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I*
Comedia
de
Calisto z Melib
/
MACON, PROTAT HERMANOS, IMPRESORES.
Comedia
de
Calisto s Melibea
(Burgos, 1499)
Reimpresión publicada
POR
R. FOULCHÉ-DELBOSG
A MI AMIGO
JAMES FITZMA URICE-KELL Y
ADVERTENCIA
Hace dos años y medio, dimos d conocer por primera ve% Ja Comedia
de Calisto z Melibea, forma primitiva de la Celestina, reproduciendo
la edición sevillana de 1501. Ignorábase entonces el paradero del único
ejemplar de una edición anterior: después de no pocas dificultades, pudi-
mos dar con este libro, impreso en Burgos, el año de por el
célebre « Fadrique Alemán de Basilea » (Friedrich BieT). Describimos
minuciosamente el incunable en la Revue hispanique (tomo IX, 1902,
pdg. 1 85-190), y lo reimprimimos aquí al pie de la letra, limitándonos
d extender las abreviaturas, arreglar la puntuación, y subsanar las erra-
tas y deficiencias tipográficas.
Diciembre de 1902.
R. Foulché-Delbosc.
V
COMEDIA DE CALISTO Z MELIBEA
ARGUMENTO DEL PRIMER AUTO DESTA COMEDIA
Entrando Calisto vna huerta empos de vn falcon suyo, fallo y a Meli-
bea, de cuyo amor preso, comentóle de hablar ; de la qual rigorosamente
despedido, fue para su casa muy sangustiado. Hablo con vn criado suyo
llamado Sempronio, el qual, después de muchas razones, le endereco a
vna vieja llamada Celestina, en cuya casa tenia el mesmo criado vna enamo-
rada llamada Elicia, la qual, viniendo Sempronio a casa de Celestina con el
negocio de su amo, tenia a otro consigo llamado Crito, al qual escondieron.
Entretanto que Sempronio esta negociando con Celestina, Calisto esta razo-
nando con otro criado suyo por nombre Parmeno ; el qual razonamiento dura
fasta que llega Sempronio z Celestina a casa de Calisto. Parmeno fue conos-
cido de Celestina, la qual mucho le dize de los fechos z conoscimiento de su
madre, induziendole a amor z concordia de Sempronio.
Caljsto. En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.
Melibea. En que, Calisto?
Calisto. En dar poder a natura que de tan perfeta her-
mosura te dotasse, z fazer a mi inmérito tanta merced que
verte alcancasse, z en tan conueniente lugar que mi secreto 5
dolor manifestarte pudiesse. Sin duda incomparablemente es
mayor tal galardón que el seruicio, sacrificio,' deuocion, z
obras pias que por este lugar alcanzar tengo yo a Dios ofres-
cido, ni otro poder mi voluntad humana puede complir. Quien
vido en esta vida cuerpo glorificado de ningún hombre 10
como agora el mió ? Por cierto los gloriosos sanctos que se
deleytan en la visión diuina, no gozan mas que yo agora en
el acatamiento tuyo. Mas, o triste ! que en esto diferimos :
que ellos puramente se glorifican sin temor de caer de tal
bienauenturanca, z yo misto me alegro con recelo del
esquiuo tormento que tu absencia me ha de causar.
Melibea. Por grand premio tienes esto, Calisto ?
Calisto. Tengolo por tanto en verdad, que si Dios me
diesse en el cielo la silla sobre sus sanctos, no lo ternia por
tanta felicidad.
Melibea. Pues avn mas ygual galardón te daré yo, si per-
seueras.
Calisto. O bienauenturadas orejas mias, que indigna-
mente tan gran palabra haueys oydo !
Melibea. Mas desauenturadas de que me acabes de oyr;
porque la paga sera tan fiera qual la merece tu loco atreui-
miento ; z el intento de tus palabras, Calisto, ha seydo de
ingenio de tal hombre como tu, hauer de salir para se perder
en la virtud de tal muger como yo. Vete, vete de ay, torpe,
que no puede mi paciencia tollerar que aya subido en
coraron humano comigo el ylicito amor comunicar su
deleyte.
Calisto. Yre como aquel contra quien solamente la aduersa
fortuna pone su estudio con odio cruel. Sempronio, Sempro-
nio, Sempronio ! Donde esta este maldito ?
Sempronio. Aqui estoy, señor, curando destos cauallos.
Calisto. Pues como sales de la sala?
Sempronio. Abatióse el girifalte, z vinele enderecar en el
alcándara.
Calisto. Assi los diablos te ganen ; assi por infortunio
arrebatado perezcas, o perpetuo intollerable tormento consi-
gas, el qual en grado incomparable a la penosa z desastrada
muerte que espero traspassa. Anda, anda, maluado, abre la
cámara z endereza la cama.
Sempronio. Señor, luego, hecho es.
Calisto. Cierra la ventana z dexa la teniebla acompañar al
triste, y al desdichado la ceguedad. Mis pensamientos tristes
— 3 —
no son dignos de luz. O bienauenturada muerte aquella que
deseada a los afligidos viene ! O si viniessedes agora, Eras z
Grato, médicos, sentiriades mi mal! O piedad de silencio,
inspira en el pleberico coracon, porque sin esperanca de
salud no embie el espíritu perdido con el desastrado Piramo z 5
de la desdichada Tisbe !
Sempronio. Que cosa es?
Calisto. Vete de ay, no me fables ; sino quica ante del
tiempo de mi rabiosa muerte mis manos causaran tu arreba-
tado fin. 10
Sempronio. Yre, pues solo quieres padecer tu mal.
Calisto. Ve con el diablo.
Sempronio. No creo, según pienso, yr comigo el que
contigo queda. O desauentura ! O súbito mal ! Qual fue tan
contrario acontescimiento, que assi tan presto robo el alegría 1 5
deste hombre, z lo que peor es, junto con ella el seso ?
Dexarle he solo, o entrare alia ? Si le dexo, matarse ha ; si
entro alia, matarme ha. Quédese, no me curo : mas vale
que muera aquel a quien es enojosa la vida, que no yo que
huelgo con ella. Avnque por al no deseasse viuir, sino por 20
ver a mi Elicia, me deuria guardar de peligros. Pero si se
mata sin otro testigo, yo quedo obligado a dar cuenta de su
vida. Quiero entrar; mas puesto que entre, no quiere conso-
lación ni consejo. Asaz es señal mortal no querer sanar.
Con todo, quierole dexar vn poco desbraue, madure; que 25
oydo he dezir, que es peligro abrir o apremiar las postemas
duras, porque mas se enconan. Este vn poco: dexemos llorar
al que dolor tiene ; que las lagrimas z sospiros mucho desen-
conan el coraron dolorido. E avn si delante me tiene, mas
comigo se encenderá: que el sol mas arde donde puede 30
reuerberar; la vista a quien objecto no se antepone, cansa;
z quando aquel es cerca, aguzase. Por esso quierome sofrir
vn poco : si entretanto se matare, muera. Quica con algo
— 4 —
me quedare ; que otro no lo sabe con que mude el pelo malo :
avnque malo es esperar salud en muerte agena. z quica me
engaña el diablo; z si muere matarme han, z yran alia la
soga z el calderón. Por otra parte dizen los sabios, que es
grande descanso a los afligidos tener con quien puedan sus
cuytas llorar, z que la llaga interior mas empece. Pues en
estos estremos en que estoy perplexo, lo mas sano es entrar,
z sofrirle, z consolarle : porque si possible es sanar sin arte
ni aparejo, mas ligero es guarescer por arte z por cura.
Calisto. Sempronio.
Sempronio. Señor.
Calisto. Dame acá el laúd.
Sempronio. Señor, vesle aqui.
Calisto. Qual dolor puede ser tal,
que se yguale con mi mal ?
Sempronio. Destemplado esta esse laúd.
Calisto. Como templara el destemplado? Como sentirá
el armonía aquel que consigo esta tan discorde ? Aquel a
quien la voluntad a la razón no obedece ? Quien tiene dentro
del pecho aguijones, paz, guerra, tregua, amor, enemistad,
injurias, pecados, sospechas, todo a vna causa? Pero tañe z
canta la mas triste canción que sepas.
Sempronio. Mira Ñero de Tarpeya
a Roma como se ardia;
gritos dan niños z viejos,
z el de nada se dolia.
Calisto. Mayor es mi fuego, z menor la piedad de quien
yo agora digo. t -
Sempronio. No me engaño yo, que loco esta este mi amo.
Calisto. Que estas murmurando, Sempronio?
Sempronio. No digo nada.
Calisto. Di lo que dizes, no temas.
Sempronio. Digo, que como puede ser mayor el'fuego que
— 5 —
atormenta vn viuo, que el que quemo tal cibdad z tanta mul-
titud de gente ?
Calisto. Como? Yo te lo diré : mayor es la llama que
dura ochenta años, que la que en vn dia passa ; z mayor la que
mata vna anima, que la que quema cient mili cuerpos. Como
de la aparencia a la existencia, como de lo viuo a lo pintado,
como de la sombra a lo real, tanta diferencia ay del fuego
que dizes al que me quema. Por cierto si el dé purgatorio es
tal, mas querria que mi spiritu fuesse con los de los brutos
animales, que por medio de aquel yr a la gloria de los
sanctos.
Sempronio. Algo es lo que digo : a mas ha de yr este
hecho. No basta loco, sino ereje.
Calisto. No te digo que fables alto quando fablares ? Que
dizes ?
Sempronio. Digo, que nunca Dios quiera tal : que es espe-
cie de heregia lo que agora dixiste.
Calisto. Porque ?
Sempronio. Porque lo que dizes contradize la cristiana
religión.
Calisto. Que a mi ?
Sempronio. Tu no eres cristiano ?
Calisto. Yo ? melibeo soy, z a Melibea adoro, z en Melibea
creo, z a Melibea amo.
Sempronio. Tu te lo dirás. Como Melibea es grande, no
cabe en el coracon de mi amo, que por la boca le sale a bor-
bollones. No es mas menester; bien se de que pie coxqueas :
yo te sanare.
Calisto. Increyble cosa prometes.
Sempronio. Antes fácil : que el comiendo de la salud es
conoscer hombre la dolencia del enfermo.
Calisto. Qual consejo puede regir lo que en si no tiene
orden ni consejo ?
Sempronio. Ha, ha, ha! Esto es el fuego de Calisto ?
Estas son sus congoxas ? Como si solamente el amor contra
el asestara sus tiros! O soberano Dios, quan altos son tus
misterios ! Quanta premia pusiste en el amor, que es necessa-
ria turbación en el amante ! Su limite posiste por marauilla.
Paresce al amante que atrás queda : todos passan, todos rom-
pen, pungidos z esgarrochados como ligeros toros, sin freno
saltan por las barreras. Mandaste al hombre por la muger
dexar el padre z la madre : agora no solo aquello, mas a ti
z a tu ley desamparan, como agora Calisto : del qual no me
marauillo, pues los sabios, los santos, los profetas por el te
oluidaron.
Calisto. Sempronio.
Sempronio. Señor.
Calisto. No me dexes.
Sempronio. De otro temple esta esta gayta.
Calisto. Que te paresce de mi mal?
Sempronio. Que amas a Melibea.
Calisto. z no otra cosa?
Sempronio. Harto mal es tener la voluntad en vn solo
lugar catiua.
Calisto. Poco sabes de firmeza.
Sempronio. La perseuerancia en el mal no es constancia;
mas dureza o pertinacia la llaman en mi tierra. Vosotros los
filósofos de Cupido llamalda como quisierdes.
Calisto. Torpe cosa es mentir al que enseña a otro ; pues
que tu te precias de loar a tu amiga Elicia.
Sempronio. Haz tu lo que bien digo, z no lo que mal hago.
Calisto. Que me reprobas?
Sempronio. Que sometes la dignidad del hombre a la
imperfecion de la flaca muger.
Calisto. Muger? O grosero ! dios, dios !
Sempronio. z assi lo crees, o burlas?
— 7 ~
Calisto. Que burlo ? Por dios la creo, por dios la con-
fiesso, z no creo que ay otro soberano en el cielo, avnque
entre nosotros mora.
Sempronio. Ha, ha, ha! Oystes que blasfemia ? Vistes que
ceguedad ?
Calisto. De que te ries ?
Sempronio, Rióme, que no pensaua que hauia peor inuen-
cion de pecado que en Sodoma.
Calisto. Como ? '
Sempronio. Porque aquellos procuraron abominable vso
con los angeles no conoscidos, z tu con el que confiessas ser
dios.
Calisto. Maldito seas, que fecho me has reyr, lo que no
pense ogaño.
Sempronio. Pues que, toda tu vida auias de llorar?
Calisto. Si.
Sempronio. Porque?
Calisto. Porque amo a aquella, ante quien tan indigno
me hallo, que no la espero alcanzar.
Sempronio. O pusilanimo, o fideputa ! Que Nembrot, que
magno Alexandre, los quales no solo del señorío del mundo,
mas del cielo se juzgaron ser dignos !
Calisto. No te oy bien esso que dixiste. Torna, dilo, no
procedas.
Sempronio. Dixe que tu, que tienes mas coracon que
Nembrot ni Alexandre, desesperas de alcancar vna muger ;
muchas de las quales en grandes estados constituydas se
sometieron a los pechos z resollos de viles acemileros, z
otras a brutos animales. No has leydo de Pasife con el toro?
de Minerua con el can ?
Calisto. No lo creo, hablillas son.
Sempronio. Lo de tu abuela con el ximio, fablílla fue ?
Testigo es el cuchillo de tu abuelo.
Calisto. Maldito sea este necio, z que porradas dize !
Sempronio. Escoziote ? Lee los ystoriales, estudia los filó-
sofos, mira los poetas ; llenos están los libros de sus viles
z malos exemplos, z de las cay das que leuaron los que en
algo, como tu, las reputaron. Oye a Salomón do dize, que
las mugeres z el vino hazen a los hombres renegar. Conséjate
con Séneca, z veras en que las tiene. Escucha al Aristóteles ;
mira a Bernardo. Gentiles, judíos, cristianos z moros, todos
en esta concordia están. Pero lo dicho z lo que dellas dixere,
no te contezca error de tomarlo en común : que muchas
houo z ay sanctas z virtuosas z notables, cuya resplandes-
ciente corona quita el general vituperio. Pero destas otras,
quien te contaría sus mentiras, sus tráfagos, sus cambios, su
liuiandad, sus lagrimillas, sus alteraciones, sus osadías?
Que todo lo que piensan, osan sin deliberar : sus dissimula-
ciones, su lengua, su engaño, su oluido, su desamor, su
ingratitud, su inconstancia, su testimoniar, su negar, su
reboluer, su presunción, su vanagloria, su abatimiento, su
locura, su desden, su soberuia, su subjecion, su parlería, su
golosina, su luxuria z suziedad, su miedo, su atreuimiento,
sus hechizerias, sus embaymientos, sus escarnios, su des-
lenguamiento, su desuergüenca, su alcahuetería. Consi-
dera que sesito esta debaxo de aquellas grandes z delgadas
tocas! que pensamientos so aquellas gorgueras, so aquel
fausto, so aquellas largas z autorizantes ropas ! que imperfi-
cion, que aluañares debaxo de templos pintados ! Por ellas
es dicho : arma del diablo, cabeca de pecado, destruycion
de parayso. No has rezado en la festiuidad de sant Juan, do
dize : las mugeres z el vino hazen los hombres renegar;
do dize : esta es la muger, antigua malicia que a Adam echo
de los deleytes de parayso ; esta el linaje humano metió en
el infierno ; a esta menosprecio Helias propheta, zc. ? ^
Calisto. Di pues, esse Adam, esse Salomón, esse Dauid,
— 9 —
esse Aristóteles, esse Vergilio, essos que dizes, como se
sometieron a ellas ? Soy mas que ellos?
Sempronio. A los que las vencieron querría que reme-
dasses, que no a los que dellas fueron vencidos. Huye de
sus engaños. Sabes que fazen ? cosa que es difícil enten- 5
derlas : no tienen modo, no razón, no intención ; por rigor
comienzan el ofrescimiento que de si quieren hazer. A los
que meten por los agujeros denuestan en la calle. Combi-
dan, despiden, llaman, niegan, señalan amor, pronuncian
enemiga; ensañanse presto, apaciguanse luego ; quieren que 10
adeuinen lo que quieren. O que plaga, o que enojo, o que
fastio es conferir con ellas mas de aquel breue tiempo que
son aparejadas al deleyte!
Calisto. Ve : mientra mas me dizes z mas inconuenien-
tes me pones, mas la quiero. No se que ses. 15
Sempronio. No es este juyzio para mocos, según veo, que
no.se saben a razón someter; no se saben administrar. Mise-
rable cosa es pensar ser maestro el que nunca fue discípulo .
Calisto. z tu, que sabes? quien te mostró esto?
Sempronio. Quien? ellas; que desque se descubren, assi 20
pierden la vergüenza, que todo esto z avn mas a los hom-
bres manifiestan. Ponte pues en la medida de honrra, piensa
ser mas digno de lo que te reputas : que cierto peor estremo
es dexarse hombre caer de su merescimiento, que ponerse en
mas alto lugar que deue. 25
Calisto. Pues, quien yo para esso ?
Sempronio. Quien? Lo primero eres hombre z de claro
ingenio, z mas, a quien la natura doto de los mejores bienes
que tuuo : conuiene a saber, fermosura, gracia, grandeza de
miembros, fuerga, ligereza; z allende desto, fortuna media- 30
ñámente partió contigo lo suyo en tal quantidad, que los
bienes que tienes de dentro con los de fuera resplandescen,
porque sin los bienes de fuera, de los qüales la fortuna es
— 10 —
señora, a ninguno acaece en esta vida ser bienauenturado ;
z mas, a constelación de todos eres amado.
Calisto. Pero no de Melibea; e en todo lo que me as
gloriado, Sempronio, sin proporción ni comparación se
5 auentaja Melibea. Miras la nobleza z antigüedad de su linaje?
el grandissimo patrimonio? el excelentísimo ingenio ? las
resplandescientes virtudes? la altitud z inefable gracia? la
soberana hermosura? de la qual te ruego me dexes hablar vn
poco, porque aya algún refrigerio, z lo que te dixere sera
10 de lo descubierto, que si de lo oculto yo hablar te supiera,
no nos fuera necessario altercar tan miserablemente estas
razones.
Sempronio. Que mentiras, z que locuras dirá agora este
cautiuo de mi amo !
15 Calisto. Como es esso ?
Sempronio. Dixe que digas, que muy gran plazer haure
de lo oyr. Asi te medre Dios, como me sera agradable esse
sermón.
Calisto. Que?
20 Sempronio. Que assi me medre Dios, como me sera gra-
cioso de oyr.
Calisto. Pues porque ayas plazer, yo lo figurare por partes
mucho por estenso.
Sempronio. Duelos tenemos: esto es tras lo que yo
25 andaua. De passar se haura ya esta importunidad.
Calisto. Comienco por los cabellos : vees tu las madexas
del oro delgado que hilan en Arabia? Mas lindos son z no
resplandecen menos. Su longura hasta el postrero assiento de
sus pies : después, crinados z atados con la delgada cuerda,
30 como ella se los pone, no ha mas menester paraconuertir los
hombres en piedras.
Sempronio. Mas en asnos.
Calisto. Que dizes ?
t
Sempronio. Dixe que essos tales no serian cerdas de asno.
Calisto. Veed, que torpe, z que comparación !
^Sempronio. Tu cuerdo.
Calisto. Los ojos verdes, rasgados, las pestañas luengas,
las cejas delgadas z aleadas, la nariz mediana, la boca
pequeña, los dientes menudos z blancos, los labrios colo-
rados z grosezuelos, el torno del rostro poco mas luengo
que redondo, el pecho alto, la redondeza z forma de las
pequeñas tetas, quien tela podra figurar? que se despereza
el hombre quando las mira! La tez lisa lustrosa, el cuero
suyo escuresce la nieue, la color mezclada, qual ella la esco-
gió para si.
Sempronio. En sus treze esta este necio.
Calisto. Las manos pequeñas en mediana manera, de
dulce carne acompañadas; los dedos luengos, las vñas en
ellos largas z coloradas, que parescen rubies entre perlas.
Aquella proporción que veer yo no pude, no sin duda por
el bulto de fuera juzgo incomparablemente ser mejor que la
que Paris juzgo entre las tres deesas.
Sempronio. Has dicho?
Calisto. Quan breuemente pude.
Sempronio. Puesto que sea todo esso verdad, por ser tu
hombre eres mas digno.
Calisto. En que?
Sempronio. En que ella es imperfeta, por el qual defeto
desea z apetece a ti, z a otro menor que tu. No as leydo
el filosofo do dize : assi como la materia apetece a la forma,
asi la mujer al varón ?
Calisto. O triste, z quando veré yo esso entre mi z
Melibea!
Sempronio. Posible es, z avn que la aborrezcas quanto
agora la amas, podra ser alcanzándola, z viéndola con otros
ojos, libres del engaño en que agora estas.
— 12 —
C alisto. Con que ojos ?
Sempronio. Con ojos claros. v
Calisto. z agora, con que la veo?
Sempronio. Con ojos de alinde, con que lo poco parece
5 mucho, z lo pequeño grande. E porque no te desesperes, yo
quiero tomar esta empresa de complir tu desseo.
Calisto. O, Dios te de lo que desseas, que glorioso me
es oyrte, avnque no espero que lo has de hazer!
Sempronio. Antes lo haré cierto.
10 Calisto. Dios te consuele. El jubón de brocado que ayer
vesti, Sempronio, vístetele tu.
Sempronio. Prospérete Dios por este z por muchos mas
que me darás. De la burla yo me lleuo lo mejor: con todo,
si destos aguijones me da, traergela he hasta la cama.
15 Bueno ando! Hazelo esto que me dio mi amo ; que sin mer-
ced, impossible es obrarse bien ninguna cosa.
Calisto. No seas agora negligente.
Sempronio. No lo seas tu ; que impossible es fazer sieruo
diligente el amo perezoso.
20 Calisto. Como has pensado de fazer esta piedad ?
Sempronio. Yo te lo diré. Dias ha grandes que conozco
en fin desta vezindad vna vieja barbuda que se dize
Celestina, hechizera, astuta, sagaz en quantas maldades
ay. Entiendo que passan de cinco mili virgos los que se
25 han hecho z deshecho por su auctoridad en esta cibdad. A
las duras peñas promouera z prouocara a luxuria, si quiere.
Calisto. Podríala yo fablar ?
Sempronio. Yo te la traeré hasta acá. Por esso aparéjate ;
seyle gracioso, seyle franco: estudia, mientra vo yo, de le
30 dezir tu pena tan bien como ella te dará el remedio.
Calisto. Y tardas ?
Sempronio. Ya voy: quede Dios contigo.
Calisto. z contigo vaya. O todopoderoso, perdurable
Dios! tu que guias los perdidos, e los reyes orientales por
el estrella precedente a Belén truxiste, z en su patria los
reduxiste, humilmente te ruego que guies a mi Sempronio,
en manera que conuierta mi pena z tristeza en gozo, z yo
indigno merezca venir en el deseado fin. 5
Celestina. Albricias, albricias, Elicia. Sempronio, Sem-
pronio.
Elicia. Ce, ce, ce.
Celestina. Porque ?
Elicia. Porque esta aqui Crito. 10
Celestina. Mételo en la camarilla de las escobas : presto.
Dile que viene tu primo z mi familiar.
Elicia. Crito, retráete ay. Mi primo viene : perdida soy.
Crito. Plazeme, no te congoxes.
Sempronio. Madre bendita! Que desseo traygo ! Gracias a 15
Dios que te me dexo ver.
Celestina. Fijo mió, rey mió, turbado me has : no te
puedo fablar. Torna z dame otro abraco, z tres dias podiste
estar sin vernos? Elicia, Elicia, cátale aqui.
Elicia. A quien, madre? 20
Celestina. Sempronio.
Elicia. Ay triste ! Que saltos me da el coracon ! z que
es del ?
Celestina. Vesle aqui, vesle. Yo me lo abracare, que no tu.
Elicia. Ay ! maldito seas, traydor. Postemas landre te 25
mate, z a manos de tus enemigos mueras, z por crimines
dignos de cruel muerte en poder de rigurosa justicia te
veas ! Ay, ay !
Sempronio. Hy, hy, hy! Que has, mi Elicia? de que te
congoxas? 30
Elicia. Tres dias ha que no me ves. Nunca Dios te vea ;
nunca Dios te consuele ni visite. Guay de la triste que en
ti tiene su esperanza z el fin de todo su bien !
— 14 —
Sempronio. Calla, señora mia ; tu piensas que la distancia
del lugar es poderosa de apartar el entrañable amor, el fuego
que esta en mi coracon? Do yo vo, comigo vas, comigo
estas: no te aflijas* ni me atormentes mas de lo que yo he
padecido. Mas di, que passos suenan arriba?
Elicia. Quien ? Vn mi enamorado.
Sempronio. Pues creólo.
Elicia. A la he, verdad es : sube alia z verle has.
Sempronio. Voy.
Celestina. Anda acá : dexa essa loca, que ella es liuiana,
z turbada de tu absencia, sacasla agora de seso. Dirá mili
locuras. Ven z fablemos : no dexemos passar el tiempo en
balde.
Sempronio. Pues quien esta arriba?
Celestina. Quiereslo saber?
Sempronio. Quiero.
Celestina. Vna moca que me encomendó vn frayle.
Sempronio. Que frayle?
Celestina. No lo procures.
Sempronio. Por mi vida, madre, que frayle?
Celestina. Porfías? El ministro, el gordo.
Sempronio. O desauenturada, z que carga espera!
Celestina. Todo lo leuamos. Pocas mataduras as tu visto
en la barriga.
Sempronio. Mataduras no, mas petreras si.
Celestina. Ay burlador !
Sempronio. Dexa si soy burlador, z muestramela.^
Elicia. Ha! don maluado, verla quieres? Los ojos se te
salten : que no basta a ti vna ni otra. Anda, veela, z dexa a
mi para siempre.
Sempronio. Calla, dios mió, z enojaste? que ni la quiero
veer a ella ni a muger nascida. A mi madre quiero fablar, z
quedare a Dios.
— i5 —
Elicia. Anda, anda, vete, desconoscido, z esta otros tres
años que no me bueluas a ver.
Sempronio. Madre mia, bien ternas confianca, z creerás
que no te burlo. Toma el manto, z vamos : que por el
camino sabrás lo que si aqui me tardasse en dezirte, impe- 5
diria tu prouecho z el mió.
Celestina. Vamos. Elicia, quédate a Dios, cierra la
puerta. Adiós, paredes.
Sempronio. O madre mia, todas cosas dexadas aparte,
solamente se atenta, z ymagina en lo que te dixere ; z no 10
derrames tu pensamiento en muchas partes3 que quien junto
en diuersos lugares le pone, en ninguno le tiene, sino por
caso determina lo cierto, z quiero que sepas de mi lo que no
has oydo, e es que jamas pude, después que mi fe contigo
puse, desear bien de que no te cupiesse parte. 1 5
Celestina. Parta Dios, fijo, de lo suyo contigo, que no
sin causa lo hará, siquiera porque has piedad desta pecadora
de vieja. Pero di, no te detengas; que la amistad que entre
ti z mi se afirma, no ha menester preámbulos, ni correlarios,
ni aparejos para ganar voluntad. Abreuia z ven al fecho; que 20
vanamente se dize por muchas palabras lo que por pocas se
puede entender.
Sempronio. Assi es: Calisto arde en amores de Melibea;
de ti z de mi tiene necessidad. Pues juntos nos ha menester,
juntos nos aprouechemos : que conoscer el tiempo z vsar 25
el hombre de la oportunidad, haze los hombres pros-
peros.
Celestina. Bien as dicho, al cabo estoy: basta para mi
mescer el ojo. Digo, que me alegro destas nueuas, como los
cirujanos de los descalabrados. E como aquellos dañan en 30
los principios las llagas z encarecen el prometimiento de la
salud, assi entiendo yo fazer a Calisto. Alargarle he la certe-
nidad del remedio, porque, como dizen, el esperanza luenga
- té —
aflige el coracon, z quanto el la perdiere, tanto ge la pro-
mete. Bien me entiendes.
Sempronio. Callemos, que ala puerta estamos; z como
dizen, las paredes han oydos.
Celestina. Llama.
Sempronio. Tha, tha, tha.
Calisto. Parmeno.
Parmeno. Señor.
Calisto. No oyes, maldito sordo ?
Parmeno. Qus es, señor?
Calisto. A la puerta llaman; corre.
Parmeno. Quien es ?
Sempronio. Abre a mi z a esta dueña.
Parmeno. Señor, Sempronio z vna puta vieja alcoholada
dauan aquellas porradas.
Calisto. Calla, calla, maluado, que es mi tia: corre,
corre, abre. Siempre lo vi, que por huyr hombre de vri
peligro, cae en otro mayor. Por encubrir yo este fecho de
Parmeno, a quien amor, o fidelidad, o temor pusieran freno,
cay en indignación desta que no tiene menor poderío en
mi vida que Dios.
Parmeno. Porque, señor, te matas? Porque, señor, te
congoxas ? z tu piensas que es vituperio en las orejas desta
el nombre que la llame? No lo creas ; que assi se glorifica en
le oyr, como tu quando dizen : diestro cauallero es Calisto.
E demás desto es nombrada, z por tal titulo conocida. Si
entre cient mugeres va, z alguno dize puta vieja, sin ningún
empacho luego buelue la cabeca, z responde con alegre
cara. En los conbites, en las fiestas, en las bodas, en las
confadrias, en los mortuorios, en todos los ayuntamien-
tos de gentes, con ella passan tiempo. Si passa por los I
perros, aquello suena su ladrido ; si esta cerca las aues, otra
Cd§a no cantan; si cerca los ganados, balando lo pre- 1
— 17 —
gonan ; si cerca las bestias, rebuznando dizen puta vieja.
Las ranas de los charcos otra cosa no suelen mentar ;
si va entre los herreros, aquello dizen sus martillos, carpinte-
ros z armeros, herradores, caldereros, arcadores. Todo oficio
de instrumento forma en el ayre su nombre : cantanla los 5
carpinteros; peynanla los peynadores, texedores ; labradores
en las huertas, en las aradas, en las viñas, en las segadas, con
ella passan el afán cotidiano : al perder en los tableros,
luego suenan sus loores : todas cosas que son fazen, a do
quiera que ella esta, el tal nombre representan. O que 10
comedor de hueuos asados era su marido ! Que quieres
mas ! sino si vna piedra toca con otra, luego suena puta
vieja !
Calisto. z tu como lo sabes y la conosces ?
Parmeno. Saberlo has. Dias grandes son passados que mi 15
madre, muger pobre, moraua en su vezindad, la qual, rogada
por esta Celestina, me dio a ella por simiente, avnque ella
no me conoce, por lo poco que la serui, z por la mudanza
que la edad ha hecho.
Calisto. De que la seruias ? 20
Parmeno. Señor, yua a la placa, z trayale de comer, z
acompañauala : suplia en aquellos menesteres que mi tierna
merca bastaua. Pero de aquel poco tiempo que la serui,
recogia la nueua memoria lo que la vejez no ha podido
quitar. Tiene esta buena dueña al cabo de la cibdad, alia 25
cerca de las tenerias en la cuesta del rio, vna casa apartada,
medio cayda, poco compuesta z menos abastada. Ella tenia
seys oficios, conuiene a saber : labrandera, perfumera,
maestra de fazer afeytes z de fazer virgos, alcahueta, z vn
poquito hechizera. Era el primero oficio cobertura de los 30
otros, so color del qual muchas mogas destas simientes
entrauan en su casa a labrarse, z a labrar camisas z gorgue-
ras z otras muchas cosas. Ninguna venia sin torrezno, trigo,
— 18 —
harina, o jarro de vino, z de las otras prouisiones que podían
a sus amas furtar, z avn otros furtillos de mas qualidad allí
se encubrían. Asaz era amiga de estudiantes, z despenseros,
z mogos de abades : e a estos vendía ella aquella sangre
5 innocente de las cuytadillas, la qual ligeramente auenturauan
en esfuerco de la restitución que ella les prometió. Subió su
fecho a mas : que por medio de aquellas, comunicaua con
las mas encerradas, hasta traher a execucion su proposito, z
aquestas, en tiempo onesto como estaciones, processiones
10 de noche, missas del gallo, missas del alúa, z otras secretas
deuociones, muchas encubiertas vi entrar en su casa : tras
ellas hombres descalzos, contritos, z rebocados, desatacados,
que entrauan alli a llorar sus pecados. Que tráfagos, si pien-
sas, traya? faziase física de niños, tomaua estambre de vnas
15 casas, daualo a filar en otras, por achaque de entrar en todas.
Las vnas, madre acá; las otras, madre acullá; cata la vieja,
ya viene el ama, de todos muy conocida. Con todos estos
afanes, nunca pasaua sin missa ni bisperas; ni dexaua
monesterios de frayles ni de monjas : esto porque alli fazia
20 ella sus aleluyas z conciertos, z en su casa fazia perfumes,
falsaua estoraques, menjuy, animes, ámbar, algalia, poluillos,
almizcles, mosquetes. Tenia vna cámara llena de alambiques,
de redomillas, de barrilejos de barro, de vidrio, de arambre,
de estaño, hechos de mili faziones ; hazia solimán, afeyte
25 cozido, argentadas, bujelladas, cerillas, llanillas, vnturillas,
lustres, luzentores, clarimientes, alualinos, e otras aguas de
rostro, de rasuras de gamones, de cortezas de spantalobos,
de taraguntia, de hieles, de agraz, de mosto, destiladas z
acucaradas. Adelgazaua los cueros con <;umos de limones,
30 con turuino, con tuétano de corqo z de garca, z otras confa-
ciones. Sacaua aguas para oler de rosas, de azahar, de jasmin,
de trébol, de madreselua, z clauellinas mosquetas z almiz-
cladas, poluorizadas con vino. Hazia lexias para enrubiar,
— 19 —
de sarmientos, de carrasca, de centeno, de marrubios, con
salitre, con alumbre, z millifolia, z otras diuersas cosas. E
los vntos z mantecas que tenia, es hastio de dezir : de vaca,
de osso, de cauallos, z de camellos, de culebra, z de conejo,
de vallena, de garc,a, z de alcarauan, z de gamo, z de gato 5
montes, z de texon, de harda, de herizo, de nutria. Apare-
jos para baños : esto es vna marauilla, de las yemas z rayzes
que tenia en el techo de su casa colgadas : manganilla z
romero, maluaviscos, culantrillo, coronillas, flor de saúco
z de mostaza, espliego z laurel blanco, tortarosa z gramo- 10
nilla, flor saluaje z higueruela, pico de oro z hoja tinta.
Los azeytes que sacaua para el rostro, no es cosa de creer.
De estoraque, z de jazmin, de limón, de pepitas, de viole-
tas, de menjuy, de alfocigos, de piñones, de granillo, de
a^ofeyfas, de neguilla, de altramuzes, de aruejas, z de cari- 15
lias, z de yerua paxarera ; e vn poquillo de balsamo tenia ella
en vna redomilla, que guardaua para aquel rascuño que tiene
por las narizes. Esto de los virgos, vnos fazia de bexiga, z
otros curaua de punto. Tenia en vn tabladillo, en vna caxuela
pintada, agujas delgadas de pellejeros, z hilos de seda encera- 20
dos, z colgadas allí rayzes de hojaplasma z fuste sanguino,
cebolla albarrana, z cepacauallo : hazia con esto marauillas,
que quando vino por aqui el embaxador francés, tres vezes
vendió por virgen vna criada que tenia.
Calisto. Asi pudiera ciento. 25
Parmeno. Si, santo Dios ! z remediaua por caridad muchas
huérfanas z erradas que se encomendauan a ella. E en otro
apartado tenia para remediar amores, z para se querer bien.
Tenia huessos de coraron de cieruo, lengua de biuora, cabe-
cas de codornizes, sesos de asno, tela de cauallo, mantillo de 30
niño, haua morisca, guija marina, soga de ahorcado, flor de
yedra, espina de erizo, pie de texo, granos de helehecho, la
piedra del nido del águila, z otras mili cosas. Venían a ella
— 20 —
muchos hombres z mugeres ; z a vnos demandaua el pan do
mordían, a otros de su ropa, a otros de sus cabellos : a otros
pintaua en la palma letras con azafrán, a otros con bermellón,
a otros daua vnos corazones de cera llenos de agujas quebra-
5 das, z otras cosas en barro z en plomo hechas, muy espan-
tables al ver. Pintaua figuras, dezia palabras en tierra. Quien
te podra dezir lo que esta vieja fazia? z todo era burla z
mentira.
Calisto. Bien esta, Parmeno, dexalo para mas oportuni-
io dad. Asaz soy de ti auisado, tengotelo en gracia. No nos
detengamos, que la necessidad desecha la tardanza. Oye,
aquella viene rogada ; espera mas que deue : vamos, no se
indigne. Yo temo, z el temor reduze la memoria z a la pro-
uidencia despierta. Sus : vamos, proueamos. Pero ruegote,
15 Parmeno, la embidia de Sempronio, que en esto me sirue z
complaze, no ponga impedimento en el remedio de mi vida :
que si para el houo jubón, para ti no faltara sayo. Ni pienses
que tengo en menos tu consejo z auiso que su trabajo z
obra : como lo espiritual sepa yo que precede a lo corporal,
20 z que puesto que las bestias corporalmente trabajen mas que
los hombres, por esso son pensadas z curadas, pero no ami-
gas dellos. En la tal diferencia seras comigo en respeto de
Sempronio; z so secreto sello, pospuesto el dominio, por
tal amigo a ti me concedo.
25 Parmeno. Quexome, Calisto, de la dubda de mi fidelidad
z seruicio, por los prometimientos z amonestaciones tuyas.
Quando me viste, señor, embidiar, o por ningún interesse
ni resabio tu prouecho estorcer ?
Calisto. No te escandalizes : que sin dubda tus costum-
30 bres z gentil crianca en mis ojos ante todos los que me simen
están. Mas como en caso tan arduo, do todo mi bien z vida
pende, es necessario proueer, proueo a los contescimientos :
como quiera que creo que tus buenas costumbres sobre buen
— 21 —
natural flore-scen, como el buen natural sea principio del artifi-
cio. E no mas, sino vamos a ver la salud.
Celestina. Pasos oyó : acá descienden. Haz, Sempronio,
que no lo oyes; escucha, zdexame hablar lo que a ti z a mi
conuiene. 5
Sempronio. Habla.
Celestina. No me congoxes, ni me importunes : que sobre-
cargar el cuydado, es aguijar al animal congoxoso. Assi sien-
tes la pena de tu amo Calisto, que parece que tu eres el z el
tu, z que los tormentos son en vn mismo subjeto. Pues cree 10
que yo no vine acá por dexar este pleyto indeciso, o morir
en la demanda.
Calisto. Parmeno, detente, ce, escucha, que hablan estos :
veamos en que viuimos. O notable muger, o bienes munda-
nos, indignos de ser poseydos de tan alto coraron ! O fiel z 15
verdadero Sempronio ! Has visto, mi Parmeno ? oyste ? tengo
razón ? Que me dizes, rincón de mi secreto, z consejo z alma
mia ?
Parmeno. Protestando mi innocencia en la primera sos-
pecha, z cumpliendo con la fidelidad, porque te me conce- 20
diste, hablare. Oyeme, z el afecto no te ensorde, ni la espe-
ranza del deleyte te ciegue. Tiemplate, z no te apresures;
que muchos, con codicia de dar en el fiel, yerran el blanco.
Avnque soy moco, cosas he visto asaz, z el seso z la vista
de las muchas cosas demuestran la experiencia. De verte o de 25
oyrte descender por la escalera, parlan lo que estos fingida-
mente han dicho, en cuyas falsas palabras pones el fin de tu
deseo.
Sempronio. Celestina, ruynmente suena lo que Parmeno
dize. 3°
Celestina. Calla, que para la mi santiguada, do vino el
asno vendrá el albarda. Dexame tu a Parmeno, que yo te le
haré vno de nos : z de lo que houieremos, démosle parte ;
— 22 —
que los bienes, si no son comunicados, no son bienes. Gane-
mos todos, partamos todos, holguemos todos : yo te le traeré
manso z benigno a picar el pan en el puño, z seremos dos
a dos, z como dizen, tres al mohíno.
5 Calisto. Sempronio.
Sempronio. Señor.
Calisto. Que hazes, llaue de mi vida? Abre. O Parmeno,
ya la veo; sano soy, viuo so. Miras que reuerenda persona?
que acatamiento? Por la mayor parte, por la philosomia es
io conocida la virtud interior. O vejez virtuosa! O virtud enueje-
cida ! O gloriosa esperanza de mi desseado fin ! O fin de mi
deleytosa esperanza ! O salud de mi passion, reparo de mi
tormento, regeneración mia, viuificacion de mi vida, resur-
recion de mi muerte ! Deseo llegar a ti, cobdicio besar essas
15 manos llenas de remedio. La indignidad de mi persona lo
embarga. Dende aqui adoro la tierra que huellas z en reue-
rencia tuya beso.
Celestina. Sempronio, de aquellas viuo yo ? Los huessos
que yo roy piensa este necio de tu amo de darme a comer :
20 pues al le sueño, al freyr lo vera. Dile que cierre la boca z
comience abrir la bolsa, que de las obras dudo, quanto mas
de las palabras. Xo, que te estriego, asna coxa : mas hauias
de madrugar.
Parmeno. Guay de orejas que tal oyen ! Perdido es, quien
25 tras perdido anda. O Calisto desauenturado, abatido, ciego!
z en tierra esta adorando a la mas antigua z puta tierra, que
fregaron sus espaldas en todos los burdeles ! Deshecho es,
vencido es, caydo es, no es capaz de ninguna redención, ni
consejo, ni esfuerco.
3o Calisto. Que dezia la madre? Paresceme que pensaua que
le ofrescia palabras por escusar galardón.
Sempronio. Assi lo sentí.
Calisto. Pues ven comigo, trae las llaues, que yo sanare
su duda.
Sempronio. Bien faras, z luego vamos ; que no se deue
dexar crescer la yerua entre los panes, ni la sospecha en los
coracones de los amigos, sino alimpiarla luego con el escar-
dilla de las buenas obras.
■^Celestina. Plazeme, Parmeno, que hauemos auido opor-
tunidad para que conozcas el amor mió contigo, z la parte
que en mi inmérito tienes ; z digo inmérito, por lo que te he
oydo dezir, de que no hago caso. Porque virtud nos amonesta
sufrir las tentaciones, z no dar mal por mal; z especial 10
quando somos tentados por mo^os, z no bien instruios en lo
mundano, en que con necia lealdad pierdan a si z sus amos,
como agora tu a Calisto. Bien te oy ; z no pienses que el oyr
con los otros exteriores sesos mi vejez aya perdido : que no
solo lo que veo, oyó z conozco, mas avn lo intrinseco con 15
los intelectuales ojos penetro. Has de saber, Parmeno, que
Calisto anda de amor quexoso ; z no lo juzgues por eso por
flaco, que el amor imperuio todas las cosas vence, z sabe, si
no sabes, que dos conclusiones son verdaderas : la primera,
que es ,forcoso el hombre amar a la muger z la muger al 20
hombre; la segunda, que el que verdaderamente ama, es
necessario que se turbe con la dulcura del soberano deleyte
que por el hazedor de las cosas fue puesto, porque el linaje
de los hombres perpetuase, sin lo qual peresceria. E no
solo en la humana especie, mas en los pesces, en las bestias, 25
en las aues, en las reptilias, e en lo vegetatiuo algunas
plantas han este respeto, si sin interposición de otra cosa
en poca distancia de tierra están puestas : en que ay deter-
minación de heruolarios z agricultores ser machos z
hembras. Que dirás a esto, Parmeno ? Neciuelo, loquito, 30
angélico, perlica, simplezico, lobitos en tal gestico ?
Llégate acá, putico, que no sabes nada del mundo, ni
de sus deleytes. Mas rauia mala me mate, si te llego a
Calisto. Astuto hablas, vamos, z no tardemos.
5
— 24 —
mi, avnque vieja ; que la voz tienes ronca, las barbas
te apuntan. Mal sosegadilla deues tener la punta de la
barriga.
Parmeno. Como cola de alacrán.
5 Celestina, z avn peor : que la otra muerde sin hinchar,
z la tuya hincha por nueue meses.
Parmeno. Hy, hy, hy!
Celestina. Rieste, landrezilla, fijo ?
Parmeno. Calla, madre, no me culpes, ni me tengas,
10 avnque mo^o, por insipiente. Amo a Calisto, porque le deuo
fidelidad, por enanca, por beneficios, por ser del honrrado z
bien tratado, que es la mayor cadena que el amor del seruidor
al seruicio del señor prende, quanto lo contrario aparta. Veole
perdido ; z no ay cosa peor, que yr tras desseo sin esperanza
15 de buen fin; z especial, pensando remediar su hecho tan
arduo z difícil con vanos consejos z necias razones de aquel
bruto Sempronio, que es pensar sacar aradores a pala z aca-
don. No lo puedo sufrir; digolo, z lloro.
Celestina. Parmeno, tu no vees que es necedad o simpleza
20 llorar por lo que con llorar no se puede remediar ?
Parmeno. Por esso lloro, que si con llorar fuesse possible
traer a mi amo el remedio, tan grande seria el plazer de la tal
esperanza, que de gozo no podria llorar ; pero assi perdida ya
la esperanza, pierdo el alegría, z lloro.
25 Celestina. Lloraras sin prouecho por lo que llorando
estoruar no podras, ni sanarlo presumas. A otros no ha con-
tecido esto, Parmeno ?
Parmeno. Si ; pero a mi amo no le querría doliente.
Celestina. No lo es : mas avnque fuesse doliente, podria
30 sanar.
Parmeno. No curo de lo que dizes, porque en los bienes
mejor es el acto que la potencia; z en los males mejor la
potencia que el acto. Assi que mejor es ser sano, que
— 25 —
poderlo ser ; z mejor es poder ser doliente, que ser enfermo
por acto, z por tanto es mejor tener la potencia en el mal,
que el acto.
Celestina. O maluado, como que no se te entiende ! Tu
no sientes su enfermedad. Que has dicho hasta agora? De 5
que te quexas ? Pues burla, o di por verdad lo falso, z cree
lo que quisieres : que el es enfermo por acto, z el poder ser
sano es en mano desta flaca vieja.
Parmeno. Mas desta flaca puta vieja.
Celestina. Putos dias viuas, vellaquillo : z como te 10
atreues ?
Parmeno. Como te conozco.
Celestina. Quien eres tu ?
Parmeno. Quien? Parmeno, hijo de Alberto tu compa-
dre, que estuue contigo vn mes, que te me dio mi madre 15
quando morauas a la cuesta del rio, cerca de las tenerias.
Celestina. Jesu, Jesu, Jesu ! e tu eres Parmeno, hijo de la
Claudiana ?
Parmeno. A la he, yo.
Celestina. Pues fuego malo te queme, que tan puta . 20
vieja era tu madre como yo. Porque me persigues, Parme-
nico? El es, el es, por los sanctos de Dios. Allégate a mi;
ven acá, que mili agotes z puñadas te di en este mundo, z
otros tantos besos. Acuerdaste quando dormías a mis pies,
loquito ? 25
Parmeno. Si, en buena fe ; z algunas vezes, avnque era
niño, me subias a la cabecera, z me apretauas contigo, z
porque olias a vieja me fuya de ti.
Celestina. Mala landre te mate : z como lo dize el desuer-
gongado ! Dexadas burlas z pasatiempos, oye agora, mi fijo, 30
z escucha : que avnque a vn fin soy llamada, a otro so
venida, z maguera que contigo me aya fecho de nueuas, tu
eres la causa. Hijo, bien sabes como tu madre, que Dios aya,
— 26 -
te me dio, viniendo tu padre ; el qual, como de mi te fueste,
con otra ansia no murió, sino con la incertedumbre de tu
vida z persona : por la qual absencia algunos años de su
vejez sufrió angustiosa z cuydosa vida ; z al tiempo que
5 della passo, embio por mi, z en su secreto te me encargo, z
me dixo sin otro testigo, sino aquel que es testigo de todas
las obras z pensamientos, z los corazones z entrañas escu-
driña, al qual puso entre el z mi, que te buscasse, z alle-
gasse, z abrigase, z quando de complida edad fueses, tal que
io en tu viuir supieses tener manera z forma, te descubriesse
adonde dexo encerrada tal copia de oro z plata, que basta mas
que la renta de tu amo Caliste z porque ge lo prometí, z
con mi promessa lleuo descanso, z la fe es de guardar mas
que a los viuos a los muertos, que no pueden hazer por si,
15 en pesquisar seguimiento tuyo yo he gastado asaz tiempo
z quantias, hasta agora que ha plazido aquel, que todos
los cuydados tiene, z remedia las justas peticiones, z las pia-
dosas obras endereca, que te hallase aqui, donde solos ha
tres dias que se que moras. Sin duda dolor he sentido,
20 porque has por tantas partes vagado z peregrinado, que
ni has hauido prouecho, ni ganado debdo ni amistad. Que,
como Séneca nos dize, los peregrinos tienen muchas posa-
das z pocas amistades, porque en breue tiempo con nin-
guno no pueden firmar amistad. E el que esta en muchos
25 cabos, no esta en ninguno ; ni puede aprouechar el manjar
a los cuerpos, que en comiendo se langa ; ni ay cosa que
mas la sanidad impida, que la diuersidad z mudanca z varia-
ción de los manjares ; z nunca la llaga viene a cicatrizar,
en la qual muchas melezinas se tientan ; ni conualesce la
30 planta que muchas vezes es traspuesta ; ni ay cosa tan
prouechosa, que en llegando aproueche. Por tanto, mi hijo,
dexa los Ímpetus de la juuentud, z tórnate con la doctrina
de tus mayores a la razón ; reposa en alguna parte, z donde
— 27 —
mejor qué en mi voluntad, en mi animo, en mi consejo, a
quien tus padres te remetieron ? z yo assi como verdadera
madre tuya te digo, so las maldiciones que tus padres te
pusieron si me fuesses inobediente, que por el presente
sufras z siruas a este tu amo que procuraste, hasta en ello 5
hauer otro consejo mió. Pero no con necia lealdad, propo-
niendo firmeza sobre lo mouible, como son estos señores
deste tiempo. E tu, gana amigos, que es cosa durable; ten
con ellos constancia, no viuas en flores ; dexa los vanos pro-
metimientos de los señores, los quales desechan la substan- 10
cia de sus simientes con huecos z vanos prometimientos :
como la sanguijuela saca la sangre, desagradescen, injurian,
oluidan seruicios, niegan galardón. Guay de quien en pala-
cio enuejece ! Como se escriue de la probatica piscina,
que de ciento que entrauan, sanaua vno. Estos señores 15
deste tiempo mas aman a si, que a los suyos ; z no yerran :
los suyos ygualmente lo deuen hazer. Perdidas son las mer-
cedes, las magnificencias, los actos nobles : cada vno destos
catiuan, z mezquinamente procuran su interesse con los
suyos. Pues aquellos no deuen menos hazer, como sean en 20
facultades menores, sino viuir a su ley. Digolo, fijo Parmeno,
porque este tu amo, como dizen, me parece rompenecios :
de todos se quiere seruir sin merced. Mira bien, créeme : en
su casa cobra amigos, que es el mayor precio mundano ; que
con el no pienses tener amistad, como por la diferencia de 25
los estados o condiciones pocas vezes contezca. Caso es ofre-
cido, como sabes, en que todos medremos, z tu por el pre-
sente te remedies : que lo al que te he dicho, guardado te
esta a su tiempo, z mucho te aprouecharas siendo amigo de
Sempronio. 30
Parmeno. Celestina, todo tremo de oyrte : no se que
haga; perplexo esto. Por vna parte tengote por madre, por
otra a Calisto por amo. Riqueza desseo ; pero quien torpe-
— 28 —
mente sube a lo alto, mas ayna caye que subió. No querría
bienes mal ganados.
Celestina. Yo si : a tuerto o a derecho, nuestra casa hasta
el techo.
5 Parmeno. Pues yo con ellos no viuiria contento, z tengo
por onesta cosa la pobreza alegre ; e avn mas te digo, que
no los que poco tienen son pobres, mas los que mucho des-
sean, z por esto, avnque mas digas, no te creo en esta parte.
Querría pasar la vida sin embidia, los yermos z aspereza
10 sin temor, el sueño sin sobresalto, las injurias con res-
puesta, las fuerzas sin denuesto, las premias con resis-
tencia.
Celestina. O hijo, bien dizen que la prudencia no puede
ser sino en los viejos : z tu mucho eres mogo.
15 Parmeno. Mucho segura es la mansa pobreza.
Celestina. Mas di, como Mayor, que la 'fortuna ayuda a
los osados : z demás desto, quien que tenga bienes en la
república, que escoja viuir sin amigos? Pues, loado Dios,
bienes tienes ; z no sabes que has menester amigos para los
20 conseruar ? z no pienses que tu priuanca con este señor te
haze seguro : que quanto mayor es la fortuna, tanto es menos
segura ; z por tanto, en los infortunios el remedio es a los
amigos. E adonde puedes ganar mejor este debdo, que donde
las tres maneras de amistad concurren ? conuiene a saber :
25 por bien, z prouecho, z deleyte. Por bien, mira la voluntad
de Sempronio conforme a la tuya, z la gran similitud que
tu z el en la virtud teneys. Por prouecho, en la mano esta,
si soys concordes. Por deleyte, semejable es, como seays
en edad dispuestos para todo linaje de plazer, en que mas
30 los mogos que los viejos se juntan : assi como para jugar,
para vestir, para burlar, para comer z beuer, para negociar
amores, juntos de compañía. O si quisiesses, Parmeno,
que vida gozaríamos! Sempronio ama a Elicia, prima de
Areusa.
— 29 —
Parmen.o. De Areusa ?
Celestina. De Areusa.
Parmeno. De Areusa, hija de Eliso ?
Celestina. De Areusa, hija de Eliso.
Parmeno. Cierto? 5
Celestina. Cierto.
Parmeno. Marauillosa cosa es.
Celestina. Pero bien te parece ?
Parmeno. No cosa mejor.
Celestina. Pues tu buena dicha quiere, aqui esta quien te 10
la dará.
Parmeno. Mi fe, madre, no creo a nadie.
Celestina. Estremo es creer a todos, z yerro no creer a
ninguno.
Parmeno. Digo que te creo, pero no me atreuo : 15
dexame.
Celestina. O mezquino ! De enfermo coraron es no poder
sufrir el bien. Da Dios hauas a quien no tiene quixadas. O
simple! Dirás que adonde ay mayor entendimiento, ay menor
fortuna.; z donde mas discreción, alli es menor la fortuna; 20
dichas son.
Parmeno. O Celestina! Oydo he a mis mayores, que vn
enxemplo de luxuria o auaricia mucho mal haze ; z que con
aquellos deue hombre conuersar, que le fagan mejor ;
z aquellos dexar, a quien el mejores piensa hazer. E Sempro- 25
nio en su exemplo no me hará mejor, ni yo a el sanare su
vicio. E puesto que yo a lo que dizes me incline, solo yo
querria saberlo ; porque a lo menos por el exemplo fuese
oculto el pecado. E si hombre vencido del deleyte va contra
la virtud, no se atreua a la honestad. 30
Celestina. Sin prudencia hablas, que de ninguna cosa es
alegre possession sin compañia. No te retrayas ni amargues,
que la natura huye lo triste, z apetece lo delectable. El
— 3o —
deleyte es con los amigos en las cosas sensuales, z especial
en recontar las cosas de amores z comunicarlas : esto hize,
esto otro me dixo, tal donayre passamos, de tal manera la
tome, assi la bese, assi me mordió, assi la abrace, assi se
5 allego. O que fabla, o que gracia, o que juegos, p que besos!
Vamos alia, boluamos acá, ande la música, pintemos los
motes, canten canciones, inuenciones, justemos. Que cimera
sacaremos, o que letra ? Ya va a la missa, mañana saldrá,
rondemos su calle, mira su carta, vamos de noche, tenme el
10 escala, aguarda a la puerta, como te fue? cata el cornudo,
sola la dexa, dale otra buelta, tornemos alia. E para esto,
Parmeno, ay deleyte sin compañia ? A la he, a la he, la que
las sabe las tañe : este es el deleyte, que lo al mejor fazen los
asnos en el prado.
15 Parmeno. No querría, madre, me combidasses a consejo
con amonestación de deleyte, como hizieron los que cares-
ciendo de razonable fundamento, opinando hizieron sectas
embueltas en dulce veneno para captar z tomar las voluntades
de los flacos, z con poluos de sabroso afeto cegaron los ojos
20 de la razón.
Celestina. Que es razón, loco ? Que es afeto, asnillo ? La
discreción que no tienes lo determina : e de la discreción
mayor es la prudencia : z la prudencia no puede ser sin espe-
rimento : z la esperiencia no puede ser mas que en los vie-
25 jos : e los ancianos somos llamados padres : e los buenos
padres bien aconsejan a sus hijos : z especial yo a ti, cuya
vida z honrra mas que la mia deseo. E quando me pagaras tu
esto ? Nunca, pues a los padres z a los maestros no puede ser
fecho seruicio ygualmente.
30 Parmeno. Todo me recelo, madre, de recebir dudoso con-
sejo.
Celestina. No quieres ? Pues dezirte he lo que dize el
sabio : al varón que con dura ceruiz al que le castiga
— 3i —
menosprecia, arrebatado quebrantamiento le verna, z sani-
dad ninguna le consiguira. E assi, Parmeno, me despido de
ti, z deste negocio.
Parmeno. Ensañada esta mi madre : duda tengo en su con-
sejo : yerro es no creer, z culpa creerlo todo. Mas humano 5
es confiar, mayormente en esta que interesse promete, ado
prouecho nos puede allende de amor conseguir. Oydo he,
que deue hombre a sus mayores creer. Esta, que me acon-
seja? Paz con Sempronio : la paz no se deue negar; que
bienauenturados son los pacificos, que fijos de Dios serán 10
llamados. Amor no se deue rehuyr, caridad a los hermanos :
interesse pocos le apartan ; pues quierola complazer z oyr.
Madre, no se deue ensañar el maestro de la ignorancia del
discipulo ; sino raras vezes por la sciencia, que es de su
natural comunicable, z en pocos lugares se podria infun- 15
dir. Por eso, perdóname, habíame; que no solo quiero
oyrte z creerte, mas en singular merced rescibir tu consejo.
E no me lo agradezcas, pues el loor z las gracias de la
ación, mas al dante que no al recibiente se deuen dar.
Por essp manda, que a tu mandado mi consentimiento se 20
humilla.
Celestina. De los hombres es errar, z bestial es la porfía :
por ende gozóme, Parmeno, que ayas limpiado las turbias
telas de tus ojos, z respondido al recognoscimiento, discre-
ción z ingenio sotil de tu padre ; cuya persona, agora repre- 25
sentada en mi memoria, enternece los ojos piadosos por do
tan abundantes lagrimas vees derramar. Algunas vezes duros
propósitos, como tu, defendia ; pero luego tornaua a lo
cierto. En Dios z en mi anima, que en ver agora lo que has
porfiado, z como a la verdad eres reduzido, no parece sino 30
que viuo le tengo delante. O que persona, o que hartura,
o que cara tan venerable ! Pero callemos, que se acerca
Calisto, z tu nueuo amigo Sempronio, con quien tu con-
— 3* —
formidad para mas oportunidad dexo : que dos en vn
coracon viuiendo, son mas poderosos de hazer z de enten-
der.
Calisto. Dubda traygo, madre, según mis infortunios, de
5 hallarte viua; pero mas es marauilla, según el deseo de
como llego viuo. Recibe la dadiua pobre de aquel que con
ella la vida te ofrece.
Celestina. Como en el oro muy fino labrado por la mano
del sotil artífice, la obra sobrepuja a la materia, asi se auen-
10 taja a tu magnifico dar la gracia z forma de tu dulce liberali-
dad, z sin duda la presta dadiua su efeto ha doblado ; porque
la que tarda, el prometimiento muestra negar z arrepentirse
del don prometido.
Parmeno. Que le dio, Sempronio ?
15 Sempronio. Cient monedas de oro.
Parmeno. Hy, hy, hy!
Sempronio. Hablo contigo la madre?
Parmeno. Calla, que si.
Sempronio. Pues como estamos?
20 Parmeno. Como quisieres, avnque estoy espantado.
Sempronio. Pues calla, que yo te haré espantar dos
tanto.
Parmeno. O Dios! No ay pestilencia mas eficaz quel ene-
migo de casa para empecer.
25 Calisto. Ve agora, madre, z consuela tu casa : z después
ven, z consuela la mia, z luego.
Celestina. Quede Dios contigo.
Calisto. z el te me guarde.
— B
ARGUMENTO DEL SEGUNDO AUTO
Partida Celestina de Calisto para su casa, queda Calisto hablando coft
Sempronio, criado suyo; al qual, como quien en alguna esperanea puesto
esta, tpdo aguijar le parece tardanca. Embia de si a Sempronio a solicitar a
Celestina para el concebido negocio. Quedan entretanto Calisto z Parmeno
juntos razonando.
Calisto. Hermanos mios, cient monedas di a la madre :
hize bien ?
Sempronio. Hay, si fiziste bien ! Allende de remediar tu
vida, ganaste muy gran honrra. z para que es la fortuna
fauorable z prospera, sino para seruir a la honrra, que es el 5
mayor de los mundanos bienes? Que esto es premio z galar-
dón de la virtud ; z por esso la damos a Dios, porque no
tenemos mayor cosa que le dar; la mayor parte de la qual
consiste en la liberalidad z franqueza. A esta los duros teso-
ros comunicables la escurescen z pierden, z la magnificencia 10
z liberalidad la ganan z subliman. Que aprouecha tener lo
que se niega aprouechar ? Sin dubda te digo, que es mejor el
vso de las riquezas que la possesion dellas. O que glorioso
es el dar ! o que miserable es el recebir ! Quanto es mejor el
acto que la posession, tanto es mas noble el dante quel 15
recibiente. Entrelos elementos el fuego, por ser mas actiuo,
es mas noble, z en las esperas puesto en mas noble lugar. E
dizen algunos, que la nobleza es vna alabanca que prouiene
de los merecimientos z antigüedad de los padres : yo digo,
que la agena luz nunca te hará claro, si la propia no tienes. 20
E por tanto no te estimes en la claridad de tu padre, que tan
magnifico fue, sino en la tuya, z assi se gana la honrra, que
es el mayor bien de los que son fuera de hombre : de lo
qual no el malo, mas el bueno, como tu, es digno que tenga
3
— 34 —
perfeta virtud. E avn mas te digo, que la virtud perfeta
no pone que sea fecha con digno honor: por ende goza de
hauer seydo assi magnifico z liberal ; z de mi consejo, tórnate
a la cámara z reposa, pues que tu negocio en tales manos
esta depositado : de donde ten por cierto, pues el comiendo
lleuo bueno, el fin sera muy mejor ; z vamos luego, porque
sobre este negocio quiero hablar contigo mas largo.
Calisto. Sempronio, no me parece buen consejo quedar
yo acompañado, z que vaya sola aquella que busca el reme-
dio de mi mal. Mejor sera que vayas con ella, z la aquexes ;
pues sabes que de su diligencia pende mi salud, de su tardanca
mi pena, de su oluido mi desesperanza. Sabido eres, fiel te
siento, por buen criado te tengo: faz de manera, que en
solo verte ella a ti, juzgue la pena que a mi queda, z fuego
que me atormenta; cuyo ardor me causo no poder mostrarle
la tercia parte de mi secreta enfermedad, según tiene mi
lengua z sentido ocupados z consumidos. Tu, como hombre
libre de tal passion, hablarla has a rienda suelta.
Sempronio. Señor, querría yr por complir tu mandado,
querria quedar por aliuiar tu cuydado. Tu temor me aquexa,
tu soledad me detiene. Quiero tomar consejo con la obe-
diencia, que es yr, z dar priessa a la vieja. Mas como yre,
que en viéndote solo, dizes desuarios de hombre sin seso ?
Sospirando, gimiendo, mal trobando, holgando con lo escuro,
deseando soledad, buscando nueuos modos de pensatiuo
tormento; donde si perseueras, o de muerto o loco no
podras escapar, si siempre no te acompaña quien te allegue
plazeres, diga donayres, tanga canciones alegres, cante
romances, cuente ystorias, pinte motes, finja cuentos,
juegue a naypes, arme mates: finalmente que sepa buscar
todo genero de dulce passatiempo para no dexar trasponer
tu pensamiento en aquellos crueles desuios que rescebiste
de aquella señora en el primer trance de tus amores.
— 35 "
Calisto. Como, simple, no sabes que aliuia la pena llorar
la causa ? quanto es dulce a los tristes quexar su passion ?
quanto descanso traen consigo los quebrantados sospiros ?
quanto relieuan z diminuyen los lagrimosos gemidos el
dolor ? Quantos escriuieron consuelos, no dizen otra 5
cosa.
Sempronio. Lee mas adelante, buelue la hoja, fallaras que
dizen que fiar en lo temporal, z buscar materia de tristeza,
que es ygual genero de locura, z aquel Macias, ydolo de los
amantes, del oluido porque le oluidaua, se quexaua. En el 10
contemplar esta la pena de amor, en el oiuidar el descanso.
Huye de tirar cozes al aguijón : finge alegría z consuelo, z
serlo ha. Que muchas vezes la opinión trae las cosas donde
quiere, no para que mude la verdad, pero para moderar
nuestro sentido z regir nuestro juyzio. 15
Calisto. Sempronio amigo, pues tanto sientes mi sole-
dad, llama a Parmeno, quedara comigo. z de aqui ade-
lante sey, como sueles, leal; que en el seruicio del criado
esta el galardón del señor.
Parmeno. Aqui estoy, señor. 20
Calisto. Yo no, pues no te veya. No te partas della,
Sempronio, ni me oluides a mi, z ve con Dios. Tu, Par-
meno, que te parece de lo que oy ha pasado ? Mi pena es
grande, Melibea alta, Celestina sabia z buena maestra destos
negocios. No podemos errar: tu me la has aprouado con 25
toda tu enemistad. Yo te creo; que tanta es la fuerza de la
verdad, que las lenguas de los enemigos trae a si. Assi que,
pues ella es tal, mas quiero dar a esta cient monedas que a
otra cinco.
Parmeno. Ya las lloras? Duelos tenemos : en casa se 30
hauran de ayunar estas franquezas.
Calisto. Pues pido tu parecer, seyme agradable, Par-
meno. No abaxes la cabera al responder : mas como la embi-
— 36 "
día es triste, la tristeza sin lengua, puede mas contigo sü
voluntad que mi temor. Que dixíste, enojoso ?
Parmeno. Digo, señor, que yrian mejor empleadas tus
franquezas en presentes z seruicios a Melibea, que no dar
5 dineros aquella que yo me conozco ; z lo que peor es,
fazerte su catiuo.
Calisto. Como, loco, su catiuo?
Parmeno. Porque a quien dizes el secreto, das tu libertad.
Calisto. Algo dize el necio ; pero quiero que sepas que
10 quando ay mucha distancia del que ruega al rogado, o por
grauedad de obediencia, o por señorio de estado, o esquiui-
dad de genero, como entre esta mi señora z mi, es necessa-
rio intercessor o medianero, que suba de mano en mano mi
mensaje hasta los oydos de aquella a quien yo segunda vez
15 hablar tengo por impossible. z pues que asi es, dime si lo
fecho aprueuas.
Parmeno. Aprueuelo el diablo.
Calisto. Que dizes?
Parmeno. Digo, señor, que nunca yerro vino desacom-
20 pañado, z que vn inconueniente es causa z puerta de
muchos.
Calisto. El dicho yo le aprueuo : el proposito no
entiendo.
Parmeno. Señor, porque perderse el otro dia el nebli fue
25 causa de tu entrada en la huerta de Melibea a le buscar: la
entrada causa de la ver z hablar : la habla engendro amor : el
amor parió tu pena : la pena causara perder tu cuerpo, raima,
z hazienda : z lo que mas dello siento, es venir a manos
de aquella trotaconuentos, después de tres vezes emplumada.
30 Calisto. Assi, Parmeno, di mas deso, que me agrada,
pues mejor me parece, quanto mas la desalabas. Cumpla
comigo, z emplúmenla la quarta. Desentido eres, sin
pena hablas : no te duele donde a mi, Parmeno.
— 37 —
Parmeno. Señor, mas quiero que ayrado me reprehendas,
porque te do enojo, que arrepentido me condenes, porque
no te di consejo : pues perdiste el nombre de libre, quando
cautiuaste la voluntad.
Calisto. Palos querrá este vellaco. Di, mal criado, 5
porque dizes mal de lo que yo adoro ? z tu, que sabes
de honrra? Dime, que es amor? En que consiste buena
crianca, que te me vendes por discreto ? No sabes que el
primer escalón de locura es creerse ser sciente ? Si tu
sintiesses mi dolor, con otra agua rociarías aquella ardiente 10
llaga que la cruel frecha de Cupido me ha causado. Quanto
remedio Sempronio acarrea con sus pies, tanto apartas tu
con tu lengua, con tus vanas palabras. Fingiéndote fiel, eres
vn terrón de lisonja, bote de malicias, el mismo mesón z
aposentamiento de la embidia, que por disfamar la vieja a 15
tuerto o a derecho, pones en mis amores desconfianza; pues
sabe que esta mi pena z flutuoso dolor no se^rí^e por razón,
no quiere auisos, carece de consejo : z si alguno se le diere,
tal que no parte ni desgozne lo que sin las entrañas no podra
despegarse. Sempronio temió su yda z tu quedada: yo qui- 20
selo to^o ; z assi me padezco su absencia z tu presencia.
Valiera mas solo, que mal acompañado.
Parmeno. Señor, flaca es la fidelidad que temor de pena la
conuierte en lisonja, mayormente con señor a quien dolor
o afición priua z tiene ageno de su natural juyzio. Quitarse 25
ha el velo de la ceguedad : passaran estos momentáneos
fuegos : conosceras mis agras palabras ser mejores para matar
este fuerte cáncer, que las blandas de Sempronio que lo
ceuan, atizan tu fuego, abiuan tu amor, encienden tu llama,
añaden astillas, que tenga que gastar fasta ponerte en la 30
sepultura.
Calisto. Calla, calla, perdido : esto yo penando z tu
filosofando. No te espero mas. Saquen vn cauallo, limpienle
- 38 -
mucho, aprieten bien la cincha, porque si pasare por casa
de mi señora z mi dios.
Parmeno. Mocos ! No ay mogo en casa, yo me lo haure de
hazer : que a peor vernemos desta vez, que ser mogos despue-
5 las. Andar, pase. Mal me quieren mis comadres zc. Rehin-
chays, don cauallo ? No basta vn celoso en casa, o barrun-
tays a Melibea ?
Calisto. Viene esse cauallo ? Que hazes, Parmeno ?
Parmeno. Señor, veesle aqui : que no esta Sosia en casa.
10 Calisto. Pues ten esse estribo, abre mas essa puerta, z si
viniere Sempronio con aquella señora, di que esperen, que
presto sera mi buelta.
Parmeno. Mas nunca sea. Alia yras con el diablo. A estos
locos dezildes lo que les cumple : no os podran ver. O des-
15 dichado de mi ! Por ser leal padezco mal. Otros se ganan
por malos, yo me pierdo por bueno, el mundo es tal.
Quiero yrme al hilo de la gente, pues a los traydores llaman
discretos, a los fieles nescios. Si yo creyera a Celestina con
sus seys dozenas de años acuestas, no me maltratara Calisto.
20 Mas esto me poma escarmiento daqui adelante con el ; que
si dixere comamos, yo también ; si quisiere derrocar la casa,
aprouarlo ; si quemar su hazienda, .yr por fuego. Destruya,
rompa, quiebre, dañe, de a alcahuetas lo suyo, que mi parte
me cabra. Pues dizen : a rio buelto, ganancia de pescadores;
25 nunca mas perro al molino.
— 39 —
ARGUMENTO DEL TERCERO AUTO
Sempronio vase a casa de Celestina, a la qual reprende por la tardanca :
ponense a buscar que manera tomen en el negocio de Calisto con Melibea.
En fin sobreuiene Elicia. Vase Celestina a casa de Pleberio : queda Sempro-
nio y Elicia en casa.
Sempronio, Que espacio lleua la baruuda ! Menos sosiego
trayan sus pies a la venida. A dineros pagados, bracos que-
brados. Ce, señora Celestina, poco as aguijado.
Celestina. A que vienes, hijo ?
Sempronio. Este nuestro enfermo no sabe que pedir: de 5
sus manos no se contenta, no se le cueze el pan : teme tu
negligencia ; maldize su auaricia z cortedad, porque te dio
tan poco dinero.
Celestina. No es cosa mas propia del que ama, que la
impaciencia : toda tardanca les es tormento: ninguna dila- 10
cion les agrada ; en vn momento querrían poner en efeto sus
cogitaciones : antes las querrían ver concluydas que empe-
gadas ; mayormente estos nouicios, que contra qualquiera
.señuelo buelan sin deliberación, sin pensar el daño que el
ceuo de su desseo trae mezclado en su exercicio z negocia- 1 5
cion para sus personas z simientes.
Sempronio. Que dizes de simientes ? Paresce por tu razón
que nos puede venir a nosotros daño deste negocio, z que-
marnos con las centellas que resultan deste fuego de Calisto ?
Avn al diablo daría yo sus amores. Al primer desconcierto 20
que vea en este negocio, no como mas su pan. Mas vale
perder lo seruido, que la vida por cobrallo. El tiempo me
dirá que faga : que, primero que cayga del todo, dará señal,
como casa que se acuesta. Si te parece, madre, guardemos
nuestras personas de peligro: fágase lo que se hiziere, si la 25
ouiere ogaño, sino otro año, sino nunca: que no ay cosa
— 40 —
tan dificile de gofrir en sus principios, que el tiempo no la
ablande z faga comportable. Ninguna llaga tanto se sintió,
que por luengo tiempo no afloxase su tormento; ni plazer
tan alegre fue, que no le amengüe su antigüedad. El mal z
5 el bien, la prosperidad z aduersidad, la gloria z pena, todo
pierde con el tiempo la fuerza de su acelerado principio. Pues
los casos de admiración z venidos con gran desseo, tan presto
como passados, oluidados. Cada dia vemos nouedades, z las
oymos, z las passamos, z dexamos atrás : diminuyelas el
10 tiempo, fazelas contingibles. Que tanto te marauillarias, si
dixesen : la tierra tembló, o otra semejante cosa, que no
oluidases luego ? Assi como : elado esta el ri<3,,el ciego vee,
ya muerto es tu padre, vn rá^o cayo, ganada es Granada,
el rey entra oy, el turco'^s* vencido, eclips?*ay mañana, la
15 puente es Ueuada, aquel es ya obispo, a Pedro robaron,
Ynes se ahorco. Que me dirás, sino que a tres dias passados
o a la segunda vista, no ay quien dello se marauille ? Todo
es assi, todo passa desta manera, todo se oluida, todo queda
atrás. Pues assi sera este amor de mi amo : quanto mas fuere
20 andando, tanto mas diminuyendo. Procuremos prouecho,
mientra pendiere la contienda ; z si a pie enxuto le pudié-
remos remediar, lo mejor, mejor es ; z sino, poco a poco le
soldaremos el reproche o menosprecio de Melibea contra el.
Donde no, mas vale que pene el amo, que no que peligre el
25 mo<;o.
Celestina. Bien as dicho : contigo estoy, agradado me
has, no podemos errar. Pero todavia, hijo, es necessario que
el buen procurador ponga de su casa algún trabajo, algunas
fingidas razones, algunos sofísticos actos, yr evenir a juyzio,
30 avnque reciba malas^gcilabras del juez : siquiera por los
presentes que lo vieren, no digan que se gana holgando el
salario : z assi verna cada vno a el con su pleyto, z a Celes-
tina con sus amores.
— 4i —
Sempronio. Haz a tu voluntad, que no sera este el primer
negocio que has tomado a cargo.
Celestina. El primero, hijo ? Pocas virgines, a Dios gra-
cias, has tu visto en esta cibdad, que hayan abierto tienda a
vender, de quien yo no aya sido corredora de su primer 5
hilado. En nasciendo la mochacha, la hago escriuir en
mi registro, para saber quantas se me salen de la red.
Que pensauas ? Auiame de mantener del viento ? Herede
otra herencia ? Tengo otra casa o viña ? Conocesme otra
hazienda mas deste oficio? De que como z beuo ? De que 10
visto z cal^o ? En esta cibdad nascida, en ella criada, man-
teniendo honrra, como todo el mundo sabe, conoscida,
pues, no soy? Quien no supiere mi nombre z mi casa, tenle
por estranjero.
Sempronio. Dime, madre, que passaste con mi compañero 15
Parmeno, quando subi cgn^Calisto por el dinero ?
Celestina. Dixele el sueno z la soltura, z como ganaria
mas con nuestra compañia, que con las lisonjas que dize a
su amo ; como viuiria siempre pobre z baldonado, si no
mudaua el consejo ; que no se hiziesse sancto a tal perra 20
vieja como yo ; acordele quien era su madre, porque no
menospreciase mi oficio ; porque queriendo de mi dezir mal,
trope^asse primero en ella.
Sempronio. Tantos dias ha que le conoces, madre ?
Celestina. Aqui esta Celestina que le vido nascer, z le 25
ayudo a criar : su madre z yo, vña z carne. Della aprendí
todo lo mejor que se de mi oficio : juntas comíamos, jun-
tas dormíamos, juntas hauiamos nuestros solazes, nuestros
plazeres, nuestros consejos z conciertos; en casa z fuera
como dos hermanas : nunca blanca gane en que no touiesse 30
su meytad; pero no viuia yo engañada, si mi fortuna qui-
siera que ella me durara. O muerte, muerte ! a quantos
priuas de agradable compañia! a quantos desconsuela tu
— 4-2 —
enojosa visitación ! Por vno que comes con tiempo, cortas
mil en agraz. Que siendo ella viua, no fueran estos mis
passos desacompañados; buen siglo aya, que leal amiga z
buena compañera me fue. Si tal fuesse su hijo, a mi cargo
5 que tu amo quedasse sin pluma, z nosotros sin quexa. Pero
yo le haré de mi fierro, si viuo; yo le contare en el numero
de los mios.
Sempronto. Como has pensado hazerlo, que es vn tray-
dor?
10 Celestina. A esse tal dos aleuosos ; harele auer a Areusa :
sera de los nuestros. Darnos ha lugar a tender las redes sin
embarazo por aquellas doblas de Calisto.
Sempronio. Pues crees que podras alcanzar algo de Meli-
bea ?Ay algún buen ramo?
15 Celestina. No ay curujano que a la primera cura juzgue
la herida ; lo que yo al presente veo, te diré. Melibea es
hermosa, Calisto loco z franco ; ni a el penara gastar, ni a
mi andar. Bulla moneda, z dure el pleyto lo que durare.
Todo lo puede el dinero : las peñas quebranta ; los rios passa
20 en seco ; no ay lugar tan alto, que vn asno cargado de oro no
le suba. Su desatino z ardor basta para perder a si z ganar a
nosotros. Esto he sentido; esto he calado; esto se del z
della ; esto es lo que nos ha de aprouechar. A casa voy de
Pleberio : quédate a Dios, que avnque este braua Melibea, no
25 es esta, si a Dios ha plazido, la primera a quien yo he hecho
perder el cacarear. Coxquillosicas son todas; mas des-
pués que vna vez consienten la silla en el enues del lomo,
nunca querrían folgar. Por ellas queda el campo : muertas si,
cansadas no; si de noche caminan, nunca querrían que ama-
30 neciesse : maldizen los gallos porque annuncian el dia, z el
relox porque da tan apriessa. Camino es, hijo, que nunca
me harte de andar : nunca me vi cansada : z avn assi vieja
como soy, sabe Dios mi buen deseo ; quanto mas estas que
— 43 —
hieruen sin fuego. Catiuanse del primer abraco, ruegan a
quien rogo, penan por el penado, hazense sieruas de quien
eran señoras, dexan el mando z son mandadas, rompen pare-
des, abren ventanas, fingen enfermedades, a los chirriado-
res quicios de las puertas hazen con azeytes vsar su oficio 5
sin ruydo. No te sabré dezir lo mucho que obra en ellas
aquel dulcor que les queda de los primeros besos' de quien
aman. Son enemigas todas del medio, contino están posadas
en los estreñios.
Sempronio. No te entiendo essos términos, madre. ío
Celestina. Digo, que la muger o ama mucho aquel de
quien es requerida, o le tiene grande odio. Assi, si al que-
rer despiden, no pueden tener las riendas al desamor : e
con esto que se cierto, voy mas consolada a casa de Meli-
bea, que si en la mano la touiese, porque se, que avnque 15
al presente la ruegue, al fin me ha de rogar : avnque al
principio me amenaze, al cabo me ha de halagar. Aquí
lleuo vn poco de hilado en esta mi faltriquera, con otros
aparejos que comigo siempre traygo, para tener causa de
entrar, donde mucho no soy conocida, la primera vez : 20
assi como gorgueras, garuines, franjas, rodeos, tenazuelas,
alcohol, aluayalde, z solimán, hasta agujas z alfileres. Que
tal ay que tal quiere ; porque donde me tomare la boz, me
halle apercebida para les echar ceuo, o requerir de la pri-
mera vista. 25
Sempronio. Madre, mira bien lo que hazes ; porque
quando el principio se yerra, no puede seguirse buen fin.
Piensa en su padre que es noble z esforzado, su madre
celosa z braua, tu la misma sospecha. Melibea es vnica a
ellos : faltándoles ella, fáltales todo el bien. En pensallo, 30
tiemblo ; no vayas por lana z vengas sin pluma.
Celestina, Sin pluma, fijo ?
Sempronio. O emplumada, madre, que es peor.
— 44 -
Celestina. A la he, en mal ora a ti he yo menester para
compañero : avn si quisieses auisar a Celestina en su oficio,
pues quando tu nasciste, ya comia yo pan con corteza. Para
adalid eres bueno, cargado de agüeros z recelo.
5 Sempronio. No te marauilles, madre, de mi temor; pues
es común condición humana, que lo que mucho se dessea,
jamas se piensa verconcluydo : mayormente que en este caso
temo tu pena z mia. Desseo prouecho, querría que este
negocio houiesse buen fin ; no porque saliesse mi amo de
id pena, mas por salir yo de lazeria. z assi miro mas inconue-
nientes con mi poca esperiencia, que no tu como maestra
vieja.
Elicia. Santiguarme quiero, Sempronio ; quiero hazer vna
raya en el agua.* Que nouedad es esta, venir oy acá dos vezes ?
15 Celestina. Calla, boua, dexale, que otro pensamiento
traemos en que mas nos va. Dime, esta desocupada la casa ?
Fuese la mo<;a que esperaua al ministro ?
Elicia. z avn después vino otra, z se fue.
Celestina. Si que no embalde ?
20 Elicia. No en buena fe, ni Dios lo quiera : que avnque
vino tarde, mas vale a quien Dios ayuda zc.
Celestina. Pues sube presto al sobrado alto de la solana,
z baxa acá el bote del azeyte serpentino, que hallaras col-
gado del pedaco de soga que traxe del campo la otra noche,
25 quando llouia z hazia escuro : z abre el arca de los lizos, z
hazia la mano derecha hallaras vil papel escrito con sangre
de morciegalo, debaxo de aquel ala de drago a que sacamos
ayer las vñas. Mira no derrames el agua de mayo que me
traxeron a confecionar.
30 Elicia. Madre, no esta donde dizes : jamas te acuerdas cosa
que guardas.
Celestina. No me castigues, por Dios, a mi vegez ; no me
maltrates, Elicia. No infinjas, porque esta aqui Sempronio,
_ 45 _
ni te soberuezcas : que mas me quiere a mi por consejera,
que a ti por amiga, avnque tu le ames mucho. Entra en la
cámara de los vnguentos, z en la pelleja del gato negro,
donde te mande meter los ojos de la loba, le fallaras : z
baxa la sangre del cabrón, z vnas poquitas de las baruas que 5
tu le cortaste.
Elicia. Toma, madre, veslo aqui : yo me subo z Sempronio
arriba.
Celestina. Conjuróte, triste Pluton, señor de la profun-
didad infernal, emperador de la corte dañada, capitán 10
soberuio de los condenados angeles, señor de los sulfúreos
fuegos, que los heruientes étnicos montes manan, gouer-
nador z veedor de los tormentos z atormentadores de las
pecadoras animas ; yo, Celestina, tu mas conocida clientula,
te conjuro por la virtud z fuerca destas vermejas letras ; por 1 5
la sangre de aquella noturna aue, con que están escripias;
por la grauedad de aquestos nombres z signos, que en este
papel se contienen ; por la áspera poncoña de las biuoras,
de que este azeyte fue fecho, con el qual vnto este hilado ;
vengas sin tardanza a obedescer mi voluntad, z en ello te 20
embuejuas, z con ello estes sin vn momento te partir, hasta
que Melibea con aparejada oportunidad que aya, lo compre ;
e con ello de tal manera quede enredada, que quanto mas
lo mirare, tanto mas su coracon se ablande a conceder mi
petición; z se le abras z lastimes de crudo z fuerte amor de 25
Calisto, tanto que despedida toda honestidad, se descubra a
mi, z me galardone mis passos z mensaje, z esto hecho,
pide z demanda de mi a tu voluntad. Si no lo hazes con
presto mouimiento, ternasme por capital enemiga : heriré
con luz tus carceres tristes z escuras ; acusare cruelmente tus 30
continuas mentiras ; apremiare con mis ásperas palabras tu
horrible nombre ; z otra z otra vez te conjuro, z assi con-
fiando en mi mucho poder, me parto para alia con mi hilado,
donde creo te lleuo ya embuelto.
- 46 -
ARGUMENTO DEL QUARTO AUTO
Celestina andando por el camino habla consigo misma, fasta llegar a la
puerta de Pleberio, onde hallo a Lucrecia, criada de Pleberio. Ponese con
ella en razones : sentidas por Alisa, madre de Melibea, z sabido que es
Celestina, fazela entrar en casa. Viene vn mensajero a llamar a Alisa :
vase; queda Celestina en casa con Melibea, z le descubre la causa de su
venida.
Celestina. Agora que voy sola, quiero mirar bien lo
que Sempronio a temido deste mi camino ; porque aque-
llas cosas que bien no son pensadas, avnque algunas vezes
ayan buen fin, comunmente crian desuariados efetos.
Assi que la mucha especulación nunca carece de buen
fruto: que avnque yo he disimulado con el, podria ser
que si me sintiessen en estos passos de parte de Melibea,
que no pagasse con pena que menor fuesse que la vida, o
muy amenguada quedasse, quando matar no me quisiessen,
manteándome o acotándome cruelmente. Pues amargas cient
monedas serian estas. Ay cuytada de mi! En que lazo
me he metido, que por me mostrar solicita z esforcada
pongo mi persona al tablero! Que haré, cuytada, mezquina
de mi, que ni el salir afuera es prouechoso, ni la perseue-
rancia carece de peligro ! Pues yre, o tornarme he ? O dub-
dosa z dura perplexidad ! No se qual escoja por mas sano :
en el osar manifiesto peligro ; en la couardia denostada
perdida. Adonde yra el buey que no are ? Cada camino
descubre sus dañosos z hondos barrancos. Si con el furto
soy tomada, nunca de muerta o encorozada falto, a bien
librar : si no voy, que dirá Sempronio ? Que todas estas eran
mis fuerzas, saber z esfuerco, ardid z ofrecimiento, astucia
z solicitud? z su amo Calisto, que dirá ? que hará ? que pen-
— 47 —
sara ? sino que ay nueuo engaño en mis pisadas, z que yo
he descubierto la celada, por hauer mas prouecho desta otra
parte, como sofistica preuaricadora. O si no se le ofrece
pensamiento tan odioso, dará bozes como loco; dirame en
mi cara denuestos rabiosos ; proporna mili inconuenientes, 5
que mi deliberación presta le puso, diziendo : tu, puta
vieja, porque acrecentaste mis pasiones con tus promessas?
Alcahueta falsa, para todo el mundo tienes pies, para mi
lengua ; para todos obra, para mi palabra ; para todos remedio,
para mi pena; para todos esfuerzo, para mi te falto; para 10
todos luz, para mi tiniebla. Pues, vieja traydora, porque te me
ofreciste ? que tu ofrecimiento me puso esperanza ; la
esperanca dilato mi muerte, sostuuo mi viuir, púsome titulo
de hombre alegre : pues no hauiendo efeto, ni tu carecerás
de pena, ni yo de triste desesperación. Pues, triste yo ! mal 15
acá, mal acullá: pena en ambas partes. Quando a los estre-
ñios falta el medio, arrimarse el hombre al mas sano, es
discreción. Mas quiero ofender a Pleberio, que enojar a
Calisto. Yr quiero ; que mayor es la vergüenza de quedar por
couarde, que la pena cumpliendo como osada lo que pro- 20
meti, pues jamas al esfuerzo desayudo la fortuna. Ya veo su
puerta: en mayores afrentas me he visto. Esfuerza, esfuerca,
Celestina, no desmayes ; que nunca faltan rogadores para miti-
gar las penas. Todos los agüeros se aderezan fauorables, o yo
no se nada desta arte. Quatro hombres que he topado, a los 25
tres llaman Juanes z los dos son cornudos. La primera pala-
bra que oy por la calle fue de achaque de amores. Nunca he
tropezado como otras vezes. Ni perro me ha ladrado, ni aue
negra he visto, tordo, ni cueruo, ni otras noturnas ; e lo
mejor de todo es, que veo a Lucrecia a la puerta de Meli- 30
bea: prima es de Elicia; no me sera contraria.
Lucrecia. Quien es esta vieja que viene haldeando ?
Celestina. Paz sea en esta casa.
- 48 -
Lucrecia. Celestina, madre, seas bienvenida. Qual Dios te
traxo por estos barrios no acostumbrados?
Celestina. Hija, mi amor; desseo de todos vosotros;
traerte encomiendas de Elicia, z avn ver a tus señoras vieja
5 z moca; que después que me mude al otro barrio, no han
sido de mi visitadas.
Lucrecia. A esso solo saliste de tu casa? Marauillome de
ti, que no es essa tu costumbre, ni sueles dar passo sin
prouecho.
10 Celestina. Mas prouecho quieres, boua, que complir hom-
bre sus desseos ? E también como a las viejas nunca nos
fallecen necessidades, mayormente a mi que tengo de man-
tener hijas agenas, ando a vender vn poco de hilado.
Lucrecia. Algo es lo que yo digo ; en mi seso estoy :
1 5 que nunca metes aguja sin sacar reja. Pero mi señora la
vieja vrdio vna tela : tiene necessidad dello, z tu de venderlo.
Entra z espera aqui, que no os desauenires.
Alisa. Con quien hablas, Lucrecia?
Lucrecia. Señora, con aquella vieja de la cuchillada, que
2o solia viuir aqui en las tenerias, a la cuesta del rio.
Alisa. Agora la conozco menos: si tu me das a entender
lo incógnito por lo menos conocido, es coger agua en cesto.
Lucrecia. Jesu, señora, mas conoscida es esta vieja que
la ruda. No se como no tienes memoria de la que empico-
25 taron por hechizera, que vendía las mocas a los abades, z
descasaua mili casados.
Alisa. Que oficio tiene? Quica por aqui la conoceré
mejor.
Lucrecia. Señora, perfuma tocas, haze solimán z otros
30 treynta oficios; conoce mucho en yeruas, cura niños, z avn
algunos la llaman la vieja lapidaria.
Alisa. Todo esso dicho no me la da a conocer. Dime su
nombre, si le sabes.
— 49 "
Lucrecia. Si le se, señora? No ay niño ni viejo en toda
la cibdad que no le sepa : hauiale yo de ignorar ?
Alisa. Pues porque no le dizes ?
Lucrecia. He vergüenza.
Alisa. Anda, boua, dile : no me indignes con tu tar- 5
dan<;a.
Lucrecia. Celestina, hablando con reuerencia, es su
nombre.
Alisa. Hy, hy, hy ! Mala landre te mate, si de risa puedo
estar, viendo el desamor que deues detener a essa vieja, que 10
su nombre has vergüenza nombrar ! Ya me voy recordando
delia; vna buena piega ! No me digas mas. Algo me verna
a pedir : di que suba.
Lucrecia. Sube, tia.
Celestina. Señora buena, la gracia de Dios sea contigo z 15
con la noble hija. Mis passiones z enfermedades han impe-
dido mi visitar tu casa, como era razón ; mas Dios conoce
mis limpias entrañas, mi verdadero amor, que la distancia
de las moradas no despega el querer de- los corazones. Assi
que lo que mucho dessee, la necessidad me lo ha hecho 20
complir. Con mis fortunas aduersas otras, me sobreuino
mengua de dinero : no supe mejor remedio que vender vn
poco de hilado, que para vnas toquillas tenia allegado ;
supe de tu criada que tenias dello necessidad : avnque pobre,
z no de la merced de Dios, veslo aqui, si dello z de mi te 25
quieres seruir.
Alisa. Vezina honrrada, tu razón z ofrecimiento me
mueuen a compassion, z tanto que quisiera cierto mas
hallarme en tiempo de poder complir tu falta, que menguar
tu tela. Lo dicho te agradezco: si el hilado es tal, serte ha 30
bien pagado.
Celestina. Tal, señora ? Tal sea mi vida z mi vejez, z la
de quien parte quisiere de mi jura. Delgado como el pelo de
4
— 5o —
la cabeca, ygual, rezio como cuerdas de vihuela, blanco como
el copo de la nieue, hilado todo por estos pulgares, aspado
z adregado. Veslo aqui en madexitas : tres monedas me
dauan ayer por la onca, assi goze desta alma pecadora.
Alisa. Hija Melibea, quédese esta muger honrrada con-
tigo, que ya me parece que es tarde para yr a visitar a mi
hermana, su muger de Cremes, que desde ayer no la he
visto; z también que viene su paje a llamarme, que se le
arrezio desde vn rato acá el mal.
Celestina. Por aqui anda el diablo aparejando oportuni-
dad, arreziando el mal a la otra.
Alisa. Que dizes, amiga?
Celestina. Señora, que maldito sea el diablo z mi pecado,
porque en tal tiempo houo de crescer el mal de tu her-
mana, que no haura para nuestro negocio oportunidad, z que
mal es el suyo ?
Alisa Dolor de costado, z tal, que según del mogo supe
que quedaua, temo no sea mortal. Ruega tu, vezina, por
amor mió, en tus deuociones, por su salud a Dios.
Celestina. Yo te prometo, señora, en yendo de aqui, me
vaya por essos monesterios, donde tengo frayles deuotos
mios, z les de el mismo cargo que tu me das, z demás
desto, ante que me desayune, de quatro bueltas a mis cuentas.
Alisa. Pues, Melibea, contenta a la vezina en todo lo que
razón fuere darle por el hilado, z tu, madre, perdóname, que
otro dia se verna en que mas nos veamos.
Celestina. Señora, el perdón sobraria donde el yerro
falta: de Dios seas perdonada, que buena compañia me
queda. Dios la dexe gozar su noble juuentud z florida moce-
dad, que es el tiempo en que mas plazeres z mayores deley-
tes se alcancaran : que, a la mi fe, la vejez no es sino mesón
de enfermedades, posada de pensamientos, amiga de renzi-
llas, congoxa continua, llaga incurable, manzilla de lo pas-
— Si-
sado, pena de lo presente, cuydado triste de lo por venir,
vezina de la muerte, cho<;a sin rama que se llueue por cada
parte, cayado de mimbre que con poca carga se doblega.
Melibea. Porque dizes, madre, tanto mal de lo que todo
el mundo con tanta eficacia gozar z ver dessean ? j
Celestina. Dessean harto mal para si, dessean harto tra-
bajo : dessean llegar alia, porque llegando viuen, z el viuir
es dulce, z viuiendo enuegescen. Assi que el niño dessea ser
moco, z el moco viejo, z el viejo mas, avnque con dolor :
todo por vivir ; porque como dizen, viua la gallina con su I0
pepita. Pero, quien te podria contar, señora, sus daños, sus
inconuenientes, sus fatigas, sus cuydados, sus enfermedades,
su frió, su calor, su descontentamiento, su renzilla, su pesa-
dumbre, aquel arrugar de cara, aquel mudar de cabellos, su
primera z fresca color, aquel poco oyr, aquel debilitado ver, 15
puestos los ojos a la sombra, aquel hundimiento de boca,
aquel caer de dientes, aquel carecer de fuerza, aquel flaco
andar, aquel espacioso comer ? Pues ay, ay, señora, si lo
dicho viene acompañado de pobreza : alli veras callar todos
los otros trabajos, quando sobra la gana z falta la prouision, 20
que jamas senti peor ahito que de hambre !
Melibea. Bien conozco que dize cada vno de la feria
segund le va en ella : assi que otra canción cantaran los ricos.
Celestina. Señora hija, a cada cabo ay tres leguas de mal
quebranto. A los ricos se les va la bienauenturanga, la gloria 25
z descanso, por otros aluañares de acechanzas, que no se
parescen, ladrillados por encima con lisonjas. Cada rico tiene
vna dozena de hijos z nietos que no rezan otra oración, no
otra petición, sino rogar a Dios que le saque den medio;
no veen la hora que tener a el so la tierra, z lo suyo entre 30
sus manos, z darle a poca costa su casa para siempre.
Melibea. Madre, pues que assi es, gran pena ternas por
la edad que perdiste. Querrías boluer a la primera ?
— 52 —
Celestina. Loco es, señora, el caminante que enojado
del trabajo del día, quisiesse boluer de comienco la jornada
para tornar otra vez aquel lugar. Que todas aquellas cosas
cuya possession no es agradable, mas vale poseellas que
5 esperallas ; porque mas cerca esta el fin dellas, quanto mas
andado del comiendo. No ay cosa mas dulce ni graciosa al
muy cansado que el mesón : assi que avnque la mocedad sea
alegre, el verdadero viejo no la dessea ; porque el que de
razón z seso carece, quasi otra cosa no ama sino lo que
io perdió.
Melibea. Siquiera por viuir mas, es bueno dessear lo que
digo.
Celestina. Tan presto, señora, se va el cordero como el
carnero. Ninguno es tan viejo que no pueda viuir vn año,
15 ni tan moco que oy no pudiesse morir. Assi que en esto
poca auantaja nos leuays.
Melibea. Espantada me tienes con lo que has hablado ;
indicio me dan tus razones que te aya visto otro tiempo.
Dime, madre, eres tu Celestina, la que solia morar a las
20 tenerías, cabe el rio ?
Celestina. Señora, hasta que Dios quiera.
Melibea. Vieja teas parado: bien dizen que los dias no
se van en balde. Assi goze de mi, no te conosciera, sino por
essa señaleja de la cara. Figúraseme que eras hermosa: otra
25 pareces, muy mudada estas.
Lucrecia. Hi, hi, hi ! Mudada esta el diablo : hermosa era
con aquel su Dios os salue que trauiessa la media cara?
Melibea. Que hablas, loca? Que es lo que dizes? De que
te ríes ?
30 Lucrecia. De como no conoscias a la madre en tan poco
tiempo en la filosomia de la cara.
Melibea. No es tan poco tiempo dos años ; z mas que la
tiene arrugada.
— 55 —
Celestina. Señora, ten tu el tiempo que no ande, terne
yo mi forma que no se mude. No has leydo que dizen :
verna el dia que en el espejo no te conozcas ? Pero también
yo encanecí temprano, z parezco de doblada edad : que assi
goze desta alma pecadora, z tu desse cuerpo gracioso, que de 5
quatro hijas que parió mi madre yo fuy la menor. Mira como
no so vieja como me juzgan.
Melibea. Celestina amiga, yo he holgado mucho en verte
z conoscerte : también hasme dado plazer con tus razones.
Toma tu dinero z vete con Dios, que me parece que no 10
deues hauer comido.
Celestina. O angélica ymagen, o perla preciosa, z como
te lo dizes ! Gozo me toma en verte fablar. z no sabes que
por la diuina boca fue dicho contra aquel infernal tentador,
que no de solo paa viuiremos ? Pues assi es, que no el solo 1 5
comer mantiene : mayormente a mi que me suelo estar vno
z dos dias negociando encomiendas agenas ayuna : saluo
hazer por los buenos, morir por ellos. Esto tuue siempre,
querer mas trabajar siruiendo a otros, que holgar contentan-
do a mi. Pues si tu me das licencia, direte la necessitada 20
causa , de mi venida, que es otra que la que fasta agora as
oydo, z tal que todos perderíamos en me tornar en balde sin
que la sepas.
Melibea. Di, madre, todas tus necessidades, que si yo
las pudiere remediar, de muy buen grado lo haré por el 25
passado conoscimiento z vezindad, que pone obligación a
los buenos.
Celestina. Mias, señora? Antes agenas, como tengo
dicho: que las mias de mi puerta adentro me las passo, sin
que las sienta la tierra, comiendo quando puedo, beuiendo 30
quando lo tengo, que con mi pobreza jamas me falto, a Dios
gracias, vna blanca para pan, z vn quarto para vino, después
que embiude ; que antes no tenia yo cuydado de lo buscar.
— 54 —
que sobrado estaua vn cuero en mi casa, z vno lleno z otro
vazio. Jamas me acosté sin comer vna tostada envino, z dos
dozenas de somos, por amor de la madre, tras cada sopa.
Agora, como todo cuelga de mi, en vn jarrillo mal pegado
5 me lo traen, que no cabe dos adumbres. Assi que donde no
ay varón, todo bien fallesce : con mal esta el huso, quando
la barua no anda de suso. Ha venido esto, señora, por lo
que dezia de las agenas necessidades z no mias.
Melibea. Pide lo que querrás, sea para quien fuere.
10 Celestina. Donzella graciosa z de alto linaje, tu suaue
fabla z alegre gesto, junto con el aparejo de liberalidad que
muestras con esta pobre vieja, me dan osadia a te lo dezir.
Yo dexo vn enfermo a la muerte, que con sola vna palabra
de tu noble boca salida, que le lleue metida en mi seno,
15 tiene por fe que sanara, según la mucha deuocion tiene en
tu gentileza.
Melibea. Vieja honrrada, no te entiendo, si mas no
declaras tu demanda : por vna parte me alteras z prouocas a
enojo, por otra me mueues a compasión. No te sabria
20 boluer respuesta conueniente, según lo poco que he sentido
de tu habla. Que yo soy dichosa, si de mi palabra ay neces-
sidad para salud de algún cristiano. Porque hazer beneficio
es semejar a Dios : z el que le da le recibe, quando a persona
digna del le haze. z demás desto, dizen que el que puede
25 sanar al que padece, no lo faziendo, le mata. Assi que no
cesses tu petición por empacho ni temor.
Celestina. El temor perdi, mirando, señora, tu beldad:
que no puedo creer que embalde pintasse Dios vnos gestos
mas perfetos que otros, mas dotados de gracias, mas her-
30 mosas faciones, sino para fazerlos almazen de virtudes, de
misericordia, de compassion ; ministros de sus mercedes z
dadiuas, como a ti. z pues como todos seamos humanos
nascidos para morir, sea cierto que no se puede dezir na-
— 55 —
cido el que para si solo nascio ; porque seria semejante a los
brutos animales, en los quales avn ay algunos piadosos, como
se dize del vnicornio que se humilla a qualquiera donzella.
Pues las aues ? Ninguna cosa el gallo come que no participe
z llame las gallinas a comer dello. Pues porque los hombres 5
hauemos de ser mas crueles ? Porque no daremos parte de
nuestras gracias z personas a los próximos, mayormente
quando están embueltos en secretan enfermedades, z tales,
que donde esta la melezina salió la causa de la enfermedad ?
Melibea. Por Dios, que sin mas dilatar, me digas quien es 10
esse doliente, que de mal tan perplexo se siente, que su pas-
sion z remedio salen de vna mesma fuente.
Celestina. Bien ternas, señora, noticia en esta cibdad de
vn cauallero mancebo, gentil hombre, de clara sangre, que
llaman Calisto. 1 5
Melibea. Ya, ya, ya, buena vieja, no me digas mas : no
pases adelante. Esse es el doliente por quien as fecho tan-
tas premissas en tu demanda ? por quien has venido a buscar
la muerte para ti ? por quien has dado tan dañosos passos,
desuergoncada baruuda? Que siente esse perdido, que con 20
tanta passion vienes ? De locura sera su mal. Que te parece ?
Si me fallaras sin sospecha desse loco, con que palabras me
entrauas ! No se dize en vano, que el mas empecible miem-
bro del mal hombre o muger es la lengua. Quemada seas,
alcahueta falsa, hechizera, enemiga de onestad, causa- 25
dora de secretos yerros ! Jesu, Jesu, quítamela, Lucrecia, de
delante, que me fino, que no me ha dexado gota de sangre
en el cuerpo. Bien se lo merece esto z mas, quien a estas
tales da oydos. Por cierto, si no mirasse a mi honestidad, z
por no publicar su osadía desse atreuido, yo te fiziera, 30
maluada, que tu razón z vida acabaran en vn tiempo.
Celestina. En hora mala acá vine, si me falta mi conjuro.
Ea pues, bien se a quien digo.
- 56
Melibea. Avn hablas entre dientes delante mi, para acre-
centar mi enojo z 'doblar tu pena? Querrías condenar mi
onestidad por dar vida a vn loco? dexar a mi triste por
alegrar a el, z lleuar tu el prouecho de mi perdición, el
5 galardón de mi yerro ? perder z destruyr la casa z la honrra de
mi padre, por ganar la de vna vieja maldita como tu? Pien-
sas que no tengo sentidas tus pisadas, z entendido tu dañado
mensaje ? Pues yo te certifico que las albricias que de aqui
saques, no sean sino estoruarte de mas ofender a Dios,
10 dando fin a tus dias. Respóndeme, traydora : como osaste
tanto fazer ?
Celestina. Tu temor, señora, tiene ocupada mi desculpa.
Mi innocencia me da osadia, tu presencia me turba en verla
yrada; z lo que mas siento z me pena es recibir enojo sin
15 razón ninguna. Por Dios, señora, que me dexes concluyr
mi dicho, que ni el quedara culpado, ni yo condenada; z
veras como es todo mas seruicio de Dios, que passos desho-
nestos: mas para dar salud al enfermo, que para dañar la
fama al medico. Si pensara, señora, que tan de ligero hauias
20 de conjecturar de lo passado nocibles sospechas, no bastara
tu licencia para me dar osadia a hablar en cosa que a Calisto
ni a otro hombre tocasse.
Melibea. Jesu, no oyga yo mentar mas esse loco, salta-
paredes, fantasma de noche, luengo como cigüeña, figura de
^51 paramento mal pintado, sino aqui me caeré muerta. Este es
' ' el que el otro dia me vido, z comento a desuariar comigo
en razones, haziendo mucho del galán. Dirasle, buena vieja,
que si pensó que ya era todo suyo z quedaua por el el
campo, porque holgué mas de consentir sus necedades que
30 castigar su yerro, quise mas dexarle por loco que publicar su
grande atreuimiento. Pues auisale que se aparte deste propo-
sito, z serle ha sano, sino podra ser que no aya comprado
tan cara habla en su vida. Pues sabe que no es vencido
— 57 —
sino el que se cree serlo ; z yo quede bien segura, z el vfano.
De los locos es estimar a todos los otros de su calidad ; z
tu tórnate con su mesma razón, que respuesta de mi otra no
hauras, ni la esperes: que por demás es ruego a quien no
puede hauer misericordia ; z da gracias a Dios, pues tan libre
vas desta feria. Bien me hauian dicho quien tu eras, z auisado
de tus propiedades, avnque agora no te conocia.
Celestina. Mas fuerte estaua Troya, z avn otras mas
brauas he yo amansado : ninguna tempestad mucho dura.
Melibea. Que dizes, enemiga? Fabla que te pueda oyr.
Tienes desculpa alguna para satisfazer mi enojo, z escusar tu
yerro z osadia ?
Celestina. Mientra viuiere tu yra, mas dañara mi des-
cargo, que estas muy rigurosa ; z no me marauillo, que la
sangre nueua poco calor ha menester para heruir.
Melibea. Poco calor ? Poco lo puedes llamar, pues que-
daste tu viua, z yo quexosa, sobre tan gran atreuimiento.
Que palabra podias tu querer para esse tal hombre que a mi
bien me estuuiesse? Responde; pues dizes que no has con-
cluydo, quica pagaras lo passado.
Celestina. Vna oración, señora, que le dixeron que
sabias de sancta Polonia para el dolor de las muelas ; assi-
mismo tu cordón, que es fama que ha tocado todas las reli-
quias que ay en Roma z Jerusalem : aquel cauallero que
dixe, pena z muere deltas. Esta fue mi venida ; pero pues en
mi dicha estaua tu ayrada respuesta, padézcase el su dolor,
en pago de buscar tan desdichada mensajera: que pues en tu
mucha virtud me falto piedad, también me faltara agua, si a
lámar me embiara.
Melibea. Si esso querías, porque luego no me lo espre-
saste ? Porque me lo dixiste en tan pocas palabras ?
Celestina. Señora, porque mi limpio motiuo me hizo
creer, que avnque en menos lo propusiera, no se hauia de
- 58 -
sospechar mal: que si falto el deuido preámbulo, fue porque
la verdad no es necessario abundar de muchas colores.
Compassion de su dolor, confianza de tu magnificencia aho-
garon en mi boca la espression de la causa ; z pues conoces,
5 señora, que el dolor turba, la turbación desmanda z altera la
lengua, la qual hauia de estar siempre atada con el seso, por
Dios, que no me culpes, z si el otro yerro ha fecho, no
redunde en mi daño ; pues no tengo otra culpa sino ser men-
sajera del culpado. No quiebre la soga por lo mas delgado :
10 no seas la telaraña que no muestra su fuerza sino contra los
flacos animales : no paguen justos por pecadores. Imita a la
diuina justicia, que dixo : el anima que pecare, aquella
misma muera; ala humana, que jamas condena al padre
por el delicio del hijo, ni al hijo por el del padre. Ni es,
15 señora, razón que su atreuimiento acarree mi perdición, aun-
que según su merecimiento, no ternia en mucho que fuese el
el delinquente, z yo la condemnada; que no es otro mi oficio
sino seruir a los semejantes : desto viuo, z desto me arreo.
Nunca fue mi voluntad enojar a vnos por agradar a otros,
20 avnque ayan dicho a tu merced en mi absencia otra cosa.
Al fin, señora, a la firme verdad el viento del vulgo no la
empece.
Melibea. Por cierto, tantos z tantos .loores me han dicho
de tus mañas, que no se si crea que pedias oración.
25 Celestina. Nunca yo la reze, z: si la rezare no sea oyda, si
otra cosa de mi se saque, avnque mili tormentos me diessen.
Melibea. Mi passada alteración me impide a reyr de tu
desculpa: que bien se que ni juramento ni tormento te tor-
cera a dezir verdad, que no es en tu mano.
30 Celestina. Eres mi señora, tengote de callar, hete yo de
seruir, hasme tu de mandar : tu mala palabra sera víspera de
vna saya. *7
Melibea. Bien la has merecido.
— 59 —
Celestina. Si no la he ganado con la lengua, no k he
perdido con la intención.
Melibea. Tanto afirmas tu ignorancia, que me hazes
creer lo que puede ser. Quiero pues en tu dubdosa desculpa
tener la sentencia en peso, z no disponer de tu demanda al
sabor de ligera interpretación. No tengas en mucho, ni te
marauilles de mi passado sentimiento, porque concurrieron
dos cosas en tu habla, que qualquiera dellas era bastante para
me sacar de seso: nombrarme esse tu cauallero que comigo
se atreuio a hablar, z también pedirme palabra sin mas
causa, que no se podia sospechar sino daño para mi honrra.
Pero pues todo viene de buena parte, de lo passado aya per-
don; que en alguna manera es aliuiado mi coraron, viendo
que es obra pia z santa sanar los passionados z enfermos.
$ Celestina, z tal enfermo, señora. Por Dios, si bien le
conosciesses, no le juzgasses por el que has dichoz: mostrado
con tu yra. En Dios z en mi alma, no tiene hiél ; gracias dos
mili; en franqueza Alexandre ; en esfuerco Etor; gesto de
vn rey; gracioso, alegre; jamas reyna en el tristeza; de
noble sangre, como sabes; gran justador; pues verle
armado, vn sant George ; merca z esfuerco, no tuuo Ercules
tanta: la presencia z faciones, dispusicion, desemboltura,
otra lengua hauia menester para las contar: todo junto semeja
ángel del cielo. Por fe tengo que no era tan hermoso aquel
gentil Narciso que se enamoro de su propia figura, quando
se vido en las aguas de la fuente. Agora, señora, tienele der-
ribado vna sola muela, que jamas cessa de quexar.
Melibea, z que tanto tiempo ha ?
Celestina. Podra ser, señora, de veynte z tres años : que
aqui esta Celestina que le vido nascer, z le tomo a los pies
de su madre.
Melibea. Ni te pregunto esso, ni tengo necessidad de
saber su edad : sino que tanto ha que tiene el mal,
— 6o —
Celestina. Señora, ocho dias, que parece que ha vn año
en su flaqueza: e el mayor remedio que tiene, es tomar vial
vihuela, z tañe tantas canciones z tan lastimeras, que no
creo que fueron otras las que compuso aquel emperador z
5 gran músico Adriano de la partida del anima, por sofrir sin
desmayo la ya vezina muerte. Que avnque yo se poco de
música, parece que faze aquella vihuela fablar. Pues si
acaso canta, de mejor gana se paran las aues a le oyr, que no
aquel antico, de quien se dize, que mouia los arboles z pie-
10 dras con su canto. Siendo este nascido, no alabaran a Orfeo.
Mira, señora, si vna pobre vieja como yo si se fallara dichosa
en dar la vida a quien tales gracias tiene ! Ninguna muger le
vee que no alabe a Dios, que assi le pinto : pues si le habla
acaso, no es mas señora de si, de lo que el ordena. E pues
15 tanta razón tengo, juzga, señora, por bueno mi proposito,
mis passos saludables z vazios de sospecha.
Melibea. O quanto me pesa con la falta de mi paciencia!
Porque siendo el ignorante z tu ynocente, haues padecido
las alteraciones de my ayrada lengua. Pero la mucha razón
20 me relieua de culpa, la qual tu habla sospechosa causo. En
pago de tu buen sofrimiento, quiero complir tu demanda, z
darte luego mi cordón : e porque para escriuir la oración no
haura tiempo sin que venga mi madre, si esto no bastare ven
mañana por ella muy secretamente.
25 Lucrecia. Ya, ya, perdida es mi ama. Secretament
quiere que venga Celestina? Fraude ay : mas le querrá d
que lo dicho.
Melibea. Que dizes, Lucrecia?
Lucrecia. Señora, que baste lo dicho, que es tarde.
30 Melibea. Pues, madre, no le des parte de lo que passo
ese cauallero, porque no me tenga por cruel, o arrebatada
o deshonesta.
Lucrecia. No miento yo, que mal va este fecho.
— 6i
• Celestina. Mucho me marauillo, señora Melibea, de la
j dubda que tienes de mi secreto. No temas, que todo lo se
sofrir z encubrir: que bien veo que tu mucha sospecha
echo, como suele, mis razones a la mas triste parte. Yo voy
con tu cordón tan alegre, que se me figura que esta dizien- 5
dolé alia su coracon la merced que nos heziste, z que le
tengo de hallar aliuiado.
Melibea. Mas haré por tu doliente, si menester fuere, en
pago de lo sofrido.
Celestina. Mas sera menester z mas harás, z avnque no 10'
se te agradezca.
Melibea. Que dizes, madre, de agradescer ?
Celestina. Digo, señora, que todos lo agradescemos z
seruiremos, z todos quedamos obligados, que la paga mas
cierta es, quando mas la tienen de complir. 15
Lucrecia. Trastrocame essas palabras.
Celestina, Hija Lucrecia, ce, yras a casa, z darte he vna
lexia con que pares essos cau ellos mas que oro ; no lo digas
a tu señora, z avn darte he vnos poluos para quitarte esse
olor de la boca, que te huele vn poco, que en el reyno no 20
lo sabe(fazer otri sino yo : z no ay cosa que peor en la
muger parezca.
Melibea. Que le dizes, madre ?
Celestina. Señora, acá nos entendemos.
Melibea. Dimelo, que me enojo quando yo presente se 25
habla cosa de que no aya parte.
Celestina. Señora, que te acuerde la oración, para que
la mandes escriuir, z que aprenda de mi a tener mesura en el
tiempo de tu yra, en la qual yo vse lo que se dize : que del
ayrado es de apartar por poco tiempo, del enemigo por 30
mucho. Pues tu, señora, tenias yra con lo que sospechaste
de mis palabras, no enemistad ; porque avnque fueran las
que tu pensauas, en si no eran malas ; que cada dia ay
— 62 —
hombres penados por mugeres, z mugeres por hombres: r
esto obra la natura, z la natura ordenóla Dios, z Dios no
hizo cosa mala, z assi quedaua mi demanda como quiera
que fuesse en si loable, pues de tal tronco procede, z yo
5 libre de pena. Mas razones destas te diria, sino porque la
prolixidad es enojosa al que oye, z dañosa al que habla.
Melibea. En todo has tenido buen tiento : assi en lo
poco hablar en mi enojo, como con el mucho sofrir.
Celestina. Señora, sofrite con temor, porque te ayraste
10 con razón. Porque con la yra morando poder, no es sino
rayo : z por esto passe tu rigurosa habla, hasta que su alma-
zen houiesse gastado.
Melibea. En cargo te es esse cauallero.
Celestina. Señora, mas merece : z si algo con mi ruego
15 para el he alcancado, con la tardanca lo he dañado. Yo me
parto para el, si licencia me das.
Melibea. Mientra mas ayna la houieras pedido, mas de
grado la houieras recabdado. Ve con Dios, que ni tu mensaje
me ha traydo prouecho, ni de tu yda me puede venir daño.
- ó3 -
ARGUMENTO DEL QUINTO AUTO
Despedida Celestina de Melibea, va por la calle hablando consigo misma
entre dientes: llegada a su casa, hablo a Sempronio que la aguardaua.
Ambos van hablando hasta llegar a casa de Calisto, z vistos por Parmeno,
cuéntalo a Calisto su amo, el qual le mando abrir la puerta.
Celestina. O rigurosos trances! o cruda osadía! o gran
sofrimiento ! z que tan cercana estuue de la muerte, si mi
mucha astucia no rigera con el tiempo las velas de la peti-
ción ! O amenazas de donzella braua ! o ayrada donzella ! o dia-
blo a quien yo conjure ! Como compliste tu palabra en todo lo 5
que te pedi ! En cargo te soy. Assi amansaste la cruel hembra
con tu poder, z diste tan oportuno lugar a mi habla quanto
quise, con la absencia de su madre. O vieja Celestina, vas
alegre! Sábete que la meytad esta hecha, quando tienen buen
principio las cosas ! O serpentino azeyte ! o blanco filado ! 10
Como os parejastes todos en mi fauor ! O yo rompiera todos
mis atamientos hechos z por fazer, ni creyera en yeruas, ni
en piedras, ni en palabras. Pues alégrate, vieja, que mas
sacaras deste pleyto que de quinze virgos que renouaras. O
malditas haldas, prolixas z largas, como me estoruays de 15
llegar adonde han de reposar mis nueuas ! O buena fortuna,
como ayudas a los osados, z a los timidos eres contraria !
Nunca huyendo huyo la muerte al couarde. O quantas erra-
ran en lo que yo he acertado ! Que fizieran en tan fuerte
estrecho estas nueuas maestras de mi oficio, sino responder 20
algo a vlelibea, por donde se perdiera quanto yo con buen
callar he ganado ? Por esto dizen : quien las sabe las tañe ; z
que es mas cierto medico el esperimentado que el letrado ; z
la esperiencia z escarmiento haze los hombres arteros; z la
vieja, como yo, que alce sus haldas al passar del vado como 25
- 64 -
maestra. Ay cordón, cordón ! Yo te fare traer por fuerca,
si viuo, a la que no quiso darme su buena habla de grado.
Sempronio. O yo no veo bien, o aquella es Celestina.
~> Yalala^el diablo haldear que trae : parlando viene entre
5 dientes.
Celestina. De que te santiguas, Sempronio? Creo que
en verme.
Sempronio. Yo te lo diré : la raleza de las cosas es madre
de la admiración ; la admiración concebida en los ojos, de-
io ciende al animo por ellos; el animo es forjado descubrillo
por estas esteriores señales. Quien jamas te vido por la
calle, abaxada la cabeca, puestos los ojos en el suelo, z no
mirar a ninguno como agora ? Quien te vido hablar entre
dientes por las calles, z venir aguijando, como quien va a
15 ganar beneficio? Cata, que todo esto nouedad es para se
marauillar quien te conoce. Pero esto dexado, dime, por
Dios, con que vienes? Dime si tenemos hijo o hija; que
desde que dio la vna te espero aqui, z no he sentido mejor
señal que tu tardanza.
20 Celestina. Hijo, essa regla de bouos no es siempre
cierta, que otra hora me pudiera mas tardar z dexar alia las
narizes, z otras dos, z narizes z lengua ; z assi que mientra
mas tardasse, mas caro me costasse.
Sempronio. Por amor mió, madre, no pases de aqui sin
25 me lo contar.
Celestina. Sempronio amigo, ni yo me podria parar, ni
el lugar es aparejado. Vete comigo delante Calisto, oyras
marauillas : que sera desflorar mi embaxada comunicándola
con muchos. De mi boca quiero que sepa lo que se ha
30 hecho, que avnque ayas de hauer alguna partezilla del proue-
cho, quiero yo todas las gracias del trabajo.
Sempronio. Partezilla, Celestina ? Mal me parece eso que
dizes.
Celestina. Calla, loquillo, que parte o parteziüa, quántó
tu quisieres te daré. Todo lo mió es tuyo: gozemonos z
aprouechemonos, que sobre el partir nunca reñiremos, z
también sabes tu, quantamas necessidad tienen los viejos que
los mocos, mayormente tu que vas a mesa puesta.
Sempronio. Otras cosas he menester mas de comer.
Celestina. Que, hijo ? Vna dozena de agujetas, z vn
torce para el bonete, z vn arco para andarte de casa en casa
tirando a paxaros, z aojando paxaras a las ventanas. Mas ay,
Sempronio, de quien tiene de mantener honrra z se va
haziendo vieja como yo.
Sempronio. O lisonjera vieja, o vieja llena de mal ! O
cobdiciosa z auarienta garganta ! También quiere a mi enga-
ñar como a mi amo, por ser rica. Pues mala medra tiene; no
le arriendo la ganancia : que quien con modo torpe sube en lo
alto, mas presto cae que sube. O que mala cosa es de cono-
cer el hombre! Biendizen, que ninguna mercaduría ni animal
es tan difícil. Mala vieja falsa es esta: el diablo me metió
con ella ; mas seguro me fuera huyr desta venenosa biuora
que tomalla. Mia fue la culpa; pero gane arto, que por bien
o mal no negara la promessa.
Celestina. Que dizes, Sempronio? con quien hablas?
vienesme royendo las haldas; porque no aguijas ?
Sempronio. Lo que vengo diziendo, madre mia, es que
no me marauillo que seas mudable, que sigues el camino
de las muchas. Dicho me auias que diferirías este
negocio : agora vas sin seso por dezir a Calisto quanto passa.
No sabes que aquello es en algo tenido, que es por tiempo
deseado, z que cada día que el penase era doblarnos el
prouecho ?
Celestina. El proposito muda el sabio, el nescio per-
seuera. A nueuo negocio, nueuo consejo se requiere. No
pense yo, hijo Sempronio, que assi me respondiera mi
— 66 —
buena fortuna. De los discretos mensajeros es fazer lo que el
tiempo quiere : assi que la calidad de lo fecho no puede
encubrir tiempo dissimulado, z mas que yo se que tu amo,
según lo que del senti, es liberal, z algo antojadizo : mas
5 dará en vn dia de buenas nueuas, que en ciento que ande
penando, z yo yendo z viniendo : que los acelerados z
súpitos plazeres crian alteración, la mucha alteración estorua
el deliberar. Pues, en que podra parar el bien sino en
bien? z el alto mensaje sino en luengas albricias? Calla,
10 bouo, dexa fazer a tu vieja.
Sempronio. Pues dime lo que passo con aquella gentil
donzella : dime alguna palabra de su boca : que, por Dios,
assi peno por sabella, como mi amo penaria.
Celestina. Calla, loco, altérasete la complesion : yo lo
1 5 veo en ti, que querrías mas estar al sabor que al olor deste
negocio. Andemos presto, que estara loco tu amo con mi
mucha tardanza.
Sempronio. z avn sin ella se lo esta.
Parmeno. Señor, señor!
2o Calisto. Que quieres, loco?
Parmeno. A Sempronio z a Celestina veo venir cerca de
casa, faziendo paradillas de rato en rato.
Calisto. O desuariado, negligente! veslos venir, no
puedes decir corriendo a abrir la puerta? O alto Dios! o
25 soberana deydad! Con que vienen ? Que nueuas traen ? Que
tanta ha sido su tardanza, que ya mas esperaua su venida
que el fin de mi remedio. O mis tristes oydos, aparejaos a
lo que os viniere, que en su boca de Celestina esta agora
aposentado el aliuio o pena de mi coraron ! O si en sueño
30 se passase este poco tiempo hasta ver el principio z fin de
su habla ! Agora tengo por cierto, que es mas penoso al
delinquente esperar la cruda z capital sentencia, que el acto
de la ya sabida muerte. O espacioso Parmeno, manos de
- 67 -
muerto ! Quita ya essa enojosa aldaua : entrara essa honrrada
dueña, en cuya lengua esta mi vida.
Celestina. Oyes, Sempronio? De otro temple anda
nuestro amo. Bien difieren estas razones de las que oymos
a Parmeno z a el la primera venida : de mal en bien me
paresce que va. No ay palabra de las que dize, que no vale
a la vieja Celestina mas que vna saya.
Sempronio. Pues mira que entrando hagas que no ves a
Calisto, z hables algo bueno.
Celestina. Calla, Sempronio, que avnque aya auenturado
mi vida, mas meresce Calisto z su ruego z tuyo, z mas
mercedes espero yo del.
— 68 -
ARGUMENTO DEL SESTO AUTO
Entrada Celestina en casa de Calisto, con grande afición z desseo Calisto
le pregunta de lo que le ha acontescido con Melibea. Mientra ellos están
hablando, Parmeno oyendo fablar a Celestina de su parte, contra Sem-
pronio a cada razón le pone vn mote, reprendiéndolo Sempronio. En fin
la vieja Celestina le descubre todo lo negociado, z vn cordón de Melibea : z
despedida de Calisto, vase para su casa z con ella Parmeno.
Calisto. Que dizes, señora z madre mia?
Celestina. O mi señor Calisto ! z aquí estas ? O mi
nueuo amador de la muy hermosa Melibea, z con mucha
razón ! Con que pagaras a la vieja que oy ha puesto
5 su vida al tablero por tu seruicio ? Qual muger jamas
se vido en tan estrecha afrenta como yo, que en tornallo
a pensar se menguan z vazian todas las venas de mi cuerpo
de sangre ? Mi vida diera por menor precio que agora daria
este manto raydo z viejo.
10 Parmeno. Tu dirás lo tuyo : entre col z col lechuga.
Sobido has vn escalón, mas adelante te espero a la saya.
Todo para ti, z no nada de que puedas dar parte. Pelechar
quiere la vieja : tu me sacaras a mi verdadero, z a mi amo
loco. No le pierdas palabra, Sempronio, z veras como no
15 quiere pedir dinero, porque es diuisible.
Sempronio. Calla, hombre desesperado, que te matara
Calisto si te oye.
Calisto. Madre mia, abreuia tu razón, o toma esta espada
z mátame.
20 Parmeno. Temblando esta el diablo como azogado ; no se
puede tener en sus pies ; su lengua le querria prestar para
que fablasse presto ; no es mucha su vida ; luto hauremos
de medrar destos amores.
Celestina. Espada, señor, o que? Espada mala mate a
tus enemigos z a quien mal te quiere ; que yo la vida te
quiero dar con buena esperanca que traygo de aquella que
tu mas amas.
Calisto. Buena esperanca, señora ?
Celestina. Buena se puede dezir, pues queda abierta
puerta para mi tornada ; z antes me recibirá a mi con esta
saya rota, que a otro con seda z brocado.
Parmeno. Sempronio, cóseme esta boca, que no lo puedo
sofrir : encaxado ha la saya.
Sempronio. Callaras, pardios, o te echare dende con el
diablo. Que si anda rodeando su vestido, haze bien ; pues
tiene dello necessidad : que el abad de do canta de allí
viste. . .
Parmeno. z avn viste como canta ; z esta puta vieja quer-
ría en vn dia por tres pasos desechar todo el pelo malo,
quanto en cincuenta años no ha podido medrar.
Sempronio. z todo esso es lo que te castigo, z el cono-
cimiento que os teniades, z lo que te crio ?
Parmeno. Bien sofrire mas que pidas pele, pero no todo
para su prouecho.
Sempronio. No tiene otra tacha sino ser cobdiciosa ; pero
dexala varde sus paredes, que después vardara las nuestras,
o en mal punto nos conoció.
Calisto. Dime, por Dios, señora, que fazia? Como
entraste? Que tenia vestido? A que parte de casa estaua?
Que cara te mostró al principio?
Celestina. Aquella cara, señor, que suelen los brauos
toros mostrar contra los que lanean las agudas frechas en el
coso : la que los monteses puercos contra los sabuesos que
mucho los aquexan.
Calisto. z a essas llamas señales de salud ? Pues quales
serán mortales? No por cierto la misma muerte, que aquella
— 70 —
aliuio seria en tal caso deste mi tormento, que es mayor i
duele mas.
Sempronio. Estos son los fuegos pasados de mi amo:
que es esto ? no ternia este hombre sofrimiento para oyr lo
5 que siempre ha deseado ?
Parmeno. z que calle yo, Sempronio? Pues si nuestro
amo te oye, también te castigara a ti, como a mi.
Sempronio. O mal fuego te abrase, que tu fablas en
daño de todos, z yo a ninguno ofendo, o intolerable pes-
io tilencia z mortal te consuma, rixoso, embidioso, maldito!
Toda esta es la amistad que con Celestina z comigo hauias
concertado ? Vete de aqui a la mala ventura.
Calisto. Si no quieres, reyna z señora mia, que deses-
pere, z vaya mi anima condenada a perpetua pena, oyendo
15 essas cosas, certifícame breuemente si houo buen fin tu
demanda gloriosa, z la cruda z rigurosa muestra de aquel
gesto angélico z matador : pues todo esso mas es señal de
odio que de amor.
Celestina. La mayor gloria que al secreto oficio de la
20 abeja se da, a la qual los discretos deuen imitar, es que
todas las cosas por ella tocadas conuierte en mejor de lo que
son. Desta manera me he hauido con las cahareñas razónese
esquiuas de Melibea. Todo su rigor traygo conuertido en
miel, su yra en mansedumbre, su aceleramiento en sosiego.
25 Pues, a que piensas que yua alíala vieja Celestina, a quien
tu demás de tu merecimiento magnificamente galardonaste,
sino ablandar su saña, sofrir su acidente, a ser escudo de
tu absencia, a recebir en mi manto los golpes, los desuios,
los menosprecios, desdenes que muestran aquellas en losprin-
30 cipios de sus requerimientos de amor, para que sea después
en mas tenida su dadiua ? Que a quien mas quieren, peor
hablan : z si assi no fuesse, ninguna diferencia hauria entre
las publicas que aman, a las escondidas donzellas, si todas
dixessen si a la entrada de su primer requerimiento, en
viendo que de alguno eran amadas : las quales, avnque están
abrasadas z encendidas de viuos fuegos de amor, por su
honestidad muestran vn frió esterior, vn sosegado vulto, vn
aplazible desuio, vn constante animo z casto proposito, vnas
palabras agras que la propia lengua se marauilla del gran
sofrimiento suyo, que la fazen fogosamente confessar el
contrario de lo que sienten. Assi que para que tu descanses
z tengas reposo, mientra te contare por estenso el proceso
de mi habla z la causa que tuue para entrar, sabe que el fin
de su razón z habla fue muy bueno.
Calisto. Agora, señora, que me has dado seguro para
que ose esperar todos los rigores de la respuesta, di quanto
mandares z como quisieres, que yo estare atento. Ya me
reposa el coracon, ya descansa mi pensamiento, ya reciben
las venas z recobran su perdida sangre, ya he perdido
temor, ya tengo alegria. Subamos, si mandas, arriba : en mi
cámara" me dirás por estenso lo que aqui he sabido en
suma.
Celestina. Subamos, señor.
Calisto. Asiéntate, señora, que de rodillas quiero escu-
char tu suaue respuesta: dime luego, la causa de tu entrada
que fue ?
Celestina. Vender vn poco de hilado, con que tengo
cacadas mas de treynta de su estado, si a Dios ha plazido, en
este mundo, z algunas mayores.
Calisto. Esso sera de cuerpo, madre ; pero no de genti-
leza, no de estado, no de gracia z discreción, no de linaje,
no de presunción con merecimiento, no en virtud, no en
habla.
Parmeno. Ya escurre eslauones el perdido ; ya se descon-
ciertan sus badajadas. Nunca da menos de doze, siempre
esta hecho relox de medio dia. Cuenta, cuenta, Sempronio,
— 72 —
que estas desbauando oyéndole a el locuras, z a ella mentiras.
Sempronio. Maldiziente venenoso ! Porque cierras las
orejas a lo que todos los del mundo las aguzan, hecho ser-
piente que huye la boz del encantador? Que solo por ser de
5 amores estas razones, avnque mentiras, las hauias de escuchar
con gana.
Celestina. Oye, señor Calisto, z veras tu dicha z mi
solicitud que obraron : que en comencando yo a vender z
poner en precio mi hilado, fue su madre de Melibea llamada
10 para que fuesse a visitar vna hermana suya enferma : e
como le fuesse necessario absentarse, dexo en su lugar a
Melibea.
Calisto. O gozo sin par! o singular oportunidad ! o
oportuno tiempo! O quien estuuiera allí debaxo de tu
15 manto, escuchando que hablaría sola aquella en quien Dios
tan estremadas gracias puso !
Celestina. Debaxo de mi manto dizes ? Ay mezquina! Que
fueras visto por treynta agujeros que tiene, si Dios no le
mejora.
20 Parmeno. Salgóme fuera, Sempronio : ya no digo nada,
escúchatelo tu todo. Si este perdido de mi amo no midiesse
con el pensamiento quantos pasos ay daqui a casa de
Melibea, z contemplasse en su gesto, z considerasse como
estaria hauiniendo el hilado, todo el sentido puesto z
25 ocupado en ella, el veria que mis consejos le eran mas salu-
dables que estos engaños de Celestina.
Calisto. Que es esto, mocos ? Esto yo escuchando atento
que me va la vida, vosotros susurrays como soleys, por
fazerme mala obra z enojo? Por mi amor, que calleys :
30 morires de plazer con esta señora, según su buena diligen-
cia. Di, señora, que fiziste quando te viste sola?
Celestina. Recebi, señor, tanta alteración de plazer, que
qualquiera que me viera, me lo conosciera en el rostro.
— 73 —
Calisto. Agora la rescibo yo, quanto mas quien ante si
contemplaua tal ymagen. Enmudescerias con la nouedad
incogitada.
Celestina. Antes me dio mas osadía a hablar lo que
quise, verme sola con ella. Abri mis entrañas; dixele mi 5
embaxada, como penauas tanto por vna palabra de su boca
salida en fauor tuyo para sanar vn tan grand dolor. E como
ella estuuiesse suspensa, mirándome, espantada del nueuo
mensaje, escuchando fasta ver quien podia ser el que assi por
necessidad de su palabra penaua, o quien pudiesse sanar 10
su lengua, en nombrando tu nombre atajo mis palabras, diose
en la frente vna grand palmada, como quien cosa de grande
espanto houiesse oydo, diziendo que cessasse mi habla z
me quitasse delante, si queria no hazer a sus seruidores ver-
dugos de mi postremeria. Yo que en este tiempo no dexaua i$
mis pensamientos vagos ni ociosos, viendo quanto almazen
gastaua su yra, agrauando mi osadia, llamándome hechizera,
alcahueta, vieja falsa, z otros muchos inominiosos nombres,
con cuyos títulos se asombran los niños, tuue lugar de
saluar lo dicho. 20
Calisto. Esso me di, señora madre, que yo he rebuelto en
mi juyzio mientra te escucho, z no he fallado desculpa que
buena fuesse ni conueniente, con que lo dicho se cubriesse
ni colorasse, sin quedar terrible sospecha de tu demanda ;
porque conozca tu mucho saber, que en todo me pareces 25
mas que muger; que como su respuesta tu prenosticaste,
proueyste con tiempo tu replica. Que mas hazia aquella
Tusca Adeleta, cuya fama, siendo tu viua, se perdiera, la
qual tres dias ante de su fin prenuncio la muerte de su viejo
marido z de dos fijos que tenia? Ya creo lo que dizes, que 30
el genero flaco de las hembras es mas apto para las prestas
cautelas que de los varones.
Celestina. Que, señor? Dixe que tu pena era mal de
— 74 —
muelas, z que la palabra que della quería, era vna oración
que ella sabia muy deuota para ellas.
Calisto. O marauillosa astucia ! O singular muger en su
oficio, o cautelosa hembra, o melezina presta, o discreta en
5 mensajes ! Qual humano seso bastara a pensar tan alta manera
de remedio ? De cierto creo si nuestra edad alcancara aquellos
passados Eneas z Dido, no trabajara tanto Venus para
traer a su fijo el amor de Elisa, haziendo tomar a Cupido
Ascanica forma, para la engañar: antes por euitar prolixidad,
10 pusiera a ti por medianera. Agora doy por bien empleada mi
muerte, puesta en tales manos, z creeré que si mi desseo no
houiere efeto qual querría, que no se pudo obrar mas según
natura en mi salud. Que os paresce, mocos? Que mas se
pudiera pensar ? Ay tal muger nascida en el mundo?
I 5 Celestina. Señor, no atajes mis razones: dexame dezir,
que se va haziendo noche. Ya sabes : quien mal haze, abor-
rece claridad; z yendo a mi casa podre hauer algún mal
encuentro.
Calisto. Que? que? Si, que hachas z pajes ay que te
20 acompañen.
Parmeno. Si, si, porque no fuercen a la niña. Tu yras con
JU ella, Sempronio, que ha temor de los grillos que cantan con
lo escuro.
Calisto. Dizes algo, hijo Parmeno?
25 Parmeno. Señor, que yo z Sempronio sera bueno que la
acompañemos hasta su casa, que haze mucho escuro.
Calisto. Bien dicho es : después sera. Procede en tu
habla, z dime que mas passaste ; que te respondió a la
demanda de la, oración ?
30 Celestina. Que la daria de su grado.
Calisto. De su grado? O Dios mió, que alto don !
Celestina. Pues mas le pedi.
Calisto. Que, mi vieja honrrada?
— 75 "
Celestina. Vn cordón que ella trae contino ceñido,
diziendo que era prouechoso para tu mal, porque hauia
tocado muchas reliquias.
Calisto. Pues que dixo ?
Celestina. Dame albricias, dezirtelo he.
Calisto. O por Dios, toma toda esta casa z quanto en
ella ay, z dimelo ; o pide lo que querrás.
Celestina. Por vn manto que tu des a la vieja, te dará en
tus manos el mesmo que en su cuerpo ella traya.
Calisto. Que dizes de manto ? z saya, z quanto yo
tengo.
Celestina. Manto he menester, z este terne yo en harto.
No te alargues mas, no pongas sospechosa duda en mi
pedir : que dizen, que ofrescer mucho al que poco pide, es
especie de negar.
Calisto. Corre, Parmeno, llama a mi sastre; z corte
luego vn manto z vna saya de aquel contray que se saco
para frisado.
Parmeno. Assi, assi: a la vieja todo, porque venga car-
gada de mentiras, como abeja, umi que me arrastren. Tras
esto anda ella oy todo el dia con sus rodeos.
Calisto. De que gana va el diablo ! No ay cierto tan mal
seruido hombre como yo, manteniendo mo^os adeuinos,
rezongadores, enemigos de mi bien. Que vas, vellaco,
rezando? Embidioso, que dizes? que no te entiendo. Ve
donde te mando presto, z no me enojes : que harto basta
mi pena para me acabar : que tanbien haura para ti sayo en
aquella pie<;a.
Parmeno. No digo, señor, otra cosa, sino ques tarde
para que venga el sastre.
Calisto. No digo yo que adeuinas? Pues quédese para
mañana, z tu, señora, por amor mió te sufras, que no se
pierde lo que se dilata; z mándame mostrar aquel sancto
- 76 -
cordón, que tales miembros fue digno de ceñir. Gozaran
mis ojos con todos los otros sentidos, pues juntos han sido
apassionados : gozara mi lastimado coracon, aquel que
nunca recibió momento de plazer, después que aquella
5 señora conoscio. Todos los sentidos le llegaron, todos acor-
rieron a el con sus esportillas de trabajo, cada vno le lasti-
mo quanto mas pudo : los ojos en vella, los oydos en oylla,
las manos en tocalla.
Celestina. Que la has tocado, dizes ? Mucho me
io espantas !
Calisto. Entre sueños, digo.
Celestina. En sueños?
Calisto. En sueños la veo tantas noches, que temo no me
acontezca como a Alcibiades o a Sócrates, que el vno soñó
1 5 que se veya embuelto en el manto de su amiga, z otro dia
matáronle, z no houo quien le alease de la calle, ni cubriesse,
sino ella con su manto; el otro vía que le llamauan por
nombre, z murió dende a tres dias : pero en vida o en
muerte, alegre me seria vestir su vestidura.
2o Celestina. Asaz tienes pena ; pues quando los otros
reposan en sus camas, preparas tu el trabajo para sofrir otro
dia. Esfuercate, señor, que no hizo Dios a quien desmampa-
rasse; da espacio a tu desseo : toma este cordón, que si yo
on me muero, yo te daré a su ama.
25 Calisto. O nueuo huésped ! o bienauenturado cordón! que
tanto poder z merescimiento touiste de ceñir aquel cuerpo
que yo no soy digno de seruir! O ñudos de mi pasión,
vosotros enlazastes mis desseos ! Dezidme si os hallastes
presentes en la desconsolada respuesta de aquella a quien
30 vosotros seruis z yo adoro, z por mas que trabajo noches z
dias, no me vale ni aprouecha ?
Celestina. Refrán viejo es : quien menos procura, alcanza
mas bien. Pero yo te haré procurando conseguir lo que
TT 7/
siendo negligente no haurias. Consuélate, señoí, que en Vná
hora no se gano £amora ; pero no por esso desconfiaron los
combatientes.
Calisto. O desdichado! Que las cibdades están con pie- ^
dras cercadas, z a piedras, piedras las vencen; pero esta mi j
señora tiene el coraron de azero. No ay metal que con el
pueda; no ay tiro que le melle. Pues poned escalas en su
muro. Vnos ojos tiene con que echa saetas : vna lengua
llena de reproches z desuios: el asiento tiene en parte
que a media legua no le pueden poner cerco. 10
Celestina. Calla, señor, que el buen atreuimiento de vn
solo hombre gano a Troya. No desconfies, que vna muger
puede ganar otra. Poco has tratado mi casa : no sabes bien
lo que yo puedo.
Calisto. Quanto dixeres, señora, te quiero creer, pues 15
tal joya como esta me truxiste. O mi gloria, z ceñidero de
aquella angélica cintura! Yo te veo z no lo creo. O cor-
don, cordón! Fuisteme tu enemigo? Dilo cierto. Si lo
fuiste, yo te perdono, que de los buenos es propio las culpas
perdonar. No lo creo: que si fueras contrario, no vinieras 20
tan presto a mi poder, saluo si vienes a desculparte. Conju-
róte me respondas, por la virtud del gran poder que aquella
señora sobre mi tiene.
Celestina. Cessa ya, señor, esse deuanear: que a mi
tienes cansada de escucharte, z al cordón roto de tratarlo. 25
Calisto. O mezquino de mi ! Que asaz bien me fuera
del cielo otorgado, que de mis bracos fueras fecho z texido,
no de seda como eres, porque ellos gozaran cada dia de
rodear z ceñir con deuida reuerencia aquellos miembros que
tu, sin sentir ni gozar de la gloria, siempre tienes abracados. 30
O que secretos hauras visto de aquella excelente ymagen!
Celestina. Mas veras tu z con mas sentido, si no lo pier-
des fablando lo que fablas.
- 78 -
Calisto. Calla, señora, que el z yo nos entendemos. O
mis ojos ! acordaos como fuistes causa z puerta por donde
fue mi coraron llagado, z que aquel es visto hazer el daño
que da la causa ; acordaos que soys debdores de la salud ;
remira la melezina que os viene hasta casa.
Sempronio. Señor, por holgar con el cordón, no querrás
gozar de Melibea.
Calisto. Que loco, desuariado, atajasolazes ! Como es
esso ?
10 Sempronio. Que mucho fablando matas a ti z a los que
te oyen; z assi que perderás la vida o el seso. Qualquiera
que falte, basta para quedarte ascuras. Abreuia tus razones,
darás lugar a las de Celestina.
Calisto. Enojóte, madre, con mi luenga razón, o esta
1 5 borracho este mogo ?
Celestina. Avnque no lo este, deues, señor, cessar tu
razón, dar fin a tus luengas querellas, tratar al cordón
como cordón, porque sepas fazer diferencia de fabla
quando con Melibea te veas : no haga tu lengua yguales la
20 persona z el vestido.
Calisto. O mi señora, mi madre, mi consoladora!
dexame gozar con este mensajero de mi gloria. O lengua
mia, porque te impides en otras razones, dexando de adorar
presente la excelencia de quien por ventura jamas veras en
25 tu poder ? O mis manos, con que at^^iento, con quan
poco acatamiento teneys y tratays la triaca de mi llaga ! Ya
no podran empecer las yemas, que aquel crudo casquillo
traya embueltas en su aguda punta : seguro soy, pues quien
dio la herida la cura. O tu, señora, alegria de las viejas
30 mugeres, gozo de las mocas, descanso de los fatigados como
yo, no me fagas mas penado con tu temor, que faze
mi vergüenza : suelta la rienda a mi contemplación,
dexame salir por las calles con esta joya, porque los que
— 79 —
me vieren sepan que no ay mas bienandante hombre que yo.
Sempronio. No afistoles tu llaga cargándola de mas
desseo: no es, señor, el solo cordón del que pende tu
remedio.
Calisto. Bien lo conozco; pero no tengo sofrimiento 5
para me abstener de adorar tan alta empresa.
Celestina. Empresa? Aquella es empresa que de grado
es dada ; pero ya sabes que lo hizo por amor de Dios, para
guarecer tus muelas, no por el tuyo para cerrar tus llagas;
pero si yo viuo, ella boluera la hoja. 10
Calisto. z la oración?
Celestina. No se me dio por agora.
Calisto. Que fue la causa?
Celestina. La breuedad del tiempo; pero quedo, que si
tu pena no afloxase, que tornasse mañana por ella. 15
Calisto, Afloxar? Entonce afloxara mi pena, quando su
crueldad.
Celestina. Asaz, señor, basta lo dicho z hecho : obli-
gada queda, segund lo que mostró, a todo lo que para esta
enfermedad yo quisiere pedir, según su poder. Mira, señor, 20
si esto basta para la primera vista. Yo me voy : cumple,
señor, que si salieres mañana, lleues rebocado vn paño,
porque si della fueres visto, no acuse de falsa mi petición.
Calisto. z avn quatro por tu seruicio. Pero dime, par-
dios, passo mas? que muero por oyr palabras de aquella 25
dulce boca. Como fuiste tan osada, que sin la conocer,
te mostraste tan familiar en tu entrada z demanda?
Celestina. Sin la conoscer? Quatro años fueron mis
vezinas, trataua con ellas, hablaua z reya de dia z de noche.
Mejor me conosce su madre que a sus mismas manos, 30
avnque Melibea se ha fecho grande, muger discreta,
gentil.
Parmeno. Ea, mira, Sempronio, que te digo al oydo.
— 8o -
Sempronío. Dime, que dizes ?
Parmeno. Aquel atento escuchar de Celestina da materia
de alargar en su razón a nuestro amo. Llégate a ella, dale
del pie, hagámosle de señas que no espere mas, sino que se
5 vaya: que no ay tan loco hombre nacido, que solo mucho
hable.
Calisto. Gentil dizes, señora, que es Melibea ? Paresce
que lo dizes burlando. Ay nascida su par en el mundo ?
Crio Dios otro mejor cuerpo ? Puedense pintar tales faciones,
io dechado de hermosura? Si oy fuera viua Elena, por quien
tanta muerte houo de griegos z tróvanos, o la hermosa Puli-
cena, todas obedescerian a esta señora por quien yo peno.
Si ella se hallara presente en aquel debate de la mangana
con las tres diosas, nunca sobrenombre de discordia le
1 5 pusieran ; porque sin contrariar ninguna, todas concedieran
z viuieran conformes en que la lleuara Melibea : assi que
se llamara mancana de concordia. Pues quantas oy son nas-
cidas que della tengan noticia, se maldizen: querellan a
Dios, porque no se acordó dellas quando a esta mi señora
20 fizo. Consumen sus vidas, comen sus carnes con embidia,
danles siempre crudos martirios, pensando con artificio
ygualar con la perfecion, que sin trabajo doto a ella natura ;
dellas pelan sus cejas con tenazicas, z pegones, z corde-
lejos; dellas buscan las doradas yeruas, rayzes, ramas z flores
25 para hazer lexias, con que sus cabellos semejasen a los
della, las caras martillando, enuistiendolas en diuersos
matizes con vnguentos z vnturas, aguas fuertes, posturas
blancas z coloradas, que por euitar prolixidad no las cuento.
Pues la que todo esto fallo fecho, mira si merece de vn
30 triste hombre como yo ser seruida.
Celestina. Bien te entiendo, Sempronio. Dexale, que el
caerá de su asno : ya acaba.
Calisto. En la que toda la natura se remiro por la fazer
— 8i
perfeta: que las gracias que en todas repartió, las junto ett
ella. Allí hizieron alarde quanto mas acabadas pudieron
allegarse, porque conociessen los que la viessen, quanta era
la grandeza de su pintor, Solo vn poco de agua clara con vn
ebúrneo peyne basta para exceder a las nacidas en gentileza. 5
Estas son sus armas : con estas mata z vence ; con estas me
catiuo ; con estas- me tiene ligado z puesto en dura
cadena.
¿^Celestina. Calla z no te fatigues : que mas aguda es la
Mima que yo tengo, que fuerte essa cadena que te atormenta. 10
Yo la cortare con ella, porque tu quedes suelto. Por ende,
dame licencia, que es muy tarde, z dexame lleuar el cordón,
porque tengo del necessidad.
Calisto. O desconsolado de mi! La fortuna aduersa me
sigue junta: que contigo, o con el cordón, o con entramos 15
quisiera yo estar acompañado esta noche luenga z escura.
Pero pues no ay bien complido en esta penosa vida, venga
entera la soledad. Mocos, mocos!
Parmeno. Señor.
Calisto. Acompaña a esta señora hasta su casa, z vaya 20
con ella tanto plazer z alegría, quanta comigo queda tris-
teza z soledad.
Celestina. Quede, señor, Dios contigo : mañana sera mi
buelta, donde mi manto z la respuesta vernan a vn punto ;
pues oy no huuo tiempo : z súfrete, señor, z piensa en 25
otras cosas.
Calisto. Esso no, que es eregia oluidar aquella por
quien la vida me aplaze.
6
— 82 —
ARGUMENTO DEL SETIMO AUTO
Celestina habla con Parmeno, induziendole a concordia z amistad de
Sempronio. Traele Parmeno a memoria la promessa que le hiziera, de le
fazerauer a Areusa, quel mucho amaua. Vanse a. casa de Areusa : queda
ay la noche Parmeno. Celestina va para su casa, llama a la puerta : Elicia
le viene abrir, increpándole su tardanca.
Celestina. Parmeno, hijo, después de las passadas razones,
no he hauido oportuno tiempo para te dezir z mostrar el mucho
amor que te tengo, y asi mismo, como de mi boca todo
el mundo ha oydo hasta agora en absencia bien de ti. La
razón no es menester repetirla, porque yo te tenia por hijo,
a lo menos quasi adotiuo, z assi que imitauas a natural; z tu
dasme el pago en mi presencia, pareciendote mal quanto
digo, susurrando z murmurando contra mi en presencia de
Calisto. Bien pensaua yo que después que concediste en mi
buen consejo, que no hauias de tornarte atrás. Todavía me
parece que te quedan reliquias vanas, hablando por antojo
mas que por razón : desechas el próuecho, por conten-
tar la lengua. Oyeme si no me has oydo, z mira que
soy vieja, z el buen consejo mora en los viejos, i
de los mancebos es propio el deleyte. Bien creo que
de tu yerro sola la edad tiene culpa : espero en Dios,
que variaran tus costumbres variando el cabello, digo,
hijo, cresciendo z viendo cosas nueuas cada dia, porque la
mocedad en solo lo presente se impide z ocupa a mirar ;
mas la madura edad no dexa presente, ni passado, ni por
venir. Si tu touieras memoria, hijo Parmeno, del pasado
amor que te tuue, la primera posada que tomaste, venido
nueuamente a esta cibdad, auia de ser la mia; pero los
- 83 -
mocos curays poco de los viejos , regisvos a sabor de pala-
dar, nunca pensays que teneys ni haueys de tener necessidad
dellos, nunca pensays en enfermedades, nunca pensays
que os puede faltar esta florezilla de juuentud. Pues
mira, amigo, que para tales necessidades como estas, 5
buen acorro es vna vieja conoscida, amiga, madre, z
mas que madre; buen mesón para descansar sano, buen
hospital para sanar enfermo, buena bolsa para necessidad,
buena arca para guardar dinero en prosperidad, buen fuego
de inuierno, rodeado de asadores, buena sombra de verano, 10
buena tauerna para comer z beuer. Que dirás, loquillo, a todo
esto? Bien se que estas confuso por lo que oy has hablado :
pues no quiero mas de ti, que Dios no pide mas del pecador
de arrepentirse z emendarse. Mira a Sempronio, yo le fize
hombre, de Dios en ayuso; querría que fuesedes como her- 15
manos, porque estando bien con el, con tu amo z con todo
el mundo lo estañas. Mira que es bien quisto, diligente^
palanciano, buen seruidor, gracioso ; quiere tu amistad : cre-
cería vuestro prouecho dándoos el vno al otro la mano, n[
avn hauria mas priuados con vuestro amo que vosotros. E 20
pues? sabe que es menester que ames, si quieres ser amado;
que no se toman truchas zc. Ni te lo deue Sempronio de
fuero : simpleza es no querer amar, z esperar ser amado ;
locura es pagar el amistad con odio.
Parmeno. Madre, para contigo digo que mi segundo 25
yerro te confiesso, z con perdón de lo passado, quiero que
ordenes lo por venir; pero con Sempronio me paresce que
es impossible sostenerse mi amistad. El es desuariado, yo
mal sofrido : conciértame essos amigos.
Celestina. Pues no era essa tu condición ? 30
Parmeno. A la mi fe, mientra mas fui creciendo, mas la
primera paciencia me oluidaua : no soy el que solia, z assi
mismo Sempronio no ay ni tiene en que me aproueche.
Celestina. El cierto amigo en la cosa incierta se conosce,
en las aduersidades se prueua: entonces se allega z con mas
desseo visita la casa que la fortuna prospera desamparo.
Que te diré, fijo, de las virtudes del buen amigo? No ay
cosa mas amada ni mas rara : ninguna carga rehusa. Voso-
tros soys yguales : la paridad de las costumbres z la seme-
janca de los coracones es la que mas la sostiene. Cata, hijo,
que si algo tienes, guardado se te esta : sabe tu ganar mas,
que aquello ganado lo fallaste. Buen siglo aya aquel padre
que lo trabajo. No se te puede dar hasta que viuas mas
reposado z vengas en edad complida.
Parmeno. A que llamas reposado, tia?
Celestina. Hijo, a viuir por ti : a no andar por casas
agenas, lo qual siempre andaras, mientra no te supieres
aprouechar de tu seruicio ; que de lastima que houe de
verte roto, pedi oy manto, como viste, a Calisto : no por
mi manto, pero porque estando el sastre en casa z tu
delante sin sayo, te le diesse ; assi que, no por mi prouecho,
como yo senti que dixiste, mas por el tuyo : que si
esperas al ordinario galardón destos galanes, es tal, que lo
que en diez años sacaras, ataras en la manga. Goza tu
mocedad, el buen dia, la buena noche, el buen comer z
beuer, quando pudieres hauerlo no lo dexes, piérdase lo que
se perdiere ; no llores tu la fazienda que tu amo heredo, que
esto te lleuaras deste mundo, pues no le tenemos mas de
por nuestra vida. O fijo mió Parmeno ! que bien te puedo
dezir fijo, pues tanto tiempo te crie, toma mi consejo, pues
sale con limpio deseo de verte en alguna honrra. O quan
dichosa me. hallaría, en que tu z Sempronio estouiesedes
muy conformes, muy amigos, hermanos en todo ; viéndoos
venir a mi pobre casa a holgar a verme, z avn a deseno-
jaros con sendas mochachas !
Parmeno. Mochachas, madre mia?
- 85 -
Celestina. A la he, mochachas digo, que viejas harto me
soy yo. Qual se la tiene Sempronio, z avn sin hauer tanta
razón, ni tenerle tanta afición como a ti : que de las entra-
ñas me sale quanto te digo.
Parmeno. Señora, no viues engañada ? 5
Celestina, z avnque lo viua, no me pena mucho, que
tanbien lo hago por amor de Dios, z por verte solo en tierra
agena, z mas por aquellos huessos de quien te me enco-
mendó : que tu seras hombre z vernas en buen conoci-
miento z verdadero, z dirás : la vieja Celestina bien me 10
consejaua.
Parmeno. z avn agora lo siento, avnque soy mo^o:
que avnque oy veyas que aquello dezia, no era porque me
paresciesse mal lo que tu fazias ; pero porque veya que le
consejaua yo lo cierto, z me daua malas gracias. Pero de 15
aqui adelante demos tras el ; faz de las tuyas, que yo callare ;
que ya tropecé en no te creer cerca deste negocio con el.
Celestina. Cerca deste z de otros tropezaras z caerás,
mientra no tomares mis consejos, que son de amiga verdadera.
Parmeno. Agora doy por bien empleado el tiempo que 20
siendp niño te serui, pues tanto fruto trae para la mayor
edad, z rogare a Dios por el anima de mi padre que tal
tutriz me dexo, z de mi madre que a tal muger me enco-
mendó.
Celestina. No me la nombres, fijo, por Dios, que se 25
me hinchen los ojos de agua, z tuue yo en este mundo
otra tal amiga? otra tal compañera? tal aliuiadora de mis
trabajos z fatigas? Quien suplia mis faltas? Quien sabia mis
secretos? A quien descobria mi coraron? Quien era todo
mi bien z descanso, sino tu madre, mas que mi her- 30
mana z comadre? O que graciosa era! o que desem-
buelta, limpia, varonil ! Tan sin pena ni temor se andaua a
media noche de cimenterio en cimenterio, buscando apa-
rejos para nuestro oficio, como de dia. Ni dexaua chris-
tianos, ni moros, ni judios, cuyos enterramientos no visi-
taua : de dia los acechaua, de noche los desenterraua.
Assi se holgaua con la noche escura, como tu con el dia
claro : dezia que aquella era capa de pecadores. Pues maña
no tenia con todas las otras gracias ? Vna cosa te diré,
porque veas que madre perdiste, avnque era para callar ;
pero contigo todo passa. Siete dientes quito a vn ahorcado
con vnas tenazicas de pelacejas, mientra yo le descalce los
capatos. Puesentraua en vn cerco mejor que yo z con mas
esfuerco, avnque yo tenia farto buena fama, mas que agora,
que por mis pecados todo se oluido con su muerte. Que
mas quieres, sino que los mesmos diablos la hauian miedo ?
Atemorizados z espantados los tenia con las crudas bozes
que les daua : assi era ella dellos conoscida, como tu en tu
casa : tumbando venían vnos sobre otros a su llamado ; no
le osauan dezir mentira, según la fuerza con que los apre-
miaua. Después que la perdi, jamas les oy verdad.
Parmeno. No la medre Dios mas esta vieja, que ella me
da plazer con estos loores de sus palabras.
Celestina. Que dizes, mi honrrado Parmeno, mi hijo, z
mas que hijo?
Parmeno. Digo que como tenia esa ventaja mi madre,
pues las palabras que ella z tu deziades, eran todas vnas?
Celestina. Como, z deso te marauillas? No sabes que
dize el refrán, que mucho va de Pedro a Pedro? Aquella
gracia de mi comadre no alcancauamos todas. No as visto
en los oficios vnos buenos z otros mejores ? Assi era tu
madre, que Dios aya, la prima de nuestro oficio, z por tal
era de todo el mundo conocida z querida: assi de caualle-
ros, como clérigos, casados, viejos, mocos z niños. Pues
mocas z donzellas? Asi rogauan a Dios por su vida, como
de sus mesmos padres. Con todos tenia que hazer, con todos
- 87 ~
fablaua: si saliamos por la calle, quantos topauamos eran
sus ahijados ; que fue su principal oficio partera diez z seis
años. Asi que, avnque tu no sabias sus secretos por la tierna
edad que auias, agora es razón que los sepas, pues ella es
finada, z tu hombre. # 5
Parmeno. Dime, señora : quando la justicia te mando
prender, estando yo en tu casa, teniades mucho conoci-
miento ?
Celestina. Si teniamos, me dizes como por burla?
Juntas lo hizimos, juntas nos sintieron, juntas nos prendie- 10
ron z acusaron, juntas nos dieron la pena essa vez, que
creo que fue la primera. Pero muy pequeño eras tu; yo me
espanto como te acuerdas, que es la cosa que mas oluidada
esta en la cibdad. Cosas son que pasan por el mundo: cada
dia veras quien peque z pague, si sales a esse mercado. 15
Parmeno. Verdad es ; pero del pecado lo peor es la per — / —
seuerancia: que assi como el primer mouimiento no es en
mano del hombre, assi el primer yerro: donde dizen, que
quien yerra z se emienda, re.
Celestina. Lastimasteme, don loquillo. Alas verdades nos 20
andamos. Pues espera, que yo te tocare donde te duela.
Parmeno. Que dizes, madre?
Celestina. Hijo, digo, que sin aquella prendieron quatro
vezes a tu madre, que Dios aya sola, z avn la vna le leuan-
taron que era bruxa, porque la hallaron de noche con vnas 25
candelillas cogendo tierra de vna encruzijada, z la touieron
medio dia en vna escalera en la plaga, puesto vno como
rocadero pintado en la cabera. Pero cosas son que passan :
algo han de sofrir los hombres en este triste mundo para
sustentar sus vidas, z mira en que tan poco lo tuuo con su 30
buen seso, que ni por esso dexo dende en adelante de vsar
mejor su oficio. Esto ha venido por lo que dezias del per-
seuerar en lo que vna vez se yerra. En todo tenia gracia :
— 88 —
que en Dios z en mi conciencia, avn en aquella escalera
estaua, z parecía que a todos los debaxo no tenia en vna
blanca, según su meneo z presencia. Assi que los que algo
son como ella, z saben, z valen, son los que mas presto
5 yerran. Veras quien fue Virgilio, z que tanto supo : mas ya
hauras oydo como estouo en vn cesto colgado de vna torre,
mirándole toda Roma ; pero por eso no dexo de ser hon-
rrado, ni perdió el nombre de Virgilio.
Parmeno. Verdad es lo que dizes ; pero esso no fue por
10 justicia.
Celestina. Calla, bouo, poco sabes de achaque de ygle-
sia. z quando es mejor por mano de justicia que de otra
manera ? Sabialo mejor el cura, que Dios aya, que veniendo-
le a consolar, dixo que la sancta escritura tenia, que bien-
Vi 5 auenturados eran los que padescian persecución por la
justicia, que aquellos poseerian el reyno de los cielos.
Mira si es mucho passar algo en este mundo por gozar de la
gloria del otro; z mas que según todos dezian, a tuerto z a
sin razón, z con falsos testigos z rezios tormentos la hizie-
20 ron aquella vez confessar lo que no era ; pero con su buen
esfuerzo, z como el coraron abezado a sofrir haze las cosas
mas leues de lo que son, todo lo tuuo en nada. Que mili
vezes le oya dezir : si me quebré el pie, fue por bien, por-
que soy mas conoscida que antes. Assi que todo esto paso
25 tu buena madre acá, deuemos creer que le dará Dios buen
pago alia, si es verdad lo que nuestro cúranos dixo: z con
esto me consuelo. Pues seme tu, como ella, amigo verda-
dero, z trabaja por ser bueno, pues tienes a quien parezcas :
>/ que lo que tu padre dexo, a buen seguro lo tienes.
30 Parmeno. Bien lo creo, madre, pero querría saber que
tanto es.
Celestina. No puede ser agora : verna tu tiempo, como te
dixe, para que lo sepas z lo oyas.
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Parmeno. Agora dexemos los muertos z las herencias,
que si poco me dexaron poco hallare; hablemos en los pre-
sentes negocios, que nos va mas que en traer los passados a
la memoria. Bien se te acordara, no ha mucho que me
prometiste que me harías hauer a Areusa, quando en mi casa
te dixe como moria por sus amores.
Celestina. Si te lo prometí, no lo he oluidado, ni creas
que he perdido con los años la memoria : que mas de tres
xaques ha rescebido de mi sobre ello en tu absencia. Ya creo
que estara bien madura : vamos de camino por casa, que
no se podra escapar de mate ; que esto es lo menos que yo
por ti tengo de hazer.
Parmeno. Yo ya desconfiaua de la poder alcanzar, porque
jamas podia acabar con ella, que me esperasse a poderle
dezir vna palabra; z como dizen, mala señal es de amor,
huyr z boluer la cara, sentia en mi grande desfuzia
desto.
Celestina. No tengo en mucho tu desconfianza, no me
conosciendo, ni sabiendo como agora que tienes tan de tu
mano la maestra destas labores. Pues agora veras quanto
por mi causa vales, quanto con las tales puedo, quanto se en
casos de amor. Anda passo : ves aqui su puerta : entremos
quedo, no nos sientan sus vezinas. Atiende, z espera debaxo
desta escalera ; sobire yo a ver que se podra fazer sobre
lo fablado ; z por ventura haremos rías que tu ni yo traemos
pensado.
Areusa. Quien anda ay ? Quien sube a tal hora en mi
cámara ?
Celestina. Quien no te quiere mal, cierto, que nunca da
passo que no piense en tu prouecho; quien tiene mas
memoria de ti que de si mesma ; vna enamorada tuya,
avnque vieja.
Areusa. Valala el diablo a esta vieja, con que viene como
— 90 —
huestantigua a tal hora. Tia señora, que buena venida es
esta tan tarde ? Ya me desnudaua para acostar.
Celestina. Con las gallinas, hija ? Asi se hará la hazienda.
Andar, passe : otro es el que ha de llorar las necessidades,
que no tu : yema pasee quien lo cumple : tal vida, quien-
quiera se la querría.
Areusa. Jesu ! Quierome tornar a vestir, que he frió.
Celestina. No harás, por mi vida, sino éntrate en la
cama, que desde alli hablaremos.
Areusa. Assi goze de mi, pues que lo he bien menester,
que me siento mala oy todo el dia : assi que necesidad-mas
que vicio me fizo tomar con tiempo las sauanas por falde-
tas.
Celestina. Pues no estes asentada, acuéstate z metete
debaxo de la ropa, que paresces serena.
Areusa. Bien me dizes, señora tia.
Celestina. Ay, como huele toda la ropa en bulléndote! A
osadas que está todo a punto: siempre me pague de tus
cosas z hechos, de tu limpiezas atauio. Fresca que estas,
bendígate Dios! Que sauanas z colcha! que almoadas ! z
que blancura! Tal sea mi vejez, qual todo me parece. Perla
de oro, veras si te quiere bien quien te visita a tales horas :
dexame mirarte toda a mi voluntad, que me huelgo.
Areusa. Passo, madre, no llegues a mi, que me fazes
coxquillas, z prouocasme a reyr, z la risa acreciéntame el
dolor.
Celestina. Que dolor, mis amores ? Burlaste, por mi
vida, comigo ?
Areusa. Mal gozo vea de mi, si burlo; sino que ha quatro
horas que muero de la madre, que la tengo en los pechos,
que me quiere sacar del mundo : que no soy tan viciosa
como piensas.
Celestina. Pues dame lugar, tentare; que avn algo se
— 91 —
yo deste mal por mi pecado, que cada vna se tiene o ha tenido
su madre, z sus encobras della.
Areusa. Mas arriba la siento, sobre el estomago.
Celestina. Bendígate Dios, z señor sant Miguel, ángel,
z que gorda z fresca que estas ! Que pechos z que genti-
leza ! Por hermosa te tenia hasta agora, viendo lo que
todos podían ver; pero agora te digo que no ay en la
cibdad tres cuerpos tales como el tuyo, en quanto yo
conozco. No paresce que ayas quinze años. O quien fuera
hombre, z tanta parte alcancara de ti para gozar tal vista !
Por Dios, pecado ganas en no dar parte destas gracias a todos
los que bien te quieren ; que no te las dio Dios para que
pasasen en balde por la frescor de tu juuentud debaxo
de seys dobles de paño z liento. Cata que no seas auarienta
de lo que poco te costo : no atesores tu gentileza, pues es de
su natura tan comunicable como el dinero ; no seas el perro
del ortolano ; z pues tu no puedes de ti propia gozar, goze
quien puede. Que no creas que en balde fueste criada, que
quando nasce ella, nasce el, z quando el, ella. Ninguna cosa
ay criada al mundo superflua, ni que con acordada razón no
proueyesse della natura. Mira que es pecado fatigar z dar
pena a los hombres, podiendolos remediar.
Areusa. Alábame agora, madre, z no me quiere ninguno :
dame algún remedio para mi mal, z no estes burlando de
mi.
Celestina. Deste tan común dolor todas somos, mal
pecado, maestras. Lo que he visto a muchas fazer, z lo que
a mi siempre aprouecha, te diré ; porque como las calida-
des de las personas son diuersas, assi las melezinas hazen
diuersas sus operaciones, z diferentes. Todo olor fuerte es
bueno, assi como poleo, ruda, axiensos, humo de plumas
de perdiz, de romero, de moxquete, de encienso ; recebido
con mucha diligencia, aprouecha z afloxa el dolor, z buelue
— 92 -
poco a poco la madre a su lugar. Pero otra cosa hallaua yo
siempre mejor que todas, z esta no te quiero dezir, pues tan
santa te me hazes.
Areusa. Que, por mi vida, madre ? Vesme penada, z
encubresme la salud ?
Celestina. Anda, que bien me entiendes, no te hagas
boua.
Areusa. Ya, ya: mala landre me mate, si te entendía;
pero que quieres que haga ? Sabes que se partió ayer aquel
mi amigo con su capitán a la guerra: hauia de fazerle
ruyndad ?
Celestina. Veras, z que daño, z que gran ruyndad !
Areusa. Por cierto si seria: que me da todo lo que he
menester, tieneme honrrada, fauoreceme, z trátame como
si fuesse su señora.
Celestina. Pero avnque todo esso sea, mientra no parie-
res, nunca te faltara este mal z dolor que agora, de lo qual
el deue ser causa.
Areusa. No es sino mi mala dicha: maldición mala que
mis padres me echaron, que no esta ya por prouar todo
esso. Pero dexemos esso, que es tarde, z dime a que fue tu
buena venida ?
Celestina. Ya sabes lo que de Parmeno te oue dicho :
quexaseme que avn verle no quieres; no se por que, sino
porque sabes que le quiero yo bien, z le tengo por hijo.
Pues por cierto de otra manera miro yo tus cosas ; que hasta
tus vezinas me parescen bien, z se rne alegra el coracon cada
vez que las veo, porque se que hablan contigo.
Areusa. No viues, tia señora, engañada.
Celestina. No lo se : a las obras creo, que las palabras
de balde las venden donde quiera; pero el amor nunca se
paga sino con puro amor, z a las obras con obras. Ya sabes el
debdo que ay entre ti z Elicia, la qual tiene Sempronio en
— 93 —
mi casa : Parmeno z el son compañeros, simen a este seño?
que ta conoces, z por quien tanto fauor podras tener. No
niegues lo que tan poco fazer te cuesta. Vosotras parientas,
ellos compañeros : mira como viene mejor medido que
lo queremos : aqui viene comigo ; veras si quieres que
suba.
Areusa. Amarga de mi, z si nos ha oydo !
Celestina. No, que abaxo queda: quierole hazer subir,
resciba tanta gracia que le conozcas z hables, z muestres
buena cara ; z si tal te paresciere, goze el de ti, z tu del ;
que avnque el gane mucho, tu no pierdes nada.
Areusa. Bien tengo, señora, conoscimiento como todas
tus razones, estas z las passadas, se enderecan en mi proue-
cho ; pero como quieres que haga tal cosa, que tengo a
quien dar cuenta, como has oydo, z si soy sentida, matarme
ha? Tengo vezinas embidiosas : luego lo dirán. Assi que,
avnque no aya mas mal de perderle, sera mas que ganare
en agradar al que me mandas.
Celestina. Esso que temes, yo lo prouey primero, que
muy passo entramos.
Areusa. No lo digo por esta noche, sino por otras
muchas.
Celestina. Como, z dessas eres ? Dessa manera te tratas ?
Nunca tu harás casa con sobrado. Absenté le has miedo ?
que harias si estouiesse en la cibdad ? En dicha me cabe, que
jamas cesso de dar consejos a bouos, z todavia ay quien
yerre ; pero no me marauillo, flue es grande el mundo, z
pocos los esperimentados. Ay, ay, hija! Si viesses el saber
de tu prima, z que tanto le ha aprouechado mi crianza
z consejos, z que gran maestra esta, z avn que no se
halla ella mal con mis castigos: que vno en la cama,
z otro en la puerta, z otro que sospira por ella en su casa
se precia de tener; z con todos cumple, z a todos muestra
— 94 —
buena cara, z todos piensan que son muy queridos, z cada
vno piensa que no ay otro, z que el solo es priuado, z
el solo es el que le da lo que ha menester, z tu piensas
que con dos que tengas, que las tablas de la cama
5 lo han de descobrir ? De vna sola gotera te mantienes?
No te sobraran muchos manjares : no quiero arrendar
tus esgamoches. Nunca vno me agrado, nunca en
vno puse toda mi afición. Mas pueden dos, z mas quatro,
z mas dan z mas tienen, z mas ay en que escoger. No ay
io cosa mas perdida, hija, que el mur que no sabe sino vn
horado; si aquel le tapan, no haura donde se esconda del
gato. Quien no tiene sino vn ojo, mira a quanto peligro
anda. Vna alma sola ni canta ni llora ; vn solo acto no haze
habito ; vn frayle solo pocas vezes le encontraras por la
15 calle; vna perdiz sola por marauilla buela, mayormente
en verano. Que quieres, hija, de este numero de vno? Mas
inconuenientes te diré del, que años tengo a cuestas. Ten
siquiera dos, que es compañía loable, z tal qual es este.
Sube, hijo Parmeno.
20 Areusa. No suba: landre me mate, que me fino de
empacho : que no le conozco ; siempre houe vergüenza del.
Celestina. Aqui esto yo que te la quitare, z cobrire, z
hablare por entramos, que otro tan empachado es el.
Parmeno. Señora, Dios salue tu graciosa presencia.
25 Areusa. Gentil hombre, buena sea tu venida.
Celestina. Llégate acá, asno : adonde te vas alia assen-
tar al rincón ? No seas empachado, que al hombre ver-
gonzoso el diablo le traxo a palacio. Oydme entrambos lo
que digo : ya sabes tu, Parmeno amigo, lo que te prometi,
30 z tu, hija mia, lo que te tengo rogado ; dexada la dificultad
con que me lo has concedido aparte, pocas razones son
necessarias, porque el tiempo no lo padece. El ha siempre
viuido penado por ti ; pues viendo su pena, se que no le
querrás matar, z avn conozco que el te paresce tal, que no
sera malo para quedarse acá esta noche en casa.
Areusa. Por mi vida, madre, que tal no se haga. Jesu, no
me lo mandes.
Parmeno. Madre mia, por amor de Dios, que no salga yo
de aqui sin buen concierto, que me ha muerto de amores su
vista : ofrescele quanto mi padre te dexo para mi ; dile que
le daré quanto tengo. Ea, diselo, que me parece que no me
quiere mirar.
Areusa. Que te dize esse señor a la oreja? Piensa que i
tengo de fazer nada de lo que pides?
Celestina. No dize, hija, sino que se huelga mucho con
tu amistad, porque eres persona tan honrrada z en quien
qualquier beneficio cabra bien. E assi mismo que pues que
esto por mi intercession se haze, que el me promete daqui i
adelante ser muy amigo de Sempronio, z venir en todo
lo que quisiere contra su amo en vn negocio que traemos
entre manos. Es verdad, Parmeno ? prometeslo assi como
digo ?
Parmeno. Si prometo sin dubda.
Celestina. Ha, don ruyn, palabra te tengo, a buen tiempo
te asi.' Llégate acá, negligente, vergonzoso, que quiero ver
para quanto eres, ante que me vaya: retóbala en esta cama.
Areusa. No sera el tan descortes, que entre en lo vedado
sin licencia.
Celestina. En cortesías z licencias estas? No espero mas
aqui yo, fiadora que tu amanezcas sin dolor, z el sin color ;
mas como es vn putillo, gallillo, barbiponiente, entiendo que
en tres noches no se le demude la cresta. Destos me man-
dauan a mi comer en mi tiempo los médicos de mi tierra,
quando tenia mejores dientes. Quedaos a Dios, voyme, que
me hazes dentera con vuestro besar z retobar ; que avn el
sabor en las enzias me quedo, no le perdi con las muelas.
- 9é~
Areusa. Dios vaya» contigo.
Parmeno. Madre, mandas que te acompañe?
Celestina. Seria quitar a vn sancto por poner en otro.
Acompáñeos Dios, que yo vieja soy, no he temor que me
5 fuercen en la calle.
Elicia. El perro ladra: si viene este diablo de vieja?
Celestina. Tha, tha.
Elicia. Quien es? quien llama?
Celestina. Baxame abrir, fija,
io Elicia. Estas son tus venidas : andar de noche es tu
plazer : porque lo hazes ? Que larga estada fue esta ? Nunca
sales para boluer a casa. Por costumbre lo tienes : cum-
pliendo con vno, dexas ciento descontentos ; que has sido oy
buscada del padre de la desposada que leuaste el dia de
15 Pascua al racionero, que la quiere casar daqui a tres dias,
z es menester que la remedies, pues que se lo prometiste,
para que no sienta su marido la falta de la virginidad.
Celestina. No me acuerdo, hija, por quien dizes.
Elicia. Como no te acuerdas ? Desacordada eres, cierto.
20 O como caduca la memoria ! Pues por cierto tu me dixiste
quando la leuauas, que la auias renouado siete vezes.
Celestina. No te marauilles, hija, quien en muchas
partes derrama su memoria, en ninguna la puede tener. Pero
dime si tornara.
25 Elicia. Mira si tornara! Tienete dada vna manilla de oro
en prendas de tu trabajo, z no hauia de venir ?
Celestina. La de la manilla es? Ya se por quien dizes.
Porque tu no tomauas el aparejo, z comengauas a hazer
algo? Pues en aquellas tales te hauias de abezar z prouar,
30 de quantas vezes me lo as visto hazer ! Si no, ay te estaras
toda tu vida fecha bestia sin oficio ni renta; z quando seas
de mi edad, lloraras la folgura de agora : que la mocedad
ociosa acarrea la vejez arrepentida z trabajosa. Hazialo yo
mejor quando tu abuela, que Dios aya, me mostraua este
oficio, que a cabo de vn año sabia mas que ella.
Elicia. No me marauillo, que muchas vezes, como dizen,
al maestro sobrepuja el buen díscipulo, z no va esto sino en
la gana con que se aprende. Ninguna sciencia es bien
empleada en el que no le tiene afición : yo le tengo a este
oficio odio, tu mueres tras ello.
Celestina. Tu te lo dirás todo. Pobre vejez quieres.
Piensas que nunca has de salir de mi lado?
Elicia. Por Dios, dexemos enojo, z al tiempo el concejo.
Ayamos mucho plazer. Mientra oy touieremos de comer, no
pensemos en mañana. También se muere el que mucho
allega como el que pobremente viue, z el dotor como el
pastor, z el papa como el sacristán, z el señor como el*
sieruo, z el de alto linaje como el baxo, z tu con tu oficio
como yo sin ninguno ; no ñauemos de viuir para siempre :
gozemos z holguemos, que la vejez pocos la veen, z de los
que la veen ninguno murió de hambre. Acostémonos, que es
hora.
1
ARGUMENTO DEL OTAUO AUTO
La mañana viene : despierta Parmeno. Despedido de Areusa, va para casa
de Calisto su señor : falla a la puerta a Sempronio, conciertan su amistad.
Van juntos a la cámara de Calisto : hallanle hablando consigo mismo ;
leuantado, va a la yglesia.
Parmeno. Amanece, o que es esto que tanta claridad
esta en esta cámara ?
Areusa. Que amanecer? Duerme, señor, que avn agora
nos acostamos. No he yo pegado bien los ojos, ya hauia de
5 ser de dia ? Abre, por Dios, essa ventana de tu cabecera, z
verlo has.
Parmeno. En mi seso esto yo, señora, que es de dia claro,
en ver entrar luz entre las puertas. O traydor de mi ! En
que gran falta he caydo con mi amo ! De mucha pena soy
10 digno : o que tarde que es !
Areusa. Tarde ?
Parmeno. z muy tarde.
Areusa. Pues assi goze de mi alma, no se me ha quitad
el mal de la madre. No se como pueda ser.
15 Parmeno. Pues que quieres, mi vida ?
Areusa. Que hablemos en mi mal.
Parmeno. Señora mia, si lo hablado no basta, lo que ma
es necessario me perdona, porque es ya mediodía. Si vo
mas tarde, no seré bien recebido de mi amo : yo vern
20 mañana z quantas vezes después mandares ; que por ess
hizo Dios vn dia tras otro, porque lo que el vno no bas
tasse, se cumpliesse en otro, z avn porque mas no
veamos, reciba de ti esta gracia, que te vayas oy a las doz
del dia a comer con nosotros a su casa de Celestina.
— 99 —
Areusa. Que me plaze, de buen grado. Ve con Dios,
junta tras ti la puerta.
Parmeno. A Dios te quedes. O plazer singular ! o singular
alegria ! Qual hombre es, ni ha sido mas bienauenturado
que yo ? qual mas dichoso z bienandante ? Que vn tan 5
excelente don sea por mi posseido ; z quan presto pedido,
tan presto alcancado ! Por cierto si las trayciones desta vieja
con mi coracon yo pudiesse sofrir, de rodillas hauia de
andar a la complazer. Con que pagare yo esto ? O alto Dios !
A quien contaría yo este gozo ? a quien descobriria tan gran 10
secreto ? a quien daré parte de mi gloria? Bien me dezia la
vieja, que de ninguna prosperidad es buena la posesión
sin compañía. El plazer no comunicado, no es plazer. Quien *
sentiría esta mi dicha como yo la siento ? A Sempronio veo
ala puerta de casa: mucho ha madrugado. Trabajo tengo 15
con mi amo, si es salido fuera : no sera, que no es acostum-
brado; pero como agora no anda en su seso, no me
marauillo que aya peruertido su costumbre.
Sempronio. Parmeno hermano, si yo supiesse aquella
tierra donde se gana el sueldo dormiendo, mucho haría por 20
yr alia, que no daría ventaja a ninguno : tanto ganaría como
otro qualquiera. E como, holgazán, descuydado fueste para
no tornar? No se que crea de tu tardanga, sino que te que-
daste a escallentar la vieja esta noche, o a rascarle los pies,
como quando chiquito. 25
Parmeno. O Sempronio, amigo z mas que hermano ! Por
Dios, no corrumpas mi plazer, no mezcles tu yra con mi
sofrimiento, no rebueluas tu descontentamiento con mi des-
canso, no agües con tan turbia agua el claro liquor del
pensamiento que traygo, no enturuies con tus embidiosos 30
castigos z odiosas reprehensiones mi plazer. Recíbeme con
alegria, z contarte he marauillas de mi buena andanca pas-
sada.
— 100 —
Sempronio. Dilo, dilo : es algo de Melibea ? Hasla
visto ?
Parmeno. Que de Melibea? Es de otra que yo mas
quiero ; z avn tal, que si no estoy engañado, puede viuir
5 con ella en gracia z hermosura ; si que no se encerró el
mundo z todas sus gracias en ella.
Sempronio. Que es esto, desuariado ? Reyrme querría,
sino que no puedo. Ya todos amamos ? el mundo se va a
perder. Calisto a Melibea, yo a Elicia, tu de embidia has bus-
10 cado con quien perder esse poco de seso que tienes.
Parmeno. Luego locura es amar?
Sempronio. Según tu opinión, si es ; que yo te he oydo dar
consejos vanos a Calisto, z contradezir a Celestina en quanto
habla ; e por impedir mi prouecho z el suyo, huelgas de no
15 gozar tu parte. Pues a las manos me has venido donde te
podre dañar, z lo haré.
Parmeno. No es, Sempronio, verdadera fuerca ni poderio
dañar z empecer ; mas aprouechar z guarecer, z muy
mayor quererlo hazer. Yo siempre te tuue por hermano : no
20 se cumpla por Dios en ti lo que se dize : que pequeña causa
desparte conformes amigos. Muy mal me tratas, no se donde
nazca este rencor.
Sempronio. No digo mal en esto, sino que se eche otra
sardina para el mo<;o de cauallos, pues tu tienes amiga.
25 Parmeno. Estas enojado ; quierote sofrir, avnque mas mal
me trates.
Sempronio. Mas mal tratas tu a Calisto, aconsejando a el
lo que para ti huyes, diziendo que se aparte de amar a
Melibea, hecho tablilla de mesón, que para si no tiene
30 abrigo z dale a todos. O Parmeno ! agora podras ver quan
facile cosa es reprehender vida agena, z quan duro guardar
cada qual la suya ! No digas mas, pues tu eres testigo ; z
daqui adelante veremos como te has, pues ya tienes tu escu-
— 101 —
dilla como cada qual. Si tu mi amigo fueras, en la necessidad
que de ti tuue me hauias de fauórecer, z ayudar a Celestina
en mi prouecho, que no fincar vn clauo de malicia a cada
palabra. Sabe que como la hez de la tauerna despide a los
borrachos, asi la aduersidad o necessidad al fingido amigo : 5
luego se descubre el falso metal dorado por encima.
Parmeno. Oydo lo hauia dezir, z por esperiencia lo veo,
nunca venir plazer sin contraria cocobra en esta triste vida : X
a los alegres, serenos, z claros soles, nublados escuros z
pluuias vemos suceder ; a ios solazes z plazeres, dolores z 10
muertes los ocupan ; a las risas z deleytes, llantos z lloros
z passiones mortales los siguen ; finalmente, a mucho des-
canso z sosiego, mucho pesar z tristeza. Quien pudiera tan
alegre venir como yo agora ? quien tan triste recebimiento
padescer? quien verse como yo me vi, con tanta gloria 15
alcancada con mi querida Areusa ? quien caer della, siendo
tan mal tratado tan presto, como yo de ti ? que no me has
dado lugar a poderte dezir quanto soy tuyo, quanto te he de
fauórecer en todo, quanto soy arepiso de lo passado,
quantos consejos z castigos buenos he recebido de Celestina 20
en tu fauor z prouecho, z de todos : como, pues este juego
de nuestro amo z Melibea esta entre las manos, podemos
agora medrar, o nunca.
Sempronio. Bien me agradan tus palabras, si tales
touiesses las obras, a las quales espero para auerte de creer. 25
Pero, por Dios, me digas, que es esso que dixiste de Areusa?
Paresce que conozcas tu a Areusa, su prima de Elicia ?
Parmeno. Pues que es todo el plazer que traygo, sino
hauerla alcancado?
Sempronio. Como se lo dize el bouo ! de risa no puede 30
hablar. A que llamas hauerla alcanzado ? Estaua a alguna ven-
tana, o que es esso ?
Parmeno. A ponerla en duda si queda preñada o no.
— 102 —
Sempronio. Espantado me tienes: mucho puede el con-
tinuo trabajo ; vna continua gotera horaca vna piedra.
Parmeno. Veras que tan continuo, que ayer lo pense,
ya la tengo por mia.
5 Sempronio. La vieja anda por ay.
Parmeno. En que lo vees ?
Sempronio. Que ella me hauia dicho que te queria mucho
z que te la haria hauer. Dichoso fuiste, no hiziste sino llegar
z recabdar; por esto dizen : mas vale a quien Dios ayuda,
10 que quien mucho madruga; pero tal padrino touiste.
Parmeno. Di madrina, que es mas cierto ; asi que, quien
a buen árbol se arrima... Tarde fuy ; pero temprano recabde.
O hermano ! que te contaria de sus gracias de aquella muger,
de su habla, z hermosura de cuerpo ! Pero quede para mas
15 oportunidad.
Sempronio. Puede ser sino prima de Elicia ? No me dirás
tanto, quanto estotra no tenga mas : todo te lo creo ; pero
que te cuesta ? hasle dado algo ?
Parmeno. No cierto ; mas avnque houiera, era bien
20 empleado : de todo bien es capaz. En tanto son las tales
tenidas, quanto caras son compradas; tanto valen quanto
cuestan ; nunca mucho costo poco, sino a mi esta señora. A
comer la combide para casa de Celestina, z si te plaze vamos
todos alia.
25 Sempronio. Quien, hermano?
Parmeno. Tu z ella, z alia esta la vieja z Elicia : auremos
plazer.
V Sempronio. O Dios! z como me as alegrado! Franco
eres, nunca te faltare. Como te tengo por hombre, como
30 creo que Dios te ha de hazer bien, todo el enojo que de tus
passadas fablas tenia, se me ha tornado en amor. No dudo
ya tu confederación con nosotros ser la que deue. Abracarte
quiero, seamos como hermanos, vaya el diablo para ruyn :
— 103 —
sea lo pasado question de sant Juan, z assi paz para todo
el año, que las yras de los amigos siempre suelen ser reinte-
gración del amor. Comamos z holguemos, que nuestro amo
ayunara por todos.
Parmeno. z que haze el desesperado ?
Sempronio. Allí esta tendido en el estrado cabo la cama,
donde le dexaste anoche : que ni ha dormido, ni esta des-
pierto. Si alia entro, ronca ; si me salgo, canta o deuanea;
no le tomo tiento, si con aquello pena o descansa.
Parmeno. Que dizes ? z nunca me ha 'llamado, ni ha
tenido memoria de mi ?
Sempronio. No se acuerda de si : acordarse ha de ti?
Parmeno. Avn hasta en esto me ha corrido buen tiempo.
Pues que assi es, mientra recuerda, quiero embiar la comida
que la aderecen.
Sempronio. Que has pensado embiar para que aquellas
loquillas te tengan por hombre complido, bien criado, z
franco ?
Parmeno. En casa llena presto se adereca cena: de lo
que ay en la despensa basta para no caer en falta. Pan
blanco, vino de Monuiedro, vn pemil de tocino, z mas seys
pares de pollos que traxeron estotro dia los renteros de
nuestro amo; que si los pidiere, harele creer que los ha
comido : z las tórtolas que mando para oy guardar, diré que
hedian ; tu seras testigo. Tememos manera como a el no
haga mal lo que dellas comiere, z nuestra mesa este como
es razón, z alia hablaremos largamente en su daño z nuestro
prouecho con la vieja cerca destos amores.
Sempronio. Mas dolores: que por fe tengo que de muerto
o loco no escapa desta vez. Pues que assi es, despacha,
subamos a ver que faze.
Calisto. En gran peligro me veo :
en mi muerte no ay tardanza,
— 104 —
pues que me pide el deseo
lo que me niega esperanza.
Parmeno. Escucha, escucha, Sempronio, trobando esta
nuestro amo.
5 Sempronio. O hideputa, el trobador! El gran Antipater
Sidonio, el gran poeta Ouidio, los quales de improuiso se
les venian las razones metrificadas a la boca. Si, si, desos
es : trobara el diablo ; esta deuaneando entre sueños.
Calisto. Coraron, bien se te emplea
io que *penes z viuas triste,
pues tan presto te venciste
del amor de Melibea.
Parmeno. No digo yo que troba ?
Calisto. Quien fabla en la sala ? Mo<;os !
i S Parmeno. Señor.
Calisto. Es muy noche? Es hora de acostar?
Parmeno. Mas ya es, señor, tarde para leuantar.
Calisto. Que dizes, loco ? Toda la noche es passada ?
Parmeno. z avn harta parte del dia.
2o Calisto. Di, Sempronio : miente este desuariado que me
haze creer que es de dia?
Sempronio. Oluida, señor, vn poco a Melibea, z veras la
claridad : que con la mucha que en su gesto contemplas, no
puedes ver de encandelado, como perdiz con la calderuela.
25 Calisto. Agora lo creo, que tañen a missa. Daca mis
ropas, yre a la Madalena, rogare a Dios aderece a Celestina,
z ponga en coraron a Melibea mi remedio, o de fin en breue
a mis tristes dias.
Sempronio. No te fatigues tanto ; no lo quieras todo en
30 vna hora, que no es de discretos desear con grande efica-
cia lo que puede tristemente acabar. Si tu pides que se
concluya en vn dia lo que en vn año seria harto, no es
mucha tu vida.
- ios -
10
Calisto.' Quieres dezir que soy como el moco del escu-
dero gallego?
Sempronio. No mande Dios que tal cosa yo diga, que eres
mi señor: z demás desto se, que como me galardonas el
buen consejo, me castigarías lo mal hablado. Verdad es que
nunca es ygual la alabanca del seruicio o buena habla, que
la reprehensión z pena de lo mal hecho o hablado.
Calisto. No se quien te abezo tanta filosofía, Sempronio.
Sempronio. Señor, no es todo blanco aquello que de
negro no tiene semejanza. Tus acelerados deseos, no medi-
dos por razón, hazen parecer claros mis consejos. Quisieras
tu ayer que te traxeran a la primera habla amanojada z
embuelta en su cordón a Melibea, como si horneras embiado
por otra qualquiera mercaduría a la placa, en que no houiera
mas trabajo de llegar z pagalla. Da, señor, aliuio al coracon, U
que en poco espacio de tiempo no cabe gran bienauentu-
ranca. Vn solo golpe no derriba vn roble. Apercíbete con
sofrimiento, porque la prouidencia es cosa loable, z el
apercibimiento resiste el fuerte combate.
Calisto. Bien has dicho, si la qualidad de mi mal lo
consintiesse. ,
Sempronio. Para que, señor, es el seso, si la voluntad *
priua la razón ?
Calisto. O loco, loco ! Dize el sano al doliente : Dios te
de salud ; no quiero consejo, ni esperarte mas razones, que 25
mas auiuas z enciendes las flamas que me consumen. Yo me
voy solo a missa, z no tornare a casa fasta que me llameys,
pidiéndome las albricias de mi gozo con la buena venida de
"Celestina : ni comeré hasta entonce, avnque primero sean
los cauallos de Febo apacentados en aquellos verdes prados 30
que suelen, quando han dado fin a su jornada.
Sempronio. Dexa, señor, essos rodeos : dexa essas poesías,
que no es fabla conueniente la que a todos no es común,
20
— io6 —
la que todos no participan, la que pocos entienden. Di :
avnque se ponga el sol, z sabrán todos lo que dizes ; z come
alguna conserua, con que tanto espacio de tiempo te sos-
tengas.
5 Calisto. Sempronio, mi fiel criado, mi buen consejero,
mi leal seruidor, sea como a ti te paresce, porque cierto
tengo, según tu limpieza de seruicio, quieres tanto mi vida
como la tuya.
Sempronio. Creeslo tu, Parmeno? Bien seque no lo júra-
lo rias. Acuérdate si fueres por conserua, apañes vn bote para
aquella gentezilla, que nos va mas ; z a buen entendedor en
la bragueta cabra.
Calisto. Que dizes, Sempronio ?
Sempronio. Dixe, señor, a Parmeno, que fuesse por vna
15 tajada de diacitron.
Parmeno. Hela aqui, señor.
Calisto. Daca.
Sempronio. Veras que engullir haze el diablo : entero lo
querria tragar por mas apriesa hazer.
20 Calisto. El alma me ha tornado. Quedaos con Dios,
hijos; esperad la vieja, z yd por buenas albricias.
Parmeno. Alia yras con el diablo tu z malos años, z en
tal hora comiesses el diacitron, como Apuleyo el veneno
que le conuertio en asno.
ARGUMENTO DEL NOVENO AUTO
Sempronio z Parmeno van a casa de Celestina, entre si hablando.
Llegados alia, hallan a Elida z Areusa : ponense a comer; entre comer
riñe Elicia con Sempronio, leuantase de la mesa, tornanla apaciguar.
Estando ellos todos entre si razonando, viene Lucrecia, criada de Melibea,
llamar a Celestina, que vaya a estar con Melibea.
Sempronio. Baxa, Parmeno, nuestras capas z espadas, si
te parece, que es hora que vamos a comer.
Parmeno. Vamos presto: ya creo que se quexaran de
nuestra tardanca. No por essa calle, sino por estotra, por-
que nos entremos por la yglesia, z veremos si ouiere aca-
bado Celestina sus deuociones, lleuarla hemos de camino.
Sempronio. A donosa hora ha de estar rezando.
Parmeno. No se puede dezir sin tiempo fecho lo que en
todo tiempo se puede fazer.
Sempronio. Verdad es; pero mal conoces a Celestina :
quando ella tiene que hazer, no se acuerda de Dios, ni cura
de santidades. Quando ay que roer en casa, sanos están los
santos : quando va a la yglesia con sus cuentas en la mano,
no sobra el comer en casa. Avnque ella te crio, mejor
conozco yo sus propiedades que tu : lo que en sus cuentas
reza, es los virgos que tiene a cargo, z quantos enamorados
ay en la cibdad, z quantas mocas tiene encomendadas, z
que despenseros ay en la cibdad, z que canónigo es mas
mo^o z franco. Quando menea los labios, es fengir mentiras,
ordenar cautelas para hauer dinero : por aqui le entrare ; esto
me responderá, estotro replicare. Assi viue esta que noso-
tros mucho honrramos.
— 108 —
Parmeno. Masque essoseyo; sino porque te enojaste
estotro día, no quiero hablar; quando lo dixe a Calisto.
Sempronio. Avnque lo sepamos para nuestro prouecho,
no lo publiquemos para nuestro daño. Saberlo nuestro amo,
5 es echalla por quien es, z no curar della. Dexandola, verna
forcado otra, de cuyo trabajo no esperemos parte como
desta, que de grado o por fuerca nos dará de lo que le
diere.
Parmeno. Bien has dicho : calla, que esta abierta su
io puerta. En casa esta: llama antes que entres, que por
ventura estaran embueltas z no querrán ser assi vistas.
Sempronio. Entra, no cures, que todos somos de casa: ya
ponen la mesa.
Celestina. O mis perlas de oro ! Tal me venga el año,
15 qual me parece vuestra venida.
Parmeno. Que palabras tiene la noble ! Bien ves, hermano,
estos halagos fengidos.
Sempronio. Dexala, que deso viue : que no se quien
diablos le mostró tanta ruyndad.
20 Parmeno. La necessidad z pobreza; la fambre, que no ay
mejor maestra en el mundo : no ay mejor despertadora z
auiuadora de ingenios. Quien mostró a las picacas z papa-
gayos imitar nuestra propia habla con sus harpadas lenguas,
nuestro órgano z boz, sino esta ?
25 Celestina. Mochachas, mochachas bouas, andad acá
baxo, presto ; que están aqui dos hombres que me quieren
forjar.
Elicia. Mas nunca acá vinieran : z mucho combidar con
tiempo, que ha tres horas que esta aqui mi prima. Este
30 perezoso de Sempronio haura sido causa de la tardanza, que
no ha ojos por do verme.
Sempronio. Calla, mi señora, mi vida, mis amores; que
quien a otro sirue no es libre : assi que sujeción me
— io9 —
relieua de culpa. No ayamos enojo, assentemonos a comer.
Elicia. Assi: para assentar a comer muy diligente; a
mesa puesta con tus manos lauadas z poca verguenca.
Sempronio. Después reñiremos: comamos agora. Asién-
tate, madre Celestina, tu primero. 5
Celestina. Assentaos, vosotros mis hijos, que harto
lugar ay para todos, a Dios gracias ; tanto nos diessen del
parayso quando alia vamos. Poneos en orden, cada vno
cabo la suya : yo que estoy sola, porne cabo mi este jarro
z taca, que no es mas mi vida de quanto con ello hablo. 10
Después que me fui faziendo vieja, no se mejor oficio a la
mesa que escanciar; porque quien la miel trata, siempre
se le pega della. Pues de noche en inuierno, no ay tal esca-
llentador de cama ; que con dos jarrillos destos que beua
quando me quiero acostar, no siento frió en toda la noche. 15
Desto aforro todos mis vestidos quando viene la Nauidad ;
esto me callenta la sangre, esto me sostiene continuo en vn
ser; esto me faze andar siempre alegre ; esto me para fresca;
desto vea yo sobrado en casa, que nunca temeré el mal año :
que vn cortezon de pan ratonado me basta para tres dias. 20
Sempronio. Tia señora, a todos nos sabe bien ; comiendo
z hablando, porque después no haura tiempo para entender
en los amores deste perdido de nuestro amo, z de aquella
graciosa z gentil Melibea.
Elicia. Apártateme alia, desabrido, enojoso ! Mal proue- 25
cho te haga lo que comes, tal comida me has dado. Por mi
alma, reuesar quiero quanto tengo en el cuerpo, de asco de
oyrte llamar aquella gentil. Mirad quien gentil! Jesu, Jesu !
z que hastio z enojo es ver tu poca verguenca! A quien
gentil ! Mal me haga Dios si ella lo es, ni tiene parte dello, 30
sino que ay ojos que de lagaña se agradan. Santiguarme
quiero de tu necedad z poco conocimiento. O quien esto-
uiesse de gana para disputar contigo su hermosura z genti-
— 110 —
leza! Gentil, gentil es Melibea? Entonce lo es, entone
acertaran, quando andan a pares los diez mandamientos
aquella hermosura por vna moneda se compra de la tienda
Por cierto, que conozco yo en la calle donde ella viu
5 quatro donzellas, en quien Dios mas repartió su gracia que
no en Melibea; que si algo tiene de hermosura, es por
buenos atauios que trae. Poneldos en vn palo, también
dires que es gentil. Por mi vida, que no lo digo por alabarme •
mas que creo que soy tan hermosa como vuestra Melibea.
10 Areusa. Pues no la has tu visto como yo, hermana mia :
Dios me lo demande, si en ayunas la topasses, si aquel dia
pudieses comer de asco. Todo el año se esta encerrada con
mudas de mili suziedades ; por vna vez que aya de salir
donde pueda ser vista, enuiste su cara con hiél z miel, con
1 5 vnas z con otras cosas que por reuerencia de la mesa dexo
de dezir. Las riquezas las hazen a estas hermosas z ser alaba-
das, que no las gracias de su cuerpo ; que assi goze de mi,
vnas tetas tiene para ser donzella, como si tres vezes houiesse
parido : no parecen sino dos grandes calabacas. El vientre
2o no se le he visto : pero juzgando por lo otro, creo que le
tiene tan floxo como vieja de cincuenta años. No se que se
ha visto Calisto, porque dexa de amar otras que mas ligera-
mente podría hauer, z con quien mas el holgasse.
Sempronio. Hermana, pareceme aqui que cada bohonero
25 alaba sus agujas : que el contrario desso se suena por la cibdad.
Areusa. Ninguna cosa es mas lexos de verdad que la
^ vulgar opinión : nunca alegre viuiras si por voluntad de
muchos te riges, porque estas son conclusiones verdaderas,
que qualquier cosa que el vulgo piensa es vanidad ^lo que
30 fabla, falsedad; lo que reprueua es bondad ; lo que aprueua,
maldad, z pues este es su mas cierto vso z costumbre, no «
juzgues la bondad z hermosura de Melibea por esso ser la
que afirmas.
— III —
Sempronio. Señora, el vulgo parlero no perdona las
tachas de sus señores : z asi yo creo que si alguna touiesse
Melibea, ya seria descubierta de los que con ella mas que
con nosotros tratan. E avnque lo que dizes concediesse, j
Calisto es cauallero, Melibea fijadalgo: assi que los nacidos I 5
por linaje escogidos, buscanse vnos a otros. Por ende no es
de marauillar, que ame antes a esta que a otra.
Areusa. Ruyn sea quien por ruyn se tiene : las obras
hazen linaje, que al fin todos somos hijos de Adán z Eua.
Procure de ser cada vno bueno por si, z no vaya buscar en 10
la nobleza de sus pasados la virtud. )C
Celestina. Hijos, por mi vida, que cessen essas razo-
nes de enojo ; z tu, Elicia, que te tornes a la mesa z dexes
essos enojos.
Elicia. Con tal que mala pro me hiziesse : con tal que 15
rebentasse comiéndolo. Hauiayode comer con esse maluado,
que en mi cara me ha porfiado que es mas gentil su an-
drajo de Melibea que yo?
Sempronio. Calla, mi vida, que tu la comparaste ; toda
comparación es odiosa : tu tienes la culpa, z no yo. 20
Areusa. Ven, hermana, a comer, no hagas agora esse plazer
a estos locos porfiados: sino leuantarme he yo de la mesa.
Elicia. Necessidad de complazerte me haze contentar a
esse enemigo mió, z vsar de virtud con todos.
Sempronio. He, he, he ! 25
Elicia. De que te ríes ? De mala cáncer sea comida essa
boca desgraciada enojosa.
Celestina. No le respondas, hijo, sino nunca acabaremos.
Entendamos en lo que faze a nuestro caso. Dezidme, como
quedo Calisto? Como lo dexastes ? Como os pudistes 30
entramos descabullir del ?
Parmeno. Alia fue a la maldición echando fuego, desespe-
rado, perdido, medio loco, a missa a la Magdalena, a rogar a
Dios que te de gracia que puedas bien roer los huessos
destos pollos, z protestando no boluer a casa hasta oyr
que eres venida con Melibea en tu arremango. Tu saya z
manto, z avn mi sayo, cierto esta : lo otro vaya z venga ; el
5 quando lo dará, no lo se.
>J^ Celestina. Sea quando fuere : buenas son mangas, passada
la pascua. Todo aquello alegra que con poco trabajo se
gana, mayormente viniendo de parte donde tan poca mella
haze : de hombre tan rico, que con los saluados de su casa
io podria yo salir de lazeria, según lo mucho le sobra. No les
duele a los tales lo que gastan, z según la causa por que lo
dan; no sienten con el embeuecimiento del amor, no les
pena, no veen, no oyen : lo qual yo juzgo por otros que he
conocido menos apassionados z metidos en este fuego de
15 amor, que a Calisto veo. Que ni comen, ni beuen, ni rien,
ni lloran, ni duermen, ni velan, ni hablan, ni callan, ni
penan, ni descansan, ni están contentos, ni se quexan, según
la perplexidad de aquella dulce z fiera llaga de sus corazo-
nes ; e si alguna cosa destas la natural necessidad les fuerca a
20 hazer, están en el acto tan oluidados, que comiendo se
oluida la mano de lleuar la vianda a la boca. Pues si con
ellos hablan, jamas conuiniente respuesta bueluen. Alli
tienen los cuerpos; con sus amigas los corazones z sentidos.
Mucha fuerza tiene el amor : no solo la tierra, mas avn las
25 mares traspassa, según su poder. Ygual mando tiene en todo
genero de hombres; todas las dificultades quiebra. Ansiosa
cosa es, temerosa z solicita ; todas las cosas mira en derre-
dor; assi que si vosotros buenos enamorados haues sido,
juzgares yo dezir verdad.
30 Sempronio. Señora, en todo concedo con tu razón, que
aqui esta quien me causo algún tiempo andar fecho otro
Calisto, perdido el sentido, cansado el cuerpo, la cabera
vana, los dias dormiendo, las noches todas velando,
- H3 -
dando alboradas, haziendo momos, saltando paredes,
poniendo cada dia la vida al tablero, esperando toros,
corriendo cauallos, tirando barra, echando lan^a, cansando
amigos, quebrando espadas, haziendo escalas, vistiendo
armas, z otros mili actos de enamorado : haziendo coplas, 5
pintando motes, sacando inuenciones ; pero todo lo doy por
bien empleado, pues tal joya gane.
Elicia. Mucho piensas que me tienes ganada ? pues
hagote cierto, que no as tu buelto la cabera, quando esta
en casa otro que mas quiero, mas gracioso que tu, z avn 10
que no anda buscando como me dar enojo : a cabo de vn
año que me vienes a ver, tarde z con mal.
Celestina. Hijo, dexala dezir, que deuanea; mientra
mas desso le oyeres, mas se confirma en su amor. Todo
es porque haues aqui alabado a Melibea: no sabe otra cosa 15
en que os lo pagar, sino en dezir esso ; z creo que no vee la
hora que hauer comido para lo que yo me se. Pues esotra
su prima, yo me la conozco. Goza vuestras frescas moce-
dades ; que quien tiempo tiene z mejor le espera, tiempo VS
viene que se arrepiente : como yo hago agora por algunas 20
horas que dexe perder, quando mocji, quando me preciauan,
quando me quedan ; que ya, mal pecado, caducado he,
nadie no me quiere, que sabe Dios mi buen desseo ! Besaos
z abrasaos, que a mi no me queda otra cosa sino gozarme
de vello. Mientra a la mesa estays, de la cinta arriba todo se ^ 25
perdona : quando seays aparte, no quiero poner tassa,
pues que el rey no la pone. Que yo se por las mochachas
que nunca de importunos os acusen ; e la vieja Celestina
mascara de dentera con sus botas enzias las migajas de los
manteles. Bendígaos Dios, como lo reys z holgays, putillos, 30
loquillos, trauiesos ! En esto auia de parar el nublado de las
questioncillas que aues tenido : mira no derribes la mesa.
Eligía. Madre, a la puerta llaman. El solaz es derramado.
8
Celestina. Mira, hija, quien es : por ventura sera quien
lo acreciente z allegue.
Elicia. O la voz me engaña, o es mi prima Lucrecia.
Celestina. Abrela, z entre ella, z buenos años ; que
5 avn a ella algo se le entiende desto que aqui hablamos,
avnque su mucho encerramiento le impide el gozo de su
mocedad.
^ Areusa. Assi goze de mi, que es verdad, que estas que
simen a señoras, ni gozan de deleyte, ni conocen los dulces
10 premios de amor. Por esto me viuo sobre mi, desde que me
se conocer; que jamas me precie de llamarme de otrie,
sino mia. Mayormente destas señoras que agora se vsan :
gastase con ellas lo mejor del tiempo, z con vna saya rota de
las que ellas desechan, pagan seruicio de diez años. Denos-
15 tadas, maltratadas las traen, contino sojuzgadas, que hablar
delante dellas no osan : e quando veen cerca el tiempo de la
obligación de casallas, leuantanles vn caramillo, que se echan
con el mo<;o o con el hijo, o pidenles celos del marido, o
que mete hombres en casa, o que hurto la taca o perdió el
20 anillo; danles vn ciento de acotes, z echanlas la puerta
fuera, las haldas en la cabeca, diziendo : alia yras, ladrona,
puta, no destruyras mi casa z honrra. Assi que esperan
galardón, sacan baldón : esperan salir casadas, salen amen-
guadas ; esperan vestidos z joyas de boda, salen desnudas z
25 denostadas. Estos son sus premios, estos son sus beneficios
z pagos : obliganseles a dar marido, quitanles el vestido : la
mejor honrra que en sus casas tienen, es andar fechas calle-
jeras de dueña en dueña con sus mensajes acuestas. Nunca
oyen su nombre propio de la boca dellas, sino puta acá,
30 puta acullá; a do vas, tiñosa? que heziste, vellaca ? porque
comiste esto, golosa? como fregaste la sartén, puerca ? por-
que no limpiaste el manto, suzia ? como dixiste esto,
necia? quien perdió el plato, desaliñada? como falto el
— ii5 —
paño de manos, ladrona ? a tu rufián le hauras dado ! ven
acá, mala muger, la gallina hauada no paresce ; pues
búscala presto, sino en la primera blanca de tu soldada la
contare. E tras esto mili chapinazos z pellizcos, palos
z acotes. No ay quien les sepa contentar ; no quien pueda
sofriHas. Su plazer es dar vozes, su gloria es reñir : de
lo mejor fecho, menos contentamiento muestran. Por esto,
madre, he quesido mas viuir en mi pequeña casa, esenta
z señora, que no en sus ricos palacios sojuzgada z catiua.
Celestina. En tu seso has estado, bien sabes lo que
hazes, que los sabios dizen, que vale mas vna migaja de
pan con paz, que toda la casa llena de viandas con renzilla.
Mas agora cesse esta razón, que entra Lucrecia.
Lucrecia. Buena pro os haga, tia, z la compaña. Dios
bendiga tanta gente z tan honrrada.
Celestina. Tanta, hija? Por mucha has esta ? Bien parece
que no me conociste en mi prosperidad, oy ha veynte años.
Ay, quien me vido z quien me vee agora ! No se como no
quiebra su coraron de dolor ! Yo vi, mi amor, a esta mesa
donde agora están tus primas assentadas, nueue mo<;as de
tus dias, que la mayor no passaua de deziocho años, z
ninguna hauia menor de catorze. Mundo es, passe, ande su
rueda, rodee sus alcaduzes, vnos llenos, otros vazios. Ley
es de fortuna, que ninguna cosa en vn ser mucho tiempo
permanesce, su orden es mudanzas. No puedo dezir sin lagri-
mas la mucha honrra que entonces tenia, avnque por mis
pecados z mala dicha poco a poco ha venido en diminución :
como declinauan mis dias, assi se diminuya z menguaua
mi prouecho. Prouerbio es antigo, que quanto al mundo
es, o crece o descrece : todo tiene sus limites, todo
tiene sus grados. Mi honrra llego a la cumbre, según quien
yo era; de necessidad es que desmengue z abaxe : cerca
ando de mi fin. En esto veo que me queda poca vida.
Lucrecia. Trabajo ternias, madre, con tantas mó£ás, que
es ganado muy trabajoso de guardar.
Celestina. Trabajo, mi amor? Antes descanso z aliuio.
Todas me obedescian, todas me honrrauan, de todas era
5 acatada, ninguna salia de mi querer, lo qué yo dezia era lo
bueno, a cada qual daua su cobro. No escogian mas de lo
que yo les mandarra : coxo, o tuerto, o manco, aquel hauian
por sano que mas dinero me daua. Mió era el prouecho,
suyo el afán. Pues seruidores, no tenia por su causa dellas ?
io Caualleros viejos z mogos, abades de todas dignidades, desde
X obispos hasta sacristanes. En entrando por la yglesia, via
derrocar bonetes en mi honor, como si yo fuera vna
duquesa : el que menos auia que negociar comigo, por mas
ruyn se tenia. De media legua que me viessen, dexauan las
15 horas : vno a vno, z dos a dos, venían adonde yo estaua, a
ver si mandarra algo, a preguntarme cada vno por la suya;
que hombre hauia que estando diziendo missa, en viéndome
entrar, se turbaua que no fazia ni dezia cosa a derechas.
Vnos me llamauan señora, otros tia, otros enamorada, otros
20 vieja honrrada. Alli se concertauan sus venidas a mi casa;
allí las ydasa la suya; alli se me ofrecian dineros, alli prome-
sas, alli otras dadiuas, besando el cabo de mi manto, z avn
algunos en la cara por me tener mas contenta. Agora hame
traydo la fortuna a tal estado, que me digas : buena pro
25 hagan las (¿apatas.
Sempronio. Espantados nos tienes con tales cosas como
nos cuentas de essa religiosa gente z benditas coronas. Si
que no serian todos ?
Celestina. No, hijo : ni Dios lo mande que yo tal cosa
30 leuante, que muchos viejos deuotos hauia con quien yo poco
medraría, z avn que no me podian ver ; pero creo que de
embidia de los otros que me hablauan. Como la clerezia era
grande, hauia de todos : vnos muy castos, otros que tenían
— H7 —
cargo de mantener a las de mi oficio ; z avn todavía creo
que no faltan, z embiauan sus escuderos z mogos a que me
acompañassen ; z apenas era llegada a mi casa, quando
entrauan por mi puerta muchos pollos z gallinas, ansarones,
anadones, perdizes, tórtolas, pemiles de tocino, tortas de
trigo, lechones ; cada qual como lo recebia de aquellos
diezmos de Dios, assi lo venian luego a registrar, para que
comiese yo z aquellas sus deuotas. Pues vino, no me
sobraua? de lo mejor que se beuia en la cibdad, venido de
diuersas partes : de Monuiedro, de Luque, de Toro, de
Madrigal, de Sant Martin, z de otros muchos lugares, z
tantos, que avnque tengo la diferencia de los gustos z sabor
en la boca, no tengo la diuersidad de sus tierras en la me-
moria; que harto es que vna vieja como yo, en oliendo
qualquiera vino diga de donde es. Pues otros curas sin
renta : no era ofrecido el bodigo, quando en besando el
feligrés la estola, era del primer boleo en mi casa. Espessos
como piedras a tablado entrauan mochachos cargados de
prouisiones por mi puerta. No se como puedo viuir cayendo
de tal estado.
Areusa. Por Dios, pues somos venidas a hauer plazer, no
llores, madre, ni te fatigues; que Dios lo remediara todo.
Celestina. Harto tengo, hija, que llorar, acordándome
de tan alegre tiempo, z tal vida como yo tenia, z quan
seruida era de todo el mundo que jamas houo fruta nueua, de
que yo primero no gozasse que otros supiessen si era
nascida: en mi casa se hauia de hallar si para alguna preñada
se buscasse.
Sempronio. Madre, ningún prouecho trae la memoria del
buen tiempo, si cobrar no se puede, antes tristeza : como a
ti agora que nos has sacado el plazer dentre las manos.
Alcese la mesa, yrnos hemos a holgar, z tu darás respuesta a
essa donzella que aqui es venida.
— n8 —
Celestina. Hija Lucrecia, dexadas estas razones, querría
que me dixiesses, a que fue agora tu buena venida ?
Lucrecia. Por cierto ya se me hauia oluidado mi principal
demanda z mensaje con la memoria de esse tan alegre tiempo
5 como has contado, z assi me estuuiera vn año sin comer
escuchándote, z pensando en aquella vida buena que
aquellas mocas gozarían, que me parece z semeja que esto
yo agora en ella. Mi venida, señora, es lo que tu sabrás :
pedirte el ceñidero ; z demás desto, te ruega mi señora
10 sea de ti visitada, z muy presto ; porque se siente muy fati-
gada de desmayos z dolor del coraron.
Celestina. Hija, destos dolorcillos tales, mas es el ruydo
que las nuezes. Marauillada estoy, sentirse del coracon
muger tan mo<;a.
15 Lucrecia. Assi te arrastren, traydora; tu no sabes que es?
Haze la vieja falsa sus hechizos z vase ; después hazese de
nueuas.
Celestina. Que dizes, hija ?
Lucrecia. Madre, que vamos presto, z me des
20 cordón.
Celestina. Vamos, que yo le lleuo.
ARGUMENTO DEL DECIMO AUTO
Mientra andan Celestina z Lucrecia por camino, esta hablando Melibea
consigo misma. Llegan a la puerta, entra Lucrecia primero ; haze entrar a
Celestina. Melibea después de muchas razones descubre a Celestina arder en
amor de Calisto. Veen venir a Alisa, madre de Melibea : despidense den
vno. Pregunta Alisa a Melibea de los negocios de Celestina, defendiéndole
su mucha conuersacion.
1 Melibea. O lastimada de mi, o mal proueyda donzella !
z no me fuera mejor conceder su petición z demanda ayer a
Celestina, quando de parte de aquel señor, cuya vista me
catiuo, me fue rogado ? z contentarle a el z sanar a mi, que
no venir por fuerza a descobrir mi llaga quando no me sea 5
agradecido ? quando ya desconfiando de mi buena respuesta K,
aya puesto sus ojos en amor de otra ? Quanta mas ventaja
touiera mi prometimiento rogado, que mi ofrecimiento
forcoso ! O mi fiel criada Lucrecia ! que dirás de mi ? que
pensaras de mi seso, quando me veas publicar lo que a ti 10
jamas he quesido descobrir? Como te espantaras del rompi-
miento de mi honestidad z vergüenza, que siempre como
encerrada donzella acostumbre tener ! No se si auras barrun-
tado de donde procede mi dolor. O si ya viniesses con
aquella medianera de mi salud ! O soberano Dios ! A ti, que 15
todos los atribulados llaman, los apassionados piden reme-
dio, los llagados medicina, a ti que los cielos, mar, z tierra,
con los infernales centros obedecen, a ti, el qual todas las
cosas a los hombres sojuzgaste, humilmente suplico des a mi
herido coraron sofrimiento z paciencia, con que mi terrible 20
passion pueda dissimular. No se desdore aquella hoja de
castidad que tengo assentada sobre este amoroso desseo,
— 120 —
publicando ser otro mi dolor, que no el que me atormenta.
Pero como lo podre hazer, lastimándome tan cruelmente el
poncoñoso bocado que la vista de su presencia de aquel
cauallero me dio ? O genero femíneo, encogido z fragüe !
5 Porque no fue tanbien a las hembras concedido poder des-
^ cobrir su congoxoso z ardiente amor, como a los varones ?
Que no Calisto viuiera quexoso, ni yo penada.
Lucrecia. Tia, detente vn poquito cabo esta puerta :
entrare a ver con quien esta hablando mi señora. Entra,
10 entra, que consigo lo ha.
Melibea. Lucrecia, echa essa antepuerta. O vieja sabia z
honrrada, tu seas bienvenida/Que te parece como que ha
sido mi dicha, z la fortuna ha rodeado, que yo tuuiesse
de tu saber necessidad, para que tan presto me houiesses de
15 pagar en la misma moneda el beneficio que por ti me fue
demandado para esse gentil hombre que curauas con la
virtud de mi cordón !
Celestina. Que es, señora, tu mal, que assi muestra las
señas de su tormento en las coloradas colores de tu gesto ?
20 Melibea. Madre mia, que me comen este coraron ser-
pientes dentro de mi cuerpo.
Celestina. Bien esta : assi lo quería yo. Tu me pagaras,
doña loca, la sobra de tu yra.
Melibea. Que dizes ? Has sentido, en verme, alguna
25 causa donde mi mal proceda?
Celestina. No me as, señora, declarado la calidad del
mal : quieres que adeuine la causa ? Lo que yo digo es que
rescibo mucha pena de ver triste tu graciosa presencia.
Melibea. Vieja honrrada, alégramela tu ; que grandes
30 nueuas me han dado de tu saber.
Celestina. Señora, el sabidor solo Dios es; pero como
para salud z remedio de las enfermedades fueron repartidas
las gracias en las gentes de hallar las melezinas, dellas por
— . 121 —
esperiencia, dellas por arte, dellas por natural instinto,
alguna partezica alcanzo a esta pobre vieja, de la qual al
presente podras ser seruida.
Melibea. O que gracioso z agradable me es oyrte ! Salu-
dable es al enfermo la alegre cara del que le visita. Pares- 5
cerne que veo mi coraron entre tus manos fecho pedamos ;
el qual, si tu quisiesses, con muy poco trabajo juntarias con
la virtud de tu lengua: no de otra manera, que quando
vio en sueños aquel grande Alexandre, rey de Macedonia,
en la boca del dragón la saludable rayz con que sano a su 10
criado Tolomeo del bocado de la biuora. Pues por amor de
Dios te despojes para muy diligente entender en mi mal, z
me des algún remedio.
Celestina. Gran parte de la salud es dessearla: por lo
qual creo menos peligroso ser tu dolor. Pero para yo dar, 1 5
mediante Dios, congrua z saludable melezina, es necessario
saber de ti tres cosas. La primera, a que parte de tu
cuerpo mas declina z aquexa el sentimiento. Otra, si es
nueuamente por ti sentido, porque mas presto se curan las
tiernas enfermedades en sus principios, que quando han 20
hecho curso en la perseueracion de su oficio : mejor se
doman los animales en su primera edad, que quando ya es
su cuero endurecido para venir mansos a la melena; mejor
crescen las plantas que tiernas z nueuas se trasponen, que
las que frutificando ya se mudan; muy mejor se despide 25
el nueuo pecado, que aquel que por costumbre antigua
cometemos cada dia. La tercera, si procede de algún cruel
pensamiento que asento en aquel lugar, z esto sabido,
veras obrar mi cura. Por ende cumple que al medico como
al confessor se hable toda verdad abiertamente. 30
Melibea. Amiga Celestina, muger bien sabia z maestra
grande, mucho has abierto el camino por donde mi mal
te pueda especificar. Por cierto tu lo pides como muger
— 122 —
bien esperta en curar tales enfermedades. Mi mal es de
coraron : la ysquierda teta es su aposentamiento ; tiende
sus rayos a todas partes. Lo segundo es nueuamente nacido
en mi cuerpo ; que no pense jamas que podia dolor priuar
5 el seso, como este haze : túrbame la cara, quítame el comer,
no puedo dormir, ningún genero de risa querría ver. La
causa o pensamiento, que es la final cosa por ti preguntada
de mi mal, esta no sabré dezir; porque ni muerte de
debdo, ni perdida de temporales bienes, ni sobresalto de
10 visión, ni sueño desuariado, ni otra cosa puedo sentir que
fuesse, saluo la alteración que tu me causaste con la
demanda que sospeche de parte de aquel cauallero Calisto,
quando me pediste la oración.
Celestina. Como, señora, tan mal hombre es aquel?
15 Tan mal nombre es el suyo, que en solo ser nombrado trae
consigo ponzoña su sonido ? No creas que sea essa la causa
de tu sentimiento, antes otra que yo barrunto ; z pues que
assi es, si tu licencia me das, yo, señora, te la diré.
■ni Melibea. Como, Celestina, que es esse nueuo salario que
20 pides ? De licencia tienes tu necessidad para me dar la salud ?
Qual físico jamas pidió tal seguro para curar al paciente?
Di, di, que siempre la tienes de mi, tal Jjuejin honrra_no
da¿£s^con tus palabras.
Celestina. Veote, señora, por vna parte quexar el dolor,
25 por otra temer la melezina. Tu temor me pone miedo, el
miedo silencio, el silencio tregua entre tu llaga z mi mele-
zina. Assi que sera causa que ni tu dolor cesse, ni mi venida
aproueche. $
Melibea. Quanto mas dilatas la cura, tanto mas acre-
30 cientas z multiplicas la pena z passion. O tus melezinas
son de poluos de infamia z licor de corrupción, conficio-
nados con otro mas crudo dolor que el que de parte del
paciente se siente, o no es ninguno tu saber. Porque si lo
— 123 —
vno o lo otro no abastasse, qualquiera remedio otro darías
sin temor, pues te pido le muestres, qil^dando libj£4m£a^
Celestina. Señora, no tengas por nueuo ser mas fuerte
de sofrir al herido la ardiente trementina, z los ásperos
puntos que lastiman lo llagado z doblan la passion, que no
la primera lision que dio sobre sano. Pues si tu quieres ser
sana, z que te descubra la punta de mi sotil aguja sin temor,
haz para tus manos z pies vna ligadura de sosiego, para
tus ojos vna cobertura de piedad, para tu lengua vn freno
de sosiego, para tus oydos vnos algodones de sofrimiento
z paciencia ; z veras obrar a la antigua maestra destas llagas.
V Melibea. O como me muero con tu dilatar ! Di, por Dios,
lo que quisieres, haz lo que supieres, que no podra ser tu
remedio tan áspero, que yguale con mi pena z tormento.
Agora toque en mi honrra, agora dañe mi fama, agora
lastime mi cuerpo, avnque sea romper mis carnes para
sacar mi dolorido coraron, te doy mi fe ser segura, z si
siento aliuio bien galardonada.
Lucrecia. El seso tiene perdido mi señora: gran mal es
este : catiuadola ha esta fechizera.
Celestina. Nunca me ha de faltar vn diablo acá z acullá •
escapóme Dios de Parmeno, topóme con Lucrecia. ^
Melibea. Que dizes, amada maestra? Que te fablaua essa
mo<;a?
Celestina. No le oy nada ; lo que yo digo es que es muy
necessario para tu salud, que no este persona delante : z assi
que la deues mandar salir; z tu, hija Lucrecia, perdona.
Melibea. Salte fuera presto.
Lucrecia. Ya, ya, todo es perdido : ya me salgo, señora.
Celestina. Tanbien me da osadía tu gran pena, como
ver que con tu sospecha has ya tragado alguna parte de
mi cura ; pero todavía es necessario traer mas clara melezina
z mas saludable descanso de casa de aquel cauallero Calisto.
— .124 —
Melibea. Calla, por Dios, madre : no traygan de su casa
cosa para mi prouecho, ni le nombres aqui.
Celestina. Sufre, señora, con paciencia, que es el primer
punto z principal : no se quiebre, sino todo nuestro trabajo
5 es perdido. Tu llaga es grande, tiene necessidad de áspera
cura ; z lo duro con duro se ablanda mas eficacemente. E
dizen los sabios, que la cura del lastimero medico dexa
mayor señal, z que nunca peligro sin peligro se vence. Tem-
perancia, que pocas vezes lo molesto sin molestia se cura, z
10 vn clauo con otro se espele, z vn dolor con otro. No con-
cibas odio ni desamor, ni consientas a tu lengua dezir mal de
persona tan virtuosa como Calisto, que si conoscido fuesse...
Melibea. O, por Dios, que me matas ! z no te tengo
dicho que no me alabes esse hombre, ni me le nombres en
15 bueno ni en malo ?
Celestina. Señora, este es otro z segundo punto, si tu
con tu mal sofrimiento no consientes, poco aprouechara mi
venida : z si como prometiste lo sufres, tu quedaras sana z
sin debda, z Calisto sin quexa z pagado. Primero te auise
20 de mi cura, z desta inuisible aguja, que, sin llegar a ti, sientes
en solo mentarla en mi boca.
Melibea. Tantas vezes me nombraras esse tu cauallero,
que ni mi promessa baste, ni la fe que te di a sofrir tus
dichos ? De que ha de quedar pagado ? Que le deuo yo a
25 el ? Que le soy a cargo ? Que ha hecho por mi ? Que neces-
sario es el aqui para el proposito de mi mal ? Mas agradabl
me seria que rasgases mis carnes, z sacasses mi coracon
que no traer essas palabras aqui.
Celestina. Sin te romper las vestiduras se lango en t
30 pecho el amor: no rasgare yo tus carnes para le curar.
Melibea. Como dizes que llaman a este mi dolor, qu
assi se ha enseñoreado en lo mejor de mi cuerpo ?
Celestina. Amor dulce.
Melibea. Esso me declara que es, que en solo óyrlo me
alegro.
Celestina. Es vn fuego escondido, vna agradable llaga,
vn sabroso veneno, vna dulce amargura, vna delectable
dolencia, vn alegre tormento, vna dulce z fiera herida, vna
blanda muerte.
Melibea. Ay mezquina de mi! Que si verdad es tu rela-
ción, dudosa sera mi salud; porque según la contrariedad
que essos nombres entre si muestran, lo que al vno fuere
prouechoso, acarreara al otro mas passionJ
Celestina. No desconfie, señora, tu noble juuentud de
salud, que quando el alto Dios da la llaga, tras ella embia
el remedio : mayormente que se yo al mundo nascida vna
flor, que de todo esto te delibre.
Melibea. Como se llama?
Celestina. No te lo oso dezir.
Melibea. Di, no temas.
Celestina. Calisto. O, por Dios, señora Melibea, que
poco esfuerzo es este? Que descaescimiento ? O mezquina
yo, alca la cabera ! O malauenturada vieja, en esto han de
parar mis passos ? Si muere, matarme han ; avnque viua,
seré sentida, que ya no podra sofrirse de no publicar su
mal z mi cura. Señora mia Melibea, ángel mió, que has
sentido ? Que es de tu habla graciosa ? Que es de tu color
alegre? Abre tus claros ojos. Lucrecia, Lucrecia, entra
presto acá : veras amortescida a tu señora entre mis manos ;
baxo presto por vn jarro de agua.
Melibea. Passo, passo, que yo me esforzare: no escan-
dalizes la casa.
Celestina. O cuytada de mi ! No te descaezcas, señora,
habíame como sueles.
Melibea, z muy mejor; calla, no me fatigues.
Celestina. Pues que me mandas que faga, perla graciosa?
— 126 —
Que ha sido este tu sentimiento? Creo que se van que-
brando mis puntos.
^ Melibea. Quebróse mi honestidad, quebróse mi empa-
cho, afloxo mi mucha verguenca ; e como muy naturales,
5 como muy domésticos, no pudieron tan liuianamente
despedirse de mi cara, que no lleuassen consigo su color
por algún poco de espacio, mi merca, mi lengua, z gran
parte de mi sentido. O pues ya, mi nueua maestra, mi fiel
secretaria, lo que tu tan abiertamente conoces, en vano
10 trabajo por te lo encubrir. Muchos z muchos dias son pas-
sados que esse noble cauallero me hablo en amor: tanto me
fue entonces su habla enojosa, quanto, después que tu me le
tornaste a nombrar, alegre. Cerrado han tus puntos mi
llaga, venida soy en tu querer. En mi cordón le lleuaste
15 embuelta la posesión de mi libertad. Su dolor de muelas
era mi mayor tormento ; su pena era la mayor mia. Alabo z
loo tu buen sofrimiento, tu cuerda osadia, tu liberal tra-
bajo, tus solícitos z fieles passos, tu agradable habla, tu
buen saber, tu demasiada solicitud, tu prouechosa impor-
20 tunidad. Mucho te deue esse señor, z mas yo, que jamas
pudieron mis reproches aflacar tu esfuerco z perseuerar,
confiando en tu mucha astucia. Antes, como fiel seruidora,
quando mas denostada, mas diligente; quando mas disfauor,
mas esfuergo ; quando peor respuesta, mejor cara ; quando
25 yo mas ayrada, tu mas humilde. Pospuesto todo temor, has
sacado de mi pecho lo que jamas a ti ni a otro pense des-
cobrir.
^Celestina. Amiga z señora mia, no te marauilles, porque
estos fines con efecto me dan osadia a sofrir los ásperos z
30 escrupulosos desuios de las encerradas donzellas como tu.
Verdad es que ante que me determinasse, assipor el camino,
como en tu casa, estuue en grandes dubdas, si te descobri-
ria mi petición. Visto el gran poder de tu padre, temia;
— 127 : —
mirando la gentileza de Calisto, osaua; vista tu discreción,
merecelaua: mirando tu virtud z humanidad, esfor^aua.
En lo vno fallaua el miedo, z en lo otro la seguridad. E
pues assi, señora, as quesido descubrir la gran merced que
nos has hecho, declara tu voluntad, echa tus secretos 5
en mi regado, pon en mis manos el concierto deste con-
cierto : yo daré forma como tu desseo z el de Calisto sean
en breue complidos.
Melibea. O mi Calisto z mi señor! mi dulce z suaue
alegria! Si tu coraron siente lo que agora el mío, maraui- 10
liada estoy como la absencia te consiente viuir. O mi
madre z mi señora ! haz de manera como luego le pueda
v¿r, si mi vida quieres.
Celestina. Ver z hablar.
Melibea. Hablar? es impossible. 15
Celestina. Ninguna cosa a los hombres que quieren
hazerla es impossible.
Melibea. Dime como.
Celestina. Yo lo tengo pensado, yo te lo diré: por entre
las puertas de tu casa. 20
Melibea. Quando?
Celestina. Esta noche.
Melibea. Gloriosa me seras si lo ordenas. Di a que hora.
Celestina, A las doze.
Melibea. Pues ve, mi señora, mi leal amiga, z fabla con 25
aquel señor, z que venga muy paso, z dalli se dará con-
cierto, según su voluntad, a la hora que has ordenado.
Celestina. Adiós, que viene hazia acá tu madre.
Melibea. Amiga Lucrecia z mi fiel secretaria, ya has visto
como no ha sido mas en mi mano. Catiuome el amor de 30
aquel cauallero : ruegote, por Dios, se cubra con secreto sello,
porque yo goze de tan suaue amor. Tu seras de mi tenida
en aquel lugar que merece tu fiel seruicio .
— 128 —
Lucrecia. Antes de agora lo he sentido z me ha pesado ;
pero pues ya no tiene tu merced otro medio sino morir o
amar, mucha razón es que se escoja por mejor aquello que
en si lo es.
5 Alisa. En que andas acá, vezina, cadadia?
Celestina. Señora, falto ayer vn poco de hilado al peso,
z vinelo a cumplir, porque di mi palabra; z traydo, voyme.
Quede Dios contigo.
Alisa, z contigo vaya. Hija Melibea, que quería la vieja?
10 Melibea. Señora, venderme vn poquito de solimán.
S. Alisa. Esso creo yo mas, que lo que la vieja ruyn dixo.
Pensó que recibiría yo pena dello, z mintióme. Guarte,
hija, della, que es gran traydora ; que el sotil ladrón siempre
rodea las ricas moradas. Sabe esta con sus trayciones, con
15 sus falsas mercadurías, mudar los propósitos castos ; daña la
fama : a tres vezes que entra en vna casa, engendra sos-
pecha.
Lucrecia. Tarde acuerda nuestra ama.
Alisa. Por amor mió, hija, que si acá tornare sin verla
20 yo, que no ayas por bien su venida, ni la recibas con plazer.
Halle en ti onestidad en tu respuesta, z jamas boluera ; que
la verdadera virtud mas se teme que espada.
Melibea. Dessas es ? Nunca mas : bien huelgo, señora,
de ser auisada, por saber de quien me tengo de guardar.
— 129 —
ARGUMENTO DEL ONZENO AUTO
Despedida Celestina de Melibea, va por la calle sola hablando ; vee a Sem-
pronio z Parmeno que van a la Magdalena por su señor. Sempronio habla
con Calisto. Sobreuiene Celestina, van a casa de Calisto : declárale Celestina
su mensaje z negocio recaudado con Melibea : mientra ellos en essas razones
están, Parmeno z Sempronio entre si hablan. Despidese Celestina de Calisto,
va para su casa : llama a la puerta, Elicia le viene abrir ; cenan z vanse a
dormir.
Celestina. Ay Dios, si llegasse a mi casa con mi mucha
alegria acuestas ! A Parmeno z a Sempronio veo yr a la
Magdalena : tras ellos me voy ; z si ay no estouiere Calisto,
passaremos a su casa a pedirle las albricias de su gran gozo\
Sempronio. Señor, mira que tu estada es dar a todo el 5
mundo que dezir; por Dios, que huygas de ser traydo en
lenguas, que al muy deuoto llaman ypocrita : que dirán, sino
que andas royéndolos sanctosPSi passion tienes, súfrela en
tu casa, no te sienta la tierra. No descubras tu pena a los
estrañes, pues esta en manos el pandero que lo sabrá bien 10
tañer.
Calisto. En que manos ?
Sempronio. De Celestina.
Celestina. Que nombrays a Celestina? Que dezis desta
esclaua de Calisto ? Toda la calle del Arcediano vengo a mas 15
andar tras vosotros por alcanzaros, z jamas he podido con
mis luengas haldas.
Calisto. O joya del mundo, acorro de mis passiones,
espejo de mi vista ! El coragon se me alegra en ver essa hon-
rrada presencia, essa noble senetud. Dime, con que vienes ? 20
Que nueuas traes, que te veo alegre, z no se en que esta mi
vida ? •
9
Celestina. En mi lengua.
Calisto. Que dizes, gloria z descanso mió? Declárame
mas lo dicho.
Celestina. Salgamos, señor, de la yglesia, z de aqui a
casa te contare algo con que te alegres de verdad.
Parmeno. Buena viene la vieja, hermano, recabdado deue
hauer.
Sempronio. Escúchala.
Celestina. Todo este dia, señor, he trabajado en tu nego-
cio, z he dexado perder otros en que harto me yua. Muchos
tengo quexosos por tenerte a ti contento: mas he dexado de
ganar que piensas ; pero todo vaya en buena hora, pues tan
buen recabdo traygo, que te traygo muchas buenas palabras
de Melibea, z la dexo a tu seruicio.
Calisto. Que es esto que oygo?
Celestina. Que es mas tuya que de si misma; mas esta a
tu mandado z querer, que de su padre Pleberio.
Calisto. Habla cortes, madre, no digas tal cosa, que
dirán estos mocos que estas loca. Melibea es mi señora, Meli-
bea es mi dios, Melibea es mi vida; yo su catiuo, yo su
sieruo.
Sempronio. Con tu desconfianza, señor, con tu poco pre-
ciarte, con tenerte en poco, hablas essas cosas con que atajas
su razón. A todo el mundo turbas diziendo desconciertos.
De que te santiguas? Dale algo por su trabajo, harás mejor,
que esso esperan essas palabras.
Calisto. Bien has dicho. Madre mia, yo se cierto que
jamas ygualara tu trabajo z mi liuiano galardón. En lugar
de manto z saya, porque no se de parte a oficiales, toma
esta cadenilla, ponía al cuello, z procede en tu razón z mi
alegría.
Parmeno. Cadenilla la llama? No lo oyes, Sempronio?
No estima el gasto; pues yo te certifico no diesse mi
— 131 —
parte por medio marco de oro, por mal que la vieja la
reparta.
Sempronio. Oyrte ha nuestro amo : tememos en el que
amansar, z en ti que sanar, según esta inchado de tu mucho
murmurar. Por mi amor, hermano, que oygas z calles, que 5
por esso te dio Dios dos oydos, z vna lengua sola.
Parmeno. Oyra el diablo ; esta colgado de la boca de la
vieja, sordo z mudo z ciego, hecho personaje sin son, que
avnque le diésemos higas, diría que alcauamos las manos a
Dios, rogando por buen fin de sus amores. 10
Sempronio. Calla, oye, escucha bien a Celestina : en mi
alma todo lo merece, z mas que le diese ; mucho dize.
Celestina. Señor Calisto, para tan flaca vieja como yo?
mucha franqueza vsaste ; pero como todo don o dadiua se
juzgue grande o chica respecto del que lo da, no quiero traer 15
a consequencia mi poco merecer, ante quien sobra en cali-
dad z en cantidad ; mas medirse ha con tu magnificencia,
ante quien no es nada. En pago de la qual te restituyo tu
salud que yua perdida, tu coraron que te faltaua, tu seso que
se alteraua. Melibea pena por ti mas que tu por ella; Meli- 20
bea te ama z dessea ver; Melibea piensa mas horas en tu
persona que en la suya ; Melibea se llama tuya, z esto tiene
por titulo de libertad, z con esto amansa el fuego que mas
que a ti la quema.
Calisto. Mocos, esto «yo aqui? Mogos, oygo yo esto? 25
Mogos, mira si estoy despierto. Es de dia o de noche ? O
señor Dios, padre celestial ! ruegote que esto no sea sueño!
Despierto, pues, estoy. Si burlas, señora, de mi, por me pagar
en palabras, no temas, di verdad, que para lo que tu de mi
has recebido, mas merecen tus passos. 30
Celestina. Nunca el coraron lastimado de deseo toma
la buena nueua por cierta, ni la mala por dudosa ; pero
si burlo, o si no, verlo has yendo esta noche, según el con-
— 132 —
cierto dexo con ella, a su casa, en dando el relox doze, a la
hablar por entre las puertas : de cuya boca sabrás mas por
entero mi solicitud z tu desseo, z el amor que te tiene, z
quien lo ha causado.
5 Calisto. Ya, ya, tal cosa espero? Tal cosa es possible
hauer de passar por mi? Muerto soy de aqui alia; no soy
capaz de tanta gloria, no merecedor de tan gran merced,
no digno de fablar con tal señora de su voluntad z grado.
Celestina. Siempre lo oy dezir, que es mas dificile de
io sofrir la prospera fortuna, que la aduersa : que la vna no i
tiene sosiego, z la otra tiene consuelo. Como, señor Calisto,
z no mirarías quien tu eres? no mirarías el tiempo que has
gastado en su seruicio ? no mirarías a quien has puesto
entremedias ? z asi mismo que hasta agora siempre as
15 estado dudoso de la alcancar z tenias sofrimiento, agora
que te certifico el fin de tu penar, quieres poner fin a tu
vida ? Mira, mira, que esta Celestina de tu parte, z que
avnque todo te faltasse lo que en vn enamorado se
requiere, te vendería por el mas acabado galán del mundo ;
20 que haria llanas las peñas para andar, que te faria las mas
crescidas aguas corrientes pasar sin mojarte. Mal conoces
a quien das tu dinero.
Calisto. Cata, señora, que me dizes ? que venia de su
grado ?
25 Celestina, z avn de rodillas.
Sempronio. No sea ruydo, hechizo que nos quieran 1
tomar a manos a todos. Cata, madre, que assi se suelen
dar las garatas en pan embueltas, porque no las sienta el
gusto.
30 Parmeno. Nunca te oy dezir mejor cosa. Mucha sospecha
me pone el presto conceder de aquella señora, z venir tan
ayna en todo su querer de Celestina, engañando nuestra
voluntad con sus palabras dulces z prestas por hurtar por
otra parte, como hazen los de Egito, quando el signo nos
catan en la mano.
Calisto. Callad, locos, vellacos, sospechosos : paresce
que days a entender que los angeles sepan hazer mal ? Si,
que Melibea ángel dissimulado es, que viue entre nosotros.
Sempronio. Todavía te buelues a tus eregias ? Escúchale,
Parmeno, no te pene nada, que si fuere trato doble el lo
pagara, que nosotros buenos pies tenemos.
Celestina. Señor, tu estas en lo cierto; vosotros carga-
dos de sospechas vanas. Yo he hecho todo lo que a mi era a
cargo ; alegre te dexo, Dios te libre z aderece ; partome muy
contenta. Si fuere menester para esto o para mas, alli estoy
muy aparejada a tu seruicio.
Parmeno. Hi, hi, hi !
Sempronio. De que te ries, por tu vida, Parmeno ?
Parmeno. De la priessa que la vieja tiene por yrse : no
vee la hora que hauer despegado la cadena de casa ; no
puede creer que la tenga en su poder, ni que se la han dado
de verdad ; no se halla digna de tal don, tan poco como
Calisto de Melibea.
Sempronio. Que quieres que haga vna puta alcahueta,
que sabe z entiende lo que nosotros nos callamos, z suele
hazer siete virgos por dos monedas, después de verse car-
gada de oro, sino ponerse en saluo con la possession, con
temor no se la tornen a tomar, después que ha complido de
su parte aquello para que era menester ? Pues guárdese del
diablo, que sobre el partir no le saquemos el alma.
Calisto. Dios vaya contigo, mi madre. Yo quiero dormir
z reposar vn rato para satisfazer a las passadas noches, z
complir con la por venir.
Celestina. Tha, tha.
Elicia. Quien llama?
Celestina. Abre, hija Elicia.
Elicia. Como vienes tan tarde? No lo deues hazer, que
eres vieja: tropezaras donde caygas z mueras.
Celestina. No temo esso, que de dia me auiso por do
venga de noche ; no te duele a ti en esse lugar.
Elicia. Pues que me ha de doler ?
Celestina. Que se fue la compañía que te dexe, z que-
daste sola.
Elicia. Son passadas quatro horas después: z hauiaseme
de acordar desso ?
Celestina. Quanto mas presto te dexaron, mas con razón
lo sentiste ; pero dexemos su yda z mi tardanca : entendamos
en cenar z dormir.
— 135 —
ARGUMENTO DEL DOZENO AUTO
Llegando media noche, Calisto, Sempronio z Parmeno armados van
para casa de Melibea. Lucrecia z Melibea están cabe la puerta aguardando a
Calisto. Viene Calisto ; habíale primero Lucrecia; llama a Melibea; apartase
Lucrecia; habíanse por entre las puertas Melibea z Calisto. Parmeno z Sem-
pronio de su cabo departen. Oyen gentes por la calle ; aperscibense para huyr.
Despídese Calisto de Melibea, dexando concertada la tornada para la noche
siguiente. Pleberio al son del ruydo que hauia en la calle, despierta : llama a
su muger Alisa ; preguntan a Melibea quien da patadas en su cámara; res-
ponde Melibea a su padre Pleberio, fingendo que tenia sed. Calisto con sus
criados va para su casa, hablando; echase a dormir. Parmeno z Sempronio
van a casa de Celestina, demandan su parte de la ganancia : dissimula Celes-
tina ; vienen a reñir ; echanle mano a Celestina : matanla. Da vozes Elicia ;
viene la justicia z préndelos amos.
Calisto. Mogos, que hora da el relox ?
Sempronio. Las diez.
Calisto. O como me descontenta el oluido en los mogos !
De mi mucho acuerdo en esta noche, z tu descuydar z oluido,
se hária vna razonable memoria z cuydado. Como, desati- 5
nado, sabiendo quanto me va, Sempronio, en ser diez o
onze, me respondías a tiento lo que mas ayna se te vino a
la boca ? O cuytado de mi ! Si por caso me houiera dormido,
z colgara mi pregunta de la respuesta de Sempronio para
hazerme de onze diez, z assi de doze onze, saliera Meli- 10
bea, yo no fuera ydo, tornarase ; de manera, que ni mi mal
houiera fin, ni mi desseo execucion. No se dize embalde, que
mal ageno de pelo cuelga.
Sempronio. Tanto yerro, señor, me parece, sabiendo,
preguntar, como ignorando, responder. Mas este mi amo 15
tiene gana de reñir z no sabe como.
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Parmeno. Mejor seria, señor, que se gastasse esta hora
que queda en aderezar armas, que en buscar questiones. Ve,
señor, bien apercebido, seras medio combatido.
Calisto. Pues descuelga mis coracas.
5 Parmeno. Helas aqui, señor.
Calisto. Ayúdame aqui a vestirlas; mira tu, Sempro-
nio, si parece alguno por la calle.
Sempronio. Señor, ninguna gente parece ; z avnque la
houiesse, la mucha escuridad priuaria el viso z conosci-
10 miento a los que nos encontrasen.
Calisto. Pues andemos por esta calle, avnque se rodee
alguna cosa, porque mas encubiertos vamos. Las doze da
ya : buena hora es.
Parmeno. Cerca estamos.
15 Calisto. A buen tiempo llegamos : párate tu, Parmeno,
a ver si es venida aquella señora por entre las puertas.
Parmeno. Yo, señor? Nunca Dios mande que sea en
dañar lo que no concerté ; mejor sera que tu presencia sea
su primer encuentro : porque viéndome a mi no se turbe de
20 ver que de tantos es sabido lo que tan ocultamente quería
hazer z con tanto temor faze, o porque quica pensara que
la burlaste.
Calisto. O que bien has dicho ! La vida me has dado
con tu sotil auiso ; pues no era mas menester para me lleuar
25 muerto a casa, que boluerse ella por mi mala prouidencia.
Yo me llego alia, quedaos vosotros en esse lugar.
Parmeno. Que te parece, Sempronio, como el necio de
nuestro amo pensaua tomarme por broquel, para el encuen-
tro del primer peligro ? Que se yo quien esta tras las
30 puertas cerradas? Que se yo si ay traycion? Que se
yo si Melibea anda porque le pague nuestro amo su mucho
atreuimiento desta manera ? E avn no somos muy ciertos
dezir verdad la vieja. No sepas fablar, Parmeno, sacarte
— 137 —
han el alma, sin saber quien; no seas lisongero, como tu
amo quiere, z jamas lloraras duelos ágenos ; no tomes en lo
que te cumple el consejo de Celestina, z hallarte as ascuras;
ándate ay con tus consejos z amonestaciones fieles, darte
han de palos; no bueluas la hoja, z quedarte has a buenas 5
noches. Quiero hazer cuenta que oy me nasci, pues de tal
peligro me escape.
Sempronio. "Passo, passo, Parmeno, no saltes, ni hagas
esse bollicio de plazer, que darás causa a que seas sentido.
Parmeno. Calla, hermano; que no me hallo de alegria. 10
Como le hize creer que por lo que a el cumplía dexaua de
yr, z era por mi seguridad ! Quien supiera assi rodear su
prouecho, como yo ? Muchas cosas me veras hazer, si estas
daqui adelante atento, que no las sientan todas personas,
assi con Calisto como con quantos en este negocio suyo se 1 5
entremetieren ; porque soy cierto que esta donzella ha de ser
para el ceuo de anzuelo, o carne de buytrera, que suelen
pagar bien el escote los que a comerla vienen.
Sempronicl Anda, no te penen a ti essas sospechas,
avnque salgan verdaderas. Apercíbete, a la primer voz que 20
oyeres, tomar calcas de Villadiego.
Parmeno. Leydo has donde yo : en vn coracon estamos.
Calcas traygo, z avn borzeguies de essos ligeros que tudizes,
para mejor huyr que otro. Plazeme que me has, hermano,
auisado de lo que yo no hiziera de verguenca de ti ; que 25
nuestro amo, si es sentido, no temo que se escapara de
manos de esta gente de Pleberio, para podernos después
demandar como lo hezimos, z incusarnos el huyr.
Sempronio. O Parmeno amigo, quan alegre z prouechosa
es la conformidad en los compañeros! Avnque por otra cosa 30
no nos fuera buena Celestina, era harta la vtilidad que por
su causa nos ha venido.
Parmeno. Ninguno podra negar lo que por si se muestra,
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Manifiesto es que con vergüenza el vno del otro, por no ser
odiosamente acusado de couarde, esperáramos aqui la muerte
con nuestro amo, no siendo mas de el merecedor della.
Sempronio. Salido deue auer Melibea : escucha, que
5 hablan quedito.
Parmeno. O como temo que no sea ella, sino alguno que
finja su voz !
Sempronio. Dios nos libre de traydores, no nos ayan
tomado la calle por do tenemos de huyr, que de otra cosa
io no tengo temor.
Calisto. Este bullicio mas de vna persona le haze :
quiero hablar, sea quien fuere. Ce, señora mia ?
Lucrecia. La voz de Calisto es esta : quiero llegar.
Quien habla ? Quien esta fuera?
15 Calisto. Aquel que viene a cumplir tu mandado.
Lucrecia. Porque no llegas, señora? Llega sin temor acá,
que aquel cauallero esta aqui.
Melibea. Loca, habla passo: mira bien si es el.
Lucrecia. Allégate, señora, que si es ; que yo le conozc
20 en la voz.
Calisto. Cierto soy burlado: no era Melibea la que mi
hablo. Bullicio oygo : perdido soy; pues viua o muera, qu
no he de yr de aqui.
Melibea. Vete, Lucrecia, acostar vn poco. Ce, señor
25 como es tu nombre? Quien es el que te mando ay venir?
Calisto. Es la que tiene merecimiento de mandar
todo el mundo, la que dignamente seruir yo no merezc
No tema tu merced de se descobrir a este catiuo de tu ge
tileza ; que el dulce sonido de tu habla, que jamas de m
3o oydos se cae, me certifica ser tu mi señora Melibea : yo s
tu sieruo Calisto.
Melibea. La sobrada osadía de tus mensajes me ha forcado a
hauerte de hablar, señor Calisto : qu^hauiendo hauido de mi la
— T39 —
passada respuesta a tus razones, no se que piensas mas sacar
de mi amor de lo que entonces te mostré. Desuia estos vanos
z locos pensamientos de ti; porque mi honrra z persona
estén sin detrimento de mala sospecha seguras. A esto fue
aquí mi venida, a dar concierto en tu despedida z mi reposo. 5
No quieras poner mi fama en la balanca de las lenguas mal-
dezientes.
Calisto. A los coracones aparejados con apercibimiento
rezio contra las aduersidades, ninguna puede venir que passe
de claro en claro la fuerca de su muro. Pero el triste que 10
desarmado, z sin proueer los engaños z celadas, se vino a
meter por las puertas de tu seguridad, qualquiera cosa que
en contrario vea, es razón que me atormente, z passe rom-
piendo todos los almazenes en que la dulce nueua estaua
aposentada. O malauenturado Calisto! o quan burlado has 15
sido de tus simientes ! O engañosa muger Celestina ! dexa-
rasme acabar de morir, z no tornaras a viuificar miesperanca
para que tuuiesse mas que gastar el fuego que ya me aquexa!
Porque falsaste la palabra desta mi señora ? Porque has
assi dado con tu lengua causa a mi desesperación ? A que me 20
mandaste aqui venir para que me fuese mostrado el dis-
fauor, el entredicho, la desconfianza, el odió por la mesma
boca desta que tiene las llaues de mi perdición z gloria ? O
enemiga! z tu no me dixiste que esta mi señora me era
fauorable ? No me dixiste que de su grado mandaua venir 25
este su catiuo al presente lugar, no para me desterrar nueua-
mente de su presencia, pero para alcancar el destierro ya
por otro su mandamiento puesto ante de agora ? En quien
fallare yo fe? A donde ay verdad ? Quien carece de engaño ?
A donde no moran falsarios? Quien es claro enemigo? 30
Quienes verdadero amigo ? Donde no se fabrican trayciones?
Quien oso darme tan cruda esperanca de perdición ?
Melibea. Cesen, señor mió, tus verdaderas querellas ; que
— 140 —
ni mi coracon basta para lo sofrir, ni mis ojos para lo dis-
simular. Tu lloras de tristeza, juzgándome cruel ; yo lloro de
plazer, viéndote tan fiel. O mi señor z mi bien todo !
quanto mas alegre me fuera poder ver tu haz, que oyr tu
5 voz! Pero pues no se puede al presente mas fazer, toma la
firma z sello de las razones que te embie escritas en la len-
gua de aquella solicita mensajera. Todo lo que te dixo con-
firmo : todo lo he por bueno. Limpia, señor, tus ojos:
ordena de mi a tu voluntad.
io Calisto. O señora mia, esperanca de mi gloria, des-
canso z aliuio de mi pena, alegria de mi coracon ! que len-
gua sera bastante para te dar yguales gracias a la sobrada z
incomparable merced, que en este punto de tanta congoxa
para mi, me has quesido hazer, en querer que vn tan flaco z
15 indigno hombre pueda gozar de tu suauissimo amor? del
qual, avnque muy desseoso, siempre me juzgaua indigno,
mirando tu grandeza, considerando tu estado, remirando tu
perfecion, contemplando tu gentileza, acatando mi poco
merescer z tu alto merescimiento, tus estremadas gracias,
20 tus loadas z manifiestas virtudes! Pues, o alto Dios! como
te podre ser ingrato, que tan milagrosamente has obrado
comigo tus singulares marauillas ? O quantos dias antes de
agora passados me fue venido este pensamiento a mi coraron,
z por impossible le rechacaua de mi memoria, hasta que ya
25 los rayos ylustrantes de tu claro gesto dieron luz en mis
ojos, encendieron mi coracon, despertaron mi lengua, esten-
dieron mi merecer, acortaron mi couardia, destorcieron mi
encogimiento, doblaron mis mercas, desadormescieron mis
pies z manos; finalmente, me dieron tal osadia, que me han
30 traydo con su mucho poder a este sublimado estado en que
agora me veo, oyendo de grado tu suaue voz, la qual si ante
de agora no conociesse, z no sintiesse tus saludables olo-
res, no podría creer que careciessen de engaño tus palabras,
Pero como soy cierto de tu limpieza de sangre z fechos, me
estoy remirando si soy yo Calisto, a quien tanto bien se le
haze.
Melibea. Señor Calisto, tu mucho merecer, tus estremadas
gracias, tu alto nascimiento han obrado, que después que de
ti houe entera noticia, ningún momento de mi coraron te
partiesses ; e avnque muchos dias he pugnado por lo dissi-
mular, no he podido tanto, que en tornándome aquella*
muger tu dulce nombre a la memoria, no descubriesse mi
desseo, z viniesse a este lugar z tiempo, donde te suplico
ordenes z dispongas de mi persona segund querrás. Las
puertas impiden nuestro gozo, las quales yo maldigo, z sus
fuertes cerrojos z mis flacas fuerzas, que ni tu estarias que-
xoso, ni yo descontenta.
Calisto. Como, señora mia, z mandas que consienta a
vn palo impedir nuestro gozo ? Nunca yo pense que demás
de tu voluntad lo pudiera cosa estoruar. O molestas z enojo-
sas puertas! ruego a Dios que tal huego os abrase, como a
mi da guerra; que con la tercia parte seriades en vn punto
quemadas. Pues, por Dios, señora mia, permite que llame a
mis criados para que las quiebren.
Parmeno. No oyes, no oyes, Sempronio ? A buscarnos
quiere venir para que nos den mal año. No me agrada cosa
esta venida : en mal punto creo que se empecaron estos
amores; yo no espero aqui mas.
Sempronio. Calla, calla, escucha, que ella no consiente
que vamos alia.
Melibea. Quieres, amor mió, perderme a mi z dañar mi
fama ? No sueltes las riendas a la voluntad ; la esperanza es
cierta, el tiempo breue quanto tu ordenares. E pues tu sien-
tes tu pena senzilla, z yo la de entramos, tu solo dolor, yo
el tuyo z el mió, conténtate con venir mañana a esta hora
por las paredes de mi huerto : que si agora quebrasses las
— 142 —
crueles puertas, avnque al presente no fuessemos sentidos,
amanesceria en casa de mi padre terrible sospecha de mi
yerro. E pues sabes que tanto mayor es el yerro, quanto
mayor es el que yerra, en vn punto sera por la cibdad publi-
5 cado.
Sempronio. Enoramala acá esta noche venimos: aqui
nos ha de amanescer, según del espacio que nuestro amo lo
toma ; que avnque mas la dicha nos ayude, nos han en
tanto tiempo de sentir de su casa o vezinos.
I0 Parmeno. Ya ha dos horas que te requiero que nos vamos,
que no faltara vn achaque.
Calisto. O mi señora z mi bien todo! porque llamas
yerro aquello que por los sanctos de Dios me fue concedido?
Rezando oy ante el altar de la Madalena, me vino con tu
mensaje alegre aquella solicita muger.
Parmeno. Desuariar, Calisto, desuariar. Por fe tengo, her-
mano, que no es cristiano. Lo que la vieja traydora con s
pestiferos hechizos ha rodeado z fecho, dize que los sanct
de Dios se lo han concedido z impetrado, z con esta con
20 fianza quiere quebrar las puertas ; z no haura dado el prim
golpe quando sea sentido, z tomada por los criados de
padre que duermen cerca.
Sempronio. Ya no temas, Parmeno, que harto desuiad
estamos : en sintiendo bullicio, el buen huyr nos ha de vale
25 Dexalehazer, que si mal hiziere, el lo pagara. m
Parmeno. Bien hablas, en mi coracon estas, assi se hag
huyamos la muerte, que somos mocos. O si me viesse
hermano, como esto, plazer haurias : a medio lado, abiert
las piernas, el pie ysquierdo adelante, puesto en huyda, 1
30 haldas en la cinta, la adarga arrollada z so el sobaco, porqu
no me enpache; que por Dios que creo corriesse como vn
gamo, según el temor tengo destar aqui.
Sempronio. Mejor esto yo, que tengo liado el broquel z
el espada con las correas, porque no se me caygan al correr,
z el caxquete en la capilla.
Parmeno. z las piedras que trayas en ella ?
Sempronio. Todas las verti por yr mas liuiano, que harto
tengo que lleuar en estas corabas que me hiziste vestir por tu
importunidad ; que bien las rehusaua de traer, porque me
parescian para huyr muy pesadas. Escucha, escucha : oyes,
Parmeno? A malas andan; muertos somos. Bota presto;
echa hazia casa de Celestina, no nos atajen por nuestra casa.
Parmeno. Huye, huye, que corres poco. O pecador de
mi! si nos han de alcanzar, dexa broquel z todo.
Sempronio. Si han muerto ya a nuestro amo ?
Parmeno. No se, no me digas nada : corre z calla; que el
menor cuydado mió es esse.
Sempronio. Ce, ce, Parmeno, torna, torna callando, que
no es sino la gente del alguazil, que passaua haziendo
estruendo por la otra calle.
Parmeno. Miraio bien : no te fies en los ojos, que se
antoja muchas vezes vno por otro. No me auian dexado gota
de sangre : tragada tenia ya la muerte, que me parescia que
me yuan dando en estas espaldas golpes. En mi vida me
acuerdo hauer tan gran temor, ni verme en tal afrenta, avnque
he andado por casas agenas farto tiempo, z en lugares de
harto trabajo ; que nueue años serui a los frayles de Guada-
lupe, que mili vezes nos apuñeauamos yo z otros : pero
nunca como esta houe miedo de morir.
Sempronio. z yo no serui al cura de sant Miguel ? Pero
guárdete Dios de verte con armas, que aquel es el verdadero
temor; no embalde dizen, cargado de hierro z cargado de
miedo. Buelue, buelue, que el alguazil es cierto.
Melibea. Señor Calisto, que es esso que en la calle suena?
Parescen vozes de gente que van en huyda. Por Dios, mirate,
que estas a peligro.
— i44 —
Calisto. Señora, no temas, que a buen seguro vengo:
los mios deuen de ser, que son vnos locos, z desarman a |
quantos passan, z huyriales alguno.
Melibea. Son muchos los que traes ?
5 Calisto. No, sino dos; pero avnque sean seys sus con-
trarios, no recebiran mucha pena para les quitar las armas
z hazerlos huyr, según su esfuerco : escogidos son, señora,
que no vengo a lumbre de pajas. Si no fuesse por lo que a tu
honrra toca, pedamos harían estas puertas, z si sentidos fues-
io sernos, a ti z a mi librarian de toda la gente de tu padre.
Melibea. O, por Dios, no se cometa tal cosa ! Pero mucho
plazer tengo, que de tan fiel gente andes acompañado ; bien
empleado es el pan que tan esforzados siruientes comen. Por
mi amor, señor, pues tal gracia la natura les quiso dar, sean
15 de ti bien tratados z galardonados, porque en todo te guarden
secreto.
Parmeno. Ce, ce, señor, señor, quitate presto dende, que
viene mucha gente con hachas, z seras visto z conoscido,
que no ay donde te metas.
20 Calisto. O mezquino yo! z como es forjado, señora,
partirme de ti ! Por cierto temor de la muerte no obrara
tanto, como el de tu honrra. Pues que assi es, los angeles
queden con tu presencia : mi venida sera, como ordenaste,
por el huerto.
25 Melibea. Assi sea, z vaya Dios contigo.
Pleberio. Señora muger, duermes?
Alisa. Señor, no.
Pleberio. No oyes bullicio en el retraimiento de tu hija ?
Alisa. Si oygo. Melibea, Melibea!
30 Pleberio. No te oye: yo la llamare mas rezio. Hija
mia Melibea!
Melibea. Señor.
Pleberio. Quien da patadas z haze bullicio en tu cámara?
- 145 —
Melibea. Señor, Lucrecia es, que salió por vn jarro de
agua para mi, que hauia gran sed.
Pleberio. Duerme, hija, que pense que era otra cosa.
Lucrecia. Poco estruendo los despertó : con gran pauor
hablauan. j
Melibea. No ay tan manso animal, que con amor o temor
de sus hijos no asperece : pues que harían, si mi cierta salida
supiessen ?
Calisto. Cerrad essa puerta, hijos, z tu, Parmeno, sube
vna vela arriba. 10
Sempronio. Deues, señor, reposar z dormir esto que queda
daqui al dia.
Calisto. Plazeme, que bien lo he menester. Que te
parece, Parmeno, de la vieja que tu me desalabauas ? que
obra ha salido de sus manos que fuera hecha sin ella? 15
Parmeno. Ni yo sentía tu gran pena, ni conoscia la gen-
tileza z merescimiento de Melibea ; z assi no tengo culpa.
Conoscia a Celestina z sus mañas, auisauate como a señor;
pero ya me paresce que es otra : todas las ha mudado.
Calisto. z como mudado ! 20
Parmeno. Tanto, que si no lo ouiesse visto, no lo creería;
mas assi viuas tu como es verdad.
Caltsto. Pues aues oydo lo que con aquella mi señora
he passado ? Que haziades ? Teniades temor?
Sempronio. Temor, señor, o que? Por cierto todo el 25
mundo no nos le hiziera tener. Fallado auias los temerosos :
allí estouimos esperándote muy aparejados, z nuestras armas
muy a mano.
Calisto. Aues dormido algún rato ?
Sempronio. Dormir, señor? Dormilones son los mocos; 30
nunca me asente ni avn junte por Dios los pies, mirando a
todas partes, para en sintiendo porque, saltar presto, z
hazer todo lo que mis mercas me ayudaran. Pues Parmeno,
10
que te parecía que no te seruia hasta aqui de buena gana,
assi se holgó quando vido los de las hachas, como lobo
quando siente poluo de ganado, pensando poder quitarleslas,
hasta que vido que eran muchos.
Calisto. No te marauilles, que procede de su natural ser
osado, z avnque no fuesse por mi, hazialo porque no
pueden los tales venir contra su vso, que avnque muda el
pelo la raposa, su natural no despoja. Por cierto yo dixe a
mi señora Melibea lo que en vosotros ay, z quan seguras tenia
mis espaldas con vuestra ayuda z guarda. Fijos, en mucho
cargo os soy : rogad a Dios por salud, que yo os galar-
donare mas conplidamente vuestro buen seruicio. Yd con
Dios a reposar.
Parmexo. Adonde yremos, Sempronio? A la cama a
dormir, o a la cozina a almorzar?
Semproxio. Ve tu donde quisieres, que antes que venga el
dia quiero yo yr a Celestina a cobrar mi parte de la cadena,
que es vna puta vieja : no le quiero dar tiempo en que
fabrique alguna ruyndad con que nos escluya.
Parmexo. Bien dizes: oluidado lo auia. Vamos entramos,
z si en esso se pone, espantémosla de manera que le pese,
que sobre dinero no ay amistad.
Semproxio. Ce, ce, calla, que duerme cabo esta venta-
nilla. Tha, tha, señora Celestina, ábrenos.
Celestixa. Quien llama ?
Semproxio. Abre, que son tus hijos.
Celestixa. No tengo yo hijos que anden a tal hora.
Semproxio. Abrenos a Parmeno z Sempronio, que nos
venimos acá almorzar contigo.
Celestixa. O locos trauiessos ! entrad, entrad ; como
venis a tal hora, que ya amanesce ? Que haues hecho? Que
os ha passado? Despidióse la esperanca de Calisto? o viue
todavia con ella ? o como queda ?
— 147 —
Sempronio. Como, madre? Si por nosotros no fuera, ya
andouiera su alma buscando posada para siempre ; que si
estimarse pudiesse a lo que de allí nos queda obligado, no
seria su hazienda bastante a complir la debda, si verdad es
lo que dizen, que la vida z persona es mas digna z de mas 5
valor que otra cosa ninguna.
Celestina. Jesu! que en tanta afrenta os haues visto?
Cuentamelo, por Dios.
Sempronio. Mira que tanta, que por mi vida la sangre me
hierue en el cuerpo en tornarlo a pensar. 10
Celestina. Reposa, por Dios, z dimelo.
Parmeno. Cosa larga le pides, según venimos alterados z
cansados del enojo que ñauemos hauido. Farias mejor en
aparejarnos a el z a mi de almorzar, quica nos amansaría
algo la alteración que traemos; que cierto te digo, que no 15
querría ya topar hombre que paz quisiesse. Mi gloria seria
agora hallar en quien vengar la yra, que no pude en los
que nos la causaron, por su mucho huyr.
Celestina. Landre me mate si no me espanto en verte
tanJiero; creo que burlas. Dimelo agora, Sempronio, tu, 20
por mi vida : que os ha passado ?
Sempronio. Por Dios, sin seso vengo, desesperado ;
avnque para contigo por demás es no templar la yra z todo
enojo, z mostrar otro semblante que con los hombres.
Jamas me mostré poder mucho con los que poco pue- 25
den. Traygo, señora, todas las armas despedazadas, el
broquel sin aro, la espada como sierra, el caxquete abollado
en la capilla, que no tengo con que salir vn passo con mi
amo, quando menester me aya, que quedo concertado de
yr esta noche que viene a verse por el huerto ; pues com- 30
prarlo de nueuo, no mando vn marauedi, en que caya
muerto.
Celestina. Pídelo, fijo, a tu amo, pues, en su seruicio
— 148 —
se gasto z quebró ; pues sabes que es persona que luego lo
complira, que no es de los que dizen : viue comigo, z busca
quien te mantenga. El es tan franco, que te dará para esso
z para mas.
5 Sempronio. Ha ! trae también Parmeno perdidas las
suyas : a este cuento en armas se le yra su hazienda. Como
quieres que le sea tan importuno ,en pedirle mas de lo que
el de su propio grado haze, pues es arto ? No digan por
mi, que dando vn palmo pido quatro. Dionos las cient
10 monedas; dionos después la cadena: a tres tales aguijones
no terna cera en el oydo. Caro le costaría este negocio:
contentémonos con lo razonable, no lo perdamos todo por
querer mas de la razón ; que quien mucho abraca, poco
suele apretar.
15 Celestina. Gracioso es el asno! Por mi vejez, que si
sobre comer fuera, que dixera que hauiamos todos cargado
demasiado. Estas en tu seso, Sempronio? Que tiene que
hazer tu galardón con mi salario ? tu soldada con mis mer-
cedes ? So yo obligada a soldar vuestras armas ? a complir
20 vuestras faltas ? A osadas que me maten, si no te has asido a
vna palabrilla que te dixe el otro dia, viniendo por la calle,
que quanto yo tenia era tuyo, z que en quanto pudiesse con
mis pocas fuerzas jamas te faltada, z que si Dios me diesse
buena manderecha con tu amo que tu no perderias nada.
25 Pues ya sabes, Sempronio, que estos ofrescimientos, estas
palabras de buen amor no obligan : no ha de ser oro
quanto reluze, sino mas barato valdría. Dime, estoy en tu
coracon, Sempronio? Veras si avnque soy vieja, si acierto
lo que tu puedes pensar. Tengo, hijo, en buena fe, mas
30 pesar, que se me quiere salir esta alma de enojo: di a esta
loca de Elicia, como vine de tu casa, la cadenilla que traxe
para que se holgasse con ella, z no se puede acordar donde
la puso ; que en toda esta noche ella ni yo no auemos
— 149 —
dormido sueño de pesar: no por su valor de la cadena,
que no era mucho, pero por su mal cobro della, z de mi
mala dicha. Entraron vnos conoscidos z familiares mios en
aquella sazón aqui : temo no la ayan leuado, diziendo : si te
vi, búrleme, zc. Assi que, hijos, agora que quiero hablar con 5
entramos, si algo vuestro amo a mi me dio, deues mirar
que es mió ; que de tu jubón de brocado no te pedi yo
parte, ni la quiero. Simarnos todos, que a todos dará según
viere que lo merescen : que si me ha dado algo, dos vezes
he puesto por el mi vida al tablero. Mas herramienta se me 10
ha embotado en su seruicio, que a vosotros ; mas materiales
he gastado. Pues aues de pensar, hijos, que todo me cuesta
dinero, e avn mi saber, que no lo he alcanzado holgando ;
de lo qual fuera buen testigo su madre de Parmeno, Dios aya
su alma. Esto trabaje yo, a vosotros se os deue essotro ; esto 15
tengo yo por oficio z trabajo, vosotros por recreación z
deleyte. Pues assi no haues vosotros de auer ygual galar-
dón de holgar, que yo de penar : pero avn con todo lo que
he dicho, no os despidays, si mi cadena parece, de sendos
pares de calcas de grana, que es el abito que mejor en los 20
mancebos paresce ; z si no, recebid la voluntad, que yo me
callare con mi perdida : z todo esso de buen amor, porque
holgastes que houiese yo antes el prouecho destos passos
que no otra, z si no os contentardes, de vuestro daño
fares. 25
Sempronio. No es esta la primera vez que yo he dicho
quanto en los viejos reyna este vicio de cobdicia: quando
pobre, franca, quando rica, auarienta. Assi que aquiriendo
cresce la cobdicia, z la pobreza cobdiciando ; z ninguna cosa
haze pobre al auariento, sino la riqueza. O Dios, z como 30
cresce la necessidad con la abundancia ! Quien la oyó esta
vieja dezir que me lleuasse yo todo el prouecho, si quisiesse,
deste negocio, pensando que seria poco ; agora que lo vee
— i5o —
crescido, no quiere dar nada, por complir el reirán de los
niños, que dizen : de lo poco poco, de lo mucho nada.
Parmeno. Déte lo que te prometió, o tomémoslo todo.
Harto te dezia yo quien era esta vieja, si tu me creyeras.
5 Celestina. Si mucho enojo traes con vosotros, o con
vuestro amo, o armas, no lo quebreys en mi ; que bien se
donde nasce esto ; bien se z barrunto de que pie coxqueays.
No cierto de la necessidad que teneys de lo que pedis, ni
avn por la mucha cobdicia que lo teneys, sino pensando
io que os he de tener toda vuestra vida atados z catiuos con
Elicia z Areusa, sin quereros buscar otras. Moueysme estas
amenazas de dinero, poneysme estos temores de la parti-
ción : pues calla, que quien estas os supo acarrear os dará
otras diez, agora que ay mas conoscimiento z mas razón, z
15 mas merecido de vuestra parte, z si se complir lo que
prometo en este caso, digalo Parmeno : dilo, dilo, no ayas
empacho de contar como nos passo quando a la otra dolia
la madre.
Sempronio. Dexate comigo de razones: a perro viejo,
20 no cuz, cuz; danos las dos partes por cuenta de quanto de
Calisto has recebido, no quieras que se descubra quien tu
eres. A los otros, a los otros con essos halagos, vieja.
Celestina. Quien so yo, Sempronio? Quitasteme de la
puteria? Calla tu lengua, no amengües mis canas; que soy
25 vna vieja qual Dios me hizo, no peor que todas. Viuo de mi
oficio, como cada qual oficial del suyo, muy limpiamente.
A quien no me quiere no le busco, de mi casa me vienen a
sacar, en mi casa me ruegan : si bien o mal viuo, Dios es el
testigo de mi coracon. E no pienses con tu yra maltratarme,
30 que justicia ay para todos ; a todos es ygual : tan bien seré
oyda avnque muger, como vosotros muy peynados. Dexame
en mi casa con mi fortuna ; z tu, Parmeno, piensas que soy
tu catiua por saber mis secretos, z mi passada vida, z los casos
— til —
que nos acaescieron a mi z a la desdichada de tu madre ? z avn
assi me trataua ella quando Dios quería.
Parmeno. No me hinches las narizes con essas memorias;
sino embiarte he con nueuas a ella, donde mejor te puedas
quexar. 5
Celestina. Elicia, Elicia, leuantate dessa cama, daca mi
manto presto, que por los sanctos de Dios para aquella justi-
cia me vaya bramando como vna loca. Que es esto? Que
quieren dezir tales amenazas en mi casa? Con vna oueja
mansa tenes vosotros manos z braueza? con vna gallina 10
atada? con vna vieja de sesenta años? Alia, alia, con los
hombres como vosotros, contra los que ciñen espada mostra
vuestras yras, no contra mi flaca rueca.
Sempronio. O vieja auarienta, garganta muerta de sed por
dinero, no seras contenta con la tercia parte de lo 15
ganado ?
Celestina. Que tercia parte ? Vete con Dios de mi casa,
tu z essotro ; no de vozes ; no allegue la vezindad ; no me
hagays salir de seso ; no querays que salgan a plaza las cosas
de Calisto z vuestras. 20
Sempronio. Da vozes o gritos, que tu compliras lo que tu
prometiste, o se compliran oy tus dias.
Elicia. Mete por Dios el espada. Tenle, Parmeno, tenle,
no la mate esse desuariado.
Celestina. Justicia, justicia, señores vezinos, justicia, 25
que me matan en mi casa estos rufianes !
Sempronio. Rufianes, o que? Espera, doña hechizera, que
yo te haré yr al infierno con cartas.
Celestina. Ay, que me ha muerto ! Ay, ay ! confes-
sion, confession ! 30
Parmeno. Dale, dale, acabala, pues comentaste, que nos
sentirán : muera, muera! de los enemigos los menos.
Celestina. Confession !
— 152 —
Elicia. O crueles enemigos ! en mal poder os veays. z
para quien touistes manos? Muerta es mi madre z mi bien
todo.
Sempronio. Huye, huye, Parmeno, que carga mucha
gente. Guarte, guarte, que viene el alguazil.
Parmeno. O pecador de mi ! que no ay por do nos
vamos, que esta tomada la puerta.
Sempronio. Saltemos destas ventanas; no muramos en
poder de justicia.
Parmeno. Salta, que tras ti voy.
- 153 —
ARGUMENTO DEL XIIJ AUTO
Despertado Calisto de dormir, esta hablando consigo mismo : dende
vn poco esta llamando a Tristan z a otros sus criados. Torna dormir
Calisto. Ponese Tristan a la puerta, viene Sosia llorando : preguntado
de Tristan, Sosia cuéntale la muerte de Sempronio z Parmeno. Van a
dezir las nueuas a Calisto, el qual, sabiendo la verdad, faze grande lamen-
tación.
Calisto. O como he dormido tan a mi plazer, después de
aquel azucarado rato, después de aquel angélico razona-
miento ! Gran reposo he tenido : el sosiego z descanso
proceden de mi alegría, o causo el trabajo corporal mi mucho
dormir, o la gloria z plazer del animo: z no me marauillo 5
que lo vno z lo otro se juntassen a cerrar los candados de
mis ojos; pues trabaje con el cuerpo z persona, z holgué
con el espiritu z sentido la passada noche. Muy cierto es
que la tristeza acarrea pensamiento, z el mucho pensar
impide el sueño, como a mi estos dias es acaescido con la 10
desconfianza que tenia de la mayor gloria que ya poseo.
O señora z amor mió, Melibea! que piensas agora? si
duermes o estas despierta ? si piensas en mi o en otro ? si
estas leuantada o acostada? O dichoso z bien andante
Calisto, si verdad es que no ha sido sueño lo pasado! 15
Soñelo, o no ? Fue fantaseado, o passo en verdad? Pues
no estuue solo: mis criados me acompañaron, dos eran:
si ellos dizen que passo en verdad, creerlo he segund derecho.
Quiero mandarlos llamar para mas firmar mi gozo. Trista-
nico! mo^os! Tristanico, leuantate de ay. 20
Tristan. Señor, leuantado estoy.
Calisto. Corre, llama a Sempronio z a Parmeno.
— 154 —
Tristan. Ya voy, señor.
Calisto. Duerme z descansa, penado,
desde agora ;
pues le ama tu señora
5 de su grado.
Venca plazer al cuydado,
z no le vea,
pues te ha fecho su priuado
Melibea.
10 Tristan. Señor, no ay ningún moco en casa.
Calisto. Pues abre essas ventanas, veras que hora es.
Tristan. Señor, bien de dia.
Calisto. Pues tórnalas a cerrar, z dexame dormir hasta
que sea hora de comer.
15 Tristan. Quiero baxarme a la puerta, porque duerma mi
amo sin que ninguno le inpida, z a quantos le buscaren se
le negare. O que grita suena en el mercado ! Que es esto ?
alguna justicia se haze, o madrugaron a correr toros ? No se
que me diga de tan grandes vozes como se dan. De alia
20 viene Sosia, el mogo despuelas : el me dirá que es esto.
Desgreñado viene el vellaco : en alguna tauerna se deue hauer
rebolcado ; z si mi amo le cae en el rastro, mandarle ha dar
dos mil palos; que avnque es algo loco, la pena le hará
cuerdo. Parece que viene llorando: que es esto, Sosia ? Por- !
25 que lloras? De do vienes?
Sosia. O malauenturado yo! O que perdida tan grande!
O desonrra de la casa de mi amo ! O que mal dia amanes-
cio este ! O desdichados mancebos !
Tristan. Que has ? Que quexas ? Porque te matas ? Que
30 mal es este ?
Sosia. Sempronio z Parmeno...
Tristan. Que dizes Sempronio z Parmeno? Que es esto,
loco? Aclárate mas, que me turbas.
— 155 —
Sosia. Nuestros compañeros, nuestros hermanos...
Trtstan. O tu estas borracho, o has perdido el seso, o
traes alguna mala nueua. No me dirás que es esto que dizes
destos mogos?
Sosia. Que quedan degollados en la plaga. 5
Tristan. O mala fortuna nuestra, si es verdad ! Vamos
presto con las tristes nueuas a nuestro amo.
Sosia. Señor, señor!
Calisto. Que es esso, locos ? no os mande que no me
recordasedes? 10
Sosia. Recuerda z leuanta, que si tu no buelues por los
tuyos, de cayda vamos. Sempronio z Parmeno quedan des-
cabezados en la placa, como públicos malhechores, con
pregones que manifestauan su delito.
Calisto. O valasme Dios! z que es esto que me dizes? 15
No se si te crea tan acelerada z triste nueua. Vistelos tu ?
Sosia. Yo los vi.
Calisto. Cata, mira que dizes, que esta noche han estado
comigo.
Sosia. Pues madrugaron a morir. 20
Calisto. O mis leales criados ! o mis grandes seruidores !
o mis fieles secretarios z consejeros ! Puede ser tal cosa
verdad ? O amenguado Calisto ! desonrrado quedas para
toda tu vida. Que sera de ti, muertos tal par de criados?
Dime por Dios, Sosia, que fue la causa? que dezia el pre- 25
gon ? donde los tomaron ? que justicia lo hizo ?
Sosia. Señor, la causa de su muerte publicaua el cruel
verdugo a vozes, diziendo: manda la justicia que mueran los
violentos matadores.
Calisto. A quien mataron tan presto ? Que puede ser 30
esto? No ha quatro horas que de mi se despidieron. Como
se llamaua el muerto?
Sosia. Vna muger era que se llamaua Celestina.
- i56 -
Calisto. Que me dizes ?
Sosia. Esto que oyes.
Calisto. Pues si esso es verdad, mátame tu a mi, yo te
perdono ; que mas mal ay que viste ni puedes pensar, si
5 Celestina, la de la cuchillada, es la muerta.
Sosia. Ella mesma es : de mas de treynta estocadas la vi
llagada, tendida en su casa, llorándola vna su criada.
Calisto. O tristes mocos ! Como yuan ? vieronte ?
habláronte?
10 Sosia. O señor! que si los vieras, quebraras el coracon
de dolor. El vno lleuaua todos los sesos de la cabeca de
fuera sin ningún sentido ; el otro quebrados entramos
bracos z la cara magullada : todos llenos de sangre, que sal-
taron de vnas ventanas muy altas por huyr del alguazil ; z
15 assi casi muertos les cortaron las cabecas, que creo que ya
no sintieron nada.
Calisto. Pues yo bien siento mi honrra. Pluguiera a Dios
que fuera yo ellos, z perdiera la vida, z no la honrra, z no
la esperanca de conseguir mi comencado proposito, que es
20 lo que mas en este caso desastrado siento. O mi triste
nombre z fama, como andas al tablero de boca en boca ! O
mis secretos mas secretos, quan públicos andares por las
plazas z mercados ! Que sera de mi ? adonde yre ? Que salga
alia? a los muertos no puedo ya remediar. Que me este
25 aqui? parescera couardia. Que consejo tomare ? Dime, Sosia,
que era la causa por que la mataron ?
Sosia. Señor, aquella su criada dando vozes, llorando su
muerte, la publicaua a quantos la querian oyr, diziendo que
porque no quiso partir con ellos vna cadena de oro que tu
30 le diste.
Calisto. O dia de congoxa ! O fuerte tribulación ! z en que
anda mi hazienda de mano en mano, z mi nombre de lengua
en lengua ! Todo sera publico quanto con ella z con ellos
— 157 —
hablaua, quanto de mi sabían, el negocio en que andauan ;
no osare salir ante gentes. O pecadores de mancebos,
padecer por tan súpito desastre ! O mi gozo, como te vas
diminuiendo ! Prouerbio es antigo, que de muy alto gran-
des caydas se dan. Mucho hauia anoche alcancado : mucho 5
tengo oy perdido. Rara es la bonanca en el piélago. Yoestaua
en titulo de alegre, si mi ventura quisiera tener quedos los
ondosos vientos de mi perdición. O fortuna, quanto z por
quantas partes me has combatido ! Pues por mas que sigas
mi morada, z seas contraria a mi persona, las aduersidades 10
con ygual animo se han de sofrir, z en ellas se prueua el
coraron rezio o flaco. No ay mejor toque para conoscer que
quilates de virtud o esfuerco tiene el hombre ; pues por mas
mal z daño que me venga, no dexare de complir el mandado
de aquella por quien todo esto se ha causado; que mas me 15
va en conseguir la ganancia de la gloria que espero, que en
la perdida de morir los que murieron. Ellos eran sobrados z
esforcados ; agora o en otro tiempo de pagar hauian. La vieja
era mala z falsa, según parece que hazia trato con ellos, z assi
que riñieron sobre la capa del justo. Permission fue diuina 20
que assi acabasse, en pago de muchos adulterios que por su
intercession o causa son cometidos. Quiero hazer aderecar a
Sosia z a Tristanico; yran comigo este tan esperado
camino ; lleuaran escalas, que son muy altas las paredes.
Mañana haré que vengo de fuera, si pudiere vengar estas 25
muertes ; sino, pagare mi inocencia con mi fingida absencia.
- i58
ARGUMENTO DEL QUATOUZENO AUTO
Esperando Melibea la venida de Calisto en la huerta, habla con Lucre-
cia. Viene Calisto con dos criados suyos Tristan z Sosia : ponenle el
escalera, sube por ella z métese en la huerta onde halla a Melibea. Apar-
tase Lucrecia ; quedan los dos solos. Acabado su negocio, quiere salir
Calisto, el qual por la escuridad de la noche erro la escala: cae z muere.
Melibea por las vozes z lamientos de sus criados sabe la desastrada muerte
de su amado: amortesce ; Lucrecia la consuela.
Melibea. Mucho se tarda aquel cauallero que esperamos :
que crees tu o sospechas de su estada, Lucrecia?
Lucrecia. Señora, que tiene justo impedimiento, z que no
es en su mano venir mas presto.
5 Melibea. Los angeles sean en su guarda; su persona este
sin peligro, que su tardanza no me es pena. Mas, cuytada,
pienso muchas cosas, que desde su casa acá le podrian
acaecer. Mas escucha, que passos suenan en la calle, z avn
parece que hablan destotra parte del huerto.
10 Sosia. Arrima essa escalera, Tristan, que este es el mejor
lugar avnque alto.
Tristan. Sube, señor: yo yre contigo, porque no sabe-
mos quien esta dentro: hablando están.
Calisto. Quedaos, locos, que yo entrare solo, que a mi
15 señora oygo.
Melibea. Es tu sierua, es tu catiua, es la que mas tu vida
que la suya estima. O mi señor ! no saltes de tan alto, que
me moriré en verlo : baxa, baxa poco a poco por el escala,
no vengas con tanta pressura.
20 Calisto. O angélica ymagen ! o preciosa perla, ante quien
el mundo es feo! O mi señora z mi gloria ! en mis bracos te
— 159 —
tengo, z no lo creo ! Mora en mi persona tanta turbación de
plazer, que me haze no sentir todo el gozo que poseo.
Melibea. Señor mió, pues me fie en tus manos, pues
quise complir tu voluntad, no sea de peor condición por ser
piadosa que si fuera esquiua z sin misericordia; no quieras 5
perderme por tan breue deleyte, z en tan poco espacio : que
las mal fechas cosas, después de cometidas, mas presto se
pueden reprehender que emendar. Goza de lo que yo gozo,
que es ver z llegar a tu persona : no pidas ni tomes aquello,
que tomado, no sera en tu mano boluer. Guarte, señor, de 10
dañar lo que con todos los tesoros del mundo no se res-
taura.
Calisto. Señora, pues por conseguir esta merced toda
mi vida he gastado, que seria, quando me la diessen dese-
challa? Ni tu, señora, me lo mandaras, ni yo podria acabarlo 15
comigo. No me pidas tal couardia: no es fazer tal cosa de
ninguno que hombre sea, mayormente amando como yo.
Nadando por este fuego de tu desseo toda mi vida, no
quieres que me arrime al dulce puerto a descansar de mis
passados trabajos ? 20
Melibea. Por mi vida, que avnque hable tu lengua quanto
quisiere, no obren las manos quanto pueden. Esta quedo,
señor mió.
Calisto. Para que, señora? Para que no este queda mi
passion ? para penar de nueuo ? para tornar al juego de 25
comienco ? Perdona, señora, a mis desuergoncadas manos,
que jamas pensaron de tocar tu ropa con su indignidad z
poco merecer; agora gozan de llegar a tu gentil cuerpo, z
lindas z delicadas carnes.
Melibea. Apártate alia, Lucrecia. 30
Calisto. Porque, mi señora? Bien me huelgo que estén
semejantes testigos de mi gloria.
Melibea. Yo no los quiero de mi yerro. Si pensara que
— i6o —
tan desmesuradamente te auias de hauer comigo, no fiara
mi persona de tu cruel conuersacion.
Sosia. Tristan, bien oyes lo que passa. En que términos
anda el negocio !
5 Tristan. Oygo tanto, que juzgo a mi amo por el mas
bienauenturado hombre que nascio : e por mi vida, que
avnque soy mochacho, que diesse tan buena cuenta como
mi amo.
Sosia. Para con tal joya quienquiera se ternia manos ;
10 pero con su pan se la coma, que bien caro le cuesta: dos
mo^os entraron en la salsa destos amores.
Tristan. Ya los tiene oluidados. Dexaos morir siruiendo
a ruynes ; hazed locuras en confianca de su defensión !
Viuiendo con el conde, que no matase el hombre, me daua
15 mi madre por consejo. Veslos a ellos alegres z abracados, z
sus seruidores con harta mengua degollados.
Melibea. O mi vida z mi señor! como has quisido que
pierda el nombre z corona de virgen por tan breue deleyte ?
O pecadora de mi madre ! si de tal cosa fueses sabidora,
20 como tomarias de grado tu muerte, z me la darias a mi por
fuerza ! Como serias cruel verdugo de tu propia sangre !
Como seria yo fin quexosa de tus dias ! O mi padre hon-
rrado ! como he dañado tu fama, z dado causa z lugar a que-
brantar tu casa ! O traydora de mi ! como no mire primero
25 el gran yerro que seguia de tu entrada, el gran peligro que
esperaua !
Sosia. Ante quisiera yo oyrte esos miraglos : todas sabes
essa oración, después que no puede dexar de ser hecho; z el
bouo de Calisto que se lo escucha!
30 Calisto. Ya quiere amanecer: que es esto? No me
paresce que ha vna hora que estamos aqui, z da el relox las
tres.
Melibea. Señor, por Dios, pues ya todo queda por ti,
— i6i —
pues ya soy tu dueña, pues ya no puedes negar mi amor,
no me niegues tu vista de dia passando por mi puerta, de
noche donde tu ordenares, z por el presente te ve con Dios,
que no seras visto, que haze escuro, ni yo en casa sentida,
que avn no amanesce. 5
Calisto. Mocos, pone el escala.
Sosia. Señor, vesla aqui, baxa.
Melibea. Lucrecia, vente acá, que estoy sola; aquel
señor mió es ydo : comigo dexa su coracon, consigo lleua el
mió. Asnos oydo ? 10
Lucrecia. No, señora, dormiendo he estado. Escucha,
escucha : gran mal es este!
Melibea. Que es esto que oygo, amarga de mi?
Tristan. O mi señor z mi bien muerto! O mi señor z
nuestra honrra despeñado ! O triste muerte z sin confession ! 15
Coge, Sosia, essos sesos de essos cantos, júntalos con la
cabeca del desdichado amo nuestro. O dia de aziago ! O
arrebatado fin !
Melibea. O desconsolada de mi ! Que es esto ? Que puede
ser tan áspero contescimiento como oygo ? Ayúdame a sobir, 20
Lucrecia, por estas paredes, veré mi dolor, sino hundiré con
alaridos la casa de mi padre. Mi bien z plazer todo es ydo en
humo, mi alegria es perdida, consumióse mi gloria.
Lucrecia. Tristan, que dizes, mi amor? que es esso que
lloras tan sin mesura ? 25
Tristan. Lloro mi gran mal, lloro mis muchos dolores :
cayo mi señor Calisto del escala, z es muerto ; su cabeca esta
en tres partes ; sin confession pereció. Diselo a la triste z
nueua amiga, que no espere mas su penado amor. Toma
tu, Sosia, dessos pies : lleuemos el cuerpo de nuestro que- 30
rido amo donde no padezca su honrra detrimento, avnque
sea muerto en este lugar. Vaya con nosotros llanto, acompá-
ñenos soledad, síganos desconsuelo, visítenos tristeza, cubra-
nos luto z dolorosa xerga.
8
Melibea. O la mas de las tristes triste ! Tan tarde alcancado
el plazer, tan presto venido el dolor !
Lucrecia. Señora, no rasgues tu cara, ni meses tus cabe-
llos. Agora en plazer, agora en tristeza, que planeta houo que
tan presto contrario su operación ? Que poco coracon es este?
Leuanta, por Dios, no seas hallada de tu padre en tan sospe-
choso lugar, que seras sentida. Señora, señora, no me
oyes ? No te amortezcas, por Dios ; ten esfuerco para sofrir
la penax pues touiste osadia para el plazer.
Melibea. Oyes lo que aquellos mocos van hablando?
Oyes sus tristes cantares ? Rezando lleuan con responso mi
bien todo ; muerta lleuan mi alegria ; no es tiempo de yo
viuir. Como no goze mas del gozo ? Como tuue en tan poco
la gloria que entre mis manos toue ? O ingratos mortales !
jamas conosces vuestros bienes, sino quando dellos cares-
ceys !
Lucrecia. Abiuate, abiua, que mayor mengua sera ha-
llarte en el huerto, que plazer sentiste con la venida, ni pena
con ver que es muerto. Entremos en la cámara, acostarte
as : llamare a tu padre, z fingiremos otro mal ; pues este
no es para poderse encobrir.
— 163 —
ARGUMENTO DEL QUINZENO AUTO
Lucrecia llama a la puerta de la cámara de Pleberio. Pregúntale Pleberio
lo que quiere. Lucrecia le da priessa que vaya a ver su hija Melibea. Le-
uantado Pleberio, va a la cámara de Melibea: consuélala, preguntando que
mal tiene. Finge Melibea dolor de coraron. Embia Melibea a su padre
por algunos estrumentos músicos ; sube ella z Lucrecia en vna torre ; embia
de si a Lucrecia ; cierra tras ella la puerta. Llegase su padre al pie de la
torre : descúbrele Melibea todo el negocio que hauia passado : en fin dexase
caer de la torre abaxo.
Pleberio. Que quieres, Lucrecia? Que quieres tan pre-
surosa? Que pides con tanta importunidad z poco sosiego?
Que es lo que mi hija ha sentido? Que mal tan arrebatado
puede ser, que no aya yo tiempo de me vestir, ni me des avn
espacio a me leuantar? 5
Lucrecia. Señor, apresúrate mucho, si la quieres ver viua,
que ni su mal conozco de fuerte, ni a ella ya de desfigurada.
Pleberio. Que es esto, hija mia? Que dolor z sentimiento
es el tuyo ?Quenouedad es esta ? Que poco esfuerzo es este ?
Mirame que soy tu padre: fabla comigo, cuéntame la causa 10
de tu arrebatada pena. Que has ? que sientes ? que quieres ?
habíame, mirame, dime la razón de tu dolor, porque presto
sea remediado: no quieras embiarme con triste postrimería al
sepulcro. Ya sabes que no tengo otro bien sino a ti : abre
essos alegres ojos z mirame. 15
Melibea. Ay dolor !
Pleberio. Que dolor puede ser, que yguale con ver yo el
tuyo ? Tu madre esta sin seso en oyr tu mal ; no pudo venir
a verte de turbada. Esfuerza tu fuerza, abiua tu coraron,
arreziate de manera que puedas tu comigo yr a visitar a ella. 20
Dime, anima mia, la causa de tu sentimiento.
— 164 —
Melibea. Pereció mi remedio.
Pleberio. Hija, mi bien amada z querida del viejo padre,
por Dios, no te ponga desesperación el cruel tormento desta
tu enfermedad z passion ; que a los flacos corazones el dolor
5 los arguye. Si tu me cuentas tu mal, luego sera remediado;
que ni faltaran medicinas, ni médicos, ni simientes para
buscar tu salud, agora consista en yeruas, o en piedras, o en
palabras, o este secreta en cuerpos de animales. Pues no me
fatigues mas, no me atormentes, no me hagas salir de mi
10 seso, z dime, que sientes?
Melibea. Vna mortal llaga en medio del coracon, que no
me consiente hablar. No es ygual a los otros males ; menes-
ter es sacarle para ser curada, que esta en lo mas secreto del.
Pleberio. Temprano cobraste los sentimientos de la vegez :
15 la mocedad toda suele ser plazer z alegría, enemiga de enojo.
Leuantate de ay; vamos a ver los frescos ayres de la ribera,
alegrarte has con tu madre, descansara tu pena. Cata, si
huyes de plazer, no ay cosa mas contraria a tu mal.
Melibea. Vamos donde mandares : subamos, señor, al
20 azotea alta, porque desde alli goze de la deleytosa vista de
los nauios ; por ventura afloxara algo mi congoxa.
Pleberio. Subamos, z Lucrecia con nosotros.
Melibea. Mas si a ti plazera, padre mió, mandar traer
algún instrumento de cuerdas con que se sufra mi dolor o
25 tañiendo, o cantando : de manera, que avnque aquexe por
vna parte la fuerza de su acídente, mitigarlo han por otra
los dulces sones z alegre armonía.
Pleberio. Esso, hija mia, luego es fecho: yo lo voy
aparejar.
30 Melibea. Lucrecia amiga, muy alto es esto. Ya me pesa
por dexar la compañía de mi padre : baxa a el, z dile que se
pare al pie desta torre, que le quiero dezir vna palabra, que
se me oluido que fablasse a mi madre.
- tés -
Lucrecia. Ya voy, señora,
Melibea. De todos soy dexada : bien se ha aderezado la
manera de mi morir : algún aliuio siento en ver que tan
presto seremos juntos, yo z aquel mi querido z amado
Calisto. Quiero cerrar la puerta, porque ninguno suba a me 5
estoruar mi muerte, no me impidan la partida, no me
atajen el camino, por el qual en breue tiempo podre visitar
en este dia al que me visito la passada noche. Todo se ha
hecho a mi voluntad : buen tiempo terne para contar a Ple-
berio mi señor la causa de mi ya acordado fin. Gran sin- 10
razón hago a sus canas, gran ofensa a su vegez, gran fatiga
le acarreo con mi falta, en gran soledad le dexo, pero no es
mas en mi mano. Tu, Señor, que de mi habla eres testigo,
ves mi poco poder: ves quan catiua tengo mi libertad, quan
presos mis sentidos de tan poderoso amor del muerto caua- 1 5
•llero, que priua al que tengo con los viuos padres !
Pleberio. Hija mia Melibea, que hazes sola? Que es tu
voluntad dezirme ? Quieres que suba alia ?
Melibea. Padre mió, no pugnes ni trabajes por venir
adonde yo esto, que estoruaras la presente habla que te 20
quiero fazer. Lastimado seras breuemente con la muerte de
tu vnica fija : mi fin es llegado, llegado es mi descanso z tu
passion, llegado es mi aliuio z tu pena, llegada es mi acom-
pañada hora z tu tiempo de soledad. No hauras, honrrado
padre, menester instrumentos para aplacar mi dolor, sino 25
campanas para sepultar mi cuerpo. Si me escuchas sin lagri-
mas, oyrasla causa desesperada de mi forcada z alegre partida :
no la interrumpas con lloro ni palabras ; sino quedaras mas
quexoso en no saber porque me mato, que doloroso por
verme muerta. Ninguna cosa me preguntes, ni respondas, 30
mas de lo que de mi grado dezirte quisiere; porque quando
el coraron esta embargado de passion, están cerrados los
oydos al consejo, z en tal tiempo las frutuosas palabras, en
— 166 —
lugar de amansar, acrecientan la saña. Oye, padre viejo,
mis vltimas palabras, z si como yo espero las recibes, no
culparas mi yerro. Bien vees z oyes este triste z doloroso
sentimiento que toda la cibdad haze : bien vees este clamor
5 de campanas, este alarido de gentes, este aullido de canes,
este grande estrepito de armas ; de todo esto fuy yo la causa.
Yo cobri de luto z xergas en este dia quasi la mayor parte de
la cibdadana caualleria; yo dexe oy muchos siruientes des-
cubiertos de señor ; yo quite muchas raciones z limosnas a
10 pobres z enuergon^antes ; yo fuy ocasión que los muertos
touiessen compañía del mas acabado hombre que en gracia
nascio ; yo quite a los viuos el dechado de gentileza, de
inuenciones galanas, de atauios z bordaduras, de habla, de
andar, de cortesía, de virtud ; yo fuy causa que la tierra
15 goze sin tiempo el mas noble cuerpo z mas fresca juuentud,
que al mundo era en nuestra edad criada. E porque estaras
espantado con el son de mis no acostumbrados delitos, te
quiero mas aclarar el hecho. Muchos dias son passados,
padre mío, que penaua por mi amor vn cauallero que se
20 llamaua Calisto, el qual tu bien conociste ; conosciste assi-
mismo sus padres, z claro linaje; sus virtudes z bondad a
todos eran manifiestas. Era tanta su pena de amor, z tan
poco el lugar para hablarme, que descubrió su passion a vna
astuta z sagaz muger, que llamauan Celestina : la qual, de
25 su parte venida a mi, saco mi secreto amor de mi pecho.
Descobria a ella lo que a mi querida madre encubría ; touo
manera como gano mi querer; ordeno como su desseo z el
mió houiessen efeto. Si el mucho me amaua, no viuia enga-
ñado : concertó el triste concierto de la dulce z desdichada
30 execucion de su voluntad. Vencida de su amor, dile entrada
en tu casa : quebranto con escalas las paredes de tu huerto ;
quebranto mi proposito ; perdí mi virginidad. A la buelta de
su venida, como de la fortuna mudable estouiese dispuesto
— 167 —
z ordenado, según su desordenada costumbre, como las
paredes eran altas, la noche escura, la escala delgada, los
simientes que traya no diestros en aquel genero de seruicio,
no vido bien los passos, puso el pie en vazio z cayo : de
la triste cayda sus mas escondidos sesos quedaron repartí- 5
dos por las piedras z paredes. Cortaron las hadas sus hilos,
cortáronle sin confession su vida, cortaron mi esperanza,
cortaron mi gloria, cortaron mi compañía. Pues, que cruel-
dad seria, padre mió, muriendo el despeñado, que viuiesse
yo penada? Su muerte combida a la mia; combidame, z 10
fuerca que sea presto sin dilación ; muéstrame que ha de ser
despeñada por seguille en todo. No digan por mi: a muertos
z a ydos... E assi contentarle he en la muerte, pues no tuue
tiempo en la vida. O mi amor z señor Calisto ! espérame,
ya voy : detente, si me esperas ; no me incuses la tardanza 1 5
que hago, dando esta vltima cuenta a mi viejo padre, pues
le deuo mucho mas. O padre mió muy amado ! ruegote, si
amor en esta passada z penosa vida me has tenido, que sean
juntas nuestras sepulturas, juntas nos hagan nuestras obse-
quias. Algunas consolatorias palabras te diría antes de mi 20
agradable fin, coligidas z sacadas de aquellos antigos libros,
que tu por mas aclarar mi ingenio, me mandauas leer; sino
que ya la dañada memoria con la grand turbación mé las ha
perdido, z avn porque veo tus lagrimas mal sofridas decir
por tu arrugada haz. Salúdame a mi cara z amada madre : 25
sepa de ti largamente la triste razón por que muero. Gran
plazer lleuo de no la ver presente ! Toma, padre viejo, los
dones de tu vegez, que en largos dias largas se sufren tris-
tezas ; recibe las arras de tu senetud antigua, rescibe alia tu
amada hija. Gran dolor lleuo de mi, mayor de ti, muy 30
mayor de mi vieja madre. Dios quede contigo z con ella : a
el ofrezco mi alma : pon tu en cobro este cuerpo que alia
baxa.
— 168 —
ARGUMENTO DEL DIEZ Z SEYS Z VLTIMO AUTO
Pleberío tornado a su cámara con grandissimo llanto, pregúntale Alisa
su muger la causa de tan súpito mal : cuéntale la muerte de su hija Meli-
bea, mostrándole el cuerpo della todo hecho pedamos, z haziendo su planto
concluye.
Alisa. Que es esto, señor Pleberio? Por que son tus
fuertes alaridos ? Sin seso estaua adormida del pesar que oue
quando oy dezir que sentía dolor nuestra hija : agora oyendo
tus gemidos, tus vozes tan altas, tus quexas no acostumbra-
5 das, tu llanto z congoxa de tanto sentimiento, en tal manera
penetraron mis entrañas, en tal manera traspasaron mi
coracon, assi abiuaron mis turbados sentidos, que el ya
rescebido pesar alance de mi. Vn dolor saco otro, vn senti-
miento otro. Dime la causa de tus quexas : porque maldizes
10 tu honrrada vegez ? porque pides la muerte ? porque arrancas
tus blancos cabellos ? porque hieres tu honrrada cara ? Es
algún mal de Melibea? Por Dios, que meló digas, porque
si ella pena no quiero yo viuir.
Pleberio. Ay, ay, noble muger ! nuestro gozo en el pozo;
]5 nuestro bien todo es perdido; no queramos mas viuir! E
porque el incogitado dolor te de mas pena todo junto sin
pensarle, porque mas presto vayas al sepulcro, porque no
llore yo solo la perdida dolorida de entramos, ves alli a la
que tu pariste z yo engendre, hecha pedacos. La causa supe
20 della, mas la he sabido por estenso desta su triste siruienta :
ayúdame a llorar nuestra llagada postremeria. O gentes que
venis a mi dolor, o amigos z señores, ayúdame a sentir mi
pena ! O mi hija z mi bien todo ! crueldad seria que viua yo
sobre ti. Mas dignos eran mis sesenta años de la sepultura
— 169 —
que tus veynte. Turbóse la orden del morir con la tristeza que
te aquexaua. O mis canas, salidas para auer pesar! mejor
gozara de vosotros la tierra, que de aquellos ruuios cabellos
que presentes veo. Fuertes dias me sobran para viuir; quexar-
me he de la muerte? Incusarla de su dilación? Quanto 5
tiempo me dexare solo después de ti, fálteme la vida, pues
me falto tu agradable compañía. O muger mia ! leuantate
de sobre ella, z si alguna vida te queda, gástala comigo en
tristes gemidos, en quebrantamiento z sospirar; e si por
caso tu espiritu reposa con el suyo, si ya has dexado esta vida 10
de dolor, porque quesiste que lo passe yo todo ? En esto
tenes ventaja las hembras a los varones, que puede vn gran
dolor sacaros del mundo sin lo sentir ; o a lo menos perdeys
el sentido que es parte de descanso. O duro coracon de
padre! como no te quiebras de dolor, que ya quedas sin tu 15
amada heredera? Para quien edifique torres? Para quien
aquiri honrras ? Para quien plante arbores ? Para quien fabrique
nauios? O tierra dura! como me sostienes? Adonde hallara
abrigo mi desconsolada vegez ? O fortuna variable, ministra z
mayordoma de los temporales bienes ! porque no executaste 20
tu .cruel ira, tus mudables ondas, en aquello que a ti es sub-
jeto ? porque no destruyste mi patrimonio ? porque no
quemaste mi morada? porque no asolaste mis grandes
heredamientos ? Dexarasme aquella florida planta, en quien
tu poder no tenias: dierasme, fortuna flutuosa, triste la 25
mocedad con vegez alegre, no peruertieras la orden. Mejor
sufriera persecuciones de tus engaños en la rezia z robusta
edad, que no en flaca postremeria. O vida de congoxas
llena, de miserias acompañada! O mundo, mundo! muchos
mucho de ti dixeron ; muchos en tus qualidades metieron 30
la mano. A diuersas cosas por oydas te compararon ; yo por
triste esperiencia lo contare, como a quien las ventas z com-
pras de tu engañosa feria no prósperamente sucedieron,
— 170 —
como aquel que mucho ha fasta agora callado tus falsas
propiedades, por no encender con odio tu yra ; porque no
me sacasses sin tiempo esta flor, que este dia echaste de tu
poder : pues agora sin temor, como quien no tiene que per-
5 der, como aquel a quien tu compañia es ya enojosa, como
caminante pobre, que sin temor de los crueles salteadores va
cantando en alta voz. Yo pensaua en mi mas tierna edad que
eras z eran tus hechos regidos por alguna orden ; agora visto
el pro z la contra de tus bienandanzas, me pareces vn labe-
lo rinto de errores, vn desierto espantable, vna morada de
fieras, juego de hombres que andan en corro, laguna llena
de cieno, región llena de espinas, monte alto, campo pedre-
goso, prado lleno de serpientes, huerto florido z sin fruto,
fuente de cuydados, rio de lagrimas, mar de miserias, tra-
15 bajo sin prouecho, dulce poncona, vana esperanza, falsa
alegria, verdadero dolor. Ceuasnos, mundo falso, con el
manjar de tus deleytes ; al mejor sabor nos descubres el
anzuelo ; no lo podemos huyr, que nos tiene ya cacadas las
voluntades. Prometes mucho, nada no cumples: echasnos
20 de ti, porque no te podamos pedir que mantengas tus vanos
prometimientos. Corremos por los prados de tus viciosos
vicios, muy descuydados, a rienda suelta ; descubresnos la
celada, quando ya no ay lugar de boluer. Muchos te dexaron
con temor de tu arrebatado dexar; bienauenturados sellama-
25 ran, quando vean el galardón que a este triste viejo has dado
en pago de tan largo seruicio. Quiebrasnos el ojo, z vntasnos
con consuelos el casco : hazes mal a todos, porque ningún
triste se halle solo en ninguna aduersidad, diziendo que es
aliuio a los miseros como yo, tener compañeros en la pena;
30 pues, desconsolado viejo, que solo estoy! Yo fui lastimado
sin hauer ygual compañero de semejante dolor, avnque mas
en mi fatigada memoria rebueluo presentes z passados. Que
si aquella seueridad z paciencia de Paulo Emilio me viniere
— 171 —
a consolar con perdida de dos hijos muertos en siete dias,
diziendo que su animosidad obro que consolasse el al
pueblo romano, z no el pueblo a el, no me satisfaze, que
otros dos le quedauan dados en adobcion. Que compañia
me teman en mi dolor aquel Pericles, capitán ateniense, ni 5
el fuerte Xenofon ? pues sus perdidas fueron de hijos absen-
tes de sus tierras. Ni fue mucho no mudar su frente z
tenerla serena, z el otro responder al mensajero, que las tris-
tes albricias de la muerte de su hijo le venia a pedir, que no
recibiesse el pena, que el no sentía pesar: que todo esto bien 10
diferente es a mi mal. Pues menos podras dezir, mundo
lleno de males, que fuimos semejantes en perdida aquel
Anaxagoras z yo, que seamos yguales en sentir, z que res-
ponda yo, muerta mi amada hija, lo que el su vnico hijo,
que dixo: como yo fuesse mortal, sabia que hauia de morir 15
el que yo engendraua ; porque mi Melibea mato a si misma
de su voluntad a mis ojos con la gran fatiga de amor que la
aquexaua, el otro matáronle en muy licita batalla. O incom-
parable perdida! O lastimado viejo! que quanto mas busco
consuelos, menos razón fallo para me consolar: que si el 20
profeta z rey Dauid al hijo que enfermo lloraua, muerto no
quiso llorar, diziendo que era casi locura llorar lo irre-
cuperable; quedauanle otros muchos, con que soldase su
llaga. E yo no lloro triste a ella muerta, pero la causa desas-
trada de su morir. Agora perderé contigo, mi desdichada 25
hija, los miedos z temores, que cada dia me espauorecian :
sola tu muerte es la que a mi me haze seguro de sospecha.
Que harer guando entre en tu cámara z retraymientoT z la
halle. ,sj)k? Que haré de que no me respondas si te llamo ?
Quien me podra cobrir la gran falta que tu me hazes ? Nin- 30
guno perdió lo que yo el dia de oy, avnque algo conforme
parescia la fuerte animosidad de Lambas de Auria, duque de
los atenienses, que a su hijo herido con sus bracos desde la
— 172 —
nao echo en la mar : porque todas estas son muertes, que
.Jf*^ si roban la vida, es forjado complir con la fama. Pero quien
forcc^m^ Pues'
0 . ¿¿mundo "halaguero, que remedio das a mi fatigada vegez?
^5 como me mandas quedar en ti, conosciendo tus falacias,
tus lazos, tus cadenas z redes, con que pescas nuestras flacas
voluntades ? a do me pones mi hija ? Quien acompañara mi ,
desacompañada morada? Quien terna en regafós mis años
que caducan? O amor, amor! que no pense que tenias
10 merca ni poder de matar a tus subjetos ! Herida fue de ti
mi juuentud : por medio de tus brasas passe; como me sol-
taste, para me dar la paga de la huyda en mi vegez ? Bien
pense que de tus lazos me auia librado, quando los quarenta
años toque, quando fui contento con mi conjugal compa-
15 ñera, quando me vi con el fruto que me cortaste el dia de
oy. No pense que tomauas en los hijos la venganza de los
padres: ni se si hieres con hierro, ni si quemas con
fuego ; sana dexas la ropa, lastimas el coracon. Hazes que
feo amen, z hermoso les parezca. Quien te dio tanto poder?
20 quien te puso nombre que no te conuiene ? Si amor fues-
ses, amarías a tus siruientes : si los amases, no les darías
pena : si alegres viuiesen, no se matarian, como agora mi
amada hija. En que pararon tus siruientes, z sus ministros?
La falsa alcahueta Celestina murió a manos de los mas fieles
25 compañeros que ella para tu seruicio enponcoñado jamas
hallo ; ellos murieron degollados, Calisto despeñado : mi
triste fija quiso tomar la misma muerte por seguirle. Esto
todo causas : dulce nombre te dieron, amargos hechos
hazes. No das yguales galardones : iniqua es la ley, que a
30 todos ygual no es. Alegra tu sonido, entristece tu trato. Bien-
auenturados los que no conociste, o de los que no te curaste.
Dios te llamaron otros, no se con que error de su sentido
traydos. Cata que Dios mata los que crio : tu matas los que
— 173 —
te siguen. Enemigo de toda razón, a los que menos te siruen
das mayores dones, hasta tenerlos metidos en tu congoxosa
danca. Enemigo de amigos, amigo de enemigos, porque
te riges sin orden ni concierto? Ciego te pintan, pobre z
mogo : ponente vn arco en la mano, con que tiras a tiento ; 5
mas ciegos son tus ministros, que jamas sienten ni veen el
desabrido galardón que saca de tu seruicio. Tu fuego es
de ardiente rayo, que jamas haze señal do llega. La leña que
gasta tu llama son almas z vidas de humanas criaturas ; las
quales son tantas, que de quien comentar pueda, apenas me 10
ocurre. No solo de christianos, mas de gentiles z judíos, z
todo en pago de buenos seruicios. Que me dirás de aquel
Macias de nuestro tiempo, como acabo amando, cuyo
triste fin tu fuiste la causa ? Que hizo por ti París ? que
Elena ? que hizo Ypermestra ? que Egisto ? Todo el mundo 1 5
lo sabe. Pues a Sapho, Ariadna, Leandro, que pago les
diste ? Hasta Dauid z Salomón non quisiste dexar sin pena.-
Por tu amistad Sansón pago lo que mereció, por creerse
de quien tu le forjaste a darle fe: otros muchos que callo,
porque tengo harto que contar en mi mal. Del mundo me 20
quexo, porque en si me crio : porque no me dando vida, no
engendrara en el a Melibea : no nascida, no amara : no
amando, cessarami quexosa z desconsolada postrimería. O mi
compañera buena, o mi hija despedazada! porque no quesiste
que estoruasse tu muerte ? porque no houiste lastima de tu 25
querida z amada madre? porque te mostraste tan cruel con
tu viejo padre ? porque me dexaste quando yo te hauia de
dexar? porque me dexaste penado? porque me dexaste triste
z solo in hac lachrimarum valle ?
— 174 —
ERRATAS Y DEFICIENCIAS DE LA EDICIÓN DE BURGOS 1499
QUE SE HAN SUBSANADO EN LA PRESENTE REIMPRESIÓN
REIMPRESION BURGOS i499
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— 175 —
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