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Full text of "Comedia de Calisto [e] Melibea (Burgos, 1499)"

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Comedia 


de 

Calisto    z  Melib 


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MACON,  PROTAT  HERMANOS,  IMPRESORES. 


Comedia 

de 

Calisto  s  Melibea 

(Burgos,  1499) 
Reimpresión  publicada 

POR 

R.  FOULCHÉ-DELBOSG 


A   MI  AMIGO 
JAMES  FITZMA  URICE-KELL  Y 


ADVERTENCIA 


Hace  dos  años  y  medio,  dimos  d  conocer  por  primera  ve%  Ja  Comedia 
de  Calisto  z  Melibea,  forma  primitiva  de  la  Celestina,  reproduciendo 
la  edición  sevillana  de  1501.  Ignorábase  entonces  el  paradero  del  único 
ejemplar  de  una  edición  anterior:  después  de  no  pocas  dificultades,  pudi- 
mos dar  con  este  libro,  impreso  en  Burgos,  el  año  de  por  el 
célebre  «  Fadrique  Alemán  de  Basilea  »  (Friedrich  BieT).  Describimos 
minuciosamente  el  incunable  en  la  Revue  hispanique  (tomo  IX,  1902, 
pdg.  1 85-190),  y  lo  reimprimimos  aquí  al  pie  de  la  letra,  limitándonos 
d  extender  las  abreviaturas,  arreglar  la  puntuación,  y  subsanar  las  erra- 
tas y  deficiencias  tipográficas. 
Diciembre  de  1902. 

R.  Foulché-Delbosc. 


V 


COMEDIA  DE  CALISTO  Z  MELIBEA 


ARGUMENTO  DEL  PRIMER  AUTO  DESTA  COMEDIA 

Entrando  Calisto  vna  huerta  empos  de  vn  falcon  suyo,  fallo  y  a  Meli- 
bea, de  cuyo  amor  preso,  comentóle  de  hablar ;  de  la  qual  rigorosamente 
despedido,  fue  para  su  casa  muy  sangustiado.  Hablo  con  vn  criado  suyo 
llamado  Sempronio,  el  qual,  después  de  muchas  razones,  le  endereco  a 
vna  vieja  llamada  Celestina,  en  cuya  casa  tenia  el  mesmo  criado  vna  enamo- 
rada llamada  Elicia,  la  qual,  viniendo  Sempronio  a  casa  de  Celestina  con  el 
negocio  de  su  amo,  tenia  a  otro  consigo  llamado  Crito,  al  qual  escondieron. 
Entretanto  que  Sempronio  esta  negociando  con  Celestina,  Calisto  esta  razo- 
nando con  otro  criado  suyo  por  nombre  Parmeno ;  el  qual  razonamiento  dura 
fasta  que  llega  Sempronio  z  Celestina  a  casa  de  Calisto.  Parmeno  fue  conos- 
cido  de  Celestina,  la  qual  mucho  le  dize  de  los  fechos  z  conoscimiento  de  su 
madre,  induziendole  a  amor  z  concordia  de  Sempronio. 

Caljsto.  En  esto  veo,  Melibea,  la  grandeza  de  Dios. 
Melibea.  En  que,  Calisto? 

Calisto.  En  dar  poder  a  natura  que  de  tan  perfeta  her- 
mosura te  dotasse,  z  fazer  a  mi  inmérito  tanta  merced  que 
verte  alcancasse,  z  en  tan  conueniente  lugar  que  mi  secreto  5 
dolor  manifestarte  pudiesse.  Sin  duda  incomparablemente  es 
mayor  tal  galardón  que  el  seruicio,  sacrificio,'  deuocion,  z 
obras  pias  que  por  este  lugar  alcanzar  tengo  yo  a  Dios  ofres- 
cido,  ni  otro  poder  mi  voluntad  humana  puede  complir.  Quien 
vido  en  esta  vida  cuerpo  glorificado  de  ningún  hombre  10 
como  agora  el  mió  ?  Por  cierto  los  gloriosos  sanctos  que  se 
deleytan  en  la  visión  diuina,  no  gozan  mas  que  yo  agora  en 
el  acatamiento  tuyo.  Mas,  o  triste !  que  en  esto  diferimos  : 
que  ellos  puramente  se  glorifican  sin  temor  de  caer  de  tal 


bienauenturanca,  z  yo  misto  me  alegro  con  recelo  del 
esquiuo  tormento  que  tu  absencia  me  ha  de  causar. 

Melibea.  Por  grand  premio  tienes  esto,  Calisto  ? 

Calisto.  Tengolo  por  tanto  en  verdad,  que  si  Dios  me 
diesse  en  el  cielo  la  silla  sobre  sus  sanctos,  no  lo  ternia  por 
tanta  felicidad. 

Melibea.  Pues  avn  mas  ygual  galardón  te  daré  yo,  si  per- 
seueras. 

Calisto.  O  bienauenturadas  orejas  mias,  que  indigna- 
mente tan  gran  palabra  haueys  oydo  ! 

Melibea.  Mas  desauenturadas  de  que  me  acabes  de  oyr; 
porque  la  paga  sera  tan  fiera  qual  la  merece  tu  loco  atreui- 
miento ;  z  el  intento  de  tus  palabras,  Calisto,  ha  seydo  de 
ingenio  de  tal  hombre  como  tu,  hauer  de  salir  para  se  perder 
en  la  virtud  de  tal  muger  como  yo.  Vete,  vete  de  ay,  torpe, 
que  no  puede  mi  paciencia  tollerar  que  aya  subido  en 
coraron  humano  comigo  el  ylicito  amor  comunicar  su 
deleyte. 

Calisto.  Yre  como  aquel  contra  quien  solamente  la  aduersa 
fortuna  pone  su  estudio  con  odio  cruel.  Sempronio,  Sempro- 
nio,  Sempronio  !  Donde  esta  este  maldito  ? 

Sempronio.  Aqui  estoy,  señor,  curando  destos  cauallos. 

Calisto.  Pues  como  sales  de  la  sala? 

Sempronio.  Abatióse  el  girifalte,  z  vinele  enderecar  en  el 
alcándara. 

Calisto.  Assi  los  diablos  te  ganen  ;  assi  por  infortunio 
arrebatado  perezcas,  o  perpetuo  intollerable  tormento  consi- 
gas, el  qual  en  grado  incomparable  a  la  penosa  z  desastrada 
muerte  que  espero  traspassa.  Anda,  anda,  maluado,  abre  la 
cámara  z  endereza  la  cama. 

Sempronio.  Señor,  luego,  hecho  es. 

Calisto.  Cierra  la  ventana  z  dexa  la  teniebla  acompañar  al 
triste,  y  al  desdichado  la  ceguedad.  Mis  pensamientos  tristes 


—  3  — 

no  son  dignos  de  luz.  O  bienauenturada  muerte  aquella  que 
deseada  a  los  afligidos  viene  !  O  si  viniessedes  agora,  Eras  z 
Grato,  médicos,  sentiriades  mi  mal!  O  piedad  de  silencio, 
inspira  en  el  pleberico  coracon,  porque  sin  esperanca  de 
salud  no  embie  el  espíritu  perdido  con  el  desastrado  Piramo  z  5 
de  la  desdichada  Tisbe  ! 
Sempronio.  Que  cosa  es? 

Calisto.  Vete  de  ay,  no  me  fables  ;  sino  quica  ante  del 
tiempo  de  mi  rabiosa  muerte  mis  manos  causaran  tu  arreba- 
tado fin.  10 

Sempronio.  Yre,  pues  solo  quieres  padecer  tu  mal. 

Calisto.  Ve  con  el  diablo. 

Sempronio.  No  creo,  según  pienso,  yr  comigo  el  que 
contigo  queda.  O  desauentura !  O  súbito  mal !  Qual  fue  tan 
contrario  acontescimiento,  que  assi  tan  presto  robo  el  alegría  1 5 
deste  hombre,  z  lo  que  peor  es,  junto  con  ella  el  seso  ? 
Dexarle  he  solo,  o  entrare  alia  ?  Si  le  dexo,  matarse  ha ;  si 
entro  alia,  matarme  ha.  Quédese,  no  me  curo  :  mas  vale 
que  muera  aquel  a  quien  es  enojosa  la  vida,  que  no  yo  que 
huelgo  con  ella.  Avnque  por  al  no  deseasse  viuir,  sino  por  20 
ver  a  mi  Elicia,  me  deuria  guardar  de  peligros.  Pero  si  se 
mata  sin  otro  testigo,  yo  quedo  obligado  a  dar  cuenta  de  su 
vida.  Quiero  entrar;  mas  puesto  que  entre,  no  quiere  conso- 
lación ni  consejo.  Asaz  es  señal  mortal  no  querer  sanar. 
Con  todo,  quierole  dexar  vn  poco  desbraue,  madure;  que  25 
oydo  he  dezir,  que  es  peligro  abrir  o  apremiar  las  postemas 
duras,  porque  mas  se  enconan.  Este  vn  poco:  dexemos  llorar 
al  que  dolor  tiene ;  que  las  lagrimas  z  sospiros  mucho  desen- 
conan el  coraron  dolorido.  E  avn  si  delante  me  tiene,  mas 
comigo  se  encenderá:  que  el  sol  mas  arde  donde  puede  30 
reuerberar;  la  vista  a  quien  objecto  no  se  antepone,  cansa; 
z  quando  aquel  es  cerca,  aguzase.  Por  esso  quierome  sofrir 
vn  poco  :  si  entretanto  se  matare,  muera.  Quica  con  algo 


—  4  — 

me  quedare  ;  que  otro  no  lo  sabe  con  que  mude  el  pelo  malo  : 
avnque  malo  es  esperar  salud  en  muerte  agena.  z  quica  me 
engaña  el  diablo;  z  si  muere  matarme  han,  z  yran  alia  la 
soga  z  el  calderón.  Por  otra  parte  dizen  los  sabios,  que  es 
grande  descanso  a  los  afligidos  tener  con  quien  puedan  sus 
cuytas  llorar,  z  que  la  llaga  interior  mas  empece.  Pues  en 
estos  estremos  en  que  estoy  perplexo,  lo  mas  sano  es  entrar, 
z  sofrirle,  z  consolarle  :  porque  si  possible  es  sanar  sin  arte 
ni  aparejo,  mas  ligero  es  guarescer  por  arte  z  por  cura. 
Calisto.  Sempronio. 
Sempronio.  Señor. 
Calisto.  Dame  acá  el  laúd. 
Sempronio.  Señor,  vesle  aqui. 
Calisto.  Qual  dolor  puede  ser  tal, 

que  se  yguale  con  mi  mal  ? 
Sempronio.  Destemplado  esta  esse  laúd. 
Calisto.  Como  templara  el  destemplado?  Como  sentirá 
el  armonía  aquel  que  consigo  esta  tan  discorde  ?  Aquel  a 
quien  la  voluntad  a  la  razón  no  obedece  ?  Quien  tiene  dentro 
del  pecho  aguijones,  paz,  guerra,  tregua,  amor,  enemistad, 
injurias,  pecados,  sospechas,  todo  a  vna  causa?  Pero  tañe  z 
canta  la  mas  triste  canción  que  sepas. 
Sempronio.  Mira  Ñero  de  Tarpeya 
a  Roma  como  se  ardia; 
gritos  dan  niños  z  viejos, 
z  el  de  nada  se  dolia. 
Calisto.  Mayor  es  mi  fuego,  z  menor  la  piedad  de  quien 
yo  agora  digo.  t  - 

Sempronio.  No  me  engaño  yo,  que  loco  esta  este  mi  amo. 
Calisto.  Que  estas  murmurando,  Sempronio? 
Sempronio.  No  digo  nada. 
Calisto.  Di  lo  que  dizes,  no  temas. 

Sempronio.  Digo,  que  como  puede  ser  mayor  el'fuego  que 


—  5  — 

atormenta  vn  viuo,  que  el  que  quemo  tal  cibdad  z  tanta  mul- 
titud de  gente  ? 

Calisto.  Como?  Yo  te  lo  diré  :  mayor  es  la  llama  que 
dura  ochenta  años,  que  la  que  en  vn  dia  passa ;  z  mayor  la  que 
mata  vna  anima,  que  la  que  quema  cient  mili  cuerpos.  Como 
de  la  aparencia  a  la  existencia,  como  de  lo  viuo  a  lo  pintado, 
como  de  la  sombra  a  lo  real,  tanta  diferencia  ay  del  fuego 
que  dizes  al  que  me  quema.  Por  cierto  si  el  dé  purgatorio  es 
tal,  mas  querria  que  mi  spiritu  fuesse  con  los  de  los  brutos 
animales,  que  por  medio  de  aquel  yr  a  la  gloria  de  los 
sanctos. 

Sempronio.  Algo  es  lo  que  digo  :  a  mas  ha  de  yr  este 
hecho.  No  basta  loco,  sino  ereje. 

Calisto.  No  te  digo  que  fables  alto  quando  fablares  ?  Que 
dizes  ? 

Sempronio.  Digo,  que  nunca  Dios  quiera  tal  :  que  es  espe- 
cie de  heregia  lo  que  agora  dixiste. 
Calisto.  Porque  ? 

Sempronio.  Porque  lo  que  dizes  contradize  la  cristiana 
religión. 

Calisto.  Que  a  mi  ? 
Sempronio.  Tu  no  eres  cristiano  ? 

Calisto.  Yo  ?  melibeo  soy,  z  a  Melibea  adoro,  z  en  Melibea 
creo,  z  a  Melibea  amo. 

Sempronio.  Tu  te  lo  dirás.  Como  Melibea  es  grande,  no 
cabe  en  el  coracon  de  mi  amo,  que  por  la  boca  le  sale  a  bor- 
bollones. No  es  mas  menester;  bien  se  de  que  pie  coxqueas  : 
yo  te  sanare. 

Calisto.  Increyble  cosa  prometes. 

Sempronio.  Antes  fácil  :  que  el  comiendo  de  la  salud  es 
conoscer  hombre  la  dolencia  del  enfermo. 

Calisto.  Qual  consejo  puede  regir  lo  que  en  si  no  tiene 
orden  ni  consejo  ? 


Sempronio.  Ha,  ha,  ha!  Esto  es  el  fuego  de  Calisto  ? 
Estas  son  sus  congoxas  ?  Como  si  solamente  el  amor  contra 
el  asestara  sus  tiros!  O  soberano  Dios,  quan  altos  son  tus 
misterios  !  Quanta  premia  pusiste  en  el  amor,  que  es  necessa- 
ria  turbación  en  el  amante !  Su  limite  posiste  por  marauilla. 
Paresce  al  amante  que  atrás  queda  :  todos  passan,  todos  rom- 
pen, pungidos  z  esgarrochados  como  ligeros  toros,  sin  freno 
saltan  por  las  barreras.  Mandaste  al  hombre  por  la  muger 
dexar  el  padre  z  la  madre  :  agora  no  solo  aquello,  mas  a  ti 
z  a  tu  ley  desamparan,  como  agora  Calisto  :  del  qual  no  me 
marauillo,  pues  los  sabios,  los  santos,  los  profetas  por  el  te 
oluidaron. 

Calisto.  Sempronio. 

Sempronio.  Señor. 

Calisto.  No  me  dexes. 

Sempronio.  De  otro  temple  esta  esta  gayta. 

Calisto.  Que  te  paresce  de  mi  mal? 

Sempronio.  Que  amas  a  Melibea. 

Calisto.  z  no  otra  cosa? 

Sempronio.  Harto  mal  es  tener  la  voluntad  en  vn  solo 
lugar  catiua. 

Calisto.  Poco  sabes  de  firmeza. 

Sempronio.  La  perseuerancia  en  el  mal  no  es  constancia; 
mas  dureza  o  pertinacia  la  llaman  en  mi  tierra.  Vosotros  los 
filósofos  de  Cupido  llamalda  como  quisierdes. 

Calisto.  Torpe  cosa  es  mentir  al  que  enseña  a  otro ;  pues 
que  tu  te  precias  de  loar  a  tu  amiga  Elicia. 

Sempronio.  Haz  tu  lo  que  bien  digo,  z  no  lo  que  mal  hago. 

Calisto.  Que  me  reprobas? 

Sempronio.  Que  sometes  la  dignidad  del  hombre  a  la 
imperfecion  de  la  flaca  muger. 

Calisto.  Muger?  O  grosero  !  dios,  dios ! 
Sempronio.  z  assi  lo  crees,  o  burlas? 


—  7  ~ 

Calisto.  Que  burlo  ?  Por  dios  la  creo,  por  dios  la  con- 
fiesso,  z  no  creo  que  ay  otro  soberano  en  el  cielo,  avnque 
entre  nosotros  mora. 

Sempronio.  Ha,  ha,  ha!  Oystes  que  blasfemia  ?  Vistes  que 
ceguedad  ? 

Calisto.  De  que  te  ries  ? 

Sempronio,  Rióme,  que  no  pensaua  que  hauia  peor  inuen- 
cion  de  pecado  que  en  Sodoma. 
Calisto.  Como  ?  ' 

Sempronio.  Porque  aquellos  procuraron  abominable  vso 
con  los  angeles  no  conoscidos,  z  tu  con  el  que  confiessas  ser 
dios. 

Calisto.  Maldito  seas,  que  fecho  me  has  reyr,  lo  que  no 
pense  ogaño. 

Sempronio.  Pues  que,  toda  tu  vida  auias  de  llorar? 
Calisto.  Si. 
Sempronio.  Porque? 

Calisto.  Porque  amo  a  aquella,  ante  quien  tan  indigno 
me  hallo,  que  no  la  espero  alcanzar. 

Sempronio.  O  pusilanimo,  o  fideputa  !  Que  Nembrot,  que 
magno  Alexandre,  los  quales  no  solo  del  señorío  del  mundo, 
mas  del  cielo  se  juzgaron  ser  dignos ! 

Calisto.  No  te  oy  bien  esso  que  dixiste.  Torna,  dilo,  no 
procedas. 

Sempronio.  Dixe  que  tu,  que  tienes  mas  coracon  que 
Nembrot  ni  Alexandre,  desesperas  de  alcancar  vna  muger ; 
muchas  de  las  quales  en  grandes  estados  constituydas  se 
sometieron  a  los  pechos  z  resollos  de  viles  acemileros,  z 
otras  a  brutos  animales.  No  has  leydo  de  Pasife  con  el  toro? 
de  Minerua  con  el  can  ? 

Calisto.  No  lo  creo,  hablillas  son. 

Sempronio.  Lo  de  tu  abuela  con  el  ximio,  fablílla  fue  ? 
Testigo  es  el  cuchillo  de  tu  abuelo. 


Calisto.  Maldito  sea  este  necio,  z  que  porradas  dize ! 

Sempronio.  Escoziote  ?  Lee  los  ystoriales,  estudia  los  filó- 
sofos, mira  los  poetas ;  llenos  están  los  libros  de  sus  viles 
z  malos  exemplos,  z  de  las  cay  das  que  leuaron  los  que  en 
algo,  como  tu,  las  reputaron.  Oye  a  Salomón  do  dize,  que 
las  mugeres  z  el  vino  hazen  a  los  hombres  renegar.  Conséjate 
con  Séneca,  z  veras  en  que  las  tiene.  Escucha  al  Aristóteles ; 
mira  a  Bernardo.  Gentiles,  judíos,  cristianos  z  moros,  todos 
en  esta  concordia  están.  Pero  lo  dicho  z  lo  que  dellas  dixere, 
no  te  contezca  error  de  tomarlo  en  común  :  que  muchas 
houo  z  ay  sanctas  z  virtuosas  z  notables,  cuya  resplandes- 
ciente  corona  quita  el  general  vituperio.  Pero  destas  otras, 
quien  te  contaría  sus  mentiras,  sus  tráfagos,  sus  cambios,  su 
liuiandad,  sus  lagrimillas,  sus  alteraciones,  sus  osadías? 
Que  todo  lo  que  piensan,  osan  sin  deliberar  :  sus  dissimula- 
ciones, su  lengua,  su  engaño,  su  oluido,  su  desamor,  su 
ingratitud,  su  inconstancia,  su  testimoniar,  su  negar,  su 
reboluer,  su  presunción,  su  vanagloria,  su  abatimiento,  su 
locura,  su  desden,  su  soberuia,  su  subjecion,  su  parlería,  su 
golosina,  su  luxuria  z  suziedad,  su  miedo,  su  atreuimiento, 
sus  hechizerias,  sus  embaymientos,  sus  escarnios,  su  des- 
lenguamiento,  su   desuergüenca,  su  alcahuetería.  Consi- 
dera que  sesito  esta  debaxo  de  aquellas  grandes  z  delgadas 
tocas!  que  pensamientos  so  aquellas  gorgueras,  so  aquel 
fausto,  so  aquellas  largas  z  autorizantes  ropas  !  que  imperfi- 
cion,  que  aluañares  debaxo  de  templos  pintados !  Por  ellas 
es  dicho  :  arma  del  diablo,  cabeca  de  pecado,  destruycion 
de  parayso.  No  has  rezado  en  la  festiuidad  de  sant  Juan,  do 
dize  :  las  mugeres  z  el  vino  hazen  los  hombres  renegar; 
do  dize  :  esta  es  la  muger,  antigua  malicia  que  a  Adam  echo 
de  los  deleytes  de  parayso ;  esta  el  linaje  humano  metió  en 
el  infierno ;  a  esta  menosprecio  Helias  propheta,  zc.  ?  ^ 
Calisto.  Di  pues,  esse  Adam,  esse  Salomón,  esse  Dauid, 


—  9  — 

esse  Aristóteles,  esse  Vergilio,  essos  que  dizes,  como  se 
sometieron  a  ellas  ?  Soy  mas  que  ellos? 

Sempronio.  A  los  que  las  vencieron  querría  que  reme- 
dasses,  que  no  a  los  que  dellas  fueron  vencidos.  Huye  de 
sus  engaños.  Sabes  que  fazen  ?  cosa  que  es  difícil  enten-  5 
derlas  :  no  tienen  modo,  no  razón,  no  intención  ;  por  rigor 
comienzan  el  ofrescimiento  que  de  si  quieren  hazer.  A  los 
que  meten  por  los  agujeros  denuestan  en  la  calle.  Combi- 
dan,  despiden,  llaman,  niegan,  señalan  amor,  pronuncian 
enemiga;  ensañanse  presto,  apaciguanse  luego ;  quieren  que  10 
adeuinen  lo  que  quieren.  O  que  plaga,  o  que  enojo,  o  que 
fastio  es  conferir  con  ellas  mas  de  aquel  breue  tiempo  que 
son  aparejadas  al  deleyte! 

Calisto.  Ve  :  mientra  mas  me  dizes  z  mas  inconuenien- 
tes  me  pones,  mas  la  quiero.  No  se  que  ses.  15 

Sempronio.  No  es  este  juyzio  para  mocos,  según  veo,  que 
no.se  saben  a  razón  someter;  no  se  saben  administrar.  Mise- 
rable cosa  es  pensar  ser  maestro  el  que  nunca  fue  discípulo . 

Calisto.  z  tu,  que  sabes?  quien  te  mostró  esto? 

Sempronio.  Quien?  ellas;  que  desque  se  descubren,  assi  20 
pierden  la  vergüenza,  que  todo  esto  z  avn  mas  a  los  hom- 
bres manifiestan.  Ponte  pues  en  la  medida  de  honrra,  piensa 
ser  mas  digno  de  lo  que  te  reputas :  que  cierto  peor  estremo 
es  dexarse  hombre  caer  de  su  merescimiento,  que  ponerse  en 
mas  alto  lugar  que  deue.  25 

Calisto.  Pues,  quien  yo  para  esso  ? 

Sempronio.  Quien?  Lo  primero  eres  hombre  z  de  claro 
ingenio,  z  mas,  a  quien  la  natura  doto  de  los  mejores  bienes 
que  tuuo  :  conuiene  a  saber,  fermosura,  gracia,  grandeza  de 
miembros,  fuerga,  ligereza;  z  allende  desto,  fortuna  media-  30 
ñámente  partió  contigo  lo  suyo  en  tal  quantidad,  que  los 
bienes  que  tienes  de  dentro  con  los  de  fuera  resplandescen, 
porque  sin  los  bienes  de  fuera,  de  los  qüales  la  fortuna  es 


—  10  — 


señora,  a  ninguno  acaece  en  esta  vida  ser  bienauenturado  ; 
z  mas,  a  constelación  de  todos  eres  amado. 

Calisto.  Pero  no  de  Melibea;  e  en  todo  lo  que  me  as 
gloriado,  Sempronio,  sin  proporción  ni  comparación  se 
5  auentaja  Melibea.  Miras  la  nobleza  z  antigüedad  de  su  linaje? 
el  grandissimo  patrimonio?  el  excelentísimo  ingenio  ?  las 
resplandescientes  virtudes?  la  altitud  z  inefable  gracia?  la 
soberana  hermosura?  de  la  qual  te  ruego  me  dexes hablar  vn 
poco,  porque  aya  algún  refrigerio,  z  lo  que  te  dixere  sera 
10  de  lo  descubierto,  que  si  de  lo  oculto  yo  hablar  te  supiera, 
no  nos  fuera  necessario  altercar  tan  miserablemente  estas 
razones. 

Sempronio.  Que  mentiras,  z  que  locuras  dirá  agora  este 
cautiuo  de  mi  amo ! 
15        Calisto.  Como  es  esso  ? 

Sempronio.  Dixe  que  digas,  que  muy  gran  plazer  haure 
de  lo  oyr.  Asi  te  medre  Dios,  como  me  sera  agradable  esse 
sermón. 

Calisto.  Que? 

20       Sempronio.  Que  assi  me  medre  Dios,  como  me  sera  gra- 
cioso de  oyr. 

Calisto.  Pues  porque  ayas  plazer,  yo  lo  figurare  por  partes 
mucho  por  estenso. 

Sempronio.  Duelos  tenemos:  esto  es  tras  lo  que  yo 
25    andaua.  De  passar  se  haura  ya  esta  importunidad. 

Calisto.  Comienco  por  los  cabellos :  vees  tu  las  madexas 
del  oro  delgado  que  hilan  en  Arabia?  Mas  lindos  son  z  no 
resplandecen  menos.  Su  longura  hasta  el  postrero  assiento  de 
sus  pies :  después,  crinados  z  atados  con  la  delgada  cuerda, 
30  como  ella  se  los  pone,  no  ha  mas  menester  paraconuertir  los 
hombres  en  piedras. 

Sempronio.  Mas  en  asnos. 

Calisto.  Que  dizes  ? 


t 


Sempronio.  Dixe  que  essos  tales  no  serian  cerdas  de  asno. 

Calisto.  Veed,  que  torpe,  z  que  comparación ! 
^Sempronio.  Tu  cuerdo. 

Calisto.  Los  ojos  verdes,  rasgados,  las  pestañas  luengas, 
las  cejas  delgadas  z  aleadas,  la  nariz  mediana,  la  boca 
pequeña,  los  dientes  menudos  z  blancos,  los  labrios  colo- 
rados z  grosezuelos,  el  torno  del  rostro  poco  mas  luengo 
que  redondo,  el  pecho  alto,  la  redondeza  z  forma  de  las 
pequeñas  tetas,  quien  tela  podra  figurar?  que  se  despereza 
el  hombre  quando  las  mira!  La  tez  lisa  lustrosa,  el  cuero 
suyo  escuresce  la  nieue,  la  color  mezclada,  qual  ella  la  esco- 
gió para  si. 

Sempronio.  En  sus  treze  esta  este  necio. 

Calisto.  Las  manos  pequeñas  en  mediana  manera,  de 
dulce  carne  acompañadas;  los  dedos  luengos,  las  vñas  en 
ellos  largas  z  coloradas,  que  parescen  rubies  entre  perlas. 
Aquella  proporción  que  veer  yo  no  pude,  no  sin  duda  por 
el  bulto  de  fuera  juzgo  incomparablemente  ser  mejor  que  la 
que  Paris  juzgo  entre  las  tres  deesas. 

Sempronio.  Has  dicho? 

Calisto.  Quan  breuemente  pude. 

Sempronio.  Puesto  que  sea  todo  esso  verdad,  por  ser  tu 
hombre  eres  mas  digno. 
Calisto.  En  que? 

Sempronio.  En  que  ella  es  imperfeta,  por  el  qual  defeto 
desea  z  apetece  a  ti,  z  a  otro  menor  que  tu.  No  as  leydo 
el  filosofo  do  dize :  assi  como  la  materia  apetece  a  la  forma, 
asi  la  mujer  al  varón  ? 

Calisto.  O  triste,  z  quando  veré  yo  esso  entre  mi  z 
Melibea! 

Sempronio.  Posible  es,  z  avn  que  la  aborrezcas  quanto 
agora  la  amas,  podra  ser  alcanzándola,  z  viéndola  con  otros 
ojos,  libres  del  engaño  en  que  agora  estas. 


—  12  — 


C alisto.  Con  que  ojos  ? 

Sempronio.  Con  ojos  claros.  v 
Calisto.  z  agora,  con  que  la  veo? 

Sempronio.  Con  ojos  de  alinde,  con  que  lo  poco  parece 
5     mucho,  z  lo  pequeño  grande.  E  porque  no  te  desesperes,  yo 
quiero  tomar  esta  empresa  de  complir  tu  desseo. 

Calisto.  O,  Dios  te  de  lo  que  desseas,  que  glorioso  me 
es  oyrte,  avnque  no  espero  que  lo  has  de  hazer! 
Sempronio.  Antes  lo  haré  cierto. 
10        Calisto.  Dios  te  consuele.  El  jubón  de  brocado  que  ayer 
vesti,  Sempronio,  vístetele  tu. 

Sempronio.  Prospérete  Dios  por  este  z  por  muchos  mas 
que  me  darás.  De  la  burla  yo  me  lleuo  lo  mejor:  con  todo, 
si  destos  aguijones  me  da,  traergela  he  hasta  la  cama. 
15     Bueno  ando!  Hazelo  esto  que  me  dio  mi  amo  ;  que  sin  mer- 
ced, impossible  es  obrarse  bien  ninguna  cosa. 
Calisto.  No  seas  agora  negligente. 

Sempronio.  No  lo  seas  tu  ;  que  impossible  es  fazer  sieruo 
diligente  el  amo  perezoso. 
20       Calisto.  Como  has  pensado  de  fazer  esta  piedad  ? 

Sempronio.  Yo  te  lo  diré.  Dias  ha  grandes  que  conozco 
en  fin  desta  vezindad  vna  vieja  barbuda  que  se  dize 
Celestina,  hechizera,  astuta,  sagaz  en  quantas  maldades 
ay.  Entiendo  que  passan  de  cinco  mili  virgos  los  que  se 
25  han  hecho  z  deshecho  por  su  auctoridad  en  esta  cibdad.  A 
las  duras  peñas  promouera  z  prouocara  a  luxuria,  si  quiere. 

Calisto.  Podríala  yo  fablar  ? 

Sempronio.  Yo  te  la  traeré  hasta  acá.  Por  esso  aparéjate  ; 
seyle  gracioso,  seyle  franco:  estudia,  mientra  vo  yo,  de  le 
30    dezir  tu  pena  tan  bien  como  ella  te  dará  el  remedio. 
Calisto.  Y  tardas  ? 

Sempronio.  Ya  voy:  quede  Dios  contigo. 

Calisto.   z  contigo  vaya.  O  todopoderoso,  perdurable 


Dios!  tu  que  guias  los  perdidos,  e  los  reyes  orientales  por 
el  estrella  precedente  a  Belén  truxiste,  z  en  su  patria  los 
reduxiste,  humilmente  te  ruego  que  guies  a  mi  Sempronio, 
en  manera  que  conuierta  mi  pena  z  tristeza  en  gozo,  z  yo 
indigno  merezca  venir  en  el  deseado  fin.  5 

Celestina.  Albricias,  albricias,  Elicia.  Sempronio,  Sem- 
pronio. 

Elicia.  Ce,  ce,  ce. 

Celestina.  Porque  ? 

Elicia.  Porque  esta  aqui  Crito.  10 
Celestina.  Mételo  en  la  camarilla  de  las  escobas :  presto. 
Dile  que  viene  tu  primo  z  mi  familiar. 

Elicia.  Crito,  retráete  ay.  Mi  primo  viene  :  perdida  soy. 
Crito.  Plazeme,  no  te  congoxes. 

Sempronio.  Madre  bendita!  Que  desseo  traygo  !  Gracias  a  15 
Dios  que  te  me  dexo  ver. 

Celestina.  Fijo  mió,  rey  mió,  turbado  me  has  :  no  te 
puedo  fablar.  Torna  z  dame  otro  abraco,  z  tres  dias  podiste 
estar  sin  vernos?  Elicia,  Elicia,  cátale  aqui. 

Elicia.  A  quien,  madre?  20 

Celestina.  Sempronio. 

Elicia.  Ay  triste  !  Que  saltos  me  da  el  coracon  !  z  que 
es  del  ? 

Celestina.  Vesle  aqui,  vesle.  Yo  me  lo  abracare,  que  no  tu. 

Elicia.  Ay  !   maldito  seas,  traydor.  Postemas  landre  te  25 
mate,  z  a  manos  de  tus  enemigos  mueras,  z  por  crimines 
dignos  de  cruel  muerte  en  poder  de  rigurosa  justicia  te 
veas  !  Ay,  ay  ! 

Sempronio.  Hy,  hy,  hy!  Que  has,  mi  Elicia?  de  que  te 
congoxas?  30 

Elicia.  Tres  dias  ha  que  no  me  ves.  Nunca  Dios  te  vea ; 
nunca  Dios  te  consuele  ni  visite.  Guay  de  la  triste  que  en 
ti  tiene  su  esperanza  z  el  fin  de  todo  su  bien  ! 


—  14  — 

Sempronio.  Calla,  señora  mia  ;  tu  piensas  que  la  distancia 
del  lugar  es  poderosa  de  apartar  el  entrañable  amor,  el  fuego 
que  esta  en  mi  coracon?  Do  yo  vo,  comigo  vas,  comigo 
estas:  no  te  aflijas*  ni  me  atormentes  mas  de  lo  que  yo  he 
padecido.  Mas  di,  que  passos  suenan  arriba? 

Elicia.  Quien  ?  Vn  mi  enamorado. 

Sempronio.  Pues  creólo. 

Elicia.  A  la  he,  verdad  es  :  sube  alia  z  verle  has. 
Sempronio.  Voy. 

Celestina.  Anda  acá  :  dexa  essa  loca,  que  ella  es  liuiana, 
z  turbada  de  tu  absencia,  sacasla  agora  de  seso.  Dirá  mili 
locuras.  Ven  z  fablemos  :  no  dexemos  passar  el  tiempo  en 
balde. 

Sempronio.  Pues  quien  esta  arriba? 
Celestina.  Quiereslo  saber? 
Sempronio.  Quiero. 

Celestina.  Vna  moca  que  me  encomendó  vn  frayle. 
Sempronio.  Que  frayle? 
Celestina.  No  lo  procures. 
Sempronio.  Por  mi  vida,  madre,  que  frayle? 
Celestina.  Porfías?  El  ministro,  el  gordo. 
Sempronio.  O  desauenturada,  z  que  carga  espera! 
Celestina.  Todo  lo  leuamos.  Pocas  mataduras  as  tu  visto 
en  la  barriga. 

Sempronio.  Mataduras  no,  mas  petreras  si. 
Celestina.  Ay  burlador ! 

Sempronio.  Dexa  si  soy  burlador,  z  muestramela.^ 
Elicia.  Ha!  don  maluado,  verla  quieres?  Los  ojos  se  te 

salten  :  que  no  basta  a  ti  vna  ni  otra.  Anda,  veela,  z  dexa  a 

mi  para  siempre. 

Sempronio.  Calla,  dios  mió,  z  enojaste?  que  ni  la  quiero 

veer  a  ella  ni  a  muger  nascida.  A  mi  madre  quiero  fablar,  z 

quedare  a  Dios. 


—  i5  — 


Elicia.  Anda,  anda,  vete,  desconoscido,  z  esta  otros  tres 
años  que  no  me  bueluas  a  ver. 

Sempronio.  Madre  mia,  bien  ternas  confianca,  z  creerás 
que  no  te  burlo.  Toma  el  manto,  z  vamos :  que  por  el 
camino  sabrás  lo  que  si  aqui  me  tardasse  en  dezirte,  impe-  5 
diria  tu  prouecho  z  el  mió. 

Celestina.   Vamos.  Elicia,   quédate  a  Dios,   cierra  la 
puerta.  Adiós,  paredes. 

Sempronio.  O  madre  mia,  todas  cosas  dexadas  aparte, 
solamente  se  atenta,  z  ymagina  en  lo  que  te  dixere ;  z  no  10 
derrames  tu  pensamiento  en  muchas  partes3  que  quien  junto 
en  diuersos  lugares  le  pone,  en  ninguno  le  tiene,  sino  por 
caso  determina  lo  cierto,  z  quiero  que  sepas  de  mi  lo  que  no 
has  oydo,  e  es  que  jamas  pude,  después  que  mi  fe  contigo 
puse,  desear  bien  de  que  no  te  cupiesse  parte.  1 5 

Celestina.  Parta  Dios,  fijo,  de  lo  suyo  contigo,  que  no 
sin  causa  lo  hará,  siquiera  porque  has  piedad  desta  pecadora 
de  vieja.  Pero  di,  no  te  detengas;  que  la  amistad  que  entre 
ti  z  mi  se  afirma,  no  ha  menester  preámbulos,  ni  correlarios, 
ni  aparejos  para  ganar  voluntad.  Abreuia  z  ven  al  fecho;  que  20 
vanamente  se  dize  por  muchas  palabras  lo  que  por  pocas  se 
puede  entender. 

Sempronio.  Assi  es:  Calisto  arde  en  amores  de  Melibea; 
de  ti  z  de  mi  tiene  necessidad.  Pues  juntos  nos  ha  menester, 
juntos  nos  aprouechemos :  que  conoscer  el  tiempo  z  vsar  25 
el  hombre  de  la  oportunidad,  haze   los   hombres  pros- 
peros. 

Celestina.  Bien  as  dicho,  al  cabo  estoy:  basta  para  mi 
mescer  el  ojo.  Digo,  que  me  alegro  destas  nueuas,  como  los 
cirujanos  de  los  descalabrados.  E  como  aquellos  dañan  en  30 
los  principios  las  llagas  z  encarecen  el  prometimiento  de  la 
salud,  assi  entiendo  yo  fazer  a  Calisto.  Alargarle  he  la  certe- 
nidad  del  remedio,  porque,  como  dizen,  el  esperanza  luenga 


-  té  — 

aflige  el  coracon,  z  quanto  el  la  perdiere,  tanto  ge  la  pro- 
mete. Bien  me  entiendes. 

Sempronio.  Callemos,  que  ala  puerta  estamos;  z  como 
dizen,  las  paredes  han  oydos. 

Celestina.  Llama. 

Sempronio.  Tha,  tha,  tha. 

Calisto.  Parmeno. 

Parmeno.  Señor. 

Calisto.  No  oyes,  maldito  sordo  ? 

Parmeno.  Qus  es,  señor? 

Calisto.  A  la  puerta  llaman;  corre. 

Parmeno.  Quien  es  ? 

Sempronio.  Abre  a  mi  z  a  esta  dueña. 

Parmeno.  Señor,  Sempronio  z  vna  puta  vieja  alcoholada 
dauan  aquellas  porradas. 

Calisto.  Calla,  calla,  maluado,  que  es  mi  tia:  corre, 
corre,  abre.  Siempre  lo  vi,  que  por  huyr  hombre  de  vri 
peligro,  cae  en  otro  mayor.  Por  encubrir  yo  este  fecho  de 
Parmeno,  a  quien  amor,  o  fidelidad,  o  temor  pusieran  freno, 
cay  en  indignación  desta  que  no  tiene  menor  poderío  en 
mi  vida  que  Dios. 

Parmeno.  Porque,  señor,  te  matas?  Porque,  señor,  te 
congoxas  ?  z  tu  piensas  que  es  vituperio  en  las  orejas  desta 
el  nombre  que  la  llame?  No  lo  creas ;  que  assi  se  glorifica  en 
le  oyr,  como  tu  quando  dizen  :  diestro  cauallero  es  Calisto. 
E  demás  desto  es  nombrada,  z  por  tal  titulo  conocida.  Si 
entre  cient  mugeres  va,  z  alguno  dize  puta  vieja,  sin  ningún 
empacho  luego  buelue  la  cabeca,  z  responde  con  alegre 
cara.  En  los  conbites,  en  las  fiestas,  en  las  bodas,  en  las 
confadrias,  en  los  mortuorios,  en  todos  los  ayuntamien- 
tos de  gentes,  con  ella  passan  tiempo.  Si  passa  por  los  I 
perros,  aquello  suena  su  ladrido ;  si  esta  cerca  las  aues,  otra 
Cd§a  no  cantan;  si  cerca  los  ganados,  balando  lo  pre-  1 


—  17  — 


gonan ;  si  cerca  las  bestias,  rebuznando  dizen  puta  vieja. 
Las  ranas  de  los  charcos  otra  cosa  no  suelen  mentar  ; 
si  va  entre  los  herreros,  aquello  dizen  sus  martillos,  carpinte- 
ros z  armeros,  herradores,  caldereros,  arcadores.  Todo  oficio 
de  instrumento  forma  en  el  ayre  su  nombre  :  cantanla  los  5 
carpinteros;  peynanla  los  peynadores,  texedores ;  labradores 
en  las  huertas,  en  las  aradas,  en  las  viñas,  en  las  segadas,  con 
ella  passan  el  afán  cotidiano  :  al  perder  en  los  tableros, 
luego  suenan  sus  loores  :  todas  cosas  que  son  fazen,  a  do 
quiera  que  ella  esta,  el  tal  nombre  representan.  O  que  10 
comedor  de  hueuos  asados  era  su  marido !  Que  quieres 
mas !  sino  si  vna  piedra  toca  con  otra,  luego  suena  puta 
vieja ! 

Calisto.  z  tu  como  lo  sabes  y  la  conosces  ? 

Parmeno.  Saberlo  has.  Dias  grandes  son  passados  que  mi  15 
madre,  muger  pobre,  moraua  en  su  vezindad,  la  qual,  rogada 
por  esta  Celestina,  me  dio  a  ella  por  simiente,  avnque  ella 
no  me  conoce,  por  lo  poco  que  la  serui,  z  por  la  mudanza 
que  la  edad  ha  hecho. 

Calisto.  De  que  la  seruias  ?  20 

Parmeno.  Señor,  yua  a  la  placa,  z  trayale  de  comer,  z 
acompañauala  :  suplia  en  aquellos  menesteres  que  mi  tierna 
merca  bastaua.  Pero  de  aquel  poco  tiempo  que  la  serui, 
recogia  la  nueua  memoria  lo  que  la  vejez  no  ha  podido 
quitar.  Tiene  esta  buena  dueña  al  cabo  de  la  cibdad,  alia  25 
cerca  de  las  tenerias  en  la  cuesta  del  rio,  vna  casa  apartada, 
medio  cayda,  poco  compuesta  z  menos  abastada.  Ella  tenia 
seys  oficios,  conuiene  a  saber  :  labrandera,  perfumera, 
maestra  de  fazer  afeytes  z  de  fazer  virgos,  alcahueta,  z  vn 
poquito  hechizera.  Era  el  primero  oficio  cobertura  de  los  30 
otros,  so  color  del  qual  muchas  mogas  destas  simientes 
entrauan  en  su  casa  a  labrarse,  z  a  labrar  camisas  z  gorgue- 
ras  z  otras  muchas  cosas.  Ninguna  venia  sin  torrezno,  trigo, 


—  18  — 


harina,  o  jarro  de  vino,  z  de  las  otras  prouisiones  que  podían 
a  sus  amas  furtar,  z  avn  otros  furtillos  de  mas  qualidad  allí 
se  encubrían.  Asaz  era  amiga  de  estudiantes,  z  despenseros, 
z  mogos  de  abades  :  e  a  estos  vendía  ella  aquella  sangre 
5  innocente  de  las  cuytadillas,  la  qual  ligeramente  auenturauan 
en  esfuerco  de  la  restitución  que  ella  les  prometió.  Subió  su 
fecho  a  mas  :  que  por  medio  de  aquellas,  comunicaua  con 
las  mas  encerradas,  hasta  traher  a  execucion  su  proposito,  z 
aquestas,  en  tiempo  onesto  como  estaciones,  processiones 

10  de  noche,  missas  del  gallo,  missas  del  alúa,  z  otras  secretas 
deuociones,  muchas  encubiertas  vi  entrar  en  su  casa  :  tras 
ellas  hombres  descalzos,  contritos,  z  rebocados,  desatacados, 
que  entrauan  alli  a  llorar  sus  pecados.  Que  tráfagos,  si  pien- 
sas, traya?  faziase  física  de  niños,  tomaua  estambre  de  vnas 

15  casas,  daualo  a  filar  en  otras,  por  achaque  de  entrar  en  todas. 
Las  vnas,  madre  acá;  las  otras,  madre  acullá;  cata  la  vieja, 
ya  viene  el  ama,  de  todos  muy  conocida.  Con  todos  estos 
afanes,  nunca  pasaua  sin  missa  ni  bisperas;  ni  dexaua 
monesterios  de  frayles  ni  de  monjas  :  esto  porque  alli  fazia 

20  ella  sus  aleluyas  z  conciertos,  z  en  su  casa  fazia  perfumes, 
falsaua  estoraques,  menjuy,  animes,  ámbar,  algalia,  poluillos, 
almizcles,  mosquetes.  Tenia  vna  cámara  llena  de  alambiques, 
de  redomillas,  de  barrilejos  de  barro,  de  vidrio,  de  arambre, 
de  estaño,  hechos  de  mili  faziones  ;  hazia  solimán,  afeyte 

25  cozido,  argentadas,  bujelladas,  cerillas,  llanillas,  vnturillas, 
lustres,  luzentores,  clarimientes,  alualinos,  e  otras  aguas  de 
rostro,  de  rasuras  de  gamones,  de  cortezas  de  spantalobos, 
de  taraguntia,  de  hieles,  de  agraz,  de  mosto,  destiladas  z 
acucaradas.  Adelgazaua  los  cueros  con  <;umos  de  limones, 

30  con  turuino,  con  tuétano  de  corqo  z  de  garca,  z  otras  confa- 
ciones.  Sacaua  aguas  para  oler  de  rosas,  de  azahar,  de  jasmin, 
de  trébol,  de  madreselua,  z  clauellinas  mosquetas  z  almiz- 
cladas, poluorizadas  con  vino.  Hazia  lexias  para  enrubiar, 


—  19  — 


de  sarmientos,  de  carrasca,  de  centeno,  de  marrubios,  con 
salitre,  con  alumbre,  z  millifolia,  z  otras  diuersas  cosas.  E 
los  vntos  z  mantecas  que  tenia,  es  hastio  de  dezir  :  de  vaca, 
de  osso,  de  cauallos,  z  de  camellos,  de  culebra,  z  de  conejo, 
de  vallena,  de  garc,a,  z  de  alcarauan,  z  de  gamo,  z  de  gato  5 
montes,  z  de  texon,  de  harda,  de  herizo,  de  nutria.  Apare- 
jos para  baños  :  esto  es  vna  marauilla,  de  las  yemas  z  rayzes 
que  tenia  en  el  techo  de  su  casa  colgadas  :  manganilla  z 
romero,  maluaviscos,  culantrillo,  coronillas,  flor  de  saúco 
z  de  mostaza,  espliego  z  laurel  blanco,  tortarosa  z  gramo-  10 
nilla,  flor  saluaje  z  higueruela,  pico  de  oro  z  hoja  tinta. 
Los  azeytes  que  sacaua  para  el  rostro,  no  es  cosa  de  creer. 
De  estoraque,  z  de  jazmin,  de  limón,  de  pepitas,  de  viole- 
tas, de  menjuy,  de  alfocigos,  de  piñones,  de  granillo,  de 
a^ofeyfas,  de  neguilla,  de  altramuzes,  de  aruejas,  z  de  cari-  15 
lias,  z  de  yerua  paxarera ;  e  vn  poquillo  de  balsamo  tenia  ella 
en  vna  redomilla,  que  guardaua  para  aquel  rascuño  que  tiene 
por  las  narizes.  Esto  de  los  virgos,  vnos  fazia  de  bexiga,  z 
otros  curaua  de  punto.  Tenia  en  vn  tabladillo,  en  vna  caxuela 
pintada,  agujas  delgadas  de  pellejeros,  z  hilos  de  seda  encera-  20 
dos,  z  colgadas  allí  rayzes  de  hojaplasma  z  fuste  sanguino, 
cebolla  albarrana,  z  cepacauallo  :  hazia  con  esto  marauillas, 
que  quando  vino  por  aqui  el  embaxador  francés,  tres  vezes 
vendió  por  virgen  vna  criada  que  tenia. 

Calisto.  Asi  pudiera  ciento.  25 
Parmeno.  Si,  santo  Dios !  z  remediaua  por  caridad  muchas 
huérfanas  z  erradas  que  se  encomendauan  a  ella.  E  en  otro 
apartado  tenia  para  remediar  amores,  z  para  se  querer  bien. 
Tenia  huessos  de  coraron  de  cieruo,  lengua  de  biuora,  cabe- 
cas  de  codornizes,  sesos  de  asno,  tela  de  cauallo,  mantillo  de  30 
niño,  haua  morisca,  guija  marina,  soga  de  ahorcado,  flor  de 
yedra,  espina  de  erizo,  pie  de  texo,  granos  de  helehecho,  la 
piedra  del  nido  del  águila,  z  otras  mili  cosas.  Venían  a  ella 


—  20  — 


muchos  hombres  z  mugeres ;  z  a  vnos  demandaua  el  pan  do 
mordían,  a  otros  de  su  ropa,  a  otros  de  sus  cabellos  :  a  otros 
pintaua  en  la  palma  letras  con  azafrán,  a  otros  con  bermellón, 
a  otros  daua  vnos  corazones  de  cera  llenos  de  agujas  quebra- 
5  das,  z  otras  cosas  en  barro  z  en  plomo  hechas,  muy  espan- 
tables al  ver.  Pintaua  figuras,  dezia  palabras  en  tierra.  Quien 
te  podra  dezir  lo  que  esta  vieja  fazia?  z  todo  era  burla  z 
mentira. 

Calisto.  Bien  esta,  Parmeno,  dexalo  para  mas  oportuni- 

io  dad.  Asaz  soy  de  ti  auisado,  tengotelo  en  gracia.  No  nos 
detengamos,  que  la  necessidad  desecha  la  tardanza.  Oye, 
aquella  viene  rogada  ;  espera  mas  que  deue  :  vamos,  no  se 
indigne.  Yo  temo,  z  el  temor  reduze  la  memoria  z  a  la  pro- 
uidencia  despierta.  Sus  :  vamos,  proueamos.  Pero  ruegote, 

15  Parmeno,  la  embidia  de  Sempronio,  que  en  esto  me  sirue  z 
complaze,  no  ponga  impedimento  en  el  remedio  de  mi  vida  : 
que  si  para  el  houo  jubón,  para  ti  no  faltara  sayo.  Ni  pienses 
que  tengo  en  menos  tu  consejo  z  auiso  que  su  trabajo  z 
obra  :  como  lo  espiritual  sepa  yo  que  precede  a  lo  corporal, 

20  z  que  puesto  que  las  bestias  corporalmente  trabajen  mas  que 
los  hombres,  por  esso  son  pensadas  z  curadas,  pero  no  ami- 
gas dellos.  En  la  tal  diferencia  seras  comigo  en  respeto  de 
Sempronio;  z  so  secreto  sello,  pospuesto  el  dominio,  por 
tal  amigo  a  ti  me  concedo. 

25  Parmeno.  Quexome,  Calisto,  de  la  dubda  de  mi  fidelidad 
z  seruicio,  por  los  prometimientos  z  amonestaciones  tuyas. 
Quando  me  viste,  señor,  embidiar,  o  por  ningún  interesse 
ni  resabio  tu  prouecho  estorcer  ? 

Calisto.  No  te  escandalizes  :  que  sin  dubda  tus  costum- 

30  bres  z  gentil  crianca  en  mis  ojos  ante  todos  los  que  me  simen 
están.  Mas  como  en  caso  tan  arduo,  do  todo  mi  bien  z  vida 
pende,  es  necessario  proueer,  proueo  a  los  contescimientos  : 
como  quiera  que  creo  que  tus  buenas  costumbres  sobre  buen 


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natural  flore-scen,  como  el  buen  natural  sea  principio  del  artifi- 
cio. E  no  mas,  sino  vamos  a  ver  la  salud. 

Celestina.  Pasos  oyó  :  acá  descienden.  Haz,  Sempronio, 
que  no  lo  oyes;  escucha,  zdexame  hablar  lo  que  a  ti  z  a  mi 
conuiene.  5 

Sempronio.  Habla. 

Celestina.  No  me  congoxes,  ni  me  importunes  :  que  sobre- 
cargar el  cuydado,  es  aguijar  al  animal  congoxoso.  Assi  sien- 
tes la  pena  de  tu  amo  Calisto,  que  parece  que  tu  eres  el  z  el 
tu,  z  que  los  tormentos  son  en  vn  mismo  subjeto.  Pues  cree  10 
que  yo  no  vine  acá  por  dexar  este  pleyto  indeciso,  o  morir 
en  la  demanda. 

Calisto.  Parmeno,  detente,  ce,  escucha,  que  hablan  estos  : 
veamos  en  que  viuimos.  O  notable  muger,  o  bienes  munda- 
nos, indignos  de  ser  poseydos  de  tan  alto  coraron  !  O  fiel  z  15 
verdadero  Sempronio  !  Has  visto,  mi  Parmeno  ?  oyste  ?  tengo 
razón  ?  Que  me  dizes,  rincón  de  mi  secreto,  z  consejo  z  alma 
mia  ? 

Parmeno.  Protestando  mi  innocencia  en  la  primera  sos- 
pecha, z  cumpliendo  con  la  fidelidad,  porque  te  me  conce-  20 
diste,  hablare.  Oyeme,  z  el  afecto  no  te  ensorde,  ni  la  espe- 
ranza del  deleyte  te  ciegue.  Tiemplate,  z  no  te  apresures; 
que  muchos,  con  codicia  de  dar  en  el  fiel,  yerran  el  blanco. 
Avnque  soy  moco,  cosas  he  visto  asaz,  z  el  seso  z  la  vista 
de  las  muchas  cosas  demuestran  la  experiencia.  De  verte  o  de  25 
oyrte  descender  por  la  escalera,  parlan  lo  que  estos  fingida- 
mente han  dicho,  en  cuyas  falsas  palabras  pones  el  fin  de  tu 
deseo. 

Sempronio.  Celestina,  ruynmente  suena  lo  que  Parmeno 
dize.  3° 

Celestina.  Calla,  que  para  la  mi  santiguada,  do  vino  el 
asno  vendrá  el  albarda.  Dexame  tu  a  Parmeno,  que  yo  te  le 
haré  vno  de  nos  :  z  de  lo  que  houieremos,  démosle  parte ; 


—  22  — 


que  los  bienes,  si  no  son  comunicados,  no  son  bienes.  Gane- 
mos todos,  partamos  todos,  holguemos  todos  :  yo  te  le  traeré 
manso  z  benigno  a  picar  el  pan  en  el  puño,  z  seremos  dos 
a  dos,  z  como  dizen,  tres  al  mohíno. 
5        Calisto.  Sempronio. 
Sempronio.  Señor. 

Calisto.  Que  hazes,  llaue  de  mi  vida?  Abre.  O  Parmeno, 
ya  la  veo;  sano  soy,  viuo  so.  Miras  que  reuerenda  persona? 
que  acatamiento?  Por  la  mayor  parte,  por  la  philosomia  es 

io  conocida  la  virtud  interior.  O  vejez  virtuosa!  O  virtud  enueje- 
cida !  O  gloriosa  esperanza  de  mi  desseado  fin !  O  fin  de  mi 
deleytosa  esperanza  !  O  salud  de  mi  passion,  reparo  de  mi 
tormento,  regeneración  mia,  viuificacion  de  mi  vida,  resur- 
recion  de  mi  muerte !  Deseo  llegar  a  ti,  cobdicio  besar  essas 

15  manos  llenas  de  remedio.  La  indignidad  de  mi  persona  lo 
embarga.  Dende  aqui  adoro  la  tierra  que  huellas  z  en  reue- 
rencia  tuya  beso. 

Celestina.  Sempronio,  de  aquellas  viuo  yo  ?  Los  huessos 
que  yo  roy  piensa  este  necio  de  tu  amo  de  darme  a  comer  : 

20  pues  al  le  sueño,  al  freyr  lo  vera.  Dile  que  cierre  la  boca  z 
comience  abrir  la  bolsa,  que  de  las  obras  dudo,  quanto  mas 
de  las  palabras.  Xo,  que  te  estriego,  asna  coxa  :  mas  hauias 
de  madrugar. 

Parmeno.  Guay  de  orejas  que  tal  oyen !  Perdido  es,  quien 
25     tras  perdido  anda.  O  Calisto  desauenturado,  abatido,  ciego! 
z  en  tierra  esta  adorando  a  la  mas  antigua  z  puta  tierra,  que 
fregaron  sus  espaldas  en  todos  los  burdeles !  Deshecho  es, 
vencido  es,  caydo  es,  no  es  capaz  de  ninguna  redención,  ni 
consejo,  ni  esfuerco. 
3o       Calisto.  Que  dezia  la  madre?  Paresceme  que  pensaua  que 
le  ofrescia  palabras  por  escusar  galardón. 
Sempronio.  Assi  lo  sentí. 

Calisto.  Pues  ven  comigo,  trae  las  llaues,  que  yo  sanare 
su  duda. 


Sempronio.  Bien  faras,  z  luego  vamos ;  que  no  se  deue 
dexar  crescer  la  yerua  entre  los  panes,  ni  la  sospecha  en  los 
coracones  de  los  amigos,  sino  alimpiarla  luego  con  el  escar- 
dilla de  las  buenas  obras. 


■^Celestina.  Plazeme,  Parmeno,  que  hauemos  auido  opor- 
tunidad para  que  conozcas  el  amor  mió  contigo,  z  la  parte 
que  en  mi  inmérito  tienes  ;  z  digo  inmérito,  por  lo  que  te  he 
oydo  dezir,  de  que  no  hago  caso.  Porque  virtud  nos  amonesta 
sufrir  las  tentaciones,  z  no  dar  mal  por  mal;  z  especial  10 
quando  somos  tentados  por  mo^os,  z  no  bien  instruios  en  lo 
mundano,  en  que  con  necia  lealdad  pierdan  a  si  z  sus  amos, 
como  agora  tu  a  Calisto.  Bien  te  oy ;  z  no  pienses  que  el  oyr 
con  los  otros  exteriores  sesos  mi  vejez  aya  perdido  :  que  no 
solo  lo  que  veo,  oyó  z  conozco,  mas  avn  lo  intrinseco  con  15 
los  intelectuales  ojos  penetro.  Has  de  saber,  Parmeno,  que 
Calisto  anda  de  amor  quexoso ;  z  no  lo  juzgues  por  eso  por 
flaco,  que  el  amor  imperuio  todas  las  cosas  vence,  z  sabe,  si 
no  sabes,  que  dos  conclusiones  son  verdaderas  :  la  primera, 
que  es  ,forcoso  el  hombre  amar  a  la  muger  z  la  muger  al  20 
hombre;  la  segunda,  que  el  que  verdaderamente  ama,  es 
necessario  que  se  turbe  con  la  dulcura  del  soberano  deleyte 
que  por  el  hazedor  de  las  cosas  fue  puesto,  porque  el  linaje 
de  los  hombres  perpetuase,  sin  lo  qual  peresceria.  E  no 
solo  en  la  humana  especie,  mas  en  los  pesces,  en  las  bestias,  25 
en  las  aues,  en  las  reptilias,  e  en  lo  vegetatiuo  algunas 
plantas  han  este  respeto,  si  sin  interposición  de  otra  cosa 
en  poca  distancia  de  tierra  están  puestas  :  en  que  ay  deter- 
minación de  heruolarios  z  agricultores  ser  machos  z 
hembras.  Que  dirás  a  esto,  Parmeno  ?  Neciuelo,  loquito,  30 
angélico,  perlica,  simplezico,  lobitos  en  tal  gestico  ? 
Llégate  acá,  putico,  que  no  sabes  nada  del  mundo,  ni 
de  sus  deleytes.  Mas  rauia  mala  me  mate,  si  te  llego  a 


Calisto.  Astuto  hablas,  vamos,  z  no  tardemos. 


5 


—  24  — 

mi,  avnque  vieja ;  que  la  voz  tienes  ronca,  las  barbas 
te  apuntan.  Mal  sosegadilla  deues  tener  la  punta  de  la 
barriga. 

Parmeno.  Como  cola  de  alacrán. 
5        Celestina,  z  avn  peor  :  que  la  otra  muerde  sin  hinchar, 
z  la  tuya  hincha  por  nueue  meses. 
Parmeno.  Hy,  hy,  hy! 
Celestina.  Rieste,  landrezilla,  fijo  ? 

Parmeno.  Calla,  madre,  no  me  culpes,  ni  me  tengas, 
10  avnque  mo^o,  por  insipiente.  Amo  a  Calisto,  porque  le  deuo 
fidelidad,  por  enanca,  por  beneficios,  por  ser  del  honrrado  z 
bien  tratado,  que  es  la  mayor  cadena  que  el  amor  del  seruidor 
al  seruicio  del  señor  prende,  quanto  lo  contrario  aparta.  Veole 
perdido  ;  z  no  ay  cosa  peor,  que  yr  tras  desseo  sin  esperanza 
15  de  buen  fin;  z  especial,  pensando  remediar  su  hecho  tan 
arduo  z  difícil  con  vanos  consejos  z  necias  razones  de  aquel 
bruto  Sempronio,  que  es  pensar  sacar  aradores  a  pala  z  aca- 
don.  No  lo  puedo  sufrir;  digolo,  z  lloro. 

Celestina.  Parmeno,  tu  no  vees  que  es  necedad  o  simpleza 
20    llorar  por  lo  que  con  llorar  no  se  puede  remediar  ? 

Parmeno.  Por  esso  lloro,  que  si  con  llorar  fuesse  possible 
traer  a  mi  amo  el  remedio,  tan  grande  seria  el  plazer  de  la  tal 
esperanza,  que  de  gozo  no  podria  llorar ;  pero  assi  perdida  ya 
la  esperanza,  pierdo  el  alegría,  z  lloro. 
25  Celestina.  Lloraras  sin  prouecho  por  lo  que  llorando 
estoruar  no  podras,  ni  sanarlo  presumas.  A  otros  no  ha  con- 
tecido  esto,  Parmeno  ? 

Parmeno.  Si ;  pero  a  mi  amo  no  le  querría  doliente. 
Celestina.  No  lo  es  :  mas  avnque  fuesse  doliente,  podria 
30  sanar. 

Parmeno.  No  curo  de  lo  que  dizes,  porque  en  los  bienes 
mejor  es  el  acto  que  la  potencia;  z  en  los  males  mejor  la 
potencia  que  el  acto.  Assi  que  mejor   es  ser  sano,  que 


—  25  — 

poderlo  ser  ;  z  mejor  es  poder  ser  doliente,  que  ser  enfermo 
por  acto,  z  por  tanto  es  mejor  tener  la  potencia  en  el  mal, 
que  el  acto. 

Celestina.  O  maluado,  como  que  no  se  te  entiende !  Tu 
no  sientes  su  enfermedad.  Que  has  dicho  hasta  agora?  De  5 
que  te  quexas  ?  Pues  burla,  o  di  por  verdad  lo  falso,  z  cree 
lo  que  quisieres  :  que  el  es  enfermo  por  acto,  z  el  poder  ser 
sano  es  en  mano  desta  flaca  vieja. 

Parmeno.  Mas  desta  flaca  puta  vieja. 

Celestina.  Putos  dias  viuas,  vellaquillo  :  z  como  te  10 
atreues  ? 

Parmeno.  Como  te  conozco. 
Celestina.  Quien  eres  tu  ? 

Parmeno.  Quien?  Parmeno,  hijo  de  Alberto  tu  compa- 
dre, que  estuue  contigo  vn  mes,  que  te  me  dio  mi  madre  15 
quando  morauas  a  la  cuesta  del  rio,  cerca  de  las  tenerias. 

Celestina.  Jesu,  Jesu,  Jesu !  e  tu  eres  Parmeno,  hijo  de  la 
Claudiana  ? 

Parmeno.  A  la  he,  yo. 

Celestina.  Pues  fuego  malo  te  queme,  que  tan  puta .  20 
vieja  era  tu  madre  como  yo.  Porque  me  persigues,  Parme- 
nico?  El  es,  el  es,  por  los  sanctos  de  Dios.  Allégate  a  mi; 
ven  acá,  que  mili  agotes  z  puñadas  te  di  en  este  mundo,  z 
otros  tantos  besos.  Acuerdaste  quando  dormías  a  mis  pies, 
loquito  ?  25 

Parmeno.  Si,  en  buena  fe ;  z  algunas  vezes,  avnque  era 
niño,  me  subias  a  la  cabecera,  z  me  apretauas  contigo,  z 
porque  olias  a  vieja  me  fuya  de  ti. 

Celestina.  Mala  landre  te  mate  :  z  como  lo  dize  el  desuer- 
gongado  !  Dexadas  burlas  z  pasatiempos,  oye  agora,  mi  fijo,  30 
z  escucha  :  que  avnque  a  vn  fin  soy  llamada,  a  otro  so 
venida,  z  maguera  que  contigo  me  aya  fecho  de  nueuas,  tu 
eres  la  causa.  Hijo,  bien  sabes  como  tu  madre,  que  Dios  aya, 


—  26  - 


te  me  dio,  viniendo  tu  padre  ;  el  qual,  como  de  mi  te  fueste, 
con  otra  ansia  no  murió,  sino  con  la  incertedumbre  de  tu 
vida  z  persona  :  por  la  qual  absencia  algunos  años  de  su 
vejez  sufrió  angustiosa  z  cuydosa  vida ;  z  al  tiempo  que 
5  della  passo,  embio  por  mi,  z  en  su  secreto  te  me  encargo,  z 
me  dixo  sin  otro  testigo,  sino  aquel  que  es  testigo  de  todas 
las  obras  z  pensamientos,  z  los  corazones  z  entrañas  escu- 
driña, al  qual  puso  entre  el  z  mi,  que  te  buscasse,  z  alle- 
gasse,  z  abrigase,  z  quando  de  complida  edad  fueses,  tal  que 

io  en  tu  viuir  supieses  tener  manera  z  forma,  te  descubriesse 
adonde  dexo  encerrada  tal  copia  de  oro  z  plata,  que  basta  mas 
que  la  renta  de  tu  amo  Caliste  z  porque  ge  lo  prometí,  z 
con  mi  promessa  lleuo  descanso,  z  la  fe  es  de  guardar  mas 
que  a  los  viuos  a  los  muertos,  que  no  pueden  hazer  por  si, 

15  en  pesquisar  seguimiento  tuyo  yo  he  gastado  asaz  tiempo 
z  quantias,  hasta  agora  que  ha  plazido  aquel,  que  todos 
los  cuydados  tiene,  z  remedia  las  justas  peticiones,  z  las  pia- 
dosas obras  endereca,  que  te  hallase  aqui,  donde  solos  ha 
tres  dias  que  se  que  moras.  Sin  duda  dolor  he  sentido, 

20  porque  has  por  tantas  partes  vagado  z  peregrinado,  que 
ni  has  hauido  prouecho,  ni  ganado  debdo  ni  amistad.  Que, 
como  Séneca  nos  dize,  los  peregrinos  tienen  muchas  posa- 
das z  pocas  amistades,  porque  en  breue  tiempo  con  nin- 
guno no  pueden  firmar  amistad.  E  el  que  esta  en  muchos 

25  cabos,  no  esta  en  ninguno  ;  ni  puede  aprouechar  el  manjar 
a  los  cuerpos,  que  en  comiendo  se  langa  ;  ni  ay  cosa  que 
mas  la  sanidad  impida,  que  la  diuersidad  z  mudanca  z  varia- 
ción de  los  manjares ;  z  nunca  la  llaga  viene  a  cicatrizar, 
en  la  qual  muchas  melezinas  se  tientan  ;  ni  conualesce  la 

30  planta  que  muchas  vezes  es  traspuesta ;  ni  ay  cosa  tan 
prouechosa,  que  en  llegando  aproueche.  Por  tanto,  mi  hijo, 
dexa  los  Ímpetus  de  la  juuentud,  z  tórnate  con  la  doctrina 
de  tus  mayores  a  la  razón  ;  reposa  en  alguna  parte,  z  donde 


—  27  — 

mejor  qué  en  mi  voluntad,  en  mi  animo,  en  mi  consejo,  a 
quien  tus  padres  te  remetieron  ?  z  yo  assi  como  verdadera 
madre  tuya  te  digo,  so  las  maldiciones  que  tus  padres  te 
pusieron  si  me  fuesses  inobediente,  que  por  el  presente 
sufras  z  siruas  a  este  tu  amo  que  procuraste,  hasta  en  ello  5 
hauer  otro  consejo  mió.  Pero  no  con  necia  lealdad,  propo- 
niendo firmeza  sobre  lo  mouible,  como  son  estos  señores 
deste  tiempo.  E  tu,  gana  amigos,  que  es  cosa  durable;  ten 
con  ellos  constancia,  no  viuas  en  flores ;  dexa  los  vanos  pro- 
metimientos de  los  señores,  los  quales  desechan  la  substan-  10 
cia  de  sus  simientes  con  huecos  z  vanos  prometimientos  : 
como  la  sanguijuela  saca  la  sangre,  desagradescen,  injurian, 
oluidan  seruicios,  niegan  galardón.  Guay  de  quien  en  pala- 
cio enuejece !  Como  se  escriue  de  la  probatica  piscina, 
que  de  ciento  que  entrauan,  sanaua  vno.  Estos  señores  15 
deste  tiempo  mas  aman  a  si,  que  a  los  suyos ;  z  no  yerran  : 
los  suyos  ygualmente  lo  deuen  hazer.  Perdidas  son  las  mer- 
cedes, las  magnificencias,  los  actos  nobles  :  cada  vno  destos 
catiuan,  z  mezquinamente  procuran  su  interesse  con  los 
suyos.  Pues  aquellos  no  deuen  menos  hazer,  como  sean  en  20 
facultades  menores,  sino  viuir  a  su  ley.  Digolo,  fijo  Parmeno, 
porque  este  tu  amo,  como  dizen,  me  parece  rompenecios  : 
de  todos  se  quiere  seruir  sin  merced.  Mira  bien,  créeme  :  en 
su  casa  cobra  amigos,  que  es  el  mayor  precio  mundano  ;  que 
con  el  no  pienses  tener  amistad,  como  por  la  diferencia  de  25 
los  estados  o  condiciones  pocas  vezes  contezca.  Caso  es  ofre- 
cido, como  sabes,  en  que  todos  medremos,  z  tu  por  el  pre- 
sente te  remedies  :  que  lo  al  que  te  he  dicho,  guardado  te 
esta  a  su  tiempo,  z  mucho  te  aprouecharas  siendo  amigo  de 
Sempronio.  30 

Parmeno.  Celestina,  todo  tremo  de  oyrte  :  no  se  que 
haga;  perplexo  esto.  Por  vna  parte  tengote  por  madre,  por 
otra  a  Calisto  por  amo.  Riqueza  desseo ;  pero  quien  torpe- 


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mente  sube  a  lo  alto,  mas  ayna  caye  que  subió.  No  querría 
bienes  mal  ganados. 

Celestina.  Yo  si  :  a  tuerto  o  a  derecho,  nuestra  casa  hasta 
el  techo. 

5  Parmeno.  Pues  yo  con  ellos  no  viuiria  contento,  z  tengo 
por  onesta  cosa  la  pobreza  alegre ;  e  avn  mas  te  digo,  que 
no  los  que  poco  tienen  son  pobres,  mas  los  que  mucho  des- 
sean, z  por  esto,  avnque  mas  digas,  no  te  creo  en  esta  parte. 
Querría  pasar  la  vida  sin  embidia,  los  yermos  z  aspereza 
10  sin  temor,  el  sueño  sin  sobresalto,  las  injurias  con  res- 
puesta, las  fuerzas  sin  denuesto,  las  premias  con  resis- 
tencia. 

Celestina.  O  hijo,  bien  dizen  que  la  prudencia  no  puede 
ser  sino  en  los  viejos  :  z  tu  mucho  eres  mogo. 

15        Parmeno.  Mucho  segura  es  la  mansa  pobreza. 

Celestina.  Mas  di,  como  Mayor,  que  la 'fortuna  ayuda  a 
los  osados  :  z  demás  desto,  quien  que  tenga  bienes  en  la 
república,  que  escoja  viuir  sin  amigos?  Pues,  loado  Dios, 
bienes  tienes ;  z  no  sabes  que  has  menester  amigos  para  los 

20  conseruar  ?  z  no  pienses  que  tu  priuanca  con  este  señor  te 
haze  seguro  :  que  quanto  mayor  es  la  fortuna,  tanto  es  menos 
segura ;  z  por  tanto,  en  los  infortunios  el  remedio  es  a  los 
amigos.  E  adonde  puedes  ganar  mejor  este  debdo,  que  donde 
las  tres  maneras  de  amistad  concurren  ?  conuiene  a  saber  : 

25  por  bien,  z  prouecho,  z  deleyte.  Por  bien,  mira  la  voluntad 
de  Sempronio  conforme  a  la  tuya,  z  la  gran  similitud  que 
tu  z  el  en  la  virtud  teneys.  Por  prouecho,  en  la  mano  esta, 
si  soys  concordes.  Por  deleyte,  semejable  es,  como  seays 
en  edad  dispuestos  para  todo  linaje  de  plazer,  en  que  mas 

30  los  mogos  que  los  viejos  se  juntan  :  assi  como  para  jugar, 
para  vestir,  para  burlar,  para  comer  z  beuer,  para  negociar 
amores,  juntos  de  compañía.  O  si  quisiesses,  Parmeno, 
que  vida  gozaríamos!  Sempronio  ama  a  Elicia,  prima  de 
Areusa. 


—  29  — 


Parmen.o.  De  Areusa  ? 
Celestina.  De  Areusa. 
Parmeno.  De  Areusa,  hija  de  Eliso  ? 
Celestina.  De  Areusa,  hija  de  Eliso. 

Parmeno.  Cierto?  5 

Celestina.  Cierto. 

Parmeno.  Marauillosa  cosa  es. 

Celestina.  Pero  bien  te  parece  ? 

Parmeno.  No  cosa  mejor. 

Celestina.  Pues  tu  buena  dicha  quiere,  aqui  esta  quien  te  10 
la  dará. 

Parmeno.  Mi  fe,  madre,  no  creo  a  nadie. 
Celestina.  Estremo  es  creer  a  todos,  z  yerro  no  creer  a 
ninguno. 

Parmeno.  Digo  que  te  creo,  pero  no  me  atreuo  :  15 
dexame. 

Celestina.  O  mezquino  !  De  enfermo  coraron  es  no  poder 
sufrir  el  bien.  Da  Dios  hauas  a  quien  no  tiene  quixadas.  O 
simple!  Dirás  que  adonde  ay  mayor  entendimiento,  ay  menor 
fortuna.;  z  donde  mas  discreción,  alli  es  menor  la  fortuna;  20 
dichas  son. 

Parmeno.  O  Celestina!  Oydo  he  a  mis  mayores,  que  vn 
enxemplo  de  luxuria  o  auaricia  mucho  mal  haze ;  z  que  con 
aquellos  deue  hombre  conuersar,  que  le  fagan  mejor ; 
z  aquellos  dexar,  a  quien  el  mejores  piensa  hazer.  E  Sempro-  25 
nio  en  su  exemplo  no  me  hará  mejor,  ni  yo  a  el  sanare  su 
vicio.  E  puesto  que  yo  a  lo  que  dizes  me  incline,  solo  yo 
querria  saberlo ;  porque  a  lo  menos  por  el  exemplo  fuese 
oculto  el  pecado.  E  si  hombre  vencido  del  deleyte  va  contra 
la  virtud,  no  se  atreua  a  la  honestad.  30 

Celestina.  Sin  prudencia  hablas,  que  de  ninguna  cosa  es 
alegre  possession  sin  compañia.  No  te  retrayas  ni  amargues, 
que  la  natura  huye  lo  triste,  z  apetece  lo  delectable.  El 


—  3o  — 

deleyte  es  con  los  amigos  en  las  cosas  sensuales,  z  especial 
en  recontar  las  cosas  de  amores  z  comunicarlas  :  esto  hize, 
esto  otro  me  dixo,  tal  donayre  passamos,  de  tal  manera  la 
tome,  assi  la  bese,  assi  me  mordió,  assi  la  abrace,  assi  se 
5  allego.  O  que  fabla,  o  que  gracia,  o  que  juegos,  p  que  besos! 
Vamos  alia,  boluamos  acá,  ande  la  música,  pintemos  los 
motes,  canten  canciones,  inuenciones,  justemos.  Que  cimera 
sacaremos,  o  que  letra  ?  Ya  va  a  la  missa,  mañana  saldrá, 
rondemos  su  calle,  mira  su  carta,  vamos  de  noche,  tenme  el 

10  escala,  aguarda  a  la  puerta,  como  te  fue?  cata  el  cornudo, 
sola  la  dexa,  dale  otra  buelta,  tornemos  alia.  E  para  esto, 
Parmeno,  ay  deleyte  sin  compañia  ?  A  la  he,  a  la  he,  la  que 
las  sabe  las  tañe  :  este  es  el  deleyte,  que  lo  al  mejor  fazen  los 
asnos  en  el  prado. 

15  Parmeno.  No  querría,  madre,  me  combidasses  a  consejo 
con  amonestación  de  deleyte,  como  hizieron  los  que  cares- 
ciendo  de  razonable  fundamento,  opinando  hizieron  sectas 
embueltas  en  dulce  veneno  para  captar  z  tomar  las  voluntades 
de  los  flacos,  z  con  poluos  de  sabroso  afeto  cegaron  los  ojos 

20    de  la  razón. 

Celestina.  Que  es  razón,  loco  ?  Que  es  afeto,  asnillo  ?  La 
discreción  que  no  tienes  lo  determina  :  e  de  la  discreción 
mayor  es  la  prudencia  :  z  la  prudencia  no  puede  ser  sin  espe- 
rimento  :  z  la  esperiencia  no  puede  ser  mas  que  en  los  vie- 

25  jos  :  e  los  ancianos  somos  llamados  padres  :  e  los  buenos 
padres  bien  aconsejan  a  sus  hijos  :  z  especial  yo  a  ti,  cuya 
vida  z  honrra  mas  que  la  mia  deseo.  E  quando  me  pagaras  tu 
esto  ?  Nunca,  pues  a  los  padres  z  a  los  maestros  no  puede  ser 
fecho  seruicio  ygualmente. 

30  Parmeno.  Todo  me  recelo,  madre,  de  recebir  dudoso  con- 
sejo. 

Celestina.  No  quieres  ?  Pues  dezirte  he  lo  que  dize  el 
sabio  :  al  varón  que  con  dura  ceruiz  al  que  le  castiga 


—  3i  — 

menosprecia,  arrebatado  quebrantamiento  le  verna,  z  sani- 
dad ninguna  le  consiguira.  E  assi,  Parmeno,  me  despido  de 
ti,  z  deste  negocio. 

Parmeno.  Ensañada  esta  mi  madre  :  duda  tengo  en  su  con- 
sejo :  yerro  es  no  creer,  z  culpa  creerlo  todo.  Mas  humano  5 
es  confiar,  mayormente  en  esta  que  interesse  promete,  ado 
prouecho  nos  puede  allende  de  amor  conseguir.  Oydo  he, 
que  deue  hombre  a  sus  mayores  creer.  Esta,  que  me  acon- 
seja? Paz  con  Sempronio  :  la  paz  no  se  deue  negar;  que 
bienauenturados  son  los  pacificos,  que  fijos  de  Dios  serán  10 
llamados.  Amor  no  se  deue  rehuyr,  caridad  a  los  hermanos  : 
interesse  pocos  le  apartan ;  pues  quierola  complazer  z  oyr. 
Madre,  no  se  deue  ensañar  el  maestro  de  la  ignorancia  del 
discipulo ;  sino  raras  vezes  por  la  sciencia,  que  es  de  su 
natural  comunicable,  z  en  pocos  lugares  se  podria  infun-  15 
dir.  Por  eso,  perdóname,  habíame;  que  no  solo  quiero 
oyrte  z  creerte,  mas  en  singular  merced  rescibir  tu  consejo. 
E  no  me  lo  agradezcas,  pues  el  loor  z  las  gracias  de  la 
ación,  mas  al  dante  que  no  al  recibiente  se  deuen  dar. 
Por  essp  manda,  que  a  tu  mandado  mi  consentimiento  se  20 
humilla. 

Celestina.  De  los  hombres  es  errar,  z  bestial  es  la  porfía  : 
por  ende  gozóme,  Parmeno,  que  ayas  limpiado  las  turbias 
telas  de  tus  ojos,  z  respondido  al  recognoscimiento,  discre- 
ción z  ingenio  sotil  de  tu  padre  ;  cuya  persona,  agora  repre-  25 
sentada  en  mi  memoria,  enternece  los  ojos  piadosos  por  do 
tan  abundantes  lagrimas  vees  derramar.  Algunas  vezes  duros 
propósitos,  como  tu,  defendia ;  pero  luego  tornaua  a  lo 
cierto.  En  Dios  z  en  mi  anima,  que  en  ver  agora  lo  que  has 
porfiado,  z  como  a  la  verdad  eres  reduzido,  no  parece  sino  30 
que  viuo  le  tengo  delante.  O  que  persona,  o  que  hartura, 
o  que  cara  tan  venerable !  Pero  callemos,  que  se  acerca 
Calisto,  z  tu  nueuo  amigo  Sempronio,  con  quien  tu  con- 


—  3*  — 

formidad  para  mas  oportunidad  dexo  :  que  dos  en  vn 
coracon  viuiendo,  son  mas  poderosos  de  hazer  z  de  enten- 
der. 

Calisto.  Dubda  traygo,  madre,  según  mis  infortunios,  de 
5     hallarte  viua;  pero  mas  es  marauilla,  según  el  deseo  de 
como  llego  viuo.  Recibe  la  dadiua  pobre  de  aquel  que  con 
ella  la  vida  te  ofrece. 

Celestina.  Como  en  el  oro  muy  fino  labrado  por  la  mano 
del  sotil  artífice,  la  obra  sobrepuja  a  la  materia,  asi  se  auen- 
10  taja  a  tu  magnifico  dar  la  gracia  z  forma  de  tu  dulce  liberali- 
dad, z  sin  duda  la  presta  dadiua  su  efeto  ha  doblado ;  porque 
la  que  tarda,  el  prometimiento  muestra  negar  z  arrepentirse 
del  don  prometido. 

Parmeno.  Que  le  dio,  Sempronio  ? 
15        Sempronio.  Cient  monedas  de  oro. 
Parmeno.  Hy,  hy,  hy! 
Sempronio.  Hablo  contigo  la  madre? 
Parmeno.  Calla,  que  si. 
Sempronio.  Pues  como  estamos? 
20       Parmeno.  Como  quisieres,  avnque  estoy  espantado. 

Sempronio.  Pues  calla,   que  yo  te  haré   espantar  dos 
tanto. 

Parmeno.  O  Dios!  No  ay  pestilencia  mas  eficaz  quel  ene- 
migo de  casa  para  empecer. 
25       Calisto.  Ve  agora,  madre,  z  consuela  tu  casa  :  z  después 
ven,  z  consuela  la  mia,  z  luego. 
Celestina.  Quede  Dios  contigo. 
Calisto.  z  el  te  me  guarde. 


—  B 


ARGUMENTO  DEL  SEGUNDO  AUTO 

Partida  Celestina  de  Calisto  para  su  casa,  queda  Calisto  hablando  coft 
Sempronio,  criado  suyo;  al  qual,  como  quien  en  alguna  esperanea  puesto 
esta,  tpdo  aguijar  le  parece  tardanca.  Embia  de  si  a  Sempronio  a  solicitar  a 
Celestina  para  el  concebido  negocio.  Quedan  entretanto  Calisto  z  Parmeno 
juntos  razonando. 

Calisto.  Hermanos  mios,  cient  monedas  di  a  la  madre  : 
hize  bien  ? 

Sempronio.  Hay,  si  fiziste  bien  !  Allende  de  remediar  tu 
vida,  ganaste  muy  gran  honrra.  z  para  que  es  la  fortuna 
fauorable  z  prospera,  sino  para  seruir  a  la  honrra,  que  es  el  5 
mayor  de  los  mundanos  bienes?  Que  esto  es  premio  z  galar- 
dón de  la  virtud  ;  z  por  esso  la  damos  a  Dios,  porque  no 
tenemos  mayor  cosa  que  le  dar;  la  mayor  parte  de  la  qual 
consiste  en  la  liberalidad  z  franqueza.  A  esta  los  duros  teso- 
ros comunicables  la  escurescen  z  pierden,  z  la  magnificencia  10 
z  liberalidad  la  ganan  z  subliman.  Que  aprouecha  tener  lo 
que  se  niega  aprouechar  ?  Sin  dubda  te  digo,  que  es  mejor  el 
vso  de  las  riquezas  que  la  possesion  dellas.  O  que  glorioso 
es  el  dar !  o  que  miserable  es  el  recebir !  Quanto  es  mejor  el 
acto  que  la  posession,  tanto  es  mas  noble  el  dante  quel  15 
recibiente.  Entrelos  elementos  el  fuego,  por  ser  mas  actiuo, 
es  mas  noble,  z  en  las  esperas  puesto  en  mas  noble  lugar.  E 
dizen  algunos,  que  la  nobleza  es  vna  alabanca  que  prouiene 
de  los  merecimientos  z  antigüedad  de  los  padres :  yo  digo, 
que  la  agena  luz  nunca  te  hará  claro,  si  la  propia  no  tienes.  20 
E  por  tanto  no  te  estimes  en  la  claridad  de  tu  padre,  que  tan 
magnifico  fue,  sino  en  la  tuya,  z  assi  se  gana  la  honrra,  que 
es  el  mayor  bien  de  los  que  son  fuera  de  hombre :  de  lo 
qual  no  el  malo,  mas  el  bueno,  como  tu,  es  digno  que  tenga 

3 


—  34  — 

perfeta  virtud.  E  avn  mas  te  digo,  que  la  virtud  perfeta 
no  pone  que  sea  fecha  con  digno  honor:  por  ende  goza  de 
hauer  seydo  assi  magnifico  z  liberal  ;  z  de  mi  consejo,  tórnate 
a  la  cámara  z  reposa,  pues  que  tu  negocio  en  tales  manos 
esta  depositado :  de  donde  ten  por  cierto,  pues  el  comiendo 
lleuo  bueno,  el  fin  sera  muy  mejor ;  z  vamos  luego,  porque 
sobre  este  negocio  quiero  hablar  contigo  mas  largo. 

Calisto.  Sempronio,  no  me  parece  buen  consejo  quedar 
yo  acompañado,  z  que  vaya  sola  aquella  que  busca  el  reme- 
dio de  mi  mal.  Mejor  sera  que  vayas  con  ella,  z  la  aquexes ; 
pues  sabes  que  de  su  diligencia  pende  mi  salud,  de  su  tardanca 
mi  pena,  de  su  oluido  mi  desesperanza.  Sabido  eres,  fiel  te 
siento,  por  buen  criado  te  tengo:  faz  de  manera,  que  en 
solo  verte  ella  a  ti,  juzgue  la  pena  que  a  mi  queda,  z  fuego 
que  me  atormenta;  cuyo  ardor  me  causo  no  poder  mostrarle 
la  tercia  parte  de  mi  secreta  enfermedad,  según  tiene  mi 
lengua  z  sentido  ocupados  z  consumidos.  Tu,  como  hombre 
libre  de  tal  passion,  hablarla  has  a  rienda  suelta. 

Sempronio.  Señor,  querría  yr  por  complir  tu  mandado, 
querria  quedar  por  aliuiar  tu  cuydado.  Tu  temor  me  aquexa, 
tu  soledad  me  detiene.  Quiero  tomar  consejo  con  la  obe- 
diencia, que  es  yr,  z  dar  priessa  a  la  vieja.  Mas  como  yre, 
que  en  viéndote  solo,  dizes  desuarios  de  hombre  sin  seso  ? 
Sospirando,  gimiendo,  mal  trobando,  holgando  con  lo  escuro, 
deseando  soledad,  buscando  nueuos  modos  de  pensatiuo 
tormento;  donde  si  perseueras,  o  de  muerto  o  loco  no 
podras  escapar,  si  siempre  no  te  acompaña  quien  te  allegue 
plazeres,  diga  donayres,  tanga  canciones  alegres,  cante 
romances,  cuente  ystorias,  pinte  motes,  finja  cuentos, 
juegue  a  naypes,  arme  mates:  finalmente  que  sepa  buscar 
todo  genero  de  dulce  passatiempo  para  no  dexar  trasponer 
tu  pensamiento  en  aquellos  crueles  desuios  que  rescebiste 
de  aquella  señora  en  el  primer  trance  de  tus  amores. 


—  35  " 

Calisto.  Como,  simple,  no  sabes  que  aliuia  la  pena  llorar 
la  causa  ?  quanto  es  dulce  a  los  tristes  quexar  su  passion  ? 
quanto  descanso  traen  consigo  los  quebrantados  sospiros  ? 
quanto  relieuan  z  diminuyen  los  lagrimosos  gemidos  el 
dolor  ?  Quantos  escriuieron  consuelos,  no  dizen  otra  5 
cosa. 

Sempronio.  Lee  mas  adelante,  buelue  la  hoja,  fallaras  que 
dizen  que  fiar  en  lo  temporal,  z  buscar  materia  de  tristeza, 
que  es  ygual  genero  de  locura,  z  aquel  Macias,  ydolo  de  los 
amantes,  del  oluido  porque  le  oluidaua,  se  quexaua.  En  el  10 
contemplar  esta  la  pena  de  amor,  en  el  oiuidar  el  descanso. 
Huye  de  tirar  cozes  al  aguijón  :  finge  alegría  z  consuelo,  z 
serlo  ha.  Que  muchas  vezes  la  opinión  trae  las  cosas  donde 
quiere,  no  para  que  mude  la  verdad,  pero  para  moderar 
nuestro  sentido  z  regir  nuestro  juyzio.  15 

Calisto.  Sempronio  amigo,  pues  tanto  sientes  mi  sole- 
dad, llama  a  Parmeno,  quedara  comigo.  z  de  aqui  ade- 
lante sey,  como  sueles,  leal;  que  en  el  seruicio  del  criado 
esta  el  galardón  del  señor. 

Parmeno.  Aqui  estoy,  señor.  20 

Calisto.  Yo  no,  pues  no  te  veya.  No  te  partas  della, 
Sempronio,  ni  me  oluides  a  mi,  z  ve  con  Dios.  Tu,  Par- 
meno, que  te  parece  de  lo  que  oy  ha  pasado  ?  Mi  pena  es 
grande,  Melibea  alta,  Celestina  sabia  z  buena  maestra  destos 
negocios.  No  podemos  errar:  tu  me  la  has  aprouado  con  25 
toda  tu  enemistad.  Yo  te  creo;  que  tanta  es  la  fuerza  de  la 
verdad,  que  las  lenguas  de  los  enemigos  trae  a  si.  Assi  que, 
pues  ella  es  tal,  mas  quiero  dar  a  esta  cient  monedas  que  a 
otra  cinco. 

Parmeno.  Ya  las  lloras?  Duelos  tenemos :  en  casa  se  30 
hauran  de  ayunar  estas  franquezas. 

Calisto.  Pues  pido  tu  parecer,  seyme  agradable,  Par- 
meno. No  abaxes  la  cabera  al  responder  :  mas  como  la  embi- 


—  36  " 

día  es  triste,  la  tristeza  sin  lengua,  puede  mas  contigo  sü 
voluntad  que  mi  temor.  Que  dixíste,  enojoso  ? 

Parmeno.  Digo,  señor,  que  yrian  mejor  empleadas  tus 
franquezas  en  presentes  z  seruicios  a  Melibea,  que  no  dar 
5  dineros  aquella  que  yo  me  conozco ;  z  lo  que  peor  es, 
fazerte  su  catiuo. 

Calisto.  Como,  loco,  su  catiuo? 

Parmeno.  Porque  a  quien  dizes  el  secreto,  das  tu  libertad. 

Calisto.  Algo  dize  el  necio ;  pero  quiero  que  sepas  que 
10  quando  ay  mucha  distancia  del  que  ruega  al  rogado,  o  por 
grauedad  de  obediencia,  o  por  señorio  de  estado,  o  esquiui- 
dad  de  genero,  como  entre  esta  mi  señora  z  mi,  es  necessa- 
rio  intercessor  o  medianero,  que  suba  de  mano  en  mano  mi 
mensaje  hasta  los  oydos  de  aquella  a  quien  yo  segunda  vez 
15  hablar  tengo  por  impossible.  z  pues  que  asi  es,  dime  si  lo 
fecho  aprueuas. 

Parmeno.  Aprueuelo  el  diablo. 

Calisto.  Que  dizes? 

Parmeno.  Digo,  señor,  que  nunca  yerro  vino  desacom- 
20    pañado,  z  que  vn   inconueniente   es  causa  z  puerta  de 
muchos. 

Calisto.    El  dicho  yo   le  aprueuo  :   el   proposito  no 
entiendo. 

Parmeno.  Señor,  porque  perderse  el  otro  dia  el  nebli  fue 
25  causa  de  tu  entrada  en  la  huerta  de  Melibea  a  le  buscar:  la 
entrada  causa  de  la  ver  z  hablar :  la  habla  engendro  amor :  el 
amor  parió  tu  pena  :  la  pena  causara  perder  tu  cuerpo,  raima, 
z  hazienda :  z  lo  que  mas  dello  siento,  es  venir  a  manos 
de  aquella  trotaconuentos,  después  de  tres  vezes  emplumada. 
30  Calisto.  Assi,  Parmeno,  di  mas  deso,  que  me  agrada, 
pues  mejor  me  parece,  quanto  mas  la  desalabas.  Cumpla 
comigo,  z  emplúmenla  la  quarta.  Desentido  eres,  sin 
pena  hablas :  no  te  duele  donde  a  mi,  Parmeno. 


—  37  — 

Parmeno.  Señor,  mas  quiero  que  ayrado  me  reprehendas, 
porque  te  do  enojo,  que  arrepentido  me  condenes,  porque 
no  te  di  consejo  :  pues  perdiste  el  nombre  de  libre,  quando 
cautiuaste  la  voluntad. 

Calisto.   Palos   querrá  este  vellaco.  Di,   mal   criado,  5 
porque  dizes  mal  de  lo  que  yo  adoro  ?  z  tu,  que  sabes 
de  honrra?  Dime,  que  es  amor?  En  que  consiste  buena 
crianca,  que  te  me  vendes  por  discreto  ?  No  sabes  que  el 
primer  escalón  de  locura  es  creerse  ser   sciente  ?  Si  tu 
sintiesses  mi  dolor,  con  otra  agua  rociarías  aquella  ardiente  10 
llaga  que  la  cruel  frecha  de  Cupido  me  ha  causado.  Quanto 
remedio  Sempronio  acarrea  con  sus  pies,  tanto  apartas  tu 
con  tu  lengua,  con  tus  vanas  palabras.  Fingiéndote  fiel,  eres 
vn  terrón  de  lisonja,  bote  de  malicias,  el  mismo  mesón  z 
aposentamiento  de  la  embidia,  que  por  disfamar  la  vieja  a  15 
tuerto  o  a  derecho,  pones  en  mis  amores  desconfianza;  pues 
sabe  que  esta  mi  pena  z  flutuoso  dolor  no  se^rí^e  por  razón, 
no  quiere  auisos,  carece  de  consejo  :  z  si  alguno  se  le  diere, 
tal  que  no  parte  ni  desgozne  lo  que  sin  las  entrañas  no  podra 
despegarse.  Sempronio  temió  su  yda  z  tu  quedada:  yo  qui-  20 
selo  to^o ;  z  assi  me  padezco  su  absencia  z  tu  presencia. 
Valiera  mas  solo,  que  mal  acompañado. 

Parmeno.  Señor,  flaca  es  la  fidelidad  que  temor  de  pena  la 
conuierte  en  lisonja,  mayormente  con  señor  a  quien  dolor 
o  afición  priua  z  tiene  ageno  de  su  natural  juyzio.  Quitarse  25 
ha  el  velo  de  la  ceguedad  :  passaran  estos  momentáneos 
fuegos  :  conosceras  mis  agras  palabras  ser  mejores  para  matar 
este  fuerte  cáncer,  que  las  blandas  de  Sempronio  que  lo 
ceuan,  atizan  tu  fuego,  abiuan  tu  amor,  encienden  tu  llama, 
añaden  astillas,  que  tenga  que  gastar  fasta  ponerte  en  la  30 
sepultura. 

Calisto.  Calla,  calla,  perdido  :  esto  yo  penando  z  tu 
filosofando.  No  te  espero  mas.  Saquen  vn  cauallo,  limpienle 


-  38  - 

mucho,  aprieten  bien  la  cincha,  porque  si  pasare  por  casa 

de  mi  señora  z  mi  dios. 

Parmeno.  Mocos  !  No  ay  mogo  en  casa,  yo  me  lo  haure  de 

hazer :  que  a  peor  vernemos  desta  vez,  que  ser  mogos  despue- 
5     las.  Andar,  pase.  Mal  me  quieren  mis  comadres  zc.  Rehin- 

chays,  don  cauallo  ?  No  basta  vn  celoso  en  casa,  o  barrun- 

tays  a  Melibea  ? 

Calisto.  Viene  esse  cauallo  ?  Que  hazes,  Parmeno  ? 
Parmeno.  Señor,  veesle  aqui :  que  no  esta  Sosia  en  casa. 
10       Calisto.  Pues  ten  esse  estribo,  abre  mas  essa  puerta,  z  si 

viniere  Sempronio  con  aquella  señora,  di  que  esperen,  que 

presto  sera  mi  buelta. 

Parmeno.  Mas  nunca  sea.  Alia  yras  con  el  diablo.  A  estos 

locos  dezildes  lo  que  les  cumple :  no  os  podran  ver.  O  des- 
15     dichado  de  mi  !  Por  ser  leal  padezco  mal.  Otros  se  ganan 

por  malos,  yo  me  pierdo  por  bueno,  el  mundo  es  tal. 

Quiero  yrme  al  hilo  de  la  gente,  pues  a  los  traydores  llaman 

discretos,  a  los  fieles  nescios.  Si  yo  creyera  a  Celestina  con 

sus  seys  dozenas  de  años  acuestas,  no  me  maltratara  Calisto. 
20    Mas  esto  me  poma  escarmiento  daqui  adelante  con  el ;  que 

si  dixere  comamos,  yo  también  ;  si  quisiere  derrocar  la  casa, 

aprouarlo  ;  si  quemar  su  hazienda,  .yr  por  fuego.  Destruya, 

rompa,  quiebre,  dañe,  de  a  alcahuetas  lo  suyo,  que  mi  parte 

me  cabra.  Pues  dizen  :  a  rio  buelto,  ganancia  de  pescadores; 
25     nunca  mas  perro  al  molino. 


—  39  — 


ARGUMENTO  DEL  TERCERO  AUTO 

Sempronio  vase  a  casa  de  Celestina,  a  la  qual  reprende  por  la  tardanca  : 
ponense  a  buscar  que  manera  tomen  en  el  negocio  de  Calisto  con  Melibea. 
En  fin  sobreuiene  Elicia.  Vase  Celestina  a  casa  de  Pleberio  :  queda  Sempro- 
nio y  Elicia  en  casa. 

Sempronio,  Que  espacio  lleua  la  baruuda  !  Menos  sosiego 
trayan  sus  pies  a  la  venida.  A  dineros  pagados,  bracos  que- 
brados. Ce,  señora  Celestina,  poco  as  aguijado. 

Celestina.  A  que  vienes,  hijo  ? 

Sempronio.  Este  nuestro  enfermo  no  sabe  que  pedir:  de  5 
sus  manos  no  se  contenta,  no  se  le  cueze  el  pan :  teme  tu 
negligencia  ;  maldize  su  auaricia  z  cortedad,  porque  te  dio 
tan  poco  dinero. 

Celestina.  No  es  cosa  mas  propia  del  que  ama,  que  la 
impaciencia  :  toda  tardanca  les  es  tormento:  ninguna  dila-  10 
cion  les  agrada ;  en  vn  momento  querrían  poner  en  efeto  sus 
cogitaciones  :  antes  las  querrían  ver  concluydas  que  empe- 
gadas ;  mayormente  estos  nouicios,  que  contra  qualquiera 
.señuelo  buelan  sin  deliberación,  sin  pensar  el  daño  que  el 
ceuo  de  su  desseo  trae  mezclado  en  su  exercicio  z  negocia-  1 5 
cion  para  sus  personas  z  simientes. 

Sempronio.  Que  dizes  de  simientes  ?  Paresce  por  tu  razón 
que  nos  puede  venir  a  nosotros  daño  deste  negocio,  z  que- 
marnos con  las  centellas  que  resultan  deste  fuego  de  Calisto  ? 
Avn  al  diablo  daría  yo  sus  amores.  Al  primer  desconcierto  20 
que  vea  en  este  negocio,  no  como  mas  su  pan.  Mas  vale 
perder  lo  seruido,  que  la  vida  por  cobrallo.  El  tiempo  me 
dirá  que  faga  :  que,  primero  que  cayga  del  todo,  dará  señal, 
como  casa  que  se  acuesta.  Si  te  parece,  madre,  guardemos 
nuestras  personas  de  peligro:  fágase  lo  que  se  hiziere,  si  la  25 
ouiere  ogaño,  sino  otro  año,  sino  nunca:  que  no  ay  cosa 


—  40  — 

tan  dificile  de  gofrir  en  sus  principios,  que  el  tiempo  no  la 
ablande  z  faga  comportable.  Ninguna  llaga  tanto  se  sintió, 
que  por  luengo  tiempo  no  afloxase  su  tormento;  ni  plazer 
tan  alegre  fue,  que  no  le  amengüe  su  antigüedad.  El  mal  z 
5  el  bien,  la  prosperidad  z  aduersidad,  la  gloria  z  pena,  todo 
pierde  con  el  tiempo  la  fuerza  de  su  acelerado  principio.  Pues 
los  casos  de  admiración  z  venidos  con  gran  desseo,  tan  presto 
como  passados,  oluidados.  Cada  dia  vemos  nouedades,  z  las 
oymos,  z  las  passamos,  z  dexamos  atrás  :  diminuyelas  el 

10  tiempo,  fazelas  contingibles.  Que  tanto  te  marauillarias,  si 
dixesen :  la  tierra  tembló,  o  otra  semejante  cosa,  que  no 
oluidases  luego  ?  Assi  como  :  elado  esta  el  ri<3,,el  ciego  vee, 
ya  muerto  es  tu  padre,  vn  rá^o  cayo,  ganada  es  Granada, 
el  rey  entra  oy,  el  turco'^s*  vencido,  eclips?*ay  mañana,  la 

15  puente  es  Ueuada,  aquel  es  ya  obispo,  a  Pedro  robaron, 
Ynes  se  ahorco.  Que  me  dirás,  sino  que  a  tres  dias  passados 
o  a  la  segunda  vista,  no  ay  quien  dello  se  marauille  ?  Todo 
es  assi,  todo  passa  desta  manera,  todo  se  oluida,  todo  queda 
atrás.  Pues  assi  sera  este  amor  de  mi  amo  :  quanto  mas  fuere 

20  andando,  tanto  mas  diminuyendo.  Procuremos  prouecho, 
mientra  pendiere  la  contienda ;  z  si  a  pie  enxuto  le  pudié- 
remos remediar,  lo  mejor,  mejor  es ;  z  sino,  poco  a  poco  le 
soldaremos  el  reproche  o  menosprecio  de  Melibea  contra  el. 
Donde  no,  mas  vale  que  pene  el  amo,  que  no  que  peligre  el 

25  mo<;o. 

Celestina.  Bien  as  dicho  :  contigo  estoy,  agradado  me 
has,  no  podemos  errar.  Pero  todavia,  hijo,  es  necessario  que 
el  buen  procurador  ponga  de  su  casa  algún  trabajo,  algunas 
fingidas  razones,  algunos  sofísticos  actos,  yr  evenir  a  juyzio, 
30  avnque  reciba  malas^gcilabras  del  juez  :  siquiera  por  los 
presentes  que  lo  vieren,  no  digan  que  se  gana  holgando  el 
salario :  z  assi  verna  cada  vno  a  el  con  su  pleyto,  z  a  Celes- 
tina con  sus  amores. 


—  4i  — 

Sempronio.  Haz  a  tu  voluntad,  que  no  sera  este  el  primer 
negocio  que  has  tomado  a  cargo. 

Celestina.  El  primero,  hijo  ?  Pocas  virgines,  a  Dios  gra- 
cias, has  tu  visto  en  esta  cibdad,  que  hayan  abierto  tienda  a 
vender,  de  quien  yo  no  aya  sido  corredora  de  su  primer  5 
hilado.  En  nasciendo  la  mochacha,  la  hago  escriuir  en 
mi  registro,  para  saber  quantas  se  me  salen  de  la  red. 
Que  pensauas  ?  Auiame  de  mantener  del  viento  ?  Herede 
otra  herencia  ?  Tengo  otra  casa  o  viña  ?  Conocesme  otra 
hazienda  mas  deste  oficio?  De  que  como  z  beuo  ?  De  que  10 
visto  z  cal^o  ?  En  esta  cibdad  nascida,  en  ella  criada,  man- 
teniendo honrra,  como  todo  el  mundo  sabe,  conoscida, 
pues,  no  soy?  Quien  no  supiere  mi  nombre  z  mi  casa,  tenle 
por  estranjero. 

Sempronio.  Dime,  madre,  que  passaste  con  mi  compañero  15 
Parmeno,  quando  subi  cgn^Calisto  por  el  dinero  ? 

Celestina.  Dixele  el  sueno  z  la  soltura,  z  como  ganaria 
mas  con  nuestra  compañia,  que  con  las  lisonjas  que  dize  a 
su  amo ;  como  viuiria  siempre  pobre  z  baldonado,  si  no 
mudaua  el  consejo  ;  que  no  se  hiziesse  sancto  a  tal  perra  20 
vieja  como  yo  ;  acordele  quien  era  su  madre,  porque  no 
menospreciase  mi  oficio ;  porque  queriendo  de  mi  dezir  mal, 
trope^asse  primero  en  ella. 

Sempronio.  Tantos  dias  ha  que  le  conoces,  madre  ? 

Celestina.  Aqui  esta  Celestina  que  le  vido  nascer,  z  le  25 
ayudo  a  criar  :  su  madre  z  yo,  vña  z  carne.  Della  aprendí 
todo  lo  mejor  que  se  de  mi  oficio  :  juntas  comíamos,  jun- 
tas dormíamos,  juntas  hauiamos  nuestros  solazes,  nuestros 
plazeres,  nuestros  consejos  z  conciertos;  en  casa  z  fuera 
como  dos  hermanas  :  nunca  blanca  gane  en  que  no  touiesse  30 
su  meytad;  pero  no  viuia  yo  engañada,  si  mi  fortuna  qui- 
siera que  ella  me  durara.  O  muerte,  muerte !  a  quantos 
priuas  de  agradable  compañia!  a  quantos  desconsuela  tu 


—  4-2  — 

enojosa  visitación !  Por  vno  que  comes  con  tiempo,  cortas 
mil  en  agraz.  Que  siendo  ella  viua,  no  fueran  estos  mis 
passos  desacompañados;  buen  siglo  aya,  que  leal  amiga  z 
buena  compañera  me  fue.  Si  tal  fuesse  su  hijo,  a  mi  cargo 
5  que  tu  amo  quedasse  sin  pluma,  z  nosotros  sin  quexa.  Pero 
yo  le  haré  de  mi  fierro,  si  viuo;  yo  le  contare  en  el  numero 
de  los  mios. 

Sempronto.  Como  has  pensado  hazerlo,  que  es  vn  tray- 
dor? 

10  Celestina.  A  esse  tal  dos  aleuosos  ;  harele  auer  a  Areusa  : 
sera  de  los  nuestros.  Darnos  ha  lugar  a  tender  las  redes  sin 
embarazo  por  aquellas  doblas  de  Calisto. 

Sempronio.  Pues  crees  que  podras  alcanzar  algo  de  Meli- 
bea ?Ay  algún  buen  ramo? 

15  Celestina.  No  ay  curujano  que  a  la  primera  cura  juzgue 
la  herida ;  lo  que  yo  al  presente  veo,  te  diré.  Melibea  es 
hermosa,  Calisto  loco  z  franco ;  ni  a  el  penara  gastar,  ni  a 
mi  andar.  Bulla  moneda,  z  dure  el  pleyto  lo  que  durare. 
Todo  lo  puede  el  dinero  :  las  peñas  quebranta ;  los  rios  passa 

20  en  seco ;  no  ay  lugar  tan  alto,  que  vn  asno  cargado  de  oro  no 
le  suba.  Su  desatino  z  ardor  basta  para  perder  a  si  z  ganar  a 
nosotros.  Esto  he  sentido;  esto  he  calado;  esto  se  del  z 
della ;  esto  es  lo  que  nos  ha  de  aprouechar.  A  casa  voy  de 
Pleberio  :  quédate  a  Dios,  que  avnque  este  braua  Melibea,  no 

25  es  esta,  si  a  Dios  ha  plazido,  la  primera  a  quien  yo  he  hecho 
perder  el  cacarear.  Coxquillosicas  son  todas;  mas  des- 
pués que  vna  vez  consienten  la  silla  en  el  enues  del  lomo, 
nunca  querrían  folgar.  Por  ellas  queda  el  campo  :  muertas  si, 
cansadas  no;  si  de  noche  caminan,  nunca  querrían  que  ama- 

30  neciesse  :  maldizen  los  gallos  porque  annuncian  el  dia,  z  el 
relox  porque  da  tan  apriessa.  Camino  es,  hijo,  que  nunca 
me  harte  de  andar  :  nunca  me  vi  cansada  :  z  avn  assi  vieja 
como  soy,  sabe  Dios  mi  buen  deseo ;  quanto  mas  estas  que 


—  43  — 

hieruen  sin  fuego.  Catiuanse  del  primer  abraco,  ruegan  a 
quien  rogo,  penan  por  el  penado,  hazense  sieruas  de  quien 
eran  señoras,  dexan  el  mando  z  son  mandadas,  rompen  pare- 
des, abren  ventanas,  fingen  enfermedades,  a  los  chirriado- 
res  quicios  de  las  puertas  hazen  con  azeytes  vsar  su  oficio  5 
sin  ruydo.  No  te  sabré  dezir  lo  mucho  que  obra  en  ellas 
aquel  dulcor  que  les  queda  de  los  primeros  besos'  de  quien 
aman.  Son  enemigas  todas  del  medio,  contino  están  posadas 
en  los  estreñios. 

Sempronio.  No  te  entiendo  essos  términos,  madre.  ío 

Celestina.  Digo,  que  la  muger  o  ama  mucho  aquel  de 
quien  es  requerida,  o  le  tiene  grande  odio.  Assi,  si  al  que- 
rer despiden,  no  pueden  tener  las  riendas  al  desamor  :  e 
con  esto  que  se  cierto,  voy  mas  consolada  a  casa  de  Meli- 
bea, que  si  en  la  mano  la  touiese,  porque  se,  que  avnque  15 
al  presente  la  ruegue,  al  fin  me  ha  de  rogar  :  avnque  al 
principio  me  amenaze,  al  cabo  me  ha  de  halagar.  Aquí 
lleuo  vn  poco  de  hilado  en  esta  mi  faltriquera,  con  otros 
aparejos  que  comigo  siempre  traygo,  para  tener  causa  de 
entrar,  donde  mucho  no  soy  conocida,  la  primera  vez  :  20 
assi  como  gorgueras,  garuines,  franjas,  rodeos,  tenazuelas, 
alcohol,  aluayalde,  z  solimán,  hasta  agujas  z  alfileres.  Que 
tal  ay  que  tal  quiere ;  porque  donde  me  tomare  la  boz,  me 
halle  apercebida  para  les  echar  ceuo,  o  requerir  de  la  pri- 
mera vista.  25 

Sempronio.  Madre,  mira  bien  lo  que  hazes ;  porque 
quando  el  principio  se  yerra,  no  puede  seguirse  buen  fin. 
Piensa  en  su  padre  que  es  noble  z  esforzado,  su  madre 
celosa  z  braua,  tu  la  misma  sospecha.  Melibea  es  vnica  a 
ellos  :  faltándoles  ella,  fáltales  todo  el  bien.  En  pensallo,  30 
tiemblo ;  no  vayas  por  lana  z  vengas  sin  pluma. 

Celestina,  Sin  pluma,  fijo  ? 

Sempronio.  O  emplumada,  madre,  que  es  peor. 


—  44  - 

Celestina.  A  la  he,  en  mal  ora  a  ti  he  yo  menester  para 
compañero  :  avn  si  quisieses  auisar  a  Celestina  en  su  oficio, 
pues  quando  tu  nasciste,  ya  comia  yo  pan  con  corteza.  Para 
adalid  eres  bueno,  cargado  de  agüeros  z  recelo. 
5  Sempronio.  No  te  marauilles,  madre,  de  mi  temor;  pues 
es  común  condición  humana,  que  lo  que  mucho  se  dessea, 
jamas  se  piensa  verconcluydo  :  mayormente  que  en  este  caso 
temo  tu  pena  z  mia.  Desseo  prouecho,  querría  que  este 
negocio  houiesse  buen  fin ;  no  porque  saliesse  mi  amo  de 
id  pena,  mas  por  salir  yo  de  lazeria.  z  assi  miro  mas  inconue- 
nientes  con  mi  poca  esperiencia,  que  no  tu  como  maestra 
vieja. 

Elicia.  Santiguarme  quiero,  Sempronio  ;  quiero  hazer  vna 
raya  en  el  agua.*  Que  nouedad  es  esta,  venir  oy  acá  dos  vezes  ? 
15        Celestina.  Calla,  boua,  dexale,  que  otro  pensamiento 
traemos  en  que  mas  nos  va.  Dime,  esta  desocupada  la  casa  ? 
Fuese  la  mo<;a  que  esperaua  al  ministro  ? 
Elicia.  z  avn  después  vino  otra,  z  se  fue. 
Celestina.  Si  que  no  embalde  ? 
20       Elicia.  No  en  buena  fe,  ni  Dios  lo  quiera  :  que  avnque 
vino  tarde,  mas  vale  a  quien  Dios  ayuda  zc. 

Celestina.  Pues  sube  presto  al  sobrado  alto  de  la  solana, 
z  baxa  acá  el  bote  del  azeyte  serpentino,  que  hallaras  col- 
gado del  pedaco  de  soga  que  traxe  del  campo  la  otra  noche, 
25  quando  llouia  z  hazia  escuro  :  z  abre  el  arca  de  los  lizos,  z 
hazia  la  mano  derecha  hallaras  vil  papel  escrito  con  sangre 
de  morciegalo,  debaxo  de  aquel  ala  de  drago  a  que  sacamos 
ayer  las  vñas.  Mira  no  derrames  el  agua  de  mayo  que  me 
traxeron  a  confecionar. 
30  Elicia.  Madre,  no  esta  donde  dizes  :  jamas  te  acuerdas  cosa 
que  guardas. 

Celestina.  No  me  castigues,  por  Dios,  a  mi  vegez ;  no  me 
maltrates,  Elicia.  No  infinjas,  porque  esta  aqui  Sempronio, 


_  45  _ 

ni  te  soberuezcas  :  que  mas  me  quiere  a  mi  por  consejera, 
que  a  ti  por  amiga,  avnque  tu  le  ames  mucho.  Entra  en  la 
cámara  de  los  vnguentos,  z  en  la  pelleja  del  gato  negro, 
donde  te  mande  meter  los  ojos  de  la  loba,  le  fallaras  :  z 
baxa  la  sangre  del  cabrón,  z  vnas  poquitas  de  las  baruas  que  5 
tu  le  cortaste. 

Elicia.  Toma,  madre,  veslo  aqui :  yo  me  subo  z  Sempronio 
arriba. 

Celestina.  Conjuróte,  triste  Pluton,  señor  de  la  profun- 
didad infernal,  emperador  de  la  corte  dañada,  capitán  10 
soberuio  de  los  condenados  angeles,  señor  de  los  sulfúreos 
fuegos,  que  los  heruientes  étnicos  montes  manan,  gouer- 
nador  z  veedor  de  los  tormentos  z  atormentadores  de  las 
pecadoras  animas ;  yo,  Celestina,  tu  mas  conocida  clientula, 
te  conjuro  por  la  virtud  z  fuerca  destas  vermejas  letras  ;  por  1 5 
la  sangre  de  aquella  noturna  aue,  con  que  están  escripias; 
por  la  grauedad  de  aquestos  nombres  z  signos,  que  en  este 
papel  se  contienen ;  por  la  áspera  poncoña  de  las  biuoras, 
de  que  este  azeyte  fue  fecho,  con  el  qual  vnto  este  hilado ; 
vengas  sin  tardanza  a  obedescer  mi  voluntad,  z  en  ello  te  20 
embuejuas,  z  con  ello  estes  sin  vn  momento  te  partir,  hasta 
que  Melibea  con  aparejada  oportunidad  que  aya,  lo  compre  ; 
e  con  ello  de  tal  manera  quede  enredada,  que  quanto  mas 
lo  mirare,  tanto  mas  su  coracon  se  ablande  a  conceder  mi 
petición;  z  se  le  abras  z  lastimes  de  crudo  z  fuerte  amor  de  25 
Calisto,  tanto  que  despedida  toda  honestidad,  se  descubra  a 
mi,  z  me  galardone  mis  passos  z  mensaje,  z  esto  hecho, 
pide  z  demanda  de  mi  a  tu  voluntad.  Si  no  lo  hazes  con 
presto  mouimiento,  ternasme  por  capital  enemiga  :  heriré 
con  luz  tus  carceres  tristes  z  escuras  ;  acusare  cruelmente  tus  30 
continuas  mentiras ;  apremiare  con  mis  ásperas  palabras  tu 
horrible  nombre ;  z  otra  z  otra  vez  te  conjuro,  z  assi  con- 
fiando en  mi  mucho  poder,  me  parto  para  alia  con  mi  hilado, 
donde  creo  te  lleuo  ya  embuelto. 


-  46  - 


ARGUMENTO  DEL  QUARTO  AUTO 

Celestina  andando  por  el  camino  habla  consigo  misma,  fasta  llegar  a  la 
puerta  de  Pleberio,  onde  hallo  a  Lucrecia,  criada  de  Pleberio.  Ponese  con 
ella  en  razones  :  sentidas  por  Alisa,  madre  de  Melibea,  z  sabido  que  es 
Celestina,  fazela  entrar  en  casa.  Viene  vn  mensajero  a  llamar  a  Alisa  : 
vase;  queda  Celestina  en  casa  con  Melibea,  z  le  descubre  la  causa  de  su 
venida. 

Celestina.  Agora  que  voy  sola,  quiero  mirar  bien  lo 
que  Sempronio  a  temido  deste  mi  camino  ;  porque  aque- 
llas cosas  que  bien  no  son  pensadas,  avnque  algunas  vezes 
ayan  buen  fin,  comunmente  crian  desuariados  efetos. 
Assi  que  la  mucha  especulación  nunca  carece  de  buen 
fruto:  que  avnque  yo  he  disimulado  con  el,  podria  ser 
que  si  me  sintiessen  en  estos  passos  de  parte  de  Melibea, 
que  no  pagasse  con  pena  que  menor  fuesse  que  la  vida,  o 
muy  amenguada  quedasse,  quando  matar  no  me  quisiessen, 
manteándome  o  acotándome  cruelmente.  Pues  amargas  cient 
monedas  serian  estas.  Ay  cuytada  de  mi!  En  que  lazo 
me  he  metido,  que  por  me  mostrar  solicita  z  esforcada 
pongo  mi  persona  al  tablero!  Que  haré,  cuytada,  mezquina 
de  mi,  que  ni  el  salir  afuera  es  prouechoso,  ni  la  perseue- 
rancia  carece  de  peligro  !  Pues  yre,  o  tornarme  he  ?  O  dub- 
dosa  z  dura  perplexidad  !  No  se  qual  escoja  por  mas  sano  : 
en  el  osar  manifiesto  peligro  ;  en  la  couardia  denostada 
perdida.  Adonde  yra  el  buey  que  no  are  ?  Cada  camino 
descubre  sus  dañosos  z  hondos  barrancos.  Si  con  el  furto 
soy  tomada,  nunca  de  muerta  o  encorozada  falto,  a  bien 
librar  :  si  no  voy,  que  dirá  Sempronio  ?  Que  todas  estas  eran 
mis  fuerzas,  saber  z  esfuerco,  ardid  z  ofrecimiento,  astucia 
z  solicitud?  z  su  amo  Calisto,  que  dirá  ?  que  hará  ?  que  pen- 


—  47  — 

sara  ?  sino  que  ay  nueuo  engaño  en  mis  pisadas,  z  que  yo 
he  descubierto  la  celada,  por  hauer  mas  prouecho  desta  otra 
parte,  como  sofistica  preuaricadora.  O  si  no  se  le  ofrece 
pensamiento  tan  odioso,  dará  bozes  como  loco;  dirame  en 
mi  cara  denuestos  rabiosos ;  proporna  mili  inconuenientes,  5 
que  mi  deliberación  presta  le  puso,  diziendo :  tu,  puta 
vieja,  porque  acrecentaste  mis  pasiones  con  tus  promessas? 
Alcahueta  falsa,  para  todo  el  mundo  tienes  pies,  para  mi 
lengua ;  para  todos  obra,  para  mi  palabra ;  para  todos  remedio, 
para  mi  pena;  para  todos  esfuerzo,  para  mi  te  falto;  para  10 
todos  luz,  para  mi  tiniebla.  Pues,  vieja  traydora,  porque  te  me 
ofreciste  ?  que  tu  ofrecimiento  me  puso  esperanza ;  la 
esperanca  dilato  mi  muerte,  sostuuo  mi  viuir,  púsome  titulo 
de  hombre  alegre :  pues  no  hauiendo  efeto,  ni  tu  carecerás 
de  pena,  ni  yo  de  triste  desesperación.  Pues,  triste  yo !  mal  15 
acá,  mal  acullá:  pena  en  ambas  partes.  Quando  a  los  estre- 
ñios falta  el  medio,  arrimarse  el  hombre  al  mas  sano,  es 
discreción.  Mas  quiero  ofender  a  Pleberio,  que  enojar  a 
Calisto.  Yr  quiero ;  que  mayor  es  la  vergüenza  de  quedar  por 
couarde,  que  la  pena  cumpliendo  como  osada  lo  que  pro-  20 
meti,  pues  jamas  al  esfuerzo  desayudo  la  fortuna.  Ya  veo  su 
puerta:  en  mayores  afrentas  me  he  visto.  Esfuerza,  esfuerca, 
Celestina,  no  desmayes  ;  que  nunca  faltan  rogadores  para  miti- 
gar las  penas.  Todos  los  agüeros  se  aderezan  fauorables,  o  yo 
no  se  nada  desta  arte.  Quatro  hombres  que  he  topado,  a  los  25 
tres  llaman  Juanes  z  los  dos  son  cornudos.  La  primera  pala- 
bra que  oy  por  la  calle  fue  de  achaque  de  amores.  Nunca  he 
tropezado  como  otras  vezes.  Ni  perro  me  ha  ladrado,  ni  aue 
negra  he  visto,  tordo,  ni  cueruo,  ni  otras  noturnas ;  e  lo 
mejor  de  todo  es,  que  veo  a  Lucrecia  a  la  puerta  de  Meli-  30 
bea:  prima  es  de  Elicia;  no  me  sera  contraria. 

Lucrecia.  Quien  es  esta  vieja  que  viene  haldeando  ? 

Celestina.  Paz  sea  en  esta  casa. 


-  48  - 

Lucrecia.  Celestina,  madre,  seas  bienvenida.  Qual  Dios  te 
traxo  por  estos  barrios  no  acostumbrados? 

Celestina.  Hija,  mi  amor;  desseo  de  todos  vosotros; 
traerte  encomiendas  de  Elicia,  z  avn  ver  a  tus  señoras  vieja 
5  z  moca;  que  después  que  me  mude  al  otro  barrio,  no  han 
sido  de  mi  visitadas. 

Lucrecia.  A  esso  solo  saliste  de  tu  casa?  Marauillome  de 
ti,  que  no  es  essa  tu  costumbre,  ni  sueles  dar  passo  sin 
prouecho. 

10  Celestina.  Mas  prouecho  quieres,  boua,  que  complir  hom- 
bre sus  desseos  ?  E  también  como  a  las  viejas  nunca  nos 
fallecen  necessidades,  mayormente  a  mi  que  tengo  de  man- 
tener hijas  agenas,  ando  a  vender  vn  poco  de  hilado. 

Lucrecia.  Algo  es  lo  que  yo  digo  ;  en  mi  seso  estoy  : 
1 5     que  nunca  metes  aguja  sin  sacar  reja.  Pero  mi  señora  la 
vieja  vrdio  vna  tela  :  tiene  necessidad  dello,  z  tu  de  venderlo. 
Entra  z  espera  aqui,  que  no  os  desauenires. 
Alisa.  Con  quien  hablas,  Lucrecia? 

Lucrecia.  Señora,  con  aquella  vieja  de  la  cuchillada,  que 
2o    solia  viuir  aqui  en  las  tenerias,  a  la  cuesta  del  rio. 

Alisa.  Agora  la  conozco  menos:  si  tu  me  das  a  entender 
lo  incógnito  por  lo  menos  conocido,  es  coger  agua  en  cesto. 

Lucrecia.  Jesu,  señora,  mas  conoscida  es  esta  vieja  que 
la  ruda.  No  se  como  no  tienes  memoria  de  la  que  empico- 
25    taron  por  hechizera,  que  vendía  las  mocas  a  los  abades,  z 
descasaua  mili  casados. 

Alisa.  Que  oficio  tiene?  Quica  por  aqui  la  conoceré 
mejor. 

Lucrecia.  Señora,  perfuma  tocas,  haze  solimán  z  otros 
30  treynta  oficios;  conoce  mucho  en  yeruas,  cura  niños,  z  avn 
algunos  la  llaman  la  vieja  lapidaria. 

Alisa.  Todo  esso  dicho  no  me  la  da  a  conocer.  Dime  su 
nombre,  si  le  sabes. 


—  49  " 

Lucrecia.  Si  le  se,  señora?  No  ay  niño  ni  viejo  en  toda 
la  cibdad  que  no  le  sepa :  hauiale  yo  de  ignorar  ? 
Alisa.  Pues  porque  no  le  dizes  ? 
Lucrecia.  He  vergüenza. 

Alisa.  Anda,  boua,  dile  :  no  me  indignes  con  tu  tar-  5 
dan<;a. 

Lucrecia.    Celestina,   hablando   con  reuerencia,  es  su 
nombre. 

Alisa.  Hy,  hy,  hy  !  Mala  landre  te  mate,  si  de  risa  puedo 
estar,  viendo  el  desamor  que  deues  detener  a  essa  vieja,  que  10 
su  nombre  has  vergüenza  nombrar !  Ya  me  voy  recordando 
delia;  vna  buena  piega  !  No  me  digas  mas.  Algo  me  verna 
a  pedir  :  di  que  suba. 

Lucrecia.  Sube,  tia. 

Celestina.  Señora  buena,  la  gracia  de  Dios  sea  contigo  z  15 
con  la  noble  hija.  Mis  passiones  z  enfermedades  han  impe- 
dido mi  visitar  tu  casa,  como  era  razón  ;  mas  Dios  conoce 
mis  limpias  entrañas,  mi  verdadero  amor,  que  la  distancia 
de  las  moradas  no  despega  el  querer  de- los  corazones.  Assi 
que  lo  que  mucho  dessee,  la  necessidad  me  lo  ha  hecho  20 
complir.  Con  mis  fortunas  aduersas  otras,  me  sobreuino 
mengua  de  dinero  :  no  supe  mejor  remedio  que  vender  vn 
poco  de  hilado,   que  para  vnas  toquillas  tenia  allegado  ; 
supe  de  tu  criada  que  tenias  dello  necessidad  :  avnque  pobre, 
z  no  de  la  merced  de  Dios,  veslo  aqui,  si  dello  z  de  mi  te  25 
quieres  seruir. 

Alisa.  Vezina  honrrada,  tu  razón   z    ofrecimiento  me 
mueuen   a  compassion,    z  tanto  que  quisiera  cierto  mas 
hallarme  en  tiempo  de  poder  complir  tu  falta,  que  menguar 
tu  tela.  Lo  dicho  te  agradezco:  si  el  hilado  es  tal,  serte  ha  30 
bien  pagado. 

Celestina.  Tal,  señora  ?  Tal  sea  mi  vida  z  mi  vejez,  z  la 
de  quien  parte  quisiere  de  mi  jura.  Delgado  como  el  pelo  de 

4 


—  5o  — 

la  cabeca,  ygual,  rezio  como  cuerdas  de  vihuela,  blanco  como 
el  copo  de  la  nieue,  hilado  todo  por  estos  pulgares,  aspado 
z  adregado.  Veslo  aqui  en  madexitas :  tres  monedas  me 
dauan  ayer  por  la  onca,  assi  goze  desta  alma  pecadora. 

Alisa.  Hija  Melibea,  quédese  esta  muger  honrrada  con- 
tigo, que  ya  me  parece  que  es  tarde  para  yr  a  visitar  a  mi 
hermana,  su  muger  de  Cremes,  que  desde  ayer  no  la  he 
visto;  z  también  que  viene  su  paje  a  llamarme,  que  se  le 
arrezio  desde  vn  rato  acá  el  mal. 

Celestina.  Por  aqui  anda  el  diablo  aparejando  oportuni- 
dad, arreziando  el  mal  a  la  otra. 

Alisa.  Que  dizes,  amiga? 

Celestina.  Señora,  que  maldito  sea  el  diablo  z  mi  pecado, 
porque  en  tal  tiempo  houo  de  crescer  el  mal  de  tu  her- 
mana, que  no  haura  para  nuestro  negocio  oportunidad,  z  que 
mal  es  el  suyo  ? 

Alisa  Dolor  de  costado,  z  tal,  que  según  del  mogo  supe 
que  quedaua,  temo  no  sea  mortal.  Ruega  tu,  vezina,  por 
amor  mió,  en  tus  deuociones,  por  su  salud  a  Dios. 

Celestina.  Yo  te  prometo,  señora,  en  yendo  de  aqui,  me 
vaya  por  essos  monesterios,  donde  tengo  frayles  deuotos 
mios,  z  les  de  el  mismo  cargo  que  tu  me  das,  z  demás 
desto,  ante  que  me  desayune,  de  quatro  bueltas  a  mis  cuentas. 

Alisa.  Pues,  Melibea,  contenta  a  la  vezina  en  todo  lo  que 
razón  fuere  darle  por  el  hilado,  z  tu,  madre,  perdóname,  que 
otro  dia  se  verna  en  que  mas  nos  veamos. 

Celestina.  Señora,  el  perdón  sobraria  donde  el  yerro 
falta:  de  Dios  seas  perdonada,  que  buena  compañia  me 
queda.  Dios  la  dexe  gozar  su  noble  juuentud  z  florida  moce- 
dad, que  es  el  tiempo  en  que  mas  plazeres  z  mayores  deley- 
tes  se  alcancaran  :  que,  a  la  mi  fe,  la  vejez  no  es  sino  mesón 
de  enfermedades,  posada  de  pensamientos,  amiga  de  renzi- 
llas,  congoxa  continua,  llaga  incurable,  manzilla  de  lo  pas- 


—  Si- 
sado, pena  de  lo  presente,  cuydado  triste  de  lo  por  venir, 
vezina  de  la  muerte,  cho<;a  sin  rama  que  se  llueue  por  cada 
parte,  cayado  de  mimbre  que  con  poca  carga  se  doblega. 

Melibea.  Porque  dizes,  madre,  tanto  mal  de  lo  que  todo 
el  mundo  con  tanta  eficacia  gozar  z  ver  dessean  ?  j 

Celestina.  Dessean  harto  mal  para  si,  dessean  harto  tra- 
bajo :  dessean  llegar  alia,  porque  llegando  viuen,  z  el  viuir 
es  dulce,  z  viuiendo  enuegescen.  Assi  que  el  niño  dessea  ser 
moco,  z  el  moco  viejo,  z  el  viejo  mas,  avnque  con  dolor : 
todo  por  vivir  ;  porque  como  dizen,  viua  la  gallina  con  su  I0 
pepita.  Pero,  quien  te  podria  contar,  señora,  sus  daños,  sus 
inconuenientes,  sus  fatigas,  sus  cuydados,  sus  enfermedades, 
su  frió,  su  calor,  su  descontentamiento,  su  renzilla,  su  pesa- 
dumbre, aquel  arrugar  de  cara,  aquel  mudar  de  cabellos,  su 
primera  z  fresca  color,  aquel  poco  oyr,  aquel  debilitado  ver,  15 
puestos  los  ojos  a  la  sombra,  aquel  hundimiento  de  boca, 
aquel  caer  de  dientes,  aquel  carecer  de  fuerza,  aquel  flaco 
andar,  aquel  espacioso  comer  ?  Pues  ay,  ay,  señora,  si  lo 
dicho  viene  acompañado  de  pobreza :  alli  veras  callar  todos 
los  otros  trabajos,  quando  sobra  la  gana  z  falta  la  prouision,  20 
que  jamas  senti  peor  ahito  que  de  hambre ! 

Melibea.  Bien  conozco  que  dize  cada  vno  de  la  feria 
segund  le  va  en  ella  :  assi  que  otra  canción  cantaran  los  ricos. 

Celestina.  Señora  hija,  a  cada  cabo  ay  tres  leguas  de  mal 
quebranto.  A  los  ricos  se  les  va  la  bienauenturanga,  la  gloria  25 
z  descanso,  por  otros  aluañares  de  acechanzas,  que  no  se 
parescen,  ladrillados  por  encima  con  lisonjas.  Cada  rico  tiene 
vna  dozena  de  hijos  z  nietos  que  no  rezan  otra  oración,  no 
otra  petición,  sino  rogar  a  Dios  que  le  saque  den  medio; 
no  veen  la  hora  que  tener  a  el  so  la  tierra,  z  lo  suyo  entre  30 
sus  manos,  z  darle  a  poca  costa  su  casa  para  siempre. 

Melibea.  Madre,  pues  que  assi  es,  gran  pena  ternas  por 
la  edad  que  perdiste.  Querrías  boluer  a  la  primera  ? 


—  52  — 

Celestina.  Loco  es,  señora,  el  caminante  que  enojado 
del  trabajo  del  día,  quisiesse  boluer  de  comienco  la  jornada 
para  tornar  otra  vez  aquel  lugar.  Que  todas  aquellas  cosas 
cuya  possession  no  es  agradable,  mas  vale  poseellas  que 
5  esperallas ;  porque  mas  cerca  esta  el  fin  dellas,  quanto  mas 
andado  del  comiendo.  No  ay  cosa  mas  dulce  ni  graciosa  al 
muy  cansado  que  el  mesón :  assi  que  avnque  la  mocedad  sea 
alegre,  el  verdadero  viejo  no  la  dessea ;  porque  el  que  de 
razón  z  seso  carece,  quasi  otra  cosa  no  ama  sino  lo  que 
io  perdió. 

Melibea.  Siquiera  por  viuir  mas,  es  bueno  dessear  lo  que 
digo. 

Celestina.  Tan  presto,  señora,  se  va  el  cordero  como  el 
carnero.  Ninguno  es  tan  viejo  que  no  pueda  viuir  vn  año, 
15  ni  tan  moco  que  oy  no  pudiesse  morir.  Assi  que  en  esto 
poca  auantaja  nos  leuays. 

Melibea.  Espantada  me  tienes  con  lo  que  has  hablado ; 
indicio  me  dan  tus  razones  que  te  aya  visto  otro  tiempo. 
Dime,  madre,  eres  tu  Celestina,  la  que  solia  morar  a  las 
20    tenerías,  cabe  el  rio  ? 

Celestina.  Señora,  hasta  que  Dios  quiera. 

Melibea.  Vieja  teas  parado:  bien  dizen  que  los  dias  no 
se  van  en  balde.  Assi  goze  de  mi,  no  te  conosciera,  sino  por 
essa  señaleja  de  la  cara.  Figúraseme  que  eras  hermosa:  otra 
25     pareces,  muy  mudada  estas. 

Lucrecia.  Hi,  hi,  hi !  Mudada  esta  el  diablo  :  hermosa  era 
con  aquel  su  Dios  os  salue  que  trauiessa  la  media  cara? 

Melibea.  Que  hablas,  loca?  Que  es  lo  que  dizes?  De  que 
te  ríes  ? 

30       Lucrecia.  De  como  no  conoscias  a  la  madre  en  tan  poco 
tiempo  en  la  filosomia  de  la  cara. 

Melibea.  No  es  tan  poco  tiempo  dos  años ;  z  mas  que  la 
tiene  arrugada. 


—  55  — 

Celestina.  Señora,  ten  tu  el  tiempo  que  no  ande,  terne 
yo  mi  forma  que  no  se  mude.  No  has  leydo  que  dizen  : 
verna  el  dia  que  en  el  espejo  no  te  conozcas  ?  Pero  también 
yo  encanecí  temprano,  z  parezco  de  doblada  edad  :  que  assi 
goze  desta  alma  pecadora,  z  tu  desse  cuerpo  gracioso,  que  de  5 
quatro  hijas  que  parió  mi  madre  yo  fuy  la  menor.  Mira  como 
no  so  vieja  como  me  juzgan. 

Melibea.  Celestina  amiga,  yo  he  holgado  mucho  en  verte 
z  conoscerte  :  también  hasme  dado  plazer  con  tus  razones. 
Toma  tu  dinero  z  vete  con  Dios,  que  me  parece  que  no  10 
deues  hauer  comido. 

Celestina.  O  angélica  ymagen,  o  perla  preciosa,  z  como 
te  lo  dizes !  Gozo  me  toma  en  verte  fablar.  z  no  sabes  que 
por  la  diuina  boca  fue  dicho  contra  aquel  infernal  tentador, 
que  no  de  solo  paa  viuiremos  ?  Pues  assi  es,  que  no  el  solo  1 5 
comer  mantiene :  mayormente  a  mi  que  me  suelo  estar  vno 
z  dos  dias  negociando  encomiendas  agenas  ayuna :  saluo 
hazer  por  los  buenos,  morir  por  ellos.  Esto  tuue  siempre, 
querer  mas  trabajar  siruiendo  a  otros,  que  holgar  contentan- 
do a  mi.  Pues  si  tu  me  das  licencia,  direte  la  necessitada  20 
causa  ,  de  mi  venida,  que  es  otra  que  la  que  fasta  agora  as 
oydo,  z  tal  que  todos  perderíamos  en  me  tornar  en  balde  sin 
que  la  sepas. 

Melibea.  Di,  madre,   todas  tus  necessidades,  que  si  yo 
las  pudiere  remediar,  de  muy  buen  grado  lo  haré  por  el  25 
passado  conoscimiento  z  vezindad,  que  pone  obligación  a 
los  buenos. 

Celestina.  Mias,  señora?  Antes  agenas,  como  tengo 
dicho:  que  las  mias  de  mi  puerta  adentro  me  las  passo,  sin 
que  las  sienta  la  tierra,  comiendo  quando  puedo,  beuiendo  30 
quando  lo  tengo,  que  con  mi  pobreza  jamas  me  falto,  a  Dios 
gracias,  vna  blanca  para  pan,  z  vn  quarto  para  vino,  después 
que  embiude  ;  que  antes  no  tenia  yo  cuydado  de  lo  buscar. 


—  54  — 

que  sobrado  estaua  vn  cuero  en  mi  casa,  z  vno  lleno  z  otro 
vazio.  Jamas  me  acosté  sin  comer vna  tostada  envino,  z  dos 
dozenas  de  somos,  por  amor  de  la  madre,  tras  cada  sopa. 
Agora,  como  todo  cuelga  de  mi,  en  vn  jarrillo  mal  pegado 
5  me  lo  traen,  que  no  cabe  dos  adumbres.  Assi  que  donde  no 
ay  varón,  todo  bien  fallesce :  con  mal  esta  el  huso,  quando 
la  barua  no  anda  de  suso.  Ha  venido  esto,  señora,  por  lo 
que  dezia  de  las  agenas  necessidades  z  no  mias. 

Melibea.  Pide  lo  que  querrás,  sea  para  quien  fuere. 

10  Celestina.  Donzella  graciosa  z  de  alto  linaje,  tu  suaue 
fabla  z  alegre  gesto,  junto  con  el  aparejo  de  liberalidad  que 
muestras  con  esta  pobre  vieja,  me  dan  osadia  a  te  lo  dezir. 
Yo  dexo  vn  enfermo  a  la  muerte,  que  con  sola  vna  palabra 
de  tu  noble  boca  salida,  que  le  lleue  metida  en  mi  seno, 

15  tiene  por  fe  que  sanara,  según  la  mucha  deuocion  tiene  en 
tu  gentileza. 

Melibea.  Vieja  honrrada,  no  te  entiendo,  si  mas  no 
declaras  tu  demanda  :  por  vna  parte  me  alteras  z  prouocas  a 
enojo,  por  otra  me  mueues  a  compasión.  No  te  sabria 

20  boluer  respuesta  conueniente,  según  lo  poco  que  he  sentido 
de  tu  habla.  Que  yo  soy  dichosa,  si  de  mi  palabra  ay  neces- 
sidad  para  salud  de  algún  cristiano.  Porque  hazer  beneficio 
es  semejar  a  Dios  :  z  el  que  le  da  le  recibe,  quando  a  persona 
digna  del  le  haze.  z  demás  desto,  dizen  que  el  que  puede 

25  sanar  al  que  padece,  no  lo  faziendo,  le  mata.  Assi  que  no 
cesses  tu  petición  por  empacho  ni  temor. 

Celestina.  El  temor  perdi,  mirando,  señora,  tu  beldad: 
que  no  puedo  creer  que  embalde  pintasse  Dios  vnos  gestos 
mas  perfetos  que  otros,  mas  dotados  de  gracias,  mas  her- 

30  mosas  faciones,  sino  para  fazerlos  almazen  de  virtudes,  de 
misericordia,  de  compassion  ;  ministros  de  sus  mercedes  z 
dadiuas,  como  a  ti.  z  pues  como  todos  seamos  humanos 
nascidos  para  morir,  sea  cierto  que  no  se  puede  dezir  na- 


—  55  — 

cido  el  que  para  si  solo  nascio ;  porque  seria  semejante  a  los 
brutos  animales,  en  los  quales  avn  ay  algunos  piadosos,  como 
se  dize  del  vnicornio  que  se  humilla  a  qualquiera  donzella. 
Pues  las  aues  ?  Ninguna  cosa  el  gallo  come  que  no  participe 
z  llame  las  gallinas  a  comer  dello.  Pues  porque  los  hombres  5 
hauemos  de  ser  mas  crueles  ?  Porque  no  daremos  parte  de 
nuestras  gracias  z  personas  a  los  próximos,  mayormente 
quando  están  embueltos  en  secretan  enfermedades,  z  tales, 
que  donde  esta  la  melezina  salió  la  causa  de  la  enfermedad  ? 

Melibea.  Por  Dios,  que  sin  mas  dilatar,  me  digas  quien  es  10 
esse  doliente,  que  de  mal  tan  perplexo  se  siente,  que  su  pas- 
sion  z  remedio  salen  de  vna  mesma  fuente. 

Celestina.  Bien  ternas,  señora,  noticia  en  esta  cibdad  de 
vn  cauallero  mancebo,  gentil  hombre,  de  clara  sangre,  que 
llaman  Calisto.  1 5 

Melibea.  Ya,  ya,  ya,  buena  vieja,  no  me  digas  mas  :  no 
pases  adelante.  Esse  es  el  doliente  por  quien  as  fecho  tan- 
tas premissas  en  tu  demanda  ?  por  quien  has  venido  a  buscar 
la  muerte  para  ti  ?  por  quien  has  dado  tan  dañosos  passos, 
desuergoncada  baruuda?  Que  siente  esse  perdido,  que  con  20 
tanta  passion  vienes  ?  De  locura  sera  su  mal.  Que  te  parece  ? 
Si  me  fallaras  sin  sospecha  desse  loco,  con  que  palabras  me 
entrauas  !  No  se  dize  en  vano,  que  el  mas  empecible  miem- 
bro del  mal  hombre  o  muger  es  la  lengua.  Quemada  seas, 
alcahueta  falsa,  hechizera,  enemiga  de  onestad,  causa-  25 
dora  de  secretos  yerros  !  Jesu,  Jesu,  quítamela,  Lucrecia,  de 
delante,  que  me  fino,  que  no  me  ha  dexado  gota  de  sangre 
en  el  cuerpo.  Bien  se  lo  merece  esto  z  mas,  quien  a  estas 
tales  da  oydos.  Por  cierto,  si  no  mirasse  a  mi  honestidad,  z 
por  no  publicar  su  osadía  desse  atreuido,  yo  te  fiziera,  30 
maluada,  que  tu  razón  z  vida  acabaran  en  vn  tiempo. 

Celestina.  En  hora  mala  acá  vine,  si  me  falta  mi  conjuro. 
Ea  pues,  bien  se  a  quien  digo. 


-  56  

Melibea.  Avn  hablas  entre  dientes  delante  mi,  para  acre- 
centar mi  enojo  z  'doblar  tu  pena?  Querrías  condenar  mi 
onestidad  por  dar  vida  a  vn  loco?  dexar  a  mi  triste  por 
alegrar  a  el,  z  lleuar  tu  el  prouecho  de  mi  perdición,  el 
5  galardón  de  mi  yerro  ?  perder  z  destruyr  la  casa  z  la  honrra  de 
mi  padre,  por  ganar  la  de  vna  vieja  maldita  como  tu?  Pien- 
sas que  no  tengo  sentidas  tus  pisadas,  z  entendido  tu  dañado 
mensaje  ?  Pues  yo  te  certifico  que  las  albricias  que  de  aqui 
saques,  no  sean  sino  estoruarte  de  mas  ofender  a  Dios, 
10  dando  fin  a  tus  dias.  Respóndeme,  traydora  :  como  osaste 
tanto  fazer  ? 

Celestina.  Tu  temor,  señora,  tiene  ocupada  mi  desculpa. 
Mi  innocencia  me  da  osadia,  tu  presencia  me  turba  en  verla 
yrada;  z  lo  que  mas  siento  z  me  pena  es  recibir  enojo  sin 

15  razón  ninguna.  Por  Dios,  señora,  que  me  dexes  concluyr 
mi  dicho,  que  ni  el  quedara  culpado,  ni  yo  condenada;  z 
veras  como  es  todo  mas  seruicio  de  Dios,  que  passos  desho- 
nestos:  mas  para  dar  salud  al  enfermo,  que  para  dañar  la 
fama  al  medico.  Si  pensara,  señora,  que  tan  de  ligero  hauias 

20  de  conjecturar  de  lo  passado  nocibles  sospechas,  no  bastara 
tu  licencia  para  me  dar  osadia  a  hablar  en  cosa  que  a  Calisto 
ni  a  otro  hombre  tocasse. 

Melibea.  Jesu,  no  oyga  yo  mentar  mas  esse  loco,  salta- 
paredes, fantasma  de  noche,  luengo  como  cigüeña,  figura  de 

^51  paramento  mal  pintado,  sino  aqui  me  caeré  muerta.  Este  es 
'   '  el  que  el  otro  dia  me  vido,  z  comento  a  desuariar  comigo 
en  razones,  haziendo  mucho  del  galán.  Dirasle,  buena  vieja, 
que  si  pensó  que  ya  era  todo  suyo  z  quedaua  por  el  el 
campo,  porque  holgué  mas  de  consentir  sus  necedades  que 

30  castigar  su  yerro,  quise  mas  dexarle  por  loco  que  publicar  su 
grande  atreuimiento.  Pues  auisale  que  se  aparte  deste  propo- 
sito, z  serle  ha  sano,  sino  podra  ser  que  no  aya  comprado 
tan  cara  habla  en  su  vida.  Pues  sabe  que  no  es  vencido 


—  57  — 

sino  el  que  se  cree  serlo  ;  z  yo  quede  bien  segura,  z  el  vfano. 
De  los  locos  es  estimar  a  todos  los  otros  de  su  calidad  ;  z 
tu  tórnate  con  su  mesma  razón,  que  respuesta  de  mi  otra  no 
hauras,  ni  la  esperes:  que  por  demás  es  ruego  a  quien  no 
puede  hauer  misericordia  ;  z  da  gracias  a  Dios,  pues  tan  libre 
vas  desta  feria.  Bien  me  hauian  dicho  quien  tu  eras,  z  auisado 
de  tus  propiedades,  avnque  agora  no  te  conocia. 

Celestina.  Mas  fuerte  estaua  Troya,  z  avn  otras  mas 
brauas  he  yo  amansado  :  ninguna  tempestad  mucho  dura. 

Melibea.  Que  dizes,  enemiga?  Fabla  que  te  pueda  oyr. 
Tienes  desculpa  alguna  para  satisfazer  mi  enojo,  z  escusar  tu 
yerro  z  osadia  ? 

Celestina.  Mientra  viuiere  tu  yra,  mas  dañara  mi  des- 
cargo, que  estas  muy  rigurosa  ;  z  no  me  marauillo,  que  la 
sangre  nueua  poco  calor  ha  menester  para  heruir. 

Melibea.  Poco  calor  ?  Poco  lo  puedes  llamar,  pues  que- 
daste tu  viua,  z  yo  quexosa,  sobre  tan  gran  atreuimiento. 
Que  palabra  podias  tu  querer  para  esse  tal  hombre  que  a  mi 
bien  me  estuuiesse?  Responde;  pues  dizes  que  no  has  con- 
cluydo,  quica  pagaras  lo  passado. 

Celestina.  Vna  oración,  señora,  que  le  dixeron  que 
sabias  de  sancta  Polonia  para  el  dolor  de  las  muelas ;  assi- 
mismo  tu  cordón,  que  es  fama  que  ha  tocado  todas  las  reli- 
quias que  ay  en  Roma  z  Jerusalem  :  aquel  cauallero  que 
dixe,  pena  z  muere  deltas.  Esta  fue  mi  venida  ;  pero  pues  en 
mi  dicha  estaua  tu  ayrada  respuesta,  padézcase  el  su  dolor, 
en  pago  de  buscar  tan  desdichada  mensajera:  que  pues  en  tu 
mucha  virtud  me  falto  piedad,  también  me  faltara  agua,  si  a 
lámar  me  embiara. 

Melibea.  Si  esso  querías,  porque  luego  no  me  lo  espre- 
saste ?  Porque  me  lo  dixiste  en  tan  pocas  palabras  ? 

Celestina.  Señora,  porque  mi  limpio  motiuo  me  hizo 
creer,  que  avnque  en  menos  lo  propusiera,  no  se  hauia  de 


-  58  - 

sospechar  mal:  que  si  falto  el  deuido  preámbulo,  fue  porque 
la  verdad  no  es  necessario  abundar  de  muchas  colores. 
Compassion  de  su  dolor,  confianza  de  tu  magnificencia  aho- 
garon en  mi  boca  la  espression  de  la  causa ;  z  pues  conoces, 
5  señora,  que  el  dolor  turba,  la  turbación  desmanda  z  altera  la 
lengua,  la  qual  hauia  de  estar  siempre  atada  con  el  seso,  por 
Dios,  que  no  me  culpes,  z  si  el  otro  yerro  ha  fecho,  no 
redunde  en  mi  daño  ;  pues  no  tengo  otra  culpa  sino  ser  men- 
sajera del  culpado.  No  quiebre  la  soga  por  lo  mas  delgado  : 

10  no  seas  la  telaraña  que  no  muestra  su  fuerza  sino  contra  los 
flacos  animales  :  no  paguen  justos  por  pecadores.  Imita  a  la 
diuina  justicia,  que  dixo :  el  anima  que  pecare,  aquella 
misma  muera;  ala  humana,  que  jamas  condena  al  padre 
por  el  delicio  del  hijo,  ni  al  hijo  por  el  del  padre.  Ni  es, 

15  señora,  razón  que  su  atreuimiento  acarree  mi  perdición,  aun- 
que según  su  merecimiento,  no  ternia  en  mucho  que  fuese  el 
el  delinquente,  z  yo  la  condemnada;  que  no  es  otro  mi  oficio 
sino  seruir  a  los  semejantes  :  desto  viuo,  z  desto  me  arreo. 
Nunca  fue  mi  voluntad  enojar  a  vnos  por  agradar  a  otros, 

20  avnque  ayan  dicho  a  tu  merced  en  mi  absencia  otra  cosa. 
Al  fin,  señora,  a  la  firme  verdad  el  viento  del  vulgo  no  la 
empece. 

Melibea.  Por  cierto,  tantos  z  tantos  .loores  me  han  dicho 
de  tus  mañas,  que  no  se  si  crea  que  pedias  oración. 
25        Celestina.  Nunca  yo  la  reze,  z:  si  la  rezare  no  sea  oyda,  si 
otra  cosa  de  mi  se  saque,  avnque  mili  tormentos  me  diessen. 

Melibea.  Mi  passada  alteración  me  impide  a  reyr  de  tu 
desculpa:  que  bien  se  que  ni  juramento  ni  tormento  te  tor- 
cera a  dezir  verdad,  que  no  es  en  tu  mano. 
30  Celestina.  Eres  mi  señora,  tengote  de  callar,  hete  yo  de 
seruir,  hasme  tu  de  mandar :  tu  mala  palabra  sera  víspera  de 
vna  saya.  *7 

Melibea.  Bien  la  has  merecido. 


—  59  — 

Celestina.  Si  no  la  he  ganado  con  la  lengua,  no  k  he 
perdido  con  la  intención. 

Melibea.  Tanto  afirmas  tu  ignorancia,  que  me  hazes 
creer  lo  que  puede  ser.  Quiero  pues  en  tu  dubdosa  desculpa 
tener  la  sentencia  en  peso,  z  no  disponer  de  tu  demanda  al 
sabor  de  ligera  interpretación.  No  tengas  en  mucho,  ni  te 
marauilles  de  mi  passado  sentimiento,  porque  concurrieron 
dos  cosas  en  tu  habla,  que  qualquiera  dellas  era  bastante  para 
me  sacar  de  seso:  nombrarme  esse  tu  cauallero  que  comigo 
se  atreuio  a  hablar,  z  también  pedirme  palabra  sin  mas 
causa,  que  no  se  podia  sospechar  sino  daño  para  mi  honrra. 
Pero  pues  todo  viene  de  buena  parte,  de  lo  passado  aya  per- 
don;  que  en  alguna  manera  es  aliuiado  mi  coraron,  viendo 
que  es  obra  pia  z  santa  sanar  los  passionados  z  enfermos. 
$  Celestina,  z  tal  enfermo,  señora.  Por  Dios,  si  bien  le 
conosciesses,  no  le  juzgasses  por  el  que  has  dichoz:  mostrado 
con  tu  yra.  En  Dios  z  en  mi  alma,  no  tiene  hiél ;  gracias  dos 
mili;  en  franqueza  Alexandre ;  en  esfuerco  Etor;  gesto  de 
vn  rey;  gracioso,  alegre;  jamas  reyna  en  el  tristeza;  de 
noble  sangre,  como  sabes;  gran  justador;  pues  verle 
armado,  vn  sant  George ;  merca  z  esfuerco,  no  tuuo  Ercules 
tanta:  la  presencia  z  faciones,  dispusicion,  desemboltura, 
otra  lengua  hauia  menester  para  las  contar:  todo  junto  semeja 
ángel  del  cielo.  Por  fe  tengo  que  no  era  tan  hermoso  aquel 
gentil  Narciso  que  se  enamoro  de  su  propia  figura,  quando 
se  vido  en  las  aguas  de  la  fuente.  Agora,  señora,  tienele  der- 
ribado vna  sola  muela,  que  jamas  cessa  de  quexar. 
Melibea,  z  que  tanto  tiempo  ha  ? 

Celestina.  Podra  ser,  señora,  de  veynte  z  tres  años  :  que 
aqui  esta  Celestina  que  le  vido  nascer,  z  le  tomo  a  los  pies 
de  su  madre. 

Melibea.  Ni  te  pregunto  esso,  ni  tengo  necessidad  de 
saber  su  edad :  sino  que  tanto  ha  que  tiene  el  mal, 


—  6o  — 


Celestina.  Señora,  ocho  dias,  que  parece  que  ha  vn  año 
en  su  flaqueza:  e  el  mayor  remedio  que  tiene,  es  tomar  vial 
vihuela,  z  tañe  tantas  canciones  z  tan  lastimeras,  que  no 
creo  que  fueron  otras  las  que  compuso  aquel  emperador  z 
5  gran  músico  Adriano  de  la  partida  del  anima,  por  sofrir  sin 
desmayo  la  ya  vezina  muerte.  Que  avnque  yo  se  poco  de 
música,  parece  que  faze  aquella  vihuela  fablar.  Pues  si 
acaso  canta,  de  mejor  gana  se  paran  las  aues  a  le  oyr,  que  no 
aquel  antico,  de  quien  se  dize,  que  mouia  los  arboles  z  pie- 

10  dras  con  su  canto.  Siendo  este  nascido,  no  alabaran  a  Orfeo. 
Mira,  señora,  si  vna  pobre  vieja  como  yo  si  se  fallara  dichosa 
en  dar  la  vida  a  quien  tales  gracias  tiene  !  Ninguna  muger  le 
vee  que  no  alabe  a  Dios,  que  assi  le  pinto :  pues  si  le  habla 
acaso,  no  es  mas  señora  de  si,  de  lo  que  el  ordena.  E  pues 

15  tanta  razón  tengo,  juzga,  señora,  por  bueno  mi  proposito, 
mis  passos  saludables  z  vazios  de  sospecha. 

Melibea.  O  quanto  me  pesa  con  la  falta  de  mi  paciencia! 
Porque  siendo  el  ignorante  z  tu  ynocente,  haues  padecido 
las  alteraciones  de  my  ayrada  lengua.  Pero  la  mucha  razón 

20  me  relieua  de  culpa,  la  qual  tu  habla  sospechosa  causo.  En 
pago  de  tu  buen  sofrimiento,  quiero  complir  tu  demanda,  z 
darte  luego  mi  cordón :  e  porque  para  escriuir  la  oración  no 
haura  tiempo  sin  que  venga  mi  madre,  si  esto  no  bastare  ven 
mañana  por  ella  muy  secretamente. 

25        Lucrecia.  Ya,   ya,  perdida  es  mi  ama.  Secretament 
quiere  que  venga  Celestina?  Fraude  ay :  mas  le  querrá  d 
que  lo  dicho. 

Melibea.  Que  dizes,  Lucrecia? 
Lucrecia.  Señora,  que  baste  lo  dicho,  que  es  tarde. 

30       Melibea.  Pues,  madre,  no  le  des  parte  de  lo  que  passo 
ese  cauallero,  porque  no  me  tenga  por  cruel,  o  arrebatada 
o  deshonesta. 

Lucrecia.  No  miento  yo,  que  mal  va  este  fecho. 


—  6i 


•  Celestina.  Mucho  me  marauillo,  señora  Melibea,  de  la 
j  dubda  que  tienes  de  mi  secreto.  No  temas,  que  todo  lo  se 
sofrir  z  encubrir:  que  bien  veo  que  tu  mucha  sospecha 
echo,  como  suele,  mis  razones  a  la  mas  triste  parte.  Yo  voy 
con  tu  cordón  tan  alegre,  que  se  me  figura  que  esta  dizien-  5 
dolé  alia  su  coracon  la  merced  que  nos  heziste,  z  que  le 
tengo  de  hallar  aliuiado. 

Melibea.  Mas  haré  por  tu  doliente,  si  menester  fuere,  en 
pago  de  lo  sofrido. 

Celestina.  Mas  sera  menester  z  mas  harás,  z  avnque  no  10' 
se  te  agradezca. 

Melibea.  Que  dizes,  madre,  de  agradescer  ? 

Celestina.  Digo,  señora,  que  todos  lo  agradescemos  z 
seruiremos,  z  todos  quedamos  obligados,  que  la  paga  mas 
cierta  es,  quando  mas  la  tienen  de  complir.  15 

Lucrecia.  Trastrocame  essas  palabras. 

Celestina,  Hija  Lucrecia,  ce,  yras  a  casa,  z  darte  he  vna 
lexia  con  que  pares  essos  cau ellos  mas  que  oro ;  no  lo  digas 
a  tu  señora,  z  avn  darte  he  vnos  poluos  para  quitarte  esse 
olor  de  la  boca,  que  te  huele  vn  poco,  que  en  el  reyno  no  20 
lo  sabe(fazer  otri  sino  yo  :  z  no  ay  cosa  que  peor  en  la 
muger  parezca. 

Melibea.  Que  le  dizes,  madre  ? 

Celestina.  Señora,  acá  nos  entendemos. 

Melibea.  Dimelo,  que  me  enojo  quando  yo  presente  se  25 
habla  cosa  de  que  no  aya  parte. 

Celestina.  Señora,  que  te  acuerde  la  oración,  para  que 
la  mandes  escriuir,  z  que  aprenda  de  mi  a  tener  mesura  en  el 
tiempo  de  tu  yra,  en  la  qual  yo  vse  lo  que  se  dize :  que  del 
ayrado  es  de  apartar  por  poco  tiempo,  del  enemigo  por  30 
mucho.  Pues  tu,  señora,  tenias  yra  con  lo  que  sospechaste 
de  mis  palabras,  no  enemistad ;  porque  avnque  fueran  las 
que  tu  pensauas,  en  si  no  eran  malas  ;  que  cada  dia  ay 


—  62  — 


hombres  penados  por  mugeres,  z  mugeres  por  hombres:  r 
esto  obra  la  natura,  z  la  natura  ordenóla  Dios,  z  Dios  no 
hizo  cosa  mala,  z  assi  quedaua  mi  demanda  como  quiera 
que  fuesse  en  si  loable,  pues  de  tal  tronco  procede,  z  yo 
5  libre  de  pena.  Mas  razones  destas  te  diria,  sino  porque  la 
prolixidad  es  enojosa  al  que  oye,  z  dañosa  al  que  habla. 

Melibea.  En  todo  has  tenido  buen  tiento  :  assi  en  lo 
poco  hablar  en  mi  enojo,  como  con  el  mucho  sofrir. 

Celestina.  Señora,  sofrite  con  temor,  porque  te  ayraste 
10  con  razón.  Porque  con  la  yra  morando  poder,  no  es  sino 
rayo :  z  por  esto  passe  tu  rigurosa  habla,  hasta  que  su  alma- 
zen  houiesse  gastado. 

Melibea.  En  cargo  te  es  esse  cauallero. 

Celestina.  Señora,  mas  merece  :  z  si  algo  con  mi  ruego 
15  para  el  he  alcancado,  con  la  tardanca  lo  he  dañado.  Yo  me 
parto  para  el,  si  licencia  me  das. 

Melibea.  Mientra  mas  ayna  la  houieras  pedido,  mas  de 
grado  la  houieras  recabdado.  Ve  con  Dios,  que  ni  tu  mensaje 
me  ha  traydo  prouecho,  ni  de  tu  yda  me  puede  venir  daño. 


-  ó3  - 


ARGUMENTO  DEL  QUINTO  AUTO 

Despedida  Celestina  de  Melibea,  va  por  la  calle  hablando  consigo  misma 
entre  dientes:  llegada  a  su  casa,  hablo  a  Sempronio  que  la  aguardaua. 
Ambos  van  hablando  hasta  llegar  a  casa  de  Calisto,  z  vistos  por  Parmeno, 
cuéntalo  a  Calisto  su  amo,  el  qual  le  mando  abrir  la  puerta. 

Celestina.  O  rigurosos  trances!  o  cruda  osadía!  o  gran 
sofrimiento !  z  que  tan  cercana  estuue  de  la  muerte,  si  mi 
mucha  astucia  no  rigera  con  el  tiempo  las  velas  de  la  peti- 
ción !  O  amenazas  de  donzella  braua  !  o  ayrada  donzella  !  o  dia- 
blo a  quien  yo  conjure  !  Como  compliste  tu  palabra  en  todo  lo  5 
que  te  pedi !  En  cargo  te  soy.  Assi  amansaste  la  cruel  hembra 
con  tu  poder,  z  diste  tan  oportuno  lugar  a  mi  habla  quanto 
quise,  con  la  absencia  de  su  madre.  O  vieja  Celestina,  vas 
alegre!  Sábete  que  la  meytad  esta  hecha,  quando  tienen  buen 
principio  las  cosas !  O  serpentino  azeyte  !  o  blanco  filado  !  10 
Como  os  parejastes  todos  en  mi  fauor  !  O  yo  rompiera  todos 
mis  atamientos  hechos  z  por  fazer,  ni  creyera  en  yeruas,  ni 
en  piedras,  ni  en  palabras.  Pues  alégrate,  vieja,  que  mas 
sacaras  deste  pleyto  que  de  quinze  virgos  que  renouaras.  O 
malditas  haldas,  prolixas  z  largas,  como  me  estoruays  de  15 
llegar  adonde  han  de  reposar  mis  nueuas !  O  buena  fortuna, 
como  ayudas  a  los  osados,  z  a  los  timidos  eres  contraria ! 
Nunca  huyendo  huyo  la  muerte  al  couarde.  O  quantas  erra- 
ran en  lo  que  yo  he  acertado !  Que  fizieran  en  tan  fuerte 
estrecho  estas  nueuas  maestras  de  mi  oficio,  sino  responder  20 
algo  a  vlelibea,  por  donde  se  perdiera  quanto  yo  con  buen 
callar  he  ganado  ?  Por  esto  dizen :  quien  las  sabe  las  tañe ;  z 
que  es  mas  cierto  medico  el  esperimentado  que  el  letrado ;  z 
la  esperiencia  z  escarmiento  haze  los  hombres  arteros;  z  la 
vieja,  como  yo,  que  alce  sus  haldas  al  passar  del  vado  como  25 


-  64  - 

maestra.  Ay  cordón,  cordón  !  Yo  te  fare  traer  por  fuerca, 
si  viuo,  a  la  que  no  quiso  darme  su  buena  habla  de  grado. 
Sempronio.  O  yo  no  veo  bien,  o  aquella  es  Celestina. 
~>  Yalala^el  diablo  haldear  que  trae :  parlando  viene  entre 
5  dientes. 

Celestina.  De  que  te  santiguas,  Sempronio?  Creo  que 
en  verme. 

Sempronio.  Yo  te  lo  diré :  la  raleza  de  las  cosas  es  madre 
de  la  admiración ;  la  admiración  concebida  en  los  ojos,  de- 

io  ciende  al  animo  por  ellos;  el  animo  es  forjado  descubrillo 
por  estas  esteriores  señales.  Quien  jamas  te  vido  por  la 
calle,  abaxada  la  cabeca,  puestos  los  ojos  en  el  suelo,  z  no 
mirar  a  ninguno  como  agora  ?  Quien  te  vido  hablar  entre 
dientes  por  las  calles,  z  venir  aguijando,  como  quien  va  a 

15  ganar  beneficio?  Cata,  que  todo  esto  nouedad  es  para  se 
marauillar  quien  te  conoce.  Pero  esto  dexado,  dime,  por 
Dios,  con  que  vienes?  Dime  si  tenemos  hijo  o  hija;  que 
desde  que  dio  la  vna  te  espero  aqui,  z  no  he  sentido  mejor 
señal  que  tu  tardanza. 

20  Celestina.  Hijo,  essa  regla  de  bouos  no  es  siempre 
cierta,  que  otra  hora  me  pudiera  mas  tardar  z  dexar  alia  las 
narizes,  z  otras  dos,  z  narizes  z  lengua ;  z  assi  que  mientra 
mas  tardasse,  mas  caro  me  costasse. 

Sempronio.  Por  amor  mió,  madre,  no  pases  de  aqui  sin 

25     me  lo  contar. 

Celestina.  Sempronio  amigo,  ni  yo  me  podria  parar,  ni 
el  lugar  es  aparejado.  Vete  comigo  delante  Calisto,  oyras 
marauillas :  que  sera  desflorar  mi  embaxada  comunicándola 
con  muchos.  De  mi  boca  quiero  que  sepa  lo  que  se  ha 

30  hecho,  que  avnque  ayas  de  hauer  alguna  partezilla  del  proue- 
cho,  quiero  yo  todas  las  gracias  del  trabajo. 

Sempronio.  Partezilla,  Celestina  ?  Mal  me  parece  eso  que 
dizes. 


Celestina.  Calla,  loquillo,  que  parte  o  parteziüa,  quántó 
tu  quisieres  te  daré.  Todo  lo  mió  es  tuyo:  gozemonos  z 
aprouechemonos,  que  sobre  el  partir  nunca  reñiremos,  z 
también  sabes  tu,  quantamas  necessidad  tienen  los  viejos  que 
los  mocos,  mayormente  tu  que  vas  a  mesa  puesta. 

Sempronio.  Otras  cosas  he  menester  mas  de  comer. 

Celestina.  Que,  hijo  ?  Vna  dozena  de  agujetas,  z  vn 
torce  para  el  bonete,  z  vn  arco  para  andarte  de  casa  en  casa 
tirando  a  paxaros,  z  aojando  paxaras  a  las  ventanas.  Mas  ay, 
Sempronio,  de  quien  tiene  de  mantener  honrra  z  se  va 
haziendo  vieja  como  yo. 

Sempronio.  O  lisonjera  vieja,  o  vieja  llena  de  mal !  O 
cobdiciosa  z  auarienta  garganta !  También  quiere  a  mi  enga- 
ñar como  a  mi  amo,  por  ser  rica.  Pues  mala  medra  tiene;  no 
le  arriendo  la  ganancia  :  que  quien  con  modo  torpe  sube  en  lo 
alto,  mas  presto  cae  que  sube.  O  que  mala  cosa  es  de  cono- 
cer el  hombre!  Biendizen,  que  ninguna  mercaduría  ni  animal 
es  tan  difícil.  Mala  vieja  falsa  es  esta:  el  diablo  me  metió 
con  ella ;  mas  seguro  me  fuera  huyr  desta  venenosa  biuora 
que  tomalla.  Mia  fue  la  culpa;  pero  gane  arto,  que  por  bien 
o  mal  no  negara  la  promessa. 

Celestina.  Que  dizes,  Sempronio?  con  quien  hablas? 
vienesme  royendo  las  haldas;  porque  no  aguijas  ? 

Sempronio.  Lo  que  vengo  diziendo,  madre  mia,  es  que 
no  me  marauillo  que  seas  mudable,  que  sigues  el  camino 
de  las  muchas.  Dicho  me  auias  que  diferirías  este 
negocio :  agora  vas  sin  seso  por  dezir  a  Calisto  quanto  passa. 
No  sabes  que  aquello  es  en  algo  tenido,  que  es  por  tiempo 
deseado,  z  que  cada  día  que  el  penase  era  doblarnos  el 
prouecho  ? 

Celestina.  El  proposito  muda  el  sabio,  el  nescio  per- 
seuera.  A  nueuo  negocio,  nueuo  consejo  se  requiere.  No 
pense  yo,  hijo  Sempronio,  que  assi  me  respondiera  mi 


—  66  — 


buena  fortuna.  De  los  discretos  mensajeros  es  fazer  lo  que  el 
tiempo  quiere  :  assi  que  la  calidad  de  lo  fecho  no  puede 
encubrir  tiempo  dissimulado,  z  mas  que  yo  se  que  tu  amo, 
según  lo  que  del  senti,  es  liberal,  z  algo  antojadizo :  mas 
5  dará  en  vn  dia  de  buenas  nueuas,  que  en  ciento  que  ande 
penando,  z  yo  yendo  z  viniendo  :  que  los  acelerados  z 
súpitos  plazeres  crian  alteración,  la  mucha  alteración  estorua 
el  deliberar.  Pues,  en  que  podra  parar  el  bien  sino  en 
bien?  z  el  alto  mensaje  sino  en  luengas  albricias?  Calla, 
10    bouo,  dexa  fazer  a  tu  vieja. 

Sempronio.  Pues  dime  lo  que  passo  con  aquella  gentil 
donzella :  dime  alguna  palabra  de  su  boca :  que,  por  Dios, 
assi  peno  por  sabella,  como  mi  amo  penaria. 

Celestina.  Calla,  loco,  altérasete  la  complesion :  yo  lo 
1 5     veo  en  ti,  que  querrías  mas  estar  al  sabor  que  al  olor  deste 
negocio.  Andemos  presto,  que  estara  loco  tu  amo  con  mi 
mucha  tardanza. 

Sempronio.  z  avn  sin  ella  se  lo  esta. 

Parmeno.  Señor,  señor! 
2o       Calisto.  Que  quieres,  loco? 

Parmeno.  A  Sempronio  z  a  Celestina  veo  venir  cerca  de 
casa,  faziendo  paradillas  de  rato  en  rato. 

Calisto.  O  desuariado,  negligente!  veslos  venir,  no 
puedes  decir  corriendo  a  abrir  la  puerta?  O  alto  Dios!  o 
25  soberana  deydad!  Con  que  vienen  ?  Que  nueuas  traen  ?  Que 
tanta  ha  sido  su  tardanza,  que  ya  mas  esperaua  su  venida 
que  el  fin  de  mi  remedio.  O  mis  tristes  oydos,  aparejaos  a 
lo  que  os  viniere,  que  en  su  boca  de  Celestina  esta  agora 
aposentado  el  aliuio  o  pena  de  mi  coraron  !  O  si  en  sueño 
30  se  passase  este  poco  tiempo  hasta  ver  el  principio  z  fin  de 
su  habla !  Agora  tengo  por  cierto,  que  es  mas  penoso  al 
delinquente  esperar  la  cruda  z  capital  sentencia,  que  el  acto 
de  la  ya  sabida  muerte.  O  espacioso  Parmeno,  manos  de 


-  67  - 

muerto  !  Quita  ya  essa  enojosa  aldaua  :  entrara  essa  honrrada 
dueña,  en  cuya  lengua  esta  mi  vida. 

Celestina.  Oyes,  Sempronio?  De  otro  temple  anda 
nuestro  amo.  Bien  difieren  estas  razones  de  las  que  oymos 
a  Parmeno  z  a  el  la  primera  venida :  de  mal  en  bien  me 
paresce  que  va.  No  ay  palabra  de  las  que  dize,  que  no  vale 
a  la  vieja  Celestina  mas  que  vna  saya. 

Sempronio.  Pues  mira  que  entrando  hagas  que  no  ves  a 
Calisto,  z  hables  algo  bueno. 

Celestina.  Calla,  Sempronio,  que  avnque  aya  auenturado 
mi  vida,  mas  meresce  Calisto  z  su  ruego  z  tuyo,  z  mas 
mercedes  espero  yo  del. 


—  68  - 


ARGUMENTO  DEL  SESTO  AUTO 


Entrada  Celestina  en  casa  de  Calisto,  con  grande  afición  z  desseo  Calisto 
le  pregunta  de  lo  que  le  ha  acontescido  con  Melibea.  Mientra  ellos  están 
hablando,  Parmeno  oyendo  fablar  a  Celestina  de  su  parte,  contra  Sem- 
pronio  a  cada  razón  le  pone  vn  mote,  reprendiéndolo  Sempronio.  En  fin 
la  vieja  Celestina  le  descubre  todo  lo  negociado,  z  vn  cordón  de  Melibea  :  z 
despedida  de  Calisto,  vase  para  su  casa  z  con  ella  Parmeno. 

Calisto.  Que  dizes,  señora  z  madre  mia? 

Celestina.  O  mi  señor  Calisto !  z  aquí  estas  ?  O  mi 
nueuo  amador  de  la  muy  hermosa  Melibea,  z  con  mucha 
razón  !  Con  que  pagaras  a  la  vieja   que  oy  ha  puesto 
5     su  vida  al  tablero  por  tu  seruicio  ?  Qual  muger  jamas 
se  vido  en  tan  estrecha  afrenta  como  yo,  que  en  tornallo 
a  pensar  se  menguan  z  vazian  todas  las  venas  de  mi  cuerpo 
de  sangre  ?  Mi  vida  diera  por  menor  precio  que  agora  daria 
este  manto  raydo  z  viejo. 
10       Parmeno.  Tu  dirás  lo  tuyo  :  entre  col  z  col  lechuga. 
Sobido  has  vn  escalón,  mas  adelante  te  espero  a  la  saya. 
Todo  para  ti,  z  no  nada  de  que  puedas  dar  parte.  Pelechar 
quiere  la  vieja :  tu  me  sacaras  a  mi  verdadero,  z  a  mi  amo 
loco.  No  le  pierdas  palabra,  Sempronio,  z  veras  como  no 
15    quiere  pedir  dinero,  porque  es  diuisible. 

Sempronio.  Calla,  hombre  desesperado,  que  te  matara 
Calisto  si  te  oye. 

Calisto.  Madre  mia,  abreuia  tu  razón,  o  toma  esta  espada 
z  mátame. 

20  Parmeno.  Temblando  esta  el  diablo  como  azogado  ;  no  se 
puede  tener  en  sus  pies ;  su  lengua  le  querria  prestar  para 
que  fablasse  presto ;  no  es  mucha  su  vida  ;  luto  hauremos 
de  medrar  destos  amores. 


Celestina.  Espada,  señor,  o  que?  Espada  mala  mate  a 
tus  enemigos  z  a  quien  mal  te  quiere ;  que  yo  la  vida  te 
quiero  dar  con  buena  esperanca  que  traygo  de  aquella  que 
tu  mas  amas. 

Calisto.  Buena  esperanca,  señora  ? 

Celestina.  Buena  se  puede  dezir,  pues  queda  abierta 
puerta  para  mi  tornada  ;  z  antes  me  recibirá  a  mi  con  esta 
saya  rota,  que  a  otro  con  seda  z  brocado. 

Parmeno.  Sempronio,  cóseme  esta  boca,  que  no  lo  puedo 
sofrir  :  encaxado  ha  la  saya. 

Sempronio.  Callaras,  pardios,  o  te  echare  dende  con  el 
diablo.  Que  si  anda  rodeando  su  vestido,  haze  bien ;  pues 
tiene  dello  necessidad  :  que  el  abad  de  do  canta  de  allí 

viste.  .  . 

Parmeno.  z  avn  viste  como  canta  ;  z  esta  puta  vieja  quer- 
ría en  vn  dia  por  tres  pasos  desechar  todo  el  pelo  malo, 
quanto  en  cincuenta  años  no  ha  podido  medrar. 

Sempronio.  z  todo  esso  es  lo  que  te  castigo,  z  el  cono- 
cimiento que  os  teniades,  z  lo  que  te  crio  ? 

Parmeno.  Bien  sofrire  mas  que  pidas  pele,  pero  no  todo 
para  su  prouecho. 

Sempronio.  No  tiene  otra  tacha  sino  ser  cobdiciosa  ;  pero 
dexala  varde  sus  paredes,  que  después  vardara  las  nuestras, 
o  en  mal  punto  nos  conoció. 

Calisto.  Dime,  por  Dios,  señora,  que  fazia?  Como 
entraste?  Que  tenia  vestido?  A  que  parte  de  casa  estaua? 
Que  cara  te  mostró  al  principio? 

Celestina.  Aquella  cara,  señor,  que  suelen  los  brauos 
toros  mostrar  contra  los  que  lanean  las  agudas  frechas  en  el 
coso :  la  que  los  monteses  puercos  contra  los  sabuesos  que 
mucho  los  aquexan. 

Calisto.  z  a  essas  llamas  señales  de  salud  ?  Pues  quales 
serán  mortales?  No  por  cierto  la  misma  muerte,  que  aquella 


—  70  — 

aliuio  seria  en  tal  caso  deste  mi  tormento,  que  es  mayor  i 
duele  mas. 

Sempronio.  Estos  son  los  fuegos  pasados  de  mi  amo: 
que  es  esto  ?  no  ternia  este  hombre  sofrimiento  para  oyr  lo 
5    que  siempre  ha  deseado  ? 

Parmeno.  z  que  calle  yo,  Sempronio?  Pues  si  nuestro 
amo  te  oye,  también  te  castigara  a  ti,  como  a  mi. 

Sempronio.  O  mal  fuego  te  abrase,  que  tu  fablas  en 
daño  de  todos,  z  yo  a  ninguno  ofendo,  o  intolerable  pes- 
io   tilencia  z  mortal  te  consuma,  rixoso,  embidioso,  maldito! 
Toda  esta  es  la  amistad  que  con  Celestina  z  comigo  hauias 
concertado  ?  Vete  de  aqui  a  la  mala  ventura. 

Calisto.  Si  no  quieres,  reyna  z  señora  mia,  que  deses- 
pere, z  vaya  mi  anima  condenada  a  perpetua  pena,  oyendo 
15  essas  cosas,  certifícame  breuemente  si  houo  buen  fin  tu 
demanda  gloriosa,  z  la  cruda  z  rigurosa  muestra  de  aquel 
gesto  angélico  z  matador :  pues  todo  esso  mas  es  señal  de 
odio  que  de  amor. 

Celestina.  La  mayor  gloria  que  al  secreto  oficio  de  la 
20    abeja  se  da,  a  la  qual  los  discretos  deuen  imitar,  es  que 
todas  las  cosas  por  ella  tocadas  conuierte  en  mejor  de  lo  que 
son.  Desta  manera  me  he  hauido  con  las  cahareñas  razónese 
esquiuas  de  Melibea.  Todo  su  rigor  traygo  conuertido  en 
miel,  su  yra  en  mansedumbre,  su  aceleramiento  en  sosiego. 
25     Pues,  a  que  piensas  que  yua  alíala  vieja  Celestina,  a  quien 
tu  demás  de  tu  merecimiento  magnificamente  galardonaste, 
sino  ablandar  su  saña,  sofrir  su  acidente,  a  ser  escudo  de 
tu  absencia,  a  recebir  en  mi  manto  los  golpes,  los  desuios, 
los  menosprecios,  desdenes  que  muestran  aquellas  en  losprin- 
30    cipios  de  sus  requerimientos  de  amor,  para  que  sea  después 
en  mas  tenida  su  dadiua  ?  Que  a  quien  mas  quieren,  peor 
hablan  :  z  si  assi  no  fuesse,  ninguna  diferencia  hauria  entre 
las  publicas  que  aman,  a  las  escondidas  donzellas,  si  todas 


dixessen  si  a  la  entrada  de  su  primer  requerimiento,  en 
viendo  que  de  alguno  eran  amadas :  las  quales,  avnque  están 
abrasadas  z  encendidas  de  viuos  fuegos  de  amor,  por  su 
honestidad  muestran  vn  frió  esterior,  vn  sosegado  vulto,  vn 
aplazible  desuio,  vn  constante  animo  z  casto  proposito,  vnas 
palabras  agras  que  la  propia  lengua  se  marauilla  del  gran 
sofrimiento  suyo,  que  la  fazen  fogosamente  confessar  el 
contrario  de  lo  que  sienten.  Assi  que  para  que  tu  descanses 
z  tengas  reposo,  mientra  te  contare  por  estenso  el  proceso 
de  mi  habla  z  la  causa  que  tuue  para  entrar,  sabe  que  el  fin 
de  su  razón  z  habla  fue  muy  bueno. 

Calisto.  Agora,  señora,  que  me  has  dado  seguro  para 
que  ose  esperar  todos  los  rigores  de  la  respuesta,  di  quanto 
mandares  z  como  quisieres,  que  yo  estare  atento.  Ya  me 
reposa  el  coracon,  ya  descansa  mi  pensamiento,  ya  reciben 
las  venas  z  recobran  su  perdida  sangre,  ya  he  perdido 
temor,  ya  tengo  alegria.  Subamos,  si  mandas,  arriba :  en  mi 
cámara"  me  dirás  por  estenso  lo  que  aqui  he  sabido  en 
suma. 

Celestina.  Subamos,  señor. 

Calisto.  Asiéntate,  señora,  que  de  rodillas  quiero  escu- 
char tu  suaue  respuesta:  dime  luego,  la  causa  de  tu  entrada 
que  fue  ? 

Celestina.  Vender  vn  poco  de  hilado,  con  que  tengo 
cacadas  mas  de  treynta  de  su  estado,  si  a  Dios  ha  plazido,  en 
este  mundo,  z  algunas  mayores. 

Calisto.  Esso  sera  de  cuerpo,  madre ;  pero  no  de  genti- 
leza, no  de  estado,  no  de  gracia  z  discreción,  no  de  linaje, 
no  de  presunción  con  merecimiento,  no  en  virtud,  no  en 
habla. 

Parmeno.  Ya  escurre  eslauones  el  perdido  ;  ya  se  descon- 
ciertan sus  badajadas.  Nunca  da  menos  de  doze,  siempre 
esta  hecho  relox  de  medio  dia.  Cuenta,  cuenta,  Sempronio, 


—  72  — 

que  estas  desbauando  oyéndole  a  el  locuras,  z  a  ella  mentiras. 

Sempronio.  Maldiziente  venenoso !  Porque  cierras  las 
orejas  a  lo  que  todos  los  del  mundo  las  aguzan,  hecho  ser- 
piente que  huye  la  boz  del  encantador?  Que  solo  por  ser  de 
5     amores  estas  razones,  avnque  mentiras,  las  hauias  de  escuchar 
con  gana. 

Celestina.  Oye,  señor  Calisto,  z  veras  tu  dicha  z  mi 
solicitud  que  obraron  :  que  en  comencando  yo  a  vender  z 
poner  en  precio  mi  hilado,  fue  su  madre  de  Melibea  llamada 
10  para  que  fuesse  a  visitar  vna  hermana  suya  enferma  :  e 
como  le  fuesse  necessario  absentarse,  dexo  en  su  lugar  a 
Melibea. 

Calisto.  O  gozo  sin  par!  o  singular  oportunidad  !  o 
oportuno  tiempo!  O  quien  estuuiera  allí  debaxo  de  tu 
15  manto,  escuchando  que  hablaría  sola  aquella  en  quien  Dios 
tan  estremadas  gracias  puso ! 

Celestina.  Debaxo  de  mi  manto  dizes  ?  Ay  mezquina!  Que 
fueras  visto  por  treynta  agujeros  que  tiene,  si  Dios  no  le 
mejora. 

20  Parmeno.  Salgóme  fuera,  Sempronio  :  ya  no  digo  nada, 
escúchatelo  tu  todo.  Si  este  perdido  de  mi  amo  no  midiesse 
con  el  pensamiento  quantos  pasos  ay  daqui  a  casa  de 
Melibea,  z  contemplasse  en  su  gesto,  z  considerasse  como 
estaria  hauiniendo  el  hilado,  todo  el  sentido  puesto  z 

25  ocupado  en  ella,  el  veria  que  mis  consejos  le  eran  mas  salu- 
dables que  estos  engaños  de  Celestina. 

Calisto.  Que  es  esto,  mocos  ?  Esto  yo  escuchando  atento 
que  me  va  la  vida,  vosotros  susurrays  como  soleys,  por 
fazerme  mala  obra  z  enojo?  Por  mi  amor,  que  calleys : 

30  morires  de  plazer  con  esta  señora,  según  su  buena  diligen- 
cia. Di,  señora,  que  fiziste  quando  te  viste  sola? 

Celestina.  Recebi,  señor,  tanta  alteración  de  plazer,  que 
qualquiera  que  me  viera,  me  lo  conosciera  en  el  rostro. 


—  73  — 

Calisto.  Agora  la  rescibo  yo,  quanto  mas  quien  ante  si 
contemplaua  tal  ymagen.  Enmudescerias  con  la  nouedad 
incogitada. 

Celestina.  Antes  me  dio  mas  osadía  a  hablar  lo  que 
quise,  verme  sola  con  ella.  Abri  mis  entrañas;  dixele  mi  5 
embaxada,  como  penauas  tanto  por  vna  palabra  de  su  boca 
salida  en  fauor  tuyo  para  sanar  vn  tan  grand  dolor.  E  como 
ella  estuuiesse  suspensa,  mirándome,  espantada  del  nueuo 
mensaje,  escuchando  fasta  ver  quien  podia  ser  el  que  assi  por 
necessidad  de  su  palabra  penaua,  o  quien  pudiesse  sanar  10 
su  lengua,  en  nombrando  tu  nombre  atajo  mis  palabras,  diose 
en  la  frente  vna  grand  palmada,  como  quien  cosa  de  grande 
espanto  houiesse  oydo,  diziendo  que  cessasse  mi  habla  z 
me  quitasse  delante,  si  queria  no  hazer  a  sus  seruidores  ver- 
dugos de  mi  postremeria.  Yo  que  en  este  tiempo  no  dexaua  i$ 
mis  pensamientos  vagos  ni  ociosos,  viendo  quanto  almazen 
gastaua  su  yra,  agrauando  mi  osadia,  llamándome  hechizera, 
alcahueta,  vieja  falsa,  z  otros  muchos  inominiosos  nombres, 
con  cuyos  títulos  se  asombran  los  niños,  tuue  lugar  de 
saluar  lo  dicho.  20 

Calisto.  Esso  me  di,  señora  madre,  que  yo  he  rebuelto  en 
mi  juyzio  mientra  te  escucho,  z  no  he  fallado  desculpa  que 
buena  fuesse  ni  conueniente,  con  que  lo  dicho  se  cubriesse 
ni  colorasse,  sin  quedar  terrible  sospecha  de  tu  demanda ; 
porque  conozca  tu  mucho  saber,  que  en  todo  me  pareces  25 
mas  que  muger;  que  como  su  respuesta  tu  prenosticaste, 
proueyste  con  tiempo  tu  replica.  Que  mas  hazia  aquella 
Tusca  Adeleta,  cuya  fama,  siendo  tu  viua,  se  perdiera,  la 
qual  tres  dias  ante  de  su  fin  prenuncio  la  muerte  de  su  viejo 
marido  z  de  dos  fijos  que  tenia?  Ya  creo  lo  que  dizes,  que  30 
el  genero  flaco  de  las  hembras  es  mas  apto  para  las  prestas 
cautelas  que  de  los  varones. 

Celestina.  Que,  señor?  Dixe  que  tu  pena  era  mal  de 


—  74  — 

muelas,  z  que  la  palabra  que  della  quería,  era  vna  oración 
que  ella  sabia  muy  deuota  para  ellas. 

Calisto.  O  marauillosa  astucia !  O  singular  muger  en  su 
oficio,  o  cautelosa  hembra,  o  melezina  presta,  o  discreta  en 
5  mensajes  !  Qual  humano  seso  bastara  a  pensar  tan  alta  manera 
de  remedio  ?  De  cierto  creo  si  nuestra  edad  alcancara  aquellos 
passados  Eneas  z  Dido,  no  trabajara  tanto  Venus  para 
traer  a  su  fijo  el  amor  de  Elisa,  haziendo  tomar  a  Cupido 
Ascanica  forma,  para  la  engañar:  antes  por  euitar  prolixidad, 

10  pusiera  a  ti  por  medianera.  Agora  doy  por  bien  empleada  mi 
muerte,  puesta  en  tales  manos,  z  creeré  que  si  mi  desseo  no 
houiere  efeto  qual  querría,  que  no  se  pudo  obrar  mas  según 
natura  en  mi  salud.  Que  os  paresce,  mocos?  Que  mas  se 
pudiera  pensar  ?  Ay  tal  muger  nascida  en  el  mundo? 

I 5  Celestina.  Señor,  no  atajes  mis  razones:  dexame  dezir, 
que  se  va  haziendo  noche.  Ya  sabes :  quien  mal  haze,  abor- 
rece claridad;  z  yendo  a  mi  casa  podre  hauer  algún  mal 
encuentro. 

Calisto.  Que?  que?  Si,  que  hachas  z  pajes  ay  que  te 
20  acompañen. 

Parmeno.  Si,  si,  porque  no  fuercen  a  la  niña.  Tu  yras  con 
JU    ella,  Sempronio,  que  ha  temor  de  los  grillos  que  cantan  con 
lo  escuro. 

Calisto.  Dizes  algo,  hijo  Parmeno? 
25        Parmeno.  Señor,  que  yo  z  Sempronio  sera  bueno  que  la 
acompañemos  hasta  su  casa,  que  haze  mucho  escuro. 

Calisto.  Bien  dicho  es  :  después  sera.  Procede  en  tu 
habla,  z  dime  que  mas  passaste  ;  que  te  respondió  a  la 
demanda  de  la,  oración  ? 
30       Celestina.  Que  la  daria  de  su  grado. 

Calisto.  De  su  grado?  O  Dios  mió,  que  alto  don  ! 
Celestina.  Pues  mas  le  pedi. 
Calisto.  Que,  mi  vieja  honrrada? 


—  75  " 

Celestina.  Vn  cordón  que  ella  trae  contino  ceñido, 
diziendo  que  era  prouechoso  para  tu  mal,  porque  hauia 
tocado  muchas  reliquias. 

Calisto.  Pues  que  dixo  ? 

Celestina.  Dame  albricias,  dezirtelo  he. 

Calisto.  O  por  Dios,  toma  toda  esta  casa  z  quanto  en 
ella  ay,  z  dimelo  ;  o  pide  lo  que  querrás. 

Celestina.  Por  vn  manto  que  tu  des  a  la  vieja,  te  dará  en 
tus  manos  el  mesmo  que  en  su  cuerpo  ella  traya. 

Calisto.  Que  dizes  de  manto  ?  z  saya,  z  quanto  yo 
tengo. 

Celestina.  Manto  he  menester,  z  este  terne  yo  en  harto. 
No  te  alargues  mas,  no  pongas  sospechosa  duda  en  mi 
pedir :  que  dizen,  que  ofrescer  mucho  al  que  poco  pide,  es 
especie  de  negar. 

Calisto.  Corre,  Parmeno,  llama  a  mi  sastre;  z  corte 
luego  vn  manto  z  vna  saya  de  aquel  contray  que  se  saco 
para  frisado. 

Parmeno.  Assi,  assi:  a  la  vieja  todo,  porque  venga  car- 
gada de  mentiras,  como  abeja,  umi  que  me  arrastren.  Tras 
esto  anda  ella  oy  todo  el  dia  con  sus  rodeos. 

Calisto.  De  que  gana  va  el  diablo  !  No  ay  cierto  tan  mal 
seruido  hombre  como  yo,  manteniendo  mo^os  adeuinos, 
rezongadores,  enemigos  de  mi  bien.  Que  vas,  vellaco, 
rezando?  Embidioso,  que  dizes?  que  no  te  entiendo.  Ve 
donde  te  mando  presto,  z  no  me  enojes  :  que  harto  basta 
mi  pena  para  me  acabar  :  que  tanbien  haura  para  ti  sayo  en 
aquella  pie<;a. 

Parmeno.  No  digo,  señor,  otra  cosa,  sino  ques  tarde 
para  que  venga  el  sastre. 

Calisto.  No  digo  yo  que  adeuinas?  Pues  quédese  para 
mañana,  z  tu,  señora,  por  amor  mió  te  sufras,  que  no  se 
pierde  lo  que  se  dilata;  z  mándame  mostrar  aquel  sancto 


-  76  - 

cordón,  que  tales  miembros  fue  digno  de  ceñir.  Gozaran 
mis  ojos  con  todos  los  otros  sentidos,  pues  juntos  han  sido 
apassionados :  gozara  mi  lastimado  coracon,  aquel  que 
nunca  recibió  momento  de  plazer,  después  que  aquella 
5  señora  conoscio.  Todos  los  sentidos  le  llegaron,  todos  acor- 
rieron a  el  con  sus  esportillas  de  trabajo,  cada  vno  le  lasti- 
mo quanto  mas  pudo  :  los  ojos  en  vella,  los  oydos  en  oylla, 
las  manos  en  tocalla. 

Celestina.  Que  la  has  tocado,  dizes  ?  Mucho  me 
io    espantas ! 

Calisto.  Entre  sueños,  digo. 

Celestina.  En  sueños? 

Calisto.  En  sueños  la  veo  tantas  noches,  que  temo  no  me 
acontezca  como  a  Alcibiades  o  a  Sócrates,  que  el  vno  soñó 

1 5  que  se  veya  embuelto  en  el  manto  de  su  amiga,  z  otro  dia 
matáronle,  z  no  houo  quien  le  alease  de  la  calle,  ni  cubriesse, 
sino  ella  con  su  manto;  el  otro  vía  que  le  llamauan  por 
nombre,  z  murió  dende  a  tres  dias  :  pero  en  vida  o  en 
muerte,  alegre  me  seria  vestir  su  vestidura. 

2o  Celestina.  Asaz  tienes  pena ;  pues  quando  los  otros 
reposan  en  sus  camas,  preparas  tu  el  trabajo  para  sofrir  otro 
dia.  Esfuercate,  señor,  que  no  hizo  Dios  a  quien  desmampa- 
rasse;  da  espacio  a  tu  desseo  :  toma  este  cordón,  que  si  yo 
on  me  muero,  yo  te  daré  a  su  ama. 

25  Calisto.  O  nueuo  huésped  !  o  bienauenturado  cordón!  que 
tanto  poder  z  merescimiento  touiste  de  ceñir  aquel  cuerpo 
que  yo  no  soy  digno  de  seruir!  O  ñudos  de  mi  pasión, 
vosotros  enlazastes  mis  desseos !  Dezidme  si  os  hallastes 
presentes  en  la  desconsolada  respuesta  de  aquella  a  quien 

30  vosotros  seruis  z  yo  adoro,  z  por  mas  que  trabajo  noches  z 
dias,  no  me  vale  ni  aprouecha  ? 

Celestina.  Refrán  viejo  es  :  quien  menos  procura,  alcanza 
mas  bien.  Pero  yo  te  haré  procurando  conseguir  lo  que 


TT  7/ 


siendo  negligente  no  haurias.  Consuélate,  señoí,  que  en  Vná 
hora  no  se  gano  £amora ;  pero  no  por  esso  desconfiaron  los 
combatientes. 

Calisto.  O  desdichado!  Que  las  cibdades  están  con  pie-  ^ 
dras  cercadas,  z  a  piedras,  piedras  las  vencen;  pero  esta  mi  j 
señora  tiene  el  coraron  de  azero.  No  ay  metal  que  con  el 
pueda;  no  ay  tiro  que  le  melle.  Pues  poned  escalas  en  su 
muro.  Vnos  ojos  tiene  con  que  echa  saetas  :  vna  lengua 
llena  de  reproches  z  desuios:  el  asiento  tiene  en  parte 
que  a  media  legua  no  le  pueden  poner  cerco.  10 

Celestina.  Calla,  señor,  que  el  buen  atreuimiento  de  vn 
solo  hombre  gano  a  Troya.  No  desconfies,  que  vna  muger 
puede  ganar  otra.  Poco  has  tratado  mi  casa :  no  sabes  bien 
lo  que  yo  puedo. 

Calisto.  Quanto  dixeres,  señora,  te  quiero  creer,  pues  15 
tal  joya  como  esta  me  truxiste.  O  mi  gloria,  z  ceñidero  de 
aquella  angélica  cintura!  Yo  te  veo  z  no  lo  creo.  O  cor- 
don,  cordón!  Fuisteme  tu  enemigo?  Dilo  cierto.  Si  lo 
fuiste,  yo  te  perdono,  que  de  los  buenos  es  propio  las  culpas 
perdonar.  No  lo  creo:  que  si  fueras  contrario,  no  vinieras  20 
tan  presto  a  mi  poder,  saluo  si  vienes  a  desculparte.  Conju- 
róte me  respondas,  por  la  virtud  del  gran  poder  que  aquella 
señora  sobre  mi  tiene. 

Celestina.  Cessa  ya,  señor,  esse  deuanear:  que  a  mi 
tienes  cansada  de  escucharte,  z  al  cordón  roto  de  tratarlo.  25 

Calisto.  O  mezquino  de  mi !  Que  asaz  bien  me  fuera 
del  cielo  otorgado,  que  de  mis  bracos  fueras  fecho  z  texido, 
no  de  seda  como  eres,  porque  ellos  gozaran  cada  dia  de 
rodear  z  ceñir  con  deuida  reuerencia  aquellos  miembros  que 
tu,  sin  sentir  ni  gozar  de  la  gloria,  siempre  tienes  abracados.  30 
O  que  secretos  hauras  visto  de  aquella  excelente  ymagen! 

Celestina.  Mas  veras  tu  z  con  mas  sentido,  si  no  lo  pier- 
des fablando  lo  que  fablas. 


-  78  - 

Calisto.  Calla,  señora,  que  el  z  yo  nos  entendemos.  O 
mis  ojos !  acordaos  como  fuistes  causa  z  puerta  por  donde 
fue  mi  coraron  llagado,  z  que  aquel  es  visto  hazer  el  daño 
que  da  la  causa ;  acordaos  que  soys  debdores  de  la  salud ; 
remira  la  melezina  que  os  viene  hasta  casa. 

Sempronio.  Señor,  por  holgar  con  el  cordón,  no  querrás 
gozar  de  Melibea. 

Calisto.  Que  loco,  desuariado,  atajasolazes !  Como  es 
esso  ? 

10  Sempronio.  Que  mucho  fablando  matas  a  ti  z  a  los  que 
te  oyen;  z  assi  que  perderás  la  vida  o  el  seso.  Qualquiera 
que  falte,  basta  para  quedarte  ascuras.  Abreuia  tus  razones, 
darás  lugar  a  las  de  Celestina. 

Calisto.  Enojóte,  madre,  con  mi  luenga  razón,  o  esta 

1 5    borracho  este  mogo  ? 

Celestina.  Avnque  no  lo  este,  deues,  señor,  cessar  tu 
razón,  dar  fin  a  tus  luengas  querellas,  tratar  al  cordón 
como  cordón,  porque  sepas  fazer  diferencia  de  fabla 
quando  con  Melibea  te  veas :  no  haga  tu  lengua  yguales  la 

20    persona  z  el  vestido. 

Calisto.  O  mi  señora,  mi  madre,  mi  consoladora! 
dexame  gozar  con  este  mensajero  de  mi  gloria.  O  lengua 
mia,  porque  te  impides  en  otras  razones,  dexando  de  adorar 
presente  la  excelencia  de  quien  por  ventura  jamas  veras  en 

25  tu  poder  ?  O  mis  manos,  con  que  at^^iento,  con  quan 
poco  acatamiento  teneys  y  tratays  la  triaca  de  mi  llaga !  Ya 
no  podran  empecer  las  yemas,  que  aquel  crudo  casquillo 
traya  embueltas  en  su  aguda  punta  :  seguro  soy,  pues  quien 
dio  la  herida  la  cura.  O  tu,  señora,  alegria  de  las  viejas 

30  mugeres,  gozo  de  las  mocas,  descanso  de  los  fatigados  como 
yo,  no  me  fagas  mas  penado  con  tu  temor,  que  faze 
mi  vergüenza  :  suelta  la  rienda  a  mi  contemplación, 
dexame  salir  por  las  calles  con  esta  joya,  porque  los  que 


—  79  — 

me  vieren  sepan  que  no  ay  mas  bienandante  hombre  que  yo. 

Sempronio.  No  afistoles  tu  llaga  cargándola  de  mas 
desseo:  no  es,  señor,  el  solo  cordón  del  que  pende  tu 
remedio. 

Calisto.  Bien  lo  conozco;  pero  no  tengo  sofrimiento  5 
para  me  abstener  de  adorar  tan  alta  empresa. 

Celestina.  Empresa?  Aquella  es  empresa  que  de  grado 
es  dada  ;  pero  ya  sabes  que  lo  hizo  por  amor  de  Dios,  para 
guarecer  tus  muelas,  no  por  el  tuyo  para  cerrar  tus  llagas; 
pero  si  yo  viuo,  ella  boluera  la  hoja.  10 

Calisto.  z  la  oración? 

Celestina.  No  se  me  dio  por  agora. 

Calisto.  Que  fue  la  causa? 

Celestina.  La  breuedad  del  tiempo;  pero  quedo,  que  si 
tu  pena  no  afloxase,  que  tornasse  mañana  por  ella.  15 

Calisto,  Afloxar?  Entonce  afloxara  mi  pena,  quando  su 
crueldad. 

Celestina.  Asaz,  señor,  basta  lo  dicho  z  hecho  :  obli- 
gada queda,  segund  lo  que  mostró,  a  todo  lo  que  para  esta 
enfermedad  yo  quisiere  pedir,  según  su  poder.  Mira,  señor,  20 
si  esto  basta  para  la  primera  vista.  Yo  me  voy  :  cumple, 
señor,  que  si  salieres  mañana,  lleues  rebocado  vn  paño, 
porque  si  della  fueres  visto,  no  acuse  de  falsa  mi  petición. 

Calisto.  z  avn  quatro  por  tu  seruicio.  Pero  dime,  par- 
dios,  passo  mas?  que  muero  por  oyr  palabras  de  aquella  25 
dulce  boca.  Como  fuiste  tan  osada,  que  sin  la  conocer, 
te  mostraste  tan  familiar  en  tu  entrada  z  demanda? 

Celestina.  Sin  la   conoscer?  Quatro  años  fueron  mis 
vezinas,  trataua  con  ellas,  hablaua  z  reya  de  dia  z  de  noche. 
Mejor  me  conosce  su  madre  que  a  sus  mismas  manos,  30 
avnque   Melibea   se    ha    fecho  grande,    muger  discreta, 
gentil. 

Parmeno.  Ea,  mira,  Sempronio,  que  te  digo  al  oydo. 


—  8o  - 


Sempronío.  Dime,  que  dizes  ? 

Parmeno.  Aquel  atento  escuchar  de  Celestina  da  materia 
de  alargar  en  su  razón  a  nuestro  amo.  Llégate  a  ella,  dale 
del  pie,  hagámosle  de  señas  que  no  espere  mas,  sino  que  se 
5    vaya:  que  no  ay  tan  loco  hombre  nacido,  que  solo  mucho 
hable. 

Calisto.  Gentil  dizes,  señora,  que  es  Melibea  ?  Paresce 
que  lo  dizes  burlando.  Ay  nascida  su  par  en  el  mundo  ? 
Crio  Dios  otro  mejor  cuerpo  ?  Puedense  pintar  tales  faciones, 

io  dechado  de  hermosura?  Si  oy  fuera  viua  Elena,  por  quien 
tanta  muerte  houo  de  griegos  z  tróvanos,  o  la  hermosa  Puli- 
cena,  todas  obedescerian  a  esta  señora  por  quien  yo  peno. 
Si  ella  se  hallara  presente  en  aquel  debate  de  la  mangana 
con  las  tres  diosas,  nunca  sobrenombre   de  discordia  le 

1 5  pusieran  ;  porque  sin  contrariar  ninguna,  todas  concedieran 
z  viuieran  conformes  en  que  la  lleuara  Melibea  :  assi  que 
se  llamara  mancana  de  concordia.  Pues  quantas  oy  son  nas- 
cidas  que  della  tengan  noticia,  se  maldizen:  querellan  a 
Dios,  porque  no  se  acordó  dellas  quando  a  esta  mi  señora 

20  fizo.  Consumen  sus  vidas,  comen  sus  carnes  con  embidia, 
danles  siempre  crudos  martirios,  pensando  con  artificio 
ygualar  con  la  perfecion,  que  sin  trabajo  doto  a  ella  natura ; 
dellas  pelan  sus  cejas  con  tenazicas,  z  pegones,  z  corde- 
lejos; dellas  buscan  las  doradas  yeruas,  rayzes,  ramas  z  flores 

25  para  hazer  lexias,  con  que  sus  cabellos  semejasen  a  los 
della,  las  caras  martillando,  enuistiendolas  en  diuersos 
matizes  con  vnguentos  z  vnturas,  aguas  fuertes, posturas 
blancas  z  coloradas,  que  por  euitar  prolixidad  no  las  cuento. 
Pues  la  que  todo  esto  fallo  fecho,  mira  si  merece  de  vn 

30    triste  hombre  como  yo  ser  seruida. 

Celestina.  Bien  te  entiendo,  Sempronio.  Dexale,  que  el 
caerá  de  su  asno :  ya  acaba. 

Calisto.  En  la  que  toda  la  natura  se  remiro  por  la  fazer 


—  8i 


perfeta:  que  las  gracias  que  en  todas  repartió,  las  junto  ett 
ella.  Allí  hizieron  alarde  quanto  mas  acabadas  pudieron 
allegarse,  porque  conociessen  los  que  la  viessen,  quanta  era 
la  grandeza  de  su  pintor,  Solo  vn  poco  de  agua  clara  con  vn 
ebúrneo  peyne  basta  para  exceder  a  las  nacidas  en  gentileza.  5 
Estas  son  sus  armas  :  con  estas  mata  z  vence ;  con  estas  me 
catiuo  ;  con  estas-  me  tiene  ligado  z  puesto  en  dura 
cadena. 

¿^Celestina.  Calla  z  no  te  fatigues  :  que  mas  aguda  es  la 
Mima  que  yo  tengo,  que  fuerte  essa  cadena  que  te  atormenta.  10 

Yo  la  cortare  con  ella,  porque  tu  quedes  suelto.  Por  ende, 

dame  licencia,  que  es  muy  tarde,  z  dexame  lleuar  el  cordón, 

porque  tengo  del  necessidad. 

Calisto.  O  desconsolado  de  mi!  La  fortuna  aduersa  me 

sigue  junta:  que  contigo,  o  con  el  cordón,  o  con  entramos  15 

quisiera  yo  estar  acompañado  esta  noche  luenga  z  escura. 

Pero  pues  no  ay  bien  complido  en  esta  penosa  vida,  venga 

entera  la  soledad.  Mocos,  mocos! 
Parmeno.  Señor. 

Calisto.  Acompaña  a  esta  señora  hasta  su  casa,  z  vaya  20 
con  ella  tanto  plazer  z  alegría,  quanta  comigo  queda  tris- 
teza z  soledad. 

Celestina.  Quede,  señor,  Dios  contigo :  mañana  sera  mi 
buelta,  donde  mi  manto  z  la  respuesta  vernan  a  vn  punto ; 
pues  oy  no  huuo  tiempo  :  z  súfrete,  señor,  z  piensa  en  25 
otras  cosas. 

Calisto.   Esso  no,  que  es  eregia  oluidar   aquella  por 
quien  la  vida  me  aplaze. 


6 


—  82  — 


ARGUMENTO  DEL  SETIMO  AUTO 

Celestina  habla  con  Parmeno,  induziendole  a  concordia  z  amistad  de 
Sempronio.  Traele  Parmeno  a  memoria  la  promessa  que  le  hiziera,  de  le 
fazerauer  a  Areusa,  quel  mucho  amaua.  Vanse  a.  casa  de  Areusa  :  queda 
ay  la  noche  Parmeno.  Celestina  va  para  su  casa,  llama  a  la  puerta  :  Elicia 
le  viene  abrir,  increpándole  su  tardanca. 

Celestina.  Parmeno,  hijo,  después  de  las  passadas  razones, 
no  he  hauido  oportuno  tiempo  para  te  dezir  z  mostrar  el  mucho 
amor  que  te  tengo,  y  asi  mismo,  como  de  mi  boca  todo 
el  mundo  ha  oydo  hasta  agora  en  absencia  bien  de  ti.  La 
razón  no  es  menester  repetirla,  porque  yo  te  tenia  por  hijo, 
a  lo  menos  quasi  adotiuo,  z  assi  que  imitauas  a  natural;  z  tu 
dasme  el  pago  en  mi  presencia,  pareciendote  mal  quanto 
digo,  susurrando  z  murmurando  contra  mi  en  presencia  de 
Calisto.  Bien  pensaua  yo  que  después  que  concediste  en  mi 
buen  consejo,  que  no  hauias  de  tornarte  atrás.  Todavía  me 
parece  que  te  quedan  reliquias  vanas,  hablando  por  antojo 
mas  que  por  razón  :  desechas  el  próuecho,  por  conten- 
tar  la  lengua.  Oyeme  si  no  me  has  oydo,  z  mira  que 
soy  vieja,  z  el  buen  consejo  mora  en  los  viejos,  i 
de  los  mancebos  es  propio  el  deleyte.  Bien  creo  que 
de  tu  yerro  sola  la  edad  tiene  culpa  :  espero  en  Dios, 
que  variaran  tus  costumbres  variando  el  cabello,  digo, 
hijo,  cresciendo  z  viendo  cosas  nueuas  cada  dia,  porque  la 
mocedad  en  solo  lo  presente  se  impide  z  ocupa  a  mirar ; 
mas  la  madura  edad  no  dexa  presente,  ni  passado,  ni  por 
venir.  Si  tu  touieras  memoria,  hijo  Parmeno,  del  pasado 
amor  que  te  tuue,  la  primera  posada  que  tomaste,  venido 
nueuamente  a  esta  cibdad,  auia  de  ser  la  mia;  pero  los 


-  83  - 

mocos  curays  poco  de  los  viejos  ,  regisvos  a  sabor  de  pala- 
dar, nunca  pensays  que  teneys  ni  haueys  de  tener  necessidad 
dellos,  nunca  pensays  en    enfermedades,  nunca  pensays 
que  os   puede   faltar  esta  florezilla  de  juuentud.  Pues 
mira,    amigo,    que   para  tales  necessidades   como   estas,  5 
buen   acorro   es  vna  vieja  conoscida,  amiga,   madre,  z 
mas  que  madre;  buen  mesón  para  descansar  sano,  buen 
hospital  para  sanar  enfermo,  buena  bolsa  para  necessidad, 
buena  arca  para  guardar  dinero  en  prosperidad,  buen  fuego 
de  inuierno,  rodeado  de  asadores,  buena  sombra  de  verano,  10 
buena  tauerna  para  comer  z  beuer.  Que  dirás,  loquillo,  a  todo 
esto?  Bien  se  que  estas  confuso  por  lo  que  oy  has  hablado  : 
pues  no  quiero  mas  de  ti,  que  Dios  no  pide  mas  del  pecador 
de  arrepentirse  z  emendarse.  Mira  a  Sempronio,  yo  le  fize 
hombre,  de  Dios  en  ayuso;  querría  que  fuesedes  como  her-  15 
manos,  porque  estando  bien  con  el,  con  tu  amo  z  con  todo 
el  mundo  lo  estañas.  Mira  que  es  bien  quisto,  diligente^ 
palanciano,  buen  seruidor,  gracioso ;  quiere  tu  amistad :  cre- 
cería vuestro  prouecho  dándoos  el  vno  al  otro  la  mano,  n[ 
avn  hauria  mas  priuados  con  vuestro  amo  que  vosotros.  E  20 
pues?  sabe  que  es  menester  que  ames,  si  quieres  ser  amado; 
que  no  se  toman  truchas  zc.  Ni  te  lo  deue  Sempronio  de 
fuero :  simpleza  es  no  querer  amar,  z  esperar  ser  amado  ; 
locura  es  pagar  el  amistad  con  odio. 

Parmeno.  Madre,  para  contigo    digo  que  mi  segundo  25 
yerro  te  confiesso,  z  con  perdón  de  lo  passado,  quiero  que 
ordenes  lo  por  venir;  pero  con  Sempronio  me  paresce  que 
es  impossible  sostenerse  mi  amistad.  El  es  desuariado,  yo 
mal  sofrido  :  conciértame  essos  amigos. 

Celestina.  Pues  no  era  essa  tu  condición  ?  30 
Parmeno.  A  la  mi  fe,  mientra  mas  fui  creciendo,  mas  la 
primera  paciencia  me  oluidaua :  no  soy  el  que  solia,  z  assi 
mismo  Sempronio  no  ay  ni  tiene  en  que  me  aproueche. 


Celestina.  El  cierto  amigo  en  la  cosa  incierta  se  conosce, 
en  las  aduersidades  se  prueua:  entonces  se  allega  z  con  mas 
desseo  visita  la  casa  que  la  fortuna  prospera  desamparo. 
Que  te  diré,  fijo,  de  las  virtudes  del  buen  amigo?  No  ay 
cosa  mas  amada  ni  mas  rara :  ninguna  carga  rehusa.  Voso- 
tros soys  yguales :  la  paridad  de  las  costumbres  z  la  seme- 
janca  de  los  coracones  es  la  que  mas  la  sostiene.  Cata,  hijo, 
que  si  algo  tienes,  guardado  se  te  esta :  sabe  tu  ganar  mas, 
que  aquello  ganado  lo  fallaste.  Buen  siglo  aya  aquel  padre 
que  lo  trabajo.  No  se  te  puede  dar  hasta  que  viuas  mas 
reposado  z  vengas  en  edad  complida. 

Parmeno.  A  que  llamas  reposado,  tia? 

Celestina.  Hijo,  a  viuir  por  ti  :  a  no  andar  por  casas 
agenas,  lo  qual  siempre  andaras,  mientra  no  te  supieres 
aprouechar  de  tu  seruicio ;  que  de  lastima  que  houe  de 
verte  roto,  pedi  oy  manto,  como  viste,  a  Calisto :  no  por 
mi  manto,  pero  porque  estando  el  sastre  en  casa  z  tu 
delante  sin  sayo,  te  le  diesse  ;  assi  que,  no  por  mi  prouecho, 
como  yo  senti  que  dixiste,  mas  por  el  tuyo  :  que  si 
esperas  al  ordinario  galardón  destos  galanes,  es  tal,  que  lo 
que  en  diez  años  sacaras,  ataras  en  la  manga.  Goza  tu 
mocedad,  el  buen  dia,  la  buena  noche,  el  buen  comer  z 
beuer,  quando  pudieres  hauerlo  no  lo  dexes,  piérdase  lo  que 
se  perdiere  ;  no  llores  tu  la  fazienda  que  tu  amo  heredo,  que 
esto  te  lleuaras  deste  mundo,  pues  no  le  tenemos  mas  de 
por  nuestra  vida.  O  fijo  mió  Parmeno  !  que  bien  te  puedo 
dezir  fijo,  pues  tanto  tiempo  te  crie,  toma  mi  consejo,  pues 
sale  con  limpio  deseo  de  verte  en  alguna  honrra.  O  quan 
dichosa  me.  hallaría,  en  que  tu  z  Sempronio  estouiesedes 
muy  conformes,  muy  amigos,  hermanos  en  todo  ;  viéndoos 
venir  a  mi  pobre  casa  a  holgar  a  verme,  z  avn  a  deseno- 
jaros con  sendas  mochachas  ! 

Parmeno.  Mochachas,  madre  mia? 


-  85  - 

Celestina.  A  la  he,  mochachas  digo,  que  viejas  harto  me 
soy  yo.  Qual  se  la  tiene  Sempronio,  z  avn  sin  hauer  tanta 
razón,  ni  tenerle  tanta  afición  como  a  ti  :  que  de  las  entra- 
ñas me  sale  quanto  te  digo. 

Parmeno.  Señora,  no  viues  engañada  ?  5 
Celestina,  z  avnque  lo  viua,  no  me  pena  mucho,  que 
tanbien  lo  hago  por  amor  de  Dios,  z  por  verte  solo  en  tierra 
agena,  z  mas  por  aquellos  huessos  de  quien  te  me  enco- 
mendó :  que  tu  seras  hombre  z  vernas  en  buen  conoci- 
miento z  verdadero,  z  dirás  :  la  vieja  Celestina  bien  me  10 
consejaua. 

Parmeno.  z  avn  agora  lo  siento,  avnque  soy  mo^o: 
que  avnque  oy  veyas  que  aquello  dezia,  no  era  porque  me 
paresciesse  mal  lo  que  tu  fazias ;  pero  porque  veya  que  le 
consejaua  yo  lo  cierto,  z  me  daua  malas  gracias.  Pero  de  15 
aqui  adelante  demos  tras  el ;  faz  de  las  tuyas,  que  yo  callare ; 
que  ya  tropecé  en  no  te  creer  cerca  deste  negocio  con  el. 

Celestina.  Cerca  deste  z  de  otros  tropezaras  z  caerás, 
mientra  no  tomares  mis  consejos,  que  son  de  amiga  verdadera. 

Parmeno.  Agora  doy  por  bien  empleado  el  tiempo  que  20 
siendp  niño  te  serui,  pues  tanto  fruto  trae  para  la  mayor 
edad,  z  rogare  a  Dios  por  el  anima  de  mi  padre  que  tal 
tutriz  me  dexo,  z  de  mi  madre  que  a  tal  muger  me  enco- 
mendó. 

Celestina.  No  me  la  nombres,  fijo,  por  Dios,  que  se  25 
me  hinchen  los  ojos  de  agua,  z  tuue  yo  en  este  mundo 
otra  tal  amiga?  otra  tal  compañera?  tal  aliuiadora  de  mis 
trabajos  z  fatigas?  Quien  suplia  mis  faltas?  Quien  sabia  mis 
secretos?  A  quien  descobria  mi  coraron?  Quien  era  todo 
mi  bien  z  descanso,  sino  tu  madre,  mas  que  mi  her-  30 
mana  z  comadre?  O  que  graciosa  era!  o  que  desem- 
buelta,  limpia,  varonil !  Tan  sin  pena  ni  temor  se  andaua  a 
media  noche  de  cimenterio  en  cimenterio,  buscando  apa- 


rejos  para  nuestro  oficio,  como  de  dia.  Ni  dexaua  chris- 
tianos,  ni  moros,  ni  judios,  cuyos  enterramientos  no  visi- 
taua  :  de  dia  los  acechaua,  de  noche  los  desenterraua. 
Assi  se  holgaua  con  la  noche  escura,  como  tu  con  el  dia 
claro  :  dezia  que  aquella  era  capa  de  pecadores.  Pues  maña 
no  tenia  con  todas  las  otras  gracias  ?  Vna  cosa  te  diré, 
porque  veas  que  madre  perdiste,  avnque  era  para  callar  ; 
pero  contigo  todo  passa.  Siete  dientes  quito  a  vn  ahorcado 
con  vnas  tenazicas  de  pelacejas,  mientra  yo  le  descalce  los 
capatos.  Puesentraua  en  vn  cerco  mejor  que  yo  z  con  mas 
esfuerco,  avnque  yo  tenia  farto  buena  fama,  mas  que  agora, 
que  por  mis  pecados  todo  se  oluido  con  su  muerte.  Que 
mas  quieres,  sino  que  los  mesmos  diablos  la  hauian  miedo  ? 
Atemorizados  z  espantados  los  tenia  con  las  crudas  bozes 
que  les  daua :  assi  era  ella  dellos  conoscida,  como  tu  en  tu 
casa  :  tumbando  venían  vnos  sobre  otros  a  su  llamado ;  no 
le  osauan  dezir  mentira,  según  la  fuerza  con  que  los  apre- 
miaua.  Después  que  la  perdi,  jamas  les  oy  verdad. 

Parmeno.  No  la  medre  Dios  mas  esta  vieja,  que  ella  me 
da  plazer  con  estos  loores  de  sus  palabras. 

Celestina.  Que  dizes,  mi  honrrado  Parmeno,  mi  hijo,  z 
mas  que  hijo? 

Parmeno.  Digo  que  como  tenia  esa  ventaja  mi  madre, 
pues  las  palabras  que  ella  z  tu  deziades,  eran  todas  vnas? 

Celestina.  Como,  z  deso  te  marauillas?  No  sabes  que 
dize  el  refrán,  que  mucho  va  de  Pedro  a  Pedro?  Aquella 
gracia  de  mi  comadre  no  alcancauamos  todas.  No  as  visto 
en  los  oficios  vnos  buenos  z  otros  mejores  ?  Assi  era  tu 
madre,  que  Dios  aya,  la  prima  de  nuestro  oficio,  z  por  tal 
era  de  todo  el  mundo  conocida  z  querida:  assi  de  caualle- 
ros,  como  clérigos,  casados,  viejos,  mocos  z  niños.  Pues 
mocas  z  donzellas?  Asi  rogauan  a  Dios  por  su  vida,  como 
de  sus  mesmos  padres.  Con  todos  tenia  que  hazer,  con  todos 


-  87  ~ 

fablaua:  si  saliamos  por  la  calle,  quantos  topauamos  eran 
sus  ahijados ;  que  fue  su  principal  oficio  partera  diez  z  seis 
años.  Asi  que,  avnque  tu  no  sabias  sus  secretos  por  la  tierna 
edad  que  auias,  agora  es  razón  que  los  sepas,  pues  ella  es 
finada,  z  tu  hombre.  #  5 

Parmeno.  Dime,  señora  :  quando  la  justicia  te  mando 
prender,  estando  yo  en  tu  casa,  teniades  mucho  conoci- 
miento ? 

Celestina.  Si  teniamos,  me  dizes  como  por  burla? 
Juntas  lo  hizimos,  juntas  nos  sintieron,  juntas  nos  prendie-  10 
ron  z  acusaron,  juntas  nos  dieron  la  pena  essa  vez,  que 
creo  que  fue  la  primera.  Pero  muy  pequeño  eras  tu;  yo  me 
espanto  como  te  acuerdas,  que  es  la  cosa  que  mas  oluidada 
esta  en  la  cibdad.  Cosas  son  que  pasan  por  el  mundo:  cada 
dia  veras  quien  peque  z  pague,  si  sales  a  esse  mercado.  15 

Parmeno.  Verdad  es  ;  pero  del  pecado  lo  peor  es  la  per — / — 
seuerancia:  que  assi  como  el  primer  mouimiento  no  es  en 
mano  del  hombre,  assi  el  primer  yerro:  donde  dizen,  que 
quien  yerra  z  se  emienda,  re. 

Celestina.  Lastimasteme,  don  loquillo.  Alas  verdades  nos  20 
andamos.  Pues  espera,  que  yo  te  tocare  donde  te  duela. 

Parmeno.  Que  dizes,  madre? 

Celestina.  Hijo,  digo,  que  sin  aquella  prendieron  quatro 
vezes  a  tu  madre,  que  Dios  aya  sola,  z  avn  la  vna  le  leuan- 
taron  que  era  bruxa,  porque  la  hallaron  de  noche  con  vnas  25 
candelillas  cogendo  tierra  de  vna  encruzijada,  z  la  touieron 
medio  dia  en  vna  escalera  en  la  plaga,  puesto  vno  como 
rocadero  pintado  en  la  cabera.  Pero  cosas  son  que  passan  : 
algo  han  de  sofrir  los  hombres  en  este  triste  mundo  para 
sustentar  sus  vidas,  z  mira  en  que  tan  poco  lo  tuuo  con  su  30 
buen  seso,  que  ni  por  esso  dexo  dende  en  adelante  de  vsar 
mejor  su  oficio.  Esto  ha  venido  por  lo  que  dezias  del  per- 
seuerar  en  lo  que  vna  vez  se  yerra.  En  todo  tenia  gracia  : 


—  88  — 

que  en  Dios  z  en  mi  conciencia,  avn  en  aquella  escalera 
estaua,  z  parecía  que  a  todos  los  debaxo  no  tenia  en  vna 
blanca,  según  su  meneo  z  presencia.  Assi  que  los  que  algo 
son  como  ella,  z  saben,  z  valen,  son  los  que  mas  presto 
5  yerran.  Veras  quien  fue  Virgilio,  z  que  tanto  supo  :  mas  ya 
hauras  oydo  como  estouo  en  vn  cesto  colgado  de  vna  torre, 
mirándole  toda  Roma ;  pero  por  eso  no  dexo  de  ser  hon- 
rrado,  ni  perdió  el  nombre  de  Virgilio. 

Parmeno.  Verdad  es  lo  que  dizes ;  pero  esso  no  fue  por 
10  justicia. 

Celestina.  Calla,  bouo,  poco  sabes  de  achaque  de  ygle- 
sia.  z  quando  es  mejor  por  mano  de  justicia  que  de  otra 
manera  ?  Sabialo  mejor  el  cura,  que  Dios  aya,  que  veniendo- 
le  a  consolar,  dixo  que  la  sancta  escritura  tenia,  que  bien- 
Vi  5  auenturados  eran  los  que  padescian  persecución  por  la 
justicia,  que  aquellos  poseerian  el  reyno  de  los  cielos. 
Mira  si  es  mucho  passar  algo  en  este  mundo  por  gozar  de  la 
gloria  del  otro;  z  mas  que  según  todos  dezian,  a  tuerto  z  a 
sin  razón,  z  con  falsos  testigos  z  rezios  tormentos  la  hizie- 

20  ron  aquella  vez  confessar  lo  que  no  era ;  pero  con  su  buen 
esfuerzo,  z  como  el  coraron  abezado  a  sofrir  haze  las  cosas 
mas  leues  de  lo  que  son,  todo  lo  tuuo  en  nada.  Que  mili 
vezes  le  oya  dezir :  si  me  quebré  el  pie,  fue  por  bien,  por- 
que soy  mas  conoscida  que  antes.  Assi  que  todo  esto  paso 

25  tu  buena  madre  acá,  deuemos  creer  que  le  dará  Dios  buen 
pago  alia,  si  es  verdad  lo  que  nuestro  cúranos  dixo:  z  con 
esto  me  consuelo.  Pues  seme  tu,  como  ella,  amigo  verda- 
dero, z  trabaja  por  ser  bueno,  pues  tienes  a  quien  parezcas  : 
>/  que  lo  que  tu  padre  dexo,  a  buen  seguro  lo  tienes. 

30  Parmeno.  Bien  lo  creo,  madre,  pero  querría  saber  que 
tanto  es. 

Celestina.  No  puede  ser  agora :  verna  tu  tiempo,  como  te 
dixe,  para  que  lo  sepas  z  lo  oyas. 


-  89  - 

Parmeno.  Agora  dexemos  los  muertos  z  las  herencias, 
que  si  poco  me  dexaron  poco  hallare;  hablemos  en  los  pre- 
sentes negocios,  que  nos  va  mas  que  en  traer  los  passados  a 
la  memoria.  Bien  se  te  acordara,  no  ha  mucho  que  me 
prometiste  que  me  harías  hauer  a  Areusa,  quando  en  mi  casa 
te  dixe  como  moria  por  sus  amores. 

Celestina.  Si  te  lo  prometí,  no  lo  he  oluidado,  ni  creas 
que  he  perdido  con  los  años  la  memoria  :  que  mas  de  tres 
xaques  ha  rescebido  de  mi  sobre  ello  en  tu  absencia.  Ya  creo 
que  estara  bien  madura  :  vamos  de  camino  por  casa,  que 
no  se  podra  escapar  de  mate  ;  que  esto  es  lo  menos  que  yo 
por  ti  tengo  de  hazer. 

Parmeno.  Yo  ya  desconfiaua  de  la  poder  alcanzar,  porque 
jamas  podia  acabar  con  ella,  que  me  esperasse  a  poderle 
dezir  vna  palabra;  z  como  dizen,  mala  señal  es  de  amor, 
huyr  z  boluer  la  cara,  sentia  en  mi  grande  desfuzia 
desto. 

Celestina.  No  tengo  en  mucho  tu  desconfianza,  no  me 
conosciendo,  ni  sabiendo  como  agora  que  tienes  tan  de  tu 
mano  la  maestra  destas  labores.  Pues  agora  veras  quanto 
por  mi  causa  vales,  quanto  con  las  tales  puedo,  quanto  se  en 
casos  de  amor.  Anda  passo  :  ves  aqui  su  puerta  :  entremos 
quedo,  no  nos  sientan  sus  vezinas.  Atiende,  z  espera  debaxo 
desta  escalera  ;  sobire  yo  a  ver  que  se  podra  fazer  sobre 
lo  fablado  ;  z  por  ventura  haremos  rías  que  tu  ni  yo  traemos 
pensado. 

Areusa.  Quien  anda  ay  ?  Quien  sube  a  tal  hora  en  mi 
cámara  ? 

Celestina.  Quien  no  te  quiere  mal,  cierto,  que  nunca  da 
passo  que  no  piense  en  tu  prouecho;  quien  tiene  mas 
memoria  de  ti  que  de  si  mesma ;  vna  enamorada  tuya, 
avnque  vieja. 

Areusa.  Valala  el  diablo  a  esta  vieja,  con  que  viene  como 


—  90  — 

huestantigua  a  tal  hora.  Tia  señora,  que  buena  venida  es 
esta  tan  tarde  ?  Ya  me  desnudaua  para  acostar. 

Celestina.  Con  las  gallinas,  hija  ?  Asi  se  hará  la  hazienda. 
Andar,  passe  :  otro  es  el  que  ha  de  llorar  las  necessidades, 
que  no  tu  :  yema  pasee  quien  lo  cumple  :  tal  vida,  quien- 
quiera se  la  querría. 

Areusa.  Jesu  !  Quierome  tornar  a  vestir,  que  he  frió. 

Celestina.  No  harás,  por  mi  vida,  sino  éntrate  en  la 
cama,  que  desde  alli  hablaremos. 

Areusa.  Assi  goze  de  mi,  pues  que  lo  he  bien  menester, 
que  me  siento  mala  oy  todo  el  dia  :  assi  que  necesidad-mas 
que  vicio  me  fizo  tomar  con  tiempo  las  sauanas  por  falde- 
tas. 

Celestina.  Pues  no  estes  asentada,  acuéstate  z  metete 
debaxo  de  la  ropa,  que  paresces  serena. 
Areusa.  Bien  me  dizes,  señora  tia. 

Celestina.  Ay,  como  huele  toda  la  ropa  en  bulléndote!  A 
osadas  que  está  todo  a  punto:  siempre  me  pague  de  tus 
cosas  z  hechos,  de  tu  limpiezas  atauio.  Fresca  que  estas, 
bendígate  Dios!  Que  sauanas  z  colcha!  que  almoadas  !  z 
que  blancura!  Tal  sea  mi  vejez,  qual  todo  me  parece.  Perla 
de  oro,  veras  si  te  quiere  bien  quien  te  visita  a  tales  horas : 
dexame  mirarte  toda  a  mi  voluntad,  que  me  huelgo. 

Areusa.  Passo,  madre,  no  llegues  a  mi,  que  me  fazes 
coxquillas,  z  prouocasme  a  reyr,  z  la  risa  acreciéntame  el 
dolor. 

Celestina.  Que  dolor,  mis  amores  ?  Burlaste,  por  mi 
vida,  comigo  ? 

Areusa.  Mal  gozo  vea  de  mi,  si  burlo;  sino  que  ha  quatro 
horas  que  muero  de  la  madre,  que  la  tengo  en  los  pechos, 
que  me  quiere  sacar  del  mundo  :  que  no  soy  tan  viciosa 
como  piensas. 

Celestina.  Pues  dame  lugar,  tentare;  que  avn  algo  se 


—  91  — 

yo  deste  mal  por  mi  pecado,  que  cada  vna  se  tiene  o  ha  tenido 
su  madre,  z  sus  encobras  della. 

Areusa.  Mas  arriba  la  siento,  sobre  el  estomago. 

Celestina.  Bendígate  Dios,  z  señor  sant  Miguel,  ángel, 
z  que  gorda  z  fresca  que  estas  !  Que  pechos  z  que  genti- 
leza !  Por  hermosa  te  tenia  hasta  agora,  viendo  lo  que 
todos  podían  ver;  pero  agora  te  digo  que  no  ay  en  la 
cibdad  tres  cuerpos  tales  como  el  tuyo,  en   quanto  yo 
conozco.  No  paresce  que  ayas  quinze  años.  O  quien  fuera 
hombre,  z  tanta  parte  alcancara  de  ti  para  gozar  tal  vista  ! 
Por  Dios,  pecado  ganas  en  no  dar  parte  destas  gracias  a  todos 
los  que  bien  te  quieren  ;  que  no  te  las  dio  Dios  para  que 
pasasen   en  balde  por  la  frescor  de  tu  juuentud  debaxo 
de  seys  dobles  de  paño  z  liento.  Cata  que  no  seas  auarienta 
de  lo  que  poco  te  costo  :  no  atesores  tu  gentileza,  pues  es  de 
su  natura  tan  comunicable  como  el  dinero  ;  no  seas  el  perro 
del  ortolano  ;  z  pues  tu  no  puedes  de  ti  propia  gozar,  goze 
quien  puede.  Que  no  creas  que  en  balde  fueste  criada,  que 
quando  nasce  ella,  nasce  el,  z  quando  el,  ella.  Ninguna  cosa 
ay  criada  al  mundo  superflua,  ni  que  con  acordada  razón  no 
proueyesse  della  natura.  Mira  que  es  pecado  fatigar  z  dar 
pena  a  los  hombres,  podiendolos  remediar. 

Areusa.  Alábame  agora,  madre,  z  no  me  quiere  ninguno : 
dame  algún  remedio  para  mi  mal,  z  no  estes  burlando  de 
mi. 

Celestina.  Deste  tan  común  dolor  todas  somos,  mal 
pecado,  maestras.  Lo  que  he  visto  a  muchas  fazer,  z  lo  que 
a  mi  siempre  aprouecha,  te  diré  ;  porque  como  las  calida- 
des de  las  personas  son  diuersas,  assi  las  melezinas  hazen 
diuersas  sus  operaciones,  z  diferentes.  Todo  olor  fuerte  es 
bueno,  assi  como  poleo,  ruda,  axiensos,  humo  de  plumas 
de  perdiz,  de  romero,  de  moxquete,  de  encienso ;  recebido 
con  mucha  diligencia,  aprouecha  z  afloxa  el  dolor,  z  buelue 


—  92  - 

poco  a  poco  la  madre  a  su  lugar.  Pero  otra  cosa  hallaua  yo 
siempre  mejor  que  todas,  z  esta  no  te  quiero  dezir,  pues  tan 
santa  te  me  hazes. 

Areusa.  Que,  por  mi  vida,  madre  ?  Vesme  penada,  z 
encubresme  la  salud  ? 

Celestina.  Anda,  que  bien  me  entiendes,  no  te  hagas 
boua. 

Areusa.  Ya,  ya:  mala  landre  me  mate,  si  te  entendía; 
pero  que  quieres  que  haga  ?  Sabes  que  se  partió  ayer  aquel 
mi  amigo  con  su  capitán  a  la  guerra:  hauia  de  fazerle 
ruyndad  ? 

Celestina.  Veras,  z  que  daño,  z  que  gran  ruyndad  ! 

Areusa.  Por  cierto  si  seria:  que  me  da  todo  lo  que  he 
menester,  tieneme  honrrada,  fauoreceme,  z  trátame  como 
si  fuesse  su  señora. 

Celestina.  Pero  avnque  todo  esso  sea,  mientra  no  parie- 
res, nunca  te  faltara  este  mal  z  dolor  que  agora,  de  lo  qual 
el  deue  ser  causa. 

Areusa.  No  es  sino  mi  mala  dicha:  maldición  mala  que 
mis  padres  me  echaron,  que  no  esta  ya  por  prouar  todo 
esso.  Pero  dexemos  esso,  que  es  tarde,  z  dime  a  que  fue  tu 
buena  venida  ? 

Celestina.  Ya  sabes  lo  que  de  Parmeno  te  oue  dicho  : 
quexaseme  que  avn  verle  no  quieres;  no  se  por  que,  sino 
porque  sabes  que  le  quiero  yo  bien,  z  le  tengo  por  hijo. 
Pues  por  cierto  de  otra  manera  miro  yo  tus  cosas ;  que  hasta 
tus  vezinas  me  parescen  bien,  z  se  rne  alegra  el  coracon  cada 
vez  que  las  veo,  porque  se  que  hablan  contigo. 

Areusa.  No  viues,  tia  señora,  engañada. 

Celestina.  No  lo  se :  a  las  obras  creo,  que  las  palabras 
de  balde  las  venden  donde  quiera;  pero  el  amor  nunca  se 
paga  sino  con  puro  amor,  z  a  las  obras  con  obras.  Ya  sabes  el 
debdo  que  ay  entre  ti  z  Elicia,  la  qual  tiene  Sempronio  en 


—  93  — 

mi  casa  :  Parmeno  z  el  son  compañeros,  simen  a  este  seño? 
que  ta  conoces,  z  por  quien  tanto  fauor  podras  tener.  No 
niegues  lo  que  tan  poco  fazer  te  cuesta.  Vosotras  parientas, 
ellos  compañeros  :  mira  como  viene  mejor  medido  que 
lo  queremos  :  aqui  viene  comigo ;  veras  si  quieres  que 
suba. 

Areusa.  Amarga  de  mi,  z  si  nos  ha  oydo  ! 

Celestina.  No,  que  abaxo  queda:  quierole  hazer  subir, 
resciba  tanta  gracia  que  le  conozcas  z  hables,  z  muestres 
buena  cara ;  z  si  tal  te  paresciere,  goze  el  de  ti,  z  tu  del ; 
que  avnque  el  gane  mucho,  tu  no  pierdes  nada. 

Areusa.  Bien  tengo,  señora,  conoscimiento  como  todas 
tus  razones,  estas  z  las  passadas,  se  enderecan  en  mi  proue- 
cho  ;  pero  como  quieres  que  haga  tal  cosa,  que  tengo  a 
quien  dar  cuenta,  como  has  oydo,  z  si  soy  sentida,  matarme 
ha?  Tengo  vezinas  embidiosas :  luego  lo  dirán.  Assi  que, 
avnque  no  aya  mas  mal  de  perderle,  sera  mas  que  ganare 
en  agradar  al  que  me  mandas. 

Celestina.  Esso  que  temes,  yo  lo  prouey  primero,  que 
muy  passo  entramos. 

Areusa.  No  lo  digo  por  esta  noche,  sino  por  otras 
muchas. 

Celestina.  Como,  z  dessas  eres  ?  Dessa  manera  te  tratas  ? 
Nunca  tu  harás  casa  con  sobrado.  Absenté  le  has  miedo  ? 
que  harias  si  estouiesse  en  la  cibdad  ?  En  dicha  me  cabe,  que 
jamas  cesso  de  dar  consejos  a  bouos,  z  todavia  ay  quien 
yerre  ;  pero  no  me  marauillo,  flue  es  grande  el  mundo,  z 
pocos  los  esperimentados.  Ay,  ay,  hija!  Si  viesses  el  saber 
de  tu  prima,  z  que  tanto  le  ha  aprouechado  mi  crianza 
z  consejos,  z  que  gran  maestra  esta,  z  avn  que  no  se 
halla  ella  mal  con  mis  castigos:  que  vno  en  la  cama, 
z  otro  en  la  puerta,  z  otro  que  sospira  por  ella  en  su  casa 
se  precia  de  tener;  z  con  todos  cumple,  z  a  todos  muestra 


—  94  — 

buena  cara,  z  todos  piensan  que  son  muy  queridos,  z  cada 
vno  piensa  que  no  ay  otro,  z  que  el  solo  es  priuado,  z 
el  solo  es  el  que  le  da  lo  que  ha  menester,  z  tu  piensas 
que  con  dos  que  tengas,  que  las  tablas  de  la  cama 
5  lo  han  de  descobrir  ?  De  vna  sola  gotera  te  mantienes? 
No  te  sobraran  muchos  manjares  :  no  quiero  arrendar 
tus  esgamoches.  Nunca  vno  me  agrado,  nunca  en 
vno  puse  toda  mi  afición.  Mas  pueden  dos,  z  mas  quatro, 
z  mas  dan  z  mas  tienen,  z  mas  ay  en  que  escoger.  No  ay 

io  cosa  mas  perdida,  hija,  que  el  mur  que  no  sabe  sino  vn 
horado;  si  aquel  le  tapan,  no  haura  donde  se  esconda  del 
gato.  Quien  no  tiene  sino  vn  ojo,  mira  a  quanto  peligro 
anda.  Vna  alma  sola  ni  canta  ni  llora ;  vn  solo  acto  no  haze 
habito  ;  vn  frayle  solo  pocas  vezes  le  encontraras  por  la 

15  calle;  vna  perdiz  sola  por  marauilla  buela,  mayormente 
en  verano.  Que  quieres,  hija,  de  este  numero  de  vno?  Mas 
inconuenientes  te  diré  del,  que  años  tengo  a  cuestas.  Ten 
siquiera  dos,  que  es  compañía  loable,  z  tal  qual  es  este. 
Sube,  hijo  Parmeno. 

20  Areusa.  No  suba:  landre  me  mate,  que  me  fino  de 
empacho  :  que  no  le  conozco  ;  siempre  houe  vergüenza  del. 

Celestina.  Aqui  esto  yo  que  te  la  quitare,  z  cobrire,  z 
hablare  por  entramos,  que  otro  tan  empachado  es  el. 
Parmeno.  Señora,  Dios  salue  tu  graciosa  presencia. 

25        Areusa.  Gentil  hombre,  buena  sea  tu  venida. 

Celestina.  Llégate  acá,  asno :  adonde  te  vas  alia  assen- 
tar  al  rincón  ?  No  seas  empachado,  que  al  hombre  ver- 
gonzoso el  diablo  le  traxo  a  palacio.  Oydme  entrambos  lo 
que  digo  :  ya  sabes  tu,  Parmeno  amigo,  lo  que  te  prometi, 

30  z  tu,  hija  mia,  lo  que  te  tengo  rogado  ;  dexada  la  dificultad 
con  que  me  lo  has  concedido  aparte,  pocas  razones  son 
necessarias,  porque  el  tiempo  no  lo  padece.  El  ha  siempre 
viuido  penado  por  ti ;  pues  viendo  su  pena,  se  que  no  le 


querrás  matar,  z  avn  conozco  que  el  te  paresce  tal,  que  no 
sera  malo  para  quedarse  acá  esta  noche  en  casa. 

Areusa.  Por  mi  vida,  madre,  que  tal  no  se  haga.  Jesu,  no 
me  lo  mandes. 

Parmeno.  Madre  mia,  por  amor  de  Dios,  que  no  salga  yo 
de  aqui  sin  buen  concierto,  que  me  ha  muerto  de  amores  su 
vista :  ofrescele  quanto  mi  padre  te  dexo  para  mi ;  dile  que 
le  daré  quanto  tengo.  Ea,  diselo,  que  me  parece  que  no  me 
quiere  mirar. 

Areusa.  Que  te  dize  esse  señor  a  la  oreja?  Piensa  que  i 
tengo  de  fazer  nada  de  lo  que  pides? 

Celestina.  No  dize,  hija,  sino  que  se  huelga  mucho  con 
tu  amistad,  porque  eres  persona  tan  honrrada  z  en  quien 
qualquier  beneficio  cabra  bien.  E  assi  mismo  que  pues  que 
esto  por  mi  intercession  se  haze,  que  el  me  promete  daqui  i 
adelante  ser  muy  amigo  de  Sempronio,  z  venir  en  todo 
lo  que  quisiere  contra  su  amo  en  vn  negocio  que  traemos 
entre  manos.  Es  verdad,  Parmeno  ?  prometeslo  assi  como 
digo  ? 

Parmeno.  Si  prometo  sin  dubda. 

Celestina.  Ha,  don  ruyn,  palabra  te  tengo,  a  buen  tiempo 
te  asi.'  Llégate  acá,  negligente,  vergonzoso,  que  quiero  ver 
para  quanto  eres,  ante  que  me  vaya:  retóbala  en  esta  cama. 

Areusa.  No  sera  el  tan  descortes,  que  entre  en  lo  vedado 
sin  licencia. 

Celestina.  En  cortesías  z  licencias  estas?  No  espero  mas 
aqui  yo,  fiadora  que  tu  amanezcas  sin  dolor,  z  el  sin  color ; 
mas  como  es  vn  putillo,  gallillo,  barbiponiente,  entiendo  que 
en  tres  noches  no  se  le  demude  la  cresta.  Destos  me  man- 
dauan  a  mi  comer  en  mi  tiempo  los  médicos  de  mi  tierra, 
quando  tenia  mejores  dientes.  Quedaos  a  Dios,  voyme,  que 
me  hazes  dentera  con  vuestro  besar  z  retobar ;  que  avn  el 
sabor  en  las  enzias  me  quedo,  no  le  perdi  con  las  muelas. 


-  9é~ 

Areusa.  Dios  vaya» contigo. 

Parmeno.  Madre,  mandas  que  te  acompañe? 

Celestina.  Seria  quitar  a  vn  sancto  por  poner  en  otro. 
Acompáñeos  Dios,  que  yo  vieja  soy,  no  he  temor  que  me 
5    fuercen  en  la  calle. 

Elicia.  El  perro  ladra:  si  viene  este  diablo  de  vieja? 

Celestina.  Tha,  tha. 

Elicia.  Quien  es?  quien  llama? 

Celestina.  Baxame  abrir,  fija, 
io  Elicia.  Estas  son  tus  venidas  :  andar  de  noche  es  tu 
plazer  :  porque  lo  hazes  ?  Que  larga  estada  fue  esta  ?  Nunca 
sales  para  boluer  a  casa.  Por  costumbre  lo  tienes :  cum- 
pliendo con  vno,  dexas  ciento  descontentos  ;  que  has  sido  oy 
buscada  del  padre  de  la  desposada  que  leuaste  el  dia  de 
15  Pascua  al  racionero,  que  la  quiere  casar  daqui  a  tres  dias, 
z  es  menester  que  la  remedies,  pues  que  se  lo  prometiste, 
para  que  no  sienta  su  marido  la  falta  de  la  virginidad. 

Celestina.  No  me  acuerdo,  hija,  por  quien  dizes. 

Elicia.  Como  no  te  acuerdas  ?  Desacordada  eres,  cierto. 
20    O  como  caduca  la  memoria  !  Pues  por  cierto  tu  me  dixiste 
quando  la  leuauas,  que  la  auias  renouado  siete  vezes. 

Celestina.  No  te  marauilles,  hija,  quien  en  muchas 
partes  derrama  su  memoria,  en  ninguna  la  puede  tener.  Pero 
dime  si  tornara. 

25  Elicia.  Mira  si  tornara!  Tienete  dada  vna  manilla  de  oro 
en  prendas  de  tu  trabajo,  z  no  hauia  de  venir  ? 

Celestina.  La  de  la  manilla  es?  Ya  se  por  quien  dizes. 
Porque  tu  no  tomauas  el  aparejo,  z  comengauas  a  hazer 
algo?  Pues  en  aquellas  tales  te  hauias  de  abezar  z  prouar, 

30  de  quantas  vezes  me  lo  as  visto  hazer  !  Si  no,  ay  te  estaras 
toda  tu  vida  fecha  bestia  sin  oficio  ni  renta;  z  quando  seas 
de  mi  edad,  lloraras  la  folgura  de  agora :  que  la  mocedad 
ociosa  acarrea  la  vejez  arrepentida  z  trabajosa.  Hazialo  yo 


mejor  quando  tu  abuela,  que  Dios  aya,  me  mostraua  este 
oficio,  que  a  cabo  de  vn  año  sabia  mas  que  ella. 

Elicia.  No  me  marauillo,  que  muchas  vezes,  como  dizen, 
al  maestro  sobrepuja  el  buen  díscipulo,  z  no  va  esto  sino  en 
la  gana  con  que  se  aprende.  Ninguna  sciencia  es  bien 
empleada  en  el  que  no  le  tiene  afición  :  yo  le  tengo  a  este 
oficio  odio,  tu  mueres  tras  ello. 

Celestina.  Tu  te  lo  dirás  todo.  Pobre  vejez  quieres. 
Piensas  que  nunca  has  de  salir  de  mi  lado? 

Elicia.  Por  Dios,  dexemos  enojo,  z  al  tiempo  el  concejo. 
Ayamos  mucho  plazer.  Mientra  oy  touieremos  de  comer,  no 
pensemos  en  mañana.  También  se  muere  el  que  mucho 
allega  como  el  que  pobremente  viue,  z  el  dotor  como  el 
pastor,  z  el  papa  como  el  sacristán,  z  el  señor  como  el* 
sieruo,  z  el  de  alto  linaje  como  el  baxo,  z  tu  con  tu  oficio 
como  yo  sin  ninguno  ;  no  ñauemos  de  viuir  para  siempre  : 
gozemos  z  holguemos,  que  la  vejez  pocos  la  veen,  z  de  los 
que  la  veen  ninguno  murió  de  hambre.  Acostémonos,  que  es 
hora. 


1 


ARGUMENTO  DEL  OTAUO  AUTO 

La  mañana  viene  :  despierta  Parmeno.  Despedido  de  Areusa,  va  para  casa 
de  Calisto  su  señor  :  falla  a  la  puerta  a  Sempronio,  conciertan  su  amistad. 
Van  juntos  a  la  cámara  de  Calisto  :  hallanle  hablando  consigo  mismo  ; 
leuantado,  va  a  la  yglesia. 

Parmeno.  Amanece,  o  que  es  esto  que  tanta  claridad 
esta  en  esta  cámara  ? 

Areusa.  Que  amanecer?  Duerme,  señor,  que  avn  agora 
nos  acostamos.  No  he  yo  pegado  bien  los  ojos,  ya  hauia  de 
5    ser  de  dia  ?  Abre,  por  Dios,  essa  ventana  de  tu  cabecera,  z 
verlo  has. 

Parmeno.  En  mi  seso  esto  yo,  señora,  que  es  de  dia  claro, 
en  ver  entrar  luz  entre  las  puertas.  O  traydor  de  mi !  En 
que  gran  falta  he  caydo  con  mi  amo  !  De  mucha  pena  soy 
10    digno  :  o  que  tarde  que  es  ! 

Areusa.  Tarde  ? 

Parmeno.  z  muy  tarde. 

Areusa.  Pues  assi  goze  de  mi  alma,  no  se  me  ha  quitad 
el  mal  de  la  madre.  No  se  como  pueda  ser. 
15        Parmeno.  Pues  que  quieres,  mi  vida  ? 
Areusa.  Que  hablemos  en  mi  mal. 

Parmeno.  Señora  mia,  si  lo  hablado  no  basta,  lo  que  ma 
es  necessario  me  perdona,  porque  es  ya  mediodía.  Si  vo 
mas  tarde,  no  seré  bien  recebido  de  mi  amo  :  yo  vern 
20  mañana  z  quantas  vezes  después  mandares  ;  que  por  ess 
hizo  Dios  vn  dia  tras  otro,  porque  lo  que  el  vno  no  bas 
tasse,  se  cumpliesse  en  otro,  z  avn  porque  mas  no 
veamos,  reciba  de  ti  esta  gracia,  que  te  vayas  oy  a  las  doz 
del  dia  a  comer  con  nosotros  a  su  casa  de  Celestina. 


—  99  — 

Areusa.  Que  me  plaze,  de  buen  grado.  Ve  con  Dios, 
junta  tras  ti  la  puerta. 

Parmeno.  A  Dios  te  quedes.  O  plazer  singular  !  o  singular 
alegria  !  Qual  hombre  es,  ni  ha  sido  mas  bienauenturado 
que  yo  ?  qual  mas  dichoso  z  bienandante  ?  Que  vn  tan  5 
excelente  don  sea  por  mi  posseido  ;  z  quan  presto  pedido, 
tan  presto  alcancado !  Por  cierto  si  las  trayciones  desta  vieja 
con  mi  coracon  yo  pudiesse  sofrir,  de  rodillas  hauia  de 
andar  a  la  complazer.  Con  que  pagare  yo  esto  ?  O  alto  Dios ! 
A  quien  contaría  yo  este  gozo  ?  a  quien  descobriria  tan  gran  10 
secreto  ?  a  quien  daré  parte  de  mi  gloria?  Bien  me  dezia  la 
vieja,  que  de  ninguna  prosperidad  es  buena  la  posesión 
sin  compañía.  El  plazer  no  comunicado,  no  es  plazer.  Quien  * 
sentiría  esta  mi  dicha  como  yo  la  siento  ?  A  Sempronio  veo 
ala  puerta  de  casa:  mucho  ha  madrugado.  Trabajo  tengo  15 
con  mi  amo,  si  es  salido  fuera  :  no  sera,  que  no  es  acostum- 
brado;  pero  como  agora  no  anda  en  su  seso,  no  me 
marauillo  que  aya  peruertido  su  costumbre. 

Sempronio.  Parmeno  hermano,  si  yo  supiesse  aquella 
tierra  donde  se  gana  el  sueldo  dormiendo,  mucho  haría  por  20 
yr  alia,  que  no  daría  ventaja  a  ninguno  :  tanto  ganaría  como 
otro  qualquiera.  E  como,  holgazán,  descuydado  fueste  para 
no  tornar?  No  se  que  crea  de  tu  tardanga,  sino  que  te  que- 
daste a  escallentar  la  vieja  esta  noche,  o  a  rascarle  los  pies, 
como  quando  chiquito.  25 

Parmeno.  O  Sempronio,  amigo  z  mas  que  hermano  !  Por 
Dios,  no  corrumpas  mi  plazer,  no  mezcles  tu  yra  con  mi 
sofrimiento,  no  rebueluas  tu  descontentamiento  con  mi  des- 
canso, no  agües  con  tan  turbia  agua  el  claro  liquor  del 
pensamiento  que  traygo,  no  enturuies  con  tus  embidiosos  30 
castigos  z  odiosas  reprehensiones  mi  plazer.  Recíbeme  con 
alegria,  z  contarte  he  marauillas  de  mi  buena  andanca  pas- 
sada. 


—  100  — 


Sempronio.    Dilo,  dilo :   es  algo   de  Melibea  ?  Hasla 

visto  ? 

Parmeno.  Que  de   Melibea?  Es    de  otra  que  yo  mas 
quiero  ;  z  avn  tal,  que  si  no  estoy  engañado,  puede  viuir 
5    con  ella  en  gracia  z  hermosura  ;  si  que  no  se  encerró  el 
mundo  z  todas  sus  gracias  en  ella. 

Sempronio.  Que  es  esto,  desuariado  ?  Reyrme  querría, 
sino  que  no  puedo.  Ya  todos  amamos  ?  el  mundo  se  va  a 
perder.  Calisto  a  Melibea,  yo  a  Elicia,  tu  de  embidia  has  bus- 
10    cado  con  quien  perder  esse  poco  de  seso  que  tienes. 
Parmeno.  Luego  locura  es  amar? 

Sempronio.  Según  tu  opinión,  si  es  ;  que  yo  te  he  oydo  dar 
consejos  vanos  a  Calisto,  z  contradezir  a  Celestina  en  quanto 
habla  ;  e  por  impedir  mi  prouecho  z  el  suyo,  huelgas  de  no 

15  gozar  tu  parte.  Pues  a  las  manos  me  has  venido  donde  te 
podre  dañar,  z  lo  haré. 

Parmeno.  No  es,  Sempronio,  verdadera  fuerca  ni  poderio 
dañar  z  empecer ;  mas  aprouechar  z  guarecer,  z  muy 
mayor  quererlo  hazer.  Yo  siempre  te  tuue  por  hermano  :  no 

20  se  cumpla  por  Dios  en  ti  lo  que  se  dize  :  que  pequeña  causa 
desparte  conformes  amigos.  Muy  mal  me  tratas,  no  se  donde 
nazca  este  rencor. 

Sempronio.  No  digo  mal  en  esto,  sino  que  se  eche  otra 
sardina  para  el  mo<;o  de  cauallos,  pues  tu  tienes  amiga. 

25  Parmeno.  Estas  enojado  ;  quierote  sofrir,  avnque  mas  mal 
me  trates. 

Sempronio.  Mas  mal  tratas  tu  a  Calisto,  aconsejando  a  el 
lo  que  para  ti  huyes,  diziendo  que  se  aparte  de  amar  a 
Melibea,  hecho  tablilla  de  mesón,  que  para  si  no  tiene 
30  abrigo  z  dale  a  todos.  O  Parmeno  !  agora  podras  ver  quan 
facile  cosa  es  reprehender  vida  agena,  z  quan  duro  guardar 
cada  qual  la  suya  !  No  digas  mas,  pues  tu  eres  testigo  ;  z 
daqui  adelante  veremos  como  te  has,  pues  ya  tienes  tu  escu- 


—  101  — 

dilla  como  cada  qual.  Si  tu  mi  amigo  fueras,  en  la  necessidad 
que  de  ti  tuue  me  hauias  de  fauórecer,  z  ayudar  a  Celestina 
en  mi  prouecho,  que  no  fincar  vn  clauo  de  malicia  a  cada 
palabra.  Sabe  que  como  la  hez  de  la  tauerna  despide  a  los 
borrachos,  asi  la  aduersidad  o  necessidad  al  fingido  amigo  :  5 
luego  se  descubre  el  falso  metal  dorado  por  encima. 

Parmeno.  Oydo  lo  hauia  dezir,  z  por  esperiencia  lo  veo, 
nunca  venir  plazer  sin  contraria  cocobra  en  esta  triste  vida  :  X 
a  los  alegres,  serenos,  z  claros  soles,  nublados  escuros  z 
pluuias  vemos  suceder ;  a  ios  solazes  z  plazeres,  dolores  z  10 
muertes  los  ocupan  ;  a  las  risas  z  deleytes,  llantos  z  lloros 
z  passiones  mortales  los  siguen  ;  finalmente,  a  mucho  des- 
canso z  sosiego,  mucho  pesar  z  tristeza.  Quien  pudiera  tan 
alegre  venir  como  yo  agora  ?  quien  tan  triste  recebimiento 
padescer?  quien  verse  como  yo  me  vi,  con  tanta  gloria  15 
alcancada  con  mi  querida  Areusa  ?  quien  caer  della,  siendo 
tan  mal  tratado  tan  presto,  como  yo  de  ti  ?  que  no  me  has 
dado  lugar  a  poderte  dezir  quanto  soy  tuyo,  quanto  te  he  de 
fauórecer  en  todo,  quanto  soy   arepiso  de  lo  passado, 
quantos  consejos  z  castigos  buenos  he  recebido  de  Celestina  20 
en  tu  fauor  z  prouecho,  z  de  todos :  como,  pues  este  juego 
de  nuestro  amo  z  Melibea  esta  entre  las  manos,  podemos 
agora  medrar,  o  nunca. 

Sempronio.    Bien   me   agradan   tus  palabras,    si  tales 
touiesses  las  obras,  a  las  quales  espero  para  auerte  de  creer.  25 
Pero,  por  Dios,  me  digas,  que  es  esso  que  dixiste  de  Areusa? 
Paresce  que  conozcas  tu  a  Areusa,  su  prima  de  Elicia  ? 

Parmeno.  Pues  que  es  todo  el  plazer  que  traygo,  sino 
hauerla  alcancado? 

Sempronio.  Como  se  lo  dize  el  bouo !  de  risa  no  puede  30 
hablar.  A  que  llamas  hauerla  alcanzado  ?  Estaua  a  alguna  ven- 
tana, o  que  es  esso  ? 

Parmeno.  A  ponerla  en  duda  si  queda  preñada  o  no. 


—  102  — 


Sempronio.  Espantado  me  tienes:  mucho  puede  el  con- 
tinuo trabajo  ;  vna  continua  gotera  horaca  vna  piedra. 

Parmeno.  Veras  que  tan  continuo,  que  ayer  lo  pense, 
ya  la  tengo  por  mia. 
5        Sempronio.  La  vieja  anda  por  ay. 
Parmeno.  En  que  lo  vees  ? 

Sempronio.  Que  ella  me  hauia  dicho  que  te  queria  mucho 
z  que  te  la  haria  hauer.  Dichoso  fuiste,  no  hiziste  sino  llegar 
z  recabdar;  por  esto  dizen  :  mas  vale  a  quien  Dios  ayuda, 
10    que  quien  mucho  madruga;  pero  tal  padrino  touiste. 

Parmeno.  Di  madrina,  que  es  mas  cierto ;  asi  que,  quien 
a  buen  árbol  se  arrima...  Tarde  fuy  ;  pero  temprano  recabde. 
O  hermano !  que  te  contaria  de  sus  gracias  de  aquella  muger, 
de  su  habla,  z  hermosura  de  cuerpo !  Pero  quede  para  mas 
15  oportunidad. 

Sempronio.  Puede  ser  sino  prima  de  Elicia  ?  No  me  dirás 
tanto,  quanto  estotra  no  tenga  mas :  todo  te  lo  creo  ;  pero 
que  te  cuesta  ?  hasle  dado  algo  ? 

Parmeno.  No  cierto ;  mas  avnque  houiera,  era  bien 
20  empleado  :  de  todo  bien  es  capaz.  En  tanto  son  las  tales 
tenidas,  quanto  caras  son  compradas;  tanto  valen  quanto 
cuestan ;  nunca  mucho  costo  poco,  sino  a  mi  esta  señora.  A 
comer  la  combide  para  casa  de  Celestina,  z  si  te  plaze  vamos 
todos  alia. 
25        Sempronio.  Quien,  hermano? 

Parmeno.  Tu  z  ella,  z  alia  esta  la  vieja  z  Elicia :  auremos 
plazer. 

V  Sempronio.  O  Dios!  z  como  me  as  alegrado!  Franco 
eres,  nunca  te  faltare.  Como  te  tengo  por  hombre,  como 
30  creo  que  Dios  te  ha  de  hazer  bien,  todo  el  enojo  que  de  tus 
passadas  fablas  tenia,  se  me  ha  tornado  en  amor.  No  dudo 
ya  tu  confederación  con  nosotros  ser  la  que  deue.  Abracarte 
quiero,  seamos  como  hermanos,  vaya  el  diablo  para  ruyn  : 


—  103  — 

sea  lo  pasado  question  de  sant  Juan,  z  assi  paz  para  todo 
el  año,  que  las  yras  de  los  amigos  siempre  suelen  ser  reinte- 
gración del  amor.  Comamos  z  holguemos,  que  nuestro  amo 
ayunara  por  todos. 

Parmeno.  z  que  haze  el  desesperado  ? 

Sempronio.  Allí  esta  tendido  en  el  estrado  cabo  la  cama, 
donde  le  dexaste  anoche  :  que  ni  ha  dormido,  ni  esta  des- 
pierto. Si  alia  entro,  ronca  ;  si  me  salgo,  canta  o  deuanea; 
no  le  tomo  tiento,  si  con  aquello  pena  o  descansa. 

Parmeno.  Que  dizes  ?  z  nunca  me  ha 'llamado,  ni  ha 
tenido  memoria  de  mi  ? 

Sempronio.  No  se  acuerda  de  si  :  acordarse  ha  de  ti? 

Parmeno.  Avn  hasta  en  esto  me  ha  corrido  buen  tiempo. 
Pues  que  assi  es,  mientra  recuerda,  quiero  embiar  la  comida 
que  la  aderecen. 

Sempronio.  Que  has  pensado  embiar  para  que  aquellas 
loquillas  te  tengan  por  hombre  complido,  bien  criado,  z 
franco  ? 

Parmeno.  En  casa  llena  presto  se  adereca  cena:  de  lo 
que  ay  en  la  despensa  basta  para  no  caer  en  falta.  Pan 
blanco,  vino  de  Monuiedro,  vn  pemil  de  tocino,  z  mas  seys 
pares  de  pollos  que  traxeron  estotro  dia  los  renteros  de 
nuestro  amo;  que  si  los  pidiere,  harele  creer  que  los  ha 
comido  :  z  las  tórtolas  que  mando  para  oy  guardar,  diré  que 
hedian  ;  tu  seras  testigo.  Tememos  manera  como  a  el  no 
haga  mal  lo  que  dellas  comiere,  z  nuestra  mesa  este  como 
es  razón,  z  alia  hablaremos  largamente  en  su  daño  z  nuestro 
prouecho  con  la  vieja  cerca  destos  amores. 

Sempronio.  Mas  dolores:  que  por  fe  tengo  que  de  muerto 
o  loco  no  escapa  desta  vez.  Pues  que  assi  es,  despacha, 
subamos  a  ver  que  faze. 

Calisto.  En  gran  peligro  me  veo  : 

en  mi  muerte  no  ay  tardanza, 


—  104  — 


pues  que  me  pide  el  deseo 
lo  que  me  niega  esperanza. 
Parmeno.  Escucha,  escucha,  Sempronio,  trobando  esta 
nuestro  amo. 

5        Sempronio.  O  hideputa,  el  trobador!  El  gran  Antipater 
Sidonio,  el  gran  poeta  Ouidio,  los  quales  de  improuiso  se 
les  venian  las  razones  metrificadas  a  la  boca.  Si,  si,  desos 
es  :  trobara  el  diablo  ;  esta  deuaneando  entre  sueños. 
Calisto.  Coraron,  bien  se  te  emplea 
io  que  *penes  z  viuas  triste, 

pues  tan  presto  te  venciste 
del  amor  de  Melibea. 
Parmeno.  No  digo  yo  que  troba  ? 
Calisto.  Quien  fabla  en  la  sala  ?  Mo<;os ! 
i  S        Parmeno.  Señor. 

Calisto.  Es  muy  noche?  Es  hora  de  acostar? 
Parmeno.  Mas  ya  es,  señor,  tarde  para  leuantar. 
Calisto.  Que  dizes,  loco  ?  Toda  la  noche  es  passada  ? 
Parmeno.  z  avn  harta  parte  del  dia. 
2o       Calisto.  Di,  Sempronio :  miente  este  desuariado  que  me 
haze  creer  que  es  de  dia? 

Sempronio.  Oluida,  señor,  vn  poco  a  Melibea,  z  veras  la 
claridad  :  que  con  la  mucha  que  en  su  gesto  contemplas,  no 
puedes  ver  de  encandelado,  como  perdiz  con  la  calderuela. 
25  Calisto.  Agora  lo  creo,  que  tañen  a  missa.  Daca  mis 
ropas,  yre  a  la  Madalena,  rogare  a  Dios  aderece  a  Celestina, 
z  ponga  en  coraron  a  Melibea  mi  remedio,  o  de  fin  en  breue 
a  mis  tristes  dias. 

Sempronio.  No  te  fatigues  tanto  ;  no  lo  quieras  todo  en 
30    vna  hora,  que  no  es  de  discretos  desear  con  grande  efica- 
cia lo  que  puede  tristemente  acabar.  Si  tu  pides  que  se 
concluya  en  vn  dia  lo  que  en  vn  año  seria  harto,  no  es 
mucha  tu  vida. 


-  ios  - 


10 


Calisto.' Quieres  dezir  que  soy  como  el  moco  del  escu- 
dero gallego? 

Sempronio.  No  mande  Dios  que  tal  cosa  yo  diga,  que  eres 
mi  señor:  z  demás  desto  se,  que  como  me  galardonas  el 
buen  consejo,  me  castigarías  lo  mal  hablado.  Verdad  es  que 
nunca  es  ygual  la  alabanca  del  seruicio  o  buena  habla,  que 
la  reprehensión  z  pena  de  lo  mal  hecho  o  hablado. 

Calisto.  No  se  quien  te  abezo  tanta  filosofía,  Sempronio. 

Sempronio.  Señor,  no  es  todo  blanco  aquello  que  de 
negro  no  tiene  semejanza.  Tus  acelerados  deseos,  no  medi- 
dos por  razón,  hazen  parecer  claros  mis  consejos.  Quisieras 
tu  ayer  que  te  traxeran  a  la  primera  habla  amanojada  z 
embuelta  en  su  cordón  a  Melibea,  como  si  horneras  embiado 
por  otra  qualquiera  mercaduría  a  la  placa,  en  que  no  houiera 
mas  trabajo  de  llegar  z  pagalla.  Da,  señor,  aliuio  al  coracon,  U 
que  en  poco  espacio  de  tiempo  no  cabe  gran  bienauentu- 
ranca.  Vn  solo  golpe  no  derriba  vn  roble.  Apercíbete  con 
sofrimiento,  porque  la  prouidencia  es  cosa  loable,  z  el 
apercibimiento  resiste  el  fuerte  combate. 

Calisto.  Bien  has  dicho,  si  la  qualidad  de  mi  mal  lo 
consintiesse.  , 
Sempronio.  Para  que,  señor,  es  el  seso,  si  la  voluntad  * 

priua  la  razón  ? 

Calisto.  O  loco,  loco  !  Dize  el  sano  al  doliente  :  Dios  te 
de  salud  ;  no  quiero  consejo,  ni  esperarte  mas  razones,  que  25 
mas  auiuas  z  enciendes  las  flamas  que  me  consumen.  Yo  me 
voy  solo  a  missa,  z  no  tornare  a  casa  fasta  que  me  llameys, 
pidiéndome  las  albricias  de  mi  gozo  con  la  buena  venida  de 
"Celestina  :  ni  comeré  hasta  entonce,  avnque  primero  sean 
los  cauallos  de  Febo  apacentados  en  aquellos  verdes  prados  30 
que  suelen,  quando  han  dado  fin  a  su  jornada. 

Sempronio.  Dexa,  señor,  essos  rodeos  :  dexa  essas  poesías, 
que  no  es  fabla  conueniente  la  que  a  todos  no  es  común, 


20 


—  io6  — 


la  que  todos  no  participan,  la  que  pocos  entienden.  Di : 
avnque  se  ponga  el  sol,  z  sabrán  todos  lo  que  dizes  ;  z  come 
alguna  conserua,  con  que  tanto  espacio  de  tiempo  te  sos- 
tengas. 

5  Calisto.  Sempronio,  mi  fiel  criado,  mi  buen  consejero, 
mi  leal  seruidor,  sea  como  a  ti  te  paresce,  porque  cierto 
tengo,  según  tu  limpieza  de  seruicio,  quieres  tanto  mi  vida 
como  la  tuya. 

Sempronio.  Creeslo  tu,  Parmeno?  Bien  seque  no  lo  júra- 
lo rias.  Acuérdate  si  fueres  por  conserua,  apañes  vn  bote  para 
aquella  gentezilla,  que  nos  va  mas ;  z  a  buen  entendedor  en 
la  bragueta  cabra. 

Calisto.  Que  dizes,  Sempronio  ? 

Sempronio.  Dixe,  señor,  a  Parmeno,  que  fuesse  por  vna 
15     tajada  de  diacitron. 

Parmeno.  Hela  aqui,  señor. 
Calisto.  Daca. 

Sempronio.  Veras  que  engullir  haze  el  diablo :  entero  lo 
querria  tragar  por  mas  apriesa  hazer. 
20       Calisto.  El  alma  me  ha  tornado.  Quedaos  con  Dios, 
hijos;  esperad  la  vieja,  z  yd  por  buenas  albricias. 

Parmeno.  Alia  yras  con  el  diablo  tu  z  malos  años,  z  en 
tal  hora  comiesses  el  diacitron,  como  Apuleyo  el  veneno 
que  le  conuertio  en  asno. 


ARGUMENTO  DEL  NOVENO  AUTO 


Sempronio  z  Parmeno  van  a  casa  de  Celestina,  entre  si  hablando. 
Llegados  alia,  hallan  a  Elida  z  Areusa :  ponense  a  comer;  entre  comer 
riñe  Elicia  con  Sempronio,  leuantase  de  la  mesa,  tornanla  apaciguar. 
Estando  ellos  todos  entre  si  razonando,  viene  Lucrecia,  criada  de  Melibea, 
llamar  a  Celestina,  que  vaya  a  estar  con  Melibea. 

Sempronio.  Baxa,  Parmeno,  nuestras  capas  z  espadas,  si 
te  parece,  que  es  hora  que  vamos  a  comer. 

Parmeno.  Vamos  presto:  ya  creo  que  se  quexaran  de 
nuestra  tardanca.  No  por  essa  calle,  sino  por  estotra,  por- 
que nos  entremos  por  la  yglesia,  z  veremos  si  ouiere  aca- 
bado Celestina  sus  deuociones,  lleuarla  hemos  de  camino. 

Sempronio.  A  donosa  hora  ha  de  estar  rezando. 

Parmeno.  No  se  puede  dezir  sin  tiempo  fecho  lo  que  en 
todo  tiempo  se  puede  fazer. 

Sempronio.  Verdad  es;  pero  mal  conoces  a  Celestina : 
quando  ella  tiene  que  hazer,  no  se  acuerda  de  Dios,  ni  cura 
de  santidades.  Quando  ay  que  roer  en  casa,  sanos  están  los 
santos :  quando  va  a  la  yglesia  con  sus  cuentas  en  la  mano, 
no  sobra  el  comer  en  casa.  Avnque  ella  te  crio,  mejor 
conozco  yo  sus  propiedades  que  tu  :  lo  que  en  sus  cuentas 
reza,  es  los  virgos  que  tiene  a  cargo,  z  quantos  enamorados 
ay  en  la  cibdad,  z  quantas  mocas  tiene  encomendadas,  z 
que  despenseros  ay  en  la  cibdad,  z  que  canónigo  es  mas 
mo^o  z  franco.  Quando  menea  los  labios,  es  fengir  mentiras, 
ordenar  cautelas  para  hauer  dinero  :  por  aqui  le  entrare ;  esto 
me  responderá,  estotro  replicare.  Assi  viue  esta  que  noso- 
tros mucho  honrramos. 


—  108  — 

Parmeno.  Masque  essoseyo;  sino  porque  te  enojaste 
estotro  día,  no  quiero  hablar;  quando  lo  dixe  a  Calisto. 

Sempronio.  Avnque  lo  sepamos  para  nuestro  prouecho, 
no  lo  publiquemos  para  nuestro  daño.  Saberlo  nuestro  amo, 
5  es  echalla  por  quien  es,  z  no  curar  della.  Dexandola,  verna 
forcado  otra,  de  cuyo  trabajo  no  esperemos  parte  como 
desta,  que  de  grado  o  por  fuerca  nos  dará  de  lo  que  le 
diere. 

Parmeno.  Bien  has  dicho :  calla,  que  esta  abierta  su 
io    puerta.  En  casa  esta:  llama   antes  que  entres,  que  por 
ventura  estaran  embueltas  z  no  querrán  ser  assi  vistas. 

Sempronio.  Entra,  no  cures,  que  todos  somos  de  casa:  ya 
ponen  la  mesa. 

Celestina.  O  mis  perlas  de  oro  !  Tal  me  venga  el  año, 
15    qual  me  parece  vuestra  venida. 

Parmeno.  Que  palabras  tiene  la  noble  !  Bien  ves,  hermano, 
estos  halagos  fengidos. 

Sempronio.  Dexala,  que  deso  viue :  que  no  se  quien 
diablos  le  mostró  tanta  ruyndad. 
20  Parmeno.  La  necessidad  z  pobreza;  la  fambre,  que  no  ay 
mejor  maestra  en  el  mundo :  no  ay  mejor  despertadora  z 
auiuadora  de  ingenios.  Quien  mostró  a  las  picacas  z  papa- 
gayos imitar  nuestra  propia  habla  con  sus  harpadas  lenguas, 
nuestro  órgano  z  boz,  sino  esta  ? 
25  Celestina.  Mochachas,  mochachas  bouas,  andad  acá 
baxo,  presto ;  que  están  aqui  dos  hombres  que  me  quieren 
forjar. 

Elicia.  Mas  nunca  acá  vinieran :  z  mucho  combidar  con 
tiempo,  que  ha  tres  horas  que  esta  aqui  mi  prima.  Este 
30  perezoso  de  Sempronio  haura  sido  causa  de  la  tardanza,  que 
no  ha  ojos  por  do  verme. 

Sempronio.  Calla,  mi  señora,  mi  vida,  mis  amores;  que 
quien  a  otro  sirue  no   es  libre :  assi  que  sujeción  me 


—  io9  — 

relieua  de  culpa.  No  ayamos  enojo,  assentemonos  a  comer. 

Elicia.  Assi:  para  assentar  a  comer  muy  diligente;  a 
mesa  puesta  con  tus  manos  lauadas  z  poca  verguenca. 

Sempronio.  Después  reñiremos:  comamos  agora.  Asién- 
tate, madre  Celestina,  tu  primero.  5 

Celestina.  Assentaos,  vosotros  mis  hijos,  que  harto 
lugar  ay  para  todos,  a  Dios  gracias  ;  tanto  nos  diessen  del 
parayso  quando  alia  vamos.  Poneos  en  orden,  cada  vno 
cabo  la  suya :  yo  que  estoy  sola,  porne  cabo  mi  este  jarro 
z  taca,  que  no  es  mas  mi  vida  de  quanto  con  ello  hablo.  10 
Después  que  me  fui  faziendo  vieja,  no  se  mejor  oficio  a  la 
mesa  que  escanciar;  porque  quien  la  miel  trata,  siempre 
se  le  pega  della.  Pues  de  noche  en  inuierno,  no  ay  tal  esca- 
llentador  de  cama  ;  que  con  dos  jarrillos  destos  que  beua 
quando  me  quiero  acostar,  no  siento  frió  en  toda  la  noche.  15 
Desto  aforro  todos  mis  vestidos  quando  viene  la  Nauidad  ; 
esto  me  callenta  la  sangre,  esto  me  sostiene  continuo  en  vn 
ser;  esto  me  faze  andar  siempre  alegre  ;  esto  me  para  fresca; 
desto  vea  yo  sobrado  en  casa,  que  nunca  temeré  el  mal  año  : 
que  vn  cortezon  de  pan  ratonado  me  basta  para  tres  dias.  20 

Sempronio.  Tia  señora,  a  todos  nos  sabe  bien ;  comiendo 
z  hablando,  porque  después  no  haura  tiempo  para  entender 
en  los  amores  deste  perdido  de  nuestro  amo,  z  de  aquella 
graciosa  z  gentil  Melibea. 

Elicia.  Apártateme  alia,  desabrido,  enojoso  !  Mal  proue-  25 
cho  te  haga  lo  que  comes,  tal  comida  me  has  dado.  Por  mi 
alma,  reuesar  quiero  quanto  tengo  en  el  cuerpo,  de  asco  de 
oyrte  llamar  aquella  gentil.  Mirad  quien  gentil!  Jesu,  Jesu ! 
z  que  hastio  z  enojo  es  ver  tu  poca  verguenca!  A  quien 
gentil !  Mal  me  haga  Dios  si  ella  lo  es,  ni  tiene  parte  dello,  30 
sino  que  ay  ojos  que  de  lagaña  se  agradan.  Santiguarme 
quiero  de  tu  necedad  z  poco  conocimiento.  O  quien  esto- 
uiesse  de  gana  para  disputar  contigo  su  hermosura  z  genti- 


—   110  — 


leza!  Gentil,  gentil  es  Melibea?  Entonce  lo  es,  entone 
acertaran,  quando  andan  a  pares  los  diez  mandamientos 
aquella  hermosura  por  vna  moneda  se  compra  de  la  tienda 
Por  cierto,  que  conozco  yo  en  la  calle  donde  ella  viu 
5     quatro  donzellas,  en  quien  Dios  mas  repartió  su  gracia  que 
no  en  Melibea;  que  si  algo  tiene  de  hermosura,  es  por 
buenos  atauios  que  trae.  Poneldos  en  vn  palo,  también 
dires  que  es  gentil.  Por  mi  vida,  que  no  lo  digo  por  alabarme  • 
mas  que  creo  que  soy  tan  hermosa  como  vuestra  Melibea. 

10  Areusa.  Pues  no  la  has  tu  visto  como  yo,  hermana  mia  : 
Dios  me  lo  demande,  si  en  ayunas  la  topasses,  si  aquel  dia 
pudieses  comer  de  asco.  Todo  el  año  se  esta  encerrada  con 
mudas  de  mili  suziedades  ;  por  vna  vez  que  aya  de  salir 
donde  pueda  ser  vista,  enuiste  su  cara  con  hiél  z  miel,  con 

1 5  vnas  z  con  otras  cosas  que  por  reuerencia  de  la  mesa  dexo 
de  dezir.  Las  riquezas  las  hazen  a  estas  hermosas  z  ser  alaba- 
das, que  no  las  gracias  de  su  cuerpo  ;  que  assi  goze  de  mi, 
vnas  tetas  tiene  para  ser  donzella,  como  si  tres  vezes  houiesse 
parido  :  no  parecen  sino  dos  grandes  calabacas.  El  vientre 

2o  no  se  le  he  visto  :  pero  juzgando  por  lo  otro,  creo  que  le 
tiene  tan  floxo  como  vieja  de  cincuenta  años.  No  se  que  se 
ha  visto  Calisto,  porque  dexa  de  amar  otras  que  mas  ligera- 
mente podría  hauer,  z  con  quien  mas  el  holgasse. 

Sempronio.  Hermana,  pareceme  aqui  que  cada  bohonero 

25    alaba  sus  agujas  :  que  el  contrario  desso  se  suena  por  la  cibdad. 
Areusa.  Ninguna  cosa  es  mas  lexos  de  verdad  que  la 
^  vulgar  opinión  :  nunca  alegre  viuiras  si  por  voluntad  de 
muchos  te  riges,  porque  estas  son  conclusiones  verdaderas, 
que  qualquier  cosa  que  el  vulgo  piensa  es  vanidad ^lo  que 

30    fabla,  falsedad;  lo  que  reprueua  es  bondad  ;  lo  que  aprueua, 
maldad,  z  pues  este  es  su  mas  cierto  vso  z  costumbre,  no  « 
juzgues  la  bondad  z  hermosura  de  Melibea  por  esso  ser  la 
que  afirmas. 


—  III  — 


Sempronio.  Señora,  el  vulgo  parlero  no  perdona  las 
tachas  de  sus  señores  :  z  asi  yo  creo  que  si  alguna  touiesse 
Melibea,  ya  seria  descubierta  de  los  que  con  ella  mas  que 
con  nosotros  tratan.  E  avnque  lo  que  dizes  concediesse,  j 
Calisto  es  cauallero,  Melibea  fijadalgo:  assi  que  los  nacidos  I  5 
por  linaje  escogidos,  buscanse  vnos  a  otros.  Por  ende  no  es 
de  marauillar,  que  ame  antes  a  esta  que  a  otra. 

Areusa.  Ruyn  sea  quien  por  ruyn  se  tiene  :  las  obras 
hazen  linaje,  que  al  fin  todos  somos  hijos  de  Adán  z  Eua. 
Procure  de  ser  cada  vno  bueno  por  si,  z  no  vaya  buscar  en  10 
la  nobleza  de  sus  pasados  la  virtud.  )C 

Celestina.  Hijos,  por  mi  vida,  que  cessen  essas  razo- 
nes de  enojo  ;  z  tu,  Elicia,  que  te  tornes  a  la  mesa  z  dexes 
essos  enojos. 

Elicia.  Con  tal  que  mala  pro  me  hiziesse :  con  tal  que  15 
rebentasse  comiéndolo.  Hauiayode  comer  con  esse  maluado, 
que  en  mi  cara  me  ha  porfiado  que  es  mas  gentil  su  an- 
drajo de  Melibea  que  yo? 

Sempronio.  Calla,  mi  vida,  que  tu  la  comparaste  ;  toda 
comparación  es  odiosa  :  tu  tienes  la  culpa,  z  no  yo.  20 

Areusa.  Ven,  hermana,  a  comer,  no  hagas  agora  esse  plazer 
a  estos  locos  porfiados:  sino  leuantarme  he  yo  de  la  mesa. 

Elicia.  Necessidad  de  complazerte  me  haze  contentar  a 
esse  enemigo  mió,  z  vsar  de  virtud  con  todos. 

Sempronio.  He,  he,  he  !  25 

Elicia.  De  que  te  ríes  ?  De  mala  cáncer  sea  comida  essa 
boca  desgraciada  enojosa. 

Celestina.  No  le  respondas,  hijo,  sino  nunca  acabaremos. 
Entendamos  en  lo  que  faze  a  nuestro  caso.  Dezidme,  como 
quedo   Calisto?   Como  lo    dexastes  ?   Como  os   pudistes  30 
entramos  descabullir  del  ? 

Parmeno.  Alia  fue  a  la  maldición  echando  fuego,  desespe- 
rado, perdido,  medio  loco,  a  missa  a  la  Magdalena,  a  rogar  a 


Dios  que  te  de  gracia  que  puedas  bien  roer  los  huessos 
destos  pollos,  z  protestando  no  boluer  a  casa  hasta  oyr 
que  eres  venida  con  Melibea  en  tu  arremango.  Tu  saya  z 
manto,  z  avn  mi  sayo,  cierto  esta :  lo  otro  vaya  z  venga  ;  el 
5     quando  lo  dará,  no  lo  se. 

>J^  Celestina.  Sea  quando  fuere  :  buenas  son  mangas,  passada 
la  pascua.  Todo  aquello  alegra  que  con  poco  trabajo  se 
gana,  mayormente  viniendo  de  parte  donde  tan  poca  mella 
haze :  de  hombre  tan  rico,  que  con  los  saluados  de  su  casa 

io  podria  yo  salir  de  lazeria,  según  lo  mucho  le  sobra.  No  les 
duele  a  los  tales  lo  que  gastan,  z  según  la  causa  por  que  lo 
dan;  no  sienten  con  el  embeuecimiento  del  amor,  no  les 
pena,  no  veen,  no  oyen  :  lo  qual  yo  juzgo  por  otros  que  he 
conocido  menos  apassionados  z  metidos  en  este  fuego  de 

15  amor,  que  a  Calisto  veo.  Que  ni  comen,  ni  beuen,  ni  rien, 
ni  lloran,  ni  duermen,  ni  velan,  ni  hablan,  ni  callan,  ni 
penan,  ni  descansan,  ni  están  contentos,  ni  se  quexan,  según 
la  perplexidad  de  aquella  dulce  z  fiera  llaga  de  sus  corazo- 
nes ;  e  si  alguna  cosa  destas  la  natural  necessidad  les  fuerca  a 

20  hazer,  están  en  el  acto  tan  oluidados,  que  comiendo  se 
oluida  la  mano  de  lleuar  la  vianda  a  la  boca.  Pues  si  con 
ellos  hablan,  jamas  conuiniente  respuesta  bueluen.  Alli 
tienen  los  cuerpos;  con  sus  amigas  los  corazones  z  sentidos. 
Mucha  fuerza  tiene  el  amor :  no  solo  la  tierra,  mas  avn  las 

25  mares  traspassa,  según  su  poder.  Ygual  mando  tiene  en  todo 
genero  de  hombres;  todas  las  dificultades  quiebra.  Ansiosa 
cosa  es,  temerosa  z  solicita ;  todas  las  cosas  mira  en  derre- 
dor; assi  que  si  vosotros  buenos  enamorados  haues  sido, 
juzgares  yo  dezir  verdad. 

30  Sempronio.  Señora,  en  todo  concedo  con  tu  razón,  que 
aqui  esta  quien  me  causo  algún  tiempo  andar  fecho  otro 
Calisto,  perdido  el  sentido,  cansado  el  cuerpo,  la  cabera 
vana,  los  dias  dormiendo,   las    noches    todas  velando, 


-  H3  - 

dando  alboradas,  haziendo  momos,  saltando  paredes, 
poniendo  cada  dia  la  vida  al  tablero,  esperando  toros, 
corriendo  cauallos,  tirando  barra,  echando  lan^a,  cansando 
amigos,  quebrando  espadas,  haziendo  escalas,  vistiendo 
armas,  z  otros  mili  actos  de  enamorado  :  haziendo  coplas,  5 
pintando  motes,  sacando  inuenciones  ;  pero  todo  lo  doy  por 
bien  empleado,  pues  tal  joya  gane. 

Elicia.  Mucho  piensas  que  me  tienes   ganada  ?  pues 
hagote  cierto,  que  no  as  tu  buelto  la  cabera,  quando  esta 
en  casa  otro  que  mas  quiero,  mas  gracioso  que  tu,  z  avn  10 
que  no  anda  buscando  como  me  dar  enojo  :  a  cabo  de  vn 
año  que  me  vienes  a  ver,  tarde  z  con  mal. 

Celestina.  Hijo,  dexala  dezir,   que  deuanea;  mientra 
mas  desso  le  oyeres,  mas  se  confirma  en  su  amor.  Todo 
es  porque  haues  aqui  alabado  a  Melibea:  no  sabe  otra  cosa  15 
en  que  os  lo  pagar,  sino  en  dezir  esso ;  z  creo  que  no  vee  la 
hora  que  hauer  comido  para  lo  que  yo  me  se.  Pues  esotra 
su  prima,  yo  me  la  conozco.  Goza  vuestras  frescas  moce- 
dades ;  que  quien  tiempo  tiene  z  mejor  le  espera,  tiempo  VS 
viene  que  se  arrepiente  :  como  yo  hago  agora  por  algunas  20 
horas  que  dexe  perder,  quando  mocji,  quando  me  preciauan, 
quando  me  quedan  ;  que  ya,  mal  pecado,  caducado  he, 
nadie  no  me  quiere,  que  sabe  Dios  mi  buen  desseo  !  Besaos 
z  abrasaos,  que  a  mi  no  me  queda  otra  cosa  sino  gozarme 
de  vello.  Mientra  a  la  mesa  estays,  de  la  cinta  arriba  todo  se  ^  25 
perdona  :  quando  seays  aparte,  no    quiero  poner  tassa, 
pues  que  el  rey  no  la  pone.  Que  yo  se  por  las  mochachas 
que  nunca  de  importunos  os  acusen ;  e  la  vieja  Celestina 
mascara  de  dentera  con  sus  botas  enzias  las  migajas  de  los 
manteles.  Bendígaos  Dios,  como  lo  reys  z  holgays,  putillos,  30 
loquillos,  trauiesos !  En  esto  auia  de  parar  el  nublado  de  las 
questioncillas  que  aues  tenido  :  mira  no  derribes  la  mesa. 

Eligía.  Madre,  a  la  puerta  llaman.  El  solaz  es  derramado. 

8 


Celestina.  Mira,  hija,  quien  es  :  por  ventura  sera  quien 
lo  acreciente  z  allegue. 

Elicia.  O  la  voz  me  engaña,  o  es  mi  prima  Lucrecia. 

Celestina.  Abrela,  z  entre  ella,  z  buenos  años  ;  que 
5  avn  a  ella  algo  se  le  entiende  desto  que  aqui  hablamos, 
avnque  su  mucho  encerramiento  le  impide  el  gozo  de  su 
mocedad. 

^  Areusa.  Assi  goze  de  mi,  que  es  verdad,  que  estas  que 
simen  a  señoras,  ni  gozan  de  deleyte,  ni  conocen  los  dulces 

10  premios  de  amor.  Por  esto  me  viuo  sobre  mi,  desde  que  me 
se  conocer;  que  jamas  me  precie  de  llamarme  de  otrie, 
sino  mia.  Mayormente  destas  señoras  que  agora  se  vsan  : 
gastase  con  ellas  lo  mejor  del  tiempo,  z  con  vna  saya  rota  de 
las  que  ellas  desechan,  pagan  seruicio  de  diez  años.  Denos- 

15  tadas,  maltratadas  las  traen,  contino  sojuzgadas,  que  hablar 
delante  dellas  no  osan  :  e  quando  veen  cerca  el  tiempo  de  la 
obligación  de  casallas,  leuantanles  vn  caramillo,  que  se  echan 
con  el  mo<;o  o  con  el  hijo,  o  pidenles  celos  del  marido,  o 
que  mete  hombres  en  casa,  o  que  hurto  la  taca  o  perdió  el 

20  anillo;  danles  vn  ciento  de  acotes,  z  echanlas  la  puerta 
fuera,  las  haldas  en  la  cabeca,  diziendo  :  alia  yras,  ladrona, 
puta,  no  destruyras  mi  casa  z  honrra.  Assi  que  esperan 
galardón,  sacan  baldón  :  esperan  salir  casadas,  salen  amen- 
guadas ;  esperan  vestidos  z  joyas  de  boda,  salen  desnudas  z 

25  denostadas.  Estos  son  sus  premios,  estos  son  sus  beneficios 
z  pagos  :  obliganseles  a  dar  marido,  quitanles  el  vestido  :  la 
mejor  honrra  que  en  sus  casas  tienen,  es  andar  fechas  calle- 
jeras de  dueña  en  dueña  con  sus  mensajes  acuestas.  Nunca 
oyen  su  nombre  propio  de  la  boca  dellas,  sino  puta  acá, 

30  puta  acullá;  a  do  vas,  tiñosa?  que  heziste,  vellaca  ?  porque 
comiste  esto,  golosa?  como  fregaste  la  sartén,  puerca  ?  por- 
que no  limpiaste  el  manto,  suzia  ?  como  dixiste  esto, 
necia?  quien  perdió  el  plato,  desaliñada?  como  falto  el 


—  ii5  — 

paño  de  manos,  ladrona  ?  a  tu  rufián  le  hauras  dado  !  ven 
acá,  mala  muger,  la  gallina  hauada  no  paresce  ;  pues 
búscala  presto,  sino  en  la  primera  blanca  de  tu  soldada  la 
contare.  E  tras  esto  mili  chapinazos  z  pellizcos,  palos 
z  acotes.  No  ay  quien  les  sepa  contentar ;  no  quien  pueda 
sofriHas.  Su  plazer  es  dar  vozes,  su  gloria  es  reñir  :  de 
lo  mejor  fecho,  menos  contentamiento  muestran.  Por  esto, 
madre,  he  quesido  mas  viuir  en  mi  pequeña  casa,  esenta 
z  señora,  que  no  en  sus  ricos  palacios  sojuzgada  z  catiua. 

Celestina.  En  tu  seso  has  estado,  bien  sabes  lo  que 
hazes,  que  los  sabios  dizen,  que  vale  mas  vna  migaja  de 
pan  con  paz,  que  toda  la  casa  llena  de  viandas  con  renzilla. 
Mas  agora  cesse  esta  razón,  que  entra  Lucrecia. 

Lucrecia.  Buena  pro  os  haga,  tia,  z  la  compaña.  Dios 
bendiga  tanta  gente  z  tan  honrrada. 

Celestina.  Tanta,  hija?  Por  mucha  has  esta  ?  Bien  parece 
que  no  me  conociste  en  mi  prosperidad,  oy  ha  veynte  años. 
Ay,  quien  me  vido  z  quien  me  vee  agora !  No  se  como  no 
quiebra  su  coraron  de  dolor !  Yo  vi,  mi  amor,  a  esta  mesa 
donde  agora  están  tus  primas  assentadas,  nueue  mo<;as  de 
tus  dias,  que  la  mayor  no  passaua  de  deziocho  años,  z 
ninguna  hauia  menor  de  catorze.  Mundo  es,  passe,  ande  su 
rueda,  rodee  sus  alcaduzes,  vnos  llenos,  otros  vazios.  Ley 
es  de  fortuna,  que  ninguna  cosa  en  vn  ser  mucho  tiempo 
permanesce,  su  orden  es  mudanzas.  No  puedo  dezir  sin  lagri- 
mas la  mucha  honrra  que  entonces  tenia,  avnque  por  mis 
pecados  z  mala  dicha  poco  a  poco  ha  venido  en  diminución  : 
como  declinauan  mis  dias,  assi  se  diminuya  z  menguaua 
mi  prouecho.  Prouerbio  es  antigo,  que  quanto  al  mundo 
es,  o  crece  o  descrece  :  todo  tiene  sus  limites,  todo 
tiene  sus  grados.  Mi  honrra  llego  a  la  cumbre,  según  quien 
yo  era;  de  necessidad  es  que  desmengue  z  abaxe  :  cerca 
ando  de  mi  fin.  En  esto  veo  que  me  queda  poca  vida. 


Lucrecia.  Trabajo  ternias,  madre,  con  tantas  mó£ás,  que 
es  ganado  muy  trabajoso  de  guardar. 

Celestina.  Trabajo,  mi  amor?  Antes  descanso  z  aliuio. 
Todas  me  obedescian,  todas  me  honrrauan,  de  todas  era 
5  acatada,  ninguna  salia  de  mi  querer,  lo  qué  yo  dezia  era  lo 
bueno,  a  cada  qual  daua  su  cobro.  No  escogian  mas  de  lo 
que  yo  les  mandarra  :  coxo,  o  tuerto,  o  manco,  aquel  hauian 
por  sano  que  mas  dinero  me  daua.  Mió  era  el  prouecho, 
suyo  el  afán.  Pues  seruidores,  no  tenia  por  su  causa  dellas  ? 

io  Caualleros  viejos  z  mogos,  abades  de  todas  dignidades,  desde 
X  obispos  hasta  sacristanes.  En  entrando  por  la  yglesia,  via 

derrocar  bonetes  en  mi  honor,  como  si  yo  fuera  vna 
duquesa  :  el  que  menos  auia  que  negociar  comigo,  por  mas 
ruyn  se  tenia.  De  media  legua  que  me  viessen,  dexauan  las 

15  horas  :  vno  a  vno,  z  dos  a  dos,  venían  adonde  yo  estaua,  a 
ver  si  mandarra  algo,  a  preguntarme  cada  vno  por  la  suya; 
que  hombre  hauia  que  estando  diziendo  missa,  en  viéndome 
entrar,  se  turbaua  que  no  fazia  ni  dezia  cosa  a  derechas. 
Vnos  me  llamauan  señora,  otros  tia,  otros  enamorada,  otros 

20  vieja  honrrada.  Alli  se  concertauan  sus  venidas  a  mi  casa; 
allí  las  ydasa  la  suya;  alli  se  me  ofrecian  dineros,  alli  prome- 
sas, alli  otras  dadiuas,  besando  el  cabo  de  mi  manto,  z  avn 
algunos  en  la  cara  por  me  tener  mas  contenta.  Agora  hame 
traydo  la  fortuna  a  tal  estado,  que  me  digas  :  buena  pro 

25     hagan  las  (¿apatas. 

Sempronio.  Espantados  nos  tienes  con  tales  cosas  como 
nos  cuentas  de  essa  religiosa  gente  z  benditas  coronas.  Si 
que  no  serian  todos  ? 

Celestina.  No,  hijo  :  ni  Dios  lo  mande  que  yo  tal  cosa 

30  leuante,  que  muchos  viejos  deuotos  hauia  con  quien  yo  poco 
medraría,  z  avn  que  no  me  podian  ver  ;  pero  creo  que  de 
embidia  de  los  otros  que  me  hablauan.  Como  la  clerezia  era 
grande,  hauia  de  todos  :  vnos  muy  castos,  otros  que  tenían 


—  H7  — 

cargo  de  mantener  a  las  de  mi  oficio ;  z  avn  todavía  creo 
que  no  faltan,  z  embiauan  sus  escuderos  z  mogos  a  que  me 
acompañassen  ;  z  apenas  era  llegada  a  mi  casa,  quando 
entrauan  por  mi  puerta  muchos  pollos  z  gallinas,  ansarones, 
anadones,  perdizes,  tórtolas,  pemiles  de  tocino,  tortas  de 
trigo,  lechones  ;  cada  qual  como  lo  recebia  de  aquellos 
diezmos  de  Dios,  assi  lo  venian  luego  a  registrar,  para  que 
comiese  yo  z  aquellas  sus  deuotas.  Pues  vino,  no  me 
sobraua?  de  lo  mejor  que  se  beuia  en  la  cibdad,  venido  de 
diuersas  partes  :  de  Monuiedro,  de  Luque,  de  Toro,  de 
Madrigal,  de  Sant  Martin,  z  de  otros  muchos  lugares,  z 
tantos,  que  avnque  tengo  la  diferencia  de  los  gustos  z  sabor 
en  la  boca,  no  tengo  la  diuersidad  de  sus  tierras  en  la  me- 
moria;  que  harto  es  que  vna  vieja  como  yo,  en  oliendo 
qualquiera  vino  diga  de  donde  es.  Pues  otros  curas  sin 
renta  :  no  era  ofrecido  el  bodigo,  quando  en  besando  el 
feligrés  la  estola,  era  del  primer  boleo  en  mi  casa.  Espessos 
como  piedras  a  tablado  entrauan  mochachos  cargados  de 
prouisiones  por  mi  puerta.  No  se  como  puedo  viuir  cayendo 
de  tal  estado. 

Areusa.  Por  Dios,  pues  somos  venidas  a  hauer  plazer,  no 
llores,  madre,  ni  te  fatigues;  que  Dios  lo  remediara  todo. 

Celestina.  Harto  tengo,  hija,  que  llorar,  acordándome 
de  tan  alegre  tiempo,  z  tal  vida  como  yo  tenia,  z  quan 
seruida  era  de  todo  el  mundo  que  jamas  houo  fruta  nueua,  de 
que  yo  primero  no  gozasse  que  otros  supiessen  si  era 
nascida:  en  mi  casa  se  hauia  de  hallar  si  para  alguna  preñada 
se  buscasse. 

Sempronio.  Madre,  ningún  prouecho  trae  la  memoria  del 
buen  tiempo,  si  cobrar  no  se  puede,  antes  tristeza  :  como  a 
ti  agora  que  nos  has  sacado  el  plazer  dentre  las  manos. 
Alcese  la  mesa,  yrnos  hemos  a  holgar,  z  tu  darás  respuesta  a 
essa  donzella  que  aqui  es  venida. 


—  n8  — 


Celestina.  Hija  Lucrecia,  dexadas  estas  razones,  querría 
que  me  dixiesses,  a  que  fue  agora  tu  buena  venida  ? 

Lucrecia.  Por  cierto  ya  se  me  hauia  oluidado  mi  principal 
demanda  z  mensaje  con  la  memoria  de  esse  tan  alegre  tiempo 
5  como  has  contado,  z  assi  me  estuuiera  vn  año  sin  comer 
escuchándote,  z  pensando  en  aquella  vida  buena  que 
aquellas  mocas  gozarían,  que  me  parece  z  semeja  que  esto 
yo  agora  en  ella.  Mi  venida,  señora,  es  lo  que  tu  sabrás  : 
pedirte  el  ceñidero ;  z  demás  desto,  te  ruega  mi  señora 
10  sea  de  ti  visitada,  z  muy  presto  ;  porque  se  siente  muy  fati- 
gada de  desmayos  z  dolor  del  coraron. 

Celestina.  Hija,  destos  dolorcillos  tales,  mas  es  el  ruydo 
que  las  nuezes.  Marauillada  estoy,  sentirse  del  coracon 
muger  tan  mo<;a. 
15  Lucrecia.  Assi  te  arrastren,  traydora;  tu  no  sabes  que  es? 
Haze  la  vieja  falsa  sus  hechizos  z  vase  ;  después  hazese  de 
nueuas. 

Celestina.  Que  dizes,  hija  ? 

Lucrecia.   Madre,   que  vamos  presto,   z   me  des 
20  cordón. 

Celestina.  Vamos,  que  yo  le  lleuo. 


ARGUMENTO  DEL  DECIMO  AUTO 


Mientra  andan  Celestina  z  Lucrecia  por  camino,  esta  hablando  Melibea 
consigo  misma.  Llegan  a  la  puerta,  entra  Lucrecia  primero ;  haze  entrar  a 
Celestina.  Melibea  después  de  muchas  razones  descubre  a  Celestina  arder  en 
amor  de  Calisto.  Veen  venir  a  Alisa,  madre  de  Melibea  :  despidense  den 
vno.  Pregunta  Alisa  a  Melibea  de  los  negocios  de  Celestina,  defendiéndole 
su  mucha  conuersacion. 


1  Melibea.  O  lastimada  de  mi,  o  mal  proueyda  donzella ! 
z  no  me  fuera  mejor  conceder  su  petición  z  demanda  ayer  a 
Celestina,  quando  de  parte  de  aquel  señor,  cuya  vista  me 
catiuo,  me  fue  rogado  ?  z  contentarle  a  el  z  sanar  a  mi,  que 
no  venir  por  fuerza  a  descobrir  mi  llaga  quando  no  me  sea  5 
agradecido  ?  quando  ya  desconfiando  de  mi  buena  respuesta  K, 
aya  puesto  sus  ojos  en  amor  de  otra  ?  Quanta  mas  ventaja 
touiera  mi   prometimiento  rogado,  que  mi  ofrecimiento 
forcoso  !  O  mi  fiel  criada  Lucrecia !  que  dirás  de  mi  ?  que 
pensaras  de  mi  seso,  quando  me  veas  publicar  lo  que  a  ti  10 
jamas  he  quesido  descobrir?  Como  te  espantaras  del  rompi- 
miento de  mi  honestidad  z  vergüenza,  que  siempre  como 
encerrada  donzella  acostumbre  tener !  No  se  si  auras  barrun- 
tado de  donde  procede  mi  dolor.  O  si  ya  viniesses  con 
aquella  medianera  de  mi  salud  !  O  soberano  Dios  !  A  ti,  que  15 
todos  los  atribulados  llaman,  los  apassionados  piden  reme- 
dio, los  llagados  medicina,  a  ti  que  los  cielos,  mar,  z  tierra, 
con  los  infernales  centros  obedecen,  a  ti,  el  qual  todas  las 
cosas  a  los  hombres  sojuzgaste,  humilmente  suplico  des  a  mi 
herido  coraron  sofrimiento  z  paciencia,  con  que  mi  terrible  20 
passion  pueda  dissimular.  No  se  desdore  aquella  hoja  de 
castidad  que  tengo  assentada  sobre  este  amoroso  desseo, 


—   120  — 


publicando  ser  otro  mi  dolor,  que  no  el  que  me  atormenta. 
Pero  como  lo  podre  hazer,  lastimándome  tan  cruelmente  el 
poncoñoso  bocado  que  la  vista  de  su  presencia  de  aquel 
cauallero  me  dio  ?  O  genero  femíneo,  encogido  z  fragüe ! 
5  Porque  no  fue  tanbien  a  las  hembras  concedido  poder  des- 
^  cobrir  su  congoxoso  z  ardiente  amor,  como  a  los  varones  ? 
Que  no  Calisto  viuiera  quexoso,  ni  yo  penada. 

Lucrecia.  Tia,  detente  vn  poquito  cabo  esta  puerta  : 
entrare  a  ver  con  quien  esta  hablando  mi  señora.  Entra, 
10    entra,  que  consigo  lo  ha. 

Melibea.  Lucrecia,  echa  essa  antepuerta.  O  vieja  sabia  z 
honrrada,  tu  seas  bienvenida/Que  te  parece  como  que  ha 
sido  mi  dicha,  z  la  fortuna  ha  rodeado,  que  yo  tuuiesse 
de  tu  saber  necessidad,  para  que  tan  presto  me  houiesses  de 
15  pagar  en  la  misma  moneda  el  beneficio  que  por  ti  me  fue 
demandado  para  esse  gentil  hombre  que  curauas  con  la 
virtud  de  mi  cordón  ! 

Celestina.  Que  es,  señora,  tu  mal,  que  assi  muestra  las 
señas  de  su  tormento  en  las  coloradas  colores  de  tu  gesto  ? 
20       Melibea.  Madre  mia,  que  me  comen  este  coraron  ser- 
pientes dentro  de  mi  cuerpo. 

Celestina.  Bien  esta  :  assi  lo  quería  yo.  Tu  me  pagaras, 
doña  loca,  la  sobra  de  tu  yra. 

Melibea.  Que  dizes  ?  Has  sentido,  en  verme,  alguna 
25    causa  donde  mi  mal  proceda? 

Celestina.  No  me  as,  señora,  declarado  la  calidad  del 
mal  :  quieres  que  adeuine  la  causa  ?  Lo  que  yo  digo  es  que 
rescibo  mucha  pena  de  ver  triste  tu  graciosa  presencia. 
Melibea.  Vieja  honrrada,   alégramela  tu ;  que  grandes 
30    nueuas  me  han  dado  de  tu  saber. 

Celestina.  Señora,  el  sabidor  solo  Dios  es;  pero  como 
para  salud  z  remedio  de  las  enfermedades  fueron  repartidas 
las  gracias  en  las  gentes  de  hallar  las  melezinas,  dellas  por 


— .  121  — 

esperiencia,  dellas  por  arte,  dellas  por  natural  instinto, 
alguna  partezica  alcanzo  a  esta  pobre  vieja,  de  la  qual  al 
presente  podras  ser  seruida. 

Melibea.  O  que  gracioso  z  agradable  me  es  oyrte !  Salu- 
dable es  al  enfermo  la  alegre  cara  del  que  le  visita.  Pares-  5 
cerne  que  veo  mi  coraron  entre  tus  manos  fecho  pedamos  ; 
el  qual,  si  tu  quisiesses,  con  muy  poco  trabajo  juntarias  con 
la  virtud  de  tu  lengua:  no  de  otra  manera,  que  quando 
vio  en  sueños  aquel  grande  Alexandre,  rey  de  Macedonia, 
en  la  boca  del  dragón  la  saludable  rayz  con  que  sano  a  su  10 
criado  Tolomeo  del  bocado  de  la  biuora.  Pues  por  amor  de 
Dios  te  despojes  para  muy  diligente  entender  en  mi  mal,  z 
me  des  algún  remedio. 

Celestina.  Gran  parte  de  la  salud  es  dessearla:  por  lo 
qual  creo  menos  peligroso  ser  tu  dolor.  Pero  para  yo  dar,  1 5 
mediante  Dios,  congrua  z  saludable  melezina,  es  necessario 
saber  de  ti  tres  cosas.  La  primera,  a  que  parte  de  tu 
cuerpo  mas  declina  z  aquexa  el  sentimiento.  Otra,  si  es 
nueuamente  por  ti  sentido,  porque  mas  presto  se  curan  las 
tiernas  enfermedades  en  sus  principios,  que  quando  han  20 
hecho  curso  en  la  perseueracion  de  su  oficio :  mejor  se 
doman  los  animales  en  su  primera  edad,  que  quando  ya  es 
su  cuero  endurecido  para  venir  mansos  a  la  melena;  mejor 
crescen  las  plantas  que  tiernas  z  nueuas  se  trasponen,  que 
las  que  frutificando  ya  se  mudan;  muy  mejor  se  despide  25 
el  nueuo  pecado,  que  aquel  que  por  costumbre  antigua 
cometemos  cada  dia.  La  tercera,  si  procede  de  algún  cruel 
pensamiento  que  asento  en  aquel  lugar,  z  esto  sabido, 
veras  obrar  mi  cura.  Por  ende  cumple  que  al  medico  como 
al  confessor  se  hable  toda  verdad  abiertamente.  30 

Melibea.  Amiga  Celestina,  muger  bien  sabia  z  maestra 
grande,  mucho  has  abierto  el  camino  por  donde  mi  mal 
te  pueda  especificar.  Por  cierto  tu  lo  pides  como  muger 


—  122  — 


bien  esperta  en  curar  tales  enfermedades.  Mi  mal  es  de 
coraron  :  la  ysquierda  teta  es  su  aposentamiento  ;  tiende 
sus  rayos  a  todas  partes.  Lo  segundo  es  nueuamente  nacido 
en  mi  cuerpo  ;  que  no  pense  jamas  que  podia  dolor  priuar 
5  el  seso,  como  este  haze  :  túrbame  la  cara,  quítame  el  comer, 
no  puedo  dormir,  ningún  genero  de  risa  querría  ver.  La 
causa  o  pensamiento,  que  es  la  final  cosa  por  ti  preguntada 
de  mi  mal,  esta  no  sabré  dezir;  porque  ni  muerte  de 
debdo,  ni  perdida  de  temporales  bienes,  ni  sobresalto  de 

10  visión,  ni  sueño  desuariado,  ni  otra  cosa  puedo  sentir  que 
fuesse,  saluo  la  alteración  que  tu  me  causaste  con  la 
demanda  que  sospeche  de  parte  de  aquel  cauallero  Calisto, 
quando  me  pediste  la  oración. 

Celestina.  Como,  señora,  tan  mal  hombre  es  aquel? 

15  Tan  mal  nombre  es  el  suyo,  que  en  solo  ser  nombrado  trae 
consigo  ponzoña  su  sonido  ?  No  creas  que  sea  essa  la  causa 
de  tu  sentimiento,  antes  otra  que  yo  barrunto  ;  z  pues  que 
assi  es,  si  tu  licencia  me  das,  yo,  señora,  te  la  diré. 

■ni        Melibea.  Como,  Celestina,  que  es  esse  nueuo  salario  que 

20  pides  ?  De  licencia  tienes  tu  necessidad  para  me  dar  la  salud  ? 
Qual  físico  jamas  pidió  tal  seguro  para  curar  al  paciente? 
Di,  di,  que  siempre  la  tienes  de  mi,  tal Jjuejin  honrra_no 
da¿£s^con  tus  palabras. 

Celestina.  Veote,  señora,  por  vna  parte  quexar  el  dolor, 

25  por  otra  temer  la  melezina.  Tu  temor  me  pone  miedo,  el 
miedo  silencio,  el  silencio  tregua  entre  tu  llaga  z  mi  mele- 
zina. Assi  que  sera  causa  que  ni  tu  dolor  cesse,  ni  mi  venida 
aproueche.  $ 

Melibea.  Quanto  mas  dilatas  la  cura,  tanto  mas  acre- 

30  cientas  z  multiplicas  la  pena  z  passion.  O  tus  melezinas 
son  de  poluos  de  infamia  z  licor  de  corrupción,  conficio- 
nados  con  otro  mas  crudo  dolor  que  el  que  de  parte  del 
paciente  se  siente,  o  no  es  ninguno  tu  saber.  Porque  si  lo 


—  123  — 

vno  o  lo  otro  no  abastasse,  qualquiera  remedio  otro  darías 
sin  temor,  pues  te  pido  le  muestres,  qil^dando libj£4m£a^ 

Celestina.  Señora,  no  tengas  por  nueuo  ser  mas  fuerte 
de  sofrir  al  herido  la  ardiente  trementina,  z  los  ásperos 
puntos  que  lastiman  lo  llagado  z  doblan  la  passion,  que  no 
la  primera  lision  que  dio  sobre  sano.  Pues  si  tu  quieres  ser 
sana,  z  que  te  descubra  la  punta  de  mi  sotil  aguja  sin  temor, 
haz  para  tus  manos  z  pies  vna  ligadura  de  sosiego,  para 
tus  ojos  vna  cobertura  de  piedad,  para  tu  lengua  vn  freno 
de  sosiego,  para  tus  oydos  vnos  algodones  de  sofrimiento 
z  paciencia  ;  z  veras  obrar  a  la  antigua  maestra  destas  llagas. 
V  Melibea.  O  como  me  muero  con  tu  dilatar !  Di,  por  Dios, 
lo  que  quisieres,  haz  lo  que  supieres,  que  no  podra  ser  tu 
remedio  tan  áspero,  que  yguale  con  mi  pena  z  tormento. 
Agora  toque  en  mi  honrra,  agora  dañe  mi  fama,  agora 
lastime  mi  cuerpo,  avnque  sea  romper  mis  carnes  para 
sacar  mi  dolorido  coraron,  te  doy  mi  fe  ser  segura,  z  si 
siento  aliuio  bien  galardonada. 

Lucrecia.  El  seso  tiene  perdido  mi  señora:  gran  mal  es 
este :  catiuadola  ha  esta  fechizera. 

Celestina.  Nunca  me  ha  de  faltar  vn  diablo  acá  z  acullá  • 
escapóme  Dios  de  Parmeno,  topóme  con  Lucrecia.  ^ 

Melibea.  Que  dizes,  amada  maestra?  Que  te  fablaua  essa 
mo<;a? 

Celestina.  No  le  oy  nada ;  lo  que  yo  digo  es  que  es  muy 
necessario  para  tu  salud,  que  no  este  persona  delante  :  z  assi 
que  la  deues  mandar  salir;  z  tu,  hija  Lucrecia,  perdona. 

Melibea.  Salte  fuera  presto. 

Lucrecia.  Ya,  ya,  todo  es  perdido  :  ya  me  salgo,  señora. 

Celestina.  Tanbien  me  da  osadía  tu  gran  pena,  como 
ver  que  con  tu  sospecha  has  ya  tragado  alguna  parte  de 
mi  cura ;  pero  todavía  es  necessario  traer  mas  clara  melezina 
z  mas  saludable  descanso  de  casa  de  aquel  cauallero  Calisto. 


—  .124  — 

Melibea.  Calla,  por  Dios,  madre :  no  traygan  de  su  casa 
cosa  para  mi  prouecho,  ni  le  nombres  aqui. 

Celestina.  Sufre,  señora,  con  paciencia,  que  es  el  primer 
punto  z  principal :  no  se  quiebre,  sino  todo  nuestro  trabajo 
5  es  perdido.  Tu  llaga  es  grande,  tiene  necessidad  de  áspera 
cura ;  z  lo  duro  con  duro  se  ablanda  mas  eficacemente.  E 
dizen  los  sabios,  que  la  cura  del  lastimero  medico  dexa 
mayor  señal,  z  que  nunca  peligro  sin  peligro  se  vence.  Tem- 
perancia, que  pocas  vezes  lo  molesto  sin  molestia  se  cura,  z 
10  vn  clauo  con  otro  se  espele,  z  vn  dolor  con  otro.  No  con- 
cibas odio  ni  desamor,  ni  consientas  a  tu  lengua  dezir  mal  de 
persona  tan  virtuosa  como  Calisto,  que  si  conoscido  fuesse... 

Melibea.  O,  por  Dios,  que  me  matas  !  z  no  te  tengo 
dicho  que  no  me  alabes  esse  hombre,  ni  me  le  nombres  en 
15     bueno  ni  en  malo  ? 

Celestina.  Señora,  este  es  otro  z  segundo  punto,  si  tu 
con  tu  mal  sofrimiento  no  consientes,  poco  aprouechara  mi 
venida :  z  si  como  prometiste  lo  sufres,  tu  quedaras  sana  z 
sin  debda,  z  Calisto  sin  quexa  z  pagado.  Primero  te  auise 
20  de  mi  cura,  z  desta  inuisible  aguja,  que,  sin  llegar  a  ti,  sientes 
en  solo  mentarla  en  mi  boca. 

Melibea.  Tantas  vezes  me  nombraras  esse  tu  cauallero, 
que  ni  mi  promessa  baste,  ni  la  fe  que  te  di  a  sofrir  tus 
dichos  ?  De  que  ha  de  quedar  pagado  ?  Que  le  deuo  yo  a 
25  el  ?  Que  le  soy  a  cargo  ?  Que  ha  hecho  por  mi  ?  Que  neces- 
sario  es  el  aqui  para  el  proposito  de  mi  mal  ?  Mas  agradabl 
me  seria  que  rasgases  mis  carnes,  z  sacasses  mi  coracon 
que  no  traer  essas  palabras  aqui. 

Celestina.  Sin  te  romper  las  vestiduras  se  lango  en  t 
30    pecho  el  amor:  no  rasgare  yo  tus  carnes  para  le  curar. 

Melibea.  Como  dizes  que  llaman  a  este  mi  dolor,  qu 
assi  se  ha  enseñoreado  en  lo  mejor  de  mi  cuerpo  ? 

Celestina.  Amor  dulce. 


Melibea.  Esso  me  declara  que  es,  que  en  solo  óyrlo  me 
alegro. 

Celestina.  Es  vn  fuego  escondido,  vna  agradable  llaga, 
vn  sabroso  veneno,  vna  dulce  amargura,  vna  delectable 
dolencia,  vn  alegre  tormento,  vna  dulce  z  fiera  herida,  vna 
blanda  muerte. 

Melibea.  Ay  mezquina  de  mi!  Que  si  verdad  es  tu  rela- 
ción, dudosa  sera  mi  salud;  porque  según  la  contrariedad 
que  essos  nombres  entre  si  muestran,  lo  que  al  vno  fuere 
prouechoso,  acarreara  al  otro  mas  passionJ 

Celestina.  No  desconfie,  señora,  tu  noble  juuentud  de 
salud,  que  quando  el  alto  Dios  da  la  llaga,  tras  ella  embia 
el  remedio  :  mayormente  que  se  yo  al  mundo  nascida  vna 
flor,  que  de  todo  esto  te  delibre. 

Melibea.  Como  se  llama? 

Celestina.  No  te  lo  oso  dezir. 

Melibea.  Di,  no  temas. 

Celestina.  Calisto.  O,  por  Dios,  señora  Melibea,  que 
poco  esfuerzo  es  este?  Que  descaescimiento  ?  O  mezquina 
yo,  alca  la  cabera !  O  malauenturada  vieja,  en  esto  han  de 
parar  mis  passos  ?  Si  muere,  matarme  han ;  avnque  viua, 
seré  sentida,  que  ya  no  podra  sofrirse  de  no  publicar  su 
mal  z  mi  cura.  Señora  mia  Melibea,  ángel  mió,  que  has 
sentido  ?  Que  es  de  tu  habla  graciosa  ?  Que  es  de  tu  color 
alegre?  Abre  tus  claros  ojos.  Lucrecia,  Lucrecia,  entra 
presto  acá :  veras  amortescida  a  tu  señora  entre  mis  manos  ; 
baxo  presto  por  vn  jarro  de  agua. 

Melibea.  Passo,  passo,  que  yo  me  esforzare:  no  escan- 
dalizes  la  casa. 

Celestina.  O  cuytada  de  mi !  No  te  descaezcas,  señora, 
habíame  como  sueles. 

Melibea,  z  muy  mejor;  calla,  no  me  fatigues. 

Celestina.  Pues  que  me  mandas  que  faga,  perla  graciosa? 


—   126  — 


Que  ha  sido  este  tu  sentimiento?  Creo  que  se  van  que- 
brando mis  puntos. 
^  Melibea.  Quebróse  mi  honestidad,  quebróse  mi  empa- 
cho, afloxo  mi  mucha  verguenca  ;  e  como  muy  naturales, 
5  como  muy  domésticos,  no  pudieron  tan  liuianamente 
despedirse  de  mi  cara,  que  no  lleuassen  consigo  su  color 
por  algún  poco  de  espacio,  mi  merca,  mi  lengua,  z  gran 
parte  de  mi  sentido.  O  pues  ya,  mi  nueua  maestra,  mi  fiel 
secretaria,  lo  que  tu  tan  abiertamente  conoces,  en  vano 

10  trabajo  por  te  lo  encubrir.  Muchos  z  muchos  dias  son  pas- 
sados  que  esse  noble  cauallero  me  hablo  en  amor:  tanto  me 
fue  entonces  su  habla  enojosa,  quanto,  después  que  tu  me  le 
tornaste  a  nombrar,  alegre.  Cerrado  han  tus  puntos  mi 
llaga,  venida  soy  en  tu  querer.  En  mi  cordón  le  lleuaste 

15  embuelta  la  posesión  de  mi  libertad.  Su  dolor  de  muelas 
era  mi  mayor  tormento  ;  su  pena  era  la  mayor  mia.  Alabo  z 
loo  tu  buen  sofrimiento,  tu  cuerda  osadia,  tu  liberal  tra- 
bajo, tus  solícitos  z  fieles  passos,  tu  agradable  habla,  tu 
buen  saber,  tu  demasiada  solicitud,  tu  prouechosa  impor- 

20  tunidad.  Mucho  te  deue  esse  señor,  z  mas  yo,  que  jamas 
pudieron  mis  reproches  aflacar  tu  esfuerco  z  perseuerar, 
confiando  en  tu  mucha  astucia.  Antes,  como  fiel  seruidora, 
quando  mas  denostada,  mas  diligente;  quando  mas  disfauor, 
mas  esfuergo ;  quando  peor  respuesta,  mejor  cara  ;  quando 

25  yo  mas  ayrada,  tu  mas  humilde.  Pospuesto  todo  temor,  has 
sacado  de  mi  pecho  lo  que  jamas  a  ti  ni  a  otro  pense  des- 
cobrir. 

^Celestina.  Amiga  z  señora  mia,  no  te  marauilles,  porque 
estos  fines  con  efecto  me  dan  osadia  a  sofrir  los  ásperos  z 
30  escrupulosos  desuios  de  las  encerradas  donzellas  como  tu. 
Verdad  es  que  ante  que  me  determinasse,  assipor  el  camino, 
como  en  tu  casa,  estuue  en  grandes  dubdas,  si  te  descobri- 
ria  mi  petición.  Visto  el  gran  poder  de  tu  padre,  temia; 


—  127  : — 

mirando  la  gentileza  de  Calisto,  osaua;  vista  tu  discreción, 
merecelaua:  mirando  tu  virtud  z  humanidad,  esfor^aua. 
En  lo  vno  fallaua  el  miedo,  z  en  lo  otro  la  seguridad.  E 
pues  assi,  señora,  as  quesido  descubrir  la  gran  merced  que 
nos  has  hecho,  declara  tu  voluntad,  echa  tus  secretos  5 
en  mi  regado,  pon  en  mis  manos  el  concierto  deste  con- 
cierto :  yo  daré  forma  como  tu  desseo  z  el  de  Calisto  sean 
en  breue  complidos. 

Melibea.  O  mi  Calisto  z  mi  señor!  mi  dulce  z  suaue 
alegria!  Si  tu  coraron  siente  lo  que  agora  el  mío,  maraui-  10 
liada  estoy  como  la  absencia  te  consiente  viuir.   O  mi 
madre  z  mi  señora !  haz  de  manera  como  luego  le  pueda 
v¿r,  si  mi  vida  quieres. 

Celestina.  Ver  z  hablar. 

Melibea.  Hablar?  es  impossible.  15 
Celestina.  Ninguna  cosa  a  los  hombres  que  quieren 
hazerla  es  impossible. 
Melibea.  Dime  como. 

Celestina.  Yo  lo  tengo  pensado,  yo  te  lo  diré:  por  entre 
las  puertas  de  tu  casa.  20 
Melibea.  Quando? 
Celestina.  Esta  noche. 

Melibea.  Gloriosa  me  seras  si  lo  ordenas.  Di  a  que  hora. 
Celestina,  A  las  doze. 

Melibea.  Pues  ve,  mi  señora,  mi  leal  amiga,  z  fabla  con  25 
aquel  señor,  z  que  venga  muy  paso,  z  dalli  se  dará  con- 
cierto, según  su  voluntad,  a  la  hora  que  has  ordenado. 

Celestina.  Adiós,  que  viene  hazia  acá  tu  madre. 

Melibea.  Amiga  Lucrecia  z  mi  fiel  secretaria,  ya  has  visto 
como  no  ha  sido  mas  en  mi  mano.  Catiuome  el  amor  de  30 
aquel  cauallero  :  ruegote,  por  Dios,  se  cubra  con  secreto  sello, 
porque  yo  goze  de  tan  suaue  amor.  Tu  seras  de  mi  tenida 
en  aquel  lugar  que  merece  tu  fiel  seruicio . 


—  128  — 


Lucrecia.  Antes  de  agora  lo  he  sentido  z  me  ha  pesado  ; 
pero  pues  ya  no  tiene  tu  merced  otro  medio  sino  morir  o 
amar,  mucha  razón  es  que  se  escoja  por  mejor  aquello  que 
en  si  lo  es. 

5        Alisa.  En  que  andas  acá,  vezina,  cadadia? 

Celestina.  Señora,  falto  ayer  vn  poco  de  hilado  al  peso, 
z  vinelo  a  cumplir,  porque  di  mi  palabra;  z  traydo,  voyme. 
Quede  Dios  contigo. 

Alisa,  z  contigo  vaya.  Hija  Melibea,  que  quería  la  vieja? 
10       Melibea.  Señora,  venderme  vn  poquito  de  solimán. 

S.  Alisa.  Esso  creo  yo  mas,  que  lo  que  la  vieja  ruyn  dixo. 
Pensó  que  recibiría  yo  pena  dello,  z  mintióme.  Guarte, 
hija,  della,  que  es  gran  traydora  ;  que  el  sotil  ladrón  siempre 
rodea  las  ricas  moradas.  Sabe  esta  con  sus  trayciones,  con 
15  sus  falsas  mercadurías,  mudar  los  propósitos  castos  ;  daña  la 
fama :  a  tres  vezes  que  entra  en  vna  casa,  engendra  sos- 
pecha. 

Lucrecia.  Tarde  acuerda  nuestra  ama. 

Alisa.  Por  amor  mió,  hija,  que  si  acá  tornare  sin  verla 
20  yo,  que  no  ayas  por  bien  su  venida,  ni  la  recibas  con  plazer. 
Halle  en  ti  onestidad  en  tu  respuesta,  z  jamas  boluera ;  que 
la  verdadera  virtud  mas  se  teme  que  espada. 

Melibea.  Dessas  es  ?  Nunca  mas :  bien  huelgo,  señora, 
de  ser  auisada,  por  saber  de  quien  me  tengo  de  guardar. 


—  129  — 


ARGUMENTO  DEL  ONZENO  AUTO 

Despedida  Celestina  de  Melibea,  va  por  la  calle  sola  hablando  ;  vee  a  Sem- 
pronio  z  Parmeno  que  van  a  la  Magdalena  por  su  señor.  Sempronio  habla 
con  Calisto.  Sobreuiene  Celestina,  van  a  casa  de  Calisto  :  declárale  Celestina 
su  mensaje  z  negocio  recaudado  con  Melibea  :  mientra  ellos  en  essas  razones 
están,  Parmeno  z  Sempronio  entre  si  hablan.  Despidese  Celestina  de  Calisto, 
va  para  su  casa  :  llama  a  la  puerta,  Elicia  le  viene  abrir ;  cenan  z  vanse  a 
dormir. 

Celestina.  Ay  Dios,  si  llegasse  a  mi  casa  con  mi  mucha 
alegria  acuestas  !  A  Parmeno  z  a  Sempronio  veo  yr  a  la 
Magdalena  :  tras  ellos  me  voy  ;  z  si  ay  no  estouiere  Calisto, 
passaremos  a  su  casa  a  pedirle  las  albricias  de  su  gran  gozo\ 

Sempronio.  Señor,  mira  que  tu  estada  es  dar  a  todo  el  5 
mundo  que  dezir;  por  Dios,  que  huygas  de  ser  traydo  en 
lenguas,  que  al  muy  deuoto  llaman  ypocrita :  que  dirán,  sino 
que  andas  royéndolos  sanctosPSi  passion  tienes,  súfrela  en 
tu  casa,  no  te  sienta  la  tierra.  No  descubras  tu  pena  a  los 
estrañes,  pues  esta  en  manos  el  pandero  que  lo  sabrá  bien  10 
tañer. 

Calisto.  En  que  manos  ? 
Sempronio.  De  Celestina. 
Celestina.  Que  nombrays  a  Celestina?  Que  dezis  desta 
esclaua  de  Calisto  ?  Toda  la  calle  del  Arcediano  vengo  a  mas  15 
andar  tras  vosotros  por  alcanzaros,  z  jamas  he  podido  con 
mis  luengas  haldas. 

Calisto.  O  joya  del  mundo,  acorro  de  mis  passiones, 
espejo  de  mi  vista  !  El  coragon  se  me  alegra  en  ver  essa  hon- 
rrada  presencia,  essa  noble  senetud.  Dime,  con  que  vienes  ?  20 
Que  nueuas  traes,  que  te  veo  alegre,  z  no  se  en  que  esta  mi 
vida  ?  • 

9 


Celestina.  En  mi  lengua. 

Calisto.  Que  dizes,  gloria  z  descanso  mió?  Declárame 
mas  lo  dicho. 

Celestina.  Salgamos,  señor,  de  la  yglesia,  z  de  aqui  a 
casa  te  contare  algo  con  que  te  alegres  de  verdad. 

Parmeno.  Buena  viene  la  vieja,  hermano,  recabdado  deue 
hauer. 

Sempronio.  Escúchala. 

Celestina.  Todo  este  dia,  señor,  he  trabajado  en  tu  nego- 
cio, z  he  dexado  perder  otros  en  que  harto  me  yua.  Muchos 
tengo  quexosos  por  tenerte  a  ti  contento:  mas  he  dexado  de 
ganar  que  piensas  ;  pero  todo  vaya  en  buena  hora,  pues  tan 
buen  recabdo  traygo,  que  te  traygo  muchas  buenas  palabras 
de  Melibea,  z  la  dexo  a  tu  seruicio. 

Calisto.  Que  es  esto  que  oygo? 

Celestina.  Que  es  mas  tuya  que  de  si  misma;  mas  esta  a 
tu  mandado  z  querer,  que  de  su  padre  Pleberio. 

Calisto.  Habla  cortes,  madre,  no  digas  tal  cosa,  que 
dirán  estos  mocos  que  estas  loca.  Melibea  es  mi  señora,  Meli- 
bea es  mi  dios,  Melibea  es  mi  vida;  yo  su  catiuo,  yo  su 
sieruo. 

Sempronio.  Con  tu  desconfianza,  señor,  con  tu  poco  pre- 
ciarte, con  tenerte  en  poco,  hablas  essas  cosas  con  que  atajas 
su  razón.  A  todo  el  mundo  turbas  diziendo  desconciertos. 
De  que  te  santiguas?  Dale  algo  por  su  trabajo,  harás  mejor, 
que  esso  esperan  essas  palabras. 

Calisto.  Bien  has  dicho.  Madre  mia,  yo  se  cierto  que 
jamas  ygualara  tu  trabajo  z  mi  liuiano  galardón.  En  lugar 
de  manto  z  saya,  porque  no  se  de  parte  a  oficiales,  toma 
esta  cadenilla,  ponía  al  cuello,  z  procede  en  tu  razón  z  mi 
alegría. 

Parmeno.  Cadenilla  la  llama?  No  lo  oyes,  Sempronio? 
No  estima  el  gasto;  pues  yo  te  certifico  no  diesse  mi 


—  131  — 

parte  por  medio  marco  de  oro,  por  mal  que  la  vieja  la 
reparta. 

Sempronio.  Oyrte  ha  nuestro  amo  :  tememos  en  el  que 
amansar,  z  en  ti  que  sanar,  según  esta  inchado  de  tu  mucho 
murmurar.  Por  mi  amor,  hermano,  que  oygas  z  calles,  que  5 
por  esso  te  dio  Dios  dos  oydos,  z  vna  lengua  sola. 

Parmeno.  Oyra  el  diablo ;  esta  colgado  de  la  boca  de  la 
vieja,  sordo  z  mudo  z  ciego,  hecho  personaje  sin  son,  que 
avnque  le  diésemos  higas,  diría  que  alcauamos  las  manos  a 
Dios,  rogando  por  buen  fin  de  sus  amores.  10 

Sempronio.  Calla,  oye,  escucha  bien  a  Celestina :  en  mi 
alma  todo  lo  merece,  z  mas  que  le  diese  ;  mucho  dize. 

Celestina.  Señor  Calisto,  para  tan  flaca  vieja  como  yo? 
mucha  franqueza  vsaste ;  pero  como  todo  don  o  dadiua  se 
juzgue  grande  o  chica  respecto  del  que  lo  da,  no  quiero  traer  15 
a  consequencia  mi  poco  merecer,  ante  quien  sobra  en  cali- 
dad z  en  cantidad ;  mas  medirse  ha  con  tu  magnificencia, 
ante  quien  no  es  nada.  En  pago  de  la  qual  te  restituyo  tu 
salud  que  yua  perdida,  tu  coraron  que  te  faltaua,  tu  seso  que 
se  alteraua.  Melibea  pena  por  ti  mas  que  tu  por  ella;  Meli-  20 
bea  te  ama  z  dessea  ver;  Melibea  piensa  mas  horas  en  tu 
persona  que  en  la  suya  ;  Melibea  se  llama  tuya,  z  esto  tiene 
por  titulo  de  libertad,  z  con  esto  amansa  el  fuego  que  mas 
que  a  ti  la  quema. 

Calisto.  Mocos,  esto  «yo  aqui?  Mogos,  oygo  yo  esto?  25 
Mogos,  mira  si  estoy  despierto.  Es  de  dia  o  de  noche  ?  O 
señor  Dios,  padre  celestial !  ruegote  que  esto  no  sea  sueño! 
Despierto,  pues,  estoy.  Si  burlas,  señora,  de  mi,  por  me  pagar 
en  palabras,  no  temas,  di  verdad,  que  para  lo  que  tu  de  mi 
has  recebido,  mas  merecen  tus  passos.  30 

Celestina.  Nunca  el  coraron  lastimado  de  deseo  toma 
la  buena  nueua  por  cierta,  ni  la  mala  por  dudosa ;  pero 
si  burlo,  o  si  no,  verlo  has  yendo  esta  noche,  según  el  con- 


—  132  — 

cierto  dexo  con  ella,  a  su  casa,  en  dando  el  relox  doze,  a  la 
hablar  por  entre  las  puertas  :  de  cuya  boca  sabrás  mas  por 
entero  mi  solicitud  z  tu  desseo,  z  el  amor  que  te  tiene,  z 
quien  lo  ha  causado. 
5  Calisto.  Ya,  ya,  tal  cosa  espero?  Tal  cosa  es  possible 
hauer  de  passar  por  mi?  Muerto  soy  de  aqui  alia;  no  soy 
capaz  de  tanta  gloria,  no  merecedor  de  tan  gran  merced, 
no  digno  de  fablar  con  tal  señora  de  su  voluntad  z  grado. 
Celestina.  Siempre  lo  oy  dezir,  que  es  mas  dificile  de 

io    sofrir  la  prospera  fortuna,  que  la  aduersa  :  que  la  vna  no  i 
tiene  sosiego,  z  la  otra  tiene  consuelo.  Como,  señor  Calisto, 
z  no  mirarías  quien  tu  eres?  no  mirarías  el  tiempo  que  has 
gastado  en  su  seruicio  ?  no  mirarías  a  quien    has  puesto 
entremedias  ?  z  asi  mismo  que  hasta  agora  siempre  as 

15  estado  dudoso  de  la  alcancar  z  tenias  sofrimiento,  agora 
que  te  certifico  el  fin  de  tu  penar,  quieres  poner  fin  a  tu 
vida  ?  Mira,  mira,  que  esta  Celestina  de  tu  parte,  z  que 
avnque  todo  te  faltasse  lo  que  en  vn  enamorado  se 
requiere,  te  vendería  por  el  mas  acabado  galán  del  mundo  ; 

20  que  haria  llanas  las  peñas  para  andar,  que  te  faria  las  mas 
crescidas  aguas  corrientes  pasar  sin  mojarte.  Mal  conoces 
a  quien  das  tu  dinero. 

Calisto.  Cata,  señora,  que  me  dizes  ?  que  venia  de  su 
grado  ? 

25        Celestina,  z  avn  de  rodillas. 

Sempronio.   No  sea   ruydo,   hechizo  que  nos   quieran  1 
tomar  a  manos  a  todos.  Cata,  madre,  que  assi  se  suelen 
dar  las  garatas  en  pan  embueltas,  porque  no  las  sienta  el 
gusto. 

30  Parmeno.  Nunca  te  oy  dezir  mejor  cosa.  Mucha  sospecha 
me  pone  el  presto  conceder  de  aquella  señora,  z  venir  tan 
ayna  en  todo  su  querer  de  Celestina,  engañando  nuestra 
voluntad  con  sus  palabras  dulces  z  prestas  por  hurtar  por 


otra  parte,  como  hazen  los  de  Egito,  quando  el  signo  nos 
catan  en  la  mano. 

Calisto.  Callad,  locos,  vellacos,  sospechosos  :  paresce 
que  days  a  entender  que  los  angeles  sepan  hazer  mal  ?  Si, 
que  Melibea  ángel  dissimulado  es,  que  viue  entre  nosotros. 

Sempronio.  Todavía  te  buelues  a  tus  eregias  ?  Escúchale, 
Parmeno,  no  te  pene  nada,  que  si  fuere  trato  doble  el  lo 
pagara,  que  nosotros  buenos  pies  tenemos. 

Celestina.  Señor,  tu  estas  en  lo  cierto;  vosotros  carga- 
dos de  sospechas  vanas.  Yo  he  hecho  todo  lo  que  a  mi  era  a 
cargo  ;  alegre  te  dexo,  Dios  te  libre  z  aderece  ;  partome  muy 
contenta.  Si  fuere  menester  para  esto  o  para  mas,  alli  estoy 
muy  aparejada  a  tu  seruicio. 

Parmeno.  Hi,  hi,  hi ! 

Sempronio.  De  que  te  ries,  por  tu  vida,  Parmeno  ? 

Parmeno.  De  la  priessa  que  la  vieja  tiene  por  yrse :  no 
vee  la  hora  que  hauer  despegado  la  cadena  de  casa  ;  no 
puede  creer  que  la  tenga  en  su  poder,  ni  que  se  la  han  dado 
de  verdad  ;  no  se  halla  digna  de  tal  don,  tan  poco  como 
Calisto  de  Melibea. 

Sempronio.  Que  quieres  que  haga  vna  puta  alcahueta, 
que  sabe  z  entiende  lo  que  nosotros  nos  callamos,  z  suele 
hazer  siete  virgos  por  dos  monedas,  después  de  verse  car- 
gada de  oro,  sino  ponerse  en  saluo  con  la  possession,  con 
temor  no  se  la  tornen  a  tomar,  después  que  ha  complido  de 
su  parte  aquello  para  que  era  menester  ?  Pues  guárdese  del 
diablo,  que  sobre  el  partir  no  le  saquemos  el  alma. 

Calisto.  Dios  vaya  contigo,  mi  madre.  Yo  quiero  dormir 
z  reposar  vn  rato  para  satisfazer  a  las  passadas  noches,  z 
complir  con  la  por  venir. 

Celestina.  Tha,  tha. 

Elicia.  Quien  llama? 

Celestina.  Abre,  hija  Elicia. 


Elicia.  Como  vienes  tan  tarde?  No  lo  deues  hazer,  que 
eres  vieja:  tropezaras  donde  caygas  z  mueras. 

Celestina.  No  temo  esso,  que  de  dia  me  auiso  por  do 
venga  de  noche  ;  no  te  duele  a  ti  en  esse  lugar. 

Elicia.  Pues  que  me  ha  de  doler  ? 

Celestina.  Que  se  fue  la  compañía  que  te  dexe,  z  que- 
daste sola. 

Elicia.  Son  passadas  quatro  horas  después:  z  hauiaseme 
de  acordar  desso  ? 

Celestina.  Quanto  mas  presto  te  dexaron,  mas  con  razón 
lo  sentiste ;  pero  dexemos  su  yda  z  mi  tardanca :  entendamos 
en  cenar  z  dormir. 


—  135  — 


ARGUMENTO  DEL  DOZENO  AUTO 

Llegando  media  noche,  Calisto,  Sempronio  z  Parmeno  armados  van 
para  casa  de  Melibea.  Lucrecia  z  Melibea  están  cabe  la  puerta  aguardando  a 
Calisto.  Viene  Calisto  ;  habíale  primero  Lucrecia;  llama  a  Melibea;  apartase 
Lucrecia;  habíanse  por  entre  las  puertas  Melibea  z  Calisto.  Parmeno  z  Sem- 
pronio de  su  cabo  departen.  Oyen  gentes  por  la  calle  ;  aperscibense  para  huyr. 
Despídese  Calisto  de  Melibea,  dexando  concertada  la  tornada  para  la  noche 
siguiente.  Pleberio  al  son  del  ruydo  que  hauia  en  la  calle,  despierta  :  llama  a 
su  muger  Alisa  ;  preguntan  a  Melibea  quien  da  patadas  en  su  cámara;  res- 
ponde Melibea  a  su  padre  Pleberio,  fingendo  que  tenia  sed.  Calisto  con  sus 
criados  va  para  su  casa,  hablando;  echase  a  dormir.  Parmeno  z  Sempronio 
van  a  casa  de  Celestina,  demandan  su  parte  de  la  ganancia :  dissimula  Celes- 
tina ;  vienen  a  reñir  ;  echanle  mano  a  Celestina  :  matanla.  Da  vozes  Elicia ; 
viene  la  justicia  z  préndelos  amos. 

Calisto.  Mogos,  que  hora  da  el  relox  ? 
Sempronio.  Las  diez. 

Calisto.  O  como  me  descontenta  el  oluido  en  los  mogos ! 
De  mi  mucho  acuerdo  en  esta  noche,  z  tu  descuydar  z  oluido, 
se  hária  vna  razonable  memoria  z  cuydado.  Como,  desati-  5 
nado,  sabiendo  quanto  me  va,  Sempronio,  en  ser  diez  o 
onze,  me  respondías  a  tiento  lo  que  mas  ayna  se  te  vino  a 
la  boca  ?  O  cuytado  de  mi !  Si  por  caso  me  houiera  dormido, 
z  colgara  mi  pregunta  de  la  respuesta  de  Sempronio  para 
hazerme  de  onze  diez,  z  assi  de  doze  onze,  saliera  Meli-  10 
bea,  yo  no  fuera  ydo,  tornarase ;  de  manera,  que  ni  mi  mal 
houiera  fin,  ni  mi  desseo  execucion.  No  se  dize  embalde,  que 
mal  ageno  de  pelo  cuelga. 

Sempronio.  Tanto  yerro,  señor,  me  parece,  sabiendo, 
preguntar,  como  ignorando,  responder.  Mas  este  mi  amo  15 
tiene  gana  de  reñir  z  no  sabe  como. 


-  ij6  - 

Parmeno.  Mejor  seria,  señor,  que  se  gastasse  esta  hora 
que  queda  en  aderezar  armas,  que  en  buscar  questiones.  Ve, 
señor,  bien  apercebido,  seras  medio  combatido. 

Calisto.  Pues  descuelga  mis  coracas. 
5        Parmeno.  Helas  aqui,  señor. 

Calisto.  Ayúdame  aqui  a  vestirlas;  mira  tu,  Sempro- 
nio,  si  parece  alguno  por  la  calle. 

Sempronio.  Señor,  ninguna  gente  parece ;  z  avnque  la 
houiesse,   la  mucha  escuridad  priuaria  el  viso  z  conosci- 
10     miento  a  los  que  nos  encontrasen. 

Calisto.  Pues  andemos  por  esta  calle,  avnque  se  rodee 
alguna  cosa,  porque  mas  encubiertos  vamos.  Las  doze  da 
ya :  buena  hora  es. 

Parmeno.  Cerca  estamos. 
15        Calisto.  A  buen  tiempo  llegamos :  párate  tu,  Parmeno, 
a  ver  si  es  venida  aquella  señora  por  entre  las  puertas. 

Parmeno.  Yo,  señor?  Nunca  Dios  mande  que  sea  en 
dañar  lo  que  no  concerté ;  mejor  sera  que  tu  presencia  sea 
su  primer  encuentro  :  porque  viéndome  a  mi  no  se  turbe  de 
20  ver  que  de  tantos  es  sabido  lo  que  tan  ocultamente  quería 
hazer  z  con  tanto  temor  faze,  o  porque  quica  pensara  que 
la  burlaste. 

Calisto.  O  que  bien  has  dicho !  La  vida  me  has  dado 
con  tu  sotil  auiso ;  pues  no  era  mas  menester  para  me  lleuar 

25  muerto  a  casa,  que  boluerse  ella  por  mi  mala  prouidencia. 
Yo  me  llego  alia,  quedaos  vosotros  en  esse  lugar. 

Parmeno.  Que  te  parece,  Sempronio,  como  el  necio  de 
nuestro  amo  pensaua  tomarme  por  broquel,  para  el  encuen- 
tro del  primer  peligro  ?  Que  se  yo  quien   esta  tras  las 

30  puertas  cerradas?  Que  se  yo  si  ay  traycion?  Que  se 
yo  si  Melibea  anda  porque  le  pague  nuestro  amo  su  mucho 
atreuimiento  desta  manera  ?  E  avn  no  somos  muy  ciertos 
dezir  verdad  la  vieja.  No  sepas  fablar,    Parmeno,  sacarte 


—  137  — 

han  el  alma,  sin  saber  quien;  no  seas  lisongero,  como  tu 
amo  quiere,  z  jamas  lloraras  duelos  ágenos ;  no  tomes  en  lo 
que  te  cumple  el  consejo  de  Celestina,  z  hallarte  as  ascuras; 
ándate  ay  con  tus  consejos  z  amonestaciones  fieles,  darte 
han  de  palos;  no  bueluas  la  hoja,  z  quedarte  has  a  buenas  5 
noches.  Quiero  hazer  cuenta  que  oy  me  nasci,  pues  de  tal 
peligro  me  escape. 

Sempronio.  "Passo,  passo,  Parmeno,  no  saltes,  ni  hagas 
esse  bollicio  de  plazer,  que  darás  causa  a  que  seas  sentido. 

Parmeno.  Calla,  hermano;  que  no  me  hallo  de  alegria.  10 
Como  le  hize  creer  que  por  lo  que  a  el  cumplía  dexaua  de 
yr,  z  era  por  mi  seguridad  !  Quien  supiera  assi  rodear  su 
prouecho,  como  yo  ?  Muchas  cosas  me  veras  hazer,  si  estas 
daqui  adelante  atento,  que  no  las  sientan  todas  personas, 
assi  con  Calisto  como  con  quantos  en  este  negocio  suyo  se  1 5 
entremetieren ;  porque  soy  cierto  que  esta  donzella  ha  de  ser 
para  el  ceuo  de  anzuelo,  o  carne  de  buytrera,  que  suelen 
pagar  bien  el  escote  los  que  a  comerla  vienen. 

Sempronicl    Anda,  no  te  penen  a  ti  essas  sospechas, 
avnque  salgan  verdaderas.  Apercíbete,  a  la  primer  voz  que  20 
oyeres,  tomar  calcas  de  Villadiego. 

Parmeno.  Leydo  has  donde  yo  :  en  vn  coracon  estamos. 
Calcas  traygo,  z  avn  borzeguies  de  essos  ligeros  que  tudizes, 
para  mejor  huyr  que  otro.  Plazeme  que  me  has,  hermano, 
auisado  de  lo  que  yo  no  hiziera  de  verguenca  de  ti ;  que  25 
nuestro  amo,  si  es  sentido,  no  temo  que  se  escapara  de 
manos  de  esta  gente  de  Pleberio,  para  podernos  después 
demandar  como  lo  hezimos,  z  incusarnos  el  huyr. 

Sempronio.  O  Parmeno  amigo,  quan  alegre  z  prouechosa 
es  la  conformidad  en  los  compañeros!  Avnque  por  otra  cosa  30 
no  nos  fuera  buena  Celestina,  era  harta  la  vtilidad  que  por 
su  causa  nos  ha  venido. 

Parmeno.  Ninguno  podra  negar  lo  que  por  si  se  muestra, 


-  i38  - 

Manifiesto  es  que  con  vergüenza  el  vno  del  otro,  por  no  ser 
odiosamente  acusado  de  couarde,  esperáramos  aqui  la  muerte 
con  nuestro  amo,  no  siendo  mas  de  el  merecedor  della. 
Sempronio.  Salido  deue   auer  Melibea  :   escucha,  que 
5     hablan  quedito. 

Parmeno.  O  como  temo  que  no  sea  ella,  sino  alguno  que 
finja  su  voz ! 

Sempronio.  Dios  nos  libre  de   traydores,  no  nos  ayan 
tomado  la  calle  por  do  tenemos  de  huyr,  que  de  otra  cosa 
io     no  tengo  temor. 

Calisto.   Este  bullicio  mas  de  vna  persona  le  haze : 
quiero  hablar,  sea  quien  fuere.  Ce,  señora  mia  ? 

Lucrecia.   La   voz  de  Calisto  es  esta :  quiero  llegar. 
Quien  habla  ?  Quien  esta  fuera? 
15        Calisto.  Aquel  que  viene  a  cumplir  tu  mandado. 

Lucrecia.  Porque  no  llegas,  señora?  Llega  sin  temor  acá, 
que  aquel  cauallero  esta  aqui. 

Melibea.  Loca,  habla  passo:  mira  bien  si  es  el. 
Lucrecia.  Allégate,  señora,  que  si  es  ;  que  yo  le  conozc 
20    en  la  voz. 

Calisto.  Cierto  soy  burlado:  no  era  Melibea  la  que  mi 
hablo.  Bullicio  oygo  :  perdido  soy;  pues  viua  o  muera,  qu 
no  he  de  yr  de  aqui. 

Melibea.  Vete,  Lucrecia,  acostar  vn  poco.   Ce,  señor 
25     como  es  tu  nombre?  Quien  es  el  que  te  mando  ay  venir? 

Calisto.  Es  la  que  tiene  merecimiento  de  mandar 
todo  el  mundo,  la  que  dignamente  seruir  yo  no  merezc 
No  tema  tu  merced  de  se  descobrir  a  este  catiuo  de  tu  ge 
tileza ;  que  el  dulce  sonido  de  tu  habla,  que  jamas  de  m 
3o  oydos  se  cae,  me  certifica  ser  tu  mi  señora  Melibea :  yo  s 
tu  sieruo  Calisto. 

Melibea.  La  sobrada  osadía  de  tus  mensajes  me  ha  forcado  a 
hauerte  de  hablar,  señor  Calisto :  qu^hauiendo  hauido  de  mi  la 


—  T39  — 

passada  respuesta  a  tus  razones,  no  se  que  piensas  mas  sacar 
de  mi  amor  de  lo  que  entonces  te  mostré.  Desuia  estos  vanos 
z  locos  pensamientos  de  ti;  porque  mi  honrra  z  persona 
estén  sin  detrimento  de  mala  sospecha  seguras.  A  esto  fue 
aquí  mi  venida,  a  dar  concierto  en  tu  despedida  z  mi  reposo.  5 
No  quieras  poner  mi  fama  en  la  balanca  de  las  lenguas  mal- 
dezientes. 

Calisto.  A  los  coracones  aparejados  con  apercibimiento 
rezio  contra  las  aduersidades,  ninguna  puede  venir  que  passe 
de  claro  en  claro  la  fuerca  de  su  muro.  Pero  el  triste  que  10 
desarmado,  z  sin  proueer  los  engaños  z  celadas,  se  vino  a 
meter  por  las  puertas  de  tu  seguridad,  qualquiera  cosa  que 
en  contrario  vea,  es  razón  que  me  atormente,  z  passe  rom- 
piendo todos  los  almazenes  en  que  la  dulce  nueua  estaua 
aposentada.  O  malauenturado  Calisto!  o  quan  burlado  has  15 
sido  de  tus  simientes !  O  engañosa  muger  Celestina  !  dexa- 
rasme  acabar  de  morir,  z  no  tornaras  a  viuificar  miesperanca 
para  que  tuuiesse  mas  que  gastar  el  fuego  que  ya  me  aquexa! 
Porque  falsaste  la  palabra  desta  mi  señora  ?  Porque  has 
assi  dado  con  tu  lengua  causa  a  mi  desesperación  ?  A  que  me  20 
mandaste  aqui  venir  para  que  me  fuese  mostrado  el  dis- 
fauor,  el  entredicho,  la  desconfianza,  el  odió  por  la  mesma 
boca  desta  que  tiene  las  llaues  de  mi  perdición  z  gloria  ?  O 
enemiga!  z  tu  no  me  dixiste  que  esta  mi  señora  me  era 
fauorable  ?  No  me  dixiste  que  de  su  grado  mandaua  venir  25 
este  su  catiuo  al  presente  lugar,  no  para  me  desterrar  nueua- 
mente  de  su  presencia,  pero  para  alcancar  el  destierro  ya 
por  otro  su  mandamiento  puesto  ante  de  agora  ?  En  quien 
fallare  yo  fe?  A  donde  ay  verdad  ?  Quien  carece  de  engaño  ? 
A  donde  no  moran  falsarios?  Quien  es  claro  enemigo?  30 
Quienes  verdadero  amigo  ?  Donde  no  se  fabrican  trayciones? 
Quien  oso  darme  tan  cruda  esperanca  de  perdición  ? 

Melibea.  Cesen,  señor  mió,  tus  verdaderas  querellas ;  que 


—  140  — 

ni  mi  coracon  basta  para  lo  sofrir,  ni  mis  ojos  para  lo  dis- 
simular. Tu  lloras  de  tristeza,  juzgándome  cruel ;  yo  lloro  de 
plazer,  viéndote  tan  fiel.  O  mi  señor  z  mi  bien  todo  ! 
quanto  mas  alegre  me  fuera  poder  ver  tu  haz,  que  oyr  tu 
5  voz!  Pero  pues  no  se  puede  al  presente  mas  fazer,  toma  la 
firma  z  sello  de  las  razones  que  te  embie  escritas  en  la  len- 
gua de  aquella  solicita  mensajera.  Todo  lo  que  te  dixo  con- 
firmo :  todo  lo  he  por  bueno.  Limpia,  señor,  tus  ojos: 
ordena  de  mi  a  tu  voluntad. 

io  Calisto.  O  señora  mia,  esperanca  de  mi  gloria,  des- 
canso z  aliuio  de  mi  pena,  alegria  de  mi  coracon !  que  len- 
gua sera  bastante  para  te  dar  yguales  gracias  a  la  sobrada  z 
incomparable  merced,  que  en  este  punto  de  tanta  congoxa 
para  mi,  me  has  quesido  hazer,  en  querer  que  vn  tan  flaco  z 

15  indigno  hombre  pueda  gozar  de  tu  suauissimo  amor?  del 
qual,  avnque  muy  desseoso,  siempre  me  juzgaua  indigno, 
mirando  tu  grandeza,  considerando  tu  estado,  remirando  tu 
perfecion,  contemplando  tu  gentileza,  acatando  mi  poco 
merescer  z  tu  alto  merescimiento,  tus  estremadas  gracias, 

20  tus  loadas  z  manifiestas  virtudes!  Pues,  o  alto  Dios!  como 
te  podre  ser  ingrato,  que  tan  milagrosamente  has  obrado 
comigo  tus  singulares  marauillas  ?  O  quantos  dias  antes  de 
agora  passados  me  fue  venido  este  pensamiento  a  mi  coraron, 
z  por  impossible  le  rechacaua  de  mi  memoria,  hasta  que  ya 

25  los  rayos  ylustrantes  de  tu  claro  gesto  dieron  luz  en  mis 
ojos,  encendieron  mi  coracon,  despertaron  mi  lengua,  esten- 
dieron mi  merecer,  acortaron  mi  couardia,  destorcieron  mi 
encogimiento,  doblaron  mis  mercas,  desadormescieron  mis 
pies  z  manos;  finalmente,  me  dieron  tal  osadia,  que  me  han 

30  traydo  con  su  mucho  poder  a  este  sublimado  estado  en  que 
agora  me  veo,  oyendo  de  grado  tu  suaue  voz,  la  qual  si  ante 
de  agora  no  conociesse,  z  no  sintiesse  tus  saludables  olo- 
res, no  podría  creer  que  careciessen  de  engaño  tus  palabras, 


Pero  como  soy  cierto  de  tu  limpieza  de  sangre  z  fechos,  me 
estoy  remirando  si  soy  yo  Calisto,  a  quien  tanto  bien  se  le 
haze. 

Melibea.  Señor  Calisto,  tu  mucho  merecer,  tus  estremadas 
gracias,  tu  alto  nascimiento  han  obrado,  que  después  que  de 
ti  houe  entera  noticia,  ningún  momento  de  mi  coraron  te 
partiesses  ;  e  avnque  muchos  dias  he  pugnado  por  lo  dissi- 
mular, no  he  podido  tanto,  que  en  tornándome  aquella* 
muger  tu  dulce  nombre  a  la  memoria,  no  descubriesse  mi 
desseo,  z  viniesse  a  este  lugar  z  tiempo,  donde  te  suplico 
ordenes  z  dispongas  de  mi  persona  segund  querrás.  Las 
puertas  impiden  nuestro  gozo,  las  quales  yo  maldigo,  z  sus 
fuertes  cerrojos  z  mis  flacas  fuerzas,  que  ni  tu  estarias  que- 
xoso,  ni  yo  descontenta. 

Calisto.  Como,  señora  mia,  z  mandas  que  consienta  a 
vn  palo  impedir  nuestro  gozo  ?  Nunca  yo  pense  que  demás 
de  tu  voluntad  lo  pudiera  cosa  estoruar.  O  molestas  z  enojo- 
sas puertas!  ruego  a  Dios  que  tal  huego  os  abrase,  como  a 
mi  da  guerra;  que  con  la  tercia  parte  seriades  en  vn  punto 
quemadas.  Pues,  por  Dios,  señora  mia,  permite  que  llame  a 
mis  criados  para  que  las  quiebren. 

Parmeno.  No  oyes,  no  oyes,  Sempronio  ?  A  buscarnos 
quiere  venir  para  que  nos  den  mal  año.  No  me  agrada  cosa 
esta  venida  :  en  mal  punto  creo  que  se  empecaron  estos 
amores;  yo  no  espero  aqui  mas. 

Sempronio.  Calla,  calla,  escucha,  que  ella  no  consiente 
que  vamos  alia. 

Melibea.  Quieres,  amor  mió,  perderme  a  mi  z  dañar  mi 
fama  ?  No  sueltes  las  riendas  a  la  voluntad  ;  la  esperanza  es 
cierta,  el  tiempo  breue  quanto  tu  ordenares.  E  pues  tu  sien- 
tes tu  pena  senzilla,  z  yo  la  de  entramos,  tu  solo  dolor,  yo 
el  tuyo  z  el  mió,  conténtate  con  venir  mañana  a  esta  hora 
por  las  paredes  de  mi  huerto  :  que  si  agora  quebrasses  las 


—  142  — 

crueles  puertas,  avnque  al  presente  no  fuessemos  sentidos, 
amanesceria  en  casa  de  mi  padre  terrible  sospecha  de  mi 
yerro.  E  pues  sabes  que  tanto  mayor  es  el  yerro,  quanto 
mayor  es  el  que  yerra,  en  vn  punto  sera  por  la  cibdad  publi- 
5  cado. 

Sempronio.  Enoramala  acá  esta  noche  venimos:  aqui 
nos  ha  de  amanescer,  según  del  espacio  que  nuestro  amo  lo 
toma ;  que  avnque  mas  la  dicha  nos  ayude,  nos  han  en 
tanto  tiempo  de  sentir  de  su  casa  o  vezinos. 
I0  Parmeno.  Ya  ha  dos  horas  que  te  requiero  que  nos  vamos, 
que  no  faltara  vn  achaque. 

Calisto.  O  mi  señora  z  mi  bien  todo!  porque  llamas 
yerro  aquello  que  por  los  sanctos  de  Dios  me  fue  concedido? 
Rezando  oy  ante  el  altar  de  la  Madalena,  me  vino  con  tu 
mensaje  alegre  aquella  solicita  muger. 

Parmeno.  Desuariar,  Calisto,  desuariar.  Por  fe  tengo,  her- 
mano, que  no  es  cristiano.  Lo  que  la  vieja  traydora  con  s 
pestiferos  hechizos  ha  rodeado  z  fecho,  dize  que  los  sanct 
de  Dios  se  lo  han  concedido  z  impetrado,  z  con  esta  con 
20    fianza  quiere  quebrar  las  puertas  ;  z  no  haura  dado  el  prim 
golpe  quando  sea  sentido,  z  tomada  por  los  criados  de 
padre  que  duermen  cerca. 

Sempronio.  Ya  no  temas,  Parmeno,  que  harto  desuiad 
estamos  :  en  sintiendo  bullicio,  el  buen  huyr  nos  ha  de  vale 
25     Dexalehazer,  que  si  mal  hiziere,  el  lo  pagara.  m 

Parmeno.  Bien  hablas,  en  mi  coracon  estas,  assi  se  hag 
huyamos  la  muerte,  que  somos  mocos.  O  si  me  viesse 
hermano,  como  esto,  plazer  haurias :  a  medio  lado,  abiert 
las  piernas,  el  pie  ysquierdo  adelante,  puesto  en  huyda,  1 
30  haldas  en  la  cinta,  la  adarga  arrollada  z  so  el  sobaco,  porqu 
no  me  enpache;  que  por  Dios  que  creo  corriesse  como  vn 
gamo,  según  el  temor  tengo  destar  aqui. 

Sempronio.  Mejor  esto  yo,  que  tengo  liado  el  broquel  z 


el  espada  con  las  correas,  porque  no  se  me  caygan  al  correr, 
z  el  caxquete  en  la  capilla. 

Parmeno.  z  las  piedras  que  trayas  en  ella  ? 

Sempronio.  Todas  las  verti  por  yr  mas  liuiano,  que  harto 
tengo  que  lleuar  en  estas  corabas  que  me  hiziste  vestir  por  tu 
importunidad  ;  que  bien  las  rehusaua  de  traer,  porque  me 
parescian  para  huyr  muy  pesadas.  Escucha,  escucha  :  oyes, 
Parmeno?  A  malas  andan;  muertos  somos.  Bota  presto; 
echa  hazia  casa  de  Celestina,  no  nos  atajen  por  nuestra  casa. 

Parmeno.  Huye,  huye,  que  corres  poco.  O  pecador  de 
mi!  si  nos  han  de  alcanzar,  dexa  broquel  z  todo. 

Sempronio.  Si  han  muerto  ya  a  nuestro  amo  ? 

Parmeno.  No  se,  no  me  digas  nada  :  corre  z  calla;  que  el 
menor  cuydado  mió  es  esse. 

Sempronio.  Ce,  ce,  Parmeno,  torna,  torna  callando,  que 
no  es  sino  la  gente  del  alguazil,  que  passaua  haziendo 
estruendo  por  la  otra  calle. 

Parmeno.  Miraio  bien  :  no  te  fies  en  los  ojos,  que  se 
antoja  muchas  vezes  vno  por  otro.  No  me  auian  dexado  gota 
de  sangre  :  tragada  tenia  ya  la  muerte,  que  me  parescia  que 
me  yuan  dando  en  estas  espaldas  golpes.  En  mi  vida  me 
acuerdo  hauer  tan  gran  temor,  ni  verme  en  tal  afrenta,  avnque 
he  andado  por  casas  agenas  farto  tiempo,  z  en  lugares  de 
harto  trabajo ;  que  nueue  años  serui  a  los  frayles  de  Guada- 
lupe, que  mili  vezes  nos  apuñeauamos  yo  z  otros  :  pero 
nunca  como  esta  houe  miedo  de  morir. 

Sempronio.  z  yo  no  serui  al  cura  de  sant  Miguel  ?  Pero 
guárdete  Dios  de  verte  con  armas,  que  aquel  es  el  verdadero 
temor;  no  embalde  dizen,  cargado  de  hierro  z  cargado  de 
miedo.  Buelue,  buelue,  que  el  alguazil  es  cierto. 

Melibea.  Señor  Calisto,  que  es  esso  que  en  la  calle  suena? 
Parescen  vozes  de  gente  que  van  en  huyda.  Por  Dios,  mirate, 
que  estas  a  peligro. 


—  i44  — 

Calisto.  Señora,  no  temas,  que  a  buen  seguro  vengo: 
los  mios  deuen  de  ser,  que  son  vnos  locos,  z  desarman  a  | 
quantos  passan,  z  huyriales  alguno. 

Melibea.  Son  muchos  los  que  traes  ? 
5  Calisto.  No,  sino  dos;  pero  avnque  sean  seys  sus  con- 
trarios, no  recebiran  mucha  pena  para  les  quitar  las  armas 
z  hazerlos  huyr,  según  su  esfuerco :  escogidos  son,  señora, 
que  no  vengo  a  lumbre  de  pajas.  Si  no  fuesse  por  lo  que  a  tu 
honrra  toca,  pedamos  harían  estas  puertas,  z  si  sentidos  fues- 
io    sernos,  a  ti  z  a  mi  librarian  de  toda  la  gente  de  tu  padre. 

Melibea.  O,  por  Dios,  no  se  cometa  tal  cosa  !  Pero  mucho 
plazer  tengo,  que  de  tan  fiel  gente  andes  acompañado ;  bien 
empleado  es  el  pan  que  tan  esforzados  siruientes  comen.  Por 
mi  amor,  señor,  pues  tal  gracia  la  natura  les  quiso  dar,  sean 
15  de  ti  bien  tratados  z  galardonados,  porque  en  todo  te  guarden 
secreto. 

Parmeno.  Ce,  ce,  señor,  señor,  quitate  presto  dende,  que 
viene  mucha  gente  con  hachas,  z  seras  visto  z  conoscido, 
que  no  ay  donde  te  metas. 
20  Calisto.  O  mezquino  yo!  z  como  es  forjado,  señora, 
partirme  de  ti !  Por  cierto  temor  de  la  muerte  no  obrara 
tanto,  como  el  de  tu  honrra.  Pues  que  assi  es,  los  angeles 
queden  con  tu  presencia :  mi  venida  sera,  como  ordenaste, 
por  el  huerto. 
25        Melibea.  Assi  sea,  z  vaya  Dios  contigo. 

Pleberio.  Señora  muger,  duermes? 

Alisa.  Señor,  no. 

Pleberio.  No  oyes  bullicio  en  el  retraimiento  de  tu  hija  ? 
Alisa.  Si  oygo.  Melibea,  Melibea! 
30       Pleberio.  No  te  oye:  yo  la  llamare  mas  rezio.  Hija 
mia  Melibea! 
Melibea.  Señor. 

Pleberio.  Quien  da  patadas  z  haze  bullicio  en  tu  cámara? 


-  145  — 

Melibea.  Señor,  Lucrecia  es,  que  salió  por  vn  jarro  de 
agua  para  mi,  que  hauia  gran  sed. 

Pleberio.  Duerme,  hija,  que  pense  que  era  otra  cosa. 

Lucrecia.  Poco  estruendo  los  despertó :  con  gran  pauor 
hablauan.  j 

Melibea.  No  ay  tan  manso  animal,  que  con  amor  o  temor 
de  sus  hijos  no  asperece :  pues  que  harían,  si  mi  cierta  salida 
supiessen  ? 

Calisto.  Cerrad  essa  puerta,  hijos,  z  tu,  Parmeno,  sube 
vna  vela  arriba.  10 

Sempronio.  Deues,  señor,  reposar  z  dormir  esto  que  queda 
daqui  al  dia. 

Calisto.  Plazeme,  que  bien  lo  he  menester.  Que  te 
parece,  Parmeno,  de  la  vieja  que  tu  me  desalabauas  ?  que 
obra  ha  salido  de  sus  manos  que  fuera  hecha  sin  ella?  15 

Parmeno.  Ni  yo  sentía  tu  gran  pena,  ni  conoscia  la  gen- 
tileza z  merescimiento  de  Melibea ;  z  assi  no  tengo  culpa. 
Conoscia  a  Celestina  z  sus  mañas,  auisauate  como  a  señor; 
pero  ya  me  paresce  que  es  otra :  todas  las  ha  mudado. 

Calisto.  z  como  mudado  !  20 

Parmeno.  Tanto,  que  si  no  lo  ouiesse  visto,  no  lo  creería; 
mas  assi  viuas  tu  como  es  verdad. 

Caltsto.  Pues  aues  oydo  lo  que  con  aquella  mi  señora 
he  passado  ?  Que  haziades  ?  Teniades  temor? 

Sempronio.  Temor,  señor,   o  que?  Por  cierto  todo  el  25 
mundo  no  nos  le  hiziera  tener.  Fallado  auias  los  temerosos : 
allí  estouimos  esperándote  muy  aparejados,  z  nuestras  armas 
muy  a  mano. 

Calisto.  Aues  dormido  algún  rato  ? 

Sempronio.  Dormir,  señor?  Dormilones  son  los  mocos;  30 
nunca  me  asente  ni  avn  junte  por  Dios  los  pies,  mirando  a 
todas  partes,   para  en  sintiendo  porque,   saltar  presto,  z 
hazer  todo  lo  que  mis  mercas  me  ayudaran.  Pues  Parmeno, 

10 


que  te  parecía  que  no  te  seruia  hasta  aqui  de  buena  gana, 
assi  se  holgó  quando  vido  los  de  las  hachas,  como  lobo 
quando  siente  poluo  de  ganado,  pensando  poder  quitarleslas, 
hasta  que  vido  que  eran  muchos. 

Calisto.  No  te  marauilles,  que  procede  de  su  natural  ser 
osado,  z  avnque  no  fuesse  por  mi,  hazialo  porque  no 
pueden  los  tales  venir  contra  su  vso,  que  avnque  muda  el 
pelo  la  raposa,  su  natural  no  despoja.  Por  cierto  yo  dixe  a 
mi  señora  Melibea  lo  que  en  vosotros  ay,  z  quan  seguras  tenia 
mis  espaldas  con  vuestra  ayuda  z  guarda.  Fijos,  en  mucho 
cargo  os  soy  :  rogad  a  Dios  por  salud,  que  yo  os  galar- 
donare mas  conplidamente  vuestro  buen  seruicio.  Yd  con 
Dios  a  reposar. 

Parmexo.  Adonde  yremos,  Sempronio?  A  la  cama  a 
dormir,  o  a  la  cozina  a  almorzar? 

Semproxio.  Ve  tu  donde  quisieres,  que  antes  que  venga  el 
dia  quiero  yo  yr  a  Celestina  a  cobrar  mi  parte  de  la  cadena, 
que  es  vna  puta  vieja  :  no  le  quiero  dar  tiempo  en  que 
fabrique  alguna  ruyndad  con  que  nos  escluya. 

Parmexo.  Bien  dizes:  oluidado  lo  auia.  Vamos  entramos, 
z  si  en  esso  se  pone,  espantémosla  de  manera  que  le  pese, 
que  sobre  dinero  no  ay  amistad. 

Semproxio.  Ce,  ce,  calla,  que  duerme  cabo  esta  venta- 
nilla. Tha,  tha,  señora  Celestina,  ábrenos. 

Celestixa.  Quien  llama  ? 

Semproxio.  Abre,  que  son  tus  hijos. 

Celestixa.  No  tengo  yo  hijos  que  anden  a  tal  hora. 

Semproxio.  Abrenos  a  Parmeno  z  Sempronio,  que  nos 
venimos  acá  almorzar  contigo. 

Celestixa.  O  locos  trauiessos !  entrad,  entrad ;  como 
venis  a  tal  hora,  que  ya  amanesce  ?  Que  haues  hecho?  Que 
os  ha  passado?  Despidióse  la  esperanca  de  Calisto?  o  viue 
todavia  con  ella  ?  o  como  queda  ? 


—  147  — 

Sempronio.  Como,  madre?  Si  por  nosotros  no  fuera,  ya 
andouiera  su  alma  buscando  posada  para  siempre  ;  que  si 
estimarse  pudiesse  a  lo  que  de  allí  nos  queda  obligado,  no 
seria  su  hazienda  bastante  a  complir  la  debda,  si  verdad  es 
lo  que  dizen,  que  la  vida  z  persona  es  mas  digna  z  de  mas  5 
valor  que  otra  cosa  ninguna. 

Celestina.  Jesu!  que   en  tanta  afrenta  os  haues  visto? 
Cuentamelo,  por  Dios. 

Sempronio.  Mira  que  tanta,  que  por  mi  vida  la  sangre  me 
hierue  en  el  cuerpo  en  tornarlo  a  pensar.  10 

Celestina.  Reposa,  por  Dios,  z  dimelo. 

Parmeno.  Cosa  larga  le  pides,  según  venimos  alterados  z 
cansados  del  enojo  que  ñauemos  hauido.  Farias  mejor  en 
aparejarnos  a  el  z  a  mi  de  almorzar,  quica  nos  amansaría 
algo  la  alteración  que  traemos;  que  cierto  te  digo,  que  no  15 
querría  ya  topar  hombre  que  paz  quisiesse.  Mi  gloria  seria 
agora  hallar  en  quien  vengar  la  yra,  que  no  pude  en  los 
que  nos  la  causaron,  por  su  mucho  huyr. 

Celestina.  Landre  me  mate  si  no  me  espanto  en  verte 
tanJiero;  creo  que  burlas.  Dimelo  agora,  Sempronio,  tu,  20 
por  mi  vida  :  que  os  ha  passado  ? 

Sempronio.  Por  Dios,  sin  seso  vengo,  desesperado  ; 
avnque  para  contigo  por  demás  es  no  templar  la  yra  z  todo 
enojo,  z  mostrar  otro  semblante  que  con  los  hombres. 
Jamas  me  mostré  poder  mucho  con  los  que  poco  pue-  25 
den.  Traygo,  señora,  todas  las  armas  despedazadas,  el 
broquel  sin  aro,  la  espada  como  sierra,  el  caxquete  abollado 
en  la  capilla,  que  no  tengo  con  que  salir  vn  passo  con  mi 
amo,  quando  menester  me  aya,  que  quedo  concertado  de 
yr  esta  noche  que  viene  a  verse  por  el  huerto ;  pues  com-  30 
prarlo  de  nueuo,  no  mando  vn  marauedi,  en  que  caya 
muerto. 

Celestina.  Pídelo,  fijo,  a  tu  amo,  pues,  en  su  seruicio 


—  148  — 

se  gasto  z  quebró  ;  pues  sabes  que  es  persona  que  luego  lo 
complira,  que  no  es  de  los  que  dizen  :  viue  comigo,  z  busca 
quien  te  mantenga.  El  es  tan  franco,  que  te  dará  para  esso 
z  para  mas. 

5  Sempronio.  Ha  !  trae  también  Parmeno  perdidas  las 
suyas :  a  este  cuento  en  armas  se  le  yra  su  hazienda.  Como 
quieres  que  le  sea  tan  importuno  ,en  pedirle  mas  de  lo  que 
el  de  su  propio  grado  haze,  pues  es  arto  ?  No  digan  por 
mi,  que  dando  vn  palmo  pido  quatro.  Dionos  las  cient 
10  monedas;  dionos  después  la  cadena:  a  tres  tales  aguijones 
no  terna  cera  en  el  oydo.  Caro  le  costaría  este  negocio: 
contentémonos  con  lo  razonable,  no  lo  perdamos  todo  por 
querer  mas  de  la  razón  ;  que  quien  mucho  abraca,  poco 
suele  apretar. 

15  Celestina.  Gracioso  es  el  asno!  Por  mi  vejez,  que  si 
sobre  comer  fuera,  que  dixera  que  hauiamos  todos  cargado 
demasiado.  Estas  en  tu  seso,  Sempronio?  Que  tiene  que 
hazer  tu  galardón  con  mi  salario  ?  tu  soldada  con  mis  mer- 
cedes ?  So  yo  obligada  a  soldar  vuestras  armas  ?  a  complir 

20  vuestras  faltas  ?  A  osadas  que  me  maten,  si  no  te  has  asido  a 
vna  palabrilla  que  te  dixe  el  otro  dia,  viniendo  por  la  calle, 
que  quanto  yo  tenia  era  tuyo,  z  que  en  quanto  pudiesse  con 
mis  pocas  fuerzas  jamas  te  faltada,  z  que  si  Dios  me  diesse 
buena  manderecha  con  tu  amo  que  tu  no  perderias  nada. 

25  Pues  ya  sabes,  Sempronio,  que  estos  ofrescimientos,  estas 
palabras  de  buen  amor  no  obligan :  no  ha  de  ser  oro 
quanto  reluze,  sino  mas  barato  valdría.  Dime,  estoy  en  tu 
coracon,  Sempronio?  Veras  si  avnque  soy  vieja,  si  acierto 
lo  que  tu  puedes  pensar.  Tengo,  hijo,  en  buena  fe,  mas 

30  pesar,  que  se  me  quiere  salir  esta  alma  de  enojo:  di  a  esta 
loca  de  Elicia,  como  vine  de  tu  casa,  la  cadenilla  que  traxe 
para  que  se  holgasse  con  ella,  z  no  se  puede  acordar  donde 
la  puso ;  que  en  toda  esta  noche  ella  ni  yo  no  auemos 


—  149  — 

dormido  sueño  de  pesar:  no  por  su  valor  de  la  cadena, 
que  no  era  mucho,  pero  por  su  mal  cobro  della,  z  de  mi 
mala  dicha.  Entraron  vnos  conoscidos  z  familiares  mios  en 
aquella  sazón  aqui :  temo  no  la  ayan  leuado,  diziendo  :  si  te 
vi,  búrleme,  zc.  Assi  que,  hijos,  agora  que  quiero  hablar  con  5 
entramos,  si  algo  vuestro  amo  a  mi  me  dio,  deues  mirar 
que  es  mió ;  que  de  tu  jubón  de  brocado  no  te  pedi  yo 
parte,  ni  la  quiero.  Simarnos  todos,  que  a  todos  dará  según 
viere  que  lo  merescen  :  que  si  me  ha  dado  algo,  dos  vezes 
he  puesto  por  el  mi  vida  al  tablero.  Mas  herramienta  se  me  10 
ha  embotado  en  su  seruicio,  que  a  vosotros  ;  mas  materiales 
he  gastado.  Pues  aues  de  pensar,  hijos,  que  todo  me  cuesta 
dinero,  e  avn  mi  saber,  que  no  lo  he  alcanzado  holgando  ; 
de  lo  qual  fuera  buen  testigo  su  madre  de  Parmeno,  Dios  aya 
su  alma.  Esto  trabaje  yo,  a  vosotros  se  os  deue  essotro ;  esto  15 
tengo  yo  por  oficio  z  trabajo,  vosotros  por  recreación  z 
deleyte.  Pues  assi  no  haues  vosotros  de  auer  ygual  galar- 
dón de  holgar,  que  yo  de  penar  :  pero  avn  con  todo  lo  que 
he  dicho,  no  os  despidays,  si  mi  cadena  parece,  de  sendos 
pares  de  calcas  de  grana,  que  es  el  abito  que  mejor  en  los  20 
mancebos  paresce ;  z  si  no,  recebid  la  voluntad,  que  yo  me 
callare  con  mi  perdida :  z  todo  esso  de  buen  amor,  porque 
holgastes  que  houiese  yo  antes  el  prouecho  destos  passos 
que  no  otra,  z  si  no  os  contentardes,  de  vuestro  daño 
fares.  25 

Sempronio.  No  es  esta  la  primera  vez  que  yo  he  dicho 
quanto  en  los  viejos  reyna  este  vicio  de  cobdicia:  quando 
pobre,  franca,  quando  rica,  auarienta.  Assi  que  aquiriendo 
cresce  la  cobdicia,  z  la  pobreza  cobdiciando  ;  z  ninguna  cosa 
haze  pobre  al  auariento,  sino  la  riqueza.  O  Dios,  z  como  30 
cresce  la  necessidad  con  la  abundancia !  Quien  la  oyó  esta 
vieja  dezir  que  me  lleuasse  yo  todo  el  prouecho,  si  quisiesse, 
deste  negocio,  pensando  que  seria  poco ;  agora  que  lo  vee 


—  i5o  — 

crescido,  no  quiere  dar  nada,  por  complir  el  reirán  de  los 
niños,  que  dizen  :  de  lo  poco  poco,  de  lo  mucho  nada. 

Parmeno.  Déte  lo  que  te  prometió,  o  tomémoslo  todo. 
Harto  te  dezia  yo  quien  era  esta  vieja,  si  tu  me  creyeras. 
5  Celestina.  Si  mucho  enojo  traes  con  vosotros,  o  con 
vuestro  amo,  o  armas,  no  lo  quebreys  en  mi ;  que  bien  se 
donde  nasce  esto  ;  bien  se  z  barrunto  de  que  pie  coxqueays. 
No  cierto  de  la  necessidad  que  teneys  de  lo  que  pedis,  ni 
avn  por  la  mucha  cobdicia  que  lo  teneys,  sino  pensando 

io  que  os  he  de  tener  toda  vuestra  vida  atados  z  catiuos  con 
Elicia  z  Areusa,  sin  quereros  buscar  otras.  Moueysme  estas 
amenazas  de  dinero,  poneysme  estos  temores  de  la  parti- 
ción :  pues  calla,  que  quien  estas  os  supo  acarrear  os  dará 
otras  diez,  agora  que  ay  mas  conoscimiento  z  mas  razón,  z 

15  mas  merecido  de  vuestra  parte,  z  si  se  complir  lo  que 
prometo  en  este  caso,  digalo  Parmeno  :  dilo,  dilo,  no  ayas 
empacho  de  contar  como  nos  passo  quando  a  la  otra  dolia 
la  madre. 

Sempronio.   Dexate  comigo  de  razones:  a  perro  viejo, 
20    no  cuz,  cuz;  danos  las  dos  partes  por  cuenta  de  quanto  de 
Calisto  has  recebido,  no  quieras  que  se  descubra  quien  tu 
eres.  A  los  otros,  a  los  otros  con  essos  halagos,  vieja. 

Celestina.  Quien  so  yo,  Sempronio?  Quitasteme  de  la 
puteria?  Calla  tu  lengua,  no  amengües  mis  canas;  que  soy 
25  vna  vieja  qual  Dios  me  hizo,  no  peor  que  todas.  Viuo  de  mi 
oficio,  como  cada  qual  oficial  del  suyo,  muy  limpiamente. 
A  quien  no  me  quiere  no  le  busco,  de  mi  casa  me  vienen  a 
sacar,  en  mi  casa  me  ruegan  :  si  bien  o  mal  viuo,  Dios  es  el 
testigo  de  mi  coracon.  E  no  pienses  con  tu  yra  maltratarme, 
30  que  justicia  ay  para  todos  ;  a  todos  es  ygual  :  tan  bien  seré 
oyda  avnque  muger,  como  vosotros  muy  peynados.  Dexame 
en  mi  casa  con  mi  fortuna  ;  z  tu,  Parmeno,  piensas  que  soy 
tu  catiua  por  saber  mis  secretos,  z  mi  passada  vida,  z  los  casos 


—  til  — 

que  nos  acaescieron  a  mi  z  a  la  desdichada  de  tu  madre  ?  z  avn 
assi  me  trataua  ella  quando  Dios  quería. 

Parmeno.  No  me  hinches  las  narizes  con  essas  memorias; 
sino  embiarte  he  con  nueuas  a  ella,  donde  mejor  te  puedas 
quexar.  5 

Celestina.  Elicia,  Elicia,  leuantate  dessa  cama,  daca  mi 
manto  presto,  que  por  los  sanctos  de  Dios  para  aquella  justi- 
cia me  vaya  bramando  como  vna  loca.  Que  es  esto?  Que 
quieren  dezir  tales  amenazas  en  mi  casa?  Con  vna  oueja 
mansa  tenes  vosotros  manos  z  braueza?  con  vna  gallina  10 
atada?  con  vna  vieja  de  sesenta  años?  Alia,  alia,  con  los 
hombres  como  vosotros,  contra  los  que  ciñen  espada  mostra 
vuestras  yras,  no  contra  mi  flaca  rueca. 

Sempronio.  O  vieja  auarienta,  garganta  muerta  de  sed  por 
dinero,    no    seras   contenta    con  la    tercia  parte  de   lo  15 
ganado  ? 

Celestina.  Que  tercia  parte  ?  Vete  con  Dios  de  mi  casa, 
tu  z  essotro  ;  no  de  vozes  ;  no  allegue  la  vezindad ;  no  me 
hagays  salir  de  seso ;  no  querays  que  salgan  a  plaza  las  cosas 
de  Calisto  z  vuestras.  20 

Sempronio.  Da  vozes  o  gritos,  que  tu  compliras  lo  que  tu 
prometiste,  o  se  compliran  oy  tus  dias. 

Elicia.  Mete  por  Dios  el  espada.  Tenle,  Parmeno,  tenle, 
no  la  mate  esse  desuariado. 

Celestina.  Justicia,  justicia,  señores  vezinos,  justicia,  25 
que  me  matan  en  mi  casa  estos  rufianes ! 

Sempronio.  Rufianes,  o  que?  Espera,  doña  hechizera,  que 
yo  te  haré  yr  al  infierno  con  cartas. 

Celestina.   Ay,  que  me  ha  muerto !  Ay,  ay  !  confes- 
sion,  confession !  30 

Parmeno.  Dale,  dale,  acabala,  pues  comentaste,  que  nos 
sentirán  :  muera,  muera!  de  los  enemigos  los  menos. 

Celestina.  Confession ! 


—  152  — 

Elicia.  O  crueles  enemigos !  en  mal  poder  os  veays.  z 
para  quien  touistes  manos?  Muerta  es  mi  madre  z  mi  bien 
todo. 

Sempronio.  Huye,  huye,  Parmeno,  que  carga  mucha 
gente.  Guarte,  guarte,  que  viene  el  alguazil. 

Parmeno.  O  pecador  de  mi !  que  no  ay  por  do  nos 
vamos,  que  esta  tomada  la  puerta. 

Sempronio.  Saltemos  destas  ventanas;  no  muramos  en 
poder  de  justicia. 

Parmeno.  Salta,  que  tras  ti  voy. 


-  153  — 


ARGUMENTO  DEL  XIIJ  AUTO 

Despertado  Calisto  de  dormir,  esta  hablando  consigo  mismo :  dende 
vn  poco  esta  llamando  a  Tristan  z  a  otros  sus  criados.  Torna  dormir 
Calisto.  Ponese  Tristan  a  la  puerta,  viene  Sosia  llorando  :  preguntado 
de  Tristan,  Sosia  cuéntale  la  muerte  de  Sempronio  z  Parmeno.  Van  a 
dezir  las  nueuas  a  Calisto,  el  qual,  sabiendo  la  verdad,  faze  grande  lamen- 
tación. 

Calisto.  O  como  he  dormido  tan  a  mi  plazer,  después  de 
aquel  azucarado  rato,  después  de  aquel  angélico  razona- 
miento !  Gran  reposo  he  tenido :  el  sosiego  z  descanso 
proceden  de  mi  alegría,  o  causo  el  trabajo  corporal  mi  mucho 
dormir,  o  la  gloria  z  plazer  del  animo:  z  no  me  marauillo  5 
que  lo  vno  z  lo  otro  se  juntassen  a  cerrar  los  candados  de 
mis  ojos;  pues  trabaje  con  el  cuerpo  z  persona,  z  holgué 
con  el  espiritu  z  sentido  la  passada  noche.  Muy  cierto  es 
que  la  tristeza  acarrea  pensamiento,  z  el  mucho  pensar 
impide  el  sueño,  como  a  mi  estos  dias  es  acaescido  con  la  10 
desconfianza  que  tenia  de  la  mayor  gloria  que  ya  poseo. 
O  señora  z  amor  mió,  Melibea!  que  piensas  agora?  si 
duermes  o  estas  despierta  ?  si  piensas  en  mi  o  en  otro  ?  si 
estas  leuantada  o  acostada?  O  dichoso  z  bien  andante 
Calisto,  si  verdad  es  que  no  ha  sido  sueño  lo  pasado!  15 
Soñelo,  o  no  ?  Fue  fantaseado,  o  passo  en  verdad?  Pues 
no  estuue  solo:  mis  criados  me  acompañaron,  dos  eran: 
si  ellos  dizen  que  passo  en  verdad,  creerlo  he  segund  derecho. 
Quiero  mandarlos  llamar  para  mas  firmar  mi  gozo.  Trista- 
nico!  mo^os!  Tristanico,  leuantate  de  ay.  20 

Tristan.  Señor,  leuantado  estoy. 

Calisto.  Corre,  llama  a  Sempronio  z  a  Parmeno. 


—  154  — 
Tristan.  Ya  voy,  señor. 
Calisto.  Duerme  z  descansa,  penado, 
desde  agora ; 
pues  le  ama  tu  señora 
5  de  su  grado. 

Venca  plazer  al  cuydado, 

z  no  le  vea, 
pues  te  ha  fecho  su  priuado 
Melibea. 

10       Tristan.  Señor,  no  ay  ningún  moco  en  casa. 

Calisto.  Pues  abre  essas  ventanas,  veras  que  hora  es. 
Tristan.  Señor,  bien  de  dia. 

Calisto.  Pues  tórnalas  a  cerrar,  z  dexame  dormir  hasta 
que  sea  hora  de  comer. 
15        Tristan.  Quiero  baxarme  a  la  puerta,  porque  duerma  mi 
amo  sin  que  ninguno  le  inpida,  z  a  quantos  le  buscaren  se 
le  negare.  O  que  grita  suena  en  el  mercado  !  Que  es  esto  ? 
alguna  justicia  se  haze,  o  madrugaron  a  correr  toros  ?  No  se 
que  me  diga  de  tan  grandes  vozes  como  se  dan.  De  alia 
20    viene  Sosia,  el  mogo  despuelas :  el  me  dirá  que  es  esto. 
Desgreñado  viene  el  vellaco  :  en  alguna  tauerna  se  deue  hauer 
rebolcado ;  z  si  mi  amo  le  cae  en  el  rastro,  mandarle  ha  dar 
dos  mil  palos;  que  avnque  es  algo  loco,  la  pena  le  hará 
cuerdo.  Parece  que  viene  llorando:  que  es  esto,  Sosia  ?  Por-  ! 
25     que  lloras?  De  do  vienes? 

Sosia.  O  malauenturado  yo!  O  que  perdida  tan  grande! 
O  desonrra  de  la  casa  de  mi  amo !  O  que  mal  dia  amanes- 
cio  este !  O  desdichados  mancebos  ! 

Tristan.  Que  has  ?  Que  quexas  ?  Porque  te  matas  ?  Que 
30    mal  es  este  ? 

Sosia.  Sempronio  z  Parmeno... 

Tristan.  Que  dizes  Sempronio  z  Parmeno?  Que  es  esto, 
loco?  Aclárate  mas,  que  me  turbas. 


—  155  — 

Sosia.  Nuestros  compañeros,  nuestros  hermanos... 

Trtstan.  O  tu  estas  borracho,  o  has  perdido  el  seso,  o 
traes  alguna  mala  nueua.  No  me  dirás  que  es  esto  que  dizes 
destos  mogos? 

Sosia.  Que  quedan  degollados  en  la  plaga.  5 
Tristan.  O  mala  fortuna  nuestra,  si  es  verdad  !  Vamos 
presto  con  las  tristes  nueuas  a  nuestro  amo. 
Sosia.  Señor,  señor! 

Calisto.  Que  es  esso,  locos  ?  no  os  mande  que  no  me 
recordasedes?  10 

Sosia.  Recuerda  z  leuanta,  que  si  tu  no  buelues  por  los 
tuyos,  de  cayda  vamos.  Sempronio  z  Parmeno  quedan  des- 
cabezados en  la  placa,  como  públicos  malhechores,  con 
pregones  que  manifestauan  su  delito. 

Calisto.  O  valasme  Dios!  z  que  es  esto  que  me  dizes?  15 
No  se  si  te  crea  tan  acelerada  z  triste  nueua.  Vistelos  tu  ? 

Sosia.  Yo  los  vi. 

Calisto.  Cata,  mira  que  dizes,  que  esta  noche  han  estado 
comigo. 

Sosia.  Pues  madrugaron  a  morir.  20 

Calisto.  O  mis  leales  criados !  o  mis  grandes  seruidores  ! 
o  mis  fieles  secretarios  z  consejeros  !  Puede  ser  tal  cosa 
verdad  ?  O  amenguado  Calisto  !  desonrrado  quedas  para 
toda  tu  vida.  Que  sera  de  ti,  muertos  tal  par  de  criados? 
Dime  por  Dios,  Sosia,  que  fue  la  causa?  que  dezia  el  pre-  25 
gon  ?  donde  los  tomaron  ?  que  justicia  lo  hizo  ? 

Sosia.  Señor,  la  causa  de  su  muerte  publicaua  el  cruel 
verdugo  a  vozes,  diziendo:  manda  la  justicia  que  mueran  los 
violentos  matadores. 

Calisto.  A  quien  mataron  tan  presto  ?  Que  puede  ser  30 
esto?  No  ha  quatro  horas  que  de  mi  se  despidieron.  Como 
se  llamaua  el  muerto? 

Sosia.  Vna  muger  era  que  se  llamaua  Celestina. 


-  i56  - 

Calisto.  Que  me  dizes  ? 
Sosia.  Esto  que  oyes. 

Calisto.  Pues  si  esso  es  verdad,  mátame  tu  a  mi,  yo  te 
perdono ;  que  mas  mal  ay  que  viste  ni  puedes  pensar,  si 
5     Celestina,  la  de  la  cuchillada,  es  la  muerta. 

Sosia.  Ella  mesma  es  :  de  mas  de  treynta  estocadas  la  vi 
llagada,  tendida  en  su  casa,  llorándola  vna  su  criada. 

Calisto.  O  tristes  mocos  !  Como  yuan  ?  vieronte  ? 
habláronte? 

10  Sosia.  O  señor!  que  si  los  vieras,  quebraras  el  coracon 
de  dolor.  El  vno  lleuaua  todos  los  sesos  de  la  cabeca  de 
fuera  sin  ningún  sentido ;  el  otro  quebrados  entramos 
bracos  z  la  cara  magullada :  todos  llenos  de  sangre,  que  sal- 
taron de  vnas  ventanas  muy  altas  por  huyr  del  alguazil ;  z 

15  assi  casi  muertos  les  cortaron  las  cabecas,  que  creo  que  ya 
no  sintieron  nada. 

Calisto.  Pues  yo  bien  siento  mi  honrra.  Pluguiera  a  Dios 
que  fuera  yo  ellos,  z  perdiera  la  vida,  z  no  la  honrra,  z  no 
la  esperanca  de  conseguir  mi  comencado  proposito,  que  es 

20  lo  que  mas  en  este  caso  desastrado  siento.  O  mi  triste 
nombre  z  fama,  como  andas  al  tablero  de  boca  en  boca  !  O 
mis  secretos  mas  secretos,  quan  públicos  andares  por  las 
plazas  z  mercados !  Que  sera  de  mi  ?  adonde  yre  ?  Que  salga 
alia?  a  los  muertos  no  puedo  ya  remediar.  Que  me  este 

25  aqui?  parescera  couardia.  Que  consejo  tomare  ?  Dime,  Sosia, 
que  era  la  causa  por  que  la  mataron  ? 

Sosia.  Señor,  aquella  su  criada  dando  vozes,  llorando  su 
muerte,  la  publicaua  a  quantos  la  querian  oyr,  diziendo  que 
porque  no  quiso  partir  con  ellos  vna  cadena  de  oro  que  tu 

30    le  diste. 

Calisto.  O  dia  de  congoxa !  O  fuerte  tribulación !  z  en  que 
anda  mi  hazienda  de  mano  en  mano,  z  mi  nombre  de  lengua 
en  lengua !  Todo  sera  publico  quanto  con  ella  z  con  ellos 


—  157  — 

hablaua,  quanto  de  mi  sabían,  el  negocio  en  que  andauan  ; 
no  osare  salir  ante  gentes.  O  pecadores  de  mancebos, 
padecer  por  tan  súpito  desastre !  O  mi  gozo,  como  te  vas 
diminuiendo  !  Prouerbio  es  antigo,  que  de  muy  alto  gran- 
des caydas  se  dan.  Mucho  hauia  anoche  alcancado :  mucho  5 
tengo  oy  perdido.  Rara  es  la  bonanca  en  el  piélago.  Yoestaua 
en  titulo  de  alegre,  si  mi  ventura  quisiera  tener  quedos  los 
ondosos  vientos  de  mi  perdición.  O  fortuna,  quanto  z  por 
quantas  partes  me  has  combatido  !  Pues  por  mas  que  sigas 
mi  morada,  z  seas  contraria  a  mi  persona,  las  aduersidades  10 
con  ygual  animo  se  han  de  sofrir,  z  en  ellas  se  prueua  el 
coraron  rezio  o  flaco.  No  ay  mejor  toque  para  conoscer  que 
quilates  de  virtud  o  esfuerco  tiene  el  hombre ;  pues  por  mas 
mal  z  daño  que  me  venga,  no  dexare  de  complir  el  mandado 
de  aquella  por  quien  todo  esto  se  ha  causado;  que  mas  me  15 
va  en  conseguir  la  ganancia  de  la  gloria  que  espero,  que  en 
la  perdida  de  morir  los  que  murieron.  Ellos  eran  sobrados  z 
esforcados ;  agora  o  en  otro  tiempo  de  pagar  hauian.  La  vieja 
era  mala  z  falsa,  según  parece  que  hazia  trato  con  ellos,  z  assi 
que  riñieron  sobre  la  capa  del  justo.  Permission  fue  diuina  20 
que  assi  acabasse,  en  pago  de  muchos  adulterios  que  por  su 
intercession  o  causa  son  cometidos.  Quiero  hazer  aderecar  a 
Sosia  z  a  Tristanico;  yran  comigo  este  tan  esperado 
camino ;  lleuaran  escalas,  que  son  muy  altas  las  paredes. 
Mañana  haré  que  vengo  de  fuera,  si  pudiere  vengar  estas  25 
muertes ;  sino,  pagare  mi  inocencia  con  mi  fingida  absencia. 


-  i58 


ARGUMENTO  DEL  QUATOUZENO  AUTO 

Esperando  Melibea  la  venida  de  Calisto  en  la  huerta,  habla  con  Lucre- 
cia. Viene  Calisto  con  dos  criados  suyos  Tristan  z  Sosia  :  ponenle  el 
escalera,  sube  por  ella  z  métese  en  la  huerta  onde  halla  a  Melibea.  Apar- 
tase Lucrecia ;  quedan  los  dos  solos.  Acabado  su  negocio,  quiere  salir 
Calisto,  el  qual  por  la  escuridad  de  la  noche  erro  la  escala:  cae  z  muere. 
Melibea  por  las  vozes  z  lamientos  de  sus  criados  sabe  la  desastrada  muerte 
de  su  amado:  amortesce ;  Lucrecia  la  consuela. 

Melibea.  Mucho  se  tarda  aquel  cauallero  que  esperamos : 
que  crees  tu  o  sospechas  de  su  estada,  Lucrecia? 

Lucrecia.  Señora,  que  tiene  justo  impedimiento,  z  que  no 
es  en  su  mano  venir  mas  presto. 
5  Melibea.  Los  angeles  sean  en  su  guarda;  su  persona  este 
sin  peligro,  que  su  tardanza  no  me  es  pena.  Mas,  cuytada, 
pienso  muchas  cosas,  que  desde  su  casa  acá  le  podrian 
acaecer.  Mas  escucha,  que  passos  suenan  en  la  calle,  z  avn 
parece  que  hablan  destotra  parte  del  huerto. 
10  Sosia.  Arrima  essa  escalera,  Tristan,  que  este  es  el  mejor 
lugar  avnque  alto. 

Tristan.  Sube,  señor:  yo  yre  contigo,  porque  no  sabe- 
mos quien  esta  dentro:  hablando  están. 

Calisto.  Quedaos,  locos,  que  yo  entrare  solo,  que  a  mi 
15     señora  oygo. 

Melibea.  Es  tu  sierua,  es  tu  catiua,  es  la  que  mas  tu  vida 
que  la  suya  estima.  O  mi  señor  !  no  saltes  de  tan  alto,  que 
me  moriré  en  verlo  :  baxa,  baxa  poco  a  poco  por  el  escala, 
no  vengas  con  tanta  pressura. 
20  Calisto.  O  angélica  ymagen  !  o  preciosa  perla,  ante  quien 
el  mundo  es  feo!  O  mi  señora  z  mi  gloria !  en  mis  bracos  te 


—  159  — 

tengo,  z  no  lo  creo  !  Mora  en  mi  persona  tanta  turbación  de 
plazer,  que  me  haze  no  sentir  todo  el  gozo  que  poseo. 

Melibea.  Señor  mió,  pues  me  fie  en  tus  manos,  pues 
quise  complir  tu  voluntad,  no  sea  de  peor  condición  por  ser 
piadosa  que  si  fuera  esquiua  z  sin  misericordia;  no  quieras  5 
perderme  por  tan  breue  deleyte,  z  en  tan  poco  espacio :  que 
las  mal  fechas  cosas,  después  de  cometidas,  mas  presto  se 
pueden  reprehender  que  emendar.  Goza  de  lo  que  yo  gozo, 
que  es  ver  z  llegar  a  tu  persona :  no  pidas  ni  tomes  aquello, 
que  tomado,  no  sera  en  tu  mano  boluer.  Guarte,  señor,  de  10 
dañar  lo  que  con  todos  los  tesoros  del  mundo  no  se  res- 
taura. 

Calisto.  Señora,  pues  por  conseguir  esta  merced  toda 
mi  vida  he  gastado,  que  seria,  quando  me  la  diessen  dese- 
challa?  Ni  tu,  señora,  me  lo  mandaras,  ni  yo  podria  acabarlo  15 
comigo.  No  me  pidas  tal  couardia:  no  es  fazer  tal  cosa  de 
ninguno  que  hombre  sea,  mayormente  amando  como  yo. 
Nadando  por  este  fuego  de  tu  desseo  toda  mi  vida,  no 
quieres  que  me  arrime  al  dulce  puerto  a  descansar  de  mis 
passados  trabajos  ?  20 

Melibea.  Por  mi  vida,  que  avnque  hable  tu  lengua  quanto 
quisiere,  no  obren  las  manos  quanto  pueden.  Esta  quedo, 
señor  mió. 

Calisto.  Para  que,  señora?  Para  que  no  este  queda  mi 
passion  ?  para  penar  de  nueuo  ?  para  tornar  al  juego  de  25 
comienco  ?  Perdona,  señora,  a  mis  desuergoncadas  manos, 
que  jamas  pensaron  de  tocar  tu  ropa  con  su  indignidad  z 
poco  merecer;  agora  gozan  de  llegar  a  tu  gentil  cuerpo,  z 
lindas  z  delicadas  carnes. 

Melibea.  Apártate  alia,  Lucrecia.  30 

Calisto.  Porque,  mi  señora?  Bien  me  huelgo  que  estén 
semejantes  testigos  de  mi  gloria. 

Melibea.  Yo  no  los  quiero  de  mi  yerro.  Si  pensara  que 


—  i6o  — 


tan  desmesuradamente  te  auias  de  hauer  comigo,  no  fiara 
mi  persona  de  tu  cruel  conuersacion. 

Sosia.  Tristan,  bien  oyes  lo  que  passa.  En  que  términos 
anda  el  negocio ! 
5  Tristan.  Oygo  tanto,  que  juzgo  a  mi  amo  por  el  mas 
bienauenturado  hombre  que  nascio :  e  por  mi  vida,  que 
avnque  soy  mochacho,  que  diesse  tan  buena  cuenta  como 
mi  amo. 

Sosia.  Para  con  tal  joya  quienquiera  se  ternia  manos  ; 

10  pero  con  su  pan  se  la  coma,  que  bien  caro  le  cuesta:  dos 
mo^os  entraron  en  la  salsa  destos  amores. 

Tristan.  Ya  los  tiene  oluidados.  Dexaos  morir  siruiendo 
a  ruynes ;  hazed  locuras  en  confianca  de  su  defensión ! 
Viuiendo  con  el  conde,  que  no  matase  el  hombre,  me  daua 

15  mi  madre  por  consejo.  Veslos  a  ellos  alegres  z  abracados,  z 
sus  seruidores  con  harta  mengua  degollados. 

Melibea.  O  mi  vida  z  mi  señor!  como  has  quisido  que 
pierda  el  nombre  z  corona  de  virgen  por  tan  breue  deleyte  ? 
O  pecadora  de  mi  madre !  si  de  tal  cosa  fueses  sabidora, 

20  como  tomarias  de  grado  tu  muerte,  z  me  la  darias  a  mi  por 
fuerza !  Como  serias  cruel  verdugo  de  tu  propia  sangre  ! 
Como  seria  yo  fin  quexosa  de  tus  dias !  O  mi  padre  hon- 
rrado  !  como  he  dañado  tu  fama,  z  dado  causa  z  lugar  a  que- 
brantar tu  casa !  O  traydora  de  mi !  como  no  mire  primero 

25  el  gran  yerro  que  seguia  de  tu  entrada,  el  gran  peligro  que 
esperaua  ! 

Sosia.  Ante  quisiera  yo  oyrte  esos  miraglos :  todas  sabes 
essa  oración,  después  que  no  puede  dexar  de  ser  hecho;  z  el 
bouo  de  Calisto  que  se  lo  escucha! 
30  Calisto.  Ya  quiere  amanecer:  que  es  esto?  No  me 
paresce  que  ha  vna  hora  que  estamos  aqui,  z  da  el  relox  las 
tres. 

Melibea.  Señor,  por  Dios,  pues  ya  todo  queda  por  ti, 


—  i6i  — 


pues  ya  soy  tu  dueña,  pues  ya  no  puedes  negar  mi  amor, 
no  me  niegues  tu  vista  de  dia  passando  por  mi  puerta,  de 
noche  donde  tu  ordenares,  z  por  el  presente  te  ve  con  Dios, 
que  no  seras  visto,  que  haze  escuro,  ni  yo  en  casa  sentida, 
que  avn  no  amanesce.  5 

Calisto.  Mocos,  pone  el  escala. 

Sosia.  Señor,  vesla  aqui,  baxa. 

Melibea.  Lucrecia,  vente  acá,  que  estoy  sola;  aquel 
señor  mió  es  ydo  :  comigo  dexa  su  coracon,  consigo  lleua  el 
mió.  Asnos  oydo  ?  10 

Lucrecia.  No,  señora,  dormiendo  he  estado.  Escucha, 
escucha  :  gran  mal  es  este! 

Melibea.  Que  es  esto  que  oygo,  amarga  de  mi? 

Tristan.  O  mi  señor  z  mi  bien  muerto!  O  mi  señor  z 
nuestra  honrra  despeñado  !  O  triste  muerte  z  sin  confession  !  15 
Coge,  Sosia,  essos  sesos  de  essos  cantos,  júntalos  con  la 
cabeca  del  desdichado  amo  nuestro.  O  dia  de  aziago  !  O 
arrebatado  fin ! 

Melibea.  O  desconsolada  de  mi !  Que  es  esto  ?  Que  puede 
ser  tan  áspero  contescimiento  como  oygo  ?  Ayúdame  a  sobir,  20 
Lucrecia,  por  estas  paredes,  veré  mi  dolor,  sino  hundiré  con 
alaridos  la  casa  de  mi  padre.  Mi  bien  z  plazer  todo  es  ydo  en 
humo,  mi  alegria  es  perdida,  consumióse  mi  gloria. 

Lucrecia.  Tristan,  que  dizes,  mi  amor?  que  es  esso  que 
lloras  tan  sin  mesura  ?  25 

Tristan.  Lloro  mi  gran  mal,  lloro  mis  muchos  dolores  : 
cayo  mi  señor  Calisto  del  escala,  z  es  muerto  ;  su  cabeca  esta 
en  tres  partes  ;  sin  confession  pereció.  Diselo  a  la  triste  z 
nueua  amiga,  que  no  espere  mas  su  penado  amor.  Toma 
tu,  Sosia,  dessos  pies  :  lleuemos  el  cuerpo  de  nuestro  que-  30 
rido  amo  donde  no  padezca  su  honrra  detrimento,  avnque 
sea  muerto  en  este  lugar.  Vaya  con  nosotros  llanto,  acompá- 
ñenos soledad,  síganos  desconsuelo,  visítenos  tristeza,  cubra- 
nos  luto  z  dolorosa  xerga. 

8 


Melibea.  O  la  mas  de  las  tristes  triste  !  Tan  tarde  alcancado 
el  plazer,  tan  presto  venido  el  dolor  ! 

Lucrecia.  Señora,  no  rasgues  tu  cara,  ni  meses  tus  cabe- 
llos. Agora  en  plazer,  agora  en  tristeza,  que  planeta  houo  que 
tan  presto  contrario  su  operación  ?  Que  poco  coracon  es  este? 
Leuanta,  por  Dios,  no  seas  hallada  de  tu  padre  en  tan  sospe- 
choso lugar,  que  seras  sentida.  Señora,  señora,  no  me 
oyes  ?  No  te  amortezcas,  por  Dios ;  ten  esfuerco  para  sofrir 
la  penax  pues  touiste  osadia  para  el  plazer. 

Melibea.  Oyes  lo  que  aquellos  mocos  van  hablando? 
Oyes  sus  tristes  cantares  ?  Rezando  lleuan  con  responso  mi 
bien  todo  ;  muerta  lleuan  mi  alegria  ;  no  es  tiempo  de  yo 
viuir.  Como  no  goze  mas  del  gozo  ?  Como  tuue  en  tan  poco 
la  gloria  que  entre  mis  manos  toue  ?  O  ingratos  mortales ! 
jamas  conosces  vuestros  bienes,  sino  quando  dellos  cares- 
ceys ! 

Lucrecia.  Abiuate,  abiua,  que  mayor  mengua  sera  ha- 
llarte en  el  huerto,  que  plazer  sentiste  con  la  venida,  ni  pena 
con  ver  que  es  muerto.  Entremos  en  la  cámara,  acostarte 
as  :  llamare  a  tu  padre,  z  fingiremos  otro  mal ;  pues  este 
no  es  para  poderse  encobrir. 


—  163  — 


ARGUMENTO  DEL  QUINZENO  AUTO 

Lucrecia  llama  a  la  puerta  de  la  cámara  de  Pleberio.  Pregúntale  Pleberio 
lo  que  quiere.  Lucrecia  le  da  priessa  que  vaya  a  ver  su  hija  Melibea.  Le- 
uantado  Pleberio,  va  a  la  cámara  de  Melibea:  consuélala,  preguntando  que 
mal  tiene.  Finge  Melibea  dolor  de  coraron.  Embia  Melibea  a  su  padre 
por  algunos  estrumentos  músicos ;  sube  ella  z  Lucrecia  en  vna  torre  ;  embia 
de  si  a  Lucrecia ;  cierra  tras  ella  la  puerta.  Llegase  su  padre  al  pie  de  la 
torre :  descúbrele  Melibea  todo  el  negocio  que  hauia  passado  :  en  fin  dexase 
caer  de  la  torre  abaxo. 

Pleberio.  Que  quieres,  Lucrecia?  Que  quieres  tan  pre- 
surosa? Que  pides  con  tanta  importunidad  z  poco  sosiego? 
Que  es  lo  que  mi  hija  ha  sentido?  Que  mal  tan  arrebatado 
puede  ser,  que  no  aya  yo  tiempo  de  me  vestir,  ni  me  des  avn 
espacio  a  me  leuantar?  5 

Lucrecia.  Señor,  apresúrate  mucho,  si  la  quieres  ver  viua, 
que  ni  su  mal  conozco  de  fuerte,  ni  a  ella  ya  de  desfigurada. 

Pleberio.  Que  es  esto,  hija  mia?  Que  dolor  z  sentimiento 
es  el  tuyo  ?Quenouedad  es  esta  ?  Que  poco  esfuerzo  es  este  ? 
Mirame  que  soy  tu  padre:  fabla  comigo,  cuéntame  la  causa  10 
de  tu  arrebatada  pena.  Que  has  ?  que  sientes  ?  que  quieres  ? 
habíame,  mirame,  dime  la  razón  de  tu  dolor,  porque  presto 
sea  remediado:  no  quieras  embiarme  con  triste  postrimería  al 
sepulcro.  Ya  sabes  que  no  tengo  otro  bien  sino  a  ti :  abre 
essos  alegres  ojos  z  mirame.  15 

Melibea.  Ay  dolor ! 

Pleberio.  Que  dolor  puede  ser,  que  yguale  con  ver  yo  el 
tuyo  ?  Tu  madre  esta  sin  seso  en  oyr  tu  mal ;  no  pudo  venir 
a  verte  de  turbada.  Esfuerza  tu  fuerza,  abiua  tu  coraron, 
arreziate  de  manera  que  puedas  tu  comigo  yr  a  visitar  a  ella.  20 
Dime,  anima  mia,  la  causa  de  tu  sentimiento. 


—  164  — 


Melibea.  Pereció  mi  remedio. 

Pleberio.  Hija,  mi  bien  amada  z  querida  del  viejo  padre, 
por  Dios,  no  te  ponga  desesperación  el  cruel  tormento  desta 
tu  enfermedad  z  passion  ;  que  a  los  flacos  corazones  el  dolor 
5  los  arguye.  Si  tu  me  cuentas  tu  mal,  luego  sera  remediado; 
que  ni  faltaran  medicinas,  ni  médicos,  ni  simientes  para 
buscar  tu  salud,  agora  consista  en  yeruas,  o  en  piedras,  o  en 
palabras,  o  este  secreta  en  cuerpos  de  animales.  Pues  no  me 
fatigues  mas,  no  me  atormentes,  no  me  hagas  salir  de  mi 
10    seso,  z  dime,  que  sientes? 

Melibea.  Vna  mortal  llaga  en  medio  del  coracon,  que  no 
me  consiente  hablar.  No  es  ygual  a  los  otros  males  ;  menes- 
ter es  sacarle  para  ser  curada,  que  esta  en  lo  mas  secreto  del. 

Pleberio.  Temprano  cobraste  los  sentimientos  de  la  vegez : 
15  la  mocedad  toda  suele  ser  plazer  z  alegría,  enemiga  de  enojo. 
Leuantate  de  ay;  vamos  a  ver  los  frescos  ayres  de  la  ribera, 
alegrarte  has  con  tu  madre,  descansara  tu  pena.  Cata,  si 
huyes  de  plazer,  no  ay  cosa  mas  contraria  a  tu  mal. 

Melibea.  Vamos  donde  mandares :  subamos,  señor,  al 
20  azotea  alta,  porque  desde  alli  goze  de  la  deleytosa  vista  de 
los  nauios ;  por  ventura  afloxara  algo  mi  congoxa. 

Pleberio.  Subamos,  z  Lucrecia  con  nosotros. 

Melibea.  Mas  si  a  ti  plazera,  padre  mió,  mandar  traer 
algún  instrumento  de  cuerdas  con  que  se  sufra  mi  dolor  o 
25  tañiendo,  o  cantando  :  de  manera,  que  avnque  aquexe  por 
vna  parte  la  fuerza  de  su  acídente,  mitigarlo  han  por  otra 
los  dulces  sones  z  alegre  armonía. 

Pleberio.  Esso,  hija  mia,  luego  es  fecho:  yo  lo  voy 
aparejar. 

30  Melibea.  Lucrecia  amiga,  muy  alto  es  esto.  Ya  me  pesa 
por  dexar  la  compañía  de  mi  padre  :  baxa  a  el,  z  dile  que  se 
pare  al  pie  desta  torre,  que  le  quiero  dezir  vna  palabra,  que 
se  me  oluido  que  fablasse  a  mi  madre. 


-  tés  - 

Lucrecia.  Ya  voy,  señora, 

Melibea.  De  todos  soy  dexada  :  bien  se  ha  aderezado  la 
manera  de  mi  morir :  algún  aliuio  siento  en  ver  que  tan 
presto  seremos  juntos,  yo  z  aquel  mi  querido  z  amado 
Calisto.  Quiero  cerrar  la  puerta,  porque  ninguno  suba  a  me  5 
estoruar  mi  muerte,  no  me  impidan  la  partida,  no  me 
atajen  el  camino,  por  el  qual  en  breue  tiempo  podre  visitar 
en  este  dia  al  que  me  visito  la  passada  noche.  Todo  se  ha 
hecho  a  mi  voluntad  :  buen  tiempo  terne  para  contar  a  Ple- 
berio  mi  señor  la  causa  de  mi  ya  acordado  fin.  Gran  sin-  10 
razón  hago  a  sus  canas,  gran  ofensa  a  su  vegez,  gran  fatiga 
le  acarreo  con  mi  falta,  en  gran  soledad  le  dexo,  pero  no  es 
mas  en  mi  mano.  Tu,  Señor,  que  de  mi  habla  eres  testigo, 
ves  mi  poco  poder:  ves  quan  catiua  tengo  mi  libertad,  quan 
presos  mis  sentidos  de  tan  poderoso  amor  del  muerto  caua-     1 5 
•llero,  que  priua  al  que  tengo  con  los  viuos  padres  ! 

Pleberio.  Hija  mia  Melibea,  que  hazes  sola?  Que  es  tu 
voluntad  dezirme  ?  Quieres  que  suba  alia  ? 

Melibea.  Padre  mió,  no  pugnes  ni  trabajes  por  venir 
adonde  yo  esto,  que  estoruaras  la  presente  habla  que  te  20 
quiero  fazer.  Lastimado  seras  breuemente  con  la  muerte  de 
tu  vnica  fija  :  mi  fin  es  llegado,  llegado  es  mi  descanso  z  tu 
passion,  llegado  es  mi  aliuio  z  tu  pena,  llegada  es  mi  acom- 
pañada hora  z  tu  tiempo  de  soledad.  No  hauras,  honrrado 
padre,  menester  instrumentos  para  aplacar  mi  dolor,  sino  25 
campanas  para  sepultar  mi  cuerpo.  Si  me  escuchas  sin  lagri- 
mas, oyrasla  causa  desesperada  de  mi  forcada  z  alegre  partida : 
no  la  interrumpas  con  lloro  ni  palabras ;  sino  quedaras  mas 
quexoso  en  no  saber  porque  me  mato,  que  doloroso  por 
verme  muerta.  Ninguna  cosa  me  preguntes,  ni  respondas,  30 
mas  de  lo  que  de  mi  grado  dezirte  quisiere;  porque  quando 
el  coraron  esta  embargado  de  passion,  están  cerrados  los 
oydos  al  consejo,  z  en  tal  tiempo  las  frutuosas  palabras,  en 


—  166  — 


lugar  de  amansar,  acrecientan  la  saña.  Oye,  padre  viejo, 
mis  vltimas  palabras,  z  si  como  yo  espero  las  recibes,  no 
culparas  mi  yerro.  Bien  vees  z  oyes  este  triste  z  doloroso 
sentimiento  que  toda  la  cibdad  haze :  bien  vees  este  clamor 
5  de  campanas,  este  alarido  de  gentes,  este  aullido  de  canes, 
este  grande  estrepito  de  armas ;  de  todo  esto  fuy  yo  la  causa. 
Yo  cobri  de  luto  z  xergas  en  este  dia  quasi  la  mayor  parte  de 
la  cibdadana  caualleria;  yo  dexe  oy  muchos  siruientes  des- 
cubiertos de  señor ;  yo  quite  muchas  raciones  z  limosnas  a 

10  pobres  z  enuergon^antes  ;  yo  fuy  ocasión  que  los  muertos 
touiessen  compañía  del  mas  acabado  hombre  que  en  gracia 
nascio ;  yo  quite  a  los  viuos  el  dechado  de  gentileza,  de 
inuenciones  galanas,  de  atauios  z  bordaduras,  de  habla,  de 
andar,  de  cortesía,  de  virtud  ;  yo  fuy  causa  que  la  tierra 

15  goze  sin  tiempo  el  mas  noble  cuerpo  z  mas  fresca  juuentud, 
que  al  mundo  era  en  nuestra  edad  criada.  E  porque  estaras 
espantado  con  el  son  de  mis  no  acostumbrados  delitos,  te 
quiero  mas  aclarar  el  hecho.  Muchos  dias  son  passados, 
padre  mío,  que  penaua  por  mi  amor  vn  cauallero  que  se 

20  llamaua  Calisto,  el  qual  tu  bien  conociste ;  conosciste  assi- 
mismo  sus  padres,  z  claro  linaje;  sus  virtudes  z  bondad  a 
todos  eran  manifiestas.  Era  tanta  su  pena  de  amor,  z  tan 
poco  el  lugar  para  hablarme,  que  descubrió  su  passion  a  vna 
astuta  z  sagaz  muger,  que  llamauan  Celestina :  la  qual,  de 

25  su  parte  venida  a  mi,  saco  mi  secreto  amor  de  mi  pecho. 
Descobria  a  ella  lo  que  a  mi  querida  madre  encubría ;  touo 
manera  como  gano  mi  querer;  ordeno  como  su  desseo  z  el 
mió  houiessen  efeto.  Si  el  mucho  me  amaua,  no  viuia  enga- 
ñado :  concertó  el  triste  concierto  de  la  dulce  z  desdichada 

30  execucion  de  su  voluntad.  Vencida  de  su  amor,  dile  entrada 
en  tu  casa  :  quebranto  con  escalas  las  paredes  de  tu  huerto  ; 
quebranto  mi  proposito  ;  perdí  mi  virginidad.  A  la  buelta  de 
su  venida,  como  de  la  fortuna  mudable  estouiese  dispuesto 


—  167  — 

z  ordenado,  según  su  desordenada  costumbre,  como  las 
paredes  eran  altas,  la  noche  escura,  la  escala  delgada,  los 
simientes  que  traya  no  diestros  en  aquel  genero  de  seruicio, 
no  vido  bien  los  passos,  puso  el  pie  en  vazio  z  cayo  :  de 
la  triste  cayda  sus  mas  escondidos  sesos  quedaron  repartí-  5 
dos  por  las  piedras  z  paredes.  Cortaron  las  hadas  sus  hilos, 
cortáronle  sin  confession  su  vida,  cortaron  mi  esperanza, 
cortaron  mi  gloria,  cortaron  mi  compañía.  Pues,  que  cruel- 
dad seria,  padre  mió,  muriendo  el  despeñado,  que  viuiesse 
yo  penada?  Su  muerte  combida  a  la  mia;  combidame,  z  10 
fuerca  que  sea  presto  sin  dilación ;  muéstrame  que  ha  de  ser 
despeñada  por  seguille  en  todo.  No  digan  por  mi:  a  muertos 
z  a  ydos...  E  assi  contentarle  he  en  la  muerte,  pues  no  tuue 
tiempo  en  la  vida.  O  mi  amor  z  señor  Calisto !  espérame, 
ya  voy :  detente,  si  me  esperas ;  no  me  incuses  la  tardanza  1 5 
que  hago,  dando  esta  vltima  cuenta  a  mi  viejo  padre,  pues 
le  deuo  mucho  mas.  O  padre  mió  muy  amado !  ruegote,  si 
amor  en  esta  passada  z  penosa  vida  me  has  tenido,  que  sean 
juntas  nuestras  sepulturas,  juntas  nos  hagan  nuestras  obse- 
quias. Algunas  consolatorias  palabras  te  diría  antes  de  mi  20 
agradable  fin,  coligidas  z  sacadas  de  aquellos  antigos  libros, 
que  tu  por  mas  aclarar  mi  ingenio,  me  mandauas  leer;  sino 
que  ya  la  dañada  memoria  con  la  grand  turbación  mé  las  ha 
perdido,  z  avn  porque  veo  tus  lagrimas  mal  sofridas  decir 
por  tu  arrugada  haz.  Salúdame  a  mi  cara  z  amada  madre  :  25 
sepa  de  ti  largamente  la  triste  razón  por  que  muero.  Gran 
plazer  lleuo  de  no  la  ver  presente !  Toma,  padre  viejo,  los 
dones  de  tu  vegez,  que  en  largos  dias  largas  se  sufren  tris- 
tezas ;  recibe  las  arras  de  tu  senetud  antigua,  rescibe  alia  tu 
amada  hija.  Gran  dolor  lleuo  de  mi,  mayor  de  ti,  muy  30 
mayor  de  mi  vieja  madre.  Dios  quede  contigo  z  con  ella  :  a 
el  ofrezco  mi  alma :  pon  tu  en  cobro  este  cuerpo  que  alia 
baxa. 


—  168  — 


ARGUMENTO  DEL  DIEZ  Z  SEYS  Z  VLTIMO  AUTO 


Pleberío  tornado  a  su  cámara  con  grandissimo  llanto,  pregúntale  Alisa 
su  muger  la  causa  de  tan  súpito  mal :  cuéntale  la  muerte  de  su  hija  Meli- 
bea, mostrándole  el  cuerpo  della  todo  hecho  pedamos,  z  haziendo  su  planto 
concluye. 

Alisa.  Que  es  esto,  señor  Pleberio?  Por  que  son  tus 
fuertes  alaridos  ?  Sin  seso  estaua  adormida  del  pesar  que  oue 
quando  oy  dezir  que  sentía  dolor  nuestra  hija  :  agora  oyendo 
tus  gemidos,  tus  vozes  tan  altas,  tus  quexas  no  acostumbra- 
5  das,  tu  llanto  z  congoxa  de  tanto  sentimiento,  en  tal  manera 
penetraron  mis  entrañas,  en  tal  manera  traspasaron  mi 
coracon,  assi  abiuaron  mis  turbados  sentidos,  que  el  ya 
rescebido  pesar  alance  de  mi.  Vn  dolor  saco  otro,  vn  senti- 
miento otro.  Dime  la  causa  de  tus  quexas  :  porque  maldizes 

10  tu  honrrada  vegez  ?  porque  pides  la  muerte  ?  porque  arrancas 
tus  blancos  cabellos  ?  porque  hieres  tu  honrrada  cara  ?  Es 
algún  mal  de  Melibea?  Por  Dios,  que  meló  digas,  porque 
si  ella  pena  no  quiero  yo  viuir. 

Pleberio.  Ay,  ay,  noble  muger !  nuestro  gozo  en  el  pozo; 

]5  nuestro  bien  todo  es  perdido;  no  queramos  mas  viuir!  E 
porque  el  incogitado  dolor  te  de  mas  pena  todo  junto  sin 
pensarle,  porque  mas  presto  vayas  al  sepulcro,  porque  no 
llore  yo  solo  la  perdida  dolorida  de  entramos,  ves  alli  a  la 
que  tu  pariste  z  yo  engendre,  hecha  pedacos.  La  causa  supe 

20  della,  mas  la  he  sabido  por  estenso  desta  su  triste  siruienta : 
ayúdame  a  llorar  nuestra  llagada  postremeria.  O  gentes  que 
venis  a  mi  dolor,  o  amigos  z  señores,  ayúdame  a  sentir  mi 
pena !  O  mi  hija  z  mi  bien  todo  !  crueldad  seria  que  viua  yo 
sobre  ti.  Mas  dignos  eran  mis  sesenta  años  de  la  sepultura 


—  169  — 

que  tus  veynte.  Turbóse  la  orden  del  morir  con  la  tristeza  que 
te  aquexaua.  O  mis  canas,  salidas  para  auer  pesar!  mejor 
gozara  de  vosotros  la  tierra,  que  de  aquellos  ruuios  cabellos 
que  presentes  veo.  Fuertes  dias  me  sobran  para  viuir;  quexar- 
me  he  de  la  muerte?  Incusarla  de  su  dilación?  Quanto  5 
tiempo  me  dexare  solo  después  de  ti,  fálteme  la  vida,  pues 
me  falto  tu  agradable  compañía.  O  muger  mia !  leuantate 
de  sobre  ella,  z  si  alguna  vida  te  queda,  gástala  comigo  en 
tristes  gemidos,  en  quebrantamiento  z  sospirar;  e  si  por 
caso  tu  espiritu  reposa  con  el  suyo,  si  ya  has  dexado  esta  vida  10 
de  dolor,  porque  quesiste  que  lo  passe  yo  todo  ?  En  esto 
tenes  ventaja  las  hembras  a  los  varones,  que  puede  vn  gran 
dolor  sacaros  del  mundo  sin  lo  sentir ;  o  a  lo  menos  perdeys 
el  sentido  que  es  parte  de  descanso.  O  duro  coracon  de 
padre!  como  no  te  quiebras  de  dolor,  que  ya  quedas  sin  tu  15 
amada  heredera?  Para  quien  edifique  torres?  Para  quien 
aquiri  honrras  ?  Para  quien  plante  arbores  ?  Para  quien  fabrique 
nauios?  O  tierra  dura!  como  me  sostienes?  Adonde  hallara 
abrigo  mi  desconsolada  vegez  ?  O  fortuna  variable,  ministra  z 
mayordoma  de  los  temporales  bienes  !  porque  no  executaste  20 
tu  .cruel  ira,  tus  mudables  ondas,  en  aquello  que  a  ti  es  sub- 
jeto  ?  porque  no  destruyste  mi  patrimonio  ?  porque  no 
quemaste  mi  morada?  porque  no  asolaste  mis  grandes 
heredamientos  ?  Dexarasme  aquella  florida  planta,  en  quien 
tu  poder  no  tenias:  dierasme,  fortuna  flutuosa,  triste  la  25 
mocedad  con  vegez  alegre,  no  peruertieras  la  orden.  Mejor 
sufriera  persecuciones  de  tus  engaños  en  la  rezia  z  robusta 
edad,  que  no  en  flaca  postremeria.  O  vida  de  congoxas 
llena,  de  miserias  acompañada!  O  mundo,  mundo!  muchos 
mucho  de  ti  dixeron  ;  muchos  en  tus  qualidades  metieron  30 
la  mano.  A  diuersas  cosas  por  oydas  te  compararon ;  yo  por 
triste  esperiencia  lo  contare,  como  a  quien  las  ventas  z  com- 
pras de  tu  engañosa  feria  no  prósperamente  sucedieron, 


—  170  — 

como  aquel  que  mucho  ha  fasta  agora  callado  tus  falsas 
propiedades,  por  no  encender  con  odio  tu  yra  ;  porque  no 
me  sacasses  sin  tiempo  esta  flor,  que  este  dia  echaste  de  tu 
poder :  pues  agora  sin  temor,  como  quien  no  tiene  que  per- 
5  der,  como  aquel  a  quien  tu  compañia  es  ya  enojosa,  como 
caminante  pobre,  que  sin  temor  de  los  crueles  salteadores  va 
cantando  en  alta  voz.  Yo  pensaua  en  mi  mas  tierna  edad  que 
eras  z  eran  tus  hechos  regidos  por  alguna  orden ;  agora  visto 
el  pro  z  la  contra  de  tus  bienandanzas,  me  pareces  vn  labe- 
lo rinto  de  errores,  vn  desierto  espantable,  vna  morada  de 
fieras,  juego  de  hombres  que  andan  en  corro,  laguna  llena 
de  cieno,  región  llena  de  espinas,  monte  alto,  campo  pedre- 
goso, prado  lleno  de  serpientes,  huerto  florido  z  sin  fruto, 
fuente  de  cuydados,  rio  de  lagrimas,  mar  de  miserias,  tra- 
15  bajo  sin  prouecho,  dulce  poncona,  vana  esperanza,  falsa 
alegria,  verdadero  dolor.  Ceuasnos,  mundo  falso,  con  el 
manjar  de  tus  deleytes ;  al  mejor  sabor  nos  descubres  el 
anzuelo ;  no  lo  podemos  huyr,  que  nos  tiene  ya  cacadas  las 
voluntades.  Prometes  mucho,  nada  no  cumples:  echasnos 
20  de  ti,  porque  no  te  podamos  pedir  que  mantengas  tus  vanos 
prometimientos.  Corremos  por  los  prados  de  tus  viciosos 
vicios,  muy  descuydados,  a  rienda  suelta  ;  descubresnos  la 
celada,  quando  ya  no  ay  lugar  de  boluer.  Muchos  te  dexaron 
con  temor  de  tu  arrebatado  dexar;  bienauenturados  sellama- 
25  ran,  quando  vean  el  galardón  que  a  este  triste  viejo  has  dado 
en  pago  de  tan  largo  seruicio.  Quiebrasnos  el  ojo,  z  vntasnos 
con  consuelos  el  casco :  hazes  mal  a  todos,  porque  ningún 
triste  se  halle  solo  en  ninguna  aduersidad,  diziendo  que  es 
aliuio  a  los  miseros  como  yo,  tener  compañeros  en  la  pena; 
30  pues,  desconsolado  viejo,  que  solo  estoy!  Yo  fui  lastimado 
sin  hauer  ygual  compañero  de  semejante  dolor,  avnque  mas 
en  mi  fatigada  memoria  rebueluo  presentes  z  passados.  Que 
si  aquella  seueridad  z  paciencia  de  Paulo  Emilio  me  viniere 


—  171  — 

a  consolar  con  perdida  de  dos  hijos  muertos  en  siete  dias, 
diziendo  que  su  animosidad  obro  que  consolasse  el  al 
pueblo  romano,  z  no  el  pueblo  a  el,  no  me  satisfaze,  que 
otros  dos  le  quedauan  dados  en  adobcion.  Que  compañia 
me  teman  en  mi  dolor  aquel  Pericles,  capitán  ateniense,  ni  5 
el  fuerte  Xenofon  ?  pues  sus  perdidas  fueron  de  hijos  absen- 
tes  de  sus  tierras.  Ni  fue  mucho  no  mudar  su  frente  z 
tenerla  serena,  z  el  otro  responder  al  mensajero,  que  las  tris- 
tes albricias  de  la  muerte  de  su  hijo  le  venia  a  pedir,  que  no 
recibiesse  el  pena,  que  el  no  sentía  pesar:  que  todo  esto  bien  10 
diferente  es  a  mi  mal.  Pues  menos  podras  dezir,  mundo 
lleno  de  males,  que  fuimos  semejantes  en  perdida  aquel 
Anaxagoras  z  yo,  que  seamos  yguales  en  sentir,  z  que  res- 
ponda yo,  muerta  mi  amada  hija,  lo  que  el  su  vnico  hijo, 
que  dixo:  como  yo  fuesse  mortal,  sabia  que  hauia  de  morir  15 
el  que  yo  engendraua ;  porque  mi  Melibea  mato  a  si  misma 
de  su  voluntad  a  mis  ojos  con  la  gran  fatiga  de  amor  que  la 
aquexaua,  el  otro  matáronle  en  muy  licita  batalla.  O  incom- 
parable perdida!  O  lastimado  viejo!  que  quanto  mas  busco 
consuelos,  menos  razón  fallo  para  me  consolar:  que  si  el  20 
profeta  z  rey  Dauid  al  hijo  que  enfermo  lloraua,  muerto  no 
quiso  llorar,  diziendo  que  era  casi  locura  llorar  lo  irre- 
cuperable; quedauanle  otros  muchos,  con  que  soldase  su 
llaga.  E  yo  no  lloro  triste  a  ella  muerta,  pero  la  causa  desas- 
trada de  su  morir.  Agora  perderé  contigo,  mi  desdichada  25 
hija,  los  miedos  z  temores,  que  cada  dia  me  espauorecian  : 
sola  tu  muerte  es  la  que  a  mi  me  haze  seguro  de  sospecha. 
Que  harer  guando  entre  en  tu  cámara  z  retraymientoT  z  la 
halle. ,sj)k?  Que  haré  de  que  no  me  respondas  si  te  llamo ? 
Quien  me  podra  cobrir  la  gran  falta  que  tu  me  hazes  ?  Nin-  30 
guno  perdió  lo  que  yo  el  dia  de  oy,  avnque  algo  conforme 
parescia  la  fuerte  animosidad  de  Lambas  de  Auria,  duque  de 
los  atenienses,  que  a  su  hijo  herido  con  sus  bracos  desde  la 


—  172  — 


nao  echo  en  la  mar  :  porque  todas  estas  son  muertes,  que 
.Jf*^  si  roban  la  vida,  es  forjado  complir  con  la  fama.  Pero  quien 

forcc^m^  Pues' 
0  .  ¿¿mundo  "halaguero,  que  remedio  das  a  mi  fatigada  vegez? 
^5  como  me  mandas  quedar  en  ti,  conosciendo  tus  falacias, 
tus  lazos,  tus  cadenas  z  redes,  con  que  pescas  nuestras  flacas 
voluntades  ?  a  do  me  pones  mi  hija  ?  Quien  acompañara  mi  , 
desacompañada  morada?  Quien  terna  en  regafós  mis  años 
que  caducan?  O  amor,  amor!  que  no  pense  que  tenias 

10  merca  ni  poder  de  matar  a  tus  subjetos !  Herida  fue  de  ti 
mi  juuentud  :  por  medio  de  tus  brasas  passe;  como  me  sol- 
taste, para  me  dar  la  paga  de  la  huyda  en  mi  vegez  ?  Bien 
pense  que  de  tus  lazos  me  auia  librado,  quando  los  quarenta 
años  toque,  quando  fui  contento  con  mi  conjugal  compa- 

15  ñera,  quando  me  vi  con  el  fruto  que  me  cortaste  el  dia  de 
oy.  No  pense  que  tomauas  en  los  hijos  la  venganza  de  los 
padres:  ni  se  si  hieres  con  hierro,  ni  si  quemas  con 
fuego  ;  sana  dexas  la  ropa,  lastimas  el  coracon.  Hazes  que 
feo  amen,  z  hermoso  les  parezca.  Quien  te  dio  tanto  poder? 

20  quien  te  puso  nombre  que  no  te  conuiene  ?  Si  amor  fues- 
ses,  amarías  a  tus  siruientes :  si  los  amases,  no  les  darías 
pena :  si  alegres  viuiesen,  no  se  matarian,  como  agora  mi 
amada  hija.  En  que  pararon  tus  siruientes,  z  sus  ministros? 
La  falsa  alcahueta  Celestina  murió  a  manos  de  los  mas  fieles 

25  compañeros  que  ella  para  tu  seruicio  enponcoñado  jamas 
hallo ;  ellos  murieron  degollados,  Calisto  despeñado  :  mi 
triste  fija  quiso  tomar  la  misma  muerte  por  seguirle.  Esto 
todo  causas  :  dulce  nombre  te  dieron,  amargos  hechos 
hazes.  No  das  yguales  galardones  :  iniqua  es  la  ley,  que  a 

30  todos  ygual  no  es.  Alegra  tu  sonido,  entristece  tu  trato.  Bien- 
auenturados  los  que  no  conociste,  o  de  los  que  no  te  curaste. 
Dios  te  llamaron  otros,  no  se  con  que  error  de  su  sentido 
traydos.  Cata  que  Dios  mata  los  que  crio  :  tu  matas  los  que 


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te  siguen.  Enemigo  de  toda  razón,  a  los  que  menos  te  siruen 
das  mayores  dones,  hasta  tenerlos  metidos  en  tu  congoxosa 
danca.  Enemigo  de  amigos,  amigo  de  enemigos,  porque 
te  riges  sin  orden  ni  concierto?  Ciego  te  pintan,  pobre  z 
mogo  :  ponente  vn  arco  en  la  mano,  con  que  tiras  a  tiento  ;  5 
mas  ciegos  son  tus  ministros,  que  jamas  sienten  ni  veen  el 
desabrido  galardón  que  saca  de  tu  seruicio.  Tu  fuego  es 
de  ardiente  rayo,  que  jamas  haze  señal  do  llega.  La  leña  que 
gasta  tu  llama  son  almas  z  vidas  de  humanas  criaturas ;  las 
quales  son  tantas,  que  de  quien  comentar  pueda,  apenas  me  10 
ocurre.  No  solo  de  christianos,  mas  de  gentiles  z  judíos,  z 
todo  en  pago  de  buenos  seruicios.  Que  me  dirás  de  aquel 
Macias  de  nuestro  tiempo,  como  acabo  amando,  cuyo 
triste  fin  tu  fuiste  la  causa  ?  Que  hizo  por  ti  París  ?  que 
Elena  ?  que  hizo  Ypermestra  ?  que  Egisto  ?  Todo  el  mundo  1 5 
lo  sabe.  Pues  a  Sapho,  Ariadna,  Leandro,  que  pago  les 
diste  ?  Hasta  Dauid  z  Salomón  non  quisiste  dexar  sin  pena.- 
Por  tu  amistad  Sansón  pago  lo  que  mereció,  por  creerse 
de  quien  tu  le  forjaste  a  darle  fe:  otros  muchos  que  callo, 
porque  tengo  harto  que  contar  en  mi  mal.  Del  mundo  me  20 
quexo,  porque  en  si  me  crio :  porque  no  me  dando  vida,  no 
engendrara  en  el  a  Melibea :  no  nascida,  no  amara :  no 
amando,  cessarami  quexosa  z  desconsolada  postrimería.  O  mi 
compañera  buena,  o  mi  hija  despedazada!  porque  no  quesiste 
que  estoruasse  tu  muerte  ?  porque  no  houiste  lastima  de  tu  25 
querida  z  amada  madre?  porque  te  mostraste  tan  cruel  con 
tu  viejo  padre  ?  porque  me  dexaste  quando  yo  te  hauia  de 
dexar?  porque  me  dexaste  penado?  porque  me  dexaste  triste 
z  solo  in  hac  lachrimarum  valle  ? 


—  174  — 


ERRATAS  Y  DEFICIENCIAS  DE  LA  EDICIÓN  DE  BURGOS  1499 
QUE  SE  HAN  SUBSANADO  EN  LA  PRESENTE  REIMPRESIÓN 


REIMPRESION  BURGOS  i499 


gina 

1. 

6. 

incomparablemente 

encomparable- 
mente 

— 

1. 

diferimos 

deferimos 

— 

h 

1. 

2 

viniessedes 

vinissedes 

— 

1. 

y-10 

arrebatado 

arrebatato 

— 

i, 

1 

28-29 

desenconan 

desanconan 

— 

8, 

l. 

20 

atreuimiento 

atreuemiento 

— 

9> 

1 

12 

mas  de 

mas  a 

— 

9> 

l 

13 

al  deleyte 

de  deleyte 

w, 

•  5 

auentaja 

auantaja 

— 

10, 

•  7 

inefable 

enefable 

— 

.  16 

obrarse 

obrasse 

12, 

.  28 

esso 

esse 

i!. 

•  3r 

ha  que  no 

ha  no 

— 

14 

.  2 

entrañable 

entrenable 

15 

•  S~6 

impediria 

empediria 

■ — 

18,  l 

•  32 

madreselua 

madreseluia 

19 

* 

•  9 

maluaviscos 

maluaiscos 

*9 

.  20 

pellejeros 

pelligeros 

22 

* 

•  13 

regeneración 

regenreacion 

22 

•  27 

fregaron 

fragaron 

.  18 

Claudiana 

Clandiana 

•  3i 

avnque 

avuque 

26,  l 

•  7 

corazones 

corozanos 

26,  1 

•  32 

Ímpetus 

impetos 

•  4 

pusieron 

pisieron 

28,  l 

.  1 

querría 

queria 

Página  28,  l.  33 

—  29,  /.  14 

—  25?,  Z.  33 

—  30,  /.  20 

—  30,  L  24-23 

—  I-  7 

—  }i}  l.  25 

—  34,  l-  2 
r  ÍJ,  /.  21 

—  35,  ¿.  2¿ 

—  i¿,  i2 

—  i/,  /•  28 

—  37,  I-  33 

—  38,  l  6-7 

—  39,  l-  10 

—  39,  l-  16 

—  41,  1.  10 

—  42,  /.  10 

—  42,  l.  26 

—  43,  l>  4-5 
— 1  43,  l-  21 

—  43,  l-  27 

—  44,  l-  17 

—  44,  I-  3° 

—  46,  l.  iy 

—  47,  l-  6 

—  47,  l-  21 

—  47,  l>  26 

—  47,  !>•  3° 

—  48,  /.  21 

—  48,  l.  30 

—  48,  l.  31 


—  175  — 

REIMPRESION 

gozaríamos 
ninguno 
delectable 
de 

viejos 

nos  puede 

ingenio 

digno 

partas 

enemistad 

emplúmenla 

cáncer 

cauallo 

barruntays 

ninguna 

personas 

oficio 

Areusa 

Coxquillosicas 

chirriadores 

garuines 

puede 

Fuese 

acuerdas 

furto 

puso 

pues 

Juanes 

todo 

das  a  entender 

yemas 

vieja 


BURGOS  i499 

gozoriamos 
nieguno 
delctable 
da 

vijos 

no  puede 

engenio 

digo 

partes 

nemistad 

emplmenla 

cancre 

cauollo 

baruntas 

niguna 

persones 

oficicio 

Arausa 

Coxquillocicas 

cherriadores 

garrumes 

pude 

Fuesse 

acuerdas  a 

fuerto 

psuo 

pus 

Juaues 

to 

das  entender 

yieruas 

viejs 


-  i76  - 

REIMPRESION 


Página  jo,  L 

I 

como  cuerdas 

H 

dicho 

—    f  l  ,  h 

21 

ahito 

—   Si,  l 

26 

acechancas 

—     J2,  /. 

4 

cuya 

—     P,  / 

9 

razón 

—     J2,  /. 

14 

Ninguno 

—    Í4>  z- 

l9 

enojo 

—     JJ>  1 

4 

Ninguna 

—   SJt  1 

5 

gallinas 

—    Sh  1 

•  19 

dañosos 

—   J¿,  / 

23 

esse 

-  j8,  l 

.  11 

Imita  a  la 

—    6o,  1 

•  33 

yo 

—  1 

.  5 

conjure 

—  1 

•  J7 

timidos 

—    64,  1 

.  30 

partezilla 

-    ¿7,  l 

.  4 

de  las 

—    68,  l 

.  22 

hauremos 

—    69,  l 

.  2 

la  vida  te 

—    72>  i 

.  2 

Maldiziente 

—    72>  1 

.  12 

Melibea. 

—   72>  1 

f.  22 

casa 

L  2<? 

susurrays 

—  74, 

l.  1 

queria 

—  74, 

l  9 

para  la 

—  79> 

1  9 

muelas 

—  79-, 

1.  26 

fuiste 

—  80, 

l.  22 

perfecion 

-  81, 

l.  21-22 

tristeza 

—  84, 

l.  7 

coracones 

-  8j, 

l  13 

veyas 

BURGOS  1499 

cerno  cuerdas 

diccho 

habito 

asechancas 

cuyas 

rozón 

Niguno 

enejo 

Niguna 

callinas 

donosos 

esso 

Imita  la 

ya 

cojure 
timididos 
partizilla 
a  las 
haremos 
la  vida  de 
Maldeziente 
Melibea  para, 
caso 

susurays 

querria 

para  le 

mueles 

fueste 

perficion 

tristaza 

concones 

vies 


—  177  — 

REIMPRESION  BURGOS  i09 

Página  8j,  l  18  caerás  cavaras 

—  8;,  l.  22  por  per 

—  8y,  l.  4  los  lo 

—  #7,  /.  12  la  primera  le  primera 
~    9°y  l-  6  querria  quería 

—  92,  /.  24  quexaseme  quexasseme 

—  94,  I-  16  numero  unmero 

—  94,  l>  27  empachado  emachado 

—  9/,  /.  28  gallillo  galillo 

—  98,    l  2 

del  Argum.  falla  fallo 

—  99,  1.  24  noche  nocho 

—  100,  /.  7  querria  quería 

—  101,  L  2  Celestina  Celistina 

—  10),  L  ij  aderecen  adrecen 

—  103,  l.  31  subamos  .  subamas 

—  104,  l.  10  penes  penas 

—  106,  l  i9  querria  quería 

—  108,  1.  7  grado  o  por  grado  z  por 

—  io9,  l  i3  della  dello 

—  1051,  /.  2/  desabrido  dessabrido 

—  110,  l.  20  le  he  visto  le  visto 
"    111 9  l-  26  cáncer  cancre 

l-  iJ-16    no  sabe  otra  cosa  en  nosabeenotra 
que  cosa  que 

—  ir?,  1.  21  preciauan  preciaua 

—  114,  l-  2;  denostadas  desnostadas 

—  114,  L  31  sartén  serten 

—  iij,  7.  19  amor,  a  esta  amor,  esta 
116,  L  10  Caualleros  viejos  Cauellerosvejos 

—  116,  /.  13  duquesa  dequesa 

—  116,  L  18  entrar  enttar 


-  i78  - 


Página  117,  I.  17 

  117,    /.  2)-2 

—  117,  1.  29 

—  n?>  L  5 
del  Argutn. 


119,  l 

•  H 

1*9,  / 

.  20 

120,  / 

.  21 

120,  / 

.  24 

121,  l 

.  23 

12),  l 

•  í 

I2J,  l 

.  27 

126,  / 

•  3° 

127,  l 

•  31 

12^,  l 

•  I3 

IjO,  l 

.  25» 

IjO,  l 

•  3° 

1)2,  l 

.  11 

134,  l 

.  11 

.  22 

I38,  l 

.  20 

.  2^ 

140,  l 

.  8 

140,  l 

•  '7 

141,  l 

.  1 

i4h  í 

•9 

144,  i 

f.  11 

146,  i 

10 

147,  1 

.  2 

i47, 

1;  lí 

147, 

f.  19 

i47> 

l.  27 

REIMPRESION 

feligrés 

acordándome  de 
ningún 

defendiéndole 

viniesses 

coraron 

dentro 

en 

melena 

llagado  z  doblan 
presto 

escrupulosos 

cauallero 

Arcediano 

saya 

cuello 

otra  tiene 

tardanca 

donde 

catiuo  de  tu 

las  llaues 

ojos 

tu  grandeza 
sangre 
casa  de 
mucho 
con 

buscando 
querría 
mate 
broquel 


BURGOS  1499 

filigres 

acordándome  a 
ningund 

defendióle 

veniesses 

coro^on 

dendro 

eu 

melezina 
llagado  doblan 
preste 

escropulosos 

cauollero 

Arcidiano 

seya 

cuella 

otra  no  tiene 

dardan^a 

dende 

catiuo  de  su 
la  llaues 
ojo 

ru  grandeza 
sengre 
casa  da 
muchd 
cü 

bascando 
quería 
mate 
brequel 


agina  148,  l. 

24 

—  149, 

l. 

14 

—  149, 

1. 

21 

—  ih, 

1. 

3 

del  Argum. 

—  U3, 

1. 

4 

—  US, 

1. 

10 

1. 

23 

—  U7, 

1. 

9 

-  U9, 

1. 

7 

—  U9> 

1. 

8 

—  U9, 

1. 

14 

—  U9, 

h 

23 

—  161, 

1. 

23 

161, 

1. 

33 

—  163, 

1. 

12 

—  léj, 

1. 

11 

—  167, 

1. 

10 

—  17°, 

1. 

y- 10 

—  I7h 

1. 

21 

—  179  — 

REIMPRESION 

manderecha 
aya 

voluntad 

Sosia 

corporal 

recordasedes 

plazas 

partes 

cometidas 

pueden 

diessen 

al 

consumióse 

siganos 

razón 

hago 

muerte 

laberinto 

porque 


BURGOS  t499 

maderecha 
ay 

valuntad 

Sosias 

coporal 

rocordasedes 

palzas 

pertes 

cometidos 

puedan 

diesse 

el 

consumiosse 

sigamos 

rozón 

haho 

murte 

labarinto 

prque 


MACON,   PROTAT    HERMANOS,  IMPRESORES. 


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