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Full text of "Comedias y entremeses"

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COLECCIÓN  UNIVERSAL 
N“  489  a 491  ^ 


M.  DE  CERVANTES 

Comedias 
y Entremeses 

TOMO  U 

El  gallardo  español.  - T^a  casa  de  los  celos. 


MADRID,  1921 


UNIVERSITY  OF 
ILLINOIS  LIBRARY 
AT  URBANA-CHAMPAIGN 
OAK  STREET 
LIBRARY  FACILITY 


M.  de  Cervantes 


COMEDIAS  Y ENTREMESES 

TOMO  II 


MCMXXI 


Papel  expresamente  fabricado  por  La  Papelera  Española 


M.  DE  CERVANTES 


Comedias 
y Entremeses 

TOMO  n 

El  gallardo  español.  - Ea  casa  de  los  celos. 


MADRID,  1921 


J 

“Tipográfica  Renovación**  (C.  A.)  Larra,  6 y 


8.  - MADRID 


COMEDIA  FAMOSA 
DEL  GALLARDO  ESPAÑOL 


Hablan  en  esta  primera  jornada  las  personas 
siguientes: 

Arlaxa,  mora. 

Alimuzel,  moro. 

Don  Alonso  de  Córdova.  conde  de  Alcaudete,  gene- 
ral de  Orán. 

Don  Fernando  de  Saavedra. 

Guzmán,  capitán. 

Fratín,  ingeniero. 

Un  soldado. 

Cebrián,  moro,  criado  de  Alimuzel. 

Nacor,  moro. 

Don  Martín  de  Córdova. 

Uno  con  una  petición. 

Buitrago,  soldado. 

Un  pajecillo. 

Oropesa,  cautivo.. 

Robledo,  alférez. 


JORNADA  PRIMERA 


Salen  Arlaxa,  mora,  y Alimuzel,  moro, 

ARLAXA 

Es  el  caso,  Alimuzel, 
que,  a no  traerme  el  cristiano, 
te  será  el  amor  tirano, 
y yo  te  seré  cruel. 

Quiérele  preso  y rendido, 
aunque  sano  y sin  cautela. 

ALIMUZEL 

¿Posible  es  que  te  desuela 
deseo  tan  mal  nacido? 

Conténtate  que  le  mate, 
si  no  pudiere  rendille; 
que  detener  al  herille 
el  brazo,  será  dislate. 

Partiréme  a Orán  al  punto, 
y desafiaré  al  cristiano, 
y haré  por  traerle  sano, 
pues  no  le  quieres  difunto. 

Pero  si  acaso  el  rigor 
de  la  cólera  me  incita 
y su  muerte  solicita, 

¿tengo  de  perder  tu  amor? 


8 


¿Está  tan  puesto  en  razón 
Marte,  desnuda  la  espada, 
que  la  tenga  nivelada 
al  peso  de  tu  afición? 

ARLAXA 

Alimuzel,  yo  confieso 
que  tienes  razón  en  parte; 
que,  en  las  hazañas  de  Marte, 
hay  muy  pocas  sin  exceso, 
el  cual  se  suele  templar 
con  la  cordura  y valor. 

Yo  he  puesto  precio  en  mí  amor; 
mira  si  le  puedes  dar. 

Quiero  ver  la  bizarría 
deste  que  con  miedo  nombro, 
deste  espanto,  deste  asombro 
de  toda  la  Berbería; 
deste  Fernando  valiente, 
ensalzador  de  su  crisma 
y coco  de  la  morisma 
que  nombrar  su  nombre  siente; 
deste  Atlante  de  su  España, 
su  nuevo  Cid,  su  Bernardo, 
su  don  Manuel  el  Gallardo  (1), 
por  una  y otra  hazaña. 

Quiero  de  cerca  miralle, 
pero  rendido  a mis  pies. 


(1)  Manuel  Ponce  de  León,  celebrado  en  romances. 


ALIMUZEL 


Haz  cuenta  que  ya  lo  ves, 
puesto  que  dé  en  ayudalle 
todo  el  cielo. 

ARLAXA 

¿Pues  qué  esperas? 

ALIMUZEL 

Espero , a ver  si  te  burlas; 
aunque  para  mí  tus  burlas 
siempre  han  sido  puras  veras. 
Comedido,  como  amante, 
soy,  y sólo  sé  decirte 
que  el  deseo  de  servirte 
me  hace  ser  arrogante. 

Puedes  de  mí  prometerte 
imposibles  sobrehumanos, 
mil  prisioneros  cristianos 
que  vengan  a obedecerte. 

ARLAXA 

Tráeme  solamente  al  fuerte 
don  Fernando  Saavedra, 
que  con  él  veré  que  medra 
y se  mejora  mi  suerte, 
y aun  la  tuya,  pues  te  doy 
palabra  que  he  de  ser  tuya 
como  el  hecho  se  concluya 
a mi  gusto. 


ALIMUZEL 


Quizá  hoy 
oirán  los  muros  de  Orán 
mi  voz  en  el  desafío, 
y aun  de  los  cielos  confío, 
que  luz  y vida  nos  dan, 
que  han  de  acudir  a mi  intento 
con  suceso  venturoso. 

ARLAXA 

Parte,  Alimuzel  famoso. 

ALIMUZEL 

Fuerzas  de  tu  mandamiento 
me  llevan  tan  alentado, 
que  acabaré  con  valor 
el  imposible  mayor 
que  se  hubiere  imaginado. 

ARLAXA 

Ve  en  paz,  que  de  aquesta  guerra 
la  Vitoria  te  adivino. 

Entrase  Arlaxa. 

ALIMUZEL 

¡Queda  en  paz,  rostro  divino, 
ángel  que  mora  en  la  tierra, 
bizarra  sobre  los  hombres 
que  a guerra  a Marte  provocan, 
a quien  de  excelencias  tocan 
mil  títulos  y renombres; 
en  extremo  poderosa 


11 


de  dar  tormento  y placer, 
hielo  que  nos  hace  arder 
en  viva  llama  amorosal 
Queda  en  paz,  que,  sin  tu  sol, 
ya  camino  en  noche  escura; 
resucite  mi  ventura 
la  muerte  deste  español. 

Mas,  ;ay,  que  no  he  de  matalle, 
sino  prendelle,  y no  más! 

¿Quién  tal  deseo  jamás 
vió,  ni  pudo  imaginalle? 

Entrase  Alimuzel. 

Salen  Don  Alonso  de  Córdova,  conde  de  Alcaudete, 
general  de  Orán;  Don  Fernando  de  Saavedra;  Guz- 
mán,  capitán:  Fratín,  ingeniero. 

FRATÍN 

Hase  de  alzar,  señor,  esta  cortina 
a peso  de  aquel  cubo,  que  responde 
a éste,  que  descubre  la  marina. 

De  la  silla  esta  parte  no  se  esconde; 

mas  ¿qué  aprovecha,  si  no  está  en  defensa, 

ni  Almarza  a nuestro  intento  corresponde? 

DON  ALONSO 

• 

El  cerco  es  cierto,  y más  cierta  la  ofensa, 
si  ya  no  son  cortinas  y muralla 
de  vuestros  brazos  la  virtud  inmensa. 

Donde  el  deseo  de  la  fama  se  halla, 
las  defensas  se  estiman  en  un  cero, 
y a campo  abierto  salta  a la  batalla. 


Venga,  pues,  la  morisma,  que  yo  espero 
en  Dios  y en  vuestras  manos  vencedoras 
que  volverá  el  león  manso  cordero. 

Los  argos,  centinelas  veladoras, 
miren  al  mar  y miren  a la  tierra 
en  las  del  día  y las  nocturnas  horas. 

No  hay  disculpa  al  descuido  que  en  la  guerra 
se  hace,  por  pequeño  que  parezca, 
que  pierde  mucho  quien  en  poco  yerra; 
y si  aviniere  que  el  cabello  ofrezca 
la  ligera  ocasión,  ha  de  tomarse, 
antes  que  a espaldas  vueltas  desparezca: 
que,  en  la  guerra,  el  perderse  o el  ganarse 
suele  estar  en  un  punto,  que,  si  pasa, 
vendrá  el  de  estar  quejoso  y no  vengarse. 
En  su  pajiza,  pobre  y débil  casa 
se  defiende  el  pastor  del  sol  ardiente 
que  el  campo  agosta  y la  montaña  abrasa. 
Quiero  inferir  que  puede  ser  valiente 
detrás  de  un  muro  un  corazón  medroso 
cuando  a sus  lados  que  le  animan  siente. 

Entra  un  soldado. 

SOLDADO 

Señor,  con  ademán  bravo  y airoso,  g 
picando  un  alazán,  un  moro  viene 
y a la  ciudad  se  acerca  presuroso. 

Bien  es  verdad  que  a veces  se  detiene 
y mira  a todas  partes,  recatado, 
como  quien  miedo  y osadía  tiene. 

Adarga  blanca  trae,  y alfanje  al  lado, 


lanza  con  ban dereta  de  seguro, 
y el  bonete  con  plunFias  adornado. 

Puedes,  si  gustas,  verle  desde  el  muro. 

DON  ALONSO 

Bien  de  aquí  se  descubre;  ya  le  veo. 

Si  es  embajada,  yo  le  doy  seguro. 

DON  FERNANDO 

Antes  es  desafio,  a lo  que  creo. 

Entra  Alimuzel  a caballo,  con  lanza  y adarga. 

ALIMUZEL 

Escuchadme,  los  de  Orán, 
caballeros  y soldados, 
que  firmáis  con  nuestra  sangre 
vuestros  hechos  señalados. 

Alimuzel  soy,  un  moro 
de  aquellos  que  son  llamados 
galanes  de  Me  liona  , 
tan  valientes  como  hidalgos. 

No  me  trae  aquí  Mahoma 
a averiguar  en  el  campo 
si  su  secta  es  buena  o mala, 
que  él  tiene  deso  cuidado. 

Tráeme  otro  dios  más  brioso,  ^ 
que  es  tan  soberbio  y tan  manso, 
que  ya  parece  cordero, 
y ya  león  irritado. 

Y este  dios,  que  así  me  impele, 
es  de  una  mora  vasalla, 
que  es  reina  de  la  hermosura. 


de  quien  soy  humilde  esclavo. 

No  quiero  decir  que  hiendo, 
que  destrozo,  parto  o rajo; 
que  animoso,  y no  arrogante, 
es  el  buen  enamorado. 

Amo,  en  fin,  y he  dicho  mucho 
en  sólo  decir  que  amo, 
para  daros  a entender 
que  puedo  estimarme  en  algo. 

Pero,  sea  yo  quien  fuere, 
basta  que  me  muestro  armado 
ante  estos  soberbios  muros, 
de  tantos  buenos  guardados; 
que  si  no  es  señal  de  loco, 
será  indicio  de  que  he  dado 
palabra  que  he  de  cumplilla, 
o quedar  muerto  en  el  campo. 

Y así,  a ti  te  desafío, 
don  Femando,  el  fuerte,  el  bravo, 
tan  infamia  de  los  moros 
cuanto  prez  de  los  cristianos. 

Bien  se  verá  en  lo  que  he  dicho 
que,  aunque  haya  otros  Fernandos, 
es  aquel  de  Saavedra 
a quien  a batalla  llamo. 

Tu  fama,  que  no  se  encierra 
en  límites,  ha  llegado 
a los  oídos  de  Arlaxa, 
de  la  belleza  milagro. 

Quiere  verte;  mas  no  muerto, 
sino  preso,  y hame  dado 


el  asunto  de  prenderte: 
mira  si  es  pequeño  el  cargo. 

Yo  prometí  de  hacello, 
porque  el  que  está  enamorado, 
los  más  arduos  imposibles 
facilita  y hace  llano. 

Y para  darte  ocasión 
de  que  salgas  mano  a mano 
a verte  conmigo  agora, 
destas  cosas  te  hago  cargo: 
que  peleas  desde  lejos, 
que  el  arcabuz  es  tu  amparo, 
que  en  comunidad  aguijas 
y a solas  te  vas  despacio; 
que  eres  Ulises  nocturno, 
no  Telamón  al  sol  claro; 
que  nunca  mides  tu  espada 
con  otra,  a fuer  de  hidalgo. 

Si  no  sales,  verdad  digo; 
si  sales,  quedará  llano, 
ya  vencido  o vencedor, 
que  tu  fama  no  habla  en  vano. 
Aquí,  junto  a Canastel, 
solo  te  estaré  esperando 
hasta  que  mañana  el  Sol 
llegue  al  Poniente  su  carro. 

Del  que  fuere  vencedor 
ha  de  ser  el  otro  esclavo, 
premio  rico  y premio  honesto. 
Ven,  que  espero,  don  Fernando. 

Vase, 


DON  ALONSO 


Don  Fernando,  ¿qué  os  parece? 

DON  FERNANDO 

Que  es  el  moro  comedido 
y valiente,  y que  merece 
ser  de  amor  favorecido 
en  el  trance  que  se  ofrece. 

DON  ALONSO 

¿Luego  pensáis  de  salir? 

DON  FERNANDO 

Bien  se  puede  esto  inferir 
de  su  demanda  y mi  celo, 
pues  ya  se  sabe  que  suelo 
a lo  que  es  honra  acudir. 

Deme  vuestra  señoría 
licencia,  que  es  bien  que  salga 
antes  que  se  pase  el  día. 

DON  ALONSO 

No  es  posible  que  ahora  os  valga 
vuestra  noble  valentía. 

No  quiero  que  allá  salgáis, 
porque  hallaréis,  si  miráis 
a la  soldadesca  ley, 
que  obligado  a vuestro  rey 
mucho  más  que  a vos  estáis. 

En  la  guerra  usanza  es  vieja, 
y aun  ley  casi  principal, 
a toda  razón  aneja. 


17 


que  por  causa  general 
la  particular  se  deja. 

Porque  no  es  suyo  el  soldado 
que  está  en  presidio  encerrado, 
sino  de  aquel  que  le  encierra, 
y no  ha  de  hacer  otra  guerra 
sino  a la  que  se  ha  obligado. 

En  ningún  modo  sois  vuestro, 
sino  del  rey,  y en  su  nombre 
sois  mío,  según  lo  muestro; 
y yo  no  aventuro  un  hombre 
que  es  de  la  guerra  maestro 
por  la  simple  niñería 
de  una  amorosa  porfía: 
don  Fernando,  esto  es  verdad. 

DON  FERNANDO 

jDe  extraña  reguridad 
usa  vuestra  señoría 
conmigo!  ¿Qué  dirá  el  moro? 

DON  ALONSO 

Diga  lo  que  él  más  quisiere; 
que  yo  guardo  aquí  el  decoro 
que  la  guerra  pide  y quiere, 
y della  ninguno  ignoro. 

DON  FERNANDO 

Respóndasele,  a lo  menos, 
y sepa  que  por  tus  buenos 
respetos  allá  no  salgo. 

Comedias.  — T.  II. 


2 


18 


GUZMÁN 


No  OS  tendrá  por  esto  el  galgo^ 
señor  don  Fernando,  en  menos. 

DON  ALONSO 

Lleve  el  capitán  Guzmán 
la  respuesta. 

GUZMÁN 

Si  haré, 

y,  ¡voto  a tal!,  si  me  dan 
licencia,  que  yo  le  dé 
al  morico  ganapán 
tal  rato,  que  quede  frío 
de  amor  con  el  desafio. 

DON  ALONSO 

Respondedle  cortésmente, 
con  el  término  prudente 
que  de  vuestro  ingenio  fío. 

Vanse  Don  Alonso  y Fratín. 

GUZMÁN 

¿Queréis  que,  en  vez  de  respuesta,. 

os  le  dé  una  mano  tal, 

que  se  concluya  la  fiesta? 

DON  FERNANDO 

Que  me  estará  a mí  muy  mal 
eso,  es  cosa  manifiesta. 

Sólo  a mí  me  desafía, 
y gran  mengua  me  sería 
que  otro  por  mí  pelease. 


Mas  si  el  moro  me  esperase 
allí  siquiera  otro  día, 
yo  le  saldré  a responder, 
a pesar  de  todo  el  mundo 
que  lo  quiera  defender. 

GUZMÁN 

i 

¿En  qué  os  fundáis? 

DON  FERNANDO 

Yo  me  fundo 
en  esto  que  pienso  hacer: 
el  lunes  soy  yo  de  ronda, 
y cuando  la  noche  esconda 
la  luz  con  su  manto  escuro, 
arrojaré  me  del  muro 
a la  cava. 

GUZMÁN 

Está  muy  honda, 
y podríais  peligrar. 

DON  FERNANDO 

Péneme  en  los  pies  el  brío 
mil  alas  para  volar. 

Todo  aquesto  de  vos  fío. 

GUZMÁN 

Ya  sabéis  que  sé  callar. 

Dejadme  salir  primero, 
porque  de  mi  industria  espero 
que  saldréis  bien  deste  hecho. 


20 


DON  FERNANDO 

Sois  amigo  de  provecho. 

GUZMÁN 

Sí,  porque  soy  verdadero. 

Vanse,  y salen  Alimuzel  y Cebrián,  su  criado,  que  en 
arábigo  quiere  decir  lacayo  o mozo  de  caballos, 

ALIMUZEL 

Atale  allí,  Cebrián, 
al  tronco  de  aquella  palma; 
repose  el  fuerte  alazán 
mientras  reposa  mi  alma 
los  cuidados  que  le  dan. 

Aquí  a solas  daré  al  llanto 
las  riendas,  o al  pensar  santo 
en  las  memorias  de  Arlaxa, 
en  tanto  que  al  campo  baja 
aquel  que  se  estima  en  tanto. 

Baja  la  cabeza  Cebrián  y vase. 

¡Venturoso  tú,  cristiano, 
que  puedes  a tus  despojos 
añadir  el  más  que  humano 
que  es  querer  verte  los  ojos 
del  cielo  que  adoro  en  vano! 

Y más  que  pena  recibo 
desto  que  en  el  alma  escribo 
con  celoso  desconcierto: 
que  a mí  me  quieren  ver  muerto 
y a ti  te  quieren  ver  vivo. 

Pero  yo  no  haré  locura 


2Í 


semejante;  que,  si  venzo, 
o por  fuerza  o por  ventura, 
daré  a mis  glorias  comienzo 
dándote  aquí  sepultura. 

Mas,  si  te  hago  morir, 

¿cómo  podré  yo  cumplir 
lo  que  Arlaxa  me  ha  mandado? 

¡Oh,  triste  y dudoso  estado, 
insufrible  de  sufrir! 

Parleras  aves,  que  al  viento 
esparcís  quejas  de  amor, 

¿qué  haré  en  el  mal  que  siento? 

¿Daré  la  rienda  al  rigor 
o al  cortés  comedimiento? 

Mas  démosla  al  sueño  agora; 
perdonadme,  hermosa  mora, 
si  aplico  sin  tu  licencia 
este  alivio  a la  dolencia 
que  en  mi  alma  triste  mora. 

Echase  a dormir,  y sale  al  instante  ^ Nacor,  moro, 
con  un  turbante  verde. 

NACOR 

Mahoma,  ya  que  el  amor 
en  mis  dichas  no  consiente, 
muéstrame  tú  tu  favor; 
mira  que  soy  tu  pariente, 
el  infelice  Nacor. 

Jarife  soy  de  tu  casta, 
y no  me  respeta  el  asta 
de  amor  que  blande  en  mi  pecho, 


22 


un  blanco  a sus  tiros  hecho, 
do  todas  sus  flechas  gasta. 

Y más,  y no  sé  qué  es  esto, 
que,  con  ser  enamorado, 
soy  de  tan  bajo  supuesto, 
que  no  hay  conejo  acosado 
más  cobarde  ni  más  presto. 

Desto  será  buen  testigo 
el  ver  aquí  mi  enemigo 
dormido,  y no  osar  tocalle, 
deseando  de  matalle 
por  venganza  y por  castigo. 

Que  esté  celoso  y con  miedo, 
por  Alá  que  es  cosa  nueva. 

¿Llegaré,  o estarme  he  quedo? 

¿Cortaré  en  segura  prueba 
este  gordiano  enredo? 

Que  si  éste  quito  delante, 
podrá  ser  que  vuelva  amante 
el  pecho  de  Arlaxa  ingrato. 

Muérome  porque  no  mato; 
oso  y tiemblo  en  un  instante. 

Entra  el  capitán  Guzmán  con  espada  y rodela. 

GUZMÁN 

¿Eres  tú  el  desafiador 
de  don  Femando,  por  dicha? 

NACOR 

No  tengo  yo  ese  valor; 
que  el  corazón  con  desdicha 


es  morada  del  temor. 

Aquél  es  que  está  allí  echado; 
moro  tan  afortunado, 
que  Arlaxa  le  manda  y mira. 

GUZMÁN 

Paréceme  que  suspira. 

NACOR 

Sí  hará,  que  está  enamorado. 

GUZMÁN 

.lAlimuzelI 

ALIMUZEL 

¿Quién  me  llama? 

GUZMÁN 

Mal  acudirás,  durmiendo, 
al  servicio  de  tu  dama. 

ALIMUZEL 

En  el  sueño  va  adquiriendo 
fuerzas  la  amorosa  llama, 
porque  en  él  se  representan 
visiones  que  me  atormentan, 
obligaciones  que  guarde, 
miedos  que  me  hacen  cobarde 
y celos  que  más  me  alientan. 
Mirándote  estoy,  y veo 
cuán  propio  es  de  la  mujer 
tener  extraño  deseo. 


Cosas  hay  en  ti  que  ver, 
no  que  admirar. 

GUZMÁN 

Yo  lo  creo 

Pero  ¿por  qué  dices  eso? 

ALIMUZEL 

Don  Fernando,  yo  confieso 
que  tu  buen  talle  y buen  brío 
llega  y se  aventaja  al  mío, 
pero  no  en  muy  grande  exceso- 
y si  no  es  por  el  gran  nombre 
que  entre  la  morisma  tienes 
de  ser  en  las  armas  hombre, 
ninguna  cosa  contienes 
que  enamores  ni  que  asombre* 
y yo  no  sé  por  qué  Arlaxa 
tanto  se  angustia  y trabaja 
por  verte,  y vivo,  que  es  más. 

GUZMÁN 

Engañado,  moro,  estás* 
tu  vano  discurso  ataja, 
que  yo  no  soy  don  Fernando. 

ALIMUZEL 

Pues  ¿quién  eres? 

GUZMÁN 

Un  su  amigo 


y embajador. 


ALIMUZEL 

Dime  cuándo 
espera  verse  conmigo, 
porque  le  estoy  aguardando. 

GUZMÁN 

Has  de  saber,  moro  diestro, 
que  el  sabio  general  nuestro 
que  salga  no  le  consiente. 

ALIMUZEL 

Pues  ¿por  qué? 

GUZMÁN 

Porque  es  prudente 
y en  la  guerra  gran  maestro. 

Teme  el  cerco  que  se  espera, 
y no  quiere  aventurar 
en  empresa  tan  ligera 
una  espada  que  en  cortar 
es  entre  muchas  primera. 

Pero  dice  don  Fernando 
que  le  estés  aquí  aguardando 
hasta  el  lunes,  que  él  te  jura 
salir  en  la  noche  escura, 
aunque  rompa  cualquier  bando. 

Si  aquesto  no  te  contenta, 
y quieres  probar  la  suerte 
con  menos  daño  y afrenta, 
tu  brazo  gallardo  y fuerte 
con  éste,  que  es  flaco,  tienta, 
y a tu  mora  llevarás. 


si  me  vences,  quizá  más 
que  en  llevar  a don  Fernando. 

ALIMUZEL 

No  estoy  en  eso  pensando; 
muy  descaminado  vas. 

No  eres  tú  por  quien  me  envia 
Arlaxa,  y aunque  te  prenda, 
no  saldré  con  mi  porfía. 

Haz  que  don  Fernando  entienda 
que  le  aguardaré  ese  día 
que  pide,  y,  si  le  venciere, 
y entonces  tu  gusto  fuere 
probarme  en  el  marcial  juego, 
mi  voluntad  hará  luego 
lo  que  la  tuya  quisiere; 
que  ya  sabes  que  no  es  dado 
dejar  la  empresa  primera 
por  la  segunda  al  soldado. 

GUZMÁN 

Es  verdad. 

ALIMUZEL 

Desa  manera 
bien  quedaré  disculpado. 

GUZMÁN 

Dices  muy  bien. 

ALIMUZEL 

Sí,  bien  digo. 
Vuélvete,  y dile  a tu  amigo 
que  le  espero  y que  no  tarde. 


GUZMÁN 


Tu  Mahoma,  Alí,  te  guarde. 

ALIMUZEL 

Tu  Cristo  vaya  contigo. 

Vase  Guzmán. 

Nacor,  ¿qué  es  esto?,  ¿a  qué  vienes? 

NACOR 

A ver  cómo  en  esta  empresa 
tan  peligrosa  te  avienes; 
y por  Alá  que  me  pesa 
de  ver  que  en  punto  la  tienes, 
que  el  de  tu  muerte  está  a punto, 

ALIMUZEL 

¿En  qué  modo? 

NACOR 

En  que  barrunto 
que,  si  de  noche  peleas, 
sobre  ti  no  es  mucho  veas 
todo  un  ejército  junto. 

Esto  de  no  estar  en  mano 
de  don  Fernando  el  salir 
tenlo  por  ligero  y vano; 
que  se  suele  prevenir 
con  astucias  el  cristiano. 

De  noche  quieren  cogerte, 

por  que,  al  matarte  o prenderte, 

aun  el  Sol  no  sea  testigo. 

No  creas  a tu  enemigo; 


Alí,  procura  volverte, 
que  bien  disculpado  irás 
con  Arlaxa,  pues  has  hecho 
lo  que  es  posible,  y aun  más. 

ALIMUZEL 

Consejos  de  sabio  pecho 
son,  Nacor,  los  que  me  das; 
pero  no  puedo  admitillos, 
ni  menos  con  gusto  oíllos; 
que  tiene  el  amor  echados 
a mis  oídos  candados, 
a los  pies  y alma  grillos. 

NACOR 

Para  mejor  ocasión 
te  guarda,  porque  es  cordura 
prevenir  a la  intención 
del  que  a su  salvo  procura 
su  gloria  y tu  perdición. 

Ven,  que  a Arlaxa  daré  cuenta 
de  modo  que  diga  y sienta 
que  eres  vencedor  osado, 
pues  si  no  sale  el  llamado, 
en  sí  se  queda  la  afrenta. 

Cuanto  más  que,  cuando  venga 
el  cerco  desta  ciudad, 
que  ya  no  hay  quien  le  detenga, 
podrás,  a tu  voluntad, 
hacer  lo  que  más  convenga; 
que  entonces  saldrá  el  cristiano. 


29 

si  es  arrogante  y lozano, 
al  campo  abierto,  sin  duda. 

ALIMUZEL 

Bien  es,  Nacor,  que  yo  acuda 
a tu  consejo,  que  es  sano. 

Ven  y vamos,  pues  podré, 
en  este  cerco  que  dices, 
cumplir  lo  que  aqui  falté. 

Mas  mira  que  me  autorices 
con  Arlaxa. 

NACOR 

(Aparte,)  Sí  haré. 

Sentirá  Arlaxa  la  mengua 
que  tanto  al  cristiano  amengua, 
haciéndole  della  alarde; 
vos  quedaréis  por  cobarde, 
o mal  me  andará  la  lengua. 

Vanse. 

Salen  Don  Alonso  de  Córdoua,  general  de  Orán^  con- 
de de  Alcaudetey  y su  hermano  Don  Martín  de  Cór- 
dova  y Don  Fernando  de  Saavedra. 

CONDE 

Señor  don  Martín,  conviene 
que  vuesa  merced  acuda 
a Mazalquivir,  que  tiene 
necesidad  de  la  ayuda 
que  vuestro  esfuerzo  contiene; 
que  allí  acudirá  primero 
el  enemigo  ligero. 


Mas  que  venzáis  no  lo  dudo; 
que  el  cobarde  está  desnudo, 
aunque  se  vista  de  acero. 

En  su  muchedumbre  estriba 
aquesta  mora  canalla, 
que  así  se  ncs  muestra  esquiva; 
mas  cuando  defensa  halla, 
se  humilla,  postra  y derriba. 

Sus  gustos,  sus  algazaras, 
si  bien  en  ello  reparas, 
son  el  canto  del  medroso; 
calla  el  león  animoso 
entre  las  balas  y jaras. 

DON  MARTÍN 

Por  mi  caudillo  y mi  hermano 
te  obedezco,  y haré  cuanto 
fuere,  señor,  en  mi  mano; 
que  ni  de  gritos  me  espanto, 
ni  de  tumulto  pagano. 

Dame,  señor,  municiones, 
que  en  el  trance  que  me  pones 
pienso,  si  no  faltan  ellas, 
poner  sobre  las  estrellas 
los  españoles  blasones. 

Entra  uno  con  una  petición, 

UNO 

Señor,  dame  licencia  que  te  lea 
aquesta  petición. 


CONDE 


Lee  en  buen  hora. 

UNO 

Doña  Isabel  de  Avellaneda,  en  nombre 
de  todas  las  mujeres  desta  tierra, 
dice  que  llegó  ayer  a su  noticia 
que,  por  temor  del  cerco  que  se  espera, 
quieres  que  quede  la  ciudad  vacía 
de  gente  inútil,  enviando  a España 
las  mujeres,  los  viejos  y los  niños; 
resolución  prudente,  aunque  medrosa. 

Y apelan  desto  a ti  de  ti,  diciendo 
que  ellas  se  ofrecen  de  acudir  al  muro, 
ya  con  tierra  o fajina,  o ya  con  lienzos 
bañados  en  vinagre,  con  que  limpien 
el  sudor  de  los  fieros  combatientes 
que  asistan  al  rigor  de  los  asaltos; 
que  tomarán  la  sangre  a los  heridos; 
que  las  más  pequeñuelas  harán  hilas, 
dando  la  mano  al  lienzo  y voz  al  cielo, 
con  tiernas  virginales  rogativas, 
pidiendo  a Dios  misericordia,  en  tanto 
que  los  robustos  brazos  de  sus  padres 
defiendan  sus  murallas  y sus  vidas; 
que  los  niños  darán  de  buena  gana 
para  enviar  a España  con  los  viejos, 
pues  no  pueden  servir  de  cosa  alguna; 
mas  ellas,  que  por  útiles  se  tienen, 
no  irán  de  ningún  modo,  porque  piensan, 
por  Dios,  y por  su  ley,  y por  su  patria, 


morir  sirviendo  a Dios,  y en  la  muerte, 
cuando  el  hado  les  fuere  inexorable, 
dar  el  último  vale  a sus  maridos, 
o ya  cerrar  los  ojos  a sus  padres 
con  tristes  y cristianos  sentimientos. 

En  fin,  serán,  señor,  de  más  provecho 
que  daño,  por  lo  cual  te  ruegan  todas 
que  revoques,  señor,  lo  que  ordenaste, 
en  cuanto  toca  a las  mujeres  sólo, 
que  en  ello  harás  a Dios  servicio  grande, 
merced  a ellas,  y favor  inmenso. 

Esto  la  petición,  señor,  contiene. 

CONDE 

Nunca  tal  me  pasó  por  pensamiento; 
nunca  tanto  el  temor  se  ha  apoderado 
de  mí,  que  hiciese  prevención  tan  triste. 

Por  respuesta  llevad  que  yo  agradezco 
y admito  su  gallardo  ofrecimiento, 
y que  de  su  valor  tendrá  la  fama 
cuidado  de  escribirle  y de  grabarle 
en  láminas  de  bronce,  por  que  viva 
siglos  eternos.  Y esto  les  respondo, 
y andad  con  Dios. 

UNO 

Por  cierto  que  han  mostrado 
<ie  espartanas  valor,  de  argivas  brío. 

Entra  el  capitán  Guzmán. 

CONDE 

Pues,  capitán  Guzmán,  ¿qué  dice  el  moro? 


GUZMÁN, 

Ya  se  fué  mal  contento. 


33 


DON  FERNANDO 

(Aparte,)  ¿Es  ido  cierto? 

GUZMÁN 

(Aparte.)  Aguardándote  está,  porque  es  valiente, 
y discreto  además,  en  lo  que  muestra. 

DON  FERNANDO 

(Aparte.)  Saldré,  sin  duda. 

GUZMÁN 

(Aparte.)  No  sé  si  lo  aciertas, 
que  está  muy  cerca  el  cerco. 

DON  FERNANDO 

(Aparte.)  Si  le  venzo, 
presto  me  volveré;  si  soy  vencido, 
poca  falta  haré,  pues  poco  valgo. 

CONDE 

¡Bravo  parece  el  moro! 

GUZMÁN 

Bravo,  cierto, 

y muy  enamorado  y comedido. 

Entra  a esta  sazón  Buitra^o,  un  soldado,  con  la  espada 
sin  vaina,  oleada  con  un  orillo,  tiros  de  soga,  final- 
mente,  muy  malparado.  Trae  una  tablilla  con  deman- 
da de  las  ánimas  de  purgatorio,  y pide  para  ellas. 
Y esto  de  pedir  para  las  ánimas  es  cuento  verdadero, 
que  yo  lo  vi,  y la  razón  por  que  pedía  se  dice  adelante. 
Comedias.— T.  II.  3 


BUITRAGO 


Denme  para  las  ánimas,  señores, 
pues  saben  que  me  importa. 

CONDE 

jOh  buen  Buitragol 

¿Cuánto  ha  caído  hoy? 

BUITRAGO 

Hasta  tres  cuartos. 

DON  MARTÍN 

¿Dellos  qué  habéis  comprado? 

BUITRAGO 

Casi  nada: 

una  asadura  sola  y cien  sardinal. 

DON  MARTÍN 

Harto  habrá  para  hoy. 

BUITRAGO 

¡Por  Santo  Nuflo, 

que  apenas  hay  para  que  masque  un  diente! 

DON  MARTÍN 

Comeréis  hoy  conmigo. 

BUITRAGO 

Dese  modo 

habrá  para  almorzar  en  lo  comprado. 

DON  MARTÍN 


¿Y  la  ración? 


BUITRAGO 


¿Qué?  ¿La  ración?  Ya  asiste 
a un  lado  del  estómago,  y no  ocupa 
cuanto  una  casa  de  ajedrez  pequeña. 

DON  FERNANDO 

¡Gran  comedori 

GUZMÁN 

Tan  grande,  que  le  ha  dado 
el  conde  esta  demanda  por  que  pueda 
sustentarse  con  ella. 

BUITRAGO 

¿Qué  aprovecha? 

Que,  como  saben  todos  que  no  hay  ánima 
a quien  haga  decir  sólo  un  responso, 
si  me  dan  medio  cuarto,  es  por  milagro; 
y así,  pienso  pedir  para  mi  cuerpo, 
y no  para  las  ánimas. 

DON  MARTÍN 

Sería 

gran  discreción. 

BUITRAGO 

¡Oh,  pese  a mi  linaje!, 

¿no  sabe  todo  el  mundo  que,  si  como 
por  seis,  que  suelo  pelear  por  siete? 

¡Cuerpo  de  Dios  conmigo!  Denme  ripio 
suficiente  a la  boca,  y denme  moros 
a las  manos  a pares  y a millares; 


verán  quién  es  Buitrago,  y si  merece 
comer  por  diez,  pues  que  pelea  por  veinte. 

CONDE 

Tiene  razón  Buitrago;  mas  agora, 
si  llega  el  cerco,  mostrará  sus  bríos, 
y haré  yo  que  le  den  siete  raciones 
con  tal  que  cese  la  demanda. 

BUITRAGO 

Cese, 

que  entonces  no  habrá  lengua,  y habrá  manos. 
No  hay  pedir,  sino  dar;  no  hay  sacar  almas 
del  purgatorio  entonces,  sino  espiches, 
para  meter  en  el  infierno  muchas 
de  la  mora  canalla  que  se  espera. 

Un  pajecillo  diga: 

jDaca  el  alma,  Buitrago,  daca  el  alma! 

BUITRAGO 

jHijo  de  puta  y puto,  y miente,  y callel 
¿No  sabe  el  cornudillo,  sea  quien  fuere, 
que,  aunque  tenga  cien  cuerpos  y cien  almas 
para  dar  por  mi  rey,  no  daré  una 
si  me  la  piden  dese  modo  infame? 

DON  MARTÍN 

Otra  vez.  Cereceda. 

PAJECILLO 

¡Daca  el  almal 


BUITRAGO 


jPor  vida  de!  , ; . . 

^ ■’Vl'  CONDE 

• Buitrago,  con  paciencia; 

nólía  deis  vos,  por  más  que  os  la  demanden. 

BUITRAGO 

iQue  tenga  atrevimiento  un  pajecillo 
de  pedirme  a mí  el  alma!  |Voto  a Cristo, 
que,  a no  estar  aquí  el  conde,  don  hediondo,- 
que  os  sacara  la  vuestra  a puntillazos» 
aunque  me  lo  impidiera  el  mismo  diablo 
por  prenda  suya! 

CONDE 

No  haya  más,  Buitrago; 
guardad  vuestra  alma,  y dadnos  vuestras  manos, 
que  serán  menester,  yo  os  lo  prometo» 

BUITRAGO 

Denme  para  las  ánimas  agora, 
que  todo  se  andará. 

DON  MARTÍN 

Tomad. 

BUITRAGO 

¡Oh  invicto 

don  Martín,  generoso!  Por  mi  diestra, 
que  he  de  ser  tu  soldado,  si,^  por  dicha, 
vas  a Mazalquivir,  como  se  ha  dicho. 

DON  MARTÍN 

Seréis  mi  camarada  y compañero. 


BUITRAGO 


|Vive  Dios  que  eres  bravo  caballerol 
Vanse,  y salen  Arlaxa  y Oropesa,  su  cautivo, 

ARLAXA 

(Mucho  tarda  Alimuzell 
Cristiano,  no  sé  qué  sea. 

OROPESA 

fluiste,  señora,  con  él 
otra  segunda  Medea, 
famosa  por  ser  cruel. 

A una  empresa  le  enviaste 
que  parece  que  mostraste 
que  te  era  en  odio  su  vida. 

ARLAXA 

Yo  fui  parte  en  su  partida, 
tú  el  todo,  pues  la  causaste. 

Las  alabanzas  extrañas 
que  aplicaste  a aquel  Fernando, 
contándome  sus  hazañas, 
se  me  fueron  estampando 
en  medio  de  las  entrañas, 
y de  allí  nació  un  deseo, 

, no  lascivo,  torpe  o feo, 
aupque  vano  por  curioso, 
de  ver  un  hombre  famoso 
más  de  los  que  siempre  veo. 

Más  que  discreta,  curiosa, 
ordené  que  Alimuzel 
fuese  a la  empresa  dudosa; 


no  por  mostrarme  con  él 
ingrata  ni  rigurosa. 

Y muéstrame  su  tardanza 
que  me  engañó  la  esperanza, 
y que  es  premio  merecido 
del  deseo  mal  nacido 
tenelle  quien  no  lo  alcanza. 

Yo  tengo  un  alma  bizarra 
y varonil,  de  tal  suerte, 
que  gusto  del  que  desgarra 
y más  allá  de  la  muerte 
tira  atrevido  la  barra. 
Huélgome  de  ver  a un  hombre 
de  tal  valor  y tal  nombre, 
que  con  los  dientes  tarace, 
con  las  manos  despedace 
y con  los  ojos  asombre. 

OROPESA 

Pues  si  viene  Alimuzel 
y a don  Fernando  trae  preso, 
no  verás,  señora,  en  él 
ninguna  cosa  en  exceso 
de  las  que  te  he  dicho  dél. 
Tendrásme  por  hablador, 
y será  más  el  valor 
de  Alimuzel  conocido, 
pues  la  fama  del  vencido 
se  pasa  en  el  vencedor. 

Pero  si  acaso  da  el  cielo 
a don  Fernando  Vitoria, 


cierto  está  tu  desconsuelo, 
pues  tu  fama  en  tu  memoria 
alzará  más  alto  el  vuelo, 
y de  no  poderle  ver, 
vendrá  el  deseo  a crecer 
de  velle. 

ARLAXA 

Tienes  razón; 
parienta  es  la  confusión 
del  discurso  de  mujer. 

Entran  Alimuzel  y Nacor. 

ALIMUZEL 

Dadle  la  mano,  señora, 
o los  pies  a aqueste  esclavo, 
que  con  el  alma  os  adora. 

ARLAXA 

¿Cómo  en  corazón  tan  bravo 
tanta  humildad,  señor,  mora? 
Alzaos,  no  estéis  dese  modo. 

ALIMUZEL 

A tu  gusto  me  acomodo. 

ARLAXA 

¿Sois  vencido»  o véncedor? 

ALIMUZEL 

Todo  lo  dirá  Nacor, 

que  se  halló  presente  a todo. 


NÁCOR 


No  quiso  el  desafiado 

acudir  al  desafío, 

aunque  bien  se  ha  disculpado. 

ARLAXA 

¿Ese  es  soldado  de  brío, 
tan  temido  y alabado? 

¿Cómo  pudo  dar  disculpa 
buena  de  tan  fea  culpa? 

NACOR 

Su  general  le  detuvo, 
que  él  ninguna  culpa  tuvo, 
aunque  Alimuzel  le  culpa; 
que  él  saliera  al  campo  abierto 
a esperarle  un  día  más, 
según  quedó  en  el  concierto. 

ALIMUZEL 

Nacor,  endiablado  estás; 
no  sé  cómo  no  te  he  muerto. 

NACOR 

Mal  haces  de  amenazarme 
ni,  soberbio,  ocasión  darme 
para  que  contigo  rife, 
pues  sabes  que  soy  jarife, 
y que  pecas  en  tocarme. 

ARLAXA 

Paso,  mi  señor  valiente, 
que  entiendo  deste  contraste,  * 


sin  que  ninguno  le  cuente, 
que  ni  él  salió,  ni  esperaste. 


Es  así. 


NACOR 


ALIMUZEL 

jUn  jarife  mientel 
¡Por  Alá,  que  es  gran  maldadi 


NACOR 

¿No  se  muestra  la  verdad 
en  que  te  vienes  sin  él? 

ALIMUZEL 

¿Pude  yo  verme  con  él, 
encerrado  en  la  ciudad? 

¿No  sabes  lo  que  pasó, 
y la  embajada  que  trujo 
quien  por  él  me  respondió? 

NACOR  • 

Sé  que  a esperar  se  redujo 
el  trance,  y más  no  sé  yo. 

ALIMUZEL 

¿Por  consejo  no  me  diste 
que  me  volviese? 

NACOR 

Hiciste 

mal;  yo  bien,  porque  pensaba 
que  a un  cobarde  aconsejaba. 


43 


ALIMUZEL 

^E1  diablo  se  me  reviste! 

¡Incita  a hacerte  pedazos! 

•NACOR 

Jarife  soy;  no  me  toques 

con  los  dientes  ni  los  brazos,  , 

ni  a que  te  dé  me  provoques 

duros  y fuertes  abrazos; 

que  ya  sabes  que  Mahoma 

-por  suya  la  causa  toma 

del  jarife,  y le  defiende, 

y al  soberbio  que  le  ofende 

a sus  pies  le  humilla  y doma. 

Entran  dos  moros  y traen  cautivo  a Don  Fernando, 
en  cuerpo  y sin  espada. 

ALIMUZEL 

¿Qué  es  aquesto?  ' 

MORO  PRIMERO 

A este  cristiano 
cautivó  tu  escuadra  ayer 
junto  a Orán. 

DON  FERNANDO 

¡Miente  el  villano! 

Yo  me  entregué,  sin  poner 
pies  a huir  ni  a espada  mano. 

Si  no  quisiera  entregarme, 

no  pudieran  cautivarme 

tres  escuadras,  ni  aun  trecientas. 


44 


ALIMUZEL 

Estás  cautivo,  y revientas: 
de  bravo. 

DON  FERNANDO 

Puedo  alabarme. 

• • ARLAXA 

¿Quién  eres? 

DON  FERNANDO 

Soy  un  soldado 
que  me  he  venido  a entregar 
a vuestra  prisión  de  grado, 
por  no  poder  tolerar 
ser  valiente  y mal  pagado. 

ARLAXA 

¿Luego  quieres  ser  cautivo? 

DON  FERNANDO 

De  serlo  gusto  recibo; 
dadme  patrón  que  me  mande. 

ARLAXA 

¡Qué  disparate  tan  grande! 

DON  FERNANDO 

Yo  de  disparates  vivo. 

OROPESA 

Este  es  don  Fernando,  cierto, 
el  que  yo  tanto  alabé,. 


y ni  viene  preso  o muerto > 
jii  cómo  viene  no  sé, 
ni  atino  su  desconcierto. 

El  callar  será  acertado 
hasta  hablalle  en  apartado, 
.que  me  admira  su  venida. 

ALIMUZEL 

.¿Seréis,  Arlaxa,  servida 
de  que  os  sirva  este  soldado? 
Que  si  ayer  fué  el  primer  día 
que  salió  de  Orán,  dirá 
si  hice  lo  que  debía; 
que  yo  entiendo  que  sabrá 
mi  valor  o cobardía. 

Dime:  ¿oíste  un  desafío 
que  hizo  un  moro  vacío 
de  ventura,  y de  fe  lleno? 

DON  FERNANDO 

Y fué  tenido  por  bueno, 
bien  criado  y de  gran  brío. 
El  retado  no  salió, 
que  lo  estorbó  el  general 
por  cierta  ley  que  halló; 
pero  después,  por  su  mal 
que  vino  al  campo  sé  yo, 
pensando  de  hallar  allí 
al  valeroso  Alí, 
porque  salimos  los  dos: 

•él  a combatir  con  vos. 


yo  para  venir  aquí,. 

que  ya  os  conozco  en  el  talle. 

ALIMUZEL 

Pues  esto  es  verdad,  señoras- 
bien  será  que  Nacor  calle.. 

OROPESA 

¡Ohl  Si  llegase  la  hora 
en  que  pudiese  hablalle,. 

¡qué  de  cosas  le  diríal 

NACOR 

¿No  se  ve  tu  cobardía, 
si  el  cristiano  salió  a verte,- 
y tú  quisiste  volverte 
sin  esperar  más  de  un  día? 

ALIMUZEL 

Si  tú  no  hicieras  alarde 
de  tu  ingenio  caviloso, 
yo  volviera  nunca  o tarde. 

NACOR 

Consejos  de  religioso 
presto  los  toma  el  cobarde. 

ALIMUZEL 

Arlaxa,  yo  volveré, 
y a tu  presencia  traeré, 
o muerto  o preso,  al  cristiano. 

NACOR 

Ya  tu  vuelta  será  en  vano. 


ARLAXA 


No  le  quiero,  déjale; 
que,  pues  a la  voz  primera 
no  saltó  de  la  muralla 
y empuñó  la  espada  fiera, 
la  fama  que  en  él  se  halla 
no  debe  ser  verdadera, 
y así,  ya  no  quiero  velle; 
aunque,  si  puedes  traelle 
sin  tu  daño,  darme  has  gusto. 

DON  FERNANDO 

Es  don  Fernando  robusto, 
y habrá  que  hacer  en  prende  11 
Conózcole  como  a mí, 
y sé  que  es  de  condición 
que  sabrá  volver  por  sí, 
y aun  buscará  la  ocasión 
para  responder  a Alí. 

ARLAXA 

¿Es  valiente? 

DON  FERNANDO 

Como  yo. 

ARLAXA 

¿De  buen  rostro? 

DON  FERNANDO 

Aqueso  no, 

porque  me  parece  mucho. 


8 


ALIMUZEL 

¡Todo  esto  con  rabia  escucho! 

ARLAXA 

¿Tiene  amor? 

DON  FERNANDO 

Ya  le  dejó. 

ARLAXA 

¿Luego  túvole? 

DON  FERNANDO 

Sí  creo. 

ARLAXA 

¿Será  mudable? 

DON  FERNANDO 

No  es  fuerza 

que  sea  eterno  un  deseo.  • 

ARLAXA 

¿Tiene  brío? 

DON  FERNANDO 

Y tiene  fuerza. 

ARLAXA 

,¿Es  galán? 

DON  FERNANDO 


De  buen  aseo. 


49 


ARLAXA 

¿Raja  y hiende? 

DON  FERNANDO 

Tronca  y parte. 

ARLAXA 

¿Es  diestro? 

DON  FERNANDO 

Como  otro  Marte. 

ARLAXA 

¿Atrevido? 

DON  FERNANDO 

Es  un  león. 

ARLAXA 

Partes  todas  estas  son, 
cristiano,  para  adorarle, 
a ser  moro. 

ALIMUZEL 

Calla,  Arlaxa, 
pues  tienes  aqui  delante 
quien  por  tu  gusto  trabaja. 

ARLAXA 

Gusto  yo  de  un  arrogante 
que  bravea,  hiende  y raja. 
Vuelve,  Alí,  por  el  cristiano; 
que  te  doy  mi  fe  y mi  mano, 
si  le  traes,  de  ser  tu  esposa. 
Comedias.— T.  II. 


4 


DON  FERNANDO 


TÚ  le  mandas  una  cosa 
donde  ha  de  sudar  en  vano. 

NACOR 

jSoberbios  sois  los  Cristian osl 

DON  FERNANDO 

Eslo,  al  menos,  quien  se  alaba. 

ALIMUZEL 

Aqui  hay  quien  con  ufanos 
bríos  quitará  la  clava 
a Hércules  de  las  manos; 
aquí  hay  quien,  a pesar 
de  quien  lo  quiera  estorbar. 
Arlaxa,  hará  lo  que  mandas. 

DON  FERNANDO 

A veces  se  mandan  mandas 
que  nunca  se  piensan  dar, 
y a las  veces  las  promete 
quien  no  las  quiere  cumplir, 
ni  puede. 

NACOR 

¿Quién  te  mete 
a ti  en  eso? 

DON  FERNANDO 

Sé  decir 

que  en  parte  a mí  me  compete; 
que  es  don  Fernando  mi  amigo. 


y soy  cierto  y buen  testigo 
del  mucho  valor  que  encierra. 

ALIMUZEL 

Traen  los  casos  de  la  guerra 
diversos  fines  consigo. 

El  valiente  y fanfarrón 
tal  vez  se  ha  visto  vencido 
del  flaco  de  corazón; 
que  Alá  da  ayuda  al  partido 
que  defiende  la  razón. 

DON  FERNANDO 

¿Pues  qué  razón  lleva  en  éste 
Ali? 

ORÓPESA 

Tú  harás  que  té  cuéste 
la  vida  tu  lengua  necia. 

ALIMUZEL 

Si  al  que  ama,  el  amor  precia, 
su  santo  favor  me  preste; 
que,  sin  razón  y con  él, 
a don  Fernando  el  valiente 
vencerá  el  flaco  Muzel. 

ARLAXA 

iQué  plática  impertinente! 

ALIMUZEL 

iQué  corazón  tan  cruel! 

ARLAXA 

Quede  el  cristiano  conmigo; 


Alá  vaya,  Alí,  contigo 
y con  Nacor. 

NACOR 

El  te  guarde. 

ARLAXA 

Volvedme  a ver  esta  tarde. 

Entranse  todos ^ si  no  Don  Fernando  y Oropesa. 

OROPESA 

¡Hola,  soldadol  ¿A  quién  digo? 

¿Qué  noramala,  señor, 
os  ha  traído  a este  puesto, 
tan  contrario  a vuestro  honor? 

DON  FERNANDO 

En  buena  te  diré  presto 
de  mi  fortuna  el  rigor. 

No  quiso  el  general  mío 
que  saliese  al  desafío 
que  me  hizo  aqueste  moro. 

Yo,  por  guardar  el  decoro 
que  corresponde  a mi  brío, 
me  descolgué  por  el  muro, 
y cuando  pensé  hallar 
lo  que  aun  agora  procuro, 
un  escuadrón  vino  a dar 
conmigo,  estando  seguro. 

Era  la  noche  cerrada, 
y como  vi  defraudada 
mi  esperanza  tan  del  todo, 
con  el  tiempo  me  acomodo. 


Mentí;  rendíles  la  espada; 
díjeles  que  mi  intención 
era  venir  a ponerme 
de  grado  en  su  sujeción, 
y que  quisiesen  traerme 
a reconocer  patrón. 
Dijéronme  que  este  Alí 
era  su  señor,  y así, 
vine  sin  fuerza  y forzado. 

De  todo  cuenta  te  he  dado; 
no  hay  más  que  saber  de  mí. 
Calla  mi  nombre,  que  veo 
que  aquesta  mora  hermosa 
tiene  de  verme  deseo. 

OROPESA 

De  tu  fama  valerosa 
que  está  enamorada  creo. 

No  te  des  a conocer, 
que  deseos  de  mujer 
se  mudan  a cada  paso. 

DON  FERNANDO 

Vuelve  Muzel;  habla  paso. 

OROPESA 

No  sé  qué  pueda  querer. 

Entra  A li muzel, 

ALIMUZEL 

Oropesa,  escucha  y calla, 
y guárdame  aquel  secreto 
que  en  tu  discreción  se  halla. 


que  a tu  bondad  le  prometo 
con  la  mía  de  premialla. 

Yo  te  daré  libertad, 
y a ti,  si  tu  voluntad 
fuere  de  volverte  a Orán, 
mis  designios  te  darán 
honrosa  comodidad. 

Sólo  os  pido,  en  cambio  desto, 
que  me  descubráis  un  modo 
tan  honroso  y tan  compuesto, 
que  en  las  partes  y en  el  todo 
eche  de  hidalguía  el  resto, 
el  cual  me  vaya  mostrando 
en  qué  parte,  cómo  o cuándo, 
ya  en  el  campo  o estacada, 
pueda  yo  medir  mi  espada 
con  la  del  bravo  Fernando. 
Quizá  está  en  su  vencimiento, 
como  Arlaxa  significa, 
de  mi  bien  el  cumplimiento, 
si  ya  mi  esperanza  rica 
no  la  empobrece  su  intento, 
que  debe  de  ser  doblado, 
pues  de  lo  que  me  ha  mandado 
todo  se  puede  temer, 
y no  hay  bien  que  venga  a ser 
seguro  en  el  desdichado. 

DON  FERNANDO 

Yo  te  daré  a tu  enemigo 
a toda  tu  voluntad. 


55 

como  estoy  aquí  contigo, 
sin  usar  de  deslealtad, 
que  nunca  albergó  conmigo. 

ALIMUZEL 

No  es  enemigo  el  cristiano; 
contrario,  sí;  que  el  lozano 
deseo  de  Arlaxa  bella 
presta  para  esta  querella 
la  voz,  el  intento  y mano. 

DON  FERNANDO 

Presto  te  pondré  con  él, 
y fía  aquesto  de  mí, 
comedido  Alimuzel; 
y aun  pienso  hacer  por  ti 
lo  que  un  amigo  fiel, 
porque  la  ley  que  divide 
nuestra  amistad  no  me  impide 
de  mostrar  hidalgo  el  pecho; 
antes,  con  lo  que  es  bien  hecho 
se  acomoda,  ajusta  y mide. 

Ve  en  paz,  que  yo  pensaré 
el  tiempo  que  más  convenga 
para  hacer  lo  que  haré. 

ALIMUZEL 

Mahoma  sobre  ti  venga, 
y lo  que  puede  te  dé. 

Vase. 


DON  FERNANDO 

¡Gentil  cargal 

OROPESA 

Y gentil  presa. 

DON  FERNANDO 

¿Pesa  mucho? 

OROPESA 

Poco  pesa, 

que  está  en  fuego  convertida. 

DON  FERNANDO 

Mira  que  importa  la  vida 
tener  secreto,  Oropesa. 

Vanse,  y sale  riñendo  el  capitán  Guzmán 
con  el  alférez  Robledo. 

GUZMÁN 

Señor  alférez  Robledo, 
póngase  luego  entredicho 
a esa  plática. 

ROBLEDO 

No  puedo; 

que,  lo  que  sin  miedo  he  dicho, 
no  lo  desdigo  por  miedo. 

O él  se  fué  a renegar, 
o hizo  mal  en  dejar 
su  presidio  en  tiempos  tales. 

GUZMÁN 

De  los  hombres  principales 


no  se  debe  asi  hablar. 

El  renegar  no  es  posible^ 
y si  en  ello  os  afirmáis^ 
mentís. 

Meten  mano,. 

ROBLEDO 

jOh  trance  terrible! 

GUZMÁN 

Agora  si  que  os  halláis 
en  más  dudoso  imposible 
si  queréis  satisfaceros. 

Entran  el  conde  de  Alcaudete  y Don  Martín  de 
Córdova,  acompañados. 

CONDE 

¡Paso!  ¡Teneos,  caballeros! 

¿Por  qué  ha  sido  la  pendencia? 

GUZMÁN 

¡Más  agudo  es  de  conciencia 
este  hidalgo  que  de  aceros! 

Ha  afirmado  que  se  es  ida 
a renegar  don  Fernando, 
y ¡vive  Dios!  que  ha  mentido^ 
y mentirá  cada  y cuando 
lo  diga. 

CONDE 

¡Descomedido! 

Llévenle  luego  a una  torre* 


GUZMÁN 


Ni  me  afrenta  ni  me  corre 
este  agravio,  porque  nace 
de  la  justicia  que  hace 
al  que  su  amigo  socorre. 

CONDE 

Vaya  el  alférez  también, 
y mientras  que  el  cerco  pasa, 
hagan  treguas. 

ROBLEDO 

Hazme  un  bien: 
que  sea  la  torre  mi  casa. 

DON  MARTÍN 

Sí,  por  que  juntos  no  estén. 

Llevan  al  alférez. 

UNO 

Señor,  la  guarda  ha  descubierto  agora 

un  bajel  por  la  banda  de  Poniente. 

DON  MARTÍN 

¿Qué  vela  trae? 

UNO 

Entiendo  que  latina. 

CONDE 

Vamos  a recebirle  a la  marina. 

FIN  DEL  PRIMER  ACTO 


SEGUNDA  JORNADA 


Los  que  hablan  en  ella  son: 

.Arlaxa. 

Don  Fernando. 

Oro  PESA. 

Nacor. 

VozMEDiANO,  anciano. 

Doña  Margarita,  doncella,  ¿n  hábito  de  hombre. 
Buitrago. 

Don  Martín. 

El  Conde. 

Guzmán,  el  capitán. 

Alimuzel. 

Bairán,  renegado. 

Un  moro. 

Salen  Arlaxa,  Don  Fernando  y Oro  pesa. 

ARLAXA 

¿Cómo  te  llamas,  cristiano, 

^ue  tu  nombre  aun  no  he  sabido? 

DON  FERNANDO 

Es  mi  nombre  Juan  Lozano; 
nombre  que  es  bien  conocido 
por  el  distrito  africano. 


ARLAXA 


Nunca  le  he  oído  decir. 

DON  FERNANDO 

Pues  él  suele  competir 
con  el  del  bravo  Fernando. 

ARLAXA 

¡Mucho  te  vas  alabando! 

DON  FERNANDO 

Alábome  sin  mentir. 

ARLAXA 

¿Pues  qué  hazañas  has  tú  hecho? 

DON  FERNANDO 

He  hecho  las  mismas  que  él, 
con  el  mismo  esfuerzo  y pecho,, 
y ya  me  he  visto  con  él 
en  más  de  un  marcial  estrecho. 

Arlaxa 
¿Es  tu  amigo? 

DON  FERNANDO 

Es  otro  yo. 

ARLAXA 

¿Por  ventura,  di^  salió 
a combatir  con  mi  moro? 

DON  FERNANDO 

Siempre  de  bravo  el  decoro 
en  todo  trance  guardó. 


ARLAXA 


De  ese  modo,  Ali  es  cobarde. 

DON  FERNANDO 

Eso  no;  que  pudo  ser 
salir  don  Fernando  tarde, 
cuando  no  pudiese  hacer 
Ali  de  su  esfuerzo  alarde. 

Y imagino  que  este  moro 
jarife,  no  con  decoro 
de  amigo,  a Muzel  da  culpa 

ARLAXA 

De  su  esfuerzo  y de  su  culpa 
toda  la  verdad  ignoro. 

DON  FERNANDO 

Haz  cuenta  que  te  trae  preso 
a Fernando  tu  Muzel; 

¿qué  piensas  hacer  por  eso? 

ARLAXA 

Estimaré  mucho  en  él 
de  su  esfuerzo  el  grande  exceso. 
Tendré  en  menos  al  cristiano, 
cuyo  nombre  sobrehumano 
me  incita  y mueve  el  deseo 
de  velle. 

OROPESA 

Pues  yo  le  veo 
en  sólo  ver  a Lozano. 


ARLAXA 


¿Qué,  tanto  se  le  parece? 

OROPESA 

Yo  no  sé  qué  diferencia  • 
entre  los  dos  se  me  ofrece: 
ésta  es  su  misma  presencia, 
y el  brazo  que  le  engrandece. 

ARLAXA 

¿Qué  hazañas  ha  hecho  ese  hombre 
para  alcanzar  tan  gran  nombre 
como  tiene? 

OROPESA 

Escucha  una 

de  su  esfuerzo  y su  fortuna, 
que  podrá  ser  que  te  asombre^ 

Dió  fondo  en  una  caleta 
de  Argel  una  galeota, 
casi  de  Orán  cinco  millas, 
poblada  de  turcos  toda. 

Dieron  las  guardas  aviso 
al  general,  y,  con  tropa 
de  hasta  trecientos  soldados,, 
se  fué  a requerir  la  costa. 

Estaba  el  bajel  tan  junto 
de  tierra,  que  se  le  antoja 
dar  sobre  él:  ved  qué  batalla 
tan  nueva  y tan  peligrosa. 
Dispararon  los  soldados 
con  priesa  una  vez  y otra; 


tanto,  que  dejan  los  turcos 
casi  la  cubierta  sola. 

No  hay  ganchos  para  acercar 
a tierra  la  galeota; 
pero  el  bravo  don  Fernando 
ligero  a la  mar  se  arroja. 

Ase  recio  de  gúmena, 
que  ya  el  turco  apriesa  corta, 
porque  no  le  dan  lugar 
de  que  el  áncora  recoja. 

Tiró  hacia  si  con  tal  fuerza 
que,  cual  si  fuera  una  góndola, 
hizo  que  el  bajel  besase 
el  arena  con  la  popa. 

Salió  a tierra,  y della  un  salto 
dió  al  bajel,  cosa  espantosa, 
que  piensa  el  turco  que  el  cielo 
cristianos  llueve,  y se-  asombra. 
Reconocido  su  miedo, 
don  Fernando,  con  voz  ronca 
de  la  cólera  y trabajo, 
grita:  «¡Vitoria,  Vitoria!» 

La  voz  da  al  viento,  y la  mano 
a la  espada  vitoriosa, 
con  que  matando  e hiriendo 
corrió  de  la  popa  a proa. 

El  solo  rindió  el  bajel; 
mira.  Arlaxa,  si  ésta  es  obra 
para  que  la  fama  diga 
los  bienes  que  dél  pregona. 
Probado  han  bien  sus  aceros 


los  lindos  de  Mellon  a, 
los  elches  de  Tremecén 
y los  leventes  de  Bona. 

Cien  moros  ha  muerto  en  trances, 
siete  en  estacada  sola, 
docientos  sirven  al  remo, 
ciento  tiene  en  las  mazmorras. 

Es  muy  humilde  en  la  paz, 
y en  la  guerra  no  hay  persona 
que  le  iguale,  ya  cristiana, 
o ya  que  sirva  a Mahoma. 

ARLAXA 

jOh,  qué  famoso  españoll 

OROPESA 

Hércules,  Héctor,  Roldán 
se  hicieron  en  su  crisol. 

ARLAXA 

Mejor  no  le  ha  visto  Orán. 

OROPESA 

Ni  tal  no  le  ha  visto  el  Sol. 
B^tra  Nacor. 

ARLAXA 

Aqueste  Nacor  me  enfada; 
no  me  dejéis  sola. 

OROPESA 

Honrada 

te  le  muestra  y comedida. 


65 


DON  FERNANDO 

Da  a sus  razones  salida; 

que  espere,  y no  espere  en  nada. 

NACOR 

Hermosa  Arlaxa,  yo  estoy 
resuelto  en  traerte  preso 
al  cristiano,  y así,  voy 
a Orán  luego. 

ARLAXA 

Buen  suceso 
y agüero^espero  y te  doy, 
porque  irás  en  gracia  mía, 
y en  verte  tomó  alegría 
desusada  el  corazón. 

NACOR 

Tienes,  Arlaxa,  razón, 
que  yo  la  tendré  algún  día 
de  rogarte  que  me  quieras. 

ARLAXA 

Déjate  agora  de  burlas, 
pues  partes  a tantas  veras. 

DON  FERNANDO 

Hará  Nacor,  si  no  burlas, 
sus  palabras  verdaderas; 
que  amante  favorecido 
es  un  león  atrevido, 
y romperá,  por  su  dama. 
Comedias.— T.  II. 


5 


por  la  muerte  y por  la  llama 
del  fuego  más  encendido. 

OROPESA 

Concluyeras  tú  esta  empresa 
harto  mejor  que  no  él. 

DON  FERNANDO 

Calla  y excusa,  Oropesa. 

NACOR 

Ya  en  este  caso,  Muzel 
por  vencido  se  confiesa, 
pues  no  hace  diligencia 
por  traer  a tu  presencia 
el  que  yo  te  traeré  presto. 

ARLAXA 

Pártete,  Nacor,  con  esto, 
que  gusto  y te  doy  licencia. 

NACOR 

Dame  las  manos,  señora, 
por  el  favor  con  que  animas 
al  alma  que  más  te  adora. 

ARLAXA 

En  poco,  Nacor,  te  estimas, 
pues  te  humillas  tanto  agora. 
Eres  jarife;  levanta, 
que  verte  a mis  pies  me  espanta. 
¿Qué  dirá  desto  Mahoma? 

NACOR 

Estos  rendimientos  toma 


67 


él  por  cosa  buena  y santa. 

Queda  en  paz. 

Vase  Nacor. 

ARLAXA 

Vayas  con  ella, 
que  con  el  fin  deste  trance 
le  tendrá  el  de  tu  querella. 

DON  FERNANDO 

¡Echado  ha  el  moro  buen  lance! 

OROPESA 

Ella  es  falsa  cuanto  es  bella. 

ARLAXA 

Venid,  que  habernos  de  ir 
los  tres  a ver  combatir 
a mis  amantes  valientes. 

OROPESA 

Si  nos  vieren  ir  las  gentes, 
tarde  nos  verán  venir. 

VansCy  y salen  Vozmediano,  anciano  y y Doña  Marga- 
rita,  en  hábito  de  hombre. 

VOZMEDIANO 

¿Priesa  por  llegar  a Orán 
. y priesa  por  salir  dél? 

¡Muy  bien  nuestras  cosas  van! 

DOÑA  MARGARITA 

Préciase  Amor  de  cruel, 
y tras  uno  da  otro  afán. 


VOZMEDIANO 


Ya  OS  he  dicho,  Margarita, 
que  su  daño  solicita 
quien  camina  tras  un  ciego. 

DOÑA  MARGARITA 

Ayo  y señor,  yo  no  niego 
que  esta  razón  es  bendita; 
pero  ¿qué  puedo  hacer, 
si  he  echado  la  capa  al  toro 
y no  la  puedo  coger? 

VOZMEDIANO 

Menos  te  la  podrá  un  moro, 
si  bien  lo  miras,  volver. 

DOÑA  MARGARITA 

¿Que  sea  moro  don  Fernando? 

VOZMEDIANO 

Así  lo  van  pregonando 
los  niños  por  la  ciudad. 

DOÑA  MARGARITA 

¡Que  haya  hecho  tal  maldad! 
¡De  cólera  estoy  rabiando! 

No  lo  creo,  Vozmediano. 

VOZMEDIANO 

Haces  bien;  pero  yo  veo 
que  ni  moro  ni  cristiano 
parece. 

DOÑA  MARGARITA 

Verle  deseo. 


VOZMEDIANO 


Siempre  tu  deseo  es  vano. 

DOÑA  MARGARITA 

Quiérelo  así  mi  ventura; 
pero  no  será  tan  dura 
que  no  dé  fin  a mis  penas 
con  darme  en  estas  arenas 
berberisca  sepultura. 

VOZMEDIANO 

No  dirás,  señora,  al  menos, 
que  no  te  he  dado  consejos 
de  bondad  y de  honor  llenos- 

DOÑA  MARGARITA 

Los  prudentes  y los  viejos 
siempre  dan  consejos  buenos; 
pero  no  ve  su  bondad 
la  loca  y temprana  edad, 
que  en  sí  misma  se  embaraza, 
ni  cosa  prudente  traza 
fuera  de  su  voluntad. 

Entra  Buitrago  con  la  demanda, 

BUITRAGO 

Vuestras  mercedes  me  den 
para  las  ánimas  luego, 
que  les  estará  muy  bien. 

DOÑA  MARGARITA 

Si  ellas  arden  en  mi  fuego. 


VOZMEDIANO 


Pasito,  Anastasio,  ten; 
no  digas  alguna  cosa 
malsonante,  aunque  curiosa. 

DOÑA  MARGARITA 

Váyase,  señor  soldado, 
que  no  tenemos  trocado. 

BUITRAGO 

¡La  respuesta  está  donosa! 
Denme,  pese  a mis  pecados. 
¡Siempre  yo  de  aquesta  guisa 
medro  con  almidonados! 
Denme,  que  vengo  de  prisa, 
y ellos  están  muy  pausados. 
¡Oh  qué  novatos  que  están 
de  lo  que  se  usa  en  Orán 
en  esto  de  las  demandas! 
Descoja  sus  manos  blandas 
y dé  limosna,  galán. 

¿Qué  me  mira?  Acabe  ya; 
eche  mano,  y no  a la  espada, 
que  su  tiempo  se  vendrá. 

VOZMEDIANO 

La  limosna  que  es  rogada 
más  fácilmente  se  da 
que  la  que  se  pide  a fuerza. 

BUITRAGO 

Usase  en  aquesta  fuerza 


de  Orán  pedirse  deste  arte; 
que  son  las  almas  de  Marte, 
y piden  siempre  con  fuerza. 
Nadie  muere  aquí  en  el  lecho 
a almidones  y almendradas, 
a pistos  y purgas  hecho;  ^ 
aquí  se  muere  a estocadas 
y a balazos  roto  el  pecho. 
Bajan  las  almas  feroces 
tan  furibundas  y atroces, 
que  piden  que  acá  se  pida 
para  su  pena  afligida 
a cuchilladas  y a voces. 

En  fin,  las  almas  de  Orán, 
que  tienen  comedimiento, 
aunque  en  purgatorio  están, 
dicen  que  vuelva  en  sustento 
la  limosna  que  me  dan. 

A la  parte  voy  con  ellas, 
remediando  sus  querellas 
a fuerza  de  avemarias, 
y mis  hambrientas  porfías 
con  lo  que  me  dan  para  ellas. 

VOZMEDIANO 

Hermano,  yo  no  os  entiendo, 
y no  hay  limosna  que  os  dar. 

BUITRAGO 

^De  gana  me  voy  riendo! 

¿Y  adonde  se  vino  a hallar 
•el  parentesco  tremendo? 


72 


¿Hace  burla  en  ver  el  traje, 
entre  picaro  y salvaje? 

Pues  sepa  que  este  sayal 
tiene  encubierto  algún  al 
que  puede  honrar  un  linaje. 

El  conde  es  éste,  ¡qué  piezal, 
que,  cuando  me  da,  le  dan 
mil  vaguidos  de  cabeza. 

Pobretas  almas  de  Orán, 
que  estáis  en  vuestra  estrecheza, 
rogad  a Dios  que  me  den, 
porque  si  yo  como  bien, 
rezaré  más  de  un  rosario, 
y os  haré  un  aniversario 
por  siempre  jamás.  Amén. 

Entran  el  Conde,  Don  Martín,  el  capitán  Guzmán  y 
Nacor. 

N A c o R 

Digo,  señor,  que  entregaré  sin  duda 
la  presa  que  he  contado  fácilmente 
en  el  silencio  de  la  noche  muda 
con  muy  poquito  número  de  gente; 
y por  que  al  hecho  la  verdad  acuda, 
las  manos  a un  cordel  daré  obediente; 
dejaréme  llevar,  siendo  yo  guía 
que  os  muestre  el  aduar  antes  del  día. 

Y sólo  quiero  desta  rica  presa, 
por  quien  mi  industria  y mi  traición  trabaja, 
un  cuerpo  que  a mi  alma  tiene  presa: 
quiero  a la  bella  sin  igual  Arlaxa. 


Por  ella  tengo  tan  infame  empresa 
por  ilustre,  por  grande,  y no  por  baja; 
que,  por  reinar  y por  amor,  no  hay  culpa 
que  no  tenga  perdón  y halle  disculpa. 

No  siento  ni  descubro  otro  camino, 
para  ser  posesor  de  aquesta  mora, 
que  hacer  este  amoroso  desatino, 
puesto  que  en  él  crueldad  y traición  mora. 
Amóla  por  la  fuerza  del  destino, 
y aunque  mi  alma  su  beldad  adora, 
quiérela  cautivar  para  so  Italia, 
por  si  puedo  moverla  u obligalla. 

CONDE 

No  estamos  en  sazón  que  nos  permita 
sacar  de  Orán  un  mínimo  soldado; 
que  el  cerco  que  se  espera  solicita 
que  ponga  en  otras  cosas  mi  cuidado. 

NACOR 

La  Vitoria  en  la  palma  traigo  escrita; 
en  breves  horas  te  daré  acabado, 
sin  peligro,  el  negocio  que  he  propuesto; 
si  presto  vamos,  volveremos  presto. 

CONDE 

Esta  tarde  os  daré,  Nacor,  respuesta; 
esperad  hasta  entonces. 

NACOR 

Soy  contento. 

Vase  Nacor, 


DON  MARTÍN 


Empresa  rica  y sin  peligro  es  ésta, 
si  cierta  fuese. 

GUZMÁN 

Yo  por  tal  la  cuento: 
hace  la  lengua  al  alma  manifiesta. 
Declarado  ha  Nacor  su  pensamiento 
con  tal  demostración,  con  tal  afecto, 
que,  si  vamos,  el  saco  me  prometo. 

DON  MARTÍN 

Cubre  el  traidor  sus  malas  intenciones 
con  rostro  grave  y ademán  sincero, 
y adorna  su  traición  con  las  razones 
de  que  se  precia  un  pecho  verdadero. 
De  un  Sinón  aprendieron  mil  Sinones, 
y así,  el  que  es  general,  al  blando  o fiero 
razonar  del  contrario  no  se  rinde 
sin  que  primero  la  intención  deslinde. 

CONDE 

Hermano,  así  se  hará;  no  tengáis  miedo 
que  yo  me  arroje  o precipite  en  nada. 
¿Hicistes  ya  las  treguas  con  Robledo, 
y queda  ante  escribano  confirmada? 

DON  MARTÍN 

Gran  cólera  tenéis,  Guzmán. 

GUZMÁN 

No  puedo 

tenerla  en  la  ocasión  más  enfrenada. 


75 


CONDE 

Podréis  darle  la  rienda  entre  enemigos, 
y es  prudencia  cogerla  con  amigos. 

Pues,  Buitrago,  ¿qué  hacemos? 

BUITRAGO 

Aqui  asisto, 

procurando  sacar  de  aqueste  esparto 
jugo  de  algún  plus  ultra,  y no  le  he  visto 
siquiera  de  una  tarja  ni  de  un  cuarto. 

Asi  guardan  la  ley  de  Jesucristo 
aquestos,  como  yo  cuando  estoy  harto, 
que  no  me  acuerdo  si  hay  cielo  ni  tierra; 
sólo  a mi  vientre  acudo  y a la  guerra. 

DOÑA  MARGARITA 

Pide  limosna  en  modo  este  soldado, 
que  parece  que  grita  o que  reniega, 
y yo  estoy  en  España  acostumbrado 
a darla  a quien  por  Dios  la  pide  y ruega. 

BUITRAGO 

Quiéresela  pedir  arrodillado; 
veré  si  la  concede  o si  la  niega. 

VOZMEDIANO 

Ni  tanto,  ni  tan  poco. 

BUITRAGO 

Soy  cristiano. 

DOÑA  MARGARITA 

¿Ya  no  le  han  dicho  que  no  hay  blanca,  hermano? 


BUITRAGO 


j Hermano!  ¡Lleve  el  diablo  el  parentesco 
y el  ladrón  que  le  halló  la  vez  primera! 
Descosa,  pese  al  mundo,  ese  griguesco; 
desgarre  esa  olorosa  faltriquera. 

De  aquestas  pinturitas  a lo  fresco, 

¿qué  se  puede  esperar? 

VOZMEDIANO 

Esa  es  manera 

de  hacer  sacar  la  espada  y no  el  dinero. 

CONDE 

¡Paso,  Buitrago! 

DOÑA  MARGARITA 

¡A  fe  de  caballero! 

DON  MARTÍN 

No  OS  enfadéis,  galán,  que  deste  modo 
se  pide  la  limosna  en  esta  tierra; 
todo  es  aquí  braveza;  es  aquí  todo 
rigor  y duros  términos  de  guerra. 

BUITRAGO 

Y yo,  que  a le  de  Marte  me  acomodo, 
y a lo  de  Dios  es  Cristo  doy  por  tierra 
con  todo  el  bodegón,  si  con  floreos 
responden  a mis  gustos  y deseos. 

DON  MARTÍN 

En  fin,  ¿que  aqueste  galán 
es  de  Jerez? 


VOZMEDIANO 


Y de  nombre, 

de  los  buenos  que  allí  están, 
y hijo,  señor,  de  un  hombre 
que  en  Francia  fué  capitán. 
Quedó  rico  y con  hacienda; 
de  jómele  a mí  por  prenda 
mi  hermana,  que  fué  su  madre, 
y yo  quise  que  del  padre 
siguiese  la  honrada  senda. 

Supe  el  cerco  que  se  espera, 

y con  su  gusto  le  truje, 

que  sin  él  no  le  trajera, 

y a esta  dura  le  reduje 

de  su  vida  placentera; 

que,  en  los  grados  de  alabanza, 

aunque  pervierta  la  usanza 

el  adulador  liviano, 

no  alcanza  un  gran  cortesano 

lo  que  un  buen  soldado  alcanza. 

CONDE 

Así  es  verdad,  y agradezco 
venida  de  tales  dos, 
y a servírosla  me  ofrezco. 

BUITRAGO 

¡Que  no  me  darán  por  Dios 
lo  que  por  mí  no  merezco! 

¡Voto  a Cristóbal  del  Pino, 
que  si  una  vez  me  amohíno, 
que  han  de  ver  quién  es  Callejas! 


Busquen  alivio  a sus  quejas, 
almas,  por  otro  camino. 
Buscaréle  yo  también 
para  mi  hambre  insolente, 
o me  den,  o no  me  den; 
que  nunca  muere  un  valiente 
de  hambre. 

DON  MARTÍN 

Dices  muy  bien. 

BUITRAGO 

No  digo  sino  muy  mal. 

¿Es  eso  por  excusarse 
de  no  sacar  un  real? 

CONDE 

Vamos,  que  ya  de  enojarse 
Buitrago  nos  da  señal, 
y no  quiero  que  lo  esté. 

Vanse  el  Conde  y Don  Martín. 

BUITRAGO 

Con  aqueso  comeré. 

¡No  fuera  yo  motilón 
o mozo  de  bodegón, 
y no  soldado! 

DOÑA  MARGARITA 

¿Por  qué? 

BUITRAGO 

Yo  me  entiendo,  so  galán; 


vaya  y guarde  su  dinero. 
¡Adiós,  mi  señor  Guzmán! 

GUZMÁN 

No,  no;  convidaros  quiero; 

¡por  vida  del  capitán  1 
Venid,  Buitrago,  conmigo. 

BUITRAGO 

En  seguirte  sé  que  sigo 
a un  Alejandro  y a un  Marte. 
Vanse  el  Capitán  y Buitrago. 

DOÑA  MARGARITA 

Señor,  llégate  a esta  parte, 
que  tengo  que  hablar  contigo. 
Resuelta  estoy. 

VOZMEDIANO 

En  tu  daño. 

DOÑA  MARGARITA 

No  me  atajes;  déjame 
relatar  mi  mal  extraño. 

VOZMEDIANO 

¿Ya  no  sabes  que  lo  sé, 

por  mi  mal,  más  ha  de  un  año? 

DOÑA  MARGARITA 

Dime,  señor:  ¿tú  no  sientes 
que  con  nuevos  accidentes 
cada  día  amor  me  embiste? 


VOZMEDIANO 


Y sé  que  no  los  resiste 
tu  alma,  pues  los  consientes. 

DOÑA  MARGARITA 

Déjate  de  aconsejarme, 
y dame  ayuda,  si  quieres; 
que  lo  demás  es  matarme. 

VOZMEDIANO 

Por  quien  soy  y por  quien  eres, 
siempre  te  oiré  sin  cansarme, 
y siempre  te  ayudaré, 
porque  a ello  me  obligué 
cuando  de  venir  contigo 
como  ayo  y como  amigo 
te  di  la  palabra  y fe. 

Di,  en  fin:  ¿qué  piensas  hacer? 

DOÑA  MARGARITA 

Yo,  por  soldado  a esta  empresa, 
con  extraño  parecer, 
pues  procuraré  ser  presa, 
puesto  que  vaya  a prender. 
Procuraré  ser  cautiva; 
que  de  la  dura  y esquiva 
tormenta  que  siente  el  alma, 
el  sosiego,  gusto  y palma 
en  disparates  estriba. 

Sabré  cautiva  de  quién 
.me  cautivó  sin  sabello, 
pensando  de  hacerme  bien; 


81 


daré  al  moro  perro  el  cuello, 
por  que  a mi  alma  me  den. 

Que  no  es  posible  sea  moro 
quien  guardó  tanto  el  decoro 
de  cristiano  caballero; 
y si  fuere  esclavo,  quiero 
dar  por  él  mil  montes  de  oro. 
De  que  los  halle  no  dude 
nadie:  que  el  cielo  al  deseo 
del  aflicto  siempre  acude. 

VOZMEDIANO 

El  gran  Dios  dese  deseo 
impertinente  te  mude. 

DOÑA  MARGARITA 

¿Habrá  más  de  rescatarme, 
dando  tiempo  al  informarme 
de  lo  que  voy  a saber? 

Que  en  el  mal  de  irme  a perder 
consiste  el  bien  de  ganarme. 
Venid,  señor  Vozmedianc; 
negociaréis  mi  salida 
con  el  escuadrón  cristiano. 
VOZMEDIANO 

¿Dónde  quieres  ir,  perdida? 

DOÑA  MARGARITA 

Aconsejarme  es  en  vano. 

VOZMEDIANO 

Yo  haré  con  su  señoría 
que  se  oponga  a tu  partida. 

Ck)MEDIAS.  — T.  IL 


6 


DOÑA  MARGARITA 

Si  esto  me  impedís,  señor, 
haré  otro  yerro  mayor, 
con  que  lloréis  más  de  un  día. 
Echada  está  ya  la  suerte; 
yo  he  de  seguir  mi  destino, 
aunque  me  lleve  a la  muerte. 

VOZMEDIANO 

Del  amor  el  desatino 
cualquier  bien  en  mal  convierte. 

¡En  mal  punto  me  encargué 
de  ti!  ¡En  mal  punto  dejé 
la  patria  por  tus  antojos! 

DOÑA  MARGARITA 

Tal  vez,  tras  nubes  de  enojos, 
de  esperanza  el  sol  se  ve. 

Vanse,  y salen  Arlaxa,  Alimuzel,  Oropesa 
y Don  Fernando 

ARLAXA 

¿Adonde  está  Alimuzel? 

Oropesa,  ¿do  te  has  ido? 

Y mi  Lozano,  ¿qué  eS  dél? 

¡Cielo,  escucha  mi  gemido; 
no  te  me  muestres  cruel! 

ALIMUZEL 

Bella  Arlaxa,  aquí  me  tienes. 

ARLAXA 

Amigo,  a buen  tiempo  vienes. 


OROPESA 


¿Qué  es  lo  que  mandas,  señora? 

ARLAXA 

Vengas,  amigo,  en  buen  hora. 
Lozano,  ¿en  qué  te  detienes? 

DON  FERNANDO 

Aqui  estoy,  señora  mía. 

¿Qué  me  mandas?  Dilo,  acaba. 

ARLAXA 

¡Desdichada  dicha  míal 

ALIMUZEL 

¿Qué  has.  Arlaxa? 

ARLAXA 

Yo  soñaba 

que  esta  noche,  al  alba  fría, 
daban  sobre  este  aduar 
cristianos,  y,  a mi  pesar, 

Nacor  me  llevaba  presa, 
y desperté  con  la  presa 
del  asalto  y del  gritar, 
y he  venido  a socorrerme 
de  vosotros  con  el  miedo 
que  el  sueño  pudo  ponerme, 
y,  aunque  os  veo,  apenas  puedo 
sosegarme  ni  valerme. 

Tengo  a Nacor  por  traidor, 
y no  me  deja  el  temor 
fiar  de  vuestra  lealtad. 


ALIMUZEL 


No  son  los  sueños  verdad; 
no  tengas  miedo,  mi  amor; 
y si  lo  son,  juzga  y piensa 
que  a tu  lado  hallarás 
quien  no  consienta  tu  ofensa. 

ARLAXA 

Contra  el  hado  es  por  demás 
que  valga  humana  defensa. 

DON  FERNANDO 

No  te  congojes,  señora, 

que  si  llegare  la  hora 

de  verte  en  aquese  aprieto, 

librarte  dél  te  prometo 

por  el  Dios  que  mi  alma  adora. 

Si  no  quedase  cristiano 

en  Orán,  y aquí  viniese 

tan  arrojado  y ufano 

que  la  Vitoria  tuviese 

tan  cierta  como  en  la  mano, 

será  esta  mía  bastante 

para  que  el  más  arrogante 

vuelva  humilde  y sin  despojos. 

Tiemple  aquesto  tus  enojos, 

no  pase  el  miedo  adelante, 

que  haré  más  de  lo  que  digo; 

y de  que  prometo  poco, 

mis  obras  serán  testigo. 


OROPESA 


O está  don  Fernando  loco, 
o es  ya  de  Cristo  enemigo. 
Pelear  contra  cristianos 
promete.  Venid,  hermanos, 
que  yo,  con  mejor  conciencia, 
pasaré  la  diligencia 
a los  pies,  y no  a las  manos. 

DON  FERNANDO 

Alí,  dame  tú  una  espada 
y un  turbante,  oon  que  pueda 
la  cabeza  estar  guardada. 

• OROPESA 

Señora,  ¿dónde  se  queda 
tu  condición  arrojada? 

Ahora  verás  hender, 
herir,  matar  y romper. 

Deja  venir  al  cristiano. 

ARLAXA 

Es  accidental  y vano 
tal  deseo  en  la  mujer, 
y fácilmente  se  trueca; 
y antes  que  la  espada,  agora 
tomaría  ver  la  rueca. 

ALIMUZEL 

El  que  te  ofende,  señora, 
contra  todo  el  mundo  peca. 
Ven,  cristiano,  a tomar  armas. 


86 


OROPESA 

Mira  contra  quién  te  armas, 

Lozano. 

DON  FERNANDO 

¡Calla,  Oropesa! 

OROPESA 

En  armarte  a tal  empresa, 
de  tu  valor  te  desarmas. 

Entranse  todos. 

Salen  Nacor,  atadas  las  manos  atrás  con  un  cordel, 
y tráenle  Buitrago,  el  capitán  Guzmán,  Doña 
Margarita  y otros  soldados  con  sus  arcabuces, 

NACOR 

Valeroso  Guzmán,  éste  es,  sin  duda, 
el  vendido  aduar,  el  paraíso 
do  está  la  gloria  que  mi  alma  busca. 

Con  la  caballería,  como  es  uso, 
le  puedes  coronar  a la  redonda, 
por  que  apenas  escape  un  solo  moro. 

GUZMÁN 

No  tengo  tanta  gente  para  tanto. 

NACOR 

Cerca,  pues,  por  lo  menos,  esta  parte, 
que  responde  derecha  a una  montaña 
que  está  cerca  de  aquí,  donde,  sin  duda, 
harán  designio  de  acogerse  cuantos 
sobresaltados  fueren  esta  noche. 


GUZMÁN 


Dices  muy  bien. 

NACOR 

Pues  manda  que  me  suelten, 
por  que  vaya  a buscar  el  grande  premio 
que  pide  la  amorosa  traición  mía. 

BUITRAGO 

Eso  no,  ¡vive  Dios!,  hasta  que  vea 
cómo  se  entabla  el  juego,  ¡so  Mahomal 
Estése  atraillado  como  galgo, 
porque  hasta  ver  las  liebres  no  le  suelto. 

NACOR 

Señor  Guzmán,  agravio  se  me  hace. 

GUZMÁN 

Buitrago,  suéltale,  y adiós,  y embiste. 

BUITRAGO 

Contra  mi  voluntad  le  suelto.  Vaya. 

NACOR 

Venid,  que  yo  pondré  la  gente  en  orden 
de  modo  que  no  haya  algún  desorden. 

Vanse,  y queda  sola  Doña  Margarita. 

DOÑA  MARGARITA 

¡Pobre  de  mil  ¿Dónde  quedo? 

¿Adónde  me  trae  la  suerte, 
confusa  y llena  de  miedo? 

¿Qué  cosa  haré  con  que  acierte, 
si  ninguna  cosa  puedo? 

¡Oh,  amoroso  desvarío, 


88 


que  ciegas  el  albedrío 
y la  razón  tienes  presa! 

¿Qué  sacaré  desta  empresa, 
de  quién  temo  y de  quién  fío? 

Soy  mariposa  inocente 
que,  despreciando  el  sosiego, 
simple  y presurosamente 
me  voy  entregando  al  fuego 
de  la  llama  más  ardiente. 

Estos  pasos  son  testigos 
que  huyo  de  los  amigos, 
y,  llena  de  ceguedad, 
de  mi  propia  voluntad 
me  entrego  a los  enemigos. 

Suena  dentro:  «¡Arma,  arma!  ¡Santiago,  cierra,  cierra 
España,  España!»  Salga  al  teatro  Nacor,  abraza- 
do con  Arlaxa,  y a su  encuentro,  Buitrago. 

BUITRAGO 

¡Por  aqueste  portillo  se  desagua 
el  aduar!  ¡Soldados,  aquí;  amigos! 

¡Tente,  perro  cargado;  tente,  galgo! 

NACOR 

Amigo  soy,  señor. 

BUITRAGO 

¡No  es  este  tiempo 
para  estas  amistades!  ¡Tente,  perro! 

NACOR 

¡Muerto  soy,  por  Alá! 


89 


BUITRAGO 

jPor  San  Benito, 

que  he  pasado  a Nacor  de  parte  a parte,  * 
y que  ésta  debe  ser  su  amada  ingrata! 

ARLAXA 

Cristiano,  yo  me  rindo;  no  ensangrientes 
tu  espada  en  mujeril  sangre  mezquina. 
Llévame  do  quisieres. 

Sale  Alí, 

A L I M U Z E L 

La  voz  oigo 

de  Arlaxa  bella,  que  socorro  pide. 

¡Ah,  perro,  suelta! 

BUITRAGO 

¡Suéltala  tú,  podenco  sin  provecho! 

¿No  hay  quien  me  ayude  aquí? 

ARLAXA 

Mientras  pelean 

aquestos  dos,  podrá  ser  escaparme, 
si  acaso  acierto  de  tomar  la  parte 
que  lleva  a la  montaña. 

DOÑA  MARGARITA 

Si  me  guías, 

seré  tu  esclavo,  tu  defensa  y guarda 
hasta  ponerte  en  ella.  Ven,  señora. 

Vanse  Arlaxa  y Doña  Margarita;  salen  Don  Fernán- 
do  y Guzmán. 


BUITRAGO 


¡Animas  de  purgatorio, 
favorecedme,  señoras, 
que  mi  peligro  es  notorio, 
si  ya  no  estáis  a estas  horas 
durmiendo  en  el  dormitorio! 

De  vuestro  divino  aliento 
con  mayor  fuerza  me  siento. 
¡Perro,  el  huir  no  te  cale! 

¡Ahora  verán  si  vale 
Buitrago  por  más  de  ciento! 
Entrase  Álí,  y Buitrago  tras  él. 

GUZMÁN 

¡o  eres  diablo,  o no  eres  hombre! 
¿Quién  te  dió  tal  fuerza,  perro? 

DON  FERNANDO 

No  OS  admire  ni  os  asombre, 
Guzmán,  que  haga  este  yerro 
quien  respeta  vuestro  nombre. 

GUZMÁN 

¿Sois,  a dicha,  don  Fernando? 

DON  FERNANDO 

El  mismo  que  estáis  mirando, 
aunque  no  me  veis,  amigo. 

GUZMÁN 

¿Sois  ya  de  Cristo  enemigo? 

DON  FERNANDO 

Ni  de  veras,  ni  burlando. 


GUZMÁN 


¿Pues  cómo  sacas  la  espada 
contra  él? 

DON  FERNANDO 

Vendrá  sazón 
más  llana  y acomodada 
en  que  te  dé  relación 
de  mi  pretensión  honrada. 

Cristiano  soy,  no  lo  dudes. 

GUZMÁN 

¿Por  qué  a defender  acudes 
este  aduar? 

DON  FERNANDO 

Porque  encierra 
la  paz  que  causa  esta  guerra, 
la  salud  de  mis  saludes. 

Dos  prendas  has  de  dejar, 
y carga,  amigo,  con  todo 
cuanto  hay  en  este  aduar. 

GUZMÁN 

A tu  gusto  me  acomodo, 
no  quiero  más  preguntar: 
pero,  por  que  no  se  diga 
que  tengo  contigo  liga, 
tú,  pues  bastas,  lo  defiende. 

Vase  Guzmán,  y vuelven  Buitrago  y AlimuzeL 

BUITRAGO 

En  vano,  moro,  pretende 


92 


tu  miedo  que  no  te  siga, 
que  tengo  para  ofenderte 
dos  manos  y dos  mil  almas, 
que  a mis  pies  han  de  ponerte. 

DON  FERNANDO 

Otros  despojos  y palmas 
puedes,  amigo,  ofrecerte, 
que  éste  no. 

ALIMUZEL 

Deja,  Lozano; 
que  este  valiente  cristiano 
en  grande  aprieto  me  ha  puesto. 

DON  FERNANDO 

Ve  tú  a socorrer  el  resto, 
y éste  déjale  en  mi  mano, 
que  yo  daré  cuenta  dél. 

ARLAXA 

(Dentro.)  ¡Lozano,  que  voy  cautivaí 
¡Que  voy  cautiva,  Muzel! 

ALIMUZEL 

¡Fortuna,  a mi  suerte  esquiva, 
cielo  envidioso  y cruel, 
ejecutad  vuestra  rabia 
en  mi  vida,  si  os  agravia; 
dejad  libre  la  de  aquélla, 
que  os  podéis  honrar  con  ella 
por  hermosa,  honesta  y sabia! 

Sale  Arlaxa,  defendiéndola  Doña  Margarita  del 
capitán  Guzmán  y de  otros  tres  soldados. 


DON  FERNANDO 

jTodos  sois  pocos  soldados! 

GUZMÁN 

Esta  es  la  mora  en  quien  tiene 
don  Fernando  sus  cuidados; 
dejársela  me  conviene. 

Vase. 

BU  ITRAGO 

Aqui  hay  moros  encantados 
o cristianos  fementidos, 
que  ha  llegado  a mis  oídos, 
creo,  el  nombre  de  Lozano. 

-DON  FERNANDO 

Vuestro  trabajo  es  en  vano, 
cristianos  mal  advertidos, 
que  esta  mora  no  ha  de  ir  presa. 
Entrad  en  el  aduar 
y hallaréis  más  rica  presa. 

BUITRAGO 

jDesta  irás  a señalar, 
perro,  ^1  tanto  de  tu  fuesa! 

ALIMUZEL 

¡Muerto  soy;  Alá  me  ayude! 

ARLAXA 

¡Acude,  Lozano,  acude, 
que  han  muerto  a tu  grande  amigo! 
Cae  Alí  dentro,  y éntrase  Arlaxa  tras  él. 


DON  FERNANDO 


Vengaréle  en  su  enemigo, 
aunque  de  intención  me  mude. 
¡No  te  retires;  aguarda! 

BUITRAGO 

¿Yo  retirar?  ¡Bueno  es  eso! 

Si  tuviera  una  alabarda, 
le  partiera  hasta  el  hueso. 

¡Oh,  cómo  el  perro  se  guarda! 

DON  FERNANDO 

Este  que  va  a dar  el  pago 
de  tus  bravatas,  Buitrago, 
mejor  cristiano  es  que  tú. 

BUITRAGO 

¡Que  te  valga  Belcebú, 
y a mi  Dios  y Santiago! 

Di  quién  eres,  que,  sonando 
el  eco,  me  trae  con  miedo 
la  habla  de  don  Fernando. 

DON  FERNANDO 

El  mismo  soy. 

BUITRAGO 

¡Oh  Robledo 

verdadero  y memorando, 
y cuánta  verdad  dijiste! 

Sin  razón  le  desmentiste, 
Guzmán  atrevido  y fuerte. 

Yo  quiero  huir  de  la  muerte 
que  en  esas  m.anos  asiste. 


DON  FERNANDO 


¿Cómo,  di,  tú  no  peleas? 

¿Te  retiras,  o te  vas 
antes  que  tu  prisión  veas? 

DOÑA  MARGARITA 

j Extraños  consejos  das 
a quien  la  muerte  deseas! 

Mas  no  puedo  retirarme 
ni  pelear,  y he  de  darme 
de  cansado  a moras  manos, 
que  se  van  ya  los  cristianos, 
y tú  no  querrás  dejarme. 

Dentro  y diga  Guzmán: 
i Al  retirar,  cristianos!  ¡Toca,  Robles! 

¡A  retirar,  a retirar,  amigos! 

No  se  quede  ninguno,  y los  cansados, 
a las  ancas  los  suban  los  jinetes, 
y en  la  mitad  del  escuadrón  recojan 
la  presa.  ¡Al  retirar,  que  viene  el  día! 

DON  FERNANDO 

Yo  te  pondré  en  las  ancas  de  un  caballo 
de  los  tuyos,  amigo;  no  desmayes. 

DOÑA  MARGARITA 

Mayor  merced  me  harás  si  aquí  me  dejas. 

DON  FERNANDO 

¿Quieres  quedar  cautivo  por  tu  gusto? 

DOÑA  MARGARITA 

Quizá  mi  libertad  consiste  en  eso. 


96 


DON  FERNANDO 

¿Hay  otros  don  Fernandos  en  el  mundo? 
Demos  lugar  que  los  cristianos  pasen; 
retiraos  a esta  parte. 

DOÑA  MARGARITA 

Yo  no  puedo. 

DON  FERNANDO 

Dadme  la  mano,  pues. 

DOÑA  MARGARITA 

De  buena  gana. 

DON  FERNANDO 

¡Jesús,  y qué  desmayo! 

DOÑA  Margarita 

Gentilhombre, 

¿lleváisme  a los  cristianos,  o a los  moros? 

DON  FERNANDO 

A los  moros  os  llevo. 

DOÑA  MARGARITA 

No  querría 

que  fuésedes  cristiano  y me  engañásedes. 

DON  FERNANDO 

Cristiano  soy;  pero,  ¡por  Dios!,  que  os  llevo 
a entregar  a los  moros. 

DOÑA  MARGARITA 

¡Dios  lo  haga! 


97 


DON  FERNANDO 

De  novedades  anda  el  mundo  lleno. 

¿Estáis  herido  acaso? 

DOÑA  MARGARITA 

No  estoy  bueno. 

Vanse. 

Sale  Oropesa  cargado  de  despojos. 

OROPESA 

No  sino  estaos  atenido 
a los  consejos  de  un  loco, 
enamorado  y perdido. 

Mucho  llevo  en  esto  poco; 
voy  libre  y enriquecido. 

Ya  en  mi  libertad  contemplo 
un  nuevo  y extraño  ejemplo 
de  los  casos  de  fortuna, 
y adornarán  la  coluna 
mis  cadenas  de  algún  templo. 

Salen  el  Conde  y Don  Martín,  y Bairán,  el  renegado. 

BAIRÁN 

Digo,  señor,  que  la  venida  es  cierta, 
y que  este  mar  verás  y esta  ribera, 
él  de  bajeles  lleno,  ella  cubierta 
de  gente  inumerable  y vocinglera. 

De  Barbarroja  el  hijo  se  concierta 
con  Alabez  y el  Cuco,  de  manera 
que  en  su  favor  más  moros  dan  y ofrecen 
que  en  clara ‘noche  estrellas  se  parecen. 
Comedias.— T.  II. 


7 


98 


Los  turcos  son  seis  mil,  y los  leventes  (1) 
siete  mil,  toda  gente  vencedora; 
veinte  y seis  las  galeras,  suficientes 
a traer  municiones  de  hora  en  hora. 
Andan  en  pareceres  diferentes 
sobre  cuál  destas  plazas  se  mejora 
en  fortaleza  y sitio,  y creo  se  ordena 
de  dar  a San  Miguel  la  buena  estrena. 

Esto  es,  señor,  lo  que  hay  del  campo  moro, 
y en  Argel  el  armada  queda  a punto, 
y Azán,  el  rey,  guardando  su  decoro, 
que  es  diligente,  la  traerá  aqui  al  punto. 

CONDE 

De  sus  designios  poco  o nada  ignoro; 
mas  por  tu  relación  cuerda  barrunto 
que  a San  Miguel  el  bárbaro  amenaza, 
como  más  flaca,  aunque  importante  plaza. 
Pero,  puesto  le  tengo  en  tal  reparo, 
tales  soldados  dentro  dél  he  puesto, 
que  al  bárbaro  el  ganarle  será  caro 
muy  más  que  en  su  designio  trae  propuesto. 
Idos  a reposar,  mi  amigo  caro, 
y el  agradecimiento  y paga  desto 
esperadla  de  mí,  con  la  ventaja 
que  aquel  merece  que  cual  vos  trabaja. 

Vase  B dirán. 

¿No  tarda  ya  Guzmán? 


(1)  Corsarios. 


99 


DON  MARTÍN 

Las  centinelas 

le  han  descubierto  ya. 

CONDE 

Venga  en  buen  hora. 
DON  MARTÍN 

Su  premio  habrá  Nacor  de  sus  cautelas 
cobrado,  su  adorada  ingrata  mora. 

{Amor,  como  otro  Marte  nos  desvelas; 
furia  y rigor  en  tus  entrañas  mora; 
hasta  las  religiosas  almas  dañas, 
y fundas  en  traiciones  tus  hazañas! 

Entran  el  capitán  Guzmán,  Oropesa,  Buiirago, 
V ozmediano  y otros  soldados. 

GUZMÁN 

Tus  manos  pido,  y de  las  mías  toma, 
o,  por  mejor  decir,  de  tus  soldados, 
amorosos  despojos  de  Mahoma. 

Volvemos,  como  fuimos,  alentados, 
mejorados  en  honra  y buena  fama, 
y en  ropa  y en  esclavos  mejorados. 

Nacor  no  trae  a su  hermosa  dama; 
que  Buitrago  apagó  con  fuerte  acero 
del  moro  infame  la  amorosa  llama. 

BUITRAGO 

Pasóle,  por  la  fe  de  caballero, 
por  entrambas  ijadas,  ignorando 
que  fuese  el  que  el  aviso. dió  primero; 
y si  no  lo  estorbara  don  Fernando, 


diera  con  más  de  dos  patas  arriba, 
que  con  él  se  me  fueron  escapando. 

CONDE 

¿Qué,  en  fin  se  volvió  moro? 

OROPESA 

No  se  escriba, 

se  diga  o piense  tal  de  quien  su  intento 
en  ser  honrado  y valeroso  estriba. 

Yo  sé  de  don  Fernando  el  pensamiento, 
y sé  que  presto  volverá  a servirte 
con  las  veras  que  ofrece  su  ardimiento. 

GUZMÁN 

Que  él  es  cristiano,  sé,  señor,  decirte; 
que  él  se.  nombró  conmigo  combatiendo. 

DON  MARTÍN 

¿Y  procuraba,  por  ventura,  herirte? 

GUZMÁN. 

Con  tiento  pareció  que  iba  esgrimiendo, 
y palabras  me  dijo  en  el  combate 
por  quiéh 'fui  sus  designios  conociendo. 

DON  MARTÍN 

Deste. caso,  señores,  no  se  trate; 
ya,  por  lo  ..menos,  ha  caído  en  culpa, 
y no  hay  disculpa  a tanto  disparate. 

CONDE 

Salió  sin  mi  licencia,  ya  le  culpa, 
y más  el  escalar  de  la  muralla, 
insulto  que:  jamás  tendrá  disculpa. 


rol 


GUZMÁN • 

Precipitóle  honor;  vistió  la  malla 
por  conservar  su  crédito  famoso; 
huyóle  el  moro;  fué  a buscar  batalla. 

DON  MARTÍN 

¡Por  cierto,  oh  buen  Guzmán,  que  estáis  donoso I 
Pues  ¿cómo  no  se  ha  vuelto,  o cómo  muestra 
contra  cristianos  ánimo  brioso? 

OROPESA 

El  dará  presto  de  su  intento  muestra» 
sacando,  en  gloria  de  la  ley  cristiana.» 
a luz  la  fuerza  de  su  honrada  diestra.. . 

CONDE 

Venid;  repartiré  de  buena  gana 
lo  que  deste  despojo  a todos  toca;  . 
que  el  gusto  crece  lo  que  asi  se  gana. 

Vanse,  y quedan  Buitrago  y Vozmediano, 

VOZMEDIANO 

¡Válgame  Dios,  si  se  quedó  la  loca,.  ...  . 

si  se  quedó  la  sin  ventura  y triste, 
que  así  su  suerte  y su  valor  apoca! 

Dime,  señor,  si  por  ventura  viste.  ; 
aquel  soldado  que  partió  conmigo  .: 
cuando  a la  empresa  do  has  venido  fuiste; 
aquel  bisoño  manicorto,  digo, 
que  no  te  quiso  dar  limosna  un  día 
y habrá  hasta  seis  que  vino  aquí  cO:nmigo. 


102 


BU  ITRAGO 

¿No  es  aquel  del  entono  y bizarría, 
de  las  plumas  volantes  y del  rizo, 
que  me  habló  con  remoques  y acedía? 

VOZMEDIANO 

Aquese  mismo, 

BUITRAGO 

No  sé  qué  se  hizo. 

Vase. 

VOZMEDIANO 

¿Adónde  estarás  agora, 
moza  por  tus  pies  llevada  . 
do  toda  miseria  mora, 
de  mandar  a ser  mandada, 
esclava  de  ser  señora? 

¿Qué  es  posible  que  un  deseo 
incite  a tal  devaneo? 

Y éste  es,  en  fin,  de  tal  ser, 
que  no  lo  puedo  creer, 
y con  los  ojos  lo  veo. 

Salen  Arlaxa,  Don  Fernando  y Doña  Margarita, 

DON  FERNANDO 

Para  ser  mozo  y galán, 
y al  parecer  bien  nacido, 
muchos  desmayos  os  dan; 
señal  de  que  habéis  comido 
mucha  liebre  y poco  pan. 

Quien  se  rinde  a su  enemigo 


en  sí  presenta  testigo 
de  que  es  cobarde. 

DOÑA  MARGARITA 

Es  verdad; 

pero  trae  mi  poca  edad 
grande  disculpa  consigo. 

El  que  mis  cuitas  no  siente, 
hará  de  mi  miedo  alarde; 
pero  yo  sé  claramente 
que  hice  más  en  ser  cobarde 
que  no  hiciera  en  ser  valiente. 
{Desdichada  de  la  vida 
a términos  reducida 
que  busca  con  ceguedad 
en  la  prisión  libertad 
y a lo  imposible  salida! 

ARLAXA 

¿Qué  sabes  si  este  soldado, 
cual  tú,  tiene  aquella  queja 
de  valiente  mal  pagado? 

DON  FERNANDO 

Fácil  conocer  se  deja 
que  le  aflige  otro  cuidado; 
que  sus  años,  cual  él  muestra, 
no  habrán  podido  dar  muestra, 
por  ser  pocos,  de  los  hechos 
que,  por  ser  mal  satisfechos, 
muestran  voluntad  siniestra. 

Y el  ofrecerle  caballo 
para  que  volviese  a Orán, 


y el  no  querer  acetallo, 
unas  sospechas  me  dan 
que  por  su  honra  las  callo. 

Quizá  la  vida  le  enfada 
soldadesca  y desgarrada, 
y como  el  vicio  le  doma, 
viene  tras  la  de  Mahoma, 
que  es  más  ancha  y regalada. 

DOÑA  MARGARITA 

En  mi  edad,  aunque  está  en  flor, 
he  alcanzado  y conocido 
que  no  hay  mal  de  tal  rigor 
que  llegue  al  verse  ofendido, 
el  que  es  honrado,  en  su  honor. 

Y más  si  culpa  no  tiene; 
que  cuando  la  infamia  viene 
a quien  la  busca  y procura, 
es  menor  la  desventura 
que  la  deshonra  contiene. 

Y así,  me  será  forzoso, 

para  huir  la  infamia  y mengua 
de  mal  cristiano  y medroso, 
que  os  descubra  aquí  mi  lengua 
lo  que  apenas  pensar  oso. 

Si  gustáis  de  estarme  atentos, 
veréis  que  paran  los  vientos 
su  veloz  curso  a escucharme, 
y veréis  que  fué  el  quedarme 
honra  de  mis  pensamientos. 

Entra  Alimuzel. 


ALIMUZEL 


El  remedio  que  aplicaste, 

bella  Arlaxa,  de  tu  mano 

fué  tal,  que  en  él  te  mostraste 

ser  un  ángel  soberano 

que  a la  vida  me  tornaste. 

Conságretela  dos  veces: 

una  porque  la  mereces, 

y la  otra  te  consagro 

por  el  extraño  milagro 

con  que  tu  fama  engrandeces. 

ARLAXA 

Sosiégate  y no  me  alabes, 
que  el  médico  ha  sido  Alá 
de  tus  heridas  tan  graves. 
Comienza',  cristiano,  ya 
la  historia  que  alegre  acabes. 

DOÑA  MARGARITA 

Sí  haré;  mas  tú  verás, 
en  el  cuento  que  me  oirás, 
que  no  dan  los  duros  hados 
a principios  desdichados 
alegres  fines  jamás. 

Nací  en  un  lugar  famoso, 
de  los  mejores  de  España, 
de  padres  que  fueron  ricos 
y de  antigua  y noble  casta; 
los  cuales,  como  prudentes, 
apenas  mi  edad  temprana 
dió  muestras  de  entendimiento. 


cuando  me  encierran  y guardan 
en  un  santo  monesterio 
de  la  virgen  Santa  Clara; 

¡que  soy  mujer  sin  ventura, 
que  soy  mujer  desdichada! 

ARLAXA 

¡Santo  Alá!  ¿Qué  es  lo  que  dices? 

DOÑA  MARGARITA 

¿Desto  poquito  te  espantas? 

Ten  silencio,  hermosa  mora, 
hasta  el  fin  de  mis  desgracias, 
que,  aunque  ellas  jamás  le  tengan, 
yo  me  animaré  a contallas, 
si  es  posible,  en  breve  espacio 
y con  sucintas  palabras. 

No  me  encerraron  mis  padres 
sino  para  la  crianza, 
y fué  su  intención  que  fuese, 
i no  monja,  sino  casada. 

Faltáronme  antes  de  tiempo; 
que  la  inexorable  Parca 
cortó  el  hilo  de  sus  vidas 
para  añadirle  a mis  ansias. 

Quedé  con  sólo  un  hermano, 
de  condición  tan  bizarra, 
que  parece  que  en  él  sólo 
hizo  asiento  la  arrogancia. 

Llegó  la  edad  de  casarme; 
hiciéronle  mil  demandas 
de  mi;  no  acudió  a ninguna. 


'fundándose  en  leves  causas; 
y entre  los  que  me  pidieron, 
fué  uno  que  con  la  espada 
satisfizo  a la  respuesta, 

.según  se  la  dieron  mala. 

Suenan  dentro  atambores. 

ALIMUZEL 

lEscucha,  que  oigo  clarines, 
oigo  trompetas  y cajas; 
algún  escuadrón  es  éste 
^e  turcos  que  hacia  Orán  marcha. 
Entra  un  moro. 

MORO 

Si  lo  que  dejó  el  cristiano 
no  quieres,  hermosa  Arlaxa, 
no  lo  acaben  de  talar 
diez  escuadrones  que  pasan, 
ven,  señora,  a defenderlo; 

‘que  con  tu  presencia.  Arlaxa, 
pararás  al  Sol  su  curso 
y suspenderás  las  armas. 

ALIMUZEL 

Bien  dice,  señora;  vamos, 
que  lugar  habrá  mañana 
para  oír  si  aquesta  historia 
en  fin  triste  o alegre  acaba. 

ARLAXA 

Vamos,  pues.  Y vos,  hermosa 


108 


y lastimada  cristiana, 

no  os  pene  si  a vuestras  penas 

el  oillas  se  dilata". 

Vanse  Arlaxa,  y Alí  tras  ella,  y Doña  Margarita 
a lo  último,  y Don  Fernando  tras,  ella,  y dicen 
antes: 

DOÑA  MARGARITA. 

Como  no  tengo,  señora, 
ningún  alivio  en  contarlas,- 
tengo  a ventura  el  estorbo 
que  de  tal  silencio  es  causa.. 

DON  FERNANDO 

iVálgame  Dios,  qué  sospechas 
me  van  encendiendo  el  almal 
Muchas  cosas  imagino, 
y todas  me  sobresaltan. 

Desesperado,  esperando 
he  de  estar  hasta  mañana, 
o hasta  el  punto  que  el  fin  sepa- 
de  la  historia  comenzada. 


FIN  DEL  SEGUNDO  ACTO 


TERCERA  JORNADA 


Los  que  hablan  en  ella  son: 

Arlaxa. 

Doña  Margarita. 

VOZMEDIANO. 

Don  Fernando  de  Saavedra. 

Guzmán. 

Buitrago. 

El  conde  de  Alcaudete. 

Don  Francisco  de  Mendoza. 

Don  Martín. 

Don  Juan  de  Valderrama. 

Alimuzel. 

Roama,  moro. 

Azán,  rey  de  Argel. 

Bairán. 

El  del  Cuco. 

El  de  Alabez. 

Y acompañamiento. 

Salen  los  reyes  del  Cuco  y Alabez,  Don  Fernando,  de 
moro;  Alimuzel,  Arlaxa  y Doña  Margarita. 

cuco 

Hermosísima  Arlaxa,  tu  belleza 


puede  volver  del  mesmo  Marte  airada* 
en  mansedumbre  su  mayor  braveza, 
y dar  leyes  al  mundo  alborotado. 

ALABEZ 

Puedes,  con  tu  extremada  gentileza, 
suspender  los  extremos  del  cuidado 
que  amor  pone  en  el  alma  que  cautiva^, 
y hacer  que  en  gloria  sosegada  viva, 
cuco 

Puede  la  luz  desos  serenos  ojos 
prestarla  al  Sol  y hacerle  más  hermoso;, 
puede  colmar  el  carro  de  despojos 
del  dios  antojadizo  y riguroso. 

ALABEZ 

Puede  templar  la  ira,  los  enojos 
del  amante  olvidado  y del  celoso; 
puedes,  en  fin,  parar,  sin  duda  alguna,, 
el  curso  volador  de  la  fortuna. 

ARLAXA 

Nace  de  vuestra  rara  cortesía 
la  sin  par  que  me  dais  dulce  alabanza,, 
porque  no  llega  la  bajeza  mía 
adonde  su  pequeña  parte  alcanza. 

Tendré  por  felicísimo  este  día, 
pues  en  él  toma  fuerzas  mi  esperanza, 
de  ver  mis  aduares  mejorados, 
viendo  a sus  robadores  castigados. 

Cien  canastos  de  pan  blanco  apurado, 
con  treinta  orzas  de  miel  aun  no  tocada,. 


y del  menudo  y más  gordo  ganado 
casi  os  ofrezco  entera  una  manada; 
dulce  lebeni  (1)  en  zaques  encerrado, 
agrio  yagurt  (2).  Y todo  aquesto  es  nada 
si  mi  deseo  no  tomáis  en  cuenta, 
que  en  su  virtud  la  dádiva  se  aumenta. 

cuco 

Admitimos  tu  oferta,  y prometemos 
de  vengarte  de  aquel  que  te  ha  ofendido; 
que,  en  fe  de  haberte  visto,  bien  podemos 
mostrar  el  corazón  algo  atrevido. 

ALABEZ 

Arlaxa,  queda  en  paz,  porque  tenemos 
el  tiempo  limitado  y encogido. 

ARLAXA 

Viváis  alegres  siglos  y infinitos, 
reyes  del  Cuco  y Alabez  invitos. 

Vanse  los  reyes. 

Vuelve  a seguir  tu  comenzada  historia, 
cristiana,  sin  que  dejes  cosa  alguna 
que  puedas  reducir  a la  memoria 
de  tu  adversa  o tu  próspera  fortuna. 

DOÑA  MARGARITA 

Pasadas  penas  en  presente  gloria 
el  contarlas  la  lengua  no  repugna; 
mas  si  el  mal  está  en  ser  que  se  padece. 


(1)  Arroz  con  leche. 

(2)  Hoy  yogurt,  leche  cuajada  agria. 


al  contarle,  la  lengua  se  enmudece. 
Quedé,  si  mal  no  me  acuerdo, 
en  una  mala  respuesta 
que  dió  mi  bizarro  hermano 
a un  caballero  de  prendas, 
el  cual,  por  satisfacerse, 
muy  mal  herido  le  deja. 

Ausentóse  y fuése  a Italia, 
según  después  tuve  nuevas. 

Tardó  mi  hermano  en  sanar 
mucho  tiempo,  y no  se  acuerda 
en  mucho  más  de  su  hermana, 
como  si  ya  muerta  fuera. 

Vi  que  volaban  los  tiempos, 
y que  encerraban  las  rejas 
el  cuerpo,  mas  no  el  deseo, 
que  es  libre  y muy  mal  se  encierra. 
Vi  que  mi  hermano  aspiraba, 
codicioso  de  mi  hacienda, 
a dejarme  entre  paredes, 
medio  viva  y medio  muerta. 

Quise  casarme  yo  misma; 
mas  no  supe  en  qué  manera 
ni  con  quién;  que  pocos  años 
en  pocos  casos  aciertan. 

Dejóme  un  viejo  mi  padre, 
hidalgo  y de  intención  buena, 
con  el  cual  me  aconsejase 
en  mis  burlas  y en  mis  veras. 
Comuniquéle  mi  intento; 
respondióme  que  él  quisiera 


113 


que  el  caballero  que  tuvo 
con  mi  hermano  la  pendencia, 
fuera  aquél  que  me  alcanzara 
por  su  legítima  prenda, 
porque  eran  tales  las  suyas, 
que  por  extremo  se  cuentan. 
Pintómele  tan  galán, 
tan  gallardo  en  paz  y en  guerra, 
que  en  relación  vi  a un  Adonis, 
y a otro  Marte  vi  en  la  tierra. 
Dijo  que  su  discreción 
igualaba  con  sus  fuerzas, 
puesto  que  valiente  y sabio 
pocas  veces  se  conciertan. 

Estaba  yo  a sus  loores 
tan  descuidada  y atenta, 
que  tomó  el  pincel  la  fama, 
y en  el  alma  las  asienta, 
y amor,  que  por  los  oídos 
pocas  veces  dicen  que  entra, 
se  entró  entonces  hasta  el  alma 
con  blanda  y honrada  fuerza; 
y fué  de  tanta  eficacia 
la  relación  verdadera, 
que  adoré  lo  que  los  ojos 
no  vieron,  ni  ver  esperan; 
que,  rendida  a la  inclemencia 
de  un  antojo  honrado  y simple, 
mudé  traje  y mudé  tierra. 

A mi  sabio  consejero 
fuerzo  a que  conmigo  venga; 

Comedias.— T.  II. 


8 


que  ánimo  determinado, 
de  imposibles  no  hace  cuenta, 

ARLAXA 

No  te  suspendas;  prosigue 
tu  bien  comenzado  cuento, 
que  ninguna  cosa  siento 
en  él  que  a gusto  no  obligue, 
y aun  a pesar. 

DON  FERNANDO 

(Aparte.)  Y es  de  modo, 
según  que  voy  discurriendo, 
que  al  alma  va  suspendiendo 
con  la  parte  y con  el  todo. 

DOÑA  MARGARITA 

Enamorada  de  oídss 
del  caballero  que  dije, 
me  sali  del  monesterio, 
y en  traje  de  hombre  vestíme. 
Dejé  el  hermano  y la  patria, 
y,  entre  alegre  y entre  triste, 
con  mi  consejero  anciano 
a la  bella  Italia  vine. 

De  la  mitad  de  mi  alma, 
para  que  yo  más  le  estime, 
supe  allí  que  en  estacada 
venció  a tres,  y quedó  libre, 
y que  la  parlera  fama, 
que  más  de  lo  que  oye  dice, 
le  trujo  a encerrar  a Orán, 
que  espera  el  cerco  terrible. 


En  alas  de  mi  deseo, 
desde  Nápoles  partíme; 
llegué  a Orán,  facilitando 
cualquier  dudoso  imposible, 
y apenas  pisé  su  arena, 
cuando  alborotada  fuíme 
a saber,  sin  preguntallo, 
de  quien  me  tiene  tan  triste. 
Dél  supe,  y pluguiera  al  cielo, 
que  consuela  a los  que  aflige, 
que  nunca  yo  lo  supiera. 

DON  FERNANDO 

Di  presto  lo  que  supiste. 

DOÑA  MARGARITA 

Supe  que  a volverse  moro, 
cosa,  a pensarla,  imposible, 
dejó  los  muros  de  Orán, 
y que  en  vuestra  secta  vive. 
Yo,  por  no  vivir  muriendo 
entre  sospechas  tan  tristes, 
a trueco  de  ser  cautiva, 
todo  el  hecho  saber  quise; 
y así,  arrojada  y ansiosa, 
entre  los  cristianos  vine, 
de  quien  fué  Nacor  la  guía, 
que  los  trujo  a lo  que  vistes. 
Ya  me  quedé,  y soy  cautiva, 
y ya  os  pregunto  si  vistes 
a este  cristiano  que  busco, 
o a este  moro  que  acogistes. 


Llamábase  don  Fernando 
de  Saavedra,  de  insignes 
costumbres  y claro  nombre, 
como  su  fama  lo  dice. 

Por  él  y por  mi  rescate, 
si  dél  sabéis,  se  apercibe 
mi  lengua  a ofreceros  tanto, 
que  pase  de  lo  posible. 

Esta  es  mi  historia,  señores; 
nunca  alegre,  siempre  triste; 
si  os  he  cansado  en  contalla, 
lo  que  me  mandastes  hice. 

ARLAXA 

Cristiana,  de  tu  dolor 
casi  siento  la  mitad;, 
que  tal  vez  curiosidad 
fatiga  como  el  amor. 

Y al  que  te  enciende  en  la  llama 
de  amor  con  tantos  extremos, 
como  tú,  le  conocemos 
solamente  por  la  fama. 

. ALIMUZEL 

¿Debajo  de  cuál  estrella 
ese  cristiano  ha  nacido, 
que  aun  de  quien  no  es  conocido 
los  deseos  atropella?  ^ 

Ese  amigo  pof  quien  lloras, 
y en  quién  pones  tus  tesoros, 
las  vidas  quita  a los  moros, 
y las  áímas  a las  moras. 


DON  FERNANDO 

Que  no  es  moro  está  en  razón; 
que  no  muda  un  bien  nacido, 
por  más  que  se  vea  ofendido, 
por  otra  su  religión. 

Puede  ser  que  a ese  español, 
que  agora  tanto  se  encubre, 
alguna  causa  le  encubre, 
como  alguna  nube  al  Sol. 

Mas  dime:  ¿quién  te  asegura 
que,  después  de  haberle  visto, 
quede  en  tu  pecho  bien  quisto? 
Que  engendra  amor  la  hermosura, 
y si  él  carece  della, 
como  imagino  y aun  creo, 
faltando  causa,  el  deseo 
faltará,  faltando  en  ella. 

DOÑA  MARGARITA 

La  fama  de  su  cordura 
y valor  es  la  qué  ha  hecho 
la  herida  dentro  del  pecho; 
no  del  rostro  la  hermosura; 
que  esa  es  prenda  que  la  quita 
el  tiempo  breve  y ligero, 
flor  que  se  muestra  en  enero, 
que  a la  sombra  se  marchita. 

Ansí  que,  aunque  en  él  hallase 
no  el  rostro  y la  lozanía 
que  pinté  en  mi  fantasía, 
no  hay  pensar  que  no  le  amase. 


DON  FERNANDO 


Con  esa  seguridad, 
presto  me  ofrezco  mostrarte 
al  que  puede  asegurarte 
el  gusto  y la  libertad. 

Muda  ese  traje  indecente, 
que  en  parte  tu  ser  desdora, 
y vístete  en  el  de  mora, 
que  la  ocasión  lo  consiente, 
y con  Arlaxa  y Muzel 
los  muros  de  Orán  veremos, 
donde,  sin  duda,  hallaremos 
tu  piadoso  o tu  cruel; 
que  no  es  posible  dejar 
de  hallarse  en  aquesta  guerra, 
si  no  le  ha  hundido  la  tierra 
o le  ha  sorbido  la  mar. 
Alimuzel,  no  te  tardes; 
yen,  y mira  que  es  razón; 
que  en  semejante  ocasión 
no  es  bien  parecer  cobarde. 

ALIMUZEL 

Haz  cuenta  que  a punto  estoy. 

ARLAXA 

A mí  nada  me  detiene. 

DOÑA  MARGARITA 

Ya  veis  si  a mi  me  conviene 
seguiros. 


DON  FERNANDO 


Pues  pase  hoy; 
y mañana,  cuando  dan 
las  aves  el  alborada, 
demos  a nuestra  jornada 
principio,  y al  fin  de  Orán. 

¿Queda  así? 

ALIMUZEL 

No  hay  que  dudar. 

ARLAXA 

¿Cómo  te  llamas,  señora? 

DOÑA  MARGARITA 

Margarita;  mar  do  mora 
gustos  que  me  han  de  amargar. 

ARLAXA 

Ven,  que  el  amor  favorece 
siempre  a honestos  pensamientos. 

DON  FERNANDO 

jQué  atropellados  contentos 
la  ventura  aquí  me  ofrece! 
Entranse  todos. 

Sale  Buitrago  solo  a la  muralla. 

BUITRAGO 

¡Arma,  arma,  señor,  con  toda  priesa, 
porque  en  el  charco  azul  columbro  y veo 
pintados  leños  de  una  armada  gruesa 
hacer  un  medio  círculo  y rodeo! 


120 


El  viento  el  remo  impele,  el  lienzo  atesa; 
el  mar  tranquilo  ayuda  a su  deseo. 

Arma,  pues,  que  en  un  vuelo  se  avecina, 
y viene  a tomar  tierra  a la  marina. 

A la  muralla  d Conde  y Guzmán. 

CONDE 

Turcos  cubren  el  mar,  moros  la  tierra; 
don  Fernando  de  Cárcamo  al  momento 
a San  Miguel  defienda,  y a la  guerra 
se  dé  principio  con  furor  sangriento. 

Mi  hermano,  que  en  Almarza  ya  se  encierra, 
mostrará  de  quién  es  el  bravo  intento; 
que  este  perro,  que  nunca  otra  vez  ladre, 
es  el  que  en  Mostagán  mordió  a su  padre  (1). 

GUZMÁN 

Mal  puedes  defenderle  la  ribera. 

CONDE 

No  hay  para  qué,  si  todo  el  campo  cubre 
del  Cuco  y Alabez  la  gente  fiera, 
tanta,  que  hace  horizonte  lo  que  encubre, 
y los  que  van  poblando  la  ladera 
de  aquel  cerro  empinado  que  descubre 
y mira  exento  nuestros  prados  secos, 
son  los  moros  de  Fez  y de  Marruecos. 

Coronen  las  murallas  los  soldados, 
y reitérese  el  arma  en  toda  parte; 
estén  los  artilleros  alistados, 

(1)  Alusión  a las  expediciones  del  conde  de  Alcaudete  (padre  del  de 
la  comedia)  contra  Mostagán. 


121 


y usen  certeros  de  su  industria  y arte; 
los  a cosas  diversas  diputados, 
acudan  a su  oficio,  y dese  a Marte 
el  que  a Venus  se  daba,  y haga  cosas 
que  sean  increíbles  de  espantosas. 

Entrese  de  la  muralla  el  Conde  y Guzmán. 

BUITRAGO 

Animas,  si  queréis  que  al  ejercicio 
vuelva  de  mis  plegarias  y rosario, 
pedid  que  me  haga  el  cielo  beneficio 
que  siquiera  no  falte  el  ordinario; 
que,  aunque  de  Marte  el  trabajoso  oficio 
en  mi  estómago  pide  extraordinario, 
con  diez  hogazas  que  me  envíe,  sienta 
que  a seis  bravos  soldados  alimenta. 

Entranse,  y suenan  chirimías  y cajas;  entran  Azán 
Bajá  y Bairán  con  el  rey  del  Cuco  y el  Álabez. 

BAIRÁN 

Don  Francisco,  el  hermano  del  valiente 
don  Juan,  que  naufragó  en  la  Herradura, 
apercibe  gran  número  de  gente, 
y socorrer  a esta  ciudad  procura. 

Don  Alvaro  Bazán,  otro  excelente 
caballero  famoso  y de  ventura, 
tiene  cuatro  galeras  a su  cargo, 
y éste  ha  de  ser  de  tu  designio  embargo. 

AZÁN. 

Su  arena  piso  ya;  de  Orán  colijo 
no  aquella  lozanía  que  dijiste; 


122 


sólo  por  tocar  arma  ya  me  aflijo, 
y ver  quién  será  aquel  que  me  resiste. 

ALABEZ 

Quien  al  padre  venció,  vencerá  al  hijo. 

No  hay  que  esperar,  ¡oh  grande  Azán!;  embiste; 
que  el  tiempo  que  te  tardas,  ese  quitas 
a tus  Vitorias  raras  e infinitas. 

Entren  a esta  sazón  Arlaxa  y Doña  Margarita  en 
hábito  de  moro,  Don  Fernando  como  moro,  y Ali- 
muzeL 

cuco 


Tienes  presente,  ¡oh  rey  Azán!,  'la  gloria 
de  la  Africa  y la  flor  de  Berbería; 
un  ángel  es  que  anuncia  tu  Vitoria, 
que  el  cielo,  donde  él  vive,  te  le  envía. 

AZÁN 

Tendré  yo  para  siempre  en  la  memoria 
esta  merced,  ¡oh  gran  señora  mía!, 
bella  y sin  par  Arlaxa,  en  cuanto  el  cielo 
pudo  de  bien  comunicar  al  suelo. 

¿Qué  buscas  entre  el  áspero  ruido 
del  cóncavo  metal,  que,  el  aire  hiriendo, 
no  ha  de  llevar  a tu  sabroso  oído 
de  Apolo  el  son,  mas  el  de  Marte  horrendo? 

ARLAXA 

El  tantarán  del  atabal  herido, 
el  bullicio  de  guerra  y el  estruendo 
de  gruesa  y disparada  artillería 
es  para  mí  suave  melodía. 


123 


Cuanto  más,  que  yo  vengo  a ser  testigo 
de  tus  raras  hazañas  y excelentes, 
y a servirte  estos  dos  truje  conmigo, 
que  cuanto  son  gallardos  son  valientes. 

AZÁN 

De  agradecer  tanta  merced  me  obligo 
cuando  corran  los  tiempos  diferentes 
de  aquestos,  porque  el  fruto  de  la  guerra 
en  la  paz  felicísima  se  encierra. 

Entra  Roama,  moro,  con  un  cristiano  galán  atadas 
las  manos. 

ROAMA 

El  bergantín  que  de  la  Vez  se  llama 
cautivaron  anoche  tus  fragatas, 
y éste,  que  es  un  don  Juan  de  Valderrama, 
venía  en  él. 

AZÁN 

¿Por  qué  no  le  desatas? 

Como  entra  el  cautivo,  se  cubre  Doña  Margarita  el 
rostro  con  un  velo, 

ALABEZ 

¿Cómo  sabes  su  nombre  tú,  Roama? 

ROAMA 

El  me  lo  ha  dicho  así. 

AZÁN  , 

Pues  mal  le  tratas; 
si  es  caballero,  suéltale  las  manos. 


DON  JUAN 

¿Qué  es  lo  que  veo,  cielos  soberanos? 
Mira  a Don  Fernando, 

AZÁN 

¿De  qué  lierra  eres,  cristiano? 

DON  JUAN 

De  Jerez  de  la  Frontera. 

AZÁN 

¿Eres  hidalgo,  o villano? 

ALABEZ 

Vestir  de  aquella  manera 
los  villanos  no  es  muy  llano. 

DON  JUAN 

Caballero  soy. 

' AZÁN 

¿Y  rico? 

DON  JUAN 

Eso  no;  pues  que  me  aplico 
a ser  soldado,  señal 
que  de  bienes  me  va  mal; 
y esto  os  juro  y certifico. 

ALABEZ 

De  cristianos  juramentos 

está  preñada  la  tierra, 

lleno  el  mar,  densos  los  vientos. 

AZÁN 


¿Y  venias? 


DON  JUAN 

A la  guerra. 

AZÁN 

^Honrados  son  tus  intentos! 

DOÑA  MARGARITA 

¡Este  es  mi  hermano,  señora! 

ARLAXA 

Disimula  como  mora, 
y cúbrete  el  rostro  más. 

cuco 

j Buena  guerra  agora  harás! 

DON  JUAN 

¿Y  cómo  la  hago  agora? 

AZÁN 

¿Qué  nuevas  hay  en  España? 

DON  JUAN 

No  más  de  la  desta  guerra, 
y que  ya  estás  en  campaña. 

AZÁN 

Dirán  que  mi  intento  yerra 
-en  emprender  tal  hazaña; 

=el  socorro  aprestarán, 

-el  mundo  amenazarán, 
y,  estándole  amenazando, 
llegarán  a tiempo  cuando 
yo  esté  en  sosiego  en  Orán. 
éntote  este  cristiano, 


126 


Arlaxa,  como  en  indicio 
de  lo  que  en  servirte  gano; 
y acepta  el  primer  servicio 
que  recibes  de  mi  mano; 
que  otros  pienso  de  hacerte 
con  que  mejores  la  suerte 
de  tu  aduar  saqueado. 

ARLAXA 

Tenga  el  grande  Alá  cuidado, 
grande  Azán,  de  engrandecerte, 

AZÁN 

Vamos,  que  Marte  nos  llama 

a ejercitar  el  rigor 

que  enciende  tu  ardiente  llama. 

ARLAXA 

Mahoma  te  dé  favor 

que  aumente  tu  buena  fama. 

Ven,  cristiano,  y darme  has  cuenta 
de  quién  eres. 

Entranse  todos,  excepto  Don  Juan  y Don  Fernando, 

DON  JUAN 

¡No  consienta 
el  cielo  que  éste  sea  aquel 
que,  enamorado  y cruel, 
pudo  hacerme  honrada  afrental 

DON  FERNANDO 

Escucha,  cristiano,  espera. 


DON  JUAN 

Ya  espero,  ya  escucho,  y veo 
lo  que  nunca  ver  quisiera, 
si  me  pinta  aquí  el  deseo 
esta  visión  verdadera. 

DON  FERNANDO 

¿Qué  murmuras  entre  dientes? 

DON  JUAN 

¿Qué  me  quieres? 

DON  FERNANDO 

Que  me  cuentes 

quién  eres. 

DON  JUAN 

¿Pues  qué  te  importa? 

DON  FERNANDO 

Hacer  tu  desgracia  corta. 

DON  JUAN 

¡Podrá  ser  que  me  la  aumentesl 
Muestran  que  no  es  opinión 
los  sobresaltos  que  paso, 
mas  cosa  puesta  en  razón, 
que,  sin  duda,  hace  caso 
tal  vez  la  imaginación, 
pues  pienso  que  estoy  mirando 
el  rostro  de  don  Fernando, 
su  habla,  su  talle  y brío; 
pero  que  esto  es  desvarío 
su  traje  me  va  mostrando. 


DON  FERNANDO 


¿Todo  ha  de  ser  murmurar, 
cristiano? 

DON  JUAN 

Perdona,  moro, 
que  no  me  dejan  guardar 
el  cortesano  decoro 
las  ansias  de  mi  pesar. 

Y más,  que  tú  me  enmudeces; 
porque  tanto  te  pareces 
a un  cristiano,  que  me  admiro, 
que  le  veo  si  te  miro, 
y él  mismo  en  ti  mismo  ofreces. 

DON  FERNANDO 

En  Orán  hay  un  cristiano 
que  dicen  que  me  parece 
como  esta  mano  a esta  mano, 
y que  si  acaso  se  ofrece 
vestir  hábito  africano, 
ningún  moro  hay  que  le  vea 
que  no  diga  que  yo  sea, 
y juzgue  con  evidencia 
que  sólo  nos  diferencia 
su  vestido  y mi  librea. 

No  le  he  visto,  y voy  trazando 
verle,  que  verle  deseo, 
ya  en  paz,  o ya  peleando. 

DON  JUAN 

¿Cómo  se  llama? 


DON  FERNANDO 


Yo  creo 

que  se  llama  don  Fernando, 
y tiene  por  sobrenombre 
Saavedra. 

DON  JUAN 

Ese  es  el  hombre 
por  quien  con  mil  males  lucho. 

DON  FERNANDO 

Desa  manera,  no  es  mucho 
que  mi  presencia  te  asombre. 
Entra  Roama,  el  moro. 

ROAMA 

Arlaxa  y Fátima  están 
esperándote,  cautivo. 

DON  FERNANDO 

Ve  en  paz;  que,  rendido  Orán, 
si  el  otro  yo  queda  vivo, 
tendrá  remedio  tu  afán. 

DON  JUAN 

Estimo  tu  buen  deseo; 
mas,  con  todo  aquesto,  creo... 
Pero  no,  no  creo  nada; 
que  es  cosa  desvariada 
dar  crédito  a lo  que  veo. 

Entranse  Don  Juan  y Roama. 

DON  FERNANDO 

Entre  sospechas  y antojos, 
Comedias.— T.  II. 


130 


y en  gran  confusión  metido, 
va  don  Juan  lleno  de  enojos, 
pues  le  estorba  este  vestido 
no  dar  crédito  a sus  ojos. 

No  se  puede  persuadir 
que  yo  pudiese  venir 
a ser  moro  y renegar, 
y asi,  se  deja  llevar 
de  lo  que  quise  fingir. 

Su  confesión  está  llana, 
y más  lo  estará  si  mira 
y si  conoce  a su  hermana; 
que  entonces  no  habrá  mentira 
que  no  se  tenga  por  vana. 

Pregunto:  ¿en  qué  ha  de  parar 
este  mi  disimular 
y este  vestirme  de  moro? 

En  que  guardaré  el  decoro 
con  que  más  me  pueda  honrar. 

Entrase, 

Tócase  arma;  salen  a la  muralla  el  Conde  y Guzmán, 
y al  teatro,  Azán,  el  Cuco  y Alabez. 

CONDE 

Veinte  asaltos  creo  que  son 
los  que  han  dado  a San  Miguel, 
y éste,  según  es  cruel, 
me  muestra  su  perdición. 

No  podrá  más  don  Fernando 
de  Cárcamo. 


131 


GUZMÁN 

No,  sin  duda; 
mas,  si  no  se  le  da  ayuda, 
su  fin  le  está  amenazando. 

Fuerza  que  no  se  socorre, 
haz  cuenta  que  está  rendida. 

AZÁN  , 

San  Miguel  va  de  vencida, 
que  gran  morisma  allá  corre. 

Suena  mucha  vocería  de  «¡Li,  li,  W»  y atambores;  sale 
Roama, 

R o A M A 

San  Miguel  se  ha  entrado  ya, 
y sobre  el  muro  español 
son  tus  medias  lunas  sol, 
el  más  bello  que  hizo  Alá. 

Fuéronse  a Mazalquivir 
algunos  que  se  escaparon. 

AZÁN 

Algún  tanto  dilataron 
esos  perros  el  vivir. 

ALABEZ 

Desta  huida  no  se  arguye 
el  refrán  que  el  vulgo  trata, 
que  es  hacer  puente  de  plata 
al  enemigo  que  huye. 


132 


cuco 

Hoy  de  aquel  gran  capilludo  (1) 
las  memorias  quedarán 
enterradas  en  Orán, 
pues  tú  puedes  más  que  él  pudo. 

AZÁN 

¡Valeroso  don  Martín, 
que  te  precias  de  otro  Marte, 
espera,  que  voy  a darte, 
a tu  usanza,  un  San  Martín  I 
Entranse  todos;  salen  Arlaxa  y Doña  Margarita,  cu 
bierto  el  rostro  con  un  velo,  y Don  Juan,  como  cau 
tivo. 


DON  JUAN 

Ayer  me  entró  por  la  vista 
cruda  rabia  a los  sentidos, 
y hoy  me  entra  por  los  oídos, 
sin  haber  quien  la  resista. 

Ayer  la  suerte  inhumana, 
a quien  mil  veces  maldigo, 
me  hizo  ver  mi  enemigo, 
y hoy  me  hace  oír  mi  hermana. 
Quítate  el  velo,  señora, 
y sacarme  has  de  una  duda 
por  quien  tiembla  el  alma  y suda. 

DOÑA  MARGARITA 

¿Otra  vez?  No  puedo  agora. 


(1)  El  cardenal  Jiménez  de  Cisneros,  conquistador  de  Orán. 


133 


■ DON  JUAN 

lAy,  Dios,  que  la  voz  es  ésta 
' de  mi  buscada  enemiga! 


m-- 


DOÑA  MARGARITA 

Si  el  oírme  te  fatiga, 
jamás  te  daré  respuesta. 


DON  JUAN 

No  me  tengas  más  suspenso; 
descúbrete;  que  me  das, 
mientras  que  cubierta  estás, 
un  dolor  que  llega  a inmenso. 


ARLAXA 

Fátima,  por  vida  mía, 
que  te  descubras;  veremos 
por  qué  hace  estos  extremos 
este  cristiano. 


DOÑA  MARGARITA 

Sí  haría, 

si  no  me  importase  mucho 
encubrirme  desta  suerte. 

DON  JUAN 

Los  ecos  son  de  mi  muerte 
los  que  en  esta  voz  escucho. 

ARLAXA 

Descúbrete,  no  te  asombres; 
que  has  de  saber,  si  lo  ignoras, 
que  nunca  para  las  moras 
los  cristianos  fueron  hombres. 


134 


Ya  no  es  nadie  el  que  es  esclavo; 
no  tienes  que  recelarte. 

DOÑA  MARGARITA 

Yo  daré,  por  contentarte, 
con  mis  designios  al  cabo. 

ARLAXA 

(Aparte,)  Que  te  conozca,  no  importa; 
cuanto  más,  que  has  de  negallo. 

DOÑA  MARGARITA 

(Aparte,)  Dudosa  en  todo  me  hallo. 

ARLAXA 

(Aparte,)  Ten  ánimo,  no  seas  corta. 

DOÑA  MARGARITA 

Descúbrome;  vesme  aquí, 
cristiano;  mírame  bien. 

DON  JUAN 

¡Oh,  el  mismo  rostro  de  quien 
aquí  me  tiene  sin  mil 
¡Oh  hembra  la  más  liviana 
que  el  Sol  ha  visto  jamás! 

¡Oh  hermana  de  Satanás 
primero  que  no  mi  hermana! 

Por  ejemplos  más  de  dos 
he  visto  puesto  en  efeto 
que,  en  perdiéndose  el  respeto 
al  mundo,  se  pierde  a Dios. 

ARLAXA 

¿Qué  dices,  perro? 


DON  JUAN 

Que  es  ésta 

mi^hermana. 

ARLAXA 

¿Fátima? 

DON  JUAN 

Sí. 

ARLAXA 

|En  mi  vida  vi  ni  oí 
tan  linda  y graciosa  fiesta! 
jTuya  mi  hermana!  ¿Estás  loco? 
Mírala  bien. 

DON  JUAN 

Ya  la  miro. 

ARLAXA 

¿Qué  dices,  pues? 

DON  JUAN 

Que  me  admiro, 
y en  el  juicio  me  apoco. 

Por  dicha,  ¿hace  Mahoma 
milagros? 

ARLAXA 

Mil  a montones. 

DON  JUAN 

¿Y  hace  transformaciones? 

ARLAXA 

Cuando  voluntad  le  toma. 


DON  JUAN 

¿Y  suele  mudar  tal  vez 
en  mora  alguna  cristiana? 

ARLAXA 

Sí. 

DON  JUAN 

Pues  aquesta  es  mi  hermana 
y la  tuya  está  en  Jerez. 

ARLAXA 

¡Roama,  Roama,  veni 

Entra  Roama. 

ROAMA 

Señora,  ¿qué  es  lo  que  mandas? 

ARLAXA 

Que  pongas  las  carnes  blandas 
a este  perro. 

ROAMA 

Está  bien. 
Vuélvese. 

ARLAXA 

Con  un  corbacho  procura 
sacarle  de  la  intención 
una  cierta  discreción 
que  da  indicios  de  locura. 

DOÑA  MARGARITA 

De  cualquiera  maleficio, 

Arlaxa,  que  al  hombre  culpa. 


le  viene  a sobrar  disculpa 
en  la  falta  del  juicio. 

No  le  castigues  ansí 
por  cosa  que  es  tan  liviana. 

DON  JUAN 

jjuro  a Dios  que  eres  mi  hermana, 
o el  diablo  está  hablando  en  til 

Suena  dentro  asalto, 

ARLAXA 

¿No  oyes,  Fátima,  que  dan 
asalto  a Mazalquivir, 
que  hasta  aquí  se  hace  sentir 
en  el  conflito  en  que  están? 

Deja  a ese  perro,  y acude, 
por  si  lo  podemos  ver. 

Entranse  Arlaxa  y Doña  Margarita, 

DOÑA  MARGARITA 

Siempre  te  he  de  obedecer. 

DON  JUAN 

jY  quieren  que  desto  dude! 

Por  ser  grande  la  distancia 

que  hay  de  mi  hermana  a ser  mora, 

imagino  que  en  mí  mora 

gran  cantidad  de  ignorancia. 

Extraño  es  el  devaneo 

con  quien  vengo  a contender. 


138 


pues  no  me  deja  creer 
lo  que  con  los  ojos  veo. 

Entrase. 

Salen  a la  muralla  Don  Martín,  el  capitán  Guzmán, 
y Buitrago  con  una  mochila  a las  espaldas  y una 
bota  de  vino,  comiendo  un  pedazo  de  pan. 

DON  MARTÍN 

¡Gente  soberbia  y cruel, 
a quien  ayuda  la  suerte, 
no  penséis  que  es  éste  el  fuerte 
tan  flaco  de  San  Miguel I 
¡Bravo  Guzmán,  gran  Buitrago, 
hoy  ha  de  ser  vuestro  día! 

BUITRAGO 

( Bebe.)  Déjeme  vueseñoría 
que  me  esfuerce  con  un  trago. 

¡Echenme  destos  alanos 
agora  de  dos  en  dos, 
porque  yo  les  juro  a Dios 
que  han  de  ver  si  tengo  manos! 

Salen  al  teatro  Azán,  el  Cuco,  el  Alabez,  Don  Fer- 
nando y otros  moros  con  escalas. 

AZÁN 

Al  embestir  no  se  tarde; 
porque  quiero  estar  presente, 
para  honrar  al  que  es  valiente 
y dar  infamia  al  cobarde. 

Muzel,  una  escala  toma 


139 


y muéstranos  que  te  dan, 
como  a mellones  galán, 
manos  las  del  gran  Mahoma. 

¡Ea;  al  embestir,  amigos; 
amigos,  al  embestir; 
que  hoy  será  Mazalquivir 
sepultura  de  enemigosi 

Embisten;  anda  la  grita;  lleva  Alimuzel  una  escala;  sube 
por  ella,  y otro  moro  por  otra;  deciende  al  moro  Bui- 
trago,  y Don  Fernando  ase  a Alimuzel  y derríbale; 
pelea  con  otros,  y mátalos.  Todos  han  de  caer  dentro 
del  vestuario.  Desde  un  cabo  miran  Azán,  el  Cuco  y 
el  Alabez  lo  que  pasa, 

DON  FERNANDO 

Ya  no  es  tiempo  de  aguardar 
a designios  prevenidos, 
viendo  que  están  oprimidos 
los  que  yo  debo  ayudar. 

¡Baja,  Muzell 

ALIMUZEL 

¿Por  ventura, 
quiéresme  quitar  la  gloria 
desta  ganada  Vitoria? 

DON  FERNANDO 

Aun  más  mi  intento  procura. 

ALIMUZEL 

¡Que  me  derribas!  ¡Espera, 
que  ya  abajo  a castigarte! 


DON  FERNANDO 


Aunque  bajase  el  dios  Marte 
acá  de  su  quinta  esfera, 
no  le  estimaré  en  un  higo. 
jOh  cómo  que  trepa  el  galgo! 
Derriba  al  otro  que  sube. 

ALIMUZEL 

Poco  puedo  y poco  valgo 
con  este  amigo  enemigo. 

¿Por  qué  contra  mí,  Lozano, 
esgrimes  el  fuerte  acero? 

Riñen  los  dos. 

DON  FERNANDO 

Porque  soy  cristiano,  y quiero 
mostrarte  que  soy  cristiano. 

DON  MARTÍN 

i Disparen  la  artillería! 

¡Aquí,  Buitrago  y Guzmánf 
¡Robledo,  venga  alquitrán! 
¡Arrojad  esa  alcancía! 

¡Allí,  que  se  sube  aquél! 

DON  FERNANDO 

Donde  yo  estoy,  este  muro 
estará  siempre  seguro; 
y,  aunque  le  pese  a Muzel, 
e^te  perro  vendrá  al  suelo. 
Derriba  a otro. 


141 


AZÁN 

¿Quién  es  aquel  que  derriba 
a cuantos  suben  arriba? 

cuco 

Que  es  renegado  recelo; 
pero  yo  lo  veré  presto, 
y le  haré  que  se  arrepienta. 

AZÁN 

A un  rey  no  toca  esa  afrenta. 

Vase  el  del  Cuco  contra  Don  Fernando. 
cuco 

Mahoma  se  sirve  en  esto. 

GUZMÁN 

Buitrago,  el  que  nos  defiende 
es,  sin  duda,  don  Fernando. 

BUITRAGO 

Aqueso  estaba  pensando, 
porque  a los  moros  ofende. 

cuco 

¡Renegado,  perro,  aguarda! 

DON  FERNANDO 

¡Rey  del  Cuco,  perro,  aguardo! 
cuco 

¿Cómo  en  tu  muerte  me  tardo? 

DON  FERNANDO 

Pues  la  tuya  ya  se  tarda. 


Alimuzel,  desta  vas, 
y tú,  rey,  irás  de  aquesta. 
jConcluyóse  ya  esta  fiesta! 

cuco 

|Muy  mal  herido  me  has! 

ALIMUZEL 

¡Muerto  me  has,  moro  fingido 
y cristiano  mal  cristiano! 

Caen  dentro  del  vestuario. 

DON  FERNANDO 

Tengo  pesada  la  mano 
y alborotado  el  sentido; 

Dios  sabe  si  a mí  me  pesa. 

Gran  don  Martin  valeroso, 
haz  que  deciendan  al  foso 
y recojan  esta  presa. 

GUZMÁN 

Don  Fernando,  señor,  es, 
que  viene  a hacer  recompensa 
de  la  cometida  ofensa: 
diez  ha  herido,  y muerto  a tres; 
y el  rey  del  Cuco  es  aquel 
que  yace  casi  difunto. 

DON  MARTÍN 

Pues  socorrámosle  al  punto. 

GUZMÁN 

Y el  otro  es  Alimuzel. 


DON  MARTÍN 


Vayan  por  la  casamata 
al  foso,  y retírenlos. 

BUITRAGO 

Vamos  por  ellos  los  dos. 

Quítanse  del  muro  Guzmán  y B ultra go, 

AZÁN 

Ya  no  es  la  empresa  barata, 
pues  me  cuesta  un  rey  y tantos 
que  en  veinte  asaltos  han  muerto. 
¿Alboroto,  y en  el  puerto 
(¿qué  podrá  ser?)  de  los  Santos? 

Suena  todo. 

Campanas  en  la  ciudad 
suenan,  señal  de  alegrías, 
y tocan  las  chirimías; 
aquesta  es  gran  novedad. 

Vamos  a ver  lo  que  es  esto, 
y toquen  a recoger. 

ALABEZ 

No  sé  lo  que  pueda  ser. 

AZÁN 

Pues  yo  lo  sabré  bien  presto. 
Eniranse. 

Salen  B ultra go  y Guzmán. 

GUZMÁN 

Al  retirar,  don  Fernando, 
que  en  gran  peligro  estás  puesto. 


144 


DON  FERNANDO 

No  lo  pienso  hacer  tan  presto. 

BUITRAGO 

¿Pues  cuándo? 

DON  FERNANDO 

Menos  sé  cuándo. 
Yo,  que  escalé  estas  murallas, 
aunque  no  para  huir  dellas, 
he  de  morir  al  pie  dellas, 
y con  la  vida  amparabas. 

G)nozco  lo  que  me  culpa, 
y,  aunque  a la  muerte  me  entregue, 
haré  la  disculpa  llegue 
adonde  llegó  la  culpa. 

BUITRAGO 

Yo  sé  muy  poco,  y diría, 
y está  muy  puesto  en  razón, 
que  la  desesperación 
no  puede  ser  valentía. 

GUZMÁN 

Menos  riesgo  está  en  ponerte 
del  conde  a la  voluntad 
que  hacer  la  temeridad 
donde  está  cierto  el  perderte. 
Procúrate  retirar, 
pues  es  cosa  conocida 
que  al  mal  de  perder  la  Vida 
no  hay  mal  que  pueda  llegar. 


145 


En  efecto;  has  de  ir  por  fuerza, 
si  ya  no  quieres  de  grado. 

DON  FERNANDO 

De  vuestra  fuerza  me  agrado, 
pues  más  obliga  que  fuerza. 

Retirad  aquesos  dos 

del  foso,  que  es  gente  ilustre. 

BUITRAGO 
Locura  fuera  de  lustre 
el  quedarte,  (juro  a Dios! 

Entranse  todos. 

Salen  Azán,  Arlaxa,  Doña  Margarita,  Don  Juan  y 
Roama,  que  trae  preso  a Vozmediano. 

ROAMA 

Este,  pasando  de  Orán 
a Mazalquivir,  fué  preso, 

AZÁN 

Este  nos  dirá  el  suceso 
y por  qué  alegres  están. 

VOZMEDIANO 

Porque  les  entró  un  socorro, 
que  por  él,  |oh  gran  señor!, 
a la  hambre  y al  temor 
han  dado  carta  de  horro. 

Un  don  Alvaro  Bazán, 
terror  de  naciones  fieras, 
a pesar  de  tus  galeras, 
ha  dado  socorro  a Orán. 

Comedias.— T.  II. 


10 


En  la  cantidad  es  poco, 
y en  el  valor,  sobrehumano. 

DON  JUAN 

Si  aqueste  no  es  Vozmediano„ 
concluyo  con  que  estoy  loco. 

VOZMEDIANO 

jSuerte  airada,  por  quien  vivo 
en  pena  casi  infinita! 

Aquélla,  ¿no  es  Margarita, 
y su  hermano  aquel  cautivo? 

AZÁN 

¿Hay  nuevas  de  otro  socorro,, 
cristiano? 

VOZMEDIANO 

Dicen  que  sí. 

DON  JUAN 

De  haber  dudado  hasta  aqui 
ya  me  avergüenzo  y me  corro. 

¿No  os  llamáis  vos  Vozmediano? 

VOZMEDIANO 

No,  señor. 

DON  JUAN 

¿Qué  me  decís? 

VOZMEDIANO 

Que  no. 

DON  JUAN 

¡Por  Dios,  que  mentís^ 


147 


VOZMEDIANO 

Estoy  preso  y soy  cristiano, 
y así,  no  os  respondo  nada. 

DON  JUAN 

¿Aquélla  no  es  Margarita, 
viejo  ruin? 

VOZMEDIANO 

Es  infinita 

vuestra  necedad  pensada. 

Pedro  Alvarez  es  mi  nombre; 
ved  si  os  habéis  engañado. 

DON  JUAN 

El  seso  tengo  turbado; 

no  hay  cosa  que  no  me  asombre. 

Que  si  éste  no  es  Vozmediano 
y no  es  Margarita  aquélla, 
y el  que  causó  mi  querella 
no  es  el  otro  mal  cristiano, 
tampoco  soy  yo  don  Juan, 
sino  algún  hombre  encantado. 

Entra  un  moro, 

MORO 

¿Cómo  estás  tan  sosegado, 
valeroso  y fuerte  Azán? 

Si  tardas  un  momento,  no  habrá  fusta, 
galera  ni  bajel  de  cuantos  tienes 
en  este  mar  que  no  sea  miserable 
presa  del  español,  que  a remo  y vela 
viene  a embestirte.  Rey  Azán,  ¿qué  aguardas? 


148 


AZÁN 

Todo  moro  se  salve,  que  los  turcos 
solos  se  han  de  embarcar.  {Adiós,  amigos! 

Vase. 

ARLAXA 

Fátima,  no  me  dejes,  ven  conmigo, 
que  tiempo  habrá  donde  a tu  gusto  acudas. 

DOÑA  MARGARITA 

No  te  puedo  faltar;  guía,  señora. 

Entranse  las  dos. 

DON  JUAN 

Solos  quedamos,  hombre,  y sólo  quiero 
que  me  digas  quién  eres;  que  yo  pienso 
que  eres  un  Vozmediano  de  mi  tierra. 

VOZMEDIANO 

0 

No  es  este  tiempo  para  tantas  largas; 
la  libertad  tenemos  en  las  manos; 
de  jalla  de  cobrar  será  locura. 

Pedro  Alvarez  me  llamo,  por  agora. 

Entrase. 

DON  JUAN 

¿Cómo  podré  dejarte,  hermana  o mora? 

Entrase. 

Salen  a la  muralla  Don  Martín,  Guzmán,  Don  Fer~ 
nando  y Buitra^o. 

DON  MARTÍN 

{Oh,  que  se  embarca  el  perro  y que  se  escapa! 


Dobla  la  punta,  general  invicto, 
y embístele. 

GUZMÁN 

Por  más  que  lo  procura, 
no  es  posible  alcanzarle. 

DON  FERNANDO 

¡A  orza,  a orza, 

con  la  vela  hasta  el  tope!  jOb,  que  se  escapa! 
De  Canastel  el  cabo  dobla,  y vase. 

DON  MARTÍN 

Los  perros  de  la  tierra,  en  remolinos 
confusos,  con  el  miedo  a las  espaldas, 
huyen  y dejan  la  campaña  libre. 

BUITRAGO 

Toda  la  artillería  se  han  dejado. 

GUZMÁN 

Las  proas  endereza  nuestra  armada 
al  puerto,  y ya  de  Orán  el  conde  insigne 
ha  salido  también. 

DON  MARTÍN 

A la  marina, 

que  el  bravo  don  Francisco  de  Mendoza 
no  tardará  en  llegar. 

Entranse  Don  Martín  y Buitrago. 

DON  FERNANDO 

Amigo,  escucha: 

¿no  ves  aquel  montón  que  va  huyendo 
de  moros  por  la  falda  del  ribazo? 


150 


GUZMÁN 


Muy  bien.  ¿Por  qué  lo  dices? 

DON  FERNANDO 

Allí  creo 

que  va  desta  alma  la  mitad. 

GUZMÁN 

¿Va  Arlaxa? 

DON  FERNANDO 

Arlaxa  va. 

GUZMÁN 

¡Mahoma  la  acompañe! 

DON  FERNANDO 

Ven,  que  con  ella  va  la  que  me  lleva 
el  alma,  y me  conviene  detenellas; 
sígueme,  que  has  de  hacer  por  mí  otras  cosas 
que  me  importan  la  honra. 

GUZMÁN 

Yo  te  sigo; 

que  hasta  las  aras  he  de  serte  amigo. 

Entranse. 

Sale,  como  que  se  desembarca,  Don  Francisco  de  Men- 
doza; recítenle  el  Conde  y Don  Martín,  Büitrago  y 
otros. 

CONDE 

Sea  vuesa  señoría  bien  venido, 

cuanto  ha  sido  el  deseo 

que  de  verle  estas  fuerzas  han  tenido. 


DON  FRANCISCO 


El  cielo,  a lo  que  creo, 

en  mi  mucha  tardanza  ha  sido  parte, 

por  que  viese  esta  tierra  más  de  un  Marte; 

que  de  aquestas  murallas  las  ruinas 

muestran  que  aquí  hubo  brazos 

de  fuerzas  que  llegaron  a divinas. 

BUITRAGO 

Rompen  por  embarazos 
imposibles  los  hartos  y valientes, 
y esto  saben  mis  brazos  y mis  dientes. 

DON  MARTÍN 

jPaso,  Buitragol 

BUITRAGO 

Yo,  señor,  bien  puedo 
hablar,  pues  soy  soldado 
tal,  que  a la  hambre  sola  tengo  miedo. 

Ya  el  cerco  es  acabado. 

DON  MARTÍN 

No  es  para  aquí,  Buitrago,  aqueso.  ¡Pasol 

BUITRAGO 

Nadie  sabe  la  hambre  que  yo  paso. 

CONDE 

Cincuenta  y siete  asaltos  reforzados 
dieron  los  turcos  fieros 
a estos  terrones  por  el  suelo  echados. 

BUITRAGO 

Cincuenta  y siete  aceros 


152 


tajantes  respondieron  a sus  bríos, 
todos  en  peso  destos  brazos  míos. 

Corté  y tajé  más  de  una  turca  estambre. 

CONDE 

¡Buitrago,  basta  agora! 

BUITRAGO 

Bastara,  a no  morirme  yo  de  hambre. 

DON  FRANCISCO 

En  vuestro  pecho  mora, 
famoso  don  Martin,  la  valentía. 

BUITRAGO 

Y en  el  mío  la  hambre  y sed  se  cría. 

Entra  el  capitán  Guzmán  y lee  un  billete  a Don  Fran^ 
cisco,  y,  en  leyéndole,  dice 

DON  FRANCISCO 

Haráse  lo  que  pide  don  Fernando; 

que  todo  lo  merece 

lo  que  dél  va  la  fama  publicando. 

Coyuntura  se  ofrece 

donde  alegre  y seguro  venir  puede. 

GUZMÁN 

Tu  gran  valor  al  que  es  mayor  excede. 

Entrase  Guzmán. 

DON  FRANCISCO 

Pido,  en  albricias  deste  buen  suceso, 
señor  conde,  una  cosa 


153 

que  por  algo  atrevida  la  confieso, 
mas  no  dificultosa. 

CONDE 

¿Qué  me  puede  mandar  vueseñoría 
que  no  haga  por  deuda  o cortesía? 

DON  FRANCISCO 

De  don  Fernando  Saavedra  pido 
perdón,  porque  su  culpa 
con  su  fogoso  corazón  la  mido, 
y él  dará  su  disculpa. 

CONDE 

Muy  mal  la  podrá  dar;  pero,  con  todo, 
señor,  a vuestro  gusto  me  acomodo. 

Entran  Don  Fernando  y Alimuzel,  con  una  banda, 
como  que  está  herido;  Arlaxa,  Doña  Margarita,  Don 
Juan  y Vozmediano. 

DON  FERNANDO 

Si  confesar  el  delito, 
con  claro  arrepentimiento, 
mitiga  en  parte  la  ira 
del  juez  que  es  sabio  y recto, 
yo,  arrepentido,  aunque  tarde, 
el  mal  que  hice  confieso, 
sin  dar  más  disculpa  dél 
que  un  honrado  pensamiento. 

A la  voz  del  desafío 
deste  moro  corrí  ciego, 
sin  echar  de  ver  los  bandos, 
que  al  más  bravo  ponen  freno. 


Pero  no  es  este  lugar 
para  alargarme  en  el  cuento 
de  mi  extraña  y rara  historia, 
que  dejo  para  otro  tiempo. 

CONDE 

Agradecedlo  al  padrino 
que  habéis  tenido,  que  creo 
que  allí  llegará  la  pena 
do  llegó  el  delito  vuestro. 

Pero  ¿qué  moras  son  éstas 
y qué  cautivos?  ¿Qué  es  esto? 

DON  FERNANDO 

Todo  lo  sabrás  después, 
y por  agora  te  ruego 
que  me  des,  señor,  licencia 
para  hablar  sólo  un  momento 
y acomodar  muchas  causas 
de  quien  verás  los  efectos. 

CONDE 

Hablad  lo  que  os  diere  gusto, 
que  del  vuestro  le  tendremos; 
que  siempre  vuestras  palabras 
responden  a vuestros  hechos. 

DON  FERNANDO 

Yo  soy.  Arlaxa,  el  cristiano, 
y entiende  que  ya  no  miento, 
don  Fernando,  el  de  la  fama, 
que  te  enamoró  el  deseo. 

La  palabra  que  le  diste 


a Alimuzel  tenga  efecto, 
que  él  hará  entrega  de  mí, 
pues  yo  en  sus  manos  me  entrego. 
Y vos,  don  Juan  valeroso, 
cuyo  honrado  y noble  intento 
os  trujo  a tal  confusión 
que  os  turbó  el  conocimiento, 
perdonad  a vuestra  hermana, 
que  el  romper  del  monesterio 
redundará  en  su  alabanza, 
señor,  sí  vos  gustáis  dello. 

Sin  dote  será  mi  esposa; 
que  nunca  falta  el  dinero 
donde  los  gustos  se  miden 
y se  estrechan  los  deseos. 

En  esta  mora  en  el  traje 
a vuestra  hermana  os  ofrezco, 
y a mi  esposa,  si  ella  quiere. 

DOÑA  MARGARITA 

Yo  SÍ  quiero. 

DON  FERNANDO 

Yo  SÍ  quiero. 

DON  JUAN 

¿No  es  aqueste  Vozmediano? 

VOZMEDIANO 

El  mismo. 

DON  JUAN 

¡Gracias  al  cielo 
que,  tras  de  tantos  nublados. 


claro  el  Sol  y alegre  veo! 

No  es  este  famoso  día 
de  venganzas,  y no  tengo 
corazón  a quien  no  ablande 
tal  sumisión  y tal  ruego. 

Yo  perdono  a Margarita, 
y por  esposa  os  la  entrego^ 
Alejandro  de  mi  hacienda, 
pues  la  mitad  os  ofrezco. 

ARLAXA 

Y yo  la  mano  a Muzel; 
que,  aunque  mora,  valor  tenga 
para  cumplir  mi  palabra; 
cuanto  más  que  lo  deseo. 

CONDE 

Tan  alegre  destas  cosas 
estoy,  cuanto  estoy  suspenso,, 
porque  dellas  veo  el  fin, 
y no  imagino  el  comienzo. 

DON  FERNANDO 

¿Ya  no  te  he  dicho,  señor, 
que  te  lo  diré  a su  tiempo? 
Entra  uno. 

UNO 

En  este  punto  expiró 
el  buen  alférez  Robledo. 

GUZMÁN 

Dios  le  perdone,  y mil  gracias 
doy  al  piadoso  cielo. 


que  me  quitó  de  los  hombros 
tan  pesado  sobrehueso. 

Quien  quiera  tener  la  vida 
rendida  a cualquier  encuentro, 
y no  tener  gusto  en  ella 
ni  velando  ni  durmiendo, 
afrente  a algún  bien  nacido, 
y verá  presente  luego 
el  rostro  que  el  temor  tiene, 
las  sospechas  y el  recelo. 

BUITRAGO 

Quien  quisiere  se  le  quite 
todo  temor,  todo  miedo, 
tenga  hambre,  y verá  cómo 
cesa  todo  en  no  comiendo. 

DON  MARTÍN 

Yo  añadiré  las  raciones, 
Buitrago. 

BUITRAGO 

¡Hágate  el  cielo 
vencedor  nunca  vencido 
por  casi  siglos  eternos! 

CONDE 

Entremos  en  la  ciudad, 
señor  don  Francisco. 

DON  FRANCISCO 

Entremos, 

porque  a la  vuelta  me  llaman 
estos  favorables  vientos. 


y quiero  deste  principio 
entender  estos  sucesos, 
porque,  en  ser  de  don  Fernando, 
gustaré  de  que  sean  buenos. 

BUITRAGO 

Toqúense  las  chirimías, 
y serán,  si  bien  comemos, 
dulces  y alegres  las  fiestas. 

GUZMÁN 

¿Y  si  no? 

BUITRAGO 

Renegaremos. 

UNO 

jBuitrago,  daca  el  almal 

BUITRAGO 

¡Hijo  de  puta!  ¿Tenemos 
más  almas  que  dar,  bellaco? 

UNO 

¡Daca  el  alma! 

BUITRAGO 

¡Por  San  Pedro, 
que  si  os  asgo,  hi  de  poltrón, 
que  habéis  de  saber  si  tengo 
alma  que  daros! 

GUZMÁN 

Buitrago, 

no  haya  más,  que  llega  el  tiempo 


de  dar  fin  a esta  comedia, 
cuyo  principal  intento 
ha  sido  mezclar  verdades 
con  fabulosos  intentos. 


FIN  DE  ESTA  COMEDIA 


COMEDIA  FAMOSA  DE  LA  CASA 
DE  LOS  CELOS  Y SELVAS  DE 
ARDENIA 


Los  que  hablan  en  ella  son: 

Reinaldos. 

Malgesí. 

Roldan. 

Galalón. 

Emperador  Carlomagno. 

Angélica. 

Bernardo  del  Carpió. 

Una  dueña. 

Un  escudero. 

Argalia. 

Espíritu  de  Merlín. 

Marfisa. 

Lauso,  pastor. 

CoRiNTo,  pastor. 

Rústico,  pastor. 

Clori,  pastora. 

El  Temor. 

La  Sospecha. 

La  Curiosidad. 

Comedias. —T.  II. 


11 


162 

La  Desesperación. 
Los  Celos. 

La  diosa  Venus. 
Cupido. 

Mala  fama. 

Buena  fama. 

Ferraguto. 

Castilla. 

Un  ángel. 

Un  paje. 


TORNADA  PRIMERA 


Entran  Reinaldos  y Malgesí, 

REINALDOS 

Sin  duda  que  el  ser  pobre  es  causa  desto. 
Pues,  ¡vive  DiosI,  que  pueden  estas  manos 
echar  a todas  horas  todo  el  resto 
con  bárbaros,  franceses  y paganos. 

¿A  mí,  Roldán,  a mí  se  ha  de  hacer  esto? 
Levántate  a los  cielos  soberanos 
el  confalón  (1)  que  tienes  de  la  Iglesia. 

O reniego,  o descreo. 

MALGESÍ 

¡Oh  hermanol 


REINALDOS 

¡Oh  pesia!. 

MALGESÍ 

Mira  que  suenan  mal  esas  razones. 

REINALDOS 

Nunca  las  pasa  mi  intención  del  techo. 


0)  Bandera. 


164 


MALGESÍ 

Pues  ¿por  qué  a pronunciallas  te  dispones? 

REINALDOS 

{Rabio  de  enojo  y muero  de  despechol 

MALGESÍ 

Pdnesme  en  confusión. 

REINALDOS 

Y tú  me  pones... 

{Déjame,  que  revienta  de  ira  el  pecho! 

MALGESÍ 

{Por  Dios!,  que  has  de  decirme  en  este  instante 
con  quién  las  has. 

REINALDOS 

Con  el  señor  de  Agíante. 

Con  aquese  bastardo,  mal  nacido, 
arrogante,  hablador,  antojadizo, 
más  de  soberbia  que  de  honor  vestido. 

MALGESÍ 

¿No  me  dirás,  Reinaldos,  qué  te  hizo? 

REINALDOS  - 

¿Qué  a tanto  desprecio  he  yo  venido, 
que  asi  ose  atrevérseme  un  mestizo? 

{Pues  juro  a fe  que,  aunque  le  valga  Roma, 
que  le  mate,  y le  guise,  y me  le  comal 
En  un  balcón  estaba  de  palacio, 
y con  él  GalalÓn,  junto  a su  lado;^ 
yo  entraba  por  el  patio,  muy  de  espacio, 
cual  suelo,  de  mí  mismo  acompañado.  . 


Los  dos  miraron  mi  bohemio  lacio  (1) 
y no  de  perlas  mi  capelo  ornado; 
tomáronse  a reír,  y,  a lo  que  creo, 
la  risa  fué  de  ver  mi  pobre  arreo. 

Subí  como  con  alas  la  escalera, 
de  rabia  lleno  y de  temor  vacío; 
no  los  hallé  donde  los  vi,  y quisiera 
ejecutar  en  mí  mi  furia  y brío. 

Entráronse  allá  dentro,  y,  si  no  fuera 
porque  debo  respeto  al  señor  mío, 
en  su  presencia  le  sacara  el  alma, 
pequeña  a tanta  injuria,  y débil  palma. 

De  aquel  traidor  de  Galalón  no  hago 
cuenta  ninguna,  que  es  cobarde  y necio; 
de  Roldán,  sí,  y en  ira  me  deshago, 
pues  me  conoce,  y no  me  tiene  en  precio. 

Pero  presto  tendrán  los  dos  el  pago, 
pagando  con  sus  vidas  mi  desprecio, 
aunque  lo  estorbe... 

MALGESÍ 

¿No  ves  que  desatinas? 

REINALDOS 

Ck)n  aquesas  palabras  más  me  indinas. 

MALGESÍ 

Roldán  es  éste;  vesle  aquí  que  sale, 
y con  él  Galalón. 


(1)  Capotillo,  capa  pequeña. 


REINALDOS 

Hazte  a una  parte, 
que  quiero  ver  lo  que  este  infame  vale, 
que  es  tenido  en  el  mundo  por  un  Marte. 

EnUan  Roldán  y Galalón. 

¡Agora  sí,  burlón,  que  no  te  cale 
en  la  estancia  de  Carlos  retirarte, 
ni  a ti  forjar  traiciones  y mentiras 
para  volver  pacíficas  mis  iras! 

GALALÓN 

Vuélveme,  porque  es  éste  un  atrevido, 
y el  decir  y hacer  pone  en  un  punto. 
Vase, 

REINALDOS 

¡Bien  os  habéis  de  mi  ademán  reída 
los  dos,  a fe! 

ROLDAN 

Que  está  loco  barrunto. 

REINALDOS 

¿Dónde  está  aquel  cobarde? 

MALGESÍ 

. Ya  se  ha  ido. 

REINALDOS 

Tuvo  temor  de  no  quedar  difunto 
si  un  soplo  le  alcanzara  de  ,mi  boca. 

ROLDAN 

¡A  risa  su  arrogancia  me  provoca! 

^*Con  quién  las  has,  Reinaldos? 


REINALDOS 


¿Yo?  Contigo. 


ROLDAN 

¿Conmigo?  ¿Pues  por  qué? 

REINALDOS 

Ya  tú  lo  sabes. 

ROLDAN 

No  sé  más  de  que  siempre  fui  tu  amigo, 
pues  de  mi  voluntad  tienes  las  llaves. 

REINALDOS 

Tu  risa  ha  sido  deso  buen  testigo; 
no  hay  para  qué  tan  sin  porqué  te  alabes. 
Dime:  ¿puede,  ppr  dicha,  la  pobreza 
quitar  lo  que  nos  da  Naturaleza? 

Que  yo  trujera  con  anillos  de  oro 
adornadas  mis  manos,  y trujera 
con  pompa,  a modo  de  real  decoro, 
mi  persona  compuesta;  ¿adóndequiera 
rindiera  yo  con  esto  al  fuerte  moro 
o al  gallardo  español,  que  nos  espera? 
No;  que  no  dan  costosos  atavíos 
fuerza  a los  brazos  y a los  pechos  bríos. 
Mi  persona  desnuda,  y esta  espada, 
y este  indomable  pecho  que  conoces, 
ancha  se  harán  adondequiera  entrada, 
como  en  la  seca  mies  agudas  hoces. 

Mi  fuerza  conocida  y estimada 
está  por  todo  el  orbe  dando  voces, 
diciendo  quién  soy  yo,  y así,  tu  burla 
contra  toda  razón  de  mí  se  burla. 


Y por  que  veas  que  en  razón  me  fundo, 
mete  mano  a la  espada  y haz  la  prueba; 
verás  que  en  nada  no  te  soy  segundo. 

Ni  es  para  mí  el  probarte  cosa  nueva. 
¿Qué  de  nuevo  te  ríes,  pese  al  mundo? 

ROLDAN 

¿Qué  endiablado  furor,  primo,  te  lleva 
a romper  nuestras  paces,  o qué  risa 
así  el  aviso  tuyo  desavisa? 

MALGESÍ 

Dice  que  dél  hiciste  burla  cuando 
entraba  por  el  patio  de  palacio, 
su  poco  fausto  y soledad  mirando, 
y su  bohemio,  por  antiguo,  lacio. 
Pensólo,  y,  su  estrecheza  contemplando, 
y creyendo  la  burla,  en  poco  espacio 
la  escalera  subió,  y si  allí  os  hallara, 
en  llanto  vuestra  risa  se  tornara. 

ROLDAN 

Hiciera  mal,  porque  por  Dios  os  juro 
que  no  me  pasó  tal  por  pensamiento; 
y desto  puede  estar  cierto  y seguro, 
pues  yo  lo  digo,  y más  con  juramento. 
Al  pilar  de  la  Iglesia,  al  fuerte  muro, 
al  amparo  de  Francia  y al  aliento 
de  los  pechos  valientes,  ¿quién  osara, 
aunque  en  ello  la  vida  le  importara? 
Esta  disculpa  baste,  ¡oh  primo  amado!, 
para  templar  vuestra  no  vista  furia; 


169 


que  no  es  costumbre  de  mi  pecho  honrado 
hacer  a nadie  semejante  injuria. 

Y más  a vos,  que  solo  habéis  ganado 
más  oro  que  tendrá  y tiene  Liguria, 
si  es  que  la  honra  vale  más  que  el  oro 
que  en  Tíbar  cierne  el  mal  vestido  moro. 

Dadme  esa  mano,  ¡oh  primo!,  porque  en  uno 
estas  dos  que  imagino  sin  iguales, 
no  siento  yo  que  habrá  valor  alguno 
que  de  su  puerta  llegue  a los  umbrales. 

Vuelve  Galalón  con  el  emperador  Carlomagno. 

EMPERADOR 

¿Qué  asi  comenzó  a hablar  el  importuno, 
y descubrió  en  el  modo  indicios  tales 
que  presto  de  la  lengua  desmandada 
pasaría  la  cólera  a la  espada? 

GALALÓN 

No  los  pongas  en  paz,  porque  es  prudencia, 

y en  materia  de  estado  esto  se  advierte, 

tener  a tales  dos  en  diferencia, 

que  son  ministros  de  tu  vida  y muerte; 

que  habiendo  entre  dos  grandes  competencia 

y entre  dos  consejeros,  de  tal  suerte 

el  uno  y otro  a sus  contrarios  temen, 

que  es  fuerza  que  en  virtud  ambos  se  extremen,. 

por  temor  de  las  ciertas  parlerías 

que  te  podrá  decir  aquél  de  aqueste; 

y no  desprecies  las  razones  mías, 

si  no  quieres  que  caro  no  te  cueste. 


170 


EMPERADOR 

No  están  de  aquel  talante  que  decías. 

Di:  ¿Roldán  no  es  aquél?  ¿Reinaldos  éste? 

En  paz  están,  y asidos  de  la  mano. 

GALALÓN 

Señores,  ¿no  habéis  visto  a Carlomagno? 

ROLDAN 

jOh  grande  emperador! 

EMPERADOR 

¡Oh  amados  primos! 
¿Habéis  tenido  algún  enojo  acaso? 

ROLDAN 

Sin  padrinos,  los  dos  nos  avenimos 
cuando  torcemos  de  amistad  el  paso. 

Muchas  veces  confieso  que  reñimos; 
mas  ninguna  de  veras. 

GALALÓN 

A hablar  paso 

Reinaldos  y sin  cólera,  no  hiciera 
que  nuestro  emperador  aquí  viniera; 
que  yo  le  truje  imaginando,  cierto, 
que  estábades  los  dos  ya  en  gran  batalla. 

MALGESÍ 

Holgáraste  que  el  uno  fuera  muerto, 
y aun  los  dos;  que  este  intento  en  ti  se  halla. 

EMPERADOR 

Tu  temor  ha  salido  en  todo  incierto. 

De  lo  que  a mí  me  place,  es  que  la  malla 


171 


y los  aceros  de  estos  dos  varones 
requieren  más  honrosas  ocasiones. 

ROLDAN 

Reinaldos,  no  le  tengas  ojeriza 
a Galalón,  que  a fe  que  es  nuestro  amigo. 

MALGESÍ 

¡Así  le  viese  yo  hecho  ceniza, 

‘O  de  la  suerte  que  en  mi  mente  digo! 

-Este  es  el  soplo  que  aquel  fuego  atiza 
y enciende,  por  quien  siempre  es  enemigo 
íiuestro  buen  rey  de  nuestro  buen  linaje. 

REINALDOS 

]Cuán  sin  aliento  viene  aqueste  pajel 

PAJE 

Señor,  si  quieres  ver  una  ventura 
que  en  la  vida  se  ha  visto  semejante, 
ponte  a este  corredor;  que  te  aseguro 
que  es  aventicio  (1)  hermoso  y elegante. 

REINALDOS 

jDonoso  ha  estado  el  paje! 

PAJE 

Yo  lo  juro 

por  vida  de  mi  padre.  Trae  delante 
una  diosa  del  cielo  dos  salvajes 
que  sirven  de  escuderos  y de  pajes; 


(l)  Suceso. 


172 


una  que  debe  ser  su  bisabuela 
viene  detrás  sobre  una  muía  puesta. 

Digo  que  es  cosa  de  admirar.  Mas  hela 
do  asoma;  ved  si  viene  bien  compuesta.. 

MALGESÍ 

¿Si  viene  con  mistura  de  cautela 
tan  grande  novedad? 

EMPERADOR 

Poco  te  cuesta 

saberlo,  si  tu  libro  traes  a mano. 

MALGESÍ 

Aquí  le  tengo,  y el  saberlo  es  llano. 

Apártase  Malgesí  a un  lado  del  teatro,  saca  un  librea 
pequeño,  pénese  a leer  en  él,  y luego  sale  una  figura 
de  demonio  por  lo  hueco  del  teatro  y pénese  al  lado 
de  Malgesí;  y han  de  haber  comenzado  a entrar  por 
el  patio  Angélica  la  bella  sobre  un  palafrén,  embo- 
zada y lo  más  ricamente  vestida  que  ser  pudiere;  traen 
la  rienda  dos  salvajes  vestidos  de  yedra  o de  cáñamo 
teñido  de  verde;  detrás  viene  una  dueña  sobre  una 
muía  con  gualdrapa;  trae  delante  de  sí  un  rico  cofre- 
cillo y a una  perrilla  de  falda;  en  dando  una  vuelta 
al  patio,  la  apean  los  salvajes,  y va  donde  está  el 
Emperador,  el  cual,  como  la  ve,,  dice: 

EMPERADOR 

Digo  que  trae  gallarda  compostura 
y que  es  gallardo  el  traje  y peregrino, 


y que  si  llega  al  brío  la  hermosura, 
que  pasa  de  lo  humano  a lo  divino. 

MALGESÍ 

¿Aventura  es  aquesta?  Es  desventura. 

EMPERADOR 

¿Qué  dices,  Malgesi? 

MALGESÍ 

No  determino 

aún  bien  lo  que  es. 

EMPERADOR 

Pues  mira  más  atento. 

MALGESÍ 

Ya  procuro  cumplir  tu  mandamiento. 

EMPERADOR 

Salid  a la  escalera  a recebilla, 
y traed  a la  dama  a mi  presencia. 

REINALDOS 

Cierto  que  es  ésta  extraña  maravilla. 

MALGESÍ 

Cierto  que  no  yerra  aquí  mi  ciencia., 

EMPERADOR 

¿Qué  es  eso,  Malgesi? 

MALGESÍ 

• i..  Darás  a oílla 

gratos  oídos,  pero  no  creencia; 


174 


que  esta  dama  que  ves...  Aun  no  sé  el  resto; 
escúchala,  que  yo  lo  sabré  presto. 

Entra  en  el  teatro  Angélica  con  los  salvajes  y la  Dueña, 
acompañada  de  Reinaldos,  Roldán  y Galalón;  viene 
Angélica  embozada. 

ANGÉLICA 

Prospere  el  alto  cielo, 

poderoso  señor,  tu  real  estado, 

y seas  en  el  suelo 

por  uno  y otro  siglo  prolongado 

de  tan  rara  ventura, 

que  del  tiempo  mudable  esté  segura. 

Puesto  que  tu  presciencia 

de  un  sí  cortés  me  tiene  asegurada, 

no  osaré  sin  licencia 

decirte,  ¡oh  gran  señor!,  una  embajada 

que  aumentará  la  fama 

que  a tanto  prez  y a tanto  honor  te  llama. 

EMPERADOR 

Decid  lo  que  os  pluguiere. 

ANGÉLICA 

Hizo  verdad  tu  si  mi  pensamiento. 

Presta  a lo  que  dijere, 
sagrado  emperador,  oído  atento, 
y préstenmele  aquellos 
a quien  la  gola  señaló  sus  cuellos. 

Soy  única  heredera 

del  gran  rey  Galafrón,  cuyo  ancho  imperio 
deste  mar  la  ribera. 


175 


ni  aun  casi  la  mitad  del  hemisferio, 

sus  límites  describe; 

que  en  otros  mares  y otros  cielos  vive. 

A su  grandeza  iguala 

su  saber,  en  el  cual  tuvo  noticia 

ser  mi  ventura  mala, 

si  así  como  el  estado  real  codicia, 

a varón  me  entregase 

que  en  sangre  y en  grandeza  me  igualase. 

Halló  por  cierto  y llano 

que  el  que  venciese  en  singular  batalla 

a un  mi  pequeño  hermano 

que  viste  honrosa,  aunque  temprana  malla, 

éste,  cierto,  sería 

bien  de  su  reino  y la  ventura  mía. 

Por  provincias  diversas 

he  venido  con  él,  donde  he  tenido, 

ya  prósperas,  ya  adversas 

venturas,  y a la  fin  me  he  conducido 

a este  reino  de  Francia, 

donde  tengo  por  cierta  mi  ganancia. 

De  Ardenia  en  las  umbrosas 

selvas  queda  mi  hermano,  allí  esperando 

quien,  ya  por  codiciosas 

prendas,  o esta  belleza  átsQznáo  (Desembózase.), 
su  fuerte  brazo  pruebe; 
y es  lo  que  he  de  decir  lo  que  hacer  debe. 

Quien  fuere  derribado 

del  golpe  de  la  lanza,  ha  de  ser  preso, 

porque  le  está  vedado 

poner  mano  a la  espada;  y es  expreso 


del  rey  este  mandato, 

o,  por  mejor  decir,  concierto  y pacto. 

Y si  tocare  el  suelo 

mi  hermano,  quedará  quien  le  venciere 

levantado  a mi  cielo, 

o noble  sea,  o sea  el  que  se  fuere, 

y no  de  otra  manera. 

MALGESÍ 

¡Qué  bien  que  lo  relata  la  hechiceral 

ANGÉLICA 

Ea,  pues,  caballeros; 

quien  reinos  apetece  y gentileza, 

aprestad  los  aceros, 

que  a poco  precio  venden  la  belleza 

que  veis;  venid  en  vuelo. 

ROLDAN 

¡Por  Dios,  que  encanta! 

REINALDOS 

Admira,  ¡vive  el  cielo! 

ANGÉLICA 

Ya  te  he  dicho  mi  intento; 
conviéneme  que  dé  la  vuelta  luego. 

Entrase  la  sombra. 

EMPERADOR 

Deteneos  un  momento, 

si  es  que  puede  con  vos  mi  mando  o ruego, 

por  que  seáis  servida 

según  vuestra  grandeza  conocida. 


ANGÉLICA 


Lo  imposible  me  pides; 
dame  licencia  y queda  en  paz. 

EMPERADOR 

Pues  veo 

que  a tu  gusto  te  mides, 

en  buen  hora  te  vuelve,  y el  deseo 

de  servirte  recibe. 

MALGESÍ 

¡El  mismo  engaño  en  esta  falsa  vive! 
Vase  Angélica  y su  compañía. 

REINALDOS 

¿Para  qué  vas  tras  ella, 

Roldán? 

ROLDÁN 

Son  excusadas  tus  demandas. 

REINALDOS 

Yo  solo  he  de  ir  con  ella. 

ROLDÁN 

¡Qué  impertinente  y qué  soberbio  andas! 

REINALDOS 

¡Detente,  no  la  sigas! 

ROLDÁN 

Reinaldos,  bueno  está;  no  me  persigas. 

MALGESÍ 

Deten  los,  no  los  dejes; 
haz,  señor,  que  se  prenda  aquella  maga. 
Comedias.— T.  II. 


REINALDOS 


Como  de  aquí  te  alejes, 
daréte  de  tu  intento  justa  paga. 

EMPERADOR 

¿Qué  desvergüenza  es  ésta? 

MALO  ESI 

Manda  prender  aquella  deshonesta, 

que  será,  a lo  que  veo, 

la  ruina  de  Francia  en  cierto  modo. 

ROLDAN 

Cumpliré  mi  deseo 

a tu  pesar,  y aun  al  del  mundo  todo. 

REINALDOS 

Camina,  pues,  y guarte. 

EMPERADOR 

Acaba,  Malgesí,  de  declararte. 

MALGESÍ 

Esta  que  has  visto  es  hija 

del  Galafrón,  cual  dijo;  mas  su  intento, 

que  el  cielo  le  corrija, 

es  diferente  del  fingido  cuento, 

porque  su  padre  ordena 

tener  tus  doce  Pares  en  cadena, 

y,  si  los  prende,  piensa 

venir  sobre  tu  reino  y conquistalle; 

y trázase  esta  ofensa 

con  enviar  su  hijo  y adornalle 


con  una  hermosa  lanza, 

con  que  de  todos  la  Vitoria  alcanza. 

La  lanza  es  encantada, 

y tiene  tal  virtud,  que,  aquel  que  toca, 

le  atierra,  y es  dorada; 

por  eso  pide  aquella  infame  y loca 

que  la  espada  no  prueben 

los  que  a la  empresa  con  valor  se  atreven. 

Por  añagaza  pone 

aquella  incom.parable  hermosura; 

que  el  corazón  dispone 

aun  de  la  más  cobarde  criatura 

para  que  el  hecho  intente, 

do,  aunque  se  pierda,  nunca  se  arrepiente. 

Serán  tus  doce  Pares 

presos  si  no  lo  estorbas,  señor  mío, 

y otros  muchos  millares 

de  los  tuyos  qué  tienen  fuerza  y brío 

para  mayores  cosas. 

EMPERADOR 

Las  que  has  contado  son  bien  espantosas; 
mas  no  sé  remediallas, 
y es  porque  no  las  creo.  A ti  te  queda 
creellas  y estorballas. 

MALGESÍ 

Haré  cuanto  mi  industria  y ciencia  pueda. 

GALALÓN 

No  son  muy  verdaderos, 
a decirte  verdad,  tus  consejeros. 

Entranse  el  Emperador  y Galalón. 


180 


MALGESÍ 

Mi  hermano  va  enojado 

con  Roldán;  estorbar  quiero  su  daño. 

En  laberinto  he  entrado 

que  apenas  saldré  dél.  ¡Oh  ciego  engaño, 

oh  fuerza  poderosa 

de  la  mujer  que  es,  sobre  falsa,  hermosal 
Entrase  Malgesí,  y entra  Bernardo  del  Carpió  armado^ 
y tráele  la  celada  un  Vizcaíno  , su  escudero,  con 
botas  y fieltro,  y su  espada, 

BERNARDO 

Aqui,  fuera  de  camino, 
podré  reposar  un  poco. 

VIZCAÍNO 

Señor  sabio,  que  estás  loco, 
tino  vuelves  desatino. 

Vizcaíno  que  escudero 
llevas  contigo,  te  avisa 
camines  no  tanta  prisa, 

• paso  lleves  de  arriero. 

Tierra  buscas,  tierra  dejas, 
tanta  parece  hazaña, 

. pues,  metiendo  en  tierra  extraña, 
por  Dios,  de  propria  te  alejas. 

Bien  que  en  España  hay  qi;e  hacer; 
moros  tienes  en  fronteras, 
tambores,  pitos,  banderas 
hay  allá;  ya  puedes  ver. 


BERNARDO 


¿Ya  no  te  he  dicho  el  intento 
que  a esta  tierra  me  ha  traído? 

VIZCAÍNO 

Curioso  mucho  atrevido 
goza  nunca  pensamiento. 

Bien  podrás,  bien  podrás 
dejar  mala  tanta  hazaña; 
a las  de  guerra  y España 
llama. 

BERNARDO 

Ya  te  entiendo,  Blas. 

VIZCAÍNO 

Bien  es  que  sepas  de  yo 
buenos  que  consejos  doy; 
que,  por  Juan  Gaicoa  (1),  soy 
vizcaíno;  burro,  no. 

Señor,  mira,  si  es  que  ver 
poder  quieres  del  francés, 
camino  aqueste  no  es 
derecho;  puedes  volver. 

BERNARDO 

Dicen  que  estas  selvas  son 
donde  se  hallan  de  contino, 
por  cualquier  senda  o camino, 
venturas  de  admiración, 
y que  en  la  mitad  o al  fin. 


(1)  Dios,  en  vascuence,  es  Jaungoicoa.  . 


o al  principio  o no  sé  dónde, 
entre  unos  bosques  se  esconde 
el  gran  padrón  de  Merlín, 
aquel  grande  encantador, 
que  fué  su  padre  el  demonio. 

VIZCAÍNO 

Echado  está  testimonio, 
y levántanle,  señor. 

BERNARDO 

Hele  de  buscar  y hallar, 
si  mil  veces  rodease 
estas  selvas. 

VIZCAÍNO 

Tiempo  vase; 

duerme,  o vuelve  a caminar. 
BERNARDO 

Vuelve,  y ve  si  Ferraguto 
viene,  que  se  quedó  atrás, 
y a do  quedo  le  dirás. 

VIZCAÍNO 

Escudero  siempre  puto. 

BERNARDO 

Dura  y detestable  guerra, 
por  sólo  aquesto  eres  buena; 
que  en  pluma  vuelves  la  arena, 
y en  blanda  cama  la  tierra. 

Tú  ofreces,  doquier  que  estás, 
anchos  y extendidos  lechos. 


183 


si  no  es  que  hay  campos  estrechos 
por  donde  los  pasos  das. 

Eres  un  cierto  beleño 
que,  entre  cuidados  y enojos, 
ofreces  siempre  a los  ojos 
blando,  aunque  forzoso  sueño. 

Eres  de  su  calidad, 
según  muestra  la  experiencia, 
madre  de  la  diligencia, . 
madrastra  de  ociosidad. 

Venid  acá  vos,  cimera, 
rica  y extremada  pieza, 
y,  pues  sois  de  la  cabeza, 
servidme  de  cabecera, 
que  ya  el  sueño  de  rondón 
va  ocupando  mis  sentidos. 

¡Bien  dicen  que  los  dormidos 
imagen  de  muerte  son! 

Echase  a dormir  Bernardo  junto  al  padrón  de  Mer- 
Un,  que  ha  de  ser  un  mármol  jaspeado  que  se  pueda 
abrir  y cerrar,  y a este  instante  aparece  encima  de  la 
montaña  el  mancebo  Argalia,  hermano  de  Angélica 
la  bella,  armado  y con  una  lanza  dorada. 

ARGALIA 

Mucha  tierra  se  descubre 
de  encima  desta  montaña: 
de  aquesta  parte  es  campaña, 
de  estotra  el  bosque  la  cubre; 
allí  el  camino  blanquea, 
y hasta  París  va  derecho. 


184 


|Si  mi  hermana  hubiese  hecho 
el  gran  caso  que  deseal 
Mas,  si  no  me  miente  acaso 
la  vista,  aquella  es,  sin  duda, 
que  el  camino  trueca  y muda, 
y hacia  aquí  endereza  el  paso. 

Los  palafrenes  envía 
por  el  camino  real. 

En  cuanto  hace,  no  hace  mal; 
recebirla  es  cortesía. 

Entrase  Argalia,  y sale  Angélica  con  los  salvajes 
y la  Dueña, 

ANGÉLICA 

Cierto  que  es  ésta  la  senda, 
o no  acierto  bien  las  señas, 
y a la  vuelta  destas  peñas 
sin  duda  está  nuestra  tienda. 

DUEÑA 

¿Cuándo,  señora,  veremos 
el  fin  de  nuestros  caminos? 

¿Cuándo  destos  desatinos 
a buen  acuerdo  saldremos? 

¿Cuándo  me  veré,  ¡ay  de  mí!, 
con  mi  almohadilla,  sentada 
en  estrado  y descansada, 
como  algún  tiempo  me  vi? 

¿Cuándo  dejaré  de  andar, 
cuando  el  Sol  salga  o tramonte, 
deste  monte  en  aquel  monte, 
de  un  lugar  a otro  lugar? 


¿Cuándo  de  mis  redomillas 
veré  los  blancos  afeites, 
las  unturas,  los  aceites, 
las  adobadas  pasillas? 

¿Cuándo  me  daré  un  buen  rato 
en  reposo  y sin  sospecha? 

Que  traigo  esta  cara  hecha 
una  suela  de  zapato. 

Los  crudos  aires  de  Francia 
me  tienen  de  aqueste  modo. 

ANGÉLICA 

Calla,  que  bien  se  hará  todo. 

DUEÑA 

No  te  arriendo  la  ganancia; 
que,  según  yo  vi  el  denuedo 
de  aquellos  dos  paladines, 
de  tus  caminos  y fines 
esperar  buen  fin  no  puedo. 

ANGÉLICA 

No  atinas  con  la  verdad; 
calla,  que  mi  hermano  viene. 

Entra  Árgalia. 

ARGALIA 

¡Oh  rico  archivo,  do  tiene 
sus  tesoros  la  beldadi 
¿Cómo  vienes,  y en  qué  modo 
has  salido  con  tu  intento? 


186 


ANGÉLICA 


Midióse  a mi  pensamiento 
la  ventura  casi  en  todo. 

Vámonos  al  pabellón, 
que  allí,  de  espacio  y sentada, 
contaré  de  mi  embajada 
el  principio  y conclusión. 

ARGALIA 

Bien  dices,  hermana;  ven, 
que  bien  cerca  de  aquí  está. 

DUEÑA 

La  triste  que  cual  yo  va, 
yo  sé  que  no  va  muy  bien; 
que  de  la  madre  me  aprieta 
un  gran  dolor  en  verdad. 

Todo  aquesto  es  frialdad 
deste  andar  a la  jineta. 

Entranse  todos ^ si  no  Bernardo,  que  aun  duerme;  suene 
música  de  flautas  tristes;  despierta  Bernardo,  ábrese 
el  padrón,  pare  una  figura  de  muerto,  y dice 

ESPÍRITU 

Valeroso  español,  cuyo  alto  intento 
de  tu  patria  y amigos  te  destierra, 
vuelve  a tu  amado  padre  el  pensamiento, 
a quien  larga  prisión  y escura  encierra. 

A tal  hazaña  es  gran  razón  que  atento 
estés,  y no  en  buscar  inútil  guerra 
por  tan  remotas  partes  y excusadas, 


adonde  son  las  dichas  desdichadas. 

Tiempo  vendrá  que  del  francés  valiente, 
al  margen  de  los  montes  Pireneos, 
bajes  la  altiva  y generosa  frente 
y goces  de  honrosísimos  trofeos. 

Sigue  de  tu  ventura  la  corriente, 
que  iguala  al  gran  valor  de  tus  deseos; 
verás  cómo  te  sube  tu  fortuna 
sobre  la  faz  convexa  de  la  Luna. 

Por  ti  tu  patria  se  verá  en  sosiego, 
libre  de  ajeno  mando  y señorío; 
tú  serás  agua  al  encendido  fuego 
que  arde  en  el  pecho  que  de  casto  es  frío. 
Deja  estas  selvas,  do  caminas  ciego, 
llevado  de  un  curioso  desvarío. 

Vuelve,  vuelve,  Bernardo,  a do  te  llama 
MU  inmortal  renombre  y clara  fama. 

De  Merlín  el  espíritu  encantado 
soy,  que  aquí  yago,  en  esta  selva  obscura, 
del  cielo  para  bien  y mal  guardado, 
aunque  en  mis  males  siempre  se  conjura; 
y no  seré  deste  lugar  llevado 
a la  negra  región  do  el  llanto  dura 
hasta  que  crucen  estas  selvas  fieras 
muchas  y cristianísimas  banderas. 

Mil  cosas  se  me  quedan  por  contarte, 
que  otra  vez  te  diré,  porque  ahora  importa 
detrás  de  aquestas  ramas  ocultarte, 
donde  será  tu  estada  breve  y corta. 

A dos,  que  cada  cual  por  sí  es  un  Marte, 
pondrás  en  paz,  o mostrarás  que  corta 


188 


tu  espada.  Y,  sin  hablar,  haz  lo  que  digo, 
y entiende  que  te  soy  y seré  amigo. 

Ciérrase  el  padrón,  éntrase  en  él  Bernardo  sin  hablar 
palabra,  y luego  sale  Reinaldos. 

REINALDOS 

En  vano  mis  pasos  muevo, 
pues,  entre  estas  flores  tantas,, 
no  hay  señales  de  las  plantas* 
que  por  guía  y norte  llevo. 

Que  si  aquí  hubieran  pisado,.» 
claro  estaba  que  este  suelo 
fuera  un  traslado  del  cielo,, 
de  varias  lumbres  pintado. 

¿Qué  flor  tocará  la  bella 
planta  a mí  tan  dulce  y cara,, 
que  luego  no  se  tornara, 
o ya  en  Sol,  o en  clara  estrella?" 

Lejos  estoy  del  camino 
que  a do  está  mi  cielo  guía, 
pues  este  suelo  no  envía, 
o luz  clara,  u olor  divino. 

Mas  ya  no  tendré  pereza 
en  buscar  este  sol  bello, 
pues  me  han  de  guiar  a vello 
ya  su  luz,  ya  su  belleza. 

Pero  ¿qué  es  esto,  que  el  sueñe-» 
así  me  acosa  y aprieta? 
jOh  fuerza  libre,  sujeta 
a fuerzas  de  tan  vil  dueñol 
Aquí  me  habré  de  acostar,. 


189 


al  pie  deste  risco  yerto, 
haciendo  imagen  de  un  muerto, 
pues  estoy  para  expirar. 

Recuéstase  Reinaldos,  pone  el  escudo  por  cabecera, 
y entra  luego  Roldán  embrazado  del  suyo, 

ROLDAN 

¡Tantas  vueltas  sin  provecho! 

¿Dónde,  ¡oh  sol!,  te  tramontaste 
después  que  tu  luz  dejaste 
en  lo  mejor  de  mi  pecho? 

Descúbrete,  sol  hermoso, 
que  voy  buscando  tu  lumbre 
por  el  llano  y por  la  cumbre, 

•desalentado  y ansioso. 

¡Oh  Angélica,  luz  divina 
de  mi  humana  ceguedad, 
norte  cuya  claridad 
,a  nuevo  ser  me  encamina! 

¿^Cuándo  te  verán  mis  ojos, 
o cuándo,  si  no  he  de  verte, 
vendrá  la  espantosa  muerte 
n triunfar  de  mis  despojos? 

Mas  ¿quién  es  este  holgazán 
que  duerme  con  tal  remanso? 

^No  hay  quien  no  viva  en  descanso 
sino  el  mísero  Roldán. 

¿,Qué  es  esto?  Reinaldos  es 
el  que  yace  aquí  dormido. 
jOh  primo,  al  mundo  nacido 


para  grillos  de  mis  pies, 
para  esposas  de  mis  manos,, 
para  infierno  de  mis  glorias, 
para  opuesto  a mis  Vitorias, 
para  hacer  mis  triunfos  vanos,, 
para  acíbar  de  mi  gusto! 

Mas  yo  haré  que  no  lo  seas; 
sin  que  el  mundo  ni  tú  veas 
que  paso  el  término  justo, 
quitarte  quiero  la  vida. 

Mas,  |ay  Roldán!  ¿Cómo  es  esto? 
¿Ansí  os  arrojáis  tan  presto 
a ser  traidor  y homicida? 

¿Qué  decís,  mal  pensamiento? 
¿Decísme  que  es  mi  rival, 
y que  consiste  en  su  mal 
todo  el  bien  de  mi  tormento? 

Sí  decís;  mas  yo  sé,  al  fin, 
que  el  que  es  buen  enamorada 
tiene  más  de  pecho  honrado 
que  de  traidor  y de  ruin. 

Yo  fui  Roldán  sin  amor, 
y seré  Roldán  con  él, 
en  todo  tiempo  fiel, 
pues  en  todo  busco  honor. 

Duerme,  pues,  primo,  en  sazón;- 
que  arrimo  te  sea  mi  escudo; 
que,  aunque  amor  vencerme  pudo 
no  me  vence  la  traición. 

El  tuyo  quiero  tomar, 

por  que  adviertas,  si  despiertas,. 


191; 


que  amistades  que  son  ciertas 
nadie  las  puede  turbar. 

Echase  Roldán  junto  a Reinaldos  y pone  a su  cabecera 
el  escudo  de  Reinaldos,  y luego  despierta  Reinaldos^ 

REINALDOS 

¡Angélica!  ¡Oh  extraña  vista! 

¿No  es  Roldán  este  que  veo, 
y el  que  del  bien  que  deseo 
procura  hacer  la  conquista? 

El  es;  pero  ¿quién  me  puso 
su  escudo  para  mi  arrimo? 

Tu  cortés  bondad,  ¡oh  primo!, 
sin  duda  que  esto  dispuso. 

Bien  me  pudieras  matar, 
pues  durmiendo  me  hallaste, 
por  quitar  aquel  contraste 
que  en  mi  vida  has  de  hallar; 
empero  tu  cortesía 
más  que  amor  pudo  en  tu  pecho, 
por  la  costumbre  que  has  hecho 
de  hacer  actos  de  hidalguía. 

Mas  ¿si  fué  por  menosprecio 
el  dejarme  con  la  vida? 

No,  por  ser  cosa  sabida 
que  yo  soy  hombre  de  precio, 
y tú  mismo  lo  has  probado 
una  y otra  vez  y ciento. 

No  atino  cuál  pensamiento 
tenga  por  más  acertado: 
si  me  deja  de  arrogante. 


192 


o si  fué  por  amistad; 
que  tal  vez  la  deslealtad 
vive  en  el  celoso  amante. 

¡Oh!  Si  aqueste  me  dejase 
señero  en  mi  pretensión, 
con  el  alma  y corazón 
vive  Dios  que  le  adorase; 
pero  si  no,  no  imagines, 
primo,  que  por  tu  bondad 
dejará  mi  voluntad 
de  seguir  sus  dulces  fines. 

Y de  aquesta  intención  mía  '' 
no  me  debes  de  culpar, 
porque  el  amor  y el  reinar 
nunca  admiten  compañía. 
Seguramente  a mi  lado 
pudiste  echarte  a dormir, 
pues  no  se  puede  herir 
un  hombre  que  es  encantado  (1), 
y así  la  ocasión  quitaste 
que  tu  sueño  me  ofrecía 
para  usar  la  cortesía 
de  que  tú  conmigo  usaste. 

Pero,  despierto,  veremos 
tu  intención  a do  se  inclina, 
y si  donde  yo  camina, 
pondré  medio  en  sus  extremos. 
Irá  el  parentesco  afuera, 
la  cortesía  a una  parte, 


(1)  El  cuerpo  de  Roldán  estaba  encantado  e invulnerable. 


193 


si  bajase  el  mismo  Marte 
a impedirlo  de  su  esfera. 

^Ah  Roldán!  jRoldán,  despiertal, 
que  es  gran  descuido  el  que  tienes, 
y más  si,  por  dicha,  vienes 
donde  mi  sospecha  acierta. 

Toma  tu  escudo,  y el  mío 
me  vuelve.  ¡Despierta  agoral 

ROLDÁN 

]Ay  Angélica,  señora 
de  mi  vida  y mi  albedrío! 

¿A  do  se  esconde  tu  faz, 
que  todo  mi  bien  encierra? 

REINALDOS 

Declarada  es  nuestra  guerra 
y perdida  nuestra  paz. 
jRoldán,  acaba,  levanta; 
destroquemos  los  escudos! 

ROLDAN 

¡Con  qué  dulces,  ciegos  nudos 
me  añudaste  la  garganta; 
ia  voluntad  decir  quiero, 
y el  alma  que  te  entregué! 

REINALDOS 

]Si  no  despiertas,  a fe 
que  te  despierte  este  acero, 
y aun  te  mate,  pues  me  matas, 
ahora  duermas,  ahora  veles! 

Estos  intentos  crueles 
Comedias.— T.  II. 


13 


nacen  de  entrañas  ingratas. 
Estoy  por  dejar  de  ser 
quien  soy.  ¡Acudid  al  punto, 
respetos,  que  está  difunto 
mi  acertado  procéder! 

¡Ansias  que  me  consumís, 
sospechas  que  me  cansáis, 
recelos  que  me  acabáis, 
celos  que  me  pervertísl 

Roldán  despierta. 

ROLDAN 

Reinaldos,  ¿qué  quies  hacer? 

REINALDOS 

¡Deshacerme,  o deshacerte! 

ROLDAN 

¿Quieres,  primo,  darme  muerte? 

REINALDOS 

Tu  vida  está  en  mi  querer. 

ROLDAN 

¿Cómo  en  mi  querer? 

REINALDOS 

Dirélo: 

no  más  de  en  querer  decirme 
si  vienes  a perseguirme 
en  la  busca  de  mi  cielo; 
si  es  tu  venida  a buscar 
a Angélica.  ¿No  me  entiendes? 


ROLDÁN 


¿De  saber  lo  que  pretendes...? 

REINALDOS 

¡Acabarte,  o acabar! 

ROLDAN 

¿Tanto  el  vivir  te  embaraza, 
que  tras  tu  muerte  caminas? 

REINALDOS 

Profeta  falso,  adivinas 
el  mal  que  así  te  amenaza. 

ROLDAN 

Contigo  las  cortesías 
siempre  fueron  por  demás. 

REINALDOS 

Dame  mi  escudo,  y verás 
cómo  siempre  desvarías. 

Si  a París  no  te  vuelves, 
verás  también  en  un  punto 
tu  culpa  y castigo  junto. 

ROLDAN 

¡Fácilmente  te  resuelves! 

Ni  a París  he  de  volver, 
ni  a Angélica  he  de  dejar. 
Mira  qué  quieres. 

REINALDOS 

Cortar 

tu  insolente  proceder. 


196 


¡Desharéte  entre  mis  brazos, 
aunque  seas  encantado! 

ROLDAN 

¡Eres  villano  atestado  (1), 
y quieres  luchar  a brazos! 

REINALDOS 

¡Mientes!  ¡Y  ven  con  la  espada, 
que,  aunque  seas  de  diamante, 
verás,  infame  arrogante, 
mi  verdad  averiguada! 

Vanse  a herir  con  las  espadas;  salen  del  hueco  del 
teatro  llamas  de  fuego,  que  no  los  deja  llegar, 

ROLDAN 

Bien  sé  que  anda  por  aquí, 
temeroso  de  tu  muerte, 
mas  no  ha  de  poder  valerte, 
tu  hechicero  Malgesí; 
que  pasaré  de  Aqueronte 
la  barca  por  castigarte. 

REINALDOS 

Yo  pondré  por  alcanzarte 
un  monte  sobre  otro  monte; 
arrojaré  me  en  el  fuego, 
como  ves  que  aquí  lo  hago. 

ROLDAN 

No  te  deja  dar  tu  pago 
tu  hermano. 


(1)  Cabezudo,  pertinaz. 


REINALDOS 


¡Pues  dél  reniego! 
Dice  el  espíritu  de  Merlín: 
Fuerte  Bernardo,  sal  fuera, 
y a los  dos  en  paz  pondrás. 

Sale  Bernardo. 

BERNARDO 

¡Caballeros,  no  haya  más! 
¡Guerreros  fuertes,  afuera! 

REINALDOS 

¿Mate  el  cielo  aquí  llovido? 

¿Qué  quieres,  o qué  nos  mandas? 

BERNARDO 

Son  tan  justas  mis  demandas, 
que  he  de  ser  obedecido. 

Y es  que  dejéis  la  dudosa 
lid  de  tan  esquivo  trance. 

REINALDOS 

TÚ  has  echado  muy  buen  lance, 
y la  demanda  es  donosa. 

¿Eres  español,  a dicha? 

BERNARDO 

Por  dicha,  soy  español. 

REINALDOS 

Vete,  porque  sólo  el  Sol 
ha  de  ver  nuestra  desdicha; 


que  no  queremos  testigos 
mas  que  el  Sol  en  la  lid  nuestra 

BERNARDO 

No  me  he  de  ir  sin  que  la  diestra 
os  deis  de  buenos  amigos. 

ROLDAN 

{Pesado  estás! 

BERNARDO 

Más  pesados 
estáis  los  dos  si  advertís. 

REINALDOS 

Español,  ¿cómo  no  os  is? 

BERNARDO 

Por  corteses  o rogados, 
vuestra  quistión,  por  ahora, 
no  ha  de  pasar  adelante. 

ROLDAN 

Yo  soy  el  señor  de  Agíante. 

REINALDOS 

Yo,  Reinaldos. 

BERNARDO 

Sea  en  buen  hora; 
que  ser  quien  sois  os  obliga 
a conceder  con  mi  ruego. 

ROLDAN 

Esa  razón  no  la  niego. 


REINALDOS 


Este  español  me  atosiga; 
que  siempre  aquesta  nación 
fué  arrogante  y porfiada. 

ROLDAN 

Señor,  pues  que  no  os  va  nada, 
no  impidáis  nuestra  quistión; 
dejadnos  llevar  al  fin 
nuestro  deseo,  que  es  justo. 

BERNARDO 

Aquese  fuera  mi  gusto, 
a serlo  así  el  de  Merlín. 

ROLDAN 

jOh  cuerpo  de  San  Dionís, 
con  el  español  marranol  (1). 
BERNARDO 

¡Mientes,  infame  villano! 

REINALDOS 

A plomo  cayó  el  mentís. 

¡Afuera,  Roldán,  no  más! 

ROLDÁN 

¡Deja,  que  me  abraso  en  ira! 

¿Qué  es  esto?  ¿Quién  me  retira? 
¿El  pie  de  Roldán  atrás? 

¿Roldán  el  pie  atrás?  ¿Qué  es  esto? 
¡Ni  huyo,  ni  me  retiro! 


Judío  mal  converso. 


200 

REINALDOS 

De  Merlín  es  este  tiro. 

BERNARDO 

Pues  yo  haré  que  huyáis  presto. 

Vase  retirando  Roldán  hacia  atrás,  y sube  por  la 
montaña  como  por  fuerza  de  oculta  virtud. 

REINALDOS 

i Por  cierto,  a gentiles  manos 
te  ha  traído  tu  fortuna! 

BERNARDO 

Manos  yo  no  veo  ninguna; 
pies  sí,  ligeros  y sanos. 

¿Y  qué  os  importa  tenellos 
para  huir  de  mi  presencia? 

REINALDOS 

|Sin  igual  es  tu  insolencia! 

Sube  Bernardo  por  la  peña  arriba,  siguiendo  a Rol- 
dán, y va  tras  él  Reinaldos.  Sale  Marfisa,  armada 
ricamente;  trae  por  timbre  un  ave  fénix  y un  águila 
blanca  pintada  en  el  escudo,  y mirando  subir  a los 
tres  de  la  montaña  con  las  espadas  desnudas  y que 
se  acaban  de  desparecer,  dice 

MARFISA 

¿Si  se  combaten  aquéllos? 

Si  hacen,  ponerlos  quiero 
en  paz,  si  fuere  posible. 

¡Oh,  qué  montaña  j;erriblel 
Subir  por  ella  no  espero. 

Ni  podré  a caballo  ir. 


201 


aunque  le  vuelva  a tomar; 
mas,  con  todo,  he  de  probar 
el  trabajo  del  subir. 

Bien  se  queda  en  la  espesura 
mi  caballo  hasta  que  vuelva; 
nunca  falta  en  esta  selva 
o buena  o mala  ventura. 

Sube  Marfisa  por  la  montaña,  y vuelven  a salir  al 
teatro,  riñendo,  Roldán,  Bernardo  y Reinaldos. 

ROLDAN 

No  sé  yo  cómo  sea 

que  contra  ti  no  tengo  alguna  saña, 

ni  puedo  en  tal  pelea 

mover  la  espada.  ¡Cosa  es  ésta  extraña! 

BERNARDO 

La  razón  que  me  ayuda 

pone  tus  fuerzas  y tu  esfuerzo  en  duda. 

REINALDOS 

De  Merlín  es  el  hecho, 

que  no  hay  razón  que  valga  con  su  encanto; 

que,  aunque  fuera  su  pecho 

león  en  furia  y en  dureza  un  canto, 

si  hechiceros  no  hubiera, 

nunca  mi  primo  atrás  el  pie  volviera. 

Entra  Angélica  llorando,  y con  ella  el  Vizcaíno,  escu- 
dero de  Bernardo. 

' VIZCAÍNO 

jPardiós,  echóte  al  río! 

¡Tienes,  Granada,  bravo  Ferragutol 


ANGÉLICA 

|Ay,  triste  hermano  mío! 

ROLDAN 

¿Por  qué  ese  cielo  al  suelo  da  tributo 

de  lágrimas  tan  bellas, 

si  el  mismo  cielo  se  le  debe  a ellas? 

ANGÉLICA 

Un  español  ha  muerto 
a mi  querido  hermano,  y es  un  moro 
que  no  guardó  el  concierto 
debido  a la  milicia  y su  decoro, 
y arrojóle  en  un  río. 

ROLDAN 

¿Quién  es  el  moro? 

BERNARDO 

Es  un  amigo  mío. 

ROLDAN 

¿Amigo  tuyo?  ¡Oh  perro, 
tú  llevarás  de  su  maldad  la  penal 

REINALDOS 

Roldán,  no  hagas  tal  yerro; 
deja  a mí  el  castigo. 

ANGÉLICA 

Aquí^se  ordena 
mi  muerte,  y más  desdicha 
si  de  los  dos  me  coge  alguno,  a dicha. 

A esta  selva  escura 


203 

quiero  entregar  ya  mis  ligeras  plantas, 
mi  guarda  y mi  ventura. 

BERNARDO 

¿Cómo,  Reinaldos,  di,  no  te  adelantas 
a herirme  con  tu  primo? 

Por  la  honra,  la  vida  en  poco  estimo. 

Sale  Marfisa  poniendo  paz  y poniendo  mano  a la 
espada;  éntrase  huyendo  Angélica. 

MARFISA 

¿Qué  es  esto?  ¡Afuera,  afuera; 

afuera,  caballeros!;  que  os  lo  pide 

quien  mandarlo  pudiera; 

que,  si  no  es  que  mi  luz  la  vista  impide, 

mirando  esta  divisa, 

veréis  que  soy  la  sin  igual  Marfisa. 

VIZCAÍNO 

La  puta,  la  doncella 
se  es  ida. 

ROLDAN 

¡Oh  nunca  vista  desventura! 

Forzoso  he  de  ir  tras  ella. 

REINALDOS 

Yo,  sí;  tú,  no. 

ROLDAN 

¡Notable  es  tu  locura! 

REINALDOS 

No  muevas  de  aquí  el  paso. 


204 


ROLDAN 

No  hago  yo  de  tus  locuras  caso. 

REINALDOS 

jPor  Dios  que,  si  te  mueves, 
que  te  haga  pedazos  al  instantel 

ROLDAN 

¿Qué?  ¿A  estorbarme  te  atreves, 
fanfarrón,  pordiosero  y arrogante? 

¿Cómo  te  estás  tan  quedo? 

iQue  no  me  tenga  este  cobarde  miedo! 

Bntranse  Roldán  y Reinaldos. 

VIZCAÍNO 

Señor,  déjale  vaya; 

que  pues  no  por  alli,  que  por  la  senda 

quedan  arriz  (I),  en  playa 

poned  a la  dama. 

MARFISA 

¿Por  qué  fué  la  contienda? 

BERNARDO 

Por  celos  sé  que  ha  sido. 

Dime:  ¿Ferraguto  quedó  herido? 

VIZCAÍNO 

Bueno,  puto  y qué  sano. 

BERNARDO 
¿Con  quién  tuvo  batalla? 


(1)  Asombrado,  pasmado. 


' 205 

VIZCAINO 

¿Ya  no  oíste? 

Batalla  con  hermano 

de  bella  huidora,  y pobre,  y muerto,  y triste, 

de  moro  enojo,  brío 

teniendo,  dió  con  él  todo  en  el  río, 

y queda  aquí  aguardando 

espaldas  de  montaña. 

MARFISA 

Iréte  acompañando, 

que  quiero  saber  más  de  tu  hazaña; 

que  descubro  en  ti  muestras 

que  muestran  que  eres  más  de  lo  que  muestras. 

Y advierte  que  contigo 

llevas  a la  sin  par  sola  Marfisa, 

que,  en  señas  y testigo 

que  és  única  en  el  mundo,  la  divisa 

trae  de  aquella  ave  nueva 

que  en  el  fuego  la  vida  se  renueva. 

BERNARDO 

Haréte  compañía, 

subas  al  cielo  o bajes  al  abismo. 

MARFISA 

Tan  grande  cortesía 

no  puede  parecer  sino  a ti  mismo, 

y,  usando  deste  gusto, 

yo  he  de  seguir  el  tuyo,  que  es  muy  justo. 


JORNADA  SEGUNDA 


Salen  Lauso,  pastor,  por  una  parte  de  la  montaña,  con 
su  guitarra,  y Corinto  por  la  otra,  con  otra, 

LA  uso 

;Ah  Corinto,  Corintol 

CORINTO 


¿Quién  me  llama? 

LAUSO 

Lauso,  tu  amigo. 

CORINTO 

¿Adónde  estás? 


LAUSO 


¿No  miras? 


CORINTO 

Algún  árbol  te  encubre,  alguna  rama, 
o estás  en  el  lugar  donde  suspiras 
cuando  Clori  te  muestra  el  rostro  airado, 
y en  solitaria  parte  te  retiras. 

Baja,  si  quieres,  Lauso,  al  verde  prado, 
en  tanto  que  de  Febo  la  carrera 
declina  desta  cumbre  al  otro  lado. 
Cantaremos  de  Clori  lisonjera 


al  pie  de  un  verde  sauce  o mirto  umbroso; 
que  pasa  el  pensamiento  en  ser  ligera. 

LAUSO 

Ya  abajo;  pero  no  a buscar  reposo, 
sino  a cumplir  lo  que  amistad  me  obliga 
y a pasar  a la  sombra  el  sol  fogoso; 
que  en  tanto  que  la  dulce  mi  enemiga 
se  esté  fortalecida  en  su  dureza, 
no  hay  mal  que  huya  ni  placer  que  siga. 
Bajan  los  dos  de  la  montaña. 

CORINTO 

Pesado  contrapeso  es  la  pobreza 
para  volar  de  amor,  joh  Lausol,  al  cielo, 
aunque  tengas  cien  alas  de  firmeza. 

No  hay  amor  que  se  abata  ya  al  señuelo 
de  un  ingenio  sutil,  de  un  tierno  pecho, 
de  un  raro  proceder,  de  un  casto  celo. 
Granjeria  común  amor  se  ha  hecho, 
y dél  hay  feria  franca  dondequiera, 
do  cada  cual  atiende  a su  provecho. 

LAUSO 

jOh  Clori,  para  mi  serpiente  fiera 

por  mi  estrecheza,  aunque  paloma  mansa 

para  un  alma  de  piedra  verdadera! 

¿Qué  es  posible,  cruel,  que  no  te  cansa 
de  Rústico  el  ingenio,  que  es  de  robre, 
y que  el  tuyo  estimado  en  él  descansa? 

CORINTO 

Vuélvese  el  oro  más  cendrado  en  cobre 


208 


y el  ingenio  más  claro  en  tonta  ciencia, 
si  le  toca  o le  tiene  el  hombre  pobre, 
y desto  es  buen  testigo  la  experiencia. 

Pero  escucha,  que  cantan  en  la  sierra, 
y aun  es  la  voz  bien  para  dalle  audiencia. 

Canta  Clori  en  la  montaña,  y sale  cociendo  fiches, 

CLORI 

«Derramastes  el  agua,  la  niña, 
y no  dijistes:  «¡Agua  val» 

La  justicia  os  prenderá.» 

LAUSO 

De  aquella  que  el  placer  de  mí  destierra 
es  el  suave  y regalado  acento, 
y aun  quien  sus  gustos  el  amor  encierra. 

CORINTO 

Escuchémosla,  pues. 

LAUSO 

Ya  estoy  atento. 

CLORI 

-«Derramástesla  a deshora, 
y fué  con  tan  poca  cuenta, 
que  mojastes  con  afrenta 
al  que  os  sirve  y os  adora. 

Pero  llegada  la  hora 
donde  el  daño  se  sabrá, 
la  justicia  os  prenderá.» 

LAUSO 

Bien  es  que  la  ayudemos; 
acuerda  con  el  mío  tu  instrumento. 


CORINTO 


Yo  creo  que  está  bien;  mas  ¿qué  diremos? 

LAUSO 

Su  mismo  villancico  trastrocado, 
cual  tú  sabrás  hacer. 

CORINTO 

Los  dos  le  haremos. 
Canta  Corinto. 

CORINTO 

Cautivástesme  el  alma,  la  niña, 
y tenéisla  siempre  allá; 
el  amor  me  vengará. 

Vuestros  ojos  salteadores, 
sin  ser  de  nadie  impedidos, 
se  entraron  por  mis  sentidos, 
y se  hicieron  salteadores; 
lleváronme  los  mejores, 
y tenéislos  siempre  allá; 
el  amor  me  vengará. 

■ LAUSO 

Así,  Clori  gentil,  te  ofrezca  el  prado, 
en  mitad  del  invierno,  flores  bellas, 
y cuando  el  campo  esté  más  agostado, 
y que  siempre  te  halles  al  cogellas 
con  el  júbilo  alegre  que  nos  muestra 
la  voz  con  que  se  ahuyentan  mis  querellas; 
que  esa  rara  beldad,  que  nos  adiestra 
a conocer  el  Hacedor  del  cielo, 
en  este  sitio  haga  alegre  muestra. 

Comedias.— T.  II. 


14 


210 


Volverás  paraíso  aqueste  suelo, 
y este  calor  que  nos  abrasa  ardiente, 
en  aura  blanda  y regalado  yelo. 

CLORI 

Porque  no  es  tu  demanda  impertinente, 
cual  otras  veces  suele,  haré  tu  gusto, 
que  es  en  todo  del  mío  diferente. 

CORINTO 

Dime,  Clori  gentil:  ¿do  está  el  robusto, 
el  bronce,  el  robre,  el  mármol,  leño  o tronco 
que  así  a tu  gusto  le  ha  venido  al  justo? 

Por  aquel,  digo,  desarmado  y bronco, 
calzado  de  la  frente  y de  pies  ancho, 
corto  de  zancas  y de  pecho  ronco, 
cuyo  dios  es  el  extendido  pancho, 
y a do  tiene  la  crápula  su  estancia, 
él  tiene  siempre  su  manida  y rancho. 

CLORI 

Con  él  tengo,  Corinto,  más  ganancia 
que  contigo,  con  Lauso  y con  Riselo, 
que  vendéis  discreción  con  arrogancia. 
Rústica  el  alma,  y rústico  es  el  velo 
que  al  alma  cubre,  y Rústico  es  el  nombre 
del  pastor  que  me  tiene  por  su  cielo. 

Mas,  por  rústico  que  es,  en  fin  es  hombre 
que  de  sus  manos  llueve  plata  y oro, 
Júpiter  nuevo  y con  mejor  renombre. 

El  guarda  de  mis  gustos  el  decoro, 
ora  le  envíe  al  blanco  Cita  frío 
o al  tostado  engañoso  Libio  moro. 


211 


Tiene  por  justa  ley  el  gusto  mío, 
y el  levantado  cuello  humilde  indigna 
al  yugo  que  le  pone  mi  albedrío. 

No  tiene  el  rico  Oriente  otra  tal  mina 
como  es  la  que  yo  saco  de  sus  manos, 
ora  cruel  me  muestre,  ora  benigna. 

Quédense  los  pastores  cortesanos 
con  la  melifluidad  de  sus  razones 
y dichos,  aunque  agudos,  siempre  vanos. 
No  se  sustenta  el  cuerpo  de  intenciones, 
ni  de  conceptos  trasnochados  hace 
sus  muchas  y forzosas  provisiones. 

El  rústico,  si  es  rico,  satisface 
aun  a los  ojos  del  entendimiento, 
y el  más  sabio,  si  es  pobre,  en  nada  aplace. 
Dirán  Corinto  y Lause  que  yo  miento, 
y muestra  la  experiencia  lo  contrario, 
y Rústico  lo  sabe,  y yo  lo  siento. 

LAUSO 

Es  gusto  de  mujeres  ordinario, 
en  lo  que  es  opinión,  tener  la  parte 
que  más  descubra  ser  su  ingenio  vario. 
Quisiera  dese  error,  Clori,  sacarte; 
mas  ya  estás  pertinaz  en  tu  locura, 
y en  vano  será  agora  predicarte. 

CORINTO 

Así,  pastora,  goces  tu  hermosura, 
que  me  dejes  hacer  una  experiencia; 
quizá  te  hará  volver  a tu  locura. 


212 


Verás,  pastora,  al  vivo  la  inocencia 
de  Rústico  el  pastor,  por  quien  nos  dejas. 

CLORI 

¿Para  qué  es  el  pedirme  a mí  licencia? 

LAUSO 

Paréceme  que  llega  a mis  orejas 
de  Rústico  la  voz 

CORÍNTO 

El  es,  sin  duda, 
que  a sestear  recoge  sus  ovejas. 

Rústico  aparece  por  la  montaña, 

RÚSTICO 

Mirad  si  se  cayó  en  aquella  azuda 
una  oveja,  pastores;  corred  luego, 
y cada  cual  a su  remedio  acuda. 

Dejad  mal  hora  del  herrón  (1)  el  juego. 
Aguija,  Coridón.  ¡Oh,  cómo  corre! 

¡Quién  quitara  a Damón  de  su  sosiego! 
Llegó*  ya  ^e  arrojó,  ya  la  socorre 
y la  saca  en  los  brazos  medio  muerta, 
y parece  que  un  río  de  ambos  corre. 
Esta  noche  tú,  hola,  está  alerta, 
no  venga,  como  hizo  en  la  pasada, 
el  lobo  que  la  cabra  dejó  muerta. 

Tú  acudirás,  Cloanto,  a la  majada 


(1)  Rodaja  de  hierro  horadada  en  el  centro.  Se  tiraba  desde  lejos, 
procurando  hacer  entrar  el  agujero  central  por  un  clavo  puesto  en 
el  suelo. 


213 


del  valle  de  la  Enceña,  y darás  orden 
que  estén  todos  aquí  de  madrugada. 

¡Oh  Compo!  Tú  harás  que  se  concorden 
en  el  pasto  Corbato  con  Francenio; 
que  me  da  pesadumbre  su  desorden. 

CLORI 

¡Mirad  si  tiene  Rústico  el  ingenio 
para  mandar  acomodado  y presto! 

RÚSTICO 

Tú  acude  a las  colmenas,  buen  Partenio. 
Llévese  de  las  vacas  todo  el  resto 
al  padrón  de  Merlín,  y de  las  cabras 
al  monte  o soto  de  ciprés  funesto. 

CLORI 

¿Parécenos  de  pobre  las  palabras 
que  dice? 

CORINTO 

Pues  aquí,  en  esta  espesura, 
te  has  de  esconder,  y mira  que  no  abras 
la  boca,  porque  importa  a la  aventura 
que  queremos  probar  de  nuestro  intento 
por  ver  si  es  suya  o nuestra  la  locura. 

CLORI 

Yo  enmudezco  y me  escondo,  y vuestro  cuento 
sea,  si  puede  ser,  breve  y ligero; 
que,  si  es  pesado  y grande,  da  tormento. 
Escóndese  Clori. 


LAUSO 


Corínto,  ¿qué  has  de  hacer? 

CORINTO 

Estáme  atento. 

Rústico  amigo,  al  llano  abaja;  aguija, 
que  es  cosa  que  te  importa;  corre,  corre. 

RÚSTICO 

Ya  voy,  Corinto  amigo;  espera,  espera 
mientras  que  cuento  un  centenar  de  bueyes, 
y tres  hatos  de  ovejas,  y otros  cinco 
de  cabras  desde  encima  deste  pico 
do  estoy  sentado.  ¿No  me  ves? 


CORINTO 

¡Acabal 

¿Haces  burla  de  mí? 

RÚSTICO 

Por  Dios,  no  hago; 
mas  yo  lo  dejo  todo  por  servirte. 

Vesme  aquí.  ¿Qué  me  mandas? 

CORINTO 

Que  me  ayudes 

a alcanzar  deste  ramo  un  papagayo 
que  viene  del  camino  de  las  Indias, 
y esta  noche  hizo  venta  en  aquel  hueco 
deste  árbol,  y alcanzalle  me  conviene. 

RÚSTICO 

¿Qué  llamas  papagayo?  ¿Es  un  pintado 
que  al  barquero  da  voces  y a la  barca 
y se  llama  real  por  fantasía? 


CORINTO 


Desa  ralea  es  éste;  pero  entiendo 
que  es  bachiller  y sabe  muchas  lenguas, 
principal  la  que  llaman  bergamasca. 

RÚSTICO 

¿Pues  qué  se  ha  de  hacer  para  alcanzalle? 

CORINTO 

Conviene  que  te  pongas  desta  suerte. 

Daca  este  brazo,  y lígale  tú,  Lauso, 
y átale  bien,  que  yo  le  ataré  esotro. 
RÚSTICO 

¿Pues  yo  no  estaré  quedo  sin  atarme? 

CORINTO 

Si  te  meneas,  espantarse  ha  el  pájaro; 
y asi,  conviene  que  aun  los  pies  te  atemos. 

RÚSTICO 

Atad  cuanto  quisiéredes;  que  a trueco 
de  tener  esa  joya  entre  mis  manos, 
para  que  luego  esté  en  las  de  mi  Clori, 
dejaré  que  me  atéis  dentro  de  un  saco. 

Ya  bien  átado  estoy.  ¿Qué  falta  agora? 

CORINTO 

Que  yo  me  suba  encima  de  tus  hombros 
y que  Lauso,  pasito  y con  silencio, 
me  ayude  a levantar  las  verdes  hojas 
que  cubren,  según  pienso,  el  dulce  nido. 

RÚSTICO 

Sube,  pues.  ¿A  qué  esperas? 


CORINTO 


Ten  paciencia; 

que  no  soy  tan  pesado  como  piensas. 

RÚSTICO 

¡Vive  Dios,  que  me  brumas  las  costillas? 
¿Has  llegado  a la  cumbre? 

CORINTO 

Ya  estoy  cerca. 

RÚSTICO 

Avisa  a Lauso  que  las  ramas  mueva 
pasito,  no  se  vaya  el  pajaróte. 

LAUSO 

No  se  nos  puede  ir,  que  ya  le  he  visto. 

RÚSTICO 

Pregúntale,  Corinto,  lo  que  suelen 

preguntar  a los  otros  papagayos, 

por  ver  si  entiende  bien  nuestro  lenguaje. 

CORINTO 

¿Cómo  estás,  loro,  di?  «¿Cómo?  Cautivo.» 

RÚSTICO 

¡Hi  de  puta,  qué  piezal  Di  otra  cosa. 

CORINTO 

«¡Daca  la  barca,  hao;  daca  la  barcal» 

RÚSTICO 

Y aqueso,  ¿quién  lo  dijo? 

CORINTO 


El  papagayo. 


RÚSTICO 

jOh  Clori,  qué  presente  que  te  hago! 

CORINTO 

«¡Clori,  Clori,  Clori,  Clori,  Cloril» 

RÚSTICO 

¿Es  todavía  el  papagayo  aquese? 

CORINTO 

¿Pues  quién  había  de  ser? 

RÚSTICO 

¿Hasle  ya  asido? 

CORINTO 

Dentro  en  mi  caperuza  está  ya  preso. 

RÚSTICO 

Deciende,  pues,  y véndemele,  amigo, 
que  te  daré  por  él  cuatro  novillos 
que  aun  no  ha  llegado  el  yugo  a sus  cervices, 
no  más  de  por  que  dél  mi  Clori  goce. 

LAUSO 

No  se  dará  por  treinta  mil  florines. 

RÚSTICO 

¡Ah,  por  amor  de  Dios!  Yo  daré  ciento. 
Desatadme  de  aquí,  por  que  a mi  gusto 
le  vea  y le  contemple. 

CORINTO 

Es  ceremonia 

que  en  semejantes  cazas  suele  usarse, 
que  tan  sola  una  mano  se  desate 


218 


del  que  las  dos  tuviere  y pies  atados; 
con  ésta  suelta,  puedes  blandamente 
alzar  mi  caperuza  venturosa, 
que  tal  tesoro  encubre.  Despabila 
los  ojos  para  ver  belleza  tanta. 

Pasito,  no  le  ahajes  (1).  Mas  espera, 
que  está  la  mano  sucia;  con  saliva 
te  la  puedes  limpiar. 

RÚSTICO 

Ya  está  bien^limpia. 

CORINTO 

Agora,  si.  ¡Dichoso  aquel  que  llega 
a descubrir  tan  codiciosa  prendal 

RÚSTICO 

¡Donosa  está  la  burla!  Di,  Corinto: 

¿es  ese  el  papagayo? 

CORINTO 

Este  es  el  pico; 

las  alas,  éstas;  éstas,  las  orejas 
del  asno  de  mi  Rústico  y amigo. 

RÚSTICO 

¡Desátenme,  que  a fe  que  yo  me  vengue! 
Sale  Clori. 

CLORI 

¡Ah  simple,  ah  simple! 


(1)  Ajes. 


A 


RÚSTICO 

¿Y  haslo  visto,  Clori? 
Por  ti  la  burla  siento,  y no  por  otrie. 

CLORI 

Calla,  que  para  aquello  que  me  sirves, 
más  sabes  que  trecientos  Salomones. 

Di  que  se  vista  Lauso  desta  burla, 
o que  compre  Corinto  algún  tributo, 
o me  envie  mañana  una  patena 
y unos  ricos  corales,  como  espero 
que  podrás  y querrás,  con  tu  simpleza, 
enviármelos  luego. 

RÚSTICO 

¿Y  cómo,  Clori? 

Y aun  dos  sartas  de  perlas  hermosísimas. 

CLORI 

¿Compárase  con  esto  algún  soneto, 

Lauso?  Y dime,  Corinto:  ¿habrá  sonada, 
aunque  se  cante  a tres  ni  aun  a trecientos, 
que  a la  patena  y sartas  se  compare? 

LAUSO 

Eres  mujer,  y sigues  tu  costumbre. 

CLORI 

Sigo  lo  que  es  razón. 

LAUSO 

Será  milagro 
hallarla  en  las  mujeres. 


220 


CLORI 

¿Qué  razones 

puede  decir  la  lengua  que  se  mueve 
guiada  del  desdén  y de  los  celos? 

Tú  eres  la  causa. 

Entra  Angélica  alborotada. 

ANGÉLICA 

{Socorredme,  cielos, 
si  en  vuestros  pechos  mora 
misericordia  alguna! 

Hermosa  y agradable  compañía: 

en  mí  os  ofrece  agora 

el  cielo  y la  fortuna, 

sujeto  igual  a vuestra  cortesía; 

que,  la  desdicha  mía 

sabida,  me  asegura 

que  podrá  enterneceros 

y al  remedio  moveros, 

si  es  que  le  tiene  tanta  desventura. 

CLORI 

Señora,  di  qué  tienes. 

ANGÉLICA 

Sin  tasa  males,  y ningunos  bienes. 

Pero  no  estoy  en  tiempo 

en  que  pueda  contaros 

de  mi  dolor  la  parte  más  pequeña, 

ni  vuestro  pasatiempo 

será  bien  estorbaros 

contando  el  mal  que  ablandará  esta  peña. 


¿No  hay  por  aquí  una  breña 
donde  me  esconda,  amigos? 

LAUSO 

¿Luego  quies  esconderte? 

¿Quién  podrá  aquí  ofenderte? 

ANGÉLICA 

Persígnenme  dos  bravos  enemigos. 

CORINTO 

¿No  somos  tres  nosotros? 

ANGÉLICA 

Ni  aun  a tres  mil  no  temerán  los  otros. 
Llevadme  a vuestras  chozas, 
mudadme  este  vestido; 
amigos,  escondedme. 

LAUSO 

No  te  espantes. 

¿Para  qué  te  alborozas, 

si  has  a parte  venido 

do  se  estiman  en  poco  los  gigantes? 

Montalvanes  y Aglantes 

se  tienen  aquí  en  nada; 

porque,  (por  Dios!,  si  quiero, 

que  los  compre  a dinero. 

ANGÉLICA 

jHoy  acaba  mi  vida  su  jornada! 

CORINTO 

¿Quieres  que  te  escondamos? 


RÚSTICO 

¿Dice  que  si? 

LAUSO 

Pues,  ¡susl,  ¿en  qué  tardamos? 
Ven;  mudarás  de  traje 
y de  lugar  y todo. 

ANGÉLICA 

De  mis  contrarios  casi  veo  la  sombra. 

CORINTO 

Parece  de  linaje, 
y su  habla  y su  modo 
a mí  me  admira. 

RÚSTICO 

Pues  a mí  me  asombra. 
Entranse  Angélica  y Lauso, 

¿Sabéis  cómo  se  nombra? 

CORINTO 

¿Pues  cómo  he  de  sabello? 

RÚSTICO 

Busca  algún  nuevo  ensayo. 

CORINTO 

Buscaré  un  papagayo 
que  me  lo  diga. 

CLORI 

Ganarás  en  ello. 

CORINTO 

Ganarás  tú  patenas. 


223 


CLORI 

Siempre  tus  burlas  para  mí  son  buenas. 

Eniranse  todoSy  y sale  Reinaldos. 

REINALDOS 

¿Eres  Dafne,  por  ventura, 
que  de  Apolo  va  huyendo, 
o eres  Juno,  que  procura 
librarse  del  monstruo  horrendo 
cerrada  en  la  nube  obscura? 

|Oh  selvas  de  encantos  llenas, 
do  jamás  se  ha  visto  apenas 
cosa  en  su  ser  verdadero, 
contar  de  vosotras  quiero 
aun  las  menudas  arenasi 
Quizá  esta  fiera  homicida, 
que  cual  sombra  desparece 
por  que  padezca  mi  vida, 
adonde  menos  se  ofrece 
la  tendrá  amor  escondida. 

De  nuevo  vuelvan  mis  plantas 
a buscar  entre  estas  plantas 
a la  bella  fugitiva. 

¡Dura  ocasión,  que  yo  viva 
muriendo  de  muertes  tantasl 
Crujidos  de  cadenas^  ayes  y suspiros  dentro. 
¡Válgame  Dios!  ¿Qué  ruido 
es  este  que  suena  extraño? 

¿Estoy  despierto,  o dormido? 
¿Engáñome,  o no  me  engaño? 


Otra  vez  llega  al  oido. 

De  entre  estas  hojas  entiendo 
que  sale  el  horrible  estruendo. 

Mas,  ¡ay!,  ¿qué  boca  espantosa, 
terrible  y extraña  cosa, 
es  aquesta  que  estoy  viendo? 

Mientras  más  vomitas  llamas, 
boca  horrenda  o cueva  obscura, 
más  me  incitas  y me  inflamas. 

A ver  si  en  esta  aventura 
para  algún  buen  fin  me  llamas. 

Descúbrese  la  boca  de  la  sierpe. 
Acógeme  allá  en  tu  centro, 
porque  por  tus  fuegos  entro 
a tu  estómago  de  azufre. 

Malgesí,  vestido  como  diré,  sale  por  la  boca 
de  la  sierpe. 

MALGESÍ 

¿Adónde  aquesto  se  sufre? 

REINALDOS 

¡Este  sí  que  es  mal  encuentro! 

¿Quién  eres? 

MALGESÍ 

Soy  el  Horror, 
portero  de  aquesta  puerta, 
adonde  vive  el  temor 
y la  sospecha  más  cierta 
que  engendra  el  cielo  de  amor. 

Soy  ministro  de  los  duelos. 


225 


embajador  de  los  celos, 
que  habitan  en  esta  cueva. 

REINALDOS 

Pues  adonde  están  me  lleva. 

MALO  ESI 

Espera,  y avisarélos. 

Mas  primero  has  de  mirar 
las  guardas  que  puestas  tiene 
en  este  triste  lugar, 
y esto  es  lo  que  te  conviene. 

REINALDOS 

Comiénzalas  a mostrar; 
que,  aunque  me  muestres  cifrados 
en  ellas  los  condenados 
rostros  que  encierra  el  abismo, 
seré  en  este  trance  el  mismo 
que  he  sido  en  los  regalados. 

Suena  dentro  música  triste,  como  la  pasada  del  pa- 
drón) sale  el  Temor  vestido  como  diré,  con  una  tu- 
nicela  parda,  ceñida  con  culebras. 

MALGESÍ 

Esta  figura  que  ves 
es  el  Temor  sospechoso, 
que  engendra  ajeno  interés, 
impertinente  curioso, 
que  mira  siempre  al  través; 
y así  el  mezquino  se  admira 
de  cada  cosa  que  mira, 
ora  sea  mala  o buena; 

Comedias. —T.  II. 


15 


226 


la  verdad  le  causa  pena, 
y tiembla  con  la  mentira. 

Sale  la  Sospecha  con  una  tunicela  de  varias 
colores. 

Esta  es  la  infame  Sospecha, 
de  los  celos  muy  parienta, 
toda  de  contrarios  hecha, 
siempre  de  saber  sedienta 
lo  que  menos  le  aprovecha. 

Aquí  nace,  y muere  allí, 
y torna  a nacer  aquí; 
tiene  mil  padres  a un  punto: 
éste,  vivo;  aquél,  difunto, 
y ella  vive  y muere  así. 

Sale  la  Curiosidad. 

La  vana  Curiosidad 
es  esta  que  ves  presente, 
hija  de  la  Liviandad, 
con  cien  ojos  en  la  frente, 
y los  más  con  ceguedad. 

Es  en  todo  entremetida, 
y susténtale  la  vida 
estar  contino  despierta, 
y hace  la  guarda  a una  puerta 
de  muy  difícil  salida. 

Con  una  soga  a la  garganta  y una  daga  desenvaina- 
da en  la  mano,  sale  la  Desesperación  como  diré. 

Es  la  Desesperación 
esta  espantosa  figura, 
sohrp  todas  cuántas  son, 


227 


y,  aunque  es  mala  su  hechura, 
es  peor  su  condición. 

Esta  sigue  las  pisadas 
de  los  celos  desdichadas, 
y anda  tan  junto  con  ellos, 
que  desde  aquí  puedes  vellos 
si  cesan  las  llamaradas. 

Suena  la  música  triste,  y salen  los  Celos  como  diré, 
con  una  tunicela  azul,  pintada  en  ella  sierpes  y la- 
gartos, con  una  tabeller a blanca,  negra  y azul. 

Mas  veslos  salen;  advierte 
que  cuanto  con  ellos  miras  \ 
amenazan  triste  suerte, 
ciertos  y luengos  pesares 
y,  al  fin,  desdichada  muerte. 

Todos  sus  secuaces  son, 
puestos  en  comparación, 
de  sus  males  una  sombra, 
que,  puesto  que  nos  asombra, 
no  desmaya  el  corazón. 

Toca  su  mano,  y verás 
en  el  estado  que  quedas, 
diferente  del  que  estás, 
y tal  quedes,  que  no  puedas 
ni  quieras  ya  querer  más. 

Tocan  los  Celos  la  mano  a Reinaldos, 

REINALDOS 

¡Celos,  que  se  me  abrasa  el  pecho 
y se  celal  ¡En  duro  estrecho 
me  pone  el  señor  de  Agíante! 


iCelds,  quitáosme  delante; 

basta  el  mal  que  me  habéis  hecho! 

MALO  ESI 

¿Cómo  que  con  la  invención 
de  quien  yo  tanto  fié 
no  se  cela  el  corazón 
de  mi  primo?, Yo  no  sé 
la  causa  ni  la  razón. 

Dice  de  dentro  Merlín: 
Malgesí,  |cuán  poco  sabesi 
Mas  yo  haré  que  no  te  alabes 
de  tu  invención,  aunque  extraña. 
Pártete  desta  montaña 
antes  que  la  vida  acabes. 

■ MALGESÍ 

Ya  te  conqzpQ,  Merlín; 
pero  , yo  veré  si  puedo 
ver  de  mi  deseo  el  fin, 
porque  no  me  pone  miedo 
desa  tu  voz  el  retín. 

MERLÍN 

A tu  primo  entre  esa  yerba 
pondrás,  que  a mí  se  reserva 
y a mi  fuente  su  salud; 
que  hasta  agora  su  virtud 
el  .cielo  en  ella  conserva. 

MALGESÍ 

Volvéos  por  do  venistes, 


229 


figuras  feas  y tristes, 
que  mi  primo  quedará 
adonde  esperar  podrá 
el  remedio  que  no  distes. 

Entranse  las  sombras, 

Y yo,  en  tanto,  buscaré  - . A . 
medio  para  remedialle, 
y creo  que  lo  hallaré,  * 

Desvía  de  allí  a Reinaldos. 

MERLÍN  , 

Calla,  y procura  dejalle, 

Malgesí. 

MALGESÍ 

Asi  lo  haré. 

Entrase  Malgesí,  , 

Aparece  a este  instante  el  carro  de  íptego,.  tirado  (I) 
de  los  leones  de  la  montaña^  y en  él  la  dio^a.  Venus. 

VEÑUS  , 

De  Adonis  la  compañía 

dejo  casi  de  mi  grado 

por  seguir  la  fantasía  ' ” " ‘ 

deste  espíritu  ericantadó  ' • - ^ 

que  en  apremiarme  porfía. 

Espérame  hasta  que  vuelva, 
mi  Adonis,  y amor  resuelva*  ' 

tu  brío,  que  no  le  alabo;  ’ • *'  ' * 


(1)  El  texto  dice:  fuedo.  Algunos  editores  han  leído:  tirado 


230 


mira  que  es  el  puerco  bravo 
de  la  Calidonia  selva. 

Pero  ¿qué  puedo  hacer 
sin  mi  hijo  en  este  trance, 
donde  tanto  es  menester? 
Merlín  ha  errado  este  lance; 
que  a veces  yerra  el  saber. 
Mas  yo  le  quiero  llamar, 
que  a las  veces  suele  estar 
mezclado  entre  los  pastores, 
y entonces  son  los  amores 
para  mirar  y admirar. 

Hijo  mío,  ¿dónde  estáis? 

Si  acaso  la  voz  oís 
y como  a madre  me  amáis, 
decid:  ¿cómo  no  venís? 

Que  si  venís,  ya  tardáis. 

Mas  los  músicos  acentos 
que  van  rompiendo  los  vientos 
su  venida  manifiestan. 

|Oh  hijo,  y cuánto  que  cuestan 
aun  tus  fingidos  contentos! 


Suena  música  de  chirimías;  sale  la  nube,  y en  ella  el 
dios  Cupido,  vestido,  y con  alas,  flecha  y arco  des- 
armado, 

AMOR 


¿Qué  quieres,  madre  querida, 
que  con  tal  priesa  me  llamas? 


VENUS 

Está  en  peligro  una  vida. 


ardiendo  en  tus  vivas  llamas, 
y en  un  yelo  consumida. 

Los  celos,  que  en  opinión 
están  que  tus  hijos  son, 
ciego  y simple  desvario, 
le  tienen  el  pecho  frío 
y abrasado  el  corazón. 
Conviene  que  te  resuelvas 
en  su  bien,  y que  le  vuelvas 
en  su  antigua  libertad. 

AMOR 

Remedio  a su  enfermedad 
ha  de  hallar  en  estas  selvas. 
Por  tiempo  hallará  una  fuente, 
cuyo  corriente  templado 
apaga  mi  fuego  ardiente, 
y mi 'pena  enamorada 
vuelve  en  desdén  insolente. 
Beberá  Reinaldos  della, 
y de  Angélica  la  bella 
la  hermosura  que  así  quiere, 
si  agora  por  vella  muere, 
ha  de  morir  por  no  vella. 
Levanta,  guerrero  invicto, 
y tiende  otra  vez  el  paso 
cerca  de  aqueste  distrito, 
que  en  él  hallarás  acaso 
medio  a tu  mal  infinito. 
Aunque  has  de  pasar  primero 


trances  que  callarlos  quiero, 
pues  decillos  no  conviene. 

REINALDOS 

Aquel  que  celos  no  tiene 
no  tiene  amor  verdadero. 

Entrase  Reinaldos. 

VENUS 

Ya  aqueste  negocio  es  hecho. 

¿No  me  dirás,  hijo  amado, 
si  es  invención  de  provecho 
andar  en  traje  no  usado 
y el  arco  roto  y deshecho? 

¿Quién  te  le  rompió?  ¿Y  quién  pudo 
cubrir  tu  cuerpo  desnudo, 
que  su  libertad  mostraba? 

¿Quién  te  ha  quitado  el  aljaba 
y la  venda?  Di;  ¿estás  mudo? 

AMOR 

Has  de  saber,  madre  mía, 
que  en  la  corte  donde  he  estado 
no  hay  amor  sin  granjeria, 
y el  interés  se  ha  usurpado 
mi  reino  y mi  monarquía. 

Yo,  viendo  que  mi  poder 
poco  me  podía  valer, 
usé  de  astucia,  y vestíme, 
y con  él  entremetíme, 
y todo  fué  menester. 

Quité  a mis  alas  el  pelo. 


y en  su  lugar  me  dispuse 
a volar  con  terciopelo, 
y,  al  instante  que  lo  puse, 
sentí  aligerar  mi  vuelo. 

Del  carcaj  hice  bolsón, 
y del  dorado  arpón 
de  cada  flecha,  un  escudo, 
y con  esto,  y no  ir  desnudo, 
alcancé  mi  pretensión. 

Hallé  entradas  en  los  pechos 
que  a la  vista  parecían 
de  acero  o de  mármol  hechos; 
pero  luego  se  rendían 
al  golpe  de  mis  provechos. 

No  valen  en  nuestros  días 
las  antiguas  bizarrías 
de  Heros  ni  de  Leandros, 
y valen  dos  Alejandros 
más  que  docientos  Macías. 

Entra  Rústico. 

RÚSTICO 

Lauso,  acude;  y tú,  Corinto, 
acude,  que,  a lo  que  creo, 
otro  papagayo  veo, 
o si  no,  pájaro  pinto. 

Acude,  Clori,  y verás 
la  verdad  de  lo  que  digo; 
y trae  a esotra  contigo, 
y más,  si  quisieres  más. 


234 


AMOR 

Yo  sé  bien  que  estos  pastores 
nos  han  de  dar  un  buen  rato. 

Entran  Lauso,  Corinto  y Clori,  y Angélica  como 
pastora. 

LAUSO 

¿Tú  no  miras,  insensato, 

que  aquél  es  el  dios  de  amores? 

RÚSTICO 

Como  con  alas  le  vi, 
entendí  que  era  alcotán. 

CORINTO 

¡Quítate  de  aquí,  pausán! 

RÚSTICO 

¿Pues  yo  qué  te  hago  aquí? 

CORINTO 

No  te  me  pongas  delante, 
que  quiero  hacer  reverencia 
a este  niño. 

RÚSTICO 

¡Qué  inocencia! 

¿Niño  es  éste? 

CORINTO 

Y es  gigante. 

RÚSTICO 

Niñazo  le  llamo  yo, 
pues  ya  le  apunta  el  bigote. 


No  os  burléis  con  el  cogote. 
;]Mal  haya  quien  me  vistió! 

AMOR 

No  quiero  que  me  hagáis, 
buena  gente,  sacrificio, 
y téngoos  en  gran  servicio 
la  voluntad  que  mostráis, 
y en  pago  quiero  deciros 
la  ventura  que  os  espera. 

VENUS 

Harás,  hijo,  de  manera 
que  den  vado  a sus  suspiros. 

AMOR 

Tú,  Lauso,  jamás  serás 
desechado  ni  admitido; 
tú,  Corinto,  da  al  olvido 
tu  pretensión  desde  hoy  más; 
,Rústico,  mientras  tuviere 
riquezas,  tendrá  contento; 
mudará  cada  momento 
Clori  el  bien  que  poseyere; 
la  pastora  disfrazada 
suplicará  a quien  la  ruega. 

Y,  esto  dicho,  el  fin  se  llega 
de  dar  fin  a esta  jornada. 

LAUSO 

En  tanto.  Amor,  que  te  vas, 
por  que  algún  contento  goces, 


236 


de  nuestras  rústicas  voces 
el  rústico  acento  oirás. 

Corinto  y Clori,  ayudadme;  ^ 

cantaréis  lo  que  diré. 

CLORI 

¿Qué  hemos  de  cantar? 

CORINTO 

No  sé. 

LAUSO 

Diréis  después,  y escuchadme, 

—Venga  norabuena 
Cupido  a nuestras  selvas, 
norabuena  venga. 

Sea  bien  venido  , 
médico  tan  grave 
que  así  curar  sabe 
de  desdén  y olvido; 
hémosle  entendido, 
y lo  que  él  ordena 
sea  norabuena. 

Quedan  estas  peñas 
ricas  de  ventura, 
pues  tanta  hermosura 
hoy  en  ella  enseñas. 

Brotarán  sus  breñas 
néctar  dondequiera. 

¡Norabuena  seal 

Mientras  cantan  se  va  el  carro  de  Venus,  y Cupido 
en  él,  y suenan  las  chirimías,  y luego  dice  Lauso: 
Vamos  a nuestras  cabañas 


.a  hacer  nuevas  alegrías, 
pues  vemos  en  nuestros  días 
tan  ricas  estas  montañas; 
y si  aquello  que  desea 
cada  cual  no  ha  sucedido, 
pues  el  Amor  lo  ha  querido, 
decid:  ¡Norabuena  sea! 

TODOS 

¡Norabuena  sea,  sea  norabuenal 
Bniranse,  y salen  Bernardo  y su  escudero 

BERNARDO 

¿Cómo  no  viene  Marfisa? 

ESCUDERO 

Detrás  quedó  de  aquel  monte. 

BERNARDO 

Pues  sobre  ese  risco  ponte, 
y mira  si  se  divisa. 

ESCUDERO 

Ella  dijo  que  al  momento 
tras  nosotros  se  vendría. 

BERNARDO 

^'Extraña  es  su  bizarría! 

ESCUDERO 

Y su  valor,  según  siento. 

BERNARDO 

A lo  menos  su  arrogancia, 
pues  la  lleva  sin  parar 


238 


a sola  desafiar 
los  doce  Pares  de  Francia; 
y tengo  de  acompañalla, 
que  ya  se  lo  he  prometido. 

ESCUDERO 

En  negocio  te  has  metido 
harto  extraño. 

BERNARDO 

¡Simple,  callal 
Que  siempre  es  mi  intención 
buscar  y ver  aventuras. 

En  París  están  seguras, 
si  se  traba  esta  quistión,. 
y veré  do  llegar  puede 
el  valor  de  aquesta  dama.. 

ESCUDERO 

Llegará  donde  su  fama, 
que  a las  mejores  excede. 

BERNARDO 

¿Qué,  se  nos  fué  Ferraguto? 

ESCUDERO 

Siempre,  en  cuanto  hacía  aquel  moro,.. 
le  vi  guardar  un  decoro 
arrojado  y resoluto. 

Después  que  mató  a Argalia 
y en  el  río  le  arrojó, 
al  momentó  se  partió. 


BERNARDO 


Tiene  loca  fantasía. 

Mas  dime:  ¿no  es  el  que  asoma 
aquel  gallardo  francés 
de  la  pendencia? 

ESCUDERO 

Si  es, 

y es  confaloner  de  Roma. 

BERNARDO 

¿No  es  Roldán? 

ESCUDERO 

Roldán  es,  cierto. 

BERNARDO 

Agora  quiero  proballo, 
pues  nadie  podrá  estorballo 
en  este  solo  desierto. 

¡Qué  pensativo  que  viene! 

¿No  parece  que  algo  busca? 

ESCUDERO 

Todo  el  sentido  le  ofusca 
amor  que  en  el  pecho  tiene. 

BERNARDO 

¿Cómo  lo  sabes? 

ESCUDERO 

¿No  viste 

que  la  pendencia  dejó 

y tras  la  dama  corrió 

que  allí  se  mostró  tan  triste? 


BERNARDO 


¡Ah  Roldán,  Roldánl 

ROLDAN 

¿Qüién  llama? 

BERNARDO  . 

Deciende  acá  y lo  verás. 

ROLDAN 

¡Oh  Angélical,  ¿dónde  estás? 

ESCUDERO 

¿Ves  si  le  abrasa  su  llama? 

ROLDAN 

¿Qué  me  quieres,  caballero? 

BERNARDO 

¿No  me  conoces? 

ROLDAN 

No,  cierto. 

ESCUDERO 

Bien  en  lo  que  digo  acierto: 
él  es  de  amor  prisionero. 

Haré  yo  una  buena  apuesta 
que  está  puesto  en  tal  abismo, 
que  no  sabe  de  sí  mismo. 

BERNARDO 

¿Hay  cosa  que  iguale  a ésta? 
¿Qué,  no  me  conoces? 

ROLDAN 


No. 


241 


BERNARDO 

Pues  yo  te  conozco  a ti. 

¿No  eres  Roldán? 

ROLDAN 

Creo  que  sí. 

ESCUDERO 

Mirad  si  lo  digo  yo. 

En  «creo»  pone  si  es  él; 

(cuál  le  tiene  amor  esquivol 

BERNARDO 

El  estar  tan  pensativo 
nos  muestra  su  mal  cruel. 
jAh  Roldán,  señor,  señor! 

ROLDAN 

¿Habláis  conmigo,  por  dicha? 

BERNARDO 

¡Esta  sí  que  es  gran  desdicha! 

ESCUDERO 

Como  desdicha  de  amor. 
¡Extraño  embelesamiento! 

ROLDAN 

¡Oh  Angélica  dulce  y cara! 
¿Adonde  escondes  la  cara, 
que  es  gloria  de  mi  tormento? 
El  corazón  se  me  quema, 

¡oh  Angélica,  mi  reposo! 
Comedias.— T.  II. 


16 


242 


ESCUDERO 

Deste  sermón  amoroso 
esta  Angélica  es  el  tema. 

Parece  que  está  en  ser 
que  puedes  desafialle. 

BERNARDO 

Quisiera  yo  remedialle 
si  lo  pudiera  hacer. 

Aparece  Angélica,  y va  tras  ella  Roldán;  pénese  en  la 
tramoya  y desaparece,  y a la  vuelta  aparece  la  Mala 
Fama  vestida  como  diré,  con  una  tunicela  negra, 
una  trompeta  negra  en  la  mano,  y alas  negras  y ca- 
bellera negra. 

ROLDAN 

¿No  es  aquel  mi  cielo,  cielos? 

El  es;  pero  ya  se  encubre; 
pues  cuando  él  se  me  descubre, 
es  por  que  me  cubran  duelos. 

Tras  ti  voy,  nueva  Atalanta; 
que,  si  quiere  socorrerme 
amor,  puede  aquí  ponerme 
mil  alas  en  cada  planta. 

Mi  sol,  ¿do  te  transmontaste, 
y qué  sombra  te  sucede? 

Más  bien  es  que  en  noche  quede 
el  que  de  tu  luz  privaste. 

BERNARDO 

De  aventuras  están  llenas 
estas  selvas,  según  veo. 


ESCUDERO 


Viendo  estoy  lo  que  no  creo. 

BERNARDO 

¡Calla! 

ESCUDERO 

No  respiro  apenas. 

MALA  FAMA 

Detén  el  paso,  senador  romano, 
y aun  la  intención  pudieras  detenella 
si  tras  sí,  en  vuelo  presuroso  y vano, . 
no  la  llevara  Angélica  la  bella. 

¿Mas  tu  consejo  y proceder  liviano 
asi  la  entregas,  que  cebado  en  ella 
quieres  que  quede,  ¡oh  grave  desventura!, 
tu  clara  fama  para  siempre  obscura? 

La  Mala  Fama  ^y,  que  tiene  cuenta 
con  las  torpezas  de  excelentes  hombres, 
para  entregallas  a perpetua  afrenta, 
y a viva  muerte  sus  subidos  nombres. 

Mi  mano  en  este  libro  negro  asienta, 
borrando  la  altivez  de  sus  renombres, 
los  hechos  malos  que  en  el  tiempo  hicieron, 
cuando  de  amor  la  vana  ley  siguieron. 
Aquí  está  el  grande  Alcides,  no  cortando 
de  la  hidra  Lernea  las  cabezas, 
sino  a los  pies  de  Deyanira  hilando, 
con  mujeriles  paños  y ternezas. 

Está  el  rey  Salomón;  mas  no  juzgando 
las  diferencias  faltas  de  certezas,  _ 


sino  dando  ocasión  por  mil  razones 
que  esté  su  salvación  en  opiniones. 

Uno  de  aquel  famoso  triunvirato 
aquí  le  tengo  escrito  y señalado 
cuando,  a su  patria  y a su  honor  ingrato, 
cegó  en  la  luz  del  rostro  delicado. 

En  mitad  de  la  pompa  y aparato 
del  bélico  furor,  de  miedo  armado, 
los  ojos  vuelve  y ánimo  a la  nueva 
Angélica  egipciana  que  le  lleva. 

Es  infinito  el  número  que  encierran 
aquestas  negras  hojas  de  los  hechos 
de  aquellos  que  su  nombre  y fama  atierran 
porque  amor  sujetó  sus  duros  pechos; 
y si  tú  quieres  ser  de  los  que  yerran, 
aunque  están  los  renglones  tan  estrechos, 
ancho  lugar  haré  para  quie  escriba 
tu  nombre,  y en  infamia  eterna  viva. 
Vuélvese  la  tramoya, 

ROLDAN 

Yo  mudaré  parecer, 
a pesar  de  lo  que  quiero. 

BERNARDO 

¿Coriocéisme,  caballero? 

ROLDAN 

¿Pues  no  os  he  de  conocer? 

Bien  sé  que  sois  español, 
y que  Bernardo  os  llamáis. 


BERNARDO 


Gracias  a Dios  que  miráis 
ya  sin  nublados  el  Solí 

ROLDÁN 

¿Habéis  estado  presente 
al  caso  de  admiración? 

BERNARDO 

Si  he  estado. 

ROLDAN 

¿Y  no  es  gran  razón 
que  yo  vuelva  diferente, 
siendo  una  joya  la  honra 
que  no  se  puede  estimar? 

BERNARDO 

Verdad  es;  mas  por  amar 
no  se  adquiere  la  deshonra. 

ROLDAN 

No  hay  amador  que  no  haga 
mil  disparates,  si  es  fino; 
mas  ya  que  he  cobrado  el  tino 
y sanado  de  mi  llaga, 
mis  pasos  caminarán 
por  diferente  sendero. 

Entra  Marfisa. 

MARFISA 

Bernardo,  ¿no  es  el  guerrero 
este  a quien  llaman  Roldán? 


46 


BERNARDO 

El  es.  Mas  ¿por  qué  lo  dices? 

MARFISA 

Porque  su  fama  me  fuerza 
a probar  con  él  mi  fuerza, 
por  que  tú  la  solenices 
y veas  qué  compañero 
te  ha  dado  en  mí  la  fortuna. 

ROLDAN 

|No  hay  cual  Angélica  alguna 
en  todo  nuestro  hemisfero! 

ESCUDERO 

¡Por  Dios,  que  se  ha  vuelto  al  tema! 

ROLDAN 

Falsa  fué  aquella  visión, 
y de  nuevo  el  corazón 
parece  que  se  me  quema. 

Aparece  otra  vez  Angélica,  y huye  a la  tramoya,  y 
vuélvese,  y aparece  la  Buena  Fama  vestida  de  blanco, 
con  una  corona  en  la  cabeza,  alas  pintadas  de  varias 
colores  y una  trompeta, 

¿Has  tornado  a amanecer, 
sol  mío?  Pues  ya  te  sigo. 

ESCUDERO 

Poco  ha  durado  el  amigo 
en  su  honroso  parecer. 

MARFISA 

Bernardo,  ¿qué  es  lo  que  veo? 


247 


BERNARDO 

Calla  y escucha,  y verás 
misterios. 

ESCUDERO 

No  digas  más, 

que  quiere  hablar,  según  creo. 

BUENA  FAMA 

Pues  temor  de  la  infamia  no  ha  podido 
tus  deseos  volver  a mejor  parte, 
vuélvalos  el  amor  de  ser  tenido 
en  todo  el  orbe  por  segundo  Marte. 

En  este  libro  de  oro  está  esculpido, 
como  en  mármol  o en  bronce,  en  esta  parte, 
tu  nombre  y el  de  aquellos  esforzados 
que  dieron  a las  armas  sus  cuidados. 

Aquí,  con  inmortal,  alto  trofeo, 
notado  tengo  en  la  verdad  que  sigo 
aquel  gran  caballero  Macabeo, 
guía  del  pueblo  que  de  Dios  fué  amigo. 

Casi  a su  lado  el  nombre  escrito  veo 
de  aquel  batallador  que  fué  enemigo 
de  la  pereza  infame,  del  que,  en  suma, 
puso  en  igual  balanza  lanza  y pluma. 

Tengo  otros  mil  que  no  puedo  contarte, 
porque  el  tiempo  y lugar  no  lo  concede, 
y porque  yo  le  tenga  de  avisarte 
lo  que  mi  voz  con  mis  escritos  puede. 

Della  verás  y dellos  levantarte 
sobre  el  altura  que  aun  al  cielo  excede, 


si  dejas  de  seguir  del  niño  ciego 
la  blandura  y regalo  y dulce  fuego. 

Huye,  Roldán,  de  Angélica,  y advierte 
que,  en  seguir  la  belleza  que  te  inflama, 
la  vida  pierdes,  y granjeas  la  muerte, 
perdiendo  a mí,  que  soy  la  Buena  Fama. 
Deben  estas  razones  convencerte, 
pues  Marte  a nombre  sin  igual  te  llama, 
amor  a un  abatido.  En  paz  te  queda, 
y lo  que  te  deseo  te  suceda. 

Vuélvese  la  tramoya, 

ROLDAN 

Bien  sé  que  de  Malgesi 
son  todas  estas  visiones. 

BERNARDO 

Pues  dime:  ¿a  qué  te  dispones? 

MARFISA 

De  espanto  no  estoy  en  mí. 

Mal  dije;  de  admiración, 
que  espanto  jamás  le  tuve. 

ROLDAN 

Corto  de  manos  anduve 
con  una  y otra  visión; 
si  pedazos  las  hiciera, 
no  me  dejaran  confuso. 

Mas  volverán;  que  es  su  uso 
asaltarme  dondequiera. 
Respondiendo,  pues,  Bernardo, 
a lo  que  me  preguntaste. 


249 


digo  que  no  hay  mar  que  baste 
templar  el  fuego  en  que  ardo. 
Y quedaos  en  paz  los  dos, 
porque  ir  de  aquí  me  conviene. 

MARFISA 

¡Extremado  brío  tienel 

BERNARDO 

Dios  vaya,  Roldán,  con  vos. 

MARFISA 

Vilo,  y no  puedo  creello; 
tal  es  lo  que  visto  habernos. 

BERNARDO 

Por  el  camino  podremos 
hacer  discurso  sobre  ello. 

ESCUDERO 

¿En  fin,  vamos  a París? 

BERNARDO 

¿Ya  no  te  he  dicho  que  sí? 

MARFISA 

Yo,  a lo  menos. 

ESCUDERO 

Por  allí 

hay  camino,  si  advertís. 

BERNARDO 

Los  caballos,  ¿dónde  están? 

ESCUDERO 

Aquí  junto. 


BERNARDO 


Ve  por  ellos. 

ESCUDERO 

Allá  subiréis  con  ellos. 

MARFISA 

¡Pensativo  iba  Roldánl 


JORNADA  TERCERA 


Salen  Lauso  y Corinto,  pastores. 

LAUSO 

En  el  silencio  de  la  noche,  cuando 
ocupa  el  dulce  sueño  a los  mortales, 
la  pobre  cuenta  de  mis  ricos  males 
ostoy  al  cielo  y a mi  Clori  dando. 

Y al  tiempo  cuando  el  Sol  se  va  mostrando 
por  las  rosadas  puertas  orientales, 

con  gemidos  y acentos  desiguales 
voy  la  antigua  querella  renovando. 

Y cuando  el  Sol  de  su  estrellado  asiento 
derechos  rayos  a la  tierra  envía, 

el  llanto  crece,  y doblo  los  gemidos. 

Vuelve  la  noche,  y vuelvo  al  triste  cuento, 
y siempre  hallo  en  mi  mortal  porfía 
.al  cielo  sordo,  a Clori  sin  oídos. 

CORINTO 

.¿Para  qué  tantas  endechas? 

Lauso  amigo,  déjalas; 
pues  mientras  más  dices,  más, 
siempre  menos  te  aprovechas. 

Yo  tengo  el  corazón  negro 


252 


por  Clori  y por  sus  desdenes; 
mas,  pues  no  me  vienen  bienes, 
ya  con  los  males  me  alegro. 

Clori  y la  nueva  pastora, 
ajenas  de  nuestros  males, 
con  voces  claras  e iguales, 
venían  cantando  agora. 

Al  encuentro  les  salgamos 
y ayudemos  su  canticio; 
que’ tanto  llorar  es  vicio, 
si  bien  lo  consideramos. 

LAUSO 

¿Viene  Rústico  con  ellas? 

CORINTO 

No  se  les  quita  del  lado. 

LAUSO 

|Ah  pastor  afortunado! 

Ni  quiero  oillas,  ni  vellas. 

CORINTO 
Eso  ya  no  puede  ser, 
que  veslas,  vienen  allí; 
canta  por  amor  de  mí. 

LAUSO 

Procúralas  de  entender. 

Entra  Clori  cantando,  y Rústico  con  ellas,  y Angélica. 

CLORI 

¡Bien  haya  quien  hizo 
cadenitas,  cadenas; 


bien  haya  quien  hizo 
cadenas  de  amor! 

]Bien  haya  el  acero 
de  que  se  formaron, 
y los  que  inventaron 
amor  verdadero! 
jBien  haya  el  dinero 
de  metal  mejor; 
bien  haya  quien  hizo 
cadenas  de  amor! 

LAUSO 

jBien  haya  el  amante 
que  a tantos  vaivenes, 
iras  y desdenes 
firme  está  y constante! 

Este  se  adelante 
al  rico  mayor. 
jBien  haya  quien  hizo 
cadenas  de  amor! 

RÚSTICO 

jOh,  quién  supiera  cantar! 

CORINTO 

¿Qué,  no  lo  sabes,  pastor? 

RÚSTICO 

Ni  contralto,  ni  tenor; 
que  estoy  para  reventar. 

CORINTO 

Mas  ¿va  que  tienes  agallas? 
Muestra;  abre  bien  la  boca, 


254 


que  esta  cura  a mí  me  toca; 
abre  más,  si  he  de  curallas. 

Ven  acá.  ¡Mal  hayas  tú 
y el  padre  que  te  engendróF 

RÚSTICO 

¿Pues  qué  culpa  tengo  yo? 

CORINTO 

¡Ofrézcote  a Belcebúi 
¿Y  no  has  caído  en  la  cuenta 
de  que  tenías  agallas? 

RÚSTICO 

¿Pues  hay  más  sino  sacallas? 

CLORIS 

Esta  burla  me  contenta; 
que,  puesto  que  bien  le  quiero,, 
que  le  burlen  me  da  gusto. 

CORINTO 

Yo  te  sacaré,  a tu  gusto, 
o cantor,  o pregonero. 

¿Tienes  algún  senojil?  (1). 

RÚSTICO 

Una  ligapierna  tengo, 
y buena. 

CORINTQ 

Ya  me  preven  ge? 
a hacerte  cantor  sutil. 


(1)  Cinta  con  que  se  ataba  la  media  calza  por  debajo  de  la  rodilfe- 


Aquesta  poco  aprovecha; 
que,  para  este  menester, 
izquierda  tiene  de  ser, 
que  no  vale  la  derecha. 

¿Qué  me  darás,  y te  haré 
cantor  subido  y notable? 

RÚSTICO 

En  la  paga  no  se  hable, 
que  un  novillo  te  daré. 

La  liga  izquierda  es  aquesta; 
tómala,  y pon  diligencia 
en  mostrar  aquí  tu  ciencia. 

CORINTO 

Dios  sabe  cuánto  me  cuesta. 

Mas  con  esta  liga  y lazo 
saldré  muy  bien  con  mi  intento. 

RÚSTICO 

Hacia  esta  parte  las  siento. 

CORINTO» 

Déjame  atar;  quita  el  brazo. 
¿Con  qué  voz  quieres  quedar: 
tiple,  contralto  o tenor? 

RÚSTICO 

Contrabajo  es  muy  mejor. 

CORINTO 

Ese  no  te  ha  de  faltar 
mientras  tratares  conmigo. 


Ten  paciencia,  sufre  y calla; 
ya  se  ha  quebrado  una  agalla. 

RÚSTICO 

jQue  me  ahogas,  enemigo! 

CORINTO 

Contralto  quedas,  sin  duda, 
que  la  voz  lo  manifiesta, 

pues  aun  ahora  está  en  muda; 
a otro  estirón  que  le  dé, 
estará  como  ha  de  estar. 

RÚSTICO 

Ladrón,  ¿quiéresme  ahogar? 

CORINTO 

No  lo  sé;  mas  probaré. 

CLORIS 

;¡Acaba;  la  burla  baste! 

RÚSTICO 

|A  mí  semejantes  burlas! 

CORINTO 

Rústico:  ¿de  mi  te  burlas, 
que  no  me  pagas  y vaste? 
jPues  a fee  que  has  de  llevar 
^comida  y sobrecomida! 

Todo,  amigo,  se  comida 
a ayudarme  a este  cantar: 
-•«Corrido  va  el  abad 
,por  el  cañaveral. 


257 


Corrido  va  el  abad, 
corrido  va  y muy  mohino, 
porque,  por  su  desatino, 
cierto  desastre  le  vino 
que  le  hizo  caminar 
por  el  cañaveral. 

Confiado  en  que  es  muy  rico, 
no  ha  caído  en  que  es  borrico; 
y por  aquesto  me  aplico 
a decirle  este  cantar: 
por  el  cañaveral.» 

Aparece  Reinaldos  por  la  montaña. 

LAUSO 

La  burla  ha  estado,  a lo  menos, 
como  al  sujeto  conviene. 

ANGÉLICA 

jOtra  vez  mi  muerte  viene! 

¡Abrid,  tierra,  vuestros  senos 
y encerradme  en  ellos  luego! 

LAUSO 

¿De  qué,  pastora,  te  espantas? 

ANGÉLICA 

¡A  vosotras,  tiernas  plantas, 
mi  vida  o mi  muerte  entrego! 

Entrase  Angélica  huyendo, 

CLORIS 

Lauso,  vámonos  tras  ella, 
a ver  qué  -le  ha  sucedido. 

Comedias.— T.  II.  17 


LAUSO 


A tu  voluntad  rendido 
estoy  siempre,  ingrata  bella. 

Bntranse  todos,  y quédase  Corinto, 

CORINTO 

Quedar  quiero,  a ver  quién  es 
este  pensativo  y bravo. 

El  ademán  yo  le  alabo; 
mas  ¿si  es  paladín  francés? 

REINALDOS 

o le  falta  al  amor  conocimiento, 
o le  sobra  crueldad,  o no  es  mi  pena 
igual  a la  ocasión  que  me  condena 
al  género  más  duro  de  tormento. 

Pero  si  amor  es  dios,  es  argumento 
que  nada  ignora,  y es  razón  muy  buena 
que  un  dios  no  sea  cruel.  Pues  ¿quién  ordena 
el  terrible  dolor  que  adoro  y siento? 

Si  digo  que  es  Angélica,  no  acierto; 
que  tanto  mal  en  tanto  bien  no  cabe, 
ni  me  viene  del  cielo  esta  ruina. 

Presto  habré  de  morir,  que  es  lo  más  cierto; 
que,  al  mal  de  quien  la  causa  no  se  sabe, 
milagro  es  acertar  la  medicina. 

CORINTO 

jTa,  tal  De  amor  viene  herido; 
bien  tenemos  que  hacer. 


REINALDOS 


¿Qué,  no  quieres  parecer, 
joh  bien!,  por  mi  mal  perdido? 
¿Has  visto,  pastor,  acaso, 
por  entre  aquesta  espesura, 
un  milagro  de  hermosura 
por  quien  yo  mil  muertes  paso? 
¿Has  visto  unos  ojos  bellos 
que  dos  estrellas  semejan, 
y unos  cabellos  que  dejan, 
por  ser  oro,  ser  cabellos? 

¿Has  visto,  a dicha,  una  frente 
como  espaciosa  ribera, 
y una  hilera  y otra  hilera 
de  ricas  perlas  de  Oriente? 

Dime  si  has  visto  una  boca 
que  respira  olor  sabeo 
y unos  labios  por  quien  creo 
que  el  fino  coral  se  apoca. 

Di  si  has  visto  una  garganta 
que  es  coluna  deste  cielo, 
y un  blanco  pecho  de  yelo, 
do  su  fuego  amor  quebranta, 
y unas  manos  que  son  hechas 
a torno  de  marfil  blanco, 
y un  compuesto  que  es  el  blanco 
do  amor  despunta  sus  flechas. 

CORINTO 

¿Tiene,  por  dicha,  señor, 
ombligo  aquesa  quimera, 


260 


o pies  de  barro,  como  era  • 
la  de  aquel  rey  Donosor? 

Porque,  a decirte  verdad, 
no  he  visto  en  estas  montañas 
cosas  tan  ricas  y extrañas 
y de  tanta  calidad. 

Y fuera  muy  fácil  cosa, 

si  ellas  por  aquí  anduvieran, 
por  invisibles  que  fueran, 
verlas  mi  vista  curiosa. 

Que  una  espaciosa  ribera, 
dos  estrellas  y un  tesoro 
de  cabellos,  ¡qué  sonoro!, 

¿dónde  esconderse  pudiera? 

Y el  sabeo  olor  que  dices, 

¿no  me  llevara  tras  sí? 

Porque  en  mi  vida  sentí 
romadizo  en  mis  narices. 

Mas,  en.  fin,  decirte  quiero 

lo  que  he  hallado,  y no  ser  terco. 

REINALDOS 

¿Qué  son?  Habla. 

CORINTO 

Tres  pies  de  puerco 
y unas  manos  de  carnero. 

REINALDOS 

¡Oh  hi  de  puta,  bellaco!; 
pues  ¿con  Reinaldos  de  burlas? 


261 


CORINTO 

De  mis  donaires  y burlas 
siempre  tales  premios  saco. 

Entrase  huyendo  Corinio.  Suena  dentro  esta  voz  de 
Angélica: 

jSocorredme,  Reinaldos,  que  me  matan! 

(Mira  que  soy  la  sin  ventura  Angélica! 

REINALDOS 

La  voz  es  ésta  de  mi  amada  diosa. 

¿Adonde  estás,  tesoro  de  mi  alma, 
única  al  mundo  en  hermosura  y gracia? 

La  triste  barca  del  barquero  horrendo 
pasaré  por  hallarte,  y al  abismo, 
cual  nuevo  Orfeo,  bajaré  llorando 
y romperé  las  puertas  de  diamante. 

ANGÉLICA 

(Moriré  si  te  tardas;  date  prisa! 

REINALDOS 

¿Qué  camino  he  de  hacer,  amada  mía? 

¿Estás  en  las  entrañas  de  la  tierra, 
o enciérrante  estas  peñas  en  su  centro? 

Doquier  que  estás  te  buscaré,  viviendo, 
o ya  desnudo  espíritu  sin  carne. 

Salen  dos  sátiros  que  traen  a Angélica  como  arras- 
trando, con  un  cordel  a la  garganta. 

ANGÉLICA 

¡Socorredme,  Reinaldos,  que  me  matan! 


REINALDOS 


No  corráis  más;  volved,  ligeras  plantas, 
que  no  os  va  menos  que  la  vida  en  esto. 
jMiserable  de  mí!  ¿Quién  me  detiene? 
¿Quién  mis  pies  ha  clavado  con  la  tierra? 
¡Verdugos  infernales,  deteneos; 
no  añudéis  el  cordel  a la  garganta, 
que  es  basa  donde  asienta  y donde  estriba 
el  cielo  de  hermosura  sobrehumana! 
¡Miserable  de  mí  cien  mil  vegadas, 
que  no  puedo  moverme  ni  dar  paso! 
Canalla  infame,  ¿para  qué  os  dais  prisa 
a acabar  esa  vida  de  mi  vida, 
a escurecer  el  Sol  que  alumbra  el  mundo? 
¡Tate,  traidores,  que  apretáis  un  cuello 
adonde  el  amor  forma  tales  voces, 
que  el  mal  desmenguan  y la  gloria  aumentan 
del  venturoso  que  escucharlas  puede! 

¡Oh,  que  la  ahogan!  ¡Socorredla,  cielos, 
pues  yo  no  puedo!  ¡Oh  sátiros  lascivos! 
¿Cómo  tanta  belleza  no  os  ablanda? 

Vanse  los  sátiros. 

Ya  dieron  fin  a su  cruel  empresa; 
muerta  queda  mi  vida,  muerta  queda 
ia  esperanza  que  en  pie  la  sostenía. 

Ahora  os  moveré,  pies,  sin  provecho; 
otra  vez  y otras  mil  soy  miserable; 
ahora,  pies,  me  llevaréis  do  vea 
la  imagen  de  la  muerte  más  hermosa 


que  vieron  ni  verán  ojos  humanos; 
joh  pies,  al  bien  enfermos  y al  mal  sanosi 

Llégase  Reinaldos  a Angélica. 

¿Es  posible  que  ante  mí 
te  mataron,  dulce  amiga? 

¿Y  es  posible  que  se  diga 
que  yo  no  te  socorrí? 

¿Qué  es  posible  que  la  muerte 
ha  sido  tan  atrevida, 
que  acábó  tu  dulce  vida 
oon  trance  amargo  y tan  fuerte? 

¿Y  que  mi  ventura  encierra 
tanta  desventura  y duelo, 
que  hoy  tengo  de  ver  mi  cielo 
puesto  debajo  la  tierra? 

¿Qué  antropófagos,  qué  escitas 
contra  ti  se  conjuraron, 
y qué  manos  te  acabaron 
sacrilegas  y malditas? 

Sin  duda,  el  infierno  todo 
fué  en  tan  desdichada  empresa; 
que  así  lo  afirma  y confiesa 
de  tu  muerte  el  triste  modo. 

Mas  yo  le  moveré  guerra, 
si  es  que  me  alcanza  la  vida 
en  tu  triste  despedida 
para  vivir  en  la  tierra. 

¿Yo  vivir?  Démoste  agora 
sepultura,  |oh  ángel  bello!, 
y después  me  veré  en  ello 


cuando  se  llegue  la  hora. 

Será  de  azada  esta  daga, 
que  abrirá  la  estrecha  fuesa, 
y daráse  en  ello  priesa, 
porque  ha  de  hacer  otra  llaga. 
Brazo  en  valor  sin  segundo, 
trabajad  con  entereza 
para  enterrar  la  riqueza 
mayor  que  ha  tenido  el  mundo. 
Vuestro  afán,  y no  mi  celo, 
parece  que  en  esto  yerra, 
si  he  de  sacar  tanta  tierra 
que  venga  a dubrir  el  cielo. 

La  tierra  te  sea  liviana, 
extremo  de  la  beldad 
que  crió  en  cualquier  edad 
la  naturaleza  humana. 

El  tesoro  desentierra 
el  que  halla  algún  tesoro; 
mas  yo  sigo  otro  decoro, 
que  cubro  el  mió  con  tierra. 
Esta  parte  es  concluida; 
otra  falta,  y concluiráse, 
si  bien  el  alma  costase, 
como  ha  de  costar  la  vida. 

Otra  sepultura  esquiva 
abriréis,  daga,  en  mi  pecho, 
con  que  daréis  fin  a un  hecho 
que  por  luengos  siglos  viva. 

Mi  cuerpo,  mi  dulce  y bella, 
quede  en  esta  tierra  dura 


265 


cual  piedra  de  sepultura, 
que  dice  quién  yace  en  ella. 

|Ea,  cobarde  francés, 
morid  con  bríos  ufanos, 
pues  no  os  ataron  las  manos 
como  os  ligaron  los  piesl 

Vase  a dar  Reinaldos  con  la  daga;  sale  Malgesí  en  su 
misma  figura,  y detiénele  el  brazo,  diciendo: 

No  hagas  tal,  hermano  amado; 
porque,  en  este  desconcierto, 
antes  que  no  verte  muerto, 
quiero  verte  enamorado. 

Aquesa  enterrada  y muerta 
no  es  Angélica  la  bella, 
sino  sombra  o imagen  della, 
que  su  vista  desconcierta. 

Para  volverte  en  tu  ser 
hice  aquesta  semejanza; 
que  el  amor  sin  esperanza 
no  suele  permanecer. 

Mas  pues  es  tal  tu  locura, 
que  aun  sin  ella  perseveras, 
mira,  para  que  rio  mueras, 
vacía  la  sepultura. 

REINALDOS 

¿Qué  estos  sobresaltos  das 
al  que  tienes  por  hermano? 

Hechicero,  mal  cristiano; 
mas  tú  me  lo  pagarás. 


266 


Pues  lo  sabes,  ¿por  qué  gustas 
de  tratarme  deste  modo? 


MALGESÍ 

Porque  te  extremas  en  todo 
y a ningún  medio  te  ajustas. 

Ven,  y pondréte  en  la  mano 
a Angélica,  y no  fingida. 

REINALDOS 

Seréte  toda  mi  vida 
humilde,  obediente  hermano. 

Entranse  todos. 

Suena  una  trompeta  bastarda  ( 1 ) lejos,  y entran 
en  el  teatro  Carlomagno  y Galalón. 

CARLOMAGNO 

¿Qué  trompeta  es  la  que  suena? 

¿Si  es  acaso  otra  aventura 
que  nos  ponga  en  desventura, 
que  la  otra  no  fué  buena? 

Bien  lo  dijo  Malgesí; 
mas  yo,  incrédulo  y cristiano, 
tuve  su  aviso  por  vano, 
y crédito  no  le  di. 

Otra  vez  suena.  ¿No  habrá 
quien  nos  avise  qué  es  esto? 

GALALÓN 

Yo  te  lo  diré  bien  presto. 


(1)  Cuyo  sonido  es  intermedio  entre  grave  y agudo. 


267 


CARLOMAGNO 

Mejor  éste  lo  dirá. 

Entra  un  paje. 

PAJE 

Por  San  Dionis  han  entrado 
dos  apuestos  caballeros 
que  parecen  forasteros, 
pero  de  esfuerzo  sobrado: 
uno  mayor  y robusto, 
otro  mancebo  y galán. 

GALALÓN 

é 

¿Dónde  llegan? 

PAJE 

Llegarán. 

Mas  miradlos,  si  os  da  gusto, 
que  veis  do  asoman  allí. 

Entran  Marfisa  y Bernardo  a caballo. 

CARLOMAGNO 

i Bravo  ademán  y valientel 

GALALÓN 

¡Qué  gran  número  de  gente 
que  traen  los  dos  tras  de  sil 

CARLOMAGNO 

Pondré  yo  que  es  desafio. 

GALALÓN 

El  continente  así  muestra. 


CARLOMAGNO 


¿Dónde  está  agora  la  diestra 
de  Roldán? 

GALALÓN 

¡Ah,  señor  míol 
¿Faltan  en  tu  corte  iguales 
a Roldán? 


CARLOMAGNO 

Yo  no  lo  sé. 

Calla,  que  hablan. 

GALALÓN 

Si  haré. 

CARLOMAGNO 

Si  dijeras  desiguales... 

MARFISA 

Escúchame,  Carlomagno, 
que  yo  hablaré  como  alcance 
mi  voz  hasta  tus  orejas, 
por  más  que  estemos  distantes 
y denme  también  oídos 
tus  famosos  doce  Pares, 
que  yo  les  daré  mis  manos 
cada  y cuando  que  gustaren. 
Una  mujer  soy  que  encierra 
deseos  en  sí  tan  grandes, 
que  compiten  con  el  cielo, 
porque  en  la  tierra  no  caben. 
Soy  más  varón  en  las  obras 


que  mujer  en  el  semblante; 
ciño  espada  y traigo  escudo, 
huygo  a Venus,  sigo  a Marte; 
poco  me  curo  de  Cristo; 

*de  Mahoma  no  hay  hablarme; 
es  mi  Dios  mi  brazo  solo, 
y mis  obras,  mis  penates. 

Fama  quiero  y honra  busco, 
no  entre  bailes  ni  cantares, 
sino  entre  acerados  petos, 
entre  lanzas  y entre  alfanjes. 

Y es  fama  que  las  que  vibran 
y las  que  ciñen  tus  Pares 
vuelan  y cortan  más  que  otras 
regidas  de  brazos  tales. 

Por  probar  si  esto  es  verdad, 
vivos  deseos  me  traen, 
y a todos  los  desafío, 
pero  a singular  certamen; 
y para  que  no  se  afrenten 
de  una  mujer  que  esto  hace, 

. mi  nombre  quiero  decilles: 
soy  Marfisa,  y esto  baste. 

BERNARDO 

En  el  padrón  de  Merlín 
va  Marfisa  a posentarse, 
donde  esperará  tres  días 
el  deseado  combate; 
y si  tantos  acudieren 
que  no  puedan  despacharse. 


ella  desde  aqui  me  escoge 
y elige  por  su  ayudante. 

Soy  caballero  español, 
de  prendas  y de  linaje, 
y quizá  el  mismo  deseo 
de  Marfisa  aqui  me  trae. 

Y entended  que  el  desafío 
ha  de  ser  a todo  trance, 
porque  grandes  honras  deben 
comprarse  a peligros  grandes. 

MARFISA 

Decid  que  deje  Roldán 
amorosos  disparates; 
que  con  Venus  y Cupido 
se  aviene  mal  el  dios  Marte. 

Lo  que  el  español  ha  dicho 
lo  confirmo,  y porque  es  tarde 
y el  padrón  no  está  muy  cerca, 
el  Dios  que  adoráis  os  guarde. 

CARLOMAGNO 

¿Hay,  por  dicha,  Galalón, 
en  París  otros  Roldanes? 

¿Hay  otro  alguno  que  pueda 
con  Reinaldos  igualarse? 

Si  los  hay,  ¿cómo  han  callado, 
oyendo  desafiarse? 

¡Oh,  mal  hubieses,  Angélica, 
que  tantos  males  me  haces! 
Colgados  de  tu  hermosura 
todos  mis  valientes  traes; 


271 

solo  han  dejado  a París, 
solo  por  ir  a buscarte. 

GALALÓN 

Mientras  vive  Galalón, 
ninguno  podrá  agraviarte, 
y mañana  con  las  obras 
haré  mis  dichos  verdades. 

Dame  licencia,  señor, 

por  que  al  punto  vaya  a armarme. 

CARLOMAGNO 

No  hay  para  qué  me  la  pida 
quien  es  de  los  doce  Pares. 

Entranse  y 

Entran  Perra guto  y Roldán  riñendo,  con  las  espadas 
desnudas, 

ROLDAN 

Tú  le  mataste,  y fué  alevosamente, 
moro  español,  sin  fe  y sin  Dios  nacido. 

FERRAGUTO 

Tu  falsa  lengua  como  falso  miente, 
y mentirá  mil  veces,  y ha  mentido. 

ROLDAN 

¿No  fué  maldad  echarle  en  la  corriente 
del  río? 

FERRAGUTO 

Muy  bien  puede  del  vencido 
hacer  el  vencedor  lo  que  quisiere. 


272 


ROLDAN 

De  tu  falso  argüir  eso  se  infiere. 

No  te  retires,  bárbaro  arrogante, 
que  quiero  castigar  tu  alevosía. 

FERRAGUTO 

Si  me  retiro,  fanfarrón  de  Agíante; 
el  paso,  sí;  la  voluntad  no  es  mía. 

Por  Mahoma  te  juro,  y Trivigante, 
que  no  sé  quién  me  impele  y me  desvía 
de  tu  presencia,  joh  paladín  gallardo! 

ROLDAN 

Con  ésta  acabarás,  que  ya  me  tardo. 

Retírase  Ferraguto,  y"  puesto  en  la  tramoya,  al  tirarle 
Rcldán  una  estocada,  se  vuelve  la  tramoya,  y apa- 
recen  en  ella  Angélica  y Roldán,  echándose  a los 
pies  della;  al  punto  que  se  inclina  se  vuelve  la  tra- 
moya, y aparece  uno  de  los  sátiros,  y hállase  Roldán 
abrazado  con  sus  pies, 

ROLDAN 

¿Qué  milagros  son  éstos.  Dios  inmenso? 

¿Es  piedad  del  amor  esta  que  veo? 

Arrójome  a tus  pies,  y en  esto  pienso 
que  satisfago  en  todo  a mi  deseo. 

Coge,  amada  enemiga,  el  fruto  y censo 
que  estos  labios  te  dan,  y por  trofeo 
ponga  amor  en  su  templo  que  un  Orlando 
está  tus  bellas  plantas  adorando. 

De  ámbar  pensé,  mas  no  es  sino  de  azufre, 
el  olor  que  despiden  estas  plantas. 


273 


¿Adónde  tanto  engaño,  amor,  se  sufre, 
o quién  puede  formar  visiones  tantas? 

Esta  veré  si  esta  estocada  sufre. 

Vuélvese  la  tramoya,  y aparece  Malgesí  en  su  forma. 

MALGESÍ 

Primo,  ¿qué,  no  te  enmiendas  ni  te  espantas? 

ROLDAN 

¡Oh  Malgesíl  Hazaña  ha  sido  aquesta 
que  mi  amor  y tu  ciencia  manifiesta. 

Mas  dime:  ¿de  qué  sirven  tantas  pruebas 
para  ver  que  estoy  loco  y que  me  pierdo, 
sabiendo  que  el  estilo  que  tú  llevas 
ni  le  cree  ni  le  admite  el  hombre  cuerdo? 

MALGESÍ 

Ven  conmigo,  Roldán;  daréte  nuevas 
de  tu  bien  por  tu  mal. 

ROLDAN 

¡Oh  sabio  acuerdol 
Llévame,  primo,  en  presuroso  vuelo 
deste  infierno  de  ausencia  a ver  mi  cielo. 

MALGESÍ 

Arrima  las  espaldas  a esa  caña, 
los  ojos  cierra  y de  Jesús  te  olvida. 

ROLDAN 

Grave  cosa  me  pides. 

MALGESÍ 

Date  maña, 

que  importa  a tu  contento  esta  venida. 

Comedias. —T.  H.  18 


274 


ROLDAN 


¿Estoy  bien  puesto? 

MALGESÍ 

Bien. 

ROLDAN 

Jesús  me  valga, 

aunque  jamás  con  esta  empresa  salga. 

Vuélvese  la  tramoya  con  Roldán;  salen  Bernardo  y 
Marfisa,  y suena  dentro  una  trompeta, 

BERNARDO 

Trompeta  y caballos  siento, 
y,  según  mi  parecer, 
paladín  debe  de  ser 
que  viene  al  padrón  contento 
y seguro  de  alcanzar 
de  ti,  Marfisa,  el  trofeo. 

MARFISA 

A pie  viene,  a lo  que  veo. 

BERNARDO 

¿Pues  quién  le  hizo  apear? 

MARFISA 

Lo  que  a nosotros.  ¿No  ves 
que  aquí  caballo  no  llega? 

BERNARDO 

Sin  duda  es  de  la  refriega; 
que  me  parece  francés. 

Entra  Galalón  armado  de  peto  y espaldar^ 


GALALÓN 


Sálveos  Dios,  copia  dichosa, 
tan  bella  como  valiente. 

BERNARDO 

Dios  te  salve  y te  contente. 

MARFISA 

[Salutación  enfadosal 
Sálveme  mi  brazo  a mí, 
y conténteme  mi  fuerza. 

GALALÓN 

Vuestro  desafio  me  fuerza 
^y  mueve  a venir  aquí, 

MARFISA 
Dime  si  eres  paladín. 

GALALÓN 

Paladín  digo  que  soy.  - 

BERNARDO 

¿Partiste  de  París  hoy? 

GALALÓN 

Anoche. 

BERNARDO 

¿Pues  a qué  fin? 

GALALÓN 

No  más  de  a ver  si  hay  que  ver 
en  ti  y la  bella  Marfisa. 

BERNARDO 

Tú  te  has  dado  buena  prisa. 


GALALÓN 

Conviene,  porque  hay  que  hacer. 

MARFISA 

¿Qué  tienes  que  hacer? 

GALALÓN 

Venceros 

y dar  a París  la  vuelta. 

BERNARDO 

Si  cual  tienes  lengua  suelta 
tienes  agudos  aceros, 
bien  saldrás  con  tu  intención. 
Mas  dime:  ¿cómo  es  tu  nombre? 

GALALÓN 

Diréoslo,  por  que  os  asombre: 
es  mi  nombre  Galalón, 
el  gran  señor  de  Manganza, 
de  los  doce  el  escogido. 

BERNARDO 

Días  ha  que  yo  he  sabido 
que  eres  una  buena  lanza, 
un  crisol  de  la  verdad, 
un  abismo  de  elocuencia, 
un  imposible  de  ciencia, 
un  archivo  de  lealtad. 

MARFISA 

Contra  la  razón  te  pones, 
Bernardo,  porque  la  fama 
por  todo  el  mundo  derrama 


que  éste  es  saco  de  traiciones, 
y aun  enemigo  mortal 
de  todos  los  paladines, 
malsín  sobre  los  malsines, 
mentiroso  y desleal, 
y,  sobre  todo,  cobarde. 

GALALÓN 

A la  prueba  me  remito, 
y vengamos  al  conflito, 
que  se  va  haciendo  tarde. 
Empero  si  queréis  iros 
sin  comenzar  esta  empresa, 
yo  os  juro  y hago  promesa 
de  eternamente  serviros 
y de  no  desenvainar 
en  contra  vuestra  mi  espada. 

BERNARDO 

Promesa  calificada 
y muy  digna  de  estimar. 

MARFISA 

Dame  la  mano,  que  quiero 
aceptarte  por  amigo. 

GALALÓN 

Doila,  porque  siempre  sigo 
proceder  de  caballero. 

¡Cuerpo  de  quien  me  parió, 
que  los  huesos  me  quebrantas! 

MARFISA 

¿Pues  desto  poco  te  espantas? 


GALALÓN 


De  menos  me  espanto  yo. 

De  modo  vas  apretando, 
que  se  acerca  ya  mi  fin. 

BERNARDO 

¿Un  famoso  paladín 
ansi  se  ha  de  estar  quejando 
porque  le  dé  una  doncella 
la  mane  con  gran  favor? 

GALALÓN 

¿Esta  es  doncella?  Es  furor, 
es  rayo  que  me  atropella, 
es  de  mi  vida  el  contraste, 
pues  que  ya  me  la  ha  quitado. 

MARFISA 

jPor  Dios,  que  se  ha  desmayadol 

BERNARDO 

¿Cómo,  y tanto  le  apretaste? 

MARFISA 

La  mano  le  hice  pedazos. 

BERNARDO 

jOh  desdichado  francés! 

MARFISA 

Quitarle  quiero  el  arnés, 
pues  viene  sin  guardabrazos, 
y ponerle  por  trofeo 
colgado  de  alguna  rama, 
con  un  mote  que  su  fama 


descubra,  como  deseo. 

Pero  fáltanme  instrumentos 
con  que  ponello  en  efecto. 

Malgesí  dice  de  dentro: 

No  faltarán,  te  prometo, 
pues  sé  tus  buenos  intentos. 

Esos  ministros  que  envío 
cumplirán  tu  voluntad. 

BERNARDO 

|Oh  que  extraña  novedadi 

M AREIS  A 

¿Quién  sabe  el  intento  mío? 

Los  versos  dicen  lo  mismo 
que  imaginé  en  mi  intención. 

¿Si  llevan  a Galalón 
estos  diablos  al  abismo? 

GALALÓN 

Ya  yo  entiendo  que  aquí  andas; 
a ti  digo,  Malgesí. 

Di:  ¿no  hallaste  para  mí 
otro  coche  ni  otras  andas? 

Llévanle  los  sátiros  en  brazos  a Galalón 

MARFISA 

Di  cómo  dice  el  trofeo; 
quizá  yo  no  lo  he  entendido. 

BERNARDO 

Agudo  está  y escogido. 


MARFISA 

Léelo  en  voz. 

BERNARDO 

En  voz  lo  leo. 

«Estar  tan  limpio  y terso  aqueste  acero^ 
con  la  entereza  que  por  todo  alcanza, 
nos  dice  que  es,  y es  dicho  verdadero 
del  señor  de  la  casa  de  Maganza.» 

Estas  selvas  está  cierto 
que  están  llenas  de  aventuras. 

MARFISA 

Quedado  habernos  a escuras, 
por  el  sol  que  se  ha  encubierto; 
y entretanto  que  él  visita 
los  antípodas  de  abajo, 
demos  al  sueño  el  trabajo 
que  el  reposo  solicita. 

A esta  parte  dormiré; 
tú,  Bernardo,  duerme  a aquélla,, 
hasta  que  salga  la  estrella 
que  a Febo  guarda  la  fe. 

Y si  en  aquestos  tres  días 
no  vinieren  paladines, 
buscaremos  otros  fines 
de  más  altas  bizarrías. 

BERNARDO 

Bien  dices;  aunque  el  sosiego 
. pocas  veces  le  procuro. 


281 


con  todo,  a este  peñón  duro 
el  sueño  y cabeza  entrego. 

Echase  a dormir. 

Sale  por  lo  hueco  del  teatro  Castilla  con  un  león  en 
la  una  mano  y en  la  otra  un  castilla. 

CASTILLA 

¿Duermes,  Bernardo  amigo, 

y aun  de  pesado  sueño, 

como  el  que  de  cuidados  no  procede? 

¿Huyes  de  ser  testigo 

de  que  un  extraño  dueño 

tu  amada  patria  sin  razón  herede? 

¿Esto  sufrirse  puede? 

Advierte  que  tu  tío, 

contra  todo  derecho, 

forma  en  el  casto  pecho 

una  opinión,  un  miedo,  un  desvario 

que  le  mueve  a hacer  cosa 

ingrata  a ti,  infame  a mí,  y dañosa. 

Quiere  entregarme  a Francia, 

temeroso  que,  él  muerto, 

en  mis  despojos  no  se  entregue  el  moro, 

y está  en  esta  ignorancia 

de  mi  valor  incierto 

y dese  tuyo  sin  igual  que  adoro. 

No  mira  que  el  decoro 

de  animosa  y valiente, 

sin  cansancio  o desmayo, 

que  me  infundió  Pelayo, 

he  guardado  en  mi  pecho  eternamente. 


y he  de  guardar  contino, 

sin  que  pavor  le  tuerza  su  camino. 

Ven,  y con  tu  presencia 

.infundirás  un  nuevo 

corazón  en  los  pechos  desmayados; 

curarás  la  dolencia 

del  rey,  que,  ciego  al  cebo 

de  pensamientos  en  temor  fundados, 

sigue  vanos  cuidados, 

tan  en  deshonra  mía, 

que,  si  tú  no  me  acorres 

y luego  me  socorres, 

huiré  la  luz  del  Sol,  huiré  del  día, 

y en  noche  eterna  obscura 

lloraré  sin  cesar  mi  desventura. 

Por  oculto  camino 

del  centro  de  la  tierra 

te  llevaré,  Bernardo,  al  patrio  suelo. 

Ven  luego,  que  el  destino 

propicio  tuyo  encierra 

en  tu  brazo  tu  honra  y mi  consuelo. 

Ven,  que  el  benigno  cielo 

a tu  favor  se  inclina. 

Llevaré  a tu  escudero 
por  el  mismo  sendero. 

Y tú,  sin  par,  que  aspiras  a divina, 

procura  otras  empresas, 

que  es  poco  lo  que  en  éstas  interesas 

Nadie  en  esta  querella 

batallará  contigo, 

que  tras  sí  se  les  lleva  la  hermosura 


283 


de  Angélica  la  bella, 
común  fiero  enemigo 
de  los  que  en  esto  ponen  su  ventura 

Y está  cierta  y segura 
que  dentro  en  pocos  años 
verás  extrañas  cosas, 
amargas  y gustosas, 

engaños  falsos,  ciertos  desengaños. 

Y en  tanto,  en  paz  te  queda, 
y así  cual  lo  deseo  te  suceda. 

Entrase  Castilla  con  Bernardo  por  lo  hueco  del  teatro, 

MARFISA 

Selvas  de  encantos  llenas, 

¿qué  es  aquesto  que  veo? 

¿Qué  figuras  son  éstas  que  se  ofrecen? 

¿Son  malas,  o son  buenas? 

Entre  creo  y no  creo 

me  tienen  estas  sombras  que  parecen; 

admiraciones  crecen 

en  mí,  no  ningún  miedo. 

Lleváronme  a Bernardo, 
y aquí  sin  causa  aguardo. 

Ir  quiero  a do  mostrar  mi  esfuerzo  puedo. 
Vuelto  me  he  en  un  instante; 
derecha  voy  aí  campo  de  Agramante. 

CorintOf  pastor,  y Angélica  como  pastora, 

CORINTO 

Digo  que  te  llevaré 
si  fuese  a cabo  del  mundo. 


284 


ANGÉLICA 

En  tu  valor  sin  segundo 
sé  bien  que  bien  me  fié. 

CORINTO 

Háya  guelte  (1),  y tú  verás 
si  te  llevo  do  quisieres. 

ANGÉLICA 

Mira  tú  cuánto  pudieres, 
que  eso  mismo  gastarás; 
que  tengo  joyas  que  son 
de  valor  y parecer. 

CORINTO 

¿Y  adonde  se  ha  de  vender? 

ANGÉLICA 

Ahí  está  la  confusión. 

CORINTO 

No  reparar  en  el  precio; 
que,  cuando  hay  necesidad, 
es  punto  de  habilidad 
dar  la  cosa  a menos  precio. 
Y más,  que  todo  lo  allana 
un  buen  ingenio  cursado. 

¿Y  cuándo  has  determinado 
que  partamos? 

ANGÉLICA 

Yo,  mañana. 


(1)  Dinero* 


285 


CORINTO 

Daremos  de  aquí  en  Marsella, 
y allí  nos  embarcaremos, 
y el  camino  tomaremos 
para  España,  rica  y bella. 

Y en  saliendo  del  estrecho, 
tomar  el  rumbo  a esta  mano 
por  el  mar  profundo  y cano 
que  tantas  burlas  me  ha  hecho. 
Digo  que  si  naves  hay 
y en  el  viento  no  hay  reveses, 
en  menos  de  trece  meses 
yo  te  pondré  en  el  Catay  (1). 
¿Quieres  más? 

ANGÉLICA 

Eso  me  basta, 
si  así  lo  ordenase  el  cielo. 

CORINTO 

Aunque  me  ves  deste  pelo, 
soy  marinero  en  de  casta, 
y nado  como  un  atún, 
y descubro  como  un  lince, 
y trabajo  más  que  quince, 
y más  que  veinte,  y aun. 

Pues  en  el  guardar  secreto 
haz  cuenta  que  mudo  soy. 
¿Quieres  que  nos  vamos  hoy? 
Entra  Reinaldos. 


<1)  Chiiu. 


ANGÉLICA 

i Oh  nuevo  y terrible  aprieto  l 
Si  éste  me  conoce, ' es  cierta 
mi  muerte  y mi  sepultura. 

CORINTO 

Pues  encubre  tu  hermosura, 
si  es  que  puede  estar  cubierta, 

Pero  dime:  ¿qué  éste  es 
el  francés  del  otro  día? 

¡Adiós,  pastoraza  mía, 
que  está  mi  vida  en  mis  piesl 
Huye  Corinto. 

ANGÉLICA 

No  es  acertado  esperalle; 
muy  mejor  será  huir. 

REINALDOS 

¿Sabrásme,  amiga,  decir 
de  un  rostro,  donaire  y talle 
que  es,  más  que  humano,  divino? 
Alza  el  rostro.  ¿A  qué  te  encubres, 
que  parece  que  descubres 
un  no  sé  qué  peregrino? 

Alza  a ver.  ¡Oh  santos  cielosl 
¿Qué  es  esto  que  ven  mis  ojos? 

¡Oh  gloria  de  mis  enojos, 
oh  quietud  de  mis  recelos! 

¿Quién  os  puso  en  este  traje? 
¿Huisos?  Pues,  ¡vive  Dios!, 
ingrata,  que  he  de  ir  tras  vos 


287 


hasta  que  al  infierno  baje 
o hasta  que  al  cielo  me  encumbre, 
si  allá  os  pensáis  esconder; 
que  el  tino  no  he  de  perder, 
pues  va  delante  tal  lumbre. 

Corre  Angélica  y entra  por  una  puerta,  y Reinaldos 
tras  ella,  y,  al  salir  por  otra,  haya  entrado  Roldán, 
y encuentra  con  ella, 

ANGÉLICA 

De  mi  dolor  conmovido, 

te  ha  puesto  el  cielo  en  mis  brazos. 

REINALDOS 

Suelta,  que  te  haré  pedazos, 
amante  descomedido; 
suelta,  digo;  considera 
la  grosería  que  haces. 

ROLDÁN 

¿Para  qué  turbas  mis  paces, 
sombra  despiadada  y fiera? 

¿No  ves  que  esta  prenda  es  mía 
de  razón  y de  derecho? 

REINALDOS 

¡Por  Dios,  que  te  pase  el  pechol 

ANGÉLICA 

¡Suerte  airada,  estrella  impíal 

REINALDOS 

¿Fiaste  en  ser  encantado, 
que  no  quieres  defenderte? 


2^8 


ROLDAN 

No  fio  sino  en  tenerte 
por  un  simple  enamorado. 

REINALDOS 

jMataréte,  vive  el  cielol 

ROLDAN 

Si  puedes,  luego  me  acaba, 

REINALDOS 

¿Hay  desvergüenza  tan  brava? 

ROLDAN 

¿Hay  tan  necio  y simple  celo? 

ANGÉLICA 

¿Hay  hembra  tan  sin  ventura 
como  yo?  Dúdolo,  cierto. 

¡Suelta,  cruel,  que  me  has  muerto 
a manos  de  tu  locura! 

REINALDOS 

¡Suéltala,  digol 

ROLDAN 

jNo  quiero! 

REINALDOS 

¡Defiéndete,  pues! 

ROLDAN 

|Ni  aquesol 

REINALDOS 


¡Loco  estás! 


ROLDAN 


289 


Yo  lo  confieso, 

aunque  de  estar  cuerdo  espero. 

ANGÉLICA 

Divididme  en  dos  pedazos, 
y repartid  por  mitad. 

ROLDAN 

No  parto  yo  la  beldad 

que  tengo  puesta  en  mis  brazos 

REINALDOS 

Dejarla  tienes  entera, 
o la  vida  en  estas  manos. 

ANGÉLICA 

|Oh  hambrientos  lobos  tiranos, 
cuál  tenéis  esta  corderal 
El  cielo  se  viene  abajo, 
de  mi  angustia  condolido. 

ROLDAN 

¡Oh  salteador  atrevido, 
cuán  sin  fruto  es  tu  trabajol 

Descuélgase  la  nube  y cubre  a todos  tres,  que  se  escon- 
den por  lo  hueco  del  teatro,  y salen  luego  el  empera- 
dor Carlomagno  y Galalón,  la  mano  en  una  ban- 
da, lastimada  cuando  se  la  apretó  Mari  isa. 

CARLOMAGNO 

¿Qué,  vencistes  a Marfisa? 

Comedias.— T.  II. 


19 


GALALÓN 

Llegué  y vencí  todo  junto, 
porque  yo  no  pierdo  punto 
si  acaso  importa  la  prisa. 
Maltratóme  aquesta  mano 
de  un  bravo  golpe  de  espada, 
de  que  quedó  magullada, 
porque  fué  el  golpe  de  llano. 

CARLOMAGNO 

¿Qué  se  hizo  el  español? 

GALALÓN 

Como  vió  en  mí  a toda  Francia, 
se  deshizo  su  arrogancia 
como  las  nubes  al  Sol. 

También  le  dejé  vencido. 

CARLOMAGNO 

¡Brava  hazaña,  Galalón! 

GALALÓN 

Hazaña  de  un  corazón 
que  es  de  ti  favorecido. 

CARLOMAGNO 

¿Quién  es  éste? 

GALALÓN 

Malgesí. 

CARLOMAGNO 

¡Oh!  ¡A  qué  buen  tiempo  que  viene! 


291 


Parece  que  se  detiene. 

¿Viene  armado? 

GALALÓN 

Creo  que  sí. 

Entra  Malgesí  con  el  escudo  de  Galalón,  donde  vienen 
escritos  los  cuatro  versos  de  antes. 

CARLOMAGNO 

Extraña  armadura  es  ésta, 

¡oh  Malgesíl,  caro  amigo. 

GALALÓN 

La  ciencia  deste  enemigo 
honra  y vida  y más  me  cuesta. 

MALGESÍ 

Señor,  pues  sabéis  leer, 
leed  aquesta  escritura. 

GALALÓN 

Mi  cobardía  se  apura 
si  más  quiero  aquí  atender. 

Irme  quiero  a,  procurar 
venganza  deste  embaidor. 

Entra  Galalón. 

MALGESÍ 

Después  os  diré,  señor, 

. cosas  que  os  han  de  admirar. 

* CARLOMAGNO 

¿Adonde  queda  Roldán, 
y adónde  queda  Reinaldos? 


292 


MALGESÍ 

Sacro  emperador,  miraldos 
de  la  manera  que  están. 

Vuelven  a salir  Roldán,  Reinaldos  y Angélica,  de  la 
misma  manera  como  se  entraron  cuando  les  cubrió 
la  nube. 

REINALDOS 

Mi  trabajo  doy  al  viento, 
por  más  que  mi  fuerza  empleo. 

ROLDAN 

Reinaldos,  no  soy  Anteo, 
que  me  ha  de  faltar  aliento. 

ANGÉLICA 

(Cobardes  como  arrogantes, 
de  tal  modo  me  tratáis, 
que  no  es  posible  seáis 
ni  caballeros  ni  amantesi 

MALGESÍ 

Vuelve  la  vista,  emperador  supremo; 
verás  el  genio  de  París  rompiendo 
los  aires  y las  nubes,  paraninfo 
despachado  del  cielo  en  favor  tuyo. 

CARLOMAGNO 

(Hermosa  vista  y novedad  es  ésta! 

Aparece  un.  ángel  en  una  nube  volante. 

ÁNGEL 

Préstame,  Cario,  atento  y grato  oído, 
y escucha  del  divino  acuerdo  cuanto 


293 


tiene  en  tu  daño  y gusto  estatuido 
allá  en  las  aulas  del  alcázar  santo. 
Presto  estos  campos  con  marcial  ruido 
retumbarán,  y con  horror  y espanto 
volverá  las  espaldas  la  cristiana 
a la  gente  agarena  y africana. 

En  honor  de  Macón  y Trivigante, 
con  torcida  y errada  fantasía, 
viste  las  duras  armas  Agramante 
y deja  Ferragut  a Andalucía, 
Rodamonte  feroz  viene  delante; 
sus  fuertes  moros  Zaragoza  envía, 
con  Marsilio,  su  rey,  y el  rey  Sobrino, 
tan  prudente,  que  casi  es  adivino.  ‘ 
Queda  Libia  desierta,  sin  un  moro; 
de  Africa  quedan  solas  las  mezquitas, 
y todos  a una  voz  tus  lirios  de  oro 
afrentan  con  palabras  inauditas. 

Mas  tú,  guardando  el  sin  igual  decoro 
que  guardas  en  empresas  exquisitas, 
sal  al  encuentro  luego  a esta  canalla, 
puesto  que  perderás  en  la  batalla. 

Pero  después  la  poderosa  mano 
ayudarte  de  modo  determina, 
que  del  moro  español  y el  afric^o 
seas  el  miedo  y la  total  ruina. 

Vuelvo  con  esto  al  trono  soberano, 
a ver  si  en  tu  favor  se  determina 
de  nuevo  alguna  cosa,  y en.  un  punto 
tendrás  mi  vista  y el  aviso  junto, 

Vase, 


Í^ARLOMAGNO 


iGracias  te  doy,  Dios  inmenso, 
por  el  aviso  y merced! 

ROLDAN 

Pues  ella  cayó  en  mi  red, 
gozalla,  sin  duda,  pienso. 

REINALDOS 

¿Todavía  estás  en  eso? 

ROLDAN 

¿Y  tú  en  eso  todavía? 

CARLOMAGNO 

De  vuestra  loca  porfía 
he  de  sacar  buen  suceso, 
y ha  de  ser  desta  manera: 
aquesta  dama  llevad 
y al  momento  la  entregad 
al  gran  duque  de  Baviera, 
y el  que  más  daño  hiciere 
en  el  contrario  escuadrón, 
llevará  por  galardón 
la  prenda  que  tanto  quiere. 

ROLDAN 

Soy  contento. 

REINALDOS 

Soy  contento. 

ROLDAN 

(Morirán  luego  a mis  manos 
andaluces  y africanos! 


MALGESÍ 

¡Vano  saldrá  vuestro  intento! 

ROLDAN 

¡Despedazaré  a Agramante 
y a su  ejército  en  un  punto! 
Cuéntenle  ya  por  difunto. 

MALGESÍ 

No  te  alargues,  arrogante, 
que  Dios  dispone  otra  cosa, 
como  en  efecto  verás. 

ROLDAN 

¡Oh  Agramante!  ¿Dónde  estás? 

REINALDOS 

¡Por  mía  cuento  esta  diosa! 
Cuando  con  victoria  vuelvas, 
crecerá  tu  gusto  y fama, 
que  por  ahora  nos  llama 
fin  suspenso  a nuestras  selvas. 


Suenan  chirimías,  y dase  fin  a la  comedia. 


INDICE  DEL  TOMO  SEGUNDO 


Páginas- 


El  gallardo  español 

Jornada  - 7 

Segunda  jornada 59 

Tercera  jornada 109 

La  casa  de  los  celos 

Jornada  primera 163 

Jornada  segunda 206 

Jornada  tercera 251 


Nuevas  obras  CALPE 


mmm  Hiim  y mm 

Han  aparecido  cinco  libros  interesantísimos 
y trascendentales: 

PEQUEÑA  HISTORIA  DE  LA  GRAN  GUE- 
RRA, de  H.  Vast, — Descripción  y recopila- 
ción minuciosa  y exacta  de  la  enorme  trage- 
dia europea.  300  páginas.  19  mapas.- — Cinco 
pesetas. 

LAS  CONSECUENCIAS  ECONOMICAS  DE 
LA  PAZ. — J,  M.  KeyneSf  profesor  de  Cam- 
bridge y miembro  que  fué  de  la  Conferencia 
de  la  Paz,  estudia  profundamente  la  situa- 
ción económica  de  Europa  después  de  la  gue- 
rra. 264  páginas. — Diez  pesetas. 

Tres  obras  sobre  Rusia: 

LA  REPUBLICA  RUSA 

por  el  Coronel  Malone  (3  ptas.). 

EL  BOLCHEVISMO  EN  ACCION 

por  W,  T.  Goode  (3  ptas.). 

RUSIA  EN  LAS  TINIEBLAS 

por  Wells  (4  ptas.). 

Quien  quiera  conocer  a fondo  el  problema 
de  la  revolución  rusa  y sus  probables  conse- 
cuencias para  Europa,  debe  leer  estas  tres 
obras,  documentadísimas  y de  poderoso  interés 
dramático. 


Publicaciones  CALPE 


Las  obras  de  éxito  indiscutible  de  la  litera- 
tura universal  contemporánea  forman,  escru- 
pulosamente traducidas  a nuestro  idioma,  este 
grupo  de  publicaciones  CALPE.  Es  necesario 
poseerlas  para  seguir  el  movimiento  literario 
de  nuestros  días  en  todos  los  pueblos  cultos. 

He  aquí  las  primeras  obras  de  esta  serie: 

FKANCIA. — Anthinea,  de  Maurrás;  La  coli- 
na INSPIRADA,  Amore  et  dolori  sacrum.  El 
VIAJE  DE  Esparta  y Los  desarraigados,  de 
Barrés;  PoR  EL  camino  de  Swann  y A la 
SOMBRA  DE  LAS  MUCHACHAS  EN  FLOR,  de 
Proust;  Laura,  de  Clermont;  Cressida,  de 
Suarés;  El  cabaret,  de  Amoux;  La  es- 
cuela DE  los  indiferentes,  SiMON  el  PATE- 
TICO y Lecturas  para  una  sombra,  de 
raudoux;  El  rosario  al  sol,  de  Francis 
Jammes;  Obras  escogidas,  de  Peguy;  Fer- 
mina Márquez,  de  Larband, 

INGLATERRA.— La  vuelta  al  hogar.  Lejos 

DE  LA  LOCA  MULTITUD,  LA  MANO  DE  ETHEL- 

berta.  Los  woodlanders  y El  bien  amado, 
de  Hardy;  El  caso  de  Ricardo  Meynell  y 
Roberto  Elsmere,  de  Word;  Los  hijos  del 
Ghetto  y El  manto  de  Elias,  de  Zangwill. 


ALEMANIA. — El  subdito,  Diana,  Minerva, 
Venus  y Los  pobres,  de  Enrique  Mann;  La 
MUERTE  EN  Venecia,  de  Tomás  Mann. 

PORTUGAL. — La  alegría,  el  dolor  y la  gra- 
cia, de  Coimbra. 

ESPAÑA. — Tres  novelas  ejemplares  y un 
PROLOGO,  de  Unamuno. 

RUSIA. — El  JARDIN  DE  LOS  CEREZOS,  de  Che- 
jov;  El  diácono  de  Santa  Sofía  y El  espí- 
ritu DE  LAS  TIERRAS  NEGRAS,  de  Siviniakof ; 
Historia  de  una  bomba,  de  Strugi-Andrei. 

ITALIA. — Tres  dramas,  de  Giacomo;  Los  de- 
VORADORES,  de  Annie  Vivanti;  Eva  moder- 
na y La  mujer  y el  amor,  de  Sighele. 


Todos  los  ejemplares  de  esta  Colección  apa- 
recen encuadernados  y editados  primorosa- 
mente. 


Publicaciones  CALPE 


BIBLIOTECA  BEL 

ELECTRICISTA  PRACTICO 

Gran  enciclopedia  de  Electricidad 

LA  MAS  MODERNA,  MAS  CLARA,  MAS  CONCISA, 
MAS  COMPLETA,  MAS  ECONOMICA.  MAS  MANUA- 
BLE Y MAS  PRIMOROSAMENTE  ILUSTRADA  DE 
CUANTAS  SE  HAN  PUBLICADO  HASTA  HOY 

OBRA  SUMAMENTE  PRACTICA  Y ORIGINAL 
REDACTADA  POR  AUTORES  ESPECIALISTAS 

bajo  la  dirección  de 

D.  RICARDO  CARO  Y ANCHÍA 

Licenciado  en  Ciencias  fisicomatemáticas,  oficial 
de  Telégrafos  y profesor  de  Electrotecnia  y Te- 
legrafía en  la  Escuela  Industrial  de  Tarrasa. 


Biblioteca  ideal  para  cuantas  personas  intervengan  en  la 
electricidad  y sus  aplicaciones,  pues  enseña  con  admirable 
claridad  todos  los  conocimientos  relacionados  con  tan  im- 
portantísima ciencia. 


Consta  de  30  preciosos  tomos,  encuadernados  en  tela,  con 
unas  5.000  páginas  en  total,  cerca  de  1.500  hermosos  gra- 
bados y muchas  láminas  en  negro  y colores. 


Ingenieros  industriales,  Mecánicos,  Electricistas,  Con- 
tramaestres, Conductores  de  máquinas.  Fabricantes,  In- 
dustriales, Maquinistas  y Obreros  de  Centrales  eléctricas. 
Empleados  de  Compañías  de  Electricidad  y Telefónicas, 
Funcionarios  del  Cuerpo  de  Telégrafos,  Peritos  industria- 
les, Alumnos  de  las  Escuelas  Superiores,  Metalúrgicos, 
Doradores,  Plateadores,  Constructores  de  máquinas.  Ins- 
taladores de  Electricidad,  Maquinistas  y Telegrafistas  de 
buques,  etc.,  encontrarán  en  estos  interesantes  volúmenes 
materia  abundantísima  de  estudio  y consulta. 


TOMOS  QUE  COMPRENDE 

§ Ptas. 

I. — Electricidad  y magnetismo 3 

II. — Corrientes  alternas.  Unidades 3,50 

III.  — Pilas  eléctricas 3 

IV.  — Dínamos  de  corriente  continua.  . . . . 3,50 

V. — Motores  de  corriente  continua 3 

VI. — Alternadores 3,50 

VII. — Motores  de  corriente  alternativa.  ...  3 

VIII. — Transformadores  y convertidores.  ...  . 3,50 

IX. — Devanados 4 

X. — Reóstatos  industriales 3,50 

XI. — Acumuladores 3 

XII. — ^Averías  en  las  máquinas  eléctricas.  . 3 

XIII.  — Líneas  eléctricas 3,50 

XIV.  — Transporte  y distribución  de  la  energía 

eléctrica 3 

XV. — Pararrayos 3,50 

XVI. — Centrales  eléctricas 3,50 

XVII. — Contadores  de  electricidad 3 

XVIII. — Mediciones  de  laboratorio 3,50 

XIX. — Mediciones  eléctricas  de  taller 3 

XX. — Instalaciones  eléctricas 3 

XXI. — Electroquímica 3 

XXII. — Galvanoplastia  y galvanostogia 3 

XXIII. — Electrometalurgia 3 

XXIV. — Lámparas  eléctricas 3 

XXV.— Telegrafía 4 

XXVI. — Timbres  y teléfonos 3,50 

XXVII. — Centrales  telefónicas 3,50 

XXVIII. — Telegrafía  y telefonía  sin  hilos.  . . . 3,50 

XXIX. — Tranvías  y ferrocarriles  eléctricos.  . . 3,50 

XXX. — Electroterapia  y Rontgenología . ...  3,50 

PRECIO  DE  LA  COLECCION,  Qn 
A PLAZOS  O AL  CONTADO:  pCdCUlíl 

nnrui  i los  sosiupioies  i todo  u [ouciiíii 

Los  suscriptores  a 30  volúmenes  de  que  consta  la  obra 
disfrutarán  del  precio  excepcional  de  90  pesetas  la  co- 
lección, mediante  firma  del  contrato  que  facilita  la  Com- 
pañía editora,  con  lo  cual  se  benefician  de  la  notable  di- 
ferencia que  existe  entre  el  precio  de  la  obra  completa 
y lo  que  suman  los  precios  fijados  para  los  volúmenes 
sueltos. 


Publicaciones  CALPB 


LIBROS  DE  AVENTURAS 


Las  obras  más  importantes  de  la  literatura 
universal  de  este  género.  Se  ha  puesto  exqui- 
sito cuidado  en  seleccionarlas  de  tal  modo,  que 
formen  una  Biblioteca  de  extraordinario  in- 
terés y de  positiva  cultura,  eliminando  aque- 
llas que  pueden  perturbar  la  imaginación  de 
los  lectores  jóvenes. 

Publicadas  hasta  ahora: 

Pesetas. 


LOS  TRAMPEROS  DEL  ARKANSAS, 

de  Aímard 4 

AVENTURAS  DEL  CAPITAN  COR- 
CORAN, de  Assollant 4,50 

EL  CAZADOR  DE  CIERVOS,  de  Coa- 

per  (dos  tomos) 3 

LOS  TIRADORES  DE  RIFLE,  de 

l\/f n^/71  £>  fíp'íyJ  Á. 

LA  ISLA  DEL  TESORO,’ dé  Stévensoñ.  4 
DE  LA  TIERRA  A LA  LUNA,  de 
Veme 3,50 


Todos  estos  volúmenes  están  lujosamente 
presentados  e ilustrados  con  profusión. 


COLECCION  UNIVERSAI. 


NO  VEI 
FILOSOF 
mSTORI 


UNIVERSITY  OF  ILLINOIS-URBANA 


Aparecen  veinte  números  de  unas  cien 
páginas,  cada  mes,  al  precio  de  CIN- 
CUENTA CENTIMOS  cada  número. 


POR  SUSCRIPCION  TRIMEJSTRAL,  SEMESTRAL 
O ANUAL 

(OCHO  PESETAS  AL  MES) 

CUARENTA  CENTIMOS  CADA  NUMERO 


Los  500  números  publicados  desde  julio  de  1919 
— — a julio  de  1921  contienen  obras  de  

LOPE  DE  VEGA,  KANT,  GOLDSMITH,  LA  ROCHEFOU- 
CAULD,  ORTEGA  MUNILLA,  PROSPERO  MERIMEE.  STE- 
VENSON  STENDHAL,  GOETHE.  MACHADO.  CERVAN- 
TES, ANDREIEV,  CASTELLO-BRANCO,  CICERON,  VILLA- 
LON,  KOROLENKO.  ESTEBANEZ  CALDERON,  LEIBNITZ, 
PLUTARCO,  ABATE  PREVOST,  RUIZ  DE  ALARCON.  VE- 
LEZ  DE  GUEVARA.  GEORGE  ELIOT,  KUPRIN,  COELHO, 
Mmb.  STAEL,  TIRSO  DE  MOLINA,  MUSSET.  CLARÍN, 
STERNB.  JULIO  CESAR,  CHEJOV,  GARCILASO,  TACITO. 
ABOUT,  BEAUMARCHAIS.  S A N D E A U,  LAMARTINE, 
D’AZEGLIO.  DANTE.  HERCZEG,  AUSTEN,  FLAUBERT. 
PENBLON,  GORKI,  MORETO.  FILMER,  NODIER.  VERGA, 
ARNOLD,  G.  DELEDDA,  HAUFF,  VOLTAIRE,  THACKE- 
RAY.  GK)LDONI.  VICTOR  HUGO.  TORRES  VILLAKROEL, 
DOZY,  TEIXEIRA  DE  QUEHIOZ,  MONTESQUIEU,  VIGNY, 
BALZAC,  TAINE,  EUGENIO  D’ORS,  MOLIERE.  GOMEZ 
CARRILLO.  CHMELEY.  FOSCOLO.  KOBOR,  WEBSTER. 
HBINB,  D’AUREVILLY.  DAUDET.  F.  DE  ROJAS.  GAS- 
KBLL,  ECKBRMANN.  N.  GARIN.  D'ALEMBERT,  SHAKE- 
SPEARE. CHERBULIEZ,  fXXlAZZARO.  OSCAR  WH^DE, 
TILLIER.  APULEYO  y SCHILLER 

OAI.RE 

CJornpañía  Anónima  de  Librería,  Publicaciones  y Ediciones. 
MADRID  SAN  MATEO,  13