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HARVARD COLLEGE LIBRARY
SOUTH AMERICAN COLLECTION
THE GIFT OF ARCHIBALD CAHV COOLIDGE, '87
AND CLARENCE LEONARD HAY, '08
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CORRESPONDENCIA GENERAL
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LIBERTADOR
SIMÓN BOLIVAE
ENRIQUECIDA CON LA INSERCIÓN DE LOS MANI-
FIESTOS, MENSAGES, EXPOSICIONES,
PROCLAMAS, á. A.
PUBLICADOS POK El HÉROE C0LOI6IAN0 DESDE 1810 HASTA 1830
(PBSCKDB A KBTA OOLIOOION UfTERSBANTB LA TIDA DE BOLÍTAE.)
TOMO SEGUNDO.
NEW YORK:
EN LA IMPRENTA DE EDUARDO O. JENKINS,
20 NORTH WILLIAM STREET.
1875.
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Hur-vírrí rn'»eee Llbrary
ArchfUa'cl Cfirv C^Ollüg*
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Apni 7, I9Ú9.
Bntered, toooidlng to Act of Congrees, in fhe year 1971, by
BDWABD O. JENKINS,
In fhe Office of tfae librarían of CknQgreBS at Washington.
LA VIDA DE
bolívar.
LIBiaTAOOB DE COLOMBIA T DIL PIRÚ, PADBl T FÜITDÁDOB
DB BOLITIA.
SSORTTA OÜIBAOOSAMENTE, OON PRESENCIA DE DOOUMEirrOS AVTtSTl*
OOB T MUOHOB INÉDITOS, DB GRANDE INTERÉS,
roB
FELIPE LABRAzIbAL,
CüASDO todo lo débil y todo lo peqnefio de nuestra edad: las
pasiones, los intereses y las yanidades hayan desaparecido, y solo queden
los grandes hecbos y los grandes hombres, entonces el nombre de
BoLÍYAB se pronunciará con orgullo en Venezuela y en el mundo con
ireneraoion*
(FiAlAbraa del 8r. Zba en el diBoniso de instalación del Begondo
Congreso de Venemola, en Goayana, el 15 de Febrero de 1819.)
lííDICE
DE LAS MATERIAS OONTENmAS EN ESTE SEGUNDO
VOLUMEN.
PágtiUL
Capítulo zzzi — 1820^— Prepara Fernando Vil en Oádix una expedición
contra la América del Sur — ^Re^olucion de Riego — Ideas del Libertador
sobre este fausto suceso— Viaje de Bolívar á Bogotá — El Congreso de
Angostura termina sus sesiones — Proclama de Bolívar en Bogotá —
Certamen literario sostenido en honra de Bolívar — Este va á tomar el
mando del ejército del Norte— Desembarco de Montilla en Rio del
Hacha — Sublevación de los irlandeses — Actitud militar de Morillo^
Esperanzas del Libertador — El 19 de Abril en San Criatóbal — ^Morillo
jura la Constitución en Caracas — Comisionados que envia á Angostura
y Cúouta — Carta del Libertador al General Soublette — Respuesta á
las proposiciones de Morillo^Enérgica contestación del Libertador al
Gobernador de Cartagena. U
Capítulo xxzn — 1820 — Explica el Libertador un pasage de su discurso en
Angostura censurado por D. Guillermo AVhite — Esfuerzo de Zea para
restaurar el descaecido crédito de Colombia — ^Su proyecto presentado
al duque de Frías — ^Proposición de Clay en la Cámara de representan-
tes de los Estados Unidos de la Union Americana — Armamento com-
prado por el General Sucre en las Antillas — Comunicación del Liber-
tador al General Morillo sobre " Armisticio*' — ^Tratados de armisticio
y de regularizacion de la guerra — ^Festejo militar en Santa Ana — De-
fensa del armisticio — Moiíllo entrega el mando á Latorre y se embarca
para Cádiz — Su proclama de despedida — El Libertador ya á Barínas
y regresa á San Cristóbal con ánimo de marchar al Sur 4]
Capítulo xxxiu — 1821 — El Libertador encarga á Sucre del mando del
ejército del Sur — Recibe oficio de Latorre y de los comisionados
que llegaron de España — Contestación de estos oficios — Comisión
de Revenga y Echeverría — Carta de Bolívar á Fernando YII —
Revolución de Maracáibo — Reclamos de Latorre — ^Respuesta del Li-
bertador—Cesación del armisticio — Motivo para ello— Muerte de
Roscio y Azuela — Naríño Vicepresidente de Colombia — ^Listaladon
del Congreso de Cúcuta — ^Renuncia el libertador la presidencia— El
6 índice.
Congreso no admite la renuncia — El libertador abre la campaña —
Proclama á los españoles, á los pueblos de Colombia j al Ejército
Libertador 66
Capítulo zzxiy — 1821 — La creciente extraordinaria de un rio detiene al
Libe.*tador en Yuca — Donación qae hace desde Guanare de sus sueldos
en beneficio público— Establece su cuartel general en San Cárlos^-
Manda en persona la batalla de Carabobo — ^Decreto del Congpreso con
motiyo del triunfo obtenido en aquella gran jomada — El Libertador
sigue para Caracas — Hace capitular á Pereira — Vuelve á Valencia —
Reorganiza el ejército — ^Estrecha el sitio de Puerto Cabello y Tiene
otra vez á Caracas — Arreglo provisional — Carta á Gual — Emprende
el Libertador la.campaña del Sur — ^Va á Maracáibo — ^Notable reapuesta
á Gual que le llamara 4 Cúcuta — Gratitud del Libertador á la amistad
de D. FVancisco Iturbe 81
Capítulo zzxv — 1821 — Elecciones de Presidente y Vicepresidente de
Colombia — Juramento de Bolívar para encargarse de la suprema ma-
gistratura— ^Discurso del Libertador y del Presidente del Congreso —
El Libertador firma la constitución y la presenta á los pueblos — Juicio
crítico de un concepto de Baralt en su Historia de Venezuela — Res-
puesta á las ofensas de las gacetas españolas 97
Capítulo xxxn — ^De 1821 á 1822 — El Libertador desiste de la expedición
á Portobello y emprende la guerra del Sur — ^Ministros que envió á
Méjico y á las repúblicas del Sur — Carta del Emperador Iturbidfr—
Expulsión de nuestros enviados de la Corte de España — ^Rendicion de
Cartagena — aldeas del Libertador sobre el itsmo de Panamá — Últimos
actos de Bolívar en Bogotá — Su proclama de Cali — Nuevo Capitán
General español en Quito— Campaña de Pasto — Acción de Bombona —
Capitulación de D. Basilio Garcia — ^Proclama del Libertador ¿ loe
colombianos 108
Capítulo xxxvu — 1822 — ^Propone el Presidente Monroe y acuerda el Con-
greso americano el reconocimiento de la independencia de Colombia —
Reclamo del Ministro español — Bella nota del Señor Zea á los gabinetes
de Europa — El Libertador organizó la provincia de los Pastos — Su
carta al Obispo de Popayan — Marcha para Quito— Su entrada en esta
capital — Carta á la Municipalidad — Organiza el Libertador el Depar-
tamento del Ecuador 188
Capítulo xxxvm — 1822 — Sucinta relación de los hechos posteriores á la
independencia de Guayaquil precedentes á la incorporación de esta
provincia á Colombia — Entrada del Libertador en Guayaquil — Su pro-
clama á los guayaquileños — ^Toma el mando político y militar de la
provincia 148
Capítulo xzzix — 1822 — San Martin en Guayaquil — Entrevista con el Li-
bertador— Sucesos consiguientes — Juicio sobre el Protector del Perú —
Paralelo entre Bolívar y San Martin 151
índice. 7
CikPÍTOLO XL — ^Fin de 1822 — Carta del Libertador al Marques del Toro —
Desprendimiento de Bolívar — Su juicio sobre el imperio de Iturbide —
Gnayaqnil se adhiere á Colombia — Insurrección de Pasto^Sucre der^
rota á los Pastusos y ocupa la capital — Enérgica expresión del Liber-
tador en favor del sostenimiento de la ley íundameaíal de Colombia.... 167
Capítulo xu — 1828~Medida8 tomadas por el Libertador en Pasto— Mar-
cha á Quito y Gnayaqnil — El gobierno del Perú devuelre la expedición
auxiliar — ^Bolívar hace grandes arrestos militares — Breve relación de
las ocurrencias del Perú desde 1809 hasta este año 177
Capítulo xlh — 1823 — El Libertador envía nuevos auxilios al Perú — Comi-
ñon del gobierno peruano cerca del Libwtador — Su respuesta — ^Prepara
una segada expedición — ^Dificultades que tuvo que superar — Nueva
comisión del gobierno del Perú instando al Libertador que fuera á
mandar el ejército — ^El Congreso peruano dá gracias á Bolívar y le
pide que pase al Perú — El Libertador nombra al General Sucre Minis-
tro plenipotenciario cerca del gobierno de Lima — Ideas del Libertador
sobre las operaciones de la guerra en el Perú — Sucesos de Pasto — Bolí-
var triunfa en Ibarra de los facciosos — ^Vuelve á Guayaquil y recibe
otra nueva comisión del Congreso del Perú — Su respuesta al Señor
Olmedo — ^Llega el permiso del Congreso de Colombia y el Libertador
parte para el Callao. 191
Capítulo xun — 1828 — Situación del Perú cuando el Libertador llegó al
OaUao — Decretos del Congreso— Discursos del Libertador — Sus prime-
ras occupaciones en Lima— Marcha contra Riva- Agüero— Prisión de
este y pacificación de Trujillo— Organización del ejército peruano —
Dificultades — ^Escuadrilla española en las aguas del Pacífico— -El Liber-
tador pide auxilios á Colombia — ^Angustiosa situación de aquel al con-
cluir el año de 1828 207
Capítulo xuv — 1824 — El Libertador en Pativilca — Su respuesta al Señor
Mosquera — Palabras imprudentes de los diputados de Quito en el Con-
greso— ^Renuncia el Libertador la Presidencia de Colombia — No espera
más que ingratitadee por recompensa de sus servicios — ^Perfidia de
Torretagle y de Berindoaga — ^Insurrección de las tropas argentinas en
el Callao— El Congreso se disuelve invistiendo al Libertador de la
dictadura^— Defecciones — ^Peligro inminente del Perú — ^El Libertador
ae dispone á salvarlo— Su carta al General Sucre. 285
Oapítulo xlv — 1824 — Reflexiones sobre la deslealtad de Torretagle— Ins-
tancia del Libertador al gobierno de Colombia — Crea Bolívar los
medios para la libertad del Perú — ^Marcha el ejército á Huamanga —
Proclama de Pazco— Acción de Junin — Sus resultados— Brindis del
libertador en uu convite militar — ^Parte para la costa — ^Recibe la ley
da Colombia que le priva de las facultades extraordinarias y del mando
del ejérdto colombiano— Anécdota de los espías de Ganterac 289
8 índice.
Capítulo xlvi— Fin de 1824— Comunicaciones del Libertadora Santander
y al marques del Toro— Va á Lima — Movimientos del.enemigo— Batalla
de Ayacacho^El Libertador anuncia al mundo la libertad de la Amé-
rica— Sus trabajos en Lima^— Convoca el Congreso constituyente — ^Invita
á los gobiernos de América para establecer un Congreso en Panamá—
Benuncia la presidencia de Colombia. 26S
Capífulo XLTn — 1826. — Fatua presunción del gobierno de España — Sucre
marcha para el Cuzco — ^La municipalidad de Lima obsequia al Liber-
tador— ^£1 Congreso peruano se reúna el 10 de Febrero— Admirables
escenas de ese dia — Encarga del mando ilimitado á Bolívar con el tí-
tulo de Libertador 281
Capítulo ZLvm — 1826 — ^Nobles sentimientos de Sucre — Su carta á Soublette '
«
— Trabajos administrativos de Bolívar — ^Parte de Lima para Potosí — Su
entrada en Arequipa — Crea la república del Alto-Perú — Su entrada en
el Cuzco^Sigue al Potosí, y á la Paz y Chuquisaca — Ocupaciones del
Libertador en el Alto-Perú 299
Capítulo xlix — 1826 — ^Trabajos sobre la libertad de Cuba — El Libertador
regresa á Lima — Rendición del Callao — Gloria de Bolívar — Contesta-
ción á un cargo de Restrepo en la " Hbtoria de Colombia" 821
Capítulo l — 1826— Los amigos de Bolívar conciben el proyecto de que se
corone — Carta del Libertador á Páez — Renuncia la presidencia de Co-
lombia— Digno presente ofrecido por Lafayette á Bolívar — Infaustos
sucesos de Venezuela — ^Bolívar se despide del Perú y viene á Colombia 888
Capítulo li — 1826 — Correspondencia entre Vidaurre y Santander sobre
Bolívar — ^Los hechos justifican al Libertador de las calumnias de sus
enemigos — Proclama de Guayaquil — Viage del Libertador desde esta
ciudad á la de Puerto Cabello^Situacion de las cosas en Venezuela el
81 de Diciembre de 1826 o59
Capítulo lh — 1827 — Decreto de amnistía de 1° de Enero — Sometimiento
de Páez — ^Proclama de Bolívar — Páez pide ser juzgado — Respuesta del
Libertador — ^Va á Valencia— Desagrado ocurrido en la mesa el dia
de su llegada — Sigue el Libertador para Caracas — Su entrada en la
capital 879
Capítulo lhi — 1827— Santander se coloca al frente del partido de opoei-
clon — ^Trabajos del Libertador en Caracas — Renuncia la presidencia de
•Colombia — Insurrección de Bustamante en lima — Inmoral proceder
de Santander — Justo desagrado de Bolívar — El gobierno peruano agita
los departamentos del Sur de Colombia — El Libertador marcha para
Bogotá — Escandalosa conducta de Santander — ^Bolívar se encarga del
poder ejecutivo— Su nobilísima conducta en esta ooyimtura — Alto
aprecio que mereció en el mundo. . . . » ... 89?
índice. 9
Capítulo liy — De 1827 á 1828 — Situación de las cosas á fines de 1827 —
Reetableclmiento de la tranquilidad en el Sur — Intrigas eleccionarias
de Santander y sus amigos — Aparece una escuadra española en las eos-
tas de Venezuela — £1 Libertador determina venir á rechazar la inva-
sión que se temía — Se detiene en Bucaramanga — Excesos del general
Padilla — Se instala la convención — Sus trabajos — Su disolución 413
Capítulo lv — 1828 — Juicio del Libertador sobre la disolución de la Ck>n-
vencion de Ocaña— rCelebre acta de Bogotá de 18 de Junio— Apresura
el Libertador su marcha hacia la capital — Su recibimiento— Contesta-
ciones notables — ^Pronunciamiento general de Colombia por el mando
supremo del Libertador — Decreto de 27 de Agosto, limitando las fa-
cultades dictatoriales — Impugnación á Baralt — Conspiración del 26 de
Setiembre 488
Capítulo lvi — 1828 — Término de la conspiración del 26 de Setiembre-^
Bolívar perdona á sus enemigos — ^Testimonios notables de Santander —
El Libertador encarga predicar la moral — Guerra del Perú y levanta-
miento de Obando y López — El Libertador envía á Górdova contra
estos y él dgue luego para el teatro de la guerra 467
Capítulo lvii — 1829 — Injusta crítica de Baralt — Sucre anuncia la guerra
contra los peruanos — ^Bolívar le encarga que no la haga sangrienta —
Batalla de Tarqui — Generosa conducta de Sucre-> Convenio de Jirón —
Pacificación de Pasto — El Libertador va para Quito — Discurso de
Sucre al presentarle los trofeos de Tarqui — Manifiesto de Páez — La Mar
no cumple el tratado de Jirón — ^Proclama de Bolívar — Lafuente y Ga-
marra destituyen á la Mar — Carta de Bolívar al primero— Entrega de
Guayaquil — ^Tratado de amistad con el Perú 467
Capítulo lvhi — 1829 — Célebre circular del 81 de Agosto— El Libertador
marcha hacia Quito — ^Trabajos administrativos en esta capital — Insur-
rección de Córdova en Antioquia — Llegada del Señor Bresson á Bogotá
— ^Estimacion que en las Cortes de Europa se hacia de Bolívar 488
Capítulo lix — 1829 — ^Propuesta de corona al Libertador — ^Principios re-
publicanos de Bolívar — Su admirable conducta en esta difícil conyun-
tura 498
Capítulo lx — 1830 — ^Instalación del Congpreso constituyente de Colombia —
Mensage del Libertador — Proclama á loe Colombianos — Separación de
Venezuela — Circunstancias que la precedieron — Conducta de Páez—
ContestaciQu del Congreso al Libertador — Comisión de paz que se envia
á Venezuela — El Libertador se retira del mando — Páez excita á los
pueblos contra Bolívar y se declara en campaña — Insta el Libertador
porque se dé un nuevo presidente á la Repúblici^— Invitación que le
hacen los quiteños para fijar su residencia en Quito — Elección de los
Señores Mosquera y Caicedo— -Manifiesto del pueblo de Bogotá — Sale
Bolívar para Cartagena — Honroso decreto del Congreso — Situación
pecuniaria de Bolívar — Su carta á Camacho 619*
10 índice.
OikPÍTüLO Lzi — 1880 — El Libertador llega á Turbaco— Pasa á Cartagena
— ^Desea embarcarse en la Shannoté — Recibe la noticia del asesinato del
Mariscal Sucre— Escribe sobre esto á Flores — ^Insultos de Venezuela al
Libertador — Los comunica Mosquera — Cae el gobierno de este por un
motin militar — ürdaneta llama al Libertador — ^BoUyar no acepta el
mando— Escribe á Ürdaneta y á Vergara — ^Parte el Libertador para
Soledad — Sus males se agravan — ^Testimonio de gratitud que le dan los
pueblos del Sur — ^Viage á Santa Marta — Se despide de los Oolombis-
nos — Últimos momentos del Libertador — ^Muere el 17 de Diciembre de
1880 645
Capítulo ucn — 1880 — Autopsia del cadáver del Libertador — Generosa de-
mostraccion del gobernador Belmore de Jamaica — Se traslada el cuerpo
á Santa Marta — ^Las autoridades anuncian la muerte del héroe colombia-
no—Honores que se hicieron en varios puntos á la memoria de Bolívar
— ^Testamento del Libertador — ^Breve compendio de sus Inmortales
hechos — ^Fin de la obra 669
YIDA DE BOLÍVAR,
LIBERTADOR DE COLOMBIA Y DEL PERlf :
PADRE T FUNDADOR DE SOLIVIA.
CAPÍTULO XXXI.
1820.
Pbbpaha fbbháitdo Til KY oXdis una expedición oohtra la. axébica del süb —
BETOLUCIOE DE RIEGO — ^IDBAS DEL UBBBTADOB BOBEE ESTE PAÜSTO SUCESO— VIA1B
DE BOLÍTAB Á BOQOtI— EL OONOBESO DE ANOOSTUBA TEBMINA SUS SESIONES —
PBOCLAIIA DE BOLÍYAB EN BOGOTÁ — GEBTXmEN LITERARIO SOSTENIDO EN HONBA DE
BOLÍVAB— ESTE YA Á TOMAB EL MANDO DEL EJIÍBCITO DEL NORTE— DESEMBARCO DE
MOHTILLA EN BIO DEL HACHA— «UBLEYAGION DE LOS IBLANDESES — ACTITUD MILITAR
DE MOBILLO — ESPERANZAS DEL LIBEBTADOB— EL 19 DE ABBIL EN SAN OBISTÓBAL —
MOBILLO JUBA LA CONSTITUCIÓN EN CAbIcaS— COMISIONADOS QUE ENYIA k ANG08-
TÜBA T C(5CUTA — CABTA DEL LIBERTADOR AL GENERAL SOUBLETTE— BESPUE8TA X LAS
PROPOSICIONES DE MORILLO— ENÉRGICA CONTESTACIÓN DEL LIBEBTADOB AL GOBEBNA-
DOB DE OABTAQBNA.
DOY principio á la relación de los sncesos que tuvieron
lugar en 1820.
] Nuevas y peregrinas escenas I | Mudanzas, treguas, vicisi-
tudes apéuas imaginables ! — ^La intrepidez de los patriotas siem-
pre igual ; los quebrantos de España ahora mayores, y Morillo,
vencido hasta en su orgullo, obligado á titular al Padre y noble
Fundador de Colombia, Excelentísimo Señor Presidente de la
Bqyública^ Oeneral Siman Bolívar, • . . /
(11)
12 VIDA DE BOLÍVAR.
¿ Y no era esto en cierto modo reconocer expresamente nues-
tra independencia ? — La España se habia empeñado sin cordura
en la esperanza de volvernos á la ^^ondicion de esclavos; y
el desengaño más doloroso servia $thora de tormento á su ilusa
presunción.
Pero no anticipemos los suecos. — Sigamos el orden de los
tiempos, que es el mejor ; porque es seguir la intención y los
designios de la Providencia.
Cuando el Libertador triunfante en Bonza y Boyacá se pre-
paraba á envi^ las nuevas de sus gloriosos hechos al Gobierno
y á sus amigos de Angostura, recibieron los españoles aviso ofi-
cial de estar alistados en Oádiz, isla de San Femando y otros
lugares, con destino á América, 20,200 hombres de infantería :
2,800 de caballería y 1,370 de artillería con un parque abun-
dante, en el cual se contaban 94 piezas de campaña y de batir
de diferente calibre.
El anuncio de la expedición llenó de júbilo á los realistas.
Seis fragatas, diez corbetas, bergantines, goletas y treinta ca-
ñoneras debian dar la vela conduciendo y escoltando á aquella
expedición.
Todo era cierto.
Mas, ¿ podría España avasallar de nuevo á sus antiguas colo-
nias ? ¿ Sujetaría la América, que, desde Méjico hasta Chile se ha-
llaba en armas para reconquistar su independencia ? ¡ Vanos pro-
pósitos I I Presunción loca, oponerse á los decretos de aquella
fuerza superior é invisible que nos sustenta y nos gobierna I Las
tropas que con tanto empeño y sacrificio preparaba el Rey Fer-
nando en las playas gaditanas, eran medios que debian servir á
fines muy distintos . . . !
Y, ¿ cuándo pudo la España, ni en sus mejores tiempos, domar
los pueblos que de su dominación se alzaron ? — ^Femando y sus
ministros ignoraban la historia de su propio suelo, que es la
historia de la imposibilidad de las reconquistas tiránicas. ¿ Pu-
dieron Felipe II, su hijo ni su nieto sujetar la pobre Holanda ?
¿ Pudo Felipe IV recuperar el Portugal ? ¿Ha vuelto á entrar
Gibraltar en los dominios de España? ¿Ha restaurado la
Corte de Aranjuez la importante posesión de la Jamaica?
£ Volvió á poseer l£|^ Trinidad ? Y si nada de esto pudo cuando
los sucesores del prepotente Garlos V tenian el sol siempre
VIDA DE BOLÍVAR. 13
alumbrando en sus Estados, ¿ que podría hoy, reducida á la mi-
seria, con ministros ineptos y corrompidos, sin unión interior, sin
política propia ni elevada, y con un Rey villano y falto de con-
sejo que amaba el mando para sus placeres ?
La expedición que se lanzaba contra la América era un em-
peño infeliz que la discreción y la buena política condenaban
como temerario, pero que el orgullo y la lisonja sostenian como
diligencia nacida de la honra y aliento de corazón soberano.
Veamos cuál fué su término, remontándonos un poco para
haber de descubrir mejor el rumbo de los sucesos.
Cuando Femando de Borbon entró en España, después de la
prisión de Valencey, gobernó como Señor absoluto, — Nada ó
muy poco habia aprendido en su infortunio. — ^Por un decreto
disolvió la Segencia y las Cortes ; por otro anuló todos los
actos liberales (que él llamaba con rudeza bribonadas), y ordenó
el arresto de los principales diputados. — La Inquisición fué res-
tablecida, y descubrióse de claro en claro que todo el propósito
del soberano era infamar y oprimir á los grandes caracteres del
país. — Volvieron los Jesuítas con mucho influjo á la Península ;
y reconciliados con los Dominicos, como el Rey queria, pudo ya
agruparse toda la milicia monacal al pié del trono. Los sufri-
mientos de Arguelles, de Calatrava, de Martínez de la Rosa y
de otros amigos de la Constitución española, que vivian marti-
rizados en los presidios de África, pesaban dolorosamente sobre
todos los corazones generosos. De aquí las revueltas militares
de Porlier (cufiado de Toreno), al cual ahorcó el Rey : de
Mina, que fué fusilado en Mallorca : del Coronel Vida, que
murió malamente en Valencia; de aquí los excesos de la
indignación más justa, pero no inteligente, porque le faltó
aviso para esperar el momento y elegir el lugar ; de aquí, en fin,
las sociedades secretas
A la manólas de Madrid se les pagaba porque gritaran cuando
el Rey pasaba : déspota te queremos ; pero los hombres sensatos
y el pueblo en general apetecían otra cosa muy diversa : — segu-
ridad, ley, respeto, franquicias.
La nube estaba formada y el horizonte se obscurecía cada
vez más : todos aguardaban inquietos que estallase el rayo pre-
cursor de la tempestad ; mas ninguno podía decir dónde ni cuán-
do estallaría. — Era asunto fuera de disputa, que una aglomera- ^
14 TIBA DB BOLÍVAR.
cion cualquiera de soldados sobre algún punto de la Península,
decidiría de aquella acerba intolerable situación.
Morillo mandaba en Venezuela el ejército más brillante que
jamas se ha visto en estos países ; y sinembargo, pedia con en-
carecimiento, 7 hasta con importunidad, reemplazos para ese ejér-
cito : hombres con quienes vencer á Bolívar, alma indomable á
¡a que bastaba un irixunfo d más pequeño para adueñarse de quir
nienta^s leguas de territorio. — Bolívar es d gefe de más recursos^
escribia Morillo al Rey, y no haUo cómo ponderar su a>ctividad....
Mucha/uerza se necesita para vencer á estos rebeldes, que no des-
mayan con ningwna derrota y que están resudtos á rnorir antes
qtte á someterse.
Fernando VII resolvió formar un ejército que viniese en parte
á robustecer el de Morillo ; y como muchos regimientos y gran
número de oficiales fuesen sos|)echosos en el ánimo del monarca,
quien los juzgaba contaminados con las ideas de liberalismo, ha-
lló propicia ocasión para alejarlos de España y descargarse de
ellos. — Urgía, por otra parte, desbaratar con un golpe de auto-
ridad los proyectos que fomentaba el Ministro de Relaciones Ex-
teriores de Francia, Barón de Renneval, el cual aspiraba á coro-
nar como Rey do Buenos Aires al Príncipe D. Carlos Luis de
Borbon, Duque de Luca, y casarlo con una Princesa de Bragan-
za : idea esta que tuvo asentimiento en el Congreso de Aquis-
gran y que parece la aceptaban también algunas personas influ-
yentes de las provincias del Plata, dado que D. José Valentín
Gómez, enviado por Pueyrredon como Representante de la Re-
ptiblica cerca del gabinete de las Tullerías, nada opuso en con-
tra que se sepa, ni por el hecho siquiera de habérsele supuesto
autor de semejante degradada idea. La expedición, pues, que
reforzaba á Morillo y aliviaba al trono del peso de descontentos
y de enemigos internos, era al propio tiempo un obstáculo grave
al proyecto de M. de Renneval. Así, teniendo tres fases seduc-
toras, se fomentó con ahinco, y llegó á formarse y equiparse sin
que el Rey hiciera alto en los crueles sacrificios que cos-
taba.
Tenia el mando de esa fuerte expedición (cuyos detalles atrás
quedan referidos), el irlandés D. Enrique O'Donnell, Conde de
l'Abisbal, gefe que se habia hecho ilustre en la Península du-
rante la guerra contra los franceses ; pero, 0/Donnell era el al-
YIDE DE BOIÍYAB. 15
ma de una conspiración militar que tendia á revivir, y si fuera
dable, aclimatar las libertades constitucionales en España.
El Rey lo ignoraba ....
A fines de Julio de 1819, ciertas palabras vertidas con indis-
crccion y de que se hizo cargo el espionage, dieron con D. An-
tonio Quiroga, San Miguel, Arco- Agüero y otros comprometidos
en la cárcel ....
Estos eran amigos y coopartidarios de O'DonnelI, que comen-
zó á ser sospechado desde entonces.
El celo se redobló.
A poco, el Conde de Calderón reemplazó al Conde de l'Abis-
bal ....
Beinaba á la sazón en Cádiz la fiebre amarilla, cebándose
cruelmente en los expedicionarios ; y retardaba dia por dia la
salida de la expedición. El ejército, en tanto, se hallaba pa-
gado y provisto de todo. — La Espafia se agotaba por un último
esfuerzo contra la América. — Su población mermaba : su tesoro
se destruia ; pero el gobierno llevaba adelante el insensato pro-
pósito de reconquistar los dominios ultramarinos y Fernando
qneria repetir desde sus galerías del palacio de Aranjuez : El
sol no se pone en mis Estados ! *
Yeia el ejército con desagrado, y no exagero en decir, hasta
* Segirn la ezposicion del Señor Ministro de la Guerra á las Cortes ordina-
rias, se babian enyiado á la América, desde 1816, aiarenia y dos, mil ciento m-
tenia y eiete hombree de todas armas. Después se mandaron algunos centenares
rnáa... Antes de 1816, esto es, desde el principio de la revolución basta la Tuel-
▼a del Rey á Valenoey, se enviaron más soldados de los que fueron después. —
Así, podemos calcular, sobre poco mas 6 menos, que se arrancaron de España y
se enviaron al otro mundo, cien mil españoles, que no estaban de sobra en este.
¿ Y qaé ban dado de sí esos cien mil españoles ? — 30,000 viudas por lo menos,
60,000 huérfanos y muy cerca de 80,000 muertos. Este producto solo es para
España ; pues por lo que toca á la América, el cálculo más moderado nos da me-
dio millón de víetimíts inmoladas á la libertad
£1 Señor Ministro del Despacho de Ultramar ha manifestado á las Cortes,
que solo en preparar la última expedición (que no se verificó gracias á Riego),
•e consumieron 400 millones de reales ; y con este dato podemos deducir que,
8Í veinte mU hombres que no llegaron á salir gastaron 400 millones : cien mU
hombres que salieron deben haber consumido, por lo menos, dos mil miUones....
y todo esto para barremos con la escoba de la destrucción I
(Curta de un Americano á un Diputado á las C<Srt«s extraordinarias de Espa-
ña, impresa en Londres el 10 de Agosto de 1821.)
16 YIDE DE BOLÍYAB.
con horror, el hecho de venir á América para hacer la guerra á
los más bizarros defensores de la libertad. — Los oficiales habla-
ban de la expedición con arranques de despecho, xeniéndola co-
mo una sentencia de extrañamiento ; otros amargaban ellos mis-
mos su sociedad y sus placeres con el présago de la muerte en
climas lejanos y apartados de sus objetos más queridos por de-
fender lo que tan profundamente odiaban : el absolutismo. Así,
el plan de la expedición estaba socavado, y los medios que el
Rey habia conseguido organizar y encaminar á la reconquista de
su poder en América, no tenian subsistencia. — La opinión los
habia minado.
Mandaba el batallón "Asturias" (de los de la expedición), D.
Rafael Riego, oficial esbelto y simpático, joven aun como de
treinta y cinco años, que habia recibido una excelente educasion
y cultivado con cariño las ideas de libertad, de la que hablaba
á sus amigos y compañeros con talento y seductora persuacion.
— Era el D. Rafael de los conspiradores : esto es, de los que se
oponian al proyecto de la expedición ; y antes que venir á Amé-
rica á esclavizar los libres, pensaba en despertar la España y
dar allí libertad á los oprimidos. — El destino empujaba á Riego
en el camino del heroísmo .... Un instante de vértigo le con-
dujo al cadalso, víctima de los serviles y de la Santa Alian-
za.a ..I
El 1 ^ de Enero de 1820, á las ocho de la mañana, se dio el
grito de insurrección en las Cabezas de San Juan, donde estaba
acantonado el batallón "Asturias." Hizo lo mismo el batallón
" Sevilla," que estaba en Villamartiu, movido por D. Antonio
Muñoz, su segundo comandante, amigo íntimo de Riego. — ^Am-
bos cuerpos se dirijieron por distintas vias contra el cuartel ge-
neral que estaba en Arcos. Llegó primero Riego, y con feliz
audacia sorprendió al General en gefe Calleja, Conde de Calde-
rón, y á los generales Tournaz, Salvador y Blanco. — En seguida
fué puesto á la cabeza de la revolución el Coronel D. Antonio
Quiroga, quien estableció su cuartel general en la isla de León.
El grito de Riego en las Cabezas de San Juan : " Constitución
y Libertad," fué á poco la voz y el sentimiento unánime de Es-
paña. Para el 7 de Marzo (sesenta y cinco dias después de
aquella primer voz lanzada en un extremo de la Península), el
Rey Fernando, arrastrado por la creciente de los sucesos, habia
VIDA DE BOLÍVAff. IT
convocado á Cortes, y veia hundirse bajo sus pies el trono que
no supo ocupar nunca como legislador ni como padre.
La revolución hab\|i triunfado.
Y fué esto, sin duda, un gran provecho para nosotros ; que si
la expedición de 1'A.bisbal no hubiera logrado dominar jamas
las vastísimas regiones del Sur- América, habría prolongado la
lucha al menos y hecho verter torrentes do sangro americana.
La Providence est grande, et j 'admire en effet
Comme le bien succéde á tout le mal qu'on fait.
(F. D'EOLAMnNE.)
La noticia de los acontecimientos de Cádiz vino á La Guayra
por el bergantín mercante " Rápido," que llegó procedente de
aquel puerto, el 20 *de Marzo, á las seis de la tarde. Difundióse
luego la nueva de la insurrección de las tropas destinadas á la
América, y el 22 de dicho mes se publicó en la "Gaceta de Cara-
cas, que "habta habido un tumtdto sin importancia de la sóida''
dezca acantonada en Arcos de la Frontera . . ." — Así conside-
raba Morillo aquel suceso, aunque habia recibido por Jamaica y
Maracaibo detalles circunstanciados de lo ocurrido en las Ca-
bezas de San Juan. — Nada dijo del restablecimiento de la Cons-
titución ni del juramento de Fernando, aunque la proclama del
Rey se pasaba de mano en mano
Cuando el Libertador tuvo noticia de estos sucesos, escribió á
8U amigo D. Guillermo White, que residia en Trinidad : " De
" los negocios de España estoy muy contento, porque nuestra
" causa se ha decidido en el tribunal de Quiroga. Nos manda-
" ban 10 mil enemigos ; y ellos, por una filantropía muy natural,
" no quisieron hacer la guerra á rrmerte, sino la guerra á vida /
" pues bien sabian que por allá podian salvarse, y por acá, no.
" I Qué dicha, no venir y quedarse 10,000 hombres que eran
" enemigos y son ya los mejores amigos IIII! Golpe de fortuna
" loca I — Aunque triunfe Fernando, ya no puede mandar otra
** expedición, sabiendo los expedicionarios cómo se han de que-
** dar. — Ademas, mucho debe haberse reprobado aún por los ser-
" viles mismos, el empeño de mandar á América ejércitos forza»
^ dos. La opinión de las tropas se habrá ilustrado infinito por
" la seducción de los liberales. La Francia misma, quiero decir,
** 8QB Borbones, habrán temblado por la revolución de España,
2
18 VIDA DE BOLÍYAB.
" 7 condenado la conducta de Fernando en esta parte que tanto
" los compromete á ellos mismos. Digo, otro tanto de la Ingla-
'' térra qne tiene razones más eficaces : ella teme la rcTolucion
*' de Europa j desea la revolución de América ; una le da cui-
" dados infinitos y la otra le proporciona reciursos inagotables.
<< — La América del Korte, siguiendo su conducta aritmética
'' de negocios, aprovechará la ocasión de hacerse de las Flori-
" das, * de nuestra amistad j de un gran dominio de comer-
"cio. Es una verdadera conspiración de la Espaíla, de la
" Europa y de la América contra Femando. — El la merece ;
^' mas ya no es glorioso pertenecer á una liga tan formidable
^'contra un imbécil tirano. Yo que siempre he sido su ene-
**migo, ya veo con desden combatir contra un partido arrui-
''nado y expirante. Fué sin duda muy 'digna de alabanza
" nuestra resistencia cuando era singular ; ahora puede tener-
" se como alevosa, i Tanto confio en nuestros medios y suce-
*' sos I I Y en los buenos servicios que nos ha hecho siempre
" y nos hará nuestro mejor amigo WhiU // "
Esta carta tiene fecha 1 ^ de Mayo, en San Cristóbal. El
Libertador supo allí, aunque tarde, el fin de la expedición apres-
tada contra la América. Internado en las provincias granadinas
y venezolanas ; sin otro canal de comunicación que el Orinocoi
no recibia avisos que debieran ser oportunos. Tuvo en tiempo
noticia de la expedición que Morillo y los suyos pregonaban ;
y dilató en saber los sucesos de Riego que tau favorables eran
á su empresa, dejándole dueño de lo que su valor y su constan-
cia habian logrado conquistar para la libertad.
Ahora que sabemos el término de la expedición de Cádiz y
mientras llega el momento de conocer las consecuencias impor-
tantes que del grito de Riego se derivaron para nuestra causa,
volvamos los ojos al Libertador y examinemos también cuál era
Ja actitud militar de los partidos contendientes en Venezuela.
Bolívar habia salido de Angostura el 24 de Diciembre del
afío anterior. — Doce dias permaneció en aquella antigua capital
de Colombia que hoy lleva su nombre ilustre ; y doce dias le
* 'No parece sino que él libertador leía con vista dará en el porvenir. Los
Estados Unidos se hicieron de las Floridas algunos meses después. La orden de
: Femando VII dirijida al Capitán Qeneral de Cuba mandando entregar aquel
lerrítorio^Jieneieoha 24 de Octubre de 1820.
VIDA DB BOliVAB. 19
bastaron para la multitud de cosas que hizo de tan provechosa
consecuencia. — ^En el mes de Enero de 1820 atravesó la provim
cia de Apure hacia Guasdualito ; pasó revista al ejército de
Apure y comunicó al General Páez instrucciones especiales ;
dispuso que se aumentara la división que iba de Venezuela á las
órdenes del General Manuel Valdes, la cual debia obrar en Oun-
dinamarca; luego, atravesando la montaña de San Camilo,
partió para Clícuta á donde llegó el 8 de Febrero : revistó el
^ército del Norte situado en aquellos famosos valles y en los
pueblos inmediatos á la provincia de Mérida, y con su actividad
de siempre, actividad asombrosa que hace olvidar la de César,
marchó en seguida para Bogotá.
Él primordial objeto que el Libertador llevaba á la Nueva Gra-
nada, era mandar publicar y ejecutar la ley fundamental de la
ünion con Venezuela. Habíase publicado en Angostura con gran
solemnidad el dia siguiente de la partida de Bolívar, y en Bogotá
la hizo publicar Santander el 12 de Febrero, tributando las más
expresivas gracias al Presidente Simón Boiívab por sus constantes
desvelos en favor de la Nueva Granada. — Son notables los con-
ceptos con que termina la comunicación de Santander al Liber-
tador participándole aquel suceso : " Por mí, le dice, como gefe
de este vasto Departamento y como uno de los individuos del
Ejército Libertador que tantas veces V. E. ha conducido á
la gloría, en nombre de todas las corporaciones y en el de estos
virtuosos pueblos que tanto deben á los esfuerzos de V. E., le
doy la más justa y sincera enhorabuena. — Es V. E. solo el autor
de tanto bien y el solo instrumento de nuestra prosperidad. En
ninguna ocasión como en esta, merece V. E. tan justamente el
nombr^ glorioso de Padre de la República. — V. E. la ha li-
bertado de sus tiranos, la ha defendido, la ha conservado, la ha
remiido y la presentará también libre, independiente y consti-
tmda á la vista del universo. — Colombia es la hija única del
inmortal Bolívar . . . ! "
El Libertador se hallaba en el Socorro (25 de Febrero) cuando
recibió la nueva que le comunicaba el Vice-presidente Santan-
der. Trasportado de gozo le dirijió en el acto una hermosa
carta*, en la cual lablaba de su desprendimiento en haber prefe-
* Se hallará en la ooleccion.
20 TIDA DE BOLÍVAR.
rido ser el primer subdito de Colombia, cuando estaba llamado
á presidir la República de la Nneva Granada si esta hubiera
conservado su autonomía : enumeró los servicios militares que
el país le debia, su inteligencia, economía j rectitud en el
gobierno de Gundinamarca, j concluyó diciendo que el Ge-
neral Santander era el más acreedor á la gratitud de Golom-
bia . . .
Eran verdaderamente justos, observa Bestrepo, los elogios que
Bolívar daba al Vice-presidente de Cundinamarca. Talentos,
probidad, firmeza y actividad constante eran los caracteres que
principalmente le distingnian. Él organizó las rentas públicas
de las diez provincias libres de la Nueva Granada ; él restable*
ció los tribunales 7 la administración de justicia ; él aumentó
considerablemente el ejército 7 defendió el país ; él, en fin,
sacó de las provincias multitud de recursos pecuniarios 7 de
toda clase, que sirvieron para mantener los ejércitos é infundir
una vida nueva á la República . . .
En tanto, el Congreso de Angostura que habia continuado sus
trabajos con asiduidad, cerró sus sesiones el 19 de Enero, á los
once meses de haberlas comenzado. — El Señor Zea, que era el
Presidente, le7Ó un largo " manifiesto" : producción bellísima de
su despejado 7 fecundo entendimiento, en la cual pintaba con
brillantes rasgos los beneficios de la Union. Por un decreto
declaró el Congreso que el General Simón Bolívar quedaba
condecorado con el título de Libertador, que debia usar en
todas oportunidades, anteponiéndolo al de Presidente, 7 consi-
derarlo " como una propiedad de gloria en cualquier destino."
Mandó también que el retrato del héroe se colocara bajo el
solio del Congreso, con la inscripción en letras de oro : Bolívar,
Libertador de Colombia, Padre de la Patria, terror del
Despotismo. Aprobó la orden de los Libertadores de Cun-
dinamarca ; expidió le7es orgánicas para el gobierno de la Re-
pública ; concedió un indulto general para casi todos los deli-
tos, en celebridad del grande 7 fausto acontecimiento de la vida
de Colombia ; acordó el reglamento para las elecciones de
los Diputados al Congreso general, etc., etc...
Los trabajos del Congreso de Angostura fueron, en general,
mu7 provechosos. — La justicia exije reconocer que aquellos
dignos patriotas, novicios forzosamente en la ciencia de la legis-
»iDA BE BOLÍVAR. 21
lacioD, procuraron, sin embargo, desarrollar los elementos de la
verdadera justicia, fortaleciendo los intereses legítimos, ele-
vando los espíritus, enseñando á todos los ciudadanos á gozar de
la libertad democrática sin pasar al desenfreno, y colocándoles
entre el temor de la ley y la necesidad imperiosa de practicar
las virtudes civiles para alcanzar positiva estabilidad y progre-
sos durables y fecundos. Pudieron errar y errarían, sin duda,
en muchas cosas. — ^El error es nuestro lote. Mas ellos nos
enseñaron cuanto supieron, y nosotros logramos el fruto de su
trabajo en lo que aprendimos, hallando máa fácil la ruda expe-
riencia que han menester los aciertos, porque la allanaron los
primeros. . .
Dejamos al Libertador en camino para Bogotá. — Un dia se
detuvo en la parroquia de Serinza, (27 de Febrero) conferen-
ciando con el Gobernador de Tunja que habia salido á su en-
cuentro y dando instrucciones al Coronel Salom que iba desti-
nado al ejército del Sur en la Nueva Granada. El primero de
Marzo llegó á Tunja, de donde salió al amanecer del 3, y pa-
sando por Guatavita, Yenta-quemada, Hatoviejo, Chocontá y
Sesquile donde pernoctó, hizo su entrada en Bogotá á las doce
del dia 4 en medio de las aclamaciones más entusiastas. — La
presencia de Bolívar producía delirio en el pueblo bogotano. —
Inmediatamente el Libertador habló á los colombianos, di-
déndoles :
OoiiOicBUjroB !
La República de Colombia, proclamada por el Congreso general y san-
donada por los pueblos libres de Cundinamarca y Venezuela, es el sello
de vuestra independencia, de vuestra prosperidad, de vuestra gloria na-
cional] Las potencias extrangeras, al presentaros constituidos sobre
bases sólidas y permanentes de extensión, población y riqueza, os recono-
cerán independientes y os respetarán por vuestra consagración á la patria.
Espafia misma, al veros montados sobre las inmensas ruinas que ella ha
aglomerado en el ámbito de Colombia, conocerá que sois hombres capa-
ces de gozar de vuestros derechos y de la eminente dignidad & que son
destinados todos los mortales por la intención de la naturaleza. 6f, la
España, agotada en recursos y en paciencia, abandonará nuestra patria
al curso de su destino, recobrará la paz de que ha menester para no su-
cumbir, y nosotros recobraremos el honor de no ser espafioles.
Colombianos t Los crepúsculos del dia de la paz iluminan ya la esfera
de Colombia. To contemplo caí un gozo inefable este glorioso periodo
22 VIDA DE BOLÍVAB.
en que yan & aepararae las sombras de la opresión para gozar los resplan-
dores de la libertad. Tan majestuoso espectáculo me admira y encanta.
Con anticipación me lisonjeo de yuestra colocación política en la íIelz del
universo, de la igualdad de la naturaleza, de los honores de la yirtud, de
los premios del mérito, de la fortuna del saber, y de la gloria de ser hom-
bres. Yuestra suerte ya á cambiar : á las cadenas, & las tinieblas, & la
ignorancia, á las miserias, yan á suceder los sublimes dones de la Proyi-
dencia diyina : — ^la libertad, la luz, el honor y la dicha.
Colombianos I Yo os prometo, en nombre del Congreso, que seréis re-
generados ; yuestras instituciones alcanzarán la perfección social ; vues-
tros tributos abolidos, rotas yuestras trabas, grandes virtudes serán
vuestro patrimonio ; y solo el talento, el valor y la virtud serán coronados.
Cundinamarqueses I Quise ratiflcarme de si queríais aun ser Colombia-
nos ; me respondisteis que sí, y os llamo Colombianos.
YenezolanoB I Siempre habéis mostrado el vivo interés de pertenecer ft
la Gran República de Colombia, y ya vuestros yotos se han cumplido.
La intención de mi vida ha sido una : la formación de la República libre
6 independiente de Colombia, entre dos pueblos hermanos. Lo he al-
canzado. ] Yiva el Dios de Colombia I
Cuartel general en la ciudad de Bogotá, á 8 de Marzo de 1820, 10.° de
la guerra.
SlHOK BoLÍVAB.
Asi sabia mover aquel hombre incomparable las fibras de la
sensibilidad y del noble orgullo americano I
La proclama que acabo de reproducir, se decía de memoria
en Bogotá ; y no había uno que no creyese firmemente obtenida
la independencia bajo el poder invencible de Bolívar.
Uno de los obsequios que se tributaron al Libertador en Bo-
gotá, donde cada cual sentía el deseo de mostrarle su amor j su
gratitud, fué el acto literario público que con gran talento sos-
tuvo el Padre Lector Fr. Francisco Javier Florido, bajo la
dirección del Rev. Fr. Francisco Antonio Medina, que rejentaba
entonces la Cátedra de Sagrados Cánones j en cuyo acto se
sustentaron catorce proposiciones de alto interés político y de
actualidad. Dieron los Padres Florido y Medina encareci-
dos elogios al Libertador, y nada economizaron de lo que pudiera
contribuir al esplendor de aquella justa literaria. — Como mis
lectores desearán conocer las conclusiones que defendieron los
franciscanos en Cundinamarca ; y como por otra parte este es
un hecho que nadie ha mencionado, siendo no solo curioso sino
de gran monta para juzgar del estado de la opinión en aqud
YIBA DE BOLÍTAB. 28
tiempo, pondré en seguida el papel del certamen que tanta ce-
lebridad tuYO 7 que con justicia merecia.
Al Jefe Supremo, al Héroe incomparable, espanto de la Iberia y gloria
de BU patria. — ^Al guerrero invicto, azote de los tiranos y protector de los
hombrea. — ^Al G^enio de la independencia, sereno en la adversidad, mo-
desto en la elevación y siempre grande
Simón Bolíyab
Libertador, Presidente y Ckneral de las armas de la República de Ck>-
lombia.
La provincia de Franciscanos de Cundinamarca, en senál de gratitud,
obsequio y admiración
O. D. L C.
un acto literario en que se defenderán las siguientes proposiciones :
L Aun desatendiendo las causas inmediatas de la revolución de
América, esta debia esperar que en algún tiempo llegase el de su eman-
cipación.
n. La revolución de América fué oportuna y aun necesaria en los
momentos en que sucedió.
nL La palabra recohtcion, en América, no designa aquel grado de de-
pravación moral y política que se le atribuye.
lY. Citar los boirores de la Francia en su anarquía para baoer odiosa
la revolución de América, es por lo mismo obra de malignidad.
Y. La independencia de América en nada se opone á la religión de
Jesucristo ; y antes en ella se apoya.
YL La independencia de América en nada se opone & las decisiones
de los Concilios, ni á la disciplina de la Iglesia.
YIL Es un deber, un sentido moral, 6 una consecuencia del <5rden cor-
relativo de los acontecimientos políticos.
Ym. La Espaflano tiene justicia para reclamar su dominación en Amé-
rica, ni la Europa derecho para intentar someterla al dominio espafioL
IX. La mala fé con que la España nos mira, bajo todos aspectos, y la
impudencia con que ha infringido todos los pactos y capitulaciones m&s
solemnes, durante la guerra, pone al americano en necesidad de desaten-
der sus promesas, por ventigosas que parezcan.
X. La América se halla hoy en la forzosa alternativa de sostener su
independencia 6 someterse & un gobierno de fuego, de sangre y de ester-
minio.
XI. Las fuerzas y recursos de América, sus ventilas naturales y medios
de defensa, la aseguran de no poder ser ligada otra vez á la Espafia.
TCn, Pensar que la Bula de Alejandro YI le dé á la Espafia un de-
recho de propiedad sobre los países de América, arguye una loca teme-
ridad 6 una vergonzosa ignorancia.
24 YIDA DE BOIÍYAB.
Xm. El americano no puede ser dichoso dependiendo de snanticaada
matriz, la Espafia.
Xiy. La República de Colombia, obra del inmorta Bolíyab, establece
la felicidad de los pueblos que la forman.
Sostendrá él sobrecitado acto el Padre L. Fr. Frandaoo Javier Flo-
rido, bajo la dirección del Rey. P. Fr. Francisco Antonio Medina, Car
tedrático de Sagrados Cánones.
El Libertador se excusó de presenciar el acto público. La
verdadera modestia, que por lo regular se encuentra en las
grandes almas, tiene sus fueros inviolables. Mas, al otro día,
dirijíó al Padre Florido un0 bella carta, que se hallará en la
colección, pero no puedo resistir al deseo de regalar á mis
lectores con su lectura en este lugar. — Dice así :
Reverendísimo Padre :
El acto literario que Y. P. y el Rdo. Padre Fr. Francisco Medina se
han dignado dedicarme, es á la vez el testimonio más glorioso de la es-
clarecida virtud y patriotismo de los sagrados alumnos de San Francisco
y la prueba más evidente de la ceguedad de las pasiones impetuosas
que inspira una gratitud sin límites, y una exorbitante bondad. Sí,
Reverendísimo Padre : el sentimiento sublime que Y. P. abriga en su
pecho de lo grande, de lo heroico, de lo perfecto, le ha hecho mirar en
mí al través de los prestigios más Usongeros, un hombre tal cual Y. P.
ha concebido el modelo, 6 quizá ha reconocido en si mismo la imagen de
ese magnifico modelo. — ^Y. P. prodigándome sus inagotables encomios,
me ha colmado de méritos que no he contraido : de servicios imposibles
para mí y de virtudes que no poseo. Asi, Y. P. ha hollado las débiles
honras á que podia esperar ; y lejos de ensalzar mi ambición, la ha hu-
millado, presentándome como no puedo ser y haciéndome suñir el con-
traste terrible de lo que realmente soy. Si Y. P. menos profuso, me
hubiera ofrecido un objeto que yo fuese capaz de alcanzar, podia agra-
decer como lección los honores que se me han tributado ; pero Reve-
rendo Padre, Y. P. me ha querido elevar tanto, que me ha reducido & la
imposibilidad de seg^uir el arrogante vuelo de su genio.
Los temas del certamen de que Y. P. y su digno consocio han sido los
defensores, son, en mi dictamen, los más acreedores á ser colocados en la
cátedra de la verdad bajo los santos auspicios de la filantropía y de la
religión. Atletas de los títulos imprescriptibles del hombre y de Colom-
bia, YY. PP. han abierto un nuevo camino de gloria á los verdaderos
apóstoles de la verdad y de la luz ; y asociando YY. PP. el saber de la
Religión á los sencillos preceptos de la naturaleza, han dado mayor
realce á la túnica y á las sandalias del seráfico : á esa orden que fdé siem-
VIDA DB BOIÍYAB* 25
pre la piimora en santidad monástica y ahora en santidad política.
No ; jamas las bendiciones del délo han podido derramarse & la tierra
por un canal más puro que el del ministerio de nuestros maestros, de
nuestros pastores, de nuestros oráculos. La augusta verdad no puede
ofrecerse á los hombres bajo formas más majestuosas, sino cubiertas
con el manto celestial y resplandeciente con los rayos do la Sabiduría
BTBauTA. — VY. PP. semejantes á los Profetas, á los Apóstoles, á los
Mártires, anuncian loe bienes futuros, ensenan la sana doctrina y se
preparan á un sacriñcio glorioso.
¡ Qué más dignamente ha podido llenar su carrera un justo !
Acepten W. PP. los testimonios mas sinceros de mi gratitud cordial,
de mi alta consideración y de mi proñmdo respeto.
Sdcon Bolítab,
El Libertador se detuvo apenas diez y ocho días en Bogotá y
marchó luego para el ejército del Norte (22 de Marzo.) * Du-
rante su residencia en Bogotá, acordó con Santander las medi-
das más convenientes para activar la guerra en el Sur y en las
márgenes del Magdalena; erijió la nueva provincia- del Cauca,
y despachó al bravo general Valdes, que había llegado con su
división del Oriente de Venezuela, para Néiva donde debía ase-
gurar la libertad de las provincias del Sur de Nueva Granada
y preparar la independencia de las del Ecuador y el Perú.
El Libertador aguardaba con ansia los resultados de las opera-
ciones que había encomendado á Górdova sobre Mompox. • . .
Eecordarémos que antes de dejar á Angostura, mandó aprestar
la expedición que el General Montilla había de conducir al Río
del Hacha y Cartagena; y en ese mismo tiempo ordenó al joven
José María Córdova, oficial lleno de audacia y ardimiento, que
bajara por el Cauca y procurara poner en insurrección las Uanu-
* Rastrepo dice 24, pero sin dnda es un onor. El itinerario del Libertador
fué el siguiente :
£1 22 de Marzo salió de Santa Fé de Bogotá.
£1 23 estaba en Zipaquirá, repasando las salinas.
El 24 pasó por Enemocon y llegó á Ghocontá.
El 26 estaba en Tnnja, donde permaneció hasta el 27.
El 28 llegó á Sogamoso.
£1 29, ¿ Santa Rosa, donde se quedó despachando algunas cosas interesantes
hasta el 81 que durmió en Serinza.
El l^. de Abril estaba en Zátiba ; el 2, en Asuata ; el 8, en Capitanejo ; el 4,
en el Cerrito ; el 6, en Enciso ; el 6, en Pamplona ; el 7, en Gbinacota ; el 8, en
San José de Cdcuta; d 9, en el Rosiario y el 10 en San CrístóbaL
26 VIDA DE BOliVAB.
raB del Corozal y la ciudad de Mompox. — Córdova era el hom-
bre más adecuado para esta empresa : aTÍtioqueño, extensamente
relacionado en el país, tan activo como intrépido, tenia muchos
caminos para llenar con éxito los deseos del Libertador. Sin
embargo, nada pudo hacer entonces, porque habiendo sufrido
una caída del caballo, quedó loco, y en ese triste estado se man-
tuvo por algún tiempo, perdidos para la causa común su celo, su
actividad y patriotismo. Por fortuna, el Libertador que nada
descuidaba y cuyo ojo previsor é incansable celo revolucionario
se extendía par todos los ángulos de Colombia, como confiesa
Torrente ; conociendo la importancia de ayudar á Montilla en
sus operaciones sobre Bio del Hacha y Santa Marta, despachó de
San Cristóbal al Coronel Francisco Carmona con fuerzas para
libertar á Ocafía ; al Coronel Hermógenes Maza lo destinó á
Mompox para batir las fuerzas sutiles enemigas que obraban en
BUS inmediaciones, y á los Coroneles Jacinto Lara y José María
Carroño, al mando cada cual de una columna, les ordenó mar-
char, por diversas vias, á reunirse con Córdova y seguir hasta
Santa Marta buscando á toda costa la comunicación con Mon-
tilla. El plan era la libertad de las provincias litorales de la
Nueva Granada, cuya permanencia bajo el dominio español cau-
saba á los pueblos graves daños por la falta de puertos para el
comercio exterior ; á la vez que esto suceso facilitaría también la
libertad de Maracáibo, acontecimiento que Bolívar anhelaba.
Montilla habia verificado su desembarco el 13 de Marzo en
Bio del Hacha y ocupado aquel punto sin resistencia. Marchó
luego hacia el valle Dupar, donde tampoco halló oposición con-
siderable ; mas, como supiese que de Maracáibo y Santa Marta
se destinaban fuerzas á batirlo, replegó á Bio del Hacha, siendo
su intento poner la división en mejor estado de resistir y de
vencer. Allí tuvo en sus tropas las novedades más alarmantes.
Componíase la expedición de mil á mil trescientos hombres de
infantería y tropa de marina : setecientos de la legión irlandesa
que habia traido el General D'Evereux, y el resto de criollos y
extrangeros de otras naciones. Cuando los irlandeses vieron
próximo'el combate por haberse acercado las tropas realistas
que venian contra Montilla, se sublevaron pidiendo sus pagas
atrasadas y el enganche con que habian sido reclutados en Du-
blin. — La situación del Coronel Montilla se hizo con esto au-
▼IDA DE BOIÍYáB. 27
goBÜada y peligrosa : el eDemigo al frente, escaso de armas y
de hombres, j los irlandeses en insubordinación criminal la más
completa. — Apuró aquel jefe los recursos de su persuasión, (que
no eran pocos), para reducir á sus deberes á los irlandeses amo-
tinados. Dióles zapatos y vestuarios, y les prometió lo que pe-
dian en momentos menos premiosos. Era necesario haber co-
nocido el talento y la seducción de Montilla para medir la per-
tinacia y el rudo empeño de los irlandeses, que se mantuvieron
firmes en el motín, abusando villanamente del estado crítico del
jefe. Este no consintió en el saqueo de Santa Marta propuesto
en transacción por los sublevados, y con una pequeña fuerza dio
cara gallardamente & los realistas logrando derrotarlos y disper-
sarlos. Ni quisieron los mercenarios extrangeros prestarse
aun á perseguir al enemigo, y Montilla volvió al Rio del
Hacha para disponer el reembarco de la columna irlandesa que
tan vilmente se condujera.
Faltan términos para ponderar los excesos á que estos mise-
rables se entregaron en los últimos momentos de su estancia en
Rio del Hacha. Saquearon las tristes reliquias de los bienes
que habia en las casas ; tomados del licor, y en medio del es-
pantoso desorden que produce la beodez, incendiaron la ciudad
que se redujo á cenizas ; amenazaron de muerte á los que pre-
tendieron contener los estragos y la ruina ; rompieron é inutili-
zaron el armamento ó se lo llevaron á bordo, volaron el fuerte. . . I
Brion y Montilla oficiaron al Gobernador de Jamaica y al Almi-
rante inglés de aquella estación manifestando lo ocurrido, y co-
misionaron á los Coroneles Stopford y O'Connor para presen-
tarles todos los documentos que comprobaban el escándalo.
Cuando el Libertador tuvo conocimiento de la sublevación
de los Irlandeses y de su reembarco para Jamaica, escribió al
Coronel Montilla : " Nada he extrañado de lo que Y.. me dice
^ de la legión irlandesa. Todo lo temia de esos verdugos que
'^ si no les pagan, no matan, y que son como aquellas cortesanas
** que no se rinden sino después del cohecho. Así, he visto con
** placer la separación de esos viles mercenarios ; y por el con*
*^ trario vería con horror que deshonrasen aun nuestras ñlas,
^ después de los excesos cometidos en Rio del Hacha."
Separados los legionarios, y en la imposibilidad de continuar
Montilla en aquella rada abierta, falto de víveres y de medios
28 VIDA DE BOliVAB.
para obtenerlos, se decidió á invadir á Cartagena y seguir hacien-
do la guerra á los españoles en aquellas costas hasta conseguir
la proyectada comunicación con el Libertador. Este plan fué
apoyado con vigor por los ciudadanos Dr. Pedro Gual y Fran*
cisco Paúl, Cortés Madaríaga, Joaquin Borrero y Miguel San«
tamaría, quienes conocían el patriotismo de los habitantes del
Magdalena y esperaban ventajas positivas é inmediatas de la
invasión ; las que en efecto se alcanzaron.
Morillo, en tanto, que habia fijado su cuartel general en Va-
lencia, tenia fijos los ojos en Bolívar para ver lo que empren-
diera.— El Pacificador estaba como atónito después de los mag-
nos sucesos cumplidos en la Nueva Granada y Angostura. ¿ Qué
hará, decia, el gefe de los independientes ? ¿ Qué pensará. . . ?
Excusada pregunta. — Bolívar pensaba destruirlo, y para ello
habia venido á Cticuta á tomar el mando del ejército en persona.
Las tropas reales eran más numerosas y aguerridas que las nues-
tras ; pero estas peleaban por la libertad y las conducía á la
victoria el genio de Bolívar. | Cuánto alcanza un espíritu supe-
rior á quien sirve de estímulo lo arduo I
Esperando Morillo los refuerzos de la metrópoli para as^n-
rar mejor sus operaciones : (esperanza poco sólida pues que
gracias á Riego los refuerzos no vinieron), situaba conveniente^
mente las divisiones de su ejército para que en un momento da*
do se prestasen mutuo auxilio. Latorre estaba en Mérida con '
1,400 hombres en observación del Libertador ; Morales en Ca-
labozo con 2,300, cubriendo los llanos de esta parte del Apure;
el Brigadier Real con 1,600 hombres estaba en Barínas en co-
municación con Morales y Latorre ; Morillo se hallaba en Va-
lencia con el grueso principal del ejército : 2,500 hombres que
se extendían desde aquella ciudad hacia el Pao y San Carlos.
Ademas, 1,300 hombres guarnecían á Cumaná ; 1,600 defendían
á Barcelona, y como 4,000 de diferentes cuerpos francos cruza-
ban la extensión de Maracáibo á Caracas. — Debemos creer en
el temor intenso que el solo nombre de BoUvar inspiraba á los
realistas, cuando vemos al General en gefe expedicionario que
disponía de fuerzas considerables, muy superiores en número y
disciplina á la de los patriotas, con excelentes oficíales y sobra
de municiones y pertrechos .... aguardando todavía nutridos
refuerzos de la Península para asegurar sus movimientos. Ca*
TIDA DB BOliVAB. 29
torce mil soldados veteranos dirijidos por el mismo Morillo de-
fendiaD á Yeneznela, que era la que más cnidado daba á los
realistas ; ademas 2,000 hombres á las órdenes de Sámano ocu-
paban las costas granadinas, apoyados en la plaza fuerte de
Cartagena 7 en muchos puntos de los rios Cauca y Magdalena,
que dominaban sus escuadras : 8,000 hombres de la división de
Calzada y de las fuerzas de Pasto obedecian al Mariscal de
campo D. Melchor Aymerich, Capitán general de Quito
Así, en toda la extensión que separa á Coro y Maturin de
Cuenca y de Tumbez, tenian los españoles un ejército considera-
ble, fuertes posiciones, provincias enteras llenas de recursos,
costas, dinero, escuadras. ... I Necesario era que el nombre
de Bolívar les inspirase terror, cuando con tales elementos nada
86 atrevian á hacer. Evidente era que le temian ; y si bien Sá-
mano le llamaba el cobarde, el tímido, el más miserable de he
hombres, allá, en el fondo de su alma, todos reconocían que
era un nuevo Aquíles, de vigor incontrastable.
Por su parte sentíase Bolívar más que nunca poseído de la
idea de dar á Colombia independencia y gloria ; y después de
haberse frusti¿do la expedición de Cádiz por el pronunciamiento
de Siego, no temiendo ya nuevos refuerzos que pudieran prolon-
gar la lucha, juzgaba inevitable la destrucción de Morillo, á pe-
sar de sus buenas y numerosas tropas. — " En este año, escribia el
" Libertador á un amigo, doy á Ustedes libre toda Colombia, si
" una burla de la suerte no hace fallar mis empresas. — Dos ejér-
" citos tengo ofensivos : el primero marcha á Quito ; el segundo
" está invadiendo á la vez las provincias de Cartagena, Santa
" Marta y Maracáibo. En este invierno logramos la posesión
" de estas provincias, y en el verano envuelvo á Morillo. Si
" este me busca, me encuentra y lo destruyo ; y si me espera, es
** inevitable su ruina."*
Como atfás dejé anunciado, hallábase el Libertador en San
Cristóbal, desde la tarde del 10 de Abril. — El 19 aun permane-
cía allí tomando disposiciones para asegurar los resultados de
esos dos ejércitos, que en direcciones opuestas tenían el encargo
de extender los dominios de la libertad . . .
El 19 de Abril de 1820 no debia pasar sin recuerdos, y como
* YÁ186 la carta de 26 de Marzo de 1820.
80 VIDA DE BOLÍVAB.
desdeñado, cuando ya constituida Colombia comenzaban las
épocas monumentales, los fastos de solemnidad y de gloria na-
cional ... 1 Desde San Cristóbal, Bolívar saludó aquel fausto
dia que fué el preludio de nuestra independencia, y su saludo ro-
busteció la esperanza de un porvenir más venturoso. — ^El Liber-
tador que estuvo desde temprano rodeado de sus amigos, con-
versó en la mañana de ese dia con una felicidad de ideas y de
expresión admirables. Era como esos magos maravillosos que
sacan perlas y granos de oro de sus cajitas encantadas del
Oriente. Todos oian con placer aquel resumen de prodijios :
aquellos aplausos dados con sobrada justicia á los que hablan
regado con su sangre los campos de Venezuela y Cundina*
aarca : aquel elogio de la constancia americana, superior á la
constancia de ]os pueblos antiguos ... I Todos oian, (como si
no lo supiesen) el relato de aquellas horrendas severidades de
los gefes enemigos, que ultrajaron la humanidad y ofendieron la
religión con el sacrificio de víctimas inocentes . . . Bolívar es-
taba inspirado. Claridades infinitas se derramaban en su espí-
ritu. Y cuando, después de todo, entró en el campo delicioso
de las predicciones de prosperidad cercana, no hubo uno que
dejara de sentirse arrebatado. ] Qué fu^o santo de patriotis-
mo I I Qué himno homérico cantado al triunfo y á la libertad 1
¡ Qué brillante, qué luminosa exhalación 1
De repente, volviéndose al Teniente Coronel José Gabriel
Pérez, que era uno de los que le oian de más cerca, y á quien
amaba mucho el Libertador, '* escriba Vd., le dijo, y haga que
" se publique en el acto lo que voy á dictarle."
A LOS Soldados dbl Ej^ucito Libertador I
Diez afios de libertad se solemnizan este dia. Diez afíos consagrados
á los combates, & los sacrificios heroicos, á una muerte gloriosa . . I !
Pero diez aflos que han librado del oprobio, del infortunio, de las cade-
nas, á la mitad del mundo.
Soldados I El género humano gemia por la ruina de su más beUa por-
ción : era esclava y ya es Ubre, El mundo desconocía al pueblo americano :
vosotros lo habéis sacado del silencio, del olvido, de la muerte, de la
nado. Cuando antes era el ludibrio de los tiranos, lo habéis hecho ad-
mirar por vnestras hazafias y lo habéis consagrado á la inmortalidad por
vuestra gloria.
Soldados! El 19 de Abril nadó Colombia: desde entonces contais
diez años de vida.
VIDA DE BOliVAB. 31
f
CoArtel general Libertador en San Cristóbal, á 19 de Abril de
1820, 10%
SnCON BOLÍYAB.
Es esta la bella proclama que conmemora el 19 de Abril, 7 la
que difundió el gozo en las filas del ejército. — La seguridad que
sentía el Libertador de llevar á buen término la colosal empresa
de independizar la América del Sur, le infundía elevado 7 he-
roico espíritu, siendo ese el secreto de su palabra mágica, de su
ardimiento 7 de su constancia invencible.
Ocho dias antes de la memorable fecha que acabo de citar,
(11 de Abril) se expidieron en Madrid para el General Morillo,
las circulares del Ministerio, en las cuales, de orden de S. M.,
se prevenia al gefe expedicionario publicase 7 jurase la Consti-
tución, restableciendo la paz en Venezuela 7 Nueva Granada
por medio de una reconciliación fraternal. — Habíase limitado
Morillo hasta entonces á contestar las notas oficiales en que se
le instruia del triunfo de la revolución en España, del restable-
cimietito del sistema constitucional 7 del juramento del Re7y
asegurando al Gobierno, " que le era grato ver restablecida la
constitución española promulgada en 1812 " ; pero, desenten-
diéndose siempre de proclamar ese mismo sistema liberal en Ve-
nezuela, hacia continuar el país sometido á su opresión. Acaso
creía que las circunstancias no le obligaran á variar de rumbo.
— ^Muchos impresos de la Ooruña recibidos en Caracas, 7 la ga-
ceta oficial de Puerto Rico en que constaba que así en aquella
isla como en la de Cuba se habia prestado obediencia á la Cons-
titución, dieron valor al A7untamiento de Caracas para presen-
tarse al Capitán General interino, D. Ramón Correa, pidiéndole
que fuese publicada la Constitución de la monarquía del miámo
modo que en las otras colonias se habia hecho. — No se opuso
Correa á esta solicitud ; mas, considerando el asunto de conse-
cuencia, resolvió consultar con el General Morillo. — Dos comi-
sionados de influencia marcharon para Valencia á hablar con el
Pacificador. A la verdad, este diferia proclamar el nuevo sis-
tema que en España habia, temeroso de contribuir él mismo á
desautorizarse en Venezuela. Luchaba en mil contrariedades
8u amor propio ; pero, al fin, vino á Caracas 7 proclamó solem-
nemente el código político de la monarquía española. — Morillo
Be consideró desde aquel momento privado de las facultades ab-
32 VIDA DE BOLtYAB.
solutas que le habia conferido el Rey absoluto ; y fué esta una
feliz circunstancia para Bolívar 7 los demás gefes que hacian la
guerra por la independencia de la patria.
Gomo una de las circulares mandaba que fuesen puestos desde
luego en libertad y que volviesen á sus domicilios los presos y
expulsos por delitos políticos, Morillo cumplió la orden del
Rey, y en una proclama que dirijió á los perseguidos, llamándo-
les para que gozasen de la gracia que se les concedía : " Vos-
" otros, dijo, estéis donde estuviereis y sean cualesquiera vues-
" tras opiniones, acciones y circunstancias, podéis venir á vues-
^' tras casas á gozar de la tranquilidad de vuestros hogares y de
*' las ventajas del gobierno representativo que acaba de jurar
" la Nación y que nos hace libres como debemos serlo . . • 1 '' —
Cuánto costarían estas palabras á Morillo, observa Restrepo ;
á Morillo que asesinó en la Nueva Granada y en Vene-
zuela á tantos y tan ilustres patriotas, porque quisieron ser
libres /...
Instaba el Ministerio español porque se abriesen negociacio-
nes con los disidentes ; (ya no eramos " sediciosos," " rebeldes,''
" bandidos," gracias & Riego !) y porque se terminase una guerra
desastrosa que arruinaba á ambas Españas, como se decia en-
tonces,*— El Conde de Cartagena, General Morillo, recibió el
encargo de presidir la comisión de n^ociacionés que se abrie-
ran con los caudillos de la libertad colombiana. Tal encargo
era debido á su carácter y á la representación que ejercia ; sin
embargo, lo inflamaba en cólera, lo abrasaba. — ^" Están locos
" en Madrid, gritaba á voz en cuello, no saben lo que mandan :
** no conocen el país, ni los hechos, ni las circunstancias. Quie-
" ren que yo me abata á tratar con los que he combatido ; que
" pase por la humillación de llamar amigos á los sediciosos y
" hermanos á los que he herido en lo más vivo como enemigos
" y como rebeldes... Así se perderá todo. Yo obedeceré ; pero
" no hay que contar más con sujetar estas provincias."
En todo este desfogue de rabia concentrada, no se percibe
claramente sino el esfuerzo poderoso de la conciencia. — A Mo-
rillo le atormentaba el recuerdo de sus atrocidades que ahora
* iDstruccíonee á las antorídades ciyilee 7 militares de las prorlDcias ultra-
marinas^ eto.
VIDA DE BOLÍVAR. 3(
ií
debían verse en toda sn horrible luz ; 7 se acusaba, 7 se enfu-
recía . . .
¡ Cuan cierto es que la maldad fabrica tormentos contra sí
misma, 7 que el primer castigo del culpable es no poder absol-
verse en el tribunal de su propia conciencia I
. . . Prima est Ikbc nltio, quod se
Jndice nemo nocens absolvitur.
(Juv. Sat xni.)
Morillo estableció en Caracas una Junta con el título de Pa-
cificadora, en cuyo seno estaba, haciendo de secretario con voto,
José Domingo Diaz, el más tenaz é insolente enemigo de los
patriotas. Dicha Junta debía ocuparse de las negociaciones
con los disidentes, 7 fueron sus primeros trabajos dirijir comu-
nicaciones á los Generales Páez, Bermúdez, Monágas, Zaraza,
Rojas, Cedefío, Montes, Montilla 7 al Gobernador de la isla de
Margarita ; diciéndoles, (Morillo hablaba como Presidente de la
*' Junta pacificadora,'') que estando autorizado para tratar par-
ticularmente con los gobiernos 7 gefes disidentes, mientras
sus comisionados cerca del Congreso de Angostura 7 de Su
Excelencia el Presidente de la República desempeñaban aquel
encargo, daba órdenes á los Comandantes de las tropas 7 fuer-
zas navales de su mando, para suspender hostilidades por un
mes, contándolo desde el día en que se recibiera la comuni-
cación.
Morillo nombró al Brigadier D. Tomás Círes 7 al Superin-
tendente de Hacienda pública D. José Domingo Duarte, comi-
sionados para hacer proposiciones al Congreso de Angostura,
7 á D. Juan Rodríguez del Toro 7 D. Francisco González de
Linares, para que pasasen á Cúcuta, & tratar con el Libertador,
que se hallaba en aquellos valles.
Toro se enfermó en el camino 7 fué reemplazado por el Co-
ronel D. José María Herrera.
Bolívar no tuvo necesidad que el gefe español le informase
de la disposición del ministerio liberal de la Península, ni que
le dijese que el Re7 había jurado, mal su grado, la Constitución,
mudado 7a el aspecto de las cosas en la metrópoli. — Una cor-
respondencia que interceptó el Coronel Carmena en Chírigua-
ná, le impuso de todo, 7 anticipándose á lo que debía tener lugar,.
8
84 TIDA DE BOLÍVAR.
con aquella luz clarísima que le conducía á descubrir lo igno-
rado 7 revelar lo futuro, escribió desde el Rosario de Gúcuta al
General Carlos Soublette, diciéndole :
Junio 10 de 1820.
Mi quebido Gekbbai< y amioo :
Ayer he recibido una oomunicacion muy interesante interceptada por
el Coronel Cannona en Chiríguaná, fechada en Cartagena el 20 de Mayo,
por la cual hemos sabido noticias positivas de la España hasta el mes de
Abril. — Femando Vil, el 7 de Maizo, ha jurado la* Constitución por un
decreto, forzado por la voluntad del pueblo y á instancias del General
Ballesteros. — Parece que la revolución era general en la Península y que
el Rey estaba en la última extremidad cuando juró la Constitución. Su
ñtuacion, pues, es yiolentfsima y tendrá que complacer al pueblo y a]
ejército que desean la paz por salir de los sacrificios y de la muerte. —
Aun los liberales mismos tendrán que halagar al ejército con la paz, por-
que la cuestión no es otra que la venida á América ; y el modo de calmar
hasta la sospecha de este mal, es concluir la guerra, en lo que parece pro-
nunciada ya toda la Península. — Por otra parte, no habiendo podido sub-
yugamos la Espalla con sus expediciones, ahora lo alcanzará menos, sin
ellas ; no teniendo otro ínteres que el del comercio exclusivo en América,
y teniendo nosotros innumerables corsarios que se multiplicarán en razón
inversa de nuestras desventajas militares ; ó mejor diré, que se aumenta-
rán cuanto menos territorio tengamos, su comercio, por consiguiente, se
anula. Siendo el interés de los liberales la propagación de los princi-
pios, contra los cuales encontrarán en Espafia y en toda Europa muchos
contrarios, es indispensable que las Cortes se decidan en nuestro ñtvor ;
tanto por que ya no se trata de una simple cuestión de economía políti-
ca sino de una preponderancia interior, como porque habiendo en Amé-
rica gobiernos libres, ellas encontrarán siempre entre nosotros puntos de
apoyo y aún medios para combatir á los serviles, pues la afinidad de
principios produce siempre la atracción recíproca en materia política.
Los serviles, ademas, y sobre todo. Femando más que los otros, tienen
necesidad de hacer la paz para acallar al ejército, que no tiene otro cla-
mor, ni puede sor lisonjeado de otro modo ; porque los hombres no se
contentan con que les curen el mal de que padecen, sino que desean aca-
bar con el mal mismo, por la aprensión que imprime y la amenaza que
deja de volver á afligir. — Así, las tropas españolas no estarán satisfechas
.mientras no hayan visto cesar las hostilidades con nosotros; sabiendo
por experiencia que todos los géneros de sistemas que han regido en Es-
pana, las han enviado á América. — Si alguna cosa retarda nuestras nego-
daciones con Espafia, no será ciertamente ni su voluntad, ni los embara-
zos que se opongan á esta consecución. To pienso que solamente los in-
manentes peligros que ambos partidos van á correr, y la ocupación ur-
^:geIKte de sus intereses inmediatos, no más, los harán descuidar momento-
VIDA DE BOIÍYAB. 35
oeamente esta medida. Por lo mismo, es de nuestro deber proporcionar
á los enemigos los medios y las ocasiones de tratar con nosotros. Estos
medios pueden ser iniciados por nuestros EuTiados en Londres y en los
Estados Unidos directamente con los Enviados españoles 6 indirecta-
mente con los otros Enriados extrangeros que más interés muestren por
nuestra causa. Estos mismos pasos admiten infinidad de modificaciones,
más 6 menos eficaces, más 6 menos directas, por yias públicas 6 priya-
das, por la imprenta, por la conversación, por los amigos y aún por los
enemigos. Jamás será degradante ofreoer la paz bajo los principios con-
signados en la ^^ Declaratoria de la República de Venezuela," que debe
ser la basa de toda negociación : 1° por que así está ordenado como ley
de la República, y 2** por que así lo prescriben la naturaleza y la salvación
de Colombia. — Ofrecer asi la paz á los Espafioles, es pedirles la corona
del triunfo ; pues no siendo otro el objeto de la contienda, obtenerlo es
yencer. A los españoles que están altamente conyenádos de su impo-
tencia con respecto á nosotros y que sufren en la guerra cuantas calami-
dades pueden afligirlos; á los espafioles, digo, concederles la paz, es de-
cretarles un triunfo, no menos importante y no menos deseable. — Ellos
están en el caso del rico de Platón ; tienen todo que perder y nada que
adquirir; y nosotros, no teniendo nada que perder, aspiramos á cuanto
ellos poseen. La lucha no nos ha dejado más que la vida, y esta
es de ningún precio para hombres desesperados. — Esta cuestión, bien
desenvuelta, es inmensa, y presenta todas las consideraciones que pueden
halagar á nuestros contrarios y á nosotros mismos. — Por tanto, nosotros
no debemos ofrecer más que la paz en recompensa de la Independencia.
Esta, para nosotros, nos trae todos las bendiciones del cielo ; y aquella,
para los espafioles, es una fuente de inmensas prosperidades futuras. —
He aquí mis ideas, las que deseo que Vd., el Yice-presidente de Colom-
bia y el Secretario de Estado mediten profundamente y las empleen en
la ocasión, sin esperarla, sino buscándola y proporcionándola de todos
modos ; porque los momentos presentes tienen un valor infinito, y no
solo Séneca debe saber apreciar el mérito del tiempo.
Si, por accidente, se supiere 6 se recibieren noticias de alguna nego-
ciación diplomática, que se pongan alas al correo y se le ofrezcan pre-
mios exorbitantes para que, volando, me lleguen oportunamente. — ^De-
seo que nada se haga sin mi conocimiento en esta materia. — Nada es
mas &cSl que dilatar las cosas, ofrecer mi llegada por instantes, y es-
perarme.— Hace mucho al caso el personal en toda materia, y muy par-
ticularmente en las diplomáticas. — ^En los negocios pacíficos, como en
los militares, es muy importante el ser veterano.
Los correos me matan con sus dilaciones. Al fin, tendrá que man-
dar pagar los postas españoles, pues que nos sirven mejor que los de
Colombia.*— Hace más de dos meses que han llegado fusiles á Angos-
tura, y todavía no lo sé de oficio, y estoy esperándolos, por momentos,
de Guasduálito, si es que han sabido hacer esto siquiera I ¡ Qué bello
86 VIDA DE BOLÍYAB.
gobierno para la posma ! — Mi desesperación en esta parte solo compite
con mi indignación por esos señores. Hágame Vd. el fayor de decír-
selos así.
Por la Secretaría de guerra sabrá Yd. nuestro estado militar, que eB
tan brillante como puede desearse, aunque sin yictorias decisivas aun.
El ejército tiene todo : TÍveres, dinero, salud y mucho espírítu« Ko
nos falta más que diez mil fusiles I Mándelos Yd. en rsTancha de
tan buenas noticias. Ko se deje Yd. poseer del aire endémico que corre
en Angostura ; y en caso que sea necesario adoptar algún extremo, más
bien que sea el del ñiror y no el del imperio de la apatía, que es el que
ha reinado ahí hasta ahora soberanamente. Y después querrán gober-
nar .... I Y después intrigarán .... 1 1 Y después mandarán .... 111 Y
después harán morir como á Milciades á los Libertadarei de la Pa-
tria////
Adiós, mi querido General.
Soy de Yd., de corazón, Bolíyab.
Hacia poco quo el General Soublette se hallaba en Angosta-
ra, previsto por el Libertador para la Vice-presidencia de Ve-
nezuela.— ^Zea, que habia sido nombrado Vice-presidente de Co-
lombia, estaba en Londres con permiso del Congreso, y el Dr.
Juan Germán Roscio fué elegido para sucederle. Con tal mo-
tivo, vacante la Vice-presidencia de Venezuela, el Libertador
no vaciló un instante en el nombramiento de Soublette llamado
por sus talentos, por su consagración al trabajo y por su patrio-
tismo á hacer muchos bienes en la elevada situación en que se
le colocaba. — La interesante carta de Bolívar que acaba de
leerse, fijó, por decirlo así, la respu^ta que dio el Congreso á
los comisionados de Morillo. — Aquel cuerpo, como ya sabemos,
habia suspendido sus sesiones desde Enero ; pero fué convocado
extraordinariamente para considerar el oficio en que el gefe es-
pañol anunciaba el envió de sus comisionados, Círes y Duarte.
— Estos subieron el Orinoco hasta la Vieja Guayana, y allí tu-
vieron la respuesta del Congreso que suscribió Fernando Peñal-
ver^ como Presidente, á saber : que el soberano Congreso de Co-
lombia oiría con gusio todas las proposiciones del gobierno espa-
ñol^ siemp7*e qv^ tuvieran por base el reconocimiento de la sobera-
nía é independencia de Colombia ; y que no admitiría las que se
separasen de este principio muchas x^eces prodamado por el go-
biemo y pueblos de la República.
Al amanecer del 6 de Julio recibió el Libertador en la villa
VIDA DB BOliVAB. 37
del Rosario la circular de Morillo y una carta del General La-
torre que remitió Urdaneta desde San Cristóbal, donde quedó
el Ayudante de Estado mayor general D. José Maria Herrera,
conductor de dichos pliegos. — El oficio de Latorre estaba con-
cebido en los términos más finos, concluyendo por decir al Liber-
tador que " él no dudaba le proporcionaría la satisfacción de
abrazarle un dia como su más verdadero y caro hermano." — El
Libertador contestó á los Generales Latorre y Morillo en los
términos siguientes :
Cuartel €kneral Libertador en San Cristóbal, )
& 7 de Julio de 1820. (
SBfiOB General:
Acepto con la mayor satisfacción, para el ejército estctcianado aqu% el
armisticio que á nombre del General en gefe del ejército español me pro-
pone y. S. por un mes de término, contado desde el dia de ayer.
Siento que los sefiores comisionados del gobierno español se hayan di-
njido por grandes rodeos en busca de mi cuartel general ; pero Y. S.
podrá muy bien indicarles la ruta que deben seguir en el caso de venir &
tratar con el gobierno de Colombia de paz y amistad, reconociendo esta
República como un Estado independiente, libre y soberano. Si el objeto
de la misión de esos sefiores es otro que el del reconocimiento do la Re-
pública de Colombia, Y. S. se servirá significarles de mi parte, que mi
intendan e» no recieUnrlos y ni aun oir ninguna otra proposición que no
tenga por hase este principio.
Espero que Y. S. me dará su respuesta categórica sobre la continuación
6 no continuación del armisticio en el término de ocho dias, pasados
k» cuales, las hostilidades quedarán abiertas. Bolí vab.
Cuartel General Libertador en el Rosario, )
á 28 de Julio de 1820. S
EXCELENTÍBIHO SeI^OB :
Tengo el honor de acusar la recepción dd despacho que Y. E. se ha ser-
vido diñjirme con fecha 22 de Junio desde su cuartel general de Yalenda.
La República de Colombia se congratula de ver rayar el dia en que la
libertad extiende su mano de bendición sobre la desgraciada Espafia, y
de ver á su misma antigua metrópoli seguirla en la senda de la razón.
Resuelto el pueblo de Colombia, ha más de diez afios, á consagrar
hasta el último de sus miembros á la única causa digna del sacrificio de
la paz : — á la causa de la patria oprimida ; y confiado en la santidad de su
resolución expresada con la mayor solemnidad el 20 de í7ovieml>re de
1818, de combatir perpetuamente contra el dominio exterior, y de no re-
conciliarse sino con la independencia, me tomo la libertad de dirijir á
Y. E. la adjunta copia de la ley fundamental, que prescribe las bases
sobre las cuales puede tratar el Gobierno de Colombia con el espafiol.
88 VIDA DE BOLÍVAR.
Con la mayor satufaccion tengo el honor de onecer á Y. E. esta franca
declaración como preliminar de toda transacción entre nuestros respec-
tivos gobiernos y como en testimonio de la rectitud que caracteriza á
nuestro sistema liberal representativo. — El amor á la paz, tan propio de
los que defienden la causa de la justicia, no oerk jamás ahogado por do-
lientes clamores de la humanidad, antes inmolada en el teatro de tantos
honores. . . •
Y. E. puede contar con que no serán oídos d resentímiento, ni el odio,
ni aquellos intereses particulares que Y. E. conceptúa como enemigos de
la paz. ün solo grito resuena en Colombia : es el de la naturaleza que
reclama todos sus derechos, hollados y hundidos hasta ahora en los
abismos del despotismo, que ha convertido en vasta desolación cuantos
dominios ñieron espafioles
El armisticio solicitado por Y. E. no puede ser concedido en totalidad,
sino cuando se conozca la naturaleza de la negociación de que vienen en-
cargados los Scfiores Toro y Linares. Ellos serán recibidos con el respeto
debido á su carácter sagrado.
Dios guarde á Y. E. &a Simón Bolívar.
Dadas estas respuestas, el Libertador que deseaba infundir
con su presencia vigoroso impulso á la campaña del Magdalena,
determinó hacer una rápida excursión á las costas del Atlántico,
sin detenerse en Gúcuta por esperar á los comisionados de
Morillo. Urdaneta quedó encargado del ejército del Norte, y
este mismo y el secretario de la guerra, Coronel Pedro Briceño
Méndez, recibieron poder é instrucciones para contestar á las
propuestas de los diputados realistas. — ^El Libertador partió á
principios de Agosto por el camino que conduce desde Cuenta
á Ocaña ; visitó á Mompox, Barranquilla y Turbaco, dictando
en todas partes las más eficaces providencias para activar la
guerra. En Barranquilla recibió un oficio del brigadier D.
Gabriel Torres, Gobernador que era de Cartagena, en el cual
solicitaba á nombre del gobierno de la Península suspensión de
armas para tratar de la paz. — Como nada era más conforme
con los sentimientos del Libertador que ahorrar calamidades á
la humanidad afligida, entró gustoso en correspondencia con
aquel jefe, dando en sus oficios pruebas de moderación y de
finura ; pero el desgraciado Torres que deseaba llegar al punto
primordial de su negociación, se apresuró á detallar las proposi-
ciones que, según decia, el Rey y la Nación española le manda-
ban hacer en obsequio de la humanidad. Reducíanse estas á
la " sumisión de Colombia á España ; juramento de la constitn-
VIDA DE BOliVAB. 39
don del afio 12, y envió de diputados á las Cortes que habían
de celebrarse en Madrid " Arrebatado el Libertador
de la más justa 7 ardiente indignación, (que no hay cosa que
excite más el enojo que una impertinencia,) arrojó el oficio de
Torres y dirigiéndose al ayudante general del Estado Mayor,
le dictó la contestación siguiente : " Es el colmo de la de-
" mencia, y aun más, de lo ridículo proponer á la República de
" Colombia su sumisión á la España: á una Kacion siempre
" detestablemente gobernada ; á una Nación que es el ludibrio
*^ de la Europa y la execración de la América por sus primeras
" degollaciones y por su posteriores atrocidades, i Cómo I
'' ¿ Podríamos olvidar centenares de victorias obtenidas contra
'Mas armas españolas? ¿Podríamos olvidar nuestra gloria,
" nuestros derechos y el heroísmo de nuestros soldados ? ¿ Cree
" V. S., Señor Gobernador, que la vieja y corrompida España
" pueda dominar aun el Nuevo Mundo ? ¿ Cree V. S. que el go-
*^ bierno de esa Nación que ha dado el ejemplo más terrible de
" cuanto puede ser absurdo el espíritu humano, logre formar la
** dicha de una sola aldea del Universo ? — Diga V. S. á su Rey
** y á su Nación, Señor Gobernador, que el pueblo de Colombia
*^ está resuelto, por no sufrir la mancha de ser español, á com-
"^ batir por siglos y siglos contra los peninsulares, contra todos
" los hombres, y aun contra los inmortales, si estos toman parte
*' en 1& causa de la España. Prefieren los colombianos des-
" cender á los abismos eternos, antes que ser españoles. ... I"
Esta contestación la hallo censurada en Restrepo. — Es muy
dura, escribe. — Ahora puede parecer así ; entonces pareció
sublime, como que traducía el sentimiento verdadero de todo un
pueblo. Por lo demás, esa ira y exaltación del Libertador no
eran de extrañar. El fundador de Colombia ; el hombre de la
expedición de los Cayos, que con su constancia heroica y su
valor había triunfado de Monteverde, de Bóves, de Tánez, de
Cakada, de Morales, de Morillo no podía oír con insen-
sibilidad idiota, que se le propusiera someterse buenamente á
eos enemigos. Preciso es, para decidir con rectitud, ponerse en
la situación de cada cual ; y no por llevar al extremo la virtud
de la imparcialidad, toquemos en la parte opuesta de desconocer
las leyes invariables de la justicia. — Algunas veces, observa con
razón el historiador Mariana, la paciencia ofendida se muda en
furor, y culparlo sería rigidez .... I
40 VIDA DE BOLÍVAB.
Cuando el Libertador regresó á Cuenta de las costas de Car*
tagena (mediados de Setiembre) snpo el resultado de las confe-
rencias entre los comisionados españoles y los colombianos.
Propusieron aquellos *' que se adoptara 7 jurara en estas pro*
yincias la constitución política de la Monarquia española, 7 ofre-
cieron que Su Magestad conservaría á sus actuales gefes el
mando de las provincias que ocupaban, por tiempo indefinido,
pero con subordinación al General en gefe del ejército pacifica-
dor ó al gobierno de España directamente." — Nuestros dignos
comisionados contestaron : " que no estaban autorizados para
sellar los males de Colombia sometiéndola á la España, sino
para promover sus intereses 7 derechos constitu7éndola libre,
independiente 7 soberana." Y añadieron : '' los defensores de
la justicia 7 de la libertad, lejos de ser halagados por ofertas
de un mando ilimitado, reciben un verdadero ultraje al verse
confundidos con las almas groseras que anteponen la opresión 7
el poder á la sublime gloria de ser los libertadores de su patria."
Asi terminó esta primera negociación, en la cual todo fué
superioridad 7 decoro imponente de nuestra parte. — ¿Quién
podrá pintar el placer inmenso que inundaba el corazón de los
buenos patriotas, cuando consideraban la grandeza de Colom-
bia : el rango á que sus esfuerzos la habian elevado 7 — Mi tosca
pluma no puede ofrecer cabal pintura de aquel júbilo 7 dulcí-
sima satisfacción ¡Morillo proponiendo tregua I Y
titulando á Bolívar Presidente de la República de Colombia 1 1
En realidad, si el patriotismo tenía justos motivos para lison-
jearse ; el amor propio, ese gran sentimiento que ennoblece al
hombre cuando no llega á los lindes censurables del orgullo 7
de la vanidad, debia estar completamente satisfecho. Bolíyab,
Santander, Marino, Bermúdez, Arízmendi, Páez, Mon tilla, Ur-
daneta, Soublette, Bricen o, Gómez, héroes do la gloria, ....
dichosos vosotros 7 vuestros compañeros, que no caísteis jamas
de vuestra esperanza 7 que merecisteis os condujera la mano
invisible 7 poderosa del destino á la dicha apetecida ! | Di-
chosos vosotros, cu7a constancia, como la de Fabio, fué un
escudo inderrocable para la patria, 7 á quiénes en premio se
concedió llevar aquel eterno peso de gloria de la libertad do
un mundo II
CAPÍTULO XXXII.
1820.
EXPUCA BL LIBERTADOS DK PA8A0B DI BU DISOURSO KS AX009TDBA CIN8I7RADO POB
D. GUILLERMO WBITB — BSrUBBZOfl DB ZBA POR RESTAURAR BL DRSOABCIOO CRáDI-
TO DB OOLOXBLA.— 8U PROTBCTO PRBSBNTADO AL DUQDB DB PRÍaS — PROPOSICIÓN DB
CLAT BN LA ciüARA DB RBPRBSBKTANTBS DB LOS BSTADOS DB LA UNION AMERICANA
— ARMAMENTO COMPRADO POR EL GBNERAL SUCRI RN LAB ANTILLAS— COMUNICACIÓN
DBL LIBBRTADOB AL GENEBAL MORILLO BORRE *' ARMISTICIO " — TRATADOS DB ARMIS-
TICIO T J>B BEOULARIZACION DB LA GUERRA — PE8TBJ0 MILITAR BN SANTA ANA —
DIPBNSA DEL ARMISTICIO— MORILLO ENTREGA BL MANDO ▲ L ATORRE T SB EMBARGA
PARA cIdIZ — SU PROCLAMA DE DB8PEDIDA — BL LIBERTADOR TA Á BARÍNAS T BE-
GBB8A Á SAN CRISTÓBAL OOK.lxiMO DB MABOHAR AL SUR.
UKA vez que hice mención de la carta del Libertador á su
amigo D. Guillermo White, concédanme mis lectores que
suspenda ahora la narración de los sucesos que se verificaron
en este año, para referirles brevemente una ocurrencia que tuvo
lugar entre estos dos personages y cuyo desenlace se halla en
la propia carta de la que extraje los párrafos que se leen á las
páginas 17 y 18.
En el numero de las cualidades que singularizaban al Liber-
tador, (raras por cierto entre los hombres de su elevación y bu
poder, como ya en otra parte he dicho,) habia una que lo distin-
guía : Bolívar gustaba de la discusión. No se ofendia de la
verdad, y, diligente, entraba en las explicaciones más menudas
para demostrar la justicia ó conveniencia de lo que proyectaba.
(41)
42 TIPA DE BOliVAB.
I Gran dote para gobernar con justicia, amar la luz j procurar
el acierto I Es la ruina del gobierno lo ciego é inconsulto de
las deliberaciones. Ayudada la reflexión, se alcanzan las más
veces, lo cierto en las materias dudosas, lo útil en las difíciles.
Eso que llamamos madurez no es ciencia de instantes, decia un
político.
El discurso que pronunció Bolívar en el Congreso de Gua-
yana causó, como debe suponerse, grande impresión, no solo por
lo elevado de las ideas y lo sostenido del buen estilo, sino tam-
bién por las novedades políticas que entrañaba. " El Correo
del Orinoco " lo reprodujo in extenso, y el Libertador lo envió á
su amigo D. Guillermo para que lo hiciese traducir en inglés
por Hamilton y se conociera mejor en Inglaterra.
Era White un hombre honrado, franco, amigo de la verdad y
de la razón, que á todos trataba con miramiento, pero sin reser-
va ni lisonja. Puro en sus costumbres, sincero en sus afectos,
ni sabia fingir ni tenia el hábito pernicioso de la disimulación.
Man of life upright and puie.
Bolívar le estimaba mucho y hablaba siempre de él con elo-
gio, llamándole su amigo. Escribíale con frecuencia sobre
asuntos graves, aunque muchas veces no estaban de acuerdo sus
opiniones ; lo cual en nada venia á disminuir el mutuo placer
de su correspondencia. Ya observó hábilmente La Bruyére
que, " el placer de la sociedad entre los amigos se cultiva por
una identidad de gustos en lo que mira á las costumbres, y por
algún disentimiento ó diferencia de opiniones en lo que se refie-
re á las ciencias ; afirmándose cada cual en sus ideas, ó ejerci-
tándose é instruyéndose por la discusión delicada y circuns-
pecta "
White leyó el discurso del Libertador con la atención que
merecia, y en varios particulares le desagradó en extremo ; por
cuya causa escribió una larga y muy meditada carta, manifes-
tando candorosamente sus ideas, y diré más, censurando las de
Bolívar, aunque al mismo tiempo le decia que ya háhia piesto
por obra la traducción que le encargaba.
No se enojó el Libertador de la libertad de White, ni enso-
berbecido al aura de sus propias dichas, despreció la censura
del amigo. — ^Tarde entran los poderosos en la consideración de
imOA DE BOLÍYAB. 48
que son humanos y sujetos al error, hasta qae se los ense&a dn-
ramente la experiencia ; mas Bolívar no cerró nunca los ojos á
la luz de esta verdad. Dócil, se le vio en distintas ocasiones
desistir de sus ideas porque otros las impugnaron con justicia ;
7 como no se le escondia el primor de la razón, oía con calma
la censura y respondía con franqueza á las observaciones cuan*
do tenian por basa la bueua fé. En el caso presente, retardó de
intento la contestación á White, para que este no creyera que
replicaba el amor propio en lugar de la convicción íntima, y
después le dijo :
San distábala 26 de Mayo de 1820.
Mi querido ahiqo:
Aprovecho la opoitonidad para diiijir á Yd. mi discuiso al CongreBO,
reimpreso en Bogotá, y que lo mire con más indulgencia que antes.
Me parece que Yd. me criticó la creación de un Senado hereditario y la
educación de los Semidores futuros. Lo primero está de acuerdo con la
práctica de todas las repúblicas democráticas ; y lo segundo, con la razón.
La educación forma al hombre moral, y para formar un legislador se ne-
cesita ciertamente de educarlo en una escuela de moral, de justicia y de
leyes. Yd. me cita la Inglaterra, como un ejemplo contrario á mi esta-
blecimiento; pero, en Liglaterra, ¿no deja de hacerse mucho bueno?
En cuanto á mi Senado diré, que no es una aristocracia ni ima nobleza,
constituidas la primera sobre el derecho de mandar la República y la
s^unda sobre privilegios ofensivos. £1 oficio de mi Senado es temperar
la democracia absoluta ; es mezclar la forma de un gobierno absoluto con
una institución moderada, porque ya es un principio recibido en la polí-
tica : que tan tirano es el gobierno democrático absoluto como un déspota ;
asi, solo un gobierno temperado puede ser libre. ¿ Cómo quiere Yd. que
yo tempere una democracia sino con una institución aristocrática ? Ya
que no debemos mezclar la forma monárquica con la popular que hemos
adoptado, debemos, por lo menos, hacer que haya en la República un cuer-
po inalterable, que le asegure su estabilidad ; pues, sin estabilidad, todo
prínoipio político se corrompe y termina siempre por desi/ruirse.
Tenga Yd. la bondad de leer con atención mi discurso, sin atender á
sus partes sino al todo de éL Su conjunto prueba, que yo tengo muy
poca confianza en la moral de nuestros conciudadanos, y sin moral repu-
blicana, no puede haber gobierno libre. Para afirmar esta moral, he in-
ventado un cuarto poder que crie los hombres en la virtud y los manten-
ga en eUa. También este poder le parecerá á Yd. defectuoso ; mas,
amigo, si Yd. quiere república en Colombia, es preciso que quiera tam-
bién que haya yirtud política. Los establecimientos de los antiguos nos
prueban que los hombres pueden ser regidos por los preceptos mas seve-
ros. Todo el cuerpo de la historia manifiesta, que los hombres se some-
ten á cuanto un hábil legislador pretende de ellos y á cuanto una fuerte
a VIDA DE BOIÍYÜU
magistratura les aplica. Dracon dio leyes de sangre á Atenas, y Atenas
las suMó y aun las observó hasta qne Solón quiso reformarlas. Licni^go
estatuyó en Esparta lo que Platón no se habia atrevido á sofiar en ku
república, sino hubiese tenido por modelo al legislador de Esparta. ¡ A
qué no se han sometido los hombres I \ A qué no se someterán aun 1 Si
hay alguna violencia justa, es aquella que se emplea en hacer á los hom*
bres buenos y por consiguiente felices ; y no hay libertad Intima sino
cuando esta se dirije á honrar la humanidad y á perfeccionarle su suerte.
Todo lo demás es de pura ilusión, y quizas de una Uusion perniciosa.
Perdone Yd., amigo, esta larga digresión sobre mi discurso, pues Vd.
bien la merecía hace mucho tiempo, y yo se la habia ahorrado más por
desidia que por voluntad.
De este modo satisfacía el Libertador á la reprobación de
White, derramando claridad en aquel pasage crítico de su dis-
curso que habia provocado la censura de su amigo. Los triun-
fos, las ovaciones con que fué recibido en Bogotá, el poder que
ejercia, los proyectos gigantescos que formaba de libertar la
América..., nada de esto le impidió dar cumplida satisfacción á
White, desatando la cuestión con lujo de verdades políticas y
de razones prácticas, decisivas, que parecen, cada vez más, dic-
tadas por el genio de la sabiduría y que revelan el conocimiento
anticipado que aquel hombre extraordinario tenia de todas las
cosas. — Bolívar escribía en 1820... Y, si traemos á la memoria
los sucesos que se han verificado después ; si pensamos en mu-
chos hombres públicos y escudriñamos sus hechos ; si ponemos á
prueba la rectitud de sus intentos, y releemos luego las senten-
cias del Libertador, ¡ qué profundas, qué ciertas é indudables
las hallaremos I
Sin rnoral repvblicoma nojmede haber gobierno libre...
Si ha de haber repvblica en Coh'mbia, es preciso qiie haya
vvrivd polvtica...
Yo tengo poca confianza en la rnoral de maestros conciudada-
nos...
Tan tirano es el gobierna) democrático ahsohitOy como un dés'
pota...
Sin estabüidady todo principio político se corrompe y ter*
mina por destruirse...
La educación forma al hombre moral; y para formar un le-
gislador se necesüa ciertamente educarlo en una escuda de mo-
ralf de justicia y de leyes.,.
VIDA DE BOIÍYAB. 45
No hay libertad legitima sino cuando esta se dirije á honrar
la huma/nidad y perfeccionarle su suerte ; lo demos es depura
ilusión y quizas de una ilusión perniciosa...
Me atrevo á asegarar, sin temor de ser contradicho, que todo
hombre honrado está de parte del Libertador, como lo estuvo el
propio White que lo censuró.
Volvamos ahora á tomar el hilo de los acontecimientos, per-
dido por un instante, mientras se daba lugar al episodio de
White, tan importante como ignorado.
Prósperamente andaban las cosas en Colombia, aumentado el
partido republicano y reconocido ya por todos como inevitable
su triunfo decisivo, cuando el agente de la República en Lon-
dres elevaba, á su vez, el nombre de la patria del otro lado del
Atlántico. — La necesidad de abrir relaciones con las potencias
europeas, señaladamente con Inglaterra cuya amistad anhelaba
el Libertador, le hizo insistir en el propósito de acreditar un
nuevo agente, celoso y activo, que desempeñase aquel grave y
consecuente encargo. — ^El Señor Zea, segundo gefe de la Repú-
blica, fué escogido para tal fin ; y llegó á la capital del Reino
Unido hacia la mitad del año de 1820. — El nombre de Zea pre-
vino mucho en favor de nuestra causa, y le fué fácil establecer
el crédito de Colombia por una grande operación que dio á la
República existencia moral y una fama financiera que aumentó
el brillo de su gloria militar.
Zea reunió á los acreedores de Colombia ; y bien lejos de
aprovecharse de sus justos temores y de las buenas razones que
pudiera tener para rehusar el pago de muchas cantidades, les
dijo : " No me presento ante Vds., Señores, como un especula-
dor que negocia con vuestros temores y por subterfugios. Yo
traigo únicamente los pensamientos que pueden convenir á un
gran pueblo y al héroe que lo conduce ; mi país quiere pagar
todo lo que debe, cualquiera que sea el origen de la deuda.
Tiene tantos medios como deseos. En él la justicia está siem-
pre al nivel de la riqueza, y esta es inagotable... !"
Zea fué oido con entusiasmo y obtuvo todo lo que deseó.
Si la generosidad inconsulta de Zea, expidiendo obligaciones
á muchos que se llamaban acreedores y que no justificaron ab-
solutamente su acreencia,* pudo ser funesta á la República, es
* Esta circunstancia la reveló el mismo Zea en oficio de 9 de Enero de 1821.
16 VIDA DE bolívar.
cierto también que á sus esfuerzos se debió el restablecimiento
del crédito de Oolombia, arruinado por los empeños temerarios
de López Méndez, de Real 7 otros comisionados que le hablan
precedido.* — Zea esforzó los medios que estaban en su com-
prensión y en su arbitrio para el logro del fin patriótico que se
habia propuesto, y lo alcanzó. Colombia tuvo más crédito que
muchas potencias de segundo orden de la Europa.
Menos feliz fué Zea en la negociación que privadamente abrió
con el Duque de Frías, Embajador de España en Londres,
acerca del reconocimiento de la independencia de Colombia :
negociación desechada en Madrid, y reprobada enérgicamente
por el gobierno de Colombia. Proponía Zea en su disparatado
lan de transacción^ " que Femando VII reconociera expont»-
neamento la independencia de nuestra República, de las de
Chile y Buenos Aires, y la ofreciera á las demás provincias ul-
tramarinas, bajo la condición de que Colombia y las otras
Repúblicas formarían una vasta confederación, cuyo gefe sería
el Rey de España." — Esto era un despropósito, inadmisible por
tanto, y para el cual no tenia poderes el agente colombiano. —
Asombra que Zea, tan maduro en sus dictámenes, tan sutil, tan
buen patriota hubiera entrado con desatino en materia de tan
peligroso fondo, abrigando por un momento siquiera la idea de
que el Rey de España continuara siendo Señor de América bajo
ninguna denominación... I Y no cabe aquí, para excusarle,
aquello de que " Homero dormita alguna vez." Nó ; otro fuó
el motivo. — El esfuerzo de nuestros héroes : las batallas de
Araure y Bocachica, las de Carabobo, Juncal, San Félix y Bo-
yacá nos hablan libertado del dominio español, pero no de las
preocupaciones coloniales. Zea pagaba su tributo..., y nuestros
legisladores y estadistas lo pagan cada dia. Hoy es, y en mu-
chas cosas de consecuencia somos todavía colonos. Ha des-
aparecido el despotismo de los Reyes ; pero queda aun el de los
hábitos : el despotismo del pasado que tiene su trono en las
costumbres. | Tanto así se encamó en nuestra sociedad ameri-
cana el espíritu de las leyes españolas, sus errores, sus preven-
ciones ignorantes y aborrecibles !
* José María del Real, antiguo agente de las provincias de la Nnera Grana-
da, que comprometió personalmente su responsabilidad, Uegó á ser conducido á
nna cárcel en Londres.
VIDA DE BOLÍVAB. 47
Cuando el Libertador tuvo noticia del proyecto de Zea, le es-
cribió una larga carta expresándole el disgasto que sentia ; j
le amonestó que, sin instrucciones particulares del gobierno, no
diese paso en materias delicadas, en las cuales, por la suma im-
portancia, se requieren el consejo y la mayor seguridad.
Contrasta dolorosamente la conducta vituperable de Zea en
este punto, con el ahinco plausible del Presidente de la Cámara
de Representantes de la Union Americana, Henry Clay, emi-
nente hombre de Estado, que proponía á la sazón nuestro reco-
nocimiento como nación libre, digna por muchos títulos de
figurar entre los jpuehhs más ilustres del Orbe. — La propuesta
de Clay no tuvo en aquellas circunstancias resultado favorable.
El gobierno de Washington guardaba una politica de reserva
tanto más sorprendente cuanto menos esperada. Por su parte,
el Ministro español reiteró sus protestas con fuerza y buen su-
ceso, y la voz del digno Clay resonó sola en el templo de la
Uberiad. Mas continuó trabajando con destreza ; uniformando
la opinión y haciendo conocer á Colombia y á sus hombres bajo
ana luz clara y propicia. — Sirvióle de mucho en este empeño
nuestro ageate, el Señor Manuel Torres, que residia en Wash-
ington, y el cual, por sus conocimientos especiales y su carácter,
estaba llamado más que ningún otro á esforzar la buena dispo-
sición de Clay.
Dijese mucho en aquel tiempo que el Presidente Monroe, á
quien visitaba con frecuencia Torres, habia ofrecido á este, en
reserva, auxiliar á Bolívar con fusiles y otros elementos de
guerra. — Si fué cierta esta promesa, (que yo lo dudo I) no tuvo
jamas efecto. — Acaso solo fué un medio ingenioso de Monroe
para dejar pesar sobre las Cámaras la responsabilidad de no
haber reconocido á Colombia, ó también para templar en algo
el sinsabor que esto debia haber causado á Torres.
Por fortuna, no urgia tanto la protección de los Estados Uni-
dos en esta parte. El armamento que tenian los patriotas era
¿ la verdad malo, y aun muchos batallones carecian de fusiles y
municiones ; mas el Libertador habia hecho trabajar minas de
plomo en Cundinamarca y establecido fábricas de pólvora, y
desde Angostura hizo partir á varios comisarios para las Anti-
llas 7 otros puntos en busca de armamento, habiendo logrado
comprar el General Sucre en las islas de Barlovento, 9,750 fusi-
48 * VIDA DE BOLÍVAB.
les que introdujo por el Orinoco á mediados de Abril. Estos
eran los que pedia el Libertador al General Soublette en la
carta de 19 de Junio desde el Rosario, (pag. 34) y que le fueron
remitidos una parte por el Aráuca y otra por el Meta. — Enorme
era la distancia que debia recorrer el armamento hasta llegar á
Gúcuta y graves las dificultades del tránsito ; pero todo se
venció por el esfuerzo de los patriotas á quienes daba aliento el
amor santo de la libertad...
Guando el Libertador llegó á Cuenta, de regreso dejas pro-
vincias litorales, dirijió una comunicación al General Morillo
(21 de Setiembre en San Cristóbal), en la que le decia :
Y. £. nos ha conYÍdado*& un annisticio cuyo objeto pareda ser la paz
de la América. — ^Pero, un annisticio semejante, sin ofrecer siquiera el re-
conocimiento de nuestro Gk>bienio, es demasiado perjudicial á los inte-
reses de la República, cuando ella se lisonjea de un triunfo final y com-
pleto, según todas las probabilidades. — La continuación de las hostilida-
des debe producimos la ocupación del resto de Venezuela y Quito,
libertándonos al propio tiempo de las enormes erogaciones que nos causa
un ejército demasiado numeroso para Colombia ; y la suspenMon de ellas,
en la estación más propia para la guerra y en momentos críticos para
nuestros enemigos, trae consigo la pérdida de todas las ventajas que po
drian resultamos de nuestros constantes, prolongados y dolorosos sacri
ñcios.
Sin embargo, el Gk>biemo de Colombia quiere manifestar á Y. E. y fi
toda la nación espafiola, q\^e prefiere la paz á la guerra, aun & su propia
costa, y propone en consecuencia, entrar en comunicaciones con Y. E.,
para transigir las dificultades que ocurran sobre el armisticio con que se
le ha convidado, siempre que, en calidad de indemnización, se den á
Colombia las seguridades y garantías que ex^j e como gage de este empefio.
Para ¿Eicilitar y abreviar nuestras recíprocas comunicaciones, yo esta-
bleceré mi cuartel general en Ban Femando para fines áel próximo
Octubre, & donde espero la respuesta de Y. E., ó los comisionados que
quiera Y. E. dirijirme, si lo tuviere por conveniente.
Entre tanto, no suspenderemos nuestras operaciones.
Morillo se hallaba en San Carlos ; y en el acto que recibió el
oficio del Libertador, lo dirijió, sin demora, á la Junta de Paci-
Jicacion de Caracas, indicándole que nombrara de comisionados
para tratar con el Presidente de Colombia al Brigadier Correa,
á D. Juan Toro y D. Francisco Gonzáles de Linares. Así se
hizo, como Morillo lo ordenaba ; y él contestó en los mejores
términos al Libertador, en 20 de Octubre.
YIDA DE BOliVAB. 49
No obstante los preliminares del armisticio» se dieron órdenes
para las más activas operaciones militares. Dos brigadas, bajo
el mando del Coronel Ambrosio Plaza, ocuparon las provincias
de Tmjillo y Mérida, El Libertador en persona ocupó la capi-
tal de Mórida (2 de Octubre), é hizo perseguir la división espa-
ñola que constaba de más de mil hombres mandados por el Co-
ronel Tello. Sospechó que este se sostendría en el puente de
Chama : punto que permite la oposición de cien hombres al ejér-
cito más numeroso ; pero, lleno de terror, el enemigo no acertó
ni á apreciar aquel lugar tan importante para resistir con éxito.
El Libertador que habia forzado sus marchas, llegó á las orillas
del Chama el 5 en la tarde ; en la madrugada del 6, mandó pa-
sar el puente, 7 él se adelantó rápidamente con los batallones
" Tiradores" y " Vencedor" hasta San Juan, donde le informa-
ron que las fuerzas realistas iban sumamente lejos en dirección
del Tocuyo. Entonces volvió á San Cristóbal con el Estado Ma-
yor, y de allí pasó á Trujillo, en cuya ciudad fijó su cuartel ge-
neral el 17, á las once del dia. — *^ Dos provincias han entrado
" en el seno de la República, escribía Bolívar, y el Ejército Li-
" bertador ha marchado por entre las bendiciones de estos pue-
" blos rendidos á la libertad."
Al dia siguiente (18 de Octubre) recibió el Libertador co-
municaciones del Almirante Cochrane y del General O'Hig-
gins, este Director de la República de Chile. Trajo dichas co-
municaciones el Capitán Mayor José Antonio Muñoz, comisio-
nado por Santander para comprar armamento en aquella repú-
blica.*— En los más distantes puntos sonaba glorioso el nombre
de Bolívar, llevado en hombros de la fama, y los ciudadanos de
más valer é importancia codiciaban su amistad, cumplimentán-
dole de sus victorias.
El 26, aunque el libertador no habia recibido respuesta de
Morillo á su oficio de San Cristóbal, le dirijió otra comunica-
ción, diciéndole que no le habia sido posible ir á San Fernando
como ofreciera, por haberse enfermedado el General TJrdaneta,
quien debia mandar el gército ; mas, como desease abreviar los
términos de la negociación, le proponía directamente las basas
del ajuste. — Halló Morillo que estas eran perjudiciales á la Es-
* Estas oomaolcaeiones se hallarán en la odeocion.
4
50 VIDA DE BOLÍTAB.
pafia 7 se remitió á lo que arreglasen definitivamente los comi-
sionados.— Fué contestando á esta nota del gefe español que
Bolívar le suplicó autorizase á sus encargados para concluir un
tratado verdaderamente santo que reguJartzai^a la guerra de hoT'
rorea y crímenes que hasta entonces había inundado de lágrimas
y de sangre á Colombia,
Esta proposición hará honor en todo tiempo á los humanos y
filantrópicos sentimientos de Bolívar.
A la vez que el General Morillo se comunicaba con el liber-
tador sobre el asunto del armisticio, se avanzaba rápidamente
con más de 2,000 infantes j 200 caballos, de Barquisimeto hacia
Carache, donde llegó á fijar sus estancias. — Bolívar exigió que
el ejército español no adelantara sus puestos avanzados : " Si
" Y. E* piensa venir á dictar las condiciones del armisticio, es-
" cribió á Morillo, yo aseguro á Y. E. que no lo acceptaré ja-
'* mas, y que Y. E. será responsable ante la humanidad y su na-
" cion de la continuación de esta sangrienta lucha, cuyo resul-
'^ todo final será la eTnandpadon de toda la América 6 su
" completo exterminio, si aun se pretende someterla." — Morillo
contestó que habia adelantado sus marchas con el objeto de cu-
brir á Maracáibo y para asegurar las subsistencias de su ejér-
cito ; pero que deseaba sinceramente la paz. Propuso al Liber-
tador una suspensión provisional de hostilidades, á fin de evitar
un choque, y comenzaron los fructuosos trabajos del armisticio
en Trujillo.
Fueron comisionados por el Libertador, el Qeneral de brigada
Antonio José Sucre, el Coronel Briceño Méndez y el Teniente
Coronel José Gabriel Pérez. Los de Morillo sabemos que eran
Correa, Toro y Linares.
Y ha llegado aquí la oportunidad de observar los diferentes
resultados que tuvieron las promesas arrogantes de Morillo al
Rey, y la resuelta manifestación de Bolívar á Morillo. — " Desde
" el puerto de Buenaventura, para el cual tengo ya establecidos
" caminos militares, escribía Morillo á Fernando YII, iré á cas-
" tigar los rebeldes de Buenos Aires, sofocaré los géí'menes de
" insurrección en Méjico, y Y. M. dictará su voluntad desde
" Yaldivia en Chile hasta San Blas en California." * — ¡ Ponde-
* Oficio de 81 de Agosto de ISie.
VIDA DE BOliVAB. 51
ración jactanciosa, y más bien baladronada, impropia de nn mi-
litar circunspecto! — ^Por que Morillo derramaba á su sabor
la sangre de los más ilustres granadinos y venezolanos, creia
que le era dado avasallar la América y presentarla encadenada
á los pies del trono de Fernando. | Insensatez I Esa sangre era
la independencia ; y cada víctima inmolada tenia el precio de
una batalla gloriosa para la libertad I
Gomo atrás he dicho, el Libertador anunció á Morillo, que sí
pensaba venir á dictar el armisticio, se equivocaba ; y el resulta-
do final de la lucha f añadió, será la emancipación de toda la Amé-
rica. * Más explícito con los comisionados de este Oeneral, en
nota de 9 de Noviembre, les dijo : Protesto á K S8. y á toda la
nación española^ que las miras del gobierno de Colombia son las
más moderadas y las más legítimas / pero, si se le fuerza aun á
la guerra^ siempre que la victoria nos seafavaroH^JgS^nuestras
miras se extenderán sobre toda la América„^Stl Esta protesta la
hago en presencia de V, S8.<i para que la trasmitan al gobierno
su comitente, ¿a. Y no fué bravata necia, arrogantemente ver-
tida ; porque un lustro no pasara sin que las palabras de Bolí-
var tuvieran su más exacto cumplimiento. — El soldado orgullo-
so que prometía destruir á los rebeldes desde Méjico hasta Bue-
nos Aires, vio su altivez rendida y su reputación descalabrada ;
mientras que Bolívar, dando vuelo á la aspiración ardiente de
su alma sin rival nacida para la libertad, llevó sus armas en
triunfos pomposos hasta donde Pizarro hizo tremolar los pendo-
nes soberbios de Castilla
Óptimos qnippe mortalium, áltisBlma cupere.
( Taoit., L 4, Ann.) -
Sin insistir más sobre esto, que sería inútil, sigamos ocupán-
donos de la negociación del armisticio.
Túvose la primera conferencia en la mañana del 21 de No-
viembre, y aunque el debate fué duro y sostenido y la negocia-
ción estuvo á punto de romperse, logróse más tarde un aveni-
miento, y el tratado se firmó por último á las 10 de la noche
del 25. — ^El armisticio debía durar seis meses y era extensivo
á toda Colombia ; designáronse los límites y posiciones en que
debían permanecer ó situarse las tropas colombianas y espa-
ñolas, y por lo que hacia á la Nueva Granada se acordó en-
52 VIDA DE BOLfTAB.
yiar comisarios de ambas partes á fin que ellos fijasen las lí«
neas de demarcación ; convínose en nombrar enviados j reci-
birlos para tratar de la paz y de una reconciliación perma-
nente, estipulándose que si á alguna de las partes no convenia
esperar el término del tratado, debia dar aviso cuarenta dias
antes de abrir nuevamente las hostilidades. Por último, que-
dó aceptado que se celebraría un tratado de regularizacion de
la guerra conforme á los preceptos del derecho de las gentes
7 á los usos de las naciones civilizadas.
La primera idea de este convenio santo y filantrópico fué de
Bolívar ; las bases fueron propuestas por loe comisionados de
Colombia. En él se estipuló la conservación, buen trato y
cange de los prisioneros ; que los desertores aprendidos en las
filas enemigas no pudieran ser castigados con pena capital, ni
tampoco los conspiradores ni desafectos ; que se respetaría á
los pueblos ocupados alternativamente por las tropas de los
dos gobiernos, j en fin que se enterrarían ó quemarían los ca-
dáveres de los que desgraciadamente muriesen en los campos
de batalla.
Este tratado se firmó á las 10 de la noche del 26 y fué
ratificado el 27. — i Dia de bendición, en que terminó, gracias al
cielo, aquella guerra de exterminio que iniciaron los españoles
para castigar á los americanos, y que retaliada por nuestros
gefes, como de justicia, inundó la tierra en sangre I Finaliza-
ron así las desgracias de nuestro asolado país ¿ Dónde
estaban sus riquezas, dónde sus moradores ? Ah I casi todo
habia desparecido .... Moxó, Fardo, Enrile, Morillo la
codicia ingeniosa en inquirir alhajas y dinero, nos habian empo-
brecido ; la crueldad, la guerra, el odio nos habia diezmado I *
* La fiereza con que los espafiolea hadan la guerra en Venezuela y Nneya
Granada era la misma en el año 20 qne en el año 14. Como el propósito era
extinguir la raza americana, no había motiro porqué desmayar en las cruelda-
des. I>oe ó tres meses antes de celebrarse el armisticio y él tratado de r^^ttla-
rieaeion de ¡a guerra, que el Libertador propuso, el Coronel espaftol D. Migael
Balbuena, que al frente del regimiento de León sorprendió un destacamento de
caballeria en Coepique y entró hasta Turbaco, hizo degoUar á los rendidos, á los
enfermos del hospital, á dos yenerables sacerdotes y hasta un graa número de
mujjieret y nilíot que se hallaron refugladot en el templo. Mandó quemar el pue*
blo y asolarlo todo porque el placer era la muerte y la deyastacion t !
I Qué frenesí de sangre ! \ Qué odio al nombre americano I
yn>A DB boiíyab. 53
Concluidos los tmtos, el General espafiol manifestó por me-
dio de sus comisionados, que deseaba tener una entrevista con
el Libertador. — Este la aceptó con gusto, designándose el pue-
blo, de Santa Ana, situado á la mitad del camino entre Tru-
jillo, residencia de Bolívar, ^ Carache, que era la de Morillo.
— ^Ámbos generales marcharon á aquel pueblo seguidos por al-
gunos gefes 7 edecanes.
Morillo llegó primero, y destinó cuatro oficiales al encuen-
tro del Presidente de Colombia. — Él mismo salió luego con
toda su comitiva á recibirle k los afueras del pueblo. — Avis-
tándose se desmontaron ambos y se precipitaron uno otro á
darse estrecho abrazo, lo que también hizo el General Latorre.
Morillo habia hecho preparar en la población una comida
sencilla y delicada. En aquel festin militar, en que la histo-
ria contempla el poder de la justicia, la eficacia y valor de
la constancia y el triunfo de la libertad, Morillo, henchido de
alborozo, propuso que se consagrara á la posteridad un mo-
numento que perpetuase la dulce memoria de aquel dia ; que
se erijiera una pirámide en cuya base se grabaran los nom-
bres de los comisarios de Colombia y España que habian pre-
sentado, redigido y concluido el tratado de regularizacion de
la guerra entre los dos pueblos ; que la primer piedra fuese
conducida por el Presidente de Colombia y por él, que habian
aprobado y ratificado aquel tratado que se vería en Europa
como un documento eterno de generosidad y de filantropía, y
que sobre aquella piedra se renovasen sus promesas de cumplir-
lo extrícta y fielmente, dando de este modo un carácter más
augusto y religioso á aquel convenio, que debia llamarse el de
la conservación de los que en lo sucesivo fueran destinados por
los dos gobiernos á sostener sus derechos. — ^El Libertador adop-
tó la idea con trasporte ; y Morillo y él condujeron al lugar
donde se encontraron y se abrazaron la primera vez, una piedra
angular, sobre la cual se abrazaron de nuevo y reiteraron sus
ofertas.
Cumple á nuestro propósito decir, que el Libertador, con la
amenidad de sus palabras y la lucidez de su espíritu, tuvo he-
chizados á Morillo y á los suyos, que rindieron con su admiración
el afecto juntamente. En la mesa fué el primero que discurrió;
y ora sea que la importancia del asunto inspirase sus palabras ;
54 VIDA DE BOIÍTAR.
ora que, sensibles los corazones, se dejasen más fácilmente ar-
rastrar del pensamiento sublime, fué lo cierto que el discurso
de Bolívar hizo derramar dulces y copiosas lágrimas. Al ter-
minar, cuando electrizado, dijo : á la heroica firmeza de los comr
batientes de uno y otro ejército : á la constancia^ sufrimiento y
valor sin ^emplo ¡ á los hombres dignos, que al través de males
horrorosos^ sostienen y defienden la libertad ; á los que han
muerto gconosamente en defensa de su patria 6 de su gobierno ;
á los heridos de ambos ejércitos^ que han mostrado su i/ntrepir
dez^ su dignidad y su carácter Un trueno de aplausos
respondió al acento sublime de Bolívar. Él habia evocado to-
dos los recuerdos y saludado á todos los bravos, á todos los lea-
les, á todos los mártires de la obediencia 6 de la justicia. Mo-
rillo y Latorre fueron los más expresivos de admiración y de
contento. — ^Pero Bolívar estaba aun de pié. Una idea más te-
nia que emitir. Su fondo era inagotable. Restablecido el si-
lencio, el Libertador dijo : Odio eterno á los que deseen sangre
y la derramen injustamente.
Morillo contestó al brindis del Presidente de Colombia, dicien-
do estas palabras : " Castigue el cielo á los que no estén animados
de los mismos sentimientos de paz y de amistad que nosotros."
Después de la mesa, en la noche y en la mañana siguiente,
Bolívar, conversando con aquella holgada y discreta franqueza
que comunicaba fruición á quien le oía, tuvo arrobados á los ge-
fes españoles. — Figúrense mis lectores aquella imaginación ho-
mérica, exaltada por el triunfo de Colombia, viendo á la España
tratando do igual á igual con esta y hermoseando ya la paz con
sus expléndidos rayos el hemisferio americano ; figúrense aquella
inteligencia viva, fecunda, admirablemente poderosa para ani-
mar las. impresiones y crear las figuras más extraordinarias,
excitada por la causa de la justicia, de la humanidad, por la
gloria de la patria, derramando á torrentes pensamientos robus-
tos : retratando las emociones que en su pecho ardian y em-
pleando aquella elocuencia imponente y sublime, mejor diré
electrizante, que seducía, que conmovía, que arrastraba
imagínense todo esto y podrán entonces formarse idea de la
impresión, del efecto mágico que la palabra del Libertador haría
en el espíritu de los oficiales y gefes españoles que se encontra-
ron en Santa Ana.
VIDA DE BOliVAB. 54>
En la mañana del 28, se dirijieron de nuevo Bolívar y Mori-
llo al logar donde primero se abrazaron ; allí se estrecharon
cordialmente : repitieron sus promesas y sentimientos : victo-
rearon alternativamente á España y Colombia, y se separaron
llenos de gozo, para no volver á verse más.
Tan cautivado quedó el General Morillo de la entrevista con
el Libertador, que le escribió una hermosa carta á las pocas ho-
ras de haberse separado. Es muy bella también la respuesta
del Libertador (30 de Noviembre) que se hallará en la colec-
ción.
Aunque las dos cartas que á continuación publicaré, no aña-
den nada á los particulares de la entrevista que dejo referidos,
comprueban sin embargo todos los detalles y tienen el mérito de
ser de los contrarios. La primera es del General Morillo ; la
segunda del Coronel Bausaá.
Carache, Noviembre 28 de 1820.
Mi estimado Puro:
Acabo de llegar del pueblo de Santa Ana, á donde pasé ayer uno de
los días más alegres de mi vida en compañía del General Bolívar y de
varios oficiales de su estado mayor ft quienes abrazamos con el mayor ca-
rino. Todos estuvieron contentos : comimos juntos y el entusiasmo y la
fititemidad no pudieron ser mayores. Bolívar vino solo con sus oficiales
entregado á la buena fé y á la amistad, y yo hice retirar inmediatamente
una pequefla escolta que me acompañaba. No puede Yd. ni nadie per-
suadirse de lo interesante que filé esta entrevista, ni de la cordialidad y
amor que reinó en ella. Todos hicimos locnras de contento, pareciéndo-
nos un sueflo el vemos allí reunidos como españoles, hermanos y amigos.
Orea Yd. que la franqueza y la sinceridad reinaron en esta unión. Bolí-
rar estaba exaltado de alegría : nos abrazamos un millón de veces y de-
terminamos eríjir un monmnento para eterna memoria del principio de
nuestra reconciliación en el sitio qae nos dimos el primer abrazo.
Quedo de Yd. etc. Monnxo.
Carache, 28 de Noviembre de 1820.
Mi estimado Garate:
Acabo de llegar ahora que son las diez de la matlana de Santa Ana de
ver la entreyista la m&s halagüeña, más liberal y más incomprensible
que puede imaginarse. Si, amigo ; Morillo y Bolívar con varios gefes y
oficiales comieron juntos todo el dia de ayer, y juraron una fi^temidad
y filantropía interminable. £1 gozo, la buena fé, y la sinceridad brilla-
ban en los semblantes ; la efhsion íntima y verdadera del alma se hacia
conocer en los síntomas del rostro en todos los circunstantes. La comida
56 VIDA DE BOIÍYAB.
fáé dispuesta y dada por el General (Morillo) y fué tan alegre y ^nínM^iiL^
que no parecía sino que éramos antiguos amigos. Bolívar brindó yarias
ocasiones por la paz y el valor del G^eneral en Gefe y su ejército. El Ge-
neral Morillo, con toda la sinceridad de su corazón y hasta saltársele las
lágrimas de placer, brindó por la concordia y fraternidad mutua. El
General Latorre y demás gefes de uno y otro partido continuaron con los
brindis bajo el mismo concepto ; y todo, amigo, eran abrazos y besos.
El General Morillo y Bolívar se subieron en pié sobre la mesa ¿ brindar
por la paz y los valientes de ambos ejércitos, á lo que se siguió vívm por
Morillo y por Bolívar. En fin, amigo, solo á la voz podré completamente
pintar á Yd. las diferentes, incomprensibles y apreciables circunstan-
cias de esta entrevista. Nunca me lo figuré, y YY. menos pueden creerlo.
Se decretó poner un monumento en el mismo paraje donde se abraza-
ron por primera vez Bolívar y el General en Gtefe, para acreditar á la
posteridad los laudables deseos de filantropía que animaba ¿ fimbas par-
tes para la cesación de la guerra. Se nombraron comisionados ; y pronto
veremos erijidos estos trofeos de lo que puede la razón cuando se oye
desnuda de pasiones y preocupaciones. Se Uevó por los Generales la
primera piedra en donde ha de estribar el monumento y se colocó con un
juramento solemne en el mismo punto donde hubo el abrazo que he di-
cho. También se levantará una lámina que represente la actitud más
animada de la comida, colocando como primeros personages en su misma
figrara y asientos que ocupaban los tres Generales, Morillo, Bolívar y
Latorre.
Soy de Vd., etc.
VlOKHTB BaUBAA.
El tratado de armisticio que tan felices resultados produjo
eu favor de la independencia, no obtuvo, sin embargo, entre los
colombianos, la misma universal aceptación que el de regvlari-
zacion de la gverra. — Los gefes que obraban á largas distan-
cias lo censuraron, diciendo que equivalía á la pérdida de diez
batallas ; en Guayana se recibió con disgusto, y muy pocos fue-
ron los que llegaron de pronto á penetrar todas las ventajas que
envolvía y que la experiencia vino á demostrar después. Ni es
esto de estrafiar, si bien se considera ; que para alcanzar las
•consecuencias de un acto de importancia en politica, es preciso
(aparte de buenos conocimientos), una sagacidad especial que
«pocos poseen de ordinario. — ^A fines de Setiembre, cuando el
¡Libertador ofició al General Morillo, " habia extendido conside-
rablemente el teatro de sus operaciones, y para asegurar la lí-
oertad de las provincias granadinas, destinó fuerzas á Popayan
y al Magdalena. La estación del invierno no permitía ningún
YIDA DE BOIÍYAB. 57
movimiento de importancia á las tropas que obraban en las Ha-
ñoras ; las fnerzas de oriente, pocas y desparramadas en nn
grande territorio, no podian adelantar gran cosa. Demás de
eso, Bolívar se hallaba apenas con las municiones suficientes para
dar una batalla, porque los repuestos no habian podido pasar
de Guasdualito á causa de la falta de trasportes y las inunda-
ciones de San Camilo. Por otra parte no Labia un cuerpo de
tropas intermedio en que apoyarse desde Trajillo basta Bogotá
y una derrota en semejantes circunstancias le habría hecho per-
der infaliblemente, así en territorio como en opinión, todo el
fruto de las ventajas anteriores. Esperar pues tranquilamente
á que el tiempo pusiera en actividad las diferentes divisiones
del ejército, adquirir pertrechos, reunir caballería y combinar
mejor y con más espacio las operaciones, fué lo que se propuso
conseguir y consiguió en efecto con el armisticio. T fuera de
estas razones militares, habia otras políticas de mucho peso que
á ello mayormente le determinaron. Gonocia que los pueblos,
cansados de la guerra, le agradecerían el haberla suspendido ;
y que tratando con los españoles de igual á igual, les haría ver
que sus huestes no eran catervas de bandidos, sino hombres que
valian por lo menos tanto como sus adversarios. Ln^o el roze
y comunicación que durante la tregua iba á establecerse entre
unos y otros, le atraería la confianza de los hijos del país, con
tanta ventaja suya como perjuicio de sus enemigos. Estos, en
efecto, perdieron desde entonces toda su fuerza moral ; los pue-
blos vieron regularidad, ejércitos y gobierno allí donde los rea-
listas decían que no habia sino desorden, guerrillas mal arma-
das y anarquía ; el edificio de patrañas y mentiras, levantado
con tanta pena por el impudente gazetero de Caracas, vino á
tierra en un momento ; la joven república, radiante de glorias
militares, ufana de sus héroes, llena de vida y esperanzas, apa-
reció colosal al lado de la caduca monarquía ; y Bolívar triunfo
en las negociaciones, como habia triunfado en la campaña ; y
los hombres más opuestos á sus planes vieron después con
asombro brotar nuevas raizes al pié de aquella planta, que
naciera, creciera y prosperara bajo su mano generosa.*
Dias antes que el General Morillo firmara los tratados de ar-
* Besámen áe 1a HUtoria de YonezaéU, t 2.
58 VIDA DE BOLÍVAB.
misticio y regularizacion de la guerra, recibió una orden del
ministerio español, relevándole del mando del ejército de Vene-
zuela.
El Mariscal de Campo, D. Miguel de Latorre, fué nom-
brado para sucederle.
Algunas autoridades de Caracas, La Guayra, Petare j San
Antonio, obrando expont&neamente, ó bien solicitadas en re-
serva, se empeñaron por que continuara Morillo en el mando,
dado que en ningún otro gefe sería posible hallar reunidas sus
virtudes políticas y müitares, — Morillo insistió en su deseo de
separarse del país.
La " Sociedad de la Union de ambas Españas," publicó en
Caracas (8 de Noviembre), un manifiesto fenchido de lisonja y
viles adulaciones á Morillo, diciéndole " que no debia separarse
de Venezuela, porque se perdia la causa del Rey" El nombre
de V. E., anadia, es para la victoria la mitad de la batalla, y
los mismos principales funcionarios de Angostura escriben : Es
necesario, para hacer separar á AforiUo, desa/yrediiarlo y presen-
tarlo como un monstruo y como d principal estorbo de ntbestra.
reunión á la monarquía española. En consiguiéndolo, todo está
hecho. — ^Esta es una infame impostura. Jamás escribieron tales
conceptos los magistrados de Angostura, que se respetaban
mucho para entrar en esas ruindades, patrimonio de las almas
bajas. — La conducta atroz de Morillo nos convenia, nos daba
amigos : sus errores contribuian á los medios de nuestra inde-
pendencia ; y bien lejos de empeñarnos nosotros porque se
alejara, fué él quien solicitó, con viva instancia, su retiro.
Véase á continuación el contexto de la Real orden, contentiva
del relevo, para que se comprenda qué parte, ni indirecta, pu-
dieron tener los patriotas en el retiro de Morillo.
Ministerio de Guerra.— Primera División.— Secretaría del Departa-
mento— Quinta sección 6 de Ultramar.
Condescendiendo el Bey con las instancias del benemérito Cíeneral
Conde de Cartagena, y muy satisfecho de sus servicios, se ha dignado
concederle el regreso á la Península, nombrando para sucederle en el man-
do del ejército de Venezuela al Mariscal de Campo D. Miguel de Latorre.
De Real orden lo transmito & Vd., etc.— Dios guardo á Vd. muchoa
afios. JüAK Jabat.
Madrid, 18 de Setiembre de 1820.
Seflor Capitán General de la Provincia de YeneEuela.
YIDA DE BOliVAB. 59
La falsa aseveración de los llamados '' Socios de la ünion de
ambas Espafias/' me trae á la memoria la sandez de Torrente
(no pnedo calificarla de otro modo I), cuando escribió qne la ex-
pedición que preparaba en Cádiz Fernando VII, contra los re-
beldes americanos, se frustró '^ por las intrigas, seducción, hala-
'' gos, promesas, desembolsos pecuniarios, maniobras sectarias, 7
" cuantos medios sugieren la astucia y la perfidia que nosotros
^ pusimos por obra para trastornar la fidelidad de Riego j de
^'sus tropas...!"
¡ A dónde se le iría el criterio al historiador Torrente 1
En 2 de Diciembre dirijió el General Morillo una proclama
de despedida al ejército, 7 otra á los venezolanos. Manifes-
tando en este último documento cuanto hiciera par la paz y por
nuesbu /dicidad, decia : " Yo parto de vuestro suelo, venezo-
^ lanos, llevando en mi corazón á mi amada Venezuela. Mis
" venezolanos 7 mi ejército de Costa-firme estarán siempre en mi
" memoria como los objetos de mi delicia. Ellos me acompa-
'* fiarán á todas horas 7 en todas partes. Nada podrá separar-
" melos... 1"
I Cuánto nos amaba S. E. ! — Morillo tenia razón : sus vene-
zolanos, esto es, BUS victimas, debian estar siempre en su memo-
ria 7 acompañarle á todas horas 7 en todas partes. El repro-
che violento que el culpable recibe de su conciencia, no se
extingue sino con la vida. — Aquella sangre derramada á torren-
tes : aquellas lágrimas de la orfandad, aquellos diformes visa*
gcs de la muerte debian llenar de espanto el corazón del tirano.
Por lo demás. Morillo no habia perdido ocasión de hacernos
mal, 7 hasta en sus comunicaciones á la Corte, buscaba el medio
de desconceptuarnos, de hacemos delincuentes 7 odiosos, titu-
lándonos sediciosos por naiuraleza, malvados, rebddes, twrhur
lentos.,. En sus oficios al Be7, echaba sobre nuestros hombres
cuantas cargas le era dable ; 7 en una relación que dirijió al
Secretario de Estado, desde su cuartel general de Ocafia, con
fecha 27 de iftarzo de 1816, 7 CU70 original se encuentra en
Madrid en el archivo de Indias, decia :
£1 americano no quiere ser gobernado por nadie, á menos que sea un
gefe de su país ; no obedece á ningún europeo, sobre todo si es espafiol,
6, si le obedece, no es sino aguardando la ocasión de sacudir el yugo.
Cada proyincia de América quiere ser gobernada fi su manera; lo que es
60 yiDÁ BE boiíyab.
bueoio para el reino de Santa Fé, no es conyeniente para el de Yeneznda,
aunque eatos países rean limítrofes. En el primero hay pocos hombres
de color ; en el último, al contrario, quedan pocos blancos. El habitante
de Santa F6 se ha mostrado tímido ; el de Yenezuela, audaz^ maJ/eado y
mnguinario, — En el yireinato (Santa Fé), se escribe mucho, y los jueces
est&n abrumados de trabajo ; en Caracas, al contrario, se terminan las
disputas por medio de la espada. De aquí, la diversa clase de resisten-
cia que hemos encontrado en los dos países ; aunque en una cosa se pa-
recen dmbos que es, en la disimulación y la perfidia. Probablemente los
habitantes del yireinato no nos habrían resistido con tanta obstinación,
sino hubieran estado ayudados por los venezolanoi. Por igual motiyo ha
sido que Cartagena se ha sostenido tanto tiempo contra nosotros. Al lado
derecho de las m&rgenes del Magdalena han dado algunos combates :
los que más se han distinguido en ellos han sido igualmente los venezo-
nos. La estéril proyincia de Antioqufa nos ha declarado una guerra á
muerte por dos ocasiones, y ha cerrado el paso de sus montanas ; los va-
nessolanoB han sido los que á ello la han exitado. Santa Fé ha tomado
las resoluciones mas desesperadas en yirtud de las insinuaciones de los
emüarios de Venezuela, En una palabra, torio en la lucha actual es la
obra de e%te maldito pueblo. En su propio país es una horda feroz, y si
se la dirijo bien, nos ya á dar que hacer por mucho tiempo, y será nece-
sario sacrificar muchos soldados y muchos tesoros para reducirlo ft la
obediencia. A mi llegada & este país, < la cabeza de la expedición de
S. M., me ha horrorizado el saber que cada acdon perdida 6 ganada, cos-
taba multitud de soldados. Persuadido de que la guerra de destrucción
era la obra de dos partidos animados por la yenganza, creí llegado el
tiempo de emplear la clemencia que S. M. ha recomendado tanto ; pero
I cuál ha sido el resultado de la dulzura ? Nueyas reyoluciones ; nueyas
perfidias han sido la continuación de la aparente pacificación, y si en
algún tiempo se somete al yireinato, se puede estar persuadido de que no
aguardfurá sino una ocasión favorable para subleyarse de nueyo, sobre
todo, si no se ha extinguido radicalmente el germen de la reyolucion de
Yoiezuela.
Mal se compadece el amor que finje la proclama de despedida
del gefe expedicionario con la opinión que tenía realmente de
los venezolanos. — En su corazón nos odiaba ; y aquella ternura
de BUS últimas palabras no puede calificarse de otro modo que
de caprichos bizarros de fatuidad. ....
Morillo entregó el mando á Latorre el 14 de Diciembre y se
embarcó en la GFuayra el 17, con dirección á Cádiz, donde le
esperaban su esposa y sus amigos. " Obró muy cautamente en
instar por ser relevado del mando, escribe Yadillo ; de un
mando que era ya mucho más comprometido que cuando lo recibió,
TIDA BB BOIÍYAB. 61
7 en procurarse así nna retirada prudente que echando sobre
otro la vei^enza de evacuar el país, le asegurase á él, en todo
caso, sobre el grado de teniente general habido antes de salir
de Cádiz, el Condado de Oartagena, aunque abandonase á Car-
tagena, y la gran cruz de Isabel la Católica, aunque amenazase
próximo el tiempo en que por la batalla de Garabobo, solo la
memoria de esta ínclita reina era lo que con aprecio ó con en-
cono habría quizas de conservarse en aquellas regiones."*
Inmediatamente después de la celebración de los tratados
que ya conocemos, se nombraron los oficiales que debían noti-
ficar el armisticio á las diferentes divisiones realistas y colom-
bianas y arreglar la demarcación de los territorios.t El Liber-
tador dejó á Urdaneta en Trujillo con las fuerzas que allí habia
y pasó aBarínas para atender á la conveniente situación de los
diversos cuerpos del ejército, verificado lo cual, se trasladó á
San Cristóbal, (Diciembre 22) con ánimo de seguir hasta Quito,
ó Popayan á lo menos, para transijir cualquier dificultad que
86 suscitara en el Sur de Colombia. Era este el motivo osten-
sible ; el verdadero era ponerse en comunicación con O'Higgins,
San Martin, Olmedo y los demás patriotas del Perú, Chile
y Guayaquil — ^Esta ciudad acababa de hacer su revolución de-
clarándose independiente del poder espaQol. X
Quedaba encargado de la dirección de la guerra y del despa-
cho de los negocios administrativos, durante la ausencia del
Libertador, el Yice-presidente Dr. Roscio, quien debia residir
en el Rosario de Cticnta, lugar designado para la residevcia
provisional del gobierno y la reunión del Congreso constituyente
de Colombia.
Así terminó el afio de 1820.
* Vadiklo, Apuntes hiBtóriooei
f £1 Coronel Justo Briceño y el Capitán español D. Manuel Landa fueron
nombrados para cumplir el tratado de armisticio en las costas de Cundinamarca.
£1 teniente coronel D. Jos^ Moles, y el coronel republicano Antonio Morales,
gobernador que habia sido del Socorro, fueron comisionados para anunciarlo al
Pmldente de Quito.
X La reYolncion de G-uayaquil tuvo lugar en U noche del 9 de Octubre de
1820. Fueron sus principales autores los capitanes Eseoyedo, Letamendi, Ur-
daneta, (Luis) y León Fébres Cordero, con algunos paisanos de valor. — ^EUos
dieron inmediatamente aviso á Colombia despachando un buque al puerto d»
Baenaventora.
62 VIDA DE BOLÍYAB.
Después del retiro del General Morillo y de la licencia que
80 concedió á muchos oficiales expedicionarios para volver á
España, la mayor parte de los que permanecieron en Venezuela,
sin obtener aquel favor, quedaron disgustados. Y no podia ser
de otro modo, al pensar que la mayoría de sus compañeros habia
desaparecido y que ningún auxilio debian ya esperar de España.
El armisticio, tarde ó temprano terminaría ; y la sola idea de la
renovación de la guerra los espantaba. Por otra p&rte, ¿ no
veian de bulto la imposibilidad de subyugar la América y
reducirla al dominio de la España? Allá en la Península, los
ánimos enfermos de ambición y de codicia podian soñar con la
reconquista de las provincias ultramarinas ; pero acá, donde se
percibía clara la situación de las cosas ; donde todo era peligro
y daño para los españoles á quienes no les era dado ganar ya y
asegurarse la voluntad de los pueblos ; donde morían comba-
tiendo en lid sangrienta é ingloriosa, sin que hubiese medio de
suplir el vacío de cualquiera que faltaba.... ; acá estaba resuelto
el pi*oblema de la independencia. Y si el honor militar y la
disciplina obligaban á muchos á seguir las banderas bajo cuya
sombra habian pisado el continente colombiano ; es cierto
también que en el ánimo de los más habia flojedad, tibieza y
desengaño. Tanto tiempo perdido, tantas muertes, tantos y tan
terribles desastres les convencian de que la empresa era im-
posible I Sin embargo, los consejeros de Fernando se empe-
fiaron en sacrificar aquel resto de las expediciones pioificadoTas
á su inhumana terquedad y á sus proyectos insensatos.
I Digna y previsora política del gabinete de Aranjuez 1
Antes de cerrar el año de 1820, y para cerrarlo con aplauso
de las virtudes amerícanas, no reducidas únicamente á la pei*se-
verancia y al valor de nuestros héroes, haré mención de la noble
respuesta que dio la Señora Josefa Palacio á los edecanes del
General Morillo, en ocasión que estos le llevaron un mensage
de su gefe.
Cuando los desastres espantosos del aciago año 14, amena-
zando Bóves á Caracas, no quedó otro arbitrio á los patríotas
que someterse á los ultrajes de aquel monstruo, ó emigrar. La
elección no era dudosa. Llenáronse los caminos de emigrados
y los bosques de hombres que buscaban ui escondrijo para ocul-
tarse á la furía de aquel sangriento Atila. Muchas señoras si-
TIDA DE BOIÍYAB. 68
gnieron la suerte de sus maridos ó de sns padres j hermanos, y
aunque habituadas á la delicadeza 7 al regalo, sobrellevarou con
ejemplar resignación las descomodidades del camino 7 las penar
lidades del destierro, que duró siete años. — ^Errantes de isla en
isla, trabajando con la aguja para ganar la subsistencia, las Pa-
lacios, las Soublettes, las Mon tillas, las Tobares, Gertrudis Toro
7 otras que sería imposible enumerar, dieron ejemplos de honra-
dez 7 de virtud.
En ese malhadado año, de tristísimo recuerdo, una caraqueña,
la Señora Josefa Palacio, hermana de la madre del Libertador
7 viuda del valerosísimo General José Félix Eíbas, prefirió en-
terrarse viva, antes que soportar la presencia de los opresores 7
devastadores de su país. Sujeta á achaques de hidropesia 7 con
el corazón henchido de lágrimas, se mantuvo aquella venerable
señora por siete años encerrada en un cuarto, acompañada de
sus criadas, sin ver á nadie ni recibir otra visita que la del
médico que la asistía. El Libertador, que sabia la situación de
su querida tía 7 admiraba su constancia, habló á Morillo sobre
aquella en la entrevista de Santa Ana 7 le suplicó, que á su re-
greso á Caracas, la persuadiese á dejar su encierro, recomendán-
dosela del modo más estrecho. — Morillo prometió que así lo
haría, 7 así lo hizo. Apenas llegó á Caracas, envió un edecán á
manifestar á la Señora Palacio el encargo que había recibido del
Creneral Bolívar 7 los deseos que á él le animaban de serla útil,
acreditando la sinceridad de sus promesas. La Señora contestó
con entereza : " Diga Yd. á su General, que 70 no abandonaré
^ este obscuro rincón mientras mi patria sea esclava ; que
" aquí seguiré hasta que los mios vengan á sacarme anancián-
^ dome que somos libres. — ^De nada sirvieron las insinuaciones
de Morillo repetidas por sus edecanes 7 por otras personas. La
respuesta de la digna esposa de Bíbas fué siempre la misma.
Nuestra historia tiene rasgos en todos los géneros de heroismo
que la harán admirable á los ojos desapasionados de la pos-
teridad..... I
CAPÍTULO xxxm.
1821.
El libertador rkcirga Ibücsr sl makix) dbl ejírcxto dbl süb— rbgibr CFiaot
DB LATORRB T DB LOS COMISIOVADOB QUB LLBGARON DB BSPAltA — CONTBSTAC/OIV DB
BST08 OriCIOS — COMISIOX DB BBVBNGA T BCHBTBRBÍA — CARTA DB BOLÍVAR L FBR-
KAKDO m — RBYOLÜOION DB XARACÁlBO — BBCLAM 00 DB LATORRB— RE8PUBSTA DBL
LIBKRTAOOR— CESACIÓN DBL ARMISTICIO— II OTIYOS PARA BLLO — MÜBRTR DB ROSCIO T
AZUOLA — NARlI^O TICE- PRESIDENTE DB COLOMBIA — INSTALACIÓN DBL CONGRESO DB
ctfcüTA — RENUNCIA EL UBEBTADOR LA PRESIDENCIA — EL CONGRESO NO ADMITE LA
RENUNCIA— EL UBERTADOR ABRE LA CAMPaI^A — PROCLAMA X LOS ESPAÑOLES, X LOS
PÜBBLOS DB COLOMBIA T AL EJERCITO LIBERTADOR.
PERSPICAZ y certero en sus dictámenes, el Libertador, juz-
gando que la guerra no ofrecia ya en Venezuela formales
motivos de inquietud y rezelo, llevó la vista y atención al es-
tado de las cosas en el Sur, y ofició á Yaldes por varias veces que
activara sus operaciones sobre Quito. — ^El mismo, como sabemos,
se propuso ir hasta Popayan, (si los asuntos del gobierno no le
permitían pasar más adelante) ; porque deseaba ver tremolar el
pabellón colombiano sobre las rocas volcánicas del Guáitara. Y
es digno de particular ponderación el tino seguro, la habilidad
que el Libertador tenia en elegir los hombres más propios parsi
5 (66)
66 VIDA DE BOLÍVAR.
los negocios j las situacioDOs dadas ; porque dispuso, que, con
los comisionados para la notificación del armisticio, partiese el
General Antonio José Sucre á encargarse del ejército del Sur.
I Abria el destino las puertas de la gloria á aquel corazón ms^-
náuimo en quien el amor á la virtud y á la libertad ocupabs^ el
lugar que el egoismo 7 la presunción llenan en las almas vulga-
res I Luego ordenó el Libertador que se trasladase Sucre á
Guayaquil y desempeñase la importante comisión de negociar
con los gobiernos de Guayaquil, Cuenca y los demás que se hu-
biesen revolucionado contra el gobierno español, su incorpora-
ción á Colombia. Guayaquil no habia sido comprendido en el
armisticio, porque el Presidente de Quito, D. Melchor Aymerich,
dijo que dicha provincia dependía del Perú y que se habia pues-
to bajo la protección de San Martin. No era cierto el funda-
mento que alegaba Aymerich ; antes bien, Guayaquil componía
parte del reino de Quito, que era de la Nueva Granada y por
consiguiente correspondía á Colombia. Mas era indudable que
San Martin habia enviado á Guayaquil al Coronel Tomas Gui-
do para asegurar la incorporación de esta provincia al Perú y
que habia un partido interior que favorecía calorosamente tal
proyecto. — No estando pues comprendido aquel territorio en el
armisticio, hallábase en riesgo de ser invadido por los realistas
de Quito mientras cesaban las hostilidades en otros puntos, y el
Libertador conocía muy bien la importancia de defender á Gua-
yaquil para los sucesos posteriores de Colombia.
También recibió Sucre el encargo de agenciar que se le con-
firiese el mando en gefe de las tropas de los diferentes gobier-
nos, á fin de obrar con ellas contra los españoles de Quito uni-
das á la columna colombiana que debia conducir á Guayaquil
para afirmar la independencia de aquel departamento. El Li-
bertador confiaba mucho en los talentos y virtudes de Sucre ;
en su actividad y en cierta dote que poseia de adquirir influjo
con quien trataba. Sucre era entonces joven, como de treinta
años ; pero en él hablan madrugado los dones del espirito, y
con la actividad del mozo tenia la reserva del hombre experi-
mentado, el bizarro ánimo de César y la integridad de Catón.
Más adelante veremos cuál fué el rumbo de los asuntos en
Guayaquil ; bastando por ahora anunciar que Sucre consiguió
organizar una «expedición que embarcó en el puerto de Buena-
VIDA DE BOLÍVAR. 67
TCDtiira sobre el Pacífico y llegó á Guayaquil oportunamente
para salvarlo
El Libertador se encontraba en Bogotá para el 5 de Enero ;
allí se detuvo unos dias en arreglos indispensables y activando
la reunión del Congreso. Luego marchó para el Sur. — En la
Mesa recibió un oficio del General Latorre en que le noticiaba
la salida de Morillo para Espaüa y que él habia quedado encar-
gado del mando del ejército realista ; también le decia que ha-
blan venido Comisionados de España directamente para tratar
de pacificación. Los Comisionados dirijieron al propio tiempo
una respetuosa comunicación al Libertador ; y como este creyese
que tenian poderes bastantes para terminar la guerra, resolvió
diferir su viage á Popayan y acercarse hacia Caracas con el fin de
facilitar la negociación deseada, y sobre todo, para hacerla con
mayor presteza y diligencia.
Fuó el portador de los pliegos de Latorre y de los Comisio-
nados el Teniente-Coronel D. Antonio Van-Halen, á quien el
General en gefe recomendó no detenerse hasta no entregar
aquellos á Bolívar.
En los postreros dias de Diciembre del año anterior habia
dado fondo en la Guayra una escuadra española destinada á re-
levar la que se hallaba de estación en Puerto Cabello. Hacian
viaje en ella los Comisionados del Rey para intervenir en la
pacificación de estos dominios, siendo sus instrucciones las mis-
mas, poco más ó menos, que Morillo recibiera seis años antes.
En España no se habia adelantado nada en tanto tiempo. *
Los Comisionados para Venezuela fueron el brigadier D. José
* La Corte de Madrid no tío nunca con claridad en la cuestión americana.
Sabemos que la Regencia prodigó insultos é inyectiyas contra nosotros ; y las
misiones de los Señores Cortabarría á Puerto Rico, Jayier Elio á Monteyideo,
Benito Pérez á Panamá y de Villegas á Méjico, tuyieron por objeto poner en
moyimiento todos loa resortes para encender la guerra ciyiL La Regencia ha-
cia lo que Pisandro en Atenas : sembrar discordias. Pensaba que a«i le sería más
ftcil sabyqgamos. Después de muchos aSos, y cuando acciones brillantes de
guerra nos hablan asegurado la independencia, nueyos comisionados aparecen
en nuestras costas. Es cierto que ya no yienen á procurar nuestro extermino ;
pero toda sus instrucciones te reduelan á qtte no$ 9ometiéramo9 al dulce imperio
de la madre-patria. Femando Vil decia que " deseaba seguir llamándose nues-
tro padre, ({ Qae antojo I) y emplearse en la felicidad de sus Américas . . .** En
el propósito de la Regencia hubo un crimen imperdonable ; en la aspiración de
Femando una tan necia porfia é ignorancia, que es imposible definirla.
68 VIDA DE BOLÍVAR.
Sartorio y el Capitán de fragata D. Francisco Espelius ; para
Santa Pé, el Capitán de navio D. Tomas Urrecha y el de fraga-
ta D. Juan Barry y para el Perti los Capitanes de navio D.
Joaquín Goñi y D. Francisco UUoa.
También hubo Comisionados para Chile y Buenps Ayres, pe-
ro estos tomaron otra dirección. Fueron para Chile, el Briga-
dier D. José Rodríguez de Arias y el Capitán de fragata D.
Manuel Abren ; y para Buenos Ayres, el Secretario de S. M.
Cortinas, el Capitán de fragata D. Manuel Mateo y el Coronel
D. N. Herrera.
El Libertador regresó á Bogotá el 25 de Enero en la tarde, y
el 26 despachó á Van Halen con respuesta satisfactoria para los
Señores Sartorio y Espelius y para el General Latorre. A este
le contestó con aquel modo lleno de civilidad que tan propio y
familiar le era : " Me es muy satisfactorio responder á la carta
" de V. E. fechada en Caracas el 24 de Diciembre ; y mi gozo
" es más vivo aun, porque sé que es Y. E. la persona que esta
" á la cabeza del ejército expedicionario de Costa-firme. Nin-
" guno es más digno que V. E. de llenar, en circunstancias tan
'* delicadas, la doble misión de la guerra y de la paz. Si el
" cielo me permite abrazar & Y. E. como amigo, yo seré el más
" feliz de los hombres ; y si el genio del mal me fuerza á comba-
" tir contra Y. E., sentiré el dolor más vivo, viéndome obligado
" á ser el enemigo de un hombre que no debe ni puede tener por
" enemigo sino á los tiranos." — Y en carta particular le decia :
" Me doy la enhorabuena, mi querido General, de verlo á Yd. á
'^ la cabeza de mis enemigos ; porque nadie es capaz de hacer
" menos mal y más bien que Yd. — Yd. está llamado á curar las
" heridas de su nueva patria. — Yd. vino á combatirla y va á
" protejerla. — ^Yd. se ha mostrado siempre noble enemigo ; sea
" Yd. también el más fiel amigo."
A los Señores Sartorio y Espelius les dijo : que " el gobierno
de Colombia, dispuesto á alcanzar la paz por todos medios, habia
arrimado las armas para oir la voz de la reconciliación ; y que
en aquella misma fecha enviaba cerca del Gobierno español,
comisionados encargados de llevar al pié del trono de S. M.
Constitucional, los votos del pueblo de Colombia. " Nuestros
" comisionados, anadia el Libertador, los Señores José Rafael
" Revenga y J)x. Tiburcio Echeverría van revestidos de todaa
VIDA DE BOliVAB. 69
^ las autorizaciones necesarias para condnir un tratado defíniti-
" vo qne regle los intereses respectivos y consolide para siempre
** el reposo de nuestros conciudadanos.''
En ocasión tan notable, el Libertador dirijió una bella carta
á Fernando VII, congratulatoria por su advenimiento al trono
dd amor y de la ley : jpor haber emanado el cetro de la jíistioia
para los españoles y el tris de la paz para los americanos, consi-
derando esta circimstancia como la gloria que apetecieran los
mayores m/marcas dd mundo Bolívar concluia rogán-
dole acogiese con indulgencia los damores de Colombia por su
existencia política. ....
¡ Vanos esfuerzos 1 En lo que menos pensaba Fernando de
Borbon era en ser Rey Constitucional ni en reconocer los dere-
chos del Nuevo Mundo á gozar su independencia !
Un dia después de despachado Van Halen, emprendió el Li-
bertador su marcha para Cúcuta. — En el camino estaba cuan-
do recibió oficio del Comandante general de Maracáibo, Fran-
cisco Delgado, noticiándole que aquella ciudad babia proclamado
8u independencia de España y su adhesión á la República de
Colombia.
Este suceso era muy grave de suyo y de vasta consecuencia
para que pasara sin dar margen á reclamos y desagrados. Des-
de luego, puede asegurarse que preparó la continuación de la
guerra. Latorre ofició á Bolívar exijiéndole que salieran do
Maracáibo las fuerzas que allí enviara Urdaneta para soste-
ner el pronunciamiento de la plaza. — ^El Libertador recibió esta
comunicación en San José de Ciícuta y contestó (19 de Marzo),
negándose á la exijencia de Latorre. En carta particular que
se hallará en la colección, decia Bolívar á este gefe : " Si al-
^ guna vez la posesión de Maracáibo ha sido para nosotros ob-
" jeto de deseo, hoy es causa de dolor, por la posición equívoca
** en que nos ha situado. — Sin duda, Vd. me debe la justicia de
" creer que yo no he tenido la menor parte en la insureccion de
'' aquel pueblo " El Libertador terminaba invitando á
Latorre á ir hacia la frontera y tener una explicación en Ca-
rache. " Yo pienso, anadia, que cuantos más motivos haya de
^ ruptura, tanto más circunspectos debemos ser nosotros en la
** observancia de los tratados y del derecho de gentes : nosotros
^ que somos hoy el centro de una inmensa esfera d» operaciones
70 VIDA DE BOLÍVAR.
'* en el Nuevo Mando y el objeto de la atención de todos los es-
'' piritus superiores. De resto, nosotros nos debemos á nosotros
*' mismos honor 7 buena fé ; 7 si se comete por desgracia una
'* falta accidental, no debemos repararla con nuevas faltas ó
" nuevas infracciones."
Realmente, Bolívar no habia tenido parte en el movimiento
de Maracáibo, que fué obra de sus habitantes dispuestos á re-
conquistar BU libertad por la calorosa infatigable persuasión del
eminente patriota Domingo Briceño 7 Brice£Lo, a7udado de los
Delgados, Pedro Lugo 7 otros ; * 7 con toda razón se negaba
Bolívar á devolver la plaza 7 hacer salir las tropas que la
guarnecían. En la comunicación de oficio que dirijió á Latorre
para razonar su negativa, le decia :
San José de Cúcuta, 19 de Febrero de 1821.
EXOELEKTÍBIMO SsJtOB.
El acto del Gobernador, guarnición, cabildo 7 pueblo de Maracáibo
pora substraerse de la dominación espafiola, ha suscitado entre nuestros
respectiyos gobiernos una cuestión, al parecer, difícil 7 peligrosa ; pero,
que no traerá ningún reato, si la deciden el derecho y la justicia.
Empezaré por declarar francamente, que he desaprobado la marcha del
Comandante Héras á aquella ciudad ; 7 que será juzgado, porque ha
excedido sus facultades, no aguardando la resolución de su jefe para
acojer bsgo la protección de las armas de la República, & un territorio
que pertenecía & la Espafia al suspenderse las hostilidades.
Las protestas y razones consignadas en el acta celebrada en Maracáibo,
el 28 de Enero, para fundar su resolución^ eximen á este Gk>biemo de
todo cargo con respecto & la expontaneidad del acto, y alegan hasta las
sombras de mala fé, 6 infracción del armisticio por mi parte. El go-
bierno de Colombia no podía conocer las disposiciones de aquel pueblo
* Domingo Briceño era hermano de Antonio Nicolás Bríoeño ; joven entonces»
actiTo, de una penetración Boma y de una tenacidad y constancia incontrastable.
En 1810 se habia señalado como corifeo de los proyectos de emanciparon ; Mi-
yares mandó prenderle, pero Briceño se escapó. Ocupado luogo en comisiones
secretas de la Junta de Caracas, cayó en poder de los realistas y sufrió una lar>
ga prisión hasta 1818. Vuelto á Maracáibo donde su familia estaba, Briceño era
la más fuerte columna que poseían los patriotas ; y él, en acecho de una ocasión
propicia, la halló al fin en 1821 para hacer independiente á sa país natal Bri-
ceño contaba con que Urdaneta. maracaibero, protejería el movimiento ; y Ur-
daneta lo protejió en efecto, no escasamente. A Briceño, gentil y bizarro en
las disposiciones de su cuerpo ; tribuno elocuente é Impetuoso ; patriota, sin
más ambición que la de ser Ubre, á Brioe.lo, digo, se debió en su mayor parte la
revolución de Maracáibo.
VIDA DE BOLÍVAB. 71
contra sus dominadores; no podía ni debía measclarse de sns qne-
jas, ni decidir sn justicia, y no debia, ni estaba & su alcance impedir los
efectos del resentimiento para reprimirlo y contenerlo. Así, yo creo que
ningún reclamo justo puede intentarse sobre el hecho de la conmoción
misma, y que el único motivo aparente de violación existe en el paso im-
premeditado del Comandante Héras. — Será, pues, este solo al que me
contraeré, exponiendo á Y. E. los principios que lo justifican y que cons>
titnyen á este gobierno en la necesidad de sostenerlo. Repito, sin em-
bargo, y suplico á y. E. tenga siempre presente, que la justida y el
derecho son las bases sobre que deseo se funde la decisión ; y que mi co-
municación se limita á exponer estos fundamentos, sin decidir nada hasta
que nos hayamos reciprocamente explicado.
y. E. sabe que, entre dos naciones en guerra, el derecho común do
gentes es el que se práctica, cuando no hay pactos 6 tratados particula-
res entre ellas. Habiendo estos, su sentido literal es el que se observa ; y
se entiende permitido todo lo que no está prohibido en ellos. Este prin-
cipio debe aplicarse más estrictamente, cuando la guerra no es entre na-
ciones constituidas, sino entre pueblos que se separan de sus antiguas
asociaciones para formar otras nuevas. — ^Y. E. sabe también, que, entro
EspaHa y Colombia, no han existido, ni existen otros tratados, que los
del armisticio y regularízacion de la guerra, y que ellos son la regla & que
debemos referimos, puesto que no se ha considerado ninguno de los dos
pueblos sigeto á ningún derecho en todo el largo curso de la guerra.
El armisticio de Trujillo no incluye ninguna d&usula que nos prive del
derecho de amparar aquel 6 aquellos que se acojan al gobierno de Colom-
bia. Por el contrario, mis negociadores sostuvieron contra los del go-
bierno espafiol, que nos reservábamos la facultad de amparar y proteger
á cuantos abrazasen nuestra causa ; así, no se hizo mención en el tratado,
del artículo en que ex^ia el Conde de Cartagena la devolución de deser-
tores y pasados.~El armisticio, pues, solo nos prohibe á entrambas par-
tes el traspaso de nuestros respectivos territorios y las hostilidados.
Establecido este principio, la cuestión queda reducida & examinar si la
ocupación del territorio de Maracáibo por una columna de Colombia, el
29 de Enero, ha sido 6 no, una invasión del territorio espafiol. — Para
este examen debemos antes convenir en que nuestro actual estado de
guerra no ha desaparecido por la suspensión de armas; que hay una in-
mensa distancia entre el estado de paz y el de tregua, en que la guerra
no pierde sino momentáneamente una parte de sus horrores ; y por últi-
mo, que el tratado de armisticio no garantiza, de ningún modo, la inte-
gridad de nuestros respectivos territorios, drcunstancia muy notable, y
que es una de las que distinguen y caracterizan generalmente los tratados
de paz.
£1 acta que tengo el honor de incluir á Y. E. en copia, es un docu-
mento incontrastable: el más expontánoo, formal y solemne con que
puede un pueblo expresar su voluntad. El de Maracáibo habia procla-
72 VIDA DE BOLÍTAB.
mado en ella su abeolnta libertad é independencia del gobierno espafiol ;
y ni Colombia, ni las demás secciones de América que combaten contra
Espafia, tienen otro derecho ni ñmdamento para haber tomado las armas,
y para pretender y apoyar con ellas sa reconocimiento. Bi Ookimbia y
las demás secciones de América en gnerra forman pueblos separadoe y
no pueden considerarse como parte de la monarquía española, porque los
derechos posesivos de la Espafia sobre América no son sino los de la
fuerza y de la conquista, y porque estos cesan de regir, cuando cesa la
posesión ; Marac&ibo, puesto en el mismo caso, dejó de ser dominio espa-
fiol desde el 28 de Enero, y las armas de Colombia ocupftndolo, han ocu-
pado un país que estaba fuera de las leyes españolas, que no era ya juirte
de la Nación á que Y. E. pertenece, y que estaba en libertad de elegir su
forma de gobierno, 6 de incorporarse al pueblo que más couTiniese & sus
intereses.
El derecho de gentes autoriza á Colombia para recibir aquel pueblo 6
incorporarlo, ó por lo menos, para entablar relaciones con él, de cual-
quier naturaleza que sean. La Espafia misma ha consagrado este dere-
cho por un acto positivo, ocurrido poco tiempo ha, doblemente escanda-
loso por el modo y por las circunstancias. Hablo de la ocupación de
Montevideo y parte oriental del Rio de la Plata por las armas del Brazil.
— El Brazil, no en guerra, sino en paz y amistad con la Espafia, recono-
ciendo y habiendo garantizado la integridad de la monarquía espafiola,
invadió y se apoderó de aquella parte del Rio de la Plata, la retuvo en su
poder, & pesar de los reclamos de la Espafia, que no por esto creyó viola-
dos sus tratados, ni rota la paz que existe entre ambos pueblos.— El Bra-
zil no ha sostenido su justicia para este paso, sino en la razón de que el
territorio ocupado estaba separado de la Espafia y formaba ya un pueblo
diferente.
Debo repetir y hacer observar á Y. E. la diferencia que hay entre dos
naciones amigas, y dos que no lo han sido, y que por el contrario oomba-
ter obstinadamente, sin sujetarse á vinculo alguno precedente á la
guena, dando por nulos y disueltos todos los que eiástian ; y la diferencia
esencial que hay de haber ocupado un país por la voluntad é invitación
expresa y encarecida del pueblo, como ha hecho Colombia, en el caso de
la cuestión, y ocuparlo por la fuerza contra los poseedores que lo resistían
y contra los derechos de dos pueblos amigos, como eran Buenos-Aires y
Espafia, en el caso del BrazU.— ¿ T si este no violó sus tratados solemnes
de paz y garantía con la España, ni dio causa & la guerra, ¿ podrá de-
cirse inflingido el armisticio de Trujillo por un acto infinitamente me-
nos grave ? — La conducta de las naciones entre sí es lo que constituye el
derecho de gentes ; la del Brazil y Espafia, que refirieron sus reclamos á
negociaciones y no á hostilidades, debe servimos de regla para fundar la
nuestra, y decidiria por la razón y el derecho, no por las armas.
Mas si ninguna de estas consideraciones es suficiente para convencer á
Y. E. de la legitimidad de mi derecho ft proteger á Mañcáibo, yo adop-
VIDA DE BOLÍVAB. 7S
taré mi medio que ha ddo en otros casos muy aplaudido. Nombremos
arbitros por ambas partes, y defiramos ft su decisioa. Por mi parte,
cumplo mi oferta de Santa Ana ; será él Sefior Brigadier Correa.
Ante todo es de mi deber preguntar & Y. E. de un modo positiyo y
daro:
1^ Bi en caso de no Tolyerse á Maracáibo, habrá un rompimiento de
hostilidades, sin esperar el término del armisticio.
2^ Bi debecá participarse cuarenta dias antes, 6 romperse las hostilida-
des desde luego, sin esta notificación.
8^ Si los cuarenta dias deben contarse desde el dia en que se manda
la notificación, 6 desde aquel en que se recibe.
4^ Bi se debe notificar & cada Comandante de cuerpo de ejército ó di-
yision, con los mismos requisitos quo al Gtoeral en gefe, y con el mismo
plazo.
IB conducta, Sefior General, sertl igual & la que Y. £. observe, tanto
en Yeneznela como en Cundinamarca y Quito.
Dios guarde á Y. £. Bolívab.
Aunque larga esta comunicación, he creído que debía publi-
carla íntegra, porque es de aquellas que no pueden extractarse
6 reducirse.
Barait censura á Bolívar en el asunto de Maracáibo, cuya
ciudad, dice, eduvo malamente habida y retenida. — Restrepo sigue
á Barait y no teme asentar que Latorre tuvo una decidida supe-
rioridad sobre Bolívar, cuyos argumentos en la cuestión eran
especiosos. — Es esto, creo yo, tomar las cosas al repelo. En
todo hay convenientes ó inconvenientes, y hace muy diversos
visos una misma cosa si se mira á diferentes luces. No pueden
acusar aquellos escritores al Libertador de mala fé en la cues-
tión Maracáibo. Lo que se hizo, se hizo sin su conocimiento.
Y partiendo de este punto, ¿era dable que el Libertador
castigase á Delgado, á Briceño y á los demás autores del movi-
miento, entregándolos á la Espaiía ? ¿ Habría de corresponder
de este modo a los fervores del patriotismo ? — Bien considerado
todo, pesaba mucho el inconveniente de asentir á la exigencia
de Latorre, y era muy considerable el peligro de retirar las tro-
pas, porque se hería mortalmente el entusiasmo en momentos en
que solo estaban suspendidas, no terminadas, las hostilidades.
La prudencia debe medir los daños con los bienes ; y aunque
jamas se haya de faltar á la justicia, es preciso advertir que
obrará mal el Magistrado que por un nimio escrúpulo haga
nacer el descontento entre los ciudadanos y el desaliento entre
74 VIDA DE BOLÍVAB.
SUS tropas. ¿ Cómo habrían recibido los patriotas de todo el
(Continente la entrega de la heroica Maracáibo á la Espafia?
¿ Y qué rumbo habrían tomado, en su despecho, los mismos ma-
racaiberos ? Aquella ligera concesión que pretendía La torre,
habría ocasionado tal vez la ruina de la Reptiblica ; que un pe-
queño gusano roe el corazón á un cedro. — ^Y no vale alegar que
las fuerzas que mandaba Héras y por cuyo medio cooperó ür*
daneta á la trasformacion de Maracáibo podian, sin inconve-
niente, evacuar la plaza ; porque de tal suerte se trabaron y
ajustaron las cosas, que, mover las tropas, equivalía á retirar la
protección al pueblo y librarlo al odio de los peninsulares.
Tan seguro estaba el Libertador en la fuerza de sus razones,
(esas mismas que hoy se califican de especiosds) que no vaciló
en proponer al General Latorre que se decidiese la cuestión por
arbitros, y nombró de su parte al Brigadier español D. Ramón
Correa, subalterno de Latorre. — Este, que creia tener el dere-
cho de su parte, y que para todo evento contaba con 10,400 sol-
dados aguerridos y bien disciplinados, no blandeó en la cues-
tión ; y el Libertador desde Boconó de Trujillo le intimó la re-
novación de las hostilidades (10 de Marzo) y fué señalado el 28
de Abril para la apertura de la campaña.
Cuando el Libertador intimó á Latorre, desde Boconó, la re-
novación de la guerra, dispuso que los cuerpos de caballería que
habia en Trujillo marchasen á Barínas y que ürdaneta organi-
zase en Maracáibo una expedición contra Coro ; dio orden al
General Soublette para invadir la provincia de Caracas; al
Coronel Carillo para obrar por el Tocuyo y Barquisimeto y él se
trasladó a Barínas por donde meditaba abrir las operaciones.
En seguida pasó á Acháguas para tratar de la incorporación de
Páez á sus tropas y regresó á Barínas á disponer el movimiento.
Preparábase la batalla de Carabobo : la Farsalia de Colom-
bia I
Muchos han censurado el paso del Libertador cuando intimó
á Latorre la cesación del armisticio. El mismo gefe expedicio-
nario lo calificó de inesperado é incowéhíble, y Restrepo no teme
asentar que con jtiMicia se tildó de inconaec^iente su conducía.
Yo creo hallar la explicación del proceder de Bolívar en una
carta de est^ á White fechada en Barínas (6 de Mayo) en la
que, hablándole de la terminación iel armisticio, le decia : **No
VIDA. DE BOliVAB. 75
" es posible pennanecer más tiempo en la inacción, mientras no
" se nos dé como recompensa segura el reconocimiento de la in-
" dependencia. He tanteado todos los medios imaginables por
" saber si los comisionados españoles (Sartorio y Espelius) esta-
" ban autorizados para ofrecérnosla, y al fin he visto con dolor
" que la España, siempre mezquina, no los ha autorizado como
" era de esperarse Yo no creo prudente completar la
^* ruina de mi patria difiriendo más la decisión de la contienda.
'' Jamas se me ha presentado una campaña bajo un aspecto tan
" favorable como la presente. Todo conspira contra los enemi-
" gos y todo nos favorece. Sus tropas aunque no son débiles
" en número, no tienen la fuerza moral, que es la verdadera
^''fuerza de un ejército ; mientras que nuestros soldados se creen
" invencibles etc."
Aquí tenemos, pues, la clave. Sartorio y Espelius hablan ve-
nido sin las facultades necesarias para impedir la continuación
del curso lamentable de la guerra ; el Rey de España pretendia
buenamente nuestro sometimiento, y en semejante caso, ¿ para
qué aguardar más tiempo ? Unos dias que faltaban de armisti-
cio no entraban por nada en la consideración de Bolívar, quien,
por otra parte, tenia el derecho de renovar las hostilidades,
cuando lo creyera conveniente. El armisticio no era sino un paso
hacia la paz ; y la paz para nosotros, era la independencia.
Desde que esta, pues, no se alcanzara por la negociación, se hacia
necesario alcanzarla por las armas. Pace auspecla tuíius hellum
decia Tácito ; y con razón, porque la paz que no es segura es
un peligro constante y ocasión de ruina cierta.
Al abrir la campaña, el Libertador aseguraba no temer sino
nna sola cosa : los engaños y falsedades de los enemigos en
Europa, por la influencia que pudieran ejercer en el ánimo
de nuestros Enviados. *' La consideración de que puedan ser
" sorprendidos con noticias falsas, me atormenta, escribia á
" White desde Barinas, y me obliga á recurrir á Vd. para que
*' sea d árgamo del desengaño. Vd. es bien conocido de todos
" ellos, y solo las relaciones de Vd. pueden desvanecer la impre-
" sion que causen las imposturas españolas. Recomiendo y su-
" plico encarecidamente á Vd., que por Gibraltar, ó por cual-
'' quiera otra via, y por todas ocasiones, escriba á Revenga y
^' á Echeverría á. Madrid, informándoles cuanto sepa y remitién-
76 VIDA DE BOLÍVAR.
" doles nues-roB papeles que he mandado le envien á Vd. por
" duplicado para que los tenga abundantes y con seguridad. — ^Va.
** puede contradecir y negar todas las victorias que los enemí-
" gos se atribuyan, en la confianza de que yo mismo participaré
^ á Yd. los reveses que suframos para que los trasmita también
" en su verdadero color. Solo Vd. pudiera tranquilizarme de
" las inquietudes que me causa el temor de un comprometimiento
" de Zea, ó de Revenga y Echeverría en circunstancias en que
" somos nosotros y no la España los que debemos dictar el tra-
** tado de paz y reconocimiento."
I Preciosa bajo todos aspectos es la correspondencia privada
del Libertador ! | Cuánta penetración revela, cuánto saber,
cuánta facultad activa ; y con esto qué fervoroso, qué delirante
patriotismo 1
Dejó el Libertador el Cuartel Gkneral de Barínas (25 de
Abril) y marchó en dirección hacia Ouanare. Antes habló á
ios españoles, á los colombianos y á los soldados del ejército li-
bertador.— A los primeros les dijo en una proclama :
ESPAAOIiBS !
Vneetro general en gefe os ha dicho que no queremos la paz ; que he-
mos infringido el armisticio, que os despreciamos. Vuestro General se
engafia. Es el Gobierno español el que quiere la guerra. Se le ha ofre-
cido la paz por medio de nuestro Enviado en Londres, bajo de un pacto
solemne, y el Duque de Frías, por orden del Ck>biemo español ha respon-
dido : qve es absolutamente inadmisible» Españoles : ¿ no es vuestro €k>-
bicmo el que pretende nuestra sumisión fi costa de vuestra sangre ? ¿ "No
es vuestro Rey d que os desprecia enviándoos á un sacrificio in&lible 9
Espafioles : & pesar de todos los graves dolores que nos causa vuestro
€k>biemo, seremos los más observantes del tratado de regularizecion de la
guerra. La pena capital se aplicará al que lo infrinja, y vosotros seréis
respetados aun en el exceso del fru^r de vuestra sed de sangre. Vosotros
venis á degollamos y nosotros os perdonamos ; vosotros habéis converti-
do en horrorosa soledad nuestra afligida patria, y nuestro mfis ardiente
anhelo es volveros á la vuestra.
A los pueblos de Colombia les dijo :
COLOMBIAKOB I
Más de uno afio entero ha pasado la Espafia en libertad, sin que su Go-
bierno haya ordenado el término de su tiranía en Colombia. Hemos oido
sus palabras de paz con gozo, las hemos acogido con trasporte y dirigido
nuestros Enviados á Madrid á tratar de la paz, que estaría derramando
VIDA DE BOLÍVAR. 77
BUS bendiciones sobre este suelo desolado si la Espafia la hubiera querido
eficazmente ; pero no, no ha oido las dolientes quejas de la humanidad,
con él grado de interés que debia inspirarlo su propia conciencia y su
reposo.
Á los soldados del ejército libertador, les recomendó la ob-
servancia del tratado de Trujillo, que regularizaba la guerra ; y
asegurándoles la victoria final que esperaba alcanzar : Soldados,
les dijo :
Las hostilidades Tan á abrirse dentro de tres dias ; porque no puedo
Tcr con indiferencia Tuestras dolorosas priyaciones.
Todo nos promete una victoria final, porque yuestro valor no puedo-
ya ser contrarestado. Tanto habéis hecho, que poco os queda que hacer ;
pero sabed que el Gobierno os impone la obligación rigorosa de ser más
piadosos que valientes.
Buñirfi una pena capital él que inñingiere cualquiera de loe artículos
de la regularizadon de la guerra. Aun cuando nuestros enemigos los
quebranten, nosotros deberemos cumplirlos para que la gloria de Colombia
no se mancille con sangre.
Permítase que me detenga aquí un momento para observar en
honra del héroe colombiano : que la guerra á miterte procedió
de los gefes españoles en los dias de su poder y sus victorias
aun sin haberla declarado expresamente (Tomo I, pág. 173) ;
que BoKvar la declaró en consecuencia y la sostuvo en los años
de su abatimiento y sus desgracias ; que preparándose á la ge-
nerosidad, antes de la victoria, ofreció en Ocuraare, (6 de Julio
de 1816) perdonar á los que se rindiesen aun siendo españoles,
y que proscribió en fin en los dias de su triunfo y de su pre-
ponderancia la muerte de los rendidos y de los prisioneros,
la guerra de exterminio, dando decretos humanos que cumplia
con religiosidad y obligando á los enemigos á humanizarse ellos
mismos. Por fortuna, estos no eran ya Bóves y Antoñanzas,
sino Latorro y Correa, hombres de honor, y sin afectos malévo-
los, en quienes hablaba alto la voz de la humanidad, i Cuánto
distajban estos tiempos de aquellos dé sangre y lágrimas !
En Trujillo (5 de Marzo) tuvo el Libertador la fausta nueva
de que el batallón " Kumancia ", creado en Venezuela por Yá-
ñez en 1813 y compuesto solo de venezolanos, habia dado el
grito de insurrección contra la España en el Perií y puéstose á
las órdenes del Protector San Martin. Esta noticia y la de la
78 VIDA DE BOLÍVAR.
fuga del virey Pezuela de Lima, las daba el Comandante de la
costa del Pacífico al Comandante general del Cauca. Después
recibió el Libertador una hermosa comunicación de San Martin
en la que, adjuntándole un boletin oficial, le detallaba el suceso
del batallón " Numancia " y le decia que habia incorporado
á su ejército este cuerpo con el título de leal á la patria.*
Estando aun en Trujillo visitando las fuerzas y prepara idose
para reconocer los acantonamientos de Apure y de Barínas, supo
el Libertador la grave enfermedad del Doctor Roscio. El Con-
greso no estaba aun reunido, y las atenciones de la campaña que
iba á abrirse y que se anunciaba como decisiva, no le permitían
volver á Ciícuta. Bolívar nombró, pues, como Vice-presidente
interino al General de brigada Luis Eduardo Azuola, Secretario
de Hacienda que era entonces ; y encargó el despacho de esta
Secretaría al Doctor Alejandro Osorio, mientras llegaba Gual
que habia sido nombrado en propiedad. En Acháguas supo el
fallecimiento de Roscio que tuvo lugar el 13 de Marzo, y como
se le avisase que Azuola estaba enfermo, el Libertador nom-
bró Vice-presidente interino de Colombia al célebre General de
división Antonio Nariño, (4 de Abril) que se habia escapado
de España y regresaba por Angostura y los llanos de Apure á
Bogotá, su patria. Azuola murió en efecto el 13 de Abril, y
mientras llegó Nariño estuvo acéfalo el Poder Ejecutivo.t
Cuando acaeció desdichadamente la muerte de Azuola, faltaban
ya pocos miembros para instalar el Congreso. Mas, ¿ quién
presidiría la instalación, se preguntaban? — Bolívar estaba au-
sente, haciendo preparativos para la guerra, y se ignoraba que
hubiese nombrado Vice-presidente En esos momentos
se apoderó de muchos la desesperación ; y el que no acusaba al
Libertador de mirar con desprecio al Congreso, le tildaba de
inadvertido ; sin reparar que habia sido Bolívar el más empeña-
do en reunir la representación nacional y en dar á Colombia
las garantías constitucionales que anhelaba. A la enfadosa cir-
cunstancia de ignorarse el nombramiento del General Nariño
para Vice-presidente, vino á añadirse otra más acerba aun cual
* Véase en la " Correspondencia general" la carta del 26 de Marzo de 1821.
f La biografía del General Nariño es sobremanera importante ; y como no
puede reducirse á las cortas lineas de una nota, mis lectores la hallarán en el
*' Apéndice " al fin de la obra.
YIDA DE BOLÍYAB. 79
tüé la escasez ^ue padecían varios diputados, estrechos de medios,
que no contaron con las demoras que inevitablemente ocurren.
Estos llenábanse á sí mismos de desazón 7 á los demás de enfado.
Inútil es decir que esas penurias se achacaban á Bolivar, que se
absorbia todo en la guerra 7 no ocurría á la subsistencia de los
representantes Pero tal censura era infundada. El Li-
bertador pensaba en todo 7 se anticipaba á todo. — ^Escribiendo
confidencialmente al Doctor Gual, Ministro de Hacienda, le de-
cia : " Tome Vd. para el Congreso los caudales que vienen
'* para el ejército ; porque dentro de poco la mitad de los sol-
" dados habrá muerto 7 la otra mitad no necesitará de nada,
" vencedora ó vencida. . . Y no es justo que el Congreso se
" disuelva por falta de lo necesario." * No descuidaba pues Bo-
lívar de proveer á los medios para la conservación de la Asam-
blea Constitu7ente de Colombia. ¿ Podia hacer más ? Pero
ese es el peligro de los que mandan : las prosperidades perte-
necen á todos ; los reveses 7 aquello que con razón ó sin ella
ofrece mal aspecto, solo al gefe se imputan.
La presencia de Naríño en Cicuta hacia los últimos dias de
Abril, calmó por dicha la ansiedad de los diputados querello-
sos, 7 el Congreso pudo celebrar su instalación el 6 de Ma70,
en el salón destinado para sus sesiones, que fué la sacristía de
la iglesia parroquial de la Villa del Rosario.
El Libertador se hallaba en Barínas, el dia de la instalación
del Congreso ; mas, habia despachado anticipadamente á uno
de sus edecanes para que presentara en el primer momento de
la reunión de aquel cuerpo el oficio que le dirijia. — Dicho oficio
contentivo de su congratulación 7 de su renuncia, decia así :
Cuartel general del Libertador en Barínas 1821.
Senob:
El acto augusto de la instalación del Congreso general de Colombia
compuesto de los Representantes de veinte y dos provincias libres, ha
puesto el colmo á mis más ardientes votos. La República, fundada ahora
sobre la más completa representación de los pueblos de Cundinamarca 7
Venezuela, se elevará á la cumbre de la dicha 7 de la libertad á que as-
pira esta nación ; 7 yo, al ver que los legítimos depositarios de la sobe-
ranía del pueblo ejercen 7a sns sagradas funciones, me juzgo eximido de
toda autoridad.
* Yéaae en la colección esta importante carta qne tiene muchos partieolares
del nuLjoT Ínteres.
80 VIDA DE BOLÍVAR.
Nombrado por el Congreso de Venezuela Presidente interino del Esta-
do, y siendo vuestra representación la de Colombia, no soy yo el Presi-
dente de esta República; porque no he sido nombrado por ella; porque
no tengo los talentos que ella exije para la adquisición de su gloria y
bieivestar ; porque mi oficio de soldado es incompatible con él de magis-
trado ; porque estoy cansado de oirme Uamar tirano por mis enemigos ;
y porque mi carácter y sentimientos me oponen una repugnancia insu-
perable.
Dignaos Sefiores, acojer con toda vuestra bondad mi más reyerente ho-
menage, la profesión que os hago de mi m&s cordial adhesión, y el jura-
mento más solemne, que oe presto, de mi más ciega obediencia. Pero,
si el Congreso soberano persiste, como lo temo, en continuarme aun en la
presidencia del Estado, renuncio, desde ahora para siempre, el glorioso
título de ciudadano de Colombia, y abandono de hecho las riberas de mi
patria.
Soy, Sefior, con la más profunda sumisión y respeto, vuestro más hu-
milde subdito. SiMOK Bolívar.
El Congreso dio al Libertador una hermosa contestación sin
admitirle la renuncia. "No puede recordar el Congreso, le
^' decía, sin una emoción de tierna gratitud, que, al constante
" valor y perseverancia de V. E. ayudados de las gloriosas vio-
" torias obtenidas por los dignos defensores de Colombia y por
*' los generosos sacrificios de los pueblos, debe hoy la Nación
** verse legalmente congregada y en aptitud de pronunciar sas
" voluntades. La memoria de Y. E. irá siempre reunida á la
" historia de la Representación Nacional, y sus leyes serán
" otros tantos recuerdos de los tiempos en que los valientes sol-
" dados de la República, acaudillados por V. E., hicieron cum-
" piídos los votos de los pueblos y aseguraron la esperanza de
" su futura prosperidad."
Estos conceptos calmaron el resentimiento de que se hallaba
poseido el Libertador por las declamaciones privadas de algu-
nos diputados imprudentes.
El Congreso se ocupó luego del estudio de la ley fundamen-
tal.— ^En el ejercicio de sus poderes legales, el Congreso de
Cuenta gozó de la más amplia libertad. — Bolívar no quiso que
tropa alguna, ni jefes, ni oficiales se acercasen á la villa del
Rosario. £l no manifestó opinión sobre las materias constitu-
cionales que se ventilaban, y con su ejemplo y con su palabra
enseñó el respeto debido á la independencia del poder legis-
lativo.
CAPÍTULO XXXIV.
1821.
La ctacasm ■xtrjlordinabiá db dh rio Dmnni al libsrtador iic tuca — doxa-
CIOH QDR HAOB DRSDR ODANARR OB 8ü9 SÜBLDOB BN BBMBFICIO PÚBLICO — B8TA*
BLBCB 8U CÜARTBL OBNBRAL BN 8AN CARLOS — MANDA BN PBB80NA LA BATALLA DI
CARABOBO — DBCRBTO DBL CONGRESO CON MOTIYO DBL TRIUNFO OBTBNIDO BN AQDB-
LLA ORAN JORNADA — BL UBBRTADOR 8XGUB PARA OArIcAS — HACB CAPITULAR X
I^BRBIBA — TUBLYB k TALBNCIA — RBORGANIZA BL BJÍ RCITO — BSTRBCHA BL SITIO
DB PUBRTO CABBLLO T YIBNB OTRA TBZ Á CARACAS — ARRBOLO PROVISIONAL —
CARTA X GOAL — BHPRBNDB BL LIBBRTADOR LA OAMPaKa DBL SUR — VA Á MARÁ-
CAIRO — NOTABLB RB8PUBSTA ▲ OVAL QÜB LB LLAMABA X CÚCUTA — GRATITUD DBL
UBBRTADOR X LA AMISTAD DB D. PRANCISCO ITÜRBB.
CUANDO salió el Libertador de Barínas para Guanare con
parte del ejército que debia quedar dueño del campo en
Carabobo, se tío obligado á detenerse dos dias en un lugarejo
llamado *' La Yuca/' por que la creciente extraordinaria del rio
de este pueblo impidió la continuación de la marcha. — Llovia á
chorros, 7 la casilla donde estaba alojado el Libertador con Sa-
lem, Pérez, Bricefio y otros oficiales, se mojaba tanto, que ya no
había paraje ni lugar seco donde situarse. Dio aquello motivo
á varias reflexiones sobre la dificultad de hacer la guerra en*
6 (81)
I
82 YIDA DE BOliVAB.
América, y los inesperados contratiempos que se presentaban
para destruir los mejores y más bien combinados planes ; pon-
deróse la fuerza de nuestra naturaleza gigantesca, donde la
lluvia transforma en mares los arroyos : donde los árboles se
empinad hasta el cielo y la tierra ostenta un poder de creación
asombroso, y él Libertador decia á sus compañeros : La historia
refiere que César y Aníbal marchaban al frente de sus tropas, á
pié, con la cabeza descubierta, al sol y al agua ; pero esos gran-
des capitanes no hicieron la guerra en la zona ardiente, donde
el clima y las condiciones topográficas lo modifican todo. La
retirada de los Griegos, que tanto se elogia por la constancia y
el valor con que sufrieron el rigor del cielo en las montañas de
Armenia, no es, sin embargo, comparable á la invasión de la
Kueva Granada, tramontando las tropas la cordillera de los
Andes y pasando rios caudalosos, sin puentes : páramos, sin
abrigo : inmensos esteros, sin alimento. ¿ Recuerda, Vd., Sa-
lom, la alegria del ejército cuando en Betoyes se le racionó de
plátanos....? Puede decirse que habia dos dias que no comía.
Ese ejército, sin embargo, no se quejaba. — Seguía, proporcionan-
do la constancia á los trabajos, por que se le habia dicho que
iba á destruir á los tiranos. Cuando se escriba la relación de
nuestros combates y se cuenten los prodigios del valor de nues-
tros soldados, su aliento en todas las adversidades, la historia
antigua, llena de héroes y de pinturas exageradas, perderá gran
parte de su importancia, porque se verá excedida con ver-
dad I*
Refiere Salom que era tanta la humedad, que estaban como
entumecidos todos y resfriados, y el Libertador no tuvo con qué
mudar su vestido
Todo era entonces trabajo, ímproba tarea, descomodidad y
peligro I
El Libertador llegó á Guanaro (19 de Mayo), donde recibió
.aviso de que se acercaban ya las fuerzas del General Páez.
Y recibió también alli la respuesta del Congreso á su men-
sage renunciando la Presidencia de Colombia. — En el acto, el
Libertador volvió á dirijirse á aquel cuerpo, diciéndole que :
■** Instado de los clamores con que su propia familia y las de al-
* MADOscríto del General Salom, adjunto á sus ilineraríos y campallas.
TIDA DB BOLÍYAB. 83
"^ ganos de sus amigos y compañeros de armas se lamentaban
"' por la miserable sitaacion en que se hallaban, se habia tomado
^ la libertad de librar, en el año de 1819, nna orden á sn favor
" y contra las cajas públicas de Bogotá, por catorce mil pesos,
" cnyo libramiento se habia satisfecho : qne la ley de reparti-
^ miento de bienes nacionales le asignaba 25,000 pesos, como
" General en Gtefe, dándole derecho para esperar asignaciones
" y gracias extraordinarias : que la ley sobre sueldos de era*
" picados le asignaba 50,000 pesos como Presidente de la Re-
" pública desde 1819 ; pero que él renunciaba aquellos derechos
'' y acciones que no habia recibido, dándose por satisfecho de
" ellos por los 14,000 pesos tomados en Bogotá. — ^El objeto á
" que los destiné, concluia el Libertador, y las sagradas obliga-
" ciones á que satisfice con ellos, me han recompensado amplia-
" mente de los derechos que renuncio á favor del tesoro público."
— ^El Congreso, admirando este rasgo generoso, y queriendo
competir con el Libertador en magnanimidad, le repuso por un
acuerdo extraordinario : Bien puede el Libertador Simón Bolí-
var renunciar cmie d futuro Congreso ha fniéldoa, gracias y asig-
naciones que le tocan por las leyes / pero teniendo presente su
arnoT á la libertad, su constancia infatigable por defenderla, su
integridad y desprendimiento, jamas podrá renunciar á la gra-
titud de Colombia, que es su mejor patrim/mio.
¡Venturosos tiempos aquellos en que habia desprendimiento
en unos, nobleza y sensatez en otros, patriotismo y virtud en
todos ! ¿ Porqué pasaron esos tiempos acaso para no volver
jamás?
Jam íuit....] nec post unqnam revocare licebit.
{ LuoBST. m.)
En Quanare supo el Libertador que Latorre habia llegado
con fnerasas hasta Aranre y que de allí replegó á Valencia. Re-
solvió en el acto sacar provecho de aquella operación, ocupando
á San Carlos ; y dio esta comisión al General Cedeño.
Soublette, que debia auxiliar el movimiento principal que eje-
cutaba el Libertador, habia ordenado á Bermúdez marchar so-
bre Caracas, y á Monágas que auxiliase á Zaraza en sus opera-
ciones sobre Calabozo. Tal disposición fué por extremo acer-
tada ; por que Bermúdez debia llamar poderosamente la aten*
84 VIDA DB BOLÍVAR.
cion de La torre h&cia la capital. — ^En efecto, tuvo este qoe des-
membrar BU ejército, enviando el 2"* batallón de Valencey en
apoyo del brigadier Correa, quien no pudo resisftir en Caracas
7 abandonó esta ciudad por fin. — Ademas, Morales tuvo qne
venir á Aragua con 800 hombres, y las fuerzas realistas se dise-
minaron, debilitando Latorre el grueso de su ejército qne se
oponia al principal de los independientes, á cuya cabeza se ba-
ilaba el Libertador.
Bolívar estableció su cuartel general en San Carlos el primer
del mes de Junio, y allí esperó los diferentes cuerpos que debian
reunírsele. — Páez fué el primero que llegó al frente de mil gi-
netes, lo más selecto de los valientes de Apure. Dos dias des-
pués arribaron las demás tropas de su hermosa división. Más
tarde llegó ürdaneta.
Latorre habia asentado su campo en las llanuras de Carabobo.
En este memorable sitio habia batido BoKvar el año 14,
á Cagigal y Cebállos, y allí debia batir, siete años después, á
Latorre, destruyendo para siempre el poder español en Vene-
zuela.
El 20 de Junio se movió el Libertador de San Carlos ; el 23
se reunieron las divisiones (6.000 hombres) en los campos de Ti-
naquillo, y el 24 se marchó sobre el cuartel general enemigo. —
A las 11 de la mañana se oyó la orden de ataque. Rompióse
el fuego. Mandaba la acción en persona Bolívar, con aquella
superioridad que se pinta en la posesión del ánimo, en la luz de
los ojos, en el despejo y acierto de las resoluciones. Sus ayu-
dantes de campo partian con celeridad en distintas líneas, lle-
vando órdenes al ejército. — Una hora, no más, duró el combate,
y fué bastante ; que la mágica influencia del Libertador hizo
excederse á sí mismos á los indomables guerreros colombianos,
quienes terminaron con aquella célebre jornada la guerra de
Venezuela. — Murió al fin del combate el General Cedeño, el
valiente de loe valientes, queriendo precipitarse casi solo sobre
una masa de bronce de infantería española. Una bala le hirió
en el centro de su gran corazón I Cayó súbitamente con el sa-
ble empuñado ; y aquel cuerpo que habia sido feliz y precioso
depósito de valor heroico, quedó tendido en el campo de Cara-
bobo para cubrirse de gloria en la inmortalidad. Igual suerte
tocó al valerosísimo Coronel Ambrosio Plaza, que se empeñó ea
VIDA DE BOliVAB. 85
destruir á Valencey, y fué herido de muerte, exlialando luego el
último aliento de su perseverancia en la lealtad y en el amor de
nuestra santa causa.
Como el Libertador detalló en su mensage al Congreso los
principales sucesos de la jornada de Carabobo, yo le cedo gus-
toso esta parte de mi obligación histórica. La verdad no podia
hallar palabra más autorizada.
He aquí el mensage :
Valencia, 25 de Junio de 1821.
EzcELEinisiHo SbAob.
Ayer se ha confirmado con una espléndida victoria, el nadmiento po-
lítico de la República de Colombia.
Eeunidas las divisiones del ejército Libertador en los campos de Tina-
quiUo el 28, marchamos ayer por la mafiana sobre d cuartel general ene-
migo, sitvado en Carabobo. — ^La primera división, compuesta del bravo
batallón hritánieOj del bravo de Apure y 1,600 caballos á las órdenes del
Ckneral Pasz. — La segunda, compuesta de la segunda brigada de la
guardia, con los batallones Tiradores^ Bof^aed y Vár^as^ y él escuadrón
SagradOj que manda el impertérrito Coronel Abambütdi, á las órdenes
del General CsdeITo. La tercera, compuesta de la primera brigada de
la guardia con los bataUones Eifiee^ Qrcmadera^ Veruiedor de Boyaed,
AnMoátegui, y el regimiento de caballería del intrépido Coronel Rokdoit,
á las órdenes del Coronel Plaza.
I^uestrá marcha por los montes y desfiladeros que nos separaban del
campo enemigo, ñié rápida y ordenada. — ^A las 11 de la mafiana, desfila-
mos por nuestra izquierda, al frente del ejército enemigo, bajo sus fue-
gos : atiaves&mos un riachuelo, que solo daba frente para un hombre, á
presencia de un ^ército que, bien colocado, en una altura inaccesible y
plana, nos dominaba y nos cruzaba con todos sus fuegos.
El bizarro General Pabz, á la cabeza de los dos batallones de su divi-
sion y del regimiento de caballería del valiente Coronel Mirlíoz, marchó
con tal intrepidez sobre la derecha del enemigo, que, en media hora, todo
él fué envuelto y cortado. — ^Nada hará jamas bastante honor al valor de
estas tropas.
£1 batallón británico, mandado por el benemérito Coronel Fasbiar,
pudo aun distinguirse entre tantos valientes, y tuvo una gran pérdida de
oficiales.
La conducta del General Paez en la última y más gloriosa victoria de
Colombia, le ha hecho acreedor al último rango en la milicia; y yo, en
nombre del Congreso, le he ofrecido, en el campo de batalla, el empleo de
Cteneral en gefe del i^^'^to.
De la segunda división no entró en acción más que una parte del ba-
tallón Tiradores de la Guardia, que manda el benemérito Comandante
86 VIDA DE BOLÍVAB.
Héras. Pero sn General, desesperado de no poder entrar en la batalla
con toda sn división por los obstáculos del terreno, dio solo contra una
masa de infanteiía, y murió en medio de ella " del modo heroico ^ue
merecia terminar la noble carrera del bravo de los bravos de Ck)lombia.''
— La República ha perdido en d General Cedefio un grande apoyo en
paz ó en guerra: ninguno más valiente que él, ninguno más obediente al
Gk>biemo. To recomiendo las cenizas de este General al Congreso sobe-
rano, para que se les tributen los honores de un triunfo solemne.
Igual dolor sufre la República por la muerte del intrepidísimo Coronel
Plaza, que, lleno de entusiasmo sin ejemplo, se precipitó sobre un bata-
llón enemigo á rendirlo. El Coronel Plaza es acreedor á las lágrimas de
Colombia y á que el Congreso le conceda los honores de un heroísmo
eminente.
Disperso el ejército enemigo, el ardor de nuestros gefes y oficiales en
perseguirlo fué tal, que tuvimos una gran pérdida en esta alta clase del
ejército. — ^El boletín dará el nombre de estos ilustres.
El ejército espafiol pasaba de 6000 hombres, compuesto de todo lo
mejor de las "expediciones pacificadoras." — Este ejército ha dejado de
serlo. 400 hombres habrán entrado hoy á Puerto Cabello.
El ejército Libertador tenia igual ñierza que el enemigo ; pero no más
que una quinta parte de él ha decidido la batalla. Nuestra pérdida no
es sino dolorosa : apenas 200 muertos y heridos.
El Coronel Rakoel que hizo, como siempre, prodijios, ha marchado
hoy & establecer la línea contra Puerto Cabello.
Acepte él Congreso soberano, en nombre de los bravos que tengo 1a
honra de mandar, el homenage de un gército rendido, el más grande y
más hermoso que ha hecho armas en Colombia, en un campo de batalla.
Tengo el honor de ser, etc.
BoLfYAR.
Como se vé, la brillante TÍctoría de Carabobo se alcanzó con
ttDa parte muy pequeña de las tropas colombianas. — Ella coronó
la magna empresa del 19 de Abril ; ó como escribe con dolor
Torrente, " en ella se firmó la emancipación de las provincias de
Venezuela ; en ella espiró el dominio del Rey en estas regio-
nes..." Latorre se retiró á Puerto Cabello. La caballería de
Morales, en fuga desordenada, tiró por el camino del Pao hacia
los Llanos. Batallones enteros se tomaron prisioneros ; otros,
arrojando las armas, se dispersaron. — El 1^ de Yalencey que
cubria el camino de San Carlos á Valencia, fué el único que em-
prendió retirarse en columna cerrada por aquella via, logrando
conservar su formación y rechazar las terribles cargas de nues-
tros ginetes. — ^Ya cerca de Valencia (como una legua), viendo
VIDA DB BOliVAB. 87
d Libertador que nuestra infantería, estropeada por largas
marchas, no podía seguir el paso de trote que Uebaba Yalencey,
hizo montar á caballo los batallones " Rifles" y " Granaderos de
la Guardia," y que á galope alcanzaran al enemigo. — En efecto,
le alcanzaron entrando en Valencia, donde pudo guarecerse y
evitar so total ruina. El batallón Yalencey llegó á las 10 de
la noche al pié de la cordillera de Puerto Cabello, donde se
reunió con Latorre.
Cuando el Congreso en Cúcuta tuvo noticia de la célebre
victoria de Carabobo, se llenó del más vivo y patriótico entu-
siasmo.— Muchos diputados propusieron en el acto un decreto
de honores inmortales, y sin oposición se sancionó. — Como este
decreto no puede extractarse porque cada artículo tiene un in*
teres especial, mis lectores me permitirán que lo publique ín-
tegro.
Dice así :
EL COZrGBBSO OBNEBAL DB LA BBPI^LIOA DB COLOMBIA
Instruido por él Libertador Presidente de la inmortal victoria, que en
él dia 24 de Junio próximo pasado, obtuvo él ejército bajo su mando
aofare las Cierzas reunidas del enemigo en los campos de Carabobo, y te-
niendo en consideración :
1.** Que por esta batalla ha dqjado de existir el único ^ército en que
el enemigo tenia fincada todas sus esperanzas en Venezuela;
2.'' Que por la siempre memorable jornada de Carabobo, restituyendo
al seno de la patria una de sus más preciosas porciones, ha consolidado
igualmente la existencia de esta nueva República ;
a." Que tan glorioso combate es merecedor de agradecido recuerdo y
eterna alabanza, tanto por la pericia y acierto del General án g^e que h
dirijió^ como por las heroicas proezas y raegos do valor personal con que
en él se distinguieron los bravos do Colombia :
4.° En fin, que es un deber de justicia presentar á sus ilustres defensores
los sentimientos de gratitud nacional, asi como pagar el tributo de dolor
& los que con su muerte dieron honor y vida á la patria ;
Ea venido en decretar y decreta :
ÍJ Los honores del triunfo al General Simón Bolívar, y al ejército
yenoedor bi^o sus órdenes.
2.° No pudiendo verificarse en la capital de la República, tendrán lu-
gar en la ciudad de Caracas, quedando á cargo de sus autoridades, y
particularmente de su ilustre Ayuntamiento, acordar las disposiciones
necesarias á fin de que se haga esta manifestación nacional, con la pompa
y dignidad posibles.
88 VIDA DB BOliVAB.
8.° En todos los pueblos de la República, y DiTÍsioncs de sos gércitos
Be consagrará nn dia á legoc^os públicos en honor de la victoria de
Carabobo.
4.** £1 dia siguiente á esta solemnidad se celebiarSn fonerales en los
mismos pueblos y divisiones en memoria de los valientes que fenecieron
combatiendo.
0.° Para recordar & la posteridad la gloría de este dia, se levantará
una columna ática en el campo de Carabobo. El primer fronte llevará
esta inscripción :
** Dia 24 de Junio del aflo XL — Simón Bolívar vencedor — Aseguró la
existencia de Colombia."
Se hará después mención del Estado Mayor G^enersL En los otros
tres frentes se inscribirán por su orden los nombres de los Generales de
las tres divisiones de que se componía el ejército, y los nombres de los
batallones y rejimientos de cada uno, con los do sus respectivos Coman-
dantes.
6."* En el lado de la base que corresponde á la segunda división, se
verá gravado:
''El Gknend Manuel Cedeflo— Honor de los bravos de Colombia —
— ^Murió venciendo en Carabobo-— Ninguno más valiente que él— Ninguno
más obediente al Gobierno."
En el lado de la base que coireEfponde al fronte de la tercera diviBlon,
se leerá:
'' El intrépido joven — Qenenl Ambrosio Plaza — ^Animado de un he-
roísmo emiaente — Se precipitó sobre un bataUon enemigo — Colombia
llora su muerte."
I,"" Se colocará en un lugar distinguido de los salones del Senado y
Cámara de Representantes el retrato del General Simón Bolívar con la
siguiente expresión :
" Simón Bolívar — ^Libertador de Colombia."
8.° Se concede al bizarro General José Antonio Páez el empleo de
Gknend en Gefe, que por su extraordinario valor y virtudes militares, le
06*0016 el Libertador, á nombre del Congreso, en el mismo campo de
batalla.
9.° Todos los individuos del ejército vencodor en aquella jomada lle-
varán en el brazo izquierdo un escudo amarillo, ornado con una corona
de laurel con este mote : " Vencedor en Carabobo ano XL"
10. El Libertador, ademas, presentará muy especialmente á nombre
del Congreso el testimonio de agradecimiento nacional al esforzado ba-
tallón Británico, que pudo aun distinguirse entre tantos valientes, y sufrió
la pérdida lamentable de muchos de sus dignos oficiales, contribuyendo
de esta suerte á la gloria y existencia de su patria adoptiva.
Comuniqúese al Poder I^ecutivo para sa ejecución y cumplimiento en
todas sus partes.
El Presidente del Congreso, Josa Maivttel Rbbtbbpo.
El Diputado Secretario, Mioubl Sastahabía
VIDA DE BOliVAB. 89
Palacio del Gobierno de Colombia, en d Rosario de Cúcuta, Íí 28 de
Julio de 1821, XL
Ejecútese, pnblíqnese, y comuniqúese á quienes corresponda. Castillo.
Por B. E. él Yice-presidente de la Bepfiblica.— El Ministro del Inte-
rior, Diego Bautibta ÜBBAinsjA.
La columna ática de que habla el articulo 5.^ del anterior
decreto, lia tenido la misma suerte que el monumento de Santa
Ana 7 otros mandados erijir en honor del Libertador. La»
atenciones de la guerra, escribe Baralt ; las tempestades civiles
que á esta se siguieron, un fondo grande de levedad y de indo-
lencia en el carácter nacional y mucha dosis de ingratítud^
hizo que pasados los primeros instantes de alborozo, se olvida-
ran los triunfos, los triunfadores y los monumentos.
Acaso nuestros hijos, más felices y virtuosos, satisfarán la
deuda de la patria, honrando las cenizas y la memoria de sus
héroes.
En la tarde del venturoso dia 24 de Junio, cuyo recuerdo
será siempre grato á los venezolanos, entró Bolívar en Valencia.
El ejército llegó al dia siguiente. Desde allí dispuso el Liber-
tador que el Coronel Bangel siguiera hacia Puerto Cabello á
establecer una línea de asedio entre Yigirima, la Cumbre y el
Cambur ; y que el Coronel Héras volase en persecución de
Tello, que con dos batallones y un escuadrón de caballería habia
marchado hacia Barquisimeto. Reorganizó el ejército ; encargó
el mando de todas las fuerzas por aquella parte al General
Marino ; á Salom le dio el despacho del Estado Mayor General,
y siguió sin descansar para Caracas, llevando los cuerpos de
•* Granaderos," " Vencedor," Anzoátegui" y parte de la ca-
ballería de Páez. — Era su objeto ponerse á la espalda de la di-
visión Pereira destinada por Latorre, como sabemos, á obrar
contra Bermúdez. — Mientras el Libertador practicaba la marcha
de Valencia á Caracas donde llegó el 29, Latorre hacia salir
una división de buques menores para recojer las tropas de Pe-
reira en la Guayra ó cualquier otro punto de la costa donde se
hallasen. Los buques regresaron sin noticia del paradero de
aquel ni de las fuerzas realistas ; porque Pereira, apenas supo
el triunfo de Carabobo y consideró su arriesgada situación, trató
de internarse hacia Iqs Llanos. — En el pueblo del Valle recibió
una comunicación del general en gefe ordenándole dirijirse á
90 TIDA DS BOliVAB.
Puerto Cabello por el camÍDo de la costa. Betrocedió entóncee
y fué hagta Carayaca ; mas la operación que Latorre indicaba
no era practicable. La tierra fragosa, cubierta de espesos bos-
ques y jamas transitada hacia Puerto Cabello no ofrece . paso.
— ^Volvio, pues, Pereira á la Guayra ; y solicitó del Almirante
francés Jurieu el permiso de embarcarse en su escuadra, surta á
la sazón en aquel puerto.* Negóse el almirante por no infringir
la neutralidad que su gobierno observaba, y con esto se hizo
más crítica la situación de Pereira. Debemos creer en la esti-
mación que el Libertador profesaba á este oñcial, en quien bri-
llaban prendas de virtud y de honor ; pues como le fuese fácil
destruirle en el apurado paso en que se veía, prefirió escribirle
(1.° de Julio) ofreciéndole que oiría y le acordaría una capitu-
lación honrosa.
" La guerra ha mudado de aspecto, le decia Bolívar ; no esta-
*^ mos en el caso de elegir una muerte desesperada, cuando puede
" conservarse una vida honrosa y ahorrar sangre inocente
'' Cuando un oficial ha llenado sus deberes aun más allá de lo
'^ justo, es loca temeridad no acceder á las leyes imperiosas é ir-
** resistibles de la fuerza y de la necesidad. — Seré liberal, ter-
^ minaba el Libertador, y tendré particular satisfacción en
'' manifestar á Yd. cuanto aprecio hago del mérito, aunque sea
" en mi enemigo." — Después de algunas notas recíprocas, se
entregó el Coronel Pereira por capitulación. (4 de Julio.) De
setecientos hombres de que constaba su división, 200 siguieron
las banderas españolas, el resto prefirió alistarse bigo las co-
lombianas.
Pereira marchó para Puerto Cabello, donde, á pocos dias de
su arribo, falleció de fiebre causada por las fatigas y penalidades
de la campaña.t
Apenas se vio el Libertador en Caracas, fué uno de sus prime-
ros pasos enviar en solicitud del Vice-presidente de Venezuela,
* Montenegro escribe Jvlieny quizas por distracción. Baralt, que ha seguido
en todo este paaage á Montenegro, escribe también Julien ; mas el verdadero
nombre del Almirante franca de que se trata, era Jurieu.
f £1 Coronel D. José Pereira era gallego, y habla venido á la América para
unir sus esfuerzos con los de sus compatriotas en el fin de subyugar este mundo
para la España. Era sin duda, de los mejores oficiales expedicionarios ; activo,
valiente y pundonoroso. Torrente, en el empeño de ensalzarle, dice que era
etmiparabU d Bóves I en actividad y en valor. — ^Yo creo que el verdadero elogio
YIDA DB BOIÍTAB. 91
dineral Carlos Soublette, para qae arreglase el gobierno de la
capital y de la proyincia. El genio de BoUvar era todo orga-
nización 7 no podia avenirse con las cosas en desorden. Por
fortuna, Sonblette no estaba lejos 7 voló inmediatamente al lla-
mado de Bolívar. — ^Y, como este no quería perder momentos,
con aquella pasmosa actividad que no alcanza á ponderarse,
luego que concltt7Ó la capitulación de Pereira 7 conferenció con
Soublette, sobre puntos do gobierno, mardió para Valencia,
dejando en Caracas 7 la Gua7ra fuerzas suficientes. Llegó el
11 á Valencia, 7 luego hizo marchar á Marino para el Occidente
con tres batallones : "' Maracáibo," '' Rifles," 7 " Tiradores f dio
órdenes para estrechar el sitio de Puerto Cabello 7 regresó á
Caracas el 22. — Fué entonces que el Libertador dividió provi-
sionalmente á Venezuela en tres distritos militares :
Uno que comprendía á Coro, Mérida 7 Trujillo puso á cargo
de Marino ;
Otro que se componía de Caracas, Carabobo, Barquisimeto,
Barinas 7 Apure, lo confió á Páez ;
El tercero, en fin, formado de las provincias de Barcelona,
Gumauá, 6ua7ana 7 Margarita dejó á las órdenes de Bermádez,
á quien habia elevado, con aprobación del Congreso, á general
en gefe.
^ Este arreglo provisional manifiesta (en sentir de Baralt) que
en Venezuela ardia aun el fuego de la guerra." — Cierto es que
los realistas tenían en su poder aun las plazas de Puerto Ca-
bello 7 Cumaná, 7 que algunos guerrilleros atrevidos se mante-
nían en las provincias de Caracas 7 Coro : en esta última sobre
todo que fué porfiadamente realista. Pero la causa del arralo
provisional fué otra. Si Baralt hubiera leído la corresponden-
cia del Libertador con el Señor Gual, habría encontrado la ra-
sson positiva de esa tripartición 7 de esos nombramientos. ^ No
" pueden Vds. formarse una idea exacta, le decía, del espíritu
** que anima ¿ nuestros militares. Estos no son los que Vds.
de Pereira está en laa palabrea del Libertador copiadaa arriba ; y Torrente lo
hamílló, diré mejor, lo insultó escribiendo ea nombre en paralelo oon el de
Bóree. Loe justos elogios son un perfume que se guarda oon cuidado para em*
balsamar los muertos ; pero ¡ qué poco tacto tiene quien mésela el producto de
la corrupción con los aromas suayisimos destinados al obsequio de la virtud ó
delméritoll
92 VIDA BE BOIJYAB.
" conocen ; son los que Vds. no conocen : hombres que han
" combatido largo tiempo, que se creen muy beneméritos, y hu-
" millados, y miserables, y sin esperanza de cojer el fruto de
" las adquisiciones ele su lama. Son llaneros determinados, ig-
" norantes y que nunca se creen iguales á los otros hombres
" que saben más ó parecen mejor. Yo mismo que siempre he
" estado á su cabeza, no sé aun de lo que son capaces. Los
'^ trato con una consideración suma, y ni aun esta misma con-
" sideración es bastante para inspirarles la confianza y la fran-
" queza que deben reinar entre camaradas y conciudadanos.
" Persuádase Vd., Gual, que estamos sobre un abismo, 6 más
" bien, sobre un volcan pronto á hacer su explosión. — Yo te-
" mo más lajxiz que la guerra; y con esto doy á Vds. la idea
•* de todo lo que no digo, ni puede decirse ...."*
Es indudable que, obrando el Libertador sin desconfianza ni
recelo alguno, habría dispuesto de otro modo mejor las cosas ;
pero tuvo que rendirse aquí al duro yugo de la necesidad y
tripartir á Venezuela para contentar la aspiración de mando
de los Generales Bermúdez, Marino y Páez. Su situación era
embarazosa y de difícil desenlace. La independencia de Co-
lombia no estaba asegurada aun. Habíamos triunfado, es cierto;
pero el triunfo debia consolidarse, y una parte do esa estabi-
lidad deseada consistía en la independencia de Quito y del
Perú. El Libertador tendia su vista de águila hacia allá,
donde nuevas glorias le esperaban y nuevas conquistas para
la libertad ; mas, por la misma razón que debia alejarse de
Venezuela y que su influjo habia de rebajarse con la separa-
ción, por esa misma cuidaba que los tres gefes nombrados que-
dasen satisfechos, para que no tuviesen entre sí rivalidad, ni
diesen entrada en sus almas ardientes á las persuasión^ de
la ambición, con menoscabo de sus relevantes méritos y ruina
de la felicidad de Colombia. — No una sino muchas veces he
oido censurar el decreto provisional del Libertador expedido
después de la famosa jornada de Carabobo. "¿ No habia otro
hombre á quien dejar en el mando militar de las hermosas
provincias del centro, decian los murmuradores, sino á Páez,
el menos adecuado quizas para ello ? ¿No tenia Bolívar pre-
* Carta de 24 de Mayo, en Guanare.
VIDA DE BOIÍYAB. 98
senté á ürdaneta, á Montilla, á Bríceño, k Clemente, á Man-
rique....?"— Desde ¡que he anunciado que el Libertador plegó
en esta ocasión bajo la ley del genio inflexible que se llama
necesidad, me parece haberlo dicho todo. No era dable sem-
brar un germen de inquietud j de discordia, el cual habia de
tener, á ciencia cierta, y no muy tarde, su desarrollo, y pro-
ducir su venenoso fruto. La política trae á veces premiosas
exijencias ; y entonces es necesario resignarse y saber elegir
el menor de los daños, cuando son inevitables los mayores.
¿Qué habría sido de Colombia, amenazada por la Espafía, y
devorada al propio tiempo por la guerra intestina suscitada en
el corazón de los Llanos ? — El espíritu que animaba á ürdaneta,
á Soublette y á los demás gefes de educación é inteligencia, era
el de libertad ; se desvivían por ser útiles á su patria y le ofre-
cian su sangre, sus mejores años, sus haberes y su vida misma ;
pero estos eran pocos. Habia otros, menos instruidos y tal vez
más presuntuosos, que no pensaban sino en cojer el fruto de las
adquisiciones de su lanza^ y con estos era preciso contemporizar;
evitándoles la ocasión de desacato é infidencias, para salvar el
decoro y la gloria de la República.* " Toda la ciencia política,
decía un gran hombre de Estado, consiste en saber conocer los
temporales, y valerse de ellos .... Navegación sembrada de
escollos es el gobierno, en la que alguna vez es preciso correr
con el peligro para no hacer mayores los inconvenientes ''
El Libertador salió de Caracas en la tarde del I'' de Agosto,
dirijiéndose al occidente de Venezuela. Su propósito era tras-
portar algunas fuerzas para Rio del Hacha y Santa Marta :
rendir á Cartagena : ocupar el istmo de Panamá y embar-
carse de allí para Guayaquil y Quito. "-Es necesario, escribia
* Así y con iodo, Páes taro inmediatamente dis^stos con el General Son-
blette, del cnal no qnería recibir órdenes. Sonblette, que era director de la
gnerra en el Departamento de Venezuela, fué Inego á yer á Páez á Valencia,
para cortar de raiz todo motiyo de desagrado ; pero este le significó ^pié «ti pré^
Juncia eji el atarUl general podia causar tüficultades y desavenencias funetiiait,.,. La
ambición de mando, el necio espíritu de superioridad, la ignorancia elevada al
poder por los sucesos de la guerra, eran males que temía el Libertador y se
asustaba de ellos. ) Cuántas yeces hablaba sobre el hoiTor que producía en
en ánimo la consideración de las agitaciones subalternas, interminables y san-
grientas de la anarquía t ] Cuántas veces predecía los males futuros de Colom-
bia» y revelaba la inteligencia de los peligros que la rodeaban I
94 VIDA DE BOliVAB.
" á Soublette desde Trujillo, i/erminaT de un modo reephmde'
** cíente la ffiujrra de América. — ^Yo estaré dentro de tres ó cua-
" tro dias en Maracáibo, aprestando la expedición j luego qae
'^ deje todo preparado, me adelantaré á Santa Marta ; de allí
" remontaré el Magdalena con dirección al Snr 1 Las cosas
^' por allá no van muy bien y San Martin está en armisticio con
" los enemigos, i Quiera Dios que no haya evacuado el Perú ! ^
De paso para Maracáibo, el Libertador dictó eficaces provi-
dencias para la pacificación de la provincia de Coro ; la Libia
de la América del Sur, como él la llamaba, por sus arenales, y
en los primeros dias de Setiembre se hallaba en Maracáibo. —
De allí hizo marchar al batallón " Rifles" para Rio del Hacha,
á cuyo frente colocó al Coronel Salom, confiriéndole el mando
de la expedición que debia organizarse en Santa Marta para
obrar sobre Portobelo y Panamá. Los planes que Bolívar habia
concebido para dar libertad á los pueblos del Sur los comunicó
al General San Martin, al Yice-almirante Cochrane, á Sucre y
al gobierno de Guayaquil por pliegos que condujo el Coronel
Diego Ibarra, uno de sus edecanes y á quien más distinguía el
Libertador.
Ocupado en estos preparativos, y resuelto á salvar el lindero
de Colombia, " para libertar á las honradas descendencias de
Manco-Capac, que son también familias americailas," recibió Bo-
lívar muchas cartas de los Diputados al Congreso, llamándole k
Cúcuta. — Repúsoles que de ningún modo iría, para dejarles en
plena libertad. — Recibió también una larga misiva de Gual,
Ministro de Hacienda, en la que le esforzaba á dejar todo de la
mano y venir prontamente á dar elevación é importancia al go-
bierno de la naciente Colombia. — La respuesta la concibió el
Libertador de otro modo que una simple negativa. — Es muy
preciosa y me parecería dejar un vacío en mi obra si no la pu-
blicase.
Manu^áibo, Setiembre 16 de 1821.
Mi qttebhx) amigo :
He recibido con mucho gusto la carta de Yd., que me trajo el edecán
Alvarez. — ^Yd. conjura d los Dioses para que me muevan á ir á Cúeuta, —
I A qué, cuando tengo expediciones importantes entre manos, en mo-
mentos preciosos y únicos ? Yo conozco lo que puedo hacer, amigo ; y
sé donde soy útil : persuádase Yd., que no sirvo sino para pelear, ó, por
lo menos, para andar con soldados, impidiendo que otros loe conduzcan
YIBA DE BOIÍTAIU 95
peor que yo. Todo lo demás es ilusioii de mis amigos. — Porqne me han
Tisto diluir mía barca en mía tempestad, creen que yo sirvo para Almi>
rante de mía escuadra. — Suele, en caso semejante, hacerlo mejor un sim-
ple pHoto que un Almirante, y no por esto mudarae los talentos ni las
condiciones de ambos.
Vd. me dice, que la hütoria dirá de mi eoeoM magn\ficas. Yo pienso
que no dir¿ nada tan grande como mi desprendimiento del mando, y
mi consagración absoluta & las armas para salvar al Gobierno y á la Patria.
— La historia dir& : " Bolívar tomó el mando para libertar á sus conciu-
dadanos, y cuando fueron libres, los dejó para que se gobernasen por las
leyes, y no por su voluntad." — ^Esta es mi respuesta, Gual ; las otras ra-
zones las verá Yd. en mi carta al Vice-presidente.
Parece que por todas partes se completa la emancipación de la Amé-
rica.— Se asegura que Iturbide ha entrado en Junio en Méjico: San
Martín debe haber entrado, en el mismo tiempo, en lima ; por consi-
guiente, & mi es que me falta redondear á Colombia, antes que se haga
la paz, para completar la emancipación del Nuevo Continente. Tea Yd.,
amigo, si en estas circunstancias debo yo perder tíempo y dar lugar & que
algún aficionado se apodere del whhculo del ünvoeno.,, ! ¿ Cree Yd. que
haya cosa más importante que esta operación? ¿Qué otros enemigos
tiene la República que los que yo busco ? — Si los hubiera en otra parte,
I no loe buscaría ? — Yds. han querido intimidarme con temores vanos ;
yo no veo má¿|[peligro que en las fronteras. Solo los godo^ son nuestros
enemigos ; los otros son enemigos del GkivebaIí BolÍtab, y á estos no
se les presenta batalla ; se les debe huir para vencerlos.
Soy de Yd., mi amigo, su afectísimo de corazón.
BoiiÍTAB.
Pasemos en silencio cuantos temas de ponderación y elogio
suministra esta breve carta al dictamen imparcial ; y ni siquiera
se encarezca aquella ultima idea que es el rasgo más noble y
magnánimo de un espíritu superior, para cargar únicamente la
consideración sobre la clarísima vista de Bolívar que distinguía
desde entonces (1821) la importancia de Panamá, y llamaba al
istmo el vehículo del Universo... \ Qué perspicacia I i Qué
asombrosa facultad de leer en lo futuro ! Parece que nada se
escapaba á la previsión del Libertador ; y en efecto, sirviéndo-
me de una frase del Mariscal Sucre, que disfrutó de su con-
fianza, dejaré confirmado ese aserto : Bolívar^ decia, es previ-
sivo hasta lo increíble. Para él no encubre secretos el porvenir*
En hecho de verdad, cuando se sigue el inmenso detalle que
representa la vida de Bolívar, y se admiran sus hazafias, y se
* Carta del General Sucre al General Santa Orna,
\
96 VIDA DE BOLfVAB.
conocen sus resolnciones, sus advertencias y útiles avisos, el
ánimo queda como pasmado en la contemplación de tantas vir-
tndes y tan maravillosos dones con que le enriqueció la Pro-
videncia, 7 está uno tentado á preguntarse : jvJk mortal como
nosotras f Ah ! " semejantes héroes son más que hombres... son
inmortales : son los Señores de los hombres j de los siglos..."
Cerraré este capítulo con la narración del testimonio brillante
de gratitud que el Libertador dio en este mismo tiempo í su
amigo D. Francisco Iturbe. — Bcsidia este á la sazón en Oura-
^o. emigrado, más por seguir el ejemplo de sus compatriotas,
que por odio á la República. Iturbe era muy bueno y no tenia
entre nosotros un malqueriente. Sus bienes, sin embargo, caye-
ron bajo la ley general del secuestro como propiedad de espa-
ñol. Súpolo Bolívar, y en el acto se dirijió al Congreso ; re-
firió cómo no le fué posible evitar el año 12 la infausta suerte
que tocó á los demás por la capitulación de Miranda, y añadió :
Yo fíii presentado & Monteverde por un hombre tan generoso, como yo
era desgraciado. Con este discurso me presentó D. Francisco Iturbe al
vencedor : ctqui está el Comandante de Puerto Cabello^ el 8fñor D. Simón
Boliiíar, por guien he ofrecido mi ga/rcmtia : ei á él toca alguna pena, yo la
tfufro. Mi ífida está por la tuya,
¿ A un hombre tan magnánimo puedo yo olvidar ?
I T sin ingratitud podrá Ck)lombia castigarlo ?
D. Francisco Iturbe ha emigrado por punto de honor, no por enemigo
de la Bepública; y aun cuando lo fuera, él ha contribuido á libertarla de
BUS opresores, sirviendo á la humanidad y cumpliendo con sus propios
sentimientos, no de otro modo. — Colombia en prohijar hombres como
Iturbe, llena su seno de hombres singulares.
8i los bienes de D. Francisco Iturbe se han de confiscar, yo ofrezco loe
mios, como él ofreció su vida por la mia ; y si el Congreso soberano
quiere hacerle gracia, son mis bienes los que la reciben ; soy yo el agrsh
ciado... BOLÍYAB.
Cuando terminó la lectura de este documento, que el Con-
greso oyó con placer, el Doctor Ramón Ignacio Méndez, dipu-
tado por Barínas, apasionado amigo de Bolívar, dijo en alta
voz : " las almas grandes son siempre agradecidas." — Propuso
que se accediera á la solicitud del Presidente de la República,
y que se manifestase á este la satisfacción que habia tenido el
Congreso en ver aquel rasgo de moderación y de generosidad ;
proposición que fué aprobada unánimemente.
CAPITULO XXXV.
1821.
Buocioifa DI pBMDDnn t TicB-PBmDnm di ooLOMBi^-^njSÁXBMTO ra bolí^as
PARA BHCABOABU DB LA 8VPBUA MAOISTBATCBA— DIB0ÜB808 DH. UBBBTADOR T DBL
PBHIDlim DBL COHGSnO — BL UBBXTADOB PIBMA LA CONSTXTUGIOir T LA PRB8BHTA
¿ LOB PÜBBL08— JUICIO CBÍTIOO OB UN OONCBPTO OB BARALT BN 80 HISTORIA DB FBKB-
BÜBLA— RBSPUBSTA 1 LAB OFBNBAS DB LAS 0ACBTA8 BSPAftOLAS.
CUANDO los diputadoB recibieron en Oácuta las contesta-
ciones del Libertador, de las cuales he hablado en el capí-
tulo qne precede, 7 fueron instruidos de sus proyectos, propu-
sieron que el Congreso se ocupara sin demora en la elección de
Presidente y Vice-presidente de Colombia, y que se obligase á
los ciudadanos que resultasen electos á prestar ante el Congreso
el juramento. — Aprobada esta moción, se fijó el 7 de Setiembre
para las elecciones. Cincuenta y nueve eran los miembros que
componian el Congreso general : Bolíyab obtuvo 50 votos
desde el primer escrutinio y fué declarado Presidente de la Be-
pública ; quedando á Bestrepo, á Méndez, Pefialver, Blanco y
otros diputados la pena de que su elección no hubiera sido uná-
nime, cual lo merecian los largos y brillantes servicios que tri-
7 (91)
98 VIDA DE BOliVAa.
botara á la patria. — La elección de Yice-presidente se disputó
entre Nariño 7 Santander ; y después de repetidos escrutinios,
este obtuvo las dos terceras partes de los sufragios.
Dos correos extraordinarios partieron en ese mismo dia 7 : el
uno á Maracáibo, llamando al Libertador ; el otro á Bogotá,
llamando á Santander. — Ambos magistrados obedecieron sin
tardanza 7 llegaron al Rosario casi á un mismo tiempo.
El sábado 29 de Setiembre, á las 11 de la noche, entró el Li-
bertador Presidente en Giicuta ; y á pesar de lo avanzado de ía
noche y de no aguardársele, luego que se divulgó la noticia de
su llegada, ocurrió el pueblo á celebrarla con general regocijo.
— Los diputados le cumplimentaron con sinceras expresiones de
respeto y de afectuosa consideración.
El V de Octubre, el Libertador quiso escribir al Congreso
antes de prestar el jurameoto para que habia sido llamado.
Temia que sus deseos de continuar en la campaña se viesen
frustrados, y dirijió el siguiente oficio :
Rosario de Cúcuta, 1^ de Octubre de 1821.
Excelentísimo Señor PBEsmEiriB del Congbeso:
Llamado por V. E. para venir & prestar el juramento como Presidente
del Estado, tengo la honra de dedr & Y. £., que he obedecido con grati-
tud & la voluntad del Congreso general. Pero Y. E. tendrá la bondad de
cometer á su sabiduría las sig^entes consideraciones, ¿ntes de obligarme
á aceptar un destino que tantas veces he renunciado.
Cuando las calamidades públicas me pusieron las annas en la mano
para libertar á mi patria, yo no consulté mis fuerzas ni mis talentos
Cedí á la desesperación del espectáculo de horror que ofí-ecia ella en ca-
denas ; y poniéndome & la cabeza de las empresas militares, que han con-
tinuado la lucha por más de once aftos, no fué con ánimo de encargarme
del Gobierno, sino con la firme resolución de no ejercerlo jamas. Yo
juré en el fondo de mi corazón no ser más que un soldado ; servir solamente
en la guerra, y ser en la paz un ciudadano. Pronto á sacrificar por el
servicio público mis bienes, mi sangre y hasta la gloria misma, no puedo
sin embargo hacer el sacrificio de mi conciencia, porque estoy profunda-
mente penetrado de mi incapacidad para gobernar á Colombia, no cono-
ciendo ningún género de administración. Yo no soy el Magistrado que
la República necesita para su dicha : soldado por necesidad y por iocli-
nacion, mi destino está sefialado en un campo, 6 en cuarteles. El bufete
es para mi un lugar de suplicio. Mis inclihacionos naturales me al^an
de él tanto más cuanto he alimentado y fortificado estas inclinaciones
por todos los medios que he tenido á mi alcance, con el fin de impedirme
VIDA DB BOliVAB. 99
& mi mismo la aceptación de im mando qae es contrario al bien de la
cansa pública, y atm á mi propio honor.
Si el GcmgraBO general persiste, después de esta franca declaración, en
encargarme del Poder iyecativo, yo cederé solo por obediencia; pero
protesto que no admitiré el título de Presidente sino por el tiempo que
dure la gaerra y bajo la condición de que se me autorize para continuar
la campaña á la cabeza del ejército, dejando todo el gobierno del Estado
& S. R el General Santander que tan justamente ha meredido la elección
del Congreso g^eral para Yice-presidente, y cuyos talentos, yirtudes,
odo y actiyidad ofrecen & la República el éxito mSs completo en su ad-
ministzacion.
Tengo el honor de ser, con la más alta consideración, de Y. E. el más
atento y obediente serridor.
BOLÍTAB.
El Presidente del Congreso, que era í la sazón el Doctor
José Ignacio Márquez, le contestó en el acto :
Palacio del Congreso (General de Colombia, )
Rosario de Cácuta, I*" de Octubre de 1821. \
EXGELBBTÍaiMO SeÍ^OB.
Tengo la honra de anunciar á Y. E. haber expuesto á la consideración
del Congreso general la comunicación que con fecha de este dia me ha
dirigido Y. E.
Ella no ha producido otro efecto en la deliberación del Congreso, sino
afiadir nueyos motiyos para insistir la representación nacional, en que sa-
crificando Y. E. su natural repugnancia al desempefio de la autoridad
^ecutiya, y 2>OBponiendo al juicio del Congreso las razones que aquella
le sugiere, proceda Y. E. á ponerse en posesión de la Suprema Magis-
tratura.
Los deseos que manifiesta Y. E. de continuar la campafia á la cabeza
del ejército, los yerá concUiados con la Constitución cuya ejecución le ya
á ser cometida; puesto que ella autoriza al Presidente de la República,
no solo para dirigir graieralmente las fuerzas de mar y tierra, sino para
TnandftT en persona los ejércitos, depositando interinamente la adminis>
tracion del Estado en el Yice-presidente, segfun lo preyiene la misma
Constitución, conforme igualmente con los deseos de Y. E.
Si á la conclusión de la guerra, persistiere Y. E. en retirarse del mando
superior, podrá Y. E. reproducir sus instancias al Congreso que ent(5nces
represente la Nación.
Tal ha sido la resolución del Congreso general, de cuya orden tengo el
honor de comunicarla á Y. E.
Soy, con el mayor respeto y distinguida consideración, de Y. E. muy
atento y obediente eeryidor.
JOBB L M ÁBqTTEZ.
100 TIDA DE BOLÍVAR.
Señalóse el 8 de Octubre para el acto solemne del juramento
y la posesión de la Suprema Magistratura. El Libertador, se
presentó á las once de la mañana en ersalon de las sesiones del
Congreso, acompañado de una diputación de sus miembros que
con este objeto habia pasado á la casa del gobierno : de los
HH. Ministros 7 de la brillante oficialidad que le seguia. Ha-
biendo tomado asiento á la derecha del Presidente del Congreso,
le anunció este ser llegado el momento de llenar el primer deber
que le imponía la Constitución cuyo cumplimiento le iba á ser
cometido, é inmediatamente el Libebtadob de Colombia prestó
juramento ante el Congreso general 7 en manos de su Presi-
dente, de ejecutar 7 hacer ejecutar la Constitución 7 le7es de la
República, desempeñando fiel 7 exactamente las funciones de
Presidente de Colombia.
Á continuación Bolívar con tono que descubría manifiestamente
la vehemencia de afectos que combatían su espíritu, pronunció
el siguiente discurso, en cn70 estilo brillan la dignidad 7 elo-
cuente precisión, 7 cu7as sentencias son expresivas á la vez de
cnanto tienen de más admirable el valor de un ilustre capitán,
7 de más hermoso, las amables virtudes de un pacífico ciuda-
dano.
" Sbñob :
*' El juramento sagrado que acabo de prestar en calidad de
'^ Presidente de Colombia es para mí un pacto de conciencia
^ que multiplica mis deberes de sumisión á la Le7 7 á la Patria.
*' Solo un profundo respeto por la voluntad soberana me obliga-
'^ ría á someterme al formidable peso de la Suprema Magistratu-
** ra. La ^atitud que debo á los Representantes del pueblo, me
^ impone ademas la agradable obligación de continuar mis servi-
" cios por defender, con mis bienes, con mi sangre 7 aun con mi
^ honor, esta Constitución que encierra los derechos de dos pue-
'' blos hermanos ligados por la libertad, por el bien 7 por la
'* gloria. La Constitución de Colombia será junto con la Inde-
*' pendencia la ara santa, en la cual haré los sacrificios. Por
*' ella marcharé á las extremidades de Colombia á romper las
*^ cadenas de los hijos del Ecuador, á convidarlos con Colombia,
" después de hacerlos libres.
^ Señor, espero que me autoricéis para unir con los vínculos
^ de la beneficencia á los pueblos que la naturaleza v el Cielo
flDA DB BOliVAB. 101
" BOB han dado por hermanos. Completada esta obra de vues-
"* tra sabiduría j de mi celo, nada más que la paz nos puede
^ Mtar para dar á Colombia todo : — dicha, reposo y gloria. En-
*' tónces, Señor, yo ruego ardientemente, no os mostréis sordo
*( al clamor de mi conciencia y de mi honor que me piden á
" grandes gritos que no sea más que ciudadano. Yo siento la
'' necesidad de dejar el primer puesto de la Bepiiblica al que el
** pueblo señale como al gefe de su corazón. Yo soy el h\jo de
** la guerra ; el hombre que los combates han elevado á la Ma-
" gistratura : la fortuna me ha sostenido en este rango y la
** yictoria lo ha confirmado. Pero no son estos los títulos con-
^ sagrados por la justicia, por la dicha y por la voluntad nacio-
" nal. La espada que ha gobernado á Colombia no es la ba-
^ lanza de Astrea; es un azote del genio del mal que algunas
'' veces el cielo deja caer á la tierra para el castigo de los tiranos
" y escarmiento de los pueblos. Esta espada no puede servir
** de nada el dia de la paz, y ese debe ser el último de mi poder ;
" porque así lo he jurado para mí, porque lo he prometido á Go-
'^ lombia, y porque no puede haber Bepública donde el pueblo
** no esté seguro del ejercicio de sus propias facultades, ün
" hombre como yo, es un ciudadano peligroso en un gobierno
" popular : es una amenaza inmediata á la Soberanía Nacional.
** Yo quiero ser ciudadano para ser libre y para que todos lo
" sean. Prefiero el título de ciudadano al de Libertador, porque
" este emana de la guerra, aquel emana de las leyes. Cam-
*^ biadme, Señor, todos mis dictados por el de btien citMladano"
El Presidente del Congreso le contestó en los términos si-
guientes :
EXOELIBZITÍBIMO SkAOB.
Lleno de la mayor satisfiíccion el Congreeo general ha recibido los lee-
petaoflOfl homenagee que el fundador de la República tributa al primer
cuerpo repreeentativo de la nación. El Congreso general mira en V. E.
al Padre de la Patria, al tenor del despotismo, al protector de la liber-
tad, de la independencia y de la justicia de Colombia. Y. E. en todo
tiempo obtendrá los elogios de la historia y las bendiciones de la poste-
ridad ; su nombre ilustre se pronunciará en Colombia con orgullo, y en el
mundo con veneración. La gloria que cubre á Y. E. no es la de aquellos
héroes que frecuentemente no obtuvieron este título brillante sino opri-
miendo á los hombres, regando la tierra con sangre, sembrándola de hor*
rotes para levantar el trono de su grandeza sobre la desgracia y el envile-
102 TIDA DE BOIÍYAB.
cimiento de sus 8eme}fuite8, sobre el exterminio 6 la eflclavitud do loe
pueblos, sobre él temor, el luto y U desolación. Un pueblo abatido,
pero muy digno de ser libre, yíctima desgraciada de la barbarie de sos
opresores, priyado por laigo tiempo de los bienes inmensos que le había
concedido la naturaleza, recibe al fin de mano de Bolívar su libertad, y
con ella entra en su carrera política y comienza á representar con las de-
mas naciones del globo. Y. E. extiende el aliento vital sobre la Bepü-
blica, ella revive, progresa, y bigo su brazo siempre vencedor se presenta
magestuosa y triunfante. Superior á cuantos guerreros inmortaliza la
historia, Y. E. ha pulverizado & los tiranos, ha hecho desaparecer fi loe
opresores, y dado á conocer al mundo entero, que un pueblo que tiene
fi su frente un gefe sabio, prudente, virtuoso, jamas será inmolado al ca-
pricho, á la tiranía ni al despotismo. Gloríese enhorabuena Esparta de
haber tenido un Leónidas, Tébas un Epaminondas, Atenas un Fodlon, un
Arístides, un Temístocles ; Boma, la soberbia Boma, un Camilo, un Fa-
bio, un Cincinato. Colombia se gloria con mfis justicia de tener al in-
mortal BoLÍTAB, que por su prudencia, su saber, su valor, por ese des-
prendimiento de que acaso no hay modelo, y que tal vez no tendrá imi-
tadores, ha eclipsado el mérito de la fama de todos los héroes que le han
precedido. Colombia proclama á Y. E. su Libertador, y al recibir loa
bienes de su libertad, se reconocerá siempre deudora á Y. E. de todos
estos beneficios.
Colombia, después de haber sacudido el yugo, después que Y. E. ha
despedazado las cadenas que le unian al triple carro de la ignominia, de
la tiranía y del fanatismo, se ha dado ya una Constitución que asegura
siempre esta misma libertad que Y. E. le ha conquistado con tanta gloría.
La Constitución, este código sagrado que ñja los derechos y los deberes
del ciudadano, que determina las atribuciones de cada uno de los pode-
res de la Bepública, será en todo tiempo el más seguro garante de los
bienes que van á gozar los que tengan la dicha de pertenecer á este país
afortunado.
El Congreso tiene un placer inexplicable al poner en manos de Y. £.
este depósito santo que autorizado con su nombre, será religiosamente
custodiado en toda la Bepública. Los trabiyos de Y. E. serán cumplidos,
si al terminar la guerra deja la Bepública firmemente constituida. En-
tonces se dirá de Bolívar, con más justicia que del fundador de la opu-
lenta Boma : — ^Bolívar fundó esta grande y vasta Bepública. Bolívar la
sacó de la nada, la sostuvo con su brazo, la vivificó con su aliento, y le
conquistó su libertad é independencia, bienes inestimables que le ha de-
jado en dote, junto con la paz más inalterable de que es prenda segura
la Constitución. La patria exige de Y. E. este nuevo sacrificio ; la Be-
pública con voz imperiosa llamaba á Y. K á ocupar la primera magistra-
tura del Estado, y Y. E. no podia abandonar la obra de sus manos en los
momentos mismos en que más necesita de su protección y de sus cui-
dados.
Nd ; jamas Y. ^. ssrá un ciudadado peligroso 6 la patria á quien ha
VIDA DE BOLÍYAB. 103
libertado, á la que ha sacrificado su tranquilidad, su reposo, sus intereses,
y & quien ba consagrado su vida misma. — Bolívar, por el contrario, será
siempre el apoyo más firme de los derechos de los Colombianos, el ba-
luarte de la soberanía nacional, el defensor de las facultades del pueblo ;
su gemplo contendrá las miras de la ambición, y sus virtudes recordando
á los que se sucedan en esta alta magistratura, cuáles son los deberes que
deban cumplir, cuáles los derechos que deban llenar, será un &eno que
contenga el ímpetu de las pasiones del espíritu humano. ITingun ciuda-
dano se acercará en lo sucesivo á ocupar la silla de la Presidencia, sino
penetrado de un santo temor y respeto ; y él se dirá en lo íntimo de su
corazón : " Bolívar la ocupó el primero, ninguno más desinteresado que
él, ninguno más virtuoso, ninguno más amante de la libertad. £l no
solo derribó la tiranía, sino que sobre sus ruinas él afirmó en toda Co-
lombia d imperio de la justicia y de las leyes. £l ííié grande entre los
héroes, eminente entre los magistrados."
Beciba Y. E. el mando que su grandeza y su generosidad hablan abdi-
cado en manos del cuerpo soberano de la nación; continúe su empresa;
perfeccione su obra, y, si es posible, derrame todavía mayores bienes
sobre los colombianos.
Terminado el acto, i^na numeroBa diputación del Congreso
presidida por el Viee-presidente del mismo. Doctor Cornelio Va-
lencia, presentó al Libertador un ejemplar de la Constitución
para que la firmara y mandara ejecutar. Habia querido la
mayoría del Congreso que Bolívar decretase la ejecución del
Código fundamental, como para añadir la influencia del genio á
los desvelos de la sabiduría y del patriotismo. " Estábamos
persuadidos, dice Restrepo, que, entonces, todo el mundo la res-
petaría y obedecería." — De gran peso era sin duda para los
pueblos la firma de Bolíyab ; porque él habia sido quien du-
rante la lucha tremenda en la conquista de la patria contra la
usurpación y de las ideas contra la barbarie, habia echado las
bases de la república, resumiendo en su unidad vigorosa la liber-
tad y el orden, la esperanza, el foco de atracion, los elementos
nacionales, los intereses de la emancipación, los cuidados de la
gloría, la vida de Colombia I
Cuando el Libertador tomó la pluma, un grito general de acla-
maciones interrumpió el profundo silencio que reinaba en la
numerosa asamblea. Las tiernas emociones y sentimientos, vio-
lentamente reprimidos, pero sensiblemente expresados en los
semblantes de los asistentes durante la solemnidad de este
acto, prorumpieron en repetidos aplausos y universal alegría^
104 VIDA DE BOliVAB.
Los vivas al Libertador de la Patria y á la Constitacion de Co-
lombia, resonaron por largo tiempo en aquellas mismas bóvedas
bajo las cuales cinco meses de infatigables trabajos, presididos
por los consejos de la justicia y de la sabiduría, consignaron las li-
bertades colombianas en el código' depositado en manos del hom-
bre á quien llamaba el voto de los pueblos para ser su custodia
y su defensa. i
En medio de estas demostraciones de público regocijo, y de
un crecido concurso de pueblo, se retiró el Libertador con el
mismo accompañamiento que le habia traido.
Santander prestó después el juramento constitucional.*
El Libertador organizó la administración, nombrando al Doo-
* Aunque en parte oonocen mis lectores la yida pública del General Santan-
der, me parece conveniente traear aquí un bosquejo bio^áfico de este personage
tan célebre en Colombia por más de un respecto, y cuya autoridad é influenda
Tamos á ver empeñadas en los sucesos trascendentales de 1826, 27 y 28
La revolución de 1810 sacó al joven Francisco de Paula Santander de una
condición pobre é ignorada, de los bancos de un col^o, para elevarle, en alas
de la libertad, al primer rango de su patria. Nadó en la villa del Rosario de
Cuenta el 2 de Abril de 1792. Fueron sus padres D, Agustín Santander, Gro-
bemador de la ciudad y provincia de San Faustino de los Rioe, y Doña Manuela
Omafia, amerieanos. En 1806 vistió la beca de colegial en Bogotá, y cursó
filosofía y derecho. La trasformacion política de 1810 abrió á Santander otro
campo de esperanzas ; y por consejos de su tío, el Dr. Nicolás Mauricio Omafia,
cura de la catedral de Bogotá, tomó las armas. — El 26 de Octubre de 1810 reci-
bió el despacho de subteniente abanderado del batallón " Nacional," y fu^ nom-
brado Secretario de la Comandancia militar de Mariquita. Luego sirvió bajo el
General Baraya la secretaria de la Inspección general. — Encendida la guerra
civil, Santander formó parte del ejército federal, y fué hecho prisionero por
Nariño en 1818. Restituido á la libertad, se le dio él grado de sargento mayor
del 6° batallón de la Union, que debía marchar á Oácuta á las órdenes del en-
tonces Coronel Smoir Bolívar. — ^Este emprendió la conquista de Yenesuela, y
Santander quedó encangado de la seguridad de los valles de Cuenta. En 1814,
cuando Bolívar tomó la capital de Bogotá, Sancander aseguraba la retaguardia
del Libertador, defendiendo la frontera de Venezuela de cnalqmera invasión
enemiga. En 1816 recibió el nombramiento de Comandante General de las
tropas que el Libertador habia confiado á Palacio al dejar las playas de Carta-
gena. En loe años posteriores, Santander sirvió con lealtad, aunque sin suceso,
* contra los españoles ; y perdida toda esperanza en la Nueva Granada, se vino
á Venezuela, donde Bolívar organizaba las huestes libertadoras y tomab* el
iris de Colombia, que no muy tarde debía hacer flamear en el Chímboraao, oo-
mo señal gloriosa de la independencia del mundo de Colon. (Véase la pág. 506
r.del tom. X)
Loe sucesos posteriores en que tuvo parte Santander están ya escritos en al
louerpo de esta obra.
VIDA DE BOliVAB. 105
tor P. Qnal, Secretario de Eelaciones Exteriores ; al Dr. José
Haria del Castillo Bada, Secretario de Hacienda ; al Dr. José
Manuel Bestrepo, Secretario del Interior, y al Coronel P.
Briceño Méndez, Secretario de Guerra y Marina.
En seguida habló á los pueblos de Colombia presentándoles
la ley fundamental para su observancia, y lea dijo :
COLOlfBIAlf OB I
El libro de la ley, que tengo la gloria de ofirececoB como la expresión
de Yuestra yolmttad y arca santa de vuestros derechos, ^a para siempre
loe destinos de Colombia. Vuestros Representantes, penetrados del orí-
gen sagrado de su autoridad, conservaron la mayor suma de poder para
el soberano, que es el pueblo : al depositario de la fuerza pública le han
cometido la dulce facultad de haceros bien, sin que pueda dafiaros.
Colombianos 1 El Congreso general ha dado 6 la nación lo que ella
necesitaba : una ley de unión, de igualdad, de libertad ; ha formado de
muchos pueblos una £unilia; ha consultado un centro común para
todos ; ha mudado la residencia del Gobierno á Bogotá, en donde todas
las extremidades lo verán de cerca.
Venezolanos I Vuestro patriotismo y vuestras victorias prometen á
ColomMa una firme adhesión á sus leyes y & la gloriosa posesión de vues-
tro reposo.
Cundinarmarqueses t Colocado él Gk>bÍ6mo supremo en vuestro seno,
Colombia espera que lo conservaréis ileso, como un depósito confiado á
vuestra virtud.
Quitefios I £1 ruido de vuestras cadenas hiere el corazón del Ejército
Libertador. £l marcha al Ecuador, g podéis dudar de vuestra libertad ?
T libres § podréis dejar de abrazar & los que os conyidan con indepen-
dencia, patria y leyes ?
Colombianos I La ley ha señalado al Vice-presidente de Colombia
para que sea el jefe del Estado, mientras yo soy soldado. Él será justo,
benéfico, diligente, incontrastable, digno conductor de Colombia. Yo os
aseguro que har& vuestra dicluL
Dada en el Rosario de Cúcuta, á 8 de Octubre de 1821, ll""
Sníov BoiivAB.
El elogio que el Libertador hizo aquí de Santander era muy
merecido. Su comportamiento hasta entonces habia sido el
mejor. " En su nombramiento, escribe Baralt, tuvo por su mal
el Libertador una gran parte, pues no era ni podia ser general
en el Congreso la buena disposición hacia aquel funcionario gra*
nadino Habia otros hombres más dignos por sus servicios
de ocupar tan alto puesto. Nariño, por ejemplo, que lo servia
interinamente era con igual ó mayor suma de conocimientos más
1)6 TIDA DB BOLÍVAR.
respetado, más querido y digno. No sabemos porqué Bolívar
que le nombrara poco antes en Acháguas, rehusó empeñar por él
su valimiento : acaso no fué esto repugnancia hétcia Nariño sino
confianza excesiva en Santander etc." — Baralt padece error
en lo que ha escrito ; pues, ni el Libertador tomó parte en las
elecciones del Congreso en cuyos trabajos no quiso influir ab-
solutamente ; ni era Nariño en aquella ocasión Vice-presidente,
ni Bolívar le rehusó jamas su apoyo. Las tínicas cartas que
recibieron del Libertador los diputados, fueron aquellas en que les
decia que no quería ir á CúctUa, para dejarles en más completa
libertad en sus deliberacumes. Bolívar, es cierto, habia nombrado
á Nariño en Acháguas Vice-presidente interino, como sabemos ;
pero este se puso luego en colisión con el Congreso y se vio ob-
ligado á renunciar, por cuya causa fué nombrado el Sr. Castillo
Rada en su lugar. Bastábale á Baralt haber visto que la rati-
ficación de la ley fundamental de la Union de los pueblos de
Colombia que se sancionó el 12 de Julio, está mandada cumplir
por Castillo como Vice-presidente de la República. Ya, pues,
para aquella fecha no era Nariño segundo magistrado, y con
mayor razón no lo era en Setiembre. No es cierto tampoco que
Nariño fuera más respetado y más querido ; porque desgracia-
damente tomó un estilo tan duro en las contestaciones que dio
al Congreso en el asunto de la prisión del General D'Evereux,
que llegó hasta hacerse la moción " que el Congreso depusiera
á Nariño y lo juzgara." La irritación del ánimo de muchos di-
putados era excesiva. — ^Por último, Bolívar no rehusó su apoyo
á Nariño, que este tampoco llegó á solicitar. Después de su
renuncia, en Julio, se retiró Nariño aquejado de calenturas in-
termitentes con acumulaciones mórbidas de serosidad en el
vientre. Preocupóse mucho de su situación, que sin duda era
grave, y no se ingirió más en los negocios políticos.
Cuando se tuvo noticia de la renuncia que hizo el Libertador
de la Presidencia, al instalarse el Congreso de Cicuta, y más
después de su discurso ante ese mismo Congreso, prestando el
juramento de obediencia á la Constitución y á las leyes, las ga-
cetas españolas le criticaron como de ordinario, con especialidad
las de la Habana y Cádiz, teniendo por engaños y embelecos sus
palabras, y suponiendo que afedaba imitar él desprendimiento
y las virtudes de los capitanes griegos y romanos, parque sabia
VIDA DB BOLÍVAB. 107
qve su dimüion no Ha á ser aceptada. De paso titulaban estú-
picUfs á nnestros pueblos, y ambicioso cavdHUo^ farsante é hipó-
crita al padre 7 fundador de Colombia I
De muy distinto modo se estimaban los hechos del Libertador
en los Estados Unidos y en Inglaterra y Francia por hombres
superiores, muy hábiles en sondar el fondo de la mayor profun-
didad. "Cuánto no debe la generación actoal á Bolíyab, decia
" la Gaceta federal de Baltimore? ¿ Cuánto no le deberán las
" venideras ? Aquel hombre, aquel patriota generoso y deno-
'' dado no ha sido elejido para mandar ejércitos por un pueblo
" unido, sino que él ha creado ese mismo pueblo y con la fuerza
'' de su genio y de su ejemplo ha Jievantado una Nación libre en
" los desiertos que dejara el despotismo aselador. — ^Bolívar ha
^' tenido, es verdad, ilustres compañeros dignos de la causa y de
" su confianza ; pero ha tenido que vencer dificultades que en
" ninguna lengua pueden significarse ; y después de haber triun-
^ fado de todas, su último hecho denota su magnanimidad y el
'' noble imperio de su espíritu No obstanto, consideramos
'^ prematura su renunciación de la presidencia ; y pensamos que
^ debe continuar en ella hasta que por un tratado de paz con
" España dé la última y más formal autorización á la indepen-
" dencia de Colombia." — ** Bolívab (exclamaba el General Poy)
" nacido esclavo, redimiendo un mundo y muriendo ciudadano,
'' será para la América una Deidad Redentora, y en la historia
" el ejemplo más noble de grandeza á que puedo llegar el hom-
" bre." — "La moralidad del mundo (escribia Monseñor De
" Pradt, arzobispo de Malinas), la moralidad del mundo, debili-
" tada con tantos ejemplos de violencia, de bajeza, de ambición
" y de codiciosa hipocresía, necesitaba el estimulante de Bolí-
** var, cuya moderación y cuyo desprendimiento inaudito en el
** mayor auge del poder, ha hecho odiosa la ambición. Los
** ejemplos de ese gran hombre virtuoso pueden servir de una pu-
•* rificacion general y tener fuerza para desinfectar la sociedad."
Por cierto, estas ideas valen infinitamente más que las do
Diaz y de los miserables gaceteros de la Habana y Cádiz. ¡Y
cuántas no podría yo multiplicar en obsequio del Libertador I
Ah I la gloria que cubría á Bolívar, como muy bien dijo el
Señor Márquez, contestándole, no es la de aquellos héroes
que frecuentemente obtuvieron este título brillante oprimien-
108 VIDA DE BOliVAB.
do á los hombres, regando la tierra con sangre, sembrán
dola de horrores para levantar el trono de sa grandeza
sobre la desgracia y el envilecimiento de sus semejantes, so-
bre el exterminio ó la esclavitud de los pueblos, sobre el
temor, el luto, la desolación 1 Ño : Bolívar con-
quistó la gloria, despedazando las cadenas que ataban la
América al triple carro de la ignorancia, de la tiranía j del
fanatismo. Conquistó la gloria, sacando de la nada Estados
soberanos, vivificándolos con su aliento, sosteniéndolos con su
espada, ilustrándolos con sus virtudes y sus hazañas inmor-
tales. Conquistó la gloria, manifestando al orbe que su alma
era más grande que los encantos del poder, y afirmando la li-
bertad de un mundo en el momento mismo en que hubiera po-
dido arrebatársela. / Un hombre como yo es un ciudadano pe-
ligroso / No : un hombre como el Libertador ( si los siglos
vuelven á producirlo) será siempre el objeto de amor de cuan-
tos tengan corazón para sentir el dulce estímulo del agradeci-
miento y las vivas impresiones de lo bello, de lo grande y de
lo sublime. — Alejandro y César se hicieron inmortales por sus
hechos, pero vivieron devorados por la ambición, destruyendo á
sus rivales y esclavizando á su patria para asegurarse el poder.
— Carlos V agitó la humanidad, y la agitó violentamente, im-
poniendo á los pueblos inmensos sacrificios para satisfacer su
fatua vanidad. — Carlos XII destruyó la Suecia ; Napoleón diez-
mó la Francia por capricho ó por intereses particulares de su
gloria Bolívar no pensó nunca sino en levantar los pue-
blos abatidos : en redimirlos del cautiverio, dándoles libertad,
independencia y el reino de la justicia. Su ambición era ser el
instrumento de la redención de sus hermanos ; y cuando apenas
le parecía que ya alumbraba la suave aurora de la paz, trans-
mitOj decia, á los Bepresentantes dd piieblo d poder supremo
que se me ha confiado. Ya no hay españoles en Colombia; he
llenado mi misión; yo no dAo mandar más* Yo quiero ser
ciudadano para ser librea y para que todos lo sean,..J
I Bendición y alabanza, honor y gloría al inmortal Bolívar,
al Padre de Colombia, al que con su firmeza heroica arrancó
de manos pujantes y nerviosas el continente americano, y en
hermanal familia unió los 'pueblos con cadenas de flores I
I Bendición y alabanza, honor y gloria al inmortal Bolívar I
CAPITULO XXXVL
1821 y 1822.
El LIBUtTADOR DBISn DI LA ■ZPBDIOION i. PORTOBViO T BMPSnrDI LA. OUntRA DIL
8ÜK — MIiriSTBOS QüB KlITló X M^OO T 1 LAS BXPthlLlCAB DIL tVB — CARTA DXL
mPBRADOR nrUBBIDB— BZPÜUIOH DB KUBSTBOf BHTIAOOB DB LA OORTB DB B8Pa9a
— BBHDICIOK DB OABTAOBKA— IDBA8 DBL LIBBRTADOR 80BRB BL IITMO DB PAJTAmX —
ÚLTIMOS ACTOe DB BOLÍTAR BB BOOOtI — BU PROCLAMA DB CAU — MÜBYO CAPITAM
GBVBRAL BtPAftOL BB Q0XTO — CAMPABA DB PASTO— ACCIÓN DB BOMBONA — CAPITÜ*
LAdON DB D. BISIUO QAROIA— PROCLAMA DBL UBBRTADOR Á LOB COLOMBIANOS.
OBEDIENTE á la excitación del Oongreso, el Libertador ha-
bía ido á CdcQta ; y después de estar alli yarió en gran
parte sos proyectos con relación á la guerra que meditaba en el
8ar. — Ho que desistiese en manera alguna del propósito de liber-
tar las provincias meridionales de Colombia, sino que le pareció
mejor dirijirse ahora por tierra hacia Quito. Tomada esta reso-
lución, despachó al Coronel Lara para que fuese á Santa Marta
donde Salom organizaba la expedición que debia obrar sobre
Portobelo y Panamá, con orden á este para que remontase el
Magdalena con sus tropas, y fuese á Bogotá. — Lara llegó á
Santa Marta el 22 de Octubre ; y bien que Salom se die^a
lio VIDA DE BOliVAB.
prisa en cumplir la disposición del Libertador, hubo sin embargo
retardos inevitables. — El 30 salieron ^' Rifles " 7 los escuadro-
nes " Húsares," " Guias " y " Cazadores " hacia Sambrano, donde
se embarcaron. El 7 de Noviembre salió " Vencedor," y el 6
de Diciembre marchó el mismo Salom con algunos oficiales y el
Teniente-coronel Demarquet, á quien habia enviado el Liberta-
dor cerca de aquel jefe, con órdenes de premura, y para anun-
ciarle que el punto de reunión era Popayan.
Entre tanto, Bolívar, que no sabia malgastar el tiempo, sino
que al contrario vivía devorado por la santa avaricia de las
horas, se marchó á Bogotá con el fin de preparar alli lo necesa-
rio para una campaña que en su concepto era decisiva. — ^Fné
en esa ocasión que dispuso enviar dos ministros plenipotencia-
rios, uno á Méjico y otro al Perú, Chile y Buenos Aires, con el
objeto de hacer una liga ofensiva y defensiva entre las nuevas
repúblicas americanas y celebrar con ellas tratados de navega-
ción y de comercio. — Queria el Libertador presentar á la vista
de la Europa y del mundo todo la América unida estrechamente
por los lazos de la justicia, del honor y de la fraternidad. —
Para ir á Méjico nombró al Señor Miguel Santamaria, Secreta-
rio que habia sido del Congreso de Cúcuta ; y para las demás
repúblicas escogió al Señor Joaquin Mosquera, miembro del
Senado colombiano. Ambos ministros eran dignos por sus luces,
su integridad y patriotismo, de las importantes y delicadas fun-
ciones que se les confiaban. — El primero ademas era natural de
Méjico.
Debo en esta oportunidad recordar con gratitud las finas
atenciones que el Emperador Iturbide dispensó á nuestro Minis-
tro, y los elogios encarecidos que públicamente hacia del Liber-
tador.— A este le escribió de su propia mano, dicióndole : " Re-
" cibid. Ciudadano Libertador, recibid lo primero con agrado
^ mi admiración por vuestro heroísmo, mis deseos de imitar las
** virtudes militares y civiles de que disteis testimonios, y no
*^ esquivéis vuestra amistad á un hermano y compañero que se
" honrará de merecerla... Méjico reconoce á Colombia repú-
** blica soberana ; le ofrece amistad eterna y todo lo que es con-
" siguiente á esta oferta hecha con sinceridad y por convencí-
^ miento de que es un deber que ya desde el principio del
^ mundo nos impuso naturaleza... Sed feliz, ilustre Libertador
VIDA DE BOIÍYílB. 111
^ dd suelo que os vio nacer : haced la gloria de vnestra patria
" y vivid tanto, siempre triunfador y siempre dichoso , cuanto ne-
^ cesita la República j os desea vuestro fiel amigo."
No era Bolivar desmerecedor de las gratas y lisongeras de-
mostraciones que le hacia Itnrbide ; sin embargo, las estimó
cordialm^te, que en las almas delicadas (y la suya lo era por
extremo) la gratitud nace, y mejor dicho, brota en el instante
mismo que se recibe el beneficio...
Guando el Libertador entendía en esos planes de alianza y do
comercio, entre pueblos distantes, procurando la comunicación,
los mdtnos beneficios y el progreso de la razón, fruto de la liber-
tad y de la -pacífica correspondencia, recibióla desagradable
nueva de la expulsión de nuestros Enviados de la Corte de Ma-
drid.—Al pasar por París los Señores Revenga y Echeverría
diríjiéndose á España, se les incorporó el Señor Zea, quien, mo-
vido de un impulso patríótico, quiso ayudarlos en la grave comi-
sión que Uevaban. Dos dias después del arribo á Madrid, tu-
vieron una entrevista de mera introducción con el Ministro
Bardaxí 7 Azara, el mismo que habia sido Ministro de Estado
de la Regencia, y que ya conocemos desde 1811. (Véase la pág.
66 del tomo I.) Nuestros comisionados permanecieron en la
capital de España noventa dias, sin que en todo este tiempo hu-
bieran podido obtener una sola conferencia con el Ministro, ni
respuesta siquiera á sus repetidas y corteses notas ; hasta que
al fin, en la mañana del 2 de Setiembre recibieron sus pasapor-
tes con la orden terminante de salir de Madrid en el plazo peren-
torio de 2é horas. Revenga y Echeverría, asombrados de medida
tan violenta que como bárbara se consideraría en Argel, salieron
atropelladamente de Madrid en ese mismo dia. — Zea, que habia
sido Prefecto de Málaga en el reinado de José Bonaparte y
cuya reputación científica y literaria le procuraba grande in-
fluencia, consiguió que se le permitiera permanecer cuatro ó
cinco dias más. — ^Revenga regresó á Colombia ; Echeverria
quedó en Francia, y poco meses después muríó en Dieppe de
ana fuerte hemorragia que no fué possible contenérsele.
Hubo de disiparse entonces la idea que algunos acariciaban,
de que la España se inclinaba á reconocer nuestra independen-
cia : idea sin fundamento bastante, pues nunca estuvo más lejos
la Corte de Fernando de convenir en tal propósito. — ^Y tanto
112 YIDA DB BOLÍVAR.
•
así que, por esa miRma época, el propio Señor Bardasí y Azara
dirijió ana nota llena de bmsqued^ j yeliemencia al Encargado
de Negocios de Pcurtugal en Madrid, porque la Corte de Rio
Janeiro habia reconocido la independencia de Buenos Aires.*
I Juzgúese pues cuál era el espíritu de dulzura y de condescenden-
cia de jmestnk Madre-Patria en punto al reconocimiento de sus
colonias rebeldes I
Esa conducta llena de aspereza ; esos actos violentos cometi-
dos contra las reglas de la civilidad y de las prácticas sancio-
nadas por el derecho de las gentes, no tuvieron otro efecto que
el de disminuir la estimación del gabinete español en el con-
cepto de todo el mundo. La pena que al Libertador causaron
se mitigó con las faustas nuevas de la toma de Cumaná por Ber-
múdez, y de la rendición de Cartagena, cuya plaza, una de las
más importantes, si no la mejor del Sur- América, tomó nuestro
General M ontilla después de un sitio de catorce meses. — ^En
todo el curso de la guerra americana, tan varia de sucesos, fué
aquella la vez primera que una plaza de armas de la entidad de
Cartagena, pasaba de manos de los realistas á la de los patrio-
tas, y MontiUa quiso que la entrega se hiciese con todas las for-
malidades de la guerra. Nuestro jefe habia sido indulgente con
los capitulados de Cartagena hasta donde podia extenderse su
índole hidalga y generosa. Convino en que se embarcase la
guarnición española para Puerto Rico ó Cuba, cuyo embarco se
haria por cuenta de Colombia ; á los particulares les concedió
cuatro meses más para disponer de sus propiedades, si no que-
rian permanecer en el país ; dio amplias garantías á las perso-
nas y propiedades, etc. ; pero una cosa hubo en que Montilla
nó convino, á saber, entrar en la plaza después que los realistas
la evacuasen : circunstancia esta que, por un resto de insano or-
gullo solicitaron el Brigadier Torres y el Coronel Balbuena con
vivísimas instancias. — La plaza fué entregada puesto por puesto,
baluarte por baluarte, con lo que, á medida que en cada uno ba-
jaba la bandera española, se enarbolaba la colombiana, que en
el instante era saludada por las baterías. — ^Así, con esa pompa
digna de Montilla, cayó en su poder la fuerte Cartagena, la
llave ^ dd reino de Sania-Fé, como escribe Torrente, cuya poee-
* £rte ofioio tiene fecha 29 de Noviembre de 1821.
VIDA DE BOLÍVAB. 113
ñon había sido tan costosa á Morillo en 1815. El vencedor
ilustre escribió en el mismo dia de sa entrada en la plaza (1° de
Octubre) á Bolívar, diciéndole en amistoso estilo : " Hoy re-
mito á Vd., por el órgano del Ministro de Guerra y con el
oficio que corresponde, las llaves de la plaza de Cartagena.
Esta plaza encieri^ algunos millones que valen sus murallas y
fortificaciones, y los inmensos materiales y proyectiles de sus
vastos almacenes, sin contar con 3,500 á 4,000 quintales de pól-
vora : 1,300 de plomo : 3,000 fusiles y un rico parque de artille-
ría.— Todo es digno de Vd., General, que lleva adelante, con la
admiración del mundo, el gran propósito de libertar la América.
— La confianza que Vd. hizo en mí, está correspondida. Carta-
gena debe ser él teatro de su gloria^ me dijo Vd. ; ha sido el
campo de mi esperanza para acreditarle mi amistad y mi agra-
decimiento de todo corazón "
El oficial encargado por Montilla para poner estos oficios y las
llaves de oro de Cartagena en manos del Libertador, no encon-
tró á este en Bogotá sino en Suata, el 15 del propio mes de Oc-
tubre. Bolívar felicitó á su amigo y le dio albricias por la
gloria de que se habia cubierto en la campaña y toma de Car-
tagena, y le devolvió las llaves; porque él debía ser el guardián
de aquel depósito sagrado, conservándolo con la misma gloria
con que fué adquirido.
Después de los primeros conceptos dedicados naturalmente á
la satisfacción que sentía el Libertador por la toma de una
plaza que le dejaba cuatro mil hombres libres para marchar
donde quiera que se les condujera, Bolívar le decia á Montilla :
" Vd. sabe que mi primera intención fué tomar el istmo ; por
" consiguiente es necesario que Vd. haga los mayores sacrificios
** para que el istmo se tome... Yo voy á Quito á dar fin á mi
'* empresa, y por Panamá obraré de concierto con la expedición
" de Portobelo. De contado que las atenciones del enemigo
'^ serán muy grandes y nuestras facilidades más grandes aun.
'* Por otra parte, estamos esperando en el curso del año la paz,
^ y si no tomamos el istmo antes, no lo tendremos... El Minis-
** tro de Guerra que ha quedado en cuenta con el Vice-presi-
^ dente, dará á Vd. las instrucciones necesarias para esta expe-
" dicion ; pero yo insto á Vd. para que anticipe todas las medi-
** das que sean posibles é indispensables." — Otra vez he preteur-
8
114 VIDA DE BOLÍYAB.
dido hacer notar á mis lectores la importancia que daba el
Libertador k la posesión del istmo. — Con un juicio admirable
de lo futuro justificado por los acontecimientos ulteriores, creía
que esa lengua de tierra que sirve para unir los dos vastos con-
tinentes americanos, estaba llamada á ser el centro de los inte-
reses 7 el punto de depósito de todas las industrias del orbe.
Ya desde 1815 decia desde Jamaica : Esta magnífica posición
entre los dos grandes mareSy podrá ser con d tiempo el emporio
del Universo. Sits canales acortarán las distancias del m,undo :
estrecharán los lazos comerciales de Europa^ América y Asia, y
traerán á tan feUz región los tributos de las cuMro partes del
globo. Acaso sólo allí podrá fijarse algún día lacapital de la tierra^
como pretendió Constantino que fuese Bizando la del antiguo he-
misferio,,.— ^Véase lo que son hoy Colon ó Aspinwall, Panamá y
lo pueblos comarcanos ; medítese en el desarrollo que llevan y
en lo que serán por fin, cuando se comuniquen entre sí los dos
grandes océanos y acorran á aquellos parajes los hombres de to-
das partes del mundo, cambiando sus riquezas y trasportando
los productos generosos de los climas más remotos, y dígase des-
pués si no es mirífica y realmente asombrosa la previsión del
Libertador. — En hecho de verdad, los ojos que ven al través del
tiempo y pueden leer con lucidez á la distancia de cien ó más
años, son ojos bien penetrantes...
A la sazón que el General Montilla se preparaba á llevar sus
banderas victoriosas al istmo y dejar satisfecho el encargo reite-
rado del Libertador, el levantamiento espontáneo de la villa de
Santos, al cual se siguió el de todo la provincia y luego el de
Veraguas, hizo innecesaria la intervención de las armas. El
impulso de la opinión bastó para asegurar la transformación po-
lítica de aquellas provincias que el gobierno de la República
erigió en departamento y compusieron el 8° de Colombia.
Con la pérdida de Cartagena y de los pueblos del istmo se
desvaneció para los españoles toda esperanza de volver á
dominar el antiguo reino de Santa Fé, del cual no quedaba por
someterse á las banderas independientes sino la parte de Quito,
y de esta se hablan hecho cargo Bolívar y Sucre 1 ¿ Cuánto
duraría la resistencia?
Sabemos que desde Suata escribió el Libertador á Montilla
«diciéndole que seguia para Quito á dar fin á su empresa. — ^Esta
VIDA DE BOliVAB. 115
*
DO era más que la independencia absoluta de la segunda mitad del
mundo de Colon. — Las penosas 7 largas marchas de sus tropas
que iban desde las costas del Atlántico hasta Bogotá, le retn-
TÍeron dos meses, bien á pesar suyo, hasta que al fin partió para
Popayan el 13 de Diciembre cuando ya le habian precedido al-
gunos batallones de la guardia y cuando la expedición que con-
ducia Salom estaba para llegar á la capital de la República.
Los últimos días que pasó el Libertador en Bogotá los marcó
con el sello de su generosidad. Recordaré solo dos actos mag-
nánimos para no molestar aquí demasiado la atención de mis
lectores. — No podrá decir cómo llegó al conocimiento de Bolí-
Tar que la viuda é hijos del virtuoso Dr. Camilo Torres, á quien
hizo Morillo fusilar y colgar en la horca en Santa Fé el 5 de
Octubre de 1816 con Toríces, Dávila y otros, estaban en la mi-
seria, teniendo cada dia más motivos para llorar su orfandad.
En el acto, lleno de dolor, y deseando como un padre aliviar la
desgracia de aquellos infelices, escribió al Vice-presidente San-
tander y le dijo : " Yo tengo treinta mil pesos de sueldo, y la
Seflíora Francisca Prieto, viuda del más eminente ciudadano de
la antigua Nueva Granada está sumida en la miseria. '¿ Puede
ser esto justo ? Disponga Y. E. que se le den mil pesos anuales
de mi sueldo, y que se me rebajen á mí de los que la ley me
asigna."*
La maganimidad, dice Homero, es la virtud de los héroes, y
verdaderamente en Bolívar era un sentimiento que lo distinguia.
Él era justo en reconocer los méritos y largo en premiar las vir-
tudes y los servicios. — Lisongeros los cronistas han llamado
noble al Rey Carlos de Navarra, y magnánimo á D. Alfonso de
Aragón ; ¿ pero á qué distancia no quedan estos personages, de
una liberalidad dudosa, pues que daban del depósito de las ri-
quezas públicas, cuando se comparan con Bolívar, que daba de
lo suyo, y que habiendo nacido rico, murió sin dejar nada ? t
El otro hecho de bondad y de generosidad que quiero traer
á la memoria tuvo lugar con el Coronel Pedro Briceño Mén-
dez. En la noche del 12 de Diciembre, dando sus disposiciones
para la partida al dia siguiente, el Libertador dictó al Señor
José Gktbriel Pérez, su secretario particular, una certificación
* Veáse eeta carta en la colección.
f Más adelante se verá la distribución que el Libertador hacia de sn sueldo.
116 VIDA DE BOLÍVAÍ.
referente á los servicios y á los distinguidos méritos del Coronel
Briceño. Esta certificación concluía por recomendar ante Co-
lombia al inmaculado patriota, á cuyos sabios conse/os, decía Bo-
lívar, era deador en gran parte de sus aciertos; cuya pureza era
ejemplar, cuya laboriosidad no tenia límites, y cuya modestia y
demás virtudes republicanas le encumbraban al rango de hombre-
modelo. — Tuvo este acto de singular, que fué espontáneo ; y se
trasluce que Bolívar no habría de marchar contento al Sur sin
dar á su fidelísimo amigo el testimonio de su aprecio y confesar
ante el mundo que le debia ilustrados consejos y oportunas y
muy preciosas advertencias.
Para el 5 de Enero de 1822 ya estaba el Libertador en Oalí,
ciudad designada como punto de reunión del ejército. Desde
allí habló á los colombianos del Sur diciéndoles con su lenguage
de imágenes :
OoLOMBiAHOS DBL SüB 1 £1 l^érclto Libertador viene & traeros reposo
y libertad.
Caucanos i El dia de vuestra recompensa ha llegado. El heroísmo de
vuestros ^crificios asegura para siempre vuestra dicha : él será él patri-
monio de vuestros hijos, el firuto de vuestra gloria.
Pastxtbos i Habéis costado llanto, sangre y cadenas al Sur : pero Ck>-
lombia olvida su dolor y se consuela acogiendo en su regazo matenial á
sus desgraciados l^Jos. Para eUa todos son inocentes ; ninguno culpa-
ble. No la temáis, que sus armas son de custodia no parricidas.
QurrEl^oB I La Guardia Colombiana dirije sus pasos hacia el antiguo
templo del padre de la luz. Conñadle vuestra esperanza. Bien pronto
rereis las banderas del iris sostenidas por el ángel de la victoria.
Cuartel Gkneral de Calí, 17 de Enero de 1822.
BOLÍVAIU
La palabra del Libertador era de un encanto irresistible.
Poeta por el sentimiento, por la imaginación y por la armonía ;
inteligencia expansiva y delicada, Bolívar habría espiritualizado
al mundo del modo que reanimaba en las almas americanas la
fé de la patria y el amor delirante de la libertad. Si es cierto
lo que escribe Séneca : — que las palabras son el semblante del
ánimo, {pratio vultiis animi est) \ qué bello debemos creer noso-
tros y creerá la posteridad que fuera el de Bolívar !
El Libertador vio en Calí que la división del General
Valdes,. mandada ahora por el General Pedro León Torres
durante la enfermedad de aquel, se hallaba reducida á la
VIDA DE BOliVAB. 11 7
nulidad casi, no tanto por la deserción cuanto por los pa-
decimientOB, resultados del clima que tenia llenos los hos-
pitales. Hizo ocupar á Popayan por las fuerzas del Coman-
dante Joaquín Paris j determinó trasladarse con la mayor parte
de su ejército á Guayaquil para emprender desde allí la campaña
de Quito. Plan este sobre manera acertado, porque evitaba
los malísimos pasos del Juanambú, las enfermedades del clima
mortífero de Patía y la deserción, atacando ademas al enemigo por
donde este no debia esperarle. Y otra ventaja podría aun tener
la ejecución de aquel proyecto, cual era asegurar la posesión de
Guayaquil cuyo gobierno parecía indeciso entre anexarse á Co-
lombia, al Perú ó asumir la condición de anseático.
Ta loe batallones " Bogotá'' y '* Neiva" habian marchado al
puerto de Buenaventura sobre el Pacífico para embarcarse con
dirección á Guayaquil, y otros cuerpos debian seguirles por es-
calones, cuando el Libertador mudó de plan é hizo regresar las
fuerzas á Popayan donde él mismo se encontró el 26 de Enero.
Fué la causa de este trastorno una correspondencia del general
Sucre en que le avisaba el arribo á. Quito del Capitán general
D. Juan de la Cruz Mourgeon con una expedición realista, y
que sobre las costas del Chocó, desde Buenaventura hasta Guaya-
quil, cruzaban la corbeta Jle/andro y cuatro buques m&s armados
en guerra con el intento de apresar las tropas colombianas y al
Libertador mismo si entre ellas iba. Gomo este no tenia me-
dios para equipar escuadra en el Pacífico, se vio obligado á
desistir de su primitivo plan y á emprender la campaña de
Pasto que debia ser, como en realidad fué, sangrienta y muy cos-
tosa.
El gobierno constitucional de la Península que creia poder
readquirir los dominios de América con nuevos empleados que
tuviesen ínteres personal en la reconquista de ellos, habia envia-
do á Quito al General Mourgeon á quien dio el título de Yirey
de Santa Fé, mas con el bien entendido que debería tomar tal
destino luego que hubiera reconquistado las dos terceras partes
de aquel reino, siendo mientras tanto solo Capitán General y
Presidente de Quito. — ^Bolívar quiso inmediatamente descubrir
qué hombre era el nuevo gefe con quien tenia que entenderse ;
porque han de saber mis lectores que en esto era muy diligente,
diciendo que más importante era estudiar los hombres que los
118 VIDA DE BOIÍYAB.
libros, j que era macha ventaja conocer á fondo el enemigo y
saber de cuál pié cojeaba.... Despachó pues en comisión cerca
del gefe realista á los Coroneles Jaan Paz del Castillo y Antonio
Obando con el objeto ostensible de negociar el cange de algu-
nos prisioneros ; pero llevaban en reserva el encargo de exami-
nar el estado de las fuerzas y sobre todo el temperamento, la
instrucción y las calidades personales de Mourgeon. Y fué in-
necesario el ^forme de nuestros comisionados ; porque Mourgeon
mostró anticipadamente la cultura de sus maneras y el grado de
su tolerancia política, habiendo prevenido á Castillo en una orden
terminante, cuando aun estaba á diez leguas de Quito, " que sa-
liera del territorio español, pues no quería tener con él ninguna
clase de comunicación, y que aquella orden no admitía caso
excepcional por más justo que pareciera." — Castillo se devolvió
inmediatamente para el cuartel general Libertador y Bolívar
supo ya qué linage de fiera intratable era el general contra el
cual iba á hacer la guerra.
Mejor suceso tuvo la diligencia que el Libertador empleó
para atraer á las banderas de Colombia al hábil guerrillero José
María Obando, Comandante de los puntos avanzados de los es-
pafioles. Por consecuencia de la ocupación de Popayan de que
atrás he hablado, hubo algunas comunicaciones con el teniente
coronel Obando y este celebró con el General Pedro León
Torres un armisticio particular de un mes. Durante la tre-
gua vino Obando hasta Calí á conocer al Libertador, quien le
trató con dulzura, le inspiró confianza y supo sembrar en el
corazón americano de Obando el germen de los principios re-
publicanos que muy pronto debian hacerle amigo de Colombia.
Mucho desaprobaron los gefes realistas la visita de Obando al
Libertador, y particularmente D. Basilio García, superior inme-
diato de aquel, comenzó á mirarle con prevención y desconfianza.
Obando se sintió de la ofensa que se le hacia. — Aquel recelo,
aquella duda que se concibió de su lealtad, lo lanzó á lo que tal
vez no habia pensado ; y como al propio tiempo el Libertador
le halagaba con inteligencia, un dia (el 7 de Febrero) se pre-
sentó en Popayan acompañado de dos oficiales y de algunos sol-
dados ^ara servir hasta la muerte^ decia, á la causa de la in-
dependencia. Bolívar le admitió en su grado, diciéndole que
esperaba prestase muy útiles servicios á la Colombia más que
VIDA DE BOLÍVAR. 119
por sn habilidad como guerrillero, por su valioso influjo en el
valle de Patía.
La empresa que el Libertador acometía con el designio de dar
libertad á las regiones del Ecuador, se hallaba rodeada de peli-
gros y dificultades, que solo hombres de hierro podían arrostrar
7 vencer. Desde luego, malísimos caminos, si así pueden lla-
marse angostas y desniveladas sendas en la dirección de la gran
cordillera de Sierras que atraviesa de norte á sur todo el Con-
tinente, agrias cuestas y precipicios profundos y tajados ; la parte
llana erizada de malezas y espesuras ; algunos parages en ver-
dad menos ásperos, pero insalubres ; el país falto en general de
provisiones ; cruel el clima, y con esto la opinión de los habitan-
tes decididamente enemiga de las ideas de libertad. El clero
ignorante, y por desgracia harto influyente en aquellas pobla-
ciones, habia excitado el entusiasmo de los pastusos y quitefios
contra los insurgentes, haciendo creer que la causa del Rey era
la causa de Dios, y que la muerte de los patriotas no debia con-
siderarse sino como el triunfo de la justicia y de la ley divina.
El Señor Jiménez de Padilla, Obispo de Popayan, fué incansa-
ble en esta persuasión, y logró su objeto ; porque en Pasto y
otros pueblos de su diócesis, las mugeres, los niños, los viejos, la
gente del campo y de la ciudad, los hombres instruidos y los
ignorantes, todos eran serviles, adoradores del Bey, á quien res-
petaban como al vice-gerente de Dios en la tierra...! Por
aquí puede venirse en conocimiento de una parte de las dificul-
tades que rodeaban la empresa de Bolívar. — ^Pero no eran estas
las mayores. Y suponiendo que en su constancia, en su valor
grande y en su capacidad y prudencia hallase medios para supe-
rarlas ; ¿ podría vencer también los obstáculos que la naturaleza
concurría á oponerle en las formidables márgenes del Juanambd ?
¿ Lograría rendir y sujetar al enemigo en aquellas posiciones in-
expugnables, que ellos conocían de antemano y que habían forti-
ficado, añadiendo las reglas del arte mílitai* y del sistema de
defensa permanente á las dificultades invencibles naturales ?
Corre el Juanambú caudaloso y rápido, de oriente á poniente,
á unirse con el Guáitara ; y ambos se deslizan por un cauce
profundo, coronado en su mayor parte de riscos y escarpas. En
medio de esioB dos ríos, fuerte barrera que protejo la ciudad de
Pasto, y como para completar el cuadro de aquella terrífica co-
120 VIDA DB B0LÍ7AB.
losal naturaleza, se eleva imponente el .volcan, inmenso cono
surcado por cañadas profundas, que son otros tantos puntos mi-
litares. Pasto está fundada en las faldas del volcan, feraces por
extremo ; j también se ven aquí y allí otros pueblos menos im-
portantes, pero cuyos moradores todos aguerridos, eran enton-
ces ignorantes y entusiastas de la España.
En ese punto pues, era donde iba á hacer la guerra el Liber-
tador ; y abría la campaña á la vez contra los españoles, contra
la opinión extraviada de los pueblos, contra el tesón y la influen-
cia clerical, contra los rigores del cielo, contra los fraudes y
artificios de los que pérfidamente hacian escacear las vituallas,
contra los arduos obstáculos que la naturaleza le ponia, contra
los peligros de toda especie que se sucedían á cada hora, y
contra la animosidad y el odio que apuraban sus recursos para
que en aquellos sucumbiese y se marchitase la gloria del Ejér-
cito Libertador. — Jamas Aníbal, en sus empresas difíciles é in-
ciertas, atravesando los Alpes por precipicios ignorados y pene-
trando en Etriiria por lodazales profundos ; jamas se vio rodea-
do de las dificultades que Bolívar tuvo que superar en la guerra
del Ecuador. [ Cuánto aliento no era necesario para seguir
adelante en medio de aquella terrible oposición ! | Qué cons-
tancia, y qué amor por el bien y la libertad de la patria para no
abatirse con tan colosales resistencias, con tan horrendos peli-
gros I — Nada podia esperar el Libertador de la ocasión y la
fortuna ; todo debia alcanzarlo por su perseverancia, su inteli-
gencia y su valor. Sí, un sobrenatural impulso le movia,
y una voz de lo alto le animaba : Parte á la empresa, pare-
cía decirle, que con tu esfuerzo se libertará este puMo. Yo te
envió»..
.... Vade in fortudine tua hac
Et salvabÍH populum. Ecce niisi te.
(JUD. VI.)
El 8 de Marzo partió el Libertador de Popayan con su Estado
Mayor. El ejército colombiano le habia precedido diríjiéndose
hacia la Alpujarra, cortas leguas distante del Juanambú. En la
travesía se perdieron como mil hombres que quedaron en los hoa*
pitales de Tambo, Miraflores, Mercaderes, Taminango, etc. —
Asi, la guardia mandada por Bolívar constaba apenas de 2,000
yiDA DE boiíyab. 121
roldados disponibles al aproximarse á guerrear contra los espa-
fioles eu Pasto.
Desde qne el Libertador recibió aquella importante comuni-
cación de Sucre que le hizo variar de plan y emprender la guerra
por Pasto, dio orden á este Q«neral para que se moviese sobre
Cuenca, á fin de dividir la atención del enemigo é impedir que
caígase todas sus fuerzas contra la guardia que marchaba ro'
deada de dificultades y por climas inclementes. El Libertado:
estaba seguro de la obediencia de Sucre ; pero nada supo de
sus movimientos, cortada la comunicación por los realistas de
Quito, Biobamba 7 los lugares intermedios. — El 24 de Marzo
llegó á las márgenes del Juanambú con sus dos mil soldados; y
á pesar de la impetuosidad de este rio, logró vadearlo por un
paso llamado de Burreros hacia la extremidad de la hacienda
del Peñol. Es este el pueblo más distante de Pasto en la con-
fluencia de los rios Guáitara y Juanambú. — ^Bolívar habia deja-
do á la izquierda el camino principal que guia por el Boquerón
á la ciudad de Pasto, porque pensaba evitar las fortificaciones
del enemigo y enseñorearse del teiTitorio de los Pastos para
atacar y someter á Quito antes que á la ciudad de Pasto ; plan,
que como veremos adelante, no fué posible realizar.
Oponíase á la marcha del ejército colombiano el Coronel D.
Basilio Gktrcia al frente de la segunda división española del
Sur, que constaba de 2,000 hombres, entre ellos cazadores exce-
lentes que hacian prodijios en aquellas fragosas sierras que tanto
conocían. Era García hombre indomable, y habia prometido
al Capitán-general de Quito que destruiría oon pérdida insigni-
ficante de su parte todas las tropas insurgentes^ y le entregaría ven-
cido y humillado al qve se titulaba Libertador de Golomiía. —
" Esto no es diñcil, decia el General Aymerich, encargado ya
del gobierno de Quito por la enfermedad y muerte de Mour-
geon ; esto no es difícil, porque Garcia tiene fuerzas iguales á
las de Bolívar y ocupa posiciones impenetrables. El país tam-
bién le favorece... I " — Así pensaban los realistas. — ^Veremos si
llegó á ser efectiva su esperanza.
El Libertador en persona se avanzó á reconocer las márgenes
escarpadas del Guáitara, y vio que era imposible atravesarlo.
El rio impetuosísimo no da vado y corre por un lecho guarnecido
de riscos enormes y rocas tajadas á pico. — Solo hay dos pasos
122 YIDA DE BOIÍYAB.
transitables por tropas que lleven caballería y bagages ; estos
son los puentes de Yeracruz y Yacoanquer. Empero los espa-
fioles habían cortado el primero, y no obstante la inmensa
dificultad de reconstruirlo, defendian sin embargo la entrada
con destacamentos y dos piezas de artillería volante. — Dirijióse
entonces el ejército por Sandoná y Gonsacá hacia Yaquanquer,
y Bolívar decidió pasar el Guáitara por este puente, ó tomar á
Pasto por el sur.
En la tarde del 6 de Abril, cuando nuestras tropas llegaron
á Gonsacá, Garcia ocupaba, con todas las suyas, las alturas de
Cariaco, á una legua de distancia. El terreno intermedio de
Bombona quedaba libre.
No se figuren mis lectores que esa marcha entre jarales y
malezas á duras penas franqueables y por veredas escabrosas, se
hacia tranquilamente. En medio de aquellas montañas primi-
tivas, contemporáneas del origen de las cosas, las emboscadas
enemigas nos causaban un daño horrible, y más de una vez tuvo
que hacerles frente y dispersarlas el Teniente-coronel Laurencio
Silva, uno de los vencedores de Carabobo y al que veremos más
tarde cubrirse de gloria en Junin y Ayacucho.
El 7, en la madrugada, el Comandante Joaquín Paris y el Co-
ronel Barrete recibieron orden de atravesar la profunda que-
brada de Gonsacá y reconocer las posiciones de los realistas.
Iba Paris con una parte del batallón " Bogotá," y Barreto á la
cabeza de los " Guias"; acercándose tanto este atrevido gefe, que
llegó á percibir las palabras que en el campamento enemigo se
pronunciaban. Según lo que informaron al Libertador y lo
que era nuiy positivo, la derecha del ejército contrario se
apoyaba en las faldas escarpadas del volcan de Pasto ; la iz-
quierda en el Guáitara, más caudaloso por aquel punto, y el
centro estaba cubierto por un bosque espeso, á cuyo inconve-
niente natural hablan añadido los españoles otro de artificio,
abatiendo grandes árboles que embarazaban la marcha. Todo
el frente de la línea se hallaba defendida por una profunda ca-
ñada que solo se atravesaba por un puente, dominado este por
los fuegos de todos los cuerpos enemigos.
Tal posición era impenetrable.
El Libertador hizo un reconocimiento por sí mismo, y vol-
viendo luego á su tienda de campaña : bierif dijo, la posición es
té
YIDA DE BOLÍYAB. l23
ybrmidable. Pero no debemos permaneoer aquí, ni podemos
retroceder. Tenemos qtte vencer^ y venceremos,,. Gomo acabase
de decir esto, dio orden al General Yaldes de trepar el volcan
de Pasto y atacar la izquierda del enemigo con el batallón
^ Rifles.'' La derecha y centro debian ser acometidos por el
General Pedro León Torres á la cabeza de los batallones " Bo-
gotá" y.*' Vargas," y dos escuadrones de "Guias." — ^El bata-
llón '* Vencedor en Boyacá " y otros dos escuadrones quedaban
en la reserva. — ^El Libertador mandaba la acción en persona.
Fué entonces que un error ó mala inteligencia de parte del
intrépido Torres, comprometió la suerte de nuestras armas, si
bien dio ocasión & un rasgo de gentileza y patriotismo que hará
honor siempre á la dulce memoria de tan ilustre gefe. — El Li-
bertador que veia con presteza de águila, conoció la importan-
cia de tomar sin tardanza cierta altura desde cuya posición
podía hacerse mucho daüo al enemigo. '' Sin que almuerce la
tropa, dijo á Torres, tome Vd. aquella altura, y yo vuelvo vo-
lando con las fuerzas que están en la reserva." — ^Por desgracia,
Torres entendió mal ; pue^ entendió lo contrario, y mandando
hacer pabellones dispuso que la tropa almorzase la ración que
traía en la mochila. — Cuando volvió el Libertador y halló la
tropa en descanso, mientras que Valdes se empeñaba aislada-
mente en el cumplimiento de lo que le tocaba hacer y los espa-
ñoles tenian tiempo de distribuir mejor su gente, se incomodó
por extremo y dijo á Torres : " Entregue Vd. el mando al
Coronel Barreto, que seguramente cumplirá mejor que Vd. las
órdenes que se le den." — ^Entonces Pedro León Torres desmon-
tándose del caballo y tomando un fusil : Libertador^ le dijo con
una decisión sublime, si no soy digno de servir á mi pcUria
como General, la serviré almenas como granadero. — Bolívar, que
tenia el alma sensible para todo lo que era noble y era grande,
se desmontó en el momento, y corrió á abrazar á Torres, devol-
Tiéndele el mando de su división y llenándole de justas y muy
merecidas alabanzas.
Torres dio la voz de marcha y se lanzó furioso sobre el ene-
migo. Así comenzó la acción de Bombona, una de las más
ementas que hubo en Colombia. Eran las dos de la tarde.
Torres qaiso penetrar por la derecha del enemigo, pero le fué
imposible. Intentó pasar la honda cañada de Consacá ; ¡tero
124 VIDA DE BOliVAB*
cayendo sobre las abatidas de árboles, sus soldados no pudieron
forzar las posiciones españolas. Desfilando bajo los fuegos ene-
migos de artillería j fusilería que k manera do espeso granizo
venian disparados contra ellos, todos los jefes y oficiales, menos
seis, y muchos soldados quedaron en breves instantes muertos ó
heridos. Al impávido Torres sucedió París ; á Paris, Barrete ;.
á Barrete, Sanders ; á Sanders, Carvajal... Ninguno volvió cara.
— " Vargas " casi desai)areció ese dia. — ^^ Bogotá " quedó en reli-
quias. La muerte cegaba á su sabor las vidas... I A tiempo
que esto sucedia en el centro, Yaldes trepaba por las faldas /leí
volcan á la cabeza de " Riñes " con un brio de que no hay ejem-
plo, y que quizas no tenga imitadores. Era preciso avanzar por
aquellas rocas escarpadas y desalojar a los espafioles del punto
que ocupaban. Y nuestros soldados los desalojaron.... subiendo
por una escala de bayonetas clavadas en precipicios 1 Cuatro
compañias escogidas de Aragón defendian aquel punto inex-
pugnable ; pero no resistieron al ímpetu de Valdes, el primero
en subir, el primero en destruir con una rabia heroica la resis-
tencia enemiga. — La tarde estaba serena y el humo ocultaba á
los combatientes. Sin embargo, en un momento de claridad, el
Libertador que estaba en el centro, vio la ventaja que obtcnia
Valdes, y envió entonces al batallón " Vencedor " que atacase
las trincheras y parapetos del terrible centro de los españoles.
/ Batallón ** Vencedor,^' le dijo, vwsstro nombre aclo basta para
la victoria. Corred y asegurad el triunfo! — El ataque de
"Vencedor "se ejecutó con la mayor intrepidez... Era ya la
noche y brillaba la luna en su plenitud cuando Bolívar recibió
el anuncio de Valdes, que el enemigo huia. El grito de victo-
ria resonó en el espacio / Yiva Colombia ! ¡ Viva la libertad !
Bolívar despachó inmediatamente sus edecanes con órdenes á
los gefes vencedores de que no persiguieran á los que huian...
Esta orden salvó al enemigo de ser destruido completamente ;
pero fué prudente, porque nuestros soldados no conocían aquella
cadena de escollos en cuyos bordes habian peleado, y con las
sombras de la noche podia la victoria sernos más costosa que
una derrota.
El campo de batalla quedó en poder de los independientes
junto con la artillería, algún botic y muchos prisioneros y he-
ridos...
VIDA DE BOLÍVAB. 125
" Estéril triunfo, exclama Restrepo, que costó tan caro ! " —
Á mí me asombra leer este concepto escrito por un hombre tan
reflexivo como el Sefior Restrepo. Gara fué, sin duda, la gloría
de Bombona ; pero de ningún modo estéril. — Basta para con-
vencernos de esto ver sus resultados. " Si el reino de Quito no
se hubiera perdido, escribe con buen sentido en esta vez Tor-
rente, tremolaría aun al presente el pendón de Castilla sobre
todo el vireinato del Perú... Fué Quito el paso do los vencedo-
res de Boyacá para destruir en Ayacucho los fieros leones de
Castilla."
Luego no fué estéril Bombona I
De otro modo piensa Baralt, opuesto á Restrepo en la apre
elación del triunfo alcanzado el 7 de Marzo ; 7 bien que con-
densa en una decena de renglones los sucesos que no caben en
un libro, j cuenta muy á la ligera la acción de Bombona, reco-
noce sin embargo la utilidad del triunfo.
*' No parece, dice, sino que la victoria, fiel solo á Bolívar, ha-
bla abandonado con él las armas de su patria : por lo menos
en este año» solo su espada y la de Sucre brillaron á la luz de
útiles triunfos. Ya hemos dicho que el Libertador habia re-
gresado á Bogotá desde Venezuela á fines del año anterior, y
ahora añadiremos que salió de aquella capital para el sur el
15 de Diciembre. A principios de Enero del presente se ha-
llaba en Calí, desde cuyo punto 'se dirigió á Popayan con el
objeto de esperar los cuerpos que debian seguirle para abrir
la campaña de Quito. Comenzada esta, púsose en camino
hacia Pasto, y el 7 de Marzo despedazó á los españoles acau-
dillados por Don Basilio Garcia en la célebre batalla de Bom-
bona, gloriosa si bien cara á las patriotas por la muerte del
(General Pedro León Torres. Sus armas victoriosas le abrie*
ron las puertas de Pasto, á cuya ciudad entró el 8 de Junio,
recibiendo prisionero a García y las reliquias que de su tropa
conservaba."
Escrita así la historia, tiene á la verdad poco sabor ; más
como quiera que sea, Baralt no reputa estéril el triunfo glorioso
de Bombona, y esto es cuanto basta á mi propósito.
Sigamos ahora la relación cronológica de los sucesos.
El 8 de Marzo amaneció flameando el pabellón de Colombia
sobre las posiciones inexpugnables que ocupaban los españoles
126 VIDA DE BOLÍVAR.
el dia anterior ; y en vez de entregar en Quito, batido y hnmi-
Hado, al que se llamaba Libertador de Colombia como ofreció
Garcia, fué este quien meditaba entregarse ya á Bolívar para
salvar su vida por una capitulación. Luchando en mil contra-
riedades su amor propio, halló por fin el medio de ponerse en
comunicación con el Libertador, intimándole desde Guaca que
se retirara á Popayan, pues de lo contrario quedaría destruido
sin remedio. — Bolívar era inteligente y en gran manera suspicaz
para no ver on aquella peregrina intimación otra cosa que una
abertura de negociación ; y desde luego pensó aprovecharla para
concluir un armisticio que durase al menos mientras llegaban
los refuerzos que habia pedido á Popayan y Bogotá. — El Coro-
nel Paz del Castillo fué comisionado para la negociación, la que
no tuvo por aquel momento resultado alguno. Garcia negó, al
cabo de ocho dias de inútiles preliminares, lo mismo que deseaba
y se prometia alcanzar. — La causa fué una larga corresponden-
cia que recibió de Pasto, en que los habitantes de esta ciudad
le excitaban fuertemente á que destruyera á Bolívar y á los re-
beldes, asegurando que ellos no permitirían al ejército republi-
cano pasar por la ciudad, porque hasta las mugeres saldrían á
devorarlo..,
Bolívar decidió entonces retirarse hacia el Peñol y aguardar
en aquella ventajosa posición los refuerzos que debiau venir. Su
ejército era débil para emprender operaciones activas. — El 16
de Abril comenzó el movimiento en dirección de Hato- Viejo.
Quedaron en el hospital de Consacá trescientos enfermos y he-
ridos que no podian conducirse por falta de caballerías. — Entre
aquellos últimos se contaba el General Pedro León Torres,
quien murió á poco. — Todos fueron recomendados al Coman-
dante español, y el Libertador dejó un comisionado con fondos
suficientes para asistirlos en su convalecencia.
El General Pedro León Torres falleció de las heridas morta-
les que recibió en Bon^boná. — La patria perdió en él uno de sus
mejores hijos, uno de sus más bravos y leales defensores. El
valor de Torres era admirable, y su índole dulcísima no tenia
igual. — ^Era robusto y capaz para resistir cualquier fatiga ; ac-
tivo, vigilante, amigo de la disciplina, el primero en los trabajos
y peligros sabia conciliar del modo más apacible los deberes
y decoro de jefe con los oficios de camarada y amigo. Dote
VIDA DB BOLÍVAE, 127
preciosa tanto más digna de ponderación y de alabanza, cuanto
que no nacia en él del estudio sino que era natural. — ^Torres
apetecía la muerte del soldado, que cae glorioso combatiendo
por su patria para levantarse en hombros de la fama á la inmor-
talidad.
Pulchromque mori enocurrit in armis.
(Viro. Mn, n.)
Y esa fué la suya. — El Libertador sintió su pérdida ; y en
aquellos dias, preocupado de la desgracia que lloraba, habló
mucho de Torres, de sus servicios, de su obediencia, de su valor
á toda prueba, de su bondad natural y hasta de la gentileza y
gallardía de su persona.
A la vez que el ejército se movia hacia el Peñol, el Liberta-
dor hizo partir tres comisionados para acelerar la marcha de
los refuerzos que con tanto ahinco se deseaban. Más de treinta
dias pasó aun aguardándolos, y como las guerrillas de Fatía in-
terceptaron las comunicaciones, no recibió tampoco la menor
noticia ; pareciendo como abandonado de todos en aquellos bos-
ques eternos, rodeado de implacables enemigos cuales eran los
pastusos. " 1^0 debo pasar en silencio, decia el Libertador al
" gobierno de Colombia pidiéndole los refuerzos de que necesi-
*^ taba para terminar la campa&a ] no debo pasar en silencio,
" que las privaciones del ejército han sido muchas ; que el clima
" nos ha tratado con más crueldad que los hombres, y que estos
'* hombres son los más enemigos que tiene la libertad ; que para
^ odiamos no hay distinción de sexo, edad ni calidad ; que
" hemos sido hostilizados por todos los vivientes racionales de
*' este país ; que en marcha como en formación estamos acosa-
" dos por el fuego de las guerrillas enemigas ; que nuestras
^ avanzadas, partidas y destacamentos necesitan de una vigilan-
'' cia infinita para no ser sorprendidos, y que habiendo sido el
'' servicio extraordinariamente recargado, nuestras tropas han
" sufrido fatigas excesiv^. Pero en recompensa, siempre hemos
" vencido. Nuestra disciplina y valor han triunfado de todo, y
" d enemigo no puede jactarse del triunfo wna vez «oía, NI UN
" MINUTO SIQUIERA I"
A pesar de todo, los auxilios no venian, y ya el ejército habia
consumido todas las vituallas en el Pefiol y en sus alrededores :
128 VIDA DE BOUVAB.
3olo existían las suficientes para tres días. Entonces fné nece-
sario (usando de las mismas expresiones del Libertador,) qoe
este con la más dolorosa repugnancia, 7 casi humillado, se resol-
viese á volver él mismo en persona con las tropas de su mando
al encuentro de los refuerzos que tan largamente se habían espe-
rado... I Bolívar levantó el campo y repasó el Juanambó (10
de Mayo) á la vista del enemigo que no dejó de molestarle.
En Mercaderes comenzó á recibir los auxilios que conducían
de Popayan los Coroneles Lara y Juan Paz del Castillo. Poco
después, en el Trapiche, se incorporaron otros que traia el Ge-
neral Barreto. Así y con todo, no pudo completarse sino dos
mil hombres ; los ginetes sin buenos caballos, y tampoco habia
acémilas para los equipages y municiones, i Con estas contra-
riedades, y dos mil más que no pueden referirse, seguia Bolívar
BU obra estupenda de redención !
En 23 de Mayo dirijió al Coronel Garcia, desde el Trapiche,
por úUima vez, una seria intimación, excitándole á aceptar la
capitulación que le ofrecía para las tropas y para el obstinado
pueblo de Pasto que tan hostil se habia mostrado. — ^El 28 con-
testó el gefe espafiol *^ que estaba dispuesto á aceptar la capitu-
lación que se le proponía." — Tanto Garcia como los gefes y
oficiales de la segunda división española de Quito estaban muy
decididos á capitular ; pero tardó aquel en responder al
Libertador, porque el pueblo de Pasto se oponía. — " Guerra á
los insurgentes," clamaban aquellos estiipidos moradores, y este
grito se oía repetido en todos los ángulos de la ciudad y de los
campos. El Coronel Garcia interesó al Obispo Jiménez de Padilla
para que persuadiera al pueblo la necesidad y conveniepcia de
la capitulación y calmara la efervescencia de lospastusos ; pero
mayor eficacia y persuasiva virtud tuvo la noticia de la impor-
tante acción de Pichincha en que Sucre triunfó sobre Aymerich,
y le obligó á capitular y entregar la capital...
De conformidad con la orden del Libertador para que obrara
sobre Cuenca y los pueblos al sur de Qpito, Sucre habia atrave-
sado la cordillera occidental por Máchala y venido á la provin-
cia de Loja. — Cayeron sucesivamente en su poder Cuenca y
Alausí, y persiguió el afortunado caudillo á los realistas hasta
Biobamba, cuya plaza ocupó el 22 de Abril después de un bri-
llante combate contra fuerzas superiores. — ^A los seis días se
VIDA DE BOIÍYAB. 129
movió sobre Quito y en las altaras qae forman la cresta del
Tolcan de Pichincha dio el 24 de Mayo la famosa acción que
libertó aquellos pueblos y que será siempre el mayor timbre de
Sucre. — 1,100 prisioneros de tropa : 160 oficiales : 14 piezas de
artillería : 1,700 fusiles y porción considerable de fornituras,
cornetas, banderas, cajas de guerra y cuanto poseia el ejército
español, otro tanto vino á manos del vencedor. — Aymerich
mismo se entregó prisionero; y el ilustre Sucre entró en Quito,
en la ciudad de Belalcazar, el 25 de Mayo : precisamente á los
280 años en que el pabellón de Castilla fué tremolado allí por
la primera vez... ! ¡ Oh contrapeso eterno de las felicidades hu-
manas ! No hay poder que dure. No hay señorio estable y
(permanente... Y muchos como el de España en Quito se hunden
eo la ignominia el propio dia destinado á celebrar su adveni-
miento... ! I
El Libertador supo los triunfos de Sucre por referencia que
le hizo un joven Pombo que iba de Pasto ; pero sin detalles ni
exactitud. — Sin embargo, en él acto se puso en marcha á la ca-
beza de la Guardia colombiana, y en Berruecos, cerca del Jua-
nambú, se hallaron D. Pantaleon del Hierro y D. Miguel Reta-
mal, comisionados de Garcia, para ajustar la capitulación pro-
puesta. Por ella se entregaba al Presidente de Colombia todo
el territorio que mandaba el gefe de la segunda división espa-
ñola, y Bolívar concedía una absoluta garantía de personas y
propiedades á todos los que existían en dicha demarcación.
Apépas firmado y ratificado el convenio, recibió el Libertador
un parte del Coronel Gktrcia que le anunciaba el estado de
soma agitación en que la ciudad se hallaba, y le pedia que apre-
surase su marcha, á fin de reprimir el desorden que tantos
males habría de causar en Pasto. — ^El Libertador formó una
columna de las compañías de granaderos y cazadores de todos
los batallones, y marchó al frente de ella para la ciudad indó-
mita.— Cuando se acercaba salió á recibirle el Coronel Garcia
con su estado mayor ; y después de algunas palabras de respeto
que aquel dirijió al Presidente de Colombia, entraron juntos
basta la plaza mayor en donde estaban preparados los cuarteles.
Luego vino Bolívar al alojamiento que se dispuso para él, á
cuya puerta estaba una guardia de granaderos españoles. —
Esta hizo los honores al Libertador y permaneció en for-
9
130 . VIDA DE BOLÍVAR.
macion más de una hora, hasta que fué relevada por la com-
pañía de granaderos de los nuestros, y según el convenio en-
tregó sus armas. — Tal paso imprudente del Libertador pudo
costarle á él la vida y aparejar á Colombia males infinitos.
— Su gran valor y su generoso espirítu no reconocieron el peli-
gro, pero lo hubo ; pudiendd ser aquellas demostraciones reve-
rentes disfraces que encubriesen acechanzas. Y ninguno ha de
prometerse tanto de su prestigio y de su poder, que cierre los
ojos al cuidado y se entregue al que fué enemigo...
En el mismo dia de su entrada en Pasto, el Libertador anun-
ció á Colombia los grandes hechos realizados en el Sur. — ^La
proclama de 8 de Junio dice de este modo :
Cuartel General Libertador en Pasto, (
8 de Junio de 182d. (
Colombianos !
Ya toda vuestra hermosa patria es libre. Las victorias de Bombona y
Pichincha han completado la obra de vuestro heroismo. Desde las ribe-
ras del Orinoco hasta los Andes del Perú, el ejército libertador marchan-
do en triunfo, ha cubierto con sus armas protectoras toda la extensión de
Colombia, una sola plaza resiste, pero caerá. — Colombianos del Sur : la
sangre de vuestros hermanos os ha redimido de los horrores de la guerra 1
Ella os ha abierto la entrada al goce de los más santos derechos de liber-
tad y de igualdad. Las leyes colombianas consagran la alianza do las
prerogativas sociales con los fueros de la naturaleza. La constitacioQ de
Colombia es el modelo de rm gobierno representativo, republicano y
fuerte. No esperéis encontrar otro mejor en las instituciones políticas
del mundo, sino cuando él mismo alcance su perfección.
BOLÍVAB.
El 9 llegó el resto del ejército y tomó sus cuarteles en Pasto.
Por la tarde de este dia tuvo lugar un suceso que no he visto re-
ferido por ninguno de los que han escrito antes la historia de Co-
lombia; y es el siguiente. El Coronel Salgado, al frente de un
batallón de Cataluña, venia desde Quito en auxilio de Garcia.
— Al llegar á Pasto detuvo su fuerza á la entrada de la ciudad
y fué á presentarse á Garcia. — Cuando le vio : " Tengo la pena,
le dijo, de ser el conductor de la fatal noticia de la pérdida de
Quito ; pero mi fuerza está intacta, y me lisonjea la esperanza
de que reunido á V. S. podremos salvar esta provincia.
Garcia le oyó sin interrumpirle y luego le preguntó :
— ^¿ Dónde ha dejado Vd. su regimiento. Señor Coronel ?
VIDA PE BOLÍYAB. 181
— ^Eq los afueras del poblado, contestó este.
— ¿Y no ha visto Vd. las calles llenas de gente ?
— Sí, Señor, que las he visto.
— Pues toda es tropa del General Simón Bolívar á quien en-
tregué ayer la plaza, armas y municiones de mi ejército, dijo
García con aire de conformidad.
— ^¿Ha capitulado V. S.? preguntó Salgado.
— íío he podido hacer otra cosa, y aconsejo á Vd. que se so-
meta á esa misma capitulación, que por parte del General Bolí-
var yo espero que no habrá dificultad.
Fueron entonces juntos Garcia, Salgado y el Comandante»
Gorman, que mandaba el cuerpo de caballería, á ver al Liberta-
dor.— Este no puso inconveniente en hacer extensivo el benficio
de la capitulación á las fuerzas recien-llegadas de Quito, y al
dia siguiente entraron en la plaza y entregaron sus armas, ca-
ballos, monturas, pertrecho, dinero, etc.
El Sur de Colombia quedó libre. — Aymerich y Garcia, con
algunos gefes más, se embarcaron para España. La promesa
del Comandante general de Pasto salió vana... Algo más podría
añadir ; pero no es gallardo humillar tanto al rendido. — Mejor
me parece recordar aquellas palabras de Bolívar á los quiteños
en sil proclama de 8 de Octubre de 1821, en Cúcuta : *' Quite-
'' ños I El ruido de vuestras cadenas hiere el corazón del Ejér-
" cito Libertador. Él marcha al Ecuador, ¿ podéis dudar de
" vuestra libertad ?"
Esta esperanza se vio sí convertida en un hecho positivo...
De Bonaparte se ha dicho que fué un matemático en el trono.
Con m^yor razón puedo yo decir que Bolívar fué un pensador
profundo en el campo de batalla y en el gabinete ; un hombre
inspirado, el Profeta de la libertad cuyas predicciones nunca fa-
llaron y cuyas palabras fueron prendas de las obras ; pero ; qué
obras, Dios santo I.... La independencia de un mundo 1 1
CAPÍTULO xxxvn.
1822.
PsOPOira VL PBBfllDBNTB MONBOB T AOUBBDA BL OOKOBBSO AMBRIOÁITO BL BBCONOCI-
hibuto db la ikdbpbndbbcia db Colombia — bbclamo dbl hinibtbo BSPAftoi^^
BBLLA NOTA DBL 8BÑ0B SBA Á LOS 0ABINBTB9 DB BUBOPA—BL LIBERTADOR OROANISÓ
LA PBOVIHOIA DB LOS PASTOS — ^SU CARTA AL OBISPO DB POPATAN— B ARCHA PARA
QUITO— Sü B2VTRADA BN B8TA CAPITAL — CARTA X LA MUNICIPALIDAD — ORGANIZA BL
UBBBTADOR BL DBPABTAMBNTO DBL BOUADOB.
EN medio de los triunfos que acompaíiaron en las provincias
del Sur á las armas colombianas, triunfos que tanto lison-
jearon nuestro orgullo ; un hecho, justísimo en su esencia, tras-
cendental en BUS fines, aunque tardo en su consumación 6 comple-
mento, vino á rebozar la medida de las esperanzas y de las
complacencias patrióticas. — Quiero hablar del reconocimiento de
nuestra independencia sancionado por el Congreso de los Esta-
dos Unidos de la América del Norte.
En otro de los capítulos anteriores vimos, que, no obstante
los generosos esfuerzos que el ilustre Henrj Clay hiciera en
1820 para alcanzar tan santo objeto, el reconocimiento quedó
diferido —Propúsolo ahora el Presidente James Monroe (8 de
(188)
134 VIDA DE BOLÍVAR.
Marzo de 1822) bajo el ministerio del hábil político 7 hombre
de Estado John Quiney Adams, quien hasta entonces lo habia
resistido, y parece que fué como arrastrado al acierto.*
Gozábamos nosotros de grande simpatía en el pueblo norte-
americano. No solo Clay sostenía nuestros derechos y Daane, '
editor de la "Aurora" de Filadelfia, sino muchos hombres dignos
y generosos empleaban su saber y su elocuencia en obsequio de
nuestra causa. — " Mr. De Witt Clinton, escribia Irvine al Ge-
neral Carrera, ha sido electo gobernador del Estado de Nueva
York ; y tendrá siempre placer en saber la buena fortuna de Vd.
y de su país. En verdad, todos nosotros miramos á la América
del Sur corneo una infortunada herrruina cuya felicidad nos es
querida "-f — Pero esos mismos hombres influyentes, y el gobierno
de Washington, sobre todo, temian que no supiéramos constituir-
nos después de haber sabido libertarnos. — ^" Los sud-americanos,
*' decía el mismo Irvine á Carrera, en 1816 ; los sud-americanos
" no conocen todavía el arte difícil del sdf-govemment (gobierno
" de sí propios.) Acaso ellos están llamados á pasar por un
'* severo aprendizaje antes de llegar á la tierra prometida. Si
'* así estuviere ordenado por los poderes de lo alto, el fin com-
" pensaría sin embargo la ofrenda de sangre y de caudales ;
" porque la libertad merece los más grandes sacrificios, — ^Esta-
" blecer la libertad después de asegurar la independencia es
" la obra más difícil de todas. Los soldados pueden conseguir
" esta'; pero solo hombres de Estado, sabios y honrados son
" necesarios para organizar la constitución civil de un gobierno
" que mantenga aquella. No desespero que podrán Ustedes
" formar una sabia constitución con el tiempo. Esto no puede
" hacerse en un ensayo." — Para la fecha en que va nuestra
relación histórica, ya se habian desvanecido los temores del
gobierno de la Union y de los hombres pensadores de aquel
pueblo, y en un largo y razonado mensaje pidió el presidente á
las Cámaras un acto legislativo que lo autorizara para reconocer
á Colombia y las nuevas repúblicas sud-americanas, como nacio-
nes soberanas é independientes. — " Es manifiesto á todos, decia
*' el mensaje con sobrada sensatez, que las colonias antes espa-
" fiólas no solo están en plena posesión de su independencia,
* Life oí J. Q. Adams by W. Sewardp p. 122.
f Carta de M. Irvine al General Carrera. — ^Abril de 1817.
VIDA DE BOLÍVAR. 135
€i
ti
«
U
sin: también, que, considerando el estado actual de guerra y
otras circunstancias, no hay ni el más ligero y remoto pros-
pecto de que sean privadas de ella en lo futuro. Cuando el
resultado de esta lucha esta manifiestamente decidido, los nue-
vos gobiernos tienen derecho á ser reconocidos y este recono
cimiento no debe resistirse por las demás potencias "
La Comisión del Congreso presentó un informe favorable, di-
ciendo en sustancia : " negar nosotros á los pueblos de la Amé-
rica española el derecho á su independencia, sería renunciar vir-
tualmente á la nuestra." — El Congreso se formó en comisión
para estudiar la materia, y resolvió " reconocer la independencia
de las naciones americanas antes provincias españolas."
Del mensage del Presidente y de los trabajos del Congreso
dio puntual noticia el National IntélUgencer del 9 de Marzo y
los dias sucesivos ; notándose solemnidad en la discusión é inte-
rés general por los bravos y virtuosos pueblos del Sur. — ^De
160 votos que se contaron, 159 fueron favorables á nuestro re-
conocimiento; uno solo, el de Mr. Garnett, se pronunció en
contra.
No bien se tuvo conocimiento del mensage de Monroe, cuando
el Ministro de España en Washington, á la sazón Don Joaquín
de Anduaga, dirijió una enérgica protesta contra el acto de reco-
nocimiento que se pretendia. — La España deseaba nuestra hu-
millación ; y en este punto no blandeaba. — Ya desde 29 de
Noviembre de 1821 el Ministro Bardaxí habia dirijido una
nota, (que puede calificarse de agria,) al Encargado de Negocios
de Portugal en Madrid por consecuencia de haber reconocido
la Corte de Rio Janeiro la independencia de Buenos-Aires.
Ahora que la buena disposición del Norte podia influir en los
gabinetes de Europa para declarar legítimos nuestros derechos,
con mayor razón se encendió la ira de Fernando y de sus adu-
ladores ; y hasta el liberal D. Francisco Martínez de la Rosa,
Secretario de Estado, pasó una nota á las Potencias aliadas no
solo para disuadirlas de reconocer los Estados del Sur- América
que se llamaban libres, sino para advertirlas del riesgo que con
tal paso corrían los poderes legítimos respectivos.
Mr. J. Quincy Adams contestó débilmente á Anduaga, (6 de
Abril ;) mas, la verdadera respuesta á las razones (si la injusticia
puede tener alg mas) de Bardaxí, de Anduaga y de Martínez, de
136 VIDA DE BOIÍYAB.
la Rosa, se halla en la famosa circular que el Señor Zea pasó á
todos los gabinetes de Europa y Estados Unidos de América
con referencia á Colombia. — Gomo esta circular no es conocida,
y realmente es un documento de primer orden, mis lectores
me permitirán que la inserte en sus principales puntos.
Decia así :
París, 8 de Abril de 1822.
Señob :
£1 ruido de la lucha que la América acaba de sostener contra la Espafia,
ha resonado en todo el universo. — Si es permitido ignorar sus maraTi-
llosos pormenores, ninguna duda puede al menos formarse sobre los in-
mensos resultados obtenidos á fuerza de combates y TÍctorias. — La Amé-
rica deprimida, esclavizada durante tres siglos, ha sacudido el yugo de
la metrópoli— La Espafia no es ya nada mas allá de los mares que bafian
la Península. — La Espafia despoblada, sin marina, sin industria, i habría
sido capaz de retener por más tiempo bigo de sus leyes un Continente en-
tero separado de ella por el vasto océano ? — La independencia no ha
hecho pues más que restablecer el orden natural, y puesto término á males
infinitos que producía necesariamente un enlace desigual — ^La Espafia
expulsada para siempre de las playas de América, no posee ningún medio
de volver á pisarlas. Dividida en su interior ; privada de las minas de
Méjico y del Perú, ¿ en dónde tomaría soldados para expediciones lejanas ?
I Cómo bastaría á cubrir los gastos necesarios para reconquistar lo que ha
perdido ? Los puertos, las bahías, los puntos fortificados están en poder
de los americanos. Todos los emblemas de la superioridad europea han
desaparecido : los leones y las torres de Castilla han cedido el lugar á los
colores de la independencia y de la libertad. En aquellos vastos países
que tan largo tiempo fueron el manantial de la grandeza espafiola y el
teatro de una dominación extrangera, no quedan ya sino osamentas es-
parcidas de guerreros que fueron enviados para oponerse á nuestros des-
tinos. En todas partes se forman Estados nacientes, fundados sobre las
mismas bases, igualmente favorecidos por la naturaleza : poderosos en
recursos locales : ufanos con un porvenir que no puede engafiarlos. El
'Clima solo los protejería contra invasiones temerarias, si el valor acreditado
de sus habitantes no ofreciese la mejor de todas las garantías.
Entre esos Estados se eleva el de Colombia I
Doce afios de una guerra implacable no ha podido abatirlo ni desalen-
'tar su marcha.
Colombia ha recojido el firuto de sus nobles trabajos : eUa es lihré, 90-
lerana, independiente.
Bien pronto, todos esos Estados formarán una asociación completa, so-
lemne y Qar&n de común acuerdo las basas de esa gran federación contra
la cual todo ataque exterior sería más absurdo que peligroso. La coalición
del mundo civilizado (si fuera posible) encallaría delante de esta barrera.
Asi, habiendo llegado al punto en que se mira asimilada de hecho y de
VIDA DE BOLÍVAB, 137
deorecho & i xlas las nadonea existentes, la América no tiene más que ha-
cerse reconocer por la gran familia de qae forma parte y á quien su aso-
ciación no puede menos que ofrecer yentajas
La República de Oolombia tiene todo lo que caracteriza á los gobiernos
reconocidos sobre la tierra. A ninguno de ellos pregunta por qué derecho
han llegado á ser lo que son : ellos existen y esto es todo lo que le im-
porta saber. — Colombia, respeta todo lo que existe : ella tiene derecho á
la reciprocidad: ella lapide y esta demanda no es dictada ni por el inte-
rés ni por el temor : uno y otro motivo son indignos de una Nación ge-
nerosa.— Colombia tiene la convindon intima de su fuerza. Si inyita á
todos los pueblos & partir con ella los tesoros que le prodiga naturaleza,
es más bien por un sentimiento de generosidad que por un espíritu de
cálculo. Cualquiera que se aproxime á Colombia con intenciones bené-
ficas y benévolas podrá con toda seguridad aprovechar la ftiente común
de nuestras riquezas. Tal es la tínica base de las relaciones que estamos
celosos de establecer con todos los pueblos de la tierra : cordialidad, li-
hertad, reciprocidad. Los celos, la desconfianza que en otros tiempos se-
paraban las diversas nadones y las armaban unas contra otras, están dea-
terrados de la legislatura igualmente que del espíritu de nuestros conciu-
dadanos. Jamas desmentiremos los principios filantrópicos por los
cuales ha corrido nuestra sangre con tanta abundanda en los cam-
pos de batalla y en los cadalsos. Pero, después de haber llenado
así todos sus deberos respecto de las otras nadones, Colombia se
debe á sí misma cxijir que sus propios derechos sean igualmente
reconocidos. — Colombia no tiene los suyos de nadie. Ella se ha
formado fi si misma y cuenta con sus propios medios para sostenerse
independiente, fuerte^ libre, invidnerctble. Ella no obedece sino & un senti-
miento de benevolenda : solo aspira á hacer f&ciles, amigables, útiles sus
reladones con los que traten con ella, ün vasto y rico continente habi-
tado por pueblos civilizados no puede permanecer extrangero al resto
del mundo. Sin embargo, seiía difTcil concebir relaciones durables, ven-
tajosas y cuiil reclama el interés del comerdo entre unos Estados cuyos ,
gobiernos no se rcconodesen redprocamente.......
El paso dado por el Congreso de los Estados unidos del
Norte para reconocer la independencia de Colombia, fué segui-
do por otras potencias europeas ; y aquella joven nación creada
por Bolívar quedó admitida como igual en la gran sociedad de
las naciones, y la alumbró el sol, padre de la vida, con nuevo
resplandor, nueva alegría,*
En los aplausos de tan fausto evento, volvamos ahora á Pasto
* Es este el logar de hacer una observacioa cariosa fondada en hechos qoe
n. admiten contradicción. Coando, abandonados á noestra propia soerte, en
138 VIDA DE BOLÍVAR.
donde dejamos al Libertador acariciado de la fortuna, libre ya
de los trabajbs y peligros de la guerra que por aquel punto se
ofrecian, mostrando tanta generosidad para con los rendidos,
como esfuerzo y pujanza habia mostrado contra el enemigo.
En el momento que Bolívar entró en Pasto, organizó el terri-
torio libertado desde el rio Carchi, cerca de Tulcan, hasta el
rio Mayo. Eso formó la provincia llamada de los Pastos. Nom.
bró al Coronel Antonio Obando por bu gobernador, y aseguró á
los pastusos que las leyes benéficas de Cohmhia eran el garante
de 8U8 libertades; dio varias resoluciones para el arreglo de la
administración interior, é hizo marchar á Salom con algunas
fuerzas para Quito donde pensaba él fijar su cuartel ge-
neral.
Bolívar era gran organizador, y poseia en superior escala el
sentimiento del orden. Administraba en todas partes : celaba
el cumplimiento de la justicia : promovia la educación de la ju-
ventud y el aumento del comercio, y sobre todo no permitía la
más leve injuria á la autoridad de la ley.
Estando en Pasto recibió un oficio del Obispo de Popayan,
D. Salvador Jiménez de Padilla, hombre vehemente y de los
más incansables en la predicación contra Bolívar y los rebeldes
excomulgados que le seguian, en el cual solicitaba del Liberta-
dor pasaporte para regresar á España, "en donde solo apetezco,
" decia, vivir retirado en un rincón de un claustro para concluir
" mis dias con tranquilidad y reposo." — El Sr. Jiménez comen-
los principios de nuestra transformación política, yolyimos los ojos á la Inglaterra
y á los Estados Unidos del Norte, alcanzamos poco de aquella nación, nada de
esta. Y, I cosa admirable I desde 1811, el Gran Canciller de Rusia, Conde de
Bomansoff, comunicó al Señor Luis López Móndez, agente de Venezuela en Lon-
dres, una resolución de S. M. el Emperador de todas las Rusias, admitiendo el
pabellón yenezolano en los puertos de aquel imperio, en la propia fvnna que el
de los demae pueblos netUralea. La Francia, la Suecia, la Holanda, la Dinamarca,
no hicieron esta declaración sino en 1822. La Inglaterra no declaró legal el
comercio con Colombia sino el 27 de Abril de 1822. Nada de cuanto se hizo
pudo Inducir al Lord Londonderry y á los ministros sus predecesores á entrar en
relaciones directas con nosotros. — ^Mucho amor nos profesaba el pueblo inglés :
allí estaban nuestros mejores amigos ; los más decididos y generosos ; los que
no contentos con auxUiarnos desde lejos, pasaron el Océano y vinieron á partici-
par de nuestras priyaciones y peligpros en los campos de batalla. En los distri-
tos manufactureros de la Gran BretaS% ee hacian peticiones para que el gobierno
nos ayudara ; la prensa nos sostenía ; el Parlamento nos alentaba ; — ^pero el
gabinete no se ¡Testó á nada...... hasta Abril de 1822 1
VIDA DE BOLÍVAR. 139
zaba á sentir ya el tedio de la vida, «después que vio frustra-
das sus diligencias realistas en las que se dio tanto afán. — El
Libertador no le concedió el pasaporte que solicitara ; antes le
escribió, haciéndole varias reflexiones sobre la orfandad en que
dejaría á sus ovejas y diciéndole que su primer deber era cui-
dar su grey que le estaba especialmente encomendada. " El
" mundo es uno, anadia el Libertador ; la religión es otra. El
" heroismo profano no es el heroísmo de la virtud y de la reli-
" gion. Un guerrero generoso, atrevido y temerario, es el con-
" traste más elocuente de un pastor de almas. Catón y Sócra-
** te% los seres privilegiados de la moral pagana, no pueden ser-
" vir de modelo á los proceres de nuestra sagrada religión. Por
" tanto, yo me atrevo á pensar que V. S. I., lejos de llenar el
" curso de su carrera religiosa en loa términos de su deber, se
'* aparta notablemente de ellos abandonando la Iglesia que el
" Cielo le ha confiado, por causas políticas y de ningún modo
" conexas con la viña del Señor."
El Obispo Jiménez de Padilla, después de esta carta de Bolí-
var, volvió á Popayan, ejerció su ministerio episcopal, y obró
eficazmente en favor de la consolidación de la República.
En la mañana del 11 de Junio partió el Libertador para
Quito con 200 infantes de "Vencedor" y " Rifles" y un escua-
drón de granaderos montados. — En Tiíquerres, en Ibarra, Otá-
balo y demás ciudades del tránsito, fué recibido con entusiasmo.
Aquellos pueblos revivían con la vista de su Libertador.
Este llegó á Quito el 16 de Junio por la tarde.
La entrada del Presidente de Colombia en la capital de Quito
fué un verdadero triunfo, más grande, más glorioso, sin duda,
que el de los conquistadores. Todos los habitantes, sin excep-
ción, salieron para manifestar al Libertador, á competencia, su
reconocimiento por el beneficio que les habia hecho librándolos
del yugo español. — La municipalidad, que se habia reunido, lla-
mando á su seno á todas las autoridades, corporaciones y perso-
nas notables, celelbró una acta en que, " á nombre del pueblo
que componía el antiguo reino de Quito, reconociéndose en po-
sesión de sus derechos imprescriptibles por medio del Genio tu-
telar de Colombia, por la mano del inmortal Bolívar, manifes-
taba reunirse á la República de Colombia, teniéndose como
parte integrante de esta."
1
140 VIDA DE BOliVAB.
La municipalidad acordó también que se erijiese una pira
mide sobre el campo de Pichincha, en el lugar de la batalla, que
debia llamarse en adelante Cima de la Libertad^ con esta ins-
cripción : Loa hijos del Ecuador á SIMÓN BOLIVAB, án-
gel déla paz y déla libertad ooUmbiana, Debia seguir en el
mismo frente el nombre del General Sucre, y debajo : (^rmto
libre el24t de Mayo de 1822 ;
Que se pusiese en el frontispicio de la sala capitular un lápi-
da que recordase á la posteridad el dia feliz en que Quito habia
recobrado sus derechos y el nombre del Libertador ;
Que se colocase en la municipalidad y en los salones de pala-
cio los bustos del Libertador de Colombia y del General Sucre;
Que una diputación del pueblo quiteño presentase al Li-
bertador Presidente una medalla de piedras preciosas con un
sol naciendo sobre las montañas del Ecuador etc.
La municipalidad acordó también distinciones honoríficas al
Ejército Libertador.
Bolívar recibió con gozo el acta de los notables de Quito, y
les contestó el 20 de Junio, diciendo á la municipalidad :
SeI^obbb :
£1 gozo de Colombia ha llegado & su colmo, al recibir en bu seno el
pueblo de la República que leyantó el primero el estandarte de la liber-
tad y de la ley contra la usiirpacion extrangera. — El acto augusto que
tan espontáneamente hacen los representantes del pueblo de Quito, de
reconocimiento, de adhesión y de amor 4 la República de Colombia, es
para este pueblo un principio eterno de bien, y para Colombia un eterno
motivo de gratitud hada los primeros ciudadanos de la capital del Sur.
— Quito llevará consigo siempre el rasgo más distintivo de su gran des-
prendimiento, y del conocimiento más perfecto de una política sublime y
de un patriotismo acendrado.— En recompensa á tantos títulos por la
prosperidad de Colombia, esta agotará su poder y su deseo en derramar
sobre la generosa Quito todos los canales de la riqueza, de la industria,
de la libertad, y del bien-estar nacional.
Puede contar él Sur de Colombia con que las facultades flimitadas que
el Congreso general me ha concedido, se extenderán ilimitadamente en
beneficio de la tierra querida de la patria, y de la última víctima del des-
potismo.
El testimonio do reconocimiento con que señala la Ilustre Municipali-
dad de Quito sus sentimientos generosos hacia los militares que trajeron
sus vidas para inmolarlas en las faldas inaccesibles de los volcanes de
Pasto y P-'ihincha, por la libertad de Quito, quedará gravado en el fondo
YIDA DE BOIÍTAB. 141
del corazón de nnestros guerreros, mas amantes de la gratltad nacional
qae de la gloria militar. — ^Pero, este testimonio del aprecio de Quito por
8118 libertadores, debe ser sometido á los representantes del pueblo, para
que su aprobación le dé un nuevo realce á sus propios ojos y á los de to-
dos los Colombianos, que nada anhelan que no esté de acuerdo con la
wduntctd de todos y la aprobación de los proceres de la Bepública.
Mientras tanto, yo, á nombre del ejército libertador, no puedo expresar
bastantemente cu&nto queda agradecido á lo que el pueblo de Quito ha
hecho en su obsequio para romortalizar sus yictorias y su gloria cívica
por la redención de sus mejores hermanos.
Dios guarde á vuestras sefiorias muchos anos.
BoiivAB.
El Libertador se consagró inmediatamente á organizar. — Las
provincias de Quito, Cuenca y Loja compusieron el vasto y po-
puloso departamento del Ecuador. — Sucre, ascendido ya á (Ge-
neral de división, fu¿ nombrado para gobernarle. — La educación
pública recibió una protección directa del Libertador. Este
decretó también la apertura del camino de Esmeraldas y la crea-
ción' del puerto del mismo nombre ; dio ascenso y distinciones
á la división peruana que combatió en Pichincha, y escribió á
San Martin, Protector del Perií ( 17 de Junio), dicióndole :
"* que la guerra en Colombia estaba terminada y su ejército
" pronto á marchar donde quiera que sus hermanos lo Uama-
^ sen, muy particularmente á la patria de nuestros vecinos del
" Sur...."
A imitación de Quito, escribe Baralt, se declaró también
Guayaquil unido á Colombia por el órgano de una asamblea po-
pular reunida el 81 de Julio. — Desde entonces quedó adherido
á la gran república, y pocos dias después etc.
Esto fué así en su último periodo ; mas los acontecimientos
que precedieron no deben pasarse en silencio. — La cuestión
'' Guayaquil " llegó á asumir un aspecto muy grave. En poco
estuvo que ella fuese la causa de guerra entre el Perú y Colom-
bia, cuando los españoles dominaban aun en Pasto y Quito I
— ^El Libertador se vio obligado a ir personalmente allá ; y no
me sería dable explicar su viaje y más que todo su proclama de
13 de Julio (que pronto conoceremos), sin traer desde el origen
la serie y enlace de los sucesos.
Paso á describirlos, pues, tan compendiosamente como me sea
podble.
I
CAPÍTULO XXXVIIL
1822.
SucnrTA RBLAaON DI LOe HECHOS POflTBRIOSBS k LA INDBPBNDBNCIA 01 OÜATAQüIL T
FRBCBDBNTn 1 LA INCOBPORACION DB B8TA PBOTINCIA 1 OOLOMBIA—BNTKADA DBL
UBBRTADOS BK QUATAQÜIL— «U PROCLAMA 1 LOS GüATAQüILBftoS— TOMA BL MANDO
POLÍTICO T MILITAR DB LA PROVINCIA.
CONTADO está al fin del capítulo XXXII y priacipio del
XXXm que Guayaquil se declaró independiente de la
España en Octubre de 1820, y que el Libertador ordenó al
Greneral Sucre trasladarse á aquella plaza y negociar con su go-
bierno proTÍ8orio la incorporación del territorio á Colombia....
Ya desde los dias del armisticio ajustado en Santa Ana por
Bolívar y Morillo, Guayaquil habia quedado fuera de las demar-
caciones establecidas en dicho pacto, porque el General Ayme-
rich decia que aquella provincia dependía del Perú, lo que no
era cierto.
Los gobernantes de Guayaquil, singularmente D. José Joaquin
Olmedo, que habia sido diputado á las Cortes de España y
cuyos talentos y buena literatura le daban merecido influjo, de-
seaban conservar la provincia libre del yugo peninsular é inde-
(148)
144 ■ VIDA DB BOLÍVAR.
pendiente al mismo tiempo de Colombia : situación absurda,
pero que entonces llegó á considerarse políticamente posible.
El Protector San Martin que conocía la importancia de poseer
á Guayaquil, no vaciló un momento en despachar un comisiona-
do, el General D. Tomás Guido, á solicitar la anexión de Gua-
yaquil al Perú. Esta idea estaba también favorecida con ahinco
por un partido fuerte que obraba en el propio Guayaquil ; pero
la Junta, que presidia Olmedo, e^'adió la instancia, reconocién
dose sin facultades para un paso de tan graves consecuencias.
Tampoco Sucre pudo alcanzar nada por su parte ; pero la
Junta celebró con él un convenio, mediante el cual se puso bajo
la protección de Colombia para defender su independencia.
Sucre se dedicó á organizar las tropas colombianas que tenia
a sus órdenes y logró formar los batallones " Libertador," " San-
tander" y " Albion" con algunos dragones. — Mas, los españoles
que habia en Guayaquil, en secreta inteligencia con Aymerich,
tramaron una contra-revolución que puso á la Junta en apurado
conflicto. Cuando esta menos lo esperaba, (como sucede siem-
pre ¿ los imprevisivos,) oyó proclamar al Rey de España y vio
venirse abajo el edificio de su gobierno independiente. Sucre
voló desde Samborondon á Guayaquil trayendo fuerzas suficien-
tes, y según la expresión de un escritor de mucho peso " sin la
" presencia y el respeto de la división colombiana y de sus ge-
" fes, se habría perdido la provincia de Guayaquil, sin que la
" junta hubiera podido resistir á la tempestad."
No se desalentó Aymerich por el malogro de la contra-revo-
lución que excitara en Guayaquil ; antes bien determinó hacer
una invasión y marchó el mismo al frente de sus tropas. Sucre
le salió al encuentro y bien que con inferiores fuerzas lo derrotó
en Yaguachí. — Abandonó Aymerich el campo ; y tan vergonzosa
fué su retirada, que tuvo más bien visos indudables de dis-
persión
Después de esta jornada tan célebre que aseguró la indepen-
dencia de Guayaquil, Sucre trató de aprovechar su prestigio
para ver si conseguía entonces la incorporación de Guayaquil á
Colombia. — Declaró el Cabildo que los votos de la provincia
eran unánimes por la reunión á la República ; pero opinó por
que debia convocarse un colegio electoral para que así lo
resolviera.
VIDA DE BOLÍVAR. 146
En efecto, el cabildo expidió la convocatoria.
Aunque no toque inmediatamente á la cuestión " QuayaquiV' el
hecho honroso que voy á referir, permítanme mis lectores que les
informe, que, en aquellas circunstancias, se presentó un oficial rea-
lista, el nombre del cual era Francisco Jiménez, enviado por el Ge-
neral Aymerich para proponer cange de prisioneros. Todos los
soldados americanos (doscientos cincuenta,) se resistieron á ser
cangeados, diciendo que " no querian servir á los tiranos de su
patria." — El comisionado no tuvo nada que hacer en este punto,
y los prisioneros se alistaron bajo las banderas de Sucre.
Entre tanto, rehechos los realistas presentaron otra vez ba-
talla á Sucre en las cercanías de Ambato, y el éxito fué com-
pletamente desgraciado para nosotros. — Sin embargo, pudo el
experto General Sucre defender aun á Guayaquil. Pero el de-
sastre inesperado de Ambato influyó de tal género en los áni-
mos sobre la cuestión " incorporación," que aquellos mismos sen-
timientos que después del triunfo de Yaguachí eran uniforme-
mente favorahlea , luego dejaron de serlo. — Vióse la ciudad
dividida en bandos y parcialidades, con tal calor y animación, que,
Sucre mismo, temiendo un desorden de consecuencias funestas, y
que la división perjudicara á la defensa contra los españoles,
propuso que la cuestión se considerase en otra oportunidad.
Llego á la sazón el Coronel Diego Ibarra, edecán del Liber-
tador, con pliegos de este para Sucre, San Martin, O'Higgins y
otras personas influyentes del Sur. — Bolívar ofrecia al Protector
del Perú su generosa ayuda para libertar la América, y le ana-
dia que al frente de alguna fuerza marchaba para Guayaquil. —
En el acto, el Protector, que deseaba acelerar la realización de
aquellos planes que Bolívar desde Caracas le anunciara, envió á
Guayaquil al General D. Francisco Salazar con el plausible en-
cargo de felicitar al Libertador cuando llegase ; mas en secreto
llevaba otro, muy estrechamente recomendado : — ^promover y sos-
tener la incorporación de Guayaquil al Perií.
En tanto Sucre permanecía en sus estancias de Babahoyo..
Era su plan defender los rios y pasos difíciles mientras le llega-
ban refuerzos de Colombia para moverse con suceso sobre Loja,.
Cuenca, etc. — Cuando á pocos dias volvió á Guayaquil, halló la
ciudad más dividida aun, ó mejor dicho, más fuertemente divi-
dida en el punto de incorporación á Colombia. — Querian. unos,.
10
146 VIDA DE BOliVAIL
(entre estos el más considerable era Olmedo) que la provincia
se erijiera en República independiente, especie de territorio an-
seático intermedio entre Colombia y el imperio de los Incas.
Querían otros que resueltamente se agregara al Perú ; y de este
modo de pensar eran los Señores D. Rafael Jimena y D. Fran-
cisco Roca, miembros con D. Joaquín Olmedo de la Junta gober-
nadora. Otros, en fin, estaban por la incorporación á Colombia,
señalándose entre los más fervorosos el cantón Portoviejo, de
los más poblados 6 importantes de Guayaquil.
Sucre obró con tino, comoi siempre, en aquella crítica emer-
gencia ; habiéndose dedicado á suavizar los partidos opuestos á
Colombia. — Él era muy diestro en esos propósitos de calmar las
pasiones tempestuosas. Astuto, diligente, lleno de ardides y de
sutilezas de ingenio, valerosísimo en la guerra, en las materias
diplomáticas hábilmente avisado, rara vez dejaba de obtener
éxito en lo que proyectaba.
Pero las cosas tomaron entonces un curso peligroso.
El Libertador que iba á abrir la campaña sobre Pasto, ordenó
a Sucre que hiciera una diversión al enemigo por Cuenca y
Riobamba. — Sucre obedeció, como sabemos, sacando la mayor
parte de sus fuerzas de Guayaquil, donde quedó el General La-
mar con el cargo de Comandante general de la provincia que la
Junta le confiriera. — Lámar se habia declarado peruano, contra
los ínteres de su patria ; era amigo íntimo de Salazar, el enviado
de San Martin, y se sabia que este no cejaba en el intento de
adquirir á Guayaquil.*
Temia Sucre con razón, que las intrigas se redoblaran durante
flu ausencia, y que quizas triunfaran por un golpe de mano los
* El General D. José Lámar era natural de Quayaqufl y fíié educado en Es-
-paSa. En 1798 hizo con crédito la campaña de Rosillon. Era á la sazón te*
-üiente. — HaUóse en el primer sitio de Zaragoza donde fué herido. (1808.)
Estando en el hospital de Tadela por consecuencia de sus heridas, quedó iuclui-
■ do en la capitulación del ejército de Blake y fué trasladado á Francia. En 1813
logró burlar la vigUancia de su guardia en Beaune y se escapó para Madrid.
En 1814 el Rey premió sus servicios haciéndole brigadier, y dos años después
vino á Lima con el título de Inspector General del Ejército del Perú. — Cuando
San Martin bloqueó el Callao. Lámar estaba allí como Gobernador de la plaza,
y fué él quien firmó la capitulación por la que se rindió la fortaleza. Retiróse
. entonces á Guayaquil y luego se alistó en las banderas republicanas, sirviendo
1 activamente en. el Perú.
VIDA DE BOLÍVAR. 147
enemigos de Colombia ; mas, á pesar de tan triste consideración,
obedeció la orden de Bolívar y distrajo la atención del enemigo,
que, de otro modo, habría caido de lleno sobre las reducidas
fuerzas que iban á someter á la indomable Pasto.
El Libertador cuya atención estaba en todo y que no olvidaba
los deberes políticos por atender á los cuidados propios del car
pitan, ofició á la Junta de Guayaquil instándole á que realizara
pronto la incorporación de la provincia á Colombia. Y este
paso lo llevó muy á mal San Martin, quien convocó al Consejo
de Estado para que le consultara si declararía 6 no la gtcerra
á Cólomhia. — El Consejo opinó que sí, con excepción del Minis-
tro Monteagudo y del General Alvarado. — Por fortuna, los su-
cesos que no daban vagar para nada, llamaron entonces hacia
otros puntos la atención de San Martin y no le permitieron con-
sumar el escándalo de hacer la guerra á sus hermanos, cuando
no estaban libres de las cadenas de la opresión común.
La fama de los triunfos de Bombona y Pichincha no dejaría
de entrar por algo en dulcificar la acritud del gobierno del Pro-
tector, ¡ que tanto vale vencer I Pero debo confesar para ser
justo, que ya desde poco antes se notaba menos tirantez en la
cuestión " Guayaquil."
Nuestro plenipotenciario Mosquera habia presentado al Sr.
Monteagudo, Secretario de Estado de San Martin, un proyecto
de "tratado de unión, liga y confederación perpetua entre el Pera
y Colombia :" proyecto elaborado por Gual para elevarlo á ley
internacional con Chile, Buenos Aires y el Perú. — Monteagudo
fué nombrado negociador por su gobierno. Examinó el pro-
yecto, y solo encontró un artículo que ofrecia de pronto alguna
dificultad : fué este el que comprendía á Guayaquil en el ter-
ritorio de Colombia.
Larcas y repetidas fueron las conferencias sobre tan espi-
nosa materia, y se convino al fin en dejar indeciso el arreglo
de límites para que por un convenio particular se terminasen
las diferencias que existían.
Ya para esta época se hallaba el Libertador en Quito ; y
miraba con disgusto que faltase aun Guayaquil para completar
en el Sur la integridad de Colombia. Resolvió pues ir perso-
nalmente á aquella ciudad y terminar el estado fastidioso de
indecisión. Hizo marchar tres batallones, y que siguiera la
148 VIDA DE BOliVAB.
misma ruta la división peruana de Santa Cruz que se restituia
á su patria.
El jueves 11 de Julio, á las 5 de la tarde, entró el Libertador
en Guayaquil. — Apenas pudo divisarse la falúa en que venia,
cuando empezó una salva general. Toda la ciudad se puso en
movimiento y corrió ansiosa al punto del desembarco. An-
helaban todos conocer á Bolívar. Todos querianver y, si fuera
dable, tocar aquel hombre extraordinario que tenia la propulsión
fecunda y radiante del genio ; que obraba sobre las masas por
el brillo prodigioso de las victorias : sobre los jóvenes por la
bizarría y nobleza de su carácter : sobre los pensadores por la
razón : sobre todos por la deslumbrante investidura del des-
tino En el puerto se habia construido una sencilla portada,
desde la cual hasta el arco de trivnfo levantado frente al pala-
cio que debia habitar el Libertador, estaba tendida la tropa. —
Las baterías hicieron los honores de la guerra.— Toda la carrera
estaba vistosamente colgada. El arco era notable : en su frente
tenia esta inscripción : Á Simón Bolívar^ Presicknte de Colom-
bia; d pueblo de Ouayaquü. — En el otro se leia : A Simón Bo-
lívar^ al rayo de la guerra^ al iris de la paz; d pueblo de Oua-
yaquü.
El Libertador llegó cerca de las seis de la tarde á su morada,
acompañado de la Junta de Gobierno y de todas las corpora-
ciones y vecinos notables. El Procurador municipal le dirijió
un precioso discurso. — ^Bolívar contestó con desembarazo y ele-
gancia á esta y otros arengas con que fué saludado en aquella
tarde. Por tres veces repitió (y esto fué estudio) : " las cimas
'' de los montes se han humillado bajo las plantas victoriosas del
Ejército Libertador." — Y luego, hablando de la esclavitud de
trescientos años y del mal que habia incrustado en algunos áni-
mos débiles ó ignorantes (acaso recordando á Pasto), dijo : la
servidumbre tiene en ú tan prolijo y contagioso influjo^ que se-
pulta d alma en un tenebroso limbo ; la degrada^ la envilece, y
lo que es peor, la transforma para que ame la abyección y no
sepa salir de la indolencia y de la barbarie.
Olmedo, tan ilustrado, tan rico de imaginación, tan poeta,
estaba como absorto, seducido por el atractivo y la animada
elocuencia de la improvisación del Libertador.
Al otro dia fué este cumplimentado generalmente, y volvió á
VIDA DE BOliVAB. 149
recibir los testimonios de respeto y adhesión del pueblo do
Guayaquil. — La Junta de Gobierno dio un espléndido convite
para celebrar la feliz llegada del Presidente de Colombia. Bo-
lívar brindó muchas veces " por la libertad de los pueblos y por
*' la estabilidad de los gobiernos de América, fundada en su
** mutua, fraternal é indisoluble unión." — Su alma de fuego se
pintaba en cada palabra con el colorido de la imaginación mas
viva.
El 13 de Julio, el Libertador hizo distribuir copiosamente
una proclama al pueblo de Guayaquil, diciéndole que deseaba
consultarle sobre la cuestión de incorporación. — He aquí esta
proclama :
GüATAquiLBÍ^os I Terminada la guerra de Colombia, ha sido mi pri-
mer deseo completar la obra del Congreso, poniendo las proyindas del
Sur bajo el escudo de la libertad y de las leyes de Colombia. £1 Ejér-
cito Libertador no ha dejado á su espalda un pueblo que no se halle bajo
la custodia de la Constitución y de las armas de la República. Solo yo-
aotroe os veíais reducidos & la situación más fiúsa, más ambigua, más ab-
surda, para la política como para la guerra. Vuestra posición era un
fenómeno, que estaba amenazando la anarquía ; pero yo be yenido, Gua-
yaquilefics, & traeros el arca de salyadon. — ^Colombia os ofrece por mi
boca, justicia y orden, paz y gloria. •
Gnayaquilenos I vosotros sois Colombianos de corazón, porque todos
vuestros votos y vuestros clamores han sido por Colombia, y porque de
tiempo inmemorial habéis pertenecido al territorio que hoy tiene la dicha
de üevar el nombre del padre del nuevo mundo ; mas yo quiero consul-
taros, para que no se diga que hay un Colombiano que no ame su patria
y leyes.
Tan primoroso documento produjo un efecto extraordinario.
£1 pueblo reunido pedia á gritos ser Colombiano ; y el Liber-
tador fué rogado por la generalidad de los gnayaquilenos para
que los recibiese b%jo la protección de Colombia, encargándose
del gobierno de la jJrovincia. — ^Accedió Bolívar, declarando
que esa protección sería toda paternal, y que de ningún modo
coartaría el principio de libertad de los representantes de los
pueblos para expresar francamente su opinión en la Asam*
Mea.*
* Parecerá extraño que Bolívar hiciese marchar faenas sobre Guayaquil,
cuando se trataba de ns acto que debía nacer de la libre voluntad del pueblo.
— ^La razón no faé coaccionar á OoayaquU, sino oponerse á la realización de un
150 VIDA DE BOLÍYAB.
La representación de la provincia, conforme á la convoca-
toria de la Junta de Gobierno, debia tener lugar el dia 30
de Julio.
El Libertador, pues, esperó á que corriera el término, sin
consentir en abreviarlo, como deseaban algunos consejeros de
corta prudencia, ignorando ser la prisa enemiga de la madu-
rez, 7 que mereció ser acusada de impróvida y ciega.
Festinatio improyida est ot caca.
En la realización ó cumplimiento de estas cosas tuvo lugar
un suceso de alta trascendencia, que no solo fijó la suerte de
Guayaquil sino que influyó en la independencia del Perú. —
Me refiero á la entrevista del General San Martin con el
Libertador : escena que tuvo detalles primorosos y que me-
rece un capítulo especial.
plan de que tuyo en Quito formal noticia el libertador. — Como Be sabia que la
división peruana que regresaba al Callao se embarcaría en Guayaquil» se formó
el proyecto de aproYecbar la estancia de aquella fuerza en la ciudad y de la
escuadra peruana que debia venir á recibirla, para proclamar la anexión de
GuayaquU al Perú. San Martin habia ofrecido dar mayor vigor al hecho, vi*
niendo con cualquier pretexto á esta ciudad. £1 Libertador frustró la intriga^
haciendo marchar sus batallones y trasladándose él mismo á Guayaquil
CAPÍTULO XXXIX.
1822,
San mabtin es opataquil — intrivista con el libertador — sucrsob oonsxouibntbi—
juicio sobrb bl peotbctor dbl perú— paralelo entre bolívar t san martin.
AL embarcarse San Martin con dirección á Paita, en la no-
che del 6 de Febrero de 1822, resuelto á encontrar á
Bolívar en Guayaquil, explicó de este modo el objeto de su
viaje :
£l Pbotectob del Pbrú. — Cuando resolví ponerme al frente de la
administración del Perú y tomar sobre mi el peso de tan vasta responsa-
bilidad, anuncié que en el fondo de mi conciencia estaban escritos los
motivos que me obligaban 4 este sacrificio. Los testimonios que he ruci-
bido desde entonces de la confianza pública, animan la mia, y me empo-
llan de nuevo á consagrarme todo entero al sosten de los derechos que he
Testablecido. Yo no tengo libertad sino para elegir los medios de con-
tribuir á la perfección de esta grande obra, porque tiempo ha que no me
pertenezco á mí mismo, sino á la causa del Continente americano. Ella
exijió que me encargase del ejercicio de la autoridad suprema, y me so-
metí con celo & este convencimiento : hoy me llama fi realizar mi designio,
cuya contemplación halaga mis más caras esperanzas : voy 4 encontrar en
Guayaquil al Libebtadob db Colombia : los intereses generales de 4m-
(161)
152 VIDA DE BOLÍVAR.
bo8 Estados, la enérgica tenninacion de la guerra qae sostencmoB y la
estabilidad del destino á qne con rapidez se acerca la América, hacen
nuestra entrevista necesaria, ya qne él orden de loe acontecimientos nos
ha constituido en alto grado responsables del éxito de esta sublime em-
presa. Yo volveré & ponerme al frente de los negocios públicos en el
tiempo scfialado para la reunión del Congreso, volaré al lado de mis an-
tiguos compafieros de armas, si es preciso que partícipe de los peligros y la
gloría que ofrecen los combates, y en todas circunstancias seré el primero
en obedecer la voluntad general y sostenerla.*
San Martin regresó de Paita á los pocos días, porque recibió
aviso que Bolívar no podia entonces ir á Guayaquil. Para
el 2 de Marzo se hallaba de nuevo en Lima. Allí aguardó
mejor coyuntura de ver al Libertador, y esta se le ofreció á
poco. — En la carta que le anticipó el 13 de Julio, le anunciaba
su visita y le decia : *' Aunque frustrados mis deseos en el mes
de Febrero por las circunstancias que ocurrieron entonces, pienso
no diferirlos por más tiempo : es preciso combinar en grande
los intereses que nos han confiado los pueblos, para que una só-
lida y estable prosperidad les haga conocer mejor el beneficio
de su independencia. Antes del 18 saldré del Callao, y apenas
desembarque en Guayaquil, marcharé á saludar á V. £. en
Quito. Mi alma se llena de pensamientos y de gozo cuando
contemplo aquel momento. Nos veremos, y presiento que la
América no olvidará el dia en que nos abracemos."
Por su parte, Bolívar que habia llegado á Guayaquil el 11
de Julio, escribió luego á San Martin una carta oficial, muy im-
portante, que concluia con estos conceptos : " Al acercarme al
Perú, me hallo más fuertemente animado del deseo de conocer á
V. E. y de emplearme en servicio de la nación peruana."t —
Esta carta que con otras dirijidas al mismo sujeto se hallará en la
colección, estuvo acompañada de una nota de carácter privado
en que Bolívar, con aquel estilo encendido y feliz, que era su es-
tilo, escribió íntimamente á San Martin invitándole á venir, y le
decia:
i Guayaquil, Julio 26 de 1821.
Es con suma satisfacción, <Mgnísimo amigo y Setlor, que doy á Yd. por
la primera vez el título que mucho tiempo ha mi corazón le ha consa-
* Oaceta de Qobiemo del Perú, No. 6. — Sábado, 9 de Enero de 1822.
f Carta de 23 de Julio de 1822 desde Guayaquil
VIDA DE BOliVAB. 153
grado. — ^Amigo le llamo á Yd. y este nombre será el solo que debe que-
damos por la vida, porque la amistad es el único vínculo que corresponde
á hermanos de armas, de empresa y de opinión : así, yo me doy la enho-
rabuena, porque Yd. me ha honrado con la expresión de su afecto.
Tan sensible me serfi que Yd. no yenga hasta esta ciudad, como si fué-
ramos vencidos en muchas batallas ; pero nó, Yd. no dejará burlada la
ansia que tengo de estrechar en el suelo de Colombia al primer amigo de
mi corazón y de mi patria.— ¿ Oómo es posible que Yd. venga de tan
lejos para dejamos sin la posesión positiva en Guayaquil del hombre sin-
gular que todos anhelan conocer, y si es posible tocar ?
No es posible, respetable amigo : yo espero á Yd. y también iré á con-
encontrarle donde quiera que Yd. tenga la bondad de esperarme ; pero,
sin desistir de que Yd. nos honre en esta ciudad. Pocas horas, como
Yd. dice, son bastantes para tratar entre militares ; pero no serán bastan-
tes esas mismas pocas horas para satis&cer la pasión de la amistad que va
á empezar á disfrutar de la dicha de conocer el objeto caro que se amaba
solo por opinión, solo por la fama.
Reitero á Yd. mis sentimientos más francos con que soy de Yd. su más
afectuoso apasionado servidor y amigo.
BoiivAB.
Serían las 7 de la mañana, cuando, no bien acabara el Liber-
tador de escribir y despachar esta carta, vinieron á anunciarle
que el buque conductor del Qeneral San Martin echaba anclas
en la Puna, (25 de Julio).
Su regocijo fué inmenso.
San Martin se hallaba á bordo de la Macedonia, Así lo par-
ticipaba el vigía.
En el acto, el Libertador destinó cuatro de sus edecanes á
cumplimentar al Protector y ofrecerle alojamiento en la ciu-
dad.— Uno de aquellos debia volver á participar la hora de la
entrada.
El Libertador habia hecho preparar la magnífica casa de Lu-
zarraga para hospedar en ella al Gefe supremo de la República
peruana.
San Martin agradeció las finezas de Bolívar y ofreció desem-
barcar al dia siguiente.
En efecto, en la mañana del 26 de Julio saltó á tierra. El
Libertador, acompañado de todos sus edecanes y de los Genera-
les que con él estaban, habia ido á recibirle fuera del tiro de
cañón, y dispuso que se hiciesen al ilustre huésped los honores
militares que le correspondían. El pueblo manifestó grande al-
borozo y victoriaba incesantemente al Libertador y al Protector.
154 VIDA DE BOLÍVAB.
— ^Las corporaciones y notables felicitaron á San Martin, y las
damas le hicieron la más delicada y amable acogida.
El General Salom con el estado mayor general, el Coronel
Morales con el estado mayor divisionario del Sur y el Síndico
procurador, á nombre de la ciudad, presentaron al ilustre hués-
ped el homenage de sus respetos.
Era San Martin hombre alto y bien formado ; de conti-
nente serio, y de maneras francas y sencillas. Hablaba poco,
aunque su conversación revelaba un hombre de mundo. Escu-
chaba al Libertador con aire respetuoso y circunspecto, y mani-
festaba en su admiración haber encontrado á su nuevo ilustre
amigo mayor de lo que él se lo habia imaginado.
Por su parte, el Libertador se esmeró en su afabilidad y ele-
gante trato. En la mesa estuvo al lado de San Martin y le ob-
sequió con deferencia.
Por la noche, después de la comida en que reinaron la alegría
y la franqueza, se retiraron á una pieza solitaria para tratar
sobre los asuntos que hacian necesaria la entrevista. — El Li-
bertador se paseaba. La fiebre de su alma no le dejaba quie-
tud.— San Martin hizo lo mismo; pero luego, abrumado quizas
por el peso de aquella situación inquietante y difícil de fijarse,
tomando una silla se sentó. — Bolívar se sentó también. Pero
volvió al movimiento que era la necesidad de su naturaleza.
¿ Qué pasó en tan larga, secreta y no interrumpida conferen-
cia ? ¿ Qué puntos se debatieron entre aquellos dos ilustres
personajes que se veian en las riberas del Guayas, habiendo
combatido el uno desde el Golfo Triste hasta el Ecuador sereno ;
el otro desde las orillas del Plata hasta las costas del Perú?
San Martin fijó tres graves y trascendentales puntos que Bo-
lívar discutió con su soltura y superioridad habitual. — El Pro-
tector no sostuvo ahincadamente sus ideas. Necesario es con-
fesarlo. Oyó al Libertador, y si no quedó convencido, no tuvo
caudal para la réplica, envuelto desde el principio en una at-
mósfera prestijiosa, en los lucimientos del sol que no le permi-
tían observaciones sino aplausos.
Las cuestiones de que se ocuparon fueron estas :
¿ Pertenecerá Guayaquil á Colombia ó al Perú... ?
¿ Será monárquico el gobierno que convendría dar á aqnella
VIDA BE BOIÍYAB. 155
sección de América ea qne ondeaba todavía el pabellón español
y que dentro de poco debía libertarse 7
¿ Ayudaría Colombia al Perú para adquirir bu independencia
y á qué precio ó condición ?
Hasta cierto punto, la primera cuestión estaba ya resuelta en
favor de Colombia ; sin embargo, el Qeneral Salazar, Ministro
del Perú cerca del Gobierno de Guayaquil, Lámar y otras per-
sonas influyentes trabajaban aun por la anexión al Perú ; y la pre-
sencia del General San Martin, y sus dudas, ó mejor dicho, sus
esperanzas en este punto, avigoraron los partidos que no eran
colombianos. — ^£l manifestó que sentiría en extremo que causara
8u presencia algún conflicto en el país por la diversidad de opi-
niones que sobre el territorio habia. — Boiívab le repuso mos-
trándole con decisión los derechos de Colombia á la posesión
de Guayaquil. " Después de todo, añadió, los padres de fami-
" lia y las personas más notables de esta ciudad me han dirijido
^ una representación pidiendo la incorporación de Guayaquil á
" Colombia. Sin embargo, están llamados expresamente los
'* Representantes para decidir sobre la materia, y en breves días
'* quedará resuelta. Yo he dejado al pueblo del Estado toda
" la libertad necesaria para constituirse."
San Martin pareció satisfecho, é hizo varias preguntas al Li-
bertador cuyas respuestas le dieron más luz en aquel delicado
negocio. — ^¿ Cuál será, inquirió, el general que mandará la divi-
sión auxiliar que debe ir al Perú á reforzar el ejército unién-
dose á Numáncia? — ^He destinado al General Juan Pablo
Castillo, dijo Bolívar, que ha servido á las órdenes de Yd. y
tiene por Yd. una decidida estimación.
San Martin quedó muy complacido y habló en términos muy
lisongeros del General Castillo.
Después trataron extensamente del objeto de la campaña, pre-
sentando el Libertador ideas muy luminosas sobre la América
y 8u destinos futuros, ideas que oía como sorprendido el Pro-
tector.— El estilo de Bolívar ejercía su poderosa fascinación. —
San Martin que no era partidario del sistema republicano, ma-
nifestó á Bolívar, que, en su concepto, no podia fundarse sólida-
mente la independencia de estas regiones americanas bsgo la
forma de gobierno adoptada. Le hizo una relación sucinta de
los pasos que habia dado con el Yirey Laserna para establecer
156 VIDA DB BOLÍVAR.
en el Peiii un gobierno monárquico, á cuyo efecto habia en-
viado á España de plenipotenciario á D. Juan Grarcia del
Rio, Ministro de Estadcx y ardiente partidario de los tronos, v al
General Jardissen....* Bolívar se sorprendió, y no tuvo emba-
razo en impugnar la conducta del Protector, exponiéndole lo
mucho que habian trabajado los colombianos para aclimatar
instituciones democráticas, inculcando en el pueblo ideas de
* En la " Historia de Bel^ano" por el General Mnas hay mochas pmebas
del monarquismo de San Martin, del propio Belgrano y otros argentlno6.^-A]lá»
en las orillas del Plata, no era extraña la idea de Uamar un Príncipe europeo
para gobernar el país. Ya conocemos lo qne ocurrió con D. Valentín Gomes
en Paris (pag. 14.) Ahora referiré otros hechos que se relacionan con aquel y
entre sL
A fines de 1812 el Sr. D. Antonio José Escalada, después suegro del General
San Martin, daba en su casa un gran banquete al gefe de " Granaderos de á ca-
ballo " y ¿ cuyo banquete asistieron los personages más caracterizados de la re-
voludon en las provincias del Plata ; entre estos se distinguían los Señores San
Martin, Belgrano, Rivadávia, Pueyrredon, Zapiola, Alyear, Murgüindo, Ancho-
rís, Monteagudo, Passo, Gómez (D. Yalentin) etc. Al servirse los postres, San
Martin se levaotó é invitó á los concurrentes para que le acompañaran á brindar
porgue todos los buenos patriotas, uniendo sus esfuertoSf concurri«sen resuettamenU
al ettahUdiniento de una monarquía eonsütucional como base indispen9<ü>U para
etseffurar la independencia y consolidar un orden de cosas estalle y adecuado á la
educación de pueblos cuyos hábitos y tradiciones de tres siglos le imponian esa
forma de gobierno, la única salvadora.,, I El Señor RivadáTia contestó con entu-
siasmo á San Martin rechazando enérgicamente su proyectada monarquía, incre-
pándole falta de patriotismo y sosteniendo con ardor la posibilidad de arraigar
las instituciones democráticas en el suelo argentino. La irritación de Rivadávia
con San Martin llegó á tal extremo, que amenazó á este con una boteUa de
agua, que le lanzara si el brazo de Airear no lo hubiera evitado. Tres años
después Rivadávia era monarquista y su misión á Europa en 1816 suministró
pruebas de su defección republicana. — Monteagudo fué también monarquista.
D. Manuel Sarratea, D. Bernardipo Rivadávia y D. Manuel Belgraho fueron
plenamente autorizados por el gobierno de las provincias unidas del Plata (era
entonces D. Gervasio Posadas) para tratar con el Rey Carlos FV d fin de conse-
guir deljueto y piadoso ánimo de su Magestad la institución de un reino en aquellas
provincias y cesión de él al Serenísimo Señor Infante D. Francisco de Paula
de Borbon 1 Dichos plenipotenciarios entraron en relación con el monarca por
medio del Conde de Cabarrus, hijo del Ministro que Uustró el reinado de Carlos
III y en 16 de Mayo de 1816 (en Londres) prometieron á Carlos IV una pensión,
otra á María Luisa como viudedad y otra al Príncipe de la Paz. Esta se fijó en
cien mil duros al año, durante toda su vida. En las instrucciones que Belgrano
y Rivadávia dieron á Cabarrus se comprobaba con hechos que la España no
podia subyugar la América; ¿porqué pues ofrecía el gobierno argentino á
Garlos IV aquel territorio para su hijo ?
VTOA DE BOliVAB, 157
propia dignidad en el hombre, j estdrpando el sentimiento de
abyección que era natural en los subditos coloniales* Le hizo
ver, con rasgos de una vivacidad elocuepte, el espíritu que ani-
maba á los granadinos y venezolanos y que no se convendría
jamas en reconocer en Colombia, como gefe de la Ilación, á un
Monarca. '* ¿ Oree Vd., le dijo, que sin ese sentimiento repu-
'' blicano los soldados de Numancia, todos colombianos, se ha-
^ brían resuelto á seguir el impulso de unos pocos oficiales pri-
^ fiioneros de Gundinamarca y el Cauca que estaban condenados
"^ á servir como individuos de tropa, y que obligaran á los gefes
" y oficiales de Numancia á pasarse á su campamento ? ¿ No le
^ hizo á Yd. impresión, que esos hombres al llegar á su cuartel
^ general le declararan que iban como auxiliares de Colombia,
" á cuya patria pertenecían ? Advierta Vd., General, que esa
" distinguida oficialidad de Numancia, con pocas excepciones, es
'^ venezolana, la mayor parte de familias distinguidas, que soste-
" niendo la causa del Rey, destinaron á los jóvenes de que hablo,
'^ á la carrera militar, y no obstante la educación que recibieron
" y haberse formado en la campaña combatiendo contra noso-
" tros, ha llegado á ellos el espíritu republicano y podemos con-
" tar con su lealtad y patriotismo."
En seguida, y después de haber hecho una relación de lod
nombres de tantos colombianos ilustres que no transijirian con
la idea monárquica, le agregó : "¿Qué diría el mundo de mí, que
^ he proclamado la libertad de los esclavos ; que la he dado á
" los que heredé ; y que dije al Congreso de Quayana que la re-
•' compensa que podrían merecer mis servicios era la ley de
" emancipación en favor de seres desgraciados, nuestros hermanos
" y compatriotas ? Jamas, General, contribuiré á trasladar al
" Nuevo Mundo los retoños de las viejas dinastías de Europa:
'* Si tal cosa pretendiéramos, Colombia en masa me diría que
" me habia hecho indigno del nombre de Libertador con que
" me han honrado mis compatriotas."
El General San Martin escuchaba con atención, y cuando
hubo concluido Bolívar, le contestó : " Bien se conoce, Liberta-
dor, que las crueldades de Morillo y de otros gefes españoles en
Colombia han exaltado el espíritu republicano y creado una
opinión que no será fácil variar, si hombres como Vd., Sucre y
Santander no le dan la dirección que exijen las verdaderas ne-
158 VIDA DE BOLÍVAR.
cesidades de estos reinos. Coosidere Vd. la poca civilización
de las colonias españolas : la heterogeneidad de sus razas : el
modo como está dividida la propiedad : la unidad de religión :
la aristocracia del clero : la ignorancia de la generalidad de
los curas : el espíritu militar de las masas, que es consecuencia
de estas guerras civiles prolongadas ; todos estos elementos
presajian una anarquía desconsoladora, cuando hayamos con-
cluido la guerra de la independencia ; y acaso entonces tendre-
mos que arrepentimos de haber querido fundar repúblicas
democráticas en este país. Si exceptúa Vd. á Caracas, Bogotá
y Buenos Aires en donde el estudio y los talentos han formado
algunos hombres, en el resto de la América, incluyendo las capi-
tales de Méjico y el Perú, no encontrará Vd. elementos republi-
canos : y en mi concepto, es muy fácil establecer monarquías
como en el Brasil. Cuando yo dejé la España alucinado coa
los escritos de Buenos Aires y de Colombia, creí encontrar ea
todo este hemisferio pueblos dispuestos á establecer la República ;
y con el más vivo patriotismo vine á trabajar por ella. Pero
confieso á Vd., que no tengo esperanza de ver realizada una Re-
pública en estos países ; y también confieso, que si Vd. se opone
á apoyar el plan que me he propuesto, no será exequible y
ofrezco entregar á Vd. la dirección de la guerra del Perú, y
que á Vd. le toque la honra de afianzar la independencia ;
puesto que Colombia ha iniciado, bajo la dirección de Vd. la
alianza y confederación de las nuevas' Repúblicas de la América
española."
El'Libertador le contestó rebatiendo estos argumentos y ma-
nifestando que la proclamación que se habia hecho de los prin-
cipios republicanos en el Nuevo Mundo, no era un hecho aislado ;
que era la consecuencia de una gran revolución de ideas que se
habia apoderado del mundo, de la civilización cristiana, cuyo pri-
mer fruto era la República de los Estados Unidos del Norte, la
fundación de la cual habia producido grandes resultados en Eu^
ropa, haciendo brotar la revolución francesa que habia conmo-
vido al Universo entero : le habló de las instituciones de Ingla-
terra, como una lumbrera de la civilización, y de donde habían
salido las instituciunes de la República modelo ; y que era más
fácil aclimatarlas en el suelo virgen de la América, que traer k
ella simulacros de monarquía, en donde no habia el elemento
VIDA DE BOLÍVAB. 159
aristocrático sino en caricatura. " ¿ Qué son á los ojos de Vd.
" General, le dijo, esos condes y marqueses de Lima, y los de
** Méjico, cuyas grandes fortunas reunidas no pueden ser sufi-
" cientes para establecer la aristocracia de una Corte ? No
" hablaré á Vd. de los títulos de Castilla en Venezuela, Nuevo
** Reino de Granada, Chile, Guatemala y Buenos Aires, porque
" son tan pobres que no pueden dar una comida á un Príncipe ; y
" basta saber que para ir á sus Estados, si así pueden llamarse sus
" haciendas, tienen que cabalgar en una muía ó en un caballo mal
" doctrinado, armados de polainas ó zamarros, con una manta,
" un sombrero de paja con funda de hule, á guisa de mayor-
" domos de sus mismas propiedades. No hay, pues, líii querido
" General, elementos de monarquía en esta tierra de Dios. Deje
" Vd. que se forme la república, y ella producirá dignidad eu el
" hombro ; se crearán necesidades y el hábito del trabajo para
" obtener el bienestar social j este producirá riquezas territoria-
" les que traerán la industria comercialy con ella la inmigración
" de la Europa en donde falta tierra para los proletarios y la
" encontrarán entre nosotros. Querer detener al género humano,
" no es posible ; y si Vd. consiguiera plantear monarquías en el
" Nuevo Mundo su duración sería efímera : caerían los reyes por
" sublevación de sus guardias de honor, para establecer la Re-
" publica ; porque una vez difundida la idea, como ha sucedido
" entre nosotros, ella no se extingue. Yo convengo con Vd.
** que puede sobrevenir una nueva revolución después de con-
'^ quistada la independencia, si no hay buen sentido para la
" la elección de magistrados. Grave y trascendental es la cues-
" tion que hemos tocado ; pero de difícil resolución cambiar el
" principio adoptado después de doce años de una lucha gloriosa,
" llena de ejemplos de abnegación y patriotismo. Ni nosotros,
" ni la generación que nos suceda, veremos d briUo de la República
" que estamos fundando. Yo considero la América en crisálida ;
" hcíbrá una metamorfosis en la existencia física de sus habir
" tanies ; en fin, habrá una nueva casia de todas las razas que
^producirá la homogeneidad delpiceblo. — No detengamos la mar-
^ cha dd género humano con instituciones que son exóticas ^como
'* he dicho á Vd., en la tierra virgen de América"
En cuando á pasar al Perú y tomar la dirección del ejér-
cito, el Libertador dijo que no podía hacer ni una cosa ni
160 TIDA DE BOLÍYAB.
otra 8ÍD la autorización del Congreso ; pero dejó entender
con mucha claridad al General San Martin, que si el ejército
de Colombia entraba en los términos del Perú, él iría perso-
nalmente á su cabeza sin ceder á ninguno la dirección de la
guerra.
Quedaron pues resueltas las tres graves cuestiones, j la en-
trevista terminó.
Al separarse, el Libertador preguntó á San Martin cómo
estaba la opinión por su gobierno en Lima ; San Martin con-
testó : saíis/actoriamenie, — ^Y bien, repuso el Libertador, á mí
eé me ha amargado el placer de haber visto á Yd. con la
noticia de la revolución que habrá estallado á la fecha en Lima.
— I Cómo, dijo San Martin ! — ^Entonces, Bolívar, sacando de la
faltriquera una carta del Teniente- Coronel Juan María Gómez,
Secretario de la Legación de Colombia, se la dio á San Martin.
Este la leyó ; conoció la defección de sus propios gefes, sospe-
chó la caida de su ministro y favorito Monteagudo y el trastor-
no de Lima, y dijo : *' Si esto ha sucedido, me iré á Europa y
diré un adiós eterno á la América del Sur "
En efecto, durante la ausencia del Protector, tuvo lugar una
commocion (28 de Julio), excitada por las opresoras medidas del
impopular Ministro de Estado Don Bernardo Monteagudo. *
San Martin no permaneció en Guayaquil sino solo 24 horas.
— Hubo fiestas, bailes, regocijos ; pero su espíritu no estaba
para otra cosa que para retirarse y abandonar la vida pública
que ya le hastiaba.
Disimuló toda su amargura, y se embarcó para volver al Ca-
llao.
Guayaquil quedó unido á Colombia
El Perú no fué monárquico
* Don Bernardo Monteagudo, coronel, era natural de Salta, en Buenos Aires,
y vino con San Martin al Perú, donde sirvió el ministerio de guerra y marina.
— En un " Manifiesto" que publicó en Quito hacia 1828, aseguró que al principio
de la revolución habia sido demócrata exaltado ; pero que luego habia cambiado
de opinión, porque la experiencia le enseJSaba que el mejor gobierno era la mo-
narquía.— Cuando lo echaron abajo en el Perú, donde fué muy impopular, se
embarcó en el Callao, no sin riesgo, para Guayaquil Después residió en Quito
hasta 1824, en cuya época volvió al Perú, y en Lima lo asesinó, el 28 de Enero
de 1825, por la noche, un negro, esclavo de un español llamado Mornia, que pro-
bablemente tuvo parte en aquel crimen.
TIBA DE BOliVAB. 161
Bolívar mandó las f lerzas que libertaron á los hijos del SoL..
¿ Qué partido quedaba á San Martin ?
JAegó al Callao á las 2 de la tarde del 19 de Agosto y reasu-
mió el mando el 21.
Los papeles que dieron noticias de su feliz arribo publicaron
la siguiente :
BXFBE8I0N DEL FBOTBCTOR DEL PERÚ RELATIVA AL LIBERTADOR.
13 26 de Julio próximo pasado, en que ture la satis&ccion de abrazar
al héroe del Sur, fué uno de los dias m&s felices de mi vida. El Liber-
tador de Colombia no solo auxilia & este Estado con tres de sus bravos ba-
tallones que, imidos á la valiente división del Perfi, al mando del General
Santa Cruz, vienen á terminar la guerra de la América, sino también re-
mite con el mismo objeto un considerable armamento. Tributemos todos
un reconocimiento eterno al inmortal Bolívar.
San HARTm. '*'
El Protector del Perú sabia ocultar por una conducta reser-
vada todo lo que no convenia á sus planes ó intereses. — ^En esta
coyuntura fué modelo de prudencia, de desinterés y de consu-
mada moderación.
El Libertador juzgó al General San Martin como debia juz-
garlo : un hombre sin doblez y bueno. — Escribiendo al Señor
Pefialver desde Cuenca, le decia : " El General San Martin vino
á verme á Guayaquil, y me ha parecido lo mismo que á los que
más favorablemente juzgan de él, como Francisco Ribas, Juan
Paz Castillo y otros." En efecto, San Martin no era hombre de
artificio. Tenia más sinceridad que astucia. Su semblante no
inspiraba recelo, y su opinión la emitia con candor. Educado
en España, hijo de español, y poco conforme con las ideas repu-
blicanas, creia, de muy buena fé, que podia gobernar un Príncipe
el Perú. — 'So vino á Guayaquil, como asienta el mal instruido
Torrente, " á conferenciar con el revducionario Bolívar sobre
el modo de fundar para ambos dos monarquías en la América
del Sur ; ni se agrió el ánimo de los dos campeones porque Bo-
lívar aspirase al mando general encubriendo todavía sus planes
de regia ambición." — San Martin, partidario de la monarquía,
no pretendia él ser Eey ; ni se imaginó siquiera ofrecerle á Bo-
lívar una corona ; porque desde luego vio en aquella figura el
ángd de la Ubertad. — '^ El Libertador no es lo que habíamos
* Gaceta del Gobierno de Lima, Na 18, del 24 do Agosto de 1822.
11
162 VIDA DE BOIÍTJlB.
pensado por allá/' escribía el Protector á O'Higgins ; y en la en-
trevista sobre el Guayas no ocurrió otra cosa que lo que dejo
referido. Bien lejos de haberse separado agriados aquellos dos
campeones, Bolívar estimaba á San Martin, y San Martin, en*
tusiasta de Bolívar, le recordaba siempre con cariño.
Es el Sr. Torrente quien tiene el secreto de agriar el ánimo
de sus lectores imparciales
*
Don José de San Martin, á quien titula su panegirista Vicuña
Mackenna el más grande de los criollos del Nuevo MundOy nació
en Yapeyá, pueblo de las misiones del Uruguay, el 25 de Fe-
brero de 1778. — Fueron sus padres nobles y españoles.
San Martin fué, como Bolívar, el cuarto hijo. — Joven de ocho
años pasó á España y entró en el Seminario de Kobles de Ma-
drid.— En 1789 tomó servicio de cadete en el regimiento de
Murcia y se batió contra los moros en Melilla y en Oran, y con-
tra los franceses en Cataluña, en el tiempo de la Bepública fran-
cesa.— En 1801 entró en Portugal como teniente de una compa-
ñía. En 1808 era ayudante de campo del General Don Fran-
cisco Maria Solano, Marques del Socorro, Grobemador de Cádiz«
— San Martin hizo en seguida la campaña de Bailen, sirvi^do
en la vanguardia de Castaños, á las inmediatas órdenes del Mar-
ques de la Romana. Allí obtuvo el grado de capitán que le
dio la Junta de Sevilla, y poco después alcanzó el de teniente-
coronel. — A fines de 1811 se embarcó en Cádiz y se fué á Loo-
dres, y en los últimos dias de aquel año se embarcó para Bue-
nos Aires con otros jóvenes americanos El 13 de Marzo de
1812 pisaron el continente de Colon.
San Martin desde luego comenzó á trabajar por ia libertad de
la América : primero en Chile, después en el Perú. Las accio-
nes de Maipó y Chacábuco son sus glorias. Ya le hemos visto
en Guayaquil. Bolívar, que era superior, le venció en la con-
ferencia tenida en esta ciudad, y San Martin se retiró á Chile con
O'Higgins, vino á Mendoza y dé allí se dirigió á Europa en
1823. Un año después (1824) viajó por Escocia, Francia 6
Italia. En 1825 estaba en Bruselas. — ^En 1828, San Martin vol-
vió á visitar la América, embarcándose en Falmouth en un pa-
quete inglés para Buenos Aires. En Abril de 1829 estaba en
Montevideo. Desagradado con la situación de las cosas politicaa
VIDA DB BOliVAB. 163
de a(]aella sección de América, regnssó á Europa j se estable-
ció en París, donde residió hasta 1848, época en qne vino á Bo-
logne, 7 allí mnríó el 17 de agosto de 1850, á las dos de la
tarde, á los 72 años j 23 dias de una honrosa vida.
Sus restos fueron depositados el 19 en la bóveda de la cate-
dral de Bologne.
De la reseña biográfica de San Martin, escrita por el Señor
Vicuña, saco estos paralelos entre Boiítab y San Martin :
" San Martin es el primer Capitán americano que sabe orga-
nizar un ejército en todos sus detalles : trazar un plan fijo de
campaña : Recatarlo con soldados como sobre un mapa, y llegar,
á fuerza de combinaciones estratégicas y de recursos de ciencia,
á un fin dado. San Martin es un gran combinador y ejecutor
de planes. — Bolívar es el hombre de las supremas é instantár
neas inspiraciones, del denuedo sublime en los campos de la glo-
ria. San Martin liberta por esto casi la mitad de la América
sin batallas ; Bolívar da á los españoles casi un combate diario,
y vencido 6 vencedor, vuelve á batirse cien y cien veces.
Mientras San Martin organizaba en el rincón de Mendoza el
ejército libertador (1816) ; BoUvar refugiado en los Gayos re-
clutaba la abunda cruzada de la emancipación, y ambos cami-
naban i un mismo fin. — Lima era el faro que lucia en el hori-
zonte, y el campeón del Norte lo veia brillar en cada una de las
sangrientas batallas con que fué adelantando desde Garabobo á
Bombona hacia el Sur sus huestes invencibles. — San Martin, fija
su vista en la costa del Pacífico, no apartó su mente un solo ins-
tante de aquellas puertas de bronce llamadas el Real Felipe y el
Sol que cierran la entrada del Callao. ¿ Cuál llegará primero ?
— ^Este es la gran carrera de los dos OEirios, en la que les vemos
empeñados sin perder aliento, hasta que, casi exánimes de gloria
y de fatiga, se echa el uno en brazos del otro en el malecón de
Ouayaquil.
Nunca el Eterno acercó con su mano inescrutable dos seres
mas extraordinarios, en hora más solemne y sitio mejor elejido.
8on dos hemisferios, dos zonas, dos mundos que se juntan....
Y aquel insondable contraste que ha aparecido en la cuna, no
se borra ni en el sepulcro
Bolívar, caudillo improvisado de las huestes de su patria re-
belada, se presenta en el campo sin maestros ; él inventa una
[
164 TIDA DE BOLÍYAB.
guerra de prodigios.... En 10 años cnenta 14 campañas y otras
tantas batallas de fila. San Martin no hizo sino la campaña de
Chile y la del Perú, no dio mas batallas que las de Maipó y
Chacabuco. Pero Bolívar, como caudillo militar de un pueblo,
es mucho más grande que' San Martin, generalísimo de los ejér-
citos.— Bolívar se asimila por el heroismo, por la constancia, por
la gloria, por sus desastres mismos, á la Nación, que marcha tras
sus pasos en ardientes tropeles ; y así, cada una de sus grandes
batallas es seguida de las ovaciones delirantes de la muchedum-
bre, que siembra de laureles sus pasos de vencedor. Da la ba-
talla de Carabobo el 24 de Junio de 1821 y entra en Caracas,
libre, cinco dias más tarde ; liberta á Cundinamarca en Boya-
cá (7 de Agosto de 1819), y á la mañana siguiente penetra en
Santa Fé. Violenta los pasos del Juanambú en Bombona (Mayo
de 1822), y antes de que termine aquel mes, es dueño de Quito.
— San Martin, vencedor, en oposición á aquel, oculta la aureola
de su frente en su manto de viagero..... y entra alternativamente
á Santiago, á Buenos Aires, á Lima, más como peregrino que
como el hijo de las victorias.
BoLÍvAB 1 ¡ cuan gran figura en todos los siglos y en todas
las naciones ! Durante sus dias de grandeza americana que se
prolongan por el espacio de 20 años cumplidos, el cielo del con-
tinente está enrojecido de luces ardientes y un estremecimiento
volcánico se hace sentir en todos sus ámbitos. — ^Bolívar está á
caballo I Por todas partes se cruzan los ejércitos. Los caminos
de los llanos marcan en espesas polvoredas, movedizas, el avance
de los ginetes, mientras que los agrestes desfiladeros repercuten
el eco de las dianas militares que anuncian el alba en todas las
montañas. Los campanarios de todas las aldeas echan á los
vientos los anuncios de las victorias de la tarde y la mañana ;
y las ciudades populosas siembran de flores el tránsito de los
que llegan en su rescate, al paso que todos los campos se blan-
quean con los huesos de los que han muerto en la demanda. To-
dos tiemblan y todos esperan — Boiíyaa I Esta palabra es el
grito -de salvación en el naufragio de la América ; y las madres
en las noches de pavor, cuando truena á lo lejos el cañón de la
batalla, apartan de sus convulsos senos el labio de los hijos para
enseñarlos á balbucear aquel nombre de redención, Bolítab el
Libertador I
VIDA DE BOLÍVAR. 165
Desde Ciimaiiá á Potosí nada le ha detenido. Ha destrozado
vireinatos, ha borrado todas las líneas de las demarcaciones
geográficas : ha rehecho el mundo 1 ^Qaita su nombre á la Amé-
rica, y da á la parte que ha hecho suya el nombre de Colombia, y
más adelante decreta el suyo propio á su última conquista. Su
caballo ha bebido las aguas del Orinoco, del Amazonas y del
Plata, las tres grandes fronteras que dio la creación al Nuevo
Mundo. Pero él las ha suprimido en nombre de la gloria, esta
segunda creación de la omnipotencia...
Semejante á aquel rio de los trópicos, el mayor del Universo,
que cuando sale de madre, en las súbitas creces del verano,
baña en un solo dia comarcas tan vastas que formarían por sí
solas un dilatado imperio, y arrasa en sus hinchados turbiones
los bosques como deleznable yerba, y se desborda por la cima
de las montañas que comprimen su cauce, Bolívar, hijo del Ama-
zonas, desciende desde las montañas de Aragua é inunda de ba-
yonetas todos los valles de América, que aclaman sus victorias.
— San Martin, el coloso de los Andes, ha ido levantándose á se-
mejanza de aquellas calladas moles que los geólogos afirman han
brotado en recientes siglos sobre la costra de la tierra, alzándose
lentamente en silenciosa magestad. — Bolívar apenas cabe en la
estuaria del más grande de los ríos de la América. El pedes-
tal eterno de la gloria de San Martin está fijo en la cúspide de
los Andes...
Bolívar es el vuelo, el ave, el águila de las sabanas que se re-
monta hasta los astros y hace resonar, bajo la bóveda del firma-
mento, los roncos gritos de sus victorias. Para juzgar á San
Martin es preciso, al contrario, descender á los abismos, interro-
gar sus sienes de granito, pedir á los arcanos eternos la expli-
cación de su grandeza, acusada á veces de terrible, pero incom-
prensible todavía.
Y cuando la hora del éxito llega para los campeones, de
cuan distinta suerte la acojen sus almas tan diversamente tem-
pladas y tan diversamente grandes. — Hemo% ganado completa-
mente la acción ; tal es el boletín de Maipó. — La América del
Sur, exclama Bolívar, empinándose sobre los Andes que re-
suenan todavía con las descargas de Ayacucho : la América del
Sur está cubierta de los trofeos de vuestro valor ; pero Ayacu-
cho^ semejante al Chimhorazo, levanta su cabeza erguida sobre
166 VIDA DE BOIÍYAB.
todos. Soldados colomManos ! OsrUeno/res de vicúorias alar'
guen vuestra vida hasta él término dd mundo I
Otra diferencia de soldados y caudillos. — Bolívar es solo.
Nadie manda donde él manda. Nadie puede donde él está,
porque él es todopoderoso. — San Martin, hijo de las L&jias, al
contrario, se vé sujeto, bajo ley de muerte, á una tenebrosa su-
bordinación que al fin lo pierde. Bolívar, después de Chaca-
buco, no halbría repasado los Andes, solitario viajero. — ^Habría
desobedecido al Eterno y con la lanza en los ríñones de Ordo-
ñez, habría entrado junto con él á Talcahuano.
Gomo hombres, la diversidad es aun más sostenida. — Bolívar
tiene la organización del águila, la estructura nerviosa, la mira-
da de fu^o, la tez bronceada, el paso ágil, el corazón siempre
encendido. San Martin, semejante á los robles de las primiti-
vas selvas en que vio la luz, encubre bajo su ruda corteza todo
lo que hay de ardiente y de fecundo en la savia que le alimenta.
Bolívar más joven, más brillante, mejor dotado que San
Martin en todo lo que deslumhra y fascina, se presenta en la lid
de la América como el paladin que tributa culto de adoración á
una deidad celeste y le jura su lealtad caballerezca hasta su
postrer suspiro. Por eso condenado á dejarla, repudiado por
ella, nada ni nadie alcanza á arrancarle á la playa querida, y
muere en Santa Marta, porque su alma no podia desprenderse
de aquella tierra de Colombia que era la beldad de sus amores.
— San Martin, al contrario, severo é inflexible, tuvo en nu^tro
suelo la misión de un padre. Cuando creyó que no era necesa-
ria 6 se desconocía su tutela, dijo un adiós eterno al suelo que
habia redimido y se fué á amarlo en silencio más allá del mar...
BoLÍYAB gran capitán, gran poeta, gran orador, todo á la vez
es la prodijiosa multiplicidad de las facultades del genio. San
Martin es la inflexible unidad del genio mismo.
CAPITULO XL.
Fm DE 1822.
CaJKTA DIL LIBISTADOE al MABQVn DSL TOBO— DBSPBBrDIHnOITO DI BOLÍTAR— SO
JUICIO 80BBB BL IMPBRIO DB ITUBBIDB— GUAYAQUIL 8B ADmBEB X COLOMBIA— IN-
SrRRBCCIOSr DB pasto— SUOBB DBBBOTA 1 LOS PA8TU808 T OCUPA LA CAPITAL — BNIÍB-
OIGA BZPBBBIOV DBL LIBBBTAOOE BV PAVOE DBL SOBTBNIMIBMTO DB LA LBT FUNDA-
■BXTAL pB COLOMBIA.
A LOS que como 70 poseen los secretos del Libertador, sqs
íntimos pensamientos y deseos, sus cartas, familiares, les
mueve á risa 7 menosprecio aquello de ''regia ambición" 7
*^ aspiración de mando general " de que habla calumniosamente^
el Señor Torrente cuando trata de paso la entrevista de San,
Martin con Bolívar. | Prurito, de ofender á diestro 7 á sinies
tro, á tontas 7 á locas I Puede venirse en conocimiento de lai
falsedad de la imputaoion, leyendo la carta que en aquellos mis-
mos dias escribió el Libertador desde Quito al Marques del
Toro 7 á su hermano- D^ Femando.*^— Después de la rendición
de Pasto» consecuencia de los lauros inmortales de Bombona,,
entró Bolívar en QgúU^ 7 allí fué recibido con entusiasmo indes»-
^ B% haUa «n la odeooioii.— 21 da Junio de 1SS2.
168 VIDA DE BOLÍVAR.
cribible. Las demostraciones más exaltadas de la gratitud j de
la admiración parecian poco para hónrale. — Vencedor de todos
los gefes españoles, desde Correa hasta Morillo y Latorre en
Venezuela; hasta Basilio Garcia en las provincias del Ecuador ;
caudillo de la libertad, domador de los montes sobre los cuales
alzara sus banderas la tiranía ; fundador de Colombia, Bolívar
era considerado como un ser privilegiado del cielo y de la for-
tuna.— Otro menos desprendido, de corazón menos republicano,
hubiera aspirado á lo que dice Torrente : al mando perpetuo, á
regios resplandores ; pero Bolívar no se parecia á los hombres
comunes que Torrente conoció, y lejos de engreirse con sus triun-
fos ni de ver en ellos una base de propósitos de orgullo y tira-
nía, en medio de los halagos más fervorosos, escribia á los
Toros :
Ustedes habrán visto por mi proclama de Pasto, que la paz y la liber-
tad han marchado tras los pasos del ejército de Colombia : que de guerra,
nada nos falta que hacer.
Este hermoso país, tan colombiano y tan patriota, que ninguno le ex-
cede en estos sentimientos, es bien fértil, poblado, y ofrece las más bellas
esperanzas : formará el más grande departamento de Colombia, y el Ge-
neral Sucre, su libertador, lo mandará con el mayor aplauso de sus pueblos.
Yo estaré algunos meses por esta parte : después, á fines del afio, iré á
Bogotá á renunciar mi presidencia, porque ya he concluido dichosamente
los encargos de mi oñcio de soldado. Ya en Colombia no hay españoles,
y ya he cumplido por consiguiente más allá de mis esperanzas la obra in-
estimable de la paz. Yo me debo á mí mismo la separación de los nego-
cios públicos, porque habiendo encanecido en el servicio de la patria,
debo dedicar el último tercio do mi vida, á mi gloria y á mi reposo. No
me creo capaz, m quiero creerme con los medios suficientes de llevar ade-
'lante administración alguna. Mi arenga al último Congreso ha descu-
bierto hasta el fondo mi corazón. Me he sometido al servicio militar,
r porque era necesario vencer ó morir; pero pora mandar no hay tal con-
iUcto, porque hasta la deserción misma os un rasgo de heroísmo. Yo no
' sé d el reposo que tanto anhelo me sea tan necesario, pero puedo asegu-
rar, que mis sentidos me piden descanso, y que cierto intervalo puede
Tolverme la actividad que empieza á faltarme. Puede ser que cuando
vuelva á la clase de Simón Bolívar, quiera desear de nuevo la presiden-
• da. Siquiera se me debe conceder este oapricho en recompensa de mis
•servicios. Kada se debe temer por mi separación del gobierno, porque
.mi persona siempre estará pronta á cuanto se me ez^a en el peligro de la
patria.
Mis queridos Amigo^ reciban Yds. él corazón de
SncoK BoiivAiu
VTDA DE BOLIVAB. 169
He aquí, pues, la regia ambición de Bolívar I ¡ He aquí los
proyectos de mando y de poder exclusivo I Escribía á sus más
íntimos amigos : á Fernando Toro que amaba como á un her-
mano, con quien viajó en Europa, y de quien tenia los más gra-
tos recuerdos y las pruebas más finas de amistad y cariño desde
la infancia ; y no le hablaba, en la confianza del corazón, sino de
separarse de los negocios públicos y no mandar más... 1 Torrente
^uzgó á Bolívar por la medida de Napoleón, de Carlos V, de
César, de Bayaceto, y se engañó. — La guerra sirvió á aquellos
para levantar pendones de familia y erigir tronos sobre los es-
combros que dejaban sus ejércitos ; y la sangre de millares y
millares de hombres solo fué fecunda en diademas y coronas im-
periales ; pero Bolívar, cuya vida- es un poema de redención,
" BoKvar no hizo más que derramar derechos entre los hombres ;
sus manos no empuñaron sino el hacha que despedazaba las ca-
denas de la opresión ; su voz no resonó sino para convocar
Congresos populares ó promulgar la existencia de nuevos lista-
dos sobre la tierra.
I Sueños parecen esos portentos... ! I Y son las obras de un
mortal I"
Nótese de paso en la carta que dejo copiada, y como una
prueba del desinterés admirable de Bolívar: desinterés que
no se une ni coexiste con la ambición de mando general y
los resplandores regios de que pretende acusarle Torrente ;
nótese, digo, el entusiasmo con que habla el Libertador de Su-
cre, llamándole d Libertador de las regiones ecuatorianas.
\ Cómo veía sin celo y sin mortificación la gloria de sus te-
nientes I Boiíyab, vencedor en Bombona, cuando Sucre triun-
faba en las faldas de Pichincha, no habla de sus hechos, ni
mienta siquiera su victoria, para dejar toda la honra y el mé-
rito de la libertad del Ecuador al General Sucre. — ^Escribien-
do al Gobierno de oficio, le decia : '^ Lo que ha colmado la
^ dicha de las armas colombianas es la victoria alcanzada al
"' pié del volcan de Pichincha, sobre Quito, donde Sucre se ha
*' llenado de gloria." — Ahora, escribiendo particularmente á sus
amigos, les dice : " Sucre es el Libertador del Ecuador." — Ese
desprendimiento, que es raro aun en las almas mas bien nacidas
y generosas, y que forma en la vida de Bolívar un asuntó bellí-
nmo de constante admiración y estudio, era un título cierto de
170 VIDA DES BOliVAB.
en grandeza* Aquel corazón tan elevado : aquel genio ardiente :
aqnel espirita infinito y laminoso era proCandamente modesto....
Antes de entrar de nuevo en la serie de los sucesos que se
cumplieron en este afio de 1822 por el cual va mi relación, afia-
diré otra prueba de lo distante que Bdiívar estaba de sentir
"^ ambición regia.'' — Ohoeante é irrisoria le pareció la idea de
establecer un trono en el Perú, como San Martin queria ; y sin
violar la reserva que la conferencia con este tuvo, ni suscitar
odios entrañables contra el Protector, se propuso sin embargo
combatir el propósito de tronos en América : propósito que con-
sideraba más absurdo que peligroso. Extravagancias, decía ;
d sudo de la América, emxndido con las Uamas de la libertad,
devoraria ¡os tronos. Nuestros pud>los ricos de fantasía, im-
presionaMes, de inteligencia rápida, de valor arrojado, y en los
cuales se ha despertado ya el amor fuerte á la ind^f>endencia y la
igualdad, no corhsentirán jamas reyes ni tiranos que los opriman...
Escribiendo al Señor Peñalver, desde Cuenca, y burlándose del
trono de Iturbide, le decia : " Ya sabrá Vd. que Iturbide se
" hizo Emperador por la. gracia de Pió, primer sargento. Sin
" duda será muy buen emperador : su imperio será muy grande
" y muy dichoso, porque sus derechos son legítimos, según Vol-
" taire, por aquello que dice :
Le premier qui fdt roi fíit un soldat henreux.
" aludiendo sin duda al buen Nemrod. — Mucho temo que las
" cuatro planchas cubiertas de carmesí que llaman trono, cuesten
'' más sangre que lágrimas y den más inquietudes que reposo. —
" Están creyendo algunos que es muy fácil ponerse una corona
" y que todos la adoren ; y yo creo que el tiempo de las monar-
" quías f«é, y que hasta que la corrupción de los hombres no lie-
" gue á ahogar el amor á . la libertad, los tronos no volverán á
" ser de moda en la opinión. Yd. me dirá que toda la tierra
^ tiene tronos y altares ; pero yo responderé que esos monu-
^ mentes antiguos están todos minados con la pólvora moderna,
" y que las mechas eneendidas las tienen los furiosos, que poco
^ caso hacen de los estragos/'
I Qué sonrojo no causaría al Señor Torrente haber escrito lo
que escribió, si hubiera conocido estas opiniones del Libertador I
— ^Abandonémosle en su ingrata ocupación, bebiendo en la oor-
VIDA Dfi BOLÍVAR. 171
rompida fuente de José Domingo Diaz, hombre acriminador, y
lafttiroando la agena cordura con calumnias 6 narraciones desfi
guradas ; y sigamos nosotros el hilo de los acontecimientos en
Guayaquil y loa departamentos del Sur donde se hallaba el hé-
roe cuya vida llena nuestra atención.
£1 30 de Julio, conforme con el decreto de conyocatoría, se
reunió la Junta electoral, que se llamó también Bepreaentadan
de la provincia de Guayaquü^j por aclamación acordó reunirse
á Colombia. Quedaron de este modo extinguidos los partidos,
destruido un elemento de disgusto y consumada la integridad
de la República. — El Libertador nombró al Coronel Salom in-
tendente de aquel departamento, y felicitó á los guayaquileños
porque " el cielo les habia destinado aquella dicha ; " resta-
bleció el consulado : dictó nledidas para mejorar la adminis-
tración publica y promovió cuanto pudo la prosperidad de
aquella hermosa comarca colombiana. En seguida marchó
para los confines meridionales de la República (1^ de Setiem-
bre), á visitar aquellos pueblos que las leyes escudaban con
BU protección. — ^El Libertador pensaba que el Sur seria nues-
tra reserva en todos los casos de apuro ; así, " procuraba, co-
'^ mo él mismo decia, hacerle todo el bien imaginable, de mo-
" do que cada provincia en particular recibiera un señalado be-
"neficio. Me he propuesto, (escribía á Peñalver en la carta
" antes citada) ; me he propuesto mejorar cuanto esté en lo
*' posible un país que tiene vecinos seductores y rivales, con
^ el objeto de que nuestra buena conducta sea toda su defensa."
No debo omitir que, antes de moverse el Libertador de Gua-
yaquil, hizo marchar los batallones " Pichincha," '^ Yaguachí"
y " Vencedor en Boyaca" (2,500 hombres), con un considerable
armamento, para el Callao. — Tales fuerzas, unidas al batallón
Numáneia que Bolívar llamó VoUigeroé de la Guardia, hablan
de componer la división colombiana auxiliar del Perú. Mandá-
bala el General Castillo, que tenia bajo sus órdenes á los coro-
ndes José Maria Córdova y Jacinto Lara. — El Libertador creia
de nna apremiante necesidad destruir las fuerzas espafiolas en
los antiguos dominios de los Incas ; porque de otro modo, decia,
no goearimos nunca de paz degura. Por eso ofreció á San Mar-
tin su expontánea cooperación ; por eso propuso desde Cuenca
172 VIDA DE BOLÍYAB.
nuevos planes para continuar activamente la guerra : ofreció
4,000 hombres más de tropas colombianas * é instó á los gobiei^
nos de Chile j Buenos Aires para que prestaran iguales socor-
ros á fin de arrojar a los españoles de todo el Continente ;
porque de citaJquier jmnto amenaza/rán la libertad de todos lofi
Estados.
Y no se engañaba Bolívar; que logramos á veces suspender las
iras del enemigo, pero no ahogarlas jamas. Y era claro que de
nuestra templanza le nacerían mayores brios, y que habría sido
costosa á Colombia la resolución de dejar al espa&ol potente en el
Perú.
Cuando el Libertador visitaba los distritos meridionales de
la República para beneficiarlos en lo que era dable, un tal B^
nito Bóves, turbulento y sanguinario, que muchos tienen por so-
brino de la Furia de 1814, y que era de los capitulados en Quito
con Aymerich, se escapó del depósito de prisioneros y se levantó
en Pasto con algunos dispersos españoles que le siguieron. Pre-
sentóse en la ciudad desguarnecida, y todo el pueblo victoreó á
Fernando VII ( 28 de Octubre). — Enseñoreado Bóves de la ca-
pital, derrotó á Obando, gobernador de la provincia, y se apo-
deró del resto de esta hasta Tulcan. — ^El Libertador ocurrió ea
el acto con las medidas más activas y eficaces para sufocar
aquella insurrección. Marcharon fuerzas sobre la infiel Pasto,
baldón de América, y designóse á Sucre para comandarlas. Eu
la cuchilla inaccesible de Taindala fué infeliz el mejor soldado
del Ejército Libertador. — Los pastusos hicieron frente con im-
pavidez á Sucre, y clamando á Fernando VII, rechazaron á aquel I
Y con Sucre estaban oficiales como Sándes tan bizarro, Salom
tan sereno en el peligro, Luque tan intrépido....! ¡Verdad es
que hay dias aciagos, en los que nada sale bien ni con las ma-
yores diligencias 1 Hasta en el entendimiento hay vez, decia un
antiguo, que ninguno supo á todas horas.... — ^Volvió Sucre, ya
asistido de mayores fuerzas, y derrotó á los soldados de Bóves.
Intimó al Cabildo de Pasto la entr^a de la ciudad ; mas aque-
llos hombres eran tan obstinados y tan ignorantes, que pren-
dieron al emisario. Preciso fue atacar la ciudad y trabar el
combate en sus mismas calles. Al fin huyeron los realistas,
unos con Bóves hacia las montañas de Sebondoy, camino del
* Oficio de 9 de Setiembre fechado ea Goenca.
VIDA DB BOIÍYAB. 173
Amazonas, otros al Jnanambtí, ocultándose en el desierto del
Castigo. — Las monjas y un corto número de mugeres, ancianos
7 enfermos, he ahí todo lo que se encontró en Pasto. El resto
de la población huyó por no recibir en su seno á los enemigos de
la inquisición y del benéfico Femando. | Puede haber mayor
insania, mas crasa y lamentable estupidez I — La rebelión de
Pasto y una experiencia de todos los dias, á contar desde el me-
morable 19 de Abril de 1810, habian enseñado que de nada va-
lian las generosidades y beneficios que se dispensaban á los rea-
listas, y que para contar con sosiego era preciso quitarles todo
medio de ofender. La tranquilidad pública exigia fuertes pro-
videncias, dolorosas, si se quiere, pero inevitables. — Bolívar cas-
tigó á Pasto y tan seyeramente, que su escarmiento resonó
en todos los ángulos de Colombia.
Doy fin á este año tan prolijo en sucesos de todo género, con
la indicación de los proyectos que concibieron algunos ciudada-
nos partidarios de novedades de irreparable daño, k saber : que
el Congreso de 1823 reformase la Constitución y estableciese
en Colombia el sistema federativo. — £1 Congreso de 1823 era
el primer Congreso Constitucional y no tenia poder para alterar
el pacto fundamental. Esto no embargante, El Anglo-Colotn-
biano en Caracas y M Insurgente en Bogotá sostenían con tesón
el proyecto desorganizador y lograron difundir la idea de que
la Constitución debia variarse. — Peligrosos políticos (si ya en
su intento no habla alguno dañado fin), que no velan la turbación
del orden en la instabilidad del fundamento constitucional que
á todo trance debe conservarse, siendo el alma de la república,
7 en la cual no pueden arbitrar los magistrados y diputados á
quienes solo toca su custodia y defensa, porque la reforma
pertenece derechamente al pueblo. — Bolívar estaba en Tulcan
cuando le fué la nueva de los proyectos insensatos de los nova-
dores.— La idea de federación tenia de antemano su anatema,
como sabemos. — ^El disgusto, el horror de las agitaciones su-
balternas, interminables y estériles de la anarquía, que está co-
mo en germen en la federación ; la evidencia de sus males, la
inteligencia de los peligros que se aumentan con la fracción del
poder público, las rivalidades de los Estados, el antagonismo y
los celos secretos de las pequeñas capitales todo esto, que el
Libertador penetraba claramente, le hacia odiosa tal forma de
174 TIDA BE BOLfyiB.
gobierno, inconveniente para la América del 6nr ; más lo que
puso el colmo á su sorpresa fué la facilidad que muchos halla-
ban para trastornar la existencia interior de la nación j la obra
de tantas virtudes j de tan costosos sacrificios : la obra de doce
años de combates, de infortunios, de heroísmo; de sangre j glo-
ria En el acto tomó la pluma y le escribió al Congreso y al
Vicepresidente Santander : " Fiel á mi juramento, decia al pri-
^' mero, de obedecer la ley fundamental de la República, reitero
'^ á los Legisladores de Colombia mi promesa de morir antes, la
" espada en la mano, á la cabeza del ejército de Colombia, que
" permitir que se huelle el pacto de unión que ha presentado una
'* nación al mundo compuesta de Venezuela y Nueva Granada.
'* La Constitución de Colombia es sagrada por diez años ; no 96
" violará impunemente mientras mi sangre corra por mis venas
" y estén á mis órdenes los Libertadores^^
" Y. E. sabe, le decia al segundo ; y Colombia entera lo sabe
" también, que yo he consagrado mi vida á la integridad de Co-
'' lombia, á su libertad y á su dicha. Mi política ha sido siem-
'' pre por la estabilidad, por la fuerza y por la verdadera liber-
'^ tad.... La constitución es inalterable por diez afios ; y pudiera
'* serlo, según el Contrato social del primer republicano del mun-
'^ do, pudiera serlo, digo, inalterable por una generación entera ;
'^ porque una generación puede constituirse por su vida. — La so-
'* beranía del pueblo no es ilimitada ; la justicia es su base, y la
" utilidad perfecta le pone término. ¿ De dónde, pues, pueden
" creerse autorizados los representantes del pueblo para cambiar
." constantemente la organización social ? ¿ Cuál será entonces
" el fundamento de los derechos, de las propiedades, del honor,
** de la vida de los ciudadanos ? Valdría más vivir bajo el feroz
^' despotismo; pues, al fin, el sagrado del hombre tendría algún
" apoyo en el poder mismo que le oprime. Yo me creo autoriza-
" do á instar al Poder Ejecutivo para que haga los esfuerzos más
" eficaces á efecto de procurar que la actual Legislatura no al-
" tere en nada el Código fundamental. To declaro por mi parte
'' que, ligado por un juramento á este Código, no debo obedecer
" á ninguna ley que lo vulnere y viole, y que mi resolución es
" separarme de Colombia antes de dar asenso á las leyes que
" aniquilen la obra maravillosa del Ejército Libertador."
El tono decisivo de Bolívar frustró los proyectos de altera-
VIDA DB BOLÍYAB. 175
cion de la ley fundamental é hizo desaparecer las indiscretas
ideas de federación. Sin el celo del Libertador por el mante-
nimiento de la Constitución de Colombia, ¿ cnanto habría durado
esta ? Y con sn alteración, | qné ancha puerta no se hubiera
abierto al desborde de las pasiones, á la injusticia, á los enga-
ños, á las sediciones 7 conspiraciones 7 á muchos abusos 7 males
gravísimos que nos habrían conducido pronto al terreno de la
anarquía I — Los novadores hablaban en nombre de la libertad.
Este era el disfraz con que ellos se vestían. La libertad vive
en el orden. Bolívar quería religión sin intolerancia : liber-
tad sin desenfreno : igualdad sin abatimiento : poder sin despo-
tismo.— Ellos querían otra cosa licencia I
lácense the7 mean when they cry liberty.
( MiLTOM.)
CAPITULO XLI.
1823.
HbdIDAS TOVADA8 POR ML LIBERTADOR RN PASTO— MARCHA X QUITO T CÜATAQUIL^
BL GOBIBRKO DBL PBBÚ DBTÜBLTR LA RXPRDICION AUXILIAR— BOLÍVAR HACB GltAV-
DBS APRESTOS MILITARES— BRBTR RBLACION DB LAS OGURSBNCIAS DBL PBRá DBSDB
1809 HASTA B8TB AJI^O.
EN el 1"* de Enero de 1823 llegó el Libertador á Pasto, en
caya ciudad permaneció hasta el 14, que partió para Quito.
En Pasto publicó un indulto para los que se presentaran den
tro de un breve término ; impuso á los pueblos rebeldes del can-
tón nna contribución forzada para la subsistencia de las tropas :
mandó reclutar todos los hombres útiles para el servicio de las
armas, y que á los más inquietos se llevaran en calidad de presos :
ordenó la confiscación de los bienes de los que tomaron parte
en la insurrección y que se distribuyesen entre los militares en-
pago de sus haberes : arrojó del territorio á muchos eclesiásti-
cos realistas que contaminaban á los pueblos é inculcaban sin
descanso la semilla enemiga de la independencia y quiso que no-
hubiera lenidad en el castigo que inflijía á la rebelde y temerá
ría Pasto. — ^Algunas de estas medidas tuvo que aplicar tambienj
12 (lili
178 VIDA DE BOLÍVAR.
en Quito ; y para cortar de raiz el mal que hacían los desafeo-
tos con sa ejemplo, con sus opiniones 7 con sus intrigas 7 ocultos
planes contra la República, mandó salir de Colombia á todos
los españoles europeos 7 á los americanos conocidamente enemi-
gos de nuestra libertad
Juzgaron muchos dura esta medida..... Antiguo vicio de los
aristarcos de todos los climas, excusar la malicia culpando la
providencia que castiga. — Pero en este caso el rigor quedaba
justificado ; porque debía tener entera satisfacción la ley, 7 por-
que la rebelión 7 los desórdenes de Pasto acreditaban que la
generosidad no influía nada en el ánimo de los realistas, los cua-
les perturbaban el piíblíco sosiego 7 rompían las capitulaciones
más firmes en el momento que les parecía conveniente, teniendo
siempre vivas la causa de odio bacía nosotros 7 la idea de se-
ñorío sobre nuestros dulces pueblos.*
* La historia de la guerra de nuestra independeucia abunda en pruebas las
más irrefragrables de nuestra constante generosidad y de la mala correspondencia
que nos daban los realistas. Pero parece conveniente recordar en este lugar ]oe
hechos siguientes :
V Antes del armisticio de Trujillo y cuando la guerra Uevaba al sepulcro al
guerrero y al ciudaditno, fué aprendido el Teniente español Vlncheuti por una
de nuestras partidas de obsenracion. — Vlncheuti Ueyaba pliegos. £1 Libertador
tony5 estos y le dijo : Vd. etld libre : puede Vd. irte $i gwta, ó qftiedarte con no-
§otrw. — VincheuÜ se fué. — ^Veamos ahora el contraste. — £1 General Sucre des-
pachó á su ayudante, el Capitán £usebio Borrero, para el cuartel general de
Aymerich con oficios, en los cuales le intimaba el rompimiento de las hostilida-
des para el dia del término del armisticio, á menos que de mátuo acuerdo se pror-
rogase seg^n lo habia solicitado del Libertador el mismo Aymerich. Borrero
llegó á Guaranda y ñié arrestado inmediatamente, faltando poco para que le
pasasen por las armas.....
2** £1 Libertador Uega á Popayan y dice á los espafioles : " La guerra ha
cambiado y con ella los motivos de odio. Vosotros pertenecéis á una nación
libre, y por tanto, no sois nuestros enemigos. La mayor parte de la nación
española ha mostrado su inclinación hAcia nosotros y pronto la paz curarA
" nuestras mortales heridas. La guerra que continuáis, españoles, es una gaerra
** desesperada, sin motivo, sin objeto. La España está dividida en partidos y
" su gobierno sin ftindamento ni opinión. ¿ Qué esperáis sino nuevos torrentes
** de sangre y dar nuevas cansas de encono á los hijos de la América ? Sed al
" fin justos. Si queréis volver á vuestra patria, el Gobierno de Colombia os
" enviará á ella eon vuestras familias y bienes ; y si queréis ser Colombianos,
" seréis colombianos, porque nosotros deseamos hermanos que aumenten núes-
" tras fiunilias.'*
Ya antes habia dicho desde Harinas : *' Espafioles ; á pesar de todos los graves
dolores ^ne.nfle causa vuestro gobierno, seremos los más observantes del trsr
k «
VIDA DB BOLÍVAR, 179
Pasto quedó pacificada, (bien que su tranquilidad fué solo apa-
rente ;) y el Libertador partió para Quito. — Apenas habia lle-
gado, (Enero 22) cuando vinieron á informarle que la división
colombiana que mandó para auxiliar al Perti, habia sido devuelta
por una Junta que gobernaba en aquella República, de donde
San Martin se habia fugado.* Tal noticia le alarmó, y para cono-
cer mejor la situación de las cosas y recibir informes más pron-
tos y seguros, se trasladó á Guayaquil. (Enero 80.)
A un tiempo llegaron á esta plaza el Libertador y las comu-
nicaciones de Lima que participaban la catástrofe de Torata y
Moquehua, donde, superiores los realistas en número y disciplina,
y ocupando las provincias más ricas y pobladas, habían vencido
sobre los independientes del Perti.... ! Bolívar lleno de ansie-
dad dio orden en el acto para reunir en los departamentos del
Sur tropas y pólvora, plomo, piedras de chispa y otras municio-
ciones de guerra con que defender á Colombia de las huestes
españolas que la invadii*ían.
De pié, inmóvil Sobre el malecón que lamen las suaves cor-
rientes del Guayas : poseído del espíritu de las grandes cosas ;
admirando quizas la obra de su heroísmo y aplaudiendo el pro-
pósito inmortal de haber constituido á Colombia....una idea vino
á herirle y asombrarle....Bolívar se estremeció I
¿Qaé expresión sería capaz de pintar el ademan del Li-
bertador ?
Su espíritu cavilaba.... Su mirada trascendente estaba fija I
Aqaella libertad (pensaba,) fruto do tantos sacrificios, adqui-
rida al precio de tanta sangre ; aquella república llena de glo-
ria que se engalanaba con los prestigios del triunfo y que osten-
" tado de reipÜArLEadon de la gaerra, y Toeotros seréis respetados aun en el ez-
" ceso del ftirror de yueetra red de sangre. Vosotros yenis á degollamos y no-
** MtroB os perdonamos : habéis oonyertido en horrorosa soledad nuestra aflijida
" patria y nuestro más ardiente anhelo es Ytj^veros á la yue8tra."~yeámos ahora
el contraste. — ^Morales, General en gefe del ejército expedicionario por ausencia
de Latorre, Ueg^ á Maracáibo en 1822 y decretó en el acto : que quedaba aboli-
do el tratado de regularigaeion de la guerra y que se condenaría á la muerte ó
á los trabigoe forsados á los subditos neutrales que se hallasen en los pueblos
que él ocupara y sus propiedades se confiscarían Morales que era un bebe-
dor insaciable de sangre humana, queria abrir el campo á los estragos y á las
devastacionea pasadas.
* Este era él término que se empleaba.
180 VIDA DB BOLÍVAR
taba, como un trofeo más precioso que la victoria misma, des-
pués de doce afios de sangrienta lucha, instituciones admirables,
orden, lejes, civilización, nacionalidad.... todo podia ser ilusión,
todo sombra y vanidad N -La España poseia el Perú. — ^Y esa
amenaza de todos los momentos y de todas las situaciones envol-
vía graves daños ; porque maquinando siempre contra nuestra
existencia, acabaría al fin por devorarla. Colombia no viviría
tranquila mientras un español armado pisara el Continente
Y en Lima, en la soberbia ciudad de los Beyes, estaba Laserna
que mandaba 23,000 soldados europeos. — En Lima estaba el
Virey lleno de dinero y de recursos, asistido de famosos capita-
nes, cuyas tropas ocupaban el tercio, al menos, del Continente I
Ambiciosos de poder y mando, ¿ consentirían los españoles en
perder la joya más preciosa de la corona ? ¿ Y el instinto de
la venganza no les movería á castigar nuestros triunfos, reconquis-
tar nuestra obediencia y someter otra vez á su imperio nuestra
tierra ? ¿ Cuándo hubo fé segura entre el vencido y el vencedor?
La frontera de la república bien gobernada, decia Pompeyo al
Bey de los Partos, es lajustioia, — Esto es cierto entre naciones
amigas ; pero de ningún modo entre enemigas, confinantes, para
las cuales ni la moderación ni la prudencia tienen fueros....
Tales ideas revolvía el Libertador allá en su mente.... repi-
tiendo de cuando en cuando Colombia ! Colombia I
En ese instante se decretó la redención del Perú, á despecho
de todos los inconvenientes.
El Libertador volvió la vista.... una inspiración sublime lo
habia dominado. — ^El mundo de Colon dejará de ser español 1 1
Para comprender mejor la situación de las cosas en el Perú y
la magnitud de la guerra qne debia Uqvarse allá para afianzar
la libertad do Colombia : guerra que terminará en el opuesto
lado de los Andes con las palmas gloriosas de Ayacucho, estu-
diemos en breves líneas la historia de los sucesos coetáneos en
el dilatado y opulento imperio de los Incas.
En Mayo y Julio de 1809 se sintieron movimientos de insur-
rección en Charcas y la Paz (Alto Peni), que dieron por resul-
tado la instalación de la Junta popular que se llamó Tuitiva, y
que pronto fué disuelta por el Brigadier D. José Manuel Goye-
neche. Presidente del Cuzco, en nombre del poder absoluto.de la
corona de Castilla.
VIDA DB BCHÍVAB. 181
Un año despoee, la insarreccioB de Gochabamba probó que en
la tierra del Perú no so habia extinguido del todo la llama re-
volucionaria.— Cochabamba, situada en fértiles terrenos, entre
Charcas, Potosí y la Paz, rica y poblada, no podia menos que
ejercer influjo decisivo sobre todas las provincias del Alto Perú.
En efecto, para 1811, la conflagración era general ; y aun se ex-
tendió hasta Arequipa el movimiento.
Esto no obstante, la energía y los grandes medios de resisten*
cia que desplegaron el referido Goyeneche y el virey D. José
Femando Abascal, celoso magistrado, impidieron que se conso-
lidasen los planes de emancipación que encubiertamente abriga-
ban los patriotas cochabambinos y arequipeños.
Las batallas de Huaqui y Sipesipe, favorables á los realistas,
acabaron de someter el país, castigando á su sabor los jueces
españoles la noble insurrección de Gochabamba. — ^Los mismos
historiadores realistas confiesan que se dictaron rasgos de ditr
reza y de crueldad^ ¿ Gongeture el lector cuáles serían ?
Mas, como la opresión no es basa segura de estabilidad ni ra-
cional elemento de gobierno, la tirania de Goyeneche en Gocha-
bamba que tantas lágrimas produjo, la vengó el ilustre argentino
D. Manuel Belgrano,. derrotando las armas de Castilla en las
montañas de Salta.
A Goyeneche sucedió entonces D. Joaquín de la Pezuela, sub-
inspector de artillería, gefe activo y de pericia militar, que
logró tener en estado de " respeto y sumisión '' las provincias
que más pruebas dieron de amor á la libertad.
Quedaron en los campos varias partidas y guerrillas que mo-
lestaban á los dominadores ; señalándose entre todas la de Juan
Antonio Arenales, que con intrepidez notable, escarmentó varias
veces á los soldados de Pezuela.
El 3 de Agosto de 1814 se dio en el Cuzco el grito de inde-
pendencia por el indio D. Mateo Pumacagua ; mas las tropas
realistas que mandaba el General Ramírez sufocaron aquel im-
pulso del corazón patriota.
En el encuentro de Humachiri, tan desgraciado para los ame-
ricanos, fué hecho prisionero el valiente Pumacagua, y (como
debe suponerse) le mandaron ahorcar en el acto, cortándosele la
cabeza después de muerto para llevarla en una pica á la capital
del Cuzco...
182 VIDA DB BOLÍVAR.
Los espafioles amaban este género de espectáculo.
De antemano se daba por segura la condenación del indio al
último suplicio, bastaíido leer, para juzgarlo así, las circulares
en que se le titulaba aaorüego caudiüo, borrón y afrenta de la
especie humana...
Era americano y amaba la libertad ; [ qué mayor crimen I
Las victorias de los realistas, alcanzadas por lo común sin
gran esfuerzo, pusieron al virey en actitud no solo de mantener
la obediencia de aquellos pueblos, sino de enviar fuertes auxi-
lios á Chile donde los disidentes tenian en aprieto primero &
Osorio y después á Marcó del Pont — Organizóse en Arequipa
un ejército de reserva y se aumentaron las fuerzas realistas con
tropas de todas armas procedentes de Panamá, que desembarca-
ron en Huacho y el Callao. — Pezuela y Laserna se dedicaron con
empeño á poner el país en situación firme de defensa ; y en
efecto, según el Estado que se dirijió á la Corte, el total de tro-
pas regulares y disciplinadas de que disponian, montaba á 23,000
soldados con oficiales inteligentes y pundonorosos.*
£o Lima y Callao 7,816
En PÍBCO, Cañete y Chancay 700
En el Alto Perú 6,000
En Arequipa, Hoamanga, Tnijillo, Cuzco,
Jaiga, etc. 8,485
28,000
Tenian también escuadra, caballería bien montada y cañones.
Para 1819, el Perú estaba subordinado y tranquilo ; y de
ello se vanagloriaba Pezuela, que recibia plácemes y protestas
de admiración y afecto del soberano espafiol.t — " Si las gavillas
de facciosos, contestaba aquel á Fernando, asoman la cabeza en
algunos puntos, es. Señor, para recibir nuevos golpes y contri-
buir al mayor lustre de las invictas armas de Vuestra Mages-
tad."
• Manifiesto pobUcado en Madrid, 1821.
f Deseoso el Rey D. Fernando Vil de qne la Península y la Europa toda admi-
rasen el heroísmo de sus tropas en el Perú, dio la mayor publicidad á los Uutbreé
hechos de Pezuela, y mandó que se cantase un "Te Deum" en todas las iglesiaa
de la Monarquía. A Pezuela le dio un título de Castilla para él y para sus suce-
sores, y en premio ademas el yireinato del Pera que eon su valor y Bobias m«dií-
daa habia talvado.
VIDA DB BOLfYAB. 183
Quiso, sin embargó, la estrella de Pezuela que ya le llevaba á
su ruina, que los patriotas de Chile, libres de enemigos interio-
res, pudieran consagrarse á aprestar en Yalparaiso una expedi-
ción destinada á las costas del Perú : expedición libertadora
como se llamaba, y de la cual se encargó al General D. José de
San Martin. Constaba de 4,500 hombres' de desembarco, que
dieron á la vela el 21 de Agosto de 1820, convoyados por la
escuadra chilena, y que tomaron puerto en Pisco (8 de Setiem-
bre), sesenta leguas al sur de Lima.
No hay duda que San Martin traía escasa fuerza : la quinta
parte al menos de la española que habia en el Perú ; pero es
cierto también que esta se hallaba desparramada y no era fácil
concentrarla. Bien alcanzó el Virey á conocer su posición,
cuando, apenas llegado San Martin á Pisco, le envió un parla-
mentario á solicitar cesasion de hostilidades y el nombramiento
de comisarios para conciliar los intereses de España y América.
Reuniéronse los diputados en Miraflores, (dos leguas al sur
de Lima) ; mas las conferencias no tuvieron resultado útil, y
comenzaron luego las hostilidades.
San MaiM;in dejó en la Sierra al indomable Arenales con 1,000
hombres ; y él volvió á sus naves para dirijirse á las caletas del
norte de Lima. Asentó su campo en Huaura, y bien que las
tercianas por el pronto convirtieran su campamento en hospital
y su hospital en osario, entró por fin en Lima, ciudad que los
españoles abandonaron en los primeros dias de Julio de 1821.
Varios accidentes hubo que favorecieron la empresa liberta-
dora ; por que San Martin no adoptó nunca una ofensiva rigo-
rosa ; y él mismo escribiendo á O'Higgins, después de estar en
Lima, le decia : Al fin, con paciencia y movimientos hemos re-
ducido al enemigo á que abandone la capital de los Pizarros. —
Y en otra carta al mismo, fechada de Lima el 23 de Setiembre
le repetia: los enemigos han sido batidos sin más que movi-
mientos y tornar posicioneSj etc.
Veamos qué causas concurrieron á aquella fortuna, que en
realidad no fué pequeña.
Desde luego debe contarse, entre las principales, la pérdida
del batallón de Numancia mandado por los capitanes D. Tomas
Héres y D. Ramón Herrera, cuyo batallón se vino completo á
Chancay y se embarcó para Huacho donde estaban las fuerras
184 VIDA DE BOLITAR.
independientes. — ^ Nnmancia " había sido creado en Setiembre
de 1813 por el Comandante Yáñez, en Venezuela ; estaba com-
puesto casi en totalidad de baríneses y fué enviado de refuerza
á Lima con grandes recomendaciones por su valor y disciplina.
La pérdida de este batallón agravó considerablemente la si-
tuación de los asuntos públicos.
Al mismo tiempo, Arenales derrotó en Pa^sco al Brigadier
O'Beilli haciéndose dueño de muchas provincias ; y el Lord
Cochrane, espíritu aventuróse, llegó al Callao y entre una nube
de balas arrebató la fragata Esmeralda que estaba al ancla en
aquel puerto y se la llevó al remolque.
La pérdida de este buque fué un golpe mortal para las fuer-
zas marítimas españolas en el Pacífico.
Tan infaustos sucesos aumentaron el descontento de algunos
gefes y oficiales con Pezuela, achacando á la inacción de este
tan grandes pérdidas. — ^Decian que no tenia celo, ni amor pa-
trio ; que estaba repleto do oro y distinciones y aun le acusa-
ban (sin fundamento) de connivencia con los insurgentes delaex'
pedición de Chile. Ello fué que comenzaron por pedir la forma-
ción de una Junta directiva de la guerra que diese mayor acti-
vidad á las operaciones militares, y acabaron por deponer á Pe-
zuela, que se retiró ofendido á la Magdalena^ una legua de la
capital.
Pizarro, el primer virey del Perú, habia sido asesinado en su
palacio de Lima por sus oficiales subalternos ; Pezuela, el últi-
mo, fué obligado á renunciar su autoridad en el palacio real,
bajo las amenazas de sus propios oficiales y dependientes.
Hé aquí la medida de la subordinación de ios españoles en
América.
Laserna fué llamado al puesto do Yirey.
Al tomar las riendas del gobierno, envió un comisionado
á Madrid, el Marquesado Valle-Umbroso, á buscar la aprobación,
de BU nombramiento, y evacuó la capital.
San Martin tomó posesión de Lima el 8 de Julio de 1821.
De mucho fué deudor á los trabajos incesantes de Garcia del
Rio, su secretario general, y de D. Bernardo Monteagudo, que
dispusieron por su habilísima correspondencia la opinión en favor
de los republicanos chilenos.
Y ¡ cosa asombrosa I en las márgenes del Rimac, San Martin
TIDA DB B0IÍ7AB. 185
86 pierde : oooiienza ¿ descender, (para valerme de la fiiue dé
nbo de sos más fervorosos partidarios,) hasta el desvarío y la im-
poteneia. — ^Allí se manifestó inferior á su misión. Desde que se
seqtó en el solio de los vireyes del Pera, sn mente pareció herida
de una súbita parálisis ; sa acción se apagó : sa espíritu se en-
cogió : su alma se disipó en vanas quimeras.... Encerrado en
Lima con su ejército dejó bajar de la Sierra á Ganterac, j que
Teoobrasen Yaldes, Rodil, Carratalá y demás gefes realistas la
superioridad que habian perdido.
T él perdió á la vez el ejército y la escuadra ; y perdió á sus
aliados y amigos. — Lovd Cochrane se retiró enojado hasta el
furor : Las Héras, Martínez y Necochea pidieron pasaporte lle-
nos de indignación hasta en el fondo del alma, porque todo lo
que pasaba estaba en pugna con sus opiniones... Y en medio de
aquellos consejos perezosos, en aquel abandono de todo sistenia,
de todo plan militar y político, en aquel desaliento que no puede
explicarse ni comprenderse, San Martin perdió también los re-
cursos de la capital, y lo que es más, el prestigio que lo hacia
grande.
No sé si diga que todos estos males y los descalabros que los
independientes sufrieron en Ataura y en el cerro de Pasco, que
fueron tan costosos, se debieron en parte al malhadado empeño
que concibió San Martin de monarquizar el Perú y de pedir á
las casas reinantes de Europa, Príncipes para los tronos de
América que él levantaba en su fantasía ; pero es lo cierto que,
cuando llegó á Lima D. Manuel Abren, Comisionado por el Go-
bierno constitucional de España para entablar un acomoda-
miento pacífico con los insurgentes del Perú, San Martin se hizo
muy amigo del Comisionado ; aceptó la idea de enviar á Pun-
cháuca agentes para la estipulación de un armisticio ; asistió él
mismo á una entrevista con Laserna, y en ella, puesto al habla con
Mónet, Canterac, el brigadier Garcia Camba y otros españoles
que rodeaban al Yirey, propuso San Martin que se declarase la
independencia del Perú y que se formase una regencia presidida
por Laserna hasta la venida de un Príncipe de la familia real
de España, con cuya petición se ofrecia él mismo á embarcarse
para la Península dejando las tropas de su mando á las órdenes
de la mencionada regencia... I Proposición con que se mostró
muy complacido el Comisionado Abren, pues que era más de lo
186 VIDA DB boiíyab.
que la España se prometía, pero que vino á quedar sin efecto
porque el Yirey era quien deseaba ir á Madrid á instruir de
estas transacciones al gobierno de la metrópoli, pudiendo d
general San Martin^ afiadió, Juuser elviage en su compañía, si lo
tenia por conveniente.
Uno 7 otro qnerian ir á España, ganosos de merecer las gra-
cias de la Corte y recomendarse á los ojos del nuevo Príncipe
que habia de mandar en el Perú. — Y el desacuerdo en este punto
dejó sin efecto la negociación.
Tales actos causaron en el pueblo y en las tropas una hondí-
sima impresión.
El daño de las resoluciones de San Martín, aun reconocido, no
podia enmendarse con facilidad, porque consistía en la opinión
que es como el cristal : roto, no se suelda. Las bajas en el
ejército fueron exraordinarias, desmoralizada la tropa con el ocio
y más que nada con aquellos accidentes que parecían hijos de
la inconstancia, y que no eran sino pretextos de la ambición ó li-
viandades y descrédito del juicio. — Así fué que el bravo Coronel
Latapia quedó rechazado y casi deshecho en Huamanga, á la
vez que Canterac y Valdes so avigoraban en Jauja y Arequipa ;
Laserna residia tranquilo en el Cuzco ; el General Maroto pudo
sofocar sin gran esfuerzo el desesperado movimiento de Potosí,
y las tropas de Tapiza y Oruro restablecieron completamente la
calma y consolidaron más que antes el dominio español en aquellos
lugares, pagando con su vida los promotores de las conspiracio-
nes.— ^Y los realistas pudieron levantar nuevas tropas y tomar
la ofensiva con provecho ; porque la opinión se hallaba extra-
viada y estaban divididos los pareceres, y lo que es peor, desa-
lentados los corazones. Aquella indeterminación de San Martiu
después de su entrada en Lima, fué tan dañosa, (cualquiera que
haya sido la causa impulsiva que la originara) que valió por diez
derrotas sucesivas.
A mediados de Enero de 1822, San Martin que habia tomado
el título de Protector del Perú anunció su proyecto de venir á
Colombia á tener una entrevista con el Libertador ; y conforme
con esa idea delegó interinamente el Poder Ejecutivo en el
Marques de Torre-Tagle y el mando militar en el General Al-
varado.
Esta primer salida se malogró, porque en Trujillo recibió el
VIDA BB BOliVAlL 187
Protoctor despachos de Bolívar en los que le manifestaba no
poder ooncnrrir por entonces al punto indicado para la entre-
vista. Con esto se volvió á Lima ; más no reasumió el mando,
sino qne se retiró á la Magdalena, palacio favorito de los Yi-
reyes.
Entre los dafios que minaban y destruían la libertad del Perú,
ningimo era mayor que la consunción del ejército en sí mismo,
y á eso vino á añadirse la derrota completa del General Tristan
en Yca, donde quedaron orgullosos con los frutos de una brillante
victoria Valdes y Canterac. — i Qué valian los débiles esfuerzos
que el denodado Lanza hacía en tanto por la independencia en
la Paz y Cochabamba ? — La audacia de este caudillo americano
competía con su lealtad ; pero fué destruido, á poca costa del
enemigo ; y las tropas reales de Oruro dieron realizado el pro-
blema de la completa sumisión de aquellos pueblos.
Por todas partes, pues, los españoles readqcdrian su prestigio ;
y borraban en las ciudades hasta la esperanza de indepen-
dencia... *
Completó aquella ruina inmensa el mal consultado decreto
del gobierno de los interinos de San Martin, que establecieron
el papel moneda y la acuñación de algunos millones en cobre,
con valor superior á su mérito. Nunca se viera en el Perú, tierra
del oro y de la plata, aquel signo tan miserable y sucio de la
riqueza y de los cambios, que la gente acomodada, especialmente
las señoras, tenian á menos recibir en sus delicadas manos y lo
miraban con asco y aun con horror.
San Martin vino por fin á Guayaquil y conferenció con Bolí-
var.— Ya conocemos los pormenores de tan célebre entrevista. —
A su regreso á Lima tomó de nuevo el gobierno del Estado,
aunque con visible repugnancia y trató de reunir el Congreso
Constituyente que se instaló el 20 de Setiembre de 1822. — ^En
él se presentó el Protector vestido de grande uniforme, ocupando
la testera del salón bajo un dosel suntuoso, y cuando todos los
diputados estuvieron sentados, San Martin se despojó de la
banda bi-color, investidura del Gefe Supremo, é hizo dimisión
del mando. — ^El Congreso admitió la renuncia declarándose en
ejercicio de la soberanía nacional.
Al separarse San Martin de un modo tan violento é inespe-
rado de la dirección de los negocios públicos, dejó el ejército al
188 VIDA PB BOLÍTAB^
cargo de Alvarado, que no tardó eo perderlo ei> Toratá y Mo*
qnehua, y los destioos del Perú en manos de on Congreso inezr
perto, ^elejido por esquelas dentro de las murallas de li-
ma/' y que iba á ser el instrumento dócil del clérigo Luna-Pi-
zarro, su Presidente, y del Dr. Rivar Agüero, su más acerbo
perseguidor.
Apenas salió del recinto de la Asamblea San Martin, el Con-
greso, por un acto unánime, le dio el honroso título de Fwñdor
dor de la libertad dd Perú; le acordó el uso de la banda bi-
color : los honores del poder ejecutivo : la erección de una
estatua : el sueldo que disfrutaba y una pensión vitalicia. —
Al mismo tiempo, el Congreso dio á San Martin el título de
6hneralísimo de loe ejercitas del Perú; pero él rehusó inmedia-
tamente el ejercicio.
Al otro dia, San Martin montó á caballo y casi Jurtivamanie
salió á embarcarse para Chile en su goleta favorita "Mote-
zuma," dejando á los peruanos un precioso adiós.
El Congreso, después del retiro del Protector, nombró al
General D. José Lámar, á D. Felipe Antonio Alvarado, her-
mano del General, y al Conde de YÍ3ta Florida, miembros
para constituir la "Junta Gubernativa " que debia ejercer el
Poder Ejecutivo nacional. — ^Ni esta Junta, en la cual todo lo
hacia la influencia de Lámar, ni el Cofagreso quisieron acep*
tar el auxilio de cuatro mil colombianos que les ofreció Bolí-
var, y la Junta devolvió á Guayaquil los batallones " Pichin-
cha," " Boyacá," " Yaguachí " y ** Voltígeros," que estaban á las
órdenes inmediatas del General Juan Paz del Castillo para
cooperar á la destrucción de los enemigos de la independei\cia
peruana.
Las derrotas de Toratá y Moquehua causaron la más fuerte
impresión en el ánimo de los patriotas del Peni. Todos acu-
saban á la Junta de insuficiencia para aquellos momentos de
conflicto, y los oficiales del ejército de observación mandado
por Arenales solicitaron del Congreso la remoción de los
miembros de la Junta. El Congreso no accedió á esta solici-
tud.— Entonces se formó el ejército fuera de Lima, en un lugar
llamado el Balconcillo, teniendo á su cabeza al General D.
Andrés Santa Cruz, é intimó perentoriamente al Congreso la
reforma solicitada El Congreso la acordó, y fué nombrado
VIDA DB BOLÍYAIt. 189
Presidente de la Bepública el Coronel D. José de la Riva-
Agüero 1
Tal era el infeliz estado del Perú cnando el Libertador se
hallaba en Guayaquil mirando hacía la tierra del Sol.
La Tisible decadencia de San Martin j la pérdida de sn té
en el cumplimiento de su misión, habian reducido á desprecio
la generosa idea de independencia : los ánimos de los espa-
íloles estaban engreidos con la fortuna y los triunfos adquiridos ;
y por parte de los amigos y defensores de la libertad, tantos
y tan continuos descalabros les habian causado temor y desa-
liento, aumentándose la confusión por las desacordadas provi-
dencias del gobierno republicano, que extraviaba las ideas y se
cargaba con una responsabilidad enorme para ante los ojos de
la historia y de la posteridad. — Un hombre de tesón, de pericia
y de fortuna : un caudillo inteligente que reviviese las esperan-
zas de los amigos de la libertad y que tuviese él mismo brío
para arrostrar las dificultades que aquel grande objeto de inde-
pendizar al Perú llevaba necesariamente consigo ; un hombre
extraordinario que viniese al teatro de la guerra exento de am-
bición y amante de la gloría, restablecería, sin duda, la desme-
jorada salud de la patria.... Ese hombre era Bolívar. El
dastino le habia conducido hasta los lindes del Perú. El revi-
virá allá el sentimiento de independencia : él restaurará los
grandes propósitos de la América libre : el luchará contra todo
para vencer de todo : de los tímidos, de los intrigantes, de los
serviles, del ejército enemigo, de Laserna y de su séquito, de
los comisionados de las cortes, de los monarquistas.... Supe-
rior á todas las amenazas y á todos los contratiempos, co-
brando aliento en los peligros mismos y levantando el pensa-
miento á la altura eminente de la emancipación completa del
Nuevo Mundo para constituir el equilibrio del Universo, entrará
en la tierra del Sol y desplegará en ella los recursos de su
genio fecundo y poderoso, '' llevando en triunfo la libertad hasta
loe áridos desiertos de Atacámas y las apartadas vertientes del
Eio de la Plata."
Colombia exijia esos servicios I Ella le inflamaba á la em-
presa más memorable y de mayor honra que jamas hubo en
América : la salvación dd Perú.
La vida de la predilecta hija de Bolívar no quedaba asegu-
190 VIDA DB BOLÍYAB.
rada sino con la libertad del continente ; y el mundo, asom-
brado, va á contemplar de nuevo los milagros de la inteligencia
y del valor contra la tiranía y la fuerza. — El dia de la Amé-
rica habia lucido, y ningún poder humano era ya capaz de re-
tardar el curso de la naturaleza, guiado por la mano irresis-
tible de la Providencia
CAPÍTULO XLH.
1823.
Sl LnnnAOOB btvia mmvos auxilios al pbrú— comisión dbl oobibbno pbbüano
CBBCA DBL LIBBBTADOB — SC7 BBSPUB8TA — PBIPABA UNA BBOUNDA BXPBDIOION —
DIFICDLTADBS QÜB TUVO QCB BUPIRAB — IHTBTA OOHISIOB DBL OOBIBRNO DBL PBBtí
IBCTAXDO AL LIBBBTADOB QUB PUBEA 1 HAHDAB BL BJÉBCITO^BL COKGRBSO PBBUAXO
D¿ OEACIAS 1 BOLÍTAB T LB PIOB QUB PA8B AL PBEÚ — BL LIBBBTADOB NOMBRA AL
OBNBBAL SUCEB MIKISTBO PLBN'IPOTBNaABIO OBBOA DBL OOBIBBNO DB UMA— IDBA8
DBL LIBBBTADOB SOBBB LAB OPBBAdONBS DB LA GUBBBA BN BL PBRÚ — 8UGB80S DB
PASTO — BOLÍTAB TBIUBPA BN IBABBA DB LOS PACCIOSOS — TUBLTB 1 GUAYAQUIL T
BBCIBB OTBA M UBYA COMISIÓN DBL OOMGBBSO DBL PBBÚ — SU BBBPUBSTA AL SSftOB
OLMBDO — LLBGA BL PBBMI80 DBL C0N0BB80 DB COLOMBIA T BL LIBBBTADOB PAETB
PABA BL CALLAO.
INCANSABLE el Libertador, que á todo atendía, 7 disimu-
lando los malos procederes de la Junta que gobernaba en
el Perú, luego que supo los desastres de Moquehua, se adelantó
á enviar á Lima al Coronel Luis Urdaneta con el encargo de
ofrecer dos mil colombianos que podian seguir inmediatamente
y cuatro mil más que irían después para cooperar & la destruo
cien del enemigo común.
Apenas marchó Urdaneta recibió el Libertador noticias más
drcuDstanciadas sobre el estado de las fuerzas con que contaba
íi»i)
192 VIDA DE BOLÍTAB.
el gobierno peruano y la superioridad de las españolas, manda-
das por excelentes gefes, y resolvió enviar sin tardanza á Lima
el socorro de tres mil hombres, ofreciendo que más tarde irían
otros tres mil con él mismo á la cabeza (13 de Marzo).
Partieron las fuerzas convoyadas por la corbeta de guerra
" Bombona " y el bergantín " Chimborazo/'
Grave era sin duda la resolución que el Libertador habia to-
mado ; pero la apoyaban consideraciones de mucho peso. "Creía
que si los españoles ocupaban á Lima y al Callao, se apode-
rarían de los grandes recursos que brindan siempre una ca-
pital antigua y opulenta, y una plaza fuerte ; que se decidiría
entonces a su favor la opinión de los pueblos, y podrían esta-
blecer en -el Pacífico una marina abrigada por el Callao, con
la cual les Beria muy fácil atacar las fronteras de Colombia, y
hacer á las provincias del Ecuador el teatro de la guerra. Tras-
ladándose las fuerzas colombianas al Perú y defendidas Lima
y las fortalezas del Callao por el mismo Libertador, juzgaba
este que los españoles no podian tomarlas. Se aprovecharían
entonces, y se convertirían contra el enemigo, los medios que en
el primer caso habrían empleado los realistas contra nosotros :
se conseguía alejar la guerra de nuestras fronteras haciéndola
sin gravamen y en ajeno territorio ; asegurábase, en fin, la opi-
nion de los pueblos en el sur, y probablemente se podría batir y
destruir el ejército español que existia en la América meri-
dional.
" Habiendo adoptado esta resolución, Bolívar invitó á los go-
biernos de Chile y Buenos Aires á una cooperación simultánea
para destruir á los españoles que dominaban el Pera. Estos
eran los enemigos comunes, y se lisonjeaba el Libertador de que
viéndole dichos gobiernos á la cabeza *de las operaciones milita-
res en el antiguo imperio de los Incas, tomarían un interés más
vivo por la destrucción de las únicas fuerzas que mantenían la
dominación de la metrópoli en la América del Sur."
A tiempo que el Libertador despachaba de Guayaquil á Ur-
daneta para ofrecer generosamente los auxilios de Colombia á
sus hermanos del Peni, Kiva- Agüero y Santa Cruz, que traba*
jaban ahincadamente por sostener la moribunda causa de la
independencia de la patria, despacharon cerca del Libertador
al General D. Mariano Portocarrero, revistiéndole de plenos
u
VIDA DE BOLÍTAR. 193
poderes para contratar los auxilios ofrecidos y que el Pera ne-
cesitaba.— ^Bolívar recibió muy bien al comisionado peruano y
le dijo : '* Colombia hará su deber en el Pera : llevará sus sol-
dados hasta el Potosí, y • estos bravos volverán á sus bogares
con la sola recompensa de haber contribuido á destruir los úl-
timos tiranos del Nuevo Mundo. Colombia no pretende un
grano de arena del Perú, porque su gloria, su dicha y su se-
guridad se fijan en conservar la libertad para sí y en dejar in-
dependencia á sus hermanas." — En la comunicación que le di-
rijió Portocarrero (18 de Marzo), después de tributar al Liber-
tador su admiración y su gratitud, porque este se habia adelan-
tado á lo que el Perú enviaba á buscar, añadió que otra cosa
aun necesitaba exijir de Bolívar, y era su voluntad para pasar
al Perú á dirijir en persona la campaña, " sin cuya singular
gracia nada habré hecho, decia, que merezca la aprobación de
mi gobierno y el aplauso de mis conciudadanos. — Este auxilio
es el principal, el mayor y el único que puede salvar la patria
de los Incas, como el mayor y principal encargo de mi gobierno.
La presencia sola del Libertador SmoN Bolívar quitará el
eclipse que padece el hermoso sol del Perú : alentará á los pu-
eilánimes, y confundirá el miserable resto de aventureros espa-
fioles que tienen oprimidos los pueblos del Perú...."
El Libertador le contestó en la misma fecha :
Guayaquil, 18 de Marzo de 1828.
Señor Genbbal :
liS con la mayor satisfacción que respondo & la nota de Yd. de este
dia.
La República de Colombia se complace en hacer sacrificios por la li-
bertad dd Perú, y hoy mismo están navegando sus batallones en busca
de los tíranos del Perú ; muy pronto otros batallones y otros escuadrones
completarán seis mü hombres que ofrece Colombia á sus hermanos del
8ur, para que tengan la gloría nuestros valientes de haber sido los prime-
ros que empufiaron las armas libertadoras y sean los últimos en deponer-
las en el templo de la libertad del Nueyo-]lCun(lo.
En cuanto á mí, estoy pronto & marchar con mis queridos companeros
de anuas & los confines de la tierra que sea oprimida por tiranos ; y el
Perú será el primero, cuando necesite mis servicios.
Si el Congreso general de Colombia no se opone & mi ausencia, yo ten-
dré la honra de ser soldado del grande ejército americano, reunido en eL
suelo de los Incas, y enviado aUí por toda la América meridional.
Tengo el konor de ser, Sefior General, etc. Bolítail.
13
194 VIDA DE BOLÍVAR.
Dedicóse entretanto el Libertador á preparar la Blanda ex-
pedición de tres mil hombres que debia seguir á la que navega-
ba ya para el Callao y con la cual se completaban los seis mil
soldados que ofreciera enviar. Los aprestos de esta expedición
fueron difíciles, porque el tiempo ui^ía y el erario se hallaba
exhausto ; armas, municiones, víveres, vestuarios, monturas, tras-
portes, todo fué necesario alistarlo con prontitud cuando no ha-
bla medios para ello. Empero, los talentos y la actividad de
Bolívar sacaban recursos de donde parecía no haberlos. Sos
secretarios y edecanes, y aquellas personas que de más cerca le
observaban, lo compararon á Moisés sacando en el desierto
agua de las piedras. — Bolívar sabia inspirar á los pueblos su
entusiasmo cuando se trataba de empresas de libertad y de glo-
ria americana ; y de este modo fué que los departamentos de
Asuay, Ecuador y Guayaquil hicieron grandes sacrificios en
aquella época sin quejarse, y aun podría decir sin apercibirse de
ello.
Guando el Libertador se hallaba ocupado más que nunca en
los preparativos militares para la guerra del Perú, haciendo
partir frecuentes convoyes hacia el Gallao, recibió una comuni-
cación oficial de Santander en la cual participaba este que el
General espafiol Morales marchaba desde Mérida por el camino
de Cúcuta con una división numerosa..... Con la alarmante
comunicación oficial del Vicepresidente, recibió también cartas
de Gual y de Briceño Méndez, que le llamaban. — La ansiedad
del Libertador creció de punto. ¿ Qué partido tomar ? Por
una parte sabia que el centro de la República estaba desguarne-
cido y que esto daría á Morales la ocasión de alcanzar buen
> suceso. Por otra, sabia también que la estabilidad de Colom-
bia se decidía en el Perú, donde su presencia y su prestigio eran
-de todo punto necesarios. — " Nunca, decía el Libertador, nunca
^^ he dudado tanto para tomar un partido ; mas, al fin, después
" de un largo combate interior, venció el amor de la patria y
"** me puse en marcha para Bogotá con el General Valdes "
Antes de separarse de Guayaquil, y con aquel acierto que re-
vela la perfección del juicio, comisionó al General Antonio José
Sucre para ir á Lima, con el carácter de Enviado extraordinario
y Ministro plenipotenciario cerca del gobierno del Perú. Su
principal objeto era tener en aquella ciudad un hombre de los
VIDA DB BOLÍVAR. 195
talentos de Sucre, capaz de acordar el plan de operaciones más
conveniente y fijar el curso, el modo y las circunstancias en que
debieran comprometerse á obrar las tropas colombianas.
El Libertador dio á Sucre instrucciones escritas las más de-
talladas y minuciosas ; preveía todos los casos, daba salida á to-
dos los inconvenientes, disipaba todos los conflictos Esas
instrucciones (que se conservan originales), eran muy amistosas
y fraternales respecto del Perú. Bolívar no quería ni un solo
palmo de tierra de aquel país. Anhelaba destruir á los opreso-
res de la América, y asegurar el sur de Colombia con la libeiv
tad del viejo imperio de los Incas.
Ya dispuesto para marchar á Bogotá, arribaron (26 de Abril)
el Coronel D. Francisco Mendoza y el Marques de Villafuerte,
comisionados por el Presidente Riva- Agüero, para solicitar en-
carecidamente del Libertador que se trasladara al Perú á dirijir
la guerra. Decían los comisionados que sin la presencia del
vencendor en Boyacá y Carabobo inútiles serían cuantos esfuer-
zos hicieran los Estados del Sur para destruir el ejército espa-
ñol. Los mensageros peruanos trajeron cartas sobre manera
expresivas de Riva- Agüero, de Santa Cruz, de Gamarra, Sala-
zar, Portocarrero, Herrera, ministro de guerra, y otros muchos
patriotas distinguidos que rogaban á Bolívar fuera á mandar el
ejército wmdOy pues de otro modo seria muy incierto d éxito final,
— La respuesta del Libertador fué siempre la misma : '' Que de-
" seaba vivamente ir al Perú á combatir contra los espafioles ;
" mas, que no podía ausentarse del territorio colombiano sin el
" p)ermiso del Congreso ; que obtenido este, volaría á Lima ó á
" donde le llamaran los sucesos."
El Libertador salió por fin de Guayaquil el 30 de Abril por
la tarde. En el punto llamado Sabaneta le encontró un posta
despachado desde Bogotá por Bricefío Méndez, con oficio, en
que le comunicaba el retroceso de Morales y la gran diminución
de sus tropas. Esta noticia le tranquilizó, y desde luego pensó
en volverse á Guayaquil. — " Mañana mismo (escribía con fecha
*' 3 de Mayo), me vuelvo á Guayaquil á menear una máquina in-
^ mensa que tengo que poner en acción para expulsar los espa-
^ fióles del Perú. Estos son enemigos de mucha consecuencia,
" porque disponen de infinitos recursos, y la base de su ejército,
*^ como sus gcfes, son selectos. Por desgracia, los patriotas del
196 VIDA DE BOLÍTAB.
'* Perú están divididos como los del resto de la América ; ade-
" mas, parte del gobierno es godo..... 7 todo él inepto. Los mi*
*' litares no se entienden entre sí, porque no tienen enk^ sí la
^ menor autoridad. El hemisferio del Sar necesita de un hom-
*' bre de peso y que tenga muchos medios á su disposición.^ *
Antes que los comisionados Mendoza 7 Villafuerte regresaran
á Lima con la respuesta del Libertador, el Congreso constitu-
yente del Perú, presidido por el Señor Pedemonte, decretó en
4 de Mayo, que el Presidente de la Reptiblica suplicara al Li-
bertador que hiciera saber al Congreso de Colombia que los vo-
tos del Peni eran uniformes 7 los más ardientes porque se per-
mitiera á Bolívar pasar al territorio peruano á mandar el ejér-
cito.— Este decreto lo comunicó el Sefior Riva-Agüero al Li-
bertador en uno oficio en que le decia :
Lima, & 6 de Hayo de 1828.
SeIíob:
Cuando invité á Y. E. para que viniese á dirijir nuestras empresas mi-
litares, como único medio de eahar al Perúj en las críticas drconstancias
en que se hallaba, conté con la voluntad de todos los peruanos, que de-
seaban ardientemente lo mismo que yo proponía & Y. E. — ^£1 soberano
Congreso acaba de confirmar la exactitud de mis ideas en este particular.
El ba expedido el decreto que tengo la honra de acompafiar, manifes-
tando sus vivos deseos porque llegue & realizarse la venida del héroe de
la América.
Después que Y. E. ha llenado el mundo con su fama, dando la libertad
& su patria con una constancia, un valor y una pericia propia solo de
Y. E., no falta á su gloria sino que emplee su espada, siempre vencedora,
en favor de un pueblo, que, en sus mayores desgracias, ocurrió & la pro-
tección de Y. E. — Está principiada la obra con los poderosos auxilios
que Y. E. nos manda ; pero, falta para su complemento que venga Y. £.
mismo, cuyo nombro vale más que numerosos ejércitos.
Haga Y. E. presente al Congreso de Colombia la ansia con que lo d&>
sea el l^erú, lo mismo él gobierno que el pueblo ; y estoy s^uro de que
ese cuerpb respetable no desatenderá los votos de una nación aliada de
Colombia por naturaleza; que ha sufiido la misma esclayitud, y que
tiene el mismo empefio en conquistar su independencia y libertad.
Yenga Y. E. á dar un día de placer á los peruanos, de muerte á los
españoles ; y á afiadir un nuevo é inmarcesible laurel á los que han colo-
cado ya BU glorioso nombre en el templo de la inmortalidad.
Tengo la honra de leitenur á Y. E. loe sentimientos de la más distin-
* Carta al Sefior Goal, desde Sabaneta, 8 de Mayo de 1828. Se hallará er
la oolecdon.— Es muy importante.
VIDA DB BOliVAB. 197
goida coiíaiderecioii j perfecta amistad oon que soy de Y. E. obsecuente
eervidor.
José DB LA RiYA-AgüBBO. <^
El decreto á que se refiere la comunicación anterior dice
así:
El CoisrauEso constttütektb dkl Pbbú:
Por cuanto se halla enterado de que, á pesar de la repetida invitación
del Presidente de esta República al Libertador Presidente de Colombia,
para su pronta Tenida al territorio, la suspende por faltarle licencia del
Congreso de aquella República, y creyendo de su deber allanar esta soli-
citud, ha Tenido en decretar y decreta :
Que el Presidente de la República suplique al Libertador Presidente
de la de Colombia, haga presente á aquel soberano Congreso que los to-
tos del Perú son uniformes y los míU ardientes, porque tenga el más
pronto efecto aquella inTÍtacion«
Dado, etc.— Lima, & 4 de Mayo de 1828. — £1 Presidente: Carlos
PsDEMoirrK. — TlL Ferbbibob, F. Hkrrkb^, Diputados Secretarios.
No contento el Congreso con el decreto de 4 de Mayo, expidió
otro el 5 por el cual, *' teniendo en consideración, decia, los emi-
nentes servicios que ha prestado á la causa americana, desde el
principio de nuestra santa revolución el inmortal Simón Bolí-
var, Libertador Presidente de Colombia, y los particulares que
ha hecho al Perú con el auxilio de sus tropas siempre vencedoras,
votaba unánimemente una solemne acción de gracias al Liber-
tador Presidente de Colombia." — ^Este dio las más expresivas
gracias por la honra que se le hacia. MPerú, d^o, me hajuz-
garulo capaz de servir á su libertad^ y yo rio puedo pagar esta
4xmfiwma sino empleando todos mis esfuerzos en llenar tan lisonge-
ras esperamos para mí. Ta fiabría volado á sacar mi espada
por nuestros aliados y compañeros de armas^ si un religioso
respeto á la letra de nuciros instituciones no me hubiera rete-
nido en la inacción qv>e ine atormenta, mientras mis hermanos
están luchando con gloria por la justa causa de la liberiad.
Protesto & V. E. que una inmortal impaciencia me fatiga dia y
noche al saber que d Perú está en peligro 6 combate por su
existencia, y que yo no le ayudo como soldado.
En tantOy era de opinión Bolívar que no se aventurase una ac-
ción más en el Perú. Creia que la política europea, la de In-
glaterra sobre todo, apoyaría la independencia de la segunda
198 VIDA DE BOLÍYAR.
mitad del Nuevo Mundo, y que era una imprudencia exponer á
la suerte de las armas lo que podia alcanzarse por la negocia-
ción y el efecto poderoso del tiempo. " Debemos imitar á Pabio
y no á César en el estado actual de las cosas, escribia al Señor
Riva-Agüero." — A Sucre, con quien tenia más confianza y cuyos
talentos elevados era el primero en reconocer, le escribia con
más prolijidad y mayor franqueza. Recomiendo á mis lectores
la carta de 24 de Mayo que hallarán en la colección y de la
cual extracto aquí algunos párrafos solo para dar idea del al-
cance del Libertador :
Guayaquil, 24 de Mayo de 1S23.
Mi Qtjebido Gestebal:
Ayer vino el Coronel Héres trayéndome una caja de papeles y de noti-
cias. He conyersado largamente con él, preguntándole todo lo que me>
recia explicación y be pensado mucho sobre la suerte del Perú y del'
IJjército Libertador.
Todavía no sé nada del resoltado de la batalla decisiva entre Montilla
y Morales. Tampoco tengo noticia de que se haya instalado el Congreso,
y quizas hasta el 15 del mes que viene no recibo la respuesta del Congreso
sobre mi marcha al Perú. — No siento mucho este retardo ; porque, en el
ínterin, llegan y descansan nuestras tropas : se disciplinan sus reclutas, y
nos alcanzan los resultados de los sucesos de Europa antes de poder em-
prender nada que pueda ser dedsivo de ese país.
Después de una meditación tan atenta cuanto soy yo capaz, me be con-
firmado más y más en mis primeros designios. Cada dia recibo nuevos
refuerzos & mis opiniones políticas : todo confirma de un modo sólido
mis coigeturas sobre una próxima paz. — La Inglaterra es la primera in-
teresada en esta transacción ; porque ella desea formar una liga con todoe
los pueblos libres de América y de Europa contra la Santa Alianza para
ponerse á la cabeza de estos pueblos y mandar el mundo. — A la Inglaterra
no puede convenirle que una nación europea y fuerte por su carácter, re-
laciones y antiguo dominio, como la Espafia, tenga una posesión como el
Perú, en América ; y preferirá que sea independiente bajo un poder débil
y un gobierno frágil. Así, con cualquier pretexto, apoyará la indépeji-
denda del Perúy y no puede darse pretexto más plausible que el de tener
los independientes, su capital^ su puerto y plctga fuerte : una marina, un
ejército, el espíritu del pueblo, el contajio de la independencia ; y vecinos
aliados por esta independencia ; y en fin, todo lo que cubre un pretexto,
para el que tiene el buen deseo de protejer un partido que le es favora-
ble.— Sabe la Inglaterra, que con apoyar á la Espafia en su pretensión
sobro el Perú, disgusta á todos los pueblos del Nuevo-Mundo, que tienen
el empeflo de la independencia absoluta. Debe también saber la Ingla-
terra no menos que la Espafia, que es un germen de guerra eterna la pose-
VIDA DB BOliVAB. 199
cion del Perú por la Espafia. — Siempre ha de haber la antipatía nacional
entre los antígnos y los nuevos espafíoles ; y por lo mismo hemos de pro-
curar todos echarlos del Nuevo Hundo para que jamas puedan revivir
sus derechos posesivos ; de modo que, si la Inglaterra desea que el im-
perio que ahora pretende formar con la Uga de los pueblos libres no
tenga turbaciones que pongan en peligro las partes, 6 ol todo, de este
coloso, debe necesariamente procurar arrancar la semilla de la discordia
que por fuerza nos habría de conservar un dominio europeo en el Nuevo
Continente.
No hay la menor duda, que nuestra actual situación nos ordena impe-
riosamente el mantener con la mejor apariencia nuestra posesión del
Perú, para que logremos su independencia. — Esta se pone en un riesgo
inminente exponiéndola & la suerte de las armas en momentos en que la
América está pendiente de la política europea que no da espera ninguna,
y que ha decidido ya de nuestros intereses con aquella presura que exijcn
el peligro de la Espafia y la prosperidad de la Inglaterra. — Perdiendo
nosotros una batalla, todo cambia contra el Perú ; entonces las aparien-
cias estarán por los cspafioles, poco menos que las realidades ; pues, desde
luego, no solo sitiarían el Callao, sino que ocuparían la provincia de
Trujillo, que es el Perú que tenemos. Yd. sabe que por esta parte no han
quedado tropas : que los cuerpos que se están levantando ahora, son de
guarniciones locales^ indispensables por una parte é inmovibles por otra.
Hasta de aquí á dos meses no vendrán los campos que se esperan de las
Cfistas del Norte, por lo que nos sería imposible defender esa provincia de
Trujillo y mantener á Pasto en quietud después de una derrota por ese
lado. — Todo esto quiere decir, que mientras no se haya decidido la ba-
talla contra Morales, no podemos contar con seguridad en el Sur : que
mientras estén pendientes los sucesos militares de los sucesos políticos,
son inútiles los esfuerzos que hagamos por combatir ; y mientras que el
conjunto de los negocios, de preparativos y de todas las tropas no estén
en aquel estado de perfección que asegure la victoria á una operación
militar, es demencia sacar las cosas de su estado natural.
Mire Yd. lo que yo pienso sobre la nueva campafia que se pretende
abrir. — Diré á Yd., desde luego, que es preferible no hacer nada y aun
perder en inacción nuestras tropas, que, dar nuevos trofeos al enemigo
prestándole más brillantes vamices á sus victorias pasadas ; y ofrecerle
armas, tropas y medios de todas clases para aumentar su superioridad y
sus oigullosas pretensiones. Estoy cierto, (como de mi existencia) que
todo lo que hagamos es perdido : V por que la mayor parte de nuestras
tropas son reclutas, y la de ellos veteranos ; 2° porque las nuestras son
€tliada$ y las de ellos obedecen á un solo gobierno ; 8° porque no tene-
mos bagajes ni caballos, y ellos los tienen ; 4'' porque nosotros no tenemos
recursos de víveres en las costas, y ellos los tiene en la Sierra; S."" porque
nosotros no tenemos las posiciones que ellos tienen defeTisiblesy continuas,
y últimamente, porque ellos han sido vencedores y los nuestros vencidos.
200 VIDA DE BOliVAB.
Bi en lo qae yo digo hay eiror, mis oonaecaaicÜM ton tnóneaM ; pero, si
los datoB que acabo de enumerar son ciertoe, nnestras deagnuáie y der-
rotas son infiúibles. La fortuna no puede cambiar el orden neceoaáo de
las cosas ; podrá influir en alterar algo, pero no en deshacer el todo.
Pretender que con nuestros elementos se logre un éxito feliz, es mandar
fi la cumbre de los Andes á sembrar libóles de cacao. Se llevará toda la
semilla del mundo y no producirá un iolo gran», ¿ Quién puede cambiar
la esencia de las cosas ? — Ko me persuado que Yd. ni nadie se imagine,
que haya virtud mágica ni poder en hombre alguno para arrancar las
pasiones de los hombres enconados entre sí : para crear caballos y muías
en un dia ; para trasformar reclutas en veteranos ; para dar agua á loa
desiertos, allanar las montanas y sacar víveres del maná. — Creo que nadie
puede estos ndlagros, y yo menos que otro alguno. Por lo mismo, mi
inalterable resolución es que el Perú espere su independencia d» la polí-
tica y dd tiempo ; mas, de ningún modo de lo$ eombatea. Tengo la satis-
facción 6 la presunción de haber visto siempre con desprecio á los Gene-
rales españoles y á toda su nación ; no por esto puedo añadir qu^ veo
con ese misma desprecio á los enemigos del Perú. Y cuando hago esta
confesión, parece que tengo derecho & que se haga caso de mi ingenuidad.
No es Canterac, ni Valdez los que son temibles ; sus recursos, posiciones
y victorias les dan una superioridad decisiva, que no puede contraires-
tarse de repente, sino lenta y progresivamente...
La expedición de Santa Cruz es el tercer acto y la catástrofe de la tra-
gedia del Perú. — Canterac es el héroe ; y las víctimas, Trístan, Alvarado
y Santa Cruz. — Los hombres pueden ser diferentes, pero los elementos
son los mismos..... y nadie cambia los elementos. Por más que se hayan
dado instrucciones á Santa Cruz, buenas y sabias ; el resultado por eso,
no será menos funesto.— Trístan tuvo las mismas y su gefe de Estado
Mayor es el mismo de Santa Cruz : quiero decir el alma de una y otra
expedición ; con mucho valor, con mucho mérito, pero sin medios para
cambiar las cosas. — ^Alvarado es de un mérito cumplido, y no tuvo
mejor éxito. Con que, está visto que no debemos contar más con la
expedición de Santa Cruz, por mucho que haga y pueda hacer este oficia],
como yo lo espero de su cabeza y valor. — Irá á Intermedios : encontrará
pocas fuerzas : lo atraerán : y después de todo, le sucede una de estas
tres cosas ; primera : diminuye su división forzosamente por marchas y
contramarchas, enfermedades y combates ; segunda : es batido al princi-
pio, si Valdez tiene 8000 hombres, ó él bate á Valdez si tiene menos, y
entonces sucede la tercera que es internarse á Arequipa y á Puno, donde
Canterac por una parte, las tropas del Alto Perú por otra, acaban con
nuestra división 6 la fuerzan á reembarcarse si aun permanecen los tras-
portes en las playas. Este resultado puede ser más ó menos infausto,
mas no dejará siempre de serlo. — ün cuerpo flamante como el de Santa
Cruz, en una retirada simple, por desiertos, no necesita para sucumbir
más que ser perseguido vivamente con infanteria y caballería. Si antes
VIDA ]>B BOIÍYAB. 201
no penigDien», ali<n» lo harán ; porque las coetB para haoerlas bien es
predao haoerlaa doa reces ; es decir que la primera eosefia la aegimda. —
La expedición, de Banta Cruz, i>or más bien que le yaya, íleja al enemigo
la mitad de sos armas y la mitad de sos fuerzas ; lo que multiplica sus
medios de superioridad. £n todo esto no se ha hecho mención aun de
la escuadra española, que, si yiene, duplica las causas de la ruina total de
la diyision Santa Cruz.— En ese caso no se escapa ni la noticia dd
81 la expedición del Qeneral Santa Cruz cumpliere con su misión y
YoMese á Pisco 6 al Callao sin grandes pérdidas ; soy de sentir, que, en-
tonces, conviene hacer un moyimiento general con todas las tropas reu-
nidas, y estando yo á su cabeza. De otro modo, las divisiones intestinas
serían nuestros vencedores. Pero, afiado también, que, este movimiento
no deberfi ejecutante sino después de saber que los españoles no recono-
cen la independencia del Perú ; porque este caso ünico es el que debe
imponemos la necesidad de arrancar eon loé arma» una decisión ya dada
por la política. — ^Lo diré más claro ; perdida la esperanza, debemos bus-
car la salud en la desesperación de un combate, que, perdido, no habrá
afiadido ni quitado nada al Perú : y ganado, le habrá dado la esperanza
de ser independiente.
Esta es mi última razón.
BoLÍYÁn.
En la expectación de estos sucesos que el Libertador veia de
antemano como cumplidos, otros muy funestos tuvieron lugar en
Lima. Los Generales Ganterac y Yaldez se acercaron á esta
ciudad al frente de ocho mil hombres ; y no pudiendo oponer
fuerzas iguales los independientes, decidieron evacuar la capital
y trasladarse con todo lo más útil al Gallao. — Sucre que habia
rehusado hasta entonces el mando en gefe del Ejército Unido,
lo aceptó ; y bajo sus órdenes y con mucha regularidad se em-
prendió la retirada de las tropas.
En el Gallao todo fué confusión y desorden por desgracia
Los partidos eran extremos y nada habia que los moderase.
El Congreso depuso á Biva- Agüero, (22 de Junio) y le ordenó
salir del territorio peruano, nombrando en su lugar á D. Fran-
cisco Valdivieso.
Riva- Agüero por su parte no hizo caso de la deposición ni
del pasaporte y continuó en el ejercicio de sn empleo, como si
el Congreso fuera un cuerpo de momias.
Sucre que no quería mezclarse en las disensiones y escán-
dalos de los partidos peruanos, pero que tampoco podia hacer
202 VIDA BE BOLÍVAB.
nada embarazado en tan crimínales intrigas, envió al Congreso,
á Ri va- Agüero y á los demás empleados á Trujillo, donde f ne-
rón á continuar sus enconadas antipatrióticas disputas ; y libre
ya en el ejercicio de sus facultades, se dedicó con prontitud y
acierto á poner el Callao en estado de defensa, á reoi^anizar
las tropas y preparar una expedición para Intermedios que el
Libertador le habia indicado.
En tanto, Canterac que temia de Sucre y Santa Cruz ; qne
temia mucho más de Bolívar, y que nada podia hacer contra el
Callao cuyas fortalezas se hallaban defendidas, determinó eva-
cuar á Lima y salir á batir los insurgentes en detal. — Dejó pues
la capital el 17 de Julio, después de oprimir cuanto pudo á sus
moradores, exijiéndoles 500,000 pesos de empréstito forzoso, to-
mando la plata de los templos y apoderándose de cuanto creyó
útil, inclusas las máquinas de la casa de moneda.
Para que se forme una idea aproximada de cuál sería el ím-
petu amenazante de los bandos de Canterac y Rodil en Lima y
cuál el grado de su injusticia, bastará decir que escribiendo el
primero al Gobernador de Lima, que era el segundo, le decia :
" No nos conviene que las resoluciones y bandos publicados en
Lima corran y se conozcan en Europa. Así, recoja Vd. el pri-
mer semanario en que están impresos, en lo cual le ayudará
Camba."
Canterac tomó la dirección de Huancavélica.
Libre de nuevo Lima, Sucre delegó las facultades que le habia
conferido el Congreso en el gran mariscal D. José Bernando Ta-
gle, marques de Torretagle ; declaró los departamentos del
norte en estado de asamblea ; aseguró más y más la plaza del
Callao y se embarcó para Chala (19 de Julio) con el propósito
de dirijir en gefe la expedición sobre Intermedios.
El Libertador se hallaba en Guayaquil, esperando allí la au-
torización del Congreso de Colombia para pasar al Peni, y
viendo con detenimiento aquella gran lucha en la cual iba á
quedar decidida la suerte de la libertad en América, cuando
recibió la noticia de que los pastusos se habian deplarado en in-
surrección y derrotado al Coronel Juan José Plores que man-
daba en Pasto, quien habia escapado para Popayan, y que todo lo
que la República tenia en aquel departamento estaba perdido. —
En efecto, Estanislao Merchancano y Agustín Agualongo, esta
TIDA DE BOIÍYAB* 208
indio ignorantísimo y ambos paladines de la insurrección goda,
proclamaron al Rey de España y gobernaron en su nombre ; le-
vantaron fuerzas y trataron aun de marchar hasta Quito y re-
conquistar la capital para el amado Fernando.
Bolívar consideró este suceso de mucho peso é importancia ;
ya porque no tenia fuerzas de línea que oponer & los facciosos,
ya porque distraia su atención de los negocios del Perú, que
eran de mayor momento ; ya en fin, porque conociendo la obsti-
nada porfía de Ioh pastusos, no le era dable prever cuánto
tiempo habrían de durar aquellas fatigas que él llamaba adido-
nales, y que eran sin embargo tan penosas y extremas como las
principales. Partió, pues, inmediatamente de Guayaquil para
Quito llevando de aquella ciudad cosa de cuatrocientos soldados
y como dos mil fusiles. Los rebeldes que contaban con el pue-
blo habían aumentado sus fuerzas hasta 1500 hombres de toda
arma, y se movieron sobre la villa de Ibarra. El Libertador
tuvo noticia de todo y sacó de Quito 1500 hombres, la mayor
parte milicianos. El 18 de Julio, á las dos de la tarde, arribó
á los alrededores de Ibarra. El Libertador mismo con sus ayu-
dantes y ochos guias iban en la descubierta. Comenzó el com-
bate. Los pastusos resistieron con valor y tenacidad. Al prin-
cipio se desconcertaron un momento, mas volvieron á reunirse
en formación para pelear con todo el furror que cabe en ánimos
desesperados. Los nuestros los acuchillaban, mas ellos se ba-
tían con un esfuerzo y una obstinación dignos de la mejor y más
santa causa. Bolívar estaba al frente de sus milicianos á quie-
nes enseñaba á despreciar la muerte para lograr el triunfo
Ochodentos cadáveres de pastusos quedaron tendidos en aquella
jornada, y pocos pudieron escapai*se á las montañas repasando
el Ouáitara. Su armamento, víveres, y cuanto tenian vino á
nuestro poder.
El Libertador entregó á Salom el mando de la división, (20
de Julio) ordenándole que ocupase á Pasto y lo pacificase ; y
desde Chota regresó á Quito. — ^En esta ciudad dispuso reunir
una asamblea general de las personas más notables (13 de Julio)
y de cuyo seno debian nacer dos comisiones : la primera llamada
de Calificación para expulsar del territorio á los adictos, cuales-
quiera que fuesen, al gobierno español ; la segunda de Beparii-
don, para distribuir en el departamento una contribución de
204 YIDA DB BOIÍTAJB.
veinte y cinco mil pesos mensuales para manten0r.la guarnición
que defendiera el territorio.
Hecho esto, el Libertador partió aceleradamente para Quayaqnil.
Á su arribo á esta ciudad bacilo una diputación que de su
mismo seno le enviaba el Congreso del Perú, para reiterarle los
ardientes deseos de que su presencia fuera á poner fin pronto y
glorioso 6, los males de la guerra. — El Señor José Joaquín Ol-
medo, que presidia la diputación, dirijió al Libertador un bellí-
simo discurso. Pintóle la situación del Perú : la capital de la
República amenazada por los enemigos ; devastado aquel her-
moso reino y cubierto de sangre y de cenizas. — " V. E. es el
vengador de la América, le d^o, y debe volar á la defensa y á
la venganza del Perú.... Todos los ojos, todos los votos se con-
vierten naturalmente á Y. E.... Rompa, pues, Y. E. todos los
lazos que lo retienen lejos del campo de batalla. Después de
la revolución de tantos siglos, parece que los oráculos han vuelto
á predecir que tantos pueblos confederados en una nueva Asia
por la venganza común, en ninguna manera podrán vencer sin
Aquíles. Ceda Y. E. al torrente que quizá por la última vez
le arrebata á nuevas glorias."
Señor diputado / le contestó el Libertador ; mi religwso res-
peiopor las instituciones de Colorrilna ha sido premiado por una
victoria que el cielo ha querido conceder á nuestras armas des-
truyendo para siempre los elementos de la guerra civil.
Mucho tiempo ha que mi cor agón me impele hacia d Perú :
mucho tiempo ha que los más valientes guerreros de toda la
América colman la medida de mi gloria^ llamándome á su lado ;
pero yo no he podido vencer la voz del deher que me ha detenido
en las playas de Colombia. He implorado el permiso del Con-
greso general para que me fuese permitido emplear mi espada
en servicio de mis hermanos del Sur : esta gracia no me lia
venido aun. To me desespero en esta incuxnony cuando Uls tro-
mpas de Colombia están entre los peligros y la gloria.... ; ¡y yo
lejos de dios I
Señor diputado : yo am^ por el momento de ir al Perú; mi
buena suerte me promete, que hien pronto veré cumplido el voto
de los hijos de los Incas^ y el deber que yo mismo me he impuesto
de no reposar hasta que el Nuevo Mundo no haya arrojado á
los mares todos sus opresores.
VIDA DE BOLÍVAB. 205
Dispuesto á cumplir tan solemne juramento, dedicóse el Li-
bertador á preparar todo para su partida. De hora en hora es-
peraba la autorización del Congreso para ausentarse del terri-
torio de Colombia ; autorización que, concedida por un decreto
especial el 5 de Junio, no pudo llegar á sus manos en oportuni-
dad por causa de la insurrección de Pasto. Llegó al fin, y Bo-
lívar fijó su salida para el 6 de Agosto.
El correo que trajo al Libertador el permiso anhelado fué
portador también de la triste nueva de la muerte, acaecida en
Car&cas, del General Femando Toro, á quien Bolívar amaba
como á un hermano. — ^Profundo dolor le causó el infausto anun-
cio ; 7 como para darse él mismo alivios á su pena, habló mucho
de su amigo y repetía á cada instante : Nació siendo su patria
esclava, y al morir la dga libre, *
A las dos de la tarde del 7 de Agosto, se embarcó el Liber-
tador en Guayaquil para el Callao, en el bergantín de guerra
* El Oenend de división Femando Toro nació en Caracas, de una familia rica
y distinguida. Manifestó desde sus primeros años inclinación á la carrera de las
armas, y siendo aún jó?en foé enviado á España á instruirse y pi-ofesarla. En
la Península fué destisado al cuerpo de Reales Guardias Españolas, hizo la
guerra y Iqgró por su valor y buenas dotes el empleo de coronel efectivo. Vi-
sitó la Francia con Bolívar y volvió á Madrid cnanto este siguió sus viajes por
el medio dia de la Europa — ^Toro mandaba en la reñida acción de Tarancona,
que tanto honor dio á las Guardias Españolas. — De España vino á Venezuela,
con el cargo de Inspector general de todas 1m tropas (1809), y aquí favoreció
muchti las ideas de independencia. — ^El que había expuesto su vida por la liber-
tad del hemisferio de loe opresores, no debía apoyar la esclavitud de un mundo
inocente.
Nombrado Gobernador militar de Caracas, y elegido después para represen,
tante en el primer Congreso de Venezuela, se admiraron en él la consagración
al bien público, el desinterés, y el amor decidido de la libertad. A las órdenes
de Miranda hizo la campaña de Valencia, donde recibió la fatal herida que le
colocó por espacio de doce años á los bordes del sepulcro.
Cuando Venezuela fué ocupada por las armas de Monte verde, el General Toro
se refugió á Trinidad ; prefirió morir de fatiga por caminos penosísimos, antes
que sufrir la presencia y el dominio de loe barbaree. En Trinidad vivió lleno
de privaciones y miFerias.
Después de la batalla de Carabbbo (1821), él Libertador dio á Venezuela una
existencia política republicana ; Toro regresó á Caracas. Vino como un esque-
loto. Un año duró, sucumbiendo cada dia 4 la fuerza de sus males, hasta que,
e\ 26 de Diciembre de 1822, al rayar el dia, cerró tranquilamente sus párpados.
Caracas, esclava, lo vio nacer: libre, lo vio morir.
Colombia perdió un General -"aliente, instruido y desinteresado : los amigot
del país un defensor generóse
206 VIDA DE BOLÍTAR.
" Chimborazo." — Bestrepo asegara que fué el 6 ; pero es error.
— La última carta que escribió el Libertador en Guayaquil y
que dirijió al General Salom, está fechada el 7 de Agosto y co-
mienza : " En este momento me embarco," etc.
Dejemos navegando las aguas del Pacífico al Libertador, que
quiere dar dicha, gloria y libertad al Perii : dejémosle que vaya
desvivido por batir á Canterac, y que recoja nuevos lauros para
ornar su frente. No es Napoleón que va á Moscou, como algu-
nos dijeron, para censurar su empresa. — ^No es Carlos XII que
va á Pultava á sepultar su gloria I — Es Bolívar, el Benjamín
de la felicidad ; el Alcídes de la fama, que, no embarazado con
sus buenas dichas, quiere merecer otras mayores. — Quédale en-
sanche para eso ; que nada en él ha revelado indicios de an-
gosto corazón. — En Marzo de 1813, cuando auxiliado por el
gobierno de Cartagena y de la Union apareció sobre los colla-
dos de la villa redimida de San Antonio, tuvo que decir á sus
compatriotas mismos quién era y á qué venia : Yo soy uno de
vuestros hermanos de Oarácas,,*! Ahora, no necesita pronunciar
su nombre. ¿Quién no lo sabe? — Los Congresos le titulan
" Libertador de Colombia"; Olmedo le llama el "Vengador de
la América." — ^Bien pronto será el Salvador del Perú, y el Pa-
dre y Fundador de Bolivia, proclamado
en la tierra
Arbitro do la paz y de la guerra.
Al solo brillo de sus invictas armas, desaparecieron en los
campos de Venezuela, de Cundinamarca y del Ecuador las ban-
das españolas, como se disipan las tinieblas delante de los rayos
del sol. Araure, Carabobo, Boyacá, Carabobo segunda vez,
Bombona, Ibarra ! Donde quiera triunfó I Y hasta allá, en
aquellas remotas tierras que habitan los hijos del Sol, va á bus-
car triunfos, y á despecho de lo imposible ahuyentará los tiranos.
1 Padre de la patria, Libertador, Fuente de salud, de grandeza
y alegría de la familia americana, llega ; conculca las deseadas
playas ! Que lanze el Peni sus opresores, y que tu mano abata
los pendones que bordó Isabel y que en señal de nuestra servi-
dumbre enarboló Pizarro sobre las torres de Lima. — Llega.
Visita la cuna del imperio de Atahualpa ; que en él primer dia
de su libertad, d Cuzco tendrá más placer y gloria qiie bajo
el dorado reino de sus Incas!
CAPITULO XLin.
1823.
Situación del pkbú cuando el libebtadob llsoó al callao — dbcrbtos dbl
conobbso — di8cub808 dbl libbrtador — 8ü8 pbimbbab 00upaci0nb8 bn lima —
marcha oomtba riya-agubbo — prisión db b8tb t pacipicaoion db trdjillo —
organisacion dbl bjí rcito pbrüano — dificultades — bscdadrilla esp ajeóla
eü las aguas dbl pacífico — el libertador pide auxilios jl colombia — angus-
TIOSA SITUACIÓN DB AQUEL AL COHCLUIB BL aSo DB 1828.
REINABA á la sazón en Lima un temerario espirito de di-
sensión ; 7 por desgracia todo era celos de mando, inquie-
tad, enemistad irreconciliable, injurias recíprocas y guerra
civil.
Asombra hallar señales de tan escasa cordura en momentos
de áspero conflicto, en que el enemigo, ocupando la mayor parte
del territorio, engrosaba sus fuerzas y las disciplinaba, á tiempo
que la riyalidad insensata y la imprudencia debilitaban necesa-
riamente las nuestras.
El Congreso, como ya se ha dicho, habia depuesto á Riva-
Agüero, con el que tuvo la más ruidosa desavenencia. — Riva-
Agüero, por su parte, sin hacer caso de tal deposición, disolvió
el Congreso, fundándose en que su existencia era perjudicial en
(201)
208 TIDA DE BOIÍYAB.
aquellas circunstancias, en que no eran tan útiles las leyes co-
mo los soldados para combatir á un enemigo poderoso.
Los diputados expulsos de Trujillo fueron reuniéndose uno
tras otro en Lima, j allí continuaron sus sesiones cuando tu-
vieron el número legal, nombrando presidente interino de la
Bepáblica á D. José Bernardo Tagle, 7 deponiendo por se-
gunda vez á Bi va- Agüero, titulado ya faccioso.
Hubo con esto dos presidentes : uno en Trujillo, otro en
Lima ; y también hubo dos cuerpos legisladores, porque Riva-
Agliero creó un Senado que se ocupaba en el estudio de medi-
das concernientes á los cuerpos legislativos.
Era el Perii, pues, dos veces infeliz. — Amenazado de dura
servidumbre por los realistas : desgarrado por la disensión in-
terna, sin imperio la justicia, sin obediencia el pueblo, tan ol-
vidados todos de sus obligaciones que parecia destinado á la
destrucción y á la muerte, después de haber sido el escándalo
de la América.
Por fortuna, una luz brillaba pura y refulgente en aquella
insólita desgracia. — ^Esa luz era Bolívar, en quien los patrio-
tas peruanos depositaron toda su esperanza
Al romper el Jia 1® de Setiembre llegó el Libertador al
Callao, y en ese mismo dia hizo su entrada pública en Lima,
acompa&ado, puede decirse, de todas las personas de la capi-
tal.—Sería ardua tarea pintar el contento y entusiasmo con
que allí fué recibido. Los aplausos, las desmostraciones más
exaltadas de la admiración y de la gratitud le siguieron des-
de el puerto hasta el palacio que se le habia preparado en
Lima. Parecia á los peruanos que el nombre y la presencia
de Bolívar bastarían para salvarlos del peligro en que se ha-
llaban, destruyendo á los españoles y terminando las divisio-
nes intestinas que aflijian el país.
El Congreso, al dia siguiente, expidió un decreto autori-
zando al Libertador para que terminara las desavenencias na-
cidas de la continuación del gobierno de BivarAgiiero, y ex-
presando que tenia la más alta confianza en el Libertador,
cuya protección peréonal habia sclicitado como d único medio de
consolidar las libertades patrias.
Por otro decreto expedido el 10, el Congreso confirió al Li-
bertad<»r la suprema autoridad militar de la República. — Este
VIDA DB BOliVAB. 209
decreto es poco conocido 7 hé aquí el moÜTO porqué lo inserto
íntegro.
Dice así :
£l OoNOBBSO COHBTrrüTKNTB BBL PSBt,
ComádeTando :
Qne solo xm poder extraordinario en en actiTidad y ñunütadeB ea capaz
de poner término á la presente guerra 7 salvar la República de los graves
males en que se halla envuelta á consecuencia de la última agresión espa-
ñola y demás incidencias posteriores ; y viendo felizmente cumplido el
voto nacional por la presencia del Libertador .Presidente de Colombia,
Simón Bolívar, en esta capital, como el único que puede llenar los obje-
tos indicados, á cuyo fin se le invitó solemnemente por el órgano de una
comisión del seno de la Representación nacional, y á que tan generosa-
mente se ha prestado :
Decreta:
1*" £1 Congreso depodta en el Libertador Simón Bolívab, bajo la do-
nominacion de Libertador^ la suprema autoridad militar en todo el terri-
torio de la República, con las fiu^ultades ordinarias y extraordinarios que
la actual situación demanda.
2" Le compete igualmente la autoridad política directorial como co-
nexa con las necesidades do la guerra, k que no puede subvenirse sino
por medio de auxilios procedentes de los recursos y relaciones inte-
riores y exteriores en que está fincada la hacienda pública.
8** La latidud del poder que indican los artículos anteriores es tal cual
la exige la salvación del país, con cuyo determinado objeto se invitó al
libertador para que se trasladase al territorio.
4** A fin de que el .ejercicio del Poder Ejecutivo de la República, con-
ferido por la Representación nacional al Gran Mariscal D. José Bernardo
Tagle, no embaraze el efecto de las declaraciones antenores, se pondrá
este de acuerdo con el Libertador en todos los casos que sean de su atri-
bución natural, y que no estén en oposición con las facultades otorgadas
al Libertador.
S"" Los honores del Libertador en todo él territorio de la República
serán loe mismos que están decretados para el Poder ijjecutivo.
Dado eu la sala del Congreso, etc.
I« jia, 10 de Setiembre de 1823.^4° y 2^
Justo Figüebola, Presidente.
MAinTEL Antonio Colmenares, Gebonimo Agxtebo,
Diputados Secretarios.
El Libertador fué recibido en el seno del Congreso, dándosele
el primer lugar : *' El Congreso constituyente del Pero, dijo, ha
14
210 VIDA DE BOLÍVAR.
*' colmado para conmigo la medida de su bondad. Jamas mi
'' gratitud alcanzará á la inmensidad de su confianza. Yo Ue-
" naréy sin embargo, este vacio con todos los sacrificios de mi
" Tida.. Haré por el Perú mucho más de lo que admite mi ca-
" pacidad ; porque cuento con los esfuerzos de mis generosos
" compañeros. La sabiduría del Congreso será mi antorcha en
" medio del caos de dificultades j peligros en que me hallo su-
^' mergido. El Presidente del Estado por sus servicios, patrío-
'* tismo y virtud habría él solo salvado su patria, si se le hubiera
" confiado este glorioso empeño. El Poder Ejecutivo será mi
" diestra y el instrumento de todas mis operaciones. Cuento
*^ con los talentos 7 virtudes de todos los peruanos para elevar
" el edificio de su hermosa República. Ellos han puesto en las
^* aras de la patria todas sus ofrendas ; no les queda más que su
" corazón, pero ese corazón es para mí el palladium de su liber-
" tad. — Señor : los soldados libertadores que han venido desde
'' el Plata, el Maule, el Magdalena y el Orinoco, no volverán á
^ su patria sino cubiertos de laureles, pasando por arcos triun-
*' fales, llevando por trofeos los pendones de Castilla. Yence-
** rán y dejarán libre el Perú, 6 todos morirán. Yo LO prometo....
" Yo OFREZCO LA VICTORIA confiado en el valor del ejército
" unido y en la buena fé del pueblo peruano. Así, el Perú qu^
" dará independiente y soberano por todos los siglos de eocistetir
" da qi4S la Providencia Divina le sefíale.^
Cuando el Libertador pronunció estas palabras estaba él mis-
mo arrobado, y un grito de regocijo infinito, un viva I prolon-
gado y frenético coronó el eco de su postrer acento.
El don de decir con facilidad y presteza que poseia el Liber-
tador, era asombroso ; siendo felicísimo en el arte de enlazar
repentinamente las ideas. Su alma se elevaba con prontitud á
las alturas serenas del pensamiento, y desde allí se desbordaba
en raudales de elocuencia. — No necesitaba del aparato del Con-
greso para el ejercicio de la palabra ; peroraba en la campaña,
en el palacio, á la entrada de los pueblos cuando salian á su en-
cuentro centenares de personas, donde quiera que se hacia in-
dispensable inflamar el pecho de los patriotas, donde quiera que
era necesario sembrar la semilla de la libertad americana, allí
estallaba su palabra como un prodijio, espléndida de imágenes,
insinuante, irresistible.... Pero fué en el Perú donde más brillo
I
VIDA DE BOLÍVAB. 211
tiivo la imaginación de Bolívar y donde sus diecnrsos fueron
verdaderamente seductores.
Instado por el Congreso para que hiciera las observaciones
qne tuviese por conveniente, el Libertador contestó : " Cuando
* la diputación del Cuerpo Legislativo del Perú fué á Colombia
' á hacerme, á nombre de esta nación gloriosa, invitación de ve-
" nir á dirijir la guerra y restablecer el orden constitucional,
** tuve la satisfacción de ofrecer mis servicios conforme á sus
'^ instancias. Pensaba que no tanto la guerra, cuanto la orga-
^ nizacion social necesitaba de un fuerte apoyo que sostuviese
^ la República. Al pisar las riberas del Callao, supe con inde-
" cible gozo, que el Congreso habia restablecido su poder sobe-
** rano y nombrado un gobierno de su expontánea elección. —
" Desde ese momento creí llenada la parte capital de mi misión :
" ya no dirijí mis solicitudes y meditaciones sino al fin único de
" mi vida : la guerra americana. Yo, Excelentísimo Señor, he
** salido de Bogotá á buscar los enemigos de la América, donde
** quiei^ que se hallen.... y estos huellan aun el territorio del
" Perú. Yo abandoné la capital de Colombia huyendo del
^ mando civil. Mi repugnancia á emplearme en la administra-
^ cion del gobierno, supera, con mucho, toda exageración. Y
^ así, he renunciado para siempre el poder civil que no tiene
*^ una íntima conexión con la operaciones militares. Los escogi-
'^ dos del pueblo peruano pueden contar, sin embargo, con toda
'* la fuerza de las armas de Colombia para deliberar con ilimi-
** mitada libertad. Protejiendo la representación nacional, yo
** habré hecho al Perú d más grande de los servicios civiles qtie
" un hombre puede prestar á uíia nadon^J^
La ambición de mando, aquella embriaguez del ánimo que para
llegar al fin no discierne medios : aquella sed inextinguible que
nada apaga, y que nada satisface y que al contrario cada honra
enciende.... Bolívar tuvo la dicha de no conocerla nunca. En
Colombia renunció siempre el poder. Y apenas llegó al Per¿
notificó ese propósito no queriendo conservar sino la espada
para continuar la guerra americana.
Yo no recuerdo en este instante quién fué el filósofo que decia :
^ Tanta es la fuerza de la prosperidad, que en solo ver lo que
gozan los grandes, los ricos, los poderosos, me comen los pies
para pasarme á ellos...." Pues bien, Bolívar, más filósofo, más
212 7IDA DE BOLÍYAB.
señor de si mismo, más amigo de la virtud, la cual rara vez ha-
bita en el poder j en los alcázares de la prosperidad, renunciaba
el mando que los pueblos le ofrecian, demitia la autoridad su-
prema, demostraba su repugnancia á dominar los hombres j solo
queria combatir á los tiranos para devolver sus títulos á la hu-
manidad ultrajada
£1 9 de Setiembre, la ciudad de Lima dio uno espléndido ban-
quete para celebrar la feliz veifida del Libertador á la tierra de
los Incas. Las mesas fueron servidas en los salones del anti-
guo palacio. Encontráronse allí el Presidente del Congreso,
Doctor Figuerola, el Presidente de la República, el General
O'Higgins, el Señor Olmedo, el General Guido, el Señor Mos-
quera, el Conde de San Donas, el Doctor Hipólito ünánue y
otras muchas personas de notabilidad. — Reinó sin interrupción
la cordialidad más grande. Todos admiraban la moderación
del Libertador y al propio tiempo la amenidad j viv^sa de so
conversación, y el grado de interés que sabia comunicarle. — ^El
Presidente del Congreso fué el primero que brindó á nombre de
la República. Hízolo después el Marques de Torretagle, felici-
tando al Perú por tener en su seno al gran Bolívar. A ambos
contestó el Libertador, brindando por el buen genio de la Amé-
rica, que habia traido al General San Martin con su ejército
desde las márgenes del Plata hasta las playas del Perú : por el
General O'Higgins que generosamente le enviara desde Chile :
por el Congreso del Perú que habia resumido los derechos sobe-
ranos del pueblo, y por el triunfo de los ejércitos aliados sobre
los opresores de la América.
A esto contestó O'Higgins, asegurando que habia de ser siem-
pre aquel dia el más placentero de su vida, pues que veia reuni-
das las cuatro grandes secciones de la América meridional para
ser mandadas por Bolívar, por el hijo predilecto de la victoria.
Siguieron otros brindis de Mosquera, Unanue, etc.; y al fin
el Libertador, puesto de pié, pronunció un discurso bellísimo que
electrizó á todos, terminando con estas palabras : Por d campo
qite reúna las banderas de la Plata, de Colombia y de Castilla, y
sea testigo de la victoria de los americanos^ 6 los sepvUe á todos.
Por que los hijos de h, América no consientan jamas elevar un
trono en todo su territorio ; y por que así corno Napoleón fué
sumergido en la inmensidad d^l Océano, y el nuevo emperador
TIDA DE BOIÍYAB. 213
Rurbide derrocado iel Prono de Méjico^ caigan les íisurpadures
de los derechos del puebíOj sin qu£ uno solo quede triunfante e?i
t€HÍa la dilatada extensión del Nuevo Mwndo.
Siempre he reparado en el terminante contexto de este brín
dis. No puede tocar en mayor extremo la opinión. Gomo que
deseaba el Libertador manifestar cuanto antes su repugnancia á
la erección de tronos en América, y la contrariedad de sus ideas
con las del Greneral San Martin, tachado con justa causa de mo-
narquista en el Peni. Las palabras del Libertador eran de
^an peso 7 consideración para que pudieran ser olvidadas ; to-
dos las repetian ; la prensa las consagró á la inmortalidad, 7 el
General O'Higgins, uno de los más ilustres proceres de la revo-
lución, las celebraba, diciendo á voz en grito : Bolívar es d
hombre más grande de la América dd Sur.
No era empresa corta y sobradamente llana la que el Liber-
tador acometia en el Perú ; antes bien ardua y costosa. T si
una gran perspectiva de gloria le halagaba en aquel nuevo teatro
de la fama, y alentaba su confianza el valor no desmentido del
ejército colombiano, es también cierto que iba í obrar sobre un
pueblo cuyos recursos estaban agotados, y poco ó nada hecho al
sacrificio, dividido por partidos extremos y desmoralizado. Por
otra parte, los españoles conservaban aun el influjo adquirido
por tres siglos de dominio, y recientes victorias habían avigora-
do y extendido aquese infligo. — ^Todo lo conocía muy bien Bolí-
var, pues que, escribiendo á un amigo, le decía : "Antes de ayer
** fui al Congreso á ofrecer mis servicios y á prometer salvar el
** país El acto fué magnifico por la concurrencia y el senti-
** miento general. Todos mostraban una inmensa confianza en
" mí, por no decir una ciega admiración. Creen las gentes que
** 70 sé hacer milagros y que con algunos decretos ya tienen sal-
'^ vado al país de enemigos ; en tanto que hay muchas dificulta-
^ des que son tanto mayores cuanto que las presenta un país po-
** co acostumbrado á privaciones y mucho menos á sacrificios....''
Mas no por eso decayó el Libertador de ánimo. Yeia con
presteza de águila los obstáculos, calculaba la resistencia, sabia
que aventuraba su reputación y que en un caso desgraciado
quedaba destruida la libertad en América ; pero aquel cuerpo de
hierro 7 aquella alma ardiente, indomable, no desnia7aban ni
abatían.....
214 VIDA DE BOliVAB.
«
Lad primeras ocupaciones del Libertador en Lima, después de
escribir á Riva-Agüero y enviarle comisionados excitándole á
terminar la guerra civil que habia comenzado, están detalladas
por el mismo, cuando escribiendo al Qeneral Salom con fecha 16
de Setiembre, le decia : ''Algunas cosas importantes he hecho
" en estos dias que pueden contribuir á despejar el campo de las
** dificultades. He solicitado un empréstito de dos millones de
^' pesos de Chile y ademas la expedición de tropas que habían
" ofrecido antes los mismos chilenos. He escrito á Inglaterra
^ instando por el empréstito de loe ocho millones de pesos que
" allí está pendiente y que puede conseguirse por la confianza
^ que tienen en mí, según dicen los extrangeros de esta capital.
" Se han tomado todas las medidas para preparar la expedición
^' de la Sierra de Jauja. Se ha mandado construir equipos y
" pedido dinero prestado. Se ha mandado recojer ganado, ca-
" ballos y preparar víveres. He mandado espías á la Sierra y
" he tenido ademas que instruirme de todos los baquianos y por
" todos los mapas, de la situación del país. He recibido obse-
" quios y convites : visitado muchas personas de importancia :
" predicado la reforma del país y dicho al Congreso por medio
" de una comisión cuanto he creido conveniente para regenerar
'' el Peni. En fin, en quince dias no he perdido tiempo á pesar
'* de ser los primeros y más embarazosos.''
El Libertador no refirió en esta reseña ni la vigésima parte
de lo que habia hecho.
Toda la fuerza que halló disponible en Lima fué : dos bata-
llones de infantería, un r^miento de granaderos montados de
Buenos-Aires y un escuadrón de la guardia peruana. El resto
del ejército obraba con Sucre sobre la cordillera ó á las órdenes
de Riva-Agüero en Trujillo, en la más criminal y espantosa de-
fección.
Inútiles fueron los medios que el Libertador empleó para re-
ducir á Riva-Agüero á terminar su disidencia, sometiéndose.
Todas las instancias, todos los esfuerzos quedaron sin logro ante
la tenacidad arrogante de aquel rebelde, á quien esperanzas ba-
jas y execrables infundian aliento. — Y Bolívar no podia resol-
verse á hacer la guerre á los realistas sin apagar antes el incendio
de la discordia civil, pacificando áTmgilIo, provincia de recursos
del Perú, y ganando para la República los cuerpos que obedecían
YTDA DE BOLÍVAR. 215
á Biya- Agüero. Do cualquier modo que esto se hiciese, debía
hacerse pronto, mientras Canterac y los suyos se ocupaban en el
Desaguadero y hacia el Alto-Pera, de combatir 4 Santa Ornz.^
Sin embargo, cerca de dos meses y medio trascurrieron en car-
tas, avisos, ofrecimientos, parlamentarios hasta que al fin, la
buena suerte quiso que se interceptasen comunicaciones que Ri va-
Agüero diríjia al Coronel D. Remigio Silva, por las cuales se
vino en conocimiento que tanto aquel como su ministro D. Ra-
món Herrera negociaban con el Yirey Lasema, por medio del
General español D. Juan Loriga, establecer un Rey en el Perú,
y que fuera de la ihistre y scmta familia de Barbón !!
Cuando el Libertador adquirió pruebas tan claras de la apos-
tasia infame de Riva- Agüero y de sus íntimos amigos, que pre-
tendían vender la patria á sus tiranos y destruir las tropas de
Colombia venidas en auxilio de la independencia del Perú, de-
terminó obrar con su actividad acostumbrada. Mas, ¿ qué po-
dría hacer? — Lima estaba arruinada E%i& es un desierto^
decia ^Mxkv^ sembrado de vicios y de necesidades urgentes;
pero que debemos conservar á todo trance para salvar á Colom-
bia de la ruina y de la escla/vitud que la amenazan, — Lleno de
sorpresa y de indignación, acusando altamente la acción indigna
de aquellos hombres sin fó, escribió á Quito y á Guayaquil pi-
diendo soldados colombianos ; encargó que se dejase expedita
la comunicación con Popayan ; que se disciplinase la milicia ;
que se enviasen subsistencias al Callao, con otras providencias
análogas, y se puso en marcha para el Departamento de Trujillo,
abriendo la campaña con el fin de someter al ex-Presidente in-
surrecto y ap6stata.t — El Libertador tuvo que ir en persona á
* Recordaremos que el Libertador había pronosticado la mina de la expedi-
ción de Santa Oraz. — ^Por ahora, lo que hace al caso decir es que de los 5,500
hombres qne aquel ^f% sacó del Callao, solo podo conservar 600. Perdió la ar-
tillería, el armamento, loe pertrechos y todo el material del ejército, y esto sin
Uegar á combatir con Ganta«c La desmoralización de sns tropas fué completa
y los españoles alcanzaron el mayor suceso solo con marchas y maniobras.
f Debemos admirar ann en las cosas más pequeñas la pureza y honradez qne
presidian en todos los actos del Libertador. Entre otras providencias que antes
de marchar contra Biya-Agftero dlotó en Lima, hay una qu» se refiere á la pn-
blicacion de las operaciones fiscales. *' He mandado, escribía alCoronel Héres,
*' qne se dé en la ' Graceta' la inversión de loe fondos púbUoos ; porque en materia
" de Hacienda yo quiero que haya la vMyor claridad posible, y qne su disti-ibucion^
** sea r ^stonte ¿ todo el mundo." Carta d¿ SIS db Noviembre^ disde ffuaráéi)^
216 VIDA DE BOLÍYAB.
la cabeza de las tropas, porque Sucre se negó resueltamente á
tomar el mando de las fuerzas contra Biya- Agüero. Un senti-
miento de generosidad, en que era abundoso el corazón de Su-
cre, le hizo resistir á todas las instancias de BoKvar. — BÍTa-
Agüero habia calumniado á Sucre atrozmente : le suponia autor
de los decretos del Congreso : el agente de la ambición, del Li-
bertador : el instrumento de su ruina. Y por esto mismo, Sucre
rogaba encarecida y ardientemente al Libertador que no le em-
please en la campaña contra Biva- Agüero, ni como simple sol-
dado. Apenas pudo conseguirse de él que siguiese como un es-
pectador j no como gefe caracterizado. Su resistencia era ab-
soluta. Él decia que de ningún modo convenia la intervención
de los auxiliares en aquella lucha, é infinitamente menos los
suyos propios, porque se le creía enemigo personal de Biva-
Agüero y competidor al mando....
Bolívar cedió con mucho sentimiento á los vehementes clamo-
res de Sucre, y tomó, como he dicho, en persona el mando del
ejército para someter á Biva- Agüero. — Con respecto á las tro-
pas de este, las miras del Libertador fueron siempre someterlas
á la obediencia del gobierno antes que destruirlas, y con tal fin
empleó los resortes que le aconsejó su prudencia. Desde el pue-
blo de Corongo despachó al Ayudante de Estado Mayor Ma-
nuel Antonio López para que ofreciese un indulto y garantías á
la división del Coronel Silva que se retiraba á Cajamarca. Ló-
pez llegó en la mejor oportunidad y su comisión tuvo el efecto
apetecido.
En tanto continuaba el Libertador su movimiento, reanimando
el espíritu militar de las tropas que habia logrado atraer á su
obediencia, y predicando en todas partes la necesidad de la
unión para resistir con suceso al enemigo, cuando tuvo conoci-
miento de la escena que se representó en Trujillo, por virtud de
sus mismas sabias y activas disposiciones. — ^El Coronel Antonio
^Gutiérrez de la Fuente, que mandaba el regimiento de Corace-
ros, uno de los mejores cuerpos de las tropas insurrectas, y á
>quien habló el mismo Bolívar imponiéndole de los pérfidos pro-
yectos de Biva- Agüero, se rebeló contra este, entró en Trujillo
^25 de Noviembre), y aseguró en una prisión al ex-Presidente
traidor y á su ministro Herrera, sometiéndose al gobierno
tcon las tropas de su mando, y poniéndose á las órdenes del
YIDA DB BOliVAB. 217
Libertador. — Terminó así felizmente aquella defección, recu-
perando el Perú el departamento do Trújillo y algunas tro-
pas que sirvieron de base para formar el ejército peruano.
La Fuente á quien embarazaba en Trújillo un prisionero como
Riva- Agüero, le envió a Guayaquil preso ; mas el Libertador
ordenó poco después que se le dejara en libertad, á fin que se
trasladara á Europa, C(Hno lo hizo.*
* Pasaje interesante de la historia de Colombia, recojido literalmente, en
Agosto de 1864, de boca del yenerable Sr. Joaquín Mosquera, dnioo testigo
qae sobrevlTe :
" Hallábase el General Bolívar en Lima el año de 1823 ejerciendo ya la dic-
tadura del Perú ; y habiendo condenado á mnerte al teniente coronel Delgado,
colombiano, por actos de insubordinación, tan pronto como recibió esta orden
el General Sacre, que estaba con el ejército cerca de Pisco y tenia á Delgado á
BUS órdenes, se puso en marcha para Lima é hizo en un dia treinta leguas de ca
mino con el único objeto do interceder oon el Libertador para salvar á Delgado
la vida. Se dirijió á aquel, é inmediatamente consiguió su objeto. Bolívar per-
donó á Delgado."
£1 Libertador añadió, en presencia del Señor Mosquera : " Llega Vd. muy á
" tiempo. General, porque le necesito para un asunto uijente. He perdido la pa*
" eienda con ^va-Agüero. Mientras él conspiraba ala cabeza de una fracción del
" ejército peruano, yo me abstenía de emplear las armas contra él ; pero acabo
** de saber que le ha escrito á Jauja al Yirey Lasema y que está en connivencia
" oon él Tratándose antes de una revolución peruana, yo procedía con calma
** para atraer á eso hombre á buen sentido : pero una vez que él y el Yirey La-
*' serna se entienden, tengo que tirar de la espada para someterlo ó vencerlo, y
*' con ese objeto tiene usted que marchar conmigo á Huarás.
" Para eso no cuente Yd. conmigo, le contestó Sucre. Hemos venido simple*
mente de amollares de los peruanos contra los españoles, y no debemos mezclar
nos en sus partidos domésticos. Ademas Riva- Agüero no nos presentará batalla :
liará una guerra fugitiva, y en marchas y contramarchas nuestro ejército que-
dará disuelto."
Bolívar insistió, la conferencia duró todo el dia ; pero Sucre no cedió en un
ápice Habiéndose este retirado, Bolívar, á la hora de dormir, recomendó al
Señor Mosquera que fuese á verle y tratase de decidirlo por la medida que él
indicaba. Pero el Señmr Mosquera se excusó diciendo : " A lo que Yd. ha
dicho, nada podré añadir que le haga fuerza^ { Gomo ha de concederme á mí
lo que á Yd. le niega T*
Al siguiente dia dijo Bolívar á Sacre : " General, estoy resuelto á atacar á
Riva-Agüero; obligarlo, de grado ó por fuerza, á incorporarse al ejército. £s in-
dispensable hacerlo ; y sería un escándalo que Yd. se separase de mí en estas
circunstancias. Acompáñeme como amigo, sin tomar parte en las operaciones
militares ; que nadie sepa lo que ha pasado entre loe dos, y sobre mí quedará
la responsabilidad.— Usted es el hombre de la gnerra; yo soy el de las
" dificultades."
Sucre no podía rehusarse, y convino; y entonces coronó el resaltado los jui-
«
218 VIDA DE BOliVAB.
Bolívar encargó á Sucre del mando del ejército, j sigoió para
Cajamalca, á donde llegó el 16 de Diciembre.
En el acto dio principio i la organización del ejército del
Perú:
I Ouán laboriosa empresa, llena de espinas y de inconvenientes
era esa organización, puede deducirse de las siguientes palabras
del Libertador : " El país nos recibe con entusiasmo, pero nos
" da muy poco ó nada. Necesitamos de mucha política y de
^ mucha moderación para que este pueblo no se haga entera-
" mente godo. Por lo mismo, el dinero es más necesario para que
" supla las contribuciones que no podemos ni debemos echarlas
'^ á estos desgraciados hombres ; pues aquí la época' de la patria,
" ha sido la época del crimen y del saqueo.* — La gente de este
" pais es muy sana ; pero muy enemiga del servicio militar ; y
" así será muy difícil formar un ejército en todo el bajo Perú.
^ Están estos hombres como al principio del mundo. En el In-
" gar de San Marcos, las mugeres han quitado los hombres que
'* llevaban para recluta8...t El país es patriota, pero no quiere el
" servicio ; es bueno, pero apático ; tiene víveres y bagages pero
cioe y deseos del Libertador. Situó el ejército en Huarás, y al saberlo el Gene-
ral La Fuente, que se bailaba oon Riva- Agüero entre TrujUlo y Jauja, se diríjió á su
cuartel general Muy mal le recibió Bolívar: "Cómo es posible, exclamó»
" que Ustedes estén traicionando ¿ su patria y negociando con loe españoles T —
La Fuente negó en un todo el cargo que á él y á sus compañeros hacía el liberta-
dor ; pero este le contestó en el acto : " No puede Vd. negarlo, yo aé lo que
" digo, lea Vd. esta carta que Riva-Agüero dirijia al Virey Lasema." La Fuente
la leyó con gran sorpresa y replicó: " Nada de esto sabíamos nosotros; ahora
Teo que Riya-Agüero nos está engañando y traicionando. Voy á exponer esto á
loe demás gefes y cuente V. E. oon que destitiürémos á Rira- Agüero.
Cumplió La Fuente su palabra. Riya-Agüero se yió descubierto y preso por sus
miamos oficiales. Arrestáronlo y enviáronlo á Guayaquil al Intendente Don Juan
Pas del Castillo, el cual lo retuvo en prisión y consultó al Libertador lo que de-
bería hacer con él.
Bolívar contestó á Pai del Castillo : "Ponga Yd. en libertad á Riva-AgQera Sa
" peruano, su delito fué cometido en este torrítorio, y no tiene jueces competen-
" tes en Colombia."
En efecto : Riva Agüero quedó en completa libertad, pero en incapacidad de
hacer mal, como que emigró para Europa. Los tres mil hombres que tenia en
Trujillo se unieron al ejército Colombiano, conforme lo anunció el Libertador •
y este ftié un refueno para el ejército vencedor en Ayacucho.
* Carta al Coronel T. Héres.— 2S de Noviembre 1828.
\ Carta al mismo Hérss.— U de Diciembre 1828.
TIDA DE BOLÍYAB. 219
T^o mucha gana de darIo8..4 -^ 1& verdad, es obra magna la que
tenemos entre manos : es un campo inmenso de dificultades,
' porque reina un desconcierto que desalienta al más determi-
" nado. El campo de batalla es la América meridional : nues-
*' tros enemigos son todas las cosas, y nuestros soldados son los
" hombres de todos los partidos y de todos los países, que cada
" uno tiene su lengua, su color, su ley y su interés aparte. Solo
" la Providencia puede ordenar este caos con su dedo omnipo-
" tente §"
Bolívar tenia razón ; mas, ¿ no era él por ventura el Ministro
de esa voluntad omnipotente ?
£1 dia de la llegada del Libertador á Cájamalca, llegó tam-
bién allí uno de sus edecanes, el comandante Julián Santamaría,
quien, de regreso de una comisión, traia consigo una dilatada
correspondencia interceptada á los gefes españoles. Por esta
correspondencia se supo que el navio Aaia^ el bergantín Aquües
y una corbeta, todos buques españoles, acababan de entrar en el
Pacífico. — Una escuadrilla enemiga haciendo el crucero en las
costas del Perú, paralizaba las disposiciones del Libertador que
por entonces todo lo esperaba de Colombia. Muchos cuerpos
de tropa debían ir al Pera en baques mercantes según las órdenes
que se habian dado á los Intendentes de Guayaquil y Panamá.
El General Antonio Morales acababa de embarcarse en la costa
para Guayaquil con el objeto de hacer cumplir esta disposición
sin pérdida de tiempo, y el rezelo de que estas tropas llegasen
á ser presa del enemigo, causaba al Libertador un justo desaso-
siego.
" Por la tarde de este mismo dia, refiere el ayudante López,
el Libertador me llamó personalmente : entramos juntos en una
pieza que se le habia destinado para alojarse, y reclinándose en
la cama que le tenían preparada, hizo que le leyese nuevamente
alganas comunicaciones de las interceptadas al enemigo.
**]£acho hay que trabajar : (me dijo cuando acabé de leerlas)
" esta empresa es casi superior á mis fuerzas ; pero cuento con
^ bastantes oficiales jóvenes, que partirán conmigo las fatigas
*< así como los triunfos.'' Luego se levantó, empezó á pasearse
\, Carta al Oeneral Sucre, 14 de DioieiLbre, 1828.
g Carta últimamente dtada al Coronel Héresw
220 VIDA DE BOLÍVAR.
en la pieza, y me ordenó qae bien de mafiana al dia sigaiente,
estuviese allí para despachar los asuntos más importantes.
*' Aunque S. E. se hallada fatigado por la molestia del ca-
mino, no se recogió aquella noche hasta muy tarde, y sin
embargo, á las cinco de la mañana mandó que me Uamasen.
Cuando me presenté en su cuarto le hallé en pié y vestido, como
acostumbraba hacerlo. Habia una luz sobre la mesa, porque
aun no aclaraba, y su semblante manifestaba alguna agitación.
" Vd. sabe (me dijo cuando entré) que no tengo más Secretario
** ni oficial en la secretaría que uno, y Vd. solo no puede des-
** pachar tantos asuntos : haga Yd. llamar el capellán y á Sauta-
" maría para que lo ayuden ; pero entre tanto, vamos á arreglar
" el trabajo." S. E. mismo tomó varios papeles de importancia,
y empezó á metodizar el despacho de los más urgentes. Luego
que aclaró el dia, y después de algunas reflexiones sobre la posi-
sion en que nos hallábamos en aquellos momentos, ordenó que
se llamase al capellán y á Santamaría como lo habia indicado.
" En aquel acto empezó S. E. á dar disposiciones para evitar la
pérdida de las tropas que se esperaban de Guayaquil. A eso
de medio dia se incorporo el Coronel Espinar que hacia de Se-
cretario interino y habia quedado enfermo á retaguardia, y en-
cargándose este del despacho, continuó el trabajo sin interrup-
ción hasta las siete de la noche. Guando se hubo concluido,
quedamos solos con el Secretario en la pieza del despacho,
donde el Libertador empezó á pasearse : permaneció algún rato
en silencio buscando en su imaginación un oficial que marchase
por la posta á Guayaquil, el cual debia llevar las órdenes que
se habían expedido en aquel dia, precaviendo el encuentro de
las tropas de Colombia con la escuadrilla española, de la que no
debian tener noticia alguna. S. E. exigía que este oficial no
parase un solo momento, porque cualquier demora podía costar
«na pérdida irreparable ; que no se embarcase en ningún
punto de la costa, para que no fuese á ser presa de la escua*
drilla enemiga y se frustrasen sus planes. Saliendo luego
de esta meditación : " No hay remedio (dijo dirigiéndose á
" mí.) Siento quedarme sin un oficial en la secretaria, pero Vd.
" se marcha para Guayaquil muy de mañana : extienda Vd.
" un pasaporte, que irá firmado de mi mano, pai*a que le
" den los auxilios necesarios y no lo demoren en el tránsito.
w
u
VIDA DE BOLÍVAR. 221
^ Usted está al cabo de todo lo que yo quiero que se kaga :
transmítale Yd. de palabra al General Castillo todas mis ideas,
y explánele por extenso los motivos que me han obligado á
" contrariar mis disposiciones anteriores. No duerma Vd., si
** es posible, basta no ll^ar á Guayaquil : allá descansará algunos
" dias y puede volverse mas despacio. En Lima me encuentra
** Vd. á su regreso." El pasaporte se extendió, S. E. lo firmó,
j se ocupó algún rato en darme muchas órdenes de palabra,
para que se ejecutasen en los departamentos del Sur de Colom-
bia. Luego, tomando un tono jocoso, eomo acostumbraba cuando
se hallaba de buen humor, afíadió : " Que no se le vaya á
*^ olvidar nada: miro que lo afusileo, como decia el General
" Cedeño."
Así se aseguró de un modo positivo la traslación de las tro-
pas y hasta el éxito de la campafia del Perú.
Después de esto, el Libertador se trasladó á Trujillo donde
dio disposiciones para*acantonar el ejército, aumentarlo y disci-
plinarlo.— De Trujillo partió para Lima á poner plenamente en
estado de defensa el Callao, prometiéndose volver luego á las
provincias del Norte para reunir las fuerzas con que emprender
la campaña, si era provocado. Al Coronel Diego Ibarra lo
despachó á Colombia en busca de auxilios. La desproporción
entre las fuerzas realistas y las del Libertador era muy grande,
y ni el arbitrio cabia de retirarse en un apuro imprevisto,
porque el ejército se perdería infaliblemente en los desiertos de
la costa y los riscos de la sierra. Los soldados peruanos se
quedarían en su país ; los quiteños desertarían al suyo y ape-
nas sobrevivirían algunos cuadros colombianos.... una bata-
lla era inevitable. ¿ Y cómo darla ? — " S. E. el Libertador,
escribia el Secretario general Coronel José D. Espinar al Ministro
de .guerra en Colombia ; el Libertador que en trece años de la
máis cruda guerra ha hecho los más grandes sacrificios por la
salud de la República de Colombia, cree necesario hacer otro
nuevo, y el más grande, de su reputación en él Perú, por alejar
la guerra del Sur de Colombia y economizar la sangre y los
sacrificios de una nación á quien dio el ser." i Qué angustiosa
situación I i Qué extremado conflicto 1 No me digan más de
ahora en adelante de los riesgos y situación aventurada de los
capitanes antiguos y modernos. Ninguno se ha encontrado en
222 VIDA DE boiíyab.
la estrecha posición del Libertador. — Esta se apurará todayía.
Le yerémos solo, sobre un montón de minaSi asombrado de las
defecciones más negras, de las traiciones más viles j criminales,
sin tropas, sin dinero, sin subsistencias, sin armas, sin municiones
y amenazado por un ejército formidable, crearlo todo en un mo-
mento, vencer los enemigos y libertar al Pero....
A los inconvenientes casi insuperables que ya conocemos, se
añadieron aun nuevas é impensadas desgracias que complicaron
más el curso de los negocios é hicieron desaparecer casi total-
mente la confianza. La expedición de 2500 hombres que el go-
bierno de Chile destinaba en auxilio del Pertí, arribó á Arica y
no hallando á Santa Cruz, cuyo ejército se disipó como el humo,
hizo rumbo al Norte ; en el mar la encontraron los generales
Alvarado y Pinto y la hicieron regresar á Coquimbo, privando
á los colombianos de aquellos auxilios. — ^En ese mismo tiempo
llegaron á Arica trescientos hermosos caballos chilenos para re-
montar el regimiento de ^ granaderos de á caballo ;" y como no
hubiese forrage á bordo para alimentarlos y en tierra habrían de
caer en manos de los españoles, D. Toribio Hidalgo, coman-
dante del Lautaro los hizo degollar y echar al mar....Estos ac-
cidentes aumentaban los serios cuidados del Libertador, turba-
ban sus resoluciones y hacian más crítica su posición. — Meditaba
dia y noche, y exclamaba al fin : hay que morir 6 vencer j y ven-
ceremos ; porque d cielo no quiere nuestras cadenas.
En ninguna época manifestó el Libertador más amor á su pa-
tria ni mayor diposicion á todo linage de sacrificios....
Pongo fin á este capítulo y á la relación de los sucesos de este
año, con el extracto de una carta confidencial del Libertador al
General Sucre : " El estado de las cosas, cxije, mi querido Ge-
" neral, le decia, que sepamos á punto fijo sobre qué debemos
'^ contar : qué base tenemos por esa parte, qué recursos, qué
'' climas, qué pastos y qué obstáculos.... El negocio de la guerra
" del Perú requiere una contracción inmensa y recursos inago-
'^ tables. Ko se puede ejecutar sin una gran masa de tropas y
" para estas no creo que los recursos sean proporcionados, a
'' menos que los reunamos todos con mucha anticipación, mucha
" proporción y mucha inteligencia. Necesitamos ante todo co-
" nocer el país y contar los medios. Después discutir si nues-
" tros medios son de ofensa ó de defensa, y luego colocar estos
YIDA DE BOliVAB. 228
" y emplearlos. Sobre todo, yo ruego á Vd., mi querido Ge-
" neral, que me ayude con toda su alma á formar y llevar á
'^ cabo el plan. Si no es Yd., no tengo á nadie que pueda ayu-
^ darme con auxilios intelectuales. Por el contrario, reina una
" dislocación de cosas, hombres y principios que me descon-
" cierta á cada instante. Ll^o á desanimarme á veces... Tan
" solo el amor á la patria me vuelve el brío que pierdo en con- .
'^ templar los obstáculos. Por una parte se acaban los inconve-
** Mientes, por otra se aumentan."
El PerÍL moribundo habia levantado á Bolívar las manos. Él
lo sacará de la tumba y le restituirá honor, vida y libertad. —
Se armará en su daño el fiero León de Castilla ; todo se conju-
rará contra los buenos hijos del Sol ; pero si Bolívar preside á
sus destinos ¿ el Pera sucumbirá ?
CAPITULO XLIV.
1824.
El libbbtádob m vArmusá. — bu rbspubsta al bmSor mosquvra — palabbas im-
PBUDBNTB8 DB LOS DIPÜTADOB DB QUITO BK BL C0XQRB8O — RBNDNCIA BL LIBERTADOR
LA PRESIDENCIA DB COLOMBIA — NO BSPBRA MÁS QCB INORATITUDIS POR RBC0MPEN8A
DB SUS 8BRTICI08 — PBRFIDXA DB TORRBTAOLB T DB BBRINDOAGA — INSURRECCIÓN DB
LAB TROPAS ABOBNTINAB BN BL CALLAO — BL CONGRESO SE DISUELVE INTISTIBNDO AL
LIBERTADOR DB LA DICTADURA — DEFECCIONES — PELIGRO INMINENTE DEL PERÚ —
BL LIBERTADOR BE DISPONE 1 SALVARLO — SU CARTA AL GENERAL SUCRE.
NUNCA rendido el corazón de Bolívar á los siniestros acae-
cimientos, iba para Lima á asegurar el Callao 7 organizar
los elementos de la campana. — ^Veinte dias no más pensaba pa-
sar en la capital, j "| ojalá fueran menos, decia, porque fuera
del ejército no estoy en mi centro."
El primero de Enero de 1824 estaba en Pativilca, pequeño
puerto al norte de Lima treinta leguas. — ^Ántes de llegar allí
admiró un antiguo monumento de los Incas, llamado en nuestra:
lengua " La Fortaleza," levantado sobre una colina. Bolívar
subió á inspeccionarlo y quedó penetrado de un profundo senti-
miento de admiración por la grandeza de los señores del Perú.
En Pativilca fué atacado el Libertador de una violenta fíebrer
16 236
226 VIDA DE BOliVAB.
que lo tuvo postrado y casi sin conocimiento más de seis dias. —
La fiebre era biliosa. — El 8 comenzó á declinar y el 11 entró el
enfermo en el período de la convalecencia. — Uno de los mejores
amigos del Libertador, el Señor Joaquin Mosquera, Enviado de
Colombia, que tuvo noticia en Supe de la grave enfermedad de
su amigo, fué inmediatamente á verle y asistirle en aquel peli-
gro de la vida. Le halló flaco y extenuado :
Animí tormenta latentis in sBgro
Corpore deprendas
(JinrcN. IX.)
Estaba, escribió Mosquera en una carta, sentado en una pobre
silla de baqueta, recostado contra la pared de un pequeño huerto,
atada la cabeza con un pañuelo blanco y sus pantalones de guin
que me dejaban ver sus dos rodillas puntiagudas, sus piernas
descarnadas, su voz hueca y débil y su semblante cadavérico. —
Después de las primeras cuestiones sobre el estado de la salud,
la conversación recayó naturalmente sobre la situación política
del país ; y ¿ qué piensa Vd. hacer ahora, Libertador, le pre-
guntó Mosquera ?
— Triunfar, le respondió Bolívar.
I Heroica respuesta, propia del alma grande del Libertador
de un mundo !
— Triunfar, insistió Mosquera, ¿y cómo?
— Mire Vd., le dijo Bolívar con un tono lleno de confianza ;
tengo expedidas órdenes para levantar una fuerte caballería en
Trujillo : he mandado fabricar herraduras en Cuenca, en Gua-
yaquil y en Trujillo : he ordenado que se tomen para el servicio
-todos los caballos buenos del país y he embargado todos los al-
falfares para mantenerlos gordos. Cuando recupere mis fuer-
.«zas, me iré á Trujillo. Si los españoles bajan la cordillera, los
derroto infaliblemente con la caballería. Si no bajan, dentro
'de tres meses tendré una fuerza para atacar. Subiré yo la cor-
ídillera y los derroto en Jauja.
Estas palabras fueron esplendores anticipados de los hechos...
"Prodijio de esfuerzo," llamaron los cronistas españoles á
Carlos V, y " pasmo de todos los si/j'los " á Felipe su hijo ; ¿ qué
habrían escrito esas plumas tan bien cortadas para la ababanza
lia buVHéran .podido 4K;>mar como asunto la vida de Bolívar ?
VIDA DE BOLÍVAB. 227
Cuando el Libertador, achacoso aun y falto de fuerzas, en
Pativilca, medita^ la destrucción de los enemigos y se ofrecia
á lo8 trabajos y peligros por el beneficio común de sus conciuda-
danos, algunos de estos (poco discretos ó inadvertidos, si ya no
obraban impulsados por pasiones criminales), laceraron su cora-
zón en premio de tantas virtudes y de tan generosos sacrificios,
virtiendo palabras ofensivas del respeto que le era debido. — Los
diputados de Quito en el Congreso de Colombia, excitaron al
ayuntamiento de aquella ciudad para que les enviase documen-
tos en que apoyar acusación contra los magistrados y autorida-
des que cometieran excesos y no dejaran que el pueblo quiteño
gozase de su libertad constitucional. — ^ En el cuerpo legislativo,
decian, tiene Quito diputados capaces de acusar aun al mismo
Presidente de la República, cuando delinca." Celo imprudente,
ó mejor dicho, vanidad y deseo de gloria con que procuraban
mostrarse al mundo valerosos y patriotas republicanos los que
poco antes eran secuaces de Aymerich y partidarios de Fernan-
do I Los miembros del Cabildo ^aron el oficio de los Dipu-
tados en los lugares más públicos, invitando á los ciudadanos á
presentar documentos y pruebas con que satisfacer la exijencia
de sus representantes. — Como las facultades extraordinarias y
el gobierno militar que existia en los departamentos del Sur
emanaban del Libertador, creyó este ser contra él la acusación
que se activaba. La hazañería odiosa de los Diputados quite-
ílos no tuvo otro efecto que herir la sensibilidad de Bolívar y
darle justo motivo para renunciar la Presidencia de la Repú-
blica, como la renunció, instando al Congreso que la admitiera.
" Mientras que el reconocimiento de los pueblos, decia al Presi-
" dente del Senado, me ha recompensado exhuberantemente mi
'* consagración al servicio militar, he podido soportar la carga
*^ de tan enorme peso ; mas ahora que los frutos de la paz em-
'' piezan á embriagar á estos mismos pueblos, también es tiempo
** de alejarme del horrible peligro de las discusiones civiles y de
" poner á salvo mi único tesoro : mi reputación. Yo, pues, re-
** nuncio por la última vez la presidencia de Colombia : jamas la
'* he ejercido ; así no puedo hacer la menor falta. Si la patria
** necesitase de un soldado, siempre me tendrá pronto para de-
" fender su causa. No podré encarecer á V. E. el vehemente
*^ anhelo que me anima para obtener esta gracia del Congreso ;
228 VIDA DE BOliVAB.
" y debo añadir que no ha macho ticaipo que el Protector del
*' Perú me ha dado un terrible ejemplo, j sería grande mi dolor
•* si tuviese que imitarle."
AI mismo tiempo, el Libertador renunció la pensión de treinta
mil pesos anuales que le habia señalado el Congreso, diciendo
que no la necesitaba para vivir y que el tesoro público estaba
pobre.
Mella hizo en el alma del Libertador aquella ofensa cubierta
con el pretexto de celo, y escribiendo al (Jeneral Sucre confiden-
cialmente le decia : '^ He mandado mi dimisión al Gongreso....-
" Este paso no dejará de producir algún provecho ; si no lo hu-
'* biere, tendré ocasión de separarme totalmente del servicio ;
" pues estoy resuelto á no dejar perder á Colombia en mis ma-
*' nos, y mucho menos á libertarla segunda vez. Obra semejante
^* no es para repetida. Estoy pronto á dar una batalla á los es-
*' pañoles para terminar la guerra de América, pero no más. Me
'* hallo cansado, estoy viejo, y ya no tengo que esperar nada
*' {sino ingratitudes). Por el contrario, estoy como un rico ava-
" ro que tenga mucho miedo de que le roben su dinero. Todos
" son temores é inquietudes. Me parece que de un momento á
" otro pierdo mi reputación, que es la recompensa y la fortuna
" qvs he sacado de tan inmenso sa^crificio. — Á Vd. le ocurrirá
" otro tanto ; sin embargo, puedo observarle que Vd. es todavía
" muy joven y tiene mucho á que aspirar. | Ojalá yo estuviera
*^ en el caso de Vd. para no estar temblando por mi propia for-
*' tuna : al menos tendría deseos, tendría esperanzas que me li-
" sonjeáran 1 ^
El Libertador no esperaba ya sino desagradecimiento y crí-
menes. Habia servido : habia hecho los mayores beneficios al
pueblo colombiano y á la América en general ; y si eso fué feli-
cidad, debia esperar que una gota siquiera de ingratitud amar-
gase al fin su dicha, i Y cuántas fueron esas gotas I
Qui Bert 8on paya sert sonvent un ingrat.
(Volt., Ronu wauvée, aot. 1.)
El beneficio tiene de heroico la casi infalible consecuencia de
la ingratitud, dice un político — La patria es la más perversa
en este vicio* ; hacerla bien es buena suerte que acontece á po-
cos : hallarla agradecida, á ninguno. — Llenas están las historias
YIPA DE BOLÍVAR. 229
de cstoe ejemplos que no han de servir de escarmiento sino de
estímulo....
Ya veremos al Libertador apurando á grandes tragos la copa
del dolor j de la adversidad que le ofrecieron á beber sus más
favorecidos, los mismos que más obligados debieran estar á sus
honras y mercedes.*
No obstante el quebranto j la diminución de fuerzas que el
Libertador sentia en Pativilca hacia mediados de Enero, y sin
pensar en la ingratitud con que iban á ser retribuidos sus desve-
los y su magnánima constancia, comenzó á organizar un ejército
capaz de resistir á los realistas que, con tropas cuatro veces su-
periores^á las nuestras, se aproximaban en distintas direcciones.
— Todos los dias salían oficiales del Estado Mayor general en
comisión y se aguardaban con ansia las tropas de Colombia y
Chile.
Aun quiso tentar Bolivar el medio de la negociación para ver
8i podia contener los progresos de las armas españolas, y con
tal fin excitó el Presidente Torretagle á que solicitara pasapor-
tes para que el Ministro de la guerra, Gleneral D. Juan Berin-
doaga, pasase á Jauja á hablar con Canterac. Era el propósito
celebrar un armisticio. — ^Berindoaga penetró en efecto hasta
Jauja y tuvo algunas conferencias con el General Loriga, sin
resultado favorable ; pero mientras aquel pérfido ministro nego-
ciaba, siguiendo las instrucciones de Bolívar, manejaba otra ne-
gociación secreta á su nombre y al de Torretagle, para destruir
con la traición más negra la independencia de su patria. El
Presidente y su Ministro, " envidiosos de la gloria de Bolívar,
aspirando á ser sus rivales cuando no eran dignos de ser sus
* Á tiempo que ea ColombU se lanzaban palabras imprudentes que iban á
ofender loe respetos del Libertador, en los Estados de Centro- America se le da-
ban testimonios brillantes de distingaido aprecio y consideración. Habiendo
Uegado á Ooatemala el 18 de Diciembre de 1828, el cabaUero D. Bernardo
Monteando, que llevaba un retrato del Libertador, la Asamblea Nacional pidió
al Poder Ejecutivo que agenciara el modo de obtener el retrato de Boiívab y
qne se colocara en el salen de las sesiones. — En efecto, el Sr. D. José Santiago
Milla, rresidente del Supremo Poder Ejecutivo, escribió á Monteagudo ; y este
cedió el retrato. — En el acto la Asamblea lo hizo colocar en el salón de sus
aesíonea con esta bella inscripción :
k SIMOX BOlivAB
POa LÁ UBBRTAD DBL NUSVO MUXDO.
(Acoerdo de 16 de Enero de 1824.)
230 TIDÁ DE BO^VáB.
enemigos," ofrecieron entregar todo á los españoles 7 restable-
cer en Lima la autoridad del Rey II *
En tales circunstancias 7 cuando se adelantaban con pié se-
guro intrigas tan infames, tuvo lugar en el Callao otro suceso
deplorable.
El Libertador liabia prevenido que el batallón " Vargas," cor-
respondiente á la guardia colombiana, 7 que guarnecía al Ca-
llao, marchase á Cajatambo, á las órdenes de su comandante
Coronel Pebres Cordero, 7 que dos batallones del ejército auxi-
liar de Buenos Aires, al mando del General Alvarado, le reem-
plazasen en el servicio de la fortaleza. Asi se hizo. ¡ Pero ah !
cuántas angustias causó á Bolívar esta medida CU70S resultados
no estaban en la previsión humana. *' Todo podia alcanzarlo 7
preverlo aquel genio extraordinario, escribía uno de sus a7udan-
tes, pero no concebía que la traición pudiera manchar los anti-
guos laureles de las tropas argentinas. £l era el gefe de los
colombianos,^^
Todavía no habia llegado á su destino el batallón "Vargas,"
cuando las tropas del Rio de la Plata, capitaneadas por el Sa]>
gento Dámaso Mo7ano, se insurreccionaron en el Callao (5 de
Febrero), poniendo presos á Alvarado 7 á todos los oficiales de
la guarnición. — Fué el pretexto el atraso de sus pagas, 7 que no
se les daba ración ni trasportes para volverse á su patria. An-
daba con destreza aquí la mano de los españoles ó de algunos
peruanos traidores, que no escaseaban en Lima en aquella épo-
ca ; 7 oh dolor I por parte del gobierno, nada se hizo de prove-
cho, ni se intentó siquiera hacer, para remediar aquel mal de tan
grave consecuencia. Cuando se informó al Libertador de este
acontecimiento, interesó todo su influjo para que se diese algún
dinero á los amotinados en el Callao á cuenta desús haberes, 7
se les despachase en el acto, salvando á cualquier costa las for-
talezas Pero nada. — Antes de veinte 7 cuatro horas hablan
* Los asnntoB polítioos se presentaban á los realistas del modo más halag&e-
ño..... El mismo Torretagle, primer gefe de la República, y Berindoaga, mi-
nistro de la guerra, abrieron negociaciones con el General Canterac para reponer
en Lima la autoridad real en todo bu esplendor ; y deseoso el primero de borrar
completamente la manoba de su desleal conducta, ofreció entregar las fortalezas
del Callao y prestar á la causa del Rey cuantos servicios estuvieran á su alcance,
arrostrando con tan nobU objeto toda clase de peligros y sacrificios. (ToaaEiin^
t m, p. 446.)
VIDA DE BOLÍVAR. 231
enarbolado aquellos traidores el estandarte español y dado li-
bertad á los prisioneros realistas que en la plaza habia ; despa-
charon emisarios al Virej, que estaba en el Cuzco, y le ofrecie-
ron sus servicios....! Inútil es decir que aprovechó Laserna aquel
golpe de fortuna inesperado. Despachó al General Rodil con
el escuadrón San Carlos ; le nombró Gobernador y Comandante
general de la provincia de Lima ; le confió el mando de las for-
talezas y de las tropas infieles, y le entregó un despacho de co-
ronel, en nombre del Rey de España, para premiar loe distingui-
dos méritos y altas virtvdes del sargento Moyano.
Estaban, pues, perdidos para la causa de la independencia los
vastos almacenes de armas, municiones y otros elementos milita-
res que encerraba el Callao, los buques anclados en el puerto
y los recursos de aquella costa ; todo lo cual iba á aumentar la
fuerza y el prestigio de las armas españolas
Pronto habia de perderse Lima también ; y quedar solo í
Bolívar el suelo que pisaba. Empero nadie tema ; él es Bo-
lívar
El acontecimiento del Callao causó general trastorno en los
libres peruanos. El Congreso, á vista de un cuadro tan funesto,
y en el conflicto del momento, con el enemigo al lindar de la
puerta, volvió sus ojos al Libertador como el único que podía
salvarlos de la espantosa borrasca que los amenazaba ; suspen-
dió la Constitución y las leyes ; depositó en Bolívar una con-
fianza ilimitada, y declarándose en receso, le revistió del inmen-
so poder dictatorial, entregándole la República para que su
genio vivificador la reanimara y la volviera su primera exis-
tencia.
II Estas eran las dictaduras de Bolívar !!
El escritor Torrente, tan enemigo de nuestra causa y del Li-
bertador, ha trazado el cuadro de la situación de este en aquella
época, con colores verdaderos, sin caer en cuenta que hacia el
más cumplido elogio de su enemigo. '' La República peruana,
dice, iba caminando á pasos agigantados á su ruina total : lo
conoció el congreso, y bien penetrado de que en aquella grave
crisis se necesitaban remedios violentos, concedió á Bolívar la
dictadura absoluta para que sostuviera su moribunda causa.
El ejército realista se componía á la sazón de 18,000 hombres,
constituidos bajo el pié más brillante de arreglo y disciplina, y
232 YIDA DB BOliVAB.
poseídos de todo el orgullo proino de sus repetidos y gloriosos
triunfos. El Yirey esperaba abrir con 1 2,000 hombres la cam-
pafia contra Bolívar, refugiado en Trujillo, dejando los 6,000
restantes para cubrir á Salta, mantener la tranquilidad en el
alto Perú y en la oosta del Sur. Todos los insurgentes babian
sucumbido á las armas de Castilla ; y el único que sobrevivía
era el obstinado Bolívar, y este aislado en un pequeño punto,
sí bien conservaba 4 á 6,000 colombianos y 4,000 peruanos,
estaban muy desalentados y desprovistos de recursos. — ^Todo
concurría a llenar de alegría y confianza á los buenos realistas
que daban por seguro su completo triunfo, por indudable el Mai
aniquilamiento de la insurrección en el alto y bajo Perú y por
muy probable la reposición de la autoridad real en los demás
puntos confinantes, libando sus buenos deseos hasta el punto de
pensar en la extirpación del genio del mal en toda la América
del Sur y aun tal vez en estender su inflijo hasta la del
Norte."*
Esto escribe Torrente, y su relación es verdadera. — Para
otro que no fuera Bolívar, la independencia del Perú era impo-
sible ; imposible hubiera sido la estabilidad de Colombia, y más
imposible la emancipación de la América ; pero, á despecho de
todo, venciendo dificultades imponderables, avasallando todas
las resistencias y todas las energías, sin más recursos que su
genio, Bolívar llenó su celestial misión y dio realizado el pro-
blema que hoy considera atónito el universo.
El decreto del Congreso peruano á que antes me he referido,
y que llevó al Libertador el Coronel Soler, decía así :
El Cokgbbso coNsmüTESTB DHL Pebú,
Usando de la soberanía ordinaria y extraordinaria que inviste, y
Considerando :
1° Que fidtaría & la confianza que ha depositado en él la Nadon si no
asegurase por todos los medios que están & su alcance las libertades pa-
trias, amenazadas inminentemente de perderse por los contrastes que ha
sufrido la República ;
2"* Que solo un poder dictatorial depositado en mano fuerte, capaz de
hacer la guerra, cual corresponde á la tenaz obstinación de los enemigoa
de nuestra independencia, puede llenar los ardientes votos de la Repre-
sentación nacional ;
« Tom. III, p. 448 y 449.
TIDA BB BOIÍTáB. 233
8"* Que atendidas las racones que se han tenido pieeeotee aun no es
bastante para el logro del fin propuesto la autoridad conferida al Liber-
tador Simón Bolíyar por el decreto de 10 de Setiembre anterior ;
4** Que el régimen constitucional debilitaría sobremanera el vigor de
las proyidcncias que demanda la salud pública, fincada en que todas par-
tan de un centro de unidad que es incompatible con él ejercicio de diver-
saa supremas autoridades, á pesar de los extraordinarios esfuerzos y de
las yiitudes eminentemente patrióticas del Gran Mariscal D. José Ber-
nardp Torretagle, Presidente de la República, á quien esta debe en mo-
cha parte su independencia, y cuyos conatos, perfectamente uniformes
con los del Congreso, están exclusiramente dirigidos al bien de la Na-
áon;
Decreta:
1" La suprema autoridad política y militar de la República queda con-
centrada en el Libertador Simón Boiíyab ;
2° La extensión de este poder es tal cual lo exQe la salvación de la
República ;
8'' Desde que el Libertador se encargue de la autoridad que indican
los artículos anteri tres, queda suspensa en su ejercicio la del Presidente
de la República hasta tanto que se. realice el objeto que motiva este de-
creto ; verificado el cual, & juicio del Libertador, reasumirá el Presidente
BOfl atribuciones naturales, sin que el tiempo do esta suspensión sea com-
putado en el periodo constitucional de su presidencia ;
4° Quedan sin cumplimiento los artículos de la Constitución, las leyes
y decretos que sean incompatibles con la salvación de la República ;
(y* Queda el Congreso en receso, pudiendo reunirlo el Libertador siem-
pre que lo estimare conveniente para algún caso extraordinario ;
6"* Se recomienda al celo que anima al Libertador por el sosten de los
derechos nacionales, la convocación del primer Congreso constitucional,
lu^^ que lo permitan las circunstancias, con cuya instalación se disol-
Terá el actual Congreso constituyente.
Dado en la sala del Congreso, etc. — ^Lima, á 10 de Febrero de 1824.
Cuando el Libertador acabó de leer este decreto, siu alte-
rante siquiera por la tremenda responsabilidad que se le echaba
encima, exclamó : Vamos á salvar este triste país de la anarquía^.
de la opresión y la ignomima
Por instantes crecia la urgencia de enviar un gefe que salvase
cuanto fuese posible de^la capital, prozima á ser presa de los
enemigos, que disponían de tropas más que suficientes para in-
vadirla. El Cuartel general Libertador estaba á treinta leguas
de distancia y se componía solo del Libortador y de su Estado
Mayor no completo ; el ejército de Colombia se hallaba acanto-
nado á más de cien leguas.... — Bolívar encargó al General Pinto*
284 VIDA DE BOLÍVAB.
chileno, que volase & Lima y trajese, con las tropas que allí
habia, cuanto le fuese dable y conceptuase útil Pintó se negó
á desempeñar esta comisión, pretextando enfermedad y otras
razones, y acabó por decir que se iría á Chile. Entonces el Li-
bertador mandó al General D. Mariano liTecochea que obedeció
sin demora, si bien tuvo la pena de salvar muy poco ó nada
á pesar de las muy buenas medidas que para ello empleó.
Cuando Necochea llegó á Lima, todo era allí confusión y desor-
den.— ^Los primeros magistrados se habian pasado al enemigo :
los empleados habian desamparado sus destinos, y los oficiales
del ejército sus cuarteles. Torretagle y el Ministro de la guerra,
Berindoaga, Marqués de San Donas, volaron al Callao y se en-
tregaron á Rodil !1I — ^De ciento y pico de oficiales del ejército
peruano que con destino ó sin él existían en Lima, se presenta-
ron a Rodil ciento y cinco. — El General Portocarrero se pasó
á los españoles. — Un regimiento de granaderos montados, de
Buenos Aires, que observaba los movimientos de Rodil, se in-
surreccionó y se fué al Callao, aumentando las fuerzas españo-
las. Los Comandantes Novájas y Ezeta se sublevaron con los
escuadrones en Supe y se vinieron á Lima, llevándose prisionero
al Coronel colombiano Carlos Maria Ortega, con cuya ofrenda
se presentaron á los españoles. — Todos los dias se recibian
partes en el Cuartel general Libertador de la deserción de
uno ó más oficiales, de uno ó más piquetes de tropa que con
armas se pasaban á engrosar las filas enemigas.
La deslealtad fué moda.
Bolívar estaba atónito, horrorizado, de tanta vileza y de tan
profunda corrupción. La escasez de los recursos no le impor-
taba, ni la desconfianza misma que ya por do quiera se sentía.
El estaba acostumbrado á crearlo todo de la nada : recursos, ar*
mas, soldados, caballos, dinero, subsistencia. Él sabia formar la
opinión I Pero cómo no asombrarse de tanta perfidia, de tan
execrables engaños y traiciones que deshonraban la humanidad !
Y todavía, para aumentar más el cuadro horrendo de las des-
gracias del Pera y hacer más y más critica la situación del Li-
bertador, quiso la suerte que uno de los buques en que venia el
batallón numero 4 ® que enviaba el gobierno de Chile, igno-
rante de la insurrección de las tropas del Rio de la Plata y de
la pérdida de Lima y del Callao, como viese flamear en las
YIDA DE BOLÍTÁB. 285
fortalezas el pabellón español, Tiró de bordo y se vohió á
Chile. *
ÜDiéroDse pues en detestable acuerdo el destino, la perfidia y
los tiranos ; los que vendian su patria 7 los que anhelaban hu-
millarla, teniéndola en la más degradante servidumbre ! Y los
malvados explotaron la ignorancia del pueblo, díciéndole que la
guerra había cesado por fortuna en el Perú, no quedando otros
enemigos de su felicidad que Bolívar y sus colombianos, en cuya
destrucción debian trabajar de consuno todos los hijos del país,
porque la idea de los pretendidos libertadores no era otra, que
quedarse con el Pera y someterlo á Colombia !
Bolívar, superior á todos los embates de la suerte y á todas
las miserias de los hombres, con un ánimo verdaderamente he-
roico, tomó la palma de la dictadura que el Congreso le ofreció
y habló á los buenos peruanos :
Las circunstancias son horribles para nuestra patria, les dijo ;
pero no desesperemos de la República. Eüa está expirando;
pero no ha muerto aún. El ejército de Colombia es invencible.
¿Queréis mas esperanza f — Peruanos! en cinco meses hemos
experimentado cinco traiciones y defecciones ; pero, os quedan
contra millón y medio de enemigos^ catorce millones de amierir
canos qv£ os cubrirán con el escudo de sus armas. La justicia
también os favorece ; y cuando se combare por cUa, el cielo no
dga de conceder la victoria.
Los desastres del ejército y d conflicto de los partidos parrici-
das han reducido d Perú oí lamentable estado de ocunir al po-
der tiránico de un Dictador para salvarse. El Congreso consti-
tuyerUe me ha conjiado esa odiosa autoridad^ que no puedo rehur
sar por no hacer traición á Colombia y al Perú, intimamente
ligados por los lazos de la justicia, de la libertad y del interés
nacional. Yo hubiera preferido no haber visto jamas al Perú,
y prefiínera también vuestra pérdida misma al espantoso título
de Dictador. Pero Colombia está comprometida en vuestra
suerte; y no me ha sido posible vacilar.
m
*"lCómo puede olvidarse el eetado en que estuvo el Perd á principios de
1824, eflcribiaVidaurre, enemigo furibundo de Bolívar I {ElPerú! No habla
Pera. — El cobarde español pudo haber concluido con sus miserables restos cuan-
do contaba con un ejército de 23,000 hombres. — ^No hay duda: Bolíyak me
redó el título de Libertador ! "
286 VIDA DB BOLÍTAB.
Peruanos i vuestros gefes^ vttestros irUemoe enemigos han oa*
lumniado á Colombia^ á sus bravos yáná mismo. Se ha dicho
que pretendemos usurpar vuestros derechos^ vuestro territorio y
vuestra independencia. Yo os declaró á nombre de Colombia y
por el sagrado del Ejército Libertador^ que mi autoiidad no pa-
sará del tiempo indispensable para preparamos á la victoria,,...
El campo de batalla, que sea testigo del valor de nuestros soldar
dos, del triunfo de nuestra Ubertad ; ese campo afortunado me
verá arrojar lejos de mí la palma de la dictadura ; y de aUí
m£ volveré á Colombia con mis hermanos de armas^ sin tomar
un grano de arena del Perü^ y dejándoos la libertad
La historia de los desastres del Perú qae por menudo he re-
ferido, 7 que llegaron á hundir aquel hermoso suelo en la aflic-
ción 7 el tormento, está escrita por la mano del Libertador en
breves líneas. — Hablando con los peruanos que hablan sido tes-
tigos 7 al propio tiempo víctimas de tan inauditas alevosías 6
infortunios, les dijo : El Perú habia sufrido grandes desastres
militares. Las tropas que le quedaban, ocupaban las provincias
libres dd Norte y hacían la guerra al Congreso ; la marina no
obedecía al gobierno ; d ex-presidente Biva-Agüero, usurpador
rebelde y traidor á'la vez, combatía á su patria y á sus aliados / los
auxiliares de Chile, por el abandono lamentable de nuestra causa^
nos privaron de sus tropas ; y las de Buenos Aires sublevan-
donse en d Callao contra sus gefes^ entregaron aquella plaza á
los enemigos. El presidente Torretagle llamando á los espor
ñoles para que ocupasen esta capital, completó la destrucción del
Perú. La discordia, la miseria, el descontento y d egoísmo rei-
naban por todas partes. Ta d Perú no existia: todo estaba
distcelto. En estas circunstancias él Congreso me nombró Dic-
tador para salvar las reliquias de su esperanza
En estos tres documentos que dejo copiado sestá el inventario,
(permítaseme decirlo así) de lo que Bolívar recibió en el Perú el
diez de Febrero de 1824.
En medio de ellos asoma una convicción íntima, profunda j
viva. Luce una esperanza....
El Libertador cuenta con el ejército de Colombia : aquel
ejército que habia vencido en San Félix de Gua7ana, en Bo7acá,
en Carabobo, en Bombona 7 Pichincha. Eran cuatro mil co-
lombianos ; pero ¿ no valian ellos más que cincuenta mil espa*
Heles.... ?
TIDA DB BOliTAB. 287
Veamos qué hizo el Libertador para el 10 de Febrero de 1825.
¡ Dios del Pera, sosten, salva, conforta
El brazo que te renga ;
f
salva á Bolívar, que en amor patrio enamecida sa alma, ge
apresta á destruir los fieros opresores 1 | Cuántos trabajan en
su mina ! | Cuántos meditan infidencias y traiciones, sin oon-
fundirse siquiera, como Seyano, con la grandeza del delito I
Pero vanamente se afanan, que nunca tienen logro completo y
duración las artes de los inicuos y de los enemigos de la virtud.
La usurpación no es estable ; la maldad multiplica los impedi-
mentos, para verse luego burlada en sus designios ; la tiranía
es ciega á la razón, y aunque astuta y fraudulenta trabaja en su
propia ruina ; solo el pecho magnánimo resiste valeroso y fuerte
en medio de los peligros de la tempestad más recia, porque le
acompaña la ju3ticia en sus honestos fines, y porque aquel im-
pulso superior que mueve las causas y eficazmente nos impele á
obrar, preserva al héroe, y le alienta, y le conduce hasta que
deja cumplida su misión divina.
Me parece que con nada puedo dar mejor fin á este capítulo
que con la inserción de unos párrafos de cartas del Libertador
á Sucre, dignos bajo todos respetos de figurar en la historia de
aquel hombre extraordinario.
Patiyilca á 4 de Febrero de 1824.
He tenido el gusto, mi querido General, de recibir la muy agradable
carta de Yd. y sus comunicaciones oficiales que cada yez están mas llenas
de interés y de fuego por las operaciones actiyas. — Yo las deseo, puede
•er, más que Yd. ; pero calculo muchas cosas que yo no sé porqué Yd.
desdeña su consideración. — ^Este ^ército es la salyaguardia del Perú, la
vanguardia de Colombia y los apoderados militares de la América merí-
dionaL — 8i lo exponemos sin haber antes impedido su caida por nueyos
refuerzos y nuevas roseryas, seremos inconsiderados é imprudentes. — Con
el tiempo podemos recibir nuevas tropas y nuevos sucesos políticos. —
Deda Héres, que el secreto del dia estaba leduddo á saber quién ocupa-
lía primero á Huanuco ; y yo digo que el socreto consiste en conseryar el
^érdto del Norte.~Piérdase, enhorabuena, ocasión, tierra, ganado, ca-
ballos, paisanos, y aun dinero ; pero no perdamos la moral y el material
de nuestro ejército, aunque también perdamos algún per»onal.— Conser-
Yémos sobre todo, el prestigio fayorable que se ha concebido del ejército
colombiano ; oonsoryémos inmaculada nuestra gloria, y yo ofirezco á Yd.
238 YIDA DE BOLÍYAB.
un resultado final digno de la grandeza de nuestra causa.— GraTe Yd.
profundamente en su alma estas ideas ; proféselas Yd. como la fé del
día y ámelas con su corazón, para que la repugnancia no las combata y
aun las destruya. — Aleje Yd. de su espíritu toda consideración que no
coadyuve á fortificar este plan. Llame Yd. ft su ayuda todos los pensa-
mientos y todas las pasiones que puedan servir á completarlo. El espí-
ritu de Yd. es fecundo en arbitrios ; inagotable en medios oooperativoe.
La eficacia, el celo y la actividad de Yd. sin límites. Emplee Yd. todo
esto y algo más, por conservar la libertad de la América y el honor de Co-
lombia, El designio es grande y hermoso y por lo mismo digno de Yd.
He aquí, mi querido General, el resumen y complexo de todas mis ins-
trucciones, adiciones y observaciones. Yo espero mucho del tiempo. Su
inmenso vientre contiene más esperanzas que sucesos pasados, y los pro-
dijios futuros deben ser muy superiores á los pretéritos. La gran firágua
de la Europa está ñibricando activamente instrumentos de obras mara-
villosas, de sucesos peregrinos, de portentos &vorables. La Inglaterra
nos promete mucho, y yo espero todavía más de lo que ofirece. — Doce mil
colombianos pedidos y ya en marcha, son una soberbia ancla de eeperanga.
Los enemigos pueden también temerlo todo de la guerra y de la política ;
pueden dejarse persuadir por el interés ; pueden ser dóciles por la dura
necesidad que obra siempre por diferentes vias y minando, algunas veces^
hasta los corazones mismos de esos tenaces, de esos pertinaces españoles.
La ruina de la Espafia proclama esta verdad ; ella nos asegura que
todo debe esperarse de esos hombres que ya no contienen en los, lindes
del honor, ni el grito de la patria, ni el espanto de la ignominia.
Mi querido General : estas figuras y pasages alegóricos muestran á Yd.
el buen humor en que estoy, y á la vez, los pensamientos que me ocupan.
Pero ellos esperan por Yd. para recibir su último toque.
Yéngase Yd., pues, volando á verme aquí ; dejando antes todas sus
órdenes dadas para que nada ñilte á la ejecución de mis primeras y últi-
mas disposiciones, y de aquellas más que Yd. haya determinado. — Aquí
tendremos una conferencia extensa, profunda y tranquila. Yd. hará el
papel de fiscal, y yo el de abogado de mi opinión. ¡ Ojalá tuviéramos
un juez unparcial que acordase lo mgor I
Lo que más me interesa en el dia es verme con Yd. para determinar
aquí diferentes designios que conviene mucho que Yd. sepa para que me
acensúe y para su ejecución en la p arte que á Yd. le toque. Tengo un
gran pensamiento que debe terminar la guerra, si el éxito corresponde á
mis esperanzas, que son muy vehementes. { Tanto me parecen probables 1
Últimamente lo que mas nos conviene es conservamos intactos y eoti-
eerDorno» á toda costa ; ^gr* qub no bb termcrabI rl Al^o snv qus
ESTEMOS KS EL PoTOSl.^^
Yd. me perdonará la claridad, la repetición, la machaca, en obsequio
del motivo que me sirve de excusa : la ealvacion del Perú, el honor de Co-
lombiíi, Bolívar.*
* Cartas de 4 y 16 de Febrero.
CAPÍTULO XLV.
1824.
Rmnioim boi eb la dulbaltad di torbraou — ikbtancia dkl ubbstador al
OOBIBBHO OB COLOMBIA — CBBA BOLÍTAB LOB MBDIOB PARA LA IJBBBTAD DEL PBRÚ —
BARCBA BL BJÍBCITO X HUAMAHGA — PROCLAMA DB PAZCO — ACCIÓN DB JCVIN — 8D8
RBBULTAD08 — BRÍMDI8 DBL UBBRTADOR RH UN COKYITB MILITAR — PABTR PARA LA
CORTA — RBCIBB LA LBT DB COLOMBIA QüB LB PRITA DB LAB FACÜLTADIS BZTRAORDI-
9ARIA8 T DRL MANDO DBL EJERCITO COLOMBIANO — ANIÍCOOTA DB LOB ESPÍAS DB
CANTBRAa
AUSENCIA total de incidentes plausibles, y superabun-
dancia de impresiones dolorosas j confusas, de ruindades,
de sorpresas y tristísimos engafios ; he aquí el carácter positivo
de los tres primeros meses del año 24.
¿Y qué pudo inspirar el enorme y feo delito que Torretagle y
los suyos cometieron ? — ^No otra cosa que la envidia, vil pasión
que se cria en las almas flacas y mezquinas, para turbar la sere-
nidad del juicio y proponer como honesto y meritorio lo que es
indecoroso y ruin. — ^Erizada de espinas estaba la situación, y pe-
dia no solo arrojo sino constancia é ingenio para salir bien de
eUa y soltar los nudos de la servidumbre. Carecian los infiden-
tes de estas dotes ; y atormentados en su corazón por el reco-
(289)
240 VIDA DB BOLÍVAR.
oocimiento del valor 7 de las virtndes de Bolívar, iguales á los
mayores Degocios que pudieran ofrecerse á la Bepública ; * elu-
diendo presenciar su gloria, llamaron á los enemigos 7 entrega-
ron la patria á sus tiranos. .Con lo cual creyeron haber hundido
en la nada los trofeos del héroe americano I
Cada vez que he meditado sobre este punto de nuestra histo-
ria contemporánea, se ha venido á mi memoria un pasage de
Plutarco en una de sus obras menos conocida, t Dice este autor,
que ^ él no hallaba tanta distancia de bruto á bruto, como la
que ha7 de hombre á hombre." — Yo ignoro á quien se referiría
Plutarco ; pero, ] qué justa es su observación aplicada á los
hombres de que me ocupo ! — Después de trece años de una lu-
cha incesante 7 la más sangrienta de que ha7 memoria, Bolívar,
el primer soldado de la libertad, el vencedor del León ibero,
vuela al Perú acompañado de la fama de sus proezas, para li-
bertar á los afligidos peruanos 7 ponerlos en posesión de su tier-
ra que el crimen les habia usurpado. Y Torretagle, Berindoaga,
Portocarrero, 7 sus amigos, n^ocian con el vire7 ^^ esclavitud
de su patria 7 se la entregan I No se espantan de la cautividad
de su nación I No se horrorizan de clavar ellos mismos un pu-
ñal en el corazón de su infortunada madre I
Hem I Tir Tiro quid prsBstat I
(TsBSMT, JSun,, act H)
j Cuan prodijiosa diferencia entre hombre 7 hombre : entre
Bolívar 7 los traidores que 7a no quiero nombrar I §
Para conocer á fondo 7 penetrar más 7 má>s esa diferencia,
léase lo que escribía el Libertador al General Sucre : JSstoy re-
aueUo á no ahorrar medida ninguna y Á COMPROMETER-
ME HASTA EL ALMA para que se salve este país. % — Léase
lo que escribía al General Salom : ^^Nasatras debemos libertar
* Coi vigor animi ingentibuf n^fj^tiU par BaberatwM. (Taoit, lib. t. Aun.)
f El tratado cuyo título ee, Que htanimaiet tuan ds roMon,
g La saerte de Torretagle j de bus priocipales amigoe fué mny deagraciadA.
Encerrado aqnel en el GaUao, con su esposa é hijos, deepaes de la batalla de
AyacQcho, el hambre y las enfermedades los hicieron perecer á todos. Berin<
doaga, qae era el tipo de la inconsistencia, yoItIó á desertarse hacia loe patrio-
tas ; pero el Libertador mandó que fuese jugado, y murió en un patíbulo. Poi-
tocarrero se ocultó en los bosques y estuvo mucho tiempo viviendo entre las
fieras. X Carta de 18 de Febrero, 1824.
TIDA DE BOLÍYAB. 241
estos puMo8^ á m pemr^ 'pa/ra poder concluir esta guerra y re-
tirar7W8 á nuestras casas; de otro modo estaremos siempre en
campaña hasta dfin del mundo, t Y al Coronel Héres : Pre-
ciso es que todos nos matemos en procurar d buen éxito de nues-
tra expedición {paxei, libertar al Peni). Las dificultades son
enormes; y íwí, Vd.^por su parte y yo por la mía, no debemos
descansar de dia ni de noche. X — Tales eran los nobles senti-
mientos de Bolívar en contraste con los de los hijos desnatura-
lizados que entregaron su patria á los tiranos I
Y tuvo la criminal defección sus frutos amargos naturalmente.
Crecieron los obstáculos, multiplicáronse las deserciones, cundió
el desaliento, casi despareció la confianza, j hasta los más patrio-
tas sembraban pretextos y motivos que disculpasen el abandono
de sus primeras opiniones*
En medio de aquella folla de alevosías y traiciones : debiendo
desconfiar de todo, porque todo estaba inficionado y corrompido,
plagado el país de pérfidos y de hombres desmandados é inve-
recundos, * el Libertador no cifraba su confianza sino en el
ejército de Colombia, que él llamaba en su estilo inimitable : los
apoderados multares de la América meridional, — Esforzada-
mente habia pedido refuerzos á Santander, y despachado al Co-
ronel Ibarra para que condujera estos por Guayaquil (22 de Di-
ciembre de 1823) ; y después de los últimos escandalosos suce-
sos que se consumaron en el Callao, redobló sus instancias con
mayor encarecimiento, pintando al gobierno de Colombia, con
verdaderos colores, la situación apurada de las cosas.
Ypy á permitirme extractar aquí dos oficios pasados por la
Secretaria General del Libertador al Ministro de la Guerra en
Colombia, cuyo contenido es importante para la historia de este
aQo.
Ouartel Qeneral en Pativüca, & 25 de Febrero de 1824.
SefLor Secretario : El 5 del presente de sublevó el regimiento del Rio
de la Plata, que guamecia las fortalezas del Callao ; prendió & todos sus
oficiales y al gobernador; puso en libertad & los prisioneros españoles
detenidos en las bóvedas ; proclamó al rey de Espafia y enarboló su pa-
f CarU de 24 de Enero, 1824. % Carta de 15 de Abril, 1824.
* " Esto está Ueno de parüdoe, escribía Boliyar al Qeneral Salom, todo pla-
gado de traidores : luioe por Torretagle ; otros por Biva-Agüero ; otros por los*
españoles, y muy pocos por la i]idependenola..M.'' (Carta del4dg Mamo.)
16
242 VIDA DE BOLÍYAB.
bellon en loe tres castillos. Mil y mil tentativas se han hecbo para hacer
una contrareyolucion y poner de nuevo en nuestro poder las fortalezas ;
pero todo hasta ahora ha sido inútil, y los &cciosos continúan siendo
dueflos de ellas.
Este desgraciado acontecimiento, que nos ha arrancado el único punto
fortificado del Perú y nos ha privado de los depósitos considerables de
elementos de guerra de todo género que contenia, es de una trascendencia
incalculable.
Se perderá la ciudad de Lima, porque no hay tropas que oponer al
brigadier Rodil, que se movió ya sobre ella desde Pisco, que solo dista
sesenta leguas ; y con la pérdida de la capital perderemos una gran parte
de la moral y los infinitos recursos que da una capital tan populosa como
aquella.
Las noticias de la Sierra aseguran que se espera á Yaldez en Jauja,
donde se halla Canterac actualmente con cerca de siete mil hombres, y
será reforzado por Yaldez con más de cuatro miL Reunidos Canterac y
Yaldez, marcharán sobre nuestras posiciones de la provincia de Huama-
líes en la Sierra, y nosotros no podemos hacer firente con cuatro mil co-
lombianos á once mil realistas. Estamos faltos de caballería, pnes la
tropa colombiana de esta arma apenas pasa de cuatrocientos hombrea.
El ejército del Perú asciende á tres mil hombres bisofios, llenos de vicios
por los partidos en que han estado envueltos, y no son dignos de con-
fianza. Los espafioles, pues, ocupan las fortalezas del Callao : ocuparán
la capital y marcharán sobre nosotros todos á la vez, porque tienen fuer-
zas para ello, contando con más de catorce mil hombres y con todo el
pingüe y rico país del Perú. Esta es la situación exacta de este Estado,
y la de S. E. el Libertador, que no tiene fuerzas suficientes que oponer al
enemigo ; y si se retira por países infernales, desiertos, desprovistos, mal-
sanos, va á perder todo el ejército de Colombia en una retirada inmensa
y llena do dificultades.
Desde que S. E. pidió á principios del ano pasado auxilios al gobierno
para el Perú, le hizo una desorípcion exacta del estado militar y pcrlítico
de esta nación. En todo el curso del aflo de 28 no ha dejado S. E. de
repetir el triste cuadro que esto presentaba, y que cada día so empeoraba,
y de repetir sus demandas de hombres, de armas, de municiones y de
dinero; pero hasta hoy solo se han recibido algunos ñisiles, pólvora y
.plomo, y poco más de cuatrocientos hombres del batallón Istmo ; de elloe
la mayor parte reclutas.
S. E. repite hoy lo que ha dicho tantas veces, que si no es auxiliado
por el gobierno lo menos con doce ó diez y seis mil hombres armados y
equipados, entre ellos mil por lo menos de caballería de Uaneros de Yene-
zuela, no puede responder ni del Perú, ni de la salvación del ejército de
• Colombia que se halla aquí, ni de los departamentos del Sur ; que todo
caei^ en poder del enemigo, pudiendo quizá ir á hacer alto del otro lado
cdd.Juanambú, si los Pastusos están para entonces j% exterminados. La
VIDA DE BOLÍVAR. 243
urgencia y la prontitud con qne S. E. reclama y espera este auxilio, debe
conocerla él gobierno por la posición en que se halla S. E. frente al ene-
migo, con ménoe fuerzas que él y con inmensos desiertos para una reti-
rada. Así, se&or Secretario, solo la actividad y el celo de nuestro go-
bierno puede salvar al Perú, y puede salvar nuestro ejército, enviando á
8. E. prontos y poderosos auxilios de soldados veteranos, armados y
equipados ; enviando auxilios de municiones y de elementos de guerra
de todo género.
Muchas veces ha demostrado S. E. el Libertador al gobierno, que la
pérdida del Perú produciría necesariamente la de todo el sur de Colom*
bia, y que el enemigo, poderosamente reforzado aquí, comenzará en Co-
lombia una nueva guerra ; que cuantos refuerzos y auxilios se envíen en
&Yor del Perú, son otros tantos medios de seguridad propia que emplea
Colombia, y que es más ventroso venir á hacer la guerra en un pais aje-
no, que esperarla en el corazón del suyo, como sucederá infaliblemente si
el Libertador es derrotado aquí 6 se retira á Colombia ; lo que también
sucederá in&liblemente si no recibe prontos y poderosos auxilios de
nuestro gobierno.
Ha pedido también S. E. algunos oficiales para nuestra marina del sur,
que está absolutamente escasa de ellos, y puesta en manos de extranjeros.
Ha pedido también lona, jarcias, hierro para nuestros buques, que están
desprovistos de todo, y en estos mares estos artículos son caros y escasos.
También ha pedido 8. E. que se remitan dos millones de pesos para la
subsistencia de las tropas, y para hacer la guerra ; y 8. E. repite ahora
su instancia pidiendo que se le manden vales contra el empréstito de
Londres, si este ha tenido efecto, para ver si aquí se logra que entre los
comerciantes extranjeros haya quien quiera cambiar estos vales dando al-
conas cantidades en dinero. De resto, no puede calcular el gobierno
cuál es la miseria de numerario á que esto está reducido, ni cuáles los
obstáculos invencibles que se tocan de poder conservar un ejército sin
paga, que está expuesto á cometer el mismo crimen que los soldados del
Rio de la Plata, por las privaciones que sufren, y por el mal ejemplo que
acaban de recibir por los facciosos del Callao.
Cuartel General en Trujillo, á 81 de Marzo de 1824.
Permítame IJ8. que conteste en una sola nota las últimas de ÜS. y
que tenga la honra de decirle, que 8. E. queda impuesto de que vendrá
& Guayaquil el capitán de navio Barbará y dos 6 tres subalternos ; que
la marcada con el número 115 ha causado en el ánimo de 8. E. la más
melancólica impresión, por las infinitas dificultades y obstáculos en que
se encuentra el gobierno para enviar los auxilios que ha pedido d^de el
afio pasado en Mayo, y que volvió á pedir con más urgencia en Octubre,
porque las circunstancias se empeoraban cada dia más y más. Los me»
dioB que él gobierno espera para poder llenar las demandas del Liberta-
244 VIDA DE BOLÍYAE.
dor son tan lentos y est&n tan distantes, que quizá cuando yengan los
auxilios, el mal será iircmediable, porque hay cosas que no tienen espeta,
que exigen un remedio protito y activo, y de este género es la enfermedad
del Perú, que amenaza contagiar á toda Colombia é inminentemente al
sur. No queda á 8. £. otro consuelo que el triste y bien estéril de haber
predicho muy anticipadamente todo el mal que nos esperaba, si no se
obraba con una rápida addyidad. Si para estas horas la l^islatura do
este afio ha dado al £¡jecutiyo todos los medios de poder para auxiliar al
Libertador y al Perú, está cierto S. E. que para estas horas estarán en
marcha los refuerzos que ha pedido, porque 8. E. sabe muy bien que él
gobierno conoce su posición crítica, difTcÜ y peligrosa ; y sabe muy Mea
que el gobierno tiene en su corazón los intereses de Ck>lombia ligados ín-
timamente por ahora con los del Perú, y librados á la suerte próspera 6
adversa de las armas a1iadas,confiada8 al Libertador.
En la situación de S. E. y en la del gobierno, solo queda al Libertador
el arbitrio de repetir con el mismo tesón, con la misma instancia, la soli-
citud de los auxilios prontos y poderosos de hombres, armas, municiones
y de todo cuanto tiene pedido ; afiadiendo para completar él horrible
cuadro que tantas veces ha bosquejado, la noticia de la traición del mar-
ques de Touetagle, presidente del Perú, y la de casi todos los empleados
en la administración, y la defección abominable de varios jefes, que des-
pués de evacuada la capital por nosotros, han vuelto á ella, arrastrando
coDBigo pequeñas partidas de tropas de las que estaban á sus órdenes ; la
desmoralizadon de los pueblos por las exacciones que han sufrido de las
administraciones anteriores perversas y viciosas, y por los ejemplos con-
tinuos de traición y de crimen de sus más respetables ñmcionarios. I^em-
plo capaz de alterar la moral de un pueblo virtuoso, y de devorar ai pue-
blo peruano. Los traidores y los espafloles so han ligado para hacer una
causa común, y hacer creer al pueblo ignorante que la guerra con el Pcsrú.
ha cesado ; que en este país no quedan más enemigos que los colombia-
nos ; y que es preciso unirse para destruirlos. Estos son los principias
que propagan por todas partes. Si á la preponderancia numérica del
enemigo se afiade la moral que va á daries y que les ha dado ya esta
nueva seducción en &vor de los eqMfioles, se verá que la superioridad
por parte de aquellos está bien marcada.
Si S. E. el Libertador no estuviera tan penetrado de la verdad, —
''de que perdido él Perú se pierde él sur de Colombia, y de la Im-
posibilidad de salvar nuestro ejérdto retirándonos,'* — ya lo habría he-
cho ; pero es imposible que no sea lo primero, y es imposible (Recatar
lo segundo. La suerte, pues, de 8. K y del ^ército de su mando es
Invariable.— '^ Morir 6 trian&r en él Perú»''
El Libertador habia escogido á Thijillo como centro de sns
operaciones y en donde podia recibir con más facilidad los
auxilio» solicitados. — ^Pero allí le esperaba todavía un nuevo
VIDA DE BOLÍYAB. 245
golpe, tan acerbo como los anteriores ó acaso mis. Fué este la
noticia que el gobierno de Colombia no podia remitir hombres,
ni fusiles, dinero ni los demás efectos pedidos, sin autorización
expresa del Congreso, del cual decia Santander, la solicitaría
con interés. — ^Pero esto exijia tiempo, y las operaciones del Pera
demandaban la mayor urgencia. — Canterac comenzaba á reunir
ya sus fuerzas para abrir la campaüa, marchando sobre los acan-
tonamientos del ejército de Bolívar. Sus tropas eran superiores ;
eos recursos abundantes. Todas las probabilidades estaban k
811 favor, y una sola batalla perdida por nuestra parte, costaba
la subyugación entera del Pero, la vida de Colombia, la libertad
de la América y la reputación del Libertador
No es dable pintar la situación en aquella época memorable,
T la imaginación más rica se hallaría débil para transmitir á la
historia los pormenores de todos los acontecimientos. — Bolívar
estaba solo para crearlo todo , y lo creó admirablemente.
Hubo vestuarios, lanzas, monturas, herraduras, astas, fusiles, ví-
veres, caballos, hombres.... 1 1 Y pasma pensar en los medios
que el Libertador tuvo en su mano para tantas y tan grandes
cosas. Impuso una contribución á los templos que poseian al-
gunas alhsgas y un donativo entre los habitantes de más desaho-
gadas proporciones en los departamentos de Trujillo, Hnama-
chuco y parte del de Huanuco, único terreno que ocupaba. Aun-
que el objeto fué reunir 400 mil pesos para los gastos de la
campaña, solo se consiguió recojer cien mil, lo más en barras
de plata que se cambiaron en el comercio á 7 pesos el marco.
Con tan miserable auxilio se establecieron maestranzas de toda
especie, y se construyeron vestuarios, monturas, equipo y menage ;
se compuso el armamento, se hicieron herraduras-., etc. y se
creó un ejército en menos de dos meses. — ^Todo lo veia el Liber-
tador ; todo lo ordenaba. — ^Ni las cosas más pequefias, ni aque-
llas mismas que en el aprecio ordinario parecen insignificantes, las
descuidaba. Léase su correspondencia de este año, y no habrá
quien no se admire de aquella prolijidad infinita, de aquel cui-
dado verdaderamente paternal para con el soldado ; de aquella
solicitud constante para que comieran los caballos, para que los
herrasen, y que las herraduras fueran trabajadas con hierro de
YLscaya : para que las sillas no maltratasen los lomos de las
bestias : para que se precaviesen estas del firio : para que se
246 VIDA DE BOLÍYAB.
buscasen mnlas de reemplazo para los bagages; para I&
conservación del ganado lanar j yacnno : para la provisión
de cebada como alimento de los caballos ; para que los solda-
dos tuvieran gorras 7 cobijas Él estaba en todo. Para
él no habia atención mínima, ni obstáculo insuperable. —
No crean mis lectores que les exagero. Escribiendo al Ge-
neral Sacre, entre otras cosas, le decia : " Haga Yd. que á
" los caballos de la costa se les hagan todos los remedios imagi-
** ginables, á fin de que se les endurezcan los cascos, quemando-
" selos con planchas de hierro caliente j bañándoselos con eo-
*' cuiza. Que se les dé el pasto atados, 7 el agua á la mano,
" para que estando en seco no se pasmen en los tres primeros
" dias humedeciéndose, 7 que estén bajo de cubierta." — ^Escri-
biendo al Coronel Héres, le decia : " Ya que ha7 tan poco pa-
^ peí para la ' Gaceta,' esta debe tener un márjen más pequeño,
" para que quepa más. El próximo ' Centinela' llevará una res-
" puesta buena á las mentiras de los godos, etc."
Y al mismo tiempo que de todo se ocupaba, no quería dejar
pasar ocasión alguna sin dar á sus subalternos ideas netas de
administración, de rectitud, de respeto moral, de la puntualidad
en el cumplimiento de los deberes.... I Sucedió una vez, que
Héres abrió la correspondencia privada del Libertador. — ^Este
le habia facultado para abrir la oficial é imponerse de ella ; y
luego acaeció también que el propio Hérea comunicó lo que cre7Ó
conveniente por cartas 7 no de oficio. — ^El Libertador le dijo
entre otras cosas : " No me ha parecido bien que Yd. ha7a
^^ abierto mis cartas de Santander 7 Pefialver. Las cartas con-
^ fidenciaks son sagradas para todo el mwndo / jHjrque son secre-
" tos de otros que no se deben confiar. Así, espero que en ade-
^ lante, Yd. no abrirá más que las comunicaciones de oficio de
^ Chile, del Ministro de la Guerra, de Panamá, de Castillo 7 de
" Salom ; lo demás que venga cerrado á mí. — Pérez no ha reci-
"" bido todavía comunicación oficial de Yd. 7 70 quiero que el
^ servicio se haga ofidalmenU y no por cartas ; pues las cartas
^ no son documentos públicos que deben siempre parecer. Yo
^ detesto ese modo de entenderse, pues no ha7 medio de con-
'^ testar oficialmente una carta, sino por irregularidades chocan-
" tes, no quedando documentos sobre que recaigan las resolucio-
'' nes. Las cartas son mu7 buenas ; pero los oficios también.'^
VIDA DB BOLÍVAR. 217
Sería intermiDable mi obra si me propusiera hacer mén\o de
todo lo que en este género se halla en la vida de Bolívar...
Á mediados de Abril marchó el Libertador por la vía de
Otasco al Departamento de Hnamachaco. Sn objeto era reu-
nir el ejército de Colombia al del Perú que se hallaba en Caja-
marca, al otro lado de los Andes. En Huamachuco fué necesa-
rio establecer una maestranza para construir clavos de buen
hierro y volver á herrar los caballos que hablan perdido en el
tránsito las malas herraduras que tenian. " £1 Libertador, (re-
fiere el ayudante López,) encargó de este trabajo á un Sargento
mayor, hijo de Chile, (cuyo nombre no me acuerdo) que se hallaba
sin destino y que buscándolo habia venido al Cuartel general.
Apenas hacia dos dias que se ocupaba en este encargo, cuando
recibió el liibertador avisos confidenciales de que un gefe del
ejército estaba encargado por los enemigos de asesinarle, por
cuyo hecho le hablan ofrecido una gran recompensa, y él se habia
comprometido á ello ; y aunque no le decian al Libertador quién
era este gefe, ni su nombre, le acompañaban su filiación. El
Libertador se hallaba solo en su cuarto leyendo, y repasaudo
las señales de la filiación, que tenia a la vista, cuando con aquel
golpe de ojo que pocas veces lo engañaba, y con aquella viveza
de su genio, reuniendo en su imaginación el conjunto de faccio-
nes descritas en la filiación se le representa el retrato del Sar-
gento mayor que hacia dos dias habia encargado de la maes-
tranza : sale luego de sn pieza, llama un ordenanza, y hace venir
inmediatamente al Mayor. Cuando este entró, el Libertador
permanecía con el papel que contenia la filiación en la mano :
lo hizo sentar, y paseándose en la sala y haciéndole conversa-
ción, tuvo tiempo de comparar más atentamente las señales del
gefe con las de la filiación, y quedó íntimamente convencido de
que era él, la persona que le denunciaban. El Libertador con-
tinuó tratándolo con tanta bondad y dulzura, que pocas veces le
vi más sereno con otra persona, y después de un largo rato de
conversación, concluyó diciéndole : " Los gefes y oficiales que
'' se unen conmigo y que generalmente corresponden á mis es-
*^ peraijzas siempre son colocados dignamente : Yd. irá de co-
" mandante de armas á un buen pueblo : ocurra luego al Esta-
" do mayor á recibir órdenes."
" El Sargento mayor salió muy satisfecho al parecer de esta
248 TIBA DE BOLÍYAB.
prueba de aprecio que acababa de recibir, y cuando habiavoelto
las espaldas, 7 70 entraba en la sala, me dijo el Libertador :
" Pocas veces he visto un asesino tan bien retratado. ¿ No le
" parece á Vd. que esta es la filiación de ese hombre que acaba
" de salir ?" (enseñándome el papel que la con tenia.) Luego me
refirió todas las circunstancias que acabo de exponer, 7 me or-
denó que fuese á hacerme cargo de la maestranza, saliendo el
Ma7or al dia siguiente para su nuevo destino, 7 alejándolo de
este modo de su persona."
Tal fué la actividad que desplegó el Libertador en aumentar
7 disciplinar el ejército 7 en comunicarle su patriótica confianza,
que para el 15 de Abril escribia al Coronel Héres desde Otasco :
'* Este medio mes debemos emplearlo en preparativos ; el de
" Ma70 en marchar, 7 el de Junio en combatir."-— Y al General
Sucre : " Esto7 resuelto á todo. E8to7 animado del demonio
" de la guerra 7 en tren de acabar esta lucha. Parece que el
" genio de la América 7 el de mi destino se me han metido en la
" cabeza. Los enemigos vendrán con ocho mil hombres ; 7 como
" nosotros llevaremos al campo de batalla otros tantos, la meto-
" ría es nuestra sin remedio....^'
El Libertador dio las órdenes para que en Ma70 el ejército
se pusiera en movimiento. Doscientas l^uas tenian qae marchar
algunos cuerpos situados en Gajamarca 7 todos debian atravesar
las heladas 7 escarpadas cimas de la elevadísima cordillera
untes de llegar 4 Pazco, punto designado para la reunión gene-
ral de las fuerzas independientes.
El General Lámar tenia el mando en gefe del ejército del Pera.
Sucre el del ejército auxiliar de Colombia, llevando á sus in-
mediatas órdenes á los Generales Comandantes Generales Lara
7 Córdova.
Gobernaba toda la caballería el General Necochea.
El General Miller dirijia particularmente la del Perú, 7 el
Coronel Carvajal la de Colombia. — Los granaderos de á caballo
de Buenos Aires los mandaba el Coronel Bruix.''^
El General Santa Cruz fué nombrado Gefe de Estado Ma7or
general del ejército del Perú ;t el Coronel O'Connor del de
Colombia.
* Bruix era un apaesto y valeroeo francés, Ujo del o^ebre Almirante Bmix.
f Deepaes que Santa Cruz había cometido tantos deaadertoi^ entre los euales
YIDA BB BOLÍYÁB. 249
El Libertador en persona mandaba el ejército unido. Tenia
á 8Q lado para los negocios civiles j políticos en calidad de Mi-
nistro general, á D. José Sánchez Garrion, 7 al General Aldu-
nate como gefe del Estado Mayor Libertador.
En todo el mes de Junio pasaron los cuerpos los horribles des-
filaderos de las cimas de los Andes. " Esto se hizo con una
constancia y sufrimiento, escribe Torrente, que sería un acto de
injusticia negarles el gran mérito contraido en esta campaña..^
Inconcebible parece cómo en tan poco tiempo hubieran logrado
los insurgentes poner en campaña una fuerza numerosa y bajo
un pié tan respetable de arreglo y buena dirección. Abunda-
ban las provisiones de guerra y boca, el armamento, vestuario,
medios de trasportes y cuantos elementos guerreros se necesitan
para abrir una importante campaña." Lo que el escritor rea-
lista califica de inconcebible fué la obra del genio de Bolívar
en aquellos dias ; y con tales medios creados por los poderosos
recursos de su talento, se dio la acción de Junin, se dio la famo-
sa de Ayacucho y quedó purgada la . América de sus antiguos
opresores.
Para la campaña que se abria, Bolívar tenia que inspeccio-
narlo todo. — ^No habia en el Estado-Mayor planos geográficos,
indicaciones, ni relaciones científicas sobre el terreno ; algunos
generales conocían prácticamente el país, pero el Libertador no
descansaba sino cuando él mismo habia visto los caminos y exa-
minado por sus ojos las posiciones.
El 2 de Agosto Bolívar pasó una revista general de su ejército
en la llanura del Sacramento que se extiende entre Bancas y
Pazco. Allí hizo leer á las tropas esta hermosa proclama :
Soldados 1 Yáis á completar la obra más grande que el cielo ha podido
ae contó el de haber hoBlílixado á Bolívar declarándose partidario de Riya
Agüero, se retiró avergonzado ¿ Piara. £1 Libertador, siempre magnánimo, le
Hamo á sa lado y le hizo gefe de Estado Mayor general. — Santa Cruz se com-
portó luego muy bien y siempre ha recordado con entusiasmo las glorias de su
amigo y protector. — Santa Cruz lació en Guarina, pueblecito cerca de la Paz, de
la Cacica Calnamani, noble señora de aquel lugar. — Al principio y hasta el año
de 1820, Santa Cruz sirvió con los españoles. Después de la derrota del General
(XBeilly en Pazco, se pasó á las banderas patriotas. — Santa Cruz se halló en la
iamoea acción de Pichincha y Sacre quedó muy satisfecho de sa comportamiento.
El carácter de Santa Cruz es benevolente y en sus últimos afioe ha representado
oon noble apostura las glorias del ejército libertador del PertL
250 VIDA DE BOIÍYAB.
encargar á loe hombres : la de sálTar un mundo entero de la esclaTÍtnd.
Soldados ! Los enemigos que vais ft des&uir se jactan de eat&rce añoé
de triunfos ; ellos, pues, serán dignos de medir sus armas con las Tues-
tras, que han brillado en mil combates.
Soldados I £1 Perú y la América toda aguardan de vosotros la paz,
hya de la victoria ; y aun la Europa liberal os contempla con encanto,
porque la libertad del nuevo mundo es la esperanza del universo, i La
burlaréis ? No I no 1 Vosotros sois invencibles.
, BOLÍVAB.
El Libertador recorrió luego las filas entre vivas y aclama-
ciones de su ejército. De trecho en trecho arengaba á sus sol-
dados con aquella elocuencia y aquel ardor que inflamaba el
pecho americano. Recordó á los colombianos el 7 de Agosto
en Boyacá, señalándoles con el dedo las pampas de Jauja que se
divisaban y se las designó como lugar de triunfo y les marcó
para adquirirle el 7 de aquel mes como presagio más seguro de
la victoria. Todos los cuerpos manifestaron vivo entusiasmo á
la presencia de su caudillo. — La hermosura del lugar tan ele-
vado : la imponente magestad de los Andes, y el brillo del lago
silencioso de los Beyes, origen principal del caudaloso Amazo-
nas, que, como un espejo inmenso, blanqueaba enti*e aquellas
enormes moles, " sentadas sobre bases de oro," realzaba la solem-
nidad del espectáculo y la alegría de nuestro ejército. — " Allí
(escribia un testigo presencial,) allí vimos todos centellear la
gloria colombiana ; nos pareció ver ya libre el nuevo mundo."*
* Este pasaje de nuestra historia está pintado inimitablemente por Olmedo
cuando hablando de Bolívar dice :
¿ Quién es aquel que el paso lento mueve
Sobre el collado que á Junin domina ?
¿ Que el campo desde allí mide, y el sitio
De combatir y de vencer designa ?
I Que la hueste contraria observa, cuenta,
Y en su mente la rompe y desordena,
Y á los más bravos á morir condena,
Cual águila caudal que se complace
Del alto cielo en divisar su presa
Que entre el rebaño mal segura pace I
Quién el que ya desciende
Pronto y apercibido 4 la pelea ?
Preñada en tempestades le rodea
Nube tremenda: el brillo de su espada
£b el vivo reflejo de la gloria :
VIDA DB BOIÍYAB. 251
Mandaba Canterac ana fuerte división dp cerca 9,000 hom-
bres : 7,000 de infantería j 2,000 de cabaUeria muy bien mon«
tada esta j equipada ; y desde Jauja se puso en movimiento el
1^ de Agosto con dirección á Pazco. El 4 por la noche llegó
al pueblo de los Beyes ; al otro dia estaba en Carhuamacho y
su caballería descansó en Pazco. Bolívar se movia en dirección
paralela á la de Canterac ; y en Beyes determinó salirle á re-
taguardia.— " En la noche del 5, el Libertador hizo llamar á los
Generales Lámar y Sucre, y se ocupó algún tiempo en dar va-
rias disposiciones.
" Se previno al General Górdova que á las cuatro de la ma-
ñana del dia siguiente rompiese la marcha con su división : al
General Lámar, que con el ejército del Perú ocupase el centro,
y al General Lara, que con su división guardase la retaguardia.
'' El dia seis, á la cinco de la maSana, todo el ejército se hallaba
en movimiento con dirección al pueblo de Beyes, Desde las
diez empezó á llegar el espionage, trayendo la noticia de que el
General Canterac con su división regresaba de Pazco, por el
mismo camino que habia llevado el dia antes. El Libertador
dispuso al momento que el general Kecochea se pusiese á la
vanguardia del ejército con toda la caballería, y que la infante-
ría por divisiones redoblase la marcha. El mismo Libertador,
0
Su voz un trueno : su mirada un rayo.
I Quién aquel que al trabarse la batalla.
Ufano como Nuncio de victoria,
Un corcel impetuoso fatigando
IMscurre sin cesar en toda parte....
Quién, sino el hijo de Colombia y Marte ?
Sonó su voz : " Peruanos,
Mirad allí los duros opresores
De vuestra patria. Bravos Colombianos
En cien crudas batallas vencedores.
Mirad allí los enemigos fieros
Que buscando venís desde Orinoco :
Suya es la fuerza, y el valor es vuestro ;
Vuestra será la gloria.
Pues lidiar con valor y por la patria
£s el mejor presagio de victoria.
Acometed: que siempre
De quien se atreve más el triunfo ha sido :
Quien no espera vencer, ya está venddo."
252 VIDA DB bozítas.
con loe Gronerales Lámar, Sacre y Santa Cruz se pnao á la
cabeza de la caballería, mientras qoe la infantería, unas veces
al trote y otras a paso redoblado, caminaba sin detenerse en
parte alguna. Á las cuatro de la tarde nuestra caballería, como
á una legua de distancia, áiviaó al enemigo que salia del pueblo
de Beyes por el camino de Tarma. Toda su infantería por
columnas en masa se retiraba á paso redoblado por toda la
pampa, cubriendo su retaguardia su brillante caballería. El
Libertador mandó apurar el paso á nuestra infantería, que á
pesar de sus esfuerzos venia como á una legua de distancia de
nuestra caballería, lo cual habia sido observado por el enemigo.
Una gran laguna separaba las dos caballerías. La nuestra de-
iando el camino de Beyes, marchó por la orilla opuesta como á
cortar la suya, que aparentaba retirarse 6on su infantería. El
General Ganterac, que desde la pampa observó este movimiento,
conociendo que su caballería era superior en número y que
á la cabeza de la nuestra iban nuestros principales Generales,
se dispuso* á esperarla para dar una carga, contando con un
triunfo seguro, ^egun dijo él en un parte que se le interceptó
después de la batalla.
" Nuestra caballería debia salir á la pampa de Junin por en
medio de unos pequeños cerros cubiertos de pcya, dtnados
á la orilla de la Laguna. El General Ganterac, á la sombra
de estos mismos cerros, dejando el camino que llevaba su infan-
tería, descabezó la Laguna con su caballería, varió de dirección
por una pronta maniobra, y formando una línea de batalla, re-
forzada por otra de reserva, esperó el momento en que aso-
mase la nuestra para cargarla. Al salir á la Pampa, el Gene-
ral Necochea, que vio al enemigo en aquella formación, sin
perder un instante y al trote, mandó entrar en batalla nuestra
caballería por retaguardia de la primera subdivisión ; pero aun
no se habia acabado de ejecutar esta maniobra, cuando el ene-
migo, aprovechándose de este movimiento para arrollar nuestra
caballería, á todo galope, enristradas las lanzas y con sable en
mano, se arrojó sobre la línea, rompiendo algunos cuerpos de
los que habian entrado en batalla, y envolviendo parte de las
columnas que sucesivamente iban entrando. Sin embargo de
que este primero impulso fué violento, el desorden no se prolon-
gó más allá de los escuadrones que sufrieron el choque. Allí
VIDA DE BOLÍVAB. 258
mandaba el Libertador. Los otros cuerpos, con aquella sere-
nidad hija del valor, refrenando sus caballos sin perder terreno,
formaron á discreción de sus gefes una nueva línea, j venga-
ron bien pronto á sus camaradas. El enemigo, aunque triun-
fante al principio, no pudo conservar su formación por la más
ó menos resistencia que experimentó en los cuerpos arrollados,
7 por grupos empezó á cebarse, á rienda suelta, en aquellos que
hablan vuelto gurupas. Entonces el resto de nuestra caballería,
qne no había abandonado su posición ni la hablan atacado, los
cargó por retaguardia : algunos de los arrollados volvieron
caras, y la victoria se disputó palmo á palmo en la pampa de
Junin, cerca de una hora. Al fin, el enemigo cedió el campo á
nuestros valientes, que adquirieron el triunfo á precio de los
esfuerzos más heroicos.^'
En la brillante acción de Junin no se oyó un tiro. Se peleó
al arma blanca. | Qué choques tan tremendos I | Qué bravura !
Los españoles respiraban rayos, mortandad y estrago, y en cada
huella dejaban un pozo de sangre.... Allí cayó el valeroso Ne-
cochea traspasado el cuerpo de siete heridas de lanza y sable ;
y oh dolor ! los realistas le hicieron prisionero. Poro donde se
hallaban Carvajal, y Silva, y Suarez, y Miller y los vencedores
colombianos ¿ podía desconfiarse del triunfo ? Una hora mortal
duró aquella lucha terrible en la cual se peleaba de hombre á
hombre, pecho contra pecho, lanza contra lanza....* Qué denuedo
el do Braun á la cabeza de los granaderos de á caballo I Qué
serena intrepidez la de Bruix, la de Miller, Medina, Suarez y
Sandoval ! i Qué heroico esfuerzo el de Silva que á todos dis-
putó la palma del valor conteniendo los formidables ímpetus del
enemigo ó cayendo encima de estos como un león, difundiendo por
do quiera espanto, desolación y muerte I El Libertador testigo
de la intrepidez de los bravos de Junin, los recomendó al amor
7 á la admiración de la América. El enemigo se aprovechó
* Por conseeuenda de dos heridas qne recibió en Jnnin;mnri6 al dia siguiente
de la batalla, el Joven bremes D. Carlos Sowerby, teniente Coronel del ejército
del Perú y Comandante del segando escuadrón de húsares de Junin. Sowerby
habia multado bajo Napoleón en Moscón y en Borodino ; sobrevivió á los hor-
rores de la Rnsia para morir en Carhuamayo, defendiendo la gloriosa cansa de
la libertad del Nuevo Mundo. Los campos de Maypó, Riobamba y Pichincha
presenciaron sn valor.— >Mutíó de 39 años de edad.
254 VIDA DE boiítab.
de las sombras de la noche para huir con mayor seguridad. Los
nuestros lo persiguieron hasta sobre las filas de la infantería,
y pudieron rescatar al valiente Necochea que los españoles con-
ducian á sus pontones....
Es notable el contexto del oficio que desde Acobambilla di-
rijió Canterac al General Rodil, en 19 de Agosto, dándole aviso
de la pérdida de la batalla de Junin ; pues le decia que " siendo
su ejército mayor y sus gefes valientes sin excepción, la victoria
era natural ; que la esperaba con tanta más razón cuanto que
los gefes insurgentes Necochea, Lámar, Soler y Placencia hablan
muerto y Bolívar mismo estaba herido ; pero que cuando los
patriotas estábamos desordenados y perdidos, sin poder imagi-
nar ciwiLfvÁ la razon^ volvió gurupas la caballería española y se
dio á una fuga vergoi^zosa^ dqando la victoria al enemigo,.,.*
Ya otra vez lo he observado ; nunca acertaban los realis-
tas con la causa porqué corrían sus tropas huyendo delante
de las nuestras. — Cuando la suerte de la guerra nos fué
adversa en la Puerta, en Úrica, en Barcelona, etc, todo cedió al
valor de las armas españolas, decian los realistas ; y cuando
triunfamos espléndidamente en Araure, en San Félix, en Cara-
bobo, en Boyacá, en Pichincha, en Junin, no podian imaginar
cuál era la razón porqué sus soldados volvian cara y dejaban en
nuestro poder armas, prisioneros, banderas, caballos, y otros ele-
mentos de campaña.
El resultado de la acción de Junin tuvo el mayor influjo en el
éxito de la campaña del Perú. La moral del ejército español
se relajó ; introdiíjose en él la desconfianza y comenzaron todos
á mirar como terrible al ejército independiente. " Si esta san-
grienta acción se hubiera ganado por los realistas, dice Torrente,
habría formado el primer eslabón de la cadena de triunfos ; se
perdió, y lo formó de contrastes y reveses." — Canterac empren-
dió una retirada de ciento y cincuenta leguas por fragosos valles
y escarpadas cimas ; lo que equivalió á otra derrota. Más de
dos mil hombres, 700 fusiles, municiones, ganados, caballos y
otros artículos fueron las pérdidas sufridas por los realistas, y
nosotros ocupamos un extenso territorio poblado, rico y lleno de
recursos : el que demora al norte del Apurimac.
* Este oficio 86 imprimió en la Gaceta de Tnijillo, No. S4.
YIDA DE BOliVAB. 255
Es digna de censura y especial reprobación la atroz conducta
de los españoles al dejar el pais que nuestras tropas iban ocu-
pando sucesivamente. '* Fusilaban, dice Santa Cruz en un oficio
al Ministro general de los negocios del Perú, fechado en Ghn-
quibamba ; fusilaban á los soldados americanos cansados, á las
mugeres que hablan tomado en defecto de hombres para el ser-
vicio de la cocina, y hasta los desgraciados enfermos de los hos-
pitales que no eran capaces de seguirlos. He visto más de dos-
ci.entos muertos sobre el tránsito de ellos, y los vecinos de este
pueblo me han informado de los asesinatos de nncve hospitala-
rios que habia en él y de otros cinco en Abancay. — ^No parece
sino que querían despoblar la tierra que no poseían."*
I Qué sed insaciable de sangre !
El Ejército Libertador atravesó el territorio recien libertado
en un verdadero triunfo por el entusiasmo patriótico de los pue-
blos. Distinguióse entre todos el de Huamanga, en cuya ciu-
dad se detuvieron las tropas un mes descansando de tantas fa-
tigas y de tan dilatadas marchas. — La escena de la entrada de
Necochea en Trujillo arrancó lágrimas. Todo el pueblo salió
á recibirle con el mayor amor, y las señoras principales se dis-
putaban la honra de conducir al valeroso herido. ¡ Qué exqui-
sitos cuidados ! i Qué tierna y solícita asistencia ! t
En Huamanga, el Libertador hizo reunir en una gran parada
el ejército unido ; y Sucre, al terminar la revista, dirijió á Bo-
lívar una arenga, digna de su corazón caballerezco, generoso y
sensible hasta el extremo : arenga que concluyó con estas pala-
bras : " Bajo la dirección del Libertador solo la victoria pode-
" mos esperar." — ^Bolívar le contestó en el acto con una habili-
dad suprema, y terminó diciendo : '' Para saber que debo vencer,
*' basta conocer á los que me rodean."
Después de la revista hubo un banquete militar. El Liberta-
dor se sentia algo indispuesto y no pudo permanecer hasta el
fin con sus bravos conmilitones. — ^Ántes de separarse brindó por
el qjército, que era el hijo predilecto de la gloria ; por el Perú ;
* Oficio del GeDeral Santa Crus al Ministaro general de loe negocios del Perú,
desde Chnqnibamba el 4 de Octubre de 1824.
f Una carta de TrnjiUo fecha el 10 de Octabre y publicada en el " Dúly
AdyertlBcr" de Nueva York, el 20 de Noyiembre de 1824, contiene detalles muy
earioeoB sobre esta escena.
256 VIDA DE BOliVAB.
por los patriotas encerrados en Lima, y por el eterno trínn(b de
la libertad, terminando con estas notables palabras, ardientes
como llama y qne arrancaron un aplauso que rayaba en frenesí :
Que las válientea espadas de los que me rodean atraviesen mil
veces mi pecho, si alguna vez oprimiere las naciones que conduzco
ahora á la libertad /// Que la autoridad dd pueUo sea el único
poder que exista sobre la tienda II! Y que hasta d nombre mis-
m^ de la tiranía sea borrado y olvidado dd lenguage de las
naciones III
En la primera mitad del mes de Octubre, el Libertador re-
corrió todo el país libre hasta las márgenes del Apurimac, río
caudaloso que divide los departamentos de Huamanga y Cuzco
y que corre por entre escabrosísimos cerros y riscos escarpados.
— Los gefes realistas le habian opuesto esta barrera, difícil de
franquearse, esperando que ella fuese parte para destruirnos. —
Bolívar, que no se desvanecia con la gloria y que prácticamente
sabia que la adversidad es ingeniosa y suele en ella el enemigo
lograr en un instante lo perdido ; conociendo la inferioridad de
nuestras fuerzas, aun después del triunfo de Junin, y que no ha-
bia modo de aumentarlas, resolvió partir para la costa y mandar
la división que se formara de todos los enfermos de los hospita-
tales dejados á retaguardia y con los cuerpos que hubiesen lle-
gado de Colombia, si alguno habia llegado.
" Formado este plan, el Libertador le confió el mando en gefe
del ejército al General Sucre, por haberse excusado de tomarlo
el General Lámar, que era el de más graduación ; previniéndole
sin embargo que obrase do acuerdo con este General, tanto por
las consideraciones de su grado, como por sus conocimientos
militares y prácticos del país, que sin duda influyeron en el buen
resultado de la campaña.
" El Libertador, la víspera de separarse del ejército, ordenó
que se llamase al General Sucre. Guando este General se pre-
sentó, se hallaba el Libertador en conferencia con el General
Lámar. Por los informes que tomó de él, rectificó los que ha-
bia recibido anteriormente del país, y con estos datos, sin vaci-
lar un instante más, dirigiéndose al General Sucre, le dijo : " Ge-
" neral : está resuelto el problema : Vd. tendrá más tropas con
** que afrontar al enemigo dentro de pocos días. Yo haré que
*" vengan de la costa sin pérdida de tiempo. Entre tanto, con-
VIDA DE BOLÍVAB. 257
" viene que ganemos terreno. Póngase Vd. en marcha con el
" ejército y ocupe las provincias que vaya abandonando el ene-
" migo. Si él, con su ejército, tomase posiciones más allá del
" Apurimac, manténgase Vd. al frente, mientras le llegan las
" tropas para batirlo. Si viniese contra Vd. con mayor fuerza,
" retírese hasta Hoancabelica, y tome posiciones sobre el puente.
** en el paso de aquel rio, que allí debe recibir los auxilios que
" voy á enviarle. Si por alguna casualidad se viese Vd. forzado
" en la retirada, ya en un desfiladero, ya en un paso desventa-
" joso, á perder alguna tropa, antes que esto suceda comprometa
" más bien una batalla ; que más vale aventurar el triunfo con
" fuerzas desiguales, que perder el ejército en una mala reti-
" rada."
" Hechos los arreglos que se creyeron convenientes, el Liberta-
dor partió para la costa, y pocos dias después el ejército conti-
nuó su marcha para el departamento de Huamanga, llamado hoy
Ayacucho. Una jornada antes de llegar á Huamanga, se incor-
poraron al ejército el batallón Caracas y el segundo escuadrón
de Granaderos montados, que habian llegado de Colombia, á
quienes el Libertador encontró en el camino y les hizo redoblar
las marchas."
En el camino recibió el Libertador la ley del congreso colom-
biano por la cual se le derogaban las facultades extraordinarias
que tenia desde el año 21, cuando estuviera en campaña, sobre
los países que fueran teatro de la guerra ; y por el artículo ul-
timo se le privaba así mismo del mando del ejército colombiano.
La nueva ley daba las facultades al Encargado del Poder Eje-
cutivo.— Santander delegó estas en los gefes superiores de los
departamentos meridionales de Colombia y nombró á Sucre
General en gefe del ejército colombiano. — Dióse á esta traza la
apariencia de regularidad y de celo republicano ; pintábase
como un paso de cordura, porque Bolívar era dictador en el
Peni, y no parecia conforme con las sanas ideas constitucionales
que desde allá gobernase en Colombia y tuviese el mando inme-
diato del ejército auxiliar. — Como quiera, es lo cierto que el
Libertador sintió profundamente tales disposiciones, que creia
dirijídas contra su persona por el influjo y la oculta rivalidad
de Santander. En el acto escribió á Sucre, desde Huancayo,
imponiéndole de todo ; le declaró General en gefe de las tropas^
17
260 VIDA DE BOLÍVAE.
que le mortificaba ; otra la de cierta comunicación en que este
le ofrecia todos los auxilios que Labia solicitado. — El Liberta-
dor se desentendió de la primera y solo se ocupó de la segunda.
— " El Perú, le dijo, sería por muchos aí5os aflijido por las cade-
" ñas españolas, si el ejército de Colombia no hubiese volado á
" su socorro. — Apenas hace año y medio que las troj>as de Co-
" lorabia pisan este suelo anegado en lágrimas y sangre pot las
" derrotas, las traiciones, las defecciones y las perfidias de sus
" propios magistrados ; la guerra civil ocupaba el Norte, y los
** opresores el Sur ; el Callao y Lima era todo el dominio del
" gobierno legítimo I El Callao fué vendido por el ejército
** que lo guamecia, y Lima por su propio gobierno. Pero, el
" ejército de Colombia estaba en el Perú, y todo se ha rescatado
" de la guerra intestina y de la tiranía, en menos de un año, —
" Desde Tumbez al Apurimac se han libertado más de cinco de-
" partamentos y treinta provincias. La guerra civil ha sido
" ahogada sin un tiro de fusil : el ejército español está reducido
" á la última extremidad por un combate de caballería en Ju-
" nin : la capital de Lima está evacuada por los españoles y la
" plaza del Callao bloqueada por nuestros cuerpos avanzados !
" Bien pronto no habrá más españoles en el Perú.
" Todos estos beneficios son debidos al crédito del ejército de
" Colombia en este país y á los sacrificios de los peruanos por
" la causa de su patria.
" Con los nuevos auxilios que se esperan de Colombia, la Amé-
**rica meridional no puede vacilar, por más que la suerte se
** conspire contra su dicha."
" Yo repito mi cordial gratitud hacia V. E. por el empeño
'* generoso que ha tomado para auxiliar al Perú, en medio de
'' las circunstancias más complicadas y difíciles ; así, el Perú no
" olridará jamas que el Vicepresidente de Colombia fué su pro-
^ tector más eficaz, cuando su suerte estaba más desesperada, y
" tampoco olvidaré yo nunca, que d gército de mi patria estaba
" comprometido y qiiefué auxiliado por V. K^para que triun-
^^fase con gloriaJ^
Esa grandeza de alma, ese entero olvido de sí mismo para
atribuir á otro el mérito de sus triunfos, daba á Bolívar un real-
ce inestimable. Su generosidad no tenía límites, y la llevaba
hasta obligar á los ingratos !
u
VIDA DE BOLÍYAB. 261
Tres dias antes de haber escrito á Santander, escribió al Mar-
ques del Toro, Con este antiguo y fidelísimo amigo, el estilo
del Libertador era otro : derramábase el alma en el seno de la
confianza y cada palabra era una sensación. " Agradezco á Yd.
" infinito, mi querido Marques, le decia, el interés que Vd. ha
" mostrado en informarse con Diego (el Coronel Diego Ibarrá)
" de mi vida y de mis trabajos. Puedo asegurar á Vd. franca-
^ mente, que lo pasado parece un camino de flores, y que mis
" dolores existen en los dias futuros. — El porvenir es mi tor-
^ mentó ; es mi suplicio.... Por acá hemos sido felices en esta
" campaña. Todo se ha logrado sin sacrificios. El crédito de
" nuestro ejército me ha ahorrado los peligros. Los españoles
han perdido casi todo su ejército y casi todo el Pera. El
cielo nos ha favorecido más qae nunca. Sucre ha quedado en
^ la provincia del Cuzco para continuar persiguiendo á los ene-
^ migos. Yo me he venido á tomar á Lima, á sitiar el Callao
" y á recibir el empréstito de Inglaterra. Dentro de muy pocos
'^ meses no quedarán españoles en América.... Estas noticias
** supongo que darán á Vd. satisfacción y que le aliviarán la
" pena del introito de mi carta. — Entienda Vd., mi querido
'' Marques, que mis tristezas vienen de mi filosofía ; y que yo
** soy más filósofo en la prosperidad que en el infortunio. Esto
** lo. digo para que Vd. no crea que mi estado es triste y mucho
" menos mi fortuna. Si estoy triste, es por Ustedes ; pues mi
^ suerte se ha elevado tanto, que ya es difícil que yo sea desgra-
'' ciado. Cuando yo perdiera todo sobre la tierra, me quedaria
** la gloria de haber llenado mi deber hasta la última extremi-
" dad, y esta gloria será eternamente mi bien y mi dicha"
Tenia razón el Libertador. — Su deber era libertar la América,
y él la libertó. — *'Hay deberes sublimes, escribia Rousseau, que no
pueden cumplirlos sino muy raros y muy señalados individuos."
En las dos comunicaciones que arriba dejo copiadas, se pinta el
alma de Bolívar : magnánima, fiel, patriota, tierna como la de
an niño.... I { Y qué estilo I Cada frase parece el último tér-
mino de una larga elaboración : una concentración sublime. El
Libertador poseía el don precioso de dar á su pensamiento todo
el relieve, todo el colorido de que era susceptible ; y por su-
puesto, obtenía siempre un prodijioso efecto.
262 VIDA DE BOLÍYAB.
A mediados de Noviembre estaba Bolívar en Chancay, la-
gar doce leguas al norte del Callao, dispuesto á ir á Lima,
abandonada por los realistas en el momento que supieron la
rota de Junin. — Bodil se babia encerrado ya en las fortale-
zas del Callao. — Tenia por objeto la visita del Libertador á
la capital, organizar su administración j meditar lo que sería
posible emprender contra la plaza que iba á ser el postrer
amparo del poder español en el continente sud-americano. Fué
pues i Lima ( 7 de Diciembre) ; j no pudo regresar á Chan-
cay, porque los limeños le rogaron con encarecimiento que no
los abandonase, dejándolos expuestos á las iras y venganzas
españolas. — '' Tal fué el gozo y entusiasmo de los moradores
de Lima con la presencia del Libertador, que todos se atro-
paban á su rededor y le llevaban en peso de un lugar á otro.
Momentos hubo en que Bolívar corrió riesgo de ser ahogado
por el tumulto. La habitación se vio rodeada toda la tarde
y la noche> por un numeroso pueblo que victoreaba a la pa-
tria y á su redentor. — Este era el alborozo de la libertad.''
— Bolívar ofreció á los habitantes de Lima que permanecería
con ellos mientras le diesen espacio las operaciones de la
guerra. Esta tomó en aquellos dias un aspecto por extremo
serio. Veamos cómo.
Hallábase en el Cuzco el Yirey D. José Laserna cuando tuvo
noticia de la derrota de Canterac en la pampa de Junin. — ^En el
acto dio las órdenes más urgentes para que el General D. Ge-
rónimo Yaldez viniera, á marchas forzadas, á socorrerle con to-
das las tropas de su mando y las más que pudiera reunir. — Yal-
dez estaba en Chuquisaca, y obedeció al momento. — Apenas lle-
gó al Cuzco con sus fuerzas, el Yirey organizó un ejército de
once mil hombres ; * tres divisiones de infantería, una de ca-
ballería y veinte y cuatro piezas de artillería. Dio el mando de
la primera división al Brigadier Monet ; el de la segunda al
General Villalobos, y el de la tercera á Yaldez. La caballería
la mandaba el Brigadier Ferraz, y tenia á su cargo la artillería
el General Cacho. — ^El Yirey en persona se puso á la cabeza
del ejército, ardiendo en deseos de vengar el insulto de Junin.
* Algnnas Memorias contemporáneas dicen trece mil ; y esto es mny pro-
bable.
TIDA DB BOLÍYAIU 263
— Qaería castigar á los insurgentes y no darles tiempo de reci-
bir auxilios. — Á fines de Octubre salió del Cuzco, haciendo un
largo rodeo para pasar el Apurimac. — Lasema creia que así
como en el año anterior lehabian salido tan, bien sus maniobras
contra la división que mandaba Santa Cruz, del mismo modo le
saldrían ahora las que proyectaba contra el ejército que manda-
ba Sucre. — El error consistía en confundir los hombres. — Nues-
tro ejército se movió entonces por intervalos, como para encon-
trar al realista en Huaylas, saliendo las divisiones por diferentes
caminos con dirección á un punto dado, mientras el General en
gefe, con un piquete de caballería, quiso ir personalmente á des-
cubrir al enemigo y calcular su fuerza.
'*A los siete dias el ejército se reunió en un pueblecito de indios
situado en una cañada, en medio de unos cerros de bastante
altura. Por varios espías se supo de un modo positivo que
el enemigo.se hallaba á pocas leguas de distancia, y ninguna no-
ticia se tenia del General en gefe. Los generales y gefes se
reunieron en consejo á las seis de la tarde, y aunque no sabian
á punto fijo la fuerza que traía ya el enemigo, unánimemente se
acordó que se le esperase para dar la batalla, si el General en
gefe, que por la incertidumbre de su existencia se sospechaba
que habia sido hecho prisionero, no se reunia antes.
"Á las nueve de la noche llegó el General Sucre, que por sí
mismo habia estado observando al enemigo muy de cerca, al que
dejaba á tres leguas de nuestro campamento.
^Convencido de la superioridad del ejército enemigo, y con-
forme á las instrucciones que tenia del Libertador, se resolvió á
emprender en aquella misma hora una retirada en el mejor orden
posible, para evitar más tarde un encuentro con el enemigo, en
ano de tantos malos pasos que necesariamente debíamos atrave-
sar á su vista."
Á este tiempo, el enemigo haciendo siempre marchas y rodeos
incomprensibles, ocupó á Huamanga, apoderándose cx)n esta ope*
ración del destacamento que allí habia y de los almacenes y de
multitud de elementos militares, cortando nuestra comunicación
con las provincias del Norte y con la costa. Este aconteci-
miento esparció una grande alarma por todas partes.''^ — De
* Un Tñsgq pinta el carácter de lo» gefes realistas en el Perú. — Habiendo salido
264 VIDA DE BOLÍVAR.
fluamanga retrocedió el Virey. Sucre dio informe al Liberta-
dor, y Bolívar le escribió : *' La máxima del Mariscal de Sajo-
*' nia se cumple perfectamente aquí ; por los pies se ha conser-
** vado el Perú, por los pies se ha salvado y por los pies se per-
" derá, pues las manias siempre se pagan. Ya que nosotros no
^* podemos volar como los enemigos, conservémonos con pruden-
'' cia y circunspección. Alguna vez se han de parar, y entonces
" combatiremos." t
El 2 de Diciembre, en la pampa de Matará, creyó Sucre lle-
gado el momento preciso de comprometer una batalla, y en el
acto dispuso que el Coronel Laurencio Silva, con un escuadrón de
carabineros, saliese á provocarlos con algunos tiros ; pero el ene-
migo, á pesar de que contaba con doble fuerza, y que el terreno
era igual para los dos ejércitos, no tuvo valor para presentar el
pecho á las balas en esta ocasión. En tal actitud permapeci-
mos todo el dia, y á cada instante parecia que se reanimaba el
valor de nuestros soldados. El ejército del Perú, que ocupaba
el centro, pidió á voces altas la vanguardia, y cada soldado se
disputaba la preferencia de entrar á cual primero en el combate.
''Si algunos de los grandes capitanes que han existido sobre la
tierra han podido gloriarse alguna vez del entusiasmo de sus
tropas, el General Sucre podia haberlos desafiado sin rubor, y
convidarlos á que hubieran sido testigos de la escena que se re-
presentaba en Matará."
el Miuistro de Real Hacienda D. Francíeoo Martiziez de Hoz á bmoar TÍrereb
con una corta partida, se apoderó por casnalidHd del eqnipage del General Sa-
cre, y d uniforme de gala se lo dieron á un tambor mayor, con la idea de maní
fcstar el desprecio que ee hacia de aquel eminente gefe \ — No pasaron machos
dias, y ya los altaneros españolee se vieron rendidos k los pies del generoso
Sucre. — Este suceso me trae á la memoria la soberbia incÍTÍlidad del General
Rodil y su castigo. Encerrado estaba en el Callao, capitulando con el bene*
mérito General Salom, y en su correspond^^ncia no le daba el título de General,
sino solamente el de D. Bartolomé Salom. No Jo creía militar; le suponia sin
valor, y pusilánime, sin dotes guerreras; se mofaba de las insignias del modesto
colombiano y se entregó á-él, recibiendo mercedes que debieron abochornar-
le I Ahí
f En esta carta, que es de 26 de Noviembre, dice el Libertador á Sucre : " Si
esos s^eñores vienen á la costa perderán el ejército, pero pondrán en salvo su
persona ; si dan una batalla allá, la perderán, y es muy natural que caigan pri-
sioneros. I " No parece sino que Bolívar ostaba viendo lo qae habla de aaoe>
der el 9 de Diciembre en A y acacho II
VIDA ÜE BOLÍYAB. 265
•
Reconociéndose los ejércitos mutuamente 7 bascando cada
general en gefe posiciones más favorables para combatir, llegó á
las cinco de la mañana del 5 de Diciembre uno de los edecanes
del Libertador, el Teniente-coronel Medina, quien entregó á
Sucre las comunicaciones urgentes que traía. '^ El Libertador
en sus comunicaciones le anunciaba al General Sucre que no de-
bia contar con más fuerza para la campaña, 7 le hablaba exten-
samente sobre varias ocurrencias que habian tenido lugar en la
costa, de las que nos ocuparemos por un momento par^i hacer
conocer más propiamente nuestra situación, 7 la previsión con
que habia obrado el Libertador, volando á la costa para salvar
los auxilios de Colombia, las tropas que habia en ella, 7 aun el
mismo ejército.
"Al abrirse la campaña, habia prevenido al Coronel Luis Ur-
daneta desde Huarás^ que como fuesen saliendo curados los en-
fermos de los hospitales que quedaban á retaguardia, fuese for-
mando compañías : que cuando tuviera más de mil hombres dis-
ponibles, entre ellos cincuenta ó cien hombres de caballería,
bien montados, ocupase la capital de Lima, 7 que procurase en-
cerrar los enemigos en las fortalezas del Callao, mientras que el
Almirante Guisse, con la escuadra que se armaba en la Costa,
y él con más tropa por tierra, extrechaban el sitio.
"El Coronel Urdaneta, cumpliendo con esta disposición, luego
que tuvo más de mil hombres, marchó para Lima 7 ocupó la
plaza que el enemigo abandonó inmediatamente, encerrándose
en las fortalezas distantes dos leguas de la capital. Para redu-
cirlo al recinto de sus murallas, destacó alguna tropa en el pue-
blo de Bellavista, que dista un cuarto de legua de las fortale-
zas, 7 se mantuvo en asta posición.
" El enemigo, que al principio ignoraba el número de tropas
que tenia el Coronel Urdaneta, llegó á informarse á fondo de su
fuerza, 7 conociendo que era sumamente inferior en número á la
807a, hizo una salida de las murallas, 7 lo batió, al mismo tiempo
que el Libertador llegaba para salvar milagrosamente el resto
de la fuerza, 7 las que se esperaban.
" Este revés vino á ser de importancia, porque no habia cómo
auxiliar al ejército que se hallaba en campaña. El General Sa-
lem 7 las tropas que se esperaban do Colombia no habian llega-
do, ni se tenia noticia cierta de su venida ; no obstante, el Li-
266 VIDA DE BOliVAB.
bertador las aguardó impacieDte algunos dias más, ocnpándoee
entre tanto en organizar los restos de las del Coronel Urdaneta
para cnbrir los puntos más importantes de la costa.
" No habiendo mejorado de situación iiasta el mes de No-
viembre, el Libertador se convenció de la imposibilidad en que
se hallaba de poder mandar refuerzos al ejército, y reflexionando
que cuanto más durara este sin recibirlos, tanto más se disminui-
ría necesariamente, sin esperanza de aumentarse, se resolvió á
buscar en la suerte de las armas el resultado de la campa&a.
"Su presencia era tan indispensable sobre Lima, cuanto que
ella sola estaba conteniendo á los enemigos, sola podia salvar
los refuerzos de Colombia, j salvarnos á todos de quedar se-
pultados en el Perú, en el caso de un revés en la campaña
del interior.
''Sin esperar más tiempo mandó expedir una orden termi-
nante al General en gefe, previniéndole que cualquiera que
fuese su posición j la del enemigo, aventurase una batalla,
bajo el concepto de que no debía reparar en el mayor nú-
mero, ni en atrincheramientos, ni fortificaciones si las tenían,
y que en todo caso debía buscarlo para batirlo. A esto se
redujeron las comunicaciones que el Comandante Medina en-
tregó al General Sucre.
" El día ocho, por la mafiana, se acercó el enemigo un poco
más con la misma dirección, y se acampó temprano, como á me-
nos de una legua de nuestra posición ; pero separado por una
cañada de bastante profundidad que pende de la cima de una
elevada loma que nos quedaba á la derecha. Más tarde, levan-
tando su campo, ejecutó sin tardanza un movimiento simultáneo
por el flanco izquierdo, y subiendo á la cumbre se perdió de
vista aparentando descender al lado opuesto.
" El General en gefe, el General Lámar y algimos otros gefi^
y oficíales desde nuestro campo, con los anteojos de larga vista,
estuvimos gran rato calculando su fuerza y el resultado de aquel
movimiento. El General Lámar, que había militado algún tiem-
po con ellos, y que los conocía muy de cerca, después de haber
hecho varias observaciones, nos dijo : " El Virey ha tenido
" miedo de comprometer su ejército en el paso de la cañada, y
" por no atravesarla á nuestra vista, se ha subido á la cumbre
" para descabezarla en su nacimiento, y descender sobre nosotros
YIBA DB BOIÍYAB. 267
" por aquí [se&áláiidoiios con el dedo el panto de la loma más
" inmediato á nuestro campo] por que su táctica se ha fundado
^ siempre en atacar á sus adversarios desde alguna altura, y rara
" vez se ha presentado en campo raso." £1 General Lámar se
fundaba sin duda, porque hora y media después se realizó su
juicio.
"Á las cinco de la tarde el enemigo en masa empezó á bajar la
loma por el mismo lugar que habia indicado el Gteneral Lámar,
y sin detenerse hasta que llegó á la falda, tomó una posición
que dominaba todo nuestro campo ; su artillería volante se montó
con la mayor presteza, y con la misma nos rompió un fuego al-
ternativo que duró más de media hora ; pero sin embargo de
hallarse nuestros cuerpos formados también en masas, no reci-
bieron el menor daño, por que sus balas pasaron por elevación.
'' £1 General Sucre mandó que se le contestasen sus fuegos
con el único cañón que nos habia quedado, y nuestros artilleros,
más diestros que los suyos, pusieron la primera bala en el centro
de una columna de infantería enemiga, obligándola á variar de
posición. Al cerrar la noche el General en gefe hizo cubrir el
campo con una línea de cazadores, y el enemigo á su ejemplo
hizo también lo mismo, quedando las dos líneas tan inmediatas
que podian hablarse, como efectivamente lo hicieron los Gene-
rales Monet y Córdova, que las mandaban.
" La aurora del dia nueve apareció en el horizonte iluminando
los dos campos. Las cajas y cornetas haciendo retumbar los
aires, comunicaron al soldado su elocuente decir. Más suave-
mente las músicas, con grata variedad, llevaron hasta el corazón
los dulces y melodiosos acentos de la armonía, y los dos ejércitos
levantaron la frente para mirarse, antes que los rayos del astro
luminoso se dilataran horizontalmente sobre el campo de Aya-
cucho.
" Pasadas las primeras impresiones que el hombre siente ne-
cesariamente al despertar en esta posición, todo empezó á tomar
un aspecto marcial. Los cuerpos fueron inspeccionados por sus
gefes, y formando pabellones se dispusieron á hacer el desayuno.
'*Á las nueve, el General Monet bajó á la línea, hizo llamar
al General Córdova y tuvieron una corta entrevista. Muchos
oficiales de los dos ejércitos, relacionados con vínculos de sangre
y amistad, tuvieron el placer de verse y abrazarse, y no faltaron
268 TIDA DB BOIÍTAB.
hermanos de distintas opiniones que, al mirarse después de ma-
cho tiempo de separación, derramasen un torrente de lágrimas.
** Después de esta escena tan patética, que duró más de media
hora, cada uno se retiró á su campo : los dos ejércitos, sin apa-
rentar ninguna conmoción, almorzaron con cabna y con reposo,
7 á las once menos cinco minutos el Greneral Monet volvió á lla-
mar al General Oórdova para dar la batalla."
Ese dia debia completarse el que amaneció en Junin. i Qué
digo I La jornada de Ayacucho, el 9 de Diciembre de 1824,
terminó en el Sur la guerra do independencia, que comenzó en
el Korte con la batalla de Lexington, el 19 de Abril de 1775.
El continente americano, de polo á polo, iba á ser libre.
Tenian los realistas 9,320 hombres disponibles de todas ai-mas
7 once piezas de artillería. Sucre solo contaba 6,000 hombres
de infantería 7 caballería, 7 una sola pieza de artillería.
¿ Ha7 alguien que ci*ea que nuestras fuerzas eran desiguales ?
No ; que allí estaban Córdova, 7 Silva, 7 Luque, 7 Lara, y
Lámar, 7 sobre todos Sucre que valia un ejército. — Este re-
corría las filas diciendo á los soldados : De los esfuerzos de
este dia depende la síierte dd Sur América, Este será un
dia de gloria que coronará vuestra constancia. Soldados!
viva él Libertador^ viva Bolívar^ el Salvador del Perú I — Tan
animadas palabras produjeron un efecto eléctrico 7 fueron se-
guidas de ^Wivas" entusiastas !
Yaldez atacó nuestra división La Mar, 7 con tal ímpetu que
por el momepto la obligó á ceder. — En el aoto, Sucre, que
con una serenidad inalterable vigilaba desde un punto llamado
la Sabaneta, los movimientos de ambos ejércitos, ordenó á Cór-
dova que cargara sobre el centro enemigo, 7 reforzó la divi-
sión La Mar. — Córdova se desmontó de su caballo 7 desna-
dando la espada lo mató. *' Soldados, les dijo gallardamente,
70 na quiero medios para escapar, 7 solo conservo mi espada
para vencer." Adelante, paso de vencedores I " — Y no fué
fanfarronada ; porque calló sobre dos batallones de la división
Villalobos 7 sobre ocho escuadrones, 7 los arrolló en un mo-
mento.— Nada pudo resistir su carga. — Monet corrió con su
división en a7uda de Villalobos ; pero Córdova la desbarató
también. En breves instantes, Monet estaba herido, varios
gefes habian perecido, 7 los soldados se dispersaban con pa-
VIDA DE BOLÍVAR. 269
vor. Dos batallones quisieron formarse, pero Córdova no les
dio tiempo — Al frente de la caballería colombiana esta-
ba Silva. ¿ Podrían los realistas sufrir su terrible choque ? —
Silva, herido gravemente desde el principio, virtiendo sangre,
era irresistible. No pensaba en la muerte, sino en la libertad
y en la gloria, 7 se entraba furioso por las lanzas castella-
nas.— ^Atónito el Virey ordenó adelantar la reserva, que man-
daba Canterac, con la intimación expresa de hacer el' último
y más desesperado esfuerzo. Todo fué en vano I Nuestros
soldados (señaladamente los colombianos) eran hombres á toda
prueba, regidos por capitanes valerosísimos, ganosos todos de
honra, fieles á los intereses de la independencia y determina-
dos á perder la vida 6 reconquistar la libertad de la Amé-
rica : ¿ qué triunfo podia obtenerse contra estos hombres ? —
Al principio, el combate habia sido infeliz en nuestra izquier-
da ; pero muy luego se restableció la pelea, y nada pudo re-
sistir la embestida simultanea de nuestras tropas. La derrota
se hizo general entre los realistas, y como dice el parte oñ-
cíbI, fué completa y absoliUa. La Mar persiguió á los vencidos
atravesando profundas y escabrosas cañadasr que se le inter-
ponían.— Cordóva trepo con sus batallones las ásperas faldas del
Condorcanqui é hizo prisionero al Virey. Lara marchó por el
centro y continuó la persecución. — Los españoles se vieron cor-
tados en todas direcciones. El triunfo fué nuestro, alcanzado á
impulsos del valor y del heroismo. Contra doble fuerza pelea-
ron nuestros soldados ; y en la tarde de aquel espléndido y ven-
turoso dia, nuestros depósitos contaban más prisioneros que tro-
pas para custodiarlos. ¿ Qué arbitrio quedaba á los realistas ?
— Morir ó entregarse Ellos se entregaron !! — A las cinco
y media de la tarde se presentó en nuestro campo el Comandante
Mediavilla, ayudante de campo del Qeneral Yaldez, solicitando
por el General en gefe para proponer una capitulación. Luego
vinieron los generales Canterac y Carratalá, y ajustaron con el
modesto Sucre las condiciones de aquel tratado, que se firmó en
Gesinua.
Canterac firmó la capitulación por la prisión del Virey.
Los términos de este convenio fueron : 1* que serían traspor-
tados á costa de la República todos los individuos del ejército
español que quisieran regresar á su patria, socorriéndoles entre
270 VIDA DE bojJtab.
tanto con media paga, y que se admitirían en el del Pera en sa
mismo empleo á los que prefiriesen continuar sirviendo en este
país ; 2° que ninguna persona sería incomodada por sus opinio-
nes y servicios prestados á la causa del rey, y que se permitiría
salir del Perú y disponer dentro de tres años de sus propieda-
des á todas las personas que quisieran ejecutarlo ; 8' que los
generales, gefes y oficiales prisioneros en la batalla y en la
campaña anterior quedarían en libertad, conservando todos los
capitulados el uso de sus espadas y uniformes, y la más com-
pleta seguridad para reunir sus intereses y familias, trasladán-
dose al efecto á los lugares que escogieran ; mas no podrían
volver á tomar las armas contra la América en la guerra de Inde-
pendencia, ni trasladarse á punto alguno ocupado por las armas de
la metrópoli ; é"* que se entregarían al ejército unido libertador los
restos del español y todo el territorio que dominaban las tropas
reales basta el Desaguadero, junto con las guarniciones, par-
ques, maestranzas, almacenes militares y los deroas objetos cor-
respondientes al gobierno do la Península. Debia compren-
derse la plaza del Callao, que se entregaría al Libertador, per-
mitiéndose á los buques españoles de guerra y á los mercantes
hacer víveres en los puertos del Perú, por el término de seis
meses, y aprestarse para su largo viaje, á cuyo efecto se les fran-
quearían los correspondientes pasaportes para salir con seguri-
dad del Pacífico y seguir á los puertos de Europa.
Por efecto de este convenio quedaron en nuestro poder, como
prisioneros de guerra los G^enerales Laserua, Ganterac, Yaldez,
Carratalá, Monet, Villalobos, Perraz, Bfedoya, Somocurcio,
Atero, Cacho, Landázuri, Gkrcia-Camba, Pardo, Vigil y Tur,
16 coroneles, 68 tenientes coroneles, 484 oficiales y toda la
tropa. Aunque las fuerzas realistas disponibles en Ayacucho
alcanzaron á 9510 hombres que fueron batidos por 5780 de
nuestros valientes, no perdieron arriba de 2400 entre muertos y
heridos ; mucha parte de la tropa, abandonando las armas, se
escapó furtivamente.
Es esta la célebre batalla de Ayacucho que consumó la inde-
pendencia americana. — El comportamiento de nuestras tropas
fué brillante por extremo en aquel glorioso 9ia ; pero nada
hubo comparable con el ardimiento de Córdova, que destrc zó la
mayor parte del ejército español. — Córdova fué ascendido á ge-
VIDA DB BOIÍYAB. 271
neral de división en el mismo campo de bataIIa....A(»énas con-
taba veinte y cinco años de edad I — He aquí las palabras de nn
testigo presencial y por su carácter mny exacto y justiciero :
^ Sucre, dice el general Miller en sus Memorias, expuesto durante
la acción á todos los peligros, porque se halló donde quiera que su
presencia fué necesaria, hizo prueba de' la mayor sangre fria y
8u ejemplo produjo el mejor efecto. — Lamab desplegó las mismas
cualidades y con una enérgica elocuencia conduela los cuerpos
al ataque y los conservaba en formación. El heroismo de Cór-
dova fué la admiración de todo el mundo. — Laba estuvo bri-
llante de actividad y de disciplina. — Gakarra ostentó su tacto
habitual. — Los coroneles O'Connor y Plaza, los oficiales de los
cuerpos. Carvajal, Silva, Süarbz, Blanco, Braün, Medina
Olavarría que hicieron alarde de tanto valor en Junin, se dis-
tinguieron otra vez en Ayacucho...." Miller, añadiré yo para
completar el cuadro ; Miller á la cabeza del regimiento de hú-
sares de Junin, se comportó con una inteligencia y un valor
sereno dignos de él, que era tan ilustre militar.
Nueve de Diciembre de 1824 1 Dia de gloria y de esplendor
en los anales de nuestra libertad 1 | Dia de bendición en que
lució la suave aurora del contento y de la más magnifica espe-
ranza I £n él, una batalla brillante, la más mágica de la histo-
ria, fijó para siempre el destino de nuestro suelo, y las españoles
abandonaron esta tierra codiciada cuyas riquezas fueron origen
de tanta ruina /
La obra estupenda que se inició el 19 de Abril de 1810
quedó allí terminada T Dióse el grito en Caracas de indepen-
dencia, y al cabo de catorce años de lucha sin ejemplo, un
yenezolanOy digno amigo y alumno de Bolívar, selló con un pro-
digio en el Perú, la empresa, el designio de nuestra emanci-
pacion..... I
En ese mismo dia, 9 de Diciembre de 1824, expidió el Bey el
título de Conde de los Andes al General D. José Lasema, virey
del Perú... I Fernando daba en Madrid honras y condecora-
ciones á 8u delegado, y el destino lo entregaba prisionero I
. . . • Ac ludibrio sibi habere videtur
(LüobetI v.)
La soberbia blasonaba poder y superioridad, y la suerte, ó más
272 YIDA DE BOliVAB.
cristianamente hablando, la Providencia sé burlaba de esa sn-
premacía engañosa, de esa arrogante presunción que viola y
destruye los estatutos de igualdad que la naturaleza muestra por
do quiera.... De corcho se volvieron los títulos de Conde de
Lasema ; y quedaron los Andes libres de los que conculcaban
sus altas cimas buscando solo poder, oro y causas de opresión.
Aunque el Libertador habia dejado á Sucre la gloria de Aya-
cucho, este reconoció siempre que se debia el triunfo á los acer-
tados planes de aquel. — En oñcio de 10 de Diciembre de 1824
acompañándole el tratado de capitulación firmado por los Ge-
nerales españoles, le decía Sucre : " Todo el ejército real, todas
" las provincias que este ocupaba en la República, todas sus
" plazas, sus parques, sus almacenes y 16 generales españoles,
" son los trofeos que el ejército unido ofrece á V. E. como gages
** que corresponden al ilustre salvador del Perú, que, desde
" Junin, señaló al ejército los campos de Ayacucho para coniple-
" tar la gloria de las armas libertadoras."; — Y en el parte ofi-
cial : *' La campaña del Perú está terminada : su independencia
'' y la paz de América se han firmado en este campo de batalla.
" El ejército unido cree que sus trofeos en la victoria de Aya-
" cucho sean una oferta digna del Libertador de Colombia."
Bolívar se extasió con la noticia de lagran jomada, y anunció
al mundo que la América estaba ya libre de la dominación ibera.
Hablando á los soldados del ejército vencedor, les dijo :
Soldadofl I Habéis dado la libertad á la América meridional, y una
cuarta parte del mundo es el monumento de vuestra gloria : ¿ dónde no
habéis yencido ?
La América del Sur está cubierta con los trofeos de vuestro valor ;
pero Ayacuchu, semejante al Cliimborazo, levanta su cabeza ei^guida sobre
todo.
Soldados I Colombia os debe la gloria que nuevamente le dais: el
Perú, vida, libertad y paz. La Plata y Chile también os son deudores
de inmensM ventiyaa La buena causa, la causa de los derechos del
hombre, ha ganado con vuestras armas su terrible contienda contra los
opresores. Contemplad, pues, el bien que habéis hecho á la humanidad
con vuestros heroicos sacrificios.
Soldados I Recibid la ilimitada gratitud que os tributo á nombre del
Perú. To os ofrezco igualmente que seréis recompensados como mere-
céis, fintes de volveros á vuestra hermosa patria. Mas no.... jamas seréis
recompensados dignamente : vuestros servicios no tienen precio.
VIDA DB BOLÍTAB. 273
Soldados pemanoe I yaestra patria os contará dempre entre los prime-
XOB Balyadores del Perú.
Soldados colombianos I centenares de yictorias alargan ynestra yida
hssta el término del mundo.
Cuartel general dictatorial en Lima, & 26 de Diciembre de 1824.
BOLÍYAB.
Y hablando de Sucre, en esa memorable acción que será
siempre su gloria, Boiítab sin rivalidad, sin celo, sin envidia
(que él no la conocia) escribió estos bellísimos conceptos : " La
^' batalla de Ayacucho es la cumbre de la gloria americana y la
^' obra del General Sucre. La disposición de ella ha sido per-
** fecta y su ejecución divina. — Maniobras hábiles y prontas des-
" barataron en una hora á los vencedores de catorce años y á
" un enemigo perfectamente constituido y hábilmente mandado.
" Ayacucho es la desesperación de nuestros enemigos y la envi-
" dia de los americanos. Semejante á Waterloo que decidió del
" destino de la Europa, ha fijado la suerte de las naciones ame-
" ricanas. Las generaciones venideras esperan la victoria de
" Ayacucho para bendecirla y contemplarla sentada en el trono
'' de la libertad, dictando á los mortales el ejercicio de sus de-
" rechoB y el imperio sagrado de la naturaleza. — El General
" Sucre es el padre de Ayacucho : él es el redentor de los hijos
*• del Sol : el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro
'' el imperio de los Incas. — La posteridad representará á Sucre
" con un pió en Pichincha y otro en el Potosí, llevando en sus
^' manos la cuna de Manco-Capac, y contemplando las cadenas
" rotas por su espada...."
Napoleón habia hecho elogios de Dessaix, muerto en Marengo, y
de Lannes que lleno de gloria habia sucumbido en Essling ; pero
Bolívar encomiaba á Sucre, vivo, en los momentos que este llegaba
al ápice de su felicidad y le presentaba á los pueblos como el ver-
dadero redentor del Perú. { Qué snblime ejemplo de abnegación
y de sacrificio de sus propios intereseá I — ^De este tipo de mag^
nanimidad no conserva muchos modelos la historia del mundo I-
El Libertador expidió un decreto de honores y recompensas
al ejército vencedor en Ayacucho. — Este decreto es poco cono-
cido, y dice así :
COKSEDBBANDO :
1* Que el ^ército unido Libertador, vencedor en Ayacucho,. ha dado,
la libertad al Perú ;
18
274 VIDA DB BOLÍVAB.
3** Qne esta gloriosa batalla se debe exdtisiTamente & la habilidad,
valor y heroismo del genend en gefe Antonio José de Sucre, j demás
generales, gefes, oficiales y tropa ;
d"* Qne es el deber del pueblo y del gobierno, dar un noble testímonio
de su gratitud á este glorioso gército ;
He Tenido en decretar y decreto :
I. £1 ejército Vencedor en Ayacucbo tendrá la denominación de " Li-
bertador del Perú," y los cuerpos Ueyarán en sus banderas esta misma
inscripción.
II. Los cuerpos que lo componen, recibirán el sobrenombre de '* Glo-
rioso."
m. Los individuos que lo componen, el título de ^ Beneméritos en
grado eminente."
ly. En el campo de Ayacucho, se levantará una columna consagrada
á la gloria de los vencedores. En la cima de esta columna se colocará el
busto del benemérito general Antonio José de Sucre, y en ella se gravarán
los nombres de los generales, gefes, oficiales y cuerpos en el orden y pree-
minencia que les corresponden. La gratitud del pueblo y del gobierao
se esforzará en prodigar la riqueza, el gusto, y la propiedad en la ereodon
de esta columna.
y. ün cuerpo de cada arma de los de Colombia y el Perú, tomará el
sobrenombre de " Ayacucho." Una junta compuesta de los generales y
gefes de ambos ejércitos, presidida por el general en gefe Antonio José de
Sucre, designará los cuerpos que deban recibir esta gloriosa recompensa.
YI. El ejército vencedor en Ayacucho será inmediatamente ajustado y
pagado, teniendo estos gastos la preferencia sobre todos los del Estado,
aun cuando para ello tenga la nación que contraer un nuevo empréstito.
yn. Los individuos del ejército vencedor, llevarán una medalla al pe-
cho pendiente de una cinta blanca y roja con esta inscripción : ** Ayacu-
cho." Los generales esmaltada en brillantes, los gefes y oficiales de oro,
y la tropa de plata.
ym. Los padres, mugeres, é hijos de los muertos en Ayacucho, goza-
rán del sueldo íntegro que correspondía á sus hijos, esposos y padres
cuando vivian.
IX. Los inválidos recibirán la misma recompensa del artículo anterior ,
j ademas serán preferidos para los empleos civiles, según sus aptitudes.
X. Se nombra al general en gefe Antonio José de Sucre Gran Mariscal,
«oon el sobrenombre de ^^ General Libertador del Perú."
Xn. El gobierno del Perú se encarga de interponer su mediación con
-el de Colombia, á fin de que se sirva prestar su consentimiento para el
•efecto de las recompensas que declara este decreto al ejército de Co-
lombia.
Pado en él palacio dictatorial en Lima á 27 de Diciembre de 1824.
BozivAB.
TIDÁ DB boiíyar. 275
A Sucre le escribió felicitándole por la gloria de qoe se habia
cubierto dando la independencia á un mnndo entero y asegu-
rando la reputación de las armas americanas ; anunciábale el
título de Gran Mariscal, y le aíiadia : " El 9 de Diciembre de
" 1824 en que Vd. ha triunfado de los enemigos de la indepen-
*' dencia, será eternamente un dia que mil y mil generaciones
" recordarán, bendiciendo siempre al patriota y al guerrero que
" lo ha hecho célebre en los anales de la América. Mientras
" exista Ayacucho se tendrá presente el nombre del General
" Sucre : él durará tanto como el tiempo J^
En el momento que llegó á Lima el teniente Coronel Gazcou
con el convenio dfe Ayacucho y la orden de Ganterac para que
Rodil entregase la fortaleza, dispuso el Libertador que fuese
un parlamentario á solicitar los pasaportes correspondientes del
gefe de ella para los comisionados que se nombrasen por el go-
bierno, y para el teniente coronel Gascón. El oficial fué dete-
nido en los primeros puestos avanzados del enemigo, y se lo dijo,
que habia orden terminante de la plaza para no recibir ningún
parlamento de nuestra parte. El Libertador resolvió entonces
ocurrir á la mediación del comandante de las fuerzas qavales de
S. M. B. en el Pacífico, para que pasando á bordo del navio
Cambridge el comisionado del gobierno, y del ejército español
vencido en Ayacucho, pudiesen entenderse con el gobernador
del Callao, y poner en sus manos los documentos citados.
El comandante del navio Cambridge^ se prestó á todo, y
después de recibir á bordo á los comisionados, dio la vela de
Chorillos para el Callao. Habiendo fondeado fuera del tiro de
cañón de la plaza, pasó una nota oficial á su gobernador expo-
niéndole cuanto acabo de decir, y ofreciéndole el navio Camr
Iridge para que mandase á él sus comisionados, si queria.
La contestación del gefe del Callao fué rehusar la mediación, y
poniendo aun en duda la realidad de los sucesos de Ayacucho,
anadia una fuerte protesta de que no admitía ni admitiría las
comunicaciones que le fuesen dirijidas con el distintivo de par-
lamento, " propio, (según se expresó) de los enemigos de su rey."
No quedando ya más esperanza de ningún avenimiento racional,
el Cambridge zarpó inmediatamente para Chorillos, donde de.
sembarcaron los comisionados.
Después de la más solemne capitulación, sin esperanzas de so-
276 TIDA DE BOLÍVAB.
corro, Bodil, único enemigo que quedaba en toda la vasta ex.
tensión del Continente Sud- Americano, se resistió en el Callao.
I Qué apego tenian los españoles al dominio de nuestra tierra !
Rodil se negó á recibir á Gazcon ; se negó después á ver al Ge-
neral Monet 7 aun le insultó por escrito. Supo que el navio
Asia j los otros buques españoles obedecían las capitulaciones ;
que el virey y los demás generales habian marchado para España ;
que todo estaba concluido y qae él quedaba en desamparo, y sin
embargo no' escuchaba sino la voz de su fanatismo*....
¿ Era un estúpido frenesí, ó el orgullo que lo devoraba ?
¿ Era el remordimiento que le asustaba, ó el odio que nos
tenia, que le hacia arrastrar en su ruina á los infelices america-
nos que la plaza encerraba y á quienes fusilaba uno á uno, cuando
tenian la desgracia de quejarse de su situación lastimera? —
Distinta fué con los enemigos nuestra conducta. — Sucre pudo
haber usado del derecho de la guerra en Ayacucho. Canterac
era impotente cuando pidió capitulación. ¿ Esperó en nuestra
generosidad? Pues Sucre olvidó las represalias, olvidó los
odios, olvidó hasta sus propios insultos, y le tendió la mano.
\ Cuan dulce y noble es el corazón de los hijos de esta calumniada
América 1
El Libertador se consagró en los últimos dias del año 24 á la or-
ganización del territorio libertado. — Inmediatamente ordenó qne
cesara en todos los pueblos de la república el reclutamiento ;
'^ mi mayor placer, decia, es que los ciudadanos gocen de los en-
" cantos de una vida pacífica y contraída exclusivamente á las
"^ ocupaciones que demanda su subsistencia ;" declaró exentos de
toda clase de contribución á los vecinos de los pueblos quema-
dos por los españoles ; estableció el bloqueo del Callao ; dio
indulto á los desertores ; habilitó el puerto de Chorillos ; esta-
bleció la Corte Suprema, fundó la sociedad de amantes ddpaís /
convocó el Congreso constituyente para el 10 de Febrero de
182o....etc. A los que creyeron prematura la reunión del Con-
greso, el Libertador les contestaba ^'han cesado las circuns-
'* tancias lamentables que obligaron al Congreso á crear la au-
'' toridad extraordinaria de la dictadura, y la República está ya
en el caso de constituirse y organizarse como le parezca." — Esta
convocación se hizo solemne. — El Libertador habló á los perua-
nos y les dijo :
TIDÁ BE BOliVAB. 277
PsBiTAirosI El ^érdto Libertador, alas órdenes del intrépido y ex-
perto General Sacre, ha terminado la goerra del Perú y aun del Conti-
nente americano, por la más gloriosa yictoria de cuantas han obtenido
las armas del Nuevo Mundo. Así, el ejército ha Uenado la promesas que
& su nombre os hice de coTnpletar este ano la libertad del Perú.
Peruanos I Es tíempo de que os cumpla yo la palabra que os di, de
arrojar la palma de la Dictadura el dia mismo en que la yictoria decidiese
de vuestro destino. El Congreso del Perú, será, pues, reunido el 10 de
Febrero próximo, aniversario del decreto en que se me confió esta supre-
ma autoridad, que devolveré al cuerpo legislativo que me honró con sa
confianza.
Esta no ha sido burlada.
Peruanos I La paz ha sucedido á la guerra, la unión á la discordia ; el
orden á la anarquía, y la dicha al infortunio. Pero no olvidéis, os ruego,
que á loe ínclitos vencedores de Ayacucho lo debéis todo.
Peruanos I £1 dia que se reúna vuestro Congreso será el dia de mi
gloria : el dia en que se colmarán los más vehementes deseos de mi am-
bición. ¡No HAin)AB más!
Cuartel general Libertador en Lima, 25 de Diciembre de 1824.
Bolívar.
No debo terminar el año 24, afío glorioso y tan sefíalado en
los anales americanos, sin haoer mención de la circalar del Li-
bertador á todos los gobiernos del Continente para la reunión
de nna asamblea de plenipotenciarios en Panamá, que sirviese
de consejo en los grandes conflictos, de punto de contacto en
los peligros comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos,
de conciliador, en fin, en nuestras diferencias. — El mismo dia en
que el Libertador llegó á Lima, rodeado de atenciones y reci-
biendo los obsequios purísimos de aquel pueblo entusiasta, dictó
la célebre circular referida ; porque su mayor anhelo era asegu-
rar la independencia y la futura pros(>eridad de la América) y
él veía tan grandes bienes en la confederación sincera de los
Estados nuevamente emancipados. — " Después de quince años,
** decia Bolívar á los gobiernos que invitaba ; después de quince
" años de sacrificios consagrados á la libertad de la América
'' para obtener el sistema de garantías, que en paz y guerra, sea
" el escudo de nuestro nuevo destino, es tiempo ya de que los
** intereses y las relaciones que unen entre sí á las repúblicas
" americanas, tengan una base fundamental que eternice, si es
' posible, la duración de estos gobiernos. — ^Entablar aquel sis-
'^ tema y consolidar el poder de este gran cuerpo político perte^
278 TIDA DE BOliVAB.
" nece al ejercicio de la autoridad sublime que dirija la política
*' de nuestros gobiernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad
** de sus principios, y cu jo nombre solo calme nuestras tempes-
" tades. Tan respetable autoridad no puede existir sino en una
^' Asamblea de Plenipotenciarios nombrados por cada una de
" nuestras repiíilicas y reunidos bajo los auspicios de la victo-
" ría obtenida por nuestras armas contra el poder español....
*' El dia que nuestros plenipotenciarios hagan el cange de sus
" poderes, se fijará en la historia diplomática de la América
" una época inmortal. Cuando después de cien siglos, la posteri-
'* dad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerde
*' los pactos que consolidaron su destino, registrará con res-
** peto los protocolos del Istmo. En ellos encontrará el plan
'* de las primeras alianzas que trazara la marcha de nuestras
" relaciones con el Universo. ¿ Qué será entonces el istmo de
" Gorinto comparado con el de Panamá ?"
I Grande y nobilísimo deseo el de Bolívar, formar eternos
pactos de amistad y alianza entre todas la Américas. Él solo
vale por dos conquistas y diez mil victorias. ¿ Porqué ha de ha-
ber mejicanos y' chilenos^ colombianos y guatem/dtecoSy etc. f —
Una sola farhilia debe formar todo el mundo de Colon. Y esta
fué su opinión invariable desde 1818, cuando escribió al Señor
Pueyrredon, Director Supremo de las provincias del Plata.
(Véase la pag. 535 tomo 1°.)
También escribió el Libertador al Presidente del Senado de
Colombia para suplicarle con encarecimiento que el Congreso
le admitiese la renuncia que hacia de la primera magistratura
del Estado. — En hermosas frases le decia con fecha 22 de Di-
ciembre :
Lima, 22 de Diciembre de 1824.
ExMo SbíI-ob:
La paz del Perú, que han obtenido nuestras armas por la más gloriosa
victoria del Nuevo Mondo, ha terminado la guerra del Continente Ame-
ricano. Así, Colombia no tiene más enemigos en todo su territorio, ni en
el de sus vecinos.
He llenado, pues, mi misión : por consiguiente, es tiempo ya de cumplir
mi oferta tantas veces hecha á mi patria, de no continuar más en la car-
rera pública, cuando no hubiese enemigos en América.
Todo el mondo ve y dice que mi permanencia en Colombia ya no es
necesaria, y nadie lo conoce más qoe yo. Digo más, creo que mi gloria
ha llegado á su colmo, viendo á mi patria libre, constituida y tranquila,
YIDA DE BOLÍVAR. 279
al sepanurme yo de sus gloriosas riberas. Este ensayo se ba logrado con
mi Tenida al Perú, y yo me lisongeo, qne en lo futuro serán la libertad
y la gloria de Colombia infinitamente mayores. — ^El Cuerpo Legislativo,
el Yice-presidente, el ejército y el pueblo han mostrado, en los primeros
af os de su carrera, que son dignos de gozar de la libertad, y muy capa-
ces de sostenerla en medio de los más ñiertes contrastes. — Lo diré de
una vez, Sefior ; yo quiero que la Europa y la América se convenzan de
mi horror al poder supremo, bajo cualquier aspecto ó nombre que se le
dé. — ^Mi conciencia sufre bajo el peso de las atroces calumnias que me
prodigan ya los liberales de América, ya los serviles de Europa. Noche
y dia me atormen^ la idea, en que están mis enemigos^ de que mis servi-
cios á la libertad son dirijidos por la ambición. — ^Por fin, me atreveré &
decir & Y. E. con una excesiva franqueza, que espero me será perdonada,
que, yo creo que la gloria de Colombia sufre con mi permanencia en su
suelo ; i>orque siempre se le supone amenazada de un tirano, y que el
ultraje que á mí se me hace, mancha una parte del brillo de sus virtudes,
puesto que yo compongo una parte, aunque minima, de esta república.
Exmo. Sefior : Suplico á Y. E. se sirva someter á la sabiduría del Se*
nado, la renuncia que hago de la presidencia de Colombia, cuya acepta-
ción será la recompensa de mis servicios en estas dos Repúblicas.
Acepte Y. E. los testimonios de mi distinguida consideración.
BOLÍVAB.
I Cuánto tienen que destruir los enemigos del Libertador para
acusarle de ambición. . . . !
Él detestaba el mando j solo servia, como escribió á Salom,
con la esperanza de libertar á su patria y retirarse á la vida
ignorada y tranquila. — Washington, JeflFerson, Madison aspira-
ron también al retiro. No parece sino que el trabajo del go-
bierno es duro y muy penoso para los que son capaces de medir
sa extensión. ; Y cosa singular I A esos hombres es á los que
semejante trabajo debe confiárseles. — Los pueblos le niegan el
descanso. El honor y el interés de la sociedad se acuerdan en
retenerlos, como aprisionados, en el poder ; y la razón es muy
obvia : no hay instituciones m garantías que puedan reemplmar'
los. i Qué constitución más dulce ni más benéfica que Washing-
ton y Bolívar en el mando ?
CAPÍTULO XLVn.
1825.
FiruA psnuiroioír dil flOBnsiro vm ispAltA — sücbb marcha para bl cüioo — la
MünCiPALIDAD DI LIMA 0B8BQUIA AL LIBBBTADOR — BL OOVORBSO PBRÜAHO SB
BBÜNB BL 10 DB FBBRBBO — ADMIRABLES BSCBKA8 DB BBB DÍA — BKCAROA DBL MAVDO
ILIMITADO 1 BOLÍTAB OOB BL TÍTULO DB UBBBTADOR.
PRECISAMENTE cuando la «Gaceta del Gobierno del Pe-
rú" pablicaba un aviso qficiaí invitando á los dueQos de
buques á que hiciesen proposiciones para conducir á Europa á
los gefes 7 oficiales rendidos en Ayacucho, la " Gaceta de Ma-
drid '^ no hablaba más que de las derrotas vergonzosas de Bolí-
var, que, ambicioso, atolondrado, habia ido al Perú á probar
fortuna,^ para no encontrar sino baldón y castigo ; que ese el
merecido de todos los insurgentes etc. — El gasto en lo demás
de las gacetas de la corte lo hacian denuestos contra nuestros
militares más bizarros, injurias contra la América, y el boletin
de la importante salud de Su Majestad
I Pasmoso contraste en el cual no sé que ponderar más : si el
desatino, la irreflexión, 6 la ignorancia por parte del gobierno
español !
'281)
282 VIDA DE BOLÍYAB.
Guando la España contaba catorce ó quince millones menos
que contaba en 1808, se ostentaba más vana y jactanciosa. —
Cuando retrocedía rápidamente liada Id barbarie y era otra se-
gunda Turquía^ más miserable aun y peor gobernada^ * insulta-
ba la América. — Cuando " no encontraba un maravedí en Eu-
ropa y gemia bajo un descrédito que era síntoma irrecusable de
la magnitud de sus males y del conocimiento general que de
ellos se tenia ; t hablaba de reconquistar sus vastos dominios
ultramarinos. — Cuando nuestros corsarios infestaban las costas de
la Península é impedian hasta el tráfico del carbón y de las vi-
tuallas ; hablaba de someter á su dependencia las ricas colonias
que se habian criminalmente rebelado. — En fin, cuando por ge-
nerosidad embarcábamos á Laserna, y Yaldez, á Canterac y Mo-
neto, á Villalobos se ocupaba de las derrotas vergonzosas del
llamado General Bolívar! — Cierto que no se alcanza un qjemplo
de mayor despropósito ni de más crasa ignorancia, i Qué pru-
rito de vanagloria y de fanfarronería ! i Qué sistema de jac-
tancias 1 Parece que á esto no más se reducia en Madrid la
ciencia de la administración. No es de cxtrafiar, por tanto, la
decadencia de la España. Errores, pasiones y bravatas necias
no levantan los pueblos á las nubes de la prosperidad. Otros
son los medios.
Como mi intento no es estudiar, ni formular siquiera las me-
didas de salvación de España : empeño para el cual me reco-
nozco incompetente ; vuelvo á la historia de BoKvar, de ese llor
9nado General, en quien descollaban tan heroicas prendas y vir-
tudes, que fué milagro de la excelencia, así como otros son os-
curos antípodas de la grandeza.
Después de la gloriosa victoria de Ayacucho, siguió el Gene-
ral Sucre sin inconveniente para el Cuzco, donde se encontraba
ya el 24 de Diciembre. * Los afortunados campos de Junin y
* Palabras del ** Diario de Comercio" del Y de Enero de 1826.
f Conceptos del Señor Burgos en su Exposición dlrijida al Rey.
* La proclama que dio Sacre en el Cuzco no es conocida Yo la ofresoo á
mis lectores como un documento precioso que no debe perecer. Dice así :
Cuzqueños I El Libertador de Colombia os envia la pas y la redención. Del
otro lado del Ecuador, él oyó los gemidos del pueblo querido de los Incas, y vint
TIDA DB BOliVAB. 283
de Ayacncho hablan producido el verdadero árbol de la libertad
que extendiendo sus hermosos ramos hasta el Desaguadero, hizo
renacer en un momento los inefables bienes de la regeneración.
Las autoridades españolas del Cuzco, reunidas en junta general,
luego que tuvieron noticia de la derrota por el primero de los
dispersos del ejército realista, que fué un Comandante Oarcia,
nombraron virey del Perú al Mariscal de campo D. Pió Tristan,
que estaba en Arequipa, y le rogaron con encarecimiento se
encargara del mando y tomara todas las medidas de actividad
y entereza que lo crítico de la situación pedia. Lo mismo hizo
en el Cuzco el Mariscal de campo D. Antonio María Álvarez,
presidente de la real audiencia. Pero, todo esfuerzo fué vano.
Los cuerpos españoles que quedaban diseminados en poblaciones
distantes, se disolvieron ; y el nuevo Virey, y Álvarez, y Espar-
tero, y Maroto, mal su grado, tuvieron que someterse á la capi-
tulación.— ^Arequipa, Puno, Cuzco, las ciudades todas del Estado
peruano, vieron flamear sobre sus elevadas torres los victoriosos
pendones de la patria y entonarse á su sombra los armoniosos
himnos de la libertad. — Paitaba aun romper las cadenas del
Alto-Peru, donde dominaba Olafíeta ; piero allá se dirijió Sucre
por disposición del Libertador, y muy pronto podrá decir con
noble orgullo : ** No hay ya un soldado enemigo de la libertad en
América. — ^Los que vinieron á oprimirnos, están rendidos."
El 25 de Enero, la ilustre municipalidad de Lima dio un mag-
nífico baile al Libertador en los vastos salones de la Universi-
dad. Aquella era la fiesta de la gratitud, decia ; porque, des-
pués de Ayacucho, que decidió para siempre de los destinos del
»
á salyarofl de la esclayitud. Vuestros hermanos os presentan á su nombre los
dones de la independencia nacional.
Ciuqneños: al piear vuestra patria, mi corazón ha sentido las emociones más
sensibles: he visto cumplidos Toestros deseos, y satisfechos los yotos del ejér-
cito unido : en los campos sagrados de Junin y Ayacucho quedaron rotas para
siempre las cadenas que os ataban á un poder estraño. Dejasteis eternamente
de ser españoles ; sois ya Pcbuatíos ; sois libres. En adelante, los destinos de la
República depender&n de vuestras virtudes y patriotismo.
Cuzqueños : el Ejército Libertador, que desde tierras lejanas viene comba-
tiendo por traeros la libertad, os pide en recompensa vuestra amistad y unión.
La dicha del Perú son los bienes que anhela ; y volver á su país llevando por
trofeos dulces recuerdos y las bendiciones de los remotos descendientes del Sol.
Cuartel general en el Cuzco á 29 de Diciembre de 1824. — ^A. Josí Suobe.
284 TU>A DE boiíyab.
Pent no cabian ya en los pechos de los hijos del Sol los vehemeo-
tes afectos de amor y agradecimiento hacia el inmortal Bolívar.
— ^En la plazuela se levantó un soberbio obelisco donde se veian
escritos los nombres de los héroes que con su sangre habían
cimentado el edificio de la libertad peruana ; y en el anchuroso
patio de la universidad destinado para la sala del baile y ador-
nado suntuosamente, se veia un retrato del Libertador con esta
inscripción : ^ Cbbó á Oolombia, bbstaubó al Pebó y dio la
PAZ i. LA Amébica. — Cuando se presentó Bolívar, precedido de
los miembros de la municipalidad que sembraban su camino de
flores, seis bellas jóvenes entonaron alternativamente el himno
de gratitud y alabanza. Entonces, un poeta y orador, el Seflor
Peralta, lleno de entusiasmo, habló en nombre del pueblo de
lima. ¿ Quién podrá dibigar aquella escena ? — ^El ilustre
Peralta hablaba lleno de inspiración ; y cuando dijo : El hom-
bre 68 tanto más grande^ cuanto más humano ; y d que puede
decirse á d mismo, yo he vengado los agra/vios de mis hermanos :
yo he restablecido sus derechos : ellos son mis hijos: por mí son
dichosos. ese es d hombre más grande sobre la tierra, y ese
hombre es BOLÍVAR ; cuando pronunció estas palabras, digo,
un aplauso frenético ahogó su voz y no lo dejó continuar. — Era
el delirio del amor. — ^Todos decian : ^ Bolívar es el redentor
del Peni !I ''
Otra escena se preparaba en tanto en los salones del Con-
greso : escena monumental que la antigüedad no tiene nada
que pueda rivalizaría.
El diez de Febrero aniversario de la dictadura de Bolí-
var, se reunió el Congreso constituyente del Perú. — Jamás ha
amanecido sobre el horizonte de nuestro planeta más fausto, ni
más grande dia ; ni jamás brilló tan glorioso para el Liberta-
dor.— ^Roma no tuvo nunca esas risueñas auroras. Las virtudes
de sus Camilos, de sus Fabios y Cincinatos iban á quedar, desde
ese dia en segundo orden ün héroe, que desde remotas
tierras voló al socorro del expirante Perú, que lo saca del abis-
mo y lo liberta : un heróe que revestido de la espantosa autori-
dad dictatorial, coronado con los laureles de la victoria, arroja
de sí la palma de la dictadura sin haberla manchado de sangre,
y después de haber cerrado las férreas puertas del templo de
Jano y abierto el santuario augusto de las leyes, quiere bigar
VIDA BE BOLÍVAB. ^ 285
desde la cnmbre más elevada á la clase de nn simple ciudadano,
será en las edades futuras la admiración perpetua de los hom
bres
Á las ocho de la mafiana de ese dia tan glorioso, el primero
en la época de la regeneración del Perú, se reunió el Congreso
en la sala ordinaria de sus sesiones, 7 una 'salra general de ar-
tillería anunció al pueblo la restauración de su libertad. — En el
acto pasó una comisión presidida por el Sefior Pedemonte á
anunciárselo á Bolívar. — En la arenga, el presidente de la comi-
sión invitó al Libertador á ir al Congreso. — " V. E., le dijo,
puede honrar ya, cuando guste, la sala de nuestras sesiones, se-
guro de que su presencia va á derramar en nuestros espíritus
un placer inefable, al recordar con su vista tantos 7 tan apre-
ciables bienes de que, junto con su libertad, le es deudora nues-
tra patria ^ — El Libertador, con aquella admirable facilidad
que le concedió la naturaleza para expresar sublimemente sus
conceptos, contestó á la comisión felicitando al Congreso por su
reunión, 7 recomendando la dignidad de las funciones de la so-
beranía, que son inalienables ; representó con un fuego inexpli-
cable lo peligroso que era confiar á ningún hombre una autori-
dad monstruosa que no estaría sin peligro en las manos del
mismo Apolo^ 7 quiso que se anticipara al Congreso que debia
aceptar la renuncia de aquel mando que él aborrecía. — " Infeliz
Perú, exclamó Pedemonte, si la modestia de Bolívar llega á
triunfar ho7 de los clamores del Congreso."
La comisión se retiró.
Inmediatamente después el Libertador se puso en marcha,
precedido de todos los cuerpos civiles, eclesiásticos 7 militares,
en medio de incesantes vivas que retumbaban por todas par-
tes.— Las calles del tránsito vistosamente adornadas 7 en ellas
formada la tropa, el repique general de campanas, el numeroso
conculco 7 el entusiasmo universal, presentaban el verdadero
triunfo de la virtud : triunfo el más grande á que puede aspirar
un mortal sobre la tierra. — ^El pueblo de Lima, arrebatado entre
la admiración 7 la gratitud, no se cansaba de enviar al cielo los
más ardientes votos por la felicidad del heróe que lo habia sal-
vado. Pero apenas pisó Bolívar los umbrales de la sala del
Congreso, cuando la multitud que allí estaba, poseída de un su-
blime frenesí patriótico, redobló las aclamaciones. ¡ Cuándo nos
286 ¥IDA DE BOIÍYAB.
hallaríamos en este sitio, exclamaba, si no hubiera sido por la
constancia y el valor de este hombre inmortal I [ Cuándo ha-
bríamos tenido Congreso, ni representantes, ni leyes patrias, si
no hubiera sido por su magnanimidad sin igual I Mútuameale
todos, en los raptos del júbilo, se estrechaban y prorumpian en
gritos : Viva Boiívab I i Viva el Redentor del Perú I
Entre tanto, tomó asiento el Libertador, y el Congreso oyó
sus palabras :
" Señores : Los representantes del pueblo peruano se reúnen
" hoy bajo los auspicios de la espléndida victoria de Ayacucho,
" que ha fijado para siempre los destinos del Nuevo Mundo.
" Hace un año que el Congreso decretó la autoridad dictato-
" rial con la mira de salvar la República que fallecía oprimida
" con el peso de las más espantosas calamidades. Pero la mano
** bienhechora del Ejército Libertador ha curado las heridas que
" llevaba en su corazón la patria : ha roto las cadenas que ha-
" bia remachado Pizarro á los hijos de Manco-Capac, fundador
" del imperio del Sol, y ha puesto á todo el Perú bajo el sagra-
" do régimen de sus primitivos derechos.
" Mi administración no puede llamarse propiamente sino una
" cámpaQa. Apenas hemos tenido el tiempo necesario para
" armarnos y combatir, no dejándonos el tropel de los desastres
" otro arbitrio que el de defendernos. Como el ejército ha
** triunfado con tanta gloria, me creo obligado á suplicar al Con-
" greso que recompense debidamente el valor y la virtud de los
** defensores de la patria.
'^ Los tribunales se han establecido según la ley fundamental.
" Yo he mandado buscar el mérito oculto para colocarlo en el
" tribunal ; he solicitado con esmero á los que profesaban roo-
'' destamente el culto de la conciencia, la religión de las leyes.
" Las rentas nacionales no existian : el fraude. corrompía to-
" dos sus canales : el desorden aumentaba la miseria del Estado.
" Me he creido forzado á dictar reformas esenciales y orde-
" nanzas severas para que la república pueda llevar adelante su
^ existencia, ya que la vida social no se alimenta sin que corra
" el oro por sus venas.
'* La crisis de la República me convidaba á una preciosa re-
^ forma que el curso de los siglos quiza no volverá á ofrecer. El
*^ edificio político habia sido destruido por el crimen y la guerra
YIDA DB BOIÍYAB. 287
" Yo me encontraba sobre un campo de desolación ; mas, con la
*^ ventaja de poder constituir en él un gobierno benéfico. Á
*' pesar de mi ardiente celo, no puedo asegurar al Congreso que
" esta obra haya llegado al grado de mejora con que me lison-
"jeaba mi esperanza. La sabiduría del Congreso tendrá que
*" emplear toda su eficacia para dar á su patria la organización
'* que ella requiere y la dicha que la libertad promete. — Séame
** licito confesar, que, no siendo yo peruano, me ha sido más di-
^ ñcil que á otro la consecución de una empresa tan ardua.
" nuestras relaciones con la república de Colombia nos han
^ proporcionado poderosos auxilios. Nuestra aliada y confede-
^ rada no ha reservado nada para nosotros : ella ha empleado
" su tesoro, su marina, su ejército en combatir al enemigo co-
"^ mun, como en causa propia.
"El Congreso observará por estas demostraciones de Co-
^lombia el precio infinito que tiene, en el orden americano,
"la intima y estrecha federación de los nuevos Estados. —
'^ Persuadido yo de la magnitud del bien que nos resultará de
" la reunión del Congreso de Representantes, me he adelanta-
"do á invitar á nombre del Perú á nuestros confederados,
" para que, sin pérdida de tiempo, verifiquemos en el istmo de
" Panamá, esa augusta asamblea que debe sellar nuestra alianza
" perpetua
"Legisladores, al restituir al Congreso el poder supremo
" que deposito en mis manos, séame permitido felicitar al pue-
" blo por que se ha librado de cuanto hay de más terrible en
" el mundo : de la guerra con la victoria de Ayacucho, y del
" DESPOTISMO con mi resignación. Proscribid para siempre, os
" ruego, tan tremenda autoridad. ¡ Esa autoridad que fué el
" sepulcro de Boma I Fué laudable, sin duda, que el Congre-
"so, para flanquear abismos horrorosos y arrostrar furiosas
" tempestades, clavase sus leyes en las bayonetas del I^ército
" Libertador ; pero, ya que la Nación ha obtenido la paz do-
" méstica y la libertad política, no debo permitir que manden
"sino las leyes.
" Señores, el Congreso queda instalado. — Mi destino de sol-
" dado auxiliar me llama á contribuir á la libertad del Alto-
" Perú, y & la rendición del 'Callao, último baluarte del poder
'^espafiol en la América meridional. Después volveré á mi
288 VIDA DB BOLITAB.
" patria á dar cuenta á los Representantes del pueblo colom-
'^ biano, de mi misión en el Perú, de vuestra libertad j de la
"gloria del Ejército Libertador/'
Las últimas palabras de Bolívar hicieron variar en un ins-
tante el júbilo universal en triste escena de dolor y suste. —
El pueblo^ como herido de un rayo, tembló á la sola idea de
verse abandonado ; y el Presidente del Congreso, el Dr. José
Maria Galdiano, exclamó : ^ Libertador ! los sagrados intere-
ses de los pueblos, las heroicas acciones del ejército unido,
los venturosos dias del afio de 1824, nuestra vacilante segu-
ridad, la opinión pública y los votos unánimes de esta asam-
blea, todo, todo se opone á la dimisión de vuestro mando;
de ese mando que emancipándonos del antiguo coloniaje, nos
sostiene contra las ambiciosas aspiraciones de anarquistas 7
tiranos "
El Libertador se paró entonces y dijo :
" Señor Presidente 1 Legisladores ! — Hay es el dta di. Perú^
^^ porque hoy no tiene un dictador. El Congreso salvó la pa-
" tria cuando transmitió al Ejército Libertador la sublime auto-
" ridad que le habia confiado el pueblo para que lo sacase del
'^ caos y de la tiranía. El Congreso llenó altamente su deber
" dando leyes sabias en la constitución republicana que mandó
" cumplir. El Congreso dimitiéndose de esa autoridad inena-
" genable, que el pueblo mismo apenas pedia prestar, ha dado
" el ejemplo más extraordinario de desprendimiento y patrio-
" tismo. Consagrándose á la salud de la patria y destruyén-
" dose á sí mismo, el Congreso constituyó al ejército en el au-
^' gusto encargo de dar la libertad al Estado, de salvar sus
'* flamantes leyes y de lavar con la sangre de los tiranos las
'* manchas que la nación habia recibido de esos hombres nefan-
" dos & quienes se habia confiado la autoridad de rejirla.
" Me es imposible expresar la inmensidad de gloria que me
" ha dado el Congreso encargándome de los destinos de su
" patria. Como representante yo del Ejército Libertador me
" atreví á recibir la formidable carga que apenas podrían so-
" brellevar todos mis compañeros de armas ; pero la virtud y el
*' valor de estos ínclitos guerreros, me animaron á aceptarla. —
*' Ellos han cumplido la celeste misión que les confió el Congreso.
*^ En Junin y Ayacucho han derramado la libertad por todo el
L
VIDA DE BOLÍYAB. 289
" ámbito del imperio de Maaco-Gapac ; han roto el jngo j las
** cadenas quelesimponian los representantes del Fro-consnl de
" la Santa Alianza en Empalia. Ellos marchan al Alto Perú
*^ porque sean cuales fueren las miras del que allí manda, al fin
'^ os un espafiol. Yo volaré con ellos, y la plaza del Callao será
" tomada al asalto por los bravos del Perú y Colombia. — Des-
'^ pues, SeSores, nada me queda que hacer en esta república.
^ Mi permanencia en ella es un fenómeno absurdo : es el oprobio
" del Perú. — Yo soy un extrangero ; he venido á auxiliar como
" guerrero, y no á mandar como político. Los legisladores de
" Colombia, mi propios compañeros de armas me increparían un
" servicio que no debo consagrar sino á mi patria ; pues unos y
** y otros no han tenido otro designio que el de dar la indepen-
" dencia á este gran pueblo. Pero, si yo aceptase su mando, el
^ Perú vendría á ser una nación parásita ligada hacia Colombia
" cuya presidencia obtengo y en cuyo suelo nací. Yo no puedo,
" Señor, admitir un poder que repugna mi conciencia. Tampoco
^ los legisladores pueden conceder una autoridad que el pueblo
^' les ha confiado solo para representar su soberanía. Las gene-
" raciones futuras del Perú os cargarían de execración. Voso-
" tros no tenéis facultad de librar un derecho de que no estáis
" investidos. No siendo la soberanía del pueblo enagenable,
*' apenas puede ser representada por los que son órganos de su
** voluntad ; más un forastero, Señores, no puede ser el órgano
" de la representación nacional : es un intruso en esta naciente
" república.
" Yo no abandonaré sin embargo al Perú. Le serviré con
" mi espada y con mi corazón, mientras un solo enemigo huelle
**' su suelo. Lu^o, ligando por la mano las repúblicas del Perú
" y Colombia, daremos el ejemplo de la grande confederación
" que debe fijar los destinos futuros de este nuevo universo."
No es posible ponderar los sentimientos de que fué po.seido e!
pueblo cuando oyó este discurso. — La viveza de la expresión de^
Bolívar y aquel tono persuasivo que solo tiene quien siente lo*
que dice, sumérjieron al inmenso concurso en melancólico sileur
cío. Hasta la cuerda del amor propio nacional habia tocado el
Libertador para hacer que el Congreso le admitiese la renuncia*
de la dictadura. Mirábanse los representantes con pavoroso
asombro loe unos á los otrot), como en expresión de lamenian'
19
290 VIDA DE BOLÍVAR.
una I aera y más irremediable desgracia : " la orfandad Y esa
triste sorpresa se comunicó á la concurrencia cuando el Liberta-
dor se despidió del Congreso, que le siguió, enmudecido de dolor,
con sus amorosas miradas. — Entonces, un grito simultáneo, exa-
lado por tantos pechos oprimidos resonó en el salón : viva nves-
tro Libertador : viva Bolívab, nuestro padre^ que no ea capaz
de dejarnos I
El Congreso se ocupó en el acto de redactar un decreto para
que el Libertador continuara en el mando. El voto por la con-
tinuación de la dictadura era uniforme entre los representantes,^
quienes se arrebataban las palabras, y casi los conceptos, causan-
do asi por la más honrosa competencia de expresión á favor del
héroe americano una discusión tan acalorada y más detenida
que las que resultan de diversos y opuestos dictámenes, i Cuántos
discursos en la tribuna I i Qué multitud de mociones ! Y apenas
se pronunciaba el nombre de Bolívar que los aplausos no deja-
ban espacio. Difícilmente se verá otra vez en el pueblo un en-
tusiasmo tan delirante en favor de un hombre !....Pero ese hombre
era Bolívar !
Logróse al fin fijar una proposición que obtuvo la aprobación
unánime del Congreso y quedó constituida en el decreto
siguiente :
El CoKaRBSo CoNSTrruYKHTB DEL Pbru,
Considerando :
1** Que la república queda expuesta & grandes peligros por la resigna-
ción que acaba de hacer el Libertador, Presidente de Colombia, Simón
Bolívar, del poder dictatorial, que, por decreto de 10 de Febrero ante-
rior se le encargó, para salvarla ;
2" Que solo este poder depositado en el Libertados puede dar conms-
•vtencia & la República ;
8" Que el Libertador lo ha ejercido conforme & las leyes, en contrapo-
vsicion de lan facultades que le ha fí*anqueado la dictadura, dando UQ
r singular ejemplo en los anales del mando absoluto ;
4" Que el Libertador se ha resistido & continuar en el gercicio de este
mismo poder, fi pesar de habérsele conferido por el Congreso, tanto por
la razón que expresa el fundamento 8°, como por la extraordinaria con-
•fian/A que en él Libertador tiene la Nación ;
5" Que nunca ha sido observada la ley fundamental sino ba o la admi-
nistración del Libertador, á pesar de que ha estado en sus facultades
asuspender el cumplimiento de sus artículos ;
^fí" Qae-^l.LxBBRTADOR ha dado 1*9 testimonios más Uustres de «a pío-
VIDA DE BOLÍVAB, 291
ñrndo amor por la libertad, orden y prosperidad de la República, y de
su absoluta resistencia ai mando ;
Ha Tenido en decretar y decreta :
I. El LiBBBTABOR queda bajo de este título encargado del supremo
mando político y militar de la República, hasta la reunión del Congreso
que prescribe el artículo 191 de la Constitución.
n. Este Congreso se reunirá en el afio 26 dentro del período que séllala
la constitución, en conformidad del artículo 58 de la misma.
m. No ]>odrá reunirse antes, atendida la moderación del Libebtador
en procurar siempre la convocatoria de los representantes del pueblo ;
pero si podrá diferirla, por esta misma razón, si lo exijieren la libertad
interior y exterior de la República.
ly. El Libebtador podrá «uspender la anterior constitución, leyes y
decretos que estén en oposición con la exijencia del bien público en las
presentes circunstancias y en las que pudieren sobreyenir ; como también
decretar en uso de la autoridad que ejerce, todo lo concerniente á la orga-
nización de la República.*
y. El LiBBBTADOB puedc delegar sus facultades en una 6 más personas
del modo que lo tuTiero por conveniente para el réjimen de la república,
reservándose las que considere necesarias.
YL Puede igualmente nombrar quien le sustituya en algún caso ines-
perado.
Imprímase, publíqueee, drcúlese y comuniqúese al Libertador.
Dado en la sala del Congreso en Lima, á 10 de Febrero de 1825, 4** de
la Repúbiica.
José Había. Galdiaho, Presidente.
La resolución que iba á formular el Congreso fué comunicada
á Bolívar por una comisión que presidia el Señor Larrea. —
Cuando este empezó á hablar, el silencio de los sepulcros no era
mayor. — Estaban todos pendientes de sus labios deseando que
arrancansen una palabra de consuelo de los del Libertador.
Vencido este de tanta generosidad, contestó : " queda mi persona
** consagrada al Perú en los términos que el Congreso desea y
" que el eminente patriotismo de este pueblo merece, con tal que
'' se olvide enteramente al nombrárseme el odioso título de
" Dictador." Y así se hizo, como se ha visto. — Un soplo do
vida, exhalado repentinamente entre los muertos, no produciría
una escena tan risueña y festiva como formaron estas palabras
en la inmensa asamblea. " Una gracia, decían los representantes,
que ha marcado de un modo tan singular las bondades de Bolí-
var para con el pueblo peruano, merece una expresión extraor-
dinaria. Marche, sil ejemplo, una comisión numerosa llevando
292 VIDA DE BOLÍTAB.
á 8U frente al presidente mismo del Congreso y presente al ilus-
tre RESTAURADOR de la República los votos de nuestra gra-
titud ; 7 encargúese otra de organizar un decreto en que se
consigne para eterna memoria la generosidad de Bolívar en re-
nunciar, por complacemos, á las delicadezas de su pundonor, y
la del Congreso mismo en despojarse, por el bien de los pueblos,
de sus atribuciones soberanas."
El Congreso sancionó en el mismo dia :
1^ Un voto de gracia á nombre de la República á Simón Bo-
lívar, Padre y Salvador del Pbeó ; y al ejército unido Li-
bertador, en testimonio de seflalada gratitud á los autores de la
libertad peruana.
2° Abrir una medalla en honor de Bolívar que llevara por el
anverso su busto con este mote : A su Libertador^ Siman BaKr
var, y por el reverso las armas de la República con este otro :
El Perú restaurado en Ayacucho, año de 1824.
3^ Erijir en la plaza de la Constitución un monumento con la
estatua ecuestre del Libertador que perpetúe la memoria de los
heroicos hechos con que dio la paz y la libertad al Perú.
4? Fijar en las capitales de los departamentos una lápida en
la plaza mayor con una inscripción de gratitud al Libertador
por haber salvado la República.
5° Colocar en todas las Municipalidades su retrato.
6^ Que la persona del Libertador disfrutara en todo tiempo
de los honores de Presidente de la República.
7^ Poner á disposición del Libertador, como una pequeña de-
mostración del reconocimiento público, la cantidad de un millón
de pesos ; y otra igual para que la distribuyera, á discreción,
entre los generales,gefes, oficiales y tropa del Ejército Libertador.
8° Votar una acción de gracias al Senado y Cámara de Re-
presentantes de Colombia, en señal de reconocimiento á los ser-
vicios que hizo al Perú permitiendo que el Libertador fuera á
encargarse de salvarlo ; cuyos sentimientos se trasmitirían al
Congreso colombiano por una comisión del seno del Congreso
peruano.
9^ Que en adelante se reconociera al general en gefe del
£J}ército Unido Antonio José Sucre con el dictado de Chran
Mariscal de Ayacucho por la memorable victoria obtenida en
los campos de este ir?mbre.
VIDA DE BOliVAB. 293
10^ Que á iddos los individuos que habian servido en la cam-
paña del Peni, se les considerase como peruanos de nacimiento
con opción á todos los empleos de la República.
Cuando se comunicaron estos decretos al Libertador, contestó
en el acto, relativamente al millón de pesos que se le daba, ne-
gándose á recibirlo. — Lo que pasó en este delicado asunto 7 el
término que tuvo está todo en la correspondencia que á conti-
nuación publico :
Lima, á 12 de Febrero de 1825.
ExMO. Sbñob:
La munificencia del Soberano Congreso se ha excedido á sí misma, con
respeto al ejército Libertador que ha combatido en el campo de Ayacu-
cho. £1 general en gefe, Gran Mariscal, ha recibido una recompensa pro-
pia de los Scipiones y propia del püeblo-sbt. — ^Los demás gefes, oficiales,
y tropa son tratados con la m&s noble generosidad. — ^£1 Congreso, rívali-
sando en magnanimidad & los Libertadores de sa patria, se ha mostrado
digno de representar á un pueblo augusto : pero, £xmo. Sefior, ¿ no estaba
bastante satisfecho él Congreso con toda la confianasa que ha depositado
on mi ? ¿ y con toda la gloria que me ha dado, librando el destino de su
patria en mis manos ? ¿ Porqué quiere confundirme, humillarme con dá-
divas ezcedyas, y con un tesoro que no debo aceptar? — Si yo admitiese
la gracia que el Congreso se ha dignado hacerme, mis senricios al Perú
quedarían cubiertos con demasía, por la liberalidad del Congreso ; en
tanto que, mi ansia más viva, es, dejar al Perú deudor de los miserables
desvelos que yo he podido consagrarle.
Ko es mi ánimo desdefiar los rasgos de bondad del Congreso para con-
migo.— Jamas he querido aceptar, de mi patria misma, ninguna recom-
pensa de este género. Así, seria una inconsecuencia monstruosa, si ahora
yo recibiese de las manos del Perú lo mismo que habia rehusado á mi
patria. — ^Me basta, Seflor, el honor de haber merecido del Congreso del
Perú su estimacicm y su reconocimiento. La medaUa que ha mandado
gravar con mi busto, es tan superior á mis servicios, que, ella sola, colma
la medida de mis más ilimitados deseos.
Yo acepto este galardón del Congreso, con una eñision de gratitud,
que ningún sentimiento puede dignamente expresar.
Sírvase Y. £, transmitir al Soberano Congreso á nombre del ejército y
del mió, loe testimonios más expresivos de nuestra profunda gratitud. ,
Tengo él honor de ser, etc. BolÍvab.
Palacio de Oobiemo, i 28 de Febrero de 1825.
ExMo SEtoB:
Tengo la honra de responder á la comunicación en que Y. E. se ha ser-
vido ma> ifestarme la generosa negativa del Soberano Congreso á la mia,
n
294 VIDA DE boiíyab.
en que lentmciaba él millón de peeoe, que la Repreflentadon nacional dd
Perú ha querido poner á mis órdenea.
Yeo con infinita satiaftcdon el empefio de manifestarme nn reconoci-
miento, que, & la verdad, ha traspasado ya sus límites regulares. Por
consecuencia de estas demostraciones excesiyas, he Tenido yo á quedar de
beneficiado, y por lo mismo, deudor de gratitud ; pero sea cual fuera la
tenacidad del Congreso constituyente, la mia no puede ser excedida, no
habiendo poder humano que me obligue & aceptar un don que mi con-
ciencia repugna.
Yo repito fi Y. E. para que se sirva hacerlo presente al Congreso que,
sin aceptar la gracia en cuestión, mis servicios quedan recompensados in-
finitamente más de lo que yo me atrevia & desear.
y. E. sabe si el Congreso ha d^ado de hacer algo que no me sea glo-
rioso.— Me ha nombrado Padre y Salvador del Perú : me ha decretado
los honores de Presidente perpetuo : ha mandado gravar mi busto en una
medalla : me ha llamado Libertador : me ha obligado & encargarme del
mando del Perú, y después me séllala una enorme fortuna. Yo he acep-
tado todo con gozo, menos lo último ; porque las leyes de mi patria y las
do mi corazón me lo prohiben.
Sírvase Y. E. aceptar los testimonios de mi alta consideración y
respeto.
BOLÍVAB.
Lima, Febrero 20 de 1885.
ExcM o. Ssfi^OB :
El Congreso, á quien he dado cuenta de la nueva y absoluta negativa
de y. E. á Hdndtir el millón de pesos que decretó se pusieran á su dispo-
sición, como una pequefia sefial de gratitud por los imponderables bene-
ficios que, como á su Libertador, le debe la Nación, ha acordado : mani-
fieste yo & y. E., según corresponde á mi actual oficio en la asamblea,
que, al mismo tiempo que respeta la decisión de Y, E., siente vivamente
ver frustradas sus intenciones en esta parte. Y que no siendo ya permi-
tido instarle tercera vez, después de las terminantísimas protestas de su
apreciable nota última, lo es al menos pedir á y. E. se sirva destinar di-
cho millón á obras de beneficencia en favor del dichoso pueblo que le
vi6 nacer, y demás de la República de Colombia, que tuviere Y. E. por
conveuiente.
El Congreso no halla otro modo de concluir con dignidad la contienda
suscitada entre la alta delicadeza de Y. E. y los ardientes deseos que le
asisten de acreditar á Y. E. y al mundo, en cuanto es posible, él agrade-
cimiento en que le está la Nación : y espera no se extienda la negativa
de Y. E. hasta rehusarle la complacencia de que sea el instrumento de la
distribución de una suma, siempre improporcionada para cualquier ob-
jeto que diga relación con Y. £.; pero, está firme él Congreso en que ten-
ga precisamente esa aplicación, consolándose con que si sus cortos dones
VIDA DE BOLtYAB. 296
no han podido ser aceptadoe por la mano pora del Grah Bolítar, hayan
siquiera de emplearoe en proyecho de una parte de la humanidad que
toca á y. E. tan de cerca, y á quien tanto por esta razón, como por los
ingentes auxilios que ha merecido á sus hijos en la tremenda lucha que
ha premiado la victoria, mira el Perú con un reconocimiento y predilec-
ción tan especial.
Ruego á y. E. tenga á bien recibir los sentimientos de admiración y
de profundo respeto con que soy su más atento servidor.
Josa Gbbgobio Pabbdbs.
Urna, á 27 de Febrero de 1826.
SeII^ob:
He tenido la honra de recibir la última resolución del Soberano Con-
greso constituyente, relativa á la generosa recompensa de un millón que
se me habla sefialado por los servicios que mis compañeros de armas han
prestado al Perú en los campos de Ayacucbo. Jamas se ha mostrado el
Congreso tan noble como en esta determinación, que ahora es el objeto
de mis más cordiales agradecimientos. — ^El Congreso ha querido termi-
nar su hermosa contienda conmigo, de un modo digno de él mismo, dis-
tribuyendo la gracia que se me hacia entre los que han contribuido á la
obra magnífica de la libertad del Perd ; y para ser siempre pródigo no
olvida al pueblo qae me vio nacer.— Este rasgo de munificencia ha col-
mado mi corazón de gozo y gratitud ; y yo no dudo que mis hermanos
de Caracas lo ver&n con la más grata complacencia.
Yo, á su nombre, ofrezco al Soberano Congreso las expresiones más
mnceras de su anticipado reconocimiento.
Tengo el honor de ofrecerme á y. E. con los sentimientos de mi con-
sideración y respeto. Bolívab.
De estas grandes generosidades del Perú informó el Li-
bertador inmediatamente al gobierno de Colombia, dejándole
ver que si su gratitud era inmensa para con aquel pueblo que
ostentaba tan espléndidamente sa amor y su reconocimiento,
su primer deber era la obediencia á las leyes de su patria.
^ Rennida la representación nacional del Perú el 10 de Febrero,
*^ escribía á Santander, tuve la gloria de presentarle la Nación
** en estado de libertad política y de paz interna ; debido todo
** á los heroicos esfuerzos del Ejército Libertador, que ha llena-
'^ do de un modo maravilloso los votos de los pueblos del Nuevo
** Mundo.
" El Congreso Constituyente del Perú se ha mostrado digno
" de representar á una Nación generosa : la gratitud más ilimi-
^ tada ha dictado sus sentimientos j sus decretos. Los repre-
296 VIDA DB BOUYAB.
'^ sentantes de este pueblo bar rivalizado en magnanimidad & sus
" gloriosos libertadores, á quienes han colmado de gracias y re-
" compensas.
" El Congreso se ha obstinado en denegarse á recibir el man-
" do supremo, que me habia conferido un año hace : ha cerrado
" sus oidos á mis enérgicos reclamos y aun á mis increpaciones,
'* que el respeto que se debe á la soberanía debió ahogar en mis
** labios. Yo quise herir el orgullo nacional, para que mi voz
'' fuese oida 7 el Perú no fuese mandado por un colombiano ;
" pero todo ha sido vanamente. — El grito del Perú ha sido más
" fuerte que el de mi conciencia ; he cedido por complacencia,
" estando muy lejos de la convicción. Yo no he podido resistir
" á un pueblo que me cree necesario para su conservación, auu-
" que su existencia está ya asegurada por sus victorias y por sos
" leyes. Un terror pánico á la anarquía domina todavía el áni-
" mo de los peruanos. Para calmar este doloroso sentimiento,
** me he creido obligado á ofrecer mi permanencia aquí, hasta la
'' reunión del próximo Congreso en el afilo de 1826, siempre que
'* los Representantes de la soberanía nacional de Colombia me
" permitan esta ausencia y el ejercicio de una autoritad que re-
*' conozco monstruosa en sí misma, y demasiado impropia en mí.
" Ruego á V. E. se sirva presentar al Congreso nacional los
" documentos que tengo el honor de incluirle. — Si el Congreso
" se digna aprobar mi conducta, mi gozo será extremo ; y si me
^' llama, ninguna causa roe detendrá, porque mi primer deber es
** la obediencia á Colombia.'*
Hay en este capítulo materia para dar á la pluma largo vuelo;
porque BolívaH y el Congreso, en inaudita competencia, rivali-
zaron en virtudes generosas, en abnegación, modestia y patrio-
tismo. I Qué grandeza para nuestra historia ! ¡ Qué justo or-
gullo para la América I El mundo habia visto muchas veces riva-
lidades de ambición : conflictos de mando y de poder. — ^La
Grecia conoció la emulación de los talentos. — ^Pero nosotros he-
mos visto, en nuestro suelo, la del mérito eminente y de la vir^
tud más pura, que absorbía, que embelesaba el espíritu y lo Ue*
vaba de admiración en admiración I Mis lectores formarán
ellos mismos, mejor de lo que yo pudiera hacerlo, las reflexiones
que.á la mente se agolpan con la lectura de los sucesos del 10
VIDA DE BOliVAB. 297
de Febrero de 1825 en Lima. Esto no obstante, séame permi-
tido llamar la atención á los pantos principales siguientes :
Tres dias después de haber llegado á Lima la noticia del
triunfo de Ayacucho, el Libertador convocó al Congreso consti-
tuyente.— La batalla fué el 9 de Diciembre ; el parte de Sucre
llegó el 18 por la noche ; el decreto de convocación tiene fecha
21 de Diciembre de 1824 1 — Bolívab es el reverso de todos los
ambiciosos. Yeáse á César, á Cromwell, á Carlos XII, á Na-
poleón ; lo que modera y contiene, lo llevaban estos cuesta arri-
ba. No querían leyes, no toleraban trabas. Amaban el poder
absoluto : la libre voluntad, para correr por todo el campo de
sus delirios y de las violencias de su orgullo. — ^El Libertador, al
contrario, aborrecia el mando, y antes que ^ozar de la alta so-
berana independencia del Dictador, buscaba precipitarse de la
cumbre de la autoridad para ser igual á los demás ciudadanos,
y esclavo de la ley.
SoiiVAB prometió que en un año conquistaría la libertad del
Perú, dominado por los españoles ; y diez meses le bastaron
para el exacto cumplimiento de esa promesa consoladora.
El poder dictatorial : esa magistratura ilimitada y odiosa
que anegó á Roma en lágrimas y sangre y que dio fin á aquella
colosal república, en las manos de Bolívar fué un gobierno pa.
ternal y dulce, y los votos más ardientes del Perú eran porque
continuase ejerciéndola sin término. — La asamblea nacional, Li-
ma, todos los pueblos del Perú clamaban porque Bolívar fuese
dictador. — Un solo hombre se oponia : — Bolívar mismo t
El combate entre las instancias filantrópicas del Congreso y
su generosidad, y la moderación del Libertador, no tiene igual
ni semejante en la historia del mundo. — Contienda honrosa en
que el vencido quedó cubierto de gloria !
Por obtener mando y superioridad, los ambiciosos intrigan ;
BoiivAB movió todos los resortes para no recibir el poder.
Hasta interesó el pundonor del Congreso, y se llamó extrangero
en el Pera que habia libertado ; y dijo que sería un oprobio
que él ejerciese las atribuciones de la soberanía I No ejer-
cían imperio en su corazón los atractivos del poder.
Yo no atribuiré al Libertador un gran mérito por no recibir
el millón de pesos que el Congreso le señaló. — ^El alma del hé-
roe debe ser superior á ese linage de recompensas. Bolívab
298 VIDA DE BOliVAB.
había abandonado, sin pesar, una fortuna opulenta, 7 renunciado
la pensión vitalicia que le decretó Colombia ; ¿ qué mucho hacia
en rehusar los tesoros del Perú ? — Por otra parte, él había ase-
gurado de antemano que desde el campo de batalla que fuera
testigo del triunfo de la libertad, se volvería á Colombia sin
tomar un grano de arena del Perú j dejándole la independencia.
Así debía hacerlo pues, 7 así lo hizo. El agradecimiento selló
los pasos del Congreso peruano, que agotó los recursos de su
generosidad, de su amor 7 de su gratitud, para con el héroe que
del polvo de los esclavos nos elevó á la región de hombres li-
bres ; pero Bolívar obró mu7 bien rehusando los dones que su
conciencia no le permitia recibir.
El Congreso mandó erijir estatuas 7 pirámides : monumentos
de gratitud nacional que llevarán á las edades futuras la gloria
de Bolívar 7 de sus compañeros de armas, i Nobilísimo senti-
miento que honra sobremanera al Congreso constitu7ente del
Peni 1 Pero los siglos pueden gastar esos mármoles 7 esos bron-
ces, como han dejado en ruinas á Palmira, á Tébas 7 Jerusalem,
7 como han cubierto de arena los jardines de Semíramis 7 los
palacios que levantó la soberbia de los Faraones. Otra cosa es
la que no podrán destruir jamas las vicisitudes humanas : d
amor á Bolívar, CU70 nombre resonará como no ha resonado él
de ningún mortal sobre la tierra, 7 así se hará permanente esa
inmortalidad fugitiva que en vano se procura alcanzar por már-
moles 7 bronces.
En todas partes se encuentran trofeos de costosos venci-
mientos de los hombres sobre los hombres, de los pueblos so-
bre los pueblos. París tiene su columna Vendóme, 7 Londres
la 8U7a de Waterloo. En Boma se elevaron estatuas 7 co-
lumnas rostrales á los monstruos más execrables de la especie
humana: á Tiberio, Calígula, Domíciano, Nerón I ¿Qué
no ha pretendido inmortalizar la bajeza de los esclavos? —
Nosotros no tenemos estatuas, ni columnas, pero tenemos épo-
cas ; 7 la primera en los fastos de la virtud 7 del mas ele-
vado patriotismo es el diez de Febrero de 1825 !
El DIEZ DE Febrero de 1825 vale un sl^lo moral. \
CAPITULO XLVin.
1825.
XOBLM BBfTninMTCM DI SüCBB — 8Ü CARTA Íl 80UBLBTTS — TRABAJOS AOMIHIBTBATiyOt
DB BOLÍVAR — PARTB DB LIMA PARA POTOSÍ — BU BNTRADA BN ARBQUIPA — ORBA LA
RBPÚBLICA DBL ALTO-PBRÚ — BU BNTRADA BK BL GDIOO — BIGUB AL POTOBÍ, T Á LA
PAB T 0BDQUI8A0A — 0CVPA0I0HB8 DBL UBBRTADOR MK BL ALTO-PBRtí.
ESTABA Sucre en Sicnani, en marcha hacia la Paz, cuando
recibió el decreto del Libertador sobre honores y recom-
pensas á los vencedores de Ayacucho.* Comenzó á leerlo in-
mediatamente con aquel interés y respeto con que él veia todo
lo que emanaba del Libertador. — Turbóse luego, y asaltaron á
sus ojos lágrimas dulcísimas de la más pura gratitud. Sucre
era muy fino y muy sensible, y amaba a BoUvar como á un pa-
dre. Dios habia dilatado su corazón para que el amor y la obe-
diencia al Libertador cupiesen en su ternura ; los riesgos de la
libertad en su prevención, y todos los acasos de la guerra en su
prudencia. Habia nacido para ilustrar no solo aquella época
de afán en que vivió, sino también el siglo más brillante de la
• Pag. 278.
(299)
300 VIDA DE BOLÍYAB.
antigüedad j de los tiempos modernos Sucre estrechó el
oficio contra su pecho ; 7 tomando la pluma, escribió la siguiente
contestación al Ministro de Estado en el departamento de la
guerra.
Cuartel general en Sicuani, 28 de Enero de 1825.
SeJ^ob Menibtbo:
He tenido la honra de recibir la nota de YS. dd 27 de Diciembre, con
el decreto de 8. E. él Libebtadob en favor de los yenoedores de Ayaca-
cbo. — Mi corazón ha sufrido un combate de terribles sentimientoe. Me
he yisto humillado por la excesiva generosidad de 8. E. el Libebtadob
en prodigarme honores que son debidos á él, el genio de la América, que
me dio un ejército de héroes formado por él mismo, para defender las li-
bertades patrias y los derechos del Perú ; y á la vez he visto con orgullo
las recompensas á estos héroes que ^aron en tm dia los destinos del
Nuevo Mundo.
El Libebtadob ha mandado erijir monumentos que recuerden i las
futuras generadonee los servidos de los vencedores de Ayacucho ; pero
en el corazón de estos está consagrado él monumento que ellos han for-
mado al hijo de la gloría, al guerrero generoso que nos dio patria y que
de la condidon de esclavos nos convirtió en soldados de la libertad y de
la victoria. — 8obre todos estos corazones y en cada uno de ellos existe la
estatua de Bolívab, y de allí la dejaremos & los hijos de nuestros h^os,
para que su memoria tenga la duración del 80I.
Y8. querrá dignarse presentar á 8. E. mi reconocimiento ilimitado á
sus bondades 7 aceptar las consideraciones con que soy, etc.
AirroNio Job6 Suobb.
Esta nota es tan importante como ignorada ; 7 me ha pare-
cido bien, por lo mismo, no defraudar á mis lectores de su cono-
cimiento.
El ejército, á cu7a cabeza estaba SucVe, habia avanzado sin
oposición hasta el Desaguadero, límite que separaba á Buenos-
Aires del Perú. Olañeta dominaba el territorio que desde allí
se extiende hacia el Sur, 7 trató por su mal de oponerse al yen-
cedor de Ayacucho. Los pueblos empero estaban decididos por
la libertad ; 7 en Gochabamba, en Santa Cruz de la Sierra, en
Chuquisaca 7 otros puntos se veia 7a flamear el pabellón trico-
lor.— Olafieta se retiró al Potosí, resuelto á luchar 7 no ren-
dirse. En Tumusla trabó refiida acción (1® de Abril ), 7 allí
recibió la muerte, ca7endo en nuestro poder todo lo que, en la
última desesperación, se habia reunido para sostener la cansa
de la metrópoli. — Tres dias después ondeaba sobre la cima del
Potosí la bandera colombiana, 7 el Alto-Perú quedó pacificado.
TIDA DE BOLÍViLB. 801
La gaerra de la independencia estaba terminada. *
* Relación de loe generales tomadoa por el IJj^rcito Libertador en eoniie-
cnenda de la batalla de Ayaoncho :
SN KL OAltPO DB BATALLA.
D. Joeé Laeema^ Yirey ; D. Joeá Canterac, Capitán General.
Mariscales de Campo : D. Gerónimo Yeldes, D. José Carretela, D. Juan An-
tonio Monet, D. Alejandro Villalobos.
Brigadieres: D. R. Bedoya, D. Yslentin Ferras, D. Andrés Garda Camba,
D. Martin Somocurcio, D. Femando Cacho, D. Miguel Atero, D. Ignado Landá-
suri, D. Antonio Yigil, D. Juan Antonio Pardo.
■N BL ouzoo.
Mariscal de Campo : D. Antonio Mana Alvares.
Brigadieres : B. Antoido Tur, D. J. Monteneg^, el Marques de Ysldelirios.
Mariscales de Campo : D. Fio Tristan, D. José de la Hera, D. Rafael Msroto.
BN ruiro.
Brigadier: D. Pablo EcheTerria.
BN FOTOSÍ.
Miriscal de Campo : D. Pedro A. Olañeta.
fiemen del ejército etpañol derrotado ypriwmtro, He,, desde Ayaeueko (d Poto»:,
Derrotarse en Ayacucbo 0,610
Guamidones del Cusco entregadas por Alyares 1,700
Guamidonos de Arequipa 700
Columna del Brigadier Ramírez en Qnilca 600
Guamidon de Puno 480 1 2,790
Ejérdto del General Olañeta.
Regimiento de dragones 400
Escuadrón de Santa Victoria 150
Batallón de Fernando 7** 600
Batallón Cazadores 600
Dragones de Charcas 180
Dragones de Santa Cruz 800
Infantería de Santa Cruz 180
Regimiento de la Union 1,400
Batallón de partidarios 600
Regimiento de Cazadores de á caballo 800 4,680
Generales prisioneros 25
Gefes y Oficiales 221
Muertos en batalla. 96
Prisioneros á esta parte del Sur del Desaguadero. . . . 866— 1,198
Total general 18,696
Coniel general en Potosi, 8 de Abril do 1826.
El Gefe de Estado Mav^r General, CComroB.
302 Yn>A DE boiíyab.
Todo lo que viene formando la materia de los capítulos pre-
cedentes está escrito sencillamente por la mano misma de Sucre
en una carta confidencial dirijida al General Garlos Soublette ;
7 bien que nada afiada de nuevo, considero que será gustoso á
mis lectores conocerla. — Dice así :
Potosí, á 9 de Abril de 1826.
Mi amado Oáblos:
Tu carta del 18 de Agosto en Cartagena la he recibido ayer, y me ba
dado el gusto de saber de tí. Desde mucho tiempo tuve la noticia de
que te hallabas de Intendente del Magdalena, y aun he recibido cartas
del General Escalona desde Caracas, en que me contesta otras que le di-
rijí y cuyo sobre iba para el Intendente de Venezuela. — Te considero ea
Cartagena menos contento que en Caracas en cuanto al destino, pero sin
duda más tranquilo. — Yo anhelo tanto ir á Caracas como si fuera de allí ;
pero aunque nunca lleyaría destino, siempre tendría algún cuidado. £n
fin, deseo Tiyir allá, pero lo examinaré mucho, y aun haré mi yiaje de
paso para ver si es que se puede conseguir reposo y tranquilidad en ese
país.
Supongo que tú sabes ya nuestro triunfo en Ayacucho : el más brillante
sin duda que podia jamas esperarse. — ün soberbio ejército espafiol fué
allí derrotado, pero tan cabalmente como casi no es describible. Diez
mil soldados ñieron nuestros trofeos. — Luego hemos tomado prisioneros
las diferentes guarniciones, que eran 1,700 hombres en el Cuzco : 700 en
Arequipa : 600 en Quilca y 480 en Puno. Desde este último punto abrí
la nueya campaña sobre las provincias del Alto-Perú (que eran yireynato
de Buenos- Ayres), y en setenta dias de marcha hemos dispersado, denx>-
tado y reunido al Ejército Libertador 5,000 hombres que formaban el
ejército del General Olafieta ; de manera que nuestro triunfo ba sido, en
cuatro meses, sobre diez y ocho mil hombres que formaban el ejército
espaftol del Perú. — ^Yo rompí las operaciones activas el 19 de Marzo,
desde Oruro, y entré en esta ciudad el 29, habiéndola evacuado Olafieta
el 28. El 1" de Abril hubo un encuentro de un cuerpo nuestro con Ola-
fieta, y este salió gravemente herido y murió el 2 ; sus tropas pidieron en
consecuencia entregarse, y la última partida de 800 hombres lo verificó
ante-ayer. — ^Ya no queda un solo soldado, en todo el país, armado en de-
fensa de los espafioles. — ^La guerra del Perú se ha concluido del todo, y
esto ha afianzado la independencia y la paz de la América. — Para obte-
ner este resultado tan positivo y ventajoso, ha sido necesario marchar
constantemente, aprovechando nuestro suceso del 9 de Diciembre, y así
es que la división que he traido aquí ha descansado solo diez y ocho dias
desde la batalla, y constantemente marchando, ha recorrido un terreno
de 880 leguas de extensión que estaba defendido por 8,000 soldados.
Por esta relación verás que cuandc yo te d^e que las tropas colombia-
nas en el Perú eran lo mcrjor qu« podia darse, no te engafié: 6,000
VIDA DB BOliVAB. 808
hombreB escasofi han derrotado y yencido 18,000 ; han libertado la Re-
pública peraana, y han conquistado la independencia & las proyincias del
Alto-Perfi, de donde el alio de 1809 se dio á la América el grito de inde-
pendencia. Debe ser orgulloso á Colombia haber traído sus armas en
triunfo hasta Potosí.
Otro «servicio muy importante le he hecho al Perú : cuando yo recibí
sus tropas en el ejército unido, constaban de 1,700 hombres, y sobre esta
base le he organizado, después de la batalla, en solo su ejército del sur
que está á mi mando, 8,000 hombres que son todos yeteranos y muy
buenos.
Desde Febrero he escrito al gobierno á yer si quiere que este ejército
yaya á la Habana, puesto que ya no tenemos que hacer aquí. Yo reuniré
más de 7,000 soldados buenos, sin contar con lo que ha traído Yalero, etc.,
sino con solo lo que yo tenia antes aquí. El ejército cuenta más de 8,000
hombres (es decir el que yo tenia), pero existen muchos enfermos, y solo
cuenta disponible 7,000 : ellos protegidos por alguna marina, bastarán,
yo creo, é tomar la Habana, donde aseguran que el espíritu patriótico
está en todas las gentes.
Te he hablado de las cosas públicas, y te hablaré de mí. — El gobierno
del Perú me ha dispensado mil honores después de nuestros triunfos.
El Libertador me ascendió á Gran Mariscal (que equiyale á nuestros ge-
nerales en gefe), y el Congreso me cambió este título por el de Mariscal
de Ayaeueho, — ^Esta y otras recompensas las he remitido á nuestro go-
bierno, que no se si querrá aprobarlas. Yo creo buenamente que yo ha-
ría más fortuna en él Perú que en Colombia ; porque en todo el país me
quieren bien ; pero yo pospongo todas las fortunas al solo bien de yiyir
en mi país y de consagrarme enteramente á mi patria. Así es que soli-
cito con ansia yolyerme allá y lo pediré como recompensa de mis ser-
vicios ; porque si he de reposar, quiero hacerlo en Colombia. Has de
saber que esta campafia, en países tan firios de que no tienes idea, y
tan complicada como ha sido, me ha avejentado y enfermado : tengo
muchas canas, parezco de cuarenta años, * y mi pecho me molesta mu-
cho, porque frecuentemente me ataca la tos y un gran dolor.
Yaya esta larga carta ; pero bien merece hablarse largo desde Potosí
hasta Cartagena. — ^Afladiré mil abrazos á tu Sefiora y nifios, mil carifios á
tus hermanas y cufiadas, y saludos á los amigos.
Tu Antonio.
Mientras marchaba Sacre recogiendo los frutos de la inmor-
tal victoria de Ayaeueho, y terminaba la epopeya grandiosa de
nuestra libertad ; el Libertador, devorado por el ansia de cons-
tituir la gran Bepública que acababa de libertar, empleaba
en lima todos los momentos en la administración pública, para
* Solo tenia entonces treinte y cuatro años.
804 YXDA DB BOLÍVAR.
levantar aquel pueblo al rango elevado que debía ocupar.-
cesivameDte nombró una comisión muy ilustrada, de doce miem-
bros, para formar proyectos de Códigos civil y criminal : creó
la inspección general del ejército : estableció escuelas normales
en loe departamentoe, y cortes superiores de justicia en el Cuzco
y Arequipa ; cuidó de la educación en Jauja, convirtiendo el
Colegio de Misioneros de Santa Rosa de Ocopa en escuela de
enseñanza pública y gratuita ; fundó direcciones de minería en
cada capital de los departamentos ; mandó abrir caminos para
Arequipa, Cuzco y Puno ; creó hospicios para asilo y subsisten-
cia de los inválidos, mendigos y necesitados y para los expósi-
tos y huérfanos ; favoreció el comercio soltando muchas trabas
que lo impedian ó paralizaban, etc., etc., y, habiendo organizado
un gobierno provisional para que desempeñara las funciones eje-
cutivas durante su ausencia, partió el 11 de Abril hacia Arequipa
por la costa.* — ^Era su objeto visitar el Cuzco, la Paz y Potosí.
El Libertador recibió antes las felicitaciones que, por encargo
del gobierno superior y de la municipalidad de Guayaquil, le
presentaron los Señores Lavayen y Cornejo, y las expresiones
de gratitud y admiración que le tributaron el Cuzco, Huamanga
y otras ciudades del Perú. También habia» recibido los para-
bienes de los más eminentes hombres de Buenos- Aires por la
obra de redención que habia consumado. — ** El nombre de V. E.,
decia una nota, es el más precioso tesoro que el siglo presente
l^ará con orgullo á los siglos venideros."
Al partir, Bolíváb dirijió una proclama k los limeños. — ^En
un lenguage sentido les decia : •
Ldobñob 1 Yo me ausento con el mayor dolor de vuestra hennoea capi-
tal, para ir á los departamentos del Sur & llenar el dulce deber de mejorar
la suerte de vuestros hermanos recientemente incorporados ft la República.
El gobierno de aquellos pueblos ba sido hasta el dia puramente despó-
tico : y el de sus leyes propias aun no está completamente oiganizado :
ellos, pues, han menester de la inmediata autoridad suprema para el aliyio
de sos pasados infortunios.
* Al encargarse el General Santa ünu de la presidencia del Comefo de Go-
bierno, dl6 una proolain* á los peroanoe en que les deda : " SI Padre de la Be*
** pública, el hombre insigne del siglo, me ha encargado la Presideacia del Con-
" sejo de Gobierno. S. E. no ha contado más que con mi sabordlnacion y buena
" fó, y cor el proftmdo respeto que le debo como al ? ^yados di mi patbia."
VIDA DS BOLÍVAR. 305
Ldcbños 1 Yo Yoy altamente satisfecho de vosotros, por vuestra abso-
luta consagración & la causa de vuestra patria. I^n recompensa os dejo
un gobierno compuesto de hombres dignos de mandaros, y un ejército
tan disciplinado, como herdico. Kada, pues, debéis ya temer. El reino
del crimen ha cesado : leyes justas habéis recibido de vuestros lejisladoies,
y á hombres próvidos he encargado su ^ecucion. Vuestro deber queda
limitado á gozar tranquilamente del fruto de la sabiduría del Congreso, y
de vuestros magistrados. Bien necesitáis de un largo reposo para curar
vuestras profundas heridas. Yo os deseo este reposo ; pero en el suave
movimiento de la libertad.
Bolívaiu
Desde Cañete, y desde Chincha, el Libertador ofició al Con-
sejo de gobierno que habla dejado en Lima excitándole á tomar
el más vivo interés en promover la enseñanza pública, jc7a7*a que
un dia los niños de esta época, decía, sea7i buenos ciudadanos. Ye
deseo que el consto de gobierno cuente la educación publica come
uno de los deberes más importantes en las instrucciones que le
he dado. — También le encareció el fomento de la agricultura
destruida por la guerra. Deseo que el consejo de gobierno, decía,
tome en consideración el estado actual de la desolación en que se
hallan estos campos y dicte todas las medidas para hacer pros-
perar estos manantiales de la riqueza nacionalj sin los cuales no
habrá más que miseria y calamidades.... En vano d gobierno
buscará su estabilidad, mientras no repose sobre la base sólida dd
esplendor de la agricultura y la sabia administración de sus pro-
piedades. Así, en el tránsito, presenciando las cosas, examinán-
dolas él mismo con detenimiento y con una solicitud paternal,
proveía Bolívar al remedio de las necesidades públicas, y acre-
ditaba el principio de que con mayor facilidad se gobierna y
con más acierto, cuando por experiencia se conoce la importan-
cia de la medida que se sanciona. — En lea tuvo Bolívar noticia
de los sucesos ocurridos en el Alto Perú, de la muerte de Ola-
fieta y de la sumisión entera del país. — Continuó sin embargo,
8U viaje y para el 10 de Mayo estaba en Arequipa. Fué aquí
recibido, como era de suponerse, de una ciudad tan populosa y
cuyos habitantes exceden en ilustración á otros pueblos de la
América del Sur. Toda la oficialidad se dirijió á felicitarle en
BU alojamiento. — ün inmenso concurso de personas notables, las
autoridades civiles y militares, el Obispo, el Cabildo eclesiástico,.
loe oommerciaotes j muchos extrangeros ocupaban ol patio^ los^
20
306 YIDÁ DE BOLÍTAB.
corredores 7 aun las piezas de la habitación destinada para el
Libertador. — ^Alternativamente le fueron dirijiendo varios dis-
cursos elocuentes, 4 que Bolívar contesto con fuego 7 entusiasnao,
brillando en sus ojos un aire de satisfacción inexplicable ;
cuando en medio del alborozo que reinaba allí, se vio venir, ha-
ciéndose campo por entre la multitud, á un respetable sacerdote,
á quien seguían modestamente dos jovencitas de extremada be-
lleza, de edad como de once á doce años, ricamente vestidas 7
adornadas con prendas de exquisito valor. — Detras de ellas ve-
nian dos criadas bien vestidas, que conducian bajo sus pafios
unas grandes palanganas de plata. Luchando con el numeroso
concurso de gente que se oponia á sú paso, llegaron por fin al
corredor principal donde el Libertador permanecia de pié. Las
dos jovencitas se adelantan, hacen á sus criadas que pongan á
las plantas del Libertador las palanganas de plata que llevaban»
entre las cuales se veían algunas prendas de oro 7 plata, 7 una
cantidad de moneda acuñada de uno 7 otro metal. La una 7
la otra le dirijeron un discurso tan tierno 7 tan patético, que con-
moviendo sensiblemente á aquella reunión numerosa, solo se
veian descender por las mejillas de los concurrentes las lágri-
mas que una fuerte emoción habia arrancado de sus ojos. — Las
jovencitas pertenecían á una familia distinguida ; eran educan-
das del colegio de aquella ciudad, que con su capellán habían
venido á ofrecer al Libertador aquellas prendas 7 dinero para
que las distribu7era entre los soldados que dieron la libertad á
su patria. En su alocución manifestaron : que aquellas prendas
7 dinero eran fruto del trabajo personal de ellas 7 sus colegas :
que no pertenecían al colegio ni á persona alguna, 7 que pudiendo
disponer libremente de aquellos intereses, los únicos que poseían,
los ofrecían por prueba de su gratitud 7 en recompensa de sus
rfatigas á sus libertadores, á quienes conceptuaban dignos de día-
"frutar de cuanto ellas tenían, exijiéndoles tan solo que se lea
permitiese reservarse el dote de la naturaleza ; la libertad !
Al pronunciar estas últimas palabras se despojaron de todas
las prendas con que iban adornadas, 7 las unieron á ias otras
para hacer la ofrenda más cuantiosa. — ^Las mejillas de estas dos
criaturas celestiales se encendieron, como sonrojadas, al mirarse
tdesnudQS de sus alhajas, 7 las gracias encantadoras de la natu-
kraleza se presentaron con todo su esplendor, sin los adornos 7
VIDA DB BOLÍVAB. 807
atavíos del arte. — El mismo Libertador enternecido, y con una
voz entrecortada, les contestó sn discurso, ofreciéndoles que que-
darían satisfechos sus deseos, y asegurándoles, que, los que habían
arrostrados los peligros y expuesto su vida por la libertad, con-
sagrarían gustosos su, existencia á formar las delicias y hacer la
felicidad de la más preciosa parte de la especie humana. En qumae
años de combatea por la libertad j les dijo, vuestra suerte ha estado
constantemente alimentando d valor de maestros soldados. // Las
hijas de la América sin patria!! ¡¡ Qrdl! ¿No había hombres
que la conguist&ran ? Esclavos vuestros jpadres,... por esposos
humildes esdavos..,. esclavos también vuestros hijos ! ¡ Hubiéra-
mos podido sufrir tanto baldan ? No, antes erapreciso morir, —
Millares y millares de nuestros compañeros han hallado una
muerte gloriosa corriboJtiendo por la causa justa y santa de vuestros
derechos.., ; y esos sMados que hoy reciben de vuestras manos
un premio odestíalj vienen desde la costa, del AÜántioo hiscando á
vuestros opresores para vencerlos 6 morir, — / Hijas dd sol ! ya
sois tan libres como hermosas ! Tenéis una patria iluminada
por las armas del ejército libertador : libres son vuestros padres
y vuestros hermanos : libres serán vuestros esposos ^ y libres daréis
al mundo los f rulos de vuestro amor,.J^
El Libertador era hombre tan extraordinario en la elocuencia
de sus discursos, como en la extensión, rapidez, y seguridad de
sus campañas, y como en el valor de los campos de batalla ;
pero pocos días estuvo más elocuente que en el de su recibi-
miento en Arequipa.
La tropa, agradecida á la tierna manifestación de las educan-
das, no tardó mucho en correspondería. El estado del tesoro
nacional habia obligado al General en gefe á retener en cajas
parte del haber que mensualmente devengaba el ejército durante
la campaña, y con este motivo tenia un alcance que iba á serle
satisfecho en esos dias ; mas esa tropa... si, esos soldados, mo-
delo de virtud y generosidad, no quisieron recibir el dinero que
les correspondía ; se presentaron á sus gefes ex\jiendo que sus
haberes se distribuyesen entre las educandas y los huérfanos. —
Sus deseos fueron satisfechos inmediatamente.^
* MaBttscríto de Lopb, Ayudante del £. Mayor General Libertador, testigo
presenciaL
308 VIDA DE BOLÍVAR.
En Arequipa expidió Bolívar el decreto '' creando la Eepá-
blica del alto Perú/' y mandando qne se reuniera una Asamblea
general para que en ella expresasen libremente su querer los re-
presentantes de los pueblos sobre la Constitución política que
debia regir en el paÍ8....t Este es un hecho monumental. ¡ Crear
una Nación por un decreto ! i Tomar la pluma para dar á un
pueblo esclavo el magnífico presente de la soberanía... I Pocos
años antes habia visto el mundo con asombro a Napoleón y
Alejandro buscar en la carta geográfica el modo de dividir
la tierra entre ellos dos.... I Bolívar, el padre de la libertad,
el hombre de la virtud más encumbrada, no abrió la boca sino
para proclamar independencias, para derramar derechos entre
los hombres, j si tendia la vista sobre el mapa era para r^ol-
ver dónde enarbolaría las banderas de la civilización, á dónde
llevaría las garantías j los dones de la igualdad, los beneficios
de la paz j el tesoro de las instituciones republicanas, i Feliz
contraste, en el cual, los desvarios de la vanidad tocan á otros, j
el privilegio de la virtud, que hasta los ánimos perversos ena-
mora, á Bolívar.
El 10 de Junio marchó el Libertador para el Cuzco, capital
del Sol, emporio de los Incas, donde hizo su entrada el 25.
Este pueblo que habia celebrado fiestas rumbosas en honor de
Bolívar y declarado á la/az de la tierra »u reoonocimiento al
sobrehumano ser qw& le dio la líbertad^X ^^ recibió de un modo
que mi pluma debe renunciar á describir. Jamas ningún con-
quistador, ningún guerrero, monarca alguno de la tierra ha re-
cibido tan tiernos y tan pomposos homenages. — Desde que llegó
á Oropeza, (lugar 4 leguas distante de la capital) el movimiento
de los que sallan á recibirle fué extremado. La municipali-
dad le presentó un caballo ricamente enjaezado con piezas de
oro, y sobre él fué el Libertador hasta la catedral. En las
calles no se oia otro grito que el de Viva nuestro Padre I
y atravesando Bolívar de la catedral al palacio i quién pudo
retener las lágrimas con la escena única de los niños del Cuzco !
ün gran número de jovenoitos salieron al encuentro del Li-
bertador y tomándole las manos, se las besaron, impriiniendo
t Deerato de 16 de Mayo de 182S.
X Acta de la Mnnicipalidad del Ciiaeo á 8 de Enero de ISSfi^
VIDA DE BOIÍYAB. 309
en ellas con sos labios todo el espirita de su gratitud. Manos
ben^/ioas, decian las madres, manas dignas de todo I — Y la
multitud lloraba de amor j de ternura. — Sí : aquellas manos
empa&aron la espada vengadora é hicieron temblar á los tira-
nos ; aquellas manos despedazaron las cadenas con que el feroz
espafíol ligó al peruano, al ser más inocente, al más inofensivo
de la tierra ; aquellas manos levantaron al hombre degradado,
dándole el ser político á la faz del Universo. ; Manos de Bolí-
var : manos consagradas por la Providencia, sed benditas por
las generaciones de los hombres : sed inmortales en la memoria
de los tiempos, 7 el Cuzco que tuvo la dicha de besarlas, eter-
dízc su felicidad á la par de su agradecimiento 7 de su amor f
Las señoras del Cuzco en numero de mil, vestidas con lujo 7
acompañadas de la esposa del Prefecto, presentaron á Bolí-
vai- una bellísima gnirnalds^ cívica de oro matizada de perlas
finas 7 brillantes. Precioso don que ofrecia el emblema de
la gratitud del Cuzco ; pero el Libertador en el acto de re-
cibirla la destinó al Mariscal Sucre, diciendo : Él es quien me-
reos todos los obsequios del Perú; él es el vencedor de Ayaciícho
y el verdadero Libertador de esta Bepública. \ Desprendimiento
honroso I i Bizarra acción, de aquellas que raramente se leen
eo la vida de los grandes héroes ! *
* SüOBB tampoco ae creyó digno de recibir la yaliosa ofrenda del Cnzco y la
consagró al Cuerpo Repreaentatiyo de Colombia. — En Cochabamba presentaron
al Gran Mariscal otra guirnalda y la envió á Cumaná sn patria. Loa documen-
tos siguientes eompmeban la generosidad y el patriottamo del modesto alonmo
de Bolívar.
** Coartel General en el Potosí, V de Octubre 1826.-16.
A la Ilustre Municipalidad de Cumaná ;
" IlcbtiíÍsimo S£9or<
** En medio de los favores que la fortuna ha querido dispensarme en la
guerra del Sur de Colombia y en la del Perd, Jamas he tenido sentimientos
más agradables que loa recuerdos de la tierra de mi nacimiento. To no decidiré
eoál objeto me ha estimulado más en mis trabajos militares ; si el patriotismo,
la gloria» ó el anhelo de buscar la paz con la esperanza de que ella me restituya
donde mis amigos de la infancia : puedo sí as^urar que Cumaná nunca se separó
de mi corazón.
" Después que una espléndida victoria llenó en el Perú los votos del Ejército
libertador, con cuyo mando he sido honrado ; íué un sagrado deber presentar
memorias de amor y respeto á la República ; nuestros trofeos están remitidos al
gobierno supremo ; y satisfecha esta agradable obligación, vuelvo los ojos á mi
país para cumplirlo también. Pongo pues en manos de US. M. L una guirnalda
810 VIDA DB BOIÍYAB.
Recorriendo el Libertador los lagares del Peni, se ocupaba
como gefe supremo en reformar los abusos j en hacer todo el
bien posible. — Tal consagración al alivio de los pueblos que
habían sufrido tantos estragos bajo el dominio español j con la
guerra, le atraía más y más el afecto de aquellos.
Desde el Cuzco se dirijió el Libertador á Puno, y Tisitó la la-
^ guna de Titicaca, que la tradición indiana considera como la
cuna de Manco-Capac, el fundador y primer legislador del im-
perio de los Incas. — Luego pasó Bolívar á la Paz, á donde 11^
de oro que me regaló Cochabamba al entrar en aquella ciudad, la cual no tiene
otro valor, que ser el aenciUo presente de un pueblo entusiasta por la causa de
América, y destinada á un cumanes que ha venido á obtenerla combatiendo coos-
tantemente por la LIBERTAD bajo las armas del Colombia, á dos mO leguas
de BU patria.
El colegio de Cochabamba me obsequió con una pluma de oro para que mis
h^OB escribiesen las glorías de Ayacucho : yo la destino con mucho más placer»
á que con una pluma de oro del Potosí escriban mis paisanos las páginas brillan-
tes que caben á Cumaná en la historia de la revolución, y los sacrificios heróiooa
de ese pueblo generoeo en la guerra de la Independencia.
Dignese US. M. I. aceptar la distinguida consideración con que soy de USl
muy atento humilde servidor.
Anionio J. Süobb.
(CañUUaeUm.)
Sala capitular de Cumaná, á 14 de Marzo de 1826.
A. S. E. el general en gefe y Gran Mariscal de Ayacucho :
Al leer este I. C. M. el duplicado del oficio de 1** de Octubre dltimo con que
Y. £. se ha servido honrarle, admira no menos la gloría con que la fortuna ha
coronado bus marciales patríóticas empresas en Colombia y el Perú, que las
singulares prendas de su corazón inflamado siempre por el honor de la causa que
defiende, y siempre movido por dulces recuerdos del suelo patrio, ha sabido tri-
butar sagrados homenages á la república sin olvido de su país. Y. E. presenta
al gobierno supremo los numerosos trofeos del Ejército Libertador á su mando,
pone en manos de este I. C. M. la guirnalda y pluma de oro con que la ciudad de
Cochabamba quiso darle una muestra de los laureles ganados por el campeón
cumanes. Esta municipalidad ufiína en poseer timbres tan sublimes, los deposi-
tará y conservará en su seno para eterna memoria de las glorias de Y. E. ; y la
juventud de esta ciudad tendrá en ellos el mayor estímulo á las virtudes y el
más noble instrumento con que transmitir á la posteridad las briUantos hazañas
de sus compatriotas. Cumaná, tan dichosa en ser la patria de su más grande
ornamento, como desgraciada en la rápida decadencia de su importancia, qui-
'siera mostrarse digna de la grata memoria del vengador de los Incas con ma-
gestad igual al tamafio de sus proezas.
Tengo el honor de ser de Y. £. oon alta conaideracion su atento y obediente
servidor.
Josí Agustín di Lootas.
VIDA DI BOLÍVAB. 311
el 18 de Setiembre. Allí recibió los diputados de la Asamblea
del Alto Perú, reunida en Chuquisaca. Los alto-peruanos, en
loe trasportes de su entusiasmo y gratitud, habian adoptado el
nombrie de Bolívab, consagrando así hasta la consumación de
los tiempos, el nombre ilustre del Libertador de Colombia y del
Perú. — Los diputados pusieron bajo la protección de este aquella
fulgurcftite estrella que adornaba la constelación americana.*
* La Asamblea general del Alto-Perú se instaló ellO de Julio. — El 6 de Agosto,
(anÍTersario de la batalla de Junin) declaró la independencia de aquellas provin-
das, y el 1 1 se constituyeron bajo la denominación de República Bolívar, con-
fiando al Libertador el poder ejecutivo por todo el tiempo que residiera en el
territorio. La Asamblea se disolvió el 6 de Octubre, después de baber fijado el
25 de Mayo de 1 826 para la reunión del cuerpo constituyente y encargado al
Libertador una constitución política pfwra él país.
He aquí la nota que pasó el Presidente de la Asamblea al libertador, en 19
de Julio de 1826 :
Chuquisaca, Julio 19 de 1826.
Exxo. SsíloB :
Tengo el honor de dirijirme á Y. E. eomo órgano de la Asamblea, para ex-
presar sus sentimientos.
Instalado este cuerpo de Representantes, el 10 del corriente, en el modo con
que los convocó el Gran Mariscal de Áyacucho, ha visto con emoción tierna la
primera y más augusta reunión de compatriotas que han revindicado sus dere-
chos.— En loe trasportes de su goso, bendijo mil veces el nombre famoso de V.
E., por cuyo heroico esfuerso é ineíables sacrificios el aire que respiramos es ya
un elemento de paz, de libertad, de esperanzas y de dicha. — Recordó con entu-
nasmo que la espada de Y. E., exterminando tiranos viles, derrocó un edificio
construido sobre injusticias, para que se levanten otros, cimentados en basas ra-
zonables, en que respire la humanidad hoUada y abrumada. Pesó, por fin, el
valor de un dia en que, dando por concluida la jomada del honor, se emprende
la de la gloría, que aquí empieza por un pacto nuevo. — ^Y cómo podría no suce-
der esto mismo ? — Los departamentos que forman la asamblea son los que se
pusieron á vanguardia en el rompimiento general contra el sistema bárbaro de
su antigua depresión : los que, leyendo en el libro inmortal de la naturaleza sus
sacrosantos derechos, los promulgaron á la faz de sus crueles verdugos : los que,
sacrificando vidas, abandonando hogares, perdiendo propiedades y clavando en
una lanza cuanto forma el encanto de la vida, empezaron á beber el cáliz amargo
dp las venganzas. ¡ Qué contraste, quó recuerdo !— Mas no es esto todo. — Ya
los esforzados colombianos se hallaban en la posición á que los destinaban sua
virtudes. — Los argentinos, los bajos-peruanos, los chilefíoe, los amei-icanoe to-
dos tremolaban sus banderas de libertad, se miraban en el rol de las Naciones ;
y solamente este infortunado interior lamentaba su esclavitud. — El león de las
Españas habla formado aquí su guarida : con su boca ensangrentada aun, ame-
nnzaba nuevas víctimas, y en este conflicto cruel una noble emulación nos con-
sumía— ^Sin duda que la sabia Providencia quiso que purgásemos Iss manchas
contraidas en la mazmorra inmunda de la servidumbre, antes de entrar en el
312 VIDA BB BOIÍTAB.
Despaes de haber permanecido pocos días en la Paz, el Lifae^
tador continnó su yiaje al Potosí ; y se realizó aqnella palabra
que como sueño se tuvo en las selvas del Orinoco : '^ llevaremos
nuestras armas triunfantes hasta las cimas del Potosí/' — Enton-
ces pareció á todos delirio de imaginación enferma (ydut osgri
sonrnid) por las calamitosas circunstancias en que se veían ;
pero Bolívar tenia la conciencia de su misión «que á los demás no
se habia dado ; tenia las vivas claridades del porvenir, que para
los otros no alumbraban.
Cuando se acercaba el Libertador á Potosí,, se vieron flamear
sobre la cúspide del argentífero cerro, en cuyas vertiente? está
construida la ciudad, las banderas de Colombia, Pera, Chile 7
Buenos Aires ; 7 cuando entraba por las calles veinte 7 un ca-
maretas ó petardos se quemaron en la cumbre dé ese cerro, cayo
saludo tuvo el más singular é imponente efecto : todos los valles
repitieron en eco, como un trueno, el saludo aereo que se hacia
al Libertador, cu7a poderosa mano haUa destruido á los
enemigos de la América. — ¿Y qué diré del Potosí? Todo
era en aquel pueblo animación 7 alegría. Las campanas no
daban tregua : la música por las calles : los fuegos, los arcos triun-
fales, las decoraciones, los vivas, la exaltación del más desenfre-
nado amor, el retrato de Bolívar colocado en todas partes, las
señoras llevándolo al cuello en medallas costosísimas... Potosí
deliraba con su Padre, con su Libertador. — La esposa del Gene-
ral D. Hilario de la Quintana, muger encantadora, diríjió á
templo santo de la libertad : que palpásomoe, eomo en última lección, e! oprobio
de la esclaYitud, para apreciar nuestra eoianeipacion ; y que la gprande obra de
nuefltro triunfo se concluyese por nn béroe tan yirtuoao como Y. £., para qoe
nf>B guie en las marchas de nnestro anhelo. — Esto es, Ezceleuiisimo SeSor, lo que
boy conoce la Asamblea — ^Por lo mismo, ella se acoge á la mano protectora del
padre común del Perú, del salvador de loa puebloe, del Hijo primogénito del
Kuevo Mondo, del inmortal Bolívar.
Con V. £. lo haremos todo ; todo lo seremos con su aynda. — Con esa inven-
cible espada, nuestros anüguos tiranos huirán despayoridoe, para no volver á
manchar nuestro sagrado suelo. — Con ese tesoro de saber y de experiencia, to-
maremos de BU propio foco el fuego sagrado, que, colocado en el hitar de la pa*
tria, queme cuanto ha insultado á la humanidad, y encienda las virtudes que li
ennoblecen.
Con tan grande auspicio, nuestras tareas no serán en rano.
V. E. se dignará aceptar los votos, consideración, eta
Joeí Maeiaho Sbbrauoi.
TIDÁ DB BOliy^B. 813
Bolivar an belUfiimo discurso, y doce ninfas le coronaron con
rosas y laoreles. TSl Libertador contestó á los discursos congra-
tulatorios que se le dirijieron con un fuego que abrazaba. ^' En
realidad de verdad, decia el Oeneral Miller que fué testigo de
las escenas indescribibles del Potosí ; en la improvisación, Bolí-
var no conocia rival. En un dia le vi contestar diez y siete
arengas sucesivas con la más asombrosa propiedad y con un co-
lorido que es preciso renunciar á dar de él la más ligera idea*
¡ Qué poesía I Qué lujo de imágenes I Qué viveza de imaginación 1
Y con esto, qué palabra tan llena de gracia y suavidad I Qué
epítetos tan propios I Qué giros tan sorprendentes I Proponiendo
un brindis, dando gracias, ó hablando sobre cualquier materia
dada, Bolívar no puede quisas ser excedido. In prapasing a
iocut ; in returmng thamka, or in speaking upon any given wb-
ject^ perhap» Bolívar cannot be surpassedJ^
Siete semanas permaneció el Libertador en el Potosí, y fueron
siete semanas de continuo y creciente regocijo. El 26 de Octu-
bre, el Libertador subió al famoso cerro que tanta riqueza ha
dado á España, acompañado de Sucre, del Prefecto y do otras
muchas personas de distinción. — En la cúspide, tendiendo su
vista á todas partes, y con el pabellón de Colombia en la mano,
Bolívar pronunció un discurso que electrizó á todos los que le
oían, singularmente á Sucre, que, henchido de entusiasmo, lloraba
como un niño. — Es imposible ahora reproduir aquel discurso su-
blime» que, s^^ la expresión de O'Leary, fué el sublime de Bo-
Vwar. — ^El Libertador estaba inspirado ; ¿ y quién en su lugar
no habría sentido la influencia de la gloria ? — Él hizo una rápi-
da enumeración de los trabajos de la independencia, de los re-
veses espantosos de 1814 y de los triunfos inmortales de San
Félix, Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junin y Ayacucho ; recordó
á sus invictos compañeros de armas, tan leales á la causa santa
de la patria, tan valientes en el campo del honor, modelos de
abnegación y de virtud ; vio á la Europa, asombrada de nues-
tros martirios y de nuestra constancia, obligada á reconocer
nuestras nacionalidades, y á la musa de la historia trasmitiendo,
en deliquios de entusiasmo, á las remotas generaciones, los pro-
dijios de nuestros guerreros ciudadanos, de los soldados de la
libertad sud-americana. Yenirnoa venciendo desde las costas del
AtiárUieOj dijo, y en quince años de una lucha de gigantei, hemos
314 YIDA DB BOliVAR.
derrocado d edificio de la Urania formado irojiquüammUe en
tres siglos de icsurpacion y de violencia. Las míseras reXiqaias
de los Señorea de este mundo estaban destinadas* á la tnás degror
dante esclavitud ; ¡ cuánto no debe ser nuestro gozo al ver tantos
mülones de hombres restituidos á sus derechos por nuestra perse-
verancia y nuestro esfuerzo I En cuafito á mí, de pié sobre esta
male de plata que se Uama Potosí y cuyas venas riqyknm»
fueron trescientos años d erario de la España, yo estimo en nada
esta opulencia cuando la comparo con la gloria de haber traído
victorioso el estandarte de la libertad desde las playas ardientes
del Orinoco para fijarlo aquí, en d pico de esta montaña^ cuyo
seno es d asombro y la envidia dd Universo.
En el Potosí recibió el Libertador como gefe supremo del
Perú, á varios miembros del cuerpo diplomático y á la comisión
dirijida por el gobierno de Buenos Aires. Componían esta el
General Carlos Alvear y el Doctor José M. Vólez, y era su ob-
jeto felicitar á Bolivar por sus triunfos y por los eminentes 8e^
vicios que habia prestado á la causa de la independencia sud-
americana, la cual, dijeron los comisionados, habia afianzado el
Libertador irrevocablemente, — Bolívab aprovechó aquella oca-
sión para hablar de los agravios que el Emperador del Brasil,
Don Pedro I, habia inferido á Bolívia y Buenos Aires, y no
ocultó que pediría al gobierno de Colombia permiso, (como lo
pidió en efecto) para trasladarse al territorio argentino y tomar
venganza de los insultos» del Brasil. — ^El discurso del Libertador
en esta ocasión es muy poco conocido, y me decido á publicarlo
íntegro :
Señores :
£1 gobierno de las provincias unidas del Rio de la Plata ha tenido la
bondad de querer honrarme con una misión la más lisonjera, tanto por
su objeto verdaderamente glorioso, como por los Unstres personajes que la
componen. — Asi, el pueblo argentino debe contar siempre con que mi
corazón no se apartará jamas de su futura suerte ; que mi más vivo Ínteres
y mi más cordial afecto serán por aquel pueblo, que empezó dmultáiiea-
mente con nosotros la hermosa carrera de libertad que hemos terminado.
No quería mencionar nuestros 8enBÍ))le8 dolores, pero cuando el es-
cándalo los publica, ¿ porqué callarlos ? — A la verdad, tenemos un dere-
cho demasiado incontestable para sorprendemos de que un Príncipe
americano, recien independiente de la Europa, que se halla envuelto en
nuestra noble insurrección, y que ha levantado su trono no sobre ta-
VIDA DB BOIÍYAB. 315
Uas, sino sofare laa indestractíbleó bases de la soberanía del pueblo y
de la soberanía de las leyes ; este Príncipe que parecía destinado á ser él
amigo de sns yecinas repúblicas, es él que ocupa todavía una provincia y
una plaza fuerte que no le pertenecen, y que dominan á una de nuestras
naciones más beneméritas. Por otra parte, sus tropas acaban de invadir la
provincia de Chiquitos para asolarla y ultrajamos con amenazas bárba-
ras ; y cuando el espanto de nuestras armas las ha puesto en fuga, enton-
ces se llevan nuestras propiedades y á nuestros ciudadanos.
T sin embargo, estos insignes violadores del derecho de gentes, han
quedado impunes; nuestros pueblos humillados y nuestra gloria ofen-
dida. Mas, demos gracias & los sucesos que han añadido nuevos nudos
á los vínculos que nos estrechaban, para que & la vez reclamemos nuestros
derechos, como á la vez los adquirimos.
Varías conferencias tuvo el Libertador con los enviados de
Buenos- Aires (una de ellas duró cinco horas) ; y en consecuencia
mandó avanzar á Oochabamba algunas divisiones del ejército, á
fin de acercarla al teatro de las operaciones, y él partió el I"" de
Noviembre para la Plata, donde llego el 3. — Aquí le pareció
bien aguardar, para ver mejor cuál era el curso que debia dar
á sus combinaciones políticas y militares respecto del Brasil. —
£1 Libertador creia ademas en un arreglo pacífico alcanzado
por las negociaciones diplomáticas.
En Chuquisaca celebró Bolívar el primer aniversario del 9 de
Diciembre : dia de la famosa jornada de Ayacucho, preconizan-
do con sinceridad la gloría del Mariscal Sucre, á quien tituló d
hábü vencedor del poder español en el Perú. — Bolívab no cono-
cía la envidia, como otras vez he dicho, y miraba con placer la
gloria de sus amigos y subalternos.
La primera organización administrativa de Bolívia fué obra
del Libertador. Él empezó por hacer allí lo más difícil, que era
á la vez lo más indispensable : dar recursos al Erario para po-
ner en actividad hombres y cosas. Por una serie de decretos
muy acertados y que tuvieron el mejor efecto, mandó vender las
minas abandonadas desde la revolución y las tierras sobrantes de
la comunidad ; creó la Contaduría general de hacienda pública ;
impuso, una contribución directa y declaró que ningún militar
ni empleado inactivo pudiera reclamar cantidad alguna por suel-
do, alcance ó ajustes. — Luego emprendió la tarea de dar la
verdad al pueblo por medio de la educación. El impuesto so-
bre los marcos de plata : las rentas de la mitra de Charcas : las
816 TIDA DB BOIÍTíJU
capellanías de jwre devoluto : las saoristíás mayores, cofiradias,
hermandades y buenas memorias fueron aplicadas para fondos
de educación, sin contar otras asignaciones hechas á casas de
estudios ; decretó el establecimiento de escuelas madres eo cada
departamento, y fundó casas de enseñanza para los militares.....
La agricultura y minería le merecieron una atención parti-
cular. Mandó crear en el Cuzco un colegio de ciencias y artes,
y le dio rentas ; estableció otro para la educación de las niñas,
que es la base, decia, de la moral de loa famüiaa y de la dicha
de los pueblos. Mandó examinar el cauce de los ríos en todo el
territorio, para darles curso hacia los terrenos secos é in-
fecundos : repartió tierras á los indígenas : disminuyó los censos :
declaró libres de derecho de importación las máquinas de ex-
plotación de minas y decretó la plantación de árboles por cuenta
del Estado en terrenos inmediatos á las minas, para hacerse del
combustible necesario á la extracción de metales. Abrió cami-
nos : habilitó el puerto de Cobija ó La Mar : derogó todos los
derechos de exportación y rediyo á 8 por ciento los de importa-
ción sobre avalúo : libertó la introducción do muías de Taca-
man ; aplicó el noveno y medio sobre la masa decimal, para los
hospitales ; creó una sociedad económica de amigos del país en
Chuquisaca, para que promoviese la riqueza nacional ; castigó
el contrabando : favoreció con muchos y muy buenos decretos
la moral pública, la ilustración, las artes, el comercio ; prohibió
la matanza de vicuñas y asignó premios á los que reunieran re-
baños de ellas...... Tal es el bosquejo de las operaciones del
Libertador en cinco meses que residió en Bolívia. — Lu^o, ex-
pidió el reglamento de elecciones ; delegó el mando en el Gran
Mariscal de Ayacucho, y cerró el período de su administra-
ción.
Y en medio de un trabajo tan extraordinario y fatigante, el
Libertador, que se consideraba obligado á aconsejar á unos, á
ayudar á otros, á instruir á todos, sostenia una larga correspon-
dencia con los gobiernos del Perú y Colombia, con los miembros
de la asamblea del Istmo, con Salom, que estrechaba el cerco
del Callao, etc., dando á todos advertencias y consejos saluda-
bles, enseñándoles circunspección, y la traza y forma con que
debian conducirse. — Nada, ni el más leve detalle se escapaba á
su aplicación y vigilancia. — " En los asuntos diplomáticos, de-
YIBA DE BOLÍVAB. 817
** cia & Héres desde lea, daré á Yd. una buena máxima : ccinuif
** calma, calka : retardo, retardo, betardo. Cumplimientos :
*' palabras vagas : consultas : exámenes : retorsiones de argu-
** mentos y de demandas : referencias al nuevo Congreso : diva-
** gaciones sobre la naturaleza de la cuestión y de losxlocumen-
" tos y siempre mucha cachaza, y mucho laconismo para no
** dar prenda al contrario. Excúsese Yd. con que es militar :
*^ con que no conoce la naturaleza de los negocios de que lo han
*' encargado (verbálmenté) ; que Yd. es interino y que los nego-
" cios del Perú son muy delicados. Sobre todo, téngase Yd.
" siempre firme en los buenos principios y en la justicia univer-
'* sal Tengamos una conducta recta y dejemos al tiempo hacer
" prodijios." * — " La refutación á Brandsen, decia al mismo en-
" otra ocasión, me ha parecido muy buena. Está bien escrita
** en general y tiene rasgos magníficos. No me parece que tiene
'' otro defecto que el de falta de dignidad en algunas expresio-
" nes. Tapa-boca, por ejemplo, y otras vulgaridades semejantes,
" no son cultas ni brillantes. Para la sátira más cruel se nece-
** sita nobleza y propiedad como para el elogio más subido. — El
" Observador en un pequeño cuaderno no está bien ; mejor apa-
" rocería en un pliego entero. No tiene variedad ni noticias.
" Los negocios legislativos deben ser comunicados, y las colum-
** ñas divididas en este orden : noticias eostranjeras; id. ddpaís;
" asuntos políticos y variedades. En " Yariedades" se coloca lo
^que sea literario. Después de los títulos capitales, pueden
** ponerse otros : curioso, notable, estupendo, escandajoso tí otros
" cuya materia corresponda á estos títulos. El papel debe estar
" dividido en diversos departamentos, digámoslo así. Se trata
^ de Hacienda, de rentas, etc., sección de Hacienda. Los artí-
*' culos deben ser cortos, picantes, agradables y fuertes. Cuando
" se hable del gobierno, con respeto ; de legislación, con sabi-
** duría y gravedad. Yo quiero que se proteja ese periódico ;
** pero no aparezca Yd. como principal, más bien que sea Lar-
*^ rea ó un amigo y que se organice con elegancia y propiedad. —
** — Pídale Yd. dinero á Homero para proteger las letias." t —
" Acompaño á Yd., escribía á Sdom desde Oruro, el principal v
* OarU de 20 de Abril de 1826.
t C*rU de 14 de Agosto de 1826, deede GopMtbaiuL
818 vidjl de bouyail
'' duplicado de una carta para Carrefio (que estaba en el istmo),
" con el objeto de que Yd. se la mande en diferentes ocasiones.
" La una va abierta para que Yd. la vea, la copie j le escnba
'' sobre su contenido, pero de un modo muy lato, á fin de que en
'* Panamá se reciba el aviso de la salida de la expedición ( las
" tropas que se devolvian á Yenczuela) cuando menos dos meses
*^ antes de llegar al istmo, para que así puedan prepararse aloja-
" mientos en las alturas, víveres y sobre todo pedir buques á
" Cartagena, fletarlos en Chágres j hacer tantas cosas como 96
" requieren en estos casos. Escriba Yd. una y mil veces á Garre-
" ño sobre todo esto, directamente á Panamá y por la via de
" Guayaquil." * — *^ Ni el ministerio ni Yd., escribia al mismo
" Salom en otra oportunidad, no deben decir las órdenes que
" tienen. Yea Yd. sobre este punto al Ministro, para que ?e
" guarde todo silencio en la secretaría. — ^Federico II no queria
" que ningún oficial escribiese lo importante, sino el Ministro
" mismo ; por que habia ganado muchos secretos por medio de
" oficiales de las secretarías." — " Escribe tu de mi parte, de-
" cia á su hermana María Antonia desde Lima, en vísperas de
" partir para el Alto-Perú ; escribe á los- encargados en el
" Norte de la educación del joven Fernando Bolívar, encare-
" ciéndoles el esmero con que yo quiero que se eduque á mi
" sobrino. Que aprenda las lenguas sabias y las vivas, mate-
" máticas, historia, moral, bellas letras, etc. Un hombre sin
" estudios es un ser incompleto. La instrucción es la felici-
" dad de la vida ; y el ignorante, que siempre está próximo á
" revolverse en el lodo de Ja corrupción, se precipita luego
" infaliblemente en las tinieblas de la servidumbre. — Toma
'' también mucho interés en que la hija de Juana (su hermana)
'* se case bien, con un hombre patriota y honrado. Este es
*' un negocio en que todos debemos pensar, porque la familia
^ es un tesoro en que todos los de ella tienen interés. Ay¿-
" dala tú con tus buenos consejos de hermana, y procedan siem-
" pre con atención ; que no hay más dicha ni desdicha, que
** prudencia ó imprudencia. — Yo no le escribiré á ningún juez
" sobre el pleito de Lecumberry, por más que tu te empeñes.
" No quiero exceder los límites de mis derechos, que, por lo
" mismo que mi situación es elevada, aquellos son más estre-
* Carta de 25 de Setiembre 1825, deede Omno.
VIDA DE bolívar. 819
" chos. La Suerte me ha colocado en el ápice del poder ;
" pero DO quiero tener otros derechos que los del más simple
*' ciudadano. Que se ha^ justicia j que esta se me imparta,
''si la tengo. Si no la tengo, recibiré tranquilo el fallo de
'' los tribunales. No te inquietes, sin embargo ; que mis títu-
"los son los mejores "
Si yo me propusiera extractar todos los buenos párrafos de
las cartas del Libertador, señaladamente en este año de 1825,
copiaría toda su correspondencia. No hay una sola misiva que
no ofrezca un interés precioso. — Para cerrar este capítulo re-
galaré a mis lectores con la inserción completa de una carta del
Libertador dirijida á su tío Esteban Palacio en occasion que
este habia llegado á Caracas después de una ausencia de casi
treinta años.
Cuzco, á 10 de Julio de 1825.
Mi qxtebido tío Estébait t mms padbino :
¡ Con cuánto gozo ha resuscitado Yd. ayer para mí ! — ^Ayer supe qne
vivía Yd., y que vivía en nuestra querida patria. — ] Ca&ntos recuerdos se
han aglomerado, en un instante, sobre mi mente.....I Mi madre, mi buena
madre, tan parecida á Yd., resucitó de la tumba y se ofreció á mi imagi-
nación : mi más tierna nifiez, y la confirmación, y mi padrino, se reunie-
ron en un punto para decirme que Yd. era mi segando padre. — Todos
mis tioe, todos mis hermanos y mi abuelo, mis juegos infantiles, los rega-
los que Yd. me daba cuando era inocente...... todo vino en tropel á excitar
mis primeras emociones : la efusión de una sensibilidad delicada. — Todo
lo que tengo de humano se removió ayer en mi ; llamo humaiio, lo que
está más en la natmraleza, lo que está más cerca de las primitivas impre-
siones.— Yd., mi querido tío, me ha dado la más pura satisfacción con
haberse vuelto á sus hogares, á su familia, á su sobrino y á su patria.
Goce Yd., pues, como yo de este placer yerdadero, y viva entre los suyos
el resto de los dias que la Providencia le ha sefialado, para que una
mano fraternal cierre sus párpados y lleve sus reliquias á reunirías con las
de loB padres y hermanos que reposan en el suelo que nos vio nacer.
Mi querido tío : Yd. habrá sentido el suefio de Epiménides : Yd. ha
vuelto de entre los muertos á ver los estragos del tiemplo inexorable, de
Is guerra cruel, de los hombres feroces.....! Yd. se encontrará en Caracas
como un duende que viene de la otra vida y observa que nada es de lo
que fué. — ^Yd. dejó una dilatada y hermosa fimiilia.....! Ella ha sido ce-
gada por una hoz sanguinaria. — ^Yd. dejó una patria nádente, que desen-
YolTia los primeros gérmenes de la creación y los primeros elementos de
la sociedad......; y Yd. encuentra todo en escombros, todo en memorias. —
Los vivientes han desaparecido ; las obras de los hombres, las casas de
820 VIDA DB BOLÍVAR.
Diofl) y haflta Io8 campos han sentido el estrago formidable del estreme-
cimiento de la naturaleza. — ^Yd. se preguntará á sí mismo : ¿ dónde están
mis padres ? ¿ dónde mis hermanos ? ¿ dónde mis sobrinos.....?— Los más
felices ñieron sopnltados dentro del asilo de sos mansiones domésticas;
7 los más desgraciados han cubierto los campos de Venezuela oon sos
huesos, después de haberlos r^;ado con su sangre, por el solo delito
de. / hckber amado la justicia ! — Los campos regados por el sador
de trescientos allos, han sido agostados por una fatal combinación de
los meteoros y de los crímenes. ¿ Dónde está Caracas ? se preguntará
Yd. — Caracas no existe ; pero sus cenizas, sus monumentos, la tieira
que la tuvo han quedado resplandecientes de libertad^ y están cabie^
tos de la gloria del martirio : este consuelo repara todaa laa pérdidas;
á lo menos, este es el mió, y deseo que sea el de Yd.....
A dios, mi querido tío ; consuélese Yd. con su patria, con loe restos
de sus parientes. Ellos han sufrido mucho ; mas les ha quedado la
gloria de haber sido siempre fieles á su deber. Nuestra &milis se ha
mostrado digna de pertenecemos, y su sangre se ha yengado por nno
de sus miembros. To he tenido esta fortuna. Yo he recogido él froto
de todos los servicios de mis compatriotas, parientes y amigos. To
los he representado & presencia de los hombres; y los representaré
á presencia de la posteridad. Esta ha sido una dicha inaudita. La
fortuna ha castigado & todos ; tan solo yo he recibido sus &TOies ; los
onezco & Yd. con la expresión más sincera de mi corazón.
Boiítab.
CAPÍTULO XT.TX.
t
1826.
TbjLBUOS SOBBB la LIBBRTAD di cuba— BL LIBKBTADOB RB0BB8A k LIMA— BBRDiaOK
DBL CALLAO— GLORIA DB BOIÍ VAB— COMTBSTACION Á OH GABOO DB RB8TRBP0 BN LA
" BI8T0BIA DB COLOMBIA."
ESTANDO en Chaqnisaca el Libertador, 7 á tiempo que
reiteraba sos órdenes desde allá para el regreso de las
tropas á Venezuela, siendo innecesarias por más tiempo en el
Perú, recibió una carta del Señor Mannel Yidaorre, en la cual
le noticiaba este, desde Lima, haber llegado á aqnella capital
uno de los Iznagas, de la rica y muy conocida casa de Iznaga,
fondada en Trinidad de Cuba. — " Este Sefíor, decia Vidaurre,
que deja na gran comercio en Nueva York, solo viene por cono-
cer á V. E. y darle razón de la isla. Es su ansia ver libre su
patria, y de nadie lo espera sino del que dio la libertad al resto
de la América." — Bolívar, que deliraba con la emancipación de
Cuba, se puso en el acto en relación con Lsnaga, y obtuvo tres
docomentos muy importantes para las ulteriores operaciones ;
estos fueron : 1° un estado de la fuerza ; 2° la verdadera esta-
distica de la isla, y 3^ el más perfecto cuadro del numerario».
21 (821)
822 YIDA DE BOLÍYAB.
Adjunta á estos datos venia á manera de carta una manifesta-
ción Inmitosa que esclarecia todo lo que el Libertador pudiera
desear saber en aquel momento.
Por desgracia, la libertad de Cuba y Puerto Rico que debió
seguir de luego á luego a la del continente snd-americano, vino á
quedar frustrada no tanto por la muerte prematura del Libe^
tador, cuanto por la guerra de partidos que encendieron para
nuestra ruina, Santander j sus amigos, Páez j los suyos... ! Y
debo añadir, para ser justo, que toca parte y no escasa por
cierto, en la responsabilidad de la esclavitud de Cuba, al go-
bierno de los Estados de la Union, el cual, no solo se ha mos-
trado indolente á los sufrimientos de aquella desgraciada fami-
lia americana, digna en extremo del amor de sus hermanos, siuo
que ha convenido aun en que continúe por más tiempo esclava
de la España.*
El 10 de Enero de 1826 dejó Bolívar á Chuquisaca, dirijién-
dose á Cochabamba con su Secretario general y su Edecán
Wilson ; el resto de la comitiva siguió la ruta del Potosí.—
Beunidos á poco atravesaron el Desaguadero por las cercanias
de Joya, encaminándose á Tacna, á cuya ciudad llegaron el 30
de Enero. — El 2 de Febrero se embarcó el Libertador en Arica,
en el bergantín de guerra Chimborazo, (el mismo buque que le
había conducido desde Guayaquil al Callao en 1823) y al cabo
de cinco días desembarcó en Chorrillos. — El 10 hizo su entrada
publica en Lima, donde fué recibido con el mayor entusiasmo.
Cuando el Libertador llegó á Lima, ya no se hallaba en
aquella ciudad el Señor Iznaga.
¡ Cuál fué la causa que determinó tan repentinamente el viaje
** Cuando el gobierno de Colombia preparaba la escuadra que debía oondoeir
*la expedición libertadora de Coba y Puerto Rico, y Bolívar eacribia á Sucre para
• que TÍuiera á ponerse al frente del ejército de desembarco, los Estados Unid<«
.tomaron el más títo Ínteres en que aquellas posesiones se coneerrasen para la
£sx>afia. — " Nosotros estamos satisfechos, (escribía el Secretario de Relaciones
Exteriores á Mr. Middleton, Ministro Plenipotenciario en San PetersbnigoX
con el actual estado de estas islas abiertas al comercio y á las empresas de sus
'* ciudadanos. Así, no deseamos para nosotros mismos alteración ninguna en su
sistema político. Si Cuba y Puerto Rico se declararan independientes, es pro-
bable que no pudieran sostenerse por la clase y número de su población; y
esta prematura declaratoria podría traer la renovación de las terribles escenas
de Santo Domingo. Be modo que, es mejor que Fitpaña ewUUiúe dominando-
VIDA DE BOliVAB. 828
de BoKvar desdo Chuquisaca á la capital del Perú ? — Restrepo
dice que se ignora, porque aquel no quiso revelarla uunca ; pero
este aserto carece de fundamento verdadero. No conoció sin
duda Restrepo ni las cartas confidenciales de Bolívar, ni su pro-
clama de Chuquisaca, donde están explicados los motivos de su
vuelta á Lima. — ^** Á fines de Diciembre ó Enero iré por allá,
" escribia el Libertador al Coronel Héres, desde el Cuzco (9 de
" Julio), á terminar mi gobierno peruano, y dar cuenta del Alto
** Perú y de los departamentos del Sur. i Feliz yo si dejo reco-
** nocido el gobierno peruano : reunido su Congreso americano :
" nombrado su gobierno constitucional : el país libre : el Gene-
'* ral La Mar á la cabeza de los negocios : la anarquia destruida
" y la Constitución reformada por los legítimos representantes
** de la Nación..." — ^''ün deber sagrado para un republicano,
" decia á los pueblos del Alto Perú, despidiéndose de ellos el
" 1° de Enero de 1826 ; un deber sagrado para un republicano
" me impone la agradable necesidad de dar cuenta á los repre-
" sentantes del pueblo, de mi administración. El Congreso pe-
" ruano va á reunirse, y yo debo devolverle el mando de la
^ República que me ha confiado. Así, parto para la capital de
** Lima ; pero lleno de un profundo dolor..., etc."
Nada puede haber más claro que estos conceptos ; y adviér-
tase que, lejos de envolver en misterio los motivos de su regreso
á Lima, el Libertador los expresó francamente desde Julio, en
que escribia á Héres.
Cortos dias hablan trascurrido después que la importante
plaza del Callao, último amparo del poder español en la Amé-
rica continental se habia rendido, cuando Bolívar llegó á Lima.*
* Tocó al Gkneral Bartolomé Salom la gloría de rendir al Callao j recibir la
espada del General RodiL Firmó este la capitulación el 23 de Enero de 1826, y
el propio dia se embarcó para Cádiz con algnnos oficiales qae estuvieron en es-
tado de seguirle. — La resistencia de Rodil fué al cabo temeraría, j sn gobierno
en el Callao bárbaro y siempre sanguinario hasta para con los sayos. — £1 dafio
que á nosotros hixo fué imponderable ; baste asentar que, en solo los diez meses
y Teinte y sei^ dias que tocó á Salom estrechar el sitio de la plaza, lanzó RodU
contra el campamento oolombiaoo 78,000 balas de todos calibres; 1,200 gra-
nadas de seis pulgadas y 800 bombas de doce pulgadas. Ya que no podía
menos que entregar á los patriotas el último baluarte español en América, quería
amünarlo antes ; matar con bala y hambre á los que le fuera fiLcil, y reducir
eoanto entraba en la esfera de su actiyidad á escombro y muerte... Hasta allá
Iban las precisas dedlnadonee del odio I
824 TIDA BE BOIÍYAB.
Faé este el postrer triunfo del Libertador en la sangrienta y
larga locha de la Independencia... El héroe había subido al
pináculo de la gloria y de la grandeza humana. Era el padre
Y ñindador de tres magníficas repúblicas : el vengador de la
América : el símbolo glorioso de la emancipación de un mundo.
Su nombre se habia hecho objeto de admiración en la vieja
Europa, j de encanto y ciega idolatría en el hemisferio de
Colon, que en gran parte él redimió, á precio de los más gran-
des sacrificios y por el ejercicio de las más heroicas virtudes.
Desde Veraguas hasta Patagonia, mejor dicho, de un polo al otro
polo de la tierra, toda la América, en éxtasis de gloria y de
felicidad, saludaba y victoriaba con orgullo al noble triunfador,
á BOLIVAR, al hijo de Caracas, al sol beneficente que disipó
las sombras de nuestra servidumbre, convirtiéndolas en resplan-
dores brillantes de los más felices destinos...
¿ Quién fué hallado semejante á él?
Non eBt inventus similis sibi in gloría.
A su rededor, como ramos de palma, se agrupaban los vetera-
nos de la patria : aquellos hombres heróidos que representaban
una época entera de abnegación y de prodijios. En él estaban
contenidas las fuerzas vivas de las nacionalidades sud-aiperíca-
n'as ligadas por la unidad de principios, por la identidad de su-
frimientos y por la esperanza cumplida de la redención. — Él
solo tenia en su invencible diestra la suerte de mil pueblos, y á
él solo fué dado el poder de triunfar y de constituir, de libe^
tar y de dirijir. Colombia, Perú, Bolívia se entregaron con
amor á su padre y á su Libertador, y se apasionaron por aquel
gobierno tutelar que daba la victoria, ornándola en el interior
con todas las pompas y todas las creaciones, y haciéndola brillar
en el exterior con todos los prestijios de la gloria.
O'Connell es la Irlanda, ha dicho Bálmes, apreciando en su
justo valor la influencia de aquel hombre célebre. — ^Bolítab
ES LA América, puedo decir yo, para estimar debidamente las
extraordinarias dimensiones de su figura deslumbrante. Bou-
VAB es la personificación de catorce millones de hombres, que,
oprimidos durante tres siglos biyo la planta de hierro de la Es-
paña, recobraron la libertad por su heroísmo. Bolívar es la
América ; es su gloria, su dignidad, su triunfa Del sepulcro,
VIDA DE BOliTAB. 825
de la nada levantó naciones que no perecerán jamas. Nacido
esclavoi j con esclavos como él, arrancó un mundo de los domi-
nios del poder absoluto para convertirlo en imperio de la sobe-
ranía del pueblo. Él nos puso en el camino de la dicha y de la
gloria ; nos enseñó á victorear la independencia, á amar la igual-
dad, y á combatir hasta morir por rescatar y defender la libertad.
Él dio existencia, nombre y lustre á una patria bella y grande ;
la ornamentó con sus victorias y sus rasgos de grandeza, y la
inmortalizó con inomerables trofeos después de haberla alfom-
brado con los más vistosos laureles. Él reveló la magnitud y
magestad del Nuevo Mundo ; sustituyó á la horca de los reyes
y á sus hogueras la justicia y la clemencia celestial. A la de-
predación y á la insaciable sed de oro de nuestros antiguos domi-
nadores, sustituyó, como ejemplo, toda una vida de abnegación y
de desprendimiento ; convirtió la abyección en el noble orgullo
de hombres librea y nos hizo soberanos de nosotros mismos. Él,
omnipotente, semi-Dios, desde las bocas del Orinoco hasta las ri-
beras del Plata, de pié sobre los Andes, recibiendo adoraciones
de millares de pueblos arrodillados á su presencia, los levantaba
con sus manos, los llamaba ciudadanos, les predicaba la doctrina
de la libertad, la doctrina del sufragio para convertir en ley el
querer de la mayoría ; convocaba Congresos y arrojaba á sus
pies las palmas de la Dictadura. — ^No ; no hay en la historia de
la humanidad quien aparezca como él. Ministro del Destino, rea-
lizando los magníficos designios del Creador en el progreso de
la humanidad.... I Por eso corren los pueblos á su encuentro,
embriagados de amor y de esperanza, arrojando una lluvia de
flores sobre su cabeza y colmándole de bendiciones.* Por eso
entra en Bogotá, en Lima, en el Cuzco, en Potosí, en Caracas
rodeado de hachas y de palmas, en medio de cánticos de grati-
tud y del alborozo de todas las poblaciones que no se sacian de
verle : entre el estrépito de los vivas que llenan el aire y se di- '
funden hasta el cielo, alzando en alto las madres á sus tiernos
hijos para mostrarles al Libertador. Por eso vemos al Con-
greso del Perú depositando la suerte de la patria en manos del
guerrero excelso, amante de la humanidad ; y á la Asamblea
de Ghuquisaca adoptando hasta el nombre del adalid ameri-
cano. Porque, (lo diré otra vez) Bolívar es la América :
* Los Biguientes yerBos que se cantaban en las misas de acción de gracias en
326 TIDA DB BOLIYAB.
es su gloria, sa trinnfo, su blazon divino. Los trofeos de Boyaci,
de Garabobo, de Junin j Bombona : la victoria do Ayacucho :
esa jornada eicpléndida, decisiva, la más feliz que la humanidad
celebra, no solo fueron ornamento para la patria, si no que pod
vida j firmeza para nuestro espíritu, y serán un lazo que estrecha-
rá siempre la alianza de los pueblos sur-americanos desde las plá-
cidas riberas del Atlántico hasta las escarpas horribles del
Cabo de Hornos. — ^Aquella gran vida: aquella gran fortuna:
aquella grande y sublime inteligencia llenó todos los espacios
del Continente ; creó naciones ; decretó derechos ; dio leyes
fundamentales ; proclamó soberanías ; destruyó la esclavitud....
Ah ! sí ; la restitución del augusto carácter de hombres á 14
millones de esclavos fué la obra y el prodijio de su genio y de
su heroísmo.
TÍv' ávTLTa^Biq rójcJe ; rtq üpoíTOV ttvAíSv
KXeídpcjv XvOévTGív, itpoorarúv tpepéyyvog.
I Quién entre los mortales es sem^ante á él 9
¿Qué gloria humana
Puede igualar á su sublime gloría ?
(EscTL., Traj. de loa nete grfea delante de TdM.)
Al contar Restrepo la rendición de la fortalezas del Callao,
término de la grande obra que emprendió Bolívar de dar inde-
pendencia y libertad á los ricos países que hablan formado el
imperio de los Incas, exclama : " Cuan feliz hubiera sido, y tam-
lima y otras ciadades del Perú, entre la epístola y él Erangelio, darán on* í<^
del froiesi de amor qne inspiró BolÍvak en loe pueblos del Sur :
De tí viene todo
Lo bueno, Señor
Nos diste á Bolívar
Gloria a tí, gran Dios.
I Qué hombre es este, CiéloB,
Que con tal primor
De tan altos dones
Tu mano adornó ?
liO futuro anuncia
Con tal precisión
Que parece el tiempo
Cefiido á su Toz.
De tí viene todo etc. eto.
TIDA PE boiítar. 327
I
bion Colombia, sí en aquel momento hubiera dicho un adiós
eterno á las playas del Pera I..." — Quisiera el diligente histo-
riador, que Bolivar no se hubiera detenido un solo instante en
Lima ; j después de este deseo, escribe la censura. " Fué deplo-
rable suceso, dice, para la gloria de Bolívar el no haber persistido
en la resolución anunciada desde Oruro y la Paz al gobierno
colombiano, de que en Febrero de este año se trasladaria á Co-
lombia con los últimos restos del ejército auxiliar. A un hombre
tan previsivo no debia ocultársele que Colombia necesitaba de
los brazos de sus valientes hijos ; que la permanencia de las tro-
pas colombianas en el Perú era una amenaza continua á su li-
bertad y verdadera independencia ; que también era gravosa á
sus rentas agotadas con tamaños gastos ; que bien pronto los
colombianos y aun el mismo Libertador se harian odiosos á los
peruanos ; en fin, que él mismo habia ofrecido repetidas veces y
del modo más solemne, *' que el último campo de batalla le vería
arrojar la palma de la dictadura, y de allí se volvería á Colom-
bia con sus hermanos de armas, sin tomar un grano de arena del
Perú y dejándolo en libertad."
" Si Bolívar, por una fatalidad deplorable, no se hubiera olvi.
dado de estas promesas y de todas aquellas consideraciones ; si
no se hubiera detenido tanto tiempo en la Sierra y en el Alto-
Perú, organizando el país recientemente libertado, saboreando
los obsequios de pueblos entusiastas por su Libertador y embria-
gado con las dulzuras del poder ; finalmente, si no se hubiera
dejado seducir por consejos halagüeños y acaso pérfidos que
lisonjeaban su vanidad y amor propio, haciéndole creer que era
el único hombre que mientras viviera debia mandar en la Amé-
rica del Sur, el resplandor de su gloría no se habría minorado
en sus últimos años. Tampoco habría sufrído esas penas y amar-
guras que lacerando su sensible corazón le condujeron al sepul-
cro antes de su vejez. Colombia igualm^te no hubiera tenido
que lamentar la inmoralidad é indisciplina de su ejército, que
introducida en el Perú por medio de asonadas militares, le hi-
cieron el azote de los pueblos y el asesino de la libertad."
Bien. — ^Veamos si el Libertador merece el duro cargo que le
hace el autor de la '' Historia de Colombia."
Y entretanto, no se me atribuirá á mal que diga : apenas
terminada la guerra y cuando cree uno hallar gratitudes y
828 VIDA DB BOliVAB.
i
encomios, comienza á leer reproches j vulgar mmrmaracion.
Hiere la censura como el rayo los más empinados realces ; mas.
si bien Bolívar no estavo exento de faltas j cometió errores,
pnes era hombre, es razón anticipar aqaí : — que el cargo de Res-
trepo no está fundado. Á lo lejos, y escribiendo en la quietad
del gabinete, son fáciles ciertas cosas, que, al frente de un go-
bierno, parecen menos expeditas j hacederas. Por lo demás,
criticar al Libertador que se detuviera en el Alto Perú argani*
zando d paia reden libertado^ es en realidad un desliz de la co^
dura. Se acusa á un magistrado de ambicioso, de tirano, de
indolente, de remiso ; pero acusarlo de estar cumpliendo con
su más delicado y trascendental deber, es peregrino. — El Alto
Perú estaba arruinado por la guerra y más que todo por el do-
minio español ; aquellos pueblos recibian la libertad como la
luz, sin saber siquiera definirla ; era preciso crearlo iodo en d
espíritu republicanOy porque no bastaba haber despedazado
las cadenas de la opresión, si no se establecía un gobierno feliz y
se daban sabias leyes capaces de r^enerar las creencias y per*
feccionar los ánimos entorpecidos con la oscuridad de un sistema
de exclusión, ignorancia y fanatismo que doró tres siglos. Eso
hizo BoiivAB ¡ y cuántos y cuan preciosos no fueron los frutos
de su aplicación en los cinco meses que permaneció en Bolivia !*
Si lejos de haberse conducido de este modo, hubiera abando-
nado á sus propios débiles recursos aquellos pueblos recien
libertados, y visto con insensibilidad renovarse tal vez entre
ellos las escenas de los Gracos que concluyeron con la libertad
de Boma ; ¿ no habría tenido racional motivo el patriotismo
americano para acusar al Libertador de apático y perezoso, de
inconsulto y desacertado ? ¿El mismo Dios, le observarían, no
remiró con diligencia y minuciosa atención lo que habia hecho,
para ver si estaba bueno ? ¿Y porqué Bolívar desdeñaba
de hacer lo que Dios hizo?....
Toda la correspondencia del Libertador en 1825 revela dos
cosas : su resolución de venir á Colombia en 1826 y su constante
empeño en devolver las tropas auxiliares que hablan cumplido
ya su objeto en el Perú. T no porque fuese el Ejército liber-
tador una amenaza continua á la libertad y verdadera indepen-
* Yeáee la pag. 816 y sig.
YIDA Dfi BOIÍYjUU 829
deocia de aquel país^ como asienta Bestrepo ; aino porque era
necesario aliviarlo de los enormes gastos de tan crecidas fuer-
zas ; y también porque con los colombianos debia atenderse á la
emancipación de Cuba y Puerto Rico, proyecto que acariciaba
con esmero el libertador.
Por más que hago, no alcanzo á darme cuenta cómo Restrepo,
hombre maduro y tan atento que está siempre de parte de la
razoUf no de la pasión, pueda acusar á Bolívar de " haber olvi-
dadOy por una fatalidad deplorable, la promesa de arrojar desde
el último campo de batalla, la palma de la dictadura y de allí
volverse á Colombia con sus hermanos de armas, sin tomar un
grano de arena del Perú y dejándolo en libertad." { Qué !
Las escenas del \0 de Febrero de 1825 ¿no fueron conocidas
del historiador ? Todo el mundo sabe que el Libertador devol-
vió al Congreso constituyente las ilimitadas facultades de que
le había revestido para salvar la patria ; que en su anhelo de
retirarse del mando se llamó extrangero, y hasta hirió el or-
gullo nacional para que su voz fuese oida y el Peni no fuese
mandado por un colombiano ; que como el Congreso no admi-
tiese la renuncia de la dictadura, el Libertador delegó los po-
deres en un consejo peruano, y se ausentó para Bolívia, de donde
no volvió sino para renunciar otra vez y venirse á Colombia ;
y por último, que se negó á recibir con obstinación y porfia el
millón de pesos que el Congreso le decretó.... ¿ Y cuál es en-
tonces la justicia con que se dice que el Libertador olvidó, por
una fatalidad deplorable, sus promesas ? JSo solo no tomó él
un grano de arena del Peni ; sino que su mayor cuidado fué que
los cóUmdmnos todos saliesen, de aquélla tierra opuUnla, inviamh
lados* '' Mucho deseo que Yd. haya tomado el Callao, escríbia
*' á Salom, para mandarle el despacho de General de División y
" una corta suma para que se la remita á su familia, y quede
" Yd. siempre pobre, qtie es lo que más le honra....! " t ¿Y de
dónde inventa Restrepo que el Libertador se dejó seducir por
consejos halagüeños que lisoivjeaban su vanidad haciéndole creer
que era el único hombre que mientras viviera debia mandar en
la América del Sur ? Bien lejos de eso, apenas llegó á Lima de-
* Carta al Ck>ronél Héres desde el Cusco á 9 de Jalio d» 1826.
t Carta de 11 de Julio de 1826.
880 VIBA DB BOliVAB.
claró públicamente que el hombre que debia mandar en el Pera
era el General Lámar, y tomando á este de la mano le sentó en
un lugar prominente : circunstancia que refiere el mismo Bes-
trepo ; la presidencia de Colombia la babia ya renunciado por
tercera vez ; á sus amigos, á su hermana, al más querido de sus
edecanes, al fidelísimo Coronel Ibarra, les escribía : " No quiero
*^ más mando : deseo retirarme á la vida privada y al silencio ;
" más tarde volveré á servir, si fuere necesario ; ahora estoy
'^ cansado ; yo quiero ser ciudadano para que los demás lo sean....
** etc.' Ciertamente, no hay pruebas para decir que el Liber-
tador amara el mando y se dejara seducir de consejos hal^^e-
ños que lisonjeaban su vanidad ; y si, en efecto, gobernó, fué
compelido, obligado fuertemente por las circunstancias, que
le mostraban como vanos el trabajo y valentía de los principios,
si dejaba inadvertidos y peligrosos los fines: — Cuando llegó á
Lima, por ejemplo, nada era más sabido de todos que su inten-
ción de renunciar la gefetura suprema del Perú. It toas under*
stoodj escribe Miller, to be his inteniion to resign^ to his Congress^
tíie dbaokUe power with which His ExceUfncy had been invested;
pero los comisionados peruanos que vinieron á Colombia á dar
las gracias por los auxilios poderosos que el Congreso y el go-
bierno de esta república prestaron tan generosamente á la del
Perú, solicitaron con vehemencia que se permitiera al Liberta-
dor continuar por algún tiempo más rigiendo los destinos de
aquella república nacida bajo los auspicios de la gloria de
Bolívar ^ á tiempo que, reuniéndose en Lima Iqs Diputados al
Congreso y divulgándose la noticia que el Libertador regresaría
á Colombia trayéndose á sus compañeros de armas, la munici-
palidad de la capital, los tribunales, todas las corporaciones, los
padres de familia..., el pueblo fué á la residencia de Bolívar á
pedirle que no lo abandonase, dejándole expuesto á que la anar-
quía levantara su horrible frente. Las peticiones no se dieron
tregua ; y fué la más notable la que firmaron 52 diputados pi-
diendo que se suspendiera la reunión del Congreso á que ellos
mismos pertenecian, y que se consultase á las provincias si debia
reformarse la Constitución y qué individuo ejercería la primera
magistratura del Estado. — Bolívar gozaba en el Perú de una
sólida y extensa popularidad, confiesa Restrepo ; y se había
creado una persuasión general basada en los talentos esclarecí-
VIDA ra BOLIVAB» 331
dos de este grande hombre, que solo él podía mantener la tran-
quilidad de aquel hermoso país. — Sin embargo, el Libertador en
nada pensaba menos que en permanecer en el Perú. Al SeQor
Yidanrre que le habia escrito diciéndole*: " en el momento que
el Sol se separe de nuestro suelo, descenderá en torrentes la
pútrida agua de la discordia y saldrá del fango el caimán ham-
briento de la guerra civil. No están las pasiones extinguidas
ni perfectamente sofocadas. Iguales á aquellos insectos que ni
perecen ni se mueven cuando tienen sobre sí una gran masa,
ellas solo esperan que se levante el peso para esparcirse con li-
bertad y emplear sus pasos contra el Estado y sus dignos defen-
sores ;'' á y idaurre, digo, que le escribió estas cosas y que le ro-
gaba encarecidamente no separarse de Lima, le contestó : mi
intención es renunda/r á todo mando en esta república / de/ar á
su Congreso en la más amplia libertad para sus deliberaciones,
y para que promulgue y sancione las leyes que quiera dar á su
patria y determine de su suerte. Sin duda que ninguno me¡or
que dios (los diputados) pueden hacer el bien de la nación, porque
dios la representan en toda su plenitud, bustos son mis sentir
mientos, y crea Vd. que yo los realizaré.*
Deseaba el Libertador que el Mariscal D. José de La Mar
se hiciese cargo de la presidencia del Consejo de gobierno, &
cayo fin le hizo ir de Guayaquil. — Gozaba La Mar de mucha
opinión en el Perú y era sugeto de cierta distinción y de res-
peto. Con él al frente de los negocios, podia Bolívar separarse
sin temor de que sobreviniesen desórdenes en el Perú ; mas,
por desgracia, La Mar no quiso admitir el honroso empleo qué
se le conferia, alegando tener una salud muy quebrada, y se
ausentó para Guayaquil. — ^Pensó entonces el Libertador en el
General Santa Cruz que estaba en Bolívia, el cual, aunque lla-
mado con instancia, no pudo venir sino en Junio. Y lu<^o
que este ocupó la presidencia del gobierno, el Libertador no
pensó más que en volverse á Colombia, como lo efectuó. ¿ Qué
razón pues tiene Bestrepo para haber escrito lo que escribió ?
¿Debia el Libertador haber procedido con mayor festinación,
aumentando acaso con su atropellamiento los inconvenientes que
de suyo tenia el Perú ? ¿ No censura todo el mundi con justicia
* Ambas curtas íntegras se bailarán en la Colecdon.
382 VIDA DB boiítab.
la fuga de San Martin ? ¿ Y debía BoUvar imitar esa conducta,
precisamente cuando la imitación entrañaba mayores riesgos?
Por lo demás, ni decoroso, ni propio del alto carácter del Li-
bertador cuyas acciones» y aun razones iban siempre revestidas
de una trascendente grandiosa magestad, era corresponder alas
confianzas honrosas del Congreso y á los deseos del Perú con
ausentarse á la buena de Dios, sin premeditar lo que hacia, ni
dársele pena de dejar su nombre inscrito entre los de los ve-
letas y atolondrados. El ojo perspicaz de la Europa estaba fijo
sobre él ; la pluma de los aristarcos se habia mojado ya para
escribir los aciertos ó los errores del hombre de Estado después
de los triunfos inmortales del guerrero,... Concedamos razón al
Libertador de haber procedido en el torbellino de aquellas ci^
cunstancias sin prisa, que es pasión de necios ; sin atrepellar los
sucesos, ni desmentir sus obligaciones; sin burlar desatinadamente
la esperanza de un gran pueblo.
CAPÍTULO L.
1826.
U» JÜf IGOS DB BOLÍYAB COHCIBKN BL PBOTBOTO DB QÜB 8B CORONB — CABTÁ DBL LXBBB-
TIDOB k PÁBZ — RBNÜirCIÁ LA PRBSIDBNCIA DB COLOMBIA — DIOHO PBBSBNTB OPBB-
CIW) POB LAf ATBTTB Á BOLÍYAB — INFAUSTOS 8UCB80S DB TBnzUBLA — BOLÍVAB
8B DBSPIDB DBL PBRÚ T TIBNB Á COLOMBIA.
HALAGADO por la victoria y por la fortuna, se veía el
Libertador en la cumbre de su gloria. Ante el esplendor
de su magnificencia, de su bizarría y de su discreción maravillosa
se habían desvanecido, como sombra, los enemigos de la Amé-
rica. Bolívar había llenado su celestial misión. ¿ Cuáles fue-*
ron los imposibles que resistieron á la eficacia de su voluntad ?
— ^Temerán mis lectores, no sin causa, que en esa elevación ex-
traordinaria, en esa fortuna inaudita, pierda el héroe su modera-
ción y su buen juicio. — Tal es la enseñanza constante de la his-
toria : el hombre no sabe conducirse en la prosperidad :
BaruB enim ferme sensus commnnis in illa
Fortuna......
(JuTEW., vm. 78.)
Pero el Libertador, de ahora en adelante, va a damos más y
(888)
334 TIBA DE BOLÍYAB.
más pruebas de su desinterés j su templanza, más testimonioe de
su respeto y gravedad. Señor de sí mismo y de sus afectos, sa-
brá caminar al medio dia do la luz de la razón ; y como no ignora
los peligros que rodean de ordinario la buena suerte, irá coa
'tiento
Existia en aquella sazón en el Pera un partido numeroso,
compuesto de hombres ricos é influyentes, que habia concebido,
y adelantaba con empeño, el proyecto de hacer á Bolívar Empe-
rador de los Andes ó de Solivia, Perú y Colombia ; y muchos
de sus allegados y amigos hablaban de monarquía francamente,
calentando la opinión con decir que, semejante plan, llevado á
efecto, pondría el sello á la felicidad de la América, la cual
desde luego, merecoria más respeto de la Europa y sería más
grande y gloriosa en sí misma y á los ojos de sus propios hijos.
El Libertador, que en ninguna coyuntura desmintió sus princi-
pios republicanos, miraba aquel proyecto con desprecio; y
cuando juzgaba conveniente, lo combatia con copia de argumen-
tos irresistibles. Y sucedió que, en esos mismos dias, se apare-
ció en Lima el Señor Antonio Leocadio Guzman, que iba de Ve-
nezuela y el cual llevaba al Perú la correspondencia que Páez y
otras personas dirijian al Libertador por conducto de Pedro
Briceño Méndez, quien se quedó de plenipotenciario en la Asam-
blea de Panamá. — Páez proponia á Bolívar, que tomando por
ejemplo á Bonapartc cuando volvió de Egipto, viniera á Colom-
bia y estableciera una monarquía. La patria, decia, la han he-
chado á perder los abogados, y es preciso salvarla. — ¿Cómo ?
Claro estaba ; destruyendo las leyes y haciendo rey ó empera-
dor á un ciudadano. — Toda vez que yo consagro un capítulo de
mi obra especialmente á tratar la cuestión " propuesta de coro-
na á Bolívar ;" mis lectores me permitirán que les remita á aquel
lugar para todo lo que tenga relación con este curiosísimo
asunto ; * y por ahora, solo me limitaré á decir, que el Liberta-
dor se negó decididamente á lo que Páez le indicaba, y le con-
testó diciendo :
Magdalena, 6 de Marzo de 1826.
Mi qusrido Gehbrax :
He recibido la muy importante carta de Yd. de 10 de Diciembre del
* Es en el afio 1829, el capitulo que dice: " Propuesta de corona al Líber
tador."
VIDA DE BOLÍYAB. 885
afio próximo pasado que me biitíó Yd. por medio del Setior Guzman, á
quien he yisto y oido, no sin sorpresa, pues sn misión es extraordinaria.
— Yd. me dice que la situación de Colombia es semejante á la de Francia
'Cuando Napoleón se encontraba en Egipto, y que yo debo dedr con él :
los intrigantes van á perder la patria : yfimos á salvarla. — A la verdad,
casi toda la carta de Yd. está escrita por el buril de la verdad ; mas, no
basta la verdad sola para que un plan logre su efecto. — Yd. no ha juzga^
do, me parece, bastante imparcialmente del estado de las cosas y de los
hombres. Ni Colombia es Francia, ni yo Napoleón. En Francia se
piensa mucho, y se sabe todavía más ; la población es homogénea y ade-
mas la guerra la ponia en el borde del precipicio ; no habia otra repú-
blica más grande que la de Francia, y la Francia habia sido siempre \m
reino. El gobierno republicano se habia desacreditado y abatido hasta
entrar en un abismo do execración. Los monstruos que dirijían la Fran-
cia eran igualmente crueles é ineptos. Napoleón era grande, único, y
ademas sumamente ambicioso. Aquí no hay nada de esto. Yo no soy
Napoleón, ni quiero serlo : tampoco quiero imitar á César, menos aun á
Iturbide. Tales ejemplos me parecen indignos de mi gloría. El título
de Libertador es superior á todos los que ha recibido el orgullo humano.
Por tanto, me es imposible degradarlo. — Por otra parte, nuestra pobla-
ción no es de franceses en nada, nada, nada. La República ha levantado
el país á la gloría y á la prosperídad, dando leyes y libertad. Los ma-
gistrados de Colombia no son Robespierre ni Márat. El peligro ha cesa-
do cuando las esperanzas empiezan. Por lo mismo, nada urge para se-
mejante medida. Son repúblicas las que rodean á Colombia, y Colombia
jamas ha sido un reino, ün trono espantaría tanto por su altura como
por sn brillo. La igualdad sei:ía rota y los colores temerían perder sus
derechos por una nueva aristocracia. — ^En fin, mi amigo, yo no puedo
persuadirme de que el proyecto que Guzman me ha comunicado sea sen-
sato, y creo también que los que lo han sugerído son hombres semejantes
á aquellos que elevaron á Napoleón y á Iturbide para gozar de su proyec-
to, y abandonarlos en el peligro ; ó si la buena fé los ha guiado, crea Yd.
que son unos aturdidos, 6 partidarios de opiniones exageradas bajo cual-
quier forma 6 principios que sean. Diré á Yd. con toda franqueza, que
ese proyecto no conviene ni á Yd., ni á mí, ni al país. Sin embaigo, creo
que en el próximo período sefialado para la reforma de la Constitución
se pueden hacer en ella notables mutaciones en favor de los buenoH prin-
cipios conservadores, y sin violar una sola de las reglas más republicanas.
Yo enviaré á Yd. un proyecto de Constitución que he formado para la
República do Bplívia; en él se encuentran reunidas todas las garantías
de permanencia y libertad, de igualdad y orden. Si Yd. y sus ami-
gos quisiesen aprobar este proyecto, sería muy conveniente que se escri-
biese sobre él y se recomendase á la opinión del pueblo. Este es el ser-
vido que podemos hacer á la Patria : servicio que será admitido por to-
dos los partidos que no sean exagerados, ó, por mqjor decir, que quieran
V
836 VIDA DE boiíyáb.
•
la yerdadera libertad con la yerdadera ntitidad. — ^Por lo demás, 70 no
aoonsejo ft Yd. qne haga para sí lo que no aconsejo para mí; mas, á el
pueblo lo quiere y Yd« acepta el roto nacional, mi espada j mi antoridad
se emplearán con infinito goao en sostener y defender loe decretos de la
soberanía popular.
Esta protesta es tan sincera como el corazón de su inTaiiable amigo,
BOLÍYAJEL
Después escribió el Libertador oirá carta á Páez, en que tam-
bién le hablaba con resnelta oposición á la idea monárquica.
A Sucre y á otros amigos les hizo conocer su repugnancia al
trono ; y en el discurso que dirijió á los bolivianos al presentar-
les el proyecto de ley fundamental que habian encomendado á
su estudio y consumada experiencia, hizo un apostrofe lleno de
energía y de elocuencia contra los ambiciosos que pretendieran
erigir tronos en la América. *
Recuerda con asombro Polibio la magnanimidad de Scipion
cuando los españoles le proclamaron rey, y les repuso : " Que él
queria ser reputado por todos como hombre de una alma verda-
deramente real, y que procuraba mostrarse así, pero que no de-
seaba ser rey ni consentía que ninguno le titulase de este mo-
do, t — ^BoLÍTAR es otro de esos hombres al cual los Polibios de
los siglos futuros, maravillados, no sabrán cómo encarecer ni
cómo admirar debidamente. Joven, encumbrado hasta el más
alto puesto por su genio y la fortuna, mirado como padre por
centenares de pueblos, con un ejército que le adoraba, sin ene-
migos que le turbasen, supo conservarse sin dar entrada á la
ambición y resistiendo a la fuerte tentación del trono. Una
diadema con todo el brillo de sus diamantes Bolíyab no
quiso verla 1 JElla no puede venir á mi cabeza^ decia. To no
aspiro á descender ; y prefirió el honor y la libertad á ser el
señor de sus hermanos " Si en los anales del Universo, re-
petiré yo aquí con una voz elocuente que ya no existe y á quien
tocó la honra de hacer al Libertador los últimos honores ; si en
los anales del Universo, después de haber vuelto en ellos mil
doradas páginas, se encuentran por casualidad rasgos semejan-
tes, no tengo duda que serán tan raros como la existencia de
otro Simón Bolívar 1 "
Veáse el año 1829, capítnlo antes citado,
f POLIB., lib. X. c. xl.
TIDA DE BOliVAB, 337
T es de reparar que no solo rehusaba el Libertador el trc no,
sino que su desprendimiento iba hasta hacer dejación 'del mando
constitucional, porque su deseo era servir á la patria y no ejer-
cer autoridad en ella. — Elejido por los pueblos de Colombia
para desempeñar la primera magistratura del Estado, cuya elec-
ción solemnizó el Congreso el 15 de Marzo de este año, * el Li-
bertador renunció por cuarta vez aquel destino, y dirijiéndose
al Vicepresidente Santander, le decia contestándole sus para*
bienes oficiales :
Magdalena, 4 de Jomo de 1826.
Seí^ob :
Con sumo gozo he recibido el honroso pliego en que me comunicáis
vuestra reelección. La sabiduiía del Congreso ha colocado á sn patria
por este acierto fuera de las Convulsiones internas. Al continuaros en el
mando de la Nación, ha querido que la llevéis por la senda de las leyes &
obtener el complemento de la felicidad y de la gloría que lo han dado
vuestra adminifltracion y los legisladores.
81 los votos nacionales se han dignado llamarme de nuevo á la Presi-
dencia del Estado, mi deber es someterme reverentemente & su soberanía ;
mas también es mi obligación resistir á la voluntad nacional cuando ella
inñinge los preceptos de su propia conciencia y viola sus propias leyes.
—El pueblo Colombiano ha ordenado, por el órgano de sus Represen-
tantes, que ningún ciudadano le sirva en la Presidencia del Estado mfis
de ocho años. Yo he sido seis afios Jefe Superior, y ocho Presidente.—
Mi reelección, por tanto, es una manifiesta ruptura de las leyes funda-
mentales.
Por otra parte, yo no quiero mandar más; y ha llegado el momento de
decirlo con libertad y sin ofensa de nadie. — Ni la patria, ni la ley, ni el
bien mismo de Colombia, me exijen lo contrario. — He cumplido todos
los encargos que me han impuesto mi deber y mi celo espontáneo. He
llevado al cabo todos mis compromisos, pues he llenado mi función de
soldado, única que he profesado desde el dia en que existió la República.
Para esto me destinó la Providencia, y más allá sería desobedecer á sus
decretos. Yo no he nacido para magistrado. No sé, ni puedo serlo.
Aunque un soldado salve & su patria, rara vez es buen magistrado. Acos-
tumbrado al rigor y á las pasiones crueles de la guerra, su administración
participa de las asperezas y de la violencia de un oficio de muerte. Tan
solo vos sois una gloriosa excepción de tan tremenda regla. Yo felicito
* Del escnxtinio 4e los registros eleccionarios resultó que el General Simom
Boiítar obtuvo 582 votos de 6o8 que fueron los electores. — Los 26 votos res-
tantes se distribuyeron entre Páez, Santander, Sucre y Urdaneta. La reelección
jel Libertador fué recibida con universal aplauso.
22
838 VIDA DE BOLÍVAB.
á Colombia porque al perder un magistrado ya posee otro, consamido
en los negocios del Estado y veterano en la táctica de las leyes.
Aceptad, Sefior, la expresión sincera de mi respeto y proíiinda conat-
deracion.
BOLÍTAB.
Estos documentos los trajo á Bogotá el Coronel D. F. O'Leary,.
edecán del Libertador, que partió de Lima aceleradamente para
hacer conocer en Colombia los sentimientos de Bolívar.
Y tales sentimientos no eran fingidos ; porque en cartas con-
fidenciales á Revenga, á Santander, á Castillo Rada y á otras
personas de su amistad, les habia dicho el Libertador : ** Xo
quiero ser ahora presidente ; piensen Vds. en otro, que yo ser-
viré, si es necesario, en 1831, época de la verdadera crisis de
Colombia ; porque en ese afío se deben reformar sus institu-
ciones."
Las excelsas virtudes políticas y militares del Libertador, su
respeto á la ley y la solicitud y esmero con que velaba sobre la
incolumidad de los principios republicanos en el mundo que él
habia sacado de la nada, fueron premiadas con el inestimable
presente que la familia del venerable "Washington le envió de
Mont-Vernon por la mano del General Lafayette. Todo cuanto
yo pudiera decir sobre este asunto seria menos que el contenido
de las tres cartas que publico á continuación. Ruego á mis lec-
tores me disimulen que las inserte íntegras en obsequio de so
importancia.
New York, I** de Setiembre de 1825.
Sbñob :
La familia del ilustre Washington ofrece & Y. E. mi presente digno do
Y. E. y de ella misma, y se ha valido, para su dirección, del respetable
medio del General Lafayette, que lo ha puesto en mis manos con las ad-
juntas cartas que tengo la honra de remitir.
No sé lo que deba preferirse en esta manifestación de aprecio hada la
persona de Y. E., si el obsequio mismo, 6 el delicado modo de hacerlo.—
una medalla de oro dedicada al Padre de la Independencia de la Amitri»
Septentrional después de la rendición de Yorktown, que puso término á
'la guerra reyoludonaría, y presentada a Y. E. después de la jomada de
. Ayacucho que ha de finalizar nuestra contienda, y un retrato que contiene
parte del cabello que adornó la frente del héroe del Norte, son objetos de
un precio inestimable. T cuando los dona á Y. E. la &milia nüsma de
.WashÚEigton, por mano de un amigo suyo y compafiero de armas, ohjeto
VIDA DB BOLÍVAR. 339
hoy de la yeneracion y del amor de esta nadon feliz que ayudó ft crear
con BU virtud 7 con m espada, ee duplica el méñto del homenage.
El General Lafayette escribe á Y. E. qudf de los hombres que ahora f«fv^
y aun de la historia^ su paternal amigo habría escogido á V, E, pwra darle
igual testimonio de su estimación; y yalen más estas palabras, que un
laigo panegírico, por su propio sentido y por quien las dice ; ni es menos
grata la expresión del Sefior Gkorge Washington P. Curtis, cuando, en
nombre de la ilustre familia que representa, insinúa á Y. E. que eUa ha
connervado estaos prendas Tiasta que ha venido un segundo Washington que
debe ser su dueño: concepto que, en cierta manera, identifica la copia con
el modelo, sentimiento lleno de fuerza y de belleza moral
Las dos cartas dirijidas á Y. E. que contienen estas ideas, han sido pur
blicadas en los Estados Unidos ; y este pueblo, que no por ser grande
deja de ser justo ; que en toda ocasión oportuna manifiesta á Y. E. su
aprecio y le llama él Washington del Sx^E^ título comprensivo del
mayor elogio con que pueda honrarle, las ha recibido con aplauso.
Acepte Y. E., pues, estas prendas, y sean conservadas en la familia de
Y. E. como un depósito precioso, que solo debe enagenarse por un mo-
tivo, como el presente, en favor de otro héroe Libertador de su patria,
que haga servir al orden civil la gloria militar; y cuando la paz corone
la obra de la justicia, y Y. E. consiga el premio que ha pedido á su
patria por recompensa de sus sacrificios, el descanso de un honroso
retiro, igualando los valles de Ar¿gua con Mont-Yemon, coloque Y. E.
estas alhajas en el menor lugar de su casa de campo, gravando al pié de
ellas la siguiente inscripción :
FBBTBHBOIBSON AL MÁS YTRTUOSO DB LOS HéllOBB :
FI7BB0N DÁDIVA DB BU FAIOLLA,
Y LAS DIRUIÓ LAFAYETTE.
Boy, con distinguida consideración, de Y. E., humilde servidor.
José Había Balazak.
Washington, 1* de Setiembre de 1835.
Beños Pbbsidentb Libertadob:
Mi religiosa y filial consagración á la memoria del Ctoeral Washing-
ton, no podia apreciarse mejor por su familia, que honrándome con la
comisión que me ha encargado. — Satisfecho de la semejanza del retrato,
yo tengo la dicha de pensar, que de todos los hombres existentes, y aun
de todos los de la historia, el G^eral Bolíyab es el solo á quien mi pa-
ternal amigo habria preferido haoerle este obsequio. ¿ Qué más puedo
decir yo al gran ciudadano á quien la América meridional ha saludado
con el nombre de Libertador^ que le han confirmado los dos mundos, y
que dotado de una influencia igual 4 su desinterés, lleva en su corazón el
amor de la libertad y de la República sin mezcla de otra cosa f
340 VIDA DE BOLÍVAR.
Sin embargo, los testimonios públicos y recientes de vuestra beicTO-
lencia y de yuestni estimación me autorizan á presentaros las felidcado-
nes personales de un veterano de la causa común, que pronto á paitir
para el otro hemisfério, seguirá con sus votos el glorioso ténnino de
vuestros trabajos, y de esa solemne asamblea de Panamá, donde van á
consolidarse todos los principios y todos los intereses de la independen-
cia, de la libertad y de la política americana.
Recibid, Presidente Libebtajdob, el homenage de mi profonda y res-
petuosa adhesión.
Lafatbttb.
Lima, 20 de ISÍarzo de 18^.
Señob Genebal:
He tenido el honor de ver, por la primera vez, los nobles caracteres de
esa mano bienhechora del Nuevo-Mundo. — Este honor lo debo al Corand
Mercier que me ha entregado vuestra estimable carta del V de Setiembre
del afio pasado.
Por los papeles públicos he sabido, con un gozo inexplicable, qae ha-
béis tenido la bondad de honrarme con un tesoro de Mont-Yemon. £i
retrato de Washington, algunos de sus restos venerables^ y uno de loe
monumentos de su gloria, deben presentárseme por vuestras manos, en
nombre de los hermanos del gran ciudadano, del hijo primogénito del
Nuevo-Mundo : no hay palabras con qué explicar todo el valor que tiene
en mi corazón este presente, y sus consideraciones tan gloriosas para mí.->-
La familia de Washington me honra más allá de mis esperanzas, aun las
más imaginarias ; porque Washington, presentado por Laíayette, es la
corona de todas las recompensas humanas. — El fué el noble protector de
las reformas sociales, y vos el héroe ciudadano, el atleta de la libertad,
que con una mano sirvió á la América y con la otra al antiguo conti-
nente.
Ah I qué mortal sería digno de los honores de que se dignan colmarme
vos y Mont-Vemon I
Mi confusión es igual á la inmensidad del reconocimiento que ofrezco,
junto con el respeto y la veneración que todo hombre debe al Néstor de
la Libertad.
BoiivAB.
" Washington, presentado por Lafayette, decía el Libertador,
es la corona de todas las recompensas humanas ;" era el premio,
diré yo, de las virtudes de Bolívar, de su abnegación, de su
constancia infatigable j de su reportamiento en las gradas de
la dicha y del poder.
Veamos ahora el reverso de la medalla del Libertador.
lileguémos á los sucesos de Venezuela en 1826. Equivale
VIDA DE BOIÍYAB. 341
esto á anunciar que entramos en una nueva selva de cosas, y que
la narración (que hasta ahora ha mantenido su interés) se teñirá
con frecuencia del lúgubre color de la tristeza. | Aciago año en
que se destrozó la obra de tantos sacrificios, 7 en discordia
interna de los ánimos se fomentó la ruina de Colombia 7 se dio
lugar á la insolencia, á la traición, á la ingratitud, al crimen.... I
I Dias de luto 7 de dolor que mi corazón deseara retardar toda-
vía, ó mejor, que sepultados en la noche del olvido, no figurasen
en la historia ! — ^Pero ah I es imposible. Y la pluma que ha
escrito la juventud 7 la gloria de Colombia, su esplendor 7 su
pujanza, va á escribir también sus lágrimas, sus quebrantos 7
su muerte.... !
No es de mi propósito, bosquejando la Vida de Bolívar des-
cender á los detalles de la infausta rebelión del General José
Antonio Páez ; suceso tristemente memorable de 1826, que el
mismo rebelde ha llorado amargamente 7 que reconoció por
origen el orgullo, la presunción 7 las más sórdidas pasiones ;
pero como Bolívar tuvo' que venir á pacificar á Venezuela, lla-
mado por el Ejecutivo 7 por Páez mismo, 7 como los hechos pos-
teriores quedarían en parte oscuros si no diera cuenta de los
antecedentes, V07 á referir con la brevedad que sea posible lo
que de ma7or significación tuvo lugar.
Contado queda atrás,* que, cuando en el año de 1821 triunfó
Bolívar de Liatorre en los campos gloriosos de Carabobo, vino
á Caracas acompañado de Páez que se halló en la acción. Bolí-
var hizo varios arreglos administrativos, 7 fué notable entre
otros el que dividió á Venezuela recien libertada en tres dis-
tritos militares que rijieron Bermúdez, Marino 7 Páez. — El Li-
bertador que no era hombre de resentimientos ni venganzas 7 que
veia la necesidad de alejarse para hacer la guerra en el Sur 7
libertar al Perú, colocó en los tres distritos de Venezuela á tres
hombres que le habian sido infieles : que habían desconocido su
autoridad 7 que con su ambición desaforada traian inquieta
7 en peligro la república. Dióles grados, empleos 7 mando
efectivo para tranquilizarlos....; pero el ambicioso es como el hi-
drópico cu7a sed no se apaga por más que beba, 7 mientras más
be'be, más ansia tiene de seguir bebiendo.
* Véase la pag. 91.
342 VIDA DE BOLÍYAB.
Páez quedó en Caracas, como se ha dicho.
Hombre sin instrucción j sin cultura, pues c le su vida la había
pasado únicamente en el ejercicio de las armas en los llanos, tenia
que correr dos peligros extremos en el gobierno : ó mandar por
sí, errando, (que administrar no es asunto de suspicacias) ; ó so-
meterse á un consejo privado, que las más veces no es desinte-
resado ni seguro. — Y quiso nuestra mala estrella que ambas
cosas sucediesen ; porque el gefe, en la tremenda situación en
que se veia, sin lograr las circunstancias del acierto, gobernaba
con dureza, que es gobernar mal ; ya obedeciendo su inclinación
proclive al rigor extremo, ya obtemperando & los avisos perni-
ciosos de sus aduladores. — Grave como era este mal, fecundo en
descontento é inquietudes, no estaba solo por desgracia ; pues
para completar el cuadro debo agregar la enemiga y mala
voluntad que de atrás existia entre Santander y Páez ; circuns-
tancia que influia poderosamente en la obediencia que este debia
prestar á aquel, ausente el Libertador. — A.sí sucedió, que, para
desautorizar al Encargado del Poder ejecutivo y concitarle odios,
ejecutaba sus órdenes con tal linage de indiscreción, que rayaba
en violencia y tiranía ; de lo cual redundó daño irreparable á
la República.
El decreto de 31 de Agosto de 1824 expedido por el Vice-
presidente Santander sobre alistamiento general de todos los ciu-
dadanos en cumplimiento de la ley de 25 de Agosto de 1821,
acordada por el Congreso constituyente de Oúcuta, fue ocasión
de un grande escándalo en Caracas. El alistamiento debia prac-
ticarse para poner á la República en estado de hacer una vigo-
rosa defensa, en circunstancias en que la Corte de Madrid pre-
tendía renovar las hostilidades y mandaba tropas de inva-
sión á las Antillas españolas ;* mas el decreto se miró con dis-
gusto en Caracas, y aun fué atacado por la prensa. Páez que
suspendió su ejecución ilegalmente, informó de lo ocurrido en
Caracas al gobierno de Bogotá ; y recibió una contestación te^
* En una conferencia qne tuvo el Embajador inglés en Madrid, Mr. Lunb^
■obre la conyeniencia de dar la pas á la América y reconocer las nuevas repú-
blicas, el Dnqnedel Infantado contestó muy seriamente :— " qne en lo menos que
pensaba el Bey Femando era en ceder nada de sus derechos sobre sus colonias,
pues ee ocupaba en escogitar el medio más pronto para poseerlas de nueyo**
YIDX BB boiíyab. 343
minante en que se le prevenía obedecer j esforzarse en cumplir
lo decretado.
Procedió Páez en todo el año de 1825 con lenidad, por no
decir con descuido en el cumplimiento del decreto sobre forma-
ción 7 arreglo de las milicias : mas, una vez decidido á llevarlo
á efecto, hizo la convocación de los ciudadanos para dos distintos
dias. — Como muy pocos concurriesen, los convoco de nuevo para
el 6 de Enero de 1826. Pasó también en esta ocasión la hora
prefijada sin haber concurrido los que debian alistarse. Conta-
ban acaso con aquella anterior indiferencia ó remisión de Páez,
quien solo hacia débiles tentativas para llenar las fórmulas de
obediencia ; pero este creyó entonces ofendida y burlada bu au-
toridad : encendiósele la sangre, y dispuso que salieran partidas
de los batallones " Apure" y " Anzoátegui," arma al hombro, con
orden de conducir al lugar destinado para el alistamiento á
cuantos hombres encontraran por las calles, sin distinción de
personas ni edades, y aun de hacer fuego á los que huyeran y
de registrar las casas.
La orden, que se dio indiscretamente, se ejecutó con la violencia
que es de presumirse.
Los comisarios tenían presentes las palabras de Páez : '* Voy
á hacer sentir hoy todo el peso de mi autoridad" ; y procedian
sin recelo. Rápidamente se propagó el sobresalto por la ciu-
dad.— Aquella coacción inesperada : aquel insulto hecho á per-
sonas de gravedad y recato : aquella fuerza con que sin mira-
miento ni respeto á l&s garantías personales se arrastraba á los
ciudadanos más dignos al cuartel...; todo eso puso á la población
en el más grande espanto y la llenó de pavor.
Caracas presentó por muchas horas la imagen de una horrible
revolución.
Por su parte, los que fueron conducidos al lugar designado
para el alistamiento, gimieron en el más estrecho encierro, donde
se les ajó con dureza.
ün dia duraron aquellas escenas espantables....
Inmediatamente dio informe de todo al Poder Ejecutivo el
Intendente Escalona, y la Municipalidad elevó sus sentidas que-
jas á la Cámara de Representantes, pidiéndole consuelo y justi-
cia contra los atentados de Páez. — La Cámara juzgó que habian
sido hollados los derechos de los venezolanos en el modo y forma
344 VIDA DE BOLÍTAB.
coD que se diera camplimiento al decreto de railicias, y propina
acusación ante el Senado contra el Comandante general de Ve-
nezuela, José Antonio Páez. El Senado admitió la acusación,
suspendiendo de su empleo al acosado y llamándole á comparecer
en la capital para dar cuenta de su conducta. (80 de Marzo.)
Por ese mismo tiempo, (y reclamo aquí la atención de mis
lectores) la Alta Corte de justicia mandó venir desde Bolívia al
vencedor en Ayacucho, General José María Córdova, para juz-
garle por un homicidio que se le imputaba haber cometido en
Popayan antes de su viage al Perú. — Córdova vino en el acto y
sufrió el juicio legal, porque él no se creia superior á las autori-
dades y á los mandatos de la ley ; sostuvo en una discusión mi-
nuciosa su inculpabilidad, y la justicia quedó satisfecha con la
absolución pronunciada por el tribuoal supremo. — ^Pero Páez uo
fué á Bogotá, ni recibió siquiera con mansedumbre el decreto
del Senado que le llamaba ; antes, al contrario, la noticia de ha-
berse admitido su acusación, fué, (según decia él) "^ un puñal que
'* traspasó su corazón, y que la rabia y el sentimiento en aquellos
" primeros instantes le inspiraron el deseo de destruir á todos sus
" acusadores y aun á él mismo, si hubiera sido necesario." ¡ De-
plorable ofuscación del entendimiento, sustituir la irascibilidad
del amor propio al culto de la ley y al amor santo de la patria I
Antes de esto, y cuando el Ejecutivo le mandó informar sobre
la queja promovida por el Intendente Escalona, Páez manifestó
un profundo sentimiento por los caicos que se le hacian, (pues
él queria obrar sin sujeción ni responsabilidad) y con fecha 26
de Marzo contestó enojado diciendo : que él era hoinbre de
mérito muy elevado y uno de los fundadores de la RepijMica....\
Esto no embargante, como el asunto debia seguir su curso regu-
lar, y allá en Bogotá creian los sanos patriotas que no habia
hombre superior á la ley por más digno y meritorio que fuese,
se pasaron á Páez copias del acuerdo del Senado y la orden para
entregar el mando al Intendente de Venezuela. No quisieron
ocuparse de los elevados méritos de Páez sino del cumplimiento
de los artículos de la Constitución relativos á la responsabilidad
de los funcionarios públicos.
Páez mandó en efecto reconocer al Gteneral Juan Escalona
por comandante de los departamentos de Venezuela y Apure, y
se quedó en Valencia en la condición de ciudadano particular.
YIDA DE BOLÍYAB. 846
Sumiso parecía á los ojos de aquellos que no meditaban bien ni
bajaWn al fondo de la cuestión, entregando el mando á la per-
sona designada por el gobierno ; pero esa docilidad, que le
grangeaba simpatías, era solo en apariencia y con el fin de re-
dondear mejor los planes de trastorno que inicuamente se habian
concebido. Por lo demás, la sumisión de Páez al entregar el
mando está en contradicción con su renuencia á ser juzgado : con
su firme resolución de no ir á Bogotá, y con sus hechos posterio-
res que fueron la fuente inficionada de donde manaron los ma-
yores y más irreparables males para nuestra tierra.
Desde el momento en que Páez entregó el mando y se retiró
á su casa, comenzaron sus amigos y aparceros á promover de-
sórdenes, á levantar de noche partidas armadas que inspirasen
temor á los ciudadanos pacíficos, á intentar robos y violencias :
hechos cuya clara significación era, que Páez en el ejercicio del
poder representaba la seguridad y la paz deseada por todos, la
cual desaparecia desde que él no estaba en el gobierno. — De la
inequívoca interpretación de aquellos hechos, se pasó luego á pro-
nósticos más claros todavía. ^' Venezuela se extinguirá en la anar-
quía, si Páez se separa del departamento," decian los promove-
dores del trastorno ; porque querían preparar el ánimo de los
vecinos de Valencia y mejor dicho arrastrar su voluntad para
comprometerlos en un acto de infinita consecuencia. — ^En la
noche del 20 de Abril, las partidas de foragidos armadas pasea-
ron las calles de la ciudad ; asesinaron tres infelices, tranquilos
é inermes ciudadanos, cuyos cadáveres se arrojaron á las puertas
de la municipalidad ; cometieron robos, y hubo agitación en
otros puntos de las cercanías, heridas, conatos de muerte, desór-
denes de todo linage.... El fin era que la municipalidad, cómplice
en el premeditado trastorno, tomara de allí pretexto para pedir
al Señor Fernando Peñalver, gobernador, la reposición de Páez.
La agitación que reinaba en Valencia y en sus alrededores
era extremada, y se aumentó por desgracia con el arribo de
Marino y de los oficiales que le acompaflaban, todos los cuales
aprobaron y violentaron las medidas revolucionarias.
" En consecuencia de los abominables hechos de la noche del
29, se reunió la municipalidad temprano el 30 y exijió que con-
curriera el gobernador al salón de las sesiones» — Se presenta en
efecto, luego que se manifiesta que el pueblo amotinado pide se
846 VIDA DB BOliVAB.
reponga al general Páez en el ejercicio de la comandancia gene-
ral y en todos los demás que sea necesario conferirle, como único
remedio para evitar los males que amenazan el departamento
El gobernador PeSalver protestó su ciega obediencia alas leyes,
y que semejante medida no estaba en la esfera de sus facultades.
En este momento, reunidas más de mil personas aclamaron áPáez
gefe militar del departamento: una partida numerosa fué asa
casa y le condujo á la sala municipal, donde se le instó á que
reasumiera nuevamente el mando. í)espues de manifestar alguna
perplejidad, Páez dijo: " que no pudiendo resistir al deseo ge-
neral, aceptaba el mando que se le conferia, y que estaba dis-
puesto á usar de todos sus esfuerzos para desempeñarlo." En el
acto, la misma nmnicipalidad dio orden al gefe del Estado mayor
coronel Francisco Garabaño, uno de los principales agitadores,
para que mandase á reconocer á Páez, lo que se verificó sin tar-
danza. Inmediatamente se presentaron las tropas estacionadas
en Valencia, saludando á Páez como á su gefe y victoreando al
pueblo que formaba el motin. El gobernador PeQalver, instado
por la municipalidad, convino en continuar ejerciendo las fun-
ciones de su empleo, á fin de evitar mayores males.
^* La ilegalidad de dicho acto es tan clara y evidente que no
necesita comento alguno. El general Páez no escuchando más
que la voz de su profundo resentimiento y de sus impetuosas
pasiones, marchitó los laureles de su gloria, y se presentó al
mundo que le observaba, como un faccioso. Para aumentar la
dolorosa sensación que este acto debia producir en el ánimo de
los verdaderos patriotas colombianos, el irritado general arrojó
públicamente al suelo, y la voz común aseguró haber pisado,
los distintivos militares que le habia conferido el gobierno de
Colombia en premio de sus distinguidos servicios. Páez cono-
ció en aquellos mismos desgraciados momentos la irregularidad
de sus actos, y que eran injustificables sus acciones ; mas habiendo
pasado el Rubicon, nada pudo contenerle en su nueva carrera:
carrera deshonrosa, que en lo venidero y en la calma de las
pasiones '' debia llenarle de amargura y de arrepentimiento,'^
conforme á sus mismas expresiones.
Páez, pues, dio el funesto ejemplo del abuso de la fuerza ar.
mada. Con la que se habia puesto á sus órdenes, quebrantó sos
juramentos y sus deberes delinquiendo escandalosamente ; pa*
VIDA DB boiíyab. 347
trocinó los actos ilegales j monstruosos de la municipalidad de
Valencia j forzó al Departamento de Venezuela á someterse
á un régimen revolucionario é inconstitucional I La
destemplanza de la ira con que recibió los decretos que de-
biera respetar, por más que los juzgase injustos, animó á varios
hombres, á concitar el motín que turbóla tranquilidad de Va-
lencia y que según sus proditorias miras debia comprometer á
aquel pueblo y determinar á otros á la sedición. Pudo y debió
el general Páez emplear su autoridad y su influjo en contener el
tumulto y asegurar el cumplimiento de las órdenes superiores ;
pero, por una singularidad que descubre sus verdaderas ideas,
se declaro un religioso observador de las extravagantes resolu-
ciones de una municipalidad, al tiempo que menospreciaba los
decretos constitucionales del Senado, comunicados por medio del
Poder Ejecutivo de la República.*
T después de estos escándalos y de estas monstruosidades 4
que por recto camino conduce siempre la ambición, vinieron
los absurdos y las contradicciones más chocantes. ¿ Cómo pu-
diera Páez justificar su desacierto y dar el color de traza salu-
dable á las diligencias de su depravada empresa ? Titulóse gefe
civil y militar de Veriezuda^ y siguió mandando. La fuente de
legitimidad de sus actos, era un motín y un cuerpo sin poder,
que se habia arrogado atribuciones que no le correspondían ; sus
consejeros, el resentimiento y la ambición. Por tanto, no debe-
remos extrañar los rudos desaciertos y las acciones condenables
que en aquella é{)oca de tan doloroso recuerdo cometiera. — Al
gobierno de Colombia le dijo en comunicación de 26 de Mayo :
" Que sería temeridad intentar castigar un pueblo de guerreros
eíí la falsa creencia de que la fuerza estaba en las leyes /" propo-
sición escandalosa en boca de un alto gefe que habia adminis-
trado en virtud y por la autoridad de las leyes. — ^T en otro
oficio de 16 de Julio, dijo también al gobierno : " Desde que
existe una revolución^ ya quedó legitimada^ porque solo puede
originarse de una causa general acompañada de una fuerza ir-
resistible... /" proposición temeraria, que desquicia la potestad
pública en el ejercicio de su ministerio, y patrocina y justifica
toda revuelta, toda demasía y desconcierto si se califica de
" revolución.^'
• Manifiesto qae el Poder Ejecutlyo de Colombia presenta á la Repúblioa y
348 VIDA DB BOLÍVAB*
La insurrección de Páez tuvo prosélitos y tuvo opositares.—
Entre los primeros se cuenta desgraciadamente á Marino ^ entre
los segundos á Peñalver, Mendoza y el General José Fra^ncisco
Bermúdez. — De Peñalver ya he hablado. — Mendoza, que era
un hombre de probidad y de corazón fiel y patriota, se opuso
con energía á los intentos de Páez, y este le acordó los honores
del destierro. Bermúdez, célebre por su valor y por la opi-
nión de que gozaba en las provincias del Oriente, se mantuvo
firme en el sostenimiento del gobierno, de la constitución y ¿^
la integridad de Colombia, á pesar de los halagos y de las in-
sinuaciones que Páez le hizo para que apoyara su rebelión.
La guerra civil, pues, existia ya en Venezuela. — Páez la ha-
bia encendido.
Una triste perspectiva de revoluciones se presentaba i>or to-
tas partes. — Páez la había formado.
Los antiguos patriotas, los fundadores de la Independencia,
los que habian pasado sus dias agitados entre el peligro y la es-
peranza, combatiendo por la patria y por la santidad de sus
leyes, veian burlada en un momento su confianza. — Páez babia
clavado un pn&al en el corazón de Colombia I
En tan crítica situación, el Vicepresidente Santander volvió
los ojos al Libertador y le escribió llamándole. — " V. E., 1^ ^^
" cia, como Presidente de esta República, como su Libertador,
" como el Padre de la Patria, como el soldado de la libertad y
" como el primer subdito de la Constitución, tomará el partido
"* que crea más conveniente á nuestra salud y á la causa de la
" América. — Colombia ha nacido por que V. E. la concibió ; se
" ha educado bajo la dirección de V. E. y debia robustecerse
" bajo el suave influjo de la constitución y de V. E. mismo. Boy
" está atacada en su infancia, con grave peligro de perecer, y
" V. E. es el único que debe salvarla."
También llamó Páez al Libertador. — ^Despaohó dos coini8><^
nados al Perú (el Coronel Diego Ibarra y el Licenciado V^^
B. Uibaneja), y á su modo dio cuenta de todo lo ocurrido, ^^
es, cuenta parcial y apasionada ; ora atribuyendo el áaf^^ ^
política insidiosa del Vicepresidente Santander, ora suponi^^ °
que con repugnancia habia aceptado el poder que tanto aborr«"
al mundo sobre los acontecimientoB de Venezuelay deede el SO de A^*^
1826.
VIDA DB BOLÍVAR. 849
cia.... etc. '^ El nombre de Y. E., anadia, no fué olvidado esta
" vez. I Tanto era el gobierno de Bogotá detestado, como V.
" E. querido ! Todos desean algunas reformas, pero quieren
" que V. E. las indique y que sea el arbitro de su suerte. Todos
** le consideran aquí como su padre, y no quieren que un hijo
" tan ilustre que ha llenado de gloria la mayor parte de este
" continente, deje de ser el legislador de su propio suelo, des-
" pues de haberle puesto en posesión de su independencia...."
¡ Hipócrita lenguage, como van á demostrarlo los sucesos poste-
riores I
La desorganización que Páez capitaneaba en Venezuela halló
firme resistencia en muchos pueblos de Colombia y en casi to-
dos los compañeros de armas de aquel gefe. No solo Ber-
múdez se distinguió por su adhesión al ejecutivo nacional, si-
no también Arismendi, Urdaneta, etc. — Este último se hallaba
de Intendente en el Zulia, y desde Maracaybo escribió á Páez,
con fecha 27 de Junio, una larga carta en la cual tocó con
acierto varias cuestiones flamantes, censurando la ilegal con-
ducta del Gefe civil y militar de Venezuela.
Como esta carta (cuyo borrador escrito de la propia mano de
• Urdaneta tengo á la vista) no es conocida, me permito ex-
tractar algunos párrafos. — Hablando sobre los sucesos de Va-
lencia, decia Urdaneta á Páez :
No podemos prescindir de los hechos. A la primera vista se presenta
la ñterza armada diseminada y cometiendo desórdenes ; por otra parte,
un grupo de hombres forzando la municipalidad, y Yd. recibiendo dd
cabildo de Valencia una autoridad que por la Constitución se le habia
suspendido. ¿Yd. no considera que la municipalidad de Yalencia carece
de autoridad para dar 21 Yd. un nombramiento que abraza atribuciones
que ella misma no tiene ? — ¡ La municipalidad de Yalencia lo nombra &
Vd. Comandante general de Venezuela, y Yd. admite I ¿T cómo sufre
Yd., companero, que hombres criminales llamados ante la ley y otros de-
testados por la opinión pública, se asocien á Yd. para guiarle en una em-
presa cuyo resultado Yd. debió prever ? — ¿Y puede Yd. concebir un solo
momento que veng&mos á las manos, que seamos enemigos, y que los que
se asociaron para batir á los españoles en el Yagual, se dividan para di-
lacerar la patria y sepultarla entre sus ruinas ? ¿ Puede Yd. sin horrori-
zarse formar la idea de clavar en el seno de Colombia aquella espada que
le dio la yida ? ¿ Puede Yd., sin desfallecer, concebir la idea de una
guerra civil cuando tenemos al enemigo común en la Habana en una ac-
titud amenazante ?— Esto solo debe hacerle retroceder á Yd. en la cañera
350 VIDA DE BOIÍYAB.
que ha emprendido por uno de aquellos desaciertos funestos que apenas
se pueden creer..... Yd. ba dado un golpe mortal á Colombia ; pero, con
la misma mano que la ha herido, puede aplicarle el bálsamo de salud.
Yd. puede retrogradar y el gobierno le recibirá con los brazos abiectoe.
Los hombres yerran ; pero la pertinacia es solo de los locos. Bestitoya
Yd. las cosas á su antiguo orden, y yer& como un nuevo campo se prepara
á su dicha y á su gloría. Pero si Yd. persiste, ¿ tendrá Yd. un solo mo-
mento de reposo 9 ¿ Puede Yd. figurarse que todo Colombia sucmnba á
Yalencia ? Ah I un torrente de males se nos prepara : un abismo se abre
para tragamos, y la posteridad, al imponerse de este trágico aconteci-
miento, llenará de execración á sus autores.
Hablando luego sobre las propuestas de corona á Bolívar,
seguia Urdaneta increpando á Páez sus errorCv^i, y le decia :
Yd. me habla del General Bolívar y de la misión por Ibarra cerca de sa
persona ; permítame Yd«, compañero, que le diga mi sentir á este respecto.
— Bien me figuro cuánto Usongero le podria Yd. decir con respecto á los
pueblos de Yenezuela y los designios de algunas personas de poner en
manos del Libertador los destinos de Colombia ; me explicaré mejor; d
proyecto de que él aceptase una corona. — Es necesario advertir que el
Oeneral Bolívar actualmente no pertenece solo á Colombia. El es un ente
que pertenece ya á todo el mundo. Su nombre es una propiedad de la
historia, que es el porvenir de los héroes. El Libertador con un pié en
Colombia, tiende sus brazos sobre dos Repúblicas más, y la órbita en qoe
gira su cabeza abraza todo el globo. ¿ Quién ignora la existencia de Bolí-
var en el mundo civilizado ? Nadie, nadie. — ^Ahora bien ; supongamos
por un momento que las circunstancias presentes obligasen al General
Bolívar á admitir el mando supremo de Colombia, de lo que dudo alta-
mente, i cree Yd. que este sería el modo por el cual él consintiese en un
proceder que lo rebaja ? ¿ Cree Yd. que el General Bolívar admitiría una
corona de manos de un general llamado ante la ley ? ¿ Que dirían sns
enemigos y los de Colombia ? ¿Se podria atribuir á la voluntad general
del pueblo un acto emanado de una pequeña porción de la fuerza arma-
da, acaudillada por hombres á quienes la ley ha declarado con logar &
causa ? Por hombros que poco ha le llamaban tirano, y le suponían con
deseos y miras de usurpar la libertad del pueblo ? ¿ No se acuerda Yd. lo
que han dicho el Argos, el Venezolano y el Cometa, obra de esa misma
gente que cerca á Yd. y que ahora buscan este medio b^o y deshonroso
para evadirse del justo castigo que le preparan sus crímenes?— Si los re-
presentantes del pueblo colombiano legalmente reunidos con poderes al
efecto depositasen en manos del Libertador una corona, él aceptaría, 6
dejaría de aceptar ; en primer lugar tendría que contrabalancear dos cosas
sumamente opuestas, es dedr, dejar de ser el Libertador y ñmdador de
tres pueblos, y como tal el primer héroe del mundo antiguo y moderno,
para ser el tirano de su patria, que viene á ser el último tirano del mundo ;
YIDA DE BOLÍYAR. 851
y en segundo él agradecería siempre este acto yolimtaiio y espontáneo
de l3B pueblos y la prueba mayor do su confianza, depositando todas sus
garantías en manos de un hombre, pero de un hombre nada común.
Pero ¿ qué comparación tiene este paso con el que Ustedes han dado ? No
digo yo el Gkneral Bolívar, pero ninguno de nuestros generales entrarla
por este camino. Un partido más ñierte y más poderoso puso en Méjico
la corona en las sienes & Iturbide, pero era un partido y no el pueblo me-
jicano ; y ese Iturbide que pudo ser otro héroe concluyó como un asesino
en un cadalso. ¿ Cómo, pues, ha podido Vd. concebir que semejante paso
haya podido ser agradable al General Bolirar ? ¡ No lo conoce Yd., mi
buen amigo ! i Cómo quiere que el Bolívar de un mundo entero perte-
nezca solo á Caracas I En fin, yo no pienso como Yd. en esta parte y
estoy cierto que nada puede serle ya tan agradable al Libertador como
un paso retrógrado de parte de Yd. £l ha jurado él afio 22 en Quito que
su espada y el Ejército Libertador garantían & la vez la Constitución por
diez afios ; ¿ y cómo quiere Yd. que impunemente él permita deshacerse
el pacto social á cambio de un ofrecimiento efímero hecho por un hombre
á quien el Cuerpo Legislativo llama ante la ley ? ¿ Acaso solo Yd. puede
decidir de los destinos de Colombia ? En fin, mi buen amigo, yo podría
citarle mil ejemplos, hablarle de la historia, y traerle argumentos sin nin-
guna solución; pero sería más que una carta, y este no es mi objeto.
Vea Yd. la historia romana después de la división de los dos imperios, y
si tal sucediese resucitaríamos las catástro&s que concluyeron con el im-
perio de Occidente.
No, compañero. Despierte y salga de ese suefio envenenado que ha
aletargado su espíritu y ardor patriótico, eche á un lado resentimientos
bien ó mal fundados. ¿ Qué es una venganza tan costosa cuando se trata
de loe intereses de la patria? — Nada, compañero. Acuérdese de los
inmensos bienes que la República le ha proporcionado ; acuérdese de su
familia, de sus hijos y eche á un lado los intereses privados de una por-
ción de malvados que estarán prontos á sacrificar á Yd. tan luego como
hayan llenado sus miras. Yuelva en sí, vuelva á la patria que aun tiende
sus brazos para estrecharlo ; esa mano erguida para herirla, puede con-
vertirse en su favor ; descargue el golpe sobre las nefandas cabezas de
esos harpías y de un tiro hará Yd. dos importantes servicios. — ^Mi fortuna
miserable y mi vida están á la disposición de Yd, si abraza este partido.
Estoy seguro de que Yd. no lo desecharia si leyese esta carta á solas ;
\ ah I quizas ella contiene muchas reflexiones quo Yd. habrá hecho en mo-
mentos aciagos y en otros de calma ; que Yd. compare entre si lo que tiene
que perder y lo que ha aventurado con lo que puede perder y aventura
la fácdon junta. — ^Haga Yd. esta sola comparación y decida.
Machas cartas, si no tan extensas como esta, escritas en el
propio sentido, recibió Páez ; pero él babia comenzado á correr
aquel camino de desdoros y de infelicidad, y siguió ; sin haber
852 VIDA DE BOLÍVAR.
labrado nada en su ánimo tantos y tan útiles avisos. — Es irre*
mediable de necio el que no escucha, decia nn antiguo.... Algu-
nas veces los hombres son inaccesibles y excluyen la docilidad
por otras causas ; y entonces, si se despeñan, no es porque nadie
ose llegar á detenerlos, sino porque el erróneo dictamen cree
hallar la aprobación en la tenacidad, y es vicio del orgullo hacer
reputación de no retirar el paso.
El grito revolucionario de Venezuela no encontró eco en el
mediodia de la República ; pero entró sí por mucho para que loa
pueblos de Guayaquil, Quito, Cuenca y otros, entusiastas del
Libertador, y llevados por deseos puros del bien público, clama-
sen por reformas, y ofreciesen á Bolívar la dictadura.
Cuando el Libertador recibió las primeras noticias de los su-
cesos de Venezuela, C5 de Julio) noticias no muy extensas que
comunicó el Intendente del Magdalena, su resolución fué regrej?ar
en el acto á Colombia, y así se lo manifestó al Poder Ejecutivo.
Algunos dias después llegó el correo de gabinete que habia des-
pachado Santander, el Capitán Patricio Armero, con los docu-
mentos y la narración circunstanciada de lo sucedido, y ya el
Libertador no habló más que de los preparativos de su viage.
" Colombia me llama, decia, y no puedo ser sordo á su voz que
tanto amo.'' — En la mañana del 6 de Agosto, después de haber
asistido Bolívar con el gobierno y las corporaciones á la festivi-
dad religiosa en la Catedral, hizo un discurso bellísimo prepa-
rando á los buenos peruanos á recibir su odios. — En el acto que
se divulgó la noticia de que el Libertador regresaría & Colom-
bia, ocho comisiones diversas hablando cada una por sus respec-
tivos departamentos, manifestaron á Bolívar que el Perú no pe^
mitiría que lo abandonase. El Libertador respondió siempre
qne el deber lo llamaba á Colombia, y que partirla. — ^El 13, el
reloj de la gran torre acababa de sonar las diez, cuando empezó
á turbar el silencio pavoroso de la ciudad de Lima un rumor le-
jano que viniendo de la otra banda del puente se aumentaba j
difundia en proporción que á esta se acercaba. — Vióse luego
un gran gentío. — Abrían la bulliciosa comitiva, bandas de má-
eicas cubiertas de pabellones peruanos, que, entremezclados en
toda la multitud rodeaban así mismo á los grupos de instrumen-
tos diseminados dentrp de un concurso que apenas cabia en la
i
TIBA DE BOLÍVAH. 353
vasta carrera que ocupaba. Llegada al pié de los balcones del
palacio, demandó la presencia del Libertador, quien, al dejarse
ver fué saludado por largo tiempo, con vivas y aclamaciones in-
cesantes, sin que bastase á conciliar silencio el objeto que allí
reunia la multitud, pues, los esfuerzos para acallarla la hacian
prorrumpir en nuevos vivas, como quiera que estos son la única
razón que alega un pueblo que no sabe sino manifestar su gra-
titud.— Cesaron por grados la grita y el tumulto, para dar lugar
á la lucha del amor con la ley, del pueblo con el hombre de su
corazón, de BOLIVAR, en fin, con una porción de aquella ciu-
dad que le adora como al genio que le llevó el bien y la prospe-
ridad.— Tomó la palabra el venerable párroco por su grey con
aquella sencillez, dulzura y naturalidad que pronunciaba las ple-
garias elevadas al Cielo por la salud de sus ovejas. — Allí oyó
Bolívar las producciones intachables de la cordialidad, sin otro
ropage que el de la vehemencia del deseo, ni más primor que la
noble tenacidad de no transijir contra los votos de sus hijos. —
Media hora duró aquella contienda en que inflexible Bolívar
ofreció, á lo más, su regreso en caso de llegar á peligro la suerte
del Perií. — La muchedumbre, empero, persistió en su propósito ;
y con el despecho de la sinceridad dijo al Libertador : — saldrás
hóRando nuestros pechos, nuestros hyos y destruyendo tü mismola
vida que nos has dxido.
Inmediatamente la municipalidad se presentó en palacio, pi-
diendo al Libertador, que desistiese apartarse del suelo de los
Incas : que ella, atónita, al ver la tristeza en que yacia la ciu-
dad, venia á expresarle, que traicionaría la confianza de sus
comitentes y se traicionaría ella misma, si no uniera su ruego con
el de todos. — El Libertador contestó, que era imposible su per-
manencia por más tiempo en el Peni ; á cuya voz la municipa-
lidad depuso á los pies de Bolívar las insignias de su poder... ; co-
mo que desde entonces no toleraba más su conciencia el ejercerlo.
La ciudad tomó un carácter tempestuoso, y no ofrecía á la
vista más que olas tumultuosas de gentío que se cruzaban y di-
vidían en todas direcciones para reunirse y volver á aparecer en
presencia de Bolívar, ante quien, perdiendo su ímpetu, llegaban
á reiterarle blandamente sus plegarias. Más el Libertador, como
roca incontrastable, á todos negaba la esperanza : hasta qua
oprimido por el peso del pueblo que sobre él cargaba sus des-
23
354 VIDA DE BOliVAB.
gracias, le emplazó para dar ana contestación irrevocable dentro
de ocho dias.
De todas las clases j cuerpos de la sociedad se dirijieron pe-
ticiones dictadas por el reconocimiento, la necesidad j el senti-
miento universal de ser perdido el Perti si el Libertador se se-
paraba de él. — Así pasaron las horas siempre en incertidumbre
é inquietudes hasta el 16. — En este dia, la reunión de tribunales
y corporaciones para asistir á la catedral presentó una ocasión
de dirijirse nuevamente al Libertador : todos le hablaron por el
órgano de un individuo de su seno, exijiendo su permanencia en
Lima. — En una brillante alocución se hizo presente al Libertador
que si grandes eran los peligros de Colombia, que lo arrancaban
del Perú, grande era su alma para socorrer desde la hermosa
tierra de los Incas á aquella hermana aliada y benefactora.
El Libertador contestó : " Si yo no escuchase más qoe los
" ecos de mi corazón, me quedaría en el Perú, que me ha hechi-
" zado con las demostraciones más puras de gratitud y de al^ia ;
" pero mi patria me llama : y cuando habla el deber, es neceaa-
" rio seguirlo en el sileneio de todas las afecciones. Mientras
*' he estado ausente de Colombia, se han suscitado fuertes disen-
" sienes, que yo solo podré calmar, pues que todos están de
^' acuerdo conmigo, por que ninguna de las partes me rehusa.
" Si Colombia sigue en división, el ejército también se afectará,
" y este ejército, que es el garante de la unión, el escudo de la
" libertad y el modelo de la disciplina militar, será tan perni-
" cioso como hasta ahora ha sido grande y temible á los enemi-
** gos de la América. El Peni abunda en hombres eminentes :
'' ellos pueden llevar la nave del Estado con tino y sabiduría.
" Si alguna vez llegase á peligrar, yo volvaré de mi patria á so-
'* correr á este gran pueblo, que amo por la magnanimidad que
^' ha mostrado hacia mí y por las efusiones de su gratitud.^'
El ejército nacional, uniendo sus votos á los del pueblo, con
el ardor de la elocuencia militar, repitió la misma suplica.
Las matronas de la capital, congregadas en el vasto salón
consistorial, pasaron al palacio, armadas de sus gracias, y con
el dulce lenguage de la sensibilidad invocaron al héroe, i^te^
poniendo el interés del corazón y la vida de la sociedad, que
existe por la que dan las madres á los hijos de los hombres.
— ^Algunas Sefíoras dirijieron al Libertador discursos en que
TIBA DE BOliVAB. 865
la ternura se mezclaba al fuego santo de la libertad y en que
la naturaleza reclamaba los sentimientos irresistibles que le son
debidos. Puesto en medio de ellas, Boiívar respondió :
Señeras : d süencio es la única respuesta que d^ia dar á
esas palabras eíioaniadarasj que encadenan no sólo d corazón,
sino también d deber, — Cuando la beldad habla, / qué pecho
fuede resistir I Yo he sido él soldado de la beldad^ por que he
combatido por la Libertad, que es beUa, hechizera y lleva la di-
cha al seno de la hermosura donde se abrigan las flores de la
vida, — Pero mi peería Ahí SefUxras, — Colombia
El Libertador se entrecorto. Las Señoras se estrecharon
al rededor de él, y después de un largo debate, del lado de
Bolívar se oyó una voz angelical que dijo : " El Libertador
SE QUEDA."
Á este anuncio consolador, los pechos oprimidos en suspenso,
se desahogaron con vivas y aclamaciones bendiciendo el nom-
bre de Bolívar. La alegría dominó todos los corazones, y un
gran baile en que reinó la franqueza, en que la sociedad se
abandonó al contento, cerró la tierna esceda de las matronas
de Lima.
Bien que nada en el ánimo de Bolívar estaba más enérgica-
mente resuelto que su partida, en aquel rapto de alegría que
motivó la voz : " El Libertador se queda,'' se exitó el noble
empeño de manifestar las efusiones del contento de un modo
superior al que hasta entonces las había caracterizado. — A
competencia se ideaban fiestas públicas y se proyeccó una ce-
lebridad gigante. Elijióse el dia que repite en el círculo de
los afíos aquel en que Bolívar arribó á las playas del Callao
á romper las cadenas que oprimían á los dignos peruanos. En
la grande alameda, del ptro lado del Rimac, se tuvo un esplén-
dido banquete el 1° de Setiembre. Desde temprano afluía el
gentío. El tránsito estaba encintado y cubierto de banderas, y
se divisaba en el término un pórtico suntuoso y elevado que da-
ba entrada al lugar venturoso consagrado á recibir los prodíjíos
del noble sentimiento que ¿ todos agitaba. En el vestíbulo se
había levantado una alta gradería para la orquesta ; en el cuer-
po del pórtico sobresalían en magnos caracteres las sublimes ex-
presiones de la poesía, Icnguage de los Dioses. Entretejidas en
los árboles de las dos carreras fi^as de los colores americanos,
856 TIDA DE BOLÍVAR.
ofrecían á la vista una espaciosa bóveda, bajo la cnal y al medio
de la alameda que da al frente de los Descalzos, estaba colocada
una mesa provista abundantemente. El retrato de Bolívar, puesto
á alguna distancia con sencillo adorno rústico, recordaba que la
paz y la abundancia, los frutos de los campos y el contento de
los pueblos hijo de la libertad, se debian á su brazo invencible
en la guerra y á su alma benéfica después de la victoria. — En la
parte que guia á los Amancaes se habian formado dos grandes
y copiosas mesas, al gusto del país
Entre tanto que sonaba la hora del convite, veíase el movi-
miento de la muchedumbre, como olas, por la avenida de la Ala-
meda.
Un gran repique anunció á las tres la venida del Libertador.
Abrían el acompañamiento bandas de música y vecinos nota-
bles de Lima, las corporaciones de la lista civil, militar y ecle-
siástica, y muchas Señoras que habian sacado al Libertador del
palacio, manifestando que las gracias rendían su homenage al
feliz mortal que fijó el imperio de la libertad y de la virtud en
la tierra del Sol.
En todo el tránsito no se oían sino vivas y bendiciones ; y
lágrimas de ternura corrieron en abundancia cuando el venera-
ble cura de San Lázaro se avanzó, y llorando como un niño, cu-
brió de flores y derramó con sus manos aguas aromáticas sobre
el suelo que debia pisar Bolívar.
Las mcí^as se ocuparon, y se improvisaron discursos elocuentí-
simos, á que sucedian aclamaciones frenéticas. — Después de un
largo rato de silencio, levantó la voz el Señor José María Pan-
do y fijó este tema : "Al cabo de tantos reveses y tríunfos in-
" mortales, Bolívar vino al Pero á reposarse bajo los laureles de
" Ayacucho, cambiando la espada por el libro de la ley. Ese
' tránsito es el colmo de la grandeza humana.*'
Á las ocho de la noche, el Libertador se diríjié á la Casa
consistorial, donde le esperaban las Señoras para dar príncipio
al baile en la espaciosa galería que mira á la plaza.
Bolívar estuvo largo rato en el salón ; luego se retiró á una
pieza desierta y allí, plácido y tríste á la vez, dictó á su Secre-
tarío general, el Coronel José Gabriel Pérez, esta belUsima
despedida, llena de ternura :
YIDA DB BOliVAB. 357
PSBÜAKOfl:
Colombia me llama, y obedezco.
Siento al partir cnanto os amo ; porque no puedo desprenderme de yo-
sotrofi sin tiernas emociones de dolor.
Concebí la osadía de dejaros obligados. Mas yo cargo con el honroso
peso de vuestra munificencia. Desaparecen mis débiles servidos delante
de los monumentos que la generosidad del Perú me ha consagrado : y
hasta sus recuerdos irán & perderse en la inmensidad de vuestra gratitud.
— Me habéis vencido.
No me aparto de vosotros. Os queda mi amor en el Presidente y Con-
sejo de gobierno, dignos depositarios de la autoridad suprema : mi con-
fianza, en los magistrados que os ríjen : mis íntimos pensamientos políti-
cos, en el proyecto de constitución; y la custodia de vuestra independencia,
en los vencedores de Ayacucho. Los l^ialadores derramarán el ano pró-
ximo todos los bienes de la libertad por la sabiduría de sus leyes. Solo
un mal debéis temer : os ofrezco el remedio. Conservad el .espanto que
os infunde la tremenda anarquía. ¡Terror tan generoso será vuestra
salud!
Peruanos : tenéis mil derechos á mi corazón. Os lo dejo para siempre.
Yucstros bienes y vuestros males serfin los mios : una nuestra suerte.
Bolívar.
El Libertador estuvo constantemente conmovido cuando dictó
este precioso testimonio de su amor al Perú. Se imprimió y se
circuló el 3 de Setiembre, y el Libertador partió el 4 para em-
barcarse en el Callao, á bordo del bergantín " Congreso," que
debia conducirle á Guayaquil.
CAPÍTULO LL
1826.
COBRnPOKDBXCIA INTRI TIDAURIUB T BAKTANDBB SOBEI B0LÍ7AB — LOS HB0HO8 JÜSn-
VICAH AL LIBBKTADOB DB LAS CALUMNIAS DB SUS BXBMIG06 — PROCLAMA DB GUAYA-
QUIL — YIAOM DBL LIBBRTADOB DBBDB B8TA CIUDAD I LA DB PUBRTO OABBLLO —
SITUACIOM DB LAS COBAS BM TBNBSUBLA BL 81 DB DldBMRBB DB 1826.
AMAÑADA en alto grado y cnriosa por el fingimiento j
la cautela, que al mismo Machiavel habría sorprendido,
es la correspondencia que llevaron en los afios 25 y 26 el Señor
Manuel Yidaurre y el General Santander, sosteniendo el primero
que Colombia, generosa, debia consentir en que Bolívar fuese
elegido presidente del Perú. — " Si él no lo es, decia, ¿ quién lo
será ? ¿ Quién le sucederá 7 | Suceder á Bolívar ! Es menes-
ter que se ruborize el agraciado " Defendia el segundo que
el Libertador debia ser presidente de Colombia, porque en ese
puesto hacia más bien á la América ; y le prodigaba encomios,
y le juzgaba tan digno, tan grande, tan heroico 1 " Nada digo
del inmortal Bolívar, exclamaba ; porque la elocuencia y la gra-
titud no tienen ya expresiones que emplear en su elogio " —
¿ Eran ingenuos estos sentimientos ? ¿ Queria con verdad Yi-
daurre á BolívaT en el mando del Peni ? ¿Lo deseaba Santan-
(869)
360 VIDA DB BOLÍVAB.
der en Colombia ? — Ni uno ni otro. — Se engañaban mutuamente,
ó mejor, no se engañaban que bien se conocian, pero probaban
8u habilidad para el disimulo j la falsía. Tocó á Yidaurre po-
ner fin á la cuestión y dijo á Santander : " La fecha de la carta
" de Vd. concluye nuestra querella política. Ya no es tiempo
" de pensar en el gran proyecto de que continúo el General Bo-
" LÍYAR en el gobierno del Perú : reelegido presidente por
" casi todos los Departamentos de Colombia, no ha de ser sordo
" á la voz de su patria. Él dejará el templo del Sol, y una nube
" oscura cubrirá por mucho tiempo la faz del divino astro. Solo
" ruego al Omnipotente, que, al retirarse del suelo peruano, no
** imiten mis compatriotas en ingratitud á los griegos. Recaer
" den siempre que son libres por BoKvar, y después del de Dios
" sea su nombre el más venerado "
I Qué laberinto de engaños y perfidias es el hombre I ¡ Có-
mo afecta amistad y nobles sentimientos I ¡ Cómo en aparente
calma sabe hacer con el disimulo más encendido su odio!—
Estos Señores Vidaurre y S&ntander, que tan apasionados ami-
gos de Bolívar se mostraban, fueron sus más crueles detracto-
res, y de los que con más tesón derramai'on la injuria y el
odioso vilipendio sobre el Libertador. Ocurrióseles decir,
cuando les convino, que Bolívar aspiraba á coronarse ; que
volveria al Perú para mandarlo durante su vida ; que no era
republicano, ni amaba la libertad ; que anhelaba ser el Empe-
rador de los Andes y tiranizar á los pueblos, etc. — Todo no te-
nia otto objeto sino cubrir honestamente aquel villano vicio
qne Vidaurre y su amigo padecian : la ingratitud; pero sus
calumnias se desvanecieron luego, porque solo la verdad es
la que prevalece y dura.
Antes que el Libertador abandonase las playas del Pera,
los electores de la provincia de Lima declararon por unani-
midad que Bolívar debía se?' d Presidente vitalicio de la Repú-
Uioa, y todos los demás colegios electorales de las provincias,
en número de cincuenta y ocho, hicieron la misma declara-
ción ; mas el Libertador respondió á las diputaciones que le
participaron tal elección : ** El Perú cuenta hombres eminentes
" y capaces de desempeñar la suprema magistratura ; á ellos
" toca, no á mí, el obtenerla. Así, no puedo ni debo encargarme
** de ella. Yo soy colombiano, me debo á Colombia." — ^Y vanas
YIDA DE BOLÍVAR. 361
fueron las instancias porque Bolívar permaneciese en el Perú :
vano el interés que aquel pueblo agradecido tomó por conservar
en su seno á su Libertador. — Bolívar se despidió para no volver
más á la tierra de los Incas. — Desde Popayan escribía al Pre-
sidente del Consejo de Gobierno, Mariscal D. Andrés Santa
Cruz, dicéndole que obrase libremente y que no contaran en el
Perú con él para nada, pues venia á Venezuela á hacer el bien
que le fuera dable. ** Siga Vd. su conciencia, añadía, sin trabas
" ni empeño ; oiga Vd. la voz pública y sígala velozmente y ha^
** brá llenado todos mis votos : d hien dd Perú ''
En cuanto á las tropas que quedaban aun acantonadas en
aquella Bepáblica, decía el Libertador á Santa Cruz : " Si em-
" barazan ó perjudican, envíelas Vd. inmediatamente á Colom-
" bia, pagándolas, si es posible, una parte ó el todo de sus habe-
" res, ó si no, que vengan sin pagarse, pues nosotros no hemos ido
" á buscar allá sino fraternidad y gloria." *
¿Y en quó se apoyaban los enemigos gratuitos de Bolívar para
acusarle de querer dominar el Perú y gran parte de la América
del Sur ? ¿ Es por ventura medio eficaz de dominación separarse
del mando y del país : inducir á que sea otro el elegido : retirar
las tropas, y renunciar á toda autoridad, á todo empleo que no
fuese el de soldado contra los enemigos de la independencia? —
Para abrigar planes de dominación en el Perú, como vocifera-
ban Vidanrre y su comparsa, hubiera sido necesario á Bolívar
romper los más sagrados vínculos, renunciar á su patria, desnu-
darse de su brillante reputación, ajar el lustre de su generoso
desprendinúento : y ¿ quién es el hombre tan bajo y tan estúpi-
do que pueda concebir que esta degradación sea posible ? ¿ Quién
renuncia á su patria, sino el malvado ó la víctima que huye de
la ferocidad de los verdugos que no hay esperanza de destruir ?
¿ Quién abandona á sus hermanos, á los compañeros de sus pri-
meros trinnfos, á los amigos de la infancia, á los campos donde
se levantaron sus trofeos ? El dia que el Libertador dijo adiós
á las playas peruanas, fué para siempre t
Por lo demás, los que han atribuido al Libertador designios
ambiciosos y contrarios al sistema generalmente adoptado en
* Léftae eeta hermosa earta en 1* ooleccioii.
f Manifiesto publicado por el Ministro de Relaciones Kzteriores del Perú,
Seftor José María Pando.— 1826.
362 VIDA DE boiíyab.
todas las naciones del Nuevo Mundo, recibieron un testintonio
intachable del republicanismo de Bolivar en la constitncioii po-
lítica que ofreció á Solivia. — una nación á la que acababa de
dar el ser 7 la cual, en el arrebato del amor intenso hacia sa
fundador, habia tomado su mismo nombre ; un pueblo en qoe
Bolívar era considerado como la Deidad que crea, arregla y
mide los destinos de los hombres ; una nación reden libertada
del yugo peninsular, en la infancia de su existencia y toda ocu-
pada de su gratitud y de las glorias de su bienhechor, ¿ no ha-
bría recibido con placer un trono sí en él se hubiera de sentar
Bolívar? — No pueden figurarse circunstancias más aparentes,
momentos más propios para una empresa de esta clase, que aque-
llos en que todo concurre á fomentar el entusiasmo, la admira-
ción y todas las ideas exageradas de un pueblo nuevo en favor
de un hombre verdaderamente singular y único, de un genio á
quien el mundo tributó respeto y mil generaciones bendecirán...-
Pero ¿qué hizo el Libertador? — Proclamó la soberanía del
pueblo : condenó las ideas monárquicas y el poder absoluto : di-
vidió el ejercicio de las facultades constitucionales : garantizó
los derechos individuales y dio ancha basa al sistema electoral.
La constitución boliviana (confiesa Baralt) es más liberal que 1%
de Gúcuta ; y bien, esta se elaboró por republicanos netos ; por
hombres escogidos y probados en el crisol de los principios de-
mocráticos ; por ciudadanos que no aspiraban á ser reyes y que
restringieron, llenos de celo, la autoridad del Presidente del Es-
tado. Así, pues, ante la fría razón de la historia, Bolívar apa-
rece más republicano que los mejores republicanos ; más pro-
gresista que los hombres de las doctrinas del progreso y de la
revolución ; más á la altura de las luces que enseña la filosofía
moderna, que los que tenian como profesión buscar esa luz y se-
guirla inundados de ella. — ^El objeto de los legisladores anti-
guos y modernos habia sido la conciliación dd orden y Ja Uber-
hertad; el objeto de Bolívar fué la conciliación dd orden con la
libertad y la igualdad. Y si eso se habria estimado como un
paso de infinita consecuencia en cualquier pueblo del mundo,
mucho más debe considerarse en América, donde la noción de la
igualdad estaba condenada : donde tres siglos de preocupación
y de cadenas habian hecho olvidar á los hombres su propia dig-
nidad y donde la Espafia habia trasplantado con ahinco todos
VIDA DE boiíyab. 363
los vicioe de sa absurdo sistema de gobierno, de sus ideas polí-
ticas 7 de sas costambres. — Los enemigos del Libertador eran
enemigos de mala fé. — ^Imputábanle aspiraciones y proyectos que
no habia concebido, y conocían ellos mismos que más bien se in-
clinaba al lado opuesto. El propio Santander, que más ade-
lante veremos convertido en escritor exaltado contra Bolívar,
acus&ndole de ambicioso, de amigo de mando, de aristócrata, etc.,
decia á Yidaurre, en carta de 28 de Setiembre de 1825 : " El
" General Bolívar está cansado de declarar en documentos ofi-
'* ciales, y sobre todo con hechos y actos notorios, que no debe
" mandar por mits tiempo ; que la prolongación de su autoridad
" puede ser peligrosa, y que Colombia debe buscar otro presi-
** dente. ti^NiKGüNO mas que to conoce la sikcebidad de
" estos SENTiia£NT08,«Af y no creo que el mando de Bolívar
" sea peligroso á otros que á los tiranos, etc." ¿ Qué valor
pues, pueden tener las acusaciones de estos hombres, gratuitos
é injustos enemigos, sin escrúpulo para calumniar, sin reparo
para no contradecirse ?
Dejémoslos, por ahora, ocupados en la oficina de la envidia,
forjando armas arrojadizas, untadas del veneno de la ingratitud,
las cuales recibirá nuestra cautela con aquella misma destreza
con que las arrojare su intención ; y sigamos al Libertador, á
quien vimos embarcarse en el Callao para dir\jirse á las riberas
colombianas.
Cuando se supo en Guayaquil que se acercaba (11 de Setiem-
bre), salió al mar el Intendente Tomas Cipriano Mosquera, por-
que deseaba hablar á Bolívar el primer de todos. Acompañaba
á Mosquera el Capitán de navio Manuel A. Luzarraga. — Cerca
de la isla de Santa Clara se trasbordaron el Intendente y su
compañero al bergantín peruano Congreso^ en que venia el Li-
bertador.— La conferencia fué importante, pues Mosquera le
impuso de pormenores que aquel no conocia. — ^Bolívar manifestó
mucho disgusto al saber que se le hubiese proclamado Dictador.
Ouzman y el Coronel Demarquet se hablan presentado á fines
de Agosto en Guayaquil, y estos y los generales Yaldes, Paz del
Castillo y muchos otros hablaron á Mosquera para nombrar Dic-
tador á Bolívar ; Mosquera y el Doctor Espantoso se opusieron,
mas las ideas de aquellos tuvieron el triunfo y se redactó el acta
en el sentido de la dictadura.
364 VIDA DE BOliVAB.
*
El Libertador ambo á Guayaquil el 12 de Setiembre, 7 allí
fué recibido con el mayor entusiadmo, como al genio qae traía
la oliva de la paz. Bolívar no se revistió del poder dictatorial
que le habían conferido los pueblos de los tres d^^^artamentos
meridionales ; ántes^ por el contrario, declaró que debia conti-
nuar observándose el régimen constitucional, porqua lahyes la
garantía de iodos y la que salva á iodos» Así lo participó al
Poder Ejecutivo, y esta noticia llenó de alborozo á los que
sostenian el imperio de la constitución y de las leyes.
En el instante mismo que el Libertador pisó la tierra de
Colombia, se anunció á los colombianos y deploró la discordia
civil que les aflíjia. Son muy bellas y 'muy generosas sus pa-
labras para que me niegue al ¡dacer de traoscribirlas :
Colombianos ! el grito de vuestra discordia penetró mis oidos en la
capital del Perd, y he venido & traeros una rama de oliva. Acatadla
como el arca de salad. { Qué I faltan ya enemigos á Colombia f ¿ Ko
hay más espafloles en el mmido ? T aun cuando la tíena entera fuera
nuestra aliada, deberíamos permanecer sumisos esclavos de las leyes y
estrechados por la violencia de nuestro amor. — Os ofrezco de nuevo mis
servicios : servicios de un hermano. To no he querido saber quién ha
faltado ; mas no he olvidado jamas que sois mis hermanos de sangre y
mis compafieros de armas. Os llevo un ósculo común y dos brazos para
uniros en mi seno : en él entrarán, hasta el profundo de mi corazón, gra-
nadinos y venezolanos, justos é injustos ; todos del Igército libertador,
todos ciudadanos de la gran República.
En vuestra contienda no hay más que un culiiable : yo lo soy. No he
venido á tiempo Me presento para TÍctima de vuestros sacrífícioe:
descargad sobre mi vuestros golpes ; me serán gratos si satia&cen yues-
tros enconos.
I Colombianos I piso el suelo de la patria ; que cese, pues, él escándalo
de vuestros ultrajes, el delito de vuestra desunión. No haya más Yens*
zuda, no haya más Cundinamarea ; todos seamos oolombianot, 6 la
muerte cubrirá los desiertos que dqje la. anarquía.
Guayaquil, 18 de Setiembre de 1836.
Sdcoh BoiivAB.
Los cortos dias que pasó el Libertador en Guayaquil, los em-
pleo trabajando en el alivio del pueblo, en dar regularidad á la
administración, en enviar caudales á Quito donde supo que la
tropa sufría escaceses, etc.
El 18 á las 4 de la tarde partió acompañado de una inmensa
comitiva y llegó á las 10 de la noche á Samborondon. — El 19
U
VIDA PE BOliVAB. 365
continuó á las bodegas de Babahoyo donde permaneció hasta el
otro día qne pasó á la hacienda del Señor Icaza, nombrada Ca-
charí. — El 21 estaba en Garzal ; el 22 al amanecer emprendió
marcha para Qaito por ün penosísimo camino, y pernoctó en San
Jorge. — El 23 siguió hasta San Miguel de Chimbo, — En este
punto, los equipages y muchas personas de la comitiva siguieron
por Guaranda ; Bolívar con su Estado Mayor se fué por el Puyal
á Biobamba pasando el páramo del Chimborazo. El 25 durmió
en Ambato ; el 26 'en Latacunga ; el jueves 28 de Setiembre
entró en Quito á las 11 del dia.
¡ Qué alegría manifestaron los quiteños al recibir á su Liberta-
dor I En la calle le abrazaban, le victoreaban, le bendecian. —
Una Señora, exaltada por el entusiasmo, se adelantó y llamando
la atención de Bolívar : tú eres la dicha, le dijo, y la esperanza
de Colombia, Vive para nuestra feUcidad I !
El Libertador permaneció en Quito hasta el jueves 5 de Oc-
tubre, que fué á dormir á la hacienda del Señor Borja en Gua-
yabamba.
El 6 almorzó en Gachiguango, propiedad del Señor Castro y
comió en Tabacundo, propiedad del Señor Jaramillo. Durmió
en Otábalo.
Las demostraciones de afecto de este pueblo no pueden ser
excedidas.
El 7 siguió el Libertador hacia la villa de Ibarra, donde se
detuvo un dia para recibir los obsequios que se habian preparado
en FU honra.
El 9 siguió al Puntal. — ^Bn el tránsito, los religiosos dominicos
de Quito habian preparado un espléndido almuerzo en la ha-
cienda de San Vicente. El Libertador quedó sorprendido de
tanta fineza ; y como el prior de los dominicos le dirijiese un
soberbio discurso, Bolívar le contestó con frases elocuentísimas
y tan propias que los comensales prorrumpieron en vivas y
aclamaciones entusiastas. Bolívar enlazó la religión con la po-
lítica, la libertad con el Evangelio : " Jesús, que fué la luz de la
" tierra, dijo, no quiso dignidades, ni coronas en el mundo ; él
" llamaba á los hombres hermanos, les enseñó la igualdad, les
" predicó las virtudes civiles más republicanas, y les mandó ser
" libres, porque les amonestó que debían ser perfectos. No hay
"' perfección en la servidumbre, ni moral en el letargo de las-
366 VIDA DE BOLÍTAB.
" facultades activas de la humanidad...." El brindis del Liber-
tador fué una improvisación feliz j dejó cautivados á todos los
que le oyeron. — Cuando el Libertador improvisaba, (y el arran-
que de sus emociones lo impelia como vemos con frecuencia á
improvisar,) no se concebia cómo los sentimientos, las ideas, los
hechos, las imágenes revestidas de la elocución más elegante y
sublime, podian producirse con tal rapidez. Nada de estadio,
ni de reflexión ; tampoco ninguna apariencia, ni la más leve, de
duda ó embarazo. — Las improvisaciones del Libertador podian
ser enviadas á la imprenta, sin cambiar una palabra. Y por lo
que hace á la gracia, á la corrección, al brillo y á ía fuerza, sos-
• tener el paralelo con los discursos más bellos de Burke, de Ver
gniaud, de Mirabeau.... La elocuencia es el corazón : pecttcs est
quod diaertum fdcit^ decia Quintiliano,... He aquí el secreto má-
gico de las palabras de Bolívar.
El 10 marchó este para Tulcan. — ^El 13 estaba en Pasto, y el
23 en Popayan. En esta ciudad se le hicieron grandes demos-
traciones de amor y de respeto. Toda la ciudad estaba vistosa-
mente engalanada y en la puerta del palacio dos ninfas repre-
sentando á Colombia y al Perú arengaron á Bolívar. Este les
contestó con la gracia que la ocasión demandaba y estrechó
entre sus brazos á las dos jovencitas, completando así la alego-
ría del padre que ama tiernamente á sus dos hijas. El Liberta-
dor pasó el 28 de Octubre, dia de San Simón, en Popayan ; y
dio un magnífico banquete en su alojamiento. — Estando en la
comida se incorporó el General Diego Ibarra, lo cual dio gran
placer á todos seíüaladamente á Bolívar que le distinguía con
afecto singular.
El 30 salió de Popayan y el 5 de Noviembre arribó á Neiva.
En esta villa se presentaron la municipalidad y el Goberna-
dor á su cabeza suplicando á Bolívar se hiciese cargo de la dic-
tadura.— ^El Libertador les contestó que no habia necesidad de
apelar á un poder tiránico cuando bastaban las leyes para hacer
'la dicha de los pueblos ; que él odiaba el mando y sobre todo
-el título de Dictador, y que sus trabajos en tantos años de guerra
se hablan dirijido á destruir el poder absoluto de los reyes para
sustituirlo con el dulce imperio de la razón. ** No quiero, ter-
:íminó, ni oir, si es posible, la palabra dictadura"
JBst^ destruye completamente lo que afirma Bestrepo en la
TIDA DE BOIÍYAB. 867
página 554, tomo III de en historia, á saber, ^ qae se acercaba
el Libertador á Bogotá y todavía se ignoraba cuáles ei*an sus
miras 6 intenciones acerca de la gran cuestión subsistencia 6
abolición de la constitución colombiana, Bolivar, añade, guar-
daba un profundo silencio sobre este punto." — Todo menos eso.
Desde que el Libertador pisó el territorio de Colombia, so pro-
nunció por el sostenimiento de la Constitución ; y su proclama
de Guayaquil, que debió conocer Restrepo, presenta á los pue-
blos la obediencia y el respeto á la ley, ó á la anarquía formando
desiertos que cubriría la muerte....
El n llegó á Tocáima, ciudad distante diez y ocho leguas de
Bogotá. — Allí le aguardaban el Vicepresidente Santander acom-
pasado de los secretarios de guerra y relaciones exteriores, Son-
blette y Revenga.
El 13 durmieron en Punza, y de allí se adelantaron los Seño-
res que le esperaban en Tocáima para recibir al Libertador ofi-
cialmente en Bogotá.
El 14 á las ocho de la mañana salió este de Funza y entró en
la capital á las once del dia. — Por desgracia la mañana fué muy
lluviosa ; y aunque las calles estaban adornadas vistosamente,
hubo por aquella causa poca concurrencia. Los altos funciona-
rios estaban en el palacio para hacer la recepción con toda eti-
queta.— Al entrar Bolívar por la puerta del salón principal^
victoreó al general Santander, Vicepresidente de la República y
á la constitución de Colombia, " ese libro sagrado, el evangelio
del pueblo colombiano." — ^Bn seguida se arengaron mutuamente.
Santander le felicitó por su venida, señal de la salud de todos,
prenda de la libertad y lazo fuerte que conservaría la unión á
que el gran Bolívar habia consagrado tantos esfuerzos. El Li-
bertador le contestó hablando con entusiasmo de los triunfos
recientes del ejército y recordó las recompensas honoríficas que
el Perú y Bolivia hablan tributado á sus bienhechores : alabó la
conducta del Ejecutivo en las angustiadas circunstancias de la
república : hizo particular y honrosa mención de la adminis-
tración de Santander y concluyó diciendo : " Permitidme, se-
" ñores, que al ver dividida la familia colombiana, me titule
*' padre, y os convide á que olvidéis vuestros agravios y os reu-
" náis cordialmente á elevar nuestra querída patría al grado
** más alto de felicidad. Yo he consagrado mis servicios á la
1
368 VIDA DE BOLÍVAB.
" independencia y libertad de Colombia, y los consagraré siem-
" pre á la unión y al reinado de las leyes.
Contestando á las felicitaciones de la oficialidad de la capital,
se expresó el Libertador de un modo más categórico, si es posi-
ble. Manifestó que habia sabido con satisfacción la obediencia
del ejército á las leyes y á los magistrados, y su veneración al
evangelio de los derechos del pueblo ; dijo que esa debía ser en
todas ocasiones la conducta de un soldado ; porqiie el dia en
quelafuetza armada delibere^ peligrará la libertad y ^ per-
derán los inmensos sacrificios de Colombia.
Tanto en el dia 14 como en los siguientes, Bolívar recibió los
homenages más sinceros de amor, de respeto y admiración de
los empleados, corporaciones y habitantes de la capital.
El Libertador se hizo cargo del poder ejecutivo, solamente
por pocos dias, y su entrada al ejercicio de la administración
publica se anunció por un decreto (23 de Noviembre) según el
cual se revestia de las facultades extraordinarias en virtud del
artículo 128 de la Constitución ; declarando, que, durante su au-
sencia, las tendría el Vicepresidente en todo el territorio en qne
el Presidente no pudiera ejercerlas inmediatamente, y que fuera
de los objetos y casos comprendidos en dichas facultades extra-
ordinarias, debían continuar rijiendo la constitución y las leyes.
Al entrar en el ejercicio del poder público, el Libertador lo
participó á los Colombianos por la bella proclama que á conti-
nuación inserto :
; Colombianos t cinco afios ha que salí de esta capital para marchar á
la cabeza del I^ército Libertador, desde las liberas del Cfiuca hasta las
cumbres argentinas del Potosí, ün mUlon de colombianos y dos repú-
blicas hermanas han obtenido la independencia fi la sombra de vuestras
banderas, y el mundo 4e Colon ha dejado de ser español. Tal ha ddo
nuestra ausencia.
Vuestros males me han llamado & Colombia : vengo lleno de celo á
consagrarme á la voluntad nacional : ella será mi código, porque siendo
ella el soberano, es infalible.
El voto nacional me ha obligado á encargarme del n ando sapremo ;
yo lo aborrezco mortalmente, pues por él me acusan de ambición y de
atentar á la monarquía. Qué 1 ¿ me creen tan insensato que aspire & des-
cender ? ¿ No saben que el destino de Libertador es más sublime que
el trono ?
Colombianos I vuelvo á someterme al insoportable peso déla niagist»-
VIDA DE BOLÍTAB. 369
tura, porque en los momentos de peligro era cobardía no moderación,
mi d^prendimiento ; pero no contéis conmigo, sino en tanto que la ley
6 el pueblo recaperan la soberanía. Permitidme entonces que os sir^a
como simple soldado j verdadero republicano, de ciudadano armado en
defensa de los hermosos trofeos de nuestras rictorias : vuestros derechos.
Palacio de (Gobierno en Bogotá, á 28 de noviembre de 1820,-16.
BiMOir BoLÍTAB.
Solo dos dias ejerció el Libertador el poder Ejecutivo : los
días 23 y 24 de Noviembre, en cuyo breve tiempo hizo muchas
y muy considerables reformas en todos los ramos administrati-
vos. Simplificó la administración : aumento y restableció el
crédito nacional ; mejoró el ramo de justicia : hizo economías
en la hacienda y dictó muchas y convenientes medidas en las de-
pendencias de guerra y marina. Fué esto ocasión para que
todos admirasen la facilidad y el acierto que tenia en el manejo
de los negocios públicos, improvisando sobre materias diversas
con igual maestría ; y ocurrió alguna vez que los Ministros le
contradijesen para verle empeñado con más conato en la decla-
ración y fundamento de la verdad ; siendo la duda afectada oca-
sión de cumplida y sabrosa enseñanza. En muchas cuestiones
graves la vista del Libertador penetraba en lo futuro con clari-
dad, y él se adelantaba á sus contemporáneos. Sus ideas pare-
cían visionarias, porque no estaban en el orden de cosas presente
sino en el futuro ; mas daba el tiempo un paso, y aquellas con-
cepciones emanadas del talento y de la previsión de Bolívar, eran
realidades. .. I
El sábado 25 de Noviembre, á las siete de la mañana, partió
él Libertador de Bogotá para Venezuela, llevando de Secreta
rio general al de Relaciones exteriores, José Rafael Revenga.
— El apoyo que dio á la constitución y á las leyes de Co-
lombia, y su moderación y afabilidad dejaron contentos á los
más celosos republicanos y aun á aquellos que se habian ma-
nifestado enemigos.
El General Santander publicó un artículo en la Oaceta lle-
nando de elogios al Libertador I!
La primer jornada del viaje la rindió Bolívar en Hato Gran-
de, hacienda distante seis leguas de la capital. Allí lo reci-
bió el Vicepresidente y le obsequió espléndidamente. — El 26
continuó la marcha y fué á Boyta, hacienda del Señor Luish-
24
870 VIDA DE BOLÍYAB.
Montoya, qnien lo recibió magníficamente. — El 27 siguió to-
da la comitiva á almorzar en el pneblo inmediato, de donde
se despidió, siguiendo Bolívar con su Estado mayor á Cho-
contá.
En Tunja y en Pamplona se le hicieron demostraciones j
obsequios infinitos ; en Pamplona, sobre todo, donde hnbo es-
cenas interesantes y donde el Libertador se vio como ahoga-
do por la muchedumbre que no acertaba & separarse de él.
En Capitanejo (cortas leguas antes de llegar á Pamplona),
recibió el Libertador noticias de Venezuela y un decreto de
Páez convocando un congreso venezolano constituyente, que de-
bia instalarse en Valencia el 15 de Enero de 1827.
La revolución había dado grandes pasos y Páez se presentaba
para destruir la obra querida de Bolívar. JLa iniencion de mi
vida, había dicho este en 1820, ha sido una : la formación d¿
Colombia entre dos puAhs hermanos. Lo he alcanzado. ¡Viva
el dios de Colombia / Pues bien, seis años más tarde, y cuan-
do mayor necesidad había de la unión de los pueblos para for
mar el verdadero espíritu americano, para extinguir las rivali-
dades domésticas y fundar en el goce de la paz la omnipotencia
civil, he aquí que Páez dio el grito de rebelión ; declaró en esta-
do de asamblea las provincias de su mando ; eliminó las fórmulas
protectoras de la inocencia, y restableció para nuestro mal el
imperio tiránico del sable. — La ley fué entonces la voluntad del
Comandante militar ; y las garantías, el capricho de los revo-
lucionarios, quienes perseguían y castigaban de propia autori-
dad á los que se oponían á la desmembración de la República y
á los ambiciosos mandatos del General Páez. — Ah I ¿ por qué
^atal destino cedería el Libertador á los consejos de Santander,
^cuando quiso enviar á Venezuela al General Antonio José Su-
'tsre de Comandante militar y llamar á Páez á otro punto donde
quizas no hubiera sido tan pernicioso ? El Libertador, que te-
mía el desarrollo indefinido y amenazador del poder militar y
^que anhelaba ver constituida la república por la obediencia del
ciudadano á los preceptos de la ley escrita, quiso mandar á Su-
cre á Venezuela desde 1824. — ^' Me parece, le escribió Santan-
der, que el medio mejor de que se despopularice Sucre y pierda
su reputación, es el ponerle en Venezuela con mando alguno,
^pcies kb gente republicana es ínfernaL Páez me parece ezce-
VIDA J>E boiítab* 371
lente, porque siquiera le tienen mucho miedo. Debemos conseí^
var á Sucre de reserva como un general inteligente, afortu-
nado, de gran nombre 7 columna indestructible de la unión... ."
— En vista de esto BoUvar desistió de su intento, en mala ho-
ra para el bien de la República. | Qué pésimo consejo I i Qué
diferencia entre Sucre y Páezll
En el tránsito hasta Cuenta, el Libertador dictó muchas m»
didas encaminadas á reunir tropas suficientes para acercarse
á los Departamentos insurrectos en una actitud imponente y
restablecer en ellos el orden legal. — En la Horqueta, lugar
situado en la confluencia de los ríos Zúlia y Gatatumbo, re-
cibió noticias muy alarmantes. Supo que se habia vertido san-
gre en Puerto Cabello, cuya plaza, que se conservaba por la
unión, habia sido atacada por Páez ; y que la malhadada causa
de este habia sido origen de derramamiento de sangre en Cuma-
ná. La guerra civil estaba encendida, y la facción desorga-
nizadora de Venezuela parecia no oir otra voz que la de sus
medros y sus odios. — El Libertador se persuadió que tenia
que hacer la guerra á los rebeldes de Valencia y pidió con
esfuerzo al ejecutivo nacional tropas, armas y dinero. — Enca-
minóse después á Maracaybo, atravesando el lago de este nom-
bre.
Bolívar llegó á Maracaybo el sábado 16 de Diciembre, por
la tarde. — Allí se impuso de las últimas noticias que se tenian
de la situación de Venezuela, y fué su primer paso dirijir una
proclama á los venezolanos en que les excitaba á deponer las
armas fratricidas y oir la voz de un hermano y compañero.
] Cuan precioso documento I — Aunque esta proclama es bien
conocida, me parece sin embargo que no debo dejar de inser-
tarla aquí. — Dice así :
Venezolanos I Ta se ha manchado la gloria de vuestros bravos con el
crimen del fratricidio. ¿ Era esta la corona debida á vuestra obra de
yirtad y de valor ? No. Alzad, pues, vuestras armas parricidas ; no ma-
téis la patria. Escuchad la voz de vuestro hermano 7 compañero, fin-
tee de consumar el último sacrificio de una sangre escapada fi los tíranos,
qae él cielo reservaba para conservar la república de los h6roes.
Venezolanos I Os empello mi palabra. Os ofrezco solemnemente llamar
al pueblo, para que delibere con calma sobre su bienestar 7 su propia so-
beraník
872 TIDA DE BOLÍVAR.
Muy pronto, este aflo mismo, seréis consultados para qae digtis coinda
dónde y en qaé términos queréis celebrar la gran Convención nacionaL
Allí el pueblo ejercerá libremente su omnipotencia, allí decretar&sDfl leyes
fundamentales. Tah solo él conocb su biek t es dueño de su scbstb;
PERO ISO UN PODEBOSO, HI TTS PABTIDO, NT UNA FBAOCION. KaDIE BISO
LA MAYOBÍ A ES SOBBBANA. Es UN TIBA170 EL QUE SE PONE EN LÜ6AB
DEL PUEBLO ; T SU POTESTAD, U8X7BPACION.
Venezolanos I To marcho hficia Tosotros, á ponerme entre yuestn» es-
padas y vuestros pechos. Quiero morir antes que veros en la ignominii)
que es todavía peor que la misma tiranía ; y oontra esta i qué no hemos
sacrificado f ; Desgraciados de los que desoigan mis palabras y falten i
BU deber 1
Cuartel general Libertador en Maracaibo, á 16 de diciembre de 1828,11
Simón Bolíyab.
Para que Páez y lo8 comprometidos en el plan de desorgani-
zación en Venezuela no se burlasen de sus consejos y promesas,
el Libertador procuró apoyar estos con la fuerza. Declaró al Zúlia
en asamblea : nombró á Urdaneta General en gefe del ejército
que se estaba reuniendo y decidió que los departamentos de Ma-
turin, Venezuela, Orinoco y Ziília quedaban sujetos á sus órdenes
inmediatas y eocduaivas, las cuales despacharía por el órgano de
su Secretario general Revenga.
El Libertador apenas se detuvo dos dias en Maracajboj
emprendió su viage á Puerto Cabello, siguiendo por tierra desde
los puestos de Altagracia, por Casígua, Sasárida, Hitare, Coro,
etc. — Los aprestos militares que tenia á su mano para sojuzgar
á Páez eran insuficientes ; y según las comunicaciones que reci-
bió de Bogotá, bien pocas esperanzas debia abrigar de coos^ir
mayores auxilios del centro de la República
Antes de salir de Bogotá, despachó Bolívar hacia Venezuela
al General Diego Ibarra con cartas para Páez. Sin embargo
nada lograron las observaciones que hiciera el Libertador ; po^
que Páez no retrocedió una línea de sus proyectos de destruir á
Colombia. El único acto oficial que se conoce por consecuencia
de la misión de Ibarra, fué una proclama ridicula en que anun-
ciaba el Orfe civil y militar de Venezuela, con una alegría for
zada,. el regreso de Bolívar y que se acercaba á Venezuela su
hermano....! su amigo y el héroe de la patria á ver á sus anti-
guos compañeros. ** Él viene para nuestra dicha, attadia Páei.
no para destruir la autoridad civil y militar que he recibido di
VIDA DB B0IÍTAB« 378
los pueblos, sino para ayudarnos con sus consejos, con sn sabida*
ría y experiencia, á perfeccionar la obra do las reformas." i Que
descaro I i Qué falta de respeto y miramiento I ¿ Con que el
Libertador de Colombia y el Padre y Salvador del Perú, el que
fundara tres repúblicas destruyendo el poder español en Amé-
rica, volvia, lleno de lauros gloriosos, á su patria, á servir de
consejero de Páez, de Peña y de los otros que componían la fac-
ción de entonces ? Jamas Bolívar, el primer campeón de la in-
dependencia, podia degradarse hasta ser el segundón de Páez,
bajando de la altura en que le habian colocado sus altos hechos
y los votos de tantos millones de hombres I No : en los de-
lirios de su ambición y de su vanagloria, Páez pudo un momento
creerse superior á Bolívar y esperar que este le ayudara en sus
propósitos rebeldes ; pero el Libertador estaba muy lejos del
envilecinriento y sn designio era solo salvar á Colombia y hacer
que el orden y la ley reintegrasen su reino celestial en todos los
ángulos de la República.
En Coro recibió el Libertador una copia manuscrita de la
proclama de Páez. — ^En el acto, tomando la pluma, le escribió la
siguiente carta :
Coro, 28 de Diciembre de 1826.
Mi qübbido Geitebal:
Al llegar hoy aquí he visto con satisfacción una proclama de Yd. del
15 de Diciembre en manuscrito venido de Curazao : en ella están mis ver-
daderofl sentimientos. Yo he cdebcado infinito que la carta llevada á
Vd. por el coronel Ibarra haya cansado este documento honroso á mí
como & Yd. I Quiera el Cielo que los presagios de Yd. se realizen aun
mas allá de lo que yo deseo I Mi ambición es la felicidad de Yenezuela
j de la América toda, si fuera posible. Aseguro & Yd. con toda mi sin-
ceridad que estoy sumamente fastidiado de la vida pública, y que el pri-
mer momento dichoso de mi vida será aquel en que me desprenda del
mando delante de los representantes del pueblo en la gran conyencion.
Entonces se conrencerán todos de mis más íntimos sentimientos. Y á la
Terdad ¿ á qué puedo aspirar ? Yo tiemblo de descender desde la altura
á que la fortuna de mi patria ha colocado mi gloria. Jamas he querido
el mando : en el dia me abruma, y aun me desespera. No combatiré yo
por él ; digo más, me harían fayor en sacarme del caos en que me hallo
por una pronta muerte. Yo me estremezco cuando pienso, y siempre
estoy pensando, en la horrorosa calamidad que amarga á Colombia. Yeo
distintamente destruida nuestra obra, y las maldiciones de los siglos caer
sobre nuestras cabezas como autores perversos de tan lamentables muta-
dones. Quiero salir ciertamente del abismo en que nos hallamos ; pero
por la senda del deber, y no de otro modo.
874 YIDA BE BOIÍYAB.
La prciclama de Yd. dice : ^ que rengo como nn ciudadaDo." T i qué
podré yo hacer como tm dudadano t ¿ Oómo podré yo apártame de Iob
deberes de magiatrado ? ¿ Quién ha disnelto á Colombia con respecto á
mí y con respecto á las leyes ? El roto nacionid ba sido uno solo : rear-
mas y Bolivar. Nadie me ha rehusado ; nadie me ha degradado, t Quién,
pues, me arrancará las riendas del mando ? ) Los amigos de Yd., Yd.
mismo III La infamia sería mil veces más grande por la ingratítad qiie
por la traición. No puedo creerio. Jamas concebiré que Yd. Uere
hasta ese punto la ambkion de sus amigos y la ignominia de su nombre.
No es posible, General, que Yd. me quiera ver humillado por causa de ims
banda de tránsfugas, que nunca hemos visto en los combates. No pre-
tenda Yd. deshonrar á Caracas, haciéndola aparecer como el padrón de la
infamia y el ludibrio de la ingratitud misma. ] Qué no me deben todoB
en Yenezuela I ¿ Hasta Yd. no me debe la existencia ?
El Apure seiía la habitación del vacío, él sepulcro de sus héroes an
mis servicios, sin mis peligros y sin las victorias que he ganado & faena
de perseverancia y de penas sin fin. Yd., mi querido General, y los brayos
de aquel ejército no estarían mandando en Yenezuela, y los puestos que
la tiranía les habria asignado serían escarpias y no las coronas de gloiia
que ahora cifien sus frentes.
Yo he venido desde el Perfi para evitar á Yd. el delito de una gaena
civil : he venido porque Caracas y Yenezuela no volvieran ft mancharae
con la sangre más preciosa. ¿ Y ahora me quiere Yd. como un smple
ciudadano sin autoridad legal ? No puede ser. Este título me honraría
millones de veces, recibiéndolo por fruto de mi desprendimiento. No
hay más autoridad legítima en Yenezuela sino la mía ; se entiende auto-
ridad suprema. El vice presidente mismo, jn no manda nada aquí, como
lo dice mi decroto. Ya no habrá motivo para queja ni desobediencia.
El origen del mando de Yd. viene de municipalidades, data do un tiunnlto
causado por tres asesinatos : nada de esto es glorioso, mi querido GenenL
Ofrezco á Yd. con la mayor franqueza toda mi amistad, todos mis Be^
vicios, y cuanto pueda serle honroso ; mas, todo debe marchar por la
senda del orden, por la verdadera soberanía, que es la mayoría nadonaL
Cumaná mi«mo no ha desconocido al gobierno. ¡Ojalá que el General
Marino hay» sido bien recibido, para que Cumaná no se convierta en
ana nueva Guinea, y se entienda conmigo para restablecer la paz pública I
Lo que más me asombra de todo, es que Yd. no habla una palabra
de mi autoridad suprema, ni de mediador. Yd. me ha llamado, y ni si-
quiera me escribe una letra después de tan graves acontecimientos: todo
esto me deja perplejo. Crea Yd., General, que á la sombra del mi.<^o
no trabaja sino el crimen. Quiero desengañarme : deseo saber si Yd me
obedece 6 no, y si mi patria me reconoce por su gefe. No permita D'OS
que me disputen la autoridad en mis propios hogares, como á Hahom.i, á
quien la tierra adoraba y sus compatriotas éombatian. Pero él triunfS no
valiendo su causa tanto como la mia. Yo cederé todo por la giona;
VIDA DE BOLfYAB. 875
pero también oombatíié contra todo por ella. ^ Seráeeta la sexta guerra
cítü que he tenido qne apagar ? \ Dios mió, me estremezco I
Querido Gtoneral» conmigo será Yd. todo, todo, todo. Yo no quiero
nada para mi ; así Yd. lo serft todo, sin que sea & costa de mi gloria, de
una gloria que se ha fundado sobre el deber y el bien.
La prueba más inyenciblo do mis sacrificios á YenezuéU y & Yd. es mi
decreto que ahora le mando. Yo me comprometo con el deber y con la
ley á conyocar la conrencion nacional : no lo debo, y sin embargo me
inmolo para evitar una guerra cítü. i Y aun quiere Yd. más de mi
consagración?
Crea Yd. que no pretendo ni pretenderé jomas hacer triunfar un par-
tido sobre otro, ni en la conyendon ni fiíera de ella. No me opondré á
la £9deracion ; tampoco quiero que se establezca la constitución boliviana.
Bolo quiero que la ley reúna á los ciudadanos, que la libertad los deje
obrar y que la sabiduría los guie, para que admitan mi renuncia, y me
d^en ir léjoe,muy lejos de Colombia. Testimonio de este sentimiento es
la venta de Aroa y la venta de todos mis bienes que mi hermana negocia.
Adiós, mi querido General : yo parto mañana para Puertocabello ; aUi
espero la respuesta de Yd. — ^Puertocabello es un gran monumento de su
gloria. ¡ Ojalá qne allí se alze tanto que pase la mia I Este voto es sin-
cero, porque no tengo envidia de nadie.
Reciba Yd. la expresión de ardiente afecto con que le amo de corazón.
BOLÍVAB.
Esta carta no necesita comentarios. Al cerrarla, Revenga,
que era hombre de mucha erudición y de palabras oportunas dijo
al Doctor Tillarán : margaritas ante parcas.,,, aludiendo á un
pasage del Evangelio. — ^El 24 de Diciembre, continuó el Liber-
tador su viaje por Cumarebo, atravesó el rio Moturo y siguió
por la costa : país en general mal sano, donde pudo coger la
fiebre perniciosa. Mas ningún sacrificio le arredraba, por duro
que fuera, si se trataba de la felicidad de la patria.
A pesar de la opresión que ejercía Páez en Caracas sobre los
amigos del Gobierno, ellos y casi todos los habitantes de esta
capital se llenaron de alegría cuando supieron la aproximación
del Libertador. — Páez, orgulloso y pertinaz en su propósito de
rebelión, determinó oponerse al Libertador, excitó á sus partida-
rios de Apure, á donde hizo un viage para animarlos, contra Bo-
lívar, y resolvió tomar la ofensiva.....!
Entre todos los gefes de la Independencia en aquella malha-
dada época, Páez solo hubiera podido concebir el horrendo cri-
men de hacer armas contra el Libertador, contra el Padre co-
876 VIDA DB BOliVAB.
man, (/)ntra el Xngel que velaba por nuestra libertad y por
derechos de la América. — Bolívar era adorado en Colombia, y
á Hu Dombre ilustre daba nuevo j más noble realce la reciente
libertad de dos repúblicas. Su poder, la ley lo hacia inmeDSO :
la razón, irresistible. Y luego, ¿cuánta no era la suma de gra-
titud que todos debíamos á aquel hombre infatigable en el em-
peño de nuestra redención ? — Páez le era deudor de sus títulos,
de su autoridad y hasta de su vida misma. Bolívar hubiera po-
dido hacer con él, en Apure, el acto tremendo dé justicia que
ejecutó con Piar en Guayana. — Causa bastante hubo. — ^Pero fué
magnánimo, y remitiendo la pena, supo cubrir la ofensa con el
olvido. ¿ Quién hubiera temido desagradecimiento de parte de
Páez á tantos y tan grandes beneficios ? Conoce el animal á
quien le hace bien y ama y sigue á su señor ; el león, perdida
HU ferocidad, está manso delante del que le sustenta ; y el hom-
bre pero ah 1 Ninguna cosa saben agradecer los malos, es-
cribe Séneca ; y esta observación es incontestable.
Y sucedió, que tomando Páez las disposiciones convenientes,
hizo marchar al Coronel Manuel Cala con tropas sobre B^ñnas,
en combinación con las que el Coronel Elorza debia mandar en
Apure. Escribió esforzadamente á todos sus amigos ; levantó
á Torrellas en Barquisimeto, y él mismo se aprestaba á hacer la
guerra. — Mas, al oir el nombre mágico del Libertador, los pue-
blos se decidieron contra Páez. — Cala se vio impotente en Barí-
nas; y Torrellas huyó, abandonado por sus tropas. El Ge-
neral Miguel Guerrero, con quien Páez contaba, se pronunció
fielmente por Bolívar, é hizo pronunciar contra Páoz á los can-
tones del Mantecal, Guasdualito y las parroquias de Bancolargo
y Apurito ; levantó mil llaneros montados que sostenían al Li-
bertador, é impidió á Páez la retirada hacia los llanos ; el Doc-
tor Peña y el Coronel Cistiaga, acérrimos partidarios de la in.
surrección, fueron aprehendidos y remitidos prisioneros á Mara-
caybo. — Araure se pronunció contra Páez, y todo Carabobo se
conmovió al leer las proclamas del gran caudillo. El Tuy, Can-
cagua y las inmediaciones de Caracas segundaron los patrióticos
esfuerzos de Barinas, Maracaybo y Carabobo Páez estaba
desconcertado y su ruina era probable ; pero contaba con el
batallón Anzoátegui en Valencia y con algunos guias y lanceros
de la Victoria. — Los gérmenes de una lucha intestina estaban
VIDA DB BOLÍYAB. 877
sembrados. — La integridad nacional, sostenida por el Liberta-
dor, alcanzaría ol triunfo, sin duda ; pero ¿ quién podría decir
cuánto duraría aquel incendio en que iban á ser devoradas tan-
tas vidas, y consumidos tantos valores, tantos sacrificios, tantas
y tan generosas virtudes ? — Las gi*andes proezas de la indepen-
dencia habian cesado con aquella época de constancia y glo-
ría ; ahora comenzaban los crímenes, las ingratitudes y las
traiciones, cuya época, por desgracia, no tuvo tan pronto fin.
En las criticas circunstancias que dejo referidas llegó el Li-
bertador á Puerto Cabello el 31 de Diciembre de 1826. — Nada
alcanzó á saber de los favorables sucesos ocurridos en Apure,
Barínas y Garabobo, ni aun tuvo noticia de que el General José
Tadeo Monágas reunia fuerzas para sostener á Colombia contra
Páez en Maturin. — Su ardiente imaginación le pintaba todos
los horrores de una guerra civil en Venezuela i Oh grande
infelicidad de aquellos tiempos I | Qué triste, qué miserable
contienda I Salir del arduo y primoroso asunto de la indepen-
dencia de un mundo, para pelear con Páez, que queria mandar
sin responsabilidad ni ley I i Haber de desnudar la espada he-
roica que venció en Junin para someter á un rebelde desvanecido
Y porfiado que clavó el puñal en el corazón de la patria por no
someterse al juicio á que la ley lo Uamaba I
CAPÍTULO UL
1827.
DbOHRO di AlfHIlTÍA. DI 1^ DB BinUU) — ■OHBTIMUIITO DI pIb — PBOOLAMA DI
BOLÍVAR — PÁB PIOB BBR JÜSOAOO — BISPÜBSTA DBL UBBBTAOOB — TA X TALBBOIA
— DBSAGRADO OCURRIDO BN LA HB8A BL DÍA DB 80 LLBQADA — UQOB BL LIBBRTADOB
PARA OARÍCAB — BU BMTRADA B2f B8TA CAPITAL.
HAY negocios qae piden espacio y madura atención, y otros
prontitud en su resolución ; porque, en estos, es más da-
ñosa la calma que la temeridad, ganando el peligro ó perdiendo
la ocasión todo lo que se detiene la consulta. El asunto en
que el Libertador entendía me parece que era de este género.
Caminaban, j aun pudiera decir que volaban los sucesos ; j por
lo mismo era preciso que tuviera alas el consejo j que se hallase
(para servirme de una expresión de Séneca) como á la mano {svb
manu nascatur). — La noche del 31 de Diciembre de 1826 la
pasó el Libertador en terrible agitación. Opinaban muchos que
cayese inmediatamente sobre Páez y pulverizase k los enemigos
de la integridad de Colombia. — Es cosa de dias, exclamaban, y
quedará bien castigado el crimen de insurrección..... — Consejos
fervorosos : á la primera vista siempre gratos, pero que en la
qjecudon suelen ser duros y en los sucesos tristes. — ^Defendían
(879)
880 VIDA DE BOliVAB.
otros el pensamiento del Libertador, que era no derramar la
sangre hermana : " Estos son extravíos, decia ; consecuencias de
^* pérfidos consejos que debemos lamentar ; . temeridades de
*' Páez, cuyo juicio no reconoce los daños que hace á la patria
" con su alzamiento. Está ciego de ambición. — Pero yo debo
" medir mis pasos por los intereses y las conveniencias publicas,
" y todo rae persuade que el mayor de los males que puede aflijir
'^ á Colombia es la guerra civil. Nada hay más pernicioso eu
" las repúblicas, porque cuando echa raices la discordia, no tie-
'' nen término los males ; se hace menor cada vez la fuerza de
" los buenos y acrece la de los perturbadores que arruinan el
" país ó lo entregan al despotismo militar "
Llevado de estas graves y sensatas consideraciones, el Liber-
tador quiso tentar los medios suaves, para justificar la severidad
con que emprendería después la guerra, si aquellos fuesen inú-
tiles ; y el 1° de Enero expidió un decreto, en virtud de sus fa-
cultades extraordinarias, concediendo la más amplia amnistía á
los comprometidos por sus actos, discursos ú opiniones con mo-
tivo de las reformas ; disponiendo que su autoridad como Presi-
dente de la República fuese reconocida y obedecida, juzgándose
todo acto de hostilidad posterior como ddüo de Estado^ y que
Páez continuara ejerciendo la autoridad civil y militar bajo el
nombre de Jefe Superior de Venezuela. El Libertador prome-
tía que se convocaría la Convención nacional, según ya lo habia
ofrecido por su proclama de Maracaybo.
Envióse este decreto á Páez, que permanecía en Valencia,
en el mismo dia. — Bolívab habia deseado inaugurar el año
con un acto espléndido de generosidad y grandeza, y nada
halló más propio que el decreto de Trasíbulo....
Páez comenzaba ya á dar muestras de pesarle su mal acon-
sejada inobediencia, y no desoyó la voz de Bolívar queriendo
poner término á los males inmensos que causara su insurrec-
ción.— Reconoció la autoridad de aquel como Presidente de
Colombia; anuló los decretos de convocación de Congreso, y
mandó que el Libertador fuera recibido en triunfo por todos
los pueblos del tránsito y en Caracas : honores que le hablan
sido concedidos por el Congreso de Colombia para cuando
regresara del Peni.
Bolívar recibió con alborozo y patriótico contento la no-
VIDA DE BOLÍVAR. 381
ticia feliz de que en Venezuela habia terminado la guerra ci-
vil. Inmediatamente lo anunció á los pueblos, excitando á
que todos se diesen el ósculo de paz; recordando á los gra-
nadinos y venezolanos que habían sido hermanos en los cam-
pos de la gloria y en los consejos de la sabiduría y les ro-
gaba que olvidasen, como él lo habia hecho, lo que supiesen
de aquellos dias de dolor, para que el silencio borrase tan
luctuosos recuerdos. — La proclama es muy bella para no oiría
de la boca misma de Bolívar. Dice así :
Colombianos t £1 orden y la ley han reintegrado su reino celestial en
todos los ángulos de la República. La asquerosa y sanguinaria serpiente
de la discordia huye espantada del tris de Colombia. Ya no hay más
enemigos domésticos : abrazos, ósculos, lágrimas de gozo, los gritos de
una alegría delirante llenan el corazón de la patria. Hoy es el triunfo de
la paz I
Granadinos I Vuestros hermanos de Venezuela son los mismos de siem-
pre : conciudadanos, compañeros de armas, hijos de la misma suerte :
hermanos en Cúcuta, Mquitao, Tinaquillo, Bárbula, las Trincheras, San
Mateo, la Victoria, Carabobo, Chire, Yagual, Mucuritas, Calabozo, Que-
seras, Boyacá, Cartagena, Maracaybo, Puerto-Cabello, Bombona, Pinchin-
cha,Junin, Ayacucho ; y en los Congresos de Guayana, Cuenta y Bogotá :
todos hermanos en los campos de la gloría y en los consejos de la sabi-
duría.
Venezolanos, Apurefios, Maturíneses I Cesó el dominio dol mal. uno
de vosotros os trae un bosqi^e de olivos, para que celebremos a su sombra
la fiesta de la libertad, de la paz y de la gloría. Ahoguemos en los abis-
mos del tiempo el afio de 26 ; que mil siglos lo alejen de nosotros y que
se pierda para siempre en las más remotas tinieblaa Yo no he sabido lo
que ha pasado.
Colombianos i Olvidad lo que sepáis de los dias de dolor, y que su re-
cuerdo lo borre el silencio.
Cuartel general Libertador en Puerto-Cabello, á 8 de Enero de 1837, 17^.
Simón Bolívab.
■
Páez solicitó del Libertador, después de haber reconocido su
autoridad, que le mandara juzgar sobre su acusación pendiente.
Sumisión extemporánea ; porque, después del decreto de olvido,
no se reconocian culpables en Venezuela por los sucesos de 1826
y consiguientemente no podía haber juicio. Alumbraba tarde á
Páez la aurora de la delicadeza y del deber ! — Bolívab contestó
aquella insulsa petición, diciendo á su secretario las siguientes
1
882 VIDA DE BOLÍYAB.
palabras, qne trasmitió al candillo de la iusürreccion : — "Ajer
" el General Páez ha salvado la República y la ha dado ana
" vida nueva. Reuniendo las' reliquias de Colombia, el Gene-
" ral conservó la tabla de la patria, que habia naufragado por
'* los desastres de la guerra, por las convulsiones de la natn-
" raleza y por las divisiones intestinas; y en cien combates
" ha expuesto su vida valerosamente por libertar al pueblo,
'* que, reasumiendo la soberanía, ha dado sus leyes fundamen-
" tales. Estas son las leyes ofendidas : este es el pueblo que le
'' debe gratitud y admiración. Hoy nos ha dado la paz domés-
^ tica. Yámos, como Scipion, á dar gracias al Cielo por haber
'* destruido los enemigos de la República, en lugar de oir quejas
" y lamentos. En este dia solo debe hablar la voz del gozo y
" el sentimiento de la generosidad. — El General Páez, lejos de
" ser culpable, es el Salvador de la patria. Así que, no habien-
" do culpados en Venezuela por la causa de Im reformas, según
" el decreto de 1** de Enero, sería una violación de aquella ley
" sagrada el abrir un juicio cualquiera."
Esta contestación es verdaderamente censurable. Llamar ¿
Páez " Salvador de la Patria" solo por haber reconocido la au-
toridad de la ley, sus¡>endiendo el torrente de males que su ino-
bediencia y rebelión derramaron sobre Colombia, es ligereza.
Bolívar queria ser tan generoso con sus enemigos, que sus ex-
presiones exageradas le enajenaban el afecto de los amigos y le
colocaban á veces en la raya de la imprudencia.
Muchos han censurado la amnistía decretada por el Liberta-
dor en 1^ de Enero, teniéndola como un acto de debilidad que
dejó triunfante la revolución y dio para lo venidero funesto
ejemplo. He oido decir que si el Libertador no se apresura á
dar aquel decreto, esperando más bien los efectos de las provi-
dencias militares que habia dictado, Páez se habría sometido
por la fuerza, porque no le quedaba otro camino Esto sin
duda estaba en el orden de la posibilidad ; pero no era cierto.
Y lo que esta fuera de cuestión es, que Páez hubiera podido
prolongar una guerra desoladora en Venezuela y afl^jir á nues-
tras poblaciones con males inmensos ; peligro que debia procu-
rar evitarse á cualquier precio. Glorioso y digno del Liberta-
dor era dar la paz con el perdón ; porque él sabia que en la
guerra interior, ningún triunfo es tan feliz que no sea mayor el
VIDA BE BOLÍYAB, 888
dafio qae se recibe con él, y mayores los gastos hechos y las pe-
Das sufridas que las recompensas alcanzadas. *
Pax óptima renmi
Qoaa homini noyisBe datom est, pax mía
Trimnphifl mnmneris potior.
(SiuItal.)
El Libertador marchó de Puerto Cabello (4 de Enero) segui-
do de muy pocas personas, f j Be encontró con Páez y su nume-
rosa comitiva al pié del cerro de Naguanagua. La entrevista
del gran campeón de la Independencia con sus antiguos compa-
fieros de armas de Venezuela, fué franca y cordial.
Bolívar era muy generoso y olvidaba prontamente las ofensas.
En el mismo día hizo su entrada triunfal en Valencia, donde
los habitantes manifestaron el mayor entusiasmo con la vista
del Libertador " cefiido de hermosos laureles, y á quien debian
" en su mayor parte la independencia, la libertad y la paz."
El Libertador se hospedó en la casa del General Páez.
En la mesa tuvo lugar un serio desagrado que voy á referir
con minuciosidad, porque da la medida del temple de alma de
Bolívar.
Habia publicado Páez una proclama referente á los sucesos
que vienen contados, y cuyo documento se acabó de imprimir
muy tarde. Tngeron á la casa los primeros ejemplares cuando
todos se hallaban en la mesa ; y el Coronel Matías Escuté, Gefe
* Santander tampoco apoyó por algon tiempo las miraa y proyidencias del
Libertador, para formar mi ejército capaz de someter á Páez y á sos partidarios
qne intentaran hacer la g;aerra. Así fué qne recibía y dejaba sin respuesta las
comunicaciones del Secretario general Revenga, aun cuando fueran los más ur-
gentes, bi^ el pretexto de que el Gobierno ignoraba en Bogotá el objeto de
aqueUoe preparatiyos militares. Sin embargo, varió de conducta á la mitad de
Enero, lu^go que recibió loe decretos de Maracaybo, en los que se decia bien
claro ser destinados los aprestos béUcos & restablecer el orden en Venezuela y
en loe otroe distritos que desobedecían al gobierno nacional Entonces dio pro-
videncias, aunque tardías, para que se enviasen al Libertador loe socorros que
habia pedido. Esta falta de cooperación del Vicepresidente, quien jamas hu-
biera auxiliado cordialmente á Bolívar en aquellas circunstancias, es una prueba
adicional y perentoria de la cordura y acierto con que procedió aquel, ahogado
1a hidra de la guerra civil con su memorable decreto de V de Enero. (RzaTano.)
f En el tránsito de Puerto CabeUo á Valencia se iocorporaroa loe cuatro her-
manoa Ibarra, fieles amigos de Bolívar.
384 VIDA DE BOliVAB.
de Estado Mayor de Páez, repartió él mismo dicha proclama,
producción suya tal vez, á los oficiales que acompañaban al Li*
bertador. — Con este venia desde el Perú, en calidad de Cape-
llán, el Doctor Tillarán, sujeto respetable, y al cual, Escoté, in-
tencioualmente, no dio un ejemplar do lo que distribuia. Ksctité
hacia alarde de incrédulo y de tener una moral estragada, y lle-
vaba su sistema hasta la incivilidad. — Sintióse con razón el
Doctor Yillarán de aquel desdoro que sin causa se le hada, 7
no quiso recibir la proclama de manos de otro que se la brinda-
ba.— Entonces, Escuté, creyendo que Villarán desaprobaba el
contenido del documento, le dirijió algunas palabras malsonante?,
y la disputa se acaloró hasta llamar la atención del Libertador.
— Este preguntó qué pasaba, y su Capellán le informó con ver-
dad del hecho. — Bolívar le dio la justicia que tenia ; reprendió
severamente á Escuté, y pasando más allá, en un arranque de
incomodidad, zahirió á Páez y á los suyos que le oían : JEstd Vd.
todavuí, Señor Escuté, con las manos tintas en sangre amsn-
cana, le dijo, pues acaba Vd» de salir de hs Jilas españolas; ¿y
se atreve Vd, á insultar á mi capdlan y á faltarme al receto
á mi que soy el Presidente de Colombia ? ¿ Piensa Vd, que
no recuerdo que en Semen mandaba Vd, una compañía de
cazadores realistas f Siguió la invectiva contra Escuté, y
trayendo muy á propósito la idea de que este habia osado hacer
lo que hizo contando en el patrocinio de Páez : — Aquí no hay
más autoridad ni más poder que el mió, le dijo ; yo soy como á
Sol entre todos mis tenientes, que si brillan es por la luz que yo
les presto
La comida acabó en el silencio y el estupor.
Los pocos amigos y oficiales del Libertador se le acercaron,
y luego que se calmó, le representaron el peligro que corría de
ser sacrificado fácilmente, rodeado como estaba de enemigos en
quienes nunca son poderosos los beneficios para asegurar la re-
conciliación y el respeto. Pero el Libertador contestó con la
mayor serenidad : "Nada temo ; ellos no se atreverán á hacer
nada." Y así fué en efecto ; sirviendo la energía de Bolívar
para desengañar á los que confiaban aun en la omnipotencia de
Páez.
De Valencia siguió Bolívar para Caracas por Ouacara, Mara-
cay y San Mateo, pasando por estos sitios donde halló tantos re-
YIDA DE BOLÍVAR. 385
cnerdos j al través de una población que le manifestaba el amor
más tierno. — Y en Caracas, ¿ qué pluma podrá describir el en-
tusiasmo de los hermanos del héroe, de sus amigos de la infancia,
de sus camaradas, del pueblo que le vio nacer 7 que le amaba
con delirio ? Bolívab venia del Potosí : habia fundado tres
repúblicas ; habia destruido el ominoso poder espafiol y por
medio de hassañas inauditas 7 triunfos esclarecidos habia dado
independencia 7 libertad á todo el vasto país de la América del
Sur, desde las playas del Mar Caribe hasta el desierto de Ata-
carnes. ! Qué honra, qué gloría para Caracas I — La iíustre muni-
cipalidad acordó se tributasen á su entrada al Presidente Liber-
tador, Simón Bolívar, los honores del triunfo que le estaban acor-
dados por decreto de 20 de Julio del afio undécimo, 7 que para
darle una prueba patética de amor ilimitado, ademas de otras
demostraciones, se enviase una comisión de cuatro individuos
I^asta donde se le encontrase, á presentarle, como el homenage
más digno, el corazón del pueblo caraqueño, sirviéndoles de cre-
dencial el testimonio del mismo acuerdo. Los SeQores Dr.
Felipe F. Paul, Manuel López, Esteban Molown7 7 José Ven-
tura Santana fueron elegidos para cumplir el acuerdo de la mu-
nicipalidad, 7 se pusieron luego en camino acompañados de otras
muchas personas que desearon anticiparse al gozo de saludar al
Libertador.
El 10, teniéndose noticia positiva que Bolívar llegaría ese
día, toda la ciudad apareció al ra7ar la aurora con los signos
del más intimo regocijo : la alegría reinaba en los rostros, el
gusto en los vestidos, los gritos del contento en las calles, la
tranquila complacencia en las casas : la dulce confianza en los
corazones.... todo, en fin, parecia anegado en un océano de dicha.
El tránsito se veia cubierto de arcos, que aunque no comparables
á los suntuosos de mármol que la fastuosa Boma elevaba á Tra-
jano, ni á los que, contra el voto de sus sentimientos, edificó la
humillación de los vencidos á los afortunados conquistadores ;
mil veces eran más demostrativos de afecto 7 gratitud, porque
los ofrecia el corazón, levantados de amarillas palmas 7 verdes
sauces, embellecidos con lazos de cinta 7 gallardetes tricolores
en que estaban inscriptos elogios del héroe. Las calles se ha-
llaban vestidas de damasco de variados colores, 7 guarnecidas
de las tropas de línea 7 cuerpos cívicos uniformados, que á solir^
26
886 VIDA DE BOLÍVAR.
citud de la I. Municipalidad ee habian reunido al intento : los
frontispicios de las casas decorados con palmas y flores : en las
paredes entre espejos y cuadros, se veian expuestos retratos del
Libertador : himnos en su gloria ; y multitud de diversas íds- «
cripciones en su alabanza. En las ventanas de toda la ciudad
flameaban los pabellones de Colombia, Perú, Bolívia, Estados
Unidos, etc. ; y de la boca de los espectadores eran contÍDuos
los Víctores de todos conceptos al ilustre triunfador.
Mas ya el momento dichoso se aproximaba : la gente no cabia en
las calles, y comprimida se impedia el movimiento : apiñada en
las puertas y ventanas, poblaba también hasta los tejados ; y de
esta suerte aguardaban todos ansiosos el instante de herir con sos
miradas al numen cuya tardanza los tenia ya angustiados. La I.
Municipalidad que habia invitado al colegio de abogados, á las
comunidades religiosas, á los alumnos del seminario, etc., se vela
confusa con ellos entre la infinidad que no permiüa campo para
marchar con orden. En la entrada de la ciudad, se hizo al Li-
bertador dejar el caballo para montar en una carroza lindamente
aderezada, que voluntariamente ofreció el Señor Jacobo Idler,
ciudadano de los Estados Unidos, de que tiraban dos bizarros ca-
ballos cubiertos de hermosas mantas amarillas, conducidos por
el mismo Idler.
Pero, ah I desistir es indispensable I ¡ Infructuosa empresa
seria pretender reducir á expresión, lo que apenas puede caber
en la idea I Una imaginación de fuego, un idioma exclusivo del
placer, las plumas de las musas, la elocuencia de Demóstenes, el
lenguaje de Cicerón, serían insuficientes para formar solo un
ligero recuerdo de la expansión de los corazones, de la expresión
que los afectos daban á los semblantes, del retumbido de los
aplausos, cuando al fin, vivificando á Caracas como el sol á la na-
turaleza, se dejó ver en su triunfo Bolívab ; y aunque traía más
inmarcesibles y numerosos timbres que todos los campeones qne
hasta ahora coronó Marte y celebraron los clarines de la fama,
él venia, no con la pompa dispendiosa de Julio, ni con la sacri-
lega vanidad de Marcelo, sino con la sencillez republicana de nn
^ Quínelo, y la popularidad amable de un Valerio. Su magnifi-
cencia inimitable la constituye la profusión de los afectos de
. amor, consuelo y gratitud que encierran los pechos ; su pompa, la
L inmensidad y lucimiento del gentío ; su fausto, el eco de las
I
VIDA DE BOliVAB. 387
sinceras aclamaciones en que se exhalan los corazones ; su brillo,
la armonía de la opinión, y la dulce fraternidad, que en medio
de la confusión de sentimientos se distingue estrechando todo el*
concurso.
Así fué llevado el Libertador, con la lentitud que requería el
movimiento simultáneo de tan numeroso concurso. El carro
se veia obligado á pararse á cada instante, ínterin la multitud,
comprímiéndose hasta no poder respirar, abría una estrecha
senda para su paso. El sexo amable, ricamente adornado, cuyas
gracias seductoras aumentaba el fuego del alborozo general, desde
las ventanas y balcones arrojaba laureles, rosas y otras escogi-
das flores, á cuyo acto el héroe correspondía con corteses
demostraciones.
Con tan grande solemnidad se encaminaba el pueblo con su
ídolo al santuario metropolitano, á tributar al Ser Eterno el ho-
menage debido por beneficio tan singular. Caracas íntegra
quiso también entrar en el templo, y fué tal la compresión, que,
todos temieron ser sufocados : los pulpitos y hasta los pedestales
de los altares fueron ocupados por las gentes : las bóvedas del
edificio no cesaban de resonar con los aplausos de todo un pue-
blo ; y postrado ya el vencedor ante la ara de los sacrificios,
fueron todavía necesarios muchos esfuerzos para conseguir el
lugar necesario á los ministros del culto que debian entonar el
cántico de acción de gracias.
Concluido el solemne Te Deum, entre las mismas aclamacio-
nes fué conducido el Libertador á la espaciosa casa que de an-
temano le tenia preparada su familia, en la que brillaban el gusto
la riqueza y el primor. En las puertas de la sala, recibió al Liber-
tador una lucida comitiva: quince jóvenes ricamente adornadas
componian tres coros de cinco cada uno : la que presidia el 1^
llevaba el pabellón de Colombia y le seguian cuatro que simbo-
lizaban la consianoiaj el valor, el heroísmo y el denuedo : la que
dírígia el 2° llevaba el pabellón de la república del Perú acom
panada de la modestia, la probidady el desinterés y la maganimi-
dad: la 3' finalmente sostenia el estandarte de la república de
Bolívia y la hacian séquito X^kjusticioL, IsLpolüioa, la generosidad
y la gloria. Todas llevaban cestiUas de mimbres adornadas y
llenas de flores que esparcieron al aire regando el tránsito del
Libertador. Otras dos jóvenes se antepusieron á presentarle dos
888 TIDA DE BOLÍVAE.
coronas de laurel, ana por el triunfo obtenido sobre los tiranos
de la patria, j la otra por el que babia alcanzado contra la guerra
civil. El Libertador las recibió en sus roanos y tomando la pa-
labra en medio del numeroso concurso dejó oir su voz cuyo eco
conmovía y trasportaba los corazones americanos y dijo : Señores:
Dos coronas me presenta un ángel. Esta es él premio ddtriunjoy
denota poder. En Colombia ha triunfado d pueHb que es d
único soberano ; téngala pues el pueblo ; y la arrojó entre la
multitud. Esta.oira es de laureles, corresponde al Ejfrcüo U
bertador : todos habéis sido soldados del ejército : todos sois U-
bertadores. Esta corona es vuestra, y la arrojó también al pue-
blo, que llevaba su entusiasmo hasta la idolatría.— Concluida
esta arrenga, una orquesta de músicos siguió la festiva 7 bri-
llante comitiva hasta la segunda sala en que tomando sus puestos
en torno del Libertador, entonaron la canción siguiente :
Después de seis inTiemoB
De ausencia tan acerba,
I Qué males ha Bofrido
La triste Venezuela I
Y Caracas la ilustre
Bin otra delincuencia
Que ser todos sus higos
Alumnos de Minerva.
Por fin la Prr)yidencia
Oyó nuestros clamores.
Y del Perú á Carftcas
£1 gran Bolíyaryuéla.
Sabio, prudente y justo
Hará que no se pierda
Obra de tantos afios
Que su espada conserva.
Concluida, la sefiorita que llevaba el pabellón de Colombia
acompafiada de su coro le presentó el pendón de la república
dirigiéndole la siguiente alocución : " Este pabellón será el mo-
numento eterno del heroísmo, de la constancia, valor y denuedo
con que lo colocaste en el templo de la gloria. Colombia unida
por el fuerte anillo de tu nombre recibe nuevo ser con tu pre-
sencia."— Siguió del mismo modo la que traia el del Perú y con
serenidad le dijo : " Rompiste el cetro que labró Pizarro y des-
i
YTDX DE BOIÍYAB. 389
pedazaste el león de Castilla, arrojando la hidra de la discordia,
^n modestia te ensalza sobre las cumbres del Ghimborazo, j este
pendón tremola en el Perú bajo tu sombra/' — TTltimamente se
acercó al Libertador la señorita que conducia el de Bolivia y le
habló así : ^ Con el resplandeciente brillo de tus proezas has
eclipsado al padre de las luces que los Incas adoraron ; Bolivia
blasona tu nombre, 7 á tu espada y tu pluma le debe su libertad
y su dicha."
I»
A esto siguieron las demás jóvenes poniendo en manos del Li-
bertador sus respectivas banderas quien las ofreció separada-
mente á sus ilustres compañeros en la obra de la independencia
y libertad. Al general Páez, que lo habia acompañado en la car-
roza, dedicó el valor : al general Toro el desinterés : al Señor,
Mendoza, Intendente de Venezuela, célebre procer fundador de
Colombia, consagró Improbidad : á nuestra liberal auxiliadora
la Gran Bretaña, dedicó \2i política; y recordando las prendas
distintivas de su amada patria, de la magnánima Caracas, la
honró con la generosidad, etc., etc. Para sí solo se reservó el
el Libertador la bandera que simbolizaba aquella virtud, de cuya
absoluta posesión dio pruebas que han asombrado al mundo :
la Constancia.
Los ciudadanos, no contentos con haber satisfecho la vista,
ansiaban por estrechar en sus pechos á su idolatrado compa-
triota : así permaneció el Libertador el resto de la tarde reci-
biendo con admirable cortesanía y afabilidad las expresivas fe-
licitaciones y cordiales abrazos de todo el pueblo, que, esparcido
en las plazas y calles contiguas, entraba y salia en tropas de la
habitación del Libertador.
La ilustre Municipalidad que tenia dispuesto en la casa de la
corte de Justicia un magnífico ambigú, reunida en cuerpo y se-
guida de un gran número de ciudadanos convidados al intento,
fué á las siete de la noche á buscar al Libertador. No es posible
describir las efusiones de alegría que explicaba de nuevo el pue-
blo, viendo otra vez en la calle á Bolívar.
El espléndido ambigú ocupaba dos largas salas trasversales,
qne dieron lugar para una mesa en que se colocaron más de-
cuatrocientos ciudadanos, presididos por el Libertador.
El sábado 13 á las cinco de la tarde, dio la ilustre Municipa-
lidad al Libertador un magnífico convite de doscientos cubiertos,
^
390 VIDA DE BOLÍVAR.
á que concarrieron las aatoridades civiles, eclesiásticas y mili-
tares. Durante la primera mesa no cesó un armonioso concierto
que interpolaba entre el grato sonido de sns instrumentos enér-
gicas canciones á Bolívar. Á las siete de la noche se pasó á la
segunda mesa, igualmente exquisita y espléndida que la primera.
Ocupaba una hermosa sala vistosamente adornada de cortinas,
espejos, pinturas históricas y de las siguientes in8crip»cioDe3,
que se leían al rededor de la mesa :
mNGUNA pÁaiNA AiroNGió aij héroe dbl sur amébicjl
BOLÍVAR FUÓ SR XL CHDfBORAZO LAB PALMAS DB GLORIA qüB OOBTÓ
DEL ÁVILA.
VBNCER BN BL OAMPO PUEDB BBR FORTUHA : TERCER EL ERORESaESTO
DB LA VICTORIA B8 OBRA DEL VENCEDOR.
El Seflor Doctor José Cecilio Ávila, Rector de la Ilustre
universidad hizo la bellísima inscripción siguiente :
VIR
AMERICA PRECLARÜB
' YITIORUM Vni
VI VIRTÜTUM
ViCiT
BT
PATRUi DBOOB
VITAM, YIRE8, YIRTUTBS
VTHDIOAVrr.
En el festín la atención la ocuparon particularmente los ele-
gantes brindis que hubo en la mesa. El Libertador el primero
lo hizo á Colombia, manifestando las eminentes virtudes que en-
cerraba esta heroica república en sus magistrados y ciudadanos.
El General Páez brindó del modo siguiente :
*' Señores ; permítaseme expresar un sentimiento de orgul^^'
yo no puedo contenerlo en mi corazón ; porque es un noble or-
gullo. Señores : el Libertador ha colmado las medidas de ^
beneficios, de mi gloria y hasta la de su poder : ya no p°^^
darme más : me ha dado la espada con que ha libertado ^^
mundo.
" Si la de Federico, que no hizo más que defender su heren-
cia y usurpar la agena, pudo ser un presente inestimable para el
soberano de la Europa, ¿ qué diré yo al ver en mi poder la ^
YlDi. DE BOIÍYAB. 391
pada de terror para los tiranos, la espada redentora del género
humano ? Entre las dádivas de la tierra, ¿ ha habido nna, podrá
haber una de valor igual ? Bolívar mismo no puede darme más.
" Y ¿ qué uso haré yo de esta espada ? ¿ Cómo conservarle
sus laureles, sus glorias j su honor singular ? Ella centuplica
mis deberes : me pide fuerzas que solo Bolívar tiene. Ella me
confunde. 1 ¡I La espada redentora de los humanos 1 1 1....
" Pero ella en mis manos no será jamas sino la espada de Bo-
lívar : su voluntad la dirija : mi brazo la llevará. Antes pere-
ceré cien veces, y mi sangre toda será pérdida, que esta espada
salga de mi mano, ni atente jamas á derramar la sangre que
hasta ahora ha libertado. Conciudadanos : la espada de Bolí-
var está en mis manos : por vosotros y por él, iré con ella á la
eternidad.
^' Brindad conmigo por lo inviolable de este juramento."
La historia dirá si lo cumplió, y si fué agradecido con el Li-
bertador.
£1 14 dio el general Toro al Libertador un banquete en su
quinta á inmediaciones de esta ciudad.
Los Señores Feliciano y Estévan Palacio, tíos del Liberta-
dor, le obsequiaron sucesivamente con un lucido baile y excelente
ambigú. El Señor Juan de la Madriz dio también al Liberta-
dor un espléndido convite. El comercio de Caracas se distin-
guió con un brillantísimo baile y un opíparo y exquisito ambigú
de más de seiscientas personas, en que lucieron como nunca
las gracias atractivas de las jóvenes caraqueñas.
El treinta partió el Libertador para el puerto de la Guaira
que ansioso le aguardaba desde su llegada á la capital, y este
pueblo le hizo un recibimiento que no puede describirse en pocas
lineas.
A la vuelta del Libertador á esta ciudad, el coronel Florencio
Jiuzon, que para edificar á Colombia dejó en pos de la li-
bertad sus miembros sobre los campos de batalla, manifestó
también su afecto y gratitud al héroe creador de la república,
obsequiándole con un espléndido convite, y otros varios señores
hicieron lo mismo.
Tales fueron las cordiales manifestaciones que Caracas hizo
de los sublimes sentimientos que le inspiraba la presencia de
Bolívar ; y ciertamente, todavía quede mucho que expresar
892 VIDA, DE boiíyab.
á los corazones, porque cuando á la ausencia de na bien inesti-
timable, se añade el sufrimiento de penalidades que él solo
puede hacer cesar, entonces el amor y el deseo de su posesión
suben á un punto excedente á toda expresión. Nada menos debia
esperarse del patriotismo de Caracas ; del conocimiento que le
asistía de la gratitud debida á los servicios de Bolívar ; y de la
noble satisfacción que le causaba ser la cuna del hombre insigne
que tenia absorto al universo. Las naciones se han llenado de
orgullo por haber producido los príncipes que solo hizo céle-
bres la insensatez del mundo : sea un Alejandro, tirano de sos
propios 7 ágenos vasallos ; sea un César, criminal ambicioso,
- enemigo de su patria. Las generaciones que les siguieron, se
empeñaron en degradarse, deificándolos con el augusto título
de héroes, porque vencieron para humillar. ¿ No será, pues, jus-
tísimo que se envaneciera Caracas que dio á luz aquel escla-
recido ciudadano, que señalando la carrera del verdadero he-
roismo, borró para siempre de los anales de los siglos los nom-
bres ominosos de aquellos que con solo el titulo de sus espadas
constantemente usurpadoras osaron trepar hasta el pináculo de
la fama ? Sí : Bolívar trilló la senda de la inmortalidad, qoe
en los antiguos tiempos delinearon los Brutos j los Yalerios,
y en los modernos Tell y Washington. ¿Y qué gloria mayor
para el pueblo ilustre que le acompañó en su nobilísima em-
presa ? No son estas hipérboles dictadas por la adulación,
sino verdades patentes al mundo entero. La gloria de Caracas
consiste en que Bolívar fué singularmente original en la carrera
de la libertad y de la beneficencia. La historia de los tiempos
no ofrece modelo alguno de que pueda creerse copia el Liberta-
dor de Colombia y del Perú. En todos los pretendidos héroes
del hemisferio antiguo, la fortuna, ciega, sirvió al valor : el valor
y la fortuna á la depresión de los pueblos, á la elevación de
sus verdugos. En el verdadero héroe caraqueño, la fortana
justa premió el valor, la constancia y el ingenio ; pero la fortu-
na, el valor, la constancia y el ingenio, se consagraron á la li-
bertad de todas las r^iones del continente americano. Es pues,
fundada la gloria de Caracas : como es sin duda original el he-
roísmo de Bolívar.
CAPÍTULO Lm.
1827.
SmÁXDift ni COLOCA al FBBirra dbl partido db oposición — trabajos del libbbta-
TADOR RK CARACAS — RBKUNCIA LA PRBSIDBiraA DB COLOMBIA — INSüRRBCGION DI
BÜBTAMAHTB BN LIMA — INMORAL PROCBDBR DB SANTANDBB — JD8T0 DBSAQRADO DB
BOLÍTAR — BL eOBIBRKO PERUANO AGITA LOS DEPARTAMENTOS DEL SDR DE COLOMBIA
— EL LIBERTADOR MARCHA PARA BOOOTÍ. — ESCANDALOSA CONDUCTA DE SANTANDER —
BOLÍVAR SB BNCARGA DEL PODER BJBCUTITO — BU NOBILÍSIMA CONDUCTA BN BBXA.
OOTUNTUBA — ALTO AFBBCIO QUE MBREClÓ BN BL MUNDO.
FELIZ mil veces Bolívar si aquellos tan apacibles y serenos
dias de gloria que llevó en Oarácas, habiéran sido tam-
bien los últimos de su carrera I Al menos se habría evitado nue-
vas ingratitudes y mayores dolores : no habria recibido las gra*
ves ofensas qne le reservaban. Páez y Santander : no hubiera
visto destruida so obra más querida, ni maldecido su nombre
por los que tenian mayor obligación á sus mercedes I Corto
es el aliento que respira ya entre estas pomposas fiestas del
amor y del entusiasmo de Caracas y la tumba sombría de Santa
Harta ; pero bastante á recibir todavía menoscabos y ofensas. —
Y esto no porque Bolívar borrase las glorias de su juventud, ó
(898)
894 YIDA DE BOIÍYAB.
no Supiese coronar su vida con las yirtudes ; sino porqne labra-
ron poco sus beneficios en la estimación j el reconocimiento de
aquellos hombres, que impacientes de mandar sin ley y émulos
de la fortuna del grande héroe, rompieron los vínculos más es»
trechos 7 máa fuertes del respeto y la obediencia, é intentaron
contra él atrevimientos y novedades que entre congojas le con-
dujeron á la tumba.
Después que se alejó el Libertador de Bogotá, el partido de
oposición levantó erguidamente la cabeza ; el mismo Santander
censuraba las providencias de Bolívar y se manifestaba opuesto
á todos sus planes. Escribia en la Oaceta de Colombia artícu-
los furibundos contra el Libertador y pagaba de loa fondos
públicos El Conductor, periódico bi-semanal, que redactaba el
Doctor Vicente Azuero con su acostumbrada exaltación y acri-
monia. Era el objeto principal de este periódico combatir al
Libertador. — El término de la guerra en Venezuela agradó en
extremo á los constitucionales granadinos ; pero aquello de lla-
mar á Páez salvador de la patria y regalarle una espada ; aque-
llo de dejarle en el mando y dar algunos premios á los que le
habian acompañado en su criminal insurrección, les ofreció má^
gen para censuras vehementes, por decir de ellas lo menos.
Mientras que Santander y su círculo difamaban cruelmente á
Bolívar, se ocupaba este con asiduidad en el despacho de los
negocios más urgentes de la administración de los cuatro depar-
tamentos que tenia bajo su inmediata dependencia. Aseguró la
tranquilidad de los pueblos é hizo que recuperaran las leyes su
imperio y la autoridad el respeto que le es debido ; examinó y
mejoró el estado de las rentas públicas, que estaban en deplo-
rable situación ; y la Universidad de Caracas, el Seminario
conciliar, los hospitales, los fondos de manumisión para dar li-
bertad á los esclavos, y otros muchos ramos del servicio público
recibieron entonces mejoras importantes. *
El 2 de Enero era el dia deisignado por la Constitución
para abrir sus sesiones ordinarias el Congreso de Colombia.
* Es de notar que Bolívar, aun en las épocas calamitosas de la guerra, jamas
perdía de vista la instmccion de la jurentud. Formarse poede un extenso catá-
logo de los actos con que desde el principio de su carrera pública marcó sn pre-
dilección á ese importante objeto del legislador filantrópico, ya en su patria, ya
en la tierra extrangera que Ubertaron sus armas. (Bet, d$ la Sist. de VenmieU,)
VIDA DE BOLÍTAB. 395
Creyó Bolívar que en efecto habría podido rennirse ese dia ti
otro de los iomediatoSj y el 6 de Febrero le dirijió su renim-
cia de la presidencia, concebida en términos más fuertes y ex-
presivos que los anteriores. — ^He aquí in extenso tan precioso
docnmento que procuró á su autor los mayores elogios, tanto
en las repúblicas americanas como entre los liberales cultos
de la Europa.
Cuartel general Libertador en Caracas, Febrero 6 de 1827, 17.
A. 8. B. EL PBBSIDBNTB DB LA HOKOBABLB cImABA DBL SENADO.
ExcHO. Sr. :
En ninguna circunstancia era tan necesaria á la Kepública la augusta
autoridad del Congreso, como en esta época en que los disturbios internos
han dividido los ánimos y aun conmovido toda la nadon.
Llamado por Y. E. para prestar el juramento de estilo como Presidente
de la Bepública, vine á la capital, de donde me fué prodso salir pronta-
mente para esios departamentos de la antigua Venezuela.
Desde Bogotá hasta esta ciudad he dado decretos tan importantes que
me atreveré á llamar de instante urgencia. Y. E. se servirá reclamar la
atención del Congreso sobre ellos y de encarecerle de mi parte, que los
considere en su sabiduría. Si me he excedido de mis atribuciones, es
mia la culpa ; pero yo consagro gustoso hasta mi inocencia á la salvación
de la patria. Este sacrificio me fiútaba; y me glorío de no haberlo
ahorrado.
Cuando supe en él Perú, por aviso oficial, el nombramiento de Presi-
Bidente de la Bepública que el pueblo habia hecho en mí, respondí al
poder ejecutivo denegándome á aceptar la primera magistratura de la
nación. Catorce afios ha que soy €^e supremo y Presidente de la Be-
pública ; los peligros me forzaban á llenar este deber ; no existen ya, y
puedo retirarme á gozar de la vida privada.
To ruego al Congreso que recorra la situación de Colombia, de la Amé-
rica y del mundo entero : todo nos lisonjea. Ko hay un espafiol en el
continente americano. La pae doméstica reiua en Colombia desde él pri-
mer dia de este afio. Muchas naciones poderosas reconocen nuestra exis-
tencia política, y algunas son nuestras amigas. Una gran porción de los
Estados americanos están confederados con Colombia, y la Gran Bretafia
amenaza á la Eepafia. ¡ Qué más esperanzas ! Solo el arcano del tiempo
puede contener la inmensidad de los bienes que la Providencia nos ha
preparado : ella sola es nuestra custodia. En cuanto á mí, las sospechas
de una usurpación tiránica rodean mi cabeza y turban los corazones co-
lombianos. Los republicanos celosos no saben considerarme sin un se-
creto espanto, por que la historia les dice que todos mis semejantes han
sido ambiciosos. En vano el ejemplo de Washington quiere defenderme;
396 VIDA DB BOIÍTAB.
7 en Terdad, una 6 macbaB ezoepcioneB no pueden nada oontm toda li
yida del mundo oprimido siempre por los poderosos.
Yo gimo, entre las agonías de mis conciudadanos y los &Ilos que me
esperan en la posteridad. To mismo no me siento inocente de ambidon:
por lo mismo me quiero arrancar de las garras de esta íttria para libnr i
mis conciudadanos de inquietudes y para asegurar deqpues de mi moeite
una memoria que merezca bien de la libertad. Con tales sentimientos lemm-
do una y mü millones de yeces la presidencia de la República. El Con-
greso y el pueblo deben yer esta renuncia como irreyocable. Nada será
capaz de obligarme á continuar en el seryicio público después de haber
empleado en él una yida entera. Y ya que él triunfo de la libertad bi
puesto á todos en uso de tan sublime derecho, ¿ solo yo estaré piiyado de
esta prerogatiya? Ko : el Ck>ngreso y el pueblo colombiano son Justos;
no querrán inmolarme & la ignominia de la de$ereum. Pocos dias me
restan ya ; más de dos tercios de mi yida han pasado : que se me peraúta,
pues, esperar una muerto oscura en él silencio del hogar iMtemo. Hl
espada y mi corazón siempre serán sin embargo de Colombia ; y mis él-
timos suspiros pedirán al Cielo su felicidad.
Yo imploro del Congreso y del pueblo la gracia de simple ciudadano.
Dios guarde á Y. E., Ezcmo. 8r.
SiK oír Boiítab.
Estos sentimientos tan sinceros j republicanos que debieran
haber desarmado el encono de los enemigos políticos del Libe^
tador, lo encendieron más ; y continuó Santander su oposicioDt
como gefe, y continuaron, á su sombra, Azuero y el Doctor Fran-
cisco Soto con otros muchos sus severos ataques, que debian dar
por resultado la desmoralización del pueblo y la muerte de Co-
lombia. Inculcaban los granadinos la necesidad de que la Nuera
Granada se desuniese de Venezuela y del Ecuador ; envolviendo
este proyecto la separación consiguiente de BoKvar del mando,
como venezolano. — ^Páez y su círculo querían también se desuniese
Venezuela de la Nueva Granada y del Ecuador ; envolviendo
este plan la incógnita de no ser mandados por un granadino,
como Santander, que era quien habia mandado en Colombia, 7
el que mandaría en lo sucesivo, vista la repugnancia del Liber-
tador á ejercer la autoridad civil. — ^De este modo, pues, y por
diversos impulsos, vinieron á coincidir los más acérrimos enemi-
gos, en el mismo punto, debiendo ser la víctima el Padre de la
patria. — ^Veía el Libertador con sorpresa los odiosos ultnyes de
Santander ; mas nada contestaba. — Escribiendo al Coronel José
Félix Blanco le decia :— He leido las cartas y copias de la
YIBA DE BOLÍTAK. 897
^ correspo'kidencia entre Yd, 7 el General Santander. Agra-
" dezco infinito el interés con qtte Yd. ha combatido por mi
^ opinión ; y en cnanto á las respuestas de Santander, nada
^ diré. El mundo nos conoce. Á mí me ínera mny fácil es-
" críbir otras tantas gacetas en mi elogio y en desprecio de
" otro ; pero no es esta mi ocupación. La patria y el bien me
" quitan el tiempo que el Seflor Santander invierto en desfogar
** pasiones muy agenas de un magistrado." — El alma grande y
noble de Bolívar se desdeñaba de ocuparse en escribir artículos
de periódicos y sostener esa polémica en la que entran por fuerza
los sofismas, las reticencias, los insultos, los engaños Él
habia nacido para libertar un mundo ; no para descender á riña
de vituperios con Santander.
Cuando más ocupado se hallaba el Libertador en el arreglo
de las cosas de Yenezuela, recibió noticias poco favorables del
Perú y de Bogotá.
Enterémonos de lo que acaeció en aquellos lugares.
Capitaneada por un militar granadino cuyo nombre era Bus-
tamante,se sublevó, á fines de Enero, en Lima, la tercera división
colombiana auxiliar en el Pera, habiendo preso á sus generales,
gefes y oficiales, y enviádolos luego al Callao, donde estuvieron
encerrados en estrechos y oscuros calabozos mientras se les em-
barcaba para^ Buenaventura, puerto de Colombia. — Fué el pre-
texto para tan grave escándalo la constitución colombiana, de
la cual, Bustamante y su pandilla se decian fieles adoradores, in
crepando á Lara, á Sándes, Paredes, Luque, etc., ser partidarios
de la dictadura y que gustaban de los violentos é injustos ata-
ques que se hacia á la ley fundamental. — Desde el instante en que
el orden público dejó de ser sostenido por la tercera división co-
lombiana, la cual era sin duda un muro contra los desórdenes y
las ambiciones anárquicas, los conspiradores peruanos conmo-
vieron á Lima y lograron el triunfo de su revolución contra el
orden de cosas que existia y que el Libertador habia planteado
allí.
Llegaron á Bogotá las noticias de los sucesos de Lima, y en el
momento, el partido exaltado y enemigo de Bolívar, á cuya cabe-
za estaba siempre Santander, prorumpió en la más loca alegría.
Hubo repiques de campanas, alborotos, músicas y algazaras ; y
j quién lo creyera 1 el Yiceoresidente mismo recorrió, con la mu-
398 TIDA DE BOIÍYAB.
chedumbre, la callo principal nombrada del Comercio. lAccion
indigna del alto puesto que ocupaba y de la circuhRpeccion qué
este exigía ! Emanaba aquel júbilo extremado de las esperan-
zas que concibieron los enemigos de Bolívar, de que, habiendo
perdido este una de las basas de su poder, podrían derrocarle al
fin y herirle con las bayonetas del mismo ejército con que habia
dado libertad á los pueblos, i Qué infame y vil propósito I
De todo tuvo noticia el Libertador en Caracas. Levó las no-
tas oficiales sobre las novedades ocurridas en Lima sin altera-
ción alguna, y al concluir dijo solamente : — " Colombia ha per
" dido una división de tropas ; pero la república peruana volverá
" á sumirse en la anarquía de que la sacaron mis esfuerzos y los
** del ejército colombiano." — Mas después, cuando snpo las in-
sensatas alegrías de Bogotá y la aprobación explícita que San-
tander habia dado á la conducta criminal de Bustamante, excla-
mó : — "Anonadado de vergüenza no sé en qué haya de parar más
** la consideración, si en el crimen del levantado 6 en la meditada
" aprobación que le ha dado el gobierno de Bogotá. { Qué asom-
" bro 1 I Cómo ha podido Santander dejarse arrastrar á tal ex-
'' ceso de pasión I | Santificar la violación de la disciplina mi-
litar I "
A esta sazón, y como uno de los primordiales puntos del pro-
grama revolucionario que se cumplia, sudaban (as prensas de
Lima publicando escritos virulentos contra los Colombianos, y
sobre todo, contra Bolívar, en cuya obra se distinguían Vidaurre
y D. José María Pando (este habia sido ministro y consejero
íntimo del Libertador 11 ); y los hombres de la revolueion conci-
bieron retribuir los buenos servicios que debian á Colombia, des-
membrándola, ó por lo menos, revolucionando sus departamentos
merídionales. — Acordaron que Bustamante se moviese con sus
tropas trasladándose á Guayaquil, y que allí diese un golpe
por el cual quedara aquel departamento agregado al Pera. Con-
Bustamante venia D. Luis López Méndez, antiguo ministro de
Venezuela en Londres, quien, después de haber recibido dd Li-
bertador muchas atenciones y aun dinero, se habia convertido
de improviso y sin motivo en uno de sus más fogosos detracta»
res. — Parece que este Señor López Méndez estaba designado
para Jefe superior de los tres Departamentos del Sur que revo-
lucionara Bustamante, cuya obra se creía fácil y supura ; y aun-
YIDA DE BOIÍYAB. 399
que medio loco aquel personage, era harto aparente para la em-
presa agena de cordura.
El gobierno peruano se allanó á franquear trasportes para
conducir á su bordo las tropas de Bustamante que debian apo-
derarse de los departamentos del sur de Colombia, cuyas tropas
(es la ocasión de decirlo) venian engañadas por los oficiales, pues
solo se les habia dicho que regresaban á su patria llamadas por
el Libertador.
Guando la expedición tenia diez dias de haber salido del Pe-
rú, llegaron á Guayaquil el Coronel Luis Urdaneta y el Capitán
Urbina, con la noticia del próximo arribo de la tercera división
y de las miras traidoras que sus gefes abrigaban. Inmediata-
mente el Coronel Tomas C. Mosquera, Intendente de Guayaquil,
el Qefe superior del Sur General José Gabriel Pérez, y los ge-
nerales Valdes, Héres, Paz Castillo, Plores, lUíngrot y muchos
oficiales se pusieron en movimiento para resistir la invasión y
castigar la alevosía.
En los primeros dias de Abril desembarcó, en efecto, en Man-
ta, una parte de la expedición, á cuya cabeza venia el Coronel
Elizalde ; y la otra parte, que dirijia Bustamante, tomó tierra
en Paita para penetrar por Loja á la provincia de Cuenca. Los
gefes todos declamaban contra el Libertador, llamándole tirano;
decian que venian á restablecer el imperio de la ley, destruido
por Bolívar ; que no obedecerían más órdenes que las de San-
tander, y que no desistirían de sus proyectos hasta que Bolívar
(como le llamaban con aire de insolente confianza) no se presen-
tase ante el Congreso, como simple ciudadano, á rendir cuenta
de su atroz conducta en el Perú. — ^Tan descabellados propósitos,
que más bien parecían delirios de imaginación enferma, no era
de suponer que tuviesen partidarios..... y sin embargo, los tuvie-
ron II Que no hay error» absurdo, y quisiera decir ni crimen que
no tenga, para mengua de la humanidad, sus apóstoles y defen-
sores.— El Coronel Miguel Delgado, que ejercía mando en Ma-
nabí conferido por Santander, se unió á los facciosos ; dio pro-
clamas incendiarias, y se preparó á marchar con sus compafie-
roe á ocupar de viva fuerza á Guayaquil. El Coronel Anto-
nio Elizalde, Jefe de estado mayor de esta .plaza, y hermano
del que desembarcó en Manta : Rafael Merino, segundo Co-
mandante del batallón ' Guayas,'' y el General Jesús Barrete
400 TIDÁ DE BOIÍYAB.
ganai*on la tropa y se pusieron al frente de la revolncica,
que estalló por fin en Guayaquil á las dos de la mañana del
día 16 de Abril. — Cedió este movimiento en favor del Ma-
riscal D. José La Mar, quien fué elegido Jefe civil y militar y
el cual tuvo la poca delicadeza de aceptar, siendo así qoe
todo aquello era una trama contra el Libertador, al que d§
bia grandes honores y distinciones. — La Mar manifestaba en
todas coyunturas la envidia que desgarraba so corazón por
la decidida superioridad y gloria que Bolívar habia adquirido
en el Perú. Á poco fué elegido Presidente de esta Repú-
blica, dcgó el mando de Guayaquil y se embarcó para el Ca-
llao ( 24 de Julio), i Acontecimiento infausto para Colombia,
porque La Mar no oía otra voz que la de sus pasiones, y
trataría de ofender á Bolívar y á los colombianos, como en
efecto así lo hizo I
Recibió el Libertador en Caracas la nueva de los trastornos
de Guayaquil y de los intentos de los gefes que se hablan alzado
con el mando de la tercera división, y no pudo menos que lle-
narse de cólera á la vista de. tanta ruindad y de tanta traición.
Así, á pesar de que en Febrero habia mandado al Congreso su
renuncia, y se excusaba después de ir á Bogotá a encargarse
del poder ejecutivo ; ahora, variadas las circunstancias, se deci-
dió a marchar para la capital de la Bepiiblica á oponerse con
todo empeño á la desmembración de Colombia y al escarnio de
las leyes. — ^En una proclama anunció á los colombianos su euét-
gica resolución. Decíales :
Colombianos ! Vuestros enemigos amenazan la destrucción de Colom-
bia. Mi deber es salvarla. Catorce afios ha que estoy á vuestra cabe»
por la voluntad casi unánime del pueblo. En todos loa periodos de glo-
ria y prosperidad para la República he renunciado el mando supremo
con la más pura sinceridad ; nada he deseado tanto como desprendenane
de la fuerza pública, instrumento de la tiranía^ que ábonesco más que á
la misma ignominia. Pero ¿ deberé yo abandonaros en la hora del peli-
gro ? i Será esta la conducta de un soldado y de un ciudadano ? No,
Colombianos 1 Estoy resuelto á arrostrarlo todo, porque la anarquía no
reemplace á la libertad y la rebeldía á la constitución. Como ciudadano,
Libertador y Presidente, mi deber me impone la gloriosa necesidad de
sacrificarme por vosotros. Marcho, pues, hasta los confines meridionales
de la República, á exponer mi vida y mi gloría por Hbraroe de loe pérfi-
dos, que después de haber hoUndo sus deberos más aagmdoa, han enar-
VIDA DE BOliVAB. 401
bolado él estandarte de la traición para inyadir los departamentos mái
leales y m&s dignos de nuestra protección.
Colombianos I La yolnntad nacional está oprimida por los nueyos pre-
torianoSf que se han encargado de dictar la ley al soberano que debieran
obedecer. EUos se han arrogado el derecho sagrado de la nadon ; ellos
han violado todos los principios ; en fin, las tropas que fueron colombia-
nas, auxiliares al Perú, han yuelto á su patria á establecer un gobierno
nueyo y extraño, sobre los despojos de la República que ultrajan con ma-
yor baldón que nuestros opresores.
Colombianos I Yo apelo & yuostra gloria y á yuestro patriotismo : reu-
nios en tomo del pabellón nacional, que ha marchado en triunfo desde
las bocas del Orinoco hasta las cimas del Potosí : queredlo, y la nadon
salyará su libertad y pondrá en plena independenda su yoluntad para
decidir sobre sus destinos.
La Gran Gonyendon es el grito de Colombia, es su mfis urgente nece-
sidad. El Congreso la conyocará sin duda, y en sus manos depondré el
bastón y la espada que la República me ha dado, ya como Presidente
constitucional, ya como autoridad suprema extraordinaria que el pueblo
me ha constituido. Yo no bmiaré las esperanzas de la patria. Libertad,
gloría y leyes habéis obtenido contra nuestros antiguos enemigos ; liber-
tad, gloria y leyes conservaremos á despecho de la monstruosa anarquía.
Cuartel general en Caracas, á 19 de Junio de 1827, 17.
Stmoh BoLÍyAB.
m
Como el Libertador no dejaba nunca al tiempo ni á sns con-
tingencias el cumplimiento de lo que él estimaba como un de-
ber, dispuso activamente los medios de someter por la fuerza á
los sediciosos que perturbaban el sosiego en Guayaquil y los
departamentos del Sur, y se preparó á emprender su viaje á
Bogotá, el cual tuvo lugar el 5 de Julio, dia en que se embarcó
en la Guayra para Cartagena. — Próximo á partir, el Libertador
86 despidió de sus amigos y hermanos de Caracas, que no de-
bían verle más sino en reliquias, diciéndoles :
No penséis que me aparto de vosotros con miras ambiciosas. Yo no
voy á otros departamentos de la República por aumentar la extensión de:
mi mando, sino por impedir que la guerra civil que los destruye se ex-
tienda hasta vosotros. Tampoco quiero la presidencia de Colombia, tan^
envidiada por otros colombianos. Yo os prometo que luego que la Gran
Convención sea conyocada y ejerza su benéfico dominio sobre vuestra feli--
cidad. me veréis siempre en el suelo de mis padres, de mis hermanos, de
mis amigos, ayudándoos á aliviar las calamidades públicas, que hemos
BoMdo con la guerra y la revolución.
Caiaqnefios I Nacido ciudadano de Caracas, mi mayor ambición será.
26
402 VIDA DE BOLÍVAB,
conseirar este precioso título : tma tida privada entre Tosotros Bei& ni
delicia, mi gloria y la yenganza que eapero tomar de mis enemigos.
Cuartel general Libertador en Caracas, á 4 de Julio de 1827, 17.
Sdcoh BoiivAB.
El Libertador hizo viage en la fragata inglesa Druida, acom-
pañándole en el tránsito Sir A. Cockbum, Enviado extraordi-
nario y Ministro plenipotenciario, que Labia venido á Caracas á
presentar en nombre del gobierno de S. M. B. sus respetuosos
homenages al gran campeón americano. Al cabo de cuatro dias
arribó á Cartagena (9 de Julio), donde el entusiasmo j las gran-
des demostraciones de jubilo con que allí fué recibido, exee
den á toda ponderación. El Libertador mismo, admirado y agra-
decido á tanto amor, lo correspondió confesándolo primero y
dando luego á Cartagena el título de " redentora." "Vuestra
" .benevolencia, dijo á los cartageneros, se ha excedido en de-
" mostraciones del más puro amor para conmigo. Yo no espe-
" raba tanto, por que no me debéis nada ; cuando, por el <con-
" trario, os debo todo. Si Caracas me dio vida, vosotros me
" disteis gloria. Con vosotros empecé la libertad de Colombia.
" El valor de Cartagena y Mompox me abrió la puerta de Ve-
" nezuela el año 12. Estos motivos de gratitud eran suficien-
" tes para que yo os profesara la predilección más justa. Pero,
" ahora mismo, habéis querido añadir nuevos lazos á mi grata
" amistad. En esta época de maldición y de crímenes, vuestra
" lealtad ha servido de baluarte contra los traidores que amena-
'* zaban cubrir á Colombia de ignominia.
" Vuestra fuerte ciudad ha salvado la patria : vosotros sois
" sus libertadores. — Algún dia Colombia os dirá: Salve, Car-
" TAGENA REDENTORA I "
De Cartagena partió el Libertador para Bogotá, por Ocaña.—
«Cuando se supo en la capital la marcha del Libertador, y las
Tlropas que traía (para someter á los amotinados de Guayaquil),
r«l General Santander dio el grito de alarma que repitió su par-
tido entero. — " Creyóse ó aparentóse creer, que Bolívar raovia
•todas aquellas fuerzas para destruir las libertades públicas y
oprimir á los patriotas que las habian sostenido denodadamente.
íEn consecuencia el Vicepresidente pasó al Congreso mensajes
acalorados en los que hablaba de los supuestos proyectos del Li*
Lbertadoc Sobre el mismo tono se declamó largamente en el
VIDA DE BOLÍVAB. 403
Senado por el partido de oposición á Bolívar, á cuya cabeza es-
taba el Doctor Soto ; mas no se adoptó resolución alguna defi-
nitiva.
" En estas circunstancias el Doctor Vicente Azuero vino á au-
mentar el incendio de las pasiones, añadiendo nuevos combus-
tibles (Julio 18). Este publicó en El Conductor un artículo en
que proponía como la única medida conveniente á la felicidad
de la Nueva Granada, que esta declarase roto el pacto funda-
mental de unión con Venezuela ; que estaban absolutamente
separadas y en estado de organizarse como les pareciera mejor ;
que los departamentos del centro conservaran el nombre de Co-
lombia y continuaran regidos por la misma constitución y leyes
que se refornlarían opertunamente ; que la Nueva Granada re-
conociera y se obligara á pagar por sí sola toda la deuda exte-
rior en caso de que las otras dos secciones no quisieran satisfa-
cer lo que les correspondiera ; en fin, que de la deuda interior
reconocería lo que se debiese á los habitantes de su territorio.
Después de estas disposiciones capitales hablaba de las facultades
extraordinarias de que se investiría el gobierno granadino, sin
olvidar que debían ser privados de sus empleos, presos y expul-
sados todos los individuos sospechosos que fueran desafectos á la
libertad ó á este nuevo orden de cosas. — Tal proyecto, que se
pretendía apoyar en que los cuatro departamjentos de Venezuela
estaban ya de hecho separados de los del centro y en que era
preciso asegurar las libertades públicas, se iniciaba dando facul-
tades extraordinarias que tanto se criticaban ejercidas por el
Libertador, y desterrando y persiguiendo, lo que este no hacía.
Semejantes alegaciones solo eran pretextos para ocultar el ver-
dadero designio de aquel partido : " alejar al Libertador del
gobierno de la República, aun proclamando la revolución.
" Poco faltó para que estallara una en Bogotá (Julio 21) con el
objeto de realizar el plan que proponía Azuero. Santander
estaba en el secreto de la conspiración ; pero felizmente para su
honor y para el de la República, confió al Secretario de la
guerra el secreto de que había determinado renunciar la vice-
presidencia, y ponerse á la cabeza de la revolución, para inde-
pendizar á los departamentos del centro, de los del sur y norte
de Colombia : añadiendo que estaba ya de acuerdo con más de
veinte gefes militares. El General Soublette le disuadió de que
404 VIDA DE BOLÍTAB.
diera un paso que le s^a tan degradante, y por fortuna aban-
donó Santander aquel proyecto, dictando eficaces providencias
para impedir la revolución. — ^Privados de su apoyo tuvieron que
ceder Azuero y los demás exaltados liberales, que no hallaron
en Bogotá ni en las provincias la cooperación y las fuerzas snfi-
cientes para oponerse al influjo y á las tropas que sostenían al
Libertador.
" A pesar de que el mismo Soublette y los demás secretarios
del gobierno de Colombia aconsejaban de continuo la calma y
la moderación al Yicepresidente Santander, no podian cons^ir
libertarle de que diera algunos pasos falsos. Los Doctores
Azuero y Soto, que formaban su consejo privado, tenian mncho
ascendiente sobre él, y le arrastraban en sentido contrario. De
aquí esa oposición decidida á que se convocara la Convención,
sin embargo de que ya era un grito nacional el que la pedia, y
el decir que prefería la guerra civil á que se convocara : de
aquí esas vociferaciones de Santander, quien decia públicamente
que le sería muy ^il oponerse y vencer en la guerra al General
Bolívar, y que esta debia declarársele para conservar las liber
tades públicas ; de aquí el haber repetido varías veces, que si
aquellas perecían hubiera preferido que permaneciéramos unidos
á la España ; de aquí el decir que entre Morillo y Bolívar que-
ría más bien que el primero volviera á entrar en Bogotá, porque
el segundo derramaría igualmente la sangre de los mejores pa-
triotas ó entre estos él se consiberaba en un ríesgo inminente.
Lo más admirable es, que proposiciones tan escandalosas las pro-
palaba delante de su consejo, de algunas diputaciones del Con-
greso y de otras varias personas. — Estaba privado de la cordura
y circunspección qne demandaba su alta posición social. — ^Dejá-
base arrastrar por los raptos de sus pasiones y de su genio
brusco que nada respetaba cuando perdía la paciencia ; y por des-
gracia, esto le sucedía frecuentemente. En aquellos días el Con-
greso era también objeto de sus declamaciones. Le tachaba de
débil porque no acusaba y destituía al Libertador presidente,
declarando todos sus procedimientos ilegales.
Todos los odios se concentraron para atacar al Libertador
después de su arríbo á Cartagena y de la contestación que dió
al presidente del Senado y al ejecutivo, de que obediente á la
voluntad nacional, se ponía en camino para Bogotá. Oomo al
yn>A DB BoiAvAA. 405
mismo tiempo se dirijían algunos caerpod de tropas hacia la ca-
pital, tanto del departamento del Magdalena, como de la parte
de Cuenta, Santander y los de sa partido hicieron todos los es-
fnerzos imaginables á fin de impedir aquella marcha. El Vice-
presidente manifestó al Libertador que no habia con que sostener
más tropas en lo interior, porque las rentas públicas estaban
agotadas, y en cuatro meses no se hablan pagado los sueldos de
los empleados ; anadia que fuera de esto, eran innecesarias dichas
tropas por haber cesado los temores que inspiraba la tercera
división ; que el General Obando habia sido reconocido como
gefe de ella y restablecídose el orden constitucional en Guaya-
quil. Empero teniendo el Libertador noticias más recientes y
fidedignas de aquella ciudad, manifestó á Santander su equivo-
cación, y que el departamento de Guayaquil regido por un
general extrangero no daba la menor garantía de orden ; así,
que eran necesarias las fuerzas que le acompañaban para disolver
los cuerpos de la tercera división y cubrir las fronteras meridio-
nales de la República — ^ cuanto lo exige el aspecto poco amis-
toso que presenta ahora el Perú, y las siniestras miras con que
86 ha dicho que su gobierno restituyó á Colombia las tropas
auxiliares." — ^En virtud de tales fundamentos el Libertador se
denegó á dar órdenes para contramarchar los cuerpos que habia
diryido á los departamentos del centro.
" Dichos cuerpos se hallaban sujetos á la autoridad inmediata
del Ejecutivo de Colombia, que no estaba á cargo del Libertador,
y por eso el Vicepresidente creyó que este le hacia un mani-
fiesto agravio introduciendo tropas en su territorio. Sus quejas
se aumentaron con justicia cuando supo que el General ürdaneta
traía instrucciones de avanzar hasta Chocontá en el departa-
mento de Cundinamarca, y de no obedecer otras órdenes que las
comunicadas por la secretaría general.
'' Estos procedimientos del Libertador dieron ansa al Vicepre-
Bidente para hacer un grande alboroto ; él publicó artículos
fuertes en la Gaceta del Gobierno, denunciándolos á los pueblos
como notorias infracciones de la constitución ; él dirijió al Con-
greso enérgicas protestas contra todo acto de Bolívar en calidad
de Presidente de la República antes de prestar el juramento
constitucional ; él, en fin, no omitió medio alguno para concitar
enemigos al Libertador, diciendo que pretendía establecer una
406 YIDA DE BOLÍYAB.
verdadera tiranía sobre la ruina de la constitución 7 de las
leyes que regian. Observaba, 7 lo mi.ipo todos sus partidarios,
haber dicho el Libertador que se ponia en marcha para la capi-
tal, sin añadir que haría el juramento ; infiriendo de aquí, 7 aun
algunos de los amigos de Bolívar llegaron á temerlo, que el re-
greso de este sería parecido al de Bonaparte cuando volvió de
Egipto, 7 que aboliría la constitución de Colombia, persiguiendo
á los que la hubiesen defendido.
" Mas, á pesar de tantos esfuerzos del partido exaltado para
concitar la opinión pública contra el Libertador, 6 impedirle que
entrara á ejercer el mando supremo, todas sus esperanzas fueroD
ilusorias. Persuadiéronse al fin, que no tenian medio alguno
eficaz para contrarestar el grande influjo de Bolívar 7 las fue^
zas respetables que marchaban hacia la capital. Yióse entonces
la prudencia con que el Libertador, aun oponiéndose á las leyes
existentes, habia dispuesto la marcha de tropas á los departa-
mentos del centro. Sin esta medida hubiera estallado una re-
volución para impedirle que mandara por más tiempo la Repú-
blica ; revolución 7 guerra civil á cu7a cabeza hubieran estado
Santander 7 sus consejeros íntimos.
" Aquel, instigado por su potente rabia 7 por su odio contra
el Libertador, protestó (Agosto 24) en un mensaje dirijido al
Congreso, que estaba en la firme resolución de resistir la en-
trega del mando, mientras Bolívar no prestara el juramento
debido. Convocó también al consejo de gobierno con el fin de
consultarle dos pro7ectos que meditaba. Era el primero, que
no teniendo el Ejecutivo fuerzas con que oponerse á las que traía
el Presidente, se disolviera, declarándolo así por un acta 7 una
protesta. Los miembros del consejo de gobierno, que eran ami-
gos del Libertador, que no se dejaban arrastrar por pasiones
del momento, 7 que solo querían el bien 7 la coifsolidacion de
la República, se opusieron unánimamente á ideas tan subversi-
vas del orden 7 de la tranquilidad. En segundo lugar quiso el
General Santander que se dirijiera una circular á los ministros
extranjeros, protestando contra los actos líbales de Bolívar.
También se opuso el consejo á esta medida irregular que á nada
conduela, 7 por la que se pretendia conceder á las naciones ex-
trangeras una intervención indebida.
Viendo Santander que ninguno de sus pro7ectos encontraba
YIDA PE BOIÍTAB. 407
Apoyo, se quejó amargamente de la apatía de sus secretarios,
para defender, según decia, las libertades : díjoles estar conve-
nido con doce gefes militares en que, si resultaba cierto que el
sur de la República se hubiese decidido por el sistema federa-
tivo, 7 por una separación del centro y del norte, se iría allá
con todos los que determinaran seguirle, para hacer la guerra
al Libertador : repitió entonces por la centésima vez, que la
deseaba ardientemente, pues le aborrecía de muerte, y que allí
le opondrían las barreras formidables del Juanambú. — Los se-
cretarios le improbaron todos estos proyectos, que manifestaban
tan poca circunspección y cordura : al mismo tiempo aconsejaron
á Santander que si no creía segura su persona de la venganza
de Bolívar, debia renunciar nuevamente la vicepresidencia 6 irse
á viajar fuera de Colombia, mientras pasaba la tempestad ; con-
sejo que no siguió, pues dijo que se le presentaban graves incon-
venientes
£n medio de aquel encono sin ejemplo y del delirio en que vi-
vian los santanderistas, algunos fieles amigos de Bolívar salieron
á encontrarle y calmarle en la justa irritación que debia sentir.
El Libertador tuvo gran placer en ver á los Señores Josó Igna-
cio París, al General Soublette, (ministro que era de guerra) y
á los Coroneles Mosquera y Pedro Alcántara Herran.^ Desde
el Socorro hizo volver á Herran á Bogotá, y los otros siguieron
* Ck>mo 68 esta la primera vez que el nombre do Herran, Be encuentra en mi
relación, daré de este personage las ñutidas que de su vida pública be podido
proporcionarme.
£1 que es hoy General Pedro Alcántara Herran nació en Bogotá en 1800 y re-
cibió sus primeras luces en el colegio de San Bartolomé de aquella ciudad. — En
1815 se separó del colegio y pasó á serrir en la guardia de honor del gobierno
general de las Proyincias Unidas de la Nueva Granada. En la retirada que hizo
el Presidente Don José Fernández Madrid de Bogotá á Popayan,el alférez Herran
le acompañaba; se incorporó á las columnas de caballería qne mandaba el Coro-
nel Antonio Obando, y marchó contra los enemigos. Herran fué hecho prisio-
nero y conducido á Bogotá, quedó comprendido en el indulto que publicó Mo-
rillo el 14 de Octubre 1816 y se le destinó á servir como soMado entre los espa-
ñoles. Su buen comportamiento le granjeó la estimación de los gefes y le pro-
curó ascensos. En 1819 Calzada lo ascendió á Teniente. AJgunos amigos de su
inlancia afiliados entre los rangos patriotas, le estimulaban á pasarse ; pero Her-
ran les contestaba:'— "No puedo cometer una traición. Ustedes mismos no apro-
" barian mi deslealtad Mientras no pueda unirme á los mios de un modo hon-
"roso, no abandonaré á mis compañeros actuales." Pero Herran siempre
prestaba servicios á los patriotas y jamas su nombre se vio unido al de los ase-
408 TIDA DB BOLÍVAR.
con él hasta Zipaquirá. De aquí despachó á Mosquera coa
pliegos que anunciaban su llegada y su intención de tomar in-
mediatamente el mando. — Las üámaras se reunieron en el famoso
templo de Santo Domingo para esperar alli Bolívar 7 recibvle
el juramento. — ^El Libertador llegó como í las tres de la tarde
del 10 de Setiembre, é introducido por una gran diputación
prestó en manos del presidente del Congreso, Señor Vicente
Borrero, el juramento de observar y hacer cumplir la Constitu-
ción y leyes de la República : acto que fué aplaudido por un
numeroso concurso. — En seguida pronunció una corta arenga
ofreciendo gobernar conforme á la Constitución y entregar á Co-
lombia libre y unida á la Convención nacionaL
sinos y ladrones tan abundantes en aqaeUas ¿poeas desgraciadas en las filis
realistas.
Al anmentarse el ejército realista en el Ecuador, Herran fué ascendido á Capí*
tan. — En tal colocación se hallaba cuando llegó á Quito él Mariscal de csmpo
Don Juan de la Cruz Mourgeiin, jefe superior político y Capitán Genersl del
Nuevo Reino de Granada, y debiendo marchar á Bogotá un oficial eon pliegos á
Bolívar, se elijió á Herran diciéndosele que tendría el gusto de yer á su familia y
que á su yuelta tendría el premio. Herran contaba 21 aSos. — Herran habló &
Mourgeon y le contó su historia militar en el ejército real : que su h<»Tor á ks
traiciones le hacia permanecer en él : que al Ueg^r á Bogotá rodeado de su fiuni-
lia y amigos, cumplirla su comisión, pero no respondía volver ; que por tanto
le suplicaba elijiese otro si no quería ponerle en el caso de parecer infiel.
Mourgeon admiró esta conducta del joven Herran y le exijió que miéntria él
tuviese el mando superior no aprovechase ninguna ocasión para irse del ejército
reaL Herran ee lo prometió ; pero Mourgeon murió á poco y quedó cancelado
el compromiso. Después de la acdon victoriosa para las armas de Colombia eo
Riobamba (21 de Abril de 1821) al acercarse á Latacunga en loa primeros días
de Mayo se presentó Herran con otros oficiales á Sucre que los recibió cartea*
mente. — Sucre, que distinguía muy bien á los hombres de delicadesa y de honor,
le dio el girado de Capitán incorporándolo á la caballería. £1 13 de Mayo debia
tener lugar una acción á las faldas del Cotopaxi, y Herran pidió k Sucre qoe le
colocase en otra arma para no combatir con los cuerpos donde habia serrido y
con los individuos á los cuales le unían las más estrechas relaciones. Sucre sapo
apreciar aquel ra»go y mandó á Herran como Gefe de Estado Mayor del cuerpo
que iba á dejar franca la comunicación con GuayaquiL
Bolívar le colocó como adjunto al Estado Mayor General oon orden de acom-
pañarle á GuayaquiL
Herran no se encontró en Junin, pero sí en Ayacucho en aquel gran dia de
la América donde estaba entre los Húsares. Puesto el Coronel Silva fuera de ,
combate por las heridas que recibió, Herran le sucedió en el mando y fué e)
cuerpo que siguió en la persecución de los realistas hasta la alturas de Cóndor
canqui.
VIDA DB BOLÍYAB. 409
Santander aguardaba al Libertador en el pálalsio del gobierno,
con nracha ansiedad, acompañado de los secretarios j de las prin-
cipales autoridades. Dirijióle un discurso lleno de sentimientos
patrióticos y amistosos I Estaba decorado, al saludarle, con el
basto del Libertador. La contestación de Bolívar fué llena de
urbanidad y delicadeza. — ^Muy pronto se separaron los especta-
dores, y Bolívar y Santander quedaron solos, en conferencia con-
fidencial.... y aun comieron juntos ose dia.
El Libertador dio en aquellos momentos el testimonio más
espléndido de la grandeza de su alma. — Se trataba del bien pú-
blico ; él no conocía enemigos. — Se trataba de olvidar agravios
y de perdonar deslealtades é ingratitudes personales ; su corasen
era un mar de generosidad y de nobleza. Comiendo con San-
tander, y no hablando sino del bien de Colombia y de la necesi-
dad de los sacrificios personales para mantener el imperio de la
justicia y de la ley ; triunfando por su magnanimidad de la
envidia y de la malevolencia y atormentando á sus émulos con
la más heroica venganza, que es pagar en beneficios los daños
que se reciben ; Bolívar no era un hombre : era un ser sobrena-
tural, un genio, un semi-Dios. — Si vaincre est cTun kéros, escribía
Federico II, pardonner est cTun Dieu
Á la entrada del Libertador en Bogotá, se hablan ausentado
Soto, Azuero, üribe,Restrepo y otros, temiendo el resentimiento
de aquel por los violentos discursos y escritos que hablan lanzado
contra él. Rióse Bolívar de sus temores, haciendo decir á todos :
'' que vivieran tranquilos y seguros, pues su corazón no guardaba
*' odio ni venganza contra nadie."
Apenas tomó el Libertador posesión del poder ejecutivo, dis-
puso que el Congreso continuara su sesión extraordinaria para
darle cuenta del modo con que habia ejercido las facultades ex-
traordinarias ; y entre tanto se consagró á la reorganización de
todos los ramos del servicio público, trabajando asiduamente
con sus secretarios y aplicando su atención hasta á los últimos
pormenores del gobierno. Aquel genio vivo de Bolívar, aquella
imaginación ardiente parecía que no habían de permitirle el estu-
dio de minuciosidades y detalles ; pero es un error. No sola-
mente los atendía (escribe uno que fué su ministro), sino que
las penetraba inmediatamente, aun cuando fueran de ramos ex-
traños á su profesión militar, por ejemplo de jurisprudencia.
410 VIDA DE BOLÍVAB.
Yiéndole gobernar con tanta moderación y tino, desapareció en
gran parte la acrimonia de los partidos opuestos. Hasta sos
enemigos tuvieron que confesar sus virtudes, 7 casi todos los
Colombianos confiaron en los talentos, en la rectitud, en el in-
flujo, y en el patriotismo mil veces probado de Bolívar, para que
por su medio renacieran los dias de gloria y de ventura para
Colombia.
El hombre á quien Vidaurre en el Perú, y Santander en Bo-
gotá ultrajaron, y á quien Páez y su facción ofrecerán mas tarde
la copa del dolor y la amargura, lo ensalzaban los corazones de
todos los americanos, lo bendecian los labios de millares de
hombres á los cuales dio patria y libertad, lo cantaban los poe-
tas de nuestro continente, y lo habian coronado de laureles las
bellezas de cinco repúblicas que brotaron á los golpes terribles
de su formidable espada. Sus compañeros le llamaban el héroe ;
los pueblos le saludaban con el dulcísimo nombre de Libebtadob,
y el mundo lo reconocia como un genio. — Contestando el Presi-
dente de la República de Centro América al discurso oficial
del plenipotenciario de Colombia, General Antonio Morales, le
decia : — '* Colombia es, sin disputa, la Nación del Continente
que tiene la gloria de haber sostenido una lucha más tenaz en el
movimiento universal de la América hacia su libertad. — Los
Bóvea, los Morillos, los Morales servirán siempre en los trofeos
de Colombia. El Libebtadob y sus dignos compañeros de ar-
mas vivirán en la eternidad del tiempo adornados de esos trofeos.
Yo hago los más ardientes votos por la prosperidad de Colom-
bia que reúne hermanadamente la valentía y la moderación ;
porque es preciso decirlo, Señor Ministro : " ColofnUa brilla
como el astro de la luz porque no sabe abusar de su poder.
" Tened la bondad de trasmitir los testimonios más sinceros
de amistad y benevolencia de Centro América, y de mí mismo A
vuestra Nación, á vuestro Gobierno y á ese Libertador qtie/atiga
al mundo con la fama de sus hechos J^
Ya se ha visto atrás que Sir A. Oockburn vino á presentar
al Libertador de parte del gobierno de S. M. Británica sus
homenages de respeto y de amistad. — ^También recibió Bolívar
congratulaciones de otros soberanos. La Europa toda se apre-
suró á estrechar relaciones con Colombia. El Pontífice León XII
VIDA DE BOliVAB. 411
preconizó nuestros Obispos j las prensas de Inglaterra y
Francia se disputaban el placer de encomiar al gran cau*
dillo americano. " lía batalla de Boyacá, decia el Courrier
fratigais^ seguida de una serie de brillantes sucesos milita-
res, terminó por la expulsión de todo lo que era ejército
español, y este resultado fué obra de Simón BoHyar y de
los colombianos, que lo obtuvieron bajo circunstancias tan
diñciles, que habrían resfriado un patriotismo menos ardien-
te y que podian casi hacer desesperar al valor mismo. Sin
armas, y como puede suponerse sin disciplina al principio/su
valor arrancó las armas de las manos de su enemigo, y su propia
prudencia y firmeza suplieron á la disciplina. Las huestes ve-
teranas de la vieja España, que se hablan creido invencibles, fue-
ron vencidas por las que habian despreciado: la expedición
más formidable que jamás se envió de la Península, fué comple-
tamente humillada en todos sentidos, y Colombia llegó á ser
libre. — La firmeza del Libertador Simón Bolívar bajo las cir-
cunstancias más críticas, y su conducta como guerrero y como
político, le dan un justo derecho á que su norríbre sea inscrito
enire aquéllos que más se han distinguido como bienhechores de
la humanidad,,.. "
Este era el lenguage de los escritores imparciales. Tal la
decidida consideración y el alto aprecio que por Bolívar se
tenia en el mundo.— La ingratitud, empero, sabia otro idioma....
la ingratitud, hija iel interés y de la vanidad, vicio de las
almas bajas 1 1
CAPITULO LIV.
1827 y 1828,
Situación db las cobas ▲ mm dk 1827— bbstablbcim ibhto db la tbaitquilioao mv
BL SUB — INTBIOAS BLBCCION ABIA8 DB SAITTANDBB T SC8 AHIOOS— APAREOB UNA BBCÜA-
DBA BSPAltOLA EN LAS COSTAS DB TBNBZUBLA— BL LIBBBTADOB DKTBRMINA TEÑIR Á
RBOHAZAB LA INVASIÓN QUE SE TEMÍA— SE DBTIBNB EN BÜCABAIÍANOA — EXCESOS DEL
GENBBAL PADILLA — SE INSTALA LA CONTENCIÓN— SUS TRABAJOS — SU DISOLUCIÓN.
I EN qué momento los ingratos y ambiciosos pretendian des-
nudar al*Libertador del al$o influjo que ejercia en los pue-
blos ? — ^Precisamente cuando Guayaquil se erijia en un Estado
libre, dando el ejemplo de la división y del fraccionamiento que
debía conducir á la impotencia y á la anarquía ; cuando la fuerza
publica comenzaba á corromperse perdiendo las tropas la moral
y la disciplina militar ; cuando el Capitán General de Puerto
Rico, y José Domingo Diaz, el enemigo más irreconciliable de
la independencia^ soplaban el fuego de la rebelión en varios lu-
gares de la provincia de Caracas, y Arizábalo, y Centeno, y Do-
roteo Herrera, y Cisnéros levantaban ejércitos para proclamar
al Bey de España ; cuando los indios semi-bárbaros de Cunavi-
che intranquilizaban el Orinoco ; cuando en Barínas, Coro y
Guayana se sentían movimientos revolucionarios promovidos
por los agentes de Fernando ; cuando una partida de facciosos
(418)
414 TIDA DE BOLÍVAB.
en Cumarjá turbaba el orden público, y en fin, cuando el presi-
dente del Perú, La Mar, el Congreso y los principales funcio-
narios de aquella república mostraban la mayor animosidad
contra Colombia, habiendo preso y despedido violentamente á
nuestro Enviado y tratando de destruir á Bolívia y ocupar nues-
tros departamentos meridionales hasta el Juanambú, á cnyo
efecto levantaron fuerzas, en medió de la paz, y situaron ejérci-
tos uno en Piura y otro en Puno. En estos momentos de pe^
turbación interior y de amagos exteriores, en que la voz del
deber llamaba á todos los ciudadanos á rodear al gobierno 7
darle el fuerte apoyo de la opinión, en esos mismos era pues,
cuando se trabajaba con ahinco por desdorar la autoridad, por
suscitar odios contra el primer magistrado de Colombia, por
avivar y fortificar la causa del descontento, creando los raotiTOS
si no los habia, ó exagerando los que se tomaban como tales.....
Ciertamente que la conducta de Santander, Soto, Azuero y los
demás que formaban el partido exaltado de oposición, era anti-
patriótica y criminal. — En política la impugnación moderada da
ocasión á la reforma cumplida, y por eso se aprecia, como útil j
hasta como elemento de gobierno ; pero las calumnias, los excesos,
los ahíncos perniciosos que no tienden á mejorar la condición de
las cosas, sino á trastornar estas y sacarlas de la esfera de la
regularidad y del orden, son un crimen.
Por suerte, los patriotas que amaban la integridad y la conso-
lidación de la República, y que aguardaban en el porvenir dias
más halagüeños, no siguieron las pasiones vulgares de Santan-
der y sus amigos, y con cuerda templanza se conservaron mejor
en los límites de la razón y de la prudencia. — El Congreso dio
al Libertador las pruebas más brillantes de la confianza qne en
él tenia. Aprobó en todas sus partes las medidas extraordina-
rias que dictara en Venezuela ; le facultó para' conceder gra-
dos y ascensos á los militares beneméritos, aun estando reunido
el Congreso : para vender los buques de guerra que no juzgase
necesarios : mejorar los caminos : disminuir las cuotas de las ren-
tas municipales, y hacer en la hacienda nacional los arreglos que
estimara convenientes, etc. También expidió el decreto convo-
catorio de la Convención general de los Diputados de las pro-
vincias de Colombia, que debian reunirse en la ciudad de Ocafia
el 2 de Marzo de 1828 y dio el reglamento según el cual debian
VIDA DE BOLÍVAB. 416
elegirse los miembros de dicha Convención. — Como esta asam-
blea era, por decirlo así, el ancla de la ef^peransa para el res-
tablecimiento de la República, el Libertador dispuso la circula-
ción del reglamento eleccionario, encargando encarecidamente á
los Intendentes y Gobernadores que cuidasen de que las eleccio-
nes se hiciesen con él mayor orden y libertad, y que se escogie-
ran para diputados personas de probidad, de luces, de patriotis-
mo y de adhesión á la independencia y libertad de Colombia.
Después que el Libertador se hizo cargo del mando de la Repú-
blica, no descuidó un instante para restablecer la tranquilidad y
el orden constitucional en Guayaquil. — ^En una proclama que di-
rijió á los guayaquiledos les excitó á que se abrazasen como los
más tiernos hermanos á la sombra de los laureles, de las leyes y
del nombre de Colombia ; envió tropas hacia Popayan y dictó
muchas providencias, en cuyo efecto seguramente confiaba. Mas
sucedió, que cuando el Libertador llegó á Bogotá, ya el activo é
inteligente generalJuan José Flores habia logrado hacer una con-
trarevolucion á Bustamante, obteniendo que el capitán Bravo le
prendiese juntamente con su mentor D. Luis López Méndez, y
que las tropas victoreasen á Colombia, á su gobierno y al Liber-
tador Presidente, padre de la patria. Logró más todavía, pues
como tratasen los comandantes Carvallo y Arrieta de proclamar
en Guayaquil el gobierno del Perú, apoyados en el batallón
" Guayas" que habian corrompido, Plores consiguió por un golpe
de actividad y de talento, que el batallón " Vencedor" proclíi-
mará en Samborondon la obediencia á Bolívar y que descono-
ciendo las autoridades revolucionarias, exijiese que se restitu-
yera el orden constitucional alterado por la ruindad del
" Guayas.^' — Los soldados de " Vencedor" se apoderaron de los
cuarteles, y los cuerpos sublevados no hicieron resistencia. — Así
quedó restablecida la tranquilidad y afianzado el imperio de las
leyes colombianas en Guayaquil ; volviendo al Perú Bustamante,
y huyendo con él Delgado, Elizalde y otros oficiales facciosos
que habian deshonrado su patria con sus delitos. — La noticia de
que el Libertador iba á encargarse del mando supremo, con-
tribuyó sobre manera á este último feliz suceso en que tanto
brillaron los talentos, la habilidad y el acendrado patriotismo
del General Flores.*
* El General Jitah Joeá Flobis nació en Puerto OabeUo el 19 de Julio do
416 TIDA D8 BOIÍTáB.
Cuando de este modo alcanzaban los buenos patriotas e&fre>
nar la revolución en los departamentos meridionales de Golom-
bia 7 mientras que el gobierno marchaba por la senda de la
justicia 7 de la conciliación, el partido político de Santander,
que se titulaba á sí mismo liberal^ levantaba en alto la bandera
de los odios, de las rivalidades funestas 7 de la anarquía, qae
1800 7 fué oonfiada su «daoacion al canaiio Don Ylcente Molina, hombre íntegro
7 benáyolo. Loa preceptoa de eate, y aer hijo de eapañol, le iDeÜnaron oomo
era natural, á la caaaa de la metrópoli ; maa loa oonaejoa aalndablea del honndo
General Bartolomé Salom encendieron en bu pecho el amor á la independencia.
Rayaba en loa doce años de su edad cuando el genio de Ptolívar libertó el Ood-
dente de Venezuela y puso sitio á aquella plaza en 181S. Obligado á le?antarlo,
emigró Floree á Valencia no sin padecer priTaciones y miserias.
Sitiada la ciudad por Boyes y Morálee^se alimentó oomo todos loe demás, om
carne de burro muy escasa, corrió los azares de sitio tan desesperado y cayó
prisionero de guerra cuando capituló aquella plaza, último baluarte de la libe^
tad rendido en Occidente al poder de la España en 1814. Todos los jefes y ofi-
ciales fueron pasados á cuchillo con violación del pacto, y Florea debió acaso la
Yida á la protección que le dispensó el Teniente Coronel Don Remijio Ramos,
quien lo condujo á Barínaa donde abrazó la carrera del comercio. De aUÍ se
trasladó á Guasdualito y estableció una casa en que hacia pequeños negocios.
Una serie de combatee y de batallas ilustraron el nombre del ejército de
Apure, y Flores concurrió á todos, ganando sus ascensos, como se ganaban en
aquellos tiempos casi fabulosos de nuestra historia, grado por grado y después
de grandes pruebas de sufrimiento y constancia , de resignación y valor.
£n la batalla de Cojedes recibió Flores una herida de lanza y tuTO el honor
de pertenecer á los poquísimos bravos que se adueñaron del campo cuando lo
cedió nuestro ejército derrotado. A la cabeza de su compañía (la primera del
rejimiento de Valientes) tomó por asalto los parapetoa qtie rodeaban el trapidia
de Alejo, y acuchilló las del batallón " Barínaa ' que loa defendían. El Liberta-
dor le dio elojios en la orden general del ejército, y le confirió la cruz de los Li-
bertadores de Venezuela.
En 1819 cooperó á la libertad de Fi^^^a Granada, marchando por la montaña
de San Camilo hasta laa inmediacionee de San Cristóbal de Cócuta. Y en el
mismo afio aaistió al sangriento combate de la Crus ; donde perdió laa trea cuar-
tas partes de su compañía, entre muertos y heridoa.
En los años sucesiyos, Floree sirvió con lucimiento en laa campañas de Herida
y Trujillo, de Coro, de Pasto, etc. ; hallóse en Bombona, y después del recio
combate de Jambinoy fué promovido á Coronel en Cuenca. — ^£1 Libertador
amaba con predilección á Flores y este le oorrespondia saerificándolo todo i la
gloria de Colombia y de su magnánimo Libertador. La biografUt del general
Flores no cabe en una nota. Sus servicios fueron de Inestimable precio, y me*
recio que se le considerase oomo un gefe eminente, oomo un ilustre ciudada-
no que oonennió á fundar nuestra libertad con su valor y á oonservarlacon ioi
virtadea.
yn>A DE boiíyab. 417
es d injiemo de los hombres^ como la definia el Libertador. —
Este había querido que se hiciese un digno uso de la noble ins-
titución del sufragio; que los pueblos, con la conciencia del
valor de 1* votación, elijiesen sus diputados á la Convención, sin
violencia, y sin que los intrigantes ambiciosos relajasen la san-
tidad del derecho de elejir hasta convertirlo en medio infame
de explotación. A la verdad, el sufragio no es una institu-
ción fecunda, j digámoslo asi, un elemento precioso de estabi-
lidad, sino en tanto que las elecciones son sinceras, son libres,
son elecciones. — Bolívar se contentó con recomendar, por medio
de una circular del secretario del interior, (circular elogiada
por los mismos enemigos,) que se escogieran para diputados
personas de virtudes j luces : y no se ingirió, ni permitió que*
ninguno de sus amigos y subalternos indicase, recomendase, ni
de modo alguno trabajase en dirigir la opinión pública.'* Pero
no hicieron lo mismo Santander y sus secuaces '* quienes despa-
chaban cien cartas en cada correo, designando las personas de su
partido que debieran ser electores y diputados ;*' y hacian pro-
mesas, y derramaban dinero, y avivaban las pasiones, y susti-
tuían su influencia personal á las creencias sencillas pero respe-
tables del pueblo. " Santander, escribía el Libertador al General
** F. Garabaño ; Santander ha llegado hasta el extremo de salir
" á los caminos reales en busca de partidarios, ofreciendo casa y
'' comida á los diputados que vengan á OcaQa." Y este sistema
de perversión poKtica, en antagonismo con los propósitos del go-
bierno, se llevaba adelante á la sazón que la prensa desacreditaba
y calumniaba diariamente al Libertador ; y cuando los exalta-
dos reunidos en unas fiestas de Zipaquirá, que presidia Santander,
llegaron á decir en brindis públicos, que era preciso no solo der-
ribar sino matar al ürano. — ^Yiendo aquella efervescencia sin
ejemplo, que se atizaba cada dia más por escritos incendiarios :
viendo el precioso derecho de libertad de imprenta empleado en
Esta obra que ahora emprendo, (escribía al Doctor Mendoza con relación
al propósito de reunir la Gonyendon) es ardua y llena de dificnltades ; pero
" útil 7 gloriosa. Para completarla oaento no solo con mis esfüersos, sino con
** 1m rotantaáñá nadonal, oon las laces de mis amigos, cuyo influjo y principios
" deben esforzarse á fin de que los representantes de la Conyencion sean hom-
" brea de juicio, de moderación y yerdaderamente interesados en el bien de la
" patria." {Carfa de 16 de Setiembre de IB^.^Véaee también la m«^ intere$tmU
caria eeeriia al general Carabaño en la propia fec'ka.)
27
418 VIDA DB BOliVAB.
dividir los ánimos 7 en vomitar dicterios contra las corporacio-
nes, los magistrados 7 las personas más distinguidas ; muchos
ciudadanos de respeto dirijieron al Libertador peticiones esfo^
zadas para que reprimiera hs abusos de la imprenta.— tA seUmi-
tó solo á encargar á las autoridades, que con su influjo 7 el de
los más beneméritos ciudadanos, procuraran impedir la promul-
gación de escritos injuriosos, 7 que velasen en que no se corrom*
piese la moral por el medio mismo llamado á sostenerla y pro-
pagarla.
En tales circunstancias, la noticia de la presencia de una
escuadra espaSoIa al frente de las costas de Venezuela, poso en
gran cuidado al Libertador, una división naval compuesta del
navio Ouerrero^ de la fragata Iberia 7 del bergantín Heredes
al mando de Don Ángel Laborde que traía oficiales, armas, mu-
niciones 7 otros elementos militares para las guerrillas de Ari-
zábalo, Gisnéros, Centeno; etc., recorría las costas venezolanas
7 trataba de hacer el desembarco consiguiente. — ^Por fortuna,
como en los dias que cruzó sobre Riochicho 7 Tacarígua no pu-
diese Laborde adquirir noticia alguna del partidario Arizábalo,
se retiró con sus bajeles, dirijiendo el rumbo á su apostadero de
Cuba. Á la primera noticia que de esto tuvo el Libertador,
cre7Ó que en Venezuela existiría, sin duda, alguna combinación
exten8a,promovida por los españoles 7 realistas para volver á
dominarnos ; 7 determinó acercarse inmediatamente á los loga-
res que pudieran ser invadidos para prever con más e:q)edic¡on
á su defensa. Revistióse de las facultades extraordinarias en
toda la República, exceptuando el cantón Ocaña, como residen-
cia de la Convención, (13 de Marzo de 1828 ;) prescribió los
trámites 7 fórmulas según los cuales debian ser juzgados los
traidores 7 conspiradores ; organizó nuevamente el ministerio,
tra7endo á su seno al General Urdaneta 7 a los señores Vergara
7 Tanco 7 partió el 16 por Tunja hacia los valles de Cácuta»—
En el camino recibió partes oficiales del general Páez que le
tranquilizaron sobre la situación de Venezuela : supo que las
guerrillas de los facinerosos, que se llamaban realistas para dar
alguna sanción á sus desórdenes, hablan sido derrotadas donde
quiera, 7 que los buques de Laborde se hablan alejado de nues-
tras costas sin haber podido auxiliar á Cisnéros ni á los otros
partidarios. — Tan placenteras nuevas que le evitaron un largo 7
VIDA DE BOLÍVAR. 419
penoAO viage, se amargaron con las qne trajo la posta de Carta-
gena, en cuya ciudad el general José Padilla, comandante de
Marina, mal aconsejado por un Doctor Ignacio Muñoz cuya opi-
nión seguía, turbó el orden, minando sordamente la disciplina de
la tropa para hacerla concurrir junto con la plebe á una revuelta.
Padilla en efecto llegó á apoderarse y ejercer el mando de Car-
tagena desde el 1 ° de Marzo hasta el 7, en que se huyó ; por-
que las tropas y el pueblo le abandonaron, no queriendo partici-
par de sus atentados. Y fué el origen de todo, la instigación
de los enemigos del Libertador para quitar del mando á los
hombres de bien que se hallaban colocados en los puestos públi-
cos y disponer á su sabor de las armas, de la influencia política
y sobre todq de las tesorerías. — El Libertador se encontraba en
Sativa (26 de Marzo) cuando supo el atentado de Padilla ; y re-
solvió desde luego variar su itinerario. — '^ Yo marchaba á Ve-
*^ nezuela, escribia al Doctor Cristóbal Mendoza, con el objeto
" de pasar por los departamentos del Orinoco y de Maturin en
" donde se necesita la presencia del gefe del gobierno ; pero he
" suspendido mi viaje, primero, por el actual estado de Venezuela
** en donde no hay que temer ; y segundo, por acercarme á Car-
^ tagena con motivo del inicuo atentado que acaba de cometer
** allí el General Padilla en contra de la autoridad ; y aunque
^ me escribe ahora de Ocaña excusándose, yo he mandado juz-
**garlo conforme al decreto sobre conspiradores, para que, de
** este modo, se haga un ejemplar que sirva de escarmiento y lec-
** cion á los facciosos." — El Libertador seguia hablando sobre el
sentimiento de orden que dominaba en los pueblos y concluía
diciendo : " todo esto unido al favorable estado de Venezuela,
" y al ultimo acontecimiento de Cartagena, roe han obligado á
^ detenerme aquí (Bucaramanga) diez ó doce dias, para que los
** mismos acontecimientos me indiquen la ruta qne debo tomar ;
" si á Ocafla, á Ciícuta, 6 Bogotá...."
Durante el curso de los tristes sucesos de Cartagena en que
andaba diestra y siempre maléfica la mano de Santander, se reu-
nieron en Ocaña 67 diputados, que componían más de la mitad
de los 108 que correspondían á toda la república. — Resuelta la
in.s lalación de la Asamblea verificóse el 9 de Abril, siendo el
primer presidente el Doctor José María del Castillo y vicepresi-
dente el Doctor Andrés Narvarte. — La Convención tenia en sq
420 VIDA DE BOLÍYAB.
seno á Santander, á Azuero, á Soto, á Gómez, 7 otros acérrimos
enemigos de Bolívar. Estos formaban un grupo compacto, lleno
de exaltación, que dominaba Santander. — ^Tenia también á Cas-
tillo, Aranda, Briceño Méndez, de Francisco Martin, ücroz y
otros, deferentes amigos del Libertador, á cuya cabeza se distin-
guia el Señor Castillo. Y habia otro tercer partido de dipu-
tados independienieSy según ellos se llamaban, como los Mosque-
ras de Popayan, los de Antioquía y otros varios, que opinaban
como les parecía y votaban á su antojo. Estos iban por supnesto
á dar la victoria al partido á que se arrimaran. — La Convención
de Ocaña reunía muchos hombres de luces y experiencia, patrio-
tas, amigos del progreso y de la prosperidad del Estado.. . ;
pero entre ellos, no pocos estaban dominados por violentas pa-
siones, y á estos no les era dado ver con claridad lo que más
importaba en el momento: — la dirección oportuna de los ne-
gocios.— La moderación, los sentimientos de justicia y de utili-
dad general, la conservación de los derechos y garantías, la en-
mienda de los eiTores legislativos que habían sido origen de la
miseria y del descontento del país, he aquí lo que podía hacer
la felicidad de Colombia, mantener el orden social y preparar
los pueblos á las mejoran graduales y apetecidas. El valor y
el denuedo habían sido en la época gloriosa de la guerra el
escudo de la victoria ; ahora, la razan ilustrada, el verdadero
civismo, el amor á la paz y á la dicha común, el respeto á los
principios promulgados, deberían ser la antorcha que guiase á
los convencionistas en los senderos de las útiles reformas ; pero
ah I la Convencion....Ella no fué más que un campo de discordia :
un forum de calunmias y dicterios, de rencores y venganzas : una
arena abierta á todos los delirios de las pasiones, á todos los afanes
7 las injusticias del espíritu de partido menos sensato y menos
patriota. — La mayoría de aquel cuerpo era incapaz de hacer el
bien ; porque las pasiones turbulentas son como los huracanes :
no sirven sino para asolar y devastar. — Á la vista de arranques
tan vehementes que la cordura cond(maba, el Libertador se estre-
mecía considerando inevitable la mina de Colombia. Era ur
gente restaurar la moral y extirpar los vicios y errores ; y se
sembraba la discordia individual y general y se procuraba el
trastorno de todos los sentimientos de orden, de juaticia y de
virtud. — ^Era preciso el establecimiento de un sistema de vi*
TIDA DE BOLÍVAR. 121
gor y la unidad constitucional de un gobierno de probidad y
de respeto, único escudo de la dicha j del esplendor de la patria ;
y se proclamaba la federación y el fraccionamiento y mengua de
la autoridad. — ^Era necesario enseñar la verdad é instruir con
ella al pueblo, sobre sus verdaderos intereses : y á la prensa se
le imponía la vergonzosa obligación de degradarse á los ojos
imparciales de la razón y del mundo civilizado. La explosión
de estos elementos anárquicos tan diversos y poderosos se pro-
curaba dia y noche, y por todos medios, por Santander y su
partido, que parecían los ministros de la desolación encargados
de la muerte del orden y de la paz de Colombia. — " Es una evi-
" dencia para mí, exclamaba el Libertador en medio de las triste-
^ zas de la desesperación política que lo aflijían ; es una evidencia
" la destrucción de Colombia, si no se da al gobierno una fuerza
" inmensa, capaz de reluchar contra la anarquía que levanta mil
" cabezas sediciosas. — Después de diez y siete afios de combates
" inauditos y de revoluciones, ha venido á parir nuestra madre-
" patria una hermana más cruel que Mejora, más parricida que
" Júpiter, más sanguinaria que Belona.... Es la anarquía ! ! Me
" estremezco al contemplar el cuadro horrible de nuestra pcrs-
*' pectiva. Nos vamos á sepultar entre las ruinas de la patria ;
" porque todo es malo, y todo es peor. La violencia de la
" fuerza arrastra consigo los principios de su propia destruc-
" cion..."
Cuando se declaró instalado el cuerpo de los Representantes
de Colombia congregados en Ocafia, recibió el mensaje que el
Libertador le dirijió y que había fechado el 29 de Febreros :
importante documento en el cual el autor había trazado el bos-
quejo de la situación de la República y entrado á propósito en
la investigación de muchas cuestiones de alto ínteres general.
** Al representar la legitimidad de Colombia, decía el Libertador
^á los Diputados, os halláis revestidos de los poderes más
•* sublimes. También participo yo de la mayor ventura devol-
'^ viéndoos la autoridad que se había depositado en mis cansadas
'^ manos : tocan á los queridos del pueblo las atribuciones sobe-
^ ranas, los derechos supremos, como delegados del omnipotente
^' augusto de quien sf)y subdito y soldado. ¿ En qué potestad
^ más eminente depondría yo el bastón de Presidente y la espada
^ de General I Disponed libremente de estos símbolos de mando
422 TIDA DE BOLÍVAR.
" 7 gloria en beneficio de la causa popular, sin atender á con-
*' sideraciones personales que os impidieran una reforma per-
" fecta.
*^ Constituido por mis deberes á manifestaros la situación de
" la República, tendré el dolor de ofreceros el cuadro de sus
" aflicciones. No juzguéis que los colores que empleo los ba
'* encendido la exageración, ni que han salido de la tenebrosa
'' mansión de los misterios ; 70 los he copiado á la luz del
" escándalo : su conjunto puede pareceros ideal ; pero si lo
" fuera, ¿ Colombia os llamara ?
^* Os bastará recorrer nuestra historia para descubrir las causas
" de nuestra decadencia. Colombia que supo darse vida se halla
" exánime. Indentifícada antes con la causa pública, no estima
" ahora su deber como la única regla de salud. Los mismos
" que durante la lucha se contentaron con su pobreza y que
*^ no adeudaban al extrangero tres millones, para mantener la
*' paz, han tenido que cargarse de deudas vergonzosas por sos
'* consecuencias. Colombia que al frente de las huestes opreso-
*' ras respiraba solo pundonor y virtud, padece como insensible
" el descrédito nacional. Colombia que no pensaba sino en sa-
" orificios dolorosos, en servicios eminentes, se ocupa de sus de-
" rechos, y no de sus deberes. Habría perecido la nación si un
*' resto de espíritu público no la hubiese impelido á clamar el
" remedio y detenido al borde del sepulcro. Solamente un pe-
" ligro horroroso nos haria intentar la alteración de las leyes
" fundamentales ; solo este peligro se habria hecho superior á la
'' pasión que profesábamos á instituciones propias y legítimas
" cuyas basas nos hablan procurado la deseada emancipa-
" cion.
" Nada añadiría á este funesto bosquejo, si el puesto que
" ocupo no me forzara á dar cuenta á la nación de los inconve-
" venientes prácticos de sus leyes. Aunque no puedo hacerlo
*' sin exponerme á siniestras interpretaciones, y que al través de
" mis palabras se leerán pensamientos ambiciosos ; mas yo que
" no he rehusado á Colombia consagrarle mi vida y mi reputa-
" cion, mo' conceptúo obligado á este último sacrificio."
Aquí eniró luego el Libertador á exaniinar la distribución de
los poderes constitucionales, llamó la atención sobre la supe^
fluidad de muchas leyes secundarias hechas al acaso, sin orden
YIDÁ DE BOLÍVAR. 423
ni coDJnnto ; sobre la necesidad de la ley de responsabilidad de
los secretarios del despacho.... etc., y concluía con el siguiente
apostrofe harto expresivo :
** Legisladores 1 Ardua y grande es la obra que la voluntad
'' nacional os ha sometido. Salvaos del compromiso en que os
" han colocado vuestros conciudadanos, salvando á Colombia.
" Arrojad vuestras miradas penetrantes en el recóndito corazón
" de vuestros constituyentes ; allí leeréis la prolongada angustia
" que los agoniza. Ellos suspiran por seguridad y reposo. — Un
** gobierno firme, poderoso y justo es el grito de la patria. Mi-
** radia de pié sobre las ruinas del desierto que ha dejado el des-
** potismo, pálida de espanto, llorando 500,000 héroes muertos
" por ella, cuya sangre, sembrada en los campos, hacia nacer sus
" derechos. Sí, legisladores, muertos y vivos, sepulcros y ruinas
" os piden garantías. Y yo que sentado ahora sobre el hogar
" de un simple ciudadano y mezclado entre la multitud, recobro
" mi voz y mi derecho ; yo que soy el último que reclamo el fin
" de la sociedad ; yo que he consagrado un culto religioso á la
" patria y á la libertad, no debo callarme en momento tan so-
" lemne. Dadnos un gobierno en que la ley sea obedecida : el
" magistrado respetado, y el pueblo libre : un gobierno que im-
** pida la transgresión de la voluntad general y los mandamien-
" tos del pueblo.
" Considerad, legisladores, que la energía de la fuerza pública
" es la salvaguardia de la flaqueza individual, la amenaza que
" aterra al injusto y la esperanza de la sociedad Mirad que
" sin fuerza no hay virtud, y sin virtud perece la República. —
" Legisladores ! á nombre de Colombia os ruego con plegarias
** infinitas, que nos deis, á imagen de la Providencia que repre-
" sentáis, para el pueblo, para el ejército, para el juez, y para el
** magistrado, leyes inexorables III "
Estas indicaciones expresadas de una manera tan enérgica co-
mo convincente y que se apoyaban en los talentos y en la larga
experiencia del Libertador, debian haber hecho una profunda im-
presión en el ánimo de los escogidos de Colombia ; mas sucedió
lo que Bolívar habia previsto : — qtie fte le mterpretaria mal y
que al través de sus palabras se leerían pensamientos de orgullo y
ambición. Atribuyéronse en efecto sus recomendaciones de que
se adoptara un gobierno más fuerte, á proyectos tiránicos par&
424 VIDA DB boiítab.
dominar la tierra con un poder absoluto Santander, que
hasta entonces habia sido partidario ciego del centralismo,
ahora querio. federación^ y trabas al ejercicio del poder qeoíim^
y diminacion de facultades extraordinarias^ etc.; y lo que era
precisamente orden y ener^ saludable para contrarestar Iob
efectos de los principios disolventes, lo llamaban despotisou) 7
tiranía II *
La Convención recibió, al instalarse, mnltitad de peticiones
del norte, centro y sur de la República. Los cuerpos del ejé^
cito permanente y de milicias, el Estado Mayor, la Universidad
de Caracas, y la mayor parte, si no todas las municipalidades,
de Venezuela, Maturin y Orinoco pidieron á la Convención que
conservase la integridad nacional y á Bolívar en el mando de
la República. Las peticiones del centro y sur reclamaban un
gobierno fuerte, capaz de mantener el orden y la paz bajo el sis-
tema unitario, y exijían que se conservase al Libertador en el
mando supremo, como d único hombre que por sus ialentoSj gran-
des servicios y poderoso influjo, podia mantener unida y tranquila
á Colombia. — Inútil es decir que la mayoría de la Convención reci-
bió estas peticiones con enfado y esquivez, titulándolas " produc-
ciones del servilismo y de la abyección," sin reparar siquiera en
las graves consideraciones en que se apoyaban, ni menos en el
valimiento é influjo de las personas que las habian suscrito.—
Por una providencia general (que debo llamar sarcástica) fueron
remitidas al Libertador, '* como á quien tocaba mantener el ót-
den público y la disciplina militar." — ¿ Quería la Convención
expresar con esto que las peticiones habian turbado el orden
público ? — Nada era más falso ; y el derecho de petición es una
garantía cuyo ejercicio excluye las violencias y la perturbación
de la tranquilidad común. — i Queria despreciar la voz de los
pueblos y alejar cuanto ofreciera la más leve traza de los deseos
y de los votos nacionales ? — ^Nada era más absurdo ; siendo as
que, tratándose de la organización política que debia darse á
Colombia, era muy natural tener en cuenta las opiniones y las
•esperanzas de los colombianos. — El gran principio que debian
tener fijo en su mente los principistas y los que anhelaban apu-
ñear teorías que parecen tan bellas en los libros era : — que la me
• Véase Bxnrnspo, Hist, t IV.
VIDA DB boiíyab. 425
i
jor oanatitücion y las mejores leyes, las más durables al menos,
son aquellas que están en el espíritu 7 en los hábitos del pueblo
á quien se dan, 7 que es ana temeridad peligrosa desechar la
opinión de los que, con su obediencia, van á prestar firmé apo70
á las decisiones de los legisladores.
El primer acto legislativo de la Convención fué declarar por
votcusion unánime la necesidad de la reforma de la Constitución.
Paso imprudente, porque desde luego quedó la le7 fundamental
desnuda de autoridad, considerándosela como errónea, insu-
ficiente.... destruida I — Un diputado por Caracas, el Señor Ma-
riano Echezuría, propuso que se adoptara el aisiema federativo.
Acojieron Santander 7 sus amigos con entusiasmo esta idea ;
pero la ma7oría de la Convención la desechó, sancionando que
" el gobierno de Colombia en sus tres poderes sería unitario ;
que su administración se mejoraría, haciendo más eficaz la acción
del Ejecutivo en todos los extremos de la República ; 7 que
para facilitar la consecución de estos objetos, se establecerían
asambleas en las divisiones territoriales con las facultades que
les dieran la Constitución 7 las le7es."
Ninguna oportunidad era menos propia para pedir el estable-
cimiento de IdL/ederacioTij que aquella en que á Echezuría se le
antojó hacerlo. — ^Nueva Granada 7 Venezuela recordaban las fu-
nestas consecuencias del sistema federativo que en años atrás les
hizo derramar tantas lágrimas 7 sangre ; 7 en aquellos mismos
dias en que la Convención se instalaba en Ocaña, los furores de
la guerra civil despedazaban á Méjico 7 Centro- América. Nada
aconsejaba, pues, que Colombia diese un paso retrógrado para
igualarse con las otras Repúblicas que deploraban su anárquica
situación federativa 7 emprendiese una carrera escabrosa, cu-
bierta de escollos 7 precipicios que la conduciría irremediable-
mente á la disociación 7 á borrar con sus propias manos el cua
dro grandioso de sus triunfos 7 de sus portentosas obras. Pero
Echezuría, (á quien se acusaba de tener á veces perturbada la
armonía de su razón) se hizo entonces el instrumento de las cie-
gas pasiones de Santander, 7 propuso un sistema impracticable
con el único fin de contrariar al Libertador 7 hacerlo separar
del mando.*
* PemuMÜendo uno de los defenaorM de Ui federación á otro diputado, qae
Totara por éUa : oomo no pudiese ocmtestar los arganientos eon qne este reba-
426 VIDA DE BOLfVAB.
¿ Y el partido enemigo del libertador tenia por desgracia que
idear medios, por absurdos que fuesen, para privarle del mando?
¿ No habia renunciado este tantas veces la presidencia 7 ¿ No
habia devuelto á la Convención la autoridad que se habia depo-
sitado en sus manos, que él calificaba de cansadas ya? (No le
habia dicho : — *' disponed libremente del bastón de Presidente 7
de la espada de General, cambólos de mando y gloria, en beneficio
de la causa popular, sin atender á consideraciones personales que
pudieran impedir una reforma completa ?" — Lo que más anhe-
laba Bolívar era descargarse del peso del poder público. '' Mi
'' partido está tomado, escribia al Marques del Toro ; si la cons-
" titucion qne se dé en Ocafia no es adaptable á la situación en
" que 70 veo á Colombia, abandonaré desde luego uu gobierno
" que me tiene aburrido hasta el alma, j me retiraré á Vene-
'' zuela á servir hasta donde me sea posible. — ^Este deseo hace
" mucho tiempo que ocupa mi mente y mi corazón ; y si no lo
" he realizado, ha sido porque los amigos, llenos de las mejores
" intenciones, me obligan á estar en la inacción aguardando un
" porvenir tan dudoso. Por otra parte, deseo con ansia estar
" con Yd. todo el tiempo que me sea posible ; disfrutando de sq
" amable sociedad y lejos.... lejos de las molestias y del fastidio
de los negocios."* — Y escribiendo á su hermana María Antonia :
" Estoy determinado, le decia, á marchar para Venezuela ; 7 así
'* te lo participo, advirtiéndote que absolutamente no quiero que
" de mi cuenta ni de la tuya hagas el menor gasto, pues bien
" sabes tú el estado de pobreza en que me hallo. Yo te avisaré
" de más adelante el dia de mi llegada y porqué dirección."!
De este modo, las intrigas y cautelosos manejos del partido exal-
tado para privar del mando á Bolívar, eran innecesarios, toda
vez que el más vivo deseo del Libertador era " volver á la vida
privada y descansar de las graves atenciones del gobierno.''! Y
más propio y digno de los Representantes de Colombia hubiera
sido admitir la renuncia de la presidencia al gefe ilustre que de
tan buena fé la hacia, que no violentar la marcha progresiva
tia tal fdstema \^-pero nrve, dijo el primero, para ñchar abajo á Bolivar ¡f lo
demos no importa.... /Este era el patriotismo de los santanderístas : respiraban
Bolo Tenganzas.
* Carta de 22 de Mayo de 1828 f Carta de 4 de Hayo de 1828.
X Carta al Oeoeral Diego Ibarra, 22 de Mayo de 1828.
VIDA DE BOIÍTAR. 421
de la naturaleza de las cosas y proyectar federación en un país
despoblado é inmenso, sin comunicaciones, sin instrucción (pues
que los nueve décimos de los habitantes no sabian leer ni escri-
bir,) sin hábitos de la vida política y con todos los resabios de
una educación pésima y antisocial como la española
Sobre las bases que dejo apuntadas en la página 425 y
que la mayoría de la Convención sancionó, (Mayo 2) débia ela-
borarse el proyecto de ley fundamental. — La comisión escogida
para ello comenzó luego sus trabajos ; pero sucedió que Azuero,
uno de los miembros de la Comisión de constitución, habia re-
dactado un proyecto calcado sobre los principios de las consti-
tuciones de la tumultuosa y efímera República francesa, exage-
rando las libertades individuales y desnunando al gobierno de
toda fuerza para hacer cumplir las leyes y conservar el orden ;
y fué este el proyecto que la Comisión aprobó y que se trajo al
seno de la asamblea para discutirlo.
Cuando el Libertador tuvo informe de tales cosas, perdió la
esperanza de que algo bueno se hiciese en la Convención, y de-
terminó venirse á Venezuela. — Alarmados sus amigos de Ocaña,
pensaron entonces en que se le llamara, á fin de que la constitu-
ción se diera con su acuerdo, á lo menos en sus principales dis-
posiciones. Estaban persuadidos íntimamente de que ninguna
constitución podía establecerse y ser duradera en Colombia, si
no la aseguraba el poderoso influjo de Bolívar. — Castillo, pues,
hizo la moción de que se excitara al Libertador á trasladarse á
Ocaña á ayudar á la asamblea con sus consejos y su experien-
cia en la reforma de la constitución ; (Mayo 14) pero sin admi-
tirse siquiera á discusión, fué negada por 40 votos contra 28.
Temieron Santander y los suyos la influencia irresistible de Bo-
lívar sobre los diputados, y que se diera entonces una constitu-
ción que no conviniera á los exaltados y demagogos. — Para sos-
tener la libertad de las opiniones de los constituyentes, dijo
Santander, que el General Bolívar no debia acercarse siquiera á
Ocaña ; porque desde ese momento ninguno tendria más volun-
tad propia ni pensamiento suyo -, que la argumentación del Li-
bertador era poderosa y su instrucción incomparable. " Tal es
su influencia, añadió, y la fuerza secreta de su voluntad, que yo
mismo, infinitas ocasiones, me he acercado á él lleno de ven-
ganza, y al solo verle y oírlo me he desarmado y he salido
ti
u
428 VIDA DE BOLÍTAB.
" lleno de admiración. Ninguno puede contrariar cara á cara
" al general Bolívar ; y ¡ desgraciado del que lo intente I Un
" instante después habrá confesado su derrota... I"
¡ Nunca he contemplado más ciego y torpe el espíritu de pa^
tido I Pasa hasta por el oprobio de confesar las virtudes y re-
conocer los talentos del enemigo ; y esa necesidad á que le
estrechan las circunstancias, en vez de iluminarle, le endurece ;
profiere la verdad, pero no perdona eficacias á su aborreci-
miento y persevera tenaz en su animosidad I*
Luego que comenzó á discutirse el proyecto de constitución
ofrecido por Azuero, presentó otro muy superior el Señor Cas-
tillo, suscrito por veinte y dos diputados ; pero ¡ qué gran tra-
bajo costó y cuan fuertes contradicciones que se admitiera como
modificación del primero ! Se acordó al fin.... un disparate :—
que se discutieran ambos proyectos á la vez.
En las discusiones, el choque y la irritación de los partidos
llegó á su colmo. Los diputados amigos del Libertador quede-
fendian el proyecto de Castillo, eran insultados frecuentemente
como sostenedores de la tiranía y de los planes ambiciosos de
Bolívar, diciéndoseles que pretendian establecer una constitu-
ción más monárquica que la de Bolívia, así como la tiranía mi-
nisterial. Se les ridiculizaba siempre que mencionaban las
peticiones de los pueblos, del ejército y de las corporaciones co-
lombianas que pedian con ahinco un gobierno fuerte y vigoroso ;
de tal suerte, que, al fin de Mayo, acaso ningún diputado se atre-
vía á pulsar cuerda tan delicada é importante. Soto era presi-
dente de la Convención, y con sus arterías y larga experiencia
en los manejos é intrigas parlamentarias, dirijia las discusiones
y votaciones, unas veces con destreza y otras aun faltando á los
reglamentos internos y á las leyes á que debian sujetarse los
miembros de la Convención ; su bando estaba, pues, seguro de
triunfar en aquella lid parlamentaria.
Los representantes que defendian el proyecto de Castillo,
viéndose oprimidos por una mayoría orguUosa que les negaba
aun lo justo y legal, y que también conseguía oscurecer con sn
* El miemo Santander que virtió estos oonceptos en la Conrenoion, esoribis i
nn amigo qne se baria hasta roosnlman por saUr del General Bolívar á qáet
llamaba " el supremo perturbador de la Bepúblioa." i Tan profundo «ra el o^
que le tenia!
VIDA DE boiíyab. 429
influjo hechos que habian pasado en el seno mismo de la Con-
vención, ÍDdicaron haber resuelto separarse del cuerpo 7 r^esar
6 sus proyincias (Junio 2) á dar cuenta del triste y doloroso re-
sultado de su misión. Entonces algunos diputados que deseaban
ardientemente el bien 7 consolidación de la república mediaron
con Santander 7 con otros de su partido, á fin de que hubiera
explicaciones amistosas privadas, que condujeran á un aveni-
miento, disipándose las mutuas desconfianzas. Se tuvieron dos
conferencias delante de varias personas imparciales, 7 aunque
pacíficas, nada se acordó definitivamente ; empero brillaba to-
davía alguna esperanza de acomodamiento. Mas desapareció
por una solicitud importuna que presentaron Santander, Azuero
7 Soto, en que pedian se les permitiera separarse de la Conven-
ción ; porque sus principios liberales, de los que no podian pres-
cindir, eran un obstáculo para las reformas. — Castillo 7 sus com-
pañeros caracterizaron este paso de perfidia 7 de un designio
meditado de hacerlos odiosos, desacreditándolos. Confirmá-
ronse, pues, en su propósito de salir de Ocaña sin asistir á nin-
guna otra sesión. — Verificáronlo el 10 de Junio.
En vano los demás diputados existentes en Ocaña quisieron
disuadirlos de su intento j en vano eligieron, como forzados, para
presidente de la Convención, al respetable Joaquin Mosquera,
CU70 carácter conciliador inspiraba la ma7or confianza á ambos
partidos ; en vano finalmente dirigieron órdenes á los diputados
que se iban, arraigándolos en Ocaña ; nada bastó para que vol-
vieran á las sesiones. Como solo quedaron cincuenta 7 cuatro
representantes 7 se necesitaban cincuenta 7 cinco para continuar
los trabigos de la Convención, después de pro7ectar que se diera
un acta adicional á la Constitución de 1821, 7 de discutir otras
varias proposiciones, se persuadieron los diputados que nada
podian hacer sin que hubiera el número legal. Declararon,
pues, en 11 de Junio que se hallaban suspendidas las sesiones
por haberse alejado de hecho diez 7 nueve diputados sin licencia
y contra la expresa resolución de que permanecieran en Ocaña
hasta que se determinara lo conveniente sobre la representación
que habian dirigido á la convención nacional.
Los Diputados que habian dado aquel paso atrevido, publica-
ron inmediatamente en la parroquia de la Cruz un manifiesto
para justificar sti conducta. Los puntos más prominentes en que
430 VIDA DE BOIÍTAB.
apoyaron su defensa fueron : que oprimidos por una mayoridad
altanera, zaheridos y burlados por ella, se consideraban sin li-
bertad en la GonvencioQ ; que el partido dominante pretendía
dar nna costitucion basada en teorías inaplicables á nosotros,
despreciando altamente los hechos existentes en Colombia y las
numerosas peticiones de los pueblos ; que la misma tenia por
objeto debilitar al Ejecutivo para libertarse, según decia, de las
miras de Bolívar : designio que se traslucía en toda las partes de
aquel peregrino proyecto de constitución. Así que, íntimamente
persuadidos de que llevándose á cima el nuevo plan de gobierno,
la República sufriría males de enorme trascendencia, no querían
ser la causa indirecta de la ruina de la patria. '^ Kuestro de-
ber, anadian, era salvarla, y estamos persuadidos de haberlo con-
seguido. Apelamos al juicio de Colombia, seguros de que la
mayoría nos hará justicia. En otro tiempo y en mejores circuns-
tancias, cuando ya se hayan amortiguado algún tanto las pasio-
nes y descubierto la verdad, cuando pueda verse con claridad el
verdadero ínteres de la República, podrán hacerse las reformas
convenientes. Entre tanto, existe en vigor la constitución del
afio undécimo, existen las leyes y existe á la cabeza del gobierno
el Libertador Presidente, que reúne la confianza nacional.'' — Los
mismos diputados decían también que nunca había sido su ánimo
disolver la Convención, y que solo quisieron no contribuir al
mal ni indirectamente ; que los demás representantes estaban
autorizados para llamar y compeler á los ausentes á concurrir
hasta llenar el número necesario para la continuación de las
sesiones ; pero que estos prefirieron disolver la Convención con
el designio de imputarles la culpa y que sobre ellos recayera la
execración nacional ; que no la temían, pues aun en la hipótesis
de haber sido causa de que se disolviera la Convención, miraban
este suceso como un insigne beneficio, pues ella solo podía hacer
males.*
* Los diputados de la ConTencion que se retiraron y dieron el manifiesto an
la Cruz el 12 de Junio fueron : Pedro Bricefio Méndez, diputado por Barinia.^
Francisco Aranda, Carabobo. — J. Ucroz, Cartagena. — ^P. Vicente Grimout, Bar
celona. — J. Fermín Villavioencio, Cuenca. — José María del Castillo, Cartagena.—
Juan de Francisco Martin, Rio del Hacha. — J. J. Gori, Bogotá. — José Feliz Val-
divieso, Loja. — Fermin Orejuela, Pichincha. — ^Martin Santiago de Icaza, Ona-
yaquiL— José Moreno de Salas, Chimborazo.— Anastacio Garcia de Frías, Car
(agena. — ^Bnizual de Beaumont, Cumaná. — José Martin Orellana, Cuenca—
VIDA DE BOIÍYAB. 431
Este fué el término de la Convención de OcaQa. — En ella^los
inexpertos y los mal intencionados fueron más que los probos y
sensatos ; 7 sin reparar en la injusticia, se fomentaron los odios
y disensiones, se declamó contra la autoridad, estimándose esto
por celo 7 amor á la patria y se procuraron levantar unos con
la caida de otros. No hubo género de maliciosos y aleves arti-
ficios que no pusiese en obra el partido de Santander para triun-
far en las cuestiones ; y cuando era imposible oscurecer ó tergi
versar la verdad que sus contrarios sostenían ; cuando las razones
de estos eran tan claras y evidentes que, desconocerlas, seria
pasar por la plaza de estúpido ti obstinado ; entonces se em-
pleaba la burla, la falsa risa y las injurias. Hízose así imposible
la continuación de los trabajos, y llegó á consumarse el escán-
dalo de disolverse el cuerpo sin haber hecho nada provechoso y
sí cuanto pudo de insensato y de imprudente.
Pablo Merino, OnayaquU. — ^Migad María Pumar, Barínas. — Rafael Hermoao
Cora — ^MftQuél AvileB, Cuenca. — Francuco Montúfar, Chimborazo.
CAPÍTULO LV.
1828.
Juicio dkl libcitador «obm la disolución d* la oohtsnciow db ocaI^a — cílbbsb
ACTA DI BOOOtI DB 18 DB JÜXIO — APRB8UBA BL UBBBTADOR lü MABOHA wkciA LA
CAPITAL— 8ü BBCIBIMIBNTO — CONTBSTACIOirBS N0TABLB8— PRONUNCIAMIBNTO GBNBRAL
DB COLOMBIA POR BL MANDO 8UPRBM0 DBL LIBBRTADOB— DBCRBTO DB 27 DB AGOSTO,
LIMITANDO LAS FAOVLTADBS DICTATORIALBB^IMPDaNACION X BARALT— CONSPIRA-
CIÓN DBL 25 DB SBTIMMBRB.
CUANDO la Convención se disolvió, el Libertador se hallaba
en el Socorro....
Alarmado, al ver turbada la fuente de donde se esperaba salud
é introducida la división en el seno mismo de la soberanía, es-
cribió (12 de Junio) al Consejo de Gobierno en Bogotá, instru-
yéndole del estado de agitación y disturbio en que sabia hallarse
la Convención de Ocaña, y diciéndole que era necesario pensar
en qué partido habría de tomarse. Consideraba el Libertador
aquel acontecimiento como la mayor calamidad que pudiera so-
brevenir á la República ; *' porque, decia, burlada la esperanza
" de los pueblos de las reformas saludables, y aniquilada por de-
" cirio así la fuerza moral de la antigua Constitución, se abría
" una ancha puerta á las vicisitudes para sepultar la Nación en
" la más espantosa anarquía." Fijábase en la Convención la
felicidad de Colombia... ; y la Convención no llenó la sagrada
28 (488)
434 VIDA DE BOLÍTAB.
misión que se le habia confiado, porque las pasiones y los excesos
se colocaron en lugar del talento, de la justicia 7 del genio qoe
debian dictar su código á la patria.
Dos dias después de haberse verificado la disolución de aquel
cuerpo legislador, (18 de Junio) el Intendente de Gundinamarca,
Coronel Pedro Alcántara Herran, uno de los oficiales más inte-
ligentes 7 leales de Colombia, 7 magistrado celoso por el bien
público, promovió, de acuerdo con el General José María Cór-
dova, la reunión do una asamblea de padres de familia, propie-
tarios 7 personas caracterizadas de Bogotá, para deliberar lo
que mejor pudiera convenir en tan imprevista 7 amenazadora
emergencia. — El Libertador iba 7a de Bucaramanga hacia la
capital, resuelto á consignar el mando 7 retirarse !— Todo el
mundo creía que la guerra civil era inevitable, 7 aun se temia
por la integridad nacional ; porque Bolívar era el único vínculo
de unión entre los Colombianos. ¿ Quién sino él era capaz de
dar aliento 7 conservar á Colombia? ¿Quién gozaba de sn
prestigio? ¿Quién intentaría reunir los intereses contrarios,
los sentimientos opuestos, las opiniones que se chocaban con tan
violento impulso ?
La junta que atendió á la invitación de Horran, fué numerosa,
verdaderamente popular, — Reunióse como á las 2 de la tarde,
en la gran sala que sirvió para el despacho de la Secretaría de
Hacienda, en el edificio de la Aduana. — Heri-an habló, haciendo
conocer á todos los peligros que rodeaban al Estado 7 manifea-
tando cuánto interesaba que desapareciesen lo motivos 7 basta
las contingencias menos próximas de la anarquía 7 de la guerra
civil. — El pronunciamiento de la Junta, en la que reinaron el
'orden más completo 7 una libertad absoluta, fué unánime porque
*el Libertador Presidente se encargara del mando supremo, con
plenitud de facultades en todos los ramos, 7 que se le invitase á
; acelerar su regreso á la capital. — Ni habia otra medida capaz
• de salvar aquella situación difícil, sino constituir un gobierno
enérgico, ejercido por Bolívar. El Consejo de Ministros lo re-
conoció así ; 7 contestando á Herran su oficio de participación
de lo ocurrido, expresó : — que juzgaba mu7 fundado 7 de necesi-
> dad imperiosa el pronunciamiento que Bogotá habia hecho, j la
manifestación de su amor 7 de su ilimitada confianza en el Padre
7 Fundador de Colombia...
VIDA DE BOLÍTAB, 435
Partieron en aquella misma noche mensageros especiales para
llevar al Libertador el acta de la capital y los oficios del Consejo
de Ministros. — El primer Comandante, Francisco Montúfar, Di-
putado á la Convención, habia llevado desde Ocafla avisos de
lo ocurrido en aquella Asamblea ; el Coronel Bolívar condujo
los oficios del Ministerio y las copias del acta del 13, y el Coro-
nel Wilson llevó la misma acta original por encargo del Inten-
dente Herran.
El Libertador recibió estos documentos el 16 de Junio en el
Socorro ; y encargó contestarlos al General Carlos Soublette
que desempeñaba la Secretaría de Estado del Despacho general.
Él mismo de su pufio y letra, escribió como minuta para Sou-
blette : " S. E. apresurará su marcha para corresponder al
anhelo con que esa ilustre capital le aguarda, que en momentos
tan angustiados, cuando los disturbios y la disolución de la Con-
vención se presentaban amenazando la existencia nacional,
entonces es que ese pueblo toma sobre sí la salvación de la
patria, la custodia de su gloria y de su unión, creando una auto-
ridad que aniquile la anarquía y asegure su independencia y
libertad."
El 17 se puso en camino para Bogotá....
Cualquiera pensará que el Libertador iba ganoso del ejercicio
del poder supremo. — Una entrañada dulzura tiene el dominio ;
pero ah ! él estaba realmente cansado del mando, (que no hay
nada que no canse en esta vida !) y habría preferido la libertad
constitucional de un Presidente á la obligada servidumbre de
nn Dictador. — Bolívar odiaba las alteraciones y escándalos, y
repugnaba de todo corazón la autoridad sin trabas. Escribiendo
confidencialmente al Dr. Álamo sobre los peligros en que situa-
ban la patria los disturbios de la Convención, le decia : de nin-
guna manera deseo por esto que Ustedes den el menor paso,
pues yo estoy suficientemente autorizado por la Constiíiccüm para
salvar d país.* Y más después en la propia carta : To confio en
la protesta de los pueblos para mantener la tranquilidad de Co-
lombia sin necesidad de más alteraciones que escandalizan siemr
pre, — Al General Bartolomé Salom le decia : Ustedes deben
mantenerse tranquilos ocupándose {micamente de conservar y
* Carta de 6 de Janio de 1828 desde Bnoaramanga.
436 VIDA DE boiíyar.
mejorar svs departamentos. Una vez que Venezuela se ha mani-
f estado de un modo tan solemne, por las representaciones de sus
pueUoSj seria un mal aumentar la (iccion de dementos que ha-
biendo ya producido d bien que debia esperarse, causarían ahora
trastornos f Mal conociera al Libertador el que pensara que
iba, alborozado j satisfecho, á mandar sin sujeción ni ley.—
Las circunstancias, complicadas entonces más que nunca, le obli-
garon á marchar para la capital ;. pero él no pensaba en dicta-
dura, sino en la salvación de Colombia.
El 24 de Junio verificó su entrada en Bogotá al cabo de una
ausencia de tres meses que hicieron precisa la necesidad de los
Departamentos del Norte y las ocurrencias de Cartagena. — ^El
Consejo de Gobierno, muchos empleados departamentales j an
pueblo inmenso salieron á encontrarle á más de media legua de
la capital.
El Libertador siguió sin detenerse hasta la Catedral ; j des-
pués de haber dado gracias al Altísimo, fué conducido á un tem-
plete de elegante cúpula, artísticamente trabajado, el cual se
habia construido en la plaza mayor. Allí se le dirijieron ma-
chas y muy entusiastas felicitaciones por el Presidente del Con-
sejo de Gobierno, por el Presidente de la Alta Corte de Justicia,
por el Intendente del Departamento y por otras autoridades y
personas de elevado rango.
Al presidente del Consejo de Gobierno que en su discurso re-
cordó la resolución de los arduos negocios que á aquel cuerpo
se habian presentado, teniendo por regla invariable de su con-
ducta la paz, la unión, la libertad y la dicha de Colombia; el
Libertador contestó con tanto desembarazo como habilidad:
" Señores del Consejo I la República de Colombia depositada
'' en vuestras manos por algunos meses, ha conservado su gloria,
" su libertad y su dicha de una manera que parecia inconcebible
" á los pensamientos vulgares. Cuando mil tormentas amena-
" zaban vuestras cabezas, ha sido la sabiduría del Consejo, y ba
^' sido igualmente la voluntad nacional las que han conservado
" el depósito sagrado de nuestra libertad. Por tanto, ¡ qué de
" alabanzas, cuántas bendiciones no debe este pueblo á la cabeza
f Carta de 6 de Junio de 1828. — Poedeo yerse también lae cartas dirigidu ti
General Silva, al General Di^g^o Ibarra, etc.
VIDA DE BOLÍYAB. 437
^ que lo ha dirigido en su marcha nacional j que le ha dado se-
" guridad 1 — La voluntad nacional es la ley suprema de los go-
" bemantes ; someterse á esa voluntad es el primer deber de
" todo ciudadano, y yo como tal me someto á ella. Siempre
** seré el defensor de las liberiades putlioas, (Este concepto lo
** pronunció el Libertador con notable energía y resolución,) y
^^ es la voluntad nacional la que g'eroe la soberanía, y por tanto
" el único soberano á quien yo sirvo como tal. Cada vez que
" el pueblo quiera retirarme sus poderes y separarme del mando,
•* que lo diga, que yo me someteré gustoso y sacrificaré ante él
" mi espada, mi sangre y aun mi existencia. — ^Tal es el juramento
^ sagrado que hago ante todos los magistrados principales y lo
** que es más, ante todo el pueblo."
Luego habló el Presidente de la Alta Corte de Justicia de la
República ofreciendo al Libertador el homenage de su gratitud,
á nombre de sus compañeros, por haber creado á Colombia y
conducídola al más alto grado de esplendor y gloria. — El Li-
bertador repuso en el momento : " Señor Presidente I Los guar-
" dianes de nuestras leyes, los que mantienen el sagrario de
" nuestros derechos y de nuestros deberes, son los ministros del
" poder judicial. Como tales, ningún homenage, ningún aprecio
" es más sagrado para mi corazón ; y vosotros al darme vuestro
** asentimiento me obligáis á conservar ese depósito de nuestros
** derechos y obligaciones. Yo ofrezco, Señores, que la justicia
" será mi primer objeto en la administración de que voy á encar-
" garme por la voluntad pública. La libertad práctica no
** consiste en otra cosa qtie en la dispensación de la justicia y
** en el cumplimiento estricto de las leyes, para que el justo y
" d dd>ü no teman.....^
" Nada me es más grato que recibir las congratulaciones del
" Supremo Tribunal de la Nación."
Después habló el Intendente del Departamento, Coronel Pedro
A. Herran, el mismo que promoviera el acta de 13 de Junio, de
tan grave consecuencia. Herran era amigo cordial y entusiasta
de Bolívar ; habló con emoción, y representando al pueblo de
Bogotá le dijo entre otras cosas muy bien sentidas : Habéis pra
to.^tado solemnemente sacrificar hasta vuestra propia gloría en
obsequio de la voluntad popular ; pero, Señor, Bogotá no os pide
tal sacrificio, porque pediría su ruina ; os pide, si, que resignéis
i38 VIDA DE BOLÍTAB.
vuestra voluntad por la salud de la patria. No es ahora tiempo,
ilustre Libertador, de esa aversión al mando que otras veces os
ha realzado sobre todos los héroes, y que en esta época noe sn-
mergiria en un abismo de desgracias. Temed la responsabilidad
que os impondrían Colombia, la América entera, la humanidad
misma, 7 apelad á vuestra conciencia I
" Señor Intendente 1 contestó el Libertador ; la capital de
"' Bogotá ha sido siempre y es el trono de la opinión naciooal
" Viéndose en el conflicto de perder su libertad ó sus leyes,
'^ quiso perder más bien sus leves que su libertad. El pueblo
" que siempre es más sabio que todos los sabios, tomó sobre sí la
^' carga que no puede llevar la Nación misma, que es la de con-
" servar su gloria ; pero este pueblo generoso ha querido que
" un pobre ciudadano se encargase del peso más abrumador c^ue
" pudiera confiarse apenas con justicia á un inmortal. — ^ün hom-
" bre que se pone sobre los demás hombres : que debe juzgar de
" sus conciencias, de sus acciones, de sus bienes, de sus vidas,
**¿ quién puede sor este ? No lo conozco sino eu la sabiduría, y
" la sabiduría no puede existir entre los hombres.... 1 Sin em-
** bargo, la voluntad nacional será mi guia y nada podrá retraer-
" me de consagrar mi vida á su servicio y conducir este
" pueblo á donde él quiera. Yo he defendido por muchos afios,
** Señor Intendente, la libertad y las libertades públicas, porque
" ese era el voto nacional. Terminada la guerra, vi la división
** de los espíritus y la divergencia de las opiniones, y entonces
" procuré inspirar al Congreso y á los Magistrados de Colombia
" el deseo de consultar la voluntad nacional. El pueblo es la
" fuente de toda legitimidad y el que mejor conoce, con una luz
" verdadera, lo que es conveniente y lo que es justo. La volun-
" tad nacional pidió reformas, y se nombraron diputados para
" dictar leyes benéficas y sabias. Nuestros antiguos disturbios tu-
" vieron bastante influjo y poder sobre el espíritu de nuestros dipu-
" tados para no permitirles reunirse bajo un solo punto para bien
•* de la República. La Gran Convención se ha disuelto... y casi al
** mismo tiempo el pueblo de Bogotá, como inspirado del Cielo se
" reunió para tratar del bien de todos. Tenemos una volunud,
" dijo ; que esta se haga, — Tenemos un hijo ; que este liijo
* venga y eche sobre sus hombros el peso enorme del gobierno.
* — Yo deseo, Señor Intendente, llenar los votos de mis conciu-
VIDA DB BOLÍYAB. 489
^ dadanos y estoy dispuesto á sacrificarme por cumplir la volan-
*' tad de Colombia. Pero si alguno quiere que me separe del
^ mando, que lo diga ; que yo lo dimitiré juntamente con mi
** espada : con esa espada que ha servido en las batallas y con la
" que he hecho tantos sacrificios. — ^Vosotros sois mis jueces.
" Mi sangre y mi vida las sacrificaré por el pueblo. ¡ Qué puedo
*' ofrecer más I"
Después de esto, el Libertador contestó á las felicitaciones
del Gefe político de Bogotá, de la municipalidad de la capital
y del Comandante general del Departamento. — Aprovechando
toda conynntura para inculcar los más sanos principios consti-
tucionales, dijo al último : " Como diputado de los militares de
'* la capital del Departamento de Cundinaroarca, me parece que
'* sois el tribuno de los ciudadanos armados, que no son más que
*' los hijos de la patria autorizados para defender sus derechos.
'' El ejército de Colombia ha sido el modelo de las virtudes cí-
^ vicas y militares. Nuestras leyes lo habian pervertido en
*' alguna parte pequeña, pero vil. Este ejército quería tomar
" sobre sí sus primitivos derechos y deliberar Pero no, el
" moldado no debe deliberar. / Desgraciado del pueblo cubando el
" hombre armado delibera I — Sin embargo, el ejército no ha
" querido más que conservar la voluntad y los derechos del
*' pueblo. Por tanto, él se ha hecho acreedor á la gratitud de
'* los demás ciudadanos. Yo lo respeto. Ese ejército ha sido
"^ la base de nuestras garantías y lo será en lo sucesivo. Lo
" ofrezco á su nombre. Séame permitida esta vanagloria, como
*' su primer soldado. To sé que el ejército de Colombia no hará
" nunca más que la voluntad general. Conozco sus sentimien-
^' tos. Él será el subdito de las leyes : el apoyo de la justicia
*• y de la libertad."
El Libertador oyó luego la arenga del Contador general
decano ; y la contestó, hablando con propiedad sobre la admi-
[listracion de la Hacienda pública: la sustancia del pueblo;
sobre la necesidad de alejar la bancarota, que es el oolmOy dijo,
de las calamidades que pueden c^ijir á una nación ; sobre la
escrupulosa incorruptible probidad de los empleados nunca bas-
tante bien solicitada, porque ella vale por todos los juramentos
y por todas las virtudes civiles.
Por último, el Rector de la Universidad arengó al Libertador
440 YIDA BB BOLIYAB.
reconociéndole como padre y como defensor del mérito, de la vir-
tud y de la justicia, y protector decidido de las ciencias : *' Señor
" Rector I exclamó el Libertador, pluguiera al Cielo que me fan-
" biera sido dado propagar la luz de la verdad y de las ciencias
" en todos los espíritus, para que no nos escarriásemos del ca*
^ mino de la virtud y no cayésemos en las sombras del error j
" de la ignorancia. Desgraciadamente el estado de las cosas no
" me lo ha permitido. Mas yo ofrezco que ningún objeto será
" de tanta preferencia para mí, en lo sucesivo, como la direccioa
" de esos retoños de la vida, de esos ciudadanos que van á ser
" los sucesores de nuestros derechos, de nuestra libertad y de
'^ nuestra independencia, para que conserven estos preciosos
" bienes por sus virtudes y por su ciencia é ilustración. La
'^ instrucción que enriquece las facultades del alma, es el comple-
^' mentó de la naturaleza. Yo dirijiré desde ahora mis pasos á
'* la instrucción de los pueblos.''
En tanto, los circunstantes prorumpian en fervorosos vivas
al Libertador, al Fadre, al digno Magistrado de Cciomhia, al
Héroe.,.,
En el palacio se sirvió un espléndido convite dirigido por el
Intendente departamental. — ^El Libertador habló varias veces
con aquel fuego patriótico de que no puede darse idea, brindando
por la prosperidad de Colombia. '' Esa prosperidad, dijo, no
^^ puede consistir en la odiosa dictadura ¡ sino en las leyes sa-
*' bias, en el sosiego público, en el amor de los ciudadanos y en
" el horror de la anarquía. — Las dictaduras son gloriosas cuando
'* cierran el abismo de las revoluciones : pero, desgraciado del
*' pueblo que se acostumbra á vivir bajo la dominación dictato-
" rial.... I"
El 25 felicitaron al Libertador el Ilustrísimo Arzobispo, el
Dean y Cabildo, todos los Prelados de órdenes y muchas perso-
nas respetables. Bolívar contestó en particular á cada una de
las arengas que se le dirijieron con la expresión más elocuente
y más ingenua. — Hablando al Ilustrísimo Señor Caicedo estuvo
incomparable. La religión hermanada con la política fué fq
tema ; y halló pensamientos nuevos, imágenes felices y seducto-
ras y una dulzura sin igual para abrir los corazones á la espe-
ranza de un porvenir más venturoso. " La religión, dijo, es in-
" dispensable para la felicidad del hombre : y como se funda en
VIDA DS BOliVAB. 441
*^ la fé, DOS consuela en la vida mortal con el aliciente de una in-
" mortalidad dichosa.... I'*
He sido minucioso en estos detalles, porque ningún historia-
dor los ha referido hasta ahora ni sucintamente ; estimándolos
por otra parte muy dignos de la gloria del Libertador.
Aunque este se hallaba en la capital investido de poderes
absolutos por el acta de 13 de Junio que conocemos, no usó de
ellos sino con mucha parsimonia, hasta recibir el asentimiento
de la Kepública. Los objetos de que se ocupó entre tanto, fue-
ron las juntas de manumisión : la reorganización del ejército, re-
parando su moral j su disciplina : la extinción del corso, cuyas
patentes mandó recojer y que no se espidiesen en lo sucesivo, y
la defensa de las costas del Atlántico.
El acta de Bogotá fué el tipo de las demás levantadas en todo
el vasto territorio del Estado. Los Departamentos de Cundi-
namarca se pronunciaron todos, sin que ni una aldea hubiese
dejado de concurrir á dar su voto al Libertador para salvar la
Patria. — El entusiasmo fué extremo. — En el Sur sucedió lo
mismo. Aquellos pueblos conservaban su primitivo amor pqr
Bolívar, su ilimitada confianza en su genio tutelar. Guayaquil
naturalmente tan alegre, rebozó en gozo y entusiasmo....^
Luego que llegaron las actas de las grandes capitales como
Quito, Cuenca, Guayaquil, Cartagena, Panamá, Medellin, Mom-
pox, Antioquia, Caracas, Popayan,, Valencia, Maracáybo, Gumaná,
etc., y que se conoció la adhesión escrita de los militares más pro-
minentes como ürdaneta, MariiSo, Páez, Soublette, Arismendi,
Flores, Córdova, Montilla, Toro, Bermúdez, Carreño, Salom y
otros, el Libertador pensó en dar una acta fundamental que sir-
viera de Constitución, por la cual limitaba él mismo el poder
discrecional que se le confiriera, afianzando de este modo la es-
tabilidad de la República ; pero " es indispensable, (escribia á su
amigo el Doctor Cristóval Mendoza en la intimidad de la con-
fianza) ; es indispensable que los buenos patriotas, amantes del
* En el centro,, en el norte y en el Sur reinó admirablemente el mismo e8pí<
rito. No habo la menor contradicción, la más leve repognancia. Todos los
paeblos, todos loe colombianos invocaron al Libertador concediéndole poderes
ilimitados para reorganizar la República. La 7oz unánime era : — ^Bolívar Jefi
3UPBXM0. Algunos se extendieron á decir también por los diaa de su vida, { Tal
era el amor de IO0 colombianos por su Libertador.... I
442
VIDA DE BOliVAB.
Orden y del reposo, se empeñen en que este acto reciba la san-
ción popular expon táneamente, para que en ninguna época pueda
decirse que es la obra de uno solo 7 que carece del coDseDti-
mieuto nacional, pites por nada en este munch quiero mandar
sin esa voluntada*
\ Tales eran las dictaduras de Bolívar.... I
El 27 de Agosto expidió el decreto orgánico de la nueva au-
toridad de que se encargaba. — Bolívab no se llamó Dictador
ni Gefe Supremo, sino Libertador Presidente, título que le ha-
bían dado las leyes y los sufragios universales. Fijó las atri-
buciones que le correspondían ; creó un Consejo de EstadOi
mandó conservar y respetar todas las garantías concedidas á los
ciudadanos por la Constitución de Gúcuta, y ofreció convocarla
representación nacional para el 2 de Enero de 1830 á fin de qae
diera la ley fundamental de la República.
Acompañó al Decreto memorado una proclama á los colom-
bianos, en que les anunciaba la disolución de la Gran Conveneion
sin haber dado instituciones á la República, después de quitar
á la Constitución de Cúcuta el prestigio que le quedaba per la
declaratoria unánime de ser urgente su reforma ; y concluía de
este modo : " Penetrado el pueblo de la gravedad de los males
* que rodeaban su existencia, reasumió la parte de los derechos
* que habia delegado ; y usando desde luego de la plenitud de
* su soberanía, proveyó por sí mismo á su seguridad futura. El
* Soberano quiso honrarme con el título de su Ministro y me
^ autorizó ademas para que ejecutara sus mandamientos. Mi
* carácter de primer magistrado me impuso la obligación de
* obedecerle y servirle más allá de lo que la posibilidad me pe^
' mitiera. No he podido por manera alguna denegarme, en
* momento tan solemne, al cumplimiento de la confianza nacio-
* nal : de esa confianza que me oprime con una gloria inmensa,
* aunque al mismo tiempo me anonada, haciéndome aparecer
* cual soy.... Colombianos I Yo no retendré la autoridad supre-
* ma sino hasta el dia en que mandéis devolverla ; y si áutes
* no disponéis otra cosa, convocaré dentro de un año, la Repre-
sentación nacional.
" Colombianos 1 No os diré nada de libertad ; porque si
* Carta de 22 de Agosto de 1828.
YIDA DE BOIÍYAB. 443
" cumplo mi promesa seréis más que libres : seréis respetados. —
'* Ademas, bajo la dictadura, ¿ quién puede hablar de libertad ?
" ¡ Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y
'' del hombre que manda solo I ! I''
No sin motivo, dice Baralt, pidió Bolívar compasión para
sí 7 para el pueblo que juzgaba no poder gobernar por las re*
glas ordinarias.... La dictadura de 1828 es el gran error de Bo-
lívar ; error de que no puede disculparle el temor de la
anarquía, las desgracias de la patria, ni las intenciones de
Santander j sus amigos principales....
£n verdad, no sé qué quieren decir estos conceptos, ni cómo
puede llamarse error la necesidad más premiosa. — Disuelta la
Convención : burladas las esperanzas de todos : frangida j sin
fuerza la ley fundamental, ¿ qué medio quedaba para salvar el
orden y la vida de la Repáblica 7 ¿ Era posible que rigiera
una Constitución contra la cual se hablan pronunciado los pue-
blos, y cuya necesaria y urgente reforma habia reconocido uná-
nimamente la Convención de Ocaña, que para esto solo tuvo
tiempo? ¿Podrían mantenerse la paz, la tranquilidad y la
unión de la Repáblica con instituciones que nadie amaba y cuya
reforma pedian todos? El pronunciamiento de Bogotá decidió
de la suerte del país ; el Libertador, no obstante, esperó las
actas de todos los Departamentos para decir á Colombia que
se encargaba otra vez de sus destinos. ¿Y qué habria suce-
dido si la abandonara en aquel insólito peligro, y si nada le
hubiera importado el conflicto interior que devoraba su seno,
cuando la España aprestaba expediciones en la Habana y el
Perú amenazaba invadir nuestras fronteras del Sur ? — Colom-
bia habria desaparecido, y por mengua de una voz amiga y ge-
nerosa : por falta de un brazo robusto, hubiera sepultado sus
glorias en la ignominia de un sepulcro humilde.... I Ah 1 entonces
el Señor Baralt habria escrito con razón : el grave error de
Bolívar fué no haber aceptado la Dictadura como Fabio Máximo,
en aquella ocasión solemne en que la patria exijia el sacrificio
de todas sus facultades. — Fácil es censurar, sobre todo, cuando
en la censura se prescinde de la consideración de las circuns-
tancias, y de los accidentes que precedieron ó acompañaron los
hechos censurados. Es fácil hallar errores, cuando las cosas no
se examinan por todas sus vistas, y cuando quiere considerarse
444 VIDA DB BOLÍYAB.
perfecto un solo 7 único modo de ser en politíca ; pero, ten*
gase presente, qae, sin abjurar de los principios más liberales,
paede un hombre como Bolívar admitir la dictadura y salvar la
libertad. Más todavía ; acaso aquel es el solo medio en situa-
ciones dadas para alcanzar este fin apetecido ; 7 entonces no
es error siao prudencia, no es versatilidad en las opiniones sino
tacto 7 patriotismo puro 7 digno de alabanza, el aceptarlo.
La historia del Libertador (por servirme de sus propios con-
ceptos,) abunda en motivos para convencerse de cuan sincera-
mente deseaba el retiro 7 el reposo ; pero, incapaz de ver con
indiferencia las calamidades que aflijían á su patria, no dndó
que su deber en aquella arriesgada circunstancia era servirla,
cualquiera que fuese el título con que se le llamara.... !
No fué obra del Libertador la disolución de la Convención
de Ocaña ; antes, al contrario, deploró aquel escandaloso suceso
como la ma7or calamidad para Colombia. — ^Las ideas exagera-
das, el acaloramiento de los partidos, la ambición, la ingratitud
fueron la causa motiva de que en aquel tiempo se viesen burla-
das las esperanzas de la Nación. Bolívar no pretendió la dic-
tadura : Me bastan^ decia á un amigo de Venezuela, me baMai
las facultades constitucionales. * Los pueblos del Sur, varios de
la Nueva Granada 7 el I)epartamento del Zália le confirieron en
1826 facultades ilimitadas, que no quiso aceptar ; ¿por qué ha-
bría de apetecerlas en 1828 ? — Desprestigiada, sin embargo, la
constitución de Cuenta : reprobada por la Asamblea, no servia
7a para arrostrar con ella los peligros de una situación violenta
en que todo parecia trascender los límites del respeto v arras-
trar á la anarquía. Y si los pueblos, en la efusión de su amor
7 de su confianza ciega en el Libertador, le otorgaron faculta-
des dictatoriales, " Bolívar, burlando las sospechas de sus mi-
serables detractores, se desnudó del poder supremo, le distrí-
bu7Ó en otras manos, ligó las SU7&S, cedió todo lo que no tenia
relación con el Poder Ejecutivo, 7 fijó los derechos de los co-
lombianos 7 las prerogativas sociales para ponerlas al abrigo de
las tentativas de la arbitrariedad 7 de la opresión." La Repú-
blica se vio disuelta, 7 solo la mano maestra 7 poderosa de su
fundador pudiera reunir sus miembros dislocados. La ambición
* Carta al Dr. Álamo, citada.
VIDA DE BOLÍVAR. 445
de Bolívar era demasiado noble para que al fin de su cancera se
degradase á hacerse déspota Él, que desde Maturin á Chu-
quisaca llevó ceñida su frente con el laurel de la victoria ; que
triunfó de los tiranos y planteó sobre los Andes el principio ra•^^
dical de la felicidad del mundo : la libertad.....; él, Padre de la
Patria, no inspiraba temor sino á las almas depravadas ; y en
sos funciones legales ó ilimitadas no se miraba sino como el iris
que anunciaba á los pueblos el restablecimiento del órdén y del
reposo común
Cánsame asombro que Baralt, para justificar (con relación á
Bolívar) que no es dable pararse en el terreno movedizo y delez-
nable del mando absoluto, en que cada movimiento, cada paso
conduce insensible y suavemente al abismo de la tiranía, pre-
sente como ejemplo la expulsión del ilustre Mabtin Tovab, uno
de los antiguos y denodados fundadores de la independencia
americana. — Tovar, en efecto, sufrió persecuciones ; pero ¿ qué
parte tuvo en ellas la dictadura de Bolívar ? — Fué Páez quien
le expulsó, remedando grotescamente el ostracismo antiguo ; y
es bien sabido que este Gqfe se consideró siempre investido de
todas las facultades de oprimir, sin necesitar que desapareciese
el régimen legal para proceder á su antojo. — ^Por más que quiera
pintarse á Tovar como uno de los anti-bolivianos más esforza-
dos (que quizas no lo era tanto), nunca habria de llegar al grado
de Santander y de los principales hombres del partido santande-
rista, que vivían libres y considerados en Bogotá, y á quienes el
Libertador, hombre sin rencor, dio empleos y otorgó mercedes y
distinciones. — El General Santander mismo fué nombrado En-
viado extraordinario y Ministro plenipotenciario cerca del ga-
binete de Washington. Santander aceptó y escogió para su se-
cretario al joven Luis Vargas Tejada, al cual dio también el go-
bierno la aprobación necesaria, no obstante sus ideas exaltadas
harto conocidas. — ^Bn la expulsión de Tovar entró, como única
causa, el desafecto personal de Páez : desafecto engendrado por
una mala inteligencia qne jamás pudo explicarse. Baralt cono-
cia á fondo este asunto, y no tuvo razón para poner á cargo de
la dictadura de Bolívar el violento é injusto proceder de Páez.
Eso trastorna lastimosamente las nociones de la justicia y sub-
vierte los principios fundamentales de la responsabilidad hu
mana
446 VIDA DE BOLÍYAB.
Observando nna conducta generosa é imparcial, cumpliendc
los dictados de la justicia j buscando el mérito para distinguir-
le, Bolívar tenia esperanzas de desarmar á sus enemigos. El
nombramiento de los miembros del Consejo de Estado, que se
instaló el 30 de Agosto, fué muy aplaudido. — Componíanlo los
Señores José Maria del Castillo Rada ( Presidente), José Ma-
nuel Restrepo, General Rafael Urdaneta, Doctor Estanislao
Vergara, Nicolás Tanco, el Arzobispo de Bogotá Dr. Fernando
Caicedo, José Rafael Revenga, Francisco Cuevas, Joaquin Mos-
quera, Gerónimo Torres, Félix Valdivieso y Martin Santiago
de Icaza ; estos se hallaron presentes. — Los ausentes eran los
Señores General José Francisco Bermúdez, Doctor Pedro Güal,
Modesto Larrea, José Joaquin Olmedo y Coronel José Domingo
Espinar, secretario con voto.
Á. ninguno se asignó sueldo.
Estos sugetos eran, sin duda, de lo más distinguido que poseia
Colombia.
El Libertador se consagró á dictar decretos importantes sobre
varios ramos de la administración, trabajando con aquel ardor
y aquella probidad que eran el fondo más sólido de su carácter.
Las noticias de la invasión del General Gamarra en Bolívia, y
las amenazas que hacia Lámar de atacar nuestro Sur, le traían
inquieto y ocupado, tomando medidas activas para repeler á los
peruanos que con miras hostiles acampaban sus fuerzas en las
inmediaciones de nuestras fronteras.*
También pensó el Libertador en formar un consejo especial
que con calma y madurez preparase sabiamente las reformas
que debia sancionar el Congreso ; y sobre esto escribió al Doc-
tor Mendoza, Intendente de Venezuela, llamándole á Bogotá.
— ^Desgraciadamente Mendoza estaba enfermo, y apenas pudo
contestar al Libertador, anunciándole su estado.
La tribulación y congoja que recibió Bolívar con aquella ter-
rible nueva de la gravedad y próximo fin de su leal antigno
amigo, crecieron en aquellos dias con el suceso horrendo de la
noche del 25 de Setiembre I Los descontentos : aquellos que
sembraron en Ocaña alteraciones y discordias, derramaron des-
pués, á manos llenas, los gérmenes de una conjuración criminal
que tenia por único objeto la muerte del Libertador, del custo-
dio de la República. — La Divina Providencia, que por medios
VIDA DB BOLÍVAR. 447
tan extraños salvó diferentes veces la vida de Bolívar de los tn-
minentes riesgos que la amenazaron, se la conservó, en aquella
siniestra noche, por una especie de prodigio, librando á Colom-
bia de los inmensos males á que por consecuencia se habria visto
expuesta. Oh noche aciaga, lóbrega noche, en la que unos cuan-
tos sicarios, ministros del crimen, que aspiraban al honor de ser
asesinos, intentaron la muerte del Padre, del mejor amigo, del
vengador de la América, del Creador de tantas grandezas, de
la Gloria de Colombia. 1
Existia en Bogotá una sociedad de jóvenes, los cuales se reu-
nian con achaque de estudios y otros fines laudables. Al princi-
pio de escaso número ; luego más y más extenso. Súpose que
no estudiaban, y que sus reuniones tenian un carácter político y
peligroso. Dirijíalos cierto francés, jacobino, de nombre Arga-
nü (Juan Francisco), pretendido sabio, verdadero charlatán y
sanS'Gulotte de Marsella en tiempo de la revolución de Francia.
Este presidia también otra reunión secreta de la cual eran miem-
bros Agustín Horment, francés, el Comandante Pedro Carujo,
Florentino Gonzalos (editor de El Conductor)^ naturaleza volcá-
nica, y otras personas de carácter díscolo, incorregibles y de opi-
niones turbulentas. — Santander daba protección eficaz á esta
sociedad, en la que por desgracia se tramó la muerte del Liber-
tador.
La primera intención de los malvados fué llevar á efecto el
asesinato que premeditaban en la noche del 10 de Agosto, du-
rante el baile de máscaras con que la municipalidad de Bogotá
celebraba el aniversario de la entrada de Bolívar allí des-
pués de la jomada gloriosa de Boyacá.
¡ Horrible idea 1 [ Convertir la celebridad del triunfo que más
costoso fué'á la España, en ocasión de crimen, de orfandad y
duelo !
El Libertador estuvo en el baile muy distraído, recorrió solo
ó casi solo los salones, y anduvo confundido entre las máscaras.
— Allí estaban Florentino Gonzalos y otros conjurados, en cua-
drilla, con armas é idénticas divisas. Cien veces los tentó la
ocasión ; mas el plan no estaba aun maduro. — No se contaba
todavía con los artilleros 1
Pasada aquella noche, pensaron aprovecharse del paseo que
el Libertador hizo á Soacha, el 21 de Setiembre Allá en el
148 VIDA DE BOIÍYAB.
campo darmió dos noches acompasado solo del General ürda-
neta, de los Sefiores José y Ramón Paris j de dos 6 tres do-
mésticos.— Garujo, hombre de inclinación aviesa, desordenado
en sns afectos hasta la torpe declinación de los enormes críme-
nes, osado é iracundo, Garujo insistió tenazmente en que habia
de aprovecharse la oportunidad de Soacha 7 matar á Bolívar y
á las siete ú ocho personas que con él estaban. Tal resolución
tuvo aquel de cometer el asesinato en esta coyuntura, que, segon
la confesión de uno de los cómplices (el Coronel Guerra), costó
sumo trabajo el retenerlo. — Santander, que era el primer agente
que obraba en la gran sección y dirigia el plan revolucionario,
66 opuso á que se perpetrase tal designio, habiendo entrado por
mucho para desistir del asesinato en Soacha, la dificultad qae
pudiera ofrecerse para sacar de la prisión al General Padilla,
designado para tomar el mando de las tropas ; y por que se
comprendió claramente que moriría el Libertador, pero que su
muerte no sería útil á sus autores, quedando en pié el Gonsejo
de Estado y el de Ministros, apoyados ambos en el ejército, qae
no estaba todo corrompido.
Resolvieron, pues, aguardar y fortalecerse
Aveníase esto mal con la impaciente vehemencia de Garujo ;
pero los otros, menos osados, no quisieron aventurar el golpe á
medios inciertos y parciales, y repartiendo dinero, continua-
ron trabajando en adquirir prosélitos.
Renovábanse con más frecuencia las juntas en casa de Hor-
ment, en la de Vargas Tejada y en otras bien conocidas. — Los dis-
cursos, acalorados ; los planes, diabólicos. Gada cual tenia empe-
ño en familiarizar á los compañeros con las ideas de sangre y
muerte I
Por último, fijóse el dia 28 de Octubre en que debia cele-
brarse el natalicio del Libertador, para que en él tuviera lugar
el escándalo abominable de darle alevosa muerte
Á pesar del sigilo que en tan criminales proyectos se guarda-
ba, hubo de traspirarse algo, y el Gobierno supo que se conspi-
raba.
El 25, por la tarde, descubrió los inicuos planes el subteniente
Francisco Salazar, del batallón " Junin," á quien, de paso en Bo-
gotá, trató de seducir el Gapitan Benedicto Triana.
Inmediatamente se dispuso la prisión de este, comunicándose
VIDA DE BOLÍYAB. 449
la orden al CoroDel Ramón Guerra, que hacia de Jefe de Estado
Mayor departamental.
Guerra era de los conjurados I
No hay duda, pensaron eetos, estamos descubiertos. — Dentro
de poco se nos arrastrará á la cárcel
Alarmados con la prisión de Triana, juntáronse en la casa de
Lnis Yárgas Tejada, desde las siete hasta las once de la noche,
V resolvieron dar siu dilacion^l golpe, precipitando el desenlace.
~Y con tantas más resolución iban á dar principio á su nefando
intento, cuanto que ningunas precauciones parecia haber tomado
el Gk)bierno para aumentar la seguridad pública.
Distribuyéronse las operaciones y marchó cada cual á cumplir
osadamente la que le fué asignada.
Eran la once y diez y ocho minutos de la noche.
El cuerpo de artillería servia de basa al atroz proyecto, bien
que no estuvieran ganadas todas las clases. Y ocurrió á los
conjurados armar la tropa, alegando la necesidad de ir á conte-
ner la guardia del Libertador, que suponían amotinada.
Carujo, audaz y valeroso, se puso al frente de un piquete de
artilleros y de un grupo como de doce á quince paisanos reuni-
dos por Horment, y fué á atacar el palacio.
Hombre de malas entrañas, él mismo, por su mano, quería dar
muerte á Bolívar I
Á los Comandantes y principales Oficiales de los batallones
"Vargas" y " Granaderos," cuya lealtad no podia vencerse, des-
tacaron personas que especialmente les buscasen, con pretextos
plausibles, para asesinarlos
Acompasaban á Garujo, el francés Horment, su compañero
Wenceslao Zulaivar, Florentino Gonzáles, y un teniente de ar-
tillería que habia sido degradado por mala conducta^ cuyo nombre
era José Ignacio López. — Este habia traído las últimas palabras
del Comandante de la brígada de artillería Rudecindo Silva,
seducido por Vargas Tejada.
Una parte de los conjurados debia atacar el cuartel del ba-
tallón "Vargas" : otra el de "Granaderos," y poner en libertad
al General Padilla, con la cooperación del cual se contaba.
El ataque empezó por el asalto del palacio.
Garujo sorprendió al oficial y á la guardia de veinte hombres,
porque conocía el santo que servia en aquella noche á los centi-
29
450 VIDA DE BOLÍVAR.
nelas ; hirió ó mató á cuatro, y Hormént ocupó con presteza los
salones superiores del palacio. — Iban todos armados de pisto-
las y púnales. Nada pudo oponerse á su inesperada y fiera en-
trada. Apenas el teniente Andrés Ibarra, Oficial de órdeaes
del Libertador, lleno de amor por su gefe, se mostró á llenar los
santos deberes de la fidelidad ; mas Ibarríta, como le llama-
ba cariñosamente Bolívar, era un niño, y cuando iba á castigar
á uno de los conjurados que le habia disparado una pistola á
quema ropa, López le descargó en la mano derecha un sablazo
que le baldó Caido Ibarra, pudieron los asesinos penetrar
sin tropiezo hasta la estancia de Bolívar*
Hombre de gran valor y acostumbrado á los peligros, el pri-
mer impulso del Libertador, como era natural, no fué huir, sino
al contrario, defenderse y combatir. Cuando oyó el tumulto,
tomó una espada y una pistola y salió al encuentro de los que se
acercaban. Hallábase allí, por fortuna, en aquel instante, la
Señora Manuela Sáenz, natural de Quito, que asistía al láberta-
dor, muger de raro valor y despejo aunque educada en un con-
vento, y se hincó delante de Bolívar á rogarle que huyese, de-
sistiendo de su temerario intento ; le hizo observar que el
balcón tan bajo le ofrecia una fácil salida, y que no debia pe^
der momentos que eran preciosos. — Bolívar se hizo fuerte en íu
propia alcoba, desechando la idea de huir ; pero los asesinos que-
brantaron la puerta y se avalanzaron en busca de su víctima.
Cuando el Libertador se apercibió de que era imposible re-
sistir, saltó á la calle por el balcón que daba frente al teatro....,
y cruzando sobre la derecha hacia el convento del Carmen, lo-
gró ocultarse en los hondos barrancos que forma el arroyo de
:S. Agustín.
Por fortuna, su repostero, José María, que estaba en la calle,
le vio saltar, siguió á su amo y le acompañó en aquella horrenda
-situación.
Al ver armas en la alcoba y el balcón abierto, comprendieron
los conspiradores que Bolívar se habia escapado ; preguntaron
á la Sáenz dónde estaba ; pero ella con entereza, para dar tiem-
po á que el Libertador se alejase, contestó que se encontraría en
el salón del Consejo de Estado. — Entonces la ordenaron que los
condujese allá. — ^Al pasar por donde habia quedado Andrés
Jbarra herido, ella se deshizo en lágrimas, contemplando al jó-
VIDA DE BOLÍVAR. 451
ven cubierto de sangre y con la mano casi despegada del brazo.
Movido á compasión, Zulaivar sacó un pañuelo y se lo dio pen-
sando que le asegurasen la mano. Guando llegaron al sa-
lón del Consejo y le vieron cerrado, adivinaron el disimulo de
la Señora, y le dirijieron palabras muy ofensivas y aun algunos
la maltrataron con golpes.
Burlados los traidores en el objeto primordial de sus anhelos,
atumultuados y ciegos de furor y de enojo, partieron gritando
anos ¡Muera el tirano ! otros / Viva d General Santander y la
Constitución de Cuenta ! — Al salir, se presentó delante de ellos
el gallardo y fidelísimo Coronel Guillermo Férguson, irlandés,
edecán del Libertador, que venia desalado á ocupar su peligroso
puesto cerCa del General. — No tuvo tiempo aquel valeroso sol-
dado ni para preguntar la causa de tanto trastorno : el mal-
vado Carnjo le atravesó el pecho con una bala, dejándole tendi-
do en la^alle. f Férguson era su amigo, y más de una vez le
habia dispensado protección ! I
Á tiempo que ocurrían estos sucesos en el palacio, el Coman-
dante Silva habia atacado el cuartel del batallón "Varga?,*'
mas sin suceso, porque no solo fué rechazado sino perseguido
en todas direcciones. Por su parte, los Capitanes Rafael Men-
doza y Emigdio Briceño, escalando las paredes del cuartel de
artillería, lograron introducirse en la casa donde estaba preso
el General Padilla, y mataron al valiente Coronel José Bolívar,
qne le custodiaba, disparándole una pistola en la frente cuando
dormia. Asesináronle ál lado del General Padilla y casi cu-
bierto con el cuerpo de este, que dio campo á los asesinos....!
" Padilla manchó su gloria, permitiendo la muerte del inerme
guerrero que reposaba tranquilo, fiado en su hidalguía." Ciñóse
la espada del muerto, y con tan vil trofeo se preparó á salir para
ponerse á la cabeza de las tropas.*
* El carácter de los málTadoB antoree de la oonjoracioii de Setiembre, eetá pin-
tado por estos breves rasgos :
— A los iosignea esfuerzos de Bolívar debian todos los bienes inestimables de
U libertad y muchos le eran deudores de servicios pai-ticulares.— El Libertador
habla perdonado generosamente & Horment la pena qne mereció por el atentado
qne cometiera contra la persona del Señor Mariano París.
— López, Guerra, Carnjo, Silva, Vargas Tejada, Mendoza. recordaban ia-
Tores especiales del Li1>ertador.
— Mendoza habia recibido pocos dias antes 18 onzas de oro del Coronel
152 VIDA DB BOLÍVAB.
Una de las partidas de " Vargas " que salió persiguiendo á
loB infieles artilleros, marchaba al mando del Teniente Torreal-
va ; dirijióse al palacio y consumidas las pocas municiones que
llevaba, volvió al cuartel á pertrecharse. En ese acto se le unie-
ron el General ürdaneta y el Coronel Diego Whitle, á quien ha-
bian solicitado Tejada y otros para matarle, pero cuando se les
presentó, le tuvieron miedo y le dejaron. — Ürdaneta, Ministro
de la guerra, se puso al frente del batallón, ya municiado,7 ma^
chó al palacio. Como le hallara abandonado, se situó en la
plaza Mayor, y desde aquel punto ordenó la defensa de la ciu-
dad.
Allí llegaron sucesivamente el General París, el Intendente
Herran y los Generales Vélez, Córdova y Ortega.
Combatían los facciosos en varios puntos.
El fuego era vivo aun. Sonaban las dos de la madrugada.
Pero los facciosos huyeron al fin, ó quedaron prisioneros.
I Qué espanto! ¡Qué confusión 1
Herran se vio por algún tiempo en poder de los facciosos.
— ^Whitle habia sido solicitado con pretextos para asesinarle
indefenso. Quién hablaba de Ibarra, quién de Férguson
Ignorábase aun la triste suerte del Coronel Bolívar I
Y el Libertador, ¿ qué era de aquella vida preciosa que Dios
parecia haber querido conservar?
Tres horas mortales mejor diré, tres siglos, pasó ansioso,
lleno de angastia y de dolor, en los barrancos de San Agustín,
oyendo el fuego, los gritos de muerte, las imprecaciones ; sin-
tiendo la ciudad en tumulto, las partidas que pasaban
¡ Amarga mortificación 1 ¡ Mortal congoja I
Cesó el fuego ¿Cuál era el éxito de la conspiración ?
Incertídumbre....! zozobra....! opresiva perplejidad ! agonía
de esperar ! ¡ Qué grande debió ser el abatimiento producido
por aquel infortunio de tanta magnitud I Bolívar no hablaba ;
estaba sin fuerzas, postrado, atónito. Sentíase como abrumado
Bolíyar, compadecido «ste de la mentida relación de pobreza que le hij6, po*
desposeerlo antes de darle muerte.
— Garujo debia á Férguson bu promoción ; y en yes de agradecimiento, Im
únicos instintos que abrigó su alma fueron los de atrayesarle el oorazon.
Tejada fué propuesto por el Libertador al Consejo pkm secretario de la em-
bijada á loe Estados Unidos del Norte, que desempefiaria Santander.. ..
VIDA DE BOLÍYAB. 453
por todo el peso de la ingratitud más negra. — Después de diez
y ocho aíioa de esfuerzos inauditos, de servicios inmortales, de
perdones j espléndidas generosidades ; después de diez y ocho
años de combates y de gloria, de hcroisrao y libertad i el pu-
ñal por recompensa....! Airadas manos, y baldones, y oprobios
por señales de gratitud I — Oía victorear el nombre de Santan-
der ! Eran los sicarios que le victoreaban. ¿ Qué parte te-
nia el antiguo Vicepresidente de Colombia en aquel infame aten-
tado ? ¿ Se habría corrompido su alma hasta la más insigne y
vergonzosa perfidia ? ¿ Hasta la traición y el crimen ? ¿ Hasta
el olvido de todos los deberes y el desprecio de los más vivos
estímulos de la conciencia ? ] Horrible duda que laceraba el
corazón de Bolívar más que la misma alevosía de que se juzgaba
víctima.....! Discurría en silencio ; contemplaba la iniquidad
en toda su horrenda desnudez, y esto le turbaba más y más.
De las partidas que de " Vargas" se enviaron por diferentes
puntos á buscarle, pasó una casualmente cerca del escondrijo en
que se hallaba, y oyó que á gritos publicaban la derrota de los
facciosos. — ^Bolívar entonces se le unió ; fué al cuartel del ba-
tallón ^ Vargas" y no hallándole, siguió á la plaza en donde le re-
cibieron con indecible alborozo : oficiales, clases, soldados, todos
querían abrazarle ; y él satisfizo á los deseos de todos....
Era un padre querido que volvia salvo, después del peligro,
al seno de sus tiernos hijos.
Al amanecer Bolívar volvió á su palacio, que encontró teñido
aun de sangre por todas partes. Los sicarios habian destrozado
cuanto pudieron, y en el despecho de no haber dado muerte al
Libertador, se cebaron ofendiendo la debilidad de una pobre
moger. Aquella Señora Sáenz fué abofeteada y ultrajada sin
piedad, distinguiéndose entre los héroes de esta infamia, el mismo
López que cumplió la hazaña de herir á Ibarra !
En aquella misma noche fueron aprendidos muchos de los
conjurados : Horment, López, Azuero, (Pedro Celestino) Zulai-
var. Silva, Galindo....
Al amanecer del 26 visitó Guerra al Libertador con aparente
tranquilidad. | Qué grado de corrupción y de insolencia se ne-
cesita para este fingimiento de sinceridad en medio de la más
flagrante traición !
Guerra fué preso & poco.
454 VIDA DE BOLÍTAB.
Los Generales Padilla y Santander fueron reducidos á prísioa
en la mañana juntamente con el Comandante Marques y el ingléá
Wiltheu, edecanes de este General.
Los demás comprometidos llegaron unos después de otros.—
Los pueblos los entregaban.
Una alocución del Intendente Horran dirijida al Departa-
mento hizo saber el horrible atentado de la noche anterior ; y
el Libertador declaró por un decreto que ponia en práctica la
autoridad que por el voto nacional se le habia confiado, con la
extensión que las circunstancias hicieran forzosa. (26 de Se-
tiembre.)
Los deplorables sucesos de la noche del 25 hicieron en el áni-
mo del Libertador la más profunda y dolorosa impresión. " De
" todas partes, escribía al General Carabaño, recibo pruebas de
'' la indignación que ha causado este suceso. Sin embargo me
'' ha ocasionado tanta pena, que, por más que lo alaben algunos
" como fortuna, yo lo veo como la mayor fatalidod. Mi coi*azon
*^ está despedazado y el prestijio de mi nombre roto.... ¡ Los pa-
" triotas han podido atentar contra mí I Oh I esta idea me llena
" de horror.... I "* — " Yo estoy moralmente asesinado, decía
" también al General París ; aquí, señalando el corazón, aquí
'' me han entrado los puñales. ¿ Ese era el premio de mis ser-
" vicios á Colombia y a la independencia de la América ? ¿ Qué
*' ofensa he hecho yo á la libertad, á esos hombres ? — Santander es
" la causa de todo ; pero yo seré generoso, porque mi gloria me
" obliga á serlo...."
El Libertador se exaltaba por sus sufrimientos morales. San-
tander era el alma de la conspiración ; pero no era culpable di-
rectamente de los asesinatos del 25 de Setiembre. Aspiraba á
mudar el orden de las cosas ; y eso después que él estuviera
ausente... ; sin embargo debió saber que al cumplimiento de sos
deseos precedería larga detestable comitiva de maldades, y que
aquellos hombres inverecundos á quienes acaloraba su protec-
ción y daba arrojo la autoridad de su nombre, le arrastrarían
luego, sin poder él estorbarlo, á la afrenta del parricidio y á la
ruina desastrada de las glorias do Colombia. Empañaba el
lustre de los principios de su gobierno ; rebajaba su carácter y
• CarU de 7 de Octabre de 1828.
YIBÁ DE BOLtYAB. 455
las altas prerogatiyas de su estado á la pequenez de los hombres
sin crédito 7 mal uotados ; encendia el encono basta bacerlo
d^enerar en sedición, 7 después se asombraba de la animosidad
de Carujo, de la loca enormidad de sus planes 7 del daño que
debian causar á la patria.... I
Si la prudencia humana tiene precisas declinaciones ; ¿ cuáles
tendrán el desvarío 7 la imprudencia ?
Muchos afios después, haciendo el General Santander recuer-
dos de su vida publica, dijo en un bello discurso en la Cámaras
de Bogotá, á proposito de la amnistía que se discutia por la in-
surrección de Vélez 7 Timbio : " Jamas he sido traidor á los
principios que abrazé desde que emprendí mi carrera : el Liber-
tador Bolívar, sin embargo del grande aprecio que de él hice 7
de los vínculos de amistad que nos unieron, jamas pudo obtener
que 70 faltase á mis promesas. De aquí nacieron mis persecu-
ciones ; 7 ¿ qué recompensa no habria 70 tenido á su lado ? Y
si la amistad de aquel grande hombre por quien 70 tenia vene-
ración, no me arrastró ; ¿ puede suponerse que hombre alguno
me desvie del camino del honor 7 del deber ?"
En todo esto há7 mucho de vanidad 7 bastante que corregir.
Jamas el Libertador exijió de Santander ni de ningún ciudada-
no que faltase á sus deberes ni á las le7es del honor ; 7 las
persecuciones del antiguo Vicepresidente de Colombiano nacie-
ron de su integridad, (que de ahí no podían venir), sino de su con-
nivencia con los conjurados 7 de la confesión de él mismo que
no pudo negar su influencia en la conspiración, su relación con
los sicarios, 7 su convenio en aceptar' el primer puesto de la Re-
pública luego que se hubiera consumado el trastorno que pro-
7ectaban. Todas las recompensas, todas las glorias de que
Santander fué digno, las tuvo de Bolívar. Esmeróse este en
elevarle 7 en presentarlo grande ; le llamó su amigo, le dio su
corazón 7 su confianza, le sentó en el gobierno, 7 mientras pur-
gaba cual otro Hércules la tierra de monstruos, 7 demolía los
hondos cimientos de todos los poderes usurpados ; mientras que
escribía como el genio de la magnifica revolución americana, el
destino de las generaciones futuras de este mundo de Colon,
Santander maquinaba con Garujo, con Horment, con López, con
hombres viles, instrumentos de la maldad, merecedores del des-
precio, contra la autoridad del Libertador ; 7 habiendo crecido
456 VIDA DE BOliVAB.
bajo 8üs alas protectoras, intentó abatir aquella frente radiante
que la animaba el soplo de la inspiración divina 7 deteBer aquel
paso ñrme al que servia de pedestal la gloria misma.
La ingratitud es la mancha de Santander ; y gas persecuciones
nacieron de esa fuente sucia y emponzoñada que tiene en diso-
lución todos los males.
In quo vitio nil mali non inest.
(Cíonu ad Att.L4.)
CAPÍTULO LVL
1828.
TáSHIlfO DB LA OONBPIBÁOION DHL 26 DB SITIIlfBRB — BOLÍTAB PBBDOKA X SüB BITB*
MI008 — TBBnMOiriOB NOTABLES DB SANTANDER— BL LIBBETADOE BNCABOA PBBDICAB
LA MORAL— ODBRRA DBL PBRÚ T LByANTAMIBNTO DB OBANDO T LÓPBS— BL LIBER-
TADOR BNTEA JL CÓRDOYA CONTRA ESTOS T Úh SIGUE LUBOO PARA BL TEATRO DB
LA OUBBBA.
PRESUMEN los hombres de buenos, porque no son malos
en todos los vicios ; y nos basta uno para ser pésimos :
que la iniquidad se eslabona, y la calidad infeliz de ser reos en
uno, nos reduce á la miserable condición de serlo en muchos, si
no en todos. — ^El desleal, por ejemplo, es casi siempre impostor ;
el ambicioso es voltario, presumido, insolente, desconfiado, ca-
lumniador ; el ingrato es villano, injusto, corrompido.... El in-
grato es todo lo malo, ^ja ingratitud es un crimen ; y con
razón los Persas instituyeron el juicio público de este nombre,
según nos dice Jenofonte,^ para castigar tan feo delito.
Esa continuación 6 eslabonamiento de errores y perversidades,
* I Cyroposd.
(457)
458 VIDA DE boiíyail
nacidos unos de otros 7 multiplicados, se hizo manifiesta en San»
tander que comenzó por hipócrita y acabó por pérfido y traidor,
borrando él mismo la gloria de los felices principios de su ca^
rera. Y es digno de particular ponderación, que tan ciego y
confuso tuviese su juicio, que ni acertaba á reparar en la acusa-
ción de versatilidad que sus propios contemporáneos le liacian :
acusación tanto más fundada, cuanto que los elogios de Santan-
der á Bolívar habian sido continuos y fervorosos, sin que de
parte de este nada hubiera ofrecido motivo para la enemistad j
ofensa. Poco tiempo hacia que dirijiéndose al Congreso de Co-
lombia, á propósito de los infaustos sucesos de Yenezoela en
1826, habia dicho el Vicepresidente : — '^ En medio de este dilu-
vio de calamidades en el cual la fidelidad de la mayor parte de
las provincias colombianas salvaba el arca de nuestros derechos,
apareció el iris de salud, el Libertador Simón Bolívar, Presi-
dente de la República, por cuya presencia clamaban todos, ino-
centes y culpados, justos é injustos. El Libertador pisó las pla-
yas de Guayaquil el 12 de Setiembre, y en su tránsito para esta
capital restableció el régimen legal alterado en los departamen-
tos del Sur : despreciando con un horror, digno dd primer
magistrado de Colombia, la Dictadura, que sin poder y sin dere-
chos le habian conferido las juntas populares. El 14 de No-
viembre entró en esta ciudad (Bogotá) y partió para Venezuela
el 25 dejando diferentes arreglos económicos expedidos en los
dos únicos dias que ejerció el gobierno, y el decreto de 23 de
Noviembre que me atreveré á llamar inmortal, porque habiendo
declarado que deseaba conservar nuestro código político hasta
que la nación por medios legítimos la reformase, salvó el honor
nacional y su gloria miüma."* — Mas después, en la Exposición
que el propio Santander dirijió al Congreso en el 25 de Abril
de 1827, dijo : — " La gratitud que debo á mi patria, á sus Re-
presentantes y al Libertador rebozará siempre en mi corazón.
La libertad de Colombia será, mientras viva, el objeto de mi
culto público, de mis desvelos y sacrificios : Bolívar será d de
mi profundo afecto y admiración.,.. /"
Estos conceptos eran la reproducion de otros más ó menos
entusiásticos que Santander habia escrito anteriormente, y como
»
* Mensage del 2 de Eenero de 1827.
i
VIDA DB BOLÍYAB. 459
la consecuencia de aquel párrafo de su nota oficial de 15 de Fe-
brero de 1820, en que decia al Libertador : " V. E. solo es el
" autor de tanto bien y el instrumento de nuestra prosperidad.
" En ninguna ocasión como en esta, (se trataba do la promnlga-
*' cion de la ley fundamental de Colombia) merece V. E. tan
" justamente el nombre de Padre de la Patbia. V. E. la ha
** libertado de sus tiranos, la ha defendido, la ha conservado, la
" ha reunido, y la presentará también libre, independiente y
" constituida á la vista del Universo. — Por mí, como Gefe de
** este Departamento, y como uno de los individuos del Ejército
^' Libertador, que tantas veces Y. E. ha conducido á la gloria :
" en nombre de estos virtuosos pueblos que tanto deben á los
" esfuerzos de V. E., le doy la más justa y sincera enhora-
•* buena" etc. — Santander fué sin duda uno de los que más
acostumbró al Libertador á la adoración y la alabanza... I ¿ Y
por qué causa ahora le calumnia? ¿ Y le aborrece ? ¿ Y conspira
contra su autoridad ? ¿ Y da calor y fuerza á las pasiones vora-
ces de hombres bulliciosos, desmandados y criminales ? ¿ Y sabe
que se trama contra la vida del héroe.... y calla? — ¿ Cómo Bolí-
var no fué ya el " iris de salud," el " primer ciudadano de Co-
lombia," el " hombre de decretos inmortales" y de quien venia
todo bien y toda prosperidad ? — ¿ Por qué motivo dejó de ser
esto y todo lo más que Santander le habia dicho, para merecer
solo la muerte de Marat, de Robespierre ó de los opresores
feroces de la humanidad ?
Oh miserable mudanza que tan fea, indeleble mancha impri-
mió en la vida de Santander I Oh ruindad I Oh desatino que
hizo perder la paz, la dignidad, el contento, la estimación, la
patria al que tantos años gozara de tan dulces bienes I
Los tribunales condenaron á Santander á ser pasado por las
armas como aconsejador y auxiliador de la conspiración. — '* Esa
sentencia es justa, dijo el Consejo de Ministros al Libertador,
por cuanto resulta probado que aquel tuvo conocimiento de la
conspiración, que la aprobaba y daba consejos y opiniones sobre
ella y que quiso tuviese su efecto después de su salida de Co-
lombia ; mas no tuvo parte en el suceso del 25 y la ejecución de
muerte se miraría como injusta, excesivamente severa y tal vez
como parcial y vengativa." — El Libertador, guiado siempre por
las inspiraciones de su noble y generoso corazón, conmutó la pena
460 VIDA DB BOIÍTáB.
de muerte á que fué condenado Santander en la de extra&aimeiito
de la Repáblica. También perdonó á Garujo* á Florentino
Gonzáles, á E. Briceño, Mendoza, Arganil, AcQvedo y otros. Solo
fueron ejecutados Horment, Zulaivar, Silva, Gkilindo y I^pez,
todos convictos y confesos de su delito, (30 de Setiembre) ; Pa-
dilla y Guerra, (2 de Octubre) y Pedro Celestino Azuero, el
teniente de artillería Hinestrosa, un sargento y cuatro soldados
del mismo cuerpo (14 del propio mes.) — Estos cerraron la fatal
lista de los que entonces murieron en el cadalso.
Tal fué el término de la conspiración del 26 de Setiem})re.—
Bolívar comprobó en tan delicada coyuntura que no era un tira-
no, pues libertó de la muerte á sus mas implacables enemigos.
Á pesar de su ilimitada autoridad y de los justos motivos qne
había para imponerles fuertes castigos, el Libertador detuvo con
mano fraternal y generosa el brazo de la justicia levantado so-
bre aquellos. ¿Quién no admiró entonces su magnanimidad?—
El propio Santander, en una representación que le dirijíó desde
Cartagena en 13 de Diciembre, le decia : — "Al lado de este
borrón (hablaba de la sentencia que le condenó á muerte), resal-
tará la página que mencione la indulgencia con que Y. E. ha
reformado la sentencia que llevo refutada, imponiéndome penas
menos graves, salvándome la vida, mis bienes y aun la esperanza
de ser útil á mi patria alguna otra vez. Ha sido muy digna de
Y. E. esta conducta, porque habría manchado la gloria y repu-
tación del Libertador de Colombia la ejecución de una sentencia
mal fundada Más feliz Y. £. que Mauricio de Holanda, no
se ha manchado como aquel, en medio de sus ilustres hazañas,
con la muerte de Barnevelt ; porque Y. E. no tiene las miras
proditorias de aquel Príncipe y abriga en su pecho otro cora-
zón.— Las armas. Señor, (Y, E. lo sabe mejor que yo,) mantienen
el orden por el terror ; pero la generosidad y la indulgencia lo
mantienen por el convencimiento, ganando corazones y atrayén-
dolos con una fuerza irresistible El Libertador de Colombia
debe ser en todo superior á los hombres comunes, porque su mi-
* " Experimento el más acerbo dolor al acordarme que BoHyar se eset-
para..." decia Garujo en una repreaentaeion que dirijió el año de ISSOalOoogreM)
de Venezuela. — ^Bolívar le perdonó generosamente, y el maiyado quedó eon
dolor de no haber asesinato ú su bienhechor. — Debo decir aquí para dar á oono>
cer bien á Garujo, que habia sido oficial apañol de li escuda de Bóves.
VIDA DE BOLÍVAB. 461
8Íon es macho más ilustre y mucho más digna, estando llamado
á ser el henefador de todo él mundoJ^
Y en otra representación de 24 de Febrero de 1829, decia el
mismo Santander al Libertador : — ^'^ Ahora que mi desgracia me
priva de amistades y de hacer servicios, soy agradecido á V. E-
por su conducta en mi adversidad, y nunca omitiré ocasiones de
acreditarlo Guando Y. E. conmutó en vida la injusta sen-
tencia de muerte pronunciada centro mí el 7 de Noviembre,
V. E., á imagen del Creador, me dio un nuevo ser ; hizo una
nueva creación "
Estos testimonios, ponderaciones de la grandeza de Bolivar,
rendidos por Santander á la sinceridad de los nobles sentimientos
de aquel y á la inviolable cualidad de su justicia, son muy precio-
sos para que pudiera dejar de estamparlos en este lugar. — Carlo-
Magno sabia castigar y perdonar, dice Montesquieu ; Napoleón
castigaba á los gefes y perdonaba á los cómplices, escribe Thiers ;
BoiivAB perdonaba, y no se cansaba de perdonar, confiesan sus
propios enemigos !
En esta época de crímenes y de espléndidas generosidades :
cuando los contrarios de Bolívar, agitados de un perverso" espí-
ritu y en los desvarios del odio apuraban su maldad, y este da-
ba ensanche á las nobles propensiones de su alma virtuosa y
grande ; los pueblos de Colombia se apresuraron á rodear al Li-
bertador de su amor y simpatías. Todos, luego que recibieron
la noticia de la conspiración y asesinato intentado en la fatídica
noche del 25 de Setiembre, le dirijieron expresivas congratula-
ciones por haberse librado del puüal parricida ; compitiendo en
sinceros testimonios de amor, en conceptos de gratitud por los
eminentes servicios que habia prestado á la América y de es-
peranzas por los bienes que aun podía hacer á Colombia.
En tanto, agradeciendo el Libertador aquellas pruebas de sin-
gular aprecio, se consagraba con más fervor al servicio de la
patria. " He mandado, decia al Señor Méndez, Arzobispo de
^' Caracas, que se invite á los ilustrísimos Arzobispos y Obispos
" de Colombia para que hablen á su clero y diocesanos con mo-
** tivo del criminal suceso de la noche del 25 ; pero quiero di-
" rijirme á Vd. con particularidad para que, con mayor instancia,
" exhorte Vd. & los Ministros á que no cesen en la predicación
'* de la moral cristiana y de la necesidad del espíritu de paz y
462 VIDA DE BOLÍVAR.
" de concordia para continuar en la via del orden y de la pe^
" feccion social. — Del desvío de los sanos principios ha proveni-
" do el espíritu de vértigo que agita al país ; y cuando se ense-
" fía y se profesan las máximas del crimen, es preciso que se
" haga también oír la voz de los pastores que inculque la del
** respeto, de la obediencia y la virtud. ¿Cómo nos preservaré-
" mos de la anarquía y de las desgracias de la guerra intestina,
** si no se calman los espíritus y no se desvanecen los pro-
" yectos de la ambición ? Hay muchos empeñados en tramar
" conspiraciones y en destruir la patria ; es preciso que haya mu
" chos más dispuestos á sostener al gobierno y salvar el ór-
" den, desvirtuando el poder de las tramas y maquinaciones pa^
" ricidas Me tiene Vd. salvo y bueno, librado como por mi-
" lagro del puñal asesino, y consagrando á la Patria los dias
" que la Providencia ha querido conservarme."
A la verdad, hubiera preferido el Libertador abandonarlo
todo y volverse á Venezuela á terminar aquí sus dias entre
sus hermanos y en el suelo que le vio nacer. Él anhelaba
por vivir tranquilo, retirado, en la soledad de Anáuco ; viendo
Et la douce patrie et les parents aimés :
pero muchos y muy graves cuidados se lo impidieron, obligan
dolé á continuar en el ejercicio del poder supremo. — El nuevo
gobierno del Perú habia invadido á Bolívia sin declaración
de guerra y aun sin explicación : pérfida agresión que tenia
por objeto destruir la obra del Libertador y someter al Perú
la república que aquel habia creado después de la victoria de
Ayacucho.* La Mar y su gobierno declararon también blo-
* Suohe herido é insultado oobardamente por tma facción peruana, reDondó
el mando y se embarcó para Guayaquil. — Como todo lo del Gran Mariscal de
Ayacucho tiene un Ínteres superior, no quiero defraudar á mis lectores del cono-
cimiento de su último mensage al Congreso de Bolívia. — Despidiéndose par»
siempre de los representantes, les pidió Sucre, por premio de sus senricios, que
le mandaran juzgar, si habia infringido alguna ley en su administración, pues
renunciaba yoluntariamente la inyiolabUidaM constitucional ; " y de resto, añadió,
es suficiente remuneración de mis servicios, regresar á la tierra patria deapoei
de seis años de ausencia, sirriendo con gloria á los amigos de Colombia ; y aun-
que por resultado de instigaciones extrañas lleve roto este brazo que en Ayacacho
terminó la guerra de la Independencia americana, que destrozó las cadenas del
Pera, y dio ser á BoHvia, me conformo cuando en medio de diñcUes cirfonstao-
VIDA DE BOliVAB. 463
qneados Duestros puertos del Pacífico, 7 no habiendo recibido la
misión de paz q.ue el Libertador confió al Coronel O'Leary, á la
vez que trataban al Presidente de Colombia de tirano, usurpa-
dor, agresor de los derechos nacionales, etc., vino el mismo La
Mar en persona á tomar el mando del ejército contra Colombia,
á cuyo efecto llegó liasta Piura. Y no fué por desgracia esto
solo, sino que los Coroneles José Maria Obando é Hilario Ló-
pez, de acuerdo con los peruanos, se pusieron en abierta insur-
rección en Popayan, declarándose contra la autoridad que ejer-
cía Bolívar por voluntad explícita de los pueblos, y proclamando
la constitución política de Cúcuta. — ^Así, cuando una guerra ex-
cias tengo mi oonciencia libre de todo crímon. Al pasar el Desaguadero encon-
tré una porción de hombres divididos entre asesinos y yíctimas, entre esclavos
y tiranos : devorados por los enconoe, y sedientos de venganza. Concilié los
ánimos, he formado nn pueblo qne tienes leyes propias, que ya cambiando su
edncacion y sus hábitos coloniales, que está reconocido de sus vecinos, que está
exento de deudas exteriores, que solo tiene una interior pequeña y en su propio
provecho, y que dirigido por un gobierno prudente, será feliz. Al ser llamado
por la asamblea general para encargarme de Bolívia, se me declaró que la inde-
pendencia y la organización del Estado se apoyaban sobre mis trabajos. Para
alcanzar aquellos bienes en medio de los partidos que se agitaron quincu años y
de la desolación del país, no he hecho g^mir á ningún boliviano ; ninguna viuda,
ningún huertano soUoza por mi causa, he levantado del suplicio porción de infe-
lices condenados por la ley, y be señalado mi gobierno por la clemencia, la tole-
rancia y la bondad. Se me culpará acaso de que esta lenidad es el origen de
mis heridas; pero estoy contento si mis sucesores con igual lenidad acostumbran
al pueblo boliviano á conducirse por las leyes, sin que sea necesario que el es*
trépito de las bayonetas esté perennemente amenazando la vida del hombre y
asechando la libertad. En el retiro de mi vida veré mis cicatrices y nunca me
arrepentiré de llevarlas, cuando me recuerden que para formar á Bolívia preferí
el im]»erio de las leyes á ser el tirano 6 el verdugo que Uevára una espada pen-
diente sobre la cabeza de los ciudadanos.
"\ Representantes del pueblo 1 hijos de Bolívia. | que los destinos os protejan I
Desde mi patria, desde el seno de mi familia, mis votos constantes serán por la
prosperidad de Bolívia."
He aquí retratado con rasgos verdaderos é Indelebles el carácter de Sucre
como magistrado, de ese hombre eminentemente liberal, amigo constante de un
gobierno en que imperaran la constitución y las leyes. " Tirano extranjero", le
ñamaban los peruanos, y para destruir su tiranía invadieron á Bolívia en plena
paz, ocuparon sus departamentos con cinco mil hombres, usurparon por algún
tiempo las prerogatlvas esenciales de su soberanía, y jamas pudieron neg^r, ni
aun poner en duda con sus vagas declamaciones, las aserciones de Sucre en su
anterior álocudon de despedida. — Su nombre debe pasar sin mancha á la pos-
teridad, siempre coronado por un auréola de verdadera gloria.
464 VIDA DB BOLÍVAB.
trangera llamaba seriamente la atención del Libertador, otra
civil, dir^ida por tenaces gnerrilleros j sostenida por la porfia-
da 7 animosa gente de los Pastos, venia á complicar la difícil
situación de las cosas. — ^üna república aliada y favorecida de-
volvia con agravios los bienes recibidos. ¡Y qué bienes 1 * Y
dos colombianos, enemigos gratuitos de Bolívar, posponiéndolo
todo al vehementísimo anhelo de derrocar el poder de este, da-
ban aliento á la empresa del Perú, sin importarles nada el de-
coro de la patria ni siquiera la integridad del territorio !
Cuando estas noticias llegaron á Bogotá, el Libertador se ha-
llaba en Chia (parroquia foránea de la capital), y r^resó inme-
diatamente.— ^Era de la mayor importancia destruir la insurrec-
ción de Obando y López, que cortaba las comunicaciones con los
departamentos meridionales en los momentos críticos en que los
peruanos los invadian. — El Libertador, con su actividad asom-
brosa, pre|)aró en pocos dias una expedición de 1,500 veteranos,
cuyo mando confirió al General de división José María Córdo-
va, proponiéndose él seguir después, porque la seguridad del Sur
reclamaba su presencia. — " Los negocios del Perú, escribia á un
" amigo de Caracas (20 de Diciembre), demandan mi presencia
^ en el Sur. Sin mí no se hará la paz ni la guerra ; y la posi-
^ cion de Colombia, en lucha involuntaria contra sus enemigos
" gratuitos, es bien difícil en la actualidad para abandonarla á
*' reacciones funestas. Marcho, pues, hacia el Cauca dentro de
'' ocho dias. Este último departamento será pacificado en todo
'* Enero, y quiero hallarme en el Sur antes que se dé una bataDa
" á los peruanos, cuyo gobierno ha rehusado oir proposiciones de
" paz, sin dejar entre tanto de emplear sus manejos arteros para
" destruir nuestras fuerzas. Recaiga la execración sobre los
" que han provocado una guerra doméstica, y sobre los que han
* Ciundo loB beneficios son moy garandes, observa TXono, l^jos de ^eoollOoe^
los, el hombre los paga oon odio. — Beneficia eo tuque leeta eunt, dum videniíar
exnolffi po9M ; Mki multum antevenere, pro gtatia odhun redditvt, (An. IV.) El
beneficio que Bolfyar habla hecho al Perú, era extraordinario : — ^la libertad ;
pero he de decir para ser justo, qne aquel pueblo ha sido siempre reconocido y
generoso; y qne el odio fd Libertador y los insultos que se le prodigaban: in-
sultos que herían en lo más tIyo su deUcadesa, eran obra de La Mar, Vidaorre,
del clérigo Luna Pizarro^ y de algún otro partidario del primero, qne tampoco
era peruano, y cuya animosidad personal injustificable será siempre el padrón dt
SQ TergUenza.
• VIDA DB boiíyab. 466
^ dado el funesto ejemplo de intervención entre naciones inde-
" pendientes."
En tanto qne el Libertador ipreparaba su. marcha al Ecuador,
llenaba el tiempo dictando importantes reformas para mejorar
las rentas, la justicia, la administración y reconstituir la Repú-
blica.— ^Los principales decretos orgánicos que expidió fueron :
el de tribunales y cortes de apelación, que resultó excelente en
la práctica ; el de prefecturas, el de suspensión de las municipa-
lidades, etc. También dio el Libertador el decreto convocato-
rio del Congreso general constituyente de Colombia, que debia
reunirse el 2 de Enero de 1830, y prescribió las reglas para las
elecciones de Diputados, reglas conformes con los principios más
liberales. Así contestó victoriosamente á las imputaciones de
ambición que sus enemigos le hacian.,..
Dadas estas y otras muchas disposiciones, organizó el gobierno
de la República, durante su ausencia, encomendándolo al Consejo
de Ministros que despacharía los negocios ordinarios y debia
consultarle los extraordinarios, y partió el 28 de Diciembre para
Popayan, llevando de Secretario general al Coronel José Do-
mingo Espinar.
Este viage y las fatigas á que el Libertador se entregaba nue- *
vamente por la felicidad de la patria y su reposo, eran un posi-
tivo sacrificio. — Bolívab estaba enfermo ; su salud declinaba
visiblemente, pues no podia ya andar á caballo dos horas conti-
nuas sin fatigarse. — El dolor que la conspiración del 25 de Se-
tiembre le había causado, agotó sus fuerzas Pero los enemi-
gos de la República amenazaban destruirla ; y él que había con-
sagrado los trabajos no interrumpidos de toda su vida á quebran-
tar las cadenas dé la opresión y poner los cimientos de la dicha
de Colombia, asegurándola los grandes bienes de independencia,
orden, estabilidad y paz, no podia negarse al último sacrificio
por preservar de futuros males al Estado que fundara, mante-
niendo su grandeza y afirmando el reposo y la felicidad de todos
en una quietud serena y una prosperidad sin temor. — Bolívar
era el mortal que la Providencia destinara para cerrar las heri-
das de la patria ; él era el custodio y la salud de la República ;
su mano maestra y poderosa había salvado á Colombia en todas
las desechas borrascas que amenazaron hundirla ; ahora la
libertará del peligro en que se halla ; su esfuerzo alcanzará el
30
466 VIDA DE BOLÍVAR.
triunfo ; mas no por eso logrará desarmar la rabia de sus con-
trarios, quienes, con perversidad, digna de sus malas entrañas,
seguirán difamándole y apurarán su esfuerzo por desaatorizar j
hacer odioso el nombre del Ldbertador de Colombia I
|Tan imperiosas influyen sobre el hombre las pasión^ qué na-
da logra reconciliarle con la moderación j el respeto, y entonces
hace gala de ser injusto y destemplado 1
CAPÍTULO LVn.
1829.
IhJüSTA CRÍTIOA DB BABALT — 8ÜCBB AKÜVCIA LA OUVBRA OOHTBA LOS PBBUAKOS —
BOLÍVAR LB BNCARQA QÜB MO LA HAGA SANOBIBNTA — BATALLA DB TABQÜI — GBNB-
B08A CONDUCTA DB 8UCRB — CONVENIO DB JIRÓN — PACIFICACIÓN DB PASTO—BL
LIBBRTADOR VA PARA QUITO — DISCURSO DE SUCRE AL PRESENTARLE LOS TROFEOS DB
TARQUI — MANIFIESTO DB PÁBZ— LA MAB NO CUMPLE BL TRATADO DB JIRÓN — PROCLA-
MA DB BOLÍVAR — LAFUENTB T GABARRA DBSTITUTBN X LA MAR— CARTA DE BOLÍVAR
AL PRIMERO — ENTREGA DB GUATAQUIL — TRATADO DB AMISTAD CON BL PERtí.
ESTABA dado el escándalo de una guerra americana. —
Libres apenas Colombia y el Perú de la dominación ex-
trangera, novicias en la ciencia política, ignorantes en las bené-
ficas artes de la paz, y cuando hubieran debido dirijir todos sus
recursos á reparar el cúmulo de males nacidos qo su larga con-
tienda con los españoles, vióseles hacer un ensayo fratricida de
las débiles fuerzas que escasamente bastaban para impedir sus
conmociones y trastornos interiores. Contrista el ánimo ver á
ebtas dos jóvenes repúblicas confiar al trance incierto de un com-
bate, el arreglo de fáciles cuestiones que un poco de cordura y
buena fé hubieran pronta y fácilmente terminado. Quisieron
(467)
468 VIDA DE BOLÍVAR.
Chile y Buenos Aires interponer una generosa mediación entre
los combatientes ; pero la inmensa distancia que de ellos los se-
para y la dificultad de las comunicaciones hicieron que llegase
tarde.
Esta censura que se lee en el '^ Resumen de la historia de Ve-
nezuela" es ir\justa en cuanto á Colombia ; que ni dio causa á la
guerra, ni la hizo, sino obligada estrechamente. — Llamado el
Libertador en 1826 por los votos casi unánimes de los colegios
electorales á la presidencia vitalicia del Perú, cuando se hallaba
ausente en Colombia y habia dicho que no regresaría á la tierra
de los Incas, un partido enemigo suyo se apoderó del mando,
declaró abolida la constitución boliviana y nulo el nombramiento
de Presidente hecho en Bolívar. — El Libertador guardo sobre
esto un silencio profundo. — De seguida, los hombres que se apo-
deraron del mando en Lima hicieron invadir el Sur de Colombia
por la tercera división convoyada por bajeles de guerra pe-
ruanos y con los aprestos militares que el gobierno le dio, y
en retorno de los grandes sacrificios que hicieron Colombia y el
Libertador por dar independencia al Perú, que gemia entre ca-
denas, se les insultó en los papeles públicos, y lo que es más, en
documentos oficiales y en otros varios actos ; se corrompieron y
amotinaron las tropas auxiliares residentes en Bolívia ; se atacó
á aquella República y se amenazó á Colombia con una próxima
invasión. — Esto no obstante, Bolívar, que amaba al Perú y no
queria hacer la guerra á los peruanos, envió por la posta á so
primer edecán, el Coronel O'Leary, con instrucciones de negociar
uña suspensión de armas que fuese como el principio y prelimi-
nar de la reconciliación durable entre ambos países. — Las ins-
trucciones dadas á O'Leary no solo eran pacíficas y amistosas,
sino que se extendían á pedir al Perú su cooperación contra una
expedición española que se temia viniese á invadir á Colombia.
— Pero la misión de O'Leary no produjo los saludables efectos
que se prometía el Libertador. — El gobierno de Lima no envió á
nuestro comisionado, que llegó hasta Guayaquil, el pasaporte
correspondiente para trasladarse á la capital ; ordenó el bloqueo
de nuestros puertos y fué la corbeta peruana Libertad la que
disparó el primer cafionazo en la costa de Túmbez. La Mar
vino en seguida á Piura á tomar el mando en gefe de las fuerzas
peruanas que debian obrar contra Colombia y publicó una pro-
yiBA DE BOLÍVAB. 469
clama llena de los insultos más groseros contra Bolívar. — Este,
qne como he dicho, de ningún modo quería la guerra, se persuadió
al fin, que no había modo posible de impedirla, decididos como
estaban La Mar y el iracundo partido anti-colombiano, que le
Bostenia en el Perú, á hacerla contra Colombia. — Ellos preten-
dían conmover nuestro Estado ; auxiliar á los revolucionarios
Obando y López 7 á los otros que se levantasen por diversos pun-
tos ; destruir la autoridad que los pueblos habian conferido á
Bolívar 7 presentarse La Mar como el primer capitán de la
América del Sur 7 atleta denodado de los principios repu-
blicanos *
Asi y con todo, para excusar el escándalo que amenazaba, el
Libertador escribió á 0'Lear7 que procurase abrir las negocia-
ciones ; instancia que por su parte llenó fielmente nuestro comi-
sionado ; pero el gobierno peruano no escuchó proposición al-
guna de paz, 7 ni respuesta dio á varias notas del Enviado
colombiano.
Por su parte, Sucre, encargado del mando civil 7 militar de
los departamentos del Sur con plenitud de facultades, excitó á La
Mar desde Cuenca á que terminaran las cuestiones pendientes
por un avenimiento 7 que no derramasen la sangre de dos pue-
blos hermanos. Esta abertura de negociaciones hecha conforme
á las órdenes 7 deseos del Libertador en la que, (de paso sea
dicho) se humillaba Colombia algún tanto proponiendo la paz á
un enemigo que habia violado su territorio 7 que ocupaba una
provincia (la de Loja), fué contestada con desdeñoso orgullo por
La Mar.
De esta suerte, bien que el Libertador quisiera disimular
aquella ocasión de guerra 7 se diese traza para conservar la paz
* En una proclama que diríjió La Mar áloe pueblos del Ecuador ,decia — " Qne
" las armas del Perú eran las de la Ubertad que la América entera estaba amenaza-
" da de perder, y que debía levantarse en masa contta los proyectos ambiciosos
" del Dictador de Colombia..." — Anadia que el objeto que traía el ejército pe-
mano era romper el yugo que se les habia impuesto alevosamente y contener en su
origen el torrente de males en que se pretendía sumergirlos ; elogiaba el atentado
del 25 de Setiembre y excitaba á los pueblos & que hicieran al gobierno una trai
cien que calificaba de digna y generosa 1 1
Esta proclama detestable é kimoral fué acompañada de otra al Ejército Co
lombiano, en la cual excitaba á los soldados á la deserción y á que se le unie-
ran para exterminar la tiranía de Bolívar.
470 TIDA DE BOLÍVAR.
gozando de sus bienes ; le fué imposible. — Glorioso y digno de
él era el cuidado que tomaba por evitar los daños y desastres de
la guerra ; pero impropio hubiera sido de su grandeza y de su
virtud patriótica tolerar los agravios que se hacian á Colombia,
y ver con insensibilidad que llegasen á ofenderla hasta en su
propio territorio.
La crítica de Baralt no es justa, pues, respecto de Bolívar;
que quien va obligado á defender los más preciosos derechos sin
traspasar los límites de la moderación y habiendo agotado los
medios de concordia y buena inteligencia, no merece censara.
Favoreció la fortuna á los peruanos en el mes de Enero de
este año, concediéndoles ventajas en Guayaquil cuya ciudad
ocuparon, y también en Loja, donde los habitantes, simpatizando
con los invasores, abrieron la provincia á sus ejércitos. Cons-
taba la fuerza enemiga de 8,400 hombres perfectamente equipa-
dos, con buenos gefes y oficiales. — Las de Colombia que se reo-
nian en Cuenca, apenas alcanzaban, con guarniciones y hospi-
tales, á 6000 hombres, pobres, mal vestidos y escasos de lo ne-
cesario.— Los peruanos traían dinero y buenas provisiones;
aosotros no teníamos nada, nada ; pero rebozábamos en valor,
en amor patrio y elevados sentimientos. — Sucre anunció los mo-
tivos de la guerra : — " enemigos extrangeros, ingratos á nuestros
'* beneficios y á la libertad que os deben, decia á sus tropas, han
" hollado las fronteras de la República. — una paz honrosa ó una
" victoria explóndida son necesarias á la dignidad nacional y al
'^ reposo de los pueblos del Sur. La paz la hemos ofrecido al
" enemigo : la victoria está en vuestras bayonetas. — ^ün triunfo
^^ más aumentará muy poco la celebridad de vuestras hazañas, el
" lustre de vuestro nombre ; pero es preciso obtenerlo para no
" mancillar el brillo de nuestras armas." — Después, trayendo á
la memoria los nombres de los más célebres combatea de la
guerra de Independencia, terminaba así : — " Cien campos de
** batalla y tres repúblicas redimidas por vuestro valor en una
" carrera de triunfos del Orinoco al Potosí, os recuerdan en este
^ momento vuestros deberes con la patria, con vuestras glorias
" y con Bolívar." — Buscaba Sucre, astuto en penetrar dewifnios,
el modo de flanquear las posiciones de su contrario que las había
tomado inexpugnables ; pero recibió orden del Libertador 'qo^
no aventurase batalla con fuerzas inferiores, y que se limitase &
VIDA DE BOLÍVAB, 471
maniobrar sobre la defensiva hasta tanto que pacificados los
tumultos de Pasto, pudiera él reforzarlo con la gente que lle-
vaba."— ^En esta, como en otras ocasiones, el Libertador inculca-
ba á sus tenientes el prudente consejo que Teodorico daba á su
suegro Clodoveo : " oye en tales casos al que en muchos ha jsido
experto, le decia ; aquellas guerras me sucedieron felizmente,
que las acabé con templanza, porque vence muchas veces quien
sabe usar de la moderación y lisongea más la fortuna al que no
se ensoberbece." Bolívar usó siempre de la victoria con mode-
ración, no con tiranía sangrienta y bárbara ; y eso mismo acon-
sejaba á sus oficiales subalternos..
En obedecimiento de la orden del Libertador se detuvo Sucre
por lo pronto, bien que luego se viera en la necesidad de escar-
mentar á su contrario que se conducia pérfidamente. — En el
pueblo de Saraguro le dio una derrota el 12 de Febrero y el 26
otra en Tarqui, donde todo cedió al empuje de los valerosos
colombianos. Roto y desordenado el ejército de La Mar, aban-
donó el campo, dejando entre muertos, heridos y prisioneros
2500 hombres, inclusos 60 gcfes y oficiales. — El fuego no habia
cesado aun sobre el campo sangriento de Tarqui, cuando Sucre,
que no repugnaba el peligroso honor de batir ejércitos superiores
en número á los que él comandaba, quiso dar á los peruanos
pruebas patentes de su moderación y de los sentimientos magná-
nimos que Bolívar le inspirara* Envió, pues, un oficial adonde
La Mar ofreciéndole una capitulación que salvara las reliquias
de su fuerza. No quiso consentir en que sus soldados ejerciesen
represalias sobre los peruanos, condenando á muerte al que pri-
vara de la vida á un prisionero, y llevó tan adelante su clemen-
cia, que suspendió la persecución del enemigo, " porque satifecho
el honor de Colombia, era inútil, decia, derramar más sangre
americana."
La Mar luego que recibió el mensage de Sucre reunió una
junta de guerra, cuyos miembros por unanimidad opinaron, " que
debía aceptarse la oferta del generoso Mariscal de Ayacucho."
Firmóse en consecuencia un convenio (28 de Febrero) por el
cual se estipuló reducir las fuerzas militares del norte del Perú
y del Sur de Colombia á 3,000 hombres : que se arreglarían los
límites de ambos Estados por una comisión especial, la cual li-
quidaría también la deuda del Perú á Colombia : que ninguna.
472 VIDA DE BOLÍVAB.
de las partes contratantes intervendría en los negocios dom^
ticos de la otra : que el Perú devolveria la corbeta Pichincha :
que pagai'ia 150 mil pesos para satisfacer las deudas contraídas
por la escuadra y ejército del Peni en los departamentos de
Guayaquil y Asuay : que desocuparían las tropas de La Mar el
territorio colombiano dentro de veinte dias, devolviendo en eJ
propio término la ciudad de Guayaquil con su marina j demás
efectos, etc Este fué el convenio llamado de Jirón.
El ejército peruano reducido ya á 2,500 hombres, resto de
8,400 que invadieron á Colombia, emprendió su retirada el
2 de Marzo. — La Mar, urgido por la envidia fomentada en su
altivez y por su odio personal contra el Libertador, habia soñado
imponer la ley á Colombia y destruir al más ilostre de sus
héroes ; pero no sacó de la campaña sino confusión é ignominia.
A tiempo que triunfaba Sucre de los ingratos que volvieron
á Colombia guerra y ruina por libertad y sacrificios, hacia el
Libertador los mayores esfuerzos por terminar sin violencia la
insurrección de los Pastos. Desde el 26 de Enero habia dado
lina proclama á los habitantes del Cauca inspirándoles confianza
y llamándolos al abrigo de las leyes protectoras de Colombia.
En un lenguage de dulzura que revelaba el corazón de padre, les
habia dicho :
Oaucakos ! Vuestras calamidades me han llamado á vuestro país á
poner término á la discordia civil. Algunos inc&utos del Valle de Patía,
seducidos por el coronel Obando, han causado los mayores trastomos eo
Popayan y en Pasto. Desgraciados I Ellos eran acreedores á severos
castigos ; pero la lenidad que caracteriza á nuestro gobierno, me ha ins-
pirado un vivo deseo de perdonarlos. Yo he olvidado sus extrarfoe,
como si jamas hubiesen existido. Solo vuestros dolores ocupan todo mi
r espíritu, y mi mayor conato es el de restituiros la paz doméstica que hi-
.beis perdido.
Popayanesos I Vosotros sois virtuosos y era imposible que fueseis cul-
'j>ables de traición. La violencia únicamente ha podido obligaros á so-
meteros á una autoridad usurpada: y vuestro gozo, al ver restablecer el
gobierno legítimo, ha probado con cuánta impaciencia soportabais el
mando de los facciosos.
Habitantes del Valle 1 Vuestra conducta ha sido heroica, y por tanto
digna de alabanza. Recibid pues, la gratitud de Colombia y la mia.
Patianos ! Os han engañado los traidores, haciéndoos instrumento ds
•US crímenes. El gobierno, con todo, no quiere consideraros como ene-
.inigos^y os miza como hijos aflíjidoe.
VIDA DE BOLÍTAB. 473
PBRtoflos I La fama de vuestro antiguo valor ha llevado á Obando á
vuestro país para estraviaros : no.le 8igái8 más ; abandonadlo á la maldi-
ción qae le perBÍgue, 6 arrojadlo á los torrentes del Gaaitará 6 del Jua-
nambú. No excitéis más la venganza de Colombia. Mirad que la Pro-
videncia castiga & los peijuros, y nos ha concedido la destrucción de
todos nuestros enemigos.
Cuartel general en Popayan, á 26 de Enero de 1829, 19.**
BOLÍVAB.
£8tas generosas palabras apoyadas por el prestigio del Li-
bertador, por la pastoral del Obispo de Popayaa y por una co-
misión de paz compuesta de respetables eclesiásticos, produjo
los mejores resultados. Bolivar envió también comisionados á
Obando y López con propuestas de amistoso avenimiento, que
ellos admitieron ; y de este modo logró asegurarse la tranquili-
dad en los pueblos ecuatorianos desde Popayan al Guaitará.
Libre por consecuencia el paso del Juanambu y las fortificacio-
nes que Obando habia levantado en Matabajoy, el Libertador
se trasladó á Pasto, donde los habitantes le recibieron con se-
ñales sinceras de sumisión y de respeto. Obando publicó una
proclama llamando á los peruanos, que antes eran sus auxiliares,
pérjidos de la tierra, y á Bolívar " el gran soldado que dio á
los pueblos gloria, patria y libertad."
En Cumbal supo el «Libertador los brillantes sucesos de las
armas colombianas confiadas á la fortuna y al valor del Ma-
riscal Sucre (12 de Marzo) y recibió el convenio de Jirón.
Partió en consecuencia para Quito donde arrivó en la tarde
del 17. Allí, presentes todas las autoridades civiles y ecle-
siásticas, le ofreció Sucre las banderas tomadas en Tarquí á
los peruanos, con este discurso, que puedo asegurar no haber
llegado al conocimiento de la mayor parte de mis lectores :
BeH^or:
Una borrasca política rodeada de todos los peligros internos y extemos
amenazaba hundir & los departamentos del Sur b%jo un torrente de des-
gracias, cuando desde las rocas del Juanambu resonó en Tarquí el grito de
victoria dado por Bolívar. Al ruido de este nombre querido, sus amigos
armados respondieron victoria ó mtíerte, y la muerte y el espanto corriendo
las filas enemigas, arrojaron los peligros exteriores entre la confusión y
la veigüenza, á las riberas del Rimac. Mil quinientos de nuestros guer-
reros llevando en su corazón al genio de Colombia, tuvieron luego á sus
pies toda la organización militar del Pera y castigaron & los ingratos que
474 VIDA DB BOLÍVAR.
no contentos con ultrajar á en bienhechor, osaron pio&nar la patria que
nos creó el Redentor del Nuevo Mundo. Satisfecha la venganza nado-
nal, la sombra de Bolívar apareció entre la sangre y los horrores pan
inspirar á nuestros bravos su generosidad ; y desde el campo de batalla,
las reliquias de los vencidos vuelven á su país proclamando que Bolívar
ha correspondido á la perfidia de sus libertos con una elevación sin la
cual la ignominia serviría de estandarte á las armas peruanaa V. K por
sus mandamientos á sus representantes en el Sur, y mostrándose en él
triunfo siempre gránete y siempre único, ha reparado la humillación de un
pueblo americano que le debe su existencia. — Esta venganza es digna de
' y. E. ; y cuando las armas colombianas no podian buscar trofeos en esa
guerra, es la más noble venganza del ejército del Sur, honrar los despojos
de la campafta de treinta dias, trayéndolos & los pies del ángel de la
victoria.
•
El Libertador abrazó al Mariscal Sucre y no pudo contestarle.
Lo ahogaba la emoción.
La naturaleza reclamaba sus derechos y era fuerza concedér-
selos. Los ojos de Bolívar estaban inundados de lágrimas, y
esas lágrimas eran sublimes de elocuencia
Aquel corazón estaba desgarrado por tantas ingratitades!
Los servicios que habia prestado á la América se retribuían
con negras difamaciones y con crímenes ! ¿ Cómo no sentirse
conmovido con las palabras de su fiel amigo ?
Dos veces intentó el Libertador hablar á Sucre y dos veces
la voz quedó ahogada. — Por fortuna el alma tenia otro len-
guage
En Quito recibió también el Libertador el "Manifiesto"
que en Febrero de este afio publicó el General Páez, execran-
do el asesinato intentado el 25 de Setiembre en Bogotá.—
Leyó el Libertador con gratitud este precioso documento, en el
cual, su autor, recorriendo brevemente los hechos de aquel, le
titulaba amigo firme y entusiasta de la independencia y libertad
del Snr-América, político profundo, guerrero excelso, patriota
fervoroso, que colocaba los intereses de los pueblos que admi-
nistraba sobre toda otra consideración..... Para realzar la glo-
ria de Bolívar, comparábale Páez con los héroes antiguos y mo*
demos, y señalaba en aquel cualidades más brillantes y virtudes
cívicas muy elevadas. — De este cúmulo de hechos recogidos con
tino en la vida publica del Libertador infería Páez rectamente
cuan infundadas eran las acusaciones que se hacian contra Bolí-
VIDA DE BOLÍVAR. 475
var de aspirar á perpetuarse en el mando supremo contra la vo-
luntad de los pueblos, siendo así que muchas veces había demi-
tido el poder y pedido, como recompensa de sus inmortales
servicios, el retiro. — Páez excitaba á los ciudadanos de los depar-
tamentos del Norte á la conservación de la paz y del orden,
confiando ilimitadamente en las promesas del Libertador, y ter-
minaba diciendo : — ^" Yo os protesto de nuevo que mi vida, mi san-
" gre y todo yo, son el holocausto que tributo á vuestra felicidad
** y á vuestras glorias — La espada redentora de los humanos I
*' Ella en mis manos no será jamas sino la espada de Bolívar :
^ su voluntad la dirija, mi brazo la llevará.... Conciudadanos !
" la espada de Bolívar está en mis manos ; por vosotros y por él
** iré con ella á la eternidad."
Los nobles y elevados sentimientos que con tanta fuerza incul-
caba el General Páez en favor del héroe colombiano, observa
juiciosamente un escritor ; los poderosos fundamentos en que los
apoyaba, y la profunda admiración que manifestaba por sus gran-
des y gloriosos hechos para conseguir la independencia, no solo
de Colombia sino de la mayor parte de la América del Sur, de-
bian persuadir á cualquier hombre imparcial que para siempre se
habia unido Páez á Bolívar en la grande obra de la organización
completa de la República. Sin embargo, no pasará mucho tiempo
sin que le veamos volver la espalda al Libertador, despedazar á
Colombia, la obra predilecta de Bolívar, y colocarse en las filas
de sus más encarnizados enemigos I Efectos nacidos de la
ambición, de esa nube del entendimiento, que lo desvia de lo
recto y lo envilece, sin dejarle percibir cuan larga materia sieúa-
bra á su desgracia en las satisfacciones de la culpa.
Volvamos ahora la vista á las cosas del Sur, donde La
Mar, desatentado é insidioso, se empeñaba en volver contra los
vencedores la generosidad con que estos ilustraron el triunfo de
Tarqui. Del campo mismo de Jirón habian partido los Gene-
rales colombianos Cordero y Sándes y el ayudante del General
La Mar, D. Manuel Porras, á recibir los primeros y á entregar
el último la plaza de Guayaquil. — Perd Guayaquil no fué entre-
gada, porque Porras llevó órdenes secretas de La Mar para que
no se devolviese la plaza, y al llegar, se mantuvo á nuestros co-
misionados privados de libertad , diciendo D. José Prieto, co-
mandante de las fuerzas peruanas en Guayaquil, que no abando-
476 VIDA DE boiíyab.
naría la ciudad, á menos qno se lo previniesen de un modo
explícito órdenes directas del gobierno de Lima. — En tanto, un
oficio de La Mar al Gran Mariscal de Ayacucho, fechado en
Gonzamaná (esto es, cuando estaba fuera de su alcance), le info^
maba que habia dado órdenes para suspender la deyolucion de
Guayaquil y el cumplimiento del Convenia de Jirón, mientras
Sucre no reformase los partes oficiales relativos á la batalla de
Tarqui, que, decía, eran injuriosos al Perú, y no derogase el de-
creto que mandaba erigir en el campo de Tarqui una columna
para perpetuar la memoria del triunfo obtenido allí. — " De otro
modo, añadía La Mar, será indispensable, violentando los deseos
de la República peruana, que en realidad aspira á una paz que
no manche su honor ni comprometa su responsabilidad, volar á
impedir que se fije ese monumento de infamia " i Bravata
ridicula que acusaba en La Mar su educación militar española!
— Frivolos, y mas que eso, pueriles eran los pretextos alegados
para negar el cumplimiento al convenio de Jirón ; pero el gefe
de la administración peruana, que lo que deseaba era cohonestar
su mala fé con ]*azones de cualquier naturaleza, aun las menos
plausibles y legítimas, creyó justificada la continuación de la
guerra y la violación de la fé de los tratados, y se dedicó en
Piura á reorganizar sus fuerzas y aumentarlas. — ^Bl Libertador
habia confiado en la santidad de- las estipulaciones de Jirón, y
dado en consecuencia orden para despedir del servicio militar á
los reclutas y milicias ; mas, muy luego tuvo que dictar provi-
dencias activas para aumentar el ejército y hacer que marcharan
al Ecuador los cuerpos veteranos que estaban acantonados por
escalones desde Popayan hacia el Norte. " No entregan á Gua-
" yaquil, escribía Bolívar al General Montilla ; Flores ha ma^
" chado á tomarlo por la fuerza. Los peruanos han quemado á
" Bava ; han muerto á las mugeres, á los niños y á los sacerdo-
" tes ; han asesinado al General Mires después de hecho prisio-
" ñero En su retirada del Asuay para el Matará han arrui-
" nado todo, todo, todo ; han asesinado á los señores Valdiviesoí
" en Loja, y por decirlo de una vez, han hecho cuanto hicieroii
" los españoles. Sin embargo. La Mar escribe al General Sucre
" quejándose mucho. Dice que los nuestros han matado algun<w
" prisioneros durante el combate y que hemos dado un decreto
" de gracias injurioso al Perú. Siendo cierto todo esto, ha sido
VIDA DB BOliVAB. 477
'* anterior al tratado. — ^Parece que el gobierno norte-americano
'' edtá muy empeñado en servir de mediador entre nosotros y los
** peruanos ; por consiguiente, es de creerse que todos los críme-
" nes que dejo referidos le hagan fuerza para darnos razón, y
" que tendrán mucho poso, en la balanza de la justicia y de la
" política."
El Libertador no creia mucho en la mediación, y anunció á
los colombianos que amaban la paz y el reposo, que eran precisos
nuevos sacrificios y combates para readquirir el territorio de
Guayaquil, que La Mar y sus tenientes se negaban á devolver.
En 3 de Abril dijo desde Quito :
Colombianos I Después de la pacificación de Pasto, de la victoria de
Tarquf y del convenio de Jirón, me dirijo á vosotros para felicitaros por
el término que han tenido las grandes crisis que agitaban la República.
Tan prósperos acontecimientos deben prometemos esperanzas. lisongeras,
bajo la augusta representación nacional que he convocado para el 2 de
Enero. Ventilaréis allí todos vuestros derechos, todos vuestros intereses,
y de acuerdo con vosotros mismos, daréis un nuevo gobierno, capaz de
mantener la libertad y la independencia de Colombia. Pero necesitamos,
para lograr esta dicha, calma en las pasiones y firmeza en los combates.
No se ha cumplido el convenio de Jirón por parte del Perú, alegando
como pretextos nuevas injurias contra Colombia. Nos veremos obligados
á emplear la fuerza para conquistar la paz ; y aunque la gloria sería el
producto de nuevos combates, pospondremos todo á la consecución del
reposo de la América, y en particular de los pueblos del Sur, cuyos dolo-
rosos y crueles sacrificios han servido poderosamente para repeler la in-
vasión del enemigo. Bcocuparémos á Guayaquil únicamente para cum-
plir con los preliminares de paz concluidos con el Perú : no dispararemos
un tiro ni aun para defendemos, sino después de haber agotado todo su-
Mmiento y de haber reclamado en vano nuestros incontestables derechos.
Haremos m^is : expulsados que sean los peraanos y los facciosos, de Gua-
yaquil, pediremos la paz á los vencidos : esta será nuestra vindicta. Tan
moderada conducta desmentirá á la faz del Universo esos proyectos de
conquista y esa inmensa ambición que nos suponen. Y si después de es-
tos rasgos de noble desinterés y de desprendimiento absoluto, nos comba-
ten todavía, nos calumnian y nos quieren oprimir con la opinión del
mundo, responderemos en los campos de batalla con nuestro valor, y en
las negociaciones con nuestros derechos.
Colombianos I Como subdito de la voluntad nacional, yo no hago más
que manifestar la intención dol pueblo y la capacidad del ejército. Justo
él primero y heroico el segundo, contemos con la victoria y con la paz.
BOLÍVAB.
478 VIBÁ BE boiíyab.
En privado, el Libertador hacia cuantos e8faerzo& eran ima-
ginables para que se evitase la guerra j para que el gobierno
peruano cumpliese debidamente el convenio de Jirón, llagando
hasta escribir al Vicepresidente D. Manuel Salazar y Baqnijano
que mandaba en Lima. Pero, á todas las insinuaciones de amis-
tad 7 paz respondían La Mar y los suyos con un grito de guerra,
y el Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, con la candi-
dez de que *' no eran obligatorias las estipulaciones de Jirón.''
PclUico y hombre de Estado, titulaba este á La Mar aprobando su
conducta. — Nunca he podido entender por dónde merezca aplauso
el violador de la fé pactada y que se llame político al peijoro I
Habia tocado sus términos la prudencia, y no podia, sin ex-
traviarse, ir más allá. Necesario era el castigo de los violado-
res del derecho de gentes, y el Libertador se preparaba á infli-
jirlo. — El 26 de Junio ^ó su cuartel general en Buijo, hacienda
situada en la confluencia de los ríos Daule y Babahoyos, y casi
en frente de Guayaquil, cuytt plaza quería entrarla á viva fuerza.
Mas, por un cambio que el Libertador esperaba de hora en hora,*
y que hacian prever las violencias del partido de La Mar, no
fué preciso disparar un tiro, y Colombia reintegró su territorio
pacífica y buenamente.
La guerra que La Mar hacia contra Colombia era realmente
impopular en el Perú. Después de la derrota de Tarqui y anun-
ciando aquel gefe su empeño de continuar la lucha que ya co-
menzara tan desfavorable, el partido de oposición cobró más
fuerza y declamaba enérgicamente contra la temeridad del Ge-
neral La Mar. La política personal y vengativa de este le ha-
bia alejado muchas simpatías que antes gozara. Yiósele, colo-
cado apenas en el puesto de que le excluía su calidad de colom-
biano, volver contra sus hermanos en Bolívla y en su propia
patria ora las asechanzas, ora la seducción y últimamente la
* £d otra parte he hablado de la penetración del Libertador para leer en d
futuro. Ahora añadiré otro ejemplo. — Escribiendo al General Montilla en 12 de
Abril, le decia el Libertador : — " Yo no dudo que oonaeguirémoe la ptf pv*
Junio, por uno de los medios siguientes :
I** Por la recuperación de Onayaqnil ;
2** Por la Uegada de nuestras fuerzas marítimas ;
8° Por una insurrección combinada de Gamarra con Santa Cms."
£1 Libertador era hombre de predicciones tan seguras que no ee engtfi^ ^
ea hechos, ni en tiempo, ni en personas.
VIDA DE BOIÍTAB. 479
guerra. Quizá hubiera tolerado el Perú que, hijo ingrato y
desnaturalizado, llevase las armas contra el hogar de sus pa-
dres : que, vecino inquieto j desleal, aprovechase la aflicción de
BU vecino para invadir su suelo y oprimirlo : que, novel soldado
de la independencia, intentara desacordado y soberbio humillar
á los mejore^ capitanes de la revolución americana. Pero lo
qne no pudieron sobrellevar en paciencia los prohombres de
su patria adoptiva fué que sacrificara la prosperidad del Perú
y la sangre de sus hijos en una guerra que no tenia más ob-
jeto que saciar de venganza odios personales é innobles. Así
filé que algunos diestros ambiciosos, sacando partido del gene-
ral descontento eu beneficio de su engrandecimiento propio, se
aunaron para derribarle del asiento del poder. Y para ello
el General Antonio Gutiérrez de Lafuente, que se hallaba en
Lima á la cabeza de un pequeño cuerpo de tropa, de$>pues de
haber hecho renunciar su empleo al Vicepresidente, se declaró
el 3 de Junio Jefe supremo provisional de la República, á la
vez que el General Gamarra destituía en Piura á La Mar del
mando del ejército y le expulsaba á Guatemala. Explicando
los motivos de su conducta, decia el nuevo Presidente al Con-
greso reunido poco después del atentado : '* Ni los reveses de
nuestros soldados en la jomada del Pórtete, ni los sacrificios
arrancados á nuestra patria expirante bastaban á calmar el
furor y euicomo de la facción opresora ella habría arrastra-
do inevitablemente la República á su perdición é infamia, si
prevaleciendo sus crímenes, sus errores, su nulidad y su mons-
truosa impericia, hubiera continuado rigiendo sus destinos." *
En el momento que La Mar fué depuesto y que su partido se
vio reducido á la impotencia, la opinión pública del Perú hizo
justicia á Colombia y á su Libertador. — Lafueute y Gamarra
fueron los órganos de esa opinión y se apresuraron á sincerar la
conducta de Bolívar. — **Las proclamas de Lafuente, escribía
" este al Dr. Gual, nos han dado una venganza más espléndida
" que la victoria de Tarquí. No hay excecracion que no vomite
" contra el gobierno de La Mar y contra la guerra á Colombia :
'* la llama insensata, criminal, y dirijida cotí designios deprava-
^ dos Jamas nos habría ocurrido tratar con tanto rigor á
* Rea. de la Hist de Yenec
480 VIDA DB BOLÍYAB.
" nuestros enemigos del Peru " — ^Bolívar escribió desde Ba^
ranea una hermosa carta al General Lafuente, en la cual, ganán-
dose más 7 más su voluntad, le decia :
Barranca, á 25 de Junio de 1829.
Con suma satisfacción, mi querido amigo, he visto ayer los documentos
inmortales que Yd. ha dado al entrar en el mando supremo. Ha sido para
mi la mayor sorpresa ver en un solo acto, y en un solo papel, cuanto en
de desearse, pero que no era posible esperar. — Yd. se ha colmado de glo-
ria, salvando á su patria de los mayores peligros y del vituperio que le
causaba un gobierno tan ii^usto y tan miserable. — Yd. ha dado á Colom-
bia la más espléndida satisfacción, y ha vengado mi reputación de los
ultrages que ha vomitado ese país contra mí, cerca de tres afios. Por nn
solo rasgo de la pluma do Yd. se han acordado dos naciones enemigas :
se han reunido todos los espíritus : se han allanado todas las dificultades,
y los deseos m&s encontrados han llegado & uniformarse. Tiene Yd. la
dicha de presentarse en el campo de la política cubierto de honor, puro
de toda culpa, y rodeado de la esperanza de todos. Tan solo los dema-
gogos y los facciosos podrán quejarse de la generosa y noble conducta de
Yd. en estas tremendas circunstancias.— Los enemigos de la América se
unirán á ellos para formar un coro de maldición ; pero no los oiga Vd., J
siga su marcha denodado. — ^En vano se alarmarán para procurar enemi-
gos al salvador de su patria.
Mi edecán el Coronel Demarquet pondrá esta carta en manos de Yá^
referirá á Yd., con verdad y sencillez, todo lo que sepa de nosotros y de
Colombia, contando con la sinceridad y franqueza de mi antiguo amigo
el General Lafuente. Si, mi querido amigo, yo he contado con Vd. siem^
pre. y espero que no me engañará mi corazón.
Yo deseo la paz con la más pura sinceridad y estoy muy distante de
abrigar la menor pretensión sobre el Pera, contento de verlo dichoso,
bajo un buen gobierno, obra de su voluntad absoluta ; pero no por esto
me será posible dejar de defender los derechos legítimos de Colombia.—
Podremos olvidar todo lo pasado sin abandonar lo que se debe á oste
país, que tanto ha sufrido por libertar al Perú y por defenderse de él.
Me tomo la libertad de instar á Yd. con encarecimiento para qne no
perdamos un instante en entablar y concluir la negociación de paz ; p^^
estamos muy recargados de tropas que no podemos mantener, desi>u^
que la guerra ha desolado estos departamentos de un modo que yd< ^^
podrá concebir.
Lafuente contestó desde Lima en 8 de Agosto, y decia al I^'
bertador :
Mi gbnebal t mi bbsfbtablb amigo:
Si Y. E. ha visto con tanta satis&ccion mi proclama á los pueblos por
TIDA DE BOIÍYAB. 481
los importantee objetos qae ella abraza, ) ca&ntas emoeionea de puro pía*-
cer y contento habrán mandado mi abna desde que recibí la preciosa
carta de Y.E. por mano de su edecán el Sefior Demarquet....! Yo hubiera
querido que aquel documento, al presentar á la Nación el cuadro tan ye-
raz como sencillo de los crímenes y errores de la facción destronada, hu-
biese hecho á y. E. la justicia que le es debida. Mas los momentos en que
fdé emitido no eran ciertamente los más adecuados para un acto que, en
BU oportunidad, debe ser de un carácter más marcado y solemne. Con-
cluida la paz que tanto apetecen estos pueblos, no dudo reparar con yen-
taja los agrayios que un corto número de hombres pérfidos 6 inmorales
han inferido á Y. E.
Los peruanos, es decir, los sensatos, los hombres justo^ é imparciales, y
los amigos de la libertad bien entendida, los yerdaderos patriotas, jamás
han atribuido á Y. £. miras innobles ni proyectos dirijidos á amancillar
sus glorias ; antes por el contrario, ellos han conseryado en el fondo de
sus almas una gratitud y admiración que no se extinguirán jamas.
Por lo que á mí toca, yo no me he presentado en la actual escena, sino
como ejecutor del juicio nacional, inequiyocamente pronunciado contra
sus opresores, y por la reyindicacion de sus más caros derechos. — Y si
algo he merecido por este seryicio, que pueda lisonjearme hasta el colmo,
es, ais duda^ la opinión propicia que Y. E. ha formado de mis procedi-
mientos en obsequio de mi patria en tan delicada crisis.
Puedo as^urar á Y. E., con la yerdad y franqueza que me son caracte-
rísticas, que la causa primordial que á mí y á mi compaftero el General
Gamarra nos ha determinado ¿ acometer tan ardua empresa, ha sido el
logro de una paz honrosa y duradera. Estamos íntimamente conycnci-
dos que Y. E. la deseaba de buena f^, y que el Perú suspiraba por ella.
Forzoso era destruir, con mano fuerte, los obstáculos que frustraban este
bien inapreciable á dos pueblos ligados por las más gratas y estrechas
relaciones.
El Perú, Sefior, no desconoce los eminentes seryicios que le ha dispen-
sado una República hermana, y mucho menos los deberes que ellos han
impuesto á su gratitud. Estos puntos serán considerados con la mayor
circunspección y cordura por la comisión diplomática que ha de nom-
brarse al efíscto ; lisonjeándome, desde ahora, que Y. E. recordará entonces
todo lo que ha hecho por el Perú, y lo que se interesa por su felicidad.
Los amigos de Y. E., que, sin duda, son todos los hombres justos é
imparciales, y todos los yerdaderos patriotas de este suelo, también lo
son mios ; y estos títulos, unidos al lisongero recuerdo con que Y. E. los
^yorece, redoblarán en mi espíritu los miramientos y consideraGiones
que les son debidos.
Concluyo con pena esta comunicación, la mas grata y satisñtctória
de mi yida pública, por los nobilísimos objetos que la promueyen, pro-
testando á Y. E. que soy siempre su cordial amigo de corazón y obe-
diente seryidor, q. b. s. m.,
Antonio GunéBBBz db Lajtuentb.
31
482 VIDA DE BOLÍVAB.
Después de esta carta, los asuntos se arreglaron fácil y amis
tesamente.
Guayaquil fué entregado y ocupado por nuestras tropas. Los
peruanos se alejaron de todo el territorio colombiano. La paz
quedó ajustada por un tratado justo y lleno de conciliación,
y el Congreso del Perú, animado de los más bellos sentimientos
de gratitud y de lealtad, justificó plenamente al Libertador
siendo el órgano más autorizado de la opinión nacional.
Terminó así la injusta é insensata guerra que La Mar y sus
amigos declararon á Colombia y á Bolívar para saciar pasiones
vulgares, odios y resentimientos personales.
La Mar murió á poco en su destierro, devorado por la pena,
olvidado como hombre público y sin patria. El Perú lo ha-
bía expulsado. Colombia lo miraba como un hijo ingrato y des-
naturalizado que había venido á ensangrentarla y á abrasarla
cruelmente en el fuego de la discordia.
I Qué triste fin I Durar en la memoria de los hombres por
desaciertos, por pasiones viles, por hechos monstruosos y abomi-
nables U
CAPÍTULO LVm.
1829.
CálMBK» GZBOÜLAS PIL 81 DI AGOSTO— BL LIBBRTADOB MABCHA bIoiA QüITO— TBA-
BAJ09 AOMIHinBATnrOB BB BNA CAPITAL— IN8UBBB00IOX »B CÓBDOYA BW AKTIO-
QDIA— LLBQADA DBL SBftOB BBBflSOB i. BOGOtI— B8TIMACI0N QÜB BN LAS CÓETBS
DB BÜBOPA 8B HACIA OB BOLÍTAB.
CANSADO de no caducas glorias, porque aun viven y vivirán
en la memoria de los hombres, anhelaba el Libertador re-
tirarse á la vida privada, dejando á otro el cuidado de las dichas
de Colombia. — En su prudencia, fortaleza 7 vigilancia descan-
saba el pueblo. De sus fatigas labraba este su seguridad ; pero,
eso mismo le agoviaba. Diez 7 nueve años de afanes 7 riesgos
inminentes, de inquietudes, de lucha 7 aspiración, de desvelo 7
esfuerzos sobre-humanos ; diez 7 nueve años de sacrificios, de re-
veses, de actividad constante, de trabajo, de esclarecidos hechos
y memorables felicidades que hicieron nacer odiosas emulaciones,
hablan gastado la salud del Libertador, que declinaba visible-
mente ; 7 temia él, que al paso que le faltasen las fuerzas, mino-
rasen también la vigilancia, la prudencia 7 el entendimiento ;
(488)
484 VIDA DB BOliVAB.
que el alma tiene su vejez, como observa Aristóteles.*— Deseaba
^pues retirarse. — ^Y he de ponderar, que, si en otros, como en
Augusto, la larga dominación crió soberbia, j la expericDcia de
las necesidades avaricia ; si el Üábito de mandar engendró la
pasión de mando, en Boiívab no produjo más efecto que el de
amar con vehemencia el retiro, la soledad, donde pudiera consi-
derarse ageno de los cuidados públicos ; queriendo reducir sn co-
razón magnánimo, hecho á empresas heroicas, al cultivo de la
sociedad doméstica, á la meditación 7 á la solicitud de conservar
la gloria adquirida.
Avigoróse más 7 más en estos sentimientos después de la grave
enfermedad que padeció en Gua7aquil 7 que lo condujo hasta los
bordes del sepulcro (10 de Agosto.) Provino tal accidente del
clima insalubre de Gua7aquil en la estación de las aguas, 7 de
los cuidados anexos á la campaña ; aunque debemos atribuirlo
también en gran parte á una fuerte pasión de ánimo causada por
los continuos é injustos ataques que se dirijian contra él. Todos
los pasos del Libertador, todos sus actos, aun los más inocentes,
se interpretaban mal, atríbu7éndos6le miras que no abrigaba 7
vomitándose calumnias las más atroces que ofendían su deli-
cadeza.
Para reponer su salud, se trasladó á la isla de Santay, frente
de Guayaquil (Agosto 31.)
Rendido al conocimiento de su fragilidad 7 queriéndose des-
nudar voluntariamente de todo poder, de toda autoridad, el Li-
bertador expidió allí una célebre circular (Agosto 31) para qne
los pueblos emitieran libremente sus opiniones sobre la forma de
gobierno 7 la constitución que debiera adoptar el próximo con-
greso constitu7ente 7 acerca del gefe de la administración qne
se hubiese de elegir. Explícitamente decia en ella,—** qae ^
*' no tenia ninguna mira personal relativa á la naturaleza del
" gobierno, ni de la administración que habia de presidirlo ; así
^ que, todas las opiniones, por exageradas que parecieran, serían
'* igualmente bien acogidas, con tal que se emitieran con mode-
^ rada franqueza 7 que no fueran contrarias á las garantías indivi-
" duales ó á la independencia nacional.'' — Las intenciones del
Libertador eran mu7 puras. Deseaba que los pueblos ejerciesen
* Quippe et úofrpxm, bíc etmm meas saam hsbet senimn. {FoUl 1. 2. c. 7.)
VIDA DE BOLÍYAB. 48$
amplia 7 Kbreme]i.e el derecho de safn^io*; que se iniciara una
discusión racional sobre las reformas qne se pedian, y que el
congreso tuviera exacto y j»^lijo conocimiento do los deseos y
de las opiniones de la mayoría de los colombianos. — ^Ya veremos
más tarde cuál fué el resultado que ofireció la circular del 31 de
Agosto.
Después de haber pasado algunas sraianas w Santay, cuyo
dima benéfico contribuyó á restablecer la salud del Libertador,
este vino á Quito (20 de Octubre) donde se ocupó en reorgai
nizar la administración délos departamentos meridionales ; esta-
bleció un tribunal de Comercio ; dio varios decretos para fo-
mentar las manufacturas del Ecuador y A^uay, y sujetó al
Ordinario eclesiástico los r^ulares de Colombia ; providencia
esta que se expidió con la intención de moderar en lo posible la
relajación que se habia introducido en algunos conventos, y evi-
tar desórdenes El Libertador nombró al General Flores pre-
fecto general de los departamentos de Guayaquil, Ecuador y
Asuay, conservándole también el mando en gefe del ejército del
Sur, y se puso en camino para Bogotá el 29 de Octubre.
Cuando el Libertador estaba en el Sur y atendía á la pacifi-
cación de Pasto y á la terminación de la guerra con el Perú, el
General José María Córdova, que mandaba una parte de las
fuerzas que marcharon al Sur á combatir á Obando y López,
habló al General Tomas Cipriano Mosquera para que le ayudase
á combinar y asegurar los planes de una gran revolución que
meditaba. — ^^ Debemos pensar seriamente en salvar nuestro país^
le dijo ; y para esto es predso segregar á la ]!f oeva Granada de
Venezuela. El Libertador está viejo ; ya pocos serán sus diasi
y sin faltarle al respeto, debemos separarlo del mando. El
Ecuador se constituirá en otro Estado, y los gefes granadinos uos
encargaremos de la realización del plan. Yo seré el Gefe Su-
premo y Yd. mi secretario general y de guerra ; Horran con«
servará el mando del interior en Bogotá : López irá á Popayan ;
Bonrero al Cauca ; Obando quedará en Pasto cuyo país conoce
y veremos de mandar al Istmo al Coronel Espinar...."
— ^¿Y dónde y cuándo reunirá Y d. la repreaentadon nacional 7
le pr^untó Mosquera. *
— I Qué representación I contestó Córdova. Nada de repre-
sentación. Esas son necedades. Es preciso exterminar á loa
486 VIDA DE BOliVAB.
abogados. Nuestra república debe ser militar. El espirita
militar la ha formado ; y después qne existe por nuestro valor,
están mandándola las togas y los leguleyos....
Mosquera le hizo presente que tal idea era impractíicable,
y que no debia contarse con él para nada en que entrara el
elemento de la infidelidad. " La primera vez, le dijo, qoe los
dos gefes del ejército somos granadinos, sería una mancha im-
borrable para nosotros y un oprobio para el país abusar de nues-
tra posición para aprisionar al Libertador cuya vida gloriosa y
útil peligraría en esos momentos. Tkl cosa, mi amigo, no es
digna de Vd. ni de mí."
Córdova se sorprendió de la respuesta de Mosquera y trató
entonces de excusarse ; pero siguió trabajando con tesón en
reunir los gefes de mayor prestigio á sus ideas. Con halagos y
lisonjas trató de disponer el ánimo de Páez, de Marino, de Ca^
reno, etc., á la rebelión. Y es de considerar cuan adentro es-
taba Córdova en la senda de la perfidia y de la traición que
discurría, y con qué grado de tenacidad la adelantaba, que ol-
vidó, cuando escribió á Páez, los agravios y ofensas que de este
recibiera. Páez, en efecto, quiso una vez fusilar á Córdova por
desertor (1817 ó 18) ; aun lo tuvo amarrado á un árbol para
sacrificarle con pretexto de la necesidad de mantener la disci-
plina en el ejército, y sin la intervención generosa del bravo
General Laurencio Silva, humano siempre y opuesto á rigores y
crueldades, le habría matado. — Sin embargo, Córdova parecía
haber olvidado todo, y escribió á P&ez locas alabanzas para po-
ner lazos á la voluntad y traerle mejor á sus designios. — ^En el
corazón le aborrecia. Sentía odio, y expresaba cariño. Eso
saben hacer los ambiciosos.
El Libertador tuvo aviso de los proyectos insensatos de Cór-
dova, y se limitó á recomendar por una circular la vigilancia.—
Llamóle al cuartel general, y en *Bumipamba le habló amiga-
blemente.— Córdova le satisfizo, si bien sé mostró con alguna
brusquedad ; mas el Libertador atribuyó esta al carácter de
aquel y á la costumbre que tenia de vivir entre soldados. ** De
resto, yo no creo, decia el Libertador, que este hombre á qnien
sonrio un ix)rvenir tan halagüeño, intente sepultar sus gloríis
en la ignominia. ¿ Qué aprovecharía de una revuelta en la qoe
aoaso se quedaría solo ?"
VIDA DE BOLÍVAR. 487
Esto no embargante, la idea de que Górdova levantase en alto
la bandera de la insurrección, impresionaba profundamente al
Libertador. — Si un hombre á quien babia distinguido y ele-
vado tanto, le volvia la espalda á pesar de sus beneficios y de
su amistad, y le pagaba con revoluciones para usurparle el
mando, ¿ qué no harían otros militares, que no se hallaban li-
gados con él por tan estrechos vínculos? — Bolívar no sabia
qué hacer, ni qué partido tomar para mantener la sumisión y el
orden entre sus generales. " ¿ Qué haremos escribia á un ami-
" go desde las Bodegas de Babahoyo en Guayaquil (28 de Se-
" tiembre) ; qué haremos con estos generales conspiradores ?
** Si los contengo, soy tirano ; si espero que delincan para cas-
" tigarlos, cruel asesino. — ¿ Qué haremos ? — Vd. verá lo que hay
'' con respecto á Górdova y Popayan. Debemos, sin embargo,
'' impedir el mal para que luego no sea mayor. El Gonsejo
** hará lo que tenga por más conveniente. Yo no sé si to-
'' davía es dable mandar en misión á Córdova. Si fuera po-
^ sible emplearlo en Europa, haría menos mal, sin dejar de
'' hacerlo. Ustedes verán lo que hacen, para que no nos acu-
" sen de dejar fomentar las conspiraciones para castigarlas y
" de impedir la libertad. — ^Y lo peor es, que cuantos gefes haya
*' en la Nueva Granada, harán lo mismo, si se creen con partido ;
" y este no les faltará por su fé de bautismo. Yo tendré que
" ser víctima y /íro/io juntamente al fin de todo. — Esto es hor-
*' rible. Yo no sé cómo conducirme para dar gusto á estos seño-
" res. Si hago mucho, abusan ; si poco, están quejosos. Ahora
^ voy á hacer cuatro generales granadinos... ; y Yd. verá luego
" lo que hacen : no quedarán conformes. — Esto no tiene re-
•* medio "
Ha de tenerse presente, para mejor conocer á Córdova, (que
es de quien ahora nos ocupamos,) que acababa de hacer la guerra
á los insurrectos de Fasto y Popayan ; que fué uno de los que
promovieron el acta de Bogotá, (13 de Junio) por la cual se puso
el poder ilimitado en las manos de Bolívar, y que trabajó fuer-
temente contra los conspiradores del 25 de Setiembre. El Li-
bertador le había nombrado Ministro de Estado en el Departa-
mento de marina, cuyo empleo aceptó, y por su influjo fueron
escogidos para gobernador de Antioquia, su cuñado D. Manuel
Antonio Jaramillo y para comandante de armas, su hermano el
á88 VIDA DE BOLÍVAR.
Coronel Córdova. — ^Bolívar le distinguia como soldado de es-
pléndido valor y hombre que había mostrado altas y recomen-
dables virtudes patrióticas. ¿Ouál era, pues, la causa qoe
impelía á Córdova á promover la turbación del orden y atentar
contra la autoridad del Libertador : autoridad que él mismo
habia trabajado con ahinco por que se le concediese? Una de
las quejas de Córdova contra Bolívar, (queja que repetía á toda
hora y en todos los tonos,) era haber este presentado el proyecto
de Constitución á Bolívia en 1826. i Cómo si presentar üd pro-
yecto de ley á quien lo pide, por malo y extravagante que se
considere, pudiera ser un acto que la razón y la justicia conde-
naran 1 En un hecho semejante están fundadas la gloría y la
secular celebridad de Licurgo.... Pero Córdova tenia poco que
hacer con los ejemplos del legislador de Lacedemonia, y sí mucho
que trabajar contra Bolívar, cuya superioridad le desesperaba.
En 12 de Setiembre, pues, cuando el Libertador restablecía su
salud en Santay, y no tenia enemigos que combatir, levantó C6r-
dova la bandera de insurrección en Antioquia, titulándose *^ Co-
mandante en gefe del Ejército de la libertad," y pidiendo á gri-
tos la escarnecida constitución de Cuenta, y derramar la sangre
de Bolívar, " tirano de la patria" 1 — Llegaron las primeas
noticias del movimiento criminal de Córdova, y todavía el Li-
bertador, si bien no sorprendido, tampoco quiso darles fé. ^' Có^
^' dova, repetía, me debe la vida ademas do su fortuna. Él síem-
** pre ha sido adicto á mí. Ahora quizas estará maleado.... pero
" en fin, yo no creo aun lo que se dice." — Sin embargo, lo que se
decia era cierto, y poco después fué necesario obrar actívamente
contra el faccioso de Antioquia. — ^El General O'Leary cayó so-
bre él y lo destruyó en el sitio del Santuario. — ^Necesitábase un
milagro para que Córdova, con escasa gente, bisofiUt, allegadiza
y mal armada, hubiera podido triunfar de la excelente lufaotería
'de O'Leary. No fhé empero la victoria ni tan fiícil ni tan pron-
i;amente obtenida como lo prometía la desigualdad de las fue^
:£as. '^ Los facciosos, dijo O'Leary al participar el suceso, que-
riendo imitar el indómito y espléndido coraje do su caudillo, pe-
learon como desesperados." Y en efecto, no fué fidta de valor
sino de prudencia la que aceleró su derrota, una falsa retirada
de las tropas del gobierno hizo que Córdova deslumbrado com-
iprometiera locamente su reserva para perseguir los que, no ven-
VIDA BE boiítab. 489
cidos Bino astutos, huian á su vista, despu^ de dos horas de un
fuego sostenido. Hábil OXeary, en aprovecharse de este error,
ordeno una carga general de sus infantes y ginetes spbre la des-
parramada gente de su contrario, la cual fué atropellada j de^
truida en un instante. Yanos fueron entonces los esfuer^s ad-
mirables de Górdova para restablecer el combate ó siquiera di-
latar con gloria el momento de su ruina. Entero siempre j de-
nodado, como cuando en Tenerife, Pichincha j Ayaoucho se
hacia notar entre los bravos, disputó á palmos el terreno, reco-
giéndose por fin, cuando lo vio todo perdido, á una casa cercana,
acompañado de veinte soldados y algunos oficiales. Resistió con
ellos por algún tiempo el ímpetu de los vencedores, hasta que
O'Leary, que habia ocurrido al sitio y hecho cesar el fuego de
su tropa, viendo, según dice, que los de Córdová no paraban el
suyo, mandó á Hand y a Castelli que forzasen la casa sin dar
cuartel á los que resistiesen. IJjecutábase esta orden con sobra-
da exactitud, mientras que O'Leary, engaflado por un falso in-
forme, buscaba á Górdova en otra parte del campo. A su re-
greso, halló á este infortunado ya prisionero, y postrado con una
herida que acababa de recibir y otra aun más grave que sacara
del combate general Pocos instantes después ya no existia uno
de los más valientes soldados de la América del Sur. Murió en
la flor de su edad, favorecido con muchos dones de la naturaleza
y la f(»*tuna, siendo así que era rico y agraciado de rostro y de
persona ; escaso sí en las fuerzas del entendimiento. No carecia
de disposición y genio para alguna de las artes que requiere el
penoso ejercicio de la guerra, y entre sus virtudes, como más
aventajadas y sobresalientes, brillaban el valor y la constancia.
Por lo demás, hombre de carácter duro y obstinado, y de condi-
ción desapacible.
Beata solo a&adir á esto triste episodio de la historia de Go-.
lombia que O'Leary, de acuerdo con las instrucciones que tenia
del gobierno, propuso á Córdova que rindiese las armas, ofre-
ciéndole un indulto que esto desechó con indignación antes del
combate, ya porque creyese ignominioso acatarlo, ya porque
desconfiase (y ciertamente sin razón) de la sinceridad de sus ene*
migos*
* Bet. de 1a BkL de Venea
490 VIDA BE BOIÍYAB.
Con la derrota y muerte de Córdova, la provincia de An-
tioquia quedó en paz. — ^El Libertador indultó á los parientes j
amigos de aquel comprometidos en la defección, y les permitió
Tolver al seno de sus familias
Antes de dar punto á la relación de los principales sucesos de
este afio, informaré también á mis lectores que el gobierno
francés, á cuya cabeza se hallaba entonces el Conde de la
Ferronays, primer ministro de Carlos X, envió á Colom-
bia al Señor Carlos de Bresson, con el intento de investi-
gar el estado que tenian esta y las otras repúblicas de la Amé-
rica que fué espafiola, y decidir si Su Magestad Cristianísima
entraría ó no en relaciones diplomáticas con ellas. Venia con
Bresson el Duque de Montebello, Par de Francia, annqne sin
carácter oficial, y ambos desde su llegada á Caracas hicieron los
mayores elogios de las virtudes y talentos políticos del Liberta-
dor Simón Bolívar. — ^Bresson no los escusó en el discurso que
dirijió al Consejo de Ministros en Bogotá. He aquí textual-
mente este discurso muy poco conocido :
SeI}^obes :
Yo me lisonjeo con la esperanza de que los últimos acontedmientoe del
Sur contribuirán á acortar la ausencia del Gefe ilustre bajo el cual ha
veinte aflos se están ejecutando tantas acciones gloriosas, y que me será
concedido expresarle & la voz hasta qué punto el nombre de Sdío5 6o-
LÍVAB es honrado entre nosotros. — La Francia no admira en él solamente
aquella intrepidez y celeridad en las empresas, aquella penetración y
aquella constancia, cualidades de un gran general, sino que tribnta sa
homage & sus yirtudes y á sus talentos políticos, prendas seguras pai^ ^^
independencia y buen orden, primeros fundamentos de la libertad, dd
país que le ha confiado sus destinos.
El nombre de Bolívar era, á la verdad, pronunciado en Bo-
ropa con admiración ; y no solo la Francia, sino la Inglft^^^^
la Suecia; la Rusia, solicitaban la amistad del héroe, del tsA^^^
restaurador, creador de tres naciones, que por sus hazañas h*^^*
conquistado la inmortalidad. — ^El Rey de Suecia (Bernad<>^^)'
decía el Conde de Bjrvanstjema á nuestro plenipotenciario en
Londres, no solo se halla muy dispuesto en favor de Colo"^*^**'
sino que tiene particular aprecio y admiración por el Líl^^**'
dor. — " Entre Bolívar y yo, dice, hay mucha analogía : ám^^^
bemos nuestra elevación á nuestra espada y á nuestros servicios :
TIDA DE BOliVAB. 491
ambos somos amados de los pueblos y fieles á la causa de la li-
bertad, bien diferentes en esto de Napoleón.'*
Y la Corte de Saint James, donde más íntimamente se cono<
cía á Bolívar, resonaba muchas veces en sn aplauso. Léase la
comunicación que dirijió al Señor Campbell, Encargado de ne-
gocios de S. M. B. en Colombia, el Ministro de Relaciones Ex-
teriores, Dudley : .
8 de Marzo de 1828.
Señor :
Nunca ba eádo la intención del gobierno do S. M. intervenir activa-
mente en los negocios domésticos de esos Estados, que, por peculiares
circnnstancias, y su reciente origen, están expuestos & disturbios y oscila-
ciones antes de establecerse con formas permanentes. Ansioso por su bien-
estar y deseoso de mantener con ellos las más amistosas relaciones, S. M.
siempre ba pensado que ellos mismos son los más propios para juzgar del
gobierno que conviene á su condición y de las personas á quienes con
más seguridad pueden confiar su dirección. Es sin embargo imposible
baber observado los acontecimientos que ban tenido lugar en Colombia
y las provincias vecinas, desde su separación de la madre patria, sin que-
dar convencido que los méritos y servidos del General Bolívar le dan
título á la gratitud de sus compatriotas y á la estima de las naciones ex-
trangeras. También él deseo que él ba manifestado de cultivar relacio-
nes con Inglaterra, como la primera de las potencias de este lado del
Atlántico que ha reconocido la independencia de Colombia, ha produ-
cido de nuestra parte confianza y buena voluntad.
Al tiempo, pues, que cuidadosamente os abstengáis de intervenir en
intrigas de elecciones 6 de adoptar el idioma de partido, no vacilaréis
en declarar (aunque con moderación y en los términos propios del Minis-
tro de una nación extranjera) que S. M. veria con satisfiíccion la elevación
del General Bolívar al puesto más eminente á que la constitudon de Co-
lombia llame á un individuo.
Ko representaréis la elecdon de un personage tan distinguido como el
General Bolívar y su admisión del mando conferido en él, como el precio
en que Inglaterra estime su amistad, sino como acontecimientos que for-
talecerán la esperanza que ella mantiene de cultivarla con un país próspero
y unido.
Soy, etc. DüDLEY.
'* La idea que varios gobiernos europeos habian concebido de
los talentos, de las virtudes, de la elevación de carácter y de
los servicios eminentes de BoUvar á su patria, era tan alta, dice
Bestrepo, que si este hubiera tenido la insensata pretensión de
hacerse Rey, naciones de primer orden le habrían reconocido, y
los soberanos y las familias más antiguas y distinguidas del viejo
492 VIDA DE boiítab.
Continente le habrían saludado como á hermana 7 eompaffero
de los monarcas ; circunstancia que se acredita por docomentoa
oficiales auténticos. Más Bolívar estuvo muy lejos de abrigar
proyectos semejantes (como se verá demostrado en el capítulo
siguiente) ; y si estimaba en alto grado el aprecio que de él
hacían los soberanos de la Europa^ su ambirion se limitaba á dar
estabilidad á Colombia, á asegurar los derechos políticos, las
propiedades y las garantías de los Colombianos, apoyándolos en
el orden y en los principios de una libertad racional, y á ser el
primer s&bdito de la autoridad, como él decia, después de haber
sido el genio que la Providencia puso al firente de la empresa
más ardua y grandiosa que el mundo ha conocido.
CAPITULO CLIX.
1829.
Pbopübsta i» cobova al libkrtadob — pRnranos bbpübuoahos di bolítas-^
BU ADMIRABLB OONDDOTA BN B8TA DIVÍCIL COHTTOrrüBA.
PERTENECE á este lugar decir algo, auuqae sucintamente,
de la cuestión que más agitó los ánimos en este tiempo y
que tanto sirvió para calumniar el patriotismo 7 buena fé del
Libertador: la monarquía. — Preciso es destruir las inicuas
sospechas que los enemigos de su gloria le suscitaron, de aspi/rar
á la ocupación de un trono, y convencer á todos de que jamas,
Boiíyab, ni por un instante, pensó en libertar la América para
dominarla.
Hubo en efecto, ¡ pena da decirlo I propósitos repetidos de
constituir una monarquía en Colombia ; y desde luego, muchos
militares de alta esfera, Páez, Mosquera, Ibarra (D.), Briceño
Méndez, Flores, Urdaneta, Marino, Pérez, Espinar, Clemente y
otros muchos le hablaron de coronarse.... I Mostraban cierta
apariencia de adhesión unos ; ponderaban otros los talentos su^
periores del héroe, la constancia con que habia llevado al cabo
C498)
494 VIDA DE boiíyab.
la independencia del Nuevo Mundo : su penetración : aquella
invencible entereza de ánimo con que jamas desmajaba : sd
afecto 7 cuidado por sus subalternos y se persuadían qae el
premio de todo esto era sentarse sobre las caatro planchas cur
hiertas de carmed que Uaman trono. — ^¿Quién hablaba con candor,
quién con depravado afecto.... ? No me toca decirlo. De todo
habia. — Y basta á la historia conocer los hechos.
Pero, aquella idea de infidelidad á los principios republicanos ;
aquel pensamiento de monarquizar la Americana que diera tanta
fuerza San Mai*tin mismo, no halló nunca entrada en el corazoú
de Bolívar. — No tienen los que maltratan su reputación en este
punto ; no tienen un escrito, una sola palabra, ni caida por inad-
vertencia, en que fundar su sospecha.
Guando estaba el Libertador en Kingston' desterrado, solo,
pobre, mereciendo del extrangero la hospitalidad que se le ne-
gara en Carúpano y Cartagena ; allá en 1815, proyectando con
Brion expediciones para expulsar de su patria á los tiranos, es-
cribía conñdencialmente á un amigo y le decia : Mr, de PradU
ha dividido sabiamente la América eti quince 6 diez y siete Es-
tados independientes entre ^, gobernados por otros tantos monar-
cas. Estoy de acuerdo en cuanto á lo primero j pues la América
comporta la crectcion de diez y siete naciones ; en cuanto á Ic
segundo, aunque es más fácil conseguirlo, es menos étíl¡ yoti,
no soy de opinión de las monarquías americanas.
El Libertador extiende en seguida las razones de su dictamen,
y repite que no está pob la monabqxtía en América.*
Veamos si fué siempre consecuente con esta idea, que debe-
mos aceptar como sincera, atendida la situación en que se ha-
llaba en el momento que la escribía.
Conocen mis lectores los sucesos que tuvieron lugar en Vene-
zuela después de la expedición de los Cayos ; y se han maravi-
llado, sin duda, como se maravillarán los siglos venideros, de
tales imposibles allanados, de tales guerras vencidas, de tantos
y tan inminentes peligros arrostrados por el genio de Bolívar.—
En 1819, logró reunir un Congreso en Angostura ; y en aquella
ocasión feliz, la más oportuna para recomendar sus servicios j
* VéaMUcartadiB 6 de Setiembre de 1815 esorítaeii Kingston, pag. 8M del
tomoL
yiDA DE BOliVAB. 495
encumbrarse sobre los demás caudillos ; cuando todos confesa-
ban que su brazo era el más firme y su perseverancia incontras-
table, Boiíyab decia á la Asamblea : " Yo no he podido hacer
" ni bien ni mal : fuerzas irresistibles han dirigido la marcha de
" nuestros sucesos ; atribuírmelos, no sería justo, y sería darme
" una importancia que no merezco.... Sin^ embarco, mi vida, mi
*' conducta, todas mis acciones públicas y privadas están sujetas
'^ á la censura del pueblo. Representantes I vosotros debéis
"juzgarlas. — ^Yo someto la historia de mi mando á vuestra
" imparcial decisión. Si merezco vuestra aprobación, habré al-
" canzado el sublime título de buen ciudadano, preferible para
" mí al de Libertador que me dio Venezuela : al de Pacificador
" que me dio Cundinaraarca, y á los que el mundo entero puede
" dar. Legisladores ! Yo deposito en vuestras manos el mando
" supremo de la Nación.... ün gobierno republicano ha sido, es,
" y dAe 9er el de Venezuela ; sus basas la soberanía delptietioy
" la división de los poderes, la libertad civil, la proscripción de la
" esclavitud, la abolición de la monarquía y de los privilegios..."
Era hombre Bolívar que no desertaba de los buenos princi-
pios, y á quien movia más, como vemos, la autoridad de la razón,
que las honras y favores de su persona.
En 1822 habiéndole remitido un francés desde Londres varias
cartas privadas en que le inspiraba desconfianza del ministerio
británico relativamente al reconocimiento de Colombia, le acon-
sejaba que se hiciese proclamar rey constitucional ; le indicaba
las medidas para ganar á los militares y ciudadanos de influjo
amigos de la libertad, y le prometía traerle en persona un pro-
yecto de constitución, concluyendo por asegurarle : — que de esta
manera los potentados de Europa se allanarían á reconocer á Co-
lombia.
Este seSor parecía tener relaciones con el Príncipe Metternich
y con el Emperador Alejandro.
El Libertador, indignado al leer tales conceptos, remitió ori-
ginales los documentos al General Santander, Vicepresidente,
encargado entonces del Poder Ejecutivo de la República, ex-
presándole confidencialmente que los consignaba en sus manos
para que los denunciara al Congreso á fin de que los represen-
tantes estuviesen á la mira de las sujestiones de. los enemigos de
la América, y supieran que él jamas conservaría comunicaciones
496 TIDA DB BOLÍVAR.
de esta naturaleza, PORQUE SOLO QUERÍA VIVIR CIU-
DADANO Y MORIR LIBRE.
Todo esto se dio á la estampa 7 circoló en la Gffu^ta de Co-
lombia N** 174.
En ese mismo año tnvo lugar la entrevista de San Martin en
Guayaquil ; y ya sabemos que este ilustre gefe, amigo de la mo-
narquía, habló al Libertador de sus proyectos ; los que Bolívar
improbó decidida y firmemente, diciéndole que la idea republi-
cana era la idea de la América, y que él no habia combatido
tantos años con gloria por ver al fin elevado un trono sobre loe
escombros de la libertad. — Y aludiendo á los planes monárqui-
cos de San Martin, que coincidían con la proclamación del impe-
rio de Iturbide en Méjico, escribió desde Cuenca al Señor Pe-
ñalver, uno de sus amigos á quien amaba con entrañable carifio:
" mucho temo que las cuatro planchas cubiertas de carmesí que
*' llaman trono, cuesten más sangre que lágrimas y den más in-
" quietudes que reposo. — ^Están creyendo algunos que es mny
" fácil ponerse una corona y que todos la adoren ; y yo creo qne
" el tiempo de las monarquías fué y que hasta que la corrupción de
" los hombres no llegue á ahogar el amor á la libertad, los tronos
" no volverán á ser de moda en la opinión. — ^Vd. me dirá qne
" toda la tierra tiene tronos y altares ; pero yo responderé que
" estos monumentos antiguos están minados por la pólvora mo-
'^ derna, y que las mechas encendidas las tienen los furiosos, que
" pocQ caso hacen de los estragos.'*
Estas eran las ideas del Libertador en 1822 ; las mismas ideas
que abrigaba en Jamaica y Angostura y que más tarde veremos
confirmadas y robustecidas ; porque nunca tuvo otras sobre este
asunto.
La acusación de monarquía es la más infundada y calumniosa
que se haya jamas fraguado por los hombres.
Mis lectores recordarán el brindis que pronunció el Liberta-
dor en Lima en ocasión que aquella capital le expresaba con de-
mostraciones espléndidas los sentimientos de amor, gratitud y
respeto que abrigaba por el Padre y Fundador de Colombia.—
El Libertador hablando delante de personas revestidas del más
alto carácter en América, no dudó manifestar su alma y con pí*
labras solemnes dijo : " Señores : Porque los pueblos america*
" nos no consientan jamas elevar un trono en todo su territorio ; •
VIDA PE BOLIYAB. 497
*^ que así como Napoleón fné sumergido en la inmensidad del
" Océano, y el nuevo Emperador Iturbide derrocado del trono
^ de Méjico, caigan los usurpadores de los derechos del pueblo
'^ americano, sin que uno solo quede triunfante en toda la dila-
'* tada extensión del Nuevo-Mundo."
Este pensamiento del Libertador, (como he dicho en el lugar
correspondiente,) publicado en la Gaceta del Gobierno de Lima,
fué luego reproducido en otras hojas periódicas j leido por todos
los americanos con placer y admiración. — ^Seguras sobre las vir-
tudes de su Libertador reposaban Colombia y el Perú ; y Bolívar
no desmintió esa confianza ; prefiriendo í los halagos seductores
del poder, el título de ciudadano y de primer soldado de la li-
bertad americana.
Al frente del Ejército unido que debia completar el triunfo de
nuestra libertad, BoUvar oyó la arenga del General en gefe,
que pasó revista á aquellos bravos americanos ; y en la comida
que se sirvió después, el Libertador brindó por los patriotas en-
cerrados en Lima y por el eterno triunfo de la libertad, termi-
nando con estas enérgicas palabras : — " Que las valientes espa-
'' das de los que me rodean, atraviesen mil veces mi pecho, si
'' alguna vez oprimiere las Naciones que conduzco ahora á la
"^ libertad 1 1 Que la autoridad del pueblo sea el único poder que
'' exista sobre la tierra 1 1 Y que hasta el nombre mismo de la
" tiranía sea borrado y olvidado del lenguage de las Naciones...!r'
Esta divina inspiración precedió á la batalla de Ayacucho ;
¡ cómo podria perderse i
Y sucedió, pues, que los triunfos de Bolívab en aquellos
remotos climas, acrecentaron su fama sin medida. Todo era
para él gloria,
Palma inmaroesibley lauxel vencedor;
y con mayor razón, entonces, los que soñaban con tronos y di-
nastías, encontraban sin esfuerzo el hombre á quien todos tri-
butarían el sincero homenage de su admiración, de su obediencia
y de su amor. — ^Ese hombre era Boiívab ; el trono le esperaba-
Tenia Páez á su rededor un grupo de oficiales de ideas vulga^
res y extravagantes : hombres de fama en los cuarteles, mas sin
dotes de discreción ; lo que hacia peligrosos sus dictámenes.
Acostumbrados á la vida del campamento llevaban muy cuesta
82
498 VIDA DE BOLÍYAB.
arriba la institución civil, el orden de los juicios, el principio de
re&ponsabiIidad| el limite de la jurisdicción.... y no podian com-
prender el imperio de la ley cuando eran espadas las liberta-
doras. Iniciaron á Páez en esas aprehensiones é inconformida-
des ; empeño fácil, porque este mismo llamaba " intrigantes^' y
" papeleros" & los abogados : " entremetidos" á los jaeces, y te-
nia innata vulgar aversión á los varones eminentes, si no eran
militares. — Celebróse mucho en el cuartel de Páez un dicho del
General F. Garabaño : he intrigantes van á perder la pairic^
vamos á salvarla. Estas palabras eran de Bonaparte cuando
aspiraba á ser Napoleón ; se repitieron, j cada uno quiso cono-
cer la situación en que fueron dichas. Por su parte, Páez refe-
ría lo que habia oido que dijo Morillo al Libertador en Santa
Ana de Trujillo : '^Lehe hecho un gran favor á la República en
matar á los abogados ;" j anadia, con especie de chiste brutal, y
nosotros tenemos que acusamos dd pecado de haber dejado in-
completa la obra de Morillo.... !
Aquella gente, pues, quería un trono, menos por la dignidad
que envuelve el sistema monárquico, que por la esperanza de
vivir sin trabas ni leyes. — Creían que siendo Bolívar Rey, todo
aquello de elecciones, de congresos, de libertad de la prensa,
de la inviolabilidad del hogar, del secreto de la correspondencia
desaparecería. La nación entera volvería á ser campamento....
Urgía el reinado de la ley, y se pensaba en mandos meramente
militares 1 1 — Preparaba á la sazón su viage á Lima, en segui-
miento del Libert&dor, el joven Antonio Leocadio Guzman, que,
educado en Espaíia, hijo de un militar de alta graduación, habia
abandonado todo por volver á su patria y ver más de cerca al
objeto de su admiración y entusiasmo. — Carabafío le habló de
la mala situación de las cosas ; Páez, de la necesidad de estable-
»cer otro orden que diera menos consideración á los iranwyi^tf^
(estos eran los intendentes y gobernadores políticos) y más á los
»que la merecian y tenian derecho á recibirla ; los subalternos
dijeron sus despropósitos á cual más grandes, y con esto dio Páez
á Guzman una carta muy recomendada para el Libertador.
La respuesta fué categórica, y aunque ya la conocemos, nw
tomo la libertad de reproducir aquí algunos conceptos para el
completo del cuadro que me propongo trazar :
'He visto y oido al Señor Guzman, decia Bolívar, no sin sor
.-it,
VIDA DE BOLÍVÍlIU 499
** presa, pues su misión es extraordinaria. Vd. me dice que la
" situación de Colombia es semejante á la de Francia cuando
" Napoleón se encontraba en Egipto, y que yo debo decir con él
" los intrigantes van á perder la patria, vamos á salvarla. — Vd.
** no ha juzgado, me parece, bastante imparcialmente del estado
" de las cosas y de los hombres. Ni Colombia es Francia, ni yo
^ Napoleón Napoleón era grande, único y ademas suma-
" mente ambicioso. Aquí no hay nada de esto. Yo no soy
** Napoleón, ni quiero serlo : tampoco quiero imitar á César,
^ menos aun á Iturbide. Tales ejemplos me parecen indignos
" de mi gloria. El título de Libertador es superior á todos los
" que ha recibido el orgullo humano. Por tanto, me es impo^
" sible degradarlo Colombia jamas ha sido un reino. Un
" trono espantaria tanto por su altura como por su brillo. La
" igualdad seria rota y los colores temerían perder sus derechos
" por una nueva aristocracia. Mi amigo, yo no puedo persuar
" dirme de que el proyecto que Guzman me ha comunicado sea
" sensato ; y diré á Vd. con franqueza que tal proyecto no con-
" viene á Vd., ni á mí, ni al país."
El Libertador seguía hablando de las reformas y notables
mutaciones que podian hacerse en la Constitución á favor de los
buenos principios conservadores, y terminaba diciendo, sin vio-
lar por eso una acia de las reglas más repuMicanas.
En otra carta al mismo Páez, en que le habla de Guzman y
de la misión que habia llevado, le dice : " Se me ha escrito que
'' muchos pensadores desean un Príncipe con una constitución
" federal ; pero, ¿donde está el Príncipe? Todo es ideal y
" absurdo "
Marchando en triunfo de Ayacucho al Potosí, el Ejército
Libertador habia dado existencia á los pueblos del Alto-Pera.
— Diez mil soldados europeos vencidos en el campo de batalla :
ocho mil rendidos en las guarniciones, y un territorio de más de
trescientas leguas redimido del poder español, fueron los triunfos
que el ejército presentó á los pueblos de Bolívia. La Asamblea
general reunida el 19 de Julio de 1825 en Chuquisaca, participó
al Libertador su instalación, y se puso en sus manos para que
dirijiese sus destinos, acreditando pública, expresiva y solemne-
mente su eternal gratitud al inmortal Bolívar, tomando su
nombre y expresando al Continente, que, en razón de la ilimitada
500 VIDA DE BOliVAB.
confianza en el Libertador, le reconocía por sn buen padre j
mejor apoyo contra todos los peligros. — Los bolivianos pidie-
ron al Libertador una constitución ; y este, aprovechando tan
solemne coyuntura para dar á los partidarios de trono una
gran respuesta, dijo en el discurso preliminar : — " Lisiado-
" res ! La libertad de hoy más será indestructible en América.
" Véase la naturaleza salvage de este Continente, que expele
" por sí sola el orden monárquico. Los desiertos convidan á la
" independencia. — ^Aquí no hay grandes nobles, grandes ecle-
" siásticos. Nuestras riquezas eran casi nulas, y en el dia lo
" son todavia más. Aunque la Iglesia goza de influencia, está
" lejos de aspirar al dominio, satisfecha con su conseryacion.
** Sin estos apoyos, los tiranos no son permanentes ; y si algunos
** ambiciosos se empeñan en levantar imperios. Dessalines, Cris-
" tóval, Iturbide, les dicen lo que deben esperar. No hay poder
" más dificil de mantener que el de un Príncipe nuevo. Bona-
" parte, vencedor de todos los ejércitos, no logró triunfar de
" esta regla más fuerte que los imperios. Y si el gran Napoleón
" no consiguió mantenerse contra la liga de los republicanos y
" de los aristócratas, ¿ quién alcanzará en América á fundar mo-
'' narquías, en un suelo encendido con las brillantes llamas de la
" libertad y que devora las tablas que se le ponen para elerar
" esos cadalsos regios ? — No, legisladores : no temáis á los pre-
'* tendientes á coronas : ellas serán para sus cabezas la espada
'* pendiente sobre la de Dionisio. Los príncipes flamantes qoesc
" obsequen hasta construir tronos encima de los escombros de la
" libertad, erigirán túmulos á sus cenizas, que digan á los siglos
" futuros cómo prefirieron su fatua ambición á la libertad y ¿ h
"gloria 1"
Este hermoso trozo no deja que desear.
Para cuando el Libertador lo escribió, ya había recibido la
propuesta que Páez le hizo, y puede considerarse como una con-
testación más terminante, aunque indirecta, á aquel indigno ofre-
cimiento.
Bolívar envió su discurso á Páez con el mismo Guzman.
En 1826, cuando regresaba el Libertador de Lima por los
infaustos sucesos de Valencia, halló nueva ocasión de decir qne
no pensaba ni había pensado jamás en monarquía. — ^Hablando
á los Colombianos desde Bogotá les dijo : " El voto nacional me
YIDA DE BOLÍYAB. 501
" ha obligado á encargarme del mando supremo. Yo lo abor-
" rezco mortalmente, pues por él me acusan de ambición y de
^ atentar á la monarquía. Qué ! ¿ me creen tan insensato que
" aspire á descender ? ¿No saben que el destino de Libertador
" es más sublime que el trono ? "
Y al Mariscal Sucre le escribió en ese mismo año : Á mÍTue
han ofrecido una corona que no puede venir á mi cabeza.* —
Idea que confirma aquella otra anterior, de que " el destino del
Libertador es más sublime que el trono."
Á pesar de tantos y tan explícitos testimonios dados por el
Libertador en el asunto de monarquía, sus adversarios trabaja-
ban sin cesar, imbuyendo al pueblo en la idea calumniosa de
que Bolívar aspiraba á coronarse. ¡ Cómo pudiera pensar en
monarquía el fundador de la República 1 i Cómo usurpar sus
derechos al pueblo el defensor del pueblo ; ni consentir en deber
8u autoridad á la violencia y á la opresión- el que la ejercía por
BUS talentos y virtudes I — Algunos hubo, engañados sin duda, que
ardían por ser esclavos, y nacidos en la América deseaban un
monarca ; pero, el Libertador, á quien el universo contemplaba :
Bolívar, que amaba la gloría y las virtudes excelsas ; que babia
servido á la libertad por su valor y su elocuencia y á Colombia
por su desinterés y su consagración ; Bolívar no degradó num**
BU alma incorruptible con la ambición de un cetro. Las diade-
mas no despedian para él resplandores agradables.
Vino, entre tanto, el año de 1829, y reaparecieron entonces
con mayor fuerza las ideas de monarquía. — ^Varios hombres de
sensatez y de influencia, y entre ellos los miembros del Consejo de
Ministros, creyeron que Colombia no podía subsistir, con garan-
tías de orden y estabilidad sino constituida monárquicamente.
A la sazón llegó á la capital el Señor Carlos Bresson, comi-
sionado por el gobierno francés para examinar el estado de las
Repúblicas sur-americanas, y decidir si S. M. Cristianísima en-
traría ó no en relaciones diplomáticas con ellas.
Bresson, desde luego, debia apoyar y apoyó en efecto la difti-
BÍon de las ideas monárquicas.
El Libertador estaba en el Sur.
liOS partí larios de iponarquía, estimulados por Bresson, tra*
* Véase la carta de 12 de Majo de 1826.
502 VIDA DE BOIÍYAB.
bajaroD cou ahínco. — Machos individuos de Bogotá exploraron
á los militares y al alto-clero ; Páez despachó á Austria cerca
de Bolívar para obtener instrucciones precisas ; Vergara repe-
tía^ sus conferencias con Bresson, y este, dejando entrever el
ánimo de su gobierno, repetia : " El Libertador es el hombre
del jgobierno y del orden : él es la más fuerte garantía de lo
presente y de lo futuro."
En tales circunstancias, el Consejo de Ministros, ventilando
privadamente la cuestión de monarquía, decidió por unanimidad
que la monarquía constitucional ofrecía todo el vigor y estabi-
lidad que debe tener un buen gobierno ; y juzgaron conveniente
que el Ministro de Relaciones Exteriores abriese con reserva
una negociación con los agentes diplomáticos de Inglaterra y
Francia, para saber si los soberanos de aquellos reinos darían
su asenso al proyecto de que el Libertador mandara mientras
viviera, y después de su muerte entrase á reinar un príncipe eu-
ropeo.— Por supuesto que, en el ánimo de los Señores del Con-
sejo, entraba que Bolívar fuese el primer Rey de América ; qne
no era dable que ofreciesen á un hombre de sus méritos y de
sus altas cualidades un puesto subalterno en el teatro de sns
heroicidades.
El Secretario de Relaciones Exteriores inició, pues, sin tar-
danza las negociaciones que acordó el Consejo. El Libertador
no sabia nada. — Y el Ministro dijo á los agentes diplomáticos
que el Consejo no contaba con el asentimiento de aquel ; mas,
que habia sido máxima invariable de su política sostener la vo-
luntad de los pueblos, y que el Consejo esperaba que el Liberta-
dor, al fin, se sometería á lo que el Congreso hiciera.
Tan avanzadas ya las negociaciones, dio el Consejo cuenta al
Libertador, con todos los documentos de la materia. — Varios de
sus miembros le escribieron, y todos conocian su pensamiento
íntimo. De Caracas le escribió el Doctor José Ángel Álamo,
en un estilo sentidamente republicano ; y Bolívar le contestó de
su puño y letra : No tema Vd. nada por lo qxjue hace al ruido
de "mona/rquía.^ Esta cosa la conozco yo más que nadie. Q^
diga Guzman lo que le dije en Lima cuando Jué con su embor
jada // *
* Carta confidencial y aotógraJh qae se haUará en la colección.
VIDA DB BOLÍVAB. 508
Al cabo, contestó 4 los Señores del Consejo de ministros en
unas frases amargas, improbando su proceder, 7 dictó estas pa-
labras al Coronel Espinar, encargado de su secretaría general :
Japio, 18 de Diciembre.
Versándose el acta del Consejo ministerial sobre fundar una monarquía,
cuyo trono lo ocupase el Libertador, 8. E. creyó de su deber improbarlo ;
por que su misma consagración 4 la causa pública sería infructuosa, desdo
que, mancillada su reputación por un acto contradictorio de su carrera y
de sus principios, entrase en la trillada senda de los monarcas. — Conyenga
6 no & Colombia elevar un solio, el Libertador no debe ocuparlo ; aún
más, no debe cooperar á su edificación, ni acreditar por sí mismo la insu-
ficiencia de la actual forma de gobierno.
En vista de esto, cuando el Libertador vino á Bogotá, los mi-
nistros Castillo, Restrepo, Urdaneta y Vergara renunciaron sus
portafolios ; y fueron nombrados para reemplazarlos los Señores
Caicedo, Marques, Herran y Osorio, haciendo de Presidente el
Señor Caicedo, que tenia el despacho de relaciones exteriores.
Este Ministerio se consideró justamente como contrario á los
planes de monarquía.
Y fué notable que el Libertador estuvo resentido con Urda-
neta por aquella inexplicable desacordada conducta en un ge-
neral de sus servicios y de sus antecedentes en la causa repu-
blicana.
Así terminó el proyecto de monarquía, y terminó por que el
Libertador lo desaprobó de una manera fuerte y decidida.
Después de esto, ¿ qué valen las calumnias que despedazan su
reputación ? ¿ Quó valen las acusaciones de sus indignos adver-
sarios?
Cuenta el General José María Obando, que, furioso el Liber-
tador cuando recibió las actas y documeijtos del Consejo, escri-
bió : " Vds. quieren perder á Colombia y con ella mis glorias.
¿ Quién los ha autorizado para disponer así de mi reputación y
de la soberanía de la República ? Ahora mismo, en el instante,
deshagan Vds. lo que han hecho : arranquen Vds. del estado
aquellos ignominiosos documentos y no dejen en el mundo cons-
tancia ni el menor vestijio de que alguna vez existieron." —
Obando afirma que estaba presente cuando el Libertador pro-
nunció estas palabras. T debe saberse que Obando era ene-
migo del Libertador, y que fué uno de sus más crueles detracto*
504 TIDÁ DE BOliVAS.
res después de la muerte del héroe. Debemos pues pensar qoe
aquella narración es verdadera^ porque todo coucurre á darle
ese carácter, hasta la fé del enemigo mismo..-..
Antes de la escena de Japio, había encontrado el Coronel
Austria al Libertador en Popa jan, y allí le dio las cartas de
Páez 7 el mensage en que inquiría cuál era su pensamiento en la
trascendental cuestión " monarquía." — Bolívar le contesto qoe
su ánimo era separarse del mando, y su deber obedecer al Pre-
sidente que la Nación se diera. — Digo á FS., bajo mi pMra
de honor, aSadia Bolívar, que serviré con d mayor guMo á m
órdenes j si es Vd, d gefe dd Estado ; y deseo que Vd, me haga U
mismxi protesta, en caso de que sea otro d que nos mande*
Y en los " apuntamientos" que dio al Coronel Austria, mani-
festó á Páez que los planes de monarquía no tenian el apoyo de
su opinión ; que en aquella actualidad, como en otros tiempos,
su único norte habia sido 7 era la conservación de las libertades
públicas 7 de la ma7or suma de garantías individuales ; qoe
preguntado sobre las m/^oras que convendría establecer, se ha-
bia abstenido de dar opinión alguna, á fin de que los Díputadc»
no reconociesen otros principios que aquellos que emanaran de
la fuente pura de la Nación. Bolívar concluía repitiendo :— ** que
no cambiarla su título de libertador por el de Bej ; que este
era el voto más sincero de su corazón, 7 que si Colombia entera,
del modo más decidido 7 resuelto, quería un re7y SL no seria d
monarca.^
Tan terminante declaración, publicada por los enemigos del
Libertador, es la contestación más victoriosa que puede darse á
las calumnias de ellos mismos, cuando escribían que " Bolívar
aspiraba á coronarse."
Ocupándose el Señor Restrepo de la cuestión " monarquía,"
en su Historía de Colombia, dice : — " La ambición de Bolívar y
BUS aspiraciones á la Monarquía de Colombia 7 aun de otras
secciones de la América antes española, que le ii^tríbuyeron sus
enemigos, han sido calumnias gratuitas sin fundamento alguno.
Sus pensamientos siempre fueron nobles, elevados 7 republicanos ;
sus planes eran dirigidos á consolidar la verdadera libertad de
los pueblos, asegurando sobre la sólida base de la opinión nacio-
* Carta de 16 de DioiembTe de 1829,
VIDA DB BOLÍVAR. 505*
nal la estabilidad del. gobierno y de las instituciones de la
patria." — Después de escribir tales conceptos con la pluma de
la justicia y de la verdad, el Señor Bestrepo, que fué de los
ministros que se ocuparon en el Consejo de proponer la corona al
Libertador, increpa á este haber guardado silencio en materia
de tanta trascendencia ; le acusa de que hubiera dejado á sus
amigos deslizarse por un camino peligroso. " El Libertador,
aSade^ pudo y debió hacerles evitar los riesgos y multitud do
sinsabores á fin de que no contaran con su apoyo en aquella di-
fícil empresa. Esta conducta habría sido noble, leal y generosa,
propia de Bolívar. A lo más tarde desde el mes de Mayo comuni-
caron al Libertador los miembros del Consejo de Ministros el plan
que meditaban sobre monarquía. Cuatro meses corrieron hasta el
célebre acuerdo de 3 de Setiembre. Sobrado tiempo hubo para
que les hubiera dicho expresamente que él no podía apoyar tal
intento, paso que debió dar en obsequio por lo menos de la amis-
tad. Callóse, sin embargo por tres meses más, al cabo de los
cuales envió su áspera improbación oficial. El lenguage de los
hechos es elocuente."
Hasta aquí el Señor Bestrepo. Entremos á ver qué razón y
justicia tienen sus palabras.
Me pasma y llena de sorpresa este cargo que, a primera
vista, parece bien fundado, y así lo juzgarán muchos ; más en el
conocimiento íntimo de las cosas se desvanece. — Desde luego,
en cuestión tan espinosa, hasta el silencio que se supone, ha ve-
nido á prestar motivos á la censura. Si Bolívar no aceptaba el
proyecto de monarquía, ¿ porqué no lo manifestó á sus ministros 7
¿ Por qué guardó silencio y los dejó avanzar buenamente en su
propósito ? — Conocían Bestrepo, ürdaneta y los demás minis-
tros los sentimientos que en público habia expresado el Liber-
tador sobre Monarquía en América ; pero esto (juzgarían ellos) *
acaso era traza.... necesidad de ceder á la opinión general....
destreza para ganarse amigos.... En el torbellino de la revolu-
ción era cordura hablar siempre de libertad y adorar la repú-
blica ; pero ahora es otra cosa, y el remedio de los desconciertos
que palpamos, se halla en un trono que da respeto á todo y que
ennoblece todo. — ^Bolívar lo quiere, puesto que no contradice lo
que proyectamos ; de otro modo, á nosotros, sus amigos, sus mi-
nistros, nos hubiera descubierto con sinceridad su pensamiento.
506 YIDA DE BOLÍTAB.
— Yeámos 8i pensaban con acierto, y sí Restrepo censura con
justicia al Libertador por el silencio que supone guardara en la
cuestión.
En Diciembre de 1828 escribiendo el Libertador privadamente
desde Boyacá al General B. Salom que estaba en Matnrín, le
decia : — ^* No debe Vd. omitir el empleo de aquellas medidas
" de persuasión convenientes á disipar los rumores y las ca-
" lumnias con que los malvados intentan deprimirme y hacerme
" la guerra. Es necesario convencer á todo el mundo que ni yo,
** ni mis amigos tenemos la menor idea de Imperio á que se me
** atribuye aspiraciones : que no hay tal cosa : que yo mismo me he
" puesto trabas en el ejercicio del poder ilimitado que el pneblo
" colombiano me confirió libre y espotáneamcnte ; y por fin, qne
" en el afío próximo se verá reunida la representación nacional
'' con más libertad que la que gozó jamas bajo el influjo de San-
" tander."
Esta carta confidencial, dirijida á uno de los amigos más pre-
dilectos de Bolívar y de cuya afectuosa inclinación no dudó nnnca,
la vio Restrepo. El Libertador la envió entre la corresponden-
cia del ministerio, — Si Bolívar hubiera pensado alguna vez en
coronarse, el primero á quien se lo habría hecho conocer qnizas
era á Salom. — Amábalo como á un hermano, y Salom era idóla-
tra de Bolívar. Pues bien, ya vemos lo que le decia en la inti-
midad de la confianza : — no hay tai oosa / persuada Vd. & todo
el mundo de que yo no tengo de eso la menor idea, etc.
Mas, no es esto solo ; que seria poco.
En ese mismo año, y cuando el Libertador se hallaba en Bu-
caramanga, escribió al Señor Vergara, Ministro de Relaciones
Exteriores, y le decia : — " No me gusta que intervengamos entre
" los Argentinos y el Emperador del Brazil, sino en el caso de
'* que pudiéramos inducir al ultimo á la idea justa de dejar á la
" banda oriental en libertad de formar su gobierno propio ; J
" HS^ de ninguna manera debemos entrar por la erección de
" tronos en América. Esto no es buenoj ni nos seria hmrosOí
" com/) republicanos acérrimos.^^
De esta carta, á la que dio lectura Vergara en el Consejo de
Ministros, tuvo por consecuencia noticia el Señor Restrepo ; y
tanto más, cuanto que el Libertador escribia frecuentemente a
Vergara : " al S^ñor Restrepo que tenga esta por suya."
VIDA DE boiíyab. 60T
No satisfeoho Bolívar con haber manifestado su pensamiento
en globo sobre monarquía en América, escribió de nuevo al
propio Vergara en 16 de Diciembre de 1828 y le dijo : — " Doy á
" Yd. las gracias por sus afectuosas expresiones, y me atrevo
" á rogar á Yd. que, í imitación mia, no abandone su puesto.
" Por lo mismo que preveo los grandes peligros á que está
" expuesta la República, tan lejos de abandonarla, he pensado
^ hacer los mayores esfuerzos para libertarla de sus enemigos
'* internos y externos, á ñn de presentar abundantes elementos á
^ la Bepresentacion Nacional con que pueda dar al país la or-
" ganizacion más adaptable y conveniente á sus mismas circuns-
" tancias Ya sabrá Yd. que los diferentes correos no han
" traído nada de interés. Con todo, la guerra de opinión que
^ han intentado en el Cauca Obando y López y en Maturin los
*' Castillos, exije encaminar la opinión con justicia y veracidad.
'' No se oye otra cosa, sino que soy un tirano de mi patria, y que
^ solo aspiro á edificar un trono imperial sobre los escombros
'' de la libertad de Colombia. Aunque mis amigos, (que son
" todos los hombres de juicio) se rien de estas calumnias,
'* ellas cunden en el pueblo inocente é incauto ; medran á la
" á la sombra del partido sordo de los convencionistas, y
" cuando menos lo pensemos, aparecerán esas imposturas re-
" vestidas de un carácter colosal y se harán dueQos de la opi-
'' nion pública. Los papeles ingleses, los de los Estados üni-
" dos y quién sabe que otros, hablan en el mismo sentido de
" una monarquía. Es pues de la primera importancia refutar
" estas opiniones falsas, totalmente falsas ; desmentir á los im-
" postores con la acritudj precisión y energía que merecen ;
** desenga&ar á la Nación entera y prometerla que en el año
" próximo verá reunida la Representación nacional con una
" plenitud de libertad y garantías de que no gozó jamas. Haga
" Yd. que se publiquen algunos artículos en la Gaceta ú otros
'* papeles con el indicado objeto, y que sean escritos con can-
" dor, pero con el ftiego de la indignación que excita la ca-
** lumnia^^
Estos conceptos no necesitan comentario. — Bolívar hablaba
con su corazón á los Ministros. El Sefior Restrepo tuvo cono-
cimiento de esta carta, que, original, conserva aun la familia del
dignísimo Señor Yergara.
508 TIBA DE BOliVAS.
Después que el Libertador marchó para el Sur, y cuando el
Consejo de Ministros comenzó su impertinente trabajo de mO'
narquía, Yergara escribió al Libertador, y sin tocar la cuestión
trono, que indudablemente habría de ofenderle, le habló de la
situación de las cosas, de los escándalos que se daban cada día
en América y de la necesidad de pensar en el futuro para yítíi
con tranquilidad y progreso. Esta carta de Vergara, escrita
con mucho talento, tiene fecha 8 de Junio de 1829. El Libe^
tador la contestó en el Campo de Buijo, frente á Guayaquil, el
13 de Julio siguiente, y le decia : — " Pienso como Vd., que el
" continente americano ya señalándose de una manera tan escán-
^ dalosa, que no puede monos que alarmar á la Europa para sos-
*' tener el orden social. Nosotros que hemos sido los más juicio-
" sos, vé Vd. por qué casualidad vamos como vamos, y que no po-
'^ demos inspirar confianza á nadie. Me ha tenido tan melancólico
'' estos dias la perspectiva de la América, que ni la caida de La
" Mar y los servicios que nos ha hecho el Peni en su mudanza,
" me han consolado. Y antes, por el contrario, han aumentado
'* mi pena ; porque esto nos dice claramente que el orden, la se-
^' guridad, la vida y todo se aleja cada vez más de esta tierra
*' condenada á destruirse ella misma y ser esclava de la Eoro-
" pa. — Esto lo creo infalible ; porque esta inmensa revolución
^' no la encadena nadie. Convencido de esto, soy de opinión
^' que lo más que puede lograrse en este Congreso es una ley
" fundamental que durará muy poco, y que yo mismo tendré
" gran dificultad para sostenerla
^' Mi opinión es vi^a y por lo mismo creo haberla meditado
" mucho.
" Primero : No pudiendo yo continuar por mucho tiempo á la
'* cabeza del gobierno ; luego que yo falte, el país se dividirá
" en medio de la guerra civil y de los desórdenes más espan-
" tosos."
" Segundo : Para impedir daños tan horribles que necesaria-
" mente deben suceder antes de diez afios, es preferible dividir
'' el país con legalidad, en paz y buena armonía.
" Tercero : Si los Representantes del pueblo en Congreso
"juzgan que esta providencia será bien aceptada, deben verifi-
'' cario lisa y llanamente, declarando al mismo tiempo todo lo
" que es concerniente á los intereses y derechos comunes.
VIDA DE BOLÍVAR. 509
" Cuarto : En el caso de que los Representantes no se juz-
** gnen bastantemente autorizados para dar un paso tan impor-
" tante, podrían mandar pedir el dictamen de los colegios elec-
" torales de Colombia, para que estos digan cuáles son sus deseos,
" y conforme á ellos dar á Colombia un gobierno.
'' Quinto: No pudiendo adoptar ninguna de estas medidas,
" porque el Congreso se oponga á ellas ; en este extremo sola-
" mente debe pensarse en un gobierno vitalicio, como el de Bo-
**Kvia, con un Senado hereditario, como el que propuse en
" Guayana.
'' Esto es cuanto podremos hacer para consultar la estabilidad
" del gobierno : estabilidad que yo juzgo quimérica entre Vene-
^* zuela y Nueva Granada ; porque en ambos países existen anti-
" patías que no es posible vencer.
" El partido de Páez y el de Santander están en este punto
** completamente de acuerdo, aunque el resto del país se oponga
" á estas ideas.
" El pensamiento de ufia monarquía extrangera para suceder-
" me en el mando, por ventajosa que fuera en sus resultados, veo
" mil inconvenientes para conseguirla : 1"* Ningún príncipe ex-
'' trangero admitirá por patrimonio un principado anárquico y
"sin garantías. 2** Las deudas nacionales y la pobreza del
** país no ofrecen medios para mantener un príncipe y una corte
'' miserablemente. 3^ Las clases inferiores se alarmarían, te-
" miendo los efectos de la aristocracia y de la desigualdad ; y
" 4* Los generales y los ambiciosos de todas condiciones no po-
" drán soportar la idea de verse privados del mando supremo.
" No he hablado de los inconvenientes europeos, porque pu-
" diera darse el caso de que no los hubiera, suponiendo siempre
'' una rara combinación de circunstancias felices.
^ En cuanto á mí, Yd. debe suponerme cansado de servir y
'^ fastidiado por tantas ingratitudes y tantos crímenes que se
" cometen diariamente contra mí. — ^Vd. vio el caso extremo en
*' que me colocó la Gran Convención, de dejar sacrificar el país
'^ 6 de salvarlo á mi costa. £1 artículo de que Yd. me habla,
** el más favorable que ha podido escribirse en mi honor, única-
** mente dice : " que mi usurpación es dichosa y cívica." jYo
^ usurpador I | Una usurpación cometida por mí I Mi amigo :
** esto tes horrible. Yo no puedo soportar esa idea, y el horror
510 VIDA DE BOIÍYAB.
" que me causa es tal, que prefiero la ruiua de Colombia á oírme
" Uaoiar con tal epíteto. — Vd. dirá que después no será lo mis-
** rao. Replico, que no pudienclo soportar nuestro país ni k li-
" bertad ni la esclavitud, mil revoluciones harán necesarias mil
" usurpaciones. Esto es hecho ; y tómense por donde so quiera,
" los sucesos del año 28 han decidido de mi suerte....
"Advertiré á Vd. de paso, que, si Ustedes adoptan la medida
*^ que he indicado antes de establecer un gobierno para cada
" sección, Ustedes asegurarán su suerte de una manera irrevo-
" cable. Sin duda alguna, Ustedes se pondrán á la cabeza de la
" opinión pública, j aun mis enemigos mismos los considerarán
" á Ustedes como los verdaderos salvadores. — Deben Ustedes
" contar, para afirmar este plan, con todos los generales adictos
** á mí, inclusive los venezolanos, porque yo sé muy bien cuáles
" son sus ideas, y siempre preferirán el partido más sano
" Un país que está pendiente de la vida de un hombre, corre
" tanto riesgo como si lo jugaran todos los dias á la suerte de
" los dados. Y si este hombre ha sufrido mucho durante veinte
" años, tiene muchos enemigos que quieran destruirlo, está fasti-
" diado del servicio público y lo aborrece mortalmen te, entonces
" la dificultad de mantener ese Estado se multiplica hasta lo
" infinito. — Esta es la verdad, mi querido amigo, y créame Vd.
" sobre mi palabra. Yo no quiero engañar á Ustedes ni pe^
" derme yo. No puedo más. Y este sentimiento me lo dice mi
" corazón cien veces por dia "
Tan interesante carta, gue vieron todos los Señores del Con-
sejo de Ministros, no puede ser más explícita. El historiador
Restrepo olvidó sin duda lo que habia visto el Ministro Res-
trepo, y su cargo se desvanece, toda vez que no se funda en he-
chos del Libertador, sino en la falta de memoria (de que nadie
es responsable) del escritor que censura.
Por ese mismo tiempo escribió el Libertador al General
O'Leary una interesantísima carta de la cual tuvieron cono-
cimiento los Ministros y otras personas á quienes se pasó copia.
En ese precioso documento, que mis lectores hallarán en la co-
lección, decia el Libertador hablando de monarquía : " Yo no
" concibo que sea posible siquiera establecer un Rey en un pafe
" que es constitutivamente democrático ; porque las clases infe-
*' riores y las más numerosas reclaman esta prerogativa con de-
VIDA DE BOliVAB. 511
" rechos incontestables, pues la igualdad legal es indispensable
" donde hay desigualdad física, para corregir en cierto modo la
" injusticia de la naturaleza. Ademas ¿ quién puede ser rey en
** Colombia? Nadie ; porque ningún príncipe extrangero admi-
" tiria un trono rodeado de peligros j miserias ; y los Generales
^' tendrían á menos someterse á un compañero y renunciar para
*' siempre la autoridad suprema. El pueblo se espantaría con
" esta novedad y se juzgaria perdido por la serie de conse-
" cuencias que deduciria de la estructura y base de este gobierno.
" Los agitadores conmoverían al pueblo con armas bien alevozas,
" y su seducion sería invencible, porque todo conspira á odiar
" ese fantasma de tiranía que aterra con el nombre solo. La
" pobreza del país no permite la erección de un gobierno fastuo-
" so y que consagra todos los abusos de la disipación y del lujo.
" La nueva nobleza, indispensable en una Monarquía, saldria de
*' la masa del pueblo con todos los celos de una parte y toda la
'* altanería de otra. Nadie sufriría sin impaciencia esta mise-
" rabie aristocracia, cubierta de pobreza y de ignorancia y ani-
" mada de pretensiones ridiculas.... No hablemos más por con-
" siguiente de esta quimera ! !"
La idea de trono la calificaba el Libertador de quimera ; y
se burlaba de ella II ¿ Era necesario improbarla con más fuerza ?
¿ Tiene razón Restrepo en decir que Bolívar guardó silencio en
la cuestión monarquía ? ¿ Le acusa con justicia de haber sacrifi-
cado sus ministros á su popularidad, pudiendo haberlos desvia-
do do la senda peligrosa que trillaron ? — Después de tantos
años, hemos de convenir en que el autor de la *' Historia de Co-
lombia," olvidó por desgracia los documentos que en aquella
época tuvo a la vjsta y que más tarde dejó caer de su memoria ;
hallando uu motivo de censura en el silencio que supuso haber
guardado el Libertador, siendo así que este fué constante é infa-
tigable en manifestar sus sentimientos republicanos y sus deseos
más íntimos, reducidos á un solo objeto : — no mandar siempre
para no ser tirano»
Á Restrepo, á Yergara, á todos los Ministros y á todos los
ciudadanos que frecuentaban la amistad del Libertador ó se cor-
respondian con él, les era bien conocida la idea que dominaba
en este : retirarse del mando y aun alejarse de Colombia. Bo-
lívar estaba hastiado de la vida pública. La guerra, las inso-
512 VIDA DE BOIÍYAB.
lentes rivalidades, las traiciones, los asesinatos, los desórdenes
militares que él tanto odiaba, lograron inspirarle la más viva
antipatía por el mando, y lejos de querer ser Rey, ni la presi-
dencia de Colombia habría admitido. " Yo he convidado á Co-
" lombia, escribia al Doctor Álamo, para que diga su opinión
" sobre gobierno. Qué la diga, pues, Venezuela I Todo el Sur
" lo ha hecho como ha querido. Uno dijo popular, electivo, al-
" ternativo ; y otros monarquía, y otros locuras. Haga Ve-
" nezuela la suya. Que se separe, ó federación, ó lo que quiera.
" Yo no me opongo á nada, nada, kada ; pues no deseo más que
" mi licencia 6 la libertad^ cómo ha soldados 6 los esclavos^—Y
al General Urdaneta le decia también : " Me parece bien qne
" Vd. entregue el ministerio al General Herran, como se ha o^
" denado ; tanto por estar expedito para desempeñar las fun-
" clones de legislador, cuanto para renunciar enteramente ese
" destino. — ^Vd. y yo no debemos seguir más en el gobierno,
" estando nuestro honor comprometido en no seguir, y nuestro
" reposo también. Esto es hecho y decidido. Reciba Vd. pues
" la enhorabuena con anticipación. Podrán preguntarnos : ¿qué
" haremos después ? Á lo cual contestaremos : guardar nuestro
" honor indignamente atacado, y vengamos de nuestros enemigos
" conservándolo. La alegría que les cause nuestra separación no
" será nunca mayor que la nuestra propia Me ha parecido
"bien el proyecto de constitución del "Eco." Con algunas
" mejoras, sería útil adoptarlo ; y quizas se adoptará, aunque
" las provincias del Sur y otras quieren monarquía. — Más fácil
" es nombrar un Presidente que un Príncipe. En todo caso,
" cuente Vd. con que yo ne seré uno ni otro ; y el primero de
^^ Enero se acabarán mis funciones^ suceda lo que sucediere:
** reúnase ó no el Congreso "
En el capítulo que sigue verán mis lectores otros dos documentos
emanados del mismo Libertador : el mensage al Congreso cons-
tituyente de Colombia y la proclama de 20 de Enero de 1830 á
los colombianos ; documentos de que no puedo hacer uso en este
lugar porque pertenecen á un aCo posterior, pero qne ponen el
sello sobre el asunto de monarquía, declarando Bolívar que va-
rias veces se le habia ofrecido una corona que él habia rechazado
con indignación.
Si no temiera cansar la paciencia de mis lectores, multiplica-
TIBA DE BOliVAB. 513
ra fácilmente estas pruebas. Jamas la ambición de un reino
manchó la mente del Libertador Simón Bolívar.
En la correspondencia que se publica en seguida de esta
historia hallarán los curiosos otras muchas cartas respecto de
monarquía ; y en quince afios de hablar y escribir sobre formas
de gobierno, convocando Congresos Constituyentes y dando le-
yes fundamentales á pueblos agradecidos y confiados, Bolívab
no mostró otro anhelo que el de contribuir á la libertad y á la
conservación del reposo de esos mismos pueblos.
Cualquiera otra cosa que se diga es vil calumnia.
Yo he producido documentos para defender la pureza de prin-
cipios del Libertador. — Éxito á los que se han ocupado algo de
la historia de nuestra independencia á que produzcan una pala-
bra, un solo renglón que haga concebir la más débil sospecha de
su fidelidad republicana. No basta decir, en un libro, ó un pe-
riódico : "San Martin, Bolívar.... estos dos caudillos fueron
" ambos monarquistas, de distinto modo, etc." [Jna aseveración
tan absoluta debe tener apoyo incontestable ; de otro modo,
entra en la suerte de los dichos erróneos, ó de aquellas vulgari-
dades despreciables.*
No creo que debo levantar la pluma en esta materia sin hacer
ipencion del " Manifiesto" que publicó en Caracas el Gefe Supe-
rior del Norte y dirijió á los Colombianos ; en cuyo importante
documento, ocupándose del Libertador, y habiendo recordado
* Es una circunstancia muy digna de notarse, que, dos enemigos irreconcilia-
bles entre sí como Santander y Páez, y ambos enemigos de Bolívar, opinasen
siempre por la coronación de este. — Es que ellos sabían mny bien, qne nada
podía hacer más mal al Libertador qne la idea de trono ; y no por amor á sn
dignidad, sino por odio á sn gloria se empeñaban en aqnel propósito impopular
y maldecido.
Oh perfldM homlDum mentes 1
En 1826 escribió Santander al Mariscal Santa Cnu que sostendría con
todas sus fuerzas el gobierno vitalicio del Libertador ; y en Bogotá, á presen-
cia de muchos amigos de Bolívar bríndó " por la corona que debia ceñir las
sienes del héroe americano." Cuando Santander hubo acabado su brindis, le con-
testó el Señor José Ignacio París, (que fué uno de los más constantes y decididos
amigos del Libertador hasta su muerte) : — " Si el Libertador desciendo á coronarse,
qne corra en sangre como este vino,*' y arrojó la copa llena sobre el pavimento
del salón en que oomian.
83
514 VIDA DE BOLÍVAB,
alornnos de sus hechos y tomado argumento de su misma vida
para presentarle como superior á todos los halagos de la ambi-
ción y á las ilusas glorías del cetro y de la corona, añade :
" He seguido los pasos del Libertador desde el momento que
apareció en la brillante escena de la salvación de la patria :
habéis corrido conmigo la revista de los más importantes hechos
de su vida política ; y ya como soldado, ya como magistrado, su
lenguage y sus obras han sido uniformes y consecuentes : su es-
píritu, el de la libertad que inflama su corazón : su anhelo, la
felicidad de Colombia, de la América toda : su ambición, ocu-
par el eminente rango de ciudadano : él ha manifestado siem-
pre un amor entrafíable á las instituciones liberales, una ciega
idolatría á la soberanía nacional, y un rencor eterno, la rabia
más atroz á la dictadura, al mando supremo, al despotismo y á
la ignominia del cetro y de la corona. — -Bolívar ha excedido eu
desprendimiento y en adhesión á la libertad á todos los hombres
que han preexistido : ha cubierto de lodo, de fealdad y de exe-
cración á los ambiciosos y á los liberticidas, á los que no ven en
el poder que ejercen sobre los pueblos más que un medio de en-
señorearse de la fuerza pública y elevarse un trono sobre los
tétricos fragmentos de las leyes, sobre la extinción de todos los
derechos y garantías sociales y sobre los ensangrentados cadá-
veres de sus semejantes. Los sublimes ejemplos que el Liberta-
dor ha dado de su adoración á la santa causa de la América del
Sur, su inaudita moderación en el mando, y cuanto tiene de
grande y de heroico el dilatado curso de su existencia política,
le han adquirido una gloria, tanto mas excelsa, cuanto que en
muchos períodos ha visto debajo de sus pies abierto el camino
del imperio, y á que más de una vez se le ha excitado por comu-
nicaciones de la Europa, indicándosele hasta las medidas que
debia tomar para hacerse proclamar rey constitucional, halagán-
dosele con la lisonjera esperanza de que de esta manera los po-
tentados europeos se allanarían á reconocer á Colombia. Esta
insidiosa invitación la denunció él mismo al Congreso, como se
lee en la Gaceta de Colombia N. 174,
"Abramos el gran libro de la historia universal, veamos los
gefes de las naciones libres en el apogeo de su poder, y compa-
rémosles con nuestro compatriota Bolívab. ¡ Oh, cuan peqne-
fios aparecen los unos, cu4n perversos y malvados los otros I
TIDA DE BOLÍYAB. 615
Coloquémonos en el Pireo, y observemos esos caudillos de la
célebre Atenas. ¿Qué fueron Milcíades, Temístocles, Arístides,
Cimon, Galicrátidas y algún otro, sino gefes ó magistrados de
UD momento, que regian un paeblo tan pequeño como uno de
nuestros cantones, cuyos habitantes estaban 'ligados por los vín-
culos de un ardiente amor á la patria, de un eminente espíritu
público, sabios, ilustrados, laboriosos, y unidos por usos, cos-
tumbres, educación é inclinaciones ? ¿Se vieron ellos por ven-
tura chocando con un enemigo tan fiero y obstinado como el
español en una guerra de doce años la más sangrienta ? ¿ Los
persas pueden jamas compararse á los godos, ni Filipo de Macedo-
nio á Fernando de Borbon ? ¿ Acaso esos afamados capitanes
rompieron los grillos de su patria, la formaron y constituyeron
ala vez? ¿ Solón y Licurgo habrían derrocado el despotismo
peninsular con sus espadas ? ¿ Qué vienen á ser, pues, ante el
gran Bolívar, todos esos seres privilegiados á los que la histo-
ria ha consagrado los honores de la inmortalidad ? Ellos son
como fósforos cuya débil y vacilante luz se eclipsa y oscurece
á un solo rayo del sol en el oriente. Y, ¿ qué fueron Pisístrato,
Hipias, Hiparco, Pausánias, Pericles, Alcibíades, Lisandro y
muchos otros gefes atenienses ? Insignes malvados, que abu-
sando del tesoro, 6 de la fuerza común que comandaban, hicieron
las desgracias de su tierra, y fueron el oprobio de la Grecia.
" Remontémonos al Capitolio, y veremos en Roma, es verdad,
las heroicas virtudes ds los Camilos, de los Pabios, de los Cin-
ciña tos, de los Régulos, de los Scipiones y de los Brutos ; mas,
¿ cómo podrian obrar en sentido opuesto hombres criados en la
escuela de las virtudes republicanas, en el entusiasmo del amor
patrio, en el énfasis del heroísmo y en el innato orgullo de ro-
manos ? Y BoLÍYAB, formado, nacido y educado en el seno del
despotismo colonial : al sacudir los envejecidos hábitos de la
servidumbre : al resolverse á plantear la audaz y noble idea de
libertar su pais, y la América toda : al llevar al cabo esta em-
presa la más grandiosa y heroica de cuantas hasta ahora nos re-
fieren los anales del universo, ¿puede admitir paralelo con aque-
llos célebres romanos ? No : ellos aparecen al lado del Liber-
tador de Colombia, como granos de arena á los pies del gran
col>so de Rodas ; son como puntos invisibles en la vasta superfi-
cie de la América del Sur. Mas, cuando volvemos la vista á los
516 VIDA DE BOliVAB.
Marios, á los Silas, á los Gatilinas y á los Césares, entonces,
¡gran Dios! todo es horror, crímenes, sangre, desolación y
mnerte. Césear mismo en su infancia política anunciaba ja las
tormentas con que amenazaba á la Señora del mundo. Desde
Edil Gnrnl dejaba divisar la ambición que le devoraba, seña-
lando con el dedo de su valor y de su audacia el paso del
Bubicon y la escala por donde debia ascender al poder tiránico.
^* Pero cerremos el gran libro de la historia de los siglos pa-
sados, y recorramos las páginas de las épocas modernas I Vea-
mos la Francia arrebatada de la anarquía por la mano vigorosa,
por el talento superior de Napoleón. Obsérvenlos á este insigne
republicano en la memorable campaña de Italia, destruyendo
tronos y creando repúblicas, llevar hasta la apoteosis los raptos
del liberalismo más perfecto y consamado ; pero, por entre estas
ráfagas de esplendor y de luz, descubriremos un interés sórdido
y secreto de elevarse sobre los demás mortales : complacerse en
ja humillación de los reyes, no por un sentimiento puro de li-
bertad, sino por un principio pecaminoso de orgullo y de amor
propio : un conato en formarse devotos y prosélitos, y todos los
subterfugios, todas las pasiones de una alma devorada por A
orgullo y vendida á si misma. Su expedición á Egipto, sa re-
greso á Paris, y sus maniobras sucesivas formaban un plan qoe
perfeccionó en el solio imperial. ¿Y la conducta de este astuto
hipócrita, de este famoso tirano, puede ponerse en parangón con
los hechos claros y luminosos de la vida del General Boiítab?
¿No le hemos visto precisamente en los momentos de más gloria
y esplendor para su nombre, abdicar el mando supremo, invocar
la soberanía del pueblo, rendirle un vasallage sin límites, reunir
la representación nacional, y maldecir la dictadura y el tre-
mendo poder que á su pesar ejercia ? ¿ No le hemos visto déla*
tarse á sí mismo ante la Nación temeroso de su ambición, y ^^'
gendrar de este modo hasta sospechas contra sí propio, pa^
excitar el celo republicano de los colombianos 7
" ¿Y vos, ilustre Washington, podréis adunar vuestra fama á
la del Libertador de Colombia ? No es posible : vuestro país
estaba formado para la libertad. La América del Norte íw
libre porque no podia ser otra cosa. Dado no era á ningún
mortal esclavizar aquélla comarca. Frankiin, Adams, JeSerson
y demás varones fuertes, vuestros colegas, no hubieran tolerado
VIDA DE BOIÍYAB. 517
▼nestra deserción, ni vuestras aspiraciones, una necesidad im«
periosa, unida á la honradez y bondad de vuestro carácter, os ha
dado un distinguido lugar en el gran panteón de los bienhecho-
res del género humano. Bolívar, por el contrario, ha pugnado
con la ruda y tenaz España : con los hábitos de trecientos años
de servidumbre y abyección, en un continente casi tan grande
como una tercera parte del globo, con intereses aislados y mez-
quinos, con la superstición y el fanatismo, con viles y depravados
traidores, con todas las oscilaciones militares y políticas, en una
dislocación general del orden, de la justicia y de la moral ; en
fin, ha tenido que lidiar con los cielos y con la tierra, con los
hombres y con las fieras ; lo diré de una vez, con españoles y
anarquistas. Al través de tales y tamaños obstáculos, el Liber-
tador ha salvado cien veces su patria ; y siempre grande, siempre
señor absoluto de la suerte de todo, jamas ha obrado sino con
relación al bien, llevando por norte la libertad, por consuelo su
amor á la patria, por galardón la felicidad común, y por sus
glorias las del pueblo colombiano.
" IjOS fastos del género humano, el bronce y el mármol, perpe-
tuarán la fama inmortal del Libertador. El Nuevo Mundo será
un eterno monumento de los ilustres hechos de este varón sin-
gular, que pasarán á la posteridad más remota con todos los
atributos de una veneración celestial : homenage que á tan es-
clarecidas virtudes cívicas rinde ya la culta Europa en los pala-
cios de los reyes, en los salones de los grandes, en los museos é
institutos, sirviendo sus hazañas y su efigie de objeto fecundo al
esplendor de las artes, de la industria y del comercio universal.
Bolívar, pues, colmará los destinos á que ha sido llamado :
su misión de paz y de libertad será el modelo de los futuros
caudillos de las naciones ; y su nombre será en todos tiempos
el terror de los déspotas y el pasmo de los tiranos.*'
CAPÍTULO LX.
1830.
Ill8T4LACIOy DBL C0HGRI90 OONSTITUTINn DB COLOMBIA— MIMBAOB DBL LIBBRTADOB
— PBOCLAVA ▲ L08 COLOMBIANOS— «BPARACION DB YBMBZUBLA — CIBCÜNBTANCIAB
QOB LA PBBCBDIBRON— CONDOCTA DB PÁBZ— CONTBSTACION DBL GOKGaBM AL LI-
BERTADOR—COMI8I0V DB PAZ QDB gB BNTIA i. TBNBZUBLA — BL LIBBRTADOR 8B RB-
TIRA DBL MANDO — pJLbS BXCITA k LOS PUBBLOS CONTRA BOLÍVAR T 8B DBGLARA
BN CAMPaI^A — INSTA BL LIBBRTADOR POR QUB 8B DÉ ÜN NOBTO PRBfllDBNTB k
LA RBPtfBLICA— INTITACION QUB LB HAOBN LOS QUITBAoS PARA FIJAR 8D RB8I-
DBNCIA BN QUITO— BLBCaON DB LOS 8BÑ0RBB M08QUBRA T CAICBDO— MANIFIB8T0
DBL PUBBLO DB BOGOtI— 8ALB BOLÍVAR PARA OARTAOBM A— HONROSO DBCRBTO DBL
0ONGRB8O— SITUACIÓN PBCUNIARIA DB BOLÍTAR— 8Ü CARTA 1 CAMACHO.
PRESUROSO volvía el Libertador de Quito y Guayaquil
para hallarse en Bogotá el dia que se instalase el Con-
greso constituyente de Colombia, que él llamaba admirable^ con-
Tocado, según sabemos, para el 2 de Enero de 1830 ; mas, ni
aquel pudo llegar, como deseaba, antes del 2 ; ni el Congreso
inaugurar sus trabajos ese dia, porque apenas se hallaron pre-
sentes en el salón de las sesiones 34 diputados. — ^El número to-
tal de los electos era 67 ; por consiguiente para la instalación se
necesitaban 45, que componian las dos terceras partes. — ^La co-
misión preparatoria se ocupó en exijir la pronta concurrencia
de los representantes ausentes, y también acordó llamar al Li-
bertador para que, acelerando su viaje, viniera á instalar el
(619)
520 VIDA DE BOliVAB.
Congreso. — Llegó en efecto Bolívar el 15 de Enero á la capital,
y fué recibido con la pompa y los honores que siempre se le ha-
bian tributado. El 20 se instaló el Congreso con 47 diputados
presidiendo el acto de instalación el Libertador en persona. Él
recibió de los representantes el juramento de cumplir fielmente
los deberes de su destino ; presidió la elección de presidente 7
vicepresidente del cuerpo, que recayó en el Gran Mariscal de
Ayacucho y en el Doctor José María Estoves, Obispo de Santa
Marta, y habiendo pronunciado una breve y elocuente arenga
en la cual manifestó que la Nación fincaba en el Congreso sos
má>s legítimas esperanzas para obtener una ley fundamental
llena de fuerza y libertad, se retiró dejando á los escogidos de
los pueblos ocupados en el desempeño de sus augustas fun-
ciones.
Con la n)stalacion del Congreso, el Libertador creyó que sus
deberes públicos habian cesado. — A la vez que envió á los re-
presentantes su mensage, en el cual les rogaba con encareci-
miento que diesen otro gefe á la República, habló á los colom-
bianos y les dijo en una sentida proclama :
CoLOHBiAiros I Hoy he dejado de mandaros. Veinte afios ha que ob
sirvo en calidad de soldado y magistrado. En este largo período hemos
conquistado la patria, libertado tres repúblicas, conjurado muchas gaer
ras civiles, y castro veces he devuelto al pueblo su omnipotencia, reu-
niendo espontáneamente cuatros Congresos constituyentes. A vuestns
virtudes, valor y patriotismo se deben estos servicios ; fi mí la gloría de
haberlos dirigido. El Congreso constituyente, que en este dia se ha ins-
talado, se halla encargado por la Providencia de dar á la nadon las ios^
titnciones que ella desea, siguiendo el cuno de las circunstancias 7 ^
naturaleza de las cosas.
Temiendo que se me considere como un obstáculo para asentar la Be-
pública sobre la verdadera base de su felicidad, yo mismo me he precipi-
tado de la alta magistratura & que vuestra bondad me habia elevado.
Colombianos I He sido víctima de sospechas ignominiosas, sin qae
haya podido defenderme la pureza de mis principios. Los mismos qoo
aspiran al mando supremo se han empefiado en arrancarme de vuestros
corazones, atribuyéndome sus propios sentimientos ; haciéndome parecsr
autor de proyectos que ellos han concebido ; representándome en fin con
aspiración á una corona, que ellos me han ofrecido más de una vez, 7 4^®
yo he rechazado con la indignación del más fiero republicano. Nunca,
nunca, os lo juro, ha manchado mi mente la ambición de un reino, qo^
mis enemigos han forjado artificiosamente para perderme en vuestra opi-
VIDA DE BOIÍTAB. 521
nÍDiL Besengañ&oti, Colombianos, mi único anhelo ha ñdo el de contri-
buir & yaestra libertad y & la conservación de vuestro reposo : si por esto
he sido culpable, merezco más qiie otros vuestra indignaciun. No escu-
chéis, os ruego, la vil calumnia y la torpe codicia, que por todas^ partes
agitan la discordia. ¿ Os dejaréis deslumhrar por las imposturas de mis
detractores f Vosotros no sois insensatos !
Colombianos I Acercaos en tomo del Congreso constituyente : él es la
sabiduría nacional, la esperanza legítima de los pueblos y el último punto
de reunión de los patriotas. Penden de sus decretos soberanos nuestras
vidaa, la dicha de la República y la gloria colombiana. Si la fatalidad os
arrastrare á abandonarlo, no hay más salud para la patria ; y vosotros os
ahogaréis en el océano de la anarquía, dejando por herencia á vuestros
hijos el crimen, la sangre y la muerte. Compatriotas: escuchad mi últi-
ma voz, al terminar mi carrera política : fi nombre de Colombia os pido,
06 ruego que permanezcáis unidos, para que no seáis los asesinos de la
patria y vuestros propios verdugos.
Bogotá á 20 de Enero de 1880, 30.<*
Sdcon Bolíyab.
Con áDsia aguardaban loe miembros del Congreso el mensage
del Libertador. Sabíase que este lo habla escrito solo, y que
era la manifestación más sincera y positiva de sus deseos y
convicciones. Era también la más brillante y la postrer de-
fensa que el Libertador hiciera de su conducta y de sus ope-
raciones políticas. Todos admiraron aquellos párrafos en qiie
hablando del estado de las cosas, j del magistrado qne habia de
presidir á Colombia, decia :
COKCICBADANOS :
Ardua y grande obra es la de constituir un pueblo que sale de la opresión
por medio de la anarquía y de la gueira civil sin estar preparado previa-
mente para recibir la saludable reforma á que aspiraba. — Pero, las
lecciones de la historia, los ejemplos del viejo y nuevo mundo, la expe-
riencia de veinte afios de revolución, han de serviros como otros tantos fa-
nales colocados en medio de las tinieblas de lo futuro ; y yo me lisongeo,
de que vuestra sabiduría se elevará hasta el punto de poder dominar
con fortaleza, las pasiones de algunos y la ignorancia de la multitud ;
consultando, cuanto es debido, á la razón ilustrada de los hombres sen-
satos, cuyos votos respetables son un precioso auxilio para resolver las
cuestiones de alta política. Por lo demás, hallaréis también consejos
importantes que seguir en la naturaleza misma de nuestro país, que com-
prende las regiones elevadas de los Andes y las abrasadas riberas del
Orinoco ; examinadle en toda su extensión y aprenderéis en él, de la in-
fidible maestra de los hombres, lo que ha de dictar el Congreso para la
522 VIDA DE BOLÍVAR.
felicidad de los colombianoB. — ^Macho os dirá, nuestra historia y mnclio
nuestras necesidades ; pero todavía ser&n más persoasiyos los gritoB de
nuestros dolores, por la falta de reposo y de libertad seguía.
¡ Dichoso el Congreso si proporciona á Colombia el goce de estos bie-
nes supremos, por los cuales merecer& las más puras bendiciones I
Convocado el Congreso para componer el código fundamental que
r^a á la República, j para nombrar los altos funcionarios que la admi-
nistren, es de la obligación del gobierno instruiros de los conocimieotOB
que poseen los respectivos ministerios de la situación presente del Estado,
para que podáis estatuir de un modo análogo á la natoialeza de las
cosas.
Si no me hubiera cabido la honrosa ventura de llamaros & representar
los derechos del pueblo, para que conforme filos deseos de vuestros comi-
tentes, creaseis 6 mejoraseis nuestras instituciones, sería este el logar de
manifestaros el producto de VEINTE AS'OS consagrados al servicio de
la patria. — ^Mas, yo no debo ni siquiera indicaros lo que todos los cinda-
danos tienen derecho de pediros. Todos pueden, y aun están obligados
á someter sus opiniones, sus temores y deseos á los que hemos constitoi-
do para curar la sociedad enferma de turbación y flaqueza. Solo yo
estoy privado de ^ercer esta fundón cívica ; porque, habiéndoos conTO-
cado y señalado vuestras atribuciones, no me es permitido influir de modo
alguno en vuestros consejos. Ademas de que sería importuno repetir &
los escogidos del pueblo, lo que Colombia publica con caracteres de san-
gre.— Mi único deber se reduce á someterme, sin restricción, al Código y
Magistrados que nos deis; y es mi única aspiración, qtte la voluntad
de los pitólos sea proclamada^ respetada y cumplida par su* delegados.
Temo, ^^n alg^ fundamento, qite se dude de mi sinceridad al habla-
ros del magistrado que haya de presidir la República. Pero, el Congre-
so debe persuadirse, que su honor se opone á que piense en mí para este
nombramiento, y el mió á que yo acepte. ¿ Haríais, por ventura, refluir
esta preciosa &cultad sobre el mismo que os la ha sefialado ? ¿ Osaréis, sin
mengua de vuestra reputación, concederme vuestros sufragios ? ¿ Noserfa
esto nombrarme yo mismo ? Lejos de vosotros y de mí un acto tan in-
noble I — Obligados, como estáis, á constituir el gobierno de la B^^-
blica ; dentro y ñiera de vuestro seno, hallaréis ilustres ciudadanos, qoe
desempeñen la presidencia del Estado con gloria y ventajas. Todos, t^os
mis conciudadanos gozan de la fortuna inestimable de parecer inocentes
á los ojos de la sospecha, yo solo estoy tildado de aspirar á la tiranía.—
Libradme, os ruego, del baldón que me espera, si continúo ocupando nn
destino que nunca podrá alejar de sí el vituperio de la ambidon.—
Creedme ; un nuevo magistrado es ya indispensable para la BepúbÜca.
B1 pueblo quiere saber si dejaré alguna vez de mandarlo. Los Estados
americanos me consideran con cierta inquietud, que puede atraer algún
dia, á Colombia, males semejantes á los de la guerra del Perú.— £n Euro-
pa misma no falta quien tema que yo desacredite con mi conducta la
VIDA BE BOliVAB. 523
hermosa cansa de la libertad. — Ah I ca&ntas conspiraciones y gneiraa no
hemos sonido por atentar á mi antoridad j á mi persona 1 Estos golpes
han hecho padecer á los pueblos, cuyos sacrificios se habrían ahorrado, si,
desde el principio, los legisladores de Colombia no me hubiesen forzado
á sobrellevar una caiga que me ha abrumado más que la guerra y todos
ras azotes.
Mostraos, conciudadanos, dignos de representar un pueblo Ubre, ale-
jando toda idea que me suponga necesario para la República. — Si un
hombre fuese necesario para sostener el Estado, ese Estado no deberia
existir, y al fin no existiria.
El Magistrado que escojáis, será, sin duda, un iris de concordia domés-
tica, un lazo de firatemidad, un consuelo para los partidos abatidos.
Todos los colombianos se acercarán al rededor de este mortal afortunado :
él los estn)chará en los brazos de la amistad, formará de ellos una familia
de ciudadanos. Yo obedeceré, con el respeto más cordial, á este magis-
.trado legítimo; lo seguiré cual ángel de paz; lo sostendré con mi
espada y con todas mis fuerzas. Todo afiadirá energía, respeto y sumi-
sión á vuestro escogido. Yo lo juro, legisladores ; yo lo prometo á nom-
bre del pueblo y del ejército colombiano. — La Repáblica será feliz, si, al
admitir mi renuncia, nombráis de Presidente, á un ciudadano querido de
la Nación ; ella sucumbirá, si os obstinaseis en que yo la mandara.
Oid mis súplicas ; salvad la República : salvad mi gloria, que es de
Colombia.
Disponed de la Presidencia que respetuosamente abdico en vuestras
manos. Desde hoy no soy más que un ciudadano armado para defender
la patria y obedecer al gobierno. Cesaron mis funciones publicas, para
Biempre, Os hago formal y solemne entrega de la autoridad suprema,
qne los sufragios nacionales me habian conferido.
Así contestaba Bolívar á las acusaciones de mando perpetuo,
de tiranía y de corona que le hacían sus enemigos. No pueden
ser más justas las quejas que profiere en su proclama contra sus
compatriotas los venezolanos, muchos de los cuales, por medio de
sus proceres le habian ofrecido una corona y ahora le atacaban
atribayéndole deseos de empuñar el cetro, i Tan descarada es
la calumnia I — En Venezuela existia, de años atrás, un fuerte
partido contra Bolívar á quien muchos imputaban los actos vio-
lentos que eran producciones expontáneas y exclusivas del Ge-
neral Páez como gefe civil y militar.
" Los enemigos del Libertador, dice Restrepo, no perdían oca-
sión ni medio alguno, por reprobado que fuera, para destruir su re-
putación y enajenarle el afecto de los pueblos que tan justamente
había ganado por sus eminentes servicios á la patria. El pro-
524 TIDA BE BOIÍYAB.
yecto de Monarquía, concebido por el consejo de Ministros y
adelantado hasta el punto que hemos visto, sirvió admirablemente
á los enemigos de Bolívar para pintarle como un ambicioso que
deseaba coronarse 7 dominar á los pueblos con un cetro de
hierro. En vano quisiéramos excusar á Páez j á otros magnates
de Venezuela de que no contribuyeran á extender y acreditar
esta calumnia, que tanto con venia á sus miras de futuro engran-
decimiento. Aunque es cierto que el primero tuvo desde el
principio noticia comunicada particularmente por el Ministro de
la Guerra, Urdaneta, sin que se opusiera al proyecto, pues
solamente exigió saber lo que pensara el Libertador, y aunque
le enviara con este fin al comandante José Austria, quien fué
hasta Quito ; con todo, tenemos datos para creer que Páez no
obró en este negocio con la franqueza que aparentaba en sus
cartas particulares. Toda su conducta en aquel tiempo y sus
hechos posteriores nos persuaden, que aparentando á los miem-
bros del gobierno de Bogotá que procedería de acuerdo con sus
miras, se aprovechó diestramente de las circunstancias á fin de
abrirse el camino para obtener la primera magistratura de un
Estado independiente, rompiendo la unión colombiana.
" Hallábanse los ánimos de muchos venezolanos en la disposi-
ción arriba expresada, cuando ocurrió la rebelión de Córdoba
en Antióquia. El valor y nombradia del corifeo, la guerra que
aun se ignoraba en Caracas haberse terminado con el Perú, y
la ausencia del Libertador en los confines meridionales de la
República, todo esto les hizo creer que habia llegado el mo-
mento oportuno de disolver á Colombia, separando de la unión
á los departamentos de la antigua capitanía general de Vene-
zuela, á fin de erigirlos en un Estado soberano 6 independiente.
Los corifeos de este proyecto no dudaban que él reuniría en su
favor la opinión de los pueblos, declamando contra el gobierno
de Colombia y contra el Libertador, excitando al mismo tiempo
las fuertes antipatías, bien conocidas ya, que habia entre vene-
zolanos y granadinos. Una chispa bastaba para causar un ter
rible incendio, y desde los últimos días de Octubre comenzaron
á circular en Caracas pasquines manuscritos é impresos en que
atrozmente se injuriaba á la persona y al gobierno del Liberta-
dor á quien pintaban como un déspota que pretendía ceñirse b
corona de su patria."
VIDA DE boiíyab. 525
Páez habia recibido en Valencia la circular expedida por el
Libertador desde Guayaquil en 31 de Agosto, para que los pue-
blos expresaran libremente sus opiniones con respecto á la forma
de gobierno, al código fundamental y al gefe que hubiera de
presidir la administración No pudo ofrecérsele mejor ni más
eficaz medio para conseguir sus designios de separar á Yene^
zuela, desconocer la autoridad de Bolívar y ejercer el mando
supremo. Así que, en el acto, envió dicha circular á Caracas y
á otros pueblos y ciudades con orden de que se hicieran en todas
partes pronunciamientos pidiendo enérgicamente la separación.
Con esto se puso al orden del dia la difamación contra Bolívar.
Aparecieron en las paredes letreros é inscripciones sumamente
injuriosas á su nombre. Los vecinos de Valencia, (donde moraba
Páez) fueron los primeros en solicitar el ostracismo de Bolí-
var, encargando á Páez que no le permitiera pisar más el terri-
torio de Venezuela. Las actas de Calabozo y Puerto Cabello,
lugares donde Páez ejercía influencia, amontonaron contra Bolí-
var calumnias y denuestos tan altamente ofensivos que la pluma
86 resiste á copiarlos, y los vecinos de Puerto Cabello llegaron
en su delirio hasta pedir que se relegase al olvido el nombre
ilustre del Libertador de un mundo ! I — En Caracas, á donde
Páez envió emisarios activos y de influencia, se desconoció la au-
Unñdad dd General Bolívar^ y se acordó por una acta " que el
benemérito General José Antonio Páez fuera el gefe de aque-
llos departamentos, porque él reunia la confianza de los pueblos."
— Los fundamentos de esta acta son una emponzoñada diatriba
contra Bolívar. — La prensa en tanto crujía, desdorando el nom-
bre del Libertador. — El Fanal^ periódico que sostenían los de-
votos de Páez en Caracas, no era sino una compilación de inju-
rias atroces contra el hombre á quien tan inmensos beneficios se
debían. No se le trataba sino de tirano, de ambicioso, de hijpó-^
críia insigne ; no se pedia sino su separación del mando, su
destierro, su ignominia 1 1
Al principio, Páez, que era el alma de la revolución en Vene-
zuela, si bien no podía siempre disimular su pensamiento, lo
recataba al menos ; pero luego abandonó su moderación apa-
rente ; vino á Caracas ; aprobó el pronunciamiento de la capital
contra Bolívar ; ofreció sostener aquel con las armas, rompiendo
definitivamente con este ; declaró á Venezuela Estado soberano ;.
526 VIDA DE BOLÍVAR.
nombró ministros y convocó un congreso que debería reunirse ec
Valencia Páez pidió á los pueblos " subsidios para los gastos
de la guerra contra Bolívar" y se aprestó para herir el pecho del
magnánimo Libertador con aquella espada redentora de los hvr
manos. Escribióle al mismo tiempo una carta particular en que
manifestaba su resolución, y le excitaba á que no se empeñara en
contrariar la voluntad decidida de los venezolanos ; que si los
atacaba, el país se cubriría de guerrillas que lo destruirían, j
que por último recurso más bien se entregarían á los espaQo.
les... 111 ¡ Qué vil, qué criminal amenaza I " No creemos, dice
Bestrepo, que Páez y sus partidarios hubieran pensado jamas en
cumplirla ; pero ella era, sin duda, el peor medio para inclinar
el ánimo constante del Libertador.'' — Restrepo era muy indul-
gente.— Yo no entro aquí á averiguar si Páez y sus partidarios
hubieran pensado ó no en llevar á cabo su amenaza ; pero si creo
que Pitágoras profetizaba el advenimiento de estos hombres
cuando decia : — los monstruos más ¡horribles no se encuentran en
A/rica sino en hs países en revdtccion....
Venezuela tenia razones muy poderosas para desear la efectiva
separación ; pero los pro-hombres del movimientos reaccionario
no tenian ninguna para injuriar al Libertador y calumniarle,
para maldecir su nombre, que era nuestra gloria, para descono-
cer sus eminentes servicios y preferir la cadena de la España al
dulcísimo gobierno del Padre de la Patria.
El Congreso constituyente, compuesto de los hombres más
respetables de la nación, hijos de todas sus provincias y de dife-
rentes matices políticos, al contestar el mensage de Bolívar, le
dio un espléndido testimonio de su aprecio y de su agradeci-
miento, aprobando su conducta y llenándole de eloprios. Lejos
de rendirse á las razones que este daba para su separación del
mando, no admitió la dimisión que hizo de la presidencia de
4a República ; antes al contrario le observó, que mientras no
se establecían instituciones libres al mismo tiempo que fuertes, la
historia de todas los países enseñaba que la pública tranquilidad
pendía necesariamente de las personas : que el monstruo devo-
rador de la anarquía se cebaria en Colombia, si él la abandonara
en aquel momento : que habia prometido solemnemente conti-
nuar ejerciendo la suprema autoridad hasta tanto que el Con-
vgreso promulgara la constitución y nombrara magistrados : que
VIDA DB BOliVAB. 527
lo que debía á Colombia y á si mismo, oponía obstáculos pode-
rosos á que tuviera efecto su abdicación : que el Congreso,
también, se vería en la absoluta imposibilidad de aceptársela,
porque aquella promesa estaba contenida en la ley de su creación
y él debía ser el primero en respetarla religiosamente : que por
lo que hacia á su reputación, ella no podia sufrir menoscabo por
las calumnias de sus detractores, existiendo en su reunión la
respuesta más victoriosa que podia dárseles : que continuara
preservando la república de los horrores de la anarquía y la
dejara por legado la consolidación de sus leyes ; y que, en fin, su
nombre ya inmortal aparecería más resplandeciente aun, y más
puro en las páginas de la historia, cuando el buril do esta hu-
biera gravado en ellas todo cuanto había hecho y sacrificado
para conseguir la felicidad de su patria. — ^Bolívar ofreció en
consecuencia seguir provisionalmente & la cabeza del gobierno ;
pero declarando de nuevo, para evitar que el Congreso pusiera
sus ojos en él para la presidencia, }^^que cualesquiera que
fuesen las circunstancias de la república, faustas 6 infaustas, y
aunque se hallara en los brazos de la muerte, jamas se haría
cargo de un mando que ahorrecia más que la tiranía.^'^ti
Aquel era el lengnage que usaban los patriotas hablando del
Libertador. — Su testimonio es irrefragable para desmentir las
calumnias de los partidarios de Páez y de Santander, unidos
únicamente en el odioso intento de la detracción contra Bolívar.
I Tirano y Déspota le llamaban... ! Un déspota no consulta á los
pueblos, no los excita á que manifiesten su voluntad, no les dice
que esta es la soberana, no los reúne á deliberar, no promete
sostener y ejecutar los mandatos de la mayoría, no perdona á
los que atentan contra su vida y su autoridad, no pide con ahinco
que se le exima del peso del poder supremo.... Bolívar tirano I
Y lo decían los que todo le debian: vida, libertad, honores,
influencia, poder, riqueza 1 1
En 27 de Enero el Libertador dirijió un mensage al Congreso,
en que le manifestaba estar persuadido de que sería oportuna la
medida de acercarse á Venezuela — " con el objeto, decía, de
transigir amistosamente unas desavenencias que desgraciada-
mente turbaban el orden y la tranquilidad de la nación." Añadió
haber invitado ya con este designio al jefe superior de Vene-
zuela á una entrevista ; pero que nc había juzgado conveniente
528 VIDA DE boiítas.
adelantar Remejante medida sin someterla antes al Congreso, j
recibir, en caso de qne se aprobara, la competente antorizacion
que debia influir sobre manera en el buen éxito de este paso
conciliatorio. Indicaba que en su ausencia podría quedar en-
cargado del gobierno el consejo de ministros, dirijido por el
presidente Doctor José María del Castillo, ó por la persona que
designara el Congreso. Concluía asegurando á la TepreBeat
tacion nacional que no le ocupaba otro pensamiento que el bien
de la República.
Luego que la comisión á quien se pasara tan importante men-
saje presentó su informe, se empe&ó un largo debate sobre ra
contenido. Beduciase aquel á manifestar al Libertador la ili-
mitada confianza que tenia el Congreso en su larga experíeneift,
en sus talentos y patriotismo, relevantes prendas que le daban
aptitud para calmar las pasiones j la división que por de^racia
se habia introducido entre los colombianos : le encargaba qne les
asegurase que el congreso no omitiría medio ni sacrificio alguno
para dar á Colombia una constitución — " que conservara la
unión entre sus diferentes partes sin detrimento de los intereses
locales, y que combinara la libertad con el orden, poniendo fuera
del alcance del poder, no menos que las cciones, las garantías
individuales y la traquilidad común.'' A mismo tiempo indicaba
el congreso en su contestación, no estar en sus facultades, limi-
tadas por la convocatoría á dar una constitución y elegir los
altos funcionarios, el ingerirse en el viaje propuesto por el Li-
bertador, medida que tocaba al ejecutivo adoptar ó no, contando
siempre con la cooperación del congreso en todo lo que condu-
jera á sostener la unión y la estabilidad de Colombia ; pereque
sentiria su ausencia de la capital, antes de qne se áeordase la
nueva constitución — " y que pudiera presentar en ella nn testi-
monio irrefragable de la voluntad general, y una garantía na-
cional y permanente contra la desconfianA y sugestiones de lo»
enemigos de Colombia."
De esta manera el congreso esquivó las dificultada que en-
volvía el paso indicado por Bolívar. Tanto por esto, como por
las noticias posteriores que se recibieron de Venezuela j del
Zúlia, no se volvió á tratar sobre el proyectado viaje. Bs ver
dad que Páez tampoco se prestó á la entrevista que le propo-
Biera el Libertador.
VIDA DB boiíyab. 629
Este concedió una audiencia de despedida al comisionado
francés Bresson, que habia permanecido en Bogotá hasta ser
presentado al Libertador, á quien deseaba conocer personalmente
7 ofrecerle sus respetos á nombre de S. M. Cristianísima.
Poco tiempo después fueron también presentados al Liberta-
dor dos nuevos ministros plenipotenciarios ; el comendador
Don Luis De Souza Díaz, enviado por el Emperador del
Brasil, y el seüor Guillermo Turner por el gobierno de S. M.
Británica, los que principiaron inmediatamente á desempeñar
sus funciones.
Uno de los primeros pasos del congreso constituyente cuando
principiaron las sesiones habia sido nombrar una comisión de
diputados, á quienes presidia el antiguo secretario de relaciones
exteriores del Libertador y representante por Bogotá, Doctor
Estanislao Yergara, para redactar el proyecto de la nueva cons-
titución. Gomo las opiniones de los pueblos eran tan varias y
encontradas, la comisión pidió al Congreso que fijara previa-
mente las bases, cuyo proyecto fué redactado por otra comisión
especial. Entróse á discutirlas sin tardanza, y siendo diez y
seis en número, las que envolvían muy arduas cuestiones de
derecho constitucional, empleó el Congreso doce sesiones en
acordarlas.
Cuando se principiaron á discutir, el Libertador pidió per-
miso al Congreso para emplear en un mando militar al diputado
José María Carroño. Pensaba enviarle al Zúlia á encargare
del mando civil y militar de aquel departamento ; pues se igno-
raba todavía en la capital haberse adherido á la revolución de
Venezuela. Al presentar su informe la comisión á quien se pa-
sara este negocio, compuesta de los diputados Aranda, de Fran-
cisco Martin, y Unda, propuso — " que se enviara á Venezuela
ana misión de paz, compuesta de dos miembros del Congreso, la
que, precediendo á todo temor y á toda sospecha, hiciera conocer
las verdaderas intenciones de la representación nacional, y las
esperanzas que ofrecían en escrupolosa consideración á la sitúa-/
cion presente de la República, y su ardiente anhelo por dejar
satisfechos los votos nacionales." La misma comisión debia lle-
var las bases de la constitución para disipar cualesquiera temo-
res y sospechas que hubieran podido concebirse en Venezuela
Bobre el código fundamental que iba á estatuirse.
34
530 tidá de bolívar.
Esta idea fué muy bien acogida por el Congreso, que la adoptó
casi por unanimidad. Escogiéronse para la misión el General
Sucre, Presidente del Congreso, el Vicepresidente Doctor José
María Estéves, obispo de Santa Marta, y el diputado por Ca^
tagena Juan García del Rio. Por excusa de este quedó la co-
misión reducida á los dos primeros, de cuya experiencia, talen-
tos é influjo se esperaba mucho en aquellas circunstancias para
restablecer la unión, la paz y la tranquilidad de Colombia.
El mismo Congreso acordó las instrucciones que debian servir
de regla á los comisionados. Manifestar á los pueblos de Ve-
nezuela las bases de la futura constitución enteramente republi-
cana ; persuadirles de que los escogidos del pueblo colombiano de
ninguna manera pensaban establecer una Monarquía ; hacer en-
tender á los mismos pueblos y á las autoridades constituidas en
Venezuela, que el Congreso había tomado el mayor interés en
que no se les hostilizara, esperando conseguir un avenimiento
amistoso, sistema que se propuso al Ejecutivo desde que esta-
llaron los movimientos primeros contra la unión : inculcar al
mismo tiempo la firme é invariable resolución en que estaba el
Congreso de conservar la integridad de la República y la unidad
del gobierno en la nueva constitución que se iba á decretar ;
asegurar bajo de la más inviolable garantía, que publicada
aquella quedarían sepultados en el olvido todos los disturbios
anteriores, sin que á ninguno de sus autores y cómplices se les
siguiera el menor daño en sus personas y propiedades, y que por
una ley se prohibiría cualquiera recuerdo de las opiniones indi-
viduales, que se hiciera en ofensa de los que las hubieran profe-
sado ; tratar, en fin, con todas las autoridades y personas que
fuera necesario para conseguir una amistosa terminación de las
diferencias existentes, según el buen juicio de los comisionados :
hé aquí los puntos principales que contenian aquellas instruc-
ciones.
Después de leerlas y meditarlas, el General Sucre, al despe-
dirse del Congreso para emprender su viage á Cúcuta (Febrero
17j) dijo en sesión pública : — ^ que atendidas las bases que se le
prescribían para la negociación y el estado de los negocios en
Venezuela, no esperaba resultado alguno favorable." Sin em-
bargo el Congreso no le eximió, nombrando parasucederleenla
presidencia del cuerpo al Doctor Vicente Borrero, diputado por
VIDA DE BOLÍYAB. 581
la provincia de Popayan, y para Vicepresidente en lugar del
obispo Bstéves, al señor Modesto Larrea, diputado por Pi-
chincha.
Termináronse entonces las discusiones sobre las basas pro-
puestas para la futura constitución, adoptándose definitivamente.
Conforme á ellas la República sería una^ según la ley funda-
mental, y su gobierno popular, representativo y electivo en pe-
ríodos de ocho afios : el poder legislativo debia estar dividido
entre el Senado, la Cámara de Representantes y el Ejecutivo :
habría un Consejo de Estado para auxiliar al Presidente de la
República, quien seria irresponsable, exceptuando solamente el
caso de traición ; la responsabilidad gravitaria sobre sus secré-
tanos. Se creaban ademas cámaras de distrito para cuidar de
los intereses locales ; se aseguraban las garantías individuales,
y se declaraba que la religión católica, apostólica, romana era
la religión de la República, y que el gobierno, ejerciendo el pa-
tronato de la Iglesia colombiana, no permitiría otro culto público.
El Congreso hizo imprimir inmediatamente dichas basas, acom-
pañándolas con una alocución á los colombianos (Febrero 20.)
En esta procuraba dar razón de sus fundamentos principales, di-
sipar las desconfianzas, y excitar á la unión, como el único vín-
culo qne podia salvar á la República del naufragio que la ame-
nazaba por do quiera.
Hacia este mismo tiempo, el Libertador, á fin de dar nuevas
pruebas de su generosidad, mandó expedir salvosconductos para
regresar á Colombia á todos los que aun sufrían destierro por
causa de la conspiración del 25 de Setiembre. Permitió igual-
mente á los que cumplían las penas de sus sentencias por el
mismo delito, que volviesen á sus domicilios ó que salieran del
país, según la parte que hablan tenido en aquel crimen.
Apenas se concluyeron tan importantes negocios cuando el
Libertador pasó un mensage al Congreso en que le manifestaba :
primero, que hallándose enfermo necesitaba con urgencia sepa-
rarse del ejercicio del poder ejecutivo ; y segundo, que siendo
miembro del Congreso el Señor Castillo, presidente del Consejo
de ministros, quien debia desempeñarlo conforme á lo dispuesto
e!i el decreto orgánico de 20 de Agosto de 1828, tocaba alCon
greso elegir la persona que desempeñara interinamente el go-
bierno de la República. Este mensage suscitó una larga discu
682 YIDA DB BOIÍYAB.
fiioD. á coDsecaencia de la cual declaró el Congreso— ^'qae no
le tocaba, conforme al decreto de su convocatoria, elegir la per-
sona que debia presidir el consejo de ministros, y ejercer las
funciones del Ejecutivo, mientras el Libertador restableciera sn
salud." — Era esta en efecto una función que correspondia al
mismo Bolívar, según el decreto orgánico que aun estaba en
observancia.
En vista de tal declaratoria el Libertador nombró en primero
de Marzo al General Domingo Gaicedo para presidente interino
del Consejo de Ministros* conservándole al mismo tiempo la se-
cretaría de relaciones exteriores. En seguida le encargó tem-
poralmente del poder ejecutivo, retirándose al campo 6 quinta
de Fucha á reponer su salud. Hallábase esta muy deteriorada,
así por el trabajo como por los sufrimientos morales qne le
causaban sus enemigos en la Nueva Granada y principalmente
en Venezuela. — ^Desde aquel dia no volvió á ejercer el poder
ejecutivo de Colombia.
Bolívar conocía la bondad de corazón, el patriotismo y des-
prendimiento de mando del General Caicedo. Tuvo, pues, la
mira, y lo dijo á varias personas, de que iba á elevar á este vir-
tuoso granadino para que mediase entre los partidos y prote-
giese á los amigos del Libertador de las persecuciones que ne-
cesariamente les suscitarían los demócratas exaltados.
Mientras tanto la comisión de paz que el Congreso habia
dirigido á Venezuela arribó á Cticuta, de donde siguiera sin
tardanza al territorio de la provincia de Mérida. Apenas habia
llegado á Táriba, pueblo situado ocho leguas más allá de la raya,
cuando se les presentó el Comandante de la Grita, Perdomo, con
una orden del Gobernador de Mérida, Piñango, en que termi-
nante y expresamente le prevenía con arreglo á otra del gobiOTno
de Páez, que no permitiera introducirse en el territorio venezo-
lano a ningún comisionado del gobierno colombiano, fuera
cual fuese su representación y categoría ; que detuviera á los
que se presentaran, y que enviase al gobierno de Venezuela coa*
lesquiera comunicaciones que condujeran. Los comisionados
Sucre y Estoves protestaron contra aquella medida, caracteri-
zándola de injusta, impolítica 6 inaudita en los anales de las re-
voluciones, pues cerraba la puerta á una comisión de paz, como
era la de ellos, y produciría acaso un rompimiento quede ningún
YIDA DB BOIÍTAB. 533
modo sería imputable al gobierno ni al Congreso colombiano.
Añadieron que ellos eran comisionados de este, j no del gobier-
no de Bogotá, á los que se referia la orden.
Habiendo dado esta contestación, siguieron su viage hasta la
Qrita ; pero aquí se impusieron de las órdenes perentorias comu-
nicadas á las autoridades civiles y militares, para no dejarlos
avanzar un paso más (Marzo 20). En consecuencia determina-
ron volver á Gúcuta, hacia donde se pusieron en camino. Tu-
vieron antes de emprender su marcha la noticia oficial de que
el jefe de Venezuela habia nombrado á los Señores General
Marino, Martin Tovar Ponte y Andrés Narvarte, para que pre-
sentándose en los límites del territorio venezolano, trataran con
los enviados del Congreso de Colombia.
De esta manera el Ceneral Páez y sus partidarios cerraron las
puertas á la comisión de paz que enviaba el Congreso, y disipa-
ron las esperanzas que justamente se hablan concebido en los
talentos é influjo que pudieron ejercer para conservar la unión
colombiana el Gran Mariscal de Ayacucho y el Obispo de Santa-
marta. £1 partido separacionista de Venezuela, poco seguro de
la opinión pública en favor de su proyecto, sin duda temió que
los comisionados disiparan las fábulas y patrañas con que habian
conmovido á. los pueblos contra el gobierno del Libertador, con-
tra la unión colombiana y contra la futura constitución, ün
fdstema tan mal cimentado, debia caer por sí mismo luego que se
conociera la verdad. Fué por eso que los corifeos de la sepa-
ración, temiendo que la misión de paz trastornara sus designios,
cerraron á los comisionados la entrada de Venezuela.
Estando ya en el territorio venezolano recibieron también los
comisionados la proclama de Páez, publicada el 2 de Marzo.
Contenia esta fuertes y decididas protestas de sostener la nueva
oi^nizacion que se habia dado á Venezuela. Decia que los
enemigos que la atacaran no podrían triunfar sin que pasaran
antes sobre el cadáver del gefe civil y militar. Informaba á los
venezolanos que la comisión reunida en Bogotá habia declarado
que la ley fundamental era indestructible, y encargado al Gene-
ral Bolívar que conservara la integridad del territorio, misión
odiosa que este habia aceptado voluntariamente. Anadia que
después de resignar el mando marchaba con un ejército á des-
garrar las entrañas de su madre, y á saciar sus venganzas, pre-
634 VIDA DE BOLÍVAR.
toxtando obedecer á la volutad nacioDal. Aserciones tao falsas
como aventuradas, hijas de Páez y de sus consejeros, tenism por
objeto entusiasmar á los pueblos con tales patrañas, j excitar su
odio contra el Libertador y contra los que sostenían la anión
colombiana.
En consecuencia de aquellas noticias Páez, dando soltara á
su genio belicoso, se preparó para salir á campafia, no sola-
mente, según decia, con el objeto de sostener el pronancia-
miento de Venezuela, sino con el de libertar á la Nueva Granada.*
¿ Y libertarla de quién ? Quién la oprimía ? ¿ Era Bolívar ?
¿ Se habia oMdado Páez que la espada de Bolívar evskl^ espada
redentora de los humanos ? El afio 1826 dio aquel por pre-
texto engañoso de su alzamiento, la mala administración de
Santander ; ahora que no existia esta causa, daba la de separa-
ción de Venezuela. Subterfugio ridículo, pues que Bolívar no
se oponia, antes bien consideraba necesaria aquella medida.— La
cansa verdadera que impelía á Páez, la hallaremos en la ambi-
ción que desordenaba su voluntad y lo hacia insolente ; j bien
que el Libertador fueáe el hombre más acreedor á la veneración
y al amor de los venezolanos, señalad^^mente de Páez, este,
ingrato, siguió el camino de los ultrages y de las ofensas á sa
bienhechor, dejando á un lado la senda del respeto y de la mo-
deración que le habrían conducido como por la mano á los al-
cázares de la inmortalidad. Bolívar habia honrado á Páez y
le habia distinguido ; y esto que debió inspirar el reconocimiento,
engendró la antipatía.... Diríase que Páez cansado con el peso
de las obligaciones que tenia para con el Libertador, por librarse
del agradecimiento, volvió en odio los beneficios y buscó pretex-
tos para quebrar y levantarse con la deuda, t
En aquella situación extrema á que las cosas hablan llegado,
fueron inútiles las conferencias. ¿Qué podia adelantarse en
beneficio de la unión, del bien y de la gloria de Colombia?—
Los enviados del Congreso reconocieron luego que eran incon-
ciliables los intereses de su comitente con los de la ambición dd
caudillo venezolano, y se retiraron. — ^La negociación quedó
* Restrkpo hiflt. de Colombia.*
f Tal es á veces la condición hnmana. Y es observación de Séneca, qo<
las jfprandes mercedes crian grandes enemigos. Quídam gao plu» dthtnt, tnagú
odiTunt, Zev€ «w aliéítum dtbiiorem facU, grave tnirntcum. (Epist 19.)
VIDA DB BOLÍVAR. 535
frustrada. Solo se leían las proclamas de Páez, guerreras y
amenazantes al gobierno, y solo se hablaba de la. invasión qne
proyectaba aquel.... 1 Días de inquietud y malestar en que
Bolívar que vivia retirado en la quinta de Fucha, restableciendo
su salud quebrada, tuvo que volver á Bogotá, para acordar las
medidas convenientes en tan dolorosas circunstancias ; dado que
estos sucesos coincidieron con la insurrección de Gasanare pro-
movida pop venezolanos que abrigaban el depravado intento de
revolver la Nueva Granada, y con otros desconciertos y males
nacidos todos de la perturbación <\\xe ocasionaba Páez.
Cuando el Libertador volvió á Bogotá, algunos de sus amigos
quisieron persuadirle que reasumiese el mando supremo el cual de-
sempeñaba el General Caicedo por delegación suya, y daban para
esto muchas razones que se resolvían todas en la de conveniencia
pública. BoLÍTAR, dotado de un ardiente patriotismo, fuente de
las virtudes más sublimes, que se dan la mano con todas las cua-
lidades guerreras, poseía una alta política que colocaba constan-
temente los intereses de la patria sobre toda otra consideración,
cualquiera que fuese. En los momentos de conflicto en que
Colombia se hallaba, el Libertador era- la esperanza. Empero,
si las ingratitudes no le habian agriado, sí le habian abatido ;
y si el trabajo continuo de una imaginación ardiente no habia
menoscabado el vigor de su espíritu infinito, sí habia comenzado
á cortar el estambre de su preciosa vida. Bolívar declinaba ya
á la tumba, y él mismo se reconocia inhábil. No obstante, reunió
en su casa (21 de Abril) á los ministros y á algunos amigos para
consultar la opinión de estos. Mas, ninguno dio el dictamen
con franqueza y la junta se disolvió sin acordar nada.
' En los días siguientes los bandos amigos y enemigos del Li-
bertador se agitaron vivamente en la capital. En el Congreso
habia un partido fuerte, del que eran gefes los diputados Juan
de Francisco Martin y García del Rio, que deseaba reelegir á
Bolívar Presidente constitucional. Tal proyecto alarmó sobre
manera á los republicanos exaltados que amenazaron liasta con
quitar la vida de aquellos diputados. Este incidente dio á co
nocer los trabajos ocultos de muchos que rodeaban al Liberta-
dor y le debian favores y distinciones, los cuales sin embargo
apuraban sus esfuerzos contra el hombre á quien en publico ado-
raban. Muchas defecciones de sus amigos vio el Libertador evL
536 YIDA DE BOLÍTAIfc.
aquella época ; sufríalas en calma, si bien le amargaban et
lo íntimo de las entrañas. Entre esas defeociones se contaror.
las del Presidente del Consejo, de uno ó dos ministros, del Co»
mandante general de Cundinamarca etc.
Persuadido el Libertador de qne su ausencia del patrio soelo,
podia contribuir si no al restablecimiento de la unión, al méDOS
a la paz y concordia entre los colombianos, dirijió al Congreso
el mensage siguiente :
GoNCniDADAlfOS :
Concluida la constitacion y encaigadoB, como os halláis por la nadon,
de nombrar los altos fancionaríos que deben presidir la República, he
juzgado conyeniente reiterar mis protestas repetidas de no aceptar otra
vez la primera magistratura del Estado, aun cuando me honráseia ctm
Tuestros sufragios. Debéis estar ciertos de que el bien de la patria exige
de mi el sacriflcio de separarme para siempre del pus que me dio la vida,
para que mi permanencia en Colombia no sea un impedimento á la felici-
dad de mis conciudadanos.
Venezuela ha protestado, para efectuar su separación, miras de ambi-
ción de mi parte ; luego alegará que mi reelección es un obstáculo á la
reconciliación, y al fin la República tendría que sufrir un desmembia-
miento ó una guerra civil.
Otras consideraciones ofrecí á la sabiduría del congreso el dia de sa
instalación, y unidas estas á otras muchas, han de contribuir todas á per-
suadir al congreso que su obligación más imperiosa es la de dar á lo«
pueblos de Colombia nuevos magistrados, revestidos de las ewjnealUB
cualidades que exigen la ley y dicha pública.
Os ruego, conciudadanos, acojáis este mensage como una prueba de nu
más ardiente patriotismo y del amor que siempre he profesado áloe co-
lombianos.
Bogotá, Abril 27 de 1880. BolÍvab.
El Congreso dio al Libertador en 30 de Abril una contesta-
ción muy honrosa para ambos. Después de elogiar el patriotis-
mo y desinterés que manifestaba en su mensage, decia : que los
representantes, al consignar sus votos en la urna electoral, pesa-
rían en el fondo de su conciencia cuál era la persona que el bien
♦de la República exigiera elevar á la primera magistratura.
Después añadía : — " Sea cual fuere, Señor, la suerte que la Pro-
" videncia prepare á la nación, y á vos mismo, el Congreso
" espera que todo colombiano sensible al honor y amante de la
*' gloria de su patria os mirará con el respeto y consideración
" debidos á los servicios que habéis hecho á la cansa de la Amé-
VIDA DB boiítab. 587
" rica, y cuidará de que conservándose siempre el brillo de vues-
" tro nombre, pase á la posteridad cual conviene al fundador
" DE LA INDEPENDENCIA DE COLOMBIA."
En tanto, el Libertador que se preparaba para seguir á Car-
tagena j embarcarse de allí para Jamaica ó para Europa, esforzó
en privado á sus amigos para que le dieaen libertad sacándolo de
las prisiones del mando.
Fué en esos momentos que aquel reóibió en Bogotá la repre-
sentación de los principales habitantes de Quito, representación
que venia acompañada de una nota del Sefior Obispo Lasso.
Esos documentos forman un contraste nada honroso para Páez
y su partido que exijian el ostracismo y la muerte de Bolívar.
Dicen así :
ESOMO. SeÑOB LiBSBTADOB PBBBIDEiniB :
LoB padres de familia del Ecuador han yisto con asombro que algunos
escritores exaltados de Venezuela se han avanzado & pedir que Y. E. no
pueda Yolver al país donde vid la luz primera ; y es por esta razón que
nos dirigimos & Y. E., suplicándole se sirva elegir para su residencia esta
üerra que adora á Y. E. y admira sus virtudes. Yenga Y. E. á vivir en
nuestros corazones, y á recibir los homenages de gratitud y respeto que
ee deben al genio de la América, al Libertador de un mundo. Yenga
Y. E. á enjugar las lágrimas de los sensibles hijos del Ecuador y á suspi-
rar con ellos los males de la patria. Yenga Y. E., en fin, á tomar asiento
en la dma del soberbio Chimborazo, adonde no alcanzan los tiros de la
maledicencia, y adonde ningún mortal, sino Bolívar, puede reposar oon
una gloria ine&ble.
Quito, á 27 de Marzo de 1880. — Juan J. Flores, Josd M. Saenz, Yicente
Aguiíre, Fidel Quijano, Pablo Merino, Dr. Joaguin Yargas, J. Gutierres,
Francisco Marcos, Manuel Espinosa, Isidoro Barriga, Dr. Pedro José de
Arteta, el Gkneral A. Farfan, Manuel M. de Salazar, Juan Antonio Teran,
el Coronel Nicolás Bascones, Manuel Larrea, el Coronel Francisco Montú-
jGur, Miguel Canion, M. G. de Yaldivieso, Eugenio Peyramal, Secretario
Ramón Mifio, Luis Antonio Brizon, Tomas de Yelazco, el primer coman-
dante José Mariano Andrade, el primer Comandante José M. Guerrero,
el segundo Comandante Antonio de Moreno, Mauricio José de Echeni*
que, Juan Maldonado, Manuel del Corral, Juan de León Aguirre, Rafael
Morales, Pedro Montufar, R Aguirre, José Salvador de Yaldivieso, José
Miguel Gonzales, Antonio Raquero, Rafael Serrano, Antonio Aguirre, él
Capitán José C. Guerrero, el Capitán Darive Morales, el Comandante Ma-
nuel Barrera.
638 VIDA DB BOLÍVAB.
EzGMO. Señob :
Oigo que estos buenos habitantes claman por Y. E., y que conshintei
on el amor qae le ban profesado, le ofrecen sus corazones : terreno á U
Terdad más grato que cuanto el material de su famoso Cbimborazo pue-
de indicar de gratitud fi beneficios de un padre, que tantas prueb&e ha
dado, de que no porque se separa en lo coiporal deja de serlo en el es-
píritu y que les ha Tiyificado en tan repetidas ocasiones de sus paasdoB
padecimientos. Repetiré, pues, con la sinceridad de mi afecto : Tenga
y . £. 6 yiyir entre nosotros, seguro de que recibirá siempre los bomens-
ges de gratitud y respeto que otros olvidados ofenden 6 no correspon-
den. Esta es mi voz : es la del clero en cuanto comprendo.
Dios guarde & Y. E. muchos aftos, Excmo. Seflor,
I Rafael, Obispo de Quita
El Libertador no tuvo á bien aceptar los votos de aquellos
pueblos, manteniéndose firme en el propósito de abandonar para
siempre las playas colombianas. Sn grande alma era inaccesible
á otros sentimientos que á los de la gloria, su patrimonio indis-
putable, y temia perderlo en los varios é impensados eventos de
una revolución.
Mientras tanto el Congreso constituyente que habia finalizado
PUS tareas firmando el 3 de Mayo la constitución de Colombia,
sefíaló el 4 para el nombramiento de los dos primeros magistra-
dos de la República.
Los Señores Joaquin Mosquera y general Domingo Caicedo
fueron nombrados Presidente y Vice-presidente de Colombia,
El Libertador no tuvo un solo voto en estas elecciones.
Gomo Mosquera se hallase en Popayan, su país natal, acordó
ol Congreso llamar al Vice-presidente para que se encargase
del Poder Ejecutivo inmediatamente después de prestar el jura-
mento constitucional. Verificóse este acto solemne en la misma
sesión ; se participó al Libertador por medio de una diputación
de cuatro miembros del Congreso, diciéndole : — " haber este
** cumplido ya con los objetos de su convocatoria, y que por
" consiguiente debia cesar el decreto orgánico de .27 de Agosto
" de 1828, y las facultades que por la convocatoria se reservó
" el Libertador á quien se le expresaba la gratitud de la na-
" cion por los servicios que le habia prestado." — Bolívar se
manifestó muy complacido con este mensage : felicitó al Con-
greso por el término de sus trabemos y por la elección de ma-
gistrados que merecían la confianza de los pueblos, y añadió:
VIDA DE BOliVAB. 539
— Yo qiiedo redticido á la vida privada qtie tanto he deseado / y
8Í el Congreso quiere una prueba especial de mi ciegg. obedien-
cia ala constitución y alas leyes, estoy pronto á dar LA Q UE
SE ME EXIJA.
Tal era y tal faé siempre la samision á los escogidos del pue-
blo, del hombre á quien se llamaba tirano /
El Libertador dejó entonces el palacio y fué á vivir á la casa
de su amigo el General Herran.
Al dia siguiente, los principales ciudadanos de Bogotá le pre-
sentaron la manifestación que sigue :
ExMO. SeI^or Libbutadob :
Hoy que estando Y. E. separado del gobierno y sin los prestigios de la
autoridad^ podemos expresar nuestros cordiales sentimientos, sin la sos-
pecha de adulación, séanos permitido cumplir con un deber de justicia
tributando á Y. E. el más puro homage de nuestra gratitud y reconoci-
miento.
En el largo curso de nuestra revolución, en medio de las vicisitudes de
la gueixa y en las oscilaciones de la opinión, Y. E. se presentó siempre
como el primer soldado, é hizo los mas heroicos y eminentes servicios &
la causa de nuestra emancipación política. — Y. E. sacó mil veces á la pa-
tria del sepulcro, y la presentó al mundo victoriosa y triunfante. Cuando
la dominación espaflola cubria el hemisferio americano y pareda haber
ñjado irrevocablemente el solio de su poder, el nombre de Y. E. reunió
bravos, los inflamó con noble entusiasmo, hizo renacer la esperanza per-
dida, y conduciéndolos al triunfo desde las márgenes del Orinoco hasta la
dma argentada del Potosí, pulverizó los ejércitos de la tiranía, resonó el
grito de la libertad, y desde entonces dejó de ser un problema la inde-
pendencia del Nuevo Mundo.
Y. E. conquistó el plano sobre que debe levantarse el edificio de nues-
tra felicidad futura, y creyéndose un obstáculo, abdicó voluntariamente
la primera magistratura, protestando no volver & tomar jamas las riendas
del gobierno. Un acto tan noble, generoso y magnánimo, coloca á Y. E.
sobre la esfera de los héroes. La historia llena sus páginas con las accio-
nes de soldados valientes y de guerreros afortunados ; pero solo podrá
embellecerlas con las de un Washington ó de un Bolívar.
En la vida privada recibirá Y. E. pruebas inequívocas de nuestra adhe-
sión á la persona de Y. E. Recordaremos sin cesar vuestros méritos y ser-
vicios, y ensenaremos á nuestros hijos á pronunciar vuestro nombre con
tiemas emociones de admiración y agradecimiento I
I El cielo, que ha velado sobre vuestra conservación, sacándoos indemne
de tantos riesgos, prospere vuestros dias y derrame sobre vos todas sus
bendiciones á que os hacen tan digno vuestras sublimes virtudes.
Bogotá, 6 de Mayo de 1880.— Dominico Caicedo, Yicepresidente de la
540 VIDA BE BOLÍVAR.
República ; Femando, Arzobispo de Bogotá ; General Pedro A. Henan,
Ministro de Guerra ; Alejandro Osorío, del Interior ; José Ignacio Mar-
ques, de Hacienda, &c. ( Siguen dos mil firmas.)
Asi hablaban los patriotas 7 los hombres de lealtad y grati-
tud probada. Esto decían los hombres que no estaban desga^
rados por el aguijón de la envidia 7 podian reconocer los grandes
méritos del Libertador.
El 8 de Ma70 partió este de Bogotá. Fueron en su compafiíá,
hasta más de dos leguas fuera de la ciudad, los ministros del
gobierno, los miembros del cuerpo diplomático, muchos militara
7 ciudadanos 7 casi todos los extrangeros. Después de haberse
despedido 7 cuando la comitiva regresaba con aire de tristeza,
el Coronel Campbell dijo : — '^ He is gone the genüeman of Co-
lombia /"
En todos los pueblos del tránsito desde Bogotá hasta Carta-
gena, Bolívar fué tratado 7 recibido con las atenciones debidas
al que por tantos años habia gobernado á Colombia 7 al que era
el primer campeón de la Independencia.
El dia después de la partida del Libertador, el Congreso
acordó un decreto en favor de este cu7a moción tuvo la honra
de haber hecho el Señor Salvador Camacho, diputado por el
Socorro. — ^Dicho decreto hace grande honor á los representantes
de Colombia 7 al personage que fué su objeto. Cuando en aquella
época de ingratitud 7 crímenes las diatrivas 7 las calumnias
contra Bolívar pasaban por una ejecutoria de líberalía yder^
pvblicanismo, como dice Restrepo, sobre todo en Venezuela, su
patria ; cuando Bermúdez en una proclama á los maturineses
(16 de Febrero), llamaba al Libertador " déspota, fementido idó-
latra de los principios republicanos, aspirante á monarquía,
hombre de criminales designios 7 de la más vil ambición ;
cuando Árismendi (bando de 25 de Febrero) le titulaba, " tirano
de Colombia, ingrato caraqueño, hombre de inicuos pro7ecto6M.;
cuando Páez hacia decir á los porteños "que la existencia de
Bolívar era ominosa á la República 7 que su nombre debia con-
denarse al olvido...." cuando todo esto 7 mucho más tenia lugar,
que los enemigos del mérito son irreconciliables, era, sin duda, un
consuelo para la humanidad 7 para la virtud ver á los miembros
del Congreso (casi todos granadinos del centro 7 Sur de Co-
lombia) ofrecer, por unanimidad, un tributo de gratitud nacional
TIDA 01 BOliviB. 541
al Libertador ; prometerle qne sería tratado con la considera-
ción y respeto debidos al primero y mejor ciudadano de Colom-
bia en cualquiera lugar que fijara su residencia, y continuarle,
finalmente, la pensión de treinta mil pesos anuales por todos los
dias de su vida. — ^He aquí el texto de este decreto :
El CoNGBBSO COKBTrrüTENTB,
Considerando :
Que el Libertador Simón Bolíyar, no solo ha dado existencia y vida 6
Colombia por sus incesantes 6 inauditos eafuerzos, sino que ha excitado
la admiración dd üniTerso por sus proezas y eminentes senicios & la
causa americana ;
Que ha cesado de ser Presidente de la República, desde que, inóstiendo
en hace** dimisión del mando, el Congreso nombró su sucesor ;
Que et desinterés y la noble consagración de que ha dado las más dis-
tinguidas pruebas desde que comenzó su carrera pública, exigen una de-
mostración de la gratitud nacional, que le ponga á cubierto de los efectos
de un g^eroeo y sin igual desprendimiento ;
Decbsta:
Art. V. El Congreso constituyente, & nombre de la nación colombiana,
presenta al Libertador SIMOK BOLÍVAR el tributo de gratitud y admi-
ración á que tan justamente le han hecho acreedor sus relevantes méritos
y sus heroicos servicios ft la causa de la emancipación americana.
Art 2**. En cualquier lugar de la República que habite el Libertador
SIMÓN BOUYAR será tratado siempre con el respeto y la considera-
ción debidos al primero y mqor ciudadano de Colombia.
Art. S*". El Poder IJjecutivo dará el mas puntual y exacto cumplimiento
al decreto del Congreso de 28 de Julio de 1828, por el cual se concedió
al Libertador SIMÓN BOLÍVAR, la pensión de treinta mil pesos anuales,
durante su vida, desde el dia en que terminase sus funciones do Presidente
de la República, y esta disposición deberá tener efecto, cualquiera que
sea el lugar de su residencia.
Dado en Bogotá á 9 de Mayo de 1880.— 20.
El Presidente del Congreso, Vicbhtb Bobbebo.
Bolívar necesitaba de este auxilio, porque estaba reducido á
la mayor pobreza. — Desde fiues de Marzo habia vendido á la
casa de moneda su vajilla de plata, que solo prodigo $2,535. —
Bien poco más tenia el Libertador ; y aquel hombre que
dominara desde el Orinoco basta el Potosí, y que por tantos
años, con un poder ilimitado, manejó las pingües rentas del
Perú y de Colombia, no tenia c(m con qué costear su vlage fuera
del país.
I Nobilísimo ejemplo de pureza y de desprendimiento 1
542 TIDA DE BOliVAB.
El Libertador contaba también con la venta de sus minas de
cobre de Aroa, minas riquísimas que heredó de sus mayores ;
pero sobre esto había un pleito ruidoso en Caracas, de cuyo
pleito no vio jamas el término. — Desde Guaduas escribió á su
apoderado en esta capital, el SeQor Gabriel Oamacho, esposo de
una de sus sobrinas, y le decia :
Guaduas, Mayo 11 de 1830.
Mi querido amigo :
Al fin he salido de la Presidencia y de Bogotá, encontrándome ya en
marcha para Cartagena, con la mira de salir de Colombia, y yiyir donde
pueda ; pero, como no es fácil mantenerse uno en Europa con poco dinero,
cuando habrá muchos de los sujetos más distinguidos de aquel país, que
querrán obligarme á que entre en la sociedad de alta clase, y después qoe
he sido el primer magistrado de tres repúblicas, parecerá indecente qno
Yaya á existir como un miserable. — Por mi parte, digo á Vd. que no ne-
cesito de nada, ó de muy poco, acostumbrado como estoy á la vida mili-
tar. Mas, el honor de mi país y él de mi carácter me obligan imperíoea-
mente á presentarme con decoro delante de los demás hombres ; mucho
más cuando se sabe que he nacido con algunos bienes de fortuna, y que
tengo pendiente todavía la yenta de las minas heredadas de nús padres,
y cuyos títulos son los más auténticos y solemnes. To no quiero nada
del gobierno de Venezuela ; sin embargo, no es justo, por la misma razón,
que este gobierno permita que me priven de mis propiedades, sea por
confiscación, 6 por injusticia de parte de los tribunales. Me creo con de-
recho para exijir del gefe de ese Estado que, ya que he dejado el mando
de mi país solo por no hacerle la guerra, se me proteja, á lo menos, como
al más humilde ciudadano. — Mucho he servido á Venezuela, mucho me
deben todos sus hijos, y mucho más todavía el gefe de su gobierno ; poi
consiguiente, sería la más solemne y escandalosa maldad que se me hu-
biese de perseguir como á un enemigo público. — "No lo creo ; y por lo
tanto, le ruego á Vd. se sirva hacer presente todo lo que llevo dicho y
todo lo que Vd. sabe en mi favor, al Gkneral Páez y al Dr. Yánes, porque
estos deben ser los que más influyan, sea directa 6 indirectamente en este
negocio. Se sabe que tengo justicia y que estoy desvalido. Con estos
títulos solos me creo ya en seguridad contra los tiros de mis enemigos.
No sé todavía dónde me iré, por las razones dichas ; no me iré todavía
á Europa hasta no saber en qué para mi pleito, y quizas me iré á Cu-
razao á esperar su resultado, y si no, á Jamaica ; pues estoy decidido i
salir de Colombia, sea lo que fuere en adelante. — También estoy deci-
dido á no volver más, ni á servir otra vez á mis ingratas compatño-
tas. La desesperación sola puede hacerme variar de resolución. Di^^
la desesperación^ al verme renegado, perseguido y robado por loe mis-
mos á quienes he consagrado teintb aí^os de sacrificios y peligros
Diré, no obstante, que no los aborrezco : que estoy muy distante de
VIDA DE boiíyab. 543
sentir el deseo do la venganza, y que ya mi corazón los ha perdonado,
porque son mis queridos compatriotas, y sobre todo, caraqueflo$,„,.
Tenga Yd. la bondad, mi querido amigo, de escribirme á Londres
por medio de Bir Robert Wilson, y á Jamaica por el Befíor Heilop.
— Ambas cartas deben ser duplicadas, para que me llegue alguna, aun-
que se pierda otra ; y porque las primeras las recibiré en las Antillas.
Escriba Yd. ademas al Sefior Madrid sobre todo lo que ocurra en el
pleito.
En el correo anterior escribí á Yd., diciéndole que habia aprobado
la transacción propuesta por el Sr. Ackcrs, debiendo yo pagar las 4,000
libras esterlinas, pues quiero terminar el negocio de cualquier modo, y
sobre esto escribo yo también al Señor Madrid.
El Congreso ha mandado que se me pague fielmente la pensión, y
me ha dado las gracias por mis servicios : á pesar de todo, no puedo
contar con esta gracia, porque nadie sabe los acontecimientos que so-
brerendrán y las personas que tomen el mando.— Por lo mismo, lo más
seguro es mi propiedad, que reclamo una y mil yeces, para viyir inde
pendiente de todo el mundo.
De Yd. de corazón, Bolívar.
El Libertador pensaba cod mucho juicio. Retirábase oprimi-
do, agoviado de desengaños .y de ultrajes por recompensa de sus
inmortales servicios á la causa de la libertad, y pedia lo
suyo para vivir tranquilo é independiente. — Veremos más
adelante cuál fué el efecto que produjo la carta anterior. Ca-
macho, que era hombre de corazón leal y propenso en gran ma-
nera al bien, ponía en los asuntos del Libertador el mayor
interés ; pero, en vano, porque habiéndose hecho digna y meri-
toria acción la de negar todo á Bolívar en su patria, aquellos
hombres fieros é intratables más que tigres de la Hircania no
oyeron sus reclamos, gozándose de antemano en la idea de que
todas las miserias y penalidades, todas las humillaciones de la
tierra cayesen sobre aquella alma sublime y la abatiesen.... I
CAPÍTULO LXI.
1830.
El libiktador llboa. k tvbbaoo— pasa k cartagbna—disba bmbarcabsb bn la
tShannon — sbctbb la hoticia dbl abbsinato dbl mariscal sdgrb— bscribb sobrb
BSTO 1 FLÓRBS— INSULTOS DB VINBZUBLA AL LIBBTRADOR— LOS COMUNICA M08QÜBRA
— CAB BL GOBIBRNO DB BSTB POR UN MOTÍN MILITAR — ÜRDANBTA LLAMA AL LIBBRTA-
DO a— BOLÍVAR NO ACBPTA BL MANDO— BSCRIBB 1 ÜRDANBTA T k TBRQABA— PARTB
BL LIBERTADOR PARA SOLBDAD — SüS MALBS SB AORAYAN— TB3TIM0NI0 DB GRATITUD
QUB LB DAN LOS PUEBLOS DEL SUR — TI AGE k SANTA MARTA— SB DESPIDE DB L08
COLOMBIANOS— tTLTIMOS MOMENTOS DBL LIBERTADOR— MUERE BL 17 DB DICIEMBRE
DB 1830.
LA cesación del mando del Libertador, privó á la República
de la aureola de gloria que la rodeara y la embelleciera
en dias más prósperos y felices, y también de las consideraciones
y respeto que muchas potencias extrangeras le tributaron. —
Como la última y mayor calamidad sobrevenida á Colombia,
después de la cual no habia esperanza de salud para la Repú-
blica, tuvieron aquellas la separación de Bolívar del ejercicio
del poder. Y por desgracia no se erraron en sus funestas con-
vicciones.— Bolívar con su actividad incansable, con su valor á
prueba de obtener el éxito, con su probidad inflexible y su genio
que le impelia á emplear los medios más extraordinarios, sin
faltar jamas á la lealtad, habia marchado al cumplimiento de su.
35 (545)
646 VIDA DE BOLÍVAR.
destino : — ^fundab á Colombia ; libertar la Aherica. Sos
esfuerzos prodijiosos se vieron coronados con el suceso más com-
pleto ; (que la Providencia no se pone en contradicción consigo
misma ) y los pueblos de todas las zonas admiraron, en éxtasis
profundo, aquel sublime Atlante, más vigoroso que el Titán di-
bujado por el pincel de la fábula, que sostenia la independencia
y libertad de un mundo. ¡ Y cómo verle ahora separado, pronto
en la playa á embarcarse para el extrangero, resuelto á decir un
eterno odios al suelo que fué teatro de su gloria y que se habia
convertido sin razón en vasta oficina de deshonra ; cómo, repito,
considerar fijamente estas cosas sin augurar mal para Colombia!
¿ Podria alguno, alejado el Libertador, resistir el peso de las
ruinas de la gran República ? ¿ No habrían de caer todos envuel-
tos miserablemente en ellas sin crédito, sin opinión, y muchos
también culpados ? — Para el juicio de los hombres sensatos é
imparciales, la ausencia de Bolívar de Colombia, era la muerte
de esta. No más integridad, no más poder y gloria, no más
grandeza coronada por la virtud, por el valor y la fatiga. Pronto
debia derribarse lo conquistado en muchos años. (Jnahora
bastaba Y así fué en efecto ; que cual los hombres, tienen las
naciones también su edad de consistencia y llegan luego á la ca-
dente. Cercano estaba el fin de Colombia, sin haber durado
mucho, perdidos aquellos espíritus y fuerzas que le dieron por
do quiera estimación y grandeza
El Libertador habia llegado el 25 de Mayo á Turbaco, y alÜ,
y en todo el tránsito desde Bogotá hasta las orillas del Atlán-
tico, sus consejos á sus amigos no fueron otros que respeio á la
ley, amor y obediencia al gobierno. — Un mes después partió para
Cartagena (24 de Junio) decidido á embarcarse á bordo del pa-
quete inglés ; pero carecía el buque de comodidad y encalló al
salir de la bahía ; así, fué necesario que recibiera una repa-
Tacion.
Entre tanto, con los socorros que el Libertador daba continua-
mente, (pues jamas rechazaba á ninguno que le pidiera,) sedismi-
jQuia la pequefia cantidad de dinero que saco de Bogotá. Urgido
por salir y aguardando con impaciencia una conyuntura favo-
rable, se presentó en el puerto la fragata de guerra inglesa
Shannon, á cuyo bordo quiso seguir hasta Jamaica y quien sabe
■si hasta Europa ; pero la Shannon debia reconocer, según órde-
VIDA DE BOLÍVAR. 547
nes del almirantazgo, las costas de barlovento y fué necesario
aguardar su regreso de la Guayra. — Bolívar aprovechó la oca-
sión para repetir á su apoderado y amigo, el Señor Camacho, la
urgente solicitud que desde Guaduas le habia hecho de enviarle
fondos de sus propiedades particulares para seguir su viage al
extrangero. Este propósito era para el Libertador irrevocable,
á pesar de los ruegos y continuas instancias de sus amigos por-
que permaneciese en Colombia. — ^El crucero de la Shannon duró
más tiempo del qne se suponia ; y cuando, al cabo, vino, no trajo
los fondos pecuniarios que con tanta urgencia necesitaba el Li-
bertador para su viage. " De este modo, careciendo de todo,
" exclamaba, ¡ cómo he de ir á Europa ni á parte alguna donde
" sea conocido el nombre de Colombia I Yo, para mí, necesito
" de muy poco ; pero la miseria con que viva, afrentará la
" América...."
Pocos dias habian corrido, cuando apareció en Cartagena con
noticias de Venezuela el teniente de navio José Miguel Machado.
Conducía este pliegos para el Libertador en que el general
Julián Infante, el coronel Parejo y el comandante Bustillos le
participaban el pronunciamiento que los cantones de Riochico,
Orituco y Chaguaramas habian hecho en favor de la integridad
de Colombia, del Libertador como gefe de ella y del Congreso
constituyente reunido en Bogotá, desconociendo al mismo tiempo
las autoridades de Venezuela. El Libertador se dirigió de ofi-
cio al Secretario del interior (29 de Junio) remitiéndole los do-
cumentos que habia recibido, y contestó á los gefes venezolanos
que procedieran con la mayor prudencia tratando de evitar en
lo posible los males gravísimos que la guerra civil acarrearía á la
patria.
El 1° de Julio, á las nueve de la noche, recibió el Libertador
en el buhío que habitaba al pié del cerro de la Popa, la infausta
nueva de haber sido asesinado el gran mariscal de Ayacucho,
Antonio José Sucre. Profundo fué su dolor por la desgraciada
y temprana muerte de este compañero de armas á quien tanto
amaba. " / Sanio Dws^ exclamó ; se ha derramado la sangre
de Ahd ! " — No es cierto que Bolívar prorumpiese en acusacio-
nes contra determinadas personas, como se ha escrito, ni en la-
mentos indignos de su elevada alma.... Sucre murió en la flor de
sns años y por desdicha cuando la patria necesitaba más de la
548 VIDA DE BOLÍVAR.
virtud y de los talentos de aquel hijo esclarecido. El Gran Ma-
riscal de Ayacucho habia ocupado la presidencia del Congreso
de Colombia ; y en aquel puesto defendió las libertades públi-
cas y los principios más sanos de orden y de gobierno con el
tino, ilustración y cordura que brillaron siempre en sus acciones.
Difícil es concebir, dice Baralt, por qué tuvo Sucre enemigos,
habiendo sido moderadas sus opiniones, desinteresados sus serri-
eios, finas y agradables sus maneras, bueno su corazón y en ex-
tremo generoso. — Tal vez era molesta ó importuna en aquella
épocas de errores y de crímenes tan excelsa virtud, pues contra-
riaba la ambición de caudillos poderosos, ó los planes insensa-
tos de algún bando político, y casi confirman estas sospechas los
precedentes y circunstancias de la traición que logró privarle
de la vida. Pruebas hay de que el golpe fué preparado des-
pacio y á sangre fria : es bien sabido que la misma víctima tuvo
con tiempo aviso del peligro y que tres dias antes de ejecutarse
el atentado, se predijo en un papel público de Bogotá, {El Demó-
crata de V de Junio) hasta con la indicación de que José María
Obando lo mandaria ejecutar.* Eran por desgracia muy ur-
gentes los negocios que exijian en el Sur la presencia delGran
Mariscal, y muy noble su alma para que pudieran intimidarle
riesgos oscuros á que por otra parte no dio crédito, fiado en el
testimonio de una conciencia pura^ Y así se puso en camino
para Quito con la misma tranquilidad y confianza que le acom-
pasaron siempre en todas partes. Habia pasado ya los límites
occidentales de Cundinamarca y á Popayan y el Mayo. Entró
después en la tierra montuosa y triste de Pasto, la más propia
que podían escoger hombres cobardes para perpetrar un crimen
á salva mano ; y allí fué precisamente donde Sucre, como si le
arrastrase á la muerte un destino inexorable, se manifestó menos
cauteloso, omitiendo hasta las precauciones que hacen precisas
en aquel país los malhechores que de ordinario abriga en sus
guaridas. Habia dejado adelantar las personas que le acompa-
ñaban y con un criado atravesaba el 4 de Junio la oscura mon-
taña de Berruecos. En un estrecho del camino y ocultos en el
tupido arbolado de sus altos bordes acechábale, como á fiera
* ** Pnede ser que Obando haga con Sucre lo qne no hicimos con Bolírur.'
Palabras de M Dtmócréta en un artícolo incendiario contra el Libertador, Sucri
y otros generales.
VIDA DE BOLÍVAR. 549
bravia, una banda de asesinos armados de fusiI, los cnales al
pasar hicieron sobre él una descarga á quema ropa, que hirién-
dole en el pecho, la espalda y la cabeza, le derribó instantánea-
mente muerto. '* ¡ Ay I j balazo I" exclamó Sucre cuando oyó el
tiro.,.. , y cayó en el acto vilmente asesinado. — Lorenzo Caicedo,
sargento primero y asistente del general, que caminaba detras,
voló á socorrerle ; mas le halló sin vida tendido en el lodo
Por la tarde permanecía aun el cadáver en la montaña. Cai-
cedo estuvo velándole en la noche, y al otro dia le enterró en un
pequeño prado que carecía de bosque. " Infames asesinos hi-
cieron que el ínclito vencedor de Ayacucho, el guerrero cuya
espada terminó en el Continente la larga y cruda lucha de in-
dependencia, el segundo capitán de la América del Sur, adorna-
do también de grandes virtudes cívicas, muriese de este modo,
en una oscura montaña ; que fuese privado de los honores decre-
tados á SQ alto rango militar, y que debiese su sepultura á la fi-
delidad y compasión de un humilde asistente." — Murió Sucre
dejando una memoria inmortalizada por grandes y venturosos
hechos, por raras prendas y por una vida sin mancha. Su valor
y sus talentos militares tan distinguidos, por cierto, fueron sus
menores méritos : su moderación, su generosidad, su desprendi-
miento, su humanidad, aquella dulzura de carácter que se aliab;.
con una probidad inflexible, le captaron todos los corazones.
Murió cansado de glorias, que viven aun en la memoria de los
hombres y que serán eternas. Pero no...., no ha muerto. La
fama es otra vida. Dejarla célebre es quedarse en el mundo, y
quedarse para siempre ; que de esa conservación se encarga con
amor la Providencia.....
Guando el Libertador recibió la noticia de« la infame ale
vosía de Berruecos, lleno de dolor escribió al General J. J.
Flores :
Esta noticia me ha causado tal sensación que me ha turbado verdade
ramente el espíritu, hasta el punto de juzgar que es imposible vivir en
un país donde se asesina cruel y h&rbaromente á los más ilustres genera-
les, cuyo mérito ha producido la libertad de la América. Observe Vd.
que nuestros enemigos no mueren sino por sus crímenes en los cadalzos,
6 de muerte natural ; y los fíeles y los heroicos son sacrificados 4 la yen-
ganza de los demagogos. — ¿ Qué será de Vd., qué será de Montilla y de
Urdaneta mismo ? Yo temo por todos los beneméritos capaces de redi-
mir la patria. El inmaculado tíucre no ha podido escaparse de las ase-
650 VIDA DE BOLÍVAR.
chanzae de estos mónstmos. Yo no sé qué causa baya dado este gener&l
para que atestasen contra su vida, cuando ha sido más liberal y más ge-
neroso que cuantos héroes han figurado en los anales de la fortniu, y
cuando era demasiado severo hasta con los amigos que no partidpabaD
enteramente de sus sentimientos. Yo pienso que la mira de este crimen
ha sido privar á la patria de un sucesor mió, y dejar á Yd. en el Sur, solo
en la arena, para que todos los golpes y todos los conatos se dirijan úni-
camente contra Yd. — Destruido que Yd. sea, conquistarán el país con los
PastusoB y Patianos, y los infernales serán los conquistadores de ese
buen país, que tanto amo.
Sírvase Yd. manifestar esta carta á los amigos Saens y Larrea, y expre-
sarles cuMes son mis sentimientos, asegurándoles al mismo tiempo qné
grande ha sido mi dolor por esta calamidad, por la que les doy el pé-
same tierno que se merece la memoria de tan ilustre amigo.
BOLÍVAB.
Decia el Libertador, que la noticia del asesinato del Mariscal
Sucre le había turbado su espíritu. Eso debió ser así, por que
Bolívar no mentía. Pero yo agregaré también que las ingrati-
tudes de Venezuela le quebrantaron más que todo, y que estas
fueron las que amargaron acerbamente sus postreros dias.— El
Congreso que Páez había reunido en Valencia se señaló por su
encono contra el Libertador, expresado este sentimiento con los
más insultantes conceptos. — Como se tratase de escoger el me-
dio más eficaz para que la Nueva Granada conviniese en el prin-
cipio de separación de Venezuela, los representantes Raraon
Ayala, Ángel Quintero y otros, propusieron : "que se participara
al Congreso de Bogotá la instalación del de Venezuela, á fin de
que, reconociendo la independencia de esta, pudieran entenderáe ;
pero qice no tendría lugar ninguna negodadon^ mientras perma-
neciera en el territorio de la antigua Colombia el General Sinwn
Bdivar.^^ — ^En la modificación del diputado José Osío se exijía
de la Nueva Granada, para que Venezuela entrara con ella en
relaciones de mátuo reconocimiento — la expulftion dd General
Simón Bolívar de todo el territorio de Colombia, La violencia
de semejante proposición fué excedida, algunos días después,
(cuando ya se conoció el contenido de la carta del Libertador
escrita en Guaduas al Señor Camacho), por otra que hicieron los
diputados Ramón Ayala, de Caracas, y Juan Evangelista Gon-
ssáles, de Maracaibo, cuando pidieron : — qu£ se dedarára d 6^
neral Bolívar fuet-a de la ley si iba á Curazao, y lo mismo á U)do
VIDA DE BOLÍVAR. 551
el que se le uniera, — ^En el Congreso no resonaban sino dicterios
contra Bolívar. — ^Vergüenza era no renegar del Padre de la
patria. — Fortique pedia su ostracismo perpetuo ; Gonzalos lo
quería fuera de la ley ; Osío le denostaba ; José Luis Cabrera,
canario, que para baldón nuestro había hallado asiento en la
asamblea, clamaba : qiLe Venezuela no debia entrar en relaciones
de ningún especie con Bogotá, mientras existiera en su territorio
el General Bolívar / Y esta proposición se adoptó ; y el Li-
cenciado Francisco Javier Yánes ( | oh ejemplo de mudanza y
de instabilidad asombrosa ! ), Yánes, que era el Presidente del
Congreso, escribió : que muchas y poderosas razones habían
guiado á este cuerpo para acordar que estaba pronto á entrar en
relaciones y transacciones de amistad con Cundinamarca. " Pero
" Venezuela, anadia, á la que una serie de males de todo género
" ha ensenado á ser prudente : que ve en el Qeneral Simón Bo-
** lívar el origen de todos ellos y qué tiembla todavía al considerar
" el riesgo que corrió de haber sido para siempre su patrimonio,
" protesta que mientras este permanezca en el territorio de Co-
" lombia, no tendrán lugar aquellas transacciones."
En estas largas y acaloradas discusiones, observa Restrepo,
algunos diputados se arrastraron hasta el polvo por sus innobles
y vengativas pasiones contra el héroe de la América del Sur y
el primer campeón de nuestra Independencia. Creían que el
león estaba moribundo, y por eso le tiraban tajos á diestra y si-
niestra. Los nombres de Fortique, de Quintero, de Ayala, de
Cabrera, de Osio y de González deben conservarse por la histo-
ria para que tengan la triste y no envidiable celebridad de ha- *
ber sido los promotores y caudillos de la ingratitud de su pa-
tria, que desterraba y despedía sin oír á su primero y más bene-
mérito hijo, al que había contribuido principalmente á conquistar
y afirmar su independencia, y al que puso á Venezuela en la car-
rera de libertad que actualmente disfrutaba.— Y aun hay un
contraste singular. Cuando Bolívar exponía su honor, su repu-
tación, su fortuna y hasta su vida por libertar de la dominación
española á la provincia de Caracas, todos 6 casi todos los hom-
bres arriba mencionados vivían tranquilos bajo el imperio espa-
ñol. Sus nombres no aparecen en los anales de la independen-
cia, sino es el de Ayala para narrar la imbecilidad con que se
652 VIDA DE BOliVAB.
dejara sorprender en Turbaco por los españoles, siendo causa de
que degollaran á multitud de víctimas.
" Las proposiciones hechas en el Congreso yenezolano sobre
el ostracismo de Bolívar, y la consiguiente resolución de aqael
cuerpo, pecan también mirándolas bajo de otro aspecto. En
primer lugar, manifiestan la cualidad prominente del carácter
venezolano ; si no nos equivocamos, es la vanidad. Ellas sopo-
nen que las relaciones y transacciones con Venezuela eran de
tanto prez y valía para la Nueva Granada, que esta se apreso-
raria humildemente á cometer una infamia política. Tenemos
por tal la expulsión que se le exigia de Bolívar como precio de
la amistad de Venezuela. Aun cuando no hubiese fallecido el
héroe, estamos lejos de pensar que nuestra querida patria se ho-
biera sujetado á tamaña indignidad. Venezuela no tenia dere-
cho á exigir de la Nueva Granada la expulsión de cualquier
hombre, ya venezolano, ya extranjero, que se hubiera asilado
en su territorio : ¿cuánto menos la del ilustre Bolívar, primer
campeón de la independencia del territorio colombiano é hijo
adoptivo de la Nueva Granada ? Para cometer semejante felo-
nía era preciso que entre sus hijos no hubiesen existido ya sen-
timientos de honor, de virtud y de.... , pero apartemos la vista
de tan triste cuadro de pasiones, debilidades é inconsecuencias
humanas."
El oficio de Yánes, dirigido al Congreso de Bogotá, fué á pa*
rar á manos del Señor Mosquera, disuelto ya aquel cuerpo ; 7
dudoso este del partido que conviniera tomar, lo trascribió á
Bolívar, que se hallaba en Cartagena, para informarle^ dcciai
de tan notable circunstancia, por lo que pudiera influir ^ to
dicha de la nación y por la trascendencia que tenia en la g^^
del Libertador, — ^Paso altamente ofensivo, que Bolívar, caldo,
pobre y sin salud, no debia esperar de un amigo á quien tanto
habia distinguido, como el Señor Joaquin Mosquera, el cual
pudo, sin faltar al más pequeño de sus deberes, omitir la trans-
cripción del insultante oficio. — El Libertador sintió vivamente
aquel agravio, al que nada contestó, como era debido ; pero sfl
salud, ya desmejorada, se empeoró, y esta nueva pena obró po-
derosamente en su alma. Devoróla en amargura basta la tumba.
También supo el Libertador que el Congreso de Venezadt
VIDA DB BOLÍTAB. 553
Labia expedido mi decreto reintegrando en su libertad y en to-
dos sus derechos políticos á las personas presas ó detenidas en
el territorio venezolano por los acontecimientos políticos de la
Kueva Granada después de la disolución de la Convención de
Ocaña. Tal decreto se di6 a solicitud de Pedro Garujo, el mis-
mo asesino del 25 de Setiembre, que hizo alarde y ruidosa osten-
tación de su crimen, y á quien el Congreso absolvió, alegando
por fundamento : — "haberse interesado por la libertad I"
Pasma contemplar que á tal extremo de inmoralidad arras-
trasen las pasiones á los hombres que influían en el Congreso de
Valencia I H rüy a que les grandes pcissions qui fassent les
grandes natiofis, decia Oarnot. Por desdicha, Venezuela co-
menzó su vida como nación independiente mostrando tendencias
insensatas, desordenadas : inclinaciones turbulentas : pasiones ba<
jas y vergonzosas.
En tanto, la administración Movsquera, que en corto tiempo
habia cometido grandes errores, perdia de hora en hora la base
de respeto y consideración en Bogotá. Mosquera habia acepta-
do la presidencia sin conocer el peso que iba á echar sobre sus
hombros, en momentos de transición política, cuando las pasiones
obraban sin medida y la tempestad bramaba por do quiera. Á
poco vio, aunque tarde, las dificultades que le rodeaban, perdió
el ánimo y tuvo que alejarse al clima de Anolaima, diez leguas
de la capital, para reponer su salud.
El gobierno quedó encargado al Vicepresidente Caicedo.
Un movimiento militar, en su principio de pequeña monta y
luego de grave trascendencia, dio con el gobierno de Caicedo y
Mosquera en tierra. El Coronel Florencio Jiménez, al frente
del batallón Callao, que comandaba, el General Justo Briceño
en el Socorro, el Coronel Pedro Mares en Tunja, proclamaron á
Bolívar Gefe de la República, le confirieron poderes ilimitados,
y depositaron el mando, durante la ausencia del Libertador y
:on igual autorización, en el general Urdaneta. Intentó resistir
el gobierno, pero no pudo ; y el triunfo de Jiménez en el San-
tuario le abrió las puertas de Bogotá. — Los Señores Mosquera
y Caicedo declararon que cesaban en el ejercicio de la autori-
dad pública y que se retiraban, como en efecto se retiraron,
yéndose el primero á los Estados Unidos del Norte, y el segundo
á su hacienda de Saldafia.
654 TIDA DE BOLÍYAB.
Urdaneta asumió el mando con el título de " Encargado pro-
visionalmente del Poder Ejecutivo" (5 de Setiembre) ; organizó
nn ministerio y despachó una comisión compuesta del Coronel
Vicente Piñerez y del Consejero municipal Julián Santamaría á
Cartagena, donde estaba el Libertador. — Dábale cuenta de todo
lo ocurrido y le rogaba encarecidamente, que, en favor de Colom-
bia, aceptara el gobierno, al que ya le llamaban cuatro provin-
cias y muy probablemente le llamarían todas. — Muchos amigos
del Libertador le escribieron en iguales términos, diciéndole que
su presencia en Bogotá, al frente de la administración, era nece-
saria para restablecer el orden y conservar la tranquilidad
pública. Y se hicieron notables, entre los que más se compla-
cian por el regreso de Bolívar, los Ministros de la Gran Bretaña,
del Brazil y de los Estados unidos, los cuales repetían que
aquel era el único hombre capaz de sostener á Colombia, enfre-
nando los partídos que la despedazaban.
Cuando ocurrian en Bogotá los sucesos que dejo referidos,
otros de igual naturaleza tenian lugar en las provincias cos-
taneras. Hallábanse en Cartagena muchos militares de alta
graduación, amigos entusiastas de Bolívar, que trabajaban por
que este asumiese de nuevo el mando, üniéronseles el prefecto
Juan de Francisco Martin y Juan Garcia del Rio, hombres que
por sus talentos y otras cualidades distinguidas ejercian mucho
influjo en aquella provincia. — A pesar de que el Libertador les
daba en todas oportunidades consejos saludables de paz y de
obediencia al gefe del gobierno constitucional, ellos hacían la
guerra, primero sorda y después abiertamente. Cuando llega-
ron las noticias de la insurrección de Jiménez al frente del ba-
tallón Callao, y de los pronunciamientos del Socorro y otros
pueblos de la llanura de Bogotá, Montilla reunió á todos los
gefes militares, y se pronunciaron en favor del mando del Liber-
tador, protestando que no obedecerían órdenes de ningún género
que emanasen del gobierno contra el cual se rebelaban. — Por in-
vitación del Prefecto se reunieron el dia siguiente loa vecinos
más notables de Cartagjna, y acordaron adherirse á lo resuelto
por los gefes militares. Una comisión escogida presentó al Li-
bertador los votos de la asamblea y le suplicó que aceptase la
invitación que se le hacia de asumir él mando en jefe del gércüo.
Bolívar resistió, no obstante las súplicas y los consejos que le
VIDA DE bojíyab. 555
daban süs amigos de Cartagena y otros puntos. Él no quería
oscurecer sus glorías ni entrar en el rango de un usurpador am-
bicioso. ** Por largo tiempo, escribe Baralt, resistió el Liberta-
dor, aunque sin fruto, á las pérfidas sugestiones de la insensata
turba. No podia entonces oponerles el vigor y la energía de
sus felices años ; que apenas animaba al cuerpo trabajado por
las fatigas y las enfermedades, un destello de aquel antiguo y
poderoso espíritu que pudo concebir y alcanzar la libertad de
tantos pueblos." — Baralt se engaña. — El Libertador no solo no
quiso tomar el mando del ejército, sino que juzgó innecesarias é
indebidas las actas hechas por los militares a quienes presidia
Mon tilla, y por los vecinos, notables y padres de familia de Car-
tagena, movidos por de Francisco Martin y García del Rio. —
No siendo de su aprobación aquellas medidas, envió á la Junta
al General O'Leary, con el objeto de dar. consejos á su nombre,
reducidos estos á ejercer el derecho de petición é improbar enér-
gicamente las vias de hecho. — Cuando llegaron los comisionados
de ürdaneta y se proclamó en Cartagena al Libertador Gefe de
Colombia, una respetable comisión de cinco personas le presentó
el acuerdo de la asamblea, que le autorizaba para tomar cuantas
medidas creyera conducentes a la salvación de la República y al
restablecimiento del orden. El Síndico municipal. García del
Rio, llevó la palabra, y con grande habilidad procuró incli-
nar el ánimo de Bolívar, recordándole sus glorias, su patriotis-
mo y sus deberes para con Colombia. — La respuesta del Liber-
tador fué la siguiente : — " He ofrecido, Señores, que serviré al
^ país en cuanto de mí dependa, como ciudadano y como soldado.
" Esto mismo tengo el honor de repetir ahora ; pero decid á
" vuestros comitentes, que, por respetable que sea el pronuncia-
" miento de los pueblos que han tenido á bien aclamarme Jefe
" Supremo del Estado, sus votos no constituyen aun aquella ma-
^ yoría que solo puede legitimar un acto semejante, en medio de
'' la conflagración y de la anarquía espantosa que por todas par-
" tes nos envuelve. Decidles que, si se obtiene aquella mayoría,
" mi reposo, mi existencia, mi reputación misma la inmolaré sin
" titubear eu los altares de la patria adorada, á fin de salvarla
" de los horrores, de los disturbios intestinos, de los peligros de
" una agresión extraña, y volver á presentar á Colombia ante el
*'. mundo y ante las generaciones futuras, tranquila, respetada,
556 VIDA DE BOLÍVAR.
" próspera y dichosa." — Obrando con sugecíon á estos principios
y con el laudable intento de evitar la guerra civil y la anarquía,
el Libertador aconsejaba á sus amigos que sostuvieran al go-
bierno como único centro de unidad nacional. ¿ Podía hacer
más ? La increpación que envuelven los conceptos de Baralt, y
la censura que muchos hacen al Libertador, diciendo que aceptó
el mando ofrecido por una facción militar, se desvanecen con los
hechos referidos, y quedan completamente destruidas con las car-
tas que en 18 y 25 de Setiembre escribió el Libertador al mi»
mo General ürdaneta y al Señor Vergara, su ministro del Lite-
rior. Esas cartas, que Baralt no conoció, dicen de este modo :
Mi querido Genebai^:
Ayer llegaron los comisionadoB trayéndome el acta y dándome parte
de todas las ocurrencias más notables de esa capital.
Por más que he querido rendirme á los argomentoe y exhortaciones de
los mismos comisionados, de los amigos que hay en este país, y aon de
las cartas recibidas de Bogotá, no me ha sido posible decidirme & acep-
tar un mando que no tiene otros títulos que dos actas de dos consejos
municipale-s. — Ademas, el Señor Mosquera no ha renunciado su títal^ y
mañana se hará reconocer en otra parte do Presidente legítimo. Este
caso no está muy remoto, pues al llegar ¿ Popayan tiene lugar. Obando
y López se empeñarán en esto, y el Señor Mosquera no ha t^iido hasta
ahora otras inspiraciones que las de estos dos sujetos. Entonces, él seiia
Presidente legítimo, y yo usurpador.— Yo no puedo reducirme á esta si-
tuación, por más que me esfuerzo en dominar mi repugnancia. -Santa
María me dice, que, si no acepto el mando, habrá inMiblemente una es-
pantosa anarquía ; pero, ¿ qué hé de hacer yo contra una barrera de bronce
que me separa de la presidencia ? — Esta barrera de bronce es el derecho.
No lo tengo ; ni lo ha cedido el que lo posee. Por consiguiente, espera
remos á las elecciones. Llegado este caso, la legitimidad me cubrirá con
su sombra, 6 habrá un nuevo Presidente. Se habrá despejado el hori-
zonte político, y sabremos, en fin, si hay patria 6 no. — Entonces, y solo
entonces, podré entrar en el Poder Ejecutivo ; suponiendo siempre que
las elecciones sean libres y se hagan conforme á la ley.
Ninguno podrá culparme de haber abandonado mis conciudadanos á
la anarquía, puesto que ninguna parte he tenido en sus conmociones, y
que ademas Yd. está á la cabeza dd Gobierno y revestido de todas las
cualidades necesarias para crisis semejante. Como ciudadano y como
soldado ofrezco mis servicios á la República : ninguno será más celoso
en servirla, y sostendré al Gobierno con toda mi influencia y todas mis
fuerzas. Hay también una circunstancia que me hace inútil en esa ad-
ministración. Primero es existir que modificar. Debemos antes crear de
nuevo esta patria que se ha disuelto, y por consiguiente hasta que no
VIDA DB BOLÍVAR. 557
esté rermida por las amuua^ no se puede gobernar bien. Yo me ofrezco
para servir en la parte más dificil y peligrosa ; asf evitaré que me culpen
de egoísmo.
Bolívar.
Hasta aquí la carta á ürdaneta. La otra á Yergara, sugeto
á quien mucho amaba el libertador, dice así :
OABTAOBirA, 25 de Setiembre de 1829.
Mi querido amigo : Al fin recibí ayer una carta de Yd. del 14 de Se-
tiembre, por la cual veo que Yd. ha juzgado necesario disculparse de su
silencio, lo que á la yerdad no. merecía ni hacerse mención de ello. Yo
conozco á Yd. y también conozco la situación que lo rodea para juzgar
mal en tan críticas circunstancias de carácter tan excelente.
Yd. me dice que dejará luego el Ministerio porque tiene que atender á
su familia, y luego me ezije Yd. que yo marche á Bogotá á consumar una
usurpación que la Gaceta extraordinaria ha puesto á manifiesto sin dis-
frazar ni en una coma, la naturaleza del hecho. Ko, mi amigo : yo no
puedo ir, ni estoy obligado á ello, porque á nadie se le debe forzar á obrar
contra su conciencia y las leyes. Tampoco he contribuido en la menor
cosa á esta reacción, ni he comprometido á nadie á que la hiciera. Si yo
recojiese el fruto de esta insurrección, me haría cargo de toda su res-
ponsabilidad. Créame Yd. : nunca he yisto con buen ojo las insurrecciones.
Bogotá no es mi teatro, ni los .militares granadinos me sostienen ;
mucho menos los facciosos asesinos y traidores que oclipan puestos mili-
tares y rodean las autoridades. Los comisionados me dijeron que todo
marchaba á las mil maravillas, pero desgraciadamente los que vienen de
allá y lo que se sabe aquí, hace presumir á todo el mundo que Yds. mar-
chan con más rapidez á su ruina que los legitimados. Me alegan preci-
samente esta causa para que yo vaya á parar los golpes que se temen ;
mas para esto es necesario que yo fuese el amigo Mosquera, que me dejase
engallar por las 70 cartas. Por fortuna, á mí no me han escrito ni la
quinta parte ; y algunas he visto de Castillo y de Restrepo, que muestran
matemáticamente el mal estado de las cosas, y lo que es peor, que yo no
he sabido gobernar, porque he sido muy parcial, injusto, vengativo, mal
financista y cuantos nombres hay en el diccionario de las tachas : lo que
me ha inducido á pensar que el Señor Castillo sería el mejor Presidente
del mundo, pues él posee todas las cualidades que á mí me <an. [ Qué
lástima es que no hubiera mostrado todas sus habilidades desde que en-
tr<5 á gobernar I Todo lo reserva para, después de muerta la difunta.
Aun cuando no hubiera nada de lo que Ueyo dicho, no puedo menos de
confesar á Yd. que aborrezco mortalmente el mando, porque mis servidos
no han sido felices : porque mi natural es contrario á la vida sedentaria :
porque carezco.de conocimiento : porque estoy cansado y porque estoy
enfermo. No puedo, mi amigo : no puedo volver á mandar más, y crea
558 VIDA DE BOLÍVAB.
Vd. que cuando he resistido hasta ahora & los ataques de los amigos áá
Cartagena, seré en adelante incontrastable.
Dentro do tres días me voy hacia Santamarta, por hacer ejercicio, por
salir del fastidio en que estoy, y por m^orar de temperamento. Yo estoy
aquí renegado ; contra toda mi voluntad, pues he deseado irme á loe in-
fiernos para salir de Colombia; pero el Señor Juan de Frandsco, á la
cabeza de otros importunos, m^ ha tiranizado, haciéndome quedar donde
no puedo ni quiero vivir.
Yd. me dirá que todo esto está en oposición bon mi proclama y oficio
al Gk)biemo. Responderé, que Santamaría me hizo ver que Y<ls. se iban
á dividir en mil partidos, y se arruinaba completamente la patria, si
redondamente yo respondía que no aceptaba : ofrecí, pues, disimular, ha-
blando vagamente de servir como ciudada^io y como soldado. Sin em-
bargo, no dejé de manifestar al General Urdancta que yo no iba á Bogotá,
ni aceptaba el mando : lo mismo he dicho á los amigos. Por consiguiente,
yo no he engañado á nadie, sino á los enemigos, para que no acabasen con
Ustedes de repente y de nuevo.
Dígale Yd. al General Urdaneta, que no he recibido carta suya en este
correo, y que esta le puede servir para informarse de mis ideas. Deseo
que se reconcilie el Ministro americano con el Gkneral, para que no falte
esta ceremonia á su instalación. Sobre esto le escribe Wilson & Moore,
rogándoselo encarecidamente de mi parte ; á lo menos para que haga su
representación pública.
Ya Yd. sabrá la insurrección de Riohachaf contra la cual se han tomado
todas las medidas indispensables, y venceremos sin duda. El resto del
departamento está muy bien, aunque Santamarta no se ha pronunciado
aun. El General Montilla ha partido hoy i)ara aquella ciudad á diríjir
la operación militar. Él está quemado con todo lo que se hace en Bo-
gotá, y me ha dicho hoy á tiéhipo de irse, que está resuelto á dejar el
mando y separarse de los negocios públicos. Aquí se habla muy mal de
la composición de los cuerpos de nueva creación ; dicen que los oficiales
S(m traidores y asesinos : que Joaquín París es un imbécil que se deja
corromper y es completamente perjudiciaL Yo veo que en la capital no
hay otro, y así, no sé qué luirá el General Urdaneta. En una palabra, se
quejan de todo y esta es una de las razones porque yo no quiero darle
gusto á tanto picaro.
Si las cosas continúan como aquí se dice, me parece que yo, lejos de
servir, me voy del país. Para lograr esto no tengo inconveniente nin-
guno, pues no acepto encargo público. Yo compadezco al General ur-
daneta, á Yd. y á todos mis amigos que se ven comprometidos sin espe-
ranza de salir bien, pues nunca debieron Yds. contar conmigo para nada,
después que habia salido del mando y que habia visto tantos desengaños.
A nadie le consta más que á Yd. mi repugnancia á servir y la buena fS
con qué insté por mi separación. Desde aquel momento he tenido mil
motivos para aprobar mi resolución : por consiguiente sería un absardo
VIDA DE BOLÍVAR. 559
de ini parte volver á comprome^terme. Añadiré á Vd. una palabra m¿8
para aclarar esta cuestión : todas mis razones se fundan en una : — no egpero
talud para la patria. Este sentimiento, 6 más bieu esta convicción ín-
tima, aboga mis deseos y me arrastra á la más cruel desesperación* Yo
creo todo perdido para siempre ; la patria y mis amigos sumerjidos en
UQ piélago de calamidades. Si no bubiera más que un sacrifída que
bacer y que este fuera el de mi vida, ó el de mi feHddad, ó el de mi
bonor.... créame Yd., no titubeara. Pero estoy convenddo que este sa-
crificio seria inútil, porque nada puede un pobre bombre contra un
mundo entero ; y porque soy incapaz de bacer la felicidad de mi país,
me deniego á mandarlo. Hay más aun : los tiranos de mi país me lo
ban quitado, y yo estoy proscrito ; así, yo no tengo patria á quien bacer
el sacrificio.
Perdóneme Yd.,mi querido amigo, la molestia que le doy en esta
declaración ; la be debido al General Urdaneta y á Yd : por eso no me
be detenido en bacerla, pues un desengafio vale más que mil ilusiones.
Póngame Yd. á los pies de su señora y mande Yd. & quien lo ama de
torazon.
SmON BOLÍVAIL
Esta ingenua explicación, postrera defensa que el Libertador
hacia de su conducta política ; estos íntimos sentimientos deposi-
tados con candor en el seno de la amistad, tienen el sello au-
gusto de la franqueza verdadera. Digan lo que quieran, y
escriban cnanto les plazca los enemigos de Bolívar, y basta alze
su voz Benjamin Constant, hombre sin fé política y sin virtud, á
quien Santander pagaba en París por que escribiese contra el
héroe de Colombia ; nadie podrá negar (pues es un hecho incon-
testable) que se hizo una revolución para ofrecer el mando á este,
y que no lo aceptó ; que millares de votos le llamaron al ejerci-
cio del poder, y que su respuesta fué negativa ; porqtce la fícente
de la legitimidad, decia, es d sufragio libre de los pueblos, no el
eco de un motin, ni la expresión de unos amigos. Si se ha do
juzgar á los hombres por sus hechos, por sus palabras, todos los
actos de la vida de Bolívar testifican el más noble, el mayor
desprendimiento ; y si jamas hubo mortal á quien le fuera dada
la singular prerogativa de llevar el patriotismo hasta el sacrifi-
cio y la abnegación hasta el sublime, ese vcrk Bolívar.
Conforme indicaba este al Señor Vergara, partió de Carta-
gena para Soledad. Enfermo y contristado venia. En su sem-
blante se pintaba la huella de las ofensas hechas á su reputación.
Descanso por unos dias en Soledad y despaes se fué á Bar-
560 VIDA DE BOLÍYAB.
ranqnilla, donde pasó los meses de Octubre y Noviembre. — Una
profunda melancolía y un gran descaimiento agravaron su enfer-
medad, que no fué, al principio, sino un catarro pulmonar cogido
en la noche en que se recibió la triste nueva de la muerte del
Mariscal Sucre. Para fines de Noviembre. " apenas, (escribia al
General Joaquin París,) apenas tengo aliento para sobrellevar los
últimos dias que me quedan para mi mortificación." — ^En efecto,
casi diariamente se recibian los papeles de Venezuela que ofen-
dían la delicadeza de Bolívar con calumnias groseras y ultrages
personales ; y su sensibilidad se exaltaba, y su alma se aflijia,
contribuyendo esto poderosamente á imprimir en la enfermedad
nn carácter de rapidez en su desenvolvimiento y de gravedad en
las complicaciones, que hicieron infructuosos loe socorros dd
arte.
El Libertador ap\iraba el cáliz amargo que Páez y su partido
le ofrecian á beber ; recibía las ofensas de su patria y de sus
beneficiados que sin descanso le hartaban á disgustos, y no 11^
á saber los buenos oficios de sus amigos que se esmeraban en
tributarle el sincero homeoage de su respeto, de su amor y de su
admiración. — ^Toda la Nueva Granada, si se exceptúan Pasto.
Buenaventura, Gasanare y Rio del Hacha se pronunció por el
Libertador y clamó fervosamente por su regreso al poder — como
Gefe supremo de la República. En el Ecuador se le proclamó
por el Congreso Padre de la Patria y protector del Sur de Co-
lombia ; se le ofreció eterna memoria y gratitud por sus inmor-
tales beneficios ; se ordenó que su retrato se colocase en todas
las salas de justicia y gobierno ; que el dia de su nacimiento
fuera celebrado como fiesta nacional, y se le ratificaron todos los
títulos y honores que se le habian conferido por las leyes de Co-
lombia. I Brillante testimonio de la gratitud de los ecuatorianos
para con el héroe de la América del Sur, que contrastaba de una
manera enérgica y elocuente oon el ast/raoismo que le habia de
cretado el Congreso de Venezuela y con la ingratitud de su pa-
tria, á la que tanto habia amado. Por ese mismo tiempo, el
"Mariscal Santa Cruz, que presidia los destinos de Bolívia, escri-
bia al Libertador, llamándole g^e de la Uhertad americana, y en
nombre del pueblo boliviano le confirió una augusta misión en
Europa. La comunicación del Mariscal Santa Cruz no es cono-
cida, y yo me complazco en darla á luz. Dice así :
YIDA DB BOLÍVAR. 661
ExMO. Señor:
ElPresideotedela república bolÍTÍana tiene la honra de saludar á
nombre de bu nadon al gefe de la libertad americana, y al fdndador de
su patria. Instruido de yuestra separación de América, no puede pres-
cindir de seguiros con su corazón, y transmitiros los sentimientos más
puros de gratitud y respeto que afectan al pueblo boliviano, constante
siempre en amaros y en recodar los beneficios que os debe.
Llenando los más vehementes deseos de vuestro corazón, habéis de-
jado de mandar & Colombia, y os alejáis de la América, resistiéndoos á
las súplicas reiteradas de loe pueblos, porque habéis querido pensar ya
en vuestra gloria, y decidir la gran cuestión que sin duda so ha ventilado,
largo tiempo ante el tribunal de un mundo entero. Habéis vencido
sefior : y vuestra gloria, su])erior & la de todos los hombres libres, se
presentará ya como el sol que nadie deja de ver, y vuestros mismos opo-
sitores encontrarán en vuestra ausencia el convencimiento y tal vez el ar-
repentimiento tardío de exaltaciones que nos privan del m^or apoyo de
la libertad americana.
De hoy en adelante nadie osar& culparos de ambición, ridículo pre-
texto con que algunos intentaban obscurecer vuestra gloria y aun la nues-
tra ; puesto que las glorias del Nuevo Mundo están vinculadas en las de
su primer y más insigne capitán. Conservaréis ileso el titulo de Liber-
tador que os ha ddo siempre más estimado que todas las coronas déla
tierra.
£1 Continente de Colon conservará él legado de virtud que su Liber-
tador le ha dejado : y no olvidará la lección que acaba de darie el de-
fensor de la libertad en favor de la especie humana.
Bolivia, que tiene el orgullo de llevar vuestro nombre, se felicita por
el triunfo que ha conseguido sobre la calumnia el ilustre americano que
supo conducir los estandartes de la justicia desde el Orinoco al Potosí, y
dejar después la tierra de sus victorias, para hacerse más inmortal.
El Libertador ha comunicado á los americanos su pasión por la inde-
pendencia, su amor por la libertad, su desprecio por la ambición ; y el
viejo mundo, asombrado de su conducta, juzgará de lo que son capa-
ces los hombres que él ha doctrinado en los campos de la victoria y en
la escuela de la moderación. '
ElPresidente de Bolivia, muy convencido de los heroicos csfherzos del Li-
bertador por la felicidad americana, y persuadido de que es el r^resentante
natural de sus repúblicas en Europa, cree que nadie trabigará allí con celo
más ardiente por su bien, como él mismo que, arrancándolas de un co-
loniaje humillante, pudo colocarlas en el rango que justamente ocupan.
Bolivia lo debe más particularmente su existencia política como nación,
im empefío entusiasta por su conservación, y el cordial título de hija
con que la saludó el dia que la América fué absolutamente emanci-
pada. He aquí, seflor, los títulos de confianza que tiene para esperar
que sus intereses públicos serán conducidos en Europa con él pulso y la*
36
562 VIDA DE BOLÍVAR.
sabiduría bien probados en veinte afíos de acierto, administrando tres
repúblicas. Por esto ha cieido may oportuno el Presidente de BolÍTia,
aprovechando de vuestra mansión áUí, encargaros los negocios del pue-
blo que manda, cerca de la Santa Sede, y nombraros su ministro pleni-
potenciario en la capital del orbe cristiano, como lo veréis por las
credenciales adjuntas.
Sería excusado rogar al Libertador que admita un encargo que le confia
Bolívia. Basta expresarle que cuando los bolivianos supieron su retiro
de América, se pronunciaron unánimemente porque él fuese su repre-
sentante cerca de cualquier gobierno de Europa : y el Presidente de
Solivia cumple un deber muy satisfactorio, haciéndole saber que esta
es la voluntad del pueblo boliviano. No hay que olvidar, sefior, qne
Bolívia exije este servicio del General Bolívar. Esta indicación es bas-
tante para hacer concebir ideas ventajosas y esperar resultados favorables.
La Santa Sede es á quien debe y quiere dirijirse preferentemente el
gobierno boliviano, porque es ante ella que tiene asuntos más nijentes
que conciliar, para satis&cer las necesidades de un pueblo católico por
excelencia, y tranquilizar conciencias alarmadas por algunos de los mismos
acontecimientos que nuestra revolución ha motivado, y por la <a de co-
municación con la cabeza visible de la Iglesia. Encontraréis también
adjuntas las principales instrucciones que contienen los objetos de las
primeras y más esenciales intelijencias que deben entablarse con él Santo
Padre. «
Al haceros esta importante confianza, quisiera el Presidente de Bolíria,
acompañarla de una demostración, que, probándoos la intensidad del
afecto boliviano, os pusiese también en estado de presentaros en Eoropa
con todo el lucimiento y el brillo que debe seguir al Libertador de nn
mundo ; pero valga al menos la misma comisión por una prueba de la
tierna memoria con que os acompañan los bolivianos al otro lado del
Océano, lisonjeándose de que no rechazaréis la manifestación de sn con-
fianza que desde el centro de la América os hace uno de loe pueblos qne
os deben su libertad y su existencia política.
Aceptad, sefior, los sentimientos más cordiales de gratitud y amor con
que os saluda unánimente el pueblo boliviano, y la particular afección de
un compañero y constante amigo vuestro. Dada, firmada y refrendada
por el ministro de relaciones exteriores en el palacio de gobierno en Ohn-
«quisaca á 15 de Octubre de 1880.
Ain>KB8 Saiíta Cbuz.
El Miniatro de Estado del despacho de Relaciones Exteriores.
Mariano Ensi^üb Calvo.
Como el Libertador observase que sus males aumentaban, i^
terminó trasladarse á Santamarta, de donde el Obispo Estéves
* a.
el General Montilla y otros de sus amigos le llamaban con m?-
itancia. También se lo aconsejó nn médico. Creíase que el o*^
VIDA DE BOLÍVAR. 563
podia mejorarlo. — Se embarcó, pues, en el bergantín nacional
Manud, sufrió mucho 7 llegó á Santamarta á las siete 7 media
do la noche del 1° de Diciembre, en un estado lamentable de
prostacion, hasta tal punto que, no pudiondo caminar, tuvo que
venir á tierra en una silla de brazos. — En la misma noche le vi-
sitó el Doctor A. Próspero Reverend, médico francés, 7 con algu-
nas aplicaciones calmaron algún tanto la toz, el dolor al pecho
los insomnios 7 otros síntomas alarmantes. Era, (como decia
Reverend,) que abrigando la esperanza de un porvenir más di-
choso para la patria, de la que veía brillantes defensores entre
los que le rodeaban, la naturaleza conservadora recobró sus de-
rechos. Y entonces pidió el Libertador con ansia los socorros
de la medicina. Pero ah I 7a no era tiempo. — El sepulcro estaba
abierto esperando la ilustre víctima, 7 hubiera sido necesario
hacer un milagro para impedirle descender á él.... Reverend
consulto la opinión del Doctor Mac-Night, cirujano de la goleta
de guerra Grampus^ de los Estados Unidos, que casualmente se
hallaba en el puerto, 7 se esmeró en aliviar los padecimientos
del Libertador. — ^Este habia manifestado deseos de ir al campo,
7 de acuerdo con el médico, que dijo serle provechoso respirar
el aire libre, salió por la tarde del 6 para la quinta de San
Pedro Alejandrino, propiedad del Señor Joaquin de Mier, dis-
tante como una legua de Santamarta, a donde llegó el paciente
mu7 despejado, diciendo que le habia sido de gran provecho
el viage en berlina. — ^Allí pasó dos dias mu7 alegre, alabando
el clima favorable 7 conversando sobre diversas cosas ; escri-
bió á Bogotá que se hallaba mejor 7 aun puso en una carta
una postdata de su mano. — Sin embargo, en aquella misma
noche principió la enfermedad á atacarle la cabeza, apareció
el hipo, síntoma fatal, los extremos se le enfriaron, vino el de-
lirio 7 la calentura le dio con más fuerza. — El 10, se presen-
taron señales inminentes de una congestión cerebral ; pero, á
beneficio de un cáustico en la nuca, se despejó 7 recobró
plenamente sus facultades mentales. Cumpliendo entonces con
los deberes de cristiano, recibió la eucaristía 7 la extrema-
unción de manos del Obispo Estéves, que le asistió en aque-
llos últimos momentos de la vida. Hizo su testamento 7 diri-
jió á los Colombianos sus postrimeras palabras en el lecho
de la muerte : palabras que respiran toda la bondad 7 la
564 TIDA DE BOLÍVAR.
grandeza del alma de Bolívar. Él sentía que con noeva j
mayor fuerza invadía el mal, j que aquella debia ser la últi-
ma vez que hablafa á sus amigos. Llamó, pues, á un amanuense
7 dictó su despedida á los colombianos con la ternura que ud
padre moribundo lo hubiera hecho con sus hijos más queridos.
OOLOMBIAHOS 1
Habéis presenciado mis esfuerzos para plantear la libertad donde rei-
naba antes la tiranía. He trabajado con desinterés, abandonando mi
fortuna y aun raí tranquilidad. Me separé del mando cuando me per-
suadí que desconfiabais do mi desprendimiento. Mis enemigos abusaroa
de vuestra credulidad y hollaron lo que me es más sagrado, la reputación
de mi amor & la libertad. He sido víctima de mis perseguidores, que
me han conducido á las puertas del sepulcro. Yo los perdono,
Al desaparecer de en medio de vosotros, mi caríflo me dice que debo
hacer la manifestación de mis últimos deseos. No aspiro á otra gloría
que á la consolidación de Colombia : todos deben trabajar por el bioi
inestimable de la Union. Los pueblos obedeciendo al actual gobierno
para libertarse de la anarquía ; los ministros del santuario dirigiendo sos
oraciones al cielo ; y los militares empleando sus espadas en defensa de
las garantios sociales.
Colombianos : Mis últimos votos son por la felicidad de la patria. 8i
mi muerte contribuye á que cesen loe partidos y se consolide la üwion^ p
bajaré tranquilo al sepulcro.
Hacienda de San Pedro, en Santamarta, & 10 de Diciembre de 1830.-20.
El Libertador se incorporó en la cama, y tomando la pluma
puso al pié de este tierno adiós su nombre : Simón Bolívab.
Inmediatamente después escribió una carta al General Justo
Bricefio. — Fué este el último acto de su vida. Él conocía qne
los instantes eran ya contados. Aquella extenuación, aquel
abatimiento sin dolor, porciones de la muerte, se la hacian sentir
de antemano ; y como se le habia visto durante quince años
afrontar sin temor el peligro en los combates, yiósele ahora, en
esta ocasión suprema, reconocer con serenidad la cercanía de ud
fin infalible
• Todo estaba consumado.
La vida se extinguía por minutos. Turbadas las facultades
mentales, se* hizo frecuente el desvarío ; y oh dolor I ese desvarío
revelaba lae congojas del alma« José, decia el Libertador Ib*
mando á su* criado, ^t7ámano0,9t«6 de aquí nos echan.,.., ¿d¿nde
irémoe?
VIDA DE BOLÍVAR. d65
El 17, los síntomas se agravaron. La implacable muerte se
acercaba. La vista del Libertador estaba fija. Aquella mano
que guiaba á la victoria, estaba helada. Todos los circunstantes,
oprimidos por el dolor, el alma consternada por el silencio de
aquel cuarto donde expiraba el Redentor de un mundo, tenian
fijos en él sus ojos. El rostro de Bolívar habia asumido una
expresión de inmortalidad*
Á las doce empezó el ronquido ; á la una dejó de existir It
Acaso es la vez primera que el sol y el espectro de la muerte
se vieron fijamente. Napoleón murió á las seis de la tarde, á la
misma hora que Alejandro. Otón el Grande al rayar el alba.
Garlos Y á las dos de la madrugada.
Los ojos de Bolívar se cerraron para siempre y su bella alma
voló al cielo.
¡ Qué escena de desolación para aquellos fieles amigos que ro-
deaban el lecho de la muerte 1
Era aquel dia el aniversario y casi la hora misma en que once
años antes se había proclamado en Angostura la creación de
Colombia.
Murió el Libertador á los cuarenta y siete años, cinco meses y
23 dias, después de grandes prosperidades, de largas guerras, de
sucesos merecidos, de meditaciones profundas, de altos pensamien-
tos, de miseria, esplendor, reveses, peligros, y algunas faltas inse-
parables de la condición humana. Allí, en aquel {)equeño aposento,
cedido por la bondad de un amigo, estaba todo un pasado glorioso
de heroismo y libertad ; allí estaba el cadáver del que probó en la
vida lo que la prosperidad tiene de más grande y la adversidad
de más cruel Mas ah I después de lo que acabamos de ver,
¿ qué es la salud, repetiré con Bossuet, ¿ qué es la vida, qué es
la gloria? — La salud es un nombre ; la vida, un sueño ; la glo-
ria, una apariencia.* Este bajel de la misera existencia, fluc-
tuante sobre las olas del mundo, solamente sosiega cuando toma
tierra en las orillas de la muerte. — Bolívar descansó Que
duerma, sí, que duerma al canto de su gloria Que haya en-
contrado en el seno augusto, en el seno inmenso de la Divina
Justicia, un premio á la bondad y á la fortaleza de su corazón, á
la virginidad de sus intenciones, á su inexorable rectitud y á se
* Onúson ftmébre de \á Bachéese d'Orléans.
566 VIDA DE BOLÍYAB.
celestial desprendimiento. Premio que fuera imposible obtener
en este valle hondo, oscuro ; en este desierto del desengaño !
Murió BoLÍvAB y Colombia dejó de ser.
Como si la gran República no pudiera existir sin el brazo
omnipotente que la formara
Colombia nació entre los laureles de Boyacá que cegó el hé-
roe victorioso ; se glorificó con este en Carabobo, en Picbincha
7 Ayacucho, y expiró con él en las playas ardientes de Santa-
marta.
Fnit Hium et ingens
Gloría Teucronim.
(^n. II.)
Fué un pueblo lleno de fuerza, activo, enérgico, amante de
la libertad, del progreso y de la gloria. Se creyó grande y
en efecto lo era ; porque habia conquistado su independencia
y afianzado con sus victorias la de muchos pueblos. Supo
arrostrar de los Iberos la zana y el poder ; y las frentes altivas
de los Sucres, Marinos, Plores, Silvas, Anzoáteguis, Urdanetas,
Salones, Valdeses, Soublettes, y de tantos héroes, se adornaron
con guirnaldas de laurel y rosas Pero ah I presidíalos en-
tonces el ángel de la victoria el noble triunfador que
ahora, cadáver pálido y deforme !
Bolivar vivió menos que César, menos que Bonapartel Y
en tan corto tiempo luchó y venció; y en nuestra América
sembró con profusión la semilla feliz de libertad, de luz, de
dicha y gloria. América inocente ! Cubre tus coronas de
verde oliva, de estrellas y laureles ; no las ostentes mages-
tuosa, que tu Libertador no existe. — Bolívar ha muerto ! —
Ni como Catón se arrancó la vida, desesperando de la libertad
y del porvenir ; ni como Cicerón tendió el cuello á los sicarios,
después de haber esquivado el morir. — La negra envidia, la
odiosa ingratitud le emponzoñaron ; y allá murió, [ oh dolor !
en la hacienda de San Pedro, en Santamarta. y allá per-
manecieron los restos del bravo adalid, abandonados doce
años I sin tumba ; que ni sepulcro los ingratos le dieron,
y sobre sus espaldas fabricaron los pecadores I
Supra dorsum meum &brícaverunt peccatores:
Prolongaverunt iniquitatem suam.
VIDA DE BOLÍVAR. 567
t Oh ley sublime de libertad I i Oh santa causa de la inde-
pendencia de América I Qué generoso defensor habéis perdido I
I Qué esforzado campeón, qué sabio j venturoso capitán.... I Sus
hechos extraordinarios, sus hazañas famosas que Hércules envi-
diaría, se encuentran " desde el manso Guayre que le vio nacer,
hasta el remoto La Plata, que ciñe los antiguos dominios del
Sol : cinco naciones independientes y para siempre libres : na-
ciones con gloriosos trofeos, con ejemplos soberbios de hazañas y
de proezas, con historias heroicas, que eclipsan las páginas do-
radas de la Señora del mundo : con anales políticos que leerían
con encanto en las plazas de Tébas y de Atenas los antiguos
genios de la libertad " BOLÍVAR no existe I — Ah 1 ¿ Por qué
no es inmortal el justo, el amigo de los hombres, el defensor de
la inocencia ; por qué no vive siempre el primogénito de la vic-
toria, el padre querido, el Libertador, que condujo al pueblo en
larga y santa peregrinación, desde las cavernas de la esclavitud
hasta el paraiso de la libertad....? ¿Por qué vive el malvado
atormentando, y vive ; y la mano invisible de la muerte se
asienta sobre el bienhechor, sobre el genio augusto que consuela
y protejo la gran familia de la sociedad humana ? ¡ Oh profun-
dos inescrutables juicios del Altísimo 1 Los envidiosos, que tie-
nen secas las entrañas, quedan ; los ingratos, que tienen vuelto
podre el corazón, viven ; y la virtud y la bondad perecen I ; Y
muere el hombre cuya vida toda fué luz y dechado de desinterés
y de magnanimidad I Ah 1 Quién podrá profundizar la terribi-
lidad de estos arcanos ?
'' Mis enemigos, decia Bolívar al expirar, han hollado lo que
" me es más sagrado : la reputación de mi amor á la libertad.
'* He sido víctima de mis perseguidores, que me han conducido
" á las puertas del sepulcro I YO LOS PERDONO.
'' Colombianos I Al desaparecer de medio de vosotros, mi
^ canño me dice que debo hacer la manifestación de mis últimos
" deseos.... Mis prostreros votos son por la felicidad de la patria.
" Si mi muerte contribuye á que cesen los partidos y se consolide
" la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro I"
I Qué santa resignación I Qué .tierno amor I Cuan exquisita
generosidad 1 Yo los perdono. — ^Al morir el viejo Emperador
Augusto, cargado de años y de recuerdos, decia á sus amigos
que le asistian en el lecho de la muerte : — ^'^ Por ventura no hi
568 YIDA DE BOLÍYAB.
representado bien esta farsa de la vida (jnimum viké) ? — "Qué
diferencia entre las palabras de Augusto j las del Libertador I
Suetonio no dice si los amigos del poderoso de Roma respon-
dieron á la cínica pregunta ; pero 70 diré que los últimos
conceptos de Boiíyab son sublimes de religión y de nobleza. —
To ¡os perdono !
Propio era del que habia YÍvido en holocausto, que muriese
perdonando.....
CAPÍTULO LXn.
1830.
Autopsia dil oadXtvb dkl ubbstádor— qbkibobá dbmobtbacion dbl gobbbnaoob
BBUIOBB DB JANÁIOA— BB TRASLADA BL CUBRPO X BAMTAMABTA — LAS AÜTOBIDADBS
AHÜVCLUr LA MÜIBTB DBL HÍSEOB COLOMBIANO— HONOBB8 QÜB 8B EICXBBOH BX
TABIO0 PDNT08 i. LA VBMOBIA DB BOLÍYAR— TB8TAMBNTO DBL LIDBRTADOR— BRBTB
OOMPBNDIO DB 8D8 INMOBTALn HBOHOB— FIN DB LA OBRA.
CUATRO horas después del fallecimiento del Libertador,
tuvo lagar la inspección cadavérica, de cuyo examen re-
sultó que tenia un poco dañado los pulmones j que las pleuras
pulmonares estaban adheridas á las costales. La opinión del
Doctor Reverend fué la siguiente : ^ La enfermedad de que ha
muerto S. E. el Libertador era en su principio un catarro pulmo-
nar que habiendo sido descuidado pasó al estado crónico j con-
secutivamente dejeneró en tisis tuberculosa. Fué pues esta afec-
ción morbífica la que condujo al sepulcro al General Bolívar, pues
no deben considerarse sino como causas secundarias las diferentes
complicaciones que sobrevinieron en los últimos dias de su enfer-
medad, tales como la arachnoides, y la neurosis de la dijestion,
cuyo signo principal era un hipo casi continuo ; y ¿ quién no
sabe por otra parte que casi siempre se encuentra alguna irrita-
ción local estraña al pecho en las tisis con dejeneracion del pa-
(669)
670 VIDA DE BOliVAB.
renchinia pulmonar 7 Si se atiende á la rapidez de la enferme-
dad en su marcha, j á los signos patólojicos observados sobre el
órgano de la respiración, naturalmente es de creerse que causas
particulares influyeron en los progresos de esta afección. No
hay duda que ajen tes físicos ocasionaron primitivamente el ca-
tarro del pulmón, tanto más cuanto la constitución individual
favorecía el desenvolvimiento de esta enfermedad, que la falta
de cuidado hizo más grave ; y que el viaje por mar, que emprendió
el Libertador con el fin de mejorar su salud, lo condujo al con-
trario á un estado de consunción deplorable. Todo esto es in-
contestable. Pero también debe confesarse que afecciones mo-
rales, vivas y punzantes, como debian ser las que afligian conti-
nuamente el alma del General, contribuyeron poderosamente á
imprimir en la enfermedad un carácter de rapidez en su desen-
volvimiento y de gravedad en las complicaciones, que hicieron
infructuosos los socorros del arte. Del)e observarse en favor
de esta aserción, que el Libertador, cuando el mal estaba en su
principio, se mostró muy indiferente á su estado, y se denegó á
admitir los cuidados de un médico. S. E. mismo lo ha confesado.
Era precisamente en el tiempo en que sus amigos le hartaban á
disgustos, y en el que estaba más expuesto á los ultrajes de
aquellos que sus beneficios habían hecho ingratos. Cuando S.
E. llegó á Santa Marta, bajo auspicios muchos más favorables,
con la esperanza de un porvenir más dichoso para la patria, de
la que veía brillantes defensores entre los que le rodeaban, la
naturaleza conservadora recobró sus derechos ; entonces pidió
con ansia los socorros de la medicina. Pero ah I Ya no era
tiempo 1 El sepulcro estaba abierto esperando la ilustre victima,
y hubiera sido necesario hacer un milagro para impedirle des-
cender á él."
Inmediatamente después de la muerte de Bolívar, y cuando
aun se hacian por la fortaleza del Morro de Santa Marta las se-
ñales de dolor que manda la Ordenanza militar, fondeó en el
puerto la fragata inglesa Blanche, trayendo á su bordo al gefe
de escuadra Farguhar, y al Doctor Miguel Clare, médico de
Jamaica, que venia para prestar auxilio al Libertador y salvar
su importante vida. A solicitud del antiguo y fiel amigo de
Bolívar, el Sefior Hyslop, el gobernador de aquella isla escribió
al Comodoro Farguhar excitándole á que enviase un buque á
VIDA DE BOIÍYAB. 571
Santamarta con un médico inteligente ; j como no hubiese en la
estación de Puerto Real ningún buque menor, el mismo Gomo-
doro vino en la Blanche trayendo al Dr. Clare que- expontánea-
mente se ofreció á venir. — Las cartas del Señor Belmore son
dignas de conservarse :
KiNGS HoxTBB 18 de Diciembre de 1880.
Mi querido Sefior : — El Señor Hyslop ha puesto en mis manos la carta
inclusa.
Ella contiene la relación del peligro extremo & que está reducido el
Gkneral Bolívar. — El hombre que ha tenido una parte tan distinguida en
los acontecimientos políticos que han pasado en los Estados sud-ameri-
canos, debe inspirar un fuerte deseo de suministrarle todos los auxilios
que pueden ser practicables en su actual arriesgada situación.
Si podéis sin inconyeniente despachar prontamente un buque con un
médico intelijente á bordo, sería este un grande acto de humanidad.
No dudo que este paso tendrá la aprobación del Almirante, será satis-
factorio al gobierno de S. M. y lisongero á los sentimientos públicos.
Si pudiera suponer que mi recomendación tuviese algún peso, yo de-
searia mucho ofrecerla en una ocasión tan interesante como la de salvar
la vida, 6 contribuir al alivio de una persona tan distinguida.
Tengo el honor de ser, etc.
Belmobe.
I
Al Comodoro Farguhar Caballero de las Ordenes del Bafio y de la Espada
de Suecia en el buque Blanche,
Erraos HousE, 15 de Diciembre de 1830.
Mi querido Señor: — He recibido vuestra favorecida de anteayer y re-
conozco la bondad y la prontitud que os han inducido á ir personalmente
en alivio del General Bolívar.
Como este acto es do una naturaleza recomendable en todos los países
donde prevalecen sentimientos de humanidad, me atrevo á sugerir que
como Sir Miguel Clare ha expresado su deseo de prestar su asistencia, y
como tiene una larga experiencia de los climas tropicales, su propuesta
sea aceptada.
Si tenéis proporción de admitir á Sir Miguel Clare á bordo de la
Blanche^ puedo con seguridad recomendarlo como un sugeto distinguido
y de considerables conocimientos.
Temo, sin embargo, que esta contingencia dependa de que podáis pos-
poner vuestra partida hasta el domingo por la mañana, en cuyo evento
Sir Miguel Clare irá á presentarse á bordo de la Blanche mañana en la
tarde.
Tengo el honor de ser, etc. BelhoAb.
Al Comodoro Farguhar, Caballero de las Ordenes del Bafio y de la Espada
de Suecia en la fragata de S. M. la Blanche.
S72 TIDA DE BOLÍYAB«
El cadáver del Libertador fué trasladado de la hacienda de
San Pedro Alejandrino, donde murió, á la ciudad, como á las ocho
de la noche, y se depositó en la Aduana en una sala preparada
de antemano. Allí se le embalsamó y fué colocado después en
otra pieza, la principal del edificio, con el aparato fúnebre que
proporcionaban los escacísimos recursos del país. — ^Ahí quedó
expuesto al público hasta el 20 á las cinco de la tarde en que se
le dio sepultura.
i Dia fecundo solamente en pena 1 — En aquel sepulcro humilde,
que ninguna distinción hacia reconocer que era el de Bolívar,
yacía el héroe que tantos rasgos de grandeza, de nobl^ senti-
mientos y de virtud marcó en su vida.... I
Las autoridades de Santamarta,. Cartagena y Bogotá anuncia-
ron la muerte del Libertador.
El artículo 2° de la orden del 17 de Diciembre que el Co-
mandante general, General Mariano Mon tilla, escribió con lá-
grimas en los ojos, dice así :
Art 2"* Es medio dia, y Colombia acaba de perder para siempre á sa
LiBEBTADOB Y Padrb. Bl grande y magn&nima fué la vida del Genio
de nuestra independencia y libertad, su muerte ha sido la de an verda-
dero héroe. Qué suñimiento! Qué constancia 1 Qué tranquilidad de
espíritu 1 1 1 ün espacio inmenso se ha interpuesto ya entre Colombia y su
Libertados, y nada podrá calmar la dura pena de los Colombianos......
El ejército, esa parte preciosa del pueblo que tantos dias de gloria ha
dado á la patria, ya no verá más al frente de sus banderas al varón ilastre
que por el camino del honor y de la victoria le condujo al templo de la
mmortalidad. Soldados : un eterno adiós nos ha dicho nuestro liber-
tador, nuestro General, y al separaise de entre nosotros nos ha diríjido las
siguientes palabras. (Aqui su prodama,}*
Este precepto, esta ley pronunciada sobre el sepulcro por el fundador
de Colombia, será para d ejército una regla inviolable, y desgraciado de
aquél que desobedezca tan saludable mandato I La sombra dd Liberta-
dor le buscará por todas partes y no podrá suñir los remordimientos que
le acompañarán.
Habiano Montuxa.
El prefecto del Departamento habló á los pueblos diciéndoles :
Pueblos del Magdalena : — Penetrado del más acerbo dolor. Heno
boy el más triste deber. — ; El Padbb de la Patria ya no existe... 1 Las
calamidades públicas, y la horrible ingratitud de sus en^nigos le han
Yeáse la pag. 564.
VIDA DE BOLÍVAR, 573
condncido al Bepulcro el 17 del corriente á la nna de la tarde. Él ha
muerto victima de sn consagfracion ala patria, ün fin prematuro ha sido
el premio de sus heroicos sacrificios ; y las lílgrimas de sus fíeles amigos
j el tardío arrepentimiento de sus gratuitos enemigos no podrán ya volver
la vida al qne tantas veces la dio á Colombia. La lápida que cubre sus
restos venerables lo separa para siempre de nosotros. En los momentos
qne el grito nacional lo vindicaba, llamándolo como la única esperanza
de la patria, la muerte nos lo arrebata, y el cielo ha recibido ya al bien-
hechor de un mundo t
Ciudadanos: El Libertador os ha consagrado hasta los últimos instan-
tes de su preciosa existencia. Oid su voz y respetemos con santo recoji-
miento sus postreros deseos ; estos deseos que deben ser una ley sagrada
para nosotros, y desgraciados si llegamos á violarla : la ruina nacional
seria el más infalible resultado, y Colombia terminaria su existencia con
la de su ilustre fundador.
Ciudadanos : El Libertador al dejamos para siempre, nos encarga que
nos unamos : que trabajemos todos por el bien inestimable de la unión, y
obedezcamos al actual gobierno para libertamos de la anarquía. Corres-
pondamos, pues, á su encargo, marchemos unidos, y juremos sobre su
tumba ser fíeles á los deseos que le inspiraron sus últimos votos por la
felicidad de la patria. Así honraremos su memoria y satis&rémos una
inmensa deuda de gratitud.
Cartagena, 12 de Diciembre de 1818.
JüAK DB FSANCIBCO MaBTIN.
El Comandante de armas de la plaza y provincia de Carta-
gena se dirijió á las tropas que mandaba y les dijo :
Soldados I Murió el sol de Colombia I Sus rayos bienhechores dcgan
ya de alumbrar á esta tierra desgraciada.... I ; { Murió el Padbe db la
PATRIA, el ilustre Bolíyab : y cien afios de luto no son suficientes á de-
mostrarle toda nuestra gratitud, todo nuestro amor, todo nuestro agrade-
cimiento I ! I
Soldados : Vosotros sabéis lo que ha perdido Colombia en su Liberta-
dor : un padre amoroso : im soldado fiel : un sabio magistrado : el mejor
protector de la humanidad.
Soldados : Nuestro Libertador confiando siempre en vu^ro patrio-
tismo, en vuestras virtudes, y en el carifio que le habéis jurado, os hace
una súplica que hallaréis consignada en su última voluntad. No es po-
sible que vosotros la desatendáis : honrad su muerte, pues á la vez que
llenéis ese deber sagrado, la patria reportará mil bienes de vuestra su-
misión. Yo os lo ruego, y seré el primero en sugetarme ciegamente & la
postrera disposición del benefactor de Colombia.
Cartagena» 21 de Diciembre de 1880.
Igitaczo db LvqüB.
574 VIDA DE BOLÍVAR.
También el General Urdaneta que, í principios de Enere
de 1831 recibió en Bogotá la triste nueva de la muerte del Li-
bertador, habló á los Colombianos y les dijo :
Colombianos : AgoyiadQ por el peso del dolor, me esfuerzo, no obs-
tante, por cumplir con el más triste de mis deberes como magistrado,
como ciudadano, como amigo. Os anuncio que ha cesado de existir el
más ilustre entre todos los hijos de Colombia, el Libertador, el funda-
dor de tres repúblicas, el inmortal SmoK BoLÍvar. Después de haber
agotado hasta las últimas heces del cáliz do amargura que le ofreció la
suspicacia de algunos conciudadanos suyos, ha pasado á la rejion de las
almas, dejando un vacío inmenso en Colombia, en América, en el orbe
civilizado.
Colombianos : Las pasiones contemporáneas, aun las más encarnizadas,
deben darse ya por satisfechas. Bolívar no pertenece de hoy mas, sino
al dominio de la historia ; y mientras ella le asigna en sus páginas el
prominente lugar á que le han hecho acreedor sus relevantes servicios á
la causa de la humanidad, nosotros, los que tenemos la desgracia de so-
breviviría debemos reunimos en tomo de su tumba helada, á Uorar la
pérdida que hemos hecho, á meditar sobre la situación de Colombia, y
prestarle los auxilios de que tanto necesita la patria para revivir.
Colombianos : Deseoso de que no se malogren los esfuerzos inauditos
de aquel varón esclarecido por la independencia y libertad de nuestra
tierra, me ocupo actualmente en dictar aquellas medidas, que demandan
el reposo y bienestar de los que viven sometidos al gobierno nacional, y
de negociar con los que no lo están, los medios de llegar á un avenimiento
amistoso, que tenga por resultado, reorganizar á Colombia y presentarla
de nuevo á los ojos de las naciones en su pasada majestad y esplendor.
En nombre de la independencia y de la libertad, convido á todos los que
abriguen en su pecho sentimientos nobles y generosos, para que coad3ruven
á la bella empresa de restaurar á Colombia. Venid pues, colombianos,
al templo de la concordia, venid conmigo á damos un abrazo fraternal
Solo así evitaremos que el país sea patrimonio de la anarquía más espan-
tosa y devoradora que jamás vieron los siglos.
Bogotá, 9 de Enero de 1881.-21. Rafael übdajtbta.
Por último el Secretario de Relaciones Exteriores comunicó la
muerte del grande hombre á los Ministros de todas las Nación^.
La siguiente nota fué la que se pasó al Señor Souza Díaz, Enviado
del Brazil, la cual fué idéntica á la que se remitió á loe
demás agentes públicos.
BCINISTERIO DB B8TAD0 ES "BL DESPACHO DE BELACIONE8 EXTERI0BE8. ,
Bogotá, 10 de Enero de 1881.
El infrascrito Ministro Secretario de Estado en el despacho de Rclado-
VIDA DE BOLÍVAR. 575
nee Exteriores, penetrado del más acerbo dolor y sentimieDto, se diríje
hoy al Seflor Comendador do Soaza Díaz, Enviado Extraordinario y Mi-
nistro Plenipotenciario de 8. M. el Emperador del Brazü anunciándole la
infausta nueva del fallecimiento del Libertador de Colombia. General
Simón Bolívar, á quien la muerte ha arrebatado en medio de su brillante
carrera, el dia 17 de Diciembre del afio anterior. La república ha perdido
su mejor apoyo, los colombianos un padre á quien debieron hu ser y exis-
tencia política, y el gobierno del Seflor Ministro un amigo fiel. Colom-
bia á quien el Libertador elevó al más alto grado de poder y de gloria,
llora su x)érdida como una calamidad pública, y espera que la posteridad
le tributará siempre el justo homenage de gratitud, respeto y admiración
por los grandes bienes que hizo al nuevo mundo y á la humanidad entera.
En medio de la horfandad 6. que la República ha quedado reducida, el
gobierno del infrascrito, entre tanto que se reúne la representación nacio-
nal que delibere lo conveniente sobre la suerte del país, se promete que
desplegando todos los recursos con que cuenta, podrá salvar el orden y
mantener sin interrupción las estrechas relaciones de amistad que feliz-
mente existen entre Colombia y el imperio del Brazil. Y así ha preve-
nido al infrascrito comunicarlo al Seflor Ministro á quien se dirije.
El infrascrito suplica al Seflor Enviado de S. M. el Emperador del Bra-
zil se digno aceptar la seguridad, etc.
YlCBírrB BORRERO.
En Bogotá se hicieron honores fúnebres á la grata memoria
del Creador de Colombia, deseando el gobierno acreditar, por
^'cuantos medios estuvieran á su alcance, el alto aprecio que me-
recían á la Nación los muy eminentes servicios de su ilustre
fundador. Fijóse el 10 de Febrero para el acto y se ordenó que
se hiciese con toda la magnificencia que demandaba la distin-
g^iida persona á quien era dedicado, — También se le hicieron
honras pomposas en Buenos Aires, en Chile, en el Perú en Bo-
lívia.* Solo en Venezuela no las tuvo por entonces. Mas tem-
pladas un tanto las pasiones, las tuvo doce años después.
* He aquí él decreto del Mariscal Santa Gmz relativamente á las exequias
de Bolívar :
GONSIDERAinX) :
Que con la muerte del láhertador SmoN Bolívar, ha perdido Bolívia su
padre, fundador y mejor amigo ; que eUa dehe ser llorada por toda la América
del Sur ; y que es justo dar xm testimonio púhlico y solemne del acerbo
dolor que tan infausto suceso ha causado á los bolivianos ; he venido en
dedretar y
Dbcrsto:
Art. 1" El 81 del presente mes, se celebrarán loe funerales del Libertador
Sncoir BoiávAR en todas las Iglesias catedrales, colej latas, matrices y par-
676 VIDA DE BOliVAB.
El testamento del Libertador fué muy sencillo.
" Primeramente, dice, encomiendo mi alma á Dios nuestro Señor
" que de la nada la crió, y el cuerpo k la tierra de que fué for-
" mado, dejando á disposición de mis albaceas el funeral y entierro
'* y el pago de las mandas que sean necesarias para obra pias, y
^* estén prevenidas por el gobierno.
'^ Declaro : fui casado legalmente con la Señora Teresa Toro,
^ difunta, en cuyo matrimonio no tuvimos hijos algunos.
" Declaro : que cuando contrajimos matrimonio, mi referida
'* esposa no introdujo á él ningún dote, ni otros bienes, y yo in-
^ trodiye todo cuanto heredé de mis padres.
'^ Declaro : que no poseo otros bienes más que las tierras
'' y minas de Aroa, situadas en la provincia de Garabobo, y unas
*^ alhajas que constan en el inventario que debe hallarse entre
^' mis papeles, las cuales existen eñ poder del SeBor Juan de
* Francisco Martin, vecino de Cartagena.
" Declaro : que solamente soy deudor de cantidad de pesos
" á los Señores Juan de Francisco Martin y Powles y compañía ;
-' y prevengo á mis albaceas que estén y pasen por las cuentas
^ que dichos Señores presenten y las satisfagan de mis bienes.
roqnialefi de la república con la mayor suntuosidad j aparato, 7 con asSs-
tenda de todas las autoridades civiles, eclesiáticas y militares ; debiendo
terminar la fundón reügiosa con una oradon fúnebre pronunciada por él
edesiástico de mayor dignidad.
2*^ En el dia designado 7 durante él acto de iglesia, la guardia nadonal 7
los cuerpos del ejército se formarán de gran parada en la plaza con las ban-
deras 7 tambores enlutados, harán las descargas prevenidafi por la Orde-
nanza en las exequias de los capitanes generales.
8** En la fortalent de Oruro 7 plazas en que haya artillería, se daián,
desde el amanecer del dia, cuarenta 7 ocho cafionazos, uno en cada cuarto
de hora.
4"* Todo empleado público llevazá luto por él término de dos meses; los
oficiales de la guardia, los del ejérdto 7 demás fundonarioe, que usen uni-
forme detallado por su peculiar reglamento, lo denotarán, cuando se haUen
vestidoB con traje de etiqueta, por una rosa en el brazo derecho ; loa duda-
danos particulares usarán el común negro por ocho dias.
5"* Conforme al decreto de la asamblea general de 11 de Agosto de 1826
se dedara para lo sucesiyo fiesta dvica el 28 de Octubre, anirersario dd dia
natal del fundador de la repúb Jca, 7 autor de su gloria.
Eü ministerio del Estado en el despacho del Interior queda encargado de
la egecudon de este decreto, 7 lo hará imprimir, publicar 7 circular.
Dado en el palado de gobierno en la Paz i 10 de Ma7o de 1831, 21 de la
independencia. ájxdsleb SAirrA Cbüz.
VIDA DB BOLÍVAB. 677
''Es mi voluntad que la medalla que me presentó el Con-
** greso de Bolíria á nombre de aquel pueblo, se le devuelva
'' como se lo ofrecí, en prueba del verdadero afecto que aun en
^ mis últimos momentos conservo á aquella república.
'^ Es mi voluntad, que las dos obras que me regaló mi amigo
'' el Sefior General Wilson, j que pertenecieron antes á la biblio-
*' teca de Napoleón, tituladas '' El Contrato Social de Rousseau,"
'' 7 " El arte militar de Monte-Cuculi, se entreguen á la Univer-
*^ sidad de Caracas.
'^ Es mi voluntad que de mis bienes se den á mi fiel mayor-
" domo, José Palacio» ocho mil pesos en remuneración á sus cons-
" tantes servicios.
" Ordeno que los papeles que se hallan en poder del Señor
** Pavajeau, se quemen.* ^
''Es mi voluntad que después de mi fallecimiento mis res-
^ tos sean depositados en la ciudad de Caracas, mi país natal.
"Mando á mis albaceas, que la espada que me regaló el
" Gran Mariscal de Ayacucho, se devuelva á su viuda para que
" la conserve como una prueba del amor que siempre he profe-
" sado al expresado Gran Mariscal.
"Mando: que mis albaceas den las gracias al Sefior Ge-
" neral Roberto Wilson, por el buen comportamiento de su hijo,
" el Coronel Bedford Wilson que tan fielmente me ha acompa-
" fiado hasta los últimos momentos de mi vida.
" Para cumplir j pagar este mi testamento y lo en él con-
" tenido, nombro por mis albaceas testamentarios fidei comisa-
** rios tenedores de bienes á los Señores General Pedro Bricefio
" Méndez, Juan de Francisco Martin, Dr. José Vargas y General
" Laurencio Silva, para que de mancomún, et inwMdum entren en
" ellos, los beneficien y vendan en almoneda ó fuera de ella
'' aunque sea pasado el año fatal de albaceazgo, pues yo les pro-
" rogo el demás tiempo que necesiten, con libre, franca y gene-
'* ral administración.
" Y cumplido y pagado este mi testamento y lo en él con-
" tenido, instituyo y nombro por mis únicos y universales he-
* Este faé nn rasgo de generoeidad ; poique en lofl tres baúles de oorres-
pondenda que el Libertador tenia, se hallaban cartas que bubiéTan compro,
metido mucbo la reputación de' sus autores.
37
578 YIBA DE BOIÍYáB.
" rederos en el remanente de mis bienes, deudas, deiechos y
" acciones, y futuras sucesiones en que haya sucedido y suceder
" pudiere, á mis hermanas Maria Antonia y Juana BolÍTar, y
"á los hijos de mi finado hermano Juan Vicente BolÍYar, á
'^ saber : Juana, Felicia y Femando Bolívar, con prevención de
" de que mis bienes deberán dividirse en tres partes, las dos
" para mis dichas dos hermanas, y la otra parte para los referi-
'' dos hijos de mi indicado hermano Juan Vicente, para que los
" hayan y disfruten con la bendición de Dios.
" Y revoco, anulo y doy por de ningún valor ni efecto, otros
" testamentos, codicilos, poderes y memorias que antes de este
" haya otorgado por escrito, de palabra ó en otra forma, para
" que no prueben ni hagan fé enjuicio ni fuera de él, salvo el pre-
'' senté que ahora otorgo como mi última y deliberada voluntad,
'* ó en aquella via y forma que más haya lugar en derecho. En
" cuyo testimonio asi lo otorgo en esta hacienda San Pedro Ale-
'' jandrino de la comprehensioii de la ciudad de Santa Marta, á
*" diez de Diciembre de 1830.''
Para dar fin á mi obra, me permito extractar aquí la necrdo-
gia que publicó en 1830 un insigne hijo de Cartagena, el malo-
grado colombiano Juan García del Rio ; producción bellísima,
que no es muy conocida y que merece por todos respectos con-
servarse y admirarse. — " Las acciones de los hombres, dice, que
han influido en el destino de los imperios, pertenecen al dominio
de la historia ; y si la adulación y la calumnia, robándola su
buril, se apresuran, en lo general, á retratar á medida de su con-
veniencia al héroe del dia, la verdad, por el contrario, aguarda
para pronunciar sus oráculos, que este haya terminado su carrera
física ó política.
" El General Bolívar ha arrancado al rey de España las más
preciosas joyas de su corona ; las puertas de la eternidad se
abrieron ya para él ; y aquí era donde la imparcialidad le agua]>
daba para fallar sobre sus méritos.
" Bolívar es un fenómeno en los anales de la humanidad. Su
nombre resplandecerá en los fastos de la civilización, cual res-
plandece el primer astro en la extensión del firmamento. Bri-
llará en ellos al lado de los genios que el cielo envia de siglo en
YIBA DB BOIÍYAB. 579
6ÍgIo á la tierra para mejorar la condición de las naciones. Ma-
durado precozmente su entendimiento por el amor al estadio, y
por los viages que emprendió en su juventud ; poseyendo senti-
mientos los más nobles ; dotado de una imaginación de fuego,
que frecuentemente le trasportaba más allá de la esfera de los
sucesos comunes ; al primer anuncio de las victorias de las
huestes de Napoleón en Espafta, se lanzó con ardor en la car*
rera de la emancipación de Venezuela. Desde aquel instante
memorable, se consagró todo á quebrantar los grillos con que
estaba aherrojada la América : digno émulo de Pelópidas, resol-
vió sacrificar por la libertad de la patria, reposo, regalo, fortuna,
y hasta su vida misma. Desde aquel instante, toda ella fué una
serie no interrumpida de sentimientos heroicos, de combinacio-
nes sublimes, de acciones portentosas.
Librada á la suerte de los combates la decisión de la gran
cuestión que agitaba el continente americano, y habiendo acu-
dido la naturaleza en socorro de la tiranía para que fuese sojuz-
gada la tierra de Venezuela, hubo de buscar Bolívar un asilo
en las murallas de Cartagena, contra la saña española. En
las márgenes del Magdalena, en esas mismas márgenes donde
más tarde debia terminar su carrera, comenzó en 1812 la de su
gloria. De allí se lanzó después, cual nuevo Trasíbulo, á liber-
tar á su país natal ; y desenvolviéndose, desde luego, toda la
energía de su carácter, acreditó con sus triunfos y sus proezas
en Cuenta, los Taguanes y Araure, que era el hombre señalado
por el dedo del Altísimo para rejenerar una parte muy considera^
ble del mundo de Colon.
^ No tardó, sin embargo, la fortuna mudable en probar su cons-
tancia y heroicidad. Luchando no solo con la superioridad nu-
mérica de sus adversarios, sino también con la insubordinación,
la apatía y el descontento de los mismos pueblos que pretendía
emancipar, sucumbió en las infaustas jomadas de Cura, Úrica y
la Puerta : y casi toda Venezuela volvió á ser el teatro de la
venganza y del furor ibero.
" Refugiado otra vez en la Nueva Granada, sus servicios fue-
ron útiles al Congreso general de ella. Ya en víspera del ase-
dio de Cartagena por Morillo, viendo que no le era permitido
ser útil al país en las circunstancias que mediaban, emigró á la
isla de Jamaica ; resuelto á esperar una conyuntura favorable
580 TIDA DB BOLÍVAR.
para comenzar de naevo la gaerra que en sa corazón habia ju-
rado hacer eternamente á los enemigos de la América. La Pro-
videncia que velaba sobre sas días, le salvó milagrosamente en
Kingston de un puñal asesino, que hablan dírijldo contra sa
pecho los secuaces de la España.
" Rendida á continuación la heroica Cartagena, por los estra-
gos del hambre ; empapada en sangre Venezuela ; anegada la
Nueva Granada en un diluvio de terror y de iniquidad ; rodea-
dos ambos países de cadáveres y de ruinas, determinó BolÍTar
preparar el renacimiento de la patria. Zarpa de los Cayos con
trescientos compañeros, que podian ser rivales de los compañeros
de Leónidas ; y da principio en Margarita al acto ñnal de la re-
volución de Venezuela. Desde los llanos de Casanare hasta las
bocas del Orinoco, desde las montaflas de Caracas hasta las ri-
beras del Apure, se traban cien combates : apréndese en las der-
rotas el arte de vencer ; y si en la Hogaza, la Puerta y Cumaná
la independencia no recojo mas que cipreses, en Guayana, Cala-
bozo, en el Sombrero y San Femando, se corona de abundantes
laureles. — Los soldados de la patria, desnudos, faltos de armas,
escasos de alimento, hacian milagros de consagración y de he-
roismo, acaudillados por Bolivar.
** No bastaba, empero, que Venezuela comenzase á respirar el
aura de la libertad. Las provincias de la Nueva Granada hacia
tres años que gemian bajo un cetro de bronce ; clamaban al cielo
por venganza ; y escuchándolas al fin el Padre de los humanos,
mandó á Bolívar que las redimiese.
" No luchó Alejandro con más dificultades, peligros y privacio-
nes para conquistar la India, que el caudillo venezolano pa^ sa-
tisfacer á la Nueva Granada su antigua deuda de gratitud, ar-
rancándola de la coyunda hispana. Atraviesa rios caudalosos,
llanuras inundadas, páramos helados : salva los llanos y los
^ndes ; y después de haber vencido á la naturaleza, triunfó com-
pletamente del enemigo, aguerrido y muy superior en número,
en Gámeza, Vargas, Bonza y finalmente en la inmortal jomada
de Boyacá. Levantáronse en consecuencia, en casi todo el ter-
ritorio Granadino, altares á la libertad.
'' Pero el resultado más benéfico de tan brillante campaña, fué
la unión en un cuerpo de nación de dos pueblos, que estaban in-
vitados á ello por sus más caros intereses. Tiempo hacia que el
VIDA DE BOLÍVAR. 581
General Bolívar meditaba esta grandiosa obra, persuadido do
que solo por la completa fn$ion de las dos partes podría adquirir
el país importancia política y llegar á figurar en la escala de las
potencias civilizadas. El Congreso de Angostura compuesto de
los representantes de las provincias unidas de Nueva Granada y
Venezuela, dictó la ley fundamental ; y el 17 de Diciembre de
1819 nació la Bepáblica de Colombia, en medio de las contiguas
selvas y de las vastas soledades del Orinoco.
*' Humillado el orgullo español hasta pactar con los que por
espacio de tantos años habian tratado de foragidos y rebeldes,
se firmó un tratado santo para la regularízacion de la guerra ;
y en Santa Ana se dieron Bolívar y Morillo una mano amiga en
nombre de la humanidad.
" La victoria más completa coronó en los llanos de Carabobo
los esfuerzos del Gefe colombiano ; y purgado de enemigos casi
todo el suelo de su patria, pudo marchar Bolivar á romper las
cadenas de los hijos del Ecuador. No fueron bastantes á impe-
dir sus progresos, ni el mortífero clima de Patía, ni las rocas
inaccesibles del Juanambú y del Guáitara, ni la aguerrida
Pasto. Triunfante el Libertador en Bombona, y Sucre en Pi-
chincha, quedó emancipado todo el Sur ; y al cabo de una lucha
de trece años, en que habian corrido torrentes de sangre, y acu-
muládose montones de osamentas, desde el rio de Culebras hasta
las bocas del Orinoco, y desde Turabez hasta el Golfo Dulce, se
presentó Colombia al mundo, unida, llena de héroes, y colmada
de gloría.
" Mas, como si todavía faltase algo á sus timbres é ilustración,
los infortunios de un pueblo hermano obligan á-Bolívar á que vuele
á segar nuevos laureles en los Andes del Perú. Bajo sus ban-
deras, reúne soldados del Rio de la Plata, del Rimac, del Ori-
noco, del Magdalena : lucha con el desaliento y el desorden,
como con la confusión y la apatía : pugna con las facciones y la
guerra civil, no menos que con la defección y con el español,
envalentonado y enrobustecido por las ventajas que obtuviera
en lea, Moquegua y el Callao. Desplegando más fuerza de alma
cuanto más tremenda es la borrasca, se retira á Pativilca, y se
encarga allí del papel de Fabio, hasta que llega el momento de
hacer el de Aníbal. Escala entonces los Andes ; afirman
Bolívar y Sucre en Junin y Ayacucho la emancipación de todo
582 YIDA DE BOLÍVAR.
3I continente americano ; los leones 7 las 'torres de Castilla ce*
den el lugar á los colores de la independencia 7 de la libertad ;
quedando humillados ante el valor 7 la pericia del Padre da
Colombia, los estandartes que tremoló Pizarro coando esclavi-
zara la patria de los íncas.
" Hasta aquí hemos visto al Hércules colombiano aterrandc
al león de Iberia. Examinemos ahora sus esfuerzos como majis-
trado por echar sólidos cimientos al orden público, 7 sofocar la
hidra de la anarquía.
" Desde el principio de su carrera se pronunció Bolívar por la
causa do la libertad racional, 7 desestimó todas las bellas teorías
que otros miraban como el último límite de los conocimientos
gubernativos. Cual Solón, deseaba que se adoptasen, no las
mejores le7es posibles, sino las más adecuadas al estado de la
sociedad que habia de recibirlas. Para él, la libertad era la
sola gloria del orden social. Pero el Libertador entendía por
libertad, no aquel deseo desenfrenado del poder que impele al
demagogo, ó al ambicioso á trastornar lo existente 7 sobrepo-
nerse á todo, aunque sea á costa de la ruina del edificio político ;
no aquel furor democrático, que aspira a nivelarlo 7 á innovarlo
todo : no aquella vocería que denigra 7 calumnia infundada, es-
candalosa 7 malignamente á todo magistrado, 7 aun á cualquier
ciudadano que opone un dique al torrente devastador de la li-
cencia popular, 7 á las aspiraciones 7 á los disturbios ; sino
aquella facultad de hacer todo cuanto no perjudique á otro, todo
lo que no esté prohibido por las le7es ; aquella completa s^n-
ridad, que en toda sociedad bien organizada debe disfrutar el
más ínfimo ciudadano en su individuo, en su industria 7 en sn
pensamiento. Desechó por tanto el republicanismo desenfrenado
de nuestros nacientes hombres de Estado, que proclamaban como
el primero de los dogmas políticos la primera de las quimeras en
lo físico 7 moral : — la igualdad de los niveladores. Él chinaba
que, en una asociación constituida conforme á los dictados de la
razón, no debe existir otra igualdad que la del punto de partida,
la cual permite á cada uno colocarse según su mérito 7 utilidad.
Era también de sentir que no debe hablarse jamas á las pasiones
para poner en movimiento una masa inerte, incapaz de juzgar
por sí, insensible, por su falta de virtudes 7 de conocimiento, á
las ventajas de una constitución libre, indiferente á todo cuanto
VIDA DE BOLÍVAB. 583
' concierne á la cosa pública, y que no conoce ni sns derechos, ni
sns deberes. Él creia que debia limitarBe á ciertos actos el de-
recho de que todas las clases participaran indistintamente de la
intervención de los negocios de la comunidad ; pues de lo con-
trario, se suscitarían á cada paso borrascas de la más turbulenta
democracia.
'* Su talento é instrucción le hicieron conocer desde el primer
momento de la regeneración americana, que no permitian la
adopción del sistema federativo en estos países, ni la ilustra-
ción, ni los hábitos, ni los recursos de una población como la
nuestra, derramada en desiertos inmensos, dividida en clases he-
terogéneas difíciles de manejar, separadas en intereses, viciada
por la superstición, degradada por la tiranía, empobrecida por la
opresión, y encenagada en la ignorancia. Bolívar juzgaba que,
habiendo nacido y vivido b^o las leyes de Espafia ; saliendo de
pronto del despotismo más absoluto ; careciendo de toda luz y *
práctica en el modo de conducir los negocios ; no existiendo el
menor espíritu de libertad ; no conociéndose ninguna de las sal-
vaguardias sociales, no poseíamos ninguno de los elementos de
la federación, y no estábamos, por consiguiente en el caso de
tomar por modelo á los Estados unidos de la América, cuyos
legisladores habían acomodado juiciosamente sus instituciones al
estado de cosas existente en la época en que las adoptaron.
Consecuente á estos principios, cuando se ceunió en Febrero
de 1819 el Congreso de Angostura, al dimitir el mando supremo,
sometió á las luces de aquel cuerpo un proyecto de constitución.
El discurso con que lo acompañó, contiene consideraciones pro-
fundas sobre las causas de los males que nos habian aflíjido, re-
flexiones juiciosas sobre la condición de nuestros pueblos, é in-
dicaciones luminosas para la estabilidad del porvenir. Deseando,
como verdadero hombre de Estado, servir al pueblo antes que
adularle, se espuso noblemente á ofender á las ideas dominantes,
á trueque de hacer un bien duradero a su país. Habiendo sido
.testigo de los beneficios que la estabilidad de ciertas funciones
públicas y la permanencia de las instituciones producían en la
tierra clásica de la libertad y del orden, propuso un gobierno
vigoroso, que, como el de la Gran Bretaña, desplegase los so-
corros tutelares de un poder que contuviera en el Estado la fiebre
democrática ; de un gobierno que poseyese la energía necesaria-
584 TIDA DE BOliVAB.
para enfrenar la ambición ; de un gobierno qae estuviese soste-
nido por un Senado hereditario, por una aristocracia constitu-
cional, donde brillasen la riqueza, el talento/la gloria, la nobleza
de carácter ; donde se reuniesen en suma, todas las grandes
ilustraciones cívicas, militares, eclesiásticas é industríales. El
Libertador anhelaba porque se levantase en Colombia un edificio
ala libertad racional y á la estabilidad, inseparable de su gran-
deza 7 prosperidad. Mas, como se adelantaba tanto á sus con-
ciudanos, estos concibieron que muchas de sus ideas eran atentato-
rias á los derechos qae creian haber leido en el gran libro de la
creación ; 7 así las repugnaron. Si por el contrarío, la hubie-
sen acogido, se habría dado un paso gigantezco hacia la mejora
de nuestra sociedad, 7 se hubieran evitado á Colombia los gra-
ves males que la han aquejado 7 que la han conducido á la dolo-
rosa agonía en que ho7 la vemos luchando.
" Sus esfuerzos fueron también ineficaces en gran parte en el
Congreso de Cuenta. Los legisladores deso7eron la voz de
quien tenia ideas tan exactas sobro la naturaleza 7 atribuciones
de la autorídad, no menos que sobre los deberes de los pueblos.
Bolívar, que no vivia en un mundo de ilusiones ; que no creia
en el optimismo poKtico ; 7 que estaba persuadido de que á la
edad de hierro, que aun no habia trascurrido, no podia suceder
inmediatamente el siglo de oro de la perfección social ; Bolívar
quería que las instituciones fuesen adaptadas á nuestro estado
intelectual, 7 á nuestros hábitos antiguos ; que se conservase el
equilibrío debido entre los altos poderes constitucionales, 7 no
se debilitara la acción del gobierno.
" Por no haberse seguido sus consejos, 7 por la complicación
de otros sucesos de que no nos incumbe hablar, no tardaron en
sentirse los efectos de la imprevisión con que se habia procedido.
Kiéntras que el Libertador paseaba en triunfo hasta la cima del
Potosí, los pendones de Colombia ; en tanto que fundaba allá
-una nueva República, 7 á solicitud su7a la daba le7es ; mientras
'que pretendidos sabios 7 hombres de Estado halagaban su ar-
diente imaginación con el gigantezco, pero impracticable pro-
7ecto de la unión de Colombia, Bolívia 7 el Perú ; mientras se
congregaba en Panamá el efímero consejo anfictiónico de los
Estados amerícanos ; el ominoso alzamiento de Valencia, 7 los
¿actos ilegales que se siguieron en el Oriente déla República, pu
YIDÁ DE boiítab. 586
sieron en un instante de manifiesto la debilidad de los cimientos
que nuestros arquitectos políticos hablan dado al gobierno de
Colombia.
" En aquella época de tristísima recordación, se tío el trastorno
más completo de todos los principios. Difundense el maledtar,
la desconfianza y el temor por el ámbito del Estado. Desconó-
cese con escándalo todo freno, toda autoridad. La bancarrota
asoma su horrendo rostro : truena a lo lejos el cañón fratricida :
el ángel exterminador tenia ya su brazo alzado sobre Colombia,
y estaba pronta á sumergirla en el caos de que la sacaran los es-
fuerzos de tantos varones ilustres. No estaba, por cierto, la
Francia a tan lastimosa situación cuando volvió Napoleón de
Egipto.
" Pero Bolívar habia recibido de lo alto la misión de apaci-
guar las discordias. Llega á Guayaquil con un ramo de olivo
en la mano ; y apenas pisa el suelo de la patria, cuando comien-
zan á serenarse las turbaciones. Despejado el horizonte en Cun-
dinamarca á influjo de sus medidas salvadoras, marcha en seguida
á Venezuela, donde por todas partes asoman el encono y las dis-
cordias ; y al rayar el año de 1827, sin que se derramara una
sola gota de sangre, en medio de la religación de todos los vín-
culos sociales, infunde nuevo espíritu de vida á Colombia exhausta
y moribunda. Sométese todo á su autoridad ; la república se
conserva íntegra ; se restablece el orden legal. Pasaron, en fin,
y hasta se olvidaron los dias de dolor.
Á.un antes de convocarse y de reunirse la Gran Convención de
Ocaña para remediar las necesidades de la patria, fué puesta á
más duras pruebas la fuerza de alma del Libertador. Desenca-
denáronse contra él todas las pasiones ; la escadecencia de los
ánimos llegó á su colmo ; las furias se apoderaron de las prensas ;
la indisciplina, la ambición y el liberalismo se corguraron para
acabar con la república y con su fundador. Colombia y Bolívar
se encontraban sobre un volcan, que abría á cada momento nue-
.jros cráteres.
'* Hollada y vilipendiada la constitución que nos rejia, disuelta
aquella asamblea sin haber podido hacer el bien, de todos los
puntos del Estado se creyó deber conferir plenitud de faculta-
des al Libertador para que salvase á Colombia. | Qué digo 1 En
la extraordinaria desorganización que amagó, los pueblos se
586 VIDA DE BOLÍTAB.
arrojaron todos en sus brazos, sin precaución, sin poner limite
alguno ¿ su autoridad. La república quedara en horfandad si
Bolívar no se hiciera cargo de sus negocios : pero quien tantas
veces se habia ofrecido en holocausto en las aras de la patria, no
podia ser indiferente á su suerte. Tomó sobre si la enorme res-
ponsabilidad que las circunstancias 7 la voluntad nacional exi-
lian ; 7 fué así otra vez el ángel custodio de Colombia.
" Atento, sin embargo, á lo que demanda el espíritu del siglo,
soUcito de su propia reputación 7 dictador sin ejemplo, limitó su
propio poder promulgando el decreto orgánico, 7 convocó la
representación nacional para 1830. Mas, en el intervalo de
estos dos actos, se intentó el crimen atroz de asesinar al padre
de la patria ; siendo cómplices de tamaña iniquidad algunos que,
como Bruto á César, debian á Bolívar mil consideraciones 7 aun
gratitud personal. Salvado el Libertador milagrosamente,
jamas se recobró después de la impresión que en él produjo tan
horrendo atentado. Intimamente convencido de que se habia
manejado en toda su conducta pública con el más sublime des-
prendimiento, con el desinterés más noble 7 el más acendrado
patriotismo ; persuadido de que en el ejercicio de la suprema
autoridad habia procedido siempre con la última dulzura 7 de-
mencia, no pudo olvidar nunca que se habia llevado el desafuero
al extremo de atentar á sus dias, 7 que pudo pasar á la posteri-
dad con la nota más horrible á sus ojos, la de tirano. Desde la
malhadada noche del 25 de Setiembre de 1828, todos los resor^
tes de la alma magnánima de Bolívar quedaron rotos : desde
aquella noche perdió gran parte de su entereza 7 de su vigor
mental.
'^ Ahogada la guerra civil que asomó en Popa7an 7 terminada
la del Perú del modo tnás glorioso para Colombia, se reunió el
Congreso constitu7ente, compuesto de diputados de toda ella, en
circunstancias de haber dado Venezuela al mundo el escándalo
de un alzamiento infundado. En esta gran crisis, fué* donde más
se notó la decadencia de ánimo del Libertador. Si él hubiese
poseído su energía primitiva, habría marchado contra los fac-
ciosos : 7 á favor de la tranquilidad deque aun gozaba la Nueva
Granada, 7 sostenido á la sazón por la influencia del Ckmgreso,
apenas cabe duda de que hubiera reducido los alzados á su deber.
En vez de seguir en esta parte los dictados de la razón, 7 los
YIDA DE BOLÍVAR. 687
consejos de la amistad, se sobresaltó con la idea de que pudiera
atribuirse su resolución á las sujestiones de la ambición, ó al
deseo de satisfacer venganzas personales ; y permaneció en inac-
ción. Acosado por las sospechas de los que le suponian miras
de perpetuarse en el mando ; queriendo probar si pudiera desar-
mar á la calumnia ; anhelando que la Nación ensayase otro pi-
loto en la horrible tempestad que rujia sobre Colombia, cuando
ya el Congreso estaba para concluir sus trabajos é iba á procer
'der al nombramiento de los altos funcionarios, el Libertador se
obstinó en hacer dimisión de la suprema autoridad, y empeñó á
sus mejores amigos á que le exonerasen de la primera magistra-
tura. Si Bolívar hubiese sido electo presidente, como induda-
blemente habría sucedido sin su propia resistencia, la revolución
de Venezuela no habría progresado en los términos que hemos
visto : no se habría s^egado indebidamente el Sur : no hubie-
ran tenido lugar los acontecimientos del centro ,* y se habrían
evitado á Colombia el deshonor y las calamidades de que se ha
cubierto. Empero, el Temístocles colombiano creyó que debia
' retirarse de la escena política ; y con efecto, se retiró de ella
para siempre.
" Pasó á Cartagena con la intención de embarcarse para Ingla-
terra, y salir de una tierra donde sus servicios no habian sido
apreciados justamente. Mas, las autoridades y todo cuanto habia
de respetable en la capital del Magdalena, se esforzaron en per-
suadir al Libertador que el bien comunal exijia su permanencia
en el país : cedió con repugnancia á la solicitud de sus amigos^
como si presintiese su destino ; y toda Cartagena y todo el de-
partamento son testigos de la pureza, de lo intachable de su con-
ducta, durante el tiempo de su residencia allí.
" También ha presenciado la Nación su resistencia á reasumir
la autoridad que le confiaron todos los pueblos desde Pasto hasta
Santamarta, y desde Panamá á Buenaventura, á fin de que
enfrenase la demagojía, restableciese la concordia y cimentara
la integridad nacional. Á vista de la religiosidad con que el
Libertador ha cumplido sus promesas, cuando es constante que en
los últimos ocho meses de su vida, ha mostrado como ciudadano
el más profundo respeto á la ley, ¿ será posible que aun no en-
mudezcan, y enmudezcan por siempre, la negra envidia y la vil
salumnia 7
588 YIDA DE BOLÍVAR.
"El hombro ha perseguido siempre en su semejante todo
aquello que podia eclipsarle, y ensalzar á la especie : no han evi-
tado sus tiros la virtud y el talento. Luego que el Libertador
dimitió el mando quedó justificado el famoso dicho de Sila el dia
de su abdicación. No hubo insulto ni calumnia, por atroces, por
infundados que fuesen, que no le prodigasen ciertas personas.
Plumas que en otro tiempo se emplearon en celebrar las glorias
de Colombia y de Bolívar, se ocupaban ahora en fomentar la di-
sociación del Estado, y en aplaudir todos los hechos criminales
de los asesinos de este y de los de aquella. No de otra manera
los mármoles que habia servido para honrar á Trajano, defensor
y conservador del imperio romano, sirvieron después para erijir
arcos triunfales al que, dividiéndolo, habia preparado su deca-
dencia y su ruina.
" Minada la salud de Bolívar por tanta ingratitud é injusticia ;
profundamente herido en su delicadeza por el inicuo ostracismo
que decretó el Congreso de Venezuela, no le fué posible resistir
más tiempo á ultrages tamailos. En vano le prodigaron sus ami-
gos y todos los patriotas honrados del Magdalena cuantos con-
suelos cabian en la esfera de lo posible. Agotadas ya hasta las
últimas heces el cáliz de amargura, espiró el 17 de Diciembre, á
los cuarenta y siete años y medio de su edad, conservando hasta
su instante postrero la serenidad y la pureza de alma de Sócra-
tes ; perdonando noblemente á los que le persiguieron hasta
los umbrales del sepulcro ; recomendando á todos los ciudadanos
la obediencia al gobierno actual de Colombia ; encareciendo la
necesidad de conservar la unión, y sin haber desmentido ni aun
en su hora final una vida tan bella. En el hermoso pasage del
sueño de Scipion, pretende el padre de la elocuencia romana que
^ todos los que hubieren salvado, defendido ó engrandecido su
patria, tienen en el cielo un lugar cierto y prefijado, donde deben
gozar de eterna felicidad." Si Cicerón fuera contemporáneo
nuestro, no vacilaría en afirmar un momento que Bolívar habita
en la mansión de los justos.
" Por una coincidencia singular, él ha fallecido precisamente el
dia en que la república contaba su undécimo aniversario.
¡ Quiera el padre de las Naciones que en la misma tumba que ¿e
ha abierto para el Fundador, no sean sepultados también la glo-
ria, el honor y la existencia de Colombia !
VIDA BE boiítab. 689
Si como guerrero y como magistrado tenia Bolívar tantos de-
rechos al respeto publico, como hombre social no era menos
digno del aprecio, de la consideración y afecto de cuantos le
trataban. Nadie era admitido á sn intimidad, sin ser completa-
mente sojuzgado y seducido por la dignidad de su trato, por la
afabilidad y la finura de sus modales. Su comunicación estaba
llena de encantos. Oada excursión que hacia en el territorio de
la filosofía, de la política, de la moral ó de la literatura, era ma-
teria de instrucción y de recreo. Su facilidad para expresarse
igualaba la elegancia y cultura de su lenguage. Profundamente
versado en la historia, hablaba con singular propiedad de todo
cuanto ha brillado en sus páginas ; imperios, ciudades, monu-
mentos, instituciones, nombres, todo estaba clasificado admira-
blemente en su memoria prodigiosa. Habiendo registrado las
acciones y las ideas de los pueblos que fueron, y visitado la
mayor parte de los pueblos cultos que son, habia recojido gran-
des verdades de orden social, y lecciones sumamente útiles
sobre la vida de las naciones.
" Generoso en demasía, quemó en un solo dia mil títulos de
opresión, dando libertad á todos sus esclavos ; y ha muerto
dejando muy disminuida su herencia paterna* Bondadoso en
extremo, ha perdonado muchos criminales, faltando á lo que de-
mandaban la común tranquilidad y la justicia social. Cortés
con sus inferiores, si alguna vez se mostraba impaciente, y aun
irascible, como sucede á todo hombre de genio trascendente,
luego recobraba su serenidad ; y sintiendo vivamente lo que
pudiera haber hecho sufrir á los que le rodeaban, trataba de
repararlo. Dotado de una gran docilidad, escuchaba atenta-
mente á las personas que merecian su confianza, y seguia con
frecuencia su dictamen, aun sacrificando la opinión propia. Sa-
biendo conciliar la religión con la tolerancia, ni fué fanático, ni
fué impio. Buen pariente, amigo consecuente, dadivoso, el Li-
bertador hacia las delicias de cuantos tenian relación con él.
Dominado por una ambición desmedida de gloria, era muy deli-
cado sobre todo cuanto podia ofuscar la que habia adquirido ;
se irritaba fácilmente en tocando á ella ; y no habia sacrificio
que no estuviese siempre muy dispuesto á hacer para conservarla
inmaculada.
'* Colombia, la América y el orbe civilizado, necesitaban toda-
590 VIDA DE BOliVAIL
vía por largos años de los servicios de aquel que había emanci-
pado medio mundo. Su poderoso auxilio era necesario en el
país que libertó, para enfrenar á un tiempo la ambición, la licen-
cia 7 la demagogia ; y como las sociedades humanas están más
ó menos ligadas en sus destinos por la comunicación que han in-
troducido entre ellas la civilización y el comercio, sus esfuerzos
para promover la causa de la libertad racional en la República
de Colombia, no habrían sido probablemente inútiles á la causa
de la humanidad.
'^ Mas, cuando el buen sentido de sus compatriotas y la impe-
riosa voz del interés nacional le habian designado como el sal-
vador de la patria ; cuando haciendo justicia á sus virtudes cívi-
cas, le volvian á llamar al timón de los n^ocios, la Providencia
tuvo á bien llevarle á otro mundo mejor, sea que quisiese ahor-
rarle nuevos sinsabores, ó que juzgase que era demasiado gloria
para un solo mortal el haber libertado y fundado tres Estados,
y el consolidar la existencia de Colombia y sus libertades
públicas.
Al fallecimiento de Bolívar, so halla el universo en un
estado de agitación, cuyo término no es fácil preveer : como si
el orbe moral y político debiera trastornarse con el vacío que en
él dejara el Libertador, vemos que su muerte ha sido precedida
ó acompañada de acontecimientos extraordinarios ; bambolean
los tronos, cámbianse las dinastías, sucédense las instituciones,
todo sale de quicio. En cuanto á Colombia, toda ella debiera
vestir traje funerario, pues jamas iluminó en su horizonte el sol
escena más sombría. Nada ha debilitado tanto las esperanzas
de los amantes de su bien, como el saber que está extinguido
aquel brillante meteoro, que en su rápido tránsito sobre la tierra
ha dejado vestigios tan luminosos.
^ La posteridad ha comenzado ya para Bolívar ; y su memoria
debe ser cara como el interés, sagrada como el honor. Los pa-
triotas honrados de todos los partidos debieran acudir á la
tumba del Libertador de Colombia ; y aobre la losa fria que
cubre sus cenizas venerandas, deponer las animosidades y los
odios contemporáneos. ( Cuan honroso seria que en esta solemne
circunstancia, nos penetrásemos todos de un solo sentimiento I....
Que tomásemos á Colombia por guia en la tempestad que ruje
sobre nuestras cabezas! Que fuese Colombia el fanal que
VIDA DE BOliVAB. 691
alumbrara á todos los ciudadanos sobre sus deberes j los enca-
minase al puerto de la unión I
" ¡ Y tu Bolívar, ángel de esta tierra que por tus esfuerzos
libertaste I desde la mansión donde reposas, cubre á la patria
con tus alas ! i Infunde tu espíritu á sus hijos! ] Feliz yo si al
dulce rocío de las alabanzas que tus bellas acciones han arran-
cado á la verdad y á la justicia, viera crecer las virtudes de la
noble Colombia, cual crecen las plantas al rocío benéñco del
cielo 1"
/'
Fin d^ la Yida de Boiívab»
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