COLECCIÓN UNIVERSAL
N“ 489 a 491 ^
M. DE CERVANTES
Comedias
y Entremeses
TOMO U
El gallardo español. - T^a casa de los celos.
MADRID, 1921
UNIVERSITY OF
ILLINOIS LIBRARY
AT URBANA-CHAMPAIGN
OAK STREET
LIBRARY FACILITY
M. de Cervantes
COMEDIAS Y ENTREMESES
TOMO II
MCMXXI
Papel expresamente fabricado por La Papelera Española
M. DE CERVANTES
Comedias
y Entremeses
TOMO n
El gallardo español. - Ea casa de los celos.
MADRID, 1921
J
“Tipográfica Renovación** (C. A.) Larra, 6 y
8. - MADRID
COMEDIA FAMOSA
DEL GALLARDO ESPAÑOL
Hablan en esta primera jornada las personas
siguientes:
Arlaxa, mora.
Alimuzel, moro.
Don Alonso de Córdova. conde de Alcaudete, gene-
ral de Orán.
Don Fernando de Saavedra.
Guzmán, capitán.
Fratín, ingeniero.
Un soldado.
Cebrián, moro, criado de Alimuzel.
Nacor, moro.
Don Martín de Córdova.
Uno con una petición.
Buitrago, soldado.
Un pajecillo.
Oropesa, cautivo..
Robledo, alférez.
JORNADA PRIMERA
Salen Arlaxa, mora, y Alimuzel, moro,
ARLAXA
Es el caso, Alimuzel,
que, a no traerme el cristiano,
te será el amor tirano,
y yo te seré cruel.
Quiérele preso y rendido,
aunque sano y sin cautela.
ALIMUZEL
¿Posible es que te desuela
deseo tan mal nacido?
Conténtate que le mate,
si no pudiere rendille;
que detener al herille
el brazo, será dislate.
Partiréme a Orán al punto,
y desafiaré al cristiano,
y haré por traerle sano,
pues no le quieres difunto.
Pero si acaso el rigor
de la cólera me incita
y su muerte solicita,
¿tengo de perder tu amor?
8
¿Está tan puesto en razón
Marte, desnuda la espada,
que la tenga nivelada
al peso de tu afición?
ARLAXA
Alimuzel, yo confieso
que tienes razón en parte;
que, en las hazañas de Marte,
hay muy pocas sin exceso,
el cual se suele templar
con la cordura y valor.
Yo he puesto precio en mí amor;
mira si le puedes dar.
Quiero ver la bizarría
deste que con miedo nombro,
deste espanto, deste asombro
de toda la Berbería;
deste Fernando valiente,
ensalzador de su crisma
y coco de la morisma
que nombrar su nombre siente;
deste Atlante de su España,
su nuevo Cid, su Bernardo,
su don Manuel el Gallardo (1),
por una y otra hazaña.
Quiero de cerca miralle,
pero rendido a mis pies.
(1) Manuel Ponce de León, celebrado en romances.
ALIMUZEL
Haz cuenta que ya lo ves,
puesto que dé en ayudalle
todo el cielo.
ARLAXA
¿Pues qué esperas?
ALIMUZEL
Espero , a ver si te burlas;
aunque para mí tus burlas
siempre han sido puras veras.
Comedido, como amante,
soy, y sólo sé decirte
que el deseo de servirte
me hace ser arrogante.
Puedes de mí prometerte
imposibles sobrehumanos,
mil prisioneros cristianos
que vengan a obedecerte.
ARLAXA
Tráeme solamente al fuerte
don Fernando Saavedra,
que con él veré que medra
y se mejora mi suerte,
y aun la tuya, pues te doy
palabra que he de ser tuya
como el hecho se concluya
a mi gusto.
ALIMUZEL
Quizá hoy
oirán los muros de Orán
mi voz en el desafío,
y aun de los cielos confío,
que luz y vida nos dan,
que han de acudir a mi intento
con suceso venturoso.
ARLAXA
Parte, Alimuzel famoso.
ALIMUZEL
Fuerzas de tu mandamiento
me llevan tan alentado,
que acabaré con valor
el imposible mayor
que se hubiere imaginado.
ARLAXA
Ve en paz, que de aquesta guerra
la Vitoria te adivino.
Entrase Arlaxa.
ALIMUZEL
¡Queda en paz, rostro divino,
ángel que mora en la tierra,
bizarra sobre los hombres
que a guerra a Marte provocan,
a quien de excelencias tocan
mil títulos y renombres;
en extremo poderosa
11
de dar tormento y placer,
hielo que nos hace arder
en viva llama amorosal
Queda en paz, que, sin tu sol,
ya camino en noche escura;
resucite mi ventura
la muerte deste español.
Mas, ;ay, que no he de matalle,
sino prendelle, y no más!
¿Quién tal deseo jamás
vió, ni pudo imaginalle?
Entrase Alimuzel.
Salen Don Alonso de Córdova, conde de Alcaudete,
general de Orán; Don Fernando de Saavedra; Guz-
mán, capitán: Fratín, ingeniero.
FRATÍN
Hase de alzar, señor, esta cortina
a peso de aquel cubo, que responde
a éste, que descubre la marina.
De la silla esta parte no se esconde;
mas ¿qué aprovecha, si no está en defensa,
ni Almarza a nuestro intento corresponde?
DON ALONSO
•
El cerco es cierto, y más cierta la ofensa,
si ya no son cortinas y muralla
de vuestros brazos la virtud inmensa.
Donde el deseo de la fama se halla,
las defensas se estiman en un cero,
y a campo abierto salta a la batalla.
Venga, pues, la morisma, que yo espero
en Dios y en vuestras manos vencedoras
que volverá el león manso cordero.
Los argos, centinelas veladoras,
miren al mar y miren a la tierra
en las del día y las nocturnas horas.
No hay disculpa al descuido que en la guerra
se hace, por pequeño que parezca,
que pierde mucho quien en poco yerra;
y si aviniere que el cabello ofrezca
la ligera ocasión, ha de tomarse,
antes que a espaldas vueltas desparezca:
que, en la guerra, el perderse o el ganarse
suele estar en un punto, que, si pasa,
vendrá el de estar quejoso y no vengarse.
En su pajiza, pobre y débil casa
se defiende el pastor del sol ardiente
que el campo agosta y la montaña abrasa.
Quiero inferir que puede ser valiente
detrás de un muro un corazón medroso
cuando a sus lados que le animan siente.
Entra un soldado.
SOLDADO
Señor, con ademán bravo y airoso, g
picando un alazán, un moro viene
y a la ciudad se acerca presuroso.
Bien es verdad que a veces se detiene
y mira a todas partes, recatado,
como quien miedo y osadía tiene.
Adarga blanca trae, y alfanje al lado,
lanza con ban dereta de seguro,
y el bonete con plunFias adornado.
Puedes, si gustas, verle desde el muro.
DON ALONSO
Bien de aquí se descubre; ya le veo.
Si es embajada, yo le doy seguro.
DON FERNANDO
Antes es desafio, a lo que creo.
Entra Alimuzel a caballo, con lanza y adarga.
ALIMUZEL
Escuchadme, los de Orán,
caballeros y soldados,
que firmáis con nuestra sangre
vuestros hechos señalados.
Alimuzel soy, un moro
de aquellos que son llamados
galanes de Me liona ,
tan valientes como hidalgos.
No me trae aquí Mahoma
a averiguar en el campo
si su secta es buena o mala,
que él tiene deso cuidado.
Tráeme otro dios más brioso, ^
que es tan soberbio y tan manso,
que ya parece cordero,
y ya león irritado.
Y este dios, que así me impele,
es de una mora vasalla,
que es reina de la hermosura.
de quien soy humilde esclavo.
No quiero decir que hiendo,
que destrozo, parto o rajo;
que animoso, y no arrogante,
es el buen enamorado.
Amo, en fin, y he dicho mucho
en sólo decir que amo,
para daros a entender
que puedo estimarme en algo.
Pero, sea yo quien fuere,
basta que me muestro armado
ante estos soberbios muros,
de tantos buenos guardados;
que si no es señal de loco,
será indicio de que he dado
palabra que he de cumplilla,
o quedar muerto en el campo.
Y así, a ti te desafío,
don Femando, el fuerte, el bravo,
tan infamia de los moros
cuanto prez de los cristianos.
Bien se verá en lo que he dicho
que, aunque haya otros Fernandos,
es aquel de Saavedra
a quien a batalla llamo.
Tu fama, que no se encierra
en límites, ha llegado
a los oídos de Arlaxa,
de la belleza milagro.
Quiere verte; mas no muerto,
sino preso, y hame dado
el asunto de prenderte:
mira si es pequeño el cargo.
Yo prometí de hacello,
porque el que está enamorado,
los más arduos imposibles
facilita y hace llano.
Y para darte ocasión
de que salgas mano a mano
a verte conmigo agora,
destas cosas te hago cargo:
que peleas desde lejos,
que el arcabuz es tu amparo,
que en comunidad aguijas
y a solas te vas despacio;
que eres Ulises nocturno,
no Telamón al sol claro;
que nunca mides tu espada
con otra, a fuer de hidalgo.
Si no sales, verdad digo;
si sales, quedará llano,
ya vencido o vencedor,
que tu fama no habla en vano.
Aquí, junto a Canastel,
solo te estaré esperando
hasta que mañana el Sol
llegue al Poniente su carro.
Del que fuere vencedor
ha de ser el otro esclavo,
premio rico y premio honesto.
Ven, que espero, don Fernando.
Vase,
DON ALONSO
Don Fernando, ¿qué os parece?
DON FERNANDO
Que es el moro comedido
y valiente, y que merece
ser de amor favorecido
en el trance que se ofrece.
DON ALONSO
¿Luego pensáis de salir?
DON FERNANDO
Bien se puede esto inferir
de su demanda y mi celo,
pues ya se sabe que suelo
a lo que es honra acudir.
Deme vuestra señoría
licencia, que es bien que salga
antes que se pase el día.
DON ALONSO
No es posible que ahora os valga
vuestra noble valentía.
No quiero que allá salgáis,
porque hallaréis, si miráis
a la soldadesca ley,
que obligado a vuestro rey
mucho más que a vos estáis.
En la guerra usanza es vieja,
y aun ley casi principal,
a toda razón aneja.
17
que por causa general
la particular se deja.
Porque no es suyo el soldado
que está en presidio encerrado,
sino de aquel que le encierra,
y no ha de hacer otra guerra
sino a la que se ha obligado.
En ningún modo sois vuestro,
sino del rey, y en su nombre
sois mío, según lo muestro;
y yo no aventuro un hombre
que es de la guerra maestro
por la simple niñería
de una amorosa porfía:
don Fernando, esto es verdad.
DON FERNANDO
jDe extraña reguridad
usa vuestra señoría
conmigo! ¿Qué dirá el moro?
DON ALONSO
Diga lo que él más quisiere;
que yo guardo aquí el decoro
que la guerra pide y quiere,
y della ninguno ignoro.
DON FERNANDO
Respóndasele, a lo menos,
y sepa que por tus buenos
respetos allá no salgo.
Comedias. — T. II.
2
18
GUZMÁN
No OS tendrá por esto el galgo^
señor don Fernando, en menos.
DON ALONSO
Lleve el capitán Guzmán
la respuesta.
GUZMÁN
Si haré,
y, ¡voto a tal!, si me dan
licencia, que yo le dé
al morico ganapán
tal rato, que quede frío
de amor con el desafio.
DON ALONSO
Respondedle cortésmente,
con el término prudente
que de vuestro ingenio fío.
Vanse Don Alonso y Fratín.
GUZMÁN
¿Queréis que, en vez de respuesta,.
os le dé una mano tal,
que se concluya la fiesta?
DON FERNANDO
Que me estará a mí muy mal
eso, es cosa manifiesta.
Sólo a mí me desafía,
y gran mengua me sería
que otro por mí pelease.
Mas si el moro me esperase
allí siquiera otro día,
yo le saldré a responder,
a pesar de todo el mundo
que lo quiera defender.
GUZMÁN
i
¿En qué os fundáis?
DON FERNANDO
Yo me fundo
en esto que pienso hacer:
el lunes soy yo de ronda,
y cuando la noche esconda
la luz con su manto escuro,
arrojaré me del muro
a la cava.
GUZMÁN
Está muy honda,
y podríais peligrar.
DON FERNANDO
Péneme en los pies el brío
mil alas para volar.
Todo aquesto de vos fío.
GUZMÁN
Ya sabéis que sé callar.
Dejadme salir primero,
porque de mi industria espero
que saldréis bien deste hecho.
20
DON FERNANDO
Sois amigo de provecho.
GUZMÁN
Sí, porque soy verdadero.
Vanse, y salen Alimuzel y Cebrián, su criado, que en
arábigo quiere decir lacayo o mozo de caballos,
ALIMUZEL
Atale allí, Cebrián,
al tronco de aquella palma;
repose el fuerte alazán
mientras reposa mi alma
los cuidados que le dan.
Aquí a solas daré al llanto
las riendas, o al pensar santo
en las memorias de Arlaxa,
en tanto que al campo baja
aquel que se estima en tanto.
Baja la cabeza Cebrián y vase.
¡Venturoso tú, cristiano,
que puedes a tus despojos
añadir el más que humano
que es querer verte los ojos
del cielo que adoro en vano!
Y más que pena recibo
desto que en el alma escribo
con celoso desconcierto:
que a mí me quieren ver muerto
y a ti te quieren ver vivo.
Pero yo no haré locura
2Í
semejante; que, si venzo,
o por fuerza o por ventura,
daré a mis glorias comienzo
dándote aquí sepultura.
Mas, si te hago morir,
¿cómo podré yo cumplir
lo que Arlaxa me ha mandado?
¡Oh, triste y dudoso estado,
insufrible de sufrir!
Parleras aves, que al viento
esparcís quejas de amor,
¿qué haré en el mal que siento?
¿Daré la rienda al rigor
o al cortés comedimiento?
Mas démosla al sueño agora;
perdonadme, hermosa mora,
si aplico sin tu licencia
este alivio a la dolencia
que en mi alma triste mora.
Echase a dormir, y sale al instante ^ Nacor, moro,
con un turbante verde.
NACOR
Mahoma, ya que el amor
en mis dichas no consiente,
muéstrame tú tu favor;
mira que soy tu pariente,
el infelice Nacor.
Jarife soy de tu casta,
y no me respeta el asta
de amor que blande en mi pecho,
22
un blanco a sus tiros hecho,
do todas sus flechas gasta.
Y más, y no sé qué es esto,
que, con ser enamorado,
soy de tan bajo supuesto,
que no hay conejo acosado
más cobarde ni más presto.
Desto será buen testigo
el ver aquí mi enemigo
dormido, y no osar tocalle,
deseando de matalle
por venganza y por castigo.
Que esté celoso y con miedo,
por Alá que es cosa nueva.
¿Llegaré, o estarme he quedo?
¿Cortaré en segura prueba
este gordiano enredo?
Que si éste quito delante,
podrá ser que vuelva amante
el pecho de Arlaxa ingrato.
Muérome porque no mato;
oso y tiemblo en un instante.
Entra el capitán Guzmán con espada y rodela.
GUZMÁN
¿Eres tú el desafiador
de don Femando, por dicha?
NACOR
No tengo yo ese valor;
que el corazón con desdicha
es morada del temor.
Aquél es que está allí echado;
moro tan afortunado,
que Arlaxa le manda y mira.
GUZMÁN
Paréceme que suspira.
NACOR
Sí hará, que está enamorado.
GUZMÁN
.lAlimuzelI
ALIMUZEL
¿Quién me llama?
GUZMÁN
Mal acudirás, durmiendo,
al servicio de tu dama.
ALIMUZEL
En el sueño va adquiriendo
fuerzas la amorosa llama,
porque en él se representan
visiones que me atormentan,
obligaciones que guarde,
miedos que me hacen cobarde
y celos que más me alientan.
Mirándote estoy, y veo
cuán propio es de la mujer
tener extraño deseo.
Cosas hay en ti que ver,
no que admirar.
GUZMÁN
Yo lo creo
Pero ¿por qué dices eso?
ALIMUZEL
Don Fernando, yo confieso
que tu buen talle y buen brío
llega y se aventaja al mío,
pero no en muy grande exceso-
y si no es por el gran nombre
que entre la morisma tienes
de ser en las armas hombre,
ninguna cosa contienes
que enamores ni que asombre*
y yo no sé por qué Arlaxa
tanto se angustia y trabaja
por verte, y vivo, que es más.
GUZMÁN
Engañado, moro, estás*
tu vano discurso ataja,
que yo no soy don Fernando.
ALIMUZEL
Pues ¿quién eres?
GUZMÁN
Un su amigo
y embajador.
ALIMUZEL
Dime cuándo
espera verse conmigo,
porque le estoy aguardando.
GUZMÁN
Has de saber, moro diestro,
que el sabio general nuestro
que salga no le consiente.
ALIMUZEL
Pues ¿por qué?
GUZMÁN
Porque es prudente
y en la guerra gran maestro.
Teme el cerco que se espera,
y no quiere aventurar
en empresa tan ligera
una espada que en cortar
es entre muchas primera.
Pero dice don Fernando
que le estés aquí aguardando
hasta el lunes, que él te jura
salir en la noche escura,
aunque rompa cualquier bando.
Si aquesto no te contenta,
y quieres probar la suerte
con menos daño y afrenta,
tu brazo gallardo y fuerte
con éste, que es flaco, tienta,
y a tu mora llevarás.
si me vences, quizá más
que en llevar a don Fernando.
ALIMUZEL
No estoy en eso pensando;
muy descaminado vas.
No eres tú por quien me envia
Arlaxa, y aunque te prenda,
no saldré con mi porfía.
Haz que don Fernando entienda
que le aguardaré ese día
que pide, y, si le venciere,
y entonces tu gusto fuere
probarme en el marcial juego,
mi voluntad hará luego
lo que la tuya quisiere;
que ya sabes que no es dado
dejar la empresa primera
por la segunda al soldado.
GUZMÁN
Es verdad.
ALIMUZEL
Desa manera
bien quedaré disculpado.
GUZMÁN
Dices muy bien.
ALIMUZEL
Sí, bien digo.
Vuélvete, y dile a tu amigo
que le espero y que no tarde.
GUZMÁN
Tu Mahoma, Alí, te guarde.
ALIMUZEL
Tu Cristo vaya contigo.
Vase Guzmán.
Nacor, ¿qué es esto?, ¿a qué vienes?
NACOR
A ver cómo en esta empresa
tan peligrosa te avienes;
y por Alá que me pesa
de ver que en punto la tienes,
que el de tu muerte está a punto,
ALIMUZEL
¿En qué modo?
NACOR
En que barrunto
que, si de noche peleas,
sobre ti no es mucho veas
todo un ejército junto.
Esto de no estar en mano
de don Fernando el salir
tenlo por ligero y vano;
que se suele prevenir
con astucias el cristiano.
De noche quieren cogerte,
por que, al matarte o prenderte,
aun el Sol no sea testigo.
No creas a tu enemigo;
Alí, procura volverte,
que bien disculpado irás
con Arlaxa, pues has hecho
lo que es posible, y aun más.
ALIMUZEL
Consejos de sabio pecho
son, Nacor, los que me das;
pero no puedo admitillos,
ni menos con gusto oíllos;
que tiene el amor echados
a mis oídos candados,
a los pies y alma grillos.
NACOR
Para mejor ocasión
te guarda, porque es cordura
prevenir a la intención
del que a su salvo procura
su gloria y tu perdición.
Ven, que a Arlaxa daré cuenta
de modo que diga y sienta
que eres vencedor osado,
pues si no sale el llamado,
en sí se queda la afrenta.
Cuanto más que, cuando venga
el cerco desta ciudad,
que ya no hay quien le detenga,
podrás, a tu voluntad,
hacer lo que más convenga;
que entonces saldrá el cristiano.
29
si es arrogante y lozano,
al campo abierto, sin duda.
ALIMUZEL
Bien es, Nacor, que yo acuda
a tu consejo, que es sano.
Ven y vamos, pues podré,
en este cerco que dices,
cumplir lo que aqui falté.
Mas mira que me autorices
con Arlaxa.
NACOR
(Aparte,) Sí haré.
Sentirá Arlaxa la mengua
que tanto al cristiano amengua,
haciéndole della alarde;
vos quedaréis por cobarde,
o mal me andará la lengua.
Vanse.
Salen Don Alonso de Córdoua, general de Orán^ con-
de de Alcaudetey y su hermano Don Martín de Cór-
dova y Don Fernando de Saavedra.
CONDE
Señor don Martín, conviene
que vuesa merced acuda
a Mazalquivir, que tiene
necesidad de la ayuda
que vuestro esfuerzo contiene;
que allí acudirá primero
el enemigo ligero.
Mas que venzáis no lo dudo;
que el cobarde está desnudo,
aunque se vista de acero.
En su muchedumbre estriba
aquesta mora canalla,
que así se ncs muestra esquiva;
mas cuando defensa halla,
se humilla, postra y derriba.
Sus gustos, sus algazaras,
si bien en ello reparas,
son el canto del medroso;
calla el león animoso
entre las balas y jaras.
DON MARTÍN
Por mi caudillo y mi hermano
te obedezco, y haré cuanto
fuere, señor, en mi mano;
que ni de gritos me espanto,
ni de tumulto pagano.
Dame, señor, municiones,
que en el trance que me pones
pienso, si no faltan ellas,
poner sobre las estrellas
los españoles blasones.
Entra uno con una petición,
UNO
Señor, dame licencia que te lea
aquesta petición.
CONDE
Lee en buen hora.
UNO
Doña Isabel de Avellaneda, en nombre
de todas las mujeres desta tierra,
dice que llegó ayer a su noticia
que, por temor del cerco que se espera,
quieres que quede la ciudad vacía
de gente inútil, enviando a España
las mujeres, los viejos y los niños;
resolución prudente, aunque medrosa.
Y apelan desto a ti de ti, diciendo
que ellas se ofrecen de acudir al muro,
ya con tierra o fajina, o ya con lienzos
bañados en vinagre, con que limpien
el sudor de los fieros combatientes
que asistan al rigor de los asaltos;
que tomarán la sangre a los heridos;
que las más pequeñuelas harán hilas,
dando la mano al lienzo y voz al cielo,
con tiernas virginales rogativas,
pidiendo a Dios misericordia, en tanto
que los robustos brazos de sus padres
defiendan sus murallas y sus vidas;
que los niños darán de buena gana
para enviar a España con los viejos,
pues no pueden servir de cosa alguna;
mas ellas, que por útiles se tienen,
no irán de ningún modo, porque piensan,
por Dios, y por su ley, y por su patria,
morir sirviendo a Dios, y en la muerte,
cuando el hado les fuere inexorable,
dar el último vale a sus maridos,
o ya cerrar los ojos a sus padres
con tristes y cristianos sentimientos.
En fin, serán, señor, de más provecho
que daño, por lo cual te ruegan todas
que revoques, señor, lo que ordenaste,
en cuanto toca a las mujeres sólo,
que en ello harás a Dios servicio grande,
merced a ellas, y favor inmenso.
Esto la petición, señor, contiene.
CONDE
Nunca tal me pasó por pensamiento;
nunca tanto el temor se ha apoderado
de mí, que hiciese prevención tan triste.
Por respuesta llevad que yo agradezco
y admito su gallardo ofrecimiento,
y que de su valor tendrá la fama
cuidado de escribirle y de grabarle
en láminas de bronce, por que viva
siglos eternos. Y esto les respondo,
y andad con Dios.
UNO
Por cierto que han mostrado
<ie espartanas valor, de argivas brío.
Entra el capitán Guzmán.
CONDE
Pues, capitán Guzmán, ¿qué dice el moro?
GUZMÁN,
Ya se fué mal contento.
33
DON FERNANDO
(Aparte,) ¿Es ido cierto?
GUZMÁN
(Aparte.) Aguardándote está, porque es valiente,
y discreto además, en lo que muestra.
DON FERNANDO
(Aparte.) Saldré, sin duda.
GUZMÁN
(Aparte.) No sé si lo aciertas,
que está muy cerca el cerco.
DON FERNANDO
(Aparte.) Si le venzo,
presto me volveré; si soy vencido,
poca falta haré, pues poco valgo.
CONDE
¡Bravo parece el moro!
GUZMÁN
Bravo, cierto,
y muy enamorado y comedido.
Entra a esta sazón Buitra^o, un soldado, con la espada
sin vaina, oleada con un orillo, tiros de soga, final-
mente, muy malparado. Trae una tablilla con deman-
da de las ánimas de purgatorio, y pide para ellas.
Y esto de pedir para las ánimas es cuento verdadero,
que yo lo vi, y la razón por que pedía se dice adelante.
Comedias.— T. II. 3
BUITRAGO
Denme para las ánimas, señores,
pues saben que me importa.
CONDE
jOh buen Buitragol
¿Cuánto ha caído hoy?
BUITRAGO
Hasta tres cuartos.
DON MARTÍN
¿Dellos qué habéis comprado?
BUITRAGO
Casi nada:
una asadura sola y cien sardinal.
DON MARTÍN
Harto habrá para hoy.
BUITRAGO
¡Por Santo Nuflo,
que apenas hay para que masque un diente!
DON MARTÍN
Comeréis hoy conmigo.
BUITRAGO
Dese modo
habrá para almorzar en lo comprado.
DON MARTÍN
¿Y la ración?
BUITRAGO
¿Qué? ¿La ración? Ya asiste
a un lado del estómago, y no ocupa
cuanto una casa de ajedrez pequeña.
DON FERNANDO
¡Gran comedori
GUZMÁN
Tan grande, que le ha dado
el conde esta demanda por que pueda
sustentarse con ella.
BUITRAGO
¿Qué aprovecha?
Que, como saben todos que no hay ánima
a quien haga decir sólo un responso,
si me dan medio cuarto, es por milagro;
y así, pienso pedir para mi cuerpo,
y no para las ánimas.
DON MARTÍN
Sería
gran discreción.
BUITRAGO
¡Oh, pese a mi linaje!,
¿no sabe todo el mundo que, si como
por seis, que suelo pelear por siete?
¡Cuerpo de Dios conmigo! Denme ripio
suficiente a la boca, y denme moros
a las manos a pares y a millares;
verán quién es Buitrago, y si merece
comer por diez, pues que pelea por veinte.
CONDE
Tiene razón Buitrago; mas agora,
si llega el cerco, mostrará sus bríos,
y haré yo que le den siete raciones
con tal que cese la demanda.
BUITRAGO
Cese,
que entonces no habrá lengua, y habrá manos.
No hay pedir, sino dar; no hay sacar almas
del purgatorio entonces, sino espiches,
para meter en el infierno muchas
de la mora canalla que se espera.
Un pajecillo diga:
jDaca el alma, Buitrago, daca el alma!
BUITRAGO
jHijo de puta y puto, y miente, y callel
¿No sabe el cornudillo, sea quien fuere,
que, aunque tenga cien cuerpos y cien almas
para dar por mi rey, no daré una
si me la piden dese modo infame?
DON MARTÍN
Otra vez. Cereceda.
PAJECILLO
¡Daca el almal
BUITRAGO
jPor vida de! , ; . .
^ ■’Vl' CONDE
• Buitrago, con paciencia;
nólía deis vos, por más que os la demanden.
BUITRAGO
iQue tenga atrevimiento un pajecillo
de pedirme a mí el alma! |Voto a Cristo,
que, a no estar aquí el conde, don hediondo,-
que os sacara la vuestra a puntillazos»
aunque me lo impidiera el mismo diablo
por prenda suya!
CONDE
No haya más, Buitrago;
guardad vuestra alma, y dadnos vuestras manos,
que serán menester, yo os lo prometo»
BUITRAGO
Denme para las ánimas agora,
que todo se andará.
DON MARTÍN
Tomad.
BUITRAGO
¡Oh invicto
don Martín, generoso! Por mi diestra,
que he de ser tu soldado, si,^ por dicha,
vas a Mazalquivir, como se ha dicho.
DON MARTÍN
Seréis mi camarada y compañero.
BUITRAGO
|Vive Dios que eres bravo caballerol
Vanse, y salen Arlaxa y Oropesa, su cautivo,
ARLAXA
(Mucho tarda Alimuzell
Cristiano, no sé qué sea.
OROPESA
fluiste, señora, con él
otra segunda Medea,
famosa por ser cruel.
A una empresa le enviaste
que parece que mostraste
que te era en odio su vida.
ARLAXA
Yo fui parte en su partida,
tú el todo, pues la causaste.
Las alabanzas extrañas
que aplicaste a aquel Fernando,
contándome sus hazañas,
se me fueron estampando
en medio de las entrañas,
y de allí nació un deseo,
, no lascivo, torpe o feo,
aupque vano por curioso,
de ver un hombre famoso
más de los que siempre veo.
Más que discreta, curiosa,
ordené que Alimuzel
fuese a la empresa dudosa;
no por mostrarme con él
ingrata ni rigurosa.
Y muéstrame su tardanza
que me engañó la esperanza,
y que es premio merecido
del deseo mal nacido
tenelle quien no lo alcanza.
Yo tengo un alma bizarra
y varonil, de tal suerte,
que gusto del que desgarra
y más allá de la muerte
tira atrevido la barra.
Huélgome de ver a un hombre
de tal valor y tal nombre,
que con los dientes tarace,
con las manos despedace
y con los ojos asombre.
OROPESA
Pues si viene Alimuzel
y a don Fernando trae preso,
no verás, señora, en él
ninguna cosa en exceso
de las que te he dicho dél.
Tendrásme por hablador,
y será más el valor
de Alimuzel conocido,
pues la fama del vencido
se pasa en el vencedor.
Pero si acaso da el cielo
a don Fernando Vitoria,
cierto está tu desconsuelo,
pues tu fama en tu memoria
alzará más alto el vuelo,
y de no poderle ver,
vendrá el deseo a crecer
de velle.
ARLAXA
Tienes razón;
parienta es la confusión
del discurso de mujer.
Entran Alimuzel y Nacor.
ALIMUZEL
Dadle la mano, señora,
o los pies a aqueste esclavo,
que con el alma os adora.
ARLAXA
¿Cómo en corazón tan bravo
tanta humildad, señor, mora?
Alzaos, no estéis dese modo.
ALIMUZEL
A tu gusto me acomodo.
ARLAXA
¿Sois vencido» o véncedor?
ALIMUZEL
Todo lo dirá Nacor,
que se halló presente a todo.
NÁCOR
No quiso el desafiado
acudir al desafío,
aunque bien se ha disculpado.
ARLAXA
¿Ese es soldado de brío,
tan temido y alabado?
¿Cómo pudo dar disculpa
buena de tan fea culpa?
NACOR
Su general le detuvo,
que él ninguna culpa tuvo,
aunque Alimuzel le culpa;
que él saliera al campo abierto
a esperarle un día más,
según quedó en el concierto.
ALIMUZEL
Nacor, endiablado estás;
no sé cómo no te he muerto.
NACOR
Mal haces de amenazarme
ni, soberbio, ocasión darme
para que contigo rife,
pues sabes que soy jarife,
y que pecas en tocarme.
ARLAXA
Paso, mi señor valiente,
que entiendo deste contraste, *
sin que ninguno le cuente,
que ni él salió, ni esperaste.
Es así.
NACOR
ALIMUZEL
jUn jarife mientel
¡Por Alá, que es gran maldadi
NACOR
¿No se muestra la verdad
en que te vienes sin él?
ALIMUZEL
¿Pude yo verme con él,
encerrado en la ciudad?
¿No sabes lo que pasó,
y la embajada que trujo
quien por él me respondió?
NACOR •
Sé que a esperar se redujo
el trance, y más no sé yo.
ALIMUZEL
¿Por consejo no me diste
que me volviese?
NACOR
Hiciste
mal; yo bien, porque pensaba
que a un cobarde aconsejaba.
43
ALIMUZEL
^E1 diablo se me reviste!
¡Incita a hacerte pedazos!
•NACOR
Jarife soy; no me toques
con los dientes ni los brazos, ,
ni a que te dé me provoques
duros y fuertes abrazos;
que ya sabes que Mahoma
-por suya la causa toma
del jarife, y le defiende,
y al soberbio que le ofende
a sus pies le humilla y doma.
Entran dos moros y traen cautivo a Don Fernando,
en cuerpo y sin espada.
ALIMUZEL
¿Qué es aquesto? '
MORO PRIMERO
A este cristiano
cautivó tu escuadra ayer
junto a Orán.
DON FERNANDO
¡Miente el villano!
Yo me entregué, sin poner
pies a huir ni a espada mano.
Si no quisiera entregarme,
no pudieran cautivarme
tres escuadras, ni aun trecientas.
44
ALIMUZEL
Estás cautivo, y revientas:
de bravo.
DON FERNANDO
Puedo alabarme.
• • ARLAXA
¿Quién eres?
DON FERNANDO
Soy un soldado
que me he venido a entregar
a vuestra prisión de grado,
por no poder tolerar
ser valiente y mal pagado.
ARLAXA
¿Luego quieres ser cautivo?
DON FERNANDO
De serlo gusto recibo;
dadme patrón que me mande.
ARLAXA
¡Qué disparate tan grande!
DON FERNANDO
Yo de disparates vivo.
OROPESA
Este es don Fernando, cierto,
el que yo tanto alabé,.
y ni viene preso o muerto >
jii cómo viene no sé,
ni atino su desconcierto.
El callar será acertado
hasta hablalle en apartado,
.que me admira su venida.
ALIMUZEL
.¿Seréis, Arlaxa, servida
de que os sirva este soldado?
Que si ayer fué el primer día
que salió de Orán, dirá
si hice lo que debía;
que yo entiendo que sabrá
mi valor o cobardía.
Dime: ¿oíste un desafío
que hizo un moro vacío
de ventura, y de fe lleno?
DON FERNANDO
Y fué tenido por bueno,
bien criado y de gran brío.
El retado no salió,
que lo estorbó el general
por cierta ley que halló;
pero después, por su mal
que vino al campo sé yo,
pensando de hallar allí
al valeroso Alí,
porque salimos los dos:
•él a combatir con vos.
yo para venir aquí,.
que ya os conozco en el talle.
ALIMUZEL
Pues esto es verdad, señoras-
bien será que Nacor calle..
OROPESA
¡Ohl Si llegase la hora
en que pudiese hablalle,.
¡qué de cosas le diríal
NACOR
¿No se ve tu cobardía,
si el cristiano salió a verte,-
y tú quisiste volverte
sin esperar más de un día?
ALIMUZEL
Si tú no hicieras alarde
de tu ingenio caviloso,
yo volviera nunca o tarde.
NACOR
Consejos de religioso
presto los toma el cobarde.
ALIMUZEL
Arlaxa, yo volveré,
y a tu presencia traeré,
o muerto o preso, al cristiano.
NACOR
Ya tu vuelta será en vano.
ARLAXA
No le quiero, déjale;
que, pues a la voz primera
no saltó de la muralla
y empuñó la espada fiera,
la fama que en él se halla
no debe ser verdadera,
y así, ya no quiero velle;
aunque, si puedes traelle
sin tu daño, darme has gusto.
DON FERNANDO
Es don Fernando robusto,
y habrá que hacer en prende 11
Conózcole como a mí,
y sé que es de condición
que sabrá volver por sí,
y aun buscará la ocasión
para responder a Alí.
ARLAXA
¿Es valiente?
DON FERNANDO
Como yo.
ARLAXA
¿De buen rostro?
DON FERNANDO
Aqueso no,
porque me parece mucho.
8
ALIMUZEL
¡Todo esto con rabia escucho!
ARLAXA
¿Tiene amor?
DON FERNANDO
Ya le dejó.
ARLAXA
¿Luego túvole?
DON FERNANDO
Sí creo.
ARLAXA
¿Será mudable?
DON FERNANDO
No es fuerza
que sea eterno un deseo. •
ARLAXA
¿Tiene brío?
DON FERNANDO
Y tiene fuerza.
ARLAXA
,¿Es galán?
DON FERNANDO
De buen aseo.
49
ARLAXA
¿Raja y hiende?
DON FERNANDO
Tronca y parte.
ARLAXA
¿Es diestro?
DON FERNANDO
Como otro Marte.
ARLAXA
¿Atrevido?
DON FERNANDO
Es un león.
ARLAXA
Partes todas estas son,
cristiano, para adorarle,
a ser moro.
ALIMUZEL
Calla, Arlaxa,
pues tienes aqui delante
quien por tu gusto trabaja.
ARLAXA
Gusto yo de un arrogante
que bravea, hiende y raja.
Vuelve, Alí, por el cristiano;
que te doy mi fe y mi mano,
si le traes, de ser tu esposa.
Comedias.— T. II.
4
DON FERNANDO
TÚ le mandas una cosa
donde ha de sudar en vano.
NACOR
jSoberbios sois los Cristian osl
DON FERNANDO
Eslo, al menos, quien se alaba.
ALIMUZEL
Aqui hay quien con ufanos
bríos quitará la clava
a Hércules de las manos;
aquí hay quien, a pesar
de quien lo quiera estorbar.
Arlaxa, hará lo que mandas.
DON FERNANDO
A veces se mandan mandas
que nunca se piensan dar,
y a las veces las promete
quien no las quiere cumplir,
ni puede.
NACOR
¿Quién te mete
a ti en eso?
DON FERNANDO
Sé decir
que en parte a mí me compete;
que es don Fernando mi amigo.
y soy cierto y buen testigo
del mucho valor que encierra.
ALIMUZEL
Traen los casos de la guerra
diversos fines consigo.
El valiente y fanfarrón
tal vez se ha visto vencido
del flaco de corazón;
que Alá da ayuda al partido
que defiende la razón.
DON FERNANDO
¿Pues qué razón lleva en éste
Ali?
ORÓPESA
Tú harás que té cuéste
la vida tu lengua necia.
ALIMUZEL
Si al que ama, el amor precia,
su santo favor me preste;
que, sin razón y con él,
a don Fernando el valiente
vencerá el flaco Muzel.
ARLAXA
iQué plática impertinente!
ALIMUZEL
iQué corazón tan cruel!
ARLAXA
Quede el cristiano conmigo;
Alá vaya, Alí, contigo
y con Nacor.
NACOR
El te guarde.
ARLAXA
Volvedme a ver esta tarde.
Entranse todos ^ si no Don Fernando y Oropesa.
OROPESA
¡Hola, soldadol ¿A quién digo?
¿Qué noramala, señor,
os ha traído a este puesto,
tan contrario a vuestro honor?
DON FERNANDO
En buena te diré presto
de mi fortuna el rigor.
No quiso el general mío
que saliese al desafío
que me hizo aqueste moro.
Yo, por guardar el decoro
que corresponde a mi brío,
me descolgué por el muro,
y cuando pensé hallar
lo que aun agora procuro,
un escuadrón vino a dar
conmigo, estando seguro.
Era la noche cerrada,
y como vi defraudada
mi esperanza tan del todo,
con el tiempo me acomodo.
Mentí; rendíles la espada;
díjeles que mi intención
era venir a ponerme
de grado en su sujeción,
y que quisiesen traerme
a reconocer patrón.
Dijéronme que este Alí
era su señor, y así,
vine sin fuerza y forzado.
De todo cuenta te he dado;
no hay más que saber de mí.
Calla mi nombre, que veo
que aquesta mora hermosa
tiene de verme deseo.
OROPESA
De tu fama valerosa
que está enamorada creo.
No te des a conocer,
que deseos de mujer
se mudan a cada paso.
DON FERNANDO
Vuelve Muzel; habla paso.
OROPESA
No sé qué pueda querer.
Entra A li muzel,
ALIMUZEL
Oropesa, escucha y calla,
y guárdame aquel secreto
que en tu discreción se halla.
que a tu bondad le prometo
con la mía de premialla.
Yo te daré libertad,
y a ti, si tu voluntad
fuere de volverte a Orán,
mis designios te darán
honrosa comodidad.
Sólo os pido, en cambio desto,
que me descubráis un modo
tan honroso y tan compuesto,
que en las partes y en el todo
eche de hidalguía el resto,
el cual me vaya mostrando
en qué parte, cómo o cuándo,
ya en el campo o estacada,
pueda yo medir mi espada
con la del bravo Fernando.
Quizá está en su vencimiento,
como Arlaxa significa,
de mi bien el cumplimiento,
si ya mi esperanza rica
no la empobrece su intento,
que debe de ser doblado,
pues de lo que me ha mandado
todo se puede temer,
y no hay bien que venga a ser
seguro en el desdichado.
DON FERNANDO
Yo te daré a tu enemigo
a toda tu voluntad.
55
como estoy aquí contigo,
sin usar de deslealtad,
que nunca albergó conmigo.
ALIMUZEL
No es enemigo el cristiano;
contrario, sí; que el lozano
deseo de Arlaxa bella
presta para esta querella
la voz, el intento y mano.
DON FERNANDO
Presto te pondré con él,
y fía aquesto de mí,
comedido Alimuzel;
y aun pienso hacer por ti
lo que un amigo fiel,
porque la ley que divide
nuestra amistad no me impide
de mostrar hidalgo el pecho;
antes, con lo que es bien hecho
se acomoda, ajusta y mide.
Ve en paz, que yo pensaré
el tiempo que más convenga
para hacer lo que haré.
ALIMUZEL
Mahoma sobre ti venga,
y lo que puede te dé.
Vase.
DON FERNANDO
¡Gentil cargal
OROPESA
Y gentil presa.
DON FERNANDO
¿Pesa mucho?
OROPESA
Poco pesa,
que está en fuego convertida.
DON FERNANDO
Mira que importa la vida
tener secreto, Oropesa.
Vanse, y sale riñendo el capitán Guzmán
con el alférez Robledo.
GUZMÁN
Señor alférez Robledo,
póngase luego entredicho
a esa plática.
ROBLEDO
No puedo;
que, lo que sin miedo he dicho,
no lo desdigo por miedo.
O él se fué a renegar,
o hizo mal en dejar
su presidio en tiempos tales.
GUZMÁN
De los hombres principales
no se debe asi hablar.
El renegar no es posible^
y si en ello os afirmáis^
mentís.
Meten mano,.
ROBLEDO
jOh trance terrible!
GUZMÁN
Agora si que os halláis
en más dudoso imposible
si queréis satisfaceros.
Entran el conde de Alcaudete y Don Martín de
Córdova, acompañados.
CONDE
¡Paso! ¡Teneos, caballeros!
¿Por qué ha sido la pendencia?
GUZMÁN
¡Más agudo es de conciencia
este hidalgo que de aceros!
Ha afirmado que se es ida
a renegar don Fernando,
y ¡vive Dios! que ha mentido^
y mentirá cada y cuando
lo diga.
CONDE
¡Descomedido!
Llévenle luego a una torre*
GUZMÁN
Ni me afrenta ni me corre
este agravio, porque nace
de la justicia que hace
al que su amigo socorre.
CONDE
Vaya el alférez también,
y mientras que el cerco pasa,
hagan treguas.
ROBLEDO
Hazme un bien:
que sea la torre mi casa.
DON MARTÍN
Sí, por que juntos no estén.
Llevan al alférez.
UNO
Señor, la guarda ha descubierto agora
un bajel por la banda de Poniente.
DON MARTÍN
¿Qué vela trae?
UNO
Entiendo que latina.
CONDE
Vamos a recebirle a la marina.
FIN DEL PRIMER ACTO
SEGUNDA JORNADA
Los que hablan en ella son:
.Arlaxa.
Don Fernando.
Oro PESA.
Nacor.
VozMEDiANO, anciano.
Doña Margarita, doncella, ¿n hábito de hombre.
Buitrago.
Don Martín.
El Conde.
Guzmán, el capitán.
Alimuzel.
Bairán, renegado.
Un moro.
Salen Arlaxa, Don Fernando y Oro pesa.
ARLAXA
¿Cómo te llamas, cristiano,
^ue tu nombre aun no he sabido?
DON FERNANDO
Es mi nombre Juan Lozano;
nombre que es bien conocido
por el distrito africano.
ARLAXA
Nunca le he oído decir.
DON FERNANDO
Pues él suele competir
con el del bravo Fernando.
ARLAXA
¡Mucho te vas alabando!
DON FERNANDO
Alábome sin mentir.
ARLAXA
¿Pues qué hazañas has tú hecho?
DON FERNANDO
He hecho las mismas que él,
con el mismo esfuerzo y pecho,,
y ya me he visto con él
en más de un marcial estrecho.
Arlaxa
¿Es tu amigo?
DON FERNANDO
Es otro yo.
ARLAXA
¿Por ventura, di^ salió
a combatir con mi moro?
DON FERNANDO
Siempre de bravo el decoro
en todo trance guardó.
ARLAXA
De ese modo, Ali es cobarde.
DON FERNANDO
Eso no; que pudo ser
salir don Fernando tarde,
cuando no pudiese hacer
Ali de su esfuerzo alarde.
Y imagino que este moro
jarife, no con decoro
de amigo, a Muzel da culpa
ARLAXA
De su esfuerzo y de su culpa
toda la verdad ignoro.
DON FERNANDO
Haz cuenta que te trae preso
a Fernando tu Muzel;
¿qué piensas hacer por eso?
ARLAXA
Estimaré mucho en él
de su esfuerzo el grande exceso.
Tendré en menos al cristiano,
cuyo nombre sobrehumano
me incita y mueve el deseo
de velle.
OROPESA
Pues yo le veo
en sólo ver a Lozano.
ARLAXA
¿Qué, tanto se le parece?
OROPESA
Yo no sé qué diferencia •
entre los dos se me ofrece:
ésta es su misma presencia,
y el brazo que le engrandece.
ARLAXA
¿Qué hazañas ha hecho ese hombre
para alcanzar tan gran nombre
como tiene?
OROPESA
Escucha una
de su esfuerzo y su fortuna,
que podrá ser que te asombre^
Dió fondo en una caleta
de Argel una galeota,
casi de Orán cinco millas,
poblada de turcos toda.
Dieron las guardas aviso
al general, y, con tropa
de hasta trecientos soldados,,
se fué a requerir la costa.
Estaba el bajel tan junto
de tierra, que se le antoja
dar sobre él: ved qué batalla
tan nueva y tan peligrosa.
Dispararon los soldados
con priesa una vez y otra;
tanto, que dejan los turcos
casi la cubierta sola.
No hay ganchos para acercar
a tierra la galeota;
pero el bravo don Fernando
ligero a la mar se arroja.
Ase recio de gúmena,
que ya el turco apriesa corta,
porque no le dan lugar
de que el áncora recoja.
Tiró hacia si con tal fuerza
que, cual si fuera una góndola,
hizo que el bajel besase
el arena con la popa.
Salió a tierra, y della un salto
dió al bajel, cosa espantosa,
que piensa el turco que el cielo
cristianos llueve, y se- asombra.
Reconocido su miedo,
don Fernando, con voz ronca
de la cólera y trabajo,
grita: «¡Vitoria, Vitoria!»
La voz da al viento, y la mano
a la espada vitoriosa,
con que matando e hiriendo
corrió de la popa a proa.
El solo rindió el bajel;
mira. Arlaxa, si ésta es obra
para que la fama diga
los bienes que dél pregona.
Probado han bien sus aceros
los lindos de Mellon a,
los elches de Tremecén
y los leventes de Bona.
Cien moros ha muerto en trances,
siete en estacada sola,
docientos sirven al remo,
ciento tiene en las mazmorras.
Es muy humilde en la paz,
y en la guerra no hay persona
que le iguale, ya cristiana,
o ya que sirva a Mahoma.
ARLAXA
jOh, qué famoso españoll
OROPESA
Hércules, Héctor, Roldán
se hicieron en su crisol.
ARLAXA
Mejor no le ha visto Orán.
OROPESA
Ni tal no le ha visto el Sol.
B^tra Nacor.
ARLAXA
Aqueste Nacor me enfada;
no me dejéis sola.
OROPESA
Honrada
te le muestra y comedida.
65
DON FERNANDO
Da a sus razones salida;
que espere, y no espere en nada.
NACOR
Hermosa Arlaxa, yo estoy
resuelto en traerte preso
al cristiano, y así, voy
a Orán luego.
ARLAXA
Buen suceso
y agüero^espero y te doy,
porque irás en gracia mía,
y en verte tomó alegría
desusada el corazón.
NACOR
Tienes, Arlaxa, razón,
que yo la tendré algún día
de rogarte que me quieras.
ARLAXA
Déjate agora de burlas,
pues partes a tantas veras.
DON FERNANDO
Hará Nacor, si no burlas,
sus palabras verdaderas;
que amante favorecido
es un león atrevido,
y romperá, por su dama.
Comedias.— T. II.
5
por la muerte y por la llama
del fuego más encendido.
OROPESA
Concluyeras tú esta empresa
harto mejor que no él.
DON FERNANDO
Calla y excusa, Oropesa.
NACOR
Ya en este caso, Muzel
por vencido se confiesa,
pues no hace diligencia
por traer a tu presencia
el que yo te traeré presto.
ARLAXA
Pártete, Nacor, con esto,
que gusto y te doy licencia.
NACOR
Dame las manos, señora,
por el favor con que animas
al alma que más te adora.
ARLAXA
En poco, Nacor, te estimas,
pues te humillas tanto agora.
Eres jarife; levanta,
que verte a mis pies me espanta.
¿Qué dirá desto Mahoma?
NACOR
Estos rendimientos toma
67
él por cosa buena y santa.
Queda en paz.
Vase Nacor.
ARLAXA
Vayas con ella,
que con el fin deste trance
le tendrá el de tu querella.
DON FERNANDO
¡Echado ha el moro buen lance!
OROPESA
Ella es falsa cuanto es bella.
ARLAXA
Venid, que habernos de ir
los tres a ver combatir
a mis amantes valientes.
OROPESA
Si nos vieren ir las gentes,
tarde nos verán venir.
VansCy y salen Vozmediano, anciano y y Doña Marga-
rita, en hábito de hombre.
VOZMEDIANO
¿Priesa por llegar a Orán
. y priesa por salir dél?
¡Muy bien nuestras cosas van!
DOÑA MARGARITA
Préciase Amor de cruel,
y tras uno da otro afán.
VOZMEDIANO
Ya OS he dicho, Margarita,
que su daño solicita
quien camina tras un ciego.
DOÑA MARGARITA
Ayo y señor, yo no niego
que esta razón es bendita;
pero ¿qué puedo hacer,
si he echado la capa al toro
y no la puedo coger?
VOZMEDIANO
Menos te la podrá un moro,
si bien lo miras, volver.
DOÑA MARGARITA
¿Que sea moro don Fernando?
VOZMEDIANO
Así lo van pregonando
los niños por la ciudad.
DOÑA MARGARITA
¡Que haya hecho tal maldad!
¡De cólera estoy rabiando!
No lo creo, Vozmediano.
VOZMEDIANO
Haces bien; pero yo veo
que ni moro ni cristiano
parece.
DOÑA MARGARITA
Verle deseo.
VOZMEDIANO
Siempre tu deseo es vano.
DOÑA MARGARITA
Quiérelo así mi ventura;
pero no será tan dura
que no dé fin a mis penas
con darme en estas arenas
berberisca sepultura.
VOZMEDIANO
No dirás, señora, al menos,
que no te he dado consejos
de bondad y de honor llenos-
DOÑA MARGARITA
Los prudentes y los viejos
siempre dan consejos buenos;
pero no ve su bondad
la loca y temprana edad,
que en sí misma se embaraza,
ni cosa prudente traza
fuera de su voluntad.
Entra Buitrago con la demanda,
BUITRAGO
Vuestras mercedes me den
para las ánimas luego,
que les estará muy bien.
DOÑA MARGARITA
Si ellas arden en mi fuego.
VOZMEDIANO
Pasito, Anastasio, ten;
no digas alguna cosa
malsonante, aunque curiosa.
DOÑA MARGARITA
Váyase, señor soldado,
que no tenemos trocado.
BUITRAGO
¡La respuesta está donosa!
Denme, pese a mis pecados.
¡Siempre yo de aquesta guisa
medro con almidonados!
Denme, que vengo de prisa,
y ellos están muy pausados.
¡Oh qué novatos que están
de lo que se usa en Orán
en esto de las demandas!
Descoja sus manos blandas
y dé limosna, galán.
¿Qué me mira? Acabe ya;
eche mano, y no a la espada,
que su tiempo se vendrá.
VOZMEDIANO
La limosna que es rogada
más fácilmente se da
que la que se pide a fuerza.
BUITRAGO
Usase en aquesta fuerza
de Orán pedirse deste arte;
que son las almas de Marte,
y piden siempre con fuerza.
Nadie muere aquí en el lecho
a almidones y almendradas,
a pistos y purgas hecho; ^
aquí se muere a estocadas
y a balazos roto el pecho.
Bajan las almas feroces
tan furibundas y atroces,
que piden que acá se pida
para su pena afligida
a cuchilladas y a voces.
En fin, las almas de Orán,
que tienen comedimiento,
aunque en purgatorio están,
dicen que vuelva en sustento
la limosna que me dan.
A la parte voy con ellas,
remediando sus querellas
a fuerza de avemarias,
y mis hambrientas porfías
con lo que me dan para ellas.
VOZMEDIANO
Hermano, yo no os entiendo,
y no hay limosna que os dar.
BUITRAGO
^De gana me voy riendo!
¿Y adonde se vino a hallar
•el parentesco tremendo?
72
¿Hace burla en ver el traje,
entre picaro y salvaje?
Pues sepa que este sayal
tiene encubierto algún al
que puede honrar un linaje.
El conde es éste, ¡qué piezal,
que, cuando me da, le dan
mil vaguidos de cabeza.
Pobretas almas de Orán,
que estáis en vuestra estrecheza,
rogad a Dios que me den,
porque si yo como bien,
rezaré más de un rosario,
y os haré un aniversario
por siempre jamás. Amén.
Entran el Conde, Don Martín, el capitán Guzmán y
Nacor.
N A c o R
Digo, señor, que entregaré sin duda
la presa que he contado fácilmente
en el silencio de la noche muda
con muy poquito número de gente;
y por que al hecho la verdad acuda,
las manos a un cordel daré obediente;
dejaréme llevar, siendo yo guía
que os muestre el aduar antes del día.
Y sólo quiero desta rica presa,
por quien mi industria y mi traición trabaja,
un cuerpo que a mi alma tiene presa:
quiero a la bella sin igual Arlaxa.
Por ella tengo tan infame empresa
por ilustre, por grande, y no por baja;
que, por reinar y por amor, no hay culpa
que no tenga perdón y halle disculpa.
No siento ni descubro otro camino,
para ser posesor de aquesta mora,
que hacer este amoroso desatino,
puesto que en él crueldad y traición mora.
Amóla por la fuerza del destino,
y aunque mi alma su beldad adora,
quiérela cautivar para so Italia,
por si puedo moverla u obligalla.
CONDE
No estamos en sazón que nos permita
sacar de Orán un mínimo soldado;
que el cerco que se espera solicita
que ponga en otras cosas mi cuidado.
NACOR
La Vitoria en la palma traigo escrita;
en breves horas te daré acabado,
sin peligro, el negocio que he propuesto;
si presto vamos, volveremos presto.
CONDE
Esta tarde os daré, Nacor, respuesta;
esperad hasta entonces.
NACOR
Soy contento.
Vase Nacor,
DON MARTÍN
Empresa rica y sin peligro es ésta,
si cierta fuese.
GUZMÁN
Yo por tal la cuento:
hace la lengua al alma manifiesta.
Declarado ha Nacor su pensamiento
con tal demostración, con tal afecto,
que, si vamos, el saco me prometo.
DON MARTÍN
Cubre el traidor sus malas intenciones
con rostro grave y ademán sincero,
y adorna su traición con las razones
de que se precia un pecho verdadero.
De un Sinón aprendieron mil Sinones,
y así, el que es general, al blando o fiero
razonar del contrario no se rinde
sin que primero la intención deslinde.
CONDE
Hermano, así se hará; no tengáis miedo
que yo me arroje o precipite en nada.
¿Hicistes ya las treguas con Robledo,
y queda ante escribano confirmada?
DON MARTÍN
Gran cólera tenéis, Guzmán.
GUZMÁN
No puedo
tenerla en la ocasión más enfrenada.
75
CONDE
Podréis darle la rienda entre enemigos,
y es prudencia cogerla con amigos.
Pues, Buitrago, ¿qué hacemos?
BUITRAGO
Aqui asisto,
procurando sacar de aqueste esparto
jugo de algún plus ultra, y no le he visto
siquiera de una tarja ni de un cuarto.
Asi guardan la ley de Jesucristo
aquestos, como yo cuando estoy harto,
que no me acuerdo si hay cielo ni tierra;
sólo a mi vientre acudo y a la guerra.
DOÑA MARGARITA
Pide limosna en modo este soldado,
que parece que grita o que reniega,
y yo estoy en España acostumbrado
a darla a quien por Dios la pide y ruega.
BUITRAGO
Quiéresela pedir arrodillado;
veré si la concede o si la niega.
VOZMEDIANO
Ni tanto, ni tan poco.
BUITRAGO
Soy cristiano.
DOÑA MARGARITA
¿Ya no le han dicho que no hay blanca, hermano?
BUITRAGO
j Hermano! ¡Lleve el diablo el parentesco
y el ladrón que le halló la vez primera!
Descosa, pese al mundo, ese griguesco;
desgarre esa olorosa faltriquera.
De aquestas pinturitas a lo fresco,
¿qué se puede esperar?
VOZMEDIANO
Esa es manera
de hacer sacar la espada y no el dinero.
CONDE
¡Paso, Buitrago!
DOÑA MARGARITA
¡A fe de caballero!
DON MARTÍN
No OS enfadéis, galán, que deste modo
se pide la limosna en esta tierra;
todo es aquí braveza; es aquí todo
rigor y duros términos de guerra.
BUITRAGO
Y yo, que a le de Marte me acomodo,
y a lo de Dios es Cristo doy por tierra
con todo el bodegón, si con floreos
responden a mis gustos y deseos.
DON MARTÍN
En fin, ¿que aqueste galán
es de Jerez?
VOZMEDIANO
Y de nombre,
de los buenos que allí están,
y hijo, señor, de un hombre
que en Francia fué capitán.
Quedó rico y con hacienda;
de jómele a mí por prenda
mi hermana, que fué su madre,
y yo quise que del padre
siguiese la honrada senda.
Supe el cerco que se espera,
y con su gusto le truje,
que sin él no le trajera,
y a esta dura le reduje
de su vida placentera;
que, en los grados de alabanza,
aunque pervierta la usanza
el adulador liviano,
no alcanza un gran cortesano
lo que un buen soldado alcanza.
CONDE
Así es verdad, y agradezco
venida de tales dos,
y a servírosla me ofrezco.
BUITRAGO
¡Que no me darán por Dios
lo que por mí no merezco!
¡Voto a Cristóbal del Pino,
que si una vez me amohíno,
que han de ver quién es Callejas!
Busquen alivio a sus quejas,
almas, por otro camino.
Buscaréle yo también
para mi hambre insolente,
o me den, o no me den;
que nunca muere un valiente
de hambre.
DON MARTÍN
Dices muy bien.
BUITRAGO
No digo sino muy mal.
¿Es eso por excusarse
de no sacar un real?
CONDE
Vamos, que ya de enojarse
Buitrago nos da señal,
y no quiero que lo esté.
Vanse el Conde y Don Martín.
BUITRAGO
Con aqueso comeré.
¡No fuera yo motilón
o mozo de bodegón,
y no soldado!
DOÑA MARGARITA
¿Por qué?
BUITRAGO
Yo me entiendo, so galán;
vaya y guarde su dinero.
¡Adiós, mi señor Guzmán!
GUZMÁN
No, no; convidaros quiero;
¡por vida del capitán 1
Venid, Buitrago, conmigo.
BUITRAGO
En seguirte sé que sigo
a un Alejandro y a un Marte.
Vanse el Capitán y Buitrago.
DOÑA MARGARITA
Señor, llégate a esta parte,
que tengo que hablar contigo.
Resuelta estoy.
VOZMEDIANO
En tu daño.
DOÑA MARGARITA
No me atajes; déjame
relatar mi mal extraño.
VOZMEDIANO
¿Ya no sabes que lo sé,
por mi mal, más ha de un año?
DOÑA MARGARITA
Dime, señor: ¿tú no sientes
que con nuevos accidentes
cada día amor me embiste?
VOZMEDIANO
Y sé que no los resiste
tu alma, pues los consientes.
DOÑA MARGARITA
Déjate de aconsejarme,
y dame ayuda, si quieres;
que lo demás es matarme.
VOZMEDIANO
Por quien soy y por quien eres,
siempre te oiré sin cansarme,
y siempre te ayudaré,
porque a ello me obligué
cuando de venir contigo
como ayo y como amigo
te di la palabra y fe.
Di, en fin: ¿qué piensas hacer?
DOÑA MARGARITA
Yo, por soldado a esta empresa,
con extraño parecer,
pues procuraré ser presa,
puesto que vaya a prender.
Procuraré ser cautiva;
que de la dura y esquiva
tormenta que siente el alma,
el sosiego, gusto y palma
en disparates estriba.
Sabré cautiva de quién
.me cautivó sin sabello,
pensando de hacerme bien;
81
daré al moro perro el cuello,
por que a mi alma me den.
Que no es posible sea moro
quien guardó tanto el decoro
de cristiano caballero;
y si fuere esclavo, quiero
dar por él mil montes de oro.
De que los halle no dude
nadie: que el cielo al deseo
del aflicto siempre acude.
VOZMEDIANO
El gran Dios dese deseo
impertinente te mude.
DOÑA MARGARITA
¿Habrá más de rescatarme,
dando tiempo al informarme
de lo que voy a saber?
Que en el mal de irme a perder
consiste el bien de ganarme.
Venid, señor Vozmedianc;
negociaréis mi salida
con el escuadrón cristiano.
VOZMEDIANO
¿Dónde quieres ir, perdida?
DOÑA MARGARITA
Aconsejarme es en vano.
VOZMEDIANO
Yo haré con su señoría
que se oponga a tu partida.
Ck)MEDIAS. — T. IL
6
DOÑA MARGARITA
Si esto me impedís, señor,
haré otro yerro mayor,
con que lloréis más de un día.
Echada está ya la suerte;
yo he de seguir mi destino,
aunque me lleve a la muerte.
VOZMEDIANO
Del amor el desatino
cualquier bien en mal convierte.
¡En mal punto me encargué
de ti! ¡En mal punto dejé
la patria por tus antojos!
DOÑA MARGARITA
Tal vez, tras nubes de enojos,
de esperanza el sol se ve.
Vanse, y salen Arlaxa, Alimuzel, Oropesa
y Don Fernando
ARLAXA
¿Adonde está Alimuzel?
Oropesa, ¿do te has ido?
Y mi Lozano, ¿qué eS dél?
¡Cielo, escucha mi gemido;
no te me muestres cruel!
ALIMUZEL
Bella Arlaxa, aquí me tienes.
ARLAXA
Amigo, a buen tiempo vienes.
OROPESA
¿Qué es lo que mandas, señora?
ARLAXA
Vengas, amigo, en buen hora.
Lozano, ¿en qué te detienes?
DON FERNANDO
Aqui estoy, señora mía.
¿Qué me mandas? Dilo, acaba.
ARLAXA
¡Desdichada dicha míal
ALIMUZEL
¿Qué has. Arlaxa?
ARLAXA
Yo soñaba
que esta noche, al alba fría,
daban sobre este aduar
cristianos, y, a mi pesar,
Nacor me llevaba presa,
y desperté con la presa
del asalto y del gritar,
y he venido a socorrerme
de vosotros con el miedo
que el sueño pudo ponerme,
y, aunque os veo, apenas puedo
sosegarme ni valerme.
Tengo a Nacor por traidor,
y no me deja el temor
fiar de vuestra lealtad.
ALIMUZEL
No son los sueños verdad;
no tengas miedo, mi amor;
y si lo son, juzga y piensa
que a tu lado hallarás
quien no consienta tu ofensa.
ARLAXA
Contra el hado es por demás
que valga humana defensa.
DON FERNANDO
No te congojes, señora,
que si llegare la hora
de verte en aquese aprieto,
librarte dél te prometo
por el Dios que mi alma adora.
Si no quedase cristiano
en Orán, y aquí viniese
tan arrojado y ufano
que la Vitoria tuviese
tan cierta como en la mano,
será esta mía bastante
para que el más arrogante
vuelva humilde y sin despojos.
Tiemple aquesto tus enojos,
no pase el miedo adelante,
que haré más de lo que digo;
y de que prometo poco,
mis obras serán testigo.
OROPESA
O está don Fernando loco,
o es ya de Cristo enemigo.
Pelear contra cristianos
promete. Venid, hermanos,
que yo, con mejor conciencia,
pasaré la diligencia
a los pies, y no a las manos.
DON FERNANDO
Alí, dame tú una espada
y un turbante, oon que pueda
la cabeza estar guardada.
• OROPESA
Señora, ¿dónde se queda
tu condición arrojada?
Ahora verás hender,
herir, matar y romper.
Deja venir al cristiano.
ARLAXA
Es accidental y vano
tal deseo en la mujer,
y fácilmente se trueca;
y antes que la espada, agora
tomaría ver la rueca.
ALIMUZEL
El que te ofende, señora,
contra todo el mundo peca.
Ven, cristiano, a tomar armas.
86
OROPESA
Mira contra quién te armas,
Lozano.
DON FERNANDO
¡Calla, Oropesa!
OROPESA
En armarte a tal empresa,
de tu valor te desarmas.
Entranse todos.
Salen Nacor, atadas las manos atrás con un cordel,
y tráenle Buitrago, el capitán Guzmán, Doña
Margarita y otros soldados con sus arcabuces,
NACOR
Valeroso Guzmán, éste es, sin duda,
el vendido aduar, el paraíso
do está la gloria que mi alma busca.
Con la caballería, como es uso,
le puedes coronar a la redonda,
por que apenas escape un solo moro.
GUZMÁN
No tengo tanta gente para tanto.
NACOR
Cerca, pues, por lo menos, esta parte,
que responde derecha a una montaña
que está cerca de aquí, donde, sin duda,
harán designio de acogerse cuantos
sobresaltados fueren esta noche.
GUZMÁN
Dices muy bien.
NACOR
Pues manda que me suelten,
por que vaya a buscar el grande premio
que pide la amorosa traición mía.
BUITRAGO
Eso no, ¡vive Dios!, hasta que vea
cómo se entabla el juego, ¡so Mahomal
Estése atraillado como galgo,
porque hasta ver las liebres no le suelto.
NACOR
Señor Guzmán, agravio se me hace.
GUZMÁN
Buitrago, suéltale, y adiós, y embiste.
BUITRAGO
Contra mi voluntad le suelto. Vaya.
NACOR
Venid, que yo pondré la gente en orden
de modo que no haya algún desorden.
Vanse, y queda sola Doña Margarita.
DOÑA MARGARITA
¡Pobre de mil ¿Dónde quedo?
¿Adónde me trae la suerte,
confusa y llena de miedo?
¿Qué cosa haré con que acierte,
si ninguna cosa puedo?
¡Oh, amoroso desvarío,
88
que ciegas el albedrío
y la razón tienes presa!
¿Qué sacaré desta empresa,
de quién temo y de quién fío?
Soy mariposa inocente
que, despreciando el sosiego,
simple y presurosamente
me voy entregando al fuego
de la llama más ardiente.
Estos pasos son testigos
que huyo de los amigos,
y, llena de ceguedad,
de mi propia voluntad
me entrego a los enemigos.
Suena dentro: «¡Arma, arma! ¡Santiago, cierra, cierra
España, España!» Salga al teatro Nacor, abraza-
do con Arlaxa, y a su encuentro, Buitrago.
BUITRAGO
¡Por aqueste portillo se desagua
el aduar! ¡Soldados, aquí; amigos!
¡Tente, perro cargado; tente, galgo!
NACOR
Amigo soy, señor.
BUITRAGO
¡No es este tiempo
para estas amistades! ¡Tente, perro!
NACOR
¡Muerto soy, por Alá!
89
BUITRAGO
jPor San Benito,
que he pasado a Nacor de parte a parte, *
y que ésta debe ser su amada ingrata!
ARLAXA
Cristiano, yo me rindo; no ensangrientes
tu espada en mujeril sangre mezquina.
Llévame do quisieres.
Sale Alí,
A L I M U Z E L
La voz oigo
de Arlaxa bella, que socorro pide.
¡Ah, perro, suelta!
BUITRAGO
¡Suéltala tú, podenco sin provecho!
¿No hay quien me ayude aquí?
ARLAXA
Mientras pelean
aquestos dos, podrá ser escaparme,
si acaso acierto de tomar la parte
que lleva a la montaña.
DOÑA MARGARITA
Si me guías,
seré tu esclavo, tu defensa y guarda
hasta ponerte en ella. Ven, señora.
Vanse Arlaxa y Doña Margarita; salen Don Fernán-
do y Guzmán.
BUITRAGO
¡Animas de purgatorio,
favorecedme, señoras,
que mi peligro es notorio,
si ya no estáis a estas horas
durmiendo en el dormitorio!
De vuestro divino aliento
con mayor fuerza me siento.
¡Perro, el huir no te cale!
¡Ahora verán si vale
Buitrago por más de ciento!
Entrase Álí, y Buitrago tras él.
GUZMÁN
¡o eres diablo, o no eres hombre!
¿Quién te dió tal fuerza, perro?
DON FERNANDO
No OS admire ni os asombre,
Guzmán, que haga este yerro
quien respeta vuestro nombre.
GUZMÁN
¿Sois, a dicha, don Fernando?
DON FERNANDO
El mismo que estáis mirando,
aunque no me veis, amigo.
GUZMÁN
¿Sois ya de Cristo enemigo?
DON FERNANDO
Ni de veras, ni burlando.
GUZMÁN
¿Pues cómo sacas la espada
contra él?
DON FERNANDO
Vendrá sazón
más llana y acomodada
en que te dé relación
de mi pretensión honrada.
Cristiano soy, no lo dudes.
GUZMÁN
¿Por qué a defender acudes
este aduar?
DON FERNANDO
Porque encierra
la paz que causa esta guerra,
la salud de mis saludes.
Dos prendas has de dejar,
y carga, amigo, con todo
cuanto hay en este aduar.
GUZMÁN
A tu gusto me acomodo,
no quiero más preguntar:
pero, por que no se diga
que tengo contigo liga,
tú, pues bastas, lo defiende.
Vase Guzmán, y vuelven Buitrago y AlimuzeL
BUITRAGO
En vano, moro, pretende
92
tu miedo que no te siga,
que tengo para ofenderte
dos manos y dos mil almas,
que a mis pies han de ponerte.
DON FERNANDO
Otros despojos y palmas
puedes, amigo, ofrecerte,
que éste no.
ALIMUZEL
Deja, Lozano;
que este valiente cristiano
en grande aprieto me ha puesto.
DON FERNANDO
Ve tú a socorrer el resto,
y éste déjale en mi mano,
que yo daré cuenta dél.
ARLAXA
(Dentro.) ¡Lozano, que voy cautivaí
¡Que voy cautiva, Muzel!
ALIMUZEL
¡Fortuna, a mi suerte esquiva,
cielo envidioso y cruel,
ejecutad vuestra rabia
en mi vida, si os agravia;
dejad libre la de aquélla,
que os podéis honrar con ella
por hermosa, honesta y sabia!
Sale Arlaxa, defendiéndola Doña Margarita del
capitán Guzmán y de otros tres soldados.
DON FERNANDO
jTodos sois pocos soldados!
GUZMÁN
Esta es la mora en quien tiene
don Fernando sus cuidados;
dejársela me conviene.
Vase.
BU ITRAGO
Aqui hay moros encantados
o cristianos fementidos,
que ha llegado a mis oídos,
creo, el nombre de Lozano.
-DON FERNANDO
Vuestro trabajo es en vano,
cristianos mal advertidos,
que esta mora no ha de ir presa.
Entrad en el aduar
y hallaréis más rica presa.
BUITRAGO
jDesta irás a señalar,
perro, ^1 tanto de tu fuesa!
ALIMUZEL
¡Muerto soy; Alá me ayude!
ARLAXA
¡Acude, Lozano, acude,
que han muerto a tu grande amigo!
Cae Alí dentro, y éntrase Arlaxa tras él.
DON FERNANDO
Vengaréle en su enemigo,
aunque de intención me mude.
¡No te retires; aguarda!
BUITRAGO
¿Yo retirar? ¡Bueno es eso!
Si tuviera una alabarda,
le partiera hasta el hueso.
¡Oh, cómo el perro se guarda!
DON FERNANDO
Este que va a dar el pago
de tus bravatas, Buitrago,
mejor cristiano es que tú.
BUITRAGO
¡Que te valga Belcebú,
y a mi Dios y Santiago!
Di quién eres, que, sonando
el eco, me trae con miedo
la habla de don Fernando.
DON FERNANDO
El mismo soy.
BUITRAGO
¡Oh Robledo
verdadero y memorando,
y cuánta verdad dijiste!
Sin razón le desmentiste,
Guzmán atrevido y fuerte.
Yo quiero huir de la muerte
que en esas m.anos asiste.
DON FERNANDO
¿Cómo, di, tú no peleas?
¿Te retiras, o te vas
antes que tu prisión veas?
DOÑA MARGARITA
j Extraños consejos das
a quien la muerte deseas!
Mas no puedo retirarme
ni pelear, y he de darme
de cansado a moras manos,
que se van ya los cristianos,
y tú no querrás dejarme.
Dentro y diga Guzmán:
i Al retirar, cristianos! ¡Toca, Robles!
¡A retirar, a retirar, amigos!
No se quede ninguno, y los cansados,
a las ancas los suban los jinetes,
y en la mitad del escuadrón recojan
la presa. ¡Al retirar, que viene el día!
DON FERNANDO
Yo te pondré en las ancas de un caballo
de los tuyos, amigo; no desmayes.
DOÑA MARGARITA
Mayor merced me harás si aquí me dejas.
DON FERNANDO
¿Quieres quedar cautivo por tu gusto?
DOÑA MARGARITA
Quizá mi libertad consiste en eso.
96
DON FERNANDO
¿Hay otros don Fernandos en el mundo?
Demos lugar que los cristianos pasen;
retiraos a esta parte.
DOÑA MARGARITA
Yo no puedo.
DON FERNANDO
Dadme la mano, pues.
DOÑA MARGARITA
De buena gana.
DON FERNANDO
¡Jesús, y qué desmayo!
DOÑA Margarita
Gentilhombre,
¿lleváisme a los cristianos, o a los moros?
DON FERNANDO
A los moros os llevo.
DOÑA MARGARITA
No querría
que fuésedes cristiano y me engañásedes.
DON FERNANDO
Cristiano soy; pero, ¡por Dios!, que os llevo
a entregar a los moros.
DOÑA MARGARITA
¡Dios lo haga!
97
DON FERNANDO
De novedades anda el mundo lleno.
¿Estáis herido acaso?
DOÑA MARGARITA
No estoy bueno.
Vanse.
Sale Oropesa cargado de despojos.
OROPESA
No sino estaos atenido
a los consejos de un loco,
enamorado y perdido.
Mucho llevo en esto poco;
voy libre y enriquecido.
Ya en mi libertad contemplo
un nuevo y extraño ejemplo
de los casos de fortuna,
y adornarán la coluna
mis cadenas de algún templo.
Salen el Conde y Don Martín, y Bairán, el renegado.
BAIRÁN
Digo, señor, que la venida es cierta,
y que este mar verás y esta ribera,
él de bajeles lleno, ella cubierta
de gente inumerable y vocinglera.
De Barbarroja el hijo se concierta
con Alabez y el Cuco, de manera
que en su favor más moros dan y ofrecen
que en clara ‘noche estrellas se parecen.
Comedias.— T. II.
7
98
Los turcos son seis mil, y los leventes (1)
siete mil, toda gente vencedora;
veinte y seis las galeras, suficientes
a traer municiones de hora en hora.
Andan en pareceres diferentes
sobre cuál destas plazas se mejora
en fortaleza y sitio, y creo se ordena
de dar a San Miguel la buena estrena.
Esto es, señor, lo que hay del campo moro,
y en Argel el armada queda a punto,
y Azán, el rey, guardando su decoro,
que es diligente, la traerá aqui al punto.
CONDE
De sus designios poco o nada ignoro;
mas por tu relación cuerda barrunto
que a San Miguel el bárbaro amenaza,
como más flaca, aunque importante plaza.
Pero, puesto le tengo en tal reparo,
tales soldados dentro dél he puesto,
que al bárbaro el ganarle será caro
muy más que en su designio trae propuesto.
Idos a reposar, mi amigo caro,
y el agradecimiento y paga desto
esperadla de mí, con la ventaja
que aquel merece que cual vos trabaja.
Vase B dirán.
¿No tarda ya Guzmán?
(1) Corsarios.
99
DON MARTÍN
Las centinelas
le han descubierto ya.
CONDE
Venga en buen hora.
DON MARTÍN
Su premio habrá Nacor de sus cautelas
cobrado, su adorada ingrata mora.
{Amor, como otro Marte nos desvelas;
furia y rigor en tus entrañas mora;
hasta las religiosas almas dañas,
y fundas en traiciones tus hazañas!
Entran el capitán Guzmán, Oropesa, Buiirago,
V ozmediano y otros soldados.
GUZMÁN
Tus manos pido, y de las mías toma,
o, por mejor decir, de tus soldados,
amorosos despojos de Mahoma.
Volvemos, como fuimos, alentados,
mejorados en honra y buena fama,
y en ropa y en esclavos mejorados.
Nacor no trae a su hermosa dama;
que Buitrago apagó con fuerte acero
del moro infame la amorosa llama.
BUITRAGO
Pasóle, por la fe de caballero,
por entrambas ijadas, ignorando
que fuese el que el aviso. dió primero;
y si no lo estorbara don Fernando,
diera con más de dos patas arriba,
que con él se me fueron escapando.
CONDE
¿Qué, en fin se volvió moro?
OROPESA
No se escriba,
se diga o piense tal de quien su intento
en ser honrado y valeroso estriba.
Yo sé de don Fernando el pensamiento,
y sé que presto volverá a servirte
con las veras que ofrece su ardimiento.
GUZMÁN
Que él es cristiano, sé, señor, decirte;
que él se. nombró conmigo combatiendo.
DON MARTÍN
¿Y procuraba, por ventura, herirte?
GUZMÁN.
Con tiento pareció que iba esgrimiendo,
y palabras me dijo en el combate
por quiéh 'fui sus designios conociendo.
DON MARTÍN
Deste. caso, señores, no se trate;
ya, por lo ..menos, ha caído en culpa,
y no hay disculpa a tanto disparate.
CONDE
Salió sin mi licencia, ya le culpa,
y más el escalar de la muralla,
insulto que: jamás tendrá disculpa.
rol
GUZMÁN •
Precipitóle honor; vistió la malla
por conservar su crédito famoso;
huyóle el moro; fué a buscar batalla.
DON MARTÍN
¡Por cierto, oh buen Guzmán, que estáis donoso I
Pues ¿cómo no se ha vuelto, o cómo muestra
contra cristianos ánimo brioso?
OROPESA
El dará presto de su intento muestra»
sacando, en gloria de la ley cristiana.»
a luz la fuerza de su honrada diestra.. .
CONDE
Venid; repartiré de buena gana
lo que deste despojo a todos toca; .
que el gusto crece lo que asi se gana.
Vanse, y quedan Buitrago y Vozmediano,
VOZMEDIANO
¡Válgame Dios, si se quedó la loca,. ... .
si se quedó la sin ventura y triste,
que así su suerte y su valor apoca!
Dime, señor, si por ventura viste. ;
aquel soldado que partió conmigo .:
cuando a la empresa do has venido fuiste;
aquel bisoño manicorto, digo,
que no te quiso dar limosna un día
y habrá hasta seis que vino aquí cO:nmigo.
102
BU ITRAGO
¿No es aquel del entono y bizarría,
de las plumas volantes y del rizo,
que me habló con remoques y acedía?
VOZMEDIANO
Aquese mismo,
BUITRAGO
No sé qué se hizo.
Vase.
VOZMEDIANO
¿Adónde estarás agora,
moza por tus pies llevada .
do toda miseria mora,
de mandar a ser mandada,
esclava de ser señora?
¿Qué es posible que un deseo
incite a tal devaneo?
Y éste es, en fin, de tal ser,
que no lo puedo creer,
y con los ojos lo veo.
Salen Arlaxa, Don Fernando y Doña Margarita,
DON FERNANDO
Para ser mozo y galán,
y al parecer bien nacido,
muchos desmayos os dan;
señal de que habéis comido
mucha liebre y poco pan.
Quien se rinde a su enemigo
en sí presenta testigo
de que es cobarde.
DOÑA MARGARITA
Es verdad;
pero trae mi poca edad
grande disculpa consigo.
El que mis cuitas no siente,
hará de mi miedo alarde;
pero yo sé claramente
que hice más en ser cobarde
que no hiciera en ser valiente.
{Desdichada de la vida
a términos reducida
que busca con ceguedad
en la prisión libertad
y a lo imposible salida!
ARLAXA
¿Qué sabes si este soldado,
cual tú, tiene aquella queja
de valiente mal pagado?
DON FERNANDO
Fácil conocer se deja
que le aflige otro cuidado;
que sus años, cual él muestra,
no habrán podido dar muestra,
por ser pocos, de los hechos
que, por ser mal satisfechos,
muestran voluntad siniestra.
Y el ofrecerle caballo
para que volviese a Orán,
y el no querer acetallo,
unas sospechas me dan
que por su honra las callo.
Quizá la vida le enfada
soldadesca y desgarrada,
y como el vicio le doma,
viene tras la de Mahoma,
que es más ancha y regalada.
DOÑA MARGARITA
En mi edad, aunque está en flor,
he alcanzado y conocido
que no hay mal de tal rigor
que llegue al verse ofendido,
el que es honrado, en su honor.
Y más si culpa no tiene;
que cuando la infamia viene
a quien la busca y procura,
es menor la desventura
que la deshonra contiene.
Y así, me será forzoso,
para huir la infamia y mengua
de mal cristiano y medroso,
que os descubra aquí mi lengua
lo que apenas pensar oso.
Si gustáis de estarme atentos,
veréis que paran los vientos
su veloz curso a escucharme,
y veréis que fué el quedarme
honra de mis pensamientos.
Entra Alimuzel.
ALIMUZEL
El remedio que aplicaste,
bella Arlaxa, de tu mano
fué tal, que en él te mostraste
ser un ángel soberano
que a la vida me tornaste.
Conságretela dos veces:
una porque la mereces,
y la otra te consagro
por el extraño milagro
con que tu fama engrandeces.
ARLAXA
Sosiégate y no me alabes,
que el médico ha sido Alá
de tus heridas tan graves.
Comienza', cristiano, ya
la historia que alegre acabes.
DOÑA MARGARITA
Sí haré; mas tú verás,
en el cuento que me oirás,
que no dan los duros hados
a principios desdichados
alegres fines jamás.
Nací en un lugar famoso,
de los mejores de España,
de padres que fueron ricos
y de antigua y noble casta;
los cuales, como prudentes,
apenas mi edad temprana
dió muestras de entendimiento.
cuando me encierran y guardan
en un santo monesterio
de la virgen Santa Clara;
¡que soy mujer sin ventura,
que soy mujer desdichada!
ARLAXA
¡Santo Alá! ¿Qué es lo que dices?
DOÑA MARGARITA
¿Desto poquito te espantas?
Ten silencio, hermosa mora,
hasta el fin de mis desgracias,
que, aunque ellas jamás le tengan,
yo me animaré a contallas,
si es posible, en breve espacio
y con sucintas palabras.
No me encerraron mis padres
sino para la crianza,
y fué su intención que fuese,
i no monja, sino casada.
Faltáronme antes de tiempo;
que la inexorable Parca
cortó el hilo de sus vidas
para añadirle a mis ansias.
Quedé con sólo un hermano,
de condición tan bizarra,
que parece que en él sólo
hizo asiento la arrogancia.
Llegó la edad de casarme;
hiciéronle mil demandas
de mi; no acudió a ninguna.
'fundándose en leves causas;
y entre los que me pidieron,
fué uno que con la espada
satisfizo a la respuesta,
.según se la dieron mala.
Suenan dentro atambores.
ALIMUZEL
lEscucha, que oigo clarines,
oigo trompetas y cajas;
algún escuadrón es éste
^e turcos que hacia Orán marcha.
Entra un moro.
MORO
Si lo que dejó el cristiano
no quieres, hermosa Arlaxa,
no lo acaben de talar
diez escuadrones que pasan,
ven, señora, a defenderlo;
‘que con tu presencia. Arlaxa,
pararás al Sol su curso
y suspenderás las armas.
ALIMUZEL
Bien dice, señora; vamos,
que lugar habrá mañana
para oír si aquesta historia
en fin triste o alegre acaba.
ARLAXA
Vamos, pues. Y vos, hermosa
108
y lastimada cristiana,
no os pene si a vuestras penas
el oillas se dilata".
Vanse Arlaxa, y Alí tras ella, y Doña Margarita
a lo último, y Don Fernando tras, ella, y dicen
antes:
DOÑA MARGARITA.
Como no tengo, señora,
ningún alivio en contarlas,-
tengo a ventura el estorbo
que de tal silencio es causa..
DON FERNANDO
iVálgame Dios, qué sospechas
me van encendiendo el almal
Muchas cosas imagino,
y todas me sobresaltan.
Desesperado, esperando
he de estar hasta mañana,
o hasta el punto que el fin sepa-
de la historia comenzada.
FIN DEL SEGUNDO ACTO
TERCERA JORNADA
Los que hablan en ella son:
Arlaxa.
Doña Margarita.
VOZMEDIANO.
Don Fernando de Saavedra.
Guzmán.
Buitrago.
El conde de Alcaudete.
Don Francisco de Mendoza.
Don Martín.
Don Juan de Valderrama.
Alimuzel.
Roama, moro.
Azán, rey de Argel.
Bairán.
El del Cuco.
El de Alabez.
Y acompañamiento.
Salen los reyes del Cuco y Alabez, Don Fernando, de
moro; Alimuzel, Arlaxa y Doña Margarita.
cuco
Hermosísima Arlaxa, tu belleza
puede volver del mesmo Marte airada*
en mansedumbre su mayor braveza,
y dar leyes al mundo alborotado.
ALABEZ
Puedes, con tu extremada gentileza,
suspender los extremos del cuidado
que amor pone en el alma que cautiva^,
y hacer que en gloria sosegada viva,
cuco
Puede la luz desos serenos ojos
prestarla al Sol y hacerle más hermoso;,
puede colmar el carro de despojos
del dios antojadizo y riguroso.
ALABEZ
Puede templar la ira, los enojos
del amante olvidado y del celoso;
puedes, en fin, parar, sin duda alguna,,
el curso volador de la fortuna.
ARLAXA
Nace de vuestra rara cortesía
la sin par que me dais dulce alabanza,,
porque no llega la bajeza mía
adonde su pequeña parte alcanza.
Tendré por felicísimo este día,
pues en él toma fuerzas mi esperanza,
de ver mis aduares mejorados,
viendo a sus robadores castigados.
Cien canastos de pan blanco apurado,
con treinta orzas de miel aun no tocada,.
y del menudo y más gordo ganado
casi os ofrezco entera una manada;
dulce lebeni (1) en zaques encerrado,
agrio yagurt (2). Y todo aquesto es nada
si mi deseo no tomáis en cuenta,
que en su virtud la dádiva se aumenta.
cuco
Admitimos tu oferta, y prometemos
de vengarte de aquel que te ha ofendido;
que, en fe de haberte visto, bien podemos
mostrar el corazón algo atrevido.
ALABEZ
Arlaxa, queda en paz, porque tenemos
el tiempo limitado y encogido.
ARLAXA
Viváis alegres siglos y infinitos,
reyes del Cuco y Alabez invitos.
Vanse los reyes.
Vuelve a seguir tu comenzada historia,
cristiana, sin que dejes cosa alguna
que puedas reducir a la memoria
de tu adversa o tu próspera fortuna.
DOÑA MARGARITA
Pasadas penas en presente gloria
el contarlas la lengua no repugna;
mas si el mal está en ser que se padece.
(1) Arroz con leche.
(2) Hoy yogurt, leche cuajada agria.
al contarle, la lengua se enmudece.
Quedé, si mal no me acuerdo,
en una mala respuesta
que dió mi bizarro hermano
a un caballero de prendas,
el cual, por satisfacerse,
muy mal herido le deja.
Ausentóse y fuése a Italia,
según después tuve nuevas.
Tardó mi hermano en sanar
mucho tiempo, y no se acuerda
en mucho más de su hermana,
como si ya muerta fuera.
Vi que volaban los tiempos,
y que encerraban las rejas
el cuerpo, mas no el deseo,
que es libre y muy mal se encierra.
Vi que mi hermano aspiraba,
codicioso de mi hacienda,
a dejarme entre paredes,
medio viva y medio muerta.
Quise casarme yo misma;
mas no supe en qué manera
ni con quién; que pocos años
en pocos casos aciertan.
Dejóme un viejo mi padre,
hidalgo y de intención buena,
con el cual me aconsejase
en mis burlas y en mis veras.
Comuniquéle mi intento;
respondióme que él quisiera
113
que el caballero que tuvo
con mi hermano la pendencia,
fuera aquél que me alcanzara
por su legítima prenda,
porque eran tales las suyas,
que por extremo se cuentan.
Pintómele tan galán,
tan gallardo en paz y en guerra,
que en relación vi a un Adonis,
y a otro Marte vi en la tierra.
Dijo que su discreción
igualaba con sus fuerzas,
puesto que valiente y sabio
pocas veces se conciertan.
Estaba yo a sus loores
tan descuidada y atenta,
que tomó el pincel la fama,
y en el alma las asienta,
y amor, que por los oídos
pocas veces dicen que entra,
se entró entonces hasta el alma
con blanda y honrada fuerza;
y fué de tanta eficacia
la relación verdadera,
que adoré lo que los ojos
no vieron, ni ver esperan;
que, rendida a la inclemencia
de un antojo honrado y simple,
mudé traje y mudé tierra.
A mi sabio consejero
fuerzo a que conmigo venga;
Comedias.— T. II.
8
que ánimo determinado,
de imposibles no hace cuenta,
ARLAXA
No te suspendas; prosigue
tu bien comenzado cuento,
que ninguna cosa siento
en él que a gusto no obligue,
y aun a pesar.
DON FERNANDO
(Aparte.) Y es de modo,
según que voy discurriendo,
que al alma va suspendiendo
con la parte y con el todo.
DOÑA MARGARITA
Enamorada de oídss
del caballero que dije,
me sali del monesterio,
y en traje de hombre vestíme.
Dejé el hermano y la patria,
y, entre alegre y entre triste,
con mi consejero anciano
a la bella Italia vine.
De la mitad de mi alma,
para que yo más le estime,
supe allí que en estacada
venció a tres, y quedó libre,
y que la parlera fama,
que más de lo que oye dice,
le trujo a encerrar a Orán,
que espera el cerco terrible.
En alas de mi deseo,
desde Nápoles partíme;
llegué a Orán, facilitando
cualquier dudoso imposible,
y apenas pisé su arena,
cuando alborotada fuíme
a saber, sin preguntallo,
de quien me tiene tan triste.
Dél supe, y pluguiera al cielo,
que consuela a los que aflige,
que nunca yo lo supiera.
DON FERNANDO
Di presto lo que supiste.
DOÑA MARGARITA
Supe que a volverse moro,
cosa, a pensarla, imposible,
dejó los muros de Orán,
y que en vuestra secta vive.
Yo, por no vivir muriendo
entre sospechas tan tristes,
a trueco de ser cautiva,
todo el hecho saber quise;
y así, arrojada y ansiosa,
entre los cristianos vine,
de quien fué Nacor la guía,
que los trujo a lo que vistes.
Ya me quedé, y soy cautiva,
y ya os pregunto si vistes
a este cristiano que busco,
o a este moro que acogistes.
Llamábase don Fernando
de Saavedra, de insignes
costumbres y claro nombre,
como su fama lo dice.
Por él y por mi rescate,
si dél sabéis, se apercibe
mi lengua a ofreceros tanto,
que pase de lo posible.
Esta es mi historia, señores;
nunca alegre, siempre triste;
si os he cansado en contalla,
lo que me mandastes hice.
ARLAXA
Cristiana, de tu dolor
casi siento la mitad;,
que tal vez curiosidad
fatiga como el amor.
Y al que te enciende en la llama
de amor con tantos extremos,
como tú, le conocemos
solamente por la fama.
. ALIMUZEL
¿Debajo de cuál estrella
ese cristiano ha nacido,
que aun de quien no es conocido
los deseos atropella? ^
Ese amigo pof quien lloras,
y en quién pones tus tesoros,
las vidas quita a los moros,
y las áímas a las moras.
DON FERNANDO
Que no es moro está en razón;
que no muda un bien nacido,
por más que se vea ofendido,
por otra su religión.
Puede ser que a ese español,
que agora tanto se encubre,
alguna causa le encubre,
como alguna nube al Sol.
Mas dime: ¿quién te asegura
que, después de haberle visto,
quede en tu pecho bien quisto?
Que engendra amor la hermosura,
y si él carece della,
como imagino y aun creo,
faltando causa, el deseo
faltará, faltando en ella.
DOÑA MARGARITA
La fama de su cordura
y valor es la qué ha hecho
la herida dentro del pecho;
no del rostro la hermosura;
que esa es prenda que la quita
el tiempo breve y ligero,
flor que se muestra en enero,
que a la sombra se marchita.
Ansí que, aunque en él hallase
no el rostro y la lozanía
que pinté en mi fantasía,
no hay pensar que no le amase.
DON FERNANDO
Con esa seguridad,
presto me ofrezco mostrarte
al que puede asegurarte
el gusto y la libertad.
Muda ese traje indecente,
que en parte tu ser desdora,
y vístete en el de mora,
que la ocasión lo consiente,
y con Arlaxa y Muzel
los muros de Orán veremos,
donde, sin duda, hallaremos
tu piadoso o tu cruel;
que no es posible dejar
de hallarse en aquesta guerra,
si no le ha hundido la tierra
o le ha sorbido la mar.
Alimuzel, no te tardes;
yen, y mira que es razón;
que en semejante ocasión
no es bien parecer cobarde.
ALIMUZEL
Haz cuenta que a punto estoy.
ARLAXA
A mí nada me detiene.
DOÑA MARGARITA
Ya veis si a mi me conviene
seguiros.
DON FERNANDO
Pues pase hoy;
y mañana, cuando dan
las aves el alborada,
demos a nuestra jornada
principio, y al fin de Orán.
¿Queda así?
ALIMUZEL
No hay que dudar.
ARLAXA
¿Cómo te llamas, señora?
DOÑA MARGARITA
Margarita; mar do mora
gustos que me han de amargar.
ARLAXA
Ven, que el amor favorece
siempre a honestos pensamientos.
DON FERNANDO
jQué atropellados contentos
la ventura aquí me ofrece!
Entranse todos.
Sale Buitrago solo a la muralla.
BUITRAGO
¡Arma, arma, señor, con toda priesa,
porque en el charco azul columbro y veo
pintados leños de una armada gruesa
hacer un medio círculo y rodeo!
120
El viento el remo impele, el lienzo atesa;
el mar tranquilo ayuda a su deseo.
Arma, pues, que en un vuelo se avecina,
y viene a tomar tierra a la marina.
A la muralla d Conde y Guzmán.
CONDE
Turcos cubren el mar, moros la tierra;
don Fernando de Cárcamo al momento
a San Miguel defienda, y a la guerra
se dé principio con furor sangriento.
Mi hermano, que en Almarza ya se encierra,
mostrará de quién es el bravo intento;
que este perro, que nunca otra vez ladre,
es el que en Mostagán mordió a su padre (1).
GUZMÁN
Mal puedes defenderle la ribera.
CONDE
No hay para qué, si todo el campo cubre
del Cuco y Alabez la gente fiera,
tanta, que hace horizonte lo que encubre,
y los que van poblando la ladera
de aquel cerro empinado que descubre
y mira exento nuestros prados secos,
son los moros de Fez y de Marruecos.
Coronen las murallas los soldados,
y reitérese el arma en toda parte;
estén los artilleros alistados,
(1) Alusión a las expediciones del conde de Alcaudete (padre del de
la comedia) contra Mostagán.
121
y usen certeros de su industria y arte;
los a cosas diversas diputados,
acudan a su oficio, y dese a Marte
el que a Venus se daba, y haga cosas
que sean increíbles de espantosas.
Entrese de la muralla el Conde y Guzmán.
BUITRAGO
Animas, si queréis que al ejercicio
vuelva de mis plegarias y rosario,
pedid que me haga el cielo beneficio
que siquiera no falte el ordinario;
que, aunque de Marte el trabajoso oficio
en mi estómago pide extraordinario,
con diez hogazas que me envíe, sienta
que a seis bravos soldados alimenta.
Entranse, y suenan chirimías y cajas; entran Azán
Bajá y Bairán con el rey del Cuco y el Álabez.
BAIRÁN
Don Francisco, el hermano del valiente
don Juan, que naufragó en la Herradura,
apercibe gran número de gente,
y socorrer a esta ciudad procura.
Don Alvaro Bazán, otro excelente
caballero famoso y de ventura,
tiene cuatro galeras a su cargo,
y éste ha de ser de tu designio embargo.
AZÁN.
Su arena piso ya; de Orán colijo
no aquella lozanía que dijiste;
122
sólo por tocar arma ya me aflijo,
y ver quién será aquel que me resiste.
ALABEZ
Quien al padre venció, vencerá al hijo.
No hay que esperar, ¡oh grande Azán!; embiste;
que el tiempo que te tardas, ese quitas
a tus Vitorias raras e infinitas.
Entren a esta sazón Arlaxa y Doña Margarita en
hábito de moro, Don Fernando como moro, y Ali-
muzeL
cuco
Tienes presente, ¡oh rey Azán!, 'la gloria
de la Africa y la flor de Berbería;
un ángel es que anuncia tu Vitoria,
que el cielo, donde él vive, te le envía.
AZÁN
Tendré yo para siempre en la memoria
esta merced, ¡oh gran señora mía!,
bella y sin par Arlaxa, en cuanto el cielo
pudo de bien comunicar al suelo.
¿Qué buscas entre el áspero ruido
del cóncavo metal, que, el aire hiriendo,
no ha de llevar a tu sabroso oído
de Apolo el son, mas el de Marte horrendo?
ARLAXA
El tantarán del atabal herido,
el bullicio de guerra y el estruendo
de gruesa y disparada artillería
es para mí suave melodía.
123
Cuanto más, que yo vengo a ser testigo
de tus raras hazañas y excelentes,
y a servirte estos dos truje conmigo,
que cuanto son gallardos son valientes.
AZÁN
De agradecer tanta merced me obligo
cuando corran los tiempos diferentes
de aquestos, porque el fruto de la guerra
en la paz felicísima se encierra.
Entra Roama, moro, con un cristiano galán atadas
las manos.
ROAMA
El bergantín que de la Vez se llama
cautivaron anoche tus fragatas,
y éste, que es un don Juan de Valderrama,
venía en él.
AZÁN
¿Por qué no le desatas?
Como entra el cautivo, se cubre Doña Margarita el
rostro con un velo,
ALABEZ
¿Cómo sabes su nombre tú, Roama?
ROAMA
El me lo ha dicho así.
AZÁN ,
Pues mal le tratas;
si es caballero, suéltale las manos.
DON JUAN
¿Qué es lo que veo, cielos soberanos?
Mira a Don Fernando,
AZÁN
¿De qué lierra eres, cristiano?
DON JUAN
De Jerez de la Frontera.
AZÁN
¿Eres hidalgo, o villano?
ALABEZ
Vestir de aquella manera
los villanos no es muy llano.
DON JUAN
Caballero soy.
' AZÁN
¿Y rico?
DON JUAN
Eso no; pues que me aplico
a ser soldado, señal
que de bienes me va mal;
y esto os juro y certifico.
ALABEZ
De cristianos juramentos
está preñada la tierra,
lleno el mar, densos los vientos.
AZÁN
¿Y venias?
DON JUAN
A la guerra.
AZÁN
^Honrados son tus intentos!
DOÑA MARGARITA
¡Este es mi hermano, señora!
ARLAXA
Disimula como mora,
y cúbrete el rostro más.
cuco
j Buena guerra agora harás!
DON JUAN
¿Y cómo la hago agora?
AZÁN
¿Qué nuevas hay en España?
DON JUAN
No más de la desta guerra,
y que ya estás en campaña.
AZÁN
Dirán que mi intento yerra
-en emprender tal hazaña;
=el socorro aprestarán,
-el mundo amenazarán,
y, estándole amenazando,
llegarán a tiempo cuando
yo esté en sosiego en Orán.
éntote este cristiano,
126
Arlaxa, como en indicio
de lo que en servirte gano;
y acepta el primer servicio
que recibes de mi mano;
que otros pienso de hacerte
con que mejores la suerte
de tu aduar saqueado.
ARLAXA
Tenga el grande Alá cuidado,
grande Azán, de engrandecerte,
AZÁN
Vamos, que Marte nos llama
a ejercitar el rigor
que enciende tu ardiente llama.
ARLAXA
Mahoma te dé favor
que aumente tu buena fama.
Ven, cristiano, y darme has cuenta
de quién eres.
Entranse todos, excepto Don Juan y Don Fernando,
DON JUAN
¡No consienta
el cielo que éste sea aquel
que, enamorado y cruel,
pudo hacerme honrada afrental
DON FERNANDO
Escucha, cristiano, espera.
DON JUAN
Ya espero, ya escucho, y veo
lo que nunca ver quisiera,
si me pinta aquí el deseo
esta visión verdadera.
DON FERNANDO
¿Qué murmuras entre dientes?
DON JUAN
¿Qué me quieres?
DON FERNANDO
Que me cuentes
quién eres.
DON JUAN
¿Pues qué te importa?
DON FERNANDO
Hacer tu desgracia corta.
DON JUAN
¡Podrá ser que me la aumentesl
Muestran que no es opinión
los sobresaltos que paso,
mas cosa puesta en razón,
que, sin duda, hace caso
tal vez la imaginación,
pues pienso que estoy mirando
el rostro de don Fernando,
su habla, su talle y brío;
pero que esto es desvarío
su traje me va mostrando.
DON FERNANDO
¿Todo ha de ser murmurar,
cristiano?
DON JUAN
Perdona, moro,
que no me dejan guardar
el cortesano decoro
las ansias de mi pesar.
Y más, que tú me enmudeces;
porque tanto te pareces
a un cristiano, que me admiro,
que le veo si te miro,
y él mismo en ti mismo ofreces.
DON FERNANDO
En Orán hay un cristiano
que dicen que me parece
como esta mano a esta mano,
y que si acaso se ofrece
vestir hábito africano,
ningún moro hay que le vea
que no diga que yo sea,
y juzgue con evidencia
que sólo nos diferencia
su vestido y mi librea.
No le he visto, y voy trazando
verle, que verle deseo,
ya en paz, o ya peleando.
DON JUAN
¿Cómo se llama?
DON FERNANDO
Yo creo
que se llama don Fernando,
y tiene por sobrenombre
Saavedra.
DON JUAN
Ese es el hombre
por quien con mil males lucho.
DON FERNANDO
Desa manera, no es mucho
que mi presencia te asombre.
Entra Roama, el moro.
ROAMA
Arlaxa y Fátima están
esperándote, cautivo.
DON FERNANDO
Ve en paz; que, rendido Orán,
si el otro yo queda vivo,
tendrá remedio tu afán.
DON JUAN
Estimo tu buen deseo;
mas, con todo aquesto, creo...
Pero no, no creo nada;
que es cosa desvariada
dar crédito a lo que veo.
Entranse Don Juan y Roama.
DON FERNANDO
Entre sospechas y antojos,
Comedias.— T. II.
130
y en gran confusión metido,
va don Juan lleno de enojos,
pues le estorba este vestido
no dar crédito a sus ojos.
No se puede persuadir
que yo pudiese venir
a ser moro y renegar,
y asi, se deja llevar
de lo que quise fingir.
Su confesión está llana,
y más lo estará si mira
y si conoce a su hermana;
que entonces no habrá mentira
que no se tenga por vana.
Pregunto: ¿en qué ha de parar
este mi disimular
y este vestirme de moro?
En que guardaré el decoro
con que más me pueda honrar.
Entrase,
Tócase arma; salen a la muralla el Conde y Guzmán,
y al teatro, Azán, el Cuco y Alabez.
CONDE
Veinte asaltos creo que son
los que han dado a San Miguel,
y éste, según es cruel,
me muestra su perdición.
No podrá más don Fernando
de Cárcamo.
131
GUZMÁN
No, sin duda;
mas, si no se le da ayuda,
su fin le está amenazando.
Fuerza que no se socorre,
haz cuenta que está rendida.
AZÁN ,
San Miguel va de vencida,
que gran morisma allá corre.
Suena mucha vocería de «¡Li, li, W» y atambores; sale
Roama,
R o A M A
San Miguel se ha entrado ya,
y sobre el muro español
son tus medias lunas sol,
el más bello que hizo Alá.
Fuéronse a Mazalquivir
algunos que se escaparon.
AZÁN
Algún tanto dilataron
esos perros el vivir.
ALABEZ
Desta huida no se arguye
el refrán que el vulgo trata,
que es hacer puente de plata
al enemigo que huye.
132
cuco
Hoy de aquel gran capilludo (1)
las memorias quedarán
enterradas en Orán,
pues tú puedes más que él pudo.
AZÁN
¡Valeroso don Martín,
que te precias de otro Marte,
espera, que voy a darte,
a tu usanza, un San Martín I
Entranse todos; salen Arlaxa y Doña Margarita, cu
bierto el rostro con un velo, y Don Juan, como cau
tivo.
DON JUAN
Ayer me entró por la vista
cruda rabia a los sentidos,
y hoy me entra por los oídos,
sin haber quien la resista.
Ayer la suerte inhumana,
a quien mil veces maldigo,
me hizo ver mi enemigo,
y hoy me hace oír mi hermana.
Quítate el velo, señora,
y sacarme has de una duda
por quien tiembla el alma y suda.
DOÑA MARGARITA
¿Otra vez? No puedo agora.
(1) El cardenal Jiménez de Cisneros, conquistador de Orán.
133
■ DON JUAN
lAy, Dios, que la voz es ésta
' de mi buscada enemiga!
m--
DOÑA MARGARITA
Si el oírme te fatiga,
jamás te daré respuesta.
DON JUAN
No me tengas más suspenso;
descúbrete; que me das,
mientras que cubierta estás,
un dolor que llega a inmenso.
ARLAXA
Fátima, por vida mía,
que te descubras; veremos
por qué hace estos extremos
este cristiano.
DOÑA MARGARITA
Sí haría,
si no me importase mucho
encubrirme desta suerte.
DON JUAN
Los ecos son de mi muerte
los que en esta voz escucho.
ARLAXA
Descúbrete, no te asombres;
que has de saber, si lo ignoras,
que nunca para las moras
los cristianos fueron hombres.
134
Ya no es nadie el que es esclavo;
no tienes que recelarte.
DOÑA MARGARITA
Yo daré, por contentarte,
con mis designios al cabo.
ARLAXA
(Aparte,) Que te conozca, no importa;
cuanto más, que has de negallo.
DOÑA MARGARITA
(Aparte,) Dudosa en todo me hallo.
ARLAXA
(Aparte,) Ten ánimo, no seas corta.
DOÑA MARGARITA
Descúbrome; vesme aquí,
cristiano; mírame bien.
DON JUAN
¡Oh, el mismo rostro de quien
aquí me tiene sin mil
¡Oh hembra la más liviana
que el Sol ha visto jamás!
¡Oh hermana de Satanás
primero que no mi hermana!
Por ejemplos más de dos
he visto puesto en efeto
que, en perdiéndose el respeto
al mundo, se pierde a Dios.
ARLAXA
¿Qué dices, perro?
DON JUAN
Que es ésta
mi^hermana.
ARLAXA
¿Fátima?
DON JUAN
Sí.
ARLAXA
|En mi vida vi ni oí
tan linda y graciosa fiesta!
jTuya mi hermana! ¿Estás loco?
Mírala bien.
DON JUAN
Ya la miro.
ARLAXA
¿Qué dices, pues?
DON JUAN
Que me admiro,
y en el juicio me apoco.
Por dicha, ¿hace Mahoma
milagros?
ARLAXA
Mil a montones.
DON JUAN
¿Y hace transformaciones?
ARLAXA
Cuando voluntad le toma.
DON JUAN
¿Y suele mudar tal vez
en mora alguna cristiana?
ARLAXA
Sí.
DON JUAN
Pues aquesta es mi hermana
y la tuya está en Jerez.
ARLAXA
¡Roama, Roama, veni
Entra Roama.
ROAMA
Señora, ¿qué es lo que mandas?
ARLAXA
Que pongas las carnes blandas
a este perro.
ROAMA
Está bien.
Vuélvese.
ARLAXA
Con un corbacho procura
sacarle de la intención
una cierta discreción
que da indicios de locura.
DOÑA MARGARITA
De cualquiera maleficio,
Arlaxa, que al hombre culpa.
le viene a sobrar disculpa
en la falta del juicio.
No le castigues ansí
por cosa que es tan liviana.
DON JUAN
jjuro a Dios que eres mi hermana,
o el diablo está hablando en til
Suena dentro asalto,
ARLAXA
¿No oyes, Fátima, que dan
asalto a Mazalquivir,
que hasta aquí se hace sentir
en el conflito en que están?
Deja a ese perro, y acude,
por si lo podemos ver.
Entranse Arlaxa y Doña Margarita,
DOÑA MARGARITA
Siempre te he de obedecer.
DON JUAN
jY quieren que desto dude!
Por ser grande la distancia
que hay de mi hermana a ser mora,
imagino que en mí mora
gran cantidad de ignorancia.
Extraño es el devaneo
con quien vengo a contender.
138
pues no me deja creer
lo que con los ojos veo.
Entrase.
Salen a la muralla Don Martín, el capitán Guzmán,
y Buitrago con una mochila a las espaldas y una
bota de vino, comiendo un pedazo de pan.
DON MARTÍN
¡Gente soberbia y cruel,
a quien ayuda la suerte,
no penséis que es éste el fuerte
tan flaco de San Miguel I
¡Bravo Guzmán, gran Buitrago,
hoy ha de ser vuestro día!
BUITRAGO
( Bebe.) Déjeme vueseñoría
que me esfuerce con un trago.
¡Echenme destos alanos
agora de dos en dos,
porque yo les juro a Dios
que han de ver si tengo manos!
Salen al teatro Azán, el Cuco, el Alabez, Don Fer-
nando y otros moros con escalas.
AZÁN
Al embestir no se tarde;
porque quiero estar presente,
para honrar al que es valiente
y dar infamia al cobarde.
Muzel, una escala toma
139
y muéstranos que te dan,
como a mellones galán,
manos las del gran Mahoma.
¡Ea; al embestir, amigos;
amigos, al embestir;
que hoy será Mazalquivir
sepultura de enemigosi
Embisten; anda la grita; lleva Alimuzel una escala; sube
por ella, y otro moro por otra; deciende al moro Bui-
trago, y Don Fernando ase a Alimuzel y derríbale;
pelea con otros, y mátalos. Todos han de caer dentro
del vestuario. Desde un cabo miran Azán, el Cuco y
el Alabez lo que pasa,
DON FERNANDO
Ya no es tiempo de aguardar
a designios prevenidos,
viendo que están oprimidos
los que yo debo ayudar.
¡Baja, Muzell
ALIMUZEL
¿Por ventura,
quiéresme quitar la gloria
desta ganada Vitoria?
DON FERNANDO
Aun más mi intento procura.
ALIMUZEL
¡Que me derribas! ¡Espera,
que ya abajo a castigarte!
DON FERNANDO
Aunque bajase el dios Marte
acá de su quinta esfera,
no le estimaré en un higo.
jOh cómo que trepa el galgo!
Derriba al otro que sube.
ALIMUZEL
Poco puedo y poco valgo
con este amigo enemigo.
¿Por qué contra mí, Lozano,
esgrimes el fuerte acero?
Riñen los dos.
DON FERNANDO
Porque soy cristiano, y quiero
mostrarte que soy cristiano.
DON MARTÍN
i Disparen la artillería!
¡Aquí, Buitrago y Guzmánf
¡Robledo, venga alquitrán!
¡Arrojad esa alcancía!
¡Allí, que se sube aquél!
DON FERNANDO
Donde yo estoy, este muro
estará siempre seguro;
y, aunque le pese a Muzel,
e^te perro vendrá al suelo.
Derriba a otro.
141
AZÁN
¿Quién es aquel que derriba
a cuantos suben arriba?
cuco
Que es renegado recelo;
pero yo lo veré presto,
y le haré que se arrepienta.
AZÁN
A un rey no toca esa afrenta.
Vase el del Cuco contra Don Fernando.
cuco
Mahoma se sirve en esto.
GUZMÁN
Buitrago, el que nos defiende
es, sin duda, don Fernando.
BUITRAGO
Aqueso estaba pensando,
porque a los moros ofende.
cuco
¡Renegado, perro, aguarda!
DON FERNANDO
¡Rey del Cuco, perro, aguardo!
cuco
¿Cómo en tu muerte me tardo?
DON FERNANDO
Pues la tuya ya se tarda.
Alimuzel, desta vas,
y tú, rey, irás de aquesta.
jConcluyóse ya esta fiesta!
cuco
|Muy mal herido me has!
ALIMUZEL
¡Muerto me has, moro fingido
y cristiano mal cristiano!
Caen dentro del vestuario.
DON FERNANDO
Tengo pesada la mano
y alborotado el sentido;
Dios sabe si a mí me pesa.
Gran don Martin valeroso,
haz que deciendan al foso
y recojan esta presa.
GUZMÁN
Don Fernando, señor, es,
que viene a hacer recompensa
de la cometida ofensa:
diez ha herido, y muerto a tres;
y el rey del Cuco es aquel
que yace casi difunto.
DON MARTÍN
Pues socorrámosle al punto.
GUZMÁN
Y el otro es Alimuzel.
DON MARTÍN
Vayan por la casamata
al foso, y retírenlos.
BUITRAGO
Vamos por ellos los dos.
Quítanse del muro Guzmán y B ultra go,
AZÁN
Ya no es la empresa barata,
pues me cuesta un rey y tantos
que en veinte asaltos han muerto.
¿Alboroto, y en el puerto
(¿qué podrá ser?) de los Santos?
Suena todo.
Campanas en la ciudad
suenan, señal de alegrías,
y tocan las chirimías;
aquesta es gran novedad.
Vamos a ver lo que es esto,
y toquen a recoger.
ALABEZ
No sé lo que pueda ser.
AZÁN
Pues yo lo sabré bien presto.
Eniranse.
Salen B ultra go y Guzmán.
GUZMÁN
Al retirar, don Fernando,
que en gran peligro estás puesto.
144
DON FERNANDO
No lo pienso hacer tan presto.
BUITRAGO
¿Pues cuándo?
DON FERNANDO
Menos sé cuándo.
Yo, que escalé estas murallas,
aunque no para huir dellas,
he de morir al pie dellas,
y con la vida amparabas.
G)nozco lo que me culpa,
y, aunque a la muerte me entregue,
haré la disculpa llegue
adonde llegó la culpa.
BUITRAGO
Yo sé muy poco, y diría,
y está muy puesto en razón,
que la desesperación
no puede ser valentía.
GUZMÁN
Menos riesgo está en ponerte
del conde a la voluntad
que hacer la temeridad
donde está cierto el perderte.
Procúrate retirar,
pues es cosa conocida
que al mal de perder la Vida
no hay mal que pueda llegar.
145
En efecto; has de ir por fuerza,
si ya no quieres de grado.
DON FERNANDO
De vuestra fuerza me agrado,
pues más obliga que fuerza.
Retirad aquesos dos
del foso, que es gente ilustre.
BUITRAGO
Locura fuera de lustre
el quedarte, (juro a Dios!
Entranse todos.
Salen Azán, Arlaxa, Doña Margarita, Don Juan y
Roama, que trae preso a Vozmediano.
ROAMA
Este, pasando de Orán
a Mazalquivir, fué preso,
AZÁN
Este nos dirá el suceso
y por qué alegres están.
VOZMEDIANO
Porque les entró un socorro,
que por él, |oh gran señor!,
a la hambre y al temor
han dado carta de horro.
Un don Alvaro Bazán,
terror de naciones fieras,
a pesar de tus galeras,
ha dado socorro a Orán.
Comedias.— T. II.
10
En la cantidad es poco,
y en el valor, sobrehumano.
DON JUAN
Si aqueste no es Vozmediano„
concluyo con que estoy loco.
VOZMEDIANO
jSuerte airada, por quien vivo
en pena casi infinita!
Aquélla, ¿no es Margarita,
y su hermano aquel cautivo?
AZÁN
¿Hay nuevas de otro socorro,,
cristiano?
VOZMEDIANO
Dicen que sí.
DON JUAN
De haber dudado hasta aqui
ya me avergüenzo y me corro.
¿No os llamáis vos Vozmediano?
VOZMEDIANO
No, señor.
DON JUAN
¿Qué me decís?
VOZMEDIANO
Que no.
DON JUAN
¡Por Dios, que mentís^
147
VOZMEDIANO
Estoy preso y soy cristiano,
y así, no os respondo nada.
DON JUAN
¿Aquélla no es Margarita,
viejo ruin?
VOZMEDIANO
Es infinita
vuestra necedad pensada.
Pedro Alvarez es mi nombre;
ved si os habéis engañado.
DON JUAN
El seso tengo turbado;
no hay cosa que no me asombre.
Que si éste no es Vozmediano
y no es Margarita aquélla,
y el que causó mi querella
no es el otro mal cristiano,
tampoco soy yo don Juan,
sino algún hombre encantado.
Entra un moro,
MORO
¿Cómo estás tan sosegado,
valeroso y fuerte Azán?
Si tardas un momento, no habrá fusta,
galera ni bajel de cuantos tienes
en este mar que no sea miserable
presa del español, que a remo y vela
viene a embestirte. Rey Azán, ¿qué aguardas?
148
AZÁN
Todo moro se salve, que los turcos
solos se han de embarcar. {Adiós, amigos!
Vase.
ARLAXA
Fátima, no me dejes, ven conmigo,
que tiempo habrá donde a tu gusto acudas.
DOÑA MARGARITA
No te puedo faltar; guía, señora.
Entranse las dos.
DON JUAN
Solos quedamos, hombre, y sólo quiero
que me digas quién eres; que yo pienso
que eres un Vozmediano de mi tierra.
VOZMEDIANO
0
No es este tiempo para tantas largas;
la libertad tenemos en las manos;
de jalla de cobrar será locura.
Pedro Alvarez me llamo, por agora.
Entrase.
DON JUAN
¿Cómo podré dejarte, hermana o mora?
Entrase.
Salen a la muralla Don Martín, Guzmán, Don Fer~
nando y Buitra^o.
DON MARTÍN
{Oh, que se embarca el perro y que se escapa!
Dobla la punta, general invicto,
y embístele.
GUZMÁN
Por más que lo procura,
no es posible alcanzarle.
DON FERNANDO
¡A orza, a orza,
con la vela hasta el tope! jOb, que se escapa!
De Canastel el cabo dobla, y vase.
DON MARTÍN
Los perros de la tierra, en remolinos
confusos, con el miedo a las espaldas,
huyen y dejan la campaña libre.
BUITRAGO
Toda la artillería se han dejado.
GUZMÁN
Las proas endereza nuestra armada
al puerto, y ya de Orán el conde insigne
ha salido también.
DON MARTÍN
A la marina,
que el bravo don Francisco de Mendoza
no tardará en llegar.
Entranse Don Martín y Buitrago.
DON FERNANDO
Amigo, escucha:
¿no ves aquel montón que va huyendo
de moros por la falda del ribazo?
150
GUZMÁN
Muy bien. ¿Por qué lo dices?
DON FERNANDO
Allí creo
que va desta alma la mitad.
GUZMÁN
¿Va Arlaxa?
DON FERNANDO
Arlaxa va.
GUZMÁN
¡Mahoma la acompañe!
DON FERNANDO
Ven, que con ella va la que me lleva
el alma, y me conviene detenellas;
sígueme, que has de hacer por mí otras cosas
que me importan la honra.
GUZMÁN
Yo te sigo;
que hasta las aras he de serte amigo.
Entranse.
Sale, como que se desembarca, Don Francisco de Men-
doza; recítenle el Conde y Don Martín, Büitrago y
otros.
CONDE
Sea vuesa señoría bien venido,
cuanto ha sido el deseo
que de verle estas fuerzas han tenido.
DON FRANCISCO
El cielo, a lo que creo,
en mi mucha tardanza ha sido parte,
por que viese esta tierra más de un Marte;
que de aquestas murallas las ruinas
muestran que aquí hubo brazos
de fuerzas que llegaron a divinas.
BUITRAGO
Rompen por embarazos
imposibles los hartos y valientes,
y esto saben mis brazos y mis dientes.
DON MARTÍN
jPaso, Buitragol
BUITRAGO
Yo, señor, bien puedo
hablar, pues soy soldado
tal, que a la hambre sola tengo miedo.
Ya el cerco es acabado.
DON MARTÍN
No es para aquí, Buitrago, aqueso. ¡Pasol
BUITRAGO
Nadie sabe la hambre que yo paso.
CONDE
Cincuenta y siete asaltos reforzados
dieron los turcos fieros
a estos terrones por el suelo echados.
BUITRAGO
Cincuenta y siete aceros
152
tajantes respondieron a sus bríos,
todos en peso destos brazos míos.
Corté y tajé más de una turca estambre.
CONDE
¡Buitrago, basta agora!
BUITRAGO
Bastara, a no morirme yo de hambre.
DON FRANCISCO
En vuestro pecho mora,
famoso don Martin, la valentía.
BUITRAGO
Y en el mío la hambre y sed se cría.
Entra el capitán Guzmán y lee un billete a Don Fran^
cisco, y, en leyéndole, dice
DON FRANCISCO
Haráse lo que pide don Fernando;
que todo lo merece
lo que dél va la fama publicando.
Coyuntura se ofrece
donde alegre y seguro venir puede.
GUZMÁN
Tu gran valor al que es mayor excede.
Entrase Guzmán.
DON FRANCISCO
Pido, en albricias deste buen suceso,
señor conde, una cosa
153
que por algo atrevida la confieso,
mas no dificultosa.
CONDE
¿Qué me puede mandar vueseñoría
que no haga por deuda o cortesía?
DON FRANCISCO
De don Fernando Saavedra pido
perdón, porque su culpa
con su fogoso corazón la mido,
y él dará su disculpa.
CONDE
Muy mal la podrá dar; pero, con todo,
señor, a vuestro gusto me acomodo.
Entran Don Fernando y Alimuzel, con una banda,
como que está herido; Arlaxa, Doña Margarita, Don
Juan y Vozmediano.
DON FERNANDO
Si confesar el delito,
con claro arrepentimiento,
mitiga en parte la ira
del juez que es sabio y recto,
yo, arrepentido, aunque tarde,
el mal que hice confieso,
sin dar más disculpa dél
que un honrado pensamiento.
A la voz del desafío
deste moro corrí ciego,
sin echar de ver los bandos,
que al más bravo ponen freno.
Pero no es este lugar
para alargarme en el cuento
de mi extraña y rara historia,
que dejo para otro tiempo.
CONDE
Agradecedlo al padrino
que habéis tenido, que creo
que allí llegará la pena
do llegó el delito vuestro.
Pero ¿qué moras son éstas
y qué cautivos? ¿Qué es esto?
DON FERNANDO
Todo lo sabrás después,
y por agora te ruego
que me des, señor, licencia
para hablar sólo un momento
y acomodar muchas causas
de quien verás los efectos.
CONDE
Hablad lo que os diere gusto,
que del vuestro le tendremos;
que siempre vuestras palabras
responden a vuestros hechos.
DON FERNANDO
Yo soy. Arlaxa, el cristiano,
y entiende que ya no miento,
don Fernando, el de la fama,
que te enamoró el deseo.
La palabra que le diste
a Alimuzel tenga efecto,
que él hará entrega de mí,
pues yo en sus manos me entrego.
Y vos, don Juan valeroso,
cuyo honrado y noble intento
os trujo a tal confusión
que os turbó el conocimiento,
perdonad a vuestra hermana,
que el romper del monesterio
redundará en su alabanza,
señor, sí vos gustáis dello.
Sin dote será mi esposa;
que nunca falta el dinero
donde los gustos se miden
y se estrechan los deseos.
En esta mora en el traje
a vuestra hermana os ofrezco,
y a mi esposa, si ella quiere.
DOÑA MARGARITA
Yo SÍ quiero.
DON FERNANDO
Yo SÍ quiero.
DON JUAN
¿No es aqueste Vozmediano?
VOZMEDIANO
El mismo.
DON JUAN
¡Gracias al cielo
que, tras de tantos nublados.
claro el Sol y alegre veo!
No es este famoso día
de venganzas, y no tengo
corazón a quien no ablande
tal sumisión y tal ruego.
Yo perdono a Margarita,
y por esposa os la entrego^
Alejandro de mi hacienda,
pues la mitad os ofrezco.
ARLAXA
Y yo la mano a Muzel;
que, aunque mora, valor tenga
para cumplir mi palabra;
cuanto más que lo deseo.
CONDE
Tan alegre destas cosas
estoy, cuanto estoy suspenso,,
porque dellas veo el fin,
y no imagino el comienzo.
DON FERNANDO
¿Ya no te he dicho, señor,
que te lo diré a su tiempo?
Entra uno.
UNO
En este punto expiró
el buen alférez Robledo.
GUZMÁN
Dios le perdone, y mil gracias
doy al piadoso cielo.
que me quitó de los hombros
tan pesado sobrehueso.
Quien quiera tener la vida
rendida a cualquier encuentro,
y no tener gusto en ella
ni velando ni durmiendo,
afrente a algún bien nacido,
y verá presente luego
el rostro que el temor tiene,
las sospechas y el recelo.
BUITRAGO
Quien quisiere se le quite
todo temor, todo miedo,
tenga hambre, y verá cómo
cesa todo en no comiendo.
DON MARTÍN
Yo añadiré las raciones,
Buitrago.
BUITRAGO
¡Hágate el cielo
vencedor nunca vencido
por casi siglos eternos!
CONDE
Entremos en la ciudad,
señor don Francisco.
DON FRANCISCO
Entremos,
porque a la vuelta me llaman
estos favorables vientos.
y quiero deste principio
entender estos sucesos,
porque, en ser de don Fernando,
gustaré de que sean buenos.
BUITRAGO
Toqúense las chirimías,
y serán, si bien comemos,
dulces y alegres las fiestas.
GUZMÁN
¿Y si no?
BUITRAGO
Renegaremos.
UNO
jBuitrago, daca el almal
BUITRAGO
¡Hijo de puta! ¿Tenemos
más almas que dar, bellaco?
UNO
¡Daca el alma!
BUITRAGO
¡Por San Pedro,
que si os asgo, hi de poltrón,
que habéis de saber si tengo
alma que daros!
GUZMÁN
Buitrago,
no haya más, que llega el tiempo
de dar fin a esta comedia,
cuyo principal intento
ha sido mezclar verdades
con fabulosos intentos.
FIN DE ESTA COMEDIA
COMEDIA FAMOSA DE LA CASA
DE LOS CELOS Y SELVAS DE
ARDENIA
Los que hablan en ella son:
Reinaldos.
Malgesí.
Roldan.
Galalón.
Emperador Carlomagno.
Angélica.
Bernardo del Carpió.
Una dueña.
Un escudero.
Argalia.
Espíritu de Merlín.
Marfisa.
Lauso, pastor.
CoRiNTo, pastor.
Rústico, pastor.
Clori, pastora.
El Temor.
La Sospecha.
La Curiosidad.
Comedias. —T. II.
11
162
La Desesperación.
Los Celos.
La diosa Venus.
Cupido.
Mala fama.
Buena fama.
Ferraguto.
Castilla.
Un ángel.
Un paje.
TORNADA PRIMERA
Entran Reinaldos y Malgesí,
REINALDOS
Sin duda que el ser pobre es causa desto.
Pues, ¡vive DiosI, que pueden estas manos
echar a todas horas todo el resto
con bárbaros, franceses y paganos.
¿A mí, Roldán, a mí se ha de hacer esto?
Levántate a los cielos soberanos
el confalón (1) que tienes de la Iglesia.
O reniego, o descreo.
MALGESÍ
¡Oh hermanol
REINALDOS
¡Oh pesia!.
MALGESÍ
Mira que suenan mal esas razones.
REINALDOS
Nunca las pasa mi intención del techo.
0) Bandera.
164
MALGESÍ
Pues ¿por qué a pronunciallas te dispones?
REINALDOS
{Rabio de enojo y muero de despechol
MALGESÍ
Pdnesme en confusión.
REINALDOS
Y tú me pones...
{Déjame, que revienta de ira el pecho!
MALGESÍ
{Por Dios!, que has de decirme en este instante
con quién las has.
REINALDOS
Con el señor de Agíante.
Con aquese bastardo, mal nacido,
arrogante, hablador, antojadizo,
más de soberbia que de honor vestido.
MALGESÍ
¿No me dirás, Reinaldos, qué te hizo?
REINALDOS -
¿Qué a tanto desprecio he yo venido,
que asi ose atrevérseme un mestizo?
{Pues juro a fe que, aunque le valga Roma,
que le mate, y le guise, y me le comal
En un balcón estaba de palacio,
y con él GalalÓn, junto a su lado;^
yo entraba por el patio, muy de espacio,
cual suelo, de mí mismo acompañado. .
Los dos miraron mi bohemio lacio (1)
y no de perlas mi capelo ornado;
tomáronse a reír, y, a lo que creo,
la risa fué de ver mi pobre arreo.
Subí como con alas la escalera,
de rabia lleno y de temor vacío;
no los hallé donde los vi, y quisiera
ejecutar en mí mi furia y brío.
Entráronse allá dentro, y, si no fuera
porque debo respeto al señor mío,
en su presencia le sacara el alma,
pequeña a tanta injuria, y débil palma.
De aquel traidor de Galalón no hago
cuenta ninguna, que es cobarde y necio;
de Roldán, sí, y en ira me deshago,
pues me conoce, y no me tiene en precio.
Pero presto tendrán los dos el pago,
pagando con sus vidas mi desprecio,
aunque lo estorbe...
MALGESÍ
¿No ves que desatinas?
REINALDOS
Ck)n aquesas palabras más me indinas.
MALGESÍ
Roldán es éste; vesle aquí que sale,
y con él Galalón.
(1) Capotillo, capa pequeña.
REINALDOS
Hazte a una parte,
que quiero ver lo que este infame vale,
que es tenido en el mundo por un Marte.
EnUan Roldán y Galalón.
¡Agora sí, burlón, que no te cale
en la estancia de Carlos retirarte,
ni a ti forjar traiciones y mentiras
para volver pacíficas mis iras!
GALALÓN
Vuélveme, porque es éste un atrevido,
y el decir y hacer pone en un punto.
Vase,
REINALDOS
¡Bien os habéis de mi ademán reída
los dos, a fe!
ROLDAN
Que está loco barrunto.
REINALDOS
¿Dónde está aquel cobarde?
MALGESÍ
. Ya se ha ido.
REINALDOS
Tuvo temor de no quedar difunto
si un soplo le alcanzara de ,mi boca.
ROLDAN
¡A risa su arrogancia me provoca!
^*Con quién las has, Reinaldos?
REINALDOS
¿Yo? Contigo.
ROLDAN
¿Conmigo? ¿Pues por qué?
REINALDOS
Ya tú lo sabes.
ROLDAN
No sé más de que siempre fui tu amigo,
pues de mi voluntad tienes las llaves.
REINALDOS
Tu risa ha sido deso buen testigo;
no hay para qué tan sin porqué te alabes.
Dime: ¿puede, ppr dicha, la pobreza
quitar lo que nos da Naturaleza?
Que yo trujera con anillos de oro
adornadas mis manos, y trujera
con pompa, a modo de real decoro,
mi persona compuesta; ¿adóndequiera
rindiera yo con esto al fuerte moro
o al gallardo español, que nos espera?
No; que no dan costosos atavíos
fuerza a los brazos y a los pechos bríos.
Mi persona desnuda, y esta espada,
y este indomable pecho que conoces,
ancha se harán adondequiera entrada,
como en la seca mies agudas hoces.
Mi fuerza conocida y estimada
está por todo el orbe dando voces,
diciendo quién soy yo, y así, tu burla
contra toda razón de mí se burla.
Y por que veas que en razón me fundo,
mete mano a la espada y haz la prueba;
verás que en nada no te soy segundo.
Ni es para mí el probarte cosa nueva.
¿Qué de nuevo te ríes, pese al mundo?
ROLDAN
¿Qué endiablado furor, primo, te lleva
a romper nuestras paces, o qué risa
así el aviso tuyo desavisa?
MALGESÍ
Dice que dél hiciste burla cuando
entraba por el patio de palacio,
su poco fausto y soledad mirando,
y su bohemio, por antiguo, lacio.
Pensólo, y, su estrecheza contemplando,
y creyendo la burla, en poco espacio
la escalera subió, y si allí os hallara,
en llanto vuestra risa se tornara.
ROLDAN
Hiciera mal, porque por Dios os juro
que no me pasó tal por pensamiento;
y desto puede estar cierto y seguro,
pues yo lo digo, y más con juramento.
Al pilar de la Iglesia, al fuerte muro,
al amparo de Francia y al aliento
de los pechos valientes, ¿quién osara,
aunque en ello la vida le importara?
Esta disculpa baste, ¡oh primo amado!,
para templar vuestra no vista furia;
169
que no es costumbre de mi pecho honrado
hacer a nadie semejante injuria.
Y más a vos, que solo habéis ganado
más oro que tendrá y tiene Liguria,
si es que la honra vale más que el oro
que en Tíbar cierne el mal vestido moro.
Dadme esa mano, ¡oh primo!, porque en uno
estas dos que imagino sin iguales,
no siento yo que habrá valor alguno
que de su puerta llegue a los umbrales.
Vuelve Galalón con el emperador Carlomagno.
EMPERADOR
¿Qué asi comenzó a hablar el importuno,
y descubrió en el modo indicios tales
que presto de la lengua desmandada
pasaría la cólera a la espada?
GALALÓN
No los pongas en paz, porque es prudencia,
y en materia de estado esto se advierte,
tener a tales dos en diferencia,
que son ministros de tu vida y muerte;
que habiendo entre dos grandes competencia
y entre dos consejeros, de tal suerte
el uno y otro a sus contrarios temen,
que es fuerza que en virtud ambos se extremen,.
por temor de las ciertas parlerías
que te podrá decir aquél de aqueste;
y no desprecies las razones mías,
si no quieres que caro no te cueste.
170
EMPERADOR
No están de aquel talante que decías.
Di: ¿Roldán no es aquél? ¿Reinaldos éste?
En paz están, y asidos de la mano.
GALALÓN
Señores, ¿no habéis visto a Carlomagno?
ROLDAN
jOh grande emperador!
EMPERADOR
¡Oh amados primos!
¿Habéis tenido algún enojo acaso?
ROLDAN
Sin padrinos, los dos nos avenimos
cuando torcemos de amistad el paso.
Muchas veces confieso que reñimos;
mas ninguna de veras.
GALALÓN
A hablar paso
Reinaldos y sin cólera, no hiciera
que nuestro emperador aquí viniera;
que yo le truje imaginando, cierto,
que estábades los dos ya en gran batalla.
MALGESÍ
Holgáraste que el uno fuera muerto,
y aun los dos; que este intento en ti se halla.
EMPERADOR
Tu temor ha salido en todo incierto.
De lo que a mí me place, es que la malla
171
y los aceros de estos dos varones
requieren más honrosas ocasiones.
ROLDAN
Reinaldos, no le tengas ojeriza
a Galalón, que a fe que es nuestro amigo.
MALGESÍ
¡Así le viese yo hecho ceniza,
‘O de la suerte que en mi mente digo!
-Este es el soplo que aquel fuego atiza
y enciende, por quien siempre es enemigo
íiuestro buen rey de nuestro buen linaje.
REINALDOS
]Cuán sin aliento viene aqueste pajel
PAJE
Señor, si quieres ver una ventura
que en la vida se ha visto semejante,
ponte a este corredor; que te aseguro
que es aventicio (1) hermoso y elegante.
REINALDOS
jDonoso ha estado el paje!
PAJE
Yo lo juro
por vida de mi padre. Trae delante
una diosa del cielo dos salvajes
que sirven de escuderos y de pajes;
(l) Suceso.
172
una que debe ser su bisabuela
viene detrás sobre una muía puesta.
Digo que es cosa de admirar. Mas hela
do asoma; ved si viene bien compuesta..
MALGESÍ
¿Si viene con mistura de cautela
tan grande novedad?
EMPERADOR
Poco te cuesta
saberlo, si tu libro traes a mano.
MALGESÍ
Aquí le tengo, y el saberlo es llano.
Apártase Malgesí a un lado del teatro, saca un librea
pequeño, pénese a leer en él, y luego sale una figura
de demonio por lo hueco del teatro y pénese al lado
de Malgesí; y han de haber comenzado a entrar por
el patio Angélica la bella sobre un palafrén, embo-
zada y lo más ricamente vestida que ser pudiere; traen
la rienda dos salvajes vestidos de yedra o de cáñamo
teñido de verde; detrás viene una dueña sobre una
muía con gualdrapa; trae delante de sí un rico cofre-
cillo y a una perrilla de falda; en dando una vuelta
al patio, la apean los salvajes, y va donde está el
Emperador, el cual, como la ve,, dice:
EMPERADOR
Digo que trae gallarda compostura
y que es gallardo el traje y peregrino,
y que si llega al brío la hermosura,
que pasa de lo humano a lo divino.
MALGESÍ
¿Aventura es aquesta? Es desventura.
EMPERADOR
¿Qué dices, Malgesi?
MALGESÍ
No determino
aún bien lo que es.
EMPERADOR
Pues mira más atento.
MALGESÍ
Ya procuro cumplir tu mandamiento.
EMPERADOR
Salid a la escalera a recebilla,
y traed a la dama a mi presencia.
REINALDOS
Cierto que es ésta extraña maravilla.
MALGESÍ
Cierto que no yerra aquí mi ciencia.,
EMPERADOR
¿Qué es eso, Malgesi?
MALGESÍ
• i.. Darás a oílla
gratos oídos, pero no creencia;
174
que esta dama que ves... Aun no sé el resto;
escúchala, que yo lo sabré presto.
Entra en el teatro Angélica con los salvajes y la Dueña,
acompañada de Reinaldos, Roldán y Galalón; viene
Angélica embozada.
ANGÉLICA
Prospere el alto cielo,
poderoso señor, tu real estado,
y seas en el suelo
por uno y otro siglo prolongado
de tan rara ventura,
que del tiempo mudable esté segura.
Puesto que tu presciencia
de un sí cortés me tiene asegurada,
no osaré sin licencia
decirte, ¡oh gran señor!, una embajada
que aumentará la fama
que a tanto prez y a tanto honor te llama.
EMPERADOR
Decid lo que os pluguiere.
ANGÉLICA
Hizo verdad tu si mi pensamiento.
Presta a lo que dijere,
sagrado emperador, oído atento,
y préstenmele aquellos
a quien la gola señaló sus cuellos.
Soy única heredera
del gran rey Galafrón, cuyo ancho imperio
deste mar la ribera.
175
ni aun casi la mitad del hemisferio,
sus límites describe;
que en otros mares y otros cielos vive.
A su grandeza iguala
su saber, en el cual tuvo noticia
ser mi ventura mala,
si así como el estado real codicia,
a varón me entregase
que en sangre y en grandeza me igualase.
Halló por cierto y llano
que el que venciese en singular batalla
a un mi pequeño hermano
que viste honrosa, aunque temprana malla,
éste, cierto, sería
bien de su reino y la ventura mía.
Por provincias diversas
he venido con él, donde he tenido,
ya prósperas, ya adversas
venturas, y a la fin me he conducido
a este reino de Francia,
donde tengo por cierta mi ganancia.
De Ardenia en las umbrosas
selvas queda mi hermano, allí esperando
quien, ya por codiciosas
prendas, o esta belleza átsQznáo (Desembózase.),
su fuerte brazo pruebe;
y es lo que he de decir lo que hacer debe.
Quien fuere derribado
del golpe de la lanza, ha de ser preso,
porque le está vedado
poner mano a la espada; y es expreso
del rey este mandato,
o, por mejor decir, concierto y pacto.
Y si tocare el suelo
mi hermano, quedará quien le venciere
levantado a mi cielo,
o noble sea, o sea el que se fuere,
y no de otra manera.
MALGESÍ
¡Qué bien que lo relata la hechiceral
ANGÉLICA
Ea, pues, caballeros;
quien reinos apetece y gentileza,
aprestad los aceros,
que a poco precio venden la belleza
que veis; venid en vuelo.
ROLDAN
¡Por Dios, que encanta!
REINALDOS
Admira, ¡vive el cielo!
ANGÉLICA
Ya te he dicho mi intento;
conviéneme que dé la vuelta luego.
Entrase la sombra.
EMPERADOR
Deteneos un momento,
si es que puede con vos mi mando o ruego,
por que seáis servida
según vuestra grandeza conocida.
ANGÉLICA
Lo imposible me pides;
dame licencia y queda en paz.
EMPERADOR
Pues veo
que a tu gusto te mides,
en buen hora te vuelve, y el deseo
de servirte recibe.
MALGESÍ
¡El mismo engaño en esta falsa vive!
Vase Angélica y su compañía.
REINALDOS
¿Para qué vas tras ella,
Roldán?
ROLDÁN
Son excusadas tus demandas.
REINALDOS
Yo solo he de ir con ella.
ROLDÁN
¡Qué impertinente y qué soberbio andas!
REINALDOS
¡Detente, no la sigas!
ROLDÁN
Reinaldos, bueno está; no me persigas.
MALGESÍ
Deten los, no los dejes;
haz, señor, que se prenda aquella maga.
Comedias.— T. II.
REINALDOS
Como de aquí te alejes,
daréte de tu intento justa paga.
EMPERADOR
¿Qué desvergüenza es ésta?
MALO ESI
Manda prender aquella deshonesta,
que será, a lo que veo,
la ruina de Francia en cierto modo.
ROLDAN
Cumpliré mi deseo
a tu pesar, y aun al del mundo todo.
REINALDOS
Camina, pues, y guarte.
EMPERADOR
Acaba, Malgesí, de declararte.
MALGESÍ
Esta que has visto es hija
del Galafrón, cual dijo; mas su intento,
que el cielo le corrija,
es diferente del fingido cuento,
porque su padre ordena
tener tus doce Pares en cadena,
y, si los prende, piensa
venir sobre tu reino y conquistalle;
y trázase esta ofensa
con enviar su hijo y adornalle
con una hermosa lanza,
con que de todos la Vitoria alcanza.
La lanza es encantada,
y tiene tal virtud, que, aquel que toca,
le atierra, y es dorada;
por eso pide aquella infame y loca
que la espada no prueben
los que a la empresa con valor se atreven.
Por añagaza pone
aquella incom.parable hermosura;
que el corazón dispone
aun de la más cobarde criatura
para que el hecho intente,
do, aunque se pierda, nunca se arrepiente.
Serán tus doce Pares
presos si no lo estorbas, señor mío,
y otros muchos millares
de los tuyos qué tienen fuerza y brío
para mayores cosas.
EMPERADOR
Las que has contado son bien espantosas;
mas no sé remediallas,
y es porque no las creo. A ti te queda
creellas y estorballas.
MALGESÍ
Haré cuanto mi industria y ciencia pueda.
GALALÓN
No son muy verdaderos,
a decirte verdad, tus consejeros.
Entranse el Emperador y Galalón.
180
MALGESÍ
Mi hermano va enojado
con Roldán; estorbar quiero su daño.
En laberinto he entrado
que apenas saldré dél. ¡Oh ciego engaño,
oh fuerza poderosa
de la mujer que es, sobre falsa, hermosal
Entrase Malgesí, y entra Bernardo del Carpió armado^
y tráele la celada un Vizcaíno , su escudero, con
botas y fieltro, y su espada,
BERNARDO
Aqui, fuera de camino,
podré reposar un poco.
VIZCAÍNO
Señor sabio, que estás loco,
tino vuelves desatino.
Vizcaíno que escudero
llevas contigo, te avisa
camines no tanta prisa,
• paso lleves de arriero.
Tierra buscas, tierra dejas,
tanta parece hazaña,
. pues, metiendo en tierra extraña,
por Dios, de propria te alejas.
Bien que en España hay qi;e hacer;
moros tienes en fronteras,
tambores, pitos, banderas
hay allá; ya puedes ver.
BERNARDO
¿Ya no te he dicho el intento
que a esta tierra me ha traído?
VIZCAÍNO
Curioso mucho atrevido
goza nunca pensamiento.
Bien podrás, bien podrás
dejar mala tanta hazaña;
a las de guerra y España
llama.
BERNARDO
Ya te entiendo, Blas.
VIZCAÍNO
Bien es que sepas de yo
buenos que consejos doy;
que, por Juan Gaicoa (1), soy
vizcaíno; burro, no.
Señor, mira, si es que ver
poder quieres del francés,
camino aqueste no es
derecho; puedes volver.
BERNARDO
Dicen que estas selvas son
donde se hallan de contino,
por cualquier senda o camino,
venturas de admiración,
y que en la mitad o al fin.
(1) Dios, en vascuence, es Jaungoicoa. .
o al principio o no sé dónde,
entre unos bosques se esconde
el gran padrón de Merlín,
aquel grande encantador,
que fué su padre el demonio.
VIZCAÍNO
Echado está testimonio,
y levántanle, señor.
BERNARDO
Hele de buscar y hallar,
si mil veces rodease
estas selvas.
VIZCAÍNO
Tiempo vase;
duerme, o vuelve a caminar.
BERNARDO
Vuelve, y ve si Ferraguto
viene, que se quedó atrás,
y a do quedo le dirás.
VIZCAÍNO
Escudero siempre puto.
BERNARDO
Dura y detestable guerra,
por sólo aquesto eres buena;
que en pluma vuelves la arena,
y en blanda cama la tierra.
Tú ofreces, doquier que estás,
anchos y extendidos lechos.
183
si no es que hay campos estrechos
por donde los pasos das.
Eres un cierto beleño
que, entre cuidados y enojos,
ofreces siempre a los ojos
blando, aunque forzoso sueño.
Eres de su calidad,
según muestra la experiencia,
madre de la diligencia, .
madrastra de ociosidad.
Venid acá vos, cimera,
rica y extremada pieza,
y, pues sois de la cabeza,
servidme de cabecera,
que ya el sueño de rondón
va ocupando mis sentidos.
¡Bien dicen que los dormidos
imagen de muerte son!
Echase a dormir Bernardo junto al padrón de Mer-
Un, que ha de ser un mármol jaspeado que se pueda
abrir y cerrar, y a este instante aparece encima de la
montaña el mancebo Argalia, hermano de Angélica
la bella, armado y con una lanza dorada.
ARGALIA
Mucha tierra se descubre
de encima desta montaña:
de aquesta parte es campaña,
de estotra el bosque la cubre;
allí el camino blanquea,
y hasta París va derecho.
184
|Si mi hermana hubiese hecho
el gran caso que deseal
Mas, si no me miente acaso
la vista, aquella es, sin duda,
que el camino trueca y muda,
y hacia aquí endereza el paso.
Los palafrenes envía
por el camino real.
En cuanto hace, no hace mal;
recebirla es cortesía.
Entrase Argalia, y sale Angélica con los salvajes
y la Dueña,
ANGÉLICA
Cierto que es ésta la senda,
o no acierto bien las señas,
y a la vuelta destas peñas
sin duda está nuestra tienda.
DUEÑA
¿Cuándo, señora, veremos
el fin de nuestros caminos?
¿Cuándo destos desatinos
a buen acuerdo saldremos?
¿Cuándo me veré, ¡ay de mí!,
con mi almohadilla, sentada
en estrado y descansada,
como algún tiempo me vi?
¿Cuándo dejaré de andar,
cuando el Sol salga o tramonte,
deste monte en aquel monte,
de un lugar a otro lugar?
¿Cuándo de mis redomillas
veré los blancos afeites,
las unturas, los aceites,
las adobadas pasillas?
¿Cuándo me daré un buen rato
en reposo y sin sospecha?
Que traigo esta cara hecha
una suela de zapato.
Los crudos aires de Francia
me tienen de aqueste modo.
ANGÉLICA
Calla, que bien se hará todo.
DUEÑA
No te arriendo la ganancia;
que, según yo vi el denuedo
de aquellos dos paladines,
de tus caminos y fines
esperar buen fin no puedo.
ANGÉLICA
No atinas con la verdad;
calla, que mi hermano viene.
Entra Árgalia.
ARGALIA
¡Oh rico archivo, do tiene
sus tesoros la beldadi
¿Cómo vienes, y en qué modo
has salido con tu intento?
186
ANGÉLICA
Midióse a mi pensamiento
la ventura casi en todo.
Vámonos al pabellón,
que allí, de espacio y sentada,
contaré de mi embajada
el principio y conclusión.
ARGALIA
Bien dices, hermana; ven,
que bien cerca de aquí está.
DUEÑA
La triste que cual yo va,
yo sé que no va muy bien;
que de la madre me aprieta
un gran dolor en verdad.
Todo aquesto es frialdad
deste andar a la jineta.
Entranse todos ^ si no Bernardo, que aun duerme; suene
música de flautas tristes; despierta Bernardo, ábrese
el padrón, pare una figura de muerto, y dice
ESPÍRITU
Valeroso español, cuyo alto intento
de tu patria y amigos te destierra,
vuelve a tu amado padre el pensamiento,
a quien larga prisión y escura encierra.
A tal hazaña es gran razón que atento
estés, y no en buscar inútil guerra
por tan remotas partes y excusadas,
adonde son las dichas desdichadas.
Tiempo vendrá que del francés valiente,
al margen de los montes Pireneos,
bajes la altiva y generosa frente
y goces de honrosísimos trofeos.
Sigue de tu ventura la corriente,
que iguala al gran valor de tus deseos;
verás cómo te sube tu fortuna
sobre la faz convexa de la Luna.
Por ti tu patria se verá en sosiego,
libre de ajeno mando y señorío;
tú serás agua al encendido fuego
que arde en el pecho que de casto es frío.
Deja estas selvas, do caminas ciego,
llevado de un curioso desvarío.
Vuelve, vuelve, Bernardo, a do te llama
MU inmortal renombre y clara fama.
De Merlín el espíritu encantado
soy, que aquí yago, en esta selva obscura,
del cielo para bien y mal guardado,
aunque en mis males siempre se conjura;
y no seré deste lugar llevado
a la negra región do el llanto dura
hasta que crucen estas selvas fieras
muchas y cristianísimas banderas.
Mil cosas se me quedan por contarte,
que otra vez te diré, porque ahora importa
detrás de aquestas ramas ocultarte,
donde será tu estada breve y corta.
A dos, que cada cual por sí es un Marte,
pondrás en paz, o mostrarás que corta
188
tu espada. Y, sin hablar, haz lo que digo,
y entiende que te soy y seré amigo.
Ciérrase el padrón, éntrase en él Bernardo sin hablar
palabra, y luego sale Reinaldos.
REINALDOS
En vano mis pasos muevo,
pues, entre estas flores tantas,,
no hay señales de las plantas*
que por guía y norte llevo.
Que si aquí hubieran pisado,.»
claro estaba que este suelo
fuera un traslado del cielo,,
de varias lumbres pintado.
¿Qué flor tocará la bella
planta a mí tan dulce y cara,,
que luego no se tornara,
o ya en Sol, o en clara estrella?"
Lejos estoy del camino
que a do está mi cielo guía,
pues este suelo no envía,
o luz clara, u olor divino.
Mas ya no tendré pereza
en buscar este sol bello,
pues me han de guiar a vello
ya su luz, ya su belleza.
Pero ¿qué es esto, que el sueñe-»
así me acosa y aprieta?
jOh fuerza libre, sujeta
a fuerzas de tan vil dueñol
Aquí me habré de acostar,.
189
al pie deste risco yerto,
haciendo imagen de un muerto,
pues estoy para expirar.
Recuéstase Reinaldos, pone el escudo por cabecera,
y entra luego Roldán embrazado del suyo,
ROLDAN
¡Tantas vueltas sin provecho!
¿Dónde, ¡oh sol!, te tramontaste
después que tu luz dejaste
en lo mejor de mi pecho?
Descúbrete, sol hermoso,
que voy buscando tu lumbre
por el llano y por la cumbre,
•desalentado y ansioso.
¡Oh Angélica, luz divina
de mi humana ceguedad,
norte cuya claridad
,a nuevo ser me encamina!
¿^Cuándo te verán mis ojos,
o cuándo, si no he de verte,
vendrá la espantosa muerte
n triunfar de mis despojos?
Mas ¿quién es este holgazán
que duerme con tal remanso?
^No hay quien no viva en descanso
sino el mísero Roldán.
¿,Qué es esto? Reinaldos es
el que yace aquí dormido.
jOh primo, al mundo nacido
para grillos de mis pies,
para esposas de mis manos,,
para infierno de mis glorias,
para opuesto a mis Vitorias,
para hacer mis triunfos vanos,,
para acíbar de mi gusto!
Mas yo haré que no lo seas;
sin que el mundo ni tú veas
que paso el término justo,
quitarte quiero la vida.
Mas, |ay Roldán! ¿Cómo es esto?
¿Ansí os arrojáis tan presto
a ser traidor y homicida?
¿Qué decís, mal pensamiento?
¿Decísme que es mi rival,
y que consiste en su mal
todo el bien de mi tormento?
Sí decís; mas yo sé, al fin,
que el que es buen enamorada
tiene más de pecho honrado
que de traidor y de ruin.
Yo fui Roldán sin amor,
y seré Roldán con él,
en todo tiempo fiel,
pues en todo busco honor.
Duerme, pues, primo, en sazón;-
que arrimo te sea mi escudo;
que, aunque amor vencerme pudo
no me vence la traición.
El tuyo quiero tomar,
por que adviertas, si despiertas,.
191;
que amistades que son ciertas
nadie las puede turbar.
Echase Roldán junto a Reinaldos y pone a su cabecera
el escudo de Reinaldos, y luego despierta Reinaldos^
REINALDOS
¡Angélica! ¡Oh extraña vista!
¿No es Roldán este que veo,
y el que del bien que deseo
procura hacer la conquista?
El es; pero ¿quién me puso
su escudo para mi arrimo?
Tu cortés bondad, ¡oh primo!,
sin duda que esto dispuso.
Bien me pudieras matar,
pues durmiendo me hallaste,
por quitar aquel contraste
que en mi vida has de hallar;
empero tu cortesía
más que amor pudo en tu pecho,
por la costumbre que has hecho
de hacer actos de hidalguía.
Mas ¿si fué por menosprecio
el dejarme con la vida?
No, por ser cosa sabida
que yo soy hombre de precio,
y tú mismo lo has probado
una y otra vez y ciento.
No atino cuál pensamiento
tenga por más acertado:
si me deja de arrogante.
192
o si fué por amistad;
que tal vez la deslealtad
vive en el celoso amante.
¡Oh! Si aqueste me dejase
señero en mi pretensión,
con el alma y corazón
vive Dios que le adorase;
pero si no, no imagines,
primo, que por tu bondad
dejará mi voluntad
de seguir sus dulces fines.
Y de aquesta intención mía ''
no me debes de culpar,
porque el amor y el reinar
nunca admiten compañía.
Seguramente a mi lado
pudiste echarte a dormir,
pues no se puede herir
un hombre que es encantado (1),
y así la ocasión quitaste
que tu sueño me ofrecía
para usar la cortesía
de que tú conmigo usaste.
Pero, despierto, veremos
tu intención a do se inclina,
y si donde yo camina,
pondré medio en sus extremos.
Irá el parentesco afuera,
la cortesía a una parte,
(1) El cuerpo de Roldán estaba encantado e invulnerable.
193
si bajase el mismo Marte
a impedirlo de su esfera.
^Ah Roldán! jRoldán, despiertal,
que es gran descuido el que tienes,
y más si, por dicha, vienes
donde mi sospecha acierta.
Toma tu escudo, y el mío
me vuelve. ¡Despierta agoral
ROLDÁN
]Ay Angélica, señora
de mi vida y mi albedrío!
¿A do se esconde tu faz,
que todo mi bien encierra?
REINALDOS
Declarada es nuestra guerra
y perdida nuestra paz.
jRoldán, acaba, levanta;
destroquemos los escudos!
ROLDAN
¡Con qué dulces, ciegos nudos
me añudaste la garganta;
ia voluntad decir quiero,
y el alma que te entregué!
REINALDOS
]Si no despiertas, a fe
que te despierte este acero,
y aun te mate, pues me matas,
ahora duermas, ahora veles!
Estos intentos crueles
Comedias.— T. II.
13
nacen de entrañas ingratas.
Estoy por dejar de ser
quien soy. ¡Acudid al punto,
respetos, que está difunto
mi acertado procéder!
¡Ansias que me consumís,
sospechas que me cansáis,
recelos que me acabáis,
celos que me pervertísl
Roldán despierta.
ROLDAN
Reinaldos, ¿qué quies hacer?
REINALDOS
¡Deshacerme, o deshacerte!
ROLDAN
¿Quieres, primo, darme muerte?
REINALDOS
Tu vida está en mi querer.
ROLDAN
¿Cómo en mi querer?
REINALDOS
Dirélo:
no más de en querer decirme
si vienes a perseguirme
en la busca de mi cielo;
si es tu venida a buscar
a Angélica. ¿No me entiendes?
ROLDÁN
¿De saber lo que pretendes...?
REINALDOS
¡Acabarte, o acabar!
ROLDAN
¿Tanto el vivir te embaraza,
que tras tu muerte caminas?
REINALDOS
Profeta falso, adivinas
el mal que así te amenaza.
ROLDAN
Contigo las cortesías
siempre fueron por demás.
REINALDOS
Dame mi escudo, y verás
cómo siempre desvarías.
Si a París no te vuelves,
verás también en un punto
tu culpa y castigo junto.
ROLDAN
¡Fácilmente te resuelves!
Ni a París he de volver,
ni a Angélica he de dejar.
Mira qué quieres.
REINALDOS
Cortar
tu insolente proceder.
196
¡Desharéte entre mis brazos,
aunque seas encantado!
ROLDAN
¡Eres villano atestado (1),
y quieres luchar a brazos!
REINALDOS
¡Mientes! ¡Y ven con la espada,
que, aunque seas de diamante,
verás, infame arrogante,
mi verdad averiguada!
Vanse a herir con las espadas; salen del hueco del
teatro llamas de fuego, que no los deja llegar,
ROLDAN
Bien sé que anda por aquí,
temeroso de tu muerte,
mas no ha de poder valerte,
tu hechicero Malgesí;
que pasaré de Aqueronte
la barca por castigarte.
REINALDOS
Yo pondré por alcanzarte
un monte sobre otro monte;
arrojaré me en el fuego,
como ves que aquí lo hago.
ROLDAN
No te deja dar tu pago
tu hermano.
(1) Cabezudo, pertinaz.
REINALDOS
¡Pues dél reniego!
Dice el espíritu de Merlín:
Fuerte Bernardo, sal fuera,
y a los dos en paz pondrás.
Sale Bernardo.
BERNARDO
¡Caballeros, no haya más!
¡Guerreros fuertes, afuera!
REINALDOS
¿Mate el cielo aquí llovido?
¿Qué quieres, o qué nos mandas?
BERNARDO
Son tan justas mis demandas,
que he de ser obedecido.
Y es que dejéis la dudosa
lid de tan esquivo trance.
REINALDOS
TÚ has echado muy buen lance,
y la demanda es donosa.
¿Eres español, a dicha?
BERNARDO
Por dicha, soy español.
REINALDOS
Vete, porque sólo el Sol
ha de ver nuestra desdicha;
que no queremos testigos
mas que el Sol en la lid nuestra
BERNARDO
No me he de ir sin que la diestra
os deis de buenos amigos.
ROLDAN
{Pesado estás!
BERNARDO
Más pesados
estáis los dos si advertís.
REINALDOS
Español, ¿cómo no os is?
BERNARDO
Por corteses o rogados,
vuestra quistión, por ahora,
no ha de pasar adelante.
ROLDAN
Yo soy el señor de Agíante.
REINALDOS
Yo, Reinaldos.
BERNARDO
Sea en buen hora;
que ser quien sois os obliga
a conceder con mi ruego.
ROLDAN
Esa razón no la niego.
REINALDOS
Este español me atosiga;
que siempre aquesta nación
fué arrogante y porfiada.
ROLDAN
Señor, pues que no os va nada,
no impidáis nuestra quistión;
dejadnos llevar al fin
nuestro deseo, que es justo.
BERNARDO
Aquese fuera mi gusto,
a serlo así el de Merlín.
ROLDAN
jOh cuerpo de San Dionís,
con el español marranol (1).
BERNARDO
¡Mientes, infame villano!
REINALDOS
A plomo cayó el mentís.
¡Afuera, Roldán, no más!
ROLDÁN
¡Deja, que me abraso en ira!
¿Qué es esto? ¿Quién me retira?
¿El pie de Roldán atrás?
¿Roldán el pie atrás? ¿Qué es esto?
¡Ni huyo, ni me retiro!
Judío mal converso.
200
REINALDOS
De Merlín es este tiro.
BERNARDO
Pues yo haré que huyáis presto.
Vase retirando Roldán hacia atrás, y sube por la
montaña como por fuerza de oculta virtud.
REINALDOS
i Por cierto, a gentiles manos
te ha traído tu fortuna!
BERNARDO
Manos yo no veo ninguna;
pies sí, ligeros y sanos.
¿Y qué os importa tenellos
para huir de mi presencia?
REINALDOS
|Sin igual es tu insolencia!
Sube Bernardo por la peña arriba, siguiendo a Rol-
dán, y va tras él Reinaldos. Sale Marfisa, armada
ricamente; trae por timbre un ave fénix y un águila
blanca pintada en el escudo, y mirando subir a los
tres de la montaña con las espadas desnudas y que
se acaban de desparecer, dice
MARFISA
¿Si se combaten aquéllos?
Si hacen, ponerlos quiero
en paz, si fuere posible.
¡Oh, qué montaña j;erriblel
Subir por ella no espero.
Ni podré a caballo ir.
201
aunque le vuelva a tomar;
mas, con todo, he de probar
el trabajo del subir.
Bien se queda en la espesura
mi caballo hasta que vuelva;
nunca falta en esta selva
o buena o mala ventura.
Sube Marfisa por la montaña, y vuelven a salir al
teatro, riñendo, Roldán, Bernardo y Reinaldos.
ROLDAN
No sé yo cómo sea
que contra ti no tengo alguna saña,
ni puedo en tal pelea
mover la espada. ¡Cosa es ésta extraña!
BERNARDO
La razón que me ayuda
pone tus fuerzas y tu esfuerzo en duda.
REINALDOS
De Merlín es el hecho,
que no hay razón que valga con su encanto;
que, aunque fuera su pecho
león en furia y en dureza un canto,
si hechiceros no hubiera,
nunca mi primo atrás el pie volviera.
Entra Angélica llorando, y con ella el Vizcaíno, escu-
dero de Bernardo.
' VIZCAÍNO
jPardiós, echóte al río!
¡Tienes, Granada, bravo Ferragutol
ANGÉLICA
|Ay, triste hermano mío!
ROLDAN
¿Por qué ese cielo al suelo da tributo
de lágrimas tan bellas,
si el mismo cielo se le debe a ellas?
ANGÉLICA
Un español ha muerto
a mi querido hermano, y es un moro
que no guardó el concierto
debido a la milicia y su decoro,
y arrojóle en un río.
ROLDAN
¿Quién es el moro?
BERNARDO
Es un amigo mío.
ROLDAN
¿Amigo tuyo? ¡Oh perro,
tú llevarás de su maldad la penal
REINALDOS
Roldán, no hagas tal yerro;
deja a mí el castigo.
ANGÉLICA
Aquí^se ordena
mi muerte, y más desdicha
si de los dos me coge alguno, a dicha.
A esta selva escura
203
quiero entregar ya mis ligeras plantas,
mi guarda y mi ventura.
BERNARDO
¿Cómo, Reinaldos, di, no te adelantas
a herirme con tu primo?
Por la honra, la vida en poco estimo.
Sale Marfisa poniendo paz y poniendo mano a la
espada; éntrase huyendo Angélica.
MARFISA
¿Qué es esto? ¡Afuera, afuera;
afuera, caballeros!; que os lo pide
quien mandarlo pudiera;
que, si no es que mi luz la vista impide,
mirando esta divisa,
veréis que soy la sin igual Marfisa.
VIZCAÍNO
La puta, la doncella
se es ida.
ROLDAN
¡Oh nunca vista desventura!
Forzoso he de ir tras ella.
REINALDOS
Yo, sí; tú, no.
ROLDAN
¡Notable es tu locura!
REINALDOS
No muevas de aquí el paso.
204
ROLDAN
No hago yo de tus locuras caso.
REINALDOS
jPor Dios que, si te mueves,
que te haga pedazos al instantel
ROLDAN
¿Qué? ¿A estorbarme te atreves,
fanfarrón, pordiosero y arrogante?
¿Cómo te estás tan quedo?
iQue no me tenga este cobarde miedo!
Bntranse Roldán y Reinaldos.
VIZCAÍNO
Señor, déjale vaya;
que pues no por alli, que por la senda
quedan arriz (I), en playa
poned a la dama.
MARFISA
¿Por qué fué la contienda?
BERNARDO
Por celos sé que ha sido.
Dime: ¿Ferraguto quedó herido?
VIZCAÍNO
Bueno, puto y qué sano.
BERNARDO
¿Con quién tuvo batalla?
(1) Asombrado, pasmado.
' 205
VIZCAINO
¿Ya no oíste?
Batalla con hermano
de bella huidora, y pobre, y muerto, y triste,
de moro enojo, brío
teniendo, dió con él todo en el río,
y queda aquí aguardando
espaldas de montaña.
MARFISA
Iréte acompañando,
que quiero saber más de tu hazaña;
que descubro en ti muestras
que muestran que eres más de lo que muestras.
Y advierte que contigo
llevas a la sin par sola Marfisa,
que, en señas y testigo
que és única en el mundo, la divisa
trae de aquella ave nueva
que en el fuego la vida se renueva.
BERNARDO
Haréte compañía,
subas al cielo o bajes al abismo.
MARFISA
Tan grande cortesía
no puede parecer sino a ti mismo,
y, usando deste gusto,
yo he de seguir el tuyo, que es muy justo.
JORNADA SEGUNDA
Salen Lauso, pastor, por una parte de la montaña, con
su guitarra, y Corinto por la otra, con otra,
LA uso
;Ah Corinto, Corintol
CORINTO
¿Quién me llama?
LAUSO
Lauso, tu amigo.
CORINTO
¿Adónde estás?
LAUSO
¿No miras?
CORINTO
Algún árbol te encubre, alguna rama,
o estás en el lugar donde suspiras
cuando Clori te muestra el rostro airado,
y en solitaria parte te retiras.
Baja, si quieres, Lauso, al verde prado,
en tanto que de Febo la carrera
declina desta cumbre al otro lado.
Cantaremos de Clori lisonjera
al pie de un verde sauce o mirto umbroso;
que pasa el pensamiento en ser ligera.
LAUSO
Ya abajo; pero no a buscar reposo,
sino a cumplir lo que amistad me obliga
y a pasar a la sombra el sol fogoso;
que en tanto que la dulce mi enemiga
se esté fortalecida en su dureza,
no hay mal que huya ni placer que siga.
Bajan los dos de la montaña.
CORINTO
Pesado contrapeso es la pobreza
para volar de amor, joh Lausol, al cielo,
aunque tengas cien alas de firmeza.
No hay amor que se abata ya al señuelo
de un ingenio sutil, de un tierno pecho,
de un raro proceder, de un casto celo.
Granjeria común amor se ha hecho,
y dél hay feria franca dondequiera,
do cada cual atiende a su provecho.
LAUSO
jOh Clori, para mi serpiente fiera
por mi estrecheza, aunque paloma mansa
para un alma de piedra verdadera!
¿Qué es posible, cruel, que no te cansa
de Rústico el ingenio, que es de robre,
y que el tuyo estimado en él descansa?
CORINTO
Vuélvese el oro más cendrado en cobre
208
y el ingenio más claro en tonta ciencia,
si le toca o le tiene el hombre pobre,
y desto es buen testigo la experiencia.
Pero escucha, que cantan en la sierra,
y aun es la voz bien para dalle audiencia.
Canta Clori en la montaña, y sale cociendo fiches,
CLORI
«Derramastes el agua, la niña,
y no dijistes: «¡Agua val»
La justicia os prenderá.»
LAUSO
De aquella que el placer de mí destierra
es el suave y regalado acento,
y aun quien sus gustos el amor encierra.
CORINTO
Escuchémosla, pues.
LAUSO
Ya estoy atento.
CLORI
-«Derramástesla a deshora,
y fué con tan poca cuenta,
que mojastes con afrenta
al que os sirve y os adora.
Pero llegada la hora
donde el daño se sabrá,
la justicia os prenderá.»
LAUSO
Bien es que la ayudemos;
acuerda con el mío tu instrumento.
CORINTO
Yo creo que está bien; mas ¿qué diremos?
LAUSO
Su mismo villancico trastrocado,
cual tú sabrás hacer.
CORINTO
Los dos le haremos.
Canta Corinto.
CORINTO
Cautivástesme el alma, la niña,
y tenéisla siempre allá;
el amor me vengará.
Vuestros ojos salteadores,
sin ser de nadie impedidos,
se entraron por mis sentidos,
y se hicieron salteadores;
lleváronme los mejores,
y tenéislos siempre allá;
el amor me vengará.
■ LAUSO
Así, Clori gentil, te ofrezca el prado,
en mitad del invierno, flores bellas,
y cuando el campo esté más agostado,
y que siempre te halles al cogellas
con el júbilo alegre que nos muestra
la voz con que se ahuyentan mis querellas;
que esa rara beldad, que nos adiestra
a conocer el Hacedor del cielo,
en este sitio haga alegre muestra.
Comedias.— T. II.
14
210
Volverás paraíso aqueste suelo,
y este calor que nos abrasa ardiente,
en aura blanda y regalado yelo.
CLORI
Porque no es tu demanda impertinente,
cual otras veces suele, haré tu gusto,
que es en todo del mío diferente.
CORINTO
Dime, Clori gentil: ¿do está el robusto,
el bronce, el robre, el mármol, leño o tronco
que así a tu gusto le ha venido al justo?
Por aquel, digo, desarmado y bronco,
calzado de la frente y de pies ancho,
corto de zancas y de pecho ronco,
cuyo dios es el extendido pancho,
y a do tiene la crápula su estancia,
él tiene siempre su manida y rancho.
CLORI
Con él tengo, Corinto, más ganancia
que contigo, con Lauso y con Riselo,
que vendéis discreción con arrogancia.
Rústica el alma, y rústico es el velo
que al alma cubre, y Rústico es el nombre
del pastor que me tiene por su cielo.
Mas, por rústico que es, en fin es hombre
que de sus manos llueve plata y oro,
Júpiter nuevo y con mejor renombre.
El guarda de mis gustos el decoro,
ora le envíe al blanco Cita frío
o al tostado engañoso Libio moro.
211
Tiene por justa ley el gusto mío,
y el levantado cuello humilde indigna
al yugo que le pone mi albedrío.
No tiene el rico Oriente otra tal mina
como es la que yo saco de sus manos,
ora cruel me muestre, ora benigna.
Quédense los pastores cortesanos
con la melifluidad de sus razones
y dichos, aunque agudos, siempre vanos.
No se sustenta el cuerpo de intenciones,
ni de conceptos trasnochados hace
sus muchas y forzosas provisiones.
El rústico, si es rico, satisface
aun a los ojos del entendimiento,
y el más sabio, si es pobre, en nada aplace.
Dirán Corinto y Lause que yo miento,
y muestra la experiencia lo contrario,
y Rústico lo sabe, y yo lo siento.
LAUSO
Es gusto de mujeres ordinario,
en lo que es opinión, tener la parte
que más descubra ser su ingenio vario.
Quisiera dese error, Clori, sacarte;
mas ya estás pertinaz en tu locura,
y en vano será agora predicarte.
CORINTO
Así, pastora, goces tu hermosura,
que me dejes hacer una experiencia;
quizá te hará volver a tu locura.
212
Verás, pastora, al vivo la inocencia
de Rústico el pastor, por quien nos dejas.
CLORI
¿Para qué es el pedirme a mí licencia?
LAUSO
Paréceme que llega a mis orejas
de Rústico la voz
CORÍNTO
El es, sin duda,
que a sestear recoge sus ovejas.
Rústico aparece por la montaña,
RÚSTICO
Mirad si se cayó en aquella azuda
una oveja, pastores; corred luego,
y cada cual a su remedio acuda.
Dejad mal hora del herrón (1) el juego.
Aguija, Coridón. ¡Oh, cómo corre!
¡Quién quitara a Damón de su sosiego!
Llegó* ya ^e arrojó, ya la socorre
y la saca en los brazos medio muerta,
y parece que un río de ambos corre.
Esta noche tú, hola, está alerta,
no venga, como hizo en la pasada,
el lobo que la cabra dejó muerta.
Tú acudirás, Cloanto, a la majada
(1) Rodaja de hierro horadada en el centro. Se tiraba desde lejos,
procurando hacer entrar el agujero central por un clavo puesto en
el suelo.
213
del valle de la Enceña, y darás orden
que estén todos aquí de madrugada.
¡Oh Compo! Tú harás que se concorden
en el pasto Corbato con Francenio;
que me da pesadumbre su desorden.
CLORI
¡Mirad si tiene Rústico el ingenio
para mandar acomodado y presto!
RÚSTICO
Tú acude a las colmenas, buen Partenio.
Llévese de las vacas todo el resto
al padrón de Merlín, y de las cabras
al monte o soto de ciprés funesto.
CLORI
¿Parécenos de pobre las palabras
que dice?
CORINTO
Pues aquí, en esta espesura,
te has de esconder, y mira que no abras
la boca, porque importa a la aventura
que queremos probar de nuestro intento
por ver si es suya o nuestra la locura.
CLORI
Yo enmudezco y me escondo, y vuestro cuento
sea, si puede ser, breve y ligero;
que, si es pesado y grande, da tormento.
Escóndese Clori.
LAUSO
Corínto, ¿qué has de hacer?
CORINTO
Estáme atento.
Rústico amigo, al llano abaja; aguija,
que es cosa que te importa; corre, corre.
RÚSTICO
Ya voy, Corinto amigo; espera, espera
mientras que cuento un centenar de bueyes,
y tres hatos de ovejas, y otros cinco
de cabras desde encima deste pico
do estoy sentado. ¿No me ves?
CORINTO
¡Acabal
¿Haces burla de mí?
RÚSTICO
Por Dios, no hago;
mas yo lo dejo todo por servirte.
Vesme aquí. ¿Qué me mandas?
CORINTO
Que me ayudes
a alcanzar deste ramo un papagayo
que viene del camino de las Indias,
y esta noche hizo venta en aquel hueco
deste árbol, y alcanzalle me conviene.
RÚSTICO
¿Qué llamas papagayo? ¿Es un pintado
que al barquero da voces y a la barca
y se llama real por fantasía?
CORINTO
Desa ralea es éste; pero entiendo
que es bachiller y sabe muchas lenguas,
principal la que llaman bergamasca.
RÚSTICO
¿Pues qué se ha de hacer para alcanzalle?
CORINTO
Conviene que te pongas desta suerte.
Daca este brazo, y lígale tú, Lauso,
y átale bien, que yo le ataré esotro.
RÚSTICO
¿Pues yo no estaré quedo sin atarme?
CORINTO
Si te meneas, espantarse ha el pájaro;
y asi, conviene que aun los pies te atemos.
RÚSTICO
Atad cuanto quisiéredes; que a trueco
de tener esa joya entre mis manos,
para que luego esté en las de mi Clori,
dejaré que me atéis dentro de un saco.
Ya bien átado estoy. ¿Qué falta agora?
CORINTO
Que yo me suba encima de tus hombros
y que Lauso, pasito y con silencio,
me ayude a levantar las verdes hojas
que cubren, según pienso, el dulce nido.
RÚSTICO
Sube, pues. ¿A qué esperas?
CORINTO
Ten paciencia;
que no soy tan pesado como piensas.
RÚSTICO
¡Vive Dios, que me brumas las costillas?
¿Has llegado a la cumbre?
CORINTO
Ya estoy cerca.
RÚSTICO
Avisa a Lauso que las ramas mueva
pasito, no se vaya el pajaróte.
LAUSO
No se nos puede ir, que ya le he visto.
RÚSTICO
Pregúntale, Corinto, lo que suelen
preguntar a los otros papagayos,
por ver si entiende bien nuestro lenguaje.
CORINTO
¿Cómo estás, loro, di? «¿Cómo? Cautivo.»
RÚSTICO
¡Hi de puta, qué piezal Di otra cosa.
CORINTO
«¡Daca la barca, hao; daca la barcal»
RÚSTICO
Y aqueso, ¿quién lo dijo?
CORINTO
El papagayo.
RÚSTICO
jOh Clori, qué presente que te hago!
CORINTO
«¡Clori, Clori, Clori, Clori, Cloril»
RÚSTICO
¿Es todavía el papagayo aquese?
CORINTO
¿Pues quién había de ser?
RÚSTICO
¿Hasle ya asido?
CORINTO
Dentro en mi caperuza está ya preso.
RÚSTICO
Deciende, pues, y véndemele, amigo,
que te daré por él cuatro novillos
que aun no ha llegado el yugo a sus cervices,
no más de por que dél mi Clori goce.
LAUSO
No se dará por treinta mil florines.
RÚSTICO
¡Ah, por amor de Dios! Yo daré ciento.
Desatadme de aquí, por que a mi gusto
le vea y le contemple.
CORINTO
Es ceremonia
que en semejantes cazas suele usarse,
que tan sola una mano se desate
218
del que las dos tuviere y pies atados;
con ésta suelta, puedes blandamente
alzar mi caperuza venturosa,
que tal tesoro encubre. Despabila
los ojos para ver belleza tanta.
Pasito, no le ahajes (1). Mas espera,
que está la mano sucia; con saliva
te la puedes limpiar.
RÚSTICO
Ya está bien^limpia.
CORINTO
Agora, si. ¡Dichoso aquel que llega
a descubrir tan codiciosa prendal
RÚSTICO
¡Donosa está la burla! Di, Corinto:
¿es ese el papagayo?
CORINTO
Este es el pico;
las alas, éstas; éstas, las orejas
del asno de mi Rústico y amigo.
RÚSTICO
¡Desátenme, que a fe que yo me vengue!
Sale Clori.
CLORI
¡Ah simple, ah simple!
(1) Ajes.
A
RÚSTICO
¿Y haslo visto, Clori?
Por ti la burla siento, y no por otrie.
CLORI
Calla, que para aquello que me sirves,
más sabes que trecientos Salomones.
Di que se vista Lauso desta burla,
o que compre Corinto algún tributo,
o me envie mañana una patena
y unos ricos corales, como espero
que podrás y querrás, con tu simpleza,
enviármelos luego.
RÚSTICO
¿Y cómo, Clori?
Y aun dos sartas de perlas hermosísimas.
CLORI
¿Compárase con esto algún soneto,
Lauso? Y dime, Corinto: ¿habrá sonada,
aunque se cante a tres ni aun a trecientos,
que a la patena y sartas se compare?
LAUSO
Eres mujer, y sigues tu costumbre.
CLORI
Sigo lo que es razón.
LAUSO
Será milagro
hallarla en las mujeres.
220
CLORI
¿Qué razones
puede decir la lengua que se mueve
guiada del desdén y de los celos?
Tú eres la causa.
Entra Angélica alborotada.
ANGÉLICA
{Socorredme, cielos,
si en vuestros pechos mora
misericordia alguna!
Hermosa y agradable compañía:
en mí os ofrece agora
el cielo y la fortuna,
sujeto igual a vuestra cortesía;
que, la desdicha mía
sabida, me asegura
que podrá enterneceros
y al remedio moveros,
si es que le tiene tanta desventura.
CLORI
Señora, di qué tienes.
ANGÉLICA
Sin tasa males, y ningunos bienes.
Pero no estoy en tiempo
en que pueda contaros
de mi dolor la parte más pequeña,
ni vuestro pasatiempo
será bien estorbaros
contando el mal que ablandará esta peña.
¿No hay por aquí una breña
donde me esconda, amigos?
LAUSO
¿Luego quies esconderte?
¿Quién podrá aquí ofenderte?
ANGÉLICA
Persígnenme dos bravos enemigos.
CORINTO
¿No somos tres nosotros?
ANGÉLICA
Ni aun a tres mil no temerán los otros.
Llevadme a vuestras chozas,
mudadme este vestido;
amigos, escondedme.
LAUSO
No te espantes.
¿Para qué te alborozas,
si has a parte venido
do se estiman en poco los gigantes?
Montalvanes y Aglantes
se tienen aquí en nada;
porque, (por Dios!, si quiero,
que los compre a dinero.
ANGÉLICA
jHoy acaba mi vida su jornada!
CORINTO
¿Quieres que te escondamos?
RÚSTICO
¿Dice que si?
LAUSO
Pues, ¡susl, ¿en qué tardamos?
Ven; mudarás de traje
y de lugar y todo.
ANGÉLICA
De mis contrarios casi veo la sombra.
CORINTO
Parece de linaje,
y su habla y su modo
a mí me admira.
RÚSTICO
Pues a mí me asombra.
Entranse Angélica y Lauso,
¿Sabéis cómo se nombra?
CORINTO
¿Pues cómo he de sabello?
RÚSTICO
Busca algún nuevo ensayo.
CORINTO
Buscaré un papagayo
que me lo diga.
CLORI
Ganarás en ello.
CORINTO
Ganarás tú patenas.
223
CLORI
Siempre tus burlas para mí son buenas.
Eniranse todoSy y sale Reinaldos.
REINALDOS
¿Eres Dafne, por ventura,
que de Apolo va huyendo,
o eres Juno, que procura
librarse del monstruo horrendo
cerrada en la nube obscura?
|Oh selvas de encantos llenas,
do jamás se ha visto apenas
cosa en su ser verdadero,
contar de vosotras quiero
aun las menudas arenasi
Quizá esta fiera homicida,
que cual sombra desparece
por que padezca mi vida,
adonde menos se ofrece
la tendrá amor escondida.
De nuevo vuelvan mis plantas
a buscar entre estas plantas
a la bella fugitiva.
¡Dura ocasión, que yo viva
muriendo de muertes tantasl
Crujidos de cadenas^ ayes y suspiros dentro.
¡Válgame Dios! ¿Qué ruido
es este que suena extraño?
¿Estoy despierto, o dormido?
¿Engáñome, o no me engaño?
Otra vez llega al oido.
De entre estas hojas entiendo
que sale el horrible estruendo.
Mas, ¡ay!, ¿qué boca espantosa,
terrible y extraña cosa,
es aquesta que estoy viendo?
Mientras más vomitas llamas,
boca horrenda o cueva obscura,
más me incitas y me inflamas.
A ver si en esta aventura
para algún buen fin me llamas.
Descúbrese la boca de la sierpe.
Acógeme allá en tu centro,
porque por tus fuegos entro
a tu estómago de azufre.
Malgesí, vestido como diré, sale por la boca
de la sierpe.
MALGESÍ
¿Adónde aquesto se sufre?
REINALDOS
¡Este sí que es mal encuentro!
¿Quién eres?
MALGESÍ
Soy el Horror,
portero de aquesta puerta,
adonde vive el temor
y la sospecha más cierta
que engendra el cielo de amor.
Soy ministro de los duelos.
225
embajador de los celos,
que habitan en esta cueva.
REINALDOS
Pues adonde están me lleva.
MALO ESI
Espera, y avisarélos.
Mas primero has de mirar
las guardas que puestas tiene
en este triste lugar,
y esto es lo que te conviene.
REINALDOS
Comiénzalas a mostrar;
que, aunque me muestres cifrados
en ellas los condenados
rostros que encierra el abismo,
seré en este trance el mismo
que he sido en los regalados.
Suena dentro música triste, como la pasada del pa-
drón) sale el Temor vestido como diré, con una tu-
nicela parda, ceñida con culebras.
MALGESÍ
Esta figura que ves
es el Temor sospechoso,
que engendra ajeno interés,
impertinente curioso,
que mira siempre al través;
y así el mezquino se admira
de cada cosa que mira,
ora sea mala o buena;
Comedias. —T. II.
15
226
la verdad le causa pena,
y tiembla con la mentira.
Sale la Sospecha con una tunicela de varias
colores.
Esta es la infame Sospecha,
de los celos muy parienta,
toda de contrarios hecha,
siempre de saber sedienta
lo que menos le aprovecha.
Aquí nace, y muere allí,
y torna a nacer aquí;
tiene mil padres a un punto:
éste, vivo; aquél, difunto,
y ella vive y muere así.
Sale la Curiosidad.
La vana Curiosidad
es esta que ves presente,
hija de la Liviandad,
con cien ojos en la frente,
y los más con ceguedad.
Es en todo entremetida,
y susténtale la vida
estar contino despierta,
y hace la guarda a una puerta
de muy difícil salida.
Con una soga a la garganta y una daga desenvaina-
da en la mano, sale la Desesperación como diré.
Es la Desesperación
esta espantosa figura,
sohrp todas cuántas son,
227
y, aunque es mala su hechura,
es peor su condición.
Esta sigue las pisadas
de los celos desdichadas,
y anda tan junto con ellos,
que desde aquí puedes vellos
si cesan las llamaradas.
Suena la música triste, y salen los Celos como diré,
con una tunicela azul, pintada en ella sierpes y la-
gartos, con una tabeller a blanca, negra y azul.
Mas veslos salen; advierte
que cuanto con ellos miras \
amenazan triste suerte,
ciertos y luengos pesares
y, al fin, desdichada muerte.
Todos sus secuaces son,
puestos en comparación,
de sus males una sombra,
que, puesto que nos asombra,
no desmaya el corazón.
Toca su mano, y verás
en el estado que quedas,
diferente del que estás,
y tal quedes, que no puedas
ni quieras ya querer más.
Tocan los Celos la mano a Reinaldos,
REINALDOS
¡Celos, que se me abrasa el pecho
y se celal ¡En duro estrecho
me pone el señor de Agíante!
iCelds, quitáosme delante;
basta el mal que me habéis hecho!
MALO ESI
¿Cómo que con la invención
de quien yo tanto fié
no se cela el corazón
de mi primo?, Yo no sé
la causa ni la razón.
Dice de dentro Merlín:
Malgesí, |cuán poco sabesi
Mas yo haré que no te alabes
de tu invención, aunque extraña.
Pártete desta montaña
antes que la vida acabes.
■ MALGESÍ
Ya te conqzpQ, Merlín;
pero , yo veré si puedo
ver de mi deseo el fin,
porque no me pone miedo
desa tu voz el retín.
MERLÍN
A tu primo entre esa yerba
pondrás, que a mí se reserva
y a mi fuente su salud;
que hasta agora su virtud
el .cielo en ella conserva.
MALGESÍ
Volvéos por do venistes,
229
figuras feas y tristes,
que mi primo quedará
adonde esperar podrá
el remedio que no distes.
Entranse las sombras,
Y yo, en tanto, buscaré - . A .
medio para remedialle,
y creo que lo hallaré, *
Desvía de allí a Reinaldos.
MERLÍN ,
Calla, y procura dejalle,
Malgesí.
MALGESÍ
Asi lo haré.
Entrase Malgesí, ,
Aparece a este instante el carro de íptego,. tirado (I)
de los leones de la montaña^ y en él la dio^a. Venus.
VEÑUS ,
De Adonis la compañía
dejo casi de mi grado
por seguir la fantasía ' ” " ‘
deste espíritu ericantadó ' • - ^
que en apremiarme porfía.
Espérame hasta que vuelva,
mi Adonis, y amor resuelva* '
tu brío, que no le alabo; ’ • *' ' *
(1) El texto dice: fuedo. Algunos editores han leído: tirado
230
mira que es el puerco bravo
de la Calidonia selva.
Pero ¿qué puedo hacer
sin mi hijo en este trance,
donde tanto es menester?
Merlín ha errado este lance;
que a veces yerra el saber.
Mas yo le quiero llamar,
que a las veces suele estar
mezclado entre los pastores,
y entonces son los amores
para mirar y admirar.
Hijo mío, ¿dónde estáis?
Si acaso la voz oís
y como a madre me amáis,
decid: ¿cómo no venís?
Que si venís, ya tardáis.
Mas los músicos acentos
que van rompiendo los vientos
su venida manifiestan.
|Oh hijo, y cuánto que cuestan
aun tus fingidos contentos!
Suena música de chirimías; sale la nube, y en ella el
dios Cupido, vestido, y con alas, flecha y arco des-
armado,
AMOR
¿Qué quieres, madre querida,
que con tal priesa me llamas?
VENUS
Está en peligro una vida.
ardiendo en tus vivas llamas,
y en un yelo consumida.
Los celos, que en opinión
están que tus hijos son,
ciego y simple desvario,
le tienen el pecho frío
y abrasado el corazón.
Conviene que te resuelvas
en su bien, y que le vuelvas
en su antigua libertad.
AMOR
Remedio a su enfermedad
ha de hallar en estas selvas.
Por tiempo hallará una fuente,
cuyo corriente templado
apaga mi fuego ardiente,
y mi 'pena enamorada
vuelve en desdén insolente.
Beberá Reinaldos della,
y de Angélica la bella
la hermosura que así quiere,
si agora por vella muere,
ha de morir por no vella.
Levanta, guerrero invicto,
y tiende otra vez el paso
cerca de aqueste distrito,
que en él hallarás acaso
medio a tu mal infinito.
Aunque has de pasar primero
trances que callarlos quiero,
pues decillos no conviene.
REINALDOS
Aquel que celos no tiene
no tiene amor verdadero.
Entrase Reinaldos.
VENUS
Ya aqueste negocio es hecho.
¿No me dirás, hijo amado,
si es invención de provecho
andar en traje no usado
y el arco roto y deshecho?
¿Quién te le rompió? ¿Y quién pudo
cubrir tu cuerpo desnudo,
que su libertad mostraba?
¿Quién te ha quitado el aljaba
y la venda? Di; ¿estás mudo?
AMOR
Has de saber, madre mía,
que en la corte donde he estado
no hay amor sin granjeria,
y el interés se ha usurpado
mi reino y mi monarquía.
Yo, viendo que mi poder
poco me podía valer,
usé de astucia, y vestíme,
y con él entremetíme,
y todo fué menester.
Quité a mis alas el pelo.
y en su lugar me dispuse
a volar con terciopelo,
y, al instante que lo puse,
sentí aligerar mi vuelo.
Del carcaj hice bolsón,
y del dorado arpón
de cada flecha, un escudo,
y con esto, y no ir desnudo,
alcancé mi pretensión.
Hallé entradas en los pechos
que a la vista parecían
de acero o de mármol hechos;
pero luego se rendían
al golpe de mis provechos.
No valen en nuestros días
las antiguas bizarrías
de Heros ni de Leandros,
y valen dos Alejandros
más que docientos Macías.
Entra Rústico.
RÚSTICO
Lauso, acude; y tú, Corinto,
acude, que, a lo que creo,
otro papagayo veo,
o si no, pájaro pinto.
Acude, Clori, y verás
la verdad de lo que digo;
y trae a esotra contigo,
y más, si quisieres más.
234
AMOR
Yo sé bien que estos pastores
nos han de dar un buen rato.
Entran Lauso, Corinto y Clori, y Angélica como
pastora.
LAUSO
¿Tú no miras, insensato,
que aquél es el dios de amores?
RÚSTICO
Como con alas le vi,
entendí que era alcotán.
CORINTO
¡Quítate de aquí, pausán!
RÚSTICO
¿Pues yo qué te hago aquí?
CORINTO
No te me pongas delante,
que quiero hacer reverencia
a este niño.
RÚSTICO
¡Qué inocencia!
¿Niño es éste?
CORINTO
Y es gigante.
RÚSTICO
Niñazo le llamo yo,
pues ya le apunta el bigote.
No os burléis con el cogote.
;]Mal haya quien me vistió!
AMOR
No quiero que me hagáis,
buena gente, sacrificio,
y téngoos en gran servicio
la voluntad que mostráis,
y en pago quiero deciros
la ventura que os espera.
VENUS
Harás, hijo, de manera
que den vado a sus suspiros.
AMOR
Tú, Lauso, jamás serás
desechado ni admitido;
tú, Corinto, da al olvido
tu pretensión desde hoy más;
,Rústico, mientras tuviere
riquezas, tendrá contento;
mudará cada momento
Clori el bien que poseyere;
la pastora disfrazada
suplicará a quien la ruega.
Y, esto dicho, el fin se llega
de dar fin a esta jornada.
LAUSO
En tanto. Amor, que te vas,
por que algún contento goces,
236
de nuestras rústicas voces
el rústico acento oirás.
Corinto y Clori, ayudadme; ^
cantaréis lo que diré.
CLORI
¿Qué hemos de cantar?
CORINTO
No sé.
LAUSO
Diréis después, y escuchadme,
—Venga norabuena
Cupido a nuestras selvas,
norabuena venga.
Sea bien venido ,
médico tan grave
que así curar sabe
de desdén y olvido;
hémosle entendido,
y lo que él ordena
sea norabuena.
Quedan estas peñas
ricas de ventura,
pues tanta hermosura
hoy en ella enseñas.
Brotarán sus breñas
néctar dondequiera.
¡Norabuena seal
Mientras cantan se va el carro de Venus, y Cupido
en él, y suenan las chirimías, y luego dice Lauso:
Vamos a nuestras cabañas
.a hacer nuevas alegrías,
pues vemos en nuestros días
tan ricas estas montañas;
y si aquello que desea
cada cual no ha sucedido,
pues el Amor lo ha querido,
decid: ¡Norabuena sea!
TODOS
¡Norabuena sea, sea norabuenal
Bniranse, y salen Bernardo y su escudero
BERNARDO
¿Cómo no viene Marfisa?
ESCUDERO
Detrás quedó de aquel monte.
BERNARDO
Pues sobre ese risco ponte,
y mira si se divisa.
ESCUDERO
Ella dijo que al momento
tras nosotros se vendría.
BERNARDO
^'Extraña es su bizarría!
ESCUDERO
Y su valor, según siento.
BERNARDO
A lo menos su arrogancia,
pues la lleva sin parar
238
a sola desafiar
los doce Pares de Francia;
y tengo de acompañalla,
que ya se lo he prometido.
ESCUDERO
En negocio te has metido
harto extraño.
BERNARDO
¡Simple, callal
Que siempre es mi intención
buscar y ver aventuras.
En París están seguras,
si se traba esta quistión,.
y veré do llegar puede
el valor de aquesta dama..
ESCUDERO
Llegará donde su fama,
que a las mejores excede.
BERNARDO
¿Qué, se nos fué Ferraguto?
ESCUDERO
Siempre, en cuanto hacía aquel moro,..
le vi guardar un decoro
arrojado y resoluto.
Después que mató a Argalia
y en el río le arrojó,
al momentó se partió.
BERNARDO
Tiene loca fantasía.
Mas dime: ¿no es el que asoma
aquel gallardo francés
de la pendencia?
ESCUDERO
Si es,
y es confaloner de Roma.
BERNARDO
¿No es Roldán?
ESCUDERO
Roldán es, cierto.
BERNARDO
Agora quiero proballo,
pues nadie podrá estorballo
en este solo desierto.
¡Qué pensativo que viene!
¿No parece que algo busca?
ESCUDERO
Todo el sentido le ofusca
amor que en el pecho tiene.
BERNARDO
¿Cómo lo sabes?
ESCUDERO
¿No viste
que la pendencia dejó
y tras la dama corrió
que allí se mostró tan triste?
BERNARDO
¡Ah Roldán, Roldánl
ROLDAN
¿Qüién llama?
BERNARDO .
Deciende acá y lo verás.
ROLDAN
¡Oh Angélical, ¿dónde estás?
ESCUDERO
¿Ves si le abrasa su llama?
ROLDAN
¿Qué me quieres, caballero?
BERNARDO
¿No me conoces?
ROLDAN
No, cierto.
ESCUDERO
Bien en lo que digo acierto:
él es de amor prisionero.
Haré yo una buena apuesta
que está puesto en tal abismo,
que no sabe de sí mismo.
BERNARDO
¿Hay cosa que iguale a ésta?
¿Qué, no me conoces?
ROLDAN
No.
241
BERNARDO
Pues yo te conozco a ti.
¿No eres Roldán?
ROLDAN
Creo que sí.
ESCUDERO
Mirad si lo digo yo.
En «creo» pone si es él;
(cuál le tiene amor esquivol
BERNARDO
El estar tan pensativo
nos muestra su mal cruel.
jAh Roldán, señor, señor!
ROLDAN
¿Habláis conmigo, por dicha?
BERNARDO
¡Esta sí que es gran desdicha!
ESCUDERO
Como desdicha de amor.
¡Extraño embelesamiento!
ROLDAN
¡Oh Angélica dulce y cara!
¿Adonde escondes la cara,
que es gloria de mi tormento?
El corazón se me quema,
¡oh Angélica, mi reposo!
Comedias.— T. II.
16
242
ESCUDERO
Deste sermón amoroso
esta Angélica es el tema.
Parece que está en ser
que puedes desafialle.
BERNARDO
Quisiera yo remedialle
si lo pudiera hacer.
Aparece Angélica, y va tras ella Roldán; pénese en la
tramoya y desaparece, y a la vuelta aparece la Mala
Fama vestida como diré, con una tunicela negra,
una trompeta negra en la mano, y alas negras y ca-
bellera negra.
ROLDAN
¿No es aquel mi cielo, cielos?
El es; pero ya se encubre;
pues cuando él se me descubre,
es por que me cubran duelos.
Tras ti voy, nueva Atalanta;
que, si quiere socorrerme
amor, puede aquí ponerme
mil alas en cada planta.
Mi sol, ¿do te transmontaste,
y qué sombra te sucede?
Más bien es que en noche quede
el que de tu luz privaste.
BERNARDO
De aventuras están llenas
estas selvas, según veo.
ESCUDERO
Viendo estoy lo que no creo.
BERNARDO
¡Calla!
ESCUDERO
No respiro apenas.
MALA FAMA
Detén el paso, senador romano,
y aun la intención pudieras detenella
si tras sí, en vuelo presuroso y vano, .
no la llevara Angélica la bella.
¿Mas tu consejo y proceder liviano
asi la entregas, que cebado en ella
quieres que quede, ¡oh grave desventura!,
tu clara fama para siempre obscura?
La Mala Fama ^y, que tiene cuenta
con las torpezas de excelentes hombres,
para entregallas a perpetua afrenta,
y a viva muerte sus subidos nombres.
Mi mano en este libro negro asienta,
borrando la altivez de sus renombres,
los hechos malos que en el tiempo hicieron,
cuando de amor la vana ley siguieron.
Aquí está el grande Alcides, no cortando
de la hidra Lernea las cabezas,
sino a los pies de Deyanira hilando,
con mujeriles paños y ternezas.
Está el rey Salomón; mas no juzgando
las diferencias faltas de certezas, _
sino dando ocasión por mil razones
que esté su salvación en opiniones.
Uno de aquel famoso triunvirato
aquí le tengo escrito y señalado
cuando, a su patria y a su honor ingrato,
cegó en la luz del rostro delicado.
En mitad de la pompa y aparato
del bélico furor, de miedo armado,
los ojos vuelve y ánimo a la nueva
Angélica egipciana que le lleva.
Es infinito el número que encierran
aquestas negras hojas de los hechos
de aquellos que su nombre y fama atierran
porque amor sujetó sus duros pechos;
y si tú quieres ser de los que yerran,
aunque están los renglones tan estrechos,
ancho lugar haré para quie escriba
tu nombre, y en infamia eterna viva.
Vuélvese la tramoya,
ROLDAN
Yo mudaré parecer,
a pesar de lo que quiero.
BERNARDO
¿Coriocéisme, caballero?
ROLDAN
¿Pues no os he de conocer?
Bien sé que sois español,
y que Bernardo os llamáis.
BERNARDO
Gracias a Dios que miráis
ya sin nublados el Solí
ROLDÁN
¿Habéis estado presente
al caso de admiración?
BERNARDO
Si he estado.
ROLDAN
¿Y no es gran razón
que yo vuelva diferente,
siendo una joya la honra
que no se puede estimar?
BERNARDO
Verdad es; mas por amar
no se adquiere la deshonra.
ROLDAN
No hay amador que no haga
mil disparates, si es fino;
mas ya que he cobrado el tino
y sanado de mi llaga,
mis pasos caminarán
por diferente sendero.
Entra Marfisa.
MARFISA
Bernardo, ¿no es el guerrero
este a quien llaman Roldán?
46
BERNARDO
El es. Mas ¿por qué lo dices?
MARFISA
Porque su fama me fuerza
a probar con él mi fuerza,
por que tú la solenices
y veas qué compañero
te ha dado en mí la fortuna.
ROLDAN
|No hay cual Angélica alguna
en todo nuestro hemisfero!
ESCUDERO
¡Por Dios, que se ha vuelto al tema!
ROLDAN
Falsa fué aquella visión,
y de nuevo el corazón
parece que se me quema.
Aparece otra vez Angélica, y huye a la tramoya, y
vuélvese, y aparece la Buena Fama vestida de blanco,
con una corona en la cabeza, alas pintadas de varias
colores y una trompeta,
¿Has tornado a amanecer,
sol mío? Pues ya te sigo.
ESCUDERO
Poco ha durado el amigo
en su honroso parecer.
MARFISA
Bernardo, ¿qué es lo que veo?
247
BERNARDO
Calla y escucha, y verás
misterios.
ESCUDERO
No digas más,
que quiere hablar, según creo.
BUENA FAMA
Pues temor de la infamia no ha podido
tus deseos volver a mejor parte,
vuélvalos el amor de ser tenido
en todo el orbe por segundo Marte.
En este libro de oro está esculpido,
como en mármol o en bronce, en esta parte,
tu nombre y el de aquellos esforzados
que dieron a las armas sus cuidados.
Aquí, con inmortal, alto trofeo,
notado tengo en la verdad que sigo
aquel gran caballero Macabeo,
guía del pueblo que de Dios fué amigo.
Casi a su lado el nombre escrito veo
de aquel batallador que fué enemigo
de la pereza infame, del que, en suma,
puso en igual balanza lanza y pluma.
Tengo otros mil que no puedo contarte,
porque el tiempo y lugar no lo concede,
y porque yo le tenga de avisarte
lo que mi voz con mis escritos puede.
Della verás y dellos levantarte
sobre el altura que aun al cielo excede,
si dejas de seguir del niño ciego
la blandura y regalo y dulce fuego.
Huye, Roldán, de Angélica, y advierte
que, en seguir la belleza que te inflama,
la vida pierdes, y granjeas la muerte,
perdiendo a mí, que soy la Buena Fama.
Deben estas razones convencerte,
pues Marte a nombre sin igual te llama,
amor a un abatido. En paz te queda,
y lo que te deseo te suceda.
Vuélvese la tramoya,
ROLDAN
Bien sé que de Malgesi
son todas estas visiones.
BERNARDO
Pues dime: ¿a qué te dispones?
MARFISA
De espanto no estoy en mí.
Mal dije; de admiración,
que espanto jamás le tuve.
ROLDAN
Corto de manos anduve
con una y otra visión;
si pedazos las hiciera,
no me dejaran confuso.
Mas volverán; que es su uso
asaltarme dondequiera.
Respondiendo, pues, Bernardo,
a lo que me preguntaste.
249
digo que no hay mar que baste
templar el fuego en que ardo.
Y quedaos en paz los dos,
porque ir de aquí me conviene.
MARFISA
¡Extremado brío tienel
BERNARDO
Dios vaya, Roldán, con vos.
MARFISA
Vilo, y no puedo creello;
tal es lo que visto habernos.
BERNARDO
Por el camino podremos
hacer discurso sobre ello.
ESCUDERO
¿En fin, vamos a París?
BERNARDO
¿Ya no te he dicho que sí?
MARFISA
Yo, a lo menos.
ESCUDERO
Por allí
hay camino, si advertís.
BERNARDO
Los caballos, ¿dónde están?
ESCUDERO
Aquí junto.
BERNARDO
Ve por ellos.
ESCUDERO
Allá subiréis con ellos.
MARFISA
¡Pensativo iba Roldánl
JORNADA TERCERA
Salen Lauso y Corinto, pastores.
LAUSO
En el silencio de la noche, cuando
ocupa el dulce sueño a los mortales,
la pobre cuenta de mis ricos males
ostoy al cielo y a mi Clori dando.
Y al tiempo cuando el Sol se va mostrando
por las rosadas puertas orientales,
con gemidos y acentos desiguales
voy la antigua querella renovando.
Y cuando el Sol de su estrellado asiento
derechos rayos a la tierra envía,
el llanto crece, y doblo los gemidos.
Vuelve la noche, y vuelvo al triste cuento,
y siempre hallo en mi mortal porfía
.al cielo sordo, a Clori sin oídos.
CORINTO
.¿Para qué tantas endechas?
Lauso amigo, déjalas;
pues mientras más dices, más,
siempre menos te aprovechas.
Yo tengo el corazón negro
252
por Clori y por sus desdenes;
mas, pues no me vienen bienes,
ya con los males me alegro.
Clori y la nueva pastora,
ajenas de nuestros males,
con voces claras e iguales,
venían cantando agora.
Al encuentro les salgamos
y ayudemos su canticio;
que’ tanto llorar es vicio,
si bien lo consideramos.
LAUSO
¿Viene Rústico con ellas?
CORINTO
No se les quita del lado.
LAUSO
|Ah pastor afortunado!
Ni quiero oillas, ni vellas.
CORINTO
Eso ya no puede ser,
que veslas, vienen allí;
canta por amor de mí.
LAUSO
Procúralas de entender.
Entra Clori cantando, y Rústico con ellas, y Angélica.
CLORI
¡Bien haya quien hizo
cadenitas, cadenas;
bien haya quien hizo
cadenas de amor!
]Bien haya el acero
de que se formaron,
y los que inventaron
amor verdadero!
jBien haya el dinero
de metal mejor;
bien haya quien hizo
cadenas de amor!
LAUSO
jBien haya el amante
que a tantos vaivenes,
iras y desdenes
firme está y constante!
Este se adelante
al rico mayor.
jBien haya quien hizo
cadenas de amor!
RÚSTICO
jOh, quién supiera cantar!
CORINTO
¿Qué, no lo sabes, pastor?
RÚSTICO
Ni contralto, ni tenor;
que estoy para reventar.
CORINTO
Mas ¿va que tienes agallas?
Muestra; abre bien la boca,
254
que esta cura a mí me toca;
abre más, si he de curallas.
Ven acá. ¡Mal hayas tú
y el padre que te engendróF
RÚSTICO
¿Pues qué culpa tengo yo?
CORINTO
¡Ofrézcote a Belcebúi
¿Y no has caído en la cuenta
de que tenías agallas?
RÚSTICO
¿Pues hay más sino sacallas?
CLORIS
Esta burla me contenta;
que, puesto que bien le quiero,,
que le burlen me da gusto.
CORINTO
Yo te sacaré, a tu gusto,
o cantor, o pregonero.
¿Tienes algún senojil? (1).
RÚSTICO
Una ligapierna tengo,
y buena.
CORINTQ
Ya me preven ge?
a hacerte cantor sutil.
(1) Cinta con que se ataba la media calza por debajo de la rodilfe-
Aquesta poco aprovecha;
que, para este menester,
izquierda tiene de ser,
que no vale la derecha.
¿Qué me darás, y te haré
cantor subido y notable?
RÚSTICO
En la paga no se hable,
que un novillo te daré.
La liga izquierda es aquesta;
tómala, y pon diligencia
en mostrar aquí tu ciencia.
CORINTO
Dios sabe cuánto me cuesta.
Mas con esta liga y lazo
saldré muy bien con mi intento.
RÚSTICO
Hacia esta parte las siento.
CORINTO»
Déjame atar; quita el brazo.
¿Con qué voz quieres quedar:
tiple, contralto o tenor?
RÚSTICO
Contrabajo es muy mejor.
CORINTO
Ese no te ha de faltar
mientras tratares conmigo.
Ten paciencia, sufre y calla;
ya se ha quebrado una agalla.
RÚSTICO
jQue me ahogas, enemigo!
CORINTO
Contralto quedas, sin duda,
que la voz lo manifiesta,
pues aun ahora está en muda;
a otro estirón que le dé,
estará como ha de estar.
RÚSTICO
Ladrón, ¿quiéresme ahogar?
CORINTO
No lo sé; mas probaré.
CLORIS
;¡Acaba; la burla baste!
RÚSTICO
|A mí semejantes burlas!
CORINTO
Rústico: ¿de mi te burlas,
que no me pagas y vaste?
jPues a fee que has de llevar
^comida y sobrecomida!
Todo, amigo, se comida
a ayudarme a este cantar:
-•«Corrido va el abad
,por el cañaveral.
257
Corrido va el abad,
corrido va y muy mohino,
porque, por su desatino,
cierto desastre le vino
que le hizo caminar
por el cañaveral.
Confiado en que es muy rico,
no ha caído en que es borrico;
y por aquesto me aplico
a decirle este cantar:
por el cañaveral.»
Aparece Reinaldos por la montaña.
LAUSO
La burla ha estado, a lo menos,
como al sujeto conviene.
ANGÉLICA
jOtra vez mi muerte viene!
¡Abrid, tierra, vuestros senos
y encerradme en ellos luego!
LAUSO
¿De qué, pastora, te espantas?
ANGÉLICA
¡A vosotras, tiernas plantas,
mi vida o mi muerte entrego!
Entrase Angélica huyendo,
CLORIS
Lauso, vámonos tras ella,
a ver qué -le ha sucedido.
Comedias.— T. II. 17
LAUSO
A tu voluntad rendido
estoy siempre, ingrata bella.
Bntranse todos, y quédase Corinto,
CORINTO
Quedar quiero, a ver quién es
este pensativo y bravo.
El ademán yo le alabo;
mas ¿si es paladín francés?
REINALDOS
o le falta al amor conocimiento,
o le sobra crueldad, o no es mi pena
igual a la ocasión que me condena
al género más duro de tormento.
Pero si amor es dios, es argumento
que nada ignora, y es razón muy buena
que un dios no sea cruel. Pues ¿quién ordena
el terrible dolor que adoro y siento?
Si digo que es Angélica, no acierto;
que tanto mal en tanto bien no cabe,
ni me viene del cielo esta ruina.
Presto habré de morir, que es lo más cierto;
que, al mal de quien la causa no se sabe,
milagro es acertar la medicina.
CORINTO
jTa, tal De amor viene herido;
bien tenemos que hacer.
REINALDOS
¿Qué, no quieres parecer,
joh bien!, por mi mal perdido?
¿Has visto, pastor, acaso,
por entre aquesta espesura,
un milagro de hermosura
por quien yo mil muertes paso?
¿Has visto unos ojos bellos
que dos estrellas semejan,
y unos cabellos que dejan,
por ser oro, ser cabellos?
¿Has visto, a dicha, una frente
como espaciosa ribera,
y una hilera y otra hilera
de ricas perlas de Oriente?
Dime si has visto una boca
que respira olor sabeo
y unos labios por quien creo
que el fino coral se apoca.
Di si has visto una garganta
que es coluna deste cielo,
y un blanco pecho de yelo,
do su fuego amor quebranta,
y unas manos que son hechas
a torno de marfil blanco,
y un compuesto que es el blanco
do amor despunta sus flechas.
CORINTO
¿Tiene, por dicha, señor,
ombligo aquesa quimera,
260
o pies de barro, como era •
la de aquel rey Donosor?
Porque, a decirte verdad,
no he visto en estas montañas
cosas tan ricas y extrañas
y de tanta calidad.
Y fuera muy fácil cosa,
si ellas por aquí anduvieran,
por invisibles que fueran,
verlas mi vista curiosa.
Que una espaciosa ribera,
dos estrellas y un tesoro
de cabellos, ¡qué sonoro!,
¿dónde esconderse pudiera?
Y el sabeo olor que dices,
¿no me llevara tras sí?
Porque en mi vida sentí
romadizo en mis narices.
Mas, en. fin, decirte quiero
lo que he hallado, y no ser terco.
REINALDOS
¿Qué son? Habla.
CORINTO
Tres pies de puerco
y unas manos de carnero.
REINALDOS
¡Oh hi de puta, bellaco!;
pues ¿con Reinaldos de burlas?
261
CORINTO
De mis donaires y burlas
siempre tales premios saco.
Entrase huyendo Corinio. Suena dentro esta voz de
Angélica:
jSocorredme, Reinaldos, que me matan!
(Mira que soy la sin ventura Angélica!
REINALDOS
La voz es ésta de mi amada diosa.
¿Adonde estás, tesoro de mi alma,
única al mundo en hermosura y gracia?
La triste barca del barquero horrendo
pasaré por hallarte, y al abismo,
cual nuevo Orfeo, bajaré llorando
y romperé las puertas de diamante.
ANGÉLICA
(Moriré si te tardas; date prisa!
REINALDOS
¿Qué camino he de hacer, amada mía?
¿Estás en las entrañas de la tierra,
o enciérrante estas peñas en su centro?
Doquier que estás te buscaré, viviendo,
o ya desnudo espíritu sin carne.
Salen dos sátiros que traen a Angélica como arras-
trando, con un cordel a la garganta.
ANGÉLICA
¡Socorredme, Reinaldos, que me matan!
REINALDOS
No corráis más; volved, ligeras plantas,
que no os va menos que la vida en esto.
jMiserable de mí! ¿Quién me detiene?
¿Quién mis pies ha clavado con la tierra?
¡Verdugos infernales, deteneos;
no añudéis el cordel a la garganta,
que es basa donde asienta y donde estriba
el cielo de hermosura sobrehumana!
¡Miserable de mí cien mil vegadas,
que no puedo moverme ni dar paso!
Canalla infame, ¿para qué os dais prisa
a acabar esa vida de mi vida,
a escurecer el Sol que alumbra el mundo?
¡Tate, traidores, que apretáis un cuello
adonde el amor forma tales voces,
que el mal desmenguan y la gloria aumentan
del venturoso que escucharlas puede!
¡Oh, que la ahogan! ¡Socorredla, cielos,
pues yo no puedo! ¡Oh sátiros lascivos!
¿Cómo tanta belleza no os ablanda?
Vanse los sátiros.
Ya dieron fin a su cruel empresa;
muerta queda mi vida, muerta queda
ia esperanza que en pie la sostenía.
Ahora os moveré, pies, sin provecho;
otra vez y otras mil soy miserable;
ahora, pies, me llevaréis do vea
la imagen de la muerte más hermosa
que vieron ni verán ojos humanos;
joh pies, al bien enfermos y al mal sanosi
Llégase Reinaldos a Angélica.
¿Es posible que ante mí
te mataron, dulce amiga?
¿Y es posible que se diga
que yo no te socorrí?
¿Qué es posible que la muerte
ha sido tan atrevida,
que acábó tu dulce vida
oon trance amargo y tan fuerte?
¿Y que mi ventura encierra
tanta desventura y duelo,
que hoy tengo de ver mi cielo
puesto debajo la tierra?
¿Qué antropófagos, qué escitas
contra ti se conjuraron,
y qué manos te acabaron
sacrilegas y malditas?
Sin duda, el infierno todo
fué en tan desdichada empresa;
que así lo afirma y confiesa
de tu muerte el triste modo.
Mas yo le moveré guerra,
si es que me alcanza la vida
en tu triste despedida
para vivir en la tierra.
¿Yo vivir? Démoste agora
sepultura, |oh ángel bello!,
y después me veré en ello
cuando se llegue la hora.
Será de azada esta daga,
que abrirá la estrecha fuesa,
y daráse en ello priesa,
porque ha de hacer otra llaga.
Brazo en valor sin segundo,
trabajad con entereza
para enterrar la riqueza
mayor que ha tenido el mundo.
Vuestro afán, y no mi celo,
parece que en esto yerra,
si he de sacar tanta tierra
que venga a dubrir el cielo.
La tierra te sea liviana,
extremo de la beldad
que crió en cualquier edad
la naturaleza humana.
El tesoro desentierra
el que halla algún tesoro;
mas yo sigo otro decoro,
que cubro el mió con tierra.
Esta parte es concluida;
otra falta, y concluiráse,
si bien el alma costase,
como ha de costar la vida.
Otra sepultura esquiva
abriréis, daga, en mi pecho,
con que daréis fin a un hecho
que por luengos siglos viva.
Mi cuerpo, mi dulce y bella,
quede en esta tierra dura
265
cual piedra de sepultura,
que dice quién yace en ella.
|Ea, cobarde francés,
morid con bríos ufanos,
pues no os ataron las manos
como os ligaron los piesl
Vase a dar Reinaldos con la daga; sale Malgesí en su
misma figura, y detiénele el brazo, diciendo:
No hagas tal, hermano amado;
porque, en este desconcierto,
antes que no verte muerto,
quiero verte enamorado.
Aquesa enterrada y muerta
no es Angélica la bella,
sino sombra o imagen della,
que su vista desconcierta.
Para volverte en tu ser
hice aquesta semejanza;
que el amor sin esperanza
no suele permanecer.
Mas pues es tal tu locura,
que aun sin ella perseveras,
mira, para que rio mueras,
vacía la sepultura.
REINALDOS
¿Qué estos sobresaltos das
al que tienes por hermano?
Hechicero, mal cristiano;
mas tú me lo pagarás.
266
Pues lo sabes, ¿por qué gustas
de tratarme deste modo?
MALGESÍ
Porque te extremas en todo
y a ningún medio te ajustas.
Ven, y pondréte en la mano
a Angélica, y no fingida.
REINALDOS
Seréte toda mi vida
humilde, obediente hermano.
Entranse todos.
Suena una trompeta bastarda ( 1 ) lejos, y entran
en el teatro Carlomagno y Galalón.
CARLOMAGNO
¿Qué trompeta es la que suena?
¿Si es acaso otra aventura
que nos ponga en desventura,
que la otra no fué buena?
Bien lo dijo Malgesí;
mas yo, incrédulo y cristiano,
tuve su aviso por vano,
y crédito no le di.
Otra vez suena. ¿No habrá
quien nos avise qué es esto?
GALALÓN
Yo te lo diré bien presto.
(1) Cuyo sonido es intermedio entre grave y agudo.
267
CARLOMAGNO
Mejor éste lo dirá.
Entra un paje.
PAJE
Por San Dionis han entrado
dos apuestos caballeros
que parecen forasteros,
pero de esfuerzo sobrado:
uno mayor y robusto,
otro mancebo y galán.
GALALÓN
é
¿Dónde llegan?
PAJE
Llegarán.
Mas miradlos, si os da gusto,
que veis do asoman allí.
Entran Marfisa y Bernardo a caballo.
CARLOMAGNO
i Bravo ademán y valientel
GALALÓN
¡Qué gran número de gente
que traen los dos tras de sil
CARLOMAGNO
Pondré yo que es desafio.
GALALÓN
El continente así muestra.
CARLOMAGNO
¿Dónde está agora la diestra
de Roldán?
GALALÓN
¡Ah, señor míol
¿Faltan en tu corte iguales
a Roldán?
CARLOMAGNO
Yo no lo sé.
Calla, que hablan.
GALALÓN
Si haré.
CARLOMAGNO
Si dijeras desiguales...
MARFISA
Escúchame, Carlomagno,
que yo hablaré como alcance
mi voz hasta tus orejas,
por más que estemos distantes
y denme también oídos
tus famosos doce Pares,
que yo les daré mis manos
cada y cuando que gustaren.
Una mujer soy que encierra
deseos en sí tan grandes,
que compiten con el cielo,
porque en la tierra no caben.
Soy más varón en las obras
que mujer en el semblante;
ciño espada y traigo escudo,
huygo a Venus, sigo a Marte;
poco me curo de Cristo;
*de Mahoma no hay hablarme;
es mi Dios mi brazo solo,
y mis obras, mis penates.
Fama quiero y honra busco,
no entre bailes ni cantares,
sino entre acerados petos,
entre lanzas y entre alfanjes.
Y es fama que las que vibran
y las que ciñen tus Pares
vuelan y cortan más que otras
regidas de brazos tales.
Por probar si esto es verdad,
vivos deseos me traen,
y a todos los desafío,
pero a singular certamen;
y para que no se afrenten
de una mujer que esto hace,
. mi nombre quiero decilles:
soy Marfisa, y esto baste.
BERNARDO
En el padrón de Merlín
va Marfisa a posentarse,
donde esperará tres días
el deseado combate;
y si tantos acudieren
que no puedan despacharse.
ella desde aqui me escoge
y elige por su ayudante.
Soy caballero español,
de prendas y de linaje,
y quizá el mismo deseo
de Marfisa aqui me trae.
Y entended que el desafío
ha de ser a todo trance,
porque grandes honras deben
comprarse a peligros grandes.
MARFISA
Decid que deje Roldán
amorosos disparates;
que con Venus y Cupido
se aviene mal el dios Marte.
Lo que el español ha dicho
lo confirmo, y porque es tarde
y el padrón no está muy cerca,
el Dios que adoráis os guarde.
CARLOMAGNO
¿Hay, por dicha, Galalón,
en París otros Roldanes?
¿Hay otro alguno que pueda
con Reinaldos igualarse?
Si los hay, ¿cómo han callado,
oyendo desafiarse?
¡Oh, mal hubieses, Angélica,
que tantos males me haces!
Colgados de tu hermosura
todos mis valientes traes;
271
solo han dejado a París,
solo por ir a buscarte.
GALALÓN
Mientras vive Galalón,
ninguno podrá agraviarte,
y mañana con las obras
haré mis dichos verdades.
Dame licencia, señor,
por que al punto vaya a armarme.
CARLOMAGNO
No hay para qué me la pida
quien es de los doce Pares.
Entranse y
Entran Perra guto y Roldán riñendo, con las espadas
desnudas,
ROLDAN
Tú le mataste, y fué alevosamente,
moro español, sin fe y sin Dios nacido.
FERRAGUTO
Tu falsa lengua como falso miente,
y mentirá mil veces, y ha mentido.
ROLDAN
¿No fué maldad echarle en la corriente
del río?
FERRAGUTO
Muy bien puede del vencido
hacer el vencedor lo que quisiere.
272
ROLDAN
De tu falso argüir eso se infiere.
No te retires, bárbaro arrogante,
que quiero castigar tu alevosía.
FERRAGUTO
Si me retiro, fanfarrón de Agíante;
el paso, sí; la voluntad no es mía.
Por Mahoma te juro, y Trivigante,
que no sé quién me impele y me desvía
de tu presencia, joh paladín gallardo!
ROLDAN
Con ésta acabarás, que ya me tardo.
Retírase Ferraguto, y" puesto en la tramoya, al tirarle
Rcldán una estocada, se vuelve la tramoya, y apa-
recen en ella Angélica y Roldán, echándose a los
pies della; al punto que se inclina se vuelve la tra-
moya, y aparece uno de los sátiros, y hállase Roldán
abrazado con sus pies,
ROLDAN
¿Qué milagros son éstos. Dios inmenso?
¿Es piedad del amor esta que veo?
Arrójome a tus pies, y en esto pienso
que satisfago en todo a mi deseo.
Coge, amada enemiga, el fruto y censo
que estos labios te dan, y por trofeo
ponga amor en su templo que un Orlando
está tus bellas plantas adorando.
De ámbar pensé, mas no es sino de azufre,
el olor que despiden estas plantas.
273
¿Adónde tanto engaño, amor, se sufre,
o quién puede formar visiones tantas?
Esta veré si esta estocada sufre.
Vuélvese la tramoya, y aparece Malgesí en su forma.
MALGESÍ
Primo, ¿qué, no te enmiendas ni te espantas?
ROLDAN
¡Oh Malgesíl Hazaña ha sido aquesta
que mi amor y tu ciencia manifiesta.
Mas dime: ¿de qué sirven tantas pruebas
para ver que estoy loco y que me pierdo,
sabiendo que el estilo que tú llevas
ni le cree ni le admite el hombre cuerdo?
MALGESÍ
Ven conmigo, Roldán; daréte nuevas
de tu bien por tu mal.
ROLDAN
¡Oh sabio acuerdol
Llévame, primo, en presuroso vuelo
deste infierno de ausencia a ver mi cielo.
MALGESÍ
Arrima las espaldas a esa caña,
los ojos cierra y de Jesús te olvida.
ROLDAN
Grave cosa me pides.
MALGESÍ
Date maña,
que importa a tu contento esta venida.
Comedias. —T. H. 18
274
ROLDAN
¿Estoy bien puesto?
MALGESÍ
Bien.
ROLDAN
Jesús me valga,
aunque jamás con esta empresa salga.
Vuélvese la tramoya con Roldán; salen Bernardo y
Marfisa, y suena dentro una trompeta,
BERNARDO
Trompeta y caballos siento,
y, según mi parecer,
paladín debe de ser
que viene al padrón contento
y seguro de alcanzar
de ti, Marfisa, el trofeo.
MARFISA
A pie viene, a lo que veo.
BERNARDO
¿Pues quién le hizo apear?
MARFISA
Lo que a nosotros. ¿No ves
que aquí caballo no llega?
BERNARDO
Sin duda es de la refriega;
que me parece francés.
Entra Galalón armado de peto y espaldar^
GALALÓN
Sálveos Dios, copia dichosa,
tan bella como valiente.
BERNARDO
Dios te salve y te contente.
MARFISA
[Salutación enfadosal
Sálveme mi brazo a mí,
y conténteme mi fuerza.
GALALÓN
Vuestro desafio me fuerza
^y mueve a venir aquí,
MARFISA
Dime si eres paladín.
GALALÓN
Paladín digo que soy. -
BERNARDO
¿Partiste de París hoy?
GALALÓN
Anoche.
BERNARDO
¿Pues a qué fin?
GALALÓN
No más de a ver si hay que ver
en ti y la bella Marfisa.
BERNARDO
Tú te has dado buena prisa.
GALALÓN
Conviene, porque hay que hacer.
MARFISA
¿Qué tienes que hacer?
GALALÓN
Venceros
y dar a París la vuelta.
BERNARDO
Si cual tienes lengua suelta
tienes agudos aceros,
bien saldrás con tu intención.
Mas dime: ¿cómo es tu nombre?
GALALÓN
Diréoslo, por que os asombre:
es mi nombre Galalón,
el gran señor de Manganza,
de los doce el escogido.
BERNARDO
Días ha que yo he sabido
que eres una buena lanza,
un crisol de la verdad,
un abismo de elocuencia,
un imposible de ciencia,
un archivo de lealtad.
MARFISA
Contra la razón te pones,
Bernardo, porque la fama
por todo el mundo derrama
que éste es saco de traiciones,
y aun enemigo mortal
de todos los paladines,
malsín sobre los malsines,
mentiroso y desleal,
y, sobre todo, cobarde.
GALALÓN
A la prueba me remito,
y vengamos al conflito,
que se va haciendo tarde.
Empero si queréis iros
sin comenzar esta empresa,
yo os juro y hago promesa
de eternamente serviros
y de no desenvainar
en contra vuestra mi espada.
BERNARDO
Promesa calificada
y muy digna de estimar.
MARFISA
Dame la mano, que quiero
aceptarte por amigo.
GALALÓN
Doila, porque siempre sigo
proceder de caballero.
¡Cuerpo de quien me parió,
que los huesos me quebrantas!
MARFISA
¿Pues desto poco te espantas?
GALALÓN
De menos me espanto yo.
De modo vas apretando,
que se acerca ya mi fin.
BERNARDO
¿Un famoso paladín
ansi se ha de estar quejando
porque le dé una doncella
la mane con gran favor?
GALALÓN
¿Esta es doncella? Es furor,
es rayo que me atropella,
es de mi vida el contraste,
pues que ya me la ha quitado.
MARFISA
jPor Dios, que se ha desmayadol
BERNARDO
¿Cómo, y tanto le apretaste?
MARFISA
La mano le hice pedazos.
BERNARDO
jOh desdichado francés!
MARFISA
Quitarle quiero el arnés,
pues viene sin guardabrazos,
y ponerle por trofeo
colgado de alguna rama,
con un mote que su fama
descubra, como deseo.
Pero fáltanme instrumentos
con que ponello en efecto.
Malgesí dice de dentro:
No faltarán, te prometo,
pues sé tus buenos intentos.
Esos ministros que envío
cumplirán tu voluntad.
BERNARDO
|Oh que extraña novedadi
M AREIS A
¿Quién sabe el intento mío?
Los versos dicen lo mismo
que imaginé en mi intención.
¿Si llevan a Galalón
estos diablos al abismo?
GALALÓN
Ya yo entiendo que aquí andas;
a ti digo, Malgesí.
Di: ¿no hallaste para mí
otro coche ni otras andas?
Llévanle los sátiros en brazos a Galalón
MARFISA
Di cómo dice el trofeo;
quizá yo no lo he entendido.
BERNARDO
Agudo está y escogido.
MARFISA
Léelo en voz.
BERNARDO
En voz lo leo.
«Estar tan limpio y terso aqueste acero^
con la entereza que por todo alcanza,
nos dice que es, y es dicho verdadero
del señor de la casa de Maganza.»
Estas selvas está cierto
que están llenas de aventuras.
MARFISA
Quedado habernos a escuras,
por el sol que se ha encubierto;
y entretanto que él visita
los antípodas de abajo,
demos al sueño el trabajo
que el reposo solicita.
A esta parte dormiré;
tú, Bernardo, duerme a aquélla,,
hasta que salga la estrella
que a Febo guarda la fe.
Y si en aquestos tres días
no vinieren paladines,
buscaremos otros fines
de más altas bizarrías.
BERNARDO
Bien dices; aunque el sosiego
. pocas veces le procuro.
281
con todo, a este peñón duro
el sueño y cabeza entrego.
Echase a dormir.
Sale por lo hueco del teatro Castilla con un león en
la una mano y en la otra un castilla.
CASTILLA
¿Duermes, Bernardo amigo,
y aun de pesado sueño,
como el que de cuidados no procede?
¿Huyes de ser testigo
de que un extraño dueño
tu amada patria sin razón herede?
¿Esto sufrirse puede?
Advierte que tu tío,
contra todo derecho,
forma en el casto pecho
una opinión, un miedo, un desvario
que le mueve a hacer cosa
ingrata a ti, infame a mí, y dañosa.
Quiere entregarme a Francia,
temeroso que, él muerto,
en mis despojos no se entregue el moro,
y está en esta ignorancia
de mi valor incierto
y dese tuyo sin igual que adoro.
No mira que el decoro
de animosa y valiente,
sin cansancio o desmayo,
que me infundió Pelayo,
he guardado en mi pecho eternamente.
y he de guardar contino,
sin que pavor le tuerza su camino.
Ven, y con tu presencia
.infundirás un nuevo
corazón en los pechos desmayados;
curarás la dolencia
del rey, que, ciego al cebo
de pensamientos en temor fundados,
sigue vanos cuidados,
tan en deshonra mía,
que, si tú no me acorres
y luego me socorres,
huiré la luz del Sol, huiré del día,
y en noche eterna obscura
lloraré sin cesar mi desventura.
Por oculto camino
del centro de la tierra
te llevaré, Bernardo, al patrio suelo.
Ven luego, que el destino
propicio tuyo encierra
en tu brazo tu honra y mi consuelo.
Ven, que el benigno cielo
a tu favor se inclina.
Llevaré a tu escudero
por el mismo sendero.
Y tú, sin par, que aspiras a divina,
procura otras empresas,
que es poco lo que en éstas interesas
Nadie en esta querella
batallará contigo,
que tras sí se les lleva la hermosura
283
de Angélica la bella,
común fiero enemigo
de los que en esto ponen su ventura
Y está cierta y segura
que dentro en pocos años
verás extrañas cosas,
amargas y gustosas,
engaños falsos, ciertos desengaños.
Y en tanto, en paz te queda,
y así cual lo deseo te suceda.
Entrase Castilla con Bernardo por lo hueco del teatro,
MARFISA
Selvas de encantos llenas,
¿qué es aquesto que veo?
¿Qué figuras son éstas que se ofrecen?
¿Son malas, o son buenas?
Entre creo y no creo
me tienen estas sombras que parecen;
admiraciones crecen
en mí, no ningún miedo.
Lleváronme a Bernardo,
y aquí sin causa aguardo.
Ir quiero a do mostrar mi esfuerzo puedo.
Vuelto me he en un instante;
derecha voy aí campo de Agramante.
CorintOf pastor, y Angélica como pastora,
CORINTO
Digo que te llevaré
si fuese a cabo del mundo.
284
ANGÉLICA
En tu valor sin segundo
sé bien que bien me fié.
CORINTO
Háya guelte (1), y tú verás
si te llevo do quisieres.
ANGÉLICA
Mira tú cuánto pudieres,
que eso mismo gastarás;
que tengo joyas que son
de valor y parecer.
CORINTO
¿Y adonde se ha de vender?
ANGÉLICA
Ahí está la confusión.
CORINTO
No reparar en el precio;
que, cuando hay necesidad,
es punto de habilidad
dar la cosa a menos precio.
Y más, que todo lo allana
un buen ingenio cursado.
¿Y cuándo has determinado
que partamos?
ANGÉLICA
Yo, mañana.
(1) Dinero*
285
CORINTO
Daremos de aquí en Marsella,
y allí nos embarcaremos,
y el camino tomaremos
para España, rica y bella.
Y en saliendo del estrecho,
tomar el rumbo a esta mano
por el mar profundo y cano
que tantas burlas me ha hecho.
Digo que si naves hay
y en el viento no hay reveses,
en menos de trece meses
yo te pondré en el Catay (1).
¿Quieres más?
ANGÉLICA
Eso me basta,
si así lo ordenase el cielo.
CORINTO
Aunque me ves deste pelo,
soy marinero en de casta,
y nado como un atún,
y descubro como un lince,
y trabajo más que quince,
y más que veinte, y aun.
Pues en el guardar secreto
haz cuenta que mudo soy.
¿Quieres que nos vamos hoy?
Entra Reinaldos.
<1) Chiiu.
ANGÉLICA
i Oh nuevo y terrible aprieto l
Si éste me conoce, ' es cierta
mi muerte y mi sepultura.
CORINTO
Pues encubre tu hermosura,
si es que puede estar cubierta,
Pero dime: ¿qué éste es
el francés del otro día?
¡Adiós, pastoraza mía,
que está mi vida en mis piesl
Huye Corinto.
ANGÉLICA
No es acertado esperalle;
muy mejor será huir.
REINALDOS
¿Sabrásme, amiga, decir
de un rostro, donaire y talle
que es, más que humano, divino?
Alza el rostro. ¿A qué te encubres,
que parece que descubres
un no sé qué peregrino?
Alza a ver. ¡Oh santos cielosl
¿Qué es esto que ven mis ojos?
¡Oh gloria de mis enojos,
oh quietud de mis recelos!
¿Quién os puso en este traje?
¿Huisos? Pues, ¡vive Dios!,
ingrata, que he de ir tras vos
287
hasta que al infierno baje
o hasta que al cielo me encumbre,
si allá os pensáis esconder;
que el tino no he de perder,
pues va delante tal lumbre.
Corre Angélica y entra por una puerta, y Reinaldos
tras ella, y, al salir por otra, haya entrado Roldán,
y encuentra con ella,
ANGÉLICA
De mi dolor conmovido,
te ha puesto el cielo en mis brazos.
REINALDOS
Suelta, que te haré pedazos,
amante descomedido;
suelta, digo; considera
la grosería que haces.
ROLDÁN
¿Para qué turbas mis paces,
sombra despiadada y fiera?
¿No ves que esta prenda es mía
de razón y de derecho?
REINALDOS
¡Por Dios, que te pase el pechol
ANGÉLICA
¡Suerte airada, estrella impíal
REINALDOS
¿Fiaste en ser encantado,
que no quieres defenderte?
2^8
ROLDAN
No fio sino en tenerte
por un simple enamorado.
REINALDOS
jMataréte, vive el cielol
ROLDAN
Si puedes, luego me acaba,
REINALDOS
¿Hay desvergüenza tan brava?
ROLDAN
¿Hay tan necio y simple celo?
ANGÉLICA
¿Hay hembra tan sin ventura
como yo? Dúdolo, cierto.
¡Suelta, cruel, que me has muerto
a manos de tu locura!
REINALDOS
¡Suéltala, digol
ROLDAN
jNo quiero!
REINALDOS
¡Defiéndete, pues!
ROLDAN
|Ni aquesol
REINALDOS
¡Loco estás!
ROLDAN
289
Yo lo confieso,
aunque de estar cuerdo espero.
ANGÉLICA
Divididme en dos pedazos,
y repartid por mitad.
ROLDAN
No parto yo la beldad
que tengo puesta en mis brazos
REINALDOS
Dejarla tienes entera,
o la vida en estas manos.
ANGÉLICA
|Oh hambrientos lobos tiranos,
cuál tenéis esta corderal
El cielo se viene abajo,
de mi angustia condolido.
ROLDAN
¡Oh salteador atrevido,
cuán sin fruto es tu trabajol
Descuélgase la nube y cubre a todos tres, que se escon-
den por lo hueco del teatro, y salen luego el empera-
dor Carlomagno y Galalón, la mano en una ban-
da, lastimada cuando se la apretó Mari isa.
CARLOMAGNO
¿Qué, vencistes a Marfisa?
Comedias.— T. II.
19
GALALÓN
Llegué y vencí todo junto,
porque yo no pierdo punto
si acaso importa la prisa.
Maltratóme aquesta mano
de un bravo golpe de espada,
de que quedó magullada,
porque fué el golpe de llano.
CARLOMAGNO
¿Qué se hizo el español?
GALALÓN
Como vió en mí a toda Francia,
se deshizo su arrogancia
como las nubes al Sol.
También le dejé vencido.
CARLOMAGNO
¡Brava hazaña, Galalón!
GALALÓN
Hazaña de un corazón
que es de ti favorecido.
CARLOMAGNO
¿Quién es éste?
GALALÓN
Malgesí.
CARLOMAGNO
¡Oh! ¡A qué buen tiempo que viene!
291
Parece que se detiene.
¿Viene armado?
GALALÓN
Creo que sí.
Entra Malgesí con el escudo de Galalón, donde vienen
escritos los cuatro versos de antes.
CARLOMAGNO
Extraña armadura es ésta,
¡oh Malgesíl, caro amigo.
GALALÓN
La ciencia deste enemigo
honra y vida y más me cuesta.
MALGESÍ
Señor, pues sabéis leer,
leed aquesta escritura.
GALALÓN
Mi cobardía se apura
si más quiero aquí atender.
Irme quiero a, procurar
venganza deste embaidor.
Entra Galalón.
MALGESÍ
Después os diré, señor,
. cosas que os han de admirar.
* CARLOMAGNO
¿Adonde queda Roldán,
y adónde queda Reinaldos?
292
MALGESÍ
Sacro emperador, miraldos
de la manera que están.
Vuelven a salir Roldán, Reinaldos y Angélica, de la
misma manera como se entraron cuando les cubrió
la nube.
REINALDOS
Mi trabajo doy al viento,
por más que mi fuerza empleo.
ROLDAN
Reinaldos, no soy Anteo,
que me ha de faltar aliento.
ANGÉLICA
(Cobardes como arrogantes,
de tal modo me tratáis,
que no es posible seáis
ni caballeros ni amantesi
MALGESÍ
Vuelve la vista, emperador supremo;
verás el genio de París rompiendo
los aires y las nubes, paraninfo
despachado del cielo en favor tuyo.
CARLOMAGNO
(Hermosa vista y novedad es ésta!
Aparece un. ángel en una nube volante.
ÁNGEL
Préstame, Cario, atento y grato oído,
y escucha del divino acuerdo cuanto
293
tiene en tu daño y gusto estatuido
allá en las aulas del alcázar santo.
Presto estos campos con marcial ruido
retumbarán, y con horror y espanto
volverá las espaldas la cristiana
a la gente agarena y africana.
En honor de Macón y Trivigante,
con torcida y errada fantasía,
viste las duras armas Agramante
y deja Ferragut a Andalucía,
Rodamonte feroz viene delante;
sus fuertes moros Zaragoza envía,
con Marsilio, su rey, y el rey Sobrino,
tan prudente, que casi es adivino. ‘
Queda Libia desierta, sin un moro;
de Africa quedan solas las mezquitas,
y todos a una voz tus lirios de oro
afrentan con palabras inauditas.
Mas tú, guardando el sin igual decoro
que guardas en empresas exquisitas,
sal al encuentro luego a esta canalla,
puesto que perderás en la batalla.
Pero después la poderosa mano
ayudarte de modo determina,
que del moro español y el afric^o
seas el miedo y la total ruina.
Vuelvo con esto al trono soberano,
a ver si en tu favor se determina
de nuevo alguna cosa, y en. un punto
tendrás mi vista y el aviso junto,
Vase,
Í^ARLOMAGNO
iGracias te doy, Dios inmenso,
por el aviso y merced!
ROLDAN
Pues ella cayó en mi red,
gozalla, sin duda, pienso.
REINALDOS
¿Todavía estás en eso?
ROLDAN
¿Y tú en eso todavía?
CARLOMAGNO
De vuestra loca porfía
he de sacar buen suceso,
y ha de ser desta manera:
aquesta dama llevad
y al momento la entregad
al gran duque de Baviera,
y el que más daño hiciere
en el contrario escuadrón,
llevará por galardón
la prenda que tanto quiere.
ROLDAN
Soy contento.
REINALDOS
Soy contento.
ROLDAN
(Morirán luego a mis manos
andaluces y africanos!
MALGESÍ
¡Vano saldrá vuestro intento!
ROLDAN
¡Despedazaré a Agramante
y a su ejército en un punto!
Cuéntenle ya por difunto.
MALGESÍ
No te alargues, arrogante,
que Dios dispone otra cosa,
como en efecto verás.
ROLDAN
¡Oh Agramante! ¿Dónde estás?
REINALDOS
¡Por mía cuento esta diosa!
Cuando con victoria vuelvas,
crecerá tu gusto y fama,
que por ahora nos llama
fin suspenso a nuestras selvas.
Suenan chirimías, y dase fin a la comedia.
INDICE DEL TOMO SEGUNDO
Páginas-
El gallardo español
Jornada - 7
Segunda jornada 59
Tercera jornada 109
La casa de los celos
Jornada primera 163
Jornada segunda 206
Jornada tercera 251
Nuevas obras CALPE
mmm Hiim y mm
Han aparecido cinco libros interesantísimos
y trascendentales:
PEQUEÑA HISTORIA DE LA GRAN GUE-
RRA, de H. Vast, — Descripción y recopila-
ción minuciosa y exacta de la enorme trage-
dia europea. 300 páginas. 19 mapas.- — Cinco
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LAS CONSECUENCIAS ECONOMICAS DE
LA PAZ. — J, M. KeyneSf profesor de Cam-
bridge y miembro que fué de la Conferencia
de la Paz, estudia profundamente la situa-
ción económica de Europa después de la gue-
rra. 264 páginas. — Diez pesetas.
Tres obras sobre Rusia:
LA REPUBLICA RUSA
por el Coronel Malone (3 ptas.).
EL BOLCHEVISMO EN ACCION
por W, T. Goode (3 ptas.).
RUSIA EN LAS TINIEBLAS
por Wells (4 ptas.).
Quien quiera conocer a fondo el problema
de la revolución rusa y sus probables conse-
cuencias para Europa, debe leer estas tres
obras, documentadísimas y de poderoso interés
dramático.
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Las obras de éxito indiscutible de la litera-
tura universal contemporánea forman, escru-
pulosamente traducidas a nuestro idioma, este
grupo de publicaciones CALPE. Es necesario
poseerlas para seguir el movimiento literario
de nuestros días en todos los pueblos cultos.
He aquí las primeras obras de esta serie:
FKANCIA. — Anthinea, de Maurrás; La coli-
na INSPIRADA, Amore et dolori sacrum. El
VIAJE DE Esparta y Los desarraigados, de
Barrés; PoR EL camino de Swann y A la
SOMBRA DE LAS MUCHACHAS EN FLOR, de
Proust; Laura, de Clermont; Cressida, de
Suarés; El cabaret, de Amoux; La es-
cuela DE los indiferentes, SiMON el PATE-
TICO y Lecturas para una sombra, de
raudoux; El rosario al sol, de Francis
Jammes; Obras escogidas, de Peguy; Fer-
mina Márquez, de Larband,
INGLATERRA.— La vuelta al hogar. Lejos
DE LA LOCA MULTITUD, LA MANO DE ETHEL-
berta. Los woodlanders y El bien amado,
de Hardy; El caso de Ricardo Meynell y
Roberto Elsmere, de Word; Los hijos del
Ghetto y El manto de Elias, de Zangwill.
ALEMANIA. — El subdito, Diana, Minerva,
Venus y Los pobres, de Enrique Mann; La
MUERTE EN Venecia, de Tomás Mann.
PORTUGAL. — La alegría, el dolor y la gra-
cia, de Coimbra.
ESPAÑA. — Tres novelas ejemplares y un
PROLOGO, de Unamuno.
RUSIA. — El JARDIN DE LOS CEREZOS, de Che-
jov; El diácono de Santa Sofía y El espí-
ritu DE LAS TIERRAS NEGRAS, de Siviniakof ;
Historia de una bomba, de Strugi-Andrei.
ITALIA. — Tres dramas, de Giacomo; Los de-
VORADORES, de Annie Vivanti; Eva moder-
na y La mujer y el amor, de Sighele.
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VI. — Alternadores 3,50
VII. — Motores de corriente alternativa. ... 3
VIII. — Transformadores y convertidores. ... . 3,50
IX. — Devanados 4
X. — Reóstatos industriales 3,50
XI. — Acumuladores 3
XII. — ^Averías en las máquinas eléctricas. . 3
XIII. — Líneas eléctricas 3,50
XIV. — Transporte y distribución de la energía
eléctrica 3
XV. — Pararrayos 3,50
XVI. — Centrales eléctricas 3,50
XVII. — Contadores de electricidad 3
XVIII. — Mediciones de laboratorio 3,50
XIX. — Mediciones eléctricas de taller 3
XX. — Instalaciones eléctricas 3
XXI. — Electroquímica 3
XXII. — Galvanoplastia y galvanostogia 3
XXIII. — Electrometalurgia 3
XXIV. — Lámparas eléctricas 3
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— — a julio de 1921 contienen obras de
LOPE DE VEGA, KANT, GOLDSMITH, LA ROCHEFOU-
CAULD, ORTEGA MUNILLA, PROSPERO MERIMEE. STE-
VENSON STENDHAL, GOETHE. MACHADO. CERVAN-
TES, ANDREIEV, CASTELLO-BRANCO, CICERON, VILLA-
LON, KOROLENKO. ESTEBANEZ CALDERON, LEIBNITZ,
PLUTARCO, ABATE PREVOST, RUIZ DE ALARCON. VE-
LEZ DE GUEVARA. GEORGE ELIOT, KUPRIN, COELHO,
Mmb. STAEL, TIRSO DE MOLINA, MUSSET. CLARÍN,
STERNB. JULIO CESAR, CHEJOV, GARCILASO, TACITO.
ABOUT, BEAUMARCHAIS. S A N D E A U, LAMARTINE,
D’AZEGLIO. DANTE. HERCZEG, AUSTEN, FLAUBERT.
PENBLON, GORKI, MORETO. FILMER, NODIER. VERGA,
ARNOLD, G. DELEDDA, HAUFF, VOLTAIRE, THACKE-
RAY. GK)LDONI. VICTOR HUGO. TORRES VILLAKROEL,
DOZY, TEIXEIRA DE QUEHIOZ, MONTESQUIEU, VIGNY,
BALZAC, TAINE, EUGENIO D’ORS, MOLIERE. GOMEZ
CARRILLO. CHMELEY. FOSCOLO. KOBOR, WEBSTER.
HBINB, D’AUREVILLY. DAUDET. F. DE ROJAS. GAS-
KBLL, ECKBRMANN. N. GARIN. D'ALEMBERT, SHAKE-
SPEARE. CHERBULIEZ, fXXlAZZARO. OSCAR WH^DE,
TILLIER. APULEYO y SCHILLER
OAI.RE
CJornpañía Anónima de Librería, Publicaciones y Ediciones.
MADRID SAN MATEO, 13