo que no cesase de encomendarlo al Señor á fin de que le pro-
tegiese y diese acierto en el desempeño de tan escabroso cargo: lo mismo
contestó á la felicitación del P. Rector del Salvador, en cuyo colegio se
educa un hijo suyo.
En el entierro del día siguiente, no obstante las medidas de precaución
tomadas por el Gobierno y la policía, todo el mundo estaba con el alma en
un hilo temiendo (y no sin raz'ón, como después diré) que se llevase á cabo
algún grave desmán: nadie, sin embargo, se retrajo de asistir, y todo
Buenos Aires puede decirse que se halló presente en aquella imponentísi-
ma manifestaqjón de protesta. Los que menos, calculan en ochenta mil per-
sonas el número de las que formaban el fúnebre cortejo. Desde el Departa-
mento central de policía hasta la Recoleta (es decir, unas treinta cuadras)
fueron todos á pie, formando una compacta columna que ocupaba todo el
ancho de la espaciosa avenida de Callao. Al pasar por nuestro colegio del
Salvador, una feliz ocurrencia de los NN. sorprendió agradablemente las
miradas del público. Formadas en la acera de enfrente todas las divisiones,
con la comunidad á su cabeza y al mando de un teniente del ejército, pre-
sentaron armas los quinientos alumnos y abatieron sus banderas los briga-
dieres en señal de duelo. La gente los miraba con admiración y hasta con
simpatía, y aun hubo quien, al ver que los máuseres que empuñaban eran
reales y verdaderos, le preguntó á uno de los colegiales si por ventura
iban á tirar, contestándole el m.uchacho con mucho desenfado: «Ahora no,
pero cuando sea necesario sí». Produjo tan buen efecto esta manifestación del
Salvador, que todos los periódicos hicieron mención honorífica al día siguien-
te. Hasta aquí todo siguió sin novedad; pero al llegar la cabeza de la columna
á la avenida Quintana (al sitio precisamente donde se había consumado el
crimen, prodújose una alarma, que, si no paró en tragedia, fué solamente
por la infinita misericordia del Señor. Dejóse oir de pronto un silbido y vióse
cruzar la calle á un individuo que, en traje de cartero, hallábase apostado
en aquella esquina. Precipitóse todo el mundo sobre él, y en menos que
cante un gallo ya la policía le había echado el guante y apoderándose tam-
bién del que dio el silbido. Trabajo costó evitar que los linchasen lo mismo
que á un infeliz ratero que pretendiera hurtarle el reloj á un vecino suyo:
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¡tan excitada estaba la gente! Hiciéronse por entonces infinidad de conje-
turas sobre ambos sujetos, pero yo supe después por uno de los vigilantes
que los prendieron, que el fingido cartero llevaba en su balija la bomba que
iba á arrojar y que el del silbido era otro anarquista que le daba la señal
convenida.
Los discursos de la Recoleta fueron todos gritos de protesta contra el
crimen y los criminales y los que los amparan ó consienten, principalmente
el Sr. D. Máximo Pórtela (padre de un ex-alumno nuestro del Salvador, y
creo que ex-alumno también él), que mereció de los periódicos liberales la
honrosa distinción de no ser publicado en sus columnas y que omito por
brevedad; haré empero constar que al Ministro del Interior, Dr. Avellaneda,
debió de complacerle, pues no eran sus ideas más que un eco de las ma-
nifestaciones hechas por él mismo el día anterior en presencia de las mu-
chísimas personas de significación que asistían en sus últimos momentos al
coronel Falcón. «Urge, les dijo, dejarse ya de paños calientes para con
esos viles criminales, para con esos periódicos que excitan á las masas á
usar del puñal y del veneno y para con esos clubs en que se enseñan fórmu-
las para fabricar bombas y explosivos. Urge adoptar ya leyes severas que
barran de una vez de nuestro suelo esa escoria que nos mandan las ciudades
europeas».
Los hechos hasta aquí narrados son rigurosamente exactos: de la exac-
titud de los que voy á referir no seré yo quien responda, porque, como la pren-
sa está amordazada, con prohibición absoluta de dar la menor noticia ni ha-
cer el menor comentario que con el anarquismo y sus cosas se relacione,
nos hallamos privados por el momento de esta fuente de información. De
aquí el que mucho se diga, mucho se exagere y aun se finja mucho, confor-
me á la exuberancia de imaginación de cada cual. Con todo, no diré cosa
cuya noticia no me haya sido suministrada por personas bien informadas y
dignas de todo crédito.
¿Quién era el criminal? En los primeros días resultaron inútiles todos
los esfuerzos de la policía y del juez que entiende en su causa para saber
su nombre, patria, edad y demás circunstancias personales: habíase ence-
rrado en un mutismo absoluto, sin querer contestar á pregunta ninguna:
hasta resistió á la prueba del hambre y de la sed, á que dicen se le sujetó,
creo que por espacio de cuatro ó cinco días; pero vino la de no dejarle dor-
mir, y no tuvo más remedio que rendirse y cantar de plano. Sábese que
también es ruso á pesar de que habla bien el español: su edad y su nombre
se mantienen ocultos. De averiguación en averiguación se ha logrado venir
en conocimiento del autor de la otra bomba que, como V. R. recordará, co_
356
locaron allá por maj^o en un tranvía de la empresa Lacroze, y que causó
varias víctimas: parece ser tam.bién éste ruso y hermano ó algo así del que
pillaron en el Carmen. ¡Qué gentecilla nos va viniendo de Rusia!
De las medidas represivas adoptadas por la policía desde el 14 de no-
viembre hasta hoy no se sabe otra cosa sino que ya en los primeros cinco
días habían sido presos y deportados á la isla de los Estados (la Siberia ar-
gentina) más de mil quinientos extranjeros nacionalizados. Porque ha de
saber V. R. que algunos de nuestros políticos, para lograr más fácilmente
el triunfo en las elecciones, han apelado al medio de hacer tomar carta de
ciudadanía á lo peorcito de la chusma europea, que son quienes se prestan
á semejante juego. Tanto es así, que fastidiado días atrás uno de los jueces
del crimen, el Dr. Veiga, pasó una nota nada menos que al Presidente del
Senado, Villanueva, amenazándole con que le levantaría un proceso crimi-
nal como volviese á dificultar otra vez con sus intercesiones la acción de la
justicia. El examen detenido y riguroso de los inmigrantes que de Europa
nos llegan cada día es otra de las utilísinias medidas adoptadas. Hace dos
semanas, sin ir más lejos, atracaba en uno de lo* muelles un buque con mil
quinientos rusos: después de bien revisados sus papeles y registradas sus
personas, admitiéronse veinticinco de ellos y los demás tuvieron que volverse
por el mismo camino por donde habían venido. ¡Si así se continuase hacien-
do siempre! Y lo mejor del caso es que la limpieza se lleva á cabo no só\
aquí en la capital, sino en toda la Repübl ica; hasta de los pueblecitos más
lejanos y escondidos se ha traído á las cárceles de Buenos Aires á cuantos
sospechosos en ellos se han encontrado. Créese que muchos han s ido ajusti-
ciados á la sordina, pero de esto no se sabe nada de cierto; el caso es que,
como nos decía tiempo atrás nuestro amigo D. Pedro Celestino López, que
vive á una cuadra del Departamento central de policía, todos los días
al caer de la tarde se ve aquella calle llena de mujeres que van á preguntar
por sus maridos, padres ó hermanos que han desaparecido de sus casas sin
saber cómo; y la policía ¡inocente! no sabe tampoco dónde están. Con esto
reina por ahora una paz octaviana.
El complot descubierto por tan incansable labor era verdaderamente
espantoso. Habíanse juramentado en un centro anarquista del Rosario unos
veinte ó más sujetos para ir haciendo volar por medio de la dinamita, y esto
antes de que se terminase el año, los principales bancos, todas las iglesias
y casas religiosas, la casa de Gobierno y la particular del Presidente, el
palacio del Congreso, la jefatura de policía y no sé cuántos edificios más.
Nuestro seminario (y de esto tuvimos aviso por persona fidedigna) era uno
de los principalmente señalados: ¿qué sería el colegio del Salvador? Las
357
autoridades civiles y militares estaban también condenadas á muerte por la
impía secta. Así se explica el que la policía de la capital no hubiera podido
impedir la trama de semejante complot, por haberse fraguado fuera del al-
cance de su jurisdicción, aunque tenía casi seguridad completa de que algo
grave se venía urdiendo hace tiempo, por repetidos anónimos que le remi-
tieron del Rosario hasta la víspera misma del atentado. ¡De buena, pues,
nos hemos visto libres por la infinita misericordia del Señor! ¿Volveremos,
una vez levantado es estado de sitio, á las andadas? Dios sobre todo.
Aquí tiene, pues, mi reverendo P. Provincial, cuanto he podido averi-
guar y escribir con el único objeto de enterar bien á V. R. de todo lo que
pasaba. Bien sé que esto no me toca á mí de oficio: pero ¿quién puede qui-
tarme el que voluntaria y extráoficialmente lo haga? De todos modos, he
pensado hacer en ello obra meritoria á los ojos de Dios y de nuestra Com-
pañía.
En los SS. SS. y 00. de V. R. y de cuantos esto lean mucho me en-
comiendo.
Inf. en Cto. s.
JHS.
Lucio A. Lapalma, S. J.
DOS ACTOS CATEQUÍSTICOS.
NUEVA CONGREGACIÓN MARIANA
EN EL SEMINARIO CONCILIAR DE BUENOS AIRES
Garta del P. Lucio A. Lapalma al H. Francisco Galarza
Montevideo, 2 enero de 1910.
Muy amado en Cto. H. Galarza: Aunque incidentalmente en esta po-
población, aprovecho un ratito libre para darle alguna que otra noticia de
nuestro seminario de Villa Devoto, que son las que más á V. pueden in-
teresarle.
Terminamos el curso con toda felicidad, aunque con mayor jaleo que
otros años por la serie de actos literarios realizados á última hora. Y digo
serie de actos, porque de tales pueden calificarse también los dos de cate-
cismo dados por el rebañito del P. Ñores, ó mejor dicho por el P. Ñores en
pro de su rebañito. El primero de ellos tuvo lugar el 25 del mes pasado á
las dos y media en el salón de actos, lleno de bote en bote de chiquillos y
chiquillas; hasta las Hermanas trajeron á los suyos del asilo de Umberto I,
nombre que le han dado, no ellas, sino su fundador el italianísimo señor
D. Antonio Devoto. Debióse tan numerosa concurrencia infantil no sola-
mente al auge que ha tomado este año el catecismo de este antes abando-
nado pueblo, sino también y principalmente al gran bombo que supo darle
el P. Agustín con un anuncio-invitación impreso en papel del color y la for-
ma de los carteles de las corridas de toros. En él se hacía un entusiasta lla-
mamiento á toda la gente menuda de Villa Devoto, Lynch y Villa del Par-
que, prometiéndoseles el oro y el moro si asistían á la función.
Y resultó lo que se esperaba: que acudieron como las moscas á la miel, no
ya sólo los de pantorrilla al aire, sino también sus padres y madres y parien-
tes hasta el cuarto grado inclusive. Y he aquí á nuestro párroco convertido
en misionero sin mucho trabajo, pues mientras la linterna hábilmente mane-
359
jada por el P. Vilella proyectaba los principales misterios de la vida, pasión
y muerte de nuestro señor Jesucristo, íbaselos explicando brevemente el
P. Ñores, mezclando con mucho tino las reflexiones que juzgaba convenien-
tes para la amena al par que sólida instrucción de su auditorio. Declamá-
ronse también algunas poesías y se intercalaron números de música y can-
tos, para que descansara la linterna, como les decía muy serio el diser-
tante. Salió todo muy bien, gracias á Dios, y era de ver la admiración del
pequeño auditorio á cada nuevo cuadro que se proyectaba, admiración que
ellos no sabían como mejor expresar que prorrumpiendo en un ¡oh!... sono-
ro y prolongado. Terminado el acto, se les repartieron estampitas y se les
rifaron juguetes, palomas y hasta conejos vivos. ¡Excelente sistema, aun-
que costoso, de atraer niños á la Doctrina y lograr que sean constantes en
asististir todo el año!
Por el estilo fué la distribución de premios á los mismos alumnos del
catecismo, aunque no hubo en ella proyecciones luminosas, pero sí más
cantos y declamaciones. Yo no asistí á ella porque estaba á la sazón ocupa-
dísimo, pero me molieron las orejas más de una hora, pues del sótano de la
iglesia, donde tuvo lugar, á la ventana de mi aposento ya sabe V. que hay
muy poca distancia. Aunque, á decir verdad, prefiero que me martiricen
los oídos con sus gritos y algazara, cada día si fuese posible, á verlos á los
pobrecitos abandonados como antes por esas calles de Dios sin que nadie
se preocupe de cultivar en sus almas la buena semilla. Y á f e que si en to-
dos los barrios de la ciudad hubiese un centro de instrucción para la niñez
como aquí y en el Salvador y en casi todas las parroquias y casas religiosas
le hay, podríamos esperar con fundamento que se renovase en pocos años
la faz de la sociedad y se contrarestasen en gran parte, si no en todo, el
daño inmenso que están haciendo las escuelas modernas á lo Ferrer, que ya
funcionan en no estaso número, diseminadas por todo Buenos Aires. ¡Quie-
ra Dios suscitar operarios celosos que en tan fructífera tarea se ocupen, y
almas generosas que con sus bienes de fortuna cooperen á ella!
Y ya que de las obras de regeneración social entabladas en nuestra
iglesia estoy hablando, ha de saber V. que el 5 del actual se inauguró tam-
bién en ella por primera vez la congregación de hijas de María con toda la
solemnidad que nuestra pobreza permitió. ¡Qué consuelo daba ver, á las ocho
y cuarto, después de la misa del mes de María, postradas ante el altar á
unas cuarenta y ocho jóvenes, consagrándose con toda el alma á su dulce
Madre y recibiendo la medalla y el diploma de la congregación! Vestidas
de blanco casi todas (y esto sin que nadie se lo prescribiese) y radiantes de
alegría, parecían verdaderos ángeles del cielo que estuviesen jurando va-
360
sallaje á su Reina soberana. La orquesta de los seminaristas, que tantos
progresos ha hecho ya en tan poco tiempo, sirvió á maravilla para amenizar
el piadoso acto. Con esto ya no falta más que una buena congregación de
hombres y otra de jóvenes y niños, á las que se podría añadir una conferencia
de vicentinas, para que todo marchase como un reloj. ¡Lástima que sea uno
sólo el operario, y ese delicado como lo está el P. Ñores! Así. no puede, cla-
ro está abarcarlo todo, al menos con fundadas esperanzas de un buen suceso.
Algo quisiera decirle también de los trabajos de los NN. de Regina y
del Salvador en pro de las almas, ya que parece que ellos (por modestia sin
duda) no lo hacen; pero como voy poco por allá, apenas tengo datos sufi-
cientes para hablar con verdadero conocimiento de causa y sin exponerme á
incurrir en alguna inexactitud. Del P. Masferrer sé que el Señor bendice
con larga mano cuanto hace por promover su gloria. Un solo caso, que en
este momento me viene á la memoria, bastará para demostrarlo. Hay en
Buenos Aires una sociedad esportiva denominada Jockey Club, á la que
pertenecen infinidad de caballeros de las más distinguidas familias de la
ciudad, y cuyas entradas son, según tengo entendido, cuantiosísimas. Pues
bien: como el P. Masferrer dirige las conferencias vicentinas, trata con
frecuencia á las esposas, hijas y hermanas de muchos de aquellos caballe-
ros. Y por medio de ellas parece que ha obtenido de la susodicha sociedad
una limosna de cuatrocientos mil pesos para la construcción de un barrio de
obreros en Palermo, sitio muy populoso y necesitado de cultivo espiritual,
por haber asentado en él sus reales hace ya varios años los protestantes.
Dícenme que hay ya compradas cuatro manzanas de terreno y que están he-
chos los planos de todas las casas y de la iglesia, al rededor de la cual han
de agruparse aquellas. La renta para el capellán que ha de regentarla, está
ya también depositada en el banco. Obra es esta, como ve, de gran servi-
cio divino y bien de las almas, tanto más cuanto que los progresos del so-
cialismo en Buenos Aires son más alarmantes cada día.
El resultado de los exámenes en nuestro colegio del Salvador ha sido
este año más halagüeño, si cabe, que los anteriores. Hasta las 11 de la no-
che creo que estuvieron examinando algunos días, pero como todo se hizo
en casa, fué menor la molestia que si hubiesen tenido que ir al Nacional.
Y queda con esto vaciado enteramente el co5/a/ de mis noticias.
Recuerdos á todos esos buenos padres y carísimos hermanos, en cuyos
SS. y OO. y las de V. principalmente mucho me encomiendo.
Iní. en Cto. s.
JHS.
Lucio A. Lapalma, S. J.
RESIDENCIA Y CASA DE PROBACIÓN
DE CÓRDOBA
VARIOS MINISTERIOS DE NUESTROS PADRES
Carta del H. Coadjutor Antonio Sauquet al P. Juan Capell
Córdoba, 23 de mayo de 1909.
Rdo. padre Juan Capell.
Amadísimo en Cto. padre: ¡Cuan dulce y agradable me es tomar la
pluma para felicitar á mi inolvidable padre el día de su santo patrón! Con
mucho placer lo hago, padre mío, deseando que V. R. pase felicísimamente
el día del santo Precursor, y que para V. R. y para todos los hijos de la
Compafíía sea fiesta precursora de abundantes bendiciones y gracias.
¿Y qué le diré á V. R. de los ministerios de esta casa? Actualmente
están cuatro PP. dando los Ejercicios, y tres misionando. El P. Pont en el
día de la Ascensión, nos llenó la igesia de niñas, para hacerla 1.^ comunión
unas, y para cumplir otras con el precepto pascual.
El día del Patrocinio de San José se coronó solemnemente á la Virgen
de Lourdes, que tienen por patrona las congregaciones de los josefinos y
Josefinas. La corona se ha hecho de donativos y es muy preciosa. Hará como
6 meses hizo un milagro sanando repentinamente á una señorita inglesa que
vino por vez primera á hacer su primera comunión, en la capilla que le está
dedicada, diciendo la misa el P. Florencio Font, Creo les mandarían el pe-
riódico de ésta «Los principios» donde está relatado dicho milagro.
Según se dice, han comprado cuatro manzanas de terreno, ó sea 40,000
metros cuadrados, para hacer un nuevo noviciado, y no sé qué más. El punto
es bonito y está un poco apartado de la ciudad. En la actualidad son 11 los
HH. novicios escolares y 4 los HH. coadjutores.
Adiós mi querido padre. De vuestra reverencia siervo en Cto. Jesús.
JHS.
Antonio Sauquet, S. J.
MINISTERIOS DE ALGUNOS PADRES
Carta del H. Antonio Barlén al H. Antonio De Laico
Sierra de Córdoba, 14 diciembre de 1910.
Carísimo H. Antonio De Laico.
Mi amado en Cto. H. De Laico: Para cumplir aquello del refrán anti-
guo de que «obras son amores y no buenas razones» voy á comunicarle al-
gunas noticias edificantes adquiridas en esta residencia de Córdoba.
Dos ó tres veces intenté hablar con el P. Fernández; pero como el ce-
loso P. no tiene un momento de descanso, casi es imposible conseguirlo.
Con todo me refirió algo de lo que va trabajando con los presos, á quienes
hace confesar y comulgar con frecuencia. Es el P. Fernández presidente de
una asociación ó junta protectora, cuyo fin es procurar trabajo ó empleo á
los presos y además pagarles el viaje para poder llegar á su destino, y de
esta suerte evitar su fácil recaída. Además de esto ya sabe que le absorbe,
por decirlo así, el trabajo, tiempo y paciencia que ha de emplear con las
3,000 Josefinas, y de 700 á 800 josefinos efectivos, de los cuales varios,
unos 180, ya son propietarios. El barrio ó diversas manzanas de estos obre-
ros josefinos va en aumento; el mismo Sr. Presidente de la República ha
traído al P. Fernández 60,000 pesos votados por la Cámara en favor de su
obra. Quizás asista el Sr..Sáenz Peña á la entrega de la llave á diez nue-
vos obreros propietarios y vea V. de paso cómo se resuelve aquí práctica-
mente la cuestión social.
Dicho Sr. Presidente de la República llegó el 7 de diciembre á Córdo-
ba, asistiendo poco después á la función, que los universitarios celebran en
nuestra iglesia, con misa cantada y sermón del P. Fernández. Al reunirse
con el claustro universitario, después de dicha función para la colación de
grados, soltó esta frase: «Digan al P. Fernández, que ahora en mi concepto
no es P. Fernández solamente sino P. Fernández y medio...» El sermón fué
un sermón moral y en sustancia les vino á predicar que el atraso de las
363
naciones está en proporción con el abuso que se hace de los placeres y vi-
ceversa.
El P. Isola después de haber misionado con el P. Costa entre los nobles
uruguayos hasta que empezó la revolución, se vino á Córdoba, donde ha
dado una misión ó Ejercicios de ocho días á los presos, con gran éxito. To-
dos confesaron y comulgaron con mucha devoción y edificación de los ofi-
ciales y soldados que los guardaban, los cuales se resolvieron á pedir los
Ejercicios para todo el batallón. Se los dio el P. Isola y quedaron tan con-
tentos por el resultado obtenido, que el mismo jefe del batallón con los ofi-
ciales trabajó para que el padre los diera á un regimiento de caballería,
acabado de llegar de campaña. El padre con mucho gusto les complació,
consiguiendo con la gracia de Dios, de estos buenos cordobeses el fruto
deseado.
Saludos al P. Rector, P. Ministro, y V. no se olvide de mí en sus ora-
ciones.
Inf. en Cto. siervo y hermano.
JHS.
Antonio Barlén, S. J.
RESIDENCIA Y CASA DE EJERCICIOS
EN
CONCEPCIÓN DE CHILE
LA VIRGEN DEL PILAR Y LAS BANDERAS
HISP ANO-AMERICANAS
Garta del P. Pablo Hernández al P. Juan M. Sola
Concepción de Chile, 26 de junio de 1909.
Muy amado en Cto. P. Sola: El relato que envío á V. R. no es de cosa
hecha por alguno de los NN.; pero sí, de obra emprendida y realizada por
un señor obispo amante de la Compañía, que nos ha dispensado siempre to-
do su favor y ha solido hospedarse entre los NN. en Barcelona y en Buenos
Aires: y es juntamente de tanta eficacia para estimularnos á fomentar la es-
trecha y cordial unión entre todos los países en que trabajan las provincias
de la Asistencia de España, que me persuado que ha de hallar un lugar pro-
pio en las Cartas Edificantes. V. R. sentenciará, como mejor y compe-
tente juez: y yo paso á mi narración.
El miércoles 23 de junio de 1909, víspera de S. Juan, estuvo con nos-
otros á comer en esta residencia de Concepción de Chile, el limo. Sr. D. Ra-
món Ángel Jara, obispo de Ancud, ya propuesto á S. S. Pío X para obispo de
la Serena, en compañía del limo. Sr. D. Luis Enrique Izquierdo, á quien
había venido á saludar el día de su santo S. Luis Gonzaga: habiendo sido
grandemente admirada, aun de los impíos, la caridad en nada afectada ni
fingida de que ambos han dado muestra, obsequiándose, alabándose, cedién-
dose continuamente las preeminencias como dos cariñosísimos hermanos.
Moviósele al limo. Sr. Jara en recreo la conversación de las banderas
hispano-americanas llevadas por él en 1908 á los pies de la Virgen del Pi-
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lar de Zaragoza: y se entretuvo en narrar los rasgos principales del suce-
so, que se consignarán aquí, si bien les faltarán la viveza y colorido que él
sabe dar á cuanto expresa.
«Mi idea, dijo, fué de unidad y acercamiento: de aquella unión que
nuestro señor Jesucristo quiso que fuera el distintivo de su Iglesia: y al
mismo tiempo pretendí agrupar y fortificar á los que somos de una misma
raza, no sólo latina, sino hispana, adhiriéndonos todos á lo más potente y
fuerte que Dios nos ha concedido, que es la fe y la religión católica. Pro-
puesta en Roma cuadró tanto al sumo Pontífice, que la miró como provi-
dencial: y hablándome el cardenal Merry del Val, secretario de Estado, en
nombre de Su Santidad, me animó calurosamente á llevarla adelante: y
agregó por su cuenta: A mí no me conviene aparecer como inspirador ó
fautor del proyecto, para que no digan que por ser español trabajo con pa-
sión por mi patria; pero tengo la idea por cosa de Dios: tanto más que ata-
jará el plan diabólico que hace algún tiempo están desarrollando los impíos
en España, y ahora quieren darle tono y publicidad en Zaragoza, de formar
una corriente de lo que llaman españolismo, pretendiendo que las grande-
zas patrias antiguas son independientes de la religión, mientras se están es-
forzando en asemejarse á los franceses con su Clémenceau».
«Púseme, pues, á trabajar; pero no dejaron de ofrecerse algunas difi-
cultades. Una de las primeras fué la repugnancia de algunos prelados á
usar de la bandera nacional para rendirla en el santuario del Pilar, por te-
mor de lo que dirían ó harían las autoridades de su país. Entre otros me
dijo un obispo mejicano: «En sabiéndolo D. Porfirio, ^i) me echa en la cárcel».
Procuré deshacer las prevenciones, insistiendo en que una bandera es el
signo de la colectividad nacional: y tiene derecho de usarla cualquier ciu-
dadano para un fin digno y honroso, cuanto más para Un acto de religión.
Felizmente todas las dificultades se allanaron en este punto».
«Húbose luego de resolver de qué calidad habían de ser las banderas,
y dónde se habían de hacer. En mi inolvidable Buenos Aires habían empe-
zado á trabajar una bandera primorosa y riquísima, con extraordinaria pro-
fusión de oro y bordados: atajóse el intento, que iba á ser sumamente dis-
pendioso para todos ó á establecer una diferencia irritante entre los iguales.
Me fabricó las diecinueve banderas una sola casa de Roma: son todas de
una hechura y de cinco metros de alto: costaron cada una trescientos pesos».
«Tratóse también en la comisión, cuyo presidente había sido nombrado
yo, del orden de precedencia de las banderas, cuestión no despreciable, por
(1) D. Porfirio Díaz, Presidente entonces de la República Mexicane
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estar destinadas á un acto de tanta publicidad. Propuso alguien el orden
alfabético, y se desechó como cosa de poca significación para objeto tan
grandioso, más propia para decidir competencias de colegiales, que para
establecer precedencias de naciones. Otro dijo que siguiera el orden del
descubrimiento: idea que no fué aceptada, porque no todas fueron des-
cubiertas por Colón ni por un mismo expedicionario. Fué enunciado también
el proyecto de hacer desfilar las banderas por orden cronológico de su exis-
tencia, contado desde la fecha en que cada república se hizo independiente;
mas al punto se observó que ésta era esencialmente fiesta de unión de afec-
tos y de religión con España, y disonaba de tal carácter el traer á la memo-
ria esceras de división y ruptura. Finalmente, prevaleció y fué adoptada
por todos como la más natural, mi propuesta de seguir el orden geográfico,
empezando por Méjico al norte, y siguiendo hacia el sur por todas las de-
más. Es verdad que á Chile correspondió en esta serie el último lugar, por
ser la más meridional de ellas; pero tuve el consuelo de que al acabar el
desfile por delante del Papa, quedase la bandera de mi patria la más cerca-
na al solio pontificio y á su derecha, atrayendo con su estrella las miradas
y llevándose las primeras bendiciones de la santidad de Pío X; y de que
después de desfilar también ante la Virgen del Pilar en la Angélica Capilla,
y al ser fijadas todas las banderas en sus columnas de dos en dos formando
pabellones, permaneciese también allí para siempre la más cercana á nues-
tra bendita Madre igualmente á su mano derecha».
«Explicar lo demás que pasó, sería demasiado largo, y el relato se en-
cuentra en los escritos ya divulgados. Estuve en Zaragoza: y el anuncio de
que iba á traer las banderas después de hacerlas bendecir per el Papa, pro-
dujo una conmoción tal, que la gente no hablaba de otra cosa, y desde el
principio quedaron ahogados los conatos de Moret para realizar el plan ya
enunciado. Fui á Roma: y el desfile y la bendición constituyó una ceremo-
nia tiernísima, que henchía de gozo y devoción los corazones de todos. Y al
regresar á Zaragoza, y entregar las banderas, protestando que allí las
traía en nombre de sesenta millones de habitantes del Nuevo Mundo, que
hablaban el mismo idioma, que profesaban viva y ardiente la misma fe que los
españoles, y venían, representados por sus banderas, á postrarse rendidos
ante el altar de la común madre María del Pilar, y darle gracias en aquel su
santuario del beneficio insigne de su fe católica que de allí había salido:
el entusiasmo en todos fué indescriptible. Más tarde, el Capitán general de
Zaragoza, en nombre del Rey, me condecoró públicamente con la gran cruz
de Isabel la Católica. Y aquellas diecinueve banderas, puestas á los pies de
nuestra Madre, han atraído recientemente á aquella misma Angélica Capi-
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lia la enseña de la madre patria, pues con sus colores de oro y gualda se
ostentará dentro de poco, rodeada de todas ellas, una riquísima bandera de
España, costeada con erogaciones voluntarias, cuya suscripción encabeza
S. M. Alfonso XIII».
«Con la presentación de las banderas de diecinueve repúblicas hispano-
americanas en el santuario nacional de la fe de España, no sólo hemos pre-
tendido realizar una obra religiosa, que ha sido el fin principal; y lograr una
cordial y simpática unión de amistad con la madre patria, que también ha
sido nuestro intento; sino que se han buscado en lugar secundario fines hu-
manos honestos y laudables. Se ha trabajado por unir nuestra raza, que es
española, fortificándola en lo. que tiene de característico, que es la fe cató-
lica y los pensamientos levantados, para defendernos de la invasión de es-
píritu mercantil y utilitarista que nos va inoculando la raza sajona, sea por
el elemento inglés y norteamericano, ambos protestantes, sea por el ele-
mento alemán, también protestante en su mayoría. Se ha dado igualmente
un nuevo paso para fomentar y desarrollar el intercambio comercial inme-
diato de las naciones hispano- americanas con la Península española; pues
ha llegado nuestra separación en esta parte hasta el extremo de que se nos
estén vendiendo con marca alemana, las telas de las fábricas de Cataluña,
y con marca alemana también los vinos españoles».
Hasta aquí el limo. Sr. obispo Jara.
La Virgen del Pilar eche su maternal bendición á toda la obra.
En los SS. SS. y 00. de V. R. me encomiendo.
De V. R. siervo en Cto.
JHS.
Pablo Hernández, S. J.
COLEGIO DE SAN FRANCISCO JAVIER
DE PUERTO MONTT
EL R. P. PEDRO FINM<, S. J.
t QUICAVÍ EL 11 DE OCTUBRE DE 1909.
NOBLE ACTITUD DEL VECINDARIO. TRASLACIÓN DE SUS
RESTOS Á PUERTO MONTT. SUS FUNERALES
Relación de un periódico católico de Puerto Montt
El sábado pasado, 9 del corriente, el P. Superior de los jesuítas de
esta ciudad recibió un telegrama del P. Pedro, que se hallaba misionando
en Buta-Chauques en el cual le decía que se sentía enfermo, y le rogaba
enviara medicinas. A la caída de la tarde del mismo día otro telegrama más
alarmante anunciaba que el estado del padre era tan grave, que se le ha-
bía tenido que trasladar á Quicaví á casa del señor don Nicanor Antonis,
donde se le habían administrado los líltimos auxilios, y se pedía el envío de
un vapor especial que pudiera trasladarle á Puerto Montt. Inmediatamente
el P. Superior hizo las diligencias del caso y consiguió fletar el vaporcito
Elsa de don Carlos Oelckers, que zarpó de este puerto á las dos de la tar-
de del domingo, llevando á su bordo á los señores D. Clemente Ebel y
Bernardo Bohle, encargados de asistir en el viaje al enferm.o y conducirle
acá. El lunes 11, el señor Ebel comunicaba en telegrama enviado desde
Quicaví, la muerte del P. Pedro, ocurrida á la una de la madrugada de ese
día, dos horas después de su arribo á ese puerto, y que esperaban solamen-
te la licencia solicitada de la Intendencia de Chiloé para trasladar sus restos
á Puerto Montt. Llegaron estos efectivamente á las 11.
Por testigos de vista y por carta del mismo P. Pedro, escrita en Tac,
el 2 del actual, y del señor Cura de Tenaún, presbítero don Gabriel Oyar-
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zun, fechada en Quicaví el 1 1 del corriente, se han sabido los siguientes
pormenores:
El 28 de septiembre hallándose en la misión de Buta-Chauques, dos
días antes de pasar á la isla de Tac, sobrevino al padre un violento catarro,
que á los pocos días, le obligó á interrumpir sus trabajos, y trasladarse á
Quicaví de donde pensaba regresar á Puerto Montt á la primera oca-
sión.
Llegó á ese puerto, el sábado pasado, en una pequeña embarcación,
con las fuerzas ya enteramente exhaustas.
El señor Nicanor Antonis, su digna señora é hija prodigaron al enfer-
mo con esquisita generosidad los más solícitos cuidados. Pero el mal se fué
agravando por momentos hasta el punto de que el señor Cura de Tenaún
creyó prudente administrarle todos los sacramentos que el enfermo recibió
con santa resignación y grande edificación de los fieles. Hecho lo cual, el
señor Cura le preguntó si tenía todavía algún encargo que hacer al P. Su-
perior de Puerto Montt: el enfermo ya no pudo contestar. A la una de la
noche entregó su alma al Criador, muriendo como valeroso soldado de Jesu-
cristo en el campo de batalla.
Grande fué el sentimiento de los que presenciaron la muerte del padre:
del señor Cura, de la familia de don Nicanor, de los dos caballeros de Puer-
to Montt, de los fiscales y de muchos otros vecinos que dieron las más ine-
quívocas muestras del intenso dolor que les embargaba.
Al amanecer del mismo día 11, los dos caballeros de Puerto Montt, con
incansable actividad, hicieron por telégrafo las diligencias del caso, para al-
canzar de la autoridad competente el permiso de llevar el cadáver á Puerto
Montt.
En un ataúd provisional fué llevado á bordo, donde se despidieron los
habitantes de Chiloé de su amado é inolvidable misionero. El señor precep-
tor de Quicaví, don Pedro Berné, formuló los sentimientos de los isleños en
un hermoso discurso fúnebre.
En este momento llegó, después de un largo viaje, el compañero del
padre Pedro para visitar al enfermo, y ¡lo encontró muerto!
Un telegrama de Calbuco avisaba el lunes que el vapor con el cadáver
del padre á bordo, llegaría á Puerto Montt á las once de la noche. La noti-
cia se propagó en un instante por toda la ciudad, y á pesar de la hora avan-
zada se reunió en el muelle un número considerable de señoras y caballeros.
Las chalupas del Resguardo y de don Ramón Yuraszek, generosamen-
te ofrecidas por sus dueños, trajeron á tierra el cadáver y su acompaña-
miento. Varios de los caballeros más distinguidos de nuestra sociedad
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llevaron en hombros hasta el convento, el sencillo ataúd que encerraba los
restos de su querido pastor difunto.
El espontáneo cariño que se manifestó en esta ocasión, demostró lo que
era el difunto para muchos de nosotros.
En la tarde del 12, varias señoras, señoritas y caballeros, por propia
iniciativa, vistieron de riguroso luto la iglesia de los RR. PP. jesuítas,
donde á la mañana siguiente se celebraron las solemnes honras por el eterno
descanso del venerado difunto. La iglesia estaba de bote en bote. Vimos
entre los concurrentes á un gran número de señoras y caballeros, venidos
expresamente de la vecina villa de Puerto Varas, para manifestar al finado
su última veneración y respeto. Numerosísimas fueron las comuniones que
las diferentes congregaciones y cofradías ofrecieron en esta misa, en sufra-
gio del alma de su antiguo director y pastor. Otro tanto habían hecho ya en
misas anteriores los alumnos del colegio de san Francisco Javier y muchos
otros fieles. Lo cual es una prueba patente de la grande estima en que to-
dos los vecinos tenían al R. P. Pedro. Al fin de la misa el R. P. Guillermo
Sánder, superior de la casa, recordó en una breve oración fúnebre los gran-
des méritos de su hermano en la religión.
A las nueve y media se puso en marcha el cortejo fúnebre, en dirección
al cementerio parroquial. A la cruz alta seguía la escuela parroquial de ni-
ños, alumnos del colegio de san Francisco Javier y de la Escuela Indus-
trial, las alumnas de san José y las niñitas de la escuela parroquial vestidas
de blanco, todos rezando en alta voz el santo Rosario. Venían á continua-
ción la banda Concordia, que tocaba sus más escogidas piezas fúnebres, la
Comunidad y los señores curas de Puerto Varas, Panitao, Las Quemas y
Huar, todos de roquete. Los más respetables caballeros tiraban el carro fú-
nebre, y una innumerable multitud de gente venía en pos, muchísimos con
la medalla de sü respectiva congregación al pecho. Divisamos también entre
los acompañantes á un respetable número de los más conspicuos miembros
de la colonia protestante. Pocas veces se había visto en Puerto Montt, una
manifestación tan grandiosa y espontánea de cariño y gratitud.
Los restos del lamentado padre fueron depositados con las preces de
costumbre, junto á las cenizas de los venerandos PP. Engbert y Schwerter,
fundadores de esta misión, para esperar el día de su gloriosa resurrección.
El 14 de agosto último, volvía el P. Fink de una larga y penosa ex-
cursión á la parroquia de Chonchi, donde por espacio de tres meses había
estado misionando en las diferentes capillas, acompañado del P. Cristian
Harl. Después de un corto mes de descanso, su celo apostólico ya no le
daba reposo; por lo cual solicitó del padre superior de la casa, el permiso
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de ir á dar las misiones de Chanques. Habiéndole observado el padre supe-
rior, que convenía reponer mejor sus fuerzas antes de emprender nuevos
trabajos, hizo presente el P. Fink que, si se retardaba el dar aquellas mi-
siones, la gente saldría de su tierra en busca de ocupación, como tiene cos-
tumbre de hacerlo durante los meses de verano; y que además eran necesa-
rias aquellas misiones, por cuanto que ya hacía catorce años que se había
dado la última. En vista de estas razones y del incansable celo del querido
difunto, el padre superior accedió á sus ruegos y le permitió aprestarse
para aquella labor apostólica, que había de ser la última de las numerosas
que había emprendido durante su larga vida de apóstol.
El P. Pedro murió á los 74 años y ocho meses de edad, pues había
nacido el 30 de Enero de 1835. Vio la luz del mundo en el pueblo de Krum-
bach de la diócesis de Brixen, en Vorarlberg (Austria). Entró en la Compa-
ñía el 30 de Abril de 1866, siendo sacerdote. En el siglo había desempeñado
ya por ocho años el cargo de coadjutor de párroco ó sea de ayudante-cura.
Llegó con dos hermanos coadjutores á Puerto Montt, el 18 de Enero de
1873. Estuvo, pues, cerca de 37 años entre nosotros, es decir, la mitad de
su vida. Durante tan largo lapso de tiempo fué primero ministro, y después
por 12 años superior de la casa y colegio de san Francisco Javier, adminis-
trando al mismo tiempo la parroquia por varios años y ejerciendo los demás
ministerios propios de la Compañía. Edificó constantemente á propios y ex-
traños, por su singular talento, ilustración, sólida piedad y acendradas vir-
tudes. Puede afirmarse de él sin exageración que el celo de la casa de Dios
le devoraba.— R, I. P.
VARIA
MISIÓN DEL JAPÓN
Carta del P. S. A. Rokiiff al P. Rector del Colegio de Woodstock
'^ Tokyo, 11 de marzo de 1909.
Reverendo y amado P. Rector: Sinceras gracias por su carta de 10 de
Enero y por sus buenas noticias sobre los trabajos de los NN. en la provin-
cia y preparativos para el porvenir.
Sin duda habrán llegado hasta V. R., las últimas noticias acerca de
nuestra empresa en el Japón,— pues he escrito con bastante frecuencia á
diferentes casas de la Provincia. —Estamos ya de perfecto acuerdo y enten-
demos claramente la naturaleza de nuestra obra; pues el Ministro de Edu-
cación nos ha manifestado que su parecer, está en un todo conforme con el
de los Misioneros y con el de los católicos más eminentes del Japón. Así
que ya hemos podido mandar á N. M. R. P. General detallada relación de
nuestros planes y aun preveer la futura naturaleza de nuestra empresa. Al
presente estamos para constituir una «Sociedad Jurídica,» á fin de disfrutar
de los derechos legales, mientras que con paciencia aguardamos los medios
necesarios para ejecutar nuestros designios.
Para no estar ocioso, en tanto, he adoptado la noble profesión de pedir
limosna y estoy llamando á todas las puertas, para que nos ayuden con so-
corros y oraciones. Respecto á lo último, desearía se estableciera en los
Estados Unidos un «Apostolado de la oración» por la conversión del Ja-
pón, algo así como el que se estableció en Inglaterra por la conversión de
dicha nación y que tan abundantes frutos ha dado. Solo la gracia de Dios,
obtenida superabundantemente, podrá operar un cambio en la tierra del sol
naciente, que por ahora no parece hallarse dispuesta á abrir los ojos á la
Verdad. Sus prohombres, educados en las universidades de Europa y Amé-
rica, llevan infiltrado el espíritu de gnosticismo é infidelidad, que prevalece
aquí con todos sus prejuicios contra la Iglesia católica, de la que nada saben
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y á la que delatan en sus revistas como foco de superstición, causa de de-
cadencia y elemento peligroso para el Estado. Sus ideas son de lo más su-
perficial que puede concebirse y á pesar de eso prevalecen universalmente.
La masa del pueblo está sumida en el materialismo y superstición, inclinada
á un bajo nivel en moralidad, y encaprichada con esa Libertad predicada
por el protestantismo moderno con todas sus negaciones. Y eso parece ser
la forma de Cristianismo, más aceptable para los intelectuales japoneses,
sin que ni aun esto les satisfaga del todo, ya que han de nacionalizarlo y
mezclarlo ó espiritualizarlo según el carácter japonés. La confusión de ideas
sobre las nociones más fundamentales es horrorosa; pero esa es la caracterís-
tica de nuestros tiempos en todo el mundo. Sólo la gracia pudo hacer de un
Saulo, un S. Pablo; y sólo ella puede con un milagro semejante, obrar la
conversión del Japón. Por eso deseo tanto la fundación de ese Apostolado
de la oración en favor del Japón, y espero que mi llamamiento será oído y
hallará eco favorable.
Por otra parte, las condiciones para nuestra empresa son en gran ma-
nera favorables, y no abrigo la menor duda de que nuestro Centro, conta-
rá dentro de breves años centenares de celosos estudiantes, si consegui-
mos lo suficiente para la conveniente fundación y maestros hábiles para los
diferentes cursos.
Pronto, á lo que creo, abriremos la puerta á nuestros jóvenes, á aque-
llos especialmente que hablen inglés y alemán (lenguas las más codiciadas
por los japoneses), á fin de que aprendan aquí el japonés, mientras se erige
y acomoda el edificio. Es de todo punto necesario que nuestros futuros
maestros hablen japonés; y es absolutamente imposible, sin otro milagro de
Pentecostés, el aprenderlo después de cierta edad. Aun mis dos compañe-
ros que saben bien el chino, hallan difícil la lengua de aquí, á pesar de que
la escritura es en gran parte idéntica con el chino.
Además de la limosna espiritual que estoy pidiendo y que confío ven-
drá en abundancia del Apostolado de la oración, de la devoción al Sagrado
Corazón y de nuestras numerosas congregaciones en todas las partes del
mundo; tengo también que pedir socorros materiales que espero también
llegarán por medio de almas generosas y devotas de nuestra Compañía, y
que se hallará un Fundador para el Instituto, como se halló un Conde
Creighten para Omaha. Es evidente que el terreno necesario para el edifi-
cio, en esta inmensa ciudad de unos dos millones de habitantes, subirá como
en Nueva York, á un precio exhorbitante. Luego, la erección de los diver-
sos departamentos en edificios separados, subirá otro tanto. Una vez se
haya comenzado, pequeñas limosnas ayudarán á la marcha de la obra; pero
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la dificultad está en comenzar. Con todo, espero no faltará esa suma, para
una obra emprendida por gloria de Dios y obediencia á su Santidad.
Ando también pidiendo limosna para una biblioteca, que es de absoluta
necesidad para el éxito de nuestra futura obra, que han de llevar á cabo
nuestros profesores y escritores. Semejante petición halla respuesta favo-
rable en muchas partes y casi cada correo recibimos algunos libros.
La biblioteca de Prairie, generosísimamente donada por el P. Meyer
con el consentimiento del N. P. General, viene á formar el núcleo,
con la colección de los PP. por Migne, la de los Concilios por Mansi,
y las mejores obras antiguas sobre Teología dogmática y Filosofía. Si
todos los escritores déla Compañía nos dieran sus obras pasadas, presentes
y futuras para el Instituto de la Compañía en el Japón, pronto tendríamos
lo mejor de la actividad humana dentro de nuestra Compañía, valiosa colec-
ción de obras, que en vano pensaríamos adquirir con nuestros escasos me-
dios. Muchos libros de nuestras casas de América, Inglaterra, Jersey, Fran-
cia, Polonia, etc., están ya en camino para aquí: tan generosa ha sido la
respuesta de parte de nuestra Compañía para abastecer nuestra biblioteca.
Recuerdos á todos y cada uno.
Suyo affmo. en Cto.
JHS.
S. A. ROCKLIFF, S. J.
Carta del P. Santiago A. Rokiiff al P. Cecilio Gómez Rodeles
Tokio, 14 de marzo de 1909.
Rdo. y amado en Cto. P. Rodeles: De seguro se alegrará V. R. de sa-
ber algo de los que estamos aquí y de nuestra misión japonesa, y de comu-
nicarlo á los NN. de España, que tanto se han interesado por la empresa.
Sin duda hay que atribuir á las oraciones de toda la Compañía y á la pode-
rosa intercesión de nuestros mártires y confesores el que todo se nos vaya
arreglando mejor y más pronto de lo que era de esperar. Porque desde
nuestra llegada no hemos experimentado sino benevolencia de todas partes.
La recepción que nos hicieron el Rmo. Sr. Arzobispo y su clero no pudo ser
más afectuosa, y las autoridades del Estado nos han mostrado todo género
de deferencias. Con esto pudimos, después de una larga entrevista con el
ministro de Instrucción Pública comunicará N. M. R. P. General con toda
precisión el género de Instituto que sería más agradable al Gobierno y pre-
sentarle un plan para el último desarrollo de la empresa.
Entretanto, mis dos compañeros, PP. Dahlmon y Boucher, están apren-
diendo el japonés con grandísima diligencia; pues sin el conocimiento de la
lengua de la tierra es imposible salir adelante con lo que pretendemos. Este
trabajo no tiene nada de fácil; y eso que todos los padres sabían ya el chi-
no y con esto les eran ya conocidas la letras japonesas. En realidad sólo los
jóvenes, que tengan la memoria fresca, pueden aprender el japonés. Yo soy
ya demasiado viejo para esto, y aun cuando todavía me fuera posible apren-
derlo, no tendría tiempo para ello, pues siempre tendría qne dedicarme á
pedir limosnas por todas partes para ver de juntar todo lo que hace falta
para comprar un terreno á propósito y edificar un colegio.
Voy buscando por todas partes un fundador para el nuevo colegio, que
ha de costar mucho; y después viene el edificio, que aunque no sea suntuo-
so, al menos debe ser digno y no deberá ser inferior á los institutos de las
sectas, las cuales tienen mucho dinero. Por eso estoy persuadido que el
único medio de salir adelante es encontrar un fundador rico y caritativo.
Pero ¿dónde hallarle?
También ando pidiendo libros para nuestra futura biblioteca y rogando
á todos los escritores de la Compañía nos regalen sus obras. Porque sin una
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biblioteca suficiente no han de poder los profesores del Instituto y nuestros
escritores en el Japón trabajar con resultado. De muchas partes han venido
ya en nuestra ayuda. Así la Patrística está representada por la^ colección
Migne, y los concilios por la de la Mansi. Tenemos ya los antiguos
autores de teología dogmática y de filosofía de la Compañía y de los domi-
nicos, así como también las excelentes obras del P. Urráburu. Casi cada
semana nos trae el correo algún libro nuevo. Así irá creciendo poco á poco
la biblioteca, gracias al amor de los NN.
Las lenguas modernas más necesarias en el Japón son el inglés y el
alemán; y nosotros podríamos abrir cursos en estas lenguas en cualquier
tiempo. El francés está ya bien representado por la floreciente escuela de
los HH. marianistas, que cuenta unos 800 estudiantes.
Ahora vivimos en una casa, propiedad del Sr. Arzobispo, que tenemos
arrendada, y aquí pensamos estar hasta edificar nuestro colegio. El clima
no es anormal; sin embargo, en el invierno se siente el frío por la mucha
humedad de la atmósfera. Lo más desagradable son los frecuentes terremo-
tos. Así, anteayer tuvimos tres en un día: dos de ellos bastantes fuertes,
que echaron abajo varias paredes en la ciudad y tejas de muchos tejados.
El uno de ellos duró 4 minutos, el segundo 1 1 y el tercero, que fué las 1 1
y media de la noche, 10. Si al menos pasaran pronto las sacudidas de la casa
y el crujir de las vigas, sería cosa más llevadera; pero eso de no ver nunca
el fin, y poder tener á cada instante la muerte, es capaz de poner en tor-
sión los nervios del más fuerte. Mas estamos en las manos de Dios N. S.
Envío para V. R. y para el P. Provincial dos fotografías de una anti-
gua imagen, guardada cuidadosamente por una familia cristiana durante el
largo tiempo de la persecución contra los cristianos: la imagen procede del
tiempo de nuestros antiguos padres.
Los tres saludamos afectuosamente al R. P. Provincial y á toda la
Provincia y pedimos las oraciones de los NN., pues sólo Dios omnipotente
puede traer el Japón á la Verdad.
En los SS. SS. y 00. de V. R. me encomiendo.
Siervo en Cristo.
JHS.
Santiago A. Rockliff, S. J.
MINISTERIOS ESPIRITUALES DEL P. MARTIN HABIG
EN CHICAGO
Carta del mismo padre á los HH. Teólogos de Tortosa
Chicago, III. St. Ignatius College, abril, 16, 1909.
Mis amados en Cristo padres y hermanos:
Alguno de ustedes me pidió una extensa relación de mi vida y milagros
obrados en Chicago, durante estas seis últimas semanas, y aunque no me
gusta hablar de cosas en las cuales el miserable yo tiene que ocurrir con
frecuencia, sin embargo les voy á hacer un sucinto relato de algunas cosas
que todavía recuerdo, para pagarles aunque mal, las fervorosas oraciones
que fecundaron mis débiles esfuerzos, y á las cuales únicamente atribuyo
lo poco que hice de lo mucho que, por falta de aptitud y sobre todo de san-
tidad, dejé por hacer.
Pero ya basta de exordio. Llegué á Chicago el día de santo Tomás de
Aquino, 7 de marzo, para ayudar y substituir en parte á los tres padres
de este colegio que tienen cuidado espiritual dedos instituciones del Estado;
á saber el Cook County Hospital y Dunning. El día mismo de mi llegada
fui por la tarde al primero, y volví á las diez de la noche. Está como á dos
kilómetros del colegio. Pero en primer lugar quiero hablarles de Dunning,
situado en las afueras de Chicago, cosa de 25 kilómetros y que tiene tres
secciones; primera, la casa de los pobres con 1,730 ancianos y ancianas;
¡cuánta vejez!!; segunda, el hospital de los tísicos, con unos 450 pacientes,
y tercera, el asilo de los locos; hay unos 2,000. Añádase á esto un batallón
de empleados, de asistentes, de prefectos y de criados de ambos sexos y
el número de 5,000 no quedará lejos de la verdad; el P. Wolters es el
capellán católico de todo Dunning. Más de la mitad de los 5,000 son
católicos. El padre vive en el colegio y va allí los miércoles, viernes y
domingos.
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La primera semana de mi estancia aquí, le acompañé los mencionados
días; la segunda semana hizo él los santos Ejercicios y yo durante este
tiempo era el capellán de los locos. El miércoles que estuve solo, salí de
casa á las cuatro y media de la mañana, á las seis y media estaba en Dun-
ning, sin haberme equivocado en los tranvías. Me puse á oir confesiones,
unas 40; luego füí á los dormitorios de los enfermos para ver quién podría
recibir el Viático, etc.. dije la santa Misa, administré el Viático y la Extre-
maunción, etc., luego hice dos entierros y volví á casa á la una.
El viernes dije misa en el colegio, salí á las seis y después de dar la
Extremaunción á unos cuantos locos, que me dijeron cosas muy adulatorias,
hice otro entierro y volví á casa á las once y media.
El sábado me quedé en casa para componer y aprender mis dos prime-
ros sermones en inglés, que prediqué sin saberlo bien. El domingo fué el
día temido. Llegué á Dunning á las seis y media. Oí confesiones de locos,
pero que casi todos se confesaron mejor que mucha gente sensata: eso por
una buena hora. Luego dije la primera misa en el salón de actos. Los 600 ó
más locos parecieron devotos y quietos como novicios. No lloraron durante
mi sermón, ni á ninguno se le ocurrió argüirme. Acabada la santa misa fui
á la casa de los pobres. No hubo chiquillos que bautizar y así empecé la
bendición solemne á las once y media; siguió la misa, y luego al fin el
segundo sermón, terminando todo á la una y media de la tarde. Gracias á
Dios mi cabeza se portó bien, y todo salió de perillas. Después de visitar
á los tísicos, de resolver dudas, etc., etc., llegué á casa á las cuatro y media
de la tarde, habiendo así terminado mi tarea en Dunning.
Lo que sigue se refiere al Cook County Hospital, al cual fui diaria-
mente las dos primeras semanas cuando no fui á Dunning. Es este, el gran
hospital de Chicago, ocupando dos grandes blocks. Hay actualmente 1 ,570
enfermos distribuidos en 26 wardi ó dormitorios; un gran tránsito une los
diferentes edificios; hay ascensores en todas las esquinas. Todo está limpio
y bien. Por supuesto las enfermeras laicas, católicas unas, protestantes
otras, hacen el servicio que en Europa las Hermanas de la Caridad. El año
pasado pasaron más de 32,000 por este hospital, es decir más de 32,000
fueron cuidados allí: de suerte que hay cada día de unos 80 á 100 nuevos
pacientes. Murieron 2,340 en 1908. Mi ocupación era pues visitar los enfer-
mos, pasar por estos dormitorios y hacer lo que S. Ignacio y los primeros
PP. de la Compañía hicieron en Venecia, Bolonia, Pádua, etc.. No sé si
en aquellos tiempos había tanta diversidad de gentes como yo encontré aquí.
Nada menos que individuos de 42 nacionalidades diferentes hubo estos últi-
mos meses en el hospital, y sin embargo, quién lo creyera, no tuve ocasión
382
de hablar ni una sola palabra en castellano. Parece milagro que ni un mexi-
cano, ni un español, ni sudamericano encontrara. A las ocho o nueve de la
mañana llegaba allá, empezando por ir á tomar en la capilla el Santísimo
que de ordinario llevaba sobre mí; luego empezaba en el cuarto piso de un
edificio preguntando á uno, confesando á otro, ungiendo y dando el Viático
y la bendición in articulo mortis á un tercero, enviando sonrisas á todos.
Eso parece fácil quizá, pero luego doy con un polaco á quien no entiendo y
que ya se me va muriendo. Quid f aceres tu martinico, diría el buen padre
Ferreres. Lo que hice yo fué estudiar un poquito de polaco y con el libro
Confessarius polygíotus de 25 lenguas, obtuve con el menor tormento
posible del paciente la acusación de dos ó tres pecados, y luego con señas
le excité á la contrición y le absolví, y luego los demás sacramentos siguie-
ron.—Con cuánta verdad dice S. Ignacio en las reglas que la enfermedad
no es menos don que la sanidad!; casi pudiérase decir que para los pacientes
del hospital aquí, es uno mucho mayor. Procuré persuadir casi á todos los
que traté, que Dios les había mandado la pulmonía, roto la pierna, ó enve-
nenado la sangre para que pensaran por fin una vez en el alma inmortal que
tienen que salvar, cosa que tenían olvidada por diez, veinte y más años; y
luego las oraciones de mis amigos cambiaron con el favor de Dios á esos
pecadores, que no pocos vertieron lágrimas de devoción é hicieron propó-
sitos firmísimos de ser buenos. A las nueve de la noche del jueves santo
encontré á un muchacho de 15 años, que nunca se había confesado... sabía
algo de doctrina y después de media hora había hecho su primera confesión,
comunión, recibido la extremaunción, el escapulario del Carmen, la bendi-
ción é indulgencia in articulo mortis, y en vez de morir ahora va á ser
muy bueno si ustedes le ayudan con sus oraciones. Cuántas veces me acor-
dé de aquel caso de la moral que dice: Homo ignotus semiuivus, sensibus
destitutus, invenitur in regione ubi nemo eum cognoscit, quid f aceres?
La región era la cama del hospital, pero nadie sabía quién era y él tanquam
lapis. Pues me parece que la moral dice que baptizetur conditionate, ab-
solvatur conditionate, ungatur absolute y que reciba también la indul-
gencia in articulo mortis. La mañana siguiente ya no le pude encontrar:
se había muerto. Y ¿con los protestantes? A estos también bautizamos
sub conditione, después de excitarlos á un acto de contrición perfecta,
luego se absuelven, se ungen si está uno solo y la muerte es inmi-
nente.
Las conversiones son muy frecuentes. Muchos, aunque fueron protes-
tantes durante la vida, quieren morir católicos. Me persuadí más que nunca,
durante estas cinco semanas, que el misionero para hacer fruto debe ser un
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santo, y que cuanto más santo tanto mejor. También pude observar la ver-
dad de lo que dice S. Ignacio en la regla 20 y tantas, que cuánto más
liberal se mostrara uno con su Divina Majestad, tanto más liberal... Cuatro
horas cada mañana andaba pues por estos tránsitos, buscando á los más
necesitados, y dando por término medio los sacramentos á unos cuatro ó
cinco; lo más difícil es encontrar á los más enfermos, porque está uno
enteramente dejado á sí mismo, siendo las enfermeras á veces muy indife-
rentes por lo que toca al alma. Cuando se halla á uno gravemente enfermo,
hay que poner como unos escondrijos al rededor de la cama; luego oir su
confesión; ir á la cocina por un vaso de agua para la ablución de los dedos;
los santos óleos, el crucifijo, la vela, el ritual, el agua bendita, todo esto
sale de mi bolsillo y también el Santísimo. Allí sin otros testigos que el pa-
ciente y los ángeles, el Señor suele consolar al pobre enfermo y á su más
pobre ministro. Así di 99 Viáticos, 111 extremaunciones, santas bendicio-
nes é indulgencias in articulo mortis, y oí unas 200 confesiones; pero ¡qué
confesiones! aquí se podrá decir non numerantur sed ponderanfur. Ya
ven que sus oraciones no fueron del todo estériles á pesar de mi ineptitud.
Lo que cansa más es el mirar cada mañana y cada tarde á unas 700 ó 800
caras, tomar interés por la salud del cuerpo y del alma de cada uno, decir
á cada uno la palabra que más bien le puede hacer, animar del mejor modo
á los desanimados y sonreír siempre á todos. Varias veces volví á las diez
de la noche, cansado que ya no podía más, y sin embargo nunca me sentí
cansado en el hospital, sólo aquí.
Soy el primer tercerón que pasa por esta probación, que llamaré yo
época de consuelos de mi vida. Si á alguno le gusta esta vida, que aprenda
alemán, francés, polaco, inglés, bohemio, slovak, lituano, slavo, griego,
húngaro, ruso, sueco, danés, árabe, rutheno, etc.. etc.. todo eso es nece-
sario y aún más. Los tres PP. de este colegio que van á los hospitales saben
algo de cada una de estas lenguas. Uno de ellos es alsaciano y ha sido
vicario en Alsacia, que también es la patria del P. ministro de este colegio.
Pero ya estarán cansados de oir cosas sosas. Termino pues. Esta co-
munidad es una de las más observantes que admiré entre todas las casas
que vi de la Compañía. Hay 40 padres, trabajan cada uno por dos ó tres; la
iglesia es parroquia muy concurrida, tienen cinco ó seis misas cantadas cada
día. Un ejército de 200 ó más ayudantes de misa; cada uno tiene tres sota-
nas. El colegio tiene 620 muchachos; luego un padre es confesor y capellán
de los sordo-mudos, otros de otras instituciones... Están edificando fuera de
la ciudad un nuevo colegio, al estilo de Fordham, que se abrirá en sep-
tiembre con tres clases, y será una famosa universidad con el tiempo.
384
Mañana vuelvo á Brooklyn. Rueguen mucho á Dios para que aproveche
bien las nueve semanas que me quedan de tercerón. Ahora siento cuánta
falta me hace la virtud y santidad. Habiendo visto tantos morir, sería
tiempo que empezase yo á vivir bien.
Suyo ínfimo en Cto. siervo y hermano,
JHS.
Martín Habig S, J.
NOTICIAS SOBRE CESÁREA DE CAPADOCIA
Y SOBRE LA MATANZA DE CRISTIANOS EN ADANA
Carta del H. Francisco de la Asunción al P. Luis Adroer
Cesárea de Capadocia, 21 de junio de 1910.
R. P. Luis Adroer.
Muy amado en Oto. padre: Creo, Rdo. padre, que se acuerda de vez
en cuando en sus oraciones de cierto postulante barcelonés, que V. R. envió
á Inglaterra en septiempre de 1902. Aquel aspirante á la Compañía de Je-
sús es quien le dirige la presente. ¡Qué días tan felices he pasado en la
Compañía de Jesús desde que Dios y la Sma. Virgen María nuestra buena
Madre se dignaron recibirme en ella! Sin duda alguna la mayor parte de
mi felicidad, después de Dios, la debo á las continuas oraciones que hace la
Compañía por sus hijos, pero de un modo especial las que hacen los que es-
tán designados por la divina Providencia para tener cuidado de ellos. ¡Qué
buena y tierna Madre es la Compañía!
El 7 de agosto de 1907 partí de Inglaterra para esta Misión de Arme-
nia. Adana fué la residencia que la santa Obediencia me designó. En abril
de 1908 partí de Adana con el R. P. Riondel, superior déla Misión, para
Cesárea de Capadocia, distante de Adana, seis ó siete días á caballo.
¡Ahí me tiene, R. P., en medio de musulmanes y cismáticos! Cuando se
habla de ciudades orientales, sobre todo de ciudades romanas como Cesá-
rea de Capadocia por ejemplo, en donde ha habido un gran S. Basilio, gene-
ralmente la imaginación se forja un paraíso terrestre. En aquellos tiempos
eran probablemente como la imaginación se las representa, pero ahora mu-
cho ha cambiado, sobre todo el aspecto del país en cuanto á sus habitantes,
creo que sus costumbres son las mismas sino peores que en tiempo de san
Basilio. ¡Pobre S. Basilio! Probablemente que si no hubiera sido obispo de
Cesárea, ahora no sería santo; los cesarienses le han dado tanto que hacer!
25
386
Seguramente que si la paciencia se pudiera medir como se mide la ropa, se
vería que había empleado con ellos hasta el último milímetro de paciencia.
¡Vivan los cesarienses! que nos dan muchos medios de practicar la pa-
ciencia y por consiguiente de atesorar para el cielo. Deo gratias!
He ahí la situación de Cesárea: al S. el monte Erdjias 4,000 metros. Al
E. y al O. grandes montañas rodean la ciudad; al N. una grande llanura da
entrada á la capital de Capadocia. Sus calles, las más anchas puede contar-
se que miden unos cinco metros; estas son muj' pocas, las otras son muy es-
trechas. En cuanto á la limpieza pública hay mucho que desear; aquí un
hoyo lleno de agua sucia, allí un enorme montón de basura ó de estiércol:
allá el esqueleto de un asno del que algimos perros del barrio comen voraz-
mente la poca carne que el tiempo no ha consumido; alglmos pasos más al-
gún perro en putrefacción, todo eso huele á agua de rosas.
En algunas casas las letrinas tienen la salida en la calle. ¡Qué calles
tan limpias! Durante el invierno que es muy largo (de septiembre á abril) y
muy crudo, la nieve cae en grande abundancia, y los cesarienses de miedo
que el peso de la nieve no derribe el techo, echan la nieve de los terrados á
la calle en las cuales no penetra en todo el invierno ni un solo rayo de sol,
de manera que á fuerza de echar la nieve y con el frío que hace se convier-
te en una verdadera roca de nieve de dos y tres metros de altura, de una
extremidad á otra de la calle, y esto durante todo el invierno: y cuando uno
tiene que pasar por una de estas calles, si no se anda con mucho cuidado,
empieza á patinar sin querer; los pobres viejos hay que verlos apoyados en
un bastón ir sobre el hielo completamente cubiertos hasta las narices, y á
lo mejor el bastón no está bien apoyado, y helos danzando una polka como
si tuvieran quince abriles. Pasemos á las habitaciones, por no hablar de sus
habitantes que son sucios á más no poder. Las habitaciones de Cesárea de
Capadocia, excepto las de algunos ricos personajes, son verdaderas barra-
cas de piedras ennegrecidas por el tiempo, las cuales colocan unas sobre
otras sin tallarlas, pues para hacerlo tendrían que untarse los codos con un
poco de aceite á fin de que el movimiento de los huesos fuese más flexible,
pues para tallarlas es menester mucho trabajo, y el oriental se dice: dejé-
moslo para mañana. Las barracas mayores tienen un piso solamente. En al-
gunas de estas habitaciones hay una sola ventana por donde el sol penetra
para iluminar el interior, y en algunas otras esta ventana es tan pequeña
que solamente puede pasar la cabeza, dándose de vez en cuando en ellas el
caso de que aparezca la cabeza de alguna vieja con un cigarrillo pendiente
de la extremidad del labio, ó bien fumando el arguilé. Para hacer sostener
las piedras de las construciones, los que pueden lo hacen con cal mezclada
387
con estopa; los que no pueden pagar este lujo lo hacen con lodo mezclado
con paja hachada. Gracias á la proclamación de la Constitución, las calles
de Cesárea poseen algunos faroles con lamparillas de petróleo, pues an-
tes no había, y cuando se había de salir durante la noche era preciso salir
con un farol en la mano si no quería exponerse á tropezar con algún
perro durmiendo en la calle, ó con algún hoyo y caerse ó romperse las na-
rices.
He aquí, R. padre, algunos pormenores de la capital de Capadocia. Pa-
semos á otra cosa.
Seguramente V. R. debe estar informado por los periódicos acerca de
los últimos sucesos de Adana. Permítame, R. padre, comunicarle algunos
pormenores que hemos recibido de los NN. de aquella residencia y de los
HH. maristas que ayudan á los padres en clase. El motivo de tal matanza
fué el siguiente: Un joven armenio (cristiano) estaba desde algún tiempo,
no sé el porqué, enemistado con tres musulmanes. El martes de Pascua, el
dicho armenio se encontraba en la calle; tres musulmanes lo advirtieron y
empezó la refriega; entonces el joven saca el revólver del cinturón y descar-
ga sobre los otros tres. Dos murieron al instante, el tercero fué herido.
El armenio viendo los cadáveres se escapó y fué imposible encontrarle.
¿De aquí tomaron pretexto los musulmanes para hacer tantas víctimas? La
mayor parte no lo cree, pues que desde largo tiempo se decía que cristia-
nos y musulmanes se preparaban para semejante pelea; además los HH.
maristas dijeron que el domingo por la tarde viniendo de paseo encontra-
ron en las calles algunos grupos de musulmanes muy animados y armados
con enormes bastones, lo que les sorprendió grandemente. Los cristianos
temían mucho. El martes por la mañana todos los almacenes de los cristia-
nos estaban cerrados. Entonces algunos dignatarios fueron á ver al Mutes-
sarif, (gobernador) pidiendo informes sobre el miedo de los cristianos. El
Mutessarif les dijo que no tenían que temer, pues no había nada, antes bien
él pedía á los dichos dignatarios que dijeran á los cristianos que podían
abrir sus tiendas sin temor alguno. Fiados én su palabra los cristianos
abrieron las tiendas; pero ¿cuál no fué el temor cuando vieron llegar algu-
nos grupos de musulmanes armados con grandes cuchillos, armas de fuego
y otros instrumentos?
Comenzó el fuego y la matanza. Los cristianos fueron asesinados en
sus tiendas; después de haber saqueado las tiendas les pegaron fuego, y
para que prendiera más pronto rociaban las puertas con petróleo; esto pasa-
ba en el mercado. En los barrios cristianos sucedía lo mismo.
Desde la primera señal de alarma todos los cristianos que pudieron de-
388
jaron sus habitaciones para refugiarse en varios establecimientos, iglesias
y escuelas cismáticas, templo protestante, establecimiento de las hermanas
de S. José de Lyón, y en fin en el colegio de los PP. jesuítas. Unos cinco
mil se refugiaron en nuestro colegio, otros tantos en el pensionado de las
hermanas de S. José de Lyón. El R. P. Jouve, superior de Adana, se en-
contraba en el momento en que los musulmanes empezaron la matanza, en
Mersina á donde había ido acompañando á algunos alumnos á casa de sus pa-
dres para pasar las vacaciones, puesto que en Adana desde el mes de abril
hace mucho calor. En el momento que supo que ios cristianos de Adana es-
taban en manos de los musulmanes, tomó el tren para Adana, distante de
Mersina 3 horas, pero cuando llegó á Adana le fué imposible salir de la es-
tación, pues las calles estaban llenas materialmente de cadáveres y enroje-
cidas de sangre y las balas silbaban en todas direcciones. En casa estaban
los cinco hermanos maristas, los PP. Rigal, ministro, Benoit, Sabatier y el
H. Ballian. El incendio, el degüello y el pillaje duraron tres días y dos
noches.
Durante este tiempo el P. Rigal iba y venía del colegio al pensionado
de las Hermanas, para alentar *en cuanto pudiese, tanto á las Hermanas
como á los refugiados, sobre todo á estos últimos, pues, como arriba
dije, eran en gran número y ocupaban todo el establecimiento, clases, sa-
las, dormitorio de los alumnos, patio, etc., etc. Tan apretados estaban que
algunos niños murieron asfixiados.
Como V. R. puede pensar, la carnicería fué de lo más horroroso, pues
las Hermanas de Aldana escribieron algunos días después á la Madre supe-
riora de Cesárea, de la misma Congregación, que habían visto prender
fuego en las casas vecinas; y en las que los Bachi-Bonzzonk (soldados vo-
luntarios musulmanes) no podían entrar, derribaban las puertas con hachas,
y una vez dentro de casa, echaban á la calle por la ventana hombres y mu-
jeres sin exceptuar los niños, ya muertos, ya agonizando. ¡Qué crueldad!
El dispensario de las Hermanas estaba lleno de heridos, unos 250 por
día y más: quien venía con una sola pierna, quien sin pies, uno sin brazo,
otro llevaba en la cabeza un gran número de heridas gravísimas, á éste se
le han de cortar los dedos que le cuelgan, á aquel un pedazo de carne,
á este otro se le tienen que coser tantas heridas, etc., etc., ¡todo el día cor-
tando y cosiendo carne! y esto acompañado de gritos desgarradores. ¡Qué
horror! A una mujer se la ha encontrado crucificada en el suelo. Pero
la barbarie no acaba aquí: á un niño todavía en pañales, después de
haber maltratado á su madre, le cortaron las extremidades de los dedos de
una mano, y el brazo estaba roto en dos ó tres partes; á otro niño de unos
siete años le abrieron la cabeza en varias partes; un gran hueso del cráneo
estaba completamente separado, colgando con la piel; ¿qué hacer? ¿cómo
practicar operación quirúrgica? El médico allí presente ha perdido todos
sus instrumentos de cirugía, y como la operación es urgente, un cuchillo
de bolsillo á falta de otro instrumento ha de servir para la cura. Con mucho
cuidado despegan el hueso de la piel y con ella se cubre el hueco. En
una calle hay un grupo de niños, algunos musulmanes los ven, y helos ha-
ciendo un círculo y danzando en derredor suyo, y con la punta de sus bayo-
netas empujando aquellos pobrecitos sin dejarlos, hasta que han sido redu-
cidos á un montón de carne desmenuzada. ¿Qué es lo que han hecho estos
pobres seres para merecer tales muertes? El solo motivo es que eran cris-
tianos. A media hora de Adana en las orillas del Sahyoun, hay un pueblo
que le llaman Cristian-Keuy (pueblo cristiano), pues todos los que lo habi-
taban eran cristianos (cismáticos). Se componía de unas 70 personas; todos
han sido asesinados, y los que pudieron escapar de momento de las manos
de los musulmanes fueron echados al río y ahogados. ¡Qué barbaridad!
Como arriba le decía, los turcos habían incendiado las tiendas de los
cristianos; de allí el fuego se propagó de casa en casa, pues en Adana la
mayor parte de las construcciones son de madera y las calles muy estrechas
de manera que en algunas horas la mayor parte de la ciudad estaba incen-
diada. Algunos momentos antes que el fuego prendiera en casa de las Her-
manas, el-P. Sabatier O) había enviado al Valí (representante del gobierno
Otomano en Adana) por un hombre que se ofreció á llevárselo, con grande
peligro de su vida, un recado pidiendo algún auxilio en favor de los refu-
giados y de las hermanas, pero nada enviaron. El peligro era inminente.
Algunos instantes más y se acababa con los refugiados y las hermanas.
De pronto se oye un toque de clarín cerca del establecimiento, y unos
segundos más tarde golpean la puerta de entrada. Todos se creían perdi-
dos. La Madre superiora reúne todas las Hermanas y les dice: «Vamos ha-
cia la puerta, si vienen para acabar con nuestra vida, nosotras seremos las
primeras; puede ser que así alguno de los aquí refugiados tenga tiempo
para salvarse; en todo caso, creo que cuando los soldados nos vean con el
hábito religioso les impondremos respeto».
La puerta se abre. ¿Quién va allá? Un grupo de soldados que vienen
de parte del Valí para proteger á las Hermanas y los refugiados. Los jefes
se adelantan dirigiéndose hacia las hermanas, tienden la mano á la Madre
(1) Este padre fué herido por una bala que un musulmán le tiró con intención desde
un Kiosko, mientras el padre estaba en el terrado para ver en dónde había más peligro. Fué
herido en el costado, á poco más hubiera sido mortal; sigue bien, gracias á Dios.
390
superiora y á algunas de las Hermanas, y les dicen el porqué de su llega-
da, mientras que uno de ellos sospechando que el P. Benoit allí presente,
lleva alguna arma escondida, le abre la sotana para ver lo que llevaba. En-
tonces el padre, saca un crucifijo que llevaba pendiente del cuello y le dice:
«Amigo, he ahí el arma del sacerdote». Entonces los 5.000 y más refugia-
dos en hilera, acompañados de los soldados y de los PP. Sabatier y Benoit
van al Konak (casa del Gobernador) para estar más seguros, pero una vez
allí, los encarcelaron sin poder salir, no solamente los refugiados, pero ni aun
los padres, los cuales fueron puestos en libertad al cabo de un día, y casi
todos pasaron este tiempo sin probar bocado. Hemos oído decir que una
vez los refugiados estuvieron bien asegurados en el Konak, los asesinaron
sucesivamente. Ha corrido este rumor, no sé si es verdad. Desde los pri-
meros ataques se supo en Francia que los franceses residentes en Adana
estaban en peligro. Un buque de guerra, el «Víctor Hugo», partió al instan-
te de Tolón hacia Mersina, empleó tres días para hacer la travesía. Al pun-
to que llegó, el capitán ordenó á los PP. y á las hermanas partir para
Mersina. Todos partieron. Allí permanecieron algunos días, excepto el ca-
pitán, el P. Jouve y la Madre superiora que volvieron á Adana para procu-
rar alquilar una casa, si había alguna, para transformarla en ambulancia, á
fin de dar abrigo á los heridos más necesitados. Encontraron una, y de la
manera que pudieron dieron abrigo á unos veinte heridos, extendiéndolos
sobre el suelo, no teniendo por el momento ni camas ni colchones, pues
todo había ardido. Dicha ambulancia no permaneció largo tiempo; el fuego
se comunicó á ella y fué reducida á cenizas. Cuatro hermanas volvieron á
Lyón de Francia.
El cónsul inglés en Mersina, desde el primer día partió para Adana á
fin de procurar el orden, pero inútilmente; fué herido en un brazo y creo
han tenido que cortárselo. El P. Benoit partió para Constantinopla y el pa-
dre Sabatier á Beyruht, en donde se le hicieron las primeras curas de sus
heridas por los médicos de la Facultad de Medicina. Al cabo de algunos
días encontrándose mejor, partió para Adana acompañado de un médico,
que el P. Cattin rector de la universidad le prestó, y del H. Cotel, direc-
tor de la imprenta, llevando consigo, camas, sábanas, colchones y otras
prendas para los enfermos. Así que la calma comenzó á reinar en la ciudad,
las Hermanas que estaban en Mersina volvieron á Adana. Algunas diaconi-
sas de Beyruht y los americanos, sobre todo el cónsul inglés que tiene muy
buen corazón, abrieron en los campos ambulancias militares; todo ha sido
arreglado con mucho cuidado y caridad. Lo que se temía mucho al princi-
pio era una epidemia, pues en este tiempo el país de Adana y sus cercanías
391
es muy caluroso, y los cadáveres estaban en putrefacción por las calles;
pero los echaron á carretadas al río que desemboca en Mersina. Gracias á
Dios ha desaparecido todo temor de epidemia. Últimamente hemos recibido
una carta de los Hermanos maristas residentes en Adana, la cual nos da
detalles sobre la caridad de las Hermanas que están al cuidado de los en-
fermos; y en general todos los que á esta obra se dedican, parece que ha-
cen actos verdaderamente heroicos. Pero ¡qué lástima y compasión da el
ver tantos desgraciados!. ¡Cuántos huerfanitos! ¡cuántas viudas! ¡cuántos
padres han perdido sus hijos! y ¡cuántos que ayer eran ricos están obliga-
dos hoy á viyir de limosna! y ¡cuántos quedarán desgraciados para toda su
vida! ¡quien sin pies, quien sin brazos, quien sin piernas! Cierto joven de
unos 30 años, armenio católico, está en cama; al verle se diría que no está
enfermo, ni tan solo una cicatriz exterior; pero habiéndose escondido en
un Kant (posada) y sabiéndolo los turcos, le hicieron salir de su escondrijo,
y abriéndole la boca le hundieron un puñal en la garganta hasta el puño,
cortándole el interior del cuello y todo lo que el instrumento alcanzó. Una
mujer igualmente en cama, tiene la cabeza y cabellos cubiertos de una cos-
tra desangre cuajada, sin poderse distinguir, ni orejas, ni boca, ni ojos, ni
nariz, todo es una bola de sangre; á la pobre la echaron dentro de un pozo
y la dejaron por muerta.
Ya puede pensar, R. Padre, cuánta miseria debe haber en aquel pobre
país de Adana, y cuántas víctimas no ha habido!; se cuentan unas 5.000 en
toda la provincia de Adana.
Enconmiende, R. Padre, al Sagrado Corazón de Jesús y á la Santísima
Virgen María, á esta pobre Misión de Armenia y á sus misioneros, á fin de
que podamos ganarle muchas almas, y después, si es la voluntad del Señor,
que podamos dar hasta la última gota de sangre por el triunfo de la Iglesia
Católica y por la salvación eterna de las almas.
En sus santos SS. SS. y 00. se encomienda este hermano en Cristo
Jesús.
JHS.
Francisco de la Asunción, S. J.
EL R. PADRE MATEO ANTILLACH, S. J.
t 16 FEBRERO 1910 EN BELIZE (HONDURAS)
Traducción de The Clarión. February 24. 1910
En la Abadía católica, rodeado de sus hermanos en religión, y mientras
Su lima, el Sr. Obispo Hopkins, S. J. terminaba las preces por los moribun-
dos, partió pacíficamente de esta vida el último de una heroica compañía '
de sacerdotes italianos, franceses y españoles, que militaron como volun-
tarios en la obra de la Misión católica en Honduras Inglesa, al lado de sus
hermanos los padres jesuítas de la provincia de Inglaterra.
Con toda verdad puede decirse del P. Antillach que murió al pie del
cañón; pues fué arrebatado en el ejercicio de su cargo de director de la
congregación del Rosario de la catedral del Santísimo Redentor, cuando
iba á dar la bendición al fin de la función. Había rezado las oraciones de
costumbre y hecho una breve plática á los miembros de la congregación
del Rosario, entrando luego en la sacristía á revestirse para dar la bendición.
De vuelta al altar, unos minutos más tarde, tropezó como enredado en la
alfombra del presbiterio. Se incorporó por sí mismo y anduvo uno ó dos
pasos adelante y pareció tropezar otra vez, hacia el lado izquierdo. Probó
de nuevo adelantar hacia el altar, y de nuevo flaqueó hacia el mismo lado;
fortuna que el hermano sacristán le asió, impidiendo que diese de cabeza
contra el sitial del coro. Es que se le había paralizado por completo el lado
izquierdo. Fué llevado á la sacristía donde se procuró aliviarle. Preguntado
dónde sentía dolor, señaló por dos veces la sien derecha, donde radicaba la
hemiplegia, que había paralizado su lado izquierdo. Volvió en sí por unos
minutos y fué llevado á su aposento. El Dr. Carlos Heusner acudió apre-
suradamente, pero declaró el caso sobre los recursos de la ciencia. Antes
que el buen padre perdiese del todo el conocimiento le administró los últi-
mos auxilios el limo. Sr. Obispo P. Federico Hopkins asistido del Rev. Pa-
dre Guillermo A. Mitchel S. J. superior de la Misión.
393
El P. Antillach quedó sin conocimiento y su fin llegó á las 10 h. 12 p.
m. Además de sus hermanos en Religión, estuvo á su lado el señor Luis
Cuevas, que había sido íntimo del padre durante muchos años.
Sus restos mortales con los ornamentos de sacerdote fueron expuestos
en la catedral el jueves por la mañana. Los PP. y estudiantes cantaron el
oficio de difuntos solemne, oficiando S. L y al fin del oficio, á las diez,
celebró una misa rezada por el difunto el P. José A. Murphy S. J. Gran
multitud asistió á estos oficios; y durante todo el día hombres, mujeres y
niños fueron á contemplar por última vez las facciones de su amigo y
padre difunto.
El P. Mateo Antillach nació de una familia catalana, el 21 de diciem-
bre de 1847 en Balaguer de España, donde se deslizaron sus primeros
años feliz y pacíficamente. Cuando muchacho, tomaba parte en las trave-
suras de sus compañeros y con frecuencia llegaban á oídos de su maestro.
Contaba con mucha gracia, cómo, después de un severo vapuleo, bien
merecido, su piadosa madre notó en él una quietud desusada y adivinó al
punto que algo había sucedido en la escuela. El muchacho, después de haber
probado en vano divertir la atención de su madre hacia otras materias
menos personales, le dijo lo que había hecho y cómo lo había pagado.
«¡Pagado! exclamó ella, no: mañana lo vas á pagar», y fué derechamente
á enterar á su marido de lo sucedido en la escuela. El P. Antillach decía:
«olvidé todo lo del vapuleo del maestro, hasta que mi padre se cansó». Y,
por la mañana mi madre me ordenó llevase un paquete de chocolate al
maestro, entregándoselo delante de toda la clase y dándole las gracias por
la paliza, que me había dado el día anterior.
Más tarde, en el colegio, bajo la dirección de los jesuítas hizo notables
adelantos. Después de su año de retórica entró en la Compañía de Jesús el
21 de marzo de 1865, á los 18 años de su edad. Hizo sus estudios de Filo-
sofía y Teología, y un año poco más ó menos después de su presbiterado
respondió al llamamiento divino de acudir á la Misión de Honduras Británi-
ca, llegando á Belize en invierno de 1880. Su obra permanece en los católicos
de nuestra costa, especialmente en Coroza!, Stann Creek y Belize. Formal,
enérgico, de carácter vivaz y temperamento muy genial; se ganó amigos
por doquier y los conservó siempre, con su celo heroico, gran valor en arros-
trar dificultades, paciencia en las enfermedades causadas frecuentemente
por sus trabajos. Todo el que le trataba lo apreciaba, pero bien se echaba
de ver que gozaba especialmente entre los niños de la escuela, ó con los
olvidados, con los enfermos y con los pobres. Durante treinta años todo su
amor y cuidado los dedicó á hacer prosperar espiritualmente las obras espi-
394
rituales de su cargo. Y aún estando enfermo de gravedad, olvidaba sus que-
brantos para servir en lo que podía á los desconsolados, á los pobres y á los
moribundos.
Con él pasó otra vez lo de la vaina estropeada por la espada. Trabajó
como siempre lo había deseado hasta la última hora y guardó su puesto
hasta la muerte. Por abril de 1909, una ligera parálisis afectó su lado dere-
cho; y los superiores, atentos á este aviso, lo llamaron á fines de año á Belize
para descansar, aunque para satisfacer su actividad se le asignó alguna ocu-
pación, siendo la principal el cuidado de la congregación del Rosario, en cuya
reunión del 16 del presente fué llamado al premio.
Los funerales, el jueves por la tarde, fueron concurridísimos. S. I. el se-
ñor Obispo Hopkins elogió en breves frases al P. Antillach como misionero de
Honduras Inglesa, delante déla numerosa concurrencia, presentándolo como
amable, valiente é incansable celador de Dios y de las almas.
El cortejo fúnebre fué quizá el mayor que jamás se vio en Belize. Las
varias corporaciones católicas iban de uniforme, mientras la Banda de los
Niños Católicos, dirigida por Mr. J. Folgarait, ejecutaba marchas fúnebres.
Mas no sólo los católicos acompañaron el cadáver á la tumba: millares de
ciudadanos de Belize de todas clases y confesiones, testificaron el respeto
universal con que todos le miraban. Después de las ceremonias del sepelio,
la multitud se postró de rodillas y unió su cordial plegaria á la del señor
Obispo para que Dios conceda al alma del querido P. Antillach el descanso
eterno. R. I. P.
A. M. D. G.
índice
Páginas
PENÍNSULA
VALENCIA. Casa Profesa.— Ministerios apostólicos del P. Juan María
Sola. Serie de cartas del mismo padre al P. Pedro
Planas.— Carta I.'' 7
Carta 2.^ 10
Carta 3.'^ 13
Carta 4." 17
Misión de Calatayud, por los PP. Miqueleiz, Recolóns,Zu-
gasti y Sola.— Carta del P. Juan M. Sola al P. Pedro
Planas 24
TORTOSA. Colegio Máximo.— Casa de Jesús.— Misiones del P. Ramón
Vendrell en Oran.— Cartas del mismo padre al P. Pedro
Planas.— Carta 1.' • 35
Carta 2.^" 38
Carta 3." 42
Carta 4.' 44
Procesión en Tortosa con motivo del Congreso eucarístico
de Madrid 49
Ministerios del P. José M. Carreras.— Carta 1." del her-
mano escolar Salvador Mico al P. Mario Sauras . . 54
Carta 2.^ del mismo H. al H. Isidoro Lonca .... 58
Carta 3." del mismo H. al H. Coadjutor José Suñol . . 61
TORTOSA. Colegio Máximo.— Casa de S. José.— Un catecismo notable
en la Vega de Tortosa.— Carta del H. Antonio Guasch
al P. Luís Adroer 87
La congregación mariana de jóvenes.— Carta del H. Ra-
món M. Bolos al P. Luís Adroer 77
La congregación menor.— Una visita al asilo de pobres an-
cianos de Tortosa.— Carta de los HH. Catequistas-
directores de la congregación al P. Luís Adroer . . 79
Catecismo del barrio llamado Arrabal /zoí;a.— Carta del
H. Enrique Heras al P. Luís Adroer 84
396
Páginas^
El R. P. Mariano Balcélls. Narración necrológica por el
P. Ricardo Cirera 88
VERUELA. JuNiORADO.— Inauguración de una estatua al Sagrado Corazón
de Jesús en Trasmoz.— Carta del H. Sabino Marco al
H. Fernando Sacasa 94
Ministerios espirituales con unos gitanos.— Narración del
P. Santiago Riba 98
Misiones de los PP. Santiago Riba y Juan Bta. Recolóns
en la diócesis de Tarazona.— Misión de Matalebreras.—
Carta del P. Santiago Riba ai P. Arturo Codina . . 100
Misión de Vlerlas.— Carta del P. Santiago Riba al P. Ar-
turo Codina 103
GANDÍA. Noviciado.— Labor catequística de una congregación de hijas
de María.— Carta del P. Carlos Ferrís al P. Juan M."
Sola 105
Quincuagésimo aniversario de la entrada en la Compañía
del P. Francisco Ceballos.— Carta del H. Francisco Ja-
vier Porta á los HH. júniores de Veruela . . . . 108
Los Ejercicios del P. José L. Iñesta.— Carta-introducción
al P. Antonio Vicent 110
Ejercicios dados por varios de nuestros padres, especial-
mente por el P. José L. Iñesta, en los pueblos de la Ve-
ga de Gandía en 1910 121
Santos Ejercicios en Beniarrés dados por el P. José L.
Iñesta en 1910 129
Tandas de Ejercicios en Albal por el P. José L. Iñesta.—
Carta 1." del Sr. Párroco de Albal al P. Luís Adroer . 132
Carta 1.^ del P. José L. Iñesta al P. Socio Juan Guim . 13(3
Advertencia. Relación de los mismos Ejercicios por D. Jo-
sé M." Delhom 141
BARCELONA. Colegio.— Ministerios espirituales en Cindadela (Balea-
res).—Cartas de los PP. Celestino Matas y Francisco
M." Alós al P. Juan Capell 154
Progresos materiales y sociales de la congregación ma-
riana de Barcelona.— Carta circular del P. Director á los
señores congregantes antiguos 158
ORIHUELA. Colegio.— Congregación de hijas de María establecida en
nuestra iglesia. Serie de cartas del P. Juan N. Peris al
P. Juan Guim.— Carta I." El «voto de la Asunción de
Nuestra Señora > 101
Carta 2." Sección de propaganda 167
Cartas." Sección de catecismo 172
Carta 4." Catecismo de la «Sagrada Familia» . . . 178
Carta 5.* Santos Ejercicios espirituales .... 181
Carta O.'" Fiesta de la Inmaculada y Capilla mariana . 187
Carta 7.* Varias obras de la congregación . . . . 192
VALENCIA. Colegio. El R. P. Jaime Vigo. Relación necrológica por el
H. Escolar Florencio Zurbitu 199
397
Páginas
GERONA. Residencia.— Dos misiones difíciles en la diócesis de Gerona.
—Narración escrita por el P. Antonio Viladevall. I. Mi-
sión de S. Felíu de Guíxols 211
II. Misión en Blanes 225
Una asociación de señoras para la propaganda de buenas
lecturas.— Carta del P. Francisco Ferrer al R. P. Pro-
vincial 2'^8
MANRESA. Residencia.— Varios ministerios del P. Magín Dachs.— Car-
ta del mismo padre al R. P. Provincial 232
PALMA DE MALLORCA. Residencia.- II Congreso regional de las
congregaciones mariqnas en Palma de Mallorca.— Car-
ta del H. Francisco Muedra al H. Mauricio Jiménez. 259
R. P. Cayetano Satorre. Narración necrológica . . . 268
MISIÓN DE FILIPINAS
, I ^ i Manila 273
MSLADELuZÓN....|^,g^^ 278
I Residencia de Zamboanga.-Zamboanga 279
Noticias 1 i Residencia de Tamontaca.-Cottabato . 279
o'eneral s \ Residencia de Dávao.-Dávao . . . 280
*' \ Isla DE Mindanao ;, Residencia de Caraga.-Caraga.
'^^0 i i Residencia de Cagayán.-Cagayán
I I Residencia de Rntiían -Rutñan .
281
282
284
Residencia de Butúan.-Butúan.
\ Residencia de Dapítan.-Dapítan
Isla DE CüLióN. . . Residencia de Culión.-Culión . . . 290
Celebración del l.er Concilio provincial filipino. Novena y
fiesta de la Inmaculada. Excelente espíritu en el colegio.
— Carta del H. Romualdo Benedet el P. José Garriga. 293
Próspero estado del colegio. Varias fiestas. Ejercicios.
— Carta del P. Rector al P. Garriga 295
Singular demostración de afecto del señor Delegado de
S. S. Mgr. Ambrosio Agius O. S. B. á nuestra Misión.
—Fragmento de una carta del H. Romualdo Benedet al
H. José Garriga 297
De El Mercantil, diario de Manila; (fiesta religiosa con
motivo del 50." aniversario de la 2." llegada de los nues-
tros á Manila en 1859) 299
Ministerios del P. Juan Martín en Maluco, Balírig y Tan-
cúlan.— Carta del mismo padre al P. Francisco Nebot . 302
Entrada y primera presentación del P. Antonio Obach en
el pueblo de Langáran.— Carta del mismo padre al re-
verendo P. Superior de la Misión 304
Llegada de una expedición de padres y hermanos á Ma-
nila. — Carta del P. Laureano Confín al H. Antonio
Guasch 306
398
Páginas
Grave inundación en Butúan.— Carta del P. Jaime Valles
al R. P. Saturnino Urios 308
El R. P. Pedro Torra S. J.— Narración necrológica por el
P. Manuel Peypoch 310
La fiesta de la Inmaculada Concepción y el Ateneo de Ma-
nila en 1910 312
Trabajos apostólicos. — Carta del P. Francisco Nebot al
P. Saturnino Urios 317
Trabajos apostólicos.— Carta del P. Jaime Valles al Reve-
rendo P. Fidel Mir 319
Una visita á «El Mirador». — Carta del P. José Algué al
R. P. Superior de la Misión 320
Ministerios apostólicos del P. Jaime Valles. — Carta del
mismo padre al P. Juan Ortega 322
Noticia de la leprosería de la Isla de Culión. - Carta del
P. Manuel Valles al R. P. Superior de la Misión. . . 326
MISIÓN CHILENO-ARGENTINA
Seminario de Buenos Aires. — Fiestas del Sagrado Corazón y de San
Luís Gonzaga. Otras noticias edificantes. — Carta del
P. Lucio A. Lapalma al H. Escolar Enrique Mainier. . 337
Cartas sobre la fiesta de S. Juan Berchmans en el Semi-
nario Conciliar. Carta 1 ." del P. Lucio A. Lapalma al
R. P. Superior de la Misión .344
Carta 2." del P. Juan Corominas al R. P. Superior de la
Misión 345
Ecos de la «Semana Trágica» en Buenos Aires. — Carta
del P. Lucio A. Lapalma al R. P. José Barrachina. . . 350
Dos actos catequísticos. Nueva congregación mariana en
el Seminario Conciliar de Buenos Aires.— Carta del Pa-
dre Lucio A. Lapalma al H. Francisco Galarza. . . 358
Residencia y Casa de Probación de Córdoba.— Varios ministerios de
nuestros padres.— Carta del H. Coadjutor Antonio Sau-
quet al P. Juan Capell 361
Ministerios de algunos padres. — Carta del H. Antonio
Barlén al H. Antonio de Laico 362
Residencia y Casa de Ejercicios en Concepción de Chile.— La Vir-
gen del Pilar y las banderas Hispano-americanas.- Car-
ta del P. Pablo Hernández al P. Juan M.' Sola.. . . 364
Colegio de S. Francisco Javier de Puerto Montt.— El R. P. Pedro
Fink, S. J.— Noble actitud del vecindario. Traslación de
sus restos á Puerto Montt. Sus funerales.— Relación de
un periódico católico de Puerto Montt 368
Paginas
VARIA
Carta del P. Santiago A. Rokliff al P. Rector del
Colegio de Woodstock 375
Carta del P. Santiago A. Rokliff al P. Cecilio Gó-
' mez Rodeles 378
Ministerios espirituales del P. Martín Habig, en Chicago. 380
Misión de Armenia.— Noticias sobre Cesárea de Capadocia y sobre la
matanza de los cristianos en Adana 385
Misión de Honduras,— El R. P. Mateo Antillach, narración necrológica. 392
Misión del Japón
A. A. D. G.
CARTAS EDIFICANTES
CARTAS EDIFICANTES
DE LA
PROVINCIA DE ARAGÓN
AÑO 1911
Número 2
iñs'
wm
BARCELONA
LIBRERÍA RELIGIOSA
CALLE AVIÑÓ, N." 20
I912
PENÍNSULA
CASA PROFESA DE VALENCIA
RECUERDO DEL 25.° ANIVERSARIO
DE LA REEDIFICACIÓN DE ^^LA COMPAÑÍA»"^
Discurso-Memoria pronunciado en la iglesia de la Compañía
el día 19 de noviembre de 1911. por el R. P. Juan María Sola
de la Compañía de Jesús
Ego díco lerusalem: aedificaberis, et templo:
fundaberis. (Is., 44-28).
¡Veinticinco años se cumplen hoy de la reedificación de este templo en
1886! Suceso memorable, acontecimiento extraordinario que con harta razón
os apresuráis á conmemorar solemnemente vosotros, congregantes de la
Guardia y Oración al Santísimo Sacramento ^2), y cuantos habéis acudido en
este día á dar las gracias al Señor por tan incomparable beneficio.
He dicho que con harta razón celebráis de un modo tan espléndido
dicho Aniversario: porque, ¿qué son 25 años de templo de la «Compañía», si-
no 25 años de mayor gloria de Dios, cuya perenne glorificación ha de ser
blanco de nuestras empresas, término de todos nuestros afanes, fuente de
nuestras alegrías, materia de nuestro consuelo en el tiempo y de nuestra
bienaventuranza en la eternidad?
Pues he aquí toda la materia de esta más bien Memoria histórica que
(1) Así llaman en Valencia á nuestra Iglesia.
(2) Dirígese el orador á los congregantes de la Guardia y Oración al Santísimo Sacra-
mento, en primer término, porque coincidía esta fiesta con la anual de los congregantes de di-
cha real congregación.
8
sermón moral ó panegírico; ya que todos convendréis conmigo en que el
mejor hacimiento de gracias, es recordar las mercedes recibidas, y con pro-
fundo reconocimiento del corazón retornarlas al Dador de todo bien. Sí,
vuelvan las aguas al mar de do salieron, después de haber fecundado la tie-
rra y enriquecídola graciosamente con la lindeza de sus flores y la copia,
inexhausta de sus frutos.
De dos órdenes ó linajes son los beneficios, cuya cifra y compendio nos
representa y como trae á nuestros ojos este vasto templo, que vienen á ser
como dos órdenes de voces ó de bien templados instrumentos con que esta
sagrada mole, ha cinco lustros precisamente reconstruida, viene promovien-
do la mayor gloria de Dios; conviene á saber, material y espiritual. Com-
puesto el hombre de materia y espíritu, con entrambas á dos partes es me-
nester que honre y glorifique á su Dios y Señor, si la glorificación ha de
ser cumplida y perfecta; y Valencia, nuestra querida Valencia, en ambas
formas ha glorificado á su Dios estos veinticinco años, reedificando sobre
los antiguos cimientos esta iglesia y tributándole en ella sumo honor, glo-
ria, bendición, acatamiento, vasallaje y poderío.
Vedlo. El liberalismo triunfador en 1868 quiso celebrar en España su
victoria destruyendo escuelas y derribando templos. El primero en quien se
cebó su saña, dentro de la hermosa ciudad del Turia, fué la «Compañía»,
Con esto creyó ¡insensato! dar en tierra para siempre jamás con el princi-
pal baluarte del fanatismo en Valencia. Así lo propalaron los papeles pú-
blicos de la masonería. Una autoridad de nefasta recordación dio el manda-
to, y una gavilla de malsines lo cumplió, mediando el mes de octubre del
mismo funestísimo año. Los que peináis canas, nobles valencianos, recor-
daréis aun con horror aquellas escenas caníbales, que en vano quisiera en-
cubrir ó mitigar un sentimentalismo de mala ley, que sólo sirve de arraigar
la dolencia. La veraz historia, empero, marcará la frente de los autores de
aquel escándalo con el estigma de execración eterna.
Valencia católica se estremeció aquel día, y más aun cuando supo que
el gobierno llamado de la Restauración, mal fundado en el derecho de injus-
to poseedor de hacienda ajena, puso el profanado solar á pública subasta.
Su intento era borrar para siempre la memoria del odiado templo por medio
de las nuevas construcciones que pensaba se harían desde luego, dado lo
céntrico de este lugar, y al propio tiempo echar unas monedas más en el po-
zo sin suelo de las arcas del Tesoro.
9
A vosotras, hijas de María, á dos ilustres damas de vuestra congrega-
ción mariana, la M. I. Sra. D.'^ María de Guadalupe y de la Gándara, III
condesa de Calderón, y á D.'"^ Catalina Baldoví, se debe que no desapare-
ciese este solar. Ellas lo adquirieron discreta y cautelosamente, no para sí,
mas para gloria de Dios y blasón perdurable de Valencia.
Pero antes, ¡cuántas lágrimas no derramaron los buenos hijos de esta
noble ciudad sobre este suelo tan sacrilegamente profanado! Diecisiete años
vimos la valla fatal que circuía el ámbito del antiguo templo, y sinnúmero
de veces se vio en manifiesto peligro de caer en manos de algún logrero
codicioso; mas una fuerza secreta los repelía de aquí como diciendo: «Atrás,
este lugar es santo. Yo lo guardo para que sea glorificado en él mi divino
Corazón». Ego dico lerusalem: aediflcaberis, et templo: fundaberis!>.
(Is., 44-28). Y Jerusalén fué reedificada y el templo restaurado de un modo
maravilloso, que está pregonando la mayor gloria de Dios f".
El hombre escogido por el cielo para concebir y trazar el proyecto fué
el P. Francisco Llopart; para ejecutarlo y darle cima, el P. Antonio Gober-
na. Aquél, nacido en Reus en 1840, entrado en la Compañía de Jesús en
1859, formado en las ciencias durante su estancia por tres años en Inglate-
rra, era altamente estimado en esta ciudad por su don de consejo, talento
vastísimo, elocuencia incomparable y el más á propósito para tamaña empre-
sa. Pero cuando se disponía á ello, quiso la Inmaculada Concepción, en su
propia fiesta de 1883, llevárselo á la gloria, muriendo como buen soldado
de Cristo con las armas en la mano, después de predicar el panegírico de
san Nicolás en la parroquial de su nombre. ¡Descanse en paz el valiente
guerrero!
Su plan, juntamente con su espíritu, lo heredó el segundo, que nacido
en santa Coloma de Queralt, provincia de Tarragona, en 1828, y jesuíta
desde 1854, parece traído á esta ciudad para la obra magna de la reedifica-
ción de este templo. De ingenio agudo, de corazón magnánimo, de trato
afabilísimo, de celo ardiente, de salud robusta y facundia popular é inagota-
ble, conquistó aquí, como en todas partes, infinitas almas para Cristo. Este
fué el Rdo. P. Antonio Goberna, que pasó á mejor vida en Barcelona en
1897.
(1) Puede verse el plano de la iglesia y de la antigua Casa Profesa al final de los Apén-
dices, en el opúsculo de donde se toman estas páginas.
10
Entrambos á dos sentían en su pecho la llama del amor al Corazón de
Jesús, y deseaban que la nueva iglesia se consagrase á este divino Cora-
zón. Durante 300 años, desde 1595 en que puso la primera piedra de ella el
beato Juan de Ribera junto á la Casa Profesa que ya existía desde 1579,
retuvo el nombre del Espíritu Santo que le dieron sus fundadores, si bien
el pueblo la llamó constantemente «iglesia de la Compañía». Las circuns-
tancias habían variado. La nueva enseña del Corazón de Jesús ondeaba
al viento, como prenda de salvación, en manos de la esforzada hueste de
Loyola. En el centro, y como en el corazón de Valencia, convenía se asen-
tase un templo dedicado al Corazón divino, que fuese como el corazón de
la ciudad, escogida por las sectas por blanco principal de sus iras contra
Dios. El Espíritu Santo cedía, pues, su puesto de honor al Corazón del Hi-
jo humanado; pudiendo decirse con justicia, que el divino Espíritu fué dis-
poniendo por espacio de tres centurias este lugar y asiento para que reina-
se en él por siglos de siglos el Corazón de Jesús.
Llopart y Goberna han recibido de Dios el eterno galardón, y con ellos,
¡cuántos ilustres caballeros, damas principales, hijos del sencillo pueblo va-
lenciano, cooperadores y edificadores de este templo! En mayo de 1884 se
emprendieron las obras, puestas debajo del amparo y protección de san Jo-
sé. ¡Y qué bien lo hizo el santo Patriarca! Ni una desgracia ocurrió en el
período de dos años que duró la construcción. Un albañil que se cayó del
andamio no se hizo daño alguno. Había invocado á san José en el momento
de la caída, y este santo parece que le recibió en sus brazos.
Contar la generosidad de los hijos de Valencia en aquella solemne oca-
sión, sería ofender vuestra modestia, ¿Y qué falta haría esta cuenta, pues
lo están diciendo á voces estas piedras, estos altares, este pavimento, estas
columnas que sostienen la grandiosa cúpula, esta torre con los bronces sa-
grados, esa obra del famoso Amezua, órgano bendito que ya ríe, ya llora, ya
nos abate con el temor, ya nos levanta con la esperanza, ora sube á los cie-
los nuestras súplicas, ora nos trae de allí nuevas felices y divinas embajadas?
Poco á poco fueron devolviendo los objetos de la antigua iglesia, que
en los momentos de tribulación se habían desparramado por diversas partes.
La imagen del santo Cristo que veis en la sacristía y la que veneráis en la
capilla de la comunión, vinieron de la iglesia del Pilar. La barandilla de
bronce de la misma capilla de comunión se recogió de san Bartolomé. Gran
parte de los ornamentos sagrados se deben á vosotros, congregantes de la
Guardia y Oración, que tuvisteis la cautela de llevarlos á san Nicolás. Esos
ángeles san Miguel, san Gabriel, san Rafael y el Ángel Custodio de Valen-
cia, se trajeron otra vez del Museo, donde se guardaban, á los que se ha
11
añadido, para llenar las columnas, el Ángel de la Compañía. Las puertas del
antiguo templo fueron á parar á Oliva, y el primitivo templete del altar ma-
yor lo podéis visitar en Almácera. El Corazón de Jesús les pague á todos
el retorno con la copia de sus dones.
ÍV
Entre las alhajas de este templo, permitidme que pare la atención en
aquellas reliquias que. encerradas en una urna, se veneran al pie de san Jo-
sé. La historia de ella es peregrina y muy honrosa para Valencia.
Copio, pues, del tomo II de las Memorias del Sr. Borrull, caballero va-
lenciano que representó á esta ciudad en las Cortes gaditanas de 1812 con-
tra el partido liberal:
«Habiendo llegado á esta ciudad, desde la de Palermo, en cuyo colegio
de jesuítas enseñaba la teología el P. Vicente Soler, á fines de febrero de
1816, se alojó en casa del Sr. Borrull: condujo con su equipaje el cuerpo de
san Justo, niño mártir, que venía cerrado en un grande cajón, con los sellos
de la iglesia episcopal de Pati, en Sicilia. Y el 31 (21?) del mismo se pre-
sentó memorial al señor arzobispo, suplicando que se sirviese mandar reco-
nocer el cajón y la urna del cuerpo del santo, teniendo presente la auténti-
ca del mismo dada por el cardenal Semaglia; y constando su autenticidad,
conceder licencia para exponerlo á la veneración de los fieles. Y comisionó
para ello á don N. N., su familiar y juez de obras pías; y precediendo estas
diligencias, por las cuales resultaba la autenticidad del cuerpo del santo,
dio la expresada licencia, y se colocó en el segundo cuarto del entresuelo
de la casa del Sr. Borrull, habiéndose formado un decente pabellón de da-
masco carmesí, una como mesa de altar con su frontal, y puesto encima
seis candeleros de plata con sus bujías y una cortina que lo cubría. Y se
determinó que las tardes de los días de precepto y los jueves viniesen las
personas que quisieran venerarle.
«Acudió un gentío inmenso de prebendados, clérigos seculares y regu-
lares, la nobleza y diferentes clases del pueblo, vecinos de la inmediata y
bastantes forasteros. De cada día se aumentaba la concurrencia; y al cabo
de unos veinte días fué tanta, que se llenó la escalera, el patio y gran par-
te de la plaza, queriendo entrar los más inmediatos sin esperar la salida de
los que estaban dentro.
»En vano se quiso conten£rlos. El criado Mas procuró hacerlo, y
abriendo la puerta se entró un grande golpe de gente: le tiraron en tierra
y cofltra la pared los que estaban al lado de la urna. Y temiendo alguna
12
desgracia de la misma, mandó el señor cerrar la puerta }' no permitir en-
trar á otros, costando mucho trabajo el hacer que marchasen las gentes,
manifestándoles que otro día se les permitiría la entrada. Y en los días si-
guientes sólo se concedía á las personas decentes...»
He aquí, pues, el sagrado cuerpo del niño mártir san Justo venerado
primero en el colegio de la Compañía de Jesús de Palermo, traído á Valen-
cia por el jesuíta P. Vicente Soler, á principios del pasado siglo cuando el
restablecimiento de la Compañía por Fernando VII; agasajado y porfiada-
mente obsequiado y visitado en casa del caballero y diputado valenciano
Sr. Borrull (calle de Borrull), trasladado luego á la iglesia de la Compañía
hasta 1868, custodiado después de la demolición de este templo en el de
san Nicolás y vuelto, finalmente, á la «Compañía» y colocado en el altar del
glorioso Patriarca san José para ornamento y tutela de Valencia.
V
Y llegó el mes de noviembre, cuyo XXV aniversario celebramos, y
Valencia entera mostró á la faz de España cuánto ama al Corazón de Jesús.
El día 15, el Emmo. cardenal D. Antolín Monescillo bendijo solemne-
mente esta iglesia: el 16 se empleó en asearla y ataviarla, como á nueva
esposa del Cordero, con sus mejores joyas, y el 17, antes de rayar el alba,
ya estaba la Iglesia y alrededores henchidos de piadosa muchedumbre. A las
cinco y media celebró la primera misa el Rdo. padre Goberna, la primera
de aquel día y la primera también que aquí se celebraba después de 17 años
de desolación y tinieblas. Valencia veía cumplidas sus esperanzas y su pe-
cho oprimido comenzaba á respirar. Fueron muchísimas las comuniones de
aquella fausta mañana, en que dijeron misa muchos sacerdotes de la ciu-
dad, como queriendo desagraviar al Corazón de Jesús de las graves injurias
que allí mismo había recibido. Día faustísimo en tus anales, real congre-
gación de la Guardia y Oración al Santísimo Sacramento, pues en él anu-
daste aquí los ejercicios de las Cuarenta-Horas, donde tenías antes tu matriz
y asiento, y de donde te había arrojado, juntamente con tu Dios sacra-
mentado, la impía revolución.
Dijo la misa de descubrir aquel varón de tan piadosa memoria, D. Juan
de Dios Montañés, consiliario de la congregación, y cantó la mayor aquel
sacerdote ejemplarísimo, D. Luís Badal, canónigo de la iglesia metropolita-
na de Valencia. Ahí en el presbiterio, y bajo rico dosel, oficiaba de medio
pontifical el eminente purpurado y arzobispo de esta sede Antolín Mones-
cillo, y á esta sagrada cátedra subió á predicar el Rdo. P. Goberna. Los
13
que le oísteis entonces, seguramente no habéis olvidado lo que dijo. Tomó
por tema aquel lugar del Paralipómenon . Elegí et sanctificaui locuin
istiim. En el exordio expresó con sentidas frases la alegría que inundaba su
corazón al ver el nuevo templo y la piedad del pueblo valenciano; haciendo
notar que muchos, al penetrar en él por la mañana, habían derramado lágri-
mas de gozo, premio sin duda de las que derramaron al ver derribado el
antiguo. Y sentó la siguiente proposición: «Este templo es una prueba evi-
dente de la fe y piedad del pueblo valenciano y un medio poderoso para fo-
mentar esta fe y esta piedad».
Para probar la primera parte, comparó los pueblos que han edificado los
monumentos de la Religión con los que los han destruido, haciendo ver que
la fe animaba á los primeros y la impiedad á los segundos, compendiando
sus argumentos en esta hermosa frase: «La fe edifica, la indiferencia aban-
dona, la impiedad destruye».
En la segunda parte habló de los destinos del templo católico, que es el
lugar adonde van los fieles á oir ]a palabra de Dios, poderosa y eficaz co-
mo cuando salía de labios de los pescadores de Galilea para regenerar al
mundo y fomentar la fe y la piedad de los fieles. Es también el templo lu-
gar donde se administran los sacramentos de penitencia y comunión, me-
dios poderosísimos para sostener la debilidad del corazón humano.
En el templo está, además, el altar del incruento sacrificio, al cual
asisten los fieles para robustecer su fe y acendrar sus sentimientos de pie-
dad. Es, además, casa de oración, y sin la fe es imposible la oración, por-
que nadie ora si no cree. Finalmente, dijo que de propósito, reservaba
para lo último el argumento que más amaba, y es que este templo está de-
dicado al Corazón de Jesús, cuya devoción es uno de los medios más pode-
rosos que Dios nos ha concedido para adelantar en la virtud.
Terminó tan bellísima oración dando gracias al Señor, por la dicha que
le había otorgado en ver la conclusión de esta obra; al Emmo. Sr. carde-
nal, por el interés que por este templo había manifestado, bendiciéndolo y
asistiendo á su función inaugural; á los bienhechores que habían [cooperado
con sus limosnas, y á los que, por carecer de más caudales, habían ayuda-
do con el óbolo de sus oraciones. «Si alguno hay— dijo— que no]ama á este
templo y aun llega á odiarlo, yo quisiera vengarme de él estrechándole en
mi corazón, después de haberlo reconciliado con Dios, para que me pudiera
llamar padre y amigo».
Por remate de tan grandiosa fiesta se cantó un precioso \Te Deum en
acción de gracias. Todo el día estuvo el templo lleno de gente, y por la tar-
de la profusa iluminación y la solemnísima reserva atrajo inmenso gentío.
14
Fué el preste el muy ilustre señor D. José Cirujeda. Todo fué grande en
aquel día de honor para Valencia, de gloria para el Corazón de Jesús. Va-
lenciano fué D. José Ubeda, autor de la nueva misa que se cantó, magistral-
mente interpretada por la capilla de música; valenciano el compositor del
Aue María que se cantó al ofertorio y fué dirigida por su autor el maes-
tro Quzmán, maestro de capilla de la catedral y después monje de Mont-
serrat.
Aquí visteis los siguientes días oficiar ó cantar la misa al Dr. D. Igna-
cio Guillen, consiliario de la congregación y rector de los Santos Juanes;
á D. Francisco Bañuelos, provisor y vicario general; á D. José Ferrándiz,
cura de la parroquial de san Esteban; á D. Francisco García, canónigo de
esta santa metropolitana Iglesia, después dignísimo obispo de Loryma; á
D. Francisco Martínez, cura de la parroquia de santa Cruz, predicando el
18, Ínter solemnia, el M. I. Sr. D. Jaime Fajaron canónigo doctoral, á la
sazón, de la santa iglesia de Segorbe.
VI
Faltaba, empero, á esta iglesia su principal decoro y ornamento, «la Pu-
rísima de la Compañía», obra inspirada por la misma Reina de los ángeles al
piadoso Joan de Joanes por medio del siervo de Dios P. Martín Alberro.
Desde la fecha lúgubre de la demolición del templo, la joya del arte valen-
ciano presidía el salón principal del museo de pinturas. Res cíamat domi-
no, y la «Purísima de la Compañía» clamaba por su altar, y el altar de la
«Compañía» clamaba por su «Purísima». El día 7 de Diciembre (hará pronto
25 años), al anunciar el P. Goberna desde el pulpito, terminado el ejercicio
de la noche, que se iba á colocar en su altar la devotísima imagen, estalló
un viva atronador á la Purísima, que se colocó desde luego en su propio si-
tio, y se cantó con indecible júbilo el ^ye niaris stella. Al día siguiente
comulgaban aquí más de 2.000 personas. La Inmaculada había triunfado otra
vez. Sixto V, Gregorio XIV, Inocencio IX y Clemente VIII que con tantas
indulgencias habían enriquecido esta imagen, aplaudieron desde el cielo.
Los jesuítas que habitaron esta Casa Profesa desde 1579 á 1767; los que,
restablecida la Compañía de Jesús por Pío VII en 1834, vinieron á Valencia
reclamados y recibidos por vosotros, el 8 de Julio de 1816 y moraron aquí
hasta 1835, recibieron aquel día nuevo gozo y bienaventuranza acccidental
en la gloria; y todos, después de Dios, reconocemos por autora de tanta di-
cha, á tí real congregación de la Guardia y Oración, que dos veces has re-
cobrado este templo para la gloria de Dios: en 1849 y en 1886. Y esta ima-
15
gen, que peregrinó desde aquí á la capilla de comunión de los Santos Jua-
nes en 1835, por tí tornó á su hogar y casa solariega en 18 de noviembre
de 1857; y sacada nuevamente y á viva fuerza en 1868, tú también ayudas-
te á restituirla á su trono este año que hoy conmemoramos de 1886.
La mayor gloria de Dios por medio del Corazón de Jesús fué la mira
principal de los restauradores de este templo: y el encaminarnos al Cora-
zón de Jesús por María Inmaculada y á María por el Patriarca san José,
coronó el pensamiento de esta obra. Y siendo esto glorificación por la mí-
nima, pero aguerrida é incontrastable milicia de Ignacio, ¿cómo habría de
echarse menos tras el altar mayor, dedicado como todo el templo al divino
Corazón, después de los altares de la Purísima y san José, el de san Igna-
cio de Loyola? ¿Y no era valenciano el cuarto duque de Gandía y tercer ge-
neral de esta Compañía de Jesús? ¿No puede esperarlo todo de su valiosa
protección? Luego justo era se le dedicara un altar en esta iglesia, y no me-
nos justo se erigieran al Patrono de la juventud y al Apóstol de las Indias,
cuya estatua yacente se halla en el altar de su santo padre Ignacio: y altar
merecían asimismo aquellas dos insignes mujeres, Bárbara y Mónica, abo-
gadas, aquélla de una arma principal de nuestro ejército, y ésta de todas las
madres verdaderamente cristianas.
VII
Estas preciadas joyas merecían un estuche riquísimo, y estas perlas
una concha de subidísimo valor. Los artistas valencianos tomaron por su
cuenta la decoración de esta concha que llamamos la «Compañía». Tras don
Joaquín Belda, que sin ningún linaje de estipendio dirigió esta sólida y mara-
villosa fábrica, trabajaron en ella y la hermosearon con los colores de sus pa-
letas un Giner, pintando á san Ignacio herido, el grupo de ángeles y san
fosé presentando el ramo de azucenas; nx\ Garnelo, con el Rapto de san
Ignacio en Manresa y san José pagando . el tributo al César; un Eduar-
do Soler, con la Aparición de Jesús al fundador de la Compañía, cuando
le prometió su favor en la empresa que meditaba, diciéndole: Ego vobis
Romae propitius ero; un Borras, con el Papa Paulo III confirmando la
Compañía de Jesús; un Garrido, con la Vuelta de Egipto y los ángeles
ofreciendo sabrosas frutas á la Sagrada Familia y el Taller de Nazaret;
finalmente, el H. Coronas, con la apoteosis ó glorificación de san José y
san Ignacio en los dos medios puntos del crucero. ¡Quiera el cielo que la
obra comenzada se lleve pronto á perfecto cumplimiento!
16
VIII
Pero había que guarnecer la iglesia con una muralla más que de bron-
' ce para que pudiese resistir á los embates y acometimientos de la barbarie
moderna, instrumento fiel de los espíritus infernales. Esto se hizo con la con-
sagración solemne efectuada en 4 de noviembre de 1896: el consagrante fué
el Sr. obispo de Menorca, Dr. D. Salvador Castellote y Pinazo.
Ya la víspera se habían colocado las reliquias de los santos Lorenzo,
Mauro, Saturnino, Pedro de Arbués, Jacinto, Inés y otros muchos mártires
en una urna, en donde había varias cajas que el Sr. Castellote selló con el
de su obispado para los tres altares que había que consagrar, á saber: el
mayor y los de la Purísima y san Francisco de Borja. Empezaron los maiti-
nes á los cinco y media; el segundo nocturno, á las nueve de la noche, y el
tercero á las doce: á las tres de la madrugada, se dijeron laudes, y á las
seis, prima.
Mientras tanto, el gentío se agolpaba á las puertas del templo, que es-
taban cerradas; y en el interior comenzó el Prelado, con la comunidad y va-
rios sacerdotes, las augustas ceremonias de la consagración, las más solem-
nes de toda la liturgia: el rezo de los salmos penitenciales, la procesión por
la plaza y contornos de la iglesia, el canto del Veni Creator y las letanías
mayores, mientras el prelado Sr. Castellote, con suma destreza y agilidad,
escribía con el báculo el alfabeto griego y latino sobre este pavimento sem-
brado de ceniza, formando con ella un cruz griega; la otra procesión de las
reliquias, llevadas en andas por los Rvdos. D. José Machí, D. Isidoro Tor-
tosa, D. Vicente Chapa y D. Francisco Cotanda, la unción délas cruces, la
consagración de los tres altares..., ritos que duraron más de siete horas,
desde las cinco de la mañana hasta cerca de las dos de la tarde, en que se
terminó la misa solemne cantada por el prefecto de la iglesia P. Juan Bau-
tista Juan, asistido por los PP. Vicente M.'^ Garín y Francisco de Paula
Cuadras, realzada con la presencia del Prelado que estuvo servido por los
pajes HH. Pericas y Bover novicios gandienses de la Compañía de Jesús.
¡Loor al divino Corazón! ¿Quién podrá contra este templo santificado y
como blindado por el Cielo con el férreo muro de la consagración?
IX
¿Qué faltaba aquí para la más perfecta glorificación divina? Que se
decorase debidamente el altar de la Purísima Virgen, que comparte con el
17
Corazón de Jesús los tributos y homenajes de este templo. Y esto hicisteis,
nobles valencianos, en 1904, levantando un monumento perdurable á la
Concepción Inmaculada en el año quincuagésimo de la proclamación dogma-
tica.
Bien haya el sabio arquitecto D. Joaquín María Arnáu, que trazó y
llevó á felicísimo remate este retablo, que estribando sobre basamento de
mármoles de Aspe, de Muro y de Italia, se alza en marmóreas y verdes
columnas, coronadas con capiteles de dorado bronce, arquitrabe y cornisas
asimismo de mármol y archivolta de doble arco de mármoles rojos alterna-
dos de blanco y adornadas las molduras de flores metálicas. ¡Qué bien pa-
recen desde aquí las retropilastras y molduras, variadas de blanco de Italia
con flores de latón dorado! ¡Cómo luce la cúpula de doce lados y esa zona
de vidrieras blancas circulares con atributos de la Virgen! ¡Qué bien asienta
la clave, formada de una vidriera con el nombre de María, y la base del cas-
quete con esa serie de medios puntos en que se leen las palabras Tota
palchra, alternadas de querubines! Y sobre todo, ¡cómo descuella y arre-
bata los ojos y el corazón la efigie veneranda de Joanes, sobre fondo de
mármol blanco de Italia y dentro del marco riquísimo .formado de festones
de flores, lirios, azucenas, palmas, rosas, sueltas y recogidas por la leve
cinta que sube en espiral!
¡Bien haya, repito, la pericia del Sr. Chambo, artífice de los mancebos
ó arcángeles dorados que sostienen el conjunto! ¡Bien haya el ingenio de
Eduardo Soler, que pintó el lienzo de san Joaquín y santa Ana, ornado de
querubines en forma singular sobre el cuadro de la Inmaculada! ¡Bien haya
el pincel de Garnelo, por sus preciosos lienzos alusivos á la Madre de Dios!
¡Bien hayan los Sres. Liern y Orrico, diestro marmolista aquél y artífice
éste de todos los adornos de metal que avaloran y enriquecen este altar! Y
bien hayáis, vosotras, hijas de María, que habéis costeado estas dos lám-
paras y juego de candeleros, ese rico y artístico sagrario, esa elegante
verja circular de hierro forjado con aplicaciones de bronce, para su defensa
y ornato, y los magníficos y gigantescos jarrones de flores que nunca se
marchitan. Bien hayan, en fin, cuantos han cooperado á levantar este mo-
numento á gloria de María Inmaculada en su más lindo retrato, joya de Va-
lencia y tesoro el más preciado de esta iglesia.
Reedificado ya el templo material á mayor gloria de Dios, sería hora
de contemplar cómo por aquí se ha promovido la glorificación divina en este
2
18
espacio de 25 años, que es lo más íntimo y formal y como el alma de esta
edificación. Imposible penetrar en los senos de la conciencia humana y sa-
car á luz las almas que se han robustecido en la fe, levantado con la es-
peranza, encendido con la caridad en este templo del divino Corazón. Sólo
Dios sabe los pecadores que se han convertido, las lágrimas que se han
derramado, los encendimientos de amor que han brotado en tantos pechos,
de la fragua ardiente del Corazón de Jesús. Templo único en Valencia al
Corazón deífico, no es maravilla que aquí, principalmente, haya manifesta-
do sus propiedades y hecho glorioso alarde de su infinita misericordia. Con
razón, el orador del 17 de noviembre de 1886, Antonio Goberna, afirmó
que este templo se inauguraba para fomentar la fe y piedad del pueblo va-
lenciano, y con ellas, la mayor felicidad que el hombre puede alcanzar en la
tierra, que es amar á Dios y servirle en esta vida, camino' único para go-
zarle en la otra.
Dejemos, pues, ese sancta sanctorum de la conciencia humana y de los
secretos de la predestinación eterna, historia interesantísima, cuyas páginas
se abrirán á nuestros ojos en las moradas de la inmortalidad, y cuya lectura
formará una parte, no la menor, de nuestra bienaventuranza; y digamos en
dos palabras lo que está á nuestro alcance, esto es, los canales ó caminos,
los medios exteriores con que este templo ha atraído las gracias del Corazón
de Dios al corazón del hombre y levantado el corazón del hombre hasta el
Corazón de Dios.
El primer medio han sido las congregaciones, lazo poderosísimo y traza
necesaria para promover con fruto y estabilidad la mayor gloria divina. Ahí
tenéis esos lucidos escuadrones:
La real congregación de la Guardia y Oración al Santísimo Sa-
cramento: que radicada en este templo, extiende, como árbol robusto la
pompa de sus ramas por todas las iglesias de Valencia, encendiendo en todos
los valencianos las llamas del amor á Jesús Sacramentado.
La Pía Unión de los Corazones de Jesús y de María, que unida antes
de 1886 con el Apostolado, se desmembró de él dejándolo en la insigne pa-
rroquia de san Nicolás; Pía Unión que, encerrando en su seno lo más florido
de la sociedad valenciana, ha sido, capitaneada estos 25 años por directores
como los PP. Aguilera, Gació, Carchano, Maigí, Guillen, Prudencio Sola y
segunda vez por el P. Tomás Maigí, el foco más activo de la devoción al
Corazón de Jesús.
La congregación de Maria Inmaculada para la juventud, repartida en
dos, mayor y menor, con sus patronos especiales san Luís Gonzaga y san
Estanislao de Kostka; la cual, animada con el espíritu de la Virgen contraía
19
serpiente y dirigida estos 25 años por los PP. Juan, Bartrolí, Garín y Cone-
jos, ha dado frutos de bendición regaladísimos, y á las azucenas de la casti-
dad ha añadido la palma del martirio, cortada en la jornada inmortal de 11 de
diciembre de 1904 d).
La congregación de la Inmaculada Virgen Maria y san Francisco
Javier ó de la Doctrina Cristiana, que en sentir del Emmo. cardenal San-
cha, es la principal y más importante de Valencia, por el fin altísimo que
pretende y ministerio en que se ocupa; por la multiplicidad de sus miembros,
sacerdotes y seglares, hombres y mujeres, sabios y menos ilustrados; por su
extensión maravillosa en 20, 30 y á veces en 40 centros catequísticos, cons-
tituyendo un poderoso auxiliar de los reverendos curas párrocos (2).
La congregación de Madres Católicas, que dirigida estos cinco lustros
por los PP. Goberna, Castellá, Guillen, Sola (Prudencio), Ripol, Florit y
Casas, ha sido de poderosa influencia en la vida doméstica y social de la so-
ciedad valenciana.
La congregación de Hijas de María, que por el número, calidad y fer-
vor de sus asociadas, puede decirse que es el principal decoro y ornamento
de Valencia.
A estas congregaciones, cada una de las cuales merece historia por sí,
hay que agregar la asociación de señoras de santa Bárbara de los ar-
tilleros, la asociación de la Propagación de la Fe, que tiene su centro
en esta iglesia, y sus fiestas en la Cruz de mayo y el día de san Francisco Ja-
vier; la congregación mariana del Magisterio Valentino, que aquí se
inauguró en 1904, imponiendo el limo, señor Cerero, obispo de Segorbe, la
insignia de la congregación á 98 maestros y 120 maestras, honor de Valen-
(1 ) El congregante mariano Juan Perpiñá. Véase: Un perfecto congregante de la Santísima
Virgen: Juan Perpiñá y Sebastiá, mártir de la /rzmacMtorfa.-Valencia.— Diciembre I904.-Tipo-
grafía Moderna.
(2) He aquí los directores que han sido de la congregación de la Doctrina Cristiana:
P. Santiago Pastor, 1870.
P. Nicolás Serra, 1871.
P. Francisco Borros, 1872.
P. Francisco Baldrich, 1873.
P. Francisco Llopart, 1877.
P.Juan Florit, 1878.
P. Clemente Bofill, 1881.
D. Juan Llopis Montoya, 1883.
P. Antonio Goberna, 1885.
P. Juan Bautista Juan, 1889.
P.José Castellá, 1893.
P.Juan María Sola, 1895.
P. Mariano Baixauli, 1905.
20
cia (1); y en su modo la congregación sacerdotal, la más respetable de
todas, que ha celebrado en la «Compañía» sus grandes solemnidades, como
la beatificación del maestro Juan de Avila, y de la «Compañía» ha tomado
constantemente sus directores de espíritu (2).
Estas congregaciones, como otros tantps organismos, tienen sus ejerci-
cios propios, ya para santificarse sus miembros, ya para santificar á los de-
más, sacando todas sus fuerzas y alientos del Corazón de Jesús. De aquí el
movimiento incesante de esta iglesia, en todo el ciclo del año eclesiástico.
Comienza el Adviento con los Ejercicios á los caballeros, promovidos en pri-
mer lugar, por las conferencias de san Vicente de Paul y Asociación de ca-
tólicos; viene la novena de la Inmaculada, mes del Corazón de María por
enero, misión cuaresmal por febrero y marzo, novena de san José y siete pa-
labras, meses de mayo y junio, novena y triduo á san Ignacio en julio; Ejer-
cicios á todas las clases de la sociedad, repartidos por todo el año, días de
retiro mensual, conferencias de san Vicente de Paul, escuelas dominicales,
Patronato de la Juventud obrera, todos los domingos misa y ejercicios pro-
pios de las jóvenes de María Inmaculada... ¡cuánta gloria á Dios, cuánta edi-
ficación para las almas, cuánto honor para Valencia en 25 años!
Basta anotar el número de comuniones, que de 108,465 que se contaron
en 1886, subió en 1910 á 260,358, llegando algunos meses á treinta y dos
mil, y días á cinco mil las comuniones de esta iglesia. Puede asegurarse que
este número ha ido en aumento todos los años, menos en dos; conviene á sa-
ber: cuando las turbulencias de dos bandos políticos arredraron á las gentes
pacíficas de las iglesias, y los dos años de Exposición, en que se contaron
veinte mil comuniones menos que en años anteriores.
XI
¿Qué ha sido, pues, este templo del Corazón de Jesús durante 25 años?
¿Qué será en lo porvenir? Permitidme que conteste á estas dos preguntas,
y termine.
(1) Han sido sus directores:
P. Juan María Sola, 1904.
P. Guillermo Vives, 1905.
P. Luís Boixadera, 1906.
P.Juan Planella, 1907.
P.José Xercavíns, 1909.
P.Juan María Sola, 1910.
(2) Sus directores han sido durante estos 25 años:
P. Ignacio Gasó, lK8fi-1888.
P. Francisco Aguilera 1888-1906.
P. Mariano Ripol, 1906-1912.
21
¿Qué ha sido? En el orden material y en el terreno del arte, un monu-
mento más que honra á la ciudad y á sus artistas. En el orden de la cultura,
un foco de virtudes cívicas y de patriotismo de buena ley; en el orden de
confraternidad con las demás iglesias, así de seculares como de regulares,
un auxiliar no despreciable que, lejos de amenguar la importancia y esplen-
dor de ellas, ha reverberado en todos los rayos de su fervor y los esfuerzos
de su celo; en el orden social, ha sido el impulsor directo de muchas obras de
caridad y beneficencia, porque encendiendo en los pechos la llama del amor
de Dios, brota por necesidad en ellos la llama del amor al prójimo, del cual
son manifestaciones espléndidas todas las obras sociales; y finalmente, en el
orden religioso, que es el principal, ha sido, como lo confiesan los adversa-
rios, el baluarte no del fanatismo, como dicen ellos, sino de la fe más ardien-
te y de la piedad más sincera.
¿Qué será en lo porvenir? Escrito está en el libro de la presciencia divi-
na; pero por lo que es dable rastrear al hombre, podemos afirmar que los
destinos de este templo son aun más grandes para el día de mañana que lo
han sido hasta el presente. ¿En qué me apoyo? En dos fundamentos, según
mi sentir, incontrastables: el uno de parte vuestra, el otro de parte de Dios.
De parte vuestra, es el tesón y lealtad con que amáis la santidad de es-
te templo. Vosotros, hidalgos y caballeros valencianos, lo levantasteis en
1595; vosotros lo sostuvisteis en pie por espacio de tres siglos, llenándolo
continuamente con los resplandores de vuestra fe hasta 1767; vosotros lo
conservasteis intacto durante los 49 años que duró la ausencia forzosa y es-
trañamiento de los jesuítas; vosotros lo devolvisteis á sus dueños el 8 de ju-
lio de 1816, con general regocijo de toda la ciudad; vosotros lo custodiasteis
del 1835 al 1849, en que lo restituísteis á los hijos de Ignacio, y en 1852,
restaurado por vosotros abristeis otra vez sus puertas á la piedad valencia-
na; vosotros, cuando una Junta revolucionaria lo igualó con el suelo, lo tor-
nasteis á levantar con mayor pujanza, y vosotros en el lapso de cinco lustros,
lo habéis enriquecido y hermoseado espléndidamente á gloria del Corazón de
Jesús. ¿Y esa conducta en lo pasado, no es prenda muy valedera para lo por-
venir?
El Prepósito General de la Compañía de Jesús Francisco Javier Wernz,
fiado en esta prenda de vuestra generosidad y amor á esta mínima Compañía,
ha declarado por decreto de 1907 Casa Profesa á la hasta entonces Resi-
dencia de PP. jesuítas, lo cual si supone en nosotros más santidad y perfec-
ción, da á entender en vosotros mayor efusión de caridad.
¿Y la casa de Ejercicios, llamada la Purísima de Alacaás, no es acaso
una institución que con la Casa Profesa viene á robustecer los pilares de este
22
templo y los ministerios de la Compañía en esta culta y benemérita ciudad?
¡Cuántos sacerdotes, cuántos seglares de todo estado y condición se reco-
gen cada año en aquella morada del silencio y de la oración, para templar sus
almas en la fragua de Manresa! ¿Y no tendré sobrado derecho á esperar los
mismos y mayores crecimientos en lo futuro?
Por parte de Dios y del divino Corazón, me asiste un argumento aun
más incontrastable: es la fidelidad de ese Corazón que jamás se deja vencer
en generosidad; son sus promesas que nunca fallan, y El ha prometido que
bendecirá á manos llenas las casas y ciudades donde se exponga su imagen
y se promueva su culto. Quien no conozca la bondad y poder del Corazón de
Jesús, podrá en hora mala desesperar; pero nosotros que lo conocemos y pal-
pamos, no desmayaremos jamás.
Y si amaneciere un día aciago ó una noche de tinieblas para Valencia,
como amaneció en fecha no remota para la hermosa capital del Principado de
Cataluña, ¡vive Dios!, que ahí estáis millares y millares que cumpliréis como
caballeros y soldados de Cristo. Y así como vuestros almogávares, defen-
diendo su religión y su patria, desbarataban la morisma al grito mágico de
Sanf Jordi, firam, firam, desperta ferro, y sacudían sus lanzas en el haz de
sus escudos; vosotros, alzado en alto el escudo del Corazón divino, iris de
esperanza y prenda de victoria, clamaréis en alta voz y sin asomo de miedo
ó cobardía: «Atrás, oh enemigo!; el Corazón de Jesús está conmigo». Y el
día último de los tiempos, cuando en frase de san Pedro, adveniet dies Do-
mitii üt fur, in qiio coeli magno ímpetu transient, elementa vero calore
solventar, térra autem et qiiae in ipsa siint opera, exiirentur: (D «el día
del Señor vendrá como ladrón, de repente y á la hora menos pensada, y los
cielos con espantoso estruendo se pasarán de una parte á otra, los elemen-
tos con el ardor del cielo se derretirán, y la tierra y las obras que hay en
ella serán abrasadas»; cuando hayan desaparecido los palacios de los reyes
y las moradas del lujo y de la industria y no se vea de Valencia ni la Lonja
de contratación ni aun los cimientos del altivo Miguelete, quedará de este
templo una huella luminosa que atraerá las miradas de los hijos de Dios é
hijos de Valencia, y desde las alturas celestiales clamarán con júbilo infini-
to: «Allí estaba el templo del Corazón de Jesús; allí la «iglesia de la Com-
pañía», donde recibimos tantas gracias para subir á este alto asiento: gloria,
honor, bendición y poderío al Dios tres veces santo por medio del Corazón
de Jesús y de su purísima Madre María santísima».
(1) 2Pet. .1-10.
23
II
Decreto de erección de la Casa Profesa de Valencia en la Provincia
de Aragón
FRANCISCO XAVIER WERNZ
Prepósito General de la Compañía de Jesús
A TODOS Á QUIENES CUMPLE, SALUD SEMPITERNA EN EL SeÑOR
Como los colegios se han instituido en la Compañía para tener escuelas, las
Casas Profesas se destinan al ejercicio de los demás ministerios de la Compañía.
Porque es así, que en las Casas Profesas debe resplandecer señaladamente la
pureza é integridad de nuestro Instituto; por manera que, dejado aparte el cuidado
de las escuelas, no sólo se consagre cada cual con todo ahinco á su propia salva-
ción y perfección por el más exacto cumplimiento de la disciplina religiosa y de
nuestra pobreza, sino que ha de procurar intensamente la salvación y perfección
de los prójimos.
He aquí por qué, recién nacida en una Casa Profesa la Compañía de Jesús,
aunque de todas partes la llamaban á gobernar colegios; con todo, su principal an-
helo fué instituir cuanto antes Casas Profesas, dondequiera que le fué posible, y
este cuidado lo encomendó muy de veras la Congregación III al Prepósito Gene-
ral. De aquí provino, que la antigua Compañía, multiplicadas de día en día sus Ca-
sas Profesas, floreció más amplia y dilatadamente en la vida y virtud de su primer
origen: y cuando en 1758 se congregó por última vez en Roma, en vísperas de ser
suprimida en toda la haz de la tierra, aun puesta en aquel trance decretó con gra-
vísimas palabras que se fomentasen las Casas Profesas y se conservasen con el
mayor conato posible.
Revivió más tarde, placiendo á Dios, la Compañía, y las congregaciones gene-
rales XX y XXII, siguiendo las pisadas de sus mayores, alabaron grandemente y
dejaron recomendada la erección de Casas Profesas; mas sobrevinieron tan cala-
mitosos tiempos, que las más de las provincias ó arrancadas de sus domicilios ó á
punto de serlo, lejos de intentar la fundación de nuevas Casas Profesas, ni aun
pensar podían en conservar las poquísimas que á la sazón se habían abierto. De
aquí, que la Congregación XXIV se doliese tan amargamente de que en toda la
universal Compañía no hubiese, de mucho tiempo, ni una Casa Profesa.
Y como quiera que la principal causa parecía ser la escasez de medios pecu-
niarios para sustentar la vida, porque la Compañía universal no careciese más tiem-
po de Casas Profesas, creyó oportuno la Congregación XXV consultar al Sumo
Pontífice si repugnaba á la pobreza de las Casas Profesas, en caso que no pudie-
sen sustentarse de solas limosnas, el ayudarse de los estipendios de misas y minis-
24
terios, según el privilegio otorgado á la Compañía. Preguntado por Nos el Beatí-
simo Padre en 29 de enero del presente año, negó redondamente Su Santidad hu-
biese en esto ningún inconveniente; antes afirmó de plano, que no veía por qué los
miembros de nuestra Compañía, cualesquiera que fueren, no puedan, salva la po-
breza de nuestro Instituto y siempre que padezcan necesidad, valerse de seme-
jantes socorros subsidiarios, que provienen de los estipendios.
Nos, enseñados y del todo asegurados por tan gravísimo oráculo de la Santa
Sede, dirigimos una mirada á todas las provincias de la Compañía y cuidadosa-
mente examinamos qué residencias principales hay en ella que pudiesen con más
facilidad convertirse en Casas Profesas.
Y como quiera que la residencia valentina de la Provincia de Aragón pareció
á Nos y á los padres asistentes la más aparejada para ello— ya que tiene una casa
espaciosa, muy acomodada para un regular número de padres y hermanos, más
otra en el campo aptísima para dar los Ejercicios, entrambas á dos bien amuebla-
das, juntamente con el templo de la antigua Casa Profesa, hermosamente reedifi-
cado con las limosnas de ciudadanos píos, donde se ejercen con maravilloso fruto
los ministerios de la Compañía y tienen sus actos nuestras congregaciones— ya no
vacilamos un punto Nos y los padres asistentes en que la Residencia Valentina era
la que más se allegaba á una Casa Profesa y que había que tratar con el Provin-
cial de Aragón de levantarla á la condición de tal.
Así fué, que consultado este Nuestro acuerdo con el Prepósito Provincial y
con el Superior de la Residencia de Valencia, y después de bien estudiado y pro-
fundamente ponderadas todas las circunstancias; como á ninguno de ellos se les
ofreciese dificultad de monta que pudiese embarazar la obra, antes protestando
uno y otro que ni á ellos ni á sus consultores podía acaecer cosa más acepta y
agradable que el que la nueva Casa Profesa, dejados poco á poco los estipendios
de misas y ministerios, se sustentase únicamente de las limosnas de tan piadosa
ciudad; Nos, edificados grandemente de tanta confianza en Dios y tanto amor á la
pobreza, con inmenso júbilo de Nuestro ánimo decretamos, y por estas Nuestras
letras y con la autoridad de Nuestro oficio, determinamos en el Señor: Que la Re-
sidencia de Valencia, de la Provincia de Aragón, la cual queremos que en adelan-
te se consagre é intitule del Sacratísimo Corazón de Jesús, desde el día 7 del pró-
ximo junio, dedicado al mismo sagrado y divino Corazón— desde cuyo día pronun-
ciamos que este Nuestro Decreto, leído públicamente y según costumbre en el
refectorio, ha de tener pleno vigor— debe tenerse por legítimamente erigida por
Nos en Casa Profesa, con todos los derechos y facultades que á las Casas Profe-
sas de la Compañía y á sus Prepósitos se conceden, conforme á las prescripciones
de nuestro Instituto. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu santo.
Amen.
Dada en Roma, fiesta de Pentecostés, 19 de mayo de 1907.
Fra.n'cisco Jav. WeriNZ,
Prepósito General déla Compañía de Jesús
25
III
Nombramiento de Prepósito de la Casa Profesa de Valencia
AL R. P. ANTONIO INESTA
Prepósito de la Provincia de Aragón
Reverexdo en Cristo padre:
P. Ct.
Previa consulta con los padres asistentes, y ponderados los pareceres de
V. R. y sus consultores, decreto en el Señor: Que el P. José Castellá sea constituí-
do Prepósito de la Casa Profesa Valentina del Sacratísimo Corazón de Jesús.
Me encomiendo en los santos sacrificios de V. R.
Roma, día 19 de mayo de 1907. ^De V. R. siervo en Cristo.
Francisco Jav. Wernz,
Prepósito General de la Compañía de Jesús
IV
Letras testimoniales del nombramiento de Prepósito
de la Casa Profesa Valentina
FRANCISCO JAVIER WERNZ
Prepósito General de la Compañía de Jesús
A nuestro amado en Crlsto hermano José Castellá, sacerdote de la
MISMA Compañía, salud sempiterna en el Señor:
Fiados grandemente en el Señor de tu probidad y prudencia, te elegimos y
establecemos por Prepósito de la Casa Profesa Valentina del Sacratísimo Corazón
de Jesús, y te conferimos toda la autoridad, gracias y facultades que, según las
Reglas, competen al Prepósito de la Casa Profesa, en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, y rogamos á la divina Sabiduría que tenga á bien enca-
minarte en todas las cosas y ayudarte á su honor y gloria. Amen.
Dada en Roma el día 19 de mayo de 1907.
Francisco Jav. Wernz,
Prepósito General de la Compañía de Jesús
26
V
Epístola á los padres y hermanos de la Casa Profesa de Valencia
AL R. P. JOSÉ CASTELLA
Prepósito de la Caso Profesa de Valencia y á los demás padres y hermanos de la misma Casa
Reverendos padres y hermanos e\ Cristo carísimos:
Lo que constituía el general deseo de la Compañía de Jesús, muchas veces
manifestado en las congregaciones generales, y lo que, sin embargo de esto, afir-
maban las Congregaciones XX y XXIV «que les parecía cosa harto difícil en las
presentes circunstancias», comienza hoy á tener su cumplimiento, merced á la be-
nignísima Providencia de Dios, al inaugurarse legalmente la Casa Profesa de Va-
lencia, con lo que brilla cierta esperanza de que se entablen otras á su ejemplo.
Acontecimiento faustísimo es este y seguramente de gratísimo consuelo á to-
dos los hijos de la Compaiiía que aman y veneran, como se merece, nuestro santo
Instituto. Por lo cual, después de dadas á Dios humildísimas gracias, os doy á vo-
sotros mi más cordial enhorabuena, reverendos padres y carísimos hermanos, á
quienes la divina Providencia ha concedido el restituir é inaugurar, en tiempos
tan recios, la primera Casa Profesa; y en retorno de tamaño beneficio, os exhorto
á que tributéis las merecidas gracias al Autor de todo bien.
Asimismo, después de Dios, os he de mostrar el testimonio de la alabanza y de
la gratitud: porque, no bien os indiqué mi propósito de restaurar entre vosotros la
Casa Profesa, no sólo gustosamente lo abrazasteis, sino que mostrasteis vuestra
generosa y pronta voluntad de que se guardase en dicha Casa la puridad de nues-
tra pobreza, en cuanto fuese posible.
Finalmente, como en buena prudencia no había por qué pensar siquiera en tal
restauración, si no cooperasen al mismo intento la piedad y largueza de los buenos
ciudadanos, que oportunamente os aparejaron el templo y el edificio donde mo-
ráis, y os proveen délas limosnas que habéis menester para vuestra sustentación;
me siento penetrado de la más viva gratitud y benevolencia hacia todos esos bue-
nos amigos de la Compañía, como ellos se merecen, y quisiera pagarles, cuando
menos á los principales bienhechores, con un hacimiento de gracias digno de su
piedad: mas siéndome imposible, ruego á Dios que les retribuya el cien doblado
en este siglo y que en la vida eterna sea Él mismo su grande y colmado galardón.
Así las cosas, sólo resta que todo los moradores de esa Casa y cuantos en
adelante sean llamados á ella, de tal suerte correspondan á los beneficios de Dios
providentísimo y á la liberalidad de los amigos, que en todo el porte de su vida,
como manda la regla 37 del Prepósito, resplandezca de un modo especial la pure-
za de nuestro Instituto. Lo cual ante todas las cosas, se ha de echar de ver en lo
que mira á la religiosa perfección de cada uno; no sólo en la observancia de la po-
27
breza evangélica, peculiar ornamento de la Compañía Profesa, sino en la guarda
de la angélica castidad, en la exactitud de la obediencia, en el estudio de la ora-
ción y en el ejercicio de todas aquellas virtudes con que nos adiestran las Consti-
tuciones de la Compañía á una vida espiritual y santa. Este es el primer fin de
nuestra vocación que, á mayor gloria de Dios, se propone á todos los hijos de
la Compañía, pero que en las Casas Profesas ha de alcanzarse con mayor ventaja
y excelencia.
Cuanto al otro fin, que consiste en procurar la salvación y perfección de los
demás, han de darse á ello con mayor ahinco, los que, tras la formación espiritual
y literaria en las Casas de Probación y en los Colegios, se juzga están finalmente
bien diestros y aparejados para entregarse de lleno á los afanes y ministerios apos-
tólicos de esta sagrada milicia.
En el ejercicio de estos ministerios hay que atender singularmente á que abra-
cemos con mayor conato (ó á lo menos que no les demos de mano cuando se
ofrezca la coyuntura) aquéllos que más nos recomiendan ya nuestras Reglas, ya
los ejemplos de nuestros mayores, ya la necesidad misma de la época presente,
conviene á saber: que atraigamos con todo linaje de industrias á los hombres ena-
jenados de nuestra Religión, á la verdad y vida cristiana; que cultivemos con la
enseñanza del catecismo á la gente ruda, á los pobres y á los niños; que alivie-
mos con los socorros de la caridad á los encarcelados y á los enfermos, y que,
cuanto el tiempo y la necesidad lo sufrieren, hagamos excursiones apostólicas por
los pueblos y aldeas.
En el corazón de todos, deseo se grabe profundamente aquel consejo que al
Prepósito de la Casa Profesa intima su regla: «Espere con magnanimidad y cons-
tancia, que la divina Bondad proveerá á su Casa de los socorros necesarios, con
tal que los Nuestros se entreguen de veras á buscar el reino de Dios para sí y pa-
ra sus prójimos, y que de ninguna manera tolere que, so color de indigencia, se
menoscabe la integridad de nuestro Instituto».
El perfectísimo ejemplar de esta vida apostólica y verdaderamente divina y
juntamente vuestro amantísimo Protector ha de ser el Sacratísimo Corazón de Je-
sús, bajo cuyos auspicios nace y se establece esa Casa. Tomad por dichas á vo-
sotros las palabras con que un tiempo exhortaba á sus discípulos: Yo os he elegi-
do...» «Aprended de Mí...» «Confiad...» «He aquí que Yo estoy con vosotros...»
Toda su vida, pasada en grandes trabajos y pobreza, la encaminó únicamente á
cumplir la voluntad de su Padre celestial y á consumar la obra que le había enco-
mendado: éste decía que era su manjar, hacer la voluntad del Padre y promover
la redención del género humano y la fundación de la Iglesia.
A vosotros, pues, os quiere tener por continuadores de su obra y exactos imi-
tadores de su vida; y así no hay que dudar, sino que derramará en vosotros los
dones excelentes de su gracia que tiene encerrados en los tesoros de su Corazón
sagrado.
Ruego, por tanto, fervorosamente al Autor y Capitán de nuestra Compañía,
28
condecorada con su santísimo Nombre, que se digne recibir debajo de su especial
protección á la Casa de Valencia, y que verifique en ella aquella dulcísima prome-
sa que hizo en la dedicación del templo salomónico: «Yo elegí y santifiqué este lu-
gar para que esté ahí mi Nombre, y perseveren en él mis ojos y mi Corazón todos
los días ».
Espero seguramente que la noticia de la Casa de Valencia y el buen olor
de Cristo se derramará á todas las provincias de la Compañía; y confío, según in-
diqué al principio, que se fundarán á su ejemplo otras Casas Profesas, conforme lo
permita la calamidad de nuestros tiempos, fruto no pequeño de vuestra generosa
voluntad y devoción en procurar la exacta observancia de nuestro Instituto d).
Por fin, si es verdad que por razón de mi cargo me debo á todas y cada una
de las Casas de la Compañía y á todas profeso paternal amor y solicitud, no obs-
tante, confieso que, de un modo especial, me siento obligado con la Casa Profesa
de Valencia en orden á mirar más por su buen estado y á ofrecer por ella fervien-
tes oraciones y santos sacrificios.
Como prenda riquísima de ello, doy al Prepósito y á cada uno de mis padres y
hermanos mi más afectuosa bendición.
Me encomiendo en vuestros santos sacrificios y oraciones.
Dada en Roma, fiesta de Pentecostés, 19 de mayo de 1907.
Siervo en Cristo,
Francisco Jav. Wernz,
Prepósito General de ¡a Compañía de Jesús
VI
EPITAFIOS
de ios PP. y HH. fallecidos en esta Casa Profesa durante los 25 años, y están
enterrados en el panteón de los jesuítas en el Cementerio general
de Valencia
JH S
ROGAD . A . DIOS . POR . EL . ALMA
DEL . P . DIONISIO . MARTIN . S . J ,
FALLECIÓ . EL . 6 . DE . OCTUBRE . DE . 1896
A . LOS . 61 . AÑOS.
R. I. P.
(1) Las esperanzas de N. P. General han comenzado á tener su cumplimiento. E118 de ene-
ro de 1911 se inauguró la Casa Profesa de Viena, y el 10 de octubre del mismo año, fiesta de
san Francisco de Borja, la de Madrid.
29
AQVI . YACE (1)
EL . H . ANTONIO . BENNASER
COADJVTOR . FORMADO . D . L . C . D . J .
NACIDO . EN . FELANITX . MALLORCA
VIVIÓ . EN . EL . SIGLO . XXVI . AÑOS
EN . LA . C." . XXXVI
ENFERMERO . PERPETVO
YENDO . A . RECIBIR . EL . GALARDÓN
DE . SV . EXIMIA . PIEDAD . CON . DIOS
Y . CARIDAD . CON . EL . PRÓJIMO
EL . XV . DE . OCT . DE . MCMI
R. I. P.
• ■ ■ t
HEIC . lACET
P. MICHAEL . GVILLEM . S . I .
ALACVAS . PROPE . VALENTIAM . NATVS
VITA . FVNCTVS . DIE . XVIII . AVGVSTI . M . CM . II
AETATIS . ANNO . Lili
SOC . XXIII
CORDIS . JESV . CVLTOR . EXIMIVS
SCIO . QVOD . REDEMPTOR . MEVS . VIVIT
IN . CARNE . MEA . VIDEBO . DEVM . MEVM
t
P. MELCHIOR . PLANES . S . I .
OPERARIVS . IMPIGER
ÍNTER , CONCIONANDVM . VIRIBVS . DEFECIT
POST . PAVLO . MORITVRVS
IN . AEDIBVS . BENEFICENTIAE .
DIE . XI . lANVARII . ANN . M . CM . III
NATIVITATIS . SVAE . IN . VRBE . PRINCIPE . BALEARIVM
ANN . Lili . SOC . XIII
BONVM . CERTAMEN . CERTAVI . CVRSVM . CONSVMMAVI
FIDEM . SERVAVI.
t
OSSA . ET . CIÑERES
P. RAVLI . ALEGRET . S . I .
IN . IVVANDIS . PAVPERIBVS . AEGRIS . PECCATORIBVS
INDEFESSI.
PRIMAM . LVCEM . VENDRELL . POSTREMAM
VALENTIAE . VIDIT . XXVII . lANVARII . ANN . M . CM . III
AETATIS . LXVIII . SOC . XLIV
INFIRMVS . ERAM . ET . VISITASTI . ME
VENI . BENEDICTE . PATRIS . MEI.
(1) Este epitafio y los restantes, son composición del autor del Discurso-Memoria R. padre
Juan M. Sola.
30
t
yETATIS . ANN . LXXII
REUGIONIS XLIV . SALVTIS . MCMIV
P. lOSEPHVS . M . PEIDRO . S . I .
AD . CHRISTI . AMPLEXVM . EMIQRAVIT,
IN . EO . ERÜA . OMNES . COMITAS . PATIENTIA
ZELVS . ANIMARVM
IN . TRADENDIS . EXERCITIIS . MIRA . DEXTERITAS
ELVXERE.
R. I, P.
i
H S E
(II
lOANNES . VINADER . S . I .
EXIMIAE . PIETATIS . VIR
QVI . ELOQVENTIAE . LAVDEM
INTEGRITATE . VITAE . SVAVITATE
OBEDIENTIA . PARÍ . CVMVLAVIT
VIX . A . D . XIII . lAN . M . DCCC . XXVII
AD . D . XV . FEBR . MCMVI
AVE . IN . PACE . XP.
A. XP, a.
ANNO . CHRISTIANO . MCMVII . D . XIV . FEBR.
DECESSIT . POST . AETATIS . ANNOS . LXXXVI
QVORVM . QVINQVE . SVPRA . LX . IN . SOC . EXEQERAT
P. FRANCISCVS . AGVILERA . S . I .
VIR . ANTIQVAE . VIRTVTIS . TENAX
QVAM . TEMPORVM . DIFFICVLTAS
IN . CORDA . lESV . ET . MARIAE . PIETAS . SINGVLARIS
PRAEFECTVRA . CONGREGATIONIS . SACERDOTVM
PROBAVERVNT.
AVE . ET . QVIESCE
SENEX . PROBÉ . INTEGERRIME
BENE , DE . SOC . DEQVE . VRBE . VALENTINA . MERITE.
A. ^.
AVE . P . IOANNES . FLORIT
GENTE . MAIORICENSIS . PATRIA . SINEVENSIS
DOMl . FORISQVE . IMPENSE ..CHARVS
OB . INGENII . PRAESTANTIAM . CANDOREMQVE . ANIMI
AVIDVM . LEGENDI . ADDISCENDIQVE . STVDIVM
ET . INVIOLATAM . LEGVM . SOC . CVSTODIAM.
lO . LVCEM . ¡NGREDERIS . INACCESSIBILEM
I . PRAE . SEQVEMVR.
OBIIT . IN , PROFESSA . DOMO . XVII . FEBR . MCMIX
AETATIS A LXIV. RELLIGIONIS XLVIII.
(1) Hic sepultus est.
31
XP.
carísimo . HERMANO
MIGVEL . MIRALLES
SIEMPRE . AFABLE . MODESTO . PIADOSO . MORTIFICADO
TAN . SOLICITO . DEL . DECORO . DE . LA . CASA . DE . DIOS
DESCANSA . EN . PAZ
NACIÓ . EN . ALCOY . 12 . MAYO . 1860
ENTRO . EN . LA . COMP . 7 . SEPT . 1878
MVRIO . EN . LA . CASA . PROFESA . 20 . DIC . 1909
t
ADIACET . HEIC
PRVDENTIVS . SOLA . PRESBYTER . E . SOC . lESV
IN . DOCENDIS . EPHEBIS . RES . PHYSICAS
IN . SODALITIIS . REQVNDIS IN . CVRANDIS . INFIRMIS
ETIAM . CONTAGIOSA . LVE . INFECTIS
IN , PAVPERIBVS . EXCOLENDIS . IMPIGER . ASSIDVVS
LONGA PARALYSI CONSVMPTVS OBIIT AD PVRISSIMAM
XX , NOV . A . MCMX AETATIS . LXV . REL . XLIV.
R. I. P.
VII
PADRES Y HERMANOS
que en el transcurso de 25 años pertenecieron á esta Casa Profesa y han falle-
cido fuera de ella, con indicación del tiempo que trabajaron en esta ciudad
R. P. Antonio Goberna, Sup. (1884-1890), i en Barcelona el 16 de junio de 1897.
» P. Joaquín Carchano (1885-1888) (1893-1894) t en Orihuela en 18 noviembre
de 1907.
» P. Ignacio Gassó 1884-1887) i en Valencia el 2 de octubre de 1911.
;> P. Francisco Paláu (1882-1887) t en Sarria el 25 de enero de 1901 .
:> P. Lius Pujol (1886-1893) i en San Hilario el 10 de agosto de 1894.
» P. José Vizcarro (1887-1888) t en Zaragoza el 1.° de octubre de 1898.
■> P. Francisco de P. Martí (1888-1893) Ten San Migttel de Liria el 23 de julio
de 1909.
» P. Tiburcio Valero (1888-1891) i en Zaragoza el 8 de mayo de 1900.
:> P. Columbo Adrién 1890-1893) t en Gandía el 12 febrero de 1897.
» P. Francisco Javier Dalmases (1891-1893) t en Sarria el 28 de febrero de
1903.
> P. José M. Moltó (1891-1896) t en Manresa el 2 de julio de 1907.
> P. Antonio Gació (1894-1896) t en Tarragona el 2 de diciembre de 1896.
32
. Pedro Masdéu (1884-1888) -i en Sarria el 29 de agosto de 1910.
José Barlabé (1888-1899) i" en Orihuela el 11 de diciembre de 1908.
Vicente More!! (1800-1893) t en Orihuela el 20 de febrero de 1896.
Mariano Huerta (1893-1894) t en Manila el 14 de diciembre de 1909.
José Matamala (1900-1901) i en Orihuela el 9 de diciembre de 1905.
VIII
PADRES Y HERMANOS
que han sido de esta Casa Profesa en estos años y hoy viven fuera de ella,
con indicación del tiempo que aquí trabajaron, y el punto en que residen
R. P. Miguel Soler (1884-1887)
» P. Pablo Bartrolí 1885-1890)
» P. Luís Mur (1886-1893)
» P. Rafael Doménech (1887-
» P. Pedro Coma (1888-1891)
» P. Francisco de P. Morell (1890-1892)
•» P. Sebastián Peiró (1892-1893)
Juan Mir (1894-1896)
Vicente M. Garín (1894-1908)
Francisco Cuadras 1896-1901)
José M." Beltrán (1899-1900)
P. Antonio Coscolla (1900-1904)
P. Luís Boixadera (1903-1906)
Guillermo Vives (1904-1906)
Manuel Carceller (1905-1906)
Luís Perera (1906-1908)
Juan Planella (1906-1908)
Martín Sánchez (1908-1911)
P. José Xercavíns (1909-1910)
P. Antonio Rosell (1905-1910)
Domingo Barcóns (1884-1889)
Enrique Arrufat (1886-1888)
León Pastor (1887)
José Brugal (1888-1889)
Ramón Garrido (1889-1891)
Ramón Gimeno (1889-1891)
Ezequiel Xuclá (1891-1893)
Juan López (1893-1896)
Joaquín Tricas (1893-1894)
Vicente López (1694-1889)
Salvador Alberich (1896-1897)
2St£
i en Gandía.
»
» Tarragona.
»
» Gandía.
»
» Barcelona.
»
» Manresa (Santa Cueva).
»
» Tarragona.
»
» Sarria.
»
» Tortosa.
»
» Huesca.
»
» Palma de Mallorca.
»
» Orihuela.
»
» Huesca.
»
» Zaragoza (Residencia).
»
» Palma de Mallorca.
»
» Huesca.
»
» Barcelona.
»
» Buenos Aires (Seminario)
»
» Veruela.
»
» Tortosa.
»
» Tarragona.
»
» Sarria.
»
» Orihuela.
»
» Buenos Aires.
»
» Valencia (Colegio).
»
» Huesca.
» » Manresa.
» » Manila.
33
H. Luís Cardona (1900-1904) está en Orihuela.
Salvador Prunés (1901-1904) » » Gerona.
Francisco Alfonso (1903-1905) » » Tortosa.
Cristóbal Mor (1904-1906) »" » Gandía.
Miguel Planell (1904-1907) » ;> Valencia (Colegio).
Miguel Munar (1905-1910) » » Sarria.
Agustín Villalonga (1906-190S) » » Chile.
» Joaquín 011er (1909-1911) » » Manila.
IX
PADRES Y HERMANOS
que actualmente se hallan en la Casa Profesa con expresión del tiempo
que han morado en ella
R. P. Juan Bautista Juan (1885-191 1).
» P. Luís Perelló (1887-1890) (1901-1911).
» P. José Castellá (1890-1911).
» P. Juan M."" Sola (1893-1905) (1910-1911).
» P. Luís M." Beltrán (1893-1899) (1910-1911).
:> P. Tomás Maigí (1993-1899) 1905-1911).
;> P. Mariano Ripol (1900-1911).
» P. Mariano Baixauli (1901-1911).
- P. Narciso Basté (1901-1911).
V P. Antonio Qiner (1904-1911).
;> P.José Girones (1906-1911).
■■> P. Luís Viza:(1907-1911).
> P. Manuel Torréns (1908-1911).
> P. José Conejos (1908-1911).
> P. Luís Casas (1910-1911).
;> P. José Palacio (1910-1911).
H. Joaquín Cid (1888-1896) (1906-191 1).
» Manuel Darder (1894-1911).
> Felipe Bastida (1909-1911).
» Pedro Forés (1900-1911),
y. Pascual Lasala (1901-1911).
» Miguel Salvador (1902-1911). ' ■
» Lorenzo Isla (1906-1911).
» Julián Fuentes (1908-1911).
» Simeón Martí (1909-1911).
» José Tarráts (1910-1911).
» Fermín Ibáñez (1911).
COLEGIO MÁXIMO DE TORTOSA
CASA DE S. JOSÉ— OBSERVATORIO
COMUNICACIONES GRATULATORIAS PARA EL OBSERVATORIO
I. Del Excmo. Ayuntamiento de Tortosa
Copia.— Sello Alcaldía de Tortosa.
Negociados.*^ Núm. 1176.
Tengo el honor de manifestar á V. S. que, dada cuenta al Excelentísimo
Ayuntamiento de mi presidencia, en su sesión de 7 de octubre último, del
oficio de esa Dirección de 4 del mismo, por unanimidad se tomó un acuerdo
que copiado á la letra es como sigue:
«La Corporación, considerando que el Observatorio del Ebro consti-
tuye un centro de cultura intensísimo que presta excelentes servicios al
público por medio de notas diarias que aparecen en la prensa dando diaria-
mente también la hora oficial á todo el valle del Ebro y teniendo en cuenta
que el Observatorio mediante sus investigaciones brillantísimas unánime-
mente aplaudidas por los sabios más distinguidos del mundo, honra á Tortosa
y á España, por unanimidad se acordó hacer constar la satisfacción del
Consistorio por la existencia, en las inmediaciones de Tortosa, de centro
científico tan importante, felicitando al Gobierno por la protección que
dispensa al Observatorio, declarado, con razón, de utilidad pública, rogándole
favorezca con mayor empeño institución tan honrosa y provechosa para el
país; que se notifique este acuerdo al Excmo. Sr. Ministro de Instrucción
Pública á ser posible por conducto del Sr. Diputado por este distrito,
dándose asimismo traslado del acuerdo al Sr. Director del Observatorio, á
quien se testimoniará una vez más el reconocimiento del Consistorio».
Del anterior acuerdo se ha dado traslado al Excmo. Sr. Ministro de
Instrucción Pública y Bellas Artes, por conducto del Diputado á Cortes por
este distrito, Sr. Marqués de Villanueva,
35
Lo que notifico á V. S. para su conocimiento, satisfacción y efectos
consiguientes; expresando por su parte esta Alcaldía, que cree es poco
cuanto se haga para ensalzar cual se merece la meritísima labor del Obser-
vatorio y de los beneficios grandísimos que produce tanto á la ciencia como
á la comarca en que está situado.
Dios guarde á V. S. muchos años. — Tortosa, 16 de noviembre 1911.
El Alcalde, José de Cid.-?. A. del E. A. El Secretario, Dr. E. B.
II. Del Ayuntamiento de Roquetas
Copia.— /4/cíz/í/m Constitucional de Roquetas.
Provincia de Tarragona.
N."551.
El Ayuntamiento de esta ciudad en sesión de ayer, acordó lo siguiente:
«Dada cuenta por lectura íntegra á la comunicación del Sr. Director del
Observatorio del Ebro de fecha cuatro de los corrientes, remitiendo el últi-
mo número del Boletín Mensual del año 1910 que contiene también el Resu-
men anual del mismo año; Enterados los señores del Ayuntamiento del cpn-
tenido de dicha comunicación; y considerando que las publicaciones de dicho
Observatorio han merecido, por su organización, el aplauso y los elogios
más calurosos de las personas científicas; considerando, por último, que por
hallarse el centro científico de que se trata instalado en esta ciudad, propor-
ciona á la misma mucha importancia, no tan sólo por los adelantos que encie-
rra, si que también por los numerosos visitantes que acuden á dicho Obser-
vatorio, lo cual viene á favorecer de un modo indubitable á esta población;
se acuerda, por unanimidad, dar las más expresivas gracias al Sr. Director
de dicho centro científico y al mismo tiempo agradecer reconocidamente al
Gobierno de S. M. la protección que dispensa al Observatorio del Ebro y
suplicarle con todo encarecimiento, se sirva favorecer cada día más y más á
un centro de tanta gloria, honra y provecho para este país; comunicándose
este acuerdo al Excmo. Sr. Ministro de Instrucción pública y Bellas Artes y
al Sr. Director del mencionado Observatorio».
Lo que tengo el gusto de comunicar á V. para su conocimiento y satis-
facción y en cumplimiento del preinserto acuerdo.
Dios guarde á V. muchos años.— Roquetas, 9 de octubre de 1911.— El
Alcalde, Adrián Lleixá.
Sr. Director del Observatorio del Ebro.
JUICIOS DE SABIOS EXTRANJEROS
SOBRE EL OBSERVATORIO DEL EBRO
Y SUS PUBLICACIONES
La mayor parte de las cartas, que á continuación se mencionan, han sido
escritas en contestación á una circular impresa que se envió á varios directo-
res de observatorio y á algunos especialistas, juntamente con un número del
Boletín Mensual. Dicha circular tenía por objeto conocer la opinión que tal
publicación les merecía, y las mejoras que creyesen debían introducirse en
el citado Boletín. Aunque la forma en que estaba redactada la circular daba á
entender que su contestación no se consideraría de carácter privado, sino
que podría hacerse el uso que pareciese conveniente; con todo la manera de
expresarse es en tal grado favorable al Observatorio, que por ahora no
parece conveniente dar á la publicidad dichas cartas; aunque es muy útil las
conozcan los amigos y bienhechores del Observatorio y aquellas personas
que por su posición están llamadas á favorecer esta institución científica.
No ha parecido del caso dar la versión de tales cartas, si se exceptúa
la del Dr. Schmidt, por su especial dificultad é importancia; pero se indica
la idea principal de cada una, siguiendo en la enumeración el orden cronoló-
gico que es el mismo en que vienen copiadas.
B. Chaiweaii (i) alaba la organización actual del Observatorio como
obra que honra en gran manera á sus directores.
Bigelow i2) reconoce que el Observatorio está realizando una obra
admirable.
Deslandres (3) felicita por la organización perfecta y verdaderamente
moderna del Observatorio; el cual, según el propio académico, llena un vacío
importante con la observación de los iones atmosféricos.
(1) Mr. Chauveau, doctor en Ciencias, de la Oficina meteorológica de París, es el fran-
cés más reputado en los estudios de electricidad atmosférica.
(2) Mr. Bigelow es el especialista de Estados Unidos que ha publicado más trabajos sobre
meteorología cósmica.
(3) Mr. Deslandres de la Academia de Ciencias de París, es director del Observatorio de
Meudon y notabilidad numdial en Astronomía física.
37
El Contra-Almirante Herz^'^) manifiesta el gran interés del Observatorio
de Hamburgo por el Boletín, que llama «publicación novísima», y por la orga-
nización y objetivo del Observatorio del Ebro.
Cleveland Abbe^'^^ai\rxnsL(\\xe: el Observatorio del Ebro por su situación
y aparatos está en condiciones de ofrecer resultados superiores á los de cual-
quier otro observatorio en el terreno de la ciencia meteorológica.
Nodon (3) dice que juzga perfecto el Boletín del Observatorio y digno
de servir de modelo.
L. Palazzo W encuentra admirablemente bien redactadas las publicacio-
nes del Observatorio.
Lecointe (5) felicita por los. trabajos hábilmente realizados con tanta ac-
tividad.
Gockel (6) dice que sigue con grande interés el Boletín Mensual del Ob-
servatorio, y solicita permiso para servirse de los datos del mismo para un
trabajo científico.
Sclilesínger^'^^ hace constar la gran influencia que un Observatorio co-
mo el del Ebro puede ejercer.
Flanimarion juzga que el Boletín es capaz de prestar los más grandes
servicios á la ciencia, y que puede servir de modelo para todos los países.
F. Fox (8) expresa su admiración por el Boletín, que encuentra hermosa-
mente concebido y ejecutado, pareciéndole una empresa enorme para un solo
observatorio.
W. L. Moore ^9) dice que la obra emprendida en Tortosa por lo compren-
sivo del fin, y lo completo del detalle, sobrepuja á cuanto se ha hecho en Esta-
dos Unidos. Manifiesta que la causa de estar particularmente interesado en
(1) El Contra-Almirante Herz es el director del Observatorio Imperial de la Marina Ale-
mana.
(2) Mr. Cleveland Abbe, es profesor de Meteorología, editor de la revista «Monthly Re-
view» de Washington y especialista de gran reputación.
(3) Mr. Nodon, doctor en Ciencias, presidente de la sociedad astronómica de Burdeos.
Ocúpase frecuentemente, en revistas, de la influencia solar.
(4) El Profesor D. Luis Palazzo, es el director de la Oficina meteorológica y geodiná-
mica de Roma, y forma parte de casi todos los Comités meteorológicos y geodinámicos inter-
nacionales.
(5) Mr. Lecointe es el director del Observatorio Real situado en Uccle, cerca de Bruselas.
(6) El Dr. Qockel es profesor en el Instituto de Física Cósmica de Friburgo. Es especia-
lista de fama en electricidad atmosférica.
(7) Mr. Frank Schlesinger es profesor de Astronomía en la universidad de Pensilvania y
director del Observatorio de Allageny.
(8) Mr. Fox, director de los ejercicios astrofísicos de la universidad de Chicago, y del
«Dearborn Observatory».
(9) Mr. W. L. Moore es el director de la Oficina meteorológica de los Estados Unidos.
38
la empresa de este Observatorio, es porque éste realiza algo que ellos han
pretendido hacer en su país; y que por varias razones no han podido aun
conseguir; concluyendo que por este motivo vigilarán con profundo interés
el progreso de esta obra,
W. H. Kninght '^^ encarece la importancia del Observatorio, diciendo
que España debe estar orgullosa de poseerlo.
W. N. Shaiü (2i ha examinado el Boletín con gran interés; felicita cordial-
mente por el excelente resultado, y añade que se propone publicar un boletín
parecido.
F. W. Dyson ^3) dice que el Boletín le parece muy bien hecho, y que no
encuentra cosa que sugerir para mejorarlo.
Bonacini^^ llama al Boletín publicación única en su género, y muy bien
ejecutada.
J. Hann S) agradece el Boletín, que afirma contener riqueza extraordi-
naria de preciosos datos meteorológicos y geofísicos.
Watzof e^) manifiesta su satisfacción por la aparición del Boletín, di-
ciendo que era un desiderátum del mundo científico, y afirma ser una pu-
blicación que no deja nada que desear.
A. Schmidt (^ encarece la importancia del Boletín; y por no ser fácil dar
un breve resumen de su importante carta, damos la traducción de la misma.
Bigoiirdan, í^* finalmente, alaba la forma y el fondo del Boletín y felicita
al director del Observatorio por haber sabido colocarlo en las primeras filas
de los que se ocupan en la física-cósmica.
Entre todas las cartas que acabamos de enumerar parecen de especial
importancia, entre las francesas la de Mr. Deslandres y entre las inglesas,
la de Mr. Shaw; pero es extraordinariamente satisfactoria para el Observa-
torio del Ebro y aun gloriosa para España, la de Mr. Moore, y quizás no
(1) Mr. W. Kninght es presidente de la Sección Astronómica de la Academia de Ciencias
de la California meridional.
(2) Mr. W. N. Shaw es el director de la Oficina Metereológica de la Gran Bretaña.
!3) Mr. F. W. Dyson, director del importantísimo y antiguo Observatorio de Greenwich.
(4) Mr. Bonacini es profesor de la Universidad y director del Observatorio Geofísico de
Módena.
(5) El Doctor Julio Hann es profesor de Física-cósmica en la Liniversidad de Viena. Re-
dactor-Jefe de «Meteorologische Zeitschrift». Meteorólogo especialista de autoridad universal.
(6) Mr. Sp. Watzof es el director del instituto meteorológico de Bulgaria.
(7) El Dr. A. Schmidt es el director del Observatorio Meteorológico y Magnético de Pots-
dam. El primero en su género de Alemania.
(8 Mr. G. Bigourdan, Miembro del Instituto, presidente del Biireou de Longitudes, y As-
trónomo del Observatorio de París.
39
contiene ideas menos importantes la del Dr. Schmidt, cuya versión aquí se
incluye debido á su especial dificultad é importancia, como arriba queda
indicado.
(Traducción) Carta del Dr. A. Schmidt, director del Observatorio de Pots-
áam, al P. Ricardo Cirera, S. J.
Koniglich Preussisches Meteorologisches Institut,
Observatorium Potsdam.
Potsdam, 18 de abril 1911.
Al Sr. Ricardo Cirera, S. J.
director del Observatorio del Ebro.— Tortosa.
Muy respetable señor: Hemos recibido los seis primeros números (ene-
ro-junio 1910) que han aparecido hasta ahora, del informe mensual de los
trabajos del Observatorio, que V. publica de poco tiempo á esta parte bajo
el título «Boletín del Observatorio del Ebro». Por ello le doy á V. las más
expresivas gracias, y también por su amable carta de marzo de este año.
Pasando á satisfacer sus deseos de que le manifieste mi parecer sobre
su publicación, tengo el gusto de decirle que no puedo hacerlo sino en senti-
do enteramente favorable. Su «Boletín Mensual», es la más rica de las publi-
caciones que salen de los observatorios geofísicos, contribuyendo á darle to-
davía más importancia su pronta publicación en cuadernos mensuales. Se-
guramente tardaremos en ver aparecer otro Boletín que iguale al de V.
Aunque, por otra parte, no es necesario que en todas partes se verifiquen
observaciones solares; basta que se hagan en algunos sitios escogidos.
Lo característico de su Boletín, es ciertamente la representación gráfica
y en grande escala, que permite ver en conjunto y en un mismo cuadro, la
marcha de todos los elementos observados, de modo que puede seguirse su
curso día por día. Esto que permite apreciar de un solo golpe de vista la
marcha de aquéllos y su correlación, es excepcionalmente interesante y pre-
cioso. Es de esperar qu,e el mucho trabajo que esto requiere no le parecerá
á V. excesivo. Sería mucho de desear que V. prosiguiera de un modo per-
manente esta representación gráfica tan importante. Quizá se decidirá poco
á poco algún otro observatorio á dar algo semejante, aunque no fuera abar-
cando tanto. Por lo pronto, no será esto cosa fácil. Yo mismo he pensado
muchas veces publicar del modo dicho y día por día. la marcha' de los tres
40
elementos magnéticos solamente; pero aunque esto es mucho menos que lo
que hace V...; siempre he tenido que diferirlo por el mucho trabajo y coste
que lleva consigo.
Me pregunta V. qué mejoras me parece que podrían introducirse; no en-
cuentro ninguna que proponerle. Está todo tan claro, tan adecuado á su in-
tento, que no puedo desear otra cosa, sino que siga adelante del mismo modo.
En espera de que tendré alguna vez ocasión de visitar su hermoso ob-
servatorio, lo cual me interesaría mucho, soy con toda consideración su afec-
tísimo
Dr. a. Schmidt.
SANTA CUEVA DE MANRESA
UNA OBRA DE VERDADERA REDENCIÓN ESPIRITUAL
Garta del P. Francisco M. AIós al P. Ignacio Majó S. J,
Santa Cueva, 3 de diciembre de 191 1 .
Muy amado en Cto. P. Ministro: Aprovecho unos momentos de tregua,
que me ofrecen los ministerios espirituales, para dar á V. R. noticia de una
obra muy provechosa que en esta su ciudad nativa y en la iglesia de la
residencia, ha establecido nuestro P. Raymundo Gutiérrez director de la
congregación mariana vulgo de Jauleras ó Agnesetas, que de ambas ma-
neras se apellida á sus congregantes. El objetivo á que tiende, es el de re-
dimir ó preservar á las jóvenes de aquella congregación primero, y luego
también á cuantas jóvenes quieran aprovecharse, de la cautividad de la moda
que en grado tan pujante como escandaloso, va introduciéndose aun en esta
población, con no pequeñas ofensas de Dios N. S. y menoscabo de la modes-
tia tan propia de la joven cristiana.
Trátase, pues, de una federación, como dicen en el día de hoy, que el
padre ha intitulado Lliga de Modestia y que por la analogía del fin que se
propone ha confiado al patrocinio de la Madre de Dios bajo el título de La
Merced redentora de cautivos.
Después de transcurrido algún tiempo en que venía el padre meditándo-
lo, se resolvió por fin á dar á conocer á sus congregantes en plena congrega-
ción del domingo 21 de junio último su proyecto. Hízolo así, según que lo ha-
bía premeditado y quedó establecida, aunque con carácter privado, su edifi-
cante cuanto provechosa Lliqa de Modestia. A medida que iba el buen
padre estudiando los frutos que producía, convencíase más y más de que podía
proceder con toda seguridad á una pronta, pública y oficial inauguración de su
Lliga.
42
Para divulgar más y más tan provechosa institución, concibió la idea de
estampar, como lo hizo, una hoja piadosa en cuya portada se presenta la
Santísima Virgen redentora de cautivos y á sus pies, arrodillada, una joven en
actitud de ofrecerle una cadena símbolo de la dura esclavitud que impone la
moda. En la parte superior del grabado se lee: Lliga de Modestia; y en la
inferior, aparece el título Mare de Dea de la Mercé, redemptora de cap-
táis (Madre de Dios de la Merced redentora de cautivos). En el interior,
después del siguiente encabezamiento: *•) Liga de Modestia que bajo la
protección de la Virgen de la Merced redentora de cautiuos, han for-
mado las Jóvenes de una congregación (la congregación mar iana de san
Francisco Javier y santa Inés de Manresa) el día 24 de septiembre
de 1911, seguía el texto en que se da razón de la Lliga. Como no sé si esta
hojita ha llegado á manos de V. R., voy á darle, para mayor inteligencia
de todos los lectores de Cartas Edificantes, traducido el texto en cuestión,
dejando para una nota <^2) el original catalán que tomo de la 2.^ edición.
Dice, pues, así el susodicho texto: «Para dos cosas necesitamos del ves-
tido: para defensa de la honestidad, y para resguardo contra la intempe-
(1) «Lliga de Modestia— que bax la protecció de la Mare de Deu de la Mercé,
redemptora de captius, han format les noyes de una congregació (*' per rescatarse
de la esclavitud de la moda> .
(2) «Per dues coses tenim necessitat del vestit ab que'ns cobrím: per la hones-
tedat y per la defensa del eos contra la intemperie: mes per eczigéncies d'una
moda mundana es convertéx no poques vegadas, en motín d'escándol per les ani-
mes, y en molestia peí metex eos.
»Efectivament: ¡quí podrá ponderar del modo degut els danys y perjudicis
que'ns ocasiona aquesta moda!
»Ella ens fa gastar lo que tenim y lo que no tenim: perqué may n'hi ha prou per
satisfer tots sos capritxos.
«Ella va esborrant poc apoc en nosaltres aquéll ayre de reculliment y modes-
tia, que es l'adorno esterior de mes préu de la donzella cristiana,
»Ella, com si fes burla de nosaltres, dona tais formes ais vestits, que en algún
cas, una no's pot acabar de vestir o no's pot alsar si ha caygut, sens que im altre
l'ajudi.
>^Y ens fa anar tan trabades y oprimides (com succeéx ara metex), queTvestit,
no sólzament ens entrebanca y destorba per treballar y per caminar, sino fins per
respirar.
»Ella, finalment, com si fossini unes bóbes, ens vol fer créure que com mes es-
(*) La congregació mariana de sant Francisco Xavier y santa Agnes de
Manresa el día 24 de setembre de IQU .
43
rie; pero la exigencia mundana lo convierte hoy en escándalo de las al-
mas y molestia de los cuerpos.
»No se pueden debidamente ponderar las calamidades que nos acarrea la
moda.
»Ella, con sus caprichos insaciables nos hace aparentar lo que no somos,
y gastar lo que tenemos y lo que no tenemos.
tremades anirém, ens colocarém millor y's fará mes cas de nosaltres: sent axí, que
per aquést camí de vanitat, no's logra altra cosa que atraure Tatenció deis joves de
poc enteniment: .pero, en cambi, fem riure y fem llástima a les persones series y
prudentes.
»Més, lo que causa gran admiració y fins sería increible si no ho vejéssim, es,
que tots aquéts perjudicis que'ns resulten de seguir les modes, els aceptém, volun-
táriament, y fins paguém, a un préu niolt alt, aquéxes metexes cadénes ab qué se'ns
Higa.
»Sería menester havér perdut tota conciencia de la nostra dignitat si sofríssim
per mes temps una tan pesada com voluntaria esclavitut. Mes no: no volém ser es-
claves, sino senyores, de la moda, prenent d'ella sois lo que'ns convinga.
»Y no significa axó que volguém renyir ab lo bón gust en el vestir; ni tampoc
dexar d'aprofitarnos de les ventatjes raonables que's vajin introduint: mes, per cap
respecte huma de amigues ni de modistes traspassarém may els límits que'ns sen-
yala la decencia y modestia cristiana; ni portarém vestits curts, estréts y sobre tot
escotats. Y els duptes que tinguém en aquést punt, els resoldrém prenent llum deis
eczemples de María, y deis consélls d'alguna amiga prudent; recomanantli que si
alguna vegada ens véu passar de la ratlla en axo, li agrairém que'ns ho digui ab
tota franquésa.
»Ja no volém pérdre más temps copiant tots el detalls del últim figurí: preferim
mil vegades imitar les virtuts de nostra Puríssima Mare. Préngui qui vulgui l'ofici
de cuynera deis cues; (*) nosaltres ens estimém molt mes ser cambreres de María.
»Ella qu'es la soberana Reyna de les mercés y redemptora deis captius, vul-
gui fernos la gran mercé de benehir aquesta Lliga de Modestia en que'ns hém
constituit: y ab sa poderosa intercessió ens vulgui ajudar a cumplir el proposit que
11 oferim de treballar ab constancia per trencar les pesades cadénes de la esclavi-
tut de la moda, y de arrancarli les victimes que poguém».
«AcTE DE coNSAGRACió. ¡Oh Vérge santíssima de la Mercé, Redemptora
de captius! captives y esclaves som també nosaltres quant ens subjectém ais insa-
ciables capritxos de la moda, que venen a ser com unes cadénes qu'al mateix temps
qu'a vegades ens opriméxen el eos, molt sovint Iliguen també a les animes, ab perill
de arrastrarles a laperdició».
(*) Axí anoména el Beat Joan d'Avila ais que s'ocupen en regalar lo seu eos.
44
>>Ella, borra poco apoco en nosotras aquel aire de recato y modestia que
en el porte exterior constituye el ornato más precioso de la doncella cristiana.
»Ella, para escarnecer de nosotras, señala tales formas á nuestros ves-
tidos, que no puede una vestirse del todo por sí misma, ni levantarse sin
ayuda de vecino, si tiene la desgracia de caer.
»Ella, nos hace andar tan apretadas y oprimidas con nuestro cerco de ro-
pa, que además de enredarnos el paso y estorbarnos en nuestras labores y
faenas, nos impide la misma respiración.
»El]a, en fin, comerciando con nuestra bobería, pretende hacernos creer
que el camino para llamar la atención y alcanzar un buen partido en el matri-
monio, es el de las formas extremadas, cuando con ellas no conseguimos sino
despertar el interés de unos cuantos jóvenes perdularios y casquivanos, y
excitar la risa y la compasión de la gente seria y sensata.
>>Pero lo que de veras pasma, y no lo creyéramos si no lo viésemos, es
la aceptación voluntaria que nosotras hacemos de cuantos gastos y molestias
nos exige la moda; pues pagamos á precio muy subido las cadenas con que
nos hace esclavas.
»Sería necesario no tener conocimiento de nuestra dignidad, ó haber-
le enteramente perdido, para que sufriéramos por más tiempo esa tan dura y
voluntaria servidumbre. Pero no: no queremos ser eslcavas de la moda, sino
señoras, para tomar de ella sólo aquello que dignamente nos acomode.
»Lo cual no quiere decir que damos de mano al buen gusto en el vestir,
ni que renunciamos del todo á las ventajas razonables que pueda introducir
la moda bien encauzada; solamente damos á entender que ningunos respetos
de amigas ó modistas nos harán traspasar jamás los límites que nos señalan
la modestia y la decencia cristianas, y que abominaremos para siempre de
los trajes cortos y estrechos, y más aún de los escotados.
«Avergonyides de havér sofért voluntáriament una tan pesada y perillosa escla-
vitut; y desitjant recobrar nostra dignitat y Ilibertat, hém format aquesta «Lliga»
que posém bax vostra protecció; a fi de qué os dignen ajudarnos a trencar aqües-
tes cadénes que tant ens humilíen y tant caras havém pagat.
»Contant, dones, ab los aucsilis de la divina gracia, preném la mésférma reso-
lució de no traspassar may les regles de la modestia en quant al modo de vestir, y
en quant a tot lo demés: a fi de qué, vestint, no a gust del mon: sino a gust de
Vos; y vivint adornades ab les preciosas gales de les virtuts, meresquém un dia
ser vestides ab lo ropatje de la gloria, en vostra coinpanyia. Amén».
«Nota.— Aquesta Lliga es pot establir en qualsevol congregaci(), col-légi,
etz., perqué no cambia ni destorba res deis respectius reglaments».
45
»Las dudas que sobre este punto nos vinieren, las resolveremos á la luz
purísima de los ejemplos de nuestra Madre santísima, y con el consejo de al-
guna amiga franca y prudente, que, rogada por nosotras, nos amoneste cuan-
do traspasemos la línea de la honestidad.
»No queremos malgastar el tiempo precioso de nuestra vida trasladando
á nuestros vestidos todos los perfiles del último figurín; preferimos mil veces
imitar las virtudes de nuestra Madre Inmaculada. Tome quien quisiere para
sí el oficio de cocinera de los gusanos (i); que nosotras tenemos por más
honroso el de camareras de la Virgen.
»Ella, que es Redentora de cautivos y soberana Reina de la Merced
quiera hacernos ésta de bendecir nuestra Liga de Modestia, y con su
poderosa protección, ayudarnos á cumplir nuestro invariable propósito de
romper cuantas cadenas de cautiverio nos eche la moda, y rescatar de su
poder el infinito número de voluntarias esclavas».
He indicado de pasada que de la hoja arriba descrita, se hicieron dos
ediciones y por cierto en poco tiempo. Ambas á dos han tenido mucha salida.
Nuestro dignísimo y fervoroso prelado con fecha 1 1 de septiembre, se dignó
mandar á pedir por su Secretario de Cámara y Gobierno, un millar de ellas;
y en el día de la Virgen de la Merced, el P. Recolóns, al panegirizar las glo-
rias de la «Virgen de cautivos redentora» en una dalas iglesias de Barcelona,
dando noticia de la Lliga, vio con especial consuelo que habían ascendido á
700 las hojitas repartidas.
Antes de concluir esta sencilla narración y poner fin á esta mi carta,
pláceme incluirle un recorte del Plá de Bages, (2) dando cuenta de la fiesta
(1) Nombre que da el B. Juan de Avila á los regaladores de su cuerpo.
(2) Lliga de Modestia.— Co/z/'ra l'esclavitut de la moda. — La congre-
gació de sant Francisco Xavier y santa Agnés, establerta en l'iglesia de sant Ig-
nasi d'aquesta ciutat, va obsequiar ahir ab una funció solemne y acte colectiu de
consagració a la Mare de Deu de la Mercé, redemptora de captius, bax qual pro-
tecció ha posat la Lliga de modestia en que s'ha constituit dita congregació, per
redimirse les noyes que la composen, de l'esclavitut de la moda.
Ab tal motiu la Lliga ha publicat y repartit una fulla en la que s'hi representa
a la Redemptora deis captius y una noya agenollada a sos peus en actitut de ofe-
rirli unes cadénes, que representen la pesada esclavitut de la moda.
En dita fulla, després de algunas consideracions sobre'ls perjudicis, que tant
en el ordre económic com en el social y moral, ocasionen certes modes, s'hi Ue-
gex: «Y no significa axo que volguém renyir ab lo bon gust en el vestir; ni tam-
poc dexar d'aprofitarnos de les ventatjes raonables que's vajin introduint: mes, per
cap respecte huma de amigues y de modistes Iraspassarém may, els límits que'ns
46
que en el día titular de la santísima Virgen de la Merced y con el fin de esta-
blecer de un modo oficial y solemne ante la congregación en pleno, su tan
benemérita Lliga, celebró en la propia iglesia de san Ignacio, el celoso pa-
dre Gutiérrez.
Ya vé, pues, P. Ministro, cuan bien trabaja este buen padre y su fervo-
rosa congregación, en orden á que las jóvenes manresanas, sean lo que de-
ben ser á los ojos de Dios y de la sociedad.
Pida V. R. también al Señor y á su santísima Madre, á fin de que no sólo
Manresa siga aprovechándose de este seguro medio para su santificación,
sino que muchas otras congregaciones y personas particulares de las demás
regiones españolas, se decidan á imitar tan hermoso ejemplo.
En los santos sacrificios de V. R. me encomiendo: affmo. S. en Cto.
JHS.
Francisco M.^ Alós, S. J.
senyala la decencia y modestia cristiana; ni portarém vestits curts, estréts y sobre
tot escotats».— (Del «Plá de Bages» del 25 de Septiembre de 1911).
COLEGIO Y CASA DE PROBACIÓN
DE GANDÍA
TANDAS DE EJERCICIOS EN ALBAIDA DADAS POR
EL P. JOSÉ LUÍS IÑESTA
Garta de D. Ángel Tormo al R. P. Jaime Sansa
Albaida, 17 febrero 1911.
Rdo. P. Jaime Sansa.— Tortosa.
Amado en Cristo P. Sansa: Ante todo doy gracias á Dios porque me
proporciona la ocasión de dirigirme á V. á quien, desde hace dos años, no he
visto, y que por haber sido trasladado á ésa he dejado de sentir su paternal
consuelo en los días de mi retiro en el palacio del Sto. Duque.
Voy ahora á ponerle al tanto de lo que por aquí ocurre con los santos
Ejercicios, que está dando el P. José Luís Iñesta.
Enamorado yo de lo que vi en Beniarrés é ilustrado y dirigido por el
padre, di los primeros pasos, para ver de hacerlos practicar en ésta; y desde
los primeros momentos pude convencerme de que era voluntad de Dios el
que mi querido pueblo disfrutase de bien tan grande.
Se empezó á trabajar para darlo á conocer á las personas de alguna re-
presentación, pero aunque se aprobaba la idea por todos, no tomaron entu-
siasmo. Así, pues, sólo se consiguió una vaga promesa de algunos, de prac-
ticarlos, pero ni siquiera comprometiéndose para la 1.^ tanda. Además la
cuestión de local no la teníamos resuelta á nuestra satisfacción.
En estas circunstancias, vino el padre el día 6 del corriente. Predicó
aquella noche explicando su misión. Se desencadenó el tiempo en agua,
y la gracia de Dios á torrentes; y contra todo pronóstico é ilusión, nos que-
damos maravillados al cerrar la 1.'"^ tanda el día 7 por la noche con 111 ejer-
48
citantes, de todas clases y colores y abundando los hijos pródigos. Hubo
necesidad de improvisar dormitorios, recomendar el que durmieran á pares
en cada colchófi, (llegaron á dormir tres en uno), hacer nuevas mesas, etcé-
tera, etc. Por disponer de una iglesia pequeña, una preciosa rotonda inmejo-
rable para las pláticas, pues cabiendo 300 ó más, no tiene que esforzarse el
conferenciante, pero insuficiente para practicar los actos del Via-crucis y
disciplina, tuvimos que salir cruzando una calle principal del pueblo, en bus-
ca de iglesia más capaz. Hubo protesta sorda de parte de algunos ejercitan-
tes, pero arrastrados por la mayoría no dejaron de salir, lo cual fué el triun-
fo de los Ejercicios, pues rompiendo ya con los respetos humanos, dieron un
admirable y conmovedor ejemplo á todo el pueblo. Repitióse este acto de
virtud los días sucesivos, sobre todo el tercero, en que, por haber estallado
los lloros en el acto del perdón, salieron todos llorando y edificando á tanto
curioso como los observaba.
Terminó aquella tanda el domingo 12 por la mañana, edificando al pue-
blo el conmovedor acto de la comunión, practicado con inusitado fervor y
recogimiento y presentándose á la Mesa Eucarística de dos en dos, con las
manos juntas y muy devotos.— Por la tarde, aprovechando la función de los
7 domingos de san José, con exposición de Su Divina Majestad, hubo entu-
siasta sermón del padre, que caldeó al auditorio de manera extraordinaria,
preparándose la 2.'^ tanda. La iglesia estaba de bote en bote. Comenzó, pues,
la nueva tanda el martes 14 por la noche. Temíamos que, cual en otras partes
ocurre, fuera ella un tanto floja. Y ocurrió que nos equivocamos, lo mismo
que en la primera, pues se encerraron aquella noche 224 ejercitantes.
Como resultaba insuficiente el local, ocupamos las escuelas y parte de
la casa del Hospicio, siendo menester que trasladáramos á los asilados al
último piso, y que nos cedieran el local que ellos ocupaban. Llovió abundan-
temente aquel día, obligando á los ejercitantes á estar metidos en comedores
y dormitorios sin poder salir al huerto, aunque á pesar de ésto, se guardó
mucho silencio. ¡Qué admirable fué esta conducta, precisamente el primer
día en .que aún nada saben los ejercitantes!
Transcurrió toda la tanda muy bien, terminando el domingo 19, con
repetición de los actos del anterior, comulgando no sólo los de la 2.^ sino
también los de la 1.'"^ tanda. Conmovedor en alto grado fué el entonar por
todos el «Bendito y alabado...» durante la estación al Santísimo rezada en
el transcurso de la comunión, no sólo por los 300 y tantos ejercitantes, sino
también por toda la muchedumbre que invadía la nave de la parroquia.
Sin novedad la 3.-'^ tanda más nutrida que la anterior.
La 4.'^ comenzó el sábado 25 por la noche más numerosa aún; y tomando
49
los días de Carnaval y el miércoles de ceniza acabó el jueves 2 de marzo
por la mañana.
Las dos tandas siguientes se mantuvieron á la altura de las precedentes,
sumando juntas un total de 1311 ejercitantes.
Esperamos que la comunión del domingo será un acontecimiento jamás
visto en ésta, pues se reunirán todas las tandas.
La próxima semana dará el padre Ejercicios en la iglesia á los luises
menores de 15 años, durante dos días, y los cuatro restantes, también en la
iglesia, á las mujeres. Excuso decir que el siguiente domingo, día propio del
santo Patriarca, Albaida será un cielo, pues Dios entrará en muchos cora-
zones. Será el día magno, final de toda la labor de mes y medio, del padre
Iñesta. Dado lo que es este buen padre, creo será la mejor manera de cele-
brar su fiesta onomástica y de festejar á su santo patrón.
Comencé esta carta el 17 de febrero, mas por el mucho trabajo que me
han proporcionado los Ejercicios, he ido dejando para luego el terminarla,
y por fin, queriendo dar á V. una nota-resumen de todo, he dilatado más
todavía el enviarla.
Agradecería á V. que después de leída, remitiera á Gandía, la narración
de los casitos que le acompaño. Así, según me indicó el P. Iñesta, evitaré el
tenerlos que copiar.
No terminaré sin dar antes las gracias á V. y á toda esa respetable co-~
munidad por las oraciones que en favor de este pueblo han hecho, y que tan
abundantísimas gracias de Dios nos han traído. Él les pague tanta caridad.
Una oí'ación para el más necesitado de ellas; que pueda hacer los santos
Ejercicios con gran fruto, durante la Semana Santa, en Gandía, ya que des-
pués de buscar el bien para mis paisanos, me he quedado sin ellos, por no
haber querido el padre que los hiciera aquí.
Siempre, pues, me encomiendo en sus oraciones y quedo buen amigo
en Cto.
Ángel Tormo.
P. D.
Acaba de recibir el P. Iñesta, carta del P. rector de Gandía, diciéndole
que, en vez de comenzar sus ministerios en otra parte, quiere que cuando
acabe los de aquí, se vaya á descansar hasta la semana de Pasión, en que
tiene la misión en Elche. Como el padre es tan trabajador, le sabe mal estar
15 días descansando en Gandía, sin emplearlos trabajando por la gloria de
Dios.
Enterado yo de ésto le he propuesto la celebración de una nueva tanda
4
50
para la semana próxima; y me dice que no hay inconveniente, siempre que
haya personal. Como en ésta, todavía hay hombres que no los han practicado,
aunque están duros en decidirse á entrar, y como en los pueblos circunve-
cinos ha prendido también el fuego, confío en la gracia de Dios, que podre-
mos dar la 7.'^ tanda, que. comenzando el martes 14 por la noche, termine
el día de san José por la mañana, en ciiyo caso, los de mujeres, serán la
otra semana, terminando el día de la Encarnación.
Para que resulte bien, y sobre todo para conseguir que no se quede un
vecino de Albaida sin hacer Ejercicios, necesitamos de la gracia de Dios,
única que puede ablandar los corazones. Suplico, pues, una oración especia-
lísima de toda esa comunidad, para que ya que es tan grande la misericor-
dia de Dios para con nosotros, dándonos tanto bien y tantas facilidades, haga
que nadie sea sordo á su llamamiento.
Dios les pagará tanta caridad. A 10 de marzo acaba la presente su afmo.
Ángel.
Garta del Gura Arcipreste de Albaida al R. P. Luís Adroer
Albaida, 27 marzo 1911.
R. P. Superior del Palacio del Sto. Duque.
Muy señor mío y estimado en Cristo: Esta mañana ha salido para Elche
el P. Iñesta, y á pesar de que el tren pasa á las cinco y la lluvia de ayer ha
llenado de barro el trayecto que hay hasta la estación, unas 600 personas, y
la banda de música, le ha acompañado, vitoreándole hasta que ha partido el
tren. De haber marchado á hora más oportuna, el pueblo en masa, sin distin-
ción de clases, hubiera acudido á despedirle.
Es imposible explicar con palabras, y menos en u;u; carta, lo que han
traído los santos Ejercicios, no sólo en Albaida sino también en los pueblos
circunvecinos. No se habla de otra cosa; es el tema obligado de todas las con-
versaciones: 1500 hombres y 2000 mujeres, son cifras respetables con rela-
ción al vecindario.
Grandes, inesperados consuelos hemos recibido; conversiones milagro-
sas que hacen recordar la de Saulo, y un ambiente de religiosidad que se
nota en todas partes.
Ya no se oye una blasfemia, ya nadie habla mal de las cosas santas, ya
la mala prensa ha desaparecido casi por completo... En cambio ha despertado
la afición á los Sacramentos y lectura espiritual. ¡Qué bueno es Dios y cuan
grande la eficacia de su gracia!
Un ruego me permito dirigir á V. R. después de darle rendidas gracias:
q.ue el P. Iñesta pueda seguir en estos pueblos sembrando la celestial doc-
trina. El Señor le ha escogido para esto y hay que dejar á Dios que cumpla
su voluntad. El fuego ha prendido; los pueblos ansian al P. Iñesta, y su pa-
labra puede hoy conseguirlo todo. Sírvase, pues, dejarle que cumpla su mi-
sión, que pueda seguir en este distrito, cuyos pueblos en su mayoría desean
tenerle. Con esto tengo la íntima convicción de que la gloria de Dios aumen-
tará por modo extraordinario, y las almas se santificarán.
Dispénseme la franqueza, y al hacer á V. R. partícipe de mi entusiasmo
y enhorabuena, me reitero suyo affmo. in Corde Jesu.
t
JHS.
Francisco Albiñana, Cura Arcipreste
Carta de P. José Luís Iñesta al P. Jaime Sansa
Albaida, 27 de marzo de 191 1.
R. P. Jaime Sansa.— Tortosa.
Mi muy amado P. Sansa: Voy á probar si resumo en una carta á V. R.
todas las que he mandado á otros padres, contando mis impresiones de los
Ejercicios dados en Albaida, como lo hice en otra al P. socio, contándole
lo que saqué de las tandas de Albal. Seré breve, porque tengo entendido que
hace más de un mes que también ha escrito á V. R. nuestro buen y común
amigo D. Ángel Tormo.
Comparando á Albaida con Albal, se nota ya á primera vista una dife-
rencia muy grande á favor de aquella población, y es, que no se presentaron
las dificultades, al menos, en el grado que tuvimos que lamentar enla segunda.
Otras ventajas debemos agradecer al Señor, en las tandas que acabo de
dar en Albaida sobre las de Albal, acaso por lo que insinué en mi anterior al
P. socio. (') Decía allí que Dios Ntro. Señor quiso probarnos, permitiendo
aquellas desgracias y la guerra sorda primero y abierta después, de los ma-
los, para ver en cuánto nos alargábamos en su servicio y en la salvación de las
almas por medio de estos Ejercicios, que se ha dado en apellidar populares
y que yo con más propiedad me atrevo á bautizar con el apelativo de socia-
les. Efectivamente, ellos se ordenan, no sólo por el fin con que los damos,
sino por los efectos que producen, no tanto al bien espiritual del individuo
como á la regeneración de la sociedad. La experiencia nos ha enseñado que
los Ejercicios de Ntro. Sto. Padre, dados en la forma en que los damos, son
el medio más eficaz de acción católico-social y el remedio más seguro y du-
radero para curar los males del cuerpo social.
No son éstas exageraciones ni hipérboles, no. Con estos ejercicios viera
V. R. cómo muda la faz moral, no sólo de los particulares, sino de las po-
blaciones y aun de comarcas enteras. Ahí están Oliva, Beniarrés, Albal y
ahora Albaida más marcadamente todavía, y espero en el Señor que esta-
rán otros pueblos y regiones en que se den adelante.
Ahora, las ventajas de que vengo hablando á V. R, son: 1.") más tan-
(1) Véase en cartas edificantes de la Provincia de Aragón, año 1911, número I. páp. 13fi
y sig.
53
das en Albaida que en Albal; 2/') más nutridas de ejercitantes; 3/') éstos,
en general, de alguna más calidad.
Vamos á verlo. Yá la 1.'"^ tanda, que terminó el domingo 12 de febrero
de 1911 sin incidente alguno, fué de 111 hombres; y como se presumía con
fundamento para las siguientes mayor número, fué preciso ensanchar desde
luego el local. No nos engañábamos, en efecto. En la 2.'"^, que comenzó el
martes 14, se encerraron doble número de ejercitantes que en la 1.'"^, ó sea
214, de la que salieron todos contentos y satisfechos y, lo que vale más, tro-
cados y mejorados. En la tarde del 19, se publicó la 3.^ para comenzar al día
siguiente, lunes 20 por la noche.
La fama traspasa los montes. Acabo de recibir carta del Sr. arcipreste
de Alcoy, pidiéndome que dé una vuelta por allí, cuando pueda, á ver si se
puede hacer algo. De Onteniente han venido no pocos á verlo también con sus
ojos, no fiándose de lo que oían. Por mi parte he escrito á un abogado de
Tavernes de Valldigna, convidándole á lo mismo, por si se puede obtener
algo allí. El Sr. cura de Benigánim, hizo expresamente un viaje á Albaida
para enterarse de estos Ejercicios y, vistos sus resultados, entró en deseos
de que se diesen también en su feligresía, ofreciendo para ello un antiguo
palación muy á propósito. No tardó tampoco en visitarme el Sr. cura de la
Puebla del Duc con el mismo fin, diciéndomequeel ejemplo de Albaida había
sido tan contagioso, que no había más remedio que imitarlo y que en conse-
cuencia ya tenía local preparado.
Entre tanto seguía su curso normal la 3.'^ tanda, con 274 ejercitantes,
50 más que en la 2.^; aumento, por cierto, nada despreciable. Abun-
daron los casos edificantes, que se ha encargado de recoger y enviar á V. R.
D. Ángel (!■. Terminó el sábado 25 de Febrero, empezando la misma noche
la 4.'^^ tanda.
Vayan unas agradables novedades introducidas en estos Ejercicios, en
vista de la necesidad impuesta por el crecido número de ejercitantes. Para
ayudarme en la conservación del orden entre tanta y tan abigarrada gente,
hemos ideado el que juntamente con ellos hagan ejercicios dos ó tres señores
sacerdotes. Otra novedad: cosa que no pudo obtenerse en Albal, han venido
á Albaida de los pueblos comarcanos varios Sres. curas al frente de sus fe-
ligreses, para encerrarse con ellos en Ejercicios. Así se explicará V. R. la
continuidad de las tandas y el crecido número de los ejercitantes.
No sólo para mantener sino para despabilar el fuego sagrado, creímos
conveniente terminar la 4.^ tanda con una comunión general de la misma y
il) Véase en la página 60 y sig.
54
de todas las anteriores." En ella pasó un caso extraordinariamente edificante
y consolador, que leerá V. R. entre los demás que le escribe el Sr. Tormo.
Fué tal la emoción y lágrimas de todo el pueblo, que fos Sres. sacerdotes no
pudieron contestarme á las preces de la bendición papal. A esta última tanda
han asistido de los siguientes pueblos: Benisoda, Alcher, Atsaneta, Palomar,
Bufalí, Agullent y Puebla del Duc.
A la 5.^, que comenzó el 2 de marzo, además de algunos hombres de di-
chas poblaciones, vinieron de las siguientes: de Benigánim, la Ollería y
Montaberner. En este último pueblo, que es de antiguo muy malo en gran
parte de sus habitantes, había una efervescencia solemne, desde que en la 2.^
tanda entró el jefe de los conservadores, arrastrando para la 3.^ á uno de los
peores republicanos y á un anticlerical furioso; Han salido tan trocados, que
de tales, se han mudado en apóstoles. He aquí la causa de aquella eferves-
cencia saludable, efecto de la cual fué venir el Sr. cura de Montaberner á
pedirme unos 25 números para la tanda de que vengo hablando, que se com-
puso de 212 ejercitantes.
La 6.^ y última, comenzó por la noche del 7 de marzo.
Llegado aquí, mi buen P. Sansa, no puedo menos de dedicar un párrafo
á nuestro amigo D. Ángel Tormo. Este señor fué el alma de los Ejercicios de
Albaida, por lo que le debemos un agradecimiento sin límites. Él, en limos-
nas para esta obra solamente, lleva invertidos unos 4000 reales. El pagaba
el jornal de los cuatro individuos empleados en el servicio de la casa de Ejer-
cicios; él, en persona, estuvo al frente de la parte económica de la misma.
«Quam mercedem dabimus ei?» Lo mismo podría decir de D. José Tormo,
padre de D. Ángel.
A todo esto, seguían instando, para tener Ejercicios, Benigánim, Puebla
de Rusat y la Ollería. En las dos primeras poblaciones tienen ya dispuesto
muy buen local, y en la tercera ofrecían el convento de capuchinos, mas no
habiendo sido aceptado por distante en demasía del pueblo, trabajan ahora
por conseguir de sus dueños, las dos casas más principales del mismo.
En Montaberner prediqué el 13 de marzo para dar el golpe de gracia, á
ver si conseguía atraer á los jefes del republicanismo de allí, para que vinie-
sen á Ejercicios. Lo cierto es que los diez hombres que de ese pueblo los han
hecho en Albaida, han resultado hombres de acción social católica.
Creí acabar mi tarea con seis tandas y me equivoqué: hubo que dar una
7.^ para satisfacer á todos, comenzando el 14 para terminar el día del glo-
rioso Patriarca S. José, en cuyo honor celebramos una comunión general de
todos los ejercitantes. Los de esta 7.'-^ y última tanda fueron 184, casi todos
de los pueblos circunvecinos.
55
Las devotas mujeres tenían, como era natural, su hambre de ejercicios;
y, habiéndose repartido con tanta abundancia el pan á sus padres, hermanos
y maridos, no era razón dejarlas ayunas, que también ellas son hijas de Dios.
En consecuencia, hubo para ellas Ejercicios desde el 20 al 25 de marzo.
Por cierto que se aprovecharon de ellos, las 2000 y pico que los hicieron en
la parroquial con cuatro actos diarios. Así quedaba este valle espiritualmente
regenerado.
Por remate de todo, el 25 por la noche, se sacó en procesión la imagen
de la Patrona del pueblo, y el domingo 26, la gran comunión general de 1500
ejercitantes, y por la tarde la grandiosa procesión, en que paseamos en ver-
dadero triunfo por las calles de Albaida á Jesús Sacramentado. He dicho
triunfo y no he exagerado, puesto que le acompañaron de 14 pueblos, que
son los que han dado mayor ó menor contingente á estas tandas. Triunfo y
triunfo indiscutible y proclamación práctica de su reinado social en los ámbi-
tos de este feraz y hermoso valle. Figúrese V. R. cómo estaría Albaida de
contenta, ufana y engalanada!
Se invitó al Sr. arzobispo y excusándose de no poder presenciar tan
santo entusiasmo, mandó sus plácemes á los buenos albaidenses.
Termino, mi querido P. Sansa, con la recolección del fruto público y so-
cial que se ha cosechado en Albaida. Queda inaugurado el rosario público;
el primero que se rezó por las calles fué solemne. Se espera fundadamente
que la mayor parte al menos, sino todos los ocho casinos que hay aquí, dejen
la mala prensa, á que estaban suscritos. Asimismo queda fundada la congre-
gación de josefinos para hombres casados, con el fin de que sigan frecuen-
tando los santos Sacramentos. La semilla queda echada en el seno de la bue-
na tierra, y esperamos en el Sembrador celestial, que la hará producir ciento
por uno.
Pídaselo V. R. conmigo y no me olvide en sus OO. y SS. SS.
De V. R. h.° y svo. en Cto.
JHS.
José Luis Iñesta, S. J.
Garta de D. Ángel Tormo al R. P. Luís Adroer
Albaida, 30 de marzo de 1911.
Amado en Cto. P. rector: ¡Dios sea bendito, que tanto nos quiere, y
tantos beneficios nos concede! Bien podemos decir que está con nosotros,
pues, incontables son los bienes que durante esta temporada ha derramado
sobre esta comarca por medio de los santos Ejercicios.
Supongo á V. bien enterado de la gran obra que su misericordia, y va-
liéndose del P. Iñesta, ha realizado en esta población y pueblos circunve-
cinos.
Por las cartas del padre, y por las publicadas en la Voz de Volencia,
tendrá V. conocimiento completo de todo. Esto no obstante, quiero, y creo
estoy en el deber, de dar á V., aunque en resumen, mi impresión y relato de
todo.
Ha estado en ésta el P. Iñesta 49 días, durante los cuales ha dado 7
tandas á los hombres, encerrados, con un total de 1,500 ejercitantes; y una
tanda á las mujeres en la Iglesia, con un número incalculable de ejercitantes,
pues se llenaba ésta por completo; y si digo que pasaban de 2000 puede
que aún me quede corto.
Los resultados obtenidos son inenarrables y numerosos. Puede decirse
que ha sido restaurada en Cristo esta comarca. Cundía antes mucho la blas-
femia, y al presente no se oye una.— Han desaparecido muchos periódicos
malos.— La paz se ha enseñoreado de familias, que vivían enemistadas.— Se
han pedido muchos perdones.— Es mucha la asistencia cotidiana á la Iglesia
por personas antes alejadas.— Se han robustecido la Vela Nocturna, las con-
ferencias de S. Vicente Paul y demás asociaciones, con el ingreso de nuevo
personal.— Se frecuentan los stos. Sacramentos, y resultan hoy devotísimas,
personas que antes vivían apartadas de Dios.
Ha sido edificante ver las procesiones diarias que hacían los ejercitantes
desde la Casa-Beneficencia (casa de ejercicios) á la iglesia del ex-convento
de capuchinos, para practicar el Via-Cnicis y disciplina. Formaban majes-
tuosa procesión en dos hileras largas sobre 300 hombres, por una de las prin-
cipales calles de la población, recta y larga, precedidos del Crucifijo, y to-
dos con los brazos cruzados, mirada baja, silencio y recogimiento comple-
tos. Se imponían á la muchedumbre que les contemplaba con curiosidad y
57
asombro, quedándose todos silenciosos al verlos pasar; y dándose el caso, de
que muchos, que iban á verles para burlarse, ingresaran como ejercitantes el
turno siguiente. En las disciplinas, se daban de firme, y ha ocurrido que
quien las miraba con horror y no se atrevía á tocarlas, les tomara tal gusto
al probarlas, que con empeño solicitara en sucesivas tandas se le admitiera
como devoto para disciplinarse más. No hubo bastantes con las que trajo el
padre, y con las que tiene esta tercera Orden de S. Francisco, y fué me-
nester comprar cuerdas para preparar mayor número. ¡Todo eso, padre, ocu-
rre en pleno siglo xx! ¿No es esto admirable? ¿No podrá decirse que es un
milagro de la gracia?
Más edificantes han resultado aún las comuniones generales al finalizar
cada tanda; pues había que ver á tanto hombre, (muchos, que años hacía no
se acercaban á la mesa eucarística), con las manos juntas sobre el pecho, y
con recogimiento grande y cantando el «Bendito y alabado...», acercarse á
recibir la Divina Hostia. A cada comunión general, final de turno, se unían
los ejercitantes de los turnos anteriores, con lo que se hacían comuniones
tan numerosas, como nunca se han visto en ésta. Se ha comulgado durante
este corto tiempo en Albaida, mucho más que en varios años. Como final, ya
por la Voz de Valencia habrá V. visto lo que fueron las comuniones del
día de la Encarnación y del domingo; pues hubo de dedicarse el primer día
para sólo mujeres, y el segundo para sólo hombres; y esto sin contar el sin-
número que se dieron, antes de la comunión general, en la parroquia y de-
más iglesias.
De las fiestas celebradas en ambos días, tampoco comento nada, pues,
también las explica el diario citado. Sólo diré que de no haber llovido el do-
mingo por la tarde, no se sabe cuan grande hubiera sido la manifestación de
religiosidad que se hubiera dado con la procesión eucarística, y acto de con-
sagración en la plaza Mayor. Puedo asegurar á V. que todos estos pueblos
hubieran acudido en masa, y para demostrarle esto, basta decir que sé de un
pueblo, Adraneta, en que las mujeres, al ver que llovía y no podían venir, ni
celebrarse la procesión, lloraron de pena. Yo creo que Dios, conociendo
nuestro flaco, mandó la lluvia é impidió la procesión, para que no nos hin-
cháramos de vanidad.
Casitos notables de conversiones, podría citar á V. muchos.
Por indicación del P. Iñesta, hice una pequeña reseña de algunos de los
notables, y la mandé á Tortosa, donde lo solicitaban aquellos buenos padres.
Hice sin embargo, el encargo al P. Sansa, de que, por evitar el tenerlos que
copiar, después de leídos, los mandara á V. para que los conocieran también.
Supongo, pues, los tendrá ya en su poder.
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Sobre aquellos podría añadir algunos, pero no quiero hacerme demasia-
do extenso. No dejo sin embargo de citar uno, por no haber de su clase
ninguno entre aquellos. Vaya un caso edificantísimo, entre los muchos que
podría contar, fruto de estos Ejercicios. Trátase de un individuo distanciado
de Dios, y por no extenderme masen sus antecedentes, sólo diré que es de
Montaverner. Ha tenido que liquidar en días^ pasados varias hipotecas de
préstamos á interés crecido. Al practicar la liquidación ha dicho á sus deu-
dores: «cobro sólo el interés al tipo del 6 por ciento... y toda esta cantidad
cobrada de más por exceso de tipo de interés, es vuestra, tomadla». Y les
pagó, cuanto tenía cobrado sobre el interés legal. Esto se ha repetido en to-
dos los créditos cobrados.
Como final voy á contar á V. la despedida tributada al padre, á sumar-
cha para Elche.
Buscando el pretexto de tener tiempo en Játiva para saludar á su her-
mana religiosa, acordó el padre hacer su salida en el tren correo (5 de la ma-
ñana), y no en el rápido (7 de la misma) procurando decir sólo, que se iba por
la mañana, sin determinar el tren. Como la razón de adelantar la hora era
muy fundada, nadie se atrevió á oponérsele, y siendo tan temprano la salida
no se pensó en darle publicidad. No se evitó, sin embargo, que se dieran
cuenta algunos, quienes vinieron á despedirle después de cenar, pero sin co-
mentarios algunos. ¡Figúrese V., pues, cuál sería la sorpresa del padre, y
nuestra, cuando á las cuatro y cuarto de la mañana, ya estaban llamando á
nuestra puerta muchas personas ansiosas de despedirle. Abierta la puerta se
invadió la casa, y formando grandiosa manifestación, á pie, á pesar de la os-
curidad, y del mucho barro y charcos de la carretera, nos encaminamos hacia
la estación. En aquel momento comenzaron los vivas entusiastas, y á los po-
cos pasos, tuvimos nueva sorpresa; la música se nos puso de retaguardia to-
cando alegres composiciones. Fué una demostración de entusiasmo, que por
lo inesperada y á hora tan intempestiva, nos dejó admirados.
Para demostrar el entusiasmo, basta decir que en una barriada, Aljorf,
á las cuatro de la mañana se les avisaba de la siguiente manera. Iban los que
se enteraron de la marcha, dando golpes á las puertas de las casas y vocean-
do: alséiise que el pare se mos'en vá en este tren... Era exclamación ge-
neral, después, entre los que se habían quedado en casa por no saberlo, al
contestar á los que les comentaban la despedida: al menos tu hats tengut
la sort de despedirte y besar ti la má al pare.
Ya en la estación, hubo necesidad en el andén de que el padre se pusiera
arrimado á la pared, y dejando estrecho paso, y animándoles para que fueran
deprisa, organizar el desfile por delante de él, besándole la mano. Ce i la
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llegada del tren hubo que interrumpirlo, para que subiera el padre á su de-
partamento. Los vivas fueron entusiastas y ensordecedores, y muy expresi-
vos: / Viva el pare que mos ha portat elcel á Albaida! ¡ Viva el que mos
ha donat la felícítat y alegría...! etc. etc. A los acordes de la marcha
real subió al tren y partió el padre.
Es indescriptible el entusiasmo que reinó. Es cuadro que bien demuestra
lo mucho bueno que nos ha proporcionado el padre Iñesta con su incansable
trabajo. ¡Dios le premie tanto bien como ha hecho!
Estas cosas sólo Dios las sabe pagar. No pretendemos pues, intentar
pagarlas, pues no podríamos. Sólo sí, deseamos mostrar nuestro agradeci-
miento. Ya insistí con el padre, para darle una limosna con la cual ayudar en
algo á las muchas necesidades de esa santa casa, y se negó en absoluto. Tan
sólo quiso admitir para el viaje. Yo no puedo consentir esto, y al insistir con
el padre, me dijo me entendiera con V. Espero, pues, hacerlo en nuestra
próxima entrevista cuando vaya á ésa para hacer mis ejercicios. Porque á
mí me ha pasado como al capitán Araña que, embarcaba á la gente y se que-
daba en tierra. Con tantas tandas de ejercicios, me he quedado sin ellos, ó
como decía una mujer del pueblo al verme por la calle durante la 1 .^ tanda:
este senyoret que ha ínventat lo deis ejercicís, ¿uá per ahí passechant?
Cierto que no fué por culpa mía.
Me recomendó el padre que no los hiciera, no sólo para poder atender á
la organización de los mismos, sino también por suponer que aquí los haría
muy distraído atendiendo á cualquier cosa que faltara; y en cambio ahí, po-
dría hacerlos con más recogimiento y fruto.
Por esto, pues, solicito un puesto para la próxima tanda de Semana San-
ta, y espero de su bondad se dignará guardármelo.
¿Qué padre los va á dar? Si fuera posible los diera el P. Iñesta, cuánto
me alegrara, pues nunca después de 4 años, he asistido á sus tandas. No sir-
va este deseo para que ni siquiera V. lo tome en consideración. Aunque sean
estos mis deseos, no quiero en estas cosas tener voluntad propia, y sí sólo
hacer la de Dios en todo.
Perdóneme, padre, que haya abusado tanto de sus bondades; he dejado
correr demasiado la pluma.
Me encomiendo en sus oraciones, y mostrándole mi agradecimiento y el
de este pueblo, por el bien que nos ha proporcionado con la venida del pa-
dre Iñesta, que Dios se lo pagará, quedo suyo affmo en Cto. q. b. s. m.
Ángel Tormo.
MUDANZAS NOTABLES DE VIDA OBTENIDAS
EN LOS SANTOS EJERCICIOS DE ALBAIDA
Narración del Sr. D. Ángel Tormo
CASOS NOTABLES.-SANTOS EJERCICIOS EN ALBAIDA
1 . Un joven de regular posición y despreocupado, al salir de Ejercicios
y al encontrarse con un amigo que no había entrado en ellos, le dijo: ...«por
todo el dinero del mundo, no me cambio contigo!»
2. Otro joven abandonado, que afirmaba no haberse confesado en 8
años, que se burlaba de los ejercitantes, que pactaba con su amigo, que uno
á otro se echasen la culpa de no haber entrado en Ejercicios para esquivar
de este modo á los que les aconsejaban que los hiciesen, no se canSa ahora de
dar gracias á la persona que con gran insistencia le venció y condujo á ellos;
y al reunirse con el amigo citado á cenar, en terminando dan siempre gra-
cias á Dios.
3. Antecedentes de un individuo.— C^ívAcio^r díscolo, indómito; no ha-
bía persona alguna, por poderosa que fuese, que pudiera tener ascendiente so-
bre él. En su casa no había paz: despidió de ella á una hija, á quien hoy quie-
re con pasión: maltrataba á la mujer, con los vecinos, pendenciero hasta el
punto de haber estado preso por haber herido gravemente á uno de ellos en
la cabeza con el azadón, dejándolo casi muerto.
Resultados obtenidos del mismo. Dice á la señorita que le indujo á
practicarlos santos Ejercicios:— «Señorita, soy un pobre que nada tengo; si
mil duros tuviera, á V. se los daría, en pago del gran bien que me ha hecho».
Al entrar en su casa y quererle abrazar uno de sus hijos, rehuyó el abra-
zo, porque no podían tocarle la espalda, efecto de las fuertes disciplinas que
se había dado. Luego, tomó un rosario y una vara, y volviéndose á su mujer
(una mártir desde que se casaron): «Figúrate, le dijo, que hoy nos hemos
casado,» y le pidió perdón; después dirigiéndose á los hijos, añadió:... «se
61
rezará, en casa, el santo rosario todos los días: el que se duerma ó deje de
rezar, varazo tendrá».
Cuenta su mujer que ahora «es un santo,» por el buen genio, amabilidad
con que la trata, y resignación con que lo toma todo. Ha estado muy enfermo
después de la conversión, tomando la enfermedad hasta con alegría, por lo
cual decía su mujer: «Señor, hasta ahora estaba en un infierno, ahora que
es un cielo mi casa ¿queréis llevároslo?
Dice el mismo: «Yo he obrado mal porque no me han enseñado á conocer
á Dios; no les pasará así á mis hijos: los que tienen edad, todos irán á los
Ejercicios (todos han ido)... y de los pequeños, yo me encargo de que le co-
nozcan».
4. Un individuo de muy malos antecedentes, de muy mala lengua y
que en disputa con otro en una taberna, le mató; al llamarle á una casa del
vecindario para inducirle á practicar los Ejercicios y ver un señor que le es-
taba esperando, dijo: «Si sé yo que estaba V. aquí, no hubiera venido, pues
ya supongo lo que querrá y no estoy conforme». Entró por fin, y al volver á
su casa después del retiro, y salir los hijos á recibirle les dijo: «Antes que
nada, habéis de saber, que aquel de vosotros que llegue á dejar de oir misa
un día festivo, de un trancazo lo mato».
Unos días después, conducía unas caballerías cargadas, y en mitad de
la calle se .le cayó un burro. En vez de incomodarse y soltar la lengua, con
gran resignación y hasta alegría dijo: «¡Jesús, María y José! ¿quién me lo
levanta ahora?...; yo tengo la culpa; si no le hubiera cargado mal, no me hu-
biera sucedido». Las mujeres que lo oyeron, lloraron de alegría al ver la
conversión. El mismo estando enfermo un su cuñado, se apresuró á traerle
el padre jesuíta para que le confesase, y después fué la edificación de los
concurrentes, con las cosas que sugería al enfermo para ayudarle á bien
morir, diciendo: «Mira á nuestro Señor que murió por nosotros; invoca á
S. José abogado de la buena muerte..., etc., etc.»; dicho todo con gran fe y
entusiasta fervor.
Siendo un pobre necesitadísimo, para conseguir que un amigo fuera á
los Ejercicios, le pagó la comida. No ha consentido que ninguno de sus hijos
dejase de practicarlos.
5. Un ejercitante, panadero, decía: «que á él le habían enseñado de
pequeño, que en el confesonario no había de 'decir ninguna mentira. Y como
estaba muy enemistado con otro panadero, á quien debía una regular canti-
dad, por resultas de sus tratos de harinas y demás, y no quería pagársela, ne-
gándose á reconocer la cuenta; como no quería contar mentira en la confe-
sión, prometiendo lo que no estaba dispuesto á cumplir, dejaba de confesarse.
62
En la misma tanda entraron ambos enemistados; y el del caso, no sólo
ha hecho paces con el otro y se han entendido en la cuenta, sino que dice
está contentísimo;— que es la alegría más grande que ha recibido en su vida;—
que es más feliz que el día que se casó; y que nunca podrá pagar á la perso-
na que le llevó á los Ejercicios, el bien que le ha proporcionado.
Como para poder desocuparse de amasar durante los cuatro días, tuvo
necesidad de poner sustituto, por impericia de éste se le inutilizaron algu-
nas arrobas de harina, al ponerse la masa agria, por lo cual le dijo un señor
que le había inducido, que él le abonaría las pérdidas; á lo que contestó:
«que no cobraba un céntimo, aunque hubiese perdido muchos miles, aunque
hubiera tenido que ir á pedir limosna».
6. Un propietario joven, abandonado en su manera de ser, que vive
en un pueblo inmediato, donde reina la indiferencia, y que para conducirle
no bastando indicaciones, ruegos y cartas, hubo necesidad de que un amigo
fuera exprofeso á imponerse por su amistad y respeto, para arrancarle la
promesa de venir, ya que siempre buscaba excusas; ahora dicen de él sus
dependientes: «Nadie ha ganado más que nosotros con los Ejercicios del
amo: No nos permite los días festivos más trabajo que el de dar de comer á
las caballerías,— y ésto mandándonos que vayamos antes á Misa,— hasta nos
paga el sábado por la noche; ahora, da gusto servirle, pues nos trata con
mucha amabilidad, y sin incomodarse.» Está hecho un apóstol, trabajando
en aquel pueblo para que vengan ejercitantes, pagando á algunos el jornal,
y dándoles lo que necesitan.
Su ejemplo ha traído nuevos ejercitantes de los que no iban á la iglesia.
Entre ellos, hay que fijarse en el caso que luego se cita.
Adviértase que es pueblo muy malo el suyo, y que los hombres no fre-
cuentan sacramentos, ni siquiera asisten á las funciones de iglesia. Sabiendo
pues, este propietario que un individuo contestaba con buenas razones á cuanto
se le indicaba, pero que nada cumplía, se dirigió á él, en medio de la plaza, y
ante varios le indicó que debía practicar los santos Ejercicios. Contestóle
aquél que no había inconveniente, pero que siendo pobre y con familia, no
tenía para comer si no trabajaba; que si le dieran comida no dejaría de asistir.
Tomóle la palabra, y le dijo que la comida corría de su cuenta, y como tenía
que comer también la familia, le pagaba el jornal de los 4 días, para que no
padeciesen, y al efecto, le entregó su importe. Lo saben otros del pueblo
contrarios á esta santa obra, y se van en busca del comprometido, ofrecién-
dole 25 pesetas para que no fuera, y devolviera la cantidad recibida: así
lo hizo, devolvió el importe de los jornales, y no vino. Pero el acto de cari-
dad y celo estaba hecho.
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7. Otro propietario de aquel pueblo, de vida abandonadísima, escép-
tico, racionalista, de carácter frío y pensador, irreligioso, republicano, lector
de muchos libros malos, entre otros, «La Historia de la Compañía» de Mo-
rayta, las obras de Zola, de Dicenta, de Blasco Ibáñez, etc. etc., ha salido
de los Ejercicios edificantísimo, defendiendo la Religión, haciendo propa-
ganda y hermosos comentarios muy razonados, y trabajando por la causa de
Cristo.
Al regresar al pueblo con otros, se encontraron en el camino con unas
mujeres, que al verles se rieron burlándose,— y él dijo á sus compañeros:—
«No hemos de extrañar que de nosotros se burlen; lo mismo haríamos nos-
otros si no hubiésemos entrado» .
En la plaza y ante los que en otras ocasiones se manifestara irreligioso,
les decía: «He aprendido más en estos cuatro días, que en toda mi vida. Sé
que alguno se burlará de mí: no importa; yo me he burlado antes. Ahora lo
que tengo, á los que tal hacen, es verdadera lástima».
Hablando sobre las próximas elecciones, y cuando antes tenía gran interés
en.hacer política, dijo á sus amigos: O se vienen ellos, (los contrarios), con
nosotros, ó nosotros nos vamos con ellos; pues lo que importa es tener paz».
Fué la admiración del pueblo, verle con sus otros compañeros ir á co-
mulgar en Carnaval, cuando no le veían por la iglesia jamás.
Los malos dicen que lo han embaucado en los Ejercicios, que no es el
mismo, que le han dejado tonto. Sueltan la especie de que hipnotizan á los
ejercitantes..., que les dan cigarros para aletargarlos, que en la comida les
presentan calaveras, etc. etc. ¡Cómo trabaja el demonio en aquel pueblo!
Cómo se impresionen las gentes con estas invectivas, lo demuestra el
siguiente caso. Al disponerse para venir nuevos ejercitantes, se encuentran
dos amigos, y dice el uno al otro: ¿Qué llevas encima? (refiriéndose á llevar
armas). Contesta el interrogado: yo nada... ¿te parece que necesitamos lle-
var algo? El otro: ¿acaso sabes tú en lo que nos vamos á ver? Yo á preven-
ción llevo la pistola. Lleva tú también algo. Y tomó y se armó de una daga.
¡Qué preparativos para practicar los Santos Ejercicios! En medio de todo,
hay que reconocer que eran valientes, y que estaban dispuestos á vender
caras sus vidas.
8. Un sujeto forastero, solterón de unos 45 años, de malísimas costum-
bres, alcoholizado casi siempre, blasfemo, tenorio empedernido, con otras
lindezas imposibles de escribir, y sin ir á misa en muchos años, á quien la
familia le había retirado el trato, dejándolo por imposible, un cuñado suyo,
residente en esta ciudad, al ver los sorprendentes resultados que daban los
Ejercicios, le llamó por telégrafo, sin decirle para qué. Llegó en el tren de
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las 7 de la noche, y después de cenar, á las 8, hora de entrada, le con-
dujo al padre.
Después de la meditación del «Hijo pródigo», en que el P. Iñesta había
tocado los corazones como él sabe hacerlo, le preguntó su cuñado: ¿Qué te
ha parecido? Que no debía dar esas emociones tan fuertes. «Pues hombre,
¿qué cosa más hermosa? «Sí, pero para el que tiene remordimientos, con
eso me mata. Mientras contaba la parábola, yo me iba conteniendo como po-
día. Pero cuando dijo: Señor vicario, saque la Virgen, dije para mis aden-
tros: Este hombre me ha reventado, y no pude contenerme».
Ha salido enteramente mudado, y repetía: «Ya conozco á Dios; ya me
conozco á mí». Ha dejado en redondo toda clase de bebidas alcohólicas, reza
el santo rosario, y está resuelto á cambiar por completo.
9. Unos jóvenes de ésta, lectores de la mala prensa, en comunicación
con los centros republicanos de Valencia, y que constituían un foco de malas
doctrinas para esta ciudad, después de muchos trabajos se pudo conseguir
entraran en Ejercicios.
Uno de ellos, antes de entrar, ya dijo en el casino: «Voy á practicar lo
que tanto he criticado».
Otro de ellos al finalizar la 4.^^ tanda (que fué en la que entraron), des-
pués de la misa de comunión en la que estaba la iglesia parroquial repletí-
sima de gente, pues no sólo estaban los ejercitantes de las cuatro tandas
que comulgaron, sino también toda la población, en el momento en que, ter-
minado el acto de acción de gracias iba el padre á dar la Bendición Papal, se
adelantó, y desde la puerta del coro, con entonación fuerte, sonora, y con pa-
labra clara y terminante, que oyó toda la iglesia, dijo en valenciano: «Her-
manos míos, en cierta ocasión, que este señor cura repartía hojas de propa-
ganda católica, yo repartí también hojas heréticas de Nakens; arrepentido
del mal que hice me retracto de todo. ¿Vosotros me perdonáis?» Una excla-
mación de entusiasmo salió de la boca de todos los concurrentes, otorgando
no sólo el perdón, sino prorrumpiendo en vivas al P. jesuíta, y no hubo
quien no llorara santamente emocionado. A tal punto llegó la emoción, que al
entonar el padre el Adjutoriuní nostriim, para dar la bendición, nadie pudo
contestarle, hasta que pasados unos momentos, y entonándolo de nuevo hubo
quien pudiese responder.
Fué día de gran satisfacción para este joven, pues recibió un sinnú-
mero de enhorabuenas de todos.
Es un caso muy notable, de lo que pueden las oraciones de una madre
en favor de su hijo. Es ésta una pobre viuda, que con el trabajo de sus
manos ha criado á dos hijas y á este hijo. Amábale con delirio y aunque no
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sabía lo que su hijo era, no se engañaba su maternal corazón, al presumirlo.
Tiene muchas lágrimas derramadas por él, y muchas oraciones hechas por
su bien espiritual. Hay que oiría para saber las amarguras que por él tiene
pasadas. Dios ha querido oir sus súplicas, derramando sus misericordias so-
bre su hijo. El día anterior á la salida de los Ejercicios, todavía estaba dudo-
sa de la conversión de su hijo, y decía: «sólo espero ver lo que hace cuando
salga; como no le vea quemar, por su natural impulso, algunos papeluchos,
soy yo la que me separo de él y no le tengo ya más conmigo, yo me buscaré
la manera de vivir. Esta misma desconfianza la hizo ponerse lo más próxima
posible al comulgatorio para cerciorarse de que su hijo comulgaba. Por este
motivo, sin darse cuenta, vino á estar muy cerquita de su hijo, en el momen-
to de la pública retractación. Al oirle, cayó desvanecida. Dios había atendido
sus súplicas y su llanto.
Así como estos dos de quienes se refiere, del mismo modo los demás
han salido completamente cambiados; da gozo verles todos los días en la
iglesia, comulgando y oyendo misa: no son los mismos. Gracias á Dios
por todo!
Podría citar algunos otros casos, pero no quiero demorar más el envío
de los que van contados.
Está revuelto el pueblo de arriba á bajo. Después de muchísimos años
de no conocerse en ésta las máscaras, este año había comenzado á haberlas en
el día de la Purificación; 30 serían dicho día. El domingo siguiente fueron
unas 50; el sucesivo son 80, y así en aumepto hasta más de 100. Trabajaba
el domonio cuanto podía, como si previese que los Ejercicios le iban á cercenar
gente. Nada puede con todo contra Dios. En los días de Carnaval, sólo se vie-
ron algunos disfraces, resultando su exhibición tan insulsa, que la gente chas-
queada de las máscaras, se iba á ver la hermosa procesión de los ejercitan-
tes. Si hay un domingo después de Carnaval, sin ser de Cuaresma, creo no
hubiera habido un sólo disfraz. En cambio ¡qué de comuniones al final de
cada tanda! Nunca hemos visto en ésta comulgar tantos hombres juntos.
¡Bendito sea Dios!
MISIÓN DE ELCHE Y EJERCICIOS EN ADZANETA ^'^
Y BENIGÁNIM DADOS POR EL P. JOSÉ L. IÑESTA
Garta de dicho padre á su hermano el P. rector del Colegio Máximo
del Jesús (Tortosa)
Benigánim, 31 de mayo de 1911.
R. P. Antonio Iñesta.— Tortosa.
Mi amadísimo en Cto. hermano Antonio: En contestación y fraternal co-
rrespondencia á varias cartas tuyas, en que tanto te interesas por mis minis-
terios, especialmente por los Ejercicios que Dios N. S. tan largamente
bendice, como para probarnos lo eficaz que es para derribar á los más empe-
dernidos pecadores, el arma que forjó en aquella bendita Cueva de Manresa
N. P. S. Ignacio; voy á dedicarte la presente, contándote lo poco que puedo
recordar de los Ejercicios-misión de Elche, de los de Adzaneta, y extendién-
dome algo más en las tandas de Benigánim, frescas todavía en mi memoria,
como que las acabo de dar.
En cuanto á la célebre ciudad de las palmeras, plantadas, según dice la
fama, por los moriscos, llegué á ella, salido de Albaida, el 28 de marzo pa-
sado á las 5 de la tarde; y como todo estaba ya dispuesto para mi labor, co-
mencéla aquella misma noche con un sermón preparatorio, que escuchó devo-
tamente un auditorio de más de 3,000 personas. Fué creciendo casi de golpe
hasta 5.000, manteniéndose en esta cifra los días que duró la misión. El tra-
bajo recayó principalmente sobre mí. La procesión de los niños fué todo un
acontecimiento, que dejará duradero rastro de sí en Elche. Una de las obras
que más edificó fué el vernos pedir públicamente limosna, no para nosotros,
sino para los pobres.
Mientras estaba yo dando esta misión, el Sr. cura de Adzaneta de Al-
baida escribía á mi rector, el R. P. Adroer, pidiendo por Dios, por la Vir-
il) Lugar del antiguo reino de Valencia, partido ¡udicial de Albaida.
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gen y por todos los santos que me mandase á su feligresía «siquiera por una
semana» (son sus palabras) para dar los Ejercicios.
Fui, en efecto, á primeros de abril de 1911, á satisfacer los ardientes
deseos de los buenos adzanetanos, que me hicieron un recibimiento como no
puedes imaginarte, desde la estación al pueblo. Allí estaba entero con la ban-
da y autoridades eclesiásticas y civiles á la cabeza. Llovía copiosamente, y
aproveché esta circunstancia para entrar á hacer una visita á un Cristo devo-
tísimo, que se venera en una ermita no distante de la población. Cuando abo-
nanzó un poco, sacamos la santa imagen y así escoltándola y en procesión,
que podríamos llamar de Ejercicios y que, aunque deslucida por el tiempo, no
dejó de ser devota, entramos. en Adzaneta, sin detenernos en Albaida. No
faltó á todos estos actos nuestro queridísimo amigo D. Ángel Tormo. Llega-
dos á la parroquial, que estaba como una pina, tuvimos el primer acto que
juntamente fué la función preparatoria de los santos Ejercicios.
Esperaban, y con razón, aquellos buenos lugareños que los albaidenses
contribuirían al éxito de sus tandas, como ellos contribuyeron al de las de
Albaida. Efectivamente así fué. La cosecha fué buena y abundante, sin que
tuviera que perder tiempo en sembrar, puesto que el grano evangélico esta-
ba en el surco desde el laboreo de Albaida; puedo por consiguiente afirmar
que los Ejercicios de Adzaneta fueron la contemplación para alcanzar
amor de los de Albaida.
Sirva lo dicho, mi querido Antonio, de introducción á la presente, cuyo
fin primordial es contarte todo lo que me ha sucedido, así bueno como malo,
en las tandas que acabo de dar en ésta de Benigánim, empezando por pintarte
el estado moral de la población relativamente á los Ejercicios.
Es Benigánim villa de unas 3,000 almas. A las primeras de cambio, una
vez llegado á ella, advertí claramente que era aquello una segunda edición,
sino corregida y aumentada, muy semejante al menos al caso de Alba!. Como
la fama de los Ejercicios anteriores, por medio, entre otros, del celoso señor
cura, me constaba haber llegado antes que yo á Benigánim; no creía encon-
trar este campo dividido en dos bandos, que me trajeron á la memoria los de
las dos banderas: unos ansiando, como la lluvia del mes en que estamos, el
bien de los santos Ejercicios, y rechazándolo otros como una plaga de lan-
gosta. Y has de advertir que, cuando puse el pie en Benigánim, la lucha es-
taba en los comienzos; así que, pude presenciar las primeras escaramuzas y
juntamente los primeros triunfos de los partidarios del sumo Capitán Ge-
neral de los buenos. En el ambiente moral de la población flotaban varios
obstáculos opuestos per diametrum á lo que supone la vigésima anotación.
Los encarnizados odios políticos constituían el primero y principal obstáculo.
Prueba de lo que digo: el 2 de mayo había de tener lugar en Albaida la vis-
ta de una causa que se sigue contra 31 vecinos de Benigánim por riñas nada
pueriles habidas en las últimas elecciones, aunque fué tan considerado y
amable el Sr. juez de Albaida que nos mandó un recado, concebido en estos
términos: «en gracia de los Ejercicios y hasta que terminen, se sobresee en
esta causa».
Los del bando del caudillo de los enemigos comenzaron á esparcir,
una vez terminada la 1." tanda, por Benigánim, Albaida y pueblos del valle,
una hoja volante muy artera y maliciosa que, aunque á primera lectura no
parecía ir contra los Ejercicios, bien leída les asestaba una estocada á fondo,
que el Señor desvió en bien espiritual de los beniganimenses.
El 2.° obstáculo era de orden puramente natural, y consistía en que, atra-
sada, á causa de las persistentes lluvias pasadas, la labranza de los campos,
quedaba toda por hacer, cuando me presenté en Benigánim, y como el campo,
sustento principal de los labradores, no tiene espera, calcula tú qué conflicto.
A estos obstáculos hay que añadir otro y no flojo, consistente en la
guerra abierta que á los Ejercicios tenían declarada, hablando públicamente
contra ellos, algunos principales de la población.
A pesar de todo y confiando en Dios y en la fuerza extraordinaria que
llevan en sí los Ejercicios, me lancé á darlos en la forma que acostumbro,
en Benigánim, casi seguro del triunfo aquí, aunque no en los pueblos limí-
trofes. No obstante, y para ver de atraerlos, prediqué en Cuatretonda, de po-
blación igual á la de Benigánim y poco distante de ella, el 1.° de mayo. Vino
á oirme el pueblo en peso. Naturalmente, los Ejercicios y el bien que con
ellos se ha conseguido en otras partes fueron el tema de mi sermón. Lo mis-
mo hice en conversaciones particulares. En una de ellas departí con el caci-
que conservador de Albaida, que vino completamente trocado para ofrecer-
me sus servicios en pro de esta santa obra. Que Dios se lo pague. El mismo
día me llegué hasta Palomar para lo mismo y para hacer una visita á un fa-
moso usurero, que, ya reconciliado con Dios y restituido lo ajeno, le ha hos-
pedado, no en su casa como otro Zaqueo, sino en su pecho, con la edifica-
ción, que puedes figurarte, de todo Palomar.
En este estado de cosas, pues, di comienzo en Benigánim á la primera
tanda á fines de abril de 1911, con solos 37 hombres, encerrados en una casa
convenientemente preparada. Para reunir esos pocos fueron necesarios traba-
jos titánicos y pagar el jornal á unos diez ó doce. El primer día que salimos á
la calle para tomar pública disciplina, escuchamos alguna que otra silba, con b
de burro, no de corazón, es decir, que no fué en verso. Y no nos apedrea-
ron, porque Dios es bueno. Mas el 2." día, al salir á lo mismo, que fué sin
novedad aunque llovió sobre mojado, había cambiado la escena, porque la
autoridad había tomado cartas en el asunto. Como en premio á tanto valor
de mis buenos ejercitantes, la edificación de los que nos contemplaban, que
no eran pocos, fué notable y quedó para siempre vencido el respeto humano.
Terminó, como de costumbre en otras partes, esta primera tanda con una lu-
cida comunión general. En el sermón que prediqué aquella tarde en la fun-
ción, remate de los santos Ejercicios, hubo verdadero entusiasmo, así de
parte del predicador al contemplar el templo como una colmena, como de
parte de los oyentes que vieron de la suya la victoria definitiva. Efectiva-
mente teníamos el fuego sagrado prendido en Benigánim. Los ataques de los
malos, que se batían en franca retirada, no eran más que señales de su im-
potencia. Al Ver los efectos de este primer ensayo, los mismos poco más ó
menos que ya conoces de otros lugares, dije para mi sotana: «¡Benigánim es
nuestro, mejor dicho, del Sdo. Corazón de Jesús»! Mis buenos 37 ejercitan-
tes habían salido convertidos en heraldos de los Ejercicios por casas, calles,
plazas, por doquier. Hechos edificantes: vaya uno por todos. Se trata de un
pobrecito, que se presentó al Sr. cura diciéndole: «He aquí 50 pesetas: son
todos mis ahorros; ahí las tiene V. para los pobres como yo que necesitan
hacer Ejercicios». El caso me conmovió hasta hacerme derramar lágrimas.
No había para menos.
A todo esto venían á mí los párrocos de los pueblos con muy malas noti-
cias: que sus feligreses no se movían para hacer Ejercicios, que no podían
traer á nadie, y así por el estilo. Confieso que se me pegó algo de ese pesimis-
mo, y no esperaba para la 2.^ tanda más de 4 ó 5 ejercitantes, á pesar de lo
cual, y ya que estaba embarcado, creí confiando en Dios, deber continuar
navegando hasta llegar, más que fuese de arribada forzosa, á algún puerto
cualquiera.
El 2 de Mayo, á la noche, comenzó la 2.^ tanda. Figúrate lo agradable
de mi sorpresa cuando me vi encerrado con 120 hombres. Entre ellos había
anarquistas, incendiarios de conventos en Barcelona, divorciados y gente
ejusdem fúrfuris. Todos han quedado contentos y han salido predicando á
Cristo y consiguiendo cambiar la atmósfera que había contra los Ejercicios.
Los malos, que tenían ya preparada otra hojita contra aquéllos y unos versos
contra el P. Iñesta, no se atrevieron á repartirlos. En cambio el día 7, que
fué el en que se acabó esta tanda, se inauguró el rosario de solos hombres
por las calles de Benigánim con 750, á los cuales prediqué desde un balcón de
la plaza principal, quedando todos animadísimos. No fué sin lucha de nuestra
parte. Los malos arreciaban en sus ataques, no dándose todavía á partido.
En un periódico republicano de Játiva publicaron sueltos terribles, burlando-
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se de los Ejercicios y calumniando á los ejercitantes: en un casino de aquí
dieron conferencias, y lo demás que dicho queda; pero nosotros, adelante,
oponiendo la resistencia pasiva de la perseverancia y del silencio. El cabeci-
lla de los enemigos (un cacique de aquí), viendo que machacaba en hierro
frío, torció el rumbo de repente, llegando hasta pagar el jornal á su barbero
para que se apuntase en la 3.'"^ tanda, como lo hizo.
Consecuencia de todo lo cual, fué dicha tanda comenzada el día 9 con
105 ejercitantes.
Entre tanto llovían sobre mí peticiones y más peticiones, no siendo la
tuya una de las últimas, en que me pedías para dar los Ejercicios á los HH.
filósofos de San José de Roquetas. Acepto gustoso, con permiso de mi
P, rector, fiado en Dios Nuestro Señor que suplirá lo que falta á su ministro.
Otra de las peticiones, fué la del Sr. Cura de Albaida, que me deseaba para
preparar á sus feligreses á la santa pastoral visita. Fui, en efecto, el 15 y
volví el 16 para comenzar el mismo día la 4.*'^ tanda.
Pero volviendo á la 3.^, he de confesarte que no fué orégano todo el
monte, porque ya el primer día fué la cosa bastante mediana, tanto que es-
tuve á punto de despedir á 4 mozos de 20 años. El 2." día se aquietaron, ha-
ciendo bien los actos propios de él; mas al siguiente volvieron á las andadas,
hablando y jaraneando hasta en la misma iglesia, tanto que les amenacé de
veras con disolver la tanda y marcharme á otra parte. En castigo dejé de
darles una meditación, permitiendo que en este tiempo hiciese cada cual lo
que se le antojase, mientras yo rogaría por ellos y por mí. ¡Santo remedio!
Quedáronse casi todos en el lugar santo. Antes de la disciplina de por la tar-
de les dije que duraría más de lo ordinario, porque convenía aplacar á Dios
nuestro Señor, que se retiraba de nosotros. Y ¿qué sucedió? que la tomaron
sobre 320 disciplinantes, pegándose fuerte y largo. De alguno sé que no
pudo dormir supino rostro arriba. Pero el golpe de gracia fué al besarles yo
los pies. No hubo uno que no entrase en vereda. Al volver del templo á la
casa de Ejercicios, hubo un llanto de padre y señor mío en plena calle, yendo
en aumento al exponerles la meditación del Hijo pródigo, de modo que fué
preciso interrumpirla. Al cabo de un cuarto de hora aún seguían llorando á
gritos y brazos en cruz. Viendo que aquéllo llevaba trazas de nunca aca-
bar, les mandé que saliesen inmediatamente al huerto. Me obedeció la ma-
yor parte, porque ya no podían más, siendo necesario que entre los dos más
serenos y yo les fuésemos acompañando, y aún así y todo no pudimos impe-
dir que continuasen llorando y aun desmayándose algunos.
El 14 dimos fin á esta 3.'^ tanda con la comunión general, á la que asis-
tieron los de las anteriores, y por la tarde con la función pública acostum-
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brada. Inmediatamente se armó el rosario de la población, cantando un Ave
María coral, que habíamos previamente ensayado y contestando las mujeres
desde sus casas, á medida que iba pasando delante de ellas la procesión. Así
logramos que todos tomasen parte en las alabanzas á la Madre de Dios. El
pesimismo, que en parte lograron pegarme los Sres. párrocos de algunos
pueblos, quedó también en parte borrado por el mero hecho de asistir á la
2.^ tanda cinco hombres de Cuatretonda, y 18 á la 3.''^, y de Suchente solos
dos á esta última. Vale más algo que nada; menos esperaba yo.
Aquel barbero de que te hablé, ha salido un apóstol, yendo por acá pre-
dicando con tanto entusiasmo y fervor, que á las pocas palabras se le anuda
la voz en la garganta y rompe á llorar, siendo sus lágrimas más elocuentes
y persuasivas para su auditorio que sus peroratas.
Tocaba al fin de mi tarea en Benigánim, y juntamente el fin de ésta.
Con la 4.''^ tanda ^de hombres, unos 145, acabé el 21, aunque no se había
apagado el ardor de los Ejercicios. Mi resolución obedecía á la necesidad
que tenían los campos de brazos que los cultivasen. El 22 tocó el turno á las
mujeres, en la forma que ya conoces por mis anteriores, para concluir el día
de la Ascensión con una lucida comunión general en la misa de las 7 para
solas mujeres, y otra para solos hombres en la misa mayor, y por la tarde
con una gran procesión, en la que paseamos la imagen más devota y venera-
da de Benigánim,
Sólo faltaban los niños para que todas las edades y los sexos hubiesen
aprovechado el bien de Dios. Después de los Ejercicios de las mujeres fui á
Adzaneta á lo mismo á que había ido á Albaida, y luego la emprendí, duran-
te dos días, con los muchachos mayores de 10 años. Harta necesidad tenían
por contarse entre ellos ¡cosa horrible! muchos precoces blasfemos.
Acabo de recibir cartas de los señores arciprestes de Játiva y Alcira
pidiéndome Ejercicios para el verano en el modo con que los acabo de dar
aquí. Antes de volver á la casa de nuestro padre san Francisco de Borja,
iré á ver cómo está aquéllo. Sobre el terreno se obvian mejor las dificultades
de local y personal, que pudiera haber.
Hoy 31 de mayo, después de cerrada la presente, salgo de Benigánim.
Conque, adiós, mi querido hermano; saluda al P. Sansa y di á los hermanos
teólogos y filósofos de ésa que agradezco muchísimo sus oraciones y en-
cárgales que continúen encomendándome al Señor.
En tus 00. y SS. SS. se encomienda tu hermano
t
JHS.
José Luís, S. J.
TANDAS DE EJERCICIOS
QUE DIO EL P. JOSÉ L. IÑESTA EN ALCIRA
Cartas de! mismo padre y de D. José Sais al P. Jaime Sansa
CARTA PRIMERA
Alcira. 31 octubre de 191 1 .
Rdo. P. Jaime Sansa.— Roquetas.
Muy Sr. mío y amado padre: Habiendo yo conocido el deseo de V. de
que le escribiera sobre el efecto y curso de los santos Ejercicios en esta
ciudad, lo hago con gran gusto por el placer de comunicar con V., aunque
temo no sean mis observaciones todo lo completas y justas que sería de de-
sear.
Si hay muchísimas poblaciones que. por desgracia, se hallan en un esta-
do de tibieza y descatolización harto triste, Alcira es una de ellas; así no es
de extrañar que nuestro dignísimo y querido Sr. cura pusiese gran empeño
en realizar aquí lo que, con tanto éxito, se hizo en Oliva y otros puntos.
Creíase en Alcira por las personas interesadas en la obra, que dado el
modo de ser de la población, el resultado no dejaba de ser dudoso.
Arreglada la venida del P. Iñesta para el 23 de septiembre, no se hizo
nada debido al movimiento revolucionario surgido aquí y en otras poblacio-
nes, como V. sabrá; pero por fin, el 17 del corriente, después de varias ex-
hortaciones del Sr. cura y caldeado el ambiente por la presencia y sermones
del P. Iñesta, dio principio la primera tanda de Ejercicios con un número de
40 hombres de todas clases sociales y de todas ideas.
A las dificultades y reparos que oponían algunos jornaleros, respondie-
ron algunas personas con limosnas para que nada perdieran por no trabajar.
En esta tanda quedaron todos muy impresionados, sirviendo su salida de
gran ejemplo á los demás, saliendo muy contentos, pero particularmente hu-
bo algunos que, rebosando inmenso jiíbilo, eran grandes reclutadores de
73
nuevos ejercitantes, lo cual, unido á la propaganda que muchas señoras y en
particular el clero hicieron, fué causa de que nos reuniéramos para el segun-
do turno 104 hombres, y digo reuniéramos porque era yo uno de ellos.
Fué noche muy notable para todos la de la entrada. Hacíamos los
Ejercicios en el asilo de Hermanitas de los pobres y era curioso en ex-
tremo ver entrar como una procesión de mujeres y hombres cargados de
colchones que algunos llevaban en caballerías por ser de las afueras de la
población.
Pero lo mejor era, ver allí dentro á personas á quienes rara vez se veía
en la iglesia y á algunas por completo alejadas de ella, y esto parece que
fué lo que más pronto hizo simpatizar á todos los allí reunidos; y el rato que
aun podíamos hablar, lo empleamos en mutuas expresiones de contento. Éste,
subió de punto cuando el P. Iñésta inauguró el acto, pues de tal modo se
captó al auditorio con su donaire y unción, que hasta los que de más mala
gana entraron vieron que lo pasarían mejor de lo que habían imaginado.
Poco á poco fué cayendo la gracia de Dios en los allí reunidos, pues
aunque había algunos pocos, algo distraídos, y por eso algún rato se abu-
rrían, en cambio muchos jóvenes y viejos comenzaron pronto á derramar lá-
grimas. Todos hacían el Via-crucis con fervor y ninguno dejaba de tomar dis-
ciplina, hasta que por fin, llegado el tiempo de las confesiones ninguno hubo
que dejase de hacer la suya, quedando todos tan alegres y satisfechos como
no lo estuvieron tal vez en toda su vida.
El domingo tuvo lugar en la parroquia la comunión á que concurrieron los
de la tanda anterior, y era de ver lo hermoso del espectáculo. Por la tarde,
después del sermón y con ocasión de unas Cuarenta Horas, hízose una proce-
sión claustral tan lucida cómo pocas veces se ha visto, pues á más de los
ejercitantes había muchos que querían formar parte. Por fin, el acto acabó
dándonos mutuas enhorabuenas y despidiéndonos con cariño del P. Iñesta,
que tanto bien hace á Alcira con su apostolado.
Ha sido un suceso excelente en sus resultados, porque además del orden
religioso, introducido en las almas, ha contribuido felizmente á relacionar
amistosamente á muchos y estrechar cordialmente la amistad de otros, todo
con el sello de la Religión.
De dos jornaleros me han dicho que, habiéndoseles ofrecido antes de en-
trar la limosna equivalente al jornal, al salir, no sólo han dado las gracias,
sino que han renunciado á la limosna.
Uno de los que han hecho ejercicios ha ofrecido 50 pesetas al que, al sa-
lir de ellos, esté arrepentido de haber entrado ó no le hayan gustado.
Desde luego, el diablo no descansa, pues por el hecho sencillo de que
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uno perdió el reloj y otro se lo encontró y lo llevó al P. Ifiesta, que ante to-
dos preguntó por el dueño, se hizo correr el rumor de que uno había quitado
un reloj á otro.
Esta noche comienza la 3.*'^ tanda con 140 inscritos hasta ahora, y por no
caber en el local anterior se ha habilitado un espacioso almacén de naranjas,
donde caben hasta 300.
Está todo muy animado, y aunque no preocupa aún á la gran masa y hay
muchos que, sabiendo la cosa, se niegan á entrar, confío en Dios que habrá
hombres para muchas tandas, y Dios quiera que se convierta Alcira, lo que
ruego á V., R. P., pida al Señor.
Procuraré comunicar á V. cuanto sepa sobre este asunto tan importante,
y aunque hoy por mis ocupaciones he podido saber poco de lo que V. desea,
esto es, cómo piensa y qué dice el pueblo de los Ejercicios, á la otra veré de
recojer ló que pueda.
Reciba V. el sincero saludo de su affmo. y S. S. en C. J.
José Sais.
CARTA SEGUNDA
Alcira, 25 de noviembre de 191 1 .
R. P. Jaime Sansa.
Muy amado en Cto. padre: Por las de V. R. al Sr. Sais y á mí, veo una
vez más el interés, ya manifestado en otras ocasiones, de V. R. por la obra
de los Ejercicios que vengo dando hace un año en varios puntos del reino de
Valencia. En justa correspondencia y agradecimiento, ahí va la presente,
que abarcará todo lo hecho en Alcira.
Es Alcira población de 18.000 almas, bastante maleada. La clase rica,
en general, alejada de la iglesia; la clase pobre, sumida además en la más
crasa ignorancia, y la media participando de ambos defectos.
Abarcando en conjunto las seis tandas que se han dado, no cabe duda
que el fruto ha sido muy relativo é inferior al de otros puntos. Las causas:
circunstanciales unas y personales otras. Entre las primeras, la principal fué
el haber ido yo á Alcira, á raíz del movimiento francamente revolucio-
nario del pasado septiembre, de que V. R. tendrá noticia por los papeles
75
públicos. Como estaba comprometido con el Sr. arcipreste desde mayo,
no tuve más remedio que afrontar la situación tal como Dios nuestro Señor
me la presentaba. Otra circunstancia local: después de la 2.^ tanda nos
vimos precisados á mudar de casa, trasladándonos á un almacén, capaz
sí, pero como ya comprenderá V. R. no muy á propósito para hacer vida en
él. Efecto de su humedad, nos acatarramos varios; ellos con una tos que mo-
lestaba á todos é impedía la atención, y yo con una afonía durante dos días.
Además el cambio produjo el natural desorden. El Via-crucis tuvo que ha-
cerse y la disciplina tomarse en el mismo almacén, por no poder ir á la parro-
quial, distante de él en demasía.
¡Las elecciones! He aquí otro inconveniente con que topamos. A pesar de
haber llegado á todos los rincones de Alcira la noticia del fruto obtenido en las
primeras tandas, la inmensa mayoría de los alcireños, más se preocupaba de
las futuras elecciones ministeriales que se avecinaban, que de los Ejercicios.
Y como la 3.^ tanda no había salido todo lo bien que era de esperar, nos vi-
mos obligados á mudar tercera vez de local, vistos los gravísimos inconve-
nientes del almacén.
En cuanto á las causas personales, que podríamos llamar intrínsecas, de
estos Ejercicios, hay que notar que si los 40 sujetos de la 1.'"^ tanda y los 104
de la 2,^ se portaron bien: no así los de la 3.^, compuesta, en sus comienzos,
de 126. Entraron en ella con muy mal espíritu varios jóvenes, socios del
Casino radical. De los 126 dichos, solo acabaron 122, porque tres se salieron
ya voluntariamente el primer día, y otro tuvo que hacer lo mismo por enfermo
poco después, y de los que perseveraron, cinco ó seis salieron mediana-
mente dispuestos: los restantes muy contentos y aprovechados, á Dios gra-
cias.
He dicho que estaba contento de las dos primeras tandas, pero aún en
éstas se trata de un contento relativo. En la l.''^ dieron su nombre 57, entre
ellos dos de regular posición y siete republicanos de los peores de Alcira;
estos últimos con la condición de cobrar 10 reales diarios. Llegada la hora de
entrar, brillaron por su ausencia unos y otros. Los primeros se excusaban cor-
tésmente, y los postreros, encontrándose con otro republicano, que les hizo
desistir, acabaron por burlarse de los Ejercicios. Al fin resultaron sólo 41 , casi
todos pobres. El 2.° día, al ir al ejercicio del Via-crucis, otro volvió pie atrás
yéndose á su casa. La mujer de otro, disgustada de que su marido hiciese
Ejercicios, dejó de mandarle la comida dos días, promoviendo además un es-
cándalo en su casa, y cuando, acabados los Ejercicios, se presentó el ejerci-
tante en ella, encontró cerrada la puerta, no pudiendo entrar hasta la una de
la tarde del día siguiente. Hicieron, sin embargo, pronto las paces y hasta el
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hijo de esta mujer se apuntó para la tanda siguiente. Otro ejercitante, no
atreviéndose á ir públicamente á comulgar con las manos juntas, desapareció
á la hora de la comunión. Por lo demás, el Señor bendijo copiosamente esta
1 .^ tanda, abundando las lágrimas de verdadera contrición y funcionando se-
riamente la disciplina. ¡Qué espectáculo tan conmovedor el de la comunión
en la parroquia, al ver á aquellos hombres ir á recibir al Señor con las manos
juntas delante del pecho y con un fervor que lo ponía en cuantos los contem-
plaban! ¡Lástima, empero, que á este acto no concurriera más gente!
Como suele suceder en casos semejantes, los que salen de una tanda,
son los principales preparadores déla siguiente. Esto era el 21 de octubre,
y el lunes 22 ya había apuntados más de 80, de categoría social un poco más
elevada, para la 2.^ tanda, que comenzó el 23, martes, para terminar el do-
mingo inmediato. V. R. habrá observado que procuramos acabar en día festi-
vo con el fin de dar, por medio de la comunión general y función de la tarde,
mayor solemnidad y publicidad al término de los Ejercicios, además de que
el fruto obtenido y el buen ejemplo que se da, resultan más duraderos y univer-
sales. Esta 2.''^ tanda siguió su curso bien y sin incidentes dignos de mención,
con los 104 ejercitantes dichos. La comunión general de la 3.'^ tuvo que ser
necesariamente en el templo parroquial, y como vivíamos en el almacén, fué
preciso dejarlo y atravesar la población todoá lo largo, á una distancia como
la que media entre el palacio del santo Duque y la estación de Gandía. Poco an-
tes de salir reuní á mis ejercitantes, preguntándoles si se veían con ánimo para
ir en procesión y rezando el santo Rosario. Siendo afirmativa la respuesta or-
ganizóse aquélla, encargándose de llevar el santo Cristo, ¡oh prodigio de la
gracia!, uno de los republicanos de la tanda, y detrás de él unos 160 hombres
cantando, brazos cruzados, las alabanzas de María santísima. Terminadas
la misa y comunión, volvimos á nuestro singular domicilio en la misma forma
que á la ida, con un aumento de 40 hombres que se nos agregaron. ¡Cuán-
tas lágrimas vi derramar á los que nos contemplaban! Lloraban de edifica-
ción, y creo que los ángeles custodios de todos nosotros lloraron de ale-
gría.
Los ejercitantes de las dos tandas siguientes, casi exclusivamente com-
puestas de braceros y gente pobre, recogidos en otro local que no fué el al-
macén, se portaron con edificación y buen espíritu; pero respecto á la 6.'' y
última tanda, es conveniente que hagamos alto en ella, por las enseñanzas
que suministra y porque, en último resultado, es un paso más, un verdadero
triunfo en esta obra de los Ejercicios.
En vista de que la clase acomodada se mostraba reacia á hacerlos, por
no sé qué preocupaciones sociales, muy explicables por otra parte, en gente
77
que no trata de perfección cristiana; nos resolvimos por fin á emprender una
tanda para sólo ricos. Lo primero que había que hacer era buscar nuevo local
digno de tales huéspedes, Y se encontró en una casa de campo, distante un
cuarto de hora de Alcira y en la que cabían holgadamente cuarenta perso-
nas. La. comida la serviría un fondista, abonando por todo cuatro pesetas dia-
rias cada ejercitante. Se puso, pues, manos á la obra, hiciéronse juntas, se
organizó la propaganda, y después de no pocos dares y tomares, al fin se
reunieron hasta 17, entre ellos, como personas de viso, el juez de 1.^ ins-
tancia, secretario del Ayuntamiento, dos concejales del mismo, tres labra-
dores acomodados, y los restantes de menos importancia. El alcalde, no sa-
biendo cómo desentenderse de tantas personas como le instaban á que tomase
parte en estos Ejercicios, fingió que la tomaría, pero á la hora de entrar, sin
decir esta boca es mía, va á la estación y toma el tren de Valencia. Tres"
ó cuatro ricos más muy principales, que habían dado su palabra, no la cum-
plieron tampoco.
La tanda ha ido bien. Como prueba, ahí va el siguiente hecho. Termina-
da la meditación del Hijo pródigo y estando casi todos llorando, se levanta
el Sr. secretario y dice: —«Padre, ¿me permite hacer una manifestación?—
Diga.— Hermanos, yo soy quien escribió el documento, prohibiendo la pro-
cesión de Corpus. La pluma se me debía de haber caído de la mano, y ésta
se me debía de haber secado. La falta fué pública y pública ha de ser la re-
paración. ¿Me perdonan? Y acto continuo besó los pies á todos. ¡Cómo hu- ■
biera V. R. visto llorar á estos ejercitantes!; una hora después, aún andaba
cada cual por su sitio derramando lágrimas. El día de santa Catalina, titular
de la parroquia principal, concluyeron con la acostumbrada comunión general,
saliendo luego para sus casas.
Deseaba dar alguna tanda más, pero no lo creímos prudente, porque la
recolección de la naranja absorbe toda la atención de Alcira; veremos si en
otra ocasión se organiza esto mejor.
En resumen: he permanecido en Alcira seis semanas y han hecho los
Ejercicios unos 500 hombres, entre ellos un centenar de socios del Casino
radical. Dos veces se ha cantado el santo Rosario por las calles de esta
'ciudad, y han tenido aumento de asociados la congregación de san Luis,
la Vela Nocturna y las conferencias de san Vicente de Paul, y quedan con-
tentos y animados los que han hecho Ejercicios. ¡Haga el Señor que fructifi-
que la semilla que se ha sembrado en Alcira!
Voy dentro de poco, á tener una conferencia telefónica con mi P. rec-
tor, para ver si me permite ir mañana á Sagunto, donde la naranja está
más atrasada que aquí.
78
Dios nuestro Señor pague á V. R. y á todos esos buenos PP. y HH. las
oraciones que por esta obra han ofrecido. Yo quedo agradecido por ellas y
me despido de V. R. encomendándome en las de todos.
De V. R. siervo en Cto.
JHS.
José Luís Iñesta. S. J.
EJERCICIOS DEL P. JOSÉ L. IÑESTA EN SAGUNTO
Cartas del Rdo. Sr. Gura Arcipreste D. Juan Bta. Vidal al P. Jaime Sansa.
del P. Iñesta á su hermano el P. rector de nuestro Goiegio Máximo
y del Sr. D. Antonio Monzó Huesma al P. Sansa
CARTA PRIMERA
Arciprestazgo de Sagunto, 4 diciembre 1911.
R. P. Jaime Sansa, S. J.
Mi estimado en Cristo padre: Dióme á leer el P. Iñesta la suya del
1 '." del corriente, y si me llenó la conmemoración que su reverencia hace en
ella de mi insignificante persona, fué inmensamente mayor mi complacencia
por verle tan interesado en el éxito de los santos Ejercicios de esta ciudad.
Ya veo prácticamente cómo el Señor está oyendo las oraciones de tan-
tas almas justas, que ruegan por esta santa obra.
Va bien por ahora, y como muestra de gratitud le mando La Hoja pa-
rroquial que aquí publicamos, con el fin, además, de que se vaya haciendo
cargo de la marcha que seguimos, sin perjuicio de que le participe por carta
cuanto de notable ocurra.
Los de la 1 .^ tanda eran la flor de la piedad, con excepción de dos ó tres
que han seguido á los demás en el recogimiento y fervor. Tres noches de
visita pública al templo para el Via-crucis, con disciplina, y la penúltima
noche con el conmovedor acto de besar los pies de los ejercitantes, por par-
te del P. director, demuestran el fruto recogido.
Han salido todos, como los apóstoles del cenáculo, predicando á Cristo
por doquiera. Una hermosura y una esperanza, mucho mayor que la apun-
tada en la Hoja parroquial: fueron 87 los de esta tanda.
La 2.^ se compone de 93, la mayor parte son jóvenes. Si ésta sale bien,
como espero del Señor, ¿quién sabe hasta dónde iremos? Porque ahora te-
nemos hijos pródigos, comediantes, mal educados y otros ej'usdem fúrfuris.
En la salida á la iglesia asomó, algunos días, la pretensión de algunos
espíritus inquietos, emisarios del demonio, para amedrentarnos y hacernos
retroceder; pero la gracia del Señor nos sostiene y parece que nuestro valor
y denuedo han de triunfar.
Anoche, última salida, hubo ya gran respeto y hasta mucha edificación.
Sigan sus oraciones sobre los saguntinos y estén seguros de la recom-
pensa del Señor y de la gratitud más sincera de su affmo. S. S. en Cristo,
t
JHS.
Juan B. Vidal, cura arcipreste
CARTA SEGUNDA
Sagunto, 10 diciembre 1911.
R. P. Antonio Iñesta.— Tortosa.
Muy amado en Cristo hermano: como el Sr. D. Antonio Monzó Huesma
escribe largo al P. Sansa sobre las tandas que he dado y daré, Dios median-
te, en Sagunto, yo seré breve en ésta, apuntando no más que cuatro porme-
nores históricos, que sé te interesarán.
Salí de Alcira para venirme directamente á Sagunto, el 26 del pasado
noviembre, dejando allí el horno, no sólo caliente, sino encendido. Se están
organizando los buenos alcireños para arreglar un local adecuado y perma-
nente, de modo que no se tenga que ir de uno á otro con notable menoscabo
del fruto de los Ejercicios. Y como el problema principal es el de la cocina,
están ya preparando una económica en el mencionado local de modo que los
ejercitantes pobres puedan recibir gratis el sustento cotidiano; con lo cual y
la ayuda de Dios N. S., espero que se podrá volver, con doblado fruto, sobre
la obra de los santos Ejercicios. jPlega á Dios que así sea!
Uno de los frutos que he notado van produciendo, á Dios sea la gloria,
estos Ejercicios, es el de ser despertador de vocaciones á nuestra Compañía,
mayormente de sacerdotes, que son los que más cuenta se dan de la eficacia
de aquéllos en la transformación de poblaciones enteras. Como prueba de lo
que voy diciendo, te diré que de sólo una de las poblaciones últimamente
ejercitada tengo dos señores vicarios que se me han manifestado tocados
en este sentido; luego vienen los jovencitos. Dos tengo de la misma po-
81
blación, uno de 15 y otro de 17 años de edad, ambos de provecho y
esperanzas, y que han hecho ya un viaje á Gandía para ver á los novicios.
Y aquí en Sagunto ya he visto y examinado á otro que estudia para sacer-
dote, de 15 años, que espero servirá para la Compañía.
Viniendo ahora á mis tandas, estoy actualmente en la 3/'^, en la que hace
los Ejercicios, entre otras personas de viso, el Sr. notario, cuya hija está
ocupada en los menesteres de la casa, en que está retirado su padre. Te seré
franco y con sentimiento lo digo, pero ello es cierto, que en Sagunto esta
obra de los Ejercicios sufre gran persecución por parte de los malos, acaso
con mayor intensidad hasta el presente, que en ninguna parte. Vayan algu-
nas muestras. Al salir la primera vez los de la primera tanda á la disciplina,
nos silbaron de lo lindo, y al siguiente día, lo mismo; aunque á partir de ahí,
nos impusimos. Para tener á raya á los republicanos y conservar el orden,
acudieron en favor de los de la 2.^ tanda, el Sr. alcalde y los dos tenientes
de alcalde, cuatro municipales y dos alguaciles y casi todos los ejercitantes
de la anterior dispuestos á todo. No hubo nada, pero esta actitud de los ejer-
citantes por una parte y de los republicanos por otra, asustó á los señores
alcaldes, los cuales fueron á conferenciar con el Sr. arcipreste para decirle,
en suma, que tenían permiso del Sr: gobernador para prohibir esa salida.
A esto replicó admirablemente el interpelado que bien, que la prohibiesen,
pero que la prohibición la quería por escrito. Y no atreviéndose el Sr. alcal-
de á dar este paso, continuaron mis ejercitantes saliendo todos los días que
duró la 2.^ tanda.
Ahora estamos dando la 3.'^ que comenzó anoche, compuesta de 101
hombres, y el jueves por la noche daré principio á otra de niños de 10 á 15
años, pues no me sufre el corazón verlos llorar pidiéndola. Harta necesidad
tienen, por cierto, porque ya en tan tierna edad son muy blasfemos. ¡Qué
horror!
El domingo. Dios mediante, haremos una comunión general de todos,
hombres y niños, y por la tarde habrá sermón repicado y Rosario por las
calles. ¿Y después? O continuaré dando tandas de hombres, ó bien armaremos
una especie de misión á todo Sagunto.
Para confirmación de lo que arriba te he dicho, de la oposición rabiosa
á estos Ejercicios, tienen los republicanos proyectada una manifestación con
no sé cuántas bandas de música, precisamente el mismo día que teníamos
escogido para una solemne procesión con el Santísimo y sus cinco visitas en
desagravio á S. D. M. por tanta blasfemia como se oye por estas calles. En
este estado quedan las cosas de aquí. Veremos lo que Dios nuestro Señor
nos inspirará.
82
Saluda á los PP. y HH., y continuad encomendando esta obra de los
Ejercicios, al Señor.
En tus SS. SS. y OO. me encomiendo.
T
.IHS.
José Luis Iñesta, S. J.
P. D. Sirva de tal el adjunto recorte de La Hoja parroquial.— Sa-
gunto, 3 de diciembre de 1911. Dice así:
«Lluvia copiosa:— Los pronósticos del tiempo del astrónomo Sfei-
joón anunciaron un régimen lluvioso en la Coruña y en las costas levantinas,
desde Barcelona á Alicante para los días del 24 al 27 del pasado mes. De esas
lluvias sólo nos tocó á los saguntinos una pequeña parte en la mañana del 27,
aunque llovió en abundancia por la Coruña y Barcelona.
Mas el 26 nos envió el cielo una lluvia copiosísima, de carácter espiri-
tual de más estima que la otra con serlo tanto: había llegado en el exprés
el P. Iñesta. Salieron á recibirle muchos hombres con D. José Lerma, coad-
jutor, y una nutrida comisión de congregantes de san Luís. A todos, pero prin-
cipalmente á los jovencitos, cautivó el padre, desde el primer momento, con
sus cuentos de buena ley.
Predicó por la noche en valenciano sencillo y gracioso; ese gracejo ha-
cía evocar el recuerdo del apóstol valenciano san Vicente Ferrer, que ponía
en conmoción comarcas enteras.
Los hijos de esta ciudad también están conmovidos: una gran agitación
nótase en muchos. No se habla de otra cosa que de los santos Ejercicios.
La primera tanda, que empezó el martes por la noche, en el Centro ca-
tólico, estaba compuesta de cerca de cien hombres. ¡Qué hermosura...! ¡Qué
horizonte tan lleno de esperanzas!
La segunda tanda empezará hoy domingo por la noche, para terminar el
día de la Purísima, por la mañana.
Son ya muchos los inscritos. Es de esperar que dobléis el número de la
primera, como sucedió en Albaida, Oliva y otros pueblos. Será la mejor dá-
diva que podáis ofrecerle á vuestra Madre, María Inmaculada».
83
CARTA TERCERA
Sagunto y diciembre de 1911.
Rvdo. P. Jaime Sansa, S. J.— Tortosa.
Apreciado padre en el Señor: Deseo mío es, que al recibir ésta se en-
cuentre bien, dando por ello gracias á Dios.
Cumpliendo con el encargo que me hizo el P. Iñesta, de participar á V. R.
lo sucedido respecto á los santos Ejercicios espirituales que está dando en es-
ta ciudad, tomo la pluma para enterarle de los frutos obtenidos y de la ani-
mación que hay, pues ayer empezóla segunda tanda, habiendo cerca de 30
hombres más de los que nos reunimos en la primera.
Ya era hora de que esta ciudad conociese las ventajas que reportan los
santos Ejercicios, en donde el hombre aprende á saber lo qué es.
El día 26 del pasado mes, llegó á ésta el celoso P. Iñesta, y por la tarde
á las 5 y media hubo un corto ejercicio en la iglesia parroquial, donde se re-
zó el santo Rosario, dirigiéndonos á continuación el P. Iñesta la palabra
estando en todo muy oportuno. Sus palabras entusiasmaron tanto, que gra-
cias á Dios en la 1.''^ tanda llegamos á ser 86 hombres.
El día 28 á las nueve de la noche, empezaron los Ejercicios y el padre
ya nos hizo todas la advertencias necesarias.
Al día siguiente, no con menos gracia que el día anterior, nos dijo entre
otras cosas que íbamos á pasar cuatro días felices, advirtiendo que á algu-
nos el primer día les parecería muy largo, pero que en los demás no sucede-
ría lo mismo, como verdaderamente no se equivocó; y el no cansarse era
debido á la gracia que tiene este buen padre para decir las cosas.
Transcurrió el día muy bien, y al anochecer salimos del Centro católico,
punto donde se han practicado y practican esos actos, y fuimos á la iglesia
parroquial, que está enfrente mismo, á hacer el Via-crucis, por creer el
padre que el Centro, no reunía condiciones para este acto. De acuerdo
con el Sr. arcipreste, se determinó hacerlo en la iglesia, ya que está tan
cerca.
Los cuatro días á la misma hora salimos á contemplar lo que el Señor
sufrió y por ello murió en el Calvario. El primer día fueron pocos, pero los
otros días ya acudieron muchísimos á vernos, pues íbamos ordenados en dos
filas, y delante, un ejercitante llevaba el santo Cristo. Al salir á la calle, en-
84
seguida se notaba el rumor que hacía la gente, y alguno que otro joven mal
educado, solía decir alguna cosa, pero no delante, sino detrás de todos para
poder hablar y que no le pudieran ver.
El segundo día, ya acostumbrados y entendiendo lo que valen los santos
Ejercicios, se pasó más á prisa q.ue el primero. Y ¿quién oyendo la dulce y
amable palabra de este padre no se enamora? ¿Y á quién íio se le hace cor-
to el sermón, aunque dure tres horas? En este día nos dijo el padre, que ha-
biéndole pedido algunos de los ejercitantes la disciplina, nos lo hacía saber
á todos, pero advirtiendo que eso era un acto voluntario, y que el que no
quisiera, que no se asociara; pero como ya teníamos diez sermones, y ha-
bíamos recordado ya algo de lo que Dios N. S. padeció por nosotros, pensá-
ramos qué debíamos hacer; qué pasó? que no quedó ninguno que no tomara
disciplina, acompañándonos también el padre, el Sr. arcipreste y los seño-
res coadjutores.
El día 3.^, después de hacer el Via-crucis con mucha devoción, se ba-
ñaron de lágrimas los ojos de todos los ejercitantes. El P. Iñesta nos pidió
perdón por si en algo nos había faltado; falta que no había hecho, y pidió que
le permitiésemos besarnos los pies á todos. Figúrese la escena que se repre-
sentó; á medida que el padre iba besando los pies, el ejercitante á quien se
los besaba, iba regando con lágrimas el suelo del santo templo.
La gentuza libre-pensadora y demás compañeros, están que rabian de
ver que prospera el deseo de hacer muchos hombres los santos Ejercicios, y
como quiera que acuden á ver hacer á los ejercitantes el Via-crucis en la
iglesia, y ven que van con aquella humildad, eso les hace rabiar más porque
ese es un don que á ellos les falta.
Casi todos los de la primera tanda hicimos una confesión general verda-
dera, y sólo el padre sabe las lágrimas que se han derramado en el transcurso
de las confesiones.
Casi todos también han hecho verdaderos propósitos de no ofender á Dios
N. S. Unos prometieron no blasfemar más de su santo Nombre y otros la co-
munión frecuente, que es la verdadera medicina que cura las enfermedades
del alma.
Entre otras cosas, me llamó la atención la carta que un joven dirigió á
sus padres, la cual quiero copiar íntegra, por parecerme tendrá V. R. gusto
en ello.
Dice así: «Queridos padres: me alegraré que al recibir la presente, go-
cen Vds. de completa salud. La mía es buena á D. G.
» Vivamente impresionado por estos Ejercicios, los cuales me han disuel-
to pesadas dudas é infundados errores, motivados por mi ignorancia y por mis
85
malas compañías, vista desde aquí bien clara la verdad y desechados los vanos
presentimientos que turbaban mi tranquilidad y mi conciencia, he resuelto
cambiar en la parte que era menester, mis ideas.
»Sobre todo, padre, le ruego encarecidamente, haga venir á mis queri-
dos Carlos y Salvador, y si dan otra tanda, vengan los restantes á fin de no
dejar la casa sola.
»Si V. padre, quiere tener verdadero dominio sobre sus hijos; si ustedes,
mis queridos padres, quieren el bien de sus amados hijos, y quieren la salva-
ción de ellos, mándenlos á los Ejercicios, y sus hijos, haciéndose hombres hon-
rados, honrarán á sus dignos padres, y no mandándolos corren peligro de
perderse.
»Las ganas de comer siguen bien, y tengo las manos y cara que parecen
de señorito.
»Sin más por hoy... etc.»
El Señor bendiga al P. Iñesta, que tan admirablemente sabe cautivarlos
corazones de los hombres, y que, en los pocos días que hace reside en esta
ciudad, ha hecho derramar tantas lágrimas de arrepentimiento. Que bendiga
también el Señor el trabajo inmenso que nuestro digno Sr. arcipreste se ha
tomado para cooperar á una obra como ésta, y en recompensa de ello y del
interés que se toma para la realización déla torre del campanario y demás
obras de la población, le conceda el Señor lo que yo para mí deseo, que es
la Gloria eterna.
Rdo. padre: Ruegue á Dios N. S. por mí, ya que V. R. tiene una vida
más perfecta que la mía y por medio de la cual se hacen tantos santos, por-
que es de mortificación y desprendimiento de los bienes de este mundo.
Soy de V. R. S. S. q. b. s. m.
Antonio Monzó Huesma.
CARTA CUARTA
Sagunto, y diciembre de 1911.
R. P. Jaime Sansa, S. J,— Tortosa.
Apreciado padre en Jesucristo: Por complacer de nuevo al muy querido
y apreciado P. Iñesta, tomo la pluma para notificarle lo que V. R. desea
saber de los santos Ejercicios.
86
Aj'er por la mañana, día de la Inmaculada Concepción, terminó la segun-
da tanda, celebrándose á las 7 la misa de comunión general para los ejerci-
tantes de la 1 .^ y 2.^. Al banquete eucarístico se acercaron todos los ejerci-
tantes y algunos hombres que también quisieron tomar parte, resultando una
comunión numerosísima, pues se dio el Pan de los ángeles á muchísimos fie-
les, y además en la capilla de la comunión no pararon los sacerdotes de ad-
ministrarla á otros que no pudieron asistir á la general.
A las nueve se celebró la solemne fiesta que las camareras de nuestra
Señora hacen á la Inmaculada, encargándose del panegírico el muy elocuente
orador sagrado D. Enrique Sanchiz, arcipreste de la parroquia de santo To-
más de Valencia, el cual desempeñó su cometido con el acierto que las cir-
cunstancias requerían.
En esta ciudad no se habla de otra cosa más que de los santos Ejercicios.
Los hombres de buena conducta, que los han practicado, no cesan de alabar
al P. Iñesta, pues es tanta su amabilidad, que á todos entusiasma. Los hom-
bres del libre-pienso, ó como se diga, no paran de criticar estos actos, di-
ciendo que los jesuítas son unos fanáticos, unos canallas: que el dar resulta-
do los Ejercicios, es debido á que se ganan las mujeres y éstas conquistan á
sus maridos é hijos: en fin mil barbaridades.
De los 119 hombres de que constaba la 2.^ tanda que acaba de terminar,
la mayor parte, ó sea unos 70, eran jóvenes de 20 á 25 años. Se han manifes-
tado muy atentos á las explicaciones que el padre sabiamente hacía, y no
faltaron algunos que vertieron lágrimas al oir cómo el padre les representa-
ba las travesuras que habían hecho durante su vida.
Entre estos había uno de 21 años, hijo de una de las familias más católi-
cas de esta ciudad. Hace unos tres años, como quiera que sus padres lo edu-
caban cristianamente y á él le repugnaba mucho, se juntó con malas compañías
que fueron su perdición; no. queriendo practicar lo que su buen padre le
enseñaba, se fué de casa, siendo su paradero, hasta ahora, tan pronto un
sitio como otro. Una vez le robaron el dinero que con trabajo tenía re-
cogido. Debido á su mala conducta, ha estado por dos veces gravísimo
en el hospital de Valencia. En fin que en estos tres años, ha llevado una
vida depravada á más no poder. El día que terminó la primera tanda fué á
la casa donde se hospedaba este joven, un hombre muy bueno; preguntó
por él y como le dijesen que estaba durmiendo, lo despertó y se fueron
los dos al Calvario. Una vez allí, le dijo que, por encima de todo, aquella
noche había de volver á casa de sus padres, haciéndole ver cómo por súmala
vida le habían sucedido varias enfermedades. Después de oponer el joven
mil dificultades convinieron en que también le acompañaría un sacerdote de
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ésta para presentarlo al anochecer en la casa paterna. Por casualidad me
vieron á mí y quisieron que también yo le acompañara. Llegamos á la casa,
y como no estaba su padre, nos esperamos hablando con su madre y herma-
nos. Por fin llegó su padre, y después de razonar brevemente de los Ejerci-
cios, le dijo el sacerdote que nos íbamos, pero que le dejábamos á su hijo en
casa. El fervoroso padre respondió que le parecía bien, añadiendo: «Yo lo
que quiero es que mi hijo quiera sobre todas las cosas á Dios N. S., que es lo
que siempre le he enseñado».
Nos retiramos quedando en que después de cenar iríamos por él para
que formase parte de la segunda tanda que comenzaba aquella noche. Entró en
los santos Ejercicios, y por varios amigos y dos hermanos míos, que también
los hacían en esta segunda tanda, supe que había llorado mucho, y el primer
día que salieron á rezar el Via-crucis, pidió le dejasen llevar el Sto. Cristo,
lo cual le fué concedido.
El tercer día, cuando el P. Iñesta, lo mismo que á nosotros, besó los
pies á los ejercitantes pidiéndoles perdón (derramando también muchas lá-
grimas), exhortó á que también ellos se perdonasen mutuamente. Entonces,
el joven á que me refiero, fué en busca de su padre, que se hallaba también
presente y abrazándole fuertemente, le rogó le perdonase. Así lo hizo el
buen padre derramando los dos y todos los circunstantes raudales de lágri-
mas. Ruegue V. R. por la perseverancia de este pobre joven, que verdade-
ramente es una figura del Hijo pródigo.
Todos los ejercitantes han escrito á casa de sus padres, diciéndoles que
en toda su vida no habían pasado días más felices que los de estos santos Ejer-
cicios.
Esta noche, comienza D. m., la tercera tanda, suprimiéndose en ella la
salida al rezo del Via-crucis, por creer el padre que dicha salida es obstáculo
para que algunos, llevados de los respetos humanos y temor al ¿gué dirán?,
hagan Ejercicios.
Me ofrezco para informar á V. R. del resultado que produzca en esta
ciudad la 3.^ tanda de ejercicios, á que se va á dar comienzo, y doy á V. R.
las más sinceras gracias por su regalito del libro, cosa que aprecio y agradez-
co muchísimo. ,
Me despido de V. R. suplicándole se acuerde en sus oraciones de esta
ciudad, para que sea de nuevo, lo que fué en tiempos anteriores.
Soy de V. R. affmo. S. S. Q. B. S. M.
Antonio Monzó Huesma.
CARTA QUINTA
Sagtinto y diciembre de 1911.
R. P. Jaime Sansa, S. J.— Tortosa.
Apreciado padre Sansa: Contestando á su muy grata carta en la que pre-
gunta por el éxito de la última tanda, le participo que no ha resultado como
las dos anteriores.
El número de ejercitantes fué mayor, pues excedió en 10 ala segunda,
pero unos cuantos jóvenes entraron en Ejercicios forzados por sus padres.
Como no estaban bien instruidos en materia de religión, no paraban de ha-
cer gestos y en el comedor faltaban al silencio mientras los demás lo guar-
daban puntualmente: por fin los tuvieron que separar y hacerles comer á
parte. Cuando el P. Iñesta se enteró, los reprendió como se merecían, di-
ciéndoles que, ó terminaban de hacer lo que hacían, ó se acababan los Ejer-
cicios.
Esto era el segundo día, y al siguiente, en vista de que eran muchos los
que pedían hacer el Via-crucis en la iglesia, determinó el padre se hiciese
como pedían, pero haciendo constar que como esta salida obedecía á la petición
que le habían hecho, dejaba libre el poder quedarse en la Casa á los que lo
deseasen. Tan sólo se quedaron unos 26.
Al salir del Centro en dirección á la iglesia, hizo el padre que llevase el
santo Cristo uno de los jóvenes, á que antes me he referido. Este fué uno
de los que más lágrimas vertieron en el conmovedor acto de besar los pies y
pedir perdón. De vuelta á la casa de Ejercicios, hizo el padre con los que se
habían quedado lo mismo que había hecho en el templo: algunos se negaban
á que les besara los pies confesándose indignos de ello, pero al fin accedie-
ron á los ruegos del padre, no sin derramar todos copiosas lágrimas.
Se dio fin á esta tanda el jueves por la mañana, celebrándose á las cinco
y media la comunión general para todos los ejercitantes que habían tomado
parte en ella, agregándose á éstos varios de las tandas anteriores.
Durante el viernes y sábado, dio el padre los Ejercicios á 87 niños, de
10 á 16 años de edad, los cuales entraban á las 7 de la mañana y salían á las
siete y media de la noche.
El domingo por la mañana hubo comunión general para los ejercitantes
de las tres tandas y los niños. Por la tarde, después de terminada la solemne
función, que la antigua cofradía de Minerva dedica á la santa Eucaristía los
terceros domingos de mes, en la que predicó el P. Iñesta un acertado y elo-
cuente sermón contra *la blasfemia; se organizó por las calles de la ciudad
un Rosario cantado, del que formaban parte todos los ejercitantes. Según se
afirma, no se había conocido tanta concurrencia de hombres á un acto re-
ligioso, ni aun el día de los santos patronos Abdón y Senén.
Los republicanotes, claro está, como además de ver el entusiasmo por
los santos Ejercicios, que es lo que á ellos más les desagrada, pudieron adr
mirar el acto del domingo por todo el pueblo, estaban que se mordían la len-
gua. Todo eran corrillos por aquí y por allá y habladurías en voz baja, pero
nadie dirigió la menor palabra de insulto: ya sabían ellos bien que no era
aquel tiempo oportuno para eso.
Ayer empezó la 4.''^ tanda dada á hombres, los cuales estarán cuatro
días, pero entrando y saliendo de la casa donde se practican, lo mismo que
los niños. Sin duda, este cambio en la distribución se ha debido de introducir
por haber expuesto algunos hombres la imposibilidad de abandonar su casa
durante la noche, pues ya" el domingo por la tarde dijo el padre que solamen-
te en este pueblo se había hecho de este modo. Según creo esta tanda se
compone de 40 hombres y será la última que por ahora se les dará.
Esto es cuanto por ahora puedo comunicarle, aprovechando la ocasión
para repetirme una vez más.
De V. R. affmo. S. S. q. b. s. m.
Antonio Monzó Huesma.
CARTA SEXTA
Sagunto, 27 de diciembre de 1911.
Rdo. P. Jaime Sansa, S. J.— Tortosa.
Apreciado en Cto., padre Sansa: Después de saludarle cariñosamente,
mi deseo es que se encuentre sin novedad, dando por ello gracias á Dios.
No sería cumplir con lo prometido, si no le comunicara los últimos actos
celebrados, con motivo de los santos Ejercicios.
Después de concluida la última tanda de Ejercicios dada á sólo hombres,
que terminó el jueves por la mañana, hubo también Ejercicios para las mu-
jeres, en la iglesia parroquial de santa María, haciéndoles el P. Iñesta dos
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sermones: uno por la mañana, conchuda la misa de las cinco y media, y
otro á las seis y media de la noche.
Todo cuanto yo le pudiera decir del entusiasmo que ha habido, sería
poco, pues basta decir, que tanto por la mañana como por la noche, se llenaba
el templo de gente, acudiendo á él y aprovechándose de la ocasión muchísimos
hombres, viéndose algunas veces á personas descreídas distinguirse por su
atención á las dulces. palabras del P, Iñesta.
En la noche en que se conmemora el Nacimiento del Hijo de Dios, nos
predicó el P. Iñesta un hermoso sermón, haciéndonos verla diferencia que hay
entre el Nacimiento del Rey de cielos y tierra, y el de los hombres. Estuvo
elocuentísimo: al fin del sermón se despidió de nosotros causándonos la des-
pedida tal sentimiento, que las lágrimas, que días antes se derramaron al
considerar las verdades eternas de los santos Ejercicios, se repitieron en
aquellos momentos.
El momento de recibir al divino Niño en nuestros pechos, resultó un
acto solemnísimo por la gran concurrencia de personas que se llegó al divino
Convite. Según referencias de un sacerdote, pasaron de 1.200 las comu-
niones administradas.
Todos estamos que no sabemos lo que nos pasa desde que ese buen pa-
dre de las almas se ha alejado de nuestro lado. Su presencia y ía dulzura de
sus palabras nos eran tan gratas, que no nos cansábamos de oirle aunque se
alargara un poco en algunas explicaciones.
Todos pedimos al Señor que premie al buen P. Iñesta, como recompen-
sa del bien que ha hecho en el poco tiempo que ha estado en esta ciudad.
Deseando á V. R. unas felices pascuas de Navidad y entrada de año,
me ofrezco gustosísimo para que V. R. disponga de mí en todo lo que pueda
serle útil.
De V. R. affmo. S. S. q. b. s. m.
Antonio Monzó Hues.wa.
N. B. Téngame presente en sus oraciones, y pida al Señor que tenga
misericordia de este pueblo, otorgándonos á todos el don santo de la per-
severancia.
(r==^í'^>==^
COLEGIO DE SANTO DOMINGO
DE ORIHUELA
UN/\ OBRA SOCIAL ADMIRABLE É IMITABLE
DEBIDA Á LOS NN. DE AQUEL COLEGIO
Narración por el P. Juan B. Juan Sausi. S. J.
CAJA DE AHORROS Y SOCORROS Y MONTE DE PIEDAD
DE NUESTRA SEÑORA DE MONSERRATE
Una de las obras sociales que con más exactitud pueden compararse al
granito de mostaza, en frase evangélica la menor de las semillas; es sin duda
alguna la «Caja de Ahorros y Socorros y Monte de Piedad de Ntra. Sra. de
Monserrate», fundada, gracias á la iniciativa y perseverante tesón del
R. P. Bartolomé Arbona, rector á la sazón del Colegio de santo Domingo,
en Orihuela el año 1994 é inaugurada el día de la Asunción de la san-
tísima Virgen á los cielos. Un pequeño cuarto destartalado, y húmedo
por añadidura, una mesa vieja acompañada de media docena de sillas,
que una buena persona prestó gratuitamente, fueron el primer local y mo-
biliario de la nueva institución. Su modesto capital no pasaba de 4.000
pesetas. Y así vivió por espacio de algunos años, como pequeña semilla
echada en el surco, pero rodeada de todas las espinas que pueden impedir
el crecimiento de una planta, y de todas las contradicciones que pueden
llover sobre una institución humana.
Diríase que, aunque tan pobre y sin salir aún de la cuna, el mundo ente-
ro se armaba contra ella, porque amigos y enemigos, seglares y no segla-
res, políticos y no políticos, los buenos y los malos sin exceptuar ningu-
no, no sólo se opusieron tenazmente á su fundación, sino que hicieron
también cuanto pudieron para tirarla abajo después de fundada, haciéndole,
pública y privadamente, oficiosa y oficialmente la más cruda guerra. Ni faltó
quienes aun de los mismos que ayudaron con su óbolo para fundarla y figura-
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ban en el cuadro de protectores, la combatiesen y se burlasen de ella ó por
lo menos la mirasen con desprecio. Los que le hacían más favor era no acor-
darse para nada de su nacimiento.
Y no fué la menor de las dificultades y de seguro fué ésta la raíz de
otras muchas que después surgieron, la existencia de otra Caja de Ahorros,
establecida ya de antiguo en Orihuela, si bien de índole muy diferente, tan-
to por su origen, como por su fin; puesto que está constituida por socios que
perciben un tanto por ciento de utilidades como en todas las sociedades pu-
ramente económicas, de la cual son accionistas muchos de los más principales
de la ciudad. Así pues, como era natural, los interesados no dejaron piedra
por mover á fin de estorbar la fundación primero y el desarrollo después de
la pequeña institución, la cual, según creían, venía á turbarles la tranquila
manipulación de intereses en la región orcelitana.
Pero los enemigos más despiadados y temibles fueron los que desde
mucho tiempo antes, se enriquecían con la asura esquilmando con ella sin
piedad la hermosa vega del Segura.
Pero la contradicción de los hombres es el sello de las obras de Dios, y
esta ley tan antigua como el mundo, se vio una vez más cumplida en la «Caja
de Ahorros de Ntra. Sra. de Monserrate» de Orihuela.
Todavía á estas dificultades hay que agregar otras, que si bien son de
carácter más general, no dejaron de entorpecer gravemente la vida y obras
de esta institución meritísima y eminentemente social. Porque para empren-
der obras de provecho común y estable entre los pobres, hay que vencer en
ellos el espíritu de rutina y la natural desconfianza que les inspira toda no-
vedad en que de algún modo ven comprometidos sus intereses; es menester
con argumentos prácticos mostrarles las ventajas que reportan de tal ó cual
empleo del dinero, los peligros y daños de la imprevisión ó despilfarro, é
inculcarles poco á poco, pero con constancia, las utilidades prácticas del
ahorro, de la economía, de la asociación, de la propiedad, etc. etc. Y no hay
que olvidar la gran aversión que reina por desgracia en muchas regiones á
toda suerte de asociación, la cual es casi universal tratándose de gente jor-
nalera y pequeños propietarios, que cifran toda su felicidad en gastarse cuan-
to ganan y vivir al día como suele decirse, si no es que den en otro extremo
contrario cual es el tener su dinero enterrado ó encerrado en viejos arcones,
sin comprender la utilidad que les reportaría el entregarlo á manos ajenas
para que les produjera algún interés.
Para vencer estas dificultades es menester no solamente conocer el
origen de donde proceden que de seguro ha de variar de una región á*otra,
sino también procurar obtener un conocimiento más que superficial del
93
carácter, honradez y laboriosidad ó quizá apatía é indolencia del país. Si no
se tienen además recursos pecuniarios, buenas relaciones y algún más que
regular crédito comercial, que suele faltar á los religiosos, vienen inevita-
blemente los fracasos, frecuentes por desgracia, en personas emprendedoras,
de gran celo y virtud, cuyas obras pronto mueren. Pues bien: ¿quién puede
poner en duda los esfuerzos que son necesarios para llevar adelante una aso-
ciación económica establecida bajo la influencia exclusiva del espíritu cató-
lico? Pues por ahí se podrá comprender cuánto se ha tenido que luchar para
la institutión y crecimiento de la «Caja de Ahorros y Socorros de Ntra. Se-
ñora de Monserrate», la cual no ha dejado de perseguir con eficacia y sin
desalientos su fin inmediato, que es contribuir al mejoramiento material y
moral del país, difundir entre sus habitantes las ¡deas de economía y previ-
sión, contrarrestar los daños de la usura y auxiliar al laborioso y necesitado
trabajador, proporcionándole los elementos más precisos ya para las necesi-
dades de la vida, ya para las de su profesión y oficio, así en circunstancias
normales como en épocas difíciles y calamitosas.
Pero vengamos á cosas más concretas. El dia 15 de agosto, como decía-
mos, del año 1904, dióse por abierta la Caja proyectada; pero á fin de obviar
dificultades que el gobierno de la nación opone á nuevas fundaciones de este
género, túvose por conveniente fundarla como sucursal de la Caja de Aho-
rros de Crevillente, población que dista de Orihuela como unos 20 kilómetros.
Mas, como quiera que los trabajos de esta obra de necesidad indispensable
para Orihuela, se vieran poco á poco felizmente coronados por un resultado
cada vez más satisfactorio, previos los acuerdos requeridos, declaróse inde-
pendiente y obtuvo la aprobación legal mediante una real orden expedida
el 12 de mayo de 1906.
El sistema de esta singular institución es muy especial. No es el de las
Cajas de Raiffeisen, ni el de las Cajas llamadas de Jontes, ni el de otras
cajas rurales que se han creado. El estudio y procedimientos, que se adop-
taron lo recomiendan eficazmente; porque como quiera que antes de formu-
larse el reglamento, por que se había de regir la deseada Caja, se consulta-
sen otros varios del mismo género con mucho cuidado y diligencia, por
hombres muy competentes en la materia, con no menor diligencia y cuidado
procuróse averiguar el éxito bueno ó malo de cada uno, y las ventajas ó des-
ventajas que traen consigo, y con esto se redactó uno tomando lo mejor de
todos, de donde resulta que el reglamento por que se rige la «Caja de Aho-
rros y Socorros y Monte de Piedad de Nuestra Señora de Monserrate» es un
verdadero modelo en su clase; y bien á las claras se ve su bondad en el
brillante resultado con que ha llevado adelante sus operaciones no sólo eco-
94
nómicas y materiales, sino también morales y religiosas en pro de la Huerta
y Ciudad de Orihuela.
El organismo de esta institución que está sometida al protectorado y
alta inspección de ambas potestades eclesiástica y civil, consta en primer
lugar de un patronazgo que pertenece á sus fundadores y á las personas
que para sustituirles en caso de fallecimiento, incapacidad ó separación, se
designan según las condiciones y forma que marca el reglamento. En segun-
do lugar consta de un consejo directivo elegido por los patronos ó fundado-
res reunidos en junta general, el cual en nombre de ellos y con sus poderes
lleva la dirección general y administración. Mas para la inmediata y práctica
ejecución de todo, hay en tercer lugar una junta de gobierno que está siem-
pre sobre la marcha de la Caja y tiene á su vez algunos empleados, en mayor
ó menor número según las necesidades, para el trabajo de oficinas. Estos
son: secretario, cajero, contador, almacenista, tasador, etc., etc.
Reúnese la junta de patronos una vez al año, el consejo directivo se
reúne dos y además las veces que se juzga necesario; y la junta de gobierno
reúnese cada semana ó cada quince días, aparte de que el presidente debe
estar á diario en el despacho, porque es el que lleva la firma para todos los
documentos de la Caja.
El P. rector del colegio de santo Domingo es el presidente nato del
consejo directivo, y por esto la dirección y orientación de esta benemérita
institución está siempre en manos de los nuestros, sin que por otra parte
tenga ninguna responsabilidad en el terreno económico, con lo cual puédense
emprender obras sociales de primer orden, que de otro modo sería muy
difícil si no del todo imposible.
El rasgo especialísimo y nota esencial quemas caracteriza á la «Caja de
Ahorros y Monte de Piedad de nuestra señora de Monserrate», y la coloca
además auna altura incomparable en el orden social y benéfico, consiste en
que en ella los patronos no se reparten ningún dividendo, pues el cargo de
patronato, conforme al artículo 11 del reglamento, es honorífico y gratuito.
Es decir: de todas las ganancias, utilidades y entradas que en sus múltiples
operaciones reporta esta institución, no perciben ni pueden percibir un
céntimo ni los patronos, ni el consejo directivo, ni la junta de gobierno; más
todavía: ni aún reciben interés alguno de la cantidad ó cantidades que apor-
taron para la fundación de dicho establecimiento. Todo, absolutamente todo,
queda en beneficio de la misma Caja.
Mucho es dar al pobre una limosna, una moneda, un pedazo de pan;
pero más, muchísimo más, infinitamente más es darle el trabajo propio y la
propia inteligencia; tanto más cuanto que con esta misma inteligencia y este
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trabajo gratuito se le da también al pobre muchísimo pan y al pueblo se le
prestan muchos é incomparables beneficios, tanto materiales como morales.
Por este motivo la «Caja de Ahorros de Nuestra Señora de Monserrate»
está en condiciones de crear, como ha creado, obras y secciones dependien-
tes de ella de muchísima importancia, que bien merecen ser calificadas, dentro
del círculo de la región orcelitana, con el nombre de empresas.
Vamos á enumerar algunas de ellas.
VENTA DE PAN
La primera de estas obras, en el orden cronológico por lo menos, con-
siste en haber instalado un puesto para venta de pan, durante los rigores
y escasez del invierno de 1905. Porque, habiéndose encarecido notablemente
las harinas y subido mucho el precio del pan, eran sin número las familias á
quienes se les hacía imposible adquirir este tan necesario artículo para la
vida. La Caja de Ahorros, guiada por los principios de la caridad cristiana,
intentó, con sus entonces nacientes fuerzas, remediar en algo esta necesidad.
Y por su cuenta, vendióse por espacio de algunos meses abundancia de pan,
que en primer lugar era de harina buena, sin mezcla ni adulteración de nin-.
guna clase, y en segundo lugar á la mayor economía posible, puesto que no
se dudó en perder, como se perdieron, más de 600 pesetas, que resultaron
en beneficio de los consumidores pobres. Pronto corrió por todas partes la
noticia, y no solamente de Orihuela, sino también de los pueblos circunve-
cinos acudía la gente á la compra del pan.
Esto contribuyó también á que todas las expendedurías rebajaran los
precios del pan á favor del público.
VENDEDORAS EN LA PLAZA
Bien incalculable ha hecho esta Caja, aunque por todos no conocido, á
las vendedoras pobres que se ganan la vida expendiendo víveres en la plaza
de abastos. Casi todas ellas eran víctimas de las inhumanas crueldades de la
usura, pues solían recibir de unos pocos, dinero prestado con un interés
excesivamente crecido que parece fabuloso. Porque algunas tomaban la can-
tidad de 8 duros para el tiempo de seis meses, y habían de pagar infalible-
mente cada día 30 céntimos de peseta como interés diario; éste, como ve
claramente cualquiera, asciende nada menos que al 273 por ciento anual.
Otras recibían dinero prestado al día en pequeñas cantidades, como un duro,
dos, tres, cuatro ó cinco, con la condición de que á la noche del mismo día
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habían de devolverlos, pagando el interés de medio real ó un real al día
por cada duro: con esto asciende el rédito á las veces hasta el 1 ,825 por cien-
to al año, cosa á la verdad tan cruel como inaudita.
Pues bien, este benéfico Centro á más de 40 de estas vendedoras presta
cantidades convenientes al 6 por ciento anual con que pueden llevar adelante
sus modestos negocios. Dichas vendedoras cumplen á su vez fielmente sus
compromisos con la Caja, reintegrando por décimas sus deudas; y como
quiera que todas tienen además su libreta de ahorros en este Estableci-
miento, y reciben el 4 por ciento de las cantidades que van imponiendo, les
resulta que vienen á pagar solamente el 2 por ciento al año de los préstamos
que tomaron para sus compras. Huelga decir el agradecimiento que estas
pobres vendedoras rescatadas de las garras del usurero tienen á esta Institu-
ción.
PRÉSTAMOS
Sabido es que nuestra hermosa vega, con ser tan fértil, no es de las
que están más libres de la terrible plaga de la usura. Ruina desastrosa está
causando el yo/o/o en los verdes y frondosos naranjales, mas la usura ha
hecho estragos infinitamente mayores así en las barracas de la Huerta como
en los hogares de la Ciudad. Es la usura peste de la sociedad, que mata al
pobre, consume al proletario y arruina al pequeño comerciante y modesto
industrial.
¿Qué ha hecho, pues, esta Caja de Ahorros contra ese crimen verdade-
ramente social? A ella misma se han presentado las víctimas que había que
salvar; y no ha tenido más que facilitarles préstamos para que cubrieran
luego la deuda con el usurero; porque á éste le tenían dinero tomado al 20,
al 25, al 30 y hasta al 60 por ciento. Desde que acudieron á la Caja ya no
han rendido interés más que al 6 por ciento anual. A otros les ha fiado dine-
ro antes que cayeran en las redes de la usura. Hoy pasan de 500 los prés-
tamos que ha hecho con este fin tan altamente social y esta idea tan eminen-
temente cristiana.
Ojalá se convencieran todos del bien inmenso que pueden hacer las ins-
tituciones como la «Caja de Ahorros de Ntra. Sra. de Monserrate», y enten-
dieran además que á la usura andan vinculados, en los actuales tiempos,
todos los peligros, todas las amenazas, todos los desastres que el socialismo
y anarquismo producen contra el orden religioso, político y social.
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AHORROS
No es el menor bien entre todos los que ha hecho esta Institución á la
región orcelitana, el haber introducido en muchos de sus habitantes la idea
y la práctica del ahorro. Hoy pasan de 1000 las libretas de ahorros, abier-
tas á favor de igual número de individuos ó familias que representan otras
tantas alcancías ya para arrostrar necesidades que puedan sobrevenir, ya
para cualquier objeto industrial ó económico. Esta Caja rinde el interés del
4 por ciento anual por el dinero impuesto á plazo libre é indeterminado, y
del 5 por ciento por las cantidades que se imponen á plazo fijo de un año.
Con el fin de fomentar el ahorro y estimular por todos los medios á la
economía, el art." 81 del reglamento de esta Caja dice de esta manera:
«Cuando las circunstancias lo permitan, se sortearán entre los imponentes
más asiduos, pobres, algunas imposiciones de regalo, como se verifica en
otras cajas de ahorros».
«En todo caso los imponentes asiduos tendrán derecho preferente á los
préstamos y socorros que facilite esta Institución».
Pocas obras hay de tanta importancia en el orden profano, como el aho-
rro; pero el ahorro sanamente entendido que no es sórdida avaricia, sino
prudente y avisada previsión. Cada monedita ahorrada representa una vic-
toria del individuo sobre sí mismo, una lección elocuente de civismo y cultu-
ra. El derroche y la prodigalidad son fuente de vicios y pendiente que con-
duce á mil tribulaciones y sufrimientos.
El ahorro, para que sea virtud, ha de ser personal, ha de ser una econo-
mía individual, una privación impuesta voluntariamente con noble fin.
De todos los medios de previsión contra las dificultades de lo porvenir,
el ahorro es el más sencillo y el más cómodo.
Un individuo, una familia, un pueblo que derrocha, siempre es pobre y
miserable; un pueblo, una familia, un individuo que ahorra, llega á ser rico,
llega á ser grande.
LA HUCHA
Consecuente la «Caja de Ahorros de Nuestra Señora de Monserrate»,
con la idea de fomentar el ahorro por todos cuantos medios estén á su al-
cance, ha implantado el sistema de Huchas, tan generalizado por la inmensa
mayoría de Bancos y Cajas de Ahorros del Norte y Sud-América, Alemania,
Francia, Inglaterra, etc., etc. En España han adoptado el sistema de Huchas,
7
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con gran aceptación por parte de sus imponentes, las Cajas de Ahorros de
San Sebastián, Bilbao, Santander, Gijón, Oviedo, Santiago, etc., etc.
La hucha es una cajita de acero bruñido que, por su elegante construc-
ción, resulta un pequeño mueble de lujo. Tiene dos ranuras; una para mone-
das de todos tamaños, y la otra para billetes de Banco, y están provistas de
ingeniosos mecanismos que hacen absolutamente imposible la extracción
de las sumas depositadas.
Cada uno de los imponentes que depositan su dinero en la Caja de
Ahorros, puede disponer de una hucha, siempre que tenga anotada ya
de antemano en su libreta de imposiciones, la cantidad de seis ó siete pese-
tas, según el tamaño de la hucha que desea; mas al adquirirla, no se lleva su
llave á casa, pues se queda ésta en poder de la Caja de Ahorros, con el fin
de que una vez confiado el ahorro á la hucha, no pueda ser retirado por el
depositante ó poseedor de ella.
El ahorro nunca es eficaz si no se practica cada día y sobre pequeñas
cantidades. Por eso dice muy bien un proverbio inglés: «cuidad de la calde-
rilla, porque la moneda de oro se guarda por sí sola».
Este pequeño ahorro de la perra chica, exige tal vez más energía y
perseverancia que el que recae sobre grandes cantidades, porque no se hace
sin la privación de los pequeños goces que en una ciudad se ofrecen á diario
y que dan ocasión á una serie de gastos, pequeños en verdad, pero demasia-
do frecuentes, y casi siempre inútiles. Este es además el único sistema de
ahorro que se puede enseñar á los niños, porque es el único que está á su
alcance.
Mas entre los que se sienten animados por el deseo de ahorrar, es muy
frecuente el temor de acercarse á una Caja de Ahorros, si la primera impo-
sición no es de alguna importancia, y así con aquel buen deseo se espera
reunir una suma de alguna consideración, la cual frecuentemente llega á
parar á un fin distinto al del ahorro. Y lo mismo sucede á quienes, pudiendo
economizar diaria ó semanalmente alguna pequeña cantidad, no la acumulan
en su libreta porque les parece insignificante para hacer una nueva imposi-
ción en la Caja de Ahorros. Con todo siempre habrá que confesar que es
bueno sea poco á poco y á menudo, porque como dice el refrán: «Poco á
poco y con constancia se llena el talego».
Tal es pues el programa que debe trazarse á grandes y pequeños, y
para ayudarles á realizarlo es por lo que esta Caja de Ahorros ha implantado
el sistema de huchas. Son ya un centenarias que se han colocado, que repre-
sentan otras tantas familias ó personas que de seguro, si no fuese por la
facilidad y cebo que les proporciona la hucha, no habrían ahorrado nada y
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ahora sin casi haberse dado cuenta se hallan con 100, 200, 300 y más pesetas
de capital, que en su vida nunca hubiesen tenido. Un muchacho, oficial de un
taller, ha llegado á reunir 50 duros por medio de la hucha, y como antes de
tenerla nunca reunía un céntimo, ahora se cree un capitalista, y no cabe en
sí de gozo. Un caballero que quiso tomar una, un día que fué á la Caja para
vaciarla, vio que había reunido cerca de 300 pesetas, y dijo á los empleados:
si no hubiese sido por esta alcancía, de esto no tendría ni una peseta.
PROTECTORADOS DE HIJAS DE FAMILIA Y DE SIRVIENTAS
Antecedentes.— 'Ho hay duda que la inmensa mayoría de las hijas de
familia de nuestros días, llegan á su más florida edad sin contar con dote
alguno, siendo así que han tenido haberes para permitirse continuos gastos
hasta en cosas frivolas é inútiles. Y por semejante manera muchas de las
sirvientas, aun cuando hayan percibido todos los meses un buen salario,
se quedan después de muchos años de servicio, tan pobres como antes.
¿Cuál es la causa de estos que pueden llamarse funestos resultados? La falta
absoluta deí ahorro.
Fin social.— E\ fin, pues, del Protectorado de hijas de familia y de
sirvientas es formar á unas y á otras un dote ó capital, que al mismo tiempo
vaya unido á la honradez y bondad, ó sea al espíritu de piedad cristiana, lo
cual, por la trascendental importancia que encierra en lo que se refiere al
porvenir, será siempre una obra meritísima de popular acción social católica.
El ahorro.— Pero ¿cómo se reunirá un capital á una sirvienta pobre ó
á una joven hija de familia? Sencillamente, enseñándole el ahorro; procu-
rando que tenga una hucha, y que periódicamente y poco á poco vaya ha-
ciendo sus economías, en vez de gastar en caprichos; así sobre reunir un
capital, obtendrá lo que vale más que él: el hábito del ahorro.
La piedad. — Y ¿cómo se conseguirá que ese ahorro vaya unido á la
incomparable riqueza de la honradez y cristiana bondad? Pues procurando
que cada una ingrese y cumpla como buena en alguna congregación ó asocia-
ción piadosa.
Idea capital.— E\ plan es sembrar el ahorro, y que el ahorro vaya unido
á la piedad, y que la piedad no descuide el ahorro. Estos dos elementos ó
factores unidos, rendirán maravillosos resultados. ¡Cuántas jóvenes que hoy
tal vez gimen en la miseria, y sufren terribles desengaños, se hallarían en
una posición desahogada, si hubieran ido por estos caminos ya desde su
tierna y primera edad!
Medios.— 'Por esto nuestro Protectorado aconsejará con eficacia, ur-
100
gira con insistencia, galardonará con premios y recompensas el florecimiento
del ahorro unido á la piedad de todas aquellas sirvientas é hijas de familia,
que llevadas del justo y laudabilísimo deseo de adquirir un patrimonio, se
acojan al amparo y sombra bienhechora de esta popular Institución.
División.— 'E\ Protectorado se divide en dos secciones generales com-
pletamente distintas entre sí, si bien tienen la misma junta é igual organi-
zación: el uno para hijas de familia, el otro para sirvientas.
Condiciones.— Vara, pertenecer al Protectorado en cualquiera de sus
secciones, 1.°) No se fija edad alguna; de modo que una niña ya desde su
nacimiento puede ser inscrita en él. 2.*^) Es preciso tomar una hucha en la
«Caja de Ahorros de Ntra. Sra. de Monserrate», y comprometerse á hacer
alguna economía periódica, aunque sea pequeña. 3.") Al llegar á la edad de
la Primera Comunión, hay que ingresar en la Congregación de Hijas de
María, establecida en el colegio de santo Domingo de esta ciudad. 4.°)
Todos los años por el mes de diciembre, hay que acreditar con el cer-
tificado de dicha congregación que se ha cumplido puntualmente con los
actos propios de ella.
Lotes ó premios.— k fin de año tanto las hijas de familia como las sir-
vientas inscritas en el Protectorado, se clasificarán por separado, en grupos
de á 25 inscritas, según su constancia en el ahorro y puntualidad en el cum-
plimiento de los actos de la congregación. Y en la tarde del día de Navidad,
á cada grupo se sorteará un lote ó premio: á las del primero, 25 pesetas; á
las del segundo, 15; á las del tercero, 10; á las del cuarto, 5. No tendrán
derecho á la suerte de lotes las inscritas en el Protectorado que no hubiesen
hecho sino un ahorro insignificante ó no hubiesen cumplido con la mitad de
los actos de la congregación.
Aumento de lotes. S\ todas las inscritas en el Protectorado no com-
ponen juntas la cifra de 100, ó no cuentan con un año de ingreso en dicha
Institución, se disminuirán proporcionalmente los lotes. Y si pasan de este
número, se aumentarán igualmente en la misma proporción: de modo que si
llegaren á 200, se harán dos series de grupos; si á 300, tres; y así subiendo
por cada 100 inscritas más que hubiese.
Réditos.— Las cantidades, que las agremiadas en nuestra Institución
social vayan depositando en la hucha, les rendirán, una vez anotadas en su
libreta particular de imposiciones, el 4 por ciento anual. Y si, terminado
el año, llega su capital ahorrado á 250 pesetas, trasladándolo en una lámina
á plazo fijo de una anualidad, les rendirá el 5 por ciento anual.
Para dejar terminado este número conviene advertir que esta institu-
ción del Protectorado tan meritoria y tan digna de todo encomio viene á
101
ser como una hijuela ó sección de la Caja de Ahorros, la cual, una vez to-
mado el debido acuerdo por el consejo directivo, tuvo á bien dedicar, no
sólo algún trabajo, sino también una buena cantidad anual en beneficio de las
jóvenes hijas de familia y sirvientas de esta ciudad y de la huerta.
Las oficinas de la Caja, en todo lo concerniente á la parte administra-
tiva del Protectorado, y por lo que toca á la parte moral y religiosa del
mismo, corren á cargo de una junta de señoras y señoritas de lo más prin-
cipal de ia congregación de hijas de María, que cuida de velar por el exacto
cumplimiento, ya de las condiciones requeridas, ya de las obligaciones im-
puestas por el Protectorado.
No han faltado periódicos católicos que han alabado en gran manera
esta institución dotal, tan benéfica y moralizadora de una parte tan desvalida
de la Sociedad.
ALMACÉN DE GUANOS
Esta Caja de Ahorros, puesta su mirada en uno de sus fines principa-
les, cual es el fomento y protección de la agricultura, ha expendido en el
período de seis años que lleva de existencia, 21,000 sacos de guano,' con lo
que le cabe la satisfacción de haber hecho tres grandes bienes á la comarca
de Orihuela:
\P El haber facilitado al precio de 18 pesetas por saco de 70 kilos, el
guano que antes no se podía adquirir con menos de 24 ó 25 pesetas por saco,
lo cual representa el beneficio de 126,000 pesetas á favor del público.
2.^ El haber normalizado los precios de abonos químicos en esta plaza,
puesto que todos los demás centros que los expenden, han rebajado notable-
mente las notas de precios en sus ventas, y ésto importa un beneficio incal-
culable en pro de los propietarios y consumidores.
3.*^ El haber introducido en esta región el abono legítimo y verdadera-
mente químico, pues esta Institución puede gloriarse de haber proporcio-
nado los mejores guanos sin competencia de ninguna clase, pues el guano de
este Centro es de tan buena y legítima calidad que, abonada con él una tie-
rra para cáñamo, la cosecha inmediata de trigo sobre el rastrojo, es abundante
y frondosa sin necesidad de nuevo abono. Testigos de ello son todos los clien-
tes de esta benemérita Institución.
LABORATORIO DE ANÁLISIS QUÍMICO
De conformidad con lo tratado y convenido en junta y vencidas algunas
dificultades, se instaló definitivamente el Laboratorio de análisis químico-téc-
102
nico en el local más acomodado de la Caja. Sobre este acto decía el periódi-
co local El Eco de Orihuela el día 4 de febrero de 1910: «Ayer tarde se
verificó la bendición é inauguración oficial del Laboratorio de análisis químico-
técnico instalado en las dependencias de la «Caja de Ahorros de Ntra. Sra. de
Monserrate». Asistió á dicho acto selecta y numerosa concurrencia, que com-
placida escuchó la autorizada palabra de un sabio jesuíta acerca de dicha ins-
talación. Nosotros agradecemos la atención de que fuimos objeto invitándo-
nos para dicho acto».
Otro periódico, La Verdad de Murcia, habló más extensamente de nues-
tro Laboratorio, en un bien trabajado artículo debido á un Sr. profesor del
seminario de Orihuela, en el cual, después de referir el acto de inaugura-
ción, hace ver la importancia que tiene y el fin y objeto que persigue. He
aquí lo que dice:
FINALIDAD PRINCIPAL
Por la extraordinaria influencia, que, como consecuencia inmediata, ha de
ejercer en el completo desarrollo de la riqueza agrícola de nuestra vega, da-
mos á conocer la instalación del Laboratorio de análisis químico-técnico en
los locales de la «Caja de Ahorros y Socorros y Monte de Piedad de nuestra
Sra. de Monserrate».
La transcendencia del asunto que motiva estas líneas es palpable desde
el momento que se trata del establecimiento de un Laboratorio químico-agrí-
cola, tan indispensable para la acertada aplicación de los abonos á toda clase
de cultivos, y por lo tanto tan importante para la prosperidad de los intere-
ses de esta región eminentemente agrícola.
Si se desea que las cosechas sean de gran rendimiento, no deben em-
plearse los abonos rutinariamente, sino atendiendo al vegetal que se cultiva
y á las condiciones del terreno y aun á las climatológicas de la localidad;
de otra manera resultará muchas veces un gasto inútil en sustancias, que por
contenerlas el terreno, no las necesita, con perjuicio de la cosecha, por el
exceso de éstas y defecto de las que no se le han procurado.
Y no son estas consideraciones puramente teóricas, puesto que es un he-
cho, que en las naciones en donde se tienen en cuenta estas circunstancias y
se acomodan a ellas los agricultores, como en Bélgica, á pesar de no reunir
su suelo tan buenas condiciones como el nuestro, la producción va alcanzan-
do cada año cifras más exorbitantes.
103
NECESIDAD DE ANÁLISIS Y LABORATORIO
Es, pues, de absoluta necesidad, si se quiere obtener pingües cosechas,
que á los cultivos preceda muchas veces un análisis del terreno y de los abo-
nos que se le han de aplicar. De aquí el establecimiento en muchos puntos
de Laboratorios químico-agrícolas, tan necesarios para que el labrador pue-
da con facilidad solicitar estos análisis.
Muy triste ha sido, que esta región, cuya vida depende de los produc-
tos agrícolas, careciera de un Laboratorio de esa índole; pero gracias á la
desinteresada actividad de los señores que forman el consejo directivo y la
junta de gobierno de la Caja, contamos con uno, que puede competir con
sus similares; habiendo añadido la mentada entidad esta mejora á las que
viene introduciendo para proporcionar abonos perfectamente elaborados y
sumamente económicos, con el único fin de favorecer cada vez más á sus
clientes, descontando los cuantiosos gastos que lleva consigo la fundación y
entretenimiento de un Laboratorio químico, como el que ha inaugurado hace
algo más de un mes.
MATERIAL DEL LABORATORIO
Dentro de los límites propuestos, se ha procurado reunir todo el conjun-
to de aparatos y reactivos que exigen los adelantos de la química moderna.
Estufa de Qay-Lussac para desecaciones con termómetro hasta 200 grados;
vitrina para la manipulación de gases tóxicos ó molestos; balanza de preci-
sión sensible al miligramo; trompa aspirante para filtraciones al vacío; bure-
tas graduadas para análisis volumétrico; hidrotímetro y calcímetro comple-
tos; areómetros diversos; baño de maría, servicio abundante de agua y ace-
tileno; aparato de destilación continua; etc., etc.
Ruédense por tanto realizar, entre otros, análisis de tierras y abonos;
de primeras materias para éstos; del agua en lo que se refiere á su utilidad
para el riego, propiedades medicinales y condiciones de potabilidad; y de di-
versas sustancias alimenticias.
PREOCUPACIÓN DESVANECIDA
Aunque esta institución no lo es de especulación financiera, ni devengan
interés alguno los capitales aportados por los patronos fundadores; todavía,
era dable sospechar, máxime por los maliciosos y desconfiados, si las primeras
materias y abonos químicos que proporciona la caja eran legítimos ó adulte-
104
rados, puesto que en cuanto al precio siempre están muy por debajo de los
precios corrientes en los otros centros. Pues bien, á fin de obviar práctica-
mente esta dificultad, estableció la Caja su laboratorio de análisis químico,
en el cual, á presencia del interesado, se analizan y clasifican las materias, y
en todo caso garantiza su legitimidad y pureza. Es más, el laboratorio hace
análisis de las tierras, con el objeto de que á cada terreno se le proporcione
aquellos elementos, que le faltan para el mayor rendimiento de las cosechas
que se le confían.
La utilidad é importancia del Laboratorio lo publica suficientemente el
exceso de análisis que á diario se presenta. Desde su fundación, está dirigido
en dichas operaciones, por el R. P. Joaquín M.''^ de Barnola, profesor de Quí-
mica, Historia natural y Fisiología del colegio de Sto. Domingo.
OTROS FRUTOS DEL LABORATORIO
Tales han sido la publicación de varias hojas instructivas que se repar-
ten gratuitamente á millares, entre la gente de la huerta y de las que se en-
vían ejemplares á los periódicos católicos de la localidad, de Alicante y
Murcia.
En las hasta ahora publicadas se han dado á conocer á la gente del cam-
po, los documentos prácticos más importantes relativos á la aplicación de los
abonos químicos; se han descubierto fraudes cometidos en la venta de abonos
potásicos y amoniacales; se trató extensamente de una nueva plaga que
amenazó á los naranjos y al arbolado en general, cual fué la aparición de
centenares de topos roedores, que destrozaban las cortezas de los árboles,
enseñando los medios de destrucción más seguros, rápidos y económicos; se
ha dado á conocer el predominio de ciertas sustancias en la mayoría de las
tierras de la vega, con el fin de orientar en la aplicación racional de los abo-
nos; algunas finalmente se han dedicado á hacer conocer y propagar entre la
gente del campo la práctica del ahorro.
CAMPO DE EXPERIENCIAS
Insistiendo en el laudable fin de favorecer los intereses de la agricultura,
creó este Centro un Campo experimental en las cercanías de la Ciudad,
donde se pudiesen hacer estudios prácticos con semillas, plantas y abonos, y
llevar á cabo ensayos de nuevos cultivos ó nuevos procedimientos agrícolas.
Aunque esta creación dio resultados satisfactorios, que estuvieron á la vista
de todos, tuvo que cesar por causas ajenas á la Caja. Con todo, hoy tiene
acordado ya y resuelto el consejo directivo la nueva instalación de dicho
Campo de experiencias.
105
COCINA ECONÓMICA
Aún persevera viva en la mente de todos, la grata memoria de la instala-
ción de la Cocina económica hecha por la «Caja de Ahorros y Socorros y
Monte de Piedad de Ntra. Sra. de Monserrate». Era el invierno del año 1909,
el más crudo y más trabajoso para los pobres, al decir de la gente, de cuan-
tos habían venido en cinco ó seis lustros seguidos. Tras una mala cosecha
reinaba una gran sequía; y para colmo de males la enfermedad del piojo rojo
(poli roíg) tenía agostados y casi muertos los que antes fueron frondosos na-
ranjales. La situación era angustiosa para las clases agrícolas porque había
parado el trabajo de la cosecha y elaboración del pimiento, y de la recolec-
ción y arreglo de la naranja, que, como es sabido, suele dar ocupación á mu-
chos centenares de personas. Muchas familias y un número incalculable de
pobres carecían en absoluto de pan para el sustento de la vida, y desgarraba
el corazón contemplar el cuadro para muchos desconocido, compuesto de
tantos desgraciados que pedían comida y no la hallaban. ¿Cómo era posible
hacer frente á tanta necesidad?
La Caja de Ahorros lanzó al público la idea de crear una Cocina econó-
mica y cuantos la oyeron la desaprobaron, diciendo que era imposible, unos
porque se preocupaban poco de la necesidad del prójimo, otros porque temían
el ser los paganos, y todos por falta de iniciativa y valor arduo para acome-
ter tamaña empresa; mas la modesta institución de la Caja de Ahorros, con-
fiando, no en el auxilio de los hombres, sino en las bendiciones del cielo, por
su cuenta y riesgo trató de dar de comer á tantos necesitados. Después de
calculadas bien las cosas, publicó por acuerdo de la junta de gobierno, el
siguiente anuncio en El Social de Orihuela periódico de la localidad:
«A LOS RICOS Y Á LOS POBRES. Cocina económica.— La «Caja de Aho-
rros y Socorros y Monte de Piedad de Ntra. Sra. de Monserrate», estable-
cida en esta ciudad, con el fin de remediar en alguna manera la precaria
situación porque atraviesan muchas familias, ha acordado abrir una Cocina
económica, que empezará á funcionar en el convento del Carmen á partir
del domingo, 28 de los corrientes.
«Todos los días á las 11 y media se servirán abundantes, sustanciosas y
bien condimentadas raciones, á los portadores de vales que, durante las
horas de oficina (de 9 á 12) se expenderán al precio de 10 céntimos de peseta
cada uno en el local de dicha Caja de Ahorros.
«Las personas acomodadas, que tengan voluntad de dar provechosa limos-
na á los pobres, podrán adquirir dichos vales y repartirlos en vez de dinero
á los menesterosos».
106
A continuación se publicaba el facsímil de un vale de la Cocina econó-
mica.
Buenos y malos, amigos y enemigos alabaron entonces la obra, quedando
todos maravillados y sorprendidos al ver que la Caja de Ahorros, institu-
ción que, á su juicio, apenas tenía vida, tomase sobre sí una acción tan difi-
cultosa y viniese con la Cocina económica á resolver el dificilísimo problema
del hambre: problema al que en Orihuela no sabían dar solución ni los polí-
ticos, ni los propietarios, ni el clero: era el problema de las subsistencias
como le llamaba la prensa local.
Por esto al decir de algunos, quedaron todos como abrumados, y tanto
más cuanto que oían de los labios de los señores consejeros de la Caja de
Ahorros, que empezaban esta obra sin pedir un céntimo á nadie, y que en
adelante tampoco lo pedirían, aunque no rehusarían las limosnas que genero-
samente quisieran hacerles, puesto que no eran para sí, sino para los pobres;
si bien preferían no ser molestos á nadie, puesto que tenían resuelto invertir
en la Cocina económica algunos miles de pesetas.
El primer día en que aquélla se abrió al público, estando reunidos los ne-
cesitados que habían acudido, en el patio del convento de carmelitas y en
presencia de varios señores de la Caja, el Sr. cura párroco de la parroquia
de las santas Justa y Rufina, que es la del barrio del Carmen, bendijo reves-
tido de roquete y estola la gran caldera de comida ya preparada. A conti-
nuación se repartieron 160 raciones á los portadores de vales.
Los mismos señores consejeros de la Caja ordenaban á los pobres á fin
de que recibiesen por turno su parte.
El feliz comienzo de esta caritativa obra alentó á la Caja de Ahorros, la
cual de día en día la fué perfeccionando, resolviendo así en algún modo la
crisis extrema que afligía, no sólo á individuos aislados, sino también á fami-
lias enteras.
El negocio de la Caja en la Cocina económica, claro está, fué notorio y
muy claro. Cada ración costaba á la Caja 25 céntimos, y la daba por 10; así
negocia la caridad de Cristo nuestro Señor, cuando arde en los corazones
verdaderamente cristianos. Este desinterés y generosidad de la «Caja de
Ahorros de Ntra. Sra. de Monserrate», ha merecido siempre los plácemes y
aprobación de las personas buenas, la admiración de los malos y la bendición
unánime de cuantos la han conocido, principalmente de aquellos que están al
tanto de la pobreza de la ciudad y de sus suburbios.
Para que se calcule cuántos necesitados encontraron alimento y cuántas
familias se vieron remediadas en los días críticos de la escasez y del hambre,
no estará fuera de lugar poner aquí algunos datos numéricos. Durante el
1. 162
raciones.
216
»
231
»
242
»
217
»
270
»
261
»
1,679
raciones.
107
primer mes atendió la Cocina al servicio de 5,931 raciones de sustancioso y
bien condimentado alimento, que aquellos pobrecitos despachaban con frui-
ción y buen apetito. Pero á fin de que se vea la variedad de las raciones,
vaya el menú de una semana, tomado al acaso entre otros muchos.
Domingo. Cocido, garbanzos, patatas, carne y tocino.
Lunes. » » » » »
Martes. Arroz con patatas, garbanzos y tocino.
Miércoles. » » » »
Jueves. Habichuelas estofadas, con tocino.
Viernes. Arroz con bacalao.
Sábado. Arroz con patatas, garbanzos y tocino.
. Total:
La comida, cuya preparación estaba á cargo de las religiosas carmelitas,
á las que retribuyó justamente la Caja de Ahorros y á quienes es preciso
alabar en este lugar, pues se portaron admirablemente, resultaba tan sustan-
ciosa y bien condimentada, que muchos señores sacerdotes quisieron comer
de ella y también algunas familias principales. Al P. rector del colegio de
santo Domingo se le envió una ración y después al R, P. provincial, que
había venido con ocasión de la santa visita, quienes no pudieron menos de
alabar las buenas cualidades del alimento proporcionado á los pobres por la
Cocina económica.
Un pobre jornalero decía que iba á engordar con la nueva comida, pues
nunca había comido tan bien y tan á gusto. Una pobre mujer, que había
obtenido un vale de limosna, con la ración que se le proporcionó decía que
iba á dar alimento á sus hijos que hacía tres días no habían probado bocado.
Otra pobre, cuyo marido estaba sin jornal, alimentaba á toda su casa com-
puesta de cinco personas, con una ración, y no cesaba de referirlo y dar las
gracias á los caritativos bienhechores. Otra mujer añadía: «mis hijos, mi ma-
rido y yo no tenemos más de comer que lo que nos da la Cocina económica».
Como es natural, el bien que hacía la modesta obra de la «Caja de Aho-
rros de Nuestra Sra. de Montserrate», no pudo quedar oculto en el reducido
número de los indiferentes, y muy pronto vino á ocuparse en ello la prensa
local de todos los colores, la cual nunca tuvo más que palabras de alabanza y
de enhorabuena para obra tan caritativa. Al fin el Ayuntamiento acordó con-
tribuir con una cantidad mensual mientras estuviese abierta la Cocina eco-
nómica, á fin de ayudar al remedio y socorro de los pobres orcelitanos. Varias
personas caritativas acudieron también con sus limosnas á dar perpetuidad y
desahogo á la Cocina.
108
Hecho este primer ensayo, tomó la Caja la resolución de abrirla siempre
que lo aconsejaran las circunstancias y necesidades del país.
HOJA PARROQUIAL
Persiguiendo la Caja de Ahorros su fin principal, que es procurar para
la región orcelitana el bien moral y espiritual sobre el material y económico,
otra de las obras que con este objeto ha emprendido merced á las bendicio-
nes del cielo, y que hoy goza de una vida próspera y floreciente, es la Hoja
parroquial.
Es ésta, una publjcación periódica de carácter religioso, popular é instruc-
tivo, que sale todas las semanas, encaminada á conservar y restaurar la fe y
costumbres cristianas en el pueblo católico, cooperando así al celo de los se-
ñores párrocos en su ardua labor espiritual de los feligreses. Por esto la pu-
blicación se llama parroquial y lleva al frente el retrato de nuestro santísimo
padre Pío papa X, con la leyenda: «el Párroco de los párrocos»; su misión
no es otra que ir al pueblo y presentar ante sus ojos á Jesucristo que es su
modelo, su verdad y su vida.
Porque es un hecho innegable que el pueblo se pierde, y es además una
verdad por nadie desmentida que no hay otro medio de salvación que Jesu-
cristo. Cristo es la luz del mundo, el maestro de las naciones, la paz y feli-
cidad de los pueblos. Y de ahí que, si el pueblo se pierde, es porque se aleja
de Cristo, porque no le conoce; y si no le conoce, es porque no va á la iglesia
á oir la divina palabra y la explicación del Evangelio; por lo cual es preciso
llevarle esa palabra divina y santo Evangelio á sus casas y predicarle en sus
mismos hogares y á donde quiera que se le encuentre, sea en medio de la
calle, sea en la reunión y tertulia. Pues bien, en esto se ocupa nuestra Hoja
parroquial.
Por esta razón en todos los números trae indefectiblemente el Evangelio
de la dominica, con una breve explicación ú homilía, la cual aprovecha, no
solamente á los fieles como lectura, sino también á no pocos señores curas,
para preparar su sermón al pueblo. Además suele traer la declaración litúr-
gica é histórica de las fiestas principales del año eclesiástico. Sigue después
un artículo algo animado de controversia ó de apologética, de teología popu-
lar ó de otras materias, pero siempre al alcance de la gente sencilla; otra
sección es de variedades, como hojas de catecismo, ejemplos de santos, no-
ticias edificantes, solución de algunas dudas, breves poesías, pensamientos,
máximas, procurando siempre entreverar lo útil con lo ameno y agradable;
por fin cierra todos los números el santoral de la semana.
109
Repártese generalmente la Hoja parroquial en casi todas las parroquias
é iglesias del obispado de Orihuela, y aun en algunas de los obispados de
Murcia, Cuenca y Almería, todos los domingos, en la puerta del templo al ter-
minar cada una de las misas; y por ésto, se manda por correo con varios días
de anticipación. Mas como quiera que esta obra no es exclusiva del párroco
ó del sacerdote, puesto que incumbe de alguna manera á todas aquellas per-
sonas que han de procurar el bien del prójimo, toman parte en ella amos, pa-
tronos, presidentes de asociaciones piadosas, jefes de centros y sociedades
católicas, encargados de colegios y escuelas cristianas, y la reparten con ce-
lo, ya entre sus consocios ó subditos, ya en los casinos y en las tabernas.
Mas, preguntará alguno: ¿y esta publicación es enteramente gratuita? Se
responde: en parte es gratuita y en parte no lo es. Repártenla gratis así á
los señores párrocos como á las demás personas que tienen devoción y me-
dios de hacer esta obra de propaganda, la cual no se dirige precisamente á
gente impía é incrédula, á socialistas y anarquistas, sino con más propiedad
á los buenos cristianos, á los que todavía tienen fe y buenas costumbres, á
los que aún confiesan y comulgan; pues sus almas, para echar flores y frutos
de virtud, necesitan del continuo riego de esta buena doctrina. Pero la Caja
de Ahorros ni la puede dar gratis, ni aunque pudiera, es conveniente que la
dé en esta forma; lo .que hace es proporcionarla por suscripción y por accio-
nes de 100 ejemplares cada una, medias acciones y cuartos de acción. No
la da gratis, porque una publicación periódica, que ya cuenta, como ésta,
una tirada semanal de seis mil ejemplares, no es posible que se sostenga
sin suscripción alguna; al año representa un capital de unos cuantos miles
de pesetas; y si se hubiera empezado por darla gratis, aunque hubiera sido
con fuerza y bríos al principio, tarde ó temprano hubiera tenido que fraca-
sar como tantas obras que se empiezan sin estable fundadamento. Y no es
conveniente por otra parte darla gratis, aunque fuera posible; primero,
porque el capital que había de invertir en ello la Caja de Ahorros, lo em-
plea con más acierto en otras obras de no menor necesidad; y segundo,
porque la Hoja parroquial no es solamente una obra de propaganda para
la ciudad de Orihuela y su huerta, sino para muchos pueblos y ciudades
de muy diversas y apartadas provincias, y en este caso es mejor que ca-
da cual se las arregle como pueda, trabajando para sí ó para su pueblo, se-
gún sus necesidades morales y económicas. Para esto se aconseja que se ha-
gan suscripciones colectivas. Los vecinos de una misma calle, de un mismo
barrio ó de una misma parroquia se unen y contribuj^en con cinco, diez ó
veinticinco céntimos de peseta á la semana ó al mes, y toman 25, 50 y 100
ejemplares para repartirlos convenientemente, ün oratorio rural, que dista
lio
mucho de tener los honores de parroquia, ha llegado á reunir 100 ejemplares,
que se distribuyen cada semana entre los vecinos que acuden á oir misa. Un
señor párroco ha reunido 500 para cada domingo, y no pocos tienen este sis-
tema de suscripciones asociadas.
Además es esta Hoja tan sumamente económica, que es la más barata de
cuantas se publican en España, baratura que redunda en beneficio delossus-
criptores y de la propaganda católica. No parece posible que una hoja ó pe-
queño periódico de cuatro planas de lectura, letra metida y esmerada impre-
sión de 42 centímetros por 28 cada una, pueda darse por un céntimo de pe-
seta, franco de portes. Débese esto á que la Hoja parroquial está adherida
á la Caja de Ahorros y depende en todo de ella. La Caja de Ahorros con las
mismos empleados que tiene para sus oficinas, aiida, gratuitamente por su-
puesto, de todo lo referente á la administración de la Hoja, coma hacer los
paquetes para el correo, cobrar las suscripciones, pagar á los impresores,
llevar libros de registro y de cuentas, adelantar dinero para grandes com-
pras de papel y para adquirir nuevos tipos de letra para la imprenta, etc. etc.
con lo cual se tienen dos grandes ventajas que únicamente sabrá apreciarlas
en su valor el que haya tenido que luchar con las dificultades que traen con-
sigo las publicaciones periódicas.
La redacción está á cargo de algunos de los nuestros y además de un se-
ñor canónigo que es verdadero entusiasta de la Hoja parroquial.
La obra cuenta con un poco más de un año de existencia, y se han re-
partido cerca de trescientos mil ejemplares, sumando los de todos los nú-
meros. LausDeo.
SALÓN DE CONFERENCIAS
Una de las últimas obras que ha emprendido la Caja de Ahorros, y que
según son las proporciones que toma, no será la que produzca menores re-
sultados en el terreno religioso y social, es la instalación de una sala para
conferencias dominicales.
Posee la Caja en el piso principal del edificio de su propiedad donde
tiene sus oficinas, un magnífico y espacioso salón, decorado con elegancia y
hasta con lujo, cuya área mide muy cerca de doscientos metros cuadrados.
En su testero, que no baja de nueve metros de alto por otros tantos de ancho,
sobre un grande estrado, campea un hermoso crucifijo de tamaño natural ba-
jo un rico dosel de terciopelo encarnado, en cuyo frontispicio aparece esta
leyenda: Instaurare omnia in Christo.
Su fin primario es el de las-sesiones y juntas generales que por regla-
mento celebra la Institución; mas tiene también por objeto el que nuevamen-
111
te se le ha dado, es á saber, el de dar conferencias de muchas y variadas
materias: religiosas, sociales, de química, de agricultura, de artes y oficios,
de industria y comercio, etc.
Inauguróse nuestro salón el día 26 de marzo de este mismo año 1911. Se
imprimieron, y se repartieron entre toda clase de personas, aunque valederas
solamente para hombres, unas invitaciones que servían además de entrada; y
aunque la tarde estuvo desapacible y fría^ con lluvia continuada y barro por
las calles, á las 7 de la noche, cuando empezó la conferencia, estaba lleao el
local. La gente se engolosinó de veras, y así son pocos los domingos en que
no se llene de bote en bote, reuniéndose á las veces más de quinientos hom-
bres, que buscan con afán y se disputan alguna papeleta de las que gratuita-
mente dan derecho á la. entrada. Creemos que no estará fuera de lugar tras-
ladar aquí lo que decía un periódico de esta localidad al día siguiente que
comenzaron las conferencias.
«La benemérita y floreciente institución, que lleva el nombre de «Caja
de Ahorros de nuestra Señora de Monserrate», ha tenido el buen acuerdo de
organizar una serie de conferencias para sólo hombres, que habrán de cele-
brarse en el edificio social sito en la Plaza de la Pía.
» Anoche se celebró la primera de ellas, que estuvo á cargo del M. L se-
ñor Dr. D. Agustín Cavero, arcediano de esta santa iglesia catedral.
»No necesitamos nosotros puntualizar las dotes oratorias que adornan al
conferenciante; su fama está lo suficientemente consagrada y nuestra tarea
sería pueril, semejante á la del que pretendiese probar la luz en pleno día.
»E1 Sr. Cavero disertó sobre un tema algo espinoso si se quiere, la po-
breza; presentar á la consideración y ejemplo de la sociedad, al Dios pobre,
que ni tuvo casa para nacer, ni sepulcro para ser enterrado.
»Y decimos espinoso, por cuanto halagar en demasía á laclase indigen-
te, puede llevar aparejado el peligro, de engendrar en ella odios, que crista-
licen en el más rabioso anarquismo.
»Se puede ser pobre según el evangelio— decía el ilustre orador— aun-
que se sea rico en bienes de fortuna, y se puede ser indigente, carecer de lo
necesario, y no ser pobre.
»Cantó un himno en loor de las órdenes religiosas que practican esa po-
breza y «contra las que ahora disparan sus dardos los políticos jacobinos que
nos gobiernan».
«Avaloró su brillante oración con citas que demuestran la erudición del
orador.
»A1 aplauso unánime y entusiasta del numeroso auditorio que, apesar de
la mala noche, asistió á dicha conferencia, unimos el nuestro».
112
FIESTA DE LA VIRGEN DE MONSERRATE
Convencida esta Institución de que las fuerzas meramente humanas valen
muy poco para llevar adelante aventajadas empresas cristiano-sociales, y
que el importantísimo problema económico, que tan agitado trae al mundo
en nuestros días, si se ha de resolver según las leyes de la justicia, ha de
desarrollarse al calor de los principios de la Religión Católica, buscó ya des-
de su cuna, como blasón y divisa, el Nombre dulcísimo de Ntra. Sra. la
Virgen de Monserrate. Y ¿qué manto había de hallar más rico para cubrirse
ya en los comienzos de la vida que el manto soberano de esta celestial Se-
ñora? ¿Qué protección más segura, qué influencia más poderosa había de
desear que el amparo firmísimo de esta Madre excelsa? ¿Qué norte y fin
más noble y encumbrado, á dónde dirigir las fuerzas, las energías y espe-
ranzas todas, que la misma augusta Patrona de esta ciudad de Orihuela,
había de elegir esta Institución, si precisamente para el bien material y mo-
ral de los hijos de Orcelis se lanzaba al torbellino de los embates y cuestio-
nes sociales y económicas?
«Reconoce» esta Caja de Ahorros, según el artículo 2P del reglamento,
«como especial Patrona y Protectora á Ntra. Sra. de Monserrate, á la que
obsequiará anualmente con una función religiosa». Así lo confesó y confiesa,
y así celebra esta fiesta todos los años. El año pasado fué el primero en que
pudo dar algún mayor realce y esplendor á este solemne obsequio á su vene-
rada patrona la Virgen Santísima. Celebróse la fiesta el día 3 de Octubre
en el propio santuario de Ntra. Sra. de Monserrate de esta Ciudad, con asis-
tencia de un buen número de fieles. La semana anterior á dicha fiesta repar-
tióse un bonito programa de invitación á los amigos, devotos y clientes de
la Caja de Ahorros. La víspera hubo repique de campanas en la iglesia de la
Virgen. El día de la fiesta, reunidos los señores patronos en la Caja, se
dirigieron en corporación al Santuario donde ocuparon un sitio de preferen-
cia. A las nueve empezó la misa solemne, que celebró el muy Iltre. señor
D. Cayetano Puerto, dignidad de Chantre, asistido de los señores curas pá-
rrocos, como ministros, D. Antonio Mira y D. Roque Herrero, todos pa-
tronos de la Caja. Predicó D. Jaime Espases, secretario de Cámara del
obispado, y cantó la misa, que fué la coral de Vilaseca titulada de Pío X,
el coro de la congregación de María Inmaculada y san Luís Gonzaga, de
esta ciudad. Terminada la misa, habiendo regresado los patronos al local
de la Caja, se distribuyó una limosna de pan de 500 raciones, á los pobres.
Puesto que á la protección y patronato de la Virgen de Monserrate
113
debe esta Caja cuanto es y cuanto vale, su principio y crecimiento, su orga-
nización y vida, su robustez y lozanía, se entrega toda á la divina Señora
de quien le vinieran tantos bienes, de lo cual se complace en dar en esta
ocasión público y solemne testimonio para satisfacción de sus patronos y
fundadores, para estímulo de sus amigos y clientes, para consuelo de sus
allegados y favorecidos. ¡Ojalá la Reina de Monserrate siga bendiciendo
esta Caja de Ahorros, obra y creación suya, para prosperidad material, y
más que todo, para perfeccionamiento moral de los habitantes de esta her-
mosa y encantadora vega, la tierra orcelitana del Segura.
UN PROYECTO HERMOSÍSIMO
En breve será un hecho, con el favor divino, el desde larga fecha acari-
ciado proyecto de montar unas escuelas al estilo de las del Ave María de
Granada. El abandono en que se hallan multitud de muchachos de las clases
menesterosas de esta ciudad, ha sido el inspirador de esta idea tan alta-
mente beneficiosa para los intereses generales de la sociedad, y acogida con
el mayor entusiasmo, así por los señores patronos de la Caja, como por
todas aquellas personas que se interesan por la prosperidad de las obras
sociales católicas. Se han adquirido ya al efecto unos extensos solares, que
dentro de poco se convertirán en espaciosos locales destinados á escuelas
con todos los adelantos que exige la pedagogía moderna.
CONGREGACIÓN DE HIJAS DE MARÍA
CRUZADA DE LA MODESTIA CRISTIANA
Aprobada, bendecida y encomiada por los Emmos. y Rdmos. Sres. car-
denales de Toledo, Santiago, Sevilla y Valladolid; por los Exentos, é
limos. Sres. arzobispos de Valencia, Burgos, Zaragoza y Granada;
por los Excmos. é limos. Sres. obispos de Madrid, Tortosa, faca, Al-
mería, Tarragona, Pamplona, Vich, Barcelona, Santander, Solsona,
Málaga, Falencia, Sigüenza, Zamora, Plasencia, Huesca, Ciudad Ro-
drigo, Coria, Orense, Barbastro, Jaén, Guadix, Cartagena, Cuenca,
Lérida, Lugo, Teruel, Cádiz, Córdoba, Ouiedo y Ciudad Real; y por
los limos. Sres. vicarios capitulares de Tarragona, Orihuela y Se-
gorbe.
La forman las hijas de María de la congregación mariana
DE Orihuela, para librarse á sí mismas, y rescatar á cuantas
personas puedan, de la esclavitud de la moda indecorosa de los
vestidos, con la protección de nuestra señora de la Merced,
Redentora de Cautivos.
LLAMAMIENTO A LA CRUZADA (D
Para dos cosas necesitamos del vestido: para defensa de la honestidad,
y para resguardo contra la intemperie; pero la exigencia mundana lo con-
vierte hoy en escándalo de las almas y molestia de los cuerpos.
No se pueden debidamente ponderar las calamidades que nos acarrea la
moda.
Ella, con sus caprichos insaciables, nos hace aparentar lo que no somos, y
gastar lo que tenemos y lo que no tenemos.
Ella borra poco á poco en nosotras aquel aire de recato y modestia que
en el porte exterior constituye el ornato más precioso de la doncella cris-
tiana.
(1) Puede verse el original catalán en la pág. 42, nota (2).
115
Ella, para escarnecer de nosotras, señala tales formas á nuestros vesti-
dos, que no puede una vestirse del todo por sí misma, ni levantarse sin ayuda
de vecino, si tiene la desgracia de caer.
Ella nos hace andar tan apretadas y oprimidas con nuestro cerco de ropa,
que además de enredarnos el paso y estorbarnos en nuestras labores y faenas,
nos impide la misma respiración.
Ella en fin, comerciando con nuestra bobería, pretende hacernos creer
que el camino para llamar la atención y alcanzar un buen partido en el matri-
monio, es el de las formas extremadas, cuando con ellas no conseguimos sino
despertar el interés de unos cuantos jóvenes perdularios y casquivanos, y
excitar la risa y la compasión de la gente seria y sensata.
Pero lo que de veras pasma, y no lo creyéramos si no lo viésemos, es la
aceptación voluntaria que nosotras hacemos de cuantos gastos y molestias
nos exige la moda; pues pagamos á precio muy subido las cadenas con que
ella nos hace esclavas.
Sería necesario no tener conocimiento de nuestra dignidad, ó haberle
enteramente perdido, para que sufriéramos por más tiempo esa tan dura y
voluntaria servidumbre. Pero no: no queremos ser esclavas de la moda, sino
señoras, para tomar de ella sólo aquello que dignamente nos acomode.
Lo cual no quiere decir que damos de mano al buen gusto en el vestir,
ni que renunciamos del todo á las ventajas razonables que pueda introducir
la moda bien encauzada; solamente damos á entender que ningunos respetos
de amigas ó modistas nos harán traspasar jamás los límites que nos señalan
la modestia y la decencia cristianas, y que abominaremos para siempre de
los trajes cortos y estrechos, y más aún de los escotados.
Las dudas que sobre este punto nos vinieren, las resolveremos á la luz
purísima de los ejemplos de nuestra Madre santísima, y con el consejo de
alguna amiga franca y prudente que, rogada por nosotras, nos amoneste
cuando traspasemos la línea de la honestidad.
No queremos malgastar el tiempo precioso de nuestra vida trasladando
á nuestros vestidos todos los perfiles del último figurín; preferimos mil veces
imitar las virtudes de nuestra Madre Inmaculada. Tome quien quisiere para
sí el oficio de cocinera de los gusanos (i); pues nosotras tenemos por más
honroso el de camareras de la Virgen.
Ella, que es Redentora de cautivos y soberana Reina de la Merced,
quiera hacernos ésta de bendecir nuestra Cruzada de la Modestia cristia-
na, y con su poderosa protección, ayudarnos á cumplir nuestro invariable
(1) Nombre que da el B- Juan de Ávila á los regaladores de su cuerpo.
116
propósito de romper cuantas cadenas de cautiverio nos eche la moda, y res-
catar de su poder el infinito número de voluntarias esclavas.
Orihuela, día 21 de noviembre, fiesta de la presentación de la B. V.
María, del año 1911.
La Junta Directiva.
Siguen las firmas.
Lugar del sello.
Nota.— Esta Cruzada puede establecerse en cualquiera congregación,
sociedad, cofradía, colegio..., porque no cambia ni contradice en nada los
respectivos reglamentos. Pueden pertenecer á ella, no sólo las jóvenes que
alguna vez han pagado indecoroso tributo á la moda, sino también todas las
que están libres de tal pecado; aquéllas para redimirse á sí mismas, éstas
con el fin de trabajar, como incansables apóstoles, en la redención de sus her-
manas cautivas.
NORMAS DE ESTA CRUZADA
1.''^ Tener por cierto que el sumo Pontífice verá con la mayor satis-
facción que las mujeres, sobre todo las que pertenecen á las asociaciones de
Madres Cristianas ó Hijas de María, entendida la importancia y gravedad
del mal, se unan contra ese lujo, que es la ruina de las costumbres y de la
familia. (Véase el Breve del papa León XIII á Isabel Gentelles).
2.^ Persuadirse que, por los cuidados de la persona, del peinado y del
lujoso vestido, cosas que se renuevan muchas veces al día, se absorbe el
tiempo que se debía consagrar á las obras de piedad, ó á las obligaciones de
la familia. Se sacrifica al lujo la educación de los hijos; por él se deja el
cuidado de los intereses domésticos; él es la raíz del desorden de la casa, y
del todo la trastorna. (Ibid.).
3.^ Es preciso convencerse de que el lujo es provocativo del mal en
las reuniones brillantes, en paseos públicos y otros espectáculos, porque
enseña á andar de casa en casa so pretexto de atenciones que guardar, y
allí entregarse al ocio, á la curiosidad y á las conversaciones indiscretas. Él
es el que sirve de alimento á los malos deseos, el que consume la hacienda
que se debía guardar para los hijos y para socorrer á los pobres. Él es el
que suele divorciar los esposos, y con frecuencia impedir la celebración de
los matrimonios, porque hay pocos hombres que consientan en cargar con
gastos tan enormes. (Ibid.).
4.^ Es menester vestir con sencillez, teniendo horror al lujo excesivo,
y contentándose con vestir según la posición en que Dios las haya colocado,
117
sin buscar vanos pretextos para procurarse adornos inútiles. (Instrucción á
las señoras católicas, publicada por el Emmo. Sr. Cardenal Vicario de Su
Santidad, á 1.° de julio de 1878).
5.''^ Cada año fijar de antemano la suma necesaria para vestir, según
la propia condición y medios pecuniarios, y nunca gastar más de la suma fi-
jada. (Ibid.)
6.^ No contraer jamás deudas para vestir: hacer un firme propósito, y
guardarlo enérgicamente, de pagar con puntualidad lo que compraren. (Ibid.)
7.^ Acuérdense de la obligación que el Evangelio nos impone de ha-
cer limosnas, y sepan privarse de algún objeto de lujo, áíin de poder dar á
los pobres esa parte superflua que les pertenece. (Ibid.)
8.''^ En la manera de vestir no tener sino fines legítimos y honestos,
para que tales actos sean, no solamente lícitos, sino hasta meritorios para la
vida eterna: deben desechar todo motivo de vanidad mundana, como sería
proponerse atraer las miradas de los demás, humillar, aventajar y eclipsar á
las otras. (Ibid.)
9.^ Tener gran cuidado de que los vestidos sean según las reglas de
la decencia y modestia, que son el principal adorno de una señora católica:
no escuchar en este punto las falsas razones del ejemplo de las compañeras'
ó de la moda universal, acordándose siempre de que, á Dios, que no al mun-
do, han de dar cuenta de su proceder. (Ibid.)
10.'^ Al ir á la Iglesia, y sobre todo al acercarse á recibir los santos
Sacramentos, observar en el traje la mayor moderación; pues saben que en
la casa de Dios está prohibida toda pompa mundana. (Ibid.)
11.''^ Poner grande y constante empeño en desterrar del templo del
Señor los sombreros: no asistir á los actos del culto sino con la clásica man-
tilla española; usarla aun para ir á ver las procesiones, sobre todo cuando son
con el Santísimo Sacramento; y en este caso, no estar nunca con la cabeza
descubierta.
12.^ Mucho es de desear que aun en los vestidos se separe la ciudad
de Dios de la de Lucifer, y se distingan las mujeres cristianas de las munda-
nas. Sobre las leyes de la moda, sobre la costumbre, sobre las exigencias
sociales ó mundanales, están las leyes divinas, y la obligación del buen ejem-
plo. Y es de advertir que no puede una cristiana conformar su vida con las
máximas del santo Evangelio, ni con los deseos tan manifiestos de los sumos
pontífices Pío IX, León XIII y Pío X, si no toma por base y fundamento de
buena conducta el cumplimiento de los deberes religiosos.
13.^ Trabajar con empeñado celo y suaves insinuaciones, acompaña-
das de la eficacia del buen ejemplo, por que estas normas sean puntualmen-
118
te observadas. La mujer cristiana, sea cual fuere su condición ó estado, debe
ser fuerte contra sí misma, fuerte contra el lujo seductor, que es la gran pla-
ga de esta nuestra edad, fuerte contra la tiranía del respeto humano. (Ibid).
EXPOSICIÓN AL ILMO. ORDINARIO DIOCESANO
Congregación de hijas de María.— Orihuela
Uno de los frutos que las hijas de María de esta congregación han saca-
do este año de los santos Ejercicios celebrados en el mes de octubre, ha sido
el proyecto de organizar una «Cruzada» con el título de la «Modestia Cris-
tiana» contra los excesos del lujo y de la moda. No les sufre el corazón ver
los estragos que causa en la sociedad la desenfrenada manera de vestir que
hoy avasalla á la mujer, y llevadas de su celo quieren hacer algo en benefi-
cio de sus hermanas, no sólo de esta ciudad y comarca; sino también, á ser
posible, de toda la diócesis y provincia, y aun, si les fuera dado, de todo el
resto de España.
Por esto presentan á V. S. lima, la fórmula de su «Cruzada» para que
la examine y, si le parece bien, la apruebe y bendiga, porque con esto lleva-
rá un requisito que la hará digna de aceptación en todas las demás congre-
gaciones de hijas de María. Y estando en víspera de su fiesta titular dedi-
cada á la inmaculada concepción de su Madre santísima, creen que esta es la
ocasión oportuna para que la idea de esta «Cruzada» tenga eco y resonancia
en el corazón de tantas jóvenes fervorosas, que de seguro se alistarán y tra-
bajarán con denuedo para bien de las muchas víctimas de la malhadada in-
fluencia de la moda, tan ridicula como sensual, que reina en nuestros días.—
Dios guarde á V. S. lima, muchos años.— Orihuela, día 29 de noviembre de
191 1 .—La presidenta, Teresa Clavarana Bofill.
Ilmo. Sr. vicario capitular de la diócesis de Orihuela, S. V.
APROBACIÓN
Gobierno eclesiástico, sede vacante, del obispado de Orihuela.
Conocida por Nos la institución fundada y establecida en esa congre-
gación de hijas de María, que lleva el nombre de «Cruzada de la Modestia
Cristiana», y lamentando como no podemos menos de lamentar, los funestos
resultados de la escandalosa moda del vestir en la mujer, en ios actuales
119
tiempos, creemos que cuadra á maravilla con las necesidades de la sociedad
tal institución, ya que es preciso pueda contar el pudor y recato de las jóve-
nes con un freno poderoso que destruya la marcha progresiva del mal, infil-
trado en todos los órdenes, estados y condiciones de la vida. Simpática y
digna de ser abrazada por todas las congregaciones españolas es la «Cruza-
da» que han emprendido las fervientes hijas oriolanas; simpática y de segu-
ros resultados, porque cuenta para defensa del hermoso ideal que persigue
con el auxilio y poderoso amparo de la Madre de toda pureza.
Nos, reconocemos la necesidad de tales obras, y al aprobarla de todas
veras y de todo nuestro corazón, la recomendamos á cuantas congregaciones
de hijas de María existen en esta diócesis, á la vez que nos consolaría mu-
cho verla extendida y propagada entre las innumerables existentes en Es-
paña.
Esperamos que todas las hijas de María defenderán los derechos de la
modestia y sabrán conquistar á las jóvenes que la perniciosa moda en el ves-
tir haya pervertido, añadiendo de este modo un nuevo triunfo á los señala-
dísimos que están alcanzando en el seno de las familias. — Dios guarde á
V. muchos años.— Orihuela, 5 de enero de 1912.— Dr. Andrés Díe Pes-
CETTO, Vic.° Capr.
Señorita Teresa Clavarana, presidenta de la congregación de hijas de María
de Orihuela.
EXPOSICIÓN DE LA PRESIDENTA DE LA CONGREGACIÓN
AL EMMO. SEÑOR CARDENAL PRIMADO
Congregación de hijas de María.— Orihuela.
Las hijas de María de la congregación mariana, establecida en la igle-
sia de santo Domingo de la ciudad de Orihuela, persuadidas de los males
gravísimos que produce la profanidad actual del lujo y de la moda, que son
de ordinario la ruina de las costumbres y de la familia, desean oponerse, en la
medida de sus escasas fuerzas, á tanto mal; y al efecto se han unido todas
con nuevos lazos, con el fin de formar una «Cruzada», que estimarían se
llame de la «Modestia Cristiana», pues así su trabajo será más eficaz para
desviar de sí mismas y de sus allegadas tan graves daños, y tal vez su pro-
pósito servirá de ejemplo á otras muchas para rechazar lejos de sí lo que
pasa de una honesta compostura.
Por lo tanto, en vísperas de la fiesta titular de su amada congregación,
120
dedicada a la bienaventurada virgen María en el misterio de su Concep-
ción sin mancha, después de haber prometido y jurado fidelidad inquebran-
table á su Madre dulcísima al pie de su sagrado altar, presentan á Vuestra
Emma. Rvma., como al más encumbrado director de las obras sociales en
España, los puntos principales que desean abrace su «Cruzada». Así, exami-
nados, aprobados y bendecidos por la solicitud paternal de Vuestra Eminen-
cia Rvma. no sólo tendrán más eficacia entre las hijas de esta población,
sino también mayor eco y resonancia, por lo que toca á la imitación y segui-
miento, en todos los ámbitos de la nación española. Dios quiera, por mediación
de la Virgen santísima, que esta nuestra determinación sea la piedrecita que
destruya al coloso del lujo y de la moda que hoy señorea el mundo.
Dios guarde á Vtra. Emm. Rvdma. muchos años.
Orihuela, día 3 de diciembre de 1911.
La presidenta, Teresa Clavarana Bofill.
Emmo. y Rvdmo. Sr. cardenal Aguirre, arzobispo de Toledo.
APROBACIÓN DEL EMMO. SR. CARDENAL PRIMADO
Secretaría de Cámara y Gobierno del arzobispado de Toledo.
Su Emcia. Rvdma. el cardenal arzobispo mi Señor, se ha enterado con
sumo placer de los laudables y cristianos propósitos que animan á esa pia-
dosa congregación, y no sólo aplaude el proyecto de esa hermosa «Cru-
zada» que en nombre de la «Modestia Cristiana» desean V. V. organizar,
sino que desea se extienda por toda nuestra patria, santificada por la
presencia corporal de nuestra santísima Madre, y pide al Señor que esta
guerra contra los inmoderados excesos del lujo y de la moda, produzca los
mejores resultados, hasta llegar á arrancar esa maldita cizaña del corazón de
la mujer, hecho por Dios para que en él germinen las más vistosas y bellas
flores del cristianismo.
Su Emcia. Rdma. bendice muy gustoso á V. y cuantas personas tomen
parte en esta obra.
Lo que tengo el honor de comunicar á V. para su conocimiento y á satis-
facción.
Dios guarde á V. muchos años.
Toledo, 22 de diciembre de 1911.
Dr. Antonio Alvaro, secretario.
Señora doña Teresa Clavarana, presidenta de la congregación de hijas
de María de Orihuela.
121
EXPOSICIÓN A LOS DEMÁS RDMOS. PRELADOS DE ESPAÑA
Congregación de hijas de María,— Orihuela.
Emmo. y Rdmo. Sr.
Excmo. é limo. Sr.
Las hijas de María de esta congregación mariana, íntimamente persua-
didas de los funestos estragos que en nuestros días causan los excesos del
lujo y de la moda, han organizado una «Cruzada» titulada de la «Modestia
Cristiana», con el fin de oponerse en la medida de sus fuerzas á la corrup-
ción de costumbres que de ahí se origina, y que es cada vez más creciente y
lastimosa.
Bien quisieran reclutar para esta obra á todas sus hermanas de Congre-
gación cuyas virtudes florecen en todas las provincias de la nación española,
mas para ello necesitan la bendición y apoyo de los vigilantísimos prelados,
que el Espíritu Santo ha puesto para regir la Iglesia de Dios. A este fin
presentan á V. E. Rvdma. la fórmula de su «Cruzada», para suplicarle que
la bendiga y apruebe, porque esta será la señal cierta de que ha de germinar
en todas las regiones de nuestra amada nación.
No estará fuera de lugar poner en conocimiento de V. E. Rvdma. que
ya el Emmo. Sr. cardenal Aguirre, como Jefe supremo de las obras sociales
en España, se ha dignado bendecir y encomiar por encima de lo que podía-
mos desear nuestra modesta «Cruzada».
Besando con amor y veneración el anillo pastoral de V. E. Rvdma. se
ofrece humilde hija en Cristo.
La presidenta, Teresa Clavar ana Bofill.
APROBACIONES
El cardenal arzobispo de Sevilla.
Sevilla, 11 de enero de 1912.
Srta. D.''^ Teresa Clavarana.
Muy estimada en Jhs: Aplaudo el pensamiento de esa congregación de
hijas de María, y pido á Dios N. S. y á la Virgen Inmaculada que sea aco-
gido favorablemente por todas las congregaciones de hijas de María en
nuestra querida patria. Y cuenten con mi cordial bendición porque la her-
mosa «Cruzada de la Modestia Cristiana» consiga éxito favorable para mayor
gloria de Dios, y bien de las almas.
122
Encomiendo aquí este asunto al señor cura párroco de la Magdalena, que
es el director espiritual de la congregación de hijas de María, con el cual
puede V. entenderse para todo.
La bendice su afectísimo en Jhs.
f El cardenal arzobispo de Sevilla.
El cardenal arzobispo de Valladolid.
Particular.
Enero 12, 1912.
Srta. D."^ Teresa Clavarana Bofill.
Muy amada en Cristo: Aplaudo y bendigo de lo íntimo del corazón la
«Cruzada» titulada de la «Modestia Cristiana» que han organizado las hijas
de María de esa congregación mariana, de la ciudad de Orihuela, y cuya
presidencia V. ostenta, con el fin de evitar y remediar los funestos estragos
que en los presentes tiempos, causan en las mujeres y en los hogares cris-
tianos, los excesos del lujo y de la moda.
Quiera Dios, que los buenos deseos de la nueva Cruzada se realicen, y
se cumplan los fines, que la misma persigue.
Aprovecha la ocasión para bendecir á V. y á todas las jóvenes congre-
gantas su affmo. en Cristo.
t El Cardenal.
En términos muy parecidos á los de los Emmos. Sres. cardenales é
limo. Sr. vicario capitular de Orihuela que preceden, contestaron á la se-
ñorita presidenta de la congregación los demás Rdmos. prelados de España,
que arriba se citan. Pueden verse los documentos en que aparecen sus finas
y entusiastas frases de aprobación, en el opúsculo que, con el fin de perpetuar
la grata memoria de los mismos, ha dado á la estampa la junta directiva de
esta congregación.
COLEGIO DE SAN IGNACIO
SARRIA
TANDAS DE EJERCICIOS A OBREROS DURANTE EL
AÑO DE 1911
Garta-Relación del P. Narciso Blanch al P. Antonio Iñesta
Sarria, 27 de diciembre , de 1911.
Mi amadísimo padre rector: Se me ha pasado más de un año desde que
prometí á V. R. escribirle algún hecho edificante de los muchos que, por la
bondad de Dios, acontecen en esta Casa dé Ejercicios para obreros, que fun-
dó y tan dentro de su corazón tiene V. R., y á la cual tanto favorecen y
ayudan el reverendo padre provincial y todos los demás padres y hermanos de
este colegio en la manera que mejor pueden. Y ya que tanto he hecho esperar á
V. R., procuraré compensarlo con una «Relación de algunos de los resultados
obtenidos desde julio de 1910 á fines de diciembre de 1911».
Para no alargar demasiado la tal relación, no pondré en ella ni la quin-
cuagésima parte de lo que pudiera decir, ni de los documentos que empiezan
á formar un hermoso é interesante archivo, limitándome á los hechos nuevos
y distintos de los que conté en la carta que escribí al P. Cervós y que apa-
reció en Cartas Edificantes de la Asistencia de España— 1910, nú-
mero 2, pág. 14.
Encomiéndeme V. R. á Dios en sus SS. SS. y OO.
De V. R. afectísimo hijo en Cristo.
t
JHS.
Narciso Blanch, S. J.
124
RELACIÓN de algunos de los resultados obtenidos por los santos Ejer-
cicios dados á los obreros, en la Casa de Ejercicios de Sarria durante el año
de 1911.
Ha habido varias primeras comuniones y hasta primeras confesiones de
jóvenes y hombres bastante atrasados en tan sagrados deberes.
Al buen camino. — Han vuelto al buen camino algunos que, al decir de
sí mismos ó de sus íntimos amigos, andaban muy lejos de él. «Frutos han
dado, dice uno, los santos Ejercicios, reformándome á mí en la Fe, y han
vuelto al buen camino á un amigo mío». Otro escribió: «Entré en esta santa
Casa con la conciencia intranquila; mas ahora estoy tan satisfecho y tranqui-
lo, cual nunca lo había estado. El primer día que ayudé la santa misa á V. lo
hacía tímidamente como aquél que ejecuta una mala acción... Me acordé de
mi niñez en que no pensaba en el mal...»
También ha venido alguno con ánimo de disputar; pero Dios se lo
trocó en deseos de hacer una buena y santa confesión. No faltó quien vino
con la Publicidad y El Liberal, periódicos ambos, como sabe V. R., de la
piel del diablo. Al medio día de Ejercicios me los regaló; á los seis meses
tuve ocasión de hablar con él, y me dijo, sin que yo se lo preguntase, que no
había vuelto á tocar ninguno de dichos diarios: y que desde entonces no ha-
bía leído otro que el Correo Catalán. Cada mes ha ido á la Sección de
Perseverancia, en donde tienen comunión general. Compareció un joven
que trajo, (bien escondida por supuesto), una novela que publicó La Publi-
cidad como folletín. La traía sin duda para entretenerse en los ratos de ocio.
Dudo que la leyera una sola vez, pues pasaba todos los tiempos libres leyen-
do libros piadosos y estudiando catecismo. Al irse, dejó la novela en un rin-
cón del cajón de la mesa de su cuarto, haciendo oblación de ella á Dios.
Escándalos quitados.— Otros varios han cortado de raíz las ocasiones
de su mala vida: y para esto, uno se apartó de ella á costa de grandísimos
sacrificios, como fueron el pasar más de 8 días fuera de su propia casa, don-
de estaba su ocasión á la cual era imposible echar enseguida hasta reunir
dinero bastante para mandarla á ella y á los hijos de ella, á casa de sus pa-
dres, distante de Cataluña: y durante esos días el tal sujeto comía y dormía
donde y como le era posible: todo para no ponerse en peligro. Otro tuvo que
huir y emprender un largo viaje á su lejana tierra, (Andalucía) el día mismo
que salió de Ejercicios, por haberle amenazado los hermanos de aquella con
quien vivía mal, que lo matarían si llegaba á apartarse de la que era ocasión
de ofender á Dios. Y para que se vea más el poder de la gracia divina no faltó
quien á pesar de querer contraer santo matrimonio con quien hasta entonces
125
había estado unido ilícitamente, no pudiendo contraerlo por ser soldado y es-
tar en reclutamiento, para estar más lejos de la ocasión, se pasó á servicio
activo, y pidió irá África en tiempo que la guerra del Riff estaba más
encarnizada, esperando que, á la vuelta de allí, libre ya de todo servicio mi-
litar, podrá contraer lícito matrimonio con aquella de quien entonces se sepa-
raba á costa de tantos y tan heroicos sacrificios y peligros.
A estos hechos pueden añadirse las confesiones, todas ellas muy conso-
ladoras.
Un hecho apuntaré antes de pasar á otra materia, que me llamó la aten-
ción; el de un hombre, que habiendo estado 28 años sin haber puesto el
pie en ninguna iglesia, se sabía el Ancora de Salvación casi toda de me-
moria.
Vida ejemplar.— lAe han contado varios hechos admirables de algunos
que, habiendo sido antes ocasión de escándalo, son ahora la edificación de
sus pueblos. «De mi pueblo, me decía hace poco un ejercitante, fué un re-
publicano que no había ido nunca á misa: y ahora, desde que hizo los Ejerci-
cios, va siempre». — ¿Y á comulgar? le pregunté yo. — «Por supuesto...
ahora ya no es republicano».
Una de las señoras que más ayuda á las religiosas llamadas «damas ca-
tequistas», me decía hace poco tiempo, que de entre to'dos los obreros que
trata ella, y que han venido á hacer los santos Ejercicios, ninguno ha vuelto
atrás del buen camino.
Copio á continuación una carta dirigida á un señor de Barcelona, por
otro de un pueblo distante, pues en ella menta la gran edificación que está
dando desde que vino á hacer los santos Ejercicios. Dice así:
Fruto de los santos Ejercicios. — Antes de los Ejercicios: Blas-
femo; hacía años que no había ido á misa ni se había confesado: trabajaba to-
dos los días festivos: no pasaba día en que no tuviese alguna riña con su mu-
jer, y era el escándalo del pueblo por los disparates que continuamente salían
de su boca.
Después de Ejercicios: Nunca más se le ha oído una sola blasfemia. En
vano sus amigos de antes, han intentado hacer que blasfemase, con mofas, in-
sultos y amenazándole retirarle su amistad y alejarse de su tienda, llegando
hasta ofrecerle una cantidad (25 ptas.) si profería una sola blasfemia; pero
todo ha sido inútil. Él ha resistido á sus intentonas malignas respondiendo
siempre: «Prometí que nunca jamás diría ninguna blasfemia, y con la gra-
cia de Dios, espero mantener mi resolución».
No ha faltado á misa ni un solo día de fiesta, llegando alguna vez á ha-
cer el sacrificio de cerrar su tienda, para poder asistir á ella; y á despreciar
126
un buen jornal que se le ofrecía, por no trabajar en día festivo ni perder la
misa.
En su casa, desde que volvió de Sarria, no ha dejado de rezarse ni un
solo día el santo Rosario; y por la mañana y por la noche tampoco ha deja-
do de rezar las devociones que recomienda el devocionario que le regala-
ron al salir de Ejercicios. Este devocionario, Mon Tresor y el Camino rec-
to y seguro para llegar al Cielo, que le fué dado por unos buenos amigos
suyos, forman su biblioteca, y los tiene siempre sobre la mesa para leerlos
diariamente.
Ahora vive en paz con su mujer: la cual, encantada del cambio de su ma-
rido, lo cuenta á todo el mundo, diciendo que hasta ahora, en los años de
matrimonio, no había sabido lo que era vivir en santa paz.
Después de su conversión se le ha visto ir varias veces á confe-
sar. Asistió con mucha devoción á la procesión de la fiesta mayor; y habría
asistido á la del santo Rosario, pero no le fué posible, por hallarse fuera de
la población.
Lo más notable en él, ha sido el valor que ha mostrado para despreciar las
burlas de sus falsos amigos y defenderse de ellos. Acababa de salir de Ejer-
cicios, y se encontró en la Rambla de Barcelona con dos de aquéllos, los cua-
les le dijeron: «¡Hola jesuíta! ¿ya te han colgado el cencerro?...» Y él, por
toda respuesta, saca €l santo Rosario de su bolsillo: y besando la cruz, dice:
«Así quiero desagraviar, á aquel Dios á quien tantas veces había ofendido con
mis blasfemias:» y añadió: «Por si os he causado algún perjuicio haciendo
Ejercicios y convirtiéndome, decidme cuánto vale, para indemnizároslo».
Otro día, pasando por una calle del pueblo, oyó que gritaban desde una
taberna: «Ahora pasa el convertido!», «mirad el penitente!...» y el respondió
en voz muy alta: «Sí, y con grandísima honra: si vosotros fueseis á hacer
Ejercicios, haríais lo mismo. Allá he aprendido que hay un Dios á quien he
de amar, y que tengo un alma que he de salvar».
Obras de celo.— No menor edificación están dando una porción de jó-
venes de Martorell, que vinieron á hacer los Ejercicios hace algo más de un
año. Primero vinieron dos para ver cómo pintaba la cosa, qué trato se les
daba, de qué se les hablaba, y qué se hacía. Quedaron tan contentos, que lo-
graron entusiasmará otros 11 ó 12 para que vinieran, saliendo también su-
mamente complacidos. El fruto que de esto ha resultado, es que todos esos
jóvenes son ahora la buena levadura de aquella población, en donde los /errtt-
xistas tienen aprisionados á gran parte de los hombres, con una Casa del
Pueblo (Progreso la llaman allí), con todos los efectos que aquélla produ-
ce. Esos jóvenes son allí los soldados de fila de nuestra santa Religión,
127
valientes é intrépidos; y el brazo derecho del señor cura arcipreste, que está
contentísimo, pues le asisten á todas las funciones religiosas, cantan en el
coro, y, sobre todo, lo que es más sólido, comulgan con mucha frecuencia.
Aun más: pareciéndoles poco lo dicho, han fundado un Centro Católico, que
espero en Dios, hará que muchos descarriados vuelvan al primero y buen
camino, pues todo el mundo respeta el Centro Católico y á los que forman
parte de él; y toda la gente formal y de prestigio lo distinguen y favorecen.
Esto ha sido causa de una saludable reacción, debida á los santos Ejercicios
que tanto bendice Dios nuestro Señor.
Centros de perseverancia.— ^o menos edificante es la creación de
cuatro Centros de perseverancia que se han fundado en Barcelona, en cua-
tro puntos estratégicos, á fin de que puedan asistir á dichos centros los obre-
ros, antiguos ejercitantes, que quieran aprovecharse. Una vez cada mes, pre-
vio aviso que se pasa á domicilio, se reúnen en el Centro que les corres-
ponde, para confesar, oir misa, comulgando en ella, y una platiquita que
conserve en ellos el recuerdo de los santos Ejercicios, y mantenga el fervor
alcanzado en ellos. Los tales centros ó Secciones de perseverancia están:
en Hostafranchs, para los obreros de Sans, La Bordeta, Las Corts y Hosta-
franchs; en santa Ana, centro de Barcelona, para los de la Barceloneta, Bar-
celona antigua y Ensanche; en San Martín de Provensáls, páralos de aquella
barriada, y los de San Andrés de Palomar y Horta: y, finalmente, en Gracia,
para los de allí y de San Gervasio. Estos obreros dan muy buena edifica-
ción, y los señores párrocos están que no caben de contento.
También en Manlléu, (población de ocho mil almas), donde pasan de 50
los obreros que han hecho los santos Ejercicios en esta nuestra casa de Sa-
rria, tienen su Sección de perseverancia, y suplen lo que les falta yendo á
comulgar los primeros domingos de mes; y al salir de la iglesia, quedan un
rato hablando entre sí, con mucha edificación de la demás gente que los ha
visto comulgar y los oyen entonces hablar con tanta intimidad.
Resoluciones y promesas.— Aunque de los santos Ejercicios no se sa-
casen los frutos que acabo de contar, sólo el fervor y deseo con que salen al-
gunos de servir á Dios y de defender nuestra santa Religión, sería un fruto
admirable. Un obrero dejó escrito: «Desde ahora, al oir una persona de esas
que dicen mal de los PP. jesuítas, contestaré atacándola, diciendo que nunca
en su vida hará lo que hacen los padres en dar buenos ejemplos, para el bien-
estar de la vida de los obreros». «El obrero que esto suscribe... ha quedado
convencido de que no hay otra cosa mejor, que amar á Dios sobre todas las
cosas, y ejecutar todo cuanto se pueda en favor de la santa Iglesia. En estos
días he variado tanto en mis costumbres, que me complaceré en dar á cono-
428
cer á mis amigos los santos Ejercicios, y en cumplir con mi familia los pre-
ceptos de la santa Iglesia... >^ Esto dejó escrito un padre de familia. Lo que
ahora copiaré es un fragmento de una carta dirigida á un caballero que nos
mandó parte de una tanda. El que escribe es un joven de 20 años, y dice así:
«Estoy convencido de que todos los que hemos ido á practicar los santos
Ejercicios, sacaremos en adelante frutos más provechosos; y no sólo contri-
buirán para salvar nuestra alma, sino que aun podemos discutir, y aun quizás
convencer á muchos hermanos nuestros que están separados de nuestra san-
ta Religión». Un maestro de escuela, al irse me comunicó que escribiría un
artículo en una revista de mucha circulación, como muestra de agradecimien-
to por los santos Ejercicios: y que el tal artículo había de versar sobre el bien
délas enseñanzas de la Compañía. No ha faltado tampoco quien, no contento,
con prometer el no comprar ni leer jamás diario alguno menos católico, ha
prometido además hacer todo lo posible para restar suscripciones á toda aque-
lla prensa que no sea netamente católica.
Termino este punto con un caso hermoso que me sucedió hace algún
tiempo. Vino á hacer Ejercicios un ex-presidente de un centro lerriixista.
Al segundo día dirigióse al rincón del jardín donde está la Virgen de Lour-
des: y delante de ella se arrodilló, se quitó la gorra, se santiguó y rezó: al
tercer día se confesó, y al siguiente comulgó. Pocos días después vino al
colegio á hacerme una visita; lo que gocé aquel día por lo que ahora diré,
es imposible decirlo. Al despedirnos, fervoroso como estaba aquel buen
hombre, salía entusiasmándose más y más hablando de nuestro Señor Jesu-
cristo: y cada vez más entusiasmado, se me vuelve de repejite, y me dice
en voz alta, teniendo el rostro encendido: «Padre, lo único que deseo es te-
ner un trabuco para defender á Jesucristo: y si no... derramar toda mi san-
gre por Él»: me tomó la mano, me la besó, y se alejó sin poderme decir
más palabra.
Días felices. Es tal el consuelo que sienten algunos de los obreros du-
rante los santos Ejercicios, haciéndoles Dios sentir de las cosas interna-
mente, que admira el ver la dulzura de que gozan, y despertando santa envi-
dia y deseo de sentir lo que ellos sienten. Algunos vienen á decírmelo, aunque
no es menester, pues muy á las claras su rostro lo manifiesta. Otros lo es-
criben y me lo dan para que yo me entere: y otros finalmente lo dejan en el
aposento, ó lo comunican por medio de alguna carta. Copio alguno que
otro de dichos escritos: «Con tristeza me alejo de este santo lugar, don-
de hallaba la verdad y la felicidad». «Quién pudiera concluir, dice otro, mis
días con esta santa y justa vida, vida tranquila, y no con la vida azarosa
que nos espera!» «Los días de Ejercicios han sido los días más felices de
129
toda mi vida», había dejado escrito otro tercero. Encuentro luego un nue-
vo papel en que se lee: «Me presentaron una hojita que dice: santos
Ejercicios para obreros, en el colegio de san Ignacio. Leí aquella hoja con
entusiasmo... y vine á esta santa casa para practicar unos Ejercicios que
nunca había soñado. ¡Cuánta dulzura! ¡cuánta bondad. Dios mío!... Bendita
sea la hora en que dicha hoja llegó á mis manos: y doy gracias á Dios por
haberme proporcionado dicha tan grande». No indican menos los siguientes
escritos: 1.^ «Dios quiera que de aquí aun año pueda yo volver, pues aquí se
halla la tranquilidad, que vive en esta casa. 2.° Parece que al entrar en la
casa, ya todo respira para la gloria: y causa tanto afecto, que se necesitaría
tener corazón de bronce para no hacer una buena limpieza de la conciencia:
y haciendo la limpieza, uno sale de la casa sin remordimiento de conciencia,
y dispuesto para morir enseguida.» 3.° «Qué hermosos son los Ejercicios!
Si cada año me permitieran volver, no me lo tendrían que decir dos veces».
4.^^ Un labrador, entusiasmado decía á los demás de su pueblo: «Estoy más
contento de haber hecho los santos Ejercicios, que de una buena cosecha de
patatas». No me alargo para no hacerme interminable.
Gratitud y celo. Hay quien se figura, lo cree y aun lo dice, que el
obrero es ingrato por naturaleza, incapaz de conocer los beneficios que se
le hacen, y siempre desagradecido á quien le hace bien. A mí la experiencia
me ha enseñado lo contrario, sin negar por eso que haya algunos casos de
ingratitud. El celo con que toman la obra de los santos Ejercicios los obre-
ros que los han hecho, es uno de los muchos argumentos para negar aquel
aserto; pues no sólo lo que dicen, sino sobre todo lo que hacen, demuestra
que son, no sólo agradecidos, sino celosos .en fuerza de su agradecimiento.
Podría contar varios hechos, que omito para no alargar demasiado ésta re-
lación. Hubo un herrero que envió al único mozo que tenía, á hacer Ejerci-
cios, á pesar de serle sumamente necesario: é hizo ésto para demostrar
su gratitud á Dios por el beneficio de haberle concedido á él el hacerlos
algún tiempo antes: y con el criado mandó una carta llena de agradeci-
miento y de ofrecimientos que le salían de lo más íntimo del corazón.
Dios le pagará el sacrificio que hizo y el celo que demuestra siempre que
se le ofrece ocasión.
Tanda singular. Párroco admirable. Es digna de especial mención
una tanda singular que el celoso señor cura párroco de Fontrubí pro-
movió, viniéndose á Sarria con 25 hombres de su pueblo, con los que vivió
y comió todos los días de Ejercicios, á pesar del empeño que teníamos todos
de que comiera aparte. Para traer aquí á aquellos sus feligreses tuvo que
hacer muchos y grandes sacrificios: baste decir que, sólo para recoger á
130
los hombres, salió de su casa á la una de la madrugada y hacer unas
tres horas de camino, yendo de casa en casa, (distantes algunas de las
otras media hora ó más), con un farolito en una mano y el paraguas en la
otra, para defenderse de una lluvia más que regular. Al llegar á Barcelona
dijo misa á sus feligreses: y después..., á rondar todo el día con ellos para
no dejarlos nunca solos. Cuando llegaron á la casa de Ejercicios, el señor
cura aun no había comido: eran las 6 y media de la tarde. El señor obispo,
satisfecho de ver tal obra de celo, le hizo escribir una carta por el señor
secretario de Cámara, además de haber concedido al señor párroco y á
sus feligreses una audiencia especial, en la que les demostró su paternal
benevolencia, quedando todos contentísimos. De vuelta á su pueblo, obliga-
ron á bajar del vagón en que ellos iban, á un individuo que se atrevió á blas-
femar y á decir algo contra la Religión: «de lo que salió muy mal parado, me
escribe el señor cura, ante los improperios y burlas que, como lluvia de pie-
dras, le cayeron encima por el buen tesón de los ejercitantes: y tuvo que
escurrir el bulto: de lo contrario, me lo tiran por la ventana^. Cuatro meses
después de lo dicho, escribía el propio señor cura. «Todavía continúa caliente
el fuego del amor divino que en los Ejercicios se encendió en el corazón de
mis amados feligreses».
Muerte envidiable. Envidiable es la muerte de un obrero de buena po-
sición, de 74 años de edad, y que había pasado muchísimos sin religión,
totalmente separado de la Iglesia, furibundo iconoclasta, y espiritista por
más señas. Dios tuvo compasión de él, y le llamó poco tiempo antes de morir.
Copiaré la carta de un señor que intervino para hacerle venir á hacer Ejer-
cicios. Dice así: «Al salir de Ejercicios fué á Cabra, (pueblo del obispado
de Tarragona), donde pilló una pulmonía, y murió dentro del mismo mes
(de haber salido de Sarria de hacer los Ejercicios), del modo más edificante,
según la adjunta carta del señor cura párroco de aquella parroquia, que
dice así:
«Muy señor mío y amigo en Jesús: Recibida su atenta carta, le contesto
á V. inmediatamente, diciéndole que la muerte de N. N. fué verdadera-
mente la muerte del Justo, dejando edificados á todos los circunstantes con
sus palabras buenas, consoladoras y de verdadera conformidad.
«Enseguida que se sintió mal, él mismo pidió los santos sacramentos: y
tuvo, como digo, la muerte del justo: y con esto está dicho todo cuanto se
puede decir respecto á su buena muerte.
«En los días de Ejercicios espirituales, según se ve, debió de trabajar
en él mucho la gracia: y por esto en gracia (de Dios) acabó sus últimos
días.
131
«Bendito sea el Señor, y benditos sean los pasos que dieron todos uste-
des, y los medios que tomaron para que se salvase aquella pobrecita alma».
Con esta carta pongo fin á ésta ya demasiado larga relación, pidiendo
á cuantos la lean ú oigan leer, que rueguen á Dios que se digne bendecir la
«Obra de los santos Ejercicios espirituales para obreros», y llevar al buen
camino á los pobrecitos descarriados: y que para ésto nos conceda á todos
cuantos medios necesitamos, así espirituales, como temporales.
RESIDENCIA DE HUESCA
MISIÓN EN TORRALBA (HUESCA)
DADA POR LOS
PP. ANTONIO COSCOLLA Y MARIANO MAYOR
Garta de este último padre al P. Salvador Beitrán
Huesca, 29 de noviembre de 1911.
Mi amadísimo en Cto. padre superior: En carta que escribió V. R. al pa-
dre ministro, mostraba deseos de que se le enviara á V. R. una reseña de lo
acontecido en la misión de Torralba. Pues bien, allá vá; en el tren de la ma-
ñana del 19 de noviembre Salimos de Huesca, y luego que llegamos á Tar-
dienta, tomamos la tartanita, que en 25 minutos nos condujo á la población,
en donde habíamos de misionar. Tres días antes escribí al Rvdo. señor cura
párroco, advirtiéndole que, tratándose de una misión en regla, debía se-
guirse todo el ceremonial de costumbre. Y así se hizo, en efecto: á la en-
trada de la población nos esperaban el señor cura, de capa pluvial llevan-
do un santo Cristo, las autoridades locales, la señora maestra con los ni-
ños y niñas y algunos pocos más del pueblo. Llegamos con media hora de
antelación, y no fué posible reunirse todo el vecindario como lo tenían acor-
dado. Después de los saludos acostumbrados, formóse la procesión, que fué
engrosándose hasta llegar á la iglesia parroquial, situada en una altura. Una
vez en el templo, comenzó la santa misa, muy bien cantada por los mozos
del lugar. Terminado el evangelio, subí al pulpito y les prediqué el sermón
de apertura. Habíamos quedado en que lo predicaría mi compañero, pero la
víspera por la noche me rogó que lo hiciera yo. Desde el primer sermón
hasta el último hubo un lleno compieto. Esta buena gente estaba hambrienta
de oir la palabra de Dios. Aquella misma mañana formé la vanguardia de
133
mi ejército, esto es, á los niños y niñas; les enseñé un cántico y á las once
y tres cuartos salimos de la iglesia con los estandartes, que me llevé, y en
una larga hilera recorrimos algunas calles de la población, cantando ellos y
cantando yo algunas saetillas alusivas á la santa misión. Este ejercicio mili-
tar se repetía todos los días y á la misma hora poco más ó menos. No puede
figurarse V. R. el efecto que causa entre la gente granada esta misión am-
bulante. ¡Cómo lloran de consuelo las abuelitas y las no abuelitas! Hasta
los hombres se quitaban sus gorras y sus pañuelos de cabeza, como si se
tratara de la procesión de Corpus.
Los ejercicios los teníamos á la hora y en la forma siguientes: A las
cinco de la mañana se tocaban las campanas, y media hora más tarde se ce-
lebraba la santa misa. El sacerdote se revestía en el altar, y uno de los mi-
sioneros leía desde el público las ceremonias y misterios que se representa-
ban en el santo Sacrificio. A continuación seguía el sermón ó plática doc-
trinal, terminando con algún cántico de misión. Por la noche se daba la se-
ñal á las cinco y media; á las seis, santo rosario, plática doctrinal, cántico,
sermón moral y se terminaba la función con el ¡Perdón, oh Dios mío!
El jueves, día 23, tuvimos la fiesta de los niños con el orden siguiente:
Primero, los confesamos á todos; á las 9, misa de banderas. El altar mayor
adornado con estos enblemas guerreros y cada parvulito con su medalla al
pecho y la bandera en la mano, roja y blanca los niños, y azul y blanca las
niñas. La celebró el que escribe, y alternando con cánticos los niños, y lec-
tura desde el pulpito el P. Coscolla. Terminado el Santísimo sacrificio, re-
novaron las promesas del santo Bautismo, se hicieron varias evoluciones mi-
litares en el interior del templo, puesto que no pudimos salir fuera á causa
de la lluvia; consagración al sagrado Corazón de Jesús de los niños, y ben-
dición solemne de los mismos por el Rvdo, señor cura párroco. Este fué el
primer día que aparecieron las banderas. Al día siguiente, viernes, reuní las
mujeres en el templo, se reorganizó el Apostolado, se confesaron casi todas
ese mismo día y al siguiente comulgaron. El sábado era el día destinado álos
hombres, y según frase de uno de los mayores contribuyentes: los secues-
tramos. Me explicaré. Por la noche tuvimos un sermón, único á mi cargo.
Luego que terminé alabando á todos por su comportamiento y docilidad á
cuanto les insinuábamos, dije estas frases con mucho aplomo y solemnidad:
Muy bien por los niños; muy bien por las mujeres de Torralba; y... de
los hombres ¿qué podemos esperar? kqni me paré un poco, y cuando
ellos esperaban un rapapolvo fenomenal, continué diciendo: Yo espero que
todos vosotros, hombres, os portaréis retebién; y así fué en efecto. Per-
manecí en el pulpito mientras cantaron el Perdón y rezaron el Ángelus.
134
Entonces mandé salir á los niños y á las mujeres, nos quedamos solos los
hombres, y como corderitos se fueron acercando á los confesonarios guar-
dando un absoluto silencio del que ellos mismos estaban asombrados, sin
darse cuenta de lo que les pasaba. Lo cierto es que ninguno regresó á su
casa sin haber hecho primero la colada. Eramos cuatro confesores, y despa-
chamos la mayor parte aquella misma noche. Resultado final: que al día si-
guiente comulgaron todos los habitantes de la población, excepto tres, uno
que estaba imposibilitado, un pastor que no pudo regresar del monte, y un
joven... ¡Loado sea Dios!
La comunión general del domingo la dio el señor obispo, que había lle-
gado á las 7. No pudo hacérsele recibimiento; pero se compensó con lo que
se hizo este día que era domingo. A las nueve y media de la mañana fui á la
escuela donde estaban reunidos los niños y niñas; hicimos un pasa-calle con
los estandartes, banderolas y cánticos, y nos dirigimos á la casa parroquial.
Los niños en dos hermosas filas y las autoridades, y todo el pueblo, esperó la
salida del prelado; al aparecer cantáronle los niños un precioso himno y pro-
cesionalmente nos dirigimos á la iglesia. Siguió á continuación la misa ma-
yor cantada, y terminada ésta, administró Su lima, la Confirmación. Re-
gresamos á casa á las once y tres cuartos, A las tres y media de la tarde
tuvimos la función de despedida según el orden siguiente: Estación al San-
tísimo, dirigió á continuación la palabra el Excmo. señor obispo, subí por úl-
tima vez al pulpito y di las gracias á todos y nos despedimos del religioso
pueblo de Torralba. La bendición Papal la dio su Excia. en la misa mayor,
y por la tarde se bendijeron los objetos piadosos.
Respecto de emociones habría mucho qué decir. Han reído y llorado y
han quedado como nuevos y satisfechísimos todos. Nosotros podemos afir-
mar lo mismo.
Al éxito de la santa misión, han contribuido y no poco, después de la
gracia de Dios, el señor cura, el cual nos acompañó siempre en las procesio-
nes infantiles cantando con el misionero; pero en gran manera el piadosísi-
mo caballero D. Joaquín Orús, su esposa é hijo. D. Joaquín se ha mostrado
espléndido y fervorosísimo con sus paisanos.
En los SS. SS. y OO. de V. R. mucho me encomiendo.
De V. R. siervo en Cto.
JHS.
Mariano Mayor, S. J.
MISIÓN DE FILIPINAS
ESTADO ACTUAL DE NUESTRAS CASAS
EN FILIPINAS
í Ateneo
iQi A np ( MANILA Seminario de san Javier.
1ÍM.A un ( Observatorio.
LUZON (viQAN Seminario menor
Residencia de ZambgAxXga
SUR . . RESIDE^XIA DE Tamontaca.
Residencia de Dávac. . .
Í' Zamboanga.
Tetuán.
Mercedes.
Ayala.
Joló.
Cottabato.
\ Dávao.
) Sigaboy.
SCaraga.
Baganga.
Catéel.
ISLA DE / ^ ,
MINDANAO Í'^T"'
i 1 agoloan.
^ Jasaán.
Residencia de Cagayán Balingasag.
I Talisáyan.
Sumílao.
El Salvador.
] Residencia de Butúan ; Talacógon.
I ' Jabonga.
' Residencia de Dapítan (Dapítan.
( Dipólog.
ISLA DE CULIÓN. . . Residencia de Culión Culión.
NOTICIAS GENERALES
ANO DE 1911
ISLA DE LUZON
MANILA.— El ateneo acaba de repartir el folleto impreso «Fiestas ju-
bilares del ateneo 1859-1909»; consta de 110 páginas en 4.° mayor, y de
otras 26 que contienen grabados y estadísticas del número de alumnos, títulos
y grados conferidos durante los 50 años de existencia. El mismo colegio cele-
bró la fiesta última de la Inmaculada con la solemnidad de otros años: precedió
la Novena pública á que asistió un día el señor delegado, dos el señor arzo-
bispo, dando el último la bendición con el Ssmo.; la víspera los congregan-
tes internos repartieron la comida á 420 pobres; en toda la novena se
distribuyeron 5,500 comuniones y en sólo el día de la Inmaculada 1,500; en
la misa solemne, presidiendo el señor delegado apostólico á los congregantes,
cantó la misa el R. padre superior y las glorias de la Purísima el P. Anón. Fue-
ron regalados un preciosísimo mantel para el altar mayor y un paño no me-
nos rico para el comulgatorio. El 10 siguiente tuvo lugar la Academia litera-
ria en que se representó el drama Perfidia y Lealtad, con un lleno completo,
ante los Rmos. señores delegado apostólico, arzobispo, secretario del primero,
el comisionado Araneta, dos PP. dominicos, que dijeron ellos mismos venir en
representación, uno de la universidad de santo Tomás y el otro del colegio
de Letrán; además asistió una comisión de estudiantes de la dicha universi-
dad que afirmaron ser enviados en representación de aquélla. Duró el acto 7
cuartos de hora y alcanzó un éxito del todo satisfactorio. El mismo día, llegó
procedente de Roma el nuevo padre rector de dicha universidad P. José Noval.
El 11 de diciembre las conferencias de san Vicente de Paul, para cele-
brar el 50 aniversario de su establecimiento en Manila dieron en el patio del
seminario de san Javier una comida á los pobres, de los que asistieron unos
400, fueron servidos por los distinguidos caballeros de las conferencias; el
tranvía eléctrico regaló 1,0G0 tickets (billetes), de ida y vuelta, y las fábri-
138
cas, «Germinal» é «Insular» abundantes tabacos. Honraron la comida con su
presencia el señor delegado y su secretario. El 17 siguiente las mismas tu-
vieron en el salón de actos del Ateneo una velada propia del caso, que presi-
dió el señor arzobispo y en la que nuestro P. Lencina, como director espiri-
tual, leyó una memoria histórica del desarrollo de las conferencias en
Manila.
Ocupaba el centro del escenario una estatua de san Vicente de Paul y
á sus lados los retratos de D. Federico Ozanam, como fundador de las con-
ferencias y de nuestro P. Fernández Cuevas por haberlas establecido en
Manila. En la mañana del 18 asistieron á una misa solemne, en que fueron
preste el R. padre superior y panegirista el P. Burniol; por la tarde pasaron
á visitar, casi en peregrinación, al Ssmo. en la capilla déla Adoración noctur-
na y en ella les predicó el P. Sauras. Finalmente las señoras de dichas confe-
rencias se esmeraron más que otros años en regalar al Rmo. señor arzobispo
ornamentos para distribuirlos á las iglesias pobres. He aquí el resumen de
ellos, expuestos por algunos días en nuestro Ateneo: 32 juegos de casullas,
7 casullas sueltas, 28 albas, 4 paños de hombros, 2 cubrecopones, 4 dalmáti-
cas, 2 juegos de estola, 6 bandejitas de metal para la sagrada comunión, 6
sobrepellices, 23 lavabos, 54 juegos de corporales, 2 capas, 2 juegos de vi-
najeras, 2 crucifijos de madera y 17 candeleros de madera dorada.
También los NN., directores de varios centros catequísticos en que co-
mo catequistas ayudan los seminaristas de san Carlos y los congregantes
marianos, regalaron corporal y espiritualmente á sus educandos y á los po-
bres durante el mes de diciembre. El 4 los congregantes medio internos die-
ron en Sta. Cruz una espléndida comida á 250 pobres. En el Hospicio de san
José los congregantes externos dedicaron una novena á la Inmaculada reci-
biendo al final la primera comunión 20 niños, y el día de Navidad todos los
asilados, unos 100, recibieron de dichos congregantes una merienda é instru-
mentos para juegos de movimiento.
El señor arzobispo el día 1 1 repartió á 300 pequeñuelos la primera comu-
nión en Binondo, siguió un refresco, luego un actito literario, y por la tarde
una procesión en que se contaban 800 niños y niñas y dos bandas de música.
El total de comuniones repartidas en Binondo aquel día fueron 1,040. Tam-
bién lucieron en un acto literario los 134 que por vez primera comulgaron en
Sampalco el mismo día. El 18 terminó la novena de la Inmaculada en el Hos-
pital de san Paul; dijola misa de comunión el Rmo. señor arzobispo, y los con-
gregantes externos, alma de la novena, sirvieron un suculento almuerzo á
los enfermos. En todos los actos espirituales que preceden, han hecho las
pláticas, ó ayudado á preparar los niños, en tagalo, los seminaristas de san
139
Carlos: del mismo seminario fué el que por espacio de un mes y medio adoc-
trinó á las 30 niñas que por primera vez comulgaron en el colegio de las
MM. asuncionistas, luego les dio un triduo de preparación próxima, al cual
ayudó el colegio manteniéndolas gratis en su local durante el triduo, pues
eran externas, y el día de la primera comunión las regaló é hizo una procesión
por el jardín del colegio. Las fiestas de Navidad entre nosotros se celebra-
ron como de costumbre: el señor arzobispo dio la bendición con el Ssmo. en la
función de gracias de fin de año, en la que predicó el P. Foradada, y presen-
ció dos días los asuetos de Navidad. El día primero de año comió dicho
Rmo. señor con la comunidad; cantó la misa el reverendo padre superior,
predicando el P. Navet.
Ayer, 8 de enero, tuvo lugar la segunda promulgación de dignidades ame-
nizada con el drama Un veneno al que asistieron, entre las personas caracte-
rizadas, el padre rector de la universidad de santo Tomás, acompañado de
otro padre O. P.
Hoy, 9, el señor arzobispo y 56 sacerdotes subditos suyos, han comenzado
los santos Ejercicios en santa Ana bajo la dirección del P. Lencina.
A mediados de enero el R. P. Clos, recibió del Rmo. padre general una
carta de gratitud, contestación á la que antes, como vice-superior de la Misión,
había enviado á S. P. con el álbum de catecismos que en Manila y sus al-
rededores dirigen los NN., ayudados por los seminaristas de san Javier, de
san Carlos y por los congregantes marianos. Termina nuestro padre felici-
tando y dando la bendición á los NN. y á los externos que emplean sus tra-
bajos en fomentar y promover los catecismos: obra, dice, muy propia de
nuestro Instituto y tan recomendada por el Sumo Pontífice. También á Su
Santidad llegó dicho álbum, pues consta habérsele entregado el padre rector
del colegio Pío Latino Americano, quien á este fin lo recibió de un alumno
filipino de la diócesis de Lipa, enviado á estudiar en el mencionado colegio.
La erupción del volcán de Taal, de que antes se habló, ha producido
no pocos sobresaltos á los habitantes de Manila. Situado ya el antiguo vol-
cán en la isla que lleva su nombre, en medio de la laguna de Bombón, dista
de Manila unas 12 horas en línea recta, pero que en viaje por mar se extien-
den á 20, y á unas 8 aprovechando el ferro-carril de Manila á Lipa. Comen-
zaron los temblores como á las 8 y media de la noche del 27 de enero, y fue-
ron creciendo en número é intensidad hasta las primeras horas de la madru-
gada del 30 en que se verificó la erupción con un horrendo estallido que se
oyó á gran distancia, seguido de gran actividad eléctrica que se veía desde
Manila por las múltiples y repetidas chispas producidas en una nube que á
manera de árbol, se cernía sobre el volcán, estando en lo demás el cielo del
140
todo despejado. Desde entonces siguieron repitiéndose con frecuencia los
temblores, que aun en Manila algunos eran notables; y á los 3 ó 4 días fue-
ron decreciendo en número é intensidad. Sobre ellos la nota dada al público
por nuestro Observatorio el 4 de febrero á las 10 a. m. dice así: «Desde las
10 a. m. de ayer hasta las 10 a. m. de hoy, han registrado los seismógrafos
del Observatorio de Manila 58 temblores, de los cuales sólo 8 han sido algo
perceptibles, 6 pequeños y 49 muy pequeños. Continúa, pues, disminuyendo
notablemente la seismicidad. El número total de los temblores registrados
desde el viernes, 27, por la noche, es de 913». Sigue el Observatorio discu-
rriendo sobre los casos en que podría temerse con fundamento una nueva
erupción extraordinaria.
En cuanto á los daños, hasta ahora conocidos, puede decirse que han sido
del todo destruidos los cuatro barrios de la isla del volcán, muertos todos
sus vivientes, brutos y hombres, á excepción de unas 20 personas ausentes,
y arrasada toda la vegetación; ha quedado casi arruinado el pueblo de Lé-
mery con grandes grietas en los edificios y en el suelo que se está hundiendo,
habiendo cabido la misma suerte á algunos de sus barrios; finalmente han
sufrido los pueblos de Tanáuan, Talisay, el de Taal, y algunos otros y
varios barrios de ellos. Las personas muertas ó desaparecidas, según repeti-
dos informes, han sido unas 1 ,300; las cuales, así como las demás pérdidas,
se deben principalmente á la ceniza y lodo incandescentes que arrojó el vol-
cán en su erupción y á la ola de la laguna que se precipitó contra algunas
embarcaciones y casas vecinas.
Para socorrer á los damnificados, en Manila se han hecho varias sus-
cripciones: la del elemento eclesiástico dio desde el primer momento 1,725
pesos, de los cuales 1,000 fueron dados por el señor delegado, 500 por el se-
ñor arzobispo, 100 por los padres jesuítas y otros 100 por los dominicos; ahora
ascienden casi á tres mil. Otra suscripción iniciada entre la colonia española
por el señor cónsul general de España, y en la que nuestra Misión ha contri-
buido con 25 pesos, ha recogido ya más de 5,000. La cámara de comercio
de China ha entregado ya 6,100 pesos al mismo fin. No han faltado entre
religiosos y religiosas ofrecimientos personales para asistir á los enfermos
en la región de la catástrofe, y alguno, como el de las HH. de Saint Paul, ha
sido aceptado. El señor obispo de Lipa, á cuya jurisdicción pertenece Taal,
sigue socorriendo aquella zona con gran celo y caridad en lo material y
espiritual.
Otra cosa que durante los dos últimos meses alarmó no poco á los ca-
tólicos de Manila y de todo Filipinas, fué el proyecto de ley del divorcio
qiioad vinculum, presentado á la Asamblea Filipina por uno de sus diputados.
141
Contra tan malhadado proyecto levantó su autorizada voz el señor arzobispo
de Manila, secundáronla los obispos sufragáneos y abundaron de todas partes
protestas de católicos y especialmente de las mujeres, como más perjudica-
das. El resultado fué, que la asamblea se abstuvo de discutir tal proyecto,
según unos, por falta de tiempo, y según otros, porque no se atrevieron los
de la cascara amarga á exponerse á un probable fracaso y seguro desprecio.
El 4 último se cerró el primer período de sesiones de la presente legislatura
de dicha asamblea.
El 2 de febrero, hicieron sus últimos votos en Manila los PP. Guilló,
Grimal y Andueza; y es de creer los harían también en Vigan y Balingasag
los padres de que se habló en las últimas noticias.
El P. Foradada, después del P. Lencina, dio á fines del mes último los
santos Ejercicios en santa Ana á 38 sacerdotes de esta archidiócesis presidi-
dos por el señor vicario general. Casi al mismo tiempo los platicaba en Lipa,
en el palacio del señor obispo, el P. Lencina á 22 sacerdotes de aquella dióce-
sis; recientemente allf el P. Foradada ha dirigido una tanda de 19, y pronto
comenzará otra, todas de sacerdotes. Tanto el ateneo como el seminario de
san Javier han tenido varios y lucidos actos literarios y científicos privados
y públicos: entre éstos, uno fué el ensayo de geografía en inglés dado por
dicho seminario, al cual asistió, como antes al ateneo, el reverendo padre
rector de la universidad y pudo apreciar los adelantos en el feliz éxito obte-
nido por aquellos alumnos. Los congregantes internos y externos del ateneo
obsequiaron con solemnes cultos religiosos el 2 de febrero á sus santos pa-
tronos, y de un modo especial á la Ssma. Virgen: aun los alumnos de las es-
cuelas nocturnas ayudaron teniendo un acto literario con varios^ejercicios de
las materias que estudian. El 5 de febrero, el ateneo también, ofreció al pú-
blico un certamen científico experimental de química que, tanto en el de-
sarrollo teórico, como en el experimental que lo confirmaba, resultó del todo
bien y grato á los oyentes, según lo manifestaron con sus aplausos en el
acto y sus conversaciones después de terminado aquél.
El seminario de san Carlos comenzó á mediados de enero á publicar
15,000 hojitas de propaganda en tagalo y confía imprimir otras tantas cada
quince días. La liga antipornográfica tiene en venta la reciente segunda edi-
ción corregida, de Eí Católico filipino por el P. Cátala.
Nuestros colegios preparan ya la distribución de premios que precede á
la salida de los alumnos para vacaciones; el ateneo la tendrá el 9, y san Ja-
vier el 10 próximos. Los catecismos y escuela nocturna de obreros han cele-
brado ya ó celebran sus respectivas distribuciones. Actualmente los alumnos
del ateneo que han terminado los estudios del bachillerato, ó de comercio,
142
hacen 4 días de Ejercicios en Santa Ana dirigidos por el P. Foradada. Los
seminaristas de san Javier, desde el tercer año para arriba, pasarán sus vaca-
ciones con los NN. en Orani: los de san Carlos las tendrán en el pueblo de
Samal no muy distante del de Orani.
El reverendo padre superior regresó de Vigan el 18 de febrero, después
de cerrada la santa visita en aquel colegio-seminario. El 22 bendijo la casa-
habitación y los dos pabellones para observaciones magnéticas, levantados en
el pueblo de Antipolo dependientemente del Observatorio meteorológico de
Manila, cuyo departamento magnético contiguo, quedó inutilizado desde que
no lejos de él se estableció el tranvía eléctrico. Los tres pequeños edificios
están construidos á 230 metros sobre el nivel del mar en un área de 23,000 me-
tros cuadrados comprada recientemente al efecto. La casa-habitación, situada
en una colinita, mide 14 metros en cuadro, sin contar las dependencias de co-
cina, etc., separadas de ella por un puente de madera; su fachada mira al Sud,
ósea á la estación, término del ferrocarril, distante unos 10 minutos, y al san-
tuario de la Virgen, del cual la separan unos 20 minutos. La bendición fué
relativamente solemne, pues asistieron 30 individuos de nuestras casas de
Manila.
Entre las funciones religiosas merecen especial mención las exequias
celebradas en la catedral el 16 en sufragio de los fallecidos á consecuencia
de la reciente erupción del Taal. Ofició de pontifical el señor delegado apos-
tólico, asistiendo nutridas representaciones del clero secular y regular, de la
universidad de santo Tomás, de nuestros seminarios, de alumnos del ateneo,
etc., resultando un lleno completo. Del elemento civil se vio sólo al comisio-
nado Araneta, por estar impedidos los demás siendo como era día de oficina.
Una semana más tarde el elemento eclesiástico se desvivió en obsequiar al
sacerdote filipino Rdo. Juan Duag, párroco de Obando, pueblo no lejano de
Manila, en sus bodas de oro sacerdotales. Allí estuvieron los señores delegado,
arzobispo, obispo de Calbayog, nuestro reverendo padre superior y muchos
sacerdotes del país: de la parte literaria cuidaron las educandas del beaterío
el primer día; y nuestros seminaristas el segundo. El banquete, que constaba
de 300 cubiertos, preparado en local levantado expresamente, fué espléndido.
El ateneo, este año también, dedicó á Washinton un acto literario
público todo en inglés, patrocinado por las señoras americanas, filipinas y
españolas de más viso en Manila. Púsose en escena una pieza cortita Stand
by the flag, siguió la principal El mercader de Venecia y un entreacto el
Júnior Choras, hermoso coro de pequeñuelos, vestidos de marineritos, de
los cuales 13 con corneta acompañaron á los restantes en un cántico también
inglés. El público, sobre todo americano, salió complacidísimo y admirado
143
de que los filipinos alcanzaran tan hermosa pronunciación del inglés, y más
cuando supieron que les había preparado un padre español, que había pasado
sólo cinco años en Estados Unidos. Así lo repitieron algunos periódicos.
Finalmente los alumnos de ingeniería electricista, D. Emilio M.''^ de Moreta
y D. Vicente Marasígan, tuvieron el 23 su lectura pública y discusión de las
respectivas memorias presentadas sobre los temas señalados por suerte con
este objeto: la del primero tenía por tema, «Electrificación de las líneas
férreas», y la del segundo, «Rendimientos de las máquinas Dinamoeléc-
tricas».
Presidió el acto, en el salón de visitas, el reverendo padre rector, el cual
formaba el jurado en compañía de D. Marcial Pérez, ingeniero director del
alumbrado eléctrico de Manila; D. Francisco Pérez Muñoz, profesor de inge-
niería en la universidad de santo Tomás, y los PP. Marrugat yjuan B. Sola. Di-
chos alumnos, que además del bachillerato llevan cuatro años de carrera y la
conveniente práctica en los talleres, estaban ya de antemano aprobados en el
examen para el "grado de ingeniero electricista, y, leídas sus memorias, resol-
vieron las dificultades que tuyo á bien proponerles el jurado. No asistieron
los reverendísimos señores delegado, por enfermo, ni arzobispo, á la sazón
ausente, pero sí varios de ios NN., estudiantes de la universidad de santo
Tomás y del gobierno, nuestros alumnos de sexto año, personas técnicas y
algunas señoras. El 4 de marzo tuvieron un acto semejante otros dos alumnos
de la asignatura, D. Pedro Mossesgeld y D. Francisco López. El 2 se recibió,
leyó y celebró como se debía, carta de Su Santidad, en latín, al R. P. Clos
sobre el álbum de catecismos.
La Liga antipornográfica celebró en el salón de visitas del ateneo el
quinto aniversario de su fundación, el 20 próximo pasado con una sesión, cuyas
principales partes fueron la lectura de los trabajos realizados en el último
año, y un discurso contra el proyecto de divorcio quoad vinculum, moral y
jurídicamente considerado.
Ahora se hace la novena de la gracia en nuestra iglesia, durante la mi-
sa de 6 y media á la que sigue una plática.
Se ha recibido en la delegación apostólica un cablegrama por el cual
su santidad Pío X envía dos mil dollars (4,000 pesos filipinos) para socorro
de las víctimas de la erupción del Taal y de la diócesis de Lipa á que perte-
necen los pueblos damnificados.
La congregación mariana del ateneo acaba de repartir su catálogo de
1910, en el que da cuenta de sus progresos y principales efemérides.
El año último se mandaron ejemplares del álbum de catecismos á Su San-
tidad, al señor cardenal secretario de Estado y á nuestro padre general, y los
144
tres han contestado agradeciendo el envío, alabando la obra, y enviando su
bendición el Papa y nuestro padre para los NN. y los seminaristas de san
Javier, de san Carlos y los congregantes marianos del ateneo. La carta del
Papa, traducida al castellano y ciertas palabras del mismo, tomadas de la
Revista popular áe\ 6 áo, enero último, se imprimieron y repartieron con
profusión á nuestras casas y alumnos internos.
En la distribución de premios del ateneo, tenida el 9 de marzo ante un
público que llenaba el salón y los corredores contiguos, (á pesar de los mu-
chos que, vista la aglomeración, se marcharon) y presidida por los reverendí-
simos señores delegado y arzobispo, acompañados del cónsul general de Es-
paña, del rector de la universidad de santo Tomás, PP. benedictinos, etc.,
púsose en escena el melodrama Soberbia y Humildad con feliz éxito. Los tí-
tulos conferidos han sido: 4 de perito electricista, 50 de bachillerato en artes, 5
de topografía, 4 de perito mecánico, 3 de ayudante de minas, 31 de perito
mercantil y 10 de perito taquígrafo: total 107 títulos. No formaron parte de
ellos ni se hizo mención de los 4 títulos de ingeniero electricista poco antes
expedidos. Llamó especialmente la atención entre los premiados el alumno
Antonio Marcos por haber obtenido los siete primeros premios del sexto año,
además de la calificación de sobresaliente en el título de bachiller. Durante
el curso se dieron 24 actos más ó menos públicos, unos en latín, otros inglés
y otros en castellano, que versaron sobre filosofía, lenguas y ciencias, ador-
nados algunos con experimentos y proyecciones.
El 10 del mismo mes de marzo tuvo el seminario de san Javier su distri-
bución de premios, que presidieron también los reverendísimos señores dele-
gado y arzobispo y un gran gentío, atraído por los asuntos del programa.
Dos eran éstos: primero «Conferencia científica sobre los fenómenos de la
reciente erupción del volcán de Taal con proyecciones, por 3 alumnos de
Historia Natural»; y segundo, el diálogo dramático en inglés «The student
and neighburs» que tuvieron otros ocho alumnos, todo con gran éxito.
El 12 comieron y fueron obsequiados en el ateneo tres hermanos de la
Doctrina cristiana venidos á Manila, donde esperan á otros, para abrir en ju-
nio próximo el colegio de la Salle en que enseñarán comercio é idiomas. Esta-
rá en la hacienda que en Paco poseía D. Luís Pérez y adquirió el año último
el señor arzobispo. También han venido á Manila algunos salesianos y maristas
y han examinado las condiciones que ofrece el país para establecerse en él.
El 27 terminaron en nuestra iglesia los ejercicios dados á solas mujeres
por los PP. Anguela y Mateu; asistían unas 200 personas por la mañana y
500 por la tarde; y las comuniones del último día fueron 700. Ahora los dan
á solos hombres los PP. Sauras y Sánchez. En la fiesta de la leprosería de
145
san Lázaro celebrada el domingo de Pasión, desde la víspera oyeron confe-
.siones nuestros padres rector del ateneo y Hernández y el P. Víctor, clérigo
del país. Llegado el día, comulgaron unos 80 leprosos en las dos misas reza-
das allí por dichos PP. Hernández y Víctor; luego cantó la solemne el P. Al-
gué cuidando del coro los leprosos mientras la música de la ConstabulariaO
tocaba en el patio escogidas piezas con que entretener á la muchedumbre
ávida de penetrar en el edificio, el cual luego invadió por completo. Por la
tarde se cantó la salve que entonó nuestro reverendo padre superior y pro-
siguieron los leprosos, á quienes repartieron luego los NN. escuditos del
sagrado Corazón.
Aprovechando sus conocimientos en la lengua tagala, confiesan ya en
ella los PP. Anguela y Peypoch; el primero pasa las vacaciones en Orani
con los seminaristas de san Javier y ha ayudado á confesar en la misión que
se ha dado en Samal, pueblo en que están los seminaristas de san Carlos y
está no lejos del de Orani; en ella también ha comenzado á confesar en ta-
galo el P. Juan. Así se han obtenido un total de 900 comuniones y hecho con
los pequeñuelos una procesión de casi 400 personas por aquel pueblo que ama
grandemente á los NN.
* El 12 de abril es el señalado, por el señor arzobispo, para la celebración
del sínodo diocesano prescrito por el concilio provincial: los muchos sa-
sacerdotes á él llamados se hospedarán en las casas señaladas de antemano;
á saber, las parroquiales de la ciudad y, como más cercanas á la catedral, la
universidad de santo Tomás, el colegio de Letrán, nuestro ateneo y el se-
minario de san Carlos.
Por aquellos días se trasladarán á Baguio nuestros veraneantes de Ma-
nila que allí pasarán las vacaciones mayores y harán bajo la dirección del pa-
dre Briansó los santos Ejercicios: á algunos del ateneo y de Vigan los ha
dado el P. Marcial Sola.
A fines de marzo falleció en Manila D. Pedro A. Paterno, filipino de los
más caracterizados en tiempo de los gobiernos español y americano, y al
que se hicieron suntuosos funerales en la parroquia de santa Cruz.
El 2 de mayo por la mañana llegó á Manila una misión, al parecer extra-
ordinaria, compuesta de cinco sujetos procedentes de nuestra provincia; á
saber, P. José M. Buxó, y los cuatro HH. CC, Luis Aróla, Agustín Malum-
bres, José Armengol y Francisco Lou, venidos en general para Mindanao, y
los hermanos para acompañar á los padres de la residencia de Zamboanga
que moran en casi todas las iglesias ocupadas por los NN. allí en 1898.
í\) Llámase así en Manila una como milicia del país.
10
146
El reverendo padre superior de la Misión, no pudo recibirlos personal-
mente en Manila pues había partido el 22 de abril para lio lio y Cebú, y girar
la santa visita en la residencia de Butúan y después en la de Cagayán. En
Jaro, junto á lio lio, encontró á los PP. de la Torre, Saderra Mata y McDo-
nough prontos á comenzar el sínodo diocesano y fué tratado con mucho aga-
sajo por el señor obispo Dougherty y su secretario. Después de conferenciar
con S. I., pretendía embarcar para Cebú, pero tuvo que retrasar algún tanto
el embarque por haberse amotinado la tripulación del vapor contratado, ha-
biendo tenido que tomar otro. Llegó á Cebú y encontró en esta ciudad á nues-
tros padres sinodales, Nebot y Córdova, de los cuales el segundo tuvo el pri-
mer discurso del sínodo diocesano, al parecer á satisfacción de todos. Duró el
sínodo seis días y terminó con el acuerdo unánime de elevar ante la honorable
asamblea de diputados una enérgica respetuosa protesta contra el bilí del
divorcio absoluto. En Cebú recibió dicho reverendo padre al P. Andueza,
que para allí embarcó en Manila el 26 de abril, dispuesto á ocupar en Minda-
nao el sitio á que le destinara la obediencia. A primeros de mayo salió de
Cebú para Butúan el reverendo padre superior.
Las funciones de Semana Santa en Manila se celebraron con no menor
majestad y esplendor que otros años: de los NN. el P. Saus, tuvo el sermón
de Dolores en la parroquia de la catedral, el P. Agreda predicó sóbrela
Eucaristía en san Miguel, tuvieron las Siete palabras en la catedral el
P. Lencina, en Binondo el P. Juan B. Sola y en san Roque, pueblo cercano á
Cavite, el P. Algué; en Cavite cuidó de las funciones de Jueves y Viernes
Santo y del sermón del Descendimiento el P. Sauras.
En los días inmediatos á la Pascua, como se indicó en las noticias del
mes último, se trasladaron los NN. unos á Orani acompañando en sus vaca-
ciones á los seminaristas de san Javier, otros á Samal con los de san Carlos
y otros al Mirador de Baguio punto en que, se han reunido en número de 35,
pertenecientes á Vigan, á san Javier y al ateneo; todos los cuales, ó casi
todos, los que no han hecho los Ejercicios, los harán allí, dirigidos por el pa-
dre Briansó. A los ocho días de vacaciones mayores se les agregó el señor
delegado apostólico, que todavía allí mora, y les refirió que estaba en ín-
timas relaciones con el actual padre provincial, y rector de la universidad
O. P., y que sólo le faltaba colocar obispo en Tuguegarao, que ya está ele-
gido, y en Zamboanga, que no lo está todavía, para cantar el Nunc dimittis.
El señor arzobispo Harty veranea también en Baguio, pero en su propia
casa y en compañía de un padre dominico. Allí se trasladó después de termi-
nado el sínodo diocesano, tenido en Manila los días 19, con dos sesiones,
y el 20 de abril que fué el de clausura. En el ateneo se hospedaron algunos
147
clérigos sinodales. La universidad de santo Tomás ofreció el 19, á cuantos
clérigos tomaron parte en el sínodo en número de más de 150 y al señor
arzobispo, un espléndido banquete para estrechar los vínculos de caridad,
según se dijo, en los brindis. El 28 siguiente celebró con alguna solemnidad
dicho centro docente el tercer centenario de su fundación y se prepara para
conmemorarlo con toda pompa durante el futuro y próximo curso.
En nuestra iglesia el Jueves Santo, predicaron la plática y sermón de la
hora santa los PP. Andueza y Guilló é hicieron vela ante el Santísimo los
celadores del Sagrado Corazón y los congregantes marianos.
Estos además, en número de 35 á 40, practicaron la hora santa de once á
doce de la noche quedándose otros para la vela de las horas restantes. El Vier-
nes Santo por la tarde con el reverendo padre director hicieron muchos de los
principales* el Via-crucis entre los leprosos de san Lázaro en tagalo, y ade-
más en la misma lengua predicó á aquellos enfermos un sermón uno de los
seminaristas de san Carlos. A cargo de la congregación mariana también, en
el hospicio ó correccional de san José, 67 de los asilados y alumnos del cate-
cismo que allí dirige la congregación indicada, comulgaron el domingo 30
dB abril y de ellos 25 por vez primera: estos fueron luego obsequiados con
un regalo y almuerzo extraordinario en que ayudaron mucho las hermanas
de la Caridad á quienes está confiada aquella casa. Por la tarde tuvo lu-
gar una modesta velada, organizada por los congregantes y presidida por
el R. P. Villalonga, como director de la congregación, acompañado del
secretario de la delegación, de dos padres paúles y de la madre supe-
riora.
Hace como tres semanas que moran en el seminario de san Javier unos
90 maestros de escuela, filipinos, los cuales tienen fuera de él cuatro horas dia-
rias de clase y en él reciben gustosos los entretenimientos cristianos de nues-
tro P. Finegan en lo restante del día. De ellos comulgaron el domingo 7,
último, setenta. Han regresado ya á sus respectivos colegios los que para pa-
sar las vacaciones mayores se trasladaron á Mirador. Por aquellos días y poco
después visitaron aquella casa-observatorio las principales autoridades - y
familias de Manila que por algún tiempo vivieron en Baguio: entre los visi-
tantes contáronse el gobernador general Forbes, los generales Bell y An-
derson y varios comisionados y diputados, admirando todos la frescura y
belleza del sitio, no menos que la hermosura del edificio. Con todo no fué
éste bastante para restablecer su salud, al P. Anón; el cual, como ni allí, ni
en Orani encontrara alivio á su neurastenia, cuando sé preparaba para pasar
á Vigan, fué enviado por la obediencia á Shanghay, el 30 último, en busca
de la apetecida salud.
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Los seminaristas de san Javier regresarán, Dios mediante, de Orani el
7 próximo, y el 14 los de san Carlos, del pueblecito de Samal. Estos, han
empleado buena parte de sus vacaciones en obras de celo apostólico y no
sin fruto; además de la ayuda que prestaron en las funciones de Semana
Santa en las iglesias que los pidieron, accedieron á las súplicas del cura
párroco de Balanga dando á sus fieles una tanda de nueve días de Ejercicios
en la iglesia parroquial; luego, como no lejos de Samal viven en los montes
los atas, raza casi salvaje é infiel, de la cual nadie ha cuidado, á ella se
dedicaron después de haberles ganado el corazón, consiguiendo les levanta-
ran una iglesia, y ellos enviaran á bautizar á varios de sus hijos y aun á una
vieja de 60 años con su hija y nietecitos. Los seminaristas cobraron afición
á los atas, y de ahí que durante el mayo hicieran á ellos dos expediciones
y ahora preparan otra que les costará nueve días.
En nuestra iglesia el mes de mayo se ha celebrado como en otros años
con función y plática diaria y el 31 con hermosa despedida y besamanos en
que se llenó la iglesia y predicó el P. Lencina. El primer viernes de junio se
distribuyeron 780 comuniones con ocasión del mes del Sagrado Corazón, que
con exposición diaria del Santísimo se hace en la misa de comunidad to-
dos los días.
El 17 de junio tuvieron su apertura de curso el ateneo de Manila y el
seminario de san Javier: en aquél hizo el discurso el P. Berenguer; y en san
Javier el P. Lisbona. Este padre con sus pláticas ayuda al P. Briansó á dar
los Ejercicios á los seminaristas; el P. Martí los da á los otros alumnos. El
total de unos y otros es de 182; de ellos, 100 son seminaristas, 76 colegiales
internos, y 6 medio internos: no se cuentan en este número los pocos exter-
nos que no constituyen propiamente externado. Los alumnos del ateneo
son: 1,120 de los cuales 290 son internos, 127 medio internos y 703 externos.
No son más numerosos, sobre todo los de los dos primeros grupos, porque
carece el ateneo de lugar conveniente. El ministerio de Estado de España
por medio de su cónsul en Manila, ha cedido al mencionado colegio la lápida
sepulcral, grabada en una gran piedra de China, de D.''^ Mariana Cosió,
hija del gobernador general de Filipinas en 1729 y esposa de don' Francisco
Carriedo, insigne católico y bienhechor éste por su legado destinado á abas-
tecer de aguas potables á la ciudad de Manila.
La lápida fué hallada hace como un año por el Gobierno americano;
se supuso con fundamento que había pertenecido á nuestra antigua iglesia de
san Ignacio, y en realidad así era, pues el hecho está consignado en el libro
«Carriedo y sus obras».
El 19 de junio regresó de Mindanao el reverendo padre superior de la
149
Misión después de haber girado la santa visita en las residencias de Butüan
y Cagayán.
El 27 último, con el debido permiso, tres colegiales internos, chinos, des-
pués de preparados convenientemente por el P. Sánchez, fueron por él mis-
mo solemnemente bautizados en nuestra iglesia ante los otros colegiales y
alguna gente de fuera, amenizando el acto la música del órgano y de un sex-
teto. Los padres de los nuevamente bautizados son de los chinos más cons-
picuos, como lo mostraron en el ornato de la iglesia en que ardieron durante
el acto todas las luces eléctricas, los regalos hechos á los nuevos cristianos,
los abundantes dulces á los otros colegiales y los ocho jarros de metal, por
valor de 180 pesos al ateneo. '
Los seminaristas de san Carlos, ampliando noticias anteriores, refieren
que, durante sus vacaciones enSamal, hicieron tres expediciones, una á casa
de un mestizo, distante dos horas del monte de los atas y dos al mismo mon-
te. Resultaron de ellas: 98 actas bautizados entre adultos y niños, construi-
da una capilla dedicada á san Javier, hecha una imagen del santo de 70 centí-
metros por un seminarista, 25 confesiones de atas y dos primeras comuniones
también de atas.
Se los ha procurado atraer distribuyéndoles ropas, objetos de devoción
y colocando dos grandes cruces de unos cuatro metros: otros medios han si-
do, la orquesta, la fotografía, un pequeño cinematógrafo, y más que todo, las
pláticas, conversaciones, mucha paciencia y cariño verdadero.
En los seis barrios de Samal tenían los seminaristas sus catecismos á que
asistían más de 700 personas en conjunto y para ellos se estableció la feria
del Catecismo con muy excelente resultado. Se recorría procesionalmente el
pueblo con estandarte al salir del catecismo de la iglesia y se terminaba con
una conferencia en el atrio, por cierto muy concurrida. Se dieron los santos
Ejercicios un acto mañana y tarde, (y á las 10 para niños) en Samal y Salan-
ga, novenario al Sagrado Corazón en Samal cantando el pueblo debidamen-
te ensayado, la misa de Angelis y comulgando 1,200 personas, siendo así
que el pueblo con sus barrios no llega á 5,000 almas.
El 2 de junio se celebró la fiesta del Sagrado Corazón, hubo certamen
catequístico, seis niños representantes de los seis barrios y tres niñas que si-
mulaban la fe, esperanza y caridad, se consagraron al Corazón divino; el acto
fué del todo hermoso y consolador. Ahora, vueltos ya de vacaciones, hacen di-
chos seminaristas los santos Ejercicios que les platica el P. Guilló.
En Santa Ana hicieron 6 días de Ejercicios á primeros de junio 19 per-
sonas, en parte de avanzada edad, y en parte jóvenes congregantes marianos,
bajo la dirección del P. Sauras. La congregación mariana también acaba de
150
abrir sus clases nocturnas para obreros; y veló ante el Ssmo. con los celado-
res y celadoras del Apostolado de la Oración y los NN., en la fiesta y jubi-
leo del Sagrado Corazón en nuestra iglesia.
La novena del Sagrado Corazón se celebró con el esplendor acostum-
brado; se colocó entre las dos torres un gran corazón formado por bombillas
eléctricas, además de las que lucían en la fachada de la iglesia, y la música,
una hora antes de la novena y media después de ella, recreaba con sus pie-
zas los alrededores de nuestra iglesia. El día de la fiesta dijo la misa de co-
munión el señor arzobispo Mgr. Harty, la solemne con ministros el señor vica-
rio general, y en las visitas de la tarde entre la aglomeración de gente llevó
el Ssmo. nuestro reverendo padre superior. Las comuniones en este día re-
partidas fueron 1 ,200. Dijo el panegírico el P. Lisbona; y el sermón de la tarde
el P. Lencina. El día del jubileo, además de nuestros colegiales, visitaron en
comunidad al Ssmo. los alumnos de san Javier y de san Carlos. El último día
de junio fué también notable la función y concurrencia: predicó el R. P. Clos.
Es en gran manera consolador ver como la devoción al Sagrado Corazón
se extiende, no sólo entre los NN. de Manila, Vigan y Mindanao, sino en
otras parroquias de Manila y fuera de esta ciudad: han celebrado el mes las
de Tondo y Quiapo, y la novena al mismo, las de Binondo, santa Cruz y
la Ermita, y en casi todas ellas han predicado algunos de los NN. También
Cavite y san Roque tuvieron la fiesta con el mayor esplendor posibles; allí
predicaron el R. P. Clos y los PP. Agreda y Lisbona.
Del 15 de junio hasta hoy, para celebrar el tercer centenario de la
imprenta en Manila, ha habido entre otros actos, una exhibición bibliográfica
permanente en la que nuestra Compañía tomó tanta ó más parte que cual-
quier otra Orden religiosa. El Sr. W. Retana por su monografía impresa en
España sobre la primera imprenta en Manila, obtuvo el premio de 1,000 pe-
sos, sin que se lo disputara otro algún opositor; en ella adujo muchos argu-
mentos para hacer más probable su opinión de que la primera imprenta en
Manila fué creada por el P, José de Blancas, dominico, en cuanto enseñó el
arte de imprimir al chino Juan de Vera y después al filipino Pinpin; y recha-
zó como poco probable la del chileno, Medina, según el cual fué aquélla ad-
quirida de los jesuítas de Macao por los dominicos de Manila.
Como desde mediados de junio, en que regresó de Mindanao nuestro
reverendo padre superior, se ha sentido molestado casi continuamente de
fiebres intermitentes, que por fin, según los médicos, son palúdicas, hace tres
días se trasladó de la casa Misión á la de san Javier esperando la mejoría
que en tales casos suele producir el cambio, sobre todo si el temporal de ca-
si un mes de lluvias cesa y mejora el tiempo.
151
La fiesta de N. P. S. Ignacio en nuestra iglesia tuvo lugar este año
con el mismo ó mayor esplendor y concurrencia que en los anteriores;
precediéronla también la novena y el solemne triduo en que predicaron los
PP. Lencina, Sauras y Foradada. El día del Santo, nuestro reverendo padre
superior dijo la misa de comunión y los padres agustinos la solemne de
las 8, siendo el panegirista el P. Julián Ignacio, el cual en su oración satis-
fizo á todos, como conocedor de la vida de N. S. P., aprendida cuando era
colegial, en Carrión de los Condes. En el coro cantaron todos nuestros cole-
giales, no sólo la marcha tradicional, sino también la misa de Pío X, com-
puesta por el maestro Vilaseca. Hubo también representaciones de las Or-
denes religiosas en la función y en la comida. El señor delegado estuvo en
ésta, y dio la bendición con el Ssmo. en la reserva de la tarde.
Los PP. paúles, ó sea de la congregación de la Misión, el día de su
santo fundador colocaron la primera piedra del templo que tratan de edificar,
contiguo á su residencia en la calle de san Marcelino: dirigirá las obras el
arquitecto que levantó el recientemente construido de los PP. capuchinos,
á saber el español. Sr. Pérez Muñoz. Tendrá también la iglesia dos torres,
será de cemento armado, ocupará un área de 40 metros de largo, por 14 .de
ancho y el presupuesto de ella es de 70,000 pesos.
El 12 último el señor delegado apostólico ante el claustro profesoral de
la universidad de santo Tomás entregó al profesor de medicina de ella, doc-
tor Rudesindo Cuervo, la insignia y diploma pro Ecclesia et Pontífice con
que su santidad Pío X ha querido condecorarle, por los sacrificios desinte-
resados que prestó en favor del delegado apostólico Mgr. Guidi en los úl-
timos días de su vida, sacrificios tomados como propios por la Santa Sede.
El 23 celebraron los congregantes marianos su fiesta á san Luís Qon-
gaza con la solemnidad acostumbrada, deslucida un" tanto por la continua
lluvia: dijo el panegírico del santo el P. Saus. El 25 siguiente celebró la
fiesta á Santiago apóstol, la colonia española, con misa solemne en san
Agustín, iglesia á la cual tocó este año hacer la función religiosa y el pane-
gírico, según el turno. Repartióse una buena cantidad en limosna á los po-
bres, hubo recepción en el consulado español, y abundaron los regocijos
profanos, á los cuales, ó á alguno de ellos, asistieron las primeras autori-
dades americanas. El día 17 de agosto el seminario de san Carlos dejó de
existir como tal por haberse trasladado enteramente al de san Javier: los
alumnos con el P. Juan viven en éste, y el P. Suárez en el ateneo; el edi-
ficio del de san Carlos está en manos del señor arzobispo sin destino conocido
por ahora. También, habiendo tenido que renunciar por su vejez y achaques
el padre clérigo Changco la parroquia de Antipolo que administraba, el señor
152
arzobispo la ha tomado á su inmediato cuidado, rigiéndola por medio de un
sacerdote procedente del seminario de san Carlos, desde el 13 de agosto.
Al medio día del 15 comieron con la comunidad del ateneo los reve-
rendísimos señores delegado apostólico, arzobispo de Manila, obispos de Nue-
va-Cáceres, de Jaro y de Vigan y el secretario de la delegación; casi todos
venidos de Sibul donde han pasado como un mes descansando y tomando
aquellas aguas que, al parecer les han probado. Los mismos prelados acep-
taron al día siguiente el banquete con que les obsequió la universidad de
santo Tomás.
Dije casi, pues el señor obispo de Vigan estuvo no en Sibul, sino en el
hospital de san Pablo para curar, como consiguió en gran parte la fractura
de un hueso acaecida al visitar su diócesis: el 18 embarcó para Estados Uni-
dos y luego, dícese, que hará la visita ad limina.
La universidad de santo Tomás prepara, con cuanto ahinco puede, el
certamen literario y las fiestas del tercer centenario de su fundación, que ha
determinado celebrar del S al 23 de diciembre de este año.
El 8 de agosto en conmemoración del aniversario de la exaltación al
trono Pontificio de S. S. Pío X, el señor delegado apostólico, por medio de las
conferencias de san Vicente de Paul, dio una comida abundante y relativa-
mente espléndida á 250 pobres en el hospicio de san José, la cual presidió
dicho reverendísimo señor, acompañado de nuestros padres operarios.
Nuestro observ^atorio de Manila ha repartido un folleto de 45 páginas
de texto en inglés y castellano, con ocho magníficos grabados intercalados,
sobre la erupción del volcán Taal, ocurrida el 30 de enero último. El folleto
es del tamaño del Boletín mensual y su autor el P. Miguel Saderra Masó.
La solemnidad de san Agustín se tuvo según costumbre: fué preste en
la misa solemne el R. P. Clos, por indisposición del reverendo padre superior,
asistido de los PP. Juan y Peypoch, y dijo el panegírico el P. Manuel Sauras.
El 16 último falleció en Binondo, á los 84 años de edad, la madre del
célebre Dr. Rizal, asistida por un sacerdote católico: al entierro en el cemen-
terio católico acudieron el elemento oficial y sobre todo el filipino; aun los
centros docentes enviaron un buen número de alumnos: los de nuestro ate-
neo no bajarían de 250 con algunos padres; de ahí que resultara el acto, si
bien neutral en las ceremonias religiosas, concurridísimo, como pocos de los
aquí vistos.
Anteayer. 3 de octubre recibieron la primera comunión de manos del reve-
rendísimo señor arzobispo 134 alumnos del ateneo, esto es, 46 internos, 25
mediointernos y 63 externos, en la misa que S. E. celebró en nuestra iglesia.
El propio día 3, por disposición del reverendo padre provincial y
153
prescripción médica, embarcó para España en el vapor directo Alicante
nuestro reverendo padre superior de la Misión y con él el H. coadjutor
Jaime Blanch, no sólo para acompañarle, sino principalmente para asistirle
como enfermero, sobre todo en el caso de repetírsele los ataques del hígado.
Al embarcar, estaba el reverendo padre relativamente bien, aunque débil
y con mal color. Por falta de salud también, el 29 de agosto salió de
Shanghai para Barcelona el P. Joaquín Anón.
Por fin vimos llegar de España la deseada misión; constaba de cua-
tro sujetos, á saber los padres Vicente Giménez y José Garriga; y los
HH. ce, Joaquín Oller y José Romero, de quienes ya se habló en las
anteriores Noticias: de ellos en breve embarcaron el P. Garriga para Da-
vao, el H. Oller para Zamboanga, y el hermano Romero para la residencia
de Cagayán: el P. Giménez queda en el ateneo encargado de enseñar ma-
temáticas en inglés, dirigir la academia de la misma lengua y á los congre-
gantes marianos mayores, de los cuales, así como de los menores, es direc-
tor el padre rector.
El mismo día por la mañana celebró el ateneo su promulgación de dig-
nidades, amenizada con un ensayo teórico-práctico sobre declamación, con
la solemnidad acostumbrada. A los ocho días los congregantes mayores tu-
vieron comunión general que recibieron de manos del señor arzobispo, el cual
les dirigió una plática en inglés en la que prometió una medalla de oro de
40 pesos al congregante que desde entonces hasta el día de la Inmaculada
observara mejor conducta y mayor número de postulantes trajera a la con-
gregación. Por la tarde pusieron en escena el drama titulado El soldado de
san Marcial, que presenció gustoso en el salón de actos un gentío extra-
ordinario, figurando entre las personas más distinguidas los reverendísimos
señores delegado apostólico, arzobispo y nutridas representaciones de todas
ó casi todas las órdenes religiosas.
En un entreacto, D. Manuel Rávago, con la elocuencia que le distingue,
pronunció un discurso muy bien preparado, en que abogó por la fundación en
Manila de una casa para Ejercicios á los obreros, solicitando al efecto, el con-
curso material del auditorio. A este llamamiento el primero en acceder fué
el señor arzobispo, quien prometió al día siguiente 100 pesos. El domingo
siguiente á la representación, los actores pasaron un día de campo en Santa
Ana, á donde, después de haber comulgado, se trasladaron acompañados de
su padre director, vice-director y otros padres.
La colonia catalana celebró su fiesta á la Virgen de Monserrat, no en la
capilla de los padres benedictinos, donde la tuvieron aquellos padres, sino en
la iglesia de san Miguel que conserva la imagen de la Virgen de Monserrat,
154
venerada ya allí por nuestros antiguos padres que tuvieron á su cargo la ad-
ministración de aquella iglesia.
El 13 último el seminario de san Javier celebró su primera promulgación
de dignidades, acompañada de un ensayo sobre mecánica general; en el que
sólo se usó la lengua inglesa. Ha sido muy bien recibida y alabada del públi-
co, la hoja publicada por nuestro P. Coronas sobre los tres baguios, sus inun-
daciones y trayectorias desde el once de julio al dos de agosto último.
El P. Anguela ha dado recientemente á 35 sacerdotes filipinos los san-
tos Ejercicios en Santa Ana.
En el vapor llegado de España el 15, vino de Roma el diácono filipino
Luís López, joven que fué, casi todo el bachillerato, alumno del ateneo y
luego estudió en el colegio Pío-Latino Americano de Roma la carrera sacer-
dotal: vuelve doctor en teología y ha sido ordenado poco ha sacerdote en
Manila. Con él recibió el presbiterado también, el diácono Sr. Capistrano
que estudió primero en el ateneo y luego en san Carlos: al mismo tiempo
fueron elevados al diaconado y subdiaconado los Sres. Qadmaitán, Florencio
y Nicasio que comenzaron su carrera en san Javier, y la prosiguieron y ter-
minaron en san Carlos.
Para celebrar el aniversario del descubrimiento de América por Colón,
la sociedad católica llamada Knights of Columbas, dio el señor arzobispo en
su palacio un magnífico y espléndido concierto musical al que asistió lo más
caracterizado de Manila: de los NN. se contaron en él los reverendos pa-
dres vice-superior y rector del ateneo y los PP. Algué y Giménez: el do-
mingo siguiente la misma sociedad dispuso la celebración de una misa so-
lemne en la catedral en acción de gracias, la que presidió el prelado, con
sermón por el P. Brophy, capellán del 7.° de caballería.
El día de Todos los Santos, se celebraron en el ateneo, con toda la so-
lemnidad que permiten nuestras costumbres, las bodas de oro del hermano
coadjutor Francisco Riera. El 31 anterior cumplió sus 50 años de Compañía, y
al día siguiente, el reverendo padre vice-superior, dijo la misa de comunidad
en la iglesia ante los colegiales y varias personas invitadas, oyéndola dicho
hermano, desde el presbiterio, acompañado del padre rector, y recibiendo
después en la sacristía el abrazo de toda la comunidad, el cual, con el encargo
de oraciones por el hermano, se avisó en el refectorio según costumbre.
A las 10 y media, los alumnos internos le felicitaron brevemente y ofrecieron
abundantes regalos en el salón de actos; al medio día hubo primera clase y
luego en el recreo no faltaron seguidillas con acompañamiento de piano, ni
versos, de los cuales algunos fueron enviados de España; por ejemplo; los
del P. Nonell, y otros de Baguio, también en catalán, compuestos por el P.
155
M. Valles: hubo también regalos de personas de fuera afectas á nuestra
Compañía. Por la tarde nuestros PP. y HH. de san Javier, que ya habían es-
tado en los festejos anteriores del ateneo, obsequiaron á nuestro hermano,
con un refresco extraordinario en que tomaron parte también los del ateneo.
El P. Hernández, que acompañó hace unas tres semanas á Culión á 164
leprosos, allí enviados de san Lázaro de Manila, dice que considera la tal ex-
pedición providencial y á la vez honorífica para la, Compañía. La refiere así:
«El Burean de Sanidad deseó y pretendió que un padre de la Compañía se-
juntase á la comisión del citado Bureau y los dichos enfermos. El vapor Ba-
silan que al efecto fué escogido, puede corisiderarse por tanto como un
barco del gobierno y á disposición sólo del gobierno. A mí me cupo la suerte
de adherirme á la expedición para consuelo de los enfermos, satisfacción de
los miembros de la Sanidad y contentamiento propio».
«Por lo que respecta á los enfermos, el traslado fué para ellos, sin duda
más dulce y sosegado, moral y materialmente hablando, que los viajes ante-
riores. Fuera de las primeras lágrimas de despedida, lo restante fué un viaje
de recreo, de mucha comunicación y alegría. Los enfermos rezaron en común
el santo Rosario, y al día siguiente, domingo, dije la misa sobre cubierta,
durante la cual los enfermos volvieron á rezar el santo Rosario. Los ameri-
canos ocuparon mi derecha, permaneciendo con la cabeza descubierta, en si-
lencio y con respeto todo el tiempo del santo Sacrificio».
«Así que nuestro vapor se puso á la vista de Culión, nos divisaron los
enfermos de la Colonia y bajaron al punto al desembarcadero para recibir á
nuestros leprosos con música. La primera visita en el barco fué la de nues-
tro P. Tarrago: el P. Peruga quedaba enfermo en casa con el H. Jaume».
«Una vez en tierra, y abrazados los padres y el H. Jaume, nos sentamos
á la mesa para probar la comida de aquella reducida comunidad. Visitamos
después á las Hnas. de Saint Paul, colonia de los leprosos, iglesia, hospita-
les y casetas de ñipa en donde residen por separado varios enfermos».
«Los hospitales y otras dependencias son de cemento (estilo americano);
y se supone que la situación de los enfermos irá de día en día mejorando.—
La isla es grande, fecunda y preciosa; algo estorba, no obstante una colinita
de piedra jaspeada, nada á propósito para los pies de aquellos leprosos, si
bien los nuevos caminos hacen desaparecer estas y otras dificultades. Los
enfermos serán allí ahora unos 2,000: los muertos cerca de 3,000».
«Por lo que á mí toca, fui colmado de muchísimas consideraciones por
parte déla comisión del Bureau de Sanidad, en la mesa, camarote, sobrecu-
bierta, de noche y de día, á la ida y á la vuelta, sin que por ello se me exi-
giera pago alguno ni por el pasage ni por la comida. La cual suele exigirse,
156
en los buques del gobierno aun cuando se conceda gratis el pasaje». Hasta
aquí el P. Hernández.
Libertas de ayer 5, inserta la carta que el señor obispo de Cebú ha
recibido del señor cardenal secretario de Estado en la que manifiesta que Su
Santidad ha visto con sumo agrado y ha elogiado las actas del sínodo dio-
cesano, relebrado recientemente en Cebú.
El 30 último embarcó en Manila para su diócesis de Tuguegarao el ilus-
trísimo señor Mauricio P. Foley con su secretario Rdo. Killión después de
unos 15 días de permanencia en Manila. DícesedeS. lima, que al proponerle
para obispo mostró su disentimiento, pero que al advertirle que la diócesis que
le estaría confiada le daría poco brillo y mucho trabajo y por ventura abun-
dantes sinsabores, entonces admitió gustoso la nueva dignidad. Es de Bos-
ton (E. U.) donde con los padres de la Compañía se educó en sus primeros
años y á quienes profesa especial afecto. Tiene 45 años de edad, hizo la ca-
rrera sacerdotal en el colegio Pío Latino-Americano de Roma y habla bien
además del inglés, el italiano y el castellano.
Ha fallecido poco ha en Nueva-Cáceres el padre clérigo Clemente Eme-
renciana, el cual estuvo al frente de aquella diócesis en calidad de adminis-
trador apostólico, después de la muerte del limo. Brali. También ha fallecido
en la parroquia de Tondo de Manila su párroco, sacerdote del país, R. P. Es-
teban Sales.
El 8 de noviembre el señor delegado Mgr. Agius visitó privadamente el
ateneo y dijo, que Su Santidad le llamaba á Roma y deseaba se trasladase
allá cuanto antes: con todo, añadía su lima., que no podía emprender el viaje
hasta mediados de enero por falta de buque proporcionado. Tres días más
tarde desembarcó procedente de Estados Unidos el limo. Sr. obispo de Tu-
guegarao; fué recibido por todas las autoridades y principales personas del
clero secular y regular; y pocos días después, el seminario de san Javier le
felicitó con un acto literario y luego el ateneo con una cena ó banquete en
que estuvieron los mismos ilustrísimos señores que acudieron al acto del se-
minario, esto es, además de su lima, á quien se dedicaba, los señores dele-
gado, arzobispo y obispo de Jaro, con sus secretai-ios.
El seminario de san Javier celebró su fiesta patronal el 4 último en vez
del 3, por impedirlo la dominica primera de adviento, con la solemnidad y
adorno de otros años; en la misa solemne predicó el panegírico el P. Miguel
Martí y por la tarde los alumnos dedicaron, como tributo de amor, al señor
delegado, una velada lírico-dramática cuyo asunto principal fué el melodrama
E/eázar que fué bien ejecutado, y presenciado por los ilustrísimos señores ar-
zobispo de Manila, obispo de Nueva-Cáceres, padre rector de la universidad
157
de santo Tomás y representaciones de todas ó casi todas las órdenes religiosas
y otras personas distinguidas; por lo demás, el patio en que tuvo lugar, se lle-
nó de filipinos y de algunos americanos. No estuvo en él el señor delegado por
hallarse guardando cama á causa de una indisposición; tampoco pudo estar en
el banquete que le dedicó el vice-gobernador Mr. Gilbert ni en el examen
público de los catecismos de Tondo dirigidos por nuestro P. Anguela, pre-
parado y llevado á cabo el domingo anterior en la citada parroquia. Agasajos
son todos estos con que los diversos centros pretenden despedirse del repre-
sentante de Su Santidad antes de su partida. El 30 último recibió el presbi-
terado en la catedral de manos del señor arzobispo el seminarista de san
Javier D. Maximino Manuguid.
En la mañana del 19 último los alumnos de primera enseñanza dedicaron
un ensayo de inglés y castellano á san Estanislao al que asistieron, entre
otros, el honorable comisionado Araneta y losSres. Gonzalo Marzano, Men-
carini el vice-rector de la universidad con otros padres que le acompañaban,
además de los NN. de ambas casas como se verifica en cualquiera de los ac-
tos públicos que se dan en san Javier ó en el ateneo. Por la tarde del mismo
día, el P. Sánchez, bautizó solemnemente en la iglesia de san Ignacio, des-
pués de la debida preparación, á un colegial interno del ateneo, niño chino de
14 años, hermano de D. Leonardo Osorio de Cavite, el cual después del bau-
tismo se llamó Mariano Lim-cied. Como en otras ocasiones, á la ceremonia
asistieron muchos de los NN., los colegiales internos y algunos de fuera, es-
pecialmente los parientes ó amigos de la familia del nuevo cristiano, quienes
regalaron al ateneo 4 candeleros además de abundantes dulces para todos
los colegiales. Por la noche la congregación mariana de los externos meno-
res obsequió con un acto semi-público á su patrón san Estanislao.
Conforme al proyecto manifestado en las fiestas del 50 aniversario del
ateneo, de crear una asociación de jóvenes formados en él, que una vez
al año se reúnan en fraternal convite para reanimar sus antiguas amista-
des, se aprovechó la ocasión de la vuelta de América del P. Giménez para
comenzar la ejecución y se reunieron unos 70 jóvenes á comer en compañía
de dicho padre y del comité formado, cuando el 50 aniversario mencionado^
á saber: el comisionado de Hacienda y Justicia honorable Araneta, don
Félix M.'"^ Roxas, alcalde de Manila, D. Maximino Paterno y D. Fernando
Calderón, excolegiales del ateneo.
El 30 de noviembre comenzó en nuestra iglesia la novena de la Inma-
culada con el aparato de bombillas eléctricas en la fachada y el anagrama
del nombre de María pendientes de ambas torres del templo, la música y
adorno en el puente entre la casa misión y el ateneo, á la manera que en
158
años anteriores. Predicaron los sermones los PP. Lencina, Sauras y Foradada;
todos tomaron por tema la naturaleza y propiedades del matrimonio canónico
contra el divorcio: y se repartió cada noche al final de la función, una hoja de
propaganda que contenía la sinopsis del sermón que acababa de predicarse;
del panegírico final estuvo encargado el P. Vicente Giménez. El objeto de los
sermones es hacer entender al pueblo los grandes peligros que le amenazan,
si obra conforme al divorcio absoluto, que acababa de ser aprobado en princi-
pio por la Cámara baja ó Asamblea filipina. Después de algunas sesiones de
debate fué aprobado por 40 votos contra 26; 14 diputados, entre ellos el
presidente Osmeña que estaba presente, se abstuvieron de votar, los otros 13
parece que estaban ausentes.
El baguio de 28 y 29 de septiembre, causó tres muertos; en nuestro
Mirador voló el techo de la cocina, una ventana del aposento de los mucha-
chos, el techo del horno y el de las casillas (letrinas) del piso inferior;
arrancó algunas planchas del corral y causó averías en el tejado de la torre
del Sur, levantando las planchas; todo se arregló provisionalmente. Fuera
del Mirador, derribó diez casas de ñipa y la capilla de los protestantes; des-
techó varias casas y el camarín de carruajes de una fonda y casi por com-
pleto la nueva y hermosa casa de la Constabularia, t^) llevándose además
tres como claraboyas de la misma.
El Philipine Journal of Science de Manila, correspondiente á noviem-
bre de este año, da la noticia y clasificación de un árbol de manga, (de cuya
influencia venenosa se cuentan grandes cosas), existente en la región de
Dapítan, al que se llama Mangifera verticillata. Lo da como descubierto
por nuestro P. Obach, y comunicado al clasificador por el P. Sánchez; y copia
la explicación que de él da este padre en las Cartas de los Misioneros de
la Compañía de Jesús en Filipinas, tomo 10 año 1895.
SEMINARIO MENOR DE VIQAN. — Este colegio-seminario cele-
bró su segunda promulgación de dignidades el 8 de enero, amenizada por
los alumnos de retórica, no sólo con sus conocimientos sobre los preceptos
de su asignatura, sino también con el saínete cómico El miedo ridiculo.
El 26 próximo pasado, dio una velada literario-musical con ocasión de la
fiesta patronal y primera exposición provincial de llocos Sur. Puso en escena
el drama en tres actos titulado Guzmán el Bueno, histórico, cuya escena
pasa en Tarifa el año 1204. Según Libertas de ayer 6, el extenso programa
fué magistralmente desarrollado durante más de dos horas y media por los
alumnos, en el amplio salón, improvisado en el patio y adornado con sencillez
(1)' Véase la nota de la página 145.
159
y magnificencia. Campeaba sobre el escenario el escudo del ilustrísimo se-
ñor obispo déla diócesis, Mgr. Carrol, el cual personalmente presidió el acto
y á quien en el brillante discurso inaugural se apellidó Padre amante y de-
cidido protector del colegio-seminario, entre otros títulos, por haber
hecho cuanto estuvo en su mano, por lograr, como logró, fueran reconocidos
por el gobierno los títulos que concede dicho colegio. En efecto, pocos días
antes se había recibido el documento firmado por el secretario de instrucción
pública, Mr. Gilbert, en que éste concede á dicho centro, facultad para otor-
gar á sus alumnos los grados del high school y de bachiller en artes. En la
fiesta patronal religiosa tuvo el panegírico el P. Alfonso García.
El 12 próximo pasado celebró su distribución de premios que pre-
sidió el señor obispo con asistencia de las personas más distinguidas
de la localidad, y de un público de ella y de las poblaciones vecinas que lle-
naba el patio. Se representó la ópera cómica inglesa Tfie bogas school
inspector, por seminaristas y colegiales con gran lucimiento, aguado en
parte por la lluvia pertinaz que obligó al auditorio á retirarse dentro del
colegio. Al día siguiente prosiguió el acto comenzando por el melodrama
Las próximas vacaciones, al que siguieron la distribución de premios y la
entrega del título de bachiller á 27 alumnos.
El día de san José por la tarde, después de la función religiosa de la ca-
tedral, en que hubo exposición del Santísimo con reserva por el señor obispo
y asistencia de millares de niños y niñas, salieron éstos en mayor número
que otros años á comprar, con sus asistencias al catecismo, los objetos depo-
sitados al efecto en las tiendas. El aumento de pequeñuelos es debido á ha-
berse establecido este año el catecismo en cuatro barrios más que el año
último: también se puso este año una tienda junto al seminario á cargo de
los catequistas y seminaristas. En ella se vendieron 14 sacos de arroz, un
cesto de caramelitos, tres grandes cestos de pastas de diferentes clases,
muchas telas y muchísimos juguetes y objetos piadosos. En las restantes
siete tiendas de la plaza y á cargo de las instructoras, se despacharon 12 ó
13 sacos de arroz, adquiridos de limosna entre la gente piadosa como los 14
anteriores. El señor obispo estuvo muy satisfecho recorriendo las tiendas, en
que el movimiento de los chiquillos daba al conjunto, el aspecto de una ver-
dadera feria. En el seminario han hecho los santos Ejercicios 13 sacerdotes
de la diócesis bajo la dirección del P. José M.''^ Briansó. El P. Thompkins
ha aceptado, del señor arzobispo de Manila, el sermón de resurrección de la
catedral y hoy ha llegado á Manila. Los seminaristas pasan sus vacaciones,
en compañía del P. García, en San Vicente.
Además de la tanda de Ejercicios dada á los sacerdotes en el seminario.
160
de que se habló en las últimas noticias, el P. Estrada dio otra también allí;
otra el P. Pascual en San Fernando de la Unión, el P. Gil, dos, una en
Tamauini y otra en Aparri; y el P. García una en Laoag, todas á sacerdotes,
constando cada una de unos 14 ejercitantes. El P. Benaiges platicó los Ejer-
cicios á los socios y socias del Apostolado de la Oración en Vígan.
No se han recibido noticias del éxito de los cultos allí proyectados para
el mes y novena del Sagrado Corazón de Jesús, pero á juzgar por el pro-
grama, repartido con alguna profusión, no habrán desmerecido en nada de
los de otros años. De los sermones de la novena, 5 estaban encargados á los
nuestros y 4 á los de fuera.
El 17 de junio, nuestro colegio-seminario abrió el curso actual, haciendo
el discurso inaugural el P. Vives. Cuenta dicho centro 41 1 alumnos, repar-
tidos en 23 seminaristas, 75 colegiales internos y 309 externos. Poco des-
pués los seminaristas tuvieron los santos Ejercicios que explanó el P. Buxó,
con muy buen resultado á juzgar por el silencio, recogimiento y otras virtu-
des observadas en las cuatro meditaciones, plática y oficio parvo semitonado
que tenían diariamente los que los hacían, á quienes espontáneamente se
agregaron 8 internos y 12 externos. A los alumnos restantes dieron los Ejer-
cicios espirituales los PP. Clotet y Pascual.
El 10 de junio se celebró el acto de despedida de su prelado diocesano,
limo. Sr. Carrol, para curarse en Manila la rotura de un hueso á consecuen-
cia de una caída, y trasladarse después á Roma y América. A él concurrie-
ron todos los seminaristas é internos, quienes además de los discursos en
inglés, latín y castellano que declamaron, referentes á la partida de su Ilus-
trísima, le ofrecieron por medio de una hermosa poesía abundantes fotogra-
fías de los varios grupos en que se habían distribuido todos los alumnos del
colegio. Después del himno final, tomó su ilustrísima la palabra en castellano,
concedió á todos los alumnos una vacación extraordinaria y anunció á los se-
minaristas y colegiales internos el estreno de la nueva casa de campo,
adquirida por su ilustrísima para los padres y alumnos del seminario, en el
vecino pueblo de San Vicente, dando al propio tiempo, con graves palabras,
muestras de su amor al colegio-seminario, á nuestros padres y á un caballero
allí presente por haberle notablemente ayudado en la compra y adorno de la
casa mencionada. Túvose pues en ella al día siguiente el campo con asisten-
cia de los señores párrocos, el caballero referido, invitado expresamente, y
nuestros alumnos, los cuales con sus juegos contribuyeron no poco á la ani-
mación y caridad que reinó en todo el día.
Se han tenido durante el junio, el mes, la novena y la fiesta del Sagrado
Corazón en la catedral con la solemnidad de otros años. El total de comu-
161
niones repartidas el día de la fiesta, fué á lo menos 800, y el de todo el mes
asciende á muchos millares. Al señor obispo, próximo á partir, dedicó el
Apostolado de la Oración un actito literario, después del cual Mgr. Carrol
entregó una buena limosna al padre director.
En la fiesta de san Ignacio, celebrada también en la catedral, todos
nuestros alumnos cantaron la misa de Angelts á dos coros, fué el panegirista
el P. Bartolomé Espíritu, fiscal eclesiástico de la diócesis, y se dio á besar
al final de ella la reliquia de nuestro santo Padre á los acordes de la marcha
tradicional.
Como á fines de julio y primeros de agosto fueron grandes las inunda-
ciones y destrozos materiales en las cosechas, caminos, desmoronamiento de
tierras y, según algunos periódicos, con muerte también de tres personas,
recientemente escribía uno de los NN. de Vígan que las inundaciones no
han causado daño en la ciudad y sus arrabales, pero muchísimos en Narvacan
y otras poblaciones lejanas de Vígan. Dentro de poco entrarán dos ó tres
seminaristas nuevos y hay alguna fundada esperanza de que el total de ellos
llegue á 30 al terminar el curso actual. Para el próximo 10 prepara aquel
colegio-seminario la primera promulgación de dignidades de este año, acom-
pañada de un acto literario todo en inglés, por los alumnos del quinto grado.
El domingo, 1.° de octubre, recibieron con la solemnidad acostumbrada
la primera comunión de manos del reverendo padre rector 31 alumnos.de
aquel colegio-seminario, enfervorizados con la plática que les dirigió dicho
padre. Por la tarde, ante el Santísimo expuesto, les hizo una plática el padre
Thompkins, renovaron las promesas del bautismo y se consagraron al Sagrado
Corazón de Jesús.
Con fecha 16 de octubre escribía de allí uno de los NN. que el 8 ante-
rior, se celebró la fiesta del rosario llamada la Naval. En el triduo que la
precedió estuvo expuesto el Santísimo en la catedral y nuestros alumnos
internos y externos hicieron vela durante los tres días por turnos que se
relevaban cada media hora. El 7 por la tarde, al terminar la función, monse-
ñor Padilla, vicario general, bendijo un pendón de raso encarnado bordado
en oro: lleva pintada al oleo la imagen del Sagrado Corazón á un lado y el
escudo del mismo, al otro; dirigió la parte artística el P. Clotet, Costearon
el pendón nuestros alumnos del Apostolado y lo bordaron gratuitamente
algunas celadoras. Inmediatamente después de bendecido, se estrenó en la
procesión que recorrió el interior de la catedral, en la que dichos alumnos
entonaron el himno del congreso eucarístico de Madrid. Gustó á los buenos
músicos de Vígan y se canta siempre que hay alguna fiesta al Santísimo.
A la procesión del santo rosario que se hizo por las calles el domingo 8,
11
162
asistieron como los otros años nuestros niños cantando el rosario y algunos
himnos á la Virgen con grande entusiasmo. El P. Thompkins logró reunir
unos 220 caballeros del Sagrado Corazón ó alumnos de las escuelas públicas
que asistieron también á la procesión delante de los estudiantes del colegio-
seminario. Gracias á la cooperación de éste, la procesión fué solemnísima,
pues concurrieron además en mayor número las mujeres.
Por esto, un pastor protestante se lamentaba enérgicamente contra la
actitud de las autoridades que permiten tales manifestaciones religiosas.
Nuestro P. Alfonso García predicó el sermón del Rosario.
La primera comunión no se üivo el día anunciado en los programas, por
impedirlo el mal tiempo, sino que se trasladó al día 15. Estuvieron presentes
á tan solemne acto, cuatro ó cinco americanos, algunos de ellos presbiteria-
nos, por cierto muy atentos á todos los pormenores de la fiesta, arrodillán-
dose también á ratos. Estos mismos volvieron de nuevo por la tarde. El
número de seminaristas llega ya á 30. habiendo sido once el aumento de este
curso, y aún se espera dentro de poco algún otro externo. El número total
de convictores entre seminaristas \- seglares sube ya á ciento uno. número
que no se había logrado desde que los nuestros dirigen el seminario.
El 25 de octubre los alumnos del 5.'' año dieron, con satisfacción del
público, un acto de geometría plana, conforme al programa, acto que les
sir\-ió de exámenes de la materia vista durante lo que llevamos de curso.
Terminó con un animado diálogo, entre un astrónomo, un naturalista, un
químico, un ingeniero y un mecánico, acerca de la excelencia de las mate-
máticas sobre la historia natural y la química: en ese sentido dio su fallo
un doctor en ciencias elegido al efecto por unanimidad.
El 7 de noviembre el alumno interno Emigdio Corpus perteneciente á la
clase de tercer grado, después de muy breve enfermedad, entregó su alma
al Criador, recibidos los santos sacramentos. Contaba solamente 1 1 años de
edad, cuando una sencilla hemorragia de sangre en la nariz, le debilitó la
naturaleza de modo que. impotente para resistir á la calentura, murió á los
tres días: conser\-ó perfecto conocimiento hasta los últimos instantes y
repetía con toda fidelidad las jaculatorias que su hermano Pablo, interno, y
los padres que estaban junto á su lecho le sugerían: recibió el Viático y la
extremaunción, estando muy conforme en morirse y en irse á juntar con sus
hermanos los angelitos del cielo. El entierro fué de lo más solemne que se ha
visto en Vígan: todos los alumnos del colegio cantaron en la capilla el oficio
de difuntos en sufragio de su alma: el día siguiente hubo misa de comunión
general y luego todos los alumnos y varios padres y hermanos del colegio
con velas acompañaron al cadáver, colocado en hermosa carroza y seguido
163
de una banda de música, á la iglesia catedral, donde se celebraron solemnes
funerales con misa cantada por el reverendo padre rector: terminada ésta,
con la misma solemnidad fué conducido el cadáver al cementerio. Toda esta
pompa se hizo á petición del padre del muerto según telegrama que expidió
en Aparri, y sabedor luego por el padre rector de cuanto se hizo por su hijo
lo agradeció con un expresivo telegrama.
El 13 siguiente los alumnos del 6.^ ano obsequiaron á san Estanislao
con una mensual de filosofía que contenía 25 tesis; en ella llamaron la aten-
ción aun á los sacerdotes que asistieron, así los defendientes como los argu-
}-entes por su habilidad en el manejo de los argumentos }■ la facilidad en
expresarse en latín.
En un programa de la fiesta anual de acción de gracias celebrada en
la iglesia catedral el 30 de noviembre último, se lee que, después del Evan-
gelio de la misa solemne, el P. Thompkins \eyó la proclamación de la fiesta
en inglés y el P. Brillantes, sacerdote del país, en ilocano. Tuvo el discurso
de acción de gracias el reverendo padre rector del colegio-seminario. Siendo
preste monseñor Padilla, vicario general, cantóse en el coro la misa de An-
gelis por 800 voces, pues tomaron parte en ella los alumnos del colegio-se-
minario y todos los centros católicos de Vígan y pueblos vecinos en masa.
Terminada la misa, fué cantado un solemne Te Deum por los seminaristas y
alumnos del colegio-seminario.
RESIDENCIA DE ZAMBOAXGA.—Za.mbo.\ng.\.— Durante el mes
de diciembre el señor obispo de Jaro pasó la santa visita en Zamboanga. Cot-
tabato y Dávao. El 3 del mismo mes estuvo aquella villa inundada por causa
del baguio que á primeros del mes se dejó sentir en gran parte de Minda-
nao: la iglesia tuvo casi un metro de agua, y en cuanto á desgracias perso-
nales, se cuenta la muerte de dos niños gemelos de cuatro meses, á quie-
nes arrebató la corriente sin que su padre pudiera impedirlo.
El 15 de enero escribía el P. Saderra Mata que durante el mes transcu-
rrido desde que partió de Manila para Dávao, había estado en Joló, y con
gusto se habría allí quedado compartiendo los trabajos del apostolado con el
P. Me Donough, que se hallaba solo, y ocupado en catequizar á los natura-
les, americanos y aun moros: quedóle muj' agradecido á la caridad con que
le recibió y en medio de su pobreza le agasajó. No quedó menos edificado
del P. Pi y del H. Fainé en Cottabato. de donde estaba ausente el P. Ama-
lot: y del P. Alaix y HH. Llull y Gairolas en Dávao. De la agilidad del
P. Alaix. á pesar de su avanzada edad, también se admiró el señor obispo
de Jaro al girar allí la santa visita. En Dávao. como temporalmente estaba
el P. Llobera Guillermo, hubo misa del gallo con temo, circunstancia que
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aumentó la concurrencia á la iglesia, entre cuyos asistentes se contaban los
señores gobernador, presidente y varios americanos, é hizo subir la colecta
á 50 pesos. Pasó el P. Saderra á Mati y se llevó una triste impresión al ver
los destrozos causados por el baguio anterior. Por falta de iglesia y conven-
to habitable, celebró la santa misa y bautizó á cuatro párvulos en un cama-
rín. Poco después de llegado á Zamboanga el 9 de enero, comenzó á ejercer
sus ministerios en Tetuán, población en que reside de asiento desde el 15
de enero.
Poco después de Pascua irán á Jaro para tomar parte en aquel sínodo
diocesano los PP. de la Torre, Me Donough y Saderra Mata: éste después
dará los santos Ejercicios á los sacerdotes del país. El P, Becker pasará de
Manila á aquel obispado con el fin de platicarlos á los padres josefinos. Fun-
cionan las escuelas católicas en todas las visitas dependientes de la residen-
cia. El P. Cavallería ha visitado Manicahan, Bolong, Catumbal, Curúan y
Mercedes, quedando satisfecho del número de ministerios en ellas ejercido.
Ha sido cubierta con hierro galvanizado la iglesia de Mercedes, y en ella se
han celebrado los meses de mayo y de junio. En Tetuán hubo poco há una
primera comunión de más de 200 niños y niñas; el novenario de almas con
sermón diario y regular asistencia, terminó con una comunión general.
RESIDENCIA DE TAMONTACA.— Cottabato.— El P. Pi confiaba
tener una primera comunión de ICO párvulos, y á este fin no dejó piedra por
mover; mas á pesar de ello, aquélla se redujo á 19 (12 niños y 7 niñas), á
quienes por la gran ignorancia en que se hallaban costó de preparar, y poco
antes de la comunión dio tres días de Ejercicios. Después de ella los regaló
con un buen almuerzo, y por la tarde hizo con ellos una devota procesión en
que el Niño Jesús fué llevado en andas por las calles del pueblo.
RESIDENCIA DE DÁVAO.-Dávao.-E1 P. Llobera Guillermo, de
Sigaboy pasó á Mati; hizo allí el cumplimiento pascual y el 10 de septiem-
bre la fiesta patronal. Confesó á unas 130 personas, bautizó á 49 pequeñuelos
y casó dos parejas; pero los amancebados se mostraron sordos. La fiesta
tuvo lugar según costumbre, con vísperas y misa cantadas, sermón y proce-
sión á que asistieron pocos hombres; lamenta el padre el miserable estado
moral de aquel pueblo por carecer de escuelas católicas y estar en manos de
caciques americanos y tagalos que sólo piensan en adelantar su fortuna y
nada en bien de la religión. Los naturales por abandono dejaron caer la an-
tigua iglesia, y la nueva les cuesta ya 800 pesos. En el viaje de ida, el pa-
dre y los dos que le acompañaban padecieron mucho; el que hacía de prácti-
co perdió el camino y comenzaron á abrírselo hacheando la maleza; no bastó
sin embargo: añadióse una sed abrasadora por faltarles el agua aun para co-
165
cer la morisqueta, y la primera que encontraron fué poca y tan mala, que
puso enfermos á los dos compañeros. El padre ejerció también sus ministe-
rios en Macabambol.
El mismo padre ha empleado un mes en visitar las reducciones de
Pundaguítan, Calagóhan, Nazaret, Tigláuan y Luzón, habiendo oído un
total de 326 confesiones, casi todas de manobos ignorantes, administrado 33
bautismos y bendecido 13 matrimonios. En Pundaguítan deseó ver, y vio en
la punta del cabo San Agustín, el altar en que, entre las peñas de la citada
punta, dicen celebró misa san Francisco Javier. Después de vencidas algu-
nas dificultades propias del mar y del terreno, llegó al sitio codiciado, esto
es, al mencionado altar, y notó que es únicamente una barbacana ú hoyo he-
cho en la peña por las rocas que de ella se han desprendido. En él sobre una
roca compuso el padre su altar portátil, y al sol celebró la santa misa, rogan-
do con gran afecto á san Francisco Javier por nuestra Compañía y por aque-
llos infelices indígenas. La impresión general que de su excursión apostólica
se llevó, fué que los hombres crecidos y los niños viven en la mayor ignoran-
cia religiosa, sin pretensión alguna de salir de ella: no hay escuelas, ni quien
sepa enseñar siquiera, el catecismo. Por falta de casa-convento, vivió el
padre en las sacristías de las iglesias, excepto en Tiglaúan, donde residió y
ejerció sus ministerios en un camarín destinado á contener abacá, el cual
aprisa fué compuesto, aunque no con tanta perfección, que dejase el padre
de mojarse con la lluvia que caía al tiempo de celebrarse el santo sacri-
ficio.
Dice el P. Garriga que al llegar á Dávao el 5 de octubre, como no era
conocido de la comunidad su próximo arribo, fué mayor la alegría en toda
ella, y más, al oir de sus labios que su destino era quedarse en aquella resi-
dencia. El viaje que tuvo desde Manila fué inmejorable, y visitó de paso á
los NN. de Cagayán, Zamboanga y Cottabato; el mismo día que entró en
Dávao comenzó á estudiar el bisaya.
RESIDENCIA DE CARAQA.— Caraqa.— El 2 de diciembre causó,
sin desgracias personales, grandes desperfectos en las'^ casas y plantas, un
fuerte baguio. Los pueblos en que los produjo fueron varios; Caraga, san
José, san Miguel, san Luís, Concepción, Manresa, san Fermín, Santiago,
Manay, Zaragoza, Manurigao y Baculín; y en ellos derribó 5 iglesitas,
otros tantos conventos y algunos tribunales; se llevó el tejado de algu-
nos conventos é iglesias y derribó muchas casas; de éstas, sólo en el pueblo
de Caraga, se contaron 17. Los naturales de Manay se apresuraron á cubrir
de nuevo la iglesia, el convento y el tribunal para que el padre les hiciese
la fiesta y quedase en su compañía. El P. Parache y el H. Nadal, si hubiesen
166
permanecido poco más tiempo en el convento de Zaragoza, hubieran sido
aplastados.
En el pueblo de Caraga se celebró con grande esplendor y concurren-
cia la fiesta de la Inmaculada, se distribuyeron 270 comuniones, y en la vela-
da literaria, niños y niñas lucieron sus conocimientos en dos dramitas en
inglés.
El P. Llobera Bernardino ha enviado un largo programa de los ejerci-
cios dramáticos que al santo Niño Jesús dedicaron las escuelas parroquiales
de Caraga el 6 de enero último; y dice, que á la exposición que ha de cele-
brarse en Zamboanga, durante el mes de febrero, remitirá varios trabajos
de niños y niñas y algunos productos de la huerta del convento de Caraga.
El 17 de marzo las escuelas católicas de Caraga tuvieron los exámenes,
y el 19 siguiente la repartición de premios, cuyo programa se ha recibido en
Manila. El mismo día tuvieron la lectura de notas y distribución de premios
las escuelas católicas de Baganga, amenizadas con el dramita Nobleza del
trabajo representado por las niñas junto con algunas composiciones al santo
Patriarca; los niños y niñas de primera comunión cantaron el himno final del
acto, á gusto y satisfacción del P. Barber y del pueblo. Con todo, lo más
consolador fué la primera comunión de los 45 pequeñuelos, los cuales, des-
pués de obsequiados por las beatas con un desayuno y por el padre con un
regalo piadoso, fueron agregados al Apostolado de la Oración. Poco des-
pués pasó el padre Barber tres días en Baculín satisfecho del espíritu del
pueblo que hacía lo posible por agradecer la visita al padre: cantó éste la
misa en honra de san José, predicó sus glorias, presidió la procesión, dis-
tribuyó 100 comuniones y bautizó 8 párvulos. Por aquellos días un tiburón
del río de Cateél, destripó á un caballo del P. Vila Ramón.
El 1 .° de junio se abrieron las escuelas católicas de Baganga con 30
niños y mayor número de niñas. Muchas de éstas y otra gente mayor, asistió
á la fiesta patronal de Caraga en la que hubo misa cantada con ministros y
panegírico por el P. Barber; por la tarde túvose una velada literario-musical
en castellano dividida en dos partes, de las que la primera estuvo á cargo de
los niños y la segunda al délas niñas, ambos de la escuela católica: fué grata
á todos, pues dados los elementos con que allí se cuenta, no puede pedirse
gran cosa más. Se conmemoró también en Caraga el 19 de junio, el 50 ani-
versario del nacimiento de Rizal con vísperas, misa solemne, procesión
cívica formada por una cabalgata de estudiantes y un acto literario todo él en
inglés á excepción del discurso preliminar.
En Cateél -desde la apertura del curso de la escuela católica, única que
ha podido establecerse en la jurisdicción de la misión, (donde existen ya 4
167
escuelas neutras cuyos frutos parecen ser la división del pueblo en dos par-
tidos uno católico y otro algo adverso al catolicismo), acuden ya más de 100
niños y otros muchos piden entrar en el convento al servicio de los NN.
Dice el P. Barber que ha visitado y obtenido un regular número de mi-
nisterios en ¿US visitas á Quinablagan y san Víctor. Añade que el 12 de julio,
después de la una de la tarde, sintió el terremoto mayor que ha experimen-
tado en su vida, las campanas de la torre de la iglesia tocaron al impulso de
aquél y hubo desperfectos materiales, pero no víctimas personales. Lo mis-
mo, con una pequeña diferencia en la hora, afirman los NN. de Caraga y de
Talacógon.
Según el P. Llobera Bernardino el terremoto del 12 de julio fué más
intenso hacia el norte de Caraga: en Baganga abrió dos grietas junto al em-
barcadero; y en Bostón derribó la muralla de cal y canto que formaba la
fachada de la iglesia y tenía más de dos varas de espesor.
El lunes anterior al día de nuestro santo Padre Ignacio se abrieron las
escuelas públicas de Baganga, pero con todo silencio; y durante el tiempo
que estaban en misa el padre y el hermano, un agente de policía y otros hom-
bres persiguieron á los niños qué se dirigían á la iglesia y llevaron á la tal
escuela á cuantos pudieron atrapar. Cosa parecida sucede en casi todos los
pueblos. De ahí que la escuela católica de Baganga haya quedado reducida
á sólo los niños más pequeños: no así la de niñas que es mucho más concu-
rrida que la oficial.
En Caraga, donde el P. Llobera teme para el año próximo la lucha de
escuelas, en la fiesta de nuestro santo Padre Ignacio hubo misa solemne con
terno y sermón. El P. Parache eii el primer viernes y domingo que siguie-
ron á éila, quedó gratamente sorprendido viendo el gran número de personas
que comulgaron, de ellas muchas solteras, y dice que á pesar de lo reducido
de la población, pocas la aventajarán en el número de comuniones diarias:
de Cateél refiere que hay un buen grupo de mujeres principales que sir-
ven á Dios y á la Iglesia con constancia y valentía; y de Baganga afirma,
que hay también un buen número de comuniones diarias y aun algunos mi-
les al año.
La apertura de la escuela neutra de Baganga y el consabido modo indigno
como se llevó á cabo, según el P. Barber, era ya cosa tramada de antemano
y cuestión de amor propio después de tres años de haber sido cerrada. A las
escuelas católicas asisten más de cien niños, é igual número de niñas: éstas
lucieron sus habilidades en el acto literario que dieron el día de san Ignacio.
Por lo dicho se colige, que todavía son muchos más los alumnos de uno y
otro sexo en la escuela católica que en la oficial: además algunos de los que
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iban á ésta volvieron á la católica. Los impíos no cesan de establecer bailes
con que atraer á las jóvenes; de ellas, muchas se han llenado de vanidad, han
abandonado sus prácticas piadosas y se burlan de las que perseveran en las
buenas costumbres y ostentan la medalla de hijas de María. Con todo, los
del pueblo, en general, se casan y bautizan según la iglesia y en lo posible
con solemnidad; confiesa bastante número, aun de hombres, los domingos, y
llaman al P. misionero para que asista á los moribundos.
La Voz de Mindanao, periódico de Zamboanga, publicó el programa de
las fiestas que Caraga hizo á su santo Patrón y á Rizal. El 1 .° de octubre el
señor gobernador general de la provincia mora, acompañado del de Zam-
boanga, visitó oficialmente los pueblos principales de la residencia de Ca-
raga, y por ende las poblaciones de Caraga, Baganga y Cateél. Salió muy
contento de las escuelas parroquiales de Caraga y de Baganga, recono-
ciendo su esfuerzo en orden al inglés, lengua en que le saludaron en sus dis-
cursos y ofrecimiento de ramos de flores. De Caraga, vino el programa de-
sarrollado por las escuelas para felicitarle, y todo él estaba en inglés. Con to-
do, como por enfermedad del presidente municipal, comunicara éste sus veces
á su hijo para el acto del recibimiento, éste, joven todavía, se atrevió á pedir
en su discurso al gobernador, el establecimiento de escuelas oficiales de que
carece Caraga, sin tener para ello autorización. Accedió gustoso el gober-
nador general á la petición; pero dijo que antes de pasar adelante, tuvieran
junta los concejales con el presidente y, hecha la petición en debida forma, él
les enviaría un maestro oficial que enseñara en la casa tribunal, mientras ca-
reciese el pueblo de edificio adecuado. Mas como ni los principales del pue-
blo, ni los concejales se muestran todavía bastante adictos á aquéllas, la rea-
lización queda en suspenso; y para que no tenga efecto, el P. Llobera ha to-
mado á sueldo á un americano establecido en el pueblo, para que una vez
al día enseñe en las escuelas parroquiales lectura, pronunciación y conversa-
ción en inglés; al mismo propósito, hacen los NN. en Caraga una novena al
Sagrado Corazón cada mes. Los principales del pueblo no ha mucho en una
sesión, aprobaron un acta en que se pedía autorización, para abrir un ce-
menterio civil apoyándose en falsas razones que los NN. procuran desvane-
cer ante el pueblo y la autoridad.
En Baganga á pesar de la oposición de algunos á las escuelas católicas,
el número de alumnos llega á un centenar y el de las alumnas á 120: eran
pues 220 los niños y niñas de ellas que saludaron en inglés al señor gober-
nador general; en cambio el total de las escuelas oficiales no llegaba á 80
y no le saludaron en inglés. El P. Barber visitó é hizo la fiesta en La Paz
con una regular concurrencia de los vecinos de los alrededores, administró
169
con esta ocasión 9 bautismos y unas 20 comuniones, y de paso por Dapnan,
otros cinco bautismos.
El P. Parache en una excursión apostólica para celebrar las fiestas pa-
tronales en algunos pueblos de la jurisdicción de la misión caragueña, dice
que si bien las casas, conventos é iglesias son muy pobres, porque los baguios
de los últimos años las han derribado ó destrozado, con todo, los naturales le
trataron bien y aun regalaron. Aunque el tiempo de fiestas no es á propósito
para ejercer gran número de ministerios, he aquí los que ejerció: 23 sermo-
nes ó pláticas, bautismos 47, y 14 de adultos, matrimonios 23, confesiones
210, y 27 de niños y niñas. Pocos días antes de partir para la excursión, ha-
bía recorrido los pueblos cercanos al de Caraga y había oído 170 confesio-
nes, administrado 13 bautismos, autorizado 4 casamientos y predicado 12
pláticas. El gobierno reúne en pueblos á los infieles desparramados por
los montes, lo cual tal vez dé lugar á algunas conversiones. En los días 26 y
27 de octubre se notaron tres temblores pequeños en Tarragona. En Bagan-
ga la situación de las escuelas católicas ha mejorado, y algunas niñas, que
habían pasado á la escuela neutra, han vuelto á la católica. En Cateél se nota
facilidad. en imponer multas por falta de limpieza en las iglesias ó capillas de
los barrios.
RESIDENCIA DE CAGAYÁN.-Cagayán.-Los PP. Martín y Córdo-
va desde mediados de este mesa mediados de marzo, recorrerán dando misio-
nes varios pueblos de la isla de Bohol, Samar y Leyte. El primero á fines de
noviembre bautizó en Halaybalay á 15 párvulos: en Calazungay á otros 1 1 y á
6 adultos; dio la primera comunión á 22 niños, confesó á 90 y casó 4 parejas:
en Silay bautizó 16 párvulos y 14 adultos; bendijo 5 matrimonios y dio la
comunión á 24 niños, de los que 4 la recibían por primera vez; siente el pa-
dre la disminución de las buenas costumbres, y el aumento de la irreligión,
indiferencia y liviandad, frutos de las escuelas sin Dios.
En Balingasag, las congregaciones siguen dando excelentes frutos y
cumplen como buenos los socios del Apostolado de la Oración: de éstos con-
fiesan y comulgan unos 80 cada primer viernes de mes y otro número igual
comulgó el día de la Inmaculada, cuyas comuniones en total fueron casi 300,
si bien dos domingos antes se habían repartido 154. También en Lagonlong,
á pesar de estar la iglesia quemada y decirse la misa en los bajos del con-
vento, comulgaron recientemente 53 hijas de María, además de las 48 pri-
meras comuniones.
Honraron el día de Navidad en Balingasag los socios.del Apostolado de
la Oración, con una velada en la escuela de niñas que fué pequeña para los
muchos concurrentes, á pesar de la contradicción de los impíos que establéele-
170
ron allí cerca á la misma hora un baile. Hablaron en ella 9 oradores señala-
dos de antemano y el presidente municipal que alabó mucho la obra de los
socios del Corazón de Jesús de quienes afirmó ser los verdaderos amantes
del pueblo, y finalmente el P. Sambola, siendo todos muy aplaudidos. En la
misa de noche, comulgaron 110 personas, en la de las 8, ambas muy concu-
rridas, unas 40, y del conjunto unos 50 eran hombres. Cierta persona pia-
dosa regaló una cadena de oro para la llave del sagrario.
El 27 siguiente los NN., debidamente invitados por el juez de primera
instancia, hicieron la invocación al Todopoderoso en la apertura de la asam-
blea de los jueces de paz de Cagayán. AI proferirla el P. Nebot, todos los
oyentes, por indicación del presidente de la asamblea, se pusieron en pie.
El P. Nebot, como vicario foráneo, y como superior de la residencia, ha
sido nombrado por el señor obispo de Cebú para asistir al sínodo diocesano
dispuesto por el concilio provincial de Manila.
En Balingasag fué consoladora la fiesta del santo Niño, gracias á los so-
cios del Apostolado de la Oración; abundaron los acostumbrados regocijos y
aun las regatas por mar, hubo acto literario-musical y sobre todo una procesión
cívico-religiosa de niños y niñas en que 400 de ellos llevaban farolitos de
papel de varios colores, seguidos deia banda de música, que alternaba con
el canto de aquéllos junto á la imagen del santo Niño: terminó la función, con
vivas á todo lo más santo y grato, y promesas de asistir á la escuela católica
y á la doctrina de los domingos y días de fiesta. El total de los asistentes á
la doctrina es de 225, á las escuelas 65 niños y 45 niñas.
El 22 de marzo escribía el P. Nebot que saldría para el sínodo dioce-
sano de Cebú el 29 de abril, y pensaba regresar á Cagayán el 10 de mayo.
Añadía que, según reciente carta del P. Martín, éste se hallaba contento del
éxito de la misión de Loboc que debía terminar el 23, para encaminarse en-
seguida los misioneros á Dimiao con objeto de estar de vuelta en Cagayán el
5 de abril.
El acto literario dado por los niños de las escuelas católicas de Cagayán
el 30 de marzo, salió mejor de lo que podía esperarse de los elementos con
que contaba. En Tagolóan mejora el Apostolado de la Oración, siendo las
comuniones de sus socios de 70 á 80 en los primeros viernes: las hijas de
María son un centenar y de ellas comulgan unas 50 en el tercer domingo
mensual. Las escuelas católicas cuentan con unas 40 niñas y 50 niños de
asistencia, al paso que llegan á sólo 30 el total de los que concurren á la es-
cuela neutra. El P^ Casáis en una visita á enfermos, después de casi dos ho-
ras, llegó á una casa, confesó, dio la Extramaunción y casó á un moribundo
que, ante la proximidad de su muerte, dejó el cisma, y gustó del bautismo que
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sub conditione dio el padre á su hijo bautizado sólo á lo aglipayano. Está
casi terminado el quízame del presbiterio de la iglesia y del convento. Con
actividad manda plantar cocos en los terrenos de la iglesia de Tagolóan.
El P. Masoliver en El Salvador, pueblo que hace un año está sin /?a-
repare, bendijo el día de ceniza, acompañado de un centenar de devotos, el
cementerio el cual tiene 80 metros de largo por 50 de ancho. Posteriormen-
te ha repartido los premios á 291 alumnos del catecismo, número nada
despreciable atendidas las actuales circunstancias; antes, aprovechando las
vacaciones que por Navidad tienen las escuelas oficiales, preparó para la
primera comunión y la repartió á 80 alumnos de ellas.
Los otros pueblos subditos de la misión, tales como Iponan, Opol, Mo-
lugan y Alubijid, no le presentan sus hijos para la primera comunión, ni
manifiestan por ellos otro empeño que el verlos elegantemente vestidos;
los jóvenes estudiantinos pasan más adelante; son presumidos, cismáticos, ig-
norantes, atrevidos y huyen del misionero como de la cruz el diablo. Los
de la visita de Pangayauan han estrenado su campana; pero su sonido, aun-
que grato, no logra arrastrar á la iglesia aquellos corazones fríos.
El P. Roure está en Gingoog hace unos dos meses procurando arreglar
legalmente el sitio de los nuevos cementerios de algunos pueblecitos y evi-
tar mayores intrusiones sectarias: ha visto crecer el número de niños y niñas
para las escuelas católicas y repartido la primera comunión el día de san José
á41 pequeñuelos con la mayor solemnidad posible. Ha cesado, al parecer, la
persecución manifiesta y oculta á las escuelas parroquiales y el padre á fuer-
za de mucho trabajo en vencer la oposición de unos y la frialdad de casi to-
dos, ha logrado reunir buena cantidad, aunque no suficiente, de materiales
para levantar la nueva iglesia, pues la que tenía el pueblo fué destruida hace
como un año por un baguio.
El señor obispo de Cebú giró poco ha su visita en Butúan, Talisáyan y
Cagayán. Después de esta población pasó á la de El Salvador, en la cual se le
dispensó un recibimiento magnífico el 16 de junio. Contábanse en él, las hijas
de María, los congregantes allí llamados luises, el centro católico en pleno, y
multitud de pueblo, los cuales todos, arrodillados en la playa, recibían gusto-
sísimos la bendición de su prelado conducido bajo palio al son de la música y
del repiquetear de las campanas.
El señor obispo, al ver tanta gente y como acosado de los muchos que se
empujaban para besarle el anillo, quedó profunda y gratísimamente impresio-
nado y exclamó: «Ya es otra cosa, eso anima. Venimos, P. Masoliver, algo
apenados de Cagayán». Y el padre, con el fin de que S. I. se desahogara,
mostróle la sala del convento llena de hombres del centro católico con su
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presidente á la cabeza, á quienes fué presentado refiriéndosele sus méritos
para con la iglesia. Quedaron todos llenos de gozo; deseaban ver un obispo,
y un obispo que hubiera salido de los suyos, les hablara en su lengua y pe-
netrara el corazón y esto veían en el limo. Qorordo.
Administró éste, tres veces la confirmación en la iglesia y una en el
convento, á un total de 500 personas. Al día siguiente, dicha la santa misa y
sentado en el presbiterio hizo por espacio de media hora una plática al pue-
blo que estaba sin pestañear; los mismos pequeñuelos sentados á sus pies,
que en casos parecidos estorban, estuvieron sumamente quietos, mostrando
el gusto que experimentaban en lo que oían pasándose la lengua por los la-
bios, como quien saborea un precioso manjar. A las 24 horas de llegado sa-
lió su Ilustrísima embarcado en lancha de vapor con rumbo á Tagolóan, des-
pedido en la playa por un adiós de todo el pueblo. Entiende el P. Masoliver
que la visita ha sido de mucho aliento para los buenos, de confusión para los
disidentes, de consuelo para Mgr. Gorordo y dulce refrigerium para los
NN. Abundaron los arcos, la música, el entusiasmo y los regalos.
En El Salvador la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús ha sido más
abundante en comuniones que otros años. Se ha renovado todo el tejado del
convento, no con zinc por falta de recursos, sino con ñipa, arreglo de que
estaba muy necesitado. El 4 de julio el Señor, que permitió la caída de la mi-
tad del quízame ó techo de la sala con la viga y los tirantes, no quiso dañara
ésta á los 30 jornaleros que á la sazón trabajaban en el convento con haber-
los podido fácilmente aplastar á todos: sólo uno recibió una contusión que no
le impidió seguir trabajando. Por generosa concesión de algunas buenas ma-
deras de que era dueño un concejal, arregla el P. Masoliver el edificio de la
escuela católica.
En la causa por criminal atropello contra el P. Sambola en Lagonlong
(misión de Balingasag), el juzgado ha condenado al que hirió al padre á seis
meses de arresto y al pago de la mitad de las costas; y al que le ayudó, su-
jetando los brazos del padre, á satisfacer la otra mitad de las costas.
En Jasaán, según el P, Andueza que allí trabaja, las escuelas católicas
de niños y niñas, únicas que en aquella parroquia existen, dieron reciente-
mente y en público muestras de sus adelantos, con tal cooperación del pueblo,
que hizo cuanto pudo para su relativo esplendor; y después manifestó por el
feliz éxito obtenido tal contento, que se ofreció á trabajar y cooperar gra-
tuitamente en la terminación de las obras de aquella iglesia.
Fué muy bien recibida por los NN. y alumnos de la escuela de Cagayán
la bandera que, debidamente adornada, acaban de obtener, y ha servido no
poco para aficionar á la preparación y primera comunión de algunos alum-
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nos, aun de la escuela neutra: con ellos llegaron á 40 los niños que la recibie-
ron, con cierto aparato en el altar á que contribuyeron ellos mismos. Después
pasaron procesionalmente á la pila bautismal ante la que renovaron las pro-
mesas del bautismo. Para celebrar tan solemne acontecimiento no les falta-
ron regalos, y aun juegos en la plaza, presenciados por sus amigos.
A principios de noviembre en El Salvador arremetió al P. Puig un loco
hoz en mano, lo cual notado por el padre se subió á una casa y el loco tras
él; la puerta estaba cerrada y entonces el padre se volvió contra el loco,
lo amenazó y el loco se marchó. Lo han asegurado ya para mandarlo á Ma-
nila.
El P. Sambola embarcó el 10 de noviembre en Cagayán, para Dapítan,
su destino. Poco antes pasaron los nuevos ministros P, Martin á Balingasag,
P. Córdova á Talacógon y P. Casáis á Sumílao.
RESIDENCIA DE BUTÚAN.— Butúan.— En la misa de Noche buena,
la iglesia se llenó de bote en bote sin nota alguna discordante en el orden y
compostura: cuando iba á comenzar la misa de ocho, solemne como la ante-
rior, avisado el P. Urios que llegaba al puerto el vapor que conducía al vi-
ce-gobernador general, reunió la junta católica, á algunos principales y la
banda de música y corrió á recibirle; parece que las señoras de la comitiva
querían oirmisa y de hecho cuantos pudieron abandonar el barco pasaron á la
iglesia á oifla.
En ella estuvieron mirando y remirando el adorno del altar, y el pulpito
desde el cual el P. Urios habló á la concurrencia en dos lenguas. Salieron
complacidos del recibimiento, que no esperaban, y así lo manifestaron: é in-
vitaron al P. Urios á comer á bordo, cosa de que el padre se escusó alegando
ser el único sacerdote en la localidad y con frecuencia llamado para asistir
enfermos.
El P. Jaime Valles en la fiesta de la Inmaculada de Butúan quedó lleno
de gozo y satisfacción, pues las comuniones que se repartieron aquel día lle-
garon á 631, de ellas 121 primeras (66 niños, y 55 niñas); por la tarde des-
pués de la admisión de nuevos congregantes é hijas de María, verificóse la
solemne procesión, tan hermosa, que afirma el padre no haber visto otra más
lucida. El P. Urios en su fiesta onomástica fué obsequiado con regalos y un
actito literario de que formaba parte un canto compuesto por uno délos prin-
cipales del pueblo; estuvo bien, pero no muy concurrido por causa de la llu-
via: además visitaron al padre el presidente municipal, el juez de paz y otras
personas principales.
El P. Giralt escribe desde Veruela, que á primeros de diciembre la llu-
via y el baguio le retrasaron su expedición por el Alto Agúsan. En Pilar ha-
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lió mucha gente reunida que le esperaba, bautizó buen número de párvulos,
bendijo 5 matrimonios y celebró la fiesta de la Inmaculada. Al tiempo de la
carta había visitado once pueblecitos y no estaba descontento de ellos. El
teniente gobernador americano había ordenado levantar respectivamente
iglesia á los de Compostela, Pilar y Moncayo y así habían prometido cumplirlo
los interesados. Los de Talacógon se hallan apurados por las exigencias gu-
bernamentales, y muestran crecer en el afecto á casarse civilmente sobre
todo desde el mal ejemplo que en esto reciben de algunos que debían dár-
selo bueno: por otra parte les amenaza el hambre por la escasez de la co-
secha.
Por el mucho concurso, orden y compostura, sin el menor contratiempo,
quedó el P. Vila Ignacio enteramente satisfecho de la Navidad celebrada en
Jabonga; los muchos que pedían confesión le obligaron á retrasar la hora de
la misa mayor en la que distribuyó á varios niños y niñas, de antemano por
él mismo preparados, la primera comunión; todo lo cual es más digno de no-
tarse por estar aquel pueblo dominado del aglipayanismo.
El P. Valles Jaime comentaba con dolor, el 7 de enero, la gran indife-
rencia religiosa en que se halla el pueblo de Túbay sin medios para levantar
á los caídos, ni preservar de ella á los párvulos. En cambio se regocijaba
ante el fervor de los valientes católicos de Cabarbarán: son pocos los hom-
bres que se han salvado del cisma, y á ellos se debe el tesón con que se tra-
baja en edificar la iglesia que cubrirán con zinc: aprovecharon la visita del
padre para confesarse 81 personas, comulgar 27, oir la divina palabra unos 50,
llenar la iglesia el día de Navidad y presentar al padre 26 párvulos para que los
instruyera, como lo hizo, en el catecismo. Los de Nasípit siguen en la cons-
trucción de la iglesia que prefieren á la composición del convento. El padre
en esta excursión, ha distribuido 146 comuniones y administrado 21 bautis-
mos y 2 casamientos.
Celebró, como otros años, este pueblo, su segunda fiesta patronal á san
Francisco de Sales al que está consagrado desde antiguo por haberle librado
de la peste: la fiesta estuvo concurrida en la misa y procesión; y muchas, no
todas las familias, cumplieron con las oraciones y limosnas, que sus antepa-
sados prometieron en tal fiesta á la iglesia. También fué solemne en Cabar-
barán por parte de los católicos, la fiesta de la Candelaria; aun con ser ellos
pocos y tener el ayuntamiento adverso, emularon, y en la gente que se les
juntó superaron á la procesión de los aglipayanos. Uno de éstos, expresidia-
rio de Bilíbid, por la mañana salió á la calle y comenzó á insultar á la proce-
sión de los católicos, pero se contuvo al acercarse el P. Urios y decirle:
¡chitón, libertad para todos! Una cosa parecida sucedió al encontrarse por la
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tarde las procesiones de ambos credos, pero no se alteró el orden por la
oportuda intervención del presidente local, allí cercano, apoyado por una
autoridad americana é invocado por el P. Urios.
El P. Girait en su expedición de dos meses por el Alto Agúsan, de la que
regresó á Talacógon el 25 de enero, visitó 22 pueblecitos de las antiguas mi-
siones de Veruela y Játiva habiendo obtenido, hablando en general, un fruto
relativamente satisfactorio. El resumen de los ministerios ejercidos fué: 171
bautismos, 232 confesiones, 178 comuniones (advirtiendo que los visitados
habían ya antes cumplido el precepto pascual), 31 matrimionios, 43 primeras
comuniones, habiendo platicado casi todos los días. Con todo desconsoló al
padre la falta de iglesia ó capilla y de maestros en casi todos los pueblos.
Por otra parte ha sabido que los naturales del Sumílao se creen ya civiliza-
dos por tener escuelas neutras cuyos frutos amargos se han comenzado ya á
saborear. No es el último el esparcir los maestros de ellos los periódicos La
Vanguardia, El Ideal y El Martes Escolar.
Sin embargo ofrece vasto campo al misionero la reducción á pueblos de
los infieles que vagan por los montes, procurada por el gobierno, pues reu-
nidos ya, cosa que antes costaba mucho, se tiene un gran auxiliar para su
conversión. Los de Talacógon han obtenido muchos materiales para hacerse
nueva iglesia. En Butúan el primer viernes de febrero, aun con estar solo
allí un padre se repartieron 546 comuniones, y de ellas 64 á hombres. En
Túbay el P. Urios activa con tesón la obra de la iglesia, entre gente menos
fervorosa á causa del indiferentismo, del cisma y algo de espiritismo allí in-
troducidos.
El P. Urios dice que quedó bastante satisfecho de su visita á Túbay gi-
rada para el cumplimiento pascual á primeros de marzo: oyó 258 confesiones,
en aquel pueblecito de antiguo retraído, hizo la fiesta á la patrona de las
hijas de María con comunión general y luego la de los congregantes maria-
nos con 103 comuniones. De éstas tocaron 30 á los niños y niñas de primera
comunión, quienes después de ella, colocados en dos filas y al son de la mú-
sica, se trasladaron á casa del presidente de los congregantes, que los aga-
sajó con un desayuno. Por la tarde éstos, los congregantes é hijas de María,
acompañaron procesionalmente á la Inmaculada por las calles del pueblo os-
tentando estandartes improvisados.
Complacieron al P. Urios el gusto y puntualidad con que mañana y tar-
de los de primera comunión, apenas salían de la escuela oficial, corrían al lado
del padre para aprender el modo de confesar y comulgar bien, y no menos la
- solicitud con que las juntas católicas visitaron al padre en el convento para
ejecutar sus indicaciones en orden á trasladar los materiales destinados á la
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nueva iglesia, y preparar lo conveniente al feliz éxito de la fiesta; de todo
lo cual infiere el padre que el pueblo daría fruto centuplicado si lo cultivara
un misionero fijo y no de paso como ahora.
Trasladado á Cabarbarán vio el notable ahinco con que los católicos
procuran reunir dinero para cubrir de zinc el edificio ya adelantado de la
iglesia y el artificio de que se valen los pobres para contribuir al mis-
mo fin.
A mediados de marzo regresó el P. Sastre á Talacógon de su excursión
al Subírao y Gibong en la que ejerció los siguientes ministerios: 20 bautis-
mos á párvulos, otro á un adulto, 478 confesiones, 272 comuniones y de éstas
112 á comulgantes por vez primera. Notó que á causa de la escasez de co-
mida un número menor del que se esperaba han cumplido el precepto pas-
cual, que las iglesias visitadas están casi todas en buen estadg, y que sólo el
pueblo de Azpeitia nada ha hecho por levantar otra en lugar de la que derribó
el baguio de 1909; con todo ha prometido tenerla hecha á fines de junio y ha
tomado sobre sí esta obligación «El capitán de iglesia», persona principal
nombrada al efecto por los demás vecinos.
Más fríos en cuanto al cumplimiento pascual se muestran los de Talacó-
gon; y para calentarlos debían comenzar el día de san José por vez primera
los santos Ejercicios dados allí á solas mujeres, de las que 15 debían vivir
retiradas durante ellos en una casa ofrecida por una devota.
Allí también se han casado como Dios manda dos parejas unidas sólo ci-
vilmente. El P. Giralt ha visitado, hecho el cumplimiento pascual y bende-
cido la imagen del santo Patrón y la campana del pueblo «Nuevo trabajo»,
antiguo Maasán, formado con los que constituían el de santa Inés.
En Talacógon el día de san José recibieron la primera comunión 20 niños
y 33 niñas colocados con mucho orden, en dos filas y llevando cada uno su
vela encendida: no fueron sin embargo tantos como esperaba el P. Giralt,
porque el hambre y la falta de vestido impide á aquellos fieles el presen-
tarse en público aun para cumplir con el precepto pascual.
El P. Urios, invitado por algunos vecinos del barrio de Sángan, les visitó;
como muchos le reconocieran por el padre que antes había bautizado á gran
parte de ellos, se desvivieron por agasajarle, darle regalitosy le presentaron
6 niños por bautizar, de los cuales uno lo había sido ya á lo aglipayano. El
padre arregló casamientos y prometió volver á visitarles para oir sus confe-
siones un día que les señaló. Salió el padre y llegó un concejal del munici-
pio, el cual amenazó con castigar á los vecinos del barrio que recibieron á
los NN. Vuelto el padre, notó el alejamiento, y que sólo algunos le visitaban
cual otros Nicodemus, por manera que sólo consiguió casar una pareja y dis-
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tribuir 4 comuniones. Enterado de la causa, quejóse el padre al presidente
municipal de Butúan, pero sólo consiguió buenas palabras.
El 26 de marzo, cinco días después de salido el P. Urios de Cabarbarán
y estando ya en Butúan, tuvo noticia de que había sido incendiado el con-
vento de Cabarbarán. Allá corrió el gobernador de Butúan y como última dis-
posición gubernativa, dispuso la suspensión del presidente municipal y que
por bandillo se refiriese la historia de las desvergüenzas de Cabarbarán, sus
atropellos contra intereses y personas eclesiásticas, y que tenía que ir a car-
go del municipio la composición de lo quemado, que fueron sólo el techo de
la cocina y el comedor. Al propio tiempo dicho señor, envió copia de su ter-
minación al padre superior de la residencia, y éste dio cuenta de la mala obra
al prelado diocesano.
El 18 de abril tomó posesión de la provincia de Butúan Mr. Wite, coro-
nel de la Constabularia, el cual fué visitado el siguiente día por el P. Urios
y el 8 se trasladó á Cabarbarán. El hermano coadjutor Joaquín Ferraz, que
el 10 de abril vino á Manila por motivo de salud, se encuentra mucho mejor
y sigue en todo á la comunidad: gracias sean dadas a Dios.
Durante la santa visita del reverendo padre superior de la misión, se
reunieron cuantos padres y hermanos pudieron en la casa de Butúan, hicieron
los santos Ejercicios y celebraron la fiesta del Patrón del pueblo, el Patroci-
nio de san José, con solemnidad desacostumbrada. Luego, el P. Urios dio los
Ejercicios de N. S, Padre á las socias del Apostolado de la Oración.
El 4 de este mes llegó á Butúan el hermano coadjutor, Armengol, uno
de los últimamente venidos de España. El 12 de junio se abrió el curso de
las escuelas católicas y con sentimiento notaron los NN. que algunos padres
de familia, que parecían estar firmes en enviar á ellas á sus hijos, comenzaban
á flaquear y volver atrás. Por otra parte los adversarios de dichas escuelas
hacen á ellas clara y ocultamente la mayor oposición que pueden; el maestro
americano, acompañado de un miembro de la policía, se atrevió á empujar á
la escuela oficial á niños de la católica, lo cual como viese el P. Urios, los
sacó de ella diciendo, á los que los habían en ellas introducido, cuanto mere-
cían, y pasando luego á referir el caso al señor gobernador de provincia:
esperan los NN. con fundamento alguna enmienda en el atrevido maestro.
Además dispusieron los partidarios de las neutras que la hora de escuela
fuese á la 1 y media, y á las 2 la de apertura con el objeto de recoger á cuan-
tos en aquel tiempo vagasen por las calles. Prácticamente se ve, dicen los
NN., que los que se apartan de las escuelas católicas, parecen volverse paga-
nos. ¡Cuánto trabaja el demonio para perder á la niñez y juventud filipina!
La fiesta del Sagrado Corazón fué en Butúan solemnísima sobre toda
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ponderación, siendo 668 las sagradas formas repartidas, número por cierto
digno de tenerse en cuenta, pues sólo dos eran los padres para oir confesio-
nes. Aun al día siguiente comulgaron 200 personas y confesaron más de 100
que no habían podido hacerlo el día del Sagrado Corazón. Sin embargo los
rayos del Corazón divino no logran mover á los principales del pueblo á que
asistan á la iglesia, y así ni uno de ellos se vio en ella en la mencionada
fiesta.
Se han repartido en Butúan numerosas comuniones con ocasión pri-
mero de la fiesta votiva de los luises el 2 de julio, los cuales recibieron al
Señor, aproximándose al comulgatorio colocados en dos filas á lo largo
de la iglesia, de modo que daba consuelo verlos, en número de 136. De
los del Apostolado de la Oración, en una misa de réquiem que pidieron, co-
mulgaron 340 socios. Finalmente vino la primera comunión de los pequeñue-
los de Butúan, y en ella se procuró y obtuvo les acompañaran y comulgaran
los que habían ya cumplido con el precepto pascual, lo cual causó especial
alegría al P. Valles Jaime, por ver en ellos un medio de conseguir en muchos
la frecuente comunión. El P. Urios también está satisfecho de sus ministerios
en los pueblos vecinos á Butúan, tales como Amparo, Manila, San Vicente y
San Mateo.
El P. Urios en su reciente expedición á Santiago, Jabonga y Túbay, ha
disfrutado contemplando la animación del pueblo, y obtenido la elección de
nuevas juntas católicas y del Apostolado de la Oración entre hombres. El
Apostolado entre las mujeres ya estaba establecido. En Jabonga y Santiago
bautizó hijos de libre-pensadores que ya fueron á la iglesia por su propio pie,
á consecuencia de que sus padres y muchos otros, participan de la idea in-
culcada por extranjeros, de que los hijos han de bautizarse cuando ya mayo-
res, ó sea cuando por sí mismos puedan escojer, y escojan la religión. Algo
parecido sucedió en Túbay. En las tres poblaciones dichas abunda la frialdad
religiosa.
El primer viernes de octubre hubo en Butúan 350 comuniones. Se hizo
el mes del Rosario con toda la exactitud prescrita en la circular del reveren-
dísimo diocesano. Recientemente se tuvo con alguna pompa la toma de pose-
sión del nuevo gobernador Mr. Louis, el cual mostró su buena voluntad al
P. Urios diciéndole que nada tenían contra él los americanos.
En Jabonga y Santiago se han celebrado con animación las fiestas pa-
tronales; pero los de la cascara amarga de Jabonga procuraron y tuvieron
en su fiesta un cura, ó lo que sea, aglipayano, del que se dice, con visos de
certeza, que los confesó y distribuyó la primera comunión. Los de Nasípit
han cubierto de zinc la iglesia, pero tienen cayéndose el convento.
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El P. Jaime Valles ha estado desde el 12 de septiembre un mes visi-
tando los pueblos que quedan en la antigua misión de la Esperanza: de ellos
La Esperanza, Remedios y Las Nieves están, dice, pervertidos, paganiza-
dos y dados á la poligamia, siguiéndose naturalmente la disminución de mi-
nisterios, y aumento de la ya gran ignorancia religiosa. Ni los maestros
puestos por el gobierno pueden estar con ellos; faltan en nueve puebleci-
tos, y sólo existen iglesias en Bunáguit y La Esperanza; celebróse la
fiesta patronal, logró algunos bautismos mas no confesión alguna por más
que lo procuró.
El P. Urios, estando en Butúan el P. Ignacio Vila, hizo la fiesta á los
de Buenavista, concurrida aun de los de Nasípit que le llevaron sus niños
para el bautismo. De Buenavista pasó á Libertad, hízoles el cumplimiento
pascual, pasó á Magallanes, y regresó á Butúan. En esta población el P. Va-
lles prepara á la primera comunión á una multitud de niños: los mayores se
entusiasman ante el High school que está en construcción.
El P. Ignacio Vila en Butúan ha dirigido la construcción parcial de la
obra de la casa-colegio de las beatas. Entre tanto el P. Urios en una excur-
sión, recorrió los pueblos de Carmona, Nasípit, Buenavista, Tortosa y Ma-
gallanes obteniendo abundantes primeras comuniones y actos de catecismo.
Los de Nasípit reparan el convento. En Butúan el P. Valles consiguió 400
comuniones el primer viernes de noviembre, y antes, hizo una pequeña pero
fructuosa excursión por los pueblos vecinos.
Al P. Sastre satisfizo el cumplimiento pascual de los pueblos situados
más abajo de Talacógon. En este pueblo la frialdad de sus naturales, favo-
rece poco las obras ó actos religiosos á pesar de su necesario auxilio en or-
den á reparar el edificio de la iglesia que amenaza venirse al suelo.
RESIDENCIA DE DAPÍTAN.— Dapítan.— El baguio que á principios
de diciembre molestó algunas regiones de Mindanao, se dejó sentir en la
fiesta de san Francisco Javier de Lubúngan; derribó varias casas y tronchó
árboles, pero no causó desgracias personales. El P. Puig, en su expedición
por los pueblos de la costa Norte é islitas "adyacentes, pescó algunos peces
gordos que durante muchos años se habían retraído de la confesión. Siguen
bien las escuelas católicas de Dapítan, pero es sensible que no haya medios
para techar con zinc la nueva escuela, ni casi para proseguir la obra de
la iglesia.
El P. Obach á fines de diciembre visitó á Haya; y notando la bella dispo-
sición de los naturales, emprendió con ellos la obra de levantar otra iglesia
en lugar de la ruinosa actual, y así se comenzó y prosigue la construcción
con mucho gusto y aplicación del pueblo. Siente el padre que, habiendo Dios
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favorecido tan generosamente á los dapitanos, crezca entre ellos la inmora-
lidad de una manera exorbitante. En Dipólog los constipados se han llevado
al cielo muchos párvulos y aun han molestado á los adultos, pero sin llegar
á quitarles la vida. El día de Navidad fué concurrida la función de la iglesia
y mayor todavía, si cabe, el primer día del año, como gratamente comenta-
ban los principales en la acostumbrada visita al Padre. En dicho primer día,
comulgaron unos 200 adultos y por vez primera 105 niños y niñas á quien el
P. España dispuso en la octava precedente.
Durante el mes de enero hizo una pequeña excursión el P. España á los
pueblecitos de Lamatían, Mátam, Toócan y Polanco: no á Duhinob por care-
cer de iglesia desde el baguio de 3 de diciembre. En Lamatían celebró con
mucha concurrencia y animación la fiesta de la Inmaculada con misa solemne,
consiguió 27 bautismos de párvulos, 3 de adultos, varias confesiones y comu-
niones, y promesas de levantar iglesia y convento aun cubierta aquélla de
zinc. Cubrir también de zinc la iglesia propia, prometiéronle los de Mátam,
y retribuir por suscripción maestro y maestra católicos: bautizó allí 13 pár-
vulos. Supo que la poca asistencia á misa de los de Lubúngan se atribuía al
temor que infundían á los naturales los desmanes de algunos soldados. En-
contró á Toócan algo revuelto por disgustos habidos entre dos personas de
autoridad, á los cuales calmó y reanimó para la obra de su iglesia. Al trasla-
darse á Polanco, perdió el camino, se le echó la noche encima, y metido
entre lodazales, sin remedio humano, acudió á san José, ofreciéndole una
misa, y pronto experimentó su protección hallando la senda apetecida que
le condujo al pueblo, en el cual preparó á 32 pequeños para la primera comu-
nión, oyó varias confesiones y repartió 90 comuniones á adultos.
A fines de marzo el P. Puig dio los Ejercicios espirituales á solas muje-
res en la iglesia de Dapítan y, terminados, debieron de comenzar los desti-
nados á solos hombres en la misma iglesia.
En la primera quincena de marzo el P. España partió de Dipólog para
Langáran visitando los pueblecitos intermedios y bautizó á 1 16 párvulos, esto
es, 50 en Baliangao, y los demás en Manella y Mansabay, á excepción de
dos en Cangarán: este pueblo está dominado por el caciquismo de modo que
sus prohombres amenazan á la plebe con la muerte, si se hace romanista,
esto es, si se manifiestan católicos; de ahí los pocos que se acercan ala igle-
sia y al Padre y que éste haya allí oído sólo 200 confesiones; acaba de saber
que ha prohibido enterrar en el cementerio católico bajo la pena de 300 pe-
sos y un año de prisión el Presidente actual, el que ya antes mandó pagar
50 centavos por cada entierro en el cementerio de la iglesia.
En 12 de abril escribía el P. Obach que es desgraciadamente lamentable
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el estado religioso en Langáran y Baliangao, privados por algunos años de
sacerdote católico. El juez municipal casa á su manera á los muchos que se
le presentan, atraídos por la razón de que sólo exige por cada casamiento un
peso y á veces se contenta con diez ó doce centavos. A él acuden aun algu-
nos de la isla Siquijor y se dice que llegan á 200 las parejas por él unidas.
No así los pueblos que formaron la antigua misión de Dapítan; se conservan
bien en su mayoría, pero, como son perseguidos con tantas biblias y evan-
gelios protestantes y otros escritos contrarios al catolicismo, y por la mucha
gente non sancta que por ellos pasa llena de vicios, mucho es de temer que
pierdan su fe y sus buenas costumbres.
Los exámenes de las escuelas católicas de Dapítan fueron presenciados
por el presidente municipal, que es un capitán americano, y por muchos prin-
cipales, quedando todos muy satisfechos del lucimiento con que se despacha-
ron los alumnos. Las MM. del beaterío, añade, han trabajado con las niñas
mucho y bien. El 29 de marzo dijo el P. Obach la primera misa en la nueva
iglesia levantada poco ha en Haya; dos días más tarde comenzó á morar en
el nuevo convento, admirado de la prontitud, buenos materiales y excelente
espíritu que en ambas construcciones han dominado. Ambos edificios están
cubiertos de zinc.
El P. España decía el 11 de abril que había pasado algunos días atarea-
do en dar los Ejercicios espirituales á las hijas de María y mujeres de Dipó-
log, si bien en cuanto á oir sus confesiones fué ayudado por el P. García.
Unas 70 de las primeras, vivían retiradas al efecto en casa de las beatas, y
unas 500 mujeres asistían mañana y tarde á los Ejercicios. Después el mis-
mo padre los dio á solos hombres, de los que concurrían á lo menos 500; por
todo lo cual, y lo que notó, cree haber sido las dos tandas de especial pro-
vecho. El prelado diocesano le ha autorizado para adquirir terrenos destina-
dos á cementerio y bendecir cementerios. El día de san José, onomástico
del padre, después de la misa mayor, en que predicó el P. García, fué visi-
tado en el convento por los principales del pueblo, á quienes agradeció el
obsequio según costumbre, y por la tarde fué felicitado con un actito litera-
rio y con varios regalos.
También el pueblo de Dipólog celebró con cuanta solemnidad, piedad y
devoción le fué posible, la fiesta del sagrado Corazón. Comulgaron unas
300 personas, y no más por falta de confesores. En el trayecto de la proce-
sión, que duró dos horas, aparecieron varios arcos de triunfo, y las casas
adornadas é iluminadas artísticamente. Del adorno de la iglesia cuidaron los
socios y especialmente las socias, del apostolado. Nota el P. España que
durante el mes de Junio han comulgado mayor número de personas que otros
182
años; pues las comuniones eran diariamente unas 25, y 200 los domingos.
Los NN. obtienen excelentes resultados aplicando á los enfermos, que
por falta de médico á ellos acuden, los llamados polvos del cangrejo de san
Francisco Javier.
El prelado diocesano giró la santa visita en Dapítan desde el 10 de Ju-
lio, en que llegó á la población; la cual como no estaba avisada y la hora de
llegada de su Ilustrísima era intempestiva, no le manifestó, como deseaba,
su devoción y afecto. Visitáronle con todo tan pronto como les fué posible,
las varias congregaciones allí establecidas y diéronle las niñas un actito es-
pecial de catecismo. El 14, a pesar del temporal y el estado algo enfermizo
de su Ilustrísima, llevado en hombros pasó monseñor á Dipólog, en donde
el mismo día confirmó á 140 personas, al día siguiente predicó al pueblo, con
especial gusto de todos, siguió trabajando hasta lograr más de 400 confir-
maciones, agradeció el acto literario con que le obsequiaron las niñas y las
visitas de las varias asociaciones, entre las cuales, la del Sagrado Corazón
le regaló 40 pesos para los gastos del viaje. Volvió luego S. I. á Dapítan y
partió á bordo del vapor «Bohol» que le había conducido á la ida.
El 4 de septiembre hubo en Dapítan procesión cívica cuyo objeto
fué recibir espléndidamente al genera] Pershing, gobernador de la pro-
vincia mora. Los NN. que asistieron también á ella, ocuparon, por disposi-
ción de los directores, uno de los primeros sitios. Ya en el municipio la pro-
cesión, abundaron los discursos, palmoteos y promesas; entre las que
merecen citarse la traída de aguas potables, la construcción de un puente so-
'bre el río ó bocana y un pantalán para embarque y desembarque. Se recordó
que están aprobados en presupuestos 10,000 pesos para construir el parque
en memoria del Dr. Rizal, que allí estuvo prisionero.
El P. España ha empleado un mes en su excursión apostólica, á Balian-
gao, Libay y Langáran celebrándoles las correspondientes fiestas que se
vieron, especialmente la de Libay, muy concurridas. En Baliangao, pobla-
ción que ha estado desde la salida de los frailes, unos once años sin sacerdo-
te, cuatro caciques con intento de aguar la fiesta católica, poco antes de sa-
lir de la iglesia la procesión, armaron un juego de base-ball en la plaza de
la iglesia en el que tomaron parte los jóvenes de la escuela laica con su maes-
tro, siendo expectadores las autoridades del pueblo á excepción del presi-
dente, ausente á la sazón. Creía el padre que se contendría el juego ante
la procesión, mas fué al contrario, entonces fué cuando más se gritó y albo-
rotó, durando la jarana hasta estar de nuevo la imagen de la Virgen en el
templo. Esta profanación de tal manera disgustó á la hija de un español de
Dapítan casada y residente en Baliangao, que no pudo contener las lágrimas.
183
y en llegando á su casa riñó á su marido por la parte que le cabía y le dijo
que no quería vivir en un pueblo tan salvaje. Al P. España no faltaron
amenazas con el puño cerrado, de las que no hizo caso; pero escribió, sí, lo
ocurrido al reverendísimo diocesano, el cual copió del padre los más intere-
santes párrafos al comunicar el hecho al gobernador general.
En Langáran no ocurrió cosa especial: los aglipayanos hicieron tam-
bién á san Nicolás la fiesta á su manera, la cual fué un fracaso completo, al
paso que la de los católicos estuvo concurridísima y llena de entusiasmo en la
misa solemne y procesión.
En la segunda quincena de noviembre el P. Obach visitó á Haya en la
que deplora la introducción de los vicios en los mayores y la ignorancia
grande en algunos sobre materias religiosas. A Dapítan, añade, van con fre-
cuencia moros desarmados á comprar caballos. La salud de dicho padre y
del H. Costa es del todo buena gracias á Dios.
ISLA DE CULIÓN
RESIDENCIA DE CULIÓN.— Culión.— El día de la Inmaculada en-
traron en la congregación mariana 37 jóvenes y como aspirantes 17; en las
hijas de María 20 socias y otras 20 aspirantes. Existen un total de 37 con-
gregantes, 52 hijas de María, 20 niñas del santo Ángel y 120 asociadas de
las cinco Llagas. Para dicha fiesta, congregantes é hijas de María se prepa-
raron con ocho días de Ejercicios, y llegada, hubo 100 comuniones, misa
cantada y procesión por la tarde con música en la que ostentaban la medalla
de la congregación tanto los congregantes como las hijas de María. Los
NN. son muy respetados especialmente del teniente de los leprosos, el cual
hace poco contrajo matrimonio; al mismo tiempo 6 parejas fueron bendecidas
y otras 62 esperan para serlo el despacho favorable de los exhortos.
Asisten al catecismo unos 90 niños y menor número de niñas. Ha desa-
parecido casi por completo el protestantismo de la colonia, pues quedan sólo
7 protestantes nada fervorosos por su secta, los cuales ni tienen sus cultos
los domingos, ni han recibido su pastor filipino con agasajo en su última vi-
sita á Culión.
He aquí la carta que aquellos leprosos han dirigido al P. Valles Manuel
y han publicado los periódicos de Manila en ella aludidos. A moción del
concejal Sr. Teodolfo Haya, el consejo municipal de Culión, Palavan, I. F.,
adopta la siguiente resolución:
Por cuanto este expresado consejo se enteró hondamente de la urgente
marcha del que por largo tiempo ha sido capellán de esta Colonia leprosa,
184
Rdo. P. Manuel Valles, debido á su enfermedad que actualmente viene pa-
deciendo;
Por cuanto, dados los servicios prestados en esta mencionada Colonia
por este virtuoso y caritativo sacerdote, que no solamente trabajaba en el
bien espiritual de sus feligreses, sino también se interesaba por el bien ma-
terial de los mismos.
Por tanto, el mencionado consejo, como genuino representante de la Co-
lonia leprosa, desea expresar públicamente su más sentido dolor por tan
sensible marcha de un digno pastor á quien se deben inmensos beneficios,
cuyo especial recuerdo se hallará para siempre conservado en el corazón de
sus feligreses, quienes desean el pronto restablecimiento de su salud.
En su virtud se ordena al secretario municipal para que, copias de este
acuerdo sean enviadas, una al mismo Rdo. P. Manuel Valles, y otras tantas
á los periodistas de la capital de Manila Libertas y La Vanguardia para
su publicación.
Así se acordó por unanimidad = Respetuosamente, = Faustino Abad,
secretario municipal. = Visto Bueno = Paul Clemente, = jefe de la Co-
lonia.
El nuevo director y demás empleados civiles del gobierno muestran
notable empeño en complacer á los NN. En cuanto á moralidad pública ha
prometido el director mencionado hacer lo que antes no pudo recabarse del
anterior, ni de autoridades superiores. Respecto á la casa comenzada para
los NN. prometió también que pronto se trabajaría con actividad en termi-
narla; ha mandado al jefe de obras construir un canal de cemento al rededor
de la iglesia para que los muros de ella no sufran detrimento de la humedad
de la tierra que se halla entre éstos y la muralla de la fortaleza; ha rega-
lado á los NN. un altar, y mandado hacer peana á la imagen del Sagrado
Corazón de Jesús. El nuevo pagador, no teniendo á mano seis sillas que le
pidió el P. Tarrago, tomó nota para encargarlas á Manila. El 11 de noviem-
bre llegaron á aquella leprosería el P. Peruga y el H. Ferreróns, de quie-
nes antes se habló.
ISLA DE LUZON
ATENEO DE MANILA
EXCURSIÓN APOSTÓLICA DEL P. FRANCISCO FORADADA
Á MATAAS NA KÁHUY
Á RAÍZ DE LA ERUPCIÓN DEL VOLCÁN TAAL
Carta del mismo padre al P. Joaquín Vilallonga
Lipa, 7 de febrero de 1911.
R. P. Joaquín Vilallonga, S. J.
Muy amado en Cto. padre rector: Como ya dije á V. R., el viernes
por la tarde, día 3 de febrero, se marcharon los ejercitantes de la 2.^
tanda. Salió también el señor obispo para Taal y Lémery, donde estuvo el
sábado, 4 de febrero, regresando á Batangas, donde celebró un solemne fu-
neral por las víctimas del terremoto y de la ardiente lava que arrojó el vol-
cán. En Batangas visitó los 30 heridos que estaban en el hospital de aquella
población, y movido á compasión, pidió al señor gobernador de Batangas,
que le permitiese llevarse 18 de ellos á Lipa, donde tenía una casa capaz para
recibirlos. Obtenido el permiso del gobierno, telegrafió á las madres de san
Pablo de Manila, para que viniesen á Lipa á encargarse de los enfermos.
Estos llegaron á Lipa el día de ayer, 6 de febrero, y fueron alojados en
una casa grande, perteneciente á la familia del señor rector, cuyos hijos es-
tudiaron en el ateneo. El señor obispo la ha comprado por 6.700 pesos; y
piensa destinarla á seminario ó colegio de agricultura. Esta tarde he visitado
los enfermos, la mayoría niños, quienes la noche de la erupción fueron en-
vueltos por la ceniza y por la lava, y tienen varias quemaduras en la cabeza,
manos y pies. Vivían en las faldas del volcán, y fueron testigos del terrible
cataclismo. Ellos vieron cómo morían abrasados unos 300 vecinos y parientes
suyos. Cuatro madres y cuatro enfermeras de san Pablo, les asisten con el
Dr. D. Sixto Roxas.
186
Mientras el señor obispo estaba en Batangas, me encargó que fuese á de-
cir misa á un barrio, lindante con la laguna de Taal, al Este del volcán, dis-
tante del cráter unas 10 millas. Se llama dicho barrio Mataas na Káhuy,
(región de altos árboles). Es el paisaje más fértil y más hermoso que rodea la
laguna de Taal. Consta el barrio de 4.000 almas y fueron sus casas destrui-
das y quemadas por los americanos, en tiempo de la guerra. El suelo de la
pendiente no es abrupto ni pedregoso como el de Alitag-tag, sino de tierra
negra y gruesa y muy fecunda. Allí se crían toda clase de árboles, cocos, lan-
zones, chicos, naranjitas, abacá, palay, maíz, café. Todo está verde y hermo-
so. Llegué el sábado, 4 de febrero á las cinco de la tarde, mandé tocar la cam-
pana de la capilla de cañas con techo de planchas de hierro, que es su templo
y casa de oración. Se reunió la gente. Rezamos el santo rosario, y luego les
dirigí una corta plática en tagalo, sobre la confesión, ofreciéndome á oir sus
confesiones aquella noche y al día siguiente. Se confesaron hasta las 9 de la
noche unas 100 personas la mitad hombres, la mitad mujeres. Al dfa siguiente
confesé unos 80, hasta la hora de la misa. A las 7 de la mañana comencé la
misa amenizada con armoniosos rasgueos de bandurria y de guitarra. Al alzar
la Hostia oí un arpa y un dúo de voces angélicas, que imploraban, en idioma
tagalo, misericordia para las víctimas del temblor. Un anciano, como el viejo
Simeón, leyó entonces unas oraciones para recibir con fervor al divino Jesús.
Repartí 180 comuniones por toda la iglesia que estaba rebosante de fieles,
—tal vez llegarían entre todos á 1000— cobijados debajo de los árboles, —los
que no cabían dentro; cantaron el dúo del Corazón Santo, dos niñas acom-
pañadas del arpa, que me recordaron al rubicundo joven y salmista David.
Después de la comunión y de tomar el desayuno, reuní á los niños para pre-
guntarles el catecismo desde las 9 hasta las 10. Los premios consistieron en
una bandeja de dulces, de los que di uno á cada niño de los que sabían res-
ponder. Después me senté en el confesionario hasta las 12 del día. Termina-
da la comida hice una excursión para ver el penacho del volcán, y vimos dos
lanchas que surcaban las aguas de la laguna; suponemos que iban á buscar
restos de las víctimas. Los temblores han cesado. Volví á Lipa después de
haber oído 250 confesiones. Me agasajó el teniente del barrio que es un
alumno del ateneo, llamado Templo.
Han venido para la 3.''^ tanda de Ejercicios, 19 sacerdotes. El viernes,
Dios mediante, los terminaremos y por la tarde procuraré regresar á Manila.
En sus SS. SS. y 00. me encomiendo, siervo en Cto.
JHS.
Francisco J. Foradada, S. J.
LA ERUPCIÓN DEL VOLCAN TAAL Y SUS ESTRAGOS
Garta del P. Manuel María Sauras al P. Juan Guim
Manila, 10 de febrero de 1911.
Rdo. P. Juan Guim, S. J.— Barcelona.
Mi muy amado padre socio: En la de V. R. vi los deseos que tiene de
saber las cosas filipinas y las personas que en ellas intervienen. Ahora, pues,
que puedo sin gran trabajo, voy á satisfacerlos, dándole cuenta, en primer
lugar, de que el volcán de Taal y los terremotos nos han dejado á todos los
NN. buenos y salvos, gracias á Dios.
Hemos pasado casi quince días en danza continua sobre la madre tierra.
Aquí en esta ciudad empezó un viernes, según dijeron, como á las ocho de la
noche, aunque muchos, ó casi todos los de casa, no notamos nada hasta la
madrugada siguiente. Estando yo en clase de cara á la pizarra noté un mo-
vimiento que me pareció una sacudida general y una especie de gemido.
Me volví á los niños y me dijeron: ¡Padre, temblor! Yo repliqué: «ca, no es
nada». Pero ellos me respondieron: mire V. las lámparas colgadas del techo;
y en verdad bailaban. Luego me hicieron notar que el crucifijo y su dosel se
movían también. Durante la comida notamos otro, y otros después. Ya no
recuerdo si fué aquella noche ó la siguiente á eso de las once menos cuarto,
cuando empezó á crugir la casa y á moverse. Luego me fui á dormir, pero
apenas pude por el continuo temblar de la tierra. A las dos y media, un fuer-
te estampido como el de un rayo seco, y un empujón soberano á la casa me
hicieron como á otros sentar de un salto en la cama; aunque, reflexionando
después, opté por quedarme quieto.
Los que se levantaron, asomáronse por las ventanas que dan al mar, y
al S. de Manila vieron una como lluvia de fuego y mucho humo. El volcán
de Taal había reventado después de almacenar en silencio, durante varios
años, materias dañosas. Su lava ardiente y una ola de mar que entró en la
tierra causaron, según los últimos cálculos que conozco, de 1500 á 1700 víc-
timas humanas con la correspondiente pérdida de cosechas, animales y edi-
ficios.
188
Después acá han continuado varios días los temblores más ó menos in-
tensos. De las notas del observatorio consta que han llegado á cerca de mil,
muchos, la mayor parte, imperceptibles sin aparatos.
Además dicen que una ó dos islas se están sepultando en el mar; y á f e
que, según las noticias, eran las regiones azotadas, muy hermosas y fértiles.
Las gentes están espantadas y los habitantes próximos á otros volcanes
también apagados al presente, con el alma en un hilo, máxime los de la La-
guna, ya que el volcán Makíling, dicen que tiene comunicación con el que
parecía inofensivo Taal.
¡Dios nos tenga de su mano!
Otro acontecimiento, digno y hermoso, ha sido la peregrinación infantil
al santuario de Ntra. Sra. de Antipolo. La gente del barrio en que yo en-
seño la doctrina estaba tan ansiosa de subir á Antipolo, que apoco más tene-
mos un conflicto; algún mal rato no se pudo evitar. Mas ahora todos los que
fueron están contentos y los otros deseando ir. Ayer me enteré de que va-
rios niños y niñas se callaron como mudos cuando sus maestros ó catequistas
les ofrecieron en el tren el desayuno. ¿Por qué? Por que deseaban comulgar
en el venerando santuario. Y esto lo hicieron por propia persuasión y sin
que á nadie dijesen una palabra. Más; me preguntó un sacerdote y dije que
era cosa muy difícil sino un imposible tener comunión en Antipolo, pues de-
bían los niños levantarse á las cuatro y media para comulgar como á las ocho
ó más. En la relación que va aquí escrita por el P. Manuel Lencina, verá
V. R. algunas cosas.
Saludos afectuosos al reverendo padre provincicial y á los otros de ahí.
En los SS. SS. y 00. de V. R. me encomiendo. Afmo. h. y s. en
Cristo.
t
JHS.
Manuel M.^ Sauras, S. J.
PEREGRINACIÓN Á ANTIPOLO
Narración por el P. Manuel Lencina
Una vez más se ha comprobado hoy que el nombre de Antipolo ejerce
una influencia irresistible en el corazón de los filipinos. Basta que sepan
ellos que su Madre Inmaculada desea reunidos cabe su trono para dirigirles
miradas de ternura y amor y derramar sobre ellos á manos llenas sus gracias
y bendiciones, para que corran, digo mal, para que vuelen, á donde los llevan
los impulsos de su acendrado amor. Esta vez la empresa estaba llena de difi-
cultades: la congregación mariana del ateneo de Manila, en unión de las
escuelas católicas, trataba de llevar al santuario de Antipolo á los niños y
niñas de los diversos catecismos de Manila y arrabales y de las poblaciones
circunvecinas. Púsose manos á la obra y nombróse una junta compuesta de
comité ejecutivo; con su presidente, vice-presidente, tesorero, secretario,
vice-secretario, vocales, y de 19 presidentes de distritos.
Esta junta, en brevísimo tiempo organizó con un celo y prudencia, dig-
nos de todo encomio, la peregrinación que con el más vivo entusiasmo y el
éxito más halagüeño se llevó al cabo, ayer, domingo.
Desde las cuatro de la mañana comenzaron á circular tranvías llenos de
niños y niñas en dirección á la central del ferrocarril. A las seis a. m. partió
el primer tren, siguiendo después otros dos, formados todos por los cate-
cismos de san Juan del Monte, Bacoor, Singálong, Pásay, Maytúbig, Ma-
late, Ermita, Navotas, Malabón, Tonsuya, Caloocan, Santa Ana, Paco,
Pandacan, San Miguel, Sampáloc, San Ignacio, Iris, Quiapo, San Roque,
Cervantes, Santa Cruz, La Paz y Buenviaje con su banda de música y es-
cuadra de alabarderos, Binondo, Tondo, Qagalangin, y además muchas per-
sonas que quisieron agregarse á la bulliciosa juventud, para ofrecer con ella
su homenaje de veneración y amor á la Inmaculada Reina del Pueblo Fili-
pino. En el trayecto se unieron á la peregrinación los catecismos de Santa
Mesa, San Perillo, San-Pedro Macati, San Felipe Neri, Pásig y Marquina.
La mayor animación y alegría reinó en todo el camino, durante el cual, se
repartieron á todos unas bonitas medallas que se pusieron al pecho, como
insignia de. la peregrinación, y se sirvió un modesto desayuno, ofrecido, con
190
su proverbial generosidad por D. Juan Galmés, dueño del acreditado esta-
blecimiento «La Palma de Mallorca». Como á última hora creció extraordi-
nariamente el número de peregrinos, hubo necesidad de aumentar quinien-
tas raciones, proporcionadas por D. Gaudencio Eleicegui. Como á las ocho
y media a. m. llegó el último tren á Antipolo é inmediatamente se organizó
la procesión hasta el santuario. Estaba ya el templo repleto de fieles, cuando
el señor delegado de S. S. precedido déla junta organizadora, de unos veinte
seminaristas de san Javier y san Carlos, y de su secretario Mons. Vicente
Misuraca, y escoltado por el pelotón de alabarderos de la Paz y Buenviaje,
atravesó por la apiñada muchedumbre y llegó al presbiterio no sin que tu-
viesen que apartar á la gente que ya lo había invadido. Lo primero que hizo,
fué dar la comunión á unos cincuenta peregrinos que quisieron ofrecer á la
Virgen este hermoso sacrificio. Comenzada la misa, á los acordes del órgano
cantaron los niños la dulce salutación «Ave María Purísima». ¡Qué son tan
dulce harían en los oídos de la celestial Señora aquellas angelicales voces
que la saludaban con todo el entusiasmo y amor de sus inocentes corazones!
Al ofertorio ocupó la sagrada cátedra el Rdo. D. Ruperto T. del Rosario
quien pronunció en tagalo un entusiasta sermón, ponderando la significación
de aquella primera manifestación pública de la niñez filipina en honra de la
Santísima Virgen; pues esta primera edad, patrocinada por María, es la que
ha de formar en fecha no lejana, el verdadero y grande Pueblo filipino. Acto
seguido, el mismo orador pronunció la fórmula de consagración de los niños
á la Inmaculada Virgen María, que ellos fueron repitiendo con infantil fervor.
Rezóse después un «Ave María» por los bienhechores de la peregrinación y
para alcanzar de la intercesión poderosa de María que cese del todo el terri-
ble azote con que el Señor nos visita. A continuación el reverendísimo señor
delegado, visiblemente conmovido ante aquel espectáculo, dirigió breves y sen-
tidas frases de felicitación á los niños por el acto brillante de piedad que ofre-
cían á su Madre, y luego les exhortó á rogar por las víctimas de la erupción
del volcán Taal; ya que pueden mucho en el corazón de una madre como Ma-
ría las oraciones de tantos hijos, cuyas frentes brillan con el candor de la pure-
za; y dispuso al efecto, como se hizo, que se rezase con este fin una decena
del santo rosario.
Terminado ésto, dio al pueblo todo la bendición Papal, organizándose
inmediatamente la procesión, en la que recorrió algunas calles la imagen
llevada en hombros de colegiales, congregantes internos del ateneo de
Manila y catequistas de San Ignacio, y acompañada de la banda de música
de la Paz y Buenviaje con sus alabarderos. Al llegar de regreso á la plaza
de la iglesia, formaron calle los peregrinos, colocándose á un lado las niñas
191
y al otro los niños, todos con sus estandartes. El espectáculo que presencia-
mos entonces, fué por demás tierno y conmovedor. ¡Que era ver la sagrada
imagen adelantando pausadamente en hombros de sus hijos por entre un pue-
blo, que la contemplaba reflejando en sus rostros el más vivo entusiasmo y
el amor más puro y acendrado! Antes de traspasar nuevamente los umbra-
les del templo, un grupo de niñas, vestidas de blanco, pertenecientes á uno
de los colegios que asistieron, recitó unos sentidos versos cantando varias
estrofas; y luego, entre los vivas y aclamaciones de la muchedumbre, los
acordes de la banda de música y el voltear de las campanas, entró la Virgen
en el templo, llevando consigo los corazones de todos sus hijos. En seguida
comenzó el desfile en dirección á la estación para regresar á Manila. El nú-
mero de peregrinos se calcula aproximadamente en unos dos mil, de los cua-
les unos mil setecientos eran niños de los catecismos, y el resto de la pere-
grinación lo componían seminaristas de san Javier y san Carlos, congre-
gantes internos y externos del ateneo, profesores y profesoras de los cole-
gios y no pocas personas distinguidas.
A la vuelta se repartieron, en abundancia, pastas y dulces, regalo de
las acreditadas fábricas «La Perla» y «La Fortuna», y unas botellitas con
caramelos, obsequio del conocido comerciante D. Antonio Pueo. Serían
aproximadamente las dos de la tarde, cuando se apeaban los últimos pere-
grinos en la estación de Tutuban, retirándose todos alegres y satisfechos de
haber dado público testimonio de su fe y amor á la excelsa Reina de nuestras
montañas. Son acreedoras á nuestra gratitud las empresas del ferrocarril y
de los tranvías por la actividad y diligencia en atender á los viajeros.
Un peregrino.
ACTOS LITERARIOS. - CATECISMOS
CALAMIDADES PÚBLICAS
MINISTERIOS DEL MES DE MARZO Y DE LAS CONGREGACIONES.
Garta del P. Manuel M." Sauras á su hermano el P. Mario
Manila, 15 de marzo de 1911.
R. P. Mario J. Sauras, S. J.— Valencia.
Mi padre y queridísimo hermano: Estamos de vacaciones, pero después
de la vida tan agitada del curso, no queda humor para escribir. Jamás hubie-
ra yo soñado, ni creído, que aquí en esta Perla de Oriente, tan acariciada
por el sol y donde se pasa y se sufre tanto calor; tenga nuestra gente
tanta actividad y se trabaje tanto en el colegio y fuera del colegio. Los ac-
tos literarios se suceden sin casi tiempo para descansar entre ellos; las con-
certaciones son muchas, los alumnos muchísimos, las materias que enseña-
mos variadísimas y numerosas. Bien querría enumerar los actos públicos ó
semi-públicos; pero no tengo programas más que de 26 y creo que han sido
más los dados este año. Los ha habido en inglés (mis alumnos dieron dos),
en latín, en castellano, de filosofía, de química, de matemáticas, de lenguas,
de derecho mercantil, de agricultura. Y lo bueno es, que cuando se han de
dar en el salón de actos— cosa que no sucede pocas veces,— han de acompa-
ñarse las escenas dramáticas y canto que se deben ensayar mucho tiempo;
porque de lo contrario no saldrá á gusto de los oyentes, acostumbrados ahora
á estas cosas, que ya en todos los colegios y colegitos se dan actos.
Los alumnos, además de las promulgaciones y de los actos que cada cla-
se ha dado, han tenido dos literarios, en los cuales han tomado parte diferen-
tes cursos. El primero fué en honor de la Inmaculada, del cual habrán llegado
por ahí otras noticias; el segundo en honra de Washinton, todo en inglés muy
bien pronunciado, delante de un auditorio digno é inteligente, norte-ameri-
cano en su mayoría.
Además las congregaciones han obsequiado á sus patronos con funcio-
nes religiosas y literarias. La congregación mayor, en la cual algo he traba-
193
jado, dedicó una á san Francisco de Borja, cuya reseña hallarás en el catálo-
go de la misma congregación que va por este correo.
Además los domingos, varios padres, tras las congregaciones y ensayos,
de cuando en cuando, vamos al catecismo. Yo dejé el de nuestra iglesia en
noviembre último, para tomar el de Tondo que dirigía el P. Anguela hasta
que le hicieron prefecto. Y en ellos hay para alabar á Dios. Trabajamos bi.en,
con fruto y contamos con magníficos auxiliares. Algunos congregantes ma-
rianos tienen celo é iniciativa, según verás en el catálogo; y los seminaris-
tas de san Carlos son excelentes catequistas. El P. Juan (Mariano), que los
dirige, les imprime un movimiento muy laudable y de mucho fruto. Escribí de
ellos el año pasado y por eso hoy no quiero sino añadir que algunos asisten
á dos ó tres catecismos los domingos. Ayer jueves, sin ir más lejos, fui con
uno de ellos á un pueblecito llamado Las Pinas, distante media hora de
tranvía y otra media de tren. Salimos á la hora que acostumbra salir los
domingos, con la fuerza del sol á la una y media. Hace sólo dos meses que lo
ha inaugurado y ya fui á imponer las medallas de congregantes á niños, ni-
ñas y mujeres, entre todos unos cincuenta. Y aunque no entiendo la lengua
de aquellas gentes, conocí el afecto que le profesan y lo obedientes que son
al catequista.
De aquí á cuatro días saldré con estos seminaristas á un pueblecito de la
bahía donde pasarán las vacaciones, y veré de aprender el tagálog, tan ne-
cesario para trabajar con prójimos. En Tondo, donde catequizo, barrio de
unos 60.000 habitantes, según creo, predico en castellano y hablo en caste-
llano con las gentes, pero á veces me hace falta intérprete y esto no puede
pasar.
En los dos meses y medio que llevamos de año han ocurrido varias cala-
midades. Primero los temblores y el volcán, luego los incendios..., después...
¡Dios se apiade de nosotros! El 25 de febrero se quemaron en Tondo más de
1500 casas, casi todas pequeñas y de ñipa. A los pocos días quedó casi redu-
cido á cenizas el barrio de Pandacan, y ayer al ir á Las Pinas pasé por enci-
ma de las mangas de incendio que estaban funcionando para apagar el fuego
de Paco, donde, aunque según dicen, no se han quemado 200 casas, hubo
grandes pérdidas materiales por ser mejores y más ricos los edificios. Ade-
más en este mismo tiempo ha habido otros incendias de menos consideración.
¿Será esto castigo de Dios? No sabemos; lo cierto es que nada perde-
mos con recibir estos trabajos como avisos de la divina Providencia y bien
merecemos que nos castigue. Porque á los muchos pecados y faltas que los
particulares cometemos, se allegan los pecados públicos y las amenazas de
escándalos oficiales. Un diputado tuvo la humorada de presentar un proyecto
194
de ley en favor del divorcio, y aunque parece que los más altos funcionarios
del gobierno, norte-americanos en su mayor parte, no están por introducir el
divorcio, en estas tierras, se ha hablado mucho y se han conculcado en perió-
dicos y reuniones los santos derechos de la Iglesia. Además los protestantes
trabajan mucho para descatolizar á estas gentes.
• Con motivo de la fiesta que celebramos en Tondo para cerrar el catecis-
mo, he hablado varias veces con el señor delegado de S. S. Por él supe que el
llamado obispo protestante, Mr. Brent, había escrito en una revista de Estados
Unidos, que aquí filibustero, protestante, y no sé qué más, son palabras si-
nónimas, malas palabras. Por eso,— dijo el pseudo obispo— debemos llamar-
nos católicos. Efectivamente: en México, ciudad de la Panpanga, llamó ádos
obispos más de su laya, habilitó un teatro para casa de oración y reunió en
él á la gente y la tuvo engañada hasta las tantas. Se celebró una procesión
muy vistosa. Figúrate á los reverendos formando parte del acompañamiento
detrás de dos carrozas. En una iba un gran libro cerrado y amarrado con una
cadena. En la otra aparecía el libro abierto y cerca el Ángel de la Luz seña-
lando con el índice la obra del Protestantismo y como diciendo: «He aquí
nuestra obra. Sabed que Dios ha inspirado un libro que ha estado cerrado
hasta ahora para vosotros. Nosotros lo abrimos: vedlo, leedlo». Así poco más
ó menos nos lo contó el señor delegado, sumamente conmovido de la inicua
labor de los protestantes... ¡Y aseguraban por boca de su obispo Brent, como
dijo el mismo reverendísimo señor, que venían á las islas sólo para los norte-
americanos!... Mas, han mudado de opinión y sacan procesionalmente por las
calles la imagen de María Santísima y usan hábitos talares, y Brent se viste
de morado y se pone pectoral!...
¡Pobres de nosotros con esta propaganda! Dos de los barrios incendiados
eran, al decir de las gentes, focos de propaganda anticatólica. En uno de
ellos había un hospital protestante donde pudo ser dominado el incendio de
Tondo; quemóse gran parte de él; mas la misma noche ya hubo quien inició
una suscripción para reedificarlo y comenzó con gruesas sumas.
Dejemos estos cuadros tristes, y vaya algo de ministerios. Hoy es vier-
nes 17 de marzo y, como para muestra basta un botón, he aquí lo que
esta semana llevamos entre manos.
Empezó con tres comuniones generales organizadas por los NN. Una
en nuestra iglesia para los socios de la Liga Antipornográfica. Otra en la
Ermita preparada por el P. Finegan, donde el ilustrísimo señor arzobispo dio
la comunión á los jóvenes que asisten á las escuelas oficiales, los cuales,
reúne este padre y los hace venir á misa á nuestra iglesia y les plati-
ca, etc. etc. La tercera fué en Tondo donde se distribuyeron como 1400 co-
195
muniones. Asistió el señor delegado que celebró la misa de seis y media, y
dio la comunión hasta que se rindió. Por la tarde, función en Tondo con acto
literario y distribución de premios, y en nuestra iglesia con sermón para la
misma asociación. Acabará la semana con fiesta de Catecismo en Quiapo, •
donde catequiza el popular P. Foradada, y comunión por la mañana como fin
de los santos ejercicios, que en esa misma iglesia están dando, el mismo
P. á los niños y el P. Lencina á las señoras. Además en nuestra iglesia habrán
ya comenzado los santos ejercicios también para señoras, dirigidos por los
PP. Matéu y Anguela. Este padre predicará en Tondo el panegírico de san
José. El P. Agreda y yo iremos la víspera á Cavite para predicar nuestro
panegírico en otras tantas iglesias. Los PP. Andueza y Sans están ahora en
el mar, protegidos por la bandera española que ondea el Eizaguirre, cuya
tripulación se está preparando para cumplir mañana con el precepto pascual.
Los PP. Peypoch y Anguela van á confesar en tagalo en la iglesia de santa
Cruz, donde un clérigo del país da Ejercicios. Parte de la comunidad está
en la casa de santa Ana, haciendo los suyos de año.
Con que: ¿qué tal? ¿hay movimiento? y cuenta que faltan los Ejercicios
á caballeros, que daremos en nuestra iglesia los PP. Sánchez y tu servidor
y la semana santa con sus ejercicios y sermones. ¡Lástima que no podamos
todos confesar y predicar en tagalo! Hay, no obstante, varios que confiesan
en lengua de la tierra y pueden asistir á los moribundos en las casas particu-
lares y en los hospitales, pero subir al pulpito y predicar... es máá difícil.
En la Ermita se ha levantado un gran hospital civil, al cual deben ir los
enfermos pobres que no pueden pagarse la estancia en el de san Pablo o en
el de san Juan de Dios. Con esto se disminuirán algo los ministerios de esta
casa, pues al hospital civil atienden los padres del seminario de san Javier
por caerles más á mano. También nuestros congregantes pierden, al menos
en parte, dos campos de acción. Veremos, no obstante, si se establece una
sección que vaya al hospital civil, lo cual entre otros inconvenientes tiene el
caer lejos de casa y no cuidarlo religiosas.
No sé si sabes que nuestra congregación tiene escuelas de obreros. Yo
cargué con ellas este curso y más desde que el padre director de la congre-
gación fué nombrado rector. Y con esto termino. Adiós.
En tus SS. SS. y OO. no me olvides ni un día. Affmo. hermano y s.
ín D.
JHS.
Manuel M.^., S. J.
MINISTERIOS CON LOS TAGALOS EN ESTE IDIOMA
Carta del P. Juan Anguela al H. teólogo Francisco J. Relio.
(Traducción del tagálog).
Orani, Bataan, 7 de mayo de 1911.
Mi muy apreciado en Cristo H. Relio.
Tal vez ya sepa V. que paso en este pueblo de Orani las vacaciones de
verano, con el fin de ejercitarme poco á poco en la lengua tagala.
Y aunque todavía no sé mucho tagalo, sin embargo, aprovechando mis
primeros conocimientos en esta lengua, llevo oídas trece mil ochocientas
confesiones durante los dos últimos años, en Manila, Bataan, Orani, Sámal
y Balanga; pero donde más he confesado en esta lengua, ha sido en el barrio
manilense de Tondo, cuya parroquia pasa de sesenta mil almas; pues en una
de las puntas de esta barriada (sa dülong-bayan) es donde por más tiempo he
tenido que ejercitarme en ministerios con el pueblo tagalo.
En Hagónoy, Bulacán, sólo en cinco días, oí mil doscientas confesiones
en tagalo, antes de concluirse unos Ejercicios. Todo esto, se entiende, sin
dejar por eso las ocupaciones del ateneo durante el curso.
No puedo expresar el contento de esta buena gente al recibir á un mi-
nistro del Señor, que les dispense el verdadero consuelo de nuestra religión.
Causa admiración el vehemente deseo que tienen de hallar un sacerdote,
sobre todo jesuíta, que con misericordia oiga sus miserias y extravíos. Su
ansia es tan grande que nada tienen que ver con ella los deseos de nuestros
labradores de por ahí cuando suspiran por el agua de mayo.
Ruégole me ayude á conseguir del Señor la gracia de perfeccionarme
en esta lengua, á fin de poder cooperar á la salvación de estas almas.
Salude de mi parte á todos los padres y hermanos de ese colegio
máximo del Jesús, de quienes guardo memoria gratísima.
Suyo, afmo. hermano en Cristo,
JHS.
Juan Anguela, S. J.
RELACIÓN DE ALGUNOS MINISTERIOS
DE LOS PADRES DEL ATENEO
Carta del P. Manuel M." Sauras á su hermano el P. Mario J. Sauras
Manila, 7 de agosto de 1911.
R. P. Mario J. Sauras, S. J.— Valencia.
Recibí tu carta y con gusto leí todas las noticias, y las comuniqué á los
de aquí.
Estas playas orientales ya van siendo para mí algo más frescas y apaci-
bles, porque en todo el mes de julio no ha hecho apenas calor, y en lo que va
de agosto tampoco aprieta. Los tifones ó baguios, como vulgarmente' deci-
mos, se han encargado de refrescar el ambiente, encapotar el cielo, regar
abundantemente los campos, las calles y aun las casas, y hasta de hacer al-
gunas de las suyas. Los vientos no han sido tan huracanados como en otras
ocasiones; pero en cambio el agua ha sido abundantísima y ha corrido mu-
cho. Básteos saber, que en Benguet, donde tenemos observatorio y casa de
vacaciones, uno de los días cayó cerca de un metro de agua, y en tres días,
una cantidad tan enorme, que el jefe del observatorio consultó á uno de nues-
tros padres sí debía rebajar algo el número de pulgadas, porque, si enviaba
el parte con la verdad, no le iban á creer.
Inútil es decir que se inundaron pueblos enteros; que desaparecieron ba-
rrios y que los caminos han quedado sin señal de lo que eran. Nuestro padre
rector aprovechando los días de ejercicios de los niños, se subió al monte de
Benguet para hacer los suyos. Mas hete aquí que, estando ya casi al final,
vino el baguio y le dejó incomunicado por tres semanas más. El 17 de julio
en que debía regresar, escribió una carta que llegó aquí á los once días y aun
gracias. Por fin llegó él bueno y sano el 1.° de agosto, después de pasar á
bordo la fiesta entera de san Ignacio, y de haber empleado dos días en cru-
zar montes, barrancos y ríos con trabajo y aun peligro de quedarse aprisio-
nado por el barro ó de romperse la crisma cayendo despeñado al fondo de
198
los barrancos. El camino por que íbamos á vacaciones, ha desaparecido en
unos 12 kilómetros; pues un monte entero cayó al fondo de un río é hizo de
represa; pero al llenarse de nuevo se desbordó con la furia y destrozos que
se dejan entender. Desgracias personales ha habido algunas, y pérdidas en
los bienes y haciendas, muchísimas.
Hemos celebrado las fiestas de san Luís (un mes y dos días más tarde)
y las de san Ignacio. Las más solemnes fueron las de san Ignacio. El templo
bien adornado, la concurrencia regular y para la vela escogida. Bien lo sé yo
que por no estar el padre rector que debía correr con ello y sabía cómo ha-
cerlo fácilmente, tuve que andar por la ciudad invitando á los personajes más
conspicuos. El último día, y para atender á compromisos que surgieron á úl-
tima hora, tuve que pedir permiso para añadir dos reclinatorios más. Así que
de7 á 7 y media por ejemplo, velaron un comisionado (que sería ahí ministro
de la Corona) el fi>scal general, el excelentísimo señor cónsul de España, y
tres señorones más. Gracias á Dios salió bien este triduo semi-aristocrático.
El ateneo de Manila está rebosando de alumnos, y eso que otros cole-
gios, se quejan de que disminuyen. Nos hemos visto obligados á improvisar
algunas camarillas. Creo que los internos son unos 290, y bastante más de
100 ó de 120 los medio-internos. Los externos no son tantos como en años
pasados, porque vamos dejando el comercio y se admiten pocos para la clase
de los chiquitines, si no son internos, medio-internos ó vienen recomendados.
Los trabajos de por acá siguen lo mismo. La congregación mariana tiene
en sus escuelas nocturnas unos 400 alumnos matriculados ó más, pero asisten
diariamente obra de 200. Enseñamos castellano (dos clases diarias); inglés,
(dos clases trisemanales y una bisemanal); taquigrafía (dos clases alternas)
aritmética y catecismo. Éste, ahora lo enseña formalmente á golfillos y lim-
piabotas el H. Sanromá, que habla el idioma de ellos: además semanalmente
les hacemos pláticas, que llamamos conferencias, sobre doctrina cristiana y
de cuando en cuando les explicaremos algo de química, agricultura, geogra-
fía, etc., etc. Estas clases nocturnas, que tanto trabajo cuestan al director,
dan envidia á otras instituciones y centros que. ó no las pueden fundar ó no
las saben mantener.
El Apostolado de la Oración ha publicado un interesante < estado» del
mismo, lleno de datos y retratos. Creo que llegará por ahí algún ejemplar.
Las conferencias también prosperan. Mañana dan una comida á los po-
bres en el hospicio, pagada por el excelentísimo señor delegado apostólico,
y hoy han recibido de un señor residente en España la limosna de 1000 pesos.
Los catecismos bien. El mío en Tondo creíamos que, por haber metido
en la casa parroquial á las religiosas belgas, sacando al párroco, á dos escue-
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las católicas (de las madres del Beaterío y de las conferencias) y á un cole-
gio-convictorio pequeño, pero con ínfulas, iba á naufragar; pero ayer, sin ir
más lejos, tuvimos una asistencia de 388, y eso que el domingo anterior no
pude ir por ser la víspera de san Ignacio y los otros dos domingos anterio-
res, el mal tiempo impidió salir de casa. El colegio de la Inmaculada dio un
bonito acto preparado sin ayuda y abrió camino a otros actos que mensual-
mente pensamos dar.
Saludos á todos y tuyo siempre en el Señor al cual me debes encomendar
enixe.
JHS.
Manuel María, S. J.
PRIMERAS BODAS DE ORO CELEBRADAS EN FILIPINAS,
DESPUÉS DEL RESTABLECIMIENTO DE LA COMPAÑÍA.
VARIAS NOTICIAS SOBRE SAN PEDRO DE TUNASAN, ANTIPOLO
Y MANILA
Garta del H. coadjutor Francisco Riera al P. Juan Ricart
Manila, 27 de noviembre de 1911.
Mi amado en Cristo, P. Juan Ricart.
Ante todo, felicito á V. R. por sus bodas de oro que tuvieron lugar en
setiembre último. Dispense V. R. si no lo he hecho antes, pues como esto
acontece raras veces, de aquí el olvido; repito, sea la enhorabuena, y que
Dios, le conceda á V. R. poder vivir hasta las bodas de diamante, ó sino,
lo que plazca á la divina voluntad.
También yo doy las gracias á V. R. por la tarjeta de felicitación de
mis bodas de oro. Así como también, se las envío al P. Nonell, por su com-
posición poética que se recitó en público con agrado y regocijo de todos.
Lo mismo digo al P. Guardiet, por su elegante postal de felicitación. Dios
se lo pague á todos.
Mis fiestas jubilares, ó bodas de oro, por haber sido las primeras aquí
en Manila desde la vuelta por segunda vez de la Compañía á Filipinas, re-
sultaron muy solemnes por espacio de tres días. El día de la fiesta de san
Alfonso, Patrón de los HH., fué el primer día y como preparación de la gran
fiesta del día de todos los Santos, señalado exclusivamente á mis bodas de
oro. El día del Patrón de los HH., lo disfrutamos todos, con misa, que dijo
el padre rector y comulgamos todos juntos incluso los inspectores. Aquel
día, los padres profesores se encargaron de la inspección de las tres bri-
gadas; así que, todos, tuvimos el día libre que lo celebramos en Santa Ana
en compañía del padre rector y otros padres. A las ocho de la noche, en
tranvía, volvimos á Manila. Llegó, el día de Todos los Santos, día de ago-
nía para mí; ya, en la vigilia, por la noche, se dio un aviso en el refectorio
201
encargando á la comunidad rogaran á Dios por mí y que, por la mañana,
después de la santa misa, en la sacristía, daría yo, el abrazo á toda la co-
munidad. A las seis de la mañana, se volteó la campana grande de la torre,
con cuya señal, algunos amigos nuestros acudieron á la iglesia para asistir
al santo sacrificio. La iglesia, su altar mayor, se adornó de primerísima cla-
se. Se encendieron todas las arañas del presbiterio, y en el coro, hubo
órgano y orquesta de violines.
Dijo la misa nuestro reverendo padre vice-superior, José Clos.
Todo el colegio asistió de uniforme, y los trescientos colegiales comul-
garon ámi intención. ¡Dios se lo pague! A mí me colocaron en el presbiterio
con reclinatorio, y á mi izquierda se colocó el padre rector, que estuvo á mi
lado durante toda la santa misa. Acabada ésta, en la sacristía, di el abra-
zo á toda la comunidad, acto muy tierno que hizo derramar lágrimas á más
de un seglar que lo presenció. El desayuno, igual que cuando hay votos.
A las diez, hubo gran recepción en el salón de actos, á la que asistió gran
parte de la comunidad, y todo el colegio. Dio principio el acto, con el paseo
de un gran cartelón de dos metros largo en el que, en el centro, campeaba
el retrato de mi pobre persona, lo demás lo ocupaban escritos y figuras ge-
roglíficas que anunciaban las fiestas. Acto seguido, el brigadier de los ma-
yores, leyó un largo discurso todo en mi loa, ensalzando las habilidades,
que no tengo. Después de leídos otros varios escritos en verso y prosa, en
sendas bandejas me presentaron los regalos, consistiendo en multitud de cu-
riosos objetos con unas trecientas variadas postales y estampas, escritas fe-
licitaciones, más tres cuadernos escritos en forma de diario, uno encuader-
nado con canto dorado y los otros dos, con viñetas y paisajes. Estos papeles,
y otros, mando á mi hermano, para que los vea V. R.En fin, después de
concluido tanto agasajo, el padre rector, se levantó, y en un breve dis-
curso dio las gracias en mi nombre, y un prolongado palmoteo, puso fin
al acto. En la comida, en el refectorio, me colocaron bajo dosel y en el
lugar al lado del puesto que ocupa el reverendo padre superior, ausente.
A mi derecha estuvo el reverendo padre vice-superior, de tal manera, que,
este Satola, aquel día presidió la mesa. En la Puerta del Sol se echó el res-
to. Se expusieron todos los regalos, entre ellos, una obra de arquitec-
tura moderna, compuesta de veintiún tomos, folio mayor, lujosamente en-
cuadernados y á canto dorado. Ya no recuerdo lo que leyeron; hasta el
P. Pío Pi recitó su composición, así como el P. Foradada. Se leyó la del
P. Nonell, y els rodolins que el P. Valles mandó desde Baguio, en los
que publicó mi vida y milagros desde mi niñez hasta la víspera de mis bo-
das de oro. De Vigan, también, vinieron una porción de curiosidades y el
202
P. Clotet, con su lápiz, dibujó é hizo de las suyas, anotando todos los nom-
bres más extravagantes de Manresa. Ya, como puede pensar V. R., se me
hacía largo el rato que me tuvieron presidiendo tanto agasajo tributado á
mi pobre persona, así que, deseaba que el reloj se diese prisa para salir yo
de aquella especie de agonía. Al fin, tocóse la campana de fin de recreo, y
nos fuimos á descansar.
A las cinco de la tarde, grandes obsequios en el seminario. El día ter-
cero, y último de las fiestas, tuvimos campo en Santa Ana y por la tarde los
colegiales prepararon en obsequio mío una serie de juegos atléticos, en com-
petencia con los externos, perdiendo estos últimos, tres gols, por cero.
En este día, los jugadores internos, estrenaron traje nuevo y apropiado
para estos juegos. Por la noche, en el salón de actos, reunidos todos, tuvi-
mos proyecciones de la vida de Jesucristo, películas, sacadas de cuadros de
reputados artistas. Dos horas duró tan agradable é instructivo entreteni-
miento; después el padre rector, se levantó y en mi nombre, dio las gracias
á todos, por todo lo que habían hecho por mí. Un ¡viva! y largo palmoteo
puso remate á las fiestas de mis bodas de oro. ¡Que todo, redunde á mayor
gloria de Dios!
El padre rector hizo demasiado para obsequiar á este pobrete. El
procuró que todos tomaran parte en la fiesta; así que, aquellos días yo fui
el espectáculo de toda la casa, y mi retrato fué expuesto en el salón de
actos, y en la Puerta del Sol, en donde, como digo, se echó el resto. Dios
le pague la caridad.
Dos días después, con el padre vice-superior, y el P. Pío Pi, fuimos á
visitar una de las haciendas pertenecientes al colegio de San José. Fué la de
San Pedro de Tunasan. Dista de Manila hora y media de tren, su vía pasa
por en medio de nuestra hacienda.
Hay estación que dista de nuestra casa tres minutos de calesa. Estu-
vimos todo el día, visitando todo lo del pueblo, que consta de cuatro mil
almas, todas familias de aparceros de la hacienda. Hay aún vestigios de
nuestros antiguos PP. De la casa hacienda, está la parte baja en pie con
buenos muros y tan enteros como si se acabaran de hacer. La parte alta, es
obra más moderna y está construida con malos materiales. Hay dos cama-
rines, cubiertos con teja; pero la cubierta, en mal estado. En la actualidad,
de nada sirven. En los bajos de la casa y camarines, está alquilado un
japonés, que ha instalado una fábrica de jarrones y macetas barnizadas del
Japón. Es una nueva industria para el pueblo, tanto, que uno de sus opera-
rios ha abierto ya fábrica de los mismos objetos á su cuenta. Los principales
colonos, vinieron á visitarnos y hubo su reunión en que se ventilaron las que-
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jas y reclamos, que nunca faltan entre amos y colonos. El terreno, es llano:
hay algunos montecillos no muy altos, con algo de bosque, dos represas rie-
gan todo aquel terreno, pero una de ellas, está mal y se tendrá que hacer de
nuevo. La otra está bien con un muro de tres metros, obra aún de nuestros
antiguos padres; dentro unos días, tengo que volver á dicha hacienda, para
el presupuesto de la obra de la represa deteriorada. Sin duda, que nosotros,
hemos sido los primeros que pisamos aquellas tierras desde que salieron
nuestros antiguos padres. El administrador actual, es don Regino García,
á quien ya conoce V. R.
El día siguiente, de vuelta de la hacienda, acompañé al P. Peruga, al
santuario de Antipolo. Fuimos en tren por la tarde y dormimos en nuestra
casa. El día siguiente, el padre dijo la misa en el altar déla Virgen, le besa-
mos las manos, visitamos la fuente del Marúnong, y el riachuelo. Después
recorrimos nuestro terreno sembrado de plantas de cacao y café, y también
las obras de un pozo artesiano que están abriendo en nuestro terreno y al
lado del terreno del Banco Español, que proveerá de agua á ambas partes.
Antipolo va progresando, desde que el ferro-carril sube á aquellas alturas.
En tiempo de calores, muchos pudientes pasan la noche en aquel lugar. Cer-
ca de nuestro terreno, se levanta una gran fonda que vendrá muy bien en
los meses de abril, mayo y junio.
El año que acaba de pasar ha dejado huella en Filipinas. El primer mes,
veinte de enero, sucedió la erupción del volcán de Taal que causó centena-
res de víctimas. No se lo cuento á vuestra reverencia por suponerle enterado
por carta que escribí al H.° 011er, desde junio á últimos de agosto. Las
aguas fueron torrenciales y propias de Filipinas. Los Baguios se sucedían
uno tras otro; uno por semana. En Manila, sólo los sentimos con vientos du-
ros y huracanados de sudoeste y abundante agua.
En la parte de llocos y Pangasinán, tuvieron baguios en la localidad, y
muy fuertes; los ríos salieron de madre y hubo muchas inundaciones y des-
gracias. Algunos montes se abrieron, sobre todo por la parte del Benguet,
que inutilizó el famoso camino cuya construcción costó tantos millones, y
para que los de Baguio no pereciesen de hambre, á toda prisa los america-
nos, han tenido que habilitar el antiguo camino de los españoles, de san Fer-
nando. Fué tanta la carestía del arroz, que llegó á la fabulosa suma de vein-
te pesos cabán. Al presente hay ya el camino arreglado por la parte de san
Fernando y suben ya los automóviles. Lo que más ha molestado á los Filipi-
nos aquí en Manila ha sido lo subido del precio del arroz, que alcanzó á diez
pesos cabán. La causa de esta carestía, fué la pérdida de la cosecha por falta
de agua, el año pasado, tanto aquí como en el Japón, China y Conchinchina;
204
á más de que el gobierno del Japón compró todo el de la cosecha de Conchin-
china, privando de este modo que viniera á Manila arroz de aquella parte.
Dios aprieta pero no ahoga: esperamos que este año habrá abundante cose-
cha por las muchas aguas que hemos tenido.
Toda aquella algarada estudiantil del año pasado, terminó amigablemen-
te. Dios nos favoreció de tal manera, que en los años que llevo de colegio
nunca había visto tanto empeño en las familias en confiarnos sus hijos, así
que, hubo plazas de sobra y no sólo se llenó el ateneo, sino también el se-
minario. Faltan cinco colegiales para completar el número de trescientos; nú-
mero que se hubiera completado con exceso si hubiese habido local. En la
actualidad, hay larga lista de peticiones para el curso venidero. Este em-
peño que se nota hacia el ateneo, es debido en gran parte á la buena y só-
lida enseñanza, y también á que el gobierno ha adoptado nuestro sistema,
para todos los colegios particulares, si quieren ser reconocidos sus estu-
dios. En todos se ha de cursar el sexto año para obtener el título de bachi-
ller. Esta nueva disposición, ha cerrado varios colegios de modas vivendi
y quitado número de internos á otros, entre ellos á san Juan de Letrán y
san Beda.
Este año no hubo peregrinación, en mayo, á Antipolo. En cambio, la
hubo en febrero, en número de dos mil niños y niñas del catecismo. Para
atraer á la niñez nos tenemos que valer de todos los resortes. Los protestan-
tes así lo hacen. Procuran por todos los medios coger á los niños con rega-
los, diversiones y paseos en tranvía, meriendas gratis y hasta bailes y cine-
matógrafo, cuyas películas ridiculizan el culto católico. ¡Pobre juventud, en
qué laberinto está metida! Por esto sube una juventud que nada sabe de reli-
gión. Educados los más en escuelas en que no se enseña nada de la idea de
Dios, ni del fin para que está el hombre en el mundo. El gobierno está abar-
cando toda la enseñanza. Este año ha puesto estudios de leyes la universidad
filipina, cuyo edificio está levantado en los terrenos de la calle del P. Faura,
cerca del seminario.
Todos aquellos terrenos que hay frente y tras del seminario, se destinan
á las escuelas del gobierno. Así que, la escuela normal de maestros, escuela
de medicina, de artes y oficios, laboratorio químico, y aun el hospital gene-
ral, están instalados en suntuosos edificios en aquel lugar.
Hay que advertir que entre todos los nuevos edificios, no hay uno que
iguale en vista al seminario.
La universidad de santo Tomás, hace laudables esfuerzos para ponerse
al nivel de las escuelas del gobierno; pero, éste, es muy poderoso, y cuenta
con todos los medios y sobra de dinero. Así que, no se para en barras, en
205
dotar á sus centros de enseñanza de todo lo necesario y con lujo de instru-
mentos y aparatos, y como tiene la sartén por el mango, hace y deshace á su
gusto en el sistema de enseñanza, y que los colegios particulares han de
adoptar, so pena de no ser reconocidos sus estudios.
Hace unos días un voraz incendio redujo á cenizas media calle del Rosa-
rio. Se calculan en dos millones las pérdidas. A poco, se prende fuego en la
iglesia de Binondo; la barandilla de la torre ya principiaba á arder. Se acudió
á tiempo y se pudo sofocar. Los Seguros han tenido que desembolsar mucho
dinero, pues la mayor parte de tiendas y casas quemadas estaban aseguradas.
De año en año, vamos añadiendo número á la presente centuria, un año
ú otro será el último á no tardar. En la misma fecha, en la centuria pasada,
estaba España en guerra con los franceses; en la presente, si no con éstos,
con los moros de África.
Saludo á todos los padres y hermanos y en particular al P. Nonell y
P. Quardiet, y repito las gracias por la felicitación.
V. R. no se olvide de mí en los santos SS. y OO. Siervo en Cristo,
JHS.
H. Francisco Riera, S. J.
FIESTAS RELIGIOSAS EN HONOR DE LA INMACULADA.
ASOCIACIÓN DE ANTIGUOS ALUMNOS
DEL ATENEO.-ACADEMIA
SOLEMNE NOVENA
El 30 de noviembre dióse comienzo á ella, luciendo el magnífico templo
de san Ignacio sus mejores galas.
Dos actos al día contaba la novena, uno por la mañana, á las seis, con
asistencia de los congregantes y colegiales internos. Se celebraba misa re-
zada durante la cual se rezaba la salutación sabatina y se cantaba el «Ben-
dita sea tu pureza» de Calahorra, terminando con el hermoso canto «Del Mar
Estrella» del P. Roses, S. J. Nuestros colegiales se distinguieron por su
fervor durante la novena de la Inmaculada, en cuyo obsequio se acercaron
diariamente á la Sagrada Mesa todas las tres brigadas en peso.
El otro acto de la novena se tenía por la noche: á eso de las cinco, una
hora antes de la función, los sonoros ecos de una numerosa banda de música,
que recorría las calles de Intramuros, y luego el alegre voltear de las campa-
nas, iban atrayendo dulcemente al numeroso gentío. ¡Qué profusión desluces
brillaba en la fachada y en el interior del templo! ¡Qué ricos ornamentos, qué
preciosos adornos, qué sentimental poesía cercaban á aquella Virgen, que
elevada sobre alto pedestal de nubes y ángeles ostentaba su refulgente co-
rona de doce estrellas y su lucido collar de oro y pedrería!
Estando ya los representantes de las congregaciones, así de internos
y mediopensionistas, como de externos, en sus sillas de preferencia cerca del
altar mayor, á las seis en punto salían los siete acólitos con sus nuevas sota-
nas de azul celeste, sus anchas fajas de seda blanca y sus bordados roquetes,
y al momento se daba comienzo á la función con el «Ave María Purísima»
cantada en el coro por unos ochenta tiples, y repetida con fervor por el pue-
blo en masa y por nuestros colegiales. A las preces del novenario, sucedía
el canto del «Memorare» del P. Lambillote, que resultaba imponente y gran-
dioso por el número de voces que lo entonaban.
207
Entre los fieles no faltaron algunos honorables diputados, que, habiendo
pocos días antes defendido y votado el proyecto de ley del divorcio, que
actualmente está sobre el tapete de la Asamblea Filipina, venían á escuchar
la ortodoxa doctrina sobre indisolubilidad del matrimonio y demás propie-
dades de este Sacramento, que constituyeron la materia de los discursos de
la novena, predicados en tres triduos por los PP. Lencina, Sauras y Foradada.
Los sermones fueron oportunísimos y ordenados conforme á un buen plan,
como se echaba de ver en los bien pensados resúmenes de los mismos que en
hojitas populares se repartieron todos los días con profusión. Terminado el
sermón, tinos veinte monaguillos entonaban en el presbiterio la «Salve Mon-
serratina», que era alternativamente cantada por aquellas angelicales voces
y por las robustas y graves de los fieles. Acto seguido se exponía el Santísi-
mo Sacramento y dada la bendición, el entusiasta canto: «Oh Virgen Sacro-
santa» ponía fin á la función de la noche. Todavía después continuaba la banda
de música durante media hora tocando escogidas piezas delante del cuadro
de la Purísima, que rodeado de luces y flores pendía de la fachada del colegio.
Asimismo continuaba la iluminación eléctrica de la iglesia y el artístico ana-
grama.de María formado por bombillas de varios colores entre las dos torres
del templo.
COMIDA A LOS POBRES
La víspera de la Inmaculada, después de comer se abrieron las puertas
de los patios del ateneo para dar cabida en ellos á unos doscientos po-
bres, que iban á ser obsequiados con una suculenta comida, costeada y
servida por los congregantes internos. ¡Con qué fervor servían los
diferentes manjares, frutas y tabaco que iban repartiendo! Recuerdo que en-
contré á cierto alumno llorando tras una columna, me acerqué para pregun-
tarle la causa de sus lágrimas, y me responde: «que por no poder servir, co-
mo le habían señalado», pues otro menos escrupuloso y algo más entrometido
se le había adelantado. A otros vimos que llevaban la blusa traspasada de
sudor, nacido de las prisas y diligencias que se daban en proveer á los nece-
sitados de todo cuanto podían desear. Al fin acabada la comida, no concluían
nunca de despedirse de los convidados, que se iban rebosando alegría y
gratitud.
DÍA DE LA INMACULADA
A la mañana siguiente muy pronto se vio nuestra iglesia de san Ignacio,
llenísima de gente ansiosa de recibir en ella los santos Sacramentos. A las 6
el ilustrísimo señor obispo de Nueva-Cáceres dio comienzo á la misa de comu-
208
ni ón general. Esta, fué tan concurrida, que los devotos con dificultad podían
acercarse á la Sagrada Mesa por el grande concurso. Serían las siete
y media cuando comenzó á verificarse el desfile de congregantes marianos
del ateneo, dirigiéndose en procesión á nuestro templo para asistir á la
misa solemne. Abría el paso el guión del colegio, al que seguían en
perfecta formación y sumo orden los numerosos congregantes externos con
sus estandartes y banda de música; tras ellos iban los medio-pensionistas,
con su bandera de brigada y el rico estandarte de su congregación y tam-
bién su banda de música; á continuación seguían las dos congregaciones de
internos con sus distintas banderas de brigada y sus preciosos estandar-
tes marianos; una numerosa banda de música cerraba aquel ordenado
desfile.
Una vez en la iglesia se principió la misa solemne, á toda orquesta y
cantada por más de un centenar de voces, que con sus acentos gra-
ves y armoniosos llenaban el corazón del más dulce afecto y gratos senti-
mientos. El R. P. Vicente Giménez cantó las glorias de María Inmaculada
tomando por texto: < Sol illuminans per omnia respexit» interpretando en el
exordio aquella profusión de incienso, luz y armonía que reinaba en nuestro
templo, como viva expresión de la profunda veneración de los congregantes
de Filipinas para con su amantísima Madre la Virgen Inmaculada. Termina-
dos los divinos oficios, volviéronse al colegio nuestros congregantes, acompa-
ñados de sus respectivas bandas de música y con el mismo orden con que ha-
bían ido: numerosas eran las personas, que contemplaban aquel elocuentísimo
ejemplo de piadosa compostura, con que iban formados nuestros congregan-
tes marianos.
Durante buena parte del día y toda la velada tuvimos el gusto de oir los
gratos y alegres acordes de la banda, que estuvo tocando en el patio de la
segunda brigada, espléndidamente adornado é iluminado á la veneciana, en
cuyo fondo sobresalía una hermosa imagen de la Virgen Inmaculada. Así ter-
minaron las fiestas religiosas, que por lo clásico y escogido de la música, los
oportunos y elocuentes sermones y demás pormenores, contribuyeron en gran
manera á que nos pareciera más corto y ameno el tiempo de las funciones, que
ya de suyo sería breve y agradable por ser en obsequio de la Emperatriz so-
berana del Universo.
Pasemos ahora á relatar las fiestas que tuvieron lugar los dos días si-
guientes:
209
LA ASOCIACIÓN DE LOS ANTIGUOS ALUMNOS DEL ATENEO
Banquete de unión
El día 9 de diciembre de 1911 formará época en los anales del ateneo
de Manila por el suceso que vamos á referir.
En las fiestas jubilares que celebró el ateneo hace dos años, se propuso
constituir la asociación de antiguos alumnos. Este pensamiento, que no pudo
llevarse á la práctica inmediatamente, se ha realizado en estas fiestas de la
Inmaculada. El padre rector y el P. Vicente Giménez lograron fácilmente
entusiasmar á gran número de jóvenes que tomaron por suya la idea
de asociarse con el Alma Mater. A este fin se formó ün comité ejecutivo bajo
la dirección de una junta directiva; aquél, formado de jóvenes entusiastas y ac-
tivos, ésta la constituían cuatro personajes públicos de los más conspicuos de
la ciudad, á saber, el comisionado D. Gregorio Araneta, el alcalde D. Félix
P. Roxas, el doctor Fernando Calderón y el doctor Maximino Paterno.
No faltó más para llevar á cabo el noble y glorioso proyecto. El 1 1 de no-
viembre se tuvo en el Hotel Metropole un banquete, que dieron en llamar
cena intima los antiguos discípulos de retórica del P. Giménez. Allí los
miembros de la junta directiva y algunos jóvenes pronunciaron discursos ins-
pirados en el más acendrado cariño á sus antiguos profesores y en particular
al P. Giménez recién llegado de los Estados Unidos. Estos discursos se en-
caminaban á preparar una grandiosa corona de todos los ex-alumnos á su
Alma Mater.
El P. Giménez añadió calor al proyecto con un valiente y entusiasta dis-
curso agradeciendo aquel tributo de respeto y cariño tributado al ateneo de
Manila y á él en particular por aquellos sus antiguos discípulos de retórica
y exhortando á la grandiosa asociación de todos los ex-alumnos.
Es preciso confesar que el mayor protector que ha tenido esta asocia-
ción es el honorable Sr. Roxas. Él fué el primero que propuso la idea, él la
planteó en la cena intima y él finalmente la llevó á feliz término, actuando
de toastmaster en el espléndido banquete de unión.
Este banquete se organizó con rapidez, pero con el mayor acierto. Se
dieron á la prensa circulares expresando el pensamiento de la asociación, las
cuales iban firmadas por el comité ejecutivo con el V.° B.° de la junta direc-
tiva. Las circulares enviadas á provincias iban con una papeleta de adhesión
y un sobre.
Casi al mismo tiempo se imprimieron billetes dobles encuadernados en
libritos de á cinco. Eran de dos colores para distinguirse el precio de -P-5 y
14
210
-P-3 respectivamente que debía costar el cubierto. Los primeros se destina-
ban para la gente profesional y los segundos para los estudiantes de faculta-
des superiores.
En obra de una semana quedaron repartidos y aceptados dichos billetes
en mayor número de! que podía esperarse gracias á la actividad de los miem-
bros del comité que supieron repartir los libritos á las personas de mayor in-
fluencia, en las oficinas y demás círculos sociales, para que estas personas
repartieran á su vez los billetes á los subalternos ó amigos. El resultado fué
espléndido. Al banquete de unión concurrieron 190 personas todas conspi-
cuas en ios diversos grados de la vida social. Este resultado es mucho más
notable si se toma en cuenta que la misma noche del 9 de diciembre se daban
otros dos banquetes, uno al señor delegado y otro en el liceo de Manila.
El Hotel Metropole puso á disposición del ateneo la terraza ó salón del
tercer piso y todo el salón del entresuelo. En éste se iban recibiendo desde
las siete de la noche á los ex-alumnos y se les entregaba para colocar sobre
el pecho un lindo y vistoso lacito formado por los colores de nuestra bandera
azul y blanco. Serían las 7 y media pasadas, cuando el comité de recepción
colocó á los convidados á la mesa. Todos los pormenores que pueden ameni-
zar un banquete estaban graciosamente dispuestos. Fina orquesta, menú
elegantísimo y decorado completo. La bandera del colegio ocupaba el cen-
tro del testero principal detrás de la presidencia y en la parte opuesta se
dispuso una colina de plantas en cuyo remate se destacaba sobre un pedestal
la estatua del idolatrado Dr. José Rizal. Esa estatua que acaban de regalar
al ateneo, representa al héroe filipino á la edad de 18 años vestido de cole-
gial. No podía darse mejor ocasión para estrenarla. ¡Cuántos recuerdos evo-
caba á la mente de todos así jóvenes como antiguos aquella figura!
Ocupaban el salón cuatro larguísimas mesas paralelas á más de otra
transversal á la que se sentó la presidencia. Ocupó el puesto de honor el
honorable Julio Llórente juez de primera instancia de la Pampanga. También
se sentaron con la presidencia entre conspicuos personajes el P. Francisco
Sánchez, á quien cabe la gloria de haber educado tres generaciones, como
dijo un orador, el P. Marcial Sola, prefecto de estudios del ateneo y el pa-
dre Vicente Giménez, activo promovedor de la asociación de antiguos
alumnos.
Después de servida la sopa se levantó el toastmaster para presentar á
los concurrentes la bandera del ateneo. El color blanco, dijo, simboliza la
verdad ó la ciencia y nos recuerda las flores más fragantes que embalsaman
los vergeles filipinos, tales como la sampaguita, el jazmín, la azucena y la
cárdena. El azul es emblema del manto protector de la Virgen Inmaculada,
211
patrona del colegio. Luego, expuso el pensamiento de formar una asociación
permanente de antiguos alumnos y rogó al Sr. Rávago que leyese las bases
de un reglamento que todos aprobaron. Leyó también la renuncia que hacía
de su cargo el comité ejecutivo á fin de que se eligiese otro, como en efecto
se eligió, que tuviese las facultades competentes para representar á toda la
asociación y sus intereses, de nombrar subcomités y completar el regla-
mento.
Transcurrido un buen rato de animada conversación presentó el señor
Roxas al primero de los oradores el honorable señor Llórente. Este perso-
naje, cuya brillante carrera en- el colegio recordaba muy bien el señor Roxas
y otros comensales, pues solía jlevar en las clases los primeros premios,
comenzó recordando con fruición los felices años de su juventud deslizados
bajo la sombra protectora del ateneo. «Aquéllos, dijo, fueron los mejores
días de riii vida, los cuales recuerdo siempre con placer». Descubrió con gra-
vedad y elocuentes frases la meritísima labor de sus antiguos profesores y
ponderó cuánto valía la enseñanza de los jesuítas que sabe educar todas las
facultades del hombre y formar caracteres que sigan sin vacilar la dificultosa
senda del deber. Concluyó exhortando á todos á unirse en apretado haz á
fin de lograr la consecución de sus levantados ideales.
El segundo de los oradores era el Dr. Calderón, quien habló de la vida
íntima del colegio en sus primeros años refiriéndose en particular al bonda-
doso carácter de su antiguo profesor el P. Serra haciendo al final un elogio
de la idea de formar todos los alumnos dispersos una vigorosa asociación.
El tercer orador debía ser el R. P. Luís López, sacerdote joven recien
llegado de Roma que goza de muchas simpatías entre sus iguales por las be-
llas cualidades que le adornan. Mas por enfermedad no pudo asistir al ban-
q^uete y tomó su lugar D. Manuel Rávago. Este mostró una vez más que, lo
mismo le cuesta pronunciar un discurso con dos meses de anticipación que
improvisarlo de repente. Pues nos dejó saborear brillantes conceptos basa-
dos casi todos en la bandera del ateneo y sus colores. Dedicó un cariñoso
recuerdo á la bandera de la nación que cobijó su cuna y terminó augurando
días de gloria para la asociación bajo la enseña de su Alma Mater.
El último de los oradores que indicaba el programa, era el conocido di-
putado D. Tomás G. del Rosario, quien con su natural elocuencia dijo que los
ex-alumnos del ateneo hallarían en la mutua unión frutos sabrosísimos de
amistad y consuelo que sólo se hallan entre los miembros de una misma edu-
cación. Y valiéndose de un hecho histórico registrado en su experiencia, hizo
notar que los educados en colegios de jesuítas tienen cierto carácter que los
asemeja entre sí y distingue de los educados en otros centros. Probó en fin
212
que esa unión con el Alma Mater sería un medio eficaz de conservar incólu-
mes los grandes principios que les habían de guiar entre sucesos prósperos
y adversos á la felicidad individual y á la del Pueblo Filipino.
Terminados los oradores del programa y quedando todavía tiempo, el
t^astmaster invitó al popularísimo Dr. Dominador Gómez. Este hombre de
talento y de cualidades oratorias notables habló con brillantez. Hizo constar
ante todo que al tomar la palabra delante de sus amigos y compañeros, no
creía faltar á su voto y juramento de no volver á hablar en público, porque
no hablaría de política ni le guiaba la inteligencia sino el corazón. Con vi-
brante y vigorosa palabra expuso los trabajos realizados por los jesuítas en
Filipinas vindicando su conducta tildada un día de filibusterismo haciendo ver
cuan limpia aparece ante la historia imparcial. Dijo que, al ver en aquel gran-
dioso acto á los padres de la Compañía, tenía una prueba más del progreso á
que los jesuítas llevan á sus alumnos y á todo el Pueblo Filipino. Elogió gran-
demente nuestra enseñanza ponderando sobre todo cómo formamos hombres
de convicción y de carácter. Dedicó un gran párrafo á la memoria del P. Ra-
món haciendo constar á todos cuan grande había sido como rector, como pro-
fesor y como orador. Dedicó otro párrafo á la memoria de algunos de sus
compañeros, en particular el Dr. Rizal. Concluyó diciendo que debían unirse
al Alma Mater de donde habían recibido tan esmerada cultura y civilización.
Porque le parecía á él que debía atribuirse á la desunión de los filipinos, y no
á sus preceptores los jesuítas, la causa de no haber llegado la sociedad fili-
pina al ideal que todos deseaban.
Aquí el toastmaster terminó su cometido declarando algunos puntos rela-
tivos á la asociación, por ejemplo, que el día de los ex-alumnos, aliimni day,
fuese el sábado siguiente á la fiesta de la Inmaculada y no el día 9 de di-
ciembre, para que los empleados públicos pudieran asistir al banquete anuaK
Concluyó el toastmaster diciendo, que las resoluciones allí tomadas y toda la
asociación, se ponía bajo la disposición del padre rector del ateneo á quien
introdujo á los concurrentes.
El discurso del padre rector fué elocuente y muy oportuno. Dio á
todos las gracias por el grande afecto que guardaban á su Alma Mater. Decla-
ró que lo dicho por los oradores, de que toda la asociación debía tender al en-
grandecimiento del ateneo, era verdad. Mas él quería hacer constar con voz
que llegara á todos los ángulos del Archipiélago, que la ambición délos
primeros padres al fundar el ateneo, guiados por el P. Cuevas, y la de cuan-
tos le han seguido y nuestra tradición, no tiene más objeto que la felicidad
de nuestros alumnos y el engrandecimiento del'Pueblo Filipino. Añadió que
nuestra bandera representaba la religión y la patria en su más grande es-
213
plendor. Probó con frases enérgicas la necesidad de la unión en las actuales
circunstancias, deseando ardientemente ver á todos los alumnos unidos entre
sí y con el Alma Mater para no separarse jamás.
Eran las diez y media cuando se levantó la concurrencia á los acordes
del himno nacional. La cordialidad y alegría de todos, probaba á las claras
que el banquete de unión había tenido un éxito completo.
En conclusión, sólo me resta añadir, que, este acto tan hermoso de con-
fraternidad, llenó de consuelo á los padres allí presentes. El prestigio de que
goza nuestra Compañía en las Islas, es grande; sin embargo, no dudo afirmar
que esta ocasión se acrecentó visiblemente. Aquellas alabanzas tan bien ra-
zonadas de nuestra enseñanza y aquellos elogios tan sinceros tributados á
los nuestros por las personas más caracterizadas y menos sospechosas, deja-
ron huella en pos de sí y hallaron eco en Manila y en provincias.
Sea Dios loado por este buen suceso; y haga Él que prospere mucho esta
obra por intercesión de María Inmaculada, bajo cuyos auspicios se ha em-
prendido (1).
ACADEMIA
El día 10 se celebró en nuestro salón de actos, y por cierto con suma
concurrencia, la Academia lírico-dramática, que todos los años se tiene á
honra de la Inmaculada. La del presente año rayó muy alto, no ya por lo
escogido de la representación y por la absoluta originalidad, sino mucho más
por la profunda investigación histórica, que el acto suponía. El mismo pro-
grama, de un gusto profundamente clásico, con el árbol genealógico de los
Flavios en la portada, con los más adecuados títulos en el reparto de los
trabajos y con los documentales textos latinos, entresacados de la antigüe-
dad literaria, daba claro testimonio de las prolongadas horas de labor inver-
tidas en aquella Academia. Esta versaba sobre la ilustre familia de los
Flavios, que además de dar varios cónsules y prefectos á la república ro-
mana y tres emperadores al trono, se había ennoblecido mucho más dando
varios santos mártires á la fe de Jesucristo.
Los preliminares históricos, amenizados con proyecciones foto-eléctri-
cas, se expusieron en un discurso verdaderamente brillante por su estilo
(1) Pudiera chocar el que los NN. tomaran parte en este banquete. Pero se pesaron
antes muy bien los inconvenientes; y además el parecer de personas de mayor autoridad de
dentro y fuera de casa fué, que debíamos presenciar y autorizar el acto. Después por experien-
cia vimos claramente que no perdió nada por ello nuestro buen nombre antes ganó mucho y de
muchas maneras.
214
clásico y por su narración, que, rebosando vida é interés, presentaba ante el
público con artístico enlace los hechos más culminantes del primer siglo de
la Iglesia en que las sombras del paganismo iban disipándose ante la luz de
nuestra sacrosanta Religión. Tras esta bellísima prelusión siguieron inspira-
das odas, fragmentos épicos, discursos, escenas líricas y trágicas, varias de
ellas, obra de nuestros colegiales, y todas compuestas bajo la dirección de
nuestro P. Manuel Peypoch, profesor de retórica. Este variado ramillete de
composiciones formaron la hermosa corona poética, que nuestros alumnos
depositaron en homenaje ante la reina de la poesía, la Inmaculada Con-
cepción.
Si estos trabajos literarios, enteramente originales como son, se dieran
á la imprenta, muchos sin duda los acogerían con verdadero placer, sobre todo
los concurrentes al acto, entre los cuales sobresalieron, además de las fami-
lias y personas más prominentes de Manila, varios señores diputados, dis-
tinguidos literatos, representantes de las diversas órdenes religiosas, presi-
didos todos por el excelentísimo señor arzobispo y el reverendísimo señor
delegado de Su Santidad en estas islas, Mr. Ambrosio Agius, el cual, á pe-
sar de hallarse ya entonces indispuesto, no quiso privarse de un acto, que
fué el último en su género que presenció en esta vida, pues treinta horas
después de haber estado con nosotros, había ya entregado su alma al Cria-
dor. La Virgen Inmaculada, de quien dicho señor delegado había sido muy
devoto en vida, le haya premiado lo mucho que amaba á nuestra Compañía
y cuanto por ella y por la mayor gloria de Dios ha realizado en estas islas
Filipinas.
LA ACADEMIA DE LOS FLAVIOS EN EL
ATENEO DE MANILA ^'^
He aquí su descripción.
No le puedo aplicar epítetos más acomodados que los de hermosa y va-
liosa academia. La Retórica y Poética, que formaron el hechizo de las civili-
zaciones de la Grecia y Roma clásicas y á quienes rindieron homenaje todos
los pueblos posteriores, no se hubieran desdeñado de recibir en sus sienes,
la escogida guirnalda de finas lucubraciones que les entretejían los alumnos
del ateneo. Lo más bello no fué la representación en general, ni la versifica-
ción, ni el gesto; nos referimos principalmente á lo que fué de mayor méri-
to, á la profunda investigación histórica, y al enlace variado y viviente de
los hechos por medio de los diversos estilos que el arte suministra. En estos
conceptos, la academia rayó muy alto, y á nuestro entender, se acercaba
mucho al ideal de la Retórica.
La noble familia de los Flavios, que dio varios cónsules y prefectos á la
república romana, tres emperadores al trono y varios mártires á la fe de
Cristo, fué el centro al rededor del cual debían desarrollarse los varios te-
mas y asuntos de la velada. El programa, de un gusto profundamente clási-
co, con el árbol genealógico de los Flavios en la fachada, con escogidos tí-
tulos en el reparto de los trabajos, con sus documentales textos latinos en-
tresacados de la antigüedad literaria, prometían un desarrollo'práctico, atrac-
tivo y encantador, cual fué el que presentaron al público los distinguidos
alumnos que tenían á cargo la velada. Los preliminares históricos declamados
con buena entonación por el aventajado alumno D. A. Montinola, y amenizados
con proyecciones foto-eléctricas, abrieron el camino para las diversas odas,
fragmentos épicos, discursos históricos y escenas líricas y trágicas, que como
piedras de diversos tamaños y colores tachonaban aquel mosaico de valor lite-
rario tan preciado, y que numeraban como propios autores D. Luís Guzmán,
D.José López del Castillo, D. Abelardo Hilado, D. Arsenio Roldan y D. Luís
Moreno Lacalle. Éste, junto con D. Francisco Zulueta, que declamó la mag-
ín Relación publicada por una revista ilustrada de Manila, en su número de 20 de diciem-
bre de 1911.
216
níflca oda <^Los Flavios en el trono», junto con D. Francisco Albar que re-
presentó al papa san Clemente, con D. ApolonioTrilIana, el preceptor Quin-
tiliano, D. Luis Trillana y Román Joven, los pequeños é inocentes Césares
del imperio, y otros varios jóvenes vieron muy bien recompensada su decla-
mación con la anhelante y continuada atención de la numerosa concurrencia,
en la cual figuraban personas de la más alta representación eclesiástica y
civil.
Ni se escatimaron los aplausos á D. Nicodemus Tecson, el severo pre-
fecto de Roma, á D. Feliciano Natividad y D. Ángel Montañés, los dos sa-
bios literatos del palacio imperial, y á D. Bonifacio Ysip. que declamó la poe-
sía «El cónsul cristiano». Y si D. Virgilio Montinola, D. Faustino Chiong,
D. Francisco Barrios y D. José Valencia, desempeñaron un papel algo secun-
dario en el reparto general, á ellos no obstante se extendió el culto de ad-
miración que les prodigaba el público atento.
Esperanza de la patria filipina es la juventud que con tanto acierto se
adiestra en el manejo de la poesía y la elocuencia; honra genuina del cole-
gio que los educa, sacando á la luz pública los progresos sólidos de sus estu-
dios; manifestación inequívoca de los variados ejercicios literarios que se
practican en las aulas. De las aulas ha brotado aquel hermoso coloquio
«Cristo en palacio», análisis de la Égloga cuarta de Virgilio, donde celebra
á la nueva prole que ha descendido de los cielos, y el paralelo de la misma
con los proféticos cantares de Isaías.
Tal fué sin encarecimiento la academia compuesta bajo la dirección del
conocido profesor del ateneo P. Manuel Peypoch, una brillante eflorescencia
de la clase de Retórica, una joya literaria de arte, admirada y aplaudida con
ardor por los hombres eruditos y escuchada con deleite por todos los pre-
sentes. Y si los .profesores á quienes últimamente debe referirse éxito tan
halagüeño, si los aprovechados jóvenes escolares merecen la más cordial y
sincera enhorabuena, en quienes está depositado el cariño del pueblo filipino,
no pueden tampoco faltar unas palabras de encarecimiento en favor de los
maestros F. Buencamino y J. Hernández, que con tanto acierto compusie-
ron y dirigieron las dos piezas musicales cantadas por docenas de voces de
jóvenes colegiales.
Termino dirigiéndome una pregunta saturada de deseo. ¿Por qué no se
repite al público manilense el gusto de contemplar tan valiosa academia?
¿Por qué los tipos de la imprenta no se ocupan en ceder á la publicidad unos
documentos histórico-literarios, que van á quedar de otra suerte relegados
al olvido? La pérdida de tan afanosos y útiles sudores sería lamentable.
COLEGIO-SEMINARIO DE VIGAN
UNA PRIMERA COMUNIÓN EN EL
BARRIO DE S. JULIÁN
Garta del P. Alfonso García al padre rector de Vigan d
Vígan, 5 de enero de 1911.
R. P. José Alfonso S. J.— Manila.
Amadísimo en Cto., padre rector: <^E1 verdadero amor crece con la
ausencia y la distancia».
Los asuetos terminaron felizmente, con paz y caridad, y gustando mu-
cho á los Favis, Crisólogos, gobernador, tercer vocal, Socorro et reliqua.
La misa del señor obispo en el barrio de San Julián, será una fecha me-
morable, Olimpíada gratísima, aúreo número en la historia de este católico
barrio.
A las 6, y en siete carruajes, salieron los 17 seminaristas y los internos
Favis y Reyes (Antonio), presididos por nuestros padres Benaiges y Thom-
pkins y el P. Bonifacio párroco de Vígan.
A las 6'45, partía Su Excelencia del palacio, llevando como capellán de
honor al menos digno de él; y poco más de las 7 serían, cuando, después de
pasar triunfalmente bajo cinco magníficos arcos levantados en el espacio de
unos 500 metros, se apeaba del quílez episcopal Mons. Cárroll, siendo reci-
bido, á los acordes de la marcha de Aguinaldo, por los niños y niñas de
San Julián, con banderolas en las manos y entonando el Ti catecismo, que
inmortalizó el celosísimo fundador del catecismo de Vígan, fundamento,
piedra angular, raíz y savia (esto podrá parecer paradoja, pero es verdad).
(1) Estaba entonces este P. rector en Manila para atender á la cura de un ántrax que le
molestaba.
218
de todos los seis catecismos que se han establecido posteriormente, y á
quien sea la gloria de este día feliz para los niños, gratísimo para los cate-
quistas, alegre para los ángeles, y de tanta ternura para nuestro santo
obispo de Vígan, cuyos ojos por tres veces se humedecieron con las dul-
ces lágrimas, que el consuelo y la devoción le arrancaban.
A la puerta, entrada mejor de la improvisada capilla, ministró el agua
bendita, en acetre y con hisopo de plata, el párroco de Vígan acompañado
del padre Benaiges, que con los seminaristas vestidos de sobrepelliz, habían
ido procesionalmente desde el último y hermoso arco, hasta la capilla. Ésta,
llena, rebosante de una multitud que se calcula en dos mil personas, ofrecía
el aspecto de una pequeña -catedral.
Todas las cortinas blancas, y todos los ramos de flores, y todas las ban-
deras nacionales y extranjeras que hubieron á mano, fueron artísticamente
colocadas; resultando una nave bizantina, en cuyo fondo brillaba argentino
altar: sí que de la catedral de Vígan habían trasladado allí un precioso fron-
tal de plata repujada, 12 candeleros del mismo metal, sacras de idem, un
crucifijo de plata dorada, (de un metro de alto) servicio de altar hasta el re-
clinatorio, y almohadones para Sullustrísima; y si no llevaron un confesona-
rio, fué porque, al cargarlo sobre un carretón, éste rechinó con estridente
reclamo, y el vacuno hubo de abrir sus remos, para no dar en tierra bajo
la mole de narra, que le abrumaba.
El señor obispo, asistido por el consabido capellán de honor, y dos se-
minaristas, empezó la santa misa con visible emoción y ternura, que conmo-
vía á los circunstantes.
Un armónium de ocho registros, ayudaba el fervor, con sus devotas
melodías; y las afinadas voces de los seminaristas y dos niños tiples inter-
pretaron con gusto y unción, devotísimos motetes, bajo la inteligente batuta
del padre Benaiges.
Después del evangelio, pronunció una plática ó fervorines en ilocano,
el padre Bonifacio Brillantes, párroco de la catedral de Vígan; luego de la
elevación, el seminarista Adolfo Brillantes, prefecto del catecismo de san
Julián, celosísimo, incansable y de mucho y muy buen espíritu, y alma de
de esta fiesta, leyó también en ilocano algunas oraciones, para disponer in-
mediatamente á la sagrada comunión á los 57 niños de ambos sexos, que la
iban á recibir por vez primera. Ni fueron solas al celestial banquete estas
dichosas criaturas; sus padres y parientes, en número de 161, les acompa-
ñaron; y aquí de nuevo se enterneció hasta llorar el señor obispo, al ver en
un modesto barrio, tanto entusiasmo por su fe y la piedad de sus hijos; pues
todos los niños tenían velas, con lazos y flores, en las manos, y las niñas
219
lucían sus trajecitos blancos, velos de comunión, de ricas gasas filipinas, y
coronas de flores en sus frentes.
Se respiraba devoción y candor: Los dos padres jesuítas quisieron to-
mar su parte y abrir válvula al fervor, y cantaron un devotísimo villancico
al Niño Jesús, que sin duda estaba entonces recreándose en los sencillos co-
razones de estos buenos filipinos, y desquitándose así (si vale la frase) de
la glacial y desconsoladora indiferencia, que se respira en algunas grandes
• ciudades.
Terminó la misa, y se dispararon los indispensables reventadores que
no habían faltado á nuestra llegada, ni durante el acto.
Después de la acción de gracias, el señor obispo dirigió á los fieles su
palabra en castellano, que traducía al ilocano el párroco, felicitándoles por
aquella gallarda prueba de su amor á Dios, ala Iglesia, y á la cristiana edu-
cación de sus hijos.
No faltó quien desfogó su entusiasmo en un ¡viva el señor obispo! y
tras él se lanzaron otros muchos á la santísima Virgen, á San Julián, á la
Religión, en fin el... delirium tremens. Un dato: más de media hora tardó
Su Ilustrísima en trasladarse de la capilla á la casa, en que habían de servirle
el desayuno; y distaba solo unos 100 pasos.
Desayuno dije y dije mal; porque, como dijo el gitano del cuento, allí
hubo de too; chocolate, leche, mantequilla, huevos, pollos, pichones, lechón,
pan, tortas, bizcochos y una opípara comida en fin, de la que dieron cuenta
los seminaristas y no pocos de los principales de Vígan.
La orquesta tocó todo su repertorio, ejecutándolo con vero amore.
Pero... hay todavía más; como dicen los humanistas ribadeneiros. En
dos casas vecinas, y en salas amplias y bien adornadas, tomaban su almuer-
zo, no menos suculento que el ya citado, los niños y niñas de 1.^ comunión.
Allí nos dirigimos todos con el señor obispo, para escuchar cuatro ó
cinco discursitos y poesías, cuál en prosa cervantina, cuál en la lengua de
Shakespeare, cuál en el" nativo idioma ilocano, que declamadas muy bien,
sí señor, muy bien, por aquellos angelitos, nos hicieron llorar á los que he-
mos perdido las alas.
Con las lágrimas en los ojos y trémula la voz por la emoción, habló el
señor obispo con tal unción, gracia y persuasiva elocuencia, que me parecía
oir á un pastor de la primitiva iglesia en un ágape de cristianos, ó al mismo
amantísimo amigo de los niños, el buen Jesús, en el sermón de la montaña.
Aquello era sublime. Y nuevos cohetes,, y música, y vivas, y el señor obis-
po se arrancó de sus queridos hijos del barrio de San Julián.
Como muestra de que se había tomado la cosa de veras, nos ofrecieron
220
dos babiiys, (cerdos) dos corderos, palomos y manócs (gallos) etc. etc.,
para la merienda de la tarde; pero no aceptamos, por no multiplicar los en-
tes sin necesidad.
Dos seminaristas y el párroco, hicieron la procesión y rosario, con
asistencia tan numerosa como la de la mañana.
Funciones semejantes se han celebrado en los barrios restantes; pero
mejor cortadas plumas han de narrarlo, si la relación no ha de ser tan in-
sípida como la presente. Faciant majora potentes.
Creo, padre rector, que esta relación, si bien despertará la santa en-
vidia en V. R., será no pequeña parte para que tenga lenitivo y solución
el ántrax maligno que le ha llevado á esa ciudad cosmopolita, robándole
así al cariño de sus subditos, y privándole de estos puros goces, á los cua-
les nedie, como V. R., tiene derecho.
En este átomo mundial que se llama Vígan, todo va bien.
Afectísimo siervo en Cto.
JHS.
Alfonso Garcí.\, S. J.
MINISTERIOS DEL P. ELÍSEO GIL
DURANTE LAS VACACIONES DE 1911
Cartas del mismo padre al padre rector de Vígan
CARTA PRIMERA
Aparri, 20 de marzo de 1911.
R. P. José Alonso.
Amadísimo en Cristo padre rector: Estuvimos en el puerto Pandan, has-
ta las 12 y media en que salimos, acompañados además del Sr. Mendoza, de
los señores colegiales Pablo Corpus y su hermanito Emigdio, con otros va-
rios externos; y cuando salíamos estábamos comiendo. El calor grande, el
apetito no muy bueno, de internis patris García non judico; la mar tran-
quila, así que después de 3 horas y media, á eso de las 4, estábamos enfren-
te de Currimao. Apenas nos divisó la gente de mar, comenzaron á salir del
pueblecillo envuelto entre cocotales, multitud de barangayanes que venían á
toda prisa hacia nosotros, cargados de pasajeros, y éstos de cabanes, jaulas
de pollos, cestos de huevos, ollas, petates, mantas de aquellas que dejan pa-
sar lo mismo el frío que el calor, toallas peludas y otros muchos bultos de
caña ó formados con hojas de plátano, donde llevan su imprescindible moris-
queta y otras viandas. Aquello fué un ataque como los de Jaques Soria,
pero sigamos. Pues como íbamos diciendo, aquello era un asalto como los
de Jaques Soria, ó como los del P. Soria, que no le quiero quitar á éste nada
de sii mérito; sólo que lo que allí eran hombres eran aquí mujeres, las cuales
poniendo faldas entre piernas, porque aquí no usan las cintas, saltaban como
cabras de fardo en fardo y de barca en barca, mientras los bogadores, daban
abordaje, asiéndose del buque con largas cañas armadas de cuernos de cier-
vo por garfios. Me gustó mucho esta gente: todos ellos eran muy respetuo-
sos y dóciles: ¡qué fácilmente se los podría llevar al cielo, si hubiera más pa-
dres que trabajaran por ellos!
Ya hacía largo rato que estaba yo contemplando aquel improvisado y
gárrulo mercado que sobre cubierta se había entablado, cuando noté que lo
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nuestro no progresaba, es decir que nada se hacía para adelantar nuestra sa-
lida. Entonces me acerco al sobrecargo que tenía allí delante y le pregunto
con respeto: ¿Qué? tenemos que pasar aquí la noche? Pues qué, ¡tan mal se
está aquí!... me contestó. No señor, repliqué, sobre todo teniendo la mar tan
tranquila, pero uno siempre desea llegar lo más pronto posible al término de
su viaje. Conocí que no le había gustado mi pregunta, y que más de cuatro
veces se le habrían quejado de lo poco que atienden á los pasajeros: la carga
y descarga, como vi después, era poca; y si la hubieran tenido preparada,
ó hubieran querido trabajar, aquella misma noche habríamos salido de Cu-
rrimao.
El P. García entre tanto estaba ya mucho rato en una lancha, de pie,
como Neptuno, encima de los fardos, ó como Aqueronte, y á su alrededor
muchos hombres y mujeres sentados, que pacientes esperaban que los saca-
ran de allí; pues si el P, García no tomó el remo, y dio por lo menos un palo
á todos y cada uno de los que allí estaban, no fué por falta de deseos de lle-
gar á tierra y Laoag que era el término de su viaje. Y ¡á qué hora iba á lle-
gar!... Tal vez á las once ó las doce déla noche, y eso que estaba tan cerca.
¡Paciencia! Si así la actitud de las personas como el fin pacífico que lleva-
ban, lo hubieran permitido, en vez de comparar al P. García con personajes
de la antigüedad, al fin y al cabo dioses, lo hubiera comparado con Washing-
ton en aquel célebre cuadro, que se ve por todas partes.
Amaneció el día de san José, y aunque debió de aparecer hermoso y ale-
gre como pedía la fiesta, yo no amanecí ni más alegre ni con más gracia que
de ordinario, recordando que era el santo del padre rector y otros padres y
hermanos del colegio; y aquello quanti mercenarii, se me venía muchas ve-
ces á la memoria, pero cambiando el mercenarli por fratres. No pude decir
misa siquiera, tomé el almuerzo de mañanita, me metí en el camarote á las
10 que salimos, y yo ya no comí ni bebí cosa alguna, hasta el otro día en Apa-
rri. Después de 24 horas, la mar estaba algo picada, como suele en el cabo
Bojeador y norte de la isla, y no hice otra cosa que arrojar bilis. A las 12 de
la noche estábamos más allá de Aparri en el puerto de san Vicente, para res-
guardarnos algo de las olas y esperar el día, porque de noche no se puede
franquear la estrecha desembocadura del río para entrar en el puerto.
Las 7 serían cuando anclábamos en él: éste no es otra cosa que el re-
manso que forma el río, ensanchándose hacia la ciudad junto á la misma de-
sembocadura.
Esperamos un buen rato, cargaron las barcas, se llenó la nuestra de chi-
nos, que era lo que queríamos, y al convento del P. Calüen, después de ha-
ber dejado el cabán del Sr. Mendoza en casa de los señores Corpus, saluda-
223
do á sus padres y al Sr. Roca, que encontramos al paso: éste nos dijo que al
otro día á las 9 de la mañana saldría Una lancha americana hacia Tumauini,
y como el correo Pedrito iba á salir dentro de poco rato, y me encontraba
muy rendido, determiné salir al día siguiente martes 21 de marzo.
Aún me encontré con fuerzas para celebrar, y así lo hice, después que
acabó el P. Calúen: á las 9 y cuarto terminé mi misa con más toques de cam-
pana que en la distribución del noviciado. Al entrar en la sacristía, se ade-
lantan algo los monaguillos, abren paso, se arrodillan en tierra, y me dicen
en voz alta. «Alabado sea el Santísimo Sacramento». Al punto me acordé
del baturro á quien acompañaron con luces hasta la puerta porque no dio
gracias después de comulgar. Yo me fui enseguida á hacerlo para que la co-
sa no pasara adelante, pero todavía quitados los ornamentos, arrodillados
los niños me pidieron la bendición.
Son las 4 y cuarto de la tarde; luego saldré á ver la familia de D. Anto-
nio Pablo, y á enterarme bien de la lancha.
Ha venido á hablar conmigo un caballero llamado D. Luciano Dolozon,
y me ha presentado su hijo, niño de unos 11 ó 12 años muy simpático, para
que sea recibido en el colegio como interno. Tiene Lino, que así se llama
el niño, tantas ganas de entrar en él, que apenas entendió la determinación
de sus padres, se presenta un día en casa con el cabello cortado á rape,
porque había oído decir que en colegio, no querían á los niños con el pelo
largo: de buena gana me lo llevaría conmigo á mi vuelta de Tumauini. Don
Juan Quintos, á quien vuestra reverencia conoce, y es cuñado del padre Ca-
lúen, me habló de algún otro niño que tiene entre manos, y todos son discí-
pulos de la escuela católica que él dirige: de esta misma escuela es el señor
Gonzalo José, y no sé si algún otro.
Mis saludos afectuosos á los padres Josés, Clotet, Vives, y á los
HH, Arnalot y Torres, y así ellos como vuestra reverencia acaben de pa-
sar felices esta y muchas octavas de tan grande Patriarca.
De vuestra reverencia, siervo en Cristo Jesús que se encomienda en
sus SS. SS. y OO.
JHS.
Elíseo Gil, S. J.
Estoy en casa de D. Antonio Pablo. La lancha americana saldrá mañana
á las 9 a. m.; hay en ella comida: doy estas líneas, porque líneas son, aun-
que sean muchas, á D.''^ Juliana Florendo, madre de nuestro alumno José
Villanueva, la cual se ha ofrecido á llevarlas con gusto. Adiós.
224
CARTA SEGUNDA
Tuguegarao, 24 de marzo de 1911.
R. P. José Alfonso.
Amadísimo en Cto. padre rector: El pasado martes 21, con aquella
puntualidad y buena fe que nos enseña la campanilla de nuestras casas reli-
giosas, á las 8 y media, tomo un muchacho que me lleve la maleta y otro
la fiambrera y una botella con agua y me voy á buscar al Sr. Mendoza y la
lancha que ha de salir á las 9. A las 9 dijo, pues dijo V. muy mal porque nos
dice Mr. Fuler, dueño, capitán y maquinista de la lancha, que no saldremos
hasta las 11. Nos vamos á la casa de los Sres. Corpus, y como que ya era
cerca de la hora de comer, un buen almuerzo que nos prepararon, que el
tiempo no daba más, suplió muy bien la comida de aquel día. Sin perder
la buena fe por nuestro antiguo hábito, á las 11 en la barca: ni por esas:
falta aún la gasolina, es decir la fuerza motriz que nos ha de llevar: las
oficinas no se abrirán hasta las 2, pues esperar hasta las 2. ¿Y si uno se can-
sa de esperar qué hace...? pues irse ó tirarse al río. Ya no abandonamos el
puesto: en un canal sin salida pero con entrada al puerto de donde se pro-
veía de agua, con un solecito de Filipinas, en un barangay que remolcaba el
vaporcito, la pasamos muy bien: para no perder del todo el tiempo dimos á
los niños algunas estampitas y algunos buenos consejos: no subimos en la ga-
solina, porque vimos que estaba bastante llena de jóvenes americanos y fili-
pinos y creímos que ellos estarían mejor y también nosotros, y aún más an-
chos y con menos calor, si bien en lugar más humilde y barato, lo cual no era
de despreciar.
Llegaron las 2 y nos movieron un poco, levantaron el mástil para la vela,
nos sacaron á lo ancho, nos dejó la gasolina y nos quedamos hasta sin bogado-
res guardando el barangay, hasta las 6 de la tarde: venían ganas de pegarle
fuego: no lo hicimos no obstante. Si uno en estas tierras se hace de una vez
el ánimo de no tener nunca las cosas á su tiempo, es feliz. En ninguna parte
he visto que sobre más el tiempo... como todo el que viene está por gastar,
y no se sabe cuándo será el fin del mundo... me dijeron luego que el ameri-
cano no encontraba bogadores porque les pagaba poco.
Salimos por fin más tarde que los israelitas de Egipto, sin duda porque no
hubo plagas, aunque no tardaron en venir, como adelante se dirá.
Pronto oscureció y aún más pronto se rompió una bomba de la máquina y
á dormir falta gente: primera plaga; ¿pero quién podía dormir, si había unos
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mosquitos más malos y más rabiosos que los que picaron á los Faraones? Con
el Moisés que llevábamos ¡pobres de nosotros si nos persiguiera alguien!
Despertó el alba, que era la única que dormía, y vimos que nos encontrábamos
en un barrio por nombre Alilino que pertenece al pueblo de Camalaniugan.
También vimos la causa formal del chapoteo que oíamos á poca distancia, que
eran los carabaos que muy formales y silenciosos salían del agua y se diri-
gían solos á sus casas: estos animales se pasan toda la noche y aun más en el
agua que no sé cómo no se pudren. A las 5 tomó Mr. Fuler, éste era el due-
ño de la gasolina, un bote particular y se despidió de nosotros hasta las 10
en que volvería con una pieza de cobre que le faltaba para el remiendo. Yo
comenzaba á alarmarme: es verdad que tenía tiempo hasta el domingo por la
noche en que comenzaba los Ejercicios á los señores curas, pero la cosa era
grave: los padres tenían que reunirse en Tumauini algunos empleando un
día ó más de camino dejando alguno dos días y todos uno la parroquia sin
misa en día de precepto; que es buen argumento de la importancia que da el
señor obispo á los Ejercicios; y si yo no aseguraba mi llegada, tenía que avi-
sar con tiempo para que ninguno se moviera, y como veo que aquí se pier-
den los días como en otras partes las horas... Además la semana santa es-
taba cerca, y dentro de ese tiempo tenía que dar otra tanda en Aparri. Me
aseguró que llegaría, sin duda ninguna á tiempo, á mi destino: no obstante
quedé en la determinación de trasladarme á cualquiera otra lancha de vapor
si por allí pasaba.
Entre tanto que venía la bomba, que yo no la esperaba sino á las 6 de la
tarde como el día anterior, saltamos á tierra, hicimos lo que no se podía ha-
cer tan fácilmente en el barangay, que en todo hay que pensar, y para apro-
vechar el tiempo, (aunque esto ya era aprovecharlo) saqué mis estampitas,
y al cabo de 10 minutos ya había conocido y me había hecho amigo de todo
el pueblo. El buen efecto de nuestra campaña se conoció en que al fin las
mujeres para mostrar su agradecimiento, nos cantaron como á David, la Pa-
sión del Señor, asomándose de cuando en cuando una Micol á la ventana para
ver si notábamos el obsequio: tienen por aquí estas buenas gentes la santa
costumbre de cantar a coros durante la cuaresma la Pasión de Cristo for-
mando un dúo sentimental, como se suele cantar en España. Hasta los presos
de la cárcel se entretienen en cantarla, y ellos mismos se cuidaron de pedir-
me el libro en que se contiene, que es bastante voluminoso y es lo mejor que
tienen escrito en Ilocano según he oído á persona competente. A una mujer
que nos vino á vender algunos huevos de gallina y algunos otros en un nido
de pájaros, menudos como garbanzos, le compramos todos los de gallina y le
dejamos los de pájaro para que se hiciera una tortilla. El río estaba lo más
15
226
pintoresco que pudiera desear un fotógrafo ó un pintor; es ancho como dos ó
tres veces el río Ebro, pero lleno de agua y al presente de barquillas peque-
ñas donde apenas cabían dos hombres para pescar, arrojando al agua en for-
ma de abanico una ligera red que recogían poco después.
Mr. Fuler, gracias á Dios, vino esta vez puntual, remolcado su bote por
la lancha de vapor Oriente, que para mí fué como la estrella de los Magos:
quise pasarme á ella, pero Mr. Fuler me dijo que no admitía pasajeros, que
tenía que esperar en no sé dónde varios días y que no tuviera temor que lle-
garía á tiempo á mi destino. Confiando en la palabra que me había dado y más
en Dios que es más fiel, me decidí á quedarme, y después de martillar nuestro
capitán y maquinista hasta las 12 'Z,, salimos á toda máquina de Alilino, y era
ya el segundo día de nuestro viaje y no estábamos á una hora del término á
quo de él. Y fíjese V. R. que el plan era pasar la primera noche en Alcalá, la
segunda en Lallo, y la tercera en Tumauini en el convento de los padres. Me
despedí hasta con sentimiento de los niñitos que me habían cobrado mucha afi-
ción y á las dos de la tarde sin haberse roto ninguna de las otras bombas está-
bamos en Lallo. Poco rato paramos y eran las 4 y media ni más ni menos, cuan-
do notamos que la gasolina que andaba delante de nosotros unos 40 pasos, se
acerca á la orilla para atracar. ¿Qué pasa? pregunté verdaderamente alarma-
do. ¿Ya hemos acabado? Habíamos llegado ya donde estaban ellos, y Mr. Fu-
ler me dice: Padre conviene que paremos en este almacén de un americano,
porque aquí tenemos herramientas y trabajando toda la noche, puede quedar
bien arreglada la máquina, y será mejor que no después se nos estropee más:
yo lo siento más que V., porque pierdo crédito y dinero (tiene razón, decía
yo, y lo que es de mí poco ganarás) y una desgracia así le puede pasar á
cualquiera: (ya lo creo, si las máquinas son viejas como me parece ésta de
séptima ú octava mano). Todo esto me dijo el americano, y casi con las mis-
mas palabras, porque hablaba bien, y sea dicho de paso, es edificante cómo
los americanos se aprenden el español, lo cual indica la necesidad que tienen
de aprenderlo, y he oído varias veces á los naturales, y así lo creo, que ellos
se dan ahora más al castellano que lo hacían en tiempo de los españoles.
Pero sigamos nuestro camino, es decir parémonos. Esta vez si que pensé
que nos la pegaban en toda regla, los sujetos que iban en la gasolina, aunque
jóvenes muy respetuosos y atentos, era lo más á propósito para formar yo mi
sospecha: como que no iba nadie que pagara el viaje por sí: un empleado de
obras públicas, un teniente del ejército que espantaba todas las alimañas de
los bosques con los repetidos toques de la corneta del capitán, un viajante de
comercio, y algún otro por el estilo: es decir, gente que prefería arrostrar
los contratiempos de un río ameno y hermosísimo, á las tempestades eléctri-
227
cas que se desarrollan en las oficinas. Pues señor, me dije para mí; estos se-
ñores bajan aquí, cenan pronto, se levantan de mañanita, y antes de amane-
cer están colocados en un buen punto de caza, pasan allí tres horas ¡ojalá sean
perdidas! y allá á las 10 ó las 11 se nos vienen á juntar; para pensar así,
tenía además de lo dicho el que les había oído hablar algo de caza de vena-
dos de aquellos bosques y hasta sospeché si llevaban rifle, y el ver la tranqui-
lidad con que recibían los avisos de Mr. Fuler que á mí tan triste me ponían.
Pararon pues, y bajaron hasta dos jóvenes que con nosotros venían en
el barangay, con quienes todavía no habíamos hablado, y que después resultó
que era el uno alumno del ateneo, y el otro hermano de nuestro alumno Fer-
nando Qorospe. Mi fidus Acates y yo, no salimos, porque no sabía qué casa
era aquella, y aun como quedaba mucho día, nos hicieron ir á vela río arriba,
y primero á descargar unos sacos de arroz á pocos metros de distancia.
Luego apareció sobre un morrillo que formaba el monte donde había una casa
con algunas dependencias, un hombre, que yo creí que sería pariente del
americano cazador, y me retiré dentro del barangay. Hizo el hombre subir
los sacos por aquella pendiente corta pero pesada y salimos un poco á tierra,
y cuando ya acabaron, el hombre que nos vio nos dijo: <'¿Por qué no han subi-
do Vds.»? Pensaba yo que nos quería hacer dormir con los otros, y así dije:
«Estamos muy bien, gracias». «Al menos podían haber subido Vds. á descan-
sar un poco mientras descargaban». «Estamos bien, gracias». Viendo nuestra
terquedad tentó el hombre nueva vía y nos atacó por la piedad: «ya sabe, pa-
dre, que las casas solitarias son más protegidas de Dios». «Claro, dije 3^0 con
más dulzura de voz, porque la soledad convida á acudir con más frecuencia
á Dios (eso por si te acuerdas de Él)». «¿Es V. español? le pregunté». «Ser-
vidor de V.» ¿Y estará V. aquí con algunos de la familia? Parece que la pre-
gunta fué más curiosa de lo que hubiera deseado, titubeó un poco, aunque
con garbo, y respondió: «Ya le diré á V., se puede decir que sí y que no.»
La cosa no salió muy clara, más que todo sin duda porque yo me fijé bien
poco. Le pregunté si era pariente de aquel señor vecino; me dijo que eran
buenos amigos, y yo también hechas las paces con él, que no tenía ninguna
culpa, nos despedimos y nos dimos á la vela.
Poco antes de anochecer cesó el viento, y los bogadores, para que no
tuviéramos mosquitos, acercaron la barca hacia un arenal huyendo de los ar-
bustos. El sol rojo como el carmín no alumbraba casi nada cuando aún estaba
bastante alto en el horizonte; por entre las matas que hay cerca del río se
veían correr gordos patos silvestres, y todo el bosque, parecía estar cuajado
de animales de toda especie, tal era el estrépito que movían día y noche.
Apenas puesto el sol apareció un espectáculo á nuestros ojos, de lo más cu-
228
rioso: por encima de nuestras cabezas comenzaban á pasar unos pajarracos
grandes de vuelo lento y suave y al parecer como los que aquí llaman ga-
vilanes; primero pasan algunos, y después van pasando más, y crecen en tan-
to número, que llenan todo el horizonte, guardando todos casi la misma dis-
tancia y llevando la misma dirección. Me dicen que son murciélagos bonitos
para comer. Pues buen provecho! Yo tengo miedo hasta de que se me acer-
quen ó me vengan á chupar la sangre, y ya algunos van rozando el agua y
pasan junto á la barca. Deben de ser vampiros. Pasó después de buen rato
esta silenciosa procesión y cenamos sin vampiros. Es de notar, que desde la
segunda comida que comió cena que cené tuve convidados, y no teniendo
apenas para el Sr. Mendoza y para mí, aún encontramos de los recursos
de la caridad algo que dar á los que apenas comían más que morisqueta, y
ésa bastante mala. Pero no perdí el fruto de esta caridad, aun antes de que
el Rey del cielo, venga á juzgar á los vivos y á los muertos.
Como la noche anterior no habíamos dormido y ésta no esperábamos dor-
mir demasiado, nos acostamos pronto, y el Sr. Mendoza que no perdía ocasión
para hacerme el viaje lo más suave posible, logró con gusto de todos, la tol-
dilla del timonel, que es la parte más alta y cómoda de la barca para que yo
solo durmiera en ella, aunque podían bien dormir dos. Dormí como en casa,
muy bien, pero me levanté un poco entumecido, porque la noche fué muy
fresca, y tan húmeda, que la parte de la almohada que quedó fuera de la
toldilla estaba enteramente mojada. Serían las cuatro de la mañana cuando
disperté; di gracias á Dios con los mil animales que alborotaban en el río y
en el bosque, hice mi oración, cumplí con mi rezo, para todo lo cual siempre
tenía tiempo sobrante, almorzamos uno ó dos huevos, nos cansamos de espe-
rar, aprendimos á hacer sipa de uno de los bogadores, nos dimos á la vela á
las 8 y cuarto y la gasolina aún no comparecía. Saldremos también hoy á las
10 como ayer ó las 6 de la tarde, como antes de ayer? No tanto sino á las 9
y media; es decir, que los picaros han podido cazar unas cuantas horas.
Cuando se presentó ocasión pregunté á los dos señoritos compañeros nuestros
y nos certificaron realmente que el Sr. Fuler había estado trabajando toda la
noche y la mañana: mejor así.
Adelantamos la mar: á la una y cuarto llegamos á Alcalá: no puedo ir á
ver al padre que sin duda me esperó en el Pedrito. Al joven estudiante del
ateneo que es natural de aquí, dimos un telegrama para Tuguegarao. El se-
ñor Mendoza se llega hasta el pueblo á buscar provisiones, y viene después
de un rato con tres que llaman chorizos, y son unas longanicillas de esas
grasientas, como el dedo meñique, 10 plátanos y unas galletas ó cosa por el
estilo, lo más parecido al pan que encontró. A las tres de la tarde el viento
229
nos rompe la vela que ya era algo vieja, la arrollan un poco, pues no sufre
mejor compostura, y aprovechan la mitad. Vemos patos. Se hace de noche.
Hacemos alto ya bien oscuro, bastante adelante. Ya me he acostumbrado á
vivir y dormir en el río; el Sr. Mendoza y el Sr. Gorospe han cubierto la tol-
dilla por la parte que mira al norte con una manta, y he pasado una noche tan
rica y tan descansada, que no espero pasar mejor ésta que voy á dormir aquí
en Tüguegarao. A las 5 y media levamos anclas que también las tienen nues-
tras embarcaciones. A las 9 y media Mr. Fuler, para y remacha un poco la
bomba. Alas 10 comienza á lloviznar, y vemos dos bandadas de patos que
creo hubiéramos también visto aunque no lloviera; por fin á las 2 y cuarto,
tomamos tierra en Tüguegarao. Dos ó tres veces había el padre vicario sali-
do con quílez á buscarnos y tuvimos que ir á pie. El P. Mendoza nos recibió
con mucha caridad, nos dio de comer muy bien, aunque de pescado por ser
viernes. Saludé al P. Aniceto, dominico, que está en casa del padre vicario,
para ayudarle en los ministerios parroquiales durante el día. Con los sobrini-
tos del padre tuve una larga conferencia; son muy bien educados, y desde
luego se conoció en el cariño y respeto conque nos recibieron; por supuesto,
que me robaron las estampas mejores y más bonitas. Esta tarde he ido con
el padre Aniceto á visitar á los padres dominicos con- su padre rector que
parte para Manila. Me han recibido con mucha caridad, me lo han enseñado
todo: el colegio es grande y hermoso, con unos campos delante sin cultivar
grandísimos. Tienen pocos alumnos, sin duda porque la vida es cara. El pa-
dre Tejedor no hace más que recordarme los obsequios que vuestra reveren-
cia le hizo cuando estuvo en esa, y todos ellos me han ido recordando las
peripecias de los antiguos expedicionarios PP. Clos, Benaiges, Clotet, Al-
fonso y Tarrago: me dieron muchos recuerdos para todos.
Son ya las once y media de la noche, y noto que me he alargado toman-
do mil menudencias de mi diario: no obstante, he querido acabar ésta para
aprovechar el Pedrito que saldrá mañana á primera hora, y al cual hemos
visto esta tarde que volvía ya muy ufano. ¡Cuánto sentí no haberme embar-
cado en él!
Adiós. Saludos á todos y petición de oraciones que es lo que más falta
me hace, mientras vius aném per aquestos riiis.
De vuestra reverencia affmo. siervo en Cristo Jesús.
JHS.
Elíseo Gil, S. J.
230
CARTA TERCERA
Aparri, 2 de abril de 1911.
Rdo. P. José Alfonso.
Amadísimo en Cristo, padre rector: En Tuguegarao le escribí una larga
carta que por un pequeño descuido tal vez la reciba con la presente.
Salí de Tuguegarao la mañanita del sábado á las 7 después de decir
misa. Salió á despedirme mi amable compañero el señor Mendoza que se
quedaba en casa de su tío, aunque con harto sentimiento suyo, pues quería
acompañarme hasta Tumauini: alguna lagrimilla resbalaría de sus ojos cuan-
do yo desde lejos le agitaba mi sombrero hasta que nos perdimos de vista.
Se encontraba algo delicado y yo disuadí á su tío que le dejara seguir
adelante, sino que comenzara á descansar y disfrutar de las vacaciones, ya
que podía, y lo necesitaba.
Llegué en la misma forma arrastrado por Mr. Fuler hasta Cabágan nue-
vo donde paramos un poco, y me vino á saludar el P. Ensebio y ya bien de
noche hasta Tumauini, no sin peligro de barar, porque poco antes de llegar
á la población se ensancha extraordinariamente el Vio y falta fondo.
En la playa ó desembarcadero á nadie vi, envié exploradores pero sin
ningún resultado, no había quílez ni cosa que se le pareciera. Pues yo no
me quedo otra noche en el barangay siendo aún las 7 ú 8 de la noche. Pre-
gunto cuánto dista el pueblo; me dicen que 1/4 de hora; pido dos mozos al
Mr. para la maleta y para el cajón de libros de los padres y un farol que el
mismo señor nos ofrece que fué de absoluta necesidad, y nos dirigimos al
convento. Saltando charcos y apartando ramas llegamos por fin después de
casi media hora. «Ave María Purísima» Allí no había ningún ave que res-
pondiera: sin quílez decía yo y sin nadie en casa y el director de los Ejerci-
cios, aunque me esté mal decirlo, pero no hay duda que lo soy... ¡no es esto
recibimiento frío y desatento! pues arriba á una sala y luego á otra y aden-
tro; y más adentro todavía veo á un padre que se agita, delgado de carnes,
joven. ¡Buenas noches! ¿No sabe quién tiene aquí?, dije con cierto candor.
(Pensé que no habría recibido mi telegrama) pero él sin que éstas mis cari-
cias le hicieran salir de quicio, mirándome con ojos inseguros y vagos como
lo haría un hombre que temiera, me dio su mano, me introdujo en mi apo-
sento, despaché á los mozos con una buena propina y me llevó enseguida á
enseñarme todas las dependencias de la casa, &. Parecía se había propuesto
hacerme ver claramente que conocía lo más principal de los Ejercicios de san
231
Ignacio: que el amor se manifiesta más en obras que en palabras. Aquí en
esta sala estará vuestra reverencia sólo, los padres estarán aquí al lado,
pero cerraremos esta puerta: aquí el padre vicario y yo, aquí los padres que
no caben en la otra sala: debajo de este Sagrado Corazón platicará vuestra
reverencia; llevemos estas espermas á su cuarto (ésta era la luz ordinaria).
Aquí, tiene jabón, mesita, por cierto de mármol, espejo por cierto tríplice,
antes del chocolate, en el chocolate y después del chocolate: hasta me dio
casilla aparte donde iría yo sólo ni envidioso ni envidiado. Cené bien y al
sábado siguió el domingo. Como las iglesias carecen ahora de aquella sub-
vención que el gobierno español les daba, están casi todas en malísimo estado
de conservación. Al bajar á la de Tumauini lo primero que hirió mis ojos,
mejor mis narices, fué no el olor del incienso como era más natural, sino el
de murciélago. De día los arcos del presbiterio y del altar mayor presenta-
ban el aspecto de las higueras cuando están llenas de brebas. De la bóveda,
cual si fuera un techo empapelado cuyas hojas se despegan, así penden las
hojas de cinc de dos ó más metros de largas por algo menos de anchas pren-
didas muchas por un sólo lado con pocos clavos. Quedé pasmado de la sere-
nidad de este padre que tantas veces tiene que pasar por debajo de estas
espadas de Damocles y no pierde el apetito. Yo lo he procurado conservar
pensando que una vez que vengo aquí, que quizá sea la última, no me habrían
preparado una lámina de aquellas que me acabara. Pasé pues impertérrito
adelante, no de otra suerte que García Moreno dicen se ponía á estudiar de-
bajo de una roca que amenazaba desprenderse, sólo para formar su ca-
rácter.
Durante el domingo vinieron á visitarme D. Recaredo y el Sr. Gonzá-
lez, españoles empleados de la tabacalera con los cuales hablé amistosamente
largo rato. Por la tarde comenzaron á venir los padres. El primero fué el de
Cabágan viejo que está bastante apartado: parece hombre nunc primiim
educías e puluere glebae pero por la mano del que hace aptos á los instru-
mentos que toma para lograr su fin, aptísimo ministro del Señor, porque el
pobrecito me contaba de su iglesia, que la encontró destechada, que ha
arrancado de ella no sólo hierbas que invadían el piso y las paredes sino árbo-
les como la pierna. Es un buen padre por todo lo que he podido observar y
de aquellos á quienes por ser humildes el Señor da su gracia. Poco á poco
se fué animando la cosa y comenzaron á llegar padres y más padres hasta el
número de 10 que con uno que faltó por estar enfermo son todos los padres
que administran la Isabela. Un fuerte aguacero retrasó á dos hasta la maña-
na siguiente. De mis Ejercicios, lo que puedo decir sin vanidad y sin peligro
de errar es, que estuve hablador ut in pluribus, del fruto que debió ser gran-
232
de, si yo no he de ser el único que haga desmentir lo que dicen todos, que
siempre el Señor concede grandes gracias en ellos. En la iglesia confesé
bastantes personas en castellano y las absolví en latín con grande consuelo
de sus almas.
El jueves fué' el día destinado á la comunión de los padres, pues por al-
guna incomodidad en la celebración, no me pareció conveniente forzar las ra-
zones para la celebración diaria como hacen en otras partes, aunque eché
alguna semillita para que fructifique si el Señor la riega. Este mismo día
se avisó que si venía la panga del correo, el simpático Pedrito, se me avisara,
aunque lo más propio era que llegara el viernes por la mañanita: no fué así
sino que se presentó el mismo jueves á las 6 de la tarde ya de noche y con
el agravante de que salía enseguida. Estaba acabando de dar la última medi-
tación del día, y para mí de Ejercicios, cuando en la misma mesa donde pla-
ticaba se me da la noticia. Me levanto y, señores, esto se ha acabado, arreglo
en dos minutos la maleta y me despido de los padres, tomo mi comida en
parte improvisada y con el P. Lino, el Sr, Singson abogado hermano del go-
bernador de Vígan, el escribiente del padre, y una candela en manos de uno
de los mozos, que se nos apagó en seguida, como era de suponer, nos dirigi-
mos al río. Encontrando al paso la casa del Sr. D. Recaredo y entramos á salu-
darle: estaba también su señora y me dieron muchas expresiones para V. R.
D. Recaredo me dijo que tal vez le escribiría uno de estos días. Yo también
le di las expresiones que V. R. me había encargado. Al llegar á la panga, sin
duda por ser la noche muy oscura y estar muy cargada, nos dicen que no sal-
drá hasta las tres- ó á lo más las tres y media de la mañana: nos volvimos á
dormir al convento y di la para mí última meditación de la noche como si no
hubiera pasado nada.
Al día siguiente me levanté á las dos: al ir á decir misa había tal ban-
dada de murciélagos en el corto pasillo abovedado que conduce al coro, que
daba miedo; el cura defendía la vela y yo mi cara. A aquellas altas horas de
la noche medio dormido, me pareció si soñaba ó si de verdad me había
muerto é iba camino del infierno: no me guarnecí tan bien que uno de los
murciélagos no me diera con toda su alma en la frente. Si me pongo á escri-
bir en seguida con la impresión que recibí con este beso de Judas, me salen
unos versos más rabiosos que aquellos de te piquen, te acribillen, te ma-
chaquen.
Salió la panga un buen rato antes de amanecer con sentimiento mío por-
que dejaba muchas almas que se habían consolado y aprovechado con mis
consejos y á quienes tal vez no vuelva á ver hasta el cielo.
El simpático Pedrito nos esperaba á poco trecho, porque hasta Tumauini
233
no puede subir por su calado; nos pasamos á él y fuimos con mucha comodidad
hasta Tuguegarao donde llegamos á las once y media. El Pedrito tiene el in-
conveniente que es caro y no dan comida en él, y no tiene más que un precio;
á la bajada me costó todo el trayecto hasta Aparri unos 10 pesos y la subida
creo que cuesta 13. A mí la subida en tercera con Mr. Fuler me costó 9 pe-
sos sin tomarle comida si bien me dijo que los padres tenían rebaja, y quien
sabe si aún á mí me rebajó más por los daños y perjuicios que me había
hecho.
En Tuguegarao ya me estaba esperando el Sr. Mendoza con un quílez.
Acompañado del P. Mendoza y del P. Aniceto, fuimos á ver primero la casa
que ha preparado el padre vicario para el señor obispo que se espera pronto,
después al convento, desde donde el P. Tejedor con el otro padre dominico
que ya me acompañaba, fuimos por una hermosísima calzada á ver el cemen-
terio. Por la tardecita fui también á las madres por si se les ofrecía algo
para las de Vigan. Tuve otra grande conferencia con los sobrinos del padre
vicario, con muy buenos consejos.
Sábado, 1 de abril á las 7 a. m. salgo de Tuguegaro, ahora llevando por
compañero al P. Mendoza, vicario que hará los santos ejercicios en Aparri,
con todos los otros padres de Cagayán; por el camino se nos irán juntando
los que se encuentren al paso. Al llegar á Lallo que fué al cerrar la noche,
estaban con el párroco de la población los 6 padres ejercitantes. Rezamos, ce-
namos y nos retiramos á los aposentos contiguos, de manera que se oía todo.
A las 4 dije misa y me vino muy bien, porque contra lo señalado, nos vinie-
ron dando prisa para el embarque y alguno se quedó sin poder celebrar. Se-
rían las 11 de la mañana cuando pasaba otra vez por delante de Alilino, pero
sin parar, y he saludado con el sombrero á los niños que he visto en la orilla
y á los mosquitos que no nos dejaron dormir; dos horas después de salir de
Lallo estábamos en Aparri. Los primeros con quienes tropezaron mis ojos
fueron los Pablos, José y Eustaquio, que habían venido al desembarcadero á
recibirme. Todos los padres fuimos primero á su casa donde descansamos un
rato, y después al convento.
Van á dar las cuatro de la tarde y el Sr. D. José Pablo, me ha invitado
á dar un paseo por tierra, que no he dado desde que salí de ésa.
Esta noche comenzaremos los santos Ejercicios: no sé si habrá ya cosa
digna de contarse hasta que yo llegue á ésa, sino un fuerte mareo que me
espera por mar ó alguna terrible tempestad que acabe conmigo y con to-
dos los pecados que he cometido y tengo de cometer si Dios no lo re-
media.
Vuestra reverencia y los demás padres y hermanos rueguen al Señor
234
por mí, para que ie ame y le sirva el poco tiempo que tal vez me queda de
vida.
De vuestra reverencia affmo. siervo en Cristo Jesús.
JHS.
Elíseo Gil, S. J.
CARTA CUARTA
Aparri, 12 de abril de 191 í.
R. P. José Alonso.
Amadísimo en Cristo padre rector: Este diario que comienzo ahora,
espero acabarlo en Vígan, si no muero por el camino, pues si no quieres taza
te darán taza y media, y, ya que me prueba mal el mar, me quieren lle-
var á las islas Batanes ó sea un día más de viaje, lo cual ha sido para mí de
tan mala impresión, como para Sancho lo fueron aquellos otros y han de pro-
ducir, á no dudarlo, efectos poco diferentes.
Hoy, pues, por la mañanita, he celebrado en casa de D. Antonio Pablo:
ayer les dije misa y les eché una plática, con asistencia de bastantes perso-
nas, entre las cuales varias comulgaron. Durante los días de Ejercicios que di
á 9 sacerdotes que con tres que faltaron forman todo el clero de Cagayán,
confesé en el templo bastantes personas. De los sacerdotes que faltaron, dos
estaban enfermos y el otro los hizo en Tumauini y en la tanda de la Isabela.
La impresión que me llevo de la Isabela y Cagayán es de compasión, viendo
cuántas más personas podrían salvarse si hubiera padres que trabajaran por
ellas, cuántas más personas comulgarían aun diariamente si hubiera confeso-
res, cuántas jóvenes que no serían engañadas con el matrimonio civil y otras
sandeces, si hubiera quien les enseñara la doctrina, porque es admirable la
buena disposición que tienen para convertirse y servir á Dios y salvarse.
Si hubiera alguno de nosotros que pudiera dedicarse ordinariamente á reco-
rrer los pueblecitos, misionando y confesando, ni los aglipayanos, ni los pro-
testantes, harían nada en estas tierras. Por si estas cartas vienen á parar á
las Edificantes, y álos devotos oídos de tercerones de Manresa, reverendos
padres, vengan á Filipinas, que las almas de aquí valen tanto como las de
ahí, y aquí se compran más baratas; vengan que darán gusto á Dios, agrada-
235
rán al padre instructor, y alargarán la vida de nuestro querido padre Ricart.
Con buena mar salimos de Aparri á las cinco de la mañana, acompaña-
dos de cuatro padres dominicos de Tuguegarao, conocidos todos y entre
ellos el P. Tejedor: llegaron ayer estando en casa de D. Antonio, donde
Castor José me había llevado para recrearme un poco con el fonógrafo, y á
todos nos obsequiaron con un chocolate. Se me había olvidado decir que des-
de el sábado de pasión hasta el martes santo, exclusive, que eran días para
mí perdidos, porque no hacía sino esperar el vapor, hice de párroco, celebré
la festividad del domingo de ramos y bauticé cuatro niños varones, de los
cuales el primero se llamaba como el P. Andueza.
Al caer de la tarde llegamos á Santo Domingo de Basco, población de la
isla de Batán. Los padres dominicos me invitaron á quedarme en su conven-
to hasta la tarde del día siguiente que era jueves santo, porque el vapor te-
nía que ir á la isla Ibayat á cargar bueyes y no volvería hasta aquella hora.
Me trataron los padres con muchísima caridad, cené y descansé muy
bien y pasé un día bueno asistiendo á los oficios divinos y viendo la devo-
ción de los fieles que acudían en masa á la iglesia lo mismo hombres que mu-
jeres, jóvenes que viejos y los niños ordenados en filas con sus maestros á
la cabeza.
Aquí no ha llegado aún la ilustración mundana cuyo primer síntoma es
la falta de respeto á Dios y á las cosas santas, que va entrando á toda prisa
por otras partes junto con la corrupción de costumbres más espantosa.
Con cuarenta toros vino el Bustamante ya bastante tarde y volví á él:
el rato que tuvimos que esperar á un pasajero, subidos ya en el bote del so-
brecargo, á la orilla donde batían las olas, y luego al lado del buque mientras
le arreglaban la escalera que se había roto; me mareé, y al subir al barco pasé
el más mal rato que he pasado desde que aprendí á marearme: pero luego
me dejó.
Salimos de noche aunque deseaban hacerlo de día para pasar con mayor
seguridad entre las islas, entre las cuales se desarrollan violentas y peligro-
sísimas corrientes: ésta es la causa porque fuera de esa temporada en que la
mar está muy buena, apenas vienen barcos sino cada tres meses y muchas
veces tienen que volverse sin poder atracar perdiendo lastimosamente el
viaje: no tienen otra comunicación con las demás islas, de modo que están
como desterrados y estando tan cerca de la Isla de Luzón parece que distan
más que la América ó la Europa.
La mar estaba tan buena que ya no me mareé más aunque nunca me en-
contraba tan bien como en la tierra.
El sobrecargo que obsequió á los padres dominicos ha hecho lo mismo
236
conmigo: es un antiguo alumno de nuestro colegio de Tudela y de los fun-
dadores; me recordó los nombres de muchos padres, sus travesuras, y se le
llama D. Manuel Maderal. A Currimao llegamos á las 12 del día de viernes
santo: no hubo jaleo como la otra vez. sin duda por ser el día que era. Estu-
vieron cinco horas cargando arroz y á las ocho fondeábamos en Pandan. El
señor sobrecargo, para que no desembarcara muy tarde, me hizo el distingui-
do obsequio de llevarme en su bote donde suele ir él solo con la correspon-
dencia avisándome de antemano para que tuviera preparado el equipaje.
A las 9 y media llego al colegio y sé que han ido á Pandan á buscarme
con el quílez cuatro veces por los diversos falsos avisos que se han dado á la
llegada del Bustamante; esto sucede con mucha frecuencia, y cada quílez
cuesta peso y medio pues haj- unos cinco kilómetros de distancia hasta Vi-
gan. Como gran gloria de mi expedición, ya que no traiga cicatrices de las
batallas, me dicen qué he perdido carnes, lo cual es más que tenerlas aun-
que sean cicatrizadas.
También dicen que quizá soy el primer jesuíta que ha pisado las islas
Batanes: yo no tengo ninguna culpa en esto: no obstante si se hace público
el hecho y alguien no reclama esta gloria para sí, la tomaré para mí y Dios
sea bendito por todo.
Los recuerdos no los escribo aquí porque ya los he dado de palabra.
De V. R. affmo. siervo en Cristo Jesús,
JHS.
Elíseo Gil, S. J,
DESCRIPCIÓN DE LA CASA DE CAMPO Y OBSERVATORIO
DE BAGUIO.— LAS VACACIONES MAYORES.
ACTOS LITERARIOS DEL COLEGIO -SEMINARIO
Carta del hermano escolar Francisco Javier Portas al P. José Siguión
Mirador Observatory Baguio, Benguet, P. D. 3 de mayo de 1911.
R. P, José Siguión, S. J.
Muy amado en Cto. P. Siguión: Desde estas alturas voy á dar á vuestra
reverencia alguna noticia de cómo pasamos aquí las vacaciones, y de paso
decirle algo del fin del curso pasado.
A este observatorio y casa de vacaciones, llegamos el P. Vives (escolar)
y 5^0 el 18 de abril. El viaje se hace en vapor hasta San Fernando de la
Unión; en coche hasta Aríngay; en tren hasta Camp One, última estación
que se encuentra al pie de la cordillera de Benguet, para pasar la cual y su-
bir á Baguio hay que enfilar en automóvil, por una carretera muy sinuosa, y
por extremo arriesgada á causa de los precipicios, donde para despeñarse
basta un pequeño descuido del conductor. Eso sí, panoramas hermosísimos de
empinadas cumbres, hondos barrancos, riachuelos por entre peñascos, for-
mando á veces saltos de agua, hondonadas llenas de vegetación, pinares es-
beltos, es un delicioso y variado paisaje. Añada V. R. á esto un sinnúmero
de puentes, algunos de hierro, muchos colgantes, unos grandes, otros pe-
queños, la mayor parte hechos de madera de pino y pintados de encarnado,
cuya suma dicen que asciende á doscientos. Este camino es verdaderamente
delicioso, y corresponde al buen clima y sitio á propósito para veraneo donde
se halla situada la capital veraniega, Summer Capital Baguio, á donde se
trasladan la mayor parte de los empleados del gobierno así civiles como mili-
tares, desde el 1.° de abril al 30 de junio, además de la gente adinerada que
también vienen aquí á veranear.
La población hállase dividida en dos secciones: una central donde está la
mayor parte del pueblo en un valle, en una de cuyas colinas está el cuartel
238
de los constqbularios y más abajo el City Hall. Al otro lado están las casitas
de ñipa, sección destinada para esta clase de construcción. La otra sección,
es mucho más grande y esparcida y muy hermosa. La componen el campa-
mento de los militares, las casas del gobierno de Manila, el campamento de
los maestros y profesores déla enseñanza oficial, clubs de juegos atléticos,
la residencia del gobernador general y casas particulares, unas al estilo de
las del Japón y otras como los chalets suizos con sus hogares .y chimeneas.
De estos últimos los más bonitos son el particular del gobernador Forbes y
del comandante Worcester. Jardines bien cuidados, pinares, carreteras mag-
níficas, por donde pasan muchos automóviles, y el ómnibus también auto-
móvil.
Nuestro observatorio y casa de vacaciones están situados en una de las
extremidades de la población, á la cual, como á todo el valle, domina comple-
tamente, pues el monte mirador, sobre el cual se asienta, es uno de los más
altos entre los que la circundan. Desde aquí se ve el golfo de Lingayén y el
mar de la China cuando el cielo está despejado; pues frecuentemente están
las nubes tan bajas que, rodeando nuestra casa, no nos permiten ver nada en
derredor. Por las mañanas el valle y las hondonadas semejan lagos por la
niebla.
El edificio es de piedra cuanto á la planta baja; en el piso alto es de ma-
dera de pino por dentro, y de zinc por fuera. La capilla está en la planta baja
en el centro del edificio: es hermosa y tiene un altar maj^or en cuya horna-
cina está la imagen devotísima de san José, patrón de la casa. A los lados
están otras del Sagrado Corazón de Jesús y de María Santísima. En el cos-
tado izquierdo hay un altar; al lado opuesto, la puerta de la sacristía en don-
de hay dos altares más. El techo es á manera de artesonado abovedado, hecho
de piezas de lata moldeada, y hay además un pequeño coro. En uno de los
extremos está el refectorio en la planta baja, y en el piso alto el salón de
recreo. Junto está un pequeño edificio destinado para despensa y cocina.
Más abajo están el palomar, conejar, gallinero, etc. La vaquería y cuadra
están en la cuesta contraria.
En el extremo opuesto de la casa están las oficinas del observatorio; de-
partamento de aparatos registradores de meteorología; pabellón sismográfi-
co; un aposento para el mecánico, y otro para el director, que es uno de los
NN. de la central que pasa aquí las vacaciones. Lo es ahora el P. Coronas.
En la plazuela que sigue á dicho extremo está el parque meteorológico, donde
se hallan los aparatos que han de estar á la intemperie, y en medio del cual
hay un pequeño kiosko para los que han de estar á la sombra. Cerca de ellos
está el mástil para las señales y para el reloj que da la hora oficial. Esta esta-
239
ción es a Branch of the central Observatory como lo llaman, y es único-
Hay un chief observer, uno de tercera clase, un mecánico y un mensajero.
Pero en estos meses de verano están aquí algunos de los de Manila, dos ó
tres jóvenes observadores que acompañan á los visitantes y les explican los
aparatos. Las visitas son frecuentes, pues por término medio serán unas 15
diariamente. Esto en cuanto al observatorio y á la casa.
Cuanto al personal, es superior de la casa y de las vacaciones el P. Ma-
nuel Valles, que es el que estaba en Culión y que vino aquí á recobrar la sa-
lud. Los demás son padres y hermanos del seminario de san Javier, del ate-
neo y del colegio-seminario de Vígan;. total unos 34. Con nosotros vive
Mons. Agius, hace una semana ya. Hoy es el último día de vacaciones ma-
yores, que hemos pasado con mucha alegría y expansión. Del monte en la
ladera, en un rincón ameno, nace abundosa fuente, que los NN. llaman de
«san Ignacio». Es tal que bien se merece una lápida con una inscripción al
santo. Allí solemos ir á tomar el almuerzo. Algunas veces vamos á la Anun-
ciata; así llaman á una rinconada llena de vegetación en que el río baja en
forma de pequeña cascada; otras á Trinidad, pueblo distante casi una hora á
caballo, donde hay una granja del Bureau of AgricuLture en que se culti-
van frutas de la zona templada; hace ¡boco probamos las fresas traídas de allí.
Se proyecta una expedición á las minas de oro de Mr. Kelly, católico, dis-
tante unas 3 horas y media á pie. Santo Tomás, es el pico más cercano, en
cuya cumbre hay una casita para pasar la noche los que la visitan; su altura
es de unos 2,000 metros sobre el nivel del mar, y la de Baguio de unos 1 ,500.
También hacemos, provistos de herramientas, excursiones en busca de fósiles,
que por estos montes y barrancos fácilmente se encuentran, y de los cuales
enviamos una buena colección para el museo de Vígan. Esta noche entrare-
mos en Ejercicios bajo la dirección del P. Briansó, 10 padres, 4 escolares y
8 coadjutores. Terminados los Ejercicios, la gente irá volviendo á sus casas
respectivas á prepararse para el próximo curso.
Creo que he hablado bastante sobre las vacaciones; ahora voy á decirle
cuatro palabras sobre los actos que presencié en el colegio-seminario de Ví-
gan. A principios de eneróse tuvo la segunda promulgación de dignidades,
cuya parte literaria sobre la estética estuvcf á cargo del P. Vives. Del acto,
le envío adjunto un programa, como también del solemnísimo en la fiesta pa-
tronal de Vígan, cuya parte inglesa estuvo á cargo del P. Tompkins, y la
castellana, del P. García, profesor de humanidades. Todo fué muy aplaudido
por los que hablan el castellano y por los americanos, así por lo selecto de
las piezas como por la feliz y acertada ejecución. Esta velada había de darse
por la Inmaculada, pero se creyó más conveniente trasladarla á san Pablo.
240
A fin de curso se representó una opereta cómica inglesa, cuyo programa
habrá V. R. visto por ahí. Gustó muchísimo al público; siguióse un corto
melodrama en castellano, y luego la distribución de premios.
Termino la presente saludando á cuantos conocidos tenga por ahí.
En sus SS. SS. y OO. mucho se encomienda su affmo. siervo y herma-
no en Cto.,
T
JHS.
Francisco Jav. Portas, S. J.
ISLA DE MINDANAO
(REGIÓN MERIDIONAL)
RESIDENCIA DE ZAMBOANGA
MINISTERIOS APOSTÓLICOS DEL P. PABLO CAVALLERÍA
Carta del mismo padre al P. Francisco J. Relio
Las Mercedes, 25 de diciembre, Natividad de N. S. Jesucristo, 1911.
R. P. Francisco Relio, S. J.
Amadísimo en Cto. P, Relio: Felicito muy de corazón á V. R. por su
ordenación de sacerdote, que es una de tantas gracias, que no podemos su-
ficientemente agradecer á la Majestad Divina. ¡Qué alegría para su madre
de V. R.! Y ¡qué gozo para mí fué al leer su gratísima carta! En 1912 estará
V. R., con el favor divino, en esta amadísima misión de Filipinas; un fer-
viente misionero más en esta misión; ¡loado sea Dios! ¡Oh qué abrazo espero
darle, si Dios me da vida! pues estoy muy avanzado en edad. ¡Qué bien
hablará V. R. el inglés! Bien, P. Relio, por su amor á esta queridísima mi-
sión de la Compañía de Jesús!
Ahora más que nunca se necesitan vocaciones para estas misiones, y vo-
caciones sólidas, pues las contrariedades son más que en tiempos pasados;
pero también la Divina Majestad recompensará mejor y con más abundancia
los trabajos apostólicos de los misioneros que á esta misión de Filipinas se
dedican. Mas, basta de preámbulos y vengamos ya á referir algo de esta mi-
sión de Zamboanga á donde me envió, con gusto de mi alma, la santa obe-
diencia en 18 de marzo de 1906, en cuya misión había estado ya desde 1882
hasta 1899, en que hubimos de retirarnos á Manila por causa de la guerra.
A fines del año pasado y á principios de éste se abrieron de nuevo las
misiones de Joló, Ayala, Tetuán y Mercedes, instalándose un padre y un
hermano como estaban ya en tiempos de España. Desde 1900 en que algunos
16
242
padres volvieron á Zamboanga, estas cuatro misiones eran visitadas dos ve-
ces al año ó más, según las necesidades que se ofrecían de administrar sacra-
mentos y predicar en ellas; también se administran en La Isabela, donde es-
tuve yo unos 18 años, Curtían, Bolong y Manicahan, tres visitas, que perte-
necen á la misión de Mercedes donde estoy instalado desde enero último.
Desde 1906 hasta hoy, residí en la casa central de Zamboanga, desde donde
por disposición del superior de la misma, visité varias veces La Isabela, Joló,
Ayala, Tetuán muchísimas veces, Mercedes y sus visitas Manicahan, Bo-
long y Curúan confesando, bautizando, casando, predicando, oleando en-
fermos en todas esas misiones y terminado mi trabajo, regresaba á la re-
sidencia de Zamboanga, donde ejercía también nuestros ministerios hasta
que me tocaba salir otra vez. En cada excursión confesaba y administraba la
comunión á unos tres ó cuatro cientos, y en cuaresma administraba á unos
800 ó 900 la confesión y comunión, además de varios bautismos y casamien-
tos; y así con esos trabajos apostólicos, que también hacían otros padres de
Zamboanga algunas veces durante el año, se ha ido conservando la fe entre
estos filipinos, aunque por causa de las libertades modernas, por desgracia
suya, y pena nuestra, se van enfriando en la religión; por lo que ahora ha-
cen falta misioneros fervientes y hermanos coadjutores edificantes que como
fuertes muros detengan el embate de la maldad, que, como río escandaloso
é infestado, invade estas Islas Filipinas, antes tan amantes de las leyes san-
tas de Nuestro Divino Redentor.
Ahora referiré brevemente á V. R. algo de lo que se ha hecho en esta
misión de Mercedes con sus visitas Manicahan, Bólong y Curúan durante el
presente año. A mitad de enero último me instalé en el convento é iglesia de
Mercedes, centro de las tres visitas referidas, y de la visita llamada de Ca-
tumbal. La misión de Mercedes dista dos horas y media de Zamboanga por
el Noroeste y hacia el interior de la isla; dista del mar una hora; las visitas
de Manicahan, Bólong y Curúan distan de ésta dos, cuatro y ocho horas res-
pectivamente, pero como se ha de ir á ellas en vinta, si hay una pequeña
contrariedad de marea ó viento se tarda doble y triple en llegar ó volver.
Llegado, pues, en enero á ésta de Mercedes se reorganizaron las funcio-
nes, misas y congregaciones. Las hijas de María hacen mensualmente su co-
munión y dos veces al año hacen celebrar una misa solemne, y ahora en ho-
nor de la Inmaculada se hace una procesión costeada por ellas. El Apostolado
de la Oración tiene también su comunión mensual, y celebró con la solemni-
dad posible la fiesta del Sagrado Corazón con misa cantada, sermón, mani-
fiesto, unas 80 comuniones, novena y procesión. Todos los domingos y fies-
tas de precepto, la misa se celebra á las 8 con plática, anuncio de fiestas,
243
proclamas, etc., y por las tardes, rosario con exposición, letanías cantadas
como ordena el concilio manilense, y luego catecismo. Hay una escuela
católica de niños en los bajos del convento y dos de niñas por el pueblo
en casas particulares. Se administran los santos sacramentos á los enfer-
mos siempre que convenga. Visito, dos ó tres veces al año, Catumbal,
Manicahan, Bólong y Curúan; se administra el bautismo á los niños y se ben-
dicen los matrimonios todas las semanas; tenemos que llevar y firmar Iqs li-
bros parroquiales; dos veces cada mes voy á Zamboanga para tratar los
asuntos con el padre superior y confesarme. Ya ve, P. Relio, que la ocupa-
ción y trabajo no escasea, y el fruto, aunque no parece ser tan abundante,
como en época pasada, es, á mi ver, más meritorio ante la Divina Majestad.
Por lo que atañe á las cosas materiales, le diré que la iglesia y convento
están muy deteriorados por los temblores aún de 1898 y por los años de
ausencia del padre misionero y más aún por falta de recursos; pero algo se
ha remediado con la venida estable del padre misionero, pues con la ayuda
del pueblo entre febrero y marzo se levantó una bonita torre para las campa-
nas; se arregló la escalera del convento y los costados de la iglesia; y se
compusieron algunos otros desperfectos, y actualmente compré tabla con li-
mosnas del pueblo, 34 duros, para componer la testera de la iglesia. Antes
tenía subvención el misionero y la iglesia, ahora ni el uno ni la otra; pero
Dios proveerá. En cuanto á ornamentos nó tengo más que una casulla de cada
color y muy viejas ya y remendadas; no tengo capas ni blanca ni negra; ahora
es verdadera misión y más que santa pobreza; pero andaván sempre: com
mes sang mes cor: vengan padres misioneros esforzados para seguir las ta-
reas apostólicas de estas amadas misiones en las cuales deseo morir, traba-
jando hasta el último aliento, que ya va faltando por la edad de 64 años y
30 de Filipinas y 28 de Mindanao. Concluyo esta carta diciéndole que el
número de almas de esta misión pasa de 5,000; fuera de los moros é infieles,
que viven enclavados en ella, que serán en número de 4,000, á los que
el mucho trabajo, falta de recursos y cambio de cosas no dejan lugar á mi
deseo de visitarlos y ganarlos para Dios Nuestro Señor. ¡Vengan misioneros,
vengan misioneros! A Dios, amado P. Relio, hasta que pueda abrazar á
V. R. y á otros padres que vengan, si Dios quiere.
En los SS, SS. y OO. de V. R. me encomiendo.
Siervo ínfimo en Cristo
JHS.
Pablo Cavallería, S. J.
RESIDENCIA DE TAMONTACA
FASTI BREVIORES DE COTTABATO
Carta del P. Pío Pi al P. Baltasar Ferrer.
Cottabato, 27 de abril de 1911.
Rdo. P. Baltasar Ferrer.
Mil y mil gracias por todas las cosas que nos va enviando vuestra reve-
rencia sin parar, á este Cottabato de sus amores; aunque vengan tales cosas
sin algunas líneas de aquella letra inglesa, propia de vuestra reverencia.
El P. Arnalot es quien ha dicho alguna vez: ¿cómo no contesta el P. Ferrer?
Si tuviese más tiempo, y no hubiese hoy escrito tanto, le pondría unos
Fasti breviores, en esta forma.
Tuvimos exámenes públicos con asistencia del gobernador y presidente
local, americanos, y todas las señoras americanas del pueblo (8 ó 9), que se
mostraron muy satisfechos.
No obstante, las escuelas son poca cosa, si bien algo más que la oficial.
Hemos tenido la fiesta del santo patrón. El municipio ha dado cien pe-
sos, y los chinos cincuenta.
El juez ha dado la decisión de adjudicación y registro de convento é
iglesia, de la casa de las Madres, y de la hacienda de Tamontaca. Pero obli-
ga á levantar nuevo plano de dicha hacienda.
El cumplimiento parroquial apenas se deja conocer.
Saludos á los NN.
Siervo en Cristo,
JHS.
Pío Pi, S. J.
RESIDENCIA DE CARACA
VISITA DEL GOBERNADOR DE LA PROVINCIA. VEINTIDÓS
PUEBLOS DE SURIGAO PIDEN LA VUELTA DE NN. PP.
Dos cartas del P. Bernardino Llobera al P. Saturnino Urios
CARTA PRIMERA
Qaraga, 13 de octubre de 1911.
Reverendo en Cristo P. Urios: Hace tiempo que nada sabemos de vues-
tra reverencia ni de esa tierra. Sólo del alto Agusan, leí en el periódico ame-
ricano de Zamboanga, que el Teniente de 5Coh/'5 que allí gobierna había re-
ducido á pueblo á unos 7,000 de aquellos naturales, y tenía esperanza de
reducir los 23,000 que estaban por los montes. En consecuencia, pensaban
hacer de aquello un distrito con su gobernador.
Visitó estos pueblos el gobernador de la Provincia Mora, y revistó el
pueblo, y fué recibido con solemnidad. Visitó nuestras escuelas, donde pre-
senció un actito preparado en tres días, todo en inglés, dando muestras de
mucho agrado y satisfacción.
En Baganga no sé si traman alguna conspiración aglipayana, pues la
conducta de algunas, antes celadoras, es muy diferente de lo que ser solía.
Aquí estamos luchando. El gobierno quiere poner escuela pública, y el
gobernador les habló como de uno de los puntos principales, y como si éste
hubiera sido el motivo principal de su venida; mas los principales no la quie-
ren pedir porque están contentos con la que tienen. Veremos al fin.
En Dávao se han escapado de sus escuelas los niños y niñas grandes, y
se han ido á la pública. Se llevó el padre el libro del Concilio de Manila al
pulpito, y como á la fuerza quería meterles en la cabeza las obligaciones
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que el Concilio impone á los católicos sobre escuelas. El resultado fué que
se escaparon.
El estilo Calatayud no les entra á éstos. Se les indigesta.
Saludos á los PP. y HH.
De vuestra reverencia siervo en Cristo.
JHS.
Bernardino Llovera. S. J.
CARTA SEGUNDA
P. Saturnino Urios, S. J.
Caraga, 18 de noviembre de 1911,
Reverendo en Cristo, P. Urios:
No sé si dije á vuestra reverencia que hace poco estuvo en Baganga,
de paso, el gobernador de Surigao y el médico, y dijeron en el convento
que 22 pueblos de Surigao hacían una exposición, pidiendo la vuelta de los
padres jesuítas.
El otro día, una madre de Zamboanga escribió á una de aquí, que los
padres de Caraga y de Baganga nos íbamos á Zamboanga, viniendo á rele-
varnos los padres del Sagrado Corazón. Los principales de aquí tuvieron
una reunión, en la cual determinaron hacer una petición para que nosotros
no nos fuéramos.
Al P. Vila le han hecho pagar P. 12 de varias multas, por no estar lim-
pios los solares de las iglesias de los barrios.
Casi todas las niñas que iban á la escuela pública de Baganga, (que lle-
garon á unas 10) se han retirado, y varias vuelven á la de las madres.
El 1 de Octubre tuvimos la visita del señor gobernador de la Provincia
Mora; de su programa de recepción fuimos excluidos, con los niños y niñas.
Con todo salimos á recibir á dicho señor; le invité yo en particular á un ac-
tito que le dimos, aceptó y quedó complacido; pues en ningún pueblo de esta
costa le obsequiaron con tanta brillantez como en las escuelas de Caraga.
Aquí todos los principales son buenos, pero tenemos un petulante, atrevidi-
11o, hijo del presidente actual, hombre bonísimo, pero bobo en la educación
de sus hijos, que consiente ó no impide las demasías de su heredero. Cada
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mes hacemos una novena al Sagrado Corazón para que nos quite de enme-
dio á este muchachito. Hace poco, predicaba el P. Parache, y este atrevidi-
11o se salió de la iglesia, y en la plaza hablaba en alta voz contra el padre.
¡Si tiene humor el mocito!
El Señor nos quiere ejercitar con algún jebuseo, que siempre hay por
los pueblos. Él cuidará de defendernos.
De vuestra reverencia siervo en Cristo,
f
JHS.
Bernardino Llovera, S. J.
ISLA DE MINDANAO
(REGIÓN SEPTENTRIONAL)
RESIDENCIA DE CAGAYAN
MISIONES DADAS POR LOS PP. JUAN MARTÍN Y FÉLIX
CÓRDOVA EN LA ISLA DE LEYTE
Carta del P. Juan Martín al reverendo padre provincial
Ormuc, 19 de febrero de 1911.
R. P. José Barrachina.
Muy amado en Cto. padre provincial: Con motivo de acercarse ya la
fiesta del patriarca san José, onomástica de V. R., tomo la pluma para salu-
darle y felicitarle en su tan fausto día.
Voy á darle ahora cuenta de nuestras misiones por Leyte. Salimos de
Cagayán el 11 de enero el P. Córdova y yo, y llegamos á Cebú el día si-
guiente, siendo muy bien recibidos por los reverendos padres paúles en el
seminario de san Carlos. Saludamos al señor obispo Mons. Gorordo, el cual
se alegró mucho de nuestra llegada y nos invitó á comer. El 14 por la noche
nos embarcamos en el vapor «llocos» de la Tabacalera, y al amanecer fondea-
mos en Palompong (Leyte), primer pueblo, por donde debíamos empezar la
misión.
Permítame V. R. una pequeña digresión. Palompong, situado en la
costa occidental de Leyte, fué administrado por nuestros padres antiguos,
uno de cuyos misioneros fué el historiador P. Delgado. Todavía se conservan
los muros y torreones donde tenían emplazadas algunas piezas de regular
calibre, para defenderse de los piratas moros de Joló y Mindanao. Del con-
vento antiguo sólo quedan los restos. La iglesia es obra de los NN., hermo-
sa fábrica de sillería, cuyo patrón san Javier, nos enardecía durante la mi-
sión. Hay un pozo en la huerta del convento, monumento también de nuestros
padres antiguos.
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Vamos adelante. El día 15 por la tarde inauguramos la misión, promul-
gando las indulgencias concedidas por Mons. Pablo Singzon, obispo de Sá-
mar-Leyte.
Los tres días primeros, estuvimos descansados, preparando á más de 3CX)
niños para la primera comunión. Mañana y tarde se reunían en la iglesia, y
los catequizábamos, para que el domingo 22 de enero se acercaran á la sa-
grada mesa. Leyó un niño en alta voz el acto de consagración al Sagrado
Corazón de Jesús y, renovadas las promesas del bautismo, recibieron por vez
primera á Jesús en sus inocentes pechos.
Desde el día 19 comenzaron á calentarse los palompoanos, de modo que
nos tenían desde las 4 de la mañana hasta la noche muy bien ocupados, y con
gusto de nuestra parte, pues veíamos lo mucho que necesitaban de nuestro
ministerio. Me refiero á los muchos que vivían mal, amancebados, ó casados
civilmente, y habituados á esa vida infelicísima, apenas paraban mientes en
su desgraciado porvenir. Tocamos este punto en los sermones, y como íba-
mos prevenidos con amplísimas facultades para estos casos, publicamos las li-
cencias que teníamos; dispensamos de las proclamas; rebajamos á tres pesos
los derechos de casamientos, en vez de doce qtie exigía el Cura, y con esto,
y sobre todo, con la gracia de Dios que iba haciendo su obra interiormente,
vieron el cielo abierto, y comenzaron á presentarse casandos y más casan-
dos, algunos de 20, 30 y más años que vivían mal. Resultado: que casamos
190 parejas, muchos de ellos no se habían aún confesado. Nos fatigaban por-
que después de confesar todo el día, y bien caldeados, se presentaban á ve-
ces 38 parejas para casarse, y dicho se está que la operación se alargaba, y
la garganta se ponía ronca de tanto hablar. ¡Qué hambre de confesión! Mu-
chos hombres se quedaban por la noche en la escalera del convento, para to-
mar la delantera á los otros por la mañana. Desde las 4 de la mañana, hasta
la noche no se apartaban del confesionario, y allí estaban pegados como al-
mejas á su concha, sin separarse hasta conseguir lo que deseaban. ¡Bendito
sea Dios! El trabajo fué rudo, pero el fruto correspondió á nuestros deseos.
Oímos confesiones 2,989; comuniones 3,230, niños de l.''^ comunión 310,
adultos de 1.^ comunión 987. Confesiones generales, las perdimos de cuen-
ta. Resumen: que Dios hizo una de las suyas, Quoniam iti aeternum mise-
ricordia ejus. ¡Qué afecto puso Dios en sus corazones de ellos para con
nosotros! No sabían apartarse de nuestro lado; buena prueba de ello, los mu-
chos pollos y huevos que dejamos al cura de Palompong.
El 29 de enero abandonamos el pueblo y nos dirigimos á Ormuc, pueblo
también administrado por nuestros padres antiguos.
Era mi intento que la presente llegase á saludar á V. R., su mismo día
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onomástico; pero he sacrificado este mi deseo para darle una completa noti-
cia de los pueblos de Leyte. La misión de Ormuc, ha sido con el favor de
Dios, aún más fructuosa que la de Paiompong. Próximamente asciende el
número de confesiones á 4,200; comuniones 4,500; niños de 1 .'^ comunión
420; adultos de 1 .^ comunión más de 2,000; casamientos 806; sermones 30.
El fruto principalísimo ha sido el de los casamientos. De todos los barrios y
pueblos á la redonda, ha llegado su contingente de casamientos, amancebados
de muchos años, casamientos civiles, y otros muchísimos que por no poder
pagar los derechos vivían maritalmente. Publicamos, como en Paiompong, la
dispensa de proclamas, rebaja de derechos hasta sólo tres pesos, y con esto,
y sobre todo con el favor de Dios, se ha hecho una colada de primer orden.
Bendito sea Dios, que nos ha dado fuerzas para arrostrar tanta fatiga! Des-
de las tres de la mañana hasta la noche, se nos pasaba el día sumamente ocu-
pados en las confesiones, y después de tanta fatiga y sermón por la noche,
hubo días que casamos 102 parejas, que nos rendían, á pesar de dividirnos
esta carga entre uno de los misioneros y el cura del pueblo. Que este mo-
vimiento fuese de Dios, lo prueba el venir de tan lejos los penitentes para
arreglar sus almas.
Algunos hicieron la jornada de dos días y una noche por mar, para lle-
gar á Ormuc, muchos un día, y muchísimos seis horas y más de camino.
Además soportaban con grandísima paciencia el esperar, dos, tres días y
hasta hubo persona que aguardó cinco para poderse confesar. Yo me dediqué
exclusivamente á los hombres, y el P. Córdova á las mujeres. Por espacio
de 6 días confesé sólo amancebados y casados civilmente, y á pesar de tener
por la mañana y por la tarde un número de hombres tal que nunca desocupa-
ba del todo el confesonario, aguardaban allí muchos casados y solteros, es-
perando que el padre confesara á los casados, para confesarse ellos. Si la
paciencia es la piedra de toque, éstos la ejercitaron en grande escala. Gru-
pos de mujeres se quedaban junto al confesionario por la noche para confe-
sarse por la mañana al bajar el padre. La escalera del convento, bajos y co-
rredores era dormitorio de una infinidad de hombres que á la una y media de
la mañana, ya estaban tosiendo y armando zambra para que el padre misio-
nero se levantase á confesar. A las tres de la mañana se levantaba el padre
misionero, y rezadas las oraciones, y ofrecido á Dios las obras y trabajos del
día, se sentaba allí mismo en el aposento, hasta la hora de misa que era á
las seis.
Hay que verlo para creer ese movimiento tan saludable y tan del agrado
de Dios. Medallas, crucifijos, hojas de propaganda, etc.. todo se agotó.
¿Qué hemos de decir á todo esto? Que la misericordia de Dios es in-
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mensa, y que tenía señalada esta misión para poner en buen estado á tantas
almas que vivían mal. Hombres y mujeres había de 50 y 60 años que vivían
de muchísimo tiempo amancebados, (y todos se han arreglado), que no se ha-
bían confesado ni habían comulgado todavía; pues encontrarse en un santia-
mén, en gracia de Dios casados, legitimada la prole, recibida la 1.^ comu-
nión, ¿no es esto una misericordia de Dios de las de primer orden? Bendiga-
mos al Señor, y á Él sea la gloria de todo. El preparar á muchos de ellos, era
una tarea ímproba, porque estaban tamquam tabula rasa; ni las cosas más
necesarias para salvarse sabían. ¡Qué ignorancia tan grande! ¡Qué lástima no
tener tiempo ni haber personal suficiente para meter la hoz en toda aquella
costa occidental de Leyte!
Hoy 20, nos embarcamos para Bojol. Ya iremos dando cuenta á V. R. de
lo que hagamos, con el favor de Dios. Aunque no llegará ésta á su debido
tiempo, esto es, para la fiesta de san José, ya le prometo desde ahora la san-
ta misa para V. R. el día del santo Patriarca.
El P. Córdova le saluda afectuosísimamente, y ambos nos enconmenda-
mos en los SS. SS. y 00. de V. R.
Siervo en Cto.
JHS.
Juan Martín, S. J.
AZARES DE LA VIDA DE MISIONEROS. PELIGROS EN EL MAR,
PELIGROS EN LA TIERRA. CITACIÓN ANTE LOS TRIBUNALES.
Carta del P. Simeón Sambola al P; Francisco Nebot
Balingasag, 25 de febrero de 1911.
Rdo. P. Francisco Nebot, superior de la residencia.
Amadísimo en Cristo, padre superior: el sábado 18 del presente fui á
Sálay para casamientos; casé 5 parejas: y el lunes 20 salí de Sálay para Ta-
lisáyan. Los caminos estaban intransitables por las continuas lluvias de aque-
llos días; como en cada cuesta había peligro de caer los caballos y en muchos
sitios de despeñarse por lo resbaladizo del terreno, puede decirse que tuve
que ir á pie desde Sálay hasta cerca de Talisáyan; subí las cuestas aga-
rrándome á las piedras y clavando los dedos en el barro, pues era un conti-
nuo resbalar; y las bajadas las hice patinando, con peligro de echárseme en-
cima el caballo, que, como yo, había de patinar también. En Talisáyan en-
contré á los padres; y el mismo día empezamos la faena, que concluímos el
día siguiente por la tarde. Yo me volví á Sálay en el bote del P. Boguñá por
dos razones: primera, por el mal estado del camino; y segunda, porque allí
estaban sin palay ni maíz; y determinamos que viniese el bote á Balingasag
para llevarse 6 cabanes de palay, como así se hizo. Desde Talisáyan á Sálay
la lluvia fué copiosa y continua; así que grumetes y yo navegamos, hechos,
más que hombres, ranas ó peces. Á cosa de dos kilómetros hacia Camiguín
vimos formarse una manga ó tromba marina, que nos dio algún miedo y
obligó á los grumetes á apretar la marcha; de modo que el bote, con cuatro
remeros, volaba, á pesar del fuerte oleaje que nos hacía bailar regularcillo.
Al llegar á Balingasag me encontré con el lío que me temía, esto es,
con un bata (criado) detenido en el municipio; y al poco rato de llegar yo,
vino la orden de captura para el H. Corróns, para el fiscal Anas y para el
bata que habían detenido, y que yo hice soltar poco antes.
La causa de todo esto fué el haber arrancado unos palos de acacia que
el presidente municipal D. Celedonio Valmores hizo plantar, no ya en la
253
zona que pretende para el municipio, sino dentro del terreno que dejan para
la iglesia y á cuatro pasos de la pared posterior de ésta. Esta plantación se
hizo la víspera, ósea, el viernes 17, antes de irme yo á Sálay. Escribí aque-
lla misma tarde una carta á dicho presidente pidiéndole que hiciese quitar
dichas estacas; puesto que estaban dentro de la zona que se deja como cier-
ta para la iglesia. El señor presidente no tuvo á bien contestarme ni de pala-
bra, ni por escrito á una carta-oficio: y como yo me había de marchar por la
mañana del día siguiente 18 de febrero, dejé encargado al fiscal Anas que
hiciese respetar la propiedad de dicho terreno, arrancando dichas estacas, si el
presidente no lo hacía, el día siguiente. Así lo cumplió dicho fiscal ayudado
por el H. Corróns y por un bata, dos ó tres veces más que las volvieron á
plantar después de arrancadas la primera vez. Por este hecho ó serie de su-
cesos, el día de mi llegada, que fué el 23 del presente, se dictó auto de pri-
sión contra los tres: llevados éstos ante el juez de paz y al declarar yo y
confirmar ellos que el arrancar dichas estacas había sido por orden mía, y
que por tanto yo me declaraba responsable de lo sucedido, aunque no culpa-
ble; el juez dio por terminado aquel juicio, y por libres á los tres acusados.
Al acabar toda esta comedia, pregunté al juez qué había de hacer yo, ya
que era el responsable; él me contestó que, por si acaso se dictaba auto de
prisión contra mí, que preparase la fianza: yo le contesté que en casos como
éste, en que salta á la vista la justicia de mi causa y la injusticia de los acu-
sadores, no sólo no prepararía fianza alguna, sino que desde ahora rechazo
toda fianza que se pueda presentar en mi favor; y que por tanto estaba dis-
puesto á vivir en el calabozo y aun en el cepo, mientras no llegase la hora de
hacérseme justicia.
Como esto sucedía á las once de la mañana, me dijo el juez que, su-
poniendo que la orden de captura contra mí, me llegase antes de comer
ó estando comiendo, que no me apurase, y que no hiciese caso de dicha
orden hasta después de comer. Como dicho señor juez es hijo del presidente
municipal D. Celedonio Valmores, temí que si no hacía caso, se me podría
acusar de rebeldía; así que al recibir yo la orden de prisión á las 11 y tres
cuartos de la mañana, al momento me trasladé al tribunal: y, ante testigos,
me declaró el juez que podía retirarme á comer y que dicha orden no tenía
efecto hasta las dos de la tarde. Le di las gracias y me retiré. Á las dos en
punto, me trasladé al tribunal yo solo. Allí estuve hasta las 4 p. m. en que
llegó el juez; enseguida empezó la vista, que acabó en menos de un cuarto
de hora, pues no pudieron aducir prueba alguna de que yo hubiese faltado
al derecho de propiedad de que se me acusaba, ya que no pudieron presen-
tar ni el más pequeño documento para probar que aquel terreno, ni ninguno
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de los que rodean la iglesia, sea propiedad del municipio. En consecuencia,
fui absuelto, después de hacer constar yo, ante el juzgado, dos cosas; pri-
mera, que era tal la confianza que tenía en mi buena causa, que no había
querido recusar el juzgado (al juez) á pesar de ser hijo y primo respectiva-
mente del presidente y del secretario municipales, mis acusadores; y segun-
do, porque habían sido mis acusadores, y no yo, los que saltaron por encima
del derecho de propiedad, que me abstenía de presentar acusación alguna con-
tra ellos, porque el sacerdote es ministro de paz y no de guerra y disensión,
contentándome con defenderme de la falsa acusación y pidiendo mi absolu-
ción, no la condenación de nadie.
Al reclamar yo la libertad del bata detenido por orden del presidente
por arrancar las estacas, antes de que el juez dictase orden de prisión contra
nadie, estuve hablando algo fuerte con dicho presidente en su oficina, y
como yo hiciese mis reclamaciones en castellano, él me dijo en tono autori-
zado que, «en presencia de un presidente visaya, se había de hablar en vi-
saya». Yo le contesté en el mismo tono, «que aún el castellano es lengua, y
que si no me entendía que se pagase un intérprete>. Quiso, además, que me
sentase para exponer mis reclamaciones ante él; pues «yo no puedo consen-
tir, dijo, que nadie hable de pie y paseando ante la autoridad constituida»
(textual). Contéstele que, en primer lugar, yo no sabía que hubiese ley al-
guna que mandase estar sentados á los que hablan con el señor presidente;
y que si él sabía que existiese, que me la mostrase, que dispuesto estaba á
sentarme ante su honorabilidad: además, que el hablar de pie á las autorida-
des, más bien es señal de respeto en todo país civilizado, que falta de con-
sideración». Allí estaba el joven capitán filipino del vapor «Santiago» (antes
San Rafael); y como el presidente dijese que no admitía discusiones en su
presencia: le contestó el joven capitán, que el padre no discutía, sino que
sencillamente se defendía y daba sus razones. Yo nunca había visto á dicho
señor ni sabía su nombre: después me dijo D. Isidoro que era de la familia
Vanó de Cebú.
Mando con ésta, la protesta razonada contra el municipio, sobre el te-
rreno que rodea la iglesia, y del que quiere apropiarse; tenga V. R. la bon-
dad, de entregarla si le parece, al señor gobernador; y tanto á este señor,
como á los demás que puedan hacer algo por Balingasag, de enterarles de lo
que llevo dicho, para que vean qué lugar-tenientes tienen por estos pueblos.
De V. R. siervo en Cristo
t
JHS.
Simeón Sambola, S. J.
ATENTADO CONTRA EL P. SIMEÓN SAMBOLA
Garta del P. Francisco Morey al reverendo padre provincial
Balingasag, 27 de junio de 1911.
R. P. José Barrachina, S. J. ,
Mi muy estimado en Cto. padre provincial: ¡Lástima que la primera car-
ta que desde estas lejanas tierras escribo á V. R., sea para comunicarle una
noticia por cierto bien triste, humanamente hablando y desconsoladora! Poco
ha faltado para que el catálogo de nuestros mártires se aumentara, contan-
do la Compañía de Jesús con otro nuevo mártir. El Señor por esta vez se
ha contentado con que sólo se derramara sangre por su causa, y providen-
cialmente ha guardado la preciosa vida de mi celoso compañero P. Sambola
para que la emplee, como hasta ahora, en propagar su mayor gloria.
Fué herido el padre el domingo 25 á eso de las 10 de la mañana en
Lagonglong por un aglipayano, y las heridas han sido graves aunque no mor-
tales. Para que V. R. pueda venir en conocimiento del hecho será preciso
tomar el agua de más arriba. Tal vez en ninguna parte de Filipinas ha hecho
tantos estragos el cisma de Aglipay como en esta provincia de Misamis.
Es este cisma, verdadero aborto del infierno, que, con apariencias de
una pronta independencia, seduce á la gente sencilla, insensiblemente les
arranca la fe de los corazones, y acaba por hacerles indiferentes é insensi-
bles para todo lo bueno, siendo necesario un milagro de la gracia para con-
vertirlos. Las autoridades de esta provincia, mucho ha que son aglipayanas.
Pero los que todo lo manejan son unos cuantos hombres impíos y fanáticos
que, á sabiendas seducen al pueblo y con amenazas lo intimidan. Han lo-
grado con sus arteras mañas ganarse en todos los pueblos á la mayoría de
los principales, nombran presidentes y concejales aglipayanos, y de esta
mañera tienen tan cogidos á los pueblos, que la gente sencilla no osa mover
pie ni mano sin permiso de los principales.
Cagayán, es el foco y la fuente al mismo tiempo, de donde manan los
males que inundan á la Provincia. En muchos pueblos, bastande grandes
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no queda ya rastro de religión, y no llegan á una docena los que oyen misa.
Los amancebados son tantos en número que ya no son notados, y la inmo-
ralidad es tan funesta que las jóvenes no se avergüenzan de presentarse en
público con el fruto de su pecado: sólo les falta á los pobres que se apruebe
la ley del divorcio! Es muy triste también ver á la gente principal, que ya
llevados por el miedo á los de Cagayán, ya arrastrados por el respeto hu-
mano, ni oyen misa ni se confiesan. En algunas partes no se han hecho tan
funestos estragos, sobre todo en la gente sencilla, que se conserva buena
y respetuosa. Nuestra parroquia de Balingasag es quizá la mejor de toda la
Provincia, pero de los varios pueblos que comprende tiene uno muy malo
y pervertido por el cisma: su nombre es Lagonglong. Ha habido parepare,
(son los parepares, gente ignorante y desvergonzada que con el mayor des-
caro osan decir misa, bautizar, confesar, casar y cometer otros sacrilegios
sin cuento) que por fin colgó los hábitos y se casó, por supuesto á lo agli-
payano. En dicho pueblo son tan frecuentes los crímenes, que se cuentan
por docenas; todavía no hace un año que incendiaron la iglesia, y ahora
por poco nos matan al padre.
Celebraron los pocos católicos que allí quedan su fiesta patronal en honor
de san Juan Bautista. Volvía el domingo el P. Sambola muy consolado, cuando
á la salida de Lagonglong al bajar el padre del caballo para pasar un puente que
no es posible pasar á caballo si no quiere uno exponerse á caer en el río, se
presenta y se encara con él un tal Restituto Paredes, y sin más preámbulos
pregunta al padre con arrogancia y desfachatez: «¿Por qué me rechazó V. y
no quiso admitirme en tal casamiento?) «Pues sencillamente, contesta el pa-
dre, porque tomaste parte en la jarana del viernes santo». Otro poquito de
historia. En dicho día de viernes santo se presentó en Balingasag una partida
de bandidos y malhechores del pueblo de Lagonglong, bien armados, los cuales
en la casa de un tal Pablito Mercado y delante de la casa del entonces presi-
dente Celedonio Valmores, estuvieron alborotando hasta las tantas de la no-
che.
El jefe de policía les impuso silencio y les desarmó, pero fué reprendido
por e! señor presidente ó alcalde al presentarle las armas que había quitado
á los perturbadores del orden público. «¿Conque sólo por esto, sólo por
esto?» iba murmurando entre dientes el osado mozalbete y se iba retirando
para acertar mejor el golpe ó golpes que pretendía dar al padre con un láti-
go que para esto llevaba prevenido. El padre al ver la actitud que tomaba el
agresor soltó la rienda del caballo, mientras el otro descargó sobre su cabe-
za un fuerte latigazo, que le hizo caer el sombrero. El padre no le dio tiem-
po para que le diera otros, porque pudo impedírselo, acercándose lo más po-
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sible á él, y cogiéndole por la camisa, que quedó destrozada en sus manos.
El tal Paredes con el puño procuró darle un golpe en la cara, pero el padre
le cogió el brazo. Viendo uno de los cómplices y espectadores que el otro no
podía herir al padre, se acerca por detrás y de repente le sujeta los brazos.
Entonces Restituto se retira unos pasos, se mete la mano en el seno y saca
un instrumento reluciente. El padre que no le perdía de vista y que se man-
tuvo siempre sereno al ver lo que sacaba, sospechó que sería un revólver, y
creyéndose perdido hizo un acto de contrición y conformidad con la volun-
tad divina y vio acercarse á sí al agresor con todo el aspecto de un asesino.
Éste descargó al padre un terrible golpe en la cabeza y le abrió una herida
que mide 45 milímetros de longitud por 3 de profundidad. Junto á la coroni-
lla tiene otra herida no tan larga pero más profunda. El agresor, satisfecho
ya, se escapó y el cómplice soltó al padre, quien en vez de vengarse como
podía haber hecho, pues al escaparse, se cayó no lejos del padre, le perdonó
de todo corazón. Después de lavarse las heridas en una casa vecina, se pre-
sentó el padre al señor presidente de Balingasag á la sazón en Lagonglong, y
que había mandado prender al agresor, y dirigiéndose á éste le dijo: < Yo te
perdono de todo corazón y te aseguro que no te conservo el más mínimo
rencor»; y luego al presidente: v'¿Me da permiso para retirarme á Balinga-
sag para curarme las heridas?» Tenía el padre toda la cara ensangrentada
y la sotana empapada, y su aspecto movía á compasión.
Estando así vino solo de una distancia de dos horas, muy despacio y con
el sol de Filipinas, llegando muy abatido y algo calenturiento. La primera
cura se la hizo un americano que casualmente se hallaba en Balingasag. Pues
para toda la provincia no hay más que un médico y éste reside en Cagayán.
Las heridas, gracias á Dios, no se han enconado, pero como no se pudieron
coser, tardarán algún tiempo en cerrarse. El infeliz agresor á la hora de co-
meter el crimen estaba ya en la gallera y fué aclamado y vitoreado de valien-
te por haber osado luchar con el padre. Otro furioso aglipaj-ano cogió la ca-
misa ensangrentada del cómplice y chupando aquella sangre exclamó frené-
tico: «¡qué sabrosa es la sangre del padre!» Según parece hay muchos com-
plicados en el crimen, y sobre todo dos, padre é hijo, el cual osó decir á los
de Lagonglong: «¡Qué tontos que sois! ¡no queméis la iglesia, sino que si te-
néis algo contra el padre, esperadle y dadle una paliza». Y este es uno del
municipio que ha de intervenir en la causa. Todo el pueblo de Balingasag
se ha puesto en movimiento y las mujeres han promovido un alboroto, pero
no ha tenido consecuencias.
Por fin están ahora presos el agresor y su cómplice principal y les exi-
gen como fianza mil pesos á cada uno. No creo que encuentren fiadores.
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Ya ve, padre provincial, la triste situación en que se encuentran los ac-
tuales misioneros de Mindanao, pero no por esto hay que intimidarse. Dios
sobre todo, y si Dios nos exige el sacrificio de nuestra vida, ya se lo hemos
ofrecido, Él nos dará fuerzas y abundante gracia. ¡Ojalá fuéramos dignos de
la gracia del martirio!
No vaya á creer que todo es tristeza y desconsuelo. Gracias á Dios
aquí hay todavía muchos buenos y corresponden á nuestros desvelos. Las
comuniones de hombres muy concurridas. No tengo tiempo ni hay espacio
para más. Adiós, mi muy amado padre provincial, hasta otra y que sea más
consoladora.
En sus 00. y SS. SS. se encomienda su ínfimo siervo en Cto.
JHS.
Francisco Morey, S. J.
IMPRESIONES Y PRIMERAS CORRERÍAS DE UN NOVEL
MISIONERO
Carta del P. Francisco Morey á los HH. teólogos, sus condiscípulos
Talisáyan, 17 noviembre 1911.
A mis carísimos condiscípulos hermanos Castillejo, Lacruz, etc.
Mis carísimos hermanos:
No vayan ustedes á pensar que ya los tengo olvidados, por no haber
todavía contestado á las muchas felicitaciones que por mis últimos votos me
enviaron y por las cuales les quedo muy agradecido y obligado á no olvidar-
les en mis pobres oraciones.
Un año ha pasado desde que llegué á estas benditas playas de Minda-
nao. Corto me parece mirado en globo, pero largo si contemplo algunos de-
talles. Mi ocupación ordinaria ha sido durante este tiempo la pesada y ruda
tarea de aprender el bisaya: cosa no tan fácil como podría parecer.
Y nada digamos si uno se ve precisado á interrumpir el aprendizaje,
para hacer un mes de cocinero y cuidar de la casa y del gallinero, que enton-
ces corre peligro de quedarse remendón toda la vida. Pero paciencia y Dios
ayudará, si uno hace de su parte lo que puede y aprovecha el tiempo que le
resta de las ocupaciones ordinarias. Aún no entiendo á la gente más que á
medias.
Ya tendrán noticia del asesinato frustrado del P. Sambola. Había yo
quedado solo en casa y, contento estaba bautizando, cuando noté en los pa-
drinos y fiscal algo extraordinario. Me salgo de la iglesia y uno de los padri-
nos, sin más preámbulos, me dice con palabras entrecortadas: «El P. Sam-
bola herido en Lagonglong». Mi susto fué más que regular, pues no había
para menos. Estábamos los dos solitos, y yo, tan poco práctico y sin expe-
riencia, iba y venía de un lugar á otro para hacer y tomar las diligencias de
260
costumbre; escribe ahora una carta á éste; contesta luego á un oficio del
juez; da una relación detallada para Cagayán: Les aseguro yo que es esto
un bocado poco sabroso y buen principio para el novel misionero.
Aquí, mis carísimos hermanos, saca uno todas sus habilidades pocas ó
muchas. Yo que creía no cantar una misa en mi vida, me estrené cantando
dos el día de Navidad. ¡Virgen S^nta! si hubiera estado aquí el P. Bover,
me excomulga. Hubo de todo, canto llano y figurado, algo de responso, y de
lo que salía, cambiando á cada momento de tono, ó no llegando á entonar
nunca el oremus, sanctiis, etc.
Ahora, con casi treinta misas que llevo cantadas ya voy tomando la em-
bocadura al canto.
Supongo que este año no me pondrán en el Catálogo expectat desti-
nationeni sino missionarius excurrens pues he corrido de lo lindo. Con
esto, dicho se está que aquel Morey, ha tenido que montar mucho á caballo.
Era esto mi pesadilla para venir á Mindanao. Dos veces cuando niño había
montado un macho, y esto con mi hermano; y fué tal el miedo, que me
agarré de mi hermano y no le solté hasta qué nos apeamos. Pues ahora, qui
ho havia de dir! perdido el miedo, hago jornadas de tres, cuatro y hasta
siete horas, por caminos empinados y resbaladizos que ni á pie se pueden
andar sin dificultad, y, ¡tan tieso encima de mi caballo! á no ser dos veces
que, casi sin darme cuenta, me encontré debajo. Sólo me falta Gingoog por
visitar y habré estado en todas las casas de la región. El por qué, es éste:
como todos me creen desocupado, apenas falta alguno, ¿quién ha de ser
el pagano?...
A mi regreso pienso detenerme en Ampinican y Binuangan para acabar
de hacer el cumplimiento pascual. Luego iré á Lagonglong para celebrar la
fiesta de la Inmaculada; después á Sálay para hacer la primera comunión;
regresaré á Balingasag unos días antes de Navidad, para volver luego á la
carga y recorrer otra vez los pueblos, que están, los pobrecitos, tan faltos
de instrucción religiosa y pueden ser tan poco atendidos, que da lástima.
¿Qué les parece la vida de misionero? Es, mis carísimos hermanos muy
distinta de lo que uno se la había forjado en su viva imaginación. Hay un
artículo en el Mensajero (no recuerdo la fecha) que lleva por título La poe-
sía y la prosa del misionero, que se acerca bastante á la realidad. Nuestra
vida actual es muy distinta de la de los PP. Pamies y antiguos misioneros.
¡Dichosa edad y tiempos dichosos aquéllos en que los padres misioneros eran
tan venerados y respetados de todos! Antes, el misionero era el padre, el
juez, el intercesor: ahora es nada. Aquella edad de oro desapareció' para
no volver más. Nosotros, los actuales misioneros, hemos llegado en la edad
261
de bronce; los venideros alcanzarán otras edades peores. Las escuelas mix-
tas, si Dios no lo remedia, han de dar al traste con la religión y buenas cos-
tumbres, y conste que yo no soy de aquellos pesimistas que todo lo dan ya
por perdido: al contrario yo siempre miro las cosas por el lado más hala-
güeño, para trabajar con esfuerzo en conservar lo mucho bueno, que to-
davía hay.
Mi salud creo que es mejor y más robusta que cuando estaba en España.
Aquí, mis carísimos hermanos, se pierden todas las ilusiones, y si alguna
debemos tener, es la de saber bien el bisaya y tener un buen rocinante, pues
esto es indispensable para poder hacer mucho fruto en estos pobres filipinos,
que, si obran mal es, en su mayoría, más por ignorancia que por malicia.
Ahí va uno de mis muchos percances de misionero novel. Me embarqué
un día en una pequeña gasolina, á eso de las ocho, confiando llegar á Ca-
gayán á las doce ó á más tardar á la una. Mi sorpresa fué grande cuando, al
estar en alta mar, se paró de repente la máquina. La desarmaron, la limaron
por aquí, por allí, pero la máquina ni por esas quería andar. Pasó una hora,
dos, tres; la mar empezaba alborotarse y nosotros no avanzábamos un paso.
Desesperado el maquinista, buscó remos y no pudo encontrar más que una
mala tabla, que lo fué de salvación. Pues haciéndola servir de remo, después
de dos horas de rudos trabajos, nos acercamos á la playa. La tripulación salta
en tierra y me dejan á mí solo en el bote. Era ya la una de la tarde. El sol
caía á plomo encima de mi cabeza, resguardada por una toldilla, que parecía
una gasa. Cosa de una hora estuve aguardando, hasta que se presentó la tri-
pulación mal comida. Otra vez intentaron componer la máquina; todo inútil.
Con nuestro remo, y sirgando más de dos horas, pudimos tomar puerto en
la desembocadura de un río. Resolvieron pasar allí la noche, y á mí me deja-
ron plantado en la playa, como quien dice, ¡V. cuidado! No tardé mucho en
determinarme á seguir por la playa; pero inútil, pues había que atravesar
tres esteros y era entonces alta marea. No se veía un alma y la cosa era.
apurada. Por fin encontré unos batas de unos cinco años, los cuales, al pre-
guntarles yo que me señalaran otro camino, me decían que siguiera derecho
por la playa. En tal apuro me deparó Nuestro Señor un buen tao, (hombre)
que guiándome por unos vericuetos escondidos, en tres cuartos de hora me
llevó al pueblo. A las cinco y media volvía al lugar de mi salida. Cómo lle-
gué? ya se lo pueden ustedes imaginar, en ayunas y con tal soleada. A ver,
mis carísimos, si se animan y vienen á ejercitar su celo apostólico entre es-
tas pobres gentes tan necesitadas!
Por aquí, sobre noticias de los nuestros de España, estamos en ayunas.
El consuelo que nos queda es que llegará, aunque tarde, el Catálogo de la
262
Provincia y en él nos podremos enterar de algo. Mucho les agradecería si
alguna vez tuvieran la bondad de enviarme algunas de las cartas edificantes,
que, se suelen recibir ahí en Tortosa.
Saluden de mi parte á ese buen padre rector, al P. Capell, Sitjar y Or-
landis y á todos los demás padres y hermanos, en cuyos sacrificios y oracio-
nes se encomienda este missionariiis exciirrens, afmmo. hermano y siervo
en Cristo.
JHS.
Francisco Morey, S. J.
REACCIÓN DE LOS CATÓLICOS DE LAGONGLONG
Garta del P. Francisco Nebot al P. Saturnino Urlos
Cagayán, 22 de octubre de 1911.
R. P. Saturnino Urlos.
Amadísimo en Cto. P. Urios: Empiezo la carta hoy, porque estos guar-
dacostas van y vienen sin que uno pueda prever el cuándo. Va lo de los cam-
bios: el H. Beamonte en Balingasag, el H. Torrents en Jasaan, el H. Rome-
ro en El Salvador. Están comunicados y próximos á verificarse, si Dios no
dispone otra cosa: el P. Córdova, ministro, en Tagoloan; el P. Casáis, mi-
nistro, en Sumílao; el P. Martín, ministro, en Balingasag; el P. Sambola irá
con el P. Obach á Dapítan, y el P. Puig vendrá á Tagoloan, y lo demás
Sí'cut erat.
Gracias por la clara letra de su carta. Mi caballo de batalla es el misal,
porque con la luz de las candelas no puedo leerlo por débil; el quinqué de
petróleo es demasiado bajo: lo que menos mal me va es un reverbero que
me acerca y sostiene el monaguillo. No es con todo ocasión de operación
quirúrgica, sino ejercicio de paciencia, y así lo escribo á Manila, porque la
catarata que me vio el médico hace cerca de dos años y medio, no parece
que haya aumentado ni que se haya pasado al otro ojo.
Los católicos de Lagonglong han reaccionado: el otro día trabajaban 70
hombres en el convento, mientras las mujeres cocinaban la comida y otras
hacían el amut (colecta), para pagarla. Han compuesto el techo, y están reu-
niendo dinero para hacerlo de zinc; dice el P. Sambola que es un milagro
lo que allí pasa. También los hombres se han presentado á trabajar en Ba-
lingasag voluntaria y gratuitamente, un número determinado; siendo así que
antes ni á sueldo podían encontrar quien trabajase. ¡Loado sea Dios!
Me alegro de las tan ciertas esperanzas que vuestra reverencia tiene
de que nos paguen los gastos por viajes.
Ayer tarde, día 26, llegó el P. Puig, y con él iré. Dios mediante, ma-
264
ñaña á Tagoloan, adonde esta noche debe llegar elP. Martín; celebraremos,
pues, el nombramiento de los tres ministros, PP. Martín, Casáis y Córdova.
Y no hay más novedad. A esos padres y hermanos nuestras expre-
siones.
Afectísimo en Cto.,
t
JHS.
Francisco Nebot,
S. J.
RESIDENCIA DE BUTÚAN
VISITAS DEL MISIONERO Á ALGUNOS PUEBLOS. -EXCURSIÓN
Á LOS INFIELES DEL ALTO AGÚSAN
Cartas del P. Salvador Glralt al P. Saturnino Lirios y al P. Cristóbal Sastre
CARTA PRIMERA
Talacógon, 9 de julio de 1911.
R. P. Saturnino Urios, S. J.
Muy amado en Cto. P. Urios: Llegué anoche, á las 9, de una visita á
Gíbong y Suribao, que empezó el 30 del pasado mayo. He celebrado fiestas
patronales en todos los pueblos de la misión de Prosperidad, excepto enj^o-
velé por haberla ya celebrado en febrero. Con ocasión de las fiestas hemos
conseguido iglesias nuevas, ó bien reparadas, en toda aquella región. Ya re-
cordará V. R. que por el baguio de diciembre de 1909 desaparecieron todas.
En Prosperidad la han hecho muy bonita y fuerte, y están sus vecinos dis-
puestos á levantar convento si vuelve allí su padre misionero, por el que sus-
piran, y por cierto que lo necesitan, porque la mala hierba crece allí por todas
partes. En Azpeitia me encontré con el tejado sólo, pero se dieron tal maña,
durante los ocho días que estuve en Los Arcos y en Aguinaldo, que la ter-
minaron por completo con el fin de poder tener fiesta. No lo esperaba, porque
hay allí malos elementos y la gente es de lo peorcito de estas tierras. De este
pueblo conservo un recuerdo: á las 9 de la noche, al querer bajar la escalera,
puse el pie en falso en el primer peldaño, ó palitroque, y caí rodando hasta
el suelo que estaba empedrado de cantos rodados. A la esi^ecial protección
de nuestro Padre san Ignacio, cuya fiesta acababa de celebrar, atribuyo
el que saliese con vida y sólo con algunas contusiones y una pequeña herida
266
en la cabeza que curé con árnica. A los pocos días estuve bien, y como si
nada hubiese acontecido.
En Prosperidad celebré la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, con co-
munión general y misa cantada, el mismo día 23. ¡Qué ignorancia en todos
estos pueblos! Pasé el día de «Corpus» en Azpeitia sin ninguna solemnidad:
apenas saben ya aquellos viejos cristianos, mezclados con nuevos, lo nece-
sario para salvarse.
De vuelta, y celebrando la fiesta en Borbón, me acometieron unas ter-
cianas palúdicas. A fuerza de quinina las eché. En Ebro estuve malucho y
estaba ya resuelto á venirme aquí, dejando el Suribao para otra ocasión,
pero gracias á las atenciones de Pedro Corbera y Casiano Flores me repuse
y seguí mi ruta hacia Rosario cuyos vecinos estaban muy empeñados en cele-
brar su fiesta. Dios quiso que me pusiera bien del todo, y les diera contento
y celebrara además en Novelé una misa de gracia para obtener del cielo
buena cosecha.
Aquí en Talacógon he anunciado hoy la fiesta del Sagrado Corazón para
el 23 de este mes. Veré de despertar á esta gente del sueño de su frialdad é
indiferencia. Han estado dos meses, mayo y junio, sin misioneros y estas
ausencias contribuyen mucho á su abandono en las prácticas cristianas.
El P. Sastre escribe y con buenas impresiones y solemnísimas fiestas
en Veruela y Patrocinio.
Sin tiempo para más, en sus OO. y SS. SS. me encomiendo.
Siervo en Cristo
t
JHS.
Salvador Giralt, S. J.
CARTA SEGUNDA
Talacógon, 12 de julio de 191 1 .
R. P. Saturnino Urios.
Muy amado en Cto. P. Urios: En Prosperidad recibí las de V. R. de 28
y 29 de mayo, con muchas noticias. Mil gracias, Dios se lo pague; y el para-
bién por todo. Ampliando mi próxima anterior, diré á V. R. lo que ocurre
en aquellos pueblos.
267
Nada de aglipayanismo en ellos, es verdad, pero sí mucha superstición y
libertinaje y mucha idolatría en Ebro y en algún otro pueblo de conquistas.
Los del antiguo Las Navas casi todos remontados en las alturas del riachue-
lo Sianip, y los del Ebro en las Ylayas del Adlaján. Mucho deseaba subir á
ambos puntos, pero se hubiera alargado demasiado la excursión, y por otra
parte no estaba bien para andar por aquellos bosques, ya que estos dos ríos
son innavegables. A pesar de todo esto, la gente está con buenas disposicio-
nes: muchos me pidieron maestros, y que fuésemos á visitarles con más fre-
cuencia. En todos los pueblos siguen la costumbre de asistir á misa las auto-
ridades en sus bancos, como antes; hasta los policías asistieron en corpora-
ción. En todos los pueblos me han dado grumetes, sin pagar, y en todos me
han dado limosna para la fiesta, aunque no tan crecida como otros años, por
la mala cosecha de palay que han tenido y por lo barato del abacá que tie-
nen poco menos que abandonado. Y basta ya de la excursión.
Al P. Sastre le ha ido bien en Veruela y Patrocinio, y supongo que
también en San José. Lo de la iglesia interina de Veruela me alegra mucho,
pues daba pena tener que oficiar en el tribunal. Éste nos servirá ahora de
convento y añadiéndole un par de harigues más, podría servir para el futuro
misionero, que creo debería ponerse allí ó en San José, lo más pronto po-
sible.
¡Lástima que no subiera aquí el señor obispo! Quería yo pedirle dispen-
sa de un impedimento y permiso para celebrar procesión con el Santísimo
el día de la fiesta del Sagrado Corazón.
Bien por el numeroso concurso de niños y niñas en las escuelas cató-
licas. ¡Cuánto convendría tenerlas aquí! Apenas llegué el día 9, vinieron á
visitarme el superior de las oficiales y el maestro, mostrándose muy atentos
y prometiendo que los martes y viernes enviarían á todos sus discípulos al
catecismo. Ayer, martes, lo cumplieron, acompañando á los recalcitrantes
hasta la puerta de la iglesia. Algo es algo; pero poco se puede hacer en me-
dia hora con tanta gente de todas edades y tan ignorante, y tan maleados los
mayores por los malos ejemplos é incuria de sus padres. Durante mi ausen-
cia ha habido otros cuatro casorios civiles.
Nada más: he contestado ya á todas las de V. R. En sus OO. y SS. SS.
me encomiendo.
Siervo en Cristo
JHS.
Salvador Giralt, S. J.
268
12 julio, 5 p. m.
6'////;z« //o/«.— A las 12 y 20 minutos p. m., mientras estábamos co-
miendo, hemos sentido un fuerte temblor, el más fuerte que el padre y yo
hemos sentido desde nuestra llegada á Filipinas. Daba miedo el oir crujir el
maderaje de este convento y ver caer las cosas.
Para la novena y fiesta no tenemos más que una pequeña estampa: el
cuadro que teníamos se lo llevó el P. Sastre para la iglesia de Veruela. ¡Qué
bien nos vendría ahora la imagen grande que devolvimos ahí!
13 julio.— Continúan los temblores aunque ligeros: más de 20 conté
ayer tarde, y hoy van siguiendo. Se han inclinado varias casas del pueblo.
De nuestra iglesia se separó un diuidisa (tabique de paja) y algunos tocones
y bajaron varios harigues. Hoy el hermano va componiendo lo que puede.
14 julio.— Anoche á las 9 regresó el P. Sastre de su excursión. Le sor-
prendió el temblor en el río Argauan. Al llegar á la Paz se encontró que aca-
baba de caer la iglesia, y la gente atareada en levantar sus casas medio de-
rruidas. Por este motivo no permaneció allí y se vino á Talacógon ansioso de
saber lo que pasaba aquí. ¡Que el señor se apiade de nosotros! Hoy hemos
empezado la novena del Sagrado Corazón, con misa de comunión y bastante
concurrencia de fieles.
Si subiere la lancha y nos pudiera enviar la imagen del Sagrado Cora-
zón para la fiesta del domingo 23, lo agradeceríamos mucho.
Affmo. in Domino
JHS.
Salvador Giralt, S. J.
CARTA TERCERA
Talacógon, 14 noviembre de 191 1 .
R. P. Saturnino Urios.
Muy amado en Cto. padre: Regresé de mi visita al Alto Agúsan el día
11 del actual. Buena ha sido la excursión. Hice en todos los pueblos el cum-
plimiento pascual y ejercí los demás ministerios acostiuribrados en nuestras
visitas administrando además el sacramento de la confirmación, por delega-
ción del señor obispo. Los pueblos están muy adelantados en lo material, con
269
calles y aceras al estilo de las de esta provincia de Agüsan; Compostela,
Moncayo y Buay (Játiva) pueden competir con Talacógon. Los gobernantes
de la Provincia Mora no quieren ser menos que los del Agúsan. Tenemos allí
de sub-gobernador, juez de paz y fac-totum á nuestro amigo Hermenegildo
Esbra. Tanto él como el teniente americano me han tratado muy bien. Por
disposición suya he encontrado en todos los pueblos, grumetes preparados
para el viaje, sin sueldo y con prohibición de recibirlo del padre misionero.
Ayudan también dichos señores para que se levanten iglesias donde no las
hay. La de Compostela recien acabada, es muy bonita: la bendije, y coloqué
en el altar la imagen de Santiago, restaurada ahí en Butúan. En ella celebré
las tres misas del día de difuntos á las que asistieron los soldados del desta-
camento.
La gente del Alto Agúsan está bien dispuesta. Desean todos los pueblos
que vuelva allí su misionero; y por cierto que lo necesitan, porque han reto-
ñado ya, y hasta han arraigado sus antiguas costumbres infieles; la ignoran-
cia es suma y no hay quien los saque de ella. Hace dos meses visitó aquellos
pueblos el general de Zamboanga, y al ver que los pueblos le pedían padre
misionero y maestro, como antes, dijo á Bindo, que si los padres jesuítas no
volvían, él cuidaría que fuesen allí padres belgas. A los conquistas tanto les
importará unos como otros, porque aún no entienden de religiones y apenas
saben la primera palabra del Credo; pero á nosotros y sobre todo á sus po-
brecitas almas es de suma importancia el que unos ú otros les atiendan y he-
mos de ver cómo lo llevaremos á la práctica.
Hay nuevos pueblos: en Julip, á dos horas de camino desde el río, se ha
formado uno de elementos cristianos é infieles; en él está un tal Simón que
estuvo preso en Surigao, por ser uno de los asesinos del destacamento espa-
ñol en la bocana del mismo Julip. Se me presentó dicho Simón con otros va-
rios infieles y cristianos. En Baglasan, á dos horas de Moncayo, hacia el
Salug, están los del antiguo Moncayo, y hay por allí otros 8 pueblos forma-
dos de elementos mixtos, la mayoría infieles.
Hay carretera desde Compostela al río Hijo. Dos días de viaje desde el
mar. Pondrán caballos y carruajes. El viaje por el Sálug desde Moncayo, es
más largo, pero muy frecuentado.
Han puesto tienda del gobierno en Moncayo, al estilo del Agúsan.
Compran los americanos el hiiinay á P. 2'00 el cabán, y venden los efectos
y ropas, relativamente muy baratos.
Ya escribiré más extensamente sobre este punto. Lo que conviene es
que V. R. diga al padre superior, que si no hemos de abandonar el Alto
Agúsan, conviene que lo atendamos mejor, y que hace falta allí, ó en Verue-
270
la, un padre. Así me lo dijeron el sub-gobernador y el teniente americano,
por encargo del general de Zamboanga, Si tardamos arraigarán los malos
hábitos y será después poco menos que imposible hacer cumplir á aquellas
pobres gentes como cristianos. En Dávao, según dicen, hay ya capilla pro-
testante con pastor y pastora, y no sería de extrañar que se metiesen en este
Agúsan con las nuevas facilidades de comunicación. Repito que la gente,
aunque ignorante y con sus prácticas manobas y mandayas y con toda clase
de vicios, están en buena disposición, máxime ahora que ven que el gober-
nador Bindo y el teniente americano se interesan por nosotros.
Termino con el resumen de ministerios, advirtiendo que en Moncayo
sólo bauticé, y celebré dos misas. El catuigan será, cuando hayan terminado
la iglesia. Se han de confirmar todos los de Moncayo, pero vi que no podía
ser por ahora. Han estado remontados casi desde la revolución, y algunos ya
lo estaban antes. El P. Viñas no pudo reunirlos. Hay que averiguar cómo
viven: la mayoría no están casados in facie Ecclesice y hay quienes viven
con dos y tres mujeres. Para arreglar aquello conviene que el misionero esté
de asiento allí y hinay-hínay (poco á poco) hacer lo que se pueda. En los
pueblos recien formados tampoco he ejercido ministerios. Los habidos son:
Bautismos 56, confirmaciones 184, confesiones 29tí, comuniones 134, ca-
samientos 14, pláticas 32.
En las OO. y SS. SS. de V. R. me encomiendo.
Siervo en Cristo
JHS.
Salvador Giralt, S. J.
CARTA CUARTA
Al P. Cristóbal Sastre
Gracia, 4 de diciembre de 1911
R. P. Cristóbal Sastre.
Estoy ya saliendo del Humayam. Acabo de celebrar fiesta aquí; maña-
na, casamientos y confirmaciones. El miércoles, de madrugada, saldré para
Veruela. Fiestas en todos los pueblos, catuigan (colectas) y numerosos bau-
271
tismos. En Waloe bauticé al Dato Badao y á casi todos sus sácopes más de
40 adultos.
El comandante Mr. Ackings muy contento, y á él se debe en gran parte
el tener iglesias en todos estos pueblos. Las de Loreto y Waloe son muy bo-
nitas y en muy buen sitio levantadas. Este señor además de tratarme muy
bien durante mi estancia en Waloe y de prestarme su embarcación para subir
y bajar este Humayam, dio 5'09 pesos para la misa y asistió al Te-Deuní que
cantamos el día 30, fiesta de acción de gracias de América. Es demasiado
precipitada mi visita: debería permanecer 8 días en cada pueblo. Apenas
tengo un minuto de descanso, pero estoy bien de salud, gracias á Dios.
Concepción me ha ayudado mucho haciendo el oficio de intérprete, de
fiscal y cantor, con su hermana Mónica, siguiéndome á todos los pueblos, é
imponiéndose á todos.
Espero dar esta carta á Mr. Waloe que ha de bajar mañana. No le he
visto, porque subió él á Waloe por tierra cuando yo bajaba en baroto. La
lancha está fondeada aquí esperándole. No sé si trae carta de V. R.
Y basta por hoy, que son ya las 10 de la noche y necesito descansar.
Que el Señor les dé buenas pascuas de Navidad á V. R. y al hermano.
Me parece que no podré estar ahí hasta fin de año. «
Los de Arganan estuvieron en la fiesta de Waloe, Isidoro de la Paz me
dijo que no podían hacer fiesta por falta de iglesia. Sagunto la tiene con-
cluida. Convendría ir allí aunque no haya fiesta. Véalo V. R.
Tal vez, después de la Purísima podría ir á Los Mártires y de allí al
Arganan para volver antes de Navidad.
Suyo in Domino
i
JHS.
Salvador Qiralt, S. J.
272
CARTA QUINTA
Al P. Saturnino Urios
Veruela, 10 de diciembre de 1911.
Rdo. P. Saturnino Urios.
Muy amado en Cristo P. Urios:
Acabo de recibir y leer con suma satisfacción las muy gratas de vuestra
reverencia de 24 y 28 noviembre al P, Sastre y á mí. Enterado de todo y edi-
ficado en gran manera de todo cuanto dice y hace vuestra reverencia aun-
que á vuestra reverencia parezca lo contrario.
Albricias por su excursión á Nasipit y demás pueblos, y por todo lo
bueno que se hace en Butiían con esa Buena Muerte, días de retiro, escue-
las concurridísimas y comuniones de primer viernes de mes. Estos oasis que
encuentra vueáíra reverencia á la vuelta de sus excursiones, no los encon-
tramos por esta cuenca del Agúsan ni en ninguno desús afluentes. Algo no
obstante consuela la buena disposición de muchos de estos conquistas, como
dije en mi anterior hablando del Alto Agúsan. Otro tanto podría decirle del
río Humayam. Acabo de visitar los cuatro pueblos de aquella región. En los
cuatro tenemos bonitas iglesias, gracias al apoyo que indirectamente nos
presta el señor comandante de Constables, Mr. Ackings. En todos he cele-
brado fiestas, hecho el catuigan, bautizado y confirmado. En el pueblo Wa-
loe, donde está el destacamento, se me presentaron muchos infieles pidién-
dome el bautismo. Bauticé primero á los hijos de cristianos y á los casados
con cristianos, á fin de poder revalidar su matrimonio. Después hube de
acceder á los deseos de otros, entre los que se cuenta el Dato Badao y el
presidente del pueblo, cuyos hijos había ya bautizado en mi anterior visita,
siendo el total de los regenerados para Cristo 73, contando en este número
unos 15 párvulos hijos de conquistas y de los soldados del destacamento.
El señor comandante americano, aunque no es católico, quedó muy contento
de ello y admirado al ver la confianza con que se acercaban á mí aquellos
manobos y escuchaban las instrucciones para el bautismo que les hice sir-
viéndome de intérprete la maestra antigua de Loreto, Concepción Otero,
que á la vez hace de intérprete en todos los asuntos de aquella Comandancia
y es la componedora de todos los enredos y casamocans de manobos y ame-
273
ricanos. Me pidió dicho señor que visitase aquellos pueblos con más frecuen-
cia, pues así lo deseaban aquellas gentes, y yo añado, porque á él le convie-
ne para la consolidación de aquellos pueblos por la que tanto se afana. De-
seaba el referido señor comandante que me hospedase en su casa. No acepté
el ofrecimiento pero hube de acceder á la invitación de comer todos los días
á su mesa.
En Violanta, nuevo pueblo formado de los restos del destruido Ausona,
bauticé también á algunos adultos y uní en santo matrimonio á varias parejas
que se habían juntado durante estos años de dispersit, siendo algunas de
ellas mixtas, de manera que hube de bautizar antes al marido ó á la mujer.
Otro tanto me sucedió en Gracia formado con gente de Clavijo y de Ijauan
bautizados casi todos por vuestra reverencia ó por el P. Canudas, como me
dijeron, al investigar yo si estaban ó no bautizados. Me contaron varias his-
torias de la conquista de Ijauan y de lo sucedido después de errantes por
aquellos montes y ríos. Ya puede figurarse vuestra reverencia cómo estarán
en materias de instrucción religiosa, tamqiiam tabula rasa porque se han
olvidado de todo; no obstante algunos me pidieron la comunión porque ya
vuestra reverencia les había comulgado. Los de Loreto celebraron la fiesta,
como si fuesen cristianos viejos con sus bailecitos de niñas, y una especie
de moro-moro entre Constables y los alzados sácopes de Oli vayan y Tanidi.
Medio Loreto con sus comparsas de bailes me siguió á las fiestas de los otros
• tres pueblos lo cual contribuyó mucho á la animación de las fiestas y agradó
muchísimo á los americanos. Mr. Waloe me encargó que mandase fundir una
campana de 3 arrobas para el pueblo que lleva su nombre y que se grabe éste
en la misma campana con la fecha de su fundación. Él la pagará^ Los soldados
del destacamento costearon una imagen de san Nicolás. Entre tanto les dejé
para su iglesia una bonita imagen de san José, que envió de limosna el reve-
rendo padre superior.
He hecho también el Cabusgan y aunque en días de fiestas patronales
no está la gente muy dispuesta para confesarse, no obstante no estoy des-
contento del resultado. Si no confesé á más, fué por falta de tiempo. Por
este mismo motivo dejé las confirmaciones de muchos adultos para otra visi-
ta que prometí procuraría fuese dentro de tres ó cuatro meses. He de escri-
bir exhortos á varios puntos para unir en santo matrimonio á algunos solda-
dos que lo necesitan.
Llegué á esta población de Veruela la antevíspera de la Purísima patro-
na del pueblo. He celebrado ya la fiesta á la que hemos tenido presente al
señor gobernador Mr. Louis, secretario Coreing y al sub-gobernador de San
José, teniente Zapanta. Saludé á todos estos señores los cuales se mostraron
18
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muy afectuosos. Su presencia tal vez contribuyó á que muchos no asistiesen
á la misa, pero hoy domingo, después de haber salido para Talacógon el go-
bernador, ha asistido Zapanta con toda la principaba y el presidente de San
José, Eleuterio Mordino, á la misa y sermón del 2.° domingo de Adviento.
Pasado mañana iré, Dios mediante, á San José para emprender otra se-
rie de fiestas y catuigan en los pueblos del Simúlao y Bagayán que son 8.
Pensaba pasar este año las pascuas en Talacógon, y veo que ni siquiera po-
dré estar allí para el día primero de año. Hace ya tres años que celebro tan
solemnes y caseras fiestas sólito en los rincones del Simúlao ó Bagayán; pa-
ciencia y santa alegría. Así Dios lo dispone y esto es lo mejor.
No obstante conviene decir á los superiores que conviene aquí un padre
y mejor dos, que se consuelen y ayuden mutuamente. Los de Talacógon no
podemos atender á todo. Es poco una visita cada año. Los de San José están
pidiendo y prometen levantar pronto buena iglesia, si les damos palabra nos-
otros de que allí residirá un padre. Zapanta me ha dicho hoy que en casi todos
los pueblos se quejaban de que no les visitamos con la frecuencia debida.
Aunque no lo pidiesen, nos conviene á nosotros. Visitándoles una sola vez
al año, les crece tanto el pelo y el rabo á estas gentes que se hace después
poco menos que imposible el ponerlos como deben ser. Y no digamos nada
de su ignorancia y de sus vicios.
Mr. Waloe también me manifestó su extrañeza de que seamos tan pocos
habiendo tantos cristianos y tantos pueblos. Me dijo que los Holandeses se
habían multiplicado mucho en la provincia de Surigao, y así podían atender
á todo. No conviene perder la buena disposición de estas gentes para con
nosotros. Si tardamos en atenderles tal vez se meterá el inimicus homo.
Sin querer, he puesto aquí algo de lo que quiero decir al reverendo pa-
dre superior. Yo quisiera hacerlo hoy mismo, pero no puedo más. Escribo á
altas horas de la noche, como puede ver vuestra reverencia por la mala le-
tra y el desorden de la carta, que mañana á primera hora saldrá. Dígale
entretanto al padre vice-superior algo de esto. Ya procuraré yo hacer reseña
de la excursión, con pormenores y peripecias que por la gracia de Dios no
han faltado.
En las OO. y SS. SS. de vuestra reverencia me encomiendo.
Siervo en Cristo.
t
JHS.
Salvador Giralt, S. J.
275
P. D.
Están fríos estos Verulanos, y nos echan la culpa á nosotros de su frial-
dad porque los dejamos solos.
No extrañe vuestra reverencia el que abogue ahora para que pongan
misionero aquí, ó mejor, en San José, habiendo antes dicho lo contrario.
Ahora digo que sí en el supuesto de que las misas saldrán de alguna
parte para atender á los gastos de aquí y de Talacógon, creyendo antes, que
sólo debía contarse con lo que aquí se recoge. Claro está que no habría para
sostener dos casas formadas, pero sí que habría lo suficiente si fuésemos
3 padres en Talacógon de tal manera que uno casi siempre estuviese por
esios andurriales, otro por los del Gibong, y el tercero en Talacógon.
Vale.
CARTA SEXTA
Al P. Saturnino Unios
San José-Bunauan, 20 diciembre 1911.
Rdo. P. Saturnino Urios.
Muy amado en Cristo P. Urios:
Escribí á vuestra reverencia desde Veruela contándole algo de mi visita
al Humayam. Vine aquí después de la Purísima con intento de recorrer los
pueblos del Simúlao y Bagayán, pero la creciente avenida de ambos ríos me
detuvo en Libertad donde celebré la fiesta é hice el catuigan, bauticé y con-
firmé á muchos. Los de Libertad son como los de la Esperanza de ahí. Te-
nemos allí butuanos y bunuanos, comerciantes y abacaleros, que no siempre
edifican á los conquistas como deberían. No obstante en esta visita no se
han portado mal conmigo, y con su apoyo he podido hacer algo. Algo sola-
mente porque, atendido el incremento de aquel pueblo, es mucho lo que se
podría hacer.
No proseguí el viaje á los demás pueblos por razón de la avenida, y
porque los de Trento y Tudela me escribieron que no fuese hasta Enero,
porque no tenían terminadas sus nuevas iglesias. Regresé, pues, aquí ayer
para celebrar con estos viejos Bunauanons la Natividad del Señor y lué-
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go, el día 30, la fiesta patronal. Para contentar á estas gentes celebraré
también aquí la Circuncisión del Señor, cantando el día 1 ." de año el Te-
Deum de acción de gracias. Durante estos doce días procuraré preparar los
niños para la primera comunión y buscar los muchísimos que no cumplieron
con el precepto pascual cuando les visitó el P. Sastre, después de Pascua.
No pienso subir á la Hilaya, después de estas fiestas, sino emprender luego
la vuelta á Talacógon, deteniéndome dos ó tres días en el nuevo pueblo de
Mainbalili donde nos han levantado nueva iglesia. Con el mismo baroto en
que yo me embarqué, creo que podrá subir el P. Sastre para la visita á los
5 pueblos que no he visitado de este Simúlao y Bagayán. Ahora para ellos
es el tiempo mejor, porque acaban de cosechar el palay, aunque para nos-
otros es el peor.
Dudé algo, antes de tomar esta resolución, pero vi que hacía ya más de
un mes que andaba danzando y me acordé del aviso de vuestra reverencia
de que debería descansar algo más. Aunque no será descanso para mí la es-
tancia en Talacógon, porque hay que arreglar cuentas, planes de almas, es-
tados de acción y otras muchas cosas.
Estoy bien de salud, gracias á Dios.
Aquí está de gobernador el Sr. Zapanta, muy deferente conmigo, que
se propone hacer de estos pueblos del Simúlao un Jardín como el de la sub-
provincia Buquidnon. Aseguró que éstos de San José harían buena iglesia y
convento. Han compuesto (dicen por última vez) este camarín que hace las
veces de iglesia. Pero la fiesta del próximo año, y tal vez antes, tendrán ya
terminada la nueva para la cual hay ya aserradas varias maderas y reunidos
otros materiales. Fiat, fíat! El señor Eleuterio Mordino, presidente, me ha
asegurado lo mismo. Todos esperan que de esta manera les pondrán misio-
nero propio, del que están muy necesitados todos, viejos y nuevos, pues es
muchísima su ignorancia en lo principal para salvarse y la indiferencia reli-
giosa y los vicios crecen m^s que la mala yerba. Las ideas y máximas pro-
testantes de los maestrillos y advenedizos, hacen grandes estragos en to-
dos los pueblos.
Me encomiendo en los SS. SS. y 00. de vuestra reverencia.
Siervo en Cristo.
t
JHS.
Salvador Giralt, S. J.
EXPEDICIÓN A LA PAZ
Garta del P. Cristóbal Sastre al P. Saturnino Lirios
Talacógon, 22 de diciembre de 1911.
R. P. Saturnino Urios, S. J.
Ayer llegó á última hora la Livonia y nos trajo un paquete, una dama-
juana y ocho cruces.
Por Teda recibió el H. Morros, un cajón, cartas, etc. El mismo Teda ó
su despacho será el portador de ésta, y con él podría subir el Adajer, si es
que ha de subir.
El P. Giralt, según su última carta del 20, piensa pasar las navidades y
año nuevo en San José. Por Reyes estaré en Talacógon y subiré yo á comple-
tar lo que él deja por hacer. Le mando todas las cartas suyas para que V. R.
esté enterado. Ayer le mandamos al P. Giralt un cajoncito para Navidad, etc.
El lunes 19 llegué de vuelta de mi corta expedición á La Paz, donde
festejamos al recién pintado san Julián, obispo de Cuenca. Hacía años que
los de La Paz no celebraban fiesta á su santo Patrón. Este año se han ani-
mado con el buen ejemplo de los pueblos del Umayan; y así en poco tiempo
levantaron una iglesita provisional, pues la antigua se les cayó por el temblor
del 12 de julio de este año: hicieron su amut que en su pobreza y mala cose-
cha llegó á 20 pesos para la iglesia, amén de los gastos del opíparo convite
del que todo el pueblo participó y aun los extraños, menos el padre de quien
se olvidaron completamente.
Con los dichos 20 pesos soñaron tener padre, coro de cantores y banda
de música de Talacógon. Amargo desencanto fué el recibir al padre con so-
los dos cantores y sin música. Se consolaron, sin embargo, al saber que el
padre traía una flauta y un clarinete, cruz, ciriales, etc., etc.
A pesar del tiempo lluvioso, san Julián se dejó obsequiar bien, con víspe-
ras solemnes, misa cantada y procesión solemnísima. Claro si el yaua (de-
monio) tiene sus altares en la calles, no había de ser menos san Julián, pa-
trón de La Paz, en conseguir para el Señor un triunfo glorioso.
278
• No así del serafín del Carmelo, santa Teresa. Sus fieles devotos de Sa-
giinto, después de hacerla vestir nuevo ropaje, la han abandonado en la igle-
sia de La Paz; y allí estará hasta que... el presidente de Sagunto encuentre
báboy y haga amut para festejar á su seráfica Patrona.
Pensaba yo hacer el catiiigan en La Paz y Sagunto después de la Inma-
culada. Pero el viernes 15 después déla procesión de san Julián empezó á
llover seguido y abundante hasta el domingo; por esto el río Arganan casi
se nos mete en el pueblo de La Paz, lo cual es mucho decir. Por ende, fué
muy difícil y hasta peligroso el navegar. El lunes hizo buen tiempo sin llu-
via, y el martes pude volver á Talacógon.
Si el presidente de Sagunto cumple su palabra, los padres de Talacógon
tendremos nueva ocasión de visitar el Arganan por el mes de enero.
Los de Novelé están preparados para festejar á san Agustín. Si no fue-
ra por las fiestas de Navidad, pronto tendría aqiií el dápit para subir allá.
Les he escrito que venga después de Reyes.
Nada más por hoy. No se olviden de nosotros en los SS. SS. y OO.
Suyo in Domino
JHS.
Cristóbal Sastre, S. J.
EXCURSIÓN APOSTÓLICA DEL P. JAIME VALLES AL PUEBLO
DE BUNAGUIT
Garta del mismo padre al P. Martín Hábig
Butúan, 15 de octubre de 1911.
R. P. Martín Hábig.
Reverendo en Cto. padre: Tiempo ha que le quería escribir y darle las
gracias por el envío del catálogo anotado; pero no he podido hasta ahora que
regreso de una excursión en la que ha habido de todo, alegrías puras y amar-
gas tristezas, desolaciones y consolaciones de espíritu que da la vida del
misionero en estas tropicales latitudes. Voy á referirle alguno de los hechos
que me han acaecido durante el viaje de un mes.
Y como ya conocerá por otras cartas mías, la geografía de mi campo de
trabajos, sólo le diré algo de Bunaguit empezando mi relación por la salida
del sin par y apreciado Milagro.
¡Y cuan triste se me presentó este grupo desde mi subida del mes de
marzo en que apretado por las calenturas hube de volver á Butúan! Entonces
rebosaba de gente Milagro, esbelta iglesia se levantaba al lado del pueblo en
que se congregaban á la voz de la campana los dóciles feligreses del barrio,
ahora, muertos de calenturas algunos de los sácopes de Manumidio y corrído-
se éste y Santiago Manganahay hacia Bunaguit, se ven aquí y allí harigues
de casas abandonadas, derrumbada la iglesia y la bulliciosa niñez sin escue-
la, anda por las Ylayas á la manera de salvajes sin que la subida del misionero
ni causa alguna, la mueva á salir á la vida civilizada. Algunas familias quedan,
unas 20 que á mi llegada acudieron á presentar sus pequeñuelos para el bau-
tismo y recibir el sacramento de la penitencia y comunión: la misa la dije en
lo alto de una casa abandonada en donde se conserva el precioso retablo de
la Virgen milagrosa que con su dulce mirada está invitando á sus hijos que
vuelvan al rededor de su trono.
Me enteré al pormenor de su estado, repartí quinina á los muchos enfer-
mos, y con cuatro hombres, después de unir en santo matrimonio á dos pare-
280
jas, emprendí el día 20 la salida al abigarrado pueblo de Buiiaguit. Figúrese
V. R., lili Llobregat encajonado entre dos hileras de montañas que se retuer-
ce á un lado y á otro sin que se pueda divisar el horizonte más allá de lo que
dá la punta ó recodo siguiente: como á lo largo de los barrancos se divisan
algunos camotales, quise visitar á algunos de aquellos habitantes, y al pri-
mero que llamé fué á Adolfo, ciego de los ojos del cuerpo, pero tan listo y
trabajador que, acompañándole su esposa Alejandra, cultiva una hermosa se-
mentera. Conocí este ciego el año pasado en la Esperanza y me llamó la aten-
ción por su conformidad con la voluntad de Dios; por esto pregunté ahora
por él y quise hablarle. ¡Adolfo!, grité, al divisar su choza abierta á los cua-
tro vientos. Oo, pare (sí, padre), contestó levantándose al momento y
mandando á Alejandra me regalase dos huevos. Le di yo un rosario y una
cruz, y poco después hablando con Santiago Manganáhoy, me contó sobre
Adolfo lo siguiente:
Era Adolfo alguacil del antiguo Milagro en tiempo del capitán Miguel
Mancahiúlay, poco después que el R, P. Saturnino Urios bautizó 400 habi-
tantes en dos días; crecía entonces el fervor de los de Milagro y procuraba
Adolfo que todos fuesen á misa, pero después que los tenía en la iglesia, se
iba él á rondar sin entrar en ella; pero dice que Dios le quiso avisar y salióle
en el bosque una gran culebra venenosa; espantado Adolfo huyendo de la
serpiente subióse á un árbol, imploró el auxilio divino, prometió á Dios ser
fiel observante de los días festivos, y la culebra desapareció. Volvió al pue-
blo Adolfo y á su habitual pecado de quebrantar los días festivos, y Dios en
castigo de su infidelidad le envió la ceguera corporal.
Dejado este ciego y confortados nuestros cuerpos, en medio de muchos
trabajos, por llevar poca corriente el río, llegamos alas 5 y media de la tarde
á un sitio algo despejado en donde vive el infiel Madalamba. <Este es Mada-
lamba, dijeron los grumetes, hijo de Mausanguílan que tiene su esposa enfer-
ma hace tiempo y no puede moverse de la choza».— Vamos á verla, contesté,
y ya que hemos de hacer noche en esta soledad, tendré á lo menos el con-
suelo de confesar á esta pobre. Se adelantó un poco Mandalamba para cubrir
á su esposa, y yo le seguí subiendo con cuidado por el tronco eslabonado que
servía de escalera. Allí vi á Catalina Mandalamba, niña de doce años, bau-
tizada por mí dos años antes. Se acercó también Mambusuag, hermano de la
enferma, con su esposa María Mambumugat, célebres por ser datos ó baganis
de la antigua dominación manoba. Confesé como pude á la enferma que sólo
sabe ser ella cristiana sin alcanzársele nada de la religión, de manera que
despedidos los grumetes y demás gente para que no oyeran las respuestas,
al preguntarle algo, ella en voz alta les pedía la respuesta que ellos apun-
281
taban diciendo que no entendía de confesarse ni de cristiana. Mandalamba
no quiere bautizarse, porque dice que á los que viven en los montes no les
es necesario el bautismo, sin que nadie le pueda convencer de la obligación
que tiene de abrazar la religión católica.
Después de este acto de misericordia acampamos sobre la arena: preferí
dormir sub dio que en la camareta del baroto, y así tendí las sábanas en for-
ma de toldo, debajo de este toldo metí la cama-tijera, mientras los muchachos
y grumetes se echaban sobre las duras piedras. No he pasado noche más so-
segada que aquella, la primera que he dormido en la intemperie. A las cua-
tro llamé á la gente, con intención de decir misa á la orilla del río á las 6 ó 7
de la mañana. Llegamos á esta hora al sitio donde estuvo el antiguo Mila-
gro, y sobre un tronco arrastrado por la corriente coloqué dos tablas de la
camareta y teniendo por bóveda el espacioso cielo y por muros todo el hori-
zonte, ofrecí á Dios el santo sacrificio de la misa. Dadas las gracias y lista
ya la gente continuamos el viaje hasta Bunaguit. No salió el pueblo enmasa
á recibirnos como hace dos años, pero sí las escuelas, de quienes conservamos
gratos recuerdos por haber sido ¡as primicias de mi apostolado; á todos co-
nozco por sus nombres y aunque hijos la mayor parte de infieles se me han
aficionado tanto que no me dejaron un momento. Los principales datos y
baganis fueron todos á visitarme y ofrecerse incondicionalmente á ayu-
darme.
El trabajo- de cuatro días fué fructuoso, enseñando la doctrina á unos 40
entre niños y niñas, confesando á todos los dispuestos, platicando contiiuia-
mente, logrando bautizar á 17 personas. Como el pueblo estaba lleno de en-
fermos y la quinina se agotó, les insinué hacer una procesión de rogativas
á la tarde del domingo, y así salimos en ordenadas filas las escuelas, muje-
res y todos los hombres cristianos paseando la excelsa patrona por las ca-
lles de la población. Los infieles, sobre todo los viejos y casados, no se acer-
can y no comprenden la suerte de los cristianos, por esto se esconden al paso
de la Virgen. Con los niños de los infieles que sus padres presentaban para
el bautismo con promesa de no volver á la selva, he notado una cosa par-
ticular.
Antes del bautismo huyen del padre como el demonio de la cruz, pero
después de cristianos andan tan contentos hacia la iglesia á repetir la
doctrina que se ve en ellos la eficacia del sacramento de la regeneración. Y
si preguntase V. R. por qué los viejos no quieren bautizarse, he aquí la razón
según me contó un fervoroso cristiano de lo mejor que hay Bunaguit. Las
gentes de allí son oriundas del Gaon, hombres que desde tiempo inmemorial
han vivido en las selvas sin que misionero alguno haya penetrado eii el labe-
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rinto de sus escarpadas montañas ensangrentadas por la sangre de numero-
sas víctimas del odio bagani. Dicen ellos que sus padres y abuelos murieron
manobos, y con todo sus almas están gozando de toda felicidad en la cumbre
del monte Balatucan: no hay para ellos distinción de buenos y malos y sus
continuas dinaterias (idolatrías) tienen por objeto aplacar el mal espíritu,
causa de todas las enfermedades y desdichas: creen en encantamientos, bru-
jerías, etc. etc., y al revés de otras gentes quieren vivir donde mueren sus
padres y abuelos, como para guardar sus cenizas.
Una de las causas principales y quizá la principal de que reine entre
ellos la poligamia, es por el deseo de tener muchos hijos y después sáco-
pes y subditos; y así nos sucede que aun los cristianos que tienen un
poco de poder, cuando están cansados de su legítima mujer, porque es vieja
y no da sucesión, se arriman á otra y otras casándose á lo manobo con gran-
des borracheras y escándalos.
Y para que V. R. comprenda la paciencia que tiene Dios con estas gen-
tes y los ratos amargos que pasará el misionero, añado lo siguiente:
Hace dos años bauticé con agua de socorro á una mujer, que según las
apariencias y el parecer de todos, iba á morir: ella sobrevivió á la enferme-
dad y su marido que era infiel murió, quedándose ella viuda: la llamé ahora
para instruirla y suplir las ceremonias del bautismo que con gran contento
suyo había recibido, asistió á las funciones de la iglesia y á todos los cultos.
Llamáronme la atención las reuniones frecuentes de cristianos y paga-
nos principales durante los días de mi permanencia en Bunaguit, y pregun-
tando la causa, me dijeron hacían el reparto de los animales que habían de
matar para una dinateria (sacrificio) á fin de que cesasen las calenturas:
pero otros contestaron, y después vi que era la verdad, que se trataba de cele-
brar un matrimonio entre un viudo infiel, principal y rico, con Carmen Naili-
bongsor, la mujer aquella en que yo había suplido las ceremonias del .bau-
tismo.
Ya puede el misionero clamar que los cristianos no pueden casarse con
los infieles: es ésta, materia que ellos no conprenden y no hay razón divina
ni humana que los aparte de sus deseos. Y así el miércoles después de mi
salida, se unía manobamente Carmen Nailibongsor en medio de un gran con-
vite en que se comieron una docena de cerdos, y tomó parte todo el pueblo
en los bailes que manobos y cristianos tuvieron en obsequio de la recién des-
posada.
El mismo día miércoles en la plática que hice á los del otro barrio, les
rogaba no acudiesen al biisao (ídolo) en sus enfermedades porque no tiene
el mal espíritu poder sobre los buenos cristianos; que acudiesen á Dios, á su
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excelsa Patrona, etc. etc. Pues, ¿creería V. R. que después de la misa y re-
cibida la comunión y dado gracias, se reunieron todos en casa del dinatero
á donde habían trasladado á una mujer tísica confesada el día anterior para
asistir todos á las plegarias que dirigían al mal espíritu?
Por esto le dije al principio que la vida del misionero en estas tropica-
les regiones anda en un vaivén de consuelos y desconsuelos, que aunque
sean grandes los primeros, afligen su alma los segundos, al considerar que
no puede ahora poner remedio á tantos pecados, apostasías, ignorancia é in-
fidelidad de las almas que le han sido confiadas.
Faltan misioneros, faltan recursos; rogate Dominum inessis iit mittat
operarios in messem suam.
En los SS. SS. y OO. de V. \i. se encomienda el último de los misio-
neros de manobos é infieles,
Siervo en Cristo,
JHS.
Jaime Valles, S. J.
UNA VISITA Á LOS MAMÁNUAS
Carta del P. Ignacio Vila ai P. Saturnino Urios
Jabonga, 1 diciembre de 1911.
Rdo. P. Saturnino Urios.
Muy amado en Cristo padre: desde mi última no tengo más que decirle,
que al subir me detuve con los mamánuas un par de horas para bautizar.
Sólo me presentaron un chiquillo de 3 años: los demás me dijo Vicente esta-
ban muy lejos; y algunos, remontados. Poco antes del medio día emprendí
de nuevo el viaje, y á la media hora en una de aquellas impetuosas corrien-
tes donde había un grande tronco por un descuido de los grumetes ó no sé
por qué, me atravesaron el baroto y patos al agua. Yo pude escaparme á
uña de caballo por encima del tronco, y me fui á refugiar encima de sus raí-
ces, donde permanecí en pie más de un cuarto de hora, mientras me pusie-
ron el baroto á flote, y me recogieron el cargamento, parte del cual se había
caído al agua y lo restante flotaba dentro del baroto que estaba lleno de
agua, de costado y, con un catic roto. Dios quiso que estuviesen allí cerca
dos bancas de un chino, cuyos grumetes al ver nuestros apuros se echaron
al agua, y á nado vinieron á auxiliarnos, y gracias á ellos pudieron poner á
flote el baroto y recoger el cargamento, por supuesto hecho una sopa, inclu-
so el altar portátil cuya casulla blanca, recién compuesta por las madres y
que había quedado muy bien, ha quedado hecha una miseria, y no tendrán
más remedio que pedir otra vez raso blanco y componérmela de nuevo.
En los SS. SS. y OO. de vuestra reverencia me encomiendo.
■v
JHS.
Ignacio Vila, S. J.
PROSPERIDAD DEL CATOLICISMO. -LA CONGREGACIÓN
DE LA «BUENA MUERTE»
Cartas de los PP, Saturnino Urios y Jaime Valles
á los PP. Fidel Mir y Antonio Iñesta
CARTA PRIMERA
Bullían, 13 diciembre 1911.
Rdo. P. Fidel Mir.
Mi muy amado en Cristo reverendo padre superior: tenemos aquí al se-
ñor Cruz que trae agrimensores para medir terrenos de la iglesia católica.
En Cagayán y Dapítan y también en el monte de Tagolóan de donde vienen,
han estado muchísimo tiempo. A nosotros nos han cogido en mejores condi-
ciones sobre el particular que á los de donde han estado, puesto que tene-
mos sacados los planos del centro de terrenos y allí los dan más baratos por-
que estos que han venido van á su cuenta y los gastos que tienen son
muchos. ■
Recibimos la postal, y ahí es nada lo que nos ha gustado verle á vuestra
reverencia como volviéndose aquí sin saltar á tierra.... Gracias á Dios. Le
agradecemos en el alma haberse acordado.
Este centro de operaciones va muy bien. El P. Valles le da á vuestra
reverencia noticias en una quilométrica carta. Ya antes le escribió también
sus impresiones sobre su visita á Esperanza y demás dependencias que hay
en los ríos Ujut, Uana^ Libang, Busilao y Agsabut.
Yo envío ahora al Máximo, cartero de unos y otros, porque nos vean bre-
gando aquellos nuestros superiores y hermanos en Cristo y á ellos les digo que
se las hagan leer á vuestra reverencia. Me lo agradecen mucho y me pagan
escribiéndonos ya el P. Ricart, ya el P. Capell, ya el P. Iñesta mi paisano.
Suyo en Cristo,
JHS.
Saturnino Urios, S. J.
286
CARTA SEGUNDA
Butúaii, 28 diciembre 1911.
Rdo. P. Antonio Ifiesta.
Mi siempre querido en Cristo padre rector: No es para dicho el gusto
que yo tengo de enterarles de esta nuestra evangélica labor, y así les envío,
las mejores vías ó modos de vernos desde ahí, en acción, buscando las divinas
aventuras á lo caballeros de Cristo.
Aquí tuvimos una primera comunión el día de la Purísima que daba con-
suelo porque todo fué escogido y sobre todo mucha la concurrencia. Claro
es que cada día nos esforzamos más á que salgan los cultos con primorosidad;
porque estamos en situación diferente que antes; el respeto al misionero su-
plía deficiencias en algunas cosas; porque lejos de notarlo creían que, era lo
que era, por creer del padre que sabía los rituales al dedillo; ahora mez-
clada la piedad con la irreligión, la heregía y cisma, somos el espectáculo
dentro y fuera de casa é iglesia, que yo le digo que se ha de ir con pies de
plomo al objeto de evitar le echen un sanbenito al más pintado de los bue-
nos, que le tumben de bruces dejándole aplastado sin honor y prestigio.
Ahora nuevamente en vista de la conducta de la flamante insipiencia de
los divorcistas hemos de decir lo del otro: ¡Todo lo teníamos, eso nos faltaba!
Se presta el caso á desandar el camino hecho creyéndoles unos otros, para
ponerlos como antes eran, esto es lo de siempre, siguen á ciegas al que
manda aunque éste no lo pretenda y les diga claro aquello de tu alma en tu
palma. La empleomanía indígena sigue los pasos de la que ellos creen ame-
ricana; es decir, que su religión son los que levantándose tarde, ni oyen
misa ni comen carne, siendo así que los de aquí son católicos, y los de allá
son de diferentes leyes.
Pues bien: los benditos de Dios, los indígenas que en casa son prác-
ticos, en público son peores que Nicodemus, que al fin y al cabo fué de
noche á verse con el Señor, pues rezando á la callandita el rosario algu-
nos, y teniendo otros en la maleta la imagen del Redentor como talismán
seguro en su vida de casa y fuera, ni bautizan á sus hijos, y así pro-
ceden. Yo, contando con el poquito de prestigio que de morenos y rubios me
viene, echo desde el pulpito á lo seminator mis saetillas, diciéndoles que en
el mundo no hay nación que deje moverse á cada móvil sobre su órbita como
Norteamérica, pero tararura. El deseo de quedar bien los pierde. Piensan
que en toda la latitud, longitud y profundidad ha de decir el americano go-
287
bierno qui non est mecum contra me est. ¿No ve qué benditez tan sin fun-
damento en creer tal cosa que no ven con los ojos de la cara?
Estamos en Navidad, y la víspera recibimos, un bien puesto volante de
este gobernador, llamándose amigo y servidor nuestro deseándonos felicida-
des y prosperidad; incluyó dos billetes de banco de á 10 pesos para obras
de caridad. En otra ocasión el día de mi día se excusó de venirnos á ver
porque estaba para salir embarcado, y entre otros buenos y leales piropos
dijo que deseaba nos saliesen con éxito todas nuestras empresas. El gober-
nador es nuevo aquí, pero viejo de estar con los NN. puesto que se ha lle-
vado algunos años en los montes de Tagolóan.
Mire ahora qué cosa. Me he quedado yo solo en Butüan yendo el celoso
P. Valles á Cabarbarán á Navidades. Pues ha sido el achuchón de trabajo
hasta estrujarle á un viejo de 69 abriles. Domingo, vísperas de Navidad
confesiones por la mañana hasta poco más ó menos la misa mayor, sermón en
ella, catecismo á su conclusión, bautismos y despachar gente hasta la hora de
examen. Exposición y rosario por la tarde y de cabeza al confesionario hasta
las 8 (103 confesiones). A las 9 retiro, á las 1 1 de la noche maitines y sobre
la marcha misa cantada con besar al Niño, subiendo á dormir á la 1 media de la
madrugada. Al día siguiente, Navidad, 33 confesiones, misa cantada, sermón,
visitas y algún bautismo. Exposición por la tarde y al fin, un poco cansado
de piernas, casi nunca de hablar, y al avío. En los intervalos escribir cartas,
y leer las recibidas, y eso con 69 años encima.
De contado que ha de hacer vuestra reverencia correr esta y sus adjun-
tas por los reverendos padres Capell, Ricart y Mir, nuestro padre superior
que le queremos y reclamamos contra lo que digan dueñas, digo circuns-
tancias.
Está al dedillo de esto, y nos ama; no obstante, nos avendremos á lo
que diga la santa obediencia.
Suyo y de todos.
t
JHS.
Saturnino Urios, S. J.
288
CARTA TERCERA
Butiían, 23 diciembre 1911.
Rdo. P. Fidel Mir.
y\i siempre amado en Cristo reverendo padre superior. Escribo á los de
costumbre y á vuestra reverencia. Lea lo que envío.
El P. Valles en Cabarbarán donde ha encontrado el convento que que-
maron, compuesto; pero la poca grey católica desanimada.
Está aquello en la parte cismática perdido....
En tanto que no sé que va á ser de los que se van muriendo sin que
les digan una sola palabra buena.
El señor gobernador nuevo, recién llegado del gobierno de Tagolóan,
nos ha felicitado con mucha distinción y hasta cariño enviándonos 20 pesos
para obras de caridad.
El día de mi día, hubo en el edificio de las madres por acabar, mucha
cosa en obsequio. ¡Válame Dios con lo que se estila! ahora que casi es más
adular á un viejo que cantarle el B-A-Ba de sus majaderías.
Salió en los discursos el P. Pamies. Los de Nasípit están poniendo
como nuevo el convento, y lo hacen bien y no de munición, porque son car-
pinteros.
Suyo en Cristo que le quiere mucho, A. M. D. G.
JHS.
S.ATURNINO URIOS, S. J.
CARTA CUARTA
Butúan. 9 diciembre 1911.
Rdo. P. Fidel Mir.
Reverendo en Cristo padre: Hace casi dos meses no he tomado la plu-
ma para escribirle, y ahora lo hago con tanto mayor gusto cuanto que los
acontecimientos que han aquí acaecido, desde mi última, requieren una larga
é interesante carta.
289
Hace tiempo que revolvíamos en nuestro pensamiento la manera de
atraer á los hombres á la comunión mensual, ya que por ahora no podemos
llegar al ideal del sumo pontífice, la comunión diaria: pero ¿quién afronta el
trabajo y constancia que ésto requiere? ¿y qué día será el más apropósito
para ellos? ¿resultará un fracaso nuestra empresa? Nos iluminó en medio de
muchas dificultades la fiesta que celebró por septiembre la incipiente con-
gregación de la Buena muerte y la junta que tuvieron los hombres y muje-
res pidiendo reglamento para su congregación.
Se les escribió el reglamento, traducido casi á la letra de los estatutos
generales para dichas congregaciones que se hallan en el Acta Romana y
aprobado por todos, se estableció el día de retiro mensual el primer viernes
de mes, con preparación el jueves, vigilia de los primeros viernes. El primer
día de retiro resultó espléndido, y el segundo que tuvimos el día primero
del corriente, superó al primero. Esta es la distribución que seguimos: jue-
ves confesiones de las escuelas, mujeres, etc. etc. hasta las seis p. m. en
que se empieza la plática ó sermón y después confesiones de hombres. Se
empiezan las confesiones á las 4 a. m. del viernes, á las 6 comunión general,
misa con exposición mayor y reserva, á las 6 p. m. exposición, rosario, ser-
món, preparación de la buena muerte y reserva.
Para las mujeres se tienen dos actos más. uno á las diez y otro á
las 4.
Se ha de imprimir el reglamento y unas hojas volantes para avisar á los
socios mensualmente. recordándoles sus obligaciones. Da verdadera devoción
el asistir á las comuniones de los primeros viernes que no bajan de 350 y so-
bre todo á la función de la tarde en que la gente está con verdadero recogi-
miento. Ayer se tuvo otra reunión, y se les habló para alistar más socios que
deseen cumplir sus obligaciones. Y si me pregunta, cuántos hombres comul-
garon estos días, le responderé que 32 casados el primero, y 34 el segundo
más unos 60 entre chicos y mozos: total un centenar de comuniones del sexo
masculino, que si somos constantes en cultivarlas, aumentarán todos los meses.
Las primeras comuniones se han celebrado con solemnidad en casi to-
dos los pueblos del mar y de la Yla\-a: pero la que nos ha llenado ha
sido la solemnísima que se celebró ayer en nuestra iglesia. Como la mayor
parte de los niños y niñas eran de nuestras escuelas y se tomó con tiempo el
prepararlos, estaban realmente deseosos de comulgar; hermosa vista ofrecía
nuestra basílica el día de ayer. Dos ordenadas filas de 66 niños ocupaban la
parte de la nave central del lado del evangelio, y 70 niñas la de la epístola,
y llenando el centro de la nave, hasta la puerta de entrada, las hijas de María
de cuatro en fondo. Se cantó la misa coral de Pío X y se acercaron al sa-
19
290
grado banquete al rededor de 700 personas, de ellas 136 de primera comunión.
Es la comunión más lucida que he visto aquí por lo bien ordenada que salió.
Se regaló á los primeros comulgantes un sencillo pero hermoso recordatorio
y se les admitió en las respectivas congregaciones de María, á las cuatro de
la tarde antes de la solemnísima y edificante procesión. Se hace la admisión
en este día solemne, habiéndolos considerado aspirantes todo el tiempo de
preparación, porque es el día que están seguros y después cada cual se va
á su sementera y no aparecen en el pueblo hasta su fiesta: acordándose que
son congregantes de María se presentan á comulgar. De los congregantes
de ambos sexos, que viven lejos del pueblo, se saca lo que buenamente se
puede, ni pueden más de suyo viviendo tan apartados de nosotros.
Dispense V. R. la digresión: la he puesto para que á nadie llame la aten-
ción nuestro modo de proceder.
Dije, que terminó la fiesta con la solemnísima y edificante procesión.
Se pudo tener á buena hora saliendo del templo á las cinco en ordena-
das filas de niñas, mujeres, hombres, hijas de María y primeros comulgantes,
respetada de todos y admirada de los mismos americanos.
Uno sólo hizo trabajar á los cebuanos que están haciendo la casa provin-
cial y parece les azuzaba al pasar la imagen de la Virgen. Creo yo tendrían
que tener un poco de consideración al pueblo; y en un día como ayer respe-
tar en público sus creencias que no están reñidas éstas con el progreso ma-
terial que ellos persiguen. A la llegada al templo se cantó la salve, y nos re-
tiramos luego consolados aunque rendidos por el trabajo.
Todo ceda en honra de Dios y de ia Inmaculada Virgen.
Sin más por hoy, en los SS. SS. y OO. de V. R. me encomiendo.
Su hermano y subdito en Cristo
JHS.
Jaime Valles, S. J.
RESIDENCIA DE DAPITAN
TRABAJOS DEL MISIONERO EN BALIANGAO.-BUEN ESTADO
DE LA MISIÓN DAPITANA.
Carta del P. José España al P. Saturnino Urios
Líbay, 31 de agosto de 1911.
Rdo. P. Saturnino Urios.
Mi muy amado en Cto. P. Urios: Después de tan largo silencio, ya cree-
rá V. R. que este pobre infeliz se ha olvidado de su pinalangan P. Satur-
nino; no, no es olvido, la causa, sino el tiempo que me escasea. Aquí adonde
llegué el martes, estoy como el pez en el agua, y descansado; y por eso
aprovecho la ocasión para decirle que todavía vivo, y doy que decir y hacer
á los desgraciados aglipayanos y demás enemigos de Dios y de nuestra sa-
crosanta religión.
El día 1 1 salí de Dipólog, pasé por Sánang, Libay y Baliangao, y llegué
á Langáran el 16, y permanecí en dicho pueblo hasta el día 22 en que volví
á Baliangao para celebrar la fiesta el domingo, día 27. En Langáran encuen-
tro algunos tabiques del convento é iglesia derribados, ex profeso; robadas
algunas tablas que arrancaron del piso del convento, y muchas maderas y
puertas; los bajos del convento convertidos en corral de carabaos, presos,
etc. etc. Todo el concejo de Langáran es aglipayano, y algunos más, pocos,
dacungtao; la plebe romanista (católica) de corazón, pero en lo exterior
aglipayanos; pues de lo contrario, serían víctimas de los Ponoans (jefes) y
de la revolución que, según les dicen los aglipayanos á los romanistas, no
tardará.
A la iglesia no se acerca casi nadie, cuatro viejas y algunos extranje-
ros. Un domingo, oyeron misa sólo dos ó tres hombres y una docena de mu-
292
jeres y niños; los días de fiesta no se conocen, trabajan como en días de la-
bor; sólo se distinguen, en que por la tarde acuden hombres y mujeres á la
gallera.
La juventud va á subir, si el Señor no lo arregla, sin Dios, sin religión,
sin temor. ¡Malditas escuelas laicas y maldita mezcla de niños y niñas! Da
miedo el ver á tanta multitud de niños y niñas abandonados, sin que na-
die se apiade de ellos para enseñarles lo más esencial para su salvación.
¿Qué será dentro de poco de estos niños y de todo Filipinas? Dios sólo lo
sabe, y Él sólo lo puede remediar; los frutos de la educación sin religión,
ya los empezamos á palpar; el desprecio á los ministros del Señor, el odio
que se va infiltrando en sus corazones contra la religión, etc. etc.; si el go-
bierno no aprieta la mano y no castiga tantos abusos, nos tendremos que
retirar, porque ya no seremos necesarios ni podríamos vivir. Si ahora que
empieza, se oye, matar á estos que visten de negro, y si el padre bau-
tiza á mi hijo, lo fusilo, y mgasisi sa imong ling, y patay, etc. etc.: ¿qué
tal será dentro de pocos años en que todos estarán imbuidos de los mismos
sentimientos de venganza, odio y...? ¡Dios nos asista! Nuestra misión dapi-
tana todavía se conserva; pero se ve también que va menguando la fe y
aumenta la indiferencia.
El día 27 que celebré la fiesta de la Virgen Santísima Nuestra Señora
del Carmen, los civilizados del pueblo de Baliangao, dieron una excelente
prueba de su civilización. Fué que poco antes de salir la procesión, las auto-
ridades con un grupo de 20 jóvenes, fueron á la plaza de la iglesia por don-
de había de dar la vuelta la procesión, y empezaron á jugar el base ball.
Creí que al salir la procesión, cesaría el juego; pero me equivoqué porque
fué cuando más gritaron y palmotearon, y duró hasta que volvimos á la igle-
sia. Y así que entramos cesó el juego, lo cual demuestra que todo fué inten-
cionado, para desprecio de nuestra santa Religión. Estaban de espectadores,
en los bajos del municipio, todos los /?o/zofl/z5 principales, menos el presiden-
te que se encontraba en Oroquieta, de viaje para Cagayán. Ya ve P. Urios,
las que tenemos, en los pueblos de los grandes progresos, ó de los que más
habían progresado, en frase públicamente proferida no ha mucho por quien
V. R. sabe.
La mujer de Manuel Bueno, hija de Antonio Masías, español, que iba
en la procesión, no pudo contener las lágrimas al ver tal desacato, y por la
noche ó cuando llegó su marido á casa, la emprendió contra él de palabra di-
ciéndole lo que se merecía, pues era uno de los espectadores, y estaba re-
suelta á volverse á Sicayap, á su casa, para no vivir en un pueblo tal. Es una
muchacha bien educada y de armas tomar.
293
El domingo, Deo volente, celebraremos aquí una fiesta á santa Filome-
na, y el lunes iré otra vez á Langáran para celebrar la fiesta de san Nicolás,
y luego me volveré, si no ocurre novedad.
En Baliangao tienen un parepare (cismático) ilocano desde hace poco
inás de una semana, contratado por los principales, á fin de que puedan ha-
cer algún patigayon. Estos le dan algo á él, y cobran á la gente una contri-
bución, y ¡viva la legalidad! pero creo que no durará mucho por falta de di-
nero, pues la gente no es rica, sino muy pobre, y apenas tiene para poder
vivir, y tampoco lo quieren; y la prueba es, que durante una semana en
Baliangao yo bauticé unos treinta niños y él sólo dos ó tres; pero hará su daño
hablando contra los españoles y contra nosotros, fomentando el odio.
Veo, padre, que me he alargado demasiado, y termino, con rogarle sa-
lude de mi parte á esos mis inolvidables PP. Giralt, Vila y demás CC. PP. y
HH. de esa residencia, y para V. R. cuanto quiera de este ínfimo H. y
S. en Cto. que se encomienda en sus SS. SS. y 00.,
JHS.
José España, S. J.
MISIÓN CHILENO-ARGENTINA
GOLEGIO-SEMINARIO DE MONTEVIDEO
LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN DICHA REPÚBLICA
Carta del R. P. José Llussá al reverendo padre provincial
Montevideo, 23 de septiembre de 1911.
Rdo. P. José Barrachina, S. J,
Reverendo y muy amado en Cto. padre provincial: Por el reverendo pa-
dre superior de la misión habrá V. R. ido teniendo noticias de la marcha de los
asuntos de la religión en general, y de los nuestros en particular, en esta Re-
pública. A la verdad, que todo este curso hemos estado como pendientes de un
hilo y como con la espada de Damocles sobre nuestras cabezas. No obstante,
confiando en Dios, y tomando las precauciones que la prudencia aconsejaba,
hemos ido trabajando durante lo que llevamos del curso que ya termina, con
el colegio lleno de alumnos, unos 400, más 32 seminaristas, amén de los de-
más ministerios.
Entre las leyes del actual gobierno contra la Iglesia, figuran la supre-
sión de los honores militares á las personas eclesiásticas, al Santísimo y á
los símbolos religiosos; la supresión de la exención del servicio militar para
los sacerdotes y seminaristas; la supresión de los capellanes castrenses; va-
rias declaraciones del ministro del interior y cultos, dé que los bienes de la
Iglesia son del Estado, y finalmente la declaración de que está en vigor la
famosa ley de conventos de Santos. A esto debe agregarse un proyecto de
ley presentado á las Cámaras, é incluido en los asuntos urgentes que deben
tratarse en las sesiones extraordinarias, sobre reglamentación de enseñanza
primaria privada. Además es inminente la reforma de la Constitución y la
supresión del artículo 5.^, que declara ser la religión del Estado la católica,
apostólica, romana. Con ello nos viene la separación de la Iglesia y del Es-
298
tado y, según parece á muchos, no en la forma de los Estados Unidos ó del
Brasil, sino en la de Francia ó Portugal. Ya ve V. R. si han trabajado en
poco tiempo los hijos de las tinieblas y si son secundados en esta República
los planes de los masones, que se dieron la enhorabuena y celebraron un
banquete por su subida al poder, y las logias felicitaron á nuestro presiden-
te, etc. etc.
Gracias á Dios esta persecución ha servido no poco para despertar y
espolear á nuestros católicos. La ley de supresión de honores militares se
aprobó aprisa y corriendo á fin de que la próxima fiesta de Corpus no tuvie-
sen que rendirse las banderas ni asistir la tropa á la procesión del Smo. Pues
bien; los católicos tomaron á punto de honra el que el Smo. fuese más hon-
rado que ningún año; y lo consiguieron. A pesar de la llovizna persistente,
salimos á la calle acompañando á nuestro Señor, en tan gran número, que
todos los diarios, aun los más liberales, excepto £"/ Z)m órgano del presi-
dente, lo proclamaron como un gran triunfo católico. Y tanto les escoció á
los enemigos aquella imponente manifestación, que se dieron á organizar una
contramanifestación para pedir la separación de la Iglesia del Estado; y
á pesar del gran rumbo que le dieron, y de la protección oficial, contra las
predicciones de todos, resultó un solemne fracaso, pues no pasarían de unos
6,030 los concurrentes, inclusas unas WO mujeres, cuando la manifestación
católica no bajaría de unos 15 á 20 mil. El domingo siguiente al de la fraca-
sada manifestación radical, la sola parroquia de la Aguada, en la procesión
en honor de su patrona la Virgen del Carmen, sacó á la calle más de 7,000
personas. Otras procesiones se han hecho después, y muy concurridas, en la
Unión y en el Reducto.
Para protestar contra las /(96? //Zü7'erg5 arriba mencionadas, las damas
católicas hicieron celebrar el 18 de julio en la Metropolitana, una misa yoro
patria, y, á pesar del mal tiempo, acudió todo lo más selecto del elemento
femenino de Montevideo.
Otra manifestación espléndida y muy simpática organizó la congregación
mayor de nuestro colegio-seminario, dirigida por el P. Blasco. Fué la pere-
grinación patriótico-religiosa á La Florida, para devolver á aquella ciudad la
histórica Virgencita de los Treinta y tres, traída dos años antes, por iniciativa
de la misma congregación, á Montevideo, para restaurarla. Encargóse de la
restauración de esta joya el Dr. Zorrilla de San Martín, actual presidente de
la congregación, quien la llevó á cabo con verdadero amor y gusto. Estaba
ya hermosamente restaurada la imagen sagrada ante la cual rindieran su ban-
dera los. célebres Treinta y tres, y á la cual invocaron los convencionales de
la independencia uruguaya.
299
¡Cómo no aprovechar esta ocasión para despertar el amor patrio, junta-
mente con el sentimiento religioso, que tan bien supieron hermanar aquellos
proceres y que tan indignamente desconocen los actuales gobernantes! Este
fin perseguía la peregrinación del 15 de agosto á La Florida, acompañando
en triunfo á la popular Virgencita. Precedió un solemne triduo en la Me-
tropolitana en honor de la Virgencita. En él predicó el P. Segismundo Mas-
ferrer, probando que el amor patrio debe fundarse en la religión. La comu-
nión general del último día fué numerosísima, abundando los caballeros y
los jóvenes. El fervoroso joven presbítero D, Arturo Arrivillaya, tuvo los
fervorines, que fueron muy ardientes y entusiastas. Llegó el día 15, fiesta
de la Asunción de María, y muy temprano salieron de Montevideo dos tre-
nes especiales atestados de peregrinos caballeros y jóvenes, pues no se ad-
mitieron mujeres; en el segundo iba la Virgencita acompañada del ilustrísimo
señor obispo, vicario general y de la junta de la congregación mayor. Lle-
gados á La Florida, se colocó la Virgencita en unas andas y fué recibida
con calurosos vivas y continuados aplausos por la multitud que de La Flori-
da, de El Durazno, y de otros muchos pueblos, habían acudido. Con ellos y
los que habíamos llegado de Montevideo, se formó una larguísima é impo-
nente columna que, llenando la ancha carretera, que de la estación lleva á
La Florida, durante tres cuartos de hora estuvo sin cesar entrelazando los
vítores á la Virgen con las estrofas del himno nacional y con el rezo del san-
to Rosario, hasta llegar, después de atravesar la ciudad de La Florida, á la
famosa Piedra Alta, junto á la cual se declaró en 18251a independencia del
Uruguay. Allí el señor obispo celebró la santa misa, oída con gran devoción
por una multitud que no bajaría de 8 á 10 mil personas. Terminada la santa
misa, y después de unas palabras del señor obispo y una entusiasta y fervo-
rosa arenga del joven abogado y profesor de inglés de nuestro colegio, don
Dardo Regules, se dispersó la gente para almorzar, y volver á reunirse en
el mismo sitio á la una y media para oir los discursos de los jóvenes Víctor
Escardó, Miranda y del Dr. Zorrilla de San Martín, que fueron todos ellos
entusiastas y saturados de amor á la religión y á la patria. Fué esta, mi re-
verendo padre provincial, una gran jornada, que dejó gratos y profundos
recuerdos en cuantos asistieron. Le envío una fotografía de la Virgencita,
cuya coronación solemne se trata de promover. El acto final de la distribu-
ción de premios de nuestro colegio-seminario, será Dios mediante, en honor
de la Virgen de los Treinta y tres.
Otra gran protesta católica, ha sido la suscripción popular, de 20 cén-
timos solamente, para costear las aceras de la catedral, que el gobierno que-
ría hacer por su cuenta, como propiedad del estado. Se han llenado ya cerca
300
de 2000 listas, de diez personas cada lista, casi el doble de lo que se calcula
que costará la obra, y siguen todavía publicándose otras nuevas listas.
Con motivo de la interpelación hecha en las cámaras sobre el cumpli-
miento de la Ley de conventos, el poder ejecutivo nombró una comisión de
cinco individuos para que visitasen las casas religiosas, y en el término de
dos meses, informase de cómo se cumplía dicha ley. El señor obispo publicó
una Carta á los católicos, en que se protestaba de los atentados del go-
bierno contra la Iglesia, y con respeto á la Ley de conventos declaraba que
no había en la República ninguna casa comprendida en dicha ley. Nos pusi-
mos de acuerdo las diversas comunidades religiosas y resolvimos en general
adoptar la línea de conducta seguida en 1885 á propuesta y siguiendo el
ejemplo de nuestro P. Morel rector entonces de este colegio. Sólo les admi-
tiríamos en el caso de que la comisión declarase entrar para los efectos de
la higiene y orden pública á que se refiere el artículo 5.*^ de dicha ley, y
para nada más de lo tocante á la misma, pues no nos comprendía. Como los
señores de la comisión no querían ruido, en general se portaron de manera
que no hubo necesidad de resistirles. Nuestro colegio-seminario fué de los
últimos en ser visitado. Vino la comisión en pleno, y se mostraron desde las
primeras palabras tan mansos y respetuosos, que no hubo que romper lanzas,
antes bien oyeron con paciencia varias indirectas sobre la libertad verda-
dera, sobre la enseñanza, sobre las calumnias vertidas pocos días antes en
las cámaras contra los frailes, monjas y la enseñanza religiosa, etc. etc. Ala-
baron mucho el orden, disciplina é higiene del colegio, y terminaron pidien-
do que les enviáramos un elenco de los frailes que vivían en el convento.
Esto decían en son de broma, aludiendo á la declaración hecha antes de
entrar de que no se trataba de visitar ningún convento. Señores, se les
respondió en el mismo tono, entonces poco trabajo nos van á dar, están
ustedes servidos. Bien se ve, prosiguió entonces uno de ellos, la vida
contemplativa que han de hacer ustedes con estos 400 niños. Hágan-
nos el favor, para poder cumplir con nuestra comisión, de enviarnos
una lista de los señores sacerdotes que dirigen el establecimiento, con
su edad, nacionalidad y ocupación. Y esto se les envió dos ó tres días
después. Es de notar que nada pidieron del tiempo de la entrada en la reli-
gión, profesión, etc., cosas que estábamos resueltos á negarles y que habían
pedido al principio en algunas casas, pero que según tengo enten(íido, nadie
les dio. Pidieron luego ver la iglesia; se les acompañó á ella, y hasta el pa-
dre Hupfeld, siguiendo la broma, pidió á dos de ellos, diputados, que le
alcanzasen del gobierno unos 40.000 pesos para decorarla, y... los despedi-
mos, aparentemente al menos, muy contentos y satisfechos. '
301
Han pasado j'a más de cuatro meses, y nada sabemos del informe que
debían dar dentro de dos meses.
Parece que se llevaron chasco; pues no pensaban hallar colegios tan
bien montados y en tan buenas condiciones higiénicas y pedagógicas, diri-
gidos por religiosos y religiosas. Pero, cabalmente, esto les da más rabia á
los que no pueden tragar la enseñanza religiosa.
Contra ella va el proyecto presentado por el diputado señor Gilbert á
las Cámaras el 28 de abril último, que si llega á ser ley, dará un golpe de
muerte á la enseñanza libre, y nos llevará al más tiránico monopolio de la
enseñanza primaria por el Estado. Para procurar evitar, ó por lo menos dis-
minuir, tal desastre, se ha trabajado para formar la Asociación de padres
de familia. A eso va encaminado el opúsculo Defended vuestros derechos,
que le envié á vuestra reverencia hace unos días, y cuj^a tirada de 10.000
ejemplares se está repartiendo. Se han tenido ya varias reuniones, se ha
nombrado la Junta organizadora y se trabaja con actividad.
Además del opúsculo mencionado, hemos iniciado la publicación de una
bibliotequita, Luz y verdad, que lleva publicados dos folletos y se está ter-
minando la impresión del tercero. Se reparten á precios modicísimos, y son
muy leídos. De los dos primeros se han tirado 5.000 ejemplares y del tercero
se tiran 10.000.
Hace pocos días se ha descubierto una circular masónica, que corría se-
cretamente entre los hermanos en la cual se atribuye la causa de todo el
malestar y de todas las guerras del país al partido católico y á los religiosos
y se exhorta á gestionar y obtener de los poderes públicos que se noti-
fique al Partido católico que á la primera intentona de revolución... se
decretará la expulsión en todo el país de las órdenes jesuíta, francis-
cana, dominica, etc. etc. Tengo una en mi poder. Los periódicos católicos
la han publicado, para que vea el público la mala fe con que proceden los
enemigos de la Religión y de la patria.
Y basta ya, mi reverendo padre provincial, que esta carta se ha alar-
gado demasiado. Encomiéndenos mucho á Dios, para que siempre y en to-
dos los acontecim.ientos que puedan sobrevenirnos, sepamos portarnos como
buenos hijos de nuestra santa madre la Compañía de Jesús.
Afectísimo siervo en Cristo,
JHS.
• José Llussá, S. J.
EL APOSTOLADO DE LA ORACIÓN Y SUS OBRAS
El Apostolado de la Oración para señoras y señoritas, recibió un nuevo
impulso bajo la dirección del P. Antonio Falgueras. Una de las obras de celo
que dimanó del Apostolado es la
ASOCIACIÓN PROTECTORA DE LA JOVEN
que fundó en 1905 el ya citado padre ayudado de varias señoras y señoritas
de Montevideo. El fin de dicha asociación se indica en el artículo 2.^ de los
estatutos de la obra, aprobados en septiembre de 1905 por el difunto arzo-
bispo monseñor Soler. «La sociedad tiene por objeto proteger principalmente
á las jóvenes que se dedican al servicio doméstico, ejerciendo las siguientes
clases de protección: 1.'"^ Abrir clases de enseñanza práctica de todo lo que
contribuye al buen servicio doméstico. 2.^ Recoger en dicha casa y propor-
cionar ocupación á las sirvientas que se hallasen sin colocación, y no tuvie-
ran en la ciudad su propia familia, ó no les fuera conveniente estar con ella.
3.^ La asociación procura que las jóvenes vayan colocándose en casas de
confianza y les proporcionará medios morales que estén á su alcance para
que perseveren en el bien adquirido». En la hoja que se distribuyó al prin-
cipio para dar á conocer la obra se precisa algo más ese fin: «para amparar y
defender á esas almas queridas que sucumben por inexperiencia, más que
por verdadera inclinación al mal; como también para cooperar al mayor bien-
estar de las familias, tan necesitadas de fiel y honesta servidumbre, etc.»
Gracias á la generosidad de las iniciadoras y de otras personas caritativas
se pudo comprar un solar y edificar una casa donde se recibieron y formaron
varias sirvientas que fueron colocándose, quedando otras para lavar, planchar
y enseñar á las demás. Estaban estas niñas bajo la dirección de las herma-
nas capuchinas que tenían su casa contigua á la de las sirvientas. Resultando
pequeño el local, el P. Falgueras pensó en adquirir otra casa más amplia,
cuando fué destinado por la santa obediencia á la vecina república en 1907.
Sucedióle en el cargo de director del Apostolado el P. Engelberto Wauters,
303
quien llevó adelante la obra comenzada. Encontróse el nuevo local en una
magnífica casa situada al lado de las hermanas vicentinas que se comprome-
tieron á dirigir la casa. Compróse ésta por valor de 12,000 pesos oro, y á
ella se trasladaron las niñas en el mismo año de 1907, después de algunos
arreglos que hacía necesarios la índole de la obra. Ésta, sigue prósperamente,
aunque poco á poco, pues el local no es suficientemente espacioso. Para ob-
viar á este inconveniente, un generoso bienhechor acaba de comprar una
casita en los fondos mismos, y en este mismo año se piensa edificar una
nueva ala de edificio. El trabajo de las muchachas y la pensión de algunas
señoritas que se hospedan en la casa, bastan para el gasto de la misma: los
donativos sirven para pagar los intereses de la hipoteca y otras necesidades
urgentes.
El bien que ha hecho esta institución es muy grande. Las sirvien-
tas que quedan sin colocación pueden retirarse á la casa donde permanecen
hasta que las hermanas les busquen una buena colocación. Algunas vienen
directamente dirigidas á la casa desde Europa, evitando así muchos inconve-
nientes y peligros. A las que quieren se les facilita cómo colocar sus ahorros
con un interés muy favorable para ellas. No siendo la enfermedad contagio-
sa, se les cuida también en la casa cuando enferman. Acuden á ella los do-
mingos, y dos veces al mes el padre director les hace una instrucción reli-
giosa. Se han hecho varios bautizos y matrimonios, y muchas han hecho la pri-
mera comunión. En fin se procura por todos los medios posibles ayudar á esa
clase de la sociedad, tan necesitada de socorro material y espiritual. En 1908
se disgregó la asociación, del Apostolado de la Oración quedando, sin em-
bargo, el director el mismo para ambas asociaciones.
OTROS ADELANTOS DEL APOSTOLADO.-EL NUEVO
ESTANDARTE. - LA BIBLIOTECA.-OTRAS OBRAS DE CELO.
En 1908 se compró un nuevo estandarte. Éste, hecho en Valencia, gustó
y gusta mucho á todos los que lo ven. Al mismo tiempo el director habló á
las socias de la necesidad de fomentar las buenas lecturas y propuso fundar
una biblioteca donde las socias pudiesen proveerse de buenos libros. Sin
gravamen de las mismas se hizo un magnífico armario, y en octubre de 1909
se pudo inaugurar la nueva biblioteca. No teniendo en casa local á propósito,
se admitió el ofrecimiento que hizo de su colegio la reverenda madre pro-
vincial de las hermanas teresas, que acababan de levantar su nuevo y her-
moso edificio, á una manzana de distancia del nuestro. Las socias pueden ir
304
dos veces por semana, y sacar gratuitamente libros y retenerlos por espacio
de un mes. Están encargadas de la biblioteca, una presidenta y varias biblio-
tecarias, que hacen cumplir exactamente el reglamento. A estas horas la bi-
blioteca cuenta ya con unos 2,000 volúmenes.
Las funciones del Apostolado en nuestra iglesia son muy concurridas, y
todos los primeros viernes de mes se distribuyen más de 500 comuniones,
siendo de notar que muchas socias comulgan en otras iglesias el primer do-
mingo. Las invitaciones que se distribuyen cada mes pasan de dos mil, lo
cual es mucho teniendo en cuenta, que la guardia de honor está establecida
en casi todas las parroquias é iglesias y capillas de Montevideo y de la cam-
paña, donde los frutos de la devoción al Corazón de Jesús son sumamente
consoladores. Muchas de las celadoras y socias 'enseñan también pública y
privadamente el catecismo, y en cierto modo se puede también atribuir al
Apostolado, la obra verdaderamente práctica y excelente de las escuelas de
religión puesto que sus fundadoras y actuales maestras son celadoras y so-
cias del Apostolado. Procúranse atraer á dichas escuelas á los niños y niñas,
sobre todo los que frecuentan las escuelas del Estado, continuando las horas
de clase de un colegio y de otro, para que, lo que no aprenden en sus casas,
ni se enseña en las escuelas del Estado, lo aprendan allí con provecho desús
propias almas y de la de sus padres y hermanos. Las señoritas maestras lle-
van á esos niños á oir misa los domingos y días de fiesta á alguna iglesia
cercana. Son ya varias las-escuelas establecidas en el espacio de dos años.
Ha procurado también el director, restablecer el Apostolado entre los
hombres y son muchos los que se han alistado ya, teniendo su comunión los
primeros domingos de cada mes. No es de extrañar que no hayan entrado
más, pues la mayor parte de los caballeros y jóvenes que frecuentan nuestra
iglesia pertenecen á la congregación mayor de la Inmaculada y san Luis
Gonzaga.
CASA DE PROBACIÓN Y RESIDENCIA
DE CÓRDOBA
RELACIÓN HISTÓRICA DE LA CONGREGACIÓN
DE HIJAS DE MARÍA
Garta del P. Salvador Barben al reverendo padre provincial
Córdoba, 6 de marzo de 1911.
Mi reverendo padre: Habiéndome manifestado el reverendo padre supe-
rior de esta misión el deseo de que enviase á vuestra reverencia una rela-
ción del principio y progresos de la congregación de hijas de María, radi-
cada en esta nuestra iglesia de Córdoba, para que pudiese ser insertada en
las Cartas edificantes, hágolo con tanto mayor gusto cuanto que precisa-
mente ahora acaba de celebrar sus Bodas de oro, y esta circunstancia pa-
rece dar un aire más de actualidad á la referida publicación. Comenzaré,
pues, mi cometido, consignando que la congregación tuvo su principio en el
año 1860. Ansioso el P. Pedro Saderra, superior en aquella sazón, de la
residencia, de comunicar á esta piadosa ciudad de Córdoba los incalculables
bienes, que en todas partes suele producir la congregación de jóvenes cris-
tianas, puestas bajo el patrocinio de la santísima Virgen; dio parte de su
pensamiento á varias señoras y señoritas que creía más capaces de ayudarle
en su noble tarea; y ¡cuál no sería su satisfacción al ver que, no sólo se pres-
taron á ello con gran voluntad, sino que se constituyeron por sí y ante sí en
apóstoles de la obra proyectada!
En consecuencia, vióseles desparramarse por los diferentes barrios de
la ciudad, dar aquí noticia del 'proyecto, animar allí á las más indecisas, en-
fervorizar á las ya decididas, entusiasmar á todas, logrando en breve tiem-
po alistar un buen número de señoritas pertenecientes á las primeras clases
20
306
de la sociedad; y como ardiesen todas en vivos deseos de dedicarse cuanto
antes al cuito y devoción de la Reina de los ángeles, sin más demora se-
ñalóse el día 25 de marzo del mismo año, consagrado al misterio de la Anun-
ciación, para inaugurar la santa obra. En efecto, después de haber oído to-
das las escogidas la santa misa y comulgado con la mayor devoción, se de-
claró instalada la congregación con el título del Purísimo Corazón de
María y santa Filomena.
Procedióse luego á la elección de la junta directiva y de las demás em-
pleadas, como es de práctica en estos casos, y desde este instante, la con-
gregación comenzó á marchar con regularidad, haciendo sus comuniones
mensuales y demás prácticas religiosas de costumbre hasta el año 1874, sin
otras variantes que la de haber ella contribuido en el año 1867 al arreglo y
decoración del altar de la Virgen, la de haber empezado en el 1868 la cos-
tumbre de hacer en corporación la novena de santa Filomena, y la de haberse
interrumpido las prácticas ordinarias de la congregación durante los años
1871 y 1872 por razones que ignoramos.
Pero llegó el año 1874, y el R. P.José Bustamante, superior á la sazón
de esta casa, viendo los opimos frutos que daba de sí la congregación del
Purísimo Corazón de María y santa Filomena en jas jóvenes ya formadas;
quiso hacerlos extensivos á las niñas de más corta edad; y así, impulsado por
esta feliz idea, introdüjola en el seno de algunos hogares cristianos; propuso
el plan á los padres y madres de familia; y habiendo éstos acogido con gran
entusiasmo el proyecto, vióse en ese año, el día 1 .° de noviembre, surgir
como por encanto otra nueva congregación de niñas, cobijadas bajo el manto
de María y tutela de los Ángeles custodios con el título de Coro de María.
Procedióse también luego á la elección de presidenta; y á partir de esta épo-
ca, dos fueron las congregaciones, de las que ya podemos llamar hijas de Ma-
ría, que comenzaron á funcionar en el templo de la Compañía. Para dar á
ambas más vida y mejor organización, convínose en que tuviesen sus distri-
buciones aparte y en diferentes días, siendo dicho año el primero en que em-
pezaron á cantar las señoritas congregantas todos los sábados en la misa de
8 el oficio de la Inmaculada, con la cual ocasión y para hacerlo con mejor éxi-
to y más devoción, se organizó un coro de cantoras y se procuró adquirir un
excelente armonium.
Durante los años subsiguientes hasta el 1885, sólo hubo de particular la
primera impresión de los estatutos, hecha el año 1876, y la instalación en el
de 1877 de una biblioteca que, ayudada con donaciones y limosnas de perso-
nas buenas, inició y costeó la congregación del Purísimo Corazón de María,
con el objeto de hacer popular la lectura de buenos libros. Esta biblioteca.
307
que siempre ha ido en aumento, cuenta en la actualidad con 3.000 ó más obras
diversas de muy buenas ideas y buen gusto literario, y ha producido y pro-
duce excelentes resultados. Para dirigirla nómbrase cada año á una señorita
congreganta con el título de presidenta de la biblioteca, la cual ayudada en
su tarea por otras empleadas inferiores, cuida del orden y aseo de la biblio-
teca y de prestar á toda clase de personas los libros que se sacan de ella con
sujeción á cierto reglaniento y mediante una módica retribución. También
dicho año se introdujo el uso de diplomas en la admisión de señoritas congre-
gantas. Llegado el 1885, en el día dedicado al Sagrado Corazón de Jesús,
realizaron las dos congregaciones juntas una fiesta que tuvo gran resonancia
en la ciudad. Consistió ella en la consagración de todas las niñas que compo-
nían las dos congregaciones al Soberano Dueño de las almas; y para que re-
sultase más devota, se la hizo preceder de varias prácticas y ejercicios pia-
dosos, y se la coronó con un sermón ó plática alusiva al acto, que junto con
las fórmulas de la consagración y una relación sucinta de lo sucedido,
se imprimió por acuerdo de la junta directiva. Siguiéronse, el año 1886
en que se estrenó el estandarte de la congregación del Purísimo Corazón de
María, pintado y regalado por la entonces presidenta, Srta. Delicia Suárez;
el año 1889, en que el Coro de María estrenó también su estandarte de la
Purísima, pintado por el hábil artista D. Genaro Pérez, y bordado por su
presidenta la señorita Felisa Castellanos; el año 1891 en que se renovó la
consagración hecha en 1885 }' se empezó á usar el cordón de santa Filo-
mena; el año 1892 en que las dos congregaciones costearon la decoración de
una columna en el templo de santo Domingo con ocasión del centenario de la
Virgen del Milagro; el año 1895 en que se adquirió la estatua de santa Filo-
mena, y el año 1897 en que se introdujo la costumbre de rezar el santo Ro-
sario, y el dirigir el padre director la palabra á las congregantas la víspera
de la comunión.
Mas en este mismo año, viendo los superiores de la Compañía que las
dos congregaciones tenían el mismo fin y las mismas prácticas y que ya en
las niñas de ambas, apenas había diferencia de edad; decretaron su fusión
en una sola con el título de congregación de la «Purísima Virgen María y
santa Filomena».
Y vióse ser ésta una medida acertada; porque, aunque es verdad, que al
principio produjo el cambio algo de malestar, mas luego, pasada la pequeña
tormenta y reunidos los elementos de una y de la otra congregación, ésta se
levantó á un grado de esplendor que no había tenido nunca y en el que, gra-
cias á Dios y la protección deja Virgen, se mantiene todavía. También es de
notar que en este año se estrenó el estandarte de santa Filomena, pintado y
308
regalado por la señorita congreganta, María Silvesia. Réstanos ahora dar
una breve idea del estado actual de la congregación.
Constitúyenla unas setecientas socias de lo más selecto de la socie-
dad, distribuidas en los siguientes grupos: grupo de congregantas protecto-
ras ú honorarias, fórmanlo las señoritas congregantes que, habiendo tomado
estado, permanecen unidas á la congregación; grupo de congregantas nu-
merarias, ó sea, de señoritas que, viviendo en la ciudad, suelen asistir con
regularidad á los actos ordinarios y extraordinarios de la congregación, y
grupo de congregantas supernumerarias, formado por las señoritas que, sin
dejar de pertenecer á la congregación, viven fuera de la ciudad.
Ahora bien: para que una niña pueda ser admitida en la congregación,
exígesela, en conformidad con el reglamento reimpreso y ampliado en 1898,
entre otras condiciones, que pertenezca á alguna de las familias que gozan
de buen nombre en la sociedad, y que pruebe por espacio de dos meses de
aspirantazgo su buena conducta y asidua asistencia á los actos de la congre-
gación. Para la debida inteligencia de ésto, es preciso saber que estos ac-
tos se dividen en ordinarios y extraordinarios. Los ordinarios, se redu-
cen en la actualidad, al oficio de la Inmaculada, cantado por todas las congre-
gantas el sábado durante la misa que se celebra á las 8 a. m. en el altar de la
congregación; al Santo Rosario y letanía cantada todos los meses por las mis-
mas niñas, seguido de una plática la víspera de la comunión reglamentaria,
que tiene lugar en el día que designa la junta directiva. Los extraordina-
rios soxw la fiesta solemne celebrada en honor de santa Filomena el 11 de
agosto; la fiesta, más solemne aún, de la Puridad de Nuestra Señora que se
celebra el tercer domingo de octubre, precedidas ambas de sus respecti-
vas novenas; el retiro para la comunión pascual; visitas, en corporación, de
monumentos, etc.
Pero como en el año 1902 hubiese germinado en el seno de la congre-
gación, la idea de levantar el espíritu de las señoritas congregantas á cosas
mayores, determinó la dirección emprender algunas obras de piedad y celo al
estilo de lo que se ejecuta en otras naciones. Propúsose en efecto, á la con-
gregación reunida, alguna de tales obras; y por la misericordia de Dios,
fueron tan bien recibidas, que luego se trató déla ejecución. Fué la primera,
la obra de la Doctrina Cristiana para la enseñanza del catecismo á niñas po-
bres; y como se ofrecieron á ser maestras varias congregantas de las más
fervorosas, pudieron organizarse inmediatamente cinco centros de instruc-
ción, dotados cada uno de suficiente número de maestras y presididos de una
junta general. Siguióse en los años posteriores llevando adelante la idea, y
hoy son nueve los centros de enseñanza fundados en diversos puntos. El mismo
309
fervor se despertó cuando se propuso la idea de formar una sección para re-
coger fondos; el mismo, cuando se trató de organizar otra de operarlas, ó se-
ñoritas, que se ocupasen en coser trajes y demás piezas de ropa para premiar
á los niños y niñas de la Doctrina; el mismo, cuando se las invitó á comulgar
diariamente por el bien de las personas que de algún modo ayudasen á llevar
adelante estas obras de tanta caridad, y el mismo, cuando se pensó fundar la
Corte sabatina de la Virgen, ó sea la asistencia por turno de varios gru-
pos de señoras y señoritas congregantas ante el altar de la Virgen en las ho-
ras hábiles del sábado; asistencia, que se inaugura con la misa y canto del
oficio de la Purísima Concepción y se clausura al anochecer con el santo
Rosario, un ejemplo de la Virgen, canto de la Salve y otras preces.
Pero lo que da aún mayor idea del fervor de la congregación es, en pri-
mer lugar, la práctica anual de los Ejercicios de san Ignacio, que desde el año
1898 verifican un buen número de congregantas, encerrándose para ello en la
casa, llamada vulgarmente de san José; y, en segundo lugar, el entusiasmo
de todas las hijas de María por la gloria de su excelsa patrona, en el año de
1904 con ocasión de las fiestas jubilares de la Inmaculada. En efecto: lo mis-
mo fué anunciar el proyecto de coronar la preciosa estatua de la Purísima,
que años antes se hizo traer de Europa y regaló á la iglesia la congreganta
protectora D.''^ Reyes Allende, que ver á la mayor parte de las niñas des-
prenderse de sus mejores joyas, desvelarse por allegar recursos, importunar á
propios y extraños, y moverse con tal actividad, que en menos de tres meses
hubo tiempo para recoger los elementos necesarios y fabricar una aureola de
oro, brillantes y otras piedras preciosas, valorada por el joyero en 8,000 pe-
sos. Una vez fabricada la aureola por el distinguido artista D. Federico Woff,
pensóse en la ceremonia de la coronación, la que efectivamente tuvo lugar
el 8 de septiembre del mismo año con asistencia del ilustrísimo señor obispo
titular de Amisos, D. Aquilino Ferreyra, que bendijo la aureola, y la de los
señores excelentísimo señor gobernador de la provincia, D. Vicente de Ol-
mos; vice-gobernador, Dr. Félix X. Garzón, señor ministro de Gobierno,
Dr. D. Nicolás Derrotarán y señor ministro de Hacienda, D. Pablo Argaña-
rás; gran número de caballeros, de matronas, y de señoritas de lo más selec-
to de la sociedad cordobesa; no faltando tampoco la correspondiente plática
alusiva al acto del padre director de la congregación, y un nutrido cot-o de
señoritas cantoras, que entonaron á la Virgen los más entusiastas y religio-
sos himnos.
Mas, no contentas aún con estas muestras de cariño las hijas de María, hi-
cieron además en el mismo año á su Madre otros obsequios de gran valor, á
saber: un escudo adornado de piedras preciosas, en cuyo fondo se destaca
310
el nombre de María, formado por una cadena de oro, que regaló la congre-
ganta Sra. María L. de Borda; un nuevo y precioso estandarte, regalo tam-
bién de otra congreganta, Srta. Teresa Garzón Maceda; un precioso cristal
para cubrir el nicho, obsequio á la vez de otra congreganta, Srta. Dolores
Echenique: unos mecheros de plata fabricados expresamente con esta ocasión,
unos jarrones de electro-plata muy elegantes, obsequio de la Sra. Isabel M. de
Ñores; varios juegos de candeleros; un juego de sacras preciosas; un atril
nuevo de bronce; palmatoria nueva y muchos otros objetos preciosos; todo
lo cual, añadido á un gran número de estrellas de plata, artísticamente coloca-
das sobre el nuevo fondo azul con que se revistió el nicho, á una luna también
de plata puesta á los pies de la estatua, y á la luz eléctrica, que se instaló para
alumbrar todas estas preciosidades; hace hoy del altar y del nicho de la Vir-
gen Inmaculada un remedo del firmamento estrellado ó del mismo cielo em-
píreo.
Y por lo que toca á ios años posteriores, diremos: que en el de 1905 se
imprimió por primera vez el catálogo de la congregación y se estableció la
Corte sabatina; en el de 1906 la sección de la obra de la Doctrina Cristiana
costeó catorce ricas banderas de raso de diferentes colores, bordadas ó pinta-
das por algunas señoritas congregantes, siete para los niños y siete para las
niñas de los catorce centros catequísticos á que atendía entonces la congrega-
ción, las cuales se estrenaron en la solemne procesión que se hizo al final del
curso catequístico, amenizada con piezas de música, cantos, etc., y en la que
formaron parte más de 3,000 niños bien alineados y con separación de centros,
llevando en andas á trechos en medio de las filas, tres estatuas del Niño Dios,
y ondeando en las manos cuatro estandartes con la imagen del mismo, pintada
en su fondo. También se costeó, dicho año, una hermosa lámpara-araña, para
que ardiese á sus tiempos ante la imagen de la Inmaculada patrona de la con-
gregación, y se hicieron fabricar dos aureolas de plata dorada, una para la
estatua de santa Filomena y otra para la de san Estanislao, las cuales estaban
colocadas al lado derecho é izquierdo del altar de la congregación respectiva-
mente.
En el año siguiente de 1907, la congregación dio señales de vida más
exuberante; porque sin contar otros cuatro estandartes de la Purísima, que
costearon y pintaron algunas señoritas congregantas y se estrenaron en la úl-
tima procesión del curso catequístico con la misma solemnidad que las bande-
ras el año anterior, la congregación, ayudada de un modo especial por la sec-
ción de Piedad, llamada Corte sabatina, quiso regalar á la Virgen una diade-
ma de oro, perlas y pedrería, un collar y un brazalete de lo mismo, para com-
pletar el adorno de la imagen, iniciado el año 1904. Y para que la obra
311
saliese con más perfección, después de reunir los donativos necesarios, se
acudió á la acreditada casa de Fredenhagen, residente en Buenos Aires, la
cual, en efecto, dio á la obra el brillo y perfección que se deseaba. Y así el
19 de octubre, día en que celebró la iglesia la fiesta de la Puridad de la Vir-
gen, pudo verificarse la ceremonia de la bendición de las joyas, que practi-
có el señor obispo titular de Amisos D. Aquilino Ferreyra, con solemnidad
y concurso no inferiores al del año 1904; puesto que además del gentío in-
menso y distinguido, hicieron acto de presencia el excelentísimo señor gober-
nador de la provincia Dr. D. José Antonio Ortiz; el vice-gobernador. Dr. don
Jerónimo del Barco; los ministros, Dr. D. Félix T. Garzón é ingeniero don
Luís Achavas, el señor jefe de policía, Dr. Benigno Pórtela y gran número
de padrinos y madrinas, pertenecientes todos á la clase más selecta de la so-
ciedad, dejando la función un recuerdo muy grato en todos los concurrentes.
Más tarde ha sido regalado á la Virgen otro brazalete no inferior en mérito
al anterior, lo cual, añadido á un cuadro al óleo de santa Catalina mártir pin-
tado por la señorita congreganta, María Silveira, y otro de santa Filomena,
también al óleo, pintado por la señorita María Funes Posse, y regalados am-
bos á la biblioteca de la congregación, da indicio del amor creciente de ésta,
á su Soberana Patrona.
Concluiramos este relato consignando lo principal que ha ocurrido en es-
tos tres últimos años, es á saber: en el año 1908, se declaró Patrona déla bi-
blioteca á santa Catalina mártir, cuya estatua acaba de hacer venir de Europa
la congregación. Además se introdujo en este mismo año el turno musical en
las visitas de la Corte sabatina y se regalaron varias joyas á la Virgen. En el
año 1909, se establecieron los talleres de costura para tener con qué pre-
miar á los niños y niñas pobres de la Doctrina y hacer limosna de ropa,
costeada y cosida por las señoritas congregantas á otros necesitados; se cons-
truyó el riquísimo templete que hoy luce en el altar de la Virgen; se adqui-
rió la nueva estatua de santa Filomena y se aumentaron las luces eléctri-
cas del retablo. Y en el año anterior, de 1910, aniversario quincuagésimo de la
congregación, se ha procurado dar más esplendor á todas sus fiestas, y entre
otras cosas que se han hecho, lo principal ha sido: la renovación del altar y de
la estatua de la Purísima, la adquisición de un nuevo Niño Jesús con su altar-
cito y andas correspondientes para la procesión de la Doctrina, la erección de
dos nuevos centros de ésta; el establecimiento de la visita diaria de la Virgen,
nuevas banderas, etc. etc.
Además de lo que llevo indicado, por demás está, decir que, con ocasión
de las fiestas de la congregación y de la enseñanza de la Doctrina, se han
celebrado en este año, así como en los años anteriores, varias comuniones
312
generales, procesiones, rifas, distribuciones de premios y otras funciones
por este estilo; todo lo cual á más del trabajo personal que supone en las
congregantas, que en ello toman parte, suele costar anualmente muchos mi-
les de pesos á la congregación.
He aquí lo que me ha parecido decir á V. R. sobre el origen, organiza-
ción y estado actual de esta congregación. Quiera la Santísima Virgen darnos
á todos su maternal bendición, y cobijar bajo su manto virginal así á las seño-
ritas congregantas como á todas las personas que han contribuido á la reali-
zación de estas obras tan del servicio de Dios.
En los SS. SS. y 00. de V. R. me encomiendo.
Siervo en Cristo,
j.
JHS.
Salvador Barber, S. J.
MISIONES DADAS POR LOS NN. EN LOS SUBURBIOS
DE CÓRDOBA
Garta del H. coadjutor Domingo Vinaixa. al H. coadjutor Vicente Moran
Córdoba, 17 de noviembre de 1911
H. Vicente Moran.
Mi carísimo hermano en el Señor: cerca ya de tres años hace, mi buen
hermano, que la santa obediencia nos separó de aíjuella santa casa de san
Francisco de Borja, quizá para no vernos ya en este mundo. Fueron tantas
las conversaciones ó ratos de recreo que con usted tuve, y que no eran sino
para aumentar más y más en nuestros corazones la tierna devoción á nuestra
madre María santísima, que no se han podido olvidar de mi memoria, y ¡ojalá
que jamás se borren! A este fin, mi buen hermano, le envío la relación de al-
gunos hechos edificantes; pero usted, en retorno, también deseo me escriba
otra de lo que pasa en las misiones y funciones religiosas en esa mi ciudad
natal.
Empiezo por el mes de María que se celebra en esta santa casa. Es un
mes que, como todos sabemos, deja, al acabarse, en las almas amantes de
María, fuerzas más abundantes para ir luchando en los tropiezos de esta vida.
Aquí, lo empezamos el 7 de noviembre para acabarlo el día de la Inmaculada.
Por la mañana lo hacen las hijas de María con mucha solemnidad en la misa
que á este fin se celebra; cantan el tan armonioso: «Venid y vamos todos», y
después las cinco Ave Marías de las cinco deprecaciones, y por fin una des-
pedida á la Virgen.
Por la tarde empieza el mes á las 6 menos cuarto y á él acude tan gran
número de personas, que á pesar de ser la iglesia bastante capaz y con bastan-
tes bancos, tienen que estar muchos de pie y apretados. Se principia rezando
el santo Rosario y después se cantan las letanías de la Virgen, á las que con-
testa muy bien el pueblo, luego el «Venid, etc.», y se da principio al mes;
314 .
se cantan también las cinco Ave Marías y después hay una breve plática aca-
bándose la función con un himno á la Virgen santísima.
Con esto no hay duda que en los fieles se aumenta cada vez más el
amor tierno á María y Ella en retorno, no deja de derramar sobre aquellos
que le honran y aman copiosas gracias para el adelantamiento en la vida
espiritual.
Ahora le referiré algo de algunas misiones, que no dejarán de ser tam-
bién hechos edificantes. Estas misiones han sido dadas por el P. Luis Isola;
en las que, como no tenía yo ningún enfermo, también he ayudado.
La primera fué en Pueblo Nuevo, en donde fué grande el fruto que se
hizo, siendo unas 1032 las confesiones, 1032 las comuniones, 6 los casamien-
tos arreglados, 341 las confirmaciones y 35 las primeras comuniones. Se dio
remate á esta fructuosa misión, plantando una cruz de 9 metros de alto, y
asistiendo á este solemne acto unas 1500 personas, entre las cuales había
también varios curiosos protestantes, a quienes el padre al dar la bendición
papal, hizo arrodillar.
La segunda fué en General Paz. Este es un pueblo en donde residen mu-
chos protestantes. Se preparó esta misión dando el mismo padre, unos meses
antes, unas conferencias á sólo hombres y como no dejó de hacer su fruto, se
dio la santa misión. La asistencia ordinaria eran de 800 personas más ó me-
nos. Hubo 296 confirmaciones, 1.000 comuniones, 950 confesiones y 8 casa-
mientos arreglados, entre los cuales había uno protestante. Se dio fin á esta
misión plantando una cruz de 12 metros, para lo cual se organizó una solemne
procesión yendo delante tres niños vestidos de cardenal con cruz y ciriales,
en medio el padre misionero con una cruz, luego la banda municipal y por fin
nuestro padre superior con capa morada. Asistieron unas 5.000 personas. Fué
esta misión bastante provechosa.
La tercera se dio en San Vicente. Asistieron ordinariamente unas 800
personas. Hubo 1.200 comuniones, 1.100 confesiones, 343 confirmaciones, 16
casamientos arreglados y también se remató la santa misión plantando una
cruz de 12 metros: y para ir á bendecirla se organizó una procesión como la
anterior, asistiendo, además, cuatro soldados cornetas y dos tambores que
iban detrás de los ciriales, luego el P. Isola con una cruz levantada y por fin
nuestro padre superior con capa morada. Asistieron unas 6.000 personas, en
la cruz había esta inscripción: «Salva tu ahna».
La cuarta fué en Tiro Federal. Esta misión, por haber llovido casi todo
el tiempo que ella duró, no fué tan fructuosa como se esperaba; sin embargo,
no dejó de hacerse bastante fruto.
Hubo dos procesiones: una de niños, á la que asistieron unos 600; y otra
315
para todos, á la que asistieron unos 1.500 personas. Hubo 600 comuniones,
500 confesiones y 40 primeras comuniones. Algunas de las confesiones fue-
ron, según he oído decir, de algunos años. Se bendijo, como en las demás
misiones, el agua de san Ignacio, á la cual, la gente, va tomando tanta fe,
que el hermano portero ha de llenar muchas veces las tinajas de esta mila-
grosa agua.
Otra misión que dio el P. Pujadas, al que también ayudé, fué en la cár-
cel donde hay unos 600 presos. Venían éstos como mansos corderos y, aun-
que no todos se aprovecharon de los silbidos del Buen Pastor, sin embargo
hubo más de 300 confesiones y comuniones, y según nos ha dicho el capellán,
algunos de los preso? frecuentan ahora los santos sacramentos.
El otro año dio el P. Isola, misión á los soldados, guardias de la cárcel,
y también fué bastante el fruto que se hizo, habiendo arreglado unos 8 casa-
mientos y repartido unas 200 comuniones.
Basta ya, carísimo hermano, que esto se alarga demasiado. Que el Niño
de Belén le colme de gracias.
En sus oraciones me encomiendo.
Siervo afectísimo en Cto.
JHS.
Domingo Vinaixa, S. J.
APÉNDICE
I
LLEGADA DE LOS NUESTROS DE PORTUGAL A BUENOS AIRES
De una carta del padre superior de la Misión
al reverendo padre provincial
Diciembre de 1911.
El 25 del mes pasado nos sorprendieron, agradabilísimamente 21 padres
y 16 hermanos expulsados de Portugal. No podían llegar en ocasión más
oportuna:, el día antes habían terminado los exámenes de este colegio con
el buen éxito acostumbrado; yo, el mismo día había acabado mis Ejercicios, y
mientras entraban en nuestra portería, en refectorio estábamos terminando
la edificante carta del P. Ubach, tan llena de conmovedoras noticias de los
NN. de Portugal.
No hay que decir á vuestra reverencia cómo llegarían nuestros buenos
padres y hermanos. Aun prescindiendo de los trajes y barbas, muchos de
los cuales aun de lejos aparecían como improvisados, venían con las impre-
siones de lo que habían sufrido, con el sobresalto de que no podrían que-
darse en Buenos Aires, por lo que les habían dicho algunos pasajeros del
Satrústegui, y con el temor de ocasionarnos alguna dificultad ó contra-
tiempo. Pronto se tranquilizaron, cuando al abrazarles con la efusión,
que merecían los que habían sido dignos de padecer por Cristo, les dijimos
que estaban en su casa, que nada tenían por qué temer y que no queríamos
oir hablar de hoteles, á donde querían ir algunos para evitarnos molestias.
¡Qué alegría la de ellos al verse en una casa de la Compañía! y ¡qué consuelo
tan grande el nuestro al recibir en nuestros brazos á hermanos tan queridos
y tan perseguidos por los enemigos de Dios! Al punto se ofrecieron todos
los de casa á trasladarse á las camarillas de los niños, para que cada uno de
317
los padres portugueses tuviese su aposento. Y en efecto á cada uno se se-
ñaló el suyo con mucho contento de los que lo cedieron.
Como ya habían almorzado momentos antes de desembarcar, los obse-
quiamos con una merienda-cena de 1 .^ clase en uno de los comedores de los
niños, que desde este día nos sirve de refectorio, así como su capilla de ca-
pilla doméstica, pues ni uno ni otra son suficientes para tanta gente.
Al día siguiente vino á visitarles el excelentísimo señor arzobispo, que
quiso abrazarles á todos y conversó con ellos en portugués, diciendo á los
padres que les daba toda clase de facultades. También les han visitado dos
veces el excelentísimo señor Internuncio y el excelentísimo señor delegado
apostólico del Perú que se encontraba aquí de paso para su delegación, y lo
mismo van haciendo nuestros amigos, algunos de los cuales les han dejado
buenas limosnas.
Los NN. de Villa-Devoto y de Regina también les han dado su 1.''^ clase,
las cuales hemos tenido en este colegio por no llamar la atención con el
movimiento de tanta gente extranjera por estas calles. Las funciones de fo-
nógrafo y cinematógafo han servido no poco para alegrarlos y distraerlos.
Viendo que á pesar de nuestras repetidas instancias para que nos manifesta-
ran con entera libertad cuanto les faltara, poco era lo que pedían, se de-
cretó un inventario para saber lo que tenían y deducir lo que les faltaba.
Al efecto se velografiaron unas largas listas, que contenían cuanto puede
necesitar un jesuíta y se entregó un ejemplar á cada uno de ellos, para que
al lado de cada uno de aquellos nombres escribieran si tenían aquellos objetos,
ó no, y cuántos. ¡Qué escenas, padre mío, desarrolla la caridad! En algunos
aposentos lloraba el que repartía las hojas y más el que las recibía. ¿«Qué
padre ó qué madre, decía uno de los padres portugueses más graves, mues-
tra tanta solicitud? Nunca había sabido que podía necesitar tantas cosas».
¡Cuan buena madre, padre mío, es nuestra madre la Compañía de Jesús! Nadie
lo siente ahora mejor que estos carísimos hermanos nuestros, los cuales dan
gracias á Dios, en medio de su tribulación, por haber experimentado en sí
mismos, la caridad de la Compañía en España y en América.
Pienso mandar á los que se dedican alas ciencias, á visitar el museo de la
Plata y una comisión á Lujan. No me atrevo á más para que no se descubra
lo que hasta ahora providencialmente no se ha divulgado. Solo La Razón
habló de 30 frailes, que habían llegado de Portugal, que lo había sabido por
un pasajero del Satrústegui. Pues aunque el Gobierno nos consta que nada
haría, pero, en cuanto sea posible, conviene evitarle dificultades; y para esto
se avisó al jefe de Policía, General Dellepiane, y luego contestó que estu-
viésemos del todo tranquilos. Ayer, día en que tuvimos la Renovación, para
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que pudiesen salir cuanto antes para la Sierra de Córdoba los que tenían ne-
cesidad, echamos el resto.
El P. Tabares, rector del colegio de San Fiel, celebró la misa de los
renovantes; al mediodía, después de la 1.^ clase, á la que asistieron el ex-
celentísimo señor Internuncio y el excelentísimo señor delegado apostólico
del Perú y nuestros amigos el Dr. Lamarca y el Sr. Rómulo Ayerza,, dedi-
camos una academia á los padres y hermanos desterrados. Pocas veces se
habrán visto tantas lágrimas en nuestros refectorios. Ni el caso era para
menos. Lloraban los padres y hermanos de Portugal, lloraban los de casa,
lloraba el excelentísimo señor delegado apostólico del Perú y nada digamos
de lo que lloró D. Rómulo. El Sr, Lamarca que quiso también tomar parte, á
pesar de su merecida fama de orador, no podía hablar por el sentimiento que
embargaba su alma. Puso un broche de oro la humildad del P. Tavares, el
cual, después de haber llorado bastante, manifestó su gratitud por tan fina
caridad y pretendió desvirtuar las alabanzas de que habían sido objeto nues-
tros carísimos huéspedes. Aquí los tendremos con mucho gusto hasta que los
llame del Brasil el padre socio del provincial y aun procuraremos quedarnos
algunos. Pensamos proveerlos de cuanto les conviniere, pagarles los viajes
y no permitir que salgan con los bolsillos vacíos.
MISIONES DE LOS.PP. FRANCISCO COSTA Y LUIS C. ISOLA
1910-1911
Carta del P. Isola al Rdo. P. Ramón Grexáns, S. J.
Mu}' amado en Cto., P. Superior:
La gracia y amor eterno de Cristo Nuestro Señor, sean siempre en nues-
tro favor y ayuda. Para cumplir con los deseos de V. R. voy á informarle de al-
gunos ministerios llevados á cabo en las misiones del Uruguay y en la provin-
cia de Córdoba, por el que suscribe en su primer año de su vida como misio-
nero.
El 25 de agosto de 1910, por la noche salía de la dársena Sur del Puerto
Madero para Montevideo donde me esperaba el P. Francisco Costa, con quien,
como experimentado veterano, había de hacer mi aprendizaje de misionero.
«El Madrid», cómodo y sólido vapor de la carrera, se condujo á las mil
maravillas en la travesía, y á la mañana siguiente, sin novedad, desembarqué
en la capital uruguaya.
Después de dos días empleados en preparar la expedición, el 27, por la
mañana, emprendimos la marcha para el departamento de Artigas: lugar seña-
lado por el Centro de S. Francisco Javier para ser misionado aquel año. Los
encomios que se merece tan santa obra, son de todos conocidos y como tales
los omito.
A las 7, salimos de la estación central y después de un día pasado en tren,
llegamos al anochecer á Río Negro, donde hallamos enfermo al señor cura.
Es éste un antiguo alumno del seminario de Montevideo, quien nos agasajó
y alojó lo mejor que pudo y supo; muy bien. Al día siguiente, después de ce-
lebrar muy temprano, tomamos el tren que costea la costa del Uruguay y de-
teniéndose un buen rato en Paysandú, nos dejó á las 6 de la tarde en el Salto
Oriental. El señor cura párroco, ausente, había encargado á sus dos tenien-
tes el atender á los padres, y no ha}' para qué decir que se esmeraron.
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Es la ciudad del Salto, una hermosa ciudad con puerto sobre el caudaloso
Uruguay, frente por frente de la ciudad de Concordia. Ha sido indicada como
sede episcopal.
Abandonamos el Salto para llegar el 29, por la noche, á Sta. Rosa de
Cuareim, capital del departamento de Artigas. Hállase situada dicha pobla-
ción en la margen izquierda del Uruguay, en la confluencia con el Cuareim,
que divide al norte la República Oriental del Brasil. La posición encantadora
de Sta. Rosa hace de aquel lugar uno de los parajes más amenos y deliciosos
que en estas regiones darse pueda. La población está compuesta, en su mayor
parte, de brasileros, cuyas costumbres y lenguaje adoptan los naturales, con
detrimento de su fe católica, pues estos brasileros hacen consistir su piedad
en tener muchos santiños y encender muchas velas á las ánimas, mas tienen
un horror espantoso á los sacramentos, sobre todo á la confesión.
El día de Sla. Rosa, patrona de la población, celebróse misa solemne, con
panegírico que estuvo á cargo del P. Costa, y por la tarde la procesión en
que se llevó una hermosa estatua de la Santa. Por la noche dióse comienzo á
la misión. La concurrencia fué satisfactoria. La misa de misión por la mañana
atraía no pocas gentes; al catecismo acudían separadamente ya niños ya niñas,
manifestando estar bastante bien preparados, gracias al celo de algunas per-
sonas piadosas que se ocupan en tan laudable obra.
El resultado de la misión fué satisfactorio según el parecer del señor
cura, discípulo del seminario de Montevideo á quien no le falta actividad y
manejo en los negocios. De las mujeres se calcula que no llegarían á una
media docena las que no confesaron. De los hombres, contados fueron los que
se aprovecharon. Se figuran estos pobres haber conquistado para siempre la
gloria, con asomar, aunque no sea más que una vez, la cabeza desde el cancel
de la iglesia. Metidos toda su vida en luchas y contiendas, no tienen la menor
práctica de Ntra. Sta. Religión, y con el contacto de estos brasileros, apren-
den de ellos á huir de la confesión, como de la mayor calamidad. Verdad es
que una vez perdido el temor y confesados, son los más decididos amigos del
padre misionero, y como corderitos hacen lo que aquél les indica. La primera
comunión de los niños revistió cierta solemnidad que enterneció aun á los más
duros.
A unas seis leguas de Sta. Rosa, hállase la colonia Zanja honda, habitada
en su totalidad por agricultores italianos. En un gran galpón (almacén gran-
de) del ferrocarril, instalamos nuestra capilla, pues el cofre que llevamos con
los ornamentos y demás cosas necesarias para el altar, está tan abastecido que
lleva útiles para aderezar un templo. Con esta misión empezaba nuestra ver-
dadera gira apostólica en la campaña, pues el fin que se propone el Centro de
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San Francisco Javier, es dar misiones rurales y en ios puntos donde no llega
la acción de los párrocos. Mientras uno de los misioneros prepara el local de
la misión, el otro á caballo recorre los ranchos esparcidos por la comarca y
convida á la gente á que acudan á los actos y ejercicios de aquélla. Esta
diligencia es muy necesaria, pues de otro modo nadie se da por entendido.
Como no siempre se hallan campanas, hacen sus veces unas barretas ó rie-
les colgados de un árbol, que á falta de campanario, desempeñan muy bien
su papel. Fué esta misión fructuosa. Los pobres colonos correspondieron muy
bien, no así algunos de la población, sobre todo de entre los que tienen casas
de negocios. Los actos y ejercicios de la misión fueron concurridos, sobre todo
la asistencia, por la noche, era muy numerosa y de personas que venían de
muy lejos.
Como venía con nosotros el señor cura, atendiendo él á los bautismos y
matrimonios, pudimos dedicarnos con holgura y provecho á nuestro ministerio,
que Dios en su bondad se dignó begdecir. Gentes que vivían mal unidos legi-
timaron delante de Dios su unión, crecido numero de confesiones, comuniones
y confirmaciones nos ocuparon muy bien durante los 6 días déla misión. El
P. Costa, autorizado para ello, administraba el santo sacramento de la Con-
firmación y en verdad que, aunque no usa ni báculo ni mitra, es tal la solem-
nidad que se procura dar á aquel acto, que la administración de dicho sacra-
mento resulta una de las funciones más solemnes é imponentes de la misión.
El agua de san Ignacio no dejó de manifestar su maravilloso poder. Es-
taba enfermo de tifus un joven brasilero, que por la posta se marchaba á la
eternidad. Un padre misionero sabedor del peligroso estado de su salud, fué
á la casa para ofrecer sus servicios espirituales. Durante una hora estuvo
rogando y pidiendo ser admitido. Los hermanos del enfermo, como bra-
sileros, no querían entender de razones, y el mayor de ellos, claramente
manifestó su impiedad diciendo que ellos no tenían en cuenta la salud del alma
sino únicamente la 'del cuerpo. A la mañana siguiente volvió á la carga. Sen-
tóse en una silla frente á la pieza del moribundo, decidido á no salir de allí
sin ver al enfermo. Habló á la madre, mujer infeliz que, aunque madre, no
quería ver á su moribundo hijo, habló á los hermanos, y por fin encontró uno
de buenas entrañas que aprobó las razones del padre, ofreciendo su coopera-
ción para que el pobre enfermo recibiera los santos sacramentos. Por fin, re-
uniendo consejo de familia, acordaron consentir que viese el padre al enfermo,
pero había de ser gratuitamente. Explicóle el misionero, como era necesario
en ese caso, que no pretendíamos bienes.de la tierra en nuestros ministerios,
sino el ayudar á las almas; y alentándoles á la confianza en la gracia del santo
sacramento y en el poder de san Ignacio, entró en la pieza del pobre enfer-
21
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mo. Su estado era gravísimo, por confesión del mismo médico no había que
esperar más. A pesar de lo crecido de la fiebre, entendía bastante bien y re-
cibió en cabal juicio, después de la confesión, el santo sacramento de la Ex-
trema Unción. Dióle el padre á tomar agua de san Ignacio y despidióse de la
familia. Por la tarde, fué avisado el padre que el enfermo había alcanzado
bastante mejoría y á los pocos días, estando en otro punto dando misión, fuéle
comunicado que había recobrado la salud. Dios sea alabado y nuestro buen
padre san Ignacio también glorificado.
MISIÓN DE ISLA CABELLO
Terminada la misión de Zanja Honda, nos trasladamos en tren hasta Isla
Cabello, donde en una pulpería apartada de la población, levantamos nuestro
campamento y establecimos nuestro centro de operaciones. Templo más pobre
no puede darse para el Rey de los Cie]os,jSolamente conociendo la resignación
del Dios que en Belén no reusó un establo, nos atrevimos á ofrecerle ese hu-
milde hospedaje á Jesús Sacramentado. Por lo demás, á pesar de su abatimien-
to, pocos asistieron á la misión. Copiosas lluvias y continuas, formaron una
inmensa laguna á nuestro alrededor y la pobre gente sólo en carros y esto con
mucho trabajo por el mucho barro, podían venir á nosotros.
El último día aclaró y se serenó el tiempo y favoreció nuestro viaje, que
parte en tren y parte en coche, tenía por objeto trasladarnos á Belén, encan-
tadora población levantada á orillas del río Uruguay. Vestigios y ruinas de
antiguos caseríos revelan la existencia de una antigua población, que según
nos han informado, perteneció á una reducción de las misiones de nuestros
padres.
La amenidad del lugar, las colinas de hermoso declive y el anchuroso
Uruguay que forma una pintoresca ensenada con varios islotes de prodigiosa
vegetación, hacen de Belén uno de los más bellos parajes que he visto en el
territorio uruguayo.
Luís Schiappacane, el más fuerte negociante de la localidad, buen geno-
vés, nos alojó en su casa que se halla próxima á la pequeña iglesia que tiene
la población. Después de haber recorrido la comarca convidando á todos á la
misión, dióse en ella comienzo con un auditorio que cada vez fué en aumento.
La asistencia de hombres fué consoladora, y algunos casamientos de per-
sonas que se contentaban con estar alistados en el registro civil nos dejaron
satisfechos, é hicieron de la Misión de Belén una de las mejores que hemos
dado en nuestra gira por el departamento de Artigas.
La multitud de personas que acudió el último día, y la administración
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del santo sacramento de la Confirmación con el crecido número de concu-
rrentes á la ceremonia,, el intenso calor reinante y en un recinto reducido para
tanta gente, realzó en gran manera la pericia y práctica del Rdo. P. Costa
que avezado á estas labores, como buen veterano, cuantos más trabajos se pre-
sentan, más intrépida y esforzadamente arremete con las dificultades.
Bien lo experimentó cierto sujeto que, siendo uno de los prohombres de
la población, como no se quería sujetar á lo que el padre en justicia exigía,
.lo despidió como pedía su insolencia, produciendo un efecto admirable que
sirvió de ejemplar escarmiento á otros insensatos que, ignoraban ó afectaban
ignorar la manera con que se debe estar en la casa de Dios.
De Belén seguimos rumbo á la colonia Lavalleja. Para recompensar á
sus veteranos, el general Lavalleja les repartió en porcionados lotes una ex-
tensión de tierras concedidas por el gobierno, con el fin de que cultivaran
lo que había de ser porvenir, y á la vez su recompensa. Pero aun que dejaron
las armas no empuñaron el arado; y las tierras sin cultivo no alimentaban á
los viejos guerreros, quienes ya empeñando una hectárea de terreno con el in-
flexible pulpero, ya perdiendo otra en el juego, pronto quedaron los terrenos
en poder de algunos negociantes que son casi únicos dueños de la colonia.
Después de casi tres días de penosa marcha, llena de peripecias, ameni-
zada con desperfectos del vehículo ya en coche, ya en carrb, ya en canoa con
lluvias copiosas, pantanos interminables, llegamos á Lavalleja donde insta-
lamos el local de la misión en una casita de madera aún no concluida,
donde los vientos glaciales que reinaron esos días y entraban por las rendijas
y por el techo de zinc aun no terminado, regalaron al buen P. Costa un fuerte
constipado, que á Dios gracias aunque le molestó muchísimo duró pocos días.
En los primeros, á causa de los pantanos que por abundantes lluvias hacían
intransitables los caminos, muy reducido fué nuestro auditorio; en los últimos
días aumentó la concurrencia, sin embargo no correspondió el éxito al em-
peño y á las fatigas de los misioneros. Como casi siempre acontece, no fal-
taban quienes por su situación hubieran podido con su ejemplo arrastrar á los
demás á la misión pero brillaron por su ausencia. Verdad es que la gracia de
Dios siempre opera y muy eficazmente en algunas almas, y que no han faltado
casos edificantes en esta misión, de personas que para conservar la gracia re-
cibida en la misma, han hecho sacrificios heroicos.
En un carricoche arrastrado por 5 caballos, nos alejamos de Lavalleja y
nos trasladamos al Paso del Sauce. Asentamos los reales en una pulpería,
únicos centros de reunión en la campaña. Aunque fuertísimos vientos y fríos
nos molestaron no poco y fueron parte para que el concurso no fuera nu-
meroso, sin embargo, dio algún realze á la misión la asistencia á ella parte
324
de los alumnos de la escuela con su maestro. Fué verdadero. triunfo de
la gracia, el matrimonio del mismo pulpero que nos atendía y el bautismo de
sus hijos. ¡Cuánto daño hace en estas regiones la infausta ley del matrimonio
civil! Con estar alistados en el registro creen haber cumplido con Dios y su
conciencia, tanto más si se encuentran con un encargado, que les eche un pa-
tético sermón y celebre la ceremonia adelante de un Sto. Cristo y les eche
agua bendita para mayor solemnidad del acto. Con esto, y haciendo resaltar
la imposibilidad de que vaya á esas soledades el señor párroco, estos emi-
sarios del Infierno les quitan los pocos escrúpulos que tenían. El ejemplo del
pulpero fué causa de que legitimaran su unión otros mal unidos y aunque no
fueron muy numerosas las confesiones y comuniones, salimos contentos del
Paso del Sauce, pues dada la escasez del vecindario no fueron despreciables los
frutos que se reportaron.
MISIONES EN LA PARROQUIA DE SAN EUGENIO
Con la misión del Paso del Sauce, terminaban las que se habían de dar
en la campaña que pertenece al curato de Sta. Rosa del Cuareim. Entrá-
bamos en la parroquia de San Eugenio, cuyo celoso párroco, buen mallorquín,
por tener que ausentarse puso á nuestra disposición un pequeño carruaje en el
cual no cabiendo más de dos personas nos distraímos en los viajes haciendo el
oficio de aurigas. Acompañábanos un buen paisano que además de servirnos
de guía, desempeñaba los oficios de intérprete con los brasileños que abun-
dan en la comarca, hacía de sacristán y ayudante de misas, con lo cual nos
dejaba tiempo para atender mejor á nuestro ministerio. Desde ahora nuestra
marcha se formalizaba y se hacía más expedita. El guía marchaba adelante
á caballo examinando los pasos, seguíamos los dos misioneros en nuestro
vehículo, y detrás un carro cargado con nuestros equipajes y un gran bulto
en el cual había útiles para aderezar una basílica y un confesonario.
Yapeyú es una pequeña población formada por varias casas esparcidas en
una hondonada que forman varias cachillas. En una antigua pulpería abando-
nada, establecimos nuestro Centro de Operaciones. La capilla la formaba
un galpón bastante capaz. Nos llamó la atención la poca gente que acudía
á pesar de las invitaciones personales que nunca omitimos. Pronto supimos
la causa. A unas dos leguas había carreras de caballos, y no hay que decir
más. Hombres y mujeres, niños y viejos están verdaderamente chiflados
por estas diversiones. Terminadas ellas, que á veces duran 3 ó 4 días, empezó
acudir alguna gente. Una buena señora se esmeró en ayudarnos para que la
misión resultara fructuosa; mas no faltaban obstáculos en su misma casa.
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La asistencia al catecismo fué satisfactoria, el número de confesiones y co-
muniones de gente mayor, regular. En esta misión se confesaron más jóvenes
que personas adultas; una anciana de 125 años que hizo su primera confesión
y comunión y se confirmó también, vale por todo lo demás.
Había visto pasar por delante de nuestra morada una vieja negra, vestida
de blanco que apoyada en un bastón arrastraba su añoso esqueleto con alguna
fatiga. ¿A dónde va, señora, con este sol? le dije un día. « Au camposanto á reza
per os difuntos.» Ya es sabida la particular veneración que á las ánimas tienen
estos brasileños, aunque en todo lo demás lleguen á claudicar. ¿Y no quisiera
venir á la misión? ¿Y qué cosa es la misión, preguntó ella? Expliquéle cuál
era nuestro intento y en qué consistía la misión. Desde ese momento era la
primera en acudir á todos los ejercicios, y última en abandonar la iglesia como
decía ella. ¡Qué excelente disposición para recibir la gracia de Dios! Real-
mente que de aquella buena anciana, se puede decir lo que Sto. Tomás délos
que, abandonados en los desiertos no les faltará la Providencia: Si quis nutri-
tus in sylvis. Hícele un día contar su historia, la cual, aunque abrace más de
un siglo, en pocas palabras queda resumida. Siendo niña de 12 á 15 años fué
arrancada de los brazos de su pobre madre y embarcada en un buque negrero,
y de África traída al Brasil y vendida como esclava en el mercado de Pernam-
buco. Después de algunos años de esclavitud, el último de sus compradores
la trajo á Puerto Alegre, donde al estallar la Independencia americana la hizo
bautizar y la dejó en libertad siendo ya mujer de edad madura. Aunque libre
no dejó el oficio de servir hasta que abandonada á causa de su decrepitud vi-
vía con otra anciana en un pobre rancho, siendo su única ocupación arrastrar
la secular armazón de sus huesos, por espacio de una legua, para visitar dia-
riamente el pequeño cementerio de la aldea.
Alma hermosa y de sentimientos delicados que revelaban una profunda
piedad filial, causaba honda impresión y conmovía grandemente cuando hacía
el relato del terrible episodio de su vida, en que por fuerza arrancada de los
brazos de su madre, con una cadena al cuello, á latigazos tuvo que seguir por
el desierto á los compañeros de la esclavitud y embarcada como animal de
carga: 125 años no habían sido capaces de borrar de su memoria y de su co-
razón el recuerdo de su pobre madre y de aquella tristísima aventura.
Terminóse la misión con la procesión al cementerio, donde después de un
patético sermón en que no escasearon lágrimas y gemidos, nos despedimos de
aquella pobre gente. A la mañana siguiente, después de misa emprendimos la
marcha en la forma j^a indicada. Hicimos alto en una solitaria cabana donde
bautizáronse 9 niños el uno de 14 años; y después de comer seguimos el viaje
en nuestro ligero siilky por una comarca verdadero pedregal de ágatas y
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amatistas. ¡Qué riqueza abandonada en aquellas soledades! ¡Qué magnífica
colección para un museo! Baste decir que se hallan ágatas que forman ver-
daderos peñascos de varios metros de volumen. Como vamos en busca de
perlas y margaritas más preciosas, nuestro único cuidado era evitar el chocar
con alguna enorme ágata para evitar una avería á nuestro ligero vehículo.
Llegamos á Tres Cerros á las 3 de la tarde. En un rancho recién cons-
truido se arregló el local de la misión. Pobre vivienda para el Rey de los Cie-
los, aunque á sus divinos ojos preciosa por los bienes que reportaron los po-
brecitos que en ella oyeron la voz de Dios. La población se compone de
algunas casitas levantadas en un llano rodeado de tres pequeñas elevaciones.
Mujeres y niños formaron la totalidad del auditorio: muy pocos hombres asistie-
ron á la misión. Estando ya en la época de esquilar las ovejas, hallábanse en
las estancias ocupados en esa faena que es la más productiva para ellos, en la
cual ganan el pan de todo el año, sino es los que antes de recibir la paga la
tienen toda perdida en el juego; que para colmo de los muchos males que
aquí abundan, está tan propagado, consentido y aun fomentando á veces por
quienes deberían reprimirlo del todo. Dase el caso y muy frecuente, de que ha-
ciendo grandes sacrificios se proveen de lo necesario para el viaje y la estadía
en la estancia; y no sólo no pueden llevar á su casa lo necesario para pagar lo
que han empeñado, sino que se juegan el mismo caballo con su montura, que
para un paisano vale el todo.
En esta misión tuvimos el consuelo de arreglar algunos matrimonios, y el
agua de san Ignacio devolvió la salud á una pobre mujer que estaba bastante
enferma. Esta agua maravillosa es el arma potente de que se vale el misionero
para los casos apurados y muchas veces se ve en su empleo, potente y mani-
fiesto el poder de nuestro santo Padre.
En esta misión pudimos hacernos cargo de la pasión que tienen los negros
á saltar y brincar. Oíamos por la noche en ciertos puntos, el sonido de un
acordeón ú organillo; y preguntando al día siguiente, sabíamos que había ha-
bido baile en que había abundado sobre todo el elemento negro. Y por la ma-
ñana nos venían á la misión, claro está, cargados de sueño. Se les predicó y
se les dio doctrina y también sacamos en consecuencia que si el apóstol de los
negros san Pedro Claver, no les prohibía por completo tal diversión, era sin
duda porque la raza negra tiene como instituto natural el brincar y saltar como
los monos, confirmando lo dicho la noticia que nos dieron, de que en un baile
sólo había un pobre viejo y las demás danzantes eran todas ancianas, que al
verlas llegar á la misión, parecía que apenas podían con su decrépito arma-
zón de hueso siendo la más joven una negra de cincuenta años.
La otra cosa que notamos fué la humildad y docilidad de los pobres des-
327
cendientes de Cam, como persuadidos de la superiodidad de los blancos;
sin embargo ¡qué almas tan hermosas se encuentran á veces en sus negros
cuerpos!
Terminada la misión subimos, después de celebrar misa, á nuestro vehícu-
lo y en la misma forma observada al venir, emprendimos la marcha por ca-
minos accidentados cortando potreros, atravesando arroyos y costeando ce-
rros hasta llegar al Paso del Campamento, población situada en la ladera de
una cachilla y próxima á un bosque que se extiende á lo largo de la cuenca de
un hermoso río.
Nuestro cuartel general lo instalamos en un gran caserón, antigua casa
de negocio, en la cual había un espacioso salón que con ocasión de las fiestas
patrias había sido adornado para un festejo público; el tal aderezo nos sirvió
á las mil maravillas para convertirlo en capilla.
La concurrencia satisfizo nuestra espectación; aunque faltaban hombres,
no nos afligía su ausencia pues habían salido para la esquila, y los pocos que
quedaban no se hicieron sordos á la voz de Dios. De las mujeres, si bien algu-
nas no se aprovecharon, no nos causó extrañeza; eran brasileras. Se remedia-
ron algunos escándalos, las confesiones y comuniones llegaron á una cifra
consoladora atendiendo al reducido vecindario, la voz de Dios se hizo oir y
fué respetada y san Ignacfo nos consoló con dos curaciones que dieron gran
prestigio á la obra de la misión y á la recepción de los santos sacramentos.
En la casa donde nos aderezaban la comida había un joven enfermo de pul-
monía. Lo crecido de su fiebre auguraba muy mal. Se le animó á que se confe-
sara y recibiese el santísimo Cuerpo del que es Vida y Resurrección nuestra.
Se aprovechó un rato de lucidez y después de administrado el Santo Viático,
se le habló del agua de san Ignacio. Dios fué servido devolverle la salud y
dos días después de nuestra salida del Paso del Campamento fuimos informa-
dos que el enfermo había sanado.
A una media legua de la población nos avisaron que había una mujer que
estaba en gravísimo estado de salud. Un padre misionero llevando consigo
agua de san Ignacio sube en el sulky y acompañado del sacristán se dirige
allá. Llega á la casa: al verlo salen á su'encuentro varias hermanas de la enfer-
ma y ruegan al padre que no se presente á la paciente, pues estaba frenética,
y al ver á un sacerdote, en su furor, podría desmandarse y merecer así la mal-
dición de Dios. Después de algunas reflexiones viendo el padre que aquellas
pobres mujeres no querían ceder, baja del carruaje determinado á entrar.
Aquí fué Troya. Llantos, gritos, súplicas y aspavientos en grande. Por fin ani-
mada la pobre madre con Ip confianza, que le pudo infundir el padre, en la
eficacia de los santos sacramentos y en el agua de san Ignacio, se determinó
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avisar y prevenir á la enferma, y entrando en el rancho díjole estas textuales
palabras: «Hijita, aquí haj' un doctor que te quiere curar». ¡Cuál no fué la ex-
trañeza y asombro de la enferma cuando vio entrar á un sacerdote en vez del
médico que ella se creía! El padre, sacando la botella del agua de san Ignacio,
le habló del maravilloso poder de Ntro. Sto. Padre, con lo cual animada la po-
brecita rezó los tres padre nuestros en honra de la Santísima Trinidad. Toma-
da el agua, y accediendo á la exhortación del padre, se confesó, y al despedirse
el misionero, rogóle no la abandonase, pues se encontraba muy mal.
Cuando supieron los de la familia la buena acogida que había hecho al
confesor, no cabían de placer y todo eran excusas por haber dificultado su en-
trada.
Volvió al día siguiente el padre para administrarle los santos sacramen-
tos, con lo cual recibió la enferma particular consuelo, y encargándole la con-
fianza en el valimiento de san Ignacio, marchóse el misionero de la población.
Dos días después, estando el misionero en otro punto, fué informado por el
mismo esposo de la enferma, que ésta habíasanado y se había levantado de la
cama, con admiración de los que conocían el grave estado de su salud.
MISIÓN DE CUARÓ
En una pulpería, que á la vez era fonda de la estación del ferrocarril, y
en la mejor de sus habitaciones, se dispuso el local de la misión.
¡Quién había de decir que en un sitio tan poco favorable, Dios Ntro. Señor
había de proporcionarnos tan gratos consuelos! El ganar para Dios y legitimar
en su unión al pulpero, hizo que fuese nuestro gran cooperador, y tan de lleno
entró en esta santa empresa, que á la hora de los ejercicios de la misión, cerra-
ba su negocio convidando á los clientes á que oyesen la palabra de Dios. No
menor ayuda prestó un empleado del ferrocarril, español de nación, que con
toda su familia trabajó para que volviesen á Dios muchos extraviados. Él les
recompense su caritativa y eficaz cooperación; también se dignó bendecir
nuestro trabajo. De haberse alargado la misión, sin duda hubiera sido mayor
nuestro consuelo; pero nos urgía el continuar el curso establecido de las mi-
siones. Las confesiones y comuniones demostráronla correspondencia á la di-
vina gracia, de los que acudieron á oir la divina palabra.
De Cuaró pasamos á Jacarey, donde nos encontramos que habían hecho
una gran propaganda para unas carreras, que se habían de tener los dos días
siguientes. Siendo imposible empezar la misión, determinamos pasar esos días
en la estancia de un señor que nos había invitado, donde no faltó qué hacer
con los empleados de su hacienda, moviendo sobre todo el ejemplo de los se-
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ñores á que se aprovechasen los demás del bien que se les entraba por sus
puertas.
Al volver al tercer día á Jacaré}', nos encontramos con la población toda
consternada, ¿qué había sucedido? Cuando estaba toda la gente presenciando
las carreras, descuidada y divertida, se presenta un empleado del gobierno
que, con fuerza armada empieza á recoger gente para llevarlos al cuartel.
Había estallado la revolución y el gobierno reclutaba gente para hacerse fuer-
te contra la oposición. No haj^ para qué decir que aquello fué la señal de la
desbandada. Sólo quedaron en la población algunos viejos }' los niños y las
mujeres. En este estado de cosas la misión sufrió bastante, los ánimos estaban
apenados y hubo escasez de auditorio sobre todo en los primeros días. Aumen-
tó en los subsiguientes, y entre tanto disgusto no dejó de consolarnos Dios
Ntro. Señor.
Habíamos instalado nuestro local en un edificio recién construido y des-
tinado para fonda. En salón muy capaz convertido en capilla se reunían para
oir la divina palabra y escuchar las verdades de nuestra santa fe con recogi-
miento y piedad los vecinos de la población. Algunas veces, sobre todo en los
últimos días, se llenaba por completo el local, de lo que dedujimos ser bastan-
tes los que en la población se aprovecharon de la gracia de Dios. Una anciana
de más de 115 años no fué privada del beneficio de la misión, pues imposibi-
litada para llegar al local de la misma, un padre le llevó al Consolador de las
almas Ntro. Señor Jesucristo á su misma casa, donde los de ella habían prepa-
rado una habitación á manera de oratorio.
Terminada la piadosa ceremonia, conmovía grandemente el oir los piado-
sos coloquios en que se entretenía su alma con Ntro. Señor.
Durante esta misión, que sufrió mengua por los disturbios políticos, de-
terminamos estar ala mira pues el temor impedía el que asistieran á ella. Mul-
titud de hombres y jóvenes emigraban al Brasil. Así pues, al tener noticias
que grupos de revolucionarios amenazaban cortar puentes y poner obstáculos
en las vías férreas, no sabiendo cuándo esto terminaría é impidiéndonos las
comunicaciones con los superiores, juzgamos conveniente aprovechar las. vías
de comunicación que quedaban libres dirigiéndonos al Salto Oriental y esperar
allí, ver si las cosas se calmaban para proseguir el curso de nuestras misio-
nes. En esa ciudad estuvimos como una semana aprovechando la época del
novenario de ánimas para predicar por la noche y el panegírico de Todos los
Santos. El señor cura, antiguo discípulo del seminario, nos atendió con mucha
caridad. Era consoladora la asistencia de los fieles al templo durante los ser-
mones del novenario, y más consoladoras aún las misiones, confesiones y co-
muniones.
330
Como las cosas políticas iban cada día peor, nos embarcamos en el vapor
que hace la travesía por el río hasta Buenos Aires á donde llegamos á prime-
ros de noviembre y tuvimos el consuelo de ver á V. R. y á los demás carí-
simos padres y hermanos del colegio del Salvador.
He aquí, reverendo, padre, lo que en las misiones del Uruguay ha hecho
este novel misionero. La experiencia y dirección del P. Costa, tan de antiguo
avezado á las fatigas y trabajos de las misiones, han sido un gran estímulo y
enseñanza para adiestrarme en estos trabajos de tanta gloria de Dios. Su ejem-
plo y fervor fueron de gran estímulo para mí, pero su caridad ha sido tan
grande para conmigo, que aunque yo no pueda corresponderle como se me-
rece, allá en el Cielo hay un Dios que no dejará de recompensar tantos bene-
ficios hechos á este ínfimo hermano en Cristo Jesús.
Agradezco también á la mucha caridad de mi muy amado en Cto. padre
rector, Rdo. P. José López, el proporcionarme este género de ministerios
tan provechoso para las almas y tan proprio de un hijo de la Compañía;
Dios Ntro. Señor les recompense á todos y de un modo particular á V. R.
tanta caridad ejercida con el último de sus hijos que de corazón y humilde-
mente en los santos sacrificios y oraciones se encomienda.
De V. R. ínfimo en Cto., siervo y hermano,
JHS.
Luís C. ISOLA, S. J.
MISIONES EN CÓRDOBA
Rdo. P. Superior:
Dios Ntro. Señor con su amor y gracia sea siempre en nuestra aj'uda y
favor.
Después de las misiones dadas en la República Oriental, permanecí algu-
nos días en el colegio del Salvador disfrutando de la caritativa compañía de los
reverendos padres y hermanos de aquella santa casa. La santa obediencia dis-
puso que pasara á Córdoba para ocuparme en los ministerios de aquella resi-
dencia. Allí encontré de superior al Rdo. P. Moisés Dávila, antiguo compa-
ñero de noviciado y profesor mío en la clase de gramática. Llegado al tiempo
que se celebraba el mes de María, no faltaron algunas pláticas como para es-
trenarme en esta devota y hermosa iglesia que posee la Compañía de Jesús
331
en la católica Córdoba. Roma argentina es llamada y bien le cuadra el epíteto,
pues la multitud de iglesias y la religiosidad de sus habitantes la hacen escla-
recida entre todas las ciudades de la Argentina y de la América del Sur. Con
esto está explicado cómo acuden á los actos religiosos los habitantes de esta
religiosa ciudad, y de su fe y piedad dan singular manifestación en las misiones.
De un modo particular se nota esto en las misiones rurales que la propa-
ganda católica procura dar en los arrabales de la ciudad. Esta obra, que tiene
por patrono á san Francisco Javier, es una ramificación de la congregación
de la Buena Muerte y por ahora tiende á ejercer su influencia bienhechora en
las masas populares que viven en los barrios más apartados de la ciudad. El
director de ella, el Rdo. Pont, le ha dado un impulso que es de esperar dará
opimos frutos.
Como estábamos dando con el P. Fernández una misión á los presos de
la cárcel, bendiciendo Dios Ntro. Señor nuestro humilde trabajo, presentóse
para pedir una misión á los soldados uno de los jefes diciéndonos que ellos
también querían ir al Cielo. El fruto cosechado no fué despreciable á los ojos
divinos. Sin embargo, el dar simultáneamente con el P. Font la primera
misión de la propaganda en un local ofrecido por la directora de un colegio
del Estado, en un arrabal apartado de la ciudad, además de las copiosas
lluvias que reinaron en esos días, hizo que el resultado de esta misión
fuera escaso.
Contribuyendo sin duda á la facilidad para asistir á las misiones que se
den al aire libre, se escogitó un medio que desde entonces ha dado buen resul-
tado. Por medio de una carpa (tienda de campaña) se atiende al decoro que
exige la colocación de un altar portátil; lo demás del recinto, que se procura
sea al aire libre, se dispone con asientos para que puedan los fieles oir con
comodidad los sermones y atender al Sto. Sacrificio de la misa.
La misión de Pueblo Nuevo dada á mediados de Diciembre, revistió ca-
racteres consoladores. Las primeras noches la asistencia sería de algunos
centenares, luego pasaron de mil los asistentes. El P. Font con el celo que le
distingue supo entusiasmar á los vecinos, que á Dios gracias correspondieron
bien á la divina gracia. ¡Qué hermoso era ver aquella multitud de gente oir
con religioso silencio las sublimes verdades de nuestra santa Religión! El
éxito más feliz vino á confirmar cuan fundadas habían sido las esperanzas
concebidas, pues hubo 1030 confesiones, más de 1200 comuniones, 341 con-
firmaciones, varios que ingresaron en la Asociación de S. José, que para con-
servar el fruto de la santa misión es el medio más poderoso y eficaz. Seis
parejas legitimaron su unión por medio del sacramento del matrimonio. El
día de la comunión general revistió un carácter de piedad y religiosidad con-
332
movedora. Por la tarde una procesión llevando una grande y hermosa Cruz
dio término á la misión. El gentío considerable que asistió á ella, manifiesta la
piedad de estas gentes y la afición á los actos públicos religiosos. Al pie de
la cruz después de''una plática, en que no escasearon las protestas de mante-
nerse fieles á las promesas y propósitos hechos en la misión, ni entusiastas
vivas al Sagrado Corazón de Jesús, á la Virgen nuestra bondadosa Madre
María Santísima, al Sumo Pontífice, á la Iglesia Católica, se dio la bendición
papal.
La Propaganda católica, hacía tiempo que deseaba dar una misión en
General Paz, importante suburbio de la ciudad de Córdoba. Los protes-
tantes habían esparcido sus doctrinas perversas y se habían instalado en
ese pueblo haciendo mucho daño á sus vecinos. El P. Font había estable-
cido un centro catequístico y juzgó oportuno dar una misión para favorecer
también á los colonos italianos que pueblan las quintas cercanas. Escogió el
lugar, y dimos comienzo á la misión con respetable auditorio que fué en au-
mento cada día. Desde el primer día vióse á las claras que el éxito había de
ser satisfactorio gracias á Dios, }■ también á S. Francisco Javier, ya que se ha
notado que el gran Apóstol de las Indias es verdadero protector de las mi-
siones.
Así pues, todos los días después del rezo del Sto. Rosario se hace la Nove-
na déla Gracia que precede á los ejercicios de lamisión. Con esta sencilla prác-
tica, en misiones que á veces á los principios parecía no prometer abundante
fruto, siempre se ha notado, sobre todo al final la protección del cielo. En esta
de que vamos tratando había una razón especial para implorar y obtener por
intercesión de S. Francisco Javier el éxito favorable que á Dios gracias se
obtuvo. Se habían dado unas conferencias en ese mismo local, impugnando los
errores protestantes, las que dieron origen á una polémica en que, el fin prin-
cipal del que defendía sus errores, no tanto era averiguar la verdad cuanto di-
fundir la mala doctrina entre el pueblo. La predicación de las verdades de
nuestra Sta. Religión, con la enseñanza del catecismo se pensó quesería un
medio para impedir el mal, que hacían con su propaganda. Ya desde el primer
día la concurrencia prometió ser una misión provechosa. Cada día aumen-
taba el número de los asistentes, y en los últimos días, el espacioso local se
veía ocupado por más de mil asistentes á la misión. Por la mañana á la san-
ta misa y á la plática doctrinal pocos eran, es verdad, los concurrentes; mas
en una población de artesanos y reinando en esos días un tiempo poco apa-
cible no carecía de alguna razón la falta de asistencia; en los últimos la ta-
rea de confesar á los que querían reconciliarse con Dios, además de la que
cotidianamente tenían los padres misioneros, ocupó á varios padres de casa,
333
pero con el favor de Dios se pudo atender á tantos que se acercaron á la
confesión y se dispusieron para la Sagrada Comunión, que al mismo tiempo
les servía para cumplir con el precepto Pascual. Al terminar la misión au-
mentóse el número de los asistentes á la Sta. Misa y varios se acercaban dia-
riamente á la Sagrada Mesa, y siendo consolador el concurso de los que
acudieron á las varias misas que se celebraron comulgando en ellas el últi-
mo día.
Como á mil ascienden las comuniones que se administraron y se consi-
deró gracia especialísima de Dios el que los habitantes de General Paz
correspondiesen tan bien á la santa misión. ¡Cuánto no se habrá alegrado
el Sagrado Corazón de Jesús de ser honrado y recibido en su adorable Sa-
cramento á despecho de los esfuerzos que hacen con su propaganda para que
en General Paz no reine Ntro. Señor Jesucristo, los que con errores y doc-
trinas contrarias á la Religión Católica quieren arrebatar del pueblo Cordo-
bés esa fe, patrimonio el más precioso que les legaron sus padres y con
tanto trabajo propagaron los antiguos misioneros y varones ilustres de nues-
tra Compañía de Jesús!
Por la tarde de ese día se convocó á todos para que asistieran á la
gran procesión con motivo de la bendición de la Cruz que, fijada en una
loma que domina la población, había de ser como un recuerdo de la Sta mi-
sión. Se deseaba que fuese al mismo tiempo una manifestación de catolicismo
y valiente protesta contra los que propagaban en ese pueblo doctrinas con-
trarias á nuestra santa Fe Católica. El P. Fernández nos ayudó muchísimo
para que saliera imponente la procesión.
Muchos socios de la sociedad de san José que él dirige, acudieron á la cita:
y como prácticos y avezados en esas manifestaciones públicas, contribuyeron
al buen orden de la procesión. Rompía la marcha la santa Cruz de la procesión
que con los ciriales precedía á los niños que en largas filas la seguían rezando
y cantando preces y cánticos propios del caso. Á ellos seguían los hombres que
á su vez alababan á Dios y á su Madre María Santísima; seguía después 'uno
de los padres misioneros llevando un devoto crucifijo. El Rdo. P. Davila con ca-
pa hacía de preste y presidía la procesión, yendo detrás del terno, una banda
de música que alternando con los cánticos del pueblo y el rezo del santo Rosa-
rio daba realce á la procesión. Venían después las mujeres en número consi-
derable.
Llegados al lugar de la santa Cruz que majestuosa se elevaba hacia
el Cielo, el padre superior la bendijo solemnemente. Acto continuo uno
de los padres misioneros hizo uso de la palabra y en una breve exhorta-
ción procuró animar á los fieles á perseverar en los propósitos hechos en la
334
santa misión y con otras exhortaciones adecuadas á las circunstancias ter-
minó su breve elocución excitándolos á conservar incólume nuestra santa
fe, [á ser fieles á iNuestro Señor Jesucristo, á tener una particular devo-
ción á nuestra Madre María Santísima y ser muy adictos al Vicario de Jesu-
cristo.
Hizo uso de la palabra el señor cura párroco de la localidad que con elo-
cuentes frases elogió la religiosidad de sus feligreses. Por fin el padre
superior dio la bendición papal, con la cual se concedía indulgencia plenaria á
los que habían asistido á la misión. No creo exagerar, antes me parece quedar
corto según la opinión de varios, si digo que pasaron de cuatro mil los que acu-
dieron á esta manifestación pública de fe católica. A la vuelta invadieron nue-
vamente el local de la misión acompañando al padre que llevaba el Santo Cris-
to, y fué menester dirigirles la palabra para despedirlos consolados á sus casas.
Al día siguiente celebróse una misa por los fieles difuntos de la población á ki
que asistieron, comulgando en ella, muchos devotos. Por la tarde se confirma-
ron un crecido número de niños dando término á la misión el sermón de perse-
verancia. Se bendijo el agua de san Ignacio que prontamente fué agotada por
los muchos que acudieron á proveerse de ella. Nuestro santo Padre Ignacio
quiso en esta misión dar á conocer este maravilloso poder que con el agua ben-
dita de su advocación se ha manifestado tantas veces. Fui llamado para con-
fesar un enfermo que hacía dos meses lo estaba. Su familia muy religiosa, le
informaba de lo que se hacía en la misión y el pobrecito no pudiendo asistir á
ella, deseaba á lo menos que fuese un padre para participar de la gracia de
aquélla.
Acudí á la casa del enfermo, y según decía el que me había llamado, pa-
recía que su dolencia era muy grave y que tal vez no se levantaría de su postra-
ción. Animé al pobrecito, después de haberlo confesado, á que tuviese gran con-
fianza en el Dios de la salud y de la vida que al día siguiente debía recibir en
el Sacramento de su amor procurando quitar los temores que á veces con ocasión
de recibir los últimos sacramentos infunde la poca fe de estos tiempos. Habléle
luego del agua de san Ignacio y haciendo rezar á todos los presentes los tres
padrenuestros á la Santísima Trinidad le hice beber un poco de esa agua maravi-
llosa. Al día siguiente fui rogado que visitase al enfermo que lo deseaba. Se le
había llevado á Jesucristo Sacramentando; y ¡cual no fué mi sorpresa cuando al
entrar en el aposento del enfermo me lo encuentro vestido, alegre y que
venía al encuentro! Dimos gracias á Dios y á san Ignacio por este parti-
cular favor, concediéndonos el cielo que esa mejoría no fuera pasajera sino
estable; completamente restablecido, volvió á sus ocupaciones alabando á
Dios y á nuestro santo Padre Ignacio.
335
Quiera Dios darnos gracias abundantes para siempre servirle y trabajar
con incansable celo en la salvación de las almas.
De V. R., en cuyos santos sacrificios me encomiendo. Siervo en Cristo,
(Sin lugar ni fecha).
t
JHS.
Luís C. ISOLA, S. J.
VARIA
I
CRONICÓN DE LA COMPAÑÍA
1911
. PROVINCIA DE ARAGÓN ^'^
2 de febrero.— Hacen en sus respectivos domicilios los últimos votos,
los padres y hermanos siguientes:
En la Península: PP. Albiñana, March J. M..^, Juan Pons y Veray;
HH. Ramón Argemir y Parellada.
En América: PP. José Auger y Soria; HH. Cuello y Quetglas.
En Empinas: PP." Andueza, Alfonso García, Gil, Guilló, Morey y Pas-
cual.
2 mayo.— L]ega á Manila la misión extraordinaria compuesta del P. José
Buxó y los HH. Aróla, Armengol, Lou Francisco y Malumbres.
12 junio.— E\ Sr. arzobispo de Valencia, confiere los sagrados órdenes
menores á cinco hermanos nuestros júniores.
3 Julio.— Se embarca para Buenos Aires la misión compuesta del P. Con-
rado Vizcarro: de los HH. escolares, Rinsche, Castellanos y Parola, con los
HH. coadjutores, Andrés y Sapena.
23 Julio.— E\ Sr. obispo diocesano Dr. D. Pedro Rocamora, confiere en
nuestro colegio máximo de Tortosa el subdiaconado á los siguientes HH. teó-
logos: Agustí, Alarcón, Blanco, Garrió, Doménech, Fuentes, García, Grenón,
Mullaly (Proü. Maryl. Neo-Ebor.), Ortíz, Relio, Ripoll, Rojas y Tarráts.
¿*5yM//o.— -Reciben los mismos hermanos, del propio prelado, el diaconado.
P^yí/Z/o.— Ordénanse de presbíteros los dichos hermanos, oficiando el
mismo señor obispo.
28, 29 y 30 Julio.— E\ Emmo. Sr. Cardenal Gibbons confiere los sa-
(1) Este ensayo de Cronicón podrá en Cartas edificantes irse presentando más com-
pleto según los datos que se vayan allegando.
340
grados órdenes de subdiaconado, diaconado y presbiterado en Woodstock
(colegio máximo de la Prov. de Marylandia Neo-Eboracens.), á los hermanos
escolares de esta provincia Miguel Selga y Aniceto Déniz.
31 Julio. — Celebran su primera misa, en nuestro colegio máximo, los nue-
vos sacerdotes.
3 agosto.—Se embarcan para la República Argentina, los PP. Alarcón,
Beguiriztáin, Ramírez y Ubach, con los HH. CC. Munar y Prat.
15 agosto.— Hacen sus últimos votos los PP. Bolet y Sabaté, en el co-
legio de Sarria y el H. Pedro en la residencia de Palma de Mallorca.
16 agosto. —Sa\e la expedición para Filipinas, compuesta de los PP. Ga-
rriga y Giménez con los HH. 011er y Romeo.
29 agosto.— Nómbrase rector del colegio de Zaragoza, al P. Matías
Codina.
9 octubre.— E] señor arzobispo de Valencia, confiere órdenes menores,
en Gandía, á once de nuestros hermanos júniores.
15 octubre.— E] ilustrísimo prelado diocesano, ordena de tonsura y ór-
denes menores en Veruela, á cinco de nuestros júniores.
29 octubre.— \Jn hermano júnior recibe del señor arzobispo diocesano
en Gandía, la tonsura y órdenes menores.
5 noüiembre.—Desembarca el R. P. Fidel Mir, superior de la misión de
Filipinas, que viene acompañado del H. Blanch, con objeto de atender á su
salud.
/ diciembre.— L\ega de Filipinas el P. Anón.
3 diciembre. — Embárcanse con rumbo á la Argentina, el P. Anón y los
HH. Dalmases (escol.) y Barceló (coad.).
DE OTRAS PROVINCIAS
(1)
Enero y febrero.— La provincia de Portugal, desterrada en octubre de
1910, se va rehaciendo en varios puntos; y en algunos como en el Brasil, se
fija de un modo estable. La misión de los padres portugueses en Goa, no
sufrió quebranto alguno, por tener sus domicilios en territorio inglés; la que
tenían en el Zambese correrá á cargo de los padres misioneros del Verbo
divino.
2 marzo. — Concédese celebrar todos los viernes la misa en honor del
Sagrado Corazón, en el aposento de Roma, poco ha convertido en capilla.
(1) Extracto de nuestro '<Acta romana». -111 (1911).
341
donde murió el Ven. P. José Pignatelli, para alcanzar una nueva y próspera
reasunción de la causa de su beatificación.
J9 marzo.— EX R. P. Isidro Vogels, provincial de Holanda, regresa de su
visita á la Misión que en la India Oriental tiene aquella provincia. Cuenta que
en Moentilan existe un centro de conversión de mahometanos; y que en la
isla de Flores se convierten muchos paganos á nuestra santa Fe católica.
2 mai/o.—E\ P. Miguel de Herbigny, de la provincia de Campania, tiene
felizmente acto público de universa theologia en el colegio de Enghien.
// mayo.— Se. nombra al R. P. Miguel Moynihan, provincial de la provin-
cia de Nueva Orleans.
5 junio.— k los NN. de la provincia de Ñapóles, que dirigen el seminario
del Bto. Bernardino Realino, ha concedido Su Santidad ad decennium la fa-
cultad de conferir grados académicos en sagrada teología.
7 junio.— Se da al padre provincial de Marylandia Neo. Ebor., la grata
nueva de que el Sumo Pontífice envía benignamente su apostólica bendición,
á él, al padre director, á los NN. y á cuantos seglares se ocupan en la obra de
los Ejercicios espirituales que funciona en Nueva- York. Asimismo se le hace
saber que el mismo Sumo Pontífice bendice la traslación del colegio máximo
de Woodstok; para verificarlo. Nuestro Padre, ya en 10 de abril había conce-
dido se adquiriese la propiedad llamada «Lilienthal», situada en los suburbios
de aquella capital.
U Junio. —Se nombra provincial de la provincia de Alemania, al R. Padre
José Joye.
12 junio.— Se cursa la nueva ordenación de estudios para la provincia
Galiciana.
—Se envían á las provincias americanas, de la asistencia de Inglaterra,
las normas preliminares para el debido orden en los estudios de los NN.
/J/m/z/o.— Nuestro muy reverendo Padre General con el P. José Hil-
gers de compañero, sale de Roma para Alemania, por causa de su quebran-
tada salud.
—El R. P. Matías Abad, asistente de España, sale con el P. Sandalio
Diego de compañero, para su provincia de Castilla.
75 y«mo.— Facúltase el agrandar el edificio de la escuela de jurispruden-
cia en la Universidad de San Luis, provincia Misouriana.
25 Junio.— En el colegio máximo de Chieri, provincia de Turín, bajo los
auspicios y presidencia del Emmo. Sr. Cardenal Richelmy, sostiene acto pú-
blico y feliz, de universa theologia, el P. Agustín Garagnani, de la provin-
cia Véneta.
14 Julio.— Concédese al provincial de Castilla, el que los NN. dejen
342
el seminario de Salamanca, conservando, así la residencia en la parte del edi-
ficio ofrecida, como la dirección de la iglesia.
28 Julio.— E\ P. Van der Linden, superior de la residencia del Tongo,
en la misión de Bengala Occidental, da cuenta de la persecución poco ha co-
menzada en la región de Jashpur, en la cual región tenemos nosotros hasta
10.000 catecúmenos. Privados con anterioridad de los edificios, en que tenían
sus reuniones, y ultrajados, se pretende ahora, á todo trance, arrastrarlos al
paganismo. Van llegando nuevas, por el estilo, de otros puntos de la región.
¿•5 yw //o.— Nuestra Curia generalicia, alegre y gozosa, recibe en el día
de hoy, á nuestro muy reverendo Padre General, que vuelve muy mejorado de
sus achaques. Sea el Señor bendito por ello.
2 «^05/^0.— Trasládase á Frascati nuestro Padre General con su Curia.
19 a^^-os/o.— Particípase al padre provincial de Portugal, que en efecto
se harán cargo de la Misión lusitana en el Zambese, los padres de la congre-
gación del Verbo divino.
27-29 agosto.— En Feldkirch, provincia de Alemania, se celebra con
gran fruto el congreso mariano.
28 agosto.— E\ P. José Calot sucede al P. Boubeé, como delegado en
la dirección general del Apostolado de la Oración.
6 setiemb-re.-Se desestima la práctica de dar solo (sin meditación algu-
na) una brevis concio in exercitiis clero dandis et communitatibiis reli-
giosis, et suadetiir iit a libro Exercitiorum et a traditionibus nostris ne
discedatur.
12 setiembre.— E\ P. Luis de Ambrosio, tiene felizmente en Posylipo
(provincia Napol.) acto público de universa theologia, bajo los auspicios y
presidencia del Emmo. Sr. Cardenal Prisco.
16 setiembre.— E\ P. Pablo Tsutsihashi, el primero de origen japón que
ha entrado en la Compañía después del restablecimiento, llega destinado á la
residencia de Tokio.
17 setiembre.— E^ nombrado el P. Fidel Quintana, sustituto del Secreta-
rio por la asistencia de España.
—Se dice, desde Tokio, que en el mes de octubre, el P. Hoffmann, co-
menzará á enseñar un curso superior de alemán y el P. Qeltelmann, de inglés;
que el P. Hoffmann con el P. Hillig, seis horas á la semana enseñan el alemán
y que el P. Boucher, instruye en el francés al presidente del senado japón.
18 setiembre. — Nuestro Padre felicita al provincial de Inglaterra, por la
creación de la segunda casa de Ejercicios para seglares en Isleworth.
21 setiembre.— Nómbrase provincial de Ñapóles, al P. Antonio M. de
Francesco.
343
26 setiembre.— 'Nuestro muy reverendo Padre General, con su Curia,
regresa á Roma.
/ octubre.— Se abre en Trento, de la provincia Véneta, una residencia
por los nuestros.
6 octubre.— E\ ilustrísimo y reverendísimo señor obispo de Liburno, da
por carta, las gracias á Nuestro Padre, por los trabajos de los nuestros en Li-
burno, provincia Romana, durante el cólera.
—Recibiéronse asimismo noticias muy satisfactorias de los nuestros, por
situación semejante en la provincia de Sicilia, en Palermo especialmente,
donde muchos atribuyen su curación al agua de San Ignacio, en Catina y en
Alcamo.
14 y 15 octubre.— Benáicese solemnemente en Innsbruck, nuestro cole-
gio canisiano y es consagrada la iglesia.
16 octubre.— Vor crecer de día en día el número de ejercitantes, se
otorga á la provincia de Alemania, el agrandar la casa de probación y de
ejercicios de Feldkirch.
20 octubre.— Queda ya constituido el Status de la Misión del Japón,
con los seis padres siguientes: P. Hoffmann (prov. Germ.) Super.; Boucher
(prov. Franc.) Min.; Hillig (prov. Missour.); Dahlmann (prov. Germ.)
Praef. spir. et Admon.; Tsutsihashi (prov. Franc.) Script. y Gettelmann
(prov. Missour.).
22 octubre.— En Bacharia (Palermo) de la provincia Sícula, se inaugura
una casa de Ejercicios espirituales para el clero y seglares; acude á la primera
tanda el Emmo. Sr. Cardenal Lualdi, acompañado de 32 sacerdotes.
30 octubre.— Llega á Roma el P. Isidoro Zameza, sustituto del padre
asistente de España que marchó enfermo á su provincia de Castilla.
—En Cividale, de la prov. Véneta, donde estudian juntos los hermanos
filósofos de las provincias de Ñapóles, Turín y Sicilia, se recibe uu nuevo Ra-
tio stud. philos. dispuesto por Su Paternidad.
18 noviembre.— Quedan aprobados por N. P. los planos de la futura
iglesia y residencia de Gratz, en la provincia de Austria.
27 noviembre.— Es sublimado á la dignidad cardenalicia, el P. Luis
Billot.
—Se concede á las misiones de Bombay y del Brasil, pertenecientes ala
provincia de Alemania, el tener procurador con residencia en Europa.
— ítem se les da permiso para que las mismas, pero á su debido tiempo,
puedan erigir un seminario de niños con destino á uno y otro clero.
14 diciembre. —Se participa á Nuestro Padre, que en Beyrouth se está
levantando el nuevo edificio de la Facultad de medicina. EIP. Cattín, canee-
344
lario de la propia facultad, ha sido agraciado con la cruz de la legión de ho-
nor. La Facultad oriental compró una nueva casa. La tipografía, allá existente,
por medio de los diarios Al Bachir y Al Machríg, lucha denodadamente
y bien, contra los enemigos de la Religión; los buenos resultados pálpanse
ya: no se atreven los masones á sacar la cara como hasta ahora.
15 diciembre.— Otórgase el que se levante nuevo edificio para los niños
en el colegio de Santa Clara, provincia de California.
18 diciembre. Sq da al provincial de Castilla, licencia para aceptar,
mediante contrato y en uso perpetuo, la iglesia y el local (i para residencia
de los nuestros en la ciudad de Salamanca.
(1) Este local es la parte del seminario conocida con el nombre de «Irlanda> . — (Nota del
editor).
11
De una conferencia, que el P. Bernard, misionero de Alaska.
dio á los teólogos S. J. de Enghien (Bélgica) el día 22 de Septiembre de 1909.
El P. Bernard es de la provincia de Campania, y, según se sabe, durante
el tiempo que estuvo en los colegios sufría mucho de dolores de cabeza, que
no le permitían estudiar como él quisiera, sobre todo le molestaba este acha-
que los días de gran calor. Esto, y la vocación especial de Ntro. Señor, le in-
dujeron á pedir á los superiores la Misión de Alaska, en regiones hiper-
bóreas. Allí ha estado 3 ahos, y ahora ha vuelto á Europa para hacer su ter-
cera probación, recoger limosnas y á alguno de los nuestros, si Dios le mueve
para acompañarle. La Misión pertenece á la provincia del Canadá y tiene sólo
en la actualidad 3 misioneros. Antes de darnos el padre la conferencia sobre
su misión, invitónos á ver Un museo en miniatura y fotografías que lleva cor-
sigo, de los objetos que por allí se usan; en su mayoría fórmanlo tapices y
vestidos de pieles de diferentes animales, un barco facsímil en pequeño de
Jos que los esquimales usan para la pesca; una piel de foca llena de aire,
que atan al extremo de una cuerda á que está sujeto un arpón, que lanzan
contra una foca ó una morsa; como el pellejo embutido flota, reconocen por
él dónde ha ido á morir la víctima contra quien asestaron el arpón; un diente
de morsa muy bien labrado, con dibujos por un lado de atributos del culto ca-
tólico (un copón, una cruz, un cáliz, etc.) y por otro objetos del país (un pai-
saje con focas, un reno, etc.). También figuraba un regalo, que al padre ha-
bían hecho, varios mineros católicos, antes de partir para Europa: consiste en
una pepita de oro, cuyo peso bruto vale 50 francos, y un rosario con su cru-
cifijo de unos 0'050 m., todo de oro, cuyos granos van formados por pepitas
de oro grandes y pequeñas, según sean padrenuestros ó avemarias. El valor
de su peso en oro es de 1000 francos, pero el valor de arte y de rareza au-
menta muchísimo más. Todos estos objetos los desea vender en provecho de
la Misión.
Esto por la mañana: por la tarde nos dio de propósito una conferen-
cia, á la que asistieron los padres provincial, rector y otros. Comenzó dando
346
gracias á los dos primeros por las limosnas que le habían procurado, pues
muchas veces sólo por ellas había podido comer.
En Alaska, siguió, no hay más que seis semanas de verano en Julio y
Agosto; la máxima en este tiempo alcanza á 21"; la nieve se derrite y el
hielo sólo hasta cierta profundidad; el terreno queda todo lleno de pequeños
pantanos y en pocos días todo se cubre de un musgo verde y liqúenes, de
modo que en este tiempo los viajes son muy difíciles; además abundan sobre-
manera los mosquitos, que causan terribles picaduras. Este es el tiempo en
que pueden explotar las minas, pescar, cazar y hacer las provisiones para el
interminable invierno. Comienza éste en septiembre, inaugurándose con ne-
vadas casi continuas, viene luego la noche perpetua, aunque esclarecida fre-
cuentemente por las auroras boreales; todo el paisaje queda cubierto de nie-
ve, y en esta época se puede viajar con menos dificultad gracias á los trineos,
y á los perros, que son los animales de tiro, únicos compañeros del hombre.
Gracias al instinto, saben evitar las dificultades, tomar la dirección de línea
recta y encontrar una cabana que está envuelta en la nieve.
Los esquimales, según el P. Bernard, proceden del Asia y han entrado
por el estrecho de Bering, pues en el tipo se parecen bastante á los mongo-
les. La particularidad de la lengua es la de tener dual y muchas modificacio-
nes en los tiempos; sólo futuros, los hay de cuatro clases.
El natural de los esquimales es muy bueno, casi siempre están conten-
tos; en cuanto á las costumbres, de los no pervertidos por los traficantes en
pieles, se puede decir que observan la ley natural. Sólo tienen una mujer,
creen en Dios remunerador y temen al demonio; creen en la inmortalidad del
alma y tienen gran respeto á los difuntos. Con estas disposiciones se ve que
su conversión al catolicismo sería fácil y duradera, aunque trabajosa, porque
debería hacerse poco á poco, de uno en uno y después de bien instruidos.
Encuentra, no obstante, el misionero católico dos grandes dificultades
para ello, á saber, los traficantes en pieles y mineros sin conciencia por una
parte, y los misioneros protestantes por la otra; estos han ido 13 años antes
que los católicos y elegido los mejores sitios. Al mismo tiempo que misio-
neros, son traficantes en pieles é imponen á los nuevos convertidos, la obli-
gación de vendérselas sólo á ellos 3' naturalmente con rebaja; así que, des-
pués de haber vivido algunos años entre los esquimales y de haber redon-
deado su fortuna, se vuelven á los Estados-Unidos á descansar de sus trabajos
apostólicos. El punto principal de la instrucción que dan á sus neófitos es el
de denigrar á la Iglesia católica y á sus misioneros, á los que pintan como
demonios.
Las primeras conversiones al catolicismo se debieron á esto; hablen-
347
do ido varios esquimales á Nome, donde oyeron decir que se encontraba
un misionero católico, les picó la curiosidad y fueron á verle con las preocu-
paciones consiguientes. Vieron con sus propios ojos la verdad, y al volverse
con los suyos, todo era hacerse lenguas de la amabilidad del misionero cató-
lico, que él no traficaba con pieles ni tenía mujer como el protestante. Resul-
tado, que pidieron al padre que fuera á instruirlos, y éste fué el principio de
la naciente iglesia.
La capilla que tiene el padre, se reduce á una barraca de tablas, donde
se reúnen los domingos para oir misa, comulgar y escuchar la instrucción del
catecismo, generalmente, á lo menos, una vez al mes. La instrucción se hace
por medio de los cuadros del catecismo en imágenes de la Bonne Presse de
París; para poder ser bautizado se les exige saber explicar los misterios prin-
cipales, representados en los cuadros, y todas las oraciones en su lengua.
Son muy grandes las gracias que Dios les comunica después de conver-
tidos. Un pobre hombre, ya muy viejo, después de bautizado, pasaba la ma-
yor parte del día llorando de consolación, y no podía hablar de otra cosa que
del gran beneficio que le había hecho Dios nuestro Señor en haberle con-
servado la vida por tanto tiempo, hasta que el padre viniese de tan lejos á
enseñarle el camino del Cielo. ¡Y todos mis antepasados, decía entre sollozos,
no han tenido igual dicha, ni mis compañeros que han muerto más jóvenes!
¡Cuan bueno ha sido Dios para conmigo! Otro, después de convertido, le pi-
dió al padre las imágenes de la Bonne Presse, hizo muchas leguas de camino
hasta donde estaba su anciana madre, le explicó los misterios, enseñóle todas
las oraciones y tuvo el consuelo de verla morir después de bautizada. Entre
esta gente pasa una cosa muy curiosa y es que, una vez ha muerto un niño
bautizado, tarde ó temprado toda la familia se hace cristiana.
En una pequeña isla donde hay varios cristianos, como la mayor parte
del año quedan incomunicados con el continente, por los témpanos de hielo
que bajan del Polo, se reúnen los domingos en su pequeña capilla para rezar
el santo Rosario y sus oraciones, cantar cánticos piadosos é instruir á los que
quieren convertirse; todo bajo la dirección del jefe principal, y, para unirse
más en espíritu con los otros cristianos, procuran comenzar á las 8, hora en
que el padre dice la misa en su iglesia de Mary's Igloo, que es su residencia
habitual.
Lo más duro para el misionero, más que todas las privaciones y trabajos
del clima, es la soledad en que se encuentra por no tener compañero; no se
reúnen dos, más que para confesarse una vez al mes; y además el ver que
los pobres esquimales piden misioneros y no se les puede atender.
Cuando el P. provincial del Canadá hizo la visita, se presentó un jefe á
348
pedirle misionero. Al contemplar la insistencia con que exponía su demanda
y que el P. provincial no podía acceder á ella, dice el P. Bernard que tuvo
que salirse de allí llorando, por no poder sufrir la pena que mostraba el es-
quimal con la negativa; y lo más duro es, añade dicho padre, que de aquel
sitio se han apoderado ya los protestantes, y han hecho enormes estragos
donde, á poder disponer de un misionero, habría ahora una iglesia floreciente.
Mucho le consolaba al P. Bernard el pensar que, en aquellas apartadas
regiones, representaba al sacerdocio católico y que allí se cumplía en él el
mandato de Jesucristo á los apóstoles de predicar el Evangelio á todas las
gentes. Era tal el fervor con que pronunció estas últimas palabras que con-
movió grandemente al auditorio.
III
NECROLOGÍA
EL P. IGNACIO GASSO. i VALENCIA 2 OCTUBRE 1911
Nacido el 13 de Noviembre de 1838 en Villanueva y Geltrú, recibió de
sus piadosos y honradísimos padres aquella cristiana educación que todavía en-
tonces constituía el más rico patrimonio de las familias genuinamente españo-
las. Varias veces le oímos contar en sus últimos tiempos, la prudente severidad
é inflexible constancia con que refrenaba su buen padre los pueriles caprichos
é ímpetus propios de la niñez, con el fin de que creciesen en él con los años
los hábitos de sumisión y firmeza de carácter necesarios, para saber hermanar
los principios religiosos que le infundiera, con las obligaciones anejas al trato
social en que lo quería bien impuesto.
Tan buenos principios no podían menos de ser coronados con la voca-
ción al sacerdorio que no tardó en sentir. Obediente á la divina inspiración,
ingresó en el seminario de Barcelona para cursar, como cursó, en él toda la
carrera eclesiástica con evidentes pruebas de buen estudiante, así por su
notoria piedad como por su ingenio clarísimo.
Ordenado de sacerdote y cumplidos los 26 años de edad, pidió y obtuvo
su admisión en la Compañía, siendo provincial de la reciente fundada provin-
cia de Aragón, el R. P. Fermín Costa.
Comenzó su noviciado en La Selva el 1.*^ de Febrero de 1864, siendo en
agosto siguiente con los demás novicios, trasladado á Balaguer; hizo tales
progresos en la vida religiosa, que los superiores no dudaron en dedicarlo,
á poco de finalizar su primer año de noviciado, á la vida de operario en la re-
sidencia de Palma de Mallorca, donde hizo los votos del bienio.
Repasada brevemente la Filosofía y la Teología y hecha ya 3.^ proba-
ción, volvió á España refugiándose con un hermano coadjutor en el colegio
de MM. del Sagrado Corazón de Sarria en calidad de capellán de la casa
350
con el seudónimo de D. Pedro Badía. Desde aquella casa, como centro de
operaciones, ejercía los ministerios de predicar y confesar cuando las circuns-
tancias lo aconsejaban.
Terminada la guerra civil, y cuando ya los NN. pudieron irse dando á
conocer en la península, fué superior de las dos residencias de Barcelona,
de allí pasó á Huesca de ministro, siendo llamado por los superiores, alano si-
guiente de 1880, para ponerse al frente de la residencia de Javea.
Por aquel tiempo deseando N. P. General Pedro Beckx, favorecer más
y más la observancia religiosa, y atender más cumplidamente á la misión de
Filipinas con el envío de nuevos y numerosos refuerzos de personal, manifestó
deseos de que en cuanto fuera posible se fuesen cerrando las casas pequeñas
que abriera la provincia á medida que habían podido darse á conocer los
nuestros. Así las cosas, los superiores, entre las varias residencias que cre-
yeron oportuno cerrar, se contaron las de Javea, Lérida y Mahón, eligiendo
para este difícil cometido al P. Gassó.
Amante de la ciencia y de las sólidas doctrinas que tanto perfeccionan á
r.uestros operarios, indecible era el tesón con que á ellas se entregaba; más
aún, apenas tenía un rato libre en la vida de residencia, su ingenio sutil, des-
cansaba en las arideces de la filosofía escolástica. Con tales precedentes, no
es de extrañar, cuánto avalorasen aquellos conocimientos sus conversaciones
y discursos que justamente eran apreciados en lo mucho que valían por los
auditorios instruidos.
Tenían en tanto aprecio los superiores las relevantes dotes de ingenio
sólido y práctico de nuestro P. Ignacio Gassó, que al acceder á las reitera-
das instancias del Illmo. Sr. obispo de Tortosa Dr. D. Francisco Aznar y
Pueyo, á fin de que uno de los nuestros desempeñase la cátedra de Moral
en su seminario concilar de Tortosa, no dudaron un punto en elegir para
este cargo á nuestro P. Gassó, íntimamente persuadidos de que desem-
peñaría, á completa satisfacción de todos, ministerio de tanta trascen-
dencia.
Y en efecto así fué: porque en los 12 años que regentó aquella cátedra,
de tal modo se captó la estima y reverencia de sus discípulos que no sabían
con qué palabras encomiarlo. Pero su cátedra era poco para su celo apostó-
lico: así que, si se pudiesen enumerar todas las obras de celo que el padre
llevó á cabo en el tiempo que formó parte del claustro de aquel seminario,
están contestes en afirmar, los que fueron sus más íntimos auxiliares, que
sería tarea ardua y difícil cosa el conseguirlo. La congregación de Nuestra
Señora y san Francisco de Borja que fundó para los seminaristas, fué por
decirlo así su obra predilecta y de la que salieron muchos y claros varones
351
que ocupan cargos muy distinguidos en la Iglesia 'de Dios y en varias órde-
nes religiosas.
Adiestraba á sus jóvenes congregantes en las obras todas de celo propias
del estado sacerdotal; pero de tal modo los espoleaba, que siempre precedía
con su ejemplo. Y así catequizaba en san Francisco, en el seminario, en san
Jaime y en Perrerías; con los jóvenes sacerdotes, discípulos suyos muchos de
ellos, á quienes solía dar un retiro cada mes, visitaba el hospital, acudía
á la cárcel, misionaba en cuaresma por los suburbios de la ciudad, no cesaUa
un punto, siendo siempre en todo el primero, con lo que sus discípulos lo
amaban entrañablemente, lo reverenciaban y le seguían.
Quebrantadas ya sus fuerzas á los 62 años de edad, fué en el año 1900
exonerado por los superiores del cargo de profesor, encargándole la direc-
ción espiritual del colegio de san José de Valencia. Pero ni aquí su espíritu
ardoroso supo darse momento de descanso. Levantábase á las cuatro de la
mañana; luego de celebrada la santa misa, y cumplidos los Ejercicios espiri-
tuales, dirigíase infaliblemente todos los días á las seis á la iglesia de la
Compañía donde quedaba confesando hasta cerca de mediodía.
Mientras pudo, no cesó de dar frecuentes tandas de Ejercicios, en el cual
ministerio sobresalió así como en las pláticas de comunidad que preparaba
con singular esmero y solicitud.
Cultivó por este tiempo los estudios sociales que consideraba hoy por h*oy
de perentoria necesidad; logró aficionar á varios á ese ramo de la ciencia
moderna, siendo frecuentemente consultado por personas de influencia, hasta
llegar á ser el inspirador de algunas obras que en su tiempo vieron la luz
en Valencia.
Esta fué, descrita á grandes rasgos, la vida del P. Gassó, toda ella
digna de un perfecto religioso y operario infatigable de la viña del Señor.
Pero, donde si cabe, se purificaron sus virtudes como el oro en el crisol, fué
en los últimos tiempos de su existencia. Era de singular edificación la pa-
ciencia con que sobrellevaba los frecuentes ataques de disnea y los casi
continuos constipados de invierno entre varios otros achaques, y el empeño
que ponía para no descaecer un punto en la práctica de su virtud caracte-
rística, la laboriosidad por la gloria de Dios.
Preparábase el buen padre para el último trance que de continuo tenía
presente y veía acercarse por días. Continua era en él la memoria de la
muerte y muy frecuente el hablar de ella con la paz y la tranquilidad del que
con fe verdadera la está aguardando como corona de inmortalidad.
A los últimos de septiembre de 1911, un recrudecimiento de sus habi-
tuales achaques, fué el mensajero de su próximo desenlace. Así lo entendió
352
el buen padre, recibiendo con apacible serenidad la noticia de la gravedad de
su estado. Dispuesto con particular diligencia, recibió con fervor envidiable
y en todo su acuerdo, los santos sacramentos. Al salir de su aposento la
comunidad, terminada la santa unción, no cesaba nuestro enfermo de mirar
uno á uno á todos los nuestros al retirarse, y de saludarlos con una ligera
inclinación de cabeza como agradeciendo el obsequio y dando muestra de
última despedida.
Continuando en estas apacibles disposiciones, descansó tranquilamente
en el Señor el día 2 de octubre del propio año 1911, fiesta de los santos
Ángeles, contando 73 años de edad, 47 de compañía y 35 de sus últimos y
solemnes votos.
EL P. PABLO NUTÓ f VALENCIA, 20 NOVIEMBRE 1911
FRAGMENTO NEGROLÓGIGO
De una carta del colegio de Valencia
;.... Cuando el año 1865 gobernaba la recién fundada Provincia de
Aragón el R. P. Fermín Costa, de gloriosa memoria, y estaba al frente del
seminario de Barcelona el célebre P. Joaquín M.''^ Medina, frecuentaba los
aposentos de ambos superiores un joven barcelonés, atraído, según propia
referencia, por el singular atractivo del trato de aquellos dos insignes je-
suítas, é impulsado además por su natural curiosidad, que le llevaba á inda-
gar la vida íntima de aquellos venerables religiosos.
Acostumbrados aquellos dos padres á penetrar con su notoria perspicacia
las cualidades de los hombres con quienes trataban, no bien les hubo ma-
nifestado sus deseos de entrar en' la Compañía, abriéronle gozosos sus
puertas.
Llamábase aquel joven D. Pablo Nutó de Posas que á la sazón contaba
23 años y recientemente había obtenido la licenciatura en derecho, el grado
de bachiller en filosofía y letras: y este mismo joven de entonces, es el que tras
una vida laboriosísima, llena de virtudes y merecimientos, é insigne cierta-
mente por los relevantes servicios, prestados á la Compañía por espacio de
40 años en el arduo ministerio de la educación de la juventud, ha fallecido
en este colegio de Valencia, con general sentimiento de propios y extraños,
admiradores todos de sus preclaras virtudes y de su destreza en instruir
á los discípulos.
Dejando el referirlas más por extenso para una completa biografía que
se piensa escribir, resumiré aquí en sucinta noticia los hechos más culminan-
tes de su vida, y los principales rasgos de su fisonomía moral y religiosas
virtudes, tan dignas de ser imitadas por los que se dedican á la laboriosa
tarea de la enseñanza.
Cuan activa y aun principal haya sido la cooperación del P. Nutó á esta
23
354
obra, cuj'a trascendental importancia hoy salta á la vista, es lo que aquí se
intenta declarar.
Antes de ser enviado á Veruela en 1881, había ya acreditado en dife-
rentes colegios sus singulares dotes para el magisterio: otros tres había pa-
sado antes en el de Lyón. en compañía de tan excelentes pedagogos como
el célebre P. Passard: y otro anteriormente en el de san Esteban, el
de 1873, primero de su prolongado magisterio. En todos había manifestado
tan excelentes cualidades, y brillado con reputación tal de insigne profesor,
que al necesitar los superiores un sujeto apto para formar con el ejemplo y
con la palabra á los futuros maestros de los varios colegios que entonces
acababan de abrirse, pusieron los ojos en el P. Xutó.
Del acierto con que llenaba tan importante cometido, son abonados tes-
tigos cuantos tuvieron la dicha de tenerle por profesor los tres años que en
Veruela desempeñó la clase de gramática; con gusto recuerdan todavía la
singular maestría de aquel buen padre en el arte de enseñar el latín y el
griego, la historia y la geografía; los mil y mil recursos de que se valía
para conservar la atención, despertar el entusiasmo, avivar la emulación y
aprender á saborear las incomparables bellezas de los autores clásicos. Pero
en lo que más se distinguía era en el conocimiento del Ratio Studiorum,
cuj-o sistema se trataba entonces de implantar, y en la fidelidad escrupulosa
con que observaba sus más menudas prescripciones, viniendo á ser en tal
materia el P. Nutó un verdadero especialista, como ahora se dice.
Cuando en 1883 el R. P. Rota, rector de Veruela, pasó á Morella para
abrir aquel nuevo colegio, comprendiendo la necesidad de entablar, ya desde
el primer año los estudios según el método del Ratio, que allí podía seguirse
á la letra, no tardó en llamar al P. Nutó. cuya pericia para lo que deseaba
le era bien conocida.
Pero donde más había de señalarse como excelente profesor, fué en este
colegio de Valencia, á donde \ino destinado en 1885, al cerrarse el de Mo-
rella. Mientras los planes de los estudios oficiales lo consintieron, él fué
también en Valencia el paladín glorioso de la enseñanza clásica; él, el más
infatigable en el trabajo, llegando á veces á desempeñar, no sólo una inspec-
ción, sino además todas las asignaturas de un curso; él, en fin, el señalado
por los superiores como el profesor modelo, y propuesto como tal á la imita-
ción de los noveles, cuj-os consejos y direcciones se les mandaba seguir.
Una de las cualidades que todos más admiraban en el P. Nutó, y que
contribuyó muy poderosamente á hacer de él el tipo del perfecto maestro de
la Compañía, fué sin duda aquel consagrarse enteramente con constancia
invencible, y hasta con gusto y alegría, á la tarea de la enseñanza, de suyo
355
-tan desprovista de humanos atractivos. ¿De dónde sacaba el P. Nutó aquel
caudal inagotable de paciencia siempre invicta, de energías siempre nuevas,
de humildad tan profunda y de celo tan infatigable, que, con maravilla gene-
ral, hicieron pudiese perseverar hasta la más avanzada edad en un ministe-
rio que requiere los bríos, entusiasmos y aceros de la fogosa juventud? En lo
sobrenatural, de su santidad y virtudes, nada vulgares por cierto: y en el
orden natural, de la importancia excepcional que atribuía á este ministerio,
y del concepto que él tenía de lo que debe ser el religioso educador.
Pero este ideal, no solamente brillaba esplenderoso en su mente, ilumi-
nada por la fe, sino que traduciéndolo á la realidad, en su misma persona,
reflejábalo en su mismo exterior continente, de modo que sus discípulos no
sabían qué admirar más, si el atractivo irresistible de su caritativa pater-
nidad, ó lo augusto de su ministerio sacerdotal. Con su caridad, verdade-
ramente paternal y digna, ganábales la voluntad y aun el cariño: y. una vez
conquistado el corazón, con el celo apostólico que le inspiraba su ministerio
sacerdotal, ganábalo para Dios.
Atento siempre á este fin. aprovechaba solícito cuantas ocasiones se le
ofrecían para inspirar á sus discípulos con el amor a la virtud y á la religión,
un odio implacable al vicio y á la impiedad: así es como lograba el digno
maestro formar corazones limpios, voluntades enérgicas y caracteres firmes,
preparándolos de este modo para librar más tarde las grandes batallas de la
gloria de Dios, cuyos primeros ensayos enseñábales á practicar con el ven-
cimiento de sí mismos.
Empero con lo que más promovía el P. Nutó este adelantamiento en la
virtud de sus discípulos, era con su propio ejemplo: dueño de sí mismo por
la mortificación de sus propios afectos, gobernábase siempre por un tan le-
vantado espíritu de fe. que espontáneamente y casi sin darse cuenta, paten-
tizaba ante sus discípulos aquellas mismas virtudes que deseaba implantar
en sus corazones. Con solicitud infatigable, procuraba no dejar sin pru-
dente correctivo los defectos y faltas más menudas; y con sus frecuentes
exhortaciones, ya públicas á toda la clase, ya privadas á cada uno según su
propia necesidad, lograba el P. Nutó el que sus jóvenes disapulos, se dis-
tinguiesen de los demás por un no sé qué de corrección y piedad que venía
á constituir en ellos una como nota característica.
Tales son los principales rasgos de la fisonomía moral de este perfecto
educador. Imposible nos es descender á particulares pormenores, en el corto
espacio de que disponemos.
Cumplidos los 25 años de magisterio, de los cuales veinte, los había
pasado el venerable anciano en continuo ejercicio del mismo en este colegio
356
de san José, y apagándosele más y más la voz, de suyo tan poco potente,
determinaron los superiores, el año 1904, removerlo de la enseñanza para
confiar á su consumada experiencia y virtud, la dirección espiritual de los
alumnos, reteniendo el cargo de consultor, sotoministro y director de la con-
gregación, que con singular acierto venía ejerciendo por muchos años.
Desempeñó aquel nuevo cargo los últimos siete años de su vida, con sin-
gular aprovechamiento espiritual de los alumnos, en los que era de ver cómo
su ardoroso celo fomentaba de mil modos la piedad, sin perdonar trabajos ni
fatigas: dedicaba buena parte del día á llamarlos por turno á su aposento,
donde hablaba á cada uno según su propia necesidad; destinaba los jueves y
domingos para llevarlos á consolar é instruir á los enfermos del hospital;
manteniendo en los meses de vacaciones con ellos frecuente correspondencia,
con que los dirigía y estimulaba en el cumplimiento de las obras de piedad y
de celo que les había recomendado.
Diligente apreciador del tiempo, en los ratos que le quedaban desocu-
pados durante el curso, y sobre todo en los meses de vacaciones, empleólos
en escribir su áureo libro Avisos prácticos para el novel Maestro de la
Compañía, en el que, reuniendo los tesoros de experiencia, allegados con
tantos sudores y fatigas por espacio de cuarenta años de casi continuo ma-
gisterio, lególos con amor y celo á sus sucesores en tan ardua tarea, perpe-
tuando así providencialmente la misión que tan meritoriamente había desem-
peñado en la tierra.
Perseveraba con especial gusto y entusiasmo en tan continuos trabajos
hasta que á mediados del pasado curso de 1910-191 1 , empezó á decaer visible-
mente en sus fuerzas; pronto hizo augurar un fatal desenlace. Mas no por esto
se daba por vencido ni dejaba de seguir en todo á la comunidad, aquel ve-
nerable anciano, encorvado ya bajo el peso de sus 70 años, y á pesar de sus
achaques; empeñábase en seguir levantándose antes que la comunidad para
decir según su antigua costumbre la misa de las cinco á los criados del colegio;
ocuparse en registrar cada día los misales de todos los altares; y luchar con
admirable constancia contra el sueño, que en los actos de comunidad, del modo
más pertinaz le acometía.
Meses antes de morir, sintiéndose desfallecer por momentos, miraba la
cercana muerte con entera paz y alegría. Tan notabre era ésta, que próximo ya
aquel día feliz por el que suspiraba, cuando exhaustas sus fuerzas dio con-
sigo en el lecho, á poco de haber recibido con gran devoción los últimos
sacramentos y en un momento en que había quedado solo, oyósele cantar no
sé qué himno con regocijada devoción.
Con tal disposición envidiable, entregó finalmente su dichosa alma al
357
Criador el 20 de noviembre 1912, octava dé la fiesta de san Estanislao, cuya
congregación de alumnos por muchos años había dirigido, contando 70 años
de edad y 45 de Compañía.
Las palabras hermosísimas con que termina el P. Nutó el prólogo de sus
Avisos, no sólo sintetizan á maravilla la admirable labor de su vida de
apóstol de la niñez, sino que parecen vislumbrar la realización de lo que fué
la constante y única aspiración de toda su vida, expresada en estos términos:
«Quiera el Señor, que quiso honrarse con el título de Maestro; quiera su
Madre Santísima, Madre también de los niños, arrancados con especial pre-
dilección de las fauces del lobo infernal y confiados á nuestro celo y vigi-
lancia, llevarnos un día á aquella Patria por la cual suspiramos, precedidos y
seguidos por numeroso escuadrón de discípulos, que, si fueron tal vez aquí
corona de punzantes espinas, serán allí preciosísima corona de inmarcesibles
rosas».
IV
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1912.— Barcelona: Altes.
(1) En esta sección se irá dando cuenta en cada número de Cartas edificantes, de los
libros que se hayan publicado en la Provincia desde el número anterior. En el presente, se in-
dican los que hemos recibido.
359
P. Gutiérrez Raymuxdo.— Regles de ben viure.— Manresa: Vives.
P. Juan Bta. Juan Suasi.— Recuerdo de los santos ejercicios. Pensamientos y
consejos para hijas de María, por un padre de la Compañía de Jesús.— Rami-
llete de Jaculatorias enriquecido con -indulgencias, dispuesto por un padre de
la Compañía de Jesús. — Hojitas de oro dedicadas á las hijas de María, por un
padre de la Compañía de Jesús.— Pañis angelorum. Tesoro de documentos y
prácticas para los devotos de la sagrada Eucaristía, por un padre de la Com-
pañía de Jesús. — Barcelona: Gustavo G/7/.— Manual de la familia cristiana de-
dicado á la sagrada Familia, por un padre de la Compañía de Jesús.— Barce-
lona: Gustavo Gilí.
P. MoRÉu Lacruz Esteban.— Jesús bueno ó de la confianza de Jesucristo. Tra-
ducción de la 16 edición italiana.— Barcelona: Tipografía Católica.— jesús
grande ó el vasallaje de Jesucristo. Traducción de la 8." edición italiana.— Bar-
celona: Tipografía Católica.— Uoias de catecismo (colección de).— G. Gilí.
P. MoRAGUES Joaquín.- Ministerio de ángeles. Método para ayudar á misa,- 3.^
edición.— Cantemus domino! Colección de cánticos religiosos de varios auto-
res antiguos y modernos.
P. MoRELL Francisco.- Manual del pueblo. — Einsiedeln (Suiza). Bemiger.— Teso-
ro del pueblo.— Madrid: Apostolado déla Prensa. -Cuentos y verdades.— Ma-
drid: Apostolado de la Prensa.- -Tratado de teología popular.— Madrid: Apos-
tolado de la Prensa.— PuhWca hojas de propaganda en castellano y en catalán.
P. Navas Longinos.— Mes de María, breves ejercicios piadosos para honrar á la
Santísima Virgen en el mes de las flores. - Ramillete de dictámenes espirituales
propios para los días de retiro.- Barcelona: Gustavo Gilí— Catálogo descrip-
tivo de los insectos neurópteros de los alrededores de Madrid. 1905.— Neuróp-
teros de España y Portugal.— S. Fiel (Portugal). 1908.— Catálogo descriptivo
de los insectos neurópteros de las Islas Canarias. 1906.
P. NoNELL Jaime.— Gramática castellana, 2." edición.— Barcelona: Subirana.—
Breu biografía de l'apóstol deis negres sant Pere Claver de la Companyía de
Jesús.— Novena á llaor de l'apóstol deis negres sant Pere Claver de la Com-
panyía de Jesús.— El alma consoladora del Corazón de Jesús en sus penas, 5.'
edición.— Manresa: Imprenta de San José. — L'ánima consoladora del Cor de Je-
sús en ses penes; versión catalana por Sor María Eulalia Anzizu.- Barcelona:
La Hormiga de Oro.— Paz á los hombres de buena voluntad. 2." edición.—
Manresa: Imprenta de San José.— La sagrada Eucaristía. Obra resumen de
cuanto más notable se haya escrito sobre el misterio de nuestros altares, re-
futación de los errores que contra El se hayan suscitado, por Mons. Hedley,
traducción del inglés. — Barcelona: Tipografía Católica.
P. NuTó Pablo t.— Avisos prácticos para el novel maestro de la Compañía de Je-
sús.— Valencia: Tipografía Moderna.
P. Oller J. M.^ i— Novena a honra de la gloriosíssima Verge de la Mercé, patro-
na de la ciutat i diócesis de Barcelona. — Barcelona: Subirana.
360
P. Pares Ramón.— Directorio del joven escolar. — Benziger. Ensiedeln (Suiza) —
Vo ¿para qué nací? Principio y fundamento para la acertada elección de esta-
do—Zaragoza: Cecilio Gasea.
P. Poxs Jaime. -La pureza, por Mgr. Quibert (traducción del francés).— Manual
de las almas interiores por el P. Grou (traducción y arreglo del francés). —La
mujer perfecta, por Marchal (traducción).— Pensamientos de Santa Teresa de
Jesús, entresacados de sus obras y distribuidos según el orden de los ejerci-
cios espirituales de San Ignacio.— La comunión frecuente y cotidiana: A las
jóvenes obreras. A los jóvenes. Invitación á los hombres.— Vida de Sta. Teresa
de Jesús, por el P. Francisco de Ribera, precedida de un estudio preliminar
del M. R. P. Luis Martín, é ilustrada con una introducción, copiosas notas y
apéndices.— El rayo de luz.— El gobierno de sí mismo, ensayo de Psicología
práctica por el P. Eymien. S. J. (traducción).— Barcelona: Gustavo Gili.
P. Ruiz Amado Ramóx.— Obras pedagógicas.— La educación intelectual. 1909.
—Historia de la educación y de la pedagogía. 1911.— La educación de la casti-
dad. 2.^ edición. 1909.— La enseñanza popular de la religión, agotada. 1906.
Obras apologéticas. — Los peligros de la fe. 1905.— El modernismo religioso.
1908. —¡He perdido la fe! 1910.— La piedad ilustrada.
Folletos.— La comunión de los niños inocentes. 1911.— La Iglesia y la libertad
de enseñanza. 1907.— El patriotismo. 1910.— La leyenda del estado enseñante.
1903. — El P. Luis Ignacio Fiter y la Congregación Mariana. 1903. — Problemas
vitales (5 folletos). 1901-2. — La ley de asociaciones. 1901.— Varia.
Traducciones.— La madre cristiana, por el limo. Dr. Cramer; Herder. 1911.—
La práctica del pulpito, por Meyenberg.— Madrid: Razón y Fe. — Pastor, histo-
ria de los Papas. — Spirago. catecismo explicado. — Compendio de Historia ecle-
siástica, Dr. Funk.
P. Sedó Salvador.— El despertar de la Italia católica, traducción.— Un ramo
de rosas, 6.^ edición.— Galería de jóvenes ilustres, tomo 1."
P. Sola Juan Bta.— Nociones de zoografía del archipiélago filipino.— Manila.
P. Soler José M. ''— Consideraciones piadosas para que las señoras imiten á Jesús,
sacadas del libro del P. Francisco Garán; (para repartir á las señoras en co-
muniones generales, reuniones piadosas, etc., etc.)— Barcelona: Tipografía
Católica.— LdL educación de los hijos, por el P. Segundo Franco, S. J.; tra-
ducción de la 6.^ edición italiana.— Madrid: Razón y /n?.— Reloj del alma. Nue-
va edición arreglada.— Barcelona: P. Sanmartí.—San Ignacio de Loyola. Ejer-
cicios espirituales propuestos á los eclesiásticos, religiosos y religiosas, por el
P. Jenaro Bucceroni, S. J.: Reglas seguras para una buena elección, sacadas
de los Ejercicios de San Ignacio, por el P. Antonio José Regonó; traducción
del italiano.— Barcelona: Gustavo Gili.
P. Texa Fraxclsco Jav.— Theologiae moralis programma accommodatum operi
PP. Gury-Ferreres.— Barcelona: Subirana.
P. Traval Roset Maxuel.— Narraciones eucarísticas.— Prodigios eucarísticos.
361
3.^ edición.— La Unión Hispano-Americana en el Pilar de Zaragoza.— Barce-
lona: Subirana.— Nociones de comercio y cálculo mercantil.— Barcelona: Gus-
tavo Gilí.
P. ViLADEVALL AxTOxio.— Nuestra Señora de Lourdes. Relatos. Versión de la
obra del P. Cros. 2/ edición.— Barcelona: Gustavo G/7/.— La Voluntad nacional
enfrente del jacobinismo afrancesado de Romanones y Canalejas. — Barce-
lona: Gustavo Gili.—Vn modelo de caridad. Apuntes biográficos sobre doña
Julia de Ferrer y de Ferrer.— Barcelona: ^wó/rono.— Meditaciones del padre
Vermeersch sobre la Sma. Virgen. Versión del francés, 2 tomos.— Barcelona:
Gustavo G///.— «Diario de una expulsa: obra inédita, traducción del francés.
En prensa, á cargo de Gustavo Gilí.
P. Vives Daxiel.— Recuerdo de los ejercicios de San Ignacio.— Las letanías del
Sagrado Corazón de Jesús: Breve y sencilla exposición de cada una de sus in-
vocaciones.—Libro de las promesas del Sagrado Corazón de Jesús. — Barce-
lona: Tipografía Católica.
P, Xercavíxs José (José Vercaoni).— Historia de un enjambre.— Barcelona: Gus-
tavo Gili.
NDICE
península
Páffinas
VALENCIA. Casa Profesa.— Recuerdo del 25.° aniversario de la reedi-
ficación. Discurso-Memoria pronunciado por el R. padre
Juan M. Sola 7
TORTOSA. Colegio Máximo.— Casa de S. José -Observatorio. —
Comunicaciones gratulatorias para el Observatorio:
I. Del Excmo. Ayuntamiento de Tortosa. II. Del Ayun-
tamiento de Roquetas • . . 34
Juicios de sabios extranjeros sobre el Observatorio del
Ebro y sus publicaciones 36
MANRESA. Saxta Cueva.— Una obra de verdadera redención espiritual.
— Carta del P. Francisco M. Alós al P. Ignacio Majó . 41
GANDÍA. Colegio y Casa de probación.— Tandas de Ejercicios en
Albaida, dadas por el P. José L. Iñesta.— Carta de don
Ángel Tormo al R. P. Jaime Sansa. ..... 47
Carta del cura arcipreste de Albaida al R. P. Luis Adroer. 51
Carta del P. José L. Iñesta al P. Jaime Sansa ... 52
Carta de D. Ángel Tormo al R. P. Luis Adroer ... 56
Mudanzas notables obtenidas en los santos Ejercicios de
Albaida.— Narración del Sr. D. Ángel Tormo ... 60
Misión en Elche y Ejercicios en Adzaneta y Benigánim
dados por el P. José Luis Iñesta.— Carta de dicho padre
á su hermano el padre rector del colegio máximo de
Tortosa 66
Tandas de Ejercicios que dio el P. José L, Iñesta en
Alcira.— Cartas del mismo padre y de D. José Sais al
P. Jaime Sansa 72
Ejercicios del P. José L. Iñesta en Sagunto.— Carta pri-
mera, del señor cura arcipreste D. Juan Vidal al P. Jaime
Sansa 79
Carta segunda, del P. José L. Iñesta á su hermano el pa-
dre rector de Tortosa 80
Carta tercera, de D. Antonio Monzó al P. Jaime Sansa. 83
Carta cuarta, » » » » » » » » 85
Carta quinta, » » » » » » » » 88
Carta sexta, ;> » » » >> :> » » 89
ORIHUELA. Colegio de Santo Domingo.— Una obra social admirable
Isla de Luzóx. .... y. _
364
Páginas
é imitable debida á los NN. de aquel colegio.— Narra-
ción por el P. Juan B. Juan Suasi 91
Congregación de Hijas de María.— Cruzada de la Modes-
tia Cristiana 114
SARRIA. Colegio de San Ignacio.— Tandas de Ejercicios á obreros
durante el año de 1911.— Carta-Relación del P. Narciso
Blanch al P. Antonio Iñesta 123
HUESCA. Residencia. — Misión en Torralba (Huesca) dada por los
PP. Antonio CoscoUa y Mariano Mayor.— Carta de este
padre al P. Salvador Beltrán 132
MISIÓN DE FILIPINAS
Estado actual de nuestras casas en Filipinas 136
Manila. . 137
158
Residencia de Zaniboanga.-Zamboanga 163
Noticias \ i Residencia de Taniontaca.-Cottabato . 164
1 * \ Residencia de Dávao.-Dávao . . . 164
generaIes<i5LA de MiNDANAO.< Residencia de Caraga.-Caraga. . . 165
^^^^ j / Residencia de Cagayán.-Cagayán . . 169
Residencia de Butúan.-Butúan. . . 173
Residencia de Dapítan.-Dapítan . . 179
v Isla de Culión. . . Residencia de Culión.-Culión . . . 183
Ateneo de Manila.— Excursión apostólica del P. Francisco Foradada á
Mataas Na Káhuy á raíz de la erupción del volcán Taal.
—Carta del mismo padre al P. Joaquín Vilallonga . . 185
Erupción del volcán Taal y sus estragos.— Carta del
P. Manuel M." Sauras al P. Juan Guim 187
Peregrinación á Antipolo.— Narración por el P. Manuel
Lencina 189
Actos literarios.— Catecismos.— Calamidades públicas. —
Ministerios del mes de marzo y de las congregaciones. —
Carta del P. Manuel M." Sauras á su hermano el
P. Mario 192
Ministerios con los tagalos en este idioma.— Carta del
P. Juan Anguela al hermano teólogo Francisco Javier
Relio 194
Relación de algunos ministerios de los PP. del Ateneo. —
Carta del P. Manuel M. Sauras á su hermano el P. Ma-
rio J. Sauras 195
Primeras Bodas de oro celebradas en Filipinas después
del restablecimiento de la Compañía. -Varias noticias
sobre S. Pedro de Tunasán, Antipolo y Manila.— Carta
del hermano coadjutor Francisco Riera al P. Juan Ricart. 200
Fiestas religiosas en honor de la Inmaculada. — Asociación
de antiguos alumnos del Ateneo.— Academia. . . . 206
365
Páginas
Colegio Seminario de Vígan.— Una primera comunión en el barrio de
San Julián.— Carta del P. Alfonso García al P. rector de '
Vígan.— Ministerios del P. Eliseo Gil durante las vaca-
ciones de 1911.— Cartas del mismo padre al P. rector de
Vígan 221
Descripción de la casa de campo y observatorio de Baguio.
—Las vacaciones mayores.— Actos literarios del colegio-
seminario.— Carta del hermano escolar Francisco Javier
Portas al P. José Siguión 237
Residenxia de Zamboanga.— Ministerios apostólicos del P. Pablo Cava-
Hería.— Carta del mismo padre al P. Francisco Javier
Relio. . 241
Reside.nxia de Tamoxtaca.— /v75// 6/-eü/o/-e5 de Cottabato.— Carta del
P. Pío Pi al P. Baltasar Ferrer 244
Residencia de Caraca.— Visita del Gobernador de la Provincia; veinti-
dós pueblos de Surigao piden la vuelta de nuestros
padres.— Dos cartas del P. Bernardino Llobera al P. Sa-
turnino Urios 245
Residenxia de Cagayán.— Misiones dadas por los PP. Juan Martín y
Félix Córdoba en la Isla de Leyte.— Carta del P. Juan
Martín al reverendo padre provincial . . . - . 248
Azares de la vida de misioneros: peligros en el mar, peli-
gros en la tierra, citación ante los tribunales. — Carta
del P. Simeón Sambola al P. Francisco Nebot. . . 252
Atentado contra el P. Simeón Sambola. — Carta del
P. Francisco Morey al reverendo padre provincial. . 255
Impresiones y primeras correrías de un novel misionero. —
Carta del P. Francisco Morey á los hermanos teólogos,
sus condiscípulos 259
Reacción de los católicos de Lagonglong.— Carta del
P. Francisco Nebot al P. Saturnino Urios .... 263
Residen'CIa de Bütüax.— Visita del misionero á algunos pueblos.— Excur-
sión á los infieles del Alto Agúsan.— Cartas del P. Sal-
vador Giralt al P. Saturnino Urios y al P. Cristóbal
Sastre 265 y 275
Expedición á La Paz.— Carta del P. Cristóbal Sastre al
P. Saturnino Urios 277
Excursión apostólica del P. Jaime Valles al pueblo de Bu-
naguit.— Carta del mismo padre al P. Martín Hábig. . 279
Una visita á los mamánuas.— Carta del P. Ignacio Vila al
P. Saturnino Urios 284
Prosperidad del Catolicismo.— La congregación de la
«Buena Muerte».— Cartas de los PP. Saturnino Urios y
Jaime Valles á los PP. Fidel Mir y Antonio Inesta. . . 285
Residexxia de Dapítax. — Trabajos del misionero en Baliangao. — Buen
estado de la Misión Dapitana.— Carta del P. José España
al P. Saturnino Urios 291
366
Páffinas
MISIÓN CHILENO -ARGENTINA
Colegio-Seminario de Montevideo. — La persecución religiosa en dicha
República.— El Apostolado de la Oración y sus obras.
— Otros adelantos del Apostolado. — El nuevo estan-
darte.—La biblioteca. — Otras obras de celo.— Carta
del Rdo.P. José Llussá al reverendo padre provincial
Casa de Probación y Re.sidencia de Córdoba.— Relación histórica de
la congregación de hijas de María. — Carta del P. Sal-
vador Barber al reverendo padre provincial
Misiones dadas por los nuestros en los suburbios de Cór-
doba.— Carta del hermano coadjutor Domingo Vinaixa
al hermano coadjutor Vicente Moran 313
Apéndice I.— Llegada de los NN. de Portugal á Buenos Aires. De una
carta del padre superior de la Misión al reverendo padre
provincial 316
» II.— Misiones de los PP. Francisco Costa y Luis C. Isola. 1910-
191 1 .—Carta del P. Isola al Rdo. P. Ramón Creixáns . 319
297
305
VARIA
I.— Cronicón de la Compañía- 1911. Provincia de Aragón. 339
De otras provincias 340
II.— De una conferencia, que el P. Bernard, misioaero de
Alaska, dio á los teólogos S. J. de Enghien (Bélgica)
el día 22 de septiembre de 1909 345
III. — Necrología, P. Ignacio Gassó 349
» P. Pablo Nutó 353
IV.-Bibliografía 358
A. r\. D. G.
CORF^IGENDA
DEBE DECIR
Pág. 342, linea 20
la práctica de dar solo (sin meditación.
Pág. 357, línea 1.»
20 de noviembre 1912
de dar solo mane (sin meditación...
1911
/ BXTÍ+T^.J3C22 1912
Jesuits. Spain
Cartas edificantes
Loyola Reference Library
Fordham Uníversíty
Lincoln Center Campus
New York, New York 10023
zmm
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