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Full text of "Correspondencia general del libertador Simon Bolívar; enriquecida con la insercion de los manifestos, mensages, exposiciones, proclamas, & . &"

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HARVARD  COLLEGE  LIBRARY 

SOUTH  AMERICAN  COLLECTION 


THE  GIFT  OF  ARCHIBALD  CAHV  COOLIDGE,  '87 
AND  CLARENCE  LEONARD  HAY,  '08 


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CORRESPONDENCIA   GENERAL 


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LIBERTADOR 


SIMÓN  BOLIVAE 


ENRIQUECIDA  CON  LA  INSERCIÓN  DE  LOS  MANI- 
FIESTOS, MENSAGES,  EXPOSICIONES, 
PROCLAMAS,  á.  A. 


PUBLICADOS  POK  El  HÉROE  C0LOI6IAN0  DESDE  1810  HASTA  1830 


(PBSCKDB  A  KBTA  OOLIOOION  UfTERSBANTB   LA  TIDA  DE  BOLÍTAE.) 


TOMO    SEGUNDO. 


NEW  YORK: 
EN  LA  IMPRENTA  DE  EDUARDO  O.  JENKINS, 

20  NORTH  WILLIAM  STREET. 
1875. 


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Hur-vírrí  rn'»eee  Llbrary 

ArchfUa'cl  Cfirv  C^Ollüg* 

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^•'•♦«c^  I  eon^-^  Hay 

Apni  7,  I9Ú9. 


Bntered,  toooidlng  to  Act  of  Congrees,  in  fhe  year  1971,  by 

BDWABD   O.  JENKINS, 
In  fhe  Office  of  tfae  librarían  of  CknQgreBS  at  Washington. 


LA   VIDA   DE 


bolívar. 


LIBiaTAOOB  DE  COLOMBIA  T  DIL  PIRÚ,  PADBl  T  FÜITDÁDOB 

DB  BOLITIA. 


SSORTTA  OÜIBAOOSAMENTE,  OON  PRESENCIA  DE  DOOUMEirrOS  AVTtSTl* 
OOB  T  MUOHOB  INÉDITOS,  DB  GRANDE  INTERÉS, 


roB 


FELIPE    LABRAzIbAL, 


CüASDO  todo  lo  débil  y  todo  lo  peqnefio  de  nuestra  edad:  las 
pasiones,  los  intereses  y  las  yanidades  hayan  desaparecido,  y  solo  queden 
los  grandes  hecbos  y  los  grandes  hombres,  entonces  el  nombre  de 
BoLÍYAB  se  pronunciará  con  orgullo  en  Venezuela  y  en  el  mundo  con 
ireneraoion* 

(FiAlAbraa  del  8r.  Zba  en  el  diBoniso  de  instalación  del  Begondo 

Congreso  de  Venemola,  en  Goayana,  el  15  de  Febrero  de  1819.) 


lííDICE 


DE  LAS  MATERIAS  OONTENmAS  EN  ESTE  SEGUNDO 

VOLUMEN. 


PágtiUL 

Capítulo  zzzi — 1820^— Prepara  Fernando  Vil  en  Oádix  una  expedición 
contra  la  América  del  Sur — ^Re^olucion  de  Riego — Ideas  del  Libertador 
sobre  este  fausto  suceso— Viaje  de  Bolívar  á  Bogotá — El  Congreso  de 
Angostura  termina  sus  sesiones — Proclama  de  Bolívar  en  Bogotá — 
Certamen  literario  sostenido  en  honra  de  Bolívar — Este  va  á  tomar  el 
mando  del  ejército  del  Norte— Desembarco  de  Montilla  en  Rio  del 
Hacha — Sublevación  de  los  irlandeses — Actitud  militar  de  Morillo^ 
Esperanzas  del  Libertador — El  19  de  Abril  en  San  Criatóbal — ^Morillo 
jura  la  Constitución  en  Caracas — Comisionados  que  envia  á  Angostura 
y  Cúouta — Carta  del  Libertador  al  General  Soublette — Respuesta  á 
las  proposiciones  de  Morillo^Enérgica  contestación  del  Libertador  al 
Gobernador  de  Cartagena. U 

Capítulo  xxzn — 1820 — Explica  el  Libertador  un  pasage  de  su  discurso  en 
Angostura  censurado  por  D.  Guillermo  AVhite — Esfuerzo  de  Zea  para 
restaurar  el  descaecido  crédito  de  Colombia — ^Su  proyecto  presentado 
al  duque  de  Frías — ^Proposición  de  Clay  en  la  Cámara  de  representan- 
tes de  los  Estados  Unidos  de  la  Union  Americana — Armamento  com- 
prado por  el  General  Sucre  en  las  Antillas — Comunicación  del  Liber- 
tador al  General  Morillo  sobre  "  Armisticio*' — ^Tratados  de  armisticio 
y  de  regularizacion  de  la  guerra — ^Festejo  militar  en  Santa  Ana — De- 
fensa del  armisticio — Moiíllo  entrega  el  mando  á  Latorre  y  se  embarca 
para  Cádiz — Su  proclama  de  despedida — El  Libertador  ya  á  Barínas 
y  regresa  á  San  Cristóbal  con  ánimo  de  marchar  al  Sur 4] 

Capítulo  xxxiu — 1821 — El  Libertador  encarga  á  Sucre  del  mando  del 
ejército  del  Sur — Recibe  oficio  de  Latorre  y  de  los  comisionados 
que  llegaron  de  España — Contestación  de  estos  oficios — Comisión 
de  Revenga  y  Echeverría — Carta  de  Bolívar  á  Fernando  YII — 
Revolución  de  Maracáibo — Reclamos  de  Latorre — ^Respuesta  del  Li- 
bertador—Cesación del  armisticio  —  Motivo  para  ello— Muerte  de 
Roscio  y  Azuela — Naríño  Vicepresidente  de  Colombia — ^Listaladon 
del  Congreso  de  Cúcuta — ^Renuncia  el  libertador  la  presidencia— El 


6  índice. 

Congreso  no  admite  la  renuncia — El  libertador  abre  la  campaña — 
Proclama  á  los  españoles,  á  los  pueblos  de  Colombia  j  al  Ejército 
Libertador 66 

Capítulo  zzxiy — 1821 — La  creciente  extraordinaria  de  un  rio  detiene  al 
Libe.*tador  en  Yuca — Donación  qae  hace  desde  Guanare  de  sus  sueldos 
en  beneficio  público— Establece  su  cuartel  general  en  San  Cárlos^- 
Manda  en  persona  la  batalla  de  Carabobo — ^Decreto  del  Congpreso  con 
motiyo  del  triunfo  obtenido  en  aquella  gran  jomada — El  Libertador 
sigue  para  Caracas — Hace  capitular  á  Pereira — Vuelve  á  Valencia — 
Reorganiza  el  ejército — ^Estrecha  el  sitio  de  Puerto  Cabello  y  Tiene 
otra  vez  á  Caracas — Arreglo  provisional — Carta  á  Gual — Emprende 
el  Libertador  la.campaña  del  Sur — ^Va  á  Maracáibo — ^Notable  reapuesta 
á  Gual  que  le  llamara  4  Cúcuta — Gratitud  del  Libertador  á  la  amistad 
de  D.  FVancisco  Iturbe 81 

Capítulo  zzxv — 1821 — Elecciones  de  Presidente  y  Vicepresidente  de 
Colombia — Juramento  de  Bolívar  para  encargarse  de  la  suprema  ma- 
gistratura— ^Discurso  del  Libertador  y  del  Presidente  del  Congreso — 
El  Libertador  firma  la  constitución  y  la  presenta  á  los  pueblos — Juicio 
crítico  de  un  concepto  de  Baralt  en  su  Historia  de  Venezuela — Res- 
puesta á  las  ofensas  de  las  gacetas  españolas 97 

Capítulo  xxxn — ^De  1821  á  1822 — El  Libertador  desiste  de  la  expedición 
á  Portobello  y  emprende  la  guerra  del  Sur — ^Ministros  que  envió  á 
Méjico  y  á  las  repúblicas  del  Sur — Carta  del  Emperador  Iturbidfr— 
Expulsión  de  nuestros  enviados  de  la  Corte  de  España — ^Rendicion  de 
Cartagena — aldeas  del  Libertador  sobre  el  itsmo  de  Panamá — Últimos 
actos  de  Bolívar  en  Bogotá — Su  proclama  de  Cali — Nuevo  Capitán 
General  español  en  Quito— Campaña  de  Pasto — Acción  de  Bombona — 
Capitulación  de  D.  Basilio  Garcia — ^Proclama  del  Libertador  ¿  loe 
colombianos 108 

Capítulo  xxxvu — 1822 — ^Propone  el  Presidente  Monroe  y  acuerda  el  Con- 
greso americano  el  reconocimiento  de  la  independencia  de  Colombia — 
Reclamo  del  Ministro  español — Bella  nota  del  Señor  Zea  á  los  gabinetes 
de  Europa — El  Libertador  organizó  la  provincia  de  los  Pastos — Su 
carta  al  Obispo  de  Popayan — Marcha  para  Quito— Su  entrada  en  esta 
capital — Carta  á  la  Municipalidad — Organiza  el  Libertador  el  Depar- 
tamento del  Ecuador 188 

Capítulo  xxxvm — 1822 — Sucinta  relación  de  los  hechos  posteriores  á  la 
independencia  de  Guayaquil  precedentes  á  la  incorporación  de  esta 
provincia  á  Colombia — Entrada  del  Libertador  en  Guayaquil — Su  pro- 
clama á  los  guayaquileños — ^Toma  el  mando  político  y  militar  de  la 
provincia 148 

Capítulo  xzzix — 1822 — San  Martin  en  Guayaquil — Entrevista  con  el  Li- 
bertador— Sucesos  consiguientes — Juicio  sobre  el  Protector  del  Perú — 
Paralelo  entre  Bolívar  y  San  Martin 151 


índice.  7 

CikPÍTOLO  XL — ^Fin  de  1822 — Carta  del  Libertador  al  Marques  del  Toro — 
Desprendimiento  de  Bolívar — Su  juicio  sobre  el  imperio  de  Iturbide — 
Gnayaqnil  se  adhiere  á  Colombia — Insurrección  de  Pasto^Sucre  der^ 
rota  á  los  Pastusos  y  ocupa  la  capital — Enérgica  expresión  del  Liber- 
tador en  favor  del  sostenimiento  de  la  ley  íundameaíal  de  Colombia....   167 

Capítulo  xu — 1828~Medida8  tomadas  por  el  Libertador  en  Pasto— Mar- 
cha á  Quito  y  Gnayaqnil — El  gobierno  del  Perú  devuelre  la  expedición 
auxiliar — ^Bolívar  hace  grandes  arrestos  militares — Breve  relación  de 
las  ocurrencias  del  Perú  desde  1809  hasta  este  año 177 

Capítulo  xlh — 1823 — El  Libertador  envía  nuevos  auxilios  al  Perú — Comi- 
ñon  del  gobierno  peruano  cerca  del  Libwtador — Su  respuesta — ^Prepara 
una  segada  expedición — ^Dificultades  que  tuvo  que  superar — Nueva 
comisión  del  gobierno  del  Perú  instando  al  Libertador  que  fuera  á 
mandar  el  ejército — ^El  Congreso  peruano  dá  gracias  á  Bolívar  y  le 
pide  que  pase  al  Perú — El  Libertador  nombra  al  General  Sucre  Minis- 
tro plenipotenciario  cerca  del  gobierno  de  Lima — Ideas  del  Libertador 
sobre  las  operaciones  de  la  guerra  en  el  Perú — Sucesos  de  Pasto — Bolí- 
var triunfa  en  Ibarra  de  los  facciosos — ^Vuelve  á  Guayaquil  y  recibe 
otra  nueva  comisión  del  Congreso  del  Perú — Su  respuesta  al  Señor 
Olmedo — ^Llega  el  permiso  del  Congreso  de  Colombia  y  el  Libertador 
parte  para  el  Callao. 191 

Capítulo  xun — 1828 — Situación  del  Perú  cuando  el  Libertador  llegó  al 
OaUao — Decretos  del  Congreso— Discursos  del  Libertador — Sus  prime- 
ras occupaciones  en  Lima— Marcha  contra  Riva- Agüero— Prisión  de 
este  y  pacificación  de  Trujillo— Organización  del  ejército  peruano — 
Dificultades — ^Escuadrilla  española  en  las  aguas  del  Pacífico— -El  Liber- 
tador pide  auxilios  á  Colombia — ^Angustiosa  situación  de  aquel  al  con- 
cluir el  año  de  1828 207 

Capítulo  xuv — 1824 — El  Libertador  en  Pativilca — Su  respuesta  al  Señor 
Mosquera — Palabras  imprudentes  de  los  diputados  de  Quito  en  el  Con- 
greso— ^Renuncia  el  Libertador  la  Presidencia  de  Colombia — No  espera 
más  que  ingratitadee  por  recompensa  de  sus  servicios — ^Perfidia  de 
Torretagle  y  de  Berindoaga — ^Insurrección  de  las  tropas  argentinas  en 
el  Callao— El  Congreso  se  disuelve  invistiendo  al  Libertador  de  la 
dictadura^— Defecciones — ^Peligro  inminente  del  Perú — ^El  Libertador 
ae  dispone  á  salvarlo— Su  carta  al  General  Sucre. 285 

Oapítulo  xlv — 1824 — Reflexiones  sobre  la  deslealtad  de  Torretagle— Ins- 
tancia del  Libertador  al  gobierno  de  Colombia — Crea  Bolívar  los 
medios  para  la  libertad  del  Perú — ^Marcha  el  ejército  á  Huamanga — 
Proclama  de  Pazco— Acción  de  Junin — Sus  resultados— Brindis  del 
libertador  en  uu  convite  militar — ^Parte  para  la  costa — ^Recibe  la  ley 
da  Colombia  que  le  priva  de  las  facultades  extraordinarias  y  del  mando 
del  ejérdto  colombiano— Anécdota  de  los  espías  de  Ganterac 289 


8  índice. 

Capítulo  xlvi— Fin  de  1824— Comunicaciones  del  Libertadora  Santander 
y  al  marques  del  Toro— Va  á  Lima — Movimientos  del.enemigo— Batalla 
de  Ayacacho^El  Libertador  anuncia  al  mundo  la  libertad  de  la  Amé- 
rica— Sus  trabajos  en  Lima^— Convoca  el  Congreso  constituyente — ^Invita 
á  los  gobiernos  de  América  para  establecer  un  Congreso  en  Panamá— 
Benuncia  la  presidencia  de  Colombia. 26S 

Capífulo  XLTn — 1826. — Fatua  presunción  del  gobierno  de  España — Sucre 
marcha  para  el  Cuzco — ^La  municipalidad  de  Lima  obsequia  al  Liber- 
tador— ^£1  Congreso  peruano  se  reúna  el  10  de  Febrero— Admirables 
escenas  de  ese  dia — Encarga  del  mando  ilimitado  á  Bolívar  con  el  tí- 
tulo de  Libertador 281 

Capítulo  ZLvm — 1826 — ^Nobles  sentimientos  de  Sucre — Su  carta  á  Soublette ' 

« 

— Trabajos  administrativos  de  Bolívar — ^Parte  de  Lima  para  Potosí — Su 
entrada  en  Arequipa — Crea  la  república  del  Alto-Perú — Su  entrada  en 
el  Cuzco^Sigue  al  Potosí,  y  á  la  Paz  y  Chuquisaca — Ocupaciones  del 
Libertador  en  el  Alto-Perú 299 

Capítulo  xlix — 1826 — ^Trabajos  sobre  la  libertad  de  Cuba — El  Libertador 
regresa  á  Lima — Rendición  del  Callao — Gloria  de  Bolívar — Contesta- 
ción á  un  cargo  de  Restrepo  en  la  "  Hbtoria  de  Colombia" 821 

Capítulo  l — 1826— Los  amigos  de  Bolívar  conciben  el  proyecto  de  que  se 
corone — Carta  del  Libertador  á  Páez — Renuncia  la  presidencia  de  Co- 
lombia— Digno  presente  ofrecido  por  Lafayette  á  Bolívar — Infaustos 
sucesos  de  Venezuela — ^Bolívar  se  despide  del  Perú  y  viene  á  Colombia  888 

Capítulo  li — 1826 — Correspondencia  entre  Vidaurre  y  Santander  sobre 
Bolívar — ^Los  hechos  justifican  al  Libertador  de  las  calumnias  de  sus 
enemigos — Proclama  de  Guayaquil — Viage  del  Libertador  desde  esta 
ciudad  á  la  de  Puerto  Cabello^Situacion  de  las  cosas  en  Venezuela  el 
81  de  Diciembre  de  1826 o59 

Capítulo  lh — 1827 — Decreto  de  amnistía  de  1°  de  Enero — Sometimiento 
de  Páez — ^Proclama  de  Bolívar — Páez  pide  ser  juzgado — Respuesta  del 
Libertador — ^Va  á  Valencia— Desagrado  ocurrido  en  la  mesa  el  dia 
de  su  llegada — Sigue  el  Libertador  para  Caracas — Su  entrada  en  la 
capital 879 

Capítulo  lhi — 1827— Santander  se  coloca  al  frente  del  partido  de  opoei- 
clon — ^Trabajos  del  Libertador  en  Caracas — Renuncia  la  presidencia  de 
•Colombia — Insurrección  de  Bustamante  en  lima — Inmoral  proceder 
de  Santander — Justo  desagrado  de  Bolívar — El  gobierno  peruano  agita 
los  departamentos  del  Sur  de  Colombia — El  Libertador  marcha  para 
Bogotá — Escandalosa  conducta  de  Santander — ^Bolívar  se  encarga  del 
poder  ejecutivo— Su  nobilísima  conducta  en  esta  ooyimtura — Alto 
aprecio  que  mereció  en  el  mundo. . . . » ...   89? 


índice.  9 

Capítulo  liy — De  1827  á  1828 — Situación  de  las  cosas  á  fines  de  1827 — 
Reetableclmiento  de  la  tranquilidad  en  el  Sur — Intrigas  eleccionarias 
de  Santander  y  sus  amigos — Aparece  una  escuadra  española  en  las  eos- 
tas  de  Venezuela — £1  Libertador  determina  venir  á  rechazar  la  inva- 
sión que  se  temía — Se  detiene  en  Bucaramanga — Excesos  del  general 
Padilla — Se  instala  la  convención — Sus  trabajos — Su  disolución 413 

Capítulo  lv — 1828 — Juicio  del  Libertador  sobre  la  disolución  de  la  Ck>n- 
vencion  de  Ocaña— rCelebre  acta  de  Bogotá  de  18  de  Junio— Apresura 
el  Libertador  su  marcha  hacia  la  capital — Su  recibimiento— Contesta- 
ciones notables — ^Pronunciamiento  general  de  Colombia  por  el  mando 
supremo  del  Libertador — Decreto  de  27  de  Agosto,  limitando  las  fa- 
cultades dictatoriales — Impugnación  á  Baralt — Conspiración  del  26  de 
Setiembre 488 

Capítulo  lvi — 1828 — Término  de  la  conspiración  del  26  de  Setiembre-^ 
Bolívar  perdona  á  sus  enemigos — ^Testimonios  notables  de  Santander — 
El  Libertador  encarga  predicar  la  moral — Guerra  del  Perú  y  levanta- 
miento de  Obando  y  López — El  Libertador  envía  á  Górdova  contra 
estos  y  él  dgue  luego  para  el  teatro  de  la  guerra 467 

Capítulo  lvii — 1829 — Injusta  crítica  de  Baralt — Sucre  anuncia  la  guerra 
contra  los  peruanos — ^Bolívar  le  encarga  que  no  la  haga  sangrienta — 
Batalla  de  Tarqui — Generosa  conducta  de  Sucre->  Convenio  de  Jirón — 
Pacificación  de  Pasto — El  Libertador  va  para  Quito — Discurso  de 
Sucre  al  presentarle  los  trofeos  de  Tarqui — Manifiesto  de  Páez — La  Mar 
no  cumple  el  tratado  de  Jirón — ^Proclama  de  Bolívar — Lafuente  y  Ga- 
marra  destituyen  á  la  Mar — Carta  de  Bolívar  al  primero— Entrega  de 
Guayaquil — ^Tratado  de  amistad  con  el  Perú 467 

Capítulo  lvhi — 1829 — Célebre  circular  del  81  de  Agosto— El  Libertador 
marcha  hacia  Quito — ^Trabajos  administrativos  en  esta  capital — Insur- 
rección de  Córdova  en  Antioquia — Llegada  del  Señor  Bresson  á  Bogotá 
— ^Estimacion  que  en  las  Cortes  de  Europa  se  hacia  de  Bolívar 488 

Capítulo  lix — 1829 — ^Propuesta  de  corona  al  Libertador — ^Principios  re- 
publicanos de  Bolívar — Su  admirable  conducta  en  esta  difícil  conyun- 
tura 498 

Capítulo  lx — 1830 — ^Instalación  del  Congpreso  constituyente  de  Colombia — 
Mensage  del  Libertador — Proclama  á  loe  Colombianos — Separación  de 
Venezuela — Circunstancias  que  la  precedieron — Conducta  de  Páez— 
ContestaciQu  del  Congreso  al  Libertador — Comisión  de  paz  que  se  envia 
á  Venezuela — El  Libertador  se  retira  del  mando — Páez  excita  á  los 
pueblos  contra  Bolívar  y  se  declara  en  campaña — Insta  el  Libertador 
porque  se  dé  un  nuevo  presidente  á  la  Repúblici^— Invitación  que  le 
hacen  los  quiteños  para  fijar  su  residencia  en  Quito — Elección  de  los 
Señores  Mosquera  y  Caicedo— -Manifiesto  del  pueblo  de  Bogotá — Sale 
Bolívar  para  Cartagena — Honroso  decreto  del  Congreso — Situación 
pecuniaria  de  Bolívar — Su  carta  á  Camacho 619* 


10  índice. 

OikPÍTüLO  Lzi — 1880 — El  Libertador  llega  á  Turbaco— Pasa  á  Cartagena 
— ^Desea  embarcarse  en  la  Shannoté — Recibe  la  noticia  del  asesinato  del 
Mariscal  Sucre— Escribe  sobre  esto  á  Flores — ^Insultos  de  Venezuela  al 
Libertador — Los  comunica  Mosquera — Cae  el  gobierno  de  este  por  un 
motin  militar — ürdaneta  llama  al  Libertador — ^BoUyar  no  acepta  el 
mando— Escribe  á  Ürdaneta  y  á  Vergara — ^Parte  el  Libertador  para 
Soledad — Sus  males  se  agravan — ^Testimonio  de  gratitud  que  le  dan  los 
pueblos  del  Sur — ^Viage  á  Santa  Marta — Se  despide  de  los  Oolombis- 
nos — Últimos  momentos  del  Libertador — ^Muere  el  17  de  Diciembre  de 
1880 645 

Capítulo  ucn — 1880 — Autopsia  del  cadáver  del  Libertador — Generosa  de- 
mostraccion  del  gobernador  Belmore  de  Jamaica — Se  traslada  el  cuerpo 
á  Santa  Marta — ^Las  autoridades  anuncian  la  muerte  del  héroe  colombia- 
no—Honores que  se  hicieron  en  varios  puntos  á  la  memoria  de  Bolívar 
— ^Testamento  del  Libertador — ^Breve  compendio  de  sus  Inmortales 
hechos — ^Fin  de  la  obra 669 


YIDA  DE  BOLÍVAR, 

LIBERTADOR  DE  COLOMBIA  Y  DEL  PERlf : 
PADRE  T  FUNDADOR  DE  SOLIVIA. 


CAPÍTULO  XXXI. 

1820. 

Pbbpaha  fbbháitdo  Til  KY  oXdis  una  expedición  oohtra  la.  axébica  del  süb — 

BETOLUCIOE  DE  RIEGO — ^IDBAS  DEL  UBBBTADOB  BOBEE  ESTE  PAÜSTO  SUCESO— VIA1B 
DE  BOLÍTAB  Á  BOQOtI— EL  OONOBESO  DE  ANOOSTUBA  TEBMINA  SUS  SESIONES — 
PBOCLAIIA  DE  BOLÍYAB  EN  BOGOTÁ — GEBTXmEN  LITERARIO  SOSTENIDO  EN  HONBA  DE 
BOLÍVAB— ESTE  YA  Á  TOMAB  EL  MANDO  DEL  EJIÍBCITO  DEL  NORTE— DESEMBARCO  DE 
MOHTILLA  EN  BIO  DEL  HACHA— «UBLEYAGION  DE  LOS  IBLANDESES — ACTITUD  MILITAR 
DE  MOBILLO  —  ESPERANZAS  DEL  LIBEBTADOB— EL  19  DE  ABBIL  EN  SAN  OBISTÓBAL — 
MOBILLO  JUBA  LA  CONSTITUCIÓN  EN  CAbIcaS— COMISIONADOS  QUE  ENYIA  k  ANG08- 
TÜBA  T  C(5CUTA — CABTA  DEL  LIBERTADOR  AL  GENERAL  SOUBLETTE— BESPUE8TA  X  LAS 
PROPOSICIONES  DE  MORILLO— ENÉRGICA  CONTESTACIÓN  DEL  LIBEBTADOB  AL  GOBEBNA- 
DOB    DE    OABTAQBNA. 

DOY  principio  á  la  relación  de  los  sncesos  que  tuvieron 
lugar  en  1820. 
]  Nuevas  y  peregrinas  escenas  I  |  Mudanzas,  treguas,  vicisi- 
tudes apéuas  imaginables ! — ^La  intrepidez  de  los  patriotas  siem- 
pre igual ;  los  quebrantos  de  España  ahora  mayores,  y  Morillo, 
vencido  hasta  en  su  orgullo,  obligado  á  titular  al  Padre  y  noble 
Fundador  de  Colombia,  Excelentísimo  Señor  Presidente  de  la 
Bqyública^  Oeneral  Siman  Bolívar,  •  .  .  / 

(11) 


12  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

¿  Y  no  era  esto  en  cierto  modo  reconocer  expresamente  nues- 
tra independencia  ? — La  España  se  habia  empeñado  sin  cordura 
en  la  esperanza  de  volvernos  á  la  ^^ondicion  de  esclavos;  y 
el  desengaño  más  doloroso  servia  $thora  de  tormento  á  su  ilusa 
presunción. 

Pero  no  anticipemos  los  suecos. — Sigamos  el  orden  de  los 
tiempos,  que  es  el  mejor ;  porque  es  seguir  la  intención  y  los 
designios  de  la  Providencia. 

Cuando  el  Libertador  triunfante  en  Bonza  y  Boyacá  se  pre- 
paraba á  envi^  las  nuevas  de  sus  gloriosos  hechos  al  Gobierno 
y  á  sus  amigos  de  Angostura,  recibieron  los  españoles  aviso  ofi- 
cial de  estar  alistados  en  Oádiz,  isla  de  San  Femando  y  otros 
lugares,  con  destino  á  América,  20,200  hombres  de  infantería : 
2,800  de  caballería  y  1,370  de  artillería  con  un  parque  abun- 
dante, en  el  cual  se  contaban  94  piezas  de  campaña  y  de  batir 
de  diferente  calibre. 

El  anuncio  de  la  expedición  llenó  de  júbilo  á  los  realistas. 

Seis  fragatas,  diez  corbetas,  bergantines,  goletas  y  treinta  ca- 
ñoneras debian  dar  la  vela  conduciendo  y  escoltando  á  aquella 
expedición. 

Todo  era  cierto. 

Mas,  ¿  podría  España  avasallar  de  nuevo  á  sus  antiguas  colo- 
nias ?  ¿  Sujetaría  la  América,  que,  desde  Méjico  hasta  Chile  se  ha- 
llaba en  armas  para  reconquistar  su  independencia  ?  ¡  Vanos  pro- 
pósitos I  I  Presunción  loca,  oponerse  á  los  decretos  de  aquella 
fuerza  superior  é  invisible  que  nos  sustenta  y  nos  gobierna  I  Las 
tropas  que  con  tanto  empeño  y  sacrificio  preparaba  el  Rey  Fer- 
nando en  las  playas  gaditanas,  eran  medios  que  debian  servir  á 
fines  muy  distintos .  .  . ! 

Y,  ¿  cuándo  pudo  la  España,  ni  en  sus  mejores  tiempos,  domar 
los  pueblos  que  de  su  dominación  se  alzaron  ? — ^Femando  y  sus 
ministros  ignoraban  la  historia  de  su  propio  suelo,  que  es  la 
historia  de  la  imposibilidad  de  las  reconquistas  tiránicas.  ¿  Pu- 
dieron Felipe  II,  su  hijo  ni  su  nieto  sujetar  la  pobre  Holanda  ? 
¿ Pudo  Felipe  IV  recuperar  el  Portugal ?  ¿Ha  vuelto  á  entrar 
Gibraltar  en  los  dominios  de  España?  ¿Ha  restaurado  la 
Corte  de  Aranjuez  la  importante  posesión  de  la  Jamaica? 
£  Volvió  á  poseer  l£|^  Trinidad  ?  Y  si  nada  de  esto  pudo  cuando 
los  sucesores  del  prepotente  Garlos  V  tenian  el  sol  siempre 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  13 

alumbrando  en  sus  Estados,  ¿  que  podría  hoy,  reducida  á  la  mi- 
seria, con  ministros  ineptos  y  corrompidos,  sin  unión  interior,  sin 
política  propia  ni  elevada,  y  con  un  Rey  villano  y  falto  de  con- 
sejo que  amaba  el  mando  para  sus  placeres  ? 

La  expedición  que  se  lanzaba  contra  la  América  era  un  em- 
peño infeliz  que  la  discreción  y  la  buena  política  condenaban 
como  temerario,  pero  que  el  orgullo  y  la  lisonja  sostenian  como 
diligencia  nacida  de  la  honra  y  aliento  de  corazón  soberano. 

Veamos  cuál  fué  su  término,  remontándonos  un  poco  para 
haber  de  descubrir  mejor  el  rumbo  de  los  sucesos. 

Cuando  Femando  de  Borbon  entró  en  España,  después  de  la 
prisión  de  Valencey,  gobernó  como  Señor  absoluto, — Nada  ó 
muy  poco  habia  aprendido  en  su  infortunio. — ^Por  un  decreto 
disolvió  la  Segencia  y  las  Cortes  ;  por  otro  anuló  todos  los 
actos  liberales  (que  él  llamaba  con  rudeza  bribonadas),  y  ordenó 
el  arresto  de  los  principales  diputados. — La  Inquisición  fué  res- 
tablecida, y  descubrióse  de  claro  en  claro  que  todo  el  propósito 
del  soberano  era  infamar  y  oprimir  á  los  grandes  caracteres  del 
país. — Volvieron  los  Jesuítas  con  mucho  influjo  á  la  Península  ; 
y  reconciliados  con  los  Dominicos,  como  el  Rey  queria,  pudo  ya 
agruparse  toda  la  milicia  monacal  al  pié  del  trono.  Los  sufri- 
mientos de  Arguelles,  de  Calatrava,  de  Martínez  de  la  Rosa  y 
de  otros  amigos  de  la  Constitución  española,  que  vivian  marti- 
rizados en  los  presidios  de  África,  pesaban  dolorosamente  sobre 
todos  los  corazones  generosos.  De  aquí  las  revueltas  militares 
de  Porlier  (cufiado  de  Toreno),  al  cual  ahorcó  el  Rey  :  de 
Mina,  que  fué  fusilado  en  Mallorca :  del  Coronel  Vida,  que 
murió  malamente  en  Valencia;  de  aquí  los  excesos  de  la 
indignación  más  justa,  pero  no  inteligente,  porque  le  faltó 
aviso  para  esperar  el  momento  y  elegir  el  lugar  ;  de  aquí,  en  fin, 
las  sociedades  secretas 

A  la  manólas  de  Madrid  se  les  pagaba  porque  gritaran  cuando 
el  Rey  pasaba :  déspota  te  queremos  ;  pero  los  hombres  sensatos 
y  el  pueblo  en  general  apetecían  otra  cosa  muy  diversa : — segu- 
ridad, ley,  respeto,  franquicias. 

La  nube  estaba  formada  y  el  horizonte  se  obscurecía  cada 
vez  más  :  todos  aguardaban  inquietos  que  estallase  el  rayo  pre- 
cursor de  la  tempestad  ;  mas  ninguno  podía  decir  dónde  ni  cuán- 
do estallaría. — Era  asunto  fuera  de  disputa,  que  una  aglomera-  ^ 


14  TIBA  DB  BOLÍVAR. 

cion  cualquiera  de  soldados  sobre  algún  punto  de  la  Península, 
decidiría  de  aquella  acerba  intolerable  situación. 

Morillo  mandaba  en  Venezuela  el  ejército  más  brillante  que 
jamas  se  ha  visto  en  estos  países ;  y  sinembargo,  pedia  con  en- 
carecimiento, 7  hasta  con  importunidad,  reemplazos  para  ese  ejér- 
cito :  hombres  con  quienes  vencer  á  Bolívar,  alma  indomable  á 
¡a  que  bastaba  un  irixunfo  d  más  pequeño  para  adueñarse  de  quir 
nienta^s  leguas  de  territorio. — Bolívar  es  d  gefe  de  más  recursos^ 
escribia  Morillo  al  Rey,  y  no  haUo  cómo  ponderar  su  a>ctividad.... 
Mucha/uerza  se  necesita  para  vencer  á  estos  rebeldes,  que  no  des- 
mayan con  ningwna  derrota  y  que  están  resudtos  á  rnorir  antes 
qtte  á  someterse. 

Fernando  VII  resolvió  formar  un  ejército  que  viniese  en  parte 
á  robustecer  el  de  Morillo ;  y  como  muchos  regimientos  y  gran 
número  de  oficiales  fuesen  sos|)echosos  en  el  ánimo  del  monarca, 
quien  los  juzgaba  contaminados  con  las  ideas  de  liberalismo,  ha- 
lló propicia  ocasión  para  alejarlos  de  España  y  descargarse  de 
ellos. — Urgía,  por  otra  parte,  desbaratar  con  un  golpe  de  auto- 
ridad los  proyectos  que  fomentaba  el  Ministro  de  Relaciones  Ex- 
teriores de  Francia,  Barón  de  Renneval,  el  cual  aspiraba  á  coro- 
nar como  Rey  do  Buenos  Aires  al  Príncipe  D.  Carlos  Luis  de 
Borbon,  Duque  de  Luca,  y  casarlo  con  una  Princesa  de  Bragan- 
za  :  idea  esta  que  tuvo  asentimiento  en  el  Congreso  de  Aquis- 
gran  y  que  parece  la  aceptaban  también  algunas  personas  influ- 
yentes de  las  provincias  del  Plata,  dado  que  D.  José  Valentín 
Gómez,  enviado  por  Pueyrredon  como  Representante  de  la  Re- 
ptiblica  cerca  del  gabinete  de  las  Tullerías,  nada  opuso  en  con- 
tra que  se  sepa,  ni  por  el  hecho  siquiera  de  habérsele  supuesto 
autor  de  semejante  degradada  idea.  La  expedición,  pues,  que 
reforzaba  á  Morillo  y  aliviaba  al  trono  del  peso  de  descontentos 
y  de  enemigos  internos,  era  al  propio  tiempo  un  obstáculo  grave 
al  proyecto  de  M.  de  Renneval.  Así,  teniendo  tres  fases  seduc- 
toras, se  fomentó  con  ahinco,  y  llegó  á  formarse  y  equiparse  sin 
que  el  Rey  hiciera  alto  en  los  crueles  sacrificios  que  cos- 
taba. 

Tenia  el  mando  de  esa  fuerte  expedición  (cuyos  detalles  atrás 
quedan  referidos),  el  irlandés  D.  Enrique  O'Donnell,  Conde  de 
l'Abisbal,  gefe  que  se  habia  hecho  ilustre  en  la  Península  du- 
rante la  guerra  contra  los  franceses ;  pero,  0/Donnell  era  el  al- 


YIDE  DE  BOIÍYAB.  15 

ma  de  una  conspiración  militar  que  tendia  á  revivir,  y  si  fuera 
dable,  aclimatar  las  libertades  constitucionales  en  España. 

El  Rey  lo  ignoraba  .... 

A  fines  de  Julio  de  1819,  ciertas  palabras  vertidas  con  indis- 
crccion  y  de  que  se  hizo  cargo  el  espionage,  dieron  con  D.  An- 
tonio Quiroga,  San  Miguel,  Arco- Agüero  y  otros  comprometidos 
en  la  cárcel .... 

Estos  eran  amigos  y  coopartidarios  de  O'DonnelI,  que  comen- 
zó á  ser  sospechado  desde  entonces. 

El  celo  se  redobló. 

A  poco,  el  Conde  de  Calderón  reemplazó  al  Conde  de  l'Abis- 
bal .... 

Beinaba  á  la  sazón  en  Cádiz  la  fiebre  amarilla,  cebándose 
cruelmente  en  los  expedicionarios  ;  y  retardaba  dia  por  dia  la 
salida  de  la  expedición.  El  ejército,  en  tanto,  se  hallaba  pa- 
gado y  provisto  de  todo. — La  Espafia  se  agotaba  por  un  último 
esfuerzo  contra  la  América. — Su  población  mermaba  :  su  tesoro 
se  destruia ;  pero  el  gobierno  llevaba  adelante  el  insensato  pro- 
pósito de  reconquistar  los  dominios  ultramarinos  y  Fernando 
qneria  repetir  desde  sus  galerías  del  palacio  de  Aranjuez :  El 
sol  no  se  pone  en  mis  Estados  !  * 

Yeia  el  ejército  con  desagrado,  y  no  exagero  en  decir,  hasta 

*  Segirn  la  ezposicion  del  Señor  Ministro  de  la  Guerra  á  las  Cortes  ordina- 
rias, se  babian  enyiado  á  la  América,  desde  1816,  aiarenia  y  dos,  mil  ciento  m- 
tenia  y  eiete  hombree  de  todas  armas.  Después  se  mandaron  algunos  centenares 
rnáa...  Antes  de  1816,  esto  es,  desde  el  principio  de  la  revolución  basta  la  Tuel- 
▼a  del  Rey  á  Valenoey,  se  enviaron  más  soldados  de  los  que  fueron  después. — 
Así,  podemos  calcular,  sobre  poco  mas  6  menos,  que  se  arrancaron  de  España  y 
se  enviaron  al  otro  mundo,  cien  mil  españoles,  que  no  estaban  de  sobra  en  este. 
¿  Y  qaé  ban  dado  de  sí  esos  cien  mil  españoles  ? — 30,000  viudas  por  lo  menos, 
60,000  huérfanos  y  muy  cerca  de  80,000  muertos.  Este  producto  solo  es  para 
España ;  pues  por  lo  que  toca  á  la  América,  el  cálculo  más  moderado  nos  da  me- 
dio  millón  de  víetimíts  inmoladas  á  la  libertad 

£1  Señor  Ministro  del  Despacho  de  Ultramar  ha  manifestado  á  las  Cortes, 
que  solo  en  preparar  la  última  expedición  (que  no  se  verificó  gracias  á  Riego), 
•e  consumieron  400  millones  de  reales ;  y  con  este  dato  podemos  deducir  que, 
8Í  veinte  mU  hombres  que  no  llegaron  á  salir  gastaron  400  millones :  cien  mU 
hombres  que  salieron  deben  haber  consumido,  por  lo  menos,  dos  mil  miUones.... 
y  todo  esto  para  barremos  con  la  escoba  de  la  destrucción  I 

(Curta  de  un  Americano  á  un  Diputado  á  las  C<Srt«s  extraordinarias  de  Espa- 
ña, impresa  en  Londres  el  10  de  Agosto  de  1821.) 


16  YIDE  DE  BOLÍYAB. 

con  horror,  el  hecho  de  venir  á  América  para  hacer  la  guerra  á 
los  más  bizarros  defensores  de  la  libertad. — Los  oficiales  habla- 
ban de  la  expedición  con  arranques  de  despecho,  xeniéndola  co- 
mo una  sentencia  de  extrañamiento ;  otros  amargaban  ellos  mis- 
mos su  sociedad  y  sus  placeres  con  el  présago  de  la  muerte  en 
climas  lejanos  y  apartados  de  sus  objetos  más  queridos  por  de- 
fender lo  que  tan  profundamente  odiaban  :  el  absolutismo.  Así, 
el  plan  de  la  expedición  estaba  socavado,  y  los  medios  que  el 
Rey  habia  conseguido  organizar  y  encaminar  á  la  reconquista  de 
su  poder  en  América,  no  tenian  subsistencia. — La  opinión  los 
habia  minado. 

Mandaba  el  batallón  "Asturias"  (de  los  de  la  expedición),  D. 
Rafael  Riego,  oficial  esbelto  y  simpático,  joven  aun  como  de 
treinta  y  cinco  años,  que  habia  recibido  una  excelente  educasion 
y  cultivado  con  cariño  las  ideas  de  libertad,  de  la  que  hablaba 
á  sus  amigos  y  compañeros  con  talento  y  seductora  persuacion. 
— Era  el  D.  Rafael  de  los  conspiradores  :  esto  es,  de  los  que  se 
oponian  al  proyecto  de  la  expedición  ;  y  antes  que  venir  á  Amé- 
rica á  esclavizar  los  libres,  pensaba  en  despertar  la  España  y 
dar  allí  libertad  á  los  oprimidos. — El  destino  empujaba  á  Riego 
en  el  camino  del  heroísmo  ....  Un  instante  de  vértigo  le  con- 
dujo al  cadalso,  víctima  de  los  serviles  y  de  la  Santa  Alian- 

za.a  ..I 

El  1  ^  de  Enero  de  1820,  á  las  ocho  de  la  mañana,  se  dio  el 
grito  de  insurrección  en  las  Cabezas  de  San  Juan,  donde  estaba 
acantonado  el  batallón  "Asturias."  Hizo  lo  mismo  el  batallón 
"  Sevilla,"  que  estaba  en  Villamartiu,  movido  por  D.  Antonio 
Muñoz,  su  segundo  comandante,  amigo  íntimo  de  Riego. — ^Am- 
bos cuerpos  se  dirijieron  por  distintas  vias  contra  el  cuartel  ge- 
neral que  estaba  en  Arcos.  Llegó  primero  Riego,  y  con  feliz 
audacia  sorprendió  al  General  en  gefe  Calleja,  Conde  de  Calde- 
rón, y  á  los  generales  Tournaz,  Salvador  y  Blanco. — En  seguida 
fué  puesto  á  la  cabeza  de  la  revolución  el  Coronel  D.  Antonio 
Quiroga,  quien  estableció  su  cuartel  general  en  la  isla  de  León. 

El  grito  de  Riego  en  las  Cabezas  de  San  Juan  :  "  Constitución 
y  Libertad,"  fué  á  poco  la  voz  y  el  sentimiento  unánime  de  Es- 
paña. Para  el  7  de  Marzo  (sesenta  y  cinco  dias  después  de 
aquella  primer  voz  lanzada  en  un  extremo  de  la  Península),  el 
Rey  Fernando,  arrastrado  por  la  creciente  de  los  sucesos,  habia 


VIDA  DE  BOLÍVAff.  IT 

convocado  á  Cortes,  y  veia  hundirse  bajo  sus  pies  el  trono  que 
no  supo  ocupar  nunca  como  legislador  ni  como  padre. 

La  revolución  hab\|i  triunfado. 

Y  fué  esto,  sin  duda,  un  gran  provecho  para  nosotros  ;  que  si 
la  expedición  de  1'A.bisbal  no  hubiera  logrado  dominar  jamas 
las  vastísimas  regiones  del  Sur- América,  habría  prolongado  la 
lucha  al  menos  y  hecho  verter  torrentes  do  sangro  americana. 

La  Providence  est  grande,  et  j 'admire  en  effet 
Comme  le  bien  succéde  á  tout  le  mal  qu'on  fait. 

(F.   D'EOLAMnNE.) 

La  noticia  de  los  acontecimientos  de  Cádiz  vino  á  La  Guayra 
por  el  bergantín  mercante  "  Rápido,"  que  llegó  procedente  de 
aquel  puerto,  el  20  *de  Marzo,  á  las  seis  de  la  tarde.  Difundióse 
luego  la  nueva  de  la  insurrección  de  las  tropas  destinadas  á  la 
América,  y  el  22  de  dicho  mes  se  publicó  en  la  "Gaceta  de  Cara- 
cas, que  "habta  habido  un  tumtdto  sin  importancia  de  la  sóida'' 
dezca  acantonada  en  Arcos  de  la  Frontera  .  .  ." — Así  conside- 
raba Morillo  aquel  suceso,  aunque  habia  recibido  por  Jamaica  y 
Maracaibo  detalles  circunstanciados  de  lo  ocurrido  en  las  Ca- 
bezas de  San  Juan. — Nada  dijo  del  restablecimiento  de  la  Cons- 
titución ni  del  juramento  de  Fernando,  aunque  la  proclama  del 
Rey  se  pasaba  de  mano  en  mano 

Cuando  el  Libertador  tuvo  noticia  de  estos  sucesos,  escribió  á 
8U  amigo  D.  Guillermo  White,  que  residia  en  Trinidad  :  "  De 
"  los  negocios  de  España  estoy  muy  contento,  porque  nuestra 
"  causa  se  ha  decidido  en  el  tribunal  de  Quiroga.  Nos  manda- 
"  ban  10  mil  enemigos  ;  y  ellos,  por  una  filantropía  muy  natural, 
"  no  quisieron  hacer  la  guerra  á  rrmerte,  sino  la  guerra  á  vida  / 
"  pues  bien  sabian  que  por  allá  podian  salvarse,  y  por  acá,  no. 
"  I  Qué  dicha,  no  venir  y  quedarse  10,000  hombres  que  eran 
"  enemigos  y  son  ya  los  mejores  amigos  IIII!  Golpe  de  fortuna 
"  loca  I — Aunque  triunfe  Fernando,  ya  no  puede  mandar  otra 
**  expedición,  sabiendo  los  expedicionarios  cómo  se  han  de  que- 
**  dar. — Ademas,  mucho  debe  haberse  reprobado  aún  por  los  ser- 
"  viles  mismos,  el  empeño  de  mandar  á  América  ejércitos  forza» 
^  dos.  La  opinión  de  las  tropas  se  habrá  ilustrado  infinito  por 
"  la  seducción  de  los  liberales.  La  Francia  misma,  quiero  decir, 
**  8QB  Borbones,  habrán  temblado  por  la  revolución  de  España, 

2 


18  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

"  7  condenado  la  conducta  de  Fernando  en  esta  parte  que  tanto 
"  los  compromete  á  ellos  mismos.  Digo,  otro  tanto  de  la  Ingla- 
''  térra  qne  tiene  razones  más  eficaces :  ella  teme  la  rcTolucion 
*'  de  Europa  j  desea  la  revolución  de  América ;  una  le  da  cui- 
"  dados  infinitos  y  la  otra  le  proporciona  reciursos  inagotables. 
<< — La  América  del  Korte,  siguiendo  su  conducta  aritmética 
''  de  negocios,  aprovechará  la  ocasión  de  hacerse  de  las  Flori- 
"  das,  *  de  nuestra  amistad  j  de  un  gran  dominio  de  comer- 
"cio.  Es  una  verdadera  conspiración  de  la  Espaíla,  de  la 
"  Europa  y  de  la  América  contra  Femando. — El  la  merece  ; 
^'  mas  ya  no  es  glorioso  pertenecer  á  una  liga  tan  formidable 
^'contra  un  imbécil  tirano.  Yo  que  siempre  he  sido  su  ene- 
**migo,  ya  veo  con  desden  combatir  contra  un  partido  arrui- 
''nado  y  expirante.  Fué  sin  duda  muy 'digna  de  alabanza 
"  nuestra  resistencia  cuando  era  singular ;  ahora  puede  tener- 
"  se  como  alevosa,  i  Tanto  confio  en  nuestros  medios  y  suce- 
*'  sos  I  I Y  en  los  buenos  servicios  que  nos  ha  hecho  siempre 
"  y  nos  hará  nuestro  mejor  amigo   WhiU  //  " 

Esta  carta  tiene  fecha  1  ^  de  Mayo,  en  San  Cristóbal.  El 
Libertador  supo  allí,  aunque  tarde,  el  fin  de  la  expedición  apres- 
tada contra  la  América.  Internado  en  las  provincias  granadinas 
y  venezolanas ;  sin  otro  canal  de  comunicación  que  el  Orinocoi 
no  recibia  avisos  que  debieran  ser  oportunos.  Tuvo  en  tiempo 
noticia  de  la  expedición  que  Morillo  y  los  suyos  pregonaban  ; 
y  dilató  en  saber  los  sucesos  de  Riego  que  tau  favorables  eran 
á  su  empresa,  dejándole  dueño  de  lo  que  su  valor  y  su  constan- 
cia habian  logrado  conquistar  para  la  libertad. 

Ahora  que  sabemos  el  término  de  la  expedición  de  Cádiz  y 
mientras  llega  el  momento  de  conocer  las  consecuencias  impor- 
tantes que  del  grito  de  Riego  se  derivaron  para  nuestra  causa, 
volvamos  los  ojos  al  Libertador  y  examinemos  también  cuál  era 
Ja  actitud  militar  de  los  partidos  contendientes  en  Venezuela. 

Bolívar  habia  salido  de  Angostura  el  24  de  Diciembre  del 
afío  anterior. — Doce  dias  permaneció  en  aquella  antigua  capital 
de  Colombia  que  hoy  lleva  su  nombre  ilustre  ;  y  doce  dias  le 

*  'No  parece  sino  que  él  libertador  leía  con  vista  dará  en  el  porvenir.    Los 
Estados  Unidos  se  hicieron  de  las  Floridas  algunos  meses  después.    La  orden  de 
:  Femando  VII  dirijida  al  Capitán  Qeneral  de  Cuba  mandando  entregar  aquel 
lerrítorio^Jieneieoha  24  de  Octubre  de  1820. 


VIDA  DB  BOliVAB.  19 

bastaron  para  la  multitud  de  cosas  que  hizo  de  tan  provechosa 
consecuencia. — ^En  el  mes  de  Enero  de  1820  atravesó  la  provim 
cia  de  Apure  hacia  Guasdualito ;  pasó  revista  al  ejército  de 
Apure  y  comunicó  al  General  Páez  instrucciones  especiales ; 
dispuso  que  se  aumentara  la  división  que  iba  de  Venezuela  á  las 
órdenes  del  General  Manuel  Valdes,  la  cual  debia  obrar  en  Oun- 
dinamarca;  luego,  atravesando  la  montaña  de  San  Camilo, 
partió  para  Clícuta  á  donde  llegó  el  8  de  Febrero  :  revistó  el 
^ército  del  Norte  situado  en  aquellos  famosos  valles  y  en  los 
pueblos  inmediatos  á  la  provincia  de  Mérida,  y  con  su  actividad 
de  siempre,  actividad  asombrosa  que  hace  olvidar  la  de  César, 
marchó  en  seguida  para  Bogotá. 

Él  primordial  objeto  que  el  Libertador  llevaba  á  la  Nueva  Gra- 
nada, era  mandar  publicar  y  ejecutar  la  ley  fundamental  de  la 
ünion  con  Venezuela.  Habíase  publicado  en  Angostura  con  gran 
solemnidad  el  dia  siguiente  de  la  partida  de  Bolívar,  y  en  Bogotá 
la  hizo  publicar  Santander  el  12  de  Febrero,  tributando  las  más 
expresivas  gracias  al  Presidente  Simón  Boiívab  por  sus  constantes 
desvelos  en  favor  de  la  Nueva  Granada. — Son  notables  los  con- 
ceptos con  que  termina  la  comunicación  de  Santander  al  Liber- 
tador participándole  aquel  suceso  :  "  Por  mí,  le  dice,  como  gefe 
de  este  vasto  Departamento  y  como  uno  de  los  individuos  del 
Ejército  Libertador  que  tantas  veces  V.  E.  ha  conducido  á 
la  gloría,  en  nombre  de  todas  las  corporaciones  y  en  el  de  estos 
virtuosos  pueblos  que  tanto  deben  á  los  esfuerzos  de  V.  E.,  le 
doy  la  más  justa  y  sincera  enhorabuena. — Es  V.  E.  solo  el  autor 
de  tanto  bien  y  el  solo  instrumento  de  nuestra  prosperidad.  En 
ninguna  ocasión  como  en  esta,  merece  V.  E.  tan  justamente  el 
nombr^  glorioso  de  Padre  de  la  República. — V.  E.  la  ha  li- 
bertado de  sus  tiranos,  la  ha  defendido,  la  ha  conservado,  la  ha 
remiido  y  la  presentará  también  libre,  independiente  y  consti- 
tmda  á  la  vista  del  universo. — Colombia  es  la  hija  única  del 
inmortal  Bolívar . . . ! " 

El  Libertador  se  hallaba  en  el  Socorro  (25  de  Febrero)  cuando 
recibió  la  nueva  que  le  comunicaba  el  Vice-presidente  Santan- 
der. Trasportado  de  gozo  le  dirijió  en  el  acto  una  hermosa 
carta*,  en  la  cual  lablaba  de  su  desprendimiento  en  haber  prefe- 

*  Se  hallará  en  la  ooleccion. 


20  TIDA  DE  BOLÍVAR. 

rido  ser  el  primer  subdito  de  Colombia,  cuando  estaba  llamado 
á  presidir  la  República  de  la  Nneva  Granada  si  esta  hubiera 
conservado  su  autonomía :  enumeró  los  servicios  militares  que 
el  país  le  debia,  su  inteligencia,  economía  j  rectitud  en  el 
gobierno  de  Gundinamarca,  j  concluyó  diciendo  que  el  Ge- 
neral Santander  era  el  más  acreedor  á  la  gratitud  de  Golom- 
bia . . . 

Eran  verdaderamente  justos,  observa  Bestrepo,  los  elogios  que 
Bolívar  daba  al  Vice-presidente  de  Cundinamarca.  Talentos, 
probidad,  firmeza  y  actividad  constante  eran  los  caracteres  que 
principalmente  le  distingnian.  Él  organizó  las  rentas  públicas 
de  las  diez  provincias  libres  de  la  Nueva  Granada  ;  él  restable* 
ció  los  tribunales  7  la  administración  de  justicia  ;  él  aumentó 
considerablemente  el  ejército  7  defendió  el  país ;  él,  en  fin, 
sacó  de  las  provincias  multitud  de  recursos  pecuniarios  7  de 
toda  clase,  que  sirvieron  para  mantener  los  ejércitos  é  infundir 
una  vida  nueva  á  la  República . . . 

En  tanto,  el  Congreso  de  Angostura  que  habia  continuado  sus 
trabajos  con  asiduidad,  cerró  sus  sesiones  el  19  de  Enero,  á  los 
once  meses  de  haberlas  comenzado. — El  Señor  Zea,  que  era  el 
Presidente,  le7Ó  un  largo  "  manifiesto"  :  producción  bellísima  de 
su  despejado  7  fecundo  entendimiento,  en  la  cual  pintaba  con 
brillantes  rasgos  los  beneficios  de  la  Union.  Por  un  decreto 
declaró  el  Congreso  que  el  General  Simón  Bolívar  quedaba 
condecorado  con  el  título  de  Libertador,  que  debia  usar  en 
todas  oportunidades,  anteponiéndolo  al  de  Presidente,  7  consi- 
derarlo "  como  una  propiedad  de  gloria  en  cualquier  destino." 
Mandó  también  que  el  retrato  del  héroe  se  colocara  bajo  el 
solio  del  Congreso,  con  la  inscripción  en  letras  de  oro  :  Bolívar, 
Libertador  de  Colombia,  Padre  de  la  Patria,  terror  del 
Despotismo.  Aprobó  la  orden  de  los  Libertadores  de  Cun- 
dinamarca ;  expidió  le7es  orgánicas  para  el  gobierno  de  la  Re- 
pública ;  concedió  un  indulto  general  para  casi  todos  los  deli- 
tos, en  celebridad  del  grande  7  fausto  acontecimiento  de  la  vida 
de  Colombia ;  acordó  el  reglamento  para  las  elecciones  de 
los  Diputados  al  Congreso  general,  etc.,  etc... 

Los  trabajos  del  Congreso  de  Angostura  fueron,  en  general, 
mu7  provechosos. — La  justicia  exije  reconocer  que  aquellos 
dignos  patriotas,  novicios  forzosamente  en  la  ciencia  de  la  legis- 


»iDA  BE  BOLÍVAR.  21 

lacioD,  procuraron,  sin  embargo,  desarrollar  los  elementos  de  la 
verdadera  justicia,  fortaleciendo  los  intereses  legítimos,  ele- 
vando los  espíritus,  enseñando  á  todos  los  ciudadanos  á  gozar  de 
la  libertad  democrática  sin  pasar  al  desenfreno,  y  colocándoles 
entre  el  temor  de  la  ley  y  la  necesidad  imperiosa  de  practicar 
las  virtudes  civiles  para  alcanzar  positiva  estabilidad  y  progre- 
sos durables  y  fecundos.  Pudieron  errar  y  errarían,  sin  duda, 
en  muchas  cosas. — ^El  error  es  nuestro  lote.  Mas  ellos  nos 
enseñaron  cuanto  supieron,  y  nosotros  logramos  el  fruto  de  su 
trabajo  en  lo  que  aprendimos,  hallando  máa  fácil  la  ruda  expe- 
riencia que  han  menester  los  aciertos,  porque  la  allanaron  los 
primeros. . . 

Dejamos  al  Libertador  en  camino  para  Bogotá. — Un  dia  se 
detuvo  en  la  parroquia  de  Serinza,  (27  de  Febrero)  conferen- 
ciando con  el  Gobernador  de  Tunja  que  habia  salido  á  su  en- 
cuentro y  dando  instrucciones  al  Coronel  Salom  que  iba  desti- 
nado al  ejército  del  Sur  en  la  Nueva  Granada.  El  primero  de 
Marzo  llegó  á  Tunja,  de  donde  salió  al  amanecer  del  3,  y  pa- 
sando por  Guatavita,  Yenta-quemada,  Hatoviejo,  Chocontá  y 
Sesquile  donde  pernoctó,  hizo  su  entrada  en  Bogotá  á  las  doce 
del  dia  4  en  medio  de  las  aclamaciones  más  entusiastas. — La 
presencia  de  Bolívar  producía  delirio  en  el  pueblo  bogotano. — 
Inmediatamente  el  Libertador  habló  á  los  colombianos,  di- 
déndoles : 

OoiiOicBUjroB ! 

La  República  de  Colombia,  proclamada  por  el  Congreso  general  y  san- 
donada  por  los  pueblos  libres  de  Cundinamarca  y  Venezuela,  es  el  sello 
de  vuestra  independencia,  de  vuestra  prosperidad,  de  vuestra  gloria  na- 
cional] Las  potencias  extrangeras,  al  presentaros  constituidos  sobre 
bases  sólidas  y  permanentes  de  extensión,  población  y  riqueza,  os  recono- 
cerán independientes  y  os  respetarán  por  vuestra  consagración  á  la  patria. 
Espafia  misma,  al  veros  montados  sobre  las  inmensas  ruinas  que  ella  ha 
aglomerado  en  el  ámbito  de  Colombia,  conocerá  que  sois  hombres  capa- 
ces de  gozar  de  vuestros  derechos  y  de  la  eminente  dignidad  &  que  son 
destinados  todos  los  mortales  por  la  intención  de  la  naturaleza.  6f,  la 
España,  agotada  en  recursos  y  en  paciencia,  abandonará  nuestra  patria 
al  curso  de  su  destino,  recobrará  la  paz  de  que  ha  menester  para  no  su- 
cumbir, y  nosotros  recobraremos  el  honor  de  no  ser  espafioles. 

Colombianos  t  Los  crepúsculos  del  dia  de  la  paz  iluminan  ya  la  esfera 
de  Colombia.    To  contemplo  caí  un  gozo  inefable  este  glorioso  periodo 


22  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

en  que  yan  &  aepararae  las  sombras  de  la  opresión  para  gozar  los  resplan- 
dores de  la  libertad.  Tan  majestuoso  espectáculo  me  admira  y  encanta. 
Con  anticipación  me  lisonjeo  de  yuestra  colocación  política  en  la  íIelz  del 
universo,  de  la  igualdad  de  la  naturaleza,  de  los  honores  de  la  yirtud,  de 
los  premios  del  mérito,  de  la  fortuna  del  saber,  y  de  la  gloria  de  ser  hom- 
bres. Yuestra  suerte  ya  á  cambiar :  á  las  cadenas,  &  las  tinieblas,  &  la 
ignorancia,  á  las  miserias,  yan  á  suceder  los  sublimes  dones  de  la  Proyi- 
dencia  diyina : — ^la  libertad,  la  luz,  el  honor  y  la  dicha. 

Colombianos  I  Yo  os  prometo,  en  nombre  del  Congreso,  que  seréis  re- 
generados ;  yuestras  instituciones  alcanzarán  la  perfección  social ;  vues- 
tros tributos  abolidos,  rotas  yuestras  trabas,  grandes  virtudes  serán 
vuestro  patrimonio ;  y  solo  el  talento,  el  valor  y  la  virtud  serán  coronados. 

Cundinamarqueses  I  Quise  ratiflcarme  de  si  queríais  aun  ser  Colombia- 
nos ;  me  respondisteis  que  sí,  y  os  llamo  Colombianos. 

YenezolanoB  I  Siempre  habéis  mostrado  el  vivo  interés  de  pertenecer  ft 
la  Gran  República  de  Colombia,  y  ya  vuestros  yotos  se  han  cumplido. 
La  intención  de  mi  vida  ha  sido  una :  la  formación  de  la  República  libre 
6  independiente  de  Colombia,  entre  dos  pueblos  hermanos.  Lo  he  al- 
canzado.   ]  Yiva  el  Dios  de  Colombia  I 

Cuartel  general  en  la  ciudad  de  Bogotá,  á  8  de  Marzo  de  1820,  10.°  de 
la  guerra. 

SlHOK  BoLÍVAB. 

Asi  sabia  mover  aquel  hombre  incomparable  las  fibras  de  la 
sensibilidad  y  del  noble  orgullo  americano  I 

La  proclama  que  acabo  de  reproducir,  se  decía  de  memoria 
en  Bogotá ;  y  no  había  uno  que  no  creyese  firmemente  obtenida 
la  independencia  bajo  el  poder  invencible  de  Bolívar. 

Uno  de  los  obsequios  que  se  tributaron  al  Libertador  en  Bo- 
gotá, donde  cada  cual  sentía  el  deseo  de  mostrarle  su  amor  j  su 
gratitud,  fué  el  acto  literario  público  que  con  gran  talento  sos- 
tuvo el  Padre  Lector  Fr.  Francisco  Javier  Florido,  bajo  la 
dirección  del  Rev.  Fr.  Francisco  Antonio  Medina,  que  rejentaba 
entonces  la  Cátedra  de  Sagrados  Cánones  j  en  cuyo  acto  se 
sustentaron  catorce  proposiciones  de  alto  interés  político  y  de 
actualidad.  Dieron  los  Padres  Florido  y  Medina  encareci- 
dos elogios  al  Libertador,  y  nada  economizaron  de  lo  que  pudiera 
contribuir  al  esplendor  de  aquella  justa  literaria. — Como  mis 
lectores  desearán  conocer  las  conclusiones  que  defendieron  los 
franciscanos  en  Cundinamarca ;  y  como  por  otra  parte  este  es 
un  hecho  que  nadie  ha  mencionado,  siendo  no  solo  curioso  sino 
de  gran  monta  para  juzgar  del  estado  de  la  opinión  en  aqud 


YIBA  DE  BOLÍTAB.  28 

tiempo,  pondré  en  seguida  el  papel  del  certamen  que  tanta  ce- 
lebridad tuYO  7  que  con  justicia  merecia. 


Al  Jefe  Supremo,  al  Héroe  incomparable,  espanto  de  la  Iberia  y  gloria 
de  BU  patria. — ^Al  guerrero  invicto,  azote  de  los  tiranos  y  protector  de  los 
hombrea. — ^Al  G^enio  de  la  independencia,  sereno  en  la  adversidad,  mo- 
desto en  la  elevación  y  siempre  grande 

Simón  Bolíyab 

Libertador,  Presidente  y  Ckneral  de  las  armas  de  la  República  de  Ck>- 
lombia. 

La  provincia  de  Franciscanos  de  Cundinamarca,  en  senál  de  gratitud, 
obsequio  y  admiración 

O.  D.  L  C. 

un  acto  literario  en  que  se  defenderán  las  siguientes  proposiciones : 

L  Aun  desatendiendo  las  causas  inmediatas  de  la  revolución  de 
América,  esta  debia  esperar  que  en  algún  tiempo  llegase  el  de  su  eman- 
cipación. 

n.  La  revolución  de  América  fué  oportuna  y  aun  necesaria  en  los 
momentos  en  que  sucedió. 

nL  La  palabra  recohtcion,  en  América,  no  designa  aquel  grado  de  de- 
pravación moral  y  política  que  se  le  atribuye. 

lY.  Citar  los  boirores  de  la  Francia  en  su  anarquía  para  baoer  odiosa 
la  revolución  de  América,  es  por  lo  mismo  obra  de  malignidad. 

Y.  La  independencia  de  América  en  nada  se  opone  á  la  religión  de 
Jesucristo ;  y  antes  en  ella  se  apoya. 

YL  La  independencia  de  América  en  nada  se  opone  &  las  decisiones 
de  los  Concilios,  ni  á  la  disciplina  de  la  Iglesia. 

YIL  Es  un  deber,  un  sentido  moral,  6  una  consecuencia  del  <5rden  cor- 
relativo de  los  acontecimientos  políticos. 

Ym.  La  Espaflano  tiene  justicia  para  reclamar  su  dominación  en  Amé- 
rica, ni  la  Europa  derecho  para  intentar  someterla  al  dominio  espafioL 

IX.  La  mala  fé  con  que  la  España  nos  mira,  bajo  todos  aspectos,  y  la 
impudencia  con  que  ha  infringido  todos  los  pactos  y  capitulaciones  m&s 
solemnes,  durante  la  guerra,  pone  al  americano  en  necesidad  de  desaten- 
der sus  promesas,  por  ventigosas  que  parezcan. 

X.  La  América  se  halla  hoy  en  la  forzosa  alternativa  de  sostener  su 
independencia  6  someterse  &  un  gobierno  de  fuego,  de  sangre  y  de  ester- 
minio. 

XI.  Las  fuerzas  y  recursos  de  América,  sus  ventilas  naturales  y  medios 
de  defensa,  la  aseguran  de  no  poder  ser  ligada  otra  vez  á  la  Espafia. 

TCn,  Pensar  que  la  Bula  de  Alejandro  YI  le  dé  á  la  Espafia  un  de- 
recho de  propiedad  sobre  los  países  de  América,  arguye  una  loca  teme- 
ridad 6  una  vergonzosa  ignorancia. 


24  YIDA  DE  BOIÍYAB. 

Xm.  El  americano  no  puede  ser  dichoso  dependiendo  de  snanticaada 
matriz,  la  Espafia. 

Xiy.  La  República  de  Colombia,  obra  del  inmorta  Bolíyab,  establece 
la  felicidad  de  los  pueblos  que  la  forman. 

Sostendrá  él  sobrecitado  acto  el  Padre  L.  Fr.  Frandaoo  Javier  Flo- 
rido, bajo  la  dirección  del  Rey.  P.  Fr.  Francisco  Antonio  Medina,  Car 
tedrático  de  Sagrados  Cánones. 


El  Libertador  se  excusó  de  presenciar  el  acto  público.  La 
verdadera  modestia,  que  por  lo  regular  se  encuentra  en  las 
grandes  almas,  tiene  sus  fueros  inviolables.  Mas,  al  otro  día, 
dirijíó  al  Padre  Florido  un0  bella  carta,  que  se  hallará  en  la 
colección,  pero  no  puedo  resistir  al  deseo  de  regalar  á  mis 
lectores  con  su  lectura  en  este  lugar. — Dice  así : 

Reverendísimo  Padre : 

El  acto  literario  que  Y.  P.  y  el  Rdo.  Padre  Fr.  Francisco  Medina  se 
han  dignado  dedicarme,  es  á  la  vez  el  testimonio  más  glorioso  de  la  es- 
clarecida virtud  y  patriotismo  de  los  sagrados  alumnos  de  San  Francisco 
y  la  prueba  más  evidente  de  la  ceguedad  de  las  pasiones  impetuosas 
que  inspira  una  gratitud  sin  límites,  y  una  exorbitante  bondad.  Sí, 
Reverendísimo  Padre :  el  sentimiento  sublime  que  Y.  P.  abriga  en  su 
pecho  de  lo  grande,  de  lo  heroico,  de  lo  perfecto,  le  ha  hecho  mirar  en 
mí  al  través  de  los  prestigios  más  Usongeros,  un  hombre  tal  cual  Y.  P. 
ha  concebido  el  modelo,  6  quizá  ha  reconocido  en  si  mismo  la  imagen  de 
ese  magnifico  modelo. — ^Y.  P.  prodigándome  sus  inagotables  encomios, 
me  ha  colmado  de  méritos  que  no  he  contraido :  de  servicios  imposibles 
para  mí  y  de  virtudes  que  no  poseo.  Asi,  Y.  P.  ha  hollado  las  débiles 
honras  á  que  podia  esperar ;  y  lejos  de  ensalzar  mi  ambición,  la  ha  hu- 
millado, presentándome  como  no  puedo  ser  y  haciéndome  suñir  el  con- 
traste terrible  de  lo  que  realmente  soy.  Si  Y.  P.  menos  profuso,  me 
hubiera  ofrecido  un  objeto  que  yo  fuese  capaz  de  alcanzar,  podia  agra- 
decer como  lección  los  honores  que  se  me  han  tributado ;  pero  Reve- 
rendo Padre,  Y.  P.  me  ha  querido  elevar  tanto,  que  me  ha  reducido  &  la 
imposibilidad  de  seg^uir  el  arrogante  vuelo  de  su  genio. 

Los  temas  del  certamen  de  que  Y.  P.  y  su  digno  consocio  han  sido  los 
defensores,  son,  en  mi  dictamen,  los  más  acreedores  á  ser  colocados  en  la 
cátedra  de  la  verdad  bajo  los  santos  auspicios  de  la  filantropía  y  de  la 
religión.  Atletas  de  los  títulos  imprescriptibles  del  hombre  y  de  Colom- 
bia, YY.  PP.  han  abierto  un  nuevo  camino  de  gloria  á  los  verdaderos 
apóstoles  de  la  verdad  y  de  la  luz ;  y  asociando  YY.  PP.  el  saber  de  la 
Religión  á  los  sencillos  preceptos  de  la  naturaleza,  han  dado  mayor 
realce  á  la  túnica  y  á  las  sandalias  del  seráfico :  á  esa  orden  que  fdé  siem- 


VIDA  DB  BOIÍYAB*  25 

pre  la  piimora  en  santidad  monástica  y  ahora  en  santidad  política. 
No ;  jamas  las  bendiciones  del  délo  han  podido  derramarse  &  la  tierra 
por  un  canal  más  puro  que  el  del  ministerio  de  nuestros  maestros,  de 
nuestros  pastores,  de  nuestros  oráculos.  La  augusta  verdad  no  puede 
ofrecerse  á  los  hombres  bajo  formas  más  majestuosas,  sino  cubiertas 
con  el  manto  celestial  y  resplandeciente  con  los  rayos  do  la  Sabiduría 
BTBauTA. — VY.  PP.  semejantes  á  los  Profetas,  á  los  Apóstoles,  á  los 
Mártires,  anuncian  loe  bienes  futuros,  ensenan  la  sana  doctrina  y  se 
preparan  á  un  sacriñcio  glorioso. 

¡  Qué  más  dignamente  ha  podido  llenar  su  carrera  un  justo ! 

Acepten  W.  PP.  los  testimonios  mas  sinceros  de  mi  gratitud  cordial, 
de  mi  alta  consideración  y  de  mi  proñmdo  respeto. 

Sdcon  Bolítab, 


El  Libertador  se  detuvo  apenas  diez  y  ocho  días  en  Bogotá  y 
marchó  luego  para  el  ejército  del  Norte  (22  de  Marzo.)  *  Du- 
rante su  residencia  en  Bogotá,  acordó  con  Santander  las  medi- 
das más  convenientes  para  activar  la  guerra  en  el  Sur  y  en  las 
márgenes  del  Magdalena;  erijió  la  nueva  provincia- del  Cauca, 
y  despachó  al  bravo  general  Valdes,  que  había  llegado  con  su 
división  del  Oriente  de  Venezuela,  para  Néiva  donde  debía  ase- 
gurar la  libertad  de  las  provincias  del  Sur  de  Nueva  Granada 
y  preparar  la  independencia  de  las  del  Ecuador  y  el  Perú. 
El  Libertador  aguardaba  con  ansia  los  resultados  de  las  opera- 
ciones que  había  encomendado  á  Górdova  sobre  Mompox.  •  .  . 
Eecordarémos  que  antes  de  dejar  á  Angostura,  mandó  aprestar 
la  expedición  que  el  General  Montilla  había  de  conducir  al  Río 
del  Hacha  y  Cartagena;  y  en  ese  mismo  tiempo  ordenó  al  joven 
José  María  Córdova,  oficial  lleno  de  audacia  y  ardimiento,  que 
bajara  por  el  Cauca  y  procurara  poner  en  insurrección  las  Uanu- 

*  Rastrepo  dice  24,  pero  sin  dnda  es  un  onor.  El  itinerario  del  Libertador 
fué  el  siguiente : 

£1  22  de  Marzo  salió  de  Santa  Fé  de  Bogotá. 

£1  23  estaba  en  Zipaquirá,  repasando  las  salinas. 

El  24  pasó  por  Enemocon  y  llegó  á  Ghocontá. 

El  26  estaba  en  Tnnja,  donde  permaneció  hasta  el  27. 

El  28  llegó  á  Sogamoso. 

£1  29,  ¿  Santa  Rosa,  donde  se  quedó  despachando  algunas  cosas  interesantes 
hasta  el  81  que  durmió  en  Serinza. 

El  l^.  de  Abril  estaba  en  Zátiba ;  el  2,  en  Asuata ;  el  8,  en  Capitanejo ;  el  4, 
en  el  Cerrito ;  el  6,  en  Enciso ;  el  6,  en  Pamplona ;  el  7,  en  Gbinacota ;  el  8,  en 
San  José  de  Cdcuta;  d  9,  en  el  Rosiario  y  el  10  en  San  CrístóbaL 


26  VIDA  DE  BOliVAB. 

raB  del  Corozal  y  la  ciudad  de  Mompox. — Córdova  era  el  hom- 
bre más  adecuado  para  esta  empresa :  aTÍtioqueño,  extensamente 
relacionado  en  el  país,  tan  activo  como  intrépido,  tenia  muchos 
caminos  para  llenar  con  éxito  los  deseos  del  Libertador.  Sin 
embargo,  nada  pudo  hacer  entonces,  porque  habiendo  sufrido 
una  caída  del  caballo,  quedó  loco,  y  en  ese  triste  estado  se  man- 
tuvo por  algún  tiempo,  perdidos  para  la  causa  común  su  celo,  su 
actividad  y  patriotismo.  Por  fortuna,  el  Libertador  que  nada 
descuidaba  y  cuyo  ojo  previsor  é  incansable  celo  revolucionario 
se  extendía  par  todos  los  ángulos  de  Colombia,  como  confiesa 
Torrente  ;  conociendo  la  importancia  de  ayudar  á  Montilla  en 
sus  operaciones  sobre  Bio  del  Hacha  y  Santa  Marta,  despachó  de 
San  Cristóbal  al  Coronel  Francisco  Carmona  con  fuerzas  para 
libertar  á  Ocafía ;  al  Coronel  Hermógenes  Maza  lo  destinó  á 
Mompox  para  batir  las  fuerzas  sutiles  enemigas  que  obraban  en 
BUS  inmediaciones,  y  á  los  Coroneles  Jacinto  Lara  y  José  María 
Carroño,  al  mando  cada  cual  de  una  columna,  les  ordenó  mar- 
char, por  diversas  vias,  á  reunirse  con  Córdova  y  seguir  hasta 
Santa  Marta  buscando  á  toda  costa  la  comunicación  con  Mon- 
tilla. El  plan  era  la  libertad  de  las  provincias  litorales  de  la 
Nueva  Granada,  cuya  permanencia  bajo  el  dominio  español  cau- 
saba á  los  pueblos  graves  daños  por  la  falta  de  puertos  para  el 
comercio  exterior ;  á  la  vez  que  esto  suceso  facilitaría  también  la 
libertad  de  Maracáibo,  acontecimiento  que  Bolívar  anhelaba. 

Montilla  habia  verificado  su  desembarco  el  13  de  Marzo  en 
Bio  del  Hacha  y  ocupado  aquel  punto  sin  resistencia.  Marchó 
luego  hacia  el  valle  Dupar,  donde  tampoco  halló  oposición  con- 
siderable ;  mas,  como  supiese  que  de  Maracáibo  y  Santa  Marta 
se  destinaban  fuerzas  á  batirlo,  replegó  á  Bio  del  Hacha,  siendo 
su  intento  poner  la  división  en  mejor  estado  de  resistir  y  de 
vencer.  Allí  tuvo  en  sus  tropas  las  novedades  más  alarmantes. 
Componíase  la  expedición  de  mil  á  mil  trescientos  hombres  de 
infantería  y  tropa  de  marina :  setecientos  de  la  legión  irlandesa 
que  habia  traido  el  General  D'Evereux,  y  el  resto  de  criollos  y 
extrangeros  de  otras  naciones.  Cuando  los  irlandeses  vieron 
próximo'el  combate  por  haberse  acercado  las  tropas  realistas 
que  venian  contra  Montilla,  se  sublevaron  pidiendo  sus  pagas 
atrasadas  y  el  enganche  con  que  habian  sido  reclutados  en  Du- 
blin. — La  situación  del  Coronel  Montilla  se  hizo  con  esto  au- 


▼IDA  DE  BOIÍYáB.  27 

goBÜada  y  peligrosa :  el  eDemigo  al  frente,  escaso  de  armas  y 
de  hombres,  j  los  irlandeses  en  insubordinación  criminal  la  más 
completa. — Apuró  aquel  jefe  los  recursos  de  su  persuasión,  (que 
no  eran  pocos),  para  reducir  á  sus  deberes  á  los  irlandeses  amo- 
tinados. Dióles  zapatos  y  vestuarios,  y  les  prometió  lo  que  pe- 
dian  en  momentos  menos  premiosos.  Era  necesario  haber  co- 
nocido el  talento  y  la  seducción  de  Montilla  para  medir  la  per- 
tinacia y  el  rudo  empeño  de  los  irlandeses,  que  se  mantuvieron 
firmes  en  el  motín,  abusando  villanamente  del  estado  crítico  del 
jefe.  Este  no  consintió  en  el  saqueo  de  Santa  Marta  propuesto 
en  transacción  por  los  sublevados,  y  con  una  pequeña  fuerza  dio 
cara  gallardamente  &  los  realistas  logrando  derrotarlos  y  disper- 
sarlos. Ni  quisieron  los  mercenarios  extrangeros  prestarse 
aun  á  perseguir  al  enemigo,  y  Montilla  volvió  al  Rio  del 
Hacha  para  disponer  el  reembarco  de  la  columna  irlandesa  que 
tan  vilmente  se  condujera. 

Faltan  términos  para  ponderar  los  excesos  á  que  estos  mise- 
rables se  entregaron  en  los  últimos  momentos  de  su  estancia  en 
Rio  del  Hacha.  Saquearon  las  tristes  reliquias  de  los  bienes 
que  habia  en  las  casas  ;  tomados  del  licor,  y  en  medio  del  es- 
pantoso desorden  que  produce  la  beodez,  incendiaron  la  ciudad 
que  se  redujo  á  cenizas  ;  amenazaron  de  muerte  á  los  que  pre- 
tendieron contener  los  estragos  y  la  ruina ;  rompieron  é  inutili- 
zaron el  armamento  ó  se  lo  llevaron  á  bordo,  volaron  el  fuerte. . .  I 
Brion  y  Montilla  oficiaron  al  Gobernador  de  Jamaica  y  al  Almi- 
rante inglés  de  aquella  estación  manifestando  lo  ocurrido,  y  co- 
misionaron á  los  Coroneles  Stopford  y  O'Connor  para  presen- 
tarles todos  los  documentos  que  comprobaban  el  escándalo. 

Cuando  el  Libertador  tuvo  conocimiento  de  la  sublevación 
de  los  Irlandeses  y  de  su  reembarco  para  Jamaica,  escribió  al 
Coronel  Montilla :  "  Nada  he  extrañado  de  lo  que  Y.. me  dice 
^  de  la  legión  irlandesa.  Todo  lo  temia  de  esos  verdugos  que 
'^  si  no  les  pagan,  no  matan,  y  que  son  como  aquellas  cortesanas 
**  que  no  se  rinden  sino  después  del  cohecho.  Así,  he  visto  con 
**  placer  la  separación  de  esos  viles  mercenarios  ;  y  por  el  con* 
*^  trario  vería  con  horror  que  deshonrasen  aun  nuestras  ñlas, 
^  después  de  los  excesos  cometidos  en  Rio  del  Hacha." 

Separados  los  legionarios,  y  en  la  imposibilidad  de  continuar 
Montilla  en  aquella  rada  abierta,  falto  de  víveres  y  de  medios 


28  VIDA  DE  BOliVAB. 

para  obtenerlos,  se  decidió  á  invadir  á  Cartagena  y  seguir  hacien- 
do la  guerra  á  los  españoles  en  aquellas  costas  hasta  conseguir 
la  proyectada  comunicación  con  el  Libertador.  Este  plan  fué 
apoyado  con  vigor  por  los  ciudadanos  Dr.  Pedro  Gual  y  Fran* 
cisco  Paúl,  Cortés  Madaríaga,  Joaquin  Borrero  y  Miguel  San« 
tamaría,  quienes  conocían  el  patriotismo  de  los  habitantes  del 
Magdalena  y  esperaban  ventajas  positivas  é  inmediatas  de  la 
invasión  ;  las  que  en  efecto  se  alcanzaron. 

Morillo,  en  tanto,  que  habia  fijado  su  cuartel  general  en  Va- 
lencia, tenia  fijos  los  ojos  en  Bolívar  para  ver  lo  que  empren- 
diera.— El  Pacificador  estaba  como  atónito  después  de  los  mag- 
nos sucesos  cumplidos  en  la  Nueva  Granada  y  Angostura.  ¿  Qué 
hará,  decia,  el  gefe  de  los  independientes  ?  ¿  Qué  pensará.  .  .  ? 
Excusada  pregunta. — Bolívar  pensaba  destruirlo,  y  para  ello 
habia  venido  á  Cticuta  á  tomar  el  mando  del  ejército  en  persona. 
Las  tropas  reales  eran  más  numerosas  y  aguerridas  que  las  nues- 
tras ;  pero  estas  peleaban  por  la  libertad  y  las  conducía  á  la 
victoria  el  genio  de  Bolívar.  |  Cuánto  alcanza  un  espíritu  supe- 
rior á  quien  sirve  de  estímulo  lo  arduo  I 

Esperando  Morillo  los  refuerzos  de  la  metrópoli  para  as^n- 
rar  mejor  sus  operaciones :  (esperanza  poco  sólida  pues  que 
gracias  á  Riego  los  refuerzos  no  vinieron),  situaba  conveniente^ 
mente  las  divisiones  de  su  ejército  para  que  en  un  momento  da* 
do  se  prestasen  mutuo  auxilio.  Latorre  estaba  en  Mérida  con  ' 
1,400  hombres  en  observación  del  Libertador ;  Morales  en  Ca- 
labozo con  2,300,  cubriendo  los  llanos  de  esta  parte  del  Apure; 
el  Brigadier  Real  con  1,600  hombres  estaba  en  Barínas  en  co- 
municación con  Morales  y  Latorre ;  Morillo  se  hallaba  en  Va- 
lencia con  el  grueso  principal  del  ejército  :  2,500  hombres  que 
se  extendían  desde  aquella  ciudad  hacia  el  Pao  y  San  Carlos. 
Ademas,  1,300  hombres  guarnecían  á  Cumaná  ;  1,600  defendían 
á  Barcelona,  y  como  4,000  de  diferentes  cuerpos  francos  cruza- 
ban la  extensión  de  Maracáibo  á  Caracas. — Debemos  creer  en 
el  temor  intenso  que  el  solo  nombre  de  BoUvar  inspiraba  á  los 
realistas,  cuando  vemos  al  General  en  gefe  expedicionario  que 
disponía  de  fuerzas  considerables,  muy  superiores  en  número  y 
disciplina  á  la  de  los  patriotas,  con  excelentes  oficíales  y  sobra 
de  municiones  y  pertrechos ....  aguardando  todavía  nutridos 
refuerzos  de  la  Península  para  asegurar  sus  movimientos.    Ca* 


TIDA  DB  BOliVAB.  29 

torce  mil  soldados  veteranos  dirijidos  por  el  mismo  Morillo  de- 
fendiaD  á  Yeneznela,  que  era  la  que  más  cnidado  daba  á  los 
realistas  ;  ademas  2,000  hombres  á  las  órdenes  de  Sámano  ocu- 
paban las  costas  granadinas,  apoyados  en  la  plaza  fuerte  de 
Cartagena  7  en  muchos  puntos  de  los  rios  Cauca  y  Magdalena, 
que  dominaban  sus  escuadras  :  8,000  hombres  de  la  división  de 
Calzada  y  de  las  fuerzas  de  Pasto  obedecian  al  Mariscal  de 

campo  D.  Melchor  Aymerich,  Capitán  general  de  Quito 

Así,  en  toda  la  extensión  que  separa  á  Coro  y  Maturin  de 
Cuenca  y  de  Tumbez,  tenian  los  españoles  un  ejército  considera- 
ble, fuertes  posiciones,  provincias  enteras  llenas  de  recursos, 
costas,  dinero,  escuadras.  ...  I  Necesario  era  que  el  nombre 
de  Bolívar  les  inspirase  terror,  cuando  con  tales  elementos  nada 
86  atrevian  á  hacer.  Evidente  era  que  le  temian ;  y  si  bien  Sá- 
mano le  llamaba  el  cobarde,  el  tímido,  el  más  miserable  de  he 
hombres,  allá,  en  el  fondo  de  su  alma,  todos  reconocían  que 
era  un  nuevo  Aquíles,  de  vigor  incontrastable. 

Por  su  parte  sentíase  Bolívar  más  que  nunca  poseído  de  la 
idea  de  dar  á  Colombia  independencia  y  gloria  ;  y  después  de 
haberse  frusti¿do  la  expedición  de  Cádiz  por  el  pronunciamiento 
de  Siego,  no  temiendo  ya  nuevos  refuerzos  que  pudieran  prolon- 
gar la  lucha,  juzgaba  inevitable  la  destrucción  de  Morillo,  á  pe- 
sar de  sus  buenas  y  numerosas  tropas. — "  En  este  año,  escribia  el 
"  Libertador  á  un  amigo,  doy  á  Ustedes  libre  toda  Colombia,  si 
"  una  burla  de  la  suerte  no  hace  fallar  mis  empresas. — Dos  ejér- 
"  citos  tengo  ofensivos  :  el  primero  marcha  á  Quito  ;  el  segundo 
"  está  invadiendo  á  la  vez  las  provincias  de  Cartagena,  Santa 
"  Marta  y  Maracáibo.  En  este  invierno  logramos  la  posesión 
"  de  estas  provincias,  y  en  el  verano  envuelvo  á  Morillo.  Si 
"  este  me  busca,  me  encuentra  y  lo  destruyo ;  y  si  me  espera,  es 
**  inevitable  su  ruina."* 

Como  atfás  dejé  anunciado,  hallábase  el  Libertador  en  San 
Cristóbal,  desde  la  tarde  del  10  de  Abril. — El  19  aun  permane- 
cía allí  tomando  disposiciones  para  asegurar  los  resultados  de 
esos  dos  ejércitos,  que  en  direcciones  opuestas  tenían  el  encargo 
de  extender  los  dominios  de  la  libertad . . . 

El  19  de  Abril  de  1820  no  debia  pasar  sin  recuerdos,  y  como 

*  YÁ186  la  carta  de  26  de  Marzo  de  1820. 


80  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

desdeñado,  cuando  ya  constituida  Colombia  comenzaban  las 
épocas  monumentales,  los  fastos  de  solemnidad  y  de  gloria  na- 
cional ...  1  Desde  San  Cristóbal,  Bolívar  saludó  aquel  fausto 
dia  que  fué  el  preludio  de  nuestra  independencia,  y  su  saludo  ro- 
busteció la  esperanza  de  un  porvenir  más  venturoso. — ^El  Liber- 
tador que  estuvo  desde  temprano  rodeado  de  sus  amigos,  con- 
versó  en  la  mañana  de  ese  dia  con  una  felicidad  de  ideas  y  de 
expresión  admirables.  Era  como  esos  magos  maravillosos  que 
sacan  perlas  y  granos  de  oro  de  sus  cajitas  encantadas  del 
Oriente.  Todos  oian  con  placer  aquel  resumen  de  prodijios  : 
aquellos  aplausos  dados  con  sobrada  justicia  á  los  que  hablan 
regado  con  su  sangre  los  campos  de  Venezuela  y  Cundina* 
aarca  :  aquel  elogio  de  la  constancia  americana,  superior  á  la 
constancia  de  ]os  pueblos  antiguos ...  I  Todos  oian,  (como  si 
no  lo  supiesen)  el  relato  de  aquellas  horrendas  severidades  de 
los  gefes  enemigos,  que  ultrajaron  la  humanidad  y  ofendieron  la 
religión  con  el  sacrificio  de  víctimas  inocentes . . .  Bolívar  es- 
taba inspirado.  Claridades  infinitas  se  derramaban  en  su  espí- 
ritu. Y  cuando,  después  de  todo,  entró  en  el  campo  delicioso 
de  las  predicciones  de  prosperidad  cercana,  no  hubo  uno  que 
dejara  de  sentirse  arrebatado.  ]  Qué  fu^o  santo  de  patriotis- 
mo I  I  Qué  himno  homérico  cantado  al  triunfo  y  á  la  libertad  1 
¡  Qué  brillante,  qué  luminosa  exhalación  1 

De  repente,  volviéndose  al  Teniente  Coronel  José  Gabriel 
Pérez,  que  era  uno  de  los  que  le  oian  de  más  cerca,  y  á  quien 
amaba  mucho  el  Libertador,  '*  escriba  Vd.,  le  dijo,  y  haga  que 
"  se  publique  en  el  acto  lo  que  voy  á  dictarle." 

A  LOS  Soldados  dbl  Ej^ucito  Libertador  I 

Diez  afios  de  libertad  se  solemnizan  este  dia.  Diez  afíos  consagrados 
á  los  combates,  &  los  sacrificios  heroicos,  á  una  muerte  gloriosa . .  I ! 
Pero  diez  aflos  que  han  librado  del  oprobio,  del  infortunio,  de  las  cade- 
nas, á  la  mitad  del  mundo. 

Soldados  I  El  género  humano  gemia  por  la  ruina  de  su  más  beUa  por- 
ción :  era  esclava  y  ya  es  Ubre,  El  mundo  desconocía  al  pueblo  americano : 
vosotros  lo  habéis  sacado  del  silencio,  del  olvido,  de  la  muerte,  de  la 
nado.  Cuando  antes  era  el  ludibrio  de  los  tiranos,  lo  habéis  hecho  ad- 
mirar por  vnestras  hazafias  y  lo  habéis  consagrado  á  la  inmortalidad  por 
vuestra  gloria. 

Soldados!  El  19  de  Abril  nadó  Colombia:  desde  entonces  contais 
diez  años  de  vida. 


VIDA  DE  BOliVAB.  31 

f 

CoArtel  general  Libertador  en  San  Cristóbal,  á  19  de  Abril  de 
1820, 10% 

SnCON  BOLÍYAB. 

Es  esta  la  bella  proclama  que  conmemora  el  19  de  Abril,  7  la 
que  difundió  el  gozo  en  las  filas  del  ejército. — La  seguridad  que 
sentía  el  Libertador  de  llevar  á  buen  término  la  colosal  empresa 
de  independizar  la  América  del  Sur,  le  infundía  elevado  7  he- 
roico espíritu,  siendo  ese  el  secreto  de  su  palabra  mágica,  de  su 
ardimiento  7  de  su  constancia  invencible. 

Ocho  dias  antes  de  la  memorable  fecha  que  acabo  de  citar, 
(11  de  Abril)  se  expidieron  en  Madrid  para  el  General  Morillo, 
las  circulares  del  Ministerio,  en  las  cuales,  de  orden  de  S.  M., 
se  prevenia  al  gefe  expedicionario  publicase  7  jurase  la  Consti- 
tución, restableciendo  la  paz  en  Venezuela  7  Nueva  Granada 
por  medio  de  una  reconciliación  fraternal. — Habíase  limitado 
Morillo  hasta  entonces  á  contestar  las  notas  oficiales  en  que  se 
le  instruia  del  triunfo  de  la  revolución  en  España,  del  restable- 
cimietito  del  sistema  constitucional  7  del  juramento  del  Re7y 
asegurando  al  Gobierno,  "  que  le  era  grato  ver  restablecida  la 
constitución  española  promulgada  en  1812  " ;  pero,  desenten- 
diéndose siempre  de  proclamar  ese  mismo  sistema  liberal  en  Ve- 
nezuela, hacia  continuar  el  país  sometido  á  su  opresión.  Acaso 
creía  que  las  circunstancias  no  le  obligaran  á  variar  de  rumbo. 
— ^Muchos  impresos  de  la  Ooruña  recibidos  en  Caracas,  7  la  ga- 
ceta oficial  de  Puerto  Rico  en  que  constaba  que  así  en  aquella 
isla  como  en  la  de  Cuba  se  habia  prestado  obediencia  á  la  Cons- 
titución, dieron  valor  al  A7untamiento  de  Caracas  para  presen- 
tarse al  Capitán  General  interino,  D.  Ramón  Correa,  pidiéndole 
que  fuese  publicada  la  Constitución  de  la  monarquía  del  miámo 
modo  que  en  las  otras  colonias  se  habia  hecho. — No  se  opuso 
Correa  á  esta  solicitud ;  mas,  considerando  el  asunto  de  conse- 
cuencia, resolvió  consultar  con  el  General  Morillo. — Dos  comi- 
sionados de  influencia  marcharon  para  Valencia  á  hablar  con  el 
Pacificador.  A  la  verdad,  este  diferia  proclamar  el  nuevo  sis- 
tema que  en  España  habia,  temeroso  de  contribuir  él  mismo  á 
desautorizarse  en  Venezuela.  Luchaba  en  mil  contrariedades 
8u  amor  propio ;  pero,  al  fin,  vino  á  Caracas  7  proclamó  solem- 
nemente el  código  político  de  la  monarquía  española. — Morillo 
Be  consideró  desde  aquel  momento  privado  de  las  facultades  ab- 


32  VIDA  DE  BOLtYAB. 

solutas  que  le  habia  conferido  el  Rey  absoluto  ;  y  fué  esta  una 
feliz  circunstancia  para  Bolívar  7  los  demás  gefes  que  hacian  la 
guerra  por  la  independencia  de  la  patria. 

Gomo  una  de  las  circulares  mandaba  que  fuesen  puestos  desde 
luego  en  libertad  y  que  volviesen  á  sus  domicilios  los  presos  y 
expulsos  por  delitos  políticos,  Morillo  cumplió  la  orden  del 
Rey,  y  en  una  proclama  que  dirijió  á  los  perseguidos,  llamándo- 
les para  que  gozasen  de  la  gracia  que  se  les  concedía  :  "  Vos- 
"  otros,  dijo,  estéis  donde  estuviereis  y  sean  cualesquiera  vues- 
"  tras  opiniones,  acciones  y  circunstancias,  podéis  venir  á  vues- 
^'  tras  casas  á  gozar  de  la  tranquilidad  de  vuestros  hogares  y  de 
*'  las  ventajas  del  gobierno  representativo  que  acaba  de  jurar 
"  la  Nación  y  que  nos  hace  libres  como  debemos  serlo  . .  •  1 '' — 
Cuánto  costarían  estas  palabras  á  Morillo,  observa  Restrepo ; 
á  Morillo  que  asesinó  en  la  Nueva  Granada  y  en  Vene- 
zuela á  tantos  y  tan  ilustres  patriotas,  porque  quisieron  ser 
libres  /... 

Instaba  el  Ministerio  español  porque  se  abriesen  negociacio- 
nes con  los  disidentes ;  (ya  no  eramos  "  sediciosos,"  "  rebeldes,'' 
"  bandidos,"  gracias  &  Riego !)  y  porque  se  terminase  una  guerra 
desastrosa  que  arruinaba  á  ambas  Españas,  como  se  decia  en- 
tonces,*— El  Conde  de  Cartagena,  General  Morillo,  recibió  el 
encargo  de  presidir  la  comisión  de  n^ociacionés  que  se  abrie- 
ran con  los  caudillos  de  la  libertad  colombiana.  Tal  encargo 
era  debido  á  su  carácter  y  á  la  representación  que  ejercia  ;  sin 
embargo,  lo  inflamaba  en  cólera,  lo  abrasaba. — ^"  Están  locos 
"  en  Madrid,  gritaba  á  voz  en  cuello,  no  saben  lo  que  mandan  : 
**  no  conocen  el  país,  ni  los  hechos,  ni  las  circunstancias.  Quie- 
"  ren  que  yo  me  abata  á  tratar  con  los  que  he  combatido  ;  que 
"  pase  por  la  humillación  de  llamar  amigos  á  los  sediciosos  y 
"  hermanos  á  los  que  he  herido  en  lo  más  vivo  como  enemigos 
"  y  como  rebeldes...  Así  se  perderá  todo.  Yo  obedeceré  ;  pero 
"  no  hay  que  contar  más  con  sujetar  estas  provincias." 

En  todo  este  desfogue  de  rabia  concentrada,  no  se  percibe 
claramente  sino  el  esfuerzo  poderoso  de  la  conciencia. — A  Mo- 
rillo le  atormentaba  el  recuerdo  de  sus  atrocidades  que  ahora 

*  iDstruccíonee  á  las  antorídades  ciyilee  7  militares  de  las  prorlDcias  ultra- 
marinas^ eto. 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  3( 


ií 


debían  verse  en  toda  sn  horrible  luz ;  7  se  acusaba,  7  se  enfu- 
recía . . . 

¡  Cuan  cierto  es  que  la  maldad  fabrica  tormentos  contra  sí 
misma,  7  que  el  primer  castigo  del  culpable  es  no  poder  absol- 
verse en  el  tribunal  de  su  propia  conciencia  I 

. . .  Prima  est  Ikbc  nltio,  quod  se 
Jndice  nemo  nocens  absolvitur. 

(Juv.  Sat  xni.) 

Morillo  estableció  en  Caracas  una  Junta  con  el  título  de  Pa- 
cificadora, en  cuyo  seno  estaba,  haciendo  de  secretario  con  voto, 
José  Domingo  Diaz,  el  más  tenaz  é  insolente  enemigo  de  los 
patriotas.  Dicha  Junta  debía  ocuparse  de  las  negociaciones 
con  los  disidentes,  7  fueron  sus  primeros  trabajos  dirijir  comu- 
nicaciones á  los  Generales  Páez,  Bermúdez,  Monágas,  Zaraza, 
Rojas,  Cedefío,  Montes,  Montilla  7  al  Gobernador  de  la  isla  de 
Margarita  ;  diciéndoles,  (Morillo  hablaba  como  Presidente  de  la 
*'  Junta  pacificadora,'')  que  estando  autorizado  para  tratar  par- 
ticularmente con  los  gobiernos  7  gefes  disidentes,  mientras 
sus  comisionados  cerca  del  Congreso  de  Angostura  7  de  Su 
Excelencia  el  Presidente  de  la  República  desempeñaban  aquel 
encargo,  daba  órdenes  á  los  Comandantes  de  las  tropas  7  fuer- 
zas navales  de  su  mando,  para  suspender  hostilidades  por  un 
mes,  contándolo  desde  el  día  en  que  se  recibiera  la  comuni- 
cación. 

Morillo  nombró  al  Brigadier  D.  Tomás  Círes  7  al  Superin- 
tendente de  Hacienda  pública  D.  José  Domingo  Duarte,  comi- 
sionados para  hacer  proposiciones  al  Congreso  de  Angostura, 
7  á  D.  Juan  Rodríguez  del  Toro  7  D.  Francisco  González  de 
Linares,  para  que  pasasen  á  Cúcuta,  &  tratar  con  el  Libertador, 
que  se  hallaba  en  aquellos  valles. 

Toro  se  enfermó  en  el  camino  7  fué  reemplazado  por  el  Co- 
ronel D.  José  María  Herrera. 

Bolívar  no  tuvo  necesidad  que  el  gefe  español  le  informase 
de  la  disposición  del  ministerio  liberal  de  la  Península,  ni  que 
le  dijese  que  el  Re7  había  jurado,  mal  su  grado,  la  Constitución, 
mudado  7a  el  aspecto  de  las  cosas  en  la  metrópoli. — Una  cor- 
respondencia que  interceptó  el  Coronel  Carmena  en  Chírigua- 
ná,  le  impuso  de  todo,  7  anticipándose  á  lo  que  debía  tener  lugar,. 

8 


84  TIDA  DE  BOLÍVAR. 

con  aquella  luz  clarísima  que  le  conducía  á  descubrir  lo  igno- 
rado 7  revelar  lo  futuro,  escribió  desde  el  Rosario  de  Gúcuta  al 
General  Carlos  Soublette,  diciéndole  : 

Junio  10  de  1820. 
Mi  quebido  Gekbbai<  y  amioo  : 

Ayer  he  recibido  una  oomunicacion  muy  interesante  interceptada  por 
el  Coronel  Cannona  en  Chiríguaná,  fechada  en  Cartagena  el  20  de  Mayo, 
por  la  cual  hemos  sabido  noticias  positivas  de  la  España  hasta  el  mes  de 
Abril. — Femando  Vil,  el  7  de  Maizo,  ha  jurado  la* Constitución  por  un 
decreto,  forzado  por  la  voluntad  del  pueblo  y  á  instancias  del  General 
Ballesteros. — Parece  que  la  revolución  era  general  en  la  Península  y  que 
el  Rey  estaba  en  la  última  extremidad  cuando  juró  la  Constitución.  Su 
ñtuacion,  pues,  es  yiolentfsima  y  tendrá  que  complacer  al  pueblo  y  a] 
ejército  que  desean  la  paz  por  salir  de  los  sacrificios  y  de  la  muerte. — 
Aun  los  liberales  mismos  tendrán  que  halagar  al  ejército  con  la  paz,  por- 
que la  cuestión  no  es  otra  que  la  venida  á  América ;  y  el  modo  de  calmar 
hasta  la  sospecha  de  este  mal,  es  concluir  la  guerra,  en  lo  que  parece  pro- 
nunciada ya  toda  la  Península. — Por  otra  parte,  no  habiendo  podido  sub- 
yugamos la  Espalla  con  sus  expediciones,  ahora  lo  alcanzará  menos,  sin 
ellas ;  no  teniendo  otro  ínteres  que  el  del  comercio  exclusivo  en  América, 
y  teniendo  nosotros  innumerables  corsarios  que  se  multiplicarán  en  razón 
inversa  de  nuestras  desventajas  militares ;  ó  mejor  diré,  que  se  aumenta- 
rán cuanto  menos  territorio  tengamos,  su  comercio,  por  consiguiente,  se 
anula.  Siendo  el  interés  de  los  liberales  la  propagación  de  los  princi- 
pios, contra  los  cuales  encontrarán  en  Espafia  y  en  toda  Europa  muchos 
contrarios,  es  indispensable  que  las  Cortes  se  decidan  en  nuestro  ñtvor ; 
tanto  por  que  ya  no  se  trata  de  una  simple  cuestión  de  economía  políti- 
ca sino  de  una  preponderancia  interior,  como  porque  habiendo  en  Amé- 
rica gobiernos  libres,  ellas  encontrarán  siempre  entre  nosotros  puntos  de 
apoyo  y  aún  medios  para  combatir  á  los  serviles,  pues  la  afinidad  de 
principios  produce  siempre  la  atracción  recíproca  en  materia  política. 
Los  serviles,  ademas,  y  sobre  todo.  Femando  más  que  los  otros,  tienen 
necesidad  de  hacer  la  paz  para  acallar  al  ejército,  que  no  tiene  otro  cla- 
mor, ni  puede  sor  lisonjeado  de  otro  modo ;  porque  los  hombres  no  se 
contentan  con  que  les  curen  el  mal  de  que  padecen,  sino  que  desean  aca- 
bar con  el  mal  mismo,  por  la  aprensión  que  imprime  y  la  amenaza  que 
deja  de  volver  á  afligir. — Así,  las  tropas  españolas  no  estarán  satisfechas 
.mientras  no  hayan  visto  cesar  las  hostilidades  con  nosotros;  sabiendo 
por  experiencia  que  todos  los  géneros  de  sistemas  que  han  regido  en  Es- 
pana,  las  han  enviado  á  América. — Si  alguna  cosa  retarda  nuestras  nego- 
daciones  con  Espafia,  no  será  ciertamente  ni  su  voluntad,  ni  los  embara- 
zos que  se  opongan  á  esta  consecución.  To  pienso  que  solamente  los  in- 
manentes peligros  que  ambos  partidos  van  á  correr,  y  la  ocupación  ur- 
^:geIKte  de  sus  intereses  inmediatos,  no  más,  los  harán  descuidar  momento- 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  35 

oeamente  esta  medida.  Por  lo  mismo,  es  de  nuestro  deber  proporcionar 
á  los  enemigos  los  medios  y  las  ocasiones  de  tratar  con  nosotros.  Estos 
medios  pueden  ser  iniciados  por  nuestros  EuTiados  en  Londres  y  en  los 
Estados  Unidos  directamente  con  los  Enviados  españoles  6  indirecta- 
mente con  los  otros  Enriados  extrangeros  que  más  interés  muestren  por 
nuestra  causa.  Estos  mismos  pasos  admiten  infinidad  de  modificaciones, 
más  6  menos  eficaces,  más  6  menos  directas,  por  yias  públicas  6  priya- 
das,  por  la  imprenta,  por  la  conversación,  por  los  amigos  y  aún  por  los 
enemigos.  Jamás  será  degradante  ofreoer  la  paz  bajo  los  principios  con- 
signados en  la  ^^  Declaratoria  de  la  República  de  Venezuela,"  que  debe 
ser  la  basa  de  toda  negociación :  1°  por  que  así  está  ordenado  como  ley 
de  la  República,  y  2**  por  que  así  lo  prescriben  la  naturaleza  y  la  salvación 
de  Colombia. — Ofrecer  asi  la  paz  á  los  Espafioles,  es  pedirles  la  corona 
del  triunfo ;  pues  no  siendo  otro  el  objeto  de  la  contienda,  obtenerlo  es 
yencer.  A  los  españoles  que  están  altamente  conyenádos  de  su  impo- 
tencia con  respecto  á  nosotros  y  que  sufren  en  la  guerra  cuantas  calami- 
dades pueden  afligirlos;  á  los  espafioles,  digo,  concederles  la  paz,  es  de- 
cretarles un  triunfo,  no  menos  importante  y  no  menos  deseable. — Ellos 
están  en  el  caso  del  rico  de  Platón ;  tienen  todo  que  perder  y  nada  que 
adquirir;  y  nosotros,  no  teniendo  nada  que  perder,  aspiramos  á  cuanto 
ellos  poseen.  La  lucha  no  nos  ha  dejado  más  que  la  vida,  y  esta 
es  de  ningún  precio  para  hombres  desesperados. — Esta  cuestión,  bien 
desenvuelta,  es  inmensa,  y  presenta  todas  las  consideraciones  que  pueden 
halagar  á  nuestros  contrarios  y  á  nosotros  mismos. — Por  tanto,  nosotros 
no  debemos  ofrecer  más  que  la  paz  en  recompensa  de  la  Independencia. 
Esta,  para  nosotros,  nos  trae  todos  las  bendiciones  del  cielo ;  y  aquella, 
para  los  espafioles,  es  una  fuente  de  inmensas  prosperidades  futuras. — 
He  aquí  mis  ideas,  las  que  deseo  que  Vd.,  el  Yice-presidente  de  Colom- 
bia y  el  Secretario  de  Estado  mediten  profundamente  y  las  empleen  en 
la  ocasión,  sin  esperarla,  sino  buscándola  y  proporcionándola  de  todos 
modos ;  porque  los  momentos  presentes  tienen  un  valor  infinito,  y  no 
solo  Séneca  debe  saber  apreciar  el  mérito  del  tiempo. 

Si,  por  accidente,  se  supiere  6  se  recibieren  noticias  de  alguna  nego- 
ciación diplomática,  que  se  pongan  alas  al  correo  y  se  le  ofrezcan  pre- 
mios exorbitantes  para  que,  volando,  me  lleguen  oportunamente. — ^De- 
seo que  nada  se  haga  sin  mi  conocimiento  en  esta  materia. — Nada  es 
mas  &cSl  que  dilatar  las  cosas,  ofrecer  mi  llegada  por  instantes,  y  es- 
perarme.— Hace  mucho  al  caso  el  personal  en  toda  materia,  y  muy  par- 
ticularmente en  las  diplomáticas. — ^En  los  negocios  pacíficos,  como  en 
los  militares,  es  muy  importante  el  ser  veterano. 

Los  correos  me  matan  con  sus  dilaciones.  Al  fin,  tendrá  que  man- 
dar pagar  los  postas  españoles,  pues  que  nos  sirven  mejor  que  los  de 
Colombia.*— Hace  más  de  dos  meses  que  han  llegado  fusiles  á  Angos- 
tura, y  todavía  no  lo  sé  de  oficio,  y  estoy  esperándolos,  por  momentos, 
de  Guasduálito,  si  es  que  han  sabido  hacer  esto  siquiera  I    ¡  Qué  bello 


86  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

gobierno  para  la  posma ! — Mi  desesperación  en  esta  parte  solo  compite 
con  mi  indignación  por  esos  señores.  Hágame  Vd.  el  fayor  de  decír- 
selos así. 

Por  la  Secretaría  de  guerra  sabrá  Yd.  nuestro  estado  militar,  que  eB 
tan  brillante  como  puede  desearse,  aunque  sin  yictorias  decisivas  aun. 

El  ejército  tiene  todo :  TÍveres,  dinero,  salud  y  mucho  espírítu«    Ko 

nos  falta  más  que  diez  mil  fusiles I    Mándelos  Yd.  en  rsTancha  de 

tan  buenas  noticias.  Ko  se  deje  Yd.  poseer  del  aire  endémico  que  corre 
en  Angostura ;  y  en  caso  que  sea  necesario  adoptar  algún  extremo,  más 
bien  que  sea  el  del  ñiror  y  no  el  del  imperio  de  la  apatía,  que  es  el  que 
ha  reinado  ahí  hasta  ahora  soberanamente.  Y  después  querrán  gober- 
nar ....  I  Y  después  intrigarán ....  1 1  Y  después  mandarán ....  111  Y 
después  harán  morir  como  á  Milciades  á  los  Libertadarei  de  la  Pa- 
tria//// 

Adiós,  mi  querido  General. 

Soy  de  Yd.,  de  corazón,  Bolíyab. 

Hacia  poco  quo  el  General  Soublette  se  hallaba  en  Angosta- 
ra, previsto  por  el  Libertador  para  la  Vice-presidencia  de  Ve- 
nezuela.— ^Zea,  que  habia  sido  nombrado  Vice-presidente  de  Co- 
lombia, estaba  en  Londres  con  permiso  del  Congreso,  y  el  Dr. 
Juan  Germán  Roscio  fué  elegido  para  sucederle.  Con  tal  mo- 
tivo, vacante  la  Vice-presidencia  de  Venezuela,  el  Libertador 
no  vaciló  un  instante  en  el  nombramiento  de  Soublette  llamado 
por  sus  talentos,  por  su  consagración  al  trabajo  y  por  su  patrio- 
tismo á  hacer  muchos  bienes  en  la  elevada  situación  en  que  se 
le  colocaba. — La  interesante  carta  de  Bolívar  que  acaba  de 
leerse,  fijó,  por  decirlo  así,  la  respu^ta  que  dio  el  Congreso  á 
los  comisionados  de  Morillo. — Aquel  cuerpo,  como  ya  sabemos, 
habia  suspendido  sus  sesiones  desde  Enero  ;  pero  fué  convocado 
extraordinariamente  para  considerar  el  oficio  en  que  el  gefe  es- 
pañol anunciaba  el  envió  de  sus  comisionados,  Círes  y  Duarte. 
— Estos  subieron  el  Orinoco  hasta  la  Vieja  Guayana,  y  allí  tu- 
vieron la  respuesta  del  Congreso  que  suscribió  Fernando  Peñal- 
ver^  como  Presidente,  á  saber  :  que  el  soberano  Congreso  de  Co- 
lombia oiría  con  gusio  todas  las  proposiciones  del  gobierno  espa- 
ñol^ siemp7*e  qv^  tuvieran  por  base  el  reconocimiento  de  la  sobera- 
nía é  independencia  de  Colombia  ;  y  que  no  admitiría  las  que  se 
separasen  de  este  principio  muchas  x^eces  prodamado  por  el  go- 
biemo  y  pueblos  de  la  República. 

Al  amanecer  del  6  de  Julio  recibió  el  Libertador  en  la  villa 


VIDA  DB  BOliVAB.  37 

del  Rosario  la  circular  de  Morillo  y  una  carta  del  General  La- 
torre  que  remitió  Urdaneta  desde  San  Cristóbal,  donde  quedó 
el  Ayudante  de  Estado  mayor  general  D.  José  Maria  Herrera, 
conductor  de  dichos  pliegos. — El  oficio  de  Latorre  estaba  con- 
cebido en  los  términos  más  finos,  concluyendo  por  decir  al  Liber- 
tador que  "  él  no  dudaba  le  proporcionaría  la  satisfacción  de 
abrazarle  un  dia  como  su  más  verdadero  y  caro  hermano." — El 
Libertador  contestó  á  los  Generales  Latorre  y  Morillo  en  los 
términos  siguientes : 

Cuartel  €kneral  Libertador  en  San  Cristóbal, ) 

&  7  de  Julio  de  1820.     ( 
SBfiOB  General: 

Acepto  con  la  mayor  satisfacción,  para  el  ejército  estctcianado  aqu%  el 
armisticio  que  á  nombre  del  General  en  gefe  del  ejército  español  me  pro- 
pone y.  S.  por  un  mes  de  término,  contado  desde  el  dia  de  ayer. 

Siento  que  los  sefiores  comisionados  del  gobierno  español  se  hayan  di- 
njido  por  grandes  rodeos  en  busca  de  mi  cuartel  general ;  pero  Y.  S. 
podrá  muy  bien  indicarles  la  ruta  que  deben  seguir  en  el  caso  de  venir  & 
tratar  con  el  gobierno  de  Colombia  de  paz  y  amistad,  reconociendo  esta 
República  como  un  Estado  independiente,  libre  y  soberano.  Si  el  objeto 
de  la  misión  de  esos  sefiores  es  otro  que  el  del  reconocimiento  do  la  Re- 
pública de  Colombia,  Y.  S.  se  servirá  significarles  de  mi  parte,  que  mi 
intendan  e»  no  recieUnrlos  y  ni  aun  oir  ninguna  otra  proposición  que  no 
tenga  por  hase  este  principio. 

Espero  que  Y.  S.  me  dará  su  respuesta  categórica  sobre  la  continuación 
6  no  continuación  del  armisticio  en  el  término  de  ocho  dias,  pasados 
k»  cuales,  las  hostilidades  quedarán  abiertas.  Bolí vab. 


Cuartel  General  Libertador  en  el  Rosario, ) 

á  28  de  Julio  de  1820.     S 

EXCELENTÍBIHO   SeI^OB  : 

Tengo  el  honor  de  acusar  la  recepción  dd  despacho  que  Y.  E.  se  ha  ser- 
vido diñjirme  con  fecha  22  de  Junio  desde  su  cuartel  general  de  Yalenda. 

La  República  de  Colombia  se  congratula  de  ver  rayar  el  dia  en  que  la 
libertad  extiende  su  mano  de  bendición  sobre  la  desgraciada  Espafia,  y 
de  ver  á  su  misma  antigua  metrópoli  seguirla  en  la  senda  de  la  razón. 

Resuelto  el  pueblo  de  Colombia,  ha  más  de  diez  afios,  á  consagrar 
hasta  el  último  de  sus  miembros  á  la  única  causa  digna  del  sacrificio  de 
la  paz : — á  la  causa  de  la  patria  oprimida ;  y  confiado  en  la  santidad  de  su 
resolución  expresada  con  la  mayor  solemnidad  el  20  de  í7ovieml>re  de 
1818,  de  combatir  perpetuamente  contra  el  dominio  exterior,  y  de  no  re- 
conciliarse sino  con  la  independencia,  me  tomo  la  libertad  de  dirijir  á 
Y.  E.  la  adjunta  copia  de  la  ley  fundamental,  que  prescribe  las  bases 
sobre  las  cuales  puede  tratar  el  Gobierno  de  Colombia  con  el  espafiol. 


88  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

Con  la  mayor  satufaccion  tengo  el  honor  de  onecer  á  Y.  E.  esta  franca 
declaración  como  preliminar  de  toda  transacción  entre  nuestros  respec- 
tivos gobiernos  y  como  en  testimonio  de  la  rectitud  que  caracteriza  á 
nuestro  sistema  liberal  representativo. — El  amor  á  la  paz,  tan  propio  de 
los  que  defienden  la  causa  de  la  justicia,  no  oerk  jamás  ahogado  por  do- 
lientes clamores  de  la  humanidad,  antes  inmolada  en  el  teatro  de  tantos 
honores.  .  .  • 

Y.  E.  puede  contar  con  que  no  serán  oídos  d  resentímiento,  ni  el  odio, 
ni  aquellos  intereses  particulares  que  Y.  E.  conceptúa  como  enemigos  de 
la  paz.  ün  solo  grito  resuena  en  Colombia :  es  el  de  la  naturaleza  que 
reclama  todos  sus  derechos,  hollados  y  hundidos  hasta  ahora  en  los 
abismos  del  despotismo,  que  ha  convertido  en  vasta  desolación  cuantos 
dominios  ñieron  espafioles 

El  armisticio  solicitado  por  Y.  E.  no  puede  ser  concedido  en  totalidad, 
sino  cuando  se  conozca  la  naturaleza  de  la  negociación  de  que  vienen  en- 
cargados los  Scfiores  Toro  y  Linares.  Ellos  serán  recibidos  con  el  respeto 
debido  á  su  carácter  sagrado. 

Dios  guarde  á  Y.  E.  &a  Simón  Bolívar. 

Dadas  estas  respuestas,  el  Libertador  que  deseaba  infundir 
con  su  presencia  vigoroso  impulso  á  la  campaña  del  Magdalena, 
determinó  hacer  una  rápida  excursión  á  las  costas  del  Atlántico, 
sin  detenerse  en  Gúcuta  por  esperar  á  los  comisionados  de 
Morillo.  Urdaneta  quedó  encargado  del  ejército  del  Norte,  y 
este  mismo  y  el  secretario  de  la  guerra,  Coronel  Pedro  Briceño 
Méndez,  recibieron  poder  é  instrucciones  para  contestar  á  las 
propuestas  de  los  diputados  realistas. — ^El  Libertador  partió  á 
principios  de  Agosto  por  el  camino  que  conduce  desde  Cuenta 
á  Ocaña  ;  visitó  á  Mompox,  Barranquilla  y  Turbaco,  dictando 
en  todas  partes  las  más  eficaces  providencias  para  activar  la 
guerra.  En  Barranquilla  recibió  un  oficio  del  brigadier  D. 
Gabriel  Torres,  Gobernador  que  era  de  Cartagena,  en  el  cual 
solicitaba  á  nombre  del  gobierno  de  la  Península  suspensión  de 
armas  para  tratar  de  la  paz. — Como  nada  era  más  conforme 
con  los  sentimientos  del  Libertador  que  ahorrar  calamidades  á 
la  humanidad  afligida,  entró  gustoso  en  correspondencia  con 
aquel  jefe,  dando  en  sus  oficios  pruebas  de  moderación  y  de 
finura  ;  pero  el  desgraciado  Torres  que  deseaba  llegar  al  punto 
primordial  de  su  negociación,  se  apresuró  á  detallar  las  proposi- 
ciones que,  según  decia,  el  Rey  y  la  Nación  española  le  manda- 
ban  hacer  en  obsequio  de  la  humanidad.  Reducíanse  estas  á 
la  "  sumisión  de  Colombia  á  España  ;  juramento  de  la  constitn- 


VIDA  DE  BOliVAB.  39 

don  del  afio  12,  y  envió  de  diputados  á  las  Cortes  que  habían 

de  celebrarse  en  Madrid "     Arrebatado  el  Libertador 

de  la  más  justa  7  ardiente  indignación,  (que  no  hay  cosa  que 
excite  más  el  enojo  que  una  impertinencia,)  arrojó  el  oficio  de 
Torres  y  dirigiéndose  al  ayudante  general  del  Estado  Mayor, 
le  dictó  la  contestación  siguiente :  "  Es  el  colmo  de  la  de- 
"  mencia,  y  aun  más,  de  lo  ridículo  proponer  á  la  República  de 
"  Colombia  su  sumisión  á  la  España:  á  una  Kacion  siempre 
"  detestablemente  gobernada  ;  á  una  Nación  que  es  el  ludibrio 
*^  de  la  Europa  y  la  execración  de  la  América  por  sus  primeras 
"  degollaciones  y  por  su  posteriores  atrocidades,  i  Cómo  I 
''  ¿  Podríamos  olvidar  centenares  de  victorias  obtenidas  contra 
'Mas  armas  españolas?  ¿Podríamos  olvidar  nuestra  gloria, 
"  nuestros  derechos  y  el  heroísmo  de  nuestros  soldados  ?  ¿  Cree 
"  V.  S.,  Señor  Gobernador,  que  la  vieja  y  corrompida  España 
"  pueda  dominar  aun  el  Nuevo  Mundo  ?  ¿  Cree  V.  S.  que  el  go- 
*^  bierno  de  esa  Nación  que  ha  dado  el  ejemplo  más  terrible  de 
"  cuanto  puede  ser  absurdo  el  espíritu  humano,  logre  formar  la 
**  dicha  de  una  sola  aldea  del  Universo  ? — Diga  V.  S.  á  su  Rey 
**  y  á  su  Nación,  Señor  Gobernador,  que  el  pueblo  de  Colombia 
*^  está  resuelto,  por  no  sufrir  la  mancha  de  ser  español,  á  com- 
"^  batir  por  siglos  y  siglos  contra  los  peninsulares,  contra  todos 
"  los  hombres,  y  aun  contra  los  inmortales,  si  estos  toman  parte 
*'  en  1&  causa  de  la  España.  Prefieren  los  colombianos  des- 
"  cender  á  los  abismos  eternos,  antes  que  ser  españoles.  ...  I" 
Esta  contestación  la  hallo  censurada  en  Restrepo. — Es  muy 
dura,  escribe. — Ahora  puede  parecer  así ;  entonces  pareció 
sublime,  como  que  traducía  el  sentimiento  verdadero  de  todo  un 
pueblo.  Por  lo  demás,  esa  ira  y  exaltación  del  Libertador  no 
eran  de  extrañar.  El  fundador  de  Colombia ;  el  hombre  de  la 
expedición  de  los  Cayos,  que  con  su  constancia  heroica  y  su 
valor  había  triunfado  de  Monteverde,  de  Bóves,  de  Tánez,  de 
Cakada,  de  Morales,  de  Morillo no  podía  oír  con  insen- 
sibilidad idiota,  que  se  le  propusiera  someterse  buenamente  á 
eos  enemigos.  Preciso  es,  para  decidir  con  rectitud,  ponerse  en 
la  situación  de  cada  cual ;  y  no  por  llevar  al  extremo  la  virtud 
de  la  imparcialidad,  toquemos  en  la  parte  opuesta  de  desconocer 
las  leyes  invariables  de  la  justicia. — Algunas  veces,  observa  con 
razón  el  historiador  Mariana,  la  paciencia  ofendida  se  muda  en 
furor,  y  culparlo  sería  rigidez  ....   I 


40  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

Cuando  el  Libertador  regresó  á  Cuenta  de  las  costas  de  Car* 
tagena  (mediados  de  Setiembre)  snpo  el  resultado  de  las  confe- 
rencias entre  los  comisionados  españoles  y  los  colombianos. 
Propusieron  aquellos  *' que  se  adoptara  7  jurara  en  estas  pro* 
yincias  la  constitución  política  de  la  Monarquia  española,  7  ofre- 
cieron que  Su  Magestad  conservaría  á  sus  actuales  gefes  el 
mando  de  las  provincias  que  ocupaban,  por  tiempo  indefinido, 
pero  con  subordinación  al  General  en  gefe  del  ejército  pacifica- 
dor ó  al  gobierno  de  España  directamente." — Nuestros  dignos 
comisionados  contestaron  :  "  que  no  estaban  autorizados  para 
sellar  los  males  de  Colombia  sometiéndola  á  la  España,  sino 
para  promover  sus  intereses  7  derechos  constitu7éndola  libre, 
independiente  7  soberana."  Y  añadieron  :  ''  los  defensores  de 
la  justicia  7  de  la  libertad,  lejos  de  ser  halagados  por  ofertas 
de  un  mando  ilimitado,  reciben  un  verdadero  ultraje  al  verse 
confundidos  con  las  almas  groseras  que  anteponen  la  opresión  7 
el  poder  á  la  sublime  gloria  de  ser  los  libertadores  de  su  patria." 

Asi  terminó  esta  primera  negociación,  en  la  cual  todo  fué 
superioridad  7  decoro  imponente  de  nuestra  parte. — ¿Quién 
podrá  pintar  el  placer  inmenso  que  inundaba  el  corazón  de  los 
buenos  patriotas,  cuando  consideraban  la  grandeza  de  Colom- 
bia :  el  rango  á  que  sus  esfuerzos  la  habian  elevado  7 — Mi  tosca 
pluma  no  puede  ofrecer  cabal  pintura  de  aquel  júbilo  7  dulcí- 
sima satisfacción ¡Morillo  proponiendo  tregua  I  Y 

titulando  á  Bolívar  Presidente  de  la  República  de  Colombia  1 1 
En  realidad,  si  el  patriotismo  tenía  justos  motivos  para  lison- 
jearse ;  el  amor  propio,  ese  gran  sentimiento  que  ennoblece  al 
hombre  cuando  no  llega  á  los  lindes  censurables  del  orgullo  7 
de  la  vanidad,  debia  estar  completamente  satisfecho.  Bolíyab, 
Santander,  Marino,  Bermúdez,  Arízmendi,  Páez,  Mon tilla,  Ur- 
daneta,  Soublette,  Bricen  o,  Gómez,  héroes  do  la  gloria, .... 
dichosos  vosotros  7  vuestros  compañeros,  que  no  caísteis  jamas 
de  vuestra  esperanza  7  que  merecisteis  os  condujera  la  mano 
invisible  7  poderosa  del  destino  á  la  dicha  apetecida !  |  Di- 
chosos vosotros,  cu7a  constancia,  como  la  de  Fabio,  fué  un 
escudo  inderrocable  para  la  patria,  7  á  quiénes  en  premio  se 
concedió  llevar  aquel  eterno  peso  de  gloria  de  la  libertad  do 
un  mundo II 


CAPÍTULO  XXXII. 

1820. 

EXPUCA  BL  LIBERTADOS  DK  PA8A0B  DI  BU  DISOURSO  KS  AX009TDBA  CIN8I7RADO  POB 
D.  GUILLERMO  WBITB  —  BSrUBBZOfl  DB  ZBA  POR  RESTAURAR  BL  DRSOABCIOO  CRáDI- 
TO  DB  OOLOXBLA.— 8U  PROTBCTO  PRBSBNTADO  AL  DUQDB  DB  PRÍaS  —  PROPOSICIÓN  DB 
CLAT  BN  LA  ciüARA  DB  RBPRBSBKTANTBS  DB  LOS  BSTADOS  DB  LA  UNION  AMERICANA 
— ARMAMENTO  COMPRADO  POR  EL  GBNERAL  SUCRI  RN  LAB  ANTILLAS— COMUNICACIÓN 
DBL  LIBBRTADOB  AL  GENEBAL  MORILLO  BORRE  *'  ARMISTICIO  " — TRATADOS  DB  ARMIS- 
TICIO T  J>B  BEOULARIZACION  DB  LA  GUERRA  —  PE8TBJ0  MILITAR  BN  SANTA  ANA  — 
DIPBNSA  DEL  ARMISTICIO— MORILLO  ENTREGA  BL  MANDO  ▲  L ATORRE  T  SB  EMBARGA 
PARA  cIdIZ  —  SU  PROCLAMA  DE  DB8PEDIDA  —  BL  LIBERTADOR  TA  Á  BARÍNAS  T  BE- 
GBB8A  Á  SAN  CRISTÓBAL  OOK.lxiMO  DB  MABOHAR  AL  SUR. 

UKA  vez  que  hice  mención  de  la  carta  del  Libertador  á  su 
amigo  D.  Guillermo  White,  concédanme  mis  lectores  que 
suspenda  ahora  la  narración  de  los  sucesos  que  se  verificaron 
en  este  año,  para  referirles  brevemente  una  ocurrencia  que  tuvo 
lugar  entre  estos  dos  personages  y  cuyo  desenlace  se  halla  en 
la  propia  carta  de  la  que  extraje  los  párrafos  que  se  leen  á  las 
páginas  17  y  18. 

En  el  numero  de  las  cualidades  que  singularizaban  al  Liber- 
tador, (raras  por  cierto  entre  los  hombres  de  su  elevación  y  bu 
poder,  como  ya  en  otra  parte  he  dicho,)  habia  una  que  lo  distin- 
guía :  Bolívar  gustaba  de  la  discusión.  No  se  ofendia  de  la 
verdad,  y,  diligente,  entraba  en  las  explicaciones  más  menudas 
para  demostrar  la  justicia  ó  conveniencia  de  lo  que  proyectaba. 

(41) 


42  TIPA  DE  BOliVAB. 

I  Gran  dote  para  gobernar  con  justicia,  amar  la  luz  j  procurar 
el  acierto  I  Es  la  ruina  del  gobierno  lo  ciego  é  inconsulto  de 
las  deliberaciones.  Ayudada  la  reflexión,  se  alcanzan  las  más 
veces,  lo  cierto  en  las  materias  dudosas,  lo  útil  en  las  difíciles. 
Eso  que  llamamos  madurez  no  es  ciencia  de  instantes,  decia  un 
político. 

El  discurso  que  pronunció  Bolívar  en  el  Congreso  de  Gua- 
yana  causó,  como  debe  suponerse,  grande  impresión,  no  solo  por 
lo  elevado  de  las  ideas  y  lo  sostenido  del  buen  estilo,  sino  tam- 
bién por  las  novedades  políticas  que  entrañaba.  "  El  Correo 
del  Orinoco  "  lo  reprodujo  in  extenso,  y  el  Libertador  lo  envió  á 
su  amigo  D.  Guillermo  para  que  lo  hiciese  traducir  en  inglés 
por  Hamilton  y  se  conociera  mejor  en  Inglaterra. 

Era  White  un  hombre  honrado,  franco,  amigo  de  la  verdad  y 
de  la  razón,  que  á  todos  trataba  con  miramiento,  pero  sin  reser- 
va ni  lisonja.  Puro  en  sus  costumbres,  sincero  en  sus  afectos, 
ni  sabia  fingir  ni  tenia  el  hábito  pernicioso  de  la  disimulación. 

Man  of  life  upright  and  puie. 

Bolívar  le  estimaba  mucho  y  hablaba  siempre  de  él  con  elo- 
gio, llamándole  su  amigo.  Escribíale  con  frecuencia  sobre 
asuntos  graves,  aunque  muchas  veces  no  estaban  de  acuerdo  sus 
opiniones  ;  lo  cual  en  nada  venia  á  disminuir  el  mutuo  placer 
de  su  correspondencia.  Ya  observó  hábilmente  La  Bruyére 
que,  "  el  placer  de  la  sociedad  entre  los  amigos  se  cultiva  por 
una  identidad  de  gustos  en  lo  que  mira  á  las  costumbres,  y  por 
algún  disentimiento  ó  diferencia  de  opiniones  en  lo  que  se  refie- 
re á  las  ciencias ;  afirmándose  cada  cual  en  sus  ideas,  ó  ejerci- 
tándose é  instruyéndose  por  la  discusión  delicada  y  circuns- 
pecta  " 

White  leyó  el  discurso  del  Libertador  con  la  atención  que 
merecia,  y  en  varios  particulares  le  desagradó  en  extremo  ;  por 
cuya  causa  escribió  una  larga  y  muy  meditada  carta,  manifes- 
tando candorosamente  sus  ideas,  y  diré  más,  censurando  las  de 
Bolívar,  aunque  al  mismo  tiempo  le  decia  que  ya  háhia  piesto 
por  obra  la  traducción  que  le  encargaba. 

No  se  enojó  el  Libertador  de  la  libertad  de  White,  ni  enso- 
berbecido al  aura  de  sus  propias  dichas,  despreció  la  censura 
del  amigo. — ^Tarde  entran  los  poderosos  en  la  consideración  de 


imOA  DE  BOLÍYAB.  48 

que  son  humanos  y  sujetos  al  error,  hasta  qae  se  los  ense&a  dn- 
ramente  la  experiencia ;  mas  Bolívar  no  cerró  nunca  los  ojos  á 
la  luz  de  esta  verdad.  Dócil,  se  le  vio  en  distintas  ocasiones 
desistir  de  sus  ideas  porque  otros  las  impugnaron  con  justicia  ; 
7  como  no  se  le  escondia  el  primor  de  la  razón,  oía  con  calma 
la  censura  y  respondía  con  franqueza  á  las  observaciones  cuan* 
do  tenian  por  basa  la  bueua  fé.  En  el  caso  presente,  retardó  de 
intento  la  contestación  á  White,  para  que  este  no  creyera  que 
replicaba  el  amor  propio  en  lugar  de  la  convicción  íntima,  y 

después  le  dijo : 

San  distábala  26  de  Mayo  de  1820. 
Mi  querido  ahiqo: 

Aprovecho  la  opoitonidad  para  diiijir  á  Yd.  mi  discuiso  al  CongreBO, 
reimpreso  en  Bogotá,  y  que  lo  mire  con  más  indulgencia  que  antes. 
Me  parece  que  Yd.  me  criticó  la  creación  de  un  Senado  hereditario  y  la 
educación  de  los  Semidores  futuros.  Lo  primero  está  de  acuerdo  con  la 
práctica  de  todas  las  repúblicas  democráticas ;  y  lo  segundo,  con  la  razón. 
La  educación  forma  al  hombre  moral,  y  para  formar  un  legislador  se  ne- 
cesita ciertamente  de  educarlo  en  una  escuela  de  moral,  de  justicia  y  de 
leyes.  Yd.  me  cita  la  Inglaterra,  como  un  ejemplo  contrario  á  mi  esta- 
blecimiento; pero,  en  Liglaterra,  ¿no  deja  de  hacerse  mucho  bueno? 
En  cuanto  á  mi  Senado  diré,  que  no  es  una  aristocracia  ni  ima  nobleza, 
constituidas  la  primera  sobre  el  derecho  de  mandar  la  República  y  la 
s^unda  sobre  privilegios  ofensivos.  £1  oficio  de  mi  Senado  es  temperar 
la  democracia  absoluta ;  es  mezclar  la  forma  de  un  gobierno  absoluto  con 
una  institución  moderada,  porque  ya  es  un  principio  recibido  en  la  polí- 
tica :  que  tan  tirano  es  el  gobierno  democrático  absoluto  como  un  déspota  ; 
asi,  solo  un  gobierno  temperado  puede  ser  libre.  ¿  Cómo  quiere  Yd.  que 
yo  tempere  una  democracia  sino  con  una  institución  aristocrática  ?  Ya 
que  no  debemos  mezclar  la  forma  monárquica  con  la  popular  que  hemos 
adoptado,  debemos,  por  lo  menos,  hacer  que  haya  en  la  República  un  cuer- 
po inalterable,  que  le  asegure  su  estabilidad ;  pues,  sin  estabilidad,  todo 
prínoipio  político  se  corrompe  y  termina  siempre  por  desi/ruirse. 

Tenga  Yd.  la  bondad  de  leer  con  atención  mi  discurso,  sin  atender  á 
sus  partes  sino  al  todo  de  éL  Su  conjunto  prueba,  que  yo  tengo  muy 
poca  confianza  en  la  moral  de  nuestros  conciudadanos,  y  sin  moral  repu- 
blicana, no  puede  haber  gobierno  libre.  Para  afirmar  esta  moral,  he  in- 
ventado un  cuarto  poder  que  crie  los  hombres  en  la  virtud  y  los  manten- 
ga en  eUa.  También  este  poder  le  parecerá  á  Yd.  defectuoso ;  mas, 
amigo,  si  Yd.  quiere  república  en  Colombia,  es  preciso  que  quiera  tam- 
bién que  haya  yirtud  política.  Los  establecimientos  de  los  antiguos  nos 
prueban  que  los  hombres  pueden  ser  regidos  por  los  preceptos  mas  seve- 
ros. Todo  el  cuerpo  de  la  historia  manifiesta,  que  los  hombres  se  some- 
ten á  cuanto  un  hábil  legislador  pretende  de  ellos  y  á  cuanto  una  fuerte 


a  VIDA  DE  BOIÍYÜU 

magistratura  les  aplica.  Dracon  dio  leyes  de  sangre  á  Atenas,  y  Atenas 
las  suMó  y  aun  las  observó  hasta  qne  Solón  quiso  reformarlas.  Licni^go 
estatuyó  en  Esparta  lo  que  Platón  no  se  habia  atrevido  á  sofiar  en  ku 
república,  sino  hubiese  tenido  por  modelo  al  legislador  de  Esparta.  ¡  A 
qué  no  se  han  sometido  los  hombres  I  \  A  qué  no  se  someterán  aun  1  Si 
hay  alguna  violencia  justa,  es  aquella  que  se  emplea  en  hacer  á  los  hom* 
bres  buenos  y  por  consiguiente  felices ;  y  no  hay  libertad  Intima  sino 
cuando  esta  se  dirije  á  honrar  la  humanidad  y  á  perfeccionarle  su  suerte. 
Todo  lo  demás  es  de  pura  ilusión,  y  quizas  de  una  Uusion  perniciosa. 

Perdone  Yd.,  amigo,  esta  larga  digresión  sobre  mi  discurso,  pues  Vd. 
bien  la  merecía  hace  mucho  tiempo,  y  yo  se  la  habia  ahorrado  más  por 
desidia  que  por  voluntad. 

De  este  modo  satisfacía  el  Libertador  á  la  reprobación  de 
White,  derramando  claridad  en  aquel  pasage  crítico  de  su  dis- 
curso que  habia  provocado  la  censura  de  su  amigo.  Los  triun- 
fos, las  ovaciones  con  que  fué  recibido  en  Bogotá,  el  poder  que 
ejercia,  los  proyectos  gigantescos  que  formaba  de  libertar  la 
América...,  nada  de  esto  le  impidió  dar  cumplida  satisfacción  á 
White,  desatando  la  cuestión  con  lujo  de  verdades  políticas  y 
de  razones  prácticas,  decisivas,  que  parecen,  cada  vez  más,  dic- 
tadas por  el  genio  de  la  sabiduría  y  que  revelan  el  conocimiento 
anticipado  que  aquel  hombre  extraordinario  tenia  de  todas  las 
cosas. — Bolívar  escribía  en  1820...  Y,  si  traemos  á  la  memoria 
los  sucesos  que  se  han  verificado  después  ;  si  pensamos  en  mu- 
chos hombres  públicos  y  escudriñamos  sus  hechos ;  si  ponemos  á 
prueba  la  rectitud  de  sus  intentos,  y  releemos  luego  las  senten- 
cias del  Libertador,  ¡  qué  profundas,  qué  ciertas  é  indudables 
las  hallaremos  I 

Sin  rnoral  repvblicoma  nojmede  haber  gobierno  libre... 

Si  ha  de  haber  repvblica  en  Coh'mbia,  es  preciso  qiie  haya 
vvrivd  polvtica... 

Yo  tengo  poca  confianza  en  la  rnoral  de  maestros  conciudada- 
nos... 

Tan  tirano  es  el  gobierna)  democrático  ahsohitOy  como  un  dés' 
pota... 

Sin  estabüidady  todo  principio  político  se  corrompe  y  ter* 
mina  por  destruirse... 

La  educación  forma  al  hombre  moral;  y  para  formar  un  le- 
gislador se  necesüa  ciertamente  educarlo  en  una  escuda  de  mo- 
ralf  de  justicia  y  de  leyes.,. 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  45 

No  hay  libertad  legitima  sino  cuando  esta  se  dirije  á  honrar 
la  huma/nidad  y  perfeccionarle  su  suerte  ;  lo  demos  es  depura 
ilusión  y  quizas  de  una  ilusión  perniciosa... 

Me  atrevo  á  asegarar,  sin  temor  de  ser  contradicho,  que  todo 
hombre  honrado  está  de  parte  del  Libertador,  como  lo  estuvo  el 
propio  White  que  lo  censuró. 

Volvamos  ahora  á  tomar  el  hilo  de  los  acontecimientos,  per- 
dido por  un  instante,  mientras  se  daba  lugar  al  episodio  de 
White,  tan  importante  como  ignorado. 

Prósperamente  andaban  las  cosas  en  Colombia,  aumentado  el 
partido  republicano  y  reconocido  ya  por  todos  como  inevitable 
su  triunfo  decisivo,  cuando  el  agente  de  la  República  en  Lon- 
dres elevaba,  á  su  vez,  el  nombre  de  la  patria  del  otro  lado  del 
Atlántico. — La  necesidad  de  abrir  relaciones  con  las  potencias 
europeas,  señaladamente  con  Inglaterra  cuya  amistad  anhelaba 
el  Libertador,  le  hizo  insistir  en  el  propósito  de  acreditar  un 
nuevo  agente,  celoso  y  activo,  que  desempeñase  aquel  grave  y 
consecuente  encargo. — ^El  Señor  Zea,  segundo  gefe  de  la  Repú- 
blica, fué  escogido  para  tal  fin  ;  y  llegó  á  la  capital  del  Reino 
Unido  hacia  la  mitad  del  año  de  1820. — El  nombre  de  Zea  pre- 
vino mucho  en  favor  de  nuestra  causa,  y  le  fué  fácil  establecer 
el  crédito  de  Colombia  por  una  grande  operación  que  dio  á  la 
República  existencia  moral  y  una  fama  financiera  que  aumentó 
el  brillo  de  su  gloria  militar. 

Zea  reunió  á  los  acreedores  de  Colombia  ;  y  bien  lejos  de 
aprovecharse  de  sus  justos  temores  y  de  las  buenas  razones  que 
pudiera  tener  para  rehusar  el  pago  de  muchas  cantidades,  les 
dijo  :  "  No  me  presento  ante  Vds.,  Señores,  como  un  especula- 
dor que  negocia  con  vuestros  temores  y  por  subterfugios.  Yo 
traigo  únicamente  los  pensamientos  que  pueden  convenir  á  un 
gran  pueblo  y  al  héroe  que  lo  conduce  ;  mi  país  quiere  pagar 
todo  lo  que  debe,  cualquiera  que  sea  el  origen  de  la  deuda. 
Tiene  tantos  medios  como  deseos.  En  él  la  justicia  está  siem- 
pre al  nivel  de  la  riqueza,  y  esta  es  inagotable... !" 

Zea  fué  oido  con  entusiasmo  y  obtuvo  todo  lo  que  deseó. 

Si  la  generosidad  inconsulta  de  Zea,  expidiendo  obligaciones 
á  muchos  que  se  llamaban  acreedores  y  que  no  justificaron  ab- 
solutamente su  acreencia,*  pudo  ser  funesta  á  la  República,  es 

*  Esta  circunstancia  la  reveló  el  mismo  Zea  en  oficio  de  9  de  Enero  de  1821. 


16  VIDA  DE  bolívar. 

cierto  también  que  á  sus  esfuerzos  se  debió  el  restablecimiento 
del  crédito  de  Oolombia,  arruinado  por  los  empeños  temerarios 
de  López  Méndez,  de  Real  7  otros  comisionados  que  le  hablan 
precedido.* — Zea  esforzó  los  medios  que  estaban  en  su  com- 
prensión y  en  su  arbitrio  para  el  logro  del  fin  patriótico  que  se 
habia  propuesto,  y  lo  alcanzó.  Colombia  tuvo  más  crédito  que 
muchas  potencias  de  segundo  orden  de  la  Europa. 

Menos  feliz  fué  Zea  en  la  negociación  que  privadamente  abrió 
con  el  Duque  de  Frías,  Embajador  de  España  en  Londres, 
acerca  del  reconocimiento  de  la  independencia  de  Colombia : 
negociación  desechada  en  Madrid,  y  reprobada  enérgicamente 
por  el  gobierno  de  Colombia.  Proponía  Zea  en  su  disparatado 
lan  de  transacción^  "  que  Femando  VII  reconociera  expont»- 
neamento  la  independencia  de  nuestra  República,  de  las  de 
Chile  y  Buenos  Aires,  y  la  ofreciera  á  las  demás  provincias  ul- 
tramarinas, bajo  la  condición  de  que  Colombia  y  las  otras 
Repúblicas  formarían  una  vasta  confederación,  cuyo  gefe  sería 
el  Rey  de  España." — Esto  era  un  despropósito,  inadmisible  por 
tanto,  y  para  el  cual  no  tenia  poderes  el  agente  colombiano. — 
Asombra  que  Zea,  tan  maduro  en  sus  dictámenes,  tan  sutil,  tan 
buen  patriota  hubiera  entrado  con  desatino  en  materia  de  tan 
peligroso  fondo,  abrigando  por  un  momento  siquiera  la  idea  de 
que  el  Rey  de  España  continuara  siendo  Señor  de  América  bajo 
ninguna  denominación...  I  Y  no  cabe  aquí,  para  excusarle, 
aquello  de  que  "  Homero  dormita  alguna  vez."  Nó  ;  otro  fuó 
el  motivo. — El  esfuerzo  de  nuestros  héroes :  las  batallas  de 
Araure  y  Bocachica,  las  de  Carabobo,  Juncal,  San  Félix  y  Bo- 
yacá  nos  hablan  libertado  del  dominio  español,  pero  no  de  las 
preocupaciones  coloniales.  Zea  pagaba  su  tributo...,  y  nuestros 
legisladores  y  estadistas  lo  pagan  cada  dia.  Hoy  es,  y  en  mu- 
chas cosas  de  consecuencia  somos  todavía  colonos.  Ha  des- 
aparecido el  despotismo  de  los  Reyes  ;  pero  queda  aun  el  de  los 
hábitos :  el  despotismo  del  pasado  que  tiene  su  trono  en  las 
costumbres.  |  Tanto  así  se  encamó  en  nuestra  sociedad  ameri- 
cana el  espíritu  de  las  leyes  españolas,  sus  errores,  sus  preven- 
ciones ignorantes  y  aborrecibles ! 

*  José  María  del  Real,  antiguo  agente  de  las  provincias  de  la  Nnera  Grana- 
da, que  comprometió  personalmente  su  responsabilidad,  Uegó  á  ser  conducido  á 
nna  cárcel  en  Londres. 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  47 

Cuando  el  Libertador  tuvo  noticia  del  proyecto  de  Zea,  le  es- 
cribió una  larga  carta  expresándole  el  disgasto  que  sentia ;  j 
le  amonestó  que,  sin  instrucciones  particulares  del  gobierno,  no 
diese  paso  en  materias  delicadas,  en  las  cuales,  por  la  suma  im- 
portancia, se  requieren  el  consejo  y  la  mayor  seguridad. 

Contrasta  dolorosamente  la  conducta  vituperable  de  Zea  en 
este  punto,  con  el  ahinco  plausible  del  Presidente  de  la  Cámara 
de  Representantes  de  la  Union  Americana,  Henry  Clay,  emi- 
nente hombre  de  Estado,  que  proponía  á  la  sazón  nuestro  reco- 
nocimiento como  nación  libre,  digna  por  muchos  títulos  de 
figurar  entre  los  jpuehhs  más  ilustres  del  Orbe. — La  propuesta 
de  Clay  no  tuvo  en  aquellas  circunstancias  resultado  favorable. 
El  gobierno  de  Washington  guardaba  una  politica  de  reserva 
tanto  más  sorprendente  cuanto  menos  esperada.  Por  su  parte, 
el  Ministro  español  reiteró  sus  protestas  con  fuerza  y  buen  su- 
ceso, y  la  voz  del  digno  Clay  resonó  sola  en  el  templo  de  la 
Uberiad.  Mas  continuó  trabajando  con  destreza  ;  uniformando 
la  opinión  y  haciendo  conocer  á  Colombia  y  á  sus  hombres  bajo 
ana  luz  clara  y  propicia. — Sirvióle  de  mucho  en  este  empeño 
nuestro  ageate,  el  Señor  Manuel  Torres,  que  residia  en  Wash- 
ington, y  el  cual,  por  sus  conocimientos  especiales  y  su  carácter, 
estaba  llamado  más  que  ningún  otro  á  esforzar  la  buena  dispo- 
sición de  Clay. 

Dijese  mucho  en  aquel  tiempo  que  el  Presidente  Monroe,  á 
quien  visitaba  con  frecuencia  Torres,  habia  ofrecido  á  este,  en 
reserva,  auxiliar  á  Bolívar  con  fusiles  y  otros  elementos  de 
guerra. — Si  fué  cierta  esta  promesa,  (que  yo  lo  dudo  I)  no  tuvo 
jamas  efecto. — Acaso  solo  fué  un  medio  ingenioso  de  Monroe 
para  dejar  pesar  sobre  las  Cámaras  la  responsabilidad  de  no 
haber  reconocido  á  Colombia,  ó  también  para  templar  en  algo 
el  sinsabor  que  esto  debia  haber  causado  á  Torres. 

Por  fortuna,  no  urgia  tanto  la  protección  de  los  Estados  Uni- 
dos en  esta  parte.  El  armamento  que  tenian  los  patriotas  era 
¿  la  verdad  malo,  y  aun  muchos  batallones  carecian  de  fusiles  y 
municiones ;  mas  el  Libertador  habia  hecho  trabajar  minas  de 
plomo  en  Cundinamarca  y  establecido  fábricas  de  pólvora,  y 
desde  Angostura  hizo  partir  á  varios  comisarios  para  las  Anti- 
llas 7  otros  puntos  en  busca  de  armamento,  habiendo  logrado 
comprar  el  General  Sucre  en  las  islas  de  Barlovento,  9,750  fusi- 


48  *  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

les  que  introdujo  por  el  Orinoco  á  mediados  de  Abril.  Estos 
eran  los  que  pedia  el  Libertador  al  General  Soublette  en  la 
carta  de  19  de  Junio  desde  el  Rosario,  (pag.  34)  y  que  le  fueron 
remitidos  una  parte  por  el  Aráuca  y  otra  por  el  Meta. — Enorme 
era  la  distancia  que  debia  recorrer  el  armamento  hasta  llegar  á 
Gúcuta  y  graves  las  dificultades  del  tránsito  ;  pero  todo  se 
venció  por  el  esfuerzo  de  los  patriotas  á  quienes  daba  aliento  el 
amor  santo  de  la  libertad... 

Guando  el  Libertador  llegó  á  Cuenta,  de  regreso  dejas  pro- 
vincias litorales,  dirijió  una  comunicación  al  General  Morillo 
(21  de  Setiembre  en  San  Cristóbal),  en  la  que  le  decia : 

Y.  £.  nos  ha  conYÍdado*&  un  annisticio  cuyo  objeto  pareda  ser  la  paz 
de  la  América. — ^Pero,  un  annisticio  semejante,  sin  ofrecer  siquiera  el  re- 
conocimiento de  nuestro  Gk>bienio,  es  demasiado  perjudicial  á  los  inte- 
reses de  la  República,  cuando  ella  se  lisonjea  de  un  triunfo  final  y  com- 
pleto, según  todas  las  probabilidades. — La  continuación  de  las  hostilida- 
des debe  producimos  la  ocupación  del  resto  de  Venezuela  y  Quito, 
libertándonos  al  propio  tiempo  de  las  enormes  erogaciones  que  nos  causa 
un  ejército  demasiado  numeroso  para  Colombia ;  y  la  suspenMon  de  ellas, 
en  la  estación  más  propia  para  la  guerra  y  en  momentos  críticos  para 
nuestros  enemigos,  trae  consigo  la  pérdida  de  todas  las  ventajas  que  po 
drian  resultamos  de  nuestros  constantes,  prolongados  y  dolorosos  sacri 
ñcios. 

Sin  embargo,  el  Gk>biemo  de  Colombia  quiere  manifestar  á  Y.  E.  y  fi 
toda  la  nación  espafiola,  q\^e  prefiere  la  paz  á  la  guerra,  aun  &  su  propia 
costa,  y  propone  en  consecuencia,  entrar  en  comunicaciones  con  Y.  E., 
para  transigir  las  dificultades  que  ocurran  sobre  el  armisticio  con  que  se 
le  ha  convidado,  siempre  que,  en  calidad  de  indemnización,  se  den  á 
Colombia  las  seguridades  y  garantías  que  ex^j e  como  gage  de  este  empefio. 

Para  ¿Eicilitar  y  abreviar  nuestras  recíprocas  comunicaciones,  yo  esta- 
bleceré mi  cuartel  general  en  Ban  Femando  para  fines  áel  próximo 
Octubre,  &  donde  espero  la  respuesta  de  Y.  E.,  ó  los  comisionados  que 
quiera  Y.  E.  dirijirme,  si  lo  tuviere  por  conveniente. 

Entre  tanto,  no  suspenderemos  nuestras  operaciones. 

Morillo  se  hallaba  en  San  Carlos ;  y  en  el  acto  que  recibió  el 
oficio  del  Libertador,  lo  dirijió,  sin  demora,  á  la  Junta  de  Paci- 
Jicacion  de  Caracas,  indicándole  que  nombrara  de  comisionados 
para  tratar  con  el  Presidente  de  Colombia  al  Brigadier  Correa, 
á  D.  Juan  Toro  y  D.  Francisco  Gonzáles  de  Linares.  Así  se 
hizo,  como  Morillo  lo  ordenaba  ;  y  él  contestó  en  los  mejores 
términos  al  Libertador,  en  20  de  Octubre. 


YIDA  DE  BOliVAB.  49 

No  obstante  los  preliminares  del  armisticio»  se  dieron  órdenes 
para  las  más  activas  operaciones  militares.  Dos  brigadas,  bajo 
el  mando  del  Coronel  Ambrosio  Plaza,  ocuparon  las  provincias 
de  Tmjillo  y  Mérida,  El  Libertador  en  persona  ocupó  la  capi- 
tal de  Mórida  (2  de  Octubre),  é  hizo  perseguir  la  división  espa- 
ñola que  constaba  de  más  de  mil  hombres  mandados  por  el  Co- 
ronel Tello.  Sospechó  que  este  se  sostendría  en  el  puente  de 
Chama  :  punto  que  permite  la  oposición  de  cien  hombres  al  ejér- 
cito más  numeroso  ;  pero,  lleno  de  terror,  el  enemigo  no  acertó 
ni  á  apreciar  aquel  lugar  tan  importante  para  resistir  con  éxito. 
El  Libertador  que  habia  forzado  sus  marchas,  llegó  á  las  orillas 
del  Chama  el  5  en  la  tarde  ;  en  la  madrugada  del  6,  mandó  pa- 
sar el  puente,  7  él  se  adelantó  rápidamente  con  los  batallones 
"  Tiradores"  y  "  Vencedor"  hasta  San  Juan,  donde  le  informa- 
ron que  las  fuerzas  realistas  iban  sumamente  lejos  en  dirección 
del  Tocuyo.  Entonces  volvió  á  San  Cristóbal  con  el  Estado  Ma- 
yor, y  de  allí  pasó  á  Trujillo,  en  cuya  ciudad  fijó  su  cuartel  ge- 
neral el  17,  á  las  once  del  dia. — *^  Dos  provincias  han  entrado 
"  en  el  seno  de  la  República,  escribía  Bolívar,  y  el  Ejército  Li- 
"  bertador  ha  marchado  por  entre  las  bendiciones  de  estos  pue- 
"  blos  rendidos  á  la  libertad." 

Al  dia  siguiente  (18  de  Octubre)  recibió  el  Libertador  co- 
municaciones del  Almirante  Cochrane  y  del  General  O'Hig- 
gins,  este  Director  de  la  República  de  Chile.  Trajo  dichas  co- 
municaciones el  Capitán  Mayor  José  Antonio  Muñoz,  comisio- 
nado por  Santander  para  comprar  armamento  en  aquella  repú- 
blica.*— En  los  más  distantes  puntos  sonaba  glorioso  el  nombre 
de  Bolívar,  llevado  en  hombros  de  la  fama,  y  los  ciudadanos  de 
más  valer  é  importancia  codiciaban  su  amistad,  cumplimentán- 
dole de  sus  victorias. 

El  26,  aunque  el  libertador  no  habia  recibido  respuesta  de 
Morillo  á  su  oficio  de  San  Cristóbal,  le  dirijió  otra  comunica- 
ción, diciéndole  que  no  le  habia  sido  posible  ir  á  San  Fernando 
como  ofreciera,  por  haberse  enfermedado  el  General  TJrdaneta, 
quien  debia  mandar  el  gército ;  mas,  como  desease  abreviar  los 
términos  de  la  negociación,  le  proponía  directamente  las  basas 
del  ajuste. — Halló  Morillo  que  estas  eran  perjudiciales  á  la  Es- 

*  Estas  oomaolcaeiones  se  hallarán  en  la  odeocion. 

4 


50  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

pafia  7  se  remitió  á  lo  que  arreglasen  definitivamente  los  comi- 
sionados.— Fué  contestando  á  esta  nota  del  gefe  español  que 
Bolívar  le  suplicó  autorizase  á  sus  encargados  para  concluir  un 
tratado  verdaderamente  santo  que  reguJartzai^a  la  guerra  de  hoT' 
rorea  y  crímenes  que  hasta  entonces  había  inundado  de  lágrimas 
y  de  sangre  á  Colombia, 

Esta  proposición  hará  honor  en  todo  tiempo  á  los  humanos  y 
filantrópicos  sentimientos  de  Bolívar. 

A  la  vez  que  el  General  Morillo  se  comunicaba  con  el  liber- 
tador sobre  el  asunto  del  armisticio,  se  avanzaba  rápidamente 
con  más  de  2,000  infantes  j  200  caballos,  de  Barquisimeto  hacia 
Carache,  donde  llegó  á  fijar  sus  estancias. — Bolívar  exigió  que 
el  ejército  español  no  adelantara  sus  puestos  avanzados  :  "  Si 
"  Y.  E*  piensa  venir  á  dictar  las  condiciones  del  armisticio,  es- 
"  cribió  á  Morillo,  yo  aseguro  á  Y.  E.  que  no  lo  acceptaré  ja- 
'*  mas,  y  que  Y.  E.  será  responsable  ante  la  humanidad  y  su  na- 
"  cion  de  la  continuación  de  esta  sangrienta  lucha,  cuyo  resul- 
'^  todo  final  será  la  eTnandpadon  de  toda  la  América  6  su 
"  completo  exterminio,  si  aun  se  pretende  someterla." — Morillo 
contestó  que  habia  adelantado  sus  marchas  con  el  objeto  de  cu- 
brir á  Maracáibo  y  para  asegurar  las  subsistencias  de  su  ejér- 
cito ;  pero  que  deseaba  sinceramente  la  paz.  Propuso  al  Liber- 
tador una  suspensión  provisional  de  hostilidades,  á  fin  de  evitar 
un  choque,  y  comenzaron  los  fructuosos  trabajos  del  armisticio 
en  Trujillo. 

Fueron  comisionados  por  el  Libertador,  el  Qeneral  de  brigada 
Antonio  José  Sucre,  el  Coronel  Briceño  Méndez  y  el  Teniente 
Coronel  José  Gabriel  Pérez.  Los  de  Morillo  sabemos  que  eran 
Correa,  Toro  y  Linares. 

Y  ha  llegado  aquí  la  oportunidad  de  observar  los  diferentes 
resultados  que  tuvieron  las  promesas  arrogantes  de  Morillo  al 
Rey,  y  la  resuelta  manifestación  de  Bolívar  á  Morillo. — "  Desde 
"  el  puerto  de  Buenaventura,  para  el  cual  tengo  ya  establecidos 
"  caminos  militares,  escribía  Morillo  á  Fernando  YII,  iré  á  cas- 
"  tigar  los  rebeldes  de  Buenos  Aires,  sofocaré  los  géí'menes  de 
"  insurrección  en  Méjico,  y  Y.  M.  dictará  su  voluntad  desde 
"  Yaldivia  en  Chile  hasta  San  Blas  en  California."  *  — ¡  Ponde- 

*  Oficio  de  81  de  Agosto  de  ISie. 


VIDA  DE  BOliVAB.  51 

ración  jactanciosa,  y  más  bien  baladronada,  impropia  de  nn  mi- 
litar circunspecto! — ^Por  que  Morillo  derramaba  á  su  sabor 
la  sangre  de  los  más  ilustres  granadinos  y  venezolanos,  creia 
que  le  era  dado  avasallar  la  América  y  presentarla  encadenada 
á  los  pies  del  trono  de  Fernando.  |  Insensatez  I  Esa  sangre  era 
la  independencia ;  y  cada  víctima  inmolada  tenia  el  precio  de 

una  batalla  gloriosa  para  la  libertad I 

Gomo  atrás  he  dicho,  el  Libertador  anunció  á  Morillo,  que  sí 
pensaba  venir  á  dictar  el  armisticio,  se  equivocaba  ;  y  el  resulta- 
do final  de  la  lucha f  añadió,  será  la  emancipación  de  toda  la  Amé- 
rica. *  Más  explícito  con  los  comisionados  de  este  Oeneral,  en 
nota  de  9  de  Noviembre,  les  dijo  :  Protesto  á  K  S8.  y  á  toda  la 
nación  española^  que  las  miras  del  gobierno  de  Colombia  son  las 
más  moderadas  y  las  más  legítimas  /  pero,  si  se  le  fuerza  aun  á 
la  guerra^  siempre  que  la  victoria  nos  seafavaroH^JgS^nuestras 
miras  se  extenderán  sobre  toda  la  América„^Stl  Esta  protesta  la 
hago  en  presencia  de  V,  S8.<i  para  que  la  trasmitan  al  gobierno 
su  comitente,  ¿a.  Y  no  fué  bravata  necia,  arrogantemente  ver- 
tida ;  porque  un  lustro  no  pasara  sin  que  las  palabras  de  Bolí- 
var tuvieran  su  más  exacto  cumplimiento. — El  soldado  orgullo- 
so que  prometía  destruir  á  los  rebeldes  desde  Méjico  hasta  Bue- 
nos Aires,  vio  su  altivez  rendida  y  su  reputación  descalabrada  ; 
mientras  que  Bolívar,  dando  vuelo  á  la  aspiración  ardiente  de 
su  alma  sin  rival  nacida  para  la  libertad,  llevó  sus  armas  en 
triunfos  pomposos  hasta  donde  Pizarro  hizo  tremolar  los  pendo- 
nes soberbios  de  Castilla 

Óptimos  qnippe  mortalium,  áltisBlma  cupere. 

(  Taoit.,  L  4,  Ann.)    - 

Sin  insistir  más  sobre  esto,  que  sería  inútil,  sigamos  ocupán- 
donos de  la  negociación  del  armisticio. 

Túvose  la  primera  conferencia  en  la  mañana  del  21  de  No- 
viembre, y  aunque  el  debate  fué  duro  y  sostenido  y  la  negocia- 
ción estuvo  á  punto  de  romperse,  logróse  más  tarde  un  aveni- 
miento, y  el  tratado  se  firmó  por  último  á  las  10  de  la  noche 
del  25. — ^El  armisticio  debía  durar  seis  meses  y  era  extensivo 
á  toda  Colombia ;  designáronse  los  límites  y  posiciones  en  que 
debían  permanecer  ó  situarse  las  tropas  colombianas  y  espa- 
ñolas, y  por  lo  que  hacia  á  la  Nueva  Granada  se  acordó  en- 


52  VIDA  DE  BOLfTAB. 

yiar  comisarios  de  ambas  partes  á  fin  que  ellos  fijasen  las  lí« 
neas  de  demarcación ;  convínose  en  nombrar  enviados  j  reci- 
birlos para  tratar  de  la  paz  y  de  una  reconciliación  perma- 
nente, estipulándose  que  si  á  alguna  de  las  partes  no  convenia 
esperar  el  término  del  tratado,  debia  dar  aviso  cuarenta  dias 
antes  de  abrir  nuevamente  las  hostilidades.  Por  último,  que- 
dó aceptado  que  se  celebraría  un  tratado  de  regularizacion  de 
la  guerra  conforme  á  los  preceptos  del  derecho  de  las  gentes 
7  á  los  usos  de  las  naciones  civilizadas. 

La  primera  idea  de  este  convenio  santo  y  filantrópico  fué  de 
Bolívar ;  las  bases  fueron  propuestas  por  loe  comisionados  de 
Colombia.  En  él  se  estipuló  la  conservación,  buen  trato  y 
cange  de  los  prisioneros  ;  que  los  desertores  aprendidos  en  las 
filas  enemigas  no  pudieran  ser  castigados  con  pena  capital,  ni 
tampoco  los  conspiradores  ni  desafectos ;  que  se  respetaría  á 
los  pueblos  ocupados  alternativamente  por  las  tropas  de  los 
dos  gobiernos,  j  en  fin  que  se  enterrarían  ó  quemarían  los  ca- 
dáveres de  los  que  desgraciadamente  muriesen  en  los  campos 
de  batalla. 

Este  tratado  se  firmó  á  las  10  de  la  noche  del  26  y  fué 
ratificado  el  27. — i  Dia  de  bendición,  en  que  terminó,  gracias  al 
cielo,  aquella  guerra  de  exterminio  que  iniciaron  los  españoles 
para  castigar  á  los  americanos,  y  que  retaliada  por  nuestros 
gefes,  como  de  justicia,  inundó  la  tierra  en  sangre  I  Finaliza- 
ron así  las  desgracias  de  nuestro  asolado  país ¿  Dónde 

estaban  sus  riquezas,  dónde  sus  moradores  ?     Ah  I  casi  todo 

habia  desparecido ....      Moxó,  Fardo,  Enrile,  Morillo la 

codicia  ingeniosa  en  inquirir  alhajas  y  dinero,  nos  habian  empo- 
brecido ;  la  crueldad,  la  guerra,  el  odio  nos  habia  diezmado  I  * 

*  La  fiereza  con  que  los  espafiolea  hadan  la  guerra  en  Venezuela  y  Nneya 
Granada  era  la  misma  en  el  año  20  qne  en  el  año  14.  Como  el  propósito  era 
extinguir  la  raza  americana,  no  había  motiro  porqué  desmayar  en  las  cruelda- 
des. I>oe  ó  tres  meses  antes  de  celebrarse  el  armisticio  y  él  tratado  de  r^^ttla- 
rieaeion  de  ¡a  guerra,  que  el  Libertador  propuso,  el  Coronel  espaftol  D.  Migael 
Balbuena,  que  al  frente  del  regimiento  de  León  sorprendió  un  destacamento  de 
caballeria  en  Coepique  y  entró  hasta  Turbaco,  hizo  degoUar  á  los  rendidos,  á  los 
enfermos  del  hospital,  á  dos  yenerables  sacerdotes  y  hasta  un  graa  número  de 
mujjieret  y  nilíot  que  se  hallaron  refugladot  en  el  templo.  Mandó  quemar  el  pue* 
blo  y  asolarlo  todo porque  el  placer  era  la  muerte  y  la  deyastacion  t ! 

I  Qué  frenesí  de  sangre !    \  Qué  odio  al  nombre  americano  I 


yn>A  DB  boiíyab.  53 

Concluidos  los  tmtos,  el  General  espafiol  manifestó  por  me- 
dio de  sus  comisionados,  que  deseaba  tener  una  entrevista  con 
el  Libertador. — Este  la  aceptó  con  gusto,  designándose  el  pue- 
blo, de  Santa  Ana,  situado  á  la  mitad  del  camino  entre  Tru- 
jillo,  residencia  de  Bolívar,  ^  Carache,  que  era  la  de  Morillo. 
— ^Ámbos  generales  marcharon  á  aquel  pueblo  seguidos  por  al- 
gunos gefes  7  edecanes. 

Morillo  llegó  primero,  y  destinó  cuatro  oficiales  al  encuen- 
tro del  Presidente  de  Colombia. —  Él  mismo  salió  luego  con 
toda  su  comitiva  á  recibirle  k  los  afueras  del  pueblo. — Avis- 
tándose se  desmontaron  ambos  y  se  precipitaron  uno  otro  á 
darse  estrecho  abrazo,  lo  que  también  hizo  el  General  Latorre. 

Morillo  habia  hecho  preparar  en  la  población  una  comida 
sencilla  y  delicada.  En  aquel  festin  militar,  en  que  la  histo- 
ria contempla  el  poder  de  la  justicia,  la  eficacia  y  valor  de 
la  constancia  y  el  triunfo  de  la  libertad,  Morillo,  henchido  de 
alborozo,  propuso  que  se  consagrara  á  la  posteridad  un  mo- 
numento que  perpetuase  la  dulce  memoria  de  aquel  dia ;  que 
se  erijiera  una  pirámide  en  cuya  base  se  grabaran  los  nom- 
bres de  los  comisarios  de  Colombia  y  España  que  habian  pre- 
sentado, redigido  y  concluido  el  tratado  de  regularizacion  de 
la  guerra  entre  los  dos  pueblos  ;  que  la  primer  piedra  fuese 
conducida  por  el  Presidente  de  Colombia  y  por  él,  que  habian 
aprobado  y  ratificado  aquel  tratado  que  se  vería  en  Europa 
como  un  documento  eterno  de  generosidad  y  de  filantropía,  y 
que  sobre  aquella  piedra  se  renovasen  sus  promesas  de  cumplir- 
lo extrícta  y  fielmente,  dando  de  este  modo  un  carácter  más 
augusto  y  religioso  á  aquel  convenio,  que  debia  llamarse  el  de 
la  conservación  de  los  que  en  lo  sucesivo  fueran  destinados  por 
los  dos  gobiernos  á  sostener  sus  derechos. — ^El  Libertador  adop- 
tó la  idea  con  trasporte  ;  y  Morillo  y  él  condujeron  al  lugar 
donde  se  encontraron  y  se  abrazaron  la  primera  vez,  una  piedra 
angular,  sobre  la  cual  se  abrazaron  de  nuevo  y  reiteraron  sus 
ofertas. 

Cumple  á  nuestro  propósito  decir,  que  el  Libertador,  con  la 
amenidad  de  sus  palabras  y  la  lucidez  de  su  espíritu,  tuvo  he- 
chizados á  Morillo  y  á  los  suyos,  que  rindieron  con  su  admiración 
el  afecto  juntamente.  En  la  mesa  fué  el  primero  que  discurrió; 
y  ora  sea  que  la  importancia  del  asunto  inspirase  sus  palabras  ; 


54  VIDA  DE  BOIÍTAR. 

ora  que,  sensibles  los  corazones,  se  dejasen  más  fácilmente  ar- 
rastrar del  pensamiento  sublime,  fué  lo  cierto  que  el  discurso 
de  Bolívar  hizo  derramar  dulces  y  copiosas  lágrimas.  Al  ter- 
minar, cuando  electrizado,  dijo  :  á  la  heroica  firmeza  de  los  comr 
batientes  de  uno  y  otro  ejército :  á  la  constancia^  sufrimiento  y 
valor  sin  ^emplo  ¡  á  los  hombres  dignos,  que  al  través  de  males 
horrorosos^  sostienen  y  defienden  la  libertad ;  á  los  que  han 
muerto  gconosamente  en  defensa  de  su  patria  6  de  su  gobierno  ; 
á  los  heridos  de  ambos  ejércitos^  que  han  mostrado  su  i/ntrepir 

dez^  su  dignidad  y  su  carácter Un  trueno  de  aplausos 

respondió  al  acento  sublime  de  Bolívar.  Él  habia  evocado  to- 
dos los  recuerdos  y  saludado  á  todos  los  bravos,  á  todos  los  lea- 
les, á  todos  los  mártires  de  la  obediencia  6  de  la  justicia.  Mo- 
rillo y  Latorre  fueron  los  más  expresivos  de  admiración  y  de 
contento. — ^Pero  Bolívar  estaba  aun  de  pié.  Una  idea  más  te- 
nia que  emitir.  Su  fondo  era  inagotable.  Restablecido  el  si- 
lencio, el  Libertador  dijo  :  Odio  eterno  á  los  que  deseen  sangre 
y  la  derramen  injustamente. 

Morillo  contestó  al  brindis  del  Presidente  de  Colombia,  dicien- 
do estas  palabras :  "  Castigue  el  cielo  á  los  que  no  estén  animados 
de  los  mismos  sentimientos  de  paz  y  de  amistad  que  nosotros." 

Después  de  la  mesa,  en  la  noche  y  en  la  mañana  siguiente, 
Bolívar,  conversando  con  aquella  holgada  y  discreta  franqueza 
que  comunicaba  fruición  á  quien  le  oía,  tuvo  arrobados  á  los  ge- 
fes  españoles. — Figúrense  mis  lectores  aquella  imaginación  ho- 
mérica, exaltada  por  el  triunfo  de  Colombia,  viendo  á  la  España 
tratando  do  igual  á  igual  con  esta  y  hermoseando  ya  la  paz  con 
sus  expléndidos  rayos  el  hemisferio  americano  ;  figúrense  aquella 
inteligencia  viva,  fecunda,  admirablemente  poderosa  para  ani- 
mar las.  impresiones  y  crear  las  figuras  más  extraordinarias, 
excitada  por  la  causa  de  la  justicia,  de  la  humanidad,  por  la 
gloria  de  la  patria,  derramando  á  torrentes  pensamientos  robus- 
tos :  retratando  las  emociones  que  en  su  pecho  ardian  y  em- 
pleando aquella  elocuencia  imponente  y  sublime,   mejor  diré 

electrizante,  que  seducía,  que  conmovía,  que  arrastraba 

imagínense  todo  esto  y  podrán  entonces  formarse  idea  de  la 
impresión,  del  efecto  mágico  que  la  palabra  del  Libertador  haría 
en  el  espíritu  de  los  oficiales  y  gefes  españoles  que  se  encontra- 
ron en  Santa  Ana. 


VIDA  DE  BOliVAB.  54> 

En  la  mañana  del  28,  se  dirijieron  de  nuevo  Bolívar  y  Mori- 
llo al  logar  donde  primero  se  abrazaron ;  allí  se  estrecharon 
cordialmente :  repitieron  sus  promesas  y  sentimientos :  victo- 
rearon alternativamente  á  España  y  Colombia,  y  se  separaron 
llenos  de  gozo,  para  no  volver  á  verse  más. 

Tan  cautivado  quedó  el  General  Morillo  de  la  entrevista  con 
el  Libertador,  que  le  escribió  una  hermosa  carta  á  las  pocas  ho- 
ras de  haberse  separado.  Es  muy  bella  también  la  respuesta 
del  Libertador  (30  de  Noviembre)  que  se  hallará  en  la  colec- 
ción. 

Aunque  las  dos  cartas  que  á  continuación  publicaré,  no  aña- 
den nada  á  los  particulares  de  la  entrevista  que  dejo  referidos, 
comprueban  sin  embargo  todos  los  detalles  y  tienen  el  mérito  de 
ser  de  los  contrarios.  La  primera  es  del  General  Morillo  ;  la 
segunda  del  Coronel  Bausaá. 

Carache,  Noviembre  28  de  1820. 
Mi  estimado  Puro: 

Acabo  de  llegar  del  pueblo  de  Santa  Ana,  á  donde  pasé  ayer  uno  de 
los  días  más  alegres  de  mi  vida  en  compañía  del  General  Bolívar  y  de 
varios  oficiales  de  su  estado  mayor  ft  quienes  abrazamos  con  el  mayor  ca- 
rino. Todos  estuvieron  contentos :  comimos  juntos  y  el  entusiasmo  y  la 
fititemidad  no  pudieron  ser  mayores.  Bolívar  vino  solo  con  sus  oficiales 
entregado  á  la  buena  fé  y  á  la  amistad,  y  yo  hice  retirar  inmediatamente 
una  pequefla  escolta  que  me  acompañaba.  No  puede  Yd.  ni  nadie  per- 
suadirse de  lo  interesante  que  filé  esta  entrevista,  ni  de  la  cordialidad  y 
amor  que  reinó  en  ella.  Todos  hicimos  locnras  de  contento,  pareciéndo- 
nos  un  sueflo  el  vemos  allí  reunidos  como  españoles,  hermanos  y  amigos. 
Orea  Yd.  que  la  franqueza  y  la  sinceridad  reinaron  en  esta  unión.  Bolí- 
rar  estaba  exaltado  de  alegría :  nos  abrazamos  un  millón  de  veces  y  de- 
terminamos eríjir  un  monmnento  para  eterna  memoria  del  principio  de 
nuestra  reconciliación  en  el  sitio  qae  nos  dimos  el  primer  abrazo. 

Quedo  de  Yd.  etc.  Monnxo. 

Carache,  28  de  Noviembre  de  1820. 
Mi  estimado  Garate: 

Acabo  de  llegar  ahora  que  son  las  diez  de  la  matlana  de  Santa  Ana  de 
ver  la  entreyista  la  m&s  halagüeña,  más  liberal  y  más  incomprensible 
que  puede  imaginarse.  Si,  amigo ;  Morillo  y  Bolívar  con  varios  gefes  y 
oficiales  comieron  juntos  todo  el  dia  de  ayer,  y  juraron  una  fi^temidad 
y  filantropía  interminable.  £1  gozo,  la  buena  fé,  y  la  sinceridad  brilla- 
ban en  los  semblantes ;  la  efhsion  íntima  y  verdadera  del  alma  se  hacia 
conocer  en  los  síntomas  del  rostro  en  todos  los  circunstantes.    La  comida 


56  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

fáé  dispuesta  y  dada  por  el  General  (Morillo)  y  fué  tan  alegre  y  ^nínM^iiL^ 
que  no  parecía  sino  que  éramos  antiguos  amigos.  Bolívar  brindó  yarias 
ocasiones  por  la  paz  y  el  valor  del  G^eneral  en  Gefe  y  su  ejército.  El  Ge- 
neral Morillo,  con  toda  la  sinceridad  de  su  corazón  y  hasta  saltársele  las 
lágrimas  de  placer,  brindó  por  la  concordia  y  fraternidad  mutua.  El 
General  Latorre  y  demás  gefes  de  uno  y  otro  partido  continuaron  con  los 
brindis  bajo  el  mismo  concepto ;  y  todo,  amigo,  eran  abrazos  y  besos. 
El  General  Morillo  y  Bolívar  se  subieron  en  pié  sobre  la  mesa  ¿  brindar 
por  la  paz  y  los  valientes  de  ambos  ejércitos,  á  lo  que  se  siguió  vívm  por 
Morillo  y  por  Bolívar.  En  fin,  amigo,  solo  á  la  voz  podré  completamente 
pintar  á  Yd.  las  diferentes,  incomprensibles  y  apreciables  circunstan- 
cias de  esta  entrevista.  Nunca  me  lo  figuré,  y  YY.  menos  pueden  creerlo. 
Se  decretó  poner  un  monumento  en  el  mismo  paraje  donde  se  abraza- 
ron por  primera  vez  Bolívar  y  el  General  en  Gtefe,  para  acreditar  á  la 
posteridad  los  laudables  deseos  de  filantropía  que  animaba  ¿  fimbas  par- 
tes para  la  cesación  de  la  guerra.  Se  nombraron  comisionados ;  y  pronto 
veremos  erijidos  estos  trofeos  de  lo  que  puede  la  razón  cuando  se  oye 
desnuda  de  pasiones  y  preocupaciones.  Se  Uevó  por  los  Generales  la 
primera  piedra  en  donde  ha  de  estribar  el  monumento  y  se  colocó  con  un 
juramento  solemne  en  el  mismo  punto  donde  hubo  el  abrazo  que  he  di- 
cho. También  se  levantará  una  lámina  que  represente  la  actitud  más 
animada  de  la  comida,  colocando  como  primeros  personages  en  su  misma 
figrara  y  asientos  que  ocupaban  los  tres  Generales,  Morillo,  Bolívar  y 
Latorre. 

Soy  de  Vd.,  etc. 

VlOKHTB  BaUBAA. 

El  tratado  de  armisticio  que  tan  felices  resultados  produjo 
eu  favor  de  la  independencia,  no  obtuvo,  sin  embargo,  entre  los 
colombianos,  la  misma  universal  aceptación  que  el  de  regvlari- 
zacion  de  la  gverra. — Los  gefes  que  obraban  á  largas  distan- 
cias lo  censuraron,  diciendo  que  equivalía  á  la  pérdida  de  diez 
batallas  ;  en  Guayana  se  recibió  con  disgusto,  y  muy  pocos  fue- 
ron los  que  llegaron  de  pronto  á  penetrar  todas  las  ventajas  que 
envolvía  y  que  la  experiencia  vino  á  demostrar  después.  Ni  es 
esto  de  estrafiar,  si  bien  se  considera ;  que  para  alcanzar  las 
•consecuencias  de  un  acto  de  importancia  en  politica,  es  preciso 
(aparte  de  buenos  conocimientos),  una  sagacidad  especial  que 
«pocos  poseen  de  ordinario. — ^A  fines  de  Setiembre,  cuando  el 
¡Libertador  ofició  al  General  Morillo,  "  habia  extendido  conside- 
rablemente el  teatro  de  sus  operaciones,  y  para  asegurar  la  lí- 
oertad  de  las  provincias  granadinas,  destinó  fuerzas  á  Popayan 
y  al  Magdalena.    La  estación  del  invierno  no  permitía  ningún 


YIDA  DE  BOIÍYAB.  57 

movimiento  de  importancia  á  las  tropas  que  obraban  en  las  Ha- 
ñoras ;  las  fnerzas  de  oriente,  pocas  y  desparramadas  en  nn 
grande  territorio,  no  podian  adelantar  gran  cosa.  Demás  de 
eso,  Bolívar  se  hallaba  apenas  con  las  municiones  suficientes  para 
dar  una  batalla,  porque  los  repuestos  no  habian  podido  pasar 
de  Guasdualito  á  causa  de  la  falta  de  trasportes  y  las  inunda- 
ciones de  San  Camilo.  Por  otra  parte  no  Labia  un  cuerpo  de 
tropas  intermedio  en  que  apoyarse  desde  Trajillo  basta  Bogotá 
y  una  derrota  en  semejantes  circunstancias  le  habría  hecho  per- 
der infaliblemente,  así  en  territorio  como  en  opinión,  todo  el 
fruto  de  las  ventajas  anteriores.  Esperar  pues  tranquilamente 
á  que  el  tiempo  pusiera  en  actividad  las  diferentes  divisiones 
del  ejército,  adquirir  pertrechos,  reunir  caballería  y  combinar 
mejor  y  con  más  espacio  las  operaciones,  fué  lo  que  se  propuso 
conseguir  y  consiguió  en  efecto  con  el  armisticio.  T  fuera  de 
estas  razones  militares,  habia  otras  políticas  de  mucho  peso  que 
á  ello  mayormente  le  determinaron.  Gonocia  que  los  pueblos, 
cansados  de  la  guerra,  le  agradecerían  el  haberla  suspendido ; 
y  que  tratando  con  los  españoles  de  igual  á  igual,  les  haría  ver 
que  sus  huestes  no  eran  catervas  de  bandidos,  sino  hombres  que 
valian  por  lo  menos  tanto  como  sus  adversarios.  Ln^o  el  roze 
y  comunicación  que  durante  la  tregua  iba  á  establecerse  entre 
unos  y  otros,  le  atraería  la  confianza  de  los  hijos  del  país,  con 
tanta  ventaja  suya  como  perjuicio  de  sus  enemigos.  Estos,  en 
efecto,  perdieron  desde  entonces  toda  su  fuerza  moral ;  los  pue- 
blos vieron  regularidad,  ejércitos  y  gobierno  allí  donde  los  rea- 
listas decían  que  no  habia  sino  desorden,  guerrillas  mal  arma- 
das y  anarquía  ;  el  edificio  de  patrañas  y  mentiras,  levantado 
con  tanta  pena  por  el  impudente  gazetero  de  Caracas,  vino  á 
tierra  en  un  momento  ;  la  joven  república,  radiante  de  glorias 
militares,  ufana  de  sus  héroes,  llena  de  vida  y  esperanzas,  apa- 
reció colosal  al  lado  de  la  caduca  monarquía ;  y  Bolívar  triunfo 
en  las  negociaciones,  como  habia  triunfado  en  la  campaña ;  y 
los  hombres  más  opuestos  á  sus  planes  vieron  después  con 
asombro  brotar  nuevas  raizes  al  pié  de  aquella  planta,  que 
naciera,  creciera  y  prosperara  bajo  su  mano  generosa.* 

Dias  antes  que  el  General  Morillo  firmara  los  tratados  de  ar- 

*  Besámen  áe  1a  HUtoria  de  YonezaéU,  t  2. 


58  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

misticio  y  regularizacion  de  la  guerra,  recibió  una  orden  del 
ministerio  español,  relevándole  del  mando  del  ejército  de  Vene- 
zuela. 

El  Mariscal  de  Campo,  D.  Miguel  de  Latorre,  fué  nom- 
brado para  sucederle. 

Algunas  autoridades  de  Caracas,  La  Guayra,  Petare  j  San 
Antonio,  obrando  expont&neamente,  ó  bien  solicitadas  en  re- 
serva, se  empeñaron  por  que  continuara  Morillo  en  el  mando, 
dado  que  en  ningún  otro  gefe  sería  posible  hallar  reunidas  sus 
virtudes  políticas  y  müitares, — Morillo  insistió  en  su  deseo  de 
separarse  del  país. 

La  "  Sociedad  de  la  Union  de  ambas  Españas,"  publicó  en 
Caracas  (8  de  Noviembre),  un  manifiesto  fenchido  de  lisonja  y 
viles  adulaciones  á  Morillo,  diciéndole  "  que  no  debia  separarse 
de  Venezuela,  porque  se  perdia  la  causa  del  Rey"  El  nombre 
de  V.  E.,  anadia,  es  para  la  victoria  la  mitad  de  la  batalla,  y 
los  mismos  principales  funcionarios  de  Angostura  escriben  :  Es 
necesario,  para  hacer  separar  á  AforiUo,  desa/yrediiarlo  y  presen- 
tarlo  como  un  monstruo  y  como  d  principal  estorbo  de  ntbestra. 
reunión  á  la  monarquía  española.  En  consiguiéndolo,  todo  está 
hecho. — ^Esta  es  una  infame  impostura.  Jamás  escribieron  tales 
conceptos  los  magistrados  de  Angostura,  que  se  respetaban 
mucho  para  entrar  en  esas  ruindades,  patrimonio  de  las  almas 
bajas. — La  conducta  atroz  de  Morillo  nos  convenia,  nos  daba 
amigos  :  sus  errores  contribuian  á  los  medios  de  nuestra  inde- 
pendencia ;  y  bien  lejos  de  empeñarnos  nosotros  porque  se 
alejara,  fué  él  quien  solicitó,  con  viva  instancia,  su  retiro. 
Véase  á  continuación  el  contexto  de  la  Real  orden,  contentiva 
del  relevo,  para  que  se  comprenda  qué  parte,  ni  indirecta,  pu- 
dieron tener  los  patriotas  en  el  retiro  de  Morillo. 

Ministerio  de  Guerra.— Primera  División.— Secretaría  del  Departa- 
mento— Quinta  sección  6  de  Ultramar. 

Condescendiendo  el  Bey  con  las  instancias  del  benemérito  Cíeneral 
Conde  de  Cartagena,  y  muy  satisfecho  de  sus  servicios,  se  ha  dignado 
concederle  el  regreso  á  la  Península,  nombrando  para  sucederle  en  el  man- 
do del  ejército  de  Venezuela  al  Mariscal  de  Campo  D.  Miguel  de  Latorre. 

De  Real  orden  lo  transmito  &  Vd.,  etc.— Dios  guardo  á  Vd.  muchoa 
afios.  JüAK  Jabat. 

Madrid,  18  de  Setiembre  de  1820. 

Seflor  Capitán  General  de  la  Provincia  de  YeneEuela. 


YIDA  DE  BOliVAB.  59 

La  falsa  aseveración  de  los  llamados  ''  Socios  de  la  ünion  de 
ambas  Espafias/'  me  trae  á  la  memoria  la  sandez  de  Torrente 
(no  pnedo  calificarla  de  otro  modo  I),  cuando  escribió  qne  la  ex- 
pedición que  preparaba  en  Cádiz  Fernando  VII,  contra  los  re- 
beldes americanos,  se  frustró  '^  por  las  intrigas,  seducción,  hala- 
''  gos,  promesas,  desembolsos  pecuniarios,  maniobras  sectarias,  7 
"  cuantos  medios  sugieren  la  astucia  y  la  perfidia  que  nosotros 
^  pusimos  por  obra  para  trastornar  la  fidelidad  de  Riego  j  de 
^'sus  tropas...!" 

¡  A  dónde  se  le  iría  el  criterio  al  historiador  Torrente  1 

En  2  de  Diciembre  dirijió  el  General  Morillo  una  proclama 
de  despedida  al  ejército,  7  otra  á  los  venezolanos.  Manifes- 
tando en  este  último  documento  cuanto  hiciera  par  la  paz  y  por 
nuesbu  /dicidad,  decia  :  "  Yo  parto  de  vuestro  suelo,  venezo- 
^  lanos,  llevando  en  mi  corazón  á  mi  amada  Venezuela.  Mis 
"  venezolanos  7  mi  ejército  de  Costa-firme  estarán  siempre  en  mi 
"  memoria  como  los  objetos  de  mi  delicia.  Ellos  me  acompa- 
'*  fiarán  á  todas  horas  7  en  todas  partes.  Nada  podrá  separar- 
"  melos...  1" 

I  Cuánto  nos  amaba  S.  E. ! — Morillo  tenia  razón  :  sus  vene- 
zolanos, esto  es,  BUS  victimas,  debian  estar  siempre  en  su  memo- 
ria 7  acompañarle  á  todas  horas  7  en  todas  partes.  El  repro- 
che violento  que  el  culpable  recibe  de  su  conciencia,  no  se 
extingue  sino  con  la  vida. — Aquella  sangre  derramada  á  torren- 
tes :  aquellas  lágrimas  de  la  orfandad,  aquellos  diformes  visa* 
gcs  de  la  muerte  debian  llenar  de  espanto  el  corazón  del  tirano. 
Por  lo  demás.  Morillo  no  habia  perdido  ocasión  de  hacernos 
mal,  7  hasta  en  sus  comunicaciones  á  la  Corte,  buscaba  el  medio 
de  desconceptuarnos,  de  hacemos  delincuentes  7  odiosos,  titu- 
lándonos sediciosos  por  naiuraleza,  malvados,  rebddes,  twrhur 
lentos.,.  En  sus  oficios  al  Be7,  echaba  sobre  nuestros  hombres 
cuantas  cargas  le  era  dable  ;  7  en  una  relación  que  dirijió  al 
Secretario  de  Estado,  desde  su  cuartel  general  de  Ocafia,  con 
fecha  27  de  iftarzo  de  1816,  7  CU70  original  se  encuentra  en 
Madrid  en  el  archivo  de  Indias,  decia : 

£1  americano  no  quiere  ser  gobernado  por  nadie,  á  menos  que  sea  un 
gefe  de  su  país ;  no  obedece  á  ningún  europeo,  sobre  todo  si  es  espafiol, 
6,  si  le  obedece,  no  es  sino  aguardando  la  ocasión  de  sacudir  el  yugo. 
Cada  proyincia  de  América  quiere  ser  gobernada  fi  su  manera;  lo  que  es 


60  yiDÁ  BE  boiíyab. 

bueoio  para  el  reino  de  Santa  Fé,  no  es  conyeniente  para  el  de  Yeneznda, 
aunque  eatos  países  rean  limítrofes.  En  el  primero  hay  pocos  hombres 
de  color ;  en  el  último,  al  contrario,  quedan  pocos  blancos.  El  habitante 
de  Santa  F6  se  ha  mostrado  tímido ;  el  de  Yenezuela,  audaz^  maJ/eado  y 
mnguinario, — En  el  yireinato  (Santa  Fé),  se  escribe  mucho,  y  los  jueces 
est&n  abrumados  de  trabajo ;  en  Caracas,  al  contrario,  se  terminan  las 
disputas  por  medio  de  la  espada.  De  aquí,  la  diversa  clase  de  resisten- 
cia que  hemos  encontrado  en  los  dos  países ;  aunque  en  una  cosa  se  pa- 
recen dmbos  que  es,  en  la  disimulación  y  la  perfidia.  Probablemente  los 
habitantes  del  yireinato  no  nos  habrían  resistido  con  tanta  obstinación, 
sino  hubieran  estado  ayudados  por  los  venezolanoi.  Por  igual  motiyo  ha 
sido  que  Cartagena  se  ha  sostenido  tanto  tiempo  contra  nosotros.  Al  lado 
derecho  de  las  m&rgenes  del  Magdalena  han  dado  algunos  combates : 
los  que  más  se  han  distinguido  en  ellos  han  sido  igualmente  los  venezo- 
nos.  La  estéril  proyincia  de  Antioqufa  nos  ha  declarado  una  guerra  á 
muerte  por  dos  ocasiones,  y  ha  cerrado  el  paso  de  sus  montanas ;  los  va- 
nessolanoB  han  sido  los  que  á  ello  la  han  exitado.  Santa  Fé  ha  tomado 
las  resoluciones  mas  desesperadas  en  yirtud  de  las  insinuaciones  de  los 
emüarios  de  Venezuela,  En  una  palabra,  torio  en  la  lucha  actual  es  la 
obra  de  e%te  maldito  pueblo.  En  su  propio  país  es  una  horda  feroz,  y  si 
se  la  dirijo  bien,  nos  ya  á  dar  que  hacer  por  mucho  tiempo,  y  será  nece- 
sario sacrificar  muchos  soldados  y  muchos  tesoros  para  reducirlo  ft  la 
obediencia.  A  mi  llegada  &  este  país,  <  la  cabeza  de  la  expedición  de 
S.  M.,  me  ha  horrorizado  el  saber  que  cada  acdon  perdida  6  ganada,  cos- 
taba multitud  de  soldados.  Persuadido  de  que  la  guerra  de  destrucción 
era  la  obra  de  dos  partidos  animados  por  la  yenganza,  creí  llegado  el 
tiempo  de  emplear  la  clemencia  que  S.  M.  ha  recomendado  tanto ;  pero 
I  cuál  ha  sido  el  resultado  de  la  dulzura  ?  Nueyas  reyoluciones ;  nueyas 
perfidias  han  sido  la  continuación  de  la  aparente  pacificación,  y  si  en 
algún  tiempo  se  somete  al  yireinato,  se  puede  estar  persuadido  de  que  no 
aguardfurá  sino  una  ocasión  favorable  para  subleyarse  de  nueyo,  sobre 
todo,  si  no  se  ha  extinguido  radicalmente  el  germen  de  la  reyolucion  de 
Yoiezuela. 

Mal  se  compadece  el  amor  que  finje  la  proclama  de  despedida 
del  gefe  expedicionario  con  la  opinión  que  tenía  realmente  de 
los  venezolanos. — En  su  corazón  nos  odiaba  ;  y  aquella  ternura 
de  BUS  últimas  palabras  no  puede  calificarse  de  otro  modo  que 
de  caprichos  bizarros  de  fatuidad.  .... 

Morillo  entregó  el  mando  á  Latorre  el  14  de  Diciembre  y  se 
embarcó  en  la  GFuayra  el  17,  con  dirección  á  Cádiz,  donde  le 
esperaban  su  esposa  y  sus  amigos.  "  Obró  muy  cautamente  en 
instar  por  ser  relevado  del  mando,  escribe  Yadillo ;  de  un 
mando  que  era  ya  mucho  más  comprometido  que  cuando  lo  recibió, 


TIDA  BB  BOIÍYAB.  61 

7  en  procurarse  así  nna  retirada  prudente  que  echando  sobre 
otro  la  vei^enza  de  evacuar  el  país,  le  asegurase  á  él,  en  todo 
caso,  sobre  el  grado  de  teniente  general  habido  antes  de  salir 
de  Cádiz,  el  Condado  de  Oartagena,  aunque  abandonase  á  Car- 
tagena, y  la  gran  cruz  de  Isabel  la  Católica,  aunque  amenazase 
próximo  el  tiempo  en  que  por  la  batalla  de  Garabobo,  solo  la 
memoria  de  esta  ínclita  reina  era  lo  que  con  aprecio  ó  con  en- 
cono habría  quizas  de  conservarse  en  aquellas  regiones."* 

Inmediatamente  después  de  la  celebración  de  los  tratados 
que  ya  conocemos,  se  nombraron  los  oficiales  que  debían  noti- 
ficar el  armisticio  á  las  diferentes  divisiones  realistas  y  colom- 
bianas y  arreglar  la  demarcación  de  los  territorios.t  El  Liber- 
tador dejó  á  Urdaneta  en  Trujillo  con  las  fuerzas  que  allí  habia 
y  pasó  aBarínas  para  atender  á  la  conveniente  situación  de  los 
diversos  cuerpos  del  ejército,  verificado  lo  cual,  se  trasladó  á 
San  Cristóbal,  (Diciembre  22)  con  ánimo  de  seguir  hasta  Quito, 
ó  Popayan  á  lo  menos,  para  transijir  cualquier  dificultad  que 
86  suscitara  en  el  Sur  de  Colombia.  Era  este  el  motivo  osten- 
sible ;  el  verdadero  era  ponerse  en  comunicación  con  O'Higgins, 
San  Martin,  Olmedo  y  los  demás  patriotas  del  Perú,  Chile 
y  Guayaquil  — ^Esta  ciudad  acababa  de  hacer  su  revolución  de- 
clarándose independiente  del  poder  espaQol.  X 

Quedaba  encargado  de  la  dirección  de  la  guerra  y  del  despa- 
cho de  los  negocios  administrativos,  durante  la  ausencia  del 
Libertador,  el  Yice-presidente  Dr.  Roscio,  quien  debia  residir 
en  el  Rosario  de  Cticnta,  lugar  designado  para  la  residevcia 
provisional  del  gobierno  y  la  reunión  del  Congreso  constituyente 
de  Colombia. 

Así  terminó  el  afio  de  1820. 

*  Vadiklo,  Apuntes  hiBtóriooei 

f  £1  Coronel  Justo  Briceño  y  el  Capitán  español  D.  Manuel  Landa  fueron 
nombrados  para  cumplir  el  tratado  de  armisticio  en  las  costas  de  Cundinamarca. 
£1  teniente  coronel  D.  Jos^  Moles,  y  el  coronel  republicano  Antonio  Morales, 
gobernador  que  habia  sido  del  Socorro,  fueron  comisionados  para  anunciarlo  al 
Pmldente  de  Quito. 

X  La  reYolncion  de  G-uayaquil  tuvo  lugar  en  U  noche  del  9  de  Octubre  de 
1820.  Fueron  sus  principales  autores  los  capitanes  Eseoyedo,  Letamendi,  Ur- 
daneta, (Luis)  y  León  Fébres  Cordero,  con  algunos  paisanos  de  valor. — ^EUos 
dieron  inmediatamente  aviso  á  Colombia  despachando  un  buque  al  puerto  d» 
Baenaventora. 


62  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

Después  del  retiro  del  General  Morillo  y  de  la  licencia  que 
80  concedió  á  muchos  oficiales  expedicionarios  para  volver  á 
España,  la  mayor  parte  de  los  que  permanecieron  en  Venezuela, 
sin  obtener  aquel  favor,  quedaron  disgustados.  Y  no  podia  ser 
de  otro  modo,  al  pensar  que  la  mayoría  de  sus  compañeros  habia 
desaparecido  y  que  ningún  auxilio  debian  ya  esperar  de  España. 
El  armisticio,  tarde  ó  temprano  terminaría ;  y  la  sola  idea  de  la 
renovación  de  la  guerra  los  espantaba.  Por  otra  p&rte,  ¿  no 
veian  de  bulto  la  imposibilidad  de  subyugar  la  América  y 
reducirla  al  dominio  de  la  España?  Allá  en  la  Península,  los 
ánimos  enfermos  de  ambición  y  de  codicia  podian  soñar  con  la 
reconquista  de  las  provincias  ultramarinas  ;  pero  acá,  donde  se 
percibía  clara  la  situación  de  las  cosas  ;  donde  todo  era  peligro 
y  daño  para  los  españoles  á  quienes  no  les  era  dado  ganar  ya  y 
asegurarse  la  voluntad  de  los  pueblos ;  donde  morían  comba- 
tiendo en  lid  sangrienta  é  ingloriosa,  sin  que  hubiese  medio  de 
suplir  el  vacío  de  cualquiera  que  faltaba.... ;  acá  estaba  resuelto 
el  pi*oblema  de  la  independencia.  Y  si  el  honor  militar  y  la 
disciplina  obligaban  á  muchos  á  seguir  las  banderas  bajo  cuya 
sombra  habian  pisado  el  continente  colombiano  ;  es  cierto 
también  que  en  el  ánimo  de  los  más  habia  flojedad,  tibieza  y 
desengaño.  Tanto  tiempo  perdido,  tantas  muertes,  tantos  y  tan 
terribles  desastres  les  convencian  de  que  la  empresa  era  im- 
posible  I    Sin  embargo,  los  consejeros  de  Fernando  se  empe- 

fiaron  en  sacrificar  aquel  resto  de  las  expediciones  pioificadoTas 
á  su  inhumana  terquedad  y  á  sus  proyectos  insensatos. 

I  Digna  y  previsora  política  del  gabinete  de  Aranjuez  1 

Antes  de  cerrar  el  año  de  1820,  y  para  cerrarlo  con  aplauso 
de  las  virtudes  amerícanas,  no  reducidas  únicamente  á  la  pei*se- 
verancia  y  al  valor  de  nuestros  héroes,  haré  mención  de  la  noble 
respuesta  que  dio  la  Señora  Josefa  Palacio  á  los  edecanes  del 
General  Morillo,  en  ocasión  que  estos  le  llevaron  un  mensage 
de  su  gefe. 

Cuando  los  desastres  espantosos  del  aciago  año  14,  amena- 
zando Bóves  á  Caracas,  no  quedó  otro  arbitrio  á  los  patríotas 
que  someterse  á  los  ultrajes  de  aquel  monstruo,  ó  emigrar.  La 
elección  no  era  dudosa.  Llenáronse  los  caminos  de  emigrados 
y  los  bosques  de  hombres  que  buscaban  ui  escondrijo  para  ocul- 
tarse á  la  furía  de  aquel  sangriento  Atila.    Muchas  señoras  si- 


TIDA  DE  BOIÍYAB.  68 

gnieron  la  suerte  de  sus  maridos  ó  de  sns  padres  j  hermanos,  y 
aunque  habituadas  á  la  delicadeza  7  al  regalo,  sobrellevarou  con 
ejemplar  resignación  las  descomodidades  del  camino  7  las  penar 
lidades  del  destierro,  que  duró  siete  años. — ^Errantes  de  isla  en 
isla,  trabajando  con  la  aguja  para  ganar  la  subsistencia,  las  Pa- 
lacios, las  Soublettes,  las  Mon tillas,  las  Tobares,  Gertrudis  Toro 
7  otras  que  sería  imposible  enumerar,  dieron  ejemplos  de  honra- 
dez 7  de  virtud. 

En  ese  malhadado  año,  de  tristísimo  recuerdo,  una  caraqueña, 
la  Señora  Josefa  Palacio,  hermana  de  la  madre  del  Libertador 
7  viuda  del  valerosísimo  General  José  Félix  Eíbas,  prefirió  en- 
terrarse viva,  antes  que  soportar  la  presencia  de  los  opresores  7 
devastadores  de  su  país.  Sujeta  á  achaques  de  hidropesia  7  con 
el  corazón  henchido  de  lágrimas,  se  mantuvo  aquella  venerable 
señora  por  siete  años  encerrada  en  un  cuarto,  acompañada  de 
sus  criadas,  sin  ver  á  nadie  ni  recibir  otra  visita  que  la  del 
médico  que  la  asistía.  El  Libertador,  que  sabia  la  situación  de 
su  querida  tía  7  admiraba  su  constancia,  habló  á  Morillo  sobre 
aquella  en  la  entrevista  de  Santa  Ana  7  le  suplicó,  que  á  su  re- 
greso á  Caracas,  la  persuadiese  á  dejar  su  encierro,  recomendán- 
dosela del  modo  más  estrecho. — Morillo  prometió  que  así  lo 
haría,  7  así  lo  hizo.  Apenas  llegó  á  Caracas,  envió  un  edecán  á 
manifestar  á  la  Señora  Palacio  el  encargo  que  había  recibido  del 
Creneral  Bolívar  7  los  deseos  que  á  él  le  animaban  de  serla  útil, 
acreditando  la  sinceridad  de  sus  promesas.  La  Señora  contestó 
con  entereza :  "  Diga  Yd.  á  su  General,  que  70  no  abandonaré 
^  este  obscuro  rincón  mientras  mi  patria  sea  esclava  ;  que 
"  aquí  seguiré  hasta  que  los  mios  vengan  á  sacarme  anancián- 
^  dome  que  somos  libres. — ^De  nada  sirvieron  las  insinuaciones 
de  Morillo  repetidas  por  sus  edecanes  7  por  otras  personas.  La 
respuesta  de  la  digna  esposa  de  Bíbas  fué  siempre  la  misma. 

Nuestra  historia  tiene  rasgos  en  todos  los  géneros  de  heroismo 
que  la  harán  admirable  á  los  ojos  desapasionados  de  la  pos- 
teridad..... I 


CAPÍTULO  xxxm. 

1821. 

El  libertador  rkcirga  Ibücsr  sl  makix)  dbl  ejírcxto  dbl  süb— rbgibr  CFiaot 

DB  LATORRB  T  DB  LOS  COMISIOVADOB  QUB  LLBGARON  DB  BSPAltA — CONTBSTAC/OIV  DB 
BST08  OriCIOS — COMISIOX  DB  BBVBNGA  T  BCHBTBRBÍA — CARTA  DB  BOLÍVAR  L  FBR- 
KAKDO  m  —  RBYOLÜOION  DB  XARACÁlBO  —  BBCLAM 00  DB  LATORRB— RE8PUBSTA  DBL 
LIBKRTAOOR— CESACIÓN  DBL  ARMISTICIO— II OTIYOS  PARA  BLLO — MÜBRTR  DB  ROSCIO  T 
AZUOLA  —  NARlI^O  TICE- PRESIDENTE  DB  COLOMBIA  —  INSTALACIÓN  DBL  CONGRESO  DB 
ctfcüTA  —  RENUNCIA  EL  UBEBTADOR  LA  PRESIDENCIA  —  EL  CONGRESO  NO  ADMITE  LA 
RENUNCIA— EL  UBERTADOR  ABRE  LA  CAMPaI^A — PROCLAMA  X  LOS  ESPAÑOLES,  X  LOS 
PÜBBLOS  DB  COLOMBIA  T  AL  EJERCITO  LIBERTADOR. 

PERSPICAZ  y  certero  en  sus  dictámenes,  el  Libertador,  juz- 
gando que  la  guerra  no  ofrecia  ya  en  Venezuela  formales 
motivos  de  inquietud  y  rezelo,  llevó  la  vista  y  atención  al  es- 
tado de  las  cosas  en  el  Sur,  y  ofició  á  Yaldes  por  varias  veces  que 
activara  sus  operaciones  sobre  Quito. — ^El  mismo,  como  sabemos, 
se  propuso  ir  hasta  Popayan,  (si  los  asuntos  del  gobierno  no  le 
permitían  pasar  más  adelante) ;  porque  deseaba  ver  tremolar  el 
pabellón  colombiano  sobre  las  rocas  volcánicas  del  Guáitara.  Y 
es  digno  de  particular  ponderación  el  tino  seguro,  la  habilidad 
que  el  Libertador  tenia  en  elegir  los  hombres  más  propios  parsi 

5  (66) 


66  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

los  negocios  j  las  situacioDOs  dadas ;  porque  dispuso,  que,  con 
los  comisionados  para  la  notificación  del  armisticio,  partiese  el 
General  Antonio  José  Sucre  á  encargarse  del  ejército  del  Sur. 
I  Abria  el  destino  las  puertas  de  la  gloria  á  aquel  corazón  ms^- 
náuimo  en  quien  el  amor  á  la  virtud  y  á  la  libertad  ocupabs^  el 
lugar  que  el  egoismo  7  la  presunción  llenan  en  las  almas  vulga- 
res I  Luego  ordenó  el  Libertador  que  se  trasladase  Sucre  á 
Guayaquil  y  desempeñase  la  importante  comisión  de  negociar 
con  los  gobiernos  de  Guayaquil,  Cuenca  y  los  demás  que  se  hu- 
biesen revolucionado  contra  el  gobierno  español,  su  incorpora- 
ción á  Colombia.  Guayaquil  no  habia  sido  comprendido  en  el 
armisticio,  porque  el  Presidente  de  Quito,  D.  Melchor  Aymerich, 
dijo  que  dicha  provincia  dependía  del  Perú  y  que  se  habia  pues- 
to bajo  la  protección  de  San  Martin.  No  era  cierto  el  funda- 
mento que  alegaba  Aymerich  ;  antes  bien,  Guayaquil  componía 
parte  del  reino  de  Quito,  que  era  de  la  Nueva  Granada  y  por 
consiguiente  correspondía  á  Colombia.  Mas  era  indudable  que 
San  Martin  habia  enviado  á  Guayaquil  al  Coronel  Tomas  Gui- 
do para  asegurar  la  incorporación  de  esta  provincia  al  Perú  y 
que  habia  un  partido  interior  que  favorecía  calorosamente  tal 
proyecto. — No  estando  pues  comprendido  aquel  territorio  en  el 
armisticio,  hallábase  en  riesgo  de  ser  invadido  por  los  realistas 
de  Quito  mientras  cesaban  las  hostilidades  en  otros  puntos,  y  el 
Libertador  conocía  muy  bien  la  importancia  de  defender  á  Gua- 
yaquil para  los  sucesos  posteriores  de  Colombia. 

También  recibió  Sucre  el  encargo  de  agenciar  que  se  le  con- 
firiese el  mando  en  gefe  de  las  tropas  de  los  diferentes  gobier- 
nos, á  fin  de  obrar  con  ellas  contra  los  españoles  de  Quito  uni- 
das á  la  columna  colombiana  que  debia  conducir  á  Guayaquil 
para  afirmar  la  independencia  de  aquel  departamento.  El  Li- 
bertador confiaba  mucho  en  los  talentos  y  virtudes  de  Sucre  ; 
en  su  actividad  y  en  cierta  dote  que  poseia  de  adquirir  influjo 
con  quien  trataba.  Sucre  era  entonces  joven,  como  de  treinta 
años ;  pero  en  él  hablan  madrugado  los  dones  del  espirito,  y 
con  la  actividad  del  mozo  tenia  la  reserva  del  hombre  experi- 
mentado, el  bizarro  ánimo  de  César  y  la  integridad  de  Catón. 

Más  adelante  veremos  cuál  fué  el  rumbo  de  los  asuntos  en 
Guayaquil ;  bastando  por  ahora  anunciar  que  Sucre  consiguió 
organizar  una  «expedición  que  embarcó  en  el  puerto  de  Buena- 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  67 

TCDtiira  sobre  el  Pacífico  y  llegó  á  Guayaquil  oportunamente 
para  salvarlo 

El  Libertador  se  encontraba  en  Bogotá  para  el  5  de  Enero  ; 
allí  se  detuvo  unos  dias  en  arreglos  indispensables  y  activando 
la  reunión  del  Congreso.  Luego  marchó  para  el  Sur.  —  En  la 
Mesa  recibió  un  oficio  del  General  Latorre  en  que  le  noticiaba 
la  salida  de  Morillo  para  Espaüa  y  que  él  habia  quedado  encar- 
gado del  mando  del  ejército  realista ;  también  le  decia  que  ha- 
blan venido  Comisionados  de  España  directamente  para  tratar 
de  pacificación.  Los  Comisionados  dirijieron  al  propio  tiempo 
una  respetuosa  comunicación  al  Libertador ;  y  como  este  creyese 
que  tenian  poderes  bastantes  para  terminar  la  guerra,  resolvió 
diferir  su  viage  á  Popayan  y  acercarse  hacia  Caracas  con  el  fin  de 
facilitar  la  negociación  deseada,  y  sobre  todo,  para  hacerla  con 
mayor  presteza  y  diligencia. 

Fuó  el  portador  de  los  pliegos  de  Latorre  y  de  los  Comisio- 
nados el  Teniente-Coronel  D.  Antonio  Van-Halen,  á  quien  el 
General  en  gefe  recomendó  no  detenerse  hasta  no  entregar 
aquellos  á  Bolívar. 

En  los  postreros  dias  de  Diciembre  del  año  anterior  habia 
dado  fondo  en  la  Guayra  una  escuadra  española  destinada  á  re- 
levar la  que  se  hallaba  de  estación  en  Puerto  Cabello.  Hacian 
viaje  en  ella  los  Comisionados  del  Rey  para  intervenir  en  la 
pacificación  de  estos  dominios,  siendo  sus  instrucciones  las  mis- 
mas, poco  más  ó  menos,  que  Morillo  recibiera  seis  años  antes. 

En  España  no  se  habia  adelantado  nada  en  tanto  tiempo.  * 

Los  Comisionados  para  Venezuela  fueron  el  brigadier  D.  José 

*  La  Corte  de  Madrid  no  tío  nunca  con  claridad  en  la  cuestión  americana. 
Sabemos  que  la  Regencia  prodigó  insultos  é  inyectiyas  contra  nosotros ;  y  las 
misiones  de  los  Señores  Cortabarría  á  Puerto  Rico,  Jayier  Elio  á  Monteyideo, 
Benito  Pérez  á  Panamá  y  de  Villegas  á  Méjico,  tuyieron  por  objeto  poner  en 
moyimiento  todos  loa  resortes  para  encender  la  guerra  ciyiL  La  Regencia  ha- 
cia lo  que  Pisandro  en  Atenas :  sembrar  discordias.  Pensaba  que  a«i  le  sería  más 
ftcil  sabyqgamos.  Después  de  muchos  aSos,  y  cuando  acciones  brillantes  de 
guerra  nos  hablan  asegurado  la  independencia,  nueyos  comisionados  aparecen 
en  nuestras  costas.  Es  cierto  que  ya  no  yienen  á  procurar  nuestro  extermino ; 
pero  toda  sus  instrucciones  te  reduelan  á  qtte  no$  9ometiéramo9  al  dulce  imperio 
de  la  madre-patria.  Femando  Vil  decia  que  "  deseaba  seguir  llamándose  nues- 
tro padre,  ({ Qae  antojo  I)  y  emplearse  en  la  felicidad  de  sus  Américas  . .  .**  En 
el  propósito  de  la  Regencia  hubo  un  crimen  imperdonable ;  en  la  aspiración  de 
Femando  una  tan  necia  porfia  é  ignorancia,  que  es  imposible  definirla. 


68  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

Sartorio  y  el  Capitán  de  fragata  D.  Francisco  Espelius  ;  para 
Santa  Pé,  el  Capitán  de  navio  D.  Tomas  Urrecha  y  el  de  fraga- 
ta D.  Juan  Barry  y  para  el  Perti  los  Capitanes  de  navio  D. 
Joaquín  Goñi  y  D.  Francisco  UUoa. 

También  hubo  Comisionados  para  Chile  y  Buenps  Ayres,  pe- 
ro estos  tomaron  otra  dirección.  Fueron  para  Chile,  el  Briga- 
dier D.  José  Rodríguez  de  Arias  y  el  Capitán  de  fragata  D. 
Manuel  Abren ;  y  para  Buenos  Ayres,  el  Secretario  de  S.  M. 
Cortinas,  el  Capitán  de  fragata  D.  Manuel  Mateo  y  el  Coronel 
D.  N.  Herrera. 

El  Libertador  regresó  á  Bogotá  el  25  de  Enero  en  la  tarde,  y 
el  26  despachó  á  Van  Halen  con  respuesta  satisfactoria  para  los 
Señores  Sartorio  y  Espelius  y  para  el  General  Latorre.  A  este 
le  contestó  con  aquel  modo  lleno  de  civilidad  que  tan  propio  y 
familiar  le  era  :  "  Me  es  muy  satisfactorio  responder  á  la  carta 
"  de  V.  E.  fechada  en  Caracas  el  24  de  Diciembre  ;  y  mi  gozo 
"  es  más  vivo  aun,  porque  sé  que  es  Y.  E.  la  persona  que  esta 
"  á  la  cabeza  del  ejército  expedicionario  de  Costa-firme.  Nin- 
"  guno  es  más  digno  que  V.  E.  de  llenar,  en  circunstancias  tan 
'*  delicadas,  la  doble  misión  de  la  guerra  y  de  la  paz.  Si  el 
"  cielo  me  permite  abrazar  &  Y.  E.  como  amigo,  yo  seré  el  más 
"  feliz  de  los  hombres ;  y  si  el  genio  del  mal  me  fuerza  á  comba- 
"  tir  contra  Y.  E.,  sentiré  el  dolor  más  vivo,  viéndome  obligado 
"  á  ser  el  enemigo  de  un  hombre  que  no  debe  ni  puede  tener  por 
"  enemigo  sino  á  los  tiranos." — Y  en  carta  particular  le  decia : 
"  Me  doy  la  enhorabuena,  mi  querido  General,  de  verlo  á  Yd.  á 
'^  la  cabeza  de  mis  enemigos ;  porque  nadie  es  capaz  de  hacer 
"  menos  mal  y  más  bien  que  Yd. — Yd.  está  llamado  á  curar  las 
"  heridas  de  su  nueva  patria. — Yd.  vino  á  combatirla  y  va  á 
"  protejerla. — ^Yd.  se  ha  mostrado  siempre  noble  enemigo  ;  sea 
"  Yd.  también  el  más  fiel  amigo." 

A  los  Señores  Sartorio  y  Espelius  les  dijo  :  que  "  el  gobierno 
de  Colombia,  dispuesto  á  alcanzar  la  paz  por  todos  medios,  habia 
arrimado  las  armas  para  oir  la  voz  de  la  reconciliación  ;  y  que 
en  aquella  misma  fecha  enviaba  cerca  del  Gobierno  español, 
comisionados  encargados  de  llevar  al  pié  del  trono  de  S.  M. 
Constitucional,  los  votos  del  pueblo  de  Colombia.  "  Nuestros 
"  comisionados,  anadia  el  Libertador,  los  Señores  José  Rafael 
"  Revenga  y  J)x.  Tiburcio  Echeverría  van  revestidos  de  todaa 


VIDA  DE  BOliVAB.  69 

^  las  autorizaciones  necesarias  para  condnir  un  tratado  defíniti- 
"  vo  qne  regle  los  intereses  respectivos  y  consolide  para  siempre 
**  el  reposo  de  nuestros  conciudadanos.'' 

En  ocasión  tan  notable,  el  Libertador  dirijió  una  bella  carta 
á  Fernando  VII,  congratulatoria  por  su  advenimiento  al  trono 
dd  amor  y  de  la  ley :  jpor  haber  emanado  el  cetro  de  la  jíistioia 
para  los  españoles  y  el  tris  de  la  paz  para  los  americanos,  consi- 
derando esta  circimstancia  como  la  gloria  que  apetecieran  los 
mayores  m/marcas  dd  mundo Bolívar  concluia  rogán- 
dole acogiese  con  indulgencia  los  damores  de  Colombia  por  su 
existencia  política.  .... 

¡  Vanos  esfuerzos  1  En  lo  que  menos  pensaba  Fernando  de 
Borbon  era  en  ser  Rey  Constitucional  ni  en  reconocer  los  dere- 
chos del  Nuevo  Mundo  á  gozar  su  independencia  ! 

Un  dia  después  de  despachado  Van  Halen,  emprendió  el  Li- 
bertador su  marcha  para  Cúcuta. — En  el  camino  estaba  cuan- 
do recibió  oficio  del  Comandante  general  de  Maracáibo,  Fran- 
cisco Delgado,  noticiándole  que  aquella  ciudad  babia  proclamado 
8u  independencia  de  España  y  su  adhesión  á  la  República  de 
Colombia. 

Este  suceso  era  muy  grave  de  suyo  y  de  vasta  consecuencia 
para  que  pasara  sin  dar  margen  á  reclamos  y  desagrados.  Des- 
de luego,  puede  asegurarse  que  preparó  la  continuación  de  la 
guerra.  Latorre  ofició  á  Bolívar  exijiéndole  que  salieran  do 
Maracáibo  las  fuerzas  que  allí  enviara  Urdaneta  para  soste- 
ner el  pronunciamiento  de  la  plaza. — ^El  Libertador  recibió  esta 
comunicación  en  San  José  de  Ciícuta  y  contestó  (19  de  Marzo), 
negándose  á  la  exijencia  de  Latorre.  En  carta  particular  que 
se  hallará  en  la  colección,  decia  Bolívar  á  este  gefe  :  "  Si  al- 
^  guna  vez  la  posesión  de  Maracáibo  ha  sido  para  nosotros  ob- 
"  jeto  de  deseo,  hoy  es  causa  de  dolor,  por  la  posición  equívoca 
**  en  que  nos  ha  situado. — Sin  duda,  Vd.  me  debe  la  justicia  de 
"  creer  que  yo  no  he  tenido  la  menor  parte  en  la  insureccion  de 

''  aquel  pueblo "     El  Libertador  terminaba  invitando  á 

Latorre  á  ir  hacia  la  frontera  y  tener  una  explicación  en  Ca- 
rache. "  Yo  pienso,  anadia,  que  cuantos  más  motivos  haya  de 
^  ruptura,  tanto  más  circunspectos  debemos  ser  nosotros  en  la 
**  observancia  de  los  tratados  y  del  derecho  de  gentes  :  nosotros 
^  que  somos  hoy  el  centro  de  una  inmensa  esfera  d»  operaciones 


70  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

'*  en  el  Nuevo  Mando  y  el  objeto  de  la  atención  de  todos  los  es- 
''  piritus  superiores.  De  resto,  nosotros  nos  debemos  á  nosotros 
*'  mismos  honor  7  buena  fé  ;  7  si  se  comete  por  desgracia  una 
'*  falta  accidental,  no  debemos  repararla  con  nuevas  faltas  ó 
"  nuevas  infracciones." 

Realmente,  Bolívar  no  habia  tenido  parte  en  el  movimiento 
de  Maracáibo,  que  fué  obra  de  sus  habitantes  dispuestos  á  re- 
conquistar BU  libertad  por  la  calorosa  infatigable  persuasión  del 
eminente  patriota  Domingo  Briceño  7  Brice£Lo,  a7udado  de  los 
Delgados,  Pedro  Lugo  7  otros ;  *  7  con  toda  razón  se  negaba 
Bolívar  á  devolver  la  plaza  7  hacer  salir  las  tropas  que  la 
guarnecían.  En  la  comunicación  de  oficio  que  dirijió  á  Latorre 
para  razonar  su  negativa,  le  decia : 

San  José  de  Cúcuta,  19  de  Febrero  de  1821. 

EXOELEKTÍBIMO   SsJtOB. 

El  acto  del  Gobernador,  guarnición,  cabildo  7  pueblo  de  Maracáibo 
pora  substraerse  de  la  dominación  espafiola,  ha  suscitado  entre  nuestros 
respectiyos  gobiernos  una  cuestión,  al  parecer,  difícil  7  peligrosa ;  pero, 
que  no  traerá  ningún  reato,  si  la  deciden  el  derecho  y  la  justicia. 

Empezaré  por  declarar  francamente,  que  he  desaprobado  la  marcha  del 
Comandante  Héras  á  aquella  ciudad ;  7  que  será  juzgado,  porque  ha 
excedido  sus  facultades,  no  aguardando  la  resolución  de  su  jefe  para 
acojer  bsgo  la  protección  de  las  armas  de  la  República,  &  un  territorio 
que  pertenecía  &  la  Espafia  al  suspenderse  las  hostilidades. 

Las  protestas  y  razones  consignadas  en  el  acta  celebrada  en  Maracáibo, 
el  28  de  Enero,  para  fundar  su  resolución^  eximen  á  este  Gk>biemo  de 
todo  cargo  con  respecto  &  la  expontaneidad  del  acto,  y  alegan  hasta  las 
sombras  de  mala  fé,  6  infracción  del  armisticio  por  mi  parte.  El  go- 
bierno de  Colombia  no  podía  conocer  las  disposiciones  de  aquel  pueblo 

*  Domingo  Briceño  era  hermano  de  Antonio  Nicolás  Bríoeño ;  joven  entonces» 
actiTo,  de  una  penetración  Boma  y  de  una  tenacidad  y  constancia  incontrastable. 
En  1810  se  habia  señalado  como  corifeo  de  los  proyectos  de  emanciparon ;  Mi- 
yares  mandó  prenderle,  pero  Briceño  se  escapó.  Ocupado  luogo  en  comisiones 
secretas  de  la  Junta  de  Caracas,  cayó  en  poder  de  los  realistas  y  sufrió  una  lar> 
ga  prisión  hasta  1818.  Vuelto  á  Maracáibo  donde  su  familia  estaba,  Briceño  era 
la  más  fuerte  columna  que  poseían  los  patriotas ;  y  él,  en  acecho  de  una  ocasión 
propicia,  la  halló  al  fin  en  1821  para  hacer  independiente  á  sa  país  natal  Bri- 
ceño contaba  con  que  Urdaneta.  maracaibero,  protejería  el  movimiento ;  y  Ur- 
daneta  lo  protejió  en  efecto,  no  escasamente.  A  Briceño,  gentil  y  bizarro  en 
las  disposiciones  de  su  cuerpo ;  tribuno  elocuente  é  Impetuoso ;  patriota,  sin 
más  ambición  que  la  de  ser  Ubre,  á  Brioe.lo,  digo,  se  debió  en  su  mayor  parte  la 
revolución  de  Maracáibo. 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  71 

contra  sus  dominadores;  no  podía  ni  debía  measclarse  de  sns  qne- 
jas,  ni  decidir  sn  justicia,  y  no  debia,  ni  estaba  &  su  alcance  impedir  los 
efectos  del  resentimiento  para  reprimirlo  y  contenerlo.  Así,  yo  creo  que 
ningún  reclamo  justo  puede  intentarse  sobre  el  hecho  de  la  conmoción 
misma,  y  que  el  único  motivo  aparente  de  violación  existe  en  el  paso  im- 
premeditado del  Comandante  Héras. — Será,  pues,  este  solo  al  que  me 
contraeré,  exponiendo  á  Y.  E.  los  principios  que  lo  justifican  y  que  cons> 
titnyen  á  este  gobierno  en  la  necesidad  de  sostenerlo.  Repito,  sin  em- 
bargo, y  suplico  á  y.  E.  tenga  siempre  presente,  que  la  justida  y  el 
derecho  son  las  bases  sobre  que  deseo  se  funde  la  decisión ;  y  que  mi  co- 
municación se  limita  á  exponer  estos  fundamentos,  sin  decidir  nada  hasta 
que  nos  hayamos  reciprocamente  explicado. 

y.  E.  sabe  que,  entre  dos  naciones  en  guerra,  el  derecho  común  do 
gentes  es  el  que  se  práctica,  cuando  no  hay  pactos  6  tratados  particula- 
res entre  ellas.  Habiendo  estos,  su  sentido  literal  es  el  que  se  observa ;  y 
se  entiende  permitido  todo  lo  que  no  está  prohibido  en  ellos.  Este  prin- 
cipio debe  aplicarse  más  estrictamente,  cuando  la  guerra  no  es  entre  na- 
ciones constituidas,  sino  entre  pueblos  que  se  separan  de  sus  antiguas 
asociaciones  para  formar  otras  nuevas. — ^Y.  E.  sabe  también,  que,  entro 
EspaHa  y  Colombia,  no  han  existido,  ni  existen  otros  tratados,  que  los 
del  armisticio  y  regularízacion  de  la  guerra,  y  que  ellos  son  la  regla  &  que 
debemos  referimos,  puesto  que  no  se  ha  considerado  ninguno  de  los  dos 
pueblos  sigeto  á  ningún  derecho  en  todo  el  largo  curso  de  la  guerra. 

El  armisticio  de  Trujillo  no  incluye  ninguna  d&usula  que  nos  prive  del 
derecho  de  amparar  aquel  6  aquellos  que  se  acojan  al  gobierno  de  Colom- 
bia. Por  el  contrario,  mis  negociadores  sostuvieron  contra  los  del  go- 
bierno espafiol,  que  nos  reservábamos  la  facultad  de  amparar  y  proteger 
á  cuantos  abrazasen  nuestra  causa ;  así,  no  se  hizo  mención  en  el  tratado, 
del  artículo  en  que  ex^ia  el  Conde  de  Cartagena  la  devolución  de  deser- 
tores y  pasados.~El  armisticio,  pues,  solo  nos  prohibe  á  entrambas  par- 
tes el  traspaso  de  nuestros  respectivos  territorios  y  las  hostilidados. 

Establecido  este  principio,  la  cuestión  queda  reducida  &  examinar  si  la 
ocupación  del  territorio  de  Maracáibo  por  una  columna  de  Colombia,  el 
29  de  Enero,  ha  sido  6  no,  una  invasión  del  territorio  espafiol. — Para 
este  examen  debemos  antes  convenir  en  que  nuestro  actual  estado  de 
guerra  no  ha  desaparecido  por  la  suspensión  de  armas;  que  hay  una  in- 
mensa distancia  entre  el  estado  de  paz  y  el  de  tregua,  en  que  la  guerra 
no  pierde  sino  momentáneamente  una  parte  de  sus  horrores ;  y  por  últi- 
mo, que  el  tratado  de  armisticio  no  garantiza,  de  ningún  modo,  la  inte- 
gridad de  nuestros  respectivos  territorios,  drcunstancia  muy  notable,  y 
que  es  una  de  las  que  distinguen  y  caracterizan  generalmente  los  tratados 
de  paz. 

£1  acta  que  tengo  el  honor  de  incluir  á  Y.  E.  en  copia,  es  un  docu- 
mento incontrastable:  el  más  expontánoo,  formal  y  solemne  con  que 
puede  un  pueblo  expresar  su  voluntad.    El  de  Maracáibo  habia  procla- 


72  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

mado  en  ella  su  abeolnta  libertad  é  independencia  del  gobierno  espafiol ; 
y  ni  Colombia,  ni  las  demás  secciones  de  América  que  combaten  contra 
Espafia,  tienen  otro  derecho  ni  ñmdamento  para  haber  tomado  las  armas, 
y  para  pretender  y  apoyar  con  ellas  sa  reconocimiento.  Bi  Ookimbia  y 
las  demás  secciones  de  América  en  gnerra  forman  pueblos  separadoe  y 
no  pueden  considerarse  como  parte  de  la  monarquía  española,  porque  los 
derechos  posesivos  de  la  Espafia  sobre  América  no  son  sino  los  de  la 
fuerza  y  de  la  conquista,  y  porque  estos  cesan  de  regir,  cuando  cesa  la 
posesión ;  Marac&ibo,  puesto  en  el  mismo  caso,  dejó  de  ser  dominio  espa- 
fiol desde  el  28  de  Enero,  y  las  armas  de  Colombia  ocupftndolo,  han  ocu- 
pado un  país  que  estaba  fuera  de  las  leyes  españolas,  que  no  era  ya  juirte 
de  la  Nación  á  que  Y.  E.  pertenece,  y  que  estaba  en  libertad  de  elegir  su 
forma  de  gobierno,  6  de  incorporarse  al  pueblo  que  más  couTiniese  &  sus 
intereses. 

El  derecho  de  gentes  autoriza  á  Colombia  para  recibir  aquel  pueblo  6 
incorporarlo,  ó  por  lo  menos,  para  entablar  relaciones  con  él,  de  cual- 
quier naturaleza  que  sean.  La  Espafia  misma  ha  consagrado  este  dere- 
cho por  un  acto  positivo,  ocurrido  poco  tiempo  ha,  doblemente  escanda- 
loso por  el  modo  y  por  las  circunstancias.  Hablo  de  la  ocupación  de 
Montevideo  y  parte  oriental  del  Rio  de  la  Plata  por  las  armas  del  Brazil. 
— El  Brazil,  no  en  guerra,  sino  en  paz  y  amistad  con  la  Espafia,  recono- 
ciendo y  habiendo  garantizado  la  integridad  de  la  monarquía  espafiola, 
invadió  y  se  apoderó  de  aquella  parte  del  Rio  de  la  Plata,  la  retuvo  en  su 
poder,  &  pesar  de  los  reclamos  de  la  Espafia,  que  no  por  esto  creyó  viola- 
dos sus  tratados,  ni  rota  la  paz  que  existe  entre  ambos  pueblos.— El  Bra- 
zil no  ha  sostenido  su  justicia  para  este  paso,  sino  en  la  razón  de  que  el 
territorio  ocupado  estaba  separado  de  la  Espafia  y  formaba  ya  un  pueblo 
diferente. 

Debo  repetir  y  hacer  observar  á  Y.  E.  la  diferencia  que  hay  entre  dos 
naciones  amigas,  y  dos  que  no  lo  han  sido,  y  que  por  el  contrario  oomba- 
ter  obstinadamente,  sin  sujetarse  á  vinculo  alguno  precedente  á  la 
guena,  dando  por  nulos  y  disueltos  todos  los  que  eiástian ;  y  la  diferencia 
esencial  que  hay  de  haber  ocupado  un  país  por  la  voluntad  é  invitación 
expresa  y  encarecida  del  pueblo,  como  ha  hecho  Colombia,  en  el  caso  de 
la  cuestión,  y  ocuparlo  por  la  fuerza  contra  los  poseedores  que  lo  resistían 
y  contra  los  derechos  de  dos  pueblos  amigos,  como  eran  Buenos-Aires  y 
Espafia,  en  el  caso  del  BrazU.— ¿  T  si  este  no  violó  sus  tratados  solemnes 
de  paz  y  garantía  con  la  España,  ni  dio  causa  &  la  guerra,  ¿  podrá  de- 
cirse inflingido  el  armisticio  de  Trujillo  por  un  acto  infinitamente  me- 
nos grave  ? — La  conducta  de  las  naciones  entre  sí  es  lo  que  constituye  el 
derecho  de  gentes ;  la  del  Brazil  y  Espafia,  que  refirieron  sus  reclamos  á 
negociaciones  y  no  á  hostilidades,  debe  servimos  de  regla  para  fundar  la 
nuestra,  y  decidiria  por  la  razón  y  el  derecho,  no  por  las  armas. 

Mas  si  ninguna  de  estas  consideraciones  es  suficiente  para  convencer  á 
Y.  E.  de  la  legitimidad  de  mi  derecho  ft  proteger  á  Mañcáibo,  yo  adop- 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  7S 

taré  mi  medio  que  ha  ddo  en  otros  casos  muy  aplaudido.  Nombremos 
arbitros  por  ambas  partes,  y  defiramos  ft  su  decisioa.  Por  mi  parte, 
cumplo  mi  oferta  de  Santa  Ana ;  será  él  Sefior  Brigadier  Correa. 

Ante  todo  es  de  mi  deber  preguntar  &  Y.  E.  de  un  modo  positiyo  y 
daro: 

1^  Bi  en  caso  de  no  Tolyerse  á  Maracáibo,  habrá  un  rompimiento  de 
hostilidades,  sin  esperar  el  término  del  armisticio. 

2^  Bi  debecá  participarse  cuarenta  dias  antes,  6  romperse  las  hostilida- 
des desde  luego,  sin  esta  notificación. 

8^  Si  los  cuarenta  dias  deben  contarse  desde  el  dia  en  que  se  manda 
la  notificación,  6  desde  aquel  en  que  se  recibe. 

4^  Bi  se  debe  notificar  &  cada  Comandante  de  cuerpo  de  ejército  ó  di- 
yision,  con  los  mismos  requisitos  quo  al  Gtoeral  en  gefe,  y  con  el  mismo 
plazo. 

IB  conducta,  Sefior  General,  sertl  igual  &  la  que  Y.  £.  observe,  tanto 
en  Yeneznela  como  en  Cundinamarca  y  Quito. 

Dios  guarde  á  Y.  £.  Bolívab. 

Aunque  larga  esta  comunicación,  he  creído  que  debía  publi- 
carla íntegra,  porque  es  de  aquellas  que  no  pueden  extractarse 
6  reducirse. 

Barait  censura  á  Bolívar  en  el  asunto  de  Maracáibo,  cuya 
ciudad,  dice,  eduvo  malamente  habida  y  retenida. — Restrepo  sigue 
á  Barait  y  no  teme  asentar  que  Latorre  tuvo  una  decidida  supe- 
rioridad sobre  Bolívar,  cuyos  argumentos  en  la  cuestión  eran 
especiosos. — Es  esto,  creo  yo,  tomar  las  cosas  al  repelo.  En 
todo  hay  convenientes  ó  inconvenientes,  y  hace  muy  diversos 
visos  una  misma  cosa  si  se  mira  á  diferentes  luces.  No  pueden 
acusar  aquellos  escritores  al  Libertador  de  mala  fé  en  la  cues- 
tión Maracáibo.  Lo  que  se  hizo,  se  hizo  sin  su  conocimiento. 
Y  partiendo  de  este  punto,  ¿era  dable  que  el  Libertador 
castigase  á  Delgado,  á  Briceño  y  á  los  demás  autores  del  movi- 
miento, entregándolos  á  la  Espaiía  ?  ¿  Habría  de  corresponder 
de  este  modo  a  los  fervores  del  patriotismo  ? — Bien  considerado 
todo,  pesaba  mucho  el  inconveniente  de  asentir  á  la  exigencia 
de  Latorre,  y  era  muy  considerable  el  peligro  de  retirar  las  tro- 
pas, porque  se  hería  mortalmente  el  entusiasmo  en  momentos  en 
que  solo  estaban  suspendidas,  no  terminadas,  las  hostilidades. 
La  prudencia  debe  medir  los  daños  con  los  bienes  ;  y  aunque 
jamas  se  haya  de  faltar  á  la  justicia,  es  preciso  advertir  que 
obrará  mal  el  Magistrado  que  por  un  nimio  escrúpulo  haga 
nacer  el  descontento  entre  los  ciudadanos  y  el  desaliento  entre 


74  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

SUS  tropas.  ¿  Cómo  habrían  recibido  los  patriotas  de  todo  el 
(Continente  la  entrega  de  la  heroica  Maracáibo  á  la  Espafia? 
¿  Y  qué  rumbo  habrían  tomado,  en  su  despecho,  los  mismos  ma- 
racaiberos  ?  Aquella  ligera  concesión  que  pretendía  La  torre, 
habría  ocasionado  tal  vez  la  ruina  de  la  Reptiblica  ;  que  un  pe- 
queño gusano  roe  el  corazón  á  un  cedro. — ^Y  no  vale  alegar  que 
las  fuerzas  que  mandaba  Héras  y  por  cuyo  medio  cooperó  ür* 
daneta  á  la  trasformacion  de  Maracáibo  podian,  sin  inconve- 
niente, evacuar  la  plaza ;  porque  de  tal  suerte  se  trabaron  y 
ajustaron  las  cosas,  que,  mover  las  tropas,  equivalía  á  retirar  la 
protección  al  pueblo  y  librarlo  al  odio  de  los  peninsulares. 

Tan  seguro  estaba  el  Libertador  en  la  fuerza  de  sus  razones, 
(esas  mismas  que  hoy  se  califican  de  especiosds)  que  no  vaciló 
en  proponer  al  General  Latorre  que  se  decidiese  la  cuestión  por 
arbitros,  y  nombró  de  su  parte  al  Brigadier  español  D.  Ramón 
Correa,  subalterno  de  Latorre. — Este,  que  creia  tener  el  dere- 
cho de  su  parte,  y  que  para  todo  evento  contaba  con  10,400  sol- 
dados aguerridos  y  bien  disciplinados,  no  blandeó  en  la  cues- 
tión ;  y  el  Libertador  desde  Boconó  de  Trujillo  le  intimó  la  re- 
novación de  las  hostilidades  (10  de  Marzo)  y  fué  señalado  el  28 
de  Abril  para  la  apertura  de  la  campaña. 

Cuando  el  Libertador  intimó  á  Latorre,  desde  Boconó,  la  re- 
novación de  la  guerra,  dispuso  que  los  cuerpos  de  caballería  que 
habia  en  Trujillo  marchasen  á  Barínas  y  que  ürdaneta  organi- 
zase en  Maracáibo  una  expedición  contra  Coro ;  dio  orden  al 
General  Soublette  para  invadir  la  provincia  de  Caracas;  al 
Coronel  Carillo  para  obrar  por  el  Tocuyo  y  Barquisimeto  y  él  se 
trasladó  a  Barínas  por  donde  meditaba  abrir  las  operaciones. 
En  seguida  pasó  á  Acháguas  para  tratar  de  la  incorporación  de 
Páez  á  sus  tropas  y  regresó  á  Barínas  á  disponer  el  movimiento. 

Preparábase  la  batalla  de  Carabobo :  la  Farsalia  de  Colom- 
bia I 

Muchos  han  censurado  el  paso  del  Libertador  cuando  intimó 
á  Latorre  la  cesación  del  armisticio.  El  mismo  gefe  expedicio- 
nario lo  calificó  de  inesperado  é  incowéhíble,  y  Restrepo  no  teme 
asentar  que  con  jtiMicia  se  tildó  de  inconaec^iente  su  conducía. 
Yo  creo  hallar  la  explicación  del  proceder  de  Bolívar  en  una 
carta  de  est^  á  White  fechada  en  Barínas  (6  de  Mayo)  en  la 
que,  hablándole  de  la  terminación  iel  armisticio,  le  decia  :  **No 


VIDA.  DE  BOliVAB.  75 

"  es  posible  pennanecer  más  tiempo  en  la  inacción,  mientras  no 
"  se  nos  dé  como  recompensa  segura  el  reconocimiento  de  la  in- 
"  dependencia.  He  tanteado  todos  los  medios  imaginables  por 
"  saber  si  los  comisionados  españoles  (Sartorio  y  Espelius)  esta- 
"  ban  autorizados  para  ofrecérnosla,  y  al  fin  he  visto  con  dolor 
"  que  la  España,  siempre  mezquina,  no  los  ha  autorizado  como 

"  era  de  esperarse Yo  no  creo  prudente  completar  la 

^*  ruina  de  mi  patria  difiriendo  más  la  decisión  de  la  contienda. 
''  Jamas  se  me  ha  presentado  una  campaña  bajo  un  aspecto  tan 
"  favorable  como  la  presente.  Todo  conspira  contra  los  enemi- 
"  gos  y  todo  nos  favorece.  Sus  tropas  aunque  no  son  débiles 
"  en  número,  no  tienen  la  fuerza  moral,  que  es  la  verdadera 
^''fuerza  de  un  ejército  ;  mientras  que  nuestros  soldados  se  creen 
"  invencibles etc." 

Aquí  tenemos,  pues,  la  clave.  Sartorio  y  Espelius  hablan  ve- 
nido sin  las  facultades  necesarias  para  impedir  la  continuación 
del  curso  lamentable  de  la  guerra ;  el  Rey  de  España  pretendia 
buenamente  nuestro  sometimiento,  y  en  semejante  caso,  ¿  para 
qué  aguardar  más  tiempo  ?  Unos  dias  que  faltaban  de  armisti- 
cio no  entraban  por  nada  en  la  consideración  de  Bolívar,  quien, 
por  otra  parte,  tenia  el  derecho  de  renovar  las  hostilidades, 
cuando  lo  creyera  conveniente.  El  armisticio  no  era  sino  un  paso 
hacia  la  paz ;  y  la  paz  para  nosotros,  era  la  independencia. 
Desde  que  esta,  pues,  no  se  alcanzara  por  la  negociación,  se  hacia 
necesario  alcanzarla  por  las  armas.  Pace  auspecla  tuíius  hellum 
decia  Tácito ;  y  con  razón,  porque  la  paz  que  no  es  segura  es 
un  peligro  constante  y  ocasión  de  ruina  cierta. 

Al  abrir  la  campaña,  el  Libertador  aseguraba  no  temer  sino 
nna  sola  cosa :  los  engaños  y  falsedades  de  los  enemigos  en 
Europa,  por  la  influencia  que  pudieran  ejercer  en  el  ánimo 
de  nuestros  Enviados.  *'  La  consideración  de  que  puedan  ser 
"  sorprendidos  con  noticias  falsas,  me  atormenta,  escribia  á 
"  White  desde  Barinas,  y  me  obliga  á  recurrir  á  Vd.  para  que 
*'  sea  d  árgamo  del  desengaño.  Vd.  es  bien  conocido  de  todos 
"  ellos,  y  solo  las  relaciones  de  Vd.  pueden  desvanecer  la  impre- 
"  sion  que  causen  las  imposturas  españolas.  Recomiendo  y  su- 
"  plico  encarecidamente  á  Vd.,  que  por  Gibraltar,  ó  por  cual- 
''  quiera  otra  via,  y  por  todas  ocasiones,  escriba  á  Revenga  y 
^'  á  Echeverría  á.  Madrid,  informándoles  cuanto  sepa  y  remitién- 


76  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

"  doles  nues-roB  papeles  que  he  mandado  le  envien  á  Vd.  por 
"  duplicado  para  que  los  tenga  abundantes  y  con  seguridad. — ^Va. 
**  puede  contradecir  y  negar  todas  las  victorias  que  los  enemí- 
"  gos  se  atribuyan,  en  la  confianza  de  que  yo  mismo  participaré 
^  á  Yd.  los  reveses  que  suframos  para  que  los  trasmita  también 
"  en  su  verdadero  color.  Solo  Vd.  pudiera  tranquilizarme  de 
"  las  inquietudes  que  me  causa  el  temor  de  un  comprometimiento 
"  de  Zea,  ó  de  Revenga  y  Echeverría  en  circunstancias  en  que 
"  somos  nosotros  y  no  la  España  los  que  debemos  dictar  el  tra- 
**  tado  de  paz  y  reconocimiento." 

I  Preciosa  bajo  todos  aspectos  es  la  correspondencia  privada 
del  Libertador !  |  Cuánta  penetración  revela,  cuánto  saber, 
cuánta  facultad  activa ;  y  con  esto  qué  fervoroso,  qué  delirante 
patriotismo  1 

Dejó  el  Libertador  el  Cuartel  Gkneral  de  Barínas  (25  de 
Abril)  y  marchó  en  dirección  hacia  Ouanare.  Antes  habló  á 
ios  españoles,  á  los  colombianos  y  á  los  soldados  del  ejército  li- 
bertador.— A  los  primeros  les  dijo  en  una  proclama : 

ESPAAOIiBS ! 

Vneetro  general  en  gefe  os  ha  dicho  que  no  queremos  la  paz ;  que  he- 
mos infringido  el  armisticio,  que  os  despreciamos.  Vuestro  General  se 
engafia.  Es  el  Gobierno  español  el  que  quiere  la  guerra.  Se  le  ha  ofre- 
cido la  paz  por  medio  de  nuestro  Enviado  en  Londres,  bajo  de  un  pacto 
solemne,  y  el  Duque  de  Frías,  por  orden  del  Ck>biemo  español  ha  respon- 
dido :  qve  es  absolutamente  inadmisible»  Españoles :  ¿  no  es  vuestro  €k>- 
bicmo  el  que  pretende  nuestra  sumisión  fi  costa  de  vuestra  sangre  ?  ¿  "No 
es  vuestro  Rey  d  que  os  desprecia  enviándoos  á  un  sacrificio  in&lible  9 

Espafioles :  &  pesar  de  todos  los  graves  dolores  que  nos  causa  vuestro 
€k>biemo,  seremos  los  más  observantes  del  tratado  de  regularizecion  de  la 
guerra.  La  pena  capital  se  aplicará  al  que  lo  infrinja,  y  vosotros  seréis 
respetados  aun  en  el  exceso  del  fru^r  de  vuestra  sed  de  sangre.  Vosotros 
venis  á  degollamos  y  nosotros  os  perdonamos ;  vosotros  habéis  converti- 
do en  horrorosa  soledad  nuestra  afligida  patria,  y  nuestro  mfis  ardiente 
anhelo  es  volveros  á  la  vuestra. 

A  los  pueblos  de  Colombia  les  dijo : 

COLOMBIAKOB  I 

Más  de  uno  afio  entero  ha  pasado  la  Espafia  en  libertad,  sin  que  su  Go- 
bierno haya  ordenado  el  término  de  su  tiranía  en  Colombia.  Hemos  oido 
sus  palabras  de  paz  con  gozo,  las  hemos  acogido  con  trasporte  y  dirigido 
nuestros  Enviados  á  Madrid  á  tratar  de  la  paz,  que  estaría  derramando 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  77 

BUS  bendiciones  sobre  este  suelo  desolado  si  la  Espafia  la  hubiera  querido 
eficazmente ;  pero  no,  no  ha  oido  las  dolientes  quejas  de  la  humanidad, 
con  él  grado  de  interés  que  debia  inspirarlo  su  propia  conciencia  y  su 
reposo. 

Á  los  soldados  del  ejército  libertador,  les  recomendó  la  ob- 
servancia del  tratado  de  Trujillo,  que  regularizaba  la  guerra ;  y 
asegurándoles  la  victoria  final  que  esperaba  alcanzar :  Soldados, 
les  dijo : 

Las  hostilidades  Tan  á  abrirse  dentro  de  tres  dias ;  porque  no  puedo 
Tcr  con  indiferencia  Tuestras  dolorosas  priyaciones. 

Todo  nos  promete  una  victoria  final,  porque  yuestro  valor  no  puedo- 
ya  ser  contrarestado.  Tanto  habéis  hecho,  que  poco  os  queda  que  hacer ; 
pero  sabed  que  el  Gobierno  os  impone  la  obligación  rigorosa  de  ser  más 
piadosos  que  valientes. 

Buñirfi  una  pena  capital  él  que  inñingiere  cualquiera  de  loe  artículos 
de  la  regularizadon  de  la  guerra.  Aun  cuando  nuestros  enemigos  los 
quebranten,  nosotros  deberemos  cumplirlos  para  que  la  gloria  de  Colombia 
no  se  mancille  con  sangre. 

Permítase  que  me  detenga  aquí  un  momento  para  observar  en 
honra  del  héroe  colombiano  :  que  la  guerra  á  miterte  procedió 
de  los  gefes  españoles  en  los  dias  de  su  poder  y  sus  victorias 
aun  sin  haberla  declarado  expresamente  (Tomo  I,  pág.  173) ; 
que  BoKvar  la  declaró  en  consecuencia  y  la  sostuvo  en  los  años 
de  su  abatimiento  y  sus  desgracias ;  que  preparándose  á  la  ge- 
nerosidad, antes  de  la  victoria,  ofreció  en  Ocuraare,  (6  de  Julio 
de  1816)  perdonar  á  los  que  se  rindiesen  aun  siendo  españoles, 
y  que  proscribió  en  fin  en  los  dias  de  su  triunfo  y  de  su  pre- 
ponderancia la  muerte  de  los  rendidos  y  de  los  prisioneros, 
la  guerra  de  exterminio,  dando  decretos  humanos  que  cumplia 
con  religiosidad  y  obligando  á  los  enemigos  á  humanizarse  ellos 
mismos.  Por  fortuna,  estos  no  eran  ya  Bóves  y  Antoñanzas, 
sino  Latorro  y  Correa,  hombres  de  honor,  y  sin  afectos  malévo- 
los, en  quienes  hablaba  alto  la  voz  de  la  humanidad,  i  Cuánto 
distajban  estos  tiempos  de  aquellos  dé  sangre  y  lágrimas ! 

En  Trujillo  (5  de  Marzo)  tuvo  el  Libertador  la  fausta  nueva 
de  que  el  batallón  "  Kumancia  ",  creado  en  Venezuela  por  Yá- 
ñez  en  1813  y  compuesto  solo  de  venezolanos,  habia  dado  el 
grito  de  insurrección  contra  la  España  en  el  Perií  y  puéstose  á 
las  órdenes  del  Protector  San  Martin.    Esta  noticia  y  la  de  la 


78  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

fuga  del  virey  Pezuela  de  Lima,  las  daba  el  Comandante  de  la 
costa  del  Pacífico  al  Comandante  general  del  Cauca.  Después 
recibió  el  Libertador  una  hermosa  comunicación  de  San  Martin 
en  la  que,  adjuntándole  un  boletin  oficial,  le  detallaba  el  suceso 
del  batallón  "  Numancia "  y  le  decia  que  habia  incorporado 
á  su  ejército  este  cuerpo  con  el  título  de  leal  á  la  patria.* 

Estando  aun  en  Trujillo  visitando  las  fuerzas  y  prepara  idose 
para  reconocer  los  acantonamientos  de  Apure  y  de  Barínas,  supo 
el  Libertador  la  grave  enfermedad  del  Doctor  Roscio.  El  Con- 
greso no  estaba  aun  reunido,  y  las  atenciones  de  la  campaña  que 
iba  á  abrirse  y  que  se  anunciaba  como  decisiva,  no  le  permitían 
volver  á  Ciícuta.  Bolívar  nombró,  pues,  como  Vice-presidente 
interino  al  General  de  brigada  Luis  Eduardo  Azuola,  Secretario 
de  Hacienda  que  era  entonces  ;  y  encargó  el  despacho  de  esta 
Secretaría  al  Doctor  Alejandro  Osorio,  mientras  llegaba  Gual 
que  habia  sido  nombrado  en  propiedad.  En  Acháguas  supo  el 
fallecimiento  de  Roscio  que  tuvo  lugar  el  13  de  Marzo,  y  como 
se  le  avisase  que  Azuola  estaba  enfermo,  el  Libertador  nom- 
bró Vice-presidente  interino  de  Colombia  al  célebre  General  de 
división  Antonio  Nariño,  (4  de  Abril)  que  se  habia  escapado 
de  España  y  regresaba  por  Angostura  y  los  llanos  de  Apure  á 
Bogotá,  su  patria.  Azuola  murió  en  efecto  el  13  de  Abril,  y 
mientras  llegó  Nariño  estuvo  acéfalo  el  Poder  Ejecutivo.t 

Cuando  acaeció  desdichadamente  la  muerte  de  Azuola,  faltaban 
ya  pocos  miembros  para  instalar  el  Congreso.  Mas,  ¿  quién 
presidiría  la  instalación,  se  preguntaban? — Bolívar  estaba  au- 
sente, haciendo  preparativos  para  la  guerra,  y  se  ignoraba  que 

hubiese  nombrado  Vice-presidente En  esos  momentos 

se  apoderó  de  muchos  la  desesperación  ;  y  el  que  no  acusaba  al 
Libertador  de  mirar  con  desprecio  al  Congreso,  le  tildaba  de 
inadvertido  ;  sin  reparar  que  habia  sido  Bolívar  el  más  empeña- 
do en  reunir  la  representación  nacional  y  en  dar  á  Colombia 
las  garantías  constitucionales  que  anhelaba.  A  la  enfadosa  cir- 
cunstancia de  ignorarse  el  nombramiento  del  General  Nariño 
para  Vice-presidente,  vino  á  añadirse  otra  más  acerba  aun  cual 

*  Véase  en  la  "  Correspondencia  general"  la  carta  del  26  de  Marzo  de  1821. 

f  La  biografía  del  General  Nariño  es  sobremanera  importante ;  y  como  no 
puede  reducirse  á  las  cortas  lineas  de  una  nota,  mis  lectores  la  hallarán  en  el 
*'  Apéndice  "  al  fin  de  la  obra. 


YIDA  DE  BOLÍYAB.  79 

tüé  la  escasez  ^ue  padecían  varios  diputados,  estrechos  de  medios, 
que  no  contaron  con  las  demoras  que  inevitablemente  ocurren. 
Estos  llenábanse  á  sí  mismos  de  desazón  7  á  los  demás  de  enfado. 
Inútil  es  decir  que  esas  penurias  se  achacaban  á  Bolivar,  que  se 
absorbia  todo  en  la  guerra  7  no  ocurría  á  la  subsistencia  de  los 
representantes Pero  tal  censura  era  infundada.  El  Li- 
bertador pensaba  en  todo  7  se  anticipaba  á  todo. — ^Escribiendo 
confidencialmente  al  Doctor  Gual,  Ministro  de  Hacienda,  le  de- 
cia :  "  Tome  Vd.  para  el  Congreso  los  caudales  que  vienen 
'*  para  el  ejército  ;  porque  dentro  de  poco  la  mitad  de  los  sol- 
"  dados  habrá  muerto  7  la  otra  mitad  no  necesitará  de  nada, 
"  vencedora  ó  vencida.  .  .  Y  no  es  justo  que  el  Congreso  se 
"  disuelva  por  falta  de  lo  necesario."  *  No  descuidaba  pues  Bo- 
lívar de  proveer  á  los  medios  para  la  conservación  de  la  Asam- 
blea Constitu7ente  de  Colombia.  ¿  Podia  hacer  más  ?  Pero 
ese  es  el  peligro  de  los  que  mandan  :  las  prosperidades  perte- 
necen á  todos ;  los  reveses  7  aquello  que  con  razón  ó  sin  ella 
ofrece  mal  aspecto,  solo  al  gefe  se  imputan. 

La  presencia  de  Naríño  en  Cicuta  hacia  los  últimos  dias  de 
Abril,  calmó  por  dicha  la  ansiedad  de  los  diputados  querello- 
sos, 7  el  Congreso  pudo  celebrar  su  instalación  el  6  de  Ma70, 
en  el  salón  destinado  para  sus  sesiones,  que  fué  la  sacristía  de 
la  iglesia  parroquial  de  la  Villa  del  Rosario. 

El  Libertador  se  hallaba  en  Barínas,  el  dia  de  la  instalación 
del  Congreso ;  mas,  habia  despachado  anticipadamente  á  uno 
de  sus  edecanes  para  que  presentara  en  el  primer  momento  de 
la  reunión  de  aquel  cuerpo  el  oficio  que  le  dirijia. — Dicho  oficio 
contentivo  de  su  congratulación  7  de  su  renuncia,  decia  así : 

Cuartel  general  del  Libertador  en  Barínas 1821. 

Senob: 
El  acto  augusto  de  la  instalación  del  Congreso  general  de  Colombia 
compuesto  de  los  Representantes  de  veinte  y  dos  provincias  libres,  ha 
puesto  el  colmo  á  mis  más  ardientes  votos.  La  República,  fundada  ahora 
sobre  la  más  completa  representación  de  los  pueblos  de  Cundinamarca  7 
Venezuela,  se  elevará  á  la  cumbre  de  la  dicha  7  de  la  libertad  á  que  as- 
pira esta  nación ;  7  yo,  al  ver  que  los  legítimos  depositarios  de  la  sobe- 
ranía del  pueblo  ejercen  7a  sns  sagradas  funciones,  me  juzgo  eximido  de 
toda  autoridad. 

*  Yéaae  en  la  colección  esta  importante  carta  qne  tiene  muchos  partieolares 
del  nuLjoT  Ínteres. 


80  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

Nombrado  por  el  Congreso  de  Venezuela  Presidente  interino  del  Esta- 
do, y  siendo  vuestra  representación  la  de  Colombia,  no  soy  yo  el  Presi- 
dente de  esta  República;  porque  no  he  sido  nombrado  por  ella;  porque 
no  tengo  los  talentos  que  ella  exije  para  la  adquisición  de  su  gloria  y 
bieivestar ;  porque  mi  oficio  de  soldado  es  incompatible  con  él  de  magis- 
trado ;  porque  estoy  cansado  de  oirme  Uamar  tirano  por  mis  enemigos ; 
y  porque  mi  carácter  y  sentimientos  me  oponen  una  repugnancia  insu- 
perable. 

Dignaos  Sefiores,  acojer  con  toda  vuestra  bondad  mi  más  reyerente  ho- 
menage,  la  profesión  que  os  hago  de  mi  m&s  cordial  adhesión,  y  el  jura- 
mento más  solemne,  que  oe  presto,  de  mi  más  ciega  obediencia.  Pero, 
si  el  Congreso  soberano  persiste,  como  lo  temo,  en  continuarme  aun  en  la 
presidencia  del  Estado,  renuncio,  desde  ahora  para  siempre,  el  glorioso 
título  de  ciudadano  de  Colombia,  y  abandono  de  hecho  las  riberas  de  mi 
patria. 

Soy,  Sefior,  con  la  más  profunda  sumisión  y  respeto,  vuestro  más  hu- 
milde subdito.  SiMOK  Bolívar. 

El  Congreso  dio  al  Libertador  una  hermosa  contestación  sin 
admitirle  la  renuncia.  "No  puede  recordar  el  Congreso,  le 
^'  decía,  sin  una  emoción  de  tierna  gratitud,  que,  al  constante 
"  valor  y  perseverancia  de  V.  E.  ayudados  de  las  gloriosas  vio- 
"  torias  obtenidas  por  los  dignos  defensores  de  Colombia  y  por 
*'  los  generosos  sacrificios  de  los  pueblos,  debe  hoy  la  Nación 
**  verse  legalmente  congregada  y  en  aptitud  de  pronunciar  sas 
"  voluntades.  La  memoria  de  Y.  E.  irá  siempre  reunida  á  la 
"  historia  de  la  Representación  Nacional,  y  sus  leyes  serán 
"  otros  tantos  recuerdos  de  los  tiempos  en  que  los  valientes  sol- 
"  dados  de  la  República,  acaudillados  por  V.  E.,  hicieron  cum- 
"  piídos  los  votos  de  los  pueblos  y  aseguraron  la  esperanza  de 
"  su  futura  prosperidad." 

Estos  conceptos  calmaron  el  resentimiento  de  que  se  hallaba 
poseido  el  Libertador  por  las  declamaciones  privadas  de  algu- 
nos diputados  imprudentes. 

El  Congreso  se  ocupó  luego  del  estudio  de  la  ley  fundamen- 
tal.— ^En  el  ejercicio  de  sus  poderes  legales,  el  Congreso  de 
Cuenta  gozó  de  la  más  amplia  libertad. — Bolívar  no  quiso  que 
tropa  alguna,  ni  jefes,  ni  oficiales  se  acercasen  á  la  villa  del 
Rosario.  £l  no  manifestó  opinión  sobre  las  materias  constitu- 
cionales que  se  ventilaban,  y  con  su  ejemplo  y  con  su  palabra 
enseñó  el  respeto  debido  á  la  independencia  del  poder  legis- 
lativo. 


CAPÍTULO  XXXIV. 


1821. 


La  ctacasm  ■xtrjlordinabiá  db  dh  rio  Dmnni  al  libsrtador  iic  tuca  —  doxa- 

CIOH  QDR  HAOB  DRSDR  ODANARR  OB  8ü9  SÜBLDOB  BN  BBMBFICIO  PÚBLICO  —  B8TA* 
BLBCB  8U  CÜARTBL  OBNBRAL  BN  8AN  CARLOS  —  MANDA  BN  PBB80NA  LA  BATALLA  DI 
CARABOBO  —  DBCRBTO  DBL  CONGRESO  CON  MOTIYO  DBL  TRIUNFO  OBTBNIDO  BN  AQDB- 
LLA  ORAN  JORNADA  —  BL  UBBRTADOR  8XGUB  PARA  OArIcAS  —  HACB  CAPITULAR  X 
I^BRBIBA  —  TUBLYB  k  TALBNCIA  —  RBORGANIZA  BL  BJÍ RCITO  —  BSTRBCHA  BL  SITIO 
DB  PUBRTO  CABBLLO  T  YIBNB  OTRA  TBZ  Á  CARACAS  —  ARRBOLO  PROVISIONAL  — 
CARTA  X  GOAL  —  BHPRBNDB  BL  LIBBRTADOR  LA  OAMPaKa  DBL  SUR  —  VA  Á  MARÁ- 
CAIRO  —  NOTABLB  RB8PUBSTA  ▲  OVAL  QÜB  LB  LLAMABA  X  CÚCUTA — GRATITUD  DBL 
UBBRTADOR  X  LA  AMISTAD  DB  D.   PRANCISCO  ITÜRBB. 

CUANDO  salió  el  Libertador  de  Barínas  para  Guanare  con 
parte  del  ejército  que  debia  quedar  dueño  del  campo  en 
Carabobo,  se  tío  obligado  á  detenerse  dos  dias  en  un  lugarejo 
llamado  *'  La  Yuca/'  por  que  la  creciente  extraordinaria  del  rio 
de  este  pueblo  impidió  la  continuación  de  la  marcha. — Llovia  á 
chorros,  7  la  casilla  donde  estaba  alojado  el  Libertador  con  Sa- 
lem, Pérez,  Bricefio  y  otros  oficiales,  se  mojaba  tanto,  que  ya  no 
había  paraje  ni  lugar  seco  donde  situarse.  Dio  aquello  motivo 
á  varias  reflexiones  sobre  la  dificultad  de  hacer  la  guerra  en* 
6  (81) 


I 

82  YIDA  DE  BOliVAB. 

América,  y  los  inesperados  contratiempos  que  se  presentaban 
para  destruir  los  mejores  y  más  bien  combinados  planes ;  pon- 
deróse la  fuerza  de  nuestra  naturaleza  gigantesca,  donde  la 
lluvia  transforma  en  mares  los  arroyos  :  donde  los  árboles  se 
empinad  hasta  el  cielo  y  la  tierra  ostenta  un  poder  de  creación 
asombroso,  y  él  Libertador  decia  á  sus  compañeros  :  La  historia 
refiere  que  César  y  Aníbal  marchaban  al  frente  de  sus  tropas,  á 
pié,  con  la  cabeza  descubierta,  al  sol  y  al  agua  ;  pero  esos  gran- 
des capitanes  no  hicieron  la  guerra  en  la  zona  ardiente,  donde 
el  clima  y  las  condiciones  topográficas  lo  modifican  todo.  La 
retirada  de  los  Griegos,  que  tanto  se  elogia  por  la  constancia  y 
el  valor  con  que  sufrieron  el  rigor  del  cielo  en  las  montañas  de 
Armenia,  no  es,  sin  embargo,  comparable  á  la  invasión  de  la 
Kueva  Granada,  tramontando  las  tropas  la  cordillera  de  los 
Andes  y  pasando  rios  caudalosos,  sin  puentes :  páramos,  sin 
abrigo  :  inmensos  esteros,  sin  alimento.  ¿  Recuerda,  Vd.,  Sa- 
lom,  la  alegria  del  ejército  cuando  en  Betoyes  se  le  racionó  de 
plátanos....?  Puede  decirse  que  habia  dos  dias  que  no  comía. 
Ese  ejército,  sin  embargo,  no  se  quejaba. — Seguía,  proporcionan- 
do la  constancia  á  los  trabajos,  por  que  se  le  habia  dicho  que 
iba  á  destruir  á  los  tiranos.  Cuando  se  escriba  la  relación  de 
nuestros  combates  y  se  cuenten  los  prodigios  del  valor  de  nues- 
tros soldados,  su  aliento  en  todas  las  adversidades,  la  historia 
antigua,  llena  de  héroes  y  de  pinturas  exageradas,  perderá  gran 
parte  de  su  importancia,  porque  se  verá  excedida  con  ver- 
dad  I* 

Refiere  Salom  que  era  tanta  la  humedad,  que  estaban  como 
entumecidos  todos  y  resfriados,  y  el  Libertador  no  tuvo  con  qué 
mudar  su  vestido 

Todo  era  entonces  trabajo,  ímproba  tarea,  descomodidad  y 
peligro  I 

El  Libertador  llegó  á  Guanaro  (19  de  Mayo),  donde  recibió 
.aviso  de  que  se  acercaban  ya  las  fuerzas  del  General  Páez. 

Y  recibió  también  alli  la  respuesta  del  Congreso  á  su  men- 
sage  renunciando  la  Presidencia  de  Colombia. — En  el  acto,  el 
Libertador  volvió  á  dirijirse  á  aquel  cuerpo,  diciéndole  que : 
■**  Instado  de  los  clamores  con  que  su  propia  familia  y  las  de  al- 

*  MADOscríto  del  General  Salom,  adjunto  á  sus  ilineraríos  y  campallas. 


TIDA  DB  BOLÍYAB.  83 

"^  ganos  de  sus  amigos  y  compañeros  de  armas  se  lamentaban 
"'  por  la  miserable  sitaacion  en  que  se  hallaban,  se  habia  tomado 
^  la  libertad  de  librar,  en  el  año  de  1819,  nna  orden  á  sn  favor 
"  y  contra  las  cajas  públicas  de  Bogotá,  por  catorce  mil  pesos, 
"  cnyo  libramiento  se  habia  satisfecho  :  qne  la  ley  de  reparti- 
^  miento  de  bienes  nacionales  le  asignaba  25,000  pesos,  como 
"  General  en  Gtefe,  dándole  derecho  para  esperar  asignaciones 
"  y  gracias  extraordinarias :  que  la  ley  sobre  sueldos  de  era* 
"  picados  le  asignaba  50,000  pesos  como  Presidente  de  la  Re- 
"  pública  desde  1819  ;  pero  que  él  renunciaba  aquellos  derechos 
''  y  acciones  que  no  habia  recibido,  dándose  por  satisfecho  de 
"  ellos  por  los  14,000  pesos  tomados  en  Bogotá. — ^El  objeto  á 
"  que  los  destiné,  concluia  el  Libertador,  y  las  sagradas  obliga- 
"  ciones  á  que  satisfice  con  ellos,  me  han  recompensado  amplia- 
"  mente  de  los  derechos  que  renuncio  á  favor  del  tesoro  público." 
— ^El  Congreso,  admirando  este  rasgo  generoso,  y  queriendo 
competir  con  el  Libertador  en  magnanimidad,  le  repuso  por  un 
acuerdo  extraordinario  :  Bien  puede  el  Libertador  Simón  Bolí- 
var renunciar  cmie  d  futuro  Congreso  ha  fniéldoa,  gracias  y  asig- 
naciones que  le  tocan  por  las  leyes  /  pero  teniendo  presente  su 
arnoT  á  la  libertad,  su  constancia  infatigable  por  defenderla,  su 
integridad  y  desprendimiento,  jamas  podrá  renunciar  á  la  gra- 
titud de  Colombia,  que  es  su  mejor  patrim/mio. 

¡Venturosos  tiempos  aquellos  en  que  habia  desprendimiento 
en  unos,  nobleza  y  sensatez  en  otros,  patriotismo  y  virtud  en 
todos !  ¿  Porqué  pasaron  esos  tiempos  acaso  para  no  volver 
jamás? 

Jam  íuit....]  nec  post  unqnam  revocare  licebit. 

{ LuoBST.  m.) 

En  Quanare  supo  el  Libertador  que  Latorre  habia  llegado 
con  fnerasas  hasta  Aranre  y  que  de  allí  replegó  á  Valencia.  Re- 
solvió en  el  acto  sacar  provecho  de  aquella  operación,  ocupando 
á  San  Carlos ;  y  dio  esta  comisión  al  General  Cedeño. 

Soublette,  que  debia  auxiliar  el  movimiento  principal  que  eje- 
cutaba el  Libertador,  habia  ordenado  á  Bermúdez  marchar  so- 
bre Caracas,  y  á  Monágas  que  auxiliase  á  Zaraza  en  sus  opera- 
ciones sobre  Calabozo.  Tal  disposición  fué  por  extremo  acer- 
tada ;  por  que  Bermúdez  debia  llamar  poderosamente  la  aten* 


84  VIDA  DB  BOLÍVAR. 

cion  de  La  torre  h&cia  la  capital. — ^En  efecto,  tuvo  este  qoe  des- 
membrar BU  ejército,  enviando  el  2"*  batallón  de  Valencey  en 
apoyo  del  brigadier  Correa,  quien  no  pudo  resisftir  en  Caracas 
7  abandonó  esta  ciudad  por  fin. — Ademas,  Morales  tuvo  qne 
venir  á  Aragua  con  800  hombres,  y  las  fuerzas  realistas  se  dise- 
minaron, debilitando  Latorre  el  grueso  de  su  ejército  qne  se 
oponia  al  principal  de  los  independientes,  á  cuya  cabeza  se  ba- 
ilaba el  Libertador. 

Bolívar  estableció  su  cuartel  general  en  San  Carlos  el  primer 
del  mes  de  Junio,  y  allí  esperó  los  diferentes  cuerpos  que  debian 
reunírsele. — Páez  fué  el  primero  que  llegó  al  frente  de  mil  gi- 
netes,  lo  más  selecto  de  los  valientes  de  Apure.  Dos  dias  des- 
pués arribaron  las  demás  tropas  de  su  hermosa  división.  Más 
tarde  llegó  ürdaneta. 

Latorre  habia  asentado  su  campo  en  las  llanuras  de  Carabobo. 

En  este  memorable  sitio  habia  batido  BoKvar  el  año  14, 
á  Cagigal  y  Cebállos,  y  allí  debia  batir,  siete  años  después,  á 
Latorre,  destruyendo  para  siempre  el  poder  español  en  Vene- 
zuela. 

El  20  de  Junio  se  movió  el  Libertador  de  San  Carlos ;  el  23 
se  reunieron  las  divisiones  (6.000  hombres)  en  los  campos  de  Ti- 
naquillo,  y  el  24  se  marchó  sobre  el  cuartel  general  enemigo. — 
A  las  11  de  la  mañana  se  oyó  la  orden  de  ataque.  Rompióse 
el  fuego.  Mandaba  la  acción  en  persona  Bolívar,  con  aquella 
superioridad  que  se  pinta  en  la  posesión  del  ánimo,  en  la  luz  de 
los  ojos,  en  el  despejo  y  acierto  de  las  resoluciones.  Sus  ayu- 
dantes de  campo  partian  con  celeridad  en  distintas  líneas,  lle- 
vando órdenes  al  ejército. — Una  hora,  no  más,  duró  el  combate, 
y  fué  bastante  ;  que  la  mágica  influencia  del  Libertador  hizo 
excederse  á  sí  mismos  á  los  indomables  guerreros  colombianos, 
quienes  terminaron  con  aquella  célebre  jornada  la  guerra  de 
Venezuela. — Murió  al  fin  del  combate  el  General  Cedeño,  el 
valiente  de  loe  valientes,  queriendo  precipitarse  casi  solo  sobre 
una  masa  de  bronce  de  infantería  española.  Una  bala  le  hirió 
en  el  centro  de  su  gran  corazón  I  Cayó  súbitamente  con  el  sa- 
ble empuñado  ;  y  aquel  cuerpo  que  habia  sido  feliz  y  precioso 
depósito  de  valor  heroico,  quedó  tendido  en  el  campo  de  Cara- 
bobo  para  cubrirse  de  gloria  en  la  inmortalidad.  Igual  suerte 
tocó  al  valerosísimo  Coronel  Ambrosio  Plaza,  que  se  empeñó  ea 


VIDA  DE  BOliVAB.  85 

destruir  á  Valencey,  y  fué  herido  de  muerte,  exlialando  luego  el 
último  aliento  de  su  perseverancia  en  la  lealtad  y  en  el  amor  de 
nuestra  santa  causa. 

Como  el  Libertador  detalló  en  su  mensage  al  Congreso  los 
principales  sucesos  de  la  jornada  de  Carabobo,  yo  le  cedo  gus- 
toso esta  parte  de  mi  obligación  histórica.  La  verdad  no  podia 
hallar  palabra  más  autorizada. 

He  aquí  el  mensage : 

Valencia,  25  de  Junio  de  1821. 
EzcELEinisiHo  SbAob. 

Ayer  se  ha  confirmado  con  una  espléndida  victoria,  el  nadmiento  po- 
lítico de  la  República  de  Colombia. 

Eeunidas  las  divisiones  del  ejército  Libertador  en  los  campos  de  Tina- 
quiUo  el  28,  marchamos  ayer  por  la  mafiana  sobre  d  cuartel  general  ene- 
migo, sitvado  en  Carabobo. — ^La  primera  división,  compuesta  del  bravo 
batallón  hritánieOj  del  bravo  de  Apure  y  1,600  caballos  á  las  órdenes  del 
Ckneral  Pasz. — La  segunda,  compuesta  de  la  segunda  brigada  de  la 
guardia,  con  los  batallones  Tiradores^  Bof^aed  y  Vár^as^  y  él  escuadrón 
SagradOj  que  manda  el  impertérrito  Coronel  Abambütdi,  á  las  órdenes 
del  General  CsdeITo.  La  tercera,  compuesta  de  la  primera  brigada  de 
la  guardia  con  los  bataUones  Eifiee^  Qrcmadera^  Veruiedor  de  Boyaed, 
AnMoátegui,  y  el  regimiento  de  caballería  del  intrépido  Coronel  Rokdoit, 
á  las  órdenes  del  Coronel  Plaza. 

I^uestrá  marcha  por  los  montes  y  desfiladeros  que  nos  separaban  del 
campo  enemigo,  ñié  rápida  y  ordenada. — ^A  las  11  de  la  mafiana,  desfila- 
mos por  nuestra  izquierda,  al  frente  del  ejército  enemigo,  bajo  sus  fue- 
gos :  atiaves&mos  un  riachuelo,  que  solo  daba  frente  para  un  hombre,  á 
presencia  de  un  ^ército  que,  bien  colocado,  en  una  altura  inaccesible  y 
plana,  nos  dominaba  y  nos  cruzaba  con  todos  sus  fuegos. 

El  bizarro  General  Pabz,  á  la  cabeza  de  los  dos  batallones  de  su  divi- 
sion  y  del  regimiento  de  caballería  del  valiente  Coronel  Mirlíoz,  marchó 
con  tal  intrepidez  sobre  la  derecha  del  enemigo,  que,  en  media  hora,  todo 
él  fué  envuelto  y  cortado. — ^Nada  hará  jamas  bastante  honor  al  valor  de 
estas  tropas. 

£1  batallón  británico,  mandado  por  el  benemérito  Coronel  Fasbiar, 
pudo  aun  distinguirse  entre  tantos  valientes,  y  tuvo  una  gran  pérdida  de 
oficiales. 

La  conducta  del  General  Paez  en  la  última  y  más  gloriosa  victoria  de 
Colombia,  le  ha  hecho  acreedor  al  último  rango  en  la  milicia;  y  yo,  en 
nombre  del  Congreso,  le  he  ofrecido,  en  el  campo  de  batalla,  el  empleo  de 
Cteneral  en  gefe  del  i^^'^to. 

De  la  segunda  división  no  entró  en  acción  más  que  una  parte  del  ba- 
tallón Tiradores  de  la  Guardia,  que  manda  el  benemérito  Comandante 


86  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

Héras.  Pero  sn  General,  desesperado  de  no  poder  entrar  en  la  batalla 
con  toda  sn  división  por  los  obstáculos  del  terreno,  dio  solo  contra  una 
masa  de  infanteiía,  y  murió  en  medio  de  ella  "  del  modo  heroico  ^ue 
merecia  terminar  la  noble  carrera  del  bravo  de  los  bravos  de  Ck)lombia.'' 
— La  República  ha  perdido  en  d  General  Cedefio  un  grande  apoyo  en 
paz  ó  en  guerra:  ninguno  más  valiente  que  él,  ninguno  más  obediente  al 
Gk>biemo.  To  recomiendo  las  cenizas  de  este  General  al  Congreso  sobe- 
rano, para  que  se  les  tributen  los  honores  de  un  triunfo  solemne. 

Igual  dolor  sufre  la  República  por  la  muerte  del  intrepidísimo  Coronel 
Plaza,  que,  lleno  de  entusiasmo  sin  ejemplo,  se  precipitó  sobre  un  bata- 
llón enemigo  á  rendirlo.  El  Coronel  Plaza  es  acreedor  á  las  lágrimas  de 
Colombia  y  á  que  el  Congreso  le  conceda  los  honores  de  un  heroísmo 
eminente. 

Disperso  el  ejército  enemigo,  el  ardor  de  nuestros  gefes  y  oficiales  en 
perseguirlo  fué  tal,  que  tuvimos  una  gran  pérdida  en  esta  alta  clase  del 
ejército. — ^El  boletín  dará  el  nombre  de  estos  ilustres. 

El  ejército  espafiol  pasaba  de  6000  hombres,  compuesto  de  todo  lo 
mejor  de  las  "expediciones  pacificadoras." — Este  ejército  ha  dejado  de 
serlo.    400  hombres  habrán  entrado  hoy  á  Puerto  Cabello. 

El  ejército  Libertador  tenia  igual  ñierza  que  el  enemigo ;  pero  no  más 
que  una  quinta  parte  de  él  ha  decidido  la  batalla.  Nuestra  pérdida  no 
es  sino  dolorosa :  apenas  200  muertos  y  heridos. 

El  Coronel  Rakoel  que  hizo,  como  siempre,  prodijios,  ha  marchado 
hoy  &  establecer  la  línea  contra  Puerto  Cabello. 

Acepte  él  Congreso  soberano,  en  nombre  de  los  bravos  que  tengo  1a 
honra  de  mandar,  el  homenage  de  un  gército  rendido,  el  más  grande  y 
más  hermoso  que  ha  hecho  armas  en  Colombia,  en  un  campo  de  batalla. 

Tengo  el  honor  de  ser,  etc. 

BoLfYAR. 

Como  se  vé,  la  brillante  TÍctoría  de  Carabobo  se  alcanzó  con 
ttDa  parte  muy  pequeña  de  las  tropas  colombianas. — Ella  coronó 
la  magna  empresa  del  19  de  Abril ;  ó  como  escribe  con  dolor 
Torrente,  "  en  ella  se  firmó  la  emancipación  de  las  provincias  de 
Venezuela  ;  en  ella  espiró  el  dominio  del  Rey  en  estas  regio- 
nes..." Latorre  se  retiró  á  Puerto  Cabello.  La  caballería  de 
Morales,  en  fuga  desordenada,  tiró  por  el  camino  del  Pao  hacia 
los  Llanos.  Batallones  enteros  se  tomaron  prisioneros  ;  otros, 
arrojando  las  armas,  se  dispersaron. — El  1^  de  Yalencey  que 
cubria  el  camino  de  San  Carlos  á  Valencia,  fué  el  único  que  em- 
prendió retirarse  en  columna  cerrada  por  aquella  via,  logrando 
conservar  su  formación  y  rechazar  las  terribles  cargas  de  nues- 
tros ginetes. — ^Ya  cerca  de  Valencia  (como  una  legua),  viendo 


VIDA  DB  BOliVAB.  87 

d  Libertador  que  nuestra  infantería,  estropeada  por  largas 
marchas,  no  podía  seguir  el  paso  de  trote  que  Uebaba  Yalencey, 
hizo  montar  á  caballo  los  batallones  "  Rifles"  y  "  Granaderos  de 
la  Guardia,"  y  que  á  galope  alcanzaran  al  enemigo. — En  efecto, 
le  alcanzaron  entrando  en  Valencia,  donde  pudo  guarecerse  y 
evitar  so  total  ruina.  El  batallón  Yalencey  llegó  á  las  10  de 
la  noche  al  pié  de  la  cordillera  de  Puerto  Cabello,  donde  se 
reunió  con  Latorre. 

Cuando  el  Congreso  en  Cúcuta  tuvo  noticia  de  la  célebre 
victoria  de  Carabobo,  se  llenó  del  más  vivo  y  patriótico  entu- 
siasmo.— Muchos  diputados  propusieron  en  el  acto  un  decreto 
de  honores  inmortales,  y  sin  oposición  se  sancionó. — Como  este 
decreto  no  puede  extractarse  porque  cada  artículo  tiene  un  in* 
teres  especial,  mis  lectores  me  permitirán  que  lo  publique  ín- 
tegro. 

Dice  así : 

EL  COZrGBBSO  OBNEBAL  DB  LA  BBPI^LIOA  DB  COLOMBIA 

Instruido  por  él  Libertador  Presidente  de  la  inmortal  victoria,  que  en 
él  dia  24  de  Junio  próximo  pasado,  obtuvo  él  ejército  bajo  su  mando 
aofare  las  Cierzas  reunidas  del  enemigo  en  los  campos  de  Carabobo,  y  te- 
niendo en  consideración : 

1.**  Que  por  esta  batalla  ha  dqjado  de  existir  el  único  ^ército  en  que 
el  enemigo  tenia  fincada  todas  sus  esperanzas  en  Venezuela; 

2.''  Que  por  la  siempre  memorable  jornada  de  Carabobo,  restituyendo 
al  seno  de  la  patria  una  de  sus  más  preciosas  porciones,  ha  consolidado 
igualmente  la  existencia  de  esta  nueva  República ; 

a."  Que  tan  glorioso  combate  es  merecedor  de  agradecido  recuerdo  y 
eterna  alabanza,  tanto  por  la  pericia  y  acierto  del  General  án  g^e  que  h 
dirijió^  como  por  las  heroicas  proezas  y  raegos  do  valor  personal  con  que 
en  él  se  distinguieron  los  bravos  do  Colombia  : 

4.°  En  fin,  que  es  un  deber  de  justicia  presentar  á  sus  ilustres  defensores 
los  sentimientos  de  gratitud  nacional,  asi  como  pagar  el  tributo  de  dolor 
&  los  que  con  su  muerte  dieron  honor  y  vida  á  la  patria ; 
Ea  venido  en  decretar  y  decreta : 

ÍJ  Los  honores  del  triunfo  al  General  Simón  Bolívar,  y  al  ejército 
yenoedor  bi^o  sus  órdenes. 

2.°  No  pudiendo  verificarse  en  la  capital  de  la  República,  tendrán  lu- 
gar en  la  ciudad  de  Caracas,  quedando  á  cargo  de  sus  autoridades,  y 
particularmente  de  su  ilustre  Ayuntamiento,  acordar  las  disposiciones 
necesarias  á  fin  de  que  se  haga  esta  manifestación  nacional,  con  la  pompa 
y  dignidad  posibles. 


88  VIDA  DB  BOliVAB. 

8.°  En  todos  los  pueblos  de  la  República,  y  DiTÍsioncs  de  sos  gércitos 
Be  consagrará  nn  dia  á  legoc^os  públicos  en  honor  de  la  victoria  de 
Carabobo. 

4.**  £1  dia  siguiente  á  esta  solemnidad  se  celebiarSn  fonerales  en  los 
mismos  pueblos  y  divisiones  en  memoria  de  los  valientes  que  fenecieron 
combatiendo. 

0.°  Para  recordar  &  la  posteridad  la  gloría  de  este  dia,  se  levantará 
una  columna  ática  en  el  campo  de  Carabobo.  El  primer  fronte  llevará 
esta  inscripción : 

**  Dia  24  de  Junio  del  aflo  XL — Simón  Bolívar  vencedor — Aseguró  la 
existencia  de  Colombia." 

Se  hará  después  mención  del  Estado  Mayor  G^enersL  En  los  otros 
tres  frentes  se  inscribirán  por  su  orden  los  nombres  de  los  Generales  de 
las  tres  divisiones  de  que  se  componía  el  ejército,  y  los  nombres  de  los 
batallones  y  rejimientos  de  cada  uno,  con  los  do  sus  respectivos  Coman- 
dantes. 

6."*  En  el  lado  de  la  base  que  corresponde  á  la  segunda  división,  se 

verá  gravado: 

''El  Gknend  Manuel  Cedeflo— Honor  de  los  bravos  de  Colombia — 
— ^Murió  venciendo  en  Carabobo-— Ninguno  más  valiente  que  él— Ninguno 
más  obediente  al  Gobierno." 

En  el  lado  de  la  base  que  coireEfponde  al  fronte  de  la  tercera  diviBlon, 
se  leerá: 

'' El  intrépido  joven — Qenenl  Ambrosio  Plaza — ^Animado  de  un  he- 
roísmo emiaente — Se  precipitó  sobre  un  bataUon  enemigo — Colombia 
llora  su  muerte." 

I,""  Se  colocará  en  un  lugar  distinguido  de  los  salones  del  Senado  y 
Cámara  de  Representantes  el  retrato  del  General  Simón  Bolívar  con  la 
siguiente  expresión : 

"  Simón  Bolívar — ^Libertador  de  Colombia." 

8.°  Se  concede  al  bizarro  General  José  Antonio  Páez  el  empleo  de 
Gknend  en  Gefe,  que  por  su  extraordinario  valor  y  virtudes  militares,  le 
06*0016  el  Libertador,  á  nombre  del  Congreso,  en  el  mismo  campo  de 
batalla. 

9.°  Todos  los  individuos  del  ejército  vencodor  en  aquella  jomada  lle- 
varán en  el  brazo  izquierdo  un  escudo  amarillo,  ornado  con  una  corona 
de  laurel  con  este  mote :  "  Vencedor  en  Carabobo  ano  XL" 

10.  El  Libertador,  ademas,  presentará  muy  especialmente  á  nombre 
del  Congreso  el  testimonio  de  agradecimiento  nacional  al  esforzado  ba- 
tallón Británico,  que  pudo  aun  distinguirse  entre  tantos  valientes,  y  sufrió 
la  pérdida  lamentable  de  muchos  de  sus  dignos  oficiales,  contribuyendo 
de  esta  suerte  á  la  gloria  y  existencia  de  su  patria  adoptiva. 

Comuniqúese  al  Poder  I^ecutivo  para  sa  ejecución  y  cumplimiento  en 
todas  sus  partes. 

El  Presidente  del  Congreso,  Josa  Maivttel  Rbbtbbpo. 

El  Diputado  Secretario,  Mioubl  Sastahabía 


VIDA  DE  BOliVAB.  89 

Palacio  del  Gobierno  de  Colombia,  en  d  Rosario  de  Cúcuta,  Íí  28  de 
Julio  de  1821,  XL 

Ejecútese,  pnblíqnese,  y  comuniqúese  á  quienes  corresponda.  Castillo. 

Por  B.  E.  él  Yice-presidente  de  la  Bepfiblica.— El  Ministro  del  Inte- 
rior, Diego  Bautibta  ÜBBAinsjA. 

La  columna  ática  de  que  habla  el  articulo  5.^  del  anterior 
decreto,  lia  tenido  la  misma  suerte  que  el  monumento  de  Santa 
Ana  7  otros  mandados  erijir  en  honor  del  Libertador.  La» 
atenciones  de  la  guerra,  escribe  Baralt ;  las  tempestades  civiles 
que  á  esta  se  siguieron,  un  fondo  grande  de  levedad  y  de  indo- 
lencia en  el  carácter  nacional  y  mucha  dosis  de  ingratítud^ 
hizo  que  pasados  los  primeros  instantes  de  alborozo,  se  olvida- 
ran los  triunfos,  los  triunfadores  y  los  monumentos. 

Acaso  nuestros  hijos,  más  felices  y  virtuosos,  satisfarán  la 
deuda  de  la  patria,  honrando  las  cenizas  y  la  memoria  de  sus 
héroes. 

En  la  tarde  del  venturoso  dia  24  de  Junio,  cuyo  recuerdo 
será  siempre  grato  á  los  venezolanos,  entró  Bolívar  en  Valencia. 
El  ejército  llegó  al  dia  siguiente.  Desde  allí  dispuso  el  Liber- 
tador que  el  Coronel  Bangel  siguiera  hacia  Puerto  Cabello  á 
establecer  una  línea  de  asedio  entre  Yigirima,  la  Cumbre  y  el 
Cambur ;  y  que  el  Coronel  Héras  volase  en  persecución  de 
Tello,  que  con  dos  batallones  y  un  escuadrón  de  caballería  habia 
marchado  hacia  Barquisimeto.  Reorganizó  el  ejército  ;  encargó 
el  mando  de  todas  las  fuerzas  por  aquella  parte  al  General 
Marino  ;  á  Salom  le  dio  el  despacho  del  Estado  Mayor  General, 
y  siguió  sin  descansar  para  Caracas,  llevando  los  cuerpos  de 
•*  Granaderos,"  "  Vencedor,"  Anzoátegui"  y  parte  de  la  ca- 
ballería de  Páez. — Era  su  objeto  ponerse  á  la  espalda  de  la  di- 
visión Pereira  destinada  por  Latorre,  como  sabemos,  á  obrar 
contra  Bermúdez. — Mientras  el  Libertador  practicaba  la  marcha 
de  Valencia  á  Caracas  donde  llegó  el  29,  Latorre  hacia  salir 
una  división  de  buques  menores  para  recojer  las  tropas  de  Pe- 
reira en  la  Guayra  ó  cualquier  otro  punto  de  la  costa  donde  se 
hallasen.  Los  buques  regresaron  sin  noticia  del  paradero  de 
aquel  ni  de  las  fuerzas  realistas ;  porque  Pereira,  apenas  supo 
el  triunfo  de  Carabobo  y  consideró  su  arriesgada  situación,  trató 
de  internarse  hacia  Iqs  Llanos. — En  el  pueblo  del  Valle  recibió 
una  comunicación  del  general  en  gefe  ordenándole  dirijirse  á 


90  TIDA  DS  BOliVAB. 

Puerto  Cabello  por  el  camÍDo  de  la  costa.  Betrocedió  entóncee 
y  fué  hagta  Carayaca ;  mas  la  operación  que  Latorre  indicaba 
no  era  practicable.  La  tierra  fragosa,  cubierta  de  espesos  bos- 
ques y  jamas  transitada  hacia  Puerto  Cabello  no  ofrece .  paso. 
— ^Volvio,  pues,  Pereira  á  la  Guayra ;  y  solicitó  del  Almirante 
francés  Jurieu  el  permiso  de  embarcarse  en  su  escuadra,  surta  á 
la  sazón  en  aquel  puerto.*  Negóse  el  almirante  por  no  infringir 
la  neutralidad  que  su  gobierno  observaba,  y  con  esto  se  hizo 
más  crítica  la  situación  de  Pereira.  Debemos  creer  en  la  esti- 
mación que  el  Libertador  profesaba  á  este  oñcial,  en  quien  bri- 
llaban prendas  de  virtud  y  de  honor  ;  pues  como  le  fuese  fácil 
destruirle  en  el  apurado  paso  en  que  se  veía,  prefirió  escribirle 
(1.°  de  Julio)  ofreciéndole  que  oiría  y  le  acordaría  una  capitu- 
lación honrosa. 

"  La  guerra  ha  mudado  de  aspecto,  le  decia  Bolívar  ;  no  esta- 
*^  mos  en  el  caso  de  elegir  una  muerte  desesperada,  cuando  puede 

"  conservarse  una  vida  honrosa  y  ahorrar  sangre  inocente 

''  Cuando  un  oficial  ha  llenado  sus  deberes  aun  más  allá  de  lo 
'^  justo,  es  loca  temeridad  no  acceder  á  las  leyes  imperiosas  é  ir- 
**  resistibles  de  la  fuerza  y  de  la  necesidad. — Seré  liberal,  ter- 
^  minaba  el  Libertador,  y  tendré  particular  satisfacción  en 
''  manifestar  á  Yd.  cuanto  aprecio  hago  del  mérito,  aunque  sea 
"  en  mi  enemigo." — Después  de  algunas  notas  recíprocas,  se 
entregó  el  Coronel  Pereira  por  capitulación.  (4  de  Julio.)  De 
setecientos  hombres  de  que  constaba  su  división,  200  siguieron 
las  banderas  españolas,  el  resto  prefirió  alistarse  bigo  las  co- 
lombianas. 

Pereira  marchó  para  Puerto  Cabello,  donde,  á  pocos  dias  de 
su  arribo,  falleció  de  fiebre  causada  por  las  fatigas  y  penalidades 
de  la  campaña.t 

Apenas  se  vio  el  Libertador  en  Caracas,  fué  uno  de  sus  prime- 
ros pasos  enviar  en  solicitud  del  Vice-presidente  de  Venezuela, 

*  Montenegro  escribe  Jvlieny  quizas  por  distracción.  Baralt,  que  ha  seguido 
en  todo  este  paaage  á  Montenegro,  escribe  también  Julien ;  mas  el  verdadero 
nombre  del  Almirante  franca  de  que  se  trata,  era  Jurieu. 

f  £1  Coronel  D.  José  Pereira  era  gallego,  y  habla  venido  á  la  América  para 
unir  sus  esfuerzos  con  los  de  sus  compatriotas  en  el  fin  de  subyugar  este  mundo 
para  la  España.  Era  sin  duda,  de  los  mejores  oficiales  expedicionarios ;  activo, 
valiente  y  pundonoroso.  Torrente,  en  el  empeño  de  ensalzarle,  dice  que  era 
etmiparabU  d  Bóves  I  en  actividad  y  en  valor. — ^Yo  creo  que  el  verdadero  elogio 


YIDA  DB  BOIÍTAB.  91 

dineral  Carlos  Soublette,  para  qae  arreglase  el  gobierno  de  la 
capital  y  de  la  proyincia.  El  genio  de  BoUvar  era  todo  orga- 
nización 7  no  podia  avenirse  con  las  cosas  en  desorden.  Por 
fortuna,  Sonblette  no  estaba  lejos  7  voló  inmediatamente  al  lla- 
mado de  Bolívar. — ^Y,  como  este  no  quería  perder  momentos, 
con  aquella  pasmosa  actividad  que  no  alcanza  á  ponderarse, 
luego  que  concltt7Ó  la  capitulación  de  Pereira  7  conferenció  con 
Soublette,  sobre  puntos  do  gobierno,  mardió  para  Valencia, 
dejando  en  Caracas  7  la  Gua7ra  fuerzas  suficientes.  Llegó  el 
11  á  Valencia,  7  luego  hizo  marchar  á  Marino  para  el  Occidente 
con  tres  batallones :  "'  Maracáibo,"  ''  Rifles,"  7  "  Tiradores  f  dio 
órdenes  para  estrechar  el  sitio  de  Puerto  Cabello  7  regresó  á 
Caracas  el  22. — Fué  entonces  que  el  Libertador  dividió  provi- 
sionalmente á  Venezuela  en  tres  distritos  militares  : 

Uno  que  comprendía  á  Coro,  Mérida  7  Trujillo  puso  á  cargo 
de  Marino ; 

Otro  que  se  componía  de  Caracas,  Carabobo,  Barquisimeto, 
Barinas  7  Apure,  lo  confió  á  Páez ; 

El  tercero,  en  fin,  formado  de  las  provincias  de  Barcelona, 
Gumauá,  6ua7ana  7  Margarita  dejó  á  las  órdenes  de  Bermádez, 
á  quien  habia  elevado,  con  aprobación  del  Congreso,  á  general 
en  gefe. 

^  Este  arreglo  provisional  manifiesta  (en  sentir  de  Baralt)  que 
en  Venezuela  ardia  aun  el  fuego  de  la  guerra." — Cierto  es  que 
los  realistas  tenían  en  su  poder  aun  las  plazas  de  Puerto  Ca- 
bello 7  Cumaná,  7  que  algunos  guerrilleros  atrevidos  se  mante- 
nían en  las  provincias  de  Caracas  7  Coro :  en  esta  última  sobre 
todo  que  fué  porfiadamente  realista.  Pero  la  causa  del  arralo 
provisional  fué  otra.  Si  Baralt  hubiera  leído  la  corresponden- 
cia del  Libertador  con  el  Señor  Gual,  habría  encontrado  la  ra- 
sson  positiva  de  esa  tripartición  7  de  esos  nombramientos.  ^  No 
"  pueden  Vds.  formarse  una  idea  exacta,  le  decía,  del  espíritu 
**  que  anima  ¿  nuestros  militares.    Estos  no  son  los  que  Vds. 

de  Pereira  está  en  laa  palabrea  del  Libertador  copiadaa  arriba ;  y  Torrente  lo 
hamílló,  diré  mejor,  lo  insultó  escribiendo  ea  nombre  en  paralelo  oon  el  de 
Bóree.  Loe  justos  elogios  son  un  perfume  que  se  guarda  oon  cuidado  para  em* 
balsamar  los  muertos ;  pero  ¡  qué  poco  tacto  tiene  quien  mésela  el  producto  de 
la  corrupción  con  los  aromas  suayisimos  destinados  al  obsequio  de  la  virtud  ó 
delméritoll 


92  VIDA  BE  BOIJYAB. 

"  conocen ;  son  los  que  Vds.  no  conocen :  hombres  que  han 
"  combatido  largo  tiempo,  que  se  creen  muy  beneméritos,  y  hu- 
"  millados,  y  miserables,  y  sin  esperanza  de  cojer  el  fruto  de 
"  las  adquisiciones  ele  su  lama.  Son  llaneros  determinados,  ig- 
"  norantes  y  que  nunca  se  creen  iguales  á  los  otros  hombres 
"  que  saben  más  ó  parecen  mejor.  Yo  mismo  que  siempre  he 
"  estado  á  su  cabeza,  no  sé  aun  de  lo  que  son  capaces.  Los 
'^  trato  con  una  consideración  suma,  y  ni  aun  esta  misma  con- 
"  sideración  es  bastante  para  inspirarles  la  confianza  y  la  fran- 
"  queza  que  deben  reinar  entre  camaradas  y  conciudadanos. 
"  Persuádase  Vd.,  Gual,  que  estamos  sobre  un  abismo,  6  más 
"  bien,  sobre  un  volcan  pronto  á  hacer  su  explosión. —  Yo  te- 
"  mo  más  lajxiz  que  la  guerra;  y  con  esto  doy  á  Vds.  la  idea 
•*  de  todo  lo  que  no  digo,  ni  puede  decirse  ...."* 

Es  indudable  que,  obrando  el  Libertador  sin  desconfianza  ni 
recelo  alguno,  habría  dispuesto  de  otro  modo  mejor  las  cosas ; 
pero  tuvo  que  rendirse  aquí  al  duro  yugo  de  la  necesidad  y 
tripartir  á  Venezuela  para  contentar  la  aspiración  de  mando 
de  los  Generales  Bermúdez,  Marino  y  Páez.  Su  situación  era 
embarazosa  y  de  difícil  desenlace.  La  independencia  de  Co- 
lombia no  estaba  asegurada  aun.  Habíamos  triunfado,  es  cierto; 
pero  el  triunfo  debia  consolidarse,  y  una  parte  do  esa  estabi- 
lidad deseada  consistía  en  la  independencia  de  Quito  y  del 
Perú.  El  Libertador  tendia  su  vista  de  águila  hacia  allá, 
donde  nuevas  glorias  le  esperaban  y  nuevas  conquistas  para 
la  libertad ;  mas,  por  la  misma  razón  que  debia  alejarse  de 
Venezuela  y  que  su  influjo  habia  de  rebajarse  con  la  separa- 
ción, por  esa  misma  cuidaba  que  los  tres  gefes  nombrados  que- 
dasen satisfechos,  para  que  no  tuviesen  entre  sí  rivalidad,  ni 
diesen  entrada  en  sus  almas  ardientes  á  las  persuasión^  de 
la  ambición,  con  menoscabo  de  sus  relevantes  méritos  y  ruina 
de  la  felicidad  de  Colombia. —  No  una  sino  muchas  veces  he 
oido  censurar  el  decreto  provisional  del  Libertador  expedido 
después  de  la  famosa  jornada  de  Carabobo.  "¿  No  habia  otro 
hombre  á  quien  dejar  en  el  mando  militar  de  las  hermosas 
provincias  del  centro,  decian  los  murmuradores,  sino  á  Páez, 
el  menos  adecuado  quizas  para  ello ?    ¿No  tenia  Bolívar  pre- 

*  Carta  de  24  de  Mayo,  en  Guanare. 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  98 

senté  á  ürdaneta,  á  Montilla,  á  Bríceño,  k  Clemente,  á  Man- 
rique....?"—  Desde  ¡que  he  anunciado  que  el  Libertador  plegó 
en  esta  ocasión  bajo  la  ley  del  genio  inflexible  que  se  llama 
necesidad,  me  parece  haberlo  dicho  todo.  No  era  dable  sem- 
brar un  germen  de  inquietud  j  de  discordia,  el  cual  habia  de 
tener,  á  ciencia  cierta,  y  no  muy  tarde,  su  desarrollo,  y  pro- 
ducir su  venenoso  fruto.  La  política  trae  á  veces  premiosas 
exijencias ;  y  entonces  es  necesario  resignarse  y  saber  elegir 
el  menor  de  los  daños,  cuando  son  inevitables  los  mayores. 
¿Qué  habría  sido  de  Colombia,  amenazada  por  la  Espafía,  y 
devorada  al  propio  tiempo  por  la  guerra  intestina  suscitada  en 
el  corazón  de  los  Llanos  ? — El  espíritu  que  animaba  á  ürdaneta, 
á  Soublette  y  á  los  demás  gefes  de  educación  é  inteligencia,  era 
el  de  libertad  ;  se  desvivían  por  ser  útiles  á  su  patria  y  le  ofre- 
cian  su  sangre,  sus  mejores  años,  sus  haberes  y  su  vida  misma ; 
pero  estos  eran  pocos.  Habia  otros,  menos  instruidos  y  tal  vez 
más  presuntuosos,  que  no  pensaban  sino  en  cojer  el  fruto  de  las 
adquisiciones  de  su  lanza^  y  con  estos  era  preciso  contemporizar; 
evitándoles  la  ocasión  de  desacato  é  infidencias,  para  salvar  el 
decoro  y  la  gloria  de  la  República.*  "  Toda  la  ciencia  política, 
decía  un  gran  hombre  de  Estado,  consiste  en  saber  conocer  los 
temporales,  y  valerse  de  ellos ....  Navegación  sembrada  de 
escollos  es  el  gobierno,  en  la  que  alguna  vez  es  preciso  correr 

con  el  peligro  para  no  hacer  mayores  los  inconvenientes '' 

El  Libertador  salió  de  Caracas  en  la  tarde  del  I''  de  Agosto, 
dirijiéndose  al  occidente  de  Venezuela.  Su  propósito  era  tras- 
portar algunas  fuerzas  para  Rio  del  Hacha  y  Santa  Marta : 
rendir  á  Cartagena :  ocupar  el  istmo  de  Panamá  y  embar- 
carse de  allí  para  Guayaquil  y  Quito.     "-Es  necesario,  escribia 

*  Así  y  con  iodo,  Páes  taro  inmediatamente  dis^stos  con  el  General  Son- 
blette,  del  cnal  no  qnería  recibir  órdenes.  Sonblette,  que  era  director  de  la 
gnerra  en  el  Departamento  de  Venezuela,  fué  Inego  á  yer  á  Páez  á  Valencia, 
para  cortar  de  raiz  todo  motiyo  de  desagrado  ;  pero  este  le  significó  ^pié  «ti  pré^ 
Juncia  eji  el  atarUl  general  podia  causar  tüficultades  y  desavenencias  funetiiait,.,.  La 
ambición  de  mando,  el  necio  espíritu  de  superioridad,  la  ignorancia  elevada  al 
poder  por  los  sucesos  de  la  guerra,  eran  males  que  temía  el  Libertador  y  se 
asustaba  de  ellos.  )  Cuántas  yeces  hablaba  sobre  el  hoiTor  que  producía  en 
en  ánimo  la  consideración  de  las  agitaciones  subalternas,  interminables  y  san- 
grientas de  la  anarquía  t  ]  Cuántas  veces  predecía  los  males  futuros  de  Colom- 
bia» y  revelaba  la  inteligencia  de  los  peligros  que  la  rodeaban I 


94  VIDA  DE  BOliVAB. 

"  á  Soublette  desde  Trujillo,  i/erminaT  de  un  modo  reephmde' 
**  cíente  la  ffiujrra  de  América. — ^Yo  estaré  dentro  de  tres  ó  cua- 
"  tro  dias  en  Maracáibo,  aprestando  la  expedición  j  luego  qae 
'^  deje  todo  preparado,  me  adelantaré  á  Santa  Marta  ;  de  allí 
"  remontaré  el  Magdalena  con  dirección  al  Snr  1  Las  cosas 
^'  por  allá  no  van  muy  bien  y  San  Martin  está  en  armisticio  con 
"  los  enemigos,   i  Quiera  Dios  que  no  haya  evacuado  el  Perú !  ^ 

De  paso  para  Maracáibo,  el  Libertador  dictó  eficaces  provi- 
dencias para  la  pacificación  de  la  provincia  de  Coro ;  la  Libia 
de  la  América  del  Sur,  como  él  la  llamaba,  por  sus  arenales,  y 
en  los  primeros  dias  de  Setiembre  se  hallaba  en  Maracáibo. — 
De  allí  hizo  marchar  al  batallón  "  Rifles"  para  Rio  del  Hacha, 
á  cuyo  frente  colocó  al  Coronel  Salom,  confiriéndole  el  mando 
de  la  expedición  que  debia  organizarse  en  Santa  Marta  para 
obrar  sobre  Portobelo  y  Panamá.  Los  planes  que  Bolívar  habia 
concebido  para  dar  libertad  á  los  pueblos  del  Sur  los  comunicó 
al  General  San  Martin,  al  Yice-almirante  Cochrane,  á  Sucre  y 
al  gobierno  de  Guayaquil  por  pliegos  que  condujo  el  Coronel 
Diego  Ibarra,  uno  de  sus  edecanes  y  á  quien  más  distinguía  el 
Libertador. 

Ocupado  en  estos  preparativos,  y  resuelto  á  salvar  el  lindero 
de  Colombia,  "  para  libertar  á  las  honradas  descendencias  de 
Manco-Capac,  que  son  también  familias  americailas,"  recibió  Bo- 
lívar muchas  cartas  de  los  Diputados  al  Congreso,  llamándole  k 
Cúcuta. — Repúsoles  que  de  ningún  modo  iría,  para  dejarles  en 
plena  libertad. — Recibió  también  una  larga  misiva  de  Gual, 
Ministro  de  Hacienda,  en  la  que  le  esforzaba  á  dejar  todo  de  la 
mano  y  venir  prontamente  á  dar  elevación  é  importancia  al  go- 
bierno de  la  naciente  Colombia. — La  respuesta  la  concibió  el 
Libertador  de  otro  modo  que  una  simple  negativa. — Es  muy 
preciosa  y  me  parecería  dejar  un  vacío  en  mi  obra  si  no  la  pu- 
blicase. 

Manu^áibo,  Setiembre  16  de  1821. 
Mi  qttebhx)  amigo  : 

He  recibido  con  mucho  gusto  la  carta  de  Yd.,  que  me  trajo  el  edecán 
Alvarez. — ^Yd.  conjura  d  los  Dioses  para  que  me  muevan  á  ir  á  Cúeuta, — 
I A  qué,  cuando  tengo  expediciones  importantes  entre  manos,  en  mo- 
mentos preciosos  y  únicos  ?  Yo  conozco  lo  que  puedo  hacer,  amigo ;  y 
sé  donde  soy  útil :  persuádase  Yd.,  que  no  sirvo  sino  para  pelear,  ó,  por 
lo  menos,  para  andar  con  soldados,  impidiendo  que  otros  loe  conduzcan 


YIBA  DE  BOIÍTAIU  95 

peor  que  yo.  Todo  lo  demás  es  ilusioii  de  mis  amigos. — Porqne  me  han 
Tisto  diluir  mía  barca  en  mía  tempestad,  creen  que  yo  sirvo  para  Almi> 
rante  de  mía  escuadra. — Suele,  en  caso  semejante,  hacerlo  mejor  un  sim- 
ple pHoto  que  un  Almirante,  y  no  por  esto  mudarae  los  talentos  ni  las 
condiciones  de  ambos. 

Vd.  me  dice,  que  la  hütoria  dirá  de  mi  eoeoM  magn\ficas.  Yo  pienso 
que  no  dir¿  nada  tan  grande  como  mi  desprendimiento  del  mando,  y 
mi  consagración  absoluta  &  las  armas  para  salvar  al  Gobierno  y  á  la  Patria. 
— La  historia  dir& :  "  Bolívar  tomó  el  mando  para  libertar  á  sus  conciu- 
dadanos, y  cuando  fueron  libres,  los  dejó  para  que  se  gobernasen  por  las 
leyes,  y  no  por  su  voluntad." — ^Esta  es  mi  respuesta,  Gual ;  las  otras  ra- 
zones las  verá  Yd.  en  mi  carta  al  Vice-presidente. 

Parece  que  por  todas  partes  se  completa  la  emancipación  de  la  Amé- 
rica.— Se  asegura  que  Iturbide  ha  entrado  en  Junio  en  Méjico:  San 
Martín  debe  haber  entrado,  en  el  mismo  tiempo,  en  lima ;  por  consi- 
guiente, &  mi  es  que  me  falta  redondear  á  Colombia,  antes  que  se  haga 
la  paz,  para  completar  la  emancipación  del  Nuevo  Continente.  Tea  Yd., 
amigo,  si  en  estas  circunstancias  debo  yo  perder  tíempo  y  dar  lugar  &  que 
algún  aficionado  se  apodere  del  whhculo  del  ünvoeno.,, !  ¿  Cree  Yd.  que 
haya  cosa  más  importante  que  esta  operación?  ¿Qué  otros  enemigos 
tiene  la  República  que  los  que  yo  busco  ? — Si  los  hubiera  en  otra  parte, 
I  no  loe  buscaría  ? — Yds.  han  querido  intimidarme  con  temores  vanos ; 
yo  no  veo  má¿|[peligro  que  en  las  fronteras.  Solo  los  godo^  son  nuestros 
enemigos ;  los  otros  son  enemigos  del  GkivebaIí  BolÍtab,  y  á  estos  no 
se  les  presenta  batalla ;  se  les  debe  huir  para  vencerlos. 
Soy  de  Yd.,  mi  amigo,  su  afectísimo  de  corazón. 

BoiiÍTAB. 

Pasemos  en  silencio  cuantos  temas  de  ponderación  y  elogio 
suministra  esta  breve  carta  al  dictamen  imparcial ;  y  ni  siquiera 
se  encarezca  aquella  ultima  idea  que  es  el  rasgo  más  noble  y 
magnánimo  de  un  espíritu  superior,  para  cargar  únicamente  la 
consideración  sobre  la  clarísima  vista  de  Bolívar  que  distinguía 
desde  entonces  (1821)  la  importancia  de  Panamá,  y  llamaba  al 
istmo  el  vehículo  del  Universo...  \  Qué  perspicacia  I  i  Qué 
asombrosa  facultad  de  leer  en  lo  futuro !  Parece  que  nada  se 
escapaba  á  la  previsión  del  Libertador ;  y  en  efecto,  sirviéndo- 
me de  una  frase  del  Mariscal  Sucre,  que  disfrutó  de  su  con- 
fianza, dejaré  confirmado  ese  aserto :  Bolívar^  decia,  es  previ- 
sivo hasta  lo  increíble.    Para  él  no  encubre  secretos  el  porvenir* 

En  hecho  de  verdad,  cuando  se  sigue  el  inmenso  detalle  que 
representa  la  vida  de  Bolívar,  y  se  admiran  sus  hazafias,  y  se 

*  Carta  del  General  Sucre  al  General  Santa  Orna, 

\ 


96  VIDA  DE  BOLfVAB. 

conocen  sus  resolnciones,  sus  advertencias  y  útiles  avisos,  el 
ánimo  queda  como  pasmado  en  la  contemplación  de  tantas  vir- 
tndes  y  tan  maravillosos  dones  con  que  le  enriqueció  la  Pro- 
videncia, 7  está  uno  tentado  á  preguntarse :  jvJk  mortal  como 
nosotras  f  Ah !  "  semejantes  héroes  son  más  que  hombres...  son 
inmortales :  son  los  Señores  de  los  hombres  j  de  los  siglos..." 

Cerraré  este  capítulo  con  la  narración  del  testimonio  brillante 
de  gratitud  que  el  Libertador  dio  en  este  mismo  tiempo  í  su 
amigo  D.  Francisco  Iturbe. — Bcsidia  este  á  la  sazón  en  Oura- 
^o.  emigrado,  más  por  seguir  el  ejemplo  de  sus  compatriotas, 
que  por  odio  á  la  República.  Iturbe  era  muy  bueno  y  no  tenia 
entre  nosotros  un  malqueriente.  Sus  bienes,  sin  embargo,  caye- 
ron bajo  la  ley  general  del  secuestro  como  propiedad  de  espa- 
ñol. Súpolo  Bolívar,  y  en  el  acto  se  dirijió  al  Congreso  ;  re- 
firió cómo  no  le  fué  posible  evitar  el  año  12  la  infausta  suerte 
que  tocó  á  los  demás  por  la  capitulación  de  Miranda,  y  añadió  : 

Yo  fíii  presentado  &  Monteverde  por  un  hombre  tan  generoso,  como  yo 
era  desgraciado.  Con  este  discurso  me  presentó  D.  Francisco  Iturbe  al 
vencedor :  ctqui  está  el  Comandante  de  Puerto  Cabello^  el  8fñor  D.  Simón 
Boliiíar,  por  guien  he  ofrecido  mi  ga/rcmtia :  ei  á  él  toca  alguna  pena,  yo  la 
tfufro.    Mi  ífida  está  por  la  tuya, 

¿  A  un  hombre  tan  magnánimo  puedo  yo  olvidar  ? 

I T  sin  ingratitud  podrá  Ck)lombia  castigarlo  ? 

D.  Francisco  Iturbe  ha  emigrado  por  punto  de  honor,  no  por  enemigo 
de  la  Bepública;  y  aun  cuando  lo  fuera,  él  ha  contribuido  á  libertarla  de 
BUS  opresores,  sirviendo  á  la  humanidad  y  cumpliendo  con  sus  propios 
sentimientos,  no  de  otro  modo. — Colombia  en  prohijar  hombres  como 
Iturbe,  llena  su  seno  de  hombres  singulares. 

8i  los  bienes  de  D.  Francisco  Iturbe  se  han  de  confiscar,  yo  ofrezco  loe 
mios,  como  él  ofreció  su  vida  por  la  mia ;  y  si  el  Congreso  soberano 
quiere  hacerle  gracia,  son  mis  bienes  los  que  la  reciben ;  soy  yo  el  agrsh 

ciado...  BOLÍYAB. 

Cuando  terminó  la  lectura  de  este  documento,  que  el  Con- 
greso oyó  con  placer,  el  Doctor  Ramón  Ignacio  Méndez,  dipu- 
tado por  Barínas,  apasionado  amigo  de  Bolívar,  dijo  en  alta 
voz  :  "  las  almas  grandes  son  siempre  agradecidas." — Propuso 
que  se  accediera  á  la  solicitud  del  Presidente  de  la  República, 
y  que  se  manifestase  á  este  la  satisfacción  que  habia  tenido  el 
Congreso  en  ver  aquel  rasgo  de  moderación  y  de  generosidad ; 
proposición  que  fué  aprobada  unánimemente. 


CAPITULO  XXXV. 


1821. 


Buocioifa  DI  pBMDDnn  t  TicB-PBmDnm  di  ooLOMBi^-^njSÁXBMTO  ra  bolí^as 

PARA  BHCABOABU  DB  LA  8VPBUA  MAOISTBATCBA— DIB0ÜB808  DH.  UBBBTADOR  T  DBL 
PBHIDlim  DBL  COHGSnO — BL  UBBXTADOB  PIBMA  LA  CONSTXTUGIOir  T  LA  PRB8BHTA 
¿  LOB  PÜBBL08— JUICIO  CBÍTIOO  OB  UN  OONCBPTO  OB  BARALT  BN  80  HISTORIA  DB  FBKB- 
BÜBLA— RBSPUBSTA  1  LAB  OFBNBAS  DB  LAS  0ACBTA8  BSPAftOLAS. 

CUANDO  los  diputadoB  recibieron  en  Oácuta  las  contesta- 
ciones del  Libertador,  de  las  cuales  he  hablado  en  el  capí- 
tulo qne  precede,  7  fueron  instruidos  de  sus  proyectos,  propu- 
sieron que  el  Congreso  se  ocupara  sin  demora  en  la  elección  de 
Presidente  y  Vice-presidente  de  Colombia,  y  que  se  obligase  á 
los  ciudadanos  que  resultasen  electos  á  prestar  ante  el  Congreso 
el  juramento. — Aprobada  esta  moción,  se  fijó  el  7  de  Setiembre 
para  las  elecciones.  Cincuenta  y  nueve  eran  los  miembros  que 
componian  el  Congreso  general :  Bolíyab  obtuvo  50  votos 
desde  el  primer  escrutinio  y  fué  declarado  Presidente  de  la  Be- 
pública  ;  quedando  á  Bestrepo,  á  Méndez,  Pefialver,  Blanco  y 
otros  diputados  la  pena  de  que  su  elección  no  hubiera  sido  uná- 
nime, cual  lo  merecian  los  largos  y  brillantes  servicios  que  tri- 

7  (91) 


98  VIDA  DE  BOliVAa. 

botara  á  la  patria. — La  elección  de  Yice-presidente  se  disputó 
entre  Nariño  7  Santander  ;  y  después  de  repetidos  escrutinios, 
este  obtuvo  las  dos  terceras  partes  de  los  sufragios. 

Dos  correos  extraordinarios  partieron  en  ese  mismo  dia  7  :  el 
uno  á  Maracáibo,  llamando  al  Libertador ;  el  otro  á  Bogotá, 
llamando  á  Santander. — Ambos  magistrados  obedecieron  sin 
tardanza  7  llegaron  al  Rosario  casi  á  un  mismo  tiempo. 

El  sábado  29  de  Setiembre,  á  las  11  de  la  noche,  entró  el  Li- 
bertador Presidente  en  Giicuta ;  y  á  pesar  de  lo  avanzado  de  ía 
noche  y  de  no  aguardársele,  luego  que  se  divulgó  la  noticia  de 
su  llegada,  ocurrió  el  pueblo  á  celebrarla  con  general  regocijo. 
— Los  diputados  le  cumplimentaron  con  sinceras  expresiones  de 
respeto  y  de  afectuosa  consideración. 

El  V  de  Octubre,  el  Libertador  quiso  escribir  al  Congreso 
antes  de  prestar  el  jurameoto  para  que  habia  sido  llamado. 
Temia  que  sus  deseos  de  continuar  en  la  campaña  se  viesen 
frustrados,  y  dirijió  el  siguiente  oficio  : 

Rosario  de  Cúcuta,  1^  de  Octubre  de  1821. 

Excelentísimo  Señor  PBEsmEiriB  del  Congbeso: 

Llamado  por  V.  E.  para  venir  &  prestar  el  juramento  como  Presidente 
del  Estado,  tengo  la  honra  de  dedr  &  Y.  £.,  que  he  obedecido  con  grati- 
tud &  la  voluntad  del  Congreso  general.  Pero  Y.  E.  tendrá  la  bondad  de 
cometer  á  su  sabiduría  las  sig^entes  consideraciones,  ¿ntes  de  obligarme 
á  aceptar  un  destino  que  tantas  veces  he  renunciado. 

Cuando  las  calamidades  públicas  me  pusieron  las  annas  en  la  mano 
para  libertar  á  mi  patria,  yo  no  consulté  mis  fuerzas  ni  mis  talentos 
Cedí  á  la  desesperación  del  espectáculo  de  horror  que  ofí-ecia  ella  en  ca- 
denas ;  y  poniéndome  &  la  cabeza  de  las  empresas  militares,  que  han  con- 
tinuado la  lucha  por  más  de  once  aftos,  no  fué  con  ánimo  de  encargarme 
del  Gobierno,  sino  con  la  firme  resolución  de  no  ejercerlo  jamas.  Yo 
juré  en  el  fondo  de  mi  corazón  no  ser  más  que  un  soldado ;  servir  solamente 
en  la  guerra,  y  ser  en  la  paz  un  ciudadano.  Pronto  á  sacrificar  por  el 
servicio  público  mis  bienes,  mi  sangre  y  hasta  la  gloria  misma,  no  puedo 
sin  embargo  hacer  el  sacrificio  de  mi  conciencia,  porque  estoy  profunda- 
mente penetrado  de  mi  incapacidad  para  gobernar  á  Colombia,  no  cono- 
ciendo ningún  género  de  administración.  Yo  no  soy  el  Magistrado  que 
la  República  necesita  para  su  dicha :  soldado  por  necesidad  y  por  iocli- 
nacion,  mi  destino  está  sefialado  en  un  campo,  6  en  cuarteles.  El  bufete 
es  para  mi  un  lugar  de  suplicio.  Mis  inclihacionos  naturales  me  al^an 
de  él  tanto  más  cuanto  he  alimentado  y  fortificado  estas  inclinaciones 
por  todos  los  medios  que  he  tenido  á  mi  alcance,  con  el  fin  de  impedirme 


VIDA  DB  BOliVAB.  99 

&  mi  mismo  la  aceptación  de  im  mando  qae  es  contrario  al  bien  de  la 
cansa  pública,  y  atm  á  mi  propio  honor. 

Si  el  GcmgraBO  general  persiste,  después  de  esta  franca  declaración,  en 
encargarme  del  Poder  iyecativo,  yo  cederé  solo  por  obediencia;  pero 
protesto  que  no  admitiré  el  título  de  Presidente  sino  por  el  tiempo  que 
dure  la  gaerra  y  bajo  la  condición  de  que  se  me  autorize  para  continuar 
la  campaña  á  la  cabeza  del  ejército,  dejando  todo  el  gobierno  del  Estado 
&  S.  R  el  General  Santander  que  tan  justamente  ha  meredido  la  elección 
del  Congreso  g^eral  para  Yice-presidente,  y  cuyos  talentos,  yirtudes, 
odo  y  actiyidad  ofrecen  &  la  República  el  éxito  mSs  completo  en  su  ad- 
ministzacion. 

Tengo  el  honor  de  ser,  con  la  más  alta  consideración,  de  Y.  E.  el  más 
atento  y  obediente  serridor. 

BOLÍTAB. 

El  Presidente  del  Congreso,  que  era  í  la  sazón  el  Doctor 
José  Ignacio  Márquez,  le  contestó  en  el  acto  : 

Palacio  del  Congreso  (General  de  Colombia,     ) 
Rosario  de  Cácuta,  I*"  de  Octubre  de  1821.  \ 

EXGELBBTÍaiMO  SeÍ^OB. 

Tengo  la  honra  de  anunciar  á  Y.  E.  haber  expuesto  á  la  consideración 
del  Congreso  general  la  comunicación  que  con  fecha  de  este  dia  me  ha 
dirigido  Y.  E. 

Ella  no  ha  producido  otro  efecto  en  la  deliberación  del  Congreso,  sino 
afiadir  nueyos  motiyos  para  insistir  la  representación  nacional,  en  que  sa- 
crificando Y.  E.  su  natural  repugnancia  al  desempefio  de  la  autoridad 
^ecutiya,  y  2>OBponiendo  al  juicio  del  Congreso  las  razones  que  aquella 
le  sugiere,  proceda  Y.  E.  á  ponerse  en  posesión  de  la  Suprema  Magis- 
tratura. 

Los  deseos  que  manifiesta  Y.  E.  de  continuar  la  campafia  á  la  cabeza 
del  ejército,  los  yerá  concUiados  con  la  Constitución  cuya  ejecución  le  ya 
á  ser  cometida;  puesto  que  ella  autoriza  al  Presidente  de  la  República, 
no  solo  para  dirigir  graieralmente  las  fuerzas  de  mar  y  tierra,  sino  para 
TnandftT  en  persona  los  ejércitos,  depositando  interinamente  la  adminis> 
tracion  del  Estado  en  el  Yice-presidente,  segfun  lo  preyiene  la  misma 
Constitución,  conforme  igualmente  con  los  deseos  de  Y.  E. 

Si  á  la  conclusión  de  la  guerra,  persistiere  Y.  E.  en  retirarse  del  mando 
superior,  podrá  Y.  E.  reproducir  sus  instancias  al  Congreso  que  ent(5nces 
represente  la  Nación. 

Tal  ha  sido  la  resolución  del  Congreso  general,  de  cuya  orden  tengo  el 
honor  de  comunicarla  á  Y.  E. 

Soy,  con  el  mayor  respeto  y  distinguida  consideración,  de  Y.  E.  muy 
atento  y  obediente  eeryidor. 

JOBB  L  M ÁBqTTEZ. 


100  TIDA  DE  BOLÍVAR. 

Señalóse  el  8  de  Octubre  para  el  acto  solemne  del  juramento 
y  la  posesión  de  la  Suprema  Magistratura.  El  Libertador,  se 
presentó  á  las  once  de  la  mañana  en  ersalon  de  las  sesiones  del 
Congreso,  acompañado  de  una  diputación  de  sus  miembros  que 
con  este  objeto  habia  pasado  á  la  casa  del  gobierno :  de  los 
HH.  Ministros  7  de  la  brillante  oficialidad  que  le  seguia.  Ha- 
biendo tomado  asiento  á  la  derecha  del  Presidente  del  Congreso, 
le  anunció  este  ser  llegado  el  momento  de  llenar  el  primer  deber 
que  le  imponía  la  Constitución  cuyo  cumplimiento  le  iba  á  ser 
cometido,  é  inmediatamente  el  Libebtadob  de  Colombia  prestó 
juramento  ante  el  Congreso  general  7  en  manos  de  su  Presi- 
dente, de  ejecutar  7  hacer  ejecutar  la  Constitución  7  le7es  de  la 
República,  desempeñando  fiel  7  exactamente  las  funciones  de 
Presidente  de  Colombia. 

Á  continuación  Bolívar  con  tono  que  descubría  manifiestamente 
la  vehemencia  de  afectos  que  combatían  su  espíritu,  pronunció 
el  siguiente  discurso,  en  cn70  estilo  brillan  la  dignidad  7  elo- 
cuente precisión,  7  cu7as  sentencias  son  expresivas  á  la  vez  de 
cnanto  tienen  de  más  admirable  el  valor  de  un  ilustre  capitán, 
7  de  más  hermoso,  las  amables  virtudes  de  un  pacífico  ciuda- 
dano. 

"  Sbñob  : 

*'  El  juramento  sagrado  que  acabo  de  prestar  en  calidad  de 
'^  Presidente  de  Colombia  es  para  mí  un  pacto  de  conciencia 
^  que  multiplica  mis  deberes  de  sumisión  á  la  Le7  7  á  la  Patria. 
*'  Solo  un  profundo  respeto  por  la  voluntad  soberana  me  obliga- 
'^  ría  á  someterme  al  formidable  peso  de  la  Suprema  Magistratu- 
**  ra.  La  ^atitud  que  debo  á  los  Representantes  del  pueblo,  me 
^  impone  ademas  la  agradable  obligación  de  continuar  mis  servi- 
"  cios  por  defender,  con  mis  bienes,  con  mi  sangre  7  aun  con  mi 
^  honor,  esta  Constitución  que  encierra  los  derechos  de  dos  pue- 
''  blos  hermanos  ligados  por  la  libertad,  por  el  bien  7  por  la 
'*  gloria.  La  Constitución  de  Colombia  será  junto  con  la  Inde- 
*'  pendencia  la  ara  santa,  en  la  cual  haré  los  sacrificios.  Por 
*'  ella  marcharé  á  las  extremidades  de  Colombia  á  romper  las 
*^  cadenas  de  los  hijos  del  Ecuador,  á  convidarlos  con  Colombia, 
"  después  de  hacerlos  libres. 

^  Señor,  espero  que  me  autoricéis  para  unir  con  los  vínculos 
^  de  la  beneficencia  á  los  pueblos  que  la  naturaleza  v  el  Cielo 


flDA  DB  BOliVAB.  101 

"  BOB  han  dado  por  hermanos.  Completada  esta  obra  de  vues- 
"*  tra  sabiduría  j  de  mi  celo,  nada  más  que  la  paz  nos  puede 
^  Mtar  para  dar  á  Colombia  todo  : — dicha,  reposo  y  gloria.  En- 
*'  tónces,  Señor,  yo  ruego  ardientemente,  no  os  mostréis  sordo 
*(  al  clamor  de  mi  conciencia  y  de  mi  honor  que  me  piden  á 
"  grandes  gritos  que  no  sea  más  que  ciudadano.  Yo  siento  la 
''  necesidad  de  dejar  el  primer  puesto  de  la  Bepiiblica  al  que  el 
**  pueblo  señale  como  al  gefe  de  su  corazón.  Yo  soy  el  h\jo  de 
**  la  guerra ;  el  hombre  que  los  combates  han  elevado  á  la  Ma- 
"  gistratura :  la  fortuna  me  ha  sostenido  en  este  rango  y  la 
**  yictoria  lo  ha  confirmado.  Pero  no  son  estos  los  títulos  con- 
^  sagrados  por  la  justicia,  por  la  dicha  y  por  la  voluntad  nacio- 
"  nal.  La  espada  que  ha  gobernado  á  Colombia  no  es  la  ba- 
^  lanza  de  Astrea;  es  un  azote  del  genio  del  mal  que  algunas 
''  veces  el  cielo  deja  caer  á  la  tierra  para  el  castigo  de  los  tiranos 
"  y  escarmiento  de  los  pueblos.  Esta  espada  no  puede  servir 
**  de  nada  el  dia  de  la  paz,  y  ese  debe  ser  el  último  de  mi  poder ; 
"  porque  así  lo  he  jurado  para  mí,  porque  lo  he  prometido  á  Go- 
'^  lombia,  y  porque  no  puede  haber  Bepública  donde  el  pueblo 
**  no  esté  seguro  del  ejercicio  de  sus  propias  facultades,  ün 
"  hombre  como  yo,  es  un  ciudadano  peligroso  en  un  gobierno 
"  popular  :  es  una  amenaza  inmediata  á  la  Soberanía  Nacional. 
**  Yo  quiero  ser  ciudadano  para  ser  libre  y  para  que  todos  lo 
"  sean.  Prefiero  el  título  de  ciudadano  al  de  Libertador,  porque 
"  este  emana  de  la  guerra,  aquel  emana  de  las  leyes.  Cam- 
*^  biadme,  Señor,  todos  mis  dictados  por  el  de  btien  citMladano" 
El  Presidente  del  Congreso  le  contestó  en  los  términos  si- 
guientes : 

EXOELIBZITÍBIMO  SkAOB. 

Lleno  de  la  mayor  satisfiíccion  el  Congreeo  general  ha  recibido  los  lee- 
petaoflOfl  homenagee  que  el  fundador  de  la  República  tributa  al  primer 
cuerpo  repreeentativo  de  la  nación.  El  Congreso  general  mira  en  V.  E. 
al  Padre  de  la  Patria,  al  tenor  del  despotismo,  al  protector  de  la  liber- 
tad, de  la  independencia  y  de  la  justicia  de  Colombia.  Y.  E.  en  todo 
tiempo  obtendrá  los  elogios  de  la  historia  y  las  bendiciones  de  la  poste- 
ridad ;  su  nombre  ilustre  se  pronunciará  en  Colombia  con  orgullo,  y  en  el 
mundo  con  veneración.  La  gloria  que  cubre  á  Y.  E.  no  es  la  de  aquellos 
héroes  que  frecuentemente  no  obtuvieron  este  título  brillante  sino  opri- 
miendo á  los  hombres,  regando  la  tierra  con  sangre,  sembrándola  de  hor* 
rotes  para  levantar  el  trono  de  su  grandeza  sobre  la  desgracia  y  el  envile- 


102  TIDA  DE  BOIÍYAB. 

cimiento  de  sus  8eme}fuite8,  sobre  el  exterminio  6  la  eflclavitud  do  loe 
pueblos,  sobre  él  temor,  el  luto  y  U  desolación.  Un  pueblo  abatido, 
pero  muy  digno  de  ser  libre,  yíctima  desgraciada  de  la  barbarie  de  sos 
opresores,  priyado  por  laigo  tiempo  de  los  bienes  inmensos  que  le  había 
concedido  la  naturaleza,  recibe  al  fin  de  mano  de  Bolívar  su  libertad,  y 
con  ella  entra  en  su  carrera  política  y  comienza  á  representar  con  las  de- 
mas  naciones  del  globo.  Y.  E.  extiende  el  aliento  vital  sobre  la  Bepü- 
blica,  ella  revive,  progresa,  y  bigo  su  brazo  siempre  vencedor  se  presenta 
magestuosa  y  triunfante.  Superior  á  cuantos  guerreros  inmortaliza  la 
historia,  Y.  E.  ha  pulverizado  &  los  tiranos,  ha  hecho  desaparecer  fi  loe 
opresores,  y  dado  á  conocer  al  mundo  entero,  que  un  pueblo  que  tiene 
fi  su  frente  un  gefe  sabio,  prudente,  virtuoso,  jamas  será  inmolado  al  ca- 
pricho, á  la  tiranía  ni  al  despotismo.  Gloríese  enhorabuena  Esparta  de 
haber  tenido  un  Leónidas,  Tébas  un  Epaminondas,  Atenas  un  Fodlon,  un 
Arístides,  un  Temístocles ;  Boma,  la  soberbia  Boma,  un  Camilo,  un  Fa- 
bio,  un  Cincinato.  Colombia  se  gloria  con  mfis  justicia  de  tener  al  in- 
mortal BoLÍTAB,  que  por  su  prudencia,  su  saber,  su  valor,  por  ese  des- 
prendimiento de  que  acaso  no  hay  modelo,  y  que  tal  vez  no  tendrá  imi- 
tadores, ha  eclipsado  el  mérito  de  la  fama  de  todos  los  héroes  que  le  han 
precedido.  Colombia  proclama  á  Y.  E.  su  Libertador,  y  al  recibir  loa 
bienes  de  su  libertad,  se  reconocerá  siempre  deudora  á  Y.  E.  de  todos 
estos  beneficios. 

Colombia,  después  de  haber  sacudido  el  yugo,  después  que  Y.  E.  ha 
despedazado  las  cadenas  que  le  unian  al  triple  carro  de  la  ignominia,  de 
la  tiranía  y  del  fanatismo,  se  ha  dado  ya  una  Constitución  que  asegura 
siempre  esta  misma  libertad  que  Y.  E.  le  ha  conquistado  con  tanta  gloría. 
La  Constitución,  este  código  sagrado  que  ñja  los  derechos  y  los  deberes 
del  ciudadano,  que  determina  las  atribuciones  de  cada  uno  de  los  pode- 
res de  la  Bepública,  será  en  todo  tiempo  el  más  seguro  garante  de  los 
bienes  que  van  á  gozar  los  que  tengan  la  dicha  de  pertenecer  á  este  país 
afortunado. 

El  Congreso  tiene  un  placer  inexplicable  al  poner  en  manos  de  Y.  £. 
este  depósito  santo  que  autorizado  con  su  nombre,  será  religiosamente 
custodiado  en  toda  la  Bepública.  Los  trabiyos  de  Y.  E.  serán  cumplidos, 
si  al  terminar  la  guerra  deja  la  Bepública  firmemente  constituida.  En- 
tonces se  dirá  de  Bolívar,  con  más  justicia  que  del  fundador  de  la  opu- 
lenta Boma : — ^Bolívar  fundó  esta  grande  y  vasta  Bepública.  Bolívar  la 
sacó  de  la  nada,  la  sostuvo  con  su  brazo,  la  vivificó  con  su  aliento,  y  le 
conquistó  su  libertad  é  independencia,  bienes  inestimables  que  le  ha  de- 
jado en  dote,  junto  con  la  paz  más  inalterable  de  que  es  prenda  segura 
la  Constitución.  La  patria  exige  de  Y.  E.  este  nuevo  sacrificio ;  la  Be- 
pública  con  voz  imperiosa  llamaba  á  Y.  K  á  ocupar  la  primera  magistra- 
tura del  Estado,  y  Y.  E.  no  podia  abandonar  la  obra  de  sus  manos  en  los 
momentos  mismos  en  que  más  necesita  de  su  protección  y  de  sus  cui- 
dados. 

Nd ;  jamas  Y.  ^.  ssrá  un  ciudadado  peligroso  6  la  patria  á  quien  ha 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  103 

libertado,  á  la  que  ha  sacrificado  su  tranquilidad,  su  reposo,  sus  intereses, 
y  &  quien  ba  consagrado  su  vida  misma. — Bolívar,  por  el  contrario,  será 
siempre  el  apoyo  más  firme  de  los  derechos  de  los  Colombianos,  el  ba- 
luarte de  la  soberanía  nacional,  el  defensor  de  las  facultades  del  pueblo ; 
su  gemplo  contendrá  las  miras  de  la  ambición,  y  sus  virtudes  recordando 
á  los  que  se  sucedan  en  esta  alta  magistratura,  cuáles  son  los  deberes  que 
deban  cumplir,  cuáles  los  derechos  que  deban  llenar,  será  un  &eno  que 
contenga  el  ímpetu  de  las  pasiones  del  espíritu  humano.  ITingun  ciuda- 
dano se  acercará  en  lo  sucesivo  á  ocupar  la  silla  de  la  Presidencia,  sino 
penetrado  de  un  santo  temor  y  respeto ;  y  él  se  dirá  en  lo  íntimo  de  su 
corazón :  "  Bolívar  la  ocupó  el  primero,  ninguno  más  desinteresado  que 
él,  ninguno  más  virtuoso,  ninguno  más  amante  de  la  libertad.  £l  no 
solo  derribó  la  tiranía,  sino  que  sobre  sus  ruinas  él  afirmó  en  toda  Co- 
lombia d  imperio  de  la  justicia  y  de  las  leyes.  £l  ííié  grande  entre  los 
héroes,  eminente  entre  los  magistrados." 

Beciba  Y.  E.  el  mando  que  su  grandeza  y  su  generosidad  hablan  abdi- 
cado en  manos  del  cuerpo  soberano  de  la  nación;  continúe  su  empresa; 
perfeccione  su  obra,  y,  si  es  posible,  derrame  todavía  mayores  bienes 
sobre  los  colombianos. 

Terminado  el  acto,  i^na  numeroBa  diputación  del  Congreso 
presidida  por  el  Viee-presidente  del  mismo.  Doctor  Cornelio  Va- 
lencia, presentó  al  Libertador  un  ejemplar  de  la  Constitución 
para  que  la  firmara  y  mandara  ejecutar.  Habia  querido  la 
mayoría  del  Congreso  que  Bolívar  decretase  la  ejecución  del 
Código  fundamental,  como  para  añadir  la  influencia  del  genio  á 
los  desvelos  de  la  sabiduría  y  del  patriotismo.  "  Estábamos 
persuadidos,  dice  Restrepo,  que,  entonces,  todo  el  mundo  la  res- 
petaría y  obedecería." — De  gran  peso  era  sin  duda  para  los 
pueblos  la  firma  de  Bolíyab  ;  porque  él  habia  sido  quien  du- 
rante la  lucha  tremenda  en  la  conquista  de  la  patria  contra  la 
usurpación  y  de  las  ideas  contra  la  barbarie,  habia  echado  las 
bases  de  la  república,  resumiendo  en  su  unidad  vigorosa  la  liber- 
tad y  el  orden,  la  esperanza,  el  foco  de  atracion,  los  elementos 
nacionales,  los  intereses  de  la  emancipación,  los  cuidados  de  la 
gloría,  la  vida  de  Colombia I 

Cuando  el  Libertador  tomó  la  pluma,  un  grito  general  de  acla- 
maciones interrumpió  el  profundo  silencio  que  reinaba  en  la 
numerosa  asamblea.  Las  tiernas  emociones  y  sentimientos,  vio- 
lentamente reprimidos,  pero  sensiblemente  expresados  en  los 
semblantes  de  los  asistentes  durante  la  solemnidad  de  este 
acto,  prorumpieron  en  repetidos  aplausos  y  universal  alegría^ 


104  VIDA  DE  BOliVAB. 

Los  vivas  al  Libertador  de  la  Patria  y  á  la  Constitacion  de  Co- 
lombia, resonaron  por  largo  tiempo  en  aquellas  mismas  bóvedas 
bajo  las  cuales  cinco  meses  de  infatigables  trabajos,  presididos 
por  los  consejos  de  la  justicia  y  de  la  sabiduría,  consignaron  las  li- 
bertades colombianas  en  el  código'  depositado  en  manos  del  hom- 
bre á  quien  llamaba  el  voto  de  los  pueblos  para  ser  su  custodia 
y  su  defensa.  i 

En  medio  de  estas  demostraciones  de  público  regocijo,  y  de 
un  crecido  concurso  de  pueblo,  se  retiró    el  Libertador  con  el 
mismo  accompañamiento  que  le  habia  traido. 
Santander  prestó  después  el  juramento  constitucional.* 
El  Libertador  organizó  la  administración,  nombrando  al  Doo- 

*  Aunque  en  parte  oonocen  mis  lectores  la  yida  pública  del  General  Santan- 
der, me  parece  conveniente  traear  aquí  un  bosquejo  bio^áfico  de  este  personage 
tan  célebre  en  Colombia  por  más  de  un  respecto,  y  cuya  autoridad  é  influenda 
Tamos  á  ver  empeñadas  en  los  sucesos  trascendentales  de  1826,  27  y  28 

La  revolución  de  1810  sacó  al  joven  Francisco  de  Paula  Santander  de  una 
condición  pobre  é  ignorada,  de  los  bancos  de  un  col^o,  para  elevarle,  en  alas 
de  la  libertad,  al  primer  rango  de  su  patria.  Nadó  en  la  villa  del  Rosario  de 
Cuenta  el  2  de  Abril  de  1792.  Fueron  sus  padres  D,  Agustín  Santander,  Gro- 
bemador  de  la  ciudad  y  provincia  de  San  Faustino  de  los  Rioe,  y  Doña  Manuela 
Omafia,  amerieanos.  En  1806  vistió  la  beca  de  colegial  en  Bogotá,  y  cursó 
filosofía  y  derecho.  La  trasformacion  política  de  1810  abrió  á  Santander  otro 
campo  de  esperanzas ;  y  por  consejos  de  su  tío,  el  Dr.  Nicolás  Mauricio  Omafia, 
cura  de  la  catedral  de  Bogotá,  tomó  las  armas. — El  26  de  Octubre  de  1810  reci- 
bió el  despacho  de  subteniente  abanderado  del  batallón  "  Nacional,"  y  fu^  nom- 
brado Secretario  de  la  Comandancia  militar  de  Mariquita.  Luego  sirvió  bajo  el 
General  Baraya  la  secretaria  de  la  Inspección  general. — Encendida  la  guerra 
civil,  Santander  formó  parte  del  ejército  federal,  y  fué  hecho  prisionero  por 
Nariño  en  1818.  Restituido  á  la  libertad,  se  le  dio  él  grado  de  sargento  mayor 
del  6°  batallón  de  la  Union,  que  debía  marchar  á  Oácuta  á  las  órdenes  del  en- 
tonces Coronel  Smoir  Bolívar. — ^Este  emprendió  la  conquista  de  Yenesuela,  y 
Santander  quedó  encangado  de  la  seguridad  de  los  valles  de  Cuenta.  En  1814, 
cuando  Bolívar  tomó  la  capital  de  Bogotá,  Sancander  aseguraba  la  retaguardia 
del  Libertador,  defendiendo  la  frontera  de  Venezuela  de  cnalqmera  invasión 
enemiga.  En  1816  recibió  el  nombramiento  de  Comandante  General  de  las 
tropas  que  el  Libertador  habia  confiado  á  Palacio  al  dejar  las  playas  de  Carta- 
gena. En  loe  años  posteriores,  Santander  sirvió  con  lealtad,  aunque  sin  suceso, 
*  contra  los  españoles ;  y  perdida  toda  esperanza  en  la  Nueva  Granada,  se  vino 
á  Venezuela,  donde  Bolívar  organizaba  las  huestes  libertadoras  y  tomab*  el 
iris  de  Colombia,  que  no  muy  tarde  debía  hacer  flamear  en  el  Chímboraao,  oo- 
mo  señal  gloriosa  de  la  independencia  del  mundo  de  Colon.  (Véase  la  pág.  506 
r.del  tom.  X) 

Loe  sucesos  posteriores  en  que  tuvo  parte  Santander  están  ya  escritos  en  al 
louerpo  de  esta  obra. 


VIDA  DE  BOliVAB.  105 

tor  P.  Qnal,  Secretario  de  Eelaciones  Exteriores ;  al  Dr.  José 
Haria  del  Castillo  Bada,  Secretario  de  Hacienda  ;  al  Dr.  José 
Manuel  Bestrepo,  Secretario  del  Interior,  y  al  Coronel  P. 
Briceño  Méndez,  Secretario  de  Guerra  y  Marina. 

En  seguida  habló  á  los  pueblos  de  Colombia  presentándoles 
la  ley  fundamental  para  su  observancia,  y  lea  dijo : 

COLOlfBIAlf  OB I 

El  libro  de  la  ley,  que  tengo  la  gloria  de  ofirececoB  como  la  expresión 
de  Yuestra  yolmttad  y  arca  santa  de  vuestros  derechos,  ^a  para  siempre 
loe  destinos  de  Colombia.  Vuestros  Representantes,  penetrados  del  orí- 
gen  sagrado  de  su  autoridad,  conservaron  la  mayor  suma  de  poder  para 
el  soberano,  que  es  el  pueblo  :  al  depositario  de  la  fuerza  pública  le  han 
cometido  la  dulce  facultad  de  haceros  bien,  sin  que  pueda  dafiaros. 

Colombianos  1  El  Congreso  general  ha  dado  6  la  nación  lo  que  ella 
necesitaba :  una  ley  de  unión,  de  igualdad,  de  libertad ;  ha  formado  de 
muchos  pueblos  una  £unilia;  ha  consultado  un  centro  común  para 
todos ;  ha  mudado  la  residencia  del  Gobierno  á  Bogotá,  en  donde  todas 
las  extremidades  lo  verán  de  cerca. 

Venezolanos  I  Vuestro  patriotismo  y  vuestras  victorias  prometen  á 
ColomMa  una  firme  adhesión  á  sus  leyes  y  &  la  gloriosa  posesión  de  vues- 
tro reposo. 

Cundinarmarqueses  t  Colocado  él  Gk>bÍ6mo  supremo  en  vuestro  seno, 
Colombia  espera  que  lo  conservaréis  ileso,  como  un  depósito  confiado  á 
vuestra  virtud. 

Quitefios  I  £1  ruido  de  vuestras  cadenas  hiere  el  corazón  del  Ejército 
Libertador.  £l  marcha  al  Ecuador,  g  podéis  dudar  de  vuestra  libertad  ? 
T  libres  §  podréis  dejar  de  abrazar  &  los  que  os  conyidan  con  indepen- 
dencia, patria  y  leyes  ? 

Colombianos  I  La  ley  ha  señalado  al  Vice-presidente  de  Colombia 
para  que  sea  el  jefe  del  Estado,  mientras  yo  soy  soldado.  Él  será  justo, 
benéfico,  diligente,  incontrastable,  digno  conductor  de  Colombia.  Yo  os 
aseguro  que  har&  vuestra  dicluL 

Dada  en  el  Rosario  de  Cúcuta,  á  8  de  Octubre  de  1821,  ll"" 

Sníov  BoiivAB. 

El  elogio  que  el  Libertador  hizo  aquí  de  Santander  era  muy 
merecido.  Su  comportamiento  hasta  entonces  habia  sido  el 
mejor.  "  En  su  nombramiento,  escribe  Baralt,  tuvo  por  su  mal 
el  Libertador  una  gran  parte,  pues  no  era  ni  podia  ser  general 
en  el  Congreso  la  buena  disposición  hacia  aquel  funcionario  gra* 

nadino Habia  otros  hombres  más  dignos  por  sus  servicios 

de  ocupar  tan  alto  puesto.  Nariño,  por  ejemplo,  que  lo  servia 
interinamente  era  con  igual  ó  mayor  suma  de  conocimientos  más 


1)6  TIDA  DB  BOLÍVAR. 

respetado,  más  querido  y  digno.  No  sabemos  porqué  Bolívar 
que  le  nombrara  poco  antes  en  Acháguas,  rehusó  empeñar  por  él 
su  valimiento  :  acaso  no  fué  esto  repugnancia  hétcia  Nariño  sino 

confianza  excesiva  en  Santander etc." — Baralt  padece  error 

en  lo  que  ha  escrito  ;  pues,  ni  el  Libertador  tomó  parte  en  las 
elecciones  del  Congreso  en  cuyos  trabajos  no  quiso  influir  ab- 
solutamente ;  ni  era  Nariño  en  aquella  ocasión  Vice-presidente, 
ni  Bolívar  le  rehusó  jamas  su  apoyo.  Las  tínicas  cartas  que 
recibieron  del  Libertador  los  diputados,  fueron  aquellas  en  que  les 
decia  que  no  quería  ir  á  CúctUa,  para  dejarles  en  más  completa 
libertad  en  sus  deliberacumes.  Bolívar,  es  cierto,  habia  nombrado 
á  Nariño  en  Acháguas Vice-presidente  interino,  como  sabemos ; 
pero  este  se  puso  luego  en  colisión  con  el  Congreso  y  se  vio  ob- 
ligado á  renunciar,  por  cuya  causa  fué  nombrado  el  Sr.  Castillo 
Rada  en  su  lugar.  Bastábale  á  Baralt  haber  visto  que  la  rati- 
ficación de  la  ley  fundamental  de  la  Union  de  los  pueblos  de 
Colombia  que  se  sancionó  el  12  de  Julio,  está  mandada  cumplir 
por  Castillo  como  Vice-presidente  de  la  República.  Ya,  pues, 
para  aquella  fecha  no  era  Nariño  segundo  magistrado,  y  con 
mayor  razón  no  lo  era  en  Setiembre.  No  es  cierto  tampoco  que 
Nariño  fuera  más  respetado  y  más  querido  ;  porque  desgracia- 
damente tomó  un  estilo  tan  duro  en  las  contestaciones  que  dio 
al  Congreso  en  el  asunto  de  la  prisión  del  General  D'Evereux, 
que  llegó  hasta  hacerse  la  moción  "  que  el  Congreso  depusiera 
á  Nariño  y  lo  juzgara."  La  irritación  del  ánimo  de  muchos  di- 
putados era  excesiva. — ^Por  último,  Bolívar  no  rehusó  su  apoyo 
á  Nariño,  que  este  tampoco  llegó  á  solicitar.  Después  de  su 
renuncia,  en  Julio,  se  retiró  Nariño  aquejado  de  calenturas  in- 
termitentes con  acumulaciones  mórbidas  de  serosidad  en  el 
vientre.  Preocupóse  mucho  de  su  situación,  que  sin  duda  era 
grave,  y  no  se  ingirió  más  en  los  negocios  políticos. 

Cuando  se  tuvo  noticia  de  la  renuncia  que  hizo  el  Libertador 
de  la  Presidencia,  al  instalarse  el  Congreso  de  Cicuta,  y  más 
después  de  su  discurso  ante  ese  mismo  Congreso,  prestando  el 
juramento  de  obediencia  á  la  Constitución  y  á  las  leyes,  las  ga- 
cetas españolas  le  criticaron  como  de  ordinario,  con  especialidad 
las  de  la  Habana  y  Cádiz,  teniendo  por  engaños  y  embelecos  sus 
palabras,  y  suponiendo  que  afedaba  imitar  él  desprendimiento 
y  las  virtudes  de  los  capitanes  griegos  y  romanos,  parque  sabia 


VIDA  DB  BOLÍVAB.  107 

qve  su  dimüion  no  Ha  á  ser  aceptada.  De  paso  titulaban  estú- 
picUfs  á  nnestros  pueblos,  y  ambicioso  cavdHUo^  farsante  é  hipó- 
crita al  padre  7  fundador  de  Colombia  I 

De  muy  distinto  modo  se  estimaban  los  hechos  del  Libertador 
en  los  Estados  Unidos  y  en  Inglaterra  y  Francia  por  hombres 
superiores,  muy  hábiles  en  sondar  el  fondo  de  la  mayor  profun- 
didad. "Cuánto  no  debe  la  generación  actoal  á  Bolíyab,  decia 
"  la  Gaceta  federal  de  Baltimore?  ¿  Cuánto  no  le  deberán  las 
"  venideras  ?  Aquel  hombre,  aquel  patriota  generoso  y  deno- 
''  dado  no  ha  sido  elejido  para  mandar  ejércitos  por  un  pueblo 
"  unido,  sino  que  él  ha  creado  ese  mismo  pueblo  y  con  la  fuerza 
''  de  su  genio  y  de  su  ejemplo  ha  Jievantado  una  Nación  libre  en 
"  los  desiertos  que  dejara  el  despotismo  aselador. — ^Bolívar  ha 
^'  tenido,  es  verdad,  ilustres  compañeros  dignos  de  la  causa  y  de 
"  su  confianza  ;  pero  ha  tenido  que  vencer  dificultades  que  en 
"  ninguna  lengua  pueden  significarse ;  y  después  de  haber  triun- 
^  fado  de  todas,  su  último  hecho  denota  su  magnanimidad  y  el 

''  noble  imperio  de  su  espíritu No  obstanto,  consideramos 

'^  prematura  su  renunciación  de  la  presidencia  ;  y  pensamos  que 
^  debe  continuar  en  ella  hasta  que  por  un  tratado  de  paz  con 
"  España  dé  la  última  y  más  formal  autorización  á  la  indepen- 
"  dencia  de  Colombia." — **  Bolívab  (exclamaba  el  General  Poy) 
"  nacido  esclavo,  redimiendo  un  mundo  y  muriendo  ciudadano, 
''  será  para  la  América  una  Deidad  Redentora,  y  en  la  historia 
"  el  ejemplo  más  noble  de  grandeza  á  que  puedo  llegar  el  hom- 
"  bre." — "La  moralidad  del  mundo  (escribia  Monseñor  De 
"  Pradt,  arzobispo  de  Malinas),  la  moralidad  del  mundo,  debili- 
"  tada  con  tantos  ejemplos  de  violencia,  de  bajeza,  de  ambición 
"  y  de  codiciosa  hipocresía,  necesitaba  el  estimulante  de  Bolí- 
**  var,  cuya  moderación  y  cuyo  desprendimiento  inaudito  en  el 
**  mayor  auge  del  poder,  ha  hecho  odiosa  la  ambición.  Los 
**  ejemplos  de  ese  gran  hombre  virtuoso  pueden  servir  de  una  pu- 
•*  rificacion  general  y  tener  fuerza  para  desinfectar  la  sociedad." 

Por  cierto,  estas  ideas  valen  infinitamente  más  que  las  do 
Diaz  y  de  los  miserables  gaceteros  de  la  Habana  y  Cádiz.    ¡Y 

cuántas  no  podría  yo  multiplicar  en  obsequio  del  Libertador I 

Ah  I  la  gloria  que  cubría  á  Bolívar,  como  muy  bien  dijo  el 
Señor  Márquez,  contestándole,  no  es  la  de  aquellos  héroes 
que  frecuentemente  obtuvieron  este  título  brillante  oprimien- 


108  VIDA  DE  BOliVAB. 

do  á  los  hombres,  regando  la  tierra  con  sangre,  sembrán 
dola  de  horrores  para  levantar  el  trono  de  sa  grandeza 
sobre  la  desgracia  y  el  envilecimiento  de  sus  semejantes,  so- 
bre el  exterminio  ó  la  esclavitud  de  los  pueblos,  sobre  el 
temor,  el  luto,  la  desolación 1  Ño  :  Bolívar  con- 
quistó la  gloria,  despedazando  las  cadenas  que  ataban  la 
América  al  triple  carro  de  la  ignorancia,  de  la  tiranía  j  del 
fanatismo.  Conquistó  la  gloria,  sacando  de  la  nada  Estados 
soberanos,  vivificándolos  con  su  aliento,  sosteniéndolos  con  su 
espada,  ilustrándolos  con  sus  virtudes  y  sus  hazañas  inmor- 
tales. Conquistó  la  gloria,  manifestando  al  orbe  que  su  alma 
era  más  grande  que  los  encantos  del  poder,  y  afirmando  la  li- 
bertad de  un  mundo  en  el  momento  mismo  en  que  hubiera  po- 
dido arrebatársela.  /  Un  hombre  como  yo  es  un  ciudadano  pe- 
ligroso /  No :  un  hombre  como  el  Libertador  ( si  los  siglos 
vuelven  á  producirlo)  será  siempre  el  objeto  de  amor  de  cuan- 
tos tengan  corazón  para  sentir  el  dulce  estímulo  del  agradeci- 
miento y  las  vivas  impresiones  de  lo  bello,  de  lo  grande  y  de 
lo  sublime. — Alejandro  y  César  se  hicieron  inmortales  por  sus 
hechos,  pero  vivieron  devorados  por  la  ambición,  destruyendo  á 
sus  rivales  y  esclavizando  á  su  patria  para  asegurarse  el  poder. 
— Carlos  V  agitó  la  humanidad,  y  la  agitó  violentamente,  im- 
poniendo á  los  pueblos  inmensos  sacrificios  para  satisfacer  su 
fatua  vanidad. — Carlos  XII  destruyó  la  Suecia ;  Napoleón  diez- 
mó la  Francia  por  capricho  ó  por  intereses  particulares  de  su 
gloria Bolívar  no  pensó  nunca  sino  en  levantar  los  pue- 
blos abatidos :  en  redimirlos  del  cautiverio,  dándoles  libertad, 
independencia  y  el  reino  de  la  justicia.  Su  ambición  era  ser  el 
instrumento  de  la  redención  de  sus  hermanos ;  y  cuando  apenas 
le  parecía  que  ya  alumbraba  la  suave  aurora  de  la  paz,  trans- 
mitOj  decia,  á  los  Bepresentantes  dd  piieblo  d  poder  supremo 
que  se  me  ha  confiado.  Ya  no  hay  españoles  en  Colombia;  he 
llenado  mi  misión;  yo  no  dAo  mandar  más*  Yo  quiero  ser 
ciudadano  para  ser  librea  y  para  que  todos  lo  sean,..J 

I  Bendición  y  alabanza,  honor  y  gloría  al  inmortal  Bolívar, 
al  Padre  de  Colombia,  al  que  con  su  firmeza  heroica  arrancó 
de  manos  pujantes  y  nerviosas  el  continente  americano,  y  en 
hermanal  familia  unió  los 'pueblos  con  cadenas  de  flores  I 

I  Bendición  y  alabanza,  honor  y  gloria  al  inmortal  Bolívar  I 


CAPITULO  XXXVL 
1821  y  1822. 

El  LIBUtTADOR  DBISn  DI  LA  ■ZPBDIOION  i.  PORTOBViO  T  BMPSnrDI  LA.  OUntRA  DIL 
8ÜK  —  MIiriSTBOS  QüB  KlITló  X  M^OO  T  1  LAS  BXPthlLlCAB  DIL  tVB  —  CARTA  DXL 
mPBRADOR  nrUBBIDB— BZPÜUIOH  DB  KUBSTBOf  BHTIAOOB  DB  LA  OORTB  DB  B8Pa9a 
— BBHDICIOK  DB  OABTAOBKA— IDBA8  DBL  LIBBRTADOR  80BRB  BL  IITMO  DB  PAJTAmX — 
ÚLTIMOS  ACTOe  DB  BOLÍTAR  BB  BOOOtI  —  BU  PROCLAMA  DB  CAU  —  MÜBYO  CAPITAM 
GBVBRAL  BtPAftOL  BB  Q0XTO — CAMPABA  DB  PASTO— ACCIÓN  DB  BOMBONA — CAPITÜ* 
LAdON  DB  D.  BISIUO  QAROIA— PROCLAMA  DBL  UBBRTADOR  Á  LOB  COLOMBIANOS. 

OBEDIENTE  á  la  excitación  del  Oongreso,  el  Libertador  ha- 
bía ido  á  CdcQta  ;  y  después  de  estar  alli  yarió  en  gran 
parte  sos  proyectos  con  relación  á  la  guerra  que  meditaba  en  el 
8ar. — Ho  que  desistiese  en  manera  alguna  del  propósito  de  liber- 
tar las  provincias  meridionales  de  Colombia,  sino  que  le  pareció 
mejor  dirijirse  ahora  por  tierra  hacia  Quito.  Tomada  esta  reso- 
lución, despachó  al  Coronel  Lara  para  que  fuese  á  Santa  Marta 
donde  Salom  organizaba  la  expedición  que  debia  obrar  sobre 
Portobelo  y  Panamá,  con  orden  á  este  para  que  remontase  el 
Magdalena  con  sus  tropas,  y  fuese  á  Bogotá. — Lara  llegó  á 
Santa  Marta  el  22  de  Octubre ;  y  bien  que  Salom  se  die^a 


lio  VIDA  DE  BOliVAB. 

prisa  en  cumplir  la  disposición  del  Libertador,  hubo  sin  embargo 
retardos  inevitables. — El  30  salieron  ^'  Rifles  "  7  los  escuadro- 
nes "  Húsares,"  "  Guias  "  y  "  Cazadores  "  hacia  Sambrano,  donde 
se  embarcaron.  El  7  de  Noviembre  salió  "  Vencedor,"  y  el  6 
de  Diciembre  marchó  el  mismo  Salom  con  algunos  oficiales  y  el 
Teniente-coronel  Demarquet,  á  quien  habia  enviado  el  Liberta- 
dor cerca  de  aquel  jefe,  con  órdenes  de  premura,  y  para  anun- 
ciarle que  el  punto  de  reunión  era  Popayan. 

Entre  tanto,  Bolívar,  que  no  sabia  malgastar  el  tiempo,  sino 
que  al  contrario  vivía  devorado  por  la  santa  avaricia  de  las 
horas,  se  marchó  á  Bogotá  con  el  fin  de  preparar  alli  lo  necesa- 
rio para  una  campaña  que  en  su  concepto  era  decisiva. — ^Fné 
en  esa  ocasión  que  dispuso  enviar  dos  ministros  plenipotencia- 
rios, uno  á  Méjico  y  otro  al  Perú,  Chile  y  Buenos  Aires,  con  el 
objeto  de  hacer  una  liga  ofensiva  y  defensiva  entre  las  nuevas 
repúblicas  americanas  y  celebrar  con  ellas  tratados  de  navega- 
ción y  de  comercio. — Queria  el  Libertador  presentar  á  la  vista 
de  la  Europa  y  del  mundo  todo  la  América  unida  estrechamente 
por  los  lazos  de  la  justicia,  del  honor  y  de  la  fraternidad. — 
Para  ir  á  Méjico  nombró  al  Señor  Miguel  Santamaria,  Secreta- 
rio que  habia  sido  del  Congreso  de  Cúcuta ;  y  para  las  demás 
repúblicas  escogió  al  Señor  Joaquin  Mosquera,  miembro  del 
Senado  colombiano.  Ambos  ministros  eran  dignos  por  sus  luces, 
su  integridad  y  patriotismo,  de  las  importantes  y  delicadas  fun- 
ciones que  se  les  confiaban. — El  primero  ademas  era  natural  de 
Méjico. 

Debo  en  esta  oportunidad  recordar  con  gratitud  las  finas 
atenciones  que  el  Emperador  Iturbide  dispensó  á  nuestro  Minis- 
tro, y  los  elogios  encarecidos  que  públicamente  hacia  del  Liber- 
tador.— A  este  le  escribió  de  su  propia  mano,  dicióndole  :  "  Re- 
"  cibid.  Ciudadano  Libertador,  recibid  lo  primero  con  agrado 
^  mi  admiración  por  vuestro  heroísmo,  mis  deseos  de  imitar  las 
**  virtudes  militares  y  civiles  de  que  disteis  testimonios,  y  no 
*^  esquivéis  vuestra  amistad  á  un  hermano  y  compañero  que  se 
"  honrará  de  merecerla...  Méjico  reconoce  á  Colombia  repú- 
**  blica  soberana ;  le  ofrece  amistad  eterna  y  todo  lo  que  es  con- 
"  siguiente  á  esta  oferta  hecha  con  sinceridad  y  por  convencí- 
^  miento  de  que  es  un  deber  que  ya  desde  el  principio  del 
^  mundo  nos  impuso  naturaleza...    Sed  feliz,  ilustre  Libertador 


VIDA  DE  BOIÍYílB.  111 

^  dd  suelo  que  os  vio  nacer  :  haced  la  gloria  de  vnestra  patria 
"  y  vivid  tanto,  siempre  triunfador  y  siempre  dichoso ,  cuanto  ne- 
^  cesita  la  República  j  os  desea  vuestro  fiel  amigo." 

No  era  Bolivar  desmerecedor  de  las  gratas  y  lisongeras  de- 
mostraciones que  le  hacia  Itnrbide ;  sin  embargo,  las  estimó 
cordialm^te,  que  en  las  almas  delicadas  (y  la  suya  lo  era  por 
extremo)  la  gratitud  nace,  y  mejor  dicho,  brota  en  el  instante 
mismo  que  se  recibe  el  beneficio... 

Guando  el  Libertador  entendía  en  esos  planes  de  alianza  y  do 
comercio,  entre  pueblos  distantes,  procurando  la  comunicación, 
los  mdtnos  beneficios  y  el  progreso  de  la  razón,  fruto  de  la  liber- 
tad y  de  la -pacífica  correspondencia,  recibióla  desagradable 
nueva  de  la  expulsión  de  nuestros  Enviados  de  la  Corte  de  Ma- 
drid.—Al  pasar  por  París  los  Señores  Revenga  y  Echeverría 
diríjiéndose  á  España,  se  les  incorporó  el  Señor  Zea,  quien,  mo- 
vido de  un  impulso  patríótico,  quiso  ayudarlos  en  la  grave  comi- 
sión que  Uevaban.  Dos  dias  después  del  arribo  á  Madrid,  tu- 
vieron una  entrevista  de  mera  introducción  con  el  Ministro 
Bardaxí  7  Azara,  el  mismo  que  habia  sido  Ministro  de  Estado 
de  la  Regencia,  y  que  ya  conocemos  desde  1811.  (Véase  la  pág. 
66  del  tomo  I.)  Nuestros  comisionados  permanecieron  en  la 
capital  de  España  noventa  dias,  sin  que  en  todo  este  tiempo  hu- 
bieran podido  obtener  una  sola  conferencia  con  el  Ministro,  ni 
respuesta  siquiera  á  sus  repetidas  y  corteses  notas  ;  hasta  que 
al  fin,  en  la  mañana  del  2  de  Setiembre  recibieron  sus  pasapor- 
tes con  la  orden  terminante  de  salir  de  Madrid  en  el  plazo  peren- 
torio de  2é  horas.  Revenga  y  Echeverría,  asombrados  de  medida 
tan  violenta  que  como  bárbara  se  consideraría  en  Argel,  salieron 
atropelladamente  de  Madrid  en  ese  mismo  dia. — Zea,  que  habia 
sido  Prefecto  de  Málaga  en  el  reinado  de  José  Bonaparte  y 
cuya  reputación  científica  y  literaria  le  procuraba  grande  in- 
fluencia, consiguió  que  se  le  permitiera  permanecer  cuatro  ó 
cinco  dias  más. — ^Revenga  regresó  á  Colombia ;  Echeverria 
quedó  en  Francia,  y  poco  meses  después  muríó  en  Dieppe  de 
ana  fuerte  hemorragia  que  no  fué  possible  contenérsele. 

Hubo  de  disiparse  entonces  la  idea  que  algunos  acariciaban, 
de  que  la  España  se  inclinaba  á  reconocer  nuestra  independen- 
cia :  idea  sin  fundamento  bastante,  pues  nunca  estuvo  más  lejos 
la  Corte  de  Fernando  de  convenir  en  tal  propósito. — ^Y  tanto 


112  YIDA  DB  BOLÍVAR. 

• 

así  que,  por  esa  miRma  época,  el  propio  Señor  Bardasí  y  Azara 
dirijió  ana  nota  llena  de  bmsqued^  j  yeliemencia  al  Encargado 
de  Negocios  de  Pcurtugal  en  Madrid,  porque  la  Corte  de  Rio 
Janeiro  habia  reconocido  la  independencia  de  Buenos  Aires.* 
I  Juzgúese  pues  cuál  era  el  espíritu  de  dulzura  y  de  condescenden- 
cia de  jmestnk  Madre-Patria  en  punto  al  reconocimiento  de  sus 
colonias  rebeldes  I 

Esa  conducta  llena  de  aspereza ;  esos  actos  violentos  cometi- 
dos contra  las  reglas  de  la  civilidad  y  de  las  prácticas  sancio- 
nadas por  el  derecho  de  las  gentes,  no  tuvieron  otro  efecto  que 
el  de  disminuir  la  estimación  del  gabinete  español  en  el  con- 
cepto de  todo  el  mundo.  La  pena  que  al  Libertador  causaron 
se  mitigó  con  las  faustas  nuevas  de  la  toma  de  Cumaná  por  Ber- 
múdez,  y  de  la  rendición  de  Cartagena,  cuya  plaza,  una  de  las 
más  importantes,  si  no  la  mejor  del  Sur- América,  tomó  nuestro 
General  M ontilla  después  de  un  sitio  de  catorce  meses. — ^En 
todo  el  curso  de  la  guerra  americana,  tan  varia  de  sucesos,  fué 
aquella  la  vez  primera  que  una  plaza  de  armas  de  la  entidad  de 
Cartagena,  pasaba  de  manos  de  los  realistas  á  la  de  los  patrio- 
tas, y  MontiUa  quiso  que  la  entrega  se  hiciese  con  todas  las  for- 
malidades de  la  guerra.  Nuestro  jefe  habia  sido  indulgente  con 
los  capitulados  de  Cartagena  hasta  donde  podia  extenderse  su 
índole  hidalga  y  generosa.  Convino  en  que  se  embarcase  la 
guarnición  española  para  Puerto  Rico  ó  Cuba,  cuyo  embarco  se 
haria  por  cuenta  de  Colombia  ;  á  los  particulares  les  concedió 
cuatro  meses  más  para  disponer  de  sus  propiedades,  si  no  que- 
rian  permanecer  en  el  país ;  dio  amplias  garantías  á  las  perso- 
nas y  propiedades,  etc. ;  pero  una  cosa  hubo  en  que  Montilla 
nó  convino,  á  saber,  entrar  en  la  plaza  después  que  los  realistas 
la  evacuasen :  circunstancia  esta  que,  por  un  resto  de  insano  or- 
gullo solicitaron  el  Brigadier  Torres  y  el  Coronel  Balbuena  con 
vivísimas  instancias. — La  plaza  fué  entregada  puesto  por  puesto, 
baluarte  por  baluarte,  con  lo  que,  á  medida  que  en  cada  uno  ba- 
jaba la  bandera  española,  se  enarbolaba  la  colombiana,  que  en 
el  instante  era  saludada  por  las  baterías. — ^Así,  con  esa  pompa 
digna  de  Montilla,  cayó  en  su  poder  la  fuerte  Cartagena,  la 
llave  ^  dd  reino  de  Sania-Fé,  como  escribe  Torrente,  cuya  poee- 

*  £rte  ofioio  tiene  fecha  29  de  Noviembre  de  1821. 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  113 

ñon  había  sido  tan  costosa  á  Morillo  en  1815.  El  vencedor 
ilustre  escribió  en  el  mismo  dia  de  sa  entrada  en  la  plaza  (1°  de 
Octubre)  á  Bolívar,  diciéndole  en  amistoso  estilo  :  "  Hoy  re- 
mito á  Vd.,  por  el  órgano  del  Ministro  de  Guerra  y  con  el 
oficio  que  corresponde,  las  llaves  de  la  plaza  de  Cartagena. 
Esta  plaza  encieri^  algunos  millones  que  valen  sus  murallas  y 
fortificaciones,  y  los  inmensos  materiales  y  proyectiles  de  sus 
vastos  almacenes,  sin  contar  con  3,500  á  4,000  quintales  de  pól- 
vora :  1,300  de  plomo  :  3,000  fusiles  y  un  rico  parque  de  artille- 
ría.— Todo  es  digno  de  Vd.,  General,  que  lleva  adelante,  con  la 
admiración  del  mundo,  el  gran  propósito  de  libertar  la  América. 
— La  confianza  que  Vd.  hizo  en  mí,  está  correspondida.  Carta- 
gena  debe  ser  él  teatro  de  su  gloria^  me  dijo  Vd. ;  ha  sido  el 
campo  de  mi  esperanza  para  acreditarle  mi  amistad  y  mi  agra- 
decimiento de  todo  corazón " 

El  oficial  encargado  por  Montilla  para  poner  estos  oficios  y  las 
llaves  de  oro  de  Cartagena  en  manos  del  Libertador,  no  encon- 
tró á  este  en  Bogotá  sino  en  Suata,  el  15  del  propio  mes  de  Oc- 
tubre. Bolívar  felicitó  á  su  amigo  y  le  dio  albricias  por  la 
gloria  de  que  se  habia  cubierto  en  la  campaña  y  toma  de  Car- 
tagena, y  le  devolvió  las  llaves;  porque  él  debía  ser  el  guardián 
de  aquel  depósito  sagrado,  conservándolo  con  la  misma  gloria 
con  que  fué  adquirido. 

Después  de  los  primeros  conceptos  dedicados  naturalmente  á 
la  satisfacción  que  sentía  el  Libertador  por  la  toma  de  una 
plaza  que  le  dejaba  cuatro  mil  hombres  libres  para  marchar 
donde  quiera  que  se  les  condujera,  Bolívar  le  decia  á  Montilla  : 
"  Vd.  sabe  que  mi  primera  intención  fué  tomar  el  istmo  ;  por 
"  consiguiente  es  necesario  que  Vd.  haga  los  mayores  sacrificios 
**  para  que  el  istmo  se  tome...  Yo  voy  á  Quito  á  dar  fin  á  mi 
'*  empresa,  y  por  Panamá  obraré  de  concierto  con  la  expedición 
"  de  Portobelo.  De  contado  que  las  atenciones  del  enemigo 
'^  serán  muy  grandes  y  nuestras  facilidades  más  grandes  aun. 
'*  Por  otra  parte,  estamos  esperando  en  el  curso  del  año  la  paz, 
^  y  si  no  tomamos  el  istmo  antes,  no  lo  tendremos...  El  Minis- 
**  tro  de  Guerra  que  ha  quedado  en  cuenta  con  el  Vice-presi- 
^  dente,  dará  á  Vd.  las  instrucciones  necesarias  para  esta  expe- 
"  dicion  ;  pero  yo  insto  á  Vd.  para  que  anticipe  todas  las  medi- 
**  das  que  sean  posibles  é  indispensables." — Otra  vez  he  preteur- 

8 


114  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

dido  hacer  notar  á  mis  lectores  la  importancia  que  daba  el 
Libertador  k  la  posesión  del  istmo. — Con  un  juicio  admirable 
de  lo  futuro  justificado  por  los  acontecimientos  ulteriores,  creía 
que  esa  lengua  de  tierra  que  sirve  para  unir  los  dos  vastos  con- 
tinentes americanos,  estaba  llamada  á  ser  el  centro  de  los  inte- 
reses 7  el  punto  de  depósito  de  todas  las  industrias  del  orbe. 
Ya  desde  1815  decia  desde  Jamaica  :  Esta  magnífica  posición 
entre  los  dos  grandes  mareSy  podrá  ser  con  d  tiempo  el  emporio 
del  Universo.  Sits  canales  acortarán  las  distancias  del  m,undo : 
estrecharán  los  lazos  comerciales  de  Europa^  América  y  Asia,  y 
traerán  á  tan  feUz  región  los  tributos  de  las  cuMro  partes  del 
globo.  Acaso  sólo  allí  podrá  fijarse  algún  día  lacapital  de  la  tierra^ 
como  pretendió  Constantino  que  fuese  Bizando  la  del  antiguo  he- 
misferio,,.— ^Véase  lo  que  son  hoy  Colon  ó  Aspinwall,  Panamá  y 
lo  pueblos  comarcanos  ;  medítese  en  el  desarrollo  que  llevan  y 
en  lo  que  serán  por  fin,  cuando  se  comuniquen  entre  sí  los  dos 
grandes  océanos  y  acorran  á  aquellos  parajes  los  hombres  de  to- 
das partes  del  mundo,  cambiando  sus  riquezas  y  trasportando 
los  productos  generosos  de  los  climas  más  remotos,  y  dígase  des- 
pués si  no  es  mirífica  y  realmente  asombrosa  la  previsión  del 
Libertador. — En  hecho  de  verdad,  los  ojos  que  ven  al  través  del 
tiempo  y  pueden  leer  con  lucidez  á  la  distancia  de  cien  ó  más 
años,  son  ojos  bien  penetrantes... 

A  la  sazón  que  el  General  Montilla  se  preparaba  á  llevar  sus 
banderas  victoriosas  al  istmo  y  dejar  satisfecho  el  encargo  reite- 
rado del  Libertador,  el  levantamiento  espontáneo  de  la  villa  de 
Santos,  al  cual  se  siguió  el  de  todo  la  provincia  y  luego  el  de 
Veraguas,  hizo  innecesaria  la  intervención  de  las  armas.  El 
impulso  de  la  opinión  bastó  para  asegurar  la  transformación  po- 
lítica de  aquellas  provincias  que  el  gobierno  de  la  República 
erigió  en  departamento  y  compusieron  el  8°  de  Colombia. 

Con  la  pérdida  de  Cartagena  y  de  los  pueblos  del  istmo  se 
desvaneció  para  los  españoles  toda  esperanza  de  volver  á 
dominar  el  antiguo  reino  de  Santa  Fé,  del  cual  no  quedaba  por 
someterse  á  las  banderas  independientes  sino  la  parte  de  Quito, 

y  de  esta  se  hablan  hecho  cargo  Bolívar  y  Sucre 1    ¿  Cuánto 

duraría  la  resistencia? 

Sabemos  que  desde  Suata  escribió  el  Libertador  á  Montilla 
«diciéndole  que  seguia  para  Quito  á  dar  fin  á  su  empresa. — ^Esta 


VIDA  DE  BOliVAB.  115 

* 

DO  era  más  que  la  independencia  absoluta  de  la  segunda  mitad  del 
mundo  de  Colon. — Las  penosas  7  largas  marchas  de  sus  tropas 
que  iban  desde  las  costas  del  Atlántico  hasta  Bogotá,  le  retn- 
TÍeron  dos  meses,  bien  á  pesar  suyo,  hasta  que  al  fin  partió  para 
Popayan  el  13  de  Diciembre  cuando  ya  le  habian  precedido  al- 
gunos batallones  de  la  guardia  y  cuando  la  expedición  que  con- 
ducia  Salom  estaba  para  llegar  á  la  capital  de  la  República. 

Los  últimos  días  que  pasó  el  Libertador  en  Bogotá  los  marcó 
con  el  sello  de  su  generosidad.  Recordaré  solo  dos  actos  mag- 
nánimos para  no  molestar  aquí  demasiado  la  atención  de  mis 
lectores. — No  podrá  decir  cómo  llegó  al  conocimiento  de  Bolí- 
Tar  que  la  viuda  é  hijos  del  virtuoso  Dr.  Camilo  Torres,  á  quien 
hizo  Morillo  fusilar  y  colgar  en  la  horca  en  Santa  Fé  el  5  de 
Octubre  de  1816  con  Toríces,  Dávila  y  otros,  estaban  en  la  mi- 
seria, teniendo  cada  dia  más  motivos  para  llorar  su  orfandad. 
En  el  acto,  lleno  de  dolor,  y  deseando  como  un  padre  aliviar  la 
desgracia  de  aquellos  infelices,  escribió  al  Vice-presidente  San- 
tander y  le  dijo :  "  Yo  tengo  treinta  mil  pesos  de  sueldo,  y  la 
Seflíora  Francisca  Prieto,  viuda  del  más  eminente  ciudadano  de 
la  antigua  Nueva  Granada  está  sumida  en  la  miseria.  '¿  Puede 
ser  esto  justo  ?  Disponga  Y.  E.  que  se  le  den  mil  pesos  anuales 
de  mi  sueldo,  y  que  se  me  rebajen  á  mí  de  los  que  la  ley  me 
asigna."* 

La  maganimidad,  dice  Homero,  es  la  virtud  de  los  héroes,  y 
verdaderamente  en  Bolívar  era  un  sentimiento  que  lo  distinguia. 
Él  era  justo  en  reconocer  los  méritos  y  largo  en  premiar  las  vir- 
tudes y  los  servicios. — Lisongeros  los  cronistas  han  llamado 
noble  al  Rey  Carlos  de  Navarra,  y  magnánimo  á  D.  Alfonso  de 
Aragón  ;  ¿  pero  á  qué  distancia  no  quedan  estos  personages,  de 
una  liberalidad  dudosa,  pues  que  daban  del  depósito  de  las  ri- 
quezas públicas,  cuando  se  comparan  con  Bolívar,  que  daba  de 
lo  suyo,  y  que  habiendo  nacido  rico,  murió  sin  dejar  nada  ?  t 

El  otro  hecho  de  bondad  y  de  generosidad  que  quiero  traer 
á  la  memoria  tuvo  lugar  con  el  Coronel  Pedro  Briceño  Mén- 
dez. En  la  noche  del  12  de  Diciembre,  dando  sus  disposiciones 
para  la  partida  al  dia  siguiente,  el  Libertador  dictó  al  Señor 
José  Gktbriel  Pérez,  su  secretario  particular,  una  certificación 

*  Veáse  eeta  carta  en  la  colección. 

f  Más  adelante  se  verá  la  distribución  que  el  Libertador  hacia  de  sn  sueldo. 


116  VIDA  DE  BOLÍVAÍ. 

referente  á  los  servicios  y  á  los  distinguidos  méritos  del  Coronel 
Briceño.  Esta  certificación  concluía  por  recomendar  ante  Co- 
lombia al  inmaculado  patriota,  á  cuyos  sabios  conse/os,  decía  Bo- 
lívar, era  deador  en  gran  parte  de  sus  aciertos;  cuya  pureza  era 
ejemplar,  cuya  laboriosidad  no  tenia  límites,  y  cuya  modestia  y 
demás  virtudes  republicanas  le  encumbraban  al  rango  de  hombre- 
modelo. — Tuvo  este  acto  de  singular,  que  fué  espontáneo  ;  y  se 
trasluce  que  Bolívar  no  habría  de  marchar  contento  al  Sur  sin 
dar  á  su  fidelísimo  amigo  el  testimonio  de  su  aprecio  y  confesar 
ante  el  mundo  que  le  debia  ilustrados  consejos  y  oportunas  y 
muy  preciosas  advertencias. 

Para  el  5  de  Enero  de  1822  ya  estaba  el  Libertador  en  Oalí, 
ciudad  designada  como  punto  de  reunión  del  ejército.  Desde 
allí  habló  á  los  colombianos  del  Sur  diciéndoles  con  su  lenguage 
de  imágenes : 

OoLOMBiAHOS  DBL  SüB  1  £1  l^érclto  Libertador  viene  &  traeros  reposo 
y  libertad. 

Caucanos  i  El  dia  de  vuestra  recompensa  ha  llegado.  El  heroísmo  de 
vuestros  ^crificios  asegura  para  siempre  vuestra  dicha :  él  será  él  patri- 
monio de  vuestros  hijos,  el  firuto  de  vuestra  gloria. 

Pastxtbos  i  Habéis  costado  llanto,  sangre  y  cadenas  al  Sur :  pero  Ck>- 
lombia  olvida  su  dolor  y  se  consuela  acogiendo  en  su  regazo  matenial  á 
sus  desgraciados  l^Jos.  Para  eUa  todos  son  inocentes ;  ninguno  culpa- 
ble.   No  la  temáis,  que  sus  armas  son  de  custodia  no  parricidas. 

QurrEl^oB  I  La  Guardia  Colombiana  dirije  sus  pasos  hacia  el  antiguo 
templo  del  padre  de  la  luz.  Conñadle  vuestra  esperanza.  Bien  pronto 
rereis  las  banderas  del  iris  sostenidas  por  el  ángel  de  la  victoria. 

Cuartel  Gkneral  de  Calí,  17  de  Enero  de  1822. 

BOLÍVAIU 

La  palabra  del  Libertador  era  de  un  encanto  irresistible. 

Poeta  por  el  sentimiento,  por  la  imaginación  y  por  la  armonía ; 
inteligencia  expansiva  y  delicada,  Bolívar  habría  espiritualizado 
al  mundo  del  modo  que  reanimaba  en  las  almas  americanas  la 
fé  de  la  patria  y  el  amor  delirante  de  la  libertad.  Si  es  cierto 
lo  que  escribe  Séneca : — que  las  palabras  son  el  semblante  del 
ánimo,  {pratio  vultiis  animi  est)  \  qué  bello  debemos  creer  noso- 
tros y  creerá  la  posteridad  que  fuera  el  de  Bolívar ! 

El  Libertador  vio  en  Calí  que  la  división  del  General 
Valdes,.  mandada  ahora  por  el  General  Pedro  León  Torres 
durante  la  enfermedad  de  aquel,  se  hallaba  reducida    á  la 


VIDA  DE  BOliVAB.  11 7 

nulidad  casi,  no  tanto  por  la  deserción  cuanto  por  los  pa- 
decimientOB,  resultados  del  clima  que  tenia  llenos  los  hos- 
pitales. Hizo  ocupar  á  Popayan  por  las  fuerzas  del  Coman- 
dante Joaquín  Paris  j  determinó  trasladarse  con  la  mayor  parte 
de  su  ejército  á  Guayaquil  para  emprender  desde  allí  la  campaña 
de  Quito.  Plan  este  sobre  manera  acertado,  porque  evitaba 
los  malísimos  pasos  del  Juanambú,  las  enfermedades  del  clima 
mortífero  de  Patía  y  la  deserción,  atacando  ademas  al  enemigo  por 
donde  este  no  debia  esperarle.  Y  otra  ventaja  podría  aun  tener 
la  ejecución  de  aquel  proyecto,  cual  era  asegurar  la  posesión  de 
Guayaquil  cuyo  gobierno  parecía  indeciso  entre  anexarse  á  Co- 
lombia, al  Perú  ó  asumir  la  condición  de  anseático. 

Ta  loe  batallones  "  Bogotá''  y  '*  Neiva"  habian  marchado  al 
puerto  de  Buenaventura  sobre  el  Pacífico  para  embarcarse  con 
dirección  á  Guayaquil,  y  otros  cuerpos  debian  seguirles  por  es- 
calones, cuando  el  Libertador  mudó  de  plan  é  hizo  regresar  las 
fuerzas  á  Popayan  donde  él  mismo  se  encontró  el  26  de  Enero. 
Fué  la  causa  de  este  trastorno  una  correspondencia  del  general 
Sucre  en  que  le  avisaba  el  arribo  á.  Quito  del  Capitán  general 
D.  Juan  de  la  Cruz  Mourgeon  con  una  expedición  realista,  y 
que  sobre  las  costas  del  Chocó,  desde  Buenaventura  hasta  Guaya- 
quil, cruzaban  la  corbeta  Jle/andro  y  cuatro  buques  m&s  armados 
en  guerra  con  el  intento  de  apresar  las  tropas  colombianas  y  al 
Libertador  mismo  si  entre  ellas  iba.  Gomo  este  no  tenia  me- 
dios para  equipar  escuadra  en  el  Pacífico,  se  vio  obligado  á 
desistir  de  su  primitivo  plan  y  á  emprender  la  campaña  de 
Pasto  que  debia  ser,  como  en  realidad  fué,  sangrienta  y  muy  cos- 
tosa. 

El  gobierno  constitucional  de  la  Península  que  creia  poder 
readquirir  los  dominios  de  América  con  nuevos  empleados  que 
tuviesen  ínteres  personal  en  la  reconquista  de  ellos,  habia  envia- 
do á  Quito  al  General  Mourgeon  á  quien  dio  el  título  de  Yirey 
de  Santa  Fé,  mas  con  el  bien  entendido  que  debería  tomar  tal 
destino  luego  que  hubiera  reconquistado  las  dos  terceras  partes 
de  aquel  reino,  siendo  mientras  tanto  solo  Capitán  General  y 
Presidente  de  Quito. — ^Bolívar  quiso  inmediatamente  descubrir 
qué  hombre  era  el  nuevo  gefe  con  quien  tenia  que  entenderse  ; 
porque  han  de  saber  mis  lectores  que  en  esto  era  muy  diligente, 
diciendo  que  más  importante  era  estudiar  los  hombres  que  los 


118  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

libros,  j  que  era  macha  ventaja  conocer  á  fondo  el  enemigo  y 
saber  de  cuál  pié  cojeaba....  Despachó  pues  en  comisión  cerca 
del  gefe  realista  á  los  Coroneles  Jaan  Paz  del  Castillo  y  Antonio 
Obando  con  el  objeto  ostensible  de  negociar  el  cange  de  algu- 
nos prisioneros  ;  pero  llevaban  en  reserva  el  encargo  de  exami- 
nar el  estado  de  las  fuerzas  y  sobre  todo  el  temperamento,  la 
instrucción  y  las  calidades  personales  de  Mourgeon.  Y  fué  in- 
necesario el  ^forme  de  nuestros  comisionados  ;  porque  Mourgeon 
mostró  anticipadamente  la  cultura  de  sus  maneras  y  el  grado  de 
su  tolerancia  política,  habiendo  prevenido  á  Castillo  en  una  orden 
terminante,  cuando  aun  estaba  á  diez  leguas  de  Quito,  "  que  sa- 
liera del  territorio  español,  pues  no  quería  tener  con  él  ninguna 
clase  de  comunicación,  y  que  aquella  orden  no  admitía  caso 
excepcional  por  más  justo  que  pareciera." — Castillo  se  devolvió 
inmediatamente  para  el  cuartel  general  Libertador  y  Bolívar 
supo  ya  qué  linage  de  fiera  intratable  era  el  general  contra  el 
cual  iba  á  hacer  la  guerra. 

Mejor  suceso  tuvo  la  diligencia  que  el  Libertador  empleó 
para  atraer  á  las  banderas  de  Colombia  al  hábil  guerrillero  José 
María  Obando,  Comandante  de  los  puntos  avanzados  de  los  es- 
pafioles.  Por  consecuencia  de  la  ocupación  de  Popayan  de  que 
atrás  he  hablado,  hubo  algunas  comunicaciones  con  el  teniente 
coronel  Obando  y  este  celebró  con  el  General  Pedro  León 
Torres  un  armisticio  particular  de  un  mes.  Durante  la  tre- 
gua vino  Obando  hasta  Calí  á  conocer  al  Libertador,  quien  le 
trató  con  dulzura,  le  inspiró  confianza  y  supo  sembrar  en  el 
corazón  americano  de  Obando  el  germen  de  los  principios  re- 
publicanos que  muy  pronto  debian  hacerle  amigo  de  Colombia. 
Mucho  desaprobaron  los  gefes  realistas  la  visita  de  Obando  al 
Libertador,  y  particularmente  D.  Basilio  García,  superior  inme- 
diato de  aquel,  comenzó  á  mirarle  con  prevención  y  desconfianza. 
Obando  se  sintió  de  la  ofensa  que  se  le  hacia. — Aquel  recelo, 
aquella  duda  que  se  concibió  de  su  lealtad,  lo  lanzó  á  lo  que  tal 
vez  no  habia  pensado  ;  y  como  al  propio  tiempo  el  Libertador 
le  halagaba  con  inteligencia,  un  dia  (el  7  de  Febrero)  se  pre- 
sentó en  Popayan  acompañado  de  dos  oficiales  y  de  algunos  sol- 
dados ^ara  servir  hasta  la  muerte^  decia,  á  la  causa  de  la  in- 
dependencia. Bolívar  le  admitió  en  su  grado,  diciéndole  que 
esperaba  prestase  muy  útiles  servicios  á  la  Colombia  más  que 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  119 

por  sn  habilidad  como  guerrillero,  por  su  valioso  influjo  en  el 
valle  de  Patía. 

La  empresa  que  el  Libertador  acometía  con  el  designio  de  dar 
libertad  á  las  regiones  del  Ecuador,  se  hallaba  rodeada  de  peli- 
gros y  dificultades,  que  solo  hombres  de  hierro  podían  arrostrar 
7  vencer.  Desde  luego,  malísimos  caminos,  si  así  pueden  lla- 
marse angostas  y  desniveladas  sendas  en  la  dirección  de  la  gran 
cordillera  de  Sierras  que  atraviesa  de  norte  á  sur  todo  el  Con- 
tinente, agrias  cuestas  y  precipicios  profundos  y  tajados  ;  la  parte 
llana  erizada  de  malezas  y  espesuras ;  algunos  parages  en  ver- 
dad menos  ásperos,  pero  insalubres ;  el  país  falto  en  general  de 
provisiones  ;  cruel  el  clima,  y  con  esto  la  opinión  de  los  habitan- 
tes decididamente  enemiga  de  las  ideas  de  libertad.  El  clero 
ignorante,  y  por  desgracia  harto  influyente  en  aquellas  pobla- 
ciones, habia  excitado  el  entusiasmo  de  los  pastusos  y  quitefios 
contra  los  insurgentes,  haciendo  creer  que  la  causa  del  Rey  era 
la  causa  de  Dios,  y  que  la  muerte  de  los  patriotas  no  debia  con- 
siderarse sino  como  el  triunfo  de  la  justicia  y  de  la  ley  divina. 
El  Señor  Jiménez  de  Padilla,  Obispo  de  Popayan,  fué  incansa- 
ble en  esta  persuasión,  y  logró  su  objeto  ;  porque  en  Pasto  y 
otros  pueblos  de  su  diócesis,  las  mugeres,  los  niños,  los  viejos,  la 
gente  del  campo  y  de  la  ciudad,  los  hombres  instruidos  y  los 
ignorantes,  todos  eran  serviles,  adoradores  del  Bey,  á  quien  res- 
petaban como  al  vice-gerente  de  Dios  en  la  tierra...!  Por 
aquí  puede  venirse  en  conocimiento  de  una  parte  de  las  dificul- 
tades que  rodeaban  la  empresa  de  Bolívar. — ^Pero  no  eran  estas 
las  mayores.  Y  suponiendo  que  en  su  constancia,  en  su  valor 
grande  y  en  su  capacidad  y  prudencia  hallase  medios  para  supe- 
rarlas ;  ¿  podría  vencer  también  los  obstáculos  que  la  naturaleza 
concurría  á  oponerle  en  las  formidables  márgenes  del  Juanambd  ? 
¿  Lograría  rendir  y  sujetar  al  enemigo  en  aquellas  posiciones  in- 
expugnables, que  ellos  conocían  de  antemano  y  que  habían  forti- 
ficado, añadiendo  las  reglas  del  arte  mílitai*  y  del  sistema  de 
defensa  permanente  á  las  dificultades  invencibles  naturales  ? 

Corre  el  Juanambú  caudaloso  y  rápido,  de  oriente  á  poniente, 
á  unirse  con  el  Guáitara ;  y  ambos  se  deslizan  por  un  cauce 
profundo,  coronado  en  su  mayor  parte  de  riscos  y  escarpas.  En 
medio  de  esioB  dos  ríos,  fuerte  barrera  que  protejo  la  ciudad  de 
Pasto,  y  como  para  completar  el  cuadro  de  aquella  terrífica  co- 


120  VIDA  DB  B0LÍ7AB. 

losal  naturaleza,  se  eleva  imponente  el  .volcan,  inmenso  cono 
surcado  por  cañadas  profundas,  que  son  otros  tantos  puntos  mi- 
litares. Pasto  está  fundada  en  las  faldas  del  volcan,  feraces  por 
extremo  ;  j  también  se  ven  aquí  y  allí  otros  pueblos  menos  im- 
portantes, pero  cuyos  moradores  todos  aguerridos,  eran  enton- 
ces ignorantes  y  entusiastas  de  la  España. 

En  ese  punto  pues,  era  donde  iba  á  hacer  la  guerra  el  Liber- 
tador ;  y  abría  la  campaña  á  la  vez  contra  los  españoles,  contra 
la  opinión  extraviada  de  los  pueblos,  contra  el  tesón  y  la  influen- 
cia clerical,  contra  los  rigores  del  cielo,  contra  los  fraudes  y 
artificios  de  los  que  pérfidamente  hacian  escacear  las  vituallas, 
contra  los  arduos  obstáculos  que  la  naturaleza  le  ponia,  contra 
los  peligros  de  toda  especie  que  se  sucedían  á  cada  hora,  y 
contra  la  animosidad  y  el  odio  que  apuraban  sus  recursos  para 
que  en  aquellos  sucumbiese  y  se  marchitase  la  gloria  del  Ejér- 
cito Libertador. — Jamas  Aníbal,  en  sus  empresas  difíciles  é  in- 
ciertas, atravesando  los  Alpes  por  precipicios  ignorados  y  pene- 
trando en  Etriiria  por  lodazales  profundos  ;  jamas  se  vio  rodea- 
do de  las  dificultades  que  Bolívar  tuvo  que  superar  en  la  guerra 
del  Ecuador.  [  Cuánto  aliento  no  era  necesario  para  seguir 
adelante  en  medio  de  aquella  terrible  oposición !  |  Qué  cons- 
tancia, y  qué  amor  por  el  bien  y  la  libertad  de  la  patria  para  no 
abatirse  con  tan  colosales  resistencias,  con  tan  horrendos  peli- 
gros I — Nada  podia  esperar  el  Libertador  de  la  ocasión  y  la 
fortuna ;  todo  debia  alcanzarlo  por  su  perseverancia,  su  inteli- 
gencia y  su  valor.  Sí,  un  sobrenatural  impulso  le  movia, 
y  una  voz  de  lo  alto  le  animaba  :  Parte  á  la  empresa,  pare- 
cía decirle,  que  con  tu  esfuerzo  se  libertará  este  puMo.  Yo  te 
envió».. 

....  Vade  in  fortudine  tua  hac 

Et  salvabÍH  populum.    Ecce  niisi  te. 

(JUD.  VI.) 

El  8  de  Marzo  partió  el  Libertador  de  Popayan  con  su  Estado 
Mayor.  El  ejército  colombiano  le  habia  precedido  diríjiéndose 
hacia  la  Alpujarra,  cortas  leguas  distante  del  Juanambú.  En  la 
travesía  se  perdieron  como  mil  hombres  que  quedaron  en  los  hoa* 
pitales  de  Tambo,  Miraflores,  Mercaderes,  Taminango,  etc. — 
Asi,  la  guardia  mandada  por  Bolívar  constaba  apenas  de  2,000 


yiDA  DE  boiíyab.  121 

roldados  disponibles  al  aproximarse  á  guerrear  contra  los  espa- 
fioles  eu  Pasto. 

Desde  qne  el  Libertador  recibió  aquella  importante  comuni- 
cación de  Sucre  que  le  hizo  variar  de  plan  y  emprender  la  guerra 
por  Pasto,  dio  orden  á  este  Q«neral  para  que  se  moviese  sobre 
Cuenca,  á  fin  de  dividir  la  atención  del  enemigo  é  impedir  que 
caígase  todas  sus  fuerzas  contra  la  guardia  que  marchaba  ro' 
deada  de  dificultades  y  por  climas  inclementes.  El  Libertado: 
estaba  seguro  de  la  obediencia  de  Sucre ;  pero  nada  supo  de 
sus  movimientos,  cortada  la  comunicación  por  los  realistas  de 
Quito,  Biobamba  7  los  lugares  intermedios. — El  24  de  Marzo 
llegó  á  las  márgenes  del  Juanambú  con  sus  dos  mil  soldados;  y 
á  pesar  de  la  impetuosidad  de  este  rio,  logró  vadearlo  por  un 
paso  llamado  de  Burreros  hacia  la  extremidad  de  la  hacienda 
del  Peñol.  Es  este  el  pueblo  más  distante  de  Pasto  en  la  con- 
fluencia de  los  rios  Guáitara  y  Juanambú. — ^Bolívar  habia  deja- 
do á  la  izquierda  el  camino  principal  que  guia  por  el  Boquerón 
á  la  ciudad  de  Pasto,  porque  pensaba  evitar  las  fortificaciones 
del  enemigo  y  enseñorearse  del  teiTitorio  de  los  Pastos  para 
atacar  y  someter  á  Quito  antes  que  á  la  ciudad  de  Pasto  ;  plan, 
que  como  veremos  adelante,  no  fué  posible  realizar. 

Oponíase  á  la  marcha  del  ejército  colombiano  el  Coronel  D. 
Basilio  Gktrcia  al  frente  de  la  segunda  división  española  del 
Sur,  que  constaba  de  2,000  hombres,  entre  ellos  cazadores  exce- 
lentes que  hacian  prodijios  en  aquellas  fragosas  sierras  que  tanto 
conocían.  Era  García  hombre  indomable,  y  habia  prometido 
al  Capitán-general  de  Quito  que  destruiría  oon  pérdida  insigni- 
ficante  de  su  parte  todas  las  tropas  insurgentes^  y  le  entregaría  ven- 
cido  y  humillado  al  qve  se  titulaba  Libertador  de  Golomiía. — 
"  Esto  no  es  diñcil,  decia  el  General  Aymerich,  encargado  ya 
del  gobierno  de  Quito  por  la  enfermedad  y  muerte  de  Mour- 
geon  ;  esto  no  es  difícil,  porque  Garcia  tiene  fuerzas  iguales  á 
las  de  Bolívar  y  ocupa  posiciones  impenetrables.  El  país  tam- 
bién le  favorece...  I " — Así  pensaban  los  realistas. — ^Veremos  si 
llegó  á  ser  efectiva  su  esperanza. 

El  Libertador  en  persona  se  avanzó  á  reconocer  las  márgenes 
escarpadas  del  Guáitara,  y  vio  que  era  imposible  atravesarlo. 
El  rio  impetuosísimo  no  da  vado  y  corre  por  un  lecho  guarnecido 
de  riscos  enormes  y  rocas  tajadas  á  pico. — Solo  hay  dos  pasos 


122  YIDA  DE  BOIÍYAB. 

transitables  por  tropas  que  lleven  caballería  y  bagages  ;  estos 
son  los  puentes  de  Yeracruz  y  Yacoanquer.  Empero  los  espa- 
fioles  habían  cortado  el  primero,  y  no  obstante  la  inmensa 
dificultad  de  reconstruirlo,  defendian  sin  embargo  la  entrada 
con  destacamentos  y  dos  piezas  de  artillería  volante. — Dirijióse 
entonces  el  ejército  por  Sandoná  y  Gonsacá  hacia  Yaquanquer, 
y  Bolívar  decidió  pasar  el  Guáitara  por  este  puente,  ó  tomar  á 
Pasto  por  el  sur. 

En  la  tarde  del  6  de  Abril,  cuando  nuestras  tropas  llegaron 
á  Gonsacá,  Garcia  ocupaba,  con  todas  las  suyas,  las  alturas  de 
Cariaco,  á  una  legua  de  distancia.  El  terreno  intermedio  de 
Bombona  quedaba  libre. 

No  se  figuren  mis  lectores  que  esa  marcha  entre  jarales  y 
malezas  á  duras  penas  franqueables  y  por  veredas  escabrosas,  se 
hacia  tranquilamente.  En  medio  de  aquellas  montañas  primi- 
tivas, contemporáneas  del  origen  de  las  cosas,  las  emboscadas 
enemigas  nos  causaban  un  daño  horrible,  y  más  de  una  vez  tuvo 
que  hacerles  frente  y  dispersarlas  el  Teniente-coronel  Laurencio 
Silva,  uno  de  los  vencedores  de  Carabobo  y  al  que  veremos  más 
tarde  cubrirse  de  gloria  en  Junin  y  Ayacucho. 

El  7,  en  la  madrugada,  el  Comandante  Joaquín  Paris  y  el  Co- 
ronel Barrete  recibieron  orden  de  atravesar  la  profunda  que- 
brada de  Gonsacá  y  reconocer  las  posiciones  de  los  realistas. 
Iba  Paris  con  una  parte  del  batallón  "  Bogotá,"  y  Barreto  á  la 
cabeza  de  los  "  Guias";  acercándose  tanto  este  atrevido  gefe,  que 
llegó  á  percibir  las  palabras  que  en  el  campamento  enemigo  se 
pronunciaban.  Según  lo  que  informaron  al  Libertador  y  lo 
que  era  nuiy  positivo,  la  derecha  del  ejército  contrario  se 
apoyaba  en  las  faldas  escarpadas  del  volcan  de  Pasto ;  la  iz- 
quierda en  el  Guáitara,  más  caudaloso  por  aquel  punto,  y  el 
centro  estaba  cubierto  por  un  bosque  espeso,  á  cuyo  inconve- 
niente natural  hablan  añadido  los  españoles  otro  de  artificio, 
abatiendo  grandes  árboles  que  embarazaban  la  marcha.  Todo 
el  frente  de  la  línea  se  hallaba  defendida  por  una  profunda  ca- 
ñada que  solo  se  atravesaba  por  un  puente,  dominado  este  por 
los  fuegos  de  todos  los  cuerpos  enemigos. 

Tal  posición  era  impenetrable. 

El  Libertador  hizo  un  reconocimiento  por  sí  mismo,  y  vol- 
viendo luego  á  su  tienda  de  campaña  :  bierif  dijo,  la  posición  es 


té 


YIDA  DE  BOLÍYAB.  l23 

ybrmidable.  Pero  no  debemos  permaneoer  aquí,  ni  podemos 
retroceder.  Tenemos  qtte  vencer^  y  venceremos,,.  Gomo  acabase 
de  decir  esto,  dio  orden  al  General  Yaldes  de  trepar  el  volcan 
de  Pasto  y  atacar  la  izquierda  del  enemigo  con  el  batallón 
^  Rifles.''  La  derecha  y  centro  debian  ser  acometidos  por  el 
General  Pedro  León  Torres  á  la  cabeza  de  los  batallones  "  Bo- 
gotá" y.*' Vargas,"  y  dos  escuadrones  de  "Guias." — ^El  bata- 
llón '*  Vencedor  en  Boyacá  "  y  otros  dos  escuadrones  quedaban 
en  la  reserva. — ^El  Libertador  mandaba  la  acción  en  persona. 

Fué  entonces  que  un  error  ó  mala  inteligencia  de  parte  del 
intrépido  Torres,  comprometió  la  suerte  de  nuestras  armas,  si 
bien  dio  ocasión  &  un  rasgo  de  gentileza  y  patriotismo  que  hará 
honor  siempre  á  la  dulce  memoria  de  tan  ilustre  gefe. — El  Li- 
bertador que  veia  con  presteza  de  águila,  conoció  la  importan- 
cia de  tomar  sin  tardanza  cierta  altura  desde  cuya  posición 
podía  hacerse  mucho  daüo  al  enemigo.  ''  Sin  que  almuerce  la 
tropa,  dijo  á  Torres,  tome  Vd.  aquella  altura,  y  yo  vuelvo  vo- 
lando con  las  fuerzas  que  están  en  la  reserva." — ^Por  desgracia, 
Torres  entendió  mal ;  pue^  entendió  lo  contrario,  y  mandando 
hacer  pabellones  dispuso  que  la  tropa  almorzase  la  ración  que 
traía  en  la  mochila. — Cuando  volvió  el  Libertador  y  halló  la 
tropa  en  descanso,  mientras  que  Valdes  se  empeñaba  aislada- 
mente en  el  cumplimiento  de  lo  que  le  tocaba  hacer  y  los  espa- 
ñoles tenian  tiempo  de  distribuir  mejor  su  gente,  se  incomodó 
por  extremo  y  dijo  á  Torres :  "  Entregue  Vd.  el  mando  al 
Coronel  Barreto,  que  seguramente  cumplirá  mejor  que  Vd.  las 
órdenes  que  se  le  den." — ^Entonces  Pedro  León  Torres  desmon- 
tándose del  caballo  y  tomando  un  fusil :  Libertador^  le  dijo  con 
una  decisión  sublime,  si  no  soy  digno  de  servir  á  mi  pcUria 
como  General,  la  serviré  almenas  como  granadero. — Bolívar,  que 
tenia  el  alma  sensible  para  todo  lo  que  era  noble  y  era  grande, 
se  desmontó  en  el  momento,  y  corrió  á  abrazar  á  Torres,  devol- 
Tiéndele  el  mando  de  su  división  y  llenándole  de  justas  y  muy 
merecidas  alabanzas. 

Torres  dio  la  voz  de  marcha  y  se  lanzó  furioso  sobre  el  ene- 
migo. Así  comenzó  la  acción  de  Bombona,  una  de  las  más 
ementas  que  hubo  en  Colombia.  Eran  las  dos  de  la  tarde. 
Torres  qaiso  penetrar  por  la  derecha  del  enemigo,  pero  le  fué 
imposible.    Intentó  pasar  la  honda  cañada  de  Consacá ;  ¡tero 


124  VIDA  DE  BOliVAB* 

cayendo  sobre  las  abatidas  de  árboles,  sus  soldados  no  pudieron 
forzar  las  posiciones  españolas.  Desfilando  bajo  los  fuegos  ene- 
migos de  artillería  j  fusilería  que  k  manera  do  espeso  granizo 
venian  disparados  contra  ellos,  todos  los  jefes  y  oficiales,  menos 
seis,  y  muchos  soldados  quedaron  en  breves  instantes  muertos  ó 
heridos.  Al  impávido  Torres  sucedió  París  ;  á  Paris,  Barrete  ;. 
á  Barrete,  Sanders ;  á  Sanders,  Carvajal...  Ninguno  volvió  cara. 
— "  Vargas  "  casi  desai)areció  ese  dia. — ^^  Bogotá  "  quedó  en  reli- 
quias. La  muerte  cegaba  á  su  sabor  las  vidas...  I  A  tiempo 
que  esto  sucedia  en  el  centro,  Yaldes  trepaba  por  las  faldas /leí 
volcan  á  la  cabeza  de  "  Riñes  "  con  un  brio  de  que  no  hay  ejem- 
plo, y  que  quizas  no  tenga  imitadores.  Era  preciso  avanzar  por 
aquellas  rocas  escarpadas  y  desalojar  a  los  espafioles  del  punto 
que  ocupaban.  Y  nuestros  soldados  los  desalojaron....  subiendo 
por  una  escala  de  bayonetas  clavadas  en  precipicios  1  Cuatro 
compañias  escogidas  de  Aragón  defendian  aquel  punto  inex- 
pugnable ;  pero  no  resistieron  al  ímpetu  de  Valdes,  el  primero 
en  subir,  el  primero  en  destruir  con  una  rabia  heroica  la  resis- 
tencia enemiga. — La  tarde  estaba  serena  y  el  humo  ocultaba  á 
los  combatientes.  Sin  embargo,  en  un  momento  de  claridad,  el 
Libertador  que  estaba  en  el  centro,  vio  la  ventaja  que  obtcnia 
Valdes,  y  envió  entonces  al  batallón  "  Vencedor  "  que  atacase 
las  trincheras  y  parapetos  del  terrible  centro  de  los  españoles. 
/  Batallón  **  Vencedor,^'  le  dijo,  vwsstro  nombre  aclo  basta  para 
la  victoria.  Corred  y  asegurad  el  triunfo! — El  ataque  de 
"Vencedor  "se  ejecutó  con  la  mayor  intrepidez...  Era  ya  la 
noche  y  brillaba  la  luna  en  su  plenitud  cuando  Bolívar  recibió 
el  anuncio  de  Valdes,  que  el  enemigo  huia.  El  grito  de  victo- 
ria resonó  en  el  espacio  /  Yiva  Colombia  !  ¡  Viva  la  libertad  ! 

Bolívar  despachó  inmediatamente  sus  edecanes  con  órdenes  á 
los  gefes  vencedores  de  que  no  persiguieran  á  los  que  huian... 
Esta  orden  salvó  al  enemigo  de  ser  destruido  completamente ; 
pero  fué  prudente,  porque  nuestros  soldados  no  conocían  aquella 
cadena  de  escollos  en  cuyos  bordes  habian  peleado,  y  con  las 
sombras  de  la  noche  podia  la  victoria  sernos  más  costosa  que 
una  derrota. 

El  campo  de  batalla  quedó  en  poder  de  los  independientes 
junto  con  la  artillería,  algún  botic  y  muchos  prisioneros  y  he- 
ridos... 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  125 

"  Estéril  triunfo,  exclama  Restrepo,  que  costó  tan  caro !  " — 
Á  mí  me  asombra  leer  este  concepto  escrito  por  un  hombre  tan 
reflexivo  como  el  Sefior  Restrepo.  Gara  fué,  sin  duda,  la  gloría 
de  Bombona ;  pero  de  ningún  modo  estéril. — Basta  para  con- 
vencernos de  esto  ver  sus  resultados.  "  Si  el  reino  de  Quito  no 
se  hubiera  perdido,  escribe  con  buen  sentido  en  esta  vez  Tor- 
rente, tremolaría  aun  al  presente  el  pendón  de  Castilla  sobre 
todo  el  vireinato  del  Perú...  Fué  Quito  el  paso  do  los  vencedo- 
res de  Boyacá  para  destruir  en  Ayacucho  los  fieros  leones  de 
Castilla." 

Luego  no  fué  estéril  Bombona  I 

De  otro  modo  piensa  Baralt,  opuesto  á  Restrepo  en  la  apre 
elación  del  triunfo  alcanzado  el  7  de  Marzo ;  7  bien  que  con- 
densa en  una  decena  de  renglones  los  sucesos  que  no  caben  en 
un  libro,  j  cuenta  muy  á  la  ligera  la  acción  de  Bombona,  reco- 
noce sin  embargo  la  utilidad  del  triunfo. 

*'  No  parece,  dice,  sino  que  la  victoria,  fiel  solo  á  Bolívar,  ha- 
bla abandonado  con  él  las  armas  de  su  patria :  por  lo  menos 
en  este  año»  solo  su  espada  y  la  de  Sucre  brillaron  á  la  luz  de 
útiles  triunfos.  Ya  hemos  dicho  que  el  Libertador  habia  re- 
gresado á  Bogotá  desde  Venezuela  á  fines  del  año  anterior,  y 
ahora  añadiremos  que  salió  de  aquella  capital  para  el  sur  el 
15  de  Diciembre.  A  principios  de  Enero  del  presente  se  ha- 
llaba en  Calí,  desde  cuyo  punto  'se  dirigió  á  Popayan  con  el 
objeto  de  esperar  los  cuerpos  que  debian  seguirle  para  abrir 
la  campaña  de  Quito.  Comenzada  esta,  púsose  en  camino 
hacia  Pasto,  y  el  7  de  Marzo  despedazó  á  los  españoles  acau- 
dillados por  Don  Basilio  Garcia  en  la  célebre  batalla  de  Bom- 
bona, gloriosa  si  bien  cara  á  las  patriotas  por  la  muerte  del 
(General  Pedro  León  Torres.  Sus  armas  victoriosas  le  abrie* 
ron  las  puertas  de  Pasto,  á  cuya  ciudad  entró  el  8  de  Junio, 
recibiendo  prisionero  a  García  y  las  reliquias  que  de  su  tropa 
conservaba." 

Escrita  así  la  historia,  tiene  á  la  verdad  poco  sabor ;  más 
como  quiera  que  sea,  Baralt  no  reputa  estéril  el  triunfo  glorioso 
de  Bombona,  y  esto  es  cuanto  basta  á  mi  propósito. 

Sigamos  ahora  la  relación  cronológica  de  los  sucesos. 

El  8  de  Marzo  amaneció  flameando  el  pabellón  de  Colombia 
sobre  las  posiciones  inexpugnables  que  ocupaban  los  españoles 


126  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

el  dia  anterior ;  y  en  vez  de  entregar  en  Quito,  batido  y  hnmi- 
Hado,  al  que  se  llamaba  Libertador  de  Colombia  como  ofreció 
Garcia,  fué  este  quien  meditaba  entregarse  ya  á  Bolívar  para 
salvar  su  vida  por  una  capitulación.  Luchando  en  mil  contra- 
riedades su  amor  propio,  halló  por  fin  el  medio  de  ponerse  en 
comunicación  con  el  Libertador,  intimándole  desde  Guaca  que 
se  retirara  á  Popayan,  pues  de  lo  contrario  quedaría  destruido 
sin  remedio. — Bolívar  era  inteligente  y  en  gran  manera  suspicaz 
para  no  ver  on  aquella  peregrina  intimación  otra  cosa  que  una 
abertura  de  negociación  ;  y  desde  luego  pensó  aprovecharla  para 
concluir  un  armisticio  que  durase  al  menos  mientras  llegaban 
los  refuerzos  que  habia  pedido  á  Popayan  y  Bogotá. — El  Coro- 
nel Paz  del  Castillo  fué  comisionado  para  la  negociación,  la  que 
no  tuvo  por  aquel  momento  resultado  alguno.  Garcia  negó,  al 
cabo  de  ocho  dias  de  inútiles  preliminares,  lo  mismo  que  deseaba 
y  se  prometia  alcanzar. — La  causa  fué  una  larga  corresponden- 
cia que  recibió  de  Pasto,  en  que  los  habitantes  de  esta  ciudad 
le  excitaban  fuertemente  á  que  destruyera  á  Bolívar  y  á  los  re- 
beldes, asegurando  que  ellos  no  permitirían  al  ejército  republi- 
cano pasar  por  la  ciudad,  porque  hasta  las  mugeres  saldrían  á 
devorarlo.., 

Bolívar  decidió  entonces  retirarse  hacia  el  Peñol  y  aguardar 
en  aquella  ventajosa  posición  los  refuerzos  que  debiau  venir.  Su 
ejército  era  débil  para  emprender  operaciones  activas. — El  16 
de  Abril  comenzó  el  movimiento  en  dirección  de  Hato- Viejo. 
Quedaron  en  el  hospital  de  Consacá  trescientos  enfermos  y  he- 
ridos que  no  podian  conducirse  por  falta  de  caballerías. — Entre 
aquellos  últimos  se  contaba  el  General  Pedro  León  Torres, 
quien  murió  á  poco. — Todos  fueron  recomendados  al  Coman- 
dante español,  y  el  Libertador  dejó  un  comisionado  con  fondos 
suficientes  para  asistirlos  en  su  convalecencia. 

El  General  Pedro  León  Torres  falleció  de  las  heridas  morta- 
les que  recibió  en  Bon^boná. — La  patria  perdió  en  él  uno  de  sus 
mejores  hijos,  uno  de  sus  más  bravos  y  leales  defensores.  El 
valor  de  Torres  era  admirable,  y  su  índole  dulcísima  no  tenia 
igual. — ^Era  robusto  y  capaz  para  resistir  cualquier  fatiga ;  ac- 
tivo, vigilante,  amigo  de  la  disciplina,  el  primero  en  los  trabajos 
y  peligros  sabia  conciliar  del  modo  más  apacible  los  deberes 
y  decoro  de  jefe  con  los  oficios  de  camarada  y  amigo.    Dote 


VIDA  DB  BOLÍVAE,  127 

preciosa  tanto  más  digna  de  ponderación  y  de  alabanza,  cuanto 
que  no  nacia  en  él  del  estudio  sino  que  era  natural. — ^Torres 
apetecía  la  muerte  del  soldado,  que  cae  glorioso  combatiendo 
por  su  patria  para  levantarse  en  hombros  de  la  fama  á  la  inmor- 
talidad. 

Pulchromque  mori  enocurrit  in  armis. 

(Viro.  Mn,  n.) 

Y  esa  fué  la  suya. — El  Libertador  sintió  su  pérdida  ;  y  en 
aquellos  dias,  preocupado  de  la  desgracia  que  lloraba,  habló 
mucho  de  Torres,  de  sus  servicios,  de  su  obediencia,  de  su  valor 
á  toda  prueba,  de  su  bondad  natural  y  hasta  de  la  gentileza  y 
gallardía  de  su  persona. 

A  la  vez  que  el  ejército  se  movia  hacia  el  Peñol,  el  Liberta- 
dor hizo  partir  tres  comisionados  para  acelerar  la  marcha  de 
los  refuerzos  que  con  tanto  ahinco  se  deseaban.  Más  de  treinta 
dias  pasó  aun  aguardándolos,  y  como  las  guerrillas  de  Fatía  in- 
terceptaron las  comunicaciones,  no  recibió  tampoco  la  menor 
noticia ;  pareciendo  como  abandonado  de  todos  en  aquellos  bos- 
ques eternos,  rodeado  de  implacables  enemigos  cuales  eran  los 
pastusos.  "  1^0  debo  pasar  en  silencio,  decia  el  Libertador  al 
"  gobierno  de  Colombia  pidiéndole  los  refuerzos  de  que  necesi- 
*^  taba  para  terminar  la  campa&a  ]  no  debo  pasar  en  silencio, 
"  que  las  privaciones  del  ejército  han  sido  muchas  ;  que  el  clima 
"  nos  ha  tratado  con  más  crueldad  que  los  hombres,  y  que  estos 
'*  hombres  son  los  más  enemigos  que  tiene  la  libertad  ;  que  para 
^  odiamos  no  hay  distinción  de  sexo,  edad  ni  calidad  ;  que 
"  hemos  sido  hostilizados  por  todos  los  vivientes  racionales  de 
*'  este  país ;  que  en  marcha  como  en  formación  estamos  acosa- 
"  dos  por  el  fuego  de  las  guerrillas  enemigas ;  que  nuestras 
^  avanzadas,  partidas  y  destacamentos  necesitan  de  una  vigilan- 
''  cia  infinita  para  no  ser  sorprendidos,  y  que  habiendo  sido  el 
''  servicio  extraordinariamente  recargado,  nuestras  tropas  han 
"  sufrido  fatigas  excesiv^.  Pero  en  recompensa,  siempre  hemos 
"  vencido.  Nuestra  disciplina  y  valor  han  triunfado  de  todo,  y 
"  d  enemigo  no  puede  jactarse  del  triunfo  wna  vez  «oía,  NI  UN 
"  MINUTO  SIQUIERA  I" 

A  pesar  de  todo,  los  auxilios  no  venian,  y  ya  el  ejército  habia 
consumido  todas  las  vituallas  en  el  Pefiol  y  en  sus  alrededores : 


128  VIDA  DE  BOUVAB. 

3olo  existían  las  suficientes  para  tres  días.  Entonces  fné  nece- 
sario (usando  de  las  mismas  expresiones  del  Libertador,)  qoe 
este  con  la  más  dolorosa  repugnancia,  7  casi  humillado,  se  resol- 
viese á  volver  él  mismo  en  persona  con  las  tropas  de  su  mando 
al  encuentro  de  los  refuerzos  que  tan  largamente  se  habían  espe- 
rado... I  Bolívar  levantó  el  campo  y  repasó  el  Juanambó  (10 
de  Mayo)  á  la  vista  del  enemigo  que  no  dejó  de  molestarle. 

En  Mercaderes  comenzó  á  recibir  los  auxilios  que  conducían 
de  Popayan  los  Coroneles  Lara  y  Juan  Paz  del  Castillo.  Poco 
después,  en  el  Trapiche,  se  incorporaron  otros  que  traia  el  Ge- 
neral Barreto.  Así  y  con  todo,  no  pudo  completarse  sino  dos 
mil  hombres  ;  los  ginetes  sin  buenos  caballos,  y  tampoco  habia 
acémilas  para  los  equipages  y  municiones,  i  Con  estas  contra- 
riedades, y  dos  mil  más  que  no  pueden  referirse,  seguia  Bolívar 
BU  obra  estupenda  de  redención  ! 

En  23  de  Mayo  dirijió  al  Coronel  Garcia,  desde  el  Trapiche, 
por  úUima  vez,  una  seria  intimación,  excitándole  á  aceptar  la 
capitulación  que  le  ofrecía  para  las  tropas  y  para  el  obstinado 
pueblo  de  Pasto  que  tan  hostil  se  habia  mostrado. — ^El  28  con- 
testó el  gefe  espafiol  *^  que  estaba  dispuesto  á  aceptar  la  capitu- 
lación que  se  le  proponía." — Tanto  Garcia  como  los  gefes  y 
oficiales  de  la  segunda  división  española  de  Quito  estaban  muy 
decididos  á  capitular ;  pero  tardó  aquel  en  responder  al 
Libertador,  porque  el  pueblo  de  Pasto  se  oponía. — "  Guerra  á 
los  insurgentes,"  clamaban  aquellos  estiipidos  moradores,  y  este 
grito  se  oía  repetido  en  todos  los  ángulos  de  la  ciudad  y  de  los 
campos.  El  Coronel  Garcia  interesó  al  Obispo  Jiménez  de  Padilla 
para  que  persuadiera  al  pueblo  la  necesidad  y  conveniepcia  de 
la  capitulación  y  calmara  la  efervescencia  de  lospastusos  ;  pero 
mayor  eficacia  y  persuasiva  virtud  tuvo  la  noticia  de  la  impor- 
tante acción  de  Pichincha  en  que  Sucre  triunfó  sobre  Aymerich, 
y  le  obligó  á  capitular  y  entregar  la  capital... 

De  conformidad  con  la  orden  del  Libertador  para  que  obrara 
sobre  Cuenca  y  los  pueblos  al  sur  de  Qpito,  Sucre  habia  atrave- 
sado la  cordillera  occidental  por  Máchala  y  venido  á  la  provin- 
cia de  Loja. — Cayeron  sucesivamente  en  su  poder  Cuenca  y 
Alausí,  y  persiguió  el  afortunado  caudillo  á  los  realistas  hasta 
Biobamba,  cuya  plaza  ocupó  el  22  de  Abril  después  de  un  bri- 
llante combate  contra  fuerzas  superiores. — ^A  los  seis  días  se 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  129 

movió  sobre  Quito  y  en  las  altaras  qae  forman  la  cresta  del 
Tolcan  de  Pichincha  dio  el  24  de  Mayo  la  famosa  acción  que 
libertó  aquellos  pueblos  y  que  será  siempre  el  mayor  timbre  de 
Sucre. — 1,100  prisioneros  de  tropa  :  160  oficiales :  14  piezas  de 
artillería :  1,700  fusiles  y  porción  considerable  de  fornituras, 
cornetas,  banderas,  cajas  de  guerra  y  cuanto  poseia  el  ejército 
español,  otro  tanto  vino  á  manos  del  vencedor. — Aymerich 
mismo  se  entregó  prisionero;  y  el  ilustre  Sucre  entró  en  Quito, 
en  la  ciudad  de  Belalcazar,  el  25  de  Mayo :  precisamente  á  los 
280  años  en  que  el  pabellón  de  Castilla  fué  tremolado  allí  por 
la  primera  vez... !  ¡  Oh  contrapeso  eterno  de  las  felicidades  hu- 
manas !  No  hay  poder  que  dure.  No  hay  señorio  estable  y 
(permanente...  Y  muchos  como  el  de  España  en  Quito  se  hunden 
eo  la  ignominia  el  propio  dia  destinado  á  celebrar  su  adveni- 
miento... !  I 

El  Libertador  supo  los  triunfos  de  Sucre  por  referencia  que 
le  hizo  un  joven  Pombo  que  iba  de  Pasto  ;  pero  sin  detalles  ni 
exactitud. — Sin  embargo,  en  él  acto  se  puso  en  marcha  á  la  ca- 
beza de  la  Guardia  colombiana,  y  en  Berruecos,  cerca  del  Jua- 
nambú,  se  hallaron  D.  Pantaleon  del  Hierro  y  D.  Miguel  Reta- 
mal, comisionados  de  Garcia,  para  ajustar  la  capitulación  pro- 
puesta. Por  ella  se  entregaba  al  Presidente  de  Colombia  todo 
el  territorio  que  mandaba  el  gefe  de  la  segunda  división  espa- 
ñola, y  Bolívar  concedía  una  absoluta  garantía  de  personas  y 
propiedades  á  todos  los  que  existían  en  dicha  demarcación. 

Apépas  firmado  y  ratificado  el  convenio,  recibió  el  Libertador 
un  parte  del  Coronel  Gktrcia  que  le  anunciaba  el  estado  de 
soma  agitación  en  que  la  ciudad  se  hallaba,  y  le  pedia  que  apre- 
surase su  marcha,  á  fin  de  reprimir  el  desorden  que  tantos 
males  habría  de  causar  en  Pasto. — ^El  Libertador  formó  una 
columna  de  las  compañías  de  granaderos  y  cazadores  de  todos 
los  batallones,  y  marchó  al  frente  de  ella  para  la  ciudad  indó- 
mita.— Cuando  se  acercaba  salió  á  recibirle  el  Coronel  Garcia 
con  su  estado  mayor  ;  y  después  de  algunas  palabras  de  respeto 
que  aquel  dirijió  al  Presidente  de  Colombia,  entraron  juntos 
basta  la  plaza  mayor  en  donde  estaban  preparados  los  cuarteles. 
Luego  vino  Bolívar  al  alojamiento  que  se  dispuso  para  él,  á 
cuya  puerta  estaba  una  guardia  de  granaderos  españoles. — 
Esta  hizo  los  honores  al  Libertador  y  permaneció  en  for- 
9 


130  .      VIDA  DE  BOLÍVAR. 

macion  más  de  una  hora,  hasta  que  fué  relevada  por  la  com- 
pañía de  granaderos  de  los  nuestros,  y  según  el  convenio  en- 
tregó sus  armas. — Tal  paso  imprudente  del  Libertador  pudo 
costarle  á  él  la  vida  y  aparejar  á  Colombia  males  infinitos. 
— Su  gran  valor  y  su  generoso  espirítu  no  reconocieron  el  peli- 
gro, pero  lo  hubo  ;  pudiendd  ser  aquellas  demostraciones  reve- 
rentes disfraces  que  encubriesen  acechanzas.  Y  ninguno  ha  de 
prometerse  tanto  de  su  prestigio  y  de  su  poder,  que  cierre  los 
ojos  al  cuidado  y  se  entregue  al  que  fué  enemigo... 

En  el  mismo  dia  de  su  entrada  en  Pasto,  el  Libertador  anun- 
ció á  Colombia  los  grandes  hechos  realizados  en  el  Sur. — ^La 
proclama  de  8  de  Junio  dice  de  este  modo  : 

Cuartel  General  Libertador  en  Pasto,  ( 

8  de  Junio  de  182d.     ( 

Colombianos  ! 

Ya  toda  vuestra  hermosa  patria  es  libre.  Las  victorias  de  Bombona  y 
Pichincha  han  completado  la  obra  de  vuestro  heroismo.  Desde  las  ribe- 
ras del  Orinoco  hasta  los  Andes  del  Perú,  el  ejército  libertador  marchan- 
do en  triunfo,  ha  cubierto  con  sus  armas  protectoras  toda  la  extensión  de 
Colombia,  una  sola  plaza  resiste,  pero  caerá. — Colombianos  del  Sur :  la 
sangre  de  vuestros  hermanos  os  ha  redimido  de  los  horrores  de  la  guerra  1 
Ella  os  ha  abierto  la  entrada  al  goce  de  los  más  santos  derechos  de  liber- 
tad y  de  igualdad.  Las  leyes  colombianas  consagran  la  alianza  do  las 
prerogativas  sociales  con  los  fueros  de  la  naturaleza.  La  constitacioQ  de 
Colombia  es  el  modelo  de  rm  gobierno  representativo,  republicano  y 
fuerte.  No  esperéis  encontrar  otro  mejor  en  las  instituciones  políticas 
del  mundo,  sino  cuando  él  mismo  alcance  su  perfección. 

BOLÍVAB. 

El  9  llegó  el  resto  del  ejército  y  tomó  sus  cuarteles  en  Pasto. 
Por  la  tarde  de  este  dia  tuvo  lugar  un  suceso  que  no  he  visto  re- 
ferido por  ninguno  de  los  que  han  escrito  antes  la  historia  de  Co- 
lombia; y  es  el  siguiente.  El  Coronel  Salgado,  al  frente  de  un 
batallón  de  Cataluña,  venia  desde  Quito  en  auxilio  de  Garcia. 
— Al  llegar  á  Pasto  detuvo  su  fuerza  á  la  entrada  de  la  ciudad 
y  fué  á  presentarse  á  Garcia. — Cuando  le  vio :  "  Tengo  la  pena, 
le  dijo,  de  ser  el  conductor  de  la  fatal  noticia  de  la  pérdida  de 
Quito  ;  pero  mi  fuerza  está  intacta,  y  me  lisonjea  la  esperanza 
de  que  reunido  á  V.  S.  podremos  salvar  esta  provincia. 
Garcia  le  oyó  sin  interrumpirle  y  luego  le  preguntó  : 
— ^¿  Dónde  ha  dejado  Vd.  su  regimiento.  Señor  Coronel  ? 


VIDA  PE  BOLÍYAB.  181 

— ^Eq  los  afueras  del  poblado,  contestó  este. 

— ¿Y  no  ha  visto  Vd.  las  calles  llenas  de  gente  ? 

— Sí,  Señor,  que  las  he  visto. 

— Pues  toda  es  tropa  del  General  Simón  Bolívar  á  quien  en- 
tregué ayer  la  plaza,  armas  y  municiones  de  mi  ejército,  dijo 
García  con  aire  de  conformidad. 

— ^¿Ha  capitulado  V.  S.?  preguntó  Salgado. 

— íío  he  podido  hacer  otra  cosa,  y  aconsejo  á  Vd.  que  se  so- 
meta á  esa  misma  capitulación,  que  por  parte  del  General  Bolí- 
var yo  espero  que  no  habrá  dificultad. 

Fueron  entonces  juntos  Garcia,  Salgado  y  el  Comandante» 
Gorman,  que  mandaba  el  cuerpo  de  caballería,  á  ver  al  Liberta- 
dor.— Este  no  puso  inconveniente  en  hacer  extensivo  el  benficio 
de  la  capitulación  á  las  fuerzas  recien-llegadas  de  Quito,  y  al 
dia  siguiente  entraron  en  la  plaza  y  entregaron  sus  armas,  ca- 
ballos, monturas,  pertrecho,  dinero,  etc. 

El  Sur  de  Colombia  quedó  libre. — Aymerich  y  Garcia,  con 
algunos  gefes  más,  se  embarcaron  para  España.  La  promesa 
del  Comandante  general  de  Pasto  salió  vana...  Algo  más  podría 
añadir  ;  pero  no  es  gallardo  humillar  tanto  al  rendido. — Mejor 
me  parece  recordar  aquellas  palabras  de  Bolívar  á  los  quiteños 
en  sil  proclama  de  8  de  Octubre  de  1821,  en  Cúcuta  :  *'  Quite- 
''  ños  I  El  ruido  de  vuestras  cadenas  hiere  el  corazón  del  Ejér- 
"  cito  Libertador.  Él  marcha  al  Ecuador,  ¿  podéis  dudar  de 
"  vuestra  libertad  ?" 

Esta  esperanza  se  vio  sí  convertida  en  un  hecho  positivo... 

De  Bonaparte  se  ha  dicho  que  fué  un  matemático  en  el  trono. 
Con  m^yor  razón  puedo  yo  decir  que  Bolívar  fué  un  pensador 
profundo  en  el  campo  de  batalla  y  en  el  gabinete  ;  un  hombre 
inspirado,  el  Profeta  de  la  libertad  cuyas  predicciones  nunca  fa- 
llaron y  cuyas  palabras  fueron  prendas  de  las  obras  ;  pero  ;  qué 
obras,  Dios  santo  I....    La  independencia  de  un  mundo  1 1 


CAPÍTULO  xxxvn. 


1822. 


PsOPOira  VL  PBBfllDBNTB  MONBOB  T  AOUBBDA  BL  OOKOBBSO  AMBRIOÁITO  BL  BBCONOCI- 

hibuto  db  la  ikdbpbndbbcia  db   Colombia — bbclamo  dbl  hinibtbo  BSPAftoi^^ 

BBLLA  NOTA  DBL  8BÑ0B  SBA  Á  LOS  0ABINBTB9  DB  BUBOPA—BL  LIBERTADOR  OROANISÓ 
LA  PBOVIHOIA  DB  LOS  PASTOS — ^SU  CARTA  AL  OBISPO  DB  POPATAN— B ARCHA  PARA 
QUITO— Sü  B2VTRADA  BN  B8TA  CAPITAL — CARTA  X  LA  MUNICIPALIDAD — ORGANIZA  BL 
UBBBTADOR    BL    DBPABTAMBNTO    DBL    BOUADOB. 

EN  medio  de  los  triunfos  que  acompaíiaron  en  las  provincias 
del  Sur  á  las  armas  colombianas,  triunfos  que  tanto  lison- 
jearon nuestro  orgullo ;  un  hecho,  justísimo  en  su  esencia,  tras- 
cendental en  BUS  fines,  aunque  tardo  en  su  consumación  6  comple- 
mento, vino  á  rebozar  la  medida  de  las  esperanzas  y  de  las 
complacencias  patrióticas. — Quiero  hablar  del  reconocimiento  de 
nuestra  independencia  sancionado  por  el  Congreso  de  los  Esta- 
dos Unidos  de  la  América  del  Norte. 

En  otro  de  los  capítulos  anteriores  vimos,  que,  no  obstante 
los  generosos  esfuerzos  que  el  ilustre  Henrj  Clay  hiciera  en 
1820  para  alcanzar  tan  santo  objeto,  el  reconocimiento  quedó 
diferido  —Propúsolo  ahora  el  Presidente  James  Monroe  (8  de 

(188) 


134  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

Marzo  de  1822)  bajo  el  ministerio  del  hábil  político  7  hombre 
de  Estado  John  Quiney  Adams,  quien  hasta  entonces  lo  habia 
resistido,  y  parece  que  fué  como  arrastrado  al  acierto.* 

Gozábamos  nosotros  de  grande  simpatía  en  el  pueblo  norte- 
americano. No  solo  Clay  sostenía  nuestros  derechos  y  Daane,  ' 
editor  de  la  "Aurora"  de  Filadelfia,  sino  muchos  hombres  dignos 
y  generosos  empleaban  su  saber  y  su  elocuencia  en  obsequio  de 
nuestra  causa. — "  Mr.  De  Witt  Clinton,  escribia  Irvine  al  Ge- 
neral Carrera,  ha  sido  electo  gobernador  del  Estado  de  Nueva 
York  ;  y  tendrá  siempre  placer  en  saber  la  buena  fortuna  de  Vd. 
y  de  su  país.  En  verdad,  todos  nosotros  miramos  á  la  América 
del  Sur  corneo  una  infortunada  herrruina  cuya  felicidad  nos  es 
querida  "-f — Pero  esos  mismos  hombres  influyentes,  y  el  gobierno 
de  Washington,  sobre  todo,  temian  que  no  supiéramos  constituir- 
nos después  de  haber  sabido  libertarnos. — ^"  Los  sud-americanos, 
*'  decía  el  mismo  Irvine  á  Carrera,  en  1816  ;  los  sud-americanos 
"  no  conocen  todavía  el  arte  difícil  del  sdf-govemment  (gobierno 
"  de  sí  propios.)  Acaso  ellos  están  llamados  á  pasar  por  un 
'*  severo  aprendizaje  antes  de  llegar  á  la  tierra  prometida.  Si 
'*  así  estuviere  ordenado  por  los  poderes  de  lo  alto,  el  fin  com- 
"  pensaría  sin  embargo  la  ofrenda  de  sangre  y  de  caudales ; 
"  porque  la  libertad  merece  los  más  grandes  sacrificios, — ^Esta- 
"  blecer  la  libertad  después  de  asegurar  la  independencia  es 
"  la  obra  más  difícil  de  todas.  Los  soldados  pueden  conseguir 
"  esta';  pero  solo  hombres  de  Estado,  sabios  y  honrados  son 
"  necesarios  para  organizar  la  constitución  civil  de  un  gobierno 
"  que  mantenga  aquella.  No  desespero  que  podrán  Ustedes 
"  formar  una  sabia  constitución  con  el  tiempo.  Esto  no  puede 
"  hacerse  en  un  ensayo." — Para  la  fecha  en  que  va  nuestra 
relación  histórica,  ya  se  habian  desvanecido  los  temores  del 
gobierno  de  la  Union  y  de  los  hombres  pensadores  de  aquel 
pueblo,  y  en  un  largo  y  razonado  mensaje  pidió  el  presidente  á 
las  Cámaras  un  acto  legislativo  que  lo  autorizara  para  reconocer 
á  Colombia  y  las  nuevas  repúblicas  sud-americanas,  como  nacio- 
nes soberanas  é  independientes. — "  Es  manifiesto  á  todos,  decia 
*'  el  mensaje  con  sobrada  sensatez,  que  las  colonias  antes  espa- 
"  fiólas  no  solo  están  en  plena  posesión  de  su  independencia, 

*  Life  oí  J.  Q.  Adams  by  W.  Sewardp  p.  122. 
f  Carta  de  M.  Irvine  al  General  Carrera. — ^Abril  de  1817. 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  135 


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sin:  también,  que,  considerando  el  estado  actual  de  guerra  y 
otras  circunstancias,  no  hay  ni  el  más  ligero  y  remoto  pros- 
pecto de  que  sean  privadas  de  ella  en  lo  futuro.  Cuando  el 
resultado  de  esta  lucha  esta  manifiestamente  decidido,  los  nue- 
vos gobiernos  tienen  derecho  á  ser  reconocidos  y  este  recono 

cimiento  no  debe  resistirse  por  las  demás  potencias " 

La  Comisión  del  Congreso  presentó  un  informe  favorable,  di- 
ciendo en  sustancia  :  "  negar  nosotros  á  los  pueblos  de  la  Amé- 
rica española  el  derecho  á  su  independencia,  sería  renunciar  vir- 
tualmente  á  la  nuestra." — El  Congreso  se  formó  en  comisión 
para  estudiar  la  materia,  y  resolvió  "  reconocer  la  independencia 
de  las  naciones  americanas  antes  provincias  españolas." 

Del  mensage  del  Presidente  y  de  los  trabajos  del  Congreso 
dio  puntual  noticia  el  National  IntélUgencer  del  9  de  Marzo  y 
los  dias  sucesivos ;  notándose  solemnidad  en  la  discusión  é  inte- 
rés general  por  los  bravos  y  virtuosos  pueblos  del  Sur. — ^De 
160  votos  que  se  contaron,  159  fueron  favorables  á  nuestro  re- 
conocimiento;  uno  solo,  el  de  Mr.  Garnett,  se  pronunció  en 
contra. 

No  bien  se  tuvo  conocimiento  del  mensage  de  Monroe,  cuando 
el  Ministro  de  España  en  Washington,  á  la  sazón  Don  Joaquín 
de  Anduaga,  dirijió  una  enérgica  protesta  contra  el  acto  de  reco- 
nocimiento que  se  pretendia. — La  España  deseaba  nuestra  hu- 
millación ;  y  en  este  punto  no  blandeaba. — Ya  desde  29  de 
Noviembre  de  1821  el  Ministro  Bardaxí  habia  dirijido  una 
nota,  (que  puede  calificarse  de  agria,)  al  Encargado  de  Negocios 
de  Portugal  en  Madrid  por  consecuencia  de  haber  reconocido 
la  Corte  de  Rio  Janeiro  la  independencia  de  Buenos-Aires. 
Ahora  que  la  buena  disposición  del  Norte  podia  influir  en  los 
gabinetes  de  Europa  para  declarar  legítimos  nuestros  derechos, 
con  mayor  razón  se  encendió  la  ira  de  Fernando  y  de  sus  adu- 
ladores ;  y  hasta  el  liberal  D.  Francisco  Martínez  de  la  Rosa, 
Secretario  de  Estado,  pasó  una  nota  á  las  Potencias  aliadas  no 
solo  para  disuadirlas  de  reconocer  los  Estados  del  Sur- América 
que  se  llamaban  libres,  sino  para  advertirlas  del  riesgo  que  con 
tal  paso  corrían  los  poderes  legítimos  respectivos. 

Mr.  J.  Quincy  Adams  contestó  débilmente  á  Anduaga,  (6  de 
Abril ;)  mas,  la  verdadera  respuesta  á  las  razones  (si  la  injusticia 
puede  tener  alg  mas)  de  Bardaxí,  de  Anduaga  y  de  Martínez,  de 


136  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

la  Rosa,  se  halla  en  la  famosa  circular  que  el  Señor  Zea  pasó  á 
todos  los  gabinetes  de  Europa  y  Estados  Unidos  de  América 
con  referencia  á  Colombia. — Gomo  esta  circular  no  es  conocida, 
y  realmente  es  un  documento  de  primer  orden,  mis  lectores 
me  permitirán  que  la  inserte  en  sus  principales  puntos. 

Decia  así : 

París,  8  de  Abril  de  1822. 
Señob  : 

£1  ruido  de  la  lucha  que  la  América  acaba  de  sostener  contra  la  Espafia, 
ha  resonado  en  todo  el  universo. — Si  es  permitido  ignorar  sus  maraTi- 
llosos  pormenores,  ninguna  duda  puede  al  menos  formarse  sobre  los  in- 
mensos resultados  obtenidos  á  fuerza  de  combates  y  TÍctorias. — La  Amé- 
rica deprimida,  esclavizada  durante  tres  siglos,  ha  sacudido  el  yugo  de 
la  metrópoli— La  Espafia  no  es  ya  nada  mas  allá  de  los  mares  que  bafian 
la  Península. — La  Espafia  despoblada,  sin  marina,  sin  industria,  i  habría 
sido  capaz  de  retener  por  más  tiempo  bigo  de  sus  leyes  un  Continente  en- 
tero separado  de  ella  por  el  vasto  océano  ? — La  independencia  no  ha 
hecho  pues  más  que  restablecer  el  orden  natural,  y  puesto  término  á  males 
infinitos  que  producía  necesariamente  un  enlace  desigual — ^La  Espafia 
expulsada  para  siempre  de  las  playas  de  América,  no  posee  ningún  medio 
de  volver  á  pisarlas.  Dividida  en  su  interior ;  privada  de  las  minas  de 
Méjico  y  del  Perú,  ¿  en  dónde  tomaría  soldados  para  expediciones  lejanas  ? 
I  Cómo  bastaría  á  cubrir  los  gastos  necesarios  para  reconquistar  lo  que  ha 
perdido  ?  Los  puertos,  las  bahías,  los  puntos  fortificados  están  en  poder 
de  los  americanos.  Todos  los  emblemas  de  la  superioridad  europea  han 
desaparecido :  los  leones  y  las  torres  de  Castilla  han  cedido  el  lugar  á  los 
colores  de  la  independencia  y  de  la  libertad.  En  aquellos  vastos  países 
que  tan  largo  tiempo  fueron  el  manantial  de  la  grandeza  espafiola  y  el 
teatro  de  una  dominación  extrangera,  no  quedan  ya  sino  osamentas  es- 
parcidas de  guerreros  que  fueron  enviados  para  oponerse  á  nuestros  des- 
tinos. En  todas  partes  se  forman  Estados  nacientes,  fundados  sobre  las 
mismas  bases,  igualmente  favorecidos  por  la  naturaleza :  poderosos  en 
recursos  locales :  ufanos  con  un  porvenir  que  no  puede  engafiarlos.  El 
'Clima  solo  los  protejería  contra  invasiones  temerarias,  si  el  valor  acreditado 
de  sus  habitantes  no  ofreciese  la  mejor  de  todas  las  garantías. 

Entre  esos  Estados  se  eleva  el  de  Colombia  I 

Doce  afios  de  una  guerra  implacable  no  ha  podido  abatirlo  ni  desalen- 
'tar  su  marcha. 

Colombia  ha  recojido  el  firuto  de  sus  nobles  trabajos :  eUa  es  lihré,  90- 
lerana,  independiente. 

Bien  pronto,  todos  esos  Estados  formarán  una  asociación  completa,  so- 
lemne y  Qar&n  de  común  acuerdo  las  basas  de  esa  gran  federación  contra 
la  cual  todo  ataque  exterior  sería  más  absurdo  que  peligroso.  La  coalición 
del  mundo  civilizado  (si  fuera  posible)  encallaría  delante  de  esta  barrera. 
Asi,  habiendo  llegado  al  punto  en  que  se  mira  asimilada  de  hecho  y  de 


VIDA  DE  BOLÍVAB,  137 

deorecho  &  i  xlas  las  nadonea  existentes,  la  América  no  tiene  más  que  ha- 
cerse reconocer  por  la  gran  familia  de  qae  forma  parte  y  á  quien  su  aso- 
ciación no  puede  menos  que  ofrecer  yentajas 

La  República  de  Oolombia  tiene  todo  lo  que  caracteriza  á  los  gobiernos 
reconocidos  sobre  la  tierra.  A  ninguno  de  ellos  pregunta  por  qué  derecho 
han  llegado  á  ser  lo  que  son  :  ellos  existen  y  esto  es  todo  lo  que  le  im- 
porta saber. — Colombia,  respeta  todo  lo  que  existe :  ella  tiene  derecho  á 
la  reciprocidad:  ella  lapide  y  esta  demanda  no  es  dictada  ni  por  el  inte- 
rés ni  por  el  temor :  uno  y  otro  motivo  son  indignos  de  una  Nación  ge- 
nerosa.— Colombia  tiene  la  convindon  intima  de  su  fuerza.  Si  inyita  á 
todos  los  pueblos  &  partir  con  ella  los  tesoros  que  le  prodiga  naturaleza, 
es  más  bien  por  un  sentimiento  de  generosidad  que  por  un  espíritu  de 
cálculo.  Cualquiera  que  se  aproxime  á  Colombia  con  intenciones  bené- 
ficas y  benévolas  podrá  con  toda  seguridad  aprovechar  la  ftiente  común 
de  nuestras  riquezas.  Tal  es  la  tínica  base  de  las  relaciones  que  estamos 
celosos  de  establecer  con  todos  los  pueblos  de  la  tierra :  cordialidad,  li- 
hertad,  reciprocidad.  Los  celos,  la  desconfianza  que  en  otros  tiempos  se- 
paraban las  diversas  nadones  y  las  armaban  unas  contra  otras,  están  dea- 
terrados  de  la  legislatura  igualmente  que  del  espíritu  de  nuestros  conciu- 
dadanos. Jamas  desmentiremos  los  principios  filantrópicos  por  los 
cuales  ha  corrido  nuestra  sangre  con  tanta  abundanda  en  los  cam- 
pos de  batalla  y  en  los  cadalsos.  Pero,  después  de  haber  llenado 
así  todos  sus  deberos  respecto  de  las  otras  nadones,  Colombia  se 
debe  á  sí  misma  cxijir  que  sus  propios  derechos  sean  igualmente 
reconocidos.  —  Colombia  no  tiene  los  suyos  de  nadie.  Ella  se  ha 
formado  fi  si  misma  y  cuenta  con  sus  propios  medios  para  sostenerse 
independiente,  fuerte^  libre,  invidnerctble.  Ella  no  obedece  sino  &  un  senti- 
miento de  benevolenda :  solo  aspira  á  hacer  f&ciles,  amigables,  útiles  sus 
reladones  con  los  que  traten  con  ella,  ün  vasto  y  rico  continente  habi- 
tado por  pueblos  civilizados  no  puede  permanecer  extrangero  al  resto 
del  mundo.  Sin  embargo,  seiía  difTcil  concebir  relaciones  durables,  ven- 
tajosas y  cuiil  reclama  el  interés  del  comerdo  entre  unos  Estados  cuyos  , 
gobiernos  no  se  rcconodesen  redprocamente....... 

El  paso  dado  por  el  Congreso  de  los  Estados  unidos  del 
Norte  para  reconocer  la  independencia  de  Colombia,  fué  segui- 
do por  otras  potencias  europeas  ;  y  aquella  joven  nación  creada 
por  Bolívar  quedó  admitida  como  igual  en  la  gran  sociedad  de 
las  naciones,  y  la  alumbró  el  sol,  padre  de  la  vida,  con  nuevo 
resplandor,  nueva  alegría,* 

En  los  aplausos  de  tan  fausto  evento,  volvamos  ahora  á  Pasto 

*  Es  este  el  logar  de  hacer  una  observacioa  cariosa  fondada  en  hechos  qoe 
n.  admiten  contradicción.    Coando,  abandonados  á  noestra  propia  soerte,  en 


138  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

donde  dejamos  al  Libertador  acariciado  de  la  fortuna,  libre  ya 
de  los  trabajbs  y  peligros  de  la  guerra  que  por  aquel  punto  se 
ofrecian,  mostrando  tanta  generosidad  para  con  los  rendidos, 
como  esfuerzo  y  pujanza  habia  mostrado  contra  el  enemigo. 

En  el  momento  que  Bolívar  entró  en  Pasto,  organizó  el  terri- 
torio libertado  desde  el  rio  Carchi,  cerca  de  Tulcan,  hasta  el 
rio  Mayo.  Eso  formó  la  provincia  llamada  de  los  Pastos.  Nom. 
bró  al  Coronel  Antonio  Obando  por  bu  gobernador,  y  aseguró  á 
los  pastusos  que  las  leyes  benéficas  de  Cohmhia  eran  el  garante 
de  8U8  libertades;  dio  varias  resoluciones  para  el  arreglo  de  la 
administración  interior,  é  hizo  marchar  á  Salom  con  algunas 
fuerzas  para  Quito  donde  pensaba  él  fijar  su  cuartel  ge- 
neral. 

Bolívar  era  gran  organizador,  y  poseia  en  superior  escala  el 

sentimiento  del  orden.  Administraba  en  todas  partes  :  celaba 
el  cumplimiento  de  la  justicia  :  promovia  la  educación  de  la  ju- 
ventud y  el  aumento  del  comercio,  y  sobre  todo  no  permitía  la 
más  leve  injuria  á  la  autoridad  de  la  ley. 

Estando  en  Pasto  recibió  un  oficio  del  Obispo  de  Popayan, 
D.  Salvador  Jiménez  de  Padilla,  hombre  vehemente  y  de  los 
más  incansables  en  la  predicación  contra  Bolívar  y  los  rebeldes 
excomulgados  que  le  seguian,  en  el  cual  solicitaba  del  Liberta- 
dor pasaporte  para  regresar  á  España,  "en  donde  solo  apetezco, 
"  decia,  vivir  retirado  en  un  rincón  de  un  claustro  para  concluir 
"  mis  dias  con  tranquilidad  y  reposo." — El  Sr.  Jiménez  comen- 

los  principios  de  nuestra  transformación  política,  yolyimos  los  ojos  á  la  Inglaterra 
y  á  los  Estados  Unidos  del  Norte,  alcanzamos  poco  de  aquella  nación,  nada  de 
esta.  Y,  I  cosa  admirable  I  desde  1811,  el  Gran  Canciller  de  Rusia,  Conde  de 
Bomansoff,  comunicó  al  Señor  Luis  López  Móndez,  agente  de  Venezuela  en  Lon- 
dres, una  resolución  de  S.  M.  el  Emperador  de  todas  las  Rusias,  admitiendo  el 
pabellón  yenezolano  en  los  puertos  de  aquel  imperio,  en  la  propia  fvnna  que  el 
de  los  demae  pueblos  netUralea.  La  Francia,  la  Suecia,  la  Holanda,  la  Dinamarca, 
no  hicieron  esta  declaración  sino  en  1822.  La  Inglaterra  no  declaró  legal  el 
comercio  con  Colombia  sino  el  27  de  Abril  de  1822.  Nada  de  cuanto  se  hizo 
pudo  Inducir  al  Lord  Londonderry  y  á  los  ministros  sus  predecesores  á  entrar  en 
relaciones  directas  con  nosotros. — ^Mucho  amor  nos  profesaba  el  pueblo  inglés : 
allí  estaban  nuestros  mejores  amigos ;  los  más  decididos  y  generosos ;  los  que 
no  contentos  con  auxUiarnos  desde  lejos,  pasaron  el  Océano  y  vinieron  á  partici- 
par de  nuestras  priyaciones  y  peligpros  en  los  campos  de  batalla.  En  los  distri- 
tos manufactureros  de  la  Gran  BretaS%  ee  hacian  peticiones  para  que  el  gobierno 
nos  ayudara ;  la  prensa  nos  sostenía ;  el  Parlamento  nos  alentaba ; — ^pero  el 
gabinete  no  se  ¡Testó  á  nada......  hasta  Abril  de  1822 1 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  139 

zaba  á  sentir  ya  el  tedio  de  la  vida,  «después  que  vio  frustra- 
das sus  diligencias  realistas  en  las  que  se  dio  tanto  afán. — El 
Libertador  no  le  concedió  el  pasaporte  que  solicitara  ;  antes  le 
escribió,  haciéndole  varias  reflexiones  sobre  la  orfandad  en  que 
dejaría  á  sus  ovejas  y  diciéndole  que  su  primer  deber  era  cui- 
dar su  grey  que  le  estaba  especialmente  encomendada.  "  El 
"  mundo  es  uno,  anadia  el  Libertador ;  la  religión  es  otra.  El 
"  heroismo  profano  no  es  el  heroísmo  de  la  virtud  y  de  la  reli- 
"  gion.  Un  guerrero  generoso,  atrevido  y  temerario,  es  el  con- 
"  traste  más  elocuente  de  un  pastor  de  almas.  Catón  y  Sócra- 
**  te%  los  seres  privilegiados  de  la  moral  pagana,  no  pueden  ser- 
"  vir  de  modelo  á  los  proceres  de  nuestra  sagrada  religión.  Por 
"  tanto,  yo  me  atrevo  á  pensar  que  V.  S.  I.,  lejos  de  llenar  el 
"  curso  de  su  carrera  religiosa  en  loa  términos  de  su  deber,  se 
'*  aparta  notablemente  de  ellos  abandonando  la  Iglesia  que  el 
"  Cielo  le  ha  confiado,  por  causas  políticas  y  de  ningún  modo 
"  conexas  con  la  viña  del  Señor." 

El  Obispo  Jiménez  de  Padilla,  después  de  esta  carta  de  Bolí- 
var, volvió  á  Popayan,  ejerció  su  ministerio  episcopal,  y  obró 
eficazmente  en  favor  de  la  consolidación  de  la  República. 

En  la  mañana  del  11  de  Junio  partió  el  Libertador  para 
Quito  con  200  infantes  de  "Vencedor"  y  "  Rifles"  y  un  escua- 
drón de  granaderos  montados. — En  Tiíquerres,  en  Ibarra,  Otá- 
balo y  demás  ciudades  del  tránsito,  fué  recibido  con  entusiasmo. 
Aquellos  pueblos  revivían  con  la  vista  de  su  Libertador. 

Este  llegó  á  Quito  el  16  de  Junio  por  la  tarde. 

La  entrada  del  Presidente  de  Colombia  en  la  capital  de  Quito 
fué  un  verdadero  triunfo,  más  grande,  más  glorioso,  sin  duda, 
que  el  de  los  conquistadores.  Todos  los  habitantes,  sin  excep- 
ción, salieron  para  manifestar  al  Libertador,  á  competencia,  su 
reconocimiento  por  el  beneficio  que  les  habia  hecho  librándolos 
del  yugo  español. — La  municipalidad,  que  se  habia  reunido,  lla- 
mando á  su  seno  á  todas  las  autoridades,  corporaciones  y  perso- 
nas notables,  celelbró  una  acta  en  que,  "  á  nombre  del  pueblo 
que  componía  el  antiguo  reino  de  Quito,  reconociéndose  en  po- 
sesión de  sus  derechos  imprescriptibles  por  medio  del  Genio  tu- 
telar de  Colombia,  por  la  mano  del  inmortal  Bolívar,  manifes- 
taba reunirse  á  la  República  de  Colombia,  teniéndose  como 
parte  integrante  de  esta." 


1 


140  VIDA  DE  BOliVAB. 

La  municipalidad  acordó  también  que  se  erijiese  una  pira 
mide  sobre  el  campo  de  Pichincha,  en  el  lugar  de  la  batalla,  que 
debia  llamarse  en  adelante  Cima  de  la  Libertad^  con  esta  ins- 
cripción :  Loa  hijos  del  Ecuador  á  SIMÓN  BOLIVAB,  án- 
gel déla  paz  y  déla  libertad  ooUmbiana,  Debia  seguir  en  el 
mismo  frente  el  nombre  del  General  Sucre,  y  debajo :  (^rmto 
libre  el24t  de  Mayo  de  1822  ; 

Que  se  pusiese  en  el  frontispicio  de  la  sala  capitular  un  lápi- 
da que  recordase  á  la  posteridad  el  dia  feliz  en  que  Quito  habia 
recobrado  sus  derechos  y  el  nombre  del  Libertador ; 

Que  se  colocase  en  la  municipalidad  y  en  los  salones  de  pala- 
cio los  bustos  del  Libertador  de  Colombia  y  del  General  Sucre; 

Que  una  diputación  del  pueblo  quiteño  presentase  al  Li- 
bertador Presidente  una  medalla  de  piedras  preciosas  con  un 
sol  naciendo  sobre  las  montañas  del  Ecuador etc. 

La  municipalidad  acordó  también  distinciones  honoríficas  al 
Ejército  Libertador. 

Bolívar  recibió  con  gozo  el  acta  de  los  notables  de  Quito,  y 
les  contestó  el  20  de  Junio,  diciendo  á  la  municipalidad  : 

SeI^obbb  : 

£1  gozo  de  Colombia  ha  llegado  &  su  colmo,  al  recibir  en  bu  seno  el 
pueblo  de  la  República  que  leyantó  el  primero  el  estandarte  de  la  liber- 
tad y  de  la  ley  contra  la  usiirpacion  extrangera. — El  acto  augusto  que 
tan  espontáneamente  hacen  los  representantes  del  pueblo  de  Quito,  de 
reconocimiento,  de  adhesión  y  de  amor  4  la  República  de  Colombia,  es 
para  este  pueblo  un  principio  eterno  de  bien,  y  para  Colombia  un  eterno 
motivo  de  gratitud  hada  los  primeros  ciudadanos  de  la  capital  del  Sur. 
— Quito  llevará  consigo  siempre  el  rasgo  más  distintivo  de  su  gran  des- 
prendimiento, y  del  conocimiento  más  perfecto  de  una  política  sublime  y 
de  un  patriotismo  acendrado.— En  recompensa  á  tantos  títulos  por  la 
prosperidad  de  Colombia,  esta  agotará  su  poder  y  su  deseo  en  derramar 
sobre  la  generosa  Quito  todos  los  canales  de  la  riqueza,  de  la  industria, 
de  la  libertad,  y  del  bien-estar  nacional. 

Puede  contar  él  Sur  de  Colombia  con  que  las  facultades  flimitadas  que 
el  Congreso  general  me  ha  concedido,  se  extenderán  ilimitadamente  en 
beneficio  de  la  tierra  querida  de  la  patria,  y  de  la  última  víctima  del  des- 
potismo. 

El  testimonio  do  reconocimiento  con  que  señala  la  Ilustre  Municipali- 
dad de  Quito  sus  sentimientos  generosos  hacia  los  militares  que  trajeron 
sus  vidas  para  inmolarlas  en  las  faldas  inaccesibles  de  los  volcanes  de 
Pasto  y  P-'ihincha,  por  la  libertad  de  Quito,  quedará  gravado  en  el  fondo 


YIDA  DE  BOIÍTAB.  141 

del  corazón  de  nnestros  guerreros,  mas  amantes  de  la  gratltad  nacional 
qae  de  la  gloria  militar. — ^Pero,  este  testimonio  del  aprecio  de  Quito  por 
8118  libertadores,  debe  ser  sometido  á  los  representantes  del  pueblo,  para 
que  su  aprobación  le  dé  un  nuevo  realce  á  sus  propios  ojos  y  á  los  de  to- 
dos los  Colombianos,  que  nada  anhelan  que  no  esté  de  acuerdo  con  la 
wduntctd  de  todos  y  la  aprobación  de  los  proceres  de  la  Bepública. 

Mientras  tanto,  yo,  á  nombre  del  ejército  libertador,  no  puedo  expresar 
bastantemente  cu&nto  queda  agradecido  á  lo  que  el  pueblo  de  Quito  ha 
hecho  en  su  obsequio  para  romortalizar  sus  yictorias  y  su  gloria  cívica 
por  la  redención  de  sus  mejores  hermanos. 

Dios  guarde  á  vuestras  sefiorias  muchos  anos. 

BoiivAB. 

El  Libertador  se  consagró  inmediatamente  á  organizar. — Las 
provincias  de  Quito,  Cuenca  y  Loja  compusieron  el  vasto  y  po- 
puloso departamento  del  Ecuador. — Sucre,  ascendido  ya  á  (Ge- 
neral de  división,  fu¿  nombrado  para  gobernarle. — La  educación 
pública  recibió  una  protección  directa  del  Libertador.  Este 
decretó  también  la  apertura  del  camino  de  Esmeraldas  y  la  crea- 
ción' del  puerto  del  mismo  nombre  ;  dio  ascenso  y  distinciones 
á  la  división  peruana  que  combatió  en  Pichincha,  y  escribió  á 
San  Martin,  Protector  del  Perií  ( 17  de  Junio),  dicióndole : 
"*  que  la  guerra  en  Colombia  estaba  terminada  y  su  ejército 
"  pronto  á  marchar  donde  quiera  que  sus  hermanos  lo  Uama- 
^  sen,  muy  particularmente  á  la  patria  de  nuestros  vecinos  del 
"  Sur...." 

A  imitación  de  Quito,  escribe  Baralt,  se  declaró  también 
Guayaquil  unido  á  Colombia  por  el  órgano  de  una  asamblea  po- 
pular reunida  el  81  de  Julio. — Desde  entonces  quedó  adherido 
á  la  gran  república,  y  pocos  dias  después etc. 

Esto  fué  así  en  su  último  periodo ;  mas  los  acontecimientos 
que  precedieron  no  deben  pasarse  en  silencio. — La  cuestión 
''  Guayaquil "  llegó  á  asumir  un  aspecto  muy  grave.  En  poco 
estuvo  que  ella  fuese  la  causa  de  guerra  entre  el  Perú  y  Colom- 
bia, cuando  los  españoles  dominaban  aun  en  Pasto  y  Quito I 

— ^El  Libertador  se  vio  obligado  a  ir  personalmente  allá  ;  y  no 
me  sería  dable  explicar  su  viaje  y  más  que  todo  su  proclama  de 
13  de  Julio  (que  pronto  conoceremos),  sin  traer  desde  el  origen 
la  serie  y  enlace  de  los  sucesos. 

Paso  á  describirlos,  pues,  tan  compendiosamente  como  me  sea 
podble. 


I 


CAPÍTULO  XXXVIIL 
1822. 

SucnrTA  RBLAaON  DI  LOe  HECHOS  POflTBRIOSBS  k  LA  INDBPBNDBNCIA  01  OÜATAQüIL  T 
FRBCBDBNTn  1  LA  INCOBPORACION  DB  B8TA  PBOTINCIA  1  OOLOMBIA—BNTKADA  DBL 
UBBRTADOS  BK  QUATAQÜIL— «U  PROCLAMA  1  LOS  GüATAQüILBftoS— TOMA  BL  MANDO 
POLÍTICO  T  MILITAR  DB  LA  PROVINCIA. 

CONTADO  está  al  fin  del  capítulo  XXXII  y  priacipio  del 
XXXm  que  Guayaquil  se  declaró  independiente  de  la 
España  en  Octubre  de  1820,  y  que  el  Libertador  ordenó  al 
Greneral  Sucre  trasladarse  á  aquella  plaza  y  negociar  con  su  go- 
bierno proTÍ8orio  la  incorporación  del  territorio  á  Colombia.... 

Ya  desde  los  dias  del  armisticio  ajustado  en  Santa  Ana  por 
Bolívar  y  Morillo,  Guayaquil  habia  quedado  fuera  de  las  demar- 
caciones establecidas  en  dicho  pacto,  porque  el  General  Ayme- 
rich  decia  que  aquella  provincia  dependía  del  Perú,  lo  que  no 
era  cierto. 

Los  gobernantes  de  Guayaquil,  singularmente  D.  José  Joaquin 
Olmedo,  que  habia  sido  diputado  á  las  Cortes  de  España  y 
cuyos  talentos  y  buena  literatura  le  daban  merecido  influjo,  de- 
seaban conservar  la  provincia  libre  del  yugo  peninsular  é  inde- 

(148) 


144  ■  VIDA  DB  BOLÍVAR. 

pendiente  al  mismo  tiempo  de  Colombia :   situación  absurda, 
pero  que  entonces  llegó  á  considerarse  políticamente  posible. 

El  Protector  San  Martin  que  conocía  la  importancia  de  poseer 
á  Guayaquil,  no  vaciló  un  momento  en  despachar  un  comisiona- 
do, el  General  D.  Tomás  Guido,  á  solicitar  la  anexión  de  Gua- 
yaquil al  Perú.  Esta  idea  estaba  también  favorecida  con  ahinco 
por  un  partido  fuerte  que  obraba  en  el  propio  Guayaquil ;  pero 
la  Junta,  que  presidia  Olmedo,  e^'adió  la  instancia,  reconocién 
dose  sin  facultades  para  un  paso  de  tan  graves  consecuencias. 

Tampoco  Sucre  pudo  alcanzar  nada  por  su  parte ;  pero  la 
Junta  celebró  con  él  un  convenio,  mediante  el  cual  se  puso  bajo 
la  protección  de  Colombia  para  defender  su  independencia. 

Sucre  se  dedicó  á  organizar  las  tropas  colombianas  que  tenia 
a  sus  órdenes  y  logró  formar  los  batallones  "  Libertador,"  "  San- 
tander" y  "  Albion"  con  algunos  dragones. — Mas,  los  españoles 
que  habia  en  Guayaquil,  en  secreta  inteligencia  con  Aymerich, 
tramaron  una  contra-revolución  que  puso  á  la  Junta  en  apurado 
conflicto.  Cuando  esta  menos  lo  esperaba,  (como  sucede  siem- 
pre ¿  los  imprevisivos,)  oyó  proclamar  al  Rey  de  España  y  vio 
venirse  abajo  el  edificio  de  su  gobierno  independiente.  Sucre 
voló  desde  Samborondon  á  Guayaquil  trayendo  fuerzas  suficien- 
tes, y  según  la  expresión  de  un  escritor  de  mucho  peso  "  sin  la 
"  presencia  y  el  respeto  de  la  división  colombiana  y  de  sus  ge- 
"  fes,  se  habría  perdido  la  provincia  de  Guayaquil,  sin  que  la 
"  junta  hubiera  podido  resistir  á  la  tempestad." 

No  se  desalentó  Aymerich  por  el  malogro  de  la  contra-revo- 
lución que  excitara  en  Guayaquil ;  antes  bien  determinó  hacer 
una  invasión  y  marchó  el  mismo  al  frente  de  sus  tropas.  Sucre 
le  salió  al  encuentro  y  bien  que  con  inferiores  fuerzas  lo  derrotó 
en  Yaguachí. — Abandonó  Aymerich  el  campo  ;  y  tan  vergonzosa 
fué  su  retirada,  que  tuvo  más  bien  visos  indudables  de  dis- 
persión  

Después  de  esta  jornada  tan  célebre  que  aseguró  la  indepen- 
dencia de  Guayaquil,  Sucre  trató  de  aprovechar  su  prestigio 
para  ver  si  conseguía  entonces  la  incorporación  de  Guayaquil  á 
Colombia. — Declaró  el  Cabildo  que  los  votos  de  la  provincia 
eran  unánimes  por  la  reunión  á  la  República ;  pero  opinó  por 
que  debia  convocarse  un  colegio  electoral  para  que  así  lo 
resolviera. 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  146 

En  efecto,  el  cabildo  expidió  la  convocatoria. 

Aunque  no  toque  inmediatamente  á  la  cuestión  "  QuayaquiV'  el 
hecho  honroso  que  voy  á  referir,  permítanme  mis  lectores  que  les 
informe,  que,  en  aquellas  circunstancias,  se  presentó  un  oficial  rea- 
lista, el  nombre  del  cual  era  Francisco  Jiménez,  enviado  por  el  Ge- 
neral Aymerich  para  proponer  cange  de  prisioneros.  Todos  los 
soldados  americanos  (doscientos  cincuenta,)  se  resistieron  á  ser 
cangeados,  diciendo  que  "  no  querian  servir  á  los  tiranos  de  su 
patria." — El  comisionado  no  tuvo  nada  que  hacer  en  este  punto, 
y  los  prisioneros  se  alistaron  bajo  las  banderas  de  Sucre. 

Entre  tanto,  rehechos  los  realistas  presentaron  otra  vez  ba- 
talla á  Sucre  en  las  cercanías  de  Ambato,  y  el  éxito  fué  com- 
pletamente desgraciado  para  nosotros. — Sin  embargo,  pudo  el 
experto  General  Sucre  defender  aun  á  Guayaquil.  Pero  el  de- 
sastre inesperado  de  Ambato  influyó  de  tal  género  en  los  áni- 
mos sobre  la  cuestión  "  incorporación,"  que  aquellos  mismos  sen- 
timientos que  después  del  triunfo  de  Yaguachí  eran  uniforme- 
mente favorahlea ,  luego  dejaron  de  serlo. — Vióse  la  ciudad 

dividida  en  bandos  y  parcialidades,  con  tal  calor  y  animación,  que, 
Sucre  mismo,  temiendo  un  desorden  de  consecuencias  funestas,  y 
que  la  división  perjudicara  á  la  defensa  contra  los  españoles, 
propuso  que  la  cuestión  se  considerase  en  otra  oportunidad. 

Llego  á  la  sazón  el  Coronel  Diego  Ibarra,  edecán  del  Liber- 
tador, con  pliegos  de  este  para  Sucre,  San  Martin,  O'Higgins  y 
otras  personas  influyentes  del  Sur. — Bolívar  ofrecia  al  Protector 
del  Perú  su  generosa  ayuda  para  libertar  la  América,  y  le  ana- 
dia que  al  frente  de  alguna  fuerza  marchaba  para  Guayaquil. — 
En  el  acto,  el  Protector,  que  deseaba  acelerar  la  realización  de 
aquellos  planes  que  Bolívar  desde  Caracas  le  anunciara,  envió  á 
Guayaquil  al  General  D.  Francisco  Salazar  con  el  plausible  en- 
cargo de  felicitar  al  Libertador  cuando  llegase  ;  mas  en  secreto 
llevaba  otro,  muy  estrechamente  recomendado  : — ^promover  y  sos- 
tener la  incorporación  de  Guayaquil  al  Perií. 

En  tanto  Sucre  permanecía  en  sus  estancias  de  Babahoyo.. 
Era  su  plan  defender  los  rios  y  pasos  difíciles  mientras  le  llega- 
ban refuerzos  de  Colombia  para  moverse  con  suceso  sobre  Loja,. 
Cuenca,  etc. — Cuando  á  pocos  dias  volvió  á  Guayaquil,  halló  la 
ciudad  más  dividida  aun,  ó  mejor  dicho,  más  fuertemente  divi- 
dida en  el  punto  de  incorporación  á  Colombia. — Querian.  unos,. 

10 


146  VIDA  DE  BOliVAIL 

(entre  estos  el  más  considerable  era  Olmedo)  que  la  provincia 
se  erijiera  en  República  independiente,  especie  de  territorio  an- 
seático intermedio  entre  Colombia  y  el  imperio  de  los  Incas. 
Querían  otros  que  resueltamente  se  agregara  al  Perú  ;  y  de  este 
modo  de  pensar  eran  los  Señores  D.  Rafael  Jimena  y  D.  Fran- 
cisco Roca,  miembros  con  D.  Joaquín  Olmedo  de  la  Junta  gober- 
nadora. Otros,  en  fin,  estaban  por  la  incorporación  á  Colombia, 
señalándose  entre  los  más  fervorosos  el  cantón  Portoviejo,  de 
los  más  poblados  6  importantes  de  Guayaquil. 

Sucre  obró  con  tino,  comoi  siempre,  en  aquella  crítica  emer- 
gencia ;  habiéndose  dedicado  á  suavizar  los  partidos  opuestos  á 
Colombia. — Él  era  muy  diestro  en  esos  propósitos  de  calmar  las 
pasiones  tempestuosas.  Astuto,  diligente,  lleno  de  ardides  y  de 
sutilezas  de  ingenio,  valerosísimo  en  la  guerra,  en  las  materias 
diplomáticas  hábilmente  avisado,  rara  vez  dejaba  de  obtener 
éxito  en  lo  que  proyectaba. 

Pero  las  cosas  tomaron  entonces  un  curso  peligroso. 

El  Libertador  que  iba  á  abrir  la  campaña  sobre  Pasto,  ordenó 
a  Sucre  que  hiciera  una  diversión  al  enemigo  por  Cuenca  y 
Riobamba. — Sucre  obedeció,  como  sabemos,  sacando  la  mayor 
parte  de  sus  fuerzas  de  Guayaquil,  donde  quedó  el  General  La- 
mar  con  el  cargo  de  Comandante  general  de  la  provincia  que  la 
Junta  le  confiriera. — Lámar  se  habia  declarado  peruano,  contra 
los  ínteres  de  su  patria  ;  era  amigo  íntimo  de  Salazar,  el  enviado 
de  San  Martin,  y  se  sabia  que  este  no  cejaba  en  el  intento  de 
adquirir  á  Guayaquil.* 

Temia  Sucre  con  razón,  que  las  intrigas  se  redoblaran  durante 
flu  ausencia,  y  que  quizas  triunfaran  por  un  golpe  de  mano  los 


*  El  General  D.  José  Lámar  era  natural  de  Quayaqufl  y  fíié  educado  en  Es- 

-paSa.    En  1798  hizo  con  crédito  la  campaña  de  Rosillon.    Era  á  la  sazón  te* 

-üiente. — HaUóse  en  el  primer  sitio  de  Zaragoza  donde   fué    herido.  (1808.) 

Estando  en  el  hospital  de  Tadela  por  consecuencia  de  sus  heridas,  quedó  iuclui- 

■  do  en  la  capitulación  del  ejército  de  Blake  y  fué  trasladado  á  Francia.    En  1813 

logró  burlar  la  vigUancia  de  su  guardia  en  Beaune  y  se  escapó  para  Madrid. 

En  1814  el  Rey  premió  sus  servicios  haciéndole  brigadier,  y  dos  años  después 

vino  á  Lima  con  el  título  de  Inspector  General  del  Ejército  del  Perú. — Cuando 

San  Martin  bloqueó  el  Callao.  Lámar  estaba  allí  como  Gobernador  de  la  plaza, 

y  fué  él  quien  firmó  la  capitulación  por  la  que  se  rindió  la  fortaleza.     Retiróse 

.  entonces  á  Guayaquil  y  luego  se  alistó  en  las  banderas  republicanas,  sirviendo 

1  activamente  en.  el  Perú. 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  147 

enemigos  de  Colombia ;  mas,  á  pesar  de  tan  triste  consideración, 
obedeció  la  orden  de  Bolívar  y  distrajo  la  atención  del  enemigo, 
que,  de  otro  modo,  habría  caido  de  lleno  sobre  las  reducidas 
fuerzas  que  iban  á  someter  á  la  indomable  Pasto. 

El  Libertador  cuya  atención  estaba  en  todo  y  que  no  olvidaba 
los  deberes  políticos  por  atender  á  los  cuidados  propios  del  car 
pitan,  ofició  á  la  Junta  de  Guayaquil  instándole  á  que  realizara 
pronto  la  incorporación  de  la  provincia  á  Colombia.  Y  este 
paso  lo  llevó  muy  á  mal  San  Martin,  quien  convocó  al  Consejo 
de  Estado  para  que  le  consultara  si  declararía  6  no  la  gtcerra 
á  Cólomhia. — El  Consejo  opinó  que  sí,  con  excepción  del  Minis- 
tro Monteagudo  y  del  General  Alvarado. — Por  fortuna,  los  su- 
cesos que  no  daban  vagar  para  nada,  llamaron  entonces  hacia 
otros  puntos  la  atención  de  San  Martin  y  no  le  permitieron  con- 
sumar el  escándalo  de  hacer  la  guerra  á  sus  hermanos,  cuando 
no  estaban  libres  de  las  cadenas  de  la  opresión  común. 

La  fama  de  los  triunfos  de  Bombona  y  Pichincha  no  dejaría 
de  entrar  por  algo  en  dulcificar  la  acritud  del  gobierno  del  Pro- 
tector, ¡  que  tanto  vale  vencer  I  Pero  debo  confesar  para  ser 
justo,  que  ya  desde  poco  antes  se  notaba  menos  tirantez  en  la 
cuestión  "  Guayaquil." 

Nuestro  plenipotenciario  Mosquera  habia  presentado  al  Sr. 
Monteagudo,  Secretario  de  Estado  de  San  Martin,  un  proyecto 
de  "tratado  de  unión,  liga  y  confederación  perpetua  entre  el  Pera 
y  Colombia  :"  proyecto  elaborado  por  Gual  para  elevarlo  á  ley 
internacional  con  Chile,  Buenos  Aires  y  el  Perú. — Monteagudo 
fué  nombrado  negociador  por  su  gobierno.  Examinó  el  pro- 
yecto, y  solo  encontró  un  artículo  que  ofrecia  de  pronto  alguna 
dificultad  :  fué  este  el  que  comprendía  á  Guayaquil  en  el  ter- 
ritorio de  Colombia. 

Larcas  y  repetidas  fueron  las  conferencias  sobre  tan  espi- 
nosa materia,  y  se  convino  al  fin  en  dejar  indeciso  el  arreglo 
de  límites  para  que  por  un  convenio  particular  se  terminasen 
las  diferencias  que  existían. 

Ya  para  esta  época  se  hallaba  el  Libertador  en  Quito  ;  y 
miraba  con  disgusto  que  faltase  aun  Guayaquil  para  completar 
en  el  Sur  la  integridad  de  Colombia.  Resolvió  pues  ir  perso- 
nalmente á  aquella  ciudad  y  terminar  el  estado  fastidioso  de 
indecisión.    Hizo  marchar  tres  batallones,  y  que  siguiera  la 


148  VIDA  DE  BOliVAB. 

misma  ruta  la  división  peruana  de  Santa  Cruz  que  se  restituia 
á  su  patria. 

El  jueves  11  de  Julio,  á  las  5  de  la  tarde,  entró  el  Libertador 
en  Guayaquil. — Apenas  pudo  divisarse  la  falúa  en  que  venia, 
cuando  empezó  una  salva  general.  Toda  la  ciudad  se  puso  en 
movimiento  y  corrió  ansiosa  al  punto  del  desembarco.  An- 
helaban todos  conocer  á  Bolívar.  Todos  querianver  y,  si  fuera 
dable,  tocar  aquel  hombre  extraordinario  que  tenia  la  propulsión 
fecunda  y  radiante  del  genio  ;  que  obraba  sobre  las  masas  por 
el  brillo  prodigioso  de  las  victorias :  sobre  los  jóvenes  por  la 
bizarría  y  nobleza  de  su  carácter :  sobre  los  pensadores  por  la 
razón :  sobre  todos  por  la  deslumbrante  investidura  del  des- 
tino     En  el  puerto  se  habia  construido  una  sencilla  portada, 

desde  la  cual  hasta  el  arco  de  trivnfo  levantado  frente  al  pala- 
cio que  debia  habitar  el  Libertador,  estaba  tendida  la  tropa. — 
Las  baterías  hicieron  los  honores  de  la  guerra.— Toda  la  carrera 
estaba  vistosamente  colgada.  El  arco  era  notable  :  en  su  frente 
tenia  esta  inscripción :  Á  Simón  Bolívar^  Presicknte  de  Colom- 
bia; d  pueblo  de  Ouayaquü. — En  el  otro  se  leia  :  A  Simón  Bo- 
lívar^ al  rayo  de  la  guerra^  al  iris  de  la  paz;  d  pueblo  de  Oua- 
yaquü. 

El  Libertador  llegó  cerca  de  las  seis  de  la  tarde  á  su  morada, 
acompañado  de  la  Junta  de  Gobierno  y  de  todas  las  corpora- 
ciones y  vecinos  notables.  El  Procurador  municipal  le  dirijió 
un  precioso  discurso. — ^Bolívar  contestó  con  desembarazo  y  ele- 
gancia á  esta  y  otros  arengas  con  que  fué  saludado  en  aquella 
tarde.  Por  tres  veces  repitió  (y  esto  fué  estudio) :  "  las  cimas 
''  de  los  montes  se  han  humillado  bajo  las  plantas  victoriosas  del 
Ejército  Libertador." — Y  luego,  hablando  de  la  esclavitud  de 
trescientos  años  y  del  mal  que  habia  incrustado  en  algunos  áni- 
mos débiles  ó  ignorantes  (acaso  recordando  á  Pasto),  dijo  :  la 
servidumbre  tiene  en  ú  tan  prolijo  y  contagioso  influjo^  que  se- 
pulta d  alma  en  un  tenebroso  limbo ;  la  degrada^  la  envilece,  y 
lo  que  es  peor,  la  transforma  para  que  ame  la  abyección  y  no 
sepa  salir  de  la  indolencia  y  de  la  barbarie. 

Olmedo,  tan  ilustrado,  tan  rico  de  imaginación,  tan  poeta, 
estaba  como  absorto,  seducido  por  el  atractivo  y  la  animada 
elocuencia  de  la  improvisación  del  Libertador. 

Al  otro  dia  fué  este  cumplimentado  generalmente,  y  volvió  á 


VIDA  DE  BOliVAB.  149 

recibir  los  testimonios  de  respeto  y  adhesión  del  pueblo  do 
Guayaquil. — La  Junta  de  Gobierno  dio  un  espléndido  convite 
para  celebrar  la  feliz  llegada  del  Presidente  de  Colombia.  Bo- 
lívar brindó  muchas  veces  "  por  la  libertad  de  los  pueblos  y  por 
*'  la  estabilidad  de  los  gobiernos  de  América,  fundada  en  su 
**  mutua,  fraternal  é  indisoluble  unión." — Su  alma  de  fuego  se 
pintaba  en  cada  palabra  con  el  colorido  de  la  imaginación  mas 

viva. 

El  13  de  Julio,  el  Libertador  hizo  distribuir  copiosamente 
una  proclama  al  pueblo  de  Guayaquil,  diciéndole  que  deseaba 
consultarle  sobre  la  cuestión  de  incorporación. — He  aquí  esta 
proclama : 

GüATAquiLBÍ^os  I  Terminada  la  guerra  de  Colombia,  ha  sido  mi  pri- 
mer deseo  completar  la  obra  del  Congreso,  poniendo  las  proyindas  del 
Sur  bajo  el  escudo  de  la  libertad  y  de  las  leyes  de  Colombia.  £1  Ejér- 
cito Libertador  no  ha  dejado  á  su  espalda  un  pueblo  que  no  se  halle  bajo 
la  custodia  de  la  Constitución  y  de  las  armas  de  la  República.  Solo  yo- 
aotroe  os  veíais  reducidos  &  la  situación  más  fiúsa,  más  ambigua,  más  ab- 
surda, para  la  política  como  para  la  guerra.  Vuestra  posición  era  un 
fenómeno,  que  estaba  amenazando  la  anarquía ;  pero  yo  be  yenido,  Gua- 
yaquilefics,  &  traeros  el  arca  de  salyadon. — ^Colombia  os  ofrece  por  mi 
boca,  justicia  y  orden,  paz  y  gloria.  • 

Gnayaquilenos  I  vosotros  sois  Colombianos  de  corazón,  porque  todos 
vuestros  votos  y  vuestros  clamores  han  sido  por  Colombia,  y  porque  de 
tiempo  inmemorial  habéis  pertenecido  al  territorio  que  hoy  tiene  la  dicha 
de  üevar  el  nombre  del  padre  del  nuevo  mundo ;  mas  yo  quiero  consul- 
taros, para  que  no  se  diga  que  hay  un  Colombiano  que  no  ame  su  patria 
y  leyes. 

Tan  primoroso  documento  produjo  un  efecto  extraordinario. 
£1  pueblo  reunido  pedia  á  gritos  ser  Colombiano  ;  y  el  Liber- 
tador fué  rogado  por  la  generalidad  de  los  gnayaquilenos  para 
que  los  recibiese  b%jo  la  protección  de  Colombia,  encargándose 
del  gobierno  de  la  jJrovincia. — ^Accedió  Bolívar,  declarando 
que  esa  protección  sería  toda  paternal,  y  que  de  ningún  modo 
coartaría  el  principio  de  libertad  de  los  representantes  de  los 
pueblos  para  expresar  francamente  su  opinión  en  la  Asam* 
Mea.* 

*  Parecerá  extraño  que  Bolívar  hiciese  marchar  faenas  sobre  Guayaquil, 
cuando  se  trataba  de  ns  acto  que  debía  nacer  de  la  libre  voluntad  del  pueblo. 
— ^La  razón  no  faé  coaccionar  á  OoayaquU,  sino  oponerse  á  la  realización  de  un 


150  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

La  representación  de  la  provincia,  conforme  á  la  convoca- 
toria de  la  Junta  de  Gobierno,  debia  tener  lugar  el  dia  30 
de  Julio. 

El  Libertador,  pues,  esperó  á  que  corriera  el  término,  sin 
consentir  en  abreviarlo,  como  deseaban  algunos  consejeros  de 
corta  prudencia,  ignorando  ser  la  prisa  enemiga  de  la  madu- 
rez, 7  que  mereció  ser  acusada  de  impróvida  y  ciega. 

Festinatio  improyida  est  ot  caca. 

En  la  realización  ó  cumplimiento  de  estas  cosas  tuvo  lugar 
un  suceso  de  alta  trascendencia,  que  no  solo  fijó  la  suerte  de 
Guayaquil  sino  que  influyó  en  la  independencia  del  Perú. — 
Me  refiero  á  la  entrevista  del  General  San  Martin  con  el 
Libertador  :  escena  que  tuvo  detalles  primorosos  y  que  me- 
rece un  capítulo  especial. 

plan  de  que  tuyo  en  Quito  formal  noticia  el  libertador. — Como  Be  sabia  que  la 
división  peruana  que  regresaba  al  Callao  se  embarcaría  en  Guayaquil»  se  formó 
el  proyecto  de  aproYecbar  la  estancia  de  aquella  fuerza  en  la  ciudad  y  de  la 
escuadra  peruana  que  debia  venir  á  recibirla,  para  proclamar  la  anexión  de 
GuayaquU  al  Perú.  San  Martin  habia  ofrecido  dar  mayor  vigor  al  hecho,  vi* 
niendo  con  cualquier  pretexto  á  esta  ciudad.  £1  Libertador  frustró  la  intriga^ 
haciendo  marchar  sus  batallones  y  trasladándose  él  mismo  á  Guayaquil 


CAPÍTULO  XXXIX. 

1822, 

San  mabtin  es  opataquil — intrivista  con  el  libertador — sucrsob  oonsxouibntbi— 
juicio  sobrb  bl  peotbctor  dbl  perú— paralelo  entre  bolívar  t  san  martin. 

AL  embarcarse  San  Martin  con  dirección  á  Paita,  en  la  no- 
che del  6  de  Febrero  de  1822,  resuelto  á  encontrar  á 
Bolívar  en  Guayaquil,  explicó  de  este  modo  el  objeto  de  su 
viaje : 

£l  Pbotectob  del  Pbrú. — Cuando  resolví  ponerme  al  frente  de  la 
administración  del  Perú  y  tomar  sobre  mi  el  peso  de  tan  vasta  responsa- 
bilidad, anuncié  que  en  el  fondo  de  mi  conciencia  estaban  escritos  los 
motivos  que  me  obligaban  4  este  sacrificio.  Los  testimonios  que  he  ruci- 
bido  desde  entonces  de  la  confianza  pública,  animan  la  mia,  y  me  empo- 
llan de  nuevo  á  consagrarme  todo  entero  al  sosten  de  los  derechos  que  he 
Testablecido.  Yo  no  tengo  libertad  sino  para  elegir  los  medios  de  con- 
tribuir á  la  perfección  de  esta  grande  obra,  porque  tiempo  ha  que  no  me 
pertenezco  á  mí  mismo,  sino  á  la  causa  del  Continente  americano.  Ella 
exijió  que  me  encargase  del  ejercicio  de  la  autoridad  suprema,  y  me  so- 
metí con  celo  &  este  convencimiento :  hoy  me  llama  fi  realizar  mi  designio, 
cuya  contemplación  halaga  mis  más  caras  esperanzas :  voy  4  encontrar  en 
Guayaquil  al  Libebtadob  db  Colombia  :  los  intereses  generales  de  4m- 

(161) 


152  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

bo8  Estados,  la  enérgica  tenninacion  de  la  guerra  qae  sostencmoB  y  la 
estabilidad  del  destino  á  qne  con  rapidez  se  acerca  la  América,  hacen 
nuestra  entrevista  necesaria,  ya  qne  él  orden  de  loe  acontecimientos  nos 
ha  constituido  en  alto  grado  responsables  del  éxito  de  esta  sublime  em- 
presa. Yo  volveré  &  ponerme  al  frente  de  los  negocios  públicos  en  el 
tiempo  scfialado  para  la  reunión  del  Congreso,  volaré  al  lado  de  mis  an- 
tiguos compafieros  de  armas,  si  es  preciso  que  partícipe  de  los  peligros  y  la 
gloría  que  ofrecen  los  combates,  y  en  todas  circunstancias  seré  el  primero 
en  obedecer  la  voluntad  general  y  sostenerla.* 

San  Martin  regresó  de  Paita  á  los  pocos  días,  porque  recibió 
aviso  que  Bolívar  no  podia  entonces  ir  á  Guayaquil.  Para 
el  2  de  Marzo  se  hallaba  de  nuevo  en  Lima.  Allí  aguardó 
mejor  coyuntura  de  ver  al  Libertador,  y  esta  se  le  ofreció  á 
poco. — En  la  carta  que  le  anticipó  el  13  de  Julio,  le  anunciaba 
su  visita  y  le  decia :  *'  Aunque  frustrados  mis  deseos  en  el  mes 
de  Febrero  por  las  circunstancias  que  ocurrieron  entonces,  pienso 
no  diferirlos  por  más  tiempo  :  es  preciso  combinar  en  grande 
los  intereses  que  nos  han  confiado  los  pueblos,  para  que  una  só- 
lida y  estable  prosperidad  les  haga  conocer  mejor  el  beneficio 
de  su  independencia.  Antes  del  18  saldré  del  Callao,  y  apenas 
desembarque  en  Guayaquil,  marcharé  á  saludar  á  V.  £.  en 
Quito.  Mi  alma  se  llena  de  pensamientos  y  de  gozo  cuando 
contemplo  aquel  momento.  Nos  veremos,  y  presiento  que  la 
América  no  olvidará  el  dia  en  que  nos  abracemos." 

Por  su  parte,  Bolívar  que  habia  llegado  á  Guayaquil  el  11 
de  Julio,  escribió  luego  á  San  Martin  una  carta  oficial,  muy  im- 
portante, que  concluia  con  estos  conceptos  :  "  Al  acercarme  al 
Perú,  me  hallo  más  fuertemente  animado  del  deseo  de  conocer  á 
V.  E.  y  de  emplearme  en  servicio  de  la  nación  peruana."t — 
Esta  carta  que  con  otras  dirijidas  al  mismo  sujeto  se  hallará  en  la 
colección,  estuvo  acompañada  de  una  nota  de  carácter  privado 
en  que  Bolívar,  con  aquel  estilo  encendido  y  feliz,  que  era  su  es- 
tilo, escribió  íntimamente  á  San  Martin  invitándole  á  venir,  y  le 
decia: 

i  Guayaquil,  Julio  26  de  1821. 

Es  con  suma  satisfacción,  <Mgnísimo  amigo  y  Setlor,  que  doy  á  Yd.  por 
la  primera  vez  el  título  que  mucho  tiempo  ha  mi  corazón  le  ha  consa- 

*  Oaceta  de  Qobiemo  del  Perú,  No.  6. — Sábado,  9  de  Enero  de  1822. 
f  Carta  de  23  de  Julio  de  1822  desde  Guayaquil 


VIDA  DE  BOliVAB.  153 

grado. — ^Amigo  le  llamo  á  Yd.  y  este  nombre  será  el  solo  que  debe  que- 
damos por  la  vida,  porque  la  amistad  es  el  único  vínculo  que  corresponde 
á  hermanos  de  armas,  de  empresa  y  de  opinión :  así,  yo  me  doy  la  enho- 
rabuena, porque  Yd.  me  ha  honrado  con  la  expresión  de  su  afecto. 

Tan  sensible  me  serfi  que  Yd.  no  yenga  hasta  esta  ciudad,  como  si  fué- 
ramos vencidos  en  muchas  batallas ;  pero  nó,  Yd.  no  dejará  burlada  la 
ansia  que  tengo  de  estrechar  en  el  suelo  de  Colombia  al  primer  amigo  de 
mi  corazón  y  de  mi  patria.— ¿  Oómo  es  posible  que  Yd.  venga  de  tan 
lejos  para  dejamos  sin  la  posesión  positiva  en  Guayaquil  del  hombre  sin- 
gular que  todos  anhelan  conocer,  y  si  es  posible  tocar  ? 

No  es  posible,  respetable  amigo :  yo  espero  á  Yd.  y  también  iré  á  con- 
encontrarle  donde  quiera  que  Yd.  tenga  la  bondad  de  esperarme ;  pero, 
sin  desistir  de  que  Yd.  nos  honre  en  esta  ciudad.  Pocas  horas,  como 
Yd.  dice,  son  bastantes  para  tratar  entre  militares ;  pero  no  serán  bastan- 
tes esas  mismas  pocas  horas  para  satis&cer  la  pasión  de  la  amistad  que  va 
á  empezar  á  disfrutar  de  la  dicha  de  conocer  el  objeto  caro  que  se  amaba 
solo  por  opinión,  solo  por  la  fama. 

Reitero  á  Yd.  mis  sentimientos  más  francos  con  que  soy  de  Yd.  su  más 

afectuoso  apasionado  servidor  y  amigo. 

BoiivAB. 

Serían  las  7  de  la  mañana,  cuando,  no  bien  acabara  el  Liber- 
tador de  escribir  y  despachar  esta  carta,  vinieron  á  anunciarle 
que  el  buque  conductor  del  Qeneral  San  Martin  echaba  anclas 
en  la  Puna,  (25  de  Julio). 

Su  regocijo  fué  inmenso. 

San  Martin  se  hallaba  á  bordo  de  la  Macedonia,  Así  lo  par- 
ticipaba el  vigía. 

En  el  acto,  el  Libertador  destinó  cuatro  de  sus  edecanes  á 
cumplimentar  al  Protector  y  ofrecerle  alojamiento  en  la  ciu- 
dad.— Uno  de  aquellos  debia  volver  á  participar  la  hora  de  la 
entrada. 

El  Libertador  habia  hecho  preparar  la  magnífica  casa  de  Lu- 
zarraga  para  hospedar  en  ella  al  Gefe  supremo  de  la  República 
peruana. 

San  Martin  agradeció  las  finezas  de  Bolívar  y  ofreció  desem- 
barcar al  dia  siguiente. 

En  efecto,  en  la  mañana  del  26  de  Julio  saltó  á  tierra.  El 
Libertador,  acompañado  de  todos  sus  edecanes  y  de  los  Genera- 
les que  con  él  estaban,  habia  ido  á  recibirle  fuera  del  tiro  de 
cañón,  y  dispuso  que  se  hiciesen  al  ilustre  huésped  los  honores 
militares  que  le  correspondían.  El  pueblo  manifestó  grande  al- 
borozo y  victoriaba  incesantemente  al  Libertador  y  al  Protector. 


154  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

— ^Las  corporaciones  y  notables  felicitaron  á  San  Martin,  y  las 
damas  le  hicieron  la  más  delicada  y  amable  acogida. 

El  General  Salom  con  el  estado  mayor  general,  el  Coronel 
Morales  con  el  estado  mayor  divisionario  del  Sur  y  el  Síndico 
procurador,  á  nombre  de  la  ciudad,  presentaron  al  ilustre  hués- 
ped el  homenage  de  sus  respetos. 

Era  San  Martin  hombre  alto  y  bien  formado ;  de  conti- 
nente serio,  y  de  maneras  francas  y  sencillas.  Hablaba  poco, 
aunque  su  conversación  revelaba  un  hombre  de  mundo.  Escu- 
chaba al  Libertador  con  aire  respetuoso  y  circunspecto,  y  mani- 
festaba en  su  admiración  haber  encontrado  á  su  nuevo  ilustre 
amigo  mayor  de  lo  que  él  se  lo  habia  imaginado. 

Por  su  parte,  el  Libertador  se  esmeró  en  su  afabilidad  y  ele- 
gante trato.  En  la  mesa  estuvo  al  lado  de  San  Martin  y  le  ob- 
sequió con  deferencia. 

Por  la  noche,  después  de  la  comida  en  que  reinaron  la  alegría 
y  la  franqueza,  se  retiraron  á  una  pieza  solitaria  para  tratar 
sobre  los  asuntos  que  hacian  necesaria  la  entrevista. — El  Li- 
bertador se  paseaba.  La  fiebre  de  su  alma  no  le  dejaba  quie- 
tud.— San  Martin  hizo  lo  mismo;  pero  luego,  abrumado  quizas 
por  el  peso  de  aquella  situación  inquietante  y  difícil  de  fijarse, 
tomando  una  silla  se  sentó. — Bolívar  se  sentó  también.  Pero 
volvió  al  movimiento  que  era  la  necesidad  de  su  naturaleza. 

¿  Qué  pasó  en  tan  larga,  secreta  y  no  interrumpida  conferen- 
cia ?  ¿  Qué  puntos  se  debatieron  entre  aquellos  dos  ilustres 
personajes  que  se  veian  en  las  riberas  del  Guayas,  habiendo 
combatido  el  uno  desde  el  Golfo  Triste  hasta  el  Ecuador  sereno  ; 
el  otro  desde  las  orillas  del  Plata  hasta  las  costas  del  Perú? 

San  Martin  fijó  tres  graves  y  trascendentales  puntos  que  Bo- 
lívar discutió  con  su  soltura  y  superioridad  habitual. — El  Pro- 
tector no  sostuvo  ahincadamente  sus  ideas.  Necesario  es  con- 
fesarlo. Oyó  al  Libertador,  y  si  no  quedó  convencido,  no  tuvo 
caudal  para  la  réplica,  envuelto  desde  el  principio  en  una  at- 
mósfera prestijiosa,  en  los  lucimientos  del  sol  que  no  le  permi- 
tían observaciones  sino  aplausos. 

Las  cuestiones  de  que  se  ocuparon  fueron  estas  : 

¿  Pertenecerá  Guayaquil  á  Colombia  ó  al  Perú...  ? 

¿  Será  monárquico  el  gobierno  que  convendría  dar  á  aqnella 


VIDA  BE  BOIÍYAB.  155 

sección  de  América  ea  qne  ondeaba  todavía  el  pabellón  español 
y  que  dentro  de  poco  debía  libertarse  7 

¿  Ayudaría  Colombia  al  Perú  para  adquirir  bu  independencia 
y  á  qué  precio  ó  condición  ? 

Hasta  cierto  punto,  la  primera  cuestión  estaba  ya  resuelta  en 
favor  de  Colombia  ;  sin  embargo,  el  Qeneral  Salazar,  Ministro 
del  Perú  cerca  del  Gobierno  de  Guayaquil,  Lámar  y  otras  per- 
sonas influyentes  trabajaban  aun  por  la  anexión  al  Perú  ;  y  la  pre- 
sencia del  General  San  Martin,  y  sus  dudas,  ó  mejor  dicho,  sus 
esperanzas  en  este  punto,  avigoraron  los  partidos  que  no  eran 
colombianos. — ^£l  manifestó  que  sentiría  en  extremo  que  causara 
8u  presencia  algún  conflicto  en  el  país  por  la  diversidad  de  opi- 
niones que  sobre  el  territorio  habia. — Boiívab  le  repuso  mos- 
trándole con  decisión  los  derechos  de  Colombia  á  la  posesión 
de  Guayaquil.  "  Después  de  todo,  añadió,  los  padres  de  fami- 
"  lia  y  las  personas  más  notables  de  esta  ciudad  me  han  dirijido 
^  una  representación  pidiendo  la  incorporación  de  Guayaquil  á 
"  Colombia.  Sin  embargo,  están  llamados  expresamente  los 
'*  Representantes  para  decidir  sobre  la  materia,  y  en  breves  días 
'*  quedará  resuelta.  Yo  he  dejado  al  pueblo  del  Estado  toda 
"  la  libertad  necesaria  para  constituirse." 

San  Martin  pareció  satisfecho,  é  hizo  varias  preguntas  al  Li- 
bertador cuyas  respuestas  le  dieron  más  luz  en  aquel  delicado 
negocio. — ^¿  Cuál  será,  inquirió,  el  general  que  mandará  la  divi- 
sión auxiliar  que  debe  ir  al  Perú  á  reforzar  el  ejército  unién- 
dose á  Numáncia? — ^He  destinado  al  General  Juan  Pablo 
Castillo,  dijo  Bolívar,  que  ha  servido  á  las  órdenes  de  Yd.  y 
tiene  por  Yd.  una  decidida  estimación. 

San  Martin  quedó  muy  complacido  y  habló  en  términos  muy 
lisongeros  del  General  Castillo. 

Después  trataron  extensamente  del  objeto  de  la  campaña,  pre- 
sentando el  Libertador  ideas  muy  luminosas  sobre  la  América 
y  8u  destinos  futuros,  ideas  que  oía  como  sorprendido  el  Pro- 
tector.— El  estilo  de  Bolívar  ejercía  su  poderosa  fascinación. — 
San  Martin  que  no  era  partidario  del  sistema  republicano,  ma- 
nifestó á  Bolívar,  que,  en  su  concepto,  no  podia  fundarse  sólida- 
mente la  independencia  de  estas  regiones  americanas  bsgo  la 
forma  de  gobierno  adoptada.  Le  hizo  una  relación  sucinta  de 
los  pasos  que  habia  dado  con  el  Yirey  Laserna  para  establecer 


156  VIDA  DB  BOLÍVAR. 

en  el  Peiii  un  gobierno  monárquico,  á  cuyo  efecto  habia  en- 
viado á  España  de  plenipotenciario  á  D.  Juan  Grarcia  del 
Rio,  Ministro  de  Estadcx  y  ardiente  partidario  de  los  tronos,  v  al 
General  Jardissen....*  Bolívar  se  sorprendió,  y  no  tuvo  emba- 
razo en  impugnar  la  conducta  del  Protector,  exponiéndole  lo 
mucho  que  habian  trabajado  los  colombianos  para  aclimatar 
instituciones   democráticas,  inculcando  en  el  pueblo  ideas  de 

*  En  la  "  Historia  de  Bel^ano"  por  el  General  Mnas  hay  mochas  pmebas 
del  monarquismo  de  San  Martin,  del  propio  Belgrano  y  otros  argentlno6.^-A]lá» 
en  las  orillas  del  Plata,  no  era  extraña  la  idea  de  Uamar  un  Príncipe  europeo 
para  gobernar  el  país.  Ya  conocemos  lo  qne  ocurrió  con  D.  Valentín  Gomes 
en  Paris  (pag.  14.)  Ahora  referiré  otros  hechos  que  se  relacionan  con  aquel  y 
entre  sL 

A  fines  de  1812  el  Sr.  D.  Antonio  José  Escalada,  después  suegro  del  General 
San  Martin,  daba  en  su  casa  un  gran  banquete  al  gefe  de  "  Granaderos  de  á  ca- 
ballo "  y  ¿  cuyo  banquete  asistieron  los  personages  más  caracterizados  de  la  re- 
voludon  en  las  provincias  del  Plata ;  entre  estos  se  distinguían  los  Señores  San 
Martin,  Belgrano,  Rivadávia,  Pueyrredon,  Zapiola,  Alyear,  Murgüindo,  Ancho- 
rís,  Monteagudo,  Passo,  Gómez  (D.  Yalentin)  etc.  Al  servirse  los  postres,  San 
Martin  se  levaotó  é  invitó  á  los  concurrentes  para  que  le  acompañaran  á  brindar 
porgue  todos  los  buenos  patriotas,  uniendo  sus  esfuertoSf  concurri«sen  resuettamenU 
al  ettahUdiniento  de  una  monarquía  eonsütucional  como  base  indispen9<ü>U  para 
etseffurar  la  independencia  y  consolidar  un  orden  de  cosas  estalle  y  adecuado  á  la 
educación  de  pueblos  cuyos  hábitos  y  tradiciones  de  tres  siglos  le  imponian  esa 
forma  de  gobierno,  la  única  salvadora.,,  I  El  Señor  RivadáTia  contestó  con  entu- 
siasmo á  San  Martin  rechazando  enérgicamente  su  proyectada  monarquía,  incre- 
pándole falta  de  patriotismo  y  sosteniendo  con  ardor  la  posibilidad  de  arraigar 
las  instituciones  democráticas  en  el  suelo  argentino.  La  irritación  de  Rivadávia 
con  San  Martin  llegó  á  tal  extremo,  que  amenazó  á  este  con  una  boteUa  de 
agua,  que  le  lanzara  si  el  brazo  de  Airear  no  lo  hubiera  evitado.  Tres  años 
después  Rivadávia  era  monarquista  y  su  misión  á  Europa  en  1816  suministró 
pruebas  de  su  defección  republicana. — Monteagudo  fué  también  monarquista. 
D.  Manuel  Sarratea,  D.  Bernardipo  Rivadávia  y  D.  Manuel  Belgraho  fueron 
plenamente  autorizados  por  el  gobierno  de  las  provincias  unidas  del  Plata  (era 
entonces  D.  Gervasio  Posadas)  para  tratar  con  el  Rey  Carlos  FV  d  fin  de  conse- 
guir  deljueto  y  piadoso  ánimo  de  su  Magestad  la  institución  de  un  reino  en  aquellas 
provincias  y  cesión  de  él  al  Serenísimo  Señor  Infante  D.  Francisco  de  Paula 
de  Borbon  1  Dichos  plenipotenciarios  entraron  en  relación  con  el  monarca  por 
medio  del  Conde  de  Cabarrus,  hijo  del  Ministro  que  Uustró  el  reinado  de  Carlos 
III  y  en  16  de  Mayo  de  1816  (en  Londres)  prometieron  á  Carlos  IV  una  pensión, 
otra  á  María  Luisa  como  viudedad  y  otra  al  Príncipe  de  la  Paz.  Esta  se  fijó  en 
cien  mil  duros  al  año,  durante  toda  su  vida.  En  las  instrucciones  que  Belgrano 
y  Rivadávia  dieron  á  Cabarrus  se  comprobaba  con  hechos  que  la  España  no 
podia  subyugar  la  América;  ¿porqué  pues  ofrecía  el  gobierno  argentino  á 
Garlos  IV  aquel  territorio  para  su  hijo  ? 


VTOA  DE  BOliVAB,  157 

propia  dignidad  en  el  hombre,  j  estdrpando  el  sentimiento  de 
abyección  que  era  natural  en  los  subditos  coloniales*  Le  hizo 
ver,  con  rasgos  de  una  vivacidad  elocuepte,  el  espíritu  que  ani- 
maba á  los  granadinos  y  venezolanos  y  que  no  se  convendría 
jamas  en  reconocer  en  Colombia,  como  gefe  de  la  Ilación,  á  un 
Monarca.  '*  ¿  Oree  Vd.,  le  dijo,  que  sin  ese  sentimiento  repu- 
''  blicano  los  soldados  de  Numancia,  todos  colombianos,  se  ha- 
^  brían  resuelto  á  seguir  el  impulso  de  unos  pocos  oficiales  pri- 
^  fiioneros  de  Gundinamarca  y  el  Cauca  que  estaban  condenados 
"^  á  servir  como  individuos  de  tropa,  y  que  obligaran  á  los  gefes 
"  y  oficiales  de  Numancia  á  pasarse  á  su  campamento  ?  ¿  No  le 
^  hizo  á  Yd.  impresión,  que  esos  hombres  al  llegar  á  su  cuartel 
^  general  le  declararan  que  iban  como  auxiliares  de  Colombia, 
"  á  cuya  patria  pertenecían  ?  Advierta  Vd.,  General,  que  esa 
"  distinguida  oficialidad  de  Numancia,  con  pocas  excepciones,  es 
'^  venezolana,  la  mayor  parte  de  familias  distinguidas,  que  soste- 
"  niendo  la  causa  del  Rey,  destinaron  á  los  jóvenes  de  que  hablo, 
'^  á  la  carrera  militar,  y  no  obstante  la  educación  que  recibieron 
"  y  haberse  formado  en  la  campaña  combatiendo  contra  noso- 
"  tros,  ha  llegado  á  ellos  el  espíritu  republicano  y  podemos  con- 
"  tar  con  su  lealtad  y  patriotismo." 

En  seguida,  y  después  de  haber  hecho  una  relación  de  lod 
nombres  de  tantos  colombianos  ilustres  que  no  transijirian  con 
la  idea  monárquica,  le  agregó :  "¿Qué  diría  el  mundo  de  mí,  que 
^  he  proclamado  la  libertad  de  los  esclavos  ;  que  la  he  dado  á 
"  los  que  heredé  ;  y  que  dije  al  Congreso  de  Quayana  que  la  re- 
•'  compensa  que  podrían  merecer  mis  servicios  era  la  ley  de 
"  emancipación  en  favor  de  seres  desgraciados,  nuestros  hermanos 
"  y  compatriotas  ?  Jamas,  General,  contribuiré  á  trasladar  al 
"  Nuevo  Mundo  los  retoños  de  las  viejas  dinastías  de  Europa: 
'*  Si  tal  cosa  pretendiéramos,  Colombia  en  masa  me  diría  que 
"  me  habia  hecho  indigno  del  nombre  de  Libertador  con  que 
"  me  han  honrado  mis  compatriotas." 

El  General  San  Martin  escuchaba  con  atención,  y  cuando 
hubo  concluido  Bolívar,  le  contestó  :  "  Bien  se  conoce,  Liberta- 
dor, que  las  crueldades  de  Morillo  y  de  otros  gefes  españoles  en 
Colombia  han  exaltado  el  espíritu  republicano  y  creado  una 
opinión  que  no  será  fácil  variar,  si  hombres  como  Vd.,  Sucre  y 
Santander  no  le  dan  la  dirección  que  exijen  las  verdaderas  ne- 


158  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

cesidades  de  estos  reinos.  Coosidere  Vd.  la  poca  civilización 
de  las  colonias  españolas :  la  heterogeneidad  de  sus  razas :  el 
modo  como  está  dividida  la  propiedad :  la  unidad  de  religión  : 
la  aristocracia  del  clero :  la  ignorancia  de  la  generalidad  de 
los  curas  :  el  espíritu  militar  de  las  masas,  que  es  consecuencia 
de  estas  guerras  civiles  prolongadas ;  todos  estos  elementos 
presajian  una  anarquía  desconsoladora,  cuando  hayamos  con- 
cluido la  guerra  de  la  independencia ;  y  acaso  entonces  tendre- 
mos que  arrepentimos  de  haber  querido  fundar  repúblicas 
democráticas  en  este  país.  Si  exceptúa  Vd.  á  Caracas,  Bogotá 
y  Buenos  Aires  en  donde  el  estudio  y  los  talentos  han  formado 
algunos  hombres,  en  el  resto  de  la  América,  incluyendo  las  capi- 
tales de  Méjico  y  el  Perú,  no  encontrará  Vd.  elementos  republi- 
canos :  y  en  mi  concepto,  es  muy  fácil  establecer  monarquías 
como  en  el  Brasil.  Cuando  yo  dejé  la  España  alucinado  coa 
los  escritos  de  Buenos  Aires  y  de  Colombia,  creí  encontrar  ea 
todo  este  hemisferio  pueblos  dispuestos  á  establecer  la  República  ; 
y  con  el  más  vivo  patriotismo  vine  á  trabajar  por  ella.  Pero 
confieso  á  Vd.,  que  no  tengo  esperanza  de  ver  realizada  una  Re- 
pública en  estos  países  ;  y  también  confieso,  que  si  Vd.  se  opone 
á  apoyar  el  plan  que  me  he  propuesto,  no  será  exequible  y 
ofrezco  entregar  á  Vd.  la  dirección  de  la  guerra  del  Perú,  y 
que  á  Vd.  le  toque  la  honra  de  afianzar  la  independencia  ; 
puesto  que  Colombia  ha  iniciado,  bajo  la  dirección  de  Vd.  la 
alianza  y  confederación  de  las  nuevas'  Repúblicas  de  la  América 
española." 

El'Libertador  le  contestó  rebatiendo  estos  argumentos  y  ma- 
nifestando que  la  proclamación  que  se  habia  hecho  de  los  prin- 
cipios republicanos  en  el  Nuevo  Mundo,  no  era  un  hecho  aislado  ; 
que  era  la  consecuencia  de  una  gran  revolución  de  ideas  que  se 
habia  apoderado  del  mundo,  de  la  civilización  cristiana,  cuyo  pri- 
mer fruto  era  la  República  de  los  Estados  Unidos  del  Norte,  la 
fundación  de  la  cual  habia  producido  grandes  resultados  en  Eu^ 
ropa,  haciendo  brotar  la  revolución  francesa  que  habia  conmo- 
vido al  Universo  entero  :  le  habló  de  las  instituciones  de  Ingla- 
terra, como  una  lumbrera  de  la  civilización,  y  de  donde  habían 
salido  las  instituciunes  de  la  República  modelo  ;  y  que  era  más 
fácil  aclimatarlas  en  el  suelo  virgen  de  la  América,  que  traer  k 
ella  simulacros  de  monarquía,  en  donde  no  habia  el  elemento 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  159 

aristocrático  sino  en  caricatura.  "  ¿  Qué  son  á  los  ojos  de  Vd. 
"  General,  le  dijo,  esos  condes  y  marqueses  de  Lima,  y  los  de 
**  Méjico,  cuyas  grandes  fortunas  reunidas  no  pueden  ser  sufi- 
"  cientes  para  establecer  la  aristocracia  de  una  Corte  ?  No 
"  hablaré  á  Vd.  de  los  títulos  de  Castilla  en  Venezuela,  Nuevo 
**  Reino  de  Granada,  Chile,  Guatemala  y  Buenos  Aires,  porque 
"  son  tan  pobres  que  no  pueden  dar  una  comida  á  un  Príncipe  ;  y 
"  basta  saber  que  para  ir  á  sus  Estados,  si  así  pueden  llamarse  sus 
"  haciendas,  tienen  que  cabalgar  en  una  muía  ó  en  un  caballo  mal 
"  doctrinado,  armados  de  polainas  ó  zamarros,  con  una  manta, 
"  un  sombrero  de  paja  con  funda  de  hule,  á  guisa  de  mayor- 
"  domos  de  sus  mismas  propiedades.  No  hay,  pues,  líii  querido 
"  General,  elementos  de  monarquía  en  esta  tierra  de  Dios.  Deje 
"  Vd.  que  se  forme  la  república,  y  ella  producirá  dignidad  eu  el 
"  hombro  ;  se  crearán  necesidades  y  el  hábito  del  trabajo  para 
"  obtener  el  bienestar  social  j  este  producirá  riquezas  territoria- 
"  les  que  traerán  la  industria  comercialy  con  ella  la  inmigración 
"  de  la  Europa  en  donde  falta  tierra  para  los  proletarios  y  la 
"  encontrarán  entre  nosotros.  Querer  detener  al  género  humano, 
"  no  es  posible  ;  y  si  Vd.  consiguiera  plantear  monarquías  en  el 
"  Nuevo  Mundo  su  duración  sería  efímera :  caerían  los  reyes  por 
"  sublevación  de  sus  guardias  de  honor,  para  establecer  la  Re- 
"  publica  ;  porque  una  vez  difundida  la  idea,  como  ha  sucedido 
"  entre  nosotros,  ella  no  se  extingue.  Yo  convengo  con  Vd. 
**  que  puede  sobrevenir  una  nueva  revolución  después  de  con- 
'^  quistada  la  independencia,  si  no  hay  buen  sentido  para  la 
"  la  elección  de  magistrados.  Grave  y  trascendental  es  la  cues- 
"  tion  que  hemos  tocado  ;  pero  de  difícil  resolución  cambiar  el 
"  principio  adoptado  después  de  doce  años  de  una  lucha  gloriosa, 
"  llena  de  ejemplos  de  abnegación  y  patriotismo.  Ni  nosotros, 
"  ni  la  generación  que  nos  suceda,  veremos  d  briUo  de  la  República 
"  que  estamos  fundando.  Yo  considero  la  América  en  crisálida  ; 
"  hcíbrá  una  metamorfosis  en  la  existencia  física  de  sus  habir 
"  tanies  ;  en  fin,  habrá  una  nueva  casia  de  todas  las  razas  que 
^producirá  la  homogeneidad  delpiceblo. — No  detengamos  la  mar- 
^  cha  dd  género  humano  con  instituciones  que  son  exóticas ^como 
'*  he  dicho  á  Vd.,  en  la  tierra  virgen  de  América" 

En  cuando  á  pasar  al  Perú  y  tomar  la  dirección  del  ejér- 
cito, el    Libertador  dijo  que   no   podía  hacer  ni  una  cosa  ni 


160  TIDA  DE  BOLÍYAB. 

otra  8ÍD  la  autorización  del  Congreso ;  pero  dejó  entender 
con  mucha  claridad  al  General  San  Martin,  que  si  el  ejército 
de  Colombia  entraba  en  los  términos  del  Perú,  él  iría  perso- 
nalmente á  su  cabeza  sin  ceder  á  ninguno  la  dirección  de  la 
guerra. 

Quedaron  pues  resueltas  las  tres  graves  cuestiones,  j  la  en- 
trevista terminó. 

Al  separarse,  el  Libertador  preguntó  á  San  Martin  cómo 
estaba  la  opinión  por  su  gobierno  en  Lima ;  San  Martin  con- 
testó :  saíis/actoriamenie, — ^Y  bien,  repuso  el  Libertador,  á  mí 
eé  me  ha  amargado  el  placer  de  haber  visto  á  Yd.  con  la 
noticia  de  la  revolución  que  habrá  estallado  á  la  fecha  en  Lima. 
— I  Cómo,  dijo  San  Martin ! — ^Entonces,  Bolívar,  sacando  de  la 
faltriquera  una  carta  del  Teniente- Coronel  Juan  María  Gómez, 
Secretario  de  la  Legación  de  Colombia,  se  la  dio  á  San  Martin. 
Este  la  leyó  ;  conoció  la  defección  de  sus  propios  gefes,  sospe- 
chó la  caida  de  su  ministro  y  favorito  Monteagudo  y  el  trastor- 
no de  Lima,  y  dijo  :  *'  Si  esto  ha  sucedido,  me  iré  á  Europa  y 
diré  un  adiós  eterno  á  la  América  del  Sur " 

En  efecto,  durante  la  ausencia  del  Protector,  tuvo  lugar  una 
commocion  (28  de  Julio),  excitada  por  las  opresoras  medidas  del 
impopular  Ministro  de  Estado  Don  Bernardo  Monteagudo.  * 

San  Martin  no  permaneció  en  Guayaquil  sino  solo  24  horas. 

— Hubo  fiestas,  bailes,  regocijos ;  pero  su  espíritu  no  estaba 

para  otra  cosa  que  para  retirarse  y  abandonar  la  vida  pública 
que  ya  le  hastiaba. 

Disimuló  toda  su  amargura,  y  se  embarcó  para  volver  al  Ca- 
llao. 

Guayaquil  quedó  unido  á  Colombia 

El  Perú  no  fué  monárquico 

*  Don  Bernardo  Monteagudo,  coronel,  era  natural  de  Salta,  en  Buenos  Aires, 
y  vino  con  San  Martin  al  Perú,  donde  sirvió  el  ministerio  de  guerra  y  marina. 
— En  un  "  Manifiesto"  que  publicó  en  Quito  hacia  1828,  aseguró  que  al  principio 
de  la  revolución  habia  sido  demócrata  exaltado ;  pero  que  luego  habia  cambiado 
de  opinión,  porque  la  experiencia  le  enseJSaba  que  el  mejor  gobierno  era  la  mo- 
narquía.— Cuando  lo  echaron  abajo  en  el  Perú,  donde  fué  muy  impopular,  se 
embarcó  en  el  Callao,  no  sin  riesgo,  para  Guayaquil  Después  residió  en  Quito 
hasta  1824,  en  cuya  época  volvió  al  Perú,  y  en  Lima  lo  asesinó,  el  28  de  Enero 
de  1825,  por  la  noche,  un  negro,  esclavo  de  un  español  llamado  Mornia,  que  pro- 
bablemente tuvo  parte  en  aquel  crimen. 


TIBA  DE  BOliVAB.  161 

Bolívar  mandó  las  f  lerzas  que  libertaron  á  los  hijos  del  SoL.. 

¿  Qué  partido  quedaba  á  San  Martin  ? 

JAegó  al  Callao  á  las  2  de  la  tarde  del  19  de  Agosto  y  reasu- 
mió el  mando  el  21. 

Los  papeles  que  dieron  noticias  de  su  feliz  arribo  publicaron 
la  siguiente : 

BXFBE8I0N  DEL  FBOTBCTOR  DEL  PERÚ  RELATIVA  AL  LIBERTADOR. 

13  26  de  Julio  próximo  pasado,  en  que  ture  la  satis&ccion  de  abrazar 
al  héroe  del  Sur,  fué  uno  de  los  dias  m&s  felices  de  mi  vida.  El  Liber- 
tador de  Colombia  no  solo  auxilia  &  este  Estado  con  tres  de  sus  bravos  ba- 
tallones que,  imidos  á  la  valiente  división  del  Perfi,  al  mando  del  General 
Santa  Cruz,  vienen  á  terminar  la  guerra  de  la  América,  sino  también  re- 
mite con  el  mismo  objeto  un  considerable  armamento.  Tributemos  todos 

un  reconocimiento  eterno  al  inmortal  Bolívar. 

San  HARTm.  '*' 

El  Protector  del  Perú  sabia  ocultar  por  una  conducta  reser- 
vada todo  lo  que  no  convenia  á  sus  planes  ó  intereses. — ^En  esta 
coyuntura  fué  modelo  de  prudencia,  de  desinterés  y  de  consu- 
mada moderación. 

El  Libertador  juzgó  al  General  San  Martin  como  debia  juz- 
garlo :  un  hombre  sin  doblez  y  bueno. — Escribiendo  al  Señor 
Pefialver  desde  Cuenca,  le  decia  :  "  El  General  San  Martin  vino 
á  verme  á  Guayaquil,  y  me  ha  parecido  lo  mismo  que  á  los  que 
más  favorablemente  juzgan  de  él,  como  Francisco  Ribas,  Juan 
Paz  Castillo  y  otros."  En  efecto,  San  Martin  no  era  hombre  de 
artificio.  Tenia  más  sinceridad  que  astucia.  Su  semblante  no 
inspiraba  recelo,  y  su  opinión  la  emitia  con  candor.  Educado 
en  España,  hijo  de  español,  y  poco  conforme  con  las  ideas  repu- 
blicanas, creia,  de  muy  buena  fé,  que  podia  gobernar  un  Príncipe 
el  Perú. — 'So  vino  á  Guayaquil,  como  asienta  el  mal  instruido 
Torrente,  "  á  conferenciar  con  el  revducionario  Bolívar  sobre 
el  modo  de  fundar  para  ambos  dos  monarquías  en  la  América 
del  Sur ;  ni  se  agrió  el  ánimo  de  los  dos  campeones  porque  Bo- 
lívar aspirase  al  mando  general  encubriendo  todavía  sus  planes 
de  regia  ambición." — San  Martin,  partidario  de  la  monarquía, 
no  pretendia  él  ser  Eey  ;  ni  se  imaginó  siquiera  ofrecerle  á  Bo- 
lívar una  corona ;  porque  desde  luego  vio  en  aquella  figura  el 
ángd  de  la  Ubertad. — '^  El  Libertador  no  es  lo  que  habíamos 

*  Gaceta  del  Gobierno  de  Lima,  Na  18,  del  24  do  Agosto  de  1822. 
11 


162  VIDA  DE  BOIÍTJlB. 

pensado  por  allá/'  escribía  el  Protector  á  O'Higgins ;  y  en  la  en- 
trevista sobre  el  Guayas  no  ocurrió  otra  cosa  que  lo  que  dejo 
referido.  Bien  lejos  de  haberse  separado  agriados  aquellos  dos 
campeones,  Bolívar  estimaba  á  San  Martin,  y  San  Martin,  en* 
tusiasta  de  Bolívar,  le  recordaba  siempre  con  cariño. 

Es  el  Sr.  Torrente  quien  tiene  el  secreto  de  agriar  el  ánimo 
de  sus  lectores  imparciales 

* 
Don  José  de  San  Martin,  á  quien  titula  su  panegirista  Vicuña 

Mackenna  el  más  grande  de  los  criollos  del  Nuevo  MundOy  nació 
en  Yapeyá,  pueblo  de  las  misiones  del  Uruguay,  el  25  de  Fe- 
brero de  1778. — Fueron  sus  padres  nobles  y  españoles. 

San  Martin  fué,  como  Bolívar,  el  cuarto  hijo. — Joven  de  ocho 
años  pasó  á  España  y  entró  en  el  Seminario  de  Kobles  de  Ma- 
drid.— En  1789  tomó  servicio  de  cadete  en  el  regimiento  de 
Murcia  y  se  batió  contra  los  moros  en  Melilla  y  en  Oran,  y  con- 
tra los  franceses  en  Cataluña,  en  el  tiempo  de  la  Bepública  fran- 
cesa.— En  1801  entró  en  Portugal  como  teniente  de  una  compa- 
ñía. En  1808  era  ayudante  de  campo  del  General  Don  Fran- 
cisco Maria  Solano,  Marques  del  Socorro,  Grobemador  de  Cádiz« 
— San  Martin  hizo  en  seguida  la  campaña  de  Bailen,  sirvi^do 
en  la  vanguardia  de  Castaños,  á  las  inmediatas  órdenes  del  Mar- 
ques de  la  Romana.  Allí  obtuvo  el  grado  de  capitán  que  le 
dio  la  Junta  de  Sevilla,  y  poco  después  alcanzó  el  de  teniente- 
coronel. — A  fines  de  1811  se  embarcó  en  Cádiz  y  se  fué  á  Loo- 
dres,  y  en  los  últimos  dias  de  aquel  año  se  embarcó  para  Bue- 
nos Aires  con  otros  jóvenes  americanos El  13  de  Marzo  de 

1812  pisaron  el  continente  de  Colon. 

San  Martin  desde  luego  comenzó  á  trabajar  por  ia  libertad  de 
la  América  :  primero  en  Chile,  después  en  el  Perú.  Las  accio- 
nes de  Maipó  y  Chacábuco  son  sus  glorias.  Ya  le  hemos  visto 
en  Guayaquil.  Bolívar,  que  era  superior,  le  venció  en  la  con- 
ferencia tenida  en  esta  ciudad,  y  San  Martin  se  retiró  á  Chile  con 
O'Higgins,  vino  á  Mendoza  y  dé  allí  se  dirigió  á  Europa  en 
1823.  Un  año  después  (1824)  viajó  por  Escocia,  Francia  6 
Italia.  En  1825  estaba  en  Bruselas. — ^En  1828,  San  Martin  vol- 
vió á  visitar  la  América,  embarcándose  en  Falmouth  en  un  pa- 
quete inglés  para  Buenos  Aires.  En  Abril  de  1829  estaba  en 
Montevideo.   Desagradado  con  la  situación  de  las  cosas  politicaa 


VIDA  DB  BOliVAB.  163 

de  a(]aella  sección  de  América,  regnssó  á  Europa  j  se  estable- 
ció en  París,  donde  residió  hasta  1848,  época  en  qne  vino  á  Bo- 
logne,  7  allí  mnríó  el  17  de  agosto  de  1850,  á  las  dos  de  la 
tarde,  á  los  72  años  j  23  dias  de  una  honrosa  vida. 

Sus  restos  fueron  depositados  el  19  en  la  bóveda  de  la  cate- 
dral de  Bologne. 

De  la  reseña  biográfica  de  San  Martin,  escrita  por  el  Señor 
Vicuña,  saco  estos  paralelos  entre  Boiítab  y  San  Martin  : 

"  San  Martin  es  el  primer  Capitán  americano  que  sabe  orga- 
nizar un  ejército  en  todos  sus  detalles  :  trazar  un  plan  fijo  de 
campaña :  Recatarlo  con  soldados  como  sobre  un  mapa,  y  llegar, 
á  fuerza  de  combinaciones  estratégicas  y  de  recursos  de  ciencia, 
á  un  fin  dado.  San  Martin  es  un  gran  combinador  y  ejecutor 
de  planes. — Bolívar  es  el  hombre  de  las  supremas  é  instantár 
neas  inspiraciones,  del  denuedo  sublime  en  los  campos  de  la  glo- 
ria. San  Martin  liberta  por  esto  casi  la  mitad  de  la  América 
sin  batallas ;  Bolívar  da  á  los  españoles  casi  un  combate  diario, 
y  vencido  6  vencedor,  vuelve  á  batirse  cien  y  cien  veces. 

Mientras  San  Martin  organizaba  en  el  rincón  de  Mendoza  el 
ejército  libertador  (1816) ;  BoUvar  refugiado  en  los  Gayos  re- 
clutaba  la  abunda  cruzada  de  la  emancipación,  y  ambos  cami- 
naban i  un  mismo  fin. — Lima  era  el  faro  que  lucia  en  el  hori- 
zonte, y  el  campeón  del  Norte  lo  veia  brillar  en  cada  una  de  las 
sangrientas  batallas  con  que  fué  adelantando  desde  Garabobo  á 
Bombona  hacia  el  Sur  sus  huestes  invencibles. — San  Martin,  fija 
su  vista  en  la  costa  del  Pacífico,  no  apartó  su  mente  un  solo  ins- 
tante de  aquellas  puertas  de  bronce  llamadas  el  Real  Felipe  y  el 
Sol  que  cierran  la  entrada  del  Callao.  ¿  Cuál  llegará  primero  ? 
— ^Este  es  la  gran  carrera  de  los  dos  OEirios,  en  la  que  les  vemos 
empeñados  sin  perder  aliento,  hasta  que,  casi  exánimes  de  gloria 
y  de  fatiga,  se  echa  el  uno  en  brazos  del  otro  en  el  malecón  de 
Ouayaquil. 

Nunca  el  Eterno  acercó  con  su  mano  inescrutable  dos  seres 
mas  extraordinarios,  en  hora  más  solemne  y  sitio  mejor  elejido. 
8on  dos  hemisferios,  dos  zonas,  dos  mundos  que  se  juntan.... 

Y  aquel  insondable  contraste  que  ha  aparecido  en  la  cuna,  no 
se  borra  ni  en  el  sepulcro 

Bolívar,  caudillo  improvisado  de  las  huestes  de  su  patria  re- 
belada, se  presenta  en  el  campo  sin  maestros  ;  él  inventa  una 


[ 


164  TIDA  DE  BOLÍYAB. 

guerra  de  prodigios....  En  10  años  cnenta  14  campañas  y  otras 
tantas  batallas  de  fila.  San  Martin  no  hizo  sino  la  campaña  de 
Chile  y  la  del  Perú,  no  dio  mas  batallas  que  las  de  Maipó  y 
Chacabuco.  Pero  Bolívar,  como  caudillo  militar  de  un  pueblo, 
es  mucho  más  grande  que'  San  Martin,  generalísimo  de  los  ejér- 
citos.— Bolívar  se  asimila  por  el  heroismo,  por  la  constancia,  por 
la  gloria,  por  sus  desastres  mismos,  á  la  Nación,  que  marcha  tras 
sus  pasos  en  ardientes  tropeles  ;  y  así,  cada  una  de  sus  grandes 
batallas  es  seguida  de  las  ovaciones  delirantes  de  la  muchedum- 
bre, que  siembra  de  laureles  sus  pasos  de  vencedor.  Da  la  ba- 
talla de  Carabobo  el  24  de  Junio  de  1821  y  entra  en  Caracas, 
libre,  cinco  dias  más  tarde  ;  liberta  á  Cundinamarca  en  Boya- 
cá  (7  de  Agosto  de  1819),  y  á  la  mañana  siguiente  penetra  en 
Santa  Fé.  Violenta  los  pasos  del  Juanambú  en  Bombona  (Mayo 
de  1822),  y  antes  de  que  termine  aquel  mes, es  dueño  de  Quito. 
— San  Martin,  vencedor,  en  oposición  á  aquel,  oculta  la  aureola 
de  su  frente  en  su  manto  de  viagero.....  y  entra  alternativamente 
á  Santiago,  á  Buenos  Aires,  á  Lima,  más  como  peregrino  que 
como  el  hijo  de  las  victorias. 

BoLÍvAB  1  ¡  cuan  gran  figura  en  todos  los  siglos  y  en  todas 
las  naciones !  Durante  sus  dias  de  grandeza  americana  que  se 
prolongan  por  el  espacio  de  20  años  cumplidos,  el  cielo  del  con- 
tinente está  enrojecido  de  luces  ardientes  y  un  estremecimiento 
volcánico  se  hace  sentir  en  todos  sus  ámbitos. — ^Bolívar  está  á 
caballo  I  Por  todas  partes  se  cruzan  los  ejércitos.  Los  caminos 
de  los  llanos  marcan  en  espesas  polvoredas,  movedizas,  el  avance 
de  los  ginetes,  mientras  que  los  agrestes  desfiladeros  repercuten 
el  eco  de  las  dianas  militares  que  anuncian  el  alba  en  todas  las 
montañas.  Los  campanarios  de  todas  las  aldeas  echan  á  los 
vientos  los  anuncios  de  las  victorias  de  la  tarde  y  la  mañana  ; 
y  las  ciudades  populosas  siembran  de  flores  el  tránsito  de  los 
que  llegan  en  su  rescate,  al  paso  que  todos  los  campos  se  blan- 
quean con  los  huesos  de  los  que  han  muerto  en  la  demanda.  To- 
dos tiemblan  y  todos  esperan — Boiíyaa  I  Esta  palabra  es  el 
grito -de  salvación  en  el  naufragio  de  la  América  ;  y  las  madres 
en  las  noches  de  pavor,  cuando  truena  á  lo  lejos  el  cañón  de  la 
batalla,  apartan  de  sus  convulsos  senos  el  labio  de  los  hijos  para 
enseñarlos  á  balbucear  aquel  nombre  de  redención,  Bolítab  el 
Libertador  I 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  165 

Desde  Ciimaiiá  á  Potosí  nada  le  ha  detenido.  Ha  destrozado 
vireinatos,  ha  borrado  todas  las  líneas  de  las  demarcaciones 
geográficas :  ha  rehecho  el  mundo  1  ^Qaita  su  nombre  á  la  Amé- 
rica, y  da  á  la  parte  que  ha  hecho  suya  el  nombre  de  Colombia,  y 
más  adelante  decreta  el  suyo  propio  á  su  última  conquista.  Su 
caballo  ha  bebido  las  aguas  del  Orinoco,  del  Amazonas  y  del 
Plata,  las  tres  grandes  fronteras  que  dio  la  creación  al  Nuevo 
Mundo.  Pero  él  las  ha  suprimido  en  nombre  de  la  gloria,  esta 
segunda  creación  de  la  omnipotencia... 

Semejante  á  aquel  rio  de  los  trópicos,  el  mayor  del  Universo, 
que  cuando  sale  de  madre,  en  las  súbitas  creces  del  verano, 
baña  en  un  solo  dia  comarcas  tan  vastas  que  formarían  por  sí 
solas  un  dilatado  imperio,  y  arrasa  en  sus  hinchados  turbiones 
los  bosques  como  deleznable  yerba,  y  se  desborda  por  la  cima 
de  las  montañas  que  comprimen  su  cauce,  Bolívar,  hijo  del  Ama- 
zonas, desciende  desde  las  montañas  de  Aragua  é  inunda  de  ba- 
yonetas todos  los  valles  de  América,  que  aclaman  sus  victorias. 
— San  Martin,  el  coloso  de  los  Andes,  ha  ido  levantándose  á  se- 
mejanza de  aquellas  calladas  moles  que  los  geólogos  afirman  han 
brotado  en  recientes  siglos  sobre  la  costra  de  la  tierra,  alzándose 
lentamente  en  silenciosa  magestad. — Bolívar  apenas  cabe  en  la 
estuaria  del  más  grande  de  los  ríos  de  la  América.  El  pedes- 
tal eterno  de  la  gloria  de  San  Martin  está  fijo  en  la  cúspide  de 
los  Andes... 

Bolívar  es  el  vuelo,  el  ave,  el  águila  de  las  sabanas  que  se  re- 
monta hasta  los  astros  y  hace  resonar,  bajo  la  bóveda  del  firma- 
mento, los  roncos  gritos  de  sus  victorias.  Para  juzgar  á  San 
Martin  es  preciso,  al  contrario,  descender  á  los  abismos,  interro- 
gar sus  sienes  de  granito,  pedir  á  los  arcanos  eternos  la  expli- 
cación de  su  grandeza,  acusada  á  veces  de  terrible,  pero  incom- 
prensible todavía. 

Y  cuando  la  hora  del  éxito  llega  para  los  campeones,  de 
cuan  distinta  suerte  la  acojen  sus  almas  tan  diversamente  tem- 
pladas y  tan  diversamente  grandes. — Hemo%  ganado  completa- 
mente la  acción  ;  tal  es  el  boletín  de  Maipó. — La  América  del 
Sur,  exclama  Bolívar,  empinándose  sobre  los  Andes  que  re- 
suenan todavía  con  las  descargas  de  Ayacucho  :  la  América  del 
Sur  está  cubierta  de  los  trofeos  de  vuestro  valor  ;  pero  Ayacu- 
cho^ semejante  al  Chimhorazo,  levanta  su  cabeza  erguida  sobre 


166  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

todos.  Soldados  colomManos  !  OsrUeno/res  de  vicúorias  alar' 
guen  vuestra  vida  hasta  él  término  dd  mundo  I 

Otra  diferencia  de  soldados  y  caudillos. — Bolívar  es  solo. 
Nadie  manda  donde  él  manda.  Nadie  puede  donde  él  está, 
porque  él  es  todopoderoso. — San  Martin,  hijo  de  las  L&jias,  al 
contrario,  se  vé  sujeto,  bajo  ley  de  muerte,  á  una  tenebrosa  su- 
bordinación que  al  fin  lo  pierde.  Bolívar,  después  de  Chaca- 
buco,  no  halbría  repasado  los  Andes,  solitario  viajero. — ^Habría 
desobedecido  al  Eterno  y  con  la  lanza  en  los  ríñones  de  Ordo- 
ñez,  habría  entrado  junto  con  él  á  Talcahuano. 

Gomo  hombres,  la  diversidad  es  aun  más  sostenida. — Bolívar 
tiene  la  organización  del  águila,  la  estructura  nerviosa,  la  mira- 
da de  fu^o,  la  tez  bronceada,  el  paso  ágil,  el  corazón  siempre 
encendido.  San  Martin,  semejante  á  los  robles  de  las  primiti- 
vas selvas  en  que  vio  la  luz,  encubre  bajo  su  ruda  corteza  todo 
lo  que  hay  de  ardiente  y  de  fecundo  en  la  savia  que  le  alimenta. 

Bolívar  más  joven,  más  brillante,  mejor  dotado  que  San 
Martin  en  todo  lo  que  deslumhra  y  fascina,  se  presenta  en  la  lid 
de  la  América  como  el  paladin  que  tributa  culto  de  adoración  á 
una  deidad  celeste  y  le  jura  su  lealtad  caballerezca  hasta  su 
postrer  suspiro.  Por  eso  condenado  á  dejarla,  repudiado  por 
ella,  nada  ni  nadie  alcanza  á  arrancarle  á  la  playa  querida,  y 
muere  en  Santa  Marta,  porque  su  alma  no  podia  desprenderse 
de  aquella  tierra  de  Colombia  que  era  la  beldad  de  sus  amores. 
— San  Martin,  al  contrario,  severo  é  inflexible,  tuvo  en  nu^tro 
suelo  la  misión  de  un  padre.  Cuando  creyó  que  no  era  necesa- 
ria 6  se  desconocía  su  tutela,  dijo  un  adiós  eterno  al  suelo  que 
habia  redimido  y  se  fué  á  amarlo  en  silencio  más  allá  del  mar... 

BoLÍYAB  gran  capitán,  gran  poeta,  gran  orador,  todo  á  la  vez 
es  la  prodijiosa  multiplicidad  de  las  facultades  del  genio.  San 
Martin  es  la  inflexible  unidad  del  genio  mismo. 


CAPITULO    XL. 

Fm  DE  1822. 

CaJKTA  DIL  LIBISTADOE  al  MABQVn  DSL  TOBO— DBSPBBrDIHnOITO  DI  BOLÍTAR— SO 
JUICIO  80BBB  BL  IMPBRIO  DB  ITUBBIDB— GUAYAQUIL  8B  ADmBEB  X  COLOMBIA— IN- 
SrRRBCCIOSr  DB  pasto— SUOBB  DBBBOTA  1  LOS  PA8TU808  T  OCUPA  LA  CAPITAL — BNIÍB- 
OIGA  BZPBBBIOV  DBL  LIBBBTAOOE  BV  PAVOE  DBL  SOBTBNIMIBMTO  DB  LA  LBT  FUNDA- 
■BXTAL  pB  COLOMBIA. 

A  LOS  que  como  70  poseen  los  secretos  del  Libertador,  sqs 
íntimos  pensamientos  y  deseos,  sus  cartas,  familiares,  les 
mueve  á  risa  7  menosprecio  aquello  de  ''regia  ambición"  7 
*^  aspiración  de  mando  general "  de  que  habla  calumniosamente^ 
el  Señor  Torrente  cuando  trata  de  paso  la  entrevista  de  San, 
Martin  con  Bolívar.  |  Prurito,  de  ofender  á  diestro  7  á  sinies 
tro,  á  tontas  7  á  locas  I  Puede  venirse  en  conocimiento  de  lai 
falsedad  de  la  imputaoion,  leyendo  la  carta  que  en  aquellos  mis- 
mos dias  escribió  el  Libertador  desde  Quito  al  Marques  del 
Toro  7  á  su  hermano-  D^  Femando.*^— Después  de  la  rendición 
de  Pasto»  consecuencia  de  los  lauros  inmortales  de  Bombona,, 
entró  Bolívar  en  QgúU^  7  allí  fué  recibido  con  entusiasmo  indes»- 

^  B%  haUa  «n  la  odeooioii.— 21  da  Junio  de  1SS2. 


168  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

cribible.  Las  demostraciones  más  exaltadas  de  la  gratitud  j  de 
la  admiración  parecian  poco  para  hónrale. — Vencedor  de  todos 
los  gefes  españoles,  desde  Correa  hasta  Morillo  y  Latorre  en 
Venezuela;  hasta  Basilio  Garcia  en  las  provincias  del  Ecuador ; 
caudillo  de  la  libertad,  domador  de  los  montes  sobre  los  cuales 
alzara  sus  banderas  la  tiranía ;  fundador  de  Colombia,  Bolívar 
era  considerado  como  un  ser  privilegiado  del  cielo  y  de  la  for- 
tuna.— Otro  menos  desprendido,  de  corazón  menos  republicano, 
hubiera  aspirado  á  lo  que  dice  Torrente :  al  mando  perpetuo,  á 
regios  resplandores  ;  pero  Bolívar  no  se  parecia  á  los  hombres 
comunes  que  Torrente  conoció,  y  lejos  de  engreirse  con  sus  triun- 
fos ni  de  ver  en  ellos  una  base  de  propósitos  de  orgullo  y  tira- 
nía, en  medio  de  los  halagos  más  fervorosos,  escribia  á  los 
Toros : 

Ustedes  habrán  visto  por  mi  proclama  de  Pasto,  que  la  paz  y  la  liber- 
tad han  marchado  tras  los  pasos  del  ejército  de  Colombia :  que  de  guerra, 
nada  nos  falta  que  hacer. 

Este  hermoso  país,  tan  colombiano  y  tan  patriota,  que  ninguno  le  ex- 
cede en  estos  sentimientos,  es  bien  fértil,  poblado,  y  ofrece  las  más  bellas 
esperanzas :  formará  el  más  grande  departamento  de  Colombia,  y  el  Ge- 
neral Sucre,  su  libertador,  lo  mandará  con  el  mayor  aplauso  de  sus  pueblos. 
Yo  estaré  algunos  meses  por  esta  parte :  después,  á  fines  del  afio,  iré  á 
Bogotá  á  renunciar  mi  presidencia,  porque  ya  he  concluido  dichosamente 
los  encargos  de  mi  oñcio  de  soldado.  Ya  en  Colombia  no  hay  españoles, 
y  ya  he  cumplido  por  consiguiente  más  allá  de  mis  esperanzas  la  obra  in- 
estimable de  la  paz.  Yo  me  debo  á  mí  mismo  la  separación  de  los  nego- 
cios públicos,  porque  habiendo  encanecido  en  el  servicio  de  la  patria, 
debo  dedicar  el  último  tercio  do  mi  vida,  á  mi  gloria  y  á  mi  reposo.  No 
me  creo  capaz,  m  quiero  creerme  con  los  medios  suficientes  de  llevar  ade- 

'lante  administración  alguna.    Mi  arenga  al  último  Congreso  ha  descu- 
bierto hasta  el  fondo  mi  corazón.    Me  he  sometido  al  servicio  militar, 

r porque  era  necesario  vencer  ó  morir;  pero  pora  mandar  no  hay  tal  con- 
iUcto,  porque  hasta  la  deserción  misma  os  un  rasgo  de  heroísmo.    Yo  no 

'  sé  d  el  reposo  que  tanto  anhelo  me  sea  tan  necesario,  pero  puedo  asegu- 
rar, que  mis  sentidos  me  piden  descanso,  y  que  cierto  intervalo  puede 

Tolverme  la  actividad  que  empieza  á  faltarme.      Puede  ser  que  cuando 
vuelva  á  la  clase  de  Simón  Bolívar,  quiera  desear  de  nuevo  la  presiden- 

•  da.    Siquiera  se  me  debe  conceder  este  oapricho  en  recompensa  de  mis 

•servicios.    Kada  se  debe  temer  por  mi  separación  del  gobierno,  porque 

.mi  persona  siempre  estará  pronta  á  cuanto  se  me  ez^a  en  el  peligro  de  la 

patria. 

Mis  queridos  Amigo^  reciban  Yds.  él  corazón  de 

SncoK  BoiivAiu 


VTDA  DE  BOLIVAB.  169 

He  aquí,  pues,  la  regia  ambición  de  Bolívar  I  ¡  He  aquí  los 
proyectos  de  mando  y  de  poder  exclusivo  I  Escribía  á  sus  más 
íntimos  amigos :  á  Fernando  Toro  que  amaba  como  á  un  her- 
mano, con  quien  viajó  en  Europa,  y  de  quien  tenia  los  más  gra- 
tos recuerdos  y  las  pruebas  más  finas  de  amistad  y  cariño  desde 
la  infancia  ;  y  no  le  hablaba,  en  la  confianza  del  corazón,  sino  de 
separarse  de  los  negocios  públicos  y  no  mandar  más...  1  Torrente 
^uzgó  á  Bolívar  por  la  medida  de  Napoleón,  de  Carlos  V,  de 
César,  de  Bayaceto,  y  se  engañó. — La  guerra  sirvió  á  aquellos 
para  levantar  pendones  de  familia  y  erigir  tronos  sobre  los  es- 
combros que  dejaban  sus  ejércitos  ;  y  la  sangre  de  millares  y 
millares  de  hombres  solo  fué  fecunda  en  diademas  y  coronas  im- 
periales ;  pero  Bolívar,  cuya  vida-  es  un  poema  de  redención, 
"  BoKvar  no  hizo  más  que  derramar  derechos  entre  los  hombres  ; 
sus  manos  no  empuñaron  sino  el  hacha  que  despedazaba  las  ca- 
denas de  la  opresión ;  su  voz  no  resonó  sino  para  convocar 
Congresos  populares  ó  promulgar  la  existencia  de  nuevos  lista- 
dos sobre  la  tierra. 

I  Sueños  parecen  esos  portentos... !  I  Y  son  las  obras  de  un 
mortal  I" 

Nótese  de  paso  en  la  carta  que  dejo  copiada,  y  como  una 
prueba  del  desinterés  admirable  de  Bolívar:  desinterés  que 
no  se  une  ni  coexiste  con  la  ambición  de  mando  general  y 
los  resplandores  regios  de  que  pretende  acusarle  Torrente ; 
nótese,  digo,  el  entusiasmo  con  que  habla  el  Libertador  de  Su- 
cre, llamándole  d  Libertador  de  las  regiones  ecuatorianas. 
\  Cómo  veía  sin  celo  y  sin  mortificación  la  gloria  de  sus  te- 
nientes I  Boiíyab,  vencedor  en  Bombona,  cuando  Sucre  triun- 
faba en  las  faldas  de  Pichincha,  no  habla  de  sus  hechos,  ni 
mienta  siquiera  su  victoria,  para  dejar  toda  la  honra  y  el  mé- 
rito de  la  libertad  del  Ecuador  al  General  Sucre. — ^Escribien- 
do al  Gobierno  de  oficio,  le  decia :  '^  Lo  que  ha  colmado  la 
^  dicha  de  las  armas  colombianas  es  la  victoria  alcanzada  al 
"'  pié  del  volcan  de  Pichincha,  sobre  Quito,  donde  Sucre  se  ha 
*'  llenado  de  gloria." — Ahora,  escribiendo  particularmente  á  sus 
amigos,  les  dice :  "  Sucre  es  el  Libertador  del  Ecuador." — Ese 
desprendimiento,  que  es  raro  aun  en  las  almas  mas  bien  nacidas 
y  generosas,  y  que  forma  en  la  vida  de  Bolívar  un  asuntó  bellí- 
nmo  de  constante  admiración  y  estudio,  era  un  título  cierto  de 


170  VIDA  DES  BOliVAB. 

en  grandeza*  Aquel  corazón  tan  elevado  :  aquel  genio  ardiente : 
aqnel  espirita  infinito  y  laminoso  era  proCandamente  modesto.... 
Antes  de  entrar  de  nuevo  en  la  serie  de  los  sucesos  que  se 
cumplieron  en  este  afio  de  1822  por  el  cual  va  mi  relación,  afia- 
diré  otra  prueba  de  lo  distante  que  Bdiívar  estaba  de  sentir 
"^  ambición  regia.'' — Ohoeante  é  irrisoria  le  pareció  la  idea  de 
establecer  un  trono  en  el  Perú,  como  San  Martin  queria ;  y  sin 
violar  la  reserva  que  la  conferencia  con  este  tuvo,  ni  suscitar 
odios  entrañables  contra  el  Protector,  se  propuso  sin  embargo 
combatir  el  propósito  de  tronos  en  América :  propósito  que  con- 
sideraba más  absurdo  que  peligroso.  Extravagancias,  decía  ; 
d  sudo  de  la  América,  emxndido  con  las  Uamas  de  la  libertad, 
devoraria  ¡os  tronos.  Nuestros  pud>los  ricos  de  fantasía,  im- 
presionaMes,  de  inteligencia  rápida,  de  valor  arrojado,  y  en  los 
cuales  se  ha  despertado  ya  el  amor  fuerte  á  la  ind^f>endencia  y  la 
igualdad,  no  corhsentirán  jamas  reyes  ni  tiranos  que  los  opriman... 
Escribiendo  al  Señor  Peñalver,  desde  Cuenca,  y  burlándose  del 
trono  de  Iturbide,  le  decia :  "  Ya  sabrá  Vd.  que  Iturbide  se 
"  hizo  Emperador  por  la.  gracia  de  Pió,  primer  sargento.  Sin 
"  duda  será  muy  buen  emperador  :  su  imperio  será  muy  grande 
"  y  muy  dichoso,  porque  sus  derechos  son  legítimos,  según  Vol- 
"  taire,  por  aquello  que  dice  : 

Le  premier  qui  fdt  roi  fíit  un  soldat  henreux. 

"  aludiendo  sin  duda  al  buen  Nemrod. —  Mucho  temo  que  las 
"  cuatro  planchas  cubiertas  de  carmesí  que  llaman  trono,  cuesten 
''  más  sangre  que  lágrimas  y  den  más  inquietudes  que  reposo. — 
"  Están  creyendo  algunos  que  es  muy  fácil  ponerse  una  corona 
"  y  que  todos  la  adoren ;  y  yo  creo  que  el  tiempo  de  las  monar- 
"  quías  f«é,  y  que  hasta  que  la  corrupción  de  los  hombres  no  lie- 
"  gue  á  ahogar  el  amor  á .  la  libertad,  los  tronos  no  volverán  á 
"  ser  de  moda  en  la  opinión.  Yd.  me  dirá  que  toda  la  tierra 
^  tiene  tronos  y  altares  ;  pero  yo  responderé  que  esos  monu- 
^  mentes  antiguos  están  todos  minados  con  la  pólvora  moderna, 
"  y  que  las  mechas  eneendidas  las  tienen  los  furiosos,  que  poco 
^  caso  hacen  de  los  estragos/' 

I  Qué  sonrojo  no  causaría  al  Señor  Torrente  haber  escrito  lo 
que  escribió,  si  hubiera  conocido  estas  opiniones  del  Libertador  I 
— ^Abandonémosle  en  su  ingrata  ocupación,  bebiendo  en  la  oor- 


VIDA  Dfi  BOLÍVAR.  171 

rompida  fuente  de  José  Domingo  Diaz,  hombre  acriminador,  y 
lafttiroando  la  agena  cordura  con  calumnias  6  narraciones  desfi 
guradas  ;  y  sigamos  nosotros  el  hilo  de  los  acontecimientos  en 
Guayaquil  y  loa  departamentos  del  Sur  donde  se  hallaba  el  hé- 
roe cuya  vida  llena  nuestra  atención. 

£1  30  de  Julio,  conforme  con  el  decreto  de  conyocatoría,  se 
reunió  la  Junta  electoral,  que  se  llamó  también  Bepreaentadan 
de  la  provincia  de  Guayaquü^j  por  aclamación  acordó  reunirse 
á  Colombia.  Quedaron  de  este  modo  extinguidos  los  partidos, 
destruido  un  elemento  de  disgusto  y  consumada  la  integridad 
de  la  República. — El  Libertador  nombró  al  Coronel  Salom  in- 
tendente de  aquel  departamento,  y  felicitó  á  los  guayaquileños 
porque  "  el  cielo  les  habia  destinado  aquella  dicha ; "  resta- 
bleció el  consulado :  dictó  nledidas  para  mejorar  la  adminis- 
tración publica  y  promovió  cuanto  pudo  la  prosperidad  de 
aquella  hermosa  comarca  colombiana.  En  seguida  marchó 
para  los  confines  meridionales  de  la  República  (1^  de  Setiem- 
bre), á  visitar  aquellos  pueblos  que  las  leyes  escudaban  con 
BU  protección. — ^El  Libertador  pensaba  que  el  Sur  seria  nues- 
tra reserva  en  todos  los  casos  de  apuro ;  así,  "  procuraba,  co- 
'^  mo  él  mismo  decia,  hacerle  todo  el  bien  imaginable,  de  mo- 
"  do  que  cada  provincia  en  particular  recibiera  un  señalado  be- 
"neficio.  Me  he  propuesto,  (escribía  á  Peñalver  en  la  carta 
"  antes  citada) ;  me  he  propuesto  mejorar  cuanto  esté  en  lo 
*'  posible  un  país  que  tiene  vecinos  seductores  y  rivales,  con 
^  el  objeto  de  que  nuestra  buena  conducta  sea  toda  su  defensa." 

No  debo  omitir  que,  antes  de  moverse  el  Libertador  de  Gua- 
yaquil, hizo  marchar  los  batallones  "  Pichincha,"  '^  Yaguachí" 
y  "  Vencedor  en  Boyaca"  (2,500  hombres),  con  un  considerable 
armamento,  para  el  Callao. — Tales  fuerzas,  unidas  al  batallón 
Numáneia  que  Bolívar  llamó  VoUigeroé  de  la  Guardia,  hablan 
de  componer  la  división  colombiana  auxiliar  del  Perú.  Mandá- 
bala el  General  Castillo,  que  tenia  bajo  sus  órdenes  á  los  coro- 
ndes  José  Maria  Córdova  y  Jacinto  Lara. — El  Libertador  creia 
de  nna  apremiante  necesidad  destruir  las  fuerzas  espafiolas  en 
los  antiguos  dominios  de  los  Incas ;  porque  de  otro  modo,  decia, 
no  goearimos  nunca  de  paz  degura.  Por  eso  ofreció  á  San  Mar- 
tin su  expontánea  cooperación  ;  por  eso  propuso  desde  Cuenca 


172  VIDA   DE  BOLÍYAB. 

nuevos  planes  para  continuar  activamente  la  guerra :  ofreció 
4,000  hombres  más  de  tropas  colombianas  *  é  instó  á  los  gobiei^ 
nos  de  Chile  j  Buenos  Aires  para  que  prestaran  iguales  socor- 
ros á  fin  de  arrojar  a  los  españoles  de  todo  el  Continente ; 
porque  de  citaJquier  jmnto  amenaza/rán  la  libertad  de  todos  lofi 
Estados. 

Y  no  se  engañaba  Bolívar;  que  logramos  á  veces  suspender  las 
iras  del  enemigo,  pero  no  ahogarlas  jamas.  Y  era  claro  que  de 
nuestra  templanza  le  nacerían  mayores  brios,  y  que  habría  sido 
costosa  á  Colombia  la  resolución  de  dejar  al  espa&ol  potente  en  el 
Perú. 

Cuando  el  Libertador  visitaba  los  distritos  meridionales  de 
la  República  para  beneficiarlos  en  lo  que  era  dable,  un  tal  B^ 
nito  Bóves,  turbulento  y  sanguinario,  que  muchos  tienen  por  so- 
brino de  la  Furia  de  1814,  y  que  era  de  los  capitulados  en  Quito 
con  Aymerich,  se  escapó  del  depósito  de  prisioneros  y  se  levantó 
en  Pasto  con  algunos  dispersos  españoles  que  le  siguieron.  Pre- 
sentóse en  la  ciudad  desguarnecida,  y  todo  el  pueblo  victoreó  á 
Fernando  VII  ( 28  de  Octubre). — Enseñoreado  Bóves  de  la  ca- 
pital, derrotó  á  Obando,  gobernador  de  la  provincia,  y  se  apo- 
deró del  resto  de  esta  hasta  Tulcan. — ^El  Libertador  ocurrió  ea 
el  acto  con  las  medidas  más  activas  y  eficaces  para  sufocar 
aquella  insurrección.  Marcharon  fuerzas  sobre  la  infiel  Pasto, 
baldón  de  América,  y  designóse  á  Sucre  para  comandarlas.  Eu 
la  cuchilla  inaccesible  de  Taindala  fué  infeliz  el  mejor  soldado 
del  Ejército  Libertador. — Los  pastusos  hicieron  frente  con  im- 
pavidez á  Sucre,  y  clamando  á  Fernando  VII,  rechazaron  á  aquel  I 
Y  con  Sucre  estaban  oficiales  como  Sándes  tan  bizarro,  Salom 
tan  sereno  en  el  peligro,  Luque  tan  intrépido....!  ¡Verdad  es 
que  hay  dias  aciagos,  en  los  que  nada  sale  bien  ni  con  las  ma- 
yores diligencias  1  Hasta  en  el  entendimiento  hay  vez,  decia  un 
antiguo,  que  ninguno  supo  á  todas  horas.... — ^Volvió  Sucre,  ya 
asistido  de  mayores  fuerzas,  y  derrotó  á  los  soldados  de  Bóves. 
Intimó  al  Cabildo  de  Pasto  la  entr^a  de  la  ciudad  ;  mas  aque- 
llos hombres  eran  tan  obstinados  y  tan  ignorantes,  que  pren- 
dieron al  emisario.  Preciso  fue  atacar  la  ciudad  y  trabar  el 
combate  en  sus  mismas  calles.  Al  fin  huyeron  los  realistas, 
unos  con  Bóves  hacia  las  montañas  de  Sebondoy,  camino  del 

*  Oficio  de  9  de  Setiembre  fechado  ea  Goenca. 


VIDA  DB  BOIÍYAB.  173 

Amazonas,  otros  al  Jnanambtí,  ocultándose  en  el  desierto  del 
Castigo. — Las  monjas  y  un  corto  número  de  mugeres,  ancianos 
7  enfermos,  he  ahí  todo  lo  que  se  encontró  en  Pasto.  El  resto 
de  la  población  huyó  por  no  recibir  en  su  seno  á  los  enemigos  de 
la  inquisición  y  del  benéfico  Femando.  |  Puede  haber  mayor 
insania,  mas  crasa  y  lamentable  estupidez  I — La  rebelión  de 
Pasto  y  una  experiencia  de  todos  los  dias,  á  contar  desde  el  me- 
morable 19  de  Abril  de  1810,  habian  enseñado  que  de  nada  va- 
lian  las  generosidades  y  beneficios  que  se  dispensaban  á  los  rea- 
listas, y  que  para  contar  con  sosiego  era  preciso  quitarles  todo 
medio  de  ofender.  La  tranquilidad  pública  exigia  fuertes  pro- 
videncias, dolorosas,  si  se  quiere,  pero  inevitables. — Bolívar  cas- 
tigó á  Pasto  y  tan  seyeramente,  que  su  escarmiento  resonó 
en  todos  los  ángulos  de  Colombia. 

Doy  fin  á  este  año  tan  prolijo  en  sucesos  de  todo  género,  con 
la  indicación  de  los  proyectos  que  concibieron  algunos  ciudada- 
nos partidarios  de  novedades  de  irreparable  daño,  k  saber :  que 
el  Congreso  de  1823  reformase  la  Constitución  y  estableciese 
en  Colombia  el  sistema  federativo. — £1  Congreso  de  1823  era 
el  primer  Congreso  Constitucional  y  no  tenia  poder  para  alterar 
el  pacto  fundamental.  Esto  no  embargante,  El  Anglo-Colotn- 
biano  en  Caracas  y  M  Insurgente  en  Bogotá  sostenían  con  tesón 
el  proyecto  desorganizador  y  lograron  difundir  la  idea  de  que 
la  Constitución  debia  variarse. — Peligrosos  políticos  (si  ya  en 
su  intento  no  habla  alguno  dañado  fin),  que  no  velan  la  turbación 
del  orden  en  la  instabilidad  del  fundamento  constitucional  que 
á  todo  trance  debe  conservarse,  siendo  el  alma  de  la  república, 
7  en  la  cual  no  pueden  arbitrar  los  magistrados  y  diputados  á 
quienes  solo  toca  su  custodia  y  defensa,  porque  la  reforma 
pertenece  derechamente  al  pueblo. — Bolívar  estaba  en  Tulcan 
cuando  le  fué  la  nueva  de  los  proyectos  insensatos  de  los  nova- 
dores.— La  idea  de  federación  tenia  de  antemano  su  anatema, 
como  sabemos. — ^El  disgusto,  el  horror  de  las  agitaciones  su- 
balternas, interminables  y  estériles  de  la  anarquía,  que  está  co- 
mo en  germen  en  la  federación  ;  la  evidencia  de  sus  males,  la 
inteligencia  de  los  peligros  que  se  aumentan  con  la  fracción  del 
poder  público,  las  rivalidades  de  los  Estados,  el  antagonismo  y 

los  celos  secretos  de  las  pequeñas  capitales todo  esto,  que  el 

Libertador  penetraba  claramente,  le  hacia  odiosa  tal  forma  de 


174  TIDA  BE  BOLfyiB. 

gobierno,  inconveniente  para  la  América  del  6nr ;  más  lo  que 
puso  el  colmo  á  su  sorpresa  fué  la  facilidad  que  muchos  halla- 
ban para  trastornar  la  existencia  interior  de  la  nación  j  la  obra 
de  tantas  virtudes  j  de  tan  costosos  sacrificios :  la  obra  de  doce 
años  de  combates,  de  infortunios,  de  heroísmo;  de  sangre  j  glo- 
ria     En  el  acto  tomó  la  pluma  y  le  escribió  al  Congreso  y  al 

Vicepresidente  Santander  :  "  Fiel  á  mi  juramento,  decia  al  pri- 
^'  mero,  de  obedecer  la  ley  fundamental  de  la  República,  reitero 
'^  á  los  Legisladores  de  Colombia  mi  promesa  de  morir  antes,  la 
"  espada  en  la  mano,  á  la  cabeza  del  ejército  de  Colombia,  que 
"  permitir  que  se  huelle  el  pacto  de  unión  que  ha  presentado  una 
'*  nación  al  mundo  compuesta  de  Venezuela  y  Nueva  Granada. 
'*  La  Constitución  de  Colombia  es  sagrada  por  diez  años  ;  no  96 
"  violará  impunemente  mientras  mi  sangre  corra  por  mis  venas 
"  y  estén  á  mis  órdenes  los  Libertadores^^ 

"  Y.  E.  sabe,  le  decia  al  segundo ;  y  Colombia  entera  lo  sabe 
"  también,  que  yo  he  consagrado  mi  vida  á  la  integridad  de  Co- 
''  lombia,  á  su  libertad  y  á  su  dicha.  Mi  política  ha  sido  siem- 
''  pre  por  la  estabilidad,  por  la  fuerza  y  por  la  verdadera  liber- 
'^  tad....  La  constitución  es  inalterable  por  diez  afios ;  y  pudiera 
'*  serlo,  según  el  Contrato  social  del  primer  republicano  del  mun- 
'^  do,  pudiera  serlo,  digo,  inalterable  por  una  generación  entera ; 
'^  porque  una  generación  puede  constituirse  por  su  vida. — La  so- 
'*  beranía  del  pueblo  no  es  ilimitada ;  la  justicia  es  su  base,  y  la 
"  utilidad  perfecta  le  pone  término.  ¿  De  dónde,  pues,  pueden 
"  creerse  autorizados  los  representantes  del  pueblo  para  cambiar 
."  constantemente  la  organización  social  ?  ¿  Cuál  será  entonces 
"  el  fundamento  de  los  derechos,  de  las  propiedades,  del  honor, 
**  de  la  vida  de  los  ciudadanos  ?  Valdría  más  vivir  bajo  el  feroz 
^'  despotismo;  pues,  al  fin,  el  sagrado  del  hombre  tendría  algún 
"  apoyo  en  el  poder  mismo  que  le  oprime.  Yo  me  creo  autoriza- 
"  do  á  instar  al  Poder  Ejecutivo  para  que  haga  los  esfuerzos  más 
"  eficaces  á  efecto  de  procurar  que  la  actual  Legislatura  no  al- 
"  tere  en  nada  el  Código  fundamental.  To  declaro  por  mi  parte 
''  que,  ligado  por  un  juramento  á  este  Código,  no  debo  obedecer 
"  á  ninguna  ley  que  lo  vulnere  y  viole,  y  que  mi  resolución  es 
"  separarme  de  Colombia  antes  de  dar  asenso  á  las  leyes  que 
"  aniquilen  la  obra  maravillosa  del  Ejército  Libertador." 

El  tono  decisivo  de  Bolívar  frustró  los  proyectos  de  altera- 


VIDA  DB  BOLÍYAB.  175 

cion  de  la  ley  fundamental  é  hizo  desaparecer  las  indiscretas 
ideas  de  federación.  Sin  el  celo  del  Libertador  por  el  mante- 
nimiento de  la  Constitución  de  Colombia,  ¿  cnanto  habría  durado 
esta  ?  Y  con  sn  alteración,  |  qné  ancha  puerta  no  se  hubiera 
abierto  al  desborde  de  las  pasiones,  á  la  injusticia,  á  los  enga- 
ños, á  las  sediciones  7  conspiraciones  7  á  muchos  abusos  7  males 
gravísimos  que  nos  habrían  conducido  pronto  al  terreno  de  la 
anarquía  I — Los  novadores  hablaban  en  nombre  de  la  libertad. 
Este  era  el  disfraz  con  que  ellos  se  vestían.  La  libertad  vive 
en  el  orden.  Bolívar  quería  religión  sin  intolerancia :  liber- 
tad sin  desenfreno  :  igualdad  sin  abatimiento  :  poder  sin  despo- 
tismo.— Ellos  querían  otra  cosa licencia  I 

lácense  the7  mean  when  they  cry  liberty. 

(  MiLTOM.) 


CAPITULO  XLI. 
1823. 

HbdIDAS  TOVADA8  POR  ML  LIBERTADOR  RN  PASTO— MARCHA  X  QUITO  T  CÜATAQUIL^ 
BL  GOBIBRKO  DBL  PBBÚ  DBTÜBLTR  LA  RXPRDICION  AUXILIAR— BOLÍVAR  HACB  GltAV- 
DBS  APRESTOS  MILITARES— BRBTR  RBLACION  DB  LAS  OGURSBNCIAS  DBL  PBRá  DBSDB 
1809  HASTA  B8TB  AJI^O. 

EN  el  1"*  de  Enero  de  1823  llegó  el  Libertador  á  Pasto,  en 
caya  ciudad  permaneció  hasta  el  14,  que  partió  para  Quito. 
En  Pasto  publicó  un  indulto  para  los  que  se  presentaran  den 
tro  de  un  breve  término ;  impuso  á  los  pueblos  rebeldes  del  can- 
tón nna  contribución  forzada  para  la  subsistencia  de  las  tropas  : 
mandó  reclutar  todos  los  hombres  útiles  para  el  servicio  de  las 
armas,  y  que  á  los  más  inquietos  se  llevaran  en  calidad  de  presos : 
ordenó  la  confiscación  de  los  bienes  de  los  que  tomaron  parte 
en  la  insurrección  y  que  se  distribuyesen  entre  los  militares  en- 
pago  de  sus  haberes  :  arrojó  del  territorio  á  muchos  eclesiásti- 
cos realistas  que  contaminaban  á  los  pueblos  é  inculcaban  sin 
descanso  la  semilla  enemiga  de  la  independencia  y  quiso  que  no- 
hubiera  lenidad  en  el  castigo  que  inflijía  á  la  rebelde  y  temerá 
ría  Pasto. — ^Algunas  de  estas  medidas  tuvo  que  aplicar  tambienj 
12  (lili 


178  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

en  Quito ;  y  para  cortar  de  raiz  el  mal  que  hacían  los  desafeo- 
tos  con  sa  ejemplo,  con  sus  opiniones  7  con  sus  intrigas  7  ocultos 
planes  contra  la  República,  mandó  salir  de  Colombia  á  todos 
los  españoles  europeos  7  á  los  americanos  conocidamente  enemi- 
gos de  nuestra  libertad 

Juzgaron  muchos  dura  esta  medida.....  Antiguo  vicio  de  los 
aristarcos  de  todos  los  climas,  excusar  la  malicia  culpando  la 
providencia  que  castiga. — Pero  en  este  caso  el  rigor  quedaba 
justificado ;  porque  debía  tener  entera  satisfacción  la  ley,  7  por- 
que la  rebelión  7  los  desórdenes  de  Pasto  acreditaban  que  la 
generosidad  no  influía  nada  en  el  ánimo  de  los  realistas,  los  cua- 
les perturbaban  el  piíblíco  sosiego  7  rompían  las  capitulaciones 
más  firmes  en  el  momento  que  les  parecía  conveniente,  teniendo 
siempre  vivas  la  causa  de  odio  bacía  nosotros  7  la  idea  de  se- 
ñorío sobre  nuestros  dulces  pueblos.* 

*  La  historia  de  la  guerra  de  nuestra  independeucia  abunda  en  pruebas  las 
más  irrefragrables  de  nuestra  constante  generosidad  y  de  la  mala  correspondencia 
que  nos  daban  los  realistas.  Pero  parece  conveniente  recordar  en  este  lugar  ]oe 
hechos  siguientes : 

V  Antes  del  armisticio  de  Trujillo  y  cuando  la  guerra  Uevaba  al  sepulcro  al 
guerrero  y  al  ciudaditno,  fué  aprendido  el  Teniente  español  Vlncheuti  por  una 
de  nuestras  partidas  de  obsenracion. — Vlncheuti  Ueyaba  pliegos.  £1  Libertador 
tony5  estos  y  le  dijo :  Vd.  etld  libre :  puede  Vd.  irte  $i  gwta,  ó  qftiedarte  con  no- 
§otrw. — VincheuÜ  se  fué. — ^Veamos  ahora  el  contraste. — £1  General  Sucre  des- 
pachó á  su  ayudante,  el  Capitán  £usebio  Borrero,  para  el  cuartel  general  de 
Aymerich  con  oficios,  en  los  cuales  le  intimaba  el  rompimiento  de  las  hostilida- 
des para  el  dia  del  término  del  armisticio,  á  menos  que  de  mátuo  acuerdo  se  pror- 
rogase seg^n  lo  habia  solicitado  del  Libertador  el  mismo  Aymerich.  Borrero 
llegó  á  Guaranda  y  ñié  arrestado  inmediatamente,  faltando  poco  para  que  le 
pasasen  por  las  armas..... 
2**  £1  Libertador  Uega  á  Popayan  y  dice  á  los  espafioles :  "  La  guerra  ha 
cambiado  y  con  ella  los  motivos  de  odio.  Vosotros  pertenecéis  á  una  nación 
libre,  y  por  tanto,  no  sois  nuestros  enemigos.  La  mayor  parte  de  la  nación 
española  ha  mostrado  su  inclinación  hAcia  nosotros  y  pronto  la  paz  curarA 
"  nuestras  mortales  heridas.  La  guerra  que  continuáis,  españoles,  es  una  gaerra 
**  desesperada,  sin  motivo,  sin  objeto.  La  España  está  dividida  en  partidos  y 
"  su  gobierno  sin  ftindamento  ni  opinión.  ¿  Qué  esperáis  sino  nuevos  torrentes 
**  de  sangre  y  dar  nuevas  cansas  de  encono  á  los  hijos  de  la  América  ?  Sed  al 
"  fin  justos.  Si  queréis  volver  á  vuestra  patria,  el  Gobierno  de  Colombia  os 
"  enviará  á  ella  eon  vuestras  familias  y  bienes ;  y  si  queréis  ser  Colombianos, 
"  seréis  colombianos,  porque  nosotros  deseamos  hermanos  que  aumenten  núes- 
"  tras  fiunilias.'* 
Ya  antes  habia  dicho  desde  Harinas :  *'  Espafioles ;  á  pesar  de  todos  los  graves 
dolores  ^ne.nfle  causa  vuestro  gobierno,  seremos  los  más  observantes  del  trsr 


k  « 


VIDA  DB  BOLÍVAR,  179 

Pasto  quedó  pacificada,  (bien  que  su  tranquilidad  fué  solo  apa- 
rente ;)  y  el  Libertador  partió  para  Quito. — Apenas  habia  lle- 
gado, (Enero  22)  cuando  vinieron  á  informarle  que  la  división 
colombiana  que  mandó  para  auxiliar  al  Perti,  habia  sido  devuelta 
por  una  Junta  que  gobernaba  en  aquella  República,  de  donde 
San  Martin  se  habia  fugado.*  Tal  noticia  le  alarmó,  y  para  cono- 
cer  mejor  la  situación  de  las  cosas  y  recibir  informes  más  pron- 
tos y  seguros,  se  trasladó  á  Guayaquil.  (Enero  80.) 

A  un  tiempo  llegaron  á  esta  plaza  el  Libertador  y  las  comu- 
nicaciones de  Lima  que  participaban  la  catástrofe  de  Torata  y 
Moquehua,  donde,  superiores  los  realistas  en  número  y  disciplina, 
y  ocupando  las  provincias  más  ricas  y  pobladas,  habían  vencido 
sobre  los  independientes  del  Perti.... !  Bolívar  lleno  de  ansie- 
dad dio  orden  en  el  acto  para  reunir  en  los  departamentos  del 
Sur  tropas  y  pólvora,  plomo,  piedras  de  chispa  y  otras  municio- 
ciones  de  guerra  con  que  defender  á  Colombia  de  las  huestes 
españolas  que  la  invadii*ían. 

De  pié,  inmóvil  Sobre  el  malecón  que  lamen  las  suaves  cor- 
rientes del  Guayas  :  poseído  del  espíritu  de  las  grandes  cosas  ; 
admirando  quizas  la  obra  de  su  heroísmo  y  aplaudiendo  el  pro- 
pósito inmortal  de  haber  constituido  á  Colombia....una  idea  vino 
á  herirle  y  asombrarle....Bolívar  se  estremeció  I 

¿Qaé  expresión  sería  capaz  de  pintar  el  ademan  del  Li- 
bertador ? 

Su  espíritu  cavilaba....  Su  mirada  trascendente  estaba  fija  I 

Aqaella  libertad  (pensaba,)  fruto  do  tantos  sacrificios,  adqui- 
rida al  precio  de  tanta  sangre  ;  aquella  república  llena  de  glo- 
ria que  se  engalanaba  con  los  prestigios  del  triunfo  y  que  osten- 


"  tado  de  reipÜArLEadon  de  la  gaerra,  y  Toeotros  seréis  respetados  aun  en  el  ez- 
"  ceso  del  ftirror  de  yueetra  red  de  sangre.  Vosotros  yenis  á  degollamos  y  no- 
**  MtroB  os  perdonamos :  habéis  oonyertido  en  horrorosa  soledad  nuestra  aflijida 
"  patria  y  nuestro  más  ardiente  anhelo  es  Ytj^veros  á  la  yue8tra."~yeámos  ahora 
el  contraste. — ^Morales,  General  en  gefe  del  ejército  expedicionario  por  ausencia 
de  Latorre,  Ueg^  á  Maracáibo  en  1822  y  decretó  en  el  acto :  que  quedaba  aboli- 
do el  tratado  de  regularigaeion  de  la  guerra  y  que  se  condenaría  á  la  muerte  ó 
á  los  trabigoe  forsados  á  los  subditos  neutrales  que  se  hallasen  en  los  pueblos 
que  él  ocupara  y  sus  propiedades  se  confiscarían Morales  que  era  un  bebe- 
dor insaciable  de  sangre  humana,  queria  abrir  el  campo  á  los  estragos  y  á  las 
devastacionea  pasadas. 

*  Este  era  él  término  que  se  empleaba. 


180  VIDA  DB  BOLÍVAR 

taba,  como  un  trofeo  más  precioso  que  la  victoria  misma,  des- 
pués de  doce  afios  de  sangrienta  lucha,  instituciones  admirables, 
orden,  lejes,  civilización,  nacionalidad....  todo  podia  ser  ilusión, 
todo  sombra  y  vanidad  N  -La  España  poseia  el  Perú. — ^Y  esa 
amenaza  de  todos  los  momentos  y  de  todas  las  situaciones  envol- 
vía graves  daños ;  porque  maquinando  siempre  contra  nuestra 
existencia,  acabaría  al  fin  por  devorarla.    Colombia  no  viviría 

tranquila  mientras  un  español  armado  pisara  el  Continente 

Y  en  Lima,  en  la  soberbia  ciudad  de  los  Beyes,  estaba  Laserna 
que  mandaba  23,000  soldados  europeos. — En  Lima  estaba  el 
Virey  lleno  de  dinero  y  de  recursos,  asistido  de  famosos  capita- 
nes, cuyas  tropas  ocupaban  el  tercio,  al  menos,  del  Continente  I 
Ambiciosos  de  poder  y  mando,  ¿  consentirían  los  españoles  en 
perder  la  joya  más  preciosa  de  la  corona  ?  ¿  Y  el  instinto  de 
la  venganza  no  les  movería  á  castigar  nuestros  triunfos,  reconquis- 
tar nuestra  obediencia  y  someter  otra  vez  á  su  imperio  nuestra 
tierra  ?  ¿  Cuándo  hubo  fé  segura  entre  el  vencido  y  el  vencedor? 
La  frontera  de  la  república  bien  gobernada,  decia  Pompeyo  al 
Bey  de  los  Partos,  es  lajustioia, — Esto  es  cierto  entre  naciones 
amigas  ;  pero  de  ningún  modo  entre  enemigas,  confinantes,  para 
las  cuales  ni  la  moderación  ni  la  prudencia  tienen  fueros.... 

Tales  ideas  revolvía  el  Libertador  allá  en  su  mente....  repi- 
tiendo de  cuando  en  cuando  Colombia  !  Colombia  I 

En  ese  instante  se  decretó  la  redención  del  Perú,  á  despecho 
de  todos  los  inconvenientes. 

El  Libertador  volvió  la  vista....  una  inspiración  sublime  lo 
habia  dominado. — ^El  mundo  de  Colon  dejará  de  ser  español  1 1 

Para  comprender  mejor  la  situación  de  las  cosas  en  el  Perú  y 
la  magnitud  de  la  guerra  qne  debia  Uqvarse  allá  para  afianzar 
la  libertad  do  Colombia :  guerra  que  terminará  en  el  opuesto 
lado  de  los  Andes  con  las  palmas  gloriosas  de  Ayacucho,  estu- 
diemos en  breves  líneas  la  historia  de  los  sucesos  coetáneos  en 
el  dilatado  y  opulento  imperio  de  los  Incas. 

En  Mayo  y  Julio  de  1809  se  sintieron  movimientos  de  insur- 
rección en  Charcas  y  la  Paz  (Alto  Peni),  que  dieron  por  resul- 
tado la  instalación  de  la  Junta  popular  que  se  llamó  Tuitiva,  y 
que  pronto  fué  disuelta  por  el  Brigadier  D.  José  Manuel  Goye- 
neche.  Presidente  del  Cuzco,  en  nombre  del  poder  absoluto.de  la 
corona  de  Castilla. 


VIDA  DB  BCHÍVAB.  181 

Un  año  despoee,  la  insarreccioB  de  Gochabamba  probó  que  en 
la  tierra  del  Perú  no  so  habia  extinguido  del  todo  la  llama  re- 
volucionaria.— Cochabamba,  situada  en  fértiles  terrenos,  entre 
Charcas,  Potosí  y  la  Paz,  rica  y  poblada,  no  podia  menos  que 
ejercer  influjo  decisivo  sobre  todas  las  provincias  del  Alto  Perú. 
En  efecto,  para  1811,  la  conflagración  era  general ;  y  aun  se  ex- 
tendió hasta  Arequipa  el  movimiento. 

Esto  no  obstante,  la  energía  y  los  grandes  medios  de  resisten* 
cia  que  desplegaron  el  referido  Goyeneche  y  el  virey  D.  José 
Femando  Abascal,  celoso  magistrado,  impidieron  que  se  conso- 
lidasen los  planes  de  emancipación  que  encubiertamente  abriga- 
ban los  patriotas  cochabambinos  y  arequipeños. 

Las  batallas  de  Huaqui  y  Sipesipe,  favorables  á  los  realistas, 
acabaron  de  someter  el  país,  castigando  á  su  sabor  los  jueces 
españoles  la  noble  insurrección  de  Gochabamba. — ^Los  mismos 
historiadores  realistas  confiesan  que  se  dictaron  rasgos  de  ditr 
reza  y  de  crueldad^    ¿  Gongeture  el  lector  cuáles  serían  ? 

Mas,  como  la  opresión  no  es  basa  segura  de  estabilidad  ni  ra- 
cional elemento  de  gobierno,  la  tirania  de  Goyeneche  en  Gocha- 
bamba que  tantas  lágrimas  produjo,  la  vengó  el  ilustre  argentino 
D.  Manuel  Belgrano,.  derrotando  las  armas  de  Castilla  en  las 
montañas  de  Salta. 

A  Goyeneche  sucedió  entonces  D.  Joaquín  de  la  Pezuela,  sub- 
inspector de  artillería,  gefe  activo  y  de  pericia  militar,  que 
logró  tener  en  estado  de  "  respeto  y  sumisión ''  las  provincias 
que  más  pruebas  dieron  de  amor  á  la  libertad. 

Quedaron  en  los  campos  varias  partidas  y  guerrillas  que  mo- 
lestaban á  los  dominadores ;  señalándose  entre  todas  la  de  Juan 
Antonio  Arenales,  que  con  intrepidez  notable,  escarmentó  varias 
veces  á  los  soldados  de  Pezuela. 

El  3  de  Agosto  de  1814  se  dio  en  el  Cuzco  el  grito  de  inde- 
pendencia por  el  indio  D.  Mateo  Pumacagua ;  mas  las  tropas 
realistas  que  mandaba  el  General  Ramírez  sufocaron  aquel  im- 
pulso del  corazón  patriota. 

En  el  encuentro  de  Humachiri,  tan  desgraciado  para  los  ame- 
ricanos, fué  hecho  prisionero  el  valiente  Pumacagua,  y  (como 
debe  suponerse)  le  mandaron  ahorcar  en  el  acto,  cortándosele  la 
cabeza  después  de  muerto  para  llevarla  en  una  pica  á  la  capital 
del  Cuzco... 


182  VIDA  DB  BOLÍVAR. 

Los  espafioles  amaban  este  género  de  espectáculo. 

De  antemano  se  daba  por  segura  la  condenación  del  indio  al 
último  suplicio,  bastaíido  leer,  para  juzgarlo  así,  las  circulares 
en  que  se  le  titulaba  aaorüego  caudiüo,  borrón  y  afrenta  de  la 
especie  humana... 

Era  americano  y  amaba  la  libertad  ;  [  qué  mayor  crimen  I 

Las  victorias  de  los  realistas,  alcanzadas  por  lo  común  sin 
gran  esfuerzo,  pusieron  al  virey  en  actitud  no  solo  de  mantener 
la  obediencia  de  aquellos  pueblos,  sino  de  enviar  fuertes  auxi- 
lios á  Chile  donde  los  disidentes  tenian  en  aprieto  primero  & 
Osorio  y  después  á  Marcó  del  Pont — Organizóse  en  Arequipa 
un  ejército  de  reserva  y  se  aumentaron  las  fuerzas  realistas  con 
tropas  de  todas  armas  procedentes  de  Panamá,  que  desembarca- 
ron en  Huacho  y  el  Callao. — Pezuela  y  Laserna  se  dedicaron  con 
empeño  á  poner  el  país  en  situación  firme  de  defensa ;  y  en 
efecto,  según  el  Estado  que  se  dirijió  á  la  Corte,  el  total  de  tro- 
pas regulares  y  disciplinadas  de  que  disponian,  montaba  á  23,000 
soldados  con  oficiales  inteligentes  y  pundonorosos.* 

£o  Lima  y  Callao 7,816 

En  PÍBCO,  Cañete  y  Chancay 700 

En  el  Alto  Perú 6,000 

En  Arequipa,  Hoamanga,   Tnijillo,  Cuzco, 

Jaiga,  etc. 8,485 

28,000 

Tenian  también  escuadra,  caballería  bien  montada  y  cañones. 

Para  1819,  el  Perú  estaba  subordinado  y  tranquilo ;  y  de 
ello  se  vanagloriaba  Pezuela,  que  recibia  plácemes  y  protestas 
de  admiración  y  afecto  del  soberano  espafiol.t — "  Si  las  gavillas 
de  facciosos,  contestaba  aquel  á  Fernando,  asoman  la  cabeza  en 
algunos  puntos,  es.  Señor,  para  recibir  nuevos  golpes  y  contri- 
buir al  mayor  lustre  de  las  invictas  armas  de  Vuestra  Mages- 
tad." 

•  Manifiesto  pobUcado  en  Madrid,  1821. 

f  Deseoso  el  Rey  D.  Fernando  Vil  de  qne  la  Península  y  la  Europa  toda  admi- 
rasen el  heroísmo  de  sus  tropas  en  el  Perú,  dio  la  mayor  publicidad  á  los  Uutbreé 
hechos  de  Pezuela,  y  mandó  que  se  cantase  un  "Te  Deum"  en  todas  las  iglesiaa 
de  la  Monarquía.  A  Pezuela  le  dio  un  título  de  Castilla  para  él  y  para  sus  suce- 
sores, y  en  premio  ademas  el  yireinato  del  Pera  que  eon  su  valor  y  Bobias  m«dií- 
daa  habia  talvado. 


VIDA  DB  BOLfYAB.  183 

Quiso,  sin  embargó,  la  estrella  de  Pezuela  que  ya  le  llevaba  á 
su  ruina,  que  los  patriotas  de  Chile,  libres  de  enemigos  interio- 
res, pudieran  consagrarse  á  aprestar  en  Yalparaiso  una  expedi- 
ción destinada  á  las  costas  del  Perú :  expedición  libertadora 
como  se  llamaba,  y  de  la  cual  se  encargó  al  General  D.  José  de 
San  Martin.  Constaba  de  4,500  hombres'  de  desembarco,  que 
dieron  á  la  vela  el  21  de  Agosto  de  1820,  convoyados  por  la 
escuadra  chilena,  y  que  tomaron  puerto  en  Pisco  (8  de  Setiem- 
bre), sesenta  leguas  al  sur  de  Lima. 

No  hay  duda  que  San  Martin  traía  escasa  fuerza :  la  quinta 
parte  al  menos  de  la  española  que  habia  en  el  Perú  ;  pero  es 
cierto  también  que  esta  se  hallaba  desparramada  y  no  era  fácil 
concentrarla.  Bien  alcanzó  el  Virey  á  conocer  su  posición, 
cuando,  apenas  llegado  San  Martin  á  Pisco,  le  envió  un  parla- 
mentario á  solicitar  cesasion  de  hostilidades  y  el  nombramiento 
de  comisarios  para  conciliar  los  intereses  de  España  y  América. 

Reuniéronse  los  diputados  en  Miraflores,  (dos  leguas  al  sur 
de  Lima) ;  mas  las  conferencias  no  tuvieron  resultado  útil,  y 
comenzaron  luego  las  hostilidades. 

San  MaiM;in  dejó  en  la  Sierra  al  indomable  Arenales  con  1,000 
hombres  ;  y  él  volvió  á  sus  naves  para  dirijirse  á  las  caletas  del 
norte  de  Lima.  Asentó  su  campo  en  Huaura,  y  bien  que  las 
tercianas  por  el  pronto  convirtieran  su  campamento  en  hospital 
y  su  hospital  en  osario,  entró  por  fin  en  Lima,  ciudad  que  los 
españoles  abandonaron  en  los  primeros  dias  de  Julio  de  1821. 

Varios  accidentes  hubo  que  favorecieron  la  empresa  liberta- 
dora ;  por  que  San  Martin  no  adoptó  nunca  una  ofensiva  rigo- 
rosa ;  y  él  mismo  escribiendo  á  O'Higgins,  después  de  estar  en 
Lima,  le  decia  :  Al  fin,  con  paciencia  y  movimientos  hemos  re- 
ducido al  enemigo  á  que  abandone  la  capital  de  los  Pizarros. — 
Y  en  otra  carta  al  mismo,  fechada  de  Lima  el  23  de  Setiembre 
le  repetia:  los  enemigos  han  sido  batidos  sin  más  que  movi- 
mientos y  tornar  posicioneSj  etc. 

Veamos  qué  causas  concurrieron  á  aquella  fortuna,  que  en 
realidad  no  fué  pequeña. 

Desde  luego  debe  contarse,  entre  las  principales,  la  pérdida 
del  batallón  de  Numancia  mandado  por  los  capitanes  D.  Tomas 
Héres  y  D.  Ramón  Herrera,  cuyo  batallón  se  vino  completo  á 
Chancay  y  se  embarcó  para  Huacho  donde  estaban  las  fuerras 


184  VIDA  DE  BOLITAR. 

independientes. — ^  Nnmancia  "  había  sido  creado  en  Setiembre 
de  1813  por  el  Comandante  Yáñez,  en  Venezuela  ;  estaba  com- 
puesto casi  en  totalidad  de  baríneses  y  fué  enviado  de  refuerza 
á  Lima  con  grandes  recomendaciones  por  su  valor  y  disciplina. 

La  pérdida  de  este  batallón  agravó  considerablemente  la  si- 
tuación de  los  asuntos  públicos. 

Al  mismo  tiempo,  Arenales  derrotó  en  Pa^sco  al  Brigadier 
O'Beilli  haciéndose  dueño  de  muchas  provincias ;  y  el  Lord 
Cochrane,  espíritu  aventuróse,  llegó  al  Callao  y  entre  una  nube 
de  balas  arrebató  la  fragata  Esmeralda  que  estaba  al  ancla  en 
aquel  puerto  y  se  la  llevó  al  remolque. 

La  pérdida  de  este  buque  fué  un  golpe  mortal  para  las  fuer- 
zas marítimas  españolas  en  el  Pacífico. 

Tan  infaustos  sucesos  aumentaron  el  descontento  de  algunos 
gefes  y  oficiales  con  Pezuela,  achacando  á  la  inacción  de  este 
tan  grandes  pérdidas. — ^Decian  que  no  tenia  celo,  ni  amor  pa- 
trio ;  que  estaba  repleto  do  oro  y  distinciones  y  aun  le  acusa- 
ban (sin  fundamento)  de  connivencia  con  los  insurgentes  delaex' 
pedición  de  Chile.  Ello  fué  que  comenzaron  por  pedir  la  forma- 
ción de  una  Junta  directiva  de  la  guerra  que  diese  mayor  acti- 
vidad á  las  operaciones  militares,  y  acabaron  por  deponer  á  Pe- 
zuela,  que  se  retiró  ofendido  á  la  Magdalena^  una  legua  de  la 
capital. 

Pizarro,  el  primer  virey  del  Perú,  habia  sido  asesinado  en  su 
palacio  de  Lima  por  sus  oficiales  subalternos  ;  Pezuela,  el  últi- 
mo, fué  obligado  á  renunciar  su  autoridad  en  el  palacio  real, 
bajo  las  amenazas  de  sus  propios  oficiales  y  dependientes. 

Hé  aquí  la  medida  de  la  subordinación  de  ios  españoles  en 
América. 

Laserna  fué  llamado  al  puesto  do  Yirey. 

Al  tomar  las  riendas  del  gobierno,  envió  un  comisionado 
á  Madrid,  el  Marquesado  Valle-Umbroso,  á  buscar  la  aprobación, 
de  BU  nombramiento,  y  evacuó  la  capital. 

San  Martin  tomó  posesión  de  Lima  el  8  de  Julio  de  1821. 
De  mucho  fué  deudor  á  los  trabajos  incesantes  de  Garcia  del 
Rio,  su  secretario  general,  y  de  D.  Bernardo  Monteagudo,  que 
dispusieron  por  su  habilísima  correspondencia  la  opinión  en  favor 
de  los  republicanos  chilenos. 

Y  ¡  cosa  asombrosa  I  en  las  márgenes  del  Rimac,  San  Martin 


TIDA  DB  B0IÍ7AB.  185 

86  pierde :  oooiienza  ¿  descender,  (para  valerme  de  la  fiiue  dé 
nbo  de  sos  más  fervorosos  partidarios,)  hasta  el  desvarío  y  la  im- 
poteneia. — ^Allí  se  manifestó  inferior  á  su  misión.  Desde  que  se 
seqtó  en  el  solio  de  los  vireyes  del  Pera,  sn  mente  pareció  herida 
de  una  súbita  parálisis ;  sa  acción  se  apagó :  sa  espíritu  se  en- 
cogió :  su  alma  se  disipó  en  vanas  quimeras....  Encerrado  en 
Lima  con  su  ejército  dejó  bajar  de  la  Sierra  á  Ganterac,  j  que 
Teoobrasen  Yaldes,  Rodil,  Carratalá  y  demás  gefes  realistas  la 
superioridad  que  habian  perdido. 

T  él  perdió  á  la  vez  el  ejército  y  la  escuadra  ;  y  perdió  á  sus 
aliados  y  amigos. — Lovd  Cochrane  se  retiró  enojado  hasta  el 
furor :  Las  Héras,  Martínez  y  Necochea  pidieron  pasaporte  lle- 
nos de  indignación  hasta  en  el  fondo  del  alma,  porque  todo  lo 
que  pasaba  estaba  en  pugna  con  sus  opiniones...  Y  en  medio  de 
aquellos  consejos  perezosos,  en  aquel  abandono  de  todo  sistenia, 
de  todo  plan  militar  y  político,  en  aquel  desaliento  que  no  puede 
explicarse  ni  comprenderse,  San  Martin  perdió  también  los  re- 
cursos de  la  capital,  y  lo  que  es  más,  el  prestigio  que  lo  hacia 
grande. 

No  sé  si  diga  que  todos  estos  males  y  los  descalabros  que  los 
independientes  sufrieron  en  Ataura  y  en  el  cerro  de  Pasco,  que 
fueron  tan  costosos,  se  debieron  en  parte  al  malhadado  empeño 
que  concibió  San  Martin  de  monarquizar  el  Perú  y  de  pedir  á 
las  casas  reinantes  de  Europa,  Príncipes  para  los  tronos  de 
América  que  él  levantaba  en  su  fantasía  ;  pero  es  lo  cierto  que, 
cuando  llegó  á  Lima  D.  Manuel  Abren,  Comisionado  por  el  Go- 
bierno constitucional  de  España  para  entablar  un  acomoda- 
miento pacífico  con  los  insurgentes  del  Perú,  San  Martin  se  hizo 
muy  amigo  del  Comisionado ;  aceptó  la  idea  de  enviar  á  Pun- 
cháuca  agentes  para  la  estipulación  de  un  armisticio  ;  asistió  él 
mismo  á  una  entrevista  con  Laserna,  y  en  ella,  puesto  al  habla  con 
Mónet,  Canterac,  el  brigadier  Garcia  Camba  y  otros  españoles 
que  rodeaban  al  Yirey,  propuso  San  Martin  que  se  declarase  la 
independencia  del  Perú  y  que  se  formase  una  regencia  presidida 
por  Laserna  hasta  la  venida  de  un  Príncipe  de  la  familia  real 
de  España,  con  cuya  petición  se  ofrecia  él  mismo  á  embarcarse 
para  la  Península  dejando  las  tropas  de  su  mando  á  las  órdenes 
de  la  mencionada  regencia...  I  Proposición  con  que  se  mostró 
muy  complacido  el  Comisionado  Abren,  pues  que  era  más  de  lo 


186  VIDA  DB  boiíyab. 

que  la  España  se  prometía,  pero  que  vino  á  quedar  sin  efecto 
porque  el  Yirey  era  quien  deseaba  ir  á  Madrid  á  instruir  de 
estas  transacciones  al  gobierno  de  la  metrópoli,  pudiendo  d 
general  San  Martin^  afiadió,  Juuser  elviage  en  su  compañía,  si  lo 
tenia  por  conveniente. 

Uno  7  otro  qnerian  ir  á  España,  ganosos  de  merecer  las  gra- 
cias de  la  Corte  y  recomendarse  á  los  ojos  del  nuevo  Príncipe 
que  habia  de  mandar  en  el  Perú. — Y  el  desacuerdo  en  este  punto 
dejó  sin  efecto  la  negociación. 

Tales  actos  causaron  en  el  pueblo  y  en  las  tropas  una  hondí- 
sima impresión. 

El  daño  de  las  resoluciones  de  San  Martín,  aun  reconocido,  no 
podia  enmendarse  con  facilidad,  porque  consistía  en  la  opinión 
que  es  como  el  cristal :  roto,  no  se  suelda.  Las  bajas  en  el 
ejército  fueron  exraordinarias,  desmoralizada  la  tropa  con  el  ocio 
y  más  que  nada  con  aquellos  accidentes  que  parecían  hijos  de 
la  inconstancia,  y  que  no  eran  sino  pretextos  de  la  ambición  ó  li- 
viandades y  descrédito  del  juicio. — Así  fué  que  el  bravo  Coronel 
Latapia  quedó  rechazado  y  casi  deshecho  en  Huamanga,  á  la 
vez  que  Canterac  y  Valdes  so  avigoraban  en  Jauja  y  Arequipa ; 
Laserna  residia  tranquilo  en  el  Cuzco  ;  el  General  Maroto  pudo 
sofocar  sin  gran  esfuerzo  el  desesperado  movimiento  de  Potosí, 
y  las  tropas  de  Tapiza  y  Oruro  restablecieron  completamente  la 
calma  y  consolidaron  más  que  antes  el  dominio  español  en  aquellos 
lugares,  pagando  con  su  vida  los  promotores  de  las  conspiracio- 
nes.— ^Y  los  realistas  pudieron  levantar  nuevas  tropas  y  tomar 
la  ofensiva  con  provecho  ;  porque  la  opinión  se  hallaba  extra- 
viada y  estaban  divididos  los  pareceres,  y  lo  que  es  peor,  desa- 
lentados los  corazones.  Aquella  indeterminación  de  San  Martiu 
después  de  su  entrada  en  Lima,  fué  tan  dañosa,  (cualquiera  que 
haya  sido  la  causa  impulsiva  que  la  originara)  que  valió  por  diez 
derrotas  sucesivas. 

A  mediados  de  Enero  de  1822,  San  Martin  que  habia  tomado 
el  título  de  Protector  del  Perú  anunció  su  proyecto  de  venir  á 
Colombia  á  tener  una  entrevista  con  el  Libertador ;  y  conforme 
con  esa  idea  delegó  interinamente  el  Poder  Ejecutivo  en  el 
Marques  de  Torre-Tagle  y  el  mando  militar  en  el  General  Al- 
varado. 

Esta  primer  salida  se  malogró,  porque  en  Trujillo  recibió  el 


VIDA  BB  BOliVAlL  187 

Protoctor  despachos  de  Bolívar  en  los  que  le  manifestaba  no 
poder  ooncnrrir  por  entonces  al  punto  indicado  para  la  entre- 
vista. Con  esto  se  volvió  á  Lima ;  más  no  reasumió  el  mando, 
sino  qne  se  retiró  á  la  Magdalena,  palacio  favorito  de  los  Yi- 
reyes. 

Entre  los  dafios  que  minaban  y  destruían  la  libertad  del  Perú, 
ningimo  era  mayor  que  la  consunción  del  ejército  en  sí  mismo, 
y  á  eso  vino  á  añadirse  la  derrota  completa  del  General  Tristan 
en  Yca,  donde  quedaron  orgullosos  con  los  frutos  de  una  brillante 
victoria  Valdes  y  Canterac. — i  Qué  valian  los  débiles  esfuerzos 
que  el  denodado  Lanza  hacía  en  tanto  por  la  independencia  en 
la  Paz  y  Cochabamba  ? — La  audacia  de  este  caudillo  americano 
competía  con  su  lealtad ;  pero  fué  destruido,  á  poca  costa  del 
enemigo ;  y  las  tropas  reales  de  Oruro  dieron  realizado  el  pro- 
blema de  la  completa  sumisión  de  aquellos  pueblos. 

Por  todas  partes,  pues,  los  españoles  readqcdrian  su  prestigio  ; 
y  borraban  en  las  ciudades  hasta  la  esperanza  de  indepen- 
dencia... * 

Completó  aquella  ruina  inmensa  el  mal  consultado  decreto 
del  gobierno  de  los  interinos  de  San  Martin,  que  establecieron 
el  papel  moneda  y  la  acuñación  de  algunos  millones  en  cobre, 
con  valor  superior  á  su  mérito.  Nunca  se  viera  en  el  Perú,  tierra 
del  oro  y  de  la  plata,  aquel  signo  tan  miserable  y  sucio  de  la 
riqueza  y  de  los  cambios,  que  la  gente  acomodada,  especialmente 
las  señoras,  tenian  á  menos  recibir  en  sus  delicadas  manos  y  lo 
miraban  con  asco  y  aun  con  horror. 

San  Martin  vino  por  fin  á  Guayaquil  y  conferenció  con  Bolí- 
var.— Ya  conocemos  los  pormenores  de  tan  célebre  entrevista. — 
A  su  regreso  á  Lima  tomó  de  nuevo  el  gobierno  del  Estado, 
aunque  con  visible  repugnancia  y  trató  de  reunir  el  Congreso 
Constituyente  que  se  instaló  el  20  de  Setiembre  de  1822. — ^En 
él  se  presentó  el  Protector  vestido  de  grande  uniforme,  ocupando 
la  testera  del  salón  bajo  un  dosel  suntuoso,  y  cuando  todos  los 
diputados  estuvieron  sentados,  San  Martin  se  despojó  de  la 
banda  bi-color,  investidura  del  Gefe  Supremo,  é  hizo  dimisión 
del  mando. — ^El  Congreso  admitió  la  renuncia  declarándose  en 
ejercicio  de  la  soberanía  nacional. 

Al  separarse  San  Martin  de  un  modo  tan  violento  é  inespe- 
rado de  la  dirección  de  los  negocios  públicos,  dejó  el  ejército  al 


188  VIDA  PB  BOLÍTAB^ 

cargo  de  Alvarado,  que  no  tardó  eo  perderlo  ei>  Toratá  y  Mo* 
qnehua,  y  los  destioos  del  Perú  en  manos  de  on  Congreso  inezr 
perto,  ^elejido  por  esquelas  dentro  de  las  murallas  de  li- 
ma/' y  que  iba  á  ser  el  instrumento  dócil  del  clérigo  Luna-Pi- 
zarro,  su  Presidente,  y  del  Dr.  Rivar Agüero,  su  más  acerbo 
perseguidor. 

Apenas  salió  del  recinto  de  la  Asamblea  San  Martin,  el  Con- 
greso, por  un  acto  unánime,  le  dio  el  honroso  título  de  Fwñdor 
dor  de  la  libertad  dd  Perú;  le  acordó  el  uso  de  la  banda  bi- 
color :  los  honores  del  poder  ejecutivo :  la  erección  de  una 
estatua :  el  sueldo  que  disfrutaba  y  una  pensión  vitalicia. — 
Al  mismo  tiempo,  el  Congreso  dio  á  San  Martin  el  título  de 
6hneralísimo  de  loe  ejercitas  del  Perú;  pero  él  rehusó  inmedia- 
tamente el  ejercicio. 

Al  otro  dia,  San  Martin  montó  á  caballo  y  casi  Jurtivamanie 
salió  á  embarcarse  para  Chile  en  su  goleta  favorita  "Mote- 
zuma,"  dejando  á  los  peruanos  un  precioso  adiós. 

El  Congreso,  después  del  retiro  del  Protector,  nombró  al 
General  D.  José  Lámar,  á  D.  Felipe  Antonio  Alvarado,  her- 
mano del  General,  y  al  Conde  de  YÍ3ta  Florida,  miembros 
para  constituir  la  "Junta  Gubernativa "  que  debia  ejercer  el 
Poder  Ejecutivo  nacional. — ^Ni  esta  Junta,  en  la  cual  todo  lo 
hacia  la  influencia  de  Lámar,  ni  el  Cofagreso  quisieron  acep* 
tar  el  auxilio  de  cuatro  mil  colombianos  que  les  ofreció  Bolí- 
var, y  la  Junta  devolvió  á  Guayaquil  los  batallones  "  Pichin- 
cha," "  Boyacá,"  " Yaguachí "  y  ** Voltígeros,"  que  estaban  á  las 
órdenes  inmediatas  del  General  Juan  Paz  del  Castillo  para 
cooperar  á  la  destrucción  de  los  enemigos  de  la  independei\cia 
peruana. 

Las  derrotas  de  Toratá  y  Moquehua  causaron  la  más  fuerte 
impresión  en  el  ánimo  de  los  patriotas  del  Peni.  Todos  acu- 
saban á  la  Junta  de  insuficiencia  para  aquellos  momentos  de 
conflicto,  y  los  oficiales  del  ejército  de  observación  mandado 
por  Arenales  solicitaron  del  Congreso  la  remoción  de  los 
miembros  de  la  Junta.  El  Congreso  no  accedió  á  esta  solici- 
tud.— Entonces  se  formó  el  ejército  fuera  de  Lima,  en  un  lugar 
llamado  el  Balconcillo,  teniendo  á  su  cabeza  al  General  D. 
Andrés  Santa  Cruz,  é  intimó  perentoriamente  al  Congreso  la 
reforma  solicitada El  Congreso  la  acordó,  y  fué  nombrado 


VIDA  DB  BOLÍYAIt.  189 

Presidente  de  la  Bepública  el  Coronel  D.  José  de  la  Riva- 
Agüero  1 

Tal  era  el  infeliz  estado  del  Perú  cnando  el  Libertador  se 
hallaba  en  Guayaquil  mirando  hacía  la  tierra  del  Sol. 

La  Tisible  decadencia  de  San  Martin  j  la  pérdida  de  sn  té 
en  el  cumplimiento  de  su  misión,  habian  reducido  á  desprecio 
la  generosa  idea  de  independencia  :  los  ánimos  de  los  espa- 
íloles  estaban  engreidos  con  la  fortuna  y  los  triunfos  adquiridos ; 
y  por  parte  de  los  amigos  y  defensores  de  la  libertad,  tantos 
y  tan  continuos  descalabros  les  habian  causado  temor  y  desa- 
liento, aumentándose  la  confusión  por  las  desacordadas  provi- 
dencias del  gobierno  republicano,  que  extraviaba  las  ideas  y  se 
cargaba  con  una  responsabilidad  enorme  para  ante  los  ojos  de 
la  historia  y  de  la  posteridad. — Un  hombre  de  tesón,  de  pericia 
y  de  fortuna  :  un  caudillo  inteligente  que  reviviese  las  esperan- 
zas de  los  amigos  de  la  libertad  y  que  tuviese  él  mismo  brío 
para  arrostrar  las  dificultades  que  aquel  grande  objeto  de  inde- 
pendizar al  Perú  llevaba  necesariamente  consigo ;  un  hombre 
extraordinario  que  viniese  al  teatro  de  la  guerra  exento  de  am- 
bición y  amante  de  la  gloría,  restablecería,  sin  duda,  la  desme- 
jorada salud  de  la  patria....  Ese  hombre  era  Bolívar.  El 
dastino  le  habia  conducido  hasta  los  lindes  del  Perú.  El  revi- 
virá allá  el  sentimiento  de  independencia :  él  restaurará  los 
grandes  propósitos  de  la  América  libre :  el  luchará  contra  todo 
para  vencer  de  todo  :  de  los  tímidos,  de  los  intrigantes,  de  los 
serviles,  del  ejército  enemigo,  de  Laserna  y  de  su  séquito,  de 
los  comisionados  de  las  cortes,  de  los  monarquistas....  Supe- 
rior á  todas  las  amenazas  y  á  todos  los  contratiempos,  co- 
brando aliento  en  los  peligros  mismos  y  levantando  el  pensa- 
miento á  la  altura  eminente  de  la  emancipación  completa  del 
Nuevo  Mundo  para  constituir  el  equilibrio  del  Universo,  entrará 
en  la  tierra  del  Sol  y  desplegará  en  ella  los  recursos  de  su 
genio  fecundo  y  poderoso, ''  llevando  en  triunfo  la  libertad  hasta 
loe  áridos  desiertos  de  Atacámas  y  las  apartadas  vertientes  del 
Eio  de  la  Plata." 

Colombia  exijia  esos  servicios  I  Ella  le  inflamaba  á  la  em- 
presa más  memorable  y  de  mayor  honra  que  jamas  hubo  en 
América :  la  salvación  dd  Perú. 

La  vida  de  la  predilecta  hija  de  Bolívar  no  quedaba  asegu- 


190  VIDA  DB  BOLÍYAB. 

rada  sino  con  la  libertad  del  continente ;  y  el  mundo,  asom- 
brado, va  á  contemplar  de  nuevo  los  milagros  de  la  inteligencia 
y  del  valor  contra  la  tiranía  y  la  fuerza. — El  dia  de  la  Amé- 
rica habia  lucido,  y  ningún  poder  humano  era  ya  capaz  de  re- 
tardar el  curso  de  la  naturaleza,  guiado  por  la  mano  irresis- 
tible de  la  Providencia 


CAPÍTULO  XLH. 
1823. 

Sl  LnnnAOOB  btvia  mmvos  auxilios  al  pbrú— comisión  dbl  oobibbno  pbbüano 

CBBCA  DBL  LIBBBTADOB  —  SC7  BBSPUB8TA  —  PBIPABA  UNA  BBOUNDA  BXPBDIOION  — 
DIFICDLTADBS  QÜB  TUVO  QCB  BUPIRAB  —  IHTBTA  OOHISIOB  DBL  OOBIBRNO  DBL  PBBtí 
IBCTAXDO  AL  LIBBBTADOB  QUB  PUBEA  1  HAHDAB  BL  BJÉBCITO^BL  COKGRBSO  PBBUAXO 
D¿  OEACIAS  1  BOLÍTAB  T  LB  PIOB  QUB  PA8B  AL  PBEÚ  —  BL  LIBBBTADOB  NOMBRA  AL 
OBNBBAL  SUCEB  MIKISTBO  PLBN'IPOTBNaABIO  OBBOA  DBL  OOBIBBNO  DB  UMA— IDBA8 
DBL  LIBBBTADOB  SOBBB  LAB  OPBBAdONBS  DB  LA  GUBBBA  BN  BL  PBRÚ  —  8UGB80S  DB 
PASTO  —  BOLÍTAB  TBIUBPA  BN  IBABBA  DB  LOS  PACCIOSOS  —  TUBLTB  1  GUAYAQUIL  T 
BBCIBB  OTBA  M UBYA  COMISIÓN  DBL  OOMGBBSO  DBL  PBBÚ  —  SU  BBBPUBSTA  AL  SSftOB 
OLMBDO  —  LLBGA  BL  PBBMI80  DBL  C0N0BB80  DB  COLOMBIA  T  BL  LIBBBTADOB  PAETB 
PABA  BL  CALLAO. 

INCANSABLE  el  Libertador,  que  á  todo  atendía,  7  disimu- 
lando los  malos  procederes  de  la  Junta  que  gobernaba  en 
el  Perú,  luego  que  supo  los  desastres  de  Moquehua,  se  adelantó 
á  enviar  á  Lima  al  Coronel  Luis  Urdaneta  con  el  encargo  de 
ofrecer  dos  mil  colombianos  que  podian  seguir  inmediatamente 
y  cuatro  mil  más  que  irían  después  para  cooperar  &  la  destruo 
cien  del  enemigo  común. 

Apenas  marchó  Urdaneta  recibió  el  Libertador  noticias  más 
drcuDstanciadas  sobre  el  estado  de  las  fuerzas  con  que  contaba 

íi»i) 


192  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

el  gobierno  peruano  y  la  superioridad  de  las  españolas,  manda- 
das por  excelentes  gefes,  y  resolvió  enviar  sin  tardanza  á  Lima 
el  socorro  de  tres  mil  hombres,  ofreciendo  que  más  tarde  irían 
otros  tres  mil  con  él  mismo  á  la  cabeza  (13  de  Marzo). 

Partieron  las  fuerzas  convoyadas  por  la  corbeta  de  guerra 
"  Bombona  "  y  el  bergantín  "  Chimborazo/' 

Grave  era  sin  duda  la  resolución  que  el  Libertador  habia  to- 
mado ;  pero  la  apoyaban  consideraciones  de  mucho  peso.  "Creía 
que  si  los  españoles  ocupaban  á  Lima  y  al  Callao,  se  apode- 
rarían de  los  grandes  recursos  que  brindan  siempre  una  ca- 
pital antigua  y  opulenta,  y  una  plaza  fuerte ;  que  se  decidiría 
entonces  a  su  favor  la  opinión  de  los  pueblos,  y  podrían  esta- 
blecer en  -el  Pacífico  una  marina  abrigada  por  el  Callao,  con 
la  cual  les  Beria  muy  fácil  atacar  las  fronteras  de  Colombia,  y 
hacer  á  las  provincias  del  Ecuador  el  teatro  de  la  guerra.  Tras- 
ladándose las  fuerzas  colombianas  al  Perú  y  defendidas  Lima 
y  las  fortalezas  del  Callao  por  el  mismo  Libertador,  juzgaba 
este  que  los  españoles  no  podian  tomarlas.  Se  aprovecharían 
entonces,  y  se  convertirían  contra  el  enemigo,  los  medios  que  en 
el  primer  caso  habrían  empleado  los  realistas  contra  nosotros : 
se  conseguía  alejar  la  guerra  de  nuestras  fronteras  haciéndola 
sin  gravamen  y  en  ajeno  territorio  ;  asegurábase,  en  fin,  la  opi- 
nion  de  los  pueblos  en  el  sur,  y  probablemente  se  podría  batir  y 
destruir  el  ejército  español  que  existia  en  la  América  meri- 
dional. 

"  Habiendo  adoptado  esta  resolución,  Bolívar  invitó  á  los  go- 
biernos de  Chile  y  Buenos  Aires  á  una  cooperación  simultánea 
para  destruir  á  los  españoles  que  dominaban  el  Pera.  Estos 
eran  los  enemigos  comunes,  y  se  lisonjeaba  el  Libertador  de  que 
viéndole  dichos  gobiernos  á  la  cabeza  *de  las  operaciones  milita- 
res en  el  antiguo  imperio  de  los  Incas,  tomarían  un  interés  más 
vivo  por  la  destrucción  de  las  únicas  fuerzas  que  mantenían  la 
dominación  de  la  metrópoli  en  la  América  del  Sur." 

A  tiempo  que  el  Libertador  despachaba  de  Guayaquil  á  Ur- 
daneta  para  ofrecer  generosamente  los  auxilios  de  Colombia  á 
sus  hermanos  del  Peni,  Kiva- Agüero  y  Santa  Cruz,  que  traba* 
jaban  ahincadamente  por  sostener  la  moribunda  causa  de  la 
independencia  de  la  patria,  despacharon  cerca  del  Libertador 
al  General  D.  Mariano  Portocarrero,  revistiéndole  de  plenos 


u 


VIDA  DE  BOLÍTAR.  193 

poderes  para  contratar  los  auxilios  ofrecidos  y  que  el  Pera  ne- 
cesitaba.— ^Bolívar  recibió  muy  bien  al  comisionado  peruano  y 
le  dijo  :  '*  Colombia  hará  su  deber  en  el  Pera :  llevará  sus  sol- 
dados hasta  el  Potosí,  y  •  estos  bravos  volverán  á  sus  bogares 
con  la  sola  recompensa  de  haber  contribuido  á  destruir  los  úl- 
timos tiranos  del  Nuevo  Mundo.  Colombia  no  pretende  un 
grano  de  arena  del  Perú,  porque  su  gloria,  su  dicha  y  su  se- 
guridad se  fijan  en  conservar  la  libertad  para  sí  y  en  dejar  in- 
dependencia á  sus  hermanas." — En  la  comunicación  que  le  di- 
rijió  Portocarrero  (18  de  Marzo),  después  de  tributar  al  Liber- 
tador su  admiración  y  su  gratitud,  porque  este  se  habia  adelan- 
tado á  lo  que  el  Perú  enviaba  á  buscar,  añadió  que  otra  cosa 
aun  necesitaba  exijir  de  Bolívar,  y  era  su  voluntad  para  pasar 
al  Perú  á  dirijir  en  persona  la  campaña, "  sin  cuya  singular 
gracia  nada  habré  hecho,  decia,  que  merezca  la  aprobación  de 
mi  gobierno  y  el  aplauso  de  mis  conciudadanos. — Este  auxilio 
es  el  principal,  el  mayor  y  el  único  que  puede  salvar  la  patria 
de  los  Incas,  como  el  mayor  y  principal  encargo  de  mi  gobierno. 
La  presencia  sola  del  Libertador  SmoN  Bolívar  quitará  el 
eclipse  que  padece  el  hermoso  sol  del  Perú :  alentará  á  los  pu- 
eilánimes,  y  confundirá  el  miserable  resto  de  aventureros  espa- 
fioles  que  tienen  oprimidos  los  pueblos  del  Perú...." 
El  Libertador  le  contestó  en  la  misma  fecha  : 

Guayaquil,  18  de  Marzo  de  1828. 
Señor  Genbbal  : 

liS  con  la  mayor  satisfacción  que  respondo  &  la  nota  de  Yd.  de  este 
dia. 

La  República  de  Colombia  se  complace  en  hacer  sacrificios  por  la  li- 
bertad dd  Perú,  y  hoy  mismo  están  navegando  sus  batallones  en  busca 
de  los  tíranos  del  Perú ;  muy  pronto  otros  batallones  y  otros  escuadrones 
completarán  seis  mü  hombres  que  ofrece  Colombia  á  sus  hermanos  del 
8ur,  para  que  tengan  la  gloría  nuestros  valientes  de  haber  sido  los  prime- 
ros que  empufiaron  las  armas  libertadoras  y  sean  los  últimos  en  deponer- 
las en  el  templo  de  la  libertad  del  Nueyo-]lCun(lo. 

En  cuanto  á  mí,  estoy  pronto  &  marchar  con  mis  queridos  companeros 
de  anuas  &  los  confines  de  la  tierra  que  sea  oprimida  por  tiranos ;  y  el 
Perú  será  el  primero,  cuando  necesite  mis  servicios. 

Si  el  Congreso  general  de  Colombia  no  se  opone  &  mi  ausencia,  yo  ten- 
dré la  honra  de  ser  soldado  del  grande  ejército  americano,  reunido  en  eL 
suelo  de  los  Incas,  y  enviado  aUí  por  toda  la  América  meridional. 

Tengo  el  konor  de  ser,  Sefior  General,  etc.  Bolítail. 

13 


194  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

Dedicóse  entretanto  el  Libertador  á  preparar  la  Blanda  ex- 
pedición de  tres  mil  hombres  que  debia  seguir  á  la  que  navega- 
ba ya  para  el  Callao  y  con  la  cual  se  completaban  los  seis  mil 
soldados  que  ofreciera  enviar.  Los  aprestos  de  esta  expedición 
fueron  difíciles,  porque  el  tiempo  ui^ía  y  el  erario  se  hallaba 
exhausto  ;  armas,  municiones,  víveres,  vestuarios,  monturas,  tras- 
portes, todo  fué  necesario  alistarlo  con  prontitud  cuando  no  ha- 
bla medios  para  ello.  Empero,  los  talentos  y  la  actividad  de 
Bolívar  sacaban  recursos  de  donde  parecía  no  haberlos.  Sos 
secretarios  y  edecanes,  y  aquellas  personas  que  de  más  cerca  le 
observaban,  lo  compararon  á  Moisés  sacando  en  el  desierto 
agua  de  las  piedras. — Bolívar  sabia  inspirar  á  los  pueblos  su 
entusiasmo  cuando  se  trataba  de  empresas  de  libertad  y  de  glo- 
ria americana  ;  y  de  este  modo  fué  que  los  departamentos  de 
Asuay,  Ecuador  y  Guayaquil  hicieron  grandes  sacrificios  en 
aquella  época  sin  quejarse,  y  aun  podría  decir  sin  apercibirse  de 
ello. 

Guando  el  Libertador  se  hallaba  ocupado  más  que  nunca  en 
los  preparativos  militares  para  la  guerra  del  Perú,  haciendo 
partir  frecuentes  convoyes  hacia  el  Gallao,  recibió  una  comuni- 
cación oficial  de  Santander  en  la  cual  participaba  este  que  el 
General  espafiol  Morales  marchaba  desde  Mérida  por  el  camino 
de  Cúcuta  con  una  división  numerosa.....  Con  la  alarmante 
comunicación  oficial  del  Vicepresidente,  recibió  también  cartas 
de  Gual  y  de  Briceño  Méndez,  que  le  llamaban. — La  ansiedad 
del  Libertador  creció  de  punto.  ¿  Qué  partido  tomar  ?  Por 
una  parte  sabia  que  el  centro  de  la  República  estaba  desguarne- 
cido y  que  esto  daría  á  Morales  la  ocasión  de  alcanzar  buen 
>  suceso.  Por  otra,  sabia  también  que  la  estabilidad  de  Colom- 
bia se  decidía  en  el  Perú,  donde  su  presencia  y  su  prestigio  eran 
-de  todo  punto  necesarios. — "  Nunca,  decía  el  Libertador,  nunca 
^^  he  dudado  tanto  para  tomar  un  partido ;  mas,  al  fin,  después 
"  de  un  largo  combate  interior,  venció  el  amor  de  la  patria  y 
"**  me  puse  en  marcha  para  Bogotá  con  el  General  Valdes " 

Antes  de  separarse  de  Guayaquil,  y  con  aquel  acierto  que  re- 
vela la  perfección  del  juicio,  comisionó  al  General  Antonio  José 
Sucre  para  ir  á  Lima,  con  el  carácter  de  Enviado  extraordinario 
y  Ministro  plenipotenciario  cerca  del  gobierno  del  Perú.  Su 
principal  objeto  era  tener  en  aquella  ciudad  un  hombre  de  los 


VIDA  DB  BOLÍVAR.  195 

talentos  de  Sucre,  capaz  de  acordar  el  plan  de  operaciones  más 
conveniente  y  fijar  el  curso,  el  modo  y  las  circunstancias  en  que 
debieran  comprometerse  á  obrar  las  tropas  colombianas. 

El  Libertador  dio  á  Sucre  instrucciones  escritas  las  más  de- 
talladas y  minuciosas ;  preveía  todos  los  casos,  daba  salida  á  to- 
dos los  inconvenientes,  disipaba  todos  los  conflictos Esas 

instrucciones  (que  se  conservan  originales),  eran  muy  amistosas 
y  fraternales  respecto  del  Perú.  Bolívar  no  quería  ni  un  solo 
palmo  de  tierra  de  aquel  país.  Anhelaba  destruir  á  los  opreso- 
res de  la  América,  y  asegurar  el  sur  de  Colombia  con  la  libeiv 
tad  del  viejo  imperio  de  los  Incas. 

Ya  dispuesto  para  marchar  á  Bogotá,  arribaron  (26  de  Abril) 
el  Coronel  D.  Francisco  Mendoza  y  el  Marques  de  Villafuerte, 
comisionados  por  el  Presidente  Riva- Agüero,  para  solicitar  en- 
carecidamente del  Libertador  que  se  trasladara  al  Perú  á  dirijir 
la  guerra.  Decían  los  comisionados  que  sin  la  presencia  del 
vencendor  en  Boyacá  y  Carabobo  inútiles  serían  cuantos  esfuer- 
zos hicieran  los  Estados  del  Sur  para  destruir  el  ejército  espa- 
ñol. Los  mensageros  peruanos  trajeron  cartas  sobre  manera 
expresivas  de  Riva- Agüero,  de  Santa  Cruz,  de  Gamarra,  Sala- 
zar,  Portocarrero,  Herrera,  ministro  de  guerra,  y  otros  muchos 
patriotas  distinguidos  que  rogaban  á  Bolívar  fuera  á  mandar  el 
ejército  wmdOy  pues  de  otro  modo  seria  muy  incierto  d  éxito  final, 
— La  respuesta  del  Libertador  fué  siempre  la  misma  :  ''  Que  de- 
"  seaba  vivamente  ir  al  Perú  á  combatir  contra  los  espafioles ; 
"  mas,  que  no  podía  ausentarse  del  territorio  colombiano  sin  el 
"  p)ermiso  del  Congreso  ;  que  obtenido  este,  volaría  á  Lima  ó  á 
"  donde  le  llamaran  los  sucesos." 

El  Libertador  salió  por  fin  de  Guayaquil  el  30  de  Abril  por 
la  tarde.  En  el  punto  llamado  Sabaneta  le  encontró  un  posta 
despachado  desde  Bogotá  por  Bricefío  Méndez,  con  oficio,  en 
que  le  comunicaba  el  retroceso  de  Morales  y  la  gran  diminución 
de  sus  tropas.  Esta  noticia  le  tranquilizó,  y  desde  luego  pensó 
en  volverse  á  Guayaquil. — "  Mañana  mismo  (escribía  con  fecha 
*'  3  de  Mayo),  me  vuelvo  á  Guayaquil  á  menear  una  máquina  in- 
^  mensa  que  tengo  que  poner  en  acción  para  expulsar  los  espa- 
^  fióles  del  Perú.  Estos  son  enemigos  de  mucha  consecuencia, 
"  porque  disponen  de  infinitos  recursos,  y  la  base  de  su  ejército, 
*^  como  sus  gcfes,  son  selectos.    Por  desgracia,  los  patriotas  del 


196  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

'*  Perú  están  divididos  como  los  del  resto  de  la  América ;  ade- 
"  mas,  parte  del  gobierno  es  godo.....  7  todo  él  inepto.  Los  mi* 
*'  litares  no  se  entienden  entre  sí,  porque  no  tienen  enk^  sí  la 
^  menor  autoridad.  El  hemisferio  del  Sar  necesita  de  un  hom- 
*'  bre  de  peso  y  que  tenga  muchos  medios  á  su  disposición.^  * 

Antes  que  los  comisionados  Mendoza  7  Villafuerte  regresaran 
á  Lima  con  la  respuesta  del  Libertador,  el  Congreso  constitu- 
yente del  Perú,  presidido  por  el  Señor  Pedemonte,  decretó  en 
4  de  Mayo,  que  el  Presidente  de  la  Reptiblica  suplicara  al  Li- 
bertador que  hiciera  saber  al  Congreso  de  Colombia  que  los  vo- 
tos del  Peni  eran  uniformes  7  los  más  ardientes  porque  se  per- 
mitiera á  Bolívar  pasar  al  territorio  peruano  á  mandar  el  ejér- 
cito.— Este  decreto  lo  comunicó  el  Sefior  Riva-Agüero  al  Li- 
bertador en  uno  oficio  en  que  le  decia : 

Lima,  &  6  de  Hayo  de  1828. 
SeIíob: 

Cuando  invité  á  Y.  E.  para  que  viniese  á  dirijir  nuestras  empresas  mi- 
litares, como  único  medio  de  eahar  al  Perúj  en  las  críticas  drconstancias 
en  que  se  hallaba,  conté  con  la  voluntad  de  todos  los  peruanos,  que  de- 
seaban ardientemente  lo  mismo  que  yo  proponía  &  Y.  E. — ^£1  soberano 
Congreso  acaba  de  confirmar  la  exactitud  de  mis  ideas  en  este  particular. 
El  ba  expedido  el  decreto  que  tengo  la  honra  de  acompafiar,  manifes- 
tando sus  vivos  deseos  porque  llegue  &  realizarse  la  venida  del  héroe  de 
la  América. 

Después  que  Y.  E.  ha  llenado  el  mundo  con  su  fama,  dando  la  libertad 
&  su  patria  con  una  constancia,  un  valor  y  una  pericia  propia  solo  de 
Y.  E.,  no  falta  á  su  gloria  sino  que  emplee  su  espada,  siempre  vencedora, 
en  favor  de  un  pueblo,  que,  en  sus  mayores  desgracias,  ocurrió  &  la  pro- 
tección de  Y.  E. — Está  principiada  la  obra  con  los  poderosos  auxilios 
que  Y.  E.  nos  manda ;  pero,  falta  para  su  complemento  que  venga  Y.  £. 
mismo,  cuyo  nombro  vale  más  que  numerosos  ejércitos. 

Haga  Y.  E.  presente  al  Congreso  de  Colombia  la  ansia  con  que  lo  d&> 
sea  el  l^erú,  lo  mismo  él  gobierno  que  el  pueblo ;  y  estoy  s^uro  de  que 
ese  cuerpb  respetable  no  desatenderá  los  votos  de  una  nación  aliada  de 
Colombia  por  naturaleza;  que  ha  sufiido  la  misma  esclayitud,  y  que 
tiene  el  mismo  empefio  en  conquistar  su  independencia  y  libertad. 

Yenga  Y.  E.  á  dar  un  día  de  placer  á  los  peruanos,  de  muerte  á  los 
españoles ;  y  á  afiadir  un  nuevo  é  inmarcesible  laurel  á  los  que  han  colo- 
cado ya  BU  glorioso  nombre  en  el  templo  de  la  inmortalidad. 

Tengo  la  honra  de  leitenur  á  Y.  E.  loe  sentimientos  de  la  más  distin- 

*  Carta  al  Sefior  Goal,  desde  Sabaneta,  8  de  Mayo  de  1828.  Se  hallará  er 
la  oolecdon.— Es  muy  importante. 


VIDA  DB  BOliVAB.  197 

goida  coiíaiderecioii  j  perfecta  amistad  oon  que  soy  de  Y.  E.  obsecuente 
eervidor. 

José  DB  LA  RiYA-AgüBBO.       <^ 


El  decreto  á  que  se  refiere  la  comunicación  anterior  dice 
así: 

El  CoisrauEso  constttütektb  dkl  Pbbú: 

Por  cuanto  se  halla  enterado  de  que,  á  pesar  de  la  repetida  invitación 
del  Presidente  de  esta  República  al  Libertador  Presidente  de  Colombia, 
para  su  pronta  Tenida  al  territorio,  la  suspende  por  faltarle  licencia  del 
Congreso  de  aquella  República,  y  creyendo  de  su  deber  allanar  esta  soli- 
citud, ha  Tenido  en  decretar  y  decreta : 

Que  el  Presidente  de  la  República  suplique  al  Libertador  Presidente 
de  la  de  Colombia,  haga  presente  á  aquel  soberano  Congreso  que  los  to- 
tos  del  Perú  son  uniformes  y  los  míU  ardientes,  porque  tenga  el  más 
pronto  efecto  aquella  inTÍtacion« 

Dado,  etc.— Lima,  &  4  de  Mayo  de  1828. — £1  Presidente:  Carlos 
PsDEMoirrK. — TlL  Ferbbibob,  F.  Hkrrkb^,  Diputados  Secretarios. 

No  contento  el  Congreso  con  el  decreto  de  4  de  Mayo,  expidió 
otro  el  5  por  el  cual,  *'  teniendo  en  consideración,  decia,  los  emi- 
nentes servicios  que  ha  prestado  á  la  causa  americana,  desde  el 
principio  de  nuestra  santa  revolución  el  inmortal  Simón  Bolí- 
var, Libertador  Presidente  de  Colombia,  y  los  particulares  que 
ha  hecho  al  Perú  con  el  auxilio  de  sus  tropas  siempre  vencedoras, 
votaba  unánimemente  una  solemne  acción  de  gracias  al  Liber- 
tador Presidente  de  Colombia." — ^Este  dio  las  más  expresivas 
gracias  por  la  honra  que  se  le  hacia.  MPerú,  d^o,  me  hajuz- 
garulo  capaz  de  servir  á  su  libertad^  y  yo  rio  puedo  pagar  esta 
4xmfiwma  sino  empleando  todos  mis  esfuerzos  en  llenar  tan  lisonge- 
ras  esperamos  para  mí.  Ta  fiabría  volado  á  sacar  mi  espada 
por  nuestros  aliados  y  compañeros  de  armas^  si  un  religioso 
respeto  á  la  letra  de  nuciros  instituciones  no  me  hubiera  rete- 
nido en  la  inacción  qv>e  ine  atormenta,  mientras  mis  hermanos 
están  luchando  con  gloria  por  la  justa  causa  de  la  liberiad. 
Protesto  &  V.  E.  que  una  inmortal  impaciencia  me  fatiga  dia  y 
noche  al  saber  que  d  Perú  está  en  peligro  6  combate  por  su 
existencia,  y  que  yo  no  le  ayudo  como  soldado. 

En  tantOy  era  de  opinión  Bolívar  que  no  se  aventurase  una  ac- 
ción más  en  el  Perú.  Creia  que  la  política  europea,  la  de  In- 
glaterra sobre  todo,  apoyaría  la  independencia  de  la  segunda 


198  VIDA  DE  BOLÍYAR. 

mitad  del  Nuevo  Mundo,  y  que  era  una  imprudencia  exponer  á 
la  suerte  de  las  armas  lo  que  podia  alcanzarse  por  la  negocia- 
ción y  el  efecto  poderoso  del  tiempo.  "  Debemos  imitar  á  Pabio 
y  no  á  César  en  el  estado  actual  de  las  cosas,  escribia  al  Señor 
Riva-Agüero." — A  Sucre,  con  quien  tenia  más  confianza  y  cuyos 
talentos  elevados  era  el  primero  en  reconocer,  le  escribia  con 
más  prolijidad  y  mayor  franqueza.  Recomiendo  á  mis  lectores 
la  carta  de  24  de  Mayo  que  hallarán  en  la  colección  y  de  la 
cual  extracto  aquí  algunos  párrafos  solo  para  dar  idea  del  al- 
cance del  Libertador : 

Guayaquil,  24  de  Mayo  de  1S23. 
Mi  Qtjebido  Gestebal: 

Ayer  vino  el  Coronel  Héres  trayéndome  una  caja  de  papeles  y  de  noti- 
cias.   He  conyersado  largamente  con  él,  preguntándole  todo  lo  que  me> 
recia  explicación  y  be  pensado  mucho  sobre  la  suerte  del  Perú  y  del' 
IJjército  Libertador. 

Todavía  no  sé  nada  del  resoltado  de  la  batalla  decisiva  entre  Montilla 
y  Morales.  Tampoco  tengo  noticia  de  que  se  haya  instalado  el  Congreso, 
y  quizas  hasta  el  15  del  mes  que  viene  no  recibo  la  respuesta  del  Congreso 
sobre  mi  marcha  al  Perú. — No  siento  mucho  este  retardo ;  porque,  en  el 
ínterin,  llegan  y  descansan  nuestras  tropas :  se  disciplinan  sus  reclutas,  y 
nos  alcanzan  los  resultados  de  los  sucesos  de  Europa  antes  de  poder  em- 
prender nada  que  pueda  ser  dedsivo  de  ese  país. 

Después  de  una  meditación  tan  atenta  cuanto  soy  yo  capaz,  me  be  con- 
firmado más  y  más  en  mis  primeros  designios.  Cada  dia  recibo  nuevos 
refuerzos  &  mis  opiniones  políticas :  todo  confirma  de  un  modo  sólido 
mis  coigeturas  sobre  una  próxima  paz. — La  Inglaterra  es  la  primera  in- 
teresada en  esta  transacción ;  porque  ella  desea  formar  una  liga  con  todoe 
los  pueblos  libres  de  América  y  de  Europa  contra  la  Santa  Alianza  para 
ponerse  á  la  cabeza  de  estos  pueblos  y  mandar  el  mundo. — A  la  Inglaterra 
no  puede  convenirle  que  una  nación  europea  y  fuerte  por  su  carácter,  re- 
laciones y  antiguo  dominio,  como  la  Espafia,  tenga  una  posesión  como  el 
Perú,  en  América ;  y  preferirá  que  sea  independiente  bajo  un  poder  débil 
y  un  gobierno  frágil.  Así,  con  cualquier  pretexto,  apoyará  la  indépeji- 
denda  del  Perúy  y  no  puede  darse  pretexto  más  plausible  que  el  de  tener 
los  independientes,  su  capital^  su  puerto  y  plctga  fuerte :  una  marina,  un 
ejército,  el  espíritu  del  pueblo,  el  contajio  de  la  independencia ;  y  vecinos 
aliados  por  esta  independencia ;  y  en  fin,  todo  lo  que  cubre  un  pretexto, 
para  el  que  tiene  el  buen  deseo  de  protejer  un  partido  que  le  es  favora- 
ble.— Sabe  la  Inglaterra,  que  con  apoyar  á  la  Espafia  en  su  pretensión 
sobro  el  Perú,  disgusta  á  todos  los  pueblos  del  Nuevo-Mundo,  que  tienen 
el  empeflo  de  la  independencia  absoluta.  Debe  también  saber  la  Ingla- 
terra no  menos  que  la  Espafia,  que  es  un  germen  de  guerra  eterna  la  pose- 


VIDA  DB  BOliVAB.  199 

cion  del  Perú  por  la  Espafia. — Siempre  ha  de  haber  la  antipatía  nacional 
entre  los  antígnos  y  los  nuevos  espafíoles ;  y  por  lo  mismo  hemos  de  pro- 
curar todos  echarlos  del  Nuevo  Hundo  para  que  jamas  puedan  revivir 
sus  derechos  posesivos ;  de  modo  que,  si  la  Inglaterra  desea  que  el  im- 
perio que  ahora  pretende  formar  con  la  Uga  de  los  pueblos  libres  no 
tenga  turbaciones  que  pongan  en  peligro  las  partes,  6  ol  todo,  de  este 
coloso,  debe  necesariamente  procurar  arrancar  la  semilla  de  la  discordia 
que  por  fuerza  nos  habría  de  conservar  un  dominio  europeo  en  el  Nuevo 
Continente. 

No  hay  la  menor  duda,  que  nuestra  actual  situación  nos  ordena  impe- 
riosamente el  mantener  con  la  mejor  apariencia  nuestra  posesión  del 
Perú,  para  que  logremos  su  independencia. — Esta  se  pone  en  un  riesgo 
inminente  exponiéndola  &  la  suerte  de  las  armas  en  momentos  en  que  la 
América  está  pendiente  de  la  política  europea  que  no  da  espera  ninguna, 
y  que  ha  decidido  ya  de  nuestros  intereses  con  aquella  presura  que  exijcn 
el  peligro  de  la  Espafia  y  la  prosperidad  de  la  Inglaterra. — Perdiendo 
nosotros  una  batalla,  todo  cambia  contra  el  Perú ;  entonces  las  aparien- 
cias estarán  por  los  cspafioles,  poco  menos  que  las  realidades ;  pues,  desde 
luego,  no  solo  sitiarían  el  Callao,  sino  que  ocuparían  la  provincia  de 
Trujillo,  que  es  el  Perú  que  tenemos.  Yd.  sabe  que  por  esta  parte  no  han 
quedado  tropas :  que  los  cuerpos  que  se  están  levantando  ahora,  son  de 
guarniciones  locales^  indispensables  por  una  parte  é  inmovibles  por  otra. 
Hasta  de  aquí  á  dos  meses  no  vendrán  los  campos  que  se  esperan  de  las 
Cfistas  del  Norte,  por  lo  que  nos  sería  imposible  defender  esa  provincia  de 
Trujillo  y  mantener  á  Pasto  en  quietud  después  de  una  derrota  por  ese 
lado. — Todo  esto  quiere  decir,  que  mientras  no  se  haya  decidido  la  ba- 
talla contra  Morales,  no  podemos  contar  con  seguridad  en  el  Sur :  que 
mientras  estén  pendientes  los  sucesos  militares  de  los  sucesos  políticos, 
son  inútiles  los  esfuerzos  que  hagamos  por  combatir ;  y  mientras  que  el 
conjunto  de  los  negocios,  de  preparativos  y  de  todas  las  tropas  no  estén 
en  aquel  estado  de  perfección  que  asegure  la  victoria  á  una  operación 
militar,  es  demencia  sacar  las  cosas  de  su  estado  natural. 

Mire  Yd.  lo  que  yo  pienso  sobre  la  nueva  campafia  que  se  pretende 
abrir. — Diré  á  Yd.,  desde  luego,  que  es  preferible  no  hacer  nada  y  aun 
perder  en  inacción  nuestras  tropas,  que,  dar  nuevos  trofeos  al  enemigo 
prestándole  más  brillantes  vamices  á  sus  victorias  pasadas ;  y  ofrecerle 
armas,  tropas  y  medios  de  todas  clases  para  aumentar  su  superioridad  y 
sus  oigullosas  pretensiones.  Estoy  cierto,  (como  de  mi  existencia)  que 
todo  lo  que  hagamos  es  perdido :  V  por  que  la  mayor  parte  de  nuestras 
tropas  son  reclutas,  y  la  de  ellos  veteranos ;  2°  porque  las  nuestras  son 
€tliada$  y  las  de  ellos  obedecen  á  un  solo  gobierno ;  8°  porque  no  tene- 
mos bagajes  ni  caballos,  y  ellos  los  tienen ;  4''  porque  nosotros  no  tenemos 
recursos  de  víveres  en  las  costas,  y  ellos  los  tiene  en  la  Sierra;  S.""  porque 
nosotros  no  tenemos  las  posiciones  que  ellos  tienen  defeTisiblesy  continuas, 
y  últimamente,  porque  ellos  han  sido  vencedores  y  los  nuestros  vencidos. 


200  VIDA  DE  BOliVAB. 

Bi  en  lo  qae  yo  digo  hay  eiror,  mis  oonaecaaicÜM  ton  tnóneaM ;  pero,  si 
los  datoB  que  acabo  de  enumerar  son  ciertoe,  nnestras  deagnuáie  y  der- 
rotas son  infiúibles.  La  fortuna  no  puede  cambiar  el  orden  neceoaáo  de 
las  cosas ;  podrá  influir  en  alterar  algo,  pero  no  en  deshacer  el  todo. 
Pretender  que  con  nuestros  elementos  se  logre  un  éxito  feliz,  es  mandar 
fi  la  cumbre  de  los  Andes  á  sembrar  libóles  de  cacao.  Se  llevará  toda  la 
semilla  del  mundo  y  no  producirá  un  iolo  gran»,  ¿  Quién  puede  cambiar 
la  esencia  de  las  cosas  ? — Ko  me  persuado  que  Yd.  ni  nadie  se  imagine, 
que  haya  virtud  mágica  ni  poder  en  hombre  alguno  para  arrancar  las 
pasiones  de  los  hombres  enconados  entre  sí :  para  crear  caballos  y  muías 
en  un  dia ;  para  trasformar  reclutas  en  veteranos ;  para  dar  agua  á  loa 
desiertos,  allanar  las  montanas  y  sacar  víveres  del  maná. — Creo  que  nadie 
puede  estos  ndlagros,  y  yo  menos  que  otro  alguno.  Por  lo  mismo,  mi 
inalterable  resolución  es  que  el  Perú  espere  su  independencia  d»  la  polí- 
tica y  dd  tiempo  ;  mas,  de  ningún  modo  de  lo$  eombatea.  Tengo  la  satis- 
facción 6  la  presunción  de  haber  visto  siempre  con  desprecio  á  los  Gene- 
rales españoles  y  á  toda  su  nación ;  no  por  esto  puedo  añadir  qu^  veo 
con  ese  misma  desprecio  á  los  enemigos  del  Perú.  Y  cuando  hago  esta 
confesión,  parece  que  tengo  derecho  &  que  se  haga  caso  de  mi  ingenuidad. 
No  es  Canterac,  ni  Valdez  los  que  son  temibles ;  sus  recursos,  posiciones 
y  victorias  les  dan  una  superioridad  decisiva,  que  no  puede  contraires- 
tarse  de  repente,  sino  lenta  y  progresivamente... 

La  expedición  de  Santa  Cruz  es  el  tercer  acto  y  la  catástrofe  de  la  tra- 
gedia del  Perú. — Canterac  es  el  héroe ;  y  las  víctimas,  Trístan,  Alvarado 
y  Santa  Cruz. — Los  hombres  pueden  ser  diferentes,  pero  los  elementos 
son  los  mismos.....  y  nadie  cambia  los  elementos.  Por  más  que  se  hayan 
dado  instrucciones  á  Santa  Cruz,  buenas  y  sabias  ;  el  resultado  por  eso, 
no  será  menos  funesto.— Trístan  tuvo  las  mismas  y  su  gefe  de  Estado 
Mayor  es  el  mismo  de  Santa  Cruz :  quiero  decir  el  alma  de  una  y  otra 
expedición ;  con  mucho  valor,  con  mucho  mérito,  pero  sin  medios  para 
cambiar  las  cosas. — ^Alvarado  es  de  un  mérito  cumplido,  y  no  tuvo 
mejor  éxito.  Con  que,  está  visto  que  no  debemos  contar  más  con  la 
expedición  de  Santa  Cruz,  por  mucho  que  haga  y  pueda  hacer  este  oficia], 
como  yo  lo  espero  de  su  cabeza  y  valor. — Irá  á  Intermedios :  encontrará 
pocas  fuerzas :  lo  atraerán :  y  después  de  todo,  le  sucede  una  de  estas 
tres  cosas ;  primera :  diminuye  su  división  forzosamente  por  marchas  y 
contramarchas,  enfermedades  y  combates ;  segunda :  es  batido  al  princi- 
pio, si  Valdez  tiene  8000  hombres,  ó  él  bate  á  Valdez  si  tiene  menos,  y 
entonces  sucede  la  tercera  que  es  internarse  á  Arequipa  y  á  Puno,  donde 
Canterac  por  una  parte,  las  tropas  del  Alto  Perú  por  otra,  acaban  con 
nuestra  división  6  la  fuerzan  á  reembarcarse  si  aun  permanecen  los  tras- 
portes en  las  playas.  Este  resultado  puede  ser  más  ó  menos  infausto, 
mas  no  dejará  siempre  de  serlo. — ün  cuerpo  flamante  como  el  de  Santa 
Cruz,  en  una  retirada  simple,  por  desiertos,  no  necesita  para  sucumbir 
más  que  ser  perseguido  vivamente  con  infanteria  y  caballería.    Si  antes 


VIDA  ]>B  BOIÍYAB.  201 

no  penigDien»,  ali<n»  lo  harán ;  porque  las  coetB  para  haoerlas  bien  es 
predao  haoerlaa  doa  reces ;  es  decir  que  la  primera  eosefia  la  aegimda. — 
La  expedición,  de  Banta  Cruz,  i>or  más  bien  que  le  yaya,  íleja  al  enemigo 
la  mitad  de  sos  armas  y  la  mitad  de  sos  fuerzas ;  lo  que  multiplica  sus 
medios  de  superioridad.  £n  todo  esto  no  se  ha  hecho  mención  aun  de 
la  escuadra  española,  que,  si  yiene,  duplica  las  causas  de  la  ruina  total  de 
la  diyision  Santa  Cruz.— En  ese  caso  no  se  escapa  ni  la  noticia  dd 

81  la  expedición  del  Qeneral  Santa  Cruz  cumpliere  con  su  misión  y 
YoMese  á  Pisco  6  al  Callao  sin  grandes  pérdidas ;  soy  de  sentir,  que,  en- 
tonces, conviene  hacer  un  moyimiento  general  con  todas  las  tropas  reu- 
nidas, y  estando  yo  á  su  cabeza.  De  otro  modo,  las  divisiones  intestinas 
serían  nuestros  vencedores.  Pero,  afiado  también,  que,  este  movimiento 
no  deberfi  ejecutante  sino  después  de  saber  que  los  españoles  no  recono- 
cen la  independencia  del  Perú ;  porque  este  caso  ünico  es  el  que  debe 
imponemos  la  necesidad  de  arrancar  eon  loé  arma»  una  decisión  ya  dada 
por  la  política. — ^Lo  diré  más  claro ;  perdida  la  esperanza,  debemos  bus- 
car la  salud  en  la  desesperación  de  un  combate,  que,  perdido,  no  habrá 
afiadido  ni  quitado  nada  al  Perú :  y  ganado,  le  habrá  dado  la  esperanza 
de  ser  independiente. 

Esta  es  mi  última  razón. 

BoLÍYÁn. 


En  la  expectación  de  estos  sucesos  que  el  Libertador  veia  de 
antemano  como  cumplidos,  otros  muy  funestos  tuvieron  lugar  en 
Lima.  Los  Generales  Ganterac  y  Yaldez  se  acercaron  á  esta 
ciudad  al  frente  de  ocho  mil  hombres ;  y  no  pudiendo  oponer 
fuerzas  iguales  los  independientes,  decidieron  evacuar  la  capital 
y  trasladarse  con  todo  lo  más  útil  al  Gallao. — Sucre  que  habia 
rehusado  hasta  entonces  el  mando  en  gefe  del  Ejército  Unido, 
lo  aceptó  ;  y  bajo  sus  órdenes  y  con  mucha  regularidad  se  em- 
prendió la  retirada  de  las  tropas. 

En  el  Gallao  todo  fué  confusión  y  desorden  por  desgracia 

Los  partidos  eran  extremos  y  nada  habia  que  los  moderase. 

El  Congreso  depuso  á  Biva- Agüero,  (22  de  Junio)  y  le  ordenó 
salir  del  territorio  peruano,  nombrando  en  su  lugar  á  D.  Fran- 
cisco Valdivieso. 

Riva- Agüero  por  su  parte  no  hizo  caso  de  la  deposición  ni 
del  pasaporte  y  continuó  en  el  ejercicio  de  sn  empleo,  como  si 
el  Congreso  fuera  un  cuerpo  de  momias. 

Sucre  que  no  quería  mezclarse  en  las  disensiones  y  escán- 
dalos  de  los  partidos  peruanos,  pero  que  tampoco  podia  hacer 


202  VIDA  BE  BOLÍVAB. 

nada  embarazado  en  tan  crimínales  intrigas,  envió  al  Congreso, 
á  Ri  va- Agüero  y  á  los  demás  empleados  á  Trujillo,  donde  f ne- 
rón á  continuar  sus  enconadas  antipatrióticas  disputas  ;  y  libre 
ya  en  el  ejercicio  de  sus  facultades,  se  dedicó  con  prontitud  y 
acierto  á  poner  el  Callao  en  estado  de  defensa,  á  reoi^anizar 
las  tropas  y  preparar  una  expedición  para  Intermedios  que  el 
Libertador  le  habia  indicado. 

En  tanto,  Canterac  que  temia  de  Sucre  y  Santa  Cruz  ;  qne 
temia  mucho  más  de  Bolívar,  y  que  nada  podia  hacer  contra  el 
Callao  cuyas  fortalezas  se  hallaban  defendidas,  determinó  eva- 
cuar á  Lima  y  salir  á  batir  los  insurgentes  en  detal. — Dejó  pues 
la  capital  el  17  de  Julio,  después  de  oprimir  cuanto  pudo  á  sus 
moradores,  exijiéndoles  500,000  pesos  de  empréstito  forzoso,  to- 
mando la  plata  de  los  templos  y  apoderándose  de  cuanto  creyó 
útil,  inclusas  las  máquinas  de  la  casa  de  moneda. 

Para  que  se  forme  una  idea  aproximada  de  cuál  sería  el  ím- 
petu amenazante  de  los  bandos  de  Canterac  y  Rodil  en  Lima  y 
cuál  el  grado  de  su  injusticia,  bastará  decir  que  escribiendo  el 
primero  al  Gobernador  de  Lima,  que  era  el  segundo,  le  decia : 
"  No  nos  conviene  que  las  resoluciones  y  bandos  publicados  en 
Lima  corran  y  se  conozcan  en  Europa.  Así,  recoja  Vd.  el  pri- 
mer semanario  en  que  están  impresos,  en  lo  cual  le  ayudará 
Camba." 

Canterac  tomó  la  dirección  de  Huancavélica. 

Libre  de  nuevo  Lima,  Sucre  delegó  las  facultades  que  le  habia 
conferido  el  Congreso  en  el  gran  mariscal  D.  José  Bernando  Ta- 
gle,  marques  de  Torretagle  ;  declaró  los  departamentos  del 
norte  en  estado  de  asamblea  ;  aseguró  más  y  más  la  plaza  del 
Callao  y  se  embarcó  para  Chala  (19  de  Julio)  con  el  propósito 
de  dirijir  en  gefe  la  expedición  sobre  Intermedios. 

El  Libertador  se  hallaba  en  Guayaquil,  esperando  allí  la  au- 
torización del  Congreso  de  Colombia  para  pasar  al  Peni,  y 
viendo  con  detenimiento  aquella  gran  lucha  en  la  cual  iba  á 
quedar  decidida  la  suerte  de  la  libertad  en  América,  cuando 
recibió  la  noticia  de  que  los  pastusos  se  habian  deplarado  en  in- 
surrección y  derrotado  al  Coronel  Juan  José  Plores  que  man- 
daba en  Pasto,  quien  habia  escapado  para  Popayan,  y  que  todo  lo 
que  la  República  tenia  en  aquel  departamento  estaba  perdido. — 
En  efecto,  Estanislao  Merchancano  y  Agustín  Agualongo,  esta 


TIDA  DE  BOIÍYAB*  208 

indio  ignorantísimo  y  ambos  paladines  de  la  insurrección  goda, 
proclamaron  al  Rey  de  España  y  gobernaron  en  su  nombre  ;  le- 
vantaron fuerzas  y  trataron  aun  de  marchar  hasta  Quito  y  re- 
conquistar la  capital  para  el  amado  Fernando. 

Bolívar  consideró  este  suceso  de  mucho  peso  é  importancia  ; 
ya  porque  no  tenia  fuerzas  de  línea  que  oponer  &  los  facciosos, 
ya  porque  distraia  su  atención  de  los  negocios  del  Perú,  que 
eran  de  mayor  momento  ;  ya  en  fin,  porque  conociendo  la  obsti- 
nada porfía  de  Ioh  pastusos,  no  le  era  dable  prever  cuánto 
tiempo  habrían  de  durar  aquellas  fatigas  que  él  llamaba  adido- 
nales,  y  que  eran  sin  embargo  tan  penosas  y  extremas  como  las 
principales.  Partió,  pues,  inmediatamente  de  Guayaquil  para 
Quito  llevando  de  aquella  ciudad  cosa  de  cuatrocientos  soldados 
y  como  dos  mil  fusiles.  Los  rebeldes  que  contaban  con  el  pue- 
blo habían  aumentado  sus  fuerzas  hasta  1500  hombres  de  toda 
arma,  y  se  movieron  sobre  la  villa  de  Ibarra.  El  Libertador 
tuvo  noticia  de  todo  y  sacó  de  Quito  1500  hombres,  la  mayor 
parte  milicianos.  El  18  de  Julio,  á  las  dos  de  la  tarde,  arribó 
á  los  alrededores  de  Ibarra.  El  Libertador  mismo  con  sus  ayu- 
dantes y  ochos  guias  iban  en  la  descubierta.  Comenzó  el  com- 
bate. Los  pastusos  resistieron  con  valor  y  tenacidad.  Al  prin- 
cipio se  desconcertaron  un  momento,  mas  volvieron  á  reunirse 
en  formación  para  pelear  con  todo  el  furror  que  cabe  en  ánimos 
desesperados.  Los  nuestros  los  acuchillaban,  mas  ellos  se  ba- 
tían con  un  esfuerzo  y  una  obstinación  dignos  de  la  mejor  y  más 
santa  causa.  Bolívar  estaba  al  frente  de  sus  milicianos  á  quie- 
nes enseñaba  á  despreciar  la  muerte  para  lograr  el  triunfo 

Ochodentos  cadáveres  de  pastusos  quedaron  tendidos  en  aquella 
jornada,  y  pocos  pudieron  escapai*se  á  las  montañas  repasando 
el  Ouáitara.  Su  armamento,  víveres,  y  cuanto  tenian  vino  á 
nuestro  poder. 

El  Libertador  entregó  á  Salom  el  mando  de  la  división,  (20 
de  Julio)  ordenándole  que  ocupase  á  Pasto  y  lo  pacificase ;  y 
desde  Chota  regresó  á  Quito. — ^En  esta  ciudad  dispuso  reunir 
una  asamblea  general  de  las  personas  más  notables  (13  de  Julio) 
y  de  cuyo  seno  debian  nacer  dos  comisiones  :  la  primera  llamada 
de  Calificación  para  expulsar  del  territorio  á  los  adictos,  cuales- 
quiera que  fuesen,  al  gobierno  español ;  la  segunda  de  Beparii- 
don,  para  distribuir  en  el  departamento  una  contribución  de 


204  YIDA  DB  BOIÍTAJB. 

veinte  y  cinco  mil  pesos  mensuales  para  manten0r.la  guarnición 
que  defendiera  el  territorio. 

Hecho  esto,  el  Libertador  partió  aceleradamente  para  Quayaqnil. 

Á  su  arribo  á  esta  ciudad  bacilo  una  diputación  que  de  su 
mismo  seno  le  enviaba  el  Congreso  del  Perú,  para  reiterarle  los 
ardientes  deseos  de  que  su  presencia  fuera  á  poner  fin  pronto  y 
glorioso  6,  los  males  de  la  guerra. — El  Señor  José  Joaquín  Ol- 
medo, que  presidia  la  diputación,  dirijió  al  Libertador  un  bellí- 
simo discurso.  Pintóle  la  situación  del  Perú  :  la  capital  de  la 
República  amenazada  por  los  enemigos  ;  devastado  aquel  her- 
moso reino  y  cubierto  de  sangre  y  de  cenizas. — "  V.  E.  es  el 
vengador  de  la  América,  le  d^o,  y  debe  volar  á  la  defensa  y  á 
la  venganza  del  Perú....  Todos  los  ojos,  todos  los  votos  se  con- 
vierten naturalmente  á  Y.  E....  Rompa,  pues,  Y.  E.  todos  los 
lazos  que  lo  retienen  lejos  del  campo  de  batalla.  Después  de 
la  revolución  de  tantos  siglos,  parece  que  los  oráculos  han  vuelto 
á  predecir  que  tantos  pueblos  confederados  en  una  nueva  Asia 
por  la  venganza  común,  en  ninguna  manera  podrán  vencer  sin 
Aquíles.  Ceda  Y.  E.  al  torrente  que  quizá  por  la  última  vez 
le  arrebata  á  nuevas  glorias." 

Señor  diputado  /  le  contestó  el  Libertador ;  mi  religwso  res- 
peiopor  las  instituciones  de  Colorrilna  ha  sido  premiado  por  una 
victoria  que  el  cielo  ha  querido  conceder  á  nuestras  armas  des- 
truyendo para  siempre  los  elementos  de  la  guerra  civil. 

Mucho  tiempo  ha  que  mi  cor  agón  me  impele  hacia  d  Perú : 
mucho  tiempo  ha  que  los  más  valientes  guerreros  de  toda  la 
América  colman  la  medida  de  mi  gloria^  llamándome  á  su  lado  ; 
pero  yo  no  he  podido  vencer  la  voz  del  deher  que  me  ha  detenido 
en  las  playas  de  Colombia.  He  implorado  el  permiso  del  Con- 
greso general  para  que  me  fuese  permitido  emplear  mi  espada 
en  servicio  de  mis  hermanos  del  Sur :  esta  gracia  no  me  lia 
venido  aun.  To  me  desespero  en  esta  incuxnony  cuando  Uls  tro- 
mpas de  Colombia  están  entre  los  peligros  y  la  gloria.... ;  ¡y  yo 
lejos  de  dios  I 

Señor  diputado :  yo  am^  por  el  momento  de  ir  al  Perú;  mi 
buena  suerte  me  promete,  que  hien  pronto  veré  cumplido  el  voto 
de  los  hijos  de  los  Incas^  y  el  deber  que  yo  mismo  me  he  impuesto 
de  no  reposar  hasta  que  el  Nuevo  Mundo  no  haya  arrojado  á 
los  mares  todos  sus  opresores. 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  205 

Dispuesto  á  cumplir  tan  solemne  juramento,  dedicóse  el  Li- 
bertador á  preparar  todo  para  su  partida.  De  hora  en  hora  es- 
peraba la  autorización  del  Congreso  para  ausentarse  del  terri- 
torio de  Colombia  ;  autorización  que,  concedida  por  un  decreto 
especial  el  5  de  Junio,  no  pudo  llegar  á  sus  manos  en  oportuni- 
dad por  causa  de  la  insurrección  de  Pasto.  Llegó  al  fin,  y  Bo- 
lívar fijó  su  salida  para  el  6  de  Agosto. 

El  correo  que  trajo  al  Libertador  el  permiso  anhelado  fué 
portador  también  de  la  triste  nueva  de  la  muerte,  acaecida  en 
Car&cas,  del  General  Femando  Toro,  á  quien  Bolívar  amaba 
como  á  un  hermano. — ^Profundo  dolor  le  causó  el  infausto  anun- 
cio ;  7  como  para  darse  él  mismo  alivios  á  su  pena,  habló  mucho 
de  su  amigo  y  repetía  á  cada  instante  :  Nació  siendo  su  patria 
esclava,  y  al  morir  la  dga  libre,  * 

A  las  dos  de  la  tarde  del  7  de  Agosto,  se  embarcó  el  Liber- 
tador en  Guayaquil  para  el  Callao,  en  el  bergantín  de  guerra 

*  El  Oenend  de  división  Femando  Toro  nació  en  Caracas,  de  una  familia  rica 
y  distinguida.  Manifestó  desde  sus  primeros  años  inclinación  á  la  carrera  de  las 
armas,  y  siendo  aún  jó?en  foé  enviado  á  España  á  instruirse  y  pi-ofesarla.  En 
la  Península  fué  destisado  al  cuerpo  de  Reales  Guardias  Españolas,  hizo  la 
guerra  y  Iqgró  por  su  valor  y  buenas  dotes  el  empleo  de  coronel  efectivo.  Vi- 
sitó la  Francia  con  Bolívar  y  volvió  á  Madrid  cnanto  este  siguió  sus  viajes  por 
el  medio  dia  de  la  Europa — ^Toro  mandaba  en  la  reñida  acción  de  Tarancona, 
que  tanto  honor  dio  á  las  Guardias  Españolas. — De  España  vino  á  Venezuela, 
con  el  cargo  de  Inspector  general  de  todas  1m  tropas  (1809),  y  aquí  favoreció 
muchti  las  ideas  de  independencia. — ^El  que  había  expuesto  su  vida  por  la  liber- 
tad del  hemisferio  de  loe  opresores,  no  debía  apoyar  la  esclavitud  de  un  mundo 
inocente. 

Nombrado  Gobernador  militar  de  Caracas,  y  elegido  después  para  represen, 
tante  en  el  primer  Congreso  de  Venezuela,  se  admiraron  en  él  la  consagración 
al  bien  público,  el  desinterés,  y  el  amor  decidido  de  la  libertad.  A  las  órdenes 
de  Miranda  hizo  la  campaña  de  Valencia,  donde  recibió  la  fatal  herida  que  le 
colocó  por  espacio  de  doce  años  á  los  bordes  del  sepulcro. 

Cuando  Venezuela  fué  ocupada  por  las  armas  de  Monte  verde,  el  General  Toro 
se  refugió  á  Trinidad ;  prefirió  morir  de  fatiga  por  caminos  penosísimos,  antes 
que  sufrir  la  presencia  y  el  dominio  de  loe  barbaree.  En  Trinidad  vivió  lleno 
de  privaciones  y  miFerias. 

Después  de  la  batalla  de  Carabbbo  (1821),  él  Libertador  dio  á  Venezuela  una 
existencia  política  republicana ;  Toro  regresó  á  Caracas.  Vino  como  un  esque- 
loto.  Un  año  duró,  sucumbiendo  cada  dia  4  la  fuerza  de  sus  males,  hasta  que, 
e\  26  de  Diciembre  de  1822,  al  rayar  el  dia,  cerró  tranquilamente  sus  párpados. 

Caracas,  esclava, lo  vio  nacer:  libre, lo  vio  morir. 

Colombia  perdió  un  General -"aliente,  instruido  y  desinteresado :  los  amigot 
del  país  un  defensor  generóse 


206  VIDA  DE  BOLÍTAR. 

"  Chimborazo." — Bestrepo  asegara  que  fué  el  6 ;  pero  es  error. 
— La  última  carta  que  escribió  el  Libertador  en  Guayaquil  y 
que  dirijió  al  General  Salom,  está  fechada  el  7  de  Agosto  y  co- 
mienza :  "  En  este  momento  me  embarco,"  etc. 

Dejemos  navegando  las  aguas  del  Pacífico  al  Libertador,  que 
quiere  dar  dicha,  gloria  y  libertad  al  Perii :  dejémosle  que  vaya 
desvivido  por  batir  á  Canterac,  y  que  recoja  nuevos  lauros  para 
ornar  su  frente.  No  es  Napoleón  que  va  á  Moscou,  como  algu- 
nos dijeron,  para  censurar  su  empresa. — ^No  es  Carlos  XII  que 

va  á  Pultava  á  sepultar  su  gloria I — Es  Bolívar,  el  Benjamín 

de  la  felicidad  ;  el  Alcídes  de  la  fama,  que,  no  embarazado  con 
sus  buenas  dichas,  quiere  merecer  otras  mayores. — Quédale  en- 
sanche para  eso  ;  que  nada  en  él  ha  revelado  indicios  de  an- 
gosto corazón. — En  Marzo  de  1813,  cuando  auxiliado  por  el 
gobierno  de  Cartagena  y  de  la  Union  apareció  sobre  los  colla- 
dos de  la  villa  redimida  de  San  Antonio,  tuvo  que  decir  á  sus 
compatriotas  mismos  quién  era  y  á  qué  venia  :  Yo  soy  uno  de 
vuestros  hermanos  de  Oarácas,,*!  Ahora,  no  necesita  pronunciar 
su  nombre.  ¿Quién  no  lo  sabe? — Los  Congresos  le  titulan 
"  Libertador  de  Colombia";  Olmedo  le  llama  el  "Vengador  de 
la  América." — ^Bien  pronto  será  el  Salvador  del  Perú,  y  el  Pa- 
dre y  Fundador  de  Bolivia,  proclamado 

en  la  tierra 

Arbitro  do  la  paz  y  de  la  guerra. 

Al  solo  brillo  de  sus  invictas  armas,  desaparecieron  en  los 
campos  de  Venezuela,  de  Cundinamarca  y  del  Ecuador  las  ban- 
das españolas,  como  se  disipan  las  tinieblas  delante  de  los  rayos 
del  sol.      Araure,  Carabobo,  Boyacá,  Carabobo  segunda  vez, 

Bombona,  Ibarra !    Donde  quiera  triunfó  I    Y  hasta  allá,  en 

aquellas  remotas  tierras  que  habitan  los  hijos  del  Sol,  va  á  bus- 
car triunfos,  y  á  despecho  de  lo  imposible  ahuyentará  los  tiranos. 

1  Padre  de  la  patria,  Libertador,  Fuente  de  salud,  de  grandeza 
y  alegría  de  la  familia  americana,  llega  ;  conculca  las  deseadas 
playas !  Que  lanze  el  Peni  sus  opresores,  y  que  tu  mano  abata 
los  pendones  que  bordó  Isabel  y  que  en  señal  de  nuestra  servi- 
dumbre enarboló  Pizarro  sobre  las  torres  de  Lima. — Llega. 
Visita  la  cuna  del  imperio  de  Atahualpa ;  que  en  él  primer  dia 
de  su  libertad,  d  Cuzco  tendrá  más  placer  y  gloria  qiie  bajo 
el  dorado  reino  de  sus  Incas! 


CAPITULO  XLin. 
1823. 

Situación  del  pkbú  cuando  el  libebtadob  llsoó  al  callao  —  dbcrbtos  dbl 
conobbso  —  di8cub808  dbl  libbrtador  —  8ü8  pbimbbab  00upaci0nb8  bn  lima  — 
marcha  oomtba  riya-agubbo  —  prisión  db  b8tb  t  pacipicaoion  db  trdjillo  — 
organisacion  dbl  bjí  rcito  pbrüano  —  dificultades  —  bscdadrilla  esp  ajeóla 
eü  las  aguas  dbl  pacífico  —  el  libertador  pide  auxilios  jl  colombia  —  angus- 
TIOSA SITUACIÓN  DB  AQUEL  AL  COHCLUIB  BL  aSo  DB  1828. 

REINABA  á  la  sazón  en  Lima  un  temerario  espirito  de  di- 
sensión ;  7  por  desgracia  todo  era  celos  de  mando,  inquie- 
tad, enemistad  irreconciliable,  injurias  recíprocas  y  guerra 
civil. 

Asombra  hallar  señales  de  tan  escasa  cordura  en  momentos 
de  áspero  conflicto,  en  que  el  enemigo,  ocupando  la  mayor  parte 
del  territorio,  engrosaba  sus  fuerzas  y  las  disciplinaba,  á  tiempo 
que  la  riyalidad  insensata  y  la  imprudencia  debilitaban  necesa- 
riamente las  nuestras. 

El  Congreso,  como  ya  se  ha  dicho,  habia  depuesto  á  Riva- 
Agüero,  con  el  que  tuvo  la  más  ruidosa  desavenencia. — Riva- 
Agüero,  por  su  parte,  sin  hacer  caso  de  tal  deposición,  disolvió 
el  Congreso,  fundándose  en  que  su  existencia  era  perjudicial  en 

(201) 


208  TIDA  DE  BOIÍYAB. 

aquellas  circunstancias,  en  que  no  eran  tan  útiles  las  leyes  co- 
mo los  soldados  para  combatir  á  un  enemigo  poderoso. 

Los  diputados  expulsos  de  Trujillo  fueron  reuniéndose  uno 
tras  otro  en  Lima,  j  allí  continuaron  sus  sesiones  cuando  tu- 
vieron el  número  legal,  nombrando  presidente  interino  de  la 
Bepáblica  á  D.  José  Bernardo  Tagle,  7  deponiendo  por  se- 
gunda vez  á  Bi va- Agüero,  titulado  ya  faccioso. 

Hubo  con  esto  dos  presidentes :  uno  en  Trujillo,  otro  en 
Lima ;  y  también  hubo  dos  cuerpos  legisladores,  porque  Riva- 
Agliero  creó  un  Senado  que  se  ocupaba  en  el  estudio  de  medi- 
das concernientes  á  los  cuerpos  legislativos. 

Era  el  Perii,  pues,  dos  veces  infeliz. — Amenazado  de  dura 
servidumbre  por  los  realistas  :  desgarrado  por  la  disensión  in- 
terna,  sin  imperio  la  justicia,  sin  obediencia  el  pueblo,  tan  ol- 
vidados todos  de  sus  obligaciones  que  parecia  destinado  á  la 
destrucción  y  á  la  muerte,  después  de  haber  sido  el  escándalo 
de  la  América. 

Por  fortuna,  una  luz  brillaba  pura  y  refulgente  en  aquella 
insólita  desgracia. — ^Esa  luz  era  Bolívar,  en  quien  los  patrio- 
tas peruanos  depositaron  toda  su  esperanza 

Al  romper  el  Jia  1®  de  Setiembre  llegó  el  Libertador  al 
Callao,  y  en  ese  mismo  dia  hizo  su  entrada  pública  en  Lima, 
acompa&ado,  puede  decirse,  de  todas  las  personas  de  la  capi- 
tal.—Sería  ardua  tarea  pintar  el  contento  y  entusiasmo  con 
que  allí  fué  recibido.  Los  aplausos,  las  desmostraciones  más 
exaltadas  de  la  admiración  y  de  la  gratitud  le  siguieron  des- 
de el  puerto  hasta  el  palacio  que  se  le  habia  preparado  en 
Lima.  Parecia  á  los  peruanos  que  el  nombre  y  la  presencia 
de  Bolívar  bastarían  para  salvarlos  del  peligro  en  que  se  ha- 
llaban, destruyendo  á  los  españoles  y  terminando  las  divisio- 
nes intestinas  que  aflijian  el  país. 

El  Congreso,  al  dia  siguiente,  expidió  un  decreto  autori- 
zando al  Libertador  para  que  terminara  las  desavenencias  na- 
cidas de  la  continuación  del  gobierno  de  BivarAgiiero,  y  ex- 
presando que  tenia  la  más  alta  confianza  en  el  Libertador, 
cuya  protección  peréonal  habia  sclicitado  como  d  único  medio  de 
consolidar  las  libertades  patrias. 

Por  otro  decreto  expedido  el  10,  el  Congreso  confirió  al  Li- 
bertad<»r  la  suprema  autoridad  militar  de  la  República. — Este 


VIDA  DB  BOliVAB.  209 

decreto  es  poco  conocido  7  hé  aquí  el  moÜTO  porqué  lo  inserto 
íntegro. 
Dice  así : 

£l  OoNOBBSO  COHBTrrüTKNTB  BBL    PSBt, 

ComádeTando : 

Qne  solo  xm  poder  extraordinario  en  en  actiTidad  y  ñunütadeB  ea  capaz 
de  poner  término  á  la  presente  guerra  7  salvar  la  República  de  los  graves 
males  en  que  se  halla  envuelta  á  consecuencia  de  la  última  agresión  espa- 
ñola y  demás  incidencias  posteriores ;  y  viendo  felizmente  cumplido  el 
voto  nacional  por  la  presencia  del  Libertador  .Presidente  de  Colombia, 
Simón  Bolívar,  en  esta  capital,  como  el  único  que  puede  llenar  los  obje- 
tos indicados,  á  cuyo  fin  se  le  invitó  solemnemente  por  el  órgano  de  una 
comisión  del  seno  de  la  Representación  nacional,  y  á  que  tan  generosa- 
mente se  ha  prestado : 

Decreta: 

1*"  £1  Congreso  depodta  en  el  Libertador  Simón  Bolívab,  bajo  la  do- 
nominacion  de  Libertador^  la  suprema  autoridad  militar  en  todo  el  terri- 
torio de  la  República,  con  las  fiu^ultades  ordinarias  y  extraordinarios  que 
la  actual  situación  demanda. 

2"  Le  compete  igualmente  la  autoridad  política  directorial  como  co- 
nexa con  las  necesidades  do  la  guerra,  k  que  no  puede  subvenirse  sino 
por  medio  de  auxilios  procedentes  de  los  recursos  y  relaciones  inte- 
riores y  exteriores  en  que  está  fincada  la  hacienda  pública. 

8**  La  latidud  del  poder  que  indican  los  artículos  anteriores  es  tal  cual 
la  exige  la  salvación  del  país,  con  cuyo  determinado  objeto  se  invitó  al 
libertador  para  que  se  trasladase  al  territorio. 

4**  A  fin  de  que  el  .ejercicio  del  Poder  Ejecutivo  de  la  República,  con- 
ferido por  la  Representación  nacional  al  Gran  Mariscal  D.  José  Bernardo 
Tagle,  no  embaraze  el  efecto  de  las  declaraciones  antenores,  se  pondrá 
este  de  acuerdo  con  el  Libertador  en  todos  los  casos  que  sean  de  su  atri- 
bución natural,  y  que  no  estén  en  oposición  con  las  facultades  otorgadas 
al  Libertador. 

S""  Los  honores  del  Libertador  en  todo  él  territorio  de  la  República 
serán  loe  mismos  que  están  decretados  para  el  Poder  ijjecutivo. 

Dado  eu  la  sala  del  Congreso,  etc. 

I«  jia,  10  de  Setiembre  de  1823.^4°  y  2^ 

Justo  Figüebola,  Presidente. 
MAinTEL  Antonio  Colmenares,  Gebonimo  Agxtebo, 

Diputados  Secretarios. 

El  Libertador  fué  recibido  en  el  seno  del  Congreso,  dándosele 
el  primer  lugar :  *'  El  Congreso  constituyente  del  Pero,  dijo,  ha 

14 


210  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

*'  colmado  para  conmigo  la  medida  de  su  bondad.  Jamas  mi 
''  gratitud  alcanzará  á  la  inmensidad  de  su  confianza.  Yo  Ue- 
"  naréy  sin  embargo,  este  vacio  con  todos  los  sacrificios  de  mi 
"  Tida..  Haré  por  el  Perú  mucho  más  de  lo  que  admite  mi  ca- 
"  pacidad  ;  porque  cuento  con  los  esfuerzos  de  mis  generosos 
"  compañeros.  La  sabiduría  del  Congreso  será  mi  antorcha  en 
"  medio  del  caos  de  dificultades  j  peligros  en  que  me  hallo  su- 
^'  mergido.  El  Presidente  del  Estado  por  sus  servicios,  patrío- 
'*  tismo  y  virtud  habría  él  solo  salvado  su  patria,  si  se  le  hubiera 
"  confiado  este  glorioso  empeño.  El  Poder  Ejecutivo  será  mi 
"  diestra  y  el  instrumento  de  todas  mis  operaciones.  Cuento 
*^  con  los  talentos  7  virtudes  de  todos  los  peruanos  para  elevar 
"  el  edificio  de  su  hermosa  República.  Ellos  han  puesto  en  las 
^*  aras  de  la  patria  todas  sus  ofrendas  ;  no  les  queda  más  que  su 
"  corazón,  pero  ese  corazón  es  para  mí  el  palladium  de  su  liber- 
"  tad. — Señor  :  los  soldados  libertadores  que  han  venido  desde 
''  el  Plata,  el  Maule,  el  Magdalena  y  el  Orinoco,  no  volverán  á 
^  su  patria  sino  cubiertos  de  laureles,  pasando  por  arcos  triun- 
*'  fales,  llevando  por  trofeos  los  pendones  de  Castilla.  Yence- 
**  rán  y  dejarán  libre  el  Perú,  6  todos  morirán.  Yo  LO  prometo.... 
"  Yo  OFREZCO  LA  VICTORIA  confiado  en  el  valor  del  ejército 
"  unido  y  en  la  buena  fé  del  pueblo  peruano.  Así,  el  Perú  qu^ 
"  dará  independiente  y  soberano  por  todos  los  siglos  de  eocistetir 
"  da  qi4S  la  Providencia  Divina  le  sefíale.^ 

Cuando  el  Libertador  pronunció  estas  palabras  estaba  él  mis- 
mo arrobado,  y  un  grito  de  regocijo  infinito,  un  viva  I  prolon- 
gado y  frenético  coronó  el  eco  de  su  postrer  acento. 

El  don  de  decir  con  facilidad  y  presteza  que  poseia  el  Liber- 
tador, era  asombroso  ;  siendo  felicísimo  en  el  arte  de  enlazar 
repentinamente  las  ideas.  Su  alma  se  elevaba  con  prontitud  á 
las  alturas  serenas  del  pensamiento,  y  desde  allí  se  desbordaba 
en  raudales  de  elocuencia. — No  necesitaba  del  aparato  del  Con- 
greso para  el  ejercicio  de  la  palabra  ;  peroraba  en  la  campaña, 
en  el  palacio,  á  la  entrada  de  los  pueblos  cuando  salian  á  su  en- 
cuentro centenares  de  personas,  donde  quiera  que  se  hacia  in- 
dispensable inflamar  el  pecho  de  los  patriotas,  donde  quiera  que 
era  necesario  sembrar  la  semilla  de  la  libertad  americana,  allí 
estallaba  su  palabra  como  un  prodijio,  espléndida  de  imágenes, 
insinuante,  irresistible....  Pero  fué  en  el  Perú  donde  más  brillo 


I 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  211 

tiivo  la  imaginación  de  Bolívar  y  donde  sus  diecnrsos  fueron 
verdaderamente  seductores. 

Instado  por  el  Congreso  para  que  hiciera  las  observaciones 
qne  tuviese  por  conveniente,  el  Libertador  contestó  :  "  Cuando 
*  la  diputación  del  Cuerpo  Legislativo  del  Perú  fué  á  Colombia 
'  á  hacerme,  á  nombre  de  esta  nación  gloriosa,  invitación  de  ve- 
"  nir  á  dirijir  la  guerra  y  restablecer  el  orden  constitucional, 
**  tuve  la  satisfacción  de  ofrecer  mis  servicios  conforme  á  sus 
'^  instancias.  Pensaba  que  no  tanto  la  guerra,  cuanto  la  orga- 
^  nizacion  social  necesitaba  de  un  fuerte  apoyo  que  sostuviese 
^  la  República.  Al  pisar  las  riberas  del  Callao,  supe  con  inde- 
"  cible  gozo,  que  el  Congreso  habia  restablecido  su  poder  sobe- 
**  rano  y  nombrado  un  gobierno  de  su  expontánea  elección. — 
"  Desde  ese  momento  creí  llenada  la  parte  capital  de  mi  misión  : 
"  ya  no  dirijí  mis  solicitudes  y  meditaciones  sino  al  fin  único  de 
"  mi  vida  :  la  guerra  americana.  Yo,  Excelentísimo  Señor,  he 
**  salido  de  Bogotá  á  buscar  los  enemigos  de  la  América,  donde 
**  quiei^  que  se  hallen....  y  estos  huellan  aun  el  territorio  del 
"  Perú.  Yo  abandoné  la  capital  de  Colombia  huyendo  del 
^  mando  civil.  Mi  repugnancia  á  emplearme  en  la  administra- 
^  cion  del  gobierno,  supera,  con  mucho,  toda  exageración.  Y 
^  así,  he  renunciado  para  siempre  el  poder  civil  que  no  tiene 
*^  una  íntima  conexión  con  la  operaciones  militares.  Los  escogi- 
'^  dos  del  pueblo  peruano  pueden  contar,  sin  embargo,  con  toda 
'*  la  fuerza  de  las  armas  de  Colombia  para  deliberar  con  ilimi- 
**  mitada  libertad.  Protejiendo  la  representación  nacional,  yo 
**  habré  hecho  al  Perú  d  más  grande  de  los  servicios  civiles  qtie 
"  un  hombre  puede  prestar  á  uíia  nadon^J^ 

La  ambición  de  mando,  aquella  embriaguez  del  ánimo  que  para 
llegar  al  fin  no  discierne  medios  :  aquella  sed  inextinguible  que 
nada  apaga,  y  que  nada  satisface  y  que  al  contrario  cada  honra 
enciende....  Bolívar  tuvo  la  dicha  de  no  conocerla  nunca.  En 
Colombia  renunció  siempre  el  poder.  Y  apenas  llegó  al  Per¿ 
notificó  ese  propósito  no  queriendo  conservar  sino  la  espada 
para  continuar  la  guerra  americana. 

Yo  no  recuerdo  en  este  instante  quién  fué  el  filósofo  que  decia : 
^  Tanta  es  la  fuerza  de  la  prosperidad,  que  en  solo  ver  lo  que 
gozan  los  grandes,  los  ricos,  los  poderosos,  me  comen  los  pies 
para  pasarme  á  ellos...."    Pues  bien,  Bolívar,  más  filósofo,  más 


212  7IDA  DE  BOLÍYAB. 

señor  de  si  mismo,  más  amigo  de  la  virtud,  la  cual  rara  vez  ha- 
bita en  el  poder  j  en  los  alcázares  de  la  prosperidad,  renunciaba 
el  mando  que  los  pueblos  le  ofrecian,  demitia  la  autoridad  su- 
prema, demostraba  su  repugnancia  á  dominar  los  hombres  j  solo 
queria  combatir  á  los  tiranos  para  devolver  sus  títulos  á  la  hu- 
manidad ultrajada 

£1  9  de  Setiembre,  la  ciudad  de  Lima  dio  uno  espléndido  ban- 
quete para  celebrar  la  feliz  veifida  del  Libertador  á  la  tierra  de 
los  Incas.  Las  mesas  fueron  servidas  en  los  salones  del  anti- 
guo palacio.  Encontráronse  allí  el  Presidente  del  Congreso, 
Doctor  Figuerola,  el  Presidente  de  la  República,  el  General 
O'Higgins,  el  Señor  Olmedo,  el  General  Guido,  el  Señor  Mos- 
quera, el  Conde  de  San  Donas,  el  Doctor  Hipólito  ünánue  y 
otras  muchas  personas  de  notabilidad. — Reinó  sin  interrupción 
la  cordialidad  más  grande.  Todos  admiraban  la  moderación 
del  Libertador  y  al  propio  tiempo  la  amenidad  j  viv^sa  de  so 
conversación,  y  el  grado  de  interés  que  sabia  comunicarle. — ^El 
Presidente  del  Congreso  fué  el  primero  que  brindó  á  nombre  de 
la  República.  Hízolo  después  el  Marques  de  Torretagle,  felici- 
tando al  Perú  por  tener  en  su  seno  al  gran  Bolívar.  A  ambos 
contestó  el  Libertador,  brindando  por  el  buen  genio  de  la  Amé- 
rica, que  habia  traido  al  General  San  Martin  con  su  ejército 
desde  las  márgenes  del  Plata  hasta  las  playas  del  Perú  :  por  el 
General  O'Higgins  que  generosamente  le  enviara  desde  Chile  : 
por  el  Congreso  del  Perú  que  habia  resumido  los  derechos  sobe- 
ranos del  pueblo,  y  por  el  triunfo  de  los  ejércitos  aliados  sobre 
los  opresores  de  la  América. 

A  esto  contestó  O'Higgins,  asegurando  que  habia  de  ser  siem- 
pre aquel  dia  el  más  placentero  de  su  vida,  pues  que  veia  reuni- 
das las  cuatro  grandes  secciones  de  la  América  meridional  para 
ser  mandadas  por  Bolívar,  por  el  hijo  predilecto  de  la  victoria. 

Siguieron  otros  brindis  de  Mosquera,  Unanue,  etc.;  y  al  fin 
el  Libertador,  puesto  de  pié,  pronunció  un  discurso  bellísimo  que 
electrizó  á  todos,  terminando  con  estas  palabras  :  Por  d  campo 
qite  reúna  las  banderas  de  la  Plata,  de  Colombia  y  de  Castilla,  y 
sea  testigo  de  la  victoria  de  los  americanos^  6  los  sepvUe  á  todos. 
Por  que  los  hijos  de  h,  América  no  consientan  jamas  elevar  un 
trono  en  todo  su  territorio ;  y  por  que  así  corno  Napoleón  fué 
sumergido  en  la  inmensidad  d^l  Océano,  y  el  nuevo  emperador 


TIDA  DE  BOIÍYAB.  213 

Rurbide  derrocado  iel  Prono  de  Méjico^  caigan  les  íisurpadures 
de  los  derechos  del  puebíOj  sin  qu£  uno  solo  quede  triunfante  e?i 
t€HÍa  la  dilatada  extensión  del  Nuevo  Mwndo. 

Siempre  he  reparado  en  el  terminante  contexto  de  este  brín 
dis.  No  puede  tocar  en  mayor  extremo  la  opinión.  Gomo  que 
deseaba  el  Libertador  manifestar  cuanto  antes  su  repugnancia  á 
la  erección  de  tronos  en  América,  y  la  contrariedad  de  sus  ideas 
con  las  del  Greneral  San  Martin,  tachado  con  justa  causa  de  mo- 
narquista en  el  Peni.  Las  palabras  del  Libertador  eran  de 
^an  peso  7  consideración  para  que  pudieran  ser  olvidadas  ;  to- 
dos las  repetian  ;  la  prensa  las  consagró  á  la  inmortalidad,  7  el 
General  O'Higgins,  uno  de  los  más  ilustres  proceres  de  la  revo- 
lución, las  celebraba,  diciendo  á  voz  en  grito :  Bolívar  es  d 
hombre  más  grande  de  la  América  dd  Sur. 

No  era  empresa  corta  y  sobradamente  llana  la  que  el  Liber- 
tador acometia  en  el  Perú  ;  antes  bien  ardua  y  costosa.  T  si 
una  gran  perspectiva  de  gloria  le  halagaba  en  aquel  nuevo  teatro 
de  la  fama,  y  alentaba  su  confianza  el  valor  no  desmentido  del 
ejército  colombiano,  es  también  cierto  que  iba  í  obrar  sobre  un 
pueblo  cuyos  recursos  estaban  agotados,  y  poco  ó  nada  hecho  al 
sacrificio,  dividido  por  partidos  extremos  y  desmoralizado.  Por 
otra  parte,  los  españoles  conservaban  aun  el  influjo  adquirido 
por  tres  siglos  de  dominio,  y  recientes  victorias  habían  avigora- 
do y  extendido  aquese  infligo. — ^Todo  lo  conocía  muy  bien  Bolí- 
var, pues  que,  escribiendo  á  un  amigo,  le  decía :  "Antes  de  ayer 
**  fui  al  Congreso  á  ofrecer  mis  servicios  y  á  prometer  salvar  el 

**  país El  acto  fué  magnifico  por  la  concurrencia  y  el  senti- 

**  miento  general.  Todos  mostraban  una  inmensa  confianza  en 
"  mí,  por  no  decir  una  ciega  admiración.  Creen  las  gentes  que 
**  70  sé  hacer  milagros  y  que  con  algunos  decretos  ya  tienen  sal- 
'^  vado  al  país  de  enemigos  ;  en  tanto  que  hay  muchas  dificulta- 
^  des  que  son  tanto  mayores  cuanto  que  las  presenta  un  país  po- 
**  co  acostumbrado  á  privaciones  y  mucho  menos  á  sacrificios....'' 

Mas  no  por  eso  decayó  el  Libertador  de  ánimo.  Yeia  con 
presteza  de  águila  los  obstáculos,  calculaba  la  resistencia,  sabia 
que  aventuraba  su  reputación  y  que  en  un  caso  desgraciado 
quedaba  destruida  la  libertad  en  América  ;  pero  aquel  cuerpo  de 
hierro  7  aquella  alma  ardiente,  indomable,  no  desnia7aban  ni 
abatían..... 


214  VIDA  DE  BOliVAB. 

« 

Lad  primeras  ocupaciones  del  Libertador  en  Lima,  después  de 
escribir  á  Riva-Agüero  y  enviarle  comisionados  excitándole  á 
terminar  la  guerra  civil  que  habia  comenzado,  están  detalladas 
por  el  mismo,  cuando  escribiendo  al  Qeneral  Salom  con  fecha  16 
de  Setiembre,  le  decia :  ''Algunas  cosas  importantes  he  hecho 
"  en  estos  dias  que  pueden  contribuir  á  despejar  el  campo  de  las 
**  dificultades.  He  solicitado  un  empréstito  de  dos  millones  de 
^'  pesos  de  Chile  y  ademas  la  expedición  de  tropas  que  habían 
"  ofrecido  antes  los  mismos  chilenos.  He  escrito  á  Inglaterra 
^  instando  por  el  empréstito  de  loe  ocho  millones  de  pesos  que 
"  allí  está  pendiente  y  que  puede  conseguirse  por  la  confianza 
^  que  tienen  en  mí,  según  dicen  los  extrangeros  de  esta  capital. 
"  Se  han  tomado  todas  las  medidas  para  preparar  la  expedición 
^'  de  la  Sierra  de  Jauja.  Se  ha  mandado  construir  equipos  y 
"  pedido  dinero  prestado.  Se  ha  mandado  recojer  ganado,  ca- 
"  ballos  y  preparar  víveres.  He  mandado  espías  á  la  Sierra  y 
"  he  tenido  ademas  que  instruirme  de  todos  los  baquianos  y  por 
"  todos  los  mapas,  de  la  situación  del  país.  He  recibido  obse- 
"  quios  y  convites  :  visitado  muchas  personas  de  importancia : 
"  predicado  la  reforma  del  país  y  dicho  al  Congreso  por  medio 
"  de  una  comisión  cuanto  he  creido  conveniente  para  regenerar 
''  el  Peni.  En  fin,  en  quince  dias  no  he  perdido  tiempo  á  pesar 
'*  de  ser  los  primeros  y  más  embarazosos.'' 

El  Libertador  no  refirió  en  esta  reseña  ni  la  vigésima  parte 
de  lo  que  habia  hecho. 

Toda  la  fuerza  que  halló  disponible  en  Lima  fué :  dos  bata- 
llones de  infantería,  un  r^miento  de  granaderos  montados  de 
Buenos-Aires  y  un  escuadrón  de  la  guardia  peruana.  El  resto 
del  ejército  obraba  con  Sucre  sobre  la  cordillera  ó  á  las  órdenes 
de  Riva-Agüero  en  Trujillo,  en  la  más  criminal  y  espantosa  de- 
fección. 

Inútiles  fueron  los  medios  que  el  Libertador  empleó  para  re- 
ducir á  Riva-Agüero  á  terminar  su  disidencia,  sometiéndose. 
Todas  las  instancias,  todos  los  esfuerzos  quedaron  sin  logro  ante 
la  tenacidad  arrogante  de  aquel  rebelde,  á  quien  esperanzas  ba- 
jas y  execrables  infundian  aliento. — Y  Bolívar  no  podia  resol- 
verse á  hacer  la  guerre  á  los  realistas  sin  apagar  antes  el  incendio 
de  la  discordia  civil,  pacificando  áTmgilIo,  provincia  de  recursos 
del  Perú,  y  ganando  para  la  República  los  cuerpos  que  obedecían 


YTDA  DE  BOLÍVAR.  215 

á  Biya- Agüero.  Do  cualquier  modo  que  esto  se  hiciese,  debía 
hacerse  pronto,  mientras  Canterac  y  los  suyos  se  ocupaban  en  el 
Desaguadero  y  hacia  el  Alto-Pera,  de  combatir  4  Santa  Ornz.^ 
Sin  embargo,  cerca  de  dos  meses  y  medio  trascurrieron  en  car- 
tas, avisos,  ofrecimientos,  parlamentarios hasta  que  al  fin,  la 

buena  suerte  quiso  que  se  interceptasen  comunicaciones  que  Ri va- 
Agüero  diríjia  al  Coronel  D.  Remigio  Silva,  por  las  cuales  se 
vino  en  conocimiento  que  tanto  aquel  como  su  ministro  D.  Ra- 
món Herrera  negociaban  con  el  Yirey  Lasema,  por  medio  del 
General  español  D.  Juan  Loriga,  establecer  un  Rey  en  el  Perú, 
y  que  fuera  de  la  ihistre  y  scmta  familia  de  Barbón  !! 

Cuando  el  Libertador  adquirió  pruebas  tan  claras  de  la  apos- 
tasia  infame  de  Riva- Agüero  y  de  sus  íntimos  amigos,  que  pre- 
tendían vender  la  patria  á  sus  tiranos  y  destruir  las  tropas  de 
Colombia  venidas  en  auxilio  de  la  independencia  del  Perú,  de- 
terminó obrar  con  su  actividad  acostumbrada.  Mas,  ¿  qué  po- 
dría hacer? — Lima  estaba  arruinada E%i&  es  un  desierto^ 

decia  ^Mxkv^  sembrado  de  vicios  y  de  necesidades  urgentes; 
pero  que  debemos  conservar  á  todo  trance  para  salvar  á  Colom- 
bia de  la  ruina  y  de  la  escla/vitud  que  la  amenazan, — Lleno  de 
sorpresa  y  de  indignación,  acusando  altamente  la  acción  indigna 
de  aquellos  hombres  sin  fó,  escribió  á  Quito  y  á  Guayaquil  pi- 
diendo soldados  colombianos ;  encargó  que  se  dejase  expedita 
la  comunicación  con  Popayan ;  que  se  disciplinase  la  milicia  ; 
que  se  enviasen  subsistencias  al  Callao,  con  otras  providencias 
análogas,  y  se  puso  en  marcha  para  el  Departamento  de  Trujillo, 
abriendo  la  campaña  con  el  fin  de  someter  al  ex-Presidente  in- 
surrecto y  ap6stata.t —  El  Libertador  tuvo  que  ir  en  persona  á 

*  Recordaremos  que  el  Libertador  había  pronosticado  la  mina  de  la  expedi- 
ción de  Santa  Oraz. — ^Por  ahora,  lo  que  hace  al  caso  decir  es  que  de  los  5,500 
hombres  qne  aquel  ^f%  sacó  del  Callao,  solo  podo  conservar  600.  Perdió  la  ar- 
tillería, el  armamento,  loe  pertrechos  y  todo  el  material  del  ejército,  y  esto  sin 
Uegar  á  combatir  con  Ganta«c  La  desmoralización  de  sns  tropas  fué  completa 
y  los  españoles  alcanzaron  el  mayor  suceso  solo  con  marchas  y  maniobras. 

f  Debemos  admirar  ann  en  las  cosas  más  pequeñas  la  pureza  y  honradez  qne 
presidian  en  todos  los  actos  del  Libertador.  Entre  otras  providencias  que  antes 
de  marchar  contra  Biya-Agftero  dlotó  en  Lima,  hay  una  qu»  se  refiere  á  la  pn- 
blicacion  de  las  operaciones  fiscales.  *' He  mandado,  escribía  alCoronel  Héres, 
*'  qne  se  dé  en  la '  Graceta'  la  inversión  de  loe  fondos  púbUoos ;  porque  en  materia 
"  de  Hacienda  yo  quiero  que  haya  la  vMyor  claridad  posible,  y  qne  su  disti-ibucion^ 
**  sea  r  ^stonte  ¿  todo  el  mundo."     Carta  d¿  SIS  db  Noviembre^  disde  ffuaráéi)^ 


216  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

la  cabeza  de  las  tropas,  porque  Sucre  se  negó  resueltamente  á 
tomar  el  mando  de  las  fuerzas  contra  Biya- Agüero.  Un  senti- 
miento de  generosidad,  en  que  era  abundoso  el  corazón  de  Su- 
cre, le  hizo  resistir  á  todas  las  instancias  de  BoKvar. — BÍTa- 
Agüero  habia  calumniado  á  Sucre  atrozmente  :  le  suponia  autor 
de  los  decretos  del  Congreso  :  el  agente  de  la  ambición,  del  Li- 
bertador :  el  instrumento  de  su  ruina.  Y  por  esto  mismo,  Sucre 
rogaba  encarecida  y  ardientemente  al  Libertador  que  no  le  em- 
please en  la  campaña  contra  Biva- Agüero,  ni  como  simple  sol- 
dado. Apenas  pudo  conseguirse  de  él  que  siguiese  como  un  es- 
pectador j  no  como  gefe  caracterizado.  Su  resistencia  era  ab- 
soluta. Él  decia  que  de  ningún  modo  convenia  la  intervención 
de  los  auxiliares  en  aquella  lucha,  é  infinitamente  menos  los 
suyos  propios,  porque  se  le  creía  enemigo  personal  de  Biva- 
Agüero  y  competidor  al  mando.... 

Bolívar  cedió  con  mucho  sentimiento  á  los  vehementes  clamo- 
res de  Sucre,  y  tomó,  como  he  dicho,  en  persona  el  mando  del 
ejército  para  someter  á  Biva- Agüero. — Con  respecto  á  las  tro- 
pas de  este,  las  miras  del  Libertador  fueron  siempre  someterlas 
á  la  obediencia  del  gobierno  antes  que  destruirlas,  y  con  tal  fin 
empleó  los  resortes  que  le  aconsejó  su  prudencia.  Desde  el  pue- 
blo de  Corongo  despachó  al  Ayudante  de  Estado  Mayor  Ma- 
nuel Antonio  López  para  que  ofreciese  un  indulto  y  garantías  á 
la  división  del  Coronel  Silva  que  se  retiraba  á  Cajamarca.  Ló- 
pez llegó  en  la  mejor  oportunidad  y  su  comisión  tuvo  el  efecto 
apetecido. 

En  tanto  continuaba  el  Libertador  su  movimiento,  reanimando 
el  espíritu  militar  de  las  tropas  que  habia  logrado  atraer  á  su 
obediencia,  y  predicando  en  todas  partes  la  necesidad  de  la 
unión  para  resistir  con  suceso  al  enemigo,  cuando  tuvo  conoci- 
miento de  la  escena  que  se  representó  en  Trujillo,  por  virtud  de 
sus  mismas  sabias  y  activas  disposiciones. — ^El  Coronel  Antonio 
^Gutiérrez  de  la  Fuente,  que  mandaba  el  regimiento  de  Corace- 
ros, uno  de  los  mejores  cuerpos  de  las  tropas  insurrectas,  y  á 
>quien  habló  el  mismo  Bolívar  imponiéndole  de  los  pérfidos  pro- 
yectos de  Biva- Agüero,  se  rebeló  contra  este,  entró  en  Trujillo 
^25  de  Noviembre),  y  aseguró  en  una  prisión  al  ex-Presidente 
traidor  y  á  su  ministro  Herrera,  sometiéndose  al  gobierno 
tcon  las  tropas  de  su  mando,  y  poniéndose  á  las  órdenes  del 


YIDA  DB  BOliVAB.  217 

Libertador. —  Terminó  así  felizmente  aquella  defección,  recu- 
perando el  Perú  el  departamento  do  Trújillo  y  algunas  tro- 
pas que  sirvieron  de  base  para  formar  el  ejército  peruano. 

La  Fuente  á  quien  embarazaba  en  Trújillo  un  prisionero  como 
Riva- Agüero,  le  envió  a  Guayaquil  preso  ;  mas  el  Libertador 
ordenó  poco  después  que  se  le  dejara  en  libertad,  á  fin  que  se 
trasladara  á  Europa,  C(Hno  lo  hizo.* 

*  Pasaje  interesante  de  la  historia  de  Colombia,  recojido  literalmente,  en 
Agosto  de  1864,  de  boca  del  yenerable  Sr.  Joaquín  Mosquera,  dnioo  testigo 
qae  sobrevlTe : 

"  Hallábase  el  General  Bolívar  en  Lima  el  año  de  1823  ejerciendo  ya  la  dic- 
tadura del  Perú ;  y  habiendo  condenado  á  mnerte  al  teniente  coronel  Delgado, 
colombiano,  por  actos  de  insubordinación,  tan  pronto  como  recibió  esta  orden 
el  General  Sacre,  que  estaba  con  el  ejército  cerca  de  Pisco  y  tenia  á  Delgado  á 
BUS  órdenes,  se  puso  en  marcha  para  Lima  é  hizo  en  un  dia  treinta  leguas  de  ca 
mino  con  el  único  objeto  do  interceder  oon  el  Libertador  para  salvar  á  Delgado 
la  vida.  Se  dirijió  á  aquel,  é  inmediatamente  consiguió  su  objeto.  Bolívar  per- 
donó á  Delgado." 

£1  Libertador  añadió,  en  presencia  del  Señor  Mosquera :  "  Llega  Vd.  muy  á 
"  tiempo.  General,  porque  le  necesito  para  un  asunto  uijente.  He  perdido  la  pa* 
"  eienda  con  ^va-Agüero.  Mientras  él  conspiraba  ala  cabeza  de  una  fracción  del 
"  ejército  peruano,  yo  me  abstenía  de  emplear  las  armas  contra  él ;  pero  acabo 
**  de  saber  que  le  ha  escrito  á  Jauja  al  Yirey  Lasema  y  que  está  en  connivencia 
"  oon  él  Tratándose  antes  de  una  revolución  peruana,  yo  procedía  con  calma 
**  para  atraer  á  eso  hombre  á  buen  sentido :  pero  una  vez  que  él  y  el  Yirey  La- 
*'  serna  se  entienden,  tengo  que  tirar  de  la  espada  para  someterlo  ó  vencerlo,  y 
*'  con  ese  objeto  tiene  usted  que  marchar  conmigo  á  Huarás. 

"  Para  eso  no  cuente  Yd.  conmigo,  le  contestó  Sucre.  Hemos  venido  simple* 
mente  de  amollares  de  los  peruanos  contra  los  españoles,  y  no  debemos  mezclar 
nos  en  sus  partidos  domésticos.  Ademas  Riva- Agüero  no  nos  presentará  batalla : 
liará  una  guerra  fugitiva,  y  en  marchas  y  contramarchas  nuestro  ejército  que- 
dará disuelto." 

Bolívar  insistió,  la  conferencia  duró  todo  el  dia ;  pero  Sucre  no  cedió  en  un 
ápice  Habiéndose  este  retirado,  Bolívar,  á  la  hora  de  dormir,  recomendó  al 
Señor  Mosquera  que  fuese  á  verle  y  tratase  de  decidirlo  por  la  medida  que  él 
indicaba.  Pero  el  Señmr  Mosquera  se  excusó  diciendo :  "  A  lo  que  Yd.  ha 
dicho,  nada  podré  añadir  que  le  haga  fuerza^  {  Gomo  ha  de  concederme  á  mí 
lo  que  á  Yd.  le  niega  T* 

Al  siguiente  dia  dijo  Bolívar  á  Sacre :  "  General,  estoy  resuelto  á  atacar  á 
Riva-Agüero;  obligarlo,  de  grado  ó  por  fuerza,  á  incorporarse  al  ejército.  £s  in- 
dispensable hacerlo ;  y  sería  un  escándalo  que  Yd.  se  separase  de  mí  en  estas 
circunstancias.  Acompáñeme  como  amigo,  sin  tomar  parte  en  las  operaciones 
militares ;  que  nadie  sepa  lo  que  ha  pasado  entre  loe  dos,  y  sobre  mí  quedará 
la  responsabilidad.— Usted  es  el  hombre  de  la  gnerra;  yo  soy  el  de  las 
"  dificultades." 

Sucre  no  podía  rehusarse,  y  convino;  y  entonces  coronó  el  resaltado  los  jui- 


« 


218  VIDA  DE  BOliVAB. 

Bolívar  encargó  á  Sucre  del  mando  del  ejército,  j  sigoió  para 
Cajamalca,  á  donde  llegó  el  16  de  Diciembre. 

En  el  acto  dio  principio  i  la  organización  del  ejército  del 
Perú: 

I  Ouán  laboriosa  empresa,  llena  de  espinas  y  de  inconvenientes 
era  esa  organización,  puede  deducirse  de  las  siguientes  palabras 
del  Libertador :  "  El  país  nos  recibe  con  entusiasmo,  pero  nos 
"  da  muy  poco  ó  nada.  Necesitamos  de  mucha  política  y  de 
^  mucha  moderación  para  que  este  pueblo  no  se  haga  entera- 
"  mente  godo.  Por  lo  mismo,  el  dinero  es  más  necesario  para  que 
"  supla  las  contribuciones  que  no  podemos  ni  debemos  echarlas 
'^  á  estos  desgraciados  hombres  ;  pues  aquí  la  época' de  la  patria, 
"  ha  sido  la  época  del  crimen  y  del  saqueo.* — La  gente  de  este 
"  pais  es  muy  sana ;  pero  muy  enemiga  del  servicio  militar  ;  y 
"  así  será  muy  difícil  formar  un  ejército  en  todo  el  bajo  Perú. 
^  Están  estos  hombres  como  al  principio  del  mundo.  En  el  In- 
"  gar  de  San  Marcos,  las  mugeres  han  quitado  los  hombres  que 
'*  llevaban  para  recluta8...t  El  país  es  patriota,  pero  no  quiere  el 
"  servicio  ;  es  bueno,  pero  apático  ;  tiene  víveres  y  bagages  pero 


cioe  y  deseos  del  Libertador.  Situó  el  ejército  en  Huarás,  y  al  saberlo  el  Gene- 
ral La  Fuente,  que  se  bailaba  oon  Riva- Agüero  entre  TrujUlo  y  Jauja,  se  diríjió  á  su 
cuartel  general  Muy  mal  le  recibió  Bolívar:  "Cómo  es  posible,  exclamó» 
"  que  Ustedes  estén  traicionando  ¿  su  patria  y  negociando  con  loe  españoles  T — 
La  Fuente  negó  en  un  todo  el  cargo  que  á  él  y  á  sus  compañeros  hacía  el  liberta- 
dor ;  pero  este  le  contestó  en  el  acto :  "  No  puede  Vd.  negarlo,  yo  aé  lo  que 
"  digo,  lea  Vd.  esta  carta  que  Riva-Agüero  dirijia  al  Virey  Lasema."  La  Fuente 
la  leyó  con  gran  sorpresa  y  replicó:  "  Nada  de  esto  sabíamos  nosotros;  ahora 
Teo  que  Riya-Agüero  nos  está  engañando  y  traicionando.  Voy  á  exponer  esto  á 
loe  demás  gefes  y  cuente  V.  E.  oon  que  destitiürémos  á  Rira- Agüero. 

Cumplió  La  Fuente  su  palabra.  Riya-Agüero  se  yió  descubierto  y  preso  por  sus 
miamos  oficiales.  Arrestáronlo  y  enviáronlo  á  Guayaquil  al  Intendente  Don  Juan 
Pas  del  Castillo,  el  cual  lo  retuvo  en  prisión  y  consultó  al  Libertador  lo  que  de- 
bería hacer  con  él. 

Bolívar  contestó  á  Pai  del  Castillo :  "Ponga  Yd.  en  libertad  á  Riva-AgQera  Sa 
"  peruano,  su  delito  fué  cometido  en  este  torrítorio,  y  no  tiene  jueces  competen- 
"  tes  en  Colombia." 

En  efecto :  Riva  Agüero  quedó  en  completa  libertad,  pero  en  incapacidad  de 
hacer  mal,  como  que  emigró  para  Europa.  Los  tres  mil  hombres  que  tenia  en 
Trujillo  se  unieron  al  ejército  Colombiano,  conforme  lo  anunció  el  Libertador  • 
y  este  ftié  un  refueno  para  el  ejército  vencedor  en  Ayacucho. 

*  Carta  al  Coronel  T.  Héres.— 2S  de  Noviembre  1828. 

\  Carta  al  mismo  Hérss.— U  de  Diciembre  1828. 


TIDA  DE  BOLÍYAB.  219 

T^o  mucha  gana  de  darIo8..4  -^  1&  verdad,  es  obra  magna  la  que 

tenemos  entre  manos  :  es  un  campo  inmenso  de  dificultades, 
'  porque  reina  un  desconcierto  que  desalienta  al  más  determi- 
"  nado.  El  campo  de  batalla  es  la  América  meridional :  nues- 
*'  tros  enemigos  son  todas  las  cosas,  y  nuestros  soldados  son  los 
"  hombres  de  todos  los  partidos  y  de  todos  los  países,  que  cada 
"  uno  tiene  su  lengua,  su  color,  su  ley  y  su  interés  aparte.  Solo 
"  la  Providencia  puede  ordenar  este  caos  con  su  dedo  omnipo- 
"  tente §" 

Bolívar  tenia  razón  ;  mas,  ¿  no  era  él  por  ventura  el  Ministro 
de  esa  voluntad  omnipotente  ? 

£1  dia  de  la  llegada  del  Libertador  á  Cájamalca,  llegó  tam- 
bién allí  uno  de  sus  edecanes,  el  comandante  Julián  Santamaría, 
quien,  de  regreso  de  una  comisión,  traia  consigo  una  dilatada 
correspondencia  interceptada  á  los  gefes  españoles.  Por  esta 
correspondencia  se  supo  que  el  navio  Aaia^  el  bergantín  Aquües 
y  una  corbeta,  todos  buques  españoles,  acababan  de  entrar  en  el 
Pacífico. — Una  escuadrilla  enemiga  haciendo  el  crucero  en  las 
costas  del  Perú,  paralizaba  las  disposiciones  del  Libertador  que 
por  entonces  todo  lo  esperaba  de  Colombia.  Muchos  cuerpos 
de  tropa  debían  ir  al  Pera  en  baques  mercantes  según  las  órdenes 
que  se  habian  dado  á  los  Intendentes  de  Guayaquil  y  Panamá. 
El  General  Antonio  Morales  acababa  de  embarcarse  en  la  costa 
para  Guayaquil  con  el  objeto  de  hacer  cumplir  esta  disposición 
sin  pérdida  de  tiempo,  y  el  rezelo  de  que  estas  tropas  llegasen 
á  ser  presa  del  enemigo,  causaba  al  Libertador  un  justo  desaso- 
siego. 

"  Por  la  tarde  de  este  mismo  dia,  refiere  el  ayudante  López, 
el  Libertador  me  llamó  personalmente  :  entramos  juntos  en  una 
pieza  que  se  le  habia  destinado  para  alojarse,  y  reclinándose  en 
la  cama  que  le  tenían  preparada,  hizo  que  le  leyese  nuevamente 
alganas  comunicaciones  de  las  interceptadas  al  enemigo. 
**]£acho  hay  que  trabajar :  (me  dijo  cuando  acabé  de  leerlas) 
"  esta  empresa  es  casi  superior  á  mis  fuerzas ;  pero  cuento  con 
^  bastantes  oficiales  jóvenes,  que  partirán  conmigo  las  fatigas 
*<  así  como  los  triunfos.''    Luego  se  levantó,  empezó  á  pasearse 


\,  Carta  al  Oeneral  Sucre,  14  de  DioieiLbre,  1828. 
g  Carta  últimamente  dtada  al  Coronel  Héresw 


220  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

en  la  pieza,  y  me  ordenó  qae  bien  de  mafiana  al  dia  sigaiente, 
estuviese  allí  para  despachar  los  asuntos  más  importantes. 

*'  Aunque  S.  E.  se  hallada  fatigado  por  la  molestia  del  ca- 
mino, no  se  recogió  aquella  noche  hasta  muy  tarde,  y  sin 
embargo,  á  las  cinco  de  la  mañana  mandó  que  me  Uamasen. 
Cuando  me  presenté  en  su  cuarto  le  hallé  en  pié  y  vestido,  como 
acostumbraba  hacerlo.  Habia  una  luz  sobre  la  mesa,  porque 
aun  no  aclaraba,  y  su  semblante  manifestaba  alguna  agitación. 
"  Vd.  sabe  (me  dijo  cuando  entré)  que  no  tengo  más  Secretario 
**  ni  oficial  en  la  secretaría  que  uno,  y  Vd.  solo  no  puede  des- 
**  pachar  tantos  asuntos  :  haga  Yd.  llamar  el  capellán  y  á  Sauta- 
"  maría  para  que  lo  ayuden  ;  pero  entre  tanto,  vamos  á  arreglar 
"  el  trabajo."  S.  E.  mismo  tomó  varios  papeles  de  importancia, 
y  empezó  á  metodizar  el  despacho  de  los  más  urgentes.  Luego 
que  aclaró  el  dia,  y  después  de  algunas  reflexiones  sobre  la  posi- 
sion  en  que  nos  hallábamos  en  aquellos  momentos,  ordenó  que 
se  llamase  al  capellán  y  á  Santamaría  como  lo  habia  indicado. 

"  En  aquel  acto  empezó  S.  E.  á  dar  disposiciones  para  evitar  la 
pérdida  de  las  tropas  que  se  esperaban  de  Guayaquil.  A  eso 
de  medio  dia  se  incorporo  el  Coronel  Espinar  que  hacia  de  Se- 
cretario interino  y  habia  quedado  enfermo  á  retaguardia,  y  en- 
cargándose este  del  despacho,  continuó  el  trabajo  sin  interrup- 
ción hasta  las  siete  de  la  noche.  Guando  se  hubo  concluido, 
quedamos  solos  con  el  Secretario  en  la  pieza  del  despacho, 
donde  el  Libertador  empezó  á  pasearse :  permaneció  algún  rato 
en  silencio  buscando  en  su  imaginación  un  oficial  que  marchase 
por  la  posta  á  Guayaquil,  el  cual  debia  llevar  las  órdenes  que 
se  habían  expedido  en  aquel  dia,  precaviendo  el  encuentro  de 
las  tropas  de  Colombia  con  la  escuadrilla  española,  de  la  que  no 
debian  tener  noticia  alguna.  S.  E.  exigía  que  este  oficial  no 
parase  un  solo  momento,  porque  cualquier  demora  podía  costar 
«na  pérdida  irreparable  ;  que  no  se  embarcase  en  ningún 
punto  de  la  costa,  para  que  no  fuese  á  ser  presa  de  la  escua* 
drilla  enemiga  y  se  frustrasen  sus  planes.  Saliendo  luego 
de  esta  meditación :  "  No  hay  remedio  (dijo  dirigiéndose  á 
"  mí.)  Siento  quedarme  sin  un  oficial  en  la  secretaria,  pero  Vd. 
"  se  marcha  para  Guayaquil  muy  de  mañana  :  extienda  Vd. 
"  un  pasaporte,  que  irá  firmado  de  mi  mano,  pai*a  que  le 
"  den  los  auxilios  necesarios  y  no  lo  demoren  en  el  tránsito. 


w 
u 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  221 

^  Usted  está  al  cabo  de  todo  lo  que  yo  quiero  que  se  kaga : 
transmítale  Yd.  de  palabra  al  General  Castillo  todas  mis  ideas, 
y  explánele  por  extenso  los  motivos  que  me  han  obligado  á 
"  contrariar  mis  disposiciones  anteriores.  No  duerma  Vd.,  si 
**  es  posible,  basta  no  ll^ar  á  Guayaquil :  allá  descansará  algunos 
"  dias  y  puede  volverse  mas  despacio.  En  Lima  me  encuentra 
**  Vd.  á  su  regreso."  El  pasaporte  se  extendió,  S.  E.  lo  firmó, 
j  se  ocupó  algún  rato  en  darme  muchas  órdenes  de  palabra, 
para  que  se  ejecutasen  en  los  departamentos  del  Sur  de  Colom- 
bia. Luego,  tomando  un  tono  jocoso,  eomo  acostumbraba  cuando 
se  hallaba  de  buen  humor,  afíadió  :  "  Que  no  se  le  vaya  á 
*^  olvidar  nada:  miro  que  lo  afusileo,  como  decia  el  General 
"  Cedeño." 

Así  se  aseguró  de  un  modo  positivo  la  traslación  de  las  tro- 
pas y  hasta  el  éxito  de  la  campafia  del  Perú. 

Después  de  esto,  el  Libertador  se  trasladó  á  Trujillo  donde 
dio  disposiciones  para*acantonar  el  ejército,  aumentarlo  y  disci- 
plinarlo.— De  Trujillo  partió  para  Lima  á  poner  plenamente  en 
estado  de  defensa  el  Callao,  prometiéndose  volver  luego  á  las 
provincias  del  Norte  para  reunir  las  fuerzas  con  que  emprender 
la  campaña,  si  era  provocado.  Al  Coronel  Diego  Ibarra  lo 
despachó  á  Colombia  en  busca  de  auxilios.  La  desproporción 
entre  las  fuerzas  realistas  y  las  del  Libertador  era  muy  grande, 
y  ni  el  arbitrio  cabia  de  retirarse  en  un  apuro  imprevisto, 
porque  el  ejército  se  perdería  infaliblemente  en  los  desiertos  de 
la  costa  y  los  riscos  de  la  sierra.  Los  soldados  peruanos  se 
quedarían  en  su  país  ;  los  quiteños  desertarían  al  suyo  y  ape- 
nas sobrevivirían  algunos  cuadros  colombianos....  una  bata- 
lla era  inevitable.  ¿  Y  cómo  darla  ? — "  S.  E.  el  Libertador, 
escribia  el  Secretario  general  Coronel  José  D.  Espinar  al  Ministro 
de  .guerra  en  Colombia ;  el  Libertador  que  en  trece  años  de  la 
máis  cruda  guerra  ha  hecho  los  más  grandes  sacrificios  por  la 
salud  de  la  República  de  Colombia,  cree  necesario  hacer  otro 
nuevo,  y  el  más  grande,  de  su  reputación  en  él  Perú,  por  alejar 
la  guerra  del  Sur  de  Colombia  y  economizar  la  sangre  y  los 
sacrificios  de  una  nación  á  quien  dio  el  ser."  i  Qué  angustiosa 
situación  I  i  Qué  extremado  conflicto  1  No  me  digan  más  de 
ahora  en  adelante  de  los  riesgos  y  situación  aventurada  de  los 
capitanes  antiguos  y  modernos.    Ninguno  se  ha  encontrado  en 


222  VIDA  DE  boiíyab. 

la  estrecha  posición  del  Libertador. — Esta  se  apurará  todayía. 
Le  yerémos  solo,  sobre  un  montón  de  minaSi  asombrado  de  las 
defecciones  más  negras,  de  las  traiciones  más  viles  j  criminales, 
sin  tropas,  sin  dinero,  sin  subsistencias,  sin  armas,  sin  municiones 
y  amenazado  por  un  ejército  formidable,  crearlo  todo  en  un  mo- 
mento, vencer  los  enemigos  y  libertar  al  Pero.... 

A  los  inconvenientes  casi  insuperables  que  ya  conocemos,  se 
añadieron  aun  nuevas  é  impensadas  desgracias  que  complicaron 
más  el  curso  de  los  negocios  é  hicieron  desaparecer  casi  total- 
mente la  confianza.  La  expedición  de  2500  hombres  que  el  go- 
bierno de  Chile  destinaba  en  auxilio  del  Pertí,  arribó  á  Arica  y 
no  hallando  á  Santa  Cruz,  cuyo  ejército  se  disipó  como  el  humo, 
hizo  rumbo  al  Norte  ;  en  el  mar  la  encontraron  los  generales 
Alvarado  y  Pinto  y  la  hicieron  regresar  á  Coquimbo,  privando 
á  los  colombianos  de  aquellos  auxilios. — ^En  ese  mismo  tiempo 
llegaron  á  Arica  trescientos  hermosos  caballos  chilenos  para  re- 
montar el  regimiento  de  ^  granaderos  de  á  caballo ;"  y  como  no 
hubiese  forrage  á  bordo  para  alimentarlos  y  en  tierra  habrían  de 
caer  en  manos  de  los  españoles,  D.  Toribio  Hidalgo,  coman- 
dante del  Lautaro  los  hizo  degollar  y  echar  al  mar....Estos  ac- 
cidentes aumentaban  los  serios  cuidados  del  Libertador,  turba- 
ban sus  resoluciones  y  hacian  más  crítica  su  posición. — Meditaba 
dia  y  noche,  y  exclamaba  al  fin  :  hay  que  morir  6  vencer j  y  ven- 
ceremos ;  porque  d  cielo  no  quiere  nuestras  cadenas. 

En  ninguna  época  manifestó  el  Libertador  más  amor  á  su  pa- 
tria ni  mayor  diposicion  á  todo  linage  de  sacrificios.... 

Pongo  fin  á  este  capítulo  y  á  la  relación  de  los  sucesos  de  este 
año,  con  el  extracto  de  una  carta  confidencial  del  Libertador  al 
General  Sucre  :  "  El  estado  de  las  cosas,  cxije,  mi  querido  Ge- 
"  neral,  le  decia,  que  sepamos  á  punto  fijo  sobre  qué  debemos 
'^  contar :  qué  base  tenemos  por  esa  parte,  qué  recursos,  qué 
''  climas,  qué  pastos  y  qué  obstáculos....  El  negocio  de  la  guerra 
"  del  Perú  requiere  una  contracción  inmensa  y  recursos  inago- 
'^  tables.  Ko  se  puede  ejecutar  sin  una  gran  masa  de  tropas  y 
"  para  estas  no  creo  que  los  recursos  sean  proporcionados,  a 
''  menos  que  los  reunamos  todos  con  mucha  anticipación,  mucha 
"  proporción  y  mucha  inteligencia.  Necesitamos  ante  todo  co- 
"  nocer  el  país  y  contar  los  medios.  Después  discutir  si  nues- 
"  tros  medios  son  de  ofensa  ó  de  defensa,  y  luego  colocar  estos 


YIDA  DE  BOliVAB.  228 

"  y  emplearlos.  Sobre  todo,  yo  ruego  á  Vd.,  mi  querido  Ge- 
"  neral,  que  me  ayude  con  toda  su  alma  á  formar  y  llevar  á 
'^  cabo  el  plan.  Si  no  es  Yd.,  no  tengo  á  nadie  que  pueda  ayu- 
^  darme  con  auxilios  intelectuales.  Por  el  contrario,  reina  una 
"  dislocación  de  cosas,  hombres  y  principios  que  me  descon- 
"  cierta  á  cada  instante.  Ll^o  á  desanimarme  á  veces...  Tan 
"  solo  el  amor  á  la  patria  me  vuelve  el  brío  que  pierdo  en  con- . 
'^  templar  los  obstáculos.  Por  una  parte  se  acaban  los  inconve- 
**  Mientes,  por  otra  se  aumentan." 

El  PerÍL  moribundo  habia  levantado  á  Bolívar  las  manos.  Él 
lo  sacará  de  la  tumba  y  le  restituirá  honor,  vida  y  libertad. — 
Se  armará  en  su  daño  el  fiero  León  de  Castilla ;  todo  se  conju- 
rará contra  los  buenos  hijos  del  Sol ;  pero  si  Bolívar  preside  á 
sus  destinos  ¿  el  Pera  sucumbirá  ? 


CAPITULO  XLIV. 


1824. 


El  libbbtádob  m  vArmusá.  —  bu  rbspubsta  al  bmSor  mosquvra  — palabbas  im- 

PBUDBNTB8  DB  LOS  DIPÜTADOB  DB  QUITO  BK  BL  C0XQRB8O  —  RBNDNCIA  BL  LIBERTADOR 
LA  PRESIDENCIA  DB  COLOMBIA  —  NO  BSPBRA  MÁS  QCB  INORATITUDIS  POR  RBC0MPEN8A 
DB  SUS  8BRTICI08  —  PBRFIDXA  DB  TORRBTAOLB  T  DB  BBRINDOAGA  —  INSURRECCIÓN  DB 
LAB  TROPAS  ABOBNTINAB  BN  BL  CALLAO  —  BL  CONGRESO  SE  DISUELVE  INTISTIBNDO  AL 
LIBERTADOR  DB  LA  DICTADURA  —  DEFECCIONES  —  PELIGRO  INMINENTE  DEL  PERÚ  — 
BL  LIBERTADOR  BE  DISPONE  1  SALVARLO  —  SU  CARTA  AL  GENERAL  SUCRE. 

NUNCA  rendido  el  corazón  de  Bolívar  á  los  siniestros  acae- 
cimientos, iba  para  Lima  á  asegurar  el  Callao  7  organizar 
los  elementos  de  la  campana. — ^Veinte  dias  no  más  pensaba  pa- 
sar en  la  capital,  j  "|  ojalá  fueran  menos,  decia,  porque  fuera 
del  ejército  no  estoy  en  mi  centro." 

El  primero  de  Enero  de  1824  estaba  en  Pativilca,  pequeño 
puerto  al  norte  de  Lima  treinta  leguas. — ^Ántes  de  llegar  allí 
admiró  un  antiguo  monumento  de  los  Incas,  llamado  en  nuestra: 
lengua  "  La  Fortaleza,"  levantado  sobre  una  colina.  Bolívar 
subió  á  inspeccionarlo  y  quedó  penetrado  de  un  profundo  senti- 
miento de  admiración  por  la  grandeza  de  los  señores  del  Perú. 

En  Pativilca  fué  atacado  el  Libertador  de  una  violenta  fíebrer 

16  236 


226  VIDA  DE  BOliVAB. 

que  lo  tuvo  postrado  y  casi  sin  conocimiento  más  de  seis  dias. — 
La  fiebre  era  biliosa. — El  8  comenzó  á  declinar  y  el  11  entró  el 
enfermo  en  el  período  de  la  convalecencia. — Uno  de  los  mejores 
amigos  del  Libertador,  el  Señor  Joaquin  Mosquera,  Enviado  de 
Colombia,  que  tuvo  noticia  en  Supe  de  la  grave  enfermedad  de 
su  amigo,  fué  inmediatamente  á  verle  y  asistirle  en  aquel  peli- 
gro de  la  vida.    Le  halló  flaco  y  extenuado  : 

Animí  tormenta  latentis  in  sBgro 

Corpore  deprendas 

(JinrcN.  IX.) 

Estaba,  escribió  Mosquera  en  una  carta,  sentado  en  una  pobre 
silla  de  baqueta,  recostado  contra  la  pared  de  un  pequeño  huerto, 
atada  la  cabeza  con  un  pañuelo  blanco  y  sus  pantalones  de  guin 
que  me  dejaban  ver  sus  dos  rodillas  puntiagudas,  sus  piernas 
descarnadas,  su  voz  hueca  y  débil  y  su  semblante  cadavérico. — 
Después  de  las  primeras  cuestiones  sobre  el  estado  de  la  salud, 
la  conversación  recayó  naturalmente  sobre  la  situación  política 
del  país  ;  y  ¿  qué  piensa  Vd.  hacer  ahora,  Libertador,  le  pre- 
guntó Mosquera  ? 

— Triunfar,  le  respondió  Bolívar. 

I  Heroica  respuesta,  propia  del  alma  grande  del  Libertador 
de  un  mundo ! 

— Triunfar,  insistió  Mosquera,  ¿y  cómo? 

— Mire  Vd.,  le  dijo  Bolívar  con  un  tono  lleno  de  confianza  ; 
tengo  expedidas  órdenes  para  levantar  una  fuerte  caballería  en 
Trujillo  :  he  mandado  fabricar  herraduras  en  Cuenca,  en  Gua- 
yaquil y  en  Trujillo  :  he  ordenado  que  se  tomen  para  el  servicio 
-todos  los  caballos  buenos  del  país  y  he  embargado  todos  los  al- 
falfares para  mantenerlos  gordos.  Cuando  recupere  mis  fuer- 
.«zas,  me  iré  á  Trujillo.  Si  los  españoles  bajan  la  cordillera,  los 
derroto  infaliblemente  con  la  caballería.  Si  no  bajan,  dentro 
'de  tres  meses  tendré  una  fuerza  para  atacar.  Subiré  yo  la  cor- 
ídillera  y  los  derroto  en  Jauja. 

Estas  palabras  fueron  esplendores  anticipados  de  los  hechos... 

"Prodijio  de  esfuerzo,"  llamaron  los  cronistas  españoles  á 
Carlos  V,  y  "  pasmo  de  todos  los  si/j'los  "  á  Felipe  su  hijo ;  ¿  qué 
habrían  escrito  esas  plumas  tan  bien  cortadas  para  la  ababanza 
lia  buVHéran  .podido  4K;>mar  como  asunto  la  vida  de  Bolívar  ? 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  227 

Cuando  el  Libertador,  achacoso  aun  y  falto  de  fuerzas,  en 
Pativilca,  medita^  la  destrucción  de  los  enemigos  y  se  ofrecia 
á  lo8  trabajos  y  peligros  por  el  beneficio  común  de  sus  conciuda- 
danos, algunos  de  estos  (poco  discretos  ó  inadvertidos,  si  ya  no 
obraban  impulsados  por  pasiones  criminales),  laceraron  su  cora- 
zón en  premio  de  tantas  virtudes  y  de  tan  generosos  sacrificios, 
virtiendo  palabras  ofensivas  del  respeto  que  le  era  debido. — Los 
diputados  de  Quito  en  el  Congreso  de  Colombia,  excitaron  al 
ayuntamiento  de  aquella  ciudad  para  que  les  enviase  documen- 
tos en  que  apoyar  acusación  contra  los  magistrados  y  autorida- 
des que  cometieran  excesos  y  no  dejaran  que  el  pueblo  quiteño 
gozase  de  su  libertad  constitucional. — ^  En  el  cuerpo  legislativo, 
decian,  tiene  Quito  diputados  capaces  de  acusar  aun  al  mismo 
Presidente  de  la  República,  cuando  delinca."  Celo  imprudente, 
ó  mejor  dicho,  vanidad  y  deseo  de  gloria  con  que  procuraban 
mostrarse  al  mundo  valerosos  y  patriotas  republicanos  los  que 
poco  antes  eran  secuaces  de  Aymerich  y  partidarios  de  Fernan- 
do  I  Los  miembros  del  Cabildo  ^aron  el  oficio  de  los  Dipu- 
tados en  los  lugares  más  públicos,  invitando  á  los  ciudadanos  á 
presentar  documentos  y  pruebas  con  que  satisfacer  la  exijencia 
de  sus  representantes. — Como  las  facultades  extraordinarias  y 
el  gobierno  militar  que  existia  en  los  departamentos  del  Sur 
emanaban  del  Libertador,  creyó  este  ser  contra  él  la  acusación 
que  se  activaba.  La  hazañería  odiosa  de  los  Diputados  quite- 
ílos  no  tuvo  otro  efecto  que  herir  la  sensibilidad  de  Bolívar  y 
darle  justo  motivo  para  renunciar  la  Presidencia  de  la  Repú- 
blica, como  la  renunció,  instando  al  Congreso  que  la  admitiera. 
"  Mientras  que  el  reconocimiento  de  los  pueblos,  decia  al  Presi- 
"  dente  del  Senado,  me  ha  recompensado  exhuberantemente  mi 
'*  consagración  al  servicio  militar,  he  podido  soportar  la  carga 
*^  de  tan  enorme  peso ;  mas  ahora  que  los  frutos  de  la  paz  em- 
''  piezan  á  embriagar  á  estos  mismos  pueblos,  también  es  tiempo 
**  de  alejarme  del  horrible  peligro  de  las  discusiones  civiles  y  de 
"  poner  á  salvo  mi  único  tesoro  :  mi  reputación.  Yo,  pues,  re- 
**  nuncio  por  la  última  vez  la  presidencia  de  Colombia :  jamas  la 
'*  he  ejercido  ;  así  no  puedo  hacer  la  menor  falta.  Si  la  patria 
**  necesitase  de  un  soldado,  siempre  me  tendrá  pronto  para  de- 
"  fender  su  causa.  No  podré  encarecer  á  V.  E.  el  vehemente 
*^  anhelo  que  me  anima  para  obtener  esta  gracia  del  Congreso ; 


228  VIDA  DE  BOliVAB. 

"  y  debo  añadir  que  no  ha  macho  ticaipo  que  el  Protector  del 
*'  Perú  me  ha  dado  un  terrible  ejemplo,  j  sería  grande  mi  dolor 
•*  si  tuviese  que  imitarle." 

AI  mismo  tiempo,  el  Libertador  renunció  la  pensión  de  treinta 
mil  pesos  anuales  que  le  habia  señalado  el  Congreso,  diciendo 
que  no  la  necesitaba  para  vivir  y  que  el  tesoro  público  estaba 
pobre. 

Mella  hizo  en  el  alma  del  Libertador  aquella  ofensa  cubierta 
con  el  pretexto  de  celo,  y  escribiendo  al  (Jeneral  Sucre  confiden- 
cialmente le  decia  :  '^  He  mandado  mi  dimisión  al  Gongreso....- 
"  Este  paso  no  dejará  de  producir  algún  provecho  ;  si  no  lo  hu- 
'*  biere,  tendré  ocasión  de  separarme  totalmente  del  servicio  ; 
"  pues  estoy  resuelto  á  no  dejar  perder  á  Colombia  en  mis  ma- 
*'  nos,  y  mucho  menos  á  libertarla  segunda  vez.  Obra  semejante 
^*  no  es  para  repetida.  Estoy  pronto  á  dar  una  batalla  á  los  es- 
*'  pañoles  para  terminar  la  guerra  de  América,  pero  no  más.  Me 
'*  hallo  cansado,  estoy  viejo,  y  ya  no  tengo  que  esperar  nada 
*'  {sino  ingratitudes).  Por  el  contrario,  estoy  como  un  rico  ava- 
"  ro  que  tenga  mucho  miedo  de  que  le  roben  su  dinero.  Todos 
"  son  temores  é  inquietudes.  Me  parece  que  de  un  momento  á 
"  otro  pierdo  mi  reputación,  que  es  la  recompensa  y  la  fortuna 
"  qvs  he  sacado  de  tan  inmenso  sa^crificio. — Á  Vd.  le  ocurrirá 
"  otro  tanto ;  sin  embargo,  puedo  observarle  que  Vd.  es  todavía 
"  muy  joven  y  tiene  mucho  á  que  aspirar.  |  Ojalá  yo  estuviera 
*^  en  el  caso  de  Vd.  para  no  estar  temblando  por  mi  propia  for- 
*'  tuna  :  al  menos  tendría  deseos,  tendría  esperanzas  que  me  li- 
"  sonjeáran 1  ^ 

El  Libertador  no  esperaba  ya  sino  desagradecimiento  y  crí- 
menes. Habia  servido  :  habia  hecho  los  mayores  beneficios  al 
pueblo  colombiano  y  á  la  América  en  general ;  y  si  eso  fué  feli- 
cidad, debia  esperar  que  una  gota  siquiera  de  ingratitud  amar- 
gase al  fin  su  dicha,    i  Y  cuántas  fueron  esas  gotas  I 

Qui  Bert  8on  paya  sert  sonvent  un  ingrat. 

(Volt.,  Ronu  wauvée,  aot.  1.) 

El  beneficio  tiene  de  heroico  la  casi  infalible  consecuencia  de 

la  ingratitud,  dice  un  político — La  patria  es  la  más  perversa 

en  este  vicio* ;  hacerla  bien  es  buena  suerte  que  acontece  á  po- 
cos :  hallarla  agradecida,  á  ninguno. — Llenas  están  las  historias 


YIPA  DE  BOLÍVAR.  229 

de  cstoe  ejemplos  que  no  han  de  servir  de  escarmiento  sino  de 
estímulo.... 

Ya  veremos  al  Libertador  apurando  á  grandes  tragos  la  copa 
del  dolor  j  de  la  adversidad  que  le  ofrecieron  á  beber  sus  más 
favorecidos,  los  mismos  que  más  obligados  debieran  estar  á  sus 
honras  y  mercedes.* 

No  obstante  el  quebranto  j  la  diminución  de  fuerzas  que  el 
Libertador  sentia  en  Pativilca  hacia  mediados  de  Enero,  y  sin 
pensar  en  la  ingratitud  con  que  iban  á  ser  retribuidos  sus  desve- 
los y  su  magnánima  constancia,  comenzó  á  organizar  un  ejército 
capaz  de  resistir  á  los  realistas  que,  con  tropas  cuatro  veces  su- 
periores^á  las  nuestras,  se  aproximaban  en  distintas  direcciones. 
— Todos  los  dias  salían  oficiales  del  Estado  Mayor  general  en 
comisión  y  se  aguardaban  con  ansia  las  tropas  de  Colombia  y 
Chile. 

Aun  quiso  tentar  Bolivar  el  medio  de  la  negociación  para  ver 
8i  podia  contener  los  progresos  de  las  armas  españolas,  y  con 
tal  fin  excitó  el  Presidente  Torretagle  á  que  solicitara  pasapor- 
tes para  que  el  Ministro  de  la  guerra,  Gleneral  D.  Juan  Berin- 
doaga,  pasase  á  Jauja  á  hablar  con  Canterac.  Era  el  propósito 
celebrar  un  armisticio. — ^Berindoaga  penetró  en  efecto  hasta 
Jauja  y  tuvo  algunas  conferencias  con  el  General  Loriga,  sin 
resultado  favorable ;  pero  mientras  aquel  pérfido  ministro  nego- 
ciaba, siguiendo  las  instrucciones  de  Bolívar,  manejaba  otra  ne- 
gociación secreta  á  su  nombre  y  al  de  Torretagle,  para  destruir 
con  la  traición  más  negra  la  independencia  de  su  patria.  El 
Presidente  y  su  Ministro,  "  envidiosos  de  la  gloria  de  Bolívar, 
aspirando  á  ser  sus  rivales  cuando  no  eran  dignos  de  ser  sus 

*  Á  tiempo  que  ea  ColombU  se  lanzaban  palabras  imprudentes  que  iban  á 
ofender  loe  respetos  del  Libertador,  en  los  Estados  de  Centro- America  se  le  da- 
ban testimonios  brillantes  de  distingaido  aprecio  y  consideración.  Habiendo 
Uegado  á  Ooatemala  el  18  de  Diciembre  de  1828,  el  cabaUero  D.  Bernardo 
Monteando,  que  llevaba  un  retrato  del  Libertador,  la  Asamblea  Nacional  pidió 
al  Poder  Ejecutivo  que  agenciara  el  modo  de  obtener  el  retrato  de  Boiívab  y 
qne  se  colocara  en  el  salen  de  las  sesiones. — En  efecto,  el  Sr.  D.  José  Santiago 
Milla,  rresidente  del  Supremo  Poder  Ejecutivo,  escribió  á  Monteagudo ;  y  este 
cedió  el  retrato. — En  el  acto  la  Asamblea  lo  hizo  colocar  en  el  salón  de  sus 
aesíonea  con  esta  bella  inscripción : 

k  SIMOX  BOlivAB 
POa  LÁ   UBBRTAD   DBL   NUSVO   MUXDO. 

(Acoerdo  de  16  de  Enero  de  1824.) 


230  TIDÁ  DE  BO^VáB. 

enemigos,"  ofrecieron  entregar  todo  á  los  españoles  7  restable- 
cer en  Lima  la  autoridad  del  Rey II  * 

En  tales  circunstancias  7  cuando  se  adelantaban  con  pié  se- 
guro intrigas  tan  infames,  tuvo  lugar  en  el  Callao  otro  suceso 
deplorable. 

El  Libertador  liabia  prevenido  que  el  batallón  "  Vargas,"  cor- 
respondiente á  la  guardia  colombiana,  7  que  guarnecía  al  Ca- 
llao, marchase  á  Cajatambo,  á  las  órdenes  de  su  comandante 
Coronel  Pebres  Cordero,  7  que  dos  batallones  del  ejército  auxi- 
liar de  Buenos  Aires,  al  mando  del  General  Alvarado,  le  reem- 
plazasen en  el  servicio  de  la  fortaleza.  Asi  se  hizo.  ¡  Pero  ah ! 
cuántas  angustias  causó  á  Bolívar  esta  medida  CU70S  resultados 
no  estaban  en  la  previsión  humana.  *'  Todo  podia  alcanzarlo  7 
preverlo  aquel  genio  extraordinario,  escribía  uno  de  sus  a7udan- 
tes,  pero  no  concebía  que  la  traición  pudiera  manchar  los  anti- 
guos laureles  de  las  tropas  argentinas.  £l  era  el  gefe  de  los 
colombianos,^^ 

Todavía  no  habia  llegado  á  su  destino  el  batallón  "Vargas," 
cuando  las  tropas  del  Rio  de  la  Plata,  capitaneadas  por  el  Sa]> 
gento  Dámaso  Mo7ano,  se  insurreccionaron  en  el  Callao  (5  de 
Febrero),  poniendo  presos  á  Alvarado  7  á  todos  los  oficiales  de 
la  guarnición. — Fué  el  pretexto  el  atraso  de  sus  pagas,  7  que  no 
se  les  daba  ración  ni  trasportes  para  volverse  á  su  patria.  An- 
daba con  destreza  aquí  la  mano  de  los  españoles  ó  de  algunos 
peruanos  traidores,  que  no  escaseaban  en  Lima  en  aquella  épo- 
ca ;  7  oh  dolor  I  por  parte  del  gobierno,  nada  se  hizo  de  prove- 
cho, ni  se  intentó  siquiera  hacer,  para  remediar  aquel  mal  de  tan 
grave  consecuencia.  Cuando  se  informó  al  Libertador  de  este 
acontecimiento,  interesó  todo  su  influjo  para  que  se  diese  algún 
dinero  á  los  amotinados  en  el  Callao  á  cuenta  desús  haberes,  7 
se  les  despachase  en  el  acto,  salvando  á  cualquier  costa  las  for- 
talezas     Pero  nada. — Antes  de  veinte  7  cuatro  horas  hablan 

*  Los  asnntoB  polítioos  se  presentaban  á  los  realistas  del  modo  más  halag&e- 
ño.....  El  mismo  Torretagle,  primer  gefe  de  la  República,  y  Berindoaga,  mi- 
nistro de  la  guerra,  abrieron  negociaciones  con  el  General  Canterac  para  reponer 
en  Lima  la  autoridad  real  en  todo  bu  esplendor ;  y  deseoso  el  primero  de  borrar 
completamente  la  manoba  de  su  desleal  conducta,  ofreció  entregar  las  fortalezas 
del  Callao  y  prestar  á  la  causa  del  Rey  cuantos  servicios  estuvieran  á  su  alcance, 
arrostrando  con  tan  nobU  objeto  toda  clase  de  peligros  y  sacrificios.  (ToaaEiin^ 
t  m,  p.  446.) 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  231 

enarbolado  aquellos  traidores  el  estandarte  español  y  dado  li- 
bertad á  los  prisioneros  realistas  que  en  la  plaza  habia  ;  despa- 
charon emisarios  al  Virej,  que  estaba  en  el  Cuzco,  y  le  ofrecie- 
ron sus  servicios....!  Inútil  es  decir  que  aprovechó  Laserna  aquel 
golpe  de  fortuna  inesperado.  Despachó  al  General  Rodil  con 
el  escuadrón  San  Carlos ;  le  nombró  Gobernador  y  Comandante 
general  de  la  provincia  de  Lima ;  le  confió  el  mando  de  las  for- 
talezas y  de  las  tropas  infieles,  y  le  entregó  un  despacho  de  co- 
ronel, en  nombre  del  Rey  de  España,  para  premiar  loe  distingui- 
dos méritos  y  altas  virtvdes  del  sargento  Moyano. 

Estaban,  pues,  perdidos  para  la  causa  de  la  independencia  los 
vastos  almacenes  de  armas,  municiones  y  otros  elementos  milita- 
res que  encerraba  el  Callao,  los  buques  anclados  en  el  puerto 
y  los  recursos  de  aquella  costa  ;  todo  lo  cual  iba  á  aumentar  la 
fuerza  y  el  prestigio  de  las  armas  españolas 

Pronto  habia  de  perderse  Lima  también ;  y  quedar  solo  í 
Bolívar  el  suelo  que  pisaba.  Empero  nadie  tema ;  él  es  Bo- 
lívar  

El  acontecimiento  del  Callao  causó  general  trastorno  en  los 
libres  peruanos.  El  Congreso,  á  vista  de  un  cuadro  tan  funesto, 
y  en  el  conflicto  del  momento,  con  el  enemigo  al  lindar  de  la 
puerta,  volvió  sus  ojos  al  Libertador  como  el  único  que  podía 
salvarlos  de  la  espantosa  borrasca  que  los  amenazaba  ;  suspen- 
dió la  Constitución  y  las  leyes  ;  depositó  en  Bolívar  una  con- 
fianza ilimitada,  y  declarándose  en  receso,  le  revistió  del  inmen- 
so poder  dictatorial,  entregándole  la  República  para  que  su 
genio  vivificador  la  reanimara  y  la  volviera  su  primera  exis- 
tencia. 

II  Estas  eran  las  dictaduras  de  Bolívar  !! 

El  escritor  Torrente,  tan  enemigo  de  nuestra  causa  y  del  Li- 
bertador, ha  trazado  el  cuadro  de  la  situación  de  este  en  aquella 
época,  con  colores  verdaderos,  sin  caer  en  cuenta  que  hacia  el 
más  cumplido  elogio  de  su  enemigo.  ''  La  República  peruana, 
dice,  iba  caminando  á  pasos  agigantados  á  su  ruina  total :  lo 
conoció  el  congreso,  y  bien  penetrado  de  que  en  aquella  grave 
crisis  se  necesitaban  remedios  violentos,  concedió  á  Bolívar  la 
dictadura  absoluta  para  que  sostuviera  su  moribunda  causa. 
El  ejército  realista  se  componía  á  la  sazón  de  18,000  hombres, 
constituidos  bajo  el  pié  más  brillante  de  arreglo  y  disciplina,  y 


232  YIDA  DB  BOliVAB. 

poseídos  de  todo  el  orgullo  proino  de  sus  repetidos  y  gloriosos 
triunfos.  El  Yirey  esperaba  abrir  con  1 2,000  hombres  la  cam- 
pafia  contra  Bolívar,  refugiado  en  Trujillo,  dejando  los  6,000 
restantes  para  cubrir  á  Salta,  mantener  la  tranquilidad  en  el 
alto  Perú  y  en  la  oosta  del  Sur.  Todos  los  insurgentes  babian 
sucumbido  á  las  armas  de  Castilla  ;  y  el  único  que  sobrevivía 
era  el  obstinado  Bolívar,  y  este  aislado  en  un  pequeño  punto, 
sí  bien  conservaba  4  á  6,000  colombianos  y  4,000  peruanos, 
estaban  muy  desalentados  y  desprovistos  de  recursos. — ^Todo 
concurría  a  llenar  de  alegría  y  confianza  á  los  buenos  realistas 
que  daban  por  seguro  su  completo  triunfo,  por  indudable  el  Mai 
aniquilamiento  de  la  insurrección  en  el  alto  y  bajo  Perú  y  por 
muy  probable  la  reposición  de  la  autoridad  real  en  los  demás 
puntos  confinantes,  libando  sus  buenos  deseos  hasta  el  punto  de 
pensar  en  la  extirpación  del  genio  del  mal  en  toda  la  América 
del  Sur  y  aun  tal  vez  en  estender  su  inflijo  hasta  la  del 
Norte."* 

Esto  escribe  Torrente,  y  su  relación  es  verdadera. — Para 
otro  que  no  fuera  Bolívar,  la  independencia  del  Perú  era  impo- 
sible ;  imposible  hubiera  sido  la  estabilidad  de  Colombia,  y  más 
imposible  la  emancipación  de  la  América ;  pero,  á  despecho  de 
todo,  venciendo  dificultades  imponderables,  avasallando  todas 
las  resistencias  y  todas  las  energías,  sin  más  recursos  que  su 
genio,  Bolívar  llenó  su  celestial  misión  y  dio  realizado  el  pro- 
blema que  hoy  considera  atónito  el  universo. 

El  decreto  del  Congreso  peruano  á  que  antes  me  he  referido, 
y  que  llevó  al  Libertador  el  Coronel  Soler,  decía  así : 

El  Cokgbbso  coNsmüTESTB  DHL  Pebú, 

Usando  de  la  soberanía  ordinaria  y  extraordinaria  que  inviste,  y 
Considerando : 

1°  Que  fidtaría  &  la  confianza  que  ha  depositado  en  él  la  Nadon  si  no 
asegurase  por  todos  los  medios  que  están  &  su  alcance  las  libertades  pa- 
trias, amenazadas  inminentemente  de  perderse  por  los  contrastes  que  ha 
sufrido  la  República ; 

2"*  Que  solo  un  poder  dictatorial  depositado  en  mano  fuerte,  capaz  de 
hacer  la  guerra,  cual  corresponde  á  la  tenaz  obstinación  de  los  enemigoa 
de  nuestra  independencia,  puede  llenar  los  ardientes  votos  de  la  Repre- 
sentación nacional ; 

«  Tom.  III,  p.  448  y  449. 


TIDA  BB  BOIÍTáB.  233 

8"*  Que  atendidas  las  racones  que  se  han  tenido  pieeeotee  aun  no  es 
bastante  para  el  logro  del  fin  propuesto  la  autoridad  conferida  al  Liber- 
tador Simón  Bolíyar  por  el  decreto  de  10  de  Setiembre  anterior ; 

4**  Que  el  régimen  constitucional  debilitaría  sobremanera  el  vigor  de 
las  proyidcncias  que  demanda  la  salud  pública,  fincada  en  que  todas  par- 
tan de  un  centro  de  unidad  que  es  incompatible  con  él  ejercicio  de  diver- 
saa  supremas  autoridades,  á  pesar  de  los  extraordinarios  esfuerzos  y  de 
las  yiitudes  eminentemente  patrióticas  del  Gran  Mariscal  D.  José  Ber- 
nardp  Torretagle,  Presidente  de  la  República,  á  quien  esta  debe  en  mo- 
cha parte  su  independencia,  y  cuyos  conatos,  perfectamente  uniformes 
con  los  del  Congreso,  están  exclusiramente  dirigidos  al  bien  de  la  Na- 

áon; 

Decreta: 

1"  La  suprema  autoridad  política  y  militar  de  la  República  queda  con- 
centrada en  el  Libertador  Simón  Boiíyab  ; 

2°  La  extensión  de  este  poder  es  tal  cual  lo  exQe  la  salvación  de  la 
República ; 

8''  Desde  que  el  Libertador  se  encargue  de  la  autoridad  que  indican 
los  artículos  anteri  tres,  queda  suspensa  en  su  ejercicio  la  del  Presidente 
de  la  República  hasta  tanto  que  se. realice  el  objeto  que  motiva  este  de- 
creto ;  verificado  el  cual,  &  juicio  del  Libertador,  reasumirá  el  Presidente 
BOfl  atribuciones  naturales,  sin  que  el  tiempo  do  esta  suspensión  sea  com- 
putado en  el  periodo  constitucional  de  su  presidencia ; 

4°  Quedan  sin  cumplimiento  los  artículos  de  la  Constitución,  las  leyes 
y  decretos  que  sean  incompatibles  con  la  salvación  de  la  República ; 

(y*  Queda  el  Congreso  en  receso,  pudiendo  reunirlo  el  Libertador  siem- 
pre que  lo  estimare  conveniente  para  algún  caso  extraordinario ; 

6"*  Se  recomienda  al  celo  que  anima  al  Libertador  por  el  sosten  de  los 
derechos  nacionales,  la  convocación  del  primer  Congreso  constitucional, 
lu^^  que  lo  permitan  las  circunstancias,  con  cuya  instalación  se  disol- 
Terá  el  actual  Congreso  constituyente. 

Dado  en  la  sala  del  Congreso,  etc. — ^Lima,  á  10  de  Febrero  de  1824. 

Cuando  el  Libertador  acabó  de  leer  este  decreto,  siu  alte- 
rante siquiera  por  la  tremenda  responsabilidad  que  se  le  echaba 
encima,  exclamó  :  Vamos  á  salvar  este  triste  país  de  la  anarquía^. 
de  la  opresión  y  la  ignomima 

Por  instantes  crecia  la  urgencia  de  enviar  un  gefe  que  salvase 
cuanto  fuese  posible  de^la  capital,  prozima  á  ser  presa  de  los 
enemigos,  que  disponían  de  tropas  más  que  suficientes  para  in- 
vadirla. El  Cuartel  general  Libertador  estaba  á  treinta  leguas 
de  distancia  y  se  componía  solo  del  Libortador  y  de  su  Estado 
Mayor  no  completo  ;  el  ejército  de  Colombia  se  hallaba  acanto- 
nado á  más  de  cien  leguas.... — Bolívar  encargó  al  General  Pinto* 


284  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

chileno,  que  volase  &  Lima  y  trajese,  con  las  tropas  que  allí 
habia,  cuanto  le  fuese  dable  y  conceptuase  útil  Pintó  se  negó 
á  desempeñar  esta  comisión,  pretextando  enfermedad  y  otras 
razones,  y  acabó  por  decir  que  se  iría  á  Chile.  Entonces  el  Li- 
bertador mandó  al  General  D.  Mariano  liTecochea  que  obedeció 
sin  demora,  si  bien  tuvo  la  pena  de  salvar  muy  poco  ó  nada 
á  pesar  de  las  muy  buenas  medidas  que  para  ello  empleó. 

Cuando  Necochea  llegó  á  Lima,  todo  era  allí  confusión  y  desor- 
den.— ^Los  primeros  magistrados  se  habian  pasado  al  enemigo  : 
los  empleados  habian  desamparado  sus  destinos,  y  los  oficiales 
del  ejército  sus  cuarteles.  Torretagle  y  el  Ministro  de  la  guerra, 
Berindoaga,  Marqués  de  San  Donas,  volaron  al  Callao  y  se  en- 
tregaron á  Rodil  !1I — ^De  ciento  y  pico  de  oficiales  del  ejército 
peruano  que  con  destino  ó  sin  él  existían  en  Lima,  se  presenta- 
ron a  Rodil  ciento  y  cinco. — El  General  Portocarrero  se  pasó 
á  los  españoles. — Un  regimiento  de  granaderos  montados,  de 
Buenos  Aires,  que  observaba  los  movimientos  de  Rodil,  se  in- 
surreccionó y  se  fué  al  Callao,  aumentando  las  fuerzas  españo- 
las. Los  Comandantes  Novájas  y  Ezeta  se  sublevaron  con  los 
escuadrones  en  Supe  y  se  vinieron  á  Lima,  llevándose  prisionero 
al  Coronel  colombiano  Carlos  Maria  Ortega,  con  cuya  ofrenda 
se  presentaron  á  los  españoles.  —  Todos  los  dias  se  recibian 
partes  en  el  Cuartel  general  Libertador  de  la  deserción  de 
uno  ó  más  oficiales,  de  uno  ó  más  piquetes  de  tropa  que  con 
armas  se  pasaban  á  engrosar  las  filas  enemigas. 

La  deslealtad  fué  moda. 

Bolívar  estaba  atónito,  horrorizado,  de  tanta  vileza  y  de  tan 
profunda  corrupción.  La  escasez  de  los  recursos  no  le  impor- 
taba, ni  la  desconfianza  misma  que  ya  por  do  quiera  se  sentía. 
El  estaba  acostumbrado  á  crearlo  todo  de  la  nada :  recursos,  ar* 
mas,  soldados,  caballos,  dinero,  subsistencia.    Él  sabia  formar  la 

opinión I  Pero  cómo  no  asombrarse  de  tanta  perfidia,  de  tan 

execrables  engaños  y  traiciones  que  deshonraban  la  humanidad  ! 

Y  todavía,  para  aumentar  más  el  cuadro  horrendo  de  las  des- 
gracias del  Pera  y  hacer  más  y  más  critica  la  situación  del  Li- 
bertador, quiso  la  suerte  que  uno  de  los  buques  en  que  venia  el 
batallón  numero  4  ®  que  enviaba  el  gobierno  de  Chile,  igno- 
rante de  la  insurrección  de  las  tropas  del  Rio  de  la  Plata  y  de 
la  pérdida  de  Lima  y  del  Callao,  como  viese  flamear  en  las 


YIDA  DE  BOLÍTÁB.  285 

fortalezas  el  pabellón  español,  Tiró  de  bordo  y  se  vohió  á 
Chile. * 

ÜDiéroDse  pues  en  detestable  acuerdo  el  destino,  la  perfidia  y 
los  tiranos  ;  los  que  vendian  su  patria  7  los  que  anhelaban  hu- 
millarla, teniéndola  en  la  más  degradante  servidumbre  !  Y  los 
malvados  explotaron  la  ignorancia  del  pueblo,  díciéndole  que  la 
guerra  había  cesado  por  fortuna  en  el  Perú,  no  quedando  otros 
enemigos  de  su  felicidad  que  Bolívar  y  sus  colombianos,  en  cuya 
destrucción  debian  trabajar  de  consuno  todos  los  hijos  del  país, 
porque  la  idea  de  los  pretendidos  libertadores  no  era  otra,  que 
quedarse  con  el  Pera  y  someterlo  á  Colombia ! 

Bolívar,  superior  á  todos  los  embates  de  la  suerte  y  á  todas 
las  miserias  de  los  hombres,  con  un  ánimo  verdaderamente  he- 
roico, tomó  la  palma  de  la  dictadura  que  el  Congreso  le  ofreció 
y  habló  á  los  buenos  peruanos  : 

Las  circunstancias  son  horribles  para  nuestra  patria,  les  dijo  ; 
pero  no  desesperemos  de  la  República.  Eüa  está  expirando; 
pero  no  ha  muerto  aún.  El  ejército  de  Colombia  es  invencible. 
¿Queréis  mas  esperanza f — Peruanos!  en  cinco  meses  hemos 
experimentado  cinco  traiciones  y  defecciones ;  pero,  os  quedan 
contra  millón  y  medio  de  enemigos^  catorce  millones  de  amierir 
canos  qv£  os  cubrirán  con  el  escudo  de  sus  armas.  La  justicia 
también  os  favorece ;  y  cuando  se  combare  por  cUa,  el  cielo  no 
dga  de  conceder  la  victoria. 

Los  desastres  del  ejército  y  d  conflicto  de  los  partidos  parrici- 
das han  reducido  d  Perú  oí  lamentable  estado  de  ocunir  al  po- 
der tiránico  de  un  Dictador  para  salvarse.  El  Congreso  consti- 
tuyerUe  me  ha  conjiado  esa  odiosa  autoridad^  que  no  puedo  rehur 
sar  por  no  hacer  traición  á  Colombia  y  al  Perú,  intimamente 
ligados  por  los  lazos  de  la  justicia,  de  la  libertad  y  del  interés 
nacional.  Yo  hubiera  preferido  no  haber  visto  jamas  al  Perú, 
y  prefiínera  también  vuestra  pérdida  misma  al  espantoso  título 
de  Dictador.  Pero  Colombia  está  comprometida  en  vuestra 
suerte;  y  no  me  ha  sido  posible  vacilar. 

m 

*"lCómo  puede  olvidarse  el  eetado  en  que  estuvo  el  Perd  á  principios  de 
1824,  eflcribiaVidaurre,  enemigo  furibundo  de  Bolívar  I  {ElPerú!  No  habla 
Pera. — El  cobarde  español  pudo  haber  concluido  con  sus  miserables  restos  cuan- 
do contaba  con  un  ejército  de  23,000  hombres. — ^No  hay  duda:  Bolíyak  me 
redó  el  título  de  Libertador ! " 


286  VIDA  DB  BOLÍTAB. 

Peruanos  i  vuestros  gefes^  vttestros  irUemoe  enemigos  han  oa* 
lumniado  á  Colombia^  á  sus  bravos  yáná  mismo.  Se  ha  dicho 
que  pretendemos  usurpar  vuestros  derechos^  vuestro  territorio  y 
vuestra  independencia.  Yo  os  declaró  á  nombre  de  Colombia  y 
por  el  sagrado  del  Ejército  Libertador^  que  mi  autoiidad  no  pa- 
sará  del  tiempo  indispensable  para  preparamos  á  la  victoria,,... 
El  campo  de  batalla,  que  sea  testigo  del  valor  de  nuestros  soldar 
dos,  del  triunfo  de  nuestra  Ubertad ;  ese  campo  afortunado  me 
verá  arrojar  lejos  de  mí  la  palma  de  la  dictadura ;  y  de  aUí 
m£  volveré  á  Colombia  con  mis  hermanos  de  armas^  sin  tomar 
un  grano  de  arena  del  Perü^  y  dejándoos  la  libertad 

La  historia  de  los  desastres  del  Perú  qae  por  menudo  he  re- 
ferido, 7  que  llegaron  á  hundir  aquel  hermoso  suelo  en  la  aflic- 
ción 7  el  tormento,  está  escrita  por  la  mano  del  Libertador  en 
breves  líneas. — Hablando  con  los  peruanos  que  hablan  sido  tes- 
tigos 7  al  propio  tiempo  víctimas  de  tan  inauditas  alevosías  6 
infortunios,  les  dijo  :  El  Perú  habia  sufrido  grandes  desastres 
militares.  Las  tropas  que  le  quedaban,  ocupaban  las  provincias 
libres  dd  Norte  y  hacían  la  guerra  al  Congreso  ;  la  marina  no 
obedecía  al  gobierno ;  d  ex-presidente  Biva-Agüero,  usurpador 
rebelde  y  traidor  á'la  vez,  combatía  á  su  patria  y  á  sus  aliados  /  los 
auxiliares  de  Chile,  por  el  abandono  lamentable  de  nuestra  causa^ 
nos  privaron  de  sus  tropas  ;  y  las  de  Buenos  Aires  sublevan- 
donse  en  d  Callao  contra  sus  gefes^  entregaron  aquella  plaza  á 
los  enemigos.  El  presidente  Torretagle  llamando  á  los  espor 
ñoles  para  que  ocupasen  esta  capital,  completó  la  destrucción  del 
Perú.  La  discordia,  la  miseria,  el  descontento  y  d  egoísmo  rei- 
naban por  todas  partes.  Ta  d  Perú  no  existia:  todo  estaba 
distcelto.  En  estas  circunstancias  él  Congreso  me  nombró  Dic- 
tador para  salvar  las  reliquias  de  su  esperanza 

En  estos  tres  documentos  que  dejo  copiado  sestá  el  inventario, 
(permítaseme  decirlo  así)  de  lo  que  Bolívar  recibió  en  el  Perú  el 
diez  de  Febrero  de  1824. 

En  medio  de  ellos  asoma  una  convicción  íntima,  profunda  j 
viva.    Luce  una  esperanza.... 

El  Libertador  cuenta  con  el  ejército  de  Colombia :  aquel 
ejército  que  habia  vencido  en  San  Félix  de  Gua7ana,  en  Bo7acá, 
en  Carabobo,  en  Bombona  7  Pichincha.  Eran  cuatro  mil  co- 
lombianos ;  pero  ¿  no  valian  ellos  más  que  cincuenta  mil  espa* 
Heles....  ? 


TIDA  DB  BOliTAB.  287 

Veamos  qué  hizo  el  Libertador  para  el  10  de  Febrero  de  1825. 

¡  Dios  del  Pera,  sosten,  salva,  conforta 
El  brazo  que  te  renga ; 

f 
salva  á  Bolívar,  que  en  amor  patrio  enamecida  sa  alma,  ge 

apresta  á  destruir  los  fieros  opresores  1  |  Cuántos  trabajan  en 
su  mina !  |  Cuántos  meditan  infidencias  y  traiciones,  sin  oon- 
fundirse  siquiera,  como  Seyano,  con  la  grandeza  del  delito  I 
Pero  vanamente  se  afanan,  que  nunca  tienen  logro  completo  y 
duración  las  artes  de  los  inicuos  y  de  los  enemigos  de  la  virtud. 
La  usurpación  no  es  estable  ;  la  maldad  multiplica  los  impedi- 
mentos, para  verse  luego  burlada  en  sus  designios ;  la  tiranía 
es  ciega  á  la  razón,  y  aunque  astuta  y  fraudulenta  trabaja  en  su 
propia  ruina ;  solo  el  pecho  magnánimo  resiste  valeroso  y  fuerte 
en  medio  de  los  peligros  de  la  tempestad  más  recia,  porque  le 
acompaña  la  ju3ticia  en  sus  honestos  fines,  y  porque  aquel  im- 
pulso superior  que  mueve  las  causas  y  eficazmente  nos  impele  á 
obrar,  preserva  al  héroe,  y  le  alienta,  y  le  conduce  hasta  que 
deja  cumplida  su  misión  divina. 

Me  parece  que  con  nada  puedo  dar  mejor  fin  á  este  capítulo 
que  con  la  inserción  de  unos  párrafos  de  cartas  del  Libertador 
á  Sucre,  dignos  bajo  todos  respetos  de  figurar  en  la  historia  de 
aquel  hombre  extraordinario. 

Patiyilca  á  4  de  Febrero  de  1824. 

He  tenido  el  gusto,  mi  querido  General,  de  recibir  la  muy  agradable 
carta  de  Yd.  y  sus  comunicaciones  oficiales  que  cada  yez  están  mas  llenas 
de  interés  y  de  fuego  por  las  operaciones  actiyas. — Yo  las  deseo,  puede 
•er,  más  que  Yd. ;  pero  calculo  muchas  cosas  que  yo  no  sé  porqué  Yd. 
desdeña  su  consideración. — ^Este  ^ército  es  la  salyaguardia  del  Perú,  la 
vanguardia  de  Colombia  y  los  apoderados  militares  de  la  América  merí- 
dionaL — 8i  lo  exponemos  sin  haber  antes  impedido  su  caida  por  nueyos 
refuerzos  y  nuevas  roseryas,  seremos  inconsiderados  é  imprudentes. — Con 
el  tiempo  podemos  recibir  nuevas  tropas  y  nuevos  sucesos  políticos. — 
Deda  Héres,  que  el  secreto  del  dia  estaba  leduddo  á  saber  quién  ocupa- 
lía  primero  á  Huanuco ;  y  yo  digo  que  el  socreto  consiste  en  conseryar  el 
^érdto  del  Norte.~Piérdase,  enhorabuena,  ocasión,  tierra,  ganado,  ca- 
ballos, paisanos,  y  aun  dinero ;  pero  no  perdamos  la  moral  y  el  material 
de  nuestro  ejército,  aunque  también  perdamos  algún  per»onal.— Conser- 
Yémos  sobre  todo,  el  prestigio  fayorable  que  se  ha  concebido  del  ejército 
colombiano ;  oonsoryémos  inmaculada  nuestra  gloria,  y  yo  ofirezco  á  Yd. 


238  YIDA  DE  BOLÍYAB. 

un  resultado  final  digno  de  la  grandeza  de  nuestra  causa.— GraTe  Yd. 
profundamente  en  su  alma  estas  ideas ;  proféselas  Yd.  como  la  fé  del 
día  y  ámelas  con  su  corazón,  para  que  la  repugnancia  no  las  combata  y 
aun  las  destruya. — Aleje  Yd.  de  su  espíritu  toda  consideración  que  no 
coadyuve  á  fortificar  este  plan.  Llame  Yd.  ft  su  ayuda  todos  los  pensa- 
mientos y  todas  las  pasiones  que  puedan  servir  á  completarlo.  El  espí- 
ritu de  Yd.  es  fecundo  en  arbitrios ;  inagotable  en  medios  oooperativoe. 
La  eficacia,  el  celo  y  la  actividad  de  Yd.  sin  límites.  Emplee  Yd.  todo 
esto  y  algo  más,  por  conservar  la  libertad  de  la  América  y  el  honor  de  Co- 
lombia,   El  designio  es  grande  y  hermoso  y  por  lo  mismo  digno  de  Yd. 

He  aquí,  mi  querido  General,  el  resumen  y  complexo  de  todas  mis  ins- 
trucciones, adiciones  y  observaciones.  Yo  espero  mucho  del  tiempo.  Su 
inmenso  vientre  contiene  más  esperanzas  que  sucesos  pasados,  y  los  pro- 
dijios  futuros  deben  ser  muy  superiores  á  los  pretéritos.  La  gran  firágua 
de  la  Europa  está  ñibricando  activamente  instrumentos  de  obras  mara- 
villosas, de  sucesos  peregrinos,  de  portentos  &vorables.  La  Inglaterra 
nos  promete  mucho,  y  yo  espero  todavía  más  de  lo  que  ofirece. — Doce  mil 
colombianos  pedidos  y  ya  en  marcha,  son  una  soberbia  ancla  de  eeperanga. 
Los  enemigos  pueden  también  temerlo  todo  de  la  guerra  y  de  la  política ; 
pueden  dejarse  persuadir  por  el  interés ;  pueden  ser  dóciles  por  la  dura 
necesidad  que  obra  siempre  por  diferentes  vias  y  minando,  algunas  veces^ 
hasta  los  corazones  mismos  de  esos  tenaces,  de  esos  pertinaces  españoles. 

La  ruina  de  la  Espafia  proclama  esta  verdad ;  ella  nos  asegura  que 
todo  debe  esperarse  de  esos  hombres  que  ya  no  contienen  en  los,  lindes 
del  honor,  ni  el  grito  de  la  patria,  ni  el  espanto  de  la  ignominia. 

Mi  querido  General :  estas  figuras  y  pasages  alegóricos  muestran  á  Yd. 
el  buen  humor  en  que  estoy,  y  á  la  vez,  los  pensamientos  que  me  ocupan. 
Pero  ellos  esperan  por  Yd.  para  recibir  su  último  toque. 

Yéngase  Yd.,  pues,  volando  á  verme  aquí ;  dejando  antes  todas  sus 
órdenes  dadas  para  que  nada  ñilte  á  la  ejecución  de  mis  primeras  y  últi- 
mas disposiciones,  y  de  aquellas  más  que  Yd.  haya  determinado. — Aquí 
tendremos  una  conferencia  extensa,  profunda  y  tranquila.  Yd.  hará  el 
papel  de  fiscal,  y  yo  el  de  abogado  de  mi  opinión.  ¡  Ojalá  tuviéramos 
un  juez  unparcial  que  acordase  lo  mgor  I 

Lo  que  más  me  interesa  en  el  dia  es  verme  con  Yd.  para  determinar 
aquí  diferentes  designios  que  conviene  mucho  que  Yd.  sepa  para  que  me 
acensúe  y  para  su  ejecución  en  la  p  arte  que  á  Yd.  le  toque.  Tengo  un 
gran  pensamiento  que  debe  terminar  la  guerra,  si  el  éxito  corresponde  á 
mis  esperanzas,  que  son  muy  vehementes.  { Tanto  me  parecen  probables  1 

Últimamente  lo  que  mas  nos  conviene  es  conservamos  intactos  y  eoti- 
eerDorno»  á  toda  costa ;  ^gr*  qub  no  bb  termcrabI  rl  Al^o  snv  qus 

ESTEMOS  KS  EL  PoTOSl.^^ 

Yd.  me  perdonará  la  claridad,  la  repetición,  la  machaca,  en  obsequio 

del  motivo  que  me  sirve  de  excusa :  la  ealvacion  del  Perú,  el  honor  de  Co- 

lombiíi,  Bolívar.* 

*  Cartas  de  4  y  16  de  Febrero. 


CAPÍTULO  XLV. 

1824. 

Rmnioim  boi  eb  la  dulbaltad  di  torbraou  —  ikbtancia  dkl  ubbstador  al 

OOBIBBHO  OB  COLOMBIA  —  CBBA  BOLÍTAB  LOB  MBDIOB  PARA  LA  IJBBBTAD  DEL  PBRÚ  — 
BARCBA  BL  BJÍBCITO  X  HUAMAHGA  —  PROCLAMA  DB  PAZCO  —  ACCIÓN  DB  JCVIN  —  8D8 
RBBULTAD08  —  BRÍMDI8  DBL  UBBRTADOR  RH  UN  COKYITB  MILITAR  —  PABTR  PARA  LA 
CORTA  —  RBCIBB  LA  LBT  DB  COLOMBIA  QüB  LB  PRITA  DB  LAB  FACÜLTADIS  BZTRAORDI- 
9ARIA8  T  DRL  MANDO  DBL  EJERCITO  COLOMBIANO  —  ANIÍCOOTA  DB  LOB  ESPÍAS  DB 
CANTBRAa 

AUSENCIA  total  de  incidentes  plausibles,  y  superabun- 
dancia de  impresiones  dolorosas  j  confusas,  de  ruindades, 
de  sorpresas  y  tristísimos  engafios ;  he  aquí  el  carácter  positivo 
de  los  tres  primeros  meses  del  año  24. 

¿Y  qué  pudo  inspirar  el  enorme  y  feo  delito  que  Torretagle  y 
los  suyos  cometieron  ? — ^No  otra  cosa  que  la  envidia,  vil  pasión 
que  se  cria  en  las  almas  flacas  y  mezquinas,  para  turbar  la  sere- 
nidad del  juicio  y  proponer  como  honesto  y  meritorio  lo  que  es 
indecoroso  y  ruin. — ^Erizada  de  espinas  estaba  la  situación,  y  pe- 
dia no  solo  arrojo  sino  constancia  é  ingenio  para  salir  bien  de 
eUa  y  soltar  los  nudos  de  la  servidumbre.  Carecian  los  infiden- 
tes de  estas  dotes ;  y  atormentados  en  su  corazón  por  el  reco- 

(289) 


240  VIDA  DB  BOLÍVAR. 

oocimiento  del  valor  7  de  las  virtndes  de  Bolívar,  iguales  á  los 
mayores  Degocios  que  pudieran  ofrecerse  á  la  Bepública  ;  *  elu- 
diendo presenciar  su  gloria,  llamaron  á  los  enemigos  7  entrega- 
ron la  patria  á  sus  tiranos.  .Con  lo  cual  creyeron  haber  hundido 

en  la  nada  los  trofeos  del  héroe  americano I 

Cada  vez  que  he  meditado  sobre  este  punto  de  nuestra  histo- 
ria contemporánea,  se  ha  venido  á  mi  memoria  un  pasage  de 
Plutarco  en  una  de  sus  obras  menos  conocida,  t  Dice  este  autor, 
que  ^  él  no  hallaba  tanta  distancia  de  bruto  á  bruto,  como  la 
que  ha7  de  hombre  á  hombre." — Yo  ignoro  á  quien  se  referiría 
Plutarco ;  pero,  ]  qué  justa  es  su  observación  aplicada  á  los 
hombres  de  que  me  ocupo !  —  Después  de  trece  años  de  una  lu- 
cha incesante  7  la  más  sangrienta  de  que  ha7  memoria,  Bolívar, 
el  primer  soldado  de  la  libertad,  el  vencedor  del  León  ibero, 
vuela  al  Perú  acompañado  de  la  fama  de  sus  proezas,  para  li- 
bertar á  los  afligidos  peruanos  7  ponerlos  en  posesión  de  su  tier- 
ra que  el  crimen  les  habia  usurpado.  Y  Torretagle,  Berindoaga, 
Portocarrero,  7  sus  amigos,  n^ocian  con  el  vire7  ^^  esclavitud 
de  su  patria  7  se  la  entregan  I  No  se  espantan  de  la  cautividad 
de  su  nación  I  No  se  horrorizan  de  clavar  ellos  mismos  un  pu- 
ñal en  el  corazón  de  su  infortunada  madre  I 

Hem  I  Tir  Tiro  quid  prsBstat  I 

(TsBSMT,  JSun,,  act  H) 

j  Cuan  prodijiosa  diferencia  entre  hombre  7  hombre  :  entre 
Bolívar  7  los  traidores  que  7a  no  quiero  nombrar  I  § 

Para  conocer  á  fondo  7  penetrar  más  7  má>s  esa  diferencia, 
léase  lo  que  escribía  el  Libertador  al  General  Sucre  :  JSstoy  re- 
aueUo  á  no  ahorrar  medida  ninguna  y  Á  COMPROMETER- 
ME HASTA  EL  ALMA  para  que  se  salve  este  país.  % — Léase 
lo  que  escribía  al  General  Salom  :  ^^Nasatras  debemos  libertar 

*  Coi  vigor  animi  ingentibuf  n^fj^tiU  par  BaberatwM.  (Taoit,  lib.  t.  Aun.) 
f  El  tratado  cuyo  título  ee,  Que  htanimaiet  tuan  ds  roMon, 
g  La  saerte  de  Torretagle  j  de  bus  priocipales  amigoe  fué  mny  deagraciadA. 
Encerrado  aqnel  en  el  GaUao,  con  su  esposa  é  hijos,  deepaes  de  la  batalla  de 
AyacQcho,  el  hambre  y  las  enfermedades  los  hicieron  perecer  á  todos.  Berin< 
doaga,  qae  era  el  tipo  de  la  inconsistencia,  yoItIó  á  desertarse  hacia  loe  patrio- 
tas ;  pero  el  Libertador  mandó  que  fuese  jugado,  y  murió  en  un  patíbulo.  Poi- 
tocarrero  se  ocultó  en  los  bosques  y  estuvo  mucho  tiempo  viviendo  entre  las 
fieras.  X  Carta  de  18  de  Febrero,  1824. 


TIDA  DE  BOLÍYAB.  241 

estos  puMo8^  á  m  pemr^  'pa/ra  poder  concluir  esta  guerra  y  re- 
tirar7W8  á  nuestras  casas;  de  otro  modo  estaremos  siempre  en 
campaña  hasta  dfin  del  mundo,  t  Y  al  Coronel  Héres :  Pre- 
ciso es  que  todos  nos  matemos  en  procurar  d  buen  éxito  de  nues- 
tra expedición  {paxei,  libertar  al  Peni).  Las  dificultades  son 
enormes;  y  íwí,  Vd.^por  su  parte  y  yo  por  la  mía,  no  debemos 
descansar  de  dia  ni  de  noche.  X  — Tales  eran  los  nobles  senti- 
mientos de  Bolívar  en  contraste  con  los  de  los  hijos  desnatura- 
lizados que  entregaron  su  patria  á  los  tiranos  I 

Y  tuvo  la  criminal  defección  sus  frutos  amargos  naturalmente. 
Crecieron  los  obstáculos,  multiplicáronse  las  deserciones,  cundió 
el  desaliento,  casi  despareció  la  confianza,  j  hasta  los  más  patrio- 
tas sembraban  pretextos  y  motivos  que  disculpasen  el  abandono 
de  sus  primeras  opiniones* 

En  medio  de  aquella  folla  de  alevosías  y  traiciones  :  debiendo 
desconfiar  de  todo,  porque  todo  estaba  inficionado  y  corrompido, 
plagado  el  país  de  pérfidos  y  de  hombres  desmandados  é  inve- 
recundos, *  el  Libertador  no  cifraba  su  confianza  sino  en  el 
ejército  de  Colombia,  que  él  llamaba  en  su  estilo  inimitable  :  los 
apoderados  multares  de  la  América  meridional, —  Esforzada- 
mente habia  pedido  refuerzos  á  Santander,  y  despachado  al  Co- 
ronel Ibarra  para  que  condujera  estos  por  Guayaquil  (22  de  Di- 
ciembre de  1823) ;  y  después  de  los  últimos  escandalosos  suce- 
sos que  se  consumaron  en  el  Callao,  redobló  sus  instancias  con 
mayor  encarecimiento,  pintando  al  gobierno  de  Colombia,  con 
verdaderos  colores,  la  situación  apurada  de  las  cosas. 

Ypy  á  permitirme  extractar  aquí  dos  oficios  pasados  por  la 

Secretaria  General  del  Libertador  al  Ministro  de  la  Guerra  en 

Colombia,  cuyo  contenido  es  importante  para  la  historia  de  este 

aQo. 

Ouartel  Qeneral  en  Pativüca,  &  25  de  Febrero  de  1824. 

SefLor  Secretario :  El  5  del  presente  de  sublevó  el  regimiento  del  Rio 
de  la  Plata,  que  guamecia  las  fortalezas  del  Callao ;  prendió  &  todos  sus 
oficiales  y  al  gobernador;  puso  en  libertad  &  los  prisioneros  españoles 
detenidos  en  las  bóvedas ;  proclamó  al  rey  de  Espafia  y  enarboló  su  pa- 

f  CarU  de  24  de  Enero,  1824.  %  Carta  de  15  de  Abril,  1824. 

*  "  Esto  está  Ueno  de  parüdoe,  escribía  Boliyar  al  Qeneral  Salom,  todo  pla- 
gado de  traidores :  luioe  por  Torretagle ;  otros  por  Biva-Agüero ;  otros  por  los* 
españoles,  y  muy  pocos  por  la  i]idependenola..M.''  (Carta  del4dg  Mamo.) 

16 


242  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

bellon  en  loe  tres  castillos.  Mil  y  mil  tentativas  se  han  hecbo  para  hacer 
una  contrareyolucion  y  poner  de  nuevo  en  nuestro  poder  las  fortalezas ; 
pero  todo  hasta  ahora  ha  sido  inútil,  y  los  &cciosos  continúan  siendo 
dueflos  de  ellas. 

Este  desgraciado  acontecimiento,  que  nos  ha  arrancado  el  único  punto 
fortificado  del  Perú  y  nos  ha  privado  de  los  depósitos  considerables  de 
elementos  de  guerra  de  todo  género  que  contenia,  es  de  una  trascendencia 
incalculable. 

Se  perderá  la  ciudad  de  Lima,  porque  no  hay  tropas  que  oponer  al 
brigadier  Rodil,  que  se  movió  ya  sobre  ella  desde  Pisco,  que  solo  dista 
sesenta  leguas ;  y  con  la  pérdida  de  la  capital  perderemos  una  gran  parte 
de  la  moral  y  los  infinitos  recursos  que  da  una  capital  tan  populosa  como 
aquella. 

Las  noticias  de  la  Sierra  aseguran  que  se  espera  á  Yaldez  en  Jauja, 
donde  se  halla  Canterac  actualmente  con  cerca  de  siete  mil  hombres,  y 
será  reforzado  por  Yaldez  con  más  de  cuatro  miL  Reunidos  Canterac  y 
Yaldez,  marcharán  sobre  nuestras  posiciones  de  la  provincia  de  Huama- 
líes  en  la  Sierra,  y  nosotros  no  podemos  hacer  firente  con  cuatro  mil  co- 
lombianos á  once  mil  realistas.  Estamos  faltos  de  caballería,  pnes  la 
tropa  colombiana  de  esta  arma  apenas  pasa  de  cuatrocientos  hombrea. 
El  ejército  del  Perú  asciende  á  tres  mil  hombres  bisofios,  llenos  de  vicios 
por  los  partidos  en  que  han  estado  envueltos,  y  no  son  dignos  de  con- 
fianza. Los  espafioles,  pues,  ocupan  las  fortalezas  del  Callao :  ocuparán 
la  capital  y  marcharán  sobre  nosotros  todos  á  la  vez,  porque  tienen  fuer- 
zas para  ello,  contando  con  más  de  catorce  mil  hombres  y  con  todo  el 
pingüe  y  rico  país  del  Perú.  Esta  es  la  situación  exacta  de  este  Estado, 
y  la  de  S.  E.  el  Libertador,  que  no  tiene  fuerzas  suficientes  que  oponer  al 
enemigo ;  y  si  se  retira  por  países  infernales,  desiertos,  desprovistos,  mal- 
sanos, va  á  perder  todo  el  ejército  de  Colombia  en  una  retirada  inmensa 
y  llena  do  dificultades. 

Desde  que  S.  E.  pidió  á  principios  del  ano  pasado  auxilios  al  gobierno 
para  el  Perú,  le  hizo  una  desorípcion  exacta  del  estado  militar  y  pcrlítico 
de  esta  nación.  En  todo  el  curso  del  aflo  de  28  no  ha  dejado  S.  E.  de 
repetir  el  triste  cuadro  que  esto  presentaba,  y  que  cada  día  so  empeoraba, 
y  de  repetir  sus  demandas  de  hombres,  de  armas,  de  municiones  y  de 
dinero;  pero  hasta  hoy  solo  se  han  recibido  algunos  ñisiles,  pólvora  y 
.plomo,  y  poco  más  de  cuatrocientos  hombres  del  batallón  Istmo ;  de  elloe 
la  mayor  parte  reclutas. 

S.  E.  repite  hoy  lo  que  ha  dicho  tantas  veces,  que  si  no  es  auxiliado 
por  el  gobierno  lo  menos  con  doce  ó  diez  y  seis  mil  hombres  armados  y 
equipados,  entre  ellos  mil  por  lo  menos  de  caballería  de  Uaneros  de  Yene- 
zuela,  no  puede  responder  ni  del  Perú,  ni  de  la  salvación  del  ejército  de 
•  Colombia  que  se  halla  aquí,  ni  de  los  departamentos  del  Sur ;  que  todo 
caei^  en  poder  del  enemigo,  pudiendo  quizá  ir  á  hacer  alto  del  otro  lado 
cdd.Juanambú,  si  los  Pastusos  están  para  entonces  j%  exterminados.     La 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  243 

urgencia  y  la  prontitud  con  qne  S.  E.  reclama  y  espera  este  auxilio,  debe 
conocerla  él  gobierno  por  la  posición  en  que  se  halla  S.  E.  frente  al  ene- 
migo, con  ménoe  fuerzas  que  él  y  con  inmensos  desiertos  para  una  reti- 
rada. Así,  se&or  Secretario,  solo  la  actividad  y  el  celo  de  nuestro  go- 
bierno puede  salvar  al  Perú,  y  puede  salvar  nuestro  ejército,  enviando  á 
8.  E.  prontos  y  poderosos  auxilios  de  soldados  veteranos,  armados  y 
equipados ;  enviando  auxilios  de  municiones  y  de  elementos  de  guerra 
de  todo  género. 

Muchas  veces  ha  demostrado  S.  E.  el  Libertador  al  gobierno,  que  la 
pérdida  del  Perú  produciría  necesariamente  la  de  todo  el  sur  de  Colom* 
bia,  y  que  el  enemigo,  poderosamente  reforzado  aquí,  comenzará  en  Co- 
lombia una  nueva  guerra ;  que  cuantos  refuerzos  y  auxilios  se  envíen  en 
&Yor  del  Perú,  son  otros  tantos  medios  de  seguridad  propia  que  emplea 
Colombia,  y  que  es  más  ventroso  venir  á  hacer  la  guerra  en  un  pais  aje- 
no, que  esperarla  en  el  corazón  del  suyo,  como  sucederá  infaliblemente  si 
el  Libertador  es  derrotado  aquí  6  se  retira  á  Colombia ;  lo  que  también 
sucederá  in&liblemente  si  no  recibe  prontos  y  poderosos  auxilios  de 
nuestro  gobierno. 

Ha  pedido  también  S.  E.  algunos  oficiales  para  nuestra  marina  del  sur, 
que  está  absolutamente  escasa  de  ellos,  y  puesta  en  manos  de  extranjeros. 
Ha  pedido  también  lona,  jarcias,  hierro  para  nuestros  buques,  que  están 
desprovistos  de  todo,  y  en  estos  mares  estos  artículos  son  caros  y  escasos. 

También  ha  pedido  8.  E.  que  se  remitan  dos  millones  de  pesos  para  la 
subsistencia  de  las  tropas,  y  para  hacer  la  guerra ;  y  8.  E.  repite  ahora 
su  instancia  pidiendo  que  se  le  manden  vales  contra  el  empréstito  de 
Londres,  si  este  ha  tenido  efecto,  para  ver  si  aquí  se  logra  que  entre  los 
comerciantes  extranjeros  haya  quien  quiera  cambiar  estos  vales  dando  al- 
conas cantidades  en  dinero.  De  resto,  no  puede  calcular  el  gobierno 
cuál  es  la  miseria  de  numerario  á  que  esto  está  reducido,  ni  cuáles  los 
obstáculos  invencibles  que  se  tocan  de  poder  conservar  un  ejército  sin 
paga,  que  está  expuesto  á  cometer  el  mismo  crimen  que  los  soldados  del 
Rio  de  la  Plata,  por  las  privaciones  que  sufren,  y  por  el  mal  ejemplo  que 
acaban  de  recibir  por  los  facciosos  del  Callao. 


Cuartel  General  en  Trujillo,  á  81  de  Marzo  de  1824. 

Permítame  IJ8.  que  conteste  en  una  sola  nota  las  últimas  de  ÜS.  y 
que  tenga  la  honra  de  decirle,  que  8.  E.  queda  impuesto  de  que  vendrá 
&  Guayaquil  el  capitán  de  navio  Barbará  y  dos  6  tres  subalternos ;  que 
la  marcada  con  el  número  115  ha  causado  en  el  ánimo  de  8.  E.  la  más 
melancólica  impresión,  por  las  infinitas  dificultades  y  obstáculos  en  que 
se  encuentra  el  gobierno  para  enviar  los  auxilios  que  ha  pedido  d^de  el 
afio  pasado  en  Mayo,  y  que  volvió  á  pedir  con  más  urgencia  en  Octubre, 
porque  las  circunstancias  se  empeoraban  cada  dia  más  y  más.  Los  me» 
dioB  que  él  gobierno  espera  para  poder  llenar  las  demandas  del  Liberta- 


244  VIDA  DE  BOLÍYAE. 

dor  son  tan  lentos  y  est&n  tan  distantes,  que  quizá  cuando  yengan  los 
auxilios,  el  mal  será  iircmediable,  porque  hay  cosas  que  no  tienen  espeta, 
que  exigen  un  remedio  protito  y  activo,  y  de  este  género  es  la  enfermedad 
del  Perú,  que  amenaza  contagiar  á  toda  Colombia  é  inminentemente  al 
sur.  No  queda  á  8.  £.  otro  consuelo  que  el  triste  y  bien  estéril  de  haber 
predicho  muy  anticipadamente  todo  el  mal  que  nos  esperaba,  si  no  se 
obraba  con  una  rápida  addyidad.  Si  para  estas  horas  la  l^islatura  do 
este  afio  ha  dado  al  £¡jecutiyo  todos  los  medios  de  poder  para  auxiliar  al 
Libertador  y  al  Perú,  está  cierto  S.  E.  que  para  estas  horas  estarán  en 
marcha  los  refuerzos  que  ha  pedido,  porque  8.  E.  sabe  muy  bien  que  él 
gobierno  conoce  su  posición  crítica,  difTcÜ  y  peligrosa ;  y  sabe  muy  Mea 
que  el  gobierno  tiene  en  su  corazón  los  intereses  de  Ck>lombia  ligados  ín- 
timamente por  ahora  con  los  del  Perú,  y  librados  á  la  suerte  próspera  6 
adversa  de  las  armas  a1iadas,confiada8  al  Libertador. 

En  la  situación  de  S.  E.  y  en  la  del  gobierno,  solo  queda  al  Libertador 
el  arbitrio  de  repetir  con  el  mismo  tesón,  con  la  misma  instancia,  la  soli- 
citud de  los  auxilios  prontos  y  poderosos  de  hombres,  armas,  municiones 
y  de  todo  cuanto  tiene  pedido ;  afiadiendo  para  completar  él  horrible 
cuadro  que  tantas  veces  ha  bosquejado,  la  noticia  de  la  traición  del  mar- 
ques de  Touetagle,  presidente  del  Perú,  y  la  de  casi  todos  los  empleados 
en  la  administración,  y  la  defección  abominable  de  varios  jefes,  que  des- 
pués de  evacuada  la  capital  por  nosotros,  han  vuelto  á  ella,  arrastrando 
coDBigo  pequeñas  partidas  de  tropas  de  las  que  estaban  á  sus  órdenes ;  la 
desmoralizadon  de  los  pueblos  por  las  exacciones  que  han  sufrido  de  las 
administraciones  anteriores  perversas  y  viciosas,  y  por  los  ejemplos  con- 
tinuos de  traición  y  de  crimen  de  sus  más  respetables  ñmcionarios.  I^em- 
plo  capaz  de  alterar  la  moral  de  un  pueblo  virtuoso,  y  de  devorar  ai  pue- 
blo peruano.  Los  traidores  y  los  espafloles  so  han  ligado  para  hacer  una 
causa  común,  y  hacer  creer  al  pueblo  ignorante  que  la  guerra  con  el  Pcsrú. 
ha  cesado ;  que  en  este  país  no  quedan  más  enemigos  que  los  colombia- 
nos ;  y  que  es  preciso  unirse  para  destruirlos.  Estos  son  los  principias 
que  propagan  por  todas  partes.  Si  á  la  preponderancia  numérica  del 
enemigo  se  afiade  la  moral  que  va  á  daries  y  que  les  ha  dado  ya  esta 
nueva  seducción  en  &vor  de  los  eqMfioles,  se  verá  que  la  superioridad 
por  parte  de  aquellos  está  bien  marcada. 

Si  S.  E.  el  Libertador  no  estuviera  tan  penetrado  de  la  verdad, — 
''de  que  perdido  él  Perú  se  pierde  él  sur  de  Colombia,  y  de  la  Im- 
posibilidad de  salvar  nuestro  ejérdto  retirándonos,'* — ya  lo  habría  he- 
cho ;  pero  es  imposible  que  no  sea  lo  primero,  y  es  imposible  (Recatar 
lo  segundo.  La  suerte,  pues,  de  8.  K  y  del  ^ército  de  su  mando  es 
Invariable.— '^  Morir  6  trian&r  en  él  Perú»'' 

El  Libertador  habia  escogido  á  Thijillo  como  centro  de  sns 
operaciones  y  en  donde  podia  recibir  con  más  facilidad  los 
auxilio»  solicitados. — ^Pero  allí  le  esperaba  todavía  un  nuevo 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  245 

golpe,  tan  acerbo  como  los  anteriores  ó  acaso  mis.  Fué  este  la 
noticia  que  el  gobierno  de  Colombia  no  podia  remitir  hombres, 
ni  fusiles,  dinero  ni  los  demás  efectos  pedidos,  sin  autorización 
expresa  del  Congreso,  del  cual  decia  Santander,  la  solicitaría 
con  interés. — ^Pero  esto  exijia  tiempo,  y  las  operaciones  del  Pera 
demandaban  la  mayor  urgencia. — Canterac  comenzaba  á  reunir 
ya  sus  fuerzas  para  abrir  la  campaüa,  marchando  sobre  los  acan- 
tonamientos del  ejército  de  Bolívar.  Sus  tropas  eran  superiores ; 
eos  recursos  abundantes.  Todas  las  probabilidades  estaban  k 
811  favor,  y  una  sola  batalla  perdida  por  nuestra  parte,  costaba 
la  subyugación  entera  del  Pero,  la  vida  de  Colombia,  la  libertad 

de  la  América  y  la  reputación  del  Libertador 

No  es  dable  pintar  la  situación  en  aquella  época  memorable, 
T  la  imaginación  más  rica  se  hallaría  débil  para  transmitir  á  la 
historia  los  pormenores  de  todos  los  acontecimientos. — Bolívar 

estaba  solo  para  crearlo  todo ,  y  lo  creó  admirablemente. 

Hubo  vestuarios,  lanzas,  monturas,  herraduras,  astas,  fusiles,  ví- 
veres, caballos,  hombres....  1 1  Y  pasma  pensar  en  los  medios 
que  el  Libertador  tuvo  en  su  mano  para  tantas  y  tan  grandes 
cosas.  Impuso  una  contribución  á  los  templos  que  poseian  al- 
gunas alhsgas  y  un  donativo  entre  los  habitantes  de  más  desaho- 
gadas proporciones  en  los  departamentos  de  Trujillo,  Hnama- 
chuco  y  parte  del  de  Huanuco,  único  terreno  que  ocupaba.  Aun- 
que el  objeto  fué  reunir  400  mil  pesos  para  los  gastos  de  la 

campaña,  solo  se  consiguió  recojer cien  mil,  lo  más  en  barras 

de  plata  que  se  cambiaron  en  el  comercio  á  7  pesos  el  marco. 
Con  tan  miserable  auxilio  se  establecieron  maestranzas  de  toda 
especie,  y  se  construyeron  vestuarios,  monturas,  equipo  y  menage ; 
se  compuso  el  armamento,  se  hicieron  herraduras-.,  etc.  y  se 
creó  un  ejército  en  menos  de  dos  meses. — ^Todo  lo  veia  el  Liber- 
tador ;  todo  lo  ordenaba. — ^Ni  las  cosas  más  pequefias,  ni  aque- 
llas mismas  que  en  el  aprecio  ordinario  parecen  insignificantes,  las 
descuidaba.  Léase  su  correspondencia  de  este  año,  y  no  habrá 
quien  no  se  admire  de  aquella  prolijidad  infinita,  de  aquel  cui- 
dado verdaderamente  paternal  para  con  el  soldado  ;  de  aquella 
solicitud  constante  para  que  comieran  los  caballos,  para  que  los 
herrasen,  y  que  las  herraduras  fueran  trabajadas  con  hierro  de 
YLscaya :  para  que  las  sillas  no  maltratasen  los  lomos  de  las 
bestias :  para  que  se  precaviesen  estas  del  firio  :  para  que  se 


246  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

buscasen  mnlas  de  reemplazo  para  los  bagages;  para  I& 
conservación  del  ganado  lanar  j  yacnno :  para  la  provisión 
de  cebada  como  alimento  de  los  caballos  ;  para  que  los  solda- 
dos tuvieran  gorras  7  cobijas Él  estaba  en  todo.    Para 

él  no  habia  atención  mínima,  ni  obstáculo  insuperable. — 
No  crean  mis  lectores  que  les  exagero.  Escribiendo  al  Ge- 
neral Sacre,  entre  otras  cosas,  le  decia :  "  Haga  Yd.  que  á 
"  los  caballos  de  la  costa  se  les  hagan  todos  los  remedios  imagi- 
**  ginables,  á  fin  de  que  se  les  endurezcan  los  cascos,  quemando- 
"  selos  con  planchas  de  hierro  caliente  j  bañándoselos  con  eo- 
*'  cuiza.  Que  se  les  dé  el  pasto  atados,  7  el  agua  á  la  mano, 
"  para  que  estando  en  seco  no  se  pasmen  en  los  tres  primeros 
"  dias  humedeciéndose,  7  que  estén  bajo  de  cubierta." — ^Escri- 
biendo al  Coronel  Héres,  le  decia :  "  Ya  que  ha7  tan  poco  pa- 
^  peí  para  la  '  Gaceta,'  esta  debe  tener  un  márjen  más  pequeño, 
"  para  que  quepa  más.  El  próximo  '  Centinela'  llevará  una  res- 
"  puesta  buena  á  las  mentiras  de  los  godos,  etc." 

Y  al  mismo  tiempo  que  de  todo  se  ocupaba,  no  quería  dejar 
pasar  ocasión  alguna  sin  dar  á  sus  subalternos  ideas  netas  de 
administración,  de  rectitud,  de  respeto  moral,  de  la  puntualidad 
en  el  cumplimiento  de  los  deberes....  I  Sucedió  una  vez,  que 
Héres  abrió  la  correspondencia  privada  del  Libertador. — ^Este 
le  habia  facultado  para  abrir  la  oficial  é  imponerse  de  ella ;  y 
luego  acaeció  también  que  el  propio  Hérea  comunicó  lo  que  cre7Ó 
conveniente  por  cartas  7  no  de  oficio. — ^El  Libertador  le  dijo 
entre  otras  cosas :  "  No  me  ha  parecido  bien  que  Yd.  ha7a 
^^  abierto  mis  cartas  de  Santander  7  Pefialver.  Las  cartas  con- 
^  fidenciaks  son  sagradas  para  todo  el  mwndo  /  jHjrque  son  secre- 
"  tos  de  otros  que  no  se  deben  confiar.  Así,  espero  que  en  ade- 
^  lante,  Yd.  no  abrirá  más  que  las  comunicaciones  de  oficio  de 
^  Chile,  del  Ministro  de  la  Guerra,  de  Panamá,  de  Castillo  7  de 
"  Salom ;  lo  demás  que  venga  cerrado  á  mí. — Pérez  no  ha  reci- 
""  bido  todavía  comunicación  oficial  de  Yd.  7  70  quiero  que  el 
^  servicio  se  haga  ofidalmenU  y  no  por  cartas  ;  pues  las  cartas 
^  no  son  documentos  públicos  que  deben  siempre  parecer.  Yo 
^  detesto  ese  modo  de  entenderse,  pues  no  ha7  medio  de  con- 
'^  testar  oficialmente  una  carta,  sino  por  irregularidades  chocan- 
"  tes,  no  quedando  documentos  sobre  que  recaigan  las  resolucio- 
''  nes.    Las  cartas  son  mu7  buenas ;  pero  los  oficios  también.'^ 


VIDA  DB  BOLÍVAR.  217 

Sería  intermiDable  mi  obra  si  me  propusiera  hacer  mén\o  de 
todo  lo  que  en  este  género  se  halla  en  la  vida  de  Bolívar... 

Á  mediados  de  Abril  marchó  el  Libertador  por  la  vía  de 
Otasco  al  Departamento  de  Hnamachaco.  Sn  objeto  era  reu- 
nir el  ejército  de  Colombia  al  del  Perú  que  se  hallaba  en  Caja- 
marca,  al  otro  lado  de  los  Andes.  En  Huamachuco  fué  necesa- 
rio establecer  una  maestranza  para  construir  clavos  de  buen 
hierro  y  volver  á  herrar  los  caballos  que  hablan  perdido  en  el 
tránsito  las  malas  herraduras  que  tenian.  "  £1  Libertador,  (re- 
fiere el  ayudante  López,)  encargó  de  este  trabajo  á  un  Sargento 
mayor,  hijo  de  Chile,  (cuyo  nombre  no  me  acuerdo)  que  se  hallaba 
sin  destino  y  que  buscándolo  habia  venido  al  Cuartel  general. 
Apenas  hacia  dos  dias  que  se  ocupaba  en  este  encargo,  cuando 
recibió  el  liibertador  avisos  confidenciales  de  que  un  gefe  del 
ejército  estaba  encargado  por  los  enemigos  de  asesinarle,  por 
cuyo  hecho  le  hablan  ofrecido  una  gran  recompensa,  y  él  se  habia 
comprometido  á  ello  ;  y  aunque  no  le  decian  al  Libertador  quién 
era  este  gefe,  ni  su  nombre,  le  acompañaban  su  filiación.  El 
Libertador  se  hallaba  solo  en  su  cuarto  leyendo,  y  repasaudo 
las  señales  de  la  filiación,  que  tenia  a  la  vista,  cuando  con  aquel 
golpe  de  ojo  que  pocas  veces  lo  engañaba,  y  con  aquella  viveza 
de  su  genio,  reuniendo  en  su  imaginación  el  conjunto  de  faccio- 
nes descritas  en  la  filiación  se  le  representa  el  retrato  del  Sar- 
gento mayor  que  hacia  dos  dias  habia  encargado  de  la  maes- 
tranza :  sale  luego  de  sn  pieza,  llama  un  ordenanza,  y  hace  venir 
inmediatamente  al  Mayor.  Cuando  este  entró,  el  Libertador 
permanecía  con  el  papel  que  contenia  la  filiación  en  la  mano  : 
lo  hizo  sentar,  y  paseándose  en  la  sala  y  haciéndole  conversa- 
ción, tuvo  tiempo  de  comparar  más  atentamente  las  señales  del 
gefe  con  las  de  la  filiación,  y  quedó  íntimamente  convencido  de 
que  era  él,  la  persona  que  le  denunciaban.  El  Libertador  con- 
tinuó tratándolo  con  tanta  bondad  y  dulzura,  que  pocas  veces  le 
vi  más  sereno  con  otra  persona,  y  después  de  un  largo  rato  de 
conversación,  concluyó  diciéndole :  "  Los  gefes  y  oficiales  que 
''  se  unen  conmigo  y  que  generalmente  corresponden  á  mis  es- 
*^  peraijzas  siempre  son  colocados  dignamente  :  Yd.  irá  de  co- 
"  mandante  de  armas  á  un  buen  pueblo :  ocurra  luego  al  Esta- 
"  do  mayor  á  recibir  órdenes." 

"  El  Sargento  mayor  salió  muy  satisfecho  al  parecer  de  esta 


248  TIBA  DE  BOLÍYAB. 

prueba  de  aprecio  que  acababa  de  recibir,  y  cuando  habiavoelto 
las  espaldas,  7  70  entraba  en  la  sala,  me  dijo  el  Libertador : 
"  Pocas  veces  he  visto  un  asesino  tan  bien  retratado.  ¿  No  le 
"  parece  á  Vd.  que  esta  es  la  filiación  de  ese  hombre  que  acaba 
"  de  salir  ?"  (enseñándome  el  papel  que  la  con  tenia.)  Luego  me 
refirió  todas  las  circunstancias  que  acabo  de  exponer,  7  me  or- 
denó que  fuese  á  hacerme  cargo  de  la  maestranza,  saliendo  el 
Ma7or  al  dia  siguiente  para  su  nuevo  destino,  7  alejándolo  de 
este  modo  de  su  persona." 

Tal  fué  la  actividad  que  desplegó  el  Libertador  en  aumentar 
7  disciplinar  el  ejército  7  en  comunicarle  su  patriótica  confianza, 
que  para  el  15  de  Abril  escribia  al  Coronel  Héres  desde  Otasco : 
'*  Este  medio  mes  debemos  emplearlo  en  preparativos ;  el  de 
"  Ma70  en  marchar,  7  el  de  Junio  en  combatir."-— Y  al  General 
Sucre :  "  Esto7  resuelto  á  todo.  E8to7  animado  del  demonio 
"  de  la  guerra  7  en  tren  de  acabar  esta  lucha.  Parece  que  el 
"  genio  de  la  América  7  el  de  mi  destino  se  me  han  metido  en  la 
"  cabeza.  Los  enemigos  vendrán  con  ocho  mil  hombres  ;  7  como 
"  nosotros  llevaremos  al  campo  de  batalla  otros  tantos,  la  meto- 
"  ría  es  nuestra  sin  remedio....^' 

El  Libertador  dio  las  órdenes  para  que  en  Ma70  el  ejército 
se  pusiera  en  movimiento.  Doscientas  l^uas  tenian  qae  marchar 
algunos  cuerpos  situados  en  Gajamarca  7  todos  debian  atravesar 
las  heladas  7  escarpadas  cimas  de  la  elevadísima  cordillera 
untes  de  llegar  4  Pazco,  punto  designado  para  la  reunión  gene- 
ral de  las  fuerzas  independientes. 

El  General  Lámar  tenia  el  mando  en  gefe  del  ejército  del  Pera. 

Sucre  el  del  ejército  auxiliar  de  Colombia,  llevando  á  sus  in- 
mediatas órdenes  á  los  Generales  Comandantes  Generales  Lara 
7  Córdova. 

Gobernaba  toda  la  caballería  el  General  Necochea. 

El  General  Miller  dirijia  particularmente  la  del  Perú,  7  el 
Coronel  Carvajal  la  de  Colombia. — Los  granaderos  de  á  caballo 
de  Buenos  Aires  los  mandaba  el  Coronel  Bruix.''^ 

El  General  Santa  Cruz  fué  nombrado  Gefe  de  Estado  Ma7or 
general  del  ejército  del  Perú  ;t  el  Coronel  O'Connor  del  de 
Colombia. 

*  Bruix  era  un  apaesto  y  valeroeo  francés,  Ujo  del  o^ebre  Almirante  Bmix. 
f  Deepaes  que  Santa  Cruz  había  cometido  tantos  deaadertoi^  entre  los  euales 


YIDA  BB  BOLÍYÁB.  249 

El  Libertador  en  persona  mandaba  el  ejército  unido.  Tenia 
á  8Q  lado  para  los  negocios  civiles  j  políticos  en  calidad  de  Mi- 
nistro general,  á  D.  José  Sánchez  Garrion,  7  al  General  Aldu- 
nate  como  gefe  del  Estado  Mayor  Libertador. 

En  todo  el  mes  de  Junio  pasaron  los  cuerpos  los  horribles  des- 
filaderos de  las  cimas  de  los  Andes.  "  Esto  se  hizo  con  una 
constancia  y  sufrimiento,  escribe  Torrente,  que  sería  un  acto  de 
injusticia  negarles  el  gran  mérito  contraido  en  esta  campaña..^ 
Inconcebible  parece  cómo  en  tan  poco  tiempo  hubieran  logrado 
los  insurgentes  poner  en  campaña  una  fuerza  numerosa  y  bajo 
un  pié  tan  respetable  de  arreglo  y  buena  dirección.  Abunda- 
ban las  provisiones  de  guerra  y  boca,  el  armamento,  vestuario, 
medios  de  trasportes  y  cuantos  elementos  guerreros  se  necesitan 
para  abrir  una  importante  campaña."  Lo  que  el  escritor  rea- 
lista califica  de  inconcebible  fué  la  obra  del  genio  de  Bolívar 
en  aquellos  dias ;  y  con  tales  medios  creados  por  los  poderosos 
recursos  de  su  talento,  se  dio  la  acción  de  Junin,  se  dio  la  famo- 
sa de  Ayacucho  y  quedó  purgada  la .  América  de  sus  antiguos 
opresores. 

Para  la  campaña  que  se  abria,  Bolívar  tenia  que  inspeccio- 
narlo todo. — ^No  habia  en  el  Estado-Mayor  planos  geográficos, 
indicaciones,  ni  relaciones  científicas  sobre  el  terreno  ;  algunos 
generales  conocían  prácticamente  el  país,  pero  el  Libertador  no 
descansaba  sino  cuando  él  mismo  habia  visto  los  caminos  y  exa- 
minado por  sus  ojos  las  posiciones. 

El  2  de  Agosto  Bolívar  pasó  una  revista  general  de  su  ejército 
en  la  llanura  del  Sacramento  que  se  extiende  entre  Bancas  y 
Pazco.    Allí  hizo  leer  á  las  tropas  esta  hermosa  proclama : 

Soldados  1  Yáis  á  completar  la  obra  más  grande  que  el  cielo  ha  podido 

ae  contó  el  de  haber  hoBlílixado  á  Bolívar  declarándose  partidario  de  Riya 
Agüero,  se  retiró  avergonzado  ¿  Piara.  £1  Libertador,  siempre  magnánimo,  le 
Hamo  á  sa  lado  y  le  hizo  gefe  de  Estado  Mayor  general. — Santa  Cruz  se  com- 
portó luego  muy  bien  y  siempre  ha  recordado  con  entusiasmo  las  glorias  de  su 
amigo  y  protector. — Santa  Cruz  lació  en  Guarina,  pueblecito  cerca  de  la  Paz,  de 
la  Cacica  Calnamani,  noble  señora  de  aquel  lugar. — Al  principio  y  hasta  el  año 
de  1820,  Santa  Cruz  sirvió  con  los  españoles.  Después  de  la  derrota  del  General 
(XBeilly  en  Pazco,  se  pasó  á  las  banderas  patriotas. — Santa  Cruz  se  halló  en  la 
iamoea  acción  de  Pichincha  y  Sacre  quedó  muy  satisfecho  de  sa  comportamiento. 
El  carácter  de  Santa  Cruz  es  benevolente  y  en  sus  últimos  afioe  ha  representado 
oon  noble  apostura  las  glorias  del  ejército  libertador  del  PertL 


250  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

encargar  á  loe  hombres :  la  de  sálTar  un  mundo  entero  de  la  esclaTÍtnd. 

Soldados !  Los  enemigos  que  vais  ft  des&uir  se  jactan  de  eat&rce  añoé 
de  triunfos  ;  ellos,  pues,  serán  dignos  de  medir  sus  armas  con  las  Tues- 
tras,  que  han  brillado  en  mil  combates. 

Soldados  I  £1  Perú  y  la  América  toda  aguardan  de  vosotros  la  paz, 
hya  de  la  victoria ;  y  aun  la  Europa  liberal  os  contempla  con  encanto, 
porque  la  libertad  del  nuevo  mundo  es  la  esperanza  del  universo,  i  La 
burlaréis  ?  No  I  no  1  Vosotros  sois  invencibles. 

,     BOLÍVAB. 

El  Libertador  recorrió  luego  las  filas  entre  vivas  y  aclama- 
ciones de  su  ejército.  De  trecho  en  trecho  arengaba  á  sus  sol- 
dados con  aquella  elocuencia  y  aquel  ardor  que  inflamaba  el 
pecho  americano.  Recordó  á  los  colombianos  el  7  de  Agosto 
en  Boyacá,  señalándoles  con  el  dedo  las  pampas  de  Jauja  que  se 
divisaban  y  se  las  designó  como  lugar  de  triunfo  y  les  marcó 
para  adquirirle  el  7  de  aquel  mes  como  presagio  más  seguro  de 
la  victoria.  Todos  los  cuerpos  manifestaron  vivo  entusiasmo  á 
la  presencia  de  su  caudillo. — La  hermosura  del  lugar  tan  ele- 
vado :  la  imponente  magestad  de  los  Andes,  y  el  brillo  del  lago 
silencioso  de  los  Beyes,  origen  principal  del  caudaloso  Amazo- 
nas, que,  como  un  espejo  inmenso,  blanqueaba  enti*e  aquellas 
enormes  moles,  "  sentadas  sobre  bases  de  oro,"  realzaba  la  solem- 
nidad del  espectáculo  y  la  alegría  de  nuestro  ejército. — "  Allí 
(escribia  un  testigo  presencial,)  allí  vimos  todos  centellear  la 
gloria  colombiana  ;  nos  pareció  ver  ya  libre  el  nuevo  mundo."* 

*  Este  pasaje  de  nuestra  historia  está  pintado  inimitablemente  por  Olmedo 
cuando  hablando  de  Bolívar  dice : 

¿  Quién  es  aquel  que  el  paso  lento  mueve 
Sobre  el  collado  que  á  Junin  domina  ? 
¿  Que  el  campo  desde  allí  mide,  y  el  sitio 
De  combatir  y  de  vencer  designa  ? 
I  Que  la  hueste  contraria  observa,  cuenta, 

Y  en  su  mente  la  rompe  y  desordena, 

Y  á  los  más  bravos  á  morir  condena, 
Cual  águila  caudal  que  se  complace 
Del  alto  cielo  en  divisar  su  presa 
Que  entre  el  rebaño  mal  segura  pace  I 
Quién  el  que  ya  desciende 

Pronto  y  apercibido  4  la  pelea  ? 
Preñada  en  tempestades  le  rodea 
Nube  tremenda:  el  brillo  de  su  espada 
£b  el  vivo  reflejo  de  la  gloria : 


VIDA  DB  BOIÍYAB.  251 

Mandaba  Canterac  ana  fuerte  división  dp  cerca  9,000  hom- 
bres :  7,000  de  infantería  j  2,000  de  cabaUeria  muy  bien  mon« 
tada  esta  j  equipada ;  y  desde  Jauja  se  puso  en  movimiento  el 
1^  de  Agosto  con  dirección  á  Pazco.  El  4  por  la  noche  llegó 
al  pueblo  de  los  Beyes  ;  al  otro  dia  estaba  en  Carhuamacho  y 
su  caballería  descansó  en  Pazco.  Bolívar  se  movia  en  dirección 
paralela  á  la  de  Canterac ;  y  en  Beyes  determinó  salirle  á  re- 
taguardia.— "  En  la  noche  del  5,  el  Libertador  hizo  llamar  á  los 
Generales  Lámar  y  Sucre,  y  se  ocupó  algún  tiempo  en  dar  va- 
rias disposiciones. 

"  Se  previno  al  General  Górdova  que  á  las  cuatro  de  la  ma- 
ñana del  dia  siguiente  rompiese  la  marcha  con  su  división :  al 
General  Lámar,  que  con  el  ejército  del  Perú  ocupase  el  centro, 
y  al  General  Lara,  que  con  su  división  guardase  la  retaguardia. 

''  El  dia  seis,  á  la  cinco  de  la  maSana,  todo  el  ejército  se  hallaba 
en  movimiento  con  dirección  al  pueblo  de  Beyes,  Desde  las 
diez  empezó  á  llegar  el  espionage,  trayendo  la  noticia  de  que  el 
General  Canterac  con  su  división  regresaba  de  Pazco,  por  el 
mismo  camino  que  habia  llevado  el  dia  antes.  El  Libertador 
dispuso  al  momento  que  el  general  Kecochea  se  pusiese  á  la 
vanguardia  del  ejército  con  toda  la  caballería,  y  que  la  infante- 
ría por  divisiones  redoblase  la  marcha.    El  mismo  Libertador, 

0 

Su  voz  un  trueno :  su  mirada  un  rayo. 
I  Quién  aquel  que  al  trabarse  la  batalla. 
Ufano  como  Nuncio  de  victoria, 
Un  corcel  impetuoso  fatigando 
IMscurre  sin  cesar  en  toda  parte.... 
Quién,  sino  el  hijo  de  Colombia  y  Marte  ? 

Sonó  su  voz :  "  Peruanos, 

Mirad  allí  los  duros  opresores 

De  vuestra  patria.    Bravos  Colombianos 

En  cien  crudas  batallas  vencedores. 

Mirad  allí  los  enemigos  fieros 

Que  buscando  venís  desde  Orinoco : 

Suya  es  la  fuerza,  y  el  valor  es  vuestro ; 

Vuestra  será  la  gloria. 

Pues  lidiar  con  valor  y  por  la  patria 

£s  el  mejor  presagio  de  victoria. 

Acometed:  que  siempre 

De  quien  se  atreve  más  el  triunfo  ha  sido : 

Quien  no  espera  vencer,  ya  está  venddo." 


252  VIDA  DB  bozítas. 

con  loe  Gronerales  Lámar,  Sacre  y  Santa  Cruz  se  pnao  á  la 
cabeza  de  la  caballería,  mientras  qoe  la  infantería,  unas  veces 
al  trote  y  otras  a  paso  redoblado,  caminaba  sin  detenerse  en 
parte  alguna.  Á  las  cuatro  de  la  tarde  nuestra  caballería,  como 
á  una  legua  de  distancia,  áiviaó  al  enemigo  que  salia  del  pueblo 
de  Beyes  por  el  camino  de  Tarma.  Toda  su  infantería  por 
columnas  en  masa  se  retiraba  á  paso  redoblado  por  toda  la 
pampa,  cubriendo  su  retaguardia  su  brillante  caballería.  El 
Libertador  mandó  apurar  el  paso  á  nuestra  infantería,  que  á 
pesar  de  sus  esfuerzos  venia  como  á  una  legua  de  distancia  de 
nuestra  caballería,  lo  cual  habia  sido  observado  por  el  enemigo. 
Una  gran  laguna  separaba  las  dos  caballerías.  La  nuestra  de- 
iando  el  camino  de  Beyes,  marchó  por  la  orilla  opuesta  como  á 
cortar  la  suya,  que  aparentaba  retirarse  6on  su  infantería.  El 
General  Ganterac,  que  desde  la  pampa  observó  este  movimiento, 
conociendo  que  su  caballería  era  superior  en  número  y  que 
á  la  cabeza  de  la  nuestra  iban  nuestros  principales  Generales, 
se  dispuso*  á  esperarla  para  dar  una  carga,  contando  con  un 
triunfo  seguro,  ^egun  dijo  él  en  un  parte  que  se  le  interceptó 
después  de  la  batalla. 

"  Nuestra  caballería  debia  salir  á  la  pampa  de  Junin  por  en 
medio  de  unos  pequeños  cerros  cubiertos  de  pcya,  dtnados 
á  la  orilla  de  la  Laguna.  El  General  Ganterac,  á  la  sombra 
de  estos  mismos  cerros,  dejando  el  camino  que  llevaba  su  infan- 
tería, descabezó  la  Laguna  con  su  caballería,  varió  de  dirección 
por  una  pronta  maniobra,  y  formando  una  línea  de  batalla,  re- 
forzada por  otra  de  reserva,  esperó  el  momento  en  que  aso- 
mase la  nuestra  para  cargarla.  Al  salir  á  la  Pampa,  el  Gene- 
ral Necochea,  que  vio  al  enemigo  en  aquella  formación,  sin 
perder  un  instante  y  al  trote,  mandó  entrar  en  batalla  nuestra 
caballería  por  retaguardia  de  la  primera  subdivisión  ;  pero  aun 
no  se  habia  acabado  de  ejecutar  esta  maniobra,  cuando  el  ene- 
migo, aprovechándose  de  este  movimiento  para  arrollar  nuestra 
caballería,  á  todo  galope,  enristradas  las  lanzas  y  con  sable  en 
mano,  se  arrojó  sobre  la  línea,  rompiendo  algunos  cuerpos  de 
los  que  habian  entrado  en  batalla,  y  envolviendo  parte  de  las 
columnas  que  sucesivamente  iban  entrando.  Sin  embargo  de 
que  este  primero  impulso  fué  violento,  el  desorden  no  se  prolon- 
gó más  allá  de  los  escuadrones  que  sufrieron  el  choque.    Allí 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  258 

mandaba  el  Libertador.  Los  otros  cuerpos,  con  aquella  sere- 
nidad hija  del  valor,  refrenando  sus  caballos  sin  perder  terreno, 
formaron  á  discreción  de  sus  gefes  una  nueva  línea,  j  venga- 
ron bien  pronto  á  sus  camaradas.  El  enemigo,  aunque  triun- 
fante al  principio,  no  pudo  conservar  su  formación  por  la  más 
ó  menos  resistencia  que  experimentó  en  los  cuerpos  arrollados, 
7  por  grupos  empezó  á  cebarse,  á  rienda  suelta,  en  aquellos  que 
hablan  vuelto  gurupas.  Entonces  el  resto  de  nuestra  caballería, 
qne  no  había  abandonado  su  posición  ni  la  hablan  atacado,  los 
cargó  por  retaguardia :  algunos  de  los  arrollados  volvieron 
caras,  y  la  victoria  se  disputó  palmo  á  palmo  en  la  pampa  de 
Junin,  cerca  de  una  hora.  Al  fin,  el  enemigo  cedió  el  campo  á 
nuestros  valientes,  que  adquirieron  el  triunfo  á  precio  de  los 
esfuerzos  más  heroicos.^' 

En  la  brillante  acción  de  Junin  no  se  oyó  un  tiro.  Se  peleó 
al  arma  blanca.  |  Qué  choques  tan  tremendos  I  |  Qué  bravura  ! 
Los  españoles  respiraban  rayos,  mortandad  y  estrago,  y  en  cada 
huella  dejaban  un  pozo  de  sangre....  Allí  cayó  el  valeroso  Ne- 
cochea  traspasado  el  cuerpo  de  siete  heridas  de  lanza  y  sable  ; 
y  oh  dolor !  los  realistas  le  hicieron  prisionero.  Poro  donde  se 
hallaban  Carvajal,  y  Silva,  y  Suarez,  y  Miller  y  los  vencedores 
colombianos  ¿  podía  desconfiarse  del  triunfo  ?  Una  hora  mortal 
duró  aquella  lucha  terrible  en  la  cual  se  peleaba  de  hombre  á 
hombre,  pecho  contra  pecho,  lanza  contra  lanza....*  Qué  denuedo 
el  do  Braun  á  la  cabeza  de  los  granaderos  de  á  caballo  I  Qué 
serena  intrepidez  la  de  Bruix,  la  de  Miller,  Medina,  Suarez  y 
Sandoval !  i  Qué  heroico  esfuerzo  el  de  Silva  que  á  todos  dis- 
putó la  palma  del  valor  conteniendo  los  formidables  ímpetus  del 
enemigo  ó  cayendo  encima  de  estos  como  un  león,  difundiendo  por 
do  quiera  espanto,  desolación  y  muerte  I  El  Libertador  testigo 
de  la  intrepidez  de  los  bravos  de  Junin,  los  recomendó  al  amor 
7  á  la  admiración  de  la  América.    El  enemigo  se  aprovechó 


*  Por  conseeuenda  de  dos  heridas  qne  recibió  en  Jnnin;mnri6  al  dia  siguiente 
de  la  batalla,  el  Joven  bremes  D.  Carlos  Sowerby,  teniente  Coronel  del  ejército 
del  Perú  y  Comandante  del  segando  escuadrón  de  húsares  de  Junin.  Sowerby 
habia  multado  bajo  Napoleón  en  Moscón  y  en  Borodino ;  sobrevivió  á  los  hor- 
rores de  la  Rnsia  para  morir  en  Carhuamayo,  defendiendo  la  gloriosa  cansa  de 
la  libertad  del  Nuevo  Mundo.  Los  campos  de  Maypó,  Riobamba  y  Pichincha 
presenciaron  sn  valor.— >Mutíó  de  39  años  de  edad. 


254  VIDA  DE  boiítab. 

de  las  sombras  de  la  noche  para  huir  con  mayor  seguridad.  Los 
nuestros  lo  persiguieron  hasta  sobre  las  filas  de  la  infantería, 
y  pudieron  rescatar  al  valiente  Necochea  que  los  españoles  con- 
ducian  á  sus  pontones.... 

Es  notable  el  contexto  del  oficio  que  desde  Acobambilla  di- 
rijió  Canterac  al  General  Rodil,  en  19  de  Agosto,  dándole  aviso 
de  la  pérdida  de  la  batalla  de  Junin  ;  pues  le  decia  que  "  siendo 
su  ejército  mayor  y  sus  gefes  valientes  sin  excepción,  la  victoria 
era  natural ;  que  la  esperaba  con  tanta  más  razón  cuanto  que 
los  gefes  insurgentes  Necochea,  Lámar,  Soler  y  Placencia  hablan 
muerto  y  Bolívar  mismo  estaba  herido ;  pero  que  cuando  los 
patriotas  estábamos  desordenados  y  perdidos,  sin  poder  imagi- 
nar ciwiLfvÁ  la  razon^  volvió  gurupas  la  caballería  española  y  se 
dio  á  una  fuga  vergoi^zosa^  dqando  la  victoria  al  enemigo,.,.* 

Ya  otra  vez  lo  he  observado  ;  nunca  acertaban  los  realis- 
tas con  la  causa  porqué  corrían  sus  tropas  huyendo  delante 
de  las  nuestras.  —  Cuando  la  suerte  de  la  guerra  nos  fué 
adversa  en  la  Puerta,  en  Úrica,  en  Barcelona,  etc,  todo  cedió  al 
valor  de  las  armas  españolas,  decian  los  realistas ;  y  cuando 
triunfamos  espléndidamente  en  Araure,  en  San  Félix,  en  Cara- 
bobo,  en  Boyacá,  en  Pichincha,  en  Junin,  no  podian  imaginar 
cuál  era  la  razón  porqué  sus  soldados  volvian  cara  y  dejaban  en 
nuestro  poder  armas,  prisioneros,  banderas,  caballos,  y  otros  ele- 
mentos de  campaña. 

El  resultado  de  la  acción  de  Junin  tuvo  el  mayor  influjo  en  el 
éxito  de  la  campaña  del  Perú.  La  moral  del  ejército  español 
se  relajó  ;  introdiíjose  en  él  la  desconfianza  y  comenzaron  todos 
á  mirar  como  terrible  al  ejército  independiente.  "  Si  esta  san- 
grienta acción  se  hubiera  ganado  por  los  realistas,  dice  Torrente, 
habría  formado  el  primer  eslabón  de  la  cadena  de  triunfos  ;  se 
perdió,  y  lo  formó  de  contrastes  y  reveses." — Canterac  empren- 
dió una  retirada  de  ciento  y  cincuenta  leguas  por  fragosos  valles 
y  escarpadas  cimas  ;  lo  que  equivalió  á  otra  derrota.  Más  de 
dos  mil  hombres,  700  fusiles,  municiones,  ganados,  caballos  y 
otros  artículos  fueron  las  pérdidas  sufridas  por  los  realistas,  y 
nosotros  ocupamos  un  extenso  territorio  poblado,  rico  y  lleno  de 
recursos :  el  que  demora  al  norte  del  Apurimac. 

*  Este  oficio  86  imprimió  en  la  Gaceta  de  Tnijillo,  No.  S4. 


YIDA  DE  BOliVAB.  255 

Es  digna  de  censura  y  especial  reprobación  la  atroz  conducta 
de  los  españoles  al  dejar  el  pais  que  nuestras  tropas  iban  ocu- 
pando sucesivamente.  '*  Fusilaban,  dice  Santa  Cruz  en  un  oficio 
al  Ministro  general  de  los  negocios  del  Perú,  fechado  en  Ghn- 
quibamba ;  fusilaban  á  los  soldados  americanos  cansados,  á  las 
mugeres  que  hablan  tomado  en  defecto  de  hombres  para  el  ser- 
vicio de  la  cocina,  y  hasta  los  desgraciados  enfermos  de  los  hos- 
pitales que  no  eran  capaces  de  seguirlos.  He  visto  más  de  dos- 
ci.entos  muertos  sobre  el  tránsito  de  ellos,  y  los  vecinos  de  este 
pueblo  me  han  informado  de  los  asesinatos  de  nncve  hospitala- 
rios que  habia  en  él  y  de  otros  cinco  en  Abancay. — ^No  parece 
sino  que  querían  despoblar  la  tierra  que  no  poseían."* 

I  Qué  sed  insaciable  de  sangre ! 

El  Ejército  Libertador  atravesó  el  territorio  recien  libertado 
en  un  verdadero  triunfo  por  el  entusiasmo  patriótico  de  los  pue- 
blos. Distinguióse  entre  todos  el  de  Huamanga,  en  cuya  ciu- 
dad se  detuvieron  las  tropas  un  mes  descansando  de  tantas  fa- 
tigas y  de  tan  dilatadas  marchas. — La  escena  de  la  entrada  de 
Necochea  en  Trujillo  arrancó  lágrimas.  Todo  el  pueblo  salió 
á  recibirle  con  el  mayor  amor,  y  las  señoras  principales  se  dis- 
putaban la  honra  de  conducir  al  valeroso  herido.  ¡  Qué  exqui- 
sitos cuidados !    i  Qué  tierna  y  solícita  asistencia !  t 

En  Huamanga,  el  Libertador  hizo  reunir  en  una  gran  parada 
el  ejército  unido ;  y  Sucre,  al  terminar  la  revista,  dirijió  á  Bo- 
lívar una  arenga,  digna  de  su  corazón  caballerezco,  generoso  y 
sensible  hasta  el  extremo  :  arenga  que  concluyó  con  estas  pala- 
bras :  "  Bajo  la  dirección  del  Libertador  solo  la  victoria  pode- 
"  mos  esperar." — ^Bolívar  le  contestó  en  el  acto  con  una  habili- 
dad suprema,  y  terminó  diciendo  : ''  Para  saber  que  debo  vencer, 
*'  basta  conocer  á  los  que  me  rodean." 

Después  de  la  revista  hubo  un  banquete  militar.  El  Liberta- 
dor se  sentia  algo  indispuesto  y  no  pudo  permanecer  hasta  el 
fin  con  sus  bravos  conmilitones. — ^Ántes  de  separarse  brindó  por 
el  qjército,  que  era  el  hijo  predilecto  de  la  gloria ;  por  el  Perú  ; 

*  Oficio  del  GeDeral  Santa  Crus  al  Ministaro  general  de  loe  negocios  del  Perú, 
desde  Chnqnibamba  el  4  de  Octubre  de  1824. 

f  Una  carta  de  TrnjiUo  fecha  el  10  de  Octabre  y  publicada  en  el  "  Dúly 
AdyertlBcr"  de  Nueva  York,  el  20  de  Noyiembre  de  1824,  contiene  detalles  muy 
earioeoB  sobre  esta  escena. 


256  VIDA  DE  BOliVAB. 

por  los  patriotas  encerrados  en  Lima,  y  por  el  eterno  trínn(b  de 
la  libertad,  terminando  con  estas  notables  palabras,  ardientes 
como  llama  y  qne  arrancaron  un  aplauso  que  rayaba  en  frenesí : 
Que  las  válientea  espadas  de  los  que  me  rodean  atraviesen  mil 
veces  mi  pecho,  si  alguna  vez  oprimiere  las  naciones  que  conduzco 
ahora  á  la  libertad  ///  Que  la  autoridad  dd  pueUo  sea  el  único 
poder  que  exista  sobre  la  tienda  II!  Y  que  hasta  d  nombre  mis- 
m^  de  la  tiranía  sea  borrado  y  olvidado  dd  lenguage  de  las 
naciones  III 

En  la  primera  mitad  del  mes  de  Octubre,  el  Libertador  re- 
corrió todo  el  país  libre  hasta  las  márgenes  del  Apurimac,  río 
caudaloso  que  divide  los  departamentos  de  Huamanga  y  Cuzco 
y  que  corre  por  entre  escabrosísimos  cerros  y  riscos  escarpados. 
— Los  gefes  realistas  le  habian  opuesto  esta  barrera,  difícil  de 
franquearse,  esperando  que  ella  fuese  parte  para  destruirnos. — 
Bolívar,  que  no  se  desvanecia  con  la  gloria  y  que  prácticamente 
sabia  que  la  adversidad  es  ingeniosa  y  suele  en  ella  el  enemigo 
lograr  en  un  instante  lo  perdido  ;  conociendo  la  inferioridad  de 
nuestras  fuerzas,  aun  después  del  triunfo  de  Junin,  y  que  no  ha- 
bia  modo  de  aumentarlas,  resolvió  partir  para  la  costa  y  mandar 
la  división  que  se  formara  de  todos  los  enfermos  de  los  hospita- 
tales  dejados  á  retaguardia  y  con  los  cuerpos  que  hubiesen  lle- 
gado de  Colombia,  si  alguno  habia  llegado. 

"  Formado  este  plan,  el  Libertador  le  confió  el  mando  en  gefe 
del  ejército  al  General  Sucre,  por  haberse  excusado  de  tomarlo 
el  General  Lámar,  que  era  el  de  más  graduación  ;  previniéndole 
sin  embargo  que  obrase  do  acuerdo  con  este  General,  tanto  por 
las  consideraciones  de  su  grado,  como  por  sus  conocimientos 
militares  y  prácticos  del  país,  que  sin  duda  influyeron  en  el  buen 
resultado  de  la  campaña. 

"  El  Libertador,  la  víspera  de  separarse  del  ejército,  ordenó 
que  se  llamase  al  General  Sucre.  Guando  este  General  se  pre- 
sentó, se  hallaba  el  Libertador  en  conferencia  con  el  General 
Lámar.  Por  los  informes  que  tomó  de  él,  rectificó  los  que  ha- 
bia recibido  anteriormente  del  país,  y  con  estos  datos,  sin  vaci- 
lar un  instante  más,  dirigiéndose  al  General  Sucre,  le  dijo  : "  Ge- 
"  neral :  está  resuelto  el  problema  :  Vd.  tendrá  más  tropas  con 
**  que  afrontar  al  enemigo  dentro  de  pocos  días.  Yo  haré  que 
*"  vengan  de  la  costa  sin  pérdida  de  tiempo.    Entre  tanto,  con- 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  257 

"  viene  que  ganemos  terreno.  Póngase  Vd.  en  marcha  con  el 
"  ejército  y  ocupe  las  provincias  que  vaya  abandonando  el  ene- 
"  migo.  Si  él,  con  su  ejército,  tomase  posiciones  más  allá  del 
"  Apurimac,  manténgase  Vd.  al  frente,  mientras  le  llegan  las 
"  tropas  para  batirlo.  Si  viniese  contra  Vd.  con  mayor  fuerza, 
"  retírese  hasta  Hoancabelica,  y  tome  posiciones  sobre  el  puente. 
**  en  el  paso  de  aquel  rio,  que  allí  debe  recibir  los  auxilios  que 
"  voy  á  enviarle.  Si  por  alguna  casualidad  se  viese  Vd.  forzado 
"  en  la  retirada,  ya  en  un  desfiladero,  ya  en  un  paso  desventa- 
"  joso,  á  perder  alguna  tropa,  antes  que  esto  suceda  comprometa 
"  más  bien  una  batalla ;  que  más  vale  aventurar  el  triunfo  con 
"  fuerzas  desiguales,  que  perder  el  ejército  en  una  mala  reti- 
"  rada." 

"  Hechos  los  arreglos  que  se  creyeron  convenientes,  el  Liberta- 
dor partió  para  la  costa,  y  pocos  dias  después  el  ejército  conti- 
nuó su  marcha  para  el  departamento  de  Huamanga,  llamado  hoy 
Ayacucho.  Una  jornada  antes  de  llegar  á  Huamanga,  se  incor- 
poraron al  ejército  el  batallón  Caracas  y  el  segundo  escuadrón 
de  Granaderos  montados,  que  habian  llegado  de  Colombia,  á 
quienes  el  Libertador  encontró  en  el  camino  y  les  hizo  redoblar 
las  marchas." 

En  el  camino  recibió  el  Libertador  la  ley  del  congreso  colom- 
biano por  la  cual  se  le  derogaban  las  facultades  extraordinarias 
que  tenia  desde  el  año  21,  cuando  estuviera  en  campaña,  sobre 
los  países  que  fueran  teatro  de  la  guerra  ;  y  por  el  artículo  ul- 
timo se  le  privaba  así  mismo  del  mando  del  ejército  colombiano. 
La  nueva  ley  daba  las  facultades  al  Encargado  del  Poder  Eje- 
cutivo.— Santander  delegó  estas  en  los  gefes  superiores  de  los 
departamentos  meridionales  de  Colombia  y  nombró  á  Sucre 
General  en  gefe  del  ejército  colombiano. — Dióse  á  esta  traza  la 
apariencia  de  regularidad  y  de  celo  republicano ;  pintábase 
como  un  paso  de  cordura,  porque  Bolívar  era  dictador  en  el 
Peni,  y  no  parecia  conforme  con  las  sanas  ideas  constitucionales 
que  desde  allá  gobernase  en  Colombia  y  tuviese  el  mando  inme- 
diato del  ejército  auxiliar. — Como  quiera,  es  lo  cierto  que  el 
Libertador  sintió  profundamente  tales  disposiciones,  que  creia 
dirijídas  contra  su  persona  por  el  influjo  y  la  oculta  rivalidad 
de  Santander.  En  el  acto  escribió  á  Sucre,  desde  Huancayo, 
imponiéndole  de  todo ;  le  declaró  General  en  gefe  de  las  tropas^ 

17 


260  VIDA  DE  BOLÍVAE. 

que  le  mortificaba ;  otra  la  de  cierta  comunicación  en  que  este 
le  ofrecia  todos  los  auxilios  que  Labia  solicitado. — El  Liberta- 
dor se  desentendió  de  la  primera  y  solo  se  ocupó  de  la  segunda. 
— "  El  Perú,  le  dijo,  sería  por  muchos  aí5os  aflijido  por  las  cade- 
"  ñas  españolas,  si  el  ejército  de  Colombia  no  hubiese  volado  á 
"  su  socorro. — Apenas  hace  año  y  medio  que  las  troj>as  de  Co- 
"  lorabia  pisan  este  suelo  anegado  en  lágrimas  y  sangre  pot  las 
"  derrotas,  las  traiciones,  las  defecciones  y  las  perfidias  de  sus 
"  propios  magistrados  ;  la  guerra  civil  ocupaba  el  Norte,  y  los 
**  opresores  el  Sur  ;  el  Callao  y  Lima  era  todo  el  dominio  del 

"  gobierno  legítimo I    El  Callao  fué  vendido  por  el  ejército 

**  que  lo  guamecia,  y  Lima  por  su  propio  gobierno.  Pero,  el 
"  ejército  de  Colombia  estaba  en  el  Perú,  y  todo  se  ha  rescatado 
"  de  la  guerra  intestina  y  de  la  tiranía,  en  menos  de  un  año, — 
"  Desde  Tumbez  al  Apurimac  se  han  libertado  más  de  cinco  de- 
"  partamentos  y  treinta  provincias.  La  guerra  civil  ha  sido 
"  ahogada  sin  un  tiro  de  fusil :  el  ejército  español  está  reducido 
"  á  la  última  extremidad  por  un  combate  de  caballería  en  Ju- 
"  nin :  la  capital  de  Lima  está  evacuada  por  los  españoles  y  la 
"  plaza  del  Callao  bloqueada  por  nuestros  cuerpos  avanzados ! 

"  Bien  pronto  no  habrá  más  españoles  en  el  Perú. 

"  Todos  estos  beneficios  son  debidos  al  crédito  del  ejército  de 
"  Colombia  en  este  país  y  á  los  sacrificios  de  los  peruanos  por 
"  la  causa  de  su  patria. 

"  Con  los  nuevos  auxilios  que  se  esperan  de  Colombia,  la  Amé- 
**rica  meridional  no  puede  vacilar,  por  más  que  la  suerte  se 
**  conspire  contra  su  dicha." 

"  Yo  repito  mi  cordial  gratitud  hacia  V.  E.  por  el  empeño 
'*  generoso  que  ha  tomado  para  auxiliar  al  Perú,  en  medio  de 
''  las  circunstancias  más  complicadas  y  difíciles  ;  así,  el  Perú  no 
"  olridará  jamas  que  el  Vicepresidente  de  Colombia  fué  su  pro- 
^  tector  más  eficaz,  cuando  su  suerte  estaba  más  desesperada,  y 
"  tampoco  olvidaré  yo  nunca,  que  d  gército  de  mi  patria  estaba 
"  comprometido  y  qiiefué  auxiliado  por  V.  K^para  que  triun- 
^^fase  con  gloriaJ^ 

Esa  grandeza  de  alma,  ese  entero  olvido  de  sí  mismo  para 
atribuir  á  otro  el  mérito  de  sus  triunfos,  daba  á  Bolívar  un  real- 
ce inestimable.  Su  generosidad  no  tenía  límites,  y  la  llevaba 
hasta  obligar  á  los  ingratos ! 


u 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  261 

Tres  dias  antes  de  haber  escrito  á  Santander,  escribió  al  Mar- 
ques del  Toro,  Con  este  antiguo  y  fidelísimo  amigo,  el  estilo 
del  Libertador  era  otro :  derramábase  el  alma  en  el  seno  de  la 
confianza  y  cada  palabra  era  una  sensación.  "  Agradezco  á  Yd. 
"  infinito,  mi  querido  Marques,  le  decia,  el  interés  que  Vd.  ha 
"  mostrado  en  informarse  con  Diego  (el  Coronel  Diego  Ibarrá) 
"  de  mi  vida  y  de  mis  trabajos.  Puedo  asegurar  á  Vd.  franca- 
^  mente,  que  lo  pasado  parece  un  camino  de  flores,  y  que  mis 
"  dolores  existen  en  los  dias  futuros. — El  porvenir  es  mi  tor- 
^  mentó  ;  es  mi  suplicio....  Por  acá  hemos  sido  felices  en  esta 
"  campaña.  Todo  se  ha  logrado  sin  sacrificios.  El  crédito  de 
"  nuestro  ejército  me  ha  ahorrado  los  peligros.    Los  españoles 

han  perdido  casi  todo  su  ejército  y  casi  todo  el  Pera.    El 

cielo  nos  ha  favorecido  más  qae  nunca.  Sucre  ha  quedado  en 
^  la  provincia  del  Cuzco  para  continuar  persiguiendo  á  los  ene- 
^  migos.  Yo  me  he  venido  á  tomar  á  Lima,  á  sitiar  el  Callao 
"  y  á  recibir  el  empréstito  de  Inglaterra.  Dentro  de  muy  pocos 
'^  meses  no  quedarán  españoles  en  América....  Estas  noticias 
**  supongo  que  darán  á  Vd.  satisfacción  y  que  le  aliviarán  la 
"  pena  del  introito  de  mi  carta. — Entienda  Vd.,  mi  querido 
''  Marques,  que  mis  tristezas  vienen  de  mi  filosofía ;  y  que  yo 
**  soy  más  filósofo  en  la  prosperidad  que  en  el  infortunio.  Esto 
**  lo.  digo  para  que  Vd.  no  crea  que  mi  estado  es  triste  y  mucho 
"  menos  mi  fortuna.  Si  estoy  triste,  es  por  Ustedes ;  pues  mi 
^  suerte  se  ha  elevado  tanto,  que  ya  es  difícil  que  yo  sea  desgra- 
''  ciado.  Cuando  yo  perdiera  todo  sobre  la  tierra,  me  quedaria 
**  la  gloria  de  haber  llenado  mi  deber  hasta  la  última  extremi- 
"  dad,  y  esta  gloria  será  eternamente  mi  bien  y  mi  dicha" 

Tenia  razón  el  Libertador. — Su  deber  era  libertar  la  América, 
y  él  la  libertó. — *'Hay  deberes  sublimes,  escribia  Rousseau,  que  no 
pueden  cumplirlos  sino  muy  raros  y  muy  señalados  individuos." 

En  las  dos  comunicaciones  que  arriba  dejo  copiadas,  se  pinta  el 
alma  de  Bolívar :  magnánima,  fiel,  patriota,  tierna  como  la  de 
an  niño....  I  { Y  qué  estilo  I  Cada  frase  parece  el  último  tér- 
mino de  una  larga  elaboración  :  una  concentración  sublime.  El 
Libertador  poseía  el  don  precioso  de  dar  á  su  pensamiento  todo 
el  relieve,  todo  el  colorido  de  que  era  susceptible ;  y  por  su- 
puesto, obtenía  siempre  un  prodijioso  efecto. 


262  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

A  mediados  de  Noviembre  estaba  Bolívar  en  Chancay,  la- 
gar doce  leguas  al  norte  del  Callao,  dispuesto  á  ir  á  Lima, 
abandonada  por  los  realistas  en  el  momento  que  supieron  la 
rota  de  Junin. —  Bodil  se  babia  encerrado  ya  en  las  fortale- 
zas del  Callao. —  Tenia  por  objeto  la  visita  del  Libertador  á 
la  capital,  organizar  su  administración  j  meditar  lo  que  sería 
posible  emprender  contra  la  plaza  que  iba  á  ser  el  postrer 
amparo  del  poder  español  en  el  continente  sud-americano.  Fué 
pues  i  Lima  ( 7  de  Diciembre) ;  j  no  pudo  regresar  á  Chan- 
cay,  porque  los  limeños  le  rogaron  con  encarecimiento  que  no 
los  abandonase,  dejándolos  expuestos  á  las  iras  y  venganzas 
españolas. — ''  Tal  fué  el  gozo  y  entusiasmo  de  los  moradores 
de  Lima  con  la  presencia  del  Libertador,  que  todos  se  atro- 
paban á  su  rededor  y  le  llevaban  en  peso  de  un  lugar  á  otro. 
Momentos  hubo  en  que  Bolívar  corrió  riesgo  de  ser  ahogado 
por  el  tumulto.  La  habitación  se  vio  rodeada  toda  la  tarde 
y  la  noche>  por  un  numeroso  pueblo  que  victoreaba  a  la  pa- 
tria y  á  su  redentor. —  Este  era  el  alborozo  de  la  libertad.'' 
— Bolívar  ofreció  á  los  habitantes  de  Lima  que  permanecería 
con  ellos  mientras  le  diesen  espacio  las  operaciones  de  la 
guerra.  Esta  tomó  en  aquellos  dias  un  aspecto  por  extremo 
serio.    Veamos  cómo. 

Hallábase  en  el  Cuzco  el  Yirey  D.  José  Laserna  cuando  tuvo 
noticia  de  la  derrota  de  Canterac  en  la  pampa  de  Junin. — ^En  el 
acto  dio  las  órdenes  más  urgentes  para  que  el  General  D.  Ge- 
rónimo Yaldez  viniera,  á  marchas  forzadas,  á  socorrerle  con  to- 
das las  tropas  de  su  mando  y  las  más  que  pudiera  reunir. — Yal- 
dez estaba  en  Chuquisaca,  y  obedeció  al  momento. — Apenas  lle- 
gó al  Cuzco  con  sus  fuerzas,  el  Yirey  organizó  un  ejército  de 
once  mil  hombres  ;  *  tres  divisiones  de  infantería,  una  de  ca- 
ballería y  veinte  y  cuatro  piezas  de  artillería.  Dio  el  mando  de 
la  primera  división  al  Brigadier  Monet ;  el  de  la  segunda  al 
General  Villalobos,  y  el  de  la  tercera  á  Yaldez.  La  caballería 
la  mandaba  el  Brigadier  Ferraz,  y  tenia  á  su  cargo  la  artillería 
el  General  Cacho. — ^El  Yirey  en  persona  se  puso  á  la  cabeza 
del  ejército,  ardiendo  en  deseos  de  vengar  el  insulto  de  Junin. 

*  Algnnas  Memorias  contemporáneas  dicen  trece  mil ;  y  esto  es  mny  pro- 
bable. 


TIDA  DB  BOLÍYAIU  263 

— Qaería  castigar  á  los  insurgentes  y  no  darles  tiempo  de  reci- 
bir auxilios. — Á  fines  de  Octubre  salió  del  Cuzco,  haciendo  un 
largo  rodeo  para  pasar  el  Apurimac. — Lasema  creia  que  así 
como  en  el  año  anterior  lehabian  salido  tan,  bien  sus  maniobras 
contra  la  división  que  mandaba  Santa  Cruz,  del  mismo  modo  le 
saldrían  ahora  las  que  proyectaba  contra  el  ejército  que  manda- 
ba Sucre. — El  error  consistía  en  confundir  los  hombres. — Nues- 
tro ejército  se  movió  entonces  por  intervalos,  como  para  encon- 
trar al  realista  en  Huaylas,  saliendo  las  divisiones  por  diferentes 
caminos  con  dirección  á  un  punto  dado,  mientras  el  General  en 
gefe,  con  un  piquete  de  caballería,  quiso  ir  personalmente  á  des- 
cubrir al  enemigo  y  calcular  su  fuerza. 

'*A  los  siete  dias  el  ejército  se  reunió  en  un  pueblecito  de  indios 
situado  en  una  cañada,  en  medio  de  unos  cerros  de  bastante 
altura.  Por  varios  espías  se  supo  de  un  modo  positivo  que 
el  enemigo.se  hallaba  á  pocas  leguas  de  distancia,  y  ninguna  no- 
ticia se  tenia  del  General  en  gefe.  Los  generales  y  gefes  se 
reunieron  en  consejo  á  las  seis  de  la  tarde,  y  aunque  no  sabian 
á  punto  fijo  la  fuerza  que  traía  ya  el  enemigo,  unánimemente  se 
acordó  que  se  le  esperase  para  dar  la  batalla,  si  el  General  en 
gefe,  que  por  la  incertidumbre  de  su  existencia  se  sospechaba 
que  habia  sido  hecho  prisionero,  no  se  reunia  antes. 

"Á  las  nueve  de  la  noche  llegó  el  General  Sucre,  que  por  sí 
mismo  habia  estado  observando  al  enemigo  muy  de  cerca,  al  que 
dejaba  á  tres  leguas  de  nuestro  campamento. 

^Convencido  de  la  superioridad  del  ejército  enemigo,  y  con- 
forme á  las  instrucciones  que  tenia  del  Libertador,  se  resolvió  á 
emprender  en  aquella  misma  hora  una  retirada  en  el  mejor  orden 
posible,  para  evitar  más  tarde  un  encuentro  con  el  enemigo,  en 
ano  de  tantos  malos  pasos  que  necesariamente  debíamos  atrave- 
sar á  su  vista." 

Á  este  tiempo,  el  enemigo  haciendo  siempre  marchas  y  rodeos 
incomprensibles,  ocupó  á  Huamanga,  apoderándose  cx)n  esta  ope* 
ración  del  destacamento  que  allí  habia  y  de  los  almacenes  y  de 
multitud  de  elementos  militares,  cortando  nuestra  comunicación 
con  las  provincias  del  Norte  y  con  la  costa.  Este  aconteci- 
miento esparció  una  grande  alarma  por  todas  partes.''^ — De 

*  Un  Tñsgq  pinta  el  carácter  de  lo»  gefes  realistas  en  el  Perú. — Habiendo  salido 


264  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

fluamanga  retrocedió  el  Virey.  Sucre  dio  informe  al  Liberta- 
dor, y  Bolívar  le  escribió :  *'  La  máxima  del  Mariscal  de  Sajo- 
*'  nia  se  cumple  perfectamente  aquí ;  por  los  pies  se  ha  conser- 
**  vado  el  Perú,  por  los  pies  se  ha  salvado  y  por  los  pies  se  per- 
"  derá,  pues  las  manias  siempre  se  pagan.  Ya  que  nosotros  no 
^*  podemos  volar  como  los  enemigos,  conservémonos  con  pruden- 
''  cia  y  circunspección.  Alguna  vez  se  han  de  parar,  y  entonces 
"  combatiremos."  t 

El  2  de  Diciembre,  en  la  pampa  de  Matará,  creyó  Sucre  lle- 
gado el  momento  preciso  de  comprometer  una  batalla,  y  en  el 
acto  dispuso  que  el  Coronel  Laurencio  Silva,  con  un  escuadrón  de 
carabineros,  saliese  á  provocarlos  con  algunos  tiros ;  pero  el  ene- 
migo, á  pesar  de  que  contaba  con  doble  fuerza,  y  que  el  terreno 
era  igual  para  los  dos  ejércitos,  no  tuvo  valor  para  presentar  el 
pecho  á  las  balas  en  esta  ocasión.  En  tal  actitud  permapeci- 
mos  todo  el  dia,  y  á  cada  instante  parecia  que  se  reanimaba  el 
valor  de  nuestros  soldados.  El  ejército  del  Perú,  que  ocupaba 
el  centro,  pidió  á  voces  altas  la  vanguardia,  y  cada  soldado  se 
disputaba  la  preferencia  de  entrar  á  cual  primero  en  el  combate. 

''Si  algunos  de  los  grandes  capitanes  que  han  existido  sobre  la 
tierra  han  podido  gloriarse  alguna  vez  del  entusiasmo  de  sus 
tropas,  el  General  Sucre  podia  haberlos  desafiado  sin  rubor,  y 
convidarlos  á  que  hubieran  sido  testigos  de  la  escena  que  se  re- 
presentaba en  Matará." 

el  Miuistro  de  Real  Hacienda  D.  Francíeoo  Martiziez  de  Hoz  á  bmoar  TÍrereb 
con  una  corta  partida,  se  apoderó  por  casnalidHd  del  eqnipage  del  General  Sa- 
cre, y  d  uniforme  de  gala  se  lo  dieron  á  un  tambor  mayor,  con  la  idea  de  maní 

fcstar  el  desprecio  que  ee  hacia  de  aquel  eminente  gefe \ — No  pasaron  machos 

dias,  y  ya  los  altaneros  españolee  se  vieron  rendidos  k  los  pies  del  generoso 
Sucre. — Este  suceso  me  trae  á  la  memoria  la  soberbia  incÍTÍlidad  del  General 
Rodil  y  su  castigo.  Encerrado  estaba  en  el  Callao,  capitulando  con  el  bene* 
mérito  General  Salom,  y  en  su  correspond^^ncia  no  le  daba  el  título  de  General, 
sino  solamente  el  de  D.  Bartolomé  Salom.  No  Jo  creía  militar;  le  suponia  sin 
valor,  y  pusilánime,  sin  dotes  guerreras;  se  mofaba  de  las  insignias  del  modesto 
colombiano y  se  entregó  á-él,  recibiendo  mercedes  que  debieron  abochornar- 
le  I  Ahí 

f  En  esta  carta,  que  es  de  26  de  Noviembre,  dice  el  Libertador  á  Sucre  :  "  Si 
esos  s^eñores  vienen  á  la  costa  perderán  el  ejército,  pero  pondrán  en  salvo  su 
persona ;  si  dan  una  batalla  allá,  la  perderán,  y  es  muy  natural  que  caigan  pri- 
sioneros.  I "    No  parece  sino  que  Bolívar  ostaba  viendo  lo  qae  habla  de  aaoe> 

der  el  9  de  Diciembre  en  A  y  acacho  II 


VIDA  ÜE  BOLÍYAB.  265 

• 

Reconociéndose  los  ejércitos  mutuamente  7  bascando  cada 
general  en  gefe  posiciones  más  favorables  para  combatir,  llegó  á 
las  cinco  de  la  mañana  del  5  de  Diciembre  uno  de  los  edecanes 
del  Libertador,  el  Teniente-coronel  Medina,  quien  entregó  á 
Sucre  las  comunicaciones  urgentes  que  traía.  '^  El  Libertador 
en  sus  comunicaciones  le  anunciaba  al  General  Sucre  que  no  de- 
bia  contar  con  más  fuerza  para  la  campaña,  7  le  hablaba  exten- 
samente sobre  varias  ocurrencias  que  habian  tenido  lugar  en  la 
costa,  de  las  que  nos  ocuparemos  por  un  momento  par^i  hacer 
conocer  más  propiamente  nuestra  situación,  7  la  previsión  con 
que  habia  obrado  el  Libertador,  volando  á  la  costa  para  salvar 
los  auxilios  de  Colombia,  las  tropas  que  habia  en  ella,  7  aun  el 
mismo  ejército. 

"Al  abrirse  la  campaña,  habia  prevenido  al  Coronel  Luis  Ur- 
daneta  desde  Huarás^  que  como  fuesen  saliendo  curados  los  en- 
fermos de  los  hospitales  que  quedaban  á  retaguardia,  fuese  for- 
mando compañías  :  que  cuando  tuviera  más  de  mil  hombres  dis- 
ponibles, entre  ellos  cincuenta  ó  cien  hombres  de  caballería, 
bien  montados,  ocupase  la  capital  de  Lima,  7  que  procurase  en- 
cerrar los  enemigos  en  las  fortalezas  del  Callao,  mientras  que  el 
Almirante  Guisse,  con  la  escuadra  que  se  armaba  en  la  Costa, 
y  él  con  más  tropa  por  tierra,  extrechaban  el  sitio. 

"El  Coronel  Urdaneta,  cumpliendo  con  esta  disposición,  luego 
que  tuvo  más  de  mil  hombres,  marchó  para  Lima  7  ocupó  la 
plaza  que  el  enemigo  abandonó  inmediatamente,  encerrándose 
en  las  fortalezas  distantes  dos  leguas  de  la  capital.  Para  redu- 
cirlo al  recinto  de  sus  murallas,  destacó  alguna  tropa  en  el  pue- 
blo de  Bellavista,  que  dista  un  cuarto  de  legua  de  las  fortale- 
zas, 7  se  mantuvo  en  asta  posición. 

"  El  enemigo,  que  al  principio  ignoraba  el  número  de  tropas 
que  tenia  el  Coronel  Urdaneta,  llegó  á  informarse  á  fondo  de  su 
fuerza,  7  conociendo  que  era  sumamente  inferior  en  número  á  la 
807a,  hizo  una  salida  de  las  murallas,  7  lo  batió,  al  mismo  tiempo 
que  el  Libertador  llegaba  para  salvar  milagrosamente  el  resto 
de  la  fuerza,  7  las  que  se  esperaban. 

"  Este  revés  vino  á  ser  de  importancia,  porque  no  habia  cómo 
auxiliar  al  ejército  que  se  hallaba  en  campaña.  El  General  Sa- 
lem 7  las  tropas  que  se  esperaban  do  Colombia  no  habian  llega- 
do, ni  se  tenia  noticia  cierta  de  su  venida ;  no  obstante,  el  Li- 


266  VIDA  DE  BOliVAB. 

bertador  las  aguardó  impacieDte  algunos  dias  más,  ocnpándoee 
entre  tanto  en  organizar  los  restos  de  las  del  Coronel  Urdaneta 
para  cnbrir  los  puntos  más  importantes  de  la  costa. 

"  No  habiendo  mejorado  de  situación  iiasta  el  mes  de  No- 
viembre, el  Libertador  se  convenció  de  la  imposibilidad  en  que 
se  hallaba  de  poder  mandar  refuerzos  al  ejército,  y  reflexionando 
que  cuanto  más  durara  este  sin  recibirlos,  tanto  más  se  disminui- 
ría necesariamente,  sin  esperanza  de  aumentarse,  se  resolvió  á 
buscar  en  la  suerte  de  las  armas  el  resultado  de  la  campa&a. 

"Su  presencia  era  tan  indispensable  sobre  Lima,  cuanto  que 
ella  sola  estaba  conteniendo  á  los  enemigos,  sola  podia  salvar 
los  refuerzos  de  Colombia,  j  salvarnos  á  todos  de  quedar  se- 
pultados en  el  Perú,  en  el  caso  de  un  revés  en  la  campaña 
del  interior. 

''Sin  esperar  más  tiempo  mandó  expedir  una  orden  termi- 
nante al  General  en  gefe,  previniéndole  que  cualquiera  que 
fuese  su  posición  j  la  del  enemigo,  aventurase  una  batalla, 
bajo  el  concepto  de  que  no  debía  reparar  en  el  mayor  nú- 
mero, ni  en  atrincheramientos,  ni  fortificaciones  si  las  tenían, 
y  que  en  todo  caso  debía  buscarlo  para  batirlo.  A  esto  se 
redujeron  las  comunicaciones  que  el  Comandante  Medina  en- 
tregó al  General  Sucre. 

"  El  día  ocho,  por  la  mafiana,  se  acercó  el  enemigo  un  poco 
más  con  la  misma  dirección,  y  se  acampó  temprano,  como  á  me- 
nos de  una  legua  de  nuestra  posición  ;  pero  separado  por  una 
cañada  de  bastante  profundidad  que  pende  de  la  cima  de  una 
elevada  loma  que  nos  quedaba  á  la  derecha.  Más  tarde,  levan- 
tando su  campo,  ejecutó  sin  tardanza  un  movimiento  simultáneo 
por  el  flanco  izquierdo,  y  subiendo  á  la  cumbre  se  perdió  de 
vista  aparentando  descender  al  lado  opuesto. 

"  El  General  en  gefe,  el  General  Lámar  y  algimos  otros  gefi^ 
y  oficíales  desde  nuestro  campo,  con  los  anteojos  de  larga  vista, 
estuvimos  gran  rato  calculando  su  fuerza  y  el  resultado  de  aquel 
movimiento.  El  General  Lámar,  que  había  militado  algún  tiem- 
po con  ellos,  y  que  los  conocía  muy  de  cerca,  después  de  haber 
hecho  varias  observaciones,  nos  dijo :  "  El  Virey  ha  tenido 
"  miedo  de  comprometer  su  ejército  en  el  paso  de  la  cañada,  y 
"  por  no  atravesarla  á  nuestra  vista,  se  ha  subido  á  la  cumbre 
"  para  descabezarla  en  su  nacimiento,  y  descender  sobre  nosotros 


YIBA  DB  BOIÍYAB.  267 

"  por  aquí  [se&áláiidoiios  con  el  dedo  el  panto  de  la  loma  más 
"  inmediato  á  nuestro  campo]  por  que  su  táctica  se  ha  fundado 
^  siempre  en  atacar  á  sus  adversarios  desde  alguna  altura,  y  rara 
"  vez  se  ha  presentado  en  campo  raso."  £1  General  Lámar  se 
fundaba  sin  duda,  porque  hora  y  media  después  se  realizó  su 
juicio. 

"Á  las  cinco  de  la  tarde  el  enemigo  en  masa  empezó  á  bajar  la 
loma  por  el  mismo  lugar  que  habia  indicado  el  Gteneral  Lámar, 
y  sin  detenerse  hasta  que  llegó  á  la  falda,  tomó  una  posición 
que  dominaba  todo  nuestro  campo ;  su  artillería  volante  se  montó 
con  la  mayor  presteza,  y  con  la  misma  nos  rompió  un  fuego  al- 
ternativo que  duró  más  de  media  hora ;  pero  sin  embargo  de 
hallarse  nuestros  cuerpos  formados  también  en  masas,  no  reci- 
bieron el  menor  daño,  por  que  sus  balas  pasaron  por  elevación. 

''  £1  General  Sucre  mandó  que  se  le  contestasen  sus  fuegos 
con  el  único  cañón  que  nos  habia  quedado,  y  nuestros  artilleros, 
más  diestros  que  los  suyos,  pusieron  la  primera  bala  en  el  centro 
de  una  columna  de  infantería  enemiga,  obligándola  á  variar  de 
posición.  Al  cerrar  la  noche  el  General  en  gefe  hizo  cubrir  el 
campo  con  una  línea  de  cazadores,  y  el  enemigo  á  su  ejemplo 
hizo  también  lo  mismo,  quedando  las  dos  líneas  tan  inmediatas 
que  podian  hablarse,  como  efectivamente  lo  hicieron  los  Gene- 
rales Monet  y  Córdova,  que  las  mandaban. 

"  La  aurora  del  dia  nueve  apareció  en  el  horizonte  iluminando 
los  dos  campos.  Las  cajas  y  cornetas  haciendo  retumbar  los 
aires,  comunicaron  al  soldado  su  elocuente  decir.  Más  suave- 
mente las  músicas,  con  grata  variedad,  llevaron  hasta  el  corazón 
los  dulces  y  melodiosos  acentos  de  la  armonía,  y  los  dos  ejércitos 
levantaron  la  frente  para  mirarse,  antes  que  los  rayos  del  astro 
luminoso  se  dilataran  horizontalmente  sobre  el  campo  de  Aya- 
cucho. 

"  Pasadas  las  primeras  impresiones  que  el  hombre  siente  ne- 
cesariamente  al  despertar  en  esta  posición,  todo  empezó  á  tomar 
un  aspecto  marcial.  Los  cuerpos  fueron  inspeccionados  por  sus 
gefes,  y  formando  pabellones  se  dispusieron  á  hacer  el  desayuno. 

'*Á  las  nueve,  el  General  Monet  bajó  á  la  línea,  hizo  llamar 
al  General  Córdova  y  tuvieron  una  corta  entrevista.  Muchos 
oficiales  de  los  dos  ejércitos,  relacionados  con  vínculos  de  sangre 
y  amistad,  tuvieron  el  placer  de  verse  y  abrazarse,  y  no  faltaron 


268  TIDA  DB  BOIÍTAB. 

hermanos  de  distintas  opiniones  que,  al  mirarse  después  de  ma- 
cho tiempo  de  separación,  derramasen  un  torrente  de  lágrimas. 

**  Después  de  esta  escena  tan  patética,  que  duró  más  de  media 
hora,  cada  uno  se  retiró  á  su  campo :  los  dos  ejércitos,  sin  apa- 
rentar ninguna  conmoción,  almorzaron  con  cabna  y  con  reposo, 
7  á  las  once  menos  cinco  minutos  el  Greneral  Monet  volvió  á  lla- 
mar al  General  Oórdova  para  dar  la  batalla." 

Ese  dia  debia  completarse  el  que  amaneció  en  Junin.  i  Qué 
digo  I  La  jornada  de  Ayacucho,  el  9  de  Diciembre  de  1824, 
terminó  en  el  Sur  la  guerra  do  independencia,  que  comenzó  en 
el  Korte  con  la  batalla  de  Lexington,  el  19  de  Abril  de  1775. 

El  continente  americano,  de  polo  á  polo,  iba  á  ser  libre. 

Tenian  los  realistas  9,320  hombres  disponibles  de  todas  ai-mas 
7  once  piezas  de  artillería.  Sucre  solo  contaba  6,000  hombres 
de  infantería  7  caballería,  7  una  sola  pieza  de  artillería. 

¿  Ha7  alguien  que  ci*ea  que  nuestras  fuerzas  eran  desiguales  ? 
No ;  que  allí  estaban  Córdova,  7  Silva,  7  Luque,  7  Lara,  y 
Lámar,  7  sobre  todos  Sucre  que  valia  un  ejército. —  Este  re- 
corría las  filas  diciendo  á  los  soldados :  De  los  esfuerzos  de 
este  dia  depende  la  síierte  dd  Sur  América,  Este  será  un 
dia  de  gloria  que  coronará  vuestra  constancia.  Soldados! 
viva  él  Libertador^  viva  Bolívar^  el  Salvador  del  Perú  I — Tan 
animadas  palabras  produjeron  un  efecto  eléctrico  7  fueron  se- 
guidas de  ^Wivas"  entusiastas ! 

Yaldez  atacó  nuestra  división  La  Mar,  7  con  tal  ímpetu  que 
por  el  momepto  la  obligó  á  ceder. —  En  el  aoto,  Sucre,  que 
con  una  serenidad  inalterable  vigilaba  desde  un  punto  llamado 
la  Sabaneta,  los  movimientos  de  ambos  ejércitos,  ordenó  á  Cór- 
dova que  cargara  sobre  el  centro  enemigo,  7  reforzó  la  divi- 
sión La  Mar. —  Córdova  se  desmontó  de  su  caballo  7  desna- 
dando la  espada  lo  mató.  *'  Soldados,  les  dijo  gallardamente, 
70  na  quiero  medios  para  escapar,  7  solo  conservo  mi  espada 
para  vencer."  Adelante,  paso  de  vencedores  I  "  —  Y  no  fué 
fanfarronada  ;  porque  calló  sobre  dos  batallones  de  la  división 
Villalobos  7  sobre  ocho  escuadrones,  7  los  arrolló  en  un  mo- 
mento.— Nada  pudo  resistir  su  carga. — Monet  corrió  con  su 
división  en  a7uda  de  Villalobos ;  pero  Córdova  la  desbarató 
también.  En  breves  instantes,  Monet  estaba  herido,  varios 
gefes  habian  perecido,  7  los  soldados  se  dispersaban  con  pa- 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  269 

vor.  Dos  batallones  quisieron  formarse,  pero  Córdova  no  les 
dio  tiempo — Al  frente  de  la  caballería  colombiana  esta- 
ba Silva.  ¿  Podrían  los  realistas  sufrir  su  terrible  choque  ? — 
Silva,  herido  gravemente  desde  el  principio,  virtiendo  sangre, 
era  irresistible.  No  pensaba  en  la  muerte,  sino  en  la  libertad 
y  en  la  gloria,  7  se  entraba  furioso  por  las  lanzas  castella- 
nas.— ^Atónito  el  Virey  ordenó  adelantar  la  reserva,  que  man- 
daba Canterac,  con  la  intimación  expresa  de  hacer  el'  último 
y  más  desesperado  esfuerzo.  Todo  fué  en  vano  I  Nuestros 
soldados  (señaladamente  los  colombianos)  eran  hombres  á  toda 
prueba,  regidos  por  capitanes  valerosísimos,  ganosos  todos  de 
honra,  fieles  á  los  intereses  de  la  independencia  y  determina- 
dos á  perder  la  vida  6  reconquistar  la  libertad  de  la  Amé- 
rica :  ¿  qué  triunfo  podia  obtenerse  contra  estos  hombres  ? — 
Al  principio,  el  combate  habia  sido  infeliz  en  nuestra  izquier- 
da ;  pero  muy  luego  se  restableció  la  pelea,  y  nada  pudo  re- 
sistir la  embestida  simultanea  de  nuestras  tropas.  La  derrota 
se  hizo  general  entre  los  realistas,  y  como  dice  el  parte  oñ- 
cíbI,  fué  completa  y  absoliUa.  La  Mar  persiguió  á  los  vencidos 
atravesando  profundas  y  escabrosas  cañadasr  que  se  le  inter- 
ponían.— Cordóva  trepo  con  sus  batallones  las  ásperas  faldas  del 
Condorcanqui  é  hizo  prisionero  al  Virey.  Lara  marchó  por  el 
centro  y  continuó  la  persecución. — Los  españoles  se  vieron  cor- 
tados en  todas  direcciones.  El  triunfo  fué  nuestro, alcanzado  á 
impulsos  del  valor  y  del  heroismo.  Contra  doble  fuerza  pelea- 
ron nuestros  soldados  ;  y  en  la  tarde  de  aquel  espléndido  y  ven- 
turoso dia,  nuestros  depósitos  contaban  más  prisioneros  que  tro- 
pas para  custodiarlos.    ¿  Qué  arbitrio  quedaba  á  los  realistas  ? 

— Morir  ó  entregarse Ellos  se  entregaron !! — A  las  cinco 

y  media  de  la  tarde  se  presentó  en  nuestro  campo  el  Comandante 
Mediavilla,  ayudante  de  campo  del  Qeneral  Yaldez,  solicitando 
por  el  General  en  gefe  para  proponer  una  capitulación.  Luego 
vinieron  los  generales  Canterac  y  Carratalá,  y  ajustaron  con  el 
modesto  Sucre  las  condiciones  de  aquel  tratado,  que  se  firmó  en 
Gesinua. 

Canterac  firmó  la  capitulación  por  la  prisión  del  Virey. 

Los  términos  de  este  convenio  fueron  :  1*  que  serían  traspor- 
tados á  costa  de  la  República  todos  los  individuos  del  ejército 
español  que  quisieran  regresar  á  su  patria,  socorriéndoles  entre 


270  VIDA  DE  bojJtab. 

tanto  con  media  paga,  y  que  se  admitirían  en  el  del  Pera  en  sa 
mismo  empleo  á  los  que  prefiriesen  continuar  sirviendo  en  este 
país  ;  2°  que  ninguna  persona  sería  incomodada  por  sus  opinio- 
nes y  servicios  prestados  á  la  causa  del  rey,  y  que  se  permitiría 
salir  del  Perú  y  disponer  dentro  de  tres  años  de  sus  propieda- 
des á  todas  las  personas  que  quisieran  ejecutarlo ;  8'  que  los 
generales,  gefes  y  oficiales  prisioneros  en  la  batalla  y  en  la 
campaña  anterior  quedarían  en  libertad,  conservando  todos  los 
capitulados  el  uso  de  sus  espadas  y  uniformes,  y  la  más  com- 
pleta seguridad  para  reunir  sus  intereses  y  familias,  trasladán- 
dose al  efecto  á  los  lugares  que  escogieran  ;  mas  no  podrían 
volver  á  tomar  las  armas  contra  la  América  en  la  guerra  de  Inde- 
pendencia, ni  trasladarse  á  punto  alguno  ocupado  por  las  armas  de 
la  metrópoli ;  é"*  que  se  entregarían  al  ejército  unido  libertador  los 
restos  del  español  y  todo  el  territorio  que  dominaban  las  tropas 
reales  basta  el  Desaguadero,  junto  con  las  guarniciones,  par- 
ques, maestranzas,  almacenes  militares  y  los  deroas  objetos  cor- 
respondientes al  gobierno  do  la  Península.  Debia  compren- 
derse la  plaza  del  Callao,  que  se  entregaría  al  Libertador,  per- 
mitiéndose á  los  buques  españoles  de  guerra  y  á  los  mercantes 
hacer  víveres  en  los  puertos  del  Perú,  por  el  término  de  seis 
meses,  y  aprestarse  para  su  largo  viaje,  á  cuyo  efecto  se  les  fran- 
quearían los  correspondientes  pasaportes  para  salir  con  seguri- 
dad del  Pacífico  y  seguir  á  los  puertos  de  Europa. 

Por  efecto  de  este  convenio  quedaron  en  nuestro  poder,  como 
prisioneros  de  guerra  los  G^enerales  Laserua,  Ganterac,  Yaldez, 
Carratalá,  Monet,  Villalobos,  Perraz,  Bfedoya,  Somocurcio, 
Atero,  Cacho,  Landázuri,  Gkrcia-Camba,  Pardo,  Vigil  y  Tur, 
16  coroneles,  68  tenientes  coroneles,  484  oficiales  y  toda  la 
tropa.  Aunque  las  fuerzas  realistas  disponibles  en  Ayacucho 
alcanzaron  á  9510  hombres  que  fueron  batidos  por  5780  de 
nuestros  valientes,  no  perdieron  arriba  de  2400  entre  muertos  y 
heridos ;  mucha  parte  de  la  tropa,  abandonando  las  armas,  se 
escapó  furtivamente. 

Es  esta  la  célebre  batalla  de  Ayacucho  que  consumó  la  inde- 
pendencia americana. — El  comportamiento  de  nuestras  tropas 
fué  brillante  por  extremo  en  aquel  glorioso  9ia ;  pero  nada 
hubo  comparable  con  el  ardimiento  de  Córdova,  que  destrc  zó  la 
mayor  parte  del  ejército  español. — Córdova  fué  ascendido  á  ge- 


VIDA  DB  BOIÍYAB.  271 

neral  de  división  en  el  mismo  campo  de  bataIIa....A(»énas  con- 
taba veinte  y  cinco  años  de  edad  I — He  aquí  las  palabras  de  nn 
testigo  presencial  y  por  su  carácter  mny  exacto  y  justiciero : 
^  Sucre,  dice  el  general  Miller  en  sus  Memorias,  expuesto  durante 
la  acción  á  todos  los  peligros,  porque  se  halló  donde  quiera  que  su 
presencia  fué  necesaria,  hizo  prueba  de' la  mayor  sangre  fria  y 
8u  ejemplo  produjo  el  mejor  efecto. — Lamab  desplegó  las  mismas 
cualidades  y  con  una  enérgica  elocuencia  conduela  los  cuerpos 
al  ataque  y  los  conservaba  en  formación.  El  heroismo  de  Cór- 
dova  fué  la  admiración  de  todo  el  mundo. — Laba  estuvo  bri- 
llante de  actividad  y  de  disciplina. — Gakarra  ostentó  su  tacto 
habitual. — Los  coroneles  O'Connor  y  Plaza,  los  oficiales  de  los 
cuerpos.  Carvajal,  Silva,  Süarbz,  Blanco,  Braün,  Medina 
Olavarría  que  hicieron  alarde  de  tanto  valor  en  Junin,  se  dis- 
tinguieron otra  vez  en  Ayacucho...."  Miller,  añadiré  yo  para 
completar  el  cuadro  ;  Miller  á  la  cabeza  del  regimiento  de  hú- 
sares de  Junin,  se  comportó  con  una  inteligencia  y  un  valor 
sereno  dignos  de  él,  que  era  tan  ilustre  militar. 

Nueve  de  Diciembre  de  1824 1  Dia  de  gloria  y  de  esplendor 
en  los  anales  de  nuestra  libertad  1  |  Dia  de  bendición  en  que 
lució  la  suave  aurora  del  contento  y  de  la  más  magnifica  espe- 
ranza I  £n  él,  una  batalla  brillante,  la  más  mágica  de  la  histo- 
ria, fijó  para  siempre  el  destino  de  nuestro  suelo,  y  las  españoles 
abandonaron  esta  tierra  codiciada  cuyas  riquezas  fueron  origen 
de  tanta  ruina  / 

La  obra  estupenda  que  se  inició  el  19  de  Abril  de  1810 
quedó  allí  terminada  T  Dióse  el  grito  en  Caracas  de  indepen- 
dencia, y  al  cabo  de  catorce  años  de  lucha  sin  ejemplo,  un 
yenezolanOy  digno  amigo  y  alumno  de  Bolívar,  selló  con  un  pro- 
digio en  el  Perú,  la  empresa,  el  designio  de  nuestra  emanci- 
pacion.....  I 

En  ese  mismo  dia,  9  de  Diciembre  de  1824,  expidió  el  Bey  el 
título  de  Conde  de  los  Andes  al  General  D.  José  Lasema,  virey 
del  Perú...  I  Fernando  daba  en  Madrid  honras  y  condecora- 
ciones á  8u  delegado,  y  el  destino  lo  entregaba  prisionero  I 

. . .  •  Ac  ludibrio  sibi  habere  videtur 

(LüobetI  v.) 

La  soberbia  blasonaba  poder  y  superioridad,  y  la  suerte,  ó  más 


272  YIDA  DE  BOliVAB. 

cristianamente  hablando,  la  Providencia  sé  burlaba  de  esa  sn- 
premacía  engañosa,  de  esa  arrogante  presunción  que  viola  y 
destruye  los  estatutos  de  igualdad  que  la  naturaleza  muestra  por 
do  quiera....  De  corcho  se  volvieron  los  títulos  de  Conde  de 
Lasema  ;  y  quedaron  los  Andes  libres  de  los  que  conculcaban 
sus  altas  cimas  buscando  solo  poder,  oro  y  causas  de  opresión. 

Aunque  el  Libertador  habia  dejado  á  Sucre  la  gloria  de  Aya- 
cucho,  este  reconoció  siempre  que  se  debia  el  triunfo  á  los  acer- 
tados planes  de  aquel. — En  oñcio  de  10  de  Diciembre  de  1824 
acompañándole  el  tratado  de  capitulación  firmado  por  los  Ge- 
nerales españoles,  le  decía  Sucre  :  "  Todo  el  ejército  real,  todas 
"  las  provincias  que  este  ocupaba  en  la  República,  todas  sus 
"  plazas,  sus  parques,  sus  almacenes  y  16  generales  españoles, 
"  son  los  trofeos  que  el  ejército  unido  ofrece  á  V.  E.  como  gages 
**  que  corresponden  al  ilustre  salvador  del  Perú,  que,  desde 
"  Junin,  señaló  al  ejército  los  campos  de  Ayacucho  para  coniple- 
"  tar  la  gloria  de  las  armas  libertadoras."; — Y  en  el  parte  ofi- 
cial :  *'  La  campaña  del  Perú  está  terminada :  su  independencia 
''  y  la  paz  de  América  se  han  firmado  en  este  campo  de  batalla. 
"  El  ejército  unido  cree  que  sus  trofeos  en  la  victoria  de  Aya- 
"  cucho  sean  una  oferta  digna  del  Libertador  de  Colombia." 

Bolívar  se  extasió  con  la  noticia  de  lagran  jomada,  y  anunció 
al  mundo  que  la  América  estaba  ya  libre  de  la  dominación  ibera. 
Hablando  á  los  soldados  del  ejército  vencedor,  les  dijo : 

Soldadofl  I  Habéis  dado  la  libertad  á  la  América  meridional,  y  una 
cuarta  parte  del  mundo  es  el  monumento  de  vuestra  gloria :  ¿  dónde  no 
habéis  yencido  ? 

La  América  del  Sur  está  cubierta  con  los  trofeos  de  vuestro  valor ; 
pero  Ayacuchu,  semejante  al  Cliimborazo,  levanta  su  cabeza  ei^guida  sobre 
todo. 

Soldados  I  Colombia  os  debe  la  gloria  que  nuevamente  le  dais:  el 
Perú,  vida,  libertad  y  paz.  La  Plata  y  Chile  también  os  son  deudores 
de  inmensM  ventiyaa  La  buena  causa,  la  causa  de  los  derechos  del 
hombre,  ha  ganado  con  vuestras  armas  su  terrible  contienda  contra  los 
opresores.  Contemplad,  pues,  el  bien  que  habéis  hecho  á  la  humanidad 
con  vuestros  heroicos  sacrificios. 

Soldados  I  Recibid  la  ilimitada  gratitud  que  os  tributo  á  nombre  del 
Perú.  To  os  ofrezco  igualmente  que  seréis  recompensados  como  mere- 
céis, fintes  de  volveros  á  vuestra  hermosa  patria.  Mas  no....  jamas  seréis 
recompensados  dignamente :  vuestros  servicios  no  tienen  precio. 


VIDA  DB  BOLÍTAB.  273 

Soldados  pemanoe  I  yaestra  patria  os  contará  dempre  entre  los  prime- 
XOB  Balyadores  del  Perú. 

Soldados  colombianos  I  centenares  de  yictorias  alargan  ynestra  yida 
hssta  el  término  del  mundo. 

Cuartel  general  dictatorial  en  Lima,  &  26  de  Diciembre  de  1824. 

BOLÍYAB. 

Y  hablando  de  Sucre,  en  esa  memorable  acción  que  será 
siempre  su  gloria,  Boiítab  sin  rivalidad,  sin  celo,  sin  envidia 
(que  él  no  la  conocia)  escribió  estos  bellísimos  conceptos  :  "  La 
^'  batalla  de  Ayacucho  es  la  cumbre  de  la  gloria  americana  y  la 
^'  obra  del  General  Sucre.  La  disposición  de  ella  ha  sido  per- 
**  fecta  y  su  ejecución  divina. — Maniobras  hábiles  y  prontas  des- 
"  barataron  en  una  hora  á  los  vencedores  de  catorce  años  y  á 
"  un  enemigo  perfectamente  constituido  y  hábilmente  mandado. 
"  Ayacucho  es  la  desesperación  de  nuestros  enemigos  y  la  envi- 
"  dia  de  los  americanos.  Semejante  á  Waterloo  que  decidió  del 
"  destino  de  la  Europa,  ha  fijado  la  suerte  de  las  naciones  ame- 
"  ricanas.  Las  generaciones  venideras  esperan  la  victoria  de 
"  Ayacucho  para  bendecirla  y  contemplarla  sentada  en  el  trono 
''  de  la  libertad,  dictando  á  los  mortales  el  ejercicio  de  sus  de- 
"  rechoB  y  el  imperio  sagrado  de  la  naturaleza. — El  General 
"  Sucre  es  el  padre  de  Ayacucho :  él  es  el  redentor  de  los  hijos 
*•  del  Sol :  el  que  ha  roto  las  cadenas  con  que  envolvió  Pizarro 
''  el  imperio  de  los  Incas. — La  posteridad  representará  á  Sucre 
"  con  un  pió  en  Pichincha  y  otro  en  el  Potosí,  llevando  en  sus 
^'  manos  la  cuna  de  Manco-Capac,  y  contemplando  las  cadenas 
"  rotas  por  su  espada...." 

Napoleón  habia  hecho  elogios  de  Dessaix,  muerto  en  Marengo,  y 
de  Lannes  que  lleno  de  gloria  habia  sucumbido  en  Essling  ;  pero 
Bolívar  encomiaba  á  Sucre,  vivo,  en  los  momentos  que  este  llegaba 
al  ápice  de  su  felicidad  y  le  presentaba  á  los  pueblos  como  el  ver- 
dadero redentor  del  Perú.  { Qué  snblime  ejemplo  de  abnegación 
y  de  sacrificio  de  sus  propios  intereseá  I — ^De  este  tipo  de  mag^ 
nanimidad  no  conserva  muchos  modelos  la  historia  del  mundo  I- 

El  Libertador  expidió  un  decreto  de  honores  y  recompensas 
al  ejército  vencedor  en  Ayacucho. — Este  decreto  es  poco  cono- 
cido, y  dice  así : 

COKSEDBBANDO  : 

1*  Que  el  ^ército  unido  Libertador,  vencedor  en  Ayacucho,.  ha  dado, 
la  libertad  al  Perú ; 

18 


274  VIDA  DB  BOLÍVAB. 

3**  Qne  esta  gloriosa  batalla  se  debe  exdtisiTamente  &  la  habilidad, 
valor  y  heroismo  del  genend  en  gefe  Antonio  José  de  Sucre,  j  demás 
generales,  gefes,  oficiales  y  tropa ; 

d"*  Qne  es  el  deber  del  pueblo  y  del  gobierno,  dar  un  noble  testímonio 
de  su  gratitud  á  este  glorioso  gército ; 
He  Tenido  en  decretar  y  decreto : 

I.  £1  ejército  Vencedor  en  Ayacucbo  tendrá  la  denominación  de  "  Li- 
bertador del  Perú,"  y  los  cuerpos  Ueyarán  en  sus  banderas  esta  misma 
inscripción. 

II.  Los  cuerpos  que  lo  componen,  recibirán  el  sobrenombre  de  '*  Glo- 
rioso." 

m.  Los  individuos  que  lo  componen,  el  título  de  ^  Beneméritos  en 
grado  eminente." 

ly.  En  el  campo  de  Ayacucho,  se  levantará  una  columna  consagrada 
á  la  gloria  de  los  vencedores.  En  la  cima  de  esta  columna  se  colocará  el 
busto  del  benemérito  general  Antonio  José  de  Sucre,  y  en  ella  se  gravarán 
los  nombres  de  los  generales,  gefes,  oficiales  y  cuerpos  en  el  orden  y  pree- 
minencia que  les  corresponden.  La  gratitud  del  pueblo  y  del  gobierao 
se  esforzará  en  prodigar  la  riqueza,  el  gusto,  y  la  propiedad  en  la  ereodon 
de  esta  columna. 

y.  ün  cuerpo  de  cada  arma  de  los  de  Colombia  y  el  Perú,  tomará  el 
sobrenombre  de  "  Ayacucho."  Una  junta  compuesta  de  los  generales  y 
gefes  de  ambos  ejércitos,  presidida  por  el  general  en  gefe  Antonio  José  de 
Sucre,  designará  los  cuerpos  que  deban  recibir  esta  gloriosa  recompensa. 

YI.  El  ejército  vencedor  en  Ayacucho  será  inmediatamente  ajustado  y 
pagado,  teniendo  estos  gastos  la  preferencia  sobre  todos  los  del  Estado, 
aun  cuando  para  ello  tenga  la  nación  que  contraer  un  nuevo  empréstito. 

yn.  Los  individuos  del  ejército  vencedor,  llevarán  una  medalla  al  pe- 
cho pendiente  de  una  cinta  blanca  y  roja  con  esta  inscripción :  **  Ayacu- 
cho." Los  generales  esmaltada  en  brillantes,  los  gefes  y  oficiales  de  oro, 
y  la  tropa  de  plata. 

ym.  Los  padres,  mugeres,  é  hijos  de  los  muertos  en  Ayacucho,  goza- 
rán del  sueldo  íntegro  que  correspondía  á  sus  hijos,  esposos  y  padres 
cuando  vivian. 

IX.  Los  inválidos  recibirán  la  misma  recompensa  del  artículo  anterior , 
j  ademas  serán  preferidos  para  los  empleos  civiles,  según  sus  aptitudes. 

X.  Se  nombra  al  general  en  gefe  Antonio  José  de  Sucre  Gran  Mariscal, 
«oon  el  sobrenombre  de  ^^  General  Libertador  del  Perú." 

Xn.  El  gobierno  del  Perú  se  encarga  de  interponer  su  mediación  con 
-el  de  Colombia,  á  fin  de  que  se  sirva  prestar  su  consentimiento  para  el 
•efecto  de  las  recompensas  que  declara  este  decreto  al  ejército  de  Co- 
lombia. 

Pado  en  él  palacio  dictatorial  en  Lima  á  27  de  Diciembre  de  1824. 

BozivAB. 


TIDÁ  DB  boiíyar.  275 

A  Sucre  le  escribió  felicitándole  por  la  gloria  de  qoe  se  habia 
cubierto  dando  la  independencia  á  un  mnndo  entero  y  asegu- 
rando la  reputación  de  las  armas  americanas ;  anunciábale  el 
título  de  Gran  Mariscal,  y  le  aíiadia  :  "  El  9  de  Diciembre  de 
"  1824  en  que  Vd.  ha  triunfado  de  los  enemigos  de  la  indepen- 
*'  dencia,  será  eternamente  un  dia  que  mil  y  mil  generaciones 
"  recordarán,  bendiciendo  siempre  al  patriota  y  al  guerrero  que 
"  lo  ha  hecho  célebre  en  los  anales  de  la  América.  Mientras 
"  exista  Ayacucho  se  tendrá  presente  el  nombre  del  General 
"  Sucre :  él  durará  tanto  como  el  tiempo  J^ 

En  el  momento  que  llegó  á  Lima  el  teniente  Coronel  Gazcou 
con  el  convenio  dfe  Ayacucho  y  la  orden  de  Ganterac  para  que 
Rodil  entregase  la  fortaleza,  dispuso  el  Libertador  que  fuese 
un  parlamentario  á  solicitar  los  pasaportes  correspondientes  del 
gefe  de  ella  para  los  comisionados  que  se  nombrasen  por  el  go- 
bierno, y  para  el  teniente  coronel  Gascón.  El  oficial  fué  dete- 
nido en  los  primeros  puestos  avanzados  del  enemigo,  y  se  lo  dijo, 
que  habia  orden  terminante  de  la  plaza  para  no  recibir  ningún 
parlamento  de  nuestra  parte.  El  Libertador  resolvió  entonces 
ocurrir  á  la  mediación  del  comandante  de  las  fuerzas  qavales  de 
S.  M.  B.  en  el  Pacífico,  para  que  pasando  á  bordo  del  navio 
Cambridge  el  comisionado  del  gobierno,  y  del  ejército  español 
vencido  en  Ayacucho,  pudiesen  entenderse  con  el  gobernador 
del  Callao,  y  poner  en  sus  manos  los  documentos  citados. 
El  comandante  del  navio  Cambridge^  se  prestó  á  todo,  y 
después  de  recibir  á  bordo  á  los  comisionados,  dio  la  vela  de 
Chorillos  para  el  Callao.  Habiendo  fondeado  fuera  del  tiro  de 
cañón  de  la  plaza,  pasó  una  nota  oficial  á  su  gobernador  expo- 
niéndole cuanto  acabo  de  decir,  y  ofreciéndole  el  navio  Camr 
Iridge  para  que  mandase  á  él  sus  comisionados,  si  queria. 
La  contestación  del  gefe  del  Callao  fué  rehusar  la  mediación,  y 
poniendo  aun  en  duda  la  realidad  de  los  sucesos  de  Ayacucho, 
anadia  una  fuerte  protesta  de  que  no  admitía  ni  admitiría  las 
comunicaciones  que  le  fuesen  dirijidas  con  el  distintivo  de  par- 
lamento, "  propio,  (según  se  expresó)  de  los  enemigos  de  su  rey." 
No  quedando  ya  más  esperanza  de  ningún  avenimiento  racional, 
el  Cambridge  zarpó  inmediatamente  para  Chorillos,  donde  de. 
sembarcaron  los  comisionados. 

Después  de  la  más  solemne  capitulación,  sin  esperanzas  de  so- 


276  TIDA  DE  BOLÍVAB. 

corro,  Bodil,  único  enemigo  que  quedaba  en  toda  la  vasta  ex. 
tensión  del  Continente  Sud- Americano,  se  resistió  en  el  Callao. 
I  Qué  apego  tenian  los  españoles  al  dominio  de  nuestra  tierra ! 
Rodil  se  negó  á  recibir  á  Gazcon  ;  se  negó  después  á  ver  al  Ge- 
neral Monet  7  aun  le  insultó  por  escrito.  Supo  que  el  navio 
Asia  j  los  otros  buques  españoles  obedecían  las  capitulaciones  ; 
que  el  virey  y  los  demás  generales  habian  marchado  para  España ; 
que  todo  estaba  concluido  y  qae  él  quedaba  en  desamparo,  y  sin 
embargo  no' escuchaba  sino  la  voz  de  su  fanatismo*.... 

¿  Era  un  estúpido  frenesí,  ó  el  orgullo  que  lo  devoraba  ? 

¿  Era  el  remordimiento  que  le  asustaba,  ó  el  odio  que  nos 
tenia,  que  le  hacia  arrastrar  en  su  ruina  á  los  infelices  america- 
nos que  la  plaza  encerraba  y  á  quienes  fusilaba  uno  á  uno,  cuando 
tenian  la  desgracia  de  quejarse  de  su  situación  lastimera? — 
Distinta  fué  con  los  enemigos  nuestra  conducta. — Sucre  pudo 
haber  usado  del  derecho  de  la  guerra  en  Ayacucho.  Canterac 
era  impotente  cuando  pidió  capitulación.  ¿  Esperó  en  nuestra 
generosidad?  Pues  Sucre  olvidó  las  represalias,  olvidó  los 
odios,  olvidó  hasta  sus  propios  insultos,  y  le  tendió  la  mano. 
\  Cuan  dulce  y  noble  es  el  corazón  de  los  hijos  de  esta  calumniada 
América  1 

El  Libertador  se  consagró  en  los  últimos  dias  del  año  24  á  la  or- 
ganización del  territorio  libertado. — Inmediatamente  ordenó  qne 
cesara  en  todos  los  pueblos  de  la  república  el  reclutamiento  ; 
'^  mi  mayor  placer,  decia,  es  que  los  ciudadanos  gocen  de  los  en- 
"  cantos  de  una  vida  pacífica  y  contraída  exclusivamente  á  las 
"^  ocupaciones  que  demanda  su  subsistencia ;"  declaró  exentos  de 
toda  clase  de  contribución  á  los  vecinos  de  los  pueblos  quema- 
dos por  los  españoles ;  estableció  el  bloqueo  del  Callao ;  dio 
indulto  á  los  desertores  ;  habilitó  el  puerto  de  Chorillos  ;  esta- 
bleció la  Corte  Suprema,  fundó  la  sociedad  de  amantes  ddpaís  / 
convocó  el  Congreso  constituyente  para  el  10  de  Febrero  de 
182o....etc.  A  los  que  creyeron  prematura  la  reunión  del  Con- 
greso, el  Libertador  les  contestaba  ^'han  cesado  las  circuns- 
'*  tancias  lamentables  que  obligaron  al  Congreso  á  crear  la  au- 
''  toridad  extraordinaria  de  la  dictadura,  y  la  República  está  ya 
en  el  caso  de  constituirse  y  organizarse  como  le  parezca." — Esta 
convocación  se  hizo  solemne. — El  Libertador  habló  á  los  perua- 
nos y  les  dijo : 


TIDÁ  BE  BOliVAB.  277 

PsBiTAirosI  El ^érdto Libertador,  alas  órdenes  del  intrépido  y  ex- 
perto General  Sacre,  ha  terminado  la  goerra  del  Perú  y  aun  del  Conti- 
nente americano,  por  la  más  gloriosa  yictoria  de  cuantas  han  obtenido 
las  armas  del  Nuevo  Mundo.  Así,  el  ejército  ha  Uenado  la  promesas  que 
&  su  nombre  os  hice  de  coTnpletar  este  ano  la  libertad  del  Perú. 

Peruanos  I  Es  tíempo  de  que  os  cumpla  yo  la  palabra  que  os  di,  de 
arrojar  la  palma  de  la  Dictadura  el  dia  mismo  en  que  la  yictoria  decidiese 
de  vuestro  destino.  El  Congreso  del  Perú,  será,  pues,  reunido  el  10  de 
Febrero  próximo,  aniversario  del  decreto  en  que  se  me  confió  esta  supre- 
ma autoridad,  que  devolveré  al  cuerpo  legislativo  que  me  honró  con  sa 
confianza. 

Esta  no  ha  sido  burlada. 

Peruanos  I  La  paz  ha  sucedido  á  la  guerra,  la  unión  á  la  discordia ;  el 
orden  á  la  anarquía,  y  la  dicha  al  infortunio.  Pero  no  olvidéis,  os  ruego, 
que  á  loe  ínclitos  vencedores  de  Ayacucho  lo  debéis  todo. 

Peruanos  I  £1  dia  que  se  reúna  vuestro  Congreso  será  el  dia  de  mi 
gloria :  el  dia  en  que  se  colmarán  los  más  vehementes  deseos  de  mi  am- 
bición.   ¡No  HAin)AB  más! 

Cuartel  general  Libertador  en  Lima,  25  de  Diciembre  de  1824. 

Bolívar. 

No  debo  terminar  el  año  24,  afío  glorioso  y  tan  sefíalado  en 
los  anales  americanos,  sin  haoer  mención  de  la  circalar  del  Li- 
bertador á  todos  los  gobiernos  del  Continente  para  la  reunión 
de  nna  asamblea  de  plenipotenciarios  en  Panamá,  que  sirviese 
de  consejo  en  los  grandes  conflictos,  de  punto  de  contacto  en 
los  peligros  comunes,  de  fiel  intérprete  en  los  tratados  públicos, 
de  conciliador,  en  fin,  en  nuestras  diferencias. — El  mismo  dia  en 
que  el  Libertador  llegó  á  Lima,  rodeado  de  atenciones  y  reci- 
biendo los  obsequios  purísimos  de  aquel  pueblo  entusiasta,  dictó 
la  célebre  circular  referida  ;  porque  su  mayor  anhelo  era  asegu- 
rar la  independencia  y  la  futura  pros(>eridad  de  la  América)  y 
él  veía  tan  grandes  bienes  en  la  confederación  sincera  de  los 
Estados  nuevamente  emancipados. — "  Después  de  quince  años, 
**  decia  Bolívar  á  los  gobiernos  que  invitaba  ;  después  de  quince 
"  años  de  sacrificios  consagrados  á  la  libertad  de  la  América 
''  para  obtener  el  sistema  de  garantías,  que  en  paz  y  guerra,  sea 
"  el  escudo  de  nuestro  nuevo  destino,  es  tiempo  ya  de  que  los 
**  intereses  y  las  relaciones  que  unen  entre  sí  á  las  repúblicas 
"  americanas,  tengan  una  base  fundamental  que  eternice,  si  es 
'  posible,  la  duración  de  estos  gobiernos. — ^Entablar  aquel  sis- 
'^  tema  y  consolidar  el  poder  de  este  gran  cuerpo  político  perte^ 


278  TIDA  DE  BOliVAB. 

"  nece  al  ejercicio  de  la  autoridad  sublime  que  dirija  la  política 
*'  de  nuestros  gobiernos,  cuyo  influjo  mantenga  la  uniformidad 
**  de  sus  principios,  y  cu  jo  nombre  solo  calme  nuestras  tempes- 
"  tades.  Tan  respetable  autoridad  no  puede  existir  sino  en  una 
^'  Asamblea  de  Plenipotenciarios  nombrados  por  cada  una  de 
"  nuestras  repiíilicas  y  reunidos  bajo  los  auspicios  de  la  victo- 
"  ría  obtenida  por  nuestras  armas  contra  el  poder  español.... 

*'  El  dia  que  nuestros  plenipotenciarios  hagan  el  cange  de  sus 
"  poderes,  se  fijará  en  la  historia  diplomática  de  la  América 
"  una  época  inmortal.  Cuando  después  de  cien  siglos,  la  posteri- 
'*  dad  busque  el  origen  de  nuestro  derecho  público,  y  recuerde 
*'  los  pactos  que  consolidaron  su  destino,  registrará  con  res- 
**  peto  los  protocolos  del  Istmo.  En  ellos  encontrará  el  plan 
'*  de  las  primeras  alianzas  que  trazara  la  marcha  de  nuestras 
"  relaciones  con  el  Universo.  ¿  Qué  será  entonces  el  istmo  de 
"  Gorinto  comparado  con  el  de  Panamá  ?" 

I  Grande  y  nobilísimo  deseo  el  de  Bolívar,  formar  eternos 
pactos  de  amistad  y  alianza  entre  todas  la  Américas.  Él  solo 
vale  por  dos  conquistas  y  diez  mil  victorias.  ¿  Porqué  ha  de  ha- 
ber mejicanos  y' chilenos^  colombianos  y  guatem/dtecoSy  etc.  f — 
Una  sola  farhilia  debe  formar  todo  el  mundo  de  Colon.  Y  esta 
fué  su  opinión  invariable  desde  1818,  cuando  escribió  al  Señor 
Pueyrredon,  Director  Supremo  de  las  provincias  del  Plata. 
(Véase  la  pag.  535  tomo  1°.) 

También  escribió  el  Libertador  al  Presidente  del  Senado  de 
Colombia  para  suplicarle  con  encarecimiento  que  el  Congreso 
le  admitiese  la  renuncia  que  hacia  de  la  primera  magistratura 
del  Estado. — En  hermosas  frases  le  decia  con  fecha  22  de  Di- 
ciembre : 

Lima,  22  de  Diciembre  de  1824. 
ExMo  SbíI-ob: 

La  paz  del  Perú,  que  han  obtenido  nuestras  armas  por  la  más  gloriosa 
victoria  del  Nuevo  Mondo,  ha  terminado  la  guerra  del  Continente  Ame- 
ricano. Así,  Colombia  no  tiene  más  enemigos  en  todo  su  territorio,  ni  en 
el  de  sus  vecinos. 

He  llenado,  pues,  mi  misión :  por  consiguiente,  es  tiempo  ya  de  cumplir 
mi  oferta  tantas  veces  hecha  á  mi  patria,  de  no  continuar  más  en  la  car- 
rera pública,  cuando  no  hubiese  enemigos  en  América. 

Todo  el  mondo  ve  y  dice  que  mi  permanencia  en  Colombia  ya  no  es 
necesaria,  y  nadie  lo  conoce  más  qoe  yo.  Digo  más,  creo  que  mi  gloria 
ha  llegado  á  su  colmo,  viendo  á  mi  patria  libre,  constituida  y  tranquila, 


YIDA  DE  BOLÍVAR.  279 

al  sepanurme  yo  de  sus  gloriosas  riberas.  Este  ensayo  se  ba  logrado  con 
mi  Tenida  al  Perú,  y  yo  me  lisongeo,  qne  en  lo  futuro  serán  la  libertad 
y  la  gloria  de  Colombia  infinitamente  mayores. — ^El  Cuerpo  Legislativo, 
el  Yice-presidente,  el  ejército  y  el  pueblo  han  mostrado,  en  los  primeros 
af  os  de  su  carrera,  que  son  dignos  de  gozar  de  la  libertad,  y  muy  capa- 
ces de  sostenerla  en  medio  de  los  más  ñiertes  contrastes. — Lo  diré  de 
una  vez,  Sefior ;  yo  quiero  que  la  Europa  y  la  América  se  convenzan  de 
mi  horror  al  poder  supremo,  bajo  cualquier  aspecto  ó  nombre  que  se  le 
dé. — ^Mi  conciencia  sufre  bajo  el  peso  de  las  atroces  calumnias  que  me 
prodigan  ya  los  liberales  de  América,  ya  los  serviles  de  Europa.  Noche 
y  dia  me  atormen^  la  idea,  en  que  están  mis  enemigos^  de  que  mis  servi- 
cios á  la  libertad  son  dirijidos  por  la  ambición. — ^Por  fin,  me  atreveré  & 
decir  &  Y.  E.  con  una  excesiva  franqueza,  que  espero  me  será  perdonada, 
que,  yo  creo  que  la  gloria  de  Colombia  sufre  con  mi  permanencia  en  su 
suelo ;  i>orque  siempre  se  le  supone  amenazada  de  un  tirano,  y  que  el 
ultraje  que  á  mí  se  me  hace,  mancha  una  parte  del  brillo  de  sus  virtudes, 
puesto  que  yo  compongo  una  parte,  aunque  minima,  de  esta  república. 

Exmo.  Sefior :  Suplico  á  Y.  E.  se  sirva  someter  á  la  sabiduría  del  Se* 
nado,  la  renuncia  que  hago  de  la  presidencia  de  Colombia,  cuya  acepta- 
ción será  la  recompensa  de  mis  servicios  en  estas  dos  Repúblicas. 

Acepte  Y.  E.  los  testimonios  de  mi  distinguida  consideración. 

BOLÍVAB. 

I  Cuánto  tienen  que  destruir  los  enemigos  del  Libertador  para 
acusarle  de  ambición. . .  . ! 

Él  detestaba  el  mando  j  solo  servia,  como  escribió  á  Salom, 
con  la  esperanza  de  libertar  á  su  patria  y  retirarse  á  la  vida 
ignorada  y  tranquila. — Washington,  JeflFerson,  Madison  aspira- 
ron también  al  retiro.  No  parece  sino  que  el  trabajo  del  go- 
bierno es  duro  y  muy  penoso  para  los  que  son  capaces  de  medir 
sa  extensión.  ;  Y  cosa  singular  I  A  esos  hombres  es  á  los  que 
semejante  trabajo  debe  confiárseles. — Los  pueblos  le  niegan  el 
descanso.  El  honor  y  el  interés  de  la  sociedad  se  acuerdan  en 
retenerlos,  como  aprisionados,  en  el  poder  ;  y  la  razón  es  muy 
obvia  :  no  hay  instituciones  m  garantías  que  puedan  reemplmar' 
los.  i  Qué  constitución  más  dulce  ni  más  benéfica  que  Washing- 
ton y  Bolívar  en  el  mando  ? 


CAPÍTULO  XLVn. 


1825. 


FiruA  psnuiroioír  dil  flOBnsiro  vm  ispAltA  —  sücbb  marcha  para  bl  cüioo — la 

MünCiPALIDAD  DI  LIMA  0B8BQUIA  AL  LIBBBTADOR  —  BL  OOVORBSO  PBRÜAHO  SB 
BBÜNB  BL  10  DB  FBBRBBO  —  ADMIRABLES  BSCBKA8  DB  BBB  DÍA  —  BKCAROA  DBL  MAVDO 
ILIMITADO  1  BOLÍTAB  OOB  BL  TÍTULO  DB  UBBBTADOR. 

PRECISAMENTE  cuando  la  «Gaceta  del  Gobierno  del  Pe- 
rú" pablicaba  un  aviso  qficiaí  invitando  á  los  dueQos  de 
buques  á  que  hiciesen  proposiciones  para  conducir  á  Europa  á 
los  gefes  7  oficiales  rendidos  en  Ayacucho,  la  "  Gaceta  de  Ma- 
drid '^  no  hablaba  más  que  de  las  derrotas  vergonzosas  de  Bolí- 
var, que,  ambicioso,  atolondrado,  habia  ido  al  Perú  á  probar 
fortuna,^  para  no  encontrar  sino  baldón  y  castigo  ;  que  ese  el 

merecido  de  todos  los  insurgentes etc. — El  gasto  en  lo  demás 

de  las  gacetas  de  la  corte  lo  hacian  denuestos  contra  nuestros 
militares  más  bizarros,  injurias  contra  la  América,  y  el  boletin 

de  la  importante  salud  de  Su  Majestad 

I  Pasmoso  contraste  en  el  cual  no  sé  que  ponderar  más :  si  el 
desatino,  la  irreflexión,  6  la  ignorancia  por  parte  del  gobierno 
español ! 

'281) 


282  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

Guando  la  España  contaba  catorce  ó  quince  millones  menos 
que  contaba  en  1808,  se  ostentaba  más  vana  y  jactanciosa. — 
Cuando  retrocedía  rápidamente  liada  Id  barbarie  y  era  otra  se- 
gunda Turquía^  más  miserable  aun  y  peor  gobernada^  *  insulta- 
ba la  América. — Cuando  "  no  encontraba  un  maravedí  en  Eu- 
ropa y  gemia  bajo  un  descrédito  que  era  síntoma  irrecusable  de 
la  magnitud  de  sus  males  y  del  conocimiento  general  que  de 
ellos  se  tenia  ;  t  hablaba  de  reconquistar  sus  vastos  dominios 
ultramarinos. — Cuando  nuestros  corsarios  infestaban  las  costas  de 
la  Península  é  impedian  hasta  el  tráfico  del  carbón  y  de  las  vi- 
tuallas ;  hablaba  de  someter  á  su  dependencia  las  ricas  colonias 
que  se  habian  criminalmente  rebelado. — En  fin,  cuando  por  ge- 
nerosidad embarcábamos  á  Laserna,  y  Yaldez,  á  Canterac  y  Mo- 

neto,  á  Villalobos se  ocupaba  de  las  derrotas  vergonzosas  del 

llamado  General  Bolívar! — Cierto  que  no  se  alcanza  un  qjemplo 
de  mayor  despropósito  ni  de  más  crasa  ignorancia,  i  Qué  pru- 
rito de  vanagloria  y  de  fanfarronería !  i  Qué  sistema  de  jac- 
tancias 1  Parece  que  á  esto  no  más  se  reducia  en  Madrid  la 
ciencia  de  la  administración.  No  es  de  cxtrafiar,  por  tanto,  la 
decadencia  de  la  España.  Errores,  pasiones  y  bravatas  necias 
no  levantan  los  pueblos  á  las  nubes  de  la  prosperidad.  Otros 
son  los  medios. 

Como  mi  intento  no  es  estudiar,  ni  formular  siquiera  las  me- 
didas de  salvación  de  España  :  empeño  para  el  cual  me  reco- 
nozco incompetente  ;  vuelvo  á  la  historia  de  BoKvar,  de  ese  llor 
9nado  General,  en  quien  descollaban  tan  heroicas  prendas  y  vir- 
tudes, que  fué  milagro  de  la  excelencia,  así  como  otros  son  os- 
curos antípodas  de  la  grandeza. 

Después  de  la  gloriosa  victoria  de  Ayacucho,  siguió  el  Gene- 
ral Sucre  sin  inconveniente  para  el  Cuzco,  donde  se  encontraba 
ya  el  24  de  Diciembre.  *    Los  afortunados  campos  de  Junin  y 

*  Palabras  del  **  Diario  de  Comercio"  del  Y  de  Enero  de  1826. 

f  Conceptos  del  Señor  Burgos  en  su  Exposición  dlrijida  al  Rey. 

*  La  proclama  que  dio  Sacre  en  el  Cuzco  no  es  conocida     Yo  la  ofresoo  á 
mis  lectores  como  un  documento  precioso  que  no  debe  perecer.     Dice  así : 

Cuzqueños  I    El  Libertador  de  Colombia  os  envia  la  pas  y  la  redención.    Del 
otro  lado  del  Ecuador,  él  oyó  los  gemidos  del  pueblo  querido  de  los  Incas,  y  vint 


TIDA  DB  BOliVAB.  283 

de  Ayacncho  hablan  producido  el  verdadero  árbol  de  la  libertad 
que  extendiendo  sus  hermosos  ramos  hasta  el  Desaguadero,  hizo 
renacer  en  un  momento  los  inefables  bienes  de  la  regeneración. 
Las  autoridades  españolas  del  Cuzco,  reunidas  en  junta  general, 
luego  que  tuvieron  noticia  de  la  derrota  por  el  primero  de  los 
dispersos  del  ejército  realista,  que  fué  un  Comandante  Oarcia, 
nombraron  virey  del  Perú  al  Mariscal  de  campo  D.  Pió  Tristan, 
que  estaba  en  Arequipa,  y  le  rogaron  con  encarecimiento  se 
encargara  del  mando  y  tomara  todas  las  medidas  de  actividad 
y  entereza  que  lo  crítico  de  la  situación  pedia.  Lo  mismo  hizo 
en  el  Cuzco  el  Mariscal  de  campo  D.  Antonio  María  Álvarez, 
presidente  de  la  real  audiencia.  Pero,  todo  esfuerzo  fué  vano. 
Los  cuerpos  españoles  que  quedaban  diseminados  en  poblaciones 
distantes,  se  disolvieron  ;  y  el  nuevo  Virey,  y  Álvarez,  y  Espar- 
tero, y  Maroto,  mal  su  grado,  tuvieron  que  someterse  á  la  capi- 
tulación.— ^Arequipa,  Puno,  Cuzco,  las  ciudades  todas  del  Estado 
peruano,  vieron  flamear  sobre  sus  elevadas  torres  los  victoriosos 
pendones  de  la  patria  y  entonarse  á  su  sombra  los  armoniosos 
himnos  de  la  libertad. — Paitaba  aun  romper  las  cadenas  del 
Alto-Peru,  donde  dominaba  Olafíeta ;  piero  allá  se  dirijió  Sucre 
por  disposición  del  Libertador,  y  muy  pronto  podrá  decir  con 
noble  orgullo  :  **  No  hay  ya  un  soldado  enemigo  de  la  libertad  en 
América. — ^Los  que  vinieron  á  oprimirnos,  están  rendidos." 

El  25  de  Enero,  la  ilustre  municipalidad  de  Lima  dio  un  mag- 
nífico baile  al  Libertador  en  los  vastos  salones  de  la  Universi- 
dad. Aquella  era  la  fiesta  de  la  gratitud,  decia ;  porque,  des- 
pués de  Ayacucho,  que  decidió  para  siempre  de  los  destinos  del 

» 

á  salyarofl  de  la  esclayitud.  Vuestros  hermanos  os  presentan  á  su  nombre  los 
dones  de  la  independencia  nacional. 

Ciuqneños:  al  piear  vuestra  patria,  mi  corazón  ha  sentido  las  emociones  más 
sensibles:  he  visto  cumplidos  Toestros  deseos,  y  satisfechos  los  yotos  del  ejér- 
cito unido :  en  los  campos  sagrados  de  Junin  y  Ayacucho  quedaron  rotas  para 
siempre  las  cadenas  que  os  ataban  á  un  poder  estraño.  Dejasteis  eternamente 
de  ser  españoles ;  sois  ya  Pcbuatíos  ;  sois  libres.  En  adelante,  los  destinos  de  la 
República  depender&n  de  vuestras  virtudes  y  patriotismo. 

Cuzqueños :  el  Ejército  Libertador,  que  desde  tierras  lejanas  viene  comba- 
tiendo por  traeros  la  libertad,  os  pide  en  recompensa  vuestra  amistad  y  unión. 
La  dicha  del  Perú  son  los  bienes  que  anhela ;  y  volver  á  su  país  llevando  por 
trofeos  dulces  recuerdos  y  las  bendiciones  de  los  remotos  descendientes  del  Sol. 

Cuartel  general  en  el  Cuzco  á  29  de  Diciembre  de  1824. — ^A.  Josí  Suobe. 


284  TU>A  DE  boiíyab. 

Pent  no  cabian  ya  en  los  pechos  de  los  hijos  del  Sol  los  vehemeo- 
tes  afectos  de  amor  y  agradecimiento  hacia  el  inmortal  Bolívar. 
— ^En  la  plazuela  se  levantó  un  soberbio  obelisco  donde  se  veian 
escritos  los  nombres  de  los  héroes  que  con  su  sangre  habían 
cimentado  el  edificio  de  la  libertad  peruana ;  y  en  el  anchuroso 
patio  de  la  universidad  destinado  para  la  sala  del  baile  y  ador- 
nado suntuosamente,  se  veia  un  retrato  del  Libertador  con  esta 
inscripción :  ^  Cbbó  á  Oolombia,  bbstaubó  al  Pebó  y  dio  la 
PAZ  i.  LA  Amébica. — Cuando  se  presentó  Bolívar,  precedido  de 
los  miembros  de  la  municipalidad  que  sembraban  su  camino  de 
flores,  seis  bellas  jóvenes  entonaron  alternativamente  el  himno 
de  gratitud  y  alabanza.  Entonces,  un  poeta  y  orador,  el  Seflor 
Peralta,  lleno  de  entusiasmo,  habló  en  nombre  del  pueblo  de 

lima. ¿  Quién  podrá  dibigar  aquella  escena  ? — ^El  ilustre 

Peralta  hablaba  lleno  de  inspiración ;  y  cuando  dijo :  El  hom- 
bre 68  tanto  más  grande^  cuanto  más  humano ;  y  d  que  puede 
decirse  á  d  mismo,  yo  he  vengado  los  agra/vios  de  mis  hermanos : 
yo  he  restablecido  sus  derechos :  ellos  son  mis  hijos:  por  mí  son 

dichosos. ese  es  d  hombre  más  grande  sobre  la  tierra,  y  ese 

hombre  es  BOLÍVAR ;  cuando  pronunció  estas  palabras,  digo, 
un  aplauso  frenético  ahogó  su  voz  y  no  lo  dejó  continuar. — Era 
el  delirio  del  amor. — ^Todos  decian  :  ^  Bolívar  es  el  redentor 
del  Peni  !I '' 

Otra  escena  se  preparaba  en  tanto  en  los  salones  del  Con- 
greso :  escena  monumental  que  la  antigüedad  no  tiene  nada 
que  pueda  rivalizaría. 

El  diez  de  Febrero aniversario  de  la  dictadura  de  Bolí- 
var, se  reunió  el  Congreso  constituyente  del  Perú. — Jamás  ha 
amanecido  sobre  el  horizonte  de  nuestro  planeta  más  fausto,  ni 
más  grande  dia  ;  ni  jamás  brilló  tan  glorioso  para  el  Liberta- 
dor.— ^Roma  no  tuvo  nunca  esas  risueñas  auroras.  Las  virtudes 
de  sus  Camilos,  de  sus  Fabios  y  Cincinatos  iban  á  quedar,  desde 

ese  dia  en  segundo  orden ün  héroe,  que  desde  remotas 

tierras  voló  al  socorro  del  expirante  Perú,  que  lo  saca  del  abis- 
mo y  lo  liberta  :  un  heróe  que  revestido  de  la  espantosa  autori- 
dad dictatorial,  coronado  con  los  laureles  de  la  victoria,  arroja 
de  sí  la  palma  de  la  dictadura  sin  haberla  manchado  de  sangre, 
y  después  de  haber  cerrado  las  férreas  puertas  del  templo  de 
Jano  y  abierto  el  santuario  augusto  de  las  leyes,  quiere  bigar 


VIDA  BE  BOLÍVAB.  ^  285 

desde  la  cnmbre  más  elevada  á  la  clase  de  nn  simple  ciudadano, 
será  en  las  edades  futuras  la  admiración  perpetua  de  los  hom 
bres 

Á  las  ocho  de  la  mafiana  de  ese  dia  tan  glorioso,  el  primero 
en  la  época  de  la  regeneración  del  Perú,  se  reunió  el  Congreso 
en  la  sala  ordinaria  de  sus  sesiones,  7  una  'salra  general  de  ar- 
tillería anunció  al  pueblo  la  restauración  de  su  libertad. — En  el 
acto  pasó  una  comisión  presidida  por  el  Sefior  Pedemonte  á 
anunciárselo  á  Bolívar. — En  la  arenga,  el  presidente  de  la  comi- 
sión invitó  al  Libertador  á  ir  al  Congreso. — "  V.  E.,  le  dijo, 
puede  honrar  ya,  cuando  guste,  la  sala  de  nuestras  sesiones,  se- 
guro de  que  su  presencia  va  á  derramar  en  nuestros  espíritus 
un  placer  inefable,  al  recordar  con  su  vista  tantos  7  tan  apre- 
ciables  bienes  de  que,  junto  con  su  libertad,  le  es  deudora  nues- 
tra patria ^ — El  Libertador,  con  aquella  admirable  facilidad 

que  le  concedió  la  naturaleza  para  expresar  sublimemente  sus 
conceptos,  contestó  á  la  comisión  felicitando  al  Congreso  por  su 
reunión,  7  recomendando  la  dignidad  de  las  funciones  de  la  so- 
beranía, que  son  inalienables  ;  representó  con  un  fuego  inexpli- 
cable lo  peligroso  que  era  confiar  á  ningún  hombre  una  autori- 
dad monstruosa  que  no  estaría  sin  peligro  en  las  manos  del 
mismo  Apolo^  7  quiso  que  se  anticipara  al  Congreso  que  debia 
aceptar  la  renuncia  de  aquel  mando  que  él  aborrecía. — "  Infeliz 
Perú,  exclamó  Pedemonte,  si  la  modestia  de  Bolívar  llega  á 
triunfar  ho7  de  los  clamores  del  Congreso." 

La  comisión  se  retiró. 

Inmediatamente  después  el  Libertador  se  puso  en  marcha, 
precedido  de  todos  los  cuerpos  civiles,  eclesiásticos  7  militares, 
en  medio  de  incesantes  vivas  que  retumbaban  por  todas  par- 
tes.— Las  calles  del  tránsito  vistosamente  adornadas  7  en  ellas 
formada  la  tropa,  el  repique  general  de  campanas,  el  numeroso 
conculco  7  el  entusiasmo  universal,  presentaban  el  verdadero 
triunfo  de  la  virtud  :  triunfo  el  más  grande  á  que  puede  aspirar 
un  mortal  sobre  la  tierra. — ^El  pueblo  de  Lima,  arrebatado  entre 
la  admiración  7  la  gratitud,  no  se  cansaba  de  enviar  al  cielo  los 
más  ardientes  votos  por  la  felicidad  del  heróe  que  lo  habia  sal- 
vado. Pero  apenas  pisó  Bolívar  los  umbrales  de  la  sala  del 
Congreso,  cuando  la  multitud  que  allí  estaba,  poseída  de  un  su- 
blime frenesí  patriótico,  redobló  las  aclamaciones.  ¡  Cuándo  nos 


286  ¥IDA  DE  BOIÍYAB. 

hallaríamos  en  este  sitio,  exclamaba,  si  no  hubiera  sido  por  la 
constancia  y  el  valor  de  este  hombre  inmortal  I  [  Cuándo  ha- 
bríamos tenido  Congreso,  ni  representantes,  ni  leyes  patrias,  si 
no  hubiera  sido  por  su  magnanimidad  sin  igual  I  Mútuameale 
todos,  en  los  raptos  del  júbilo,  se  estrechaban  y  prorumpian  en 
gritos  :  Viva  Boiívab  I   i  Viva  el  Redentor  del  Perú  I 

Entre  tanto,  tomó  asiento  el  Libertador,  y  el  Congreso  oyó 
sus  palabras : 

"  Señores  :  Los  representantes  del  pueblo  peruano  se  reúnen 
"  hoy  bajo  los  auspicios  de  la  espléndida  victoria  de  Ayacucho, 
"  que  ha  fijado  para  siempre  los  destinos  del  Nuevo  Mundo. 

"  Hace  un  año  que  el  Congreso  decretó  la  autoridad  dictato- 
"  rial  con  la  mira  de  salvar  la  República  que  fallecía  oprimida 
"  con  el  peso  de  las  más  espantosas  calamidades.  Pero  la  mano 
**  bienhechora  del  Ejército  Libertador  ha  curado  las  heridas  que 
"  llevaba  en  su  corazón  la  patria :  ha  roto  las  cadenas  que  ha- 
"  bia  remachado  Pizarro  á  los  hijos  de  Manco-Capac,  fundador 
"  del  imperio  del  Sol,  y  ha  puesto  á  todo  el  Perú  bajo  el  sagra- 
"  do  régimen  de  sus  primitivos  derechos. 

"  Mi  administración  no  puede  llamarse  propiamente  sino  una 
"  cámpaQa.  Apenas  hemos  tenido  el  tiempo  necesario  para 
"  armarnos  y  combatir,  no  dejándonos  el  tropel  de  los  desastres 
"  otro  arbitrio  que  el  de  defendernos.  Como  el  ejército  ha 
**  triunfado  con  tanta  gloria,  me  creo  obligado  á  suplicar  al  Con- 
"  greso  que  recompense  debidamente  el  valor  y  la  virtud  de  los 
**  defensores  de  la  patria. 

'^  Los  tribunales  se  han  establecido  según  la  ley  fundamental. 
"  Yo  he  mandado  buscar  el  mérito  oculto  para  colocarlo  en  el 
"  tribunal ;  he  solicitado  con  esmero  á  los  que  profesaban  roo- 
''  destamente  el  culto  de  la  conciencia,  la  religión  de  las  leyes. 

"  Las  rentas  nacionales  no  existian  :  el  fraude. corrompía  to- 
"  dos  sus  canales :  el  desorden  aumentaba  la  miseria  del  Estado. 
"  Me  he  creido  forzado  á  dictar  reformas  esenciales  y  orde- 
"  nanzas  severas  para  que  la  república  pueda  llevar  adelante  su 
^  existencia,  ya  que  la  vida  social  no  se  alimenta  sin  que  corra 
"  el  oro  por  sus  venas. 

'*  La  crisis  de  la  República  me  convidaba  á  una  preciosa  re- 
^  forma  que  el  curso  de  los  siglos  quiza  no  volverá  á  ofrecer.  El 
*^  edificio  político  habia  sido  destruido  por  el  crimen  y  la  guerra 


YIDA  DB  BOIÍYAB.  287 

"  Yo  me  encontraba  sobre  un  campo  de  desolación  ;  mas,  con  la 
*^  ventaja  de  poder  constituir  en  él  un  gobierno  benéfico.  Á 
*'  pesar  de  mi  ardiente  celo,  no  puedo  asegurar  al  Congreso  que 
"  esta  obra  haya  llegado  al  grado  de  mejora  con  que  me  lison- 
"jeaba  mi  esperanza.  La  sabiduría  del  Congreso  tendrá  que 
*"  emplear  toda  su  eficacia  para  dar  á  su  patria  la  organización 
'*  que  ella  requiere  y  la  dicha  que  la  libertad  promete. — Séame 
**  licito  confesar,  que,  no  siendo  yo  peruano,  me  ha  sido  más  di- 
^  ñcil  que  á  otro  la  consecución  de  una  empresa  tan  ardua. 

"  nuestras  relaciones  con  la  república  de  Colombia  nos  han 
^  proporcionado  poderosos  auxilios.  Nuestra  aliada  y  confede- 
^  rada  no  ha  reservado  nada  para  nosotros :  ella  ha  empleado 
"  su  tesoro,  su  marina,  su  ejército  en  combatir  al  enemigo  co- 
"^  mun,  como  en  causa  propia. 

"El  Congreso  observará  por  estas  demostraciones  de  Co- 
^lombia  el  precio  infinito  que  tiene,  en  el  orden  americano, 
"la  intima  y  estrecha  federación  de  los  nuevos  Estados. — 
'^  Persuadido  yo  de  la  magnitud  del  bien  que  nos  resultará  de 
"  la  reunión  del  Congreso  de  Representantes,  me  he  adelanta- 
"do  á  invitar  á  nombre  del  Perú  á  nuestros  confederados, 
"  para  que,  sin  pérdida  de  tiempo,  verifiquemos  en  el  istmo  de 
"  Panamá,  esa  augusta  asamblea  que  debe  sellar  nuestra  alianza 
"  perpetua 

"Legisladores,  al  restituir  al  Congreso  el  poder  supremo 
"  que  deposito  en  mis  manos,  séame  permitido  felicitar  al  pue- 
"  blo  por  que  se  ha  librado  de  cuanto  hay  de  más  terrible  en 
"  el  mundo  :  de  la  guerra  con  la  victoria  de  Ayacucho,  y  del 
"  DESPOTISMO  con  mi  resignación.  Proscribid  para  siempre,  os 
"  ruego,  tan  tremenda  autoridad.  ¡  Esa  autoridad  que  fué  el 
"  sepulcro  de  Boma  I  Fué  laudable,  sin  duda,  que  el  Congre- 
"so,  para  flanquear  abismos  horrorosos  y  arrostrar  furiosas 
"  tempestades,  clavase  sus  leyes  en  las  bayonetas  del  I^ército 
"  Libertador ;  pero,  ya  que  la  Nación  ha  obtenido  la  paz  do- 
"  méstica  y  la  libertad  política,  no  debo  permitir  que  manden 
"sino  las  leyes. 

"  Señores,  el  Congreso  queda  instalado. — Mi  destino  de  sol- 
"  dado  auxiliar  me  llama  á  contribuir  á  la  libertad  del  Alto- 
"  Perú,  y  &  la  rendición  del  'Callao,  último  baluarte  del  poder 
'^espafiol  en  la  América  meridional.     Después  volveré  á  mi 


288  VIDA  DB  BOLITAB. 

"  patria  á  dar  cuenta  á  los  Representantes  del  pueblo  colom- 
'^  biano,  de  mi  misión  en  el  Perú,  de  vuestra  libertad  j  de  la 
"gloria  del  Ejército  Libertador/' 

Las  últimas  palabras  de  Bolívar  hicieron  variar  en  un  ins- 
tante el  júbilo  universal  en  triste  escena  de  dolor  y  suste. — 
El  pueblo^  como  herido  de  un  rayo,  tembló  á  la  sola  idea  de 
verse  abandonado ;  y  el  Presidente  del  Congreso,  el  Dr.  José 
Maria  Galdiano,  exclamó  :  ^  Libertador !  los  sagrados  intere- 
ses de  los  pueblos,  las  heroicas  acciones  del  ejército  unido, 
los  venturosos  dias  del  afio  de  1824,  nuestra  vacilante  segu- 
ridad, la  opinión  pública  y  los  votos  unánimes  de  esta  asam- 
blea, todo,  todo  se  opone  á  la  dimisión  de  vuestro  mando; 
de  ese  mando  que  emancipándonos  del  antiguo  coloniaje,  nos 
sostiene  contra  las  ambiciosas  aspiraciones  de  anarquistas  7 
tiranos " 

El  Libertador  se  paró  entonces  y  dijo  : 

"  Señor  Presidente  1  Legisladores ! — Hay  es  el  dta  di.  Perú^ 
^^  porque  hoy  no  tiene  un  dictador.  El  Congreso  salvó  la  pa- 
"  tria  cuando  transmitió  al  Ejército  Libertador  la  sublime  auto- 
"  ridad  que  le  habia  confiado  el  pueblo  para  que  lo  sacase  del 
'^  caos  y  de  la  tiranía.  El  Congreso  llenó  altamente  su  deber 
"  dando  leyes  sabias  en  la  constitución  republicana  que  mandó 
"  cumplir.  El  Congreso  dimitiéndose  de  esa  autoridad  inena- 
"  genable,  que  el  pueblo  mismo  apenas  pedia  prestar,  ha  dado 
"  el  ejemplo  más  extraordinario  de  desprendimiento  y  patrio- 
"  tismo.  Consagrándose  á  la  salud  de  la  patria  y  destruyén- 
"  dose  á  sí  mismo,  el  Congreso  constituyó  al  ejército  en  el  au- 
^'  gusto  encargo  de  dar  la  libertad  al  Estado,  de  salvar  sus 
'*  flamantes  leyes  y  de  lavar  con  la  sangre  de  los  tiranos  las 
'*  manchas  que  la  nación  habia  recibido  de  esos  hombres  nefan- 
"  dos  &  quienes  se  habia  confiado  la  autoridad  de  rejirla. 

"  Me  es  imposible  expresar  la  inmensidad  de  gloria  que  me 
"  ha  dado  el  Congreso  encargándome  de  los  destinos  de  su 
"  patria.  Como  representante  yo  del  Ejército  Libertador  me 
"  atreví  á  recibir  la  formidable  carga  que  apenas  podrían  so- 
"  brellevar  todos  mis  compañeros  de  armas  ;  pero  la  virtud  y  el 
*'  valor  de  estos  ínclitos  guerreros,  me  animaron  á  aceptarla. — 
*'  Ellos  han  cumplido  la  celeste  misión  que  les  confió  el  Congreso. 
*^  En  Junin  y  Ayacucho  han  derramado  la  libertad  por  todo  el 


L 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  289 

"  ámbito  del  imperio  de  Maaco-Gapac ;  han  roto  el  jngo  j  las 
**  cadenas  quelesimponian  los  representantes  del  Fro-consnl  de 
"  la  Santa  Alianza  en  Empalia.  Ellos  marchan  al  Alto  Perú 
*^  porque  sean  cuales  fueren  las  miras  del  que  allí  manda,  al  fin 
'^  os  un  espafiol.  Yo  volaré  con  ellos,  y  la  plaza  del  Callao  será 
"  tomada  al  asalto  por  los  bravos  del  Perú  y  Colombia. — Des- 
'^  pues,  SeSores,  nada  me  queda  que  hacer  en  esta  república. 
^  Mi  permanencia  en  ella  es  un  fenómeno  absurdo  :  es  el  oprobio 
"  del  Perú. — Yo  soy  un  extrangero ;  he  venido  á  auxiliar  como 
"  guerrero,  y  no  á  mandar  como  político.  Los  legisladores  de 
"  Colombia,  mi  propios  compañeros  de  armas  me  increparían  un 
"  servicio  que  no  debo  consagrar  sino  á  mi  patria ;  pues  unos  y 
**  y  otros  no  han  tenido  otro  designio  que  el  de  dar  la  indepen- 
"  dencia  á  este  gran  pueblo.  Pero,  si  yo  aceptase  su  mando,  el 
^  Perú  vendría  á  ser  una  nación  parásita  ligada  hacia  Colombia 
"  cuya  presidencia  obtengo  y  en  cuyo  suelo  nací.  Yo  no  puedo, 
"  Señor,  admitir  un  poder  que  repugna  mi  conciencia.  Tampoco 
^  los  legisladores  pueden  conceder  una  autoridad  que  el  pueblo 
^'  les  ha  confiado  solo  para  representar  su  soberanía.  Las  gene- 
"  raciones  futuras  del  Perú  os  cargarían  de  execración.  Voso- 
"  tros  no  tenéis  facultad  de  librar  un  derecho  de  que  no  estáis 
"  investidos.  No  siendo  la  soberanía  del  pueblo  enagenable, 
*'  apenas  puede  ser  representada  por  los  que  son  órganos  de  su 
**  voluntad  ;  más  un  forastero,  Señores,  no  puede  ser  el  órgano 
"  de  la  representación  nacional :  es  un  intruso  en  esta  naciente 
"  república. 

"  Yo  no  abandonaré  sin  embargo  al  Perú.  Le  serviré  con 
"  mi  espada  y  con  mi  corazón,  mientras  un  solo  enemigo  huelle 
**'  su  suelo.  Lu^o,  ligando  por  la  mano  las  repúblicas  del  Perú 
"  y  Colombia,  daremos  el  ejemplo  de  la  grande  confederación 
"  que  debe  fijar  los  destinos  futuros  de  este  nuevo  universo." 

No  es  posible  ponderar  los  sentimientos  de  que  fué  po.seido  e! 
pueblo  cuando  oyó  este  discurso. — La  viveza  de  la  expresión  de^ 
Bolívar  y  aquel  tono  persuasivo  que  solo  tiene  quien  siente  lo* 
que  dice,  sumérjieron  al  inmenso  concurso  en  melancólico  sileur 
cío.  Hasta  la  cuerda  del  amor  propio  nacional  habia  tocado  el 
Libertador  para  hacer  que  el  Congreso  le  admitiese  la  renuncia* 
de  la  dictadura.  Mirábanse  los  representantes  con  pavoroso 
asombro  loe  unos  á  los  otrot),  como  en  expresión  de  lamenian' 

19 


290  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

una  I  aera  y  más  irremediable  desgracia  :  "  la  orfandad  Y  esa 
triste  sorpresa  se  comunicó  á  la  concurrencia  cuando  el  Liberta- 
dor se  despidió  del  Congreso,  que  le  siguió,  enmudecido  de  dolor, 
con  sus  amorosas  miradas. — Entonces,  un  grito  simultáneo,  exa- 
lado por  tantos  pechos  oprimidos  resonó  en  el  salón :  viva  nves- 
tro  Libertador :  viva  Bolívab,  nuestro  padre^  que  no  ea  capaz 
de  dejarnos  I 

El  Congreso  se  ocupó  en  el  acto  de  redactar  un  decreto  para 
que  el  Libertador  continuara  en  el  mando.  El  voto  por  la  con- 
tinuación de  la  dictadura  era  uniforme  entre  los  representantes,^ 
quienes  se  arrebataban  las  palabras,  y  casi  los  conceptos,  causan- 
do asi  por  la  más  honrosa  competencia  de  expresión  á  favor  del 
héroe  americano  una  discusión  tan  acalorada  y  más  detenida 
que  las  que  resultan  de  diversos  y  opuestos  dictámenes,  i  Cuántos 
discursos  en  la  tribuna  I  i  Qué  multitud  de  mociones  !  Y  apenas 
se  pronunciaba  el  nombre  de  Bolívar  que  los  aplausos  no  deja- 
ban espacio.  Difícilmente  se  verá  otra  vez  en  el  pueblo  un  en- 
tusiasmo tan  delirante  en  favor  de  un  hombre  !....Pero  ese  hombre 
era  Bolívar  ! 

Logróse  al  fin  fijar  una  proposición  que  obtuvo  la  aprobación 
unánime  del  Congreso  y  quedó  constituida  en  el  decreto 
siguiente : 

El  CoKaRBSo  CoNSTrruYKHTB  DEL  Pbru, 

Considerando : 
1**  Que  la  república  queda  expuesta  &  grandes  peligros  por  la  resigna- 
ción que  acaba  de  hacer  el  Libertador,  Presidente  de  Colombia,  Simón 
Bolívar,  del  poder  dictatorial,  que,  por  decreto  de  10  de  Febrero  ante- 
rior se  le  encargó,  para  salvarla ; 

2"  Que  solo  este  poder  depositado  en  el  Libertados  puede  dar  conms- 
•vtencia  &  la  República ; 

8"  Que  el  Libertador  lo  ha  ejercido  conforme  &  las  leyes,  en  contrapo- 
vsicion  de  lan  facultades  que  le  ha  fí*anqueado  la  dictadura,  dando  UQ 
r  singular  ejemplo  en  los  anales  del  mando  absoluto ; 

4"  Que  el  Libertador  se  ha  resistido  &  continuar  en  el  gercicio  de  este 
mismo  poder,  fi  pesar  de  habérsele  conferido  por  el  Congreso,  tanto  por 
la  razón  que  expresa  el  fundamento  8°,  como  por  la  extraordinaria  con- 
•fian/A  que  en  él  Libertador  tiene  la  Nación ; 

5"  Que  nunca  ha  sido  observada  la  ley  fundamental  sino  ba  o  la  admi- 
nistración del  Libertador,  á  pesar  de  que  ha  estado  en  sus  facultades 
asuspender  el  cumplimiento  de  sus  artículos ; 
^fí"  Qae-^l.LxBBRTADOR  ha  dado  1*9  testimonios  más  Uustres  de  «a  pío- 


VIDA  DE  BOLÍVAB,  291 

ñrndo  amor  por  la  libertad,  orden  y  prosperidad  de  la  República,  y  de 
su  absoluta  resistencia  ai  mando ; 

Ha  Tenido  en  decretar  y  decreta : 

I.  El  LiBBBTABOR  queda  bajo  de  este  título  encargado  del  supremo 
mando  político  y  militar  de  la  República,  hasta  la  reunión  del  Congreso 
que  prescribe  el  artículo  191  de  la  Constitución. 

n.  Este  Congreso  se  reunirá  en  el  afio  26  dentro  del  período  que  séllala 
la  constitución,  en  conformidad  del  artículo  58  de  la  misma. 

m.  No  ]>odrá  reunirse  antes,  atendida  la  moderación  del  Libebtador 
en  procurar  siempre  la  convocatoria  de  los  representantes  del  pueblo ; 
pero  si  podrá  diferirla,  por  esta  misma  razón,  si  lo  exijieren  la  libertad 
interior  y  exterior  de  la  República. 

ly.  El  Libebtador  podrá  «uspender  la  anterior  constitución,  leyes  y 
decretos  que  estén  en  oposición  con  la  exijencia  del  bien  público  en  las 
presentes  circunstancias  y  en  las  que  pudieren  sobreyenir ;  como  también 
decretar  en  uso  de  la  autoridad  que  ejerce,  todo  lo  concerniente  á  la  orga- 
nización de  la  República.* 

y.  El  LiBBBTADOB  puedc  delegar  sus  facultades  en  una  6  más  personas 
del  modo  que  lo  tuTiero  por  conveniente  para  el  réjimen  de  la  república, 
reservándose  las  que  considere  necesarias. 

YL  Puede  igualmente  nombrar  quien  le  sustituya  en  algún  caso  ines- 
perado. 

Imprímase,  publíqueee,  drcúlese  y  comuniqúese  al  Libertador. 

Dado  en  la  sala  del  Congreso  en  Lima,  á  10  de  Febrero  de  1825, 4**  de 

la  Repúbiica. 

José  Había.  Galdiaho,  Presidente. 

La  resolución  que  iba  á  formular  el  Congreso  fué  comunicada 
á  Bolívar  por  una  comisión  que  presidia  el  Señor  Larrea. — 
Cuando  este  empezó  á  hablar,  el  silencio  de  los  sepulcros  no  era 
mayor. — Estaban  todos  pendientes  de  sus  labios  deseando  que 
arrancansen  una  palabra  de  consuelo  de  los  del  Libertador. 
Vencido  este  de  tanta  generosidad,  contestó :  "  queda  mi  persona 
**  consagrada  al  Perú  en  los  términos  que  el  Congreso  desea  y 
"  que  el  eminente  patriotismo  de  este  pueblo  merece,  con  tal  que 
''  se  olvide  enteramente  al  nombrárseme  el  odioso  título  de 
"  Dictador."  Y  así  se  hizo,  como  se  ha  visto. — Un  soplo  do 
vida,  exhalado  repentinamente  entre  los  muertos,  no  produciría 
una  escena  tan  risueña  y  festiva  como  formaron  estas  palabras 
en  la  inmensa  asamblea.  "  Una  gracia,  decían  los  representantes, 
que  ha  marcado  de  un  modo  tan  singular  las  bondades  de  Bolí- 
var para  con  el  pueblo  peruano,  merece  una  expresión  extraor- 
dinaria.   Marche, sil  ejemplo,  una  comisión  numerosa  llevando 


292  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

á  8U  frente  al  presidente  mismo  del  Congreso  y  presente  al  ilus- 
tre RESTAURADOR  de  la  República  los  votos  de  nuestra  gra- 
titud ;  7  encargúese  otra  de  organizar  un  decreto  en  que  se 
consigne  para  eterna  memoria  la  generosidad  de  Bolívar  en  re- 
nunciar, por  complacemos,  á  las  delicadezas  de  su  pundonor,  y 
la  del  Congreso  mismo  en  despojarse,  por  el  bien  de  los  pueblos, 
de  sus  atribuciones  soberanas." 

El  Congreso  sancionó  en  el  mismo  dia : 

1^  Un  voto  de  gracia  á  nombre  de  la  República  á  Simón  Bo- 
lívar, Padre  y  Salvador  del  Pbeó  ;  y  al  ejército  unido  Li- 
bertador, en  testimonio  de  seflalada  gratitud  á  los  autores  de  la 
libertad  peruana. 

2°  Abrir  una  medalla  en  honor  de  Bolívar  que  llevara  por  el 
anverso  su  busto  con  este  mote  :  A  su  Libertador^  Siman  BaKr 
var,  y  por  el  reverso  las  armas  de  la  República  con  este  otro  : 
El  Perú  restaurado  en  Ayacucho,  año  de  1824. 

3^  Erijir  en  la  plaza  de  la  Constitución  un  monumento  con  la 
estatua  ecuestre  del  Libertador  que  perpetúe  la  memoria  de  los 
heroicos  hechos  con  que  dio  la  paz  y  la  libertad  al  Perú. 

4?  Fijar  en  las  capitales  de  los  departamentos  una  lápida  en 
la  plaza  mayor  con  una  inscripción  de  gratitud  al  Libertador 
por  haber  salvado  la  República. 

5°  Colocar  en  todas  las  Municipalidades  su  retrato. 

6^  Que  la  persona  del  Libertador  disfrutara  en  todo  tiempo 
de  los  honores  de  Presidente  de  la  República. 

7^  Poner  á  disposición  del  Libertador,  como  una  pequeña  de- 
mostración del  reconocimiento  público,  la  cantidad  de  un  millón 
de  pesos  ;  y  otra  igual  para  que  la  distribuyera,  á  discreción, 
entre  los  generales,gefes,  oficiales  y  tropa  del  Ejército  Libertador. 

8°  Votar  una  acción  de  gracias  al  Senado  y  Cámara  de  Re- 
presentantes de  Colombia,  en  señal  de  reconocimiento  á  los  ser- 
vicios que  hizo  al  Perú  permitiendo  que  el  Libertador  fuera  á 
encargarse  de  salvarlo ;  cuyos  sentimientos  se  trasmitirían  al 
Congreso  colombiano  por  una  comisión  del  seno  del  Congreso 
peruano. 

9^  Que  en  adelante  se  reconociera  al  general  en  gefe  del 
£J}ército  Unido  Antonio  José  Sucre  con  el  dictado  de  Chran 
Mariscal  de  Ayacucho  por  la  memorable  victoria  obtenida  en 
los  campos  de  este  ir?mbre. 


VIDA  DE  BOliVAB.  293 

10^  Que  á  iddos  los  individuos  que  habian  servido  en  la  cam- 
paña del  Peni,  se  les  considerase  como  peruanos  de  nacimiento 
con  opción  á  todos  los  empleos  de  la  República. 

Cuando  se  comunicaron  estos  decretos  al  Libertador,  contestó 
en  el  acto,  relativamente  al  millón  de  pesos  que  se  le  daba,  ne- 
gándose á  recibirlo. — Lo  que  pasó  en  este  delicado  asunto  7  el 
término  que  tuvo  está  todo  en  la  correspondencia  que  á  conti- 
nuación publico : 

Lima,  á  12  de  Febrero  de  1825. 
ExMO.  Sbñob: 

La  munificencia  del  Soberano  Congreso  se  ha  excedido  á  sí  misma,  con 
respeto  al  ejército  Libertador  que  ha  combatido  en  el  campo  de  Ayacu- 
cho.  £1  general  en  gefe,  Gran  Mariscal,  ha  recibido  una  recompensa  pro- 
pia de  los  Scipiones  y  propia  del  püeblo-sbt. — ^Los  demás  gefes,  oficiales, 
y  tropa  son  tratados  con  la  m&s  noble  generosidad. — ^£1  Congreso,  rívali- 
sando  en  magnanimidad  &  los  Libertadores  de  sa  patria,  se  ha  mostrado 
digno  de  representar  á  un  pueblo  augusto :  pero,  £xmo.  Sefior,  ¿  no  estaba 
bastante  satisfecho  él  Congreso  con  toda  la  confianasa  que  ha  depositado 
on  mi  ?  ¿  y  con  toda  la  gloria  que  me  ha  dado,  librando  el  destino  de  su 
patria  en  mis  manos  ?  ¿  Porqué  quiere  confundirme,  humillarme  con  dá- 
divas ezcedyas,  y  con  un  tesoro  que  no  debo  aceptar? — Si  yo  admitiese 
la  gracia  que  el  Congreso  se  ha  dignado  hacerme,  mis  senricios  al  Perú 
quedarían  cubiertos  con  demasía,  por  la  liberalidad  del  Congreso ;  en 
tanto  que,  mi  ansia  más  viva,  es,  dejar  al  Perú  deudor  de  los  miserables 
desvelos  que  yo  he  podido  consagrarle. 

Ko  es  mi  ánimo  desdefiar  los  rasgos  de  bondad  del  Congreso  para  con- 
migo.— Jamas  he  querido  aceptar,  de  mi  patria  misma,  ninguna  recom- 
pensa de  este  género.  Así,  seria  una  inconsecuencia  monstruosa,  si  ahora 
yo  recibiese  de  las  manos  del  Perú  lo  mismo  que  habia  rehusado  á  mi 
patria. — ^Me  basta,  Seflor,  el  honor  de  haber  merecido  del  Congreso  del 
Perú  su  estimacicm  y  su  reconocimiento.  La  medaUa  que  ha  mandado 
gravar  con  mi  busto,  es  tan  superior  á  mis  servicios,  que,  ella  sola,  colma 
la  medida  de  mis  más  ilimitados  deseos. 

Yo  acepto  este  galardón  del  Congreso,  con  una  eñision  de  gratitud, 
que  ningún  sentimiento  puede  dignamente  expresar. 

Sírvase  Y.  £,  transmitir  al  Soberano  Congreso  á  nombre  del  ejército  y 
del  mió,  loe  testimonios  más  expresivos  de  nuestra  profunda  gratitud. , 

Tengo  él  honor  de  ser,  etc.  BolÍvab. 

Palacio  de  Oobiemo,  i  28  de  Febrero  de  1825. 
ExMo  SEtoB: 

Tengo  la  honra  de  responder  á  la  comunicación  en  que  Y.  E.  se  ha  ser- 
vido ma>  ifestarme  la  generosa  negativa  del  Soberano  Congreso  á  la  mia, 


n 


294  VIDA  DE  boiíyab. 

en  que  lentmciaba  él  millón  de  peeoe,  que  la  Repreflentadon  nacional  dd 
Perú  ha  querido  poner  á  mis  órdenea. 

Yeo  con  infinita  satiaftcdon  el  empefio  de  manifestarme  nn  reconoci- 
miento, que,  &  la  verdad,  ha  traspasado  ya  sus  límites  regulares.  Por 
consecuencia  de  estas  demostraciones  excesiyas,  he  Tenido  yo  á  quedar  de 
beneficiado,  y  por  lo  mismo,  deudor  de  gratitud ;  pero  sea  cual  fuera  la 
tenacidad  del  Congreso  constituyente,  la  mia  no  puede  ser  excedida,  no 
habiendo  poder  humano  que  me  obligue  &  aceptar  un  don  que  mi  con- 
ciencia repugna. 

Yo  repito  fi  Y.  E.  para  que  se  sirva  hacerlo  presente  al  Congreso  que, 
sin  aceptar  la  gracia  en  cuestión,  mis  servicios  quedan  recompensados  in- 
finitamente más  de  lo  que  yo  me  atrevia  &  desear. 

y.  E.  sabe  si  el  Congreso  ha  d^ado  de  hacer  algo  que  no  me  sea  glo- 
rioso.— Me  ha  nombrado  Padre  y  Salvador  del  Perú :  me  ha  decretado 
los  honores  de  Presidente  perpetuo :  ha  mandado  gravar  mi  busto  en  una 
medalla :  me  ha  llamado  Libertador :  me  ha  obligado  &  encargarme  del 
mando  del  Perú,  y  después  me  séllala  una  enorme  fortuna.  Yo  he  acep- 
tado todo  con  gozo,  menos  lo  último ;  porque  las  leyes  de  mi  patria  y  las 
do  mi  corazón  me  lo  prohiben. 

Sírvase  Y.  E.  aceptar  los  testimonios  de  mi  alta  consideración  y 
respeto. 

BOLÍVAB. 


Lima,  Febrero  20  de  1885. 
ExcM o.  Ssfi^OB : 

El  Congreso,  á  quien  he  dado  cuenta  de  la  nueva  y  absoluta  negativa 
de  y.  E.  á  Hdndtir  el  millón  de  pesos  que  decretó  se  pusieran  á  su  dispo- 
sición, como  una  pequefia  sefial  de  gratitud  por  los  imponderables  bene- 
ficios que,  como  á  su  Libertador,  le  debe  la  Nación,  ha  acordado :  mani- 
fieste yo  &  y.  E.,  según  corresponde  á  mi  actual  oficio  en  la  asamblea, 
que,  al  mismo  tiempo  que  respeta  la  decisión  de  Y,  E.,  siente  vivamente 
ver  frustradas  sus  intenciones  en  esta  parte.  Y  que  no  siendo  ya  permi- 
tido instarle  tercera  vez,  después  de  las  terminantísimas  protestas  de  su 
apreciable  nota  última,  lo  es  al  menos  pedir  á  y.  E.  se  sirva  destinar  di- 
cho millón  á  obras  de  beneficencia  en  favor  del  dichoso  pueblo  que  le 
vi6  nacer,  y  demás  de  la  República  de  Colombia,  que  tuviere  Y.  E.  por 
conveuiente. 

El  Congreso  no  halla  otro  modo  de  concluir  con  dignidad  la  contienda 
suscitada  entre  la  alta  delicadeza  de  Y.  E.  y  los  ardientes  deseos  que  le 
asisten  de  acreditar  á  Y.  E.  y  al  mundo,  en  cuanto  es  posible,  él  agrade- 
cimiento en  que  le  está  la  Nación :  y  espera  no  se  extienda  la  negativa 
de  Y.  E.  hasta  rehusarle  la  complacencia  de  que  sea  el  instrumento  de  la 
distribución  de  una  suma,  siempre  improporcionada  para  cualquier  ob- 
jeto que  diga  relación  con  Y.  £.;  pero,  está  firme  él  Congreso  en  que  ten- 
ga precisamente  esa  aplicación,  consolándose  con  que  si  sus  cortos  dones 


VIDA  DE  BOLtYAB.  296 

no  han  podido  ser  aceptadoe  por  la  mano  pora  del  Grah  Bolítar,  hayan 
siquiera  de  emplearoe  en  proyecho  de  una  parte  de  la  humanidad  que 
toca  á  y.  E.  tan  de  cerca,  y  á  quien  tanto  por  esta  razón,  como  por  los 
ingentes  auxilios  que  ha  merecido  á  sus  hijos  en  la  tremenda  lucha  que 
ha  premiado  la  victoria,  mira  el  Perú  con  un  reconocimiento  y  predilec- 
ción tan  especial. 

Ruego  á  y.  E.  tenga  á  bien  recibir  los  sentimientos  de  admiración  y 
de  profundo  respeto  con  que  soy  su  más  atento  servidor. 

Josa  Gbbgobio  Pabbdbs. 

Urna,  á  27  de  Febrero  de  1826. 
SeII^ob: 

He  tenido  la  honra  de  recibir  la  última  resolución  del  Soberano  Con- 
greso constituyente,  relativa  á  la  generosa  recompensa  de  un  millón  que 
se  me  habla  sefialado  por  los  servicios  que  mis  compañeros  de  armas  han 
prestado  al  Perú  en  los  campos  de  Ayacucbo.  Jamas  se  ha  mostrado  el 
Congreso  tan  noble  como  en  esta  determinación,  que  ahora  es  el  objeto 
de  mis  más  cordiales  agradecimientos. — ^El  Congreso  ha  querido  termi- 
nar su  hermosa  contienda  conmigo,  de  un  modo  digno  de  él  mismo,  dis- 
tribuyendo la  gracia  que  se  me  hacia  entre  los  que  han  contribuido  á  la 
obra  magnífica  de  la  libertad  del  Perd ;  y  para  ser  siempre  pródigo  no 
olvida  al  pueblo  qae  me  vio  nacer.— Este  rasgo  de  munificencia  ha  col- 
mado mi  corazón  de  gozo  y  gratitud ;  y  yo  no  dudo  que  mis  hermanos 
de  Caracas  lo  ver&n  con  la  más  grata  complacencia. 

Yo,  á  su  nombre,  ofrezco  al  Soberano  Congreso  las  expresiones  más 
mnceras  de  su  anticipado  reconocimiento. 

Tengo  el  honor  de  ofrecerme  á  y.  E.  con  los  sentimientos  de  mi  con- 
sideración y  respeto.  Bolívab. 

De  estas  grandes  generosidades  del  Perú  informó  el  Li- 
bertador inmediatamente  al  gobierno  de  Colombia,  dejándole 
ver  que  si  su  gratitud  era  inmensa  para  con  aquel  pueblo  que 
ostentaba  tan  espléndidamente  sa  amor  y  su  reconocimiento, 
su  primer  deber  era  la  obediencia  á  las  leyes  de  su  patria. 
^  Rennida  la  representación  nacional  del  Perú  el  10  de  Febrero, 
*^  escribía  á  Santander,  tuve  la  gloria  de  presentarle  la  Nación 
**  en  estado  de  libertad  política  y  de  paz  interna  ;  debido  todo 
**  á  los  heroicos  esfuerzos  del  Ejército  Libertador,  que  ha  llena- 
'^  do  de  un  modo  maravilloso  los  votos  de  los  pueblos  del  Nuevo 
**  Mundo. 

"  El  Congreso  Constituyente  del  Perú  se  ha  mostrado  digno 
"  de  representar  á  una  Nación  generosa  :  la  gratitud  más  ilimi- 
^  tada  ha  dictado  sus  sentimientos  j  sus  decretos.    Los  repre- 


296  VIDA  DB  BOUYAB. 

'^  sentantes  de  este  pueblo  bar  rivalizado  en  magnanimidad  &  sus 
"  gloriosos  libertadores,  á  quienes  han  colmado  de  gracias  y  re- 
"  compensas. 

"  El  Congreso  se  ha  obstinado  en  denegarse  á  recibir  el  man- 
"  do  supremo,  que  me  habia  conferido  un  año  hace  :  ha  cerrado 
"  sus  oidos  á  mis  enérgicos  reclamos  y  aun  á  mis  increpaciones, 
'*  que  el  respeto  que  se  debe  á  la  soberanía  debió  ahogar  en  mis 
**  labios.  Yo  quise  herir  el  orgullo  nacional,  para  que  mi  voz 
''  fuese  oida  7  el  Perú  no  fuese  mandado  por  un  colombiano  ; 
"  pero  todo  ha  sido  vanamente. — El  grito  del  Perú  ha  sido  más 
"  fuerte  que  el  de  mi  conciencia ;  he  cedido  por  complacencia, 
"  estando  muy  lejos  de  la  convicción.  Yo  no  he  podido  resistir 
"  á  un  pueblo  que  me  cree  necesario  para  su  conservación,  auu- 
"  que  su  existencia  está  ya  asegurada  por  sus  victorias  y  por  sos 
"  leyes.  Un  terror  pánico  á  la  anarquía  domina  todavía  el  áni- 
"  mo  de  los  peruanos.  Para  calmar  este  doloroso  sentimiento, 
**  me  he  creido  obligado  á  ofrecer  mi  permanencia  aquí,  hasta  la 
''  reunión  del  próximo  Congreso  en  el  afilo  de  1826,  siempre  que 
'*  los  Representantes  de  la  soberanía  nacional  de  Colombia  me 
"  permitan  esta  ausencia  y  el  ejercicio  de  una  autoritad  que  re- 
*'  conozco  monstruosa  en  sí  misma,  y  demasiado  impropia  en  mí. 

"  Ruego  á  V.  E.  se  sirva  presentar  al  Congreso  nacional  los 
"  documentos  que  tengo  el  honor  de  incluirle. — Si  el  Congreso 
"  se  digna  aprobar  mi  conducta,  mi  gozo  será  extremo  ;  y  si  me 
^'  llama,  ninguna  causa  roe  detendrá,  porque  mi  primer  deber  es 
**  la  obediencia  á  Colombia.'* 

Hay  en  este  capítulo  materia  para  dar  á  la  pluma  largo  vuelo; 
porque  BolívaH  y  el  Congreso,  en  inaudita  competencia,  rivali- 
zaron en  virtudes  generosas,  en  abnegación,  modestia  y  patrio- 
tismo. I  Qué  grandeza  para  nuestra  historia !  ¡  Qué  justo  or- 
gullo para  la  América  I  El  mundo  habia  visto  muchas  veces  riva- 
lidades de  ambición  :  conflictos  de  mando  y  de  poder. — ^La 
Grecia  conoció  la  emulación  de  los  talentos. — ^Pero  nosotros  he- 
mos visto,  en  nuestro  suelo,  la  del  mérito  eminente  y  de  la  vir^ 
tud  más  pura,  que  absorbía,  que  embelesaba  el  espíritu  y  lo  Ue* 

vaba  de  admiración  en  admiración I    Mis  lectores  formarán 

ellos  mismos,  mejor  de  lo  que  yo  pudiera  hacerlo,  las  reflexiones 
que.á  la  mente  se  agolpan  con  la  lectura  de  los  sucesos  del  10 


VIDA  DE  BOliVAB.  297 

de  Febrero  de  1825  en  Lima.    Esto  no  obstante,  séame  permi- 
tido llamar  la  atención  á  los  pantos  principales  siguientes  : 

Tres  dias  después  de  haber  llegado  á  Lima  la  noticia  del 
triunfo  de  Ayacucho,  el  Libertador  convocó  al  Congreso  consti- 
tuyente.— La  batalla  fué  el  9  de  Diciembre  ;  el  parte  de  Sucre 
llegó  el  18  por  la  noche  ;  el  decreto  de  convocación  tiene  fecha 
21  de  Diciembre  de  1824 1 — Bolívab  es  el  reverso  de  todos  los 
ambiciosos.  Yeáse  á  César,  á  Cromwell,  á  Carlos  XII,  á  Na- 
poleón ;  lo  que  modera  y  contiene,  lo  llevaban  estos  cuesta  arri- 
ba. No  querían  leyes,  no  toleraban  trabas.  Amaban  el  poder 
absoluto :  la  libre  voluntad,  para  correr  por  todo  el  campo  de 
sus  delirios  y  de  las  violencias  de  su  orgullo. — ^El  Libertador,  al 
contrario,  aborrecia  el  mando,  y  antes  que  ^ozar  de  la  alta  so- 
berana independencia  del  Dictador,  buscaba  precipitarse  de  la 
cumbre  de  la  autoridad  para  ser  igual  á  los  demás  ciudadanos, 
y  esclavo  de  la  ley. 

SoiiVAB  prometió  que  en  un  año  conquistaría  la  libertad  del 
Perú,  dominado  por  los  españoles ;  y  diez  meses  le  bastaron 
para  el  exacto  cumplimiento  de  esa  promesa  consoladora. 

El  poder  dictatorial  :  esa  magistratura  ilimitada  y  odiosa 
que  anegó  á  Roma  en  lágrimas  y  sangre  y  que  dio  fin  á  aquella 
colosal  república,  en  las  manos  de  Bolívar  fué  un  gobierno  pa. 
ternal  y  dulce,  y  los  votos  más  ardientes  del  Perú  eran  porque 
continuase  ejerciéndola  sin  término. — La  asamblea  nacional,  Li- 
ma, todos  los  pueblos  del  Perú  clamaban  porque  Bolívar  fuese 
dictador. — Un  solo  hombre  se  oponia : — Bolívar  mismo  t 

El  combate  entre  las  instancias  filantrópicas  del  Congreso  y 
su  generosidad,  y  la  moderación  del  Libertador,  no  tiene  igual 
ni  semejante  en  la  historia  del  mundo. — Contienda  honrosa  en 
que  el  vencido  quedó  cubierto  de  gloria  ! 

Por  obtener  mando  y  superioridad,  los  ambiciosos  intrigan  ; 
BoiivAB  movió  todos  los  resortes  para  no  recibir  el  poder. 
Hasta  interesó  el  pundonor  del  Congreso,  y  se  llamó  extrangero 
en  el  Pera  que  habia  libertado ;  y  dijo  que  sería  un  oprobio 
que  él  ejerciese  las  atribuciones  de  la  soberanía I  No  ejer- 
cían imperio  en  su  corazón  los  atractivos  del  poder. 

Yo  no  atribuiré  al  Libertador  un  gran  mérito  por  no  recibir 
el  millón  de  pesos  que  el  Congreso  le  señaló. — ^El  alma  del  hé- 
roe debe  ser  superior  á  ese  linage  de  recompensas.    Bolívab 


298  VIDA  DE  BOliVAB. 

había  abandonado,  sin  pesar,  una  fortuna  opulenta,  7  renunciado 
la  pensión  vitalicia  que  le  decretó  Colombia ;  ¿  qué  mucho  hacia 
en  rehusar  los  tesoros  del  Perú  ? — Por  otra  parte,  él  había  ase- 
gurado de  antemano  que  desde  el  campo  de  batalla  que  fuera 
testigo  del  triunfo  de  la  libertad,  se  volvería  á  Colombia  sin 
tomar  un  grano  de  arena  del  Perú  j  dejándole  la  independencia. 
Así  debía  hacerlo  pues,  7  así  lo  hizo.  El  agradecimiento  selló 
los  pasos  del  Congreso  peruano,  que  agotó  los  recursos  de  su 
generosidad,  de  su  amor  7  de  su  gratitud,  para  con  el  héroe  que 
del  polvo  de  los  esclavos  nos  elevó  á  la  región  de  hombres  li- 
bres ;  pero  Bolívar  obró  mu7  bien  rehusando  los  dones  que  su 
conciencia  no  le  permitia  recibir. 

El  Congreso  mandó  erijir  estatuas  7  pirámides  :  monumentos 
de  gratitud  nacional  que  llevarán  á  las  edades  futuras  la  gloria 
de  Bolívar  7  de  sus  compañeros  de  armas,  i  Nobilísimo  senti- 
miento que  honra  sobremanera  al  Congreso  constitu7ente  del 
Peni  1  Pero  los  siglos  pueden  gastar  esos  mármoles  7  esos  bron- 
ces, como  han  dejado  en  ruinas  á  Palmira,  á  Tébas  7  Jerusalem, 
7  como  han  cubierto  de  arena  los  jardines  de  Semíramis  7  los 
palacios  que  levantó  la  soberbia  de  los  Faraones.  Otra  cosa  es 
la  que  no  podrán  destruir  jamas  las  vicisitudes  humanas :  d 
amor  á  Bolívar,  CU70  nombre  resonará  como  no  ha  resonado  él 
de  ningún  mortal  sobre  la  tierra,  7  así  se  hará  permanente  esa 
inmortalidad  fugitiva  que  en  vano  se  procura  alcanzar  por  már- 
moles 7  bronces. 

En  todas  partes  se  encuentran  trofeos  de  costosos  venci- 
mientos de  los  hombres  sobre  los  hombres,  de  los  pueblos  so- 
bre los  pueblos.  París  tiene  su  columna  Vendóme,  7  Londres 
la  8U7a  de  Waterloo.  En  Boma  se  elevaron  estatuas  7  co- 
lumnas rostrales  á  los  monstruos  más  execrables  de  la  especie 

humana:    á    Tiberio,  Calígula,  Domíciano,  Nerón I    ¿Qué 

no  ha  pretendido  inmortalizar  la  bajeza  de  los  esclavos?  — 
Nosotros  no  tenemos  estatuas,  ni  columnas,  pero  tenemos  épo- 
cas ;  7  la  primera  en  los  fastos  de  la  virtud  7  del  mas  ele- 
vado patriotismo  es  el  diez  de  Febrero  de  1825 ! 

El  DIEZ  DE  Febrero  de  1825  vale  un  sl^lo  moral.  \ 


CAPITULO  XLVin. 


1825. 


XOBLM  BBfTninMTCM  DI  SüCBB  —  8Ü  CARTA  Íl  80UBLBTTS  —  TRABAJOS  AOMIHIBTBATiyOt 
DB  BOLÍVAR  —  PARTB  DB  LIMA  PARA  POTOSÍ  —  BU  BNTRADA  BN  ARBQUIPA  — ORBA  LA 
RBPÚBLICA  DBL  ALTO-PBRÚ  —  BU  BNTRADA  BK  BL  GDIOO  —  BIGUB  AL  POTOBÍ,  T  Á  LA 
PAB  T  0BDQUI8A0A  —  0CVPA0I0HB8  DBL  UBBRTADOR  MK  BL  ALTO-PBRtí. 

ESTABA  Sucre  en  Sicnani,  en  marcha  hacia  la  Paz,  cuando 
recibió  el  decreto  del  Libertador  sobre  honores  y  recom- 
pensas á  los  vencedores  de  Ayacucho.*  Comenzó  á  leerlo  in- 
mediatamente con  aquel  interés  y  respeto  con  que  él  veia  todo 
lo  que  emanaba  del  Libertador. — Turbóse  luego,  y  asaltaron  á 
sus  ojos  lágrimas  dulcísimas  de  la  más  pura  gratitud.  Sucre 
era  muy  fino  y  muy  sensible,  y  amaba  a  BoUvar  como  á  un  pa- 
dre. Dios  habia  dilatado  su  corazón  para  que  el  amor  y  la  obe- 
diencia al  Libertador  cupiesen  en  su  ternura ;  los  riesgos  de  la 
libertad  en  su  prevención,  y  todos  los  acasos  de  la  guerra  en  su 
prudencia.  Habia  nacido  para  ilustrar  no  solo  aquella  época 
de  afán  en  que  vivió,  sino  también  el  siglo  más  brillante  de  la 

•  Pag.  278. 

(299) 


300  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

antigüedad  j  de  los  tiempos  modernos Sucre  estrechó  el 

oficio  contra  su  pecho  ;  7  tomando  la  pluma,  escribió  la  siguiente 

contestación  al  Ministro  de  Estado  en  el  departamento  de  la 

guerra. 

Cuartel  general  en  Sicuani,  28  de  Enero  de  1825. 
SeJ^ob  Menibtbo: 

He  tenido  la  honra  de  recibir  la  nota  de  YS.  dd  27  de  Diciembre,  con 
el  decreto  de  8.  E.  él  Libebtadob  en  favor  de  los  yenoedores  de  Ayaca- 
cbo. — Mi  corazón  ha  sufrido  un  combate  de  terribles  sentimientoe.  Me 
he  yisto  humillado  por  la  excesiva  generosidad  de  8.  E.  el  Libebtadob 
en  prodigarme  honores  que  son  debidos  á  él,  el  genio  de  la  América,  que 
me  dio  un  ejército  de  héroes  formado  por  él  mismo,  para  defender  las  li- 
bertades patrias  y  los  derechos  del  Perú ;  y  á  la  vez  he  visto  con  orgullo 
las  recompensas  á  estos  héroes  que  ^aron  en  tm  dia  los  destinos  del 
Nuevo  Mundo. 

El  Libebtadob  ha  mandado  erijir  monumentos  que  recuerden  i  las 
futuras  generadonee  los  servidos  de  los  vencedores  de  Ayacucho ;  pero 
en  el  corazón  de  estos  está  consagrado  él  monumento  que  ellos  han  for- 
mado al  hijo  de  la  gloría,  al  guerrero  generoso  que  nos  dio  patria  y  que 
de  la  condidon  de  esclavos  nos  convirtió  en  soldados  de  la  libertad  y  de 
la  victoria. — 8obre  todos  estos  corazones  y  en  cada  uno  de  ellos  existe  la 
estatua  de  Bolívab,  y  de  allí  la  dejaremos  &  los  hijos  de  nuestros  h^os, 
para  que  su  memoria  tenga  la  duración  del  80I. 

Y8.  querrá  dignarse  presentar  á  8.  E.  mi  reconocimiento  ilimitado  á 
sus  bondades  7  aceptar  las  consideraciones  con  que  soy,  etc. 

AirroNio  Job6  Suobb. 

Esta  nota  es  tan  importante  como  ignorada  ;  7  me  ha  pare- 
cido bien,  por  lo  mismo,  no  defraudar  á  mis  lectores  de  su  cono- 
cimiento. 

El  ejército,  á  cu7a  cabeza  estaba  SucVe,  habia  avanzado  sin 
oposición  hasta  el  Desaguadero,  límite  que  separaba  á  Buenos- 
Aires  del  Perú.  Olañeta  dominaba  el  territorio  que  desde  allí 
se  extiende  hacia  el  Sur,  7  trató  por  su  mal  de  oponerse  al  yen- 
cedor  de  Ayacucho.  Los  pueblos  empero  estaban  decididos  por 
la  libertad  ;  7  en  Gochabamba,  en  Santa  Cruz  de  la  Sierra,  en 
Chuquisaca  7  otros  puntos  se  veia  7a  flamear  el  pabellón  trico- 
lor.— Olafieta  se  retiró  al  Potosí,  resuelto  á  luchar  7  no  ren- 
dirse. En  Tumusla  trabó  refiida  acción  (1®  de  Abril ),  7  allí 
recibió  la  muerte,  ca7endo  en  nuestro  poder  todo  lo  que,  en  la 
última  desesperación,  se  habia  reunido  para  sostener  la  cansa 
de  la  metrópoli. — Tres  dias  después  ondeaba  sobre  la  cima  del 
Potosí  la  bandera  colombiana,  7  el  Alto-Perú  quedó  pacificado. 


TIDA  DE  BOLÍViLB.  801 

La  gaerra  de  la  independencia  estaba  terminada.  * 

*  Relación  de  loe  generales  tomadoa  por  el  IJj^rcito  Libertador  en  eoniie- 
cnenda  de  la  batalla  de  Ayaoncho : 

SN  KL  OAltPO  DB  BATALLA. 

D.  Joeé  Laeema^  Yirey ;  D.  Joeá  Canterac,  Capitán  General. 

Mariscales  de  Campo :  D.  Gerónimo  Yeldes,  D.  José  Carretela,  D.  Juan  An- 
tonio Monet,  D.  Alejandro  Villalobos. 

Brigadieres:  D.  R.  Bedoya,  D.  Yslentin  Ferras,  D.  Andrés  Garda  Camba, 
D.  Martin  Somocurcio,  D.  Femando  Cacho,  D.  Miguel  Atero,  D.  Ignado  Landá- 
suri,  D.  Antonio  Yigil,  D.  Juan  Antonio  Pardo. 

■N  BL  ouzoo. 

Mariscal  de  Campo :  D.  Antonio  Mana  Alvares. 

Brigadieres :  B.  Antoido  Tur,  D.  J.  Monteneg^,  el  Marques  de  Ysldelirios. 

Mariscales  de  Campo :  D.  Fio  Tristan,  D.  José  de  la  Hera,  D.  Rafael  Msroto. 

BN  ruiro. 
Brigadier:  D.  Pablo  EcheTerria. 

BN  FOTOSÍ. 

Miriscal  de  Campo :  D.  Pedro  A.  Olañeta. 

fiemen  del  ejército  etpañol  derrotado  ypriwmtro,  He,,  desde  Ayaeueko  (d  Poto»:, 

Derrotarse  en  Ayacucbo 0,610 

Guamidones  del  Cusco  entregadas  por  Alyares 1,700 

Guamidonos  de  Arequipa 700 

Columna  del  Brigadier  Ramírez  en  Qnilca 600 

Guamidon  de  Puno 480 1 2,790 

Ejérdto  del  General  Olañeta. 

Regimiento  de  dragones 400 

Escuadrón  de  Santa  Victoria 150 

Batallón  de  Fernando  7** 600 

Batallón  Cazadores 600 

Dragones  de  Charcas 180 

Dragones  de  Santa  Cruz 800 

Infantería  de  Santa  Cruz 180 

Regimiento  de  la  Union 1,400 

Batallón  de  partidarios 600 

Regimiento  de  Cazadores  de  á  caballo 800 4,680 

Generales  prisioneros 25 

Gefes  y  Oficiales 221 

Muertos  en  batalla. 96 

Prisioneros  á  esta  parte  del  Sur  del  Desaguadero. . . .  866—  1,198 

Total  general 18,696 

Coniel  general  en  Potosi,  8  de  Abril  do  1826. 

El  Gefe  de  Estado  Mav^r  General,   CComroB. 


302  Yn>A  DE  boiíyab. 

Todo  lo  que  viene  formando  la  materia  de  los  capítulos  pre- 
cedentes está  escrito  sencillamente  por  la  mano  misma  de  Sucre 
en  una  carta  confidencial  dirijida  al  General  Garlos  Soublette ; 
7  bien  que  nada  afiada  de  nuevo,  considero  que  será  gustoso  á 
mis  lectores  conocerla. — Dice  así : 

Potosí,  á  9  de  Abril  de  1826. 
Mi  amado  Oáblos: 

Tu  carta  del  18  de  Agosto  en  Cartagena  la  he  recibido  ayer,  y  me  ba 
dado  el  gusto  de  saber  de  tí.  Desde  mucho  tiempo  tuve  la  noticia  de 
que  te  hallabas  de  Intendente  del  Magdalena,  y  aun  he  recibido  cartas 
del  General  Escalona  desde  Caracas,  en  que  me  contesta  otras  que  le  di- 
rijí  y  cuyo  sobre  iba  para  el  Intendente  de  Venezuela. — Te  considero  ea 
Cartagena  menos  contento  que  en  Caracas  en  cuanto  al  destino,  pero  sin 
duda  más  tranquilo. — Yo  anhelo  tanto  ir  á  Caracas  como  si  fuera  de  allí ; 
pero  aunque  nunca  lleyaría  destino,  siempre  tendría  algún  cuidado.  £n 
fin,  deseo  Tiyir  allá,  pero  lo  examinaré  mucho,  y  aun  haré  mi  yiaje  de 
paso  para  ver  si  es  que  se  puede  conseguir  reposo  y  tranquilidad  en  ese 
país. 

Supongo  que  tú  sabes  ya  nuestro  triunfo  en  Ayacucho :  el  más  brillante 
sin  duda  que  podia  jamas  esperarse. — ün  soberbio  ejército  espafiol  fué 
allí  derrotado,  pero  tan  cabalmente  como  casi  no  es  describible.  Diez 
mil  soldados  ñieron  nuestros  trofeos. — Luego  hemos  tomado  prisioneros 
las  diferentes  guarniciones,  que  eran  1,700  hombres  en  el  Cuzco  :  700  en 
Arequipa :  600  en  Quilca  y  480  en  Puno.  Desde  este  último  punto  abrí 
la  nueya  campaña  sobre  las  provincias  del  Alto-Perú  (que  eran  yireynato 
de  Buenos- Ayres),  y  en  setenta  dias  de  marcha  hemos  dispersado,  denx>- 
tado  y  reunido  al  Ejército  Libertador  5,000  hombres  que  formaban  el 
ejército  del  General  Olafieta ;  de  manera  que  nuestro  triunfo  ba  sido,  en 
cuatro  meses,  sobre  diez  y  ocho  mil  hombres  que  formaban  el  ejército 
espaftol  del  Perú. — ^Yo  rompí  las  operaciones  activas  el  19  de  Marzo, 
desde  Oruro,  y  entré  en  esta  ciudad  el  29,  habiéndola  evacuado  Olafieta 
el  28.  El  1"  de  Abril  hubo  un  encuentro  de  un  cuerpo  nuestro  con  Ola- 
fieta, y  este  salió  gravemente  herido  y  murió  el  2 ;  sus  tropas  pidieron  en 
consecuencia  entregarse,  y  la  última  partida  de  800  hombres  lo  verificó 
ante-ayer. — ^Ya  no  queda  un  solo  soldado,  en  todo  el  país,  armado  en  de- 
fensa de  los  espafioles. — ^La  guerra  del  Perú  se  ha  concluido  del  todo,  y 
esto  ha  afianzado  la  independencia  y  la  paz  de  la  América. — Para  obte- 
ner este  resultado  tan  positivo  y  ventajoso,  ha  sido  necesario  marchar 
constantemente,  aprovechando  nuestro  suceso  del  9  de  Diciembre,  y  así 
es  que  la  división  que  he  traido  aquí  ha  descansado  solo  diez  y  ocho  dias 
desde  la  batalla,  y  constantemente  marchando,  ha  recorrido  un  terreno 
de  880  leguas  de  extensión  que  estaba  defendido  por  8,000  soldados. 

Por  esta  relación  verás  que  cuandc  yo  te  d^e  que  las  tropas  colombia- 
nas en  el  Perú  eran  lo  mcrjor  qu«  podia  darse,  no  te  engafié:  6,000 


VIDA  DB  BOliVAB.  808 

hombreB  escasofi  han  derrotado  y  yencido  18,000 ;  han  libertado  la  Re- 
pública peraana,  y  han  conquistado  la  independencia  &  las  proyincias  del 
Alto-Perfi,  de  donde  el  alio  de  1809  se  dio  á  la  América  el  grito  de  inde- 
pendencia. Debe  ser  orgulloso  á  Colombia  haber  traído  sus  armas  en 
triunfo  hasta  Potosí. 

Otro  «servicio  muy  importante  le  he  hecho  al  Perú :  cuando  yo  recibí 
sus  tropas  en  el  ejército  unido,  constaban  de  1,700  hombres,  y  sobre  esta 
base  le  he  organizado,  después  de  la  batalla,  en  solo  su  ejército  del  sur 
que  está  á  mi  mando,  8,000  hombres  que  son  todos  yeteranos  y  muy 
buenos. 

Desde  Febrero  he  escrito  al  gobierno  á  yer  si  quiere  que  este  ejército 
yaya  á  la  Habana,  puesto  que  ya  no  tenemos  que  hacer  aquí.  Yo  reuniré 
más  de  7,000  soldados  buenos,  sin  contar  con  lo  que  ha  traído  Yalero,  etc., 
sino  con  solo  lo  que  yo  tenia  antes  aquí.  El  ejército  cuenta  más  de  8,000 
hombres  (es  decir  el  que  yo  tenia),  pero  existen  muchos  enfermos,  y  solo 
cuenta  disponible  7,000 :  ellos  protegidos  por  alguna  marina,  bastarán, 
yo  creo,  é  tomar  la  Habana,  donde  aseguran  que  el  espíritu  patriótico 
está  en  todas  las  gentes. 

Te  he  hablado  de  las  cosas  públicas,  y  te  hablaré  de  mí. — El  gobierno 
del  Perú  me  ha  dispensado  mil  honores  después  de  nuestros  triunfos. 
El  Libertador  me  ascendió  á  Gran  Mariscal  (que  equiyale  á  nuestros  ge- 
nerales en  gefe),  y  el  Congreso  me  cambió  este  título  por  el  de  Mariscal 
de  Ayaeueho, — ^Esta  y  otras  recompensas  las  he  remitido  á  nuestro  go- 
bierno, que  no  se  si  querrá  aprobarlas.  Yo  creo  buenamente  que  yo  ha- 
ría más  fortuna  en  él  Perú  que  en  Colombia ;  porque  en  todo  el  país  me 
quieren  bien ;  pero  yo  pospongo  todas  las  fortunas  al  solo  bien  de  yiyir 
en  mi  país  y  de  consagrarme  enteramente  á  mi  patria.  Así  es  que  soli- 
cito con  ansia  yolyerme  allá  y  lo  pediré  como  recompensa  de  mis  ser- 
vicios ;  porque  si  he  de  reposar,  quiero  hacerlo  en  Colombia.  Has  de 
saber  que  esta  campafia,  en  países  tan  firios  de  que  no  tienes  idea,  y 
tan  complicada  como  ha  sido,  me  ha  avejentado  y  enfermado :  tengo 
muchas  canas,  parezco  de  cuarenta  años,  *  y  mi  pecho  me  molesta  mu- 
cho, porque  frecuentemente  me  ataca  la  tos  y  un  gran  dolor. 

Yaya  esta  larga  carta ;  pero  bien  merece  hablarse  largo  desde  Potosí 

hasta  Cartagena. — ^Afladiré  mil  abrazos  á  tu  Sefiora  y  nifios,  mil  carifios  á 

tus  hermanas  y  cufiadas,  y  saludos  á  los  amigos. 

Tu  Antonio. 

Mientras  marchaba  Sacre  recogiendo  los  frutos  de  la  inmor- 
tal victoria  de  Ayaeueho,  y  terminaba  la  epopeya  grandiosa  de 
nuestra  libertad  ;  el  Libertador,  devorado  por  el  ansia  de  cons- 
tituir la  gran  Bepública  que  acababa  de  libertar,  empleaba 
en  lima  todos  los  momentos  en  la  administración  pública,  para 

*  Solo  tenia  entonces  treinte  y  cuatro  años. 


804  YXDA  DB  BOLÍVAR. 

levantar  aquel  pueblo  al  rango  elevado  que  debía  ocupar.- 
cesivameDte  nombró  una  comisión  muy  ilustrada,  de  doce  miem- 
bros, para  formar  proyectos  de  Códigos  civil  y  criminal :  creó 
la  inspección  general  del  ejército  :  estableció  escuelas  normales 
en  loe  departamentoe,  y  cortes  superiores  de  justicia  en  el  Cuzco 
y  Arequipa ;  cuidó  de  la  educación  en  Jauja,  convirtiendo  el 
Colegio  de  Misioneros  de  Santa  Rosa  de  Ocopa  en  escuela  de 
enseñanza  pública  y  gratuita ;  fundó  direcciones  de  minería  en 
cada  capital  de  los  departamentos  ;  mandó  abrir  caminos  para 
Arequipa,  Cuzco  y  Puno  ;  creó  hospicios  para  asilo  y  subsisten- 
cia de  los  inválidos,  mendigos  y  necesitados  y  para  los  expósi- 
tos y  huérfanos ;  favoreció  el  comercio  soltando  muchas  trabas 
que  lo  impedian  ó  paralizaban,  etc.,  etc.,  y,  habiendo  organizado 
un  gobierno  provisional  para  que  desempeñara  las  funciones  eje- 
cutivas durante  su  ausencia,  partió  el  11  de  Abril  hacia  Arequipa 
por  la  costa.* — ^Era  su  objeto  visitar  el  Cuzco,  la  Paz  y  Potosí. 

El  Libertador  recibió  antes  las  felicitaciones  que,  por  encargo 
del  gobierno  superior  y  de  la  municipalidad  de  Guayaquil,  le 
presentaron  los  Señores  Lavayen  y  Cornejo,  y  las  expresiones 
de  gratitud  y  admiración  que  le  tributaron  el  Cuzco,  Huamanga 
y  otras  ciudades  del  Perú.  También  habia»  recibido  los  para- 
bienes de  los  más  eminentes  hombres  de  Buenos- Aires  por  la 
obra  de  redención  que  habia  consumado. — **  El  nombre  de  V.  E., 
decia  una  nota,  es  el  más  precioso  tesoro  que  el  siglo  presente 
l^ará  con  orgullo  á  los  siglos  venideros." 

Al  partir,  Bolíváb  dirijió  una  proclama  k  los  limeños. — ^En 
un  lenguage  sentido  les  decia :      • 

Ldobñob  1  Yo  me  ausento  con  el  mayor  dolor  de  vuestra  hennoea  capi- 
tal, para  ir  á  los  departamentos  del  Sur  &  llenar  el  dulce  deber  de  mejorar 
la  suerte  de  vuestros  hermanos  recientemente  incorporados  ft  la  República. 
El  gobierno  de  aquellos  pueblos  ba  sido  hasta  el  dia  puramente  despó- 
tico :  y  el  de  sus  leyes  propias  aun  no  está  completamente  oiganizado : 
ellos,  pues,  han  menester  de  la  inmediata  autoridad  suprema  para  el  aliyio 
de  sos  pasados  infortunios. 

*  Al  encargarse  el  General  Santa  ünu  de  la  presidencia  del  Comefo  de  Go- 
bierno, dl6  una  proolain*  á  los  peroanoe  en  que  les  deda :  "  SI  Padre  de  la  Be* 
**  pública,  el  hombre  insigne  del  siglo,  me  ha  encargado  la  Presideacia  del  Con- 
"  sejo  de  Gobierno.  S.  E.  no  ha  contado  más  que  con  mi  sabordlnacion  y  buena 
"  fó,  y  cor  el  proftmdo  respeto  que  le  debo  como  al  ?  ^yados  di  mi  patbia." 


VIDA  DS  BOLÍVAR.  305 

Ldcbños  1  Yo  Yoy  altamente  satisfecho  de  vosotros,  por  vuestra  abso- 
luta consagración  &  la  causa  de  vuestra  patria.  I^n  recompensa  os  dejo 
un  gobierno  compuesto  de  hombres  dignos  de  mandaros,  y  un  ejército 
tan  disciplinado,  como  herdico.  Kada,  pues,  debéis  ya  temer.  El  reino 
del  crimen  ha  cesado :  leyes  justas  habéis  recibido  de  vuestros  lejisladoies, 
y  á  hombres  próvidos  he  encargado  su  ^ecucion.  Vuestro  deber  queda 
limitado  á  gozar  tranquilamente  del  fruto  de  la  sabiduría  del  Congreso,  y 
de  vuestros  magistrados.  Bien  necesitáis  de  un  largo  reposo  para  curar 
vuestras  profundas  heridas.    Yo  os  deseo  este  reposo ;  pero  en  el  suave 

movimiento  de  la  libertad. 

Bolívaiu 

Desde  Cañete,  y  desde  Chincha,  el  Libertador  ofició  al  Con- 
sejo de  gobierno  que  habla  dejado  en  Lima  excitándole  á  tomar 
el  más  vivo  interés  en  promover  la  enseñanza  pública,  jc7a7*a  que 
un  dia  los  niños  de  esta  época,  decía,  sea7i  buenos  ciudadanos.  Ye 
deseo  que  el  consto  de  gobierno  cuente  la  educación  publica  come 
uno  de  los  deberes  más  importantes  en  las  instrucciones  que  le 
he  dado. — También  le  encareció  el  fomento  de  la  agricultura 
destruida  por  la  guerra.  Deseo  que  el  consejo  de  gobierno,  decía, 
tome  en  consideración  el  estado  actual  de  la  desolación  en  que  se 
hallan  estos  campos  y  dicte  todas  las  medidas  para  hacer  pros- 
perar estos  manantiales  de  la  riqueza  nacionalj  sin  los  cuales  no 
habrá  más  que  miseria  y  calamidades....  En  vano  d  gobierno 
buscará  su  estabilidad,  mientras  no  repose  sobre  la  base  sólida  dd 
esplendor  de  la  agricultura  y  la  sabia  administración  de  sus  pro- 
piedades. Así,  en  el  tránsito,  presenciando  las  cosas,  examinán- 
dolas él  mismo  con  detenimiento  y  con  una  solicitud  paternal, 
proveía  Bolívar  al  remedio  de  las  necesidades  públicas,  y  acre- 
ditaba el  principio  de  que  con  mayor  facilidad  se  gobierna  y 
con  más  acierto,  cuando  por  experiencia  se  conoce  la  importan- 
cia de  la  medida  que  se  sanciona. — En  lea  tuvo  Bolívar  noticia 
de  los  sucesos  ocurridos  en  el  Alto  Perú,  de  la  muerte  de  Ola- 
fieta  y  de  la  sumisión  entera  del  país. — Continuó  sin  embargo, 
8U  viaje  y  para  el  10  de  Mayo  estaba  en  Arequipa.  Fué  aquí 
recibido,  como  era  de  suponerse,  de  una  ciudad  tan  populosa  y 
cuyos  habitantes  exceden  en  ilustración  á  otros  pueblos  de  la 
América  del  Sur.  Toda  la  oficialidad  se  dirijió  á  felicitarle  en 
BU  alojamiento. — ün  inmenso  concurso  de  personas  notables,  las 
autoridades  civiles  y  militares,  el  Obispo,  el  Cabildo  eclesiástico,. 
loe  oommerciaotes  j  muchos  extrangeros  ocupaban  ol  patio^  los^ 

20 


306  YIDÁ  DE  BOLÍTAB. 

corredores  7  aun  las  piezas  de  la  habitación  destinada  para  el 
Libertador. — ^Alternativamente  le  fueron  dirijiendo  varios  dis- 
cursos elocuentes,  4  que  Bolívar  contesto  con  fuego  7  entusiasnao, 
brillando  en  sus  ojos  un  aire  de  satisfacción  inexplicable ; 
cuando  en  medio  del  alborozo  que  reinaba  allí,  se  vio  venir,  ha- 
ciéndose campo  por  entre  la  multitud,  á  un  respetable  sacerdote, 
á  quien  seguían  modestamente  dos  jovencitas  de  extremada  be- 
lleza, de  edad  como  de  once  á  doce  años,  ricamente  vestidas  7 
adornadas  con  prendas  de  exquisito  valor. — Detras  de  ellas  ve- 
nian  dos  criadas  bien  vestidas,  que  conducian  bajo  sus  pafios 
unas  grandes  palanganas  de  plata.  Luchando  con  el  numeroso 
concurso  de  gente  que  se  oponia  á  sú  paso,  llegaron  por  fin  al 
corredor  principal  donde  el  Libertador  permanecia  de  pié.  Las 
dos  jovencitas  se  adelantan,  hacen  á  sus  criadas  que  pongan  á 
las  plantas  del  Libertador  las  palanganas  de  plata  que  llevaban» 
entre  las  cuales  se  veían  algunas  prendas  de  oro  7  plata,  7  una 
cantidad  de  moneda  acuñada  de  uno  7  otro  metal.  La  una  7 
la  otra  le  dirijeron  un  discurso  tan  tierno  7  tan  patético,  que  con- 
moviendo sensiblemente  á  aquella  reunión  numerosa,  solo  se 
veian  descender  por  las  mejillas  de  los  concurrentes  las  lágri- 
mas que  una  fuerte  emoción  habia  arrancado  de  sus  ojos. — Las 
jovencitas  pertenecían  á  una  familia  distinguida ;  eran  educan- 
das  del  colegio  de  aquella  ciudad,  que  con  su  capellán  habían 
venido  á  ofrecer  al  Libertador  aquellas  prendas  7  dinero  para 
que  las  distribu7era  entre  los  soldados  que  dieron  la  libertad  á 
su  patria.  En  su  alocución  manifestaron :  que  aquellas  prendas 
7  dinero  eran  fruto  del  trabajo  personal  de  ellas  7  sus  colegas  : 
que  no  pertenecían  al  colegio  ni  á  persona  alguna,  7  que  pudiendo 
disponer  libremente  de  aquellos  intereses,  los  únicos  que  poseían, 
los  ofrecían  por  prueba  de  su  gratitud  7  en  recompensa  de  sus 
rfatigas  á  sus  libertadores,  á  quienes  conceptuaban  dignos  de  día- 
"frutar  de  cuanto  ellas  tenían,  exijiéndoles  tan  solo  que  se  lea 
permitiese  reservarse  el  dote  de  la  naturaleza  ;  la  libertad  ! 

Al  pronunciar  estas  últimas  palabras  se  despojaron  de  todas 

las  prendas  con  que  iban  adornadas,  7  las  unieron  á  ias  otras 

para  hacer  la  ofrenda  más  cuantiosa. — ^Las  mejillas  de  estas  dos 

criaturas  celestiales  se  encendieron,  como  sonrojadas,  al  mirarse 

tdesnudQS  de  sus  alhajas,  7  las  gracias  encantadoras  de  la  natu- 

kraleza  se  presentaron  con  todo  su  esplendor,  sin  los  adornos  7 


VIDA  DB  BOLÍVAB.  807 

atavíos  del  arte. — El  mismo  Libertador  enternecido,  y  con  una 
voz  entrecortada,  les  contestó  sn  discurso,  ofreciéndoles  que  que- 
darían satisfechos  sus  deseos,  y  asegurándoles,  que,  los  que  habían 
arrostrados  los  peligros  y  expuesto  su  vida  por  la  libertad,  con- 
sagrarían gustosos  su,  existencia  á  formar  las  delicias  y  hacer  la 
felicidad  de  la  más  preciosa  parte  de  la  especie  humana.  En  qumae 
años  de  combatea  por  la  libertad j  les  dijo,  vuestra  suerte  ha  estado 
constantemente  alimentando  d  valor  de  maestros  soldados.  //  Las 
hijas  de  la  América  sin  patria!!  ¡¡  Qrdl!  ¿No  había  hombres 
que  la  conguist&ran  ?  Esclavos  vuestros  jpadres,...  por  esposos 
humildes  esdavos..,.  esclavos  también  vuestros  hijos  !  ¡  Hubiéra- 
mos podido  sufrir  tanto  baldan  ?  No,  antes  erapreciso  morir, — 
Millares  y  millares  de  nuestros  compañeros  han  hallado  una 
muerte  gloriosa  corriboJtiendo  por  la  causa  justa  y  santa  de  vuestros 
derechos.., ;  y  esos  sMados  que  hoy  reciben  de  vuestras  manos 
un  premio  odestíalj  vienen  desde  la  costa,  del  AÜántioo  hiscando  á 
vuestros  opresores  para  vencerlos  6  morir, — /  Hijas  dd  sol !  ya 
sois  tan  libres  como  hermosas  !  Tenéis  una  patria  iluminada 
por  las  armas  del  ejército  libertador :  libres  son  vuestros  padres 
y  vuestros  hermanos :  libres  serán  vuestros  esposos ^  y  libres  daréis 
al  mundo  los  f rulos  de  vuestro  amor,.J^ 

El  Libertador  era  hombre  tan  extraordinario  en  la  elocuencia 
de  sus  discursos,  como  en  la  extensión,  rapidez,  y  seguridad  de 
sus  campañas,  y  como  en  el  valor  de  los  campos  de  batalla ; 
pero  pocos  días  estuvo  más  elocuente  que  en  el  de  su  recibi- 
miento en  Arequipa. 

La  tropa,  agradecida  á  la  tierna  manifestación  de  las  educan- 
das,  no  tardó  mucho  en  correspondería.  El  estado  del  tesoro 
nacional  habia  obligado  al  General  en  gefe  á  retener  en  cajas 
parte  del  haber  que  mensualmente  devengaba  el  ejército  durante 
la  campaña,  y  con  este  motivo  tenia  un  alcance  que  iba  á  serle 
satisfecho  en  esos  dias  ;  mas  esa  tropa...  si,  esos  soldados,  mo- 
delo de  virtud  y  generosidad,  no  quisieron  recibir  el  dinero  que 
les  correspondía  ;  se  presentaron  á  sus  gefes  ex\jiendo  que  sus 
haberes  se  distribuyesen  entre  las  educandas  y  los  huérfanos. — 
Sus  deseos  fueron  satisfechos  inmediatamente.^ 


*  MaBttscríto  de  Lopb,  Ayudante  del  £.  Mayor  General  Libertador,  testigo 
presenciaL 


308  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

En  Arequipa  expidió  Bolívar  el  decreto  ''  creando  la  Eepá- 
blica  del  alto  Perú/'  y  mandando  qne  se  reuniera  una  Asamblea 
general  para  que  en  ella  expresasen  libremente  su  querer  los  re- 
presentantes de  los  pueblos  sobre  la  Constitución  política  que 
debia  regir  en  el  paÍ8....t  Este  es  un  hecho  monumental.  ¡  Crear 
una  Nación  por  un  decreto  !  i  Tomar  la  pluma  para  dar  á  un 
pueblo  esclavo  el  magnífico  presente  de  la  soberanía...  I  Pocos 
años  antes  habia  visto  el  mundo  con  asombro  a  Napoleón  y 
Alejandro  buscar  en  la  carta  geográfica  el  modo  de  dividir 
la  tierra  entre  ellos  dos....  I  Bolívar,  el  padre  de  la  libertad, 
el  hombre  de  la  virtud  más  encumbrada,  no  abrió  la  boca  sino 
para  proclamar  independencias,  para  derramar  derechos  entre 
los  hombres,  j  si  tendia  la  vista  sobre  el  mapa  era  para  r^ol- 
ver  dónde  enarbolaría  las  banderas  de  la  civilización,  á  dónde 
llevaría  las  garantías  j  los  dones  de  la  igualdad,  los  beneficios 
de  la  paz  j  el  tesoro  de  las  instituciones  republicanas,  i  Feliz 
contraste,  en  el  cual,  los  desvarios  de  la  vanidad  tocan  á  otros,  j 
el  privilegio  de  la  virtud,  que  hasta  los  ánimos  perversos  ena- 
mora, á  Bolívar. 

El  10  de  Junio  marchó  el  Libertador  para  el  Cuzco,  capital 
del  Sol,  emporio  de  los  Incas,  donde  hizo  su  entrada  el  25. 
Este  pueblo  que  habia  celebrado  fiestas  rumbosas  en  honor  de 
Bolívar  y  declarado  á  la/az  de  la  tierra  »u  reoonocimiento  al 
sobrehumano  ser  qw&  le  dio  la  líbertad^X  ^^  recibió  de  un  modo 
que  mi  pluma  debe  renunciar  á  describir.  Jamas  ningún  con- 
quistador, ningún  guerrero,  monarca  alguno  de  la  tierra  ha  re- 
cibido tan  tiernos  y  tan  pomposos  homenages. — Desde  que  llegó 
á  Oropeza,  (lugar  4  leguas  distante  de  la  capital)  el  movimiento 
de  los  que  sallan  á  recibirle  fué  extremado.  La  municipali- 
dad le  presentó  un  caballo  ricamente  enjaezado  con  piezas  de 
oro,  y  sobre  él  fué  el  Libertador  hasta  la  catedral.  En  las 
calles  no  se  oia  otro  grito  que  el  de  Viva  nuestro  Padre  I 
y  atravesando  Bolívar  de  la  catedral  al  palacio  i  quién  pudo 
retener  las  lágrimas  con  la  escena  única  de  los  niños  del  Cuzco ! 
ün  gran  número  de  jovenoitos  salieron  al  encuentro  del  Li- 
bertador y  tomándole  las  manos,  se  las  besaron,  impriiniendo 


t  Deerato  de  16  de  Mayo  de  182S. 
X  Acta  de  la  Mnnicipalidad  del  Ciiaeo  á  8  de  Enero  de  ISSfi^ 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  309 

en  ellas  con  sos  labios  todo  el  espirita  de  su  gratitud.  Manos 
ben^/ioas,  decian  las  madres,  manas  dignas  de  todo  I — Y  la 
multitud  lloraba  de  amor  j  de  ternura. — Sí  :  aquellas  manos 
empa&aron  la  espada  vengadora  é  hicieron  temblar  á  los  tira- 
nos ;  aquellas  manos  despedazaron  las  cadenas  con  que  el  feroz 
espafíol  ligó  al  peruano,  al  ser  más  inocente,  al  más  inofensivo 
de  la  tierra ;  aquellas  manos  levantaron  al  hombre  degradado, 
dándole  el  ser  político  á  la  faz  del  Universo.  ;  Manos  de  Bolí- 
var :  manos  consagradas  por  la  Providencia,  sed  benditas  por 
las  generaciones  de  los  hombres :  sed  inmortales  en  la  memoria 
de  los  tiempos,  7  el  Cuzco  que  tuvo  la  dicha  de  besarlas,  eter- 
dízc  su  felicidad  á  la  par  de  su  agradecimiento  7  de  su  amor  f 
Las  señoras  del  Cuzco  en  numero  de  mil,  vestidas  con  lujo  7 
acompañadas  de  la  esposa  del  Prefecto,  presentaron  á  Bolí- 
vai-  una  bellísima  gnirnalds^  cívica  de  oro  matizada  de  perlas 
finas  7  brillantes.  Precioso  don  que  ofrecia  el  emblema  de 
la  gratitud  del  Cuzco  ;  pero  el  Libertador  en  el  acto  de  re- 
cibirla la  destinó  al  Mariscal  Sucre,  diciendo  :  Él  es  quien  me- 
reos  todos  los  obsequios  del  Perú;  él  es  el  vencedor  de  Ayaciícho 
y  el  verdadero  Libertador  de  esta  Bepública.  \  Desprendimiento 
honroso  I  i  Bizarra  acción,  de  aquellas  que  raramente  se  leen 
eo  la  vida  de  los  grandes  héroes !  * 

*  SüOBB  tampoco  ae  creyó  digno  de  recibir  la  yaliosa  ofrenda  del  Cnzco  y  la 
consagró  al  Cuerpo  Repreaentatiyo  de  Colombia. — En  Cochabamba  presentaron 
al  Gran  Mariscal  otra  guirnalda  y  la  envió  á  Cumaná  sn  patria.  Loa  documen- 
tos siguientes  eompmeban  la  generosidad  y  el  patriottamo  del  modesto  alonmo 
de  Bolívar. 

**  Coartel  General  en  el  Potosí,  V  de  Octubre  1826.-16. 
A  la  Ilustre  Municipalidad  de  Cumaná ; 
"  IlcbtiíÍsimo  S£9or< 

**  En  medio  de  los  favores  que  la  fortuna  ha  querido  dispensarme  en  la 
guerra  del  Sur  de  Colombia  y  en  la  del  Perd,  Jamas  he  tenido  sentimientos 
más  agradables  que  loa  recuerdos  de  la  tierra  de  mi  nacimiento.  To  no  decidiré 
eoál  objeto  me  ha  estimulado  más  en  mis  trabajos  militares ;  si  el  patriotismo, 
la  gloria»  ó  el  anhelo  de  buscar  la  paz  con  la  esperanza  de  que  ella  me  restituya 
donde  mis  amigos  de  la  infancia :  puedo  sí  as^urar  que  Cumaná  nunca  se  separó 
de  mi  corazón. 

"  Después  que  una  espléndida  victoria  llenó  en  el  Perú  los  votos  del  Ejército 
libertador,  con  cuyo  mando  he  sido  honrado ;  íué  un  sagrado  deber  presentar 
memorias  de  amor  y  respeto  á  la  República ;  nuestros  trofeos  están  remitidos  al 
gobierno  supremo ;  y  satisfecha  esta  agradable  obligación,  vuelvo  los  ojos  á  mi 
país  para  cumplirlo  también.    Pongo  pues  en  manos  de  US.  M.  L  una  guirnalda 


810  VIDA  DB  BOIÍYAB. 

Recorriendo  el  Libertador  los  lagares  del  Peni,  se  ocupaba 
como  gefe  supremo  en  reformar  los  abusos  j  en  hacer  todo  el 
bien  posible. — Tal  consagración  al  alivio  de  los  pueblos  que 
habían  sufrido  tantos  estragos  bajo  el  dominio  español  j  con  la 
guerra,  le  atraía  más  y  más  el  afecto  de  aquellos. 
Desde  el  Cuzco  se  dirijió  el  Libertador  á  Puno,  y  Tisitó  la  la- 
^  guna  de  Titicaca,  que  la  tradición  indiana  considera  como  la 
cuna  de  Manco-Capac,  el  fundador  y  primer  legislador  del  im- 
perio de  los  Incas. — Luego  pasó  Bolívar  á  la  Paz,  á  donde  11^ 

de  oro  que  me  regaló  Cochabamba  al  entrar  en  aquella  ciudad,  la  cual  no  tiene 
otro  valor,  que  ser  el  aenciUo  presente  de  un  pueblo  entusiasta  por  la  causa  de 
América,  y  destinada  á  un  cumanes  que  ha  venido  á  obtenerla  combatiendo  coos- 
tantemente  por  la  LIBERTAD  bajo  las  armas  del  Colombia,  á  dos  mO  leguas 
de  BU  patria. 

El  colegio  de  Cochabamba  me  obsequió  con  una  pluma  de  oro  para  que  mis 
h^OB  escribiesen  las  glorías  de  Ayacucho :  yo  la  destino  con  mucho  más  placer» 
á  que  con  una  pluma  de  oro  del  Potosí  escriban  mis  paisanos  las  páginas  brillan- 
tes que  caben  á  Cumaná  en  la  historia  de  la  revolución,  y  los  sacrificios  heróiooa 
de  ese  pueblo  generoeo  en  la  guerra  de  la  Independencia. 

Dignese  US.  M.  I.  aceptar  la  distinguida  consideración  con  que  soy  de  USl 
muy  atento  humilde  servidor. 

Anionio  J.  Süobb. 

(CañUUaeUm.) 

Sala  capitular  de  Cumaná,  á  14  de  Marzo  de  1826. 
A.  S.  E.  el  general  en  gefe  y  Gran  Mariscal  de  Ayacucho  : 

Al  leer  este  I.  C.  M.  el  duplicado  del  oficio  de  1**  de  Octubre  dltimo  con  que 
Y.  £.  se  ha  servido  honrarle,  admira  no  menos  la  gloría  con  que  la  fortuna  ha 
coronado  bus  marciales  patríóticas  empresas  en  Colombia  y  el  Perú,  que  las 
singulares  prendas  de  su  corazón  inflamado  siempre  por  el  honor  de  la  causa  que 
defiende,  y  siempre  movido  por  dulces  recuerdos  del  suelo  patrio,  ha  sabido  tri- 
butar sagrados  homenages  á  la  república  sin  olvido  de  su  país.  Y.  E.  presenta 
al  gobierno  supremo  los  numerosos  trofeos  del  Ejército  Libertador  á  su  mando, 
pone  en  manos  de  este  I.  C.  M.  la  guirnalda  y  pluma  de  oro  con  que  la  ciudad  de 
Cochabamba  quiso  darle  una  muestra  de  los  laureles  ganados  por  el  campeón 
cumanes.  Esta  municipalidad  ufiína  en  poseer  timbres  tan  sublimes,  los  deposi- 
tará y  conservará  en  su  seno  para  eterna  memoria  de  las  glorias  de  Y.  E. ;  y  la 
juventud  de  esta  ciudad  tendrá  en  ellos  el  mayor  estímulo  á  las  virtudes  y  el 
más  noble  instrumento  con  que  transmitir  á  la  posteridad  las  briUantos  hazañas 
de  sus  compatriotas.  Cumaná,  tan  dichosa  en  ser  la  patria  de  su  más  grande 
ornamento,  como  desgraciada  en  la  rápida  decadencia  de  su  importancia,  qui- 
'siera  mostrarse  digna  de  la  grata  memoria  del  vengador  de  los  Incas  con  ma- 
gestad  igual  al  tamafio  de  sus  proezas. 

Tengo  el  honor  de  ser  de  Y.  £.  oon  alta  conaideracion  su  atento  y  obediente 

servidor. 

Josí  Agustín  di  Lootas. 


VIDA  DI  BOLÍVAB.  311 

el  18  de  Setiembre.  Allí  recibió  los  diputados  de  la  Asamblea 
del  Alto  Perú,  reunida  en  Chuquisaca.  Los  alto-peruanos,  en 
loe  trasportes  de  su  entusiasmo  y  gratitud,  habian  adoptado  el 
nombrie  de  Bolívab,  consagrando  así  hasta  la  consumación  de 
los  tiempos,  el  nombre  ilustre  del  Libertador  de  Colombia  y  del 
Perú. — Los  diputados  pusieron  bajo  la  protección  de  este  aquella 
fulgurcftite  estrella  que  adornaba  la  constelación  americana.* 

*  La  Asamblea  general  del  Alto-Perú  se  instaló  ellO  de  Julio. — El  6  de  Agosto, 
(anÍTersario  de  la  batalla  de  Junin)  declaró  la  independencia  de  aquellas  provin- 
das,  y  el  1 1  se  constituyeron  bajo  la  denominación  de  República  Bolívar,  con- 
fiando al  Libertador  el  poder  ejecutivo  por  todo  el  tiempo  que  residiera  en  el 
territorio.  La  Asamblea  se  disolvió  el  6  de  Octubre,  después  de  baber  fijado  el 
25  de  Mayo  de  1 826  para  la  reunión  del  cuerpo  constituyente  y  encargado  al 
Libertador  una  constitución  política  pfwra  él  país. 

He  aquí  la  nota  que  pasó  el  Presidente  de  la  Asamblea  al  libertador,  en  19 

de  Julio  de  1826 : 

Chuquisaca,  Julio  19  de  1826. 

Exxo.  SsíloB : 

Tengo  el  honor  de  dirijirme  á  Y.  E.  eomo  órgano  de  la  Asamblea,  para  ex- 
presar sus  sentimientos. 

Instalado  este  cuerpo  de  Representantes,  el  10  del  corriente,  en  el  modo  con 
que  los  convocó  el  Gran  Mariscal  de  Áyacucho,  ha  visto  con  emoción  tierna  la 
primera  y  más  augusta  reunión  de  compatriotas  que  han  revindicado  sus  dere- 
chos.— En  loe  trasportes  de  su  goso,  bendijo  mil  veces  el  nombre  famoso  de  V. 
E.,  por  cuyo  heroico  esfuerso  é  ineíables  sacrificios  el  aire  que  respiramos  es  ya 
un  elemento  de  paz,  de  libertad,  de  esperanzas  y  de  dicha. — Recordó  con  entu- 
nasmo  que  la  espada  de  Y.  E.,  exterminando  tiranos  viles,  derrocó  un  edificio 
construido  sobre  injusticias,  para  que  se  levanten  otros,  cimentados  en  basas  ra- 
zonables, en  que  respire  la  humanidad  hoUada  y  abrumada.  Pesó,  por  fin,  el 
valor  de  un  dia  en  que,  dando  por  concluida  la  jomada  del  honor,  se  emprende 
la  de  la  gloría,  que  aquí  empieza  por  un  pacto  nuevo. — ^Y  cómo  podría  no  suce- 
der esto  mismo  ? — Los  departamentos  que  forman  la  asamblea  son  los  que  se 
pusieron  á  vanguardia  en  el  rompimiento  general  contra  el  sistema  bárbaro  de 
su  antigua  depresión :  los  que,  leyendo  en  el  libro  inmortal  de  la  naturaleza  sus 
sacrosantos  derechos,  los  promulgaron  á  la  faz  de  sus  crueles  verdugos :  los  que, 
sacrificando  vidas,  abandonando  hogares,  perdiendo  propiedades  y  clavando  en 
una  lanza  cuanto  forma  el  encanto  de  la  vida,  empezaron  á  beber  el  cáliz  amargo 
dp  las  venganzas.  ¡  Qué  contraste,  quó  recuerdo !— Mas  no  es  esto  todo. — Ya 
los  esforzados  colombianos  se  hallaban  en  la  posición  á  que  los  destinaban  sua 
virtudes. — Los  argentinos,  los  bajos-peruanos,  los  chilefíoe,  los  amei-icanoe  to- 
dos tremolaban  sus  banderas  de  libertad,  se  miraban  en  el  rol  de  las  Naciones ; 
y  solamente  este  infortunado  interior  lamentaba  su  esclavitud. — El  león  de  las 
Españas  habla  formado  aquí  su  guarida :  con  su  boca  ensangrentada  aun,  ame- 
nnzaba  nuevas  víctimas,  y  en  este  conflicto  cruel  una  noble  emulación  nos  con- 
sumía— ^Sin  duda  que  la  sabia  Providencia  quiso  que  purgásemos  Iss  manchas 
contraidas  en  la  mazmorra  inmunda  de  la  servidumbre,  antes  de  entrar  en  el 


312  VIDA  BB  BOIÍTAB. 

Despaes  de  haber  permanecido  pocos  días  en  la  Paz,  el  Lifae^ 
tador  continnó  su  yiaje  al  Potosí ;  y  se  realizó  aqnella  palabra 
que  como  sueño  se  tuvo  en  las  selvas  del  Orinoco :  '^  llevaremos 
nuestras  armas  triunfantes  hasta  las  cimas  del  Potosí/' — Enton- 
ces pareció  á  todos  delirio  de  imaginación  enferma  (ydut  osgri 
sonrnid)  por  las  calamitosas  circunstancias  en  que  se  veían ; 
pero  Bolívar  tenia  la  conciencia  de  su  misión  «que  á  los  demás  no 
se  habia  dado  ;  tenia  las  vivas  claridades  del  porvenir,  que  para 
los  otros  no  alumbraban. 

Cuando  se  acercaba  el  Libertador  á  Potosí,,  se  vieron  flamear 
sobre  la  cúspide  del  argentífero  cerro,  en  cuyas  vertiente?  está 
construida  la  ciudad,  las  banderas  de  Colombia,  Pera,  Chile  7 
Buenos  Aires  ;  7  cuando  entraba  por  las  calles  veinte  7  un  ca- 
maretas ó  petardos  se  quemaron  en  la  cumbre  dé  ese  cerro,  cayo 
saludo  tuvo  el  más  singular  é  imponente  efecto  :  todos  los  valles 
repitieron  en  eco,  como  un  trueno,  el  saludo  aereo  que  se  hacia 
al  Libertador,  cu7a  poderosa  mano  haUa  destruido  á  los 
enemigos  de  la  América. — ¿Y  qué  diré  del  Potosí?  Todo 
era  en  aquel  pueblo  animación  7  alegría.  Las  campanas  no 
daban  tregua :  la  música  por  las  calles :  los  fuegos,  los  arcos  triun- 
fales, las  decoraciones,  los  vivas,  la  exaltación  del  más  desenfre- 
nado amor,  el  retrato  de  Bolívar  colocado  en  todas  partes,  las 
señoras  llevándolo  al  cuello  en  medallas  costosísimas...  Potosí 
deliraba  con  su  Padre,  con  su  Libertador. — La  esposa  del  Gene- 
ral D.  Hilario  de  la  Quintana,  muger  encantadora,  diríjió  á 

templo  santo  de  la  libertad :  que  palpásomoe,  eomo  en  última  lección,  e!  oprobio 
de  la  esclaYitud,  para  apreciar  nuestra  eoianeipacion ;  y  que  la  gprande  obra  de 
nuefltro  triunfo  se  concluyese  por  nn  béroe  tan  yirtuoao  como  Y.  £.,  para  qoe 
nf>B  guie  en  las  marchas  de  nnestro  anhelo. — Esto  es,  Ezceleuiisimo  SeSor,  lo  que 
boy  conoce  la  Asamblea  — ^Por  lo  mismo,  ella  se  acoge  á  la  mano  protectora  del 
padre  común  del  Perú,  del  salvador  de  loa  puebloe,  del  Hijo  primogénito  del 
Kuevo  Mondo,  del  inmortal  Bolívar. 

Con  V.  £.  lo  haremos  todo ;  todo  lo  seremos  con  su  aynda. — Con  esa  inven- 
cible espada,  nuestros  anüguos  tiranos  huirán  despayoridoe,  para  no  volver  á 
manchar  nuestro  sagrado  suelo. — Con  ese  tesoro  de  saber  y  de  experiencia,  to- 
maremos de  BU  propio  foco  el  fuego  sagrado,  que,  colocado  en  el  hitar  de  la  pa* 
tria,  queme  cuanto  ha  insultado  á  la  humanidad,  y  encienda  las  virtudes  que  li 
ennoblecen. 

Con  tan  grande  auspicio,  nuestras  tareas  no  serán  en  rano. 

V.  E.  se  dignará  aceptar  los  votos,  consideración,  eta 

Joeí  Maeiaho  Sbbrauoi. 


TIDÁ  DB  BOliy^B.  813 

Bolivar  an  belUfiimo  discurso,  y  doce  ninfas  le  coronaron  con 
rosas  y  laoreles.  TSl  Libertador  contestó  á  los  discursos  congra- 
tulatorios que  se  le  dirijieron  con  un  fuego  que  abrazaba.  ^'  En 
realidad  de  verdad,  decia  el  Oeneral  Miller  que  fué  testigo  de 
las  escenas  indescribibles  del  Potosí ;  en  la  improvisación,  Bolí- 
var no  conocia  rival.  En  un  dia  le  vi  contestar  diez  y  siete 
arengas  sucesivas  con  la  más  asombrosa  propiedad  y  con  un  co- 
lorido que  es  preciso  renunciar  á  dar  de  él  la  más  ligera  idea* 
¡  Qué  poesía  I  Qué  lujo  de  imágenes  I  Qué  viveza  de  imaginación  1 
Y  con  esto,  qué  palabra  tan  llena  de  gracia  y  suavidad  I  Qué 
epítetos  tan  propios  I  Qué  giros  tan  sorprendentes  I  Proponiendo 
un  brindis,  dando  gracias,  ó  hablando  sobre  cualquier  materia 
dada,  Bolívar  no  puede  quisas  ser  excedido.  In  prapasing  a 
iocut ;  in  returmng  thamka,  or  in  speaking  upon  any  given  wb- 
ject^  perhap»  Bolívar  cannot  be  surpassedJ^ 

Siete  semanas  permaneció  el  Libertador  en  el  Potosí,  y  fueron 
siete  semanas  de  continuo  y  creciente  regocijo.  El  26  de  Octu- 
bre, el  Libertador  subió  al  famoso  cerro  que  tanta  riqueza  ha 
dado  á  España,  acompañado  de  Sucre,  del  Prefecto  y  do  otras 
muchas  personas  de  distinción. — En  la  cúspide,  tendiendo  su 
vista  á  todas  partes,  y  con  el  pabellón  de  Colombia  en  la  mano, 
Bolívar  pronunció  un  discurso  que  electrizó  á  todos  los  que  le 
oían,  singularmente  á  Sucre,  que,  henchido  de  entusiasmo,  lloraba 
como  un  niño. — Es  imposible  ahora  reproduir  aquel  discurso  su- 
blime» que,  s^^  la  expresión  de  O'Leary,  fué  el  sublime  de  Bo- 
Vwar. — ^El  Libertador  estaba  inspirado ;  ¿  y  quién  en  su  lugar 
no  habría  sentido  la  influencia  de  la  gloria  ? — Él  hizo  una  rápi- 
da enumeración  de  los  trabajos  de  la  independencia,  de  los  re- 
veses espantosos  de  1814  y  de  los  triunfos  inmortales  de  San 
Félix,  Boyacá,  Carabobo,  Pichincha,  Junin  y  Ayacucho  ;  recordó 
á  sus  invictos  compañeros  de  armas,  tan  leales  á  la  causa  santa 
de  la  patria,  tan  valientes  en  el  campo  del  honor,  modelos  de 
abnegación  y  de  virtud  ;  vio  á  la  Europa,  asombrada  de  nues- 
tros martirios  y  de  nuestra  constancia,  obligada  á  reconocer 
nuestras  nacionalidades,  y  á  la  musa  de  la  historia  trasmitiendo, 
en  deliquios  de  entusiasmo,  á  las  remotas  generaciones,  los  pro- 
dijios  de  nuestros  guerreros  ciudadanos,  de  los  soldados  de  la 
libertad  sud-americana.  Yenirnoa  venciendo  desde  las  costas  del 
AtiárUieOj  dijo,  y  en  quince  años  de  una  lucha  de  gigantei,  hemos 


314  YIDA  DB  BOliVAR. 

derrocado  d  edificio  de  la  Urania  formado  irojiquüammUe  en 
tres  siglos  de  icsurpacion  y  de  violencia.  Las  míseras  reXiqaias 
de  los  Señorea  de  este  mundo  estaban  destinadas* á  la  tnás  degror 
dante  esclavitud  ;  ¡  cuánto  no  debe  ser  nuestro  gozo  al  ver  tantos 
mülones  de  hombres  restituidos  á  sus  derechos  por  nuestra  perse- 
verancia y  nuestro  esfuerzo  I  En  cuafito  á  mí,  de  pié  sobre  esta 
male  de  plata  que  se  Uama  Potosí  y  cuyas  venas  riqyknm» 
fueron  trescientos  años  d  erario  de  la  España,  yo  estimo  en  nada 
esta  opulencia  cuando  la  comparo  con  la  gloria  de  haber  traído 
victorioso  el  estandarte  de  la  libertad  desde  las  playas  ardientes 
del  Orinoco  para  fijarlo  aquí,  en  d  pico  de  esta  montaña^  cuyo 
seno  es  d  asombro  y  la  envidia  dd  Universo. 

En  el  Potosí  recibió  el  Libertador  como  gefe  supremo  del 
Perú,  á  varios  miembros  del  cuerpo  diplomático  y  á  la  comisión 
dirijida  por  el  gobierno  de  Buenos  Aires.  Componían  esta  el 
General  Carlos  Alvear  y  el  Doctor  José  M.  Vólez,  y  era  su  ob- 
jeto felicitar  á  Bolivar  por  sus  triunfos  y  por  los  eminentes  8e^ 
vicios  que  habia  prestado  á  la  causa  de  la  independencia  sud- 
americana, la  cual,  dijeron  los  comisionados,  habia  afianzado  el 
Libertador  irrevocablemente, — Bolívab  aprovechó  aquella  oca- 
sión para  hablar  de  los  agravios  que  el  Emperador  del  Brasil, 
Don  Pedro  I,  habia  inferido  á  Bolívia  y  Buenos  Aires,  y  no 
ocultó  que  pediría  al  gobierno  de  Colombia  permiso,  (como  lo 
pidió  en  efecto)  para  trasladarse  al  territorio  argentino  y  tomar 
venganza  de  los  insultos»  del  Brasil. — ^El  discurso  del  Libertador 
en  esta  ocasión  es  muy  poco  conocido,  y  me  decido  á  publicarlo 
íntegro : 

Señores  : 

£1  gobierno  de  las  provincias  unidas  del  Rio  de  la  Plata  ha  tenido  la 
bondad  de  querer  honrarme  con  una  misión  la  más  lisonjera,  tanto  por 
su  objeto  verdaderamente  glorioso,  como  por  los  Unstres  personajes  que  la 
componen. — Asi,  el  pueblo  argentino  debe  contar  siempre  con  que  mi 
corazón  no  se  apartará  jamas  de  su  futura  suerte ;  que  mi  más  vivo  Ínteres 
y  mi  más  cordial  afecto  serán  por  aquel  pueblo,  que  empezó  dmultáiiea- 
mente  con  nosotros  la  hermosa  carrera  de  libertad  que  hemos  terminado. 

No  quería  mencionar  nuestros  8enBÍ))le8  dolores,  pero  cuando  el  es- 
cándalo los  publica,  ¿  porqué  callarlos  ? — A  la  verdad,  tenemos  un  dere- 
cho demasiado  incontestable  para  sorprendemos  de  que  un  Príncipe 
americano,  recien  independiente  de  la  Europa,  que  se  halla  envuelto  en 
nuestra  noble  insurrección,  y  que  ha  levantado  su  trono  no  sobre  ta- 


VIDA  DB  BOIÍYAB.  315 

Uas,  sino  sofare  laa  indestractíbleó  bases  de  la  soberanía  del  pueblo  y 
de  la  soberanía  de  las  leyes ;  este  Príncipe  que  parecía  destinado  á  ser  él 
amigo  de  sns  yecinas  repúblicas,  es  él  que  ocupa  todavía  una  provincia  y 
una  plaza  fuerte  que  no  le  pertenecen,  y  que  dominan  á  una  de  nuestras 
naciones  más  beneméritas.  Por  otra  parte,  sus  tropas  acaban  de  invadir  la 
provincia  de  Chiquitos  para  asolarla  y  ultrajamos  con  amenazas  bárba- 
ras ;  y  cuando  el  espanto  de  nuestras  armas  las  ha  puesto  en  fuga,  enton- 
ces se  llevan  nuestras  propiedades  y  á  nuestros  ciudadanos. 

T  sin  embargo,  estos  insignes  violadores  del  derecho  de  gentes,  han 
quedado  impunes;  nuestros  pueblos  humillados  y  nuestra  gloria  ofen- 
dida. Mas,  demos  gracias  &  los  sucesos  que  han  añadido  nuevos  nudos 
á  los  vínculos  que  nos  estrechaban,  para  que  &  la  vez  reclamemos  nuestros 
derechos,  como  á  la  vez  los  adquirimos. 

Varías  conferencias  tuvo  el  Libertador  con  los  enviados  de 
Buenos- Aires  (una  de  ellas  duró  cinco  horas) ;  y  en  consecuencia 
mandó  avanzar  á  Oochabamba  algunas  divisiones  del  ejército,  á 
fin  de  acercarla  al  teatro  de  las  operaciones,  y  él  partió  el  I""  de 
Noviembre  para  la  Plata,  donde  llego  el  3. — Aquí  le  pareció 
bien  aguardar,  para  ver  mejor  cuál  era  el  curso  que  debia  dar 
á  sus  combinaciones  políticas  y  militares  respecto  del  Brasil. — 
£1  Libertador  creia  ademas  en  un  arreglo  pacífico  alcanzado 
por  las  negociaciones  diplomáticas. 

En  Chuquisaca  celebró  Bolívar  el  primer  aniversario  del  9  de 
Diciembre  :  dia  de  la  famosa  jornada  de  Ayacucho,  preconizan- 
do con  sinceridad  la  gloría  del  Mariscal  Sucre,  á  quien  tituló  d 
hábü  vencedor  del  poder  español  en  el  Perú. — Bolívab  no  cono- 
cía la  envidia,  como  otras  vez  he  dicho,  y  miraba  con  placer  la 
gloria  de  sus  amigos  y  subalternos. 

La  primera  organización  administrativa  de  Bolívia  fué  obra 
del  Libertador.  Él  empezó  por  hacer  allí  lo  más  difícil,  que  era 
á  la  vez  lo  más  indispensable  :  dar  recursos  al  Erario  para  po- 
ner en  actividad  hombres  y  cosas.  Por  una  serie  de  decretos 
muy  acertados  y  que  tuvieron  el  mejor  efecto,  mandó  vender  las 
minas  abandonadas  desde  la  revolución  y  las  tierras  sobrantes  de 
la  comunidad  ;  creó  la  Contaduría  general  de  hacienda  pública ; 
impuso,  una  contribución  directa  y  declaró  que  ningún  militar 
ni  empleado  inactivo  pudiera  reclamar  cantidad  alguna  por  suel- 
do, alcance  ó  ajustes. — Luego  emprendió  la  tarea  de  dar  la 
verdad  al  pueblo  por  medio  de  la  educación.  El  impuesto  so- 
bre los  marcos  de  plata  :  las  rentas  de  la  mitra  de  Charcas :  las 


816  TIDA  DB  BOIÍTíJU 

capellanías  de  jwre  devoluto :  las  saoristíás  mayores,  cofiradias, 
hermandades  y  buenas  memorias  fueron  aplicadas  para  fondos 
de  educación,  sin  contar  otras  asignaciones  hechas  á  casas  de 
estudios  ;  decretó  el  establecimiento  de  escuelas  madres  eo  cada 
departamento,  y  fundó  casas  de  enseñanza  para  los  militares..... 

La  agricultura  y  minería  le  merecieron    una  atención  parti- 
cular.   Mandó  crear  en  el  Cuzco  un  colegio  de  ciencias  y  artes, 
y  le  dio  rentas  ;  estableció  otro  para  la  educación  de  las  niñas, 
que  es  la  base,  decia,  de  la  moral  de  loa  famüiaa  y  de  la  dicha 
de  los  pueblos.    Mandó  examinar  el  cauce  de  los  ríos  en  todo  el 
territorio,  para  darles  curso  hacia  los    terrenos   secos  é  in- 
fecundos :  repartió  tierras  á  los  indígenas :  disminuyó  los  censos : 
declaró  libres  de  derecho  de  importación  las  máquinas  de  ex- 
plotación de  minas  y  decretó  la  plantación  de  árboles  por  cuenta 
del  Estado  en  terrenos  inmediatos  á  las  minas,  para  hacerse  del 
combustible  necesario  á  la  extracción  de  metales.     Abrió  cami- 
nos :  habilitó  el  puerto  de  Cobija  ó  La  Mar  :  derogó  todos  los 
derechos  de  exportación  y  rediyo  á  8  por  ciento  los  de  importa- 
ción sobre  avalúo  :  libertó  la  introducción  do  muías  de  Taca- 
man  ;  aplicó  el  noveno  y  medio  sobre  la  masa  decimal,  para  los 
hospitales  ;  creó  una  sociedad  económica  de  amigos  del  país  en 
Chuquisaca,  para  que  promoviese  la  riqueza  nacional ;  castigó 
el  contrabando :  favoreció  con  muchos  y  muy  buenos  decretos 
la  moral  pública,  la  ilustración,  las  artes,  el  comercio  ;  prohibió 
la  matanza  de  vicuñas  y  asignó  premios  á  los  que  reunieran  re- 
baños de  ellas......    Tal  es  el  bosquejo  de  las  operaciones  del 

Libertador  en  cinco  meses  que  residió  en  Bolívia. — Lu^o,  ex- 
pidió el  reglamento  de  elecciones  ;  delegó  el  mando  en  el  Gran 
Mariscal  de  Ayacucho,  y  cerró  el  período  de  su  administra- 
ción. 

Y  en  medio  de  un  trabajo  tan  extraordinario  y  fatigante,  el 
Libertador,  que  se  consideraba  obligado  á  aconsejar  á  unos,  á 
ayudar  á  otros,  á  instruir  á  todos,  sostenia  una  larga  correspon- 
dencia con  los  gobiernos  del  Perú  y  Colombia,  con  los  miembros 
de  la  asamblea  del  Istmo,  con  Salom,  que  estrechaba  el  cerco 
del  Callao,  etc.,  dando  á  todos  advertencias  y  consejos  saluda- 
bles, enseñándoles  circunspección,  y  la  traza  y  forma  con  que 
debian  conducirse. — Nada,  ni  el  más  leve  detalle  se  escapaba  á 
su  aplicación  y  vigilancia. — "  En  los  asuntos  diplomáticos,  de- 


YIBA  DE  BOLÍVAB.  817 

**  cia  &  Héres  desde  lea,  daré  á  Yd.  una  buena  máxima  :  ccinuif 
**  calma,  calka  :  retardo,  retardo,  betardo.  Cumplimientos  : 
*'  palabras  vagas  :  consultas  :  exámenes  :  retorsiones  de  argu- 
**  mentos  y  de  demandas :  referencias  al  nuevo  Congreso  :  diva- 
**  gaciones  sobre  la  naturaleza  de  la  cuestión  y  de  losxlocumen- 

"  tos y  siempre  mucha  cachaza,  y  mucho  laconismo  para  no 

**  dar  prenda  al  contrario.  Excúsese  Yd.  con  que  es  militar : 
*^  con  que  no  conoce  la  naturaleza  de  los  negocios  de  que  lo  han 
*'  encargado  (verbálmenté) ;  que  Yd.  es  interino  y  que  los  nego- 
"  cios  del  Perú  son  muy  delicados.  Sobre  todo,  téngase  Yd. 
"  siempre  firme  en  los  buenos  principios  y  en  la  justicia  univer- 

'*  sal Tengamos  una  conducta  recta  y  dejemos  al  tiempo  hacer 

"  prodijios."  * —  "  La  refutación  á  Brandsen,  decia  al  mismo  en- 
"  otra  ocasión,  me  ha  parecido  muy  buena.  Está  bien  escrita 
**  en  general  y  tiene  rasgos  magníficos.  No  me  parece  que  tiene 
''  otro  defecto  que  el  de  falta  de  dignidad  en  algunas  expresio- 
"  nes.  Tapa-boca,  por  ejemplo,  y  otras  vulgaridades  semejantes, 
"  no  son  cultas  ni  brillantes.  Para  la  sátira  más  cruel  se  nece- 
**  sita  nobleza  y  propiedad  como  para  el  elogio  más  subido. — El 
"  Observador  en  un  pequeño  cuaderno  no  está  bien  ;  mejor  apa- 
"  rocería  en  un  pliego  entero.  No  tiene  variedad  ni  noticias. 
"  Los  negocios  legislativos  deben  ser  comunicados,  y  las  colum- 
**  ñas  divididas  en  este  orden  :  noticias  eostranjeras;  id.  ddpaís; 
"  asuntos  políticos  y  variedades.  En  " Yariedades"  se  coloca  lo 
^que  sea  literario.  Después  de  los  títulos  capitales,  pueden 
**  ponerse  otros  :  curioso,  notable,  estupendo,  escandajoso  tí  otros 
"  cuya  materia  corresponda  á  estos  títulos.  El  papel  debe  estar 
"  dividido  en  diversos  departamentos,  digámoslo  así.  Se  trata 
^  de  Hacienda,  de  rentas,  etc.,  sección  de  Hacienda.  Los  artí- 
*'  culos  deben  ser  cortos,  picantes,  agradables  y  fuertes.  Cuando 
"  se  hable  del  gobierno,  con  respeto  ;  de  legislación,  con  sabi- 
**  duría  y  gravedad.  Yo  quiero  que  se  proteja  ese  periódico ; 
**  pero  no  aparezca  Yd.  como  principal,  más  bien  que  sea  Lar- 
*^  rea  ó  un  amigo  y  que  se  organice  con  elegancia  y  propiedad. — 
**  — Pídale  Yd.  dinero  á  Homero  para  proteger  las  letias."  t — 
"  Acompaño  á  Yd.,  escribía  á  Sdom  desde  Oruro,  el  principal  v 


*  OarU  de  20  de  Abril  de  1826. 

t  C*rU  de  14  de  Agosto  de  1826,  deede  GopMtbaiuL 


818  vidjl  de  bouyail 

''  duplicado  de  una  carta  para  Carrefio  (que  estaba  en  el  istmo), 
"  con  el  objeto  de  que  Yd.  se  la  mande  en  diferentes  ocasiones. 
"  La  una  va  abierta  para  que  Yd.  la  vea,  la  copie  j  le  escnba 
''  sobre  su  contenido,  pero  de  un  modo  muy  lato,  á  fin  de  que  en 
'*  Panamá  se  reciba  el  aviso  de  la  salida  de  la  expedición  ( las 
"  tropas  que  se  devolvian  á  Yenczuela)  cuando  menos  dos  meses 
*^  antes  de  llegar  al  istmo,  para  que  así  puedan  prepararse  aloja- 
"  mientos  en  las  alturas,  víveres  y  sobre  todo  pedir  buques  á 
"  Cartagena,  fletarlos  en  Chágres  j  hacer  tantas  cosas  como  96 
"  requieren  en  estos  casos.  Escriba  Yd.  una  y  mil  veces  á  Garre- 
"  ño  sobre  todo  esto,  directamente  á  Panamá  y  por  la  via  de 
"  Guayaquil."  * — *^  Ni  el  ministerio  ni  Yd.,  escribia  al  mismo 
"  Salom  en  otra  oportunidad,  no  deben  decir  las  órdenes  que 
"  tienen.  Yea  Yd.  sobre  este  punto  al  Ministro,  para  que  ?e 
"  guarde  todo  silencio  en  la  secretaría. — ^Federico  II  no  queria 
"  que  ningún  oficial  escribiese  lo  importante,  sino  el  Ministro 
"  mismo  ;  por  que  habia  ganado  muchos  secretos  por  medio  de 
"  oficiales  de  las  secretarías." — "  Escribe  tu  de  mi  parte,  de- 
"  cia  á  su  hermana  María  Antonia  desde  Lima,  en  vísperas  de 
"  partir  para  el  Alto-Perú ;  escribe  á  los-  encargados  en  el 
"  Norte  de  la  educación  del  joven  Fernando  Bolívar,  encare- 
"  ciéndoles  el  esmero  con  que  yo  quiero  que  se  eduque  á  mi 
"  sobrino.  Que  aprenda  las  lenguas  sabias  y  las  vivas,  mate- 
"  máticas,  historia,  moral,  bellas  letras,  etc.  Un  hombre  sin 
"  estudios  es  un  ser  incompleto.  La  instrucción  es  la  felici- 
"  dad  de  la  vida  ;  y  el  ignorante,  que  siempre  está  próximo  á 
"  revolverse  en  el  lodo  de  Ja  corrupción,  se  precipita  luego 
"  infaliblemente  en  las  tinieblas  de  la  servidumbre. —  Toma 
''  también  mucho  interés  en  que  la  hija  de  Juana  (su  hermana) 
'*  se  case  bien,  con  un  hombre  patriota  y  honrado.  Este  es 
*'  un  negocio  en  que  todos  debemos  pensar,  porque  la  familia 
^  es  un  tesoro  en  que  todos  los  de  ella  tienen  interés.  Ay¿- 
"  dala  tú  con  tus  buenos  consejos  de  hermana,  y  procedan  siem- 
"  pre  con  atención ;  que  no  hay  más  dicha  ni  desdicha,  que 
**  prudencia  ó  imprudencia. — Yo  no  le  escribiré  á  ningún  juez 
"  sobre  el  pleito  de  Lecumberry,  por  más  que  tu  te  empeñes. 
"  No  quiero  exceder  los  límites  de  mis  derechos,  que,  por  lo 
"  mismo  que  mi  situación  es  elevada,  aquellos  son  más  estre- 

*  Carta  de  25  de  Setiembre  1825,  deede  Omno. 


VIDA  DE  bolívar.  819 

"  chos.  La  Suerte  me  ha  colocado  en  el  ápice  del  poder ; 
"  pero  DO  quiero  tener  otros  derechos  que  los  del  más  simple 
*'  ciudadano.  Que  se  ha^  justicia  j  que  esta  se  me  imparta, 
''si  la  tengo.  Si  no  la  tengo,  recibiré  tranquilo  el  fallo  de 
''  los  tribunales.    No  te  inquietes,  sin  embargo  ;  que  mis  títu- 

"los  son  los  mejores " 

Si  yo  me  propusiera  extractar  todos  los  buenos  párrafos  de 
las  cartas  del  Libertador,  señaladamente  en  este  año  de  1825, 
copiaría  toda  su  correspondencia.  No  hay  una  sola  misiva  que 
no  ofrezca  un  interés  precioso. — Para  cerrar  este  capítulo  re- 
galaré a  mis  lectores  con  la  inserción  completa  de  una  carta  del 
Libertador  dirijida  á  su  tío  Esteban  Palacio  en  occasion  que 
este  habia  llegado  á  Caracas  después  de  una  ausencia  de  casi 
treinta  años. 

Cuzco,  á  10  de  Julio  de  1825. 
Mi  qxtebido  tío  Estébait  t  mms  padbino  : 

¡  Con  cuánto  gozo  ha  resuscitado  Yd.  ayer  para  mí !  — ^Ayer  supe  qne 
vivía  Yd.,  y  que  vivía  en  nuestra  querida  patria. — ]  Ca&ntos  recuerdos  se 
han  aglomerado,  en  un  instante,  sobre  mi  mente.....I  Mi  madre,  mi  buena 

madre,  tan  parecida  á  Yd.,  resucitó  de  la  tumba  y  se  ofreció  á  mi  imagi- 
nación :  mi  más  tierna  nifiez,  y  la  confirmación,  y  mi  padrino,  se  reunie- 
ron en  un  punto  para  decirme  que  Yd.  era  mi  segando  padre. — Todos 
mis  tioe,  todos  mis  hermanos  y  mi  abuelo,  mis  juegos  infantiles,  los  rega- 
los que  Yd.  me  daba  cuando  era  inocente......  todo  vino  en  tropel  á  excitar 

mis  primeras  emociones :  la  efusión  de  una  sensibilidad  delicada. — Todo 
lo  que  tengo  de  humano  se  removió  ayer  en  mi ;  llamo  humaiio,  lo  que 
está  más  en  la  natmraleza,  lo  que  está  más  cerca  de  las  primitivas  impre- 
siones.— Yd.,  mi  querido  tío,  me  ha  dado  la  más  pura  satisfacción  con 
haberse  vuelto  á  sus  hogares,  á  su  familia,  á  su  sobrino  y  á  su  patria. 
Goce  Yd.,  pues,  como  yo  de  este  placer  yerdadero,  y  viva  entre  los  suyos 
el  resto  de  los  dias  que  la  Providencia  le  ha  sefialado,  para  que  una 
mano  fraternal  cierre  sus  párpados  y  lleve  sus  reliquias  á  reunirías  con  las 
de  loB  padres  y  hermanos  que  reposan  en  el  suelo  que  nos  vio  nacer. 

Mi  querido  tío :  Yd.  habrá  sentido  el  suefio  de  Epiménides :  Yd.  ha 
vuelto  de  entre  los  muertos  á  ver  los  estragos  del  tiemplo  inexorable,  de 
Is  guerra  cruel,  de  los  hombres  feroces.....!    Yd.  se  encontrará  en  Caracas 

como  un  duende  que  viene  de  la  otra  vida  y  observa  que  nada  es  de  lo 
que  fué. — ^Yd.  dejó  una  dilatada  y  hermosa  fimiilia.....!    Ella  ha  sido  ce- 
gada por  una  hoz  sanguinaria. — ^Yd.  dejó  una  patria  nádente,  que  desen- 
YolTia  los  primeros  gérmenes  de  la  creación  y  los  primeros  elementos  de 
la  sociedad......;  y  Yd.  encuentra  todo  en  escombros,  todo  en  memorias. — 

Los  vivientes  han  desaparecido ;  las  obras  de  los  hombres,  las  casas  de 


820  VIDA  DB  BOLÍVAR. 

Diofl)  y  haflta  Io8  campos  han  sentido  el  estrago  formidable  del  estreme- 
cimiento de  la  naturaleza. — ^Yd.  se  preguntará  á  sí  mismo :  ¿  dónde  están 
mis  padres  ?  ¿  dónde  mis  hermanos  ?  ¿  dónde  mis  sobrinos.....?— Los  más 
felices  ñieron  sopnltados  dentro  del  asilo  de  sos  mansiones  domésticas; 
7  los  más  desgraciados  han  cubierto  los  campos  de  Venezuela  oon  sos 
huesos,  después  de  haberlos  r^;ado  con  su  sangre,  por  el  solo  delito 

de. /  hckber  amado  la  justicia  ! — Los  campos  regados  por  el  sador 

de  trescientos  allos,  han  sido  agostados  por  una  fatal  combinación  de 
los  meteoros  y  de  los  crímenes.  ¿  Dónde  está  Caracas  ?  se  preguntará 
Yd. —  Caracas  no  existe ;  pero  sus  cenizas,  sus  monumentos,  la  tieira 
que  la  tuvo  han  quedado  resplandecientes  de  libertad^  y  están  cabie^ 
tos  de  la  gloria  del  martirio  :  este  consuelo  repara  todaa  laa  pérdidas; 
á  lo  menos,  este  es  el  mió,  y  deseo  que  sea  el  de  Yd..... 

A  dios,  mi  querido  tío ;  consuélese  Yd.  con  su  patria,  con  loe  restos 
de  sus  parientes.  Ellos  han  sufrido  mucho ;  mas  les  ha  quedado  la 
gloria  de  haber  sido  siempre  fieles  á  su  deber.  Nuestra  &milis  se  ha 
mostrado  digna  de  pertenecemos,  y  su  sangre  se  ha  yengado  por  nno 
de  sus  miembros.  To  he  tenido  esta  fortuna.  Yo  he  recogido  él  froto 
de  todos  los  servicios  de  mis  compatriotas,  parientes  y  amigos.  To 
los  he  representado  &  presencia  de  los  hombres;  y  los  representaré 
á  presencia  de  la  posteridad.  Esta  ha  sido  una  dicha  inaudita.  La 
fortuna  ha  castigado  &  todos ;  tan  solo  yo  he  recibido  sus  &TOies ;  los 
onezco  &  Yd.  con  la  expresión  más  sincera  de  mi  corazón. 

Boiítab. 


CAPÍTULO  XT.TX. 

t 

1826. 

TbjLBUOS  SOBBB  la  LIBBRTAD  di  cuba— BL  LIBKBTADOB  RB0BB8A  k  LIMA— BBRDiaOK 
DBL  CALLAO— GLORIA  DB  BOIÍ VAB— COMTBSTACION  Á  OH  GABOO  DB  RB8TRBP0  BN  LA 
"  BI8T0BIA  DB  COLOMBIA." 

ESTANDO  en  Chaqnisaca  el  Libertador,  7  á  tiempo  que 
reiteraba  sos  órdenes  desde  allá  para  el  regreso  de  las 
tropas  á  Venezuela,  siendo  innecesarias  por  más  tiempo  en  el 
Perú,  recibió  una  carta  del  Señor  Mannel  Yidaorre,  en  la  cual 
le  noticiaba  este,  desde  Lima,  haber  llegado  á  aqnella  capital 
uno  de  los  Iznagas,  de  la  rica  y  muy  conocida  casa  de  Iznaga, 
fondada  en  Trinidad  de  Cuba. — "  Este  Sefíor,  decia  Vidaurre, 
que  deja  na  gran  comercio  en  Nueva  York,  solo  viene  por  cono- 
cer á  V.  E.  y  darle  razón  de  la  isla.  Es  su  ansia  ver  libre  su 
patria,  y  de  nadie  lo  espera  sino  del  que  dio  la  libertad  al  resto 
de  la  América." — Bolívar,  que  deliraba  con  la  emancipación  de 
Cuba,  se  puso  en  el  acto  en  relación  con  Lsnaga,  y  obtuvo  tres 
docomentos  muy  importantes  para  las  ulteriores  operaciones ; 
estos  fueron  :  1°  un  estado  de  la  fuerza ;  2°  la  verdadera  esta- 
distica  de  la  isla,  y  3^  el  más  perfecto  cuadro  del  numerario». 

21  (821) 


822  YIDA  DE  BOLÍYAB. 

Adjunta  á  estos  datos  venia  á  manera  de  carta  una  manifesta- 
ción Inmitosa  que  esclarecia  todo  lo  que  el  Libertador  pudiera 
desear  saber  en  aquel  momento. 

Por  desgracia,  la  libertad  de  Cuba  y  Puerto  Rico  que  debió 
seguir  de  luego  á  luego  a  la  del  continente  snd-americano,  vino  á 
quedar  frustrada  no  tanto  por  la  muerte  prematura  del  Libe^ 
tador,  cuanto  por  la  guerra  de  partidos  que  encendieron  para 
nuestra  ruina,  Santander  j  sus  amigos,  Páez  j  los  suyos... !  Y 
debo  añadir,  para  ser  justo,  que  toca  parte  y  no  escasa  por 
cierto,  en  la  responsabilidad  de  la  esclavitud  de  Cuba,  al  go- 
bierno de  los  Estados  de  la  Union,  el  cual,  no  solo  se  ha  mos- 
trado indolente  á  los  sufrimientos  de  aquella  desgraciada  fami- 
lia americana,  digna  en  extremo  del  amor  de  sus  hermanos,  siuo 
que  ha  convenido  aun  en  que  continúe  por  más  tiempo  esclava 
de  la  España.* 

El  10  de  Enero  de  1826  dejó  Bolívar  á  Chuquisaca,  dirijién- 
dose  á  Cochabamba  con  su  Secretario  general  y  su  Edecán 
Wilson ;  el  resto  de  la  comitiva  siguió  la  ruta  del  Potosí.— 
Beunidos  á  poco  atravesaron  el  Desaguadero  por  las  cercanias 
de  Joya,  encaminándose  á  Tacna,  á  cuya  ciudad  llegaron  el  30 
de  Enero. — El  2  de  Febrero  se  embarcó  el  Libertador  en  Arica, 
en  el  bergantín  de  guerra  Chimborazo,  (el  mismo  buque  que  le 
había  conducido  desde  Guayaquil  al  Callao  en  1823)  y  al  cabo 
de  cinco  días  desembarcó  en  Chorrillos. — El  10  hizo  su  entrada 
publica  en  Lima,  donde  fué  recibido  con  el  mayor  entusiasmo. 

Cuando  el  Libertador  llegó  á  Lima,  ya  no  se  hallaba  en 
aquella  ciudad  el  Señor  Iznaga. 

¡  Cuál  fué  la  causa  que  determinó  tan  repentinamente  el  viaje 

**  Cuando  el  gobierno  de  Colombia  preparaba  la  escuadra  que  debía  oondoeir 
*la  expedición  libertadora  de  Coba  y  Puerto  Rico,  y  Bolívar  eacribia  á  Sucre  para 
•  que  TÍuiera  á  ponerse  al  frente  del  ejército  de  desembarco,  los  Estados  Unid<« 
.tomaron  el  más  títo  Ínteres  en  que  aquellas  posesiones  se  coneerrasen  para  la 
£sx>afia. — "  Nosotros  estamos  satisfechos,  (escribía  el  Secretario  de  Relaciones 
Exteriores  á  Mr.  Middleton,  Ministro  Plenipotenciario  en  San  PetersbnigoX 
con  el  actual  estado  de  estas  islas  abiertas  al  comercio  y  á  las  empresas  de  sus 
'*  ciudadanos.     Así,  no  deseamos  para  nosotros  mismos  alteración  ninguna  en  su 
sistema  político.    Si  Cuba  y  Puerto  Rico  se  declararan  independientes,  es  pro- 
bable que  no  pudieran  sostenerse  por  la  clase  y  número  de  su  población;  y 
esta  prematura  declaratoria  podría  traer  la  renovación  de  las  terribles  escenas 
de  Santo  Domingo.    Be  modo  que,  es  mejor  que  Fitpaña  ewUUiúe  dominando- 


VIDA  DE  BOliVAB.  828 

de  BoKvar  desdo  Chuquisaca  á  la  capital  del  Perú  ? — Restrepo 
dice  que  se  ignora,  porque  aquel  no  quiso  revelarla  uunca  ;  pero 
este  aserto  carece  de  fundamento  verdadero.  No  conoció  sin 
duda  Restrepo  ni  las  cartas  confidenciales  de  Bolívar,  ni  su  pro- 
clama de  Chuquisaca,  donde  están  explicados  los  motivos  de  su 
vuelta  á  Lima. — ^**  Á  fines  de  Diciembre  ó  Enero  iré  por  allá, 
"  escribia  el  Libertador  al  Coronel  Héres,  desde  el  Cuzco  (9  de 
"  Julio),  á  terminar  mi  gobierno  peruano,  y  dar  cuenta  del  Alto 
**  Perú  y  de  los  departamentos  del  Sur.  i  Feliz  yo  si  dejo  reco- 
**  nocido  el  gobierno  peruano  :  reunido  su  Congreso  americano  : 
"  nombrado  su  gobierno  constitucional :  el  país  libre :  el  Gene- 
'*  ral  La  Mar  á  la  cabeza  de  los  negocios  :  la  anarquia  destruida 
"  y  la  Constitución  reformada  por  los  legítimos  representantes 
**  de  la  Nación..." — ^''ün  deber  sagrado  para  un  republicano, 
"  decia  á  los  pueblos  del  Alto  Perú,  despidiéndose  de  ellos  el 
"  1°  de  Enero  de  1826  ;  un  deber  sagrado  para  un  republicano 
"  me  impone  la  agradable  necesidad  de  dar  cuenta  á  los  repre- 
"  sentantes  del  pueblo,  de  mi  administración.  El  Congreso  pe- 
"  ruano  va  á  reunirse,  y  yo  debo  devolverle  el  mando  de  la 
^  República  que  me  ha  confiado.  Así,  parto  para  la  capital  de 
**  Lima  ;  pero  lleno  de  un  profundo  dolor...,  etc." 

Nada  puede  haber  más  claro  que  estos  conceptos  ;  y  adviér- 
tase que,  lejos  de  envolver  en  misterio  los  motivos  de  su  regreso 
á  Lima,  el  Libertador  los  expresó  francamente  desde  Julio,  en 
que  escribia  á  Héres. 

Cortos  dias  hablan  trascurrido  después  que  la  importante 
plaza  del  Callao,  último  amparo  del  poder  español  en  la  Amé- 
rica continental  se  habia  rendido,  cuando  Bolívar  llegó  á  Lima.* 

*  Tocó  al  Gkneral  Bartolomé  Salom  la  gloría  de  rendir  al  Callao  j  recibir  la 
espada  del  General  RodiL  Firmó  este  la  capitulación  el  23  de  Enero  de  1826,  y 
el  propio  dia  se  embarcó  para  Cádiz  con  algnnos  oficiales  qae  estuvieron  en  es- 
tado de  seguirle. — La  resistencia  de  Rodil  fué  al  cabo  temeraría,  j  sn  gobierno 
en  el  Callao  bárbaro  y  siempre  sanguinario  hasta  para  con  los  sayos. — £1  dafio 
que  á  nosotros  hixo  fué  imponderable ;  baste  asentar  que,  en  solo  los  diez  meses 
y  Teinte  y  sei^  dias  que  tocó  á  Salom  estrechar  el  sitio  de  la  plaza,  lanzó  RodU 
contra  el  campamento  oolombiaoo  78,000  balas  de  todos  calibres;  1,200  gra- 
nadas  de  seis  pulgadas  y  800  bombas  de  doce  pulgadas.  Ya  que  no  podía 
menos  que  entregar  á  los  patriotas  el  último  baluarte  español  en  América,  quería 
amünarlo  antes ;  matar  con  bala  y  hambre  á  los  que  le  fuera  fiLcil,  y  reducir 
eoanto  entraba  en  la  esfera  de  su  actiyidad  á  escombro  y  muerte...  Hasta  allá 
Iban  las  precisas  dedlnadonee  del  odio  I 


824  TIDA  BE  BOIÍYAB. 

Faé  este  el  postrer  triunfo  del  Libertador  en  la  sangrienta  y 
larga  locha  de  la  Independencia...  El  héroe  había  subido  al 
pináculo  de  la  gloria  y  de  la  grandeza  humana.  Era  el  padre 
Y  ñindador  de  tres  magníficas  repúblicas :  el  vengador  de  la 
América :  el  símbolo  glorioso  de  la  emancipación  de  un  mundo. 
Su  nombre  se  habia  hecho  objeto  de  admiración  en  la  vieja 
Europa,  j  de  encanto  y  ciega  idolatría  en  el  hemisferio  de 
Colon,  que  en  gran  parte  él  redimió,  á  precio  de  los  más  gran- 
des sacrificios  y  por  el  ejercicio  de  las  más  heroicas  virtudes. 
Desde  Veraguas  hasta  Patagonia,  mejor  dicho,  de  un  polo  al  otro 
polo  de  la  tierra,  toda  la  América,  en  éxtasis  de  gloria  y  de 
felicidad,  saludaba  y  victoriaba  con  orgullo  al  noble  triunfador, 
á  BOLIVAR,  al  hijo  de  Caracas,  al  sol  beneficente  que  disipó 
las  sombras  de  nuestra  servidumbre,  convirtiéndolas  en  resplan- 
dores brillantes  de  los  más  felices  destinos... 
¿ Quién  fué  hallado  semejante  á  él? 

Non  eBt  inventus  similis  sibi  in  gloría. 

A  su  rededor,  como  ramos  de  palma,  se  agrupaban  los  vetera- 
nos de  la  patria  :  aquellos  hombres  heróidos  que  representaban 
una  época  entera  de  abnegación  y  de  prodijios.  En  él  estaban 
contenidas  las  fuerzas  vivas  de  las  nacionalidades  sud-aiperíca- 
n'as  ligadas  por  la  unidad  de  principios,  por  la  identidad  de  su- 
frimientos y  por  la  esperanza  cumplida  de  la  redención. — Él 
solo  tenia  en  su  invencible  diestra  la  suerte  de  mil  pueblos,  y  á 
él  solo  fué  dado  el  poder  de  triunfar  y  de  constituir,  de  libe^ 
tar  y  de  dirijir.  Colombia,  Perú,  Bolívia  se  entregaron  con 
amor  á  su  padre  y  á  su  Libertador,  y  se  apasionaron  por  aquel 
gobierno  tutelar  que  daba  la  victoria,  ornándola  en  el  interior 
con  todas  las  pompas  y  todas  las  creaciones,  y  haciéndola  brillar 
en  el  exterior  con  todos  los  prestijios  de  la  gloria. 

O'Connell  es  la  Irlanda,  ha  dicho  Bálmes,  apreciando  en  su 
justo  valor  la  influencia  de  aquel  hombre  célebre. — ^Bolítab 
ES  LA  América,  puedo  decir  yo,  para  estimar  debidamente  las 
extraordinarias  dimensiones  de  su  figura  deslumbrante.  Bou- 
VAB  es  la  personificación  de  catorce  millones  de  hombres,  que, 
oprimidos  durante  tres  siglos  biyo  la  planta  de  hierro  de  la  Es- 
paña, recobraron  la  libertad  por  su  heroísmo.  Bolívar  es  la 
América ;  es  su  gloria,  su  dignidad,  su  triunfa    Del  sepulcro, 


VIDA  DE  BOliTAB.  825 

de  la  nada  levantó  naciones  que  no  perecerán  jamas.  Nacido 
esclavoi  j  con  esclavos  como  él,  arrancó  un  mundo  de  los  domi- 
nios del  poder  absoluto  para  convertirlo  en  imperio  de  la  sobe- 
ranía del  pueblo.  Él  nos  puso  en  el  camino  de  la  dicha  y  de  la 
gloria ;  nos  enseñó  á  victorear  la  independencia,  á  amar  la  igual- 
dad, y  á  combatir  hasta  morir  por  rescatar  y  defender  la  libertad. 
Él  dio  existencia,  nombre  y  lustre  á  una  patria  bella  y  grande ; 
la  ornamentó  con  sus  victorias  y  sus  rasgos  de  grandeza,  y  la 
inmortalizó  con  inomerables  trofeos  después  de  haberla  alfom- 
brado con  los  más  vistosos  laureles.  Él  reveló  la  magnitud  y 
magestad  del  Nuevo  Mundo  ;  sustituyó  á  la  horca  de  los  reyes 
y  á  sus  hogueras  la  justicia  y  la  clemencia  celestial.  A  la  de- 
predación y  á  la  insaciable  sed  de  oro  de  nuestros  antiguos  domi- 
nadores, sustituyó,  como  ejemplo,  toda  una  vida  de  abnegación  y 
de  desprendimiento ;  convirtió  la  abyección  en  el  noble  orgullo 
de  hombres  librea  y  nos  hizo  soberanos  de  nosotros  mismos.  Él, 
omnipotente,  semi-Dios,  desde  las  bocas  del  Orinoco  hasta  las  ri- 
beras del  Plata,  de  pié  sobre  los  Andes,  recibiendo  adoraciones 
de  millares  de  pueblos  arrodillados  á  su  presencia,  los  levantaba 
con  sus  manos,  los  llamaba  ciudadanos,  les  predicaba  la  doctrina 
de  la  libertad,  la  doctrina  del  sufragio  para  convertir  en  ley  el 
querer  de  la  mayoría ;  convocaba  Congresos  y  arrojaba  á  sus 
pies  las  palmas  de  la  Dictadura. — ^No  ;  no  hay  en  la  historia  de 
la  humanidad  quien  aparezca  como  él.  Ministro  del  Destino,  rea- 
lizando los  magníficos  designios  del  Creador  en  el  progreso  de 
la  humanidad....  I  Por  eso  corren  los  pueblos  á  su  encuentro, 
embriagados  de  amor  y  de  esperanza,  arrojando  una  lluvia  de 
flores  sobre  su  cabeza  y  colmándole  de  bendiciones.*  Por  eso 
entra  en  Bogotá,  en  Lima,  en  el  Cuzco,  en  Potosí,  en  Caracas 
rodeado  de  hachas  y  de  palmas,  en  medio  de  cánticos  de  grati- 
tud y  del  alborozo  de  todas  las  poblaciones  que  no  se  sacian  de 
verle :  entre  el  estrépito  de  los  vivas  que  llenan  el  aire  y  se  di- ' 
funden  hasta  el  cielo,  alzando  en  alto  las  madres  á  sus  tiernos 
hijos  para  mostrarles  al  Libertador.  Por  eso  vemos  al  Con- 
greso del  Perú  depositando  la  suerte  de  la  patria  en  manos  del 
guerrero  excelso,  amante  de  la  humanidad ;  y  á  la  Asamblea 
de  Ghuquisaca  adoptando  hasta  el  nombre  del  adalid  ameri- 
cano.   Porque,  (lo  diré   otra  vez)  Bolívar  es   la  América : 

*  Los  Biguientes  yerBos  que  se  cantaban  en  las  misas  de  acción  de  gracias  en 


326  TIDA  DB  BOLIYAB. 

es  su  gloria,  sa  trinnfo,  su  blazon  divino.  Los  trofeos  de  Boyaci, 
de  Garabobo,  de  Junin  j  Bombona  :  la  victoria  do  Ayacucho : 
esa  jornada  eicpléndida,  decisiva,  la  más  feliz  que  la  humanidad 
celebra,  no  solo  fueron  ornamento  para  la  patria,  si  no  que  pod 
vida  j  firmeza  para  nuestro  espíritu,  y  serán  un  lazo  que  estrecha- 
rá siempre  la  alianza  de  los  pueblos  sur-americanos  desde  las  plá- 
cidas riberas  del  Atlántico  hasta  las  escarpas  horribles  del 
Cabo  de  Hornos. — ^Aquella  gran  vida:  aquella  gran  fortuna: 
aquella  grande  y  sublime  inteligencia  llenó  todos  los  espacios 
del  Continente ;  creó  naciones ;  decretó  derechos ;  dio  leyes 
fundamentales ;  proclamó  soberanías  ;  destruyó  la  esclavitud.... 
Ah !  sí  ;  la  restitución  del  augusto  carácter  de  hombres  á  14 
millones  de  esclavos  fué  la  obra  y  el  prodijio  de  su  genio  y  de 
su  heroísmo. 

TÍv'  ávTLTa^Biq  rójcJe ;  rtq  üpoíTOV  ttvAíSv 
KXeídpcjv  XvOévTGív,  itpoorarúv  tpepéyyvog. 

I  Quién  entre  los  mortales  es  sem^ante  á  él  9 

¿Qué  gloria  humana 
Puede  igualar  á  su  sublime  gloría  ? 

(EscTL.,  Traj.  de  loa  nete  grfea  delante  de  TdM.) 

Al  contar  Restrepo  la  rendición  de  la  fortalezas  del  Callao, 
término  de  la  grande  obra  que  emprendió  Bolívar  de  dar  inde- 
pendencia y  libertad  á  los  ricos  países  que  hablan  formado  el 
imperio  de  los  Incas,  exclama :  "  Cuan  feliz  hubiera  sido,  y  tam- 

lima  y  otras  ciadades  del  Perú,  entre  la  epístola  y  él  Erangelio,  darán  on*  í<^ 
del  froiesi  de  amor  qne  inspiró  BolÍvak  en  loe  pueblos  del  Sur : 

De  tí  viene  todo 
Lo  bueno,  Señor 
Nos  diste  á  Bolívar 
Gloria  a  tí,  gran  Dios. 

I  Qué  hombre  es  este,  CiéloB, 
Que  con  tal  primor 
De  tan  altos  dones 
Tu  mano  adornó  ? 
liO  futuro  anuncia 
Con  tal  precisión 
Que  parece  el  tiempo 
Cefiido  á  su  Toz. 

De  tí  viene  todo  etc.  eto. 


TIDA  PE  boiítar.  327 

I 

bion  Colombia,  sí  en  aquel  momento  hubiera  dicho  un  adiós 
eterno  á  las  playas  del  Pera  I..." — Quisiera  el  diligente  histo- 
riador, que  Bolivar  no  se  hubiera  detenido  un  solo  instante  en 
Lima  ;  j  después  de  este  deseo,  escribe  la  censura.  "  Fué  deplo- 
rable suceso,  dice,  para  la  gloria  de  Bolívar  el  no  haber  persistido 
en  la  resolución  anunciada  desde  Oruro  y  la  Paz  al  gobierno 
colombiano,  de  que  en  Febrero  de  este  año  se  trasladaria  á  Co- 
lombia con  los  últimos  restos  del  ejército  auxiliar.  A  un  hombre 
tan  previsivo  no  debia  ocultársele  que  Colombia  necesitaba  de 
los  brazos  de  sus  valientes  hijos ;  que  la  permanencia  de  las  tro- 
pas colombianas  en  el  Perú  era  una  amenaza  continua  á  su  li- 
bertad y  verdadera  independencia  ;  que  también  era  gravosa  á 
sus  rentas  agotadas  con  tamaños  gastos ;  que  bien  pronto  los 
colombianos  y  aun  el  mismo  Libertador  se  harian  odiosos  á  los 
peruanos  ;  en  fin,  que  él  mismo  habia  ofrecido  repetidas  veces  y 
del  modo  más  solemne,  *'  que  el  último  campo  de  batalla  le  vería 
arrojar  la  palma  de  la  dictadura,  y  de  allí  se  volvería  á  Colom- 
bia con  sus  hermanos  de  armas,  sin  tomar  un  grano  de  arena  del 
Perú  y  dejándolo  en  libertad." 

"  Si  Bolívar,  por  una  fatalidad  deplorable,  no  se  hubiera  olvi. 
dado  de  estas  promesas  y  de  todas  aquellas  consideraciones  ;  si 
no  se  hubiera  detenido  tanto  tiempo  en  la  Sierra  y  en  el  Alto- 
Perú,  organizando  el  país  recientemente  libertado,  saboreando 
los  obsequios  de  pueblos  entusiastas  por  su  Libertador  y  embria- 
gado con  las  dulzuras  del  poder  ;  finalmente,  si  no  se  hubiera 
dejado  seducir  por  consejos  halagüeños  y  acaso  pérfidos  que 
lisonjeaban  su  vanidad  y  amor  propio,  haciéndole  creer  que  era 
el  único  hombre  que  mientras  viviera  debia  mandar  en  la  Amé- 
rica del  Sur,  el  resplandor  de  su  gloría  no  se  habría  minorado 
en  sus  últimos  años.  Tampoco  habría  sufrído  esas  penas  y  amar- 
guras que  lacerando  su  sensible  corazón  le  condujeron  al  sepul- 
cro antes  de  su  vejez.  Colombia  igualm^te  no  hubiera  tenido 
que  lamentar  la  inmoralidad  é  indisciplina  de  su  ejército,  que 
introducida  en  el  Perú  por  medio  de  asonadas  militares,  le  hi- 
cieron el  azote  de  los  pueblos  y  el  asesino  de  la  libertad." 

Bien. — ^Veamos  si  el  Libertador  merece  el  duro  cargo  que  le 
hace  el  autor  de  la  ''  Historia  de  Colombia." 

Y  entretanto,  no  se  me  atribuirá  á  mal  que  diga :  apenas 
terminada  la   guerra  y  cuando  cree  uno  hallar  gratitudes  y 


828  VIDA  DB  BOliVAB. 

i 

encomios,  comienza  á  leer  reproches  j  vulgar  mmrmaracion. 
Hiere  la  censura  como  el  rayo  los  más  empinados  realces  ;  mas. 
si  bien  Bolívar  no  estavo  exento  de  faltas  j  cometió  errores, 
pnes  era  hombre,  es  razón  anticipar  aqaí : — que  el  cargo  de  Res- 
trepo  no  está  fundado.  Á  lo  lejos,  y  escribiendo  en  la  quietad 
del  gabinete,  son  fáciles  ciertas  cosas,  que,  al  frente  de  un  go- 
bierno, parecen  menos  expeditas  j  hacederas.  Por  lo  demás, 
criticar  al  Libertador  que  se  detuviera  en  el  Alto  Perú  argani* 
zando  d  paia  reden  libertado^  es  en  realidad  un  desliz  de  la  co^ 
dura.     Se  acusa  á  un  magistrado  de  ambicioso,  de  tirano,  de 

indolente,  de  remiso ;  pero  acusarlo  de  estar  cumpliendo  con 

su  más  delicado  y  trascendental  deber,  es  peregrino. — El  Alto 
Perú  estaba  arruinado  por  la  guerra  y  más  que  todo  por  el  do- 
minio español ;  aquellos  pueblos  recibian  la  libertad  como  la 
luz,  sin  saber  siquiera  definirla ;  era  preciso  crearlo  iodo  en  d 
espíritu  republicanOy  porque  no  bastaba  haber  despedazado 
las  cadenas  de  la  opresión,  si  no  se  establecía  un  gobierno  feliz  y 
se  daban  sabias  leyes  capaces  de  r^enerar  las  creencias  y  per* 
feccionar  los  ánimos  entorpecidos  con  la  oscuridad  de  un  sistema 
de  exclusión,  ignorancia  y  fanatismo  que  doró  tres  siglos.  Eso 
hizo  BoiivAB  ¡  y  cuántos  y  cuan  preciosos  no  fueron  los  frutos 
de  su  aplicación  en  los  cinco  meses  que  permaneció  en  Bolivia  !* 
Si  lejos  de  haberse  conducido  de  este  modo,  hubiera  abando- 
nado á  sus  propios  débiles  recursos  aquellos  pueblos  recien 
libertados,  y  visto  con  insensibilidad  renovarse  tal  vez  entre 
ellos  las  escenas  de  los  Gracos  que  concluyeron  con  la  libertad 
de  Boma ;  ¿  no  habría  tenido  racional  motivo  el  patriotismo 
americano  para  acusar  al  Libertador  de  apático  y  perezoso,  de 
inconsulto  y  desacertado  ?  ¿El  mismo  Dios,  le  observarían, no 
remiró  con  diligencia  y  minuciosa  atención  lo  que  habia  hecho, 
para  ver  si  estaba  bueno  ?  ¿Y  porqué  Bolívar  desdeñaba 
de  hacer  lo  que  Dios  hizo?.... 

Toda  la  correspondencia  del  Libertador  en  1825  revela  dos 
cosas :  su  resolución  de  venir  á  Colombia  en  1826  y  su  constante 
empeño  en  devolver  las  tropas  auxiliares  que  hablan  cumplido 
ya  su  objeto  en  el  Perú.  T  no  porque  fuese  el  Ejército  liber- 
tador una  amenaza  continua  á  la  libertad  y  verdadera  indepen- 

*  Yeáee  la  pag.  816  y  sig. 


YIDA  Dfi  BOIÍYjUU  829 

deocia  de  aquel  país^  como  asienta  Bestrepo  ;  aino  porque  era 
necesario  aliviarlo  de  los  enormes  gastos  de  tan  crecidas  fuer- 
zas ;  y  también  porque  con  los  colombianos  debia  atenderse  á  la 
emancipación  de  Cuba  y  Puerto  Rico,  proyecto  que  acariciaba 
con  esmero  el  libertador. 

Por  más  que  hago,  no  alcanzo  á  darme  cuenta  cómo  Restrepo, 
hombre  maduro  y  tan  atento  que  está  siempre  de  parte  de  la 
razoUf  no  de  la  pasión,  pueda  acusar  á  Bolívar  de  "  haber  olvi- 
dadOy  por  una  fatalidad  deplorable,  la  promesa  de  arrojar  desde 
el  último  campo  de  batalla,  la  palma  de  la  dictadura  y  de  allí 
volverse  á  Colombia  con  sus  hermanos  de  armas,  sin  tomar  un 
grano  de  arena  del  Perú  y  dejándolo  en  libertad."  { Qué  ! 
Las  escenas  del  \0  de  Febrero  de  1825  ¿no  fueron  conocidas 
del  historiador  ?  Todo  el  mundo  sabe  que  el  Libertador  devol- 
vió al  Congreso  constituyente  las  ilimitadas  facultades  de  que 
le  había  revestido  para  salvar  la  patria ;  que  en  su  anhelo  de 
retirarse  del  mando  se  llamó  extrangero,  y  hasta  hirió  el  or- 
gullo nacional  para  que  su  voz  fuese  oida  y  el  Peni  no  fuese 
mandado  por  un  colombiano ;  que  como  el  Congreso  no  admi- 
tiese la  renuncia  de  la  dictadura,  el  Libertador  delegó  los  po- 
deres en  un  consejo  peruano,  y  se  ausentó  para  Bolívia,  de  donde 
no  volvió  sino  para  renunciar  otra  vez  y  venirse  á  Colombia ; 
y  por  último,  que  se  negó  á  recibir  con  obstinación  y  porfia  el 
millón  de  pesos  que  el  Congreso  le  decretó....  ¿  Y  cuál  es  en- 
tonces la  justicia  con  que  se  dice  que  el  Libertador  olvidó,  por 
una  fatalidad  deplorable,  sus  promesas  ?  JSo  solo  no  tomó  él 
un  grano  de  arena  del  Peni  ;  sino  que  su  mayor  cuidado  fué  que 
los  cóUmdmnos  todos  saliesen,  de  aquélla  tierra  opuUnla,  inviamh 
lados*  '' Mucho  deseo  que  Yd.  haya  tomado  el  Callao, escríbia 
*'  á  Salom,  para  mandarle  el  despacho  de  General  de  División  y 
"  una  corta  suma  para  que  se  la  remita  á  su  familia,  y  quede 
"  Yd.  siempre  pobre,  qtie  es  lo  que  más  le  honra....!  "  t  ¿Y  de 
dónde  inventa  Restrepo  que  el  Libertador  se  dejó  seducir  por 
consejos  halagüeños  que  lisoivjeaban  su  vanidad  haciéndole  creer 
que  era  el  único  hombre  que  mientras  viviera  debia  mandar  en 
la  América  del  Sur  ?  Bien  lejos  de  eso,  apenas  llegó  á  Lima  de- 

*  Carta  al  Ck>ronél  Héres  desde  el  Cusco  á  9  de  Jalio  d»  1826. 
t  Carta  de  11  de  Julio  de  1826. 


880  VIBA  DB  BOliVAB. 

claró  públicamente  que  el  hombre  que  debia  mandar  en  el  Pera 
era  el  General  Lámar,  y  tomando  á  este  de  la  mano  le  sentó  en 
un  lugar  prominente :  circunstancia  que  refiere  el  mismo  Bes- 
trepo  ;  la  presidencia  de  Colombia  la  babia  ya  renunciado  por 
tercera  vez ;  á  sus  amigos,  á  su  hermana,  al  más  querido  de  sus 
edecanes,  al  fidelísimo  Coronel  Ibarra,  les  escribía :  "  No  quiero 
*^  más  mando  :  deseo  retirarme  á  la  vida  privada  y  al  silencio ; 
"  más  tarde  volveré  á  servir,  si  fuere  necesario ;  ahora  estoy 
'^  cansado ;  yo  quiero  ser  ciudadano  para  que  los  demás  lo  sean.... 
**  etc.'  Ciertamente,  no  hay  pruebas  para  decir  que  el  Liber- 
tador amara  el  mando  y  se  dejara  seducir  de  consejos  hal^^e- 
ños  que  lisonjeaban  su  vanidad  ;  y  si,  en  efecto,  gobernó,  fué 
compelido,  obligado  fuertemente  por  las  circunstancias,  que 
le  mostraban  como  vanos  el  trabajo  y  valentía  de  los  principios, 
si  dejaba  inadvertidos  y  peligrosos  los  fines: — Cuando  llegó  á 
Lima,  por  ejemplo,  nada  era  más  sabido  de  todos  que  su  inten- 
ción de  renunciar  la  gefetura  suprema  del  Perú.  It  toas  under* 
stoodj  escribe  Miller,  to  be  his  inteniion  to  resign^  to  his  Congress^ 
tíie  dbaokUe  power  with  which  His  ExceUfncy  had  been  invested; 
pero  los  comisionados  peruanos  que  vinieron  á  Colombia  á  dar 
las  gracias  por  los  auxilios  poderosos  que  el  Congreso  y  el  go- 
bierno de  esta  república  prestaron  tan  generosamente  á  la  del 
Perú,  solicitaron  con  vehemencia  que  se  permitiera  al  Liberta- 
dor continuar  por  algún  tiempo  más  rigiendo  los  destinos  de 
aquella  república  nacida  bajo  los  auspicios  de  la  gloria  de 
Bolívar  ^  á  tiempo  que,  reuniéndose  en  Lima  Iqs  Diputados  al 
Congreso  y  divulgándose  la  noticia  que  el  Libertador  regresaría 
á  Colombia  trayéndose  á  sus  compañeros  de  armas,  la  munici- 
palidad de  la  capital,  los  tribunales,  todas  las  corporaciones,  los 
padres  de  familia...,  el  pueblo  fué  á  la  residencia  de  Bolívar  á 
pedirle  que  no  lo  abandonase,  dejándole  expuesto  á  que  la  anar- 
quía levantara  su  horrible  frente.  Las  peticiones  no  se  dieron 
tregua  ;  y  fué  la  más  notable  la  que  firmaron  52  diputados  pi- 
diendo que  se  suspendiera  la  reunión  del  Congreso  á  que  ellos 
mismos  pertenecian,  y  que  se  consultase  á  las  provincias  si  debia 
reformarse  la  Constitución  y  qué  individuo  ejercería  la  primera 
magistratura  del  Estado. — Bolívar  gozaba  en  el  Perú  de  una 
sólida  y  extensa  popularidad,  confiesa  Restrepo  ;  y  se  había 
creado  una  persuasión  general  basada  en  los  talentos  esclarecí- 


VIDA  ra  BOLIVAB»  331 

dos  de  este  grande  hombre,  que  solo  él  podía  mantener  la  tran- 
quilidad de  aquel  hermoso  país. — Sin  embargo,  el  Libertador  en 
nada  pensaba  menos  que  en  permanecer  en  el  Perú.  Al  SeQor 
Yidanrre  que  le  habia  escrito  diciéndole*:  "  en  el  momento  que 
el  Sol  se  separe  de  nuestro  suelo,  descenderá  en  torrentes  la 
pútrida  agua  de  la  discordia  y  saldrá  del  fango  el  caimán  ham- 
briento de  la  guerra  civil.  No  están  las  pasiones  extinguidas 
ni  perfectamente  sofocadas.  Iguales  á  aquellos  insectos  que  ni 
perecen  ni  se  mueven  cuando  tienen  sobre  sí  una  gran  masa, 
ellas  solo  esperan  que  se  levante  el  peso  para  esparcirse  con  li- 
bertad y  emplear  sus  pasos  contra  el  Estado  y  sus  dignos  defen- 
sores ;''  á  y  idaurre,  digo,  que  le  escribió  estas  cosas  y  que  le  ro- 
gaba encarecidamente  no  separarse  de  Lima,  le  contestó :  mi 
intención  es  renunda/r  á  todo  mando  en  esta  república  /  de/ar  á 
su  Congreso  en  la  más  amplia  libertad  para  sus  deliberaciones, 
y  para  que  promulgue  y  sancione  las  leyes  que  quiera  dar  á  su 
patria  y  determine  de  su  suerte.  Sin  duda  que  ninguno  me¡or 
que  dios  (los  diputados)  pueden  hacer  el  bien  de  la  nación,  porque 
dios  la  representan  en  toda  su  plenitud,  bustos  son  mis  sentir 
mientos,  y  crea  Vd.  que  yo  los  realizaré.* 

Deseaba  el  Libertador  que  el  Mariscal  D.  José  de  La  Mar 
se  hiciese  cargo  de  la  presidencia  del  Consejo  de  gobierno,  & 
cayo  fin  le  hizo  ir  de  Guayaquil. — Gozaba  La  Mar  de  mucha 
opinión  en  el  Perú  y  era  sugeto  de  cierta  distinción  y  de  res- 
peto. Con  él  al  frente  de  los  negocios,  podia  Bolívar  separarse 
sin  temor  de  que  sobreviniesen  desórdenes  en  el  Perú  ;  mas, 
por  desgracia,  La  Mar  no  quiso  admitir  el  honroso  empleo  qué 
se  le  conferia,  alegando  tener  una  salud  muy  quebrada,  y  se 
ausentó  para  Guayaquil. — ^Pensó  entonces  el  Libertador  en  el 
General  Santa  Cruz  que  estaba  en  Bolívia,  el  cual,  aunque  lla- 
mado con  instancia,  no  pudo  venir  sino  en  Junio.  Y  lu<^o 
que  este  ocupó  la  presidencia  del  gobierno,  el  Libertador  no 
pensó  más  que  en  volverse  á  Colombia,  como  lo  efectuó.  ¿  Qué 
razón  pues  tiene  Bestrepo  para  haber  escrito  lo  que  escribió  ? 
¿Debia  el  Libertador  haber  procedido  con  mayor  festinación, 
aumentando  acaso  con  su  atropellamiento  los  inconvenientes  que 
de  suyo  tenia  el  Perú  ?  ¿  No  censura  todo  el  mundi  con  justicia 

*  Ambas  curtas  íntegras  se  bailarán  en  la  Colecdon. 


382  VIDA  DB  boiítab. 

la  fuga  de  San  Martin  ?  ¿  Y  debía  BoUvar  imitar  esa  conducta, 
precisamente  cuando  la  imitación  entrañaba  mayores  riesgos? 
Por  lo  demás,  ni  decoroso,  ni  propio  del  alto  carácter  del  Li- 
bertador cuyas  acciones»  y  aun  razones  iban  siempre  revestidas 
de  una  trascendente  grandiosa  magestad,  era  corresponder  alas 
confianzas  honrosas  del  Congreso  y  á  los  deseos  del  Perú  con 
ausentarse  á  la  buena  de  Dios,  sin  premeditar  lo  que  hacia,  ni 
dársele  pena  de  dejar  su  nombre  inscrito  entre  los  de  los  ve- 
letas y  atolondrados.  El  ojo  perspicaz  de  la  Europa  estaba  fijo 
sobre  él ;  la  pluma  de  los  aristarcos  se  habia  mojado  ya  para 
escribir  los  aciertos  ó  los  errores  del  hombre  de  Estado  después 
de  los  triunfos  inmortales  del  guerrero,...  Concedamos  razón  al 
Libertador  de  haber  procedido  en  el  torbellino  de  aquellas  ci^ 
cunstancias  sin  prisa,  que  es  pasión  de  necios ;  sin  atrepellar  los 
sucesos,  ni  desmentir  sus  obligaciones;  sin  burlar  desatinadamente 
la  esperanza  de  un  gran  pueblo. 


CAPÍTULO    L. 


1826. 


U»  JÜf IGOS  DB  BOLÍYAB  COHCIBKN  BL  PBOTBOTO  DB  QÜB  8B  CORONB  —  CABTÁ  DBL  LXBBB- 
TIDOB  k  PÁBZ  —  RBNÜirCIÁ  LA  PRBSIDBNCIA  DB  COLOMBIA  —  DIOHO  PBBSBNTB  OPBB- 
CIW)  POB  LAf  ATBTTB  Á  BOLÍYAB  —  INFAUSTOS  8UCB80S  DB  TBnzUBLA  —  BOLÍVAB 
8B  DBSPIDB  DBL  PBRÚ  T  TIBNB  Á  COLOMBIA. 

HALAGADO  por  la  victoria  y  por  la  fortuna,  se  veía  el 
Libertador  en  la  cumbre  de  su  gloria.  Ante  el  esplendor 
de  su  magnificencia,  de  su  bizarría  y  de  su  discreción  maravillosa 
se  habían  desvanecido,  como  sombra,  los  enemigos  de  la  Amé- 
rica. Bolívar  había  llenado  su  celestial  misión.  ¿  Cuáles  fue-* 
ron  los  imposibles  que  resistieron  á  la  eficacia  de  su  voluntad  ? 
— ^Temerán  mis  lectores,  no  sin  causa,  que  en  esa  elevación  ex- 
traordinaria, en  esa  fortuna  inaudita,  pierda  el  héroe  su  modera- 
ción y  su  buen  juicio. — Tal  es  la  enseñanza  constante  de  la  his- 
toria :  el  hombre  no  sabe  conducirse  en  la  prosperidad  : 

BaruB  enim  ferme  sensus  commnnis  in  illa 

Fortuna...... 

(JuTEW.,  vm.  78.) 

Pero  el  Libertador,  de  ahora  en  adelante,  va  a  damos  más  y 

(888) 


334  TIBA  DE  BOLÍYAB. 

más  pruebas  de  su  desinterés  j  su  templanza,  más  testimonioe  de 
su  respeto  y  gravedad.  Señor  de  sí  mismo  y  de  sus  afectos,  sa- 
brá caminar  al  medio  dia  do  la  luz  de  la  razón  ;  y  como  no  ignora 
los  peligros  que  rodean  de  ordinario  la  buena  suerte,  irá  coa 

'tiento 

Existia  en  aquella  sazón  en  el  Pera  un  partido  numeroso, 
compuesto  de  hombres  ricos  é  influyentes,  que  habia  concebido, 
y  adelantaba  con  empeño,  el  proyecto  de  hacer  á  Bolívar  Empe- 
rador de  los  Andes  ó  de  Solivia,  Perú  y  Colombia  ;  y  muchos 
de  sus  allegados  y  amigos  hablaban  de  monarquía  francamente, 
calentando  la  opinión  con  decir  que,  semejante  plan,  llevado  á 
efecto,  pondría  el  sello  á  la  felicidad  de  la  América,  la  cual 
desde  luego,  merecoria  más  respeto  de  la  Europa  y  sería  más 
grande  y  gloriosa  en  sí  misma  y  á  los  ojos  de  sus  propios  hijos. 
El  Libertador,  que  en  ninguna  coyuntura  desmintió  sus  princi- 
pios republicanos,  miraba  aquel  proyecto  con  desprecio;  y 
cuando  juzgaba  conveniente,  lo  combatia  con  copia  de  argumen- 
tos irresistibles.  Y  sucedió  que,  en  esos  mismos  dias,  se  apare- 
ció en  Lima  el  Señor  Antonio  Leocadio  Guzman,  que  iba  de  Ve- 
nezuela y  el  cual  llevaba  al  Perú  la  correspondencia  que  Páez  y 
otras  personas  dirijian  al  Libertador  por  conducto  de  Pedro 
Briceño  Méndez,  quien  se  quedó  de  plenipotenciario  en  la  Asam- 
blea de  Panamá. — Páez  proponia  á  Bolívar,  que  tomando  por 
ejemplo  á  Bonapartc  cuando  volvió  de  Egipto,  viniera  á  Colom- 
bia y  estableciera  una  monarquía.  La  patria,  decia,  la  han  he- 
chado  á  perder  los  abogados,  y  es  preciso  salvarla. —  ¿Cómo  ? 
Claro  estaba  ;  destruyendo  las  leyes  y  haciendo  rey  ó  empera- 
dor á  un  ciudadano. — Toda  vez  que  yo  consagro  un  capítulo  de 
mi  obra  especialmente  á  tratar  la  cuestión  "  propuesta  de  coro- 
na á  Bolívar ;"  mis  lectores  me  permitirán  que  les  remita  á  aquel 
lugar  para  todo  lo  que  tenga  relación  con  este  curiosísimo 
asunto  ;  *  y  por  ahora,  solo  me  limitaré  á  decir,  que  el  Liberta- 
dor se  negó  decididamente  á  lo  que  Páez  le  indicaba,  y  le  con- 
testó diciendo : 

Magdalena,  6  de  Marzo  de  1826. 
Mi  qusrido  Gehbrax  : 

He  recibido  la  muy  importante  carta  de  Yd.  de  10  de  Diciembre  del 

*  Es  en  el  afio  1829,  el  capitulo  que  dice:  "  Propuesta  de  corona  al  Líber 
tador." 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  885 

afio  próximo  pasado  que  me  biitíó  Yd.  por  medio  del  Setior  Guzman,  á 
quien  he  yisto  y  oido,  no  sin  sorpresa,  pues  sn  misión  es  extraordinaria. 
— Yd.  me  dice  que  la  situación  de  Colombia  es  semejante  á  la  de  Francia 
'Cuando  Napoleón  se  encontraba  en  Egipto,  y  que  yo  debo  dedr  con  él : 
los  intrigantes  van  á  perder  la  patria :  yfimos  á  salvarla. — A  la  verdad, 
casi  toda  la  carta  de  Yd.  está  escrita  por  el  buril  de  la  verdad ;  mas,  no 
basta  la  verdad  sola  para  que  un  plan  logre  su  efecto. — Yd.  no  ha  juzga^ 
do,  me  parece,  bastante  imparcialmente  del  estado  de  las  cosas  y  de  los 
hombres.  Ni  Colombia  es  Francia,  ni  yo  Napoleón.  En  Francia  se 
piensa  mucho,  y  se  sabe  todavía  más ;  la  población  es  homogénea  y  ade- 
mas la  guerra  la  ponia  en  el  borde  del  precipicio ;  no  habia  otra  repú- 
blica más  grande  que  la  de  Francia,  y  la  Francia  habia  sido  siempre  \m 
reino.  El  gobierno  republicano  se  habia  desacreditado  y  abatido  hasta 
entrar  en  un  abismo  do  execración.  Los  monstruos  que  dirijían  la  Fran- 
cia eran  igualmente  crueles  é  ineptos.  Napoleón  era  grande,  único,  y 
ademas  sumamente  ambicioso.  Aquí  no  hay  nada  de  esto.  Yo  no  soy 
Napoleón,  ni  quiero  serlo :  tampoco  quiero  imitar  á  César,  menos  aun  á 
Iturbide.  Tales  ejemplos  me  parecen  indignos  de  mi  gloría.  El  título 
de  Libertador  es  superior  á  todos  los  que  ha  recibido  el  orgullo  humano. 
Por  tanto,  me  es  imposible  degradarlo. — Por  otra  parte,  nuestra  pobla- 
ción no  es  de  franceses  en  nada,  nada,  nada.  La  República  ha  levantado 
el  país  á  la  gloría  y  á  la  prosperídad,  dando  leyes  y  libertad.  Los  ma- 
gistrados de  Colombia  no  son  Robespierre  ni  Márat.  El  peligro  ha  cesa- 
do cuando  las  esperanzas  empiezan.  Por  lo  mismo,  nada  urge  para  se- 
mejante medida.  Son  repúblicas  las  que  rodean  á  Colombia,  y  Colombia 
jamas  ha  sido  un  reino,  ün  trono  espantaría  tanto  por  su  altura  como 
por  sn  brillo.  La  igualdad  sei:ía  rota  y  los  colores  temerían  perder  sus 
derechos  por  una  nueva  aristocracia. — ^En  fin,  mi  amigo,  yo  no  puedo 
persuadirme  de  que  el  proyecto  que  Guzman  me  ha  comunicado  sea  sen- 
sato, y  creo  también  que  los  que  lo  han  sugerído  son  hombres  semejantes 
á  aquellos  que  elevaron  á  Napoleón  y  á  Iturbide  para  gozar  de  su  proyec- 
to, y  abandonarlos  en  el  peligro ;  ó  si  la  buena  fé  los  ha  guiado,  crea  Yd. 
que  son  unos  aturdidos,  6  partidarios  de  opiniones  exageradas  bajo  cual- 
quier forma  6  principios  que  sean.  Diré  á  Yd.  con  toda  franqueza,  que 
ese  proyecto  no  conviene  ni  á  Yd.,  ni  á  mí,  ni  al  país.  Sin  embaigo,  creo 
que  en  el  próximo  período  sefialado  para  la  reforma  de  la  Constitución 
se  pueden  hacer  en  ella  notables  mutaciones  en  favor  de  los  buenoH  prin- 
cipios conservadores,  y  sin  violar  una  sola  de  las  reglas  más  republicanas. 
Yo  enviaré  á  Yd.  un  proyecto  de  Constitución  que  he  formado  para  la 
República  do  Bplívia;  en  él  se  encuentran  reunidas  todas  las  garantías 
de  permanencia  y  libertad,  de  igualdad  y  orden.  Si  Yd.  y  sus  ami- 
gos quisiesen  aprobar  este  proyecto,  sería  muy  conveniente  que  se  escri- 
biese sobre  él  y  se  recomendase  á  la  opinión  del  pueblo.  Este  es  el  ser- 
vido que  podemos  hacer  á  la  Patria :  servicio  que  será  admitido  por  to- 
dos los  partidos  que  no  sean  exagerados,  ó,  por  mqjor  decir,  que  quieran 


V 


836  VIDA  DE  boiíyáb. 


• 


la  yerdadera  libertad  con  la  yerdadera  ntitidad. — ^Por  lo  demás,  70  no 
aoonsejo  ft  Yd.  qne  haga  para  sí  lo  que  no  aconsejo  para  mí;  mas,  á  el 
pueblo  lo  quiere  y  Yd«  acepta  el  roto  nacional,  mi  espada  j  mi  antoridad 
se  emplearán  con  infinito  goao  en  sostener  y  defender  loe  decretos  de  la 
soberanía  popular. 
Esta  protesta  es  tan  sincera  como  el  corazón  de  su  inTaiiable  amigo, 

BOLÍYAJEL 

Después  escribió  el  Libertador  oirá  carta  á  Páez,  en  que  tam- 
bién le  hablaba  con  resnelta  oposición  á  la  idea  monárquica. 
A  Sucre  y  á  otros  amigos  les  hizo  conocer  su  repugnancia  al 
trono ;  y  en  el  discurso  que  dirijió  á  los  bolivianos  al  presentar- 
les el  proyecto  de  ley  fundamental  que  habian  encomendado  á 
su  estudio  y  consumada  experiencia,  hizo  un  apostrofe  lleno  de 
energía  y  de  elocuencia  contra  los  ambiciosos  que  pretendieran 
erigir  tronos  en  la  América.  * 

Recuerda  con  asombro  Polibio  la  magnanimidad  de  Scipion 
cuando  los  españoles  le  proclamaron  rey,  y  les  repuso  :  "  Que  él 
queria  ser  reputado  por  todos  como  hombre  de  una  alma  verda- 
deramente real,  y  que  procuraba  mostrarse  así,  pero  que  no  de- 
seaba ser  rey  ni  consentía  que  ninguno  le  titulase  de  este  mo- 
do, t — ^BoLÍTAR  es  otro  de  esos  hombres  al  cual  los  Polibios  de 
los  siglos  futuros,  maravillados,  no  sabrán  cómo  encarecer  ni 
cómo  admirar  debidamente.  Joven,  encumbrado  hasta  el  más 
alto  puesto  por  su  genio  y  la  fortuna,  mirado  como  padre  por 
centenares  de  pueblos,  con  un  ejército  que  le  adoraba,  sin  ene- 
migos que  le  turbasen,  supo  conservarse  sin  dar  entrada  á  la 
ambición  y  resistiendo  a  la  fuerte  tentación  del  trono.    Una 

diadema con  todo  el  brillo  de  sus  diamantes Bolíyab  no 

quiso  verla  1  JElla  no  puede  venir  á  mi  cabeza^  decia.  To  no 
aspiro  á  descender ;  y  prefirió  el  honor  y  la  libertad  á  ser  el 
señor  de  sus  hermanos "  Si  en  los  anales  del  Universo,  re- 
petiré yo  aquí  con  una  voz  elocuente  que  ya  no  existe  y  á  quien 
tocó  la  honra  de  hacer  al  Libertador  los  últimos  honores  ;  si  en 
los  anales  del  Universo,  después  de  haber  vuelto  en  ellos  mil 
doradas  páginas,  se  encuentran  por  casualidad  rasgos  semejan- 
tes, no  tengo  duda  que  serán  tan  raros  como  la  existencia  de 
otro  Simón  Bolívar  1 " 

Veáse  el  año  1829,  capítnlo  antes  citado, 
f  POLIB.,  lib.  X.  c.  xl. 


TIDA  DE  BOliVAB,  337 

T  es  de  reparar  que  no  solo  rehusaba  el  Libertador  el  trc  no, 
sino  que  su  desprendimiento  iba  hasta  hacer  dejación  'del  mando 
constitucional,  porque  su  deseo  era  servir  á  la  patria  y  no  ejer- 
cer autoridad  en  ella. — Elejido  por  los  pueblos  de  Colombia 
para  desempeñar  la  primera  magistratura  del  Estado,  cuya  elec- 
ción solemnizó  el  Congreso  el  15  de  Marzo  de  este  año,  *  el  Li- 
bertador renunció  por  cuarta  vez  aquel  destino,  y  dirijiéndose 
al  Vicepresidente  Santander,  le  decia  contestándole  sus  para* 
bienes  oficiales : 

Magdalena,  4  de  Jomo  de  1826. 
Seí^ob  : 

Con  sumo  gozo  he  recibido  el  honroso  pliego  en  que  me  comunicáis 
vuestra  reelección.  La  sabiduiía  del  Congreso  ha  colocado  á  sn  patria 
por  este  acierto  fuera  de  las  Convulsiones  internas.  Al  continuaros  en  el 
mando  de  la  Nación,  ha  querido  que  la  llevéis  por  la  senda  de  las  leyes  & 
obtener  el  complemento  de  la  felicidad  y  de  la  gloría  que  lo  han  dado 
vuestra  adminifltracion  y  los  legisladores. 

81  los  votos  nacionales  se  han  dignado  llamarme  de  nuevo  á  la  Presi- 
dencia del  Estado,  mi  deber  es  someterme  reverentemente  &  su  soberanía ; 
mas  también  es  mi  obligación  resistir  á  la  voluntad  nacional  cuando  ella 
inñinge  los  preceptos  de  su  propia  conciencia  y  viola  sus  propias  leyes. 
—El  pueblo  Colombiano  ha  ordenado,  por  el  órgano  de  sus  Represen- 
tantes, que  ningún  ciudadano  le  sirva  en  la  Presidencia  del  Estado  mfis 
de  ocho  años.  Yo  he  sido  seis  afios  Jefe  Superior,  y  ocho  Presidente.— 
Mi  reelección,  por  tanto,  es  una  manifiesta  ruptura  de  las  leyes  funda- 
mentales. 

Por  otra  parte,  yo  no  quiero  mandar  más;  y  ha  llegado  el  momento  de 
decirlo  con  libertad  y  sin  ofensa  de  nadie. — Ni  la  patria,  ni  la  ley,  ni  el 
bien  mismo  de  Colombia,  me  exijen  lo  contrario. — He  cumplido  todos 
los  encargos  que  me  han  impuesto  mi  deber  y  mi  celo  espontáneo.  He 
llevado  al  cabo  todos  mis  compromisos,  pues  he  llenado  mi  función  de 
soldado,  única  que  he  profesado  desde  el  dia  en  que  existió  la  República. 
Para  esto  me  destinó  la  Providencia,  y  más  allá  sería  desobedecer  á  sus 
decretos.  Yo  no  he  nacido  para  magistrado.  No  sé,  ni  puedo  serlo. 
Aunque  un  soldado  salve  &  su  patria,  rara  vez  es  buen  magistrado.  Acos- 
tumbrado al  rigor  y  á  las  pasiones  crueles  de  la  guerra,  su  administración 
participa  de  las  asperezas  y  de  la  violencia  de  un  oficio  de  muerte.  Tan 
solo  vos  sois  una  gloriosa  excepción  de  tan  tremenda  regla.    Yo  felicito 

*  Del  escnxtinio  4e  los  registros  eleccionarios  resultó  que  el  General  Simom 
Boiítar  obtuvo  582  votos  de  6o8  que  fueron  los  electores. — Los  26  votos  res- 
tantes se  distribuyeron  entre  Páez,  Santander,  Sucre  y  Urdaneta.  La  reelección 
jel  Libertador  fué  recibida  con  universal  aplauso. 

22 


838  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

á  Colombia  porque  al  perder  un  magistrado  ya  posee  otro,  consamido 
en  los  negocios  del  Estado  y  veterano  en  la  táctica  de  las  leyes. 

Aceptad,  Sefior,  la  expresión  sincera  de  mi  respeto  y  proíiinda  conat- 
deracion. 

BOLÍTAB. 


Estos  documentos  los  trajo  á  Bogotá  el  Coronel  D.  F.  O'Leary,. 
edecán  del  Libertador,  que  partió  de  Lima  aceleradamente  para 
hacer  conocer  en  Colombia  los  sentimientos  de  Bolívar. 

Y  tales  sentimientos  no  eran  fingidos  ;  porque  en  cartas  con- 
fidenciales á  Revenga,  á  Santander,  á  Castillo  Rada  y  á  otras 
personas  de  su  amistad,  les  habia  dicho  el  Libertador :  **  Xo 
quiero  ser  ahora  presidente  ;  piensen  Vds.  en  otro,  que  yo  ser- 
viré, si  es  necesario,  en  1831,  época  de  la  verdadera  crisis  de 
Colombia ;  porque  en  ese  afío  se  deben  reformar  sus  institu- 
ciones." 

Las  excelsas  virtudes  políticas  y  militares  del  Libertador,  su 
respeto  á  la  ley  y  la  solicitud  y  esmero  con  que  velaba  sobre  la 
incolumidad  de  los  principios  republicanos  en  el  mundo  que  él 
habia  sacado  de  la  nada,  fueron  premiadas  con  el  inestimable 
presente  que  la  familia  del  venerable  "Washington  le  envió  de 
Mont-Vernon  por  la  mano  del  General  Lafayette.  Todo  cuanto 
yo  pudiera  decir  sobre  este  asunto  seria  menos  que  el  contenido 
de  las  tres  cartas  que  publico  á  continuación.  Ruego  á  mis  lec- 
tores me  disimulen  que  las  inserte  íntegras  en  obsequio  de  so 
importancia. 

New  York,  I**  de  Setiembre  de  1825. 
Sbñob  : 

La  familia  del  ilustre  Washington  ofrece  &  Y.  E.  mi  presente  digno  do 
Y.  E.  y  de  ella  misma,  y  se  ha  valido,  para  su  dirección,  del  respetable 
medio  del  General  Lafayette,  que  lo  ha  puesto  en  mis  manos  con  las  ad- 
juntas cartas  que  tengo  la  honra  de  remitir. 

No  sé  lo  que  deba  preferirse  en  esta  manifestación  de  aprecio  hada  la 
persona  de  Y.  E.,  si  el  obsequio  mismo,  6  el  delicado  modo  de  hacerlo.— 
una  medalla  de  oro  dedicada  al  Padre  de  la  Independencia  de  la  Amitri» 
Septentrional  después  de  la  rendición  de  Yorktown,  que  puso  término  á 
'la  guerra  reyoludonaría,  y  presentada  a  Y.  E.  después  de  la  jomada  de 
.  Ayacucho  que  ha  de  finalizar  nuestra  contienda,  y  un  retrato  que  contiene 
parte  del  cabello  que  adornó  la  frente  del  héroe  del  Norte,  son  objetos  de 
un  precio  inestimable.  T  cuando  los  dona  á  Y.  E.  la  &milia  nüsma  de 
.WashÚEigton,  por  mano  de  un  amigo  suyo  y  compafiero  de  armas,  ohjeto 


VIDA  DB  BOLÍVAR.  339 

hoy  de  la  yeneracion  y  del  amor  de  esta  nadon  feliz  que  ayudó  ft  crear 
con  BU  virtud  7  con  m  espada,  ee  duplica  el  méñto  del  homenage. 

El  General  Lafayette  escribe  á  Y.  E.  qudf  de  los  hombres  que  ahora  f«fv^ 
y  aun  de  la  historia^  su  paternal  amigo  habría  escogido  á  V,  E,  pwra  darle 
igual  testimonio  de  su  estimación;  y  yalen  más  estas  palabras,  que  un 
laigo  panegírico,  por  su  propio  sentido  y  por  quien  las  dice ;  ni  es  menos 
grata  la  expresión  del  Sefior  Gkorge  Washington  P.  Curtis,  cuando,  en 
nombre  de  la  ilustre  familia  que  representa,  insinúa  á  Y.  E.  que  eUa  ha 
connervado  estaos  prendas  Tiasta  que  ha  venido  un  segundo  Washington  que 
debe  ser  su  dueño:  concepto  que,  en  cierta  manera,  identifica  la  copia  con 
el  modelo,  sentimiento  lleno  de  fuerza  y  de  belleza  moral 

Las  dos  cartas  dirijidas  á  Y.  E.  que  contienen  estas  ideas,  han  sido  pur 
blicadas  en  los  Estados  Unidos ;  y  este  pueblo,  que  no  por  ser  grande 
deja  de  ser  justo ;  que  en  toda  ocasión  oportuna  manifiesta  á  Y.  E.  su 
aprecio  y  le  llama  él  Washington  del  Sx^E^  título  comprensivo  del 
mayor  elogio  con  que  pueda  honrarle,  las  ha  recibido  con  aplauso. 

Acepte  Y.  E.,  pues,  estas  prendas,  y  sean  conservadas  en  la  familia  de 
Y.  E.  como  un  depósito  precioso,  que  solo  debe  enagenarse  por  un  mo- 
tivo, como  el  presente,  en  favor  de  otro  héroe  Libertador  de  su  patria, 
que  haga  servir  al  orden  civil  la  gloria  militar;  y  cuando  la  paz  corone 
la  obra  de  la  justicia,  y  Y.  E.  consiga  el  premio  que  ha  pedido  á  su 
patria  por  recompensa  de  sus  sacrificios,  el  descanso  de  un  honroso 
retiro,  igualando  los  valles  de  Ar¿gua  con  Mont-Yemon,  coloque  Y.  E. 
estas  alhajas  en  el  menor  lugar  de  su  casa  de  campo,  gravando  al  pié  de 
ellas  la  siguiente  inscripción : 

FBBTBHBOIBSON  AL  MÁS  YTRTUOSO  DB  LOS   HéllOBB : 

FI7BB0N  DÁDIVA  DB  BU  FAIOLLA, 

Y  LAS  DIRUIÓ  LAFAYETTE. 

Boy,  con  distinguida  consideración,  de  Y.  E.,  humilde  servidor. 

José  Había  Balazak. 


Washington,  1*  de  Setiembre  de  1835. 

Beños  Pbbsidentb  Libertadob: 

Mi  religiosa  y  filial  consagración  á  la  memoria  del  Ctoeral  Washing- 
ton, no  podia  apreciarse  mejor  por  su  familia,  que  honrándome  con  la 
comisión  que  me  ha  encargado. — Satisfecho  de  la  semejanza  del  retrato, 
yo  tengo  la  dicha  de  pensar,  que  de  todos  los  hombres  existentes,  y  aun 
de  todos  los  de  la  historia,  el  G^eral  Bolíyab  es  el  solo  á  quien  mi  pa- 
ternal amigo  habria  preferido  haoerle  este  obsequio.  ¿  Qué  más  puedo 
decir  yo  al  gran  ciudadano  á  quien  la  América  meridional  ha  saludado 
con  el  nombre  de  Libertador^  que  le  han  confirmado  los  dos  mundos,  y 
que  dotado  de  una  influencia  igual  4  su  desinterés,  lleva  en  su  corazón  el 
amor  de  la  libertad  y  de  la  República  sin  mezcla  de  otra  cosa  f 


340  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

Sin  embargo,  los  testimonios  públicos  y  recientes  de  vuestra  beicTO- 
lencia  y  de  yuestni  estimación  me  autorizan  á  presentaros  las  felidcado- 
nes  personales  de  un  veterano  de  la  causa  común,  que  pronto  á  paitir 
para  el  otro  hemisfério,  seguirá  con  sus  votos  el  glorioso  ténnino  de 
vuestros  trabajos,  y  de  esa  solemne  asamblea  de  Panamá,  donde  van  á 
consolidarse  todos  los  principios  y  todos  los  intereses  de  la  independen- 
cia, de  la  libertad  y  de  la  política  americana. 

Recibid,  Presidente  Libebtajdob,  el  homenage  de  mi  profonda  y  res- 
petuosa adhesión. 

Lafatbttb. 


Lima,  20  de  ISÍarzo  de  18^. 
Señob  Genebal: 

He  tenido  el  honor  de  ver,  por  la  primera  vez,  los  nobles  caracteres  de 
esa  mano  bienhechora  del  Nuevo-Mundo. — Este  honor  lo  debo  al  Corand 
Mercier  que  me  ha  entregado  vuestra  estimable  carta  del  V  de  Setiembre 
del  afio  pasado. 

Por  los  papeles  públicos  he  sabido,  con  un  gozo  inexplicable,  qae  ha- 
béis tenido  la  bondad  de  honrarme  con  un  tesoro  de  Mont-Yemon.  £i 
retrato  de  Washington,  algunos  de  sus  restos  venerables^  y  uno  de  loe 
monumentos  de  su  gloria,  deben  presentárseme  por  vuestras  manos,  en 
nombre  de  los  hermanos  del  gran  ciudadano,  del  hijo  primogénito  del 
Nuevo-Mundo :  no  hay  palabras  con  qué  explicar  todo  el  valor  que  tiene 
en  mi  corazón  este  presente,  y  sus  consideraciones  tan  gloriosas  para  mí.->- 
La  familia  de  Washington  me  honra  más  allá  de  mis  esperanzas,  aun  las 
más  imaginarias ;  porque  Washington,  presentado  por  Laíayette,  es  la 
corona  de  todas  las  recompensas  humanas. — El  fué  el  noble  protector  de 
las  reformas  sociales,  y  vos  el  héroe  ciudadano,  el  atleta  de  la  libertad, 
que  con  una  mano  sirvió  á  la  América  y  con  la  otra  al  antiguo  conti- 
nente. 

Ah  I  qué  mortal  sería  digno  de  los  honores  de  que  se  dignan  colmarme 
vos  y  Mont-Vemon  I 

Mi  confusión  es  igual  á  la  inmensidad  del  reconocimiento  que  ofrezco, 

junto  con  el  respeto  y  la  veneración  que  todo  hombre  debe  al  Néstor  de 

la  Libertad. 

BoiivAB. 

"  Washington,  presentado  por  Lafayette,  decía  el  Libertador, 
es  la  corona  de  todas  las  recompensas  humanas  ;"  era  el  premio, 
diré  yo,  de  las  virtudes  de  Bolívar,  de  su  abnegación,  de  su 
constancia  infatigable  j  de  su  reportamiento  en  las  gradas  de 
la  dicha  y  del  poder. 

Veamos  ahora  el  reverso  de  la  medalla  del  Libertador. 

lileguémos  á  los  sucesos  de  Venezuela  en  1826.    Equivale 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  341 

esto  á  anunciar  que  entramos  en  una  nueva  selva  de  cosas,  y  que 
la  narración  (que  hasta  ahora  ha  mantenido  su  interés)  se  teñirá 
con  frecuencia  del  lúgubre  color  de  la  tristeza.  |  Aciago  año  en 
que  se  destrozó  la  obra  de  tantos  sacrificios,  7  en  discordia 
interna  de  los  ánimos  se  fomentó  la  ruina  de  Colombia  7  se  dio 
lugar  á  la  insolencia,  á  la  traición,  á  la  ingratitud,  al  crimen....  I 
I  Dias  de  luto  7  de  dolor  que  mi  corazón  deseara  retardar  toda- 
vía, ó  mejor,  que  sepultados  en  la  noche  del  olvido,  no  figurasen 
en  la  historia ! — ^Pero  ah  I  es  imposible.  Y  la  pluma  que  ha 
escrito  la  juventud  7  la  gloria  de  Colombia,  su  esplendor  7  su 
pujanza,  va  á  escribir  también  sus  lágrimas,  sus  quebrantos  7 
su  muerte.... ! 

No  es  de  mi  propósito,  bosquejando  la  Vida  de  Bolívar  des- 
cender á  los  detalles  de  la  infausta  rebelión  del  General  José 
Antonio  Páez  ;  suceso  tristemente  memorable  de  1826,  que  el 
mismo  rebelde  ha  llorado  amargamente  7  que  reconoció  por 
origen  el  orgullo,  la  presunción  7  las  más  sórdidas  pasiones ; 
pero  como  Bolívar  tuvo' que  venir  á  pacificar  á  Venezuela,  lla- 
mado por  el  Ejecutivo  7  por  Páez  mismo,  7  como  los  hechos  pos- 
teriores quedarían  en  parte  oscuros  si  no  diera  cuenta  de  los 
antecedentes,  V07  á  referir  con  la  brevedad  que  sea  posible  lo 
que  de  ma7or  significación  tuvo  lugar. 

Contado  queda  atrás,*  que,  cuando  en  el  año  de  1821  triunfó 
Bolívar  de  Liatorre  en  los  campos  gloriosos  de  Carabobo,  vino 
á  Caracas  acompañado  de  Páez  que  se  halló  en  la  acción.  Bolí- 
var hizo  varios  arreglos  administrativos,  7  fué  notable  entre 
otros  el  que  dividió  á  Venezuela  recien  libertada  en  tres  dis- 
tritos militares  que  rijieron  Bermúdez,  Marino  7  Páez. — El  Li- 
bertador que  no  era  hombre  de  resentimientos  ni  venganzas  7  que 
veia  la  necesidad  de  alejarse  para  hacer  la  guerra  en  el  Sur  7 
libertar  al  Perú,  colocó  en  los  tres  distritos  de  Venezuela  á  tres 
hombres  que  le  habian  sido  infieles :  que  habían  desconocido  su 
autoridad  7  que  con  su  ambición  desaforada  traian  inquieta 
7  en  peligro  la  república.  Dióles  grados,  empleos  7  mando 
efectivo  para  tranquilizarlos....;  pero  el  ambicioso  es  como  el  hi- 
drópico cu7a  sed  no  se  apaga  por  más  que  beba,  7  mientras  más 
be'be,  más  ansia  tiene  de  seguir  bebiendo. 

*  Véase  la  pag.  91. 


342  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

Páez  quedó  en  Caracas,  como  se  ha  dicho. 

Hombre  sin  instrucción  j  sin  cultura,  pues  c  le  su  vida  la  había 
pasado  únicamente  en  el  ejercicio  de  las  armas  en  los  llanos,  tenia 
que  correr  dos  peligros  extremos  en  el  gobierno  :  ó  mandar  por 
sí,  errando,  (que  administrar  no  es  asunto  de  suspicacias) ;  ó  so- 
meterse á  un  consejo  privado,  que  las  más  veces  no  es  desinte- 
resado ni  seguro. — Y  quiso  nuestra  mala  estrella  que  ambas 
cosas  sucediesen  ;  porque  el  gefe,  en  la  tremenda  situación  en 
que  se  veia,  sin  lograr  las  circunstancias  del  acierto,  gobernaba 
con  dureza,  que  es  gobernar  mal ;  ya  obedeciendo  su  inclinación 
proclive  al  rigor  extremo,  ya  obtemperando  &  los  avisos  perni- 
ciosos de  sus  aduladores. — Grave  como  era  este  mal,  fecundo  en 
descontento  é  inquietudes,  no  estaba  solo  por  desgracia ;  pues 
para  completar  el  cuadro  debo  agregar  la  enemiga  y  mala 
voluntad  que  de  atrás  existia  entre  Santander  y  Páez ;  circuns- 
tancia que  influia  poderosamente  en  la  obediencia  que  este  debia 
prestar  á  aquel,  ausente  el  Libertador. — A.sí  sucedió,  que,  para 
desautorizar  al  Encargado  del  Poder  ejecutivo  y  concitarle  odios, 
ejecutaba  sus  órdenes  con  tal  linage  de  indiscreción,  que  rayaba 
en  violencia  y  tiranía  ;  de  lo  cual  redundó  daño  irreparable  á 
la  República. 

El  decreto  de  31  de  Agosto  de  1824  expedido  por  el  Vice- 
presidente Santander  sobre  alistamiento  general  de  todos  los  ciu- 
dadanos en  cumplimiento  de  la  ley  de  25  de  Agosto  de  1821, 
acordada  por  el  Congreso  constituyente  de  Oúcuta,  fue  ocasión 
de  un  grande  escándalo  en  Caracas.  El  alistamiento  debia  prac- 
ticarse para  poner  á  la  República  en  estado  de  hacer  una  vigo- 
rosa defensa,  en  circunstancias  en  que  la  Corte  de  Madrid  pre- 
tendía renovar  las  hostilidades  y  mandaba  tropas  de  inva- 
sión á  las  Antillas  españolas  ;*  mas  el  decreto  se  miró  con  dis- 
gusto en  Caracas,  y  aun  fué  atacado  por  la  prensa.  Páez  que 
suspendió  su  ejecución  ilegalmente,  informó  de  lo  ocurrido  en 
Caracas  al  gobierno  de  Bogotá ;  y  recibió  una  contestación  te^ 


*  En  una  conferencia  qne  tuvo  el  Embajador  inglés  en  Madrid,  Mr.  Lunb^ 
■obre  la  conyeniencia  de  dar  la  pas  á  la  América  y  reconocer  las  nuevas  repú- 
blicas, el  Dnqnedel  Infantado  contestó  muy  seriamente :— "  qne  en  lo  menos  que 
pensaba  el  Bey  Femando  era  en  ceder  nada  de  sus  derechos  sobre  sus  colonias, 
pues  ee  ocupaba  en  escogitar  el  medio  más  pronto  para  poseerlas  de  nueyo** 


YIDX  BB  boiíyab.  343 

minante  en  que  se  le  prevenía  obedecer  j  esforzarse  en  cumplir 
lo  decretado. 

Procedió  Páez  en  todo  el  año  de  1825  con  lenidad,  por  no 
decir  con  descuido  en  el  cumplimiento  del  decreto  sobre  forma- 
ción 7  arreglo  de  las  milicias  :  mas,  una  vez  decidido  á  llevarlo 
á  efecto,  hizo  la  convocación  de  los  ciudadanos  para  dos  distintos 
dias. — Como  muy  pocos  concurriesen,  los  convoco  de  nuevo  para 
el  6  de  Enero  de  1826.  Pasó  también  en  esta  ocasión  la  hora 
prefijada  sin  haber  concurrido  los  que  debian  alistarse.  Conta- 
ban acaso  con  aquella  anterior  indiferencia  ó  remisión  de  Páez, 
quien  solo  hacia  débiles  tentativas  para  llenar  las  fórmulas  de 
obediencia  ;  pero  este  creyó  entonces  ofendida  y  burlada  bu  au- 
toridad :  encendiósele  la  sangre,  y  dispuso  que  salieran  partidas 
de  los  batallones  "  Apure"  y  "  Anzoátegui,"  arma  al  hombro,  con 
orden  de  conducir  al  lugar  destinado  para  el  alistamiento  á 
cuantos  hombres  encontraran  por  las  calles,  sin  distinción  de 
personas  ni  edades,  y  aun  de  hacer  fuego  á  los  que  huyeran  y 
de  registrar  las  casas. 

La  orden,  que  se  dio  indiscretamente,  se  ejecutó  con  la  violencia 
que  es  de  presumirse. 

Los  comisarios  tenían  presentes  las  palabras  de  Páez :  '*  Voy 
á  hacer  sentir  hoy  todo  el  peso  de  mi  autoridad"  ;  y  procedian 
sin  recelo.  Rápidamente  se  propagó  el  sobresalto  por  la  ciu- 
dad.— Aquella  coacción  inesperada :  aquel  insulto  hecho  á  per- 
sonas de  gravedad  y  recato  :  aquella  fuerza  con  que  sin  mira- 
miento ni  respeto  á  l&s  garantías  personales  se  arrastraba  á  los 
ciudadanos  más  dignos  al  cuartel...;  todo  eso  puso  á  la  población 
en  el  más  grande  espanto  y  la  llenó  de  pavor. 

Caracas  presentó  por  muchas  horas  la  imagen  de  una  horrible 
revolución. 

Por  su  parte,  los  que  fueron  conducidos  al  lugar  designado 
para  el  alistamiento,  gimieron  en  el  más  estrecho  encierro,  donde 
se  les  ajó  con  dureza. 

ün  dia  duraron  aquellas  escenas  espantables.... 

Inmediatamente  dio  informe  de  todo  al  Poder  Ejecutivo  el 
Intendente  Escalona,  y  la  Municipalidad  elevó  sus  sentidas  que- 
jas á  la  Cámara  de  Representantes,  pidiéndole  consuelo  y  justi- 
cia contra  los  atentados  de  Páez. — La  Cámara  juzgó  que  habian 
sido  hollados  los  derechos  de  los  venezolanos  en  el  modo  y  forma 


344  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

coD  que  se  diera  camplimiento  al  decreto  de  railicias,  y  propina 
acusación  ante  el  Senado  contra  el  Comandante  general  de  Ve- 
nezuela, José  Antonio  Páez.  El  Senado  admitió  la  acusación, 
suspendiendo  de  su  empleo  al  acosado  y  llamándole  á  comparecer 
en  la  capital  para  dar  cuenta  de  su  conducta.  (80  de  Marzo.) 

Por  ese  mismo  tiempo,  (y  reclamo  aquí  la  atención  de  mis 
lectores)  la  Alta  Corte  de  justicia  mandó  venir  desde  Bolívia  al 
vencedor  en  Ayacucho,  General  José  María  Córdova,  para  juz- 
garle por  un  homicidio  que  se  le  imputaba  haber  cometido  en 
Popayan  antes  de  su  viage  al  Perú. — Córdova  vino  en  el  acto  y 
sufrió  el  juicio  legal,  porque  él  no  se  creia  superior  á  las  autori- 
dades y  á  los  mandatos  de  la  ley  ;  sostuvo  en  una  discusión  mi- 
nuciosa su  inculpabilidad,  y  la  justicia  quedó  satisfecha  con  la 
absolución  pronunciada  por  el  tribuoal  supremo. — ^Pero  Páez  uo 
fué  á  Bogotá,  ni  recibió  siquiera  con  mansedumbre  el  decreto 
del  Senado  que  le  llamaba ;  antes,  al  contrario,  la  noticia  de  ha- 
berse admitido  su  acusación,  fué,  (según  decia  él)  "^  un  puñal  que 
'*  traspasó  su  corazón,  y  que  la  rabia  y  el  sentimiento  en  aquellos 
"  primeros  instantes  le  inspiraron  el  deseo  de  destruir  á  todos  sus 
"  acusadores  y  aun  á  él  mismo,  si  hubiera  sido  necesario."  ¡  De- 
plorable ofuscación  del  entendimiento,  sustituir  la  irascibilidad 
del  amor  propio  al  culto  de  la  ley  y  al  amor  santo  de  la  patria  I 

Antes  de  esto,  y  cuando  el  Ejecutivo  le  mandó  informar  sobre 
la  queja  promovida  por  el  Intendente  Escalona,  Páez  manifestó 
un  profundo  sentimiento  por  los  caicos  que  se  le  hacian,  (pues 
él  queria  obrar  sin  sujeción  ni  responsabilidad)  y  con  fecha  26 
de  Marzo  contestó  enojado  diciendo  :  que  él  era  hoinbre  de 
mérito  muy  elevado  y  uno  de  los  fundadores  de  la  RepijMica....\ 
Esto  no  embargante,  como  el  asunto  debia  seguir  su  curso  regu- 
lar, y  allá  en  Bogotá  creian  los  sanos  patriotas  que  no  habia 
hombre  superior  á  la  ley  por  más  digno  y  meritorio  que  fuese, 
se  pasaron  á  Páez  copias  del  acuerdo  del  Senado  y  la  orden  para 
entregar  el  mando  al  Intendente  de  Venezuela.  No  quisieron 
ocuparse  de  los  elevados  méritos  de  Páez  sino  del  cumplimiento 
de  los  artículos  de  la  Constitución  relativos  á  la  responsabilidad 
de  los  funcionarios  públicos. 

Páez  mandó  en  efecto  reconocer  al  Gteneral  Juan  Escalona 
por  comandante  de  los  departamentos  de  Venezuela  y  Apure,  y 
se  quedó  en  Valencia  en  la  condición  de  ciudadano  particular. 


YIDA  DE  BOLÍYAB.  846 

Sumiso  parecía  á  los  ojos  de  aquellos  que  no  meditaban  bien  ni 
bajaWn  al  fondo  de  la  cuestión,  entregando  el  mando  á  la  per- 
sona designada  por  el  gobierno ;  pero  esa  docilidad,  que  le 
grangeaba  simpatías,  era  solo  en  apariencia  y  con  el  fin  de  re- 
dondear mejor  los  planes  de  trastorno  que  inicuamente  se  habian 
concebido.  Por  lo  demás,  la  sumisión  de  Páez  al  entregar  el 
mando  está  en  contradicción  con  su  renuencia  á  ser  juzgado  :  con 
su  firme  resolución  de  no  ir  á  Bogotá,  y  con  sus  hechos  posterio- 
res que  fueron  la  fuente  inficionada  de  donde  manaron  los  ma- 
yores y  más  irreparables  males  para  nuestra  tierra. 

Desde  el  momento  en  que  Páez  entregó  el  mando  y  se  retiró 
á  su  casa,  comenzaron  sus  amigos  y  aparceros  á  promover  de- 
sórdenes, á  levantar  de  noche  partidas  armadas  que  inspirasen 
temor  á  los  ciudadanos  pacíficos,  á  intentar  robos  y  violencias : 
hechos  cuya  clara  significación  era,  que  Páez  en  el  ejercicio  del 
poder  representaba  la  seguridad  y  la  paz  deseada  por  todos,  la 
cual  desaparecia  desde  que  él  no  estaba  en  el  gobierno. — De  la 
inequívoca  interpretación  de  aquellos  hechos,  se  pasó  luego  á  pro- 
nósticos más  claros  todavía.  ^'  Venezuela  se  extinguirá  en  la  anar- 
quía, si  Páez  se  separa  del  departamento,"  decian  los  promove- 
dores del  trastorno ;  porque  querían  preparar  el  ánimo  de  los 
vecinos  de  Valencia  y  mejor  dicho  arrastrar  su  voluntad  para 
comprometerlos  en  un  acto  de  infinita  consecuencia. — ^En  la 
noche  del  20  de  Abril,  las  partidas  de  foragidos  armadas  pasea- 
ron las  calles  de  la  ciudad  ;  asesinaron  tres  infelices,  tranquilos 
é  inermes  ciudadanos,  cuyos  cadáveres  se  arrojaron  á  las  puertas 
de  la  municipalidad  ;  cometieron  robos,  y  hubo  agitación  en 
otros  puntos  de  las  cercanías,  heridas,  conatos  de  muerte,  desór- 
denes de  todo  linage....  El  fin  era  que  la  municipalidad,  cómplice 
en  el  premeditado  trastorno,  tomara  de  allí  pretexto  para  pedir 
al  Señor  Fernando  Peñalver,  gobernador,  la  reposición  de  Páez. 
La  agitación  que  reinaba  en  Valencia  y  en  sus  alrededores 
era  extremada,  y  se  aumentó  por  desgracia  con  el  arribo  de 
Marino  y  de  los  oficiales  que  le  acompaflaban,  todos  los  cuales 
aprobaron  y  violentaron  las  medidas  revolucionarias. 

"  En  consecuencia  de  los  abominables  hechos  de  la  noche  del 
29,  se  reunió  la  municipalidad  temprano  el  30  y  exijió  que  con- 
curriera el  gobernador  al  salón  de  las  sesiones» — Se  presenta  en 
efecto,  luego  que  se  manifiesta  que  el  pueblo  amotinado  pide  se 


846  VIDA  DB  BOliVAB. 

reponga  al  general  Páez  en  el  ejercicio  de  la  comandancia  gene- 
ral y  en  todos  los  demás  que  sea  necesario  conferirle,  como  único 
remedio  para  evitar  los  males  que  amenazan  el  departamento 
El  gobernador  PeSalver  protestó  su  ciega  obediencia  alas  leyes, 
y  que  semejante  medida  no  estaba  en  la  esfera  de  sus  facultades. 
En  este  momento,  reunidas  más  de  mil  personas  aclamaron  áPáez 
gefe  militar  del  departamento:  una  partida  numerosa  fué  asa 
casa  y  le  condujo  á  la  sala  municipal,  donde  se  le  instó  á  que 
reasumiera  nuevamente  el  mando.  í)espues  de  manifestar  alguna 
perplejidad,  Páez  dijo:  "  que  no  pudiendo  resistir  al  deseo  ge- 
neral, aceptaba  el  mando  que  se  le  conferia,  y  que  estaba  dis- 
puesto á  usar  de  todos  sus  esfuerzos  para  desempeñarlo."  En  el 
acto,  la  misma  nmnicipalidad  dio  orden  al  gefe  del  Estado  mayor 
coronel  Francisco  Garabaño,  uno  de  los  principales  agitadores, 
para  que  mandase  á  reconocer  á  Páez,  lo  que  se  verificó  sin  tar- 
danza. Inmediatamente  se  presentaron  las  tropas  estacionadas 
en  Valencia,  saludando  á  Páez  como  á  su  gefe  y  victoreando  al 
pueblo  que  formaba  el  motin.  El  gobernador  PeQalver,  instado 
por  la  municipalidad,  convino  en  continuar  ejerciendo  las  fun- 
ciones de  su  empleo,  á  fin  de  evitar  mayores  males. 

^*  La  ilegalidad  de  dicho  acto  es  tan  clara  y  evidente  que  no 
necesita  comento  alguno.  El  general  Páez  no  escuchando  más 
que  la  voz  de  su  profundo  resentimiento  y  de  sus  impetuosas 
pasiones,  marchitó  los  laureles  de  su  gloria,  y  se  presentó  al 
mundo  que  le  observaba,  como  un  faccioso.  Para  aumentar  la 
dolorosa  sensación  que  este  acto  debia  producir  en  el  ánimo  de 
los  verdaderos  patriotas  colombianos,  el  irritado  general  arrojó 
públicamente  al  suelo,  y  la  voz  común  aseguró  haber  pisado, 
los  distintivos  militares  que  le  habia  conferido  el  gobierno  de 
Colombia  en  premio  de  sus  distinguidos  servicios.  Páez  cono- 
ció en  aquellos  mismos  desgraciados  momentos  la  irregularidad 
de  sus  actos,  y  que  eran  injustificables  sus  acciones  ;  mas  habiendo 
pasado  el  Rubicon,  nada  pudo  contenerle  en  su  nueva  carrera: 
carrera  deshonrosa,  que  en  lo  venidero  y  en  la  calma  de  las 
pasiones  ''  debia  llenarle  de  amargura  y  de  arrepentimiento,'^ 
conforme  á  sus  mismas  expresiones. 

Páez,  pues,  dio  el  funesto  ejemplo  del  abuso  de  la  fuerza  ar. 
mada.  Con  la  que  se  habia  puesto  á  sus  órdenes,  quebrantó  sos 
juramentos  y  sus  deberes  delinquiendo  escandalosamente ;  pa* 


VIDA  DB  boiíyab.  347 

trocinó  los  actos  ilegales  j  monstruosos  de  la  municipalidad  de 
Valencia  j  forzó  al  Departamento  de  Venezuela  á  someterse 

á  un  régimen   revolucionario  é  inconstitucional I    La 

destemplanza  de  la  ira  con  que  recibió  los  decretos  que  de- 
biera respetar,  por  más  que  los  juzgase  injustos,  animó  á  varios 
hombres,  á  concitar  el  motín  que  turbóla  tranquilidad  de  Va- 
lencia y  que  según  sus  proditorias  miras  debia  comprometer  á 
aquel  pueblo  y  determinar  á  otros  á  la  sedición.  Pudo  y  debió 
el  general  Páez  emplear  su  autoridad  y  su  influjo  en  contener  el 
tumulto  y  asegurar  el  cumplimiento  de  las  órdenes  superiores  ; 
pero,  por  una  singularidad  que  descubre  sus  verdaderas  ideas, 
se  declaro  un  religioso  observador  de  las  extravagantes  resolu- 
ciones de  una  municipalidad,  al  tiempo  que  menospreciaba  los 
decretos  constitucionales  del  Senado,  comunicados  por  medio  del 
Poder  Ejecutivo  de  la  República.* 

T  después  de  estos  escándalos  y  de  estas  monstruosidades  4 
que  por  recto  camino  conduce  siempre  la  ambición,  vinieron 
los  absurdos  y  las  contradicciones  más  chocantes.  ¿  Cómo  pu- 
diera Páez  justificar  su  desacierto  y  dar  el  color  de  traza  salu- 
dable á  las  diligencias  de  su  depravada  empresa  ?  Titulóse  gefe 
civil  y  militar  de  Veriezuda^  y  siguió  mandando.  La  fuente  de 
legitimidad  de  sus  actos,  era  un  motín  y  un  cuerpo  sin  poder, 
que  se  habia  arrogado  atribuciones  que  no  le  correspondían  ;  sus 
consejeros,  el  resentimiento  y  la  ambición.  Por  tanto,  no  debe- 
remos extrañar  los  rudos  desaciertos  y  las  acciones  condenables 
que  en  aquella  é{)oca  de  tan  doloroso  recuerdo  cometiera. — Al 
gobierno  de  Colombia  le  dijo  en  comunicación  de  26  de  Mayo  : 
"  Que  sería  temeridad  intentar  castigar  un  pueblo  de  guerreros 
eíí  la  falsa  creencia  de  que  la  fuerza  estaba  en  las  leyes  /"  propo- 
sición escandalosa  en  boca  de  un  alto  gefe  que  habia  adminis- 
trado en  virtud  y  por  la  autoridad  de  las  leyes. — ^T  en  otro 
oficio  de  16  de  Julio,  dijo  también  al  gobierno :  "  Desde  que 
existe  una  revolución^  ya  quedó  legitimada^  porque  solo  puede 
originarse  de  una  causa  general  acompañada  de  una  fuerza  ir- 
resistible... /"  proposición  temeraria,  que  desquicia  la  potestad 
pública  en  el  ejercicio  de  su  ministerio,  y  patrocina  y  justifica 
toda  revuelta,  toda  demasía  y  desconcierto  si  se  califica  de 
"  revolución.^' 

•  Manifiesto  qae  el  Poder  Ejecutlyo  de  Colombia  presenta  á  la  Repúblioa  y 


348  VIDA  DB  BOLÍVAB* 

La  insurrección  de  Páez  tuvo  prosélitos  y  tuvo  opositares.— 
Entre  los  primeros  se  cuenta  desgraciadamente  á  Marino  ^  entre 
los  segundos  á  Peñalver,  Mendoza  y  el  General  José  Fra^ncisco 
Bermúdez. — De  Peñalver  ya  he  hablado. — Mendoza,  que  era 
un  hombre  de  probidad  y  de  corazón  fiel  y  patriota,  se  opuso 
con  energía  á  los  intentos  de  Páez,  y  este  le  acordó  los  honores 
del  destierro.  Bermúdez,  célebre  por  su  valor  y  por  la  opi- 
nión de  que  gozaba  en  las  provincias  del  Oriente,  se  mantuvo 
firme  en  el  sostenimiento  del  gobierno,  de  la  constitución  y  ¿^ 
la  integridad  de  Colombia,  á  pesar  de  los  halagos  y  de  las  in- 
sinuaciones que  Páez  le  hizo  para  que  apoyara  su  rebelión. 

La  guerra  civil,  pues,  existia  ya  en  Venezuela. — Páez  la  ha- 
bia  encendido. 

Una  triste  perspectiva  de  revoluciones  se  presentaba  i>or  to- 
tas partes. — Páez  la  había  formado. 

Los  antiguos  patriotas,  los  fundadores  de  la  Independencia, 
los  que  habian  pasado  sus  dias  agitados  entre  el  peligro  y  la  es- 
peranza, combatiendo  por  la  patria  y  por  la  santidad  de  sus 
leyes,  veian  burlada  en  un  momento  su  confianza. — Páez  babia 
clavado  un  pn&al  en  el  corazón  de  Colombia I 

En  tan  crítica  situación,  el  Vicepresidente  Santander  volvió 
los  ojos  al  Libertador  y  le  escribió  llamándole. — "  V.  E.,  1^  ^^ 
"  cia,  como  Presidente  de  esta  República,  como  su  Libertador, 
"  como  el  Padre  de  la  Patria,  como  el  soldado  de  la  libertad  y 
"  como  el  primer  subdito  de  la  Constitución,  tomará  el  partido 
"*  que  crea  más  conveniente  á  nuestra  salud  y  á  la  causa  de  la 
"  América. — Colombia  ha  nacido  por  que  V.  E.  la  concibió  ;  se 
"  ha  educado  bajo  la  dirección  de  V.  E.  y  debia  robustecerse 
"  bajo  el  suave  influjo  de  la  constitución  y  de  V.  E.  mismo.  Boy 
"  está  atacada  en  su  infancia,  con  grave  peligro  de  perecer,  y 
"  V.  E.  es  el  único  que  debe  salvarla." 

También  llamó  Páez  al  Libertador. — ^Despaohó  dos  coini8><^ 
nados  al  Perú  (el  Coronel  Diego  Ibarra  y  el  Licenciado  V^^ 
B.  Uibaneja),  y  á  su  modo  dio  cuenta  de  todo  lo  ocurrido,  ^^ 
es,  cuenta  parcial  y  apasionada  ;  ora  atribuyendo  el  áaf^^  ^ 
política  insidiosa  del  Vicepresidente  Santander,  ora  suponi^^  ° 
que  con  repugnancia  habia  aceptado  el  poder  que  tanto  aborr«" 

al  mundo  sobre  los  acontecimientoB  de  Venezuelay  deede  el  SO  de  A^*^ 
1826. 


VIDA  DB  BOLÍVAR.  849 

cia....  etc.  '^  El  nombre  de  Y.  E.,  anadia,  no  fué  olvidado  esta 
"  vez.  I  Tanto  era  el  gobierno  de  Bogotá  detestado,  como  V. 
"  E.  querido !  Todos  desean  algunas  reformas,  pero  quieren 
"  que  V.  E.  las  indique  y  que  sea  el  arbitro  de  su  suerte.  Todos 
**  le  consideran  aquí  como  su  padre,  y  no  quieren  que  un  hijo 
"  tan  ilustre  que  ha  llenado  de  gloria  la  mayor  parte  de  este 
"  continente,  deje  de  ser  el  legislador  de  su  propio  suelo,  des- 
"  pues  de  haberle  puesto  en  posesión  de  su  independencia...." 
¡  Hipócrita  lenguage,  como  van  á  demostrarlo  los  sucesos  poste- 
riores I 

La  desorganización  que  Páez  capitaneaba  en  Venezuela  halló 
firme  resistencia  en  muchos  pueblos  de  Colombia  y  en  casi  to- 
dos los  compañeros  de  armas  de  aquel  gefe.  No  solo  Ber- 
múdez  se  distinguió  por  su  adhesión  al  ejecutivo  nacional,  si- 
no también  Arismendi,  Urdaneta,  etc. — Este  último  se  hallaba 
de  Intendente  en  el  Zulia,  y  desde  Maracaybo  escribió  á  Páez, 
con  fecha  27  de  Junio,  una  larga  carta  en  la  cual  tocó  con 
acierto  varias  cuestiones  flamantes,  censurando  la  ilegal  con- 
ducta del  Gefe  civil  y  militar  de  Venezuela. 

Como  esta  carta  (cuyo  borrador  escrito  de  la  propia  mano  de 
•  Urdaneta  tengo  á  la  vista)  no  es  conocida,  me  permito  ex- 
tractar algunos  párrafos. — Hablando  sobre  los  sucesos  de  Va- 
lencia, decia  Urdaneta  á  Páez  : 

No  podemos  prescindir  de  los  hechos.  A  la  primera  vista  se  presenta 
la  ñterza  armada  diseminada  y  cometiendo  desórdenes ;  por  otra  parte, 
un  grupo  de  hombres  forzando  la  municipalidad,  y  Yd.  recibiendo  dd 
cabildo  de  Valencia  una  autoridad  que  por  la  Constitución  se  le  habia 
suspendido.  ¿Yd.  no  considera  que  la  municipalidad  de  Yalencia  carece 
de  autoridad  para  dar  21  Yd.  un  nombramiento  que  abraza  atribuciones 
que  ella  misma  no  tiene  ? — ¡  La  municipalidad  de  Yalencia  lo  nombra  & 

Vd.  Comandante  general  de  Venezuela,  y  Yd.  admite  I ¿T  cómo  sufre 

Yd.,  companero,  que  hombres  criminales  llamados  ante  la  ley  y  otros  de- 
testados por  la  opinión  pública,  se  asocien  á  Yd.  para  guiarle  en  una  em- 
presa cuyo  resultado  Yd.  debió  prever  ? — ¿Y  puede  Yd.  concebir  un  solo 
momento  que  veng&mos  á  las  manos,  que  seamos  enemigos,  y  que  los  que 
se  asociaron  para  batir  á  los  españoles  en  el  Yagual,  se  dividan  para  di- 
lacerar la  patria  y  sepultarla  entre  sus  ruinas  ?  ¿  Puede  Yd.  sin  horrori- 
zarse formar  la  idea  de  clavar  en  el  seno  de  Colombia  aquella  espada  que 
le  dio  la  yida  ?  ¿  Puede  Yd.,  sin  desfallecer,  concebir  la  idea  de  una 
guerra  civil  cuando  tenemos  al  enemigo  común  en  la  Habana  en  una  ac- 
titud amenazante  ?— Esto  solo  debe  hacerle  retroceder  á  Yd.  en  la  cañera 


350  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

que  ha  emprendido  por  uno  de  aquellos  desaciertos  funestos  que  apenas 
se  pueden  creer.....  Yd.  ba  dado  un  golpe  mortal  á  Colombia ;  pero,  con 
la  misma  mano  que  la  ha  herido,  puede  aplicarle  el  bálsamo  de  salud. 
Yd.  puede  retrogradar  y  el  gobierno  le  recibirá  con  los  brazos  abiectoe. 
Los  hombres  yerran ;  pero  la  pertinacia  es  solo  de  los  locos.  Bestitoya 
Yd.  las  cosas  á  su  antiguo  orden,  y  yer&  como  un  nuevo  campo  se  prepara 
á  su  dicha  y  á  su  gloría.  Pero  si  Yd.  persiste,  ¿  tendrá  Yd.  un  solo  mo- 
mento de  reposo  9  ¿  Puede  Yd.  figurarse  que  todo  Colombia  sucmnba  á 
Yalencia  ?  Ah  I  un  torrente  de  males  se  nos  prepara :  un  abismo  se  abre 
para  tragamos,  y  la  posteridad,  al  imponerse  de  este  trágico  aconteci- 
miento, llenará  de  execración  á  sus  autores. 

Hablando  luego  sobre  las  propuestas  de  corona  á  Bolívar, 
seguia  Urdaneta  increpando  á  Páez  sus  errorCv^i,  y  le  decia : 

Yd.  me  habla  del  General  Bolívar  y  de  la  misión  por  Ibarra  cerca  de  sa 
persona ;  permítame  Yd«,  compañero,  que  le  diga  mi  sentir  á  este  respecto. 
— Bien  me  figuro  cuánto  Usongero  le  podria  Yd.  decir  con  respecto  á  los 
pueblos  de  Yenezuela  y  los  designios  de  algunas  personas  de  poner  en 
manos  del  Libertador  los  destinos  de  Colombia ;  me  explicaré  mejor;  d 
proyecto  de  que  él  aceptase  una  corona. — Es  necesario  advertir  que  el 
Oeneral  Bolívar  actualmente  no  pertenece  solo  á  Colombia.  El  es  un  ente 
que  pertenece  ya  á  todo  el  mundo.  Su  nombre  es  una  propiedad  de  la 
historia,  que  es  el  porvenir  de  los  héroes.  El  Libertador  con  un  pié  en 
Colombia,  tiende  sus  brazos  sobre  dos  Repúblicas  más,  y  la  órbita  en  qoe 
gira  su  cabeza  abraza  todo  el  globo.  ¿  Quién  ignora  la  existencia  de  Bolí- 
var en  el  mundo  civilizado  ?  Nadie,  nadie. — ^Ahora  bien ;  supongamos 
por  un  momento  que  las  circunstancias  presentes  obligasen  al  General 
Bolívar  á  admitir  el  mando  supremo  de  Colombia,  de  lo  que  dudo  alta- 
mente, i  cree  Yd.  que  este  sería  el  modo  por  el  cual  él  consintiese  en  un 
proceder  que  lo  rebaja  ?  ¿  Cree  Yd.  que  el  General  Bolívar  admitiría  una 
corona  de  manos  de  un  general  llamado  ante  la  ley  ?  ¿  Que  dirían  sns 
enemigos  y  los  de  Colombia ?  ¿Se  podria  atribuir  á  la  voluntad  general 
del  pueblo  un  acto  emanado  de  una  pequeña  porción  de  la  fuerza  arma- 
da, acaudillada  por  hombres  á  quienes  la  ley  ha  declarado  con  logar  & 
causa  ?  Por  hombros  que  poco  ha  le  llamaban  tirano,  y  le  suponían  con 
deseos  y  miras  de  usurpar  la  libertad  del  pueblo  ?  ¿  No  se  acuerda  Yd.  lo 
que  han  dicho  el  Argos,  el  Venezolano  y  el  Cometa,  obra  de  esa  misma 
gente  que  cerca  á  Yd.  y  que  ahora  buscan  este  medio  b^o  y  deshonroso 
para  evadirse  del  justo  castigo  que  le  preparan  sus  crímenes?— Si  los  re- 
presentantes del  pueblo  colombiano  legalmente  reunidos  con  poderes  al 
efecto  depositasen  en  manos  del  Libertador  una  corona,  él  aceptaría,  6 
dejaría  de  aceptar ;  en  primer  lugar  tendría  que  contrabalancear  dos  cosas 
sumamente  opuestas,  es  dedr,  dejar  de  ser  el  Libertador  y  ñmdador  de 
tres  pueblos,  y  como  tal  el  primer  héroe  del  mundo  antiguo  y  moderno, 
para  ser  el  tirano  de  su  patria,  que  viene  á  ser  el  último  tirano  del  mundo ; 


YIDA  DE  BOLÍYAR.  851 

y  en  segundo  él  agradecería  siempre  este  acto  yolimtaiio  y  espontáneo 
de  l3B  pueblos  y  la  prueba  mayor  do  su  confianza,  depositando  todas  sus 
garantías  en  manos  de  un  hombre,  pero  de  un  hombre  nada  común. 
Pero  ¿  qué  comparación  tiene  este  paso  con  el  que  Ustedes  han  dado  ?  No 
digo  yo  el  Gkneral  Bolívar,  pero  ninguno  de  nuestros  generales  entrarla 
por  este  camino.  Un  partido  más  ñierte  y  más  poderoso  puso  en  Méjico 
la  corona  en  las  sienes  &  Iturbide,  pero  era  un  partido  y  no  el  pueblo  me- 
jicano ;  y  ese  Iturbide  que  pudo  ser  otro  héroe  concluyó  como  un  asesino 
en  un  cadalso.  ¿  Cómo,  pues,  ha  podido  Vd.  concebir  que  semejante  paso 
haya  podido  ser  agradable  al  General  Bolirar  ?  ¡  No  lo  conoce  Yd.,  mi 
buen  amigo !  i  Cómo  quiere  que  el  Bolívar  de  un  mundo  entero  perte- 
nezca solo  á  Caracas  I  En  fin,  yo  no  pienso  como  Yd.  en  esta  parte  y 
estoy  cierto  que  nada  puede  serle  ya  tan  agradable  al  Libertador  como 
un  paso  retrógrado  de  parte  de  Yd.  £l  ha  jurado  él  afio  22  en  Quito  que 
su  espada  y  el  Ejército  Libertador  garantían  &  la  vez  la  Constitución  por 
diez  afios ;  ¿  y  cómo  quiere  Yd.  que  impunemente  él  permita  deshacerse 
el  pacto  social  á  cambio  de  un  ofrecimiento  efímero  hecho  por  un  hombre 
á  quien  el  Cuerpo  Legislativo  llama  ante  la  ley  ?  ¿  Acaso  solo  Yd.  puede 
decidir  de  los  destinos  de  Colombia  ?  En  fin,  mi  buen  amigo,  yo  podría 
citarle  mil  ejemplos,  hablarle  de  la  historia,  y  traerle  argumentos  sin  nin- 
guna solución;  pero  sería  más  que  una  carta,  y  este  no  es  mi  objeto. 
Vea  Yd.  la  historia  romana  después  de  la  división  de  los  dos  imperios,  y 
si  tal  sucediese  resucitaríamos  las  catástro&s  que  concluyeron  con  el  im- 
perio de  Occidente. 

No,  compañero.  Despierte  y  salga  de  ese  suefio  envenenado  que  ha 
aletargado  su  espíritu  y  ardor  patriótico,  eche  á  un  lado  resentimientos 
bien  ó  mal  fundados.  ¿  Qué  es  una  venganza  tan  costosa  cuando  se  trata 
de  loe  intereses  de  la  patria? — Nada, compañero.  Acuérdese  de  los 
inmensos  bienes  que  la  República  le  ha  proporcionado ;  acuérdese  de  su 
familia,  de  sus  hijos  y  eche  á  un  lado  los  intereses  privados  de  una  por- 
ción de  malvados  que  estarán  prontos  á  sacrificar  á  Yd.  tan  luego  como 
hayan  llenado  sus  miras.  Yuelva  en  sí,  vuelva  á  la  patria  que  aun  tiende 
sus  brazos  para  estrecharlo ;  esa  mano  erguida  para  herirla,  puede  con- 
vertirse en  su  favor ;  descargue  el  golpe  sobre  las  nefandas  cabezas  de 
esos  harpías  y  de  un  tiro  hará  Yd.  dos  importantes  servicios. — ^Mi  fortuna 
miserable  y  mi  vida  están  á  la  disposición  de  Yd,  si  abraza  este  partido. 
Estoy  seguro  de  que  Yd.  no  lo  desecharia  si  leyese  esta  carta  á  solas ; 
\  ah  I  quizas  ella  contiene  muchas  reflexiones  quo  Yd.  habrá  hecho  en  mo- 
mentos aciagos  y  en  otros  de  calma ;  que  Yd.  compare  entre  si  lo  que  tiene 
que  perder  y  lo  que  ha  aventurado  con  lo  que  puede  perder  y  aventura 
la  fácdon  junta. — ^Haga  Yd.  esta  sola  comparación  y  decida. 

Machas  cartas,  si  no  tan  extensas  como  esta,  escritas  en  el 
propio  sentido,  recibió  Páez  ;  pero  él  babia  comenzado  á  correr 
aquel  camino  de  desdoros  y  de  infelicidad,  y  siguió  ;  sin  haber 


852  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

labrado  nada  en  su  ánimo  tantos  y  tan  útiles  avisos. — Es  irre* 
mediable  de  necio  el  que  no  escucha,  decia  nn  antiguo....  Algu- 
nas veces  los  hombres  son  inaccesibles  y  excluyen  la  docilidad 
por  otras  causas  ;  y  entonces,  si  se  despeñan,  no  es  porque  nadie 
ose  llegar  á  detenerlos,  sino  porque  el  erróneo  dictamen  cree 
hallar  la  aprobación  en  la  tenacidad,  y  es  vicio  del  orgullo  hacer 
reputación  de  no  retirar  el  paso. 

El  grito  revolucionario  de  Venezuela  no  encontró  eco  en  el 
mediodia  de  la  República  ;  pero  entró  sí  por  mucho  para  que  loa 
pueblos  de  Guayaquil,  Quito,  Cuenca  y  otros,  entusiastas  del 
Libertador,  y  llevados  por  deseos  puros  del  bien  público,  clama- 
sen por  reformas,  y  ofreciesen  á  Bolívar  la  dictadura. 

Cuando  el  Libertador  recibió  las  primeras  noticias  de  los  su- 
cesos de  Venezuela,  C5  de  Julio)  noticias  no  muy  extensas  que 
comunicó  el  Intendente  del  Magdalena,  su  resolución  fué  regrej?ar 
en  el  acto  á  Colombia,  y  así  se  lo  manifestó  al  Poder  Ejecutivo. 
Algunos  dias  después  llegó  el  correo  de  gabinete  que  habia  des- 
pachado Santander,  el  Capitán  Patricio  Armero,  con  los  docu- 
mentos y  la  narración  circunstanciada  de  lo  sucedido,  y  ya  el 
Libertador  no  habló  más  que  de  los  preparativos  de  su  viage. 
"  Colombia  me  llama,  decia,  y  no  puedo  ser  sordo  á  su  voz  que 
tanto  amo.'' — En  la  mañana  del  6  de  Agosto,  después  de  haber 
asistido  Bolívar  con  el  gobierno  y  las  corporaciones  á  la  festivi- 
dad religiosa  en  la  Catedral,  hizo  un  discurso  bellísimo  prepa- 
rando á  los  buenos  peruanos  á  recibir  su  odios. — En  el  acto  que 
se  divulgó  la  noticia  de  que  el  Libertador  regresaría  &  Colom- 
bia, ocho  comisiones  diversas  hablando  cada  una  por  sus  respec- 
tivos departamentos,  manifestaron  á  Bolívar  que  el  Perú  no  pe^ 
mitiría  que  lo  abandonase.  El  Libertador  respondió  siempre 
qne  el  deber  lo  llamaba  á  Colombia,  y  que  partirla. — ^El  13,  el 
reloj  de  la  gran  torre  acababa  de  sonar  las  diez,  cuando  empezó 
á  turbar  el  silencio  pavoroso  de  la  ciudad  de  Lima  un  rumor  le- 
jano que  viniendo  de  la  otra  banda  del  puente  se  aumentaba  j 
difundia  en  proporción  que  á  esta  se  acercaba. — Vióse  luego 
un  gran  gentío. — Abrían  la  bulliciosa  comitiva,  bandas  de  má- 
eicas  cubiertas  de  pabellones  peruanos,  que,  entremezclados  en 
toda  la  multitud  rodeaban  así  mismo  á  los  grupos  de  instrumen- 
tos diseminados  dentrp  de  un  concurso  que  apenas  cabia  en  la 


i 


TIBA  DE  BOLÍVAH.  353 

vasta  carrera  que  ocupaba.  Llegada  al  pié  de  los  balcones  del 
palacio,  demandó  la  presencia  del  Libertador,  quien,  al  dejarse 
ver  fué  saludado  por  largo  tiempo,  con  vivas  y  aclamaciones  in- 
cesantes, sin  que  bastase  á  conciliar  silencio  el  objeto  que  allí 
reunia  la  multitud,  pues,  los  esfuerzos  para  acallarla  la  hacian 
prorrumpir  en  nuevos  vivas,  como  quiera  que  estos  son  la  única 
razón  que  alega  un  pueblo  que  no  sabe  sino  manifestar  su  gra- 
titud.— Cesaron  por  grados  la  grita  y  el  tumulto,  para  dar  lugar 
á  la  lucha  del  amor  con  la  ley,  del  pueblo  con  el  hombre  de  su 
corazón,  de  BOLIVAR,  en  fin,  con  una  porción  de  aquella  ciu- 
dad que  le  adora  como  al  genio  que  le  llevó  el  bien  y  la  prospe- 
ridad.— Tomó  la  palabra  el  venerable  párroco  por  su  grey  con 
aquella  sencillez,  dulzura  y  naturalidad  que  pronunciaba  las  ple- 
garias elevadas  al  Cielo  por  la  salud  de  sus  ovejas. — Allí  oyó 
Bolívar  las  producciones  intachables  de  la  cordialidad,  sin  otro 
ropage  que  el  de  la  vehemencia  del  deseo,  ni  más  primor  que  la 
noble  tenacidad  de  no  transijir  contra  los  votos  de  sus  hijos. — 
Media  hora  duró  aquella  contienda  en  que  inflexible  Bolívar 
ofreció,  á  lo  más,  su  regreso  en  caso  de  llegar  á  peligro  la  suerte 
del  Perií. — La  muchedumbre,  empero,  persistió  en  su  propósito  ; 
y  con  el  despecho  de  la  sinceridad  dijo  al  Libertador  : —  saldrás 
hóRando  nuestros  pechos,  nuestros  hyos  y  destruyendo  tü  mismola 
vida  que  nos  has  dxido. 

Inmediatamente  la  municipalidad  se  presentó  en  palacio,  pi- 
diendo al  Libertador,  que  desistiese  apartarse  del  suelo  de  los 
Incas :  que  ella,  atónita,  al  ver  la  tristeza  en  que  yacia  la  ciu- 
dad, venia  á  expresarle,  que  traicionaría  la  confianza  de  sus 
comitentes  y  se  traicionaría  ella  misma,  si  no  uniera  su  ruego  con 
el  de  todos. — El  Libertador  contestó,  que  era  imposible  su  per- 
manencia por  más  tiempo  en  el  Peni  ;  á  cuya  voz  la  municipa- 
lidad depuso  á  los  pies  de  Bolívar  las  insignias  de  su  poder... ;  co- 
mo que  desde  entonces  no  toleraba  más  su  conciencia  el  ejercerlo. 

La  ciudad  tomó  un  carácter  tempestuoso,  y  no  ofrecía  á  la 
vista  más  que  olas  tumultuosas  de  gentío  que  se  cruzaban  y  di- 
vidían en  todas  direcciones  para  reunirse  y  volver  á  aparecer  en 
presencia  de  Bolívar,  ante  quien,  perdiendo  su  ímpetu,  llegaban 
á  reiterarle  blandamente  sus  plegarias.  Más  el  Libertador,  como 
roca  incontrastable,  á  todos  negaba  la  esperanza :  hasta  qua 
oprimido  por  el  peso  del  pueblo  que  sobre  él  cargaba  sus  des- 

23 


354  VIDA  DE  BOliVAB. 

gracias,  le  emplazó  para  dar  ana  contestación  irrevocable  dentro 
de  ocho  dias. 

De  todas  las  clases  j  cuerpos  de  la  sociedad  se  dirijieron  pe- 
ticiones dictadas  por  el  reconocimiento,  la  necesidad  j  el  senti- 
miento universal  de  ser  perdido  el  Perti  si  el  Libertador  se  se- 
paraba de  él. — Así  pasaron  las  horas  siempre  en  incertidumbre 
é  inquietudes  hasta  el  16. — En  este  dia,  la  reunión  de  tribunales 
y  corporaciones  para  asistir  á  la  catedral  presentó  una  ocasión 
de  dirijirse  nuevamente  al  Libertador  :  todos  le  hablaron  por  el 
órgano  de  un  individuo  de  su  seno,  exijiendo  su  permanencia  en 
Lima. — En  una  brillante  alocución  se  hizo  presente  al  Libertador 
que  si  grandes  eran  los  peligros  de  Colombia,  que  lo  arrancaban 
del  Perú,  grande  era  su  alma  para  socorrer  desde  la  hermosa 
tierra  de  los  Incas  á  aquella  hermana  aliada  y  benefactora. 

El  Libertador  contestó :  "  Si  yo  no  escuchase  más  qoe  los 
"  ecos  de  mi  corazón,  me  quedaría  en  el  Perú,  que  me  ha  hechi- 
"  zado  con  las  demostraciones  más  puras  de  gratitud  y  de  al^ia ; 
"  pero  mi  patria  me  llama :  y  cuando  habla  el  deber,  es  neceaa- 
"  rio  seguirlo  en  el  sileneio  de  todas  las  afecciones.  Mientras 
*'  he  estado  ausente  de  Colombia,  se  han  suscitado  fuertes  disen- 
"  sienes,  que  yo  solo  podré  calmar,  pues  que  todos  están  de 
^'  acuerdo  conmigo,  por  que  ninguna  de  las  partes  me  rehusa. 
"  Si  Colombia  sigue  en  división,  el  ejército  también  se  afectará, 
"  y  este  ejército,  que  es  el  garante  de  la  unión,  el  escudo  de  la 
"  libertad  y  el  modelo  de  la  disciplina  militar,  será  tan  perni- 
"  cioso  como  hasta  ahora  ha  sido  grande  y  temible  á  los  enemi- 
**  gos  de  la  América.  El  Peni  abunda  en  hombres  eminentes : 
''  ellos  pueden  llevar  la  nave  del  Estado  con  tino  y  sabiduría. 
"  Si  alguna  vez  llegase  á  peligrar,  yo  volvaré  de  mi  patria  á  so- 
'*  correr  á  este  gran  pueblo,  que  amo  por  la  magnanimidad  que 
^'  ha  mostrado  hacia  mí  y  por  las  efusiones  de  su  gratitud.^' 

El  ejército  nacional,  uniendo  sus  votos  á  los  del  pueblo,  con 
el  ardor  de  la  elocuencia  militar,  repitió  la  misma  suplica. 

Las  matronas  de  la  capital,  congregadas  en  el  vasto  salón 
consistorial,  pasaron  al  palacio,  armadas  de  sus  gracias,  y  con 
el  dulce  lenguage  de  la  sensibilidad  invocaron  al  héroe,  i^te^ 
poniendo  el  interés  del  corazón  y  la  vida  de  la  sociedad,  que 
existe  por  la  que  dan  las  madres  á  los  hijos  de  los  hombres. 
— ^Algunas  Sefíoras  dirijieron  al  Libertador  discursos  en  que 


TIBA  DE  BOliVAB.  865 

la  ternura  se  mezclaba  al  fuego  santo  de  la  libertad  y  en  que 
la  naturaleza  reclamaba  los  sentimientos  irresistibles  que  le  son 
debidos.    Puesto  en  medio  de  ellas,  Boiívar  respondió : 

Señeras :  d  süencio  es  la  única  respuesta  que  d^ia  dar  á 
esas  palabras  eíioaniadarasj  que  encadenan  no  sólo  d  corazón, 
sino  también  d  deber, — Cuando  la  beldad  habla,  /  qué  pecho 
fuede  resistir  I  Yo  he  sido  él  soldado  de  la  beldad^  por  que  he 
combatido  por  la  Libertad,  que  es  beUa,  hechizera  y  lleva  la  di- 
cha al  seno  de  la  hermosura  donde  se  abrigan  las  flores  de  la 
vida, — Pero  mi  peería Ahí  SefUxras, — Colombia 

El  Libertador  se  entrecorto.  Las  Señoras  se  estrecharon 
al  rededor  de  él,  y  después  de  un  largo  debate,  del  lado  de 
Bolívar  se  oyó  una  voz  angelical  que  dijo :  "  El  Libertador 

SE  QUEDA." 

Á  este  anuncio  consolador,  los  pechos  oprimidos  en  suspenso, 
se  desahogaron  con  vivas  y  aclamaciones  bendiciendo  el  nom- 
bre de  Bolívar.  La  alegría  dominó  todos  los  corazones,  y  un 
gran  baile  en  que  reinó  la  franqueza,  en  que  la  sociedad  se 
abandonó  al  contento,  cerró  la  tierna  esceda  de  las  matronas 
de  Lima. 

Bien  que  nada  en  el  ánimo  de  Bolívar  estaba  más  enérgica- 
mente resuelto  que  su  partida,  en  aquel  rapto  de  alegría  que 
motivó  la  voz :  "  El  Libertador  se  queda,''  se  exitó  el  noble 
empeño  de  manifestar  las  efusiones  del  contento  de  un  modo 
superior  al  que  hasta  entonces  las  había  caracterizado. — A 
competencia  se  ideaban  fiestas  públicas  y  se  proyeccó  una  ce- 
lebridad gigante.  Elijióse  el  dia  que  repite  en  el  círculo  de 
los  afíos  aquel  en  que  Bolívar  arribó  á  las  playas  del  Callao 
á  romper  las  cadenas  que  oprimían  á  los  dignos  peruanos.  En 
la  grande  alameda,  del  ptro  lado  del  Rimac,  se  tuvo  un  esplén- 
dido banquete  el  1°  de  Setiembre.  Desde  temprano  afluía  el 
gentío.  El  tránsito  estaba  encintado  y  cubierto  de  banderas,  y 
se  divisaba  en  el  término  un  pórtico  suntuoso  y  elevado  que  da- 
ba entrada  al  lugar  venturoso  consagrado  á  recibir  los  prodíjíos 
del  noble  sentimiento  que  ¿  todos  agitaba.  En  el  vestíbulo  se 
había  levantado  una  alta  gradería  para  la  orquesta  ;  en  el  cuer- 
po del  pórtico  sobresalían  en  magnos  caracteres  las  sublimes  ex- 
presiones de  la  poesía,  Icnguage  de  los  Dioses.  Entretejidas  en 
los  árboles  de  las  dos  carreras  fi^as  de  los  colores  americanos, 


856  TIDA  DE  BOLÍVAR. 

ofrecían  á  la  vista  una  espaciosa  bóveda,  bajo  la  cnal  y  al  medio 
de  la  alameda  que  da  al  frente  de  los  Descalzos,  estaba  colocada 
una  mesa  provista  abundantemente.  El  retrato  de  Bolívar,  puesto 
á  alguna  distancia  con  sencillo  adorno  rústico,  recordaba  que  la 
paz  y  la  abundancia,  los  frutos  de  los  campos  y  el  contento  de 
los  pueblos  hijo  de  la  libertad,  se  debian  á  su  brazo  invencible 
en  la  guerra  y  á  su  alma  benéfica  después  de  la  victoria. — En  la 
parte  que  guia  á  los  Amancaes  se  habian  formado  dos  grandes 
y  copiosas  mesas,  al  gusto  del  país 

Entre  tanto  que  sonaba  la  hora  del  convite,  veíase  el  movi- 
miento de  la  muchedumbre,  como  olas,  por  la  avenida  de  la  Ala- 
meda. 

Un  gran  repique  anunció  á  las  tres  la  venida  del  Libertador. 

Abrían  el  acompañamiento  bandas  de  música  y  vecinos  nota- 
bles de  Lima,  las  corporaciones  de  la  lista  civil,  militar  y  ecle- 
siástica, y  muchas  Señoras  que  habian  sacado  al  Libertador  del 
palacio,  manifestando  que  las  gracias  rendían  su  homenage  al 
feliz  mortal  que  fijó  el  imperio  de  la  libertad  y  de  la  virtud  en 
la  tierra  del  Sol. 

En  todo  el  tránsito  no  se  oían  sino  vivas  y  bendiciones ;  y 
lágrimas  de  ternura  corrieron  en  abundancia  cuando  el  venera- 
ble cura  de  San  Lázaro  se  avanzó,  y  llorando  como  un  niño,  cu- 
brió de  flores  y  derramó  con  sus  manos  aguas  aromáticas  sobre 
el  suelo  que  debia  pisar  Bolívar. 

Las  mcí^as  se  ocuparon,  y  se  improvisaron  discursos  elocuentí- 
simos, á  que  sucedian  aclamaciones  frenéticas. — Después  de  un 
largo  rato  de  silencio,  levantó  la  voz  el  Señor  José  María  Pan- 
do y  fijó  este  tema :  "Al  cabo  de  tantos  reveses  y  tríunfos  in- 
"  mortales,  Bolívar  vino  al  Pero  á  reposarse  bajo  los  laureles  de 
"  Ayacucho,  cambiando  la  espada  por  el  libro  de  la  ley.  Ese 
'  tránsito  es  el  colmo  de  la  grandeza  humana.*' 

Á  las  ocho  de  la  noche,  el  Libertador  se  diríjié  á  la  Casa 
consistorial,  donde  le  esperaban  las  Señoras  para  dar  príncipio 
al  baile  en  la  espaciosa  galería  que  mira  á  la  plaza. 

Bolívar  estuvo  largo  rato  en  el  salón  ;  luego  se  retiró  á  una 
pieza  desierta  y  allí,  plácido  y  tríste  á  la  vez,  dictó  á  su  Secre- 
tarío  general,  el  Coronel  José  Gabriel  Pérez,  esta  belUsima 
despedida,  llena  de  ternura  : 


YIDA  DB  BOliVAB.  357 

PSBÜAKOfl: 

Colombia  me  llama,  y  obedezco. 

Siento  al  partir  cnanto  os  amo ;  porque  no  puedo  desprenderme  de  yo- 
sotrofi  sin  tiernas  emociones  de  dolor. 

Concebí  la  osadía  de  dejaros  obligados.  Mas  yo  cargo  con  el  honroso 
peso  de  vuestra  munificencia.  Desaparecen  mis  débiles  servidos  delante 
de  los  monumentos  que  la  generosidad  del  Perú  me  ha  consagrado :  y 
hasta  sus  recuerdos  irán  &  perderse  en  la  inmensidad  de  vuestra  gratitud. 
— Me  habéis  vencido. 

No  me  aparto  de  vosotros.  Os  queda  mi  amor  en  el  Presidente  y  Con- 
sejo de  gobierno,  dignos  depositarios  de  la  autoridad  suprema :  mi  con- 
fianza, en  los  magistrados  que  os  ríjen :  mis  íntimos  pensamientos  políti- 
cos, en  el  proyecto  de  constitución;  y  la  custodia  de  vuestra  independencia, 
en  los  vencedores  de  Ayacucho.  Los  l^ialadores  derramarán  el  ano  pró- 
ximo todos  los  bienes  de  la  libertad  por  la  sabiduría  de  sus  leyes.  Solo 
un  mal  debéis  temer :  os  ofrezco  el  remedio.  Conservad  el  .espanto  que 
os  infunde  la  tremenda  anarquía.  ¡Terror  tan  generoso  será  vuestra 
salud! 

Peruanos :  tenéis  mil  derechos  á  mi  corazón.  Os  lo  dejo  para  siempre. 
Yucstros  bienes  y  vuestros  males  serfin  los  mios :  una  nuestra  suerte. 

Bolívar. 

El  Libertador  estuvo  constantemente  conmovido  cuando  dictó 
este  precioso  testimonio  de  su  amor  al  Perú.  Se  imprimió  y  se 
circuló  el  3  de  Setiembre,  y  el  Libertador  partió  el  4  para  em- 
barcarse en  el  Callao,  á  bordo  del  bergantín  "  Congreso,"  que 
debia  conducirle  á  Guayaquil. 


CAPÍTULO   LL 

1826. 

COBRnPOKDBXCIA  INTRI  TIDAURIUB  T  BAKTANDBB  SOBEI  B0LÍ7AB  —  LOS  HB0HO8  JÜSn- 
VICAH  AL  LIBBKTADOB  DB  LAS  CALUMNIAS  DB  SUS  BXBMIG06  —  PROCLAMA  DB  GUAYA- 
QUIL —  YIAOM  DBL  LIBBRTADOB  DBBDB  B8TA  CIUDAD  I  LA  DB  PUBRTO  OABBLLO  — 
SITUACIOM  DB  LAS  COBAS  BM  TBNBSUBLA  BL   81  DB  DldBMRBB  DB  1826. 

AMAÑADA  en  alto  grado  y  cnriosa  por  el  fingimiento  j 
la  cautela,  que  al  mismo  Machiavel  habría  sorprendido, 
es  la  correspondencia  que  llevaron  en  los  afios  25  y  26  el  Señor 
Manuel  Yidaurre  y  el  General  Santander,  sosteniendo  el  primero 
que  Colombia,  generosa,  debia  consentir  en  que  Bolívar  fuese 
elegido  presidente  del  Perú. — "  Si  él  no  lo  es,  decia,  ¿  quién  lo 
será  ?  ¿  Quién  le  sucederá  7  |  Suceder  á  Bolívar !  Es  menes- 
ter que  se  ruborize  el  agraciado "    Defendia  el  segundo  que 

el  Libertador  debia  ser  presidente  de  Colombia,  porque  en  ese 
puesto  hacia  más  bien  á  la  América  ;  y  le  prodigaba  encomios, 
y  le  juzgaba  tan  digno,  tan  grande,  tan  heroico  1  "  Nada  digo 
del  inmortal  Bolívar,  exclamaba ;  porque  la  elocuencia  y  la  gra- 
titud no  tienen  ya  expresiones  que  emplear  en  su  elogio " — 

¿  Eran  ingenuos  estos  sentimientos  ?  ¿  Queria  con  verdad  Yi- 
daurre á  BolívaT  en  el  mando  del  Peni ?    ¿Lo  deseaba  Santan- 

(869) 


360  VIDA  DB  BOLÍVAB. 

der  en  Colombia  ? — Ni  uno  ni  otro. — Se  engañaban  mutuamente, 
ó  mejor,  no  se  engañaban  que  bien  se  conocian,  pero  probaban 
8u  habilidad  para  el  disimulo  j  la  falsía.  Tocó  á  Yidaurre  po- 
ner fin  á  la  cuestión  y  dijo  á  Santander  :  "  La  fecha  de  la  carta 
"  de  Vd.  concluye  nuestra  querella  política.  Ya  no  es  tiempo 
"  de  pensar  en  el  gran  proyecto  de  que  continúo  el  General  Bo- 
"  LÍYAR  en  el  gobierno  del  Perú  :  reelegido  presidente  por 
"  casi  todos  los  Departamentos  de  Colombia,  no  ha  de  ser  sordo 
"  á  la  voz  de  su  patria.  Él  dejará  el  templo  del  Sol,  y  una  nube 
"  oscura  cubrirá  por  mucho  tiempo  la  faz  del  divino  astro.  Solo 
"  ruego  al  Omnipotente,  que,  al  retirarse  del  suelo  peruano,  no 
**  imiten  mis  compatriotas  en  ingratitud  á  los  griegos.  Recaer 
"  den  siempre  que  son  libres  por  BoKvar,  y  después  del  de  Dios 
"  sea  su  nombre  el  más  venerado " 

I  Qué  laberinto  de  engaños  y  perfidias  es  el  hombre  I  ¡  Có- 
mo afecta  amistad  y  nobles  sentimientos  I  ¡  Cómo  en  aparente 
calma  sabe  hacer  con  el  disimulo  más  encendido  su  odio!— 
Estos  Señores  Vidaurre  y  S&ntander,  que  tan  apasionados  ami- 
gos de  Bolívar  se  mostraban,  fueron  sus  más  crueles  detracto- 
res, y  de  los  que  con  más  tesón  derramai'on  la  injuria  y  el 
odioso  vilipendio  sobre  el  Libertador.  Ocurrióseles  decir, 
cuando  les  convino,  que  Bolívar  aspiraba  á  coronarse ;  que 
volveria  al  Perú  para  mandarlo  durante  su  vida ;  que  no  era 
republicano,  ni  amaba  la  libertad  ;  que  anhelaba  ser  el  Empe- 
rador de  los  Andes  y  tiranizar  á  los  pueblos,  etc. — Todo  no  te- 
nia otto  objeto  sino  cubrir  honestamente  aquel  villano  vicio 
qne  Vidaurre  y  su  amigo  padecian  :  la  ingratitud;  pero  sus 
calumnias  se  desvanecieron  luego,  porque  solo  la  verdad  es 
la  que  prevalece  y  dura. 

Antes  que  el  Libertador  abandonase  las  playas  del  Pera, 
los  electores  de  la  provincia  de  Lima  declararon  por  unani- 
midad que  Bolívar  debía  se?'  d  Presidente  vitalicio  de  la  Repú- 
Uioa,  y  todos  los  demás  colegios  electorales  de  las  provincias, 
en  número  de  cincuenta  y  ocho,  hicieron  la  misma  declara- 
ción ;  mas  el  Libertador  respondió  á  las  diputaciones  que  le 
participaron  tal  elección  :  **  El  Perú  cuenta  hombres  eminentes 
"  y  capaces  de  desempeñar  la  suprema  magistratura ;  á  ellos 
"  toca,  no  á  mí,  el  obtenerla.  Así,  no  puedo  ni  debo  encargarme 
**  de  ella.   Yo  soy  colombiano,  me  debo  á  Colombia." — ^Y  vanas 


YIDA  DE  BOLÍVAR.  361 

fueron  las  instancias  porque  Bolívar  permaneciese  en  el  Perú  : 
vano  el  interés  que  aquel  pueblo  agradecido  tomó  por  conservar 
en  su  seno  á  su  Libertador. — Bolívar  se  despidió  para  no  volver 
más  á  la  tierra  de  los  Incas. — Desde  Popayan  escribía  al  Pre- 
sidente del  Consejo  de  Gobierno,  Mariscal  D.  Andrés  Santa 
Cruz,  dicéndole  que  obrase  libremente  y  que  no  contaran  en  el 
Perú  con  él  para  nada,  pues  venia  á  Venezuela  á  hacer  el  bien 
que  le  fuera  dable.  **  Siga  Vd.  su  conciencia,  añadía,  sin  trabas 
"  ni  empeño  ;  oiga  Vd.  la  voz  pública  y  sígala  velozmente  y  ha^ 
**  brá  llenado  todos  mis  votos :  d  hien  dd  Perú '' 

En  cuanto  á  las  tropas  que  quedaban  aun  acantonadas  en 
aquella  Bepáblica,  decía  el  Libertador  á  Santa  Cruz  :  "  Si  em- 
"  barazan  ó  perjudican,  envíelas  Vd.  inmediatamente  á  Colom- 
"  bia,  pagándolas,  si  es  posible,  una  parte  ó  el  todo  de  sus  habe- 
"  res,  ó  si  no,  que  vengan  sin  pagarse,  pues  nosotros  no  hemos  ido 
"  á  buscar  allá  sino  fraternidad  y  gloria."  * 

¿Y  en  quó  se  apoyaban  los  enemigos  gratuitos  de  Bolívar  para 
acusarle  de  querer  dominar  el  Perú  y  gran  parte  de  la  América 
del  Sur  ?  ¿  Es  por  ventura  medio  eficaz  de  dominación  separarse 
del  mando  y  del  país  :  inducir  á  que  sea  otro  el  elegido  :  retirar 
las  tropas,  y  renunciar  á  toda  autoridad,  á  todo  empleo  que  no 
fuese  el  de  soldado  contra  los  enemigos  de  la  independencia? — 
Para  abrigar  planes  de  dominación  en  el  Perú,  como  vocifera- 
ban Vidanrre  y  su  comparsa,  hubiera  sido  necesario  á  Bolívar 
romper  los  más  sagrados  vínculos,  renunciar  á  su  patria,  desnu- 
darse de  su  brillante  reputación,  ajar  el  lustre  de  su  generoso 
desprendinúento :  y  ¿  quién  es  el  hombre  tan  bajo  y  tan  estúpi- 
do que  pueda  concebir  que  esta  degradación  sea  posible  ?  ¿  Quién 
renuncia  á  su  patria,  sino  el  malvado  ó  la  víctima  que  huye  de 
la  ferocidad  de  los  verdugos  que  no  hay  esperanza  de  destruir  ? 
¿  Quién  abandona  á  sus  hermanos,  á  los  compañeros  de  sus  pri- 
meros trinnfos,  á  los  amigos  de  la  infancia,  á  los  campos  donde 
se  levantaron  sus  trofeos  ?  El  dia  que  el  Libertador  dijo  adiós 
á  las  playas  peruanas,  fué  para  siempre t 

Por  lo  demás,  los  que  han  atribuido  al  Libertador  designios 
ambiciosos  y  contrarios  al  sistema  generalmente  adoptado  en 

*  Léftae  eeta  hermosa  earta  en  1*  ooleccioii. 

f  Manifiesto  publicado  por  el  Ministro  de  Relaciones  Kzteriores  del  Perú, 
Seftor  José  María  Pando.— 1826. 


362  VIDA  DE  boiíyab. 

todas  las  naciones  del  Nuevo  Mundo,  recibieron  un  testintonio 
intachable  del  republicanismo  de  Bolivar  en  la  constitncioii  po- 
lítica que  ofreció  á  Solivia. — una  nación  á  la  que  acababa  de 
dar  el  ser  7  la  cual,  en  el  arrebato  del  amor  intenso  hacia  sa 
fundador,  habia  tomado  su  mismo  nombre ;  un  pueblo  en  qoe 
Bolívar  era  considerado  como  la  Deidad  que  crea,  arregla  y 
mide  los  destinos  de  los  hombres  ;  una  nación  reden  libertada 
del  yugo  peninsular,  en  la  infancia  de  su  existencia  y  toda  ocu- 
pada de  su  gratitud  y  de  las  glorias  de  su  bienhechor,  ¿  no  ha- 
bría recibido  con  placer  un  trono  sí  en  él  se  hubiera  de  sentar 
Bolívar? — No  pueden  figurarse  circunstancias  más  aparentes, 
momentos  más  propios  para  una  empresa  de  esta  clase,  que  aque- 
llos en  que  todo  concurre  á  fomentar  el  entusiasmo,  la  admira- 
ción y  todas  las  ideas  exageradas  de  un  pueblo  nuevo  en  favor 
de  un  hombre  verdaderamente  singular  y  único,  de  un  genio  á 
quien  el  mundo  tributó  respeto  y  mil  generaciones  bendecirán...- 
Pero  ¿qué  hizo  el  Libertador? — Proclamó  la  soberanía  del 
pueblo  :  condenó  las  ideas  monárquicas  y  el  poder  absoluto :  di- 
vidió el  ejercicio  de  las  facultades  constitucionales  :  garantizó 
los  derechos  individuales  y  dio  ancha  basa  al  sistema  electoral. 
La  constitución  boliviana  (confiesa  Baralt)  es  más  liberal  que  1% 
de  Gúcuta ;  y  bien,  esta  se  elaboró  por  republicanos  netos  ;  por 
hombres  escogidos  y  probados  en  el  crisol  de  los  principios  de- 
mocráticos ;  por  ciudadanos  que  no  aspiraban  á  ser  reyes  y  que 
restringieron,  llenos  de  celo,  la  autoridad  del  Presidente  del  Es- 
tado. Así,  pues,  ante  la  fría  razón  de  la  historia,  Bolívar  apa- 
rece más  republicano  que  los  mejores  republicanos ;  más  pro- 
gresista que  los  hombres  de  las  doctrinas  del  progreso  y  de  la 
revolución  ;  más  á  la  altura  de  las  luces  que  enseña  la  filosofía 
moderna,  que  los  que  tenian  como  profesión  buscar  esa  luz  y  se- 
guirla inundados  de  ella. — ^El  objeto  de  los  legisladores  anti- 
guos y  modernos  habia  sido  la  conciliación  dd  orden  y  Ja  Uber- 
hertad;  el  objeto  de  Bolívar  fué  la  conciliación  dd  orden  con  la 
libertad  y  la  igualdad.  Y  si  eso  se  habria  estimado  como  un 
paso  de  infinita  consecuencia  en  cualquier  pueblo  del  mundo, 
mucho  más  debe  considerarse  en  América,  donde  la  noción  de  la 
igualdad  estaba  condenada  :  donde  tres  siglos  de  preocupación 
y  de  cadenas  habian  hecho  olvidar  á  los  hombres  su  propia  dig- 
nidad y  donde  la  Espafia  habia  trasplantado  con  ahinco  todos 


VIDA  DE  boiíyab.  363 

los  vicioe  de  sa  absurdo  sistema  de  gobierno,  de  sus  ideas  polí- 
ticas 7  de  sas  costambres. — Los  enemigos  del  Libertador  eran 
enemigos  de  mala  fé. — ^Imputábanle  aspiraciones  y  proyectos  que 
no  habia  concebido,  y  conocían  ellos  mismos  que  más  bien  se  in- 
clinaba al  lado  opuesto.  El  propio  Santander,  que  más  ade- 
lante veremos  convertido  en  escritor  exaltado  contra  Bolívar, 
acus&ndole  de  ambicioso,  de  amigo  de  mando,  de  aristócrata,  etc., 
decia  á  Yidaurre,  en  carta  de  28  de  Setiembre  de  1825  :  "  El 
"  General  Bolívar  está  cansado  de  declarar  en  documentos  ofi- 
'*  ciales,  y  sobre  todo  con  hechos  y  actos  notorios,  que  no  debe 
"  mandar  por  mits  tiempo  ;  que  la  prolongación  de  su  autoridad 
"  puede  ser  peligrosa,  y  que  Colombia  debe  buscar  otro  presi- 
**  dente.  ti^NiKGüNO  mas  que  to  conoce  la  sikcebidad  de 
"  estos  SENTiia£NT08,«Af  y  no  creo  que  el  mando  de  Bolívar 
"  sea  peligroso  á  otros  que  á  los  tiranos,  etc."  ¿  Qué  valor 
pues,  pueden  tener  las  acusaciones  de  estos  hombres,  gratuitos 
é  injustos  enemigos,  sin  escrúpulo  para  calumniar,  sin  reparo 
para  no  contradecirse  ? 

Dejémoslos,  por  ahora,  ocupados  en  la  oficina  de  la  envidia, 
forjando  armas  arrojadizas,  untadas  del  veneno  de  la  ingratitud, 
las  cuales  recibirá  nuestra  cautela  con  aquella  misma  destreza 
con  que  las  arrojare  su  intención  ;  y  sigamos  al  Libertador,  á 
quien  vimos  embarcarse  en  el  Callao  para  dir\jirse  á  las  riberas 
colombianas. 

Cuando  se  supo  en  Guayaquil  que  se  acercaba  (11  de  Setiem- 
bre), salió  al  mar  el  Intendente  Tomas  Cipriano  Mosquera,  por- 
que deseaba  hablar  á  Bolívar  el  primer  de  todos.  Acompañaba 
á  Mosquera  el  Capitán  de  navio  Manuel  A.  Luzarraga. — Cerca 
de  la  isla  de  Santa  Clara  se  trasbordaron  el  Intendente  y  su 
compañero  al  bergantín  peruano  Congreso^  en  que  venia  el  Li- 
bertador.— La  conferencia  fué  importante,  pues  Mosquera  le 
impuso  de  pormenores  que  aquel  no  conocia. — ^Bolívar  manifestó 
mucho  disgusto  al  saber  que  se  le  hubiese  proclamado  Dictador. 
Ouzman  y  el  Coronel  Demarquet  se  hablan  presentado  á  fines 
de  Agosto  en  Guayaquil,  y  estos  y  los  generales  Yaldes,  Paz  del 
Castillo  y  muchos  otros  hablaron  á  Mosquera  para  nombrar  Dic- 
tador á  Bolívar  ;  Mosquera  y  el  Doctor  Espantoso  se  opusieron, 
mas  las  ideas  de  aquellos  tuvieron  el  triunfo  y  se  redactó  el  acta 
en  el  sentido  de  la  dictadura. 


364  VIDA  DE  BOliVAB. 

* 

El  Libertador  ambo  á  Guayaquil  el  12  de  Setiembre,  7  allí 
fué  recibido  con  el  mayor  entusiadmo,  como  al  genio  qae  traía 
la  oliva  de  la  paz.  Bolívar  no  se  revistió  del  poder  dictatorial 
que  le  habían  conferido  los  pueblos  de  los  tres  d^^^artamentos 
meridionales ;  ántes^  por  el  contrario,  declaró  que  debia  conti- 
nuar observándose  el  régimen  constitucional,  porqua  lahyes  la 
garantía  de  iodos  y  la  que  salva  á  iodos»  Así  lo  participó  al 
Poder  Ejecutivo,  y  esta  noticia  llenó  de  alborozo  á  los  que 
sostenian  el  imperio  de  la  constitución  y  de  las  leyes. 

En  el  instante  mismo  que  el  Libertador  pisó  la  tierra  de 
Colombia,  se  anunció  á  los  colombianos  y  deploró  la  discordia 
civil  que  les  aflíjia.  Son  muy  bellas  y 'muy  generosas  sus  pa- 
labras para  que  me  niegue  al  ¡dacer  de  traoscribirlas : 

Colombianos !  el  grito  de  vuestra  discordia  penetró  mis  oidos  en  la 
capital  del  Perd,  y  he  venido  &  traeros  una  rama  de  oliva.  Acatadla 
como  el  arca  de  salad.  {  Qué  I  faltan  ya  enemigos  á  Colombia  f  ¿  Ko 
hay  más  espafloles  en  el  mmido  ?  T  aun  cuando  la  tíena  entera  fuera 
nuestra  aliada,  deberíamos  permanecer  sumisos  esclavos  de  las  leyes  y 
estrechados  por  la  violencia  de  nuestro  amor. — Os  ofrezco  de  nuevo  mis 
servicios :  servicios  de  un  hermano.  To  no  he  querido  saber  quién  ha 
faltado ;  mas  no  he  olvidado  jamas  que  sois  mis  hermanos  de  sangre  y 
mis  compafieros  de  armas.  Os  llevo  un  ósculo  común  y  dos  brazos  para 
uniros  en  mi  seno :  en  él  entrarán,  hasta  el  profundo  de  mi  corazón,  gra- 
nadinos y  venezolanos,  justos  é  injustos ;  todos  del  Igército  libertador, 
todos  ciudadanos  de  la  gran  República. 

En  vuestra  contienda  no  hay  más  que  un  culiiable :  yo  lo  soy.    No  he 

venido  á  tiempo Me  presento  para  TÍctima  de  vuestros  sacrífícioe: 

descargad  sobre  mi  vuestros  golpes ;  me  serán  gratos  si  satia&cen  yues- 
tros  enconos. 

I  Colombianos  I  piso  el  suelo  de  la  patria ;  que  cese,  pues,  él  escándalo 
de  vuestros  ultrajes,  el  delito  de  vuestra  desunión.  No  haya  más  Yens* 
zuda,  no  haya  más  Cundinamarea ;  todos  seamos  oolombianot,  6  la 
muerte  cubrirá  los  desiertos  que  dqje  la.  anarquía. 

Guayaquil,  18  de  Setiembre  de  1836. 

Sdcoh  BoiivAB. 

Los  cortos  dias  que  pasó  el  Libertador  en  Guayaquil,  los  em- 
pleo trabajando  en  el  alivio  del  pueblo,  en  dar  regularidad  á  la 
administración,  en  enviar  caudales  á  Quito  donde  supo  que  la 
tropa  sufría  escaceses,  etc. 

El  18  á  las  4  de  la  tarde  partió  acompañado  de  una  inmensa 
comitiva  y  llegó  á  las  10  de  la  noche  á  Samborondon. — El  19 


U 


VIDA  PE  BOliVAB.  365 

continuó  á  las  bodegas  de  Babahoyo  donde  permaneció  hasta  el 
otro  día  qne  pasó  á  la  hacienda  del  Señor  Icaza,  nombrada  Ca- 
charí. — El  21  estaba  en  Garzal ;  el  22  al  amanecer  emprendió 
marcha  para  Qaito  por  ün  penosísimo  camino,  y  pernoctó  en  San 
Jorge. — El  23  siguió  hasta  San  Miguel  de  Chimbo, — En  este 
punto,  los  equipages  y  muchas  personas  de  la  comitiva  siguieron 
por  Guaranda ;  Bolívar  con  su  Estado  Mayor  se  fué  por  el  Puyal 
á  Biobamba  pasando  el  páramo  del  Chimborazo.  El  25  durmió 
en  Ambato ;  el  26  'en  Latacunga ;  el  jueves  28  de  Setiembre 
entró  en  Quito  á  las  11  del  dia. 

¡  Qué  alegría  manifestaron  los  quiteños  al  recibir  á  su  Liberta- 
dor I  En  la  calle  le  abrazaban,  le  victoreaban,  le  bendecian. — 
Una  Señora,  exaltada  por  el  entusiasmo,  se  adelantó  y  llamando 
la  atención  de  Bolívar :  tú  eres  la  dicha,  le  dijo,  y  la  esperanza 
de  Colombia,     Vive  para  nuestra  feUcidad  I ! 

El  Libertador  permaneció  en  Quito  hasta  el  jueves  5  de  Oc- 
tubre, que  fué  á  dormir  á  la  hacienda  del  Señor  Borja  en  Gua- 
yabamba. 

El  6  almorzó  en  Gachiguango,  propiedad  del  Señor  Castro  y 
comió  en  Tabacundo,  propiedad  del  Señor  Jaramillo.  Durmió 
en  Otábalo. 

Las  demostraciones  de  afecto  de  este  pueblo  no  pueden  ser 
excedidas. 

El  7  siguió  el  Libertador  hacia  la  villa  de  Ibarra,  donde  se 
detuvo  un  dia  para  recibir  los  obsequios  que  se  habian  preparado 
en  FU  honra. 

El  9  siguió  al  Puntal. — ^Bn  el  tránsito,  los  religiosos  dominicos 
de  Quito  habian  preparado  un  espléndido  almuerzo  en  la  ha- 
cienda de  San  Vicente.  El  Libertador  quedó  sorprendido  de 
tanta  fineza  ;  y  como  el  prior  de  los  dominicos  le  dirijiese  un 
soberbio  discurso,  Bolívar  le  contestó  con  frases  elocuentísimas 
y  tan  propias  que  los  comensales  prorrumpieron  en  vivas  y 
aclamaciones  entusiastas.  Bolívar  enlazó  la  religión  con  la  po- 
lítica, la  libertad  con  el  Evangelio  :  "  Jesús,  que  fué  la  luz  de  la 
"  tierra,  dijo,  no  quiso  dignidades,  ni  coronas  en  el  mundo  ;  él 
"  llamaba  á  los  hombres  hermanos,  les  enseñó  la  igualdad,  les 
"  predicó  las  virtudes  civiles  más  republicanas,  y  les  mandó  ser 
"  libres, porque  les  amonestó  que  debían  ser  perfectos.  No  hay 
"'  perfección  en  la  servidumbre,  ni  moral  en  el  letargo  de  las- 


366  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

"  facultades  activas  de  la  humanidad...."  El  brindis  del  Liber- 
tador fué  una  improvisación  feliz  j  dejó  cautivados  á  todos  los 
que  le  oyeron. — Cuando  el  Libertador  improvisaba,  (y  el  arran- 
que de  sus  emociones  lo  impelia  como  vemos  con  frecuencia  á 
improvisar,)  no  se  concebia  cómo  los  sentimientos,  las  ideas,  los 
hechos,  las  imágenes  revestidas  de  la  elocución  más  elegante  y 
sublime,  podian  producirse  con  tal  rapidez.  Nada  de  estadio, 
ni  de  reflexión  ;  tampoco  ninguna  apariencia,  ni  la  más  leve,  de 
duda  ó  embarazo. — Las  improvisaciones  del  Libertador  podian 
ser  enviadas  á  la  imprenta,  sin  cambiar  una  palabra.  Y  por  lo 
que  hace  á  la  gracia,  á  la  corrección,  al  brillo  y  á  ía  fuerza,  sos- 
•  tener  el  paralelo  con  los  discursos  más  bellos  de  Burke,  de  Ver 
gniaud,  de  Mirabeau....  La  elocuencia  es  el  corazón  :  pecttcs  est 
quod  diaertum  fdcit^  decia  Quintiliano,...  He  aquí  el  secreto  má- 
gico de  las  palabras  de  Bolívar. 

El  10  marchó  este  para  Tulcan. — ^El  13  estaba  en  Pasto,  y  el 
23  en  Popayan.  En  esta  ciudad  se  le  hicieron  grandes  demos- 
traciones de  amor  y  de  respeto.  Toda  la  ciudad  estaba  vistosa- 
mente engalanada  y  en  la  puerta  del  palacio  dos  ninfas  repre- 
sentando á  Colombia  y  al  Perú  arengaron  á  Bolívar.  Este  les 
contestó  con  la  gracia  que  la  ocasión  demandaba  y  estrechó 
entre  sus  brazos  á  las  dos  jovencitas,  completando  así  la  alego- 
ría del  padre  que  ama  tiernamente  á  sus  dos  hijas.  El  Liberta- 
dor pasó  el  28  de  Octubre,  dia  de  San  Simón,  en  Popayan ;  y 
dio  un  magnífico  banquete  en  su  alojamiento. — Estando  en  la 
comida  se  incorporó  el  General  Diego  Ibarra,  lo  cual  dio  gran 
placer  á  todos  seíüaladamente  á  Bolívar  que  le  distinguía  con 
afecto  singular. 

El  30  salió  de  Popayan  y  el  5  de  Noviembre  arribó  á  Neiva. 

En  esta  villa  se  presentaron  la  municipalidad  y  el  Goberna- 
dor á  su  cabeza  suplicando  á  Bolívar  se  hiciese  cargo  de  la  dic- 
tadura.— ^El  Libertador  les  contestó  que  no  habia  necesidad  de 
apelar  á  un  poder  tiránico  cuando  bastaban  las  leyes  para  hacer 
'la  dicha  de  los  pueblos ;  que  él  odiaba  el  mando  y  sobre  todo 
-el  título  de  Dictador,  y  que  sus  trabajos  en  tantos  años  de  guerra 
se  hablan  dirijido  á  destruir  el  poder  absoluto  de  los  reyes  para 
sustituirlo  con  el  dulce  imperio  de  la  razón.  **  No  quiero,  ter- 
:íminó,  ni  oir,  si  es  posible,  la  palabra  dictadura" 

JBst^  destruye  completamente  lo  que  afirma  Bestrepo  en  la 


TIDA  DE  BOIÍYAB.  867 

página  554,  tomo  III  de  en  historia,  á  saber,  ^  qae  se  acercaba 
el  Libertador  á  Bogotá  y  todavía  se  ignoraba  cuáles  ei*an  sus 
miras  6  intenciones  acerca  de  la  gran  cuestión  subsistencia  6 
abolición  de  la  constitución  colombiana,  Bolivar,  añade,  guar- 
daba un  profundo  silencio  sobre  este  punto." — Todo  menos  eso. 
Desde  que  el  Libertador  pisó  el  territorio  de  Colombia,  so  pro- 
nunció por  el  sostenimiento  de  la  Constitución  ;  y  su  proclama 
de  Guayaquil,  que  debió  conocer  Restrepo,  presenta  á  los  pue- 
blos la  obediencia  y  el  respeto  á  la  ley,  ó  á  la  anarquía  formando 
desiertos  que  cubriría  la  muerte.... 

El  n  llegó  á  Tocáima,  ciudad  distante  diez  y  ocho  leguas  de 
Bogotá. — Allí  le  aguardaban  el  Vicepresidente  Santander  acom- 
pasado de  los  secretarios  de  guerra  y  relaciones  exteriores,  Son- 
blette  y  Revenga. 

El  13  durmieron  en  Punza,  y  de  allí  se  adelantaron  los  Seño- 
res que  le  esperaban  en  Tocáima  para  recibir  al  Libertador  ofi- 
cialmente en  Bogotá. 

El  14  á  las  ocho  de  la  mañana  salió  este  de  Funza  y  entró  en 
la  capital  á  las  once  del  dia. — Por  desgracia  la  mañana  fué  muy 
lluviosa ;  y  aunque  las  calles  estaban  adornadas  vistosamente, 
hubo  por  aquella  causa  poca  concurrencia.  Los  altos  funciona- 
rios estaban  en  el  palacio  para  hacer  la  recepción  con  toda  eti- 
queta.— Al  entrar  Bolívar  por  la  puerta  del  salón  principal^ 
victoreó  al  general  Santander,  Vicepresidente  de  la  República  y 
á  la  constitución  de  Colombia,  "  ese  libro  sagrado,  el  evangelio 
del  pueblo  colombiano." — ^Bn  seguida  se  arengaron  mutuamente. 
Santander  le  felicitó  por  su  venida,  señal  de  la  salud  de  todos, 
prenda  de  la  libertad  y  lazo  fuerte  que  conservaría  la  unión  á 
que  el  gran  Bolívar  habia  consagrado  tantos  esfuerzos.  El  Li- 
bertador le  contestó  hablando  con  entusiasmo  de  los  triunfos 
recientes  del  ejército  y  recordó  las  recompensas  honoríficas  que 
el  Perú  y  Bolivia  hablan  tributado  á  sus  bienhechores  :  alabó  la 
conducta  del  Ejecutivo  en  las  angustiadas  circunstancias  de  la 
república :  hizo  particular  y  honrosa  mención  de  la  adminis- 
tración de  Santander  y  concluyó  diciendo :  "  Permitidme,  se- 
"  ñores,  que  al  ver  dividida  la  familia  colombiana,  me  titule 
*'  padre,  y  os  convide  á  que  olvidéis  vuestros  agravios  y  os  reu- 
"  náis  cordialmente  á  elevar  nuestra  querída  patría  al  grado 
**  más  alto  de  felicidad.    Yo  he  consagrado  mis  servicios  á  la 


1 


368  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

"  independencia  y  libertad  de  Colombia,  y  los  consagraré  siem- 
"  pre  á  la  unión  y  al  reinado  de  las  leyes. 

Contestando  á  las  felicitaciones  de  la  oficialidad  de  la  capital, 
se  expresó  el  Libertador  de  un  modo  más  categórico,  si  es  posi- 
ble. Manifestó  que  habia  sabido  con  satisfacción  la  obediencia 
del  ejército  á  las  leyes  y  á  los  magistrados,  y  su  veneración  al 
evangelio  de  los  derechos  del  pueblo  ;  dijo  que  esa  debía  ser  en 
todas  ocasiones  la  conducta  de  un  soldado  ;  porqiie  el  dia  en 
quelafuetza  armada  delibere^  peligrará  la  libertad  y  ^  per- 
derán los  inmensos  sacrificios  de  Colombia. 

Tanto  en  el  dia  14  como  en  los  siguientes,  Bolívar  recibió  los 
homenages  más  sinceros  de  amor,  de  respeto  y  admiración  de 
los  empleados,  corporaciones  y  habitantes  de  la  capital. 

El  Libertador  se  hizo  cargo  del  poder  ejecutivo,  solamente 
por  pocos  dias,  y  su  entrada  al  ejercicio  de  la  administración 
publica  se  anunció  por  un  decreto  (23  de  Noviembre)  según  el 
cual  se  revestia  de  las  facultades  extraordinarias  en  virtud  del 
artículo  128  de  la  Constitución ;  declarando,  que,  durante  su  au- 
sencia, las  tendría  el  Vicepresidente  en  todo  el  territorio  en  qne 
el  Presidente  no  pudiera  ejercerlas  inmediatamente,  y  que  fuera 
de  los  objetos  y  casos  comprendidos  en  dichas  facultades  extra- 
ordinarias, debían  continuar  rijiendo  la  constitución  y  las  leyes. 

Al  entrar  en  el  ejercicio  del  poder  público,  el  Libertador  lo 
participó  á  los  Colombianos  por  la  bella  proclama  que  á  conti- 
nuación inserto : 

;  Colombianos  t  cinco  afios  ha  que  salí  de  esta  capital  para  marchar  á 
la  cabeza  del  I^ército  Libertador,  desde  las  liberas  del  Cfiuca  hasta  las 
cumbres  argentinas  del  Potosí,  ün  mUlon  de  colombianos  y  dos  repú- 
blicas hermanas  han  obtenido  la  independencia  fi  la  sombra  de  vuestras 
banderas,  y  el  mundo  4e  Colon  ha  dejado  de  ser  español.  Tal  ha  ddo 
nuestra  ausencia. 

Vuestros  males  me  han  llamado  &  Colombia :  vengo  lleno  de  celo  á 
consagrarme  á  la  voluntad  nacional :  ella  será  mi  código,  porque  siendo 
ella  el  soberano,  es  infalible. 

El  voto  nacional  me  ha  obligado  á  encargarme  del  n  ando  sapremo ; 
yo  lo  aborrezco  mortalmente,  pues  por  él  me  acusan  de  ambición  y  de 
atentar  á  la  monarquía.  Qué  1  ¿  me  creen  tan  insensato  que  aspire  &  des- 
cender ?  ¿  No  saben  que  el  destino  de  Libertador  es  más  sublime  que 
el  trono  ? 

Colombianos  I  vuelvo  á  someterme  al  insoportable  peso  déla  niagist»- 


VIDA  DE  BOLÍTAB.  369 

tura,  porque  en  los  momentos  de  peligro  era  cobardía  no  moderación, 
mi  d^prendimiento ;  pero  no  contéis  conmigo,  sino  en  tanto  que  la  ley 
6  el  pueblo  recaperan  la  soberanía.  Permitidme  entonces  que  os  sir^a 
como  simple  soldado  j  verdadero  republicano,  de  ciudadano  armado  en 
defensa  de  los  hermosos  trofeos  de  nuestras  rictorias :  vuestros  derechos. 
Palacio  de  (Gobierno  en  Bogotá,  á  28  de  noviembre  de  1820,-16. 

BiMOir  BoLÍTAB. 

Solo  dos  dias  ejerció  el  Libertador  el  poder  Ejecutivo  :  los 
días  23  y  24  de  Noviembre,  en  cuyo  breve  tiempo  hizo  muchas 
y  muy  considerables  reformas  en  todos  los  ramos  administrati- 
vos. Simplificó  la  administración  :  aumento  y  restableció  el 
crédito  nacional ;  mejoró  el  ramo  de  justicia  :  hizo  economías 
en  la  hacienda  y  dictó  muchas  y  convenientes  medidas  en  las  de- 
pendencias de  guerra  y  marina.  Fué  esto  ocasión  para  que 
todos  admirasen  la  facilidad  y  el  acierto  que  tenia  en  el  manejo 
de  los  negocios  públicos,  improvisando  sobre  materias  diversas 
con  igual  maestría ;  y  ocurrió  alguna  vez  que  los  Ministros  le 
contradijesen  para  verle  empeñado  con  más  conato  en  la  decla- 
ración y  fundamento  de  la  verdad  ;  siendo  la  duda  afectada  oca- 
sión de  cumplida  y  sabrosa  enseñanza.  En  muchas  cuestiones 
graves  la  vista  del  Libertador  penetraba  en  lo  futuro  con  clari- 
dad, y  él  se  adelantaba  á  sus  contemporáneos.  Sus  ideas  pare- 
cían visionarias,  porque  no  estaban  en  el  orden  de  cosas  presente 
sino  en  el  futuro ;  mas  daba  el  tiempo  un  paso,  y  aquellas  con- 
cepciones emanadas  del  talento  y  de  la  previsión  de  Bolívar,  eran 
realidades. ..  I 

El  sábado  25  de  Noviembre,  á  las  siete  de  la  mañana,  partió 
él  Libertador  de  Bogotá  para  Venezuela,  llevando  de  Secreta 
rio  general  al  de  Relaciones  exteriores,  José  Rafael  Revenga. 
— El  apoyo  que  dio  á  la  constitución  y  á  las  leyes  de  Co- 
lombia, y  su  moderación  y  afabilidad  dejaron  contentos  á  los 
más  celosos  republicanos  y  aun  á  aquellos  que  se  habian  ma- 
nifestado enemigos. 

El  General  Santander  publicó  un  artículo  en  la  Oaceta  lle- 
nando de  elogios  al  Libertador  I! 

La  primer  jornada  del  viaje  la  rindió  Bolívar  en  Hato  Gran- 
de, hacienda  distante  seis  leguas  de  la  capital.  Allí  lo  reci- 
bió el  Vicepresidente  y  le  obsequió  espléndidamente. — El  26 
continuó  la  marcha  y  fué  á  Boyta,  hacienda  del   Señor  Luish- 

24 


870  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

Montoya,  qnien  lo  recibió  magníficamente. —  El  27  siguió  to- 
da la  comitiva  á  almorzar  en  el  pneblo  inmediato,  de  donde 
se  despidió,  siguiendo  Bolívar  con  su  Estado  mayor  á  Cho- 
contá. 

En  Tunja  y  en  Pamplona  se  le  hicieron  demostraciones  j 
obsequios  infinitos ;  en  Pamplona,  sobre  todo,  donde  hnbo  es- 
cenas interesantes  y  donde  el  Libertador  se  vio  como  ahoga- 
do por  la  muchedumbre  que  no  acertaba  &  separarse  de  él. 

En  Capitanejo  (cortas  leguas  antes  de  llegar  á  Pamplona), 
recibió  el  Libertador  noticias  de  Venezuela  y  un  decreto  de 
Páez  convocando  un  congreso  venezolano  constituyente,  que  de- 
bia  instalarse  en  Valencia  el  15  de  Enero  de  1827. 

La  revolución  había  dado  grandes  pasos  y  Páez  se  presentaba 
para  destruir  la  obra  querida  de  Bolívar.  JLa  iniencion  de  mi 
vida,  había  dicho  este  en  1820,  ha  sido  una :  la  formación  d¿ 
Colombia  entre  dos puAhs  hermanos.  Lo  he  alcanzado.  ¡Viva 
el  dios  de  Colombia  /  Pues  bien,  seis  años  más  tarde,  y  cuan- 
do mayor  necesidad  había  de  la  unión  de  los  pueblos  para  for 
mar  el  verdadero  espíritu  americano,  para  extinguir  las  rivali- 
dades domésticas  y  fundar  en  el  goce  de  la  paz  la  omnipotencia 
civil,  he  aquí  que  Páez  dio  el  grito  de  rebelión  ;  declaró  en  esta- 
do de  asamblea  las  provincias  de  su  mando  ;  eliminó  las  fórmulas 
protectoras  de  la  inocencia,  y  restableció  para  nuestro  mal  el 
imperio  tiránico  del  sable. — La  ley  fué  entonces  la  voluntad  del 
Comandante  militar  ;  y  las  garantías,  el  capricho  de  los  revo- 
lucionarios, quienes  perseguían  y  castigaban  de  propia  autori- 
dad á  los  que  se  oponían  á  la  desmembración  de  la  República  y 
á  los  ambiciosos  mandatos  del  General  Páez. — Ah  I  ¿  por  qué 
^atal  destino  cedería  el  Libertador  á  los  consejos  de  Santander, 
^cuando  quiso  enviar  á  Venezuela  al  General  Antonio  José  Su- 
'tsre  de  Comandante  militar  y  llamar  á  Páez  á  otro  punto  donde 
quizas  no  hubiera  sido  tan  pernicioso  ?  El  Libertador,  que  te- 
mía el  desarrollo  indefinido  y  amenazador  del  poder  militar  y 
^que  anhelaba  ver  constituida  la  república  por  la  obediencia  del 
ciudadano  á  los  preceptos  de  la  ley  escrita,  quiso  mandar  á  Su- 
cre á  Venezuela  desde  1824. — ^'  Me  parece,  le  escribió  Santan- 
der, que  el  medio  mejor  de  que  se  despopularice  Sucre  y  pierda 
su  reputación,  es  el  ponerle  en  Venezuela  con  mando  alguno, 
^pcies  kb  gente  republicana  es  ínfernaL    Páez  me  parece  ezce- 


VIDA  J>E  boiítab*  371 

lente,  porque  siquiera  le  tienen  mucho  miedo.  Debemos  conseí^ 
var  á  Sucre  de  reserva  como  un  general  inteligente,  afortu- 
nado, de  gran  nombre  7  columna  indestructible  de  la  unión... ." 
— En  vista  de  esto  BoUvar  desistió  de  su  intento,  en  mala  ho- 
ra para  el  bien  de  la  República.  |  Qué  pésimo  consejo  I  i  Qué 
diferencia  entre  Sucre  y  Páezll 

En  el  tránsito  hasta  Cuenta,  el  Libertador  dictó  muchas  m» 
didas  encaminadas  á  reunir  tropas  suficientes  para  acercarse 
á  los  Departamentos  insurrectos  en  una  actitud  imponente  y 
restablecer  en  ellos  el  orden  legal. —  En  la  Horqueta,  lugar 
situado  en  la  confluencia  de  los  ríos  Zúlia  y  Gatatumbo,  re- 
cibió noticias  muy  alarmantes.  Supo  que  se  habia  vertido  san- 
gre en  Puerto  Cabello,  cuya  plaza,  que  se  conservaba  por  la 
unión,  habia  sido  atacada  por  Páez ;  y  que  la  malhadada  causa 
de  este  habia  sido  origen  de  derramamiento  de  sangre  en  Cuma- 
ná.  La  guerra  civil  estaba  encendida,  y  la  facción  desorga- 
nizadora de  Venezuela  parecia  no  oir  otra  voz  que  la  de  sus 
medros  y  sus  odios. —  El  Libertador  se  persuadió  que  tenia 
que  hacer  la  guerra  á  los  rebeldes  de  Valencia  y  pidió  con 
esfuerzo  al  ejecutivo  nacional  tropas,  armas  y  dinero. — Enca- 
minóse después  á  Maracaybo,  atravesando  el  lago  de  este  nom- 
bre. 

Bolívar  llegó  á  Maracaybo  el  sábado  16  de  Diciembre,  por 
la  tarde. — Allí  se  impuso  de  las  últimas  noticias  que  se  tenian 
de  la  situación  de  Venezuela,  y  fué  su  primer  paso  dirijir  una 
proclama  á  los  venezolanos  en  que  les  excitaba  á  deponer  las 
armas  fratricidas  y  oir  la  voz  de  un  hermano  y  compañero. 
]  Cuan  precioso  documento  I  —  Aunque  esta  proclama  es  bien 
conocida,  me  parece  sin  embargo  que  no  debo  dejar  de  inser- 
tarla aquí. — Dice  así : 

Venezolanos  I  Ta  se  ha  manchado  la  gloria  de  vuestros  bravos  con  el 
crimen  del  fratricidio.  ¿  Era  esta  la  corona  debida  á  vuestra  obra  de 
yirtad  y  de  valor  ?  No.  Alzad,  pues,  vuestras  armas  parricidas ;  no  ma- 
téis la  patria.  Escuchad  la  voz  de  vuestro  hermano  7  compañero,  fin- 
tee de  consumar  el  último  sacrificio  de  una  sangre  escapada  fi  los  tíranos, 
qae  él  cielo  reservaba  para  conservar  la  república  de  los  h6roes. 

Venezolanos  I  Os  empello  mi  palabra.  Os  ofrezco  solemnemente  llamar 
al  pueblo,  para  que  delibere  con  calma  sobre  su  bienestar  7  su  propia  so- 
beraník 


872  TIDA  DE  BOLÍVAR. 

Muy  pronto,  este  aflo  mismo,  seréis  consultados  para  qae  digtis  coinda 
dónde  y  en  qaé  términos  queréis  celebrar  la  gran  Convención  nacionaL 
Allí  el  pueblo  ejercerá  libremente  su  omnipotencia,  allí  decretar&sDfl  leyes 
fundamentales.  Tah  solo  él  conocb  su  biek  t  es  dueño  de  su  scbstb; 

PERO  ISO  UN  PODEBOSO,  HI  TTS  PABTIDO,  NT  UNA  FBAOCION.  KaDIE  BISO 
LA  MAYOBÍ  A  ES  SOBBBANA.  Es  UN  TIBA170  EL  QUE  SE  PONE  EN  LÜ6AB 
DEL  PUEBLO ;   T  SU  POTESTAD,  U8X7BPACION. 

Venezolanos  I  To  marcho  hficia  Tosotros,  á  ponerme  entre  yuestn»  es- 
padas y  vuestros  pechos.  Quiero  morir  antes  que  veros  en  la  ignominii) 
que  es  todavía  peor  que  la  misma  tiranía ;  y  oontra  esta  i  qué  no  hemos 
sacrificado  f  ;  Desgraciados  de  los  que  desoigan  mis  palabras  y  falten  i 
BU  deber  1 

Cuartel  general  Libertador  en  Maracaibo,  á  16  de  diciembre  de  1828,11 

Simón  Bolíyab. 

Para  que  Páez  y  lo8  comprometidos  en  el  plan  de  desorgani- 
zación en  Venezuela  no  se  burlasen  de  sus  consejos  y  promesas, 
el  Libertador  procuró  apoyar  estos  con  la  fuerza.  Declaró  al  Zúlia 
en  asamblea  :  nombró  á  Urdaneta  General  en  gefe  del  ejército 
que  se  estaba  reuniendo  y  decidió  que  los  departamentos  de  Ma- 
turin,  Venezuela,  Orinoco  y  Ziília  quedaban  sujetos  á  sus  órdenes 
inmediatas  y  eocduaivas,  las  cuales  despacharía  por  el  órgano  de 
su  Secretario  general  Revenga. 

El  Libertador  apenas  se  detuvo  dos  dias  en  Maracajboj 
emprendió  su  viage  á  Puerto  Cabello,  siguiendo  por  tierra  desde 
los  puestos  de  Altagracia,  por  Casígua,  Sasárida,  Hitare,  Coro, 
etc. — Los  aprestos  militares  que  tenia  á  su  mano  para  sojuzgar 
á  Páez  eran  insuficientes ;  y  según  las  comunicaciones  que  reci- 
bió de  Bogotá,  bien  pocas  esperanzas  debia  abrigar  de  coos^ir 
mayores  auxilios  del  centro  de  la  República 

Antes  de  salir  de  Bogotá,  despachó  Bolívar  hacia  Venezuela 
al  General  Diego  Ibarra  con  cartas  para  Páez.  Sin  embargo 
nada  lograron  las  observaciones  que  hiciera  el  Libertador ;  po^ 
que  Páez  no  retrocedió  una  línea  de  sus  proyectos  de  destruir  á 
Colombia.  El  único  acto  oficial  que  se  conoce  por  consecuencia 
de  la  misión  de  Ibarra,  fué  una  proclama  ridicula  en  que  anun- 
ciaba el  Orfe  civil  y  militar  de  Venezuela,  con  una  alegría  for 
zada,.  el  regreso  de  Bolívar  y  que  se  acercaba  á  Venezuela  su 
hermano....!  su  amigo  y  el  héroe  de  la  patria  á  ver  á  sus  anti- 
guos compañeros.  **  Él  viene  para  nuestra  dicha,  attadia  Páei. 
no  para  destruir  la  autoridad  civil  y  militar  que  he  recibido  di 


VIDA  DB  B0IÍTAB«  378 

los  pueblos,  sino  para  ayudarnos  con  sus  consejos,  con  sn  sabida* 
ría  y  experiencia,  á  perfeccionar  la  obra  do  las  reformas."  i  Que 
descaro  I  i  Qué  falta  de  respeto  y  miramiento  I  ¿  Con  que  el 
Libertador  de  Colombia  y  el  Padre  y  Salvador  del  Perú,  el  que 
fundara  tres  repúblicas  destruyendo  el  poder  español  en  Amé- 
rica, volvia,  lleno  de  lauros  gloriosos,  á  su  patria,  á  servir  de 
consejero  de  Páez,  de  Peña  y  de  los  otros  que  componían  la  fac- 
ción de  entonces  ?  Jamas  Bolívar,  el  primer  campeón  de  la  in- 
dependencia, podia  degradarse  hasta  ser  el  segundón  de  Páez, 
bajando  de  la  altura  en  que  le  habian  colocado  sus  altos  hechos 
y  los  votos  de  tantos  millones  de  hombres I  No  :  en  los  de- 
lirios de  su  ambición  y  de  su  vanagloria,  Páez  pudo  un  momento 
creerse  superior  á  Bolívar  y  esperar  que  este  le  ayudara  en  sus 
propósitos  rebeldes ;  pero  el  Libertador  estaba  muy  lejos  del 
envilecinriento  y  sn  designio  era  solo  salvar  á  Colombia  y  hacer 
que  el  orden  y  la  ley  reintegrasen  su  reino  celestial  en  todos  los 
ángulos  de  la  República. 

En  Coro  recibió  el  Libertador  una  copia  manuscrita  de  la 
proclama  de  Páez. — ^En  el  acto,  tomando  la  pluma,  le  escribió  la 

siguiente  carta : 

Coro,  28  de  Diciembre  de  1826. 
Mi  qübbido  Geitebal: 

Al  llegar  hoy  aquí  he  visto  con  satisfacción  una  proclama  de  Yd.  del 
15  de  Diciembre  en  manuscrito  venido  de  Curazao :  en  ella  están  mis  ver- 
daderofl  sentimientos.  Yo  he  cdebcado  infinito  que  la  carta  llevada  á 
Vd.  por  el  coronel  Ibarra  haya  cansado  este  documento  honroso  á  mí 
como  &  Yd.  I  Quiera  el  Cielo  que  los  presagios  de  Yd.  se  realizen  aun 
mas  allá  de  lo  que  yo  deseo  I  Mi  ambición  es  la  felicidad  de  Yenezuela 
j  de  la  América  toda,  si  fuera  posible.  Aseguro  &  Yd.  con  toda  mi  sin- 
ceridad que  estoy  sumamente  fastidiado  de  la  vida  pública,  y  que  el  pri- 
mer momento  dichoso  de  mi  vida  será  aquel  en  que  me  desprenda  del 
mando  delante  de  los  representantes  del  pueblo  en  la  gran  conyencion. 
Entonces  se  conrencerán  todos  de  mis  más  íntimos  sentimientos.  Y  á  la 
Terdad  ¿  á  qué  puedo  aspirar  ?  Yo  tiemblo  de  descender  desde  la  altura 
á  que  la  fortuna  de  mi  patria  ha  colocado  mi  gloria.  Jamas  he  querido 
el  mando :  en  el  dia  me  abruma,  y  aun  me  desespera.  No  combatiré  yo 
por  él ;  digo  más,  me  harían  fayor  en  sacarme  del  caos  en  que  me  hallo 
por  una  pronta  muerte.  Yo  me  estremezco  cuando  pienso,  y  siempre 
estoy  pensando,  en  la  horrorosa  calamidad  que  amarga  á  Colombia.  Yeo 
distintamente  destruida  nuestra  obra,  y  las  maldiciones  de  los  siglos  caer 
sobre  nuestras  cabezas  como  autores  perversos  de  tan  lamentables  muta- 
dones.  Quiero  salir  ciertamente  del  abismo  en  que  nos  hallamos ;  pero 
por  la  senda  del  deber,  y  no  de  otro  modo. 


874  YIDA  BE  BOIÍYAB. 

La  prciclama  de  Yd.  dice :  ^  que  rengo  como  nn  ciudadaDo."  T  i  qué 
podré  yo  hacer  como  tm  dudadano  t  ¿  Oómo  podré  yo  apártame  de  Iob 
deberes  de  magiatrado  ?  ¿  Quién  ha  disnelto  á  Colombia  con  respecto  á 
mí  y  con  respecto  á  las  leyes  ?  El  roto  nacionid  ba  sido  uno  solo :  rear- 
mas y  Bolivar.  Nadie  me  ha  rehusado ;  nadie  me  ha  degradado,  t  Quién, 
pues,  me  arrancará  las  riendas  del  mando  ?  )  Los  amigos  de  Yd.,  Yd. 
mismo  III  La  infamia  sería  mil  veces  más  grande  por  la  ingratítad  qiie 
por  la  traición.  No  puedo  creerio.  Jamas  concebiré  que  Yd.  Uere 
hasta  ese  punto  la  ambkion  de  sus  amigos  y  la  ignominia  de  su  nombre. 
No  es  posible,  General,  que  Yd.  me  quiera  ver  humillado  por  causa  de  ims 
banda  de  tránsfugas,  que  nunca  hemos  visto  en  los  combates.  No  pre- 
tenda Yd.  deshonrar  á  Caracas,  haciéndola  aparecer  como  el  padrón  de  la 
infamia  y  el  ludibrio  de  la  ingratitud  misma.  ]  Qué  no  me  deben  todoB 
en  Yenezuela  I    ¿  Hasta  Yd.  no  me  debe  la  existencia  ? 

El  Apure  seiía  la  habitación  del  vacío,  él  sepulcro  de  sus  héroes  an 
mis  servicios,  sin  mis  peligros  y  sin  las  victorias  que  he  ganado  &  faena 
de  perseverancia  y  de  penas  sin  fin.  Yd.,  mi  querido  General,  y  los  brayos 
de  aquel  ejército  no  estarían  mandando  en  Yenezuela,  y  los  puestos  que 
la  tiranía  les  habria  asignado  serían  escarpias  y  no  las  coronas  de  gloiia 
que  ahora  cifien  sus  frentes. 

Yo  he  venido  desde  el  Perfi  para  evitar  á  Yd.  el  delito  de  una  gaena 
civil :  he  venido  porque  Caracas  y  Yenezuela  no  volvieran  ft  mancharae 
con  la  sangre  más  preciosa.  ¿  Y  ahora  me  quiere  Yd.  como  un  smple 
ciudadano  sin  autoridad  legal  ?  No  puede  ser.  Este  título  me  honraría 
millones  de  veces,  recibiéndolo  por  fruto  de  mi  desprendimiento.  No 
hay  más  autoridad  legítima  en  Yenezuela  sino  la  mía  ;  se  entiende  auto- 
ridad suprema.  El  vice  presidente  mismo,  jn  no  manda  nada  aquí,  como 
lo  dice  mi  decroto.  Ya  no  habrá  motivo  para  queja  ni  desobediencia. 
El  origen  del  mando  de  Yd.  viene  de  municipalidades,  data  do  un  tiunnlto 
causado  por  tres  asesinatos :  nada  de  esto  es  glorioso,  mi  querido  GenenL 

Ofrezco  á  Yd.  con  la  mayor  franqueza  toda  mi  amistad,  todos  mis  Be^ 
vicios,  y  cuanto  pueda  serle  honroso ;  mas,  todo  debe  marchar  por  la 
senda  del  orden,  por  la  verdadera  soberanía,  que  es  la  mayoría  nadonaL 
Cumaná  mi«mo  no  ha  desconocido  al  gobierno.  ¡Ojalá  que  el  General 
Marino  hay»  sido  bien  recibido,  para  que  Cumaná  no  se  convierta  en 
ana  nueva  Guinea,  y  se  entienda  conmigo  para  restablecer  la  paz  pública  I 

Lo  que  más  me  asombra  de  todo,  es  que  Yd.  no  habla  una  palabra 
de  mi  autoridad  suprema,  ni  de  mediador.  Yd.  me  ha  llamado,  y  ni  si- 
quiera me  escribe  una  letra  después  de  tan  graves  acontecimientos:  todo 
esto  me  deja  perplejo.  Crea  Yd.,  General,  que  á  la  sombra  del  mi.<^o 
no  trabaja  sino  el  crimen.  Quiero  desengañarme :  deseo  saber  si  Yd  me 
obedece  6  no,  y  si  mi  patria  me  reconoce  por  su  gefe.  No  permita  D'OS 
que  me  disputen  la  autoridad  en  mis  propios  hogares,  como  á  Hahom.i,  á 
quien  la  tierra  adoraba  y  sus  compatriotas  éombatian.  Pero  él  triunfS  no 
valiendo  su  causa  tanto  como  la  mia.    Yo  cederé  todo  por  la  giona; 


VIDA  DE  BOLfYAB.  875 

pero  también  oombatíié  contra  todo  por  ella.  ^  Seráeeta  la  sexta  guerra 
cítü  que  he  tenido  qne  apagar  ?    \  Dios  mió,  me  estremezco  I 

Querido  Gtoneral»  conmigo  será  Yd.  todo,  todo,  todo.  Yo  no  quiero 
nada  para  mi ;  así  Yd.  lo  serft  todo,  sin  que  sea  &  costa  de  mi  gloria,  de 
una  gloria  que  se  ha  fundado  sobre  el  deber  y  el  bien. 

La  prueba  más  inyenciblo  do  mis  sacrificios  á  YenezuéU  y  &  Yd.  es  mi 
decreto  que  ahora  le  mando.  Yo  me  comprometo  con  el  deber  y  con  la 
ley  á  conyocar  la  conrencion  nacional :  no  lo  debo,  y  sin  embargo  me 
inmolo  para  evitar  una  guerra  cítü.  i  Y  aun  quiere  Yd.  más  de  mi 
consagración? 

Crea  Yd.  que  no  pretendo  ni  pretenderé  jomas  hacer  triunfar  un  par- 
tido sobre  otro,  ni  en  la  conyendon  ni  fiíera  de  ella.  No  me  opondré  á 
la  £9deracion ;  tampoco  quiero  que  se  establezca  la  constitución  boliviana. 
Bolo  quiero  que  la  ley  reúna  á  los  ciudadanos,  que  la  libertad  los  deje 
obrar  y  que  la  sabiduría  los  guie,  para  que  admitan  mi  renuncia,  y  me 
d^en  ir  léjoe,muy  lejos  de  Colombia.  Testimonio  de  este  sentimiento  es 
la  venta  de  Aroa  y  la  venta  de  todos  mis  bienes  que  mi  hermana  negocia. 

Adiós,  mi  querido  General :  yo  parto  mañana  para  Puertocabello ;  aUi 
espero  la  respuesta  de  Yd. — ^Puertocabello  es  un  gran  monumento  de  su 
gloria.  ¡  Ojalá  qne  allí  se  alze  tanto  que  pase  la  mia  I  Este  voto  es  sin- 
cero, porque  no  tengo  envidia  de  nadie. 

Reciba  Yd.  la  expresión  de  ardiente  afecto  con  que  le  amo  de  corazón. 

BOLÍVAB. 

Esta  carta  no  necesita  comentarios.  Al  cerrarla,  Revenga, 
que  era  hombre  de  mucha  erudición  y  de  palabras  oportunas  dijo 
al  Doctor  Tillarán  :  margaritas  ante  parcas.,,,  aludiendo  á  un 
pasage  del  Evangelio. — ^El  24  de  Diciembre,  continuó  el  Liber- 
tador su  viaje  por  Cumarebo,  atravesó  el  rio  Moturo  y  siguió 
por  la  costa  :  país  en  general  mal  sano,  donde  pudo  coger  la 
fiebre  perniciosa.  Mas  ningún  sacrificio  le  arredraba,  por  duro 
que  fuera,  si  se  trataba  de  la  felicidad  de  la  patria. 

A  pesar  de  la  opresión  que  ejercía  Páez  en  Caracas  sobre  los 
amigos  del  Gobierno,  ellos  y  casi  todos  los  habitantes  de  esta 
capital  se  llenaron  de  alegría  cuando  supieron  la  aproximación 
del  Libertador. — Páez,  orgulloso  y  pertinaz  en  su  propósito  de 
rebelión,  determinó  oponerse  al  Libertador,  excitó  á  sus  partida- 
rios de  Apure,  á  donde  hizo  un  viage  para  animarlos,  contra  Bo- 
lívar, y  resolvió  tomar  la  ofensiva.....! 

Entre  todos  los  gefes  de  la  Independencia  en  aquella  malha- 
dada época,  Páez  solo  hubiera  podido  concebir  el  horrendo  cri- 
men de  hacer  armas  contra  el  Libertador,  contra  el  Padre  co- 


876  VIDA  DB  BOliVAB. 

man,  (/)ntra  el  Xngel  que  velaba  por  nuestra  libertad  y  por 
derechos  de  la  América. — Bolívar  era  adorado  en  Colombia,  y 
á  Hu  Dombre  ilustre  daba  nuevo  j  más  noble  realce  la  reciente 
libertad  de  dos  repúblicas.  Su  poder,  la  ley  lo  hacia  inmeDSO : 
la  razón,  irresistible.  Y  luego,  ¿cuánta  no  era  la  suma  de  gra- 
titud que  todos  debíamos  á  aquel  hombre  infatigable  en  el  em- 
peño de  nuestra  redención  ? — Páez  le  era  deudor  de  sus  títulos, 
de  su  autoridad  y  hasta  de  su  vida  misma.  Bolívar  hubiera  po- 
dido hacer  con  él,  en  Apure,  el  acto  tremendo  dé  justicia  que 
ejecutó  con  Piar  en  Guayana. — Causa  bastante  hubo. — ^Pero  fué 
magnánimo,  y  remitiendo  la  pena,  supo  cubrir  la  ofensa  con  el 
olvido.  ¿  Quién  hubiera  temido  desagradecimiento  de  parte  de 
Páez  á  tantos  y  tan  grandes  beneficios  ?  Conoce  el  animal  á 
quien  le  hace  bien  y  ama  y  sigue  á  su  señor  ;  el  león,  perdida 
HU  ferocidad,  está  manso  delante  del  que  le  sustenta ;  y  el  hom- 
bre  pero  ah  1  Ninguna  cosa  saben  agradecer  los  malos,  es- 
cribe Séneca  ;  y  esta  observación  es  incontestable. 

Y  sucedió,  que  tomando  Páez  las  disposiciones  convenientes, 
hizo  marchar  al  Coronel  Manuel  Cala  con  tropas  sobre  B^ñnas, 
en  combinación  con  las  que  el  Coronel  Elorza  debia  mandar  en 
Apure.  Escribió  esforzadamente  á  todos  sus  amigos ;  levantó 
á  Torrellas  en  Barquisimeto,  y  él  mismo  se  aprestaba  á  hacer  la 
guerra. — Mas,  al  oir  el  nombre  mágico  del  Libertador,  los  pue- 
blos se  decidieron  contra  Páez. — Cala  se  vio  impotente  en  Barí- 
nas;  y  Torrellas  huyó,  abandonado  por  sus  tropas.  El  Ge- 
neral Miguel  Guerrero,  con  quien  Páez  contaba,  se  pronunció 
fielmente  por  Bolívar,  é  hizo  pronunciar  contra  Páoz  á  los  can- 
tones del  Mantecal,  Guasdualito  y  las  parroquias  de  Bancolargo 
y  Apurito  ;  levantó  mil  llaneros  montados  que  sostenían  al  Li- 
bertador, é  impidió  á  Páez  la  retirada  hacia  los  llanos ;  el  Doc- 
tor Peña  y  el  Coronel  Cistiaga,  acérrimos  partidarios  de  la  in. 
surrección,  fueron  aprehendidos  y  remitidos  prisioneros  á  Mara- 
caybo. — Araure  se  pronunció  contra  Páez,  y  todo  Carabobo  se 
conmovió  al  leer  las  proclamas  del  gran  caudillo.  El  Tuy,  Can- 
cagua y  las  inmediaciones  de  Caracas  segundaron  los  patrióticos 

esfuerzos  de  Barinas,  Maracaybo  y  Carabobo Páez  estaba 

desconcertado  y  su  ruina  era  probable ;  pero  contaba  con  el 
batallón  Anzoátegui  en  Valencia  y  con  algunos  guias  y  lanceros 
de  la  Victoria. — Los  gérmenes  de  una  lucha  intestina  estaban 


VIDA  DB  BOLÍYAB.  877 

sembrados. — La  integridad  nacional,  sostenida  por  el  Liberta- 
dor, alcanzaría  ol  triunfo,  sin  duda ;  pero  ¿  quién  podría  decir 
cuánto  duraría  aquel  incendio  en  que  iban  á  ser  devoradas  tan- 
tas vidas,  y  consumidos  tantos  valores,  tantos  sacrificios,  tantas 
y  tan  generosas  virtudes  ? — Las  gi*andes  proezas  de  la  indepen- 
dencia habian  cesado  con  aquella  época  de  constancia  y  glo- 
ría  ;  ahora  comenzaban  los  crímenes,  las  ingratitudes  y  las 

traiciones,  cuya  época,  por  desgracia,  no  tuvo  tan  pronto  fin. 

En  las  criticas  circunstancias  que  dejo  referidas  llegó  el  Li- 
bertador á  Puerto  Cabello  el  31  de  Diciembre  de  1826. — Nada 
alcanzó  á  saber  de  los  favorables  sucesos  ocurridos  en  Apure, 
Barínas  y  Garabobo,  ni  aun  tuvo  noticia  de  que  el  General  José 
Tadeo  Monágas  reunia  fuerzas  para  sostener  á  Colombia  contra 
Páez  en  Maturin. — Su  ardiente  imaginación  le  pintaba  todos 

los  horrores  de  una  guerra  civil  en  Venezuela i  Oh  grande 

infelicidad  de  aquellos  tiempos  I  |  Qué  triste,  qué  miserable 
contienda  I  Salir  del  arduo  y  primoroso  asunto  de  la  indepen- 
dencia de  un  mundo,  para  pelear  con  Páez,  que  queria  mandar 
sin  responsabilidad  ni  ley  I  i  Haber  de  desnudar  la  espada  he- 
roica que  venció  en  Junin  para  someter  á  un  rebelde  desvanecido 
Y  porfiado  que  clavó  el  puñal  en  el  corazón  de  la  patria  por  no 
someterse  al  juicio  á  que  la  ley  lo  Uamaba  I 


CAPÍTULO    UL 
1827. 

DbOHRO  di  AlfHIlTÍA.  DI  1^  DB  BinUU)  —  ■OHBTIMUIITO  DI  pIb  —  PBOOLAMA  DI 
BOLÍVAR  —  PÁB  PIOB  BBR  JÜSOAOO  —  BISPÜBSTA  DBL  UBBBTAOOB  —  TA  X  TALBBOIA 
—  DBSAGRADO  OCURRIDO  BN  LA  HB8A  BL  DÍA  DB  80  LLBQADA  —  UQOB  BL  LIBBRTADOB 
PARA  OARÍCAB —  BU  BMTRADA  B2f  B8TA  CAPITAL. 

HAY  negocios  qae  piden  espacio  y  madura  atención,  y  otros 
prontitud  en  su  resolución  ;  porque,  en  estos,  es  más  da- 
ñosa la  calma  que  la  temeridad,  ganando  el  peligro  ó  perdiendo 
la  ocasión  todo  lo  que  se  detiene  la  consulta.  El  asunto  en 
que  el  Libertador  entendía  me  parece  que  era  de  este  género. 
Caminaban,  j  aun  pudiera  decir  que  volaban  los  sucesos ;  j  por 
lo  mismo  era  preciso  que  tuviera  alas  el  consejo  j  que  se  hallase 
(para  servirme  de  una  expresión  de  Séneca)  como  á  la  mano  {svb 
manu  nascatur). — La  noche  del  31  de  Diciembre  de  1826  la 
pasó  el  Libertador  en  terrible  agitación.  Opinaban  muchos  que 
cayese  inmediatamente  sobre  Páez  y  pulverizase  k  los  enemigos 
de  la  integridad  de  Colombia. — Es  cosa  de  dias,  exclamaban,  y 
quedará  bien  castigado  el  crimen  de  insurrección..... — Consejos 
fervorosos :  á  la  primera  vista  siempre  gratos,  pero  que  en  la 
qjecudon  suelen  ser  duros  y  en  los  sucesos  tristes. — ^Defendían 

(879) 


880  VIDA  DE  BOliVAB. 

otros  el  pensamiento  del  Libertador,  que  era  no  derramar  la 
sangre  hermana  :  "  Estos  son  extravíos,  decia ;  consecuencias  de 
^*  pérfidos  consejos  que  debemos  lamentar  ;  .  temeridades  de 
*'  Páez,  cuyo  juicio  no  reconoce  los  daños  que  hace  á  la  patria 
"  con  su  alzamiento.  Está  ciego  de  ambición. — Pero  yo  debo 
"  medir  mis  pasos  por  los  intereses  y  las  conveniencias  publicas, 
"  y  todo  rae  persuade  que  el  mayor  de  los  males  que  puede  aflijir 
'^  á  Colombia  es  la  guerra  civil.  Nada  hay  más  pernicioso  eu 
"  las  repúblicas,  porque  cuando  echa  raices  la  discordia,  no  tie- 
''  nen  término  los  males ;  se  hace  menor  cada  vez  la  fuerza  de 
"  los  buenos  y  acrece  la  de  los  perturbadores  que  arruinan  el 
"  país  ó  lo  entregan  al  despotismo  militar " 

Llevado  de  estas  graves  y  sensatas  consideraciones,  el  Liber- 
tador quiso  tentar  los  medios  suaves,  para  justificar  la  severidad 
con  que  emprendería  después  la  guerra,  si  aquellos  fuesen  inú- 
tiles ;  y  el  1°  de  Enero  expidió  un  decreto,  en  virtud  de  sus  fa- 
cultades extraordinarias,  concediendo  la  más  amplia  amnistía  á 
los  comprometidos  por  sus  actos,  discursos  ú  opiniones  con  mo- 
tivo de  las  reformas ;  disponiendo  que  su  autoridad  como  Presi- 
dente de  la  República  fuese  reconocida  y  obedecida,  juzgándose 
todo  acto  de  hostilidad  posterior  como  ddüo  de  Estado^  y  que 
Páez  continuara  ejerciendo  la  autoridad  civil  y  militar  bajo  el 
nombre  de  Jefe  Superior  de  Venezuela.  El  Libertador  prome- 
tía que  se  convocaría  la  Convención  nacional,  según  ya  lo  habia 
ofrecido  por  su  proclama  de  Maracaybo. 

Envióse  este  decreto  á  Páez,  que  permanecía  en  Valencia, 
en  el  mismo  dia. —  Bolívab  habia  deseado  inaugurar  el  año 
con  un  acto  espléndido  de  generosidad  y  grandeza,  y  nada 
halló  más  propio  que  el  decreto  de  Trasíbulo.... 

Páez  comenzaba  ya  á  dar  muestras  de  pesarle  su  mal  acon- 
sejada inobediencia,  y  no  desoyó  la  voz  de  Bolívar  queriendo 
poner  término  á  los  males  inmensos  que  causara  su  insurrec- 
ción.— Reconoció  la  autoridad  de  aquel  como  Presidente  de 
Colombia;  anuló  los  decretos  de  convocación  de  Congreso, y 
mandó  que  el  Libertador  fuera  recibido  en  triunfo  por  todos 
los  pueblos  del  tránsito  y  en  Caracas  :  honores  que  le  hablan 
sido  concedidos  por  el  Congreso  de  Colombia  para  cuando 
regresara  del  Peni. 

Bolívar  recibió  con  alborozo  y  patriótico  contento  la  no- 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  381 

ticia  feliz  de  que  en  Venezuela  habia  terminado  la  guerra  ci- 
vil. Inmediatamente  lo  anunció  á  los  pueblos,  excitando  á 
que  todos  se  diesen  el  ósculo  de  paz;  recordando  á  los  gra- 
nadinos y  venezolanos  que  habían  sido  hermanos  en  los  cam- 
pos de  la  gloria  y  en  los  consejos  de  la  sabiduría  y  les  ro- 
gaba que  olvidasen,  como  él  lo  habia  hecho,  lo  que  supiesen 
de  aquellos  dias  de  dolor,  para  que  el  silencio  borrase  tan 
luctuosos  recuerdos. — La  proclama  es  muy  bella  para  no  oiría 
de  la  boca  misma  de  Bolívar.    Dice  así : 

Colombianos  t  £1  orden  y  la  ley  han  reintegrado  su  reino  celestial  en 
todos  los  ángulos  de  la  República.  La  asquerosa  y  sanguinaria  serpiente 
de  la  discordia  huye  espantada  del  tris  de  Colombia.  Ya  no  hay  más 
enemigos  domésticos :  abrazos,  ósculos,  lágrimas  de  gozo,  los  gritos  de 
una  alegría  delirante  llenan  el  corazón  de  la  patria.  Hoy  es  el  triunfo  de 
la  paz  I 

Granadinos  I  Vuestros  hermanos  de  Venezuela  son  los  mismos  de  siem- 
pre :  conciudadanos,  compañeros  de  armas,  hijos  de  la  misma  suerte : 
hermanos  en  Cúcuta,  Mquitao,  Tinaquillo,  Bárbula,  las  Trincheras,  San 
Mateo,  la  Victoria,  Carabobo,  Chire,  Yagual,  Mucuritas,  Calabozo,  Que- 
seras, Boyacá,  Cartagena,  Maracaybo,  Puerto-Cabello,  Bombona,  Pinchin- 
cha,Junin,  Ayacucho ;  y  en  los  Congresos  de  Guayana,  Cuenta  y  Bogotá : 
todos  hermanos  en  los  campos  de  la  gloría  y  en  los  consejos  de  la  sabi- 
duría. 

Venezolanos,  Apurefios,  Maturíneses  I  Cesó  el  dominio  dol  mal.  uno 
de  vosotros  os  trae  un  bosqi^e  de  olivos,  para  que  celebremos  a  su  sombra 
la  fiesta  de  la  libertad,  de  la  paz  y  de  la  gloría.  Ahoguemos  en  los  abis- 
mos del  tiempo  el  afio  de  26 ;  que  mil  siglos  lo  alejen  de  nosotros  y  que 
se  pierda  para  siempre  en  las  más  remotas  tinieblaa  Yo  no  he  sabido  lo 
que  ha  pasado. 

Colombianos  i  Olvidad  lo  que  sepáis  de  los  dias  de  dolor,  y  que  su  re- 
cuerdo lo  borre  el  silencio. 

Cuartel  general  Libertador  en  Puerto-Cabello,  á  8  de  Enero  de  1837, 17^. 

Simón  Bolívab. 

■ 

Páez  solicitó  del  Libertador,  después  de  haber  reconocido  su 
autoridad,  que  le  mandara  juzgar  sobre  su  acusación  pendiente. 
Sumisión  extemporánea  ;  porque,  después  del  decreto  de  olvido, 
no  se  reconocian  culpables  en  Venezuela  por  los  sucesos  de  1826 
y  consiguientemente  no  podía  haber  juicio.  Alumbraba  tarde  á 
Páez  la  aurora  de  la  delicadeza  y  del  deber ! — Bolívab  contestó 
aquella  insulsa  petición,  diciendo  á  su  secretario  las  siguientes 


1 


882  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

palabras,  qne  trasmitió  al  candillo  de  la  iusürreccion  : — "Ajer 
"  el  General  Páez  ha  salvado  la  República  y  la  ha  dado  ana 
"  vida  nueva.  Reuniendo  las'  reliquias  de  Colombia,  el  Gene- 
"  ral  conservó  la  tabla  de  la  patria,  que  habia  naufragado  por 
'*  los  desastres  de  la  guerra,  por  las  convulsiones  de  la  natn- 
" raleza  y  por  las  divisiones  intestinas;  y  en  cien  combates 
"  ha  expuesto  su  vida  valerosamente  por  libertar  al  pueblo, 
'*  que,  reasumiendo  la  soberanía,  ha  dado  sus  leyes  fundamen- 
"  tales.  Estas  son  las  leyes  ofendidas :  este  es  el  pueblo  que  le 
''  debe  gratitud  y  admiración.  Hoy  nos  ha  dado  la  paz  domés- 
^  tica.  Yámos,  como  Scipion,  á  dar  gracias  al  Cielo  por  haber 
'*  destruido  los  enemigos  de  la  República,  en  lugar  de  oir  quejas 
"  y  lamentos.  En  este  dia  solo  debe  hablar  la  voz  del  gozo  y 
"  el  sentimiento  de  la  generosidad. — El  General  Páez,  lejos  de 
"  ser  culpable,  es  el  Salvador  de  la  patria.  Así  que,  no  habien- 
"  do  culpados  en  Venezuela  por  la  causa  de  Im  reformas,  según 
"  el  decreto  de  1**  de  Enero,  sería  una  violación  de  aquella  ley 
"  sagrada  el  abrir  un  juicio  cualquiera." 

Esta  contestación  es  verdaderamente  censurable.  Llamar  ¿ 
Páez  "  Salvador  de  la  Patria"  solo  por  haber  reconocido  la  au- 
toridad de  la  ley,  sus¡>endiendo  el  torrente  de  males  que  su  ino- 
bediencia y  rebelión  derramaron  sobre  Colombia,  es  ligereza. 
Bolívar  queria  ser  tan  generoso  con  sus  enemigos,  que  sus  ex- 
presiones exageradas  le  enajenaban  el  afecto  de  los  amigos  y  le 
colocaban  á  veces  en  la  raya  de  la  imprudencia. 

Muchos  han  censurado  la  amnistía  decretada  por  el  Liberta- 
dor en  1^  de  Enero,  teniéndola  como  un  acto  de  debilidad  que 
dejó  triunfante  la  revolución  y  dio  para  lo  venidero  funesto 
ejemplo.  He  oido  decir  que  si  el  Libertador  no  se  apresura  á 
dar  aquel  decreto,  esperando  más  bien  los  efectos  de  las  provi- 
dencias militares  que  habia  dictado,  Páez  se  habría  sometido 

por  la  fuerza,  porque  no  le  quedaba  otro  camino Esto  sin 

duda  estaba  en  el  orden  de  la  posibilidad  ;  pero  no  era  cierto. 
Y  lo  que  esta  fuera  de  cuestión  es,  que  Páez  hubiera  podido 
prolongar  una  guerra  desoladora  en  Venezuela  y  afl^jir  á  nues- 
tras poblaciones  con  males  inmensos  ;  peligro  que  debia  procu- 
rar evitarse  á  cualquier  precio.  Glorioso  y  digno  del  Liberta- 
dor era  dar  la  paz  con  el  perdón ;  porque  él  sabia  que  en  la 
guerra  interior,  ningún  triunfo  es  tan  feliz  que  no  sea  mayor  el 


VIDA  BE  BOLÍYAB,  888 

dafio  qae  se  recibe  con  él,  y  mayores  los  gastos  hechos  y  las  pe- 
Das  sufridas  que  las  recompensas  alcanzadas.  * 

Pax  óptima  renmi 

Qoaa  homini  noyisBe  datom  est,  pax  mía 
Trimnphifl  mnmneris  potior. 

(SiuItal.) 

El  Libertador  marchó  de  Puerto  Cabello  (4  de  Enero)  segui- 
do de  muy  pocas  personas,  f  j  Be  encontró  con  Páez  y  su  nume- 
rosa comitiva  al  pié  del  cerro  de  Naguanagua.  La  entrevista 
del  gran  campeón  de  la  Independencia  con  sus  antiguos  compa- 
fieros  de  armas  de  Venezuela,  fué  franca  y  cordial. 

Bolívar  era  muy  generoso  y  olvidaba  prontamente  las  ofensas. 

En  el  mismo  día  hizo  su  entrada  triunfal  en  Valencia,  donde 
los  habitantes  manifestaron  el  mayor  entusiasmo  con  la  vista 
del  Libertador  "  cefiido  de  hermosos  laureles,  y  á  quien  debian 
"  en  su  mayor  parte  la  independencia,  la  libertad  y  la  paz." 

El  Libertador  se  hospedó  en  la  casa  del  General  Páez. 

En  la  mesa  tuvo  lugar  un  serio  desagrado  que  voy  á  referir 
con  minuciosidad,  porque  da  la  medida  del  temple  de  alma  de 
Bolívar. 

Habia  publicado  Páez  una  proclama  referente  á  los  sucesos 
que  vienen  contados,  y  cuyo  documento  se  acabó  de  imprimir 
muy  tarde.  Tngeron  á  la  casa  los  primeros  ejemplares  cuando 
todos  se  hallaban  en  la  mesa ;  y  el  Coronel  Matías  Escuté,  Gefe 

*  Santander  tampoco  apoyó  por  algon  tiempo  las  miraa  y  proyidencias  del 
Libertador,  para  formar  mi  ejército  capaz  de  someter  á  Páez  y  á  sos  partidarios 
qne  intentaran  hacer  la  g;aerra.  Así  fué  qne  recibía  y  dejaba  sin  respuesta  las 
comunicaciones  del  Secretario  general  Revenga,  aun  cuando  fueran  los  más  ur- 
gentes, bi^  el  pretexto  de  que  el  Gobierno  ignoraba  en  Bogotá  el  objeto  de 
aqueUoe  preparatiyos  militares.  Sin  embargo,  varió  de  conducta  á  la  mitad  de 
Enero,  lu^go  que  recibió  loe  decretos  de  Maracaybo,  en  los  que  se  decia  bien 
claro  ser  destinados  los  aprestos  béUcos  &  restablecer  el  orden  en  Venezuela  y 
en  loe  otroe  distritos  que  desobedecían  al  gobierno  nacional  Entonces  dio  pro- 
videncias, aunque  tardías,  para  que  se  enviasen  al  Libertador  loe  socorros  que 
habia  pedido.  Esta  falta  de  cooperación  del  Vicepresidente,  quien  jamas  hu- 
biera auxiliado  cordialmente  á  Bolívar  en  aquellas  circunstancias,  es  una  prueba 
adicional  y  perentoria  de  la  cordura  y  acierto  con  que  procedió  aquel,  ahogado 
1a  hidra  de  la  guerra  civil  con  su  memorable  decreto  de  V  de  Enero.  (RzaTano.) 

f  En  el  tránsito  de  Puerto  CabeUo  á  Valencia  se  iocorporaroa  loe  cuatro  her- 
manoa  Ibarra,  fieles  amigos  de  Bolívar. 


384  VIDA  DE  BOliVAB. 

de  Estado  Mayor  de  Páez,  repartió  él  mismo  dicha  proclama, 
producción  suya  tal  vez,  á  los  oficiales  que  acompañaban  al  Li* 
bertador. — Con  este  venia  desde  el  Perú,  en  calidad  de  Cape- 
llán, el  Doctor  Tillarán,  sujeto  respetable,  y  al  cual,  Escoté,  in- 
tencioualmente,  no  dio  un  ejemplar  do  lo  que  distribuia.  Ksctité 
hacia  alarde  de  incrédulo  y  de  tener  una  moral  estragada,  y  lle- 
vaba su  sistema  hasta  la  incivilidad. — Sintióse  con  razón  el 
Doctor  Yillarán  de  aquel  desdoro  que  sin  causa  se  le  hada,  7 
no  quiso  recibir  la  proclama  de  manos  de  otro  que  se  la  brinda- 
ba.—  Entonces,  Escuté,  creyendo  que  Villarán  desaprobaba  el 
contenido  del  documento,  le  dirijió  algunas  palabras  malsonante?, 
y  la  disputa  se  acaloró  hasta  llamar  la  atención  del  Libertador. 
— Este  preguntó  qué  pasaba,  y  su  Capellán  le  informó  con  ver- 
dad del  hecho. — Bolívar  le  dio  la  justicia  que  tenia  ;  reprendió 
severamente  á  Escuté,  y  pasando  más  allá,  en  un  arranque  de 
incomodidad,  zahirió  á  Páez  y  á  los  suyos  que  le  oían  :  JEstd  Vd. 
todavuí,  Señor  Escuté,  con  las  manos  tintas  en  sangre  amsn- 
cana,  le  dijo, pues  acaba  Vd»  de  salir  de  hs  Jilas  españolas;  ¿y 
se  atreve  Vd,  á  insultar  á  mi  capdlan  y  á  faltarme  al  receto 
á  mi  que  soy  el  Presidente  de  Colombia  ?  ¿  Piensa  Vd,  que 
no  recuerdo   que  en   Semen   mandaba    Vd,  una  compañía  de 

cazadores  realistas  f Siguió  la  invectiva  contra  Escuté,  y 

trayendo  muy  á  propósito  la  idea  de  que  este  habia  osado  hacer 
lo  que  hizo  contando  en  el  patrocinio  de  Páez  : — Aquí  no  hay 
más  autoridad  ni  más  poder  que  el  mió,  le  dijo  ;  yo  soy  como  á 
Sol  entre  todos  mis  tenientes,  que  si  brillan  es  por  la  luz  que  yo 
les  presto 

La  comida  acabó  en  el  silencio  y  el  estupor. 

Los  pocos  amigos  y  oficiales  del  Libertador  se  le  acercaron, 
y  luego  que  se  calmó,  le  representaron  el  peligro  que  corría  de 
ser  sacrificado  fácilmente,  rodeado  como  estaba  de  enemigos  en 
quienes  nunca  son  poderosos  los  beneficios  para  asegurar  la  re- 
conciliación y  el  respeto.  Pero  el  Libertador  contestó  con  la 
mayor  serenidad  :  "Nada  temo  ;  ellos  no  se  atreverán  á  hacer 
nada."  Y  así  fué  en  efecto ;  sirviendo  la  energía  de  Bolívar 
para  desengañar  á  los  que  confiaban  aun  en  la  omnipotencia  de 
Páez. 

De  Valencia  siguió  Bolívar  para  Caracas  por  Ouacara,  Mara- 
cay  y  San  Mateo,  pasando  por  estos  sitios  donde  halló  tantos  re- 


YIDA  DE  BOLÍVAR.  385 

cnerdos  j  al  través  de  una  población  que  le  manifestaba  el  amor 
más  tierno. — Y  en  Caracas,  ¿  qué  pluma  podrá  describir  el  en- 
tusiasmo de  los  hermanos  del  héroe,  de  sus  amigos  de  la  infancia, 
de  sus  camaradas,  del  pueblo  que  le  vio  nacer  7  que  le  amaba 
con  delirio  ?  Bolívab  venia  del  Potosí  :  habia  fundado  tres 
repúblicas ;  habia  destruido  el  ominoso  poder  espafiol  y  por 
medio  de  hassañas  inauditas  7  triunfos  esclarecidos  habia  dado 
independencia  7  libertad  á  todo  el  vasto  país  de  la  América  del 
Sur,  desde  las  playas  del  Mar  Caribe  hasta  el  desierto  de  Ata- 
carnes.  !  Qué  honra,  qué  gloría  para  Caracas  I — La  iíustre  muni- 
cipalidad acordó  se  tributasen  á  su  entrada  al  Presidente  Liber- 
tador, Simón  Bolívar,  los  honores  del  triunfo  que  le  estaban  acor- 
dados por  decreto  de  20  de  Julio  del  afio  undécimo,  7  que  para 
darle  una  prueba  patética  de  amor  ilimitado,  ademas  de  otras 
demostraciones,  se  enviase  una  comisión  de  cuatro  individuos 
I^asta  donde  se  le  encontrase,  á  presentarle,  como  el  homenage 
más  digno,  el  corazón  del  pueblo  caraqueño,  sirviéndoles  de  cre- 
dencial el  testimonio  del  mismo  acuerdo.  Los  SeQores  Dr. 
Felipe  F.  Paul,  Manuel  López,  Esteban  Molown7  7  José  Ven- 
tura Santana  fueron  elegidos  para  cumplir  el  acuerdo  de  la  mu- 
nicipalidad, 7  se  pusieron  luego  en  camino  acompañados  de  otras 
muchas  personas  que  desearon  anticiparse  al  gozo  de  saludar  al 
Libertador. 

El  10,  teniéndose  noticia  positiva  que  Bolívar  llegaría  ese 
día,  toda  la  ciudad  apareció  al  ra7ar  la  aurora  con  los  signos 
del  más  intimo  regocijo :  la  alegría  reinaba  en  los  rostros,  el 
gusto  en  los  vestidos,  los  gritos  del  contento  en  las  calles,  la 
tranquila  complacencia  en  las  casas  :  la  dulce  confianza  en  los 
corazones....  todo,  en  fin,  parecia  anegado  en  un  océano  de  dicha. 
El  tránsito  se  veia  cubierto  de  arcos,  que  aunque  no  comparables 
á  los  suntuosos  de  mármol  que  la  fastuosa  Boma  elevaba  á  Tra- 
jano,  ni  á  los  que,  contra  el  voto  de  sus  sentimientos,  edificó  la 
humillación  de  los  vencidos  á  los  afortunados  conquistadores  ; 
mil  veces  eran  más  demostrativos  de  afecto  7  gratitud,  porque 
los  ofrecia  el  corazón,  levantados  de  amarillas  palmas  7  verdes 
sauces,  embellecidos  con  lazos  de  cinta  7  gallardetes  tricolores 
en  que  estaban  inscriptos  elogios  del  héroe.  Las  calles  se  ha- 
llaban vestidas  de  damasco  de  variados  colores,  7  guarnecidas 
de  las  tropas  de  línea  7  cuerpos  cívicos  uniformados,  que  á  solir^ 

26 


886  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

citud  de  la  I.  Municipalidad  ee  habian  reunido  al  intento :  los 
frontispicios  de  las  casas  decorados  con  palmas  y  flores  :  en  las 
paredes  entre  espejos  y  cuadros,  se  veian  expuestos  retratos  del 
Libertador :  himnos  en  su  gloria  ;  y  multitud  de  diversas  íds-  « 
cripciones  en  su  alabanza.  En  las  ventanas  de  toda  la  ciudad 
flameaban  los  pabellones  de  Colombia,  Perú,  Bolívia,  Estados 
Unidos,  etc. ;  y  de  la  boca  de  los  espectadores  eran  contÍDuos 
los  Víctores  de  todos  conceptos  al  ilustre  triunfador. 

Mas  ya  el  momento  dichoso  se  aproximaba :  la  gente  no  cabia  en 
las  calles,  y  comprimida  se  impedia  el  movimiento :  apiñada  en 
las  puertas  y  ventanas,  poblaba  también  hasta  los  tejados ;  y  de 
esta  suerte  aguardaban  todos  ansiosos  el  instante  de  herir  con  sos 
miradas  al  numen  cuya  tardanza  los  tenia  ya  angustiados.  La  I. 
Municipalidad  que  habia  invitado  al  colegio  de  abogados,  á  las 
comunidades  religiosas,  á  los  alumnos  del  seminario,  etc.,  se  vela 
confusa  con  ellos  entre  la  infinidad  que  no  permiüa  campo  para 
marchar  con  orden.  En  la  entrada  de  la  ciudad,  se  hizo  al  Li- 
bertador dejar  el  caballo  para  montar  en  una  carroza  lindamente 
aderezada,  que  voluntariamente  ofreció  el  Señor  Jacobo  Idler, 
ciudadano  de  los  Estados  Unidos,  de  que  tiraban  dos  bizarros  ca- 
ballos cubiertos  de  hermosas  mantas  amarillas,  conducidos  por 
el  mismo  Idler. 

Pero,  ah  I  desistir  es  indispensable  I  ¡  Infructuosa  empresa 
seria  pretender  reducir  á  expresión,  lo  que  apenas  puede  caber 
en  la  idea  I  Una  imaginación  de  fuego,  un  idioma  exclusivo  del 
placer,  las  plumas  de  las  musas,  la  elocuencia  de  Demóstenes,  el 
lenguaje  de  Cicerón,  serían  insuficientes  para  formar  solo  un 
ligero  recuerdo  de  la  expansión  de  los  corazones,  de  la  expresión 
que  los  afectos  daban  á  los  semblantes,  del  retumbido  de  los 
aplausos,  cuando  al  fin,  vivificando  á  Caracas  como  el  sol  á  la  na- 
turaleza, se  dejó  ver  en  su  triunfo  Bolívab  ;  y  aunque  traía  más 
inmarcesibles  y  numerosos  timbres  que  todos  los  campeones  qne 
hasta  ahora  coronó  Marte  y  celebraron  los  clarines  de  la  fama, 
él  venia,  no  con  la  pompa  dispendiosa  de  Julio,  ni  con  la  sacri- 
lega vanidad  de  Marcelo,  sino  con  la  sencillez  republicana  de  nn 
^  Quínelo,  y  la  popularidad  amable  de  un  Valerio.  Su  magnifi- 
cencia  inimitable  la  constituye  la  profusión  de  los  afectos  de 
.  amor,  consuelo  y  gratitud  que  encierran  los  pechos  ;  su  pompa,  la 
L  inmensidad  y  lucimiento  del  gentío ;  su  fausto,  el  eco  de  las 


I 


VIDA  DE  BOliVAB.  387 

sinceras  aclamaciones  en  que  se  exhalan  los  corazones  ;  su  brillo, 
la  armonía  de  la  opinión,  y  la  dulce  fraternidad,  que  en  medio 
de  la  confusión  de  sentimientos  se  distingue  estrechando  todo  el* 
concurso. 

Así  fué  llevado  el  Libertador,  con  la  lentitud  que  requería  el 
movimiento  simultáneo  de  tan  numeroso  concurso.  El  carro 
se  veia  obligado  á  pararse  á  cada  instante,  ínterin  la  multitud, 
comprímiéndose  hasta  no  poder  respirar,  abría  una  estrecha 
senda  para  su  paso.  El  sexo  amable,  ricamente  adornado,  cuyas 
gracias  seductoras  aumentaba  el  fuego  del  alborozo  general,  desde 
las  ventanas  y  balcones  arrojaba  laureles,  rosas  y  otras  escogi- 
das flores,  á  cuyo  acto  el  héroe  correspondía  con  corteses 
demostraciones. 

Con  tan  grande  solemnidad  se  encaminaba  el  pueblo  con  su 
ídolo  al  santuario  metropolitano,  á  tributar  al  Ser  Eterno  el  ho- 
menage  debido  por  beneficio  tan  singular.  Caracas  íntegra 
quiso  también  entrar  en  el  templo,  y  fué  tal  la  compresión,  que, 
todos  temieron  ser  sufocados :  los  pulpitos  y  hasta  los  pedestales 
de  los  altares  fueron  ocupados  por  las  gentes  :  las  bóvedas  del 
edificio  no  cesaban  de  resonar  con  los  aplausos  de  todo  un  pue- 
blo ;  y  postrado  ya  el  vencedor  ante  la  ara  de  los  sacrificios, 
fueron  todavía  necesarios  muchos  esfuerzos  para  conseguir  el 
lugar  necesario  á  los  ministros  del  culto  que  debian  entonar  el 
cántico  de  acción  de  gracias. 

Concluido  el  solemne  Te  Deum,  entre  las  mismas  aclamacio- 
nes fué  conducido  el  Libertador  á  la  espaciosa  casa  que  de  an- 
temano le  tenia  preparada  su  familia,  en  la  que  brillaban  el  gusto 
la  riqueza  y  el  primor.  En  las  puertas  de  la  sala, recibió  al  Liber- 
tador una  lucida  comitiva:  quince  jóvenes  ricamente  adornadas 
componian  tres  coros  de  cinco  cada  uno  :  la  que  presidia  el  1^ 
llevaba  el  pabellón  de  Colombia  y  le  seguian  cuatro  que  simbo- 
lizaban la  consianoiaj  el  valor,  el  heroísmo  y  el  denuedo :  la  que 
dírígia  el  2°  llevaba  el  pabellón  de  la  república  del  Perú  acom 
panada  de  la  modestia,  la  probidady  el  desinterés  y  la  maganimi- 
dad:  la  3'  finalmente  sostenia  el  estandarte  de  la  república  de 
Bolívia  y  la  hacian  séquito  X^kjusticioL,  IsLpolüioa,  la  generosidad 
y  la  gloria.  Todas  llevaban  cestiUas  de  mimbres  adornadas  y 
llenas  de  flores  que  esparcieron  al  aire  regando  el  tránsito  del 
Libertador.    Otras  dos  jóvenes  se  antepusieron  á  presentarle  dos 


888  TIDA  DE  BOLÍVAE. 

coronas  de  laurel,  ana  por  el  triunfo  obtenido  sobre  los  tiranos 
de  la  patria,  j  la  otra  por  el  que  babia  alcanzado  contra  la  guerra 
civil.  El  Libertador  las  recibió  en  sus  roanos  y  tomando  la  pa- 
labra en  medio  del  numeroso  concurso  dejó  oir  su  voz  cuyo  eco 
conmovía  y  trasportaba  los  corazones  americanos  y  dijo :  Señores: 
Dos  coronas  me  presenta  un  ángel.  Esta  es  él  premio  ddtriunjoy 
denota  poder.  En  Colombia  ha  triunfado  d  pueHb  que  es  d 
único  soberano ;  téngala  pues  el  pueblo  ;  y  la  arrojó  entre  la 
multitud.  Esta.oira  es  de  laureles,  corresponde  al  Ejfrcüo  U 
bertador  :  todos  habéis  sido  soldados  del  ejército :  todos  sois  U- 
bertadores.  Esta  corona  es  vuestra,  y  la  arrojó  también  al  pue- 
blo, que  llevaba  su  entusiasmo  hasta  la  idolatría.— Concluida 
esta  arrenga,  una  orquesta  de  músicos  siguió  la  festiva  7  bri- 
llante comitiva  hasta  la  segunda  sala  en  que  tomando  sus  puestos 
en  torno  del  Libertador,  entonaron  la  canción  siguiente : 

Después  de  seis  inTiemoB 
De  ausencia  tan  acerba, 
I  Qué  males  ha  Bofrido 
La  triste  Venezuela  I 

Y  Caracas  la  ilustre 
Bin  otra  delincuencia 
Que  ser  todos  sus  higos 
Alumnos  de  Minerva. 

Por  fin  la  Prr)yidencia 
Oyó  nuestros  clamores. 

Y  del  Perú  á  Carftcas 
£1  gran  Bolíyaryuéla. 
Sabio,  prudente  y  justo 
Hará  que  no  se  pierda 
Obra  de  tantos  afios 
Que  su  espada  conserva. 

Concluida,  la  sefiorita  que  llevaba  el  pabellón  de  Colombia 
acompafiada  de  su  coro  le  presentó  el  pendón  de  la  república 
dirigiéndole  la  siguiente  alocución :  "  Este  pabellón  será  el  mo- 
numento eterno  del  heroísmo,  de  la  constancia,  valor  y  denuedo 
con  que  lo  colocaste  en  el  templo  de  la  gloria.  Colombia  unida 
por  el  fuerte  anillo  de  tu  nombre  recibe  nuevo  ser  con  tu  pre- 
sencia."— Siguió  del  mismo  modo  la  que  traia  el  del  Perú  y  con 
serenidad  le  dijo :    "  Rompiste  el  cetro  que  labró  Pizarro  y  des- 


i 


YTDX  DE  BOIÍYAB.  389 

pedazaste  el  león  de  Castilla,  arrojando  la  hidra  de  la  discordia, 
^n  modestia  te  ensalza  sobre  las  cumbres  del  Ghimborazo,  j  este 
pendón  tremola  en  el  Perú  bajo  tu  sombra/' — TTltimamente  se 
acercó  al  Libertador  la  señorita  que  conducia  el  de  Bolivia  y  le 
habló  así :  ^  Con  el  resplandeciente  brillo  de  tus  proezas  has 
eclipsado  al  padre  de  las  luces  que  los  Incas  adoraron  ;  Bolivia 
blasona  tu  nombre,  7  á  tu  espada  y  tu  pluma  le  debe  su  libertad 

y  su  dicha." 

I» 

A  esto  siguieron  las  demás  jóvenes  poniendo  en  manos  del  Li- 
bertador sus  respectivas  banderas  quien  las  ofreció  separada- 
mente á  sus  ilustres  compañeros  en  la  obra  de  la  independencia 
y  libertad.  Al  general  Páez,  que  lo  habia  acompañado  en  la  car- 
roza, dedicó  el  valor :  al  general  Toro  el  desinterés :  al  Señor, 
Mendoza,  Intendente  de  Venezuela,  célebre  procer  fundador  de 
Colombia,  consagró  Improbidad :  á  nuestra  liberal  auxiliadora 
la  Gran  Bretaña,  dedicó  \2i  política;  y  recordando  las  prendas 
distintivas  de  su  amada  patria,  de  la  magnánima  Caracas,  la 
honró  con  la  generosidad,  etc.,  etc.  Para  sí  solo  se  reservó  el 
el  Libertador  la  bandera  que  simbolizaba  aquella  virtud,  de  cuya 
absoluta  posesión  dio  pruebas  que  han  asombrado  al  mundo  : 
la  Constancia. 

Los  ciudadanos,  no  contentos  con  haber  satisfecho  la  vista, 
ansiaban  por  estrechar  en  sus  pechos  á  su  idolatrado  compa- 
triota :  así  permaneció  el  Libertador  el  resto  de  la  tarde  reci- 
biendo con  admirable  cortesanía  y  afabilidad  las  expresivas  fe- 
licitaciones y  cordiales  abrazos  de  todo  el  pueblo,  que,  esparcido 
en  las  plazas  y  calles  contiguas,  entraba  y  salia  en  tropas  de  la 
habitación  del  Libertador. 

La  ilustre  Municipalidad  que  tenia  dispuesto  en  la  casa  de  la 
corte  de  Justicia  un  magnífico  ambigú,  reunida  en  cuerpo  y  se- 
guida de  un  gran  número  de  ciudadanos  convidados  al  intento, 
fué  á  las  siete  de  la  noche  á  buscar  al  Libertador.  No  es  posible 
describir  las  efusiones  de  alegría  que  explicaba  de  nuevo  el  pue- 
blo, viendo  otra  vez  en  la  calle  á  Bolívar. 

El  espléndido  ambigú  ocupaba  dos  largas  salas  trasversales, 
qne  dieron  lugar  para  una  mesa  en  que  se  colocaron  más  de- 
cuatrocientos  ciudadanos,  presididos  por  el  Libertador. 

El  sábado  13  á  las  cinco  de  la  tarde,  dio  la  ilustre  Municipa- 
lidad al  Libertador  un  magnífico  convite  de  doscientos  cubiertos, 


^ 


390  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

á  que  concarrieron  las  aatoridades  civiles,  eclesiásticas  y  mili- 
tares. Durante  la  primera  mesa  no  cesó  un  armonioso  concierto 
que  interpolaba  entre  el  grato  sonido  de  sns  instrumentos  enér- 
gicas canciones  á  Bolívar.  Á  las  siete  de  la  noche  se  pasó  á  la 
segunda  mesa,  igualmente  exquisita  y  espléndida  que  la  primera. 
Ocupaba  una  hermosa  sala  vistosamente  adornada  de  cortinas, 
espejos,  pinturas  históricas  y  de  las  siguientes  in8crip»cioDe3, 
que  se  leían  al  rededor  de  la  mesa : 

mNGUNA  pÁaiNA  AiroNGió  aij  héroe  dbl  sur  amébicjl 

BOLÍVAR  FUÓ    SR  XL  CHDfBORAZO  LAB  PALMAS  DB  GLORIA  qüB  OOBTÓ 

DEL  ÁVILA. 
VBNCER  BN  BL  OAMPO  PUEDB  BBR  FORTUHA :  TERCER  EL  ERORESaESTO 

DB  LA  VICTORIA  B8  OBRA  DEL  VENCEDOR. 

El  Seflor  Doctor  José  Cecilio  Ávila,  Rector  de  la  Ilustre 
universidad  hizo  la  bellísima  inscripción  siguiente  : 

VIR 

AMERICA  PRECLARÜB 

'   YITIORUM  Vni 

VI  VIRTÜTUM 

ViCiT 

BT 

PATRUi  DBOOB 

VITAM,  YIRE8,  YIRTUTBS 

VTHDIOAVrr. 

En  el  festín  la  atención  la  ocuparon  particularmente  los  ele- 
gantes brindis  que  hubo  en  la  mesa.  El  Libertador  el  primero 
lo  hizo  á  Colombia,  manifestando  las  eminentes  virtudes  que  en- 
cerraba esta  heroica  república  en  sus  magistrados  y  ciudadanos. 

El  General  Páez  brindó  del  modo  siguiente  : 

*'  Señores  ;  permítaseme  expresar  un  sentimiento  de  orgul^^' 
yo  no  puedo  contenerlo  en  mi  corazón  ;  porque  es  un  noble  or- 
gullo. Señores :  el  Libertador  ha  colmado  las  medidas  de  ^ 
beneficios,  de  mi  gloria  y  hasta  la  de  su  poder  :  ya  no  p°^^ 
darme  más :  me  ha  dado  la  espada  con  que  ha  libertado  ^^ 
mundo. 

"  Si  la  de  Federico,  que  no  hizo  más  que  defender  su  heren- 
cia y  usurpar  la  agena,  pudo  ser  un  presente  inestimable  para  el 
soberano  de  la  Europa,  ¿  qué  diré  yo  al  ver  en  mi  poder  la  ^ 


YlDi.  DE  BOIÍYAB.  391 

pada  de  terror  para  los  tiranos,  la  espada  redentora  del  género 
humano  ?  Entre  las  dádivas  de  la  tierra,  ¿  ha  habido  nna,  podrá 
haber  una  de  valor  igual  ?    Bolívar  mismo  no  puede  darme  más. 

"  Y  ¿  qué  uso  haré  yo  de  esta  espada  ?  ¿  Cómo  conservarle 
sus  laureles,  sus  glorias  j  su  honor  singular  ?  Ella  centuplica 
mis  deberes :  me  pide  fuerzas  que  solo  Bolívar  tiene.  Ella  me 
confunde.    1  ¡I  La  espada  redentora  de  los  humanos  1 1 1.... 

"  Pero  ella  en  mis  manos  no  será  jamas  sino  la  espada  de  Bo- 
lívar :  su  voluntad  la  dirija :  mi  brazo  la  llevará.  Antes  pere- 
ceré cien  veces,  y  mi  sangre  toda  será  pérdida,  que  esta  espada 
salga  de  mi  mano,  ni  atente  jamas  á  derramar  la  sangre  que 
hasta  ahora  ha  libertado.  Conciudadanos  :  la  espada  de  Bolí- 
var está  en  mis  manos  :  por  vosotros  y  por  él,  iré  con  ella  á  la 
eternidad. 

^'  Brindad  conmigo  por  lo  inviolable  de  este  juramento." 

La  historia  dirá  si  lo  cumplió,  y  si  fué  agradecido  con  el  Li- 
bertador. 

£1 14  dio  el  general  Toro  al  Libertador  un  banquete  en  su 
quinta  á  inmediaciones  de  esta  ciudad. 

Los  Señores  Feliciano  y  Estévan  Palacio,  tíos  del  Liberta- 
dor, le  obsequiaron  sucesivamente  con  un  lucido  baile  y  excelente 
ambigú.  El  Señor  Juan  de  la  Madriz  dio  también  al  Liberta- 
dor un  espléndido  convite.  El  comercio  de  Caracas  se  distin- 
guió con  un  brillantísimo  baile  y  un  opíparo  y  exquisito  ambigú 
de  más  de  seiscientas  personas,  en  que  lucieron  como  nunca 
las  gracias  atractivas  de  las  jóvenes  caraqueñas. 

El  treinta  partió  el  Libertador  para  el  puerto  de  la  Guaira 
que  ansioso  le  aguardaba  desde  su  llegada  á  la  capital,  y  este 
pueblo  le  hizo  un  recibimiento  que  no  puede  describirse  en  pocas 
lineas. 

A  la  vuelta  del  Libertador  á  esta  ciudad,  el  coronel  Florencio 
Jiuzon,  que  para  edificar  á  Colombia  dejó  en  pos  de  la  li- 
bertad sus  miembros  sobre  los  campos  de  batalla,  manifestó 
también  su  afecto  y  gratitud  al  héroe  creador  de  la  república, 
obsequiándole  con  un  espléndido  convite,  y  otros  varios  señores 
hicieron  lo  mismo. 

Tales  fueron  las  cordiales  manifestaciones  que  Caracas  hizo 
de  los  sublimes  sentimientos  que  le  inspiraba  la  presencia  de 
Bolívar ;  y  ciertamente,  todavía    quede  mucho   que  expresar 


892  VIDA,  DE  boiíyab. 

á  los  corazones,  porque  cuando  á  la  ausencia  de  na  bien  inesti- 
timable,  se  añade  el  sufrimiento  de  penalidades  que  él  solo 
puede  hacer  cesar,  entonces  el  amor  y  el  deseo  de  su  posesión 
suben  á  un  punto  excedente  á  toda  expresión.  Nada  menos  debia 
esperarse  del  patriotismo  de  Caracas ;  del  conocimiento  que  le 
asistía  de  la  gratitud  debida  á  los  servicios  de  Bolívar  ;  y  de  la 
noble  satisfacción  que  le  causaba  ser  la  cuna  del  hombre  insigne 
que  tenia  absorto  al  universo.  Las  naciones  se  han  llenado  de 
orgullo  por  haber  producido  los  príncipes  que  solo  hizo  céle- 
bres la  insensatez  del  mundo :  sea  un  Alejandro,  tirano  de  sos 
propios  7  ágenos  vasallos ;  sea  un  César,  criminal  ambicioso, 
-  enemigo  de  su  patria.  Las  generaciones  que  les  siguieron,  se 
empeñaron  en  degradarse,  deificándolos  con  el  augusto  título 
de  héroes,  porque  vencieron  para  humillar.  ¿  No  será,  pues,  jus- 
tísimo que  se  envaneciera  Caracas  que  dio  á  luz  aquel  escla- 
recido ciudadano,  que  señalando  la  carrera  del  verdadero  he- 
roismo,  borró  para  siempre  de  los  anales  de  los  siglos  los  nom- 
bres ominosos  de  aquellos  que  con  solo  el  titulo  de  sus  espadas 
constantemente  usurpadoras  osaron  trepar  hasta  el  pináculo  de 
la  fama  ?  Sí :  Bolívar  trilló  la  senda  de  la  inmortalidad,  qoe 
en  los  antiguos  tiempos  delinearon  los  Brutos  j  los  Yalerios, 
y  en  los  modernos  Tell  y  Washington.  ¿Y  qué  gloria  mayor 
para  el  pueblo  ilustre  que  le  acompañó  en  su  nobilísima  em- 
presa ?  No  son  estas  hipérboles  dictadas  por  la  adulación, 
sino  verdades  patentes  al  mundo  entero.  La  gloria  de  Caracas 
consiste  en  que  Bolívar  fué  singularmente  original  en  la  carrera 
de  la  libertad  y  de  la  beneficencia.  La  historia  de  los  tiempos 
no  ofrece  modelo  alguno  de  que  pueda  creerse  copia  el  Liberta- 
dor de  Colombia  y  del  Perú.  En  todos  los  pretendidos  héroes 
del  hemisferio  antiguo,  la  fortuna,  ciega,  sirvió  al  valor :  el  valor 
y  la  fortuna  á  la  depresión  de  los  pueblos,  á  la  elevación  de 
sus  verdugos.  En  el  verdadero  héroe  caraqueño,  la  fortana 
justa  premió  el  valor,  la  constancia  y  el  ingenio ;  pero  la  fortu- 
na, el  valor,  la  constancia  y  el  ingenio,  se  consagraron  á  la  li- 
bertad de  todas  las  r^iones  del  continente  americano.  Es  pues, 
fundada  la  gloria  de  Caracas :  como  es  sin  duda  original  el  he- 
roísmo de  Bolívar. 


CAPÍTULO  Lm. 


1827. 


SmÁXDift  ni  COLOCA  al  FBBirra  dbl  partido  db  oposición  —  trabajos  del  libbbta- 

TADOR  RK  CARACAS  —  RBKUNCIA  LA  PRBSIDBiraA  DB  COLOMBIA  —  INSüRRBCGION  DI 
BÜBTAMAHTB  BN  LIMA  —  INMORAL  PROCBDBR  DB  SANTANDBB  —  JD8T0  DBSAQRADO  DB 
BOLÍTAR  —  BL  eOBIBRKO  PERUANO  AGITA  LOS  DEPARTAMENTOS  DEL  SDR  DE  COLOMBIA 
—  EL  LIBERTADOR  MARCHA  PARA  BOOOTÍ.  —  ESCANDALOSA  CONDUCTA  DE  SANTANDER — 
BOLÍVAR  SB  BNCARGA  DEL  PODER  BJBCUTITO  —  BU  NOBILÍSIMA  CONDUCTA  BN  BBXA. 
OOTUNTUBA —  ALTO  AFBBCIO  QUE  MBREClÓ  BN  BL  MUNDO. 

FELIZ  mil  veces  Bolívar  si  aquellos  tan  apacibles  y  serenos 
dias  de  gloria  que  llevó  en  Oarácas,  habiéran  sido  tam- 
bien  los  últimos  de  su  carrera  I  Al  menos  se  habría  evitado  nue- 
vas ingratitudes  y  mayores  dolores  :  no  habria  recibido  las  gra* 

ves  ofensas  qne  le  reservaban. Páez  y  Santander :  no  hubiera 

visto  destruida  so  obra  más  querida,  ni  maldecido  su  nombre 

por  los  que  tenian  mayor  obligación  á  sus  mercedes I    Corto 

es  el  aliento  que  respira  ya  entre  estas  pomposas  fiestas  del 
amor  y  del  entusiasmo  de  Caracas  y  la  tumba  sombría  de  Santa 
Harta ;  pero  bastante  á  recibir  todavía  menoscabos  y  ofensas. — 
Y  esto  no  porque  Bolívar  borrase  las  glorias  de  su  juventud,  ó 

(898) 


894  YIDA  DE  BOIÍYAB. 

no  Supiese  coronar  su  vida  con  las  yirtudes ;  sino  porqne  labra- 
ron poco  sus  beneficios  en  la  estimación  j  el  reconocimiento  de 
aquellos  hombres,  que  impacientes  de  mandar  sin  ley  y  émulos 
de  la  fortuna  del  grande  héroe,  rompieron  los  vínculos  más  es» 
trechos  7  máa  fuertes  del  respeto  y  la  obediencia,  é  intentaron 
contra  él  atrevimientos  y  novedades  que  entre  congojas  le  con- 
dujeron á  la  tumba. 

Después  que  se  alejó  el  Libertador  de  Bogotá,  el  partido  de 
oposición  levantó  erguidamente  la  cabeza  ;  el  mismo  Santander 
censuraba  las  providencias  de  Bolívar  y  se  manifestaba  opuesto 
á  todos  sus  planes.  Escribia  en  la  Oaceta  de  Colombia  artícu- 
los furibundos  contra  el  Libertador  y  pagaba  de  loa  fondos 
públicos  El  Conductor,  periódico  bi-semanal,  que  redactaba  el 
Doctor  Vicente  Azuero  con  su  acostumbrada  exaltación  y  acri- 
monia. Era  el  objeto  principal  de  este  periódico  combatir  al 
Libertador. — El  término  de  la  guerra  en  Venezuela  agradó  en 
extremo  á  los  constitucionales  granadinos ;  pero  aquello  de  lla- 
mar á  Páez  salvador  de  la  patria  y  regalarle  una  espada ;  aque- 
llo de  dejarle  en  el  mando  y  dar  algunos  premios  á  los  que  le 
habian  acompañado  en  su  criminal  insurrección,  les  ofreció  má^ 
gen  para  censuras  vehementes,  por  decir  de  ellas  lo  menos. 

Mientras  que  Santander  y  su  círculo  difamaban  cruelmente  á 
Bolívar,  se  ocupaba  este  con  asiduidad  en  el  despacho  de  los 
negocios  más  urgentes  de  la  administración  de  los  cuatro  depar- 
tamentos que  tenia  bajo  su  inmediata  dependencia.  Aseguró  la 
tranquilidad  de  los  pueblos  é  hizo  que  recuperaran  las  leyes  su 
imperio  y  la  autoridad  el  respeto  que  le  es  debido  ;  examinó  y 
mejoró  el  estado  de  las  rentas  públicas,  que  estaban  en  deplo- 
rable situación  ;  y  la  Universidad  de  Caracas,  el  Seminario 
conciliar,  los  hospitales,  los  fondos  de  manumisión  para  dar  li- 
bertad á  los  esclavos,  y  otros  muchos  ramos  del  servicio  público 
recibieron  entonces  mejoras  importantes.  * 

El  2  de  Enero  era  el  dia  deisignado  por  la  Constitución 
para  abrir  sus  sesiones  ordinarias  el  Congreso  de  Colombia. 

*  Es  de  notar  que  Bolívar,  aun  en  las  épocas  calamitosas  de  la  guerra,  jamas 
perdía  de  vista  la  instmccion  de  la  jurentud.  Formarse  poede  un  extenso  catá- 
logo de  los  actos  con  que  desde  el  principio  de  su  carrera  pública  marcó  sn  pre- 
dilección á  ese  importante  objeto  del  legislador  filantrópico,  ya  en  su  patria,  ya 
en  la  tierra  extrangera  que  Ubertaron  sus  armas.  (Bet,  d$  la  Sist.  de  VenmieU,) 


VIDA  DE  BOLÍTAB.  395 

Creyó  Bolívar  que  en  efecto  habría  podido  rennirse  ese  dia  ti 
otro  de  los  iomediatoSj  y  el  6  de  Febrero  le  dirijió  su  renim- 
cia  de  la  presidencia,  concebida  en  términos  más  fuertes  y  ex- 
presivos que  los  anteriores. — ^He  aquí  in  extenso  tan  precioso 
docnmento  que  procuró  á  su  autor  los  mayores  elogios,  tanto 
en  las  repúblicas  americanas  como  entre  los  liberales  cultos 
de  la  Europa. 

Cuartel  general  Libertador  en  Caracas,  Febrero  6  de  1827, 17. 

A.  8.  B.  EL  PBBSIDBNTB  DB  LA  HOKOBABLB  cImABA  DBL  SENADO. 

ExcHO.  Sr.  : 

En  ninguna  circunstancia  era  tan  necesaria  á  la  Kepública  la  augusta 
autoridad  del  Congreso,  como  en  esta  época  en  que  los  disturbios  internos 
han  dividido  los  ánimos  y  aun  conmovido  toda  la  nadon. 

Llamado  por  Y.  E.  para  prestar  el  juramento  de  estilo  como  Presidente 
de  la  Bepública,  vine  á  la  capital,  de  donde  me  fué  prodso  salir  pronta- 
mente para  esios  departamentos  de  la  antigua  Venezuela. 

Desde  Bogotá  hasta  esta  ciudad  he  dado  decretos  tan  importantes  que 
me  atreveré  á  llamar  de  instante  urgencia.  Y.  E.  se  servirá  reclamar  la 
atención  del  Congreso  sobre  ellos  y  de  encarecerle  de  mi  parte,  que  los 
considere  en  su  sabiduría.  Si  me  he  excedido  de  mis  atribuciones,  es 
mia  la  culpa ;  pero  yo  consagro  gustoso  hasta  mi  inocencia  á  la  salvación 
de  la  patria.  Este  sacrificio  me  fiútaba;  y  me  glorío  de  no  haberlo 
ahorrado. 

Cuando  supe  en  él  Perú,  por  aviso  oficial,  el  nombramiento  de  Presi- 
Bidente  de  la  Bepública  que  el  pueblo  habia  hecho  en  mí,  respondí  al 
poder  ejecutivo  denegándome  á  aceptar  la  primera  magistratura  de  la 
nación.  Catorce  afios  ha  que  soy  €^e  supremo  y  Presidente  de  la  Be- 
pública  ;  los  peligros  me  forzaban  á  llenar  este  deber ;  no  existen  ya,  y 
puedo  retirarme  á  gozar  de  la  vida  privada. 

To  ruego  al  Congreso  que  recorra  la  situación  de  Colombia,  de  la  Amé- 
rica y  del  mundo  entero :  todo  nos  lisonjea.  Ko  hay  un  espafiol  en  el 
continente  americano.  La  pae  doméstica  reiua  en  Colombia  desde  él  pri- 
mer dia  de  este  afio.  Muchas  naciones  poderosas  reconocen  nuestra  exis- 
tencia política,  y  algunas  son  nuestras  amigas.  Una  gran  porción  de  los 
Estados  americanos  están  confederados  con  Colombia,  y  la  Gran  Bretafia 
amenaza  á  la  Eepafia.  ¡  Qué  más  esperanzas !  Solo  el  arcano  del  tiempo 
puede  contener  la  inmensidad  de  los  bienes  que  la  Providencia  nos  ha 
preparado :  ella  sola  es  nuestra  custodia.  En  cuanto  á  mí,  las  sospechas 
de  una  usurpación  tiránica  rodean  mi  cabeza  y  turban  los  corazones  co- 
lombianos. Los  republicanos  celosos  no  saben  considerarme  sin  un  se- 
creto espanto,  por  que  la  historia  les  dice  que  todos  mis  semejantes  han 
sido  ambiciosos.  En  vano  el  ejemplo  de  Washington  quiere  defenderme; 


396  VIDA  DB  BOIÍTAB. 

7  en  Terdad,  una  6  macbaB  ezoepcioneB  no  pueden  nada  oontm  toda  li 
yida  del  mundo  oprimido  siempre  por  los  poderosos. 

Yo  gimo,  entre  las  agonías  de  mis  conciudadanos  y  los  &Ilos  que  me 
esperan  en  la  posteridad.  To  mismo  no  me  siento  inocente  de  ambidon: 
por  lo  mismo  me  quiero  arrancar  de  las  garras  de  esta  íttria  para  libnr  i 
mis  conciudadanos  de  inquietudes  y  para  asegurar  deqpues  de  mi  moeite 
una  memoria  que  merezca  bien  de  la  libertad.  Con  tales  sentimientos  lemm- 
do  una  y  mü  millones  de  yeces  la  presidencia  de  la  República.  El  Con- 
greso y  el  pueblo  deben  yer  esta  renuncia  como  irreyocable.  Nada  será 
capaz  de  obligarme  á  continuar  en  el  seryicio  público  después  de  haber 
empleado  en  él  una  yida  entera.  Y  ya  que  él  triunfo  de  la  libertad  bi 
puesto  á  todos  en  uso  de  tan  sublime  derecho,  ¿  solo  yo  estaré  piiyado  de 
esta  prerogatiya?  Ko :  el  Ck>ngreso  y  el  pueblo  colombiano  son  Justos; 
no  querrán  inmolarme  &  la  ignominia  de  la  de$ereum.  Pocos  dias  me 
restan  ya ;  más  de  dos  tercios  de  mi  yida  han  pasado :  que  se  me  peraúta, 
pues,  esperar  una  muerto  oscura  en  él  silencio  del  hogar  iMtemo.  Hl 
espada  y  mi  corazón  siempre  serán  sin  embargo  de  Colombia ;  y  mis  él- 
timos  suspiros  pedirán  al  Cielo  su  felicidad. 

Yo  imploro  del  Congreso  y  del  pueblo  la  gracia  de  simple  ciudadano. 

Dios  guarde  á  Y.  E.,  Ezcmo.  8r. 

SiK oír  Boiítab. 

Estos  sentimientos  tan  sinceros  j  republicanos  que  debieran 
haber  desarmado  el  encono  de  los  enemigos  políticos  del  Libe^ 
tador,  lo  encendieron  más  ;  y  continuó  Santander  su  oposicioDt 
como  gefe,  y  continuaron,  á  su  sombra,  Azuero  y  el  Doctor  Fran- 
cisco Soto  con  otros  muchos  sus  severos  ataques,  que  debian  dar 
por  resultado  la  desmoralización  del  pueblo  y  la  muerte  de  Co- 
lombia. Inculcaban  los  granadinos  la  necesidad  de  que  la  Nuera 
Granada  se  desuniese  de  Venezuela  y  del  Ecuador ;  envolviendo 
este  proyecto  la  separación  consiguiente  de  BoKvar  del  mando, 
como  venezolano. — ^Páez  y  su  círculo  querían  también  se  desuniese 
Venezuela  de  la  Nueva  Granada  y  del  Ecuador ;  envolviendo 
este  plan  la  incógnita  de  no  ser  mandados  por  un  granadino, 
como  Santander,  que  era  quien  habia  mandado  en  Colombia,  7 
el  que  mandaría  en  lo  sucesivo,  vista  la  repugnancia  del  Liber- 
tador á  ejercer  la  autoridad  civil. — ^De  este  modo,  pues,  y  por 
diversos  impulsos,  vinieron  á  coincidir  los  más  acérrimos  enemi- 
gos, en  el  mismo  punto,  debiendo  ser  la  víctima  el  Padre  de  la 
patria. — ^Veía  el  Libertador  con  sorpresa  los  odiosos  ultnyes  de 
Santander  ;  mas  nada  contestaba. — Escribiendo  al  Coronel  José 
Félix  Blanco  le  decia :—   He  leido  las  cartas  y  copias  de  la 


YIBA  DE  BOLÍTAK.  897 

^  correspo'kidencia  entre  Yd,  7  el  General  Santander.  Agra- 
"  dezco  infinito  el  interés  con  qtte  Yd.  ha  combatido  por  mi 
^  opinión ;  y  en  cnanto  á  las  respuestas  de  Santander,  nada 
^  diré.  El  mundo  nos  conoce.  Á  mí  me  ínera  mny  fácil  es- 
"  críbir  otras  tantas  gacetas  en  mi  elogio  y  en  desprecio  de 
"  otro  ;  pero  no  es  esta  mi  ocupación.  La  patria  y  el  bien  me 
"  quitan  el  tiempo  que  el  Seflor  Santander  invierto  en  desfogar 
**  pasiones  muy  agenas  de  un  magistrado." — El  alma  grande  y 
noble  de  Bolívar  se  desdeñaba  de  ocuparse  en  escribir  artículos 
de  periódicos  y  sostener  esa  polémica  en  la  que  entran  por  fuerza 

los   sofismas,  las  reticencias,  los  insultos,  los  engaños Él 

habia  nacido  para  libertar  un  mundo  ;  no  para  descender  á  riña 
de  vituperios  con  Santander. 

Cuando  más  ocupado  se  hallaba  el  Libertador  en  el  arreglo 
de  las  cosas  de  Yenezuela,  recibió  noticias  poco  favorables  del 
Perú  y  de  Bogotá. 

Enterémonos  de  lo  que  acaeció  en  aquellos  lugares. 

Capitaneada  por  un  militar  granadino  cuyo  nombre  era  Bus- 
tamante,se  sublevó,  á  fines  de  Enero,  en  Lima,  la  tercera  división 
colombiana  auxiliar  en  el  Pera,  habiendo  preso  á  sus  generales, 
gefes  y  oficiales,  y  enviádolos  luego  al  Callao,  donde  estuvieron 
encerrados  en  estrechos  y  oscuros  calabozos  mientras  se  les  em- 
barcaba para^  Buenaventura,  puerto  de  Colombia. — Fué  el  pre- 
texto para  tan  grave  escándalo  la  constitución  colombiana,  de 
la  cual,  Bustamante  y  su  pandilla  se  decian  fieles  adoradores,  in 
crepando  á  Lara,  á  Sándes,  Paredes,  Luque,  etc.,  ser  partidarios 
de  la  dictadura  y  que  gustaban  de  los  violentos  é  injustos  ata- 
ques que  se  hacia  á  la  ley  fundamental. — Desde  el  instante  en  que 
el  orden  público  dejó  de  ser  sostenido  por  la  tercera  división  co- 
lombiana, la  cual  era  sin  duda  un  muro  contra  los  desórdenes  y 
las  ambiciones  anárquicas,  los  conspiradores  peruanos  conmo- 
vieron á  Lima  y  lograron  el  triunfo  de  su  revolución  contra  el 
orden  de  cosas  que  existia  y  que  el  Libertador  habia  planteado 
allí. 

Llegaron  á  Bogotá  las  noticias  de  los  sucesos  de  Lima,  y  en  el 
momento,  el  partido  exaltado  y  enemigo  de  Bolívar,  á  cuya  cabe- 
za estaba  siempre  Santander,  prorumpió  en  la  más  loca  alegría. 
Hubo  repiques  de  campanas,  alborotos,  músicas  y  algazaras  ;  y 
j  quién  lo  creyera  1  el  Yiceoresidente  mismo  recorrió,  con  la  mu- 


398  TIDA  DE  BOIÍYAB. 

chedumbre,  la  callo  principal  nombrada  del  Comercio.  lAccion 
indigna  del  alto  puesto  que  ocupaba  y  de  la  circuhRpeccion  qué 
este  exigía !  Emanaba  aquel  júbilo  extremado  de  las  esperan- 
zas que  concibieron  los  enemigos  de  Bolívar,  de  que,  habiendo 
perdido  este  una  de  las  basas  de  su  poder,  podrían  derrocarle  al 
fin  y  herirle  con  las  bayonetas  del  mismo  ejército  con  que  habia 
dado  libertad  á  los  pueblos,    i  Qué  infame  y  vil  propósito  I 

De  todo  tuvo  noticia  el  Libertador  en  Caracas.  Levó  las  no- 
tas  oficiales  sobre  las  novedades  ocurridas  en  Lima  sin  altera- 
ción alguna,  y  al  concluir  dijo  solamente  : —  "  Colombia  ha  per 
"  dido  una  división  de  tropas  ;  pero  la  república  peruana  volverá 
"  á  sumirse  en  la  anarquía  de  que  la  sacaron  mis  esfuerzos  y  los 
**  del  ejército  colombiano." — Mas  después,  cuando  snpo  las  in- 
sensatas alegrías  de  Bogotá  y  la  aprobación  explícita  que  San- 
tander habia  dado  á  la  conducta  criminal  de  Bustamante,  excla- 
mó : — "Anonadado  de  vergüenza  no  sé  en  qué  haya  de  parar  más 
**  la  consideración,  si  en  el  crimen  del  levantado  6  en  la  meditada 
"  aprobación  que  le  ha  dado  el  gobierno  de  Bogotá.  {  Qué  asom- 
"  bro  1  I  Cómo  ha  podido  Santander  dejarse  arrastrar  á  tal  ex- 
''  ceso  de  pasión  I  |  Santificar  la  violación  de  la  disciplina  mi- 
litar I " 

A  esta  sazón,  y  como  uno  de  los  primordiales  puntos  del  pro- 
grama revolucionario  que  se  cumplia,  sudaban  (as  prensas  de 
Lima  publicando  escritos  virulentos  contra  los  Colombianos,  y 
sobre  todo,  contra  Bolívar,  en  cuya  obra  se  distinguían  Vidaurre 
y  D.  José  María  Pando  (este  habia  sido  ministro  y  consejero 
íntimo  del  Libertador  11 );  y  los  hombres  de  la  revolueion  conci- 
bieron retribuir  los  buenos  servicios  que  debian  á  Colombia,  des- 
membrándola, ó  por  lo  menos,  revolucionando  sus  departamentos 
merídionales. — Acordaron  que  Bustamante  se  moviese  con  sus 
tropas  trasladándose  á  Guayaquil,  y  que  allí  diese  un  golpe 
por  el  cual  quedara  aquel  departamento  agregado  al  Pera.  Con- 
Bustamante  venia  D.  Luis  López  Méndez,  antiguo  ministro  de 
Venezuela  en  Londres,  quien,  después  de  haber  recibido  dd  Li- 
bertador muchas  atenciones  y  aun  dinero,  se  habia  convertido 
de  improviso  y  sin  motivo  en  uno  de  sus  más  fogosos  detracta» 
res. — Parece  que  este  Señor  López  Méndez  estaba  designado 
para  Jefe  superior  de  los  tres  Departamentos  del  Sur  que  revo- 
lucionara Bustamante,  cuya  obra  se  creía  fácil  y  supura  ;  y  aun- 


YIDA  DE  BOIÍYAB.  399 

que  medio  loco  aquel  personage,  era  harto  aparente  para  la  em- 
presa agena  de  cordura. 

El  gobierno  peruano  se  allanó  á  franquear  trasportes  para 
conducir  á  su  bordo  las  tropas  de  Bustamante  que  debian  apo- 
derarse de  los  departamentos  del  sur  de  Colombia,  cuyas  tropas 
(es  la  ocasión  de  decirlo)  venian  engañadas  por  los  oficiales,  pues 
solo  se  les  habia  dicho  que  regresaban  á  su  patria  llamadas  por 
el  Libertador. 

Guando  la  expedición  tenia  diez  dias  de  haber  salido  del  Pe- 
rú, llegaron  á  Guayaquil  el  Coronel  Luis  Urdaneta  y  el  Capitán 
Urbina,  con  la  noticia  del  próximo  arribo  de  la  tercera  división 
y  de  las  miras  traidoras  que  sus  gefes  abrigaban.  Inmediata- 
mente el  Coronel  Tomas  C.  Mosquera,  Intendente  de  Guayaquil, 
el  Qefe  superior  del  Sur  General  José  Gabriel  Pérez,  y  los  ge- 
nerales Valdes,  Héres,  Paz  Castillo,  Plores,  lUíngrot  y  muchos 
oficiales  se  pusieron  en  movimiento  para  resistir  la  invasión  y 
castigar  la  alevosía. 

En  los  primeros  dias  de  Abril  desembarcó,  en  efecto,  en  Man- 
ta, una  parte  de  la  expedición,  á  cuya  cabeza  venia  el  Coronel 
Elizalde ;  y  la  otra  parte,  que  dirijia  Bustamante,  tomó  tierra 
en  Paita  para  penetrar  por  Loja  á  la  provincia  de  Cuenca.  Los 
gefes  todos  declamaban  contra  el  Libertador,  llamándole  tirano; 
decian  que  venian  á  restablecer  el  imperio  de  la  ley,  destruido 
por  Bolívar  ;  que  no  obedecerían  más  órdenes  que  las  de  San- 
tander, y  que  no  desistirían  de  sus  proyectos  hasta  que  Bolívar 
(como  le  llamaban  con  aire  de  insolente  confianza)  no  se  presen- 
tase ante  el  Congreso,  como  simple  ciudadano,  á  rendir  cuenta 
de  su  atroz  conducta  en  el  Perú. — ^Tan  descabellados  propósitos, 
que  más  bien  parecían  delirios  de  imaginación  enferma,  no  era 
de  suponer  que  tuviesen  partidarios.....  y  sin  embargo,  los  tuvie- 
ron II  Que  no  hay  error»  absurdo,  y  quisiera  decir  ni  crimen  que 
no  tenga,  para  mengua  de  la  humanidad,  sus  apóstoles  y  defen- 
sores.— El  Coronel  Miguel  Delgado,  que  ejercía  mando  en  Ma- 
nabí  conferido  por  Santander,  se  unió  á  los  facciosos  ;  dio  pro- 
clamas incendiarias,  y  se  preparó  á  marchar  con  sus  compafie- 
roe  á  ocupar  de  viva  fuerza  á  Guayaquil.  El  Coronel  Anto- 
nio Elizalde,  Jefe  de  estado  mayor  de  esta  .plaza,  y  hermano 
del  que  desembarcó  en  Manta :  Rafael  Merino,  segundo  Co- 
mandante del  batallón  '  Guayas,''  y  el  General  Jesús  Barrete 


400  TIDÁ  DE  BOIÍYAB. 

ganai*on  la  tropa  y  se  pusieron  al  frente  de  la  revolncica, 
que  estalló  por  fin  en  Guayaquil  á  las  dos  de  la  mañana  del 
día  16  de  Abril. —  Cedió  este  movimiento  en  favor  del  Ma- 
riscal D.  José  La  Mar,  quien  fué  elegido  Jefe  civil  y  militar  y 
el  cual  tuvo  la  poca  delicadeza  de  aceptar,  siendo  así  qoe 
todo  aquello  era  una  trama  contra  el  Libertador,  al  que  d§ 
bia  grandes  honores  y  distinciones. — La  Mar  manifestaba  en 
todas  coyunturas  la  envidia  que  desgarraba  so  corazón  por 
la  decidida  superioridad  y  gloria  que  Bolívar  habia  adquirido 
en  el  Perú.  Á  poco  fué  elegido  Presidente  de  esta  Repú- 
blica, dcgó  el  mando  de  Guayaquil  y  se  embarcó  para  el  Ca- 
llao (  24  de  Julio),  i  Acontecimiento  infausto  para  Colombia, 
porque  La  Mar  no  oía  otra  voz  que  la  de  sus  pasiones,  y 
trataría  de  ofender  á  Bolívar  y  á  los  colombianos,  como  en 
efecto  así  lo  hizo  I 

Recibió  el  Libertador  en  Caracas  la  nueva  de  los  trastornos 
de  Guayaquil  y  de  los  intentos  de  los  gefes  que  se  hablan  alzado 
con  el  mando  de  la  tercera  división,  y  no  pudo  menos  que  lle- 
narse de  cólera  á  la  vista  de.  tanta  ruindad  y  de  tanta  traición. 
Así,  á  pesar  de  que  en  Febrero  habia  mandado  al  Congreso  su 
renuncia,  y  se  excusaba  después  de  ir  á  Bogotá  a  encargarse 
del  poder  ejecutivo  ;  ahora,  variadas  las  circunstancias,  se  deci- 
dió a  marchar  para  la  capital  de  la  Bepiiblica  á  oponerse  con 
todo  empeño  á  la  desmembración  de  Colombia  y  al  escarnio  de 
las  leyes. — ^En  una  proclama  anunció  á  los  colombianos  su  euét- 
gica  resolución.    Decíales : 

Colombianos !  Vuestros  enemigos  amenazan  la  destrucción  de  Colom- 
bia. Mi  deber  es  salvarla.  Catorce  afios  ha  que  estoy  á  vuestra  cabe» 
por  la  voluntad  casi  unánime  del  pueblo.  En  todos  loa  periodos  de  glo- 
ria y  prosperidad  para  la  República  he  renunciado  el  mando  supremo 
con  la  más  pura  sinceridad ;  nada  he  deseado  tanto  como  desprendenane 
de  la  fuerza  pública,  instrumento  de  la  tiranía^  que  ábonesco  más  que  á 
la  misma  ignominia.  Pero  ¿  deberé  yo  abandonaros  en  la  hora  del  peli- 
gro ?  i  Será  esta  la  conducta  de  un  soldado  y  de  un  ciudadano  ?  No, 
Colombianos  1  Estoy  resuelto  á  arrostrarlo  todo,  porque  la  anarquía  no 
reemplace  á  la  libertad  y  la  rebeldía  á  la  constitución.  Como  ciudadano, 
Libertador  y  Presidente,  mi  deber  me  impone  la  gloriosa  necesidad  de 
sacrificarme  por  vosotros.  Marcho,  pues,  hasta  los  confines  meridionales 
de  la  República,  á  exponer  mi  vida  y  mi  gloría  por  Hbraroe  de  loe  pérfi- 
dos, que  después  de  haber  hoUndo  sus  deberos  más  aagmdoa,  han  enar- 


VIDA  DE  BOliVAB.  401 

bolado  él  estandarte  de  la  traición  para  inyadir  los  departamentos  mái 
leales  y  m&s  dignos  de  nuestra  protección. 

Colombianos  I  La  yolnntad  nacional  está  oprimida  por  los  nueyos  pre- 
torianoSf  que  se  han  encargado  de  dictar  la  ley  al  soberano  que  debieran 
obedecer.  EUos  se  han  arrogado  el  derecho  sagrado  de  la  nadon ;  ellos 
han  violado  todos  los  principios ;  en  fin,  las  tropas  que  fueron  colombia- 
nas, auxiliares  al  Perú,  han  yuelto  á  su  patria  á  establecer  un  gobierno 
nueyo  y  extraño,  sobre  los  despojos  de  la  República  que  ultrajan  con  ma- 
yor baldón  que  nuestros  opresores. 

Colombianos  I  Yo  apelo  &  yuostra  gloria  y  á  yuestro  patriotismo :  reu- 
nios en  tomo  del  pabellón  nacional,  que  ha  marchado  en  triunfo  desde 
las  bocas  del  Orinoco  hasta  las  cimas  del  Potosí :  queredlo,  y  la  nadon 
salyará  su  libertad  y  pondrá  en  plena  independenda  su  yoluntad  para 
decidir  sobre  sus  destinos. 

La  Gran  Gonyendon  es  el  grito  de  Colombia,  es  su  mfis  urgente  nece- 
sidad. El  Congreso  la  conyocará  sin  duda,  y  en  sus  manos  depondré  el 
bastón  y  la  espada  que  la  República  me  ha  dado,  ya  como  Presidente 
constitucional,  ya  como  autoridad  suprema  extraordinaria  que  el  pueblo 
me  ha  constituido.  Yo  no  bmiaré  las  esperanzas  de  la  patria.  Libertad, 
gloría  y  leyes  habéis  obtenido  contra  nuestros  antiguos  enemigos ;  liber- 
tad, gloria  y  leyes  conservaremos  á  despecho  de  la  monstruosa  anarquía. 

Cuartel  general  en  Caracas,  á  19  de  Junio  de  1827,  17. 

Stmoh  BoLÍyAB. 

m 

Como  el  Libertador  no  dejaba  nunca  al  tiempo  ni  á  sns  con- 
tingencias el  cumplimiento  de  lo  que  él  estimaba  como  un  de- 
ber, dispuso  activamente  los  medios  de  someter  por  la  fuerza  á 
los  sediciosos  que  perturbaban  el  sosiego  en  Guayaquil  y  los 
departamentos  del  Sur,  y  se  preparó  á  emprender  su  viaje  á 
Bogotá,  el  cual  tuvo  lugar  el  5  de  Julio,  dia  en  que  se  embarcó 
en  la  Guayra  para  Cartagena. — Próximo  á  partir,  el  Libertador 
86  despidió  de  sus  amigos  y  hermanos  de  Caracas,  que  no  de- 
bían verle  más  sino  en  reliquias,  diciéndoles  : 

No  penséis  que  me  aparto  de  vosotros  con  miras  ambiciosas.  Yo  no 
voy  á  otros  departamentos  de  la  República  por  aumentar  la  extensión  de: 
mi  mando,  sino  por  impedir  que  la  guerra  civil  que  los  destruye  se  ex- 
tienda hasta  vosotros.  Tampoco  quiero  la  presidencia  de  Colombia,  tan^ 
envidiada  por  otros  colombianos.  Yo  os  prometo  que  luego  que  la  Gran 
Convención  sea  conyocada  y  ejerza  su  benéfico  dominio  sobre  vuestra  feli-- 
cidad.  me  veréis  siempre  en  el  suelo  de  mis  padres,  de  mis  hermanos,  de 
mis  amigos,  ayudándoos  á  aliviar  las  calamidades  públicas,  que  hemos 
BoMdo  con  la  guerra  y  la  revolución. 

Caiaqnefios  I  Nacido  ciudadano  de  Caracas,  mi  mayor  ambición  será. 

26 


402  VIDA  DE  BOLÍVAB, 

conseirar  este  precioso  título :  tma  tida  privada  entre  Tosotros  Bei&  ni 
delicia,  mi  gloria  y  la  yenganza  que  eapero  tomar  de  mis  enemigos. 
Cuartel  general  Libertador  en  Caracas,  á  4  de  Julio  de  1827, 17. 

Sdcoh  BoiivAB. 

El  Libertador  hizo  viage  en  la  fragata  inglesa  Druida,  acom- 
pañándole en  el  tránsito  Sir  A.  Cockbum,  Enviado  extraordi- 
nario y  Ministro  plenipotenciario,  que  Labia  venido  á  Caracas  á 
presentar  en  nombre  del  gobierno  de  S.  M.  B.  sus  respetuosos 
homenages  al  gran  campeón  americano.  Al  cabo  de  cuatro  dias 
arribó  á  Cartagena  (9  de  Julio),  donde  el  entusiasmo  j  las  gran- 
des demostraciones  de  jubilo  con  que  allí  fué  recibido,  exee 
den  á  toda  ponderación.  El  Libertador  mismo,  admirado  y  agra- 
decido á  tanto  amor,  lo  correspondió  confesándolo  primero  y 
dando  luego  á  Cartagena  el  título  de  "  redentora."  "Vuestra 
"  .benevolencia,  dijo  á  los  cartageneros,  se  ha  excedido  en  de- 
"  mostraciones  del  más  puro  amor  para  conmigo.  Yo  no  espe- 
"  raba  tanto,  por  que  no  me  debéis  nada ;  cuando,  por  el  <con- 
"  trario,  os  debo  todo.  Si  Caracas  me  dio  vida,  vosotros  me 
"  disteis  gloria.  Con  vosotros  empecé  la  libertad  de  Colombia. 
"  El  valor  de  Cartagena  y  Mompox  me  abrió  la  puerta  de  Ve- 
"  nezuela  el  año  12.  Estos  motivos  de  gratitud  eran  suficien- 
"  tes  para  que  yo  os  profesara  la  predilección  más  justa.  Pero, 
"  ahora  mismo,  habéis  querido  añadir  nuevos  lazos  á  mi  grata 
"  amistad.  En  esta  época  de  maldición  y  de  crímenes,  vuestra 
"  lealtad  ha  servido  de  baluarte  contra  los  traidores  que  amena- 
'*  zaban  cubrir  á  Colombia  de  ignominia. 

"  Vuestra  fuerte  ciudad  ha  salvado  la  patria :  vosotros  sois 
"  sus  libertadores. — Algún  dia  Colombia  os  dirá:  Salve, Car- 

"  TAGENA  REDENTORA  I  " 

De  Cartagena  partió  el  Libertador  para  Bogotá,  por  Ocaña.— 
«Cuando  se  supo  en  la  capital  la  marcha  del  Libertador,  y  las 
Tlropas  que  traía  (para  someter  á  los  amotinados  de  Guayaquil), 
r«l  General  Santander  dio  el  grito  de  alarma  que  repitió  su  par- 
tido entero. — "  Creyóse  ó  aparentóse  creer,  que  Bolívar  raovia 
•todas  aquellas  fuerzas  para  destruir  las  libertades  públicas  y 
oprimir  á  los  patriotas  que  las  habian  sostenido  denodadamente. 
íEn  consecuencia  el  Vicepresidente  pasó  al  Congreso  mensajes 
acalorados  en  los  que  hablaba  de  los  supuestos  proyectos  del  Li* 
Lbertadoc    Sobre  el  mismo  tono  se  declamó  largamente  en  el 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  403 

Senado  por  el  partido  de  oposición  á  Bolívar,  á  cuya  cabeza  es- 
taba el  Doctor  Soto  ;  mas  no  se  adoptó  resolución  alguna  defi- 
nitiva. 

"  En  estas  circunstancias  el  Doctor  Vicente  Azuero  vino  á  au- 
mentar el  incendio  de  las  pasiones,  añadiendo  nuevos  combus- 
tibles (Julio  18).  Este  publicó  en  El  Conductor  un  artículo  en 
que  proponía  como  la  única  medida  conveniente  á  la  felicidad 
de  la  Nueva  Granada,  que  esta  declarase  roto  el  pacto  funda- 
mental de  unión  con  Venezuela ;  que  estaban  absolutamente 
separadas  y  en  estado  de  organizarse  como  les  pareciera  mejor  ; 
que  los  departamentos  del  centro  conservaran  el  nombre  de  Co- 
lombia y  continuaran  regidos  por  la  misma  constitución  y  leyes 
que  se  refornlarían  opertunamente ;  que  la  Nueva  Granada  re- 
conociera y  se  obligara  á  pagar  por  sí  sola  toda  la  deuda  exte- 
rior en  caso  de  que  las  otras  dos  secciones  no  quisieran  satisfa- 
cer lo  que  les  correspondiera  ;  en  fin,  que  de  la  deuda  interior 
reconocería  lo  que  se  debiese  á  los  habitantes  de  su  territorio. 
Después  de  estas  disposiciones  capitales  hablaba  de  las  facultades 
extraordinarias  de  que  se  investiría  el  gobierno  granadino,  sin 
olvidar  que  debían  ser  privados  de  sus  empleos,  presos  y  expul- 
sados todos  los  individuos  sospechosos  que  fueran  desafectos  á  la 
libertad  ó  á  este  nuevo  orden  de  cosas. — Tal  proyecto,  que  se 
pretendía  apoyar  en  que  los  cuatro  departamjentos  de  Venezuela 
estaban  ya  de  hecho  separados  de  los  del  centro  y  en  que  era 
preciso  asegurar  las  libertades  públicas,  se  iniciaba  dando  facul- 
tades extraordinarias  que  tanto  se  criticaban  ejercidas  por  el 
Libertador,  y  desterrando  y  persiguiendo,  lo  que  este  no  hacía. 
Semejantes  alegaciones  solo  eran  pretextos  para  ocultar  el  ver- 
dadero designio  de  aquel  partido :  "  alejar  al  Libertador  del 
gobierno  de  la  República,  aun  proclamando  la  revolución. 

"  Poco  faltó  para  que  estallara  una  en  Bogotá  (Julio  21)  con  el 
objeto  de  realizar  el  plan  que  proponía  Azuero.  Santander 
estaba  en  el  secreto  de  la  conspiración  ;  pero  felizmente  para  su 
honor  y  para  el  de  la  República,  confió  al  Secretario  de  la 
guerra  el  secreto  de  que  había  determinado  renunciar  la  vice- 
presidencia,  y  ponerse  á  la  cabeza  de  la  revolución,  para  inde- 
pendizar á  los  departamentos  del  centro,  de  los  del  sur  y  norte 
de  Colombia  :  añadiendo  que  estaba  ya  de  acuerdo  con  más  de 
veinte  gefes  militares.    El  General  Soublette  le  disuadió  de  que 


404  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

diera  un  paso  que  le  s^a  tan  degradante,  y  por  fortuna  aban- 
donó Santander  aquel  proyecto,  dictando  eficaces  providencias 
para  impedir  la  revolución. — ^Privados  de  su  apoyo  tuvieron  que 
ceder  Azuero  y  los  demás  exaltados  liberales,  que  no  hallaron 
en  Bogotá  ni  en  las  provincias  la  cooperación  y  las  fuerzas  snfi- 
cientes  para  oponerse  al  influjo  y  á  las  tropas  que  sostenían  al 
Libertador. 

"  A  pesar  de  que  el  mismo  Soublette  y  los  demás  secretarios 
del  gobierno  de  Colombia  aconsejaban  de  continuo  la  calma  y 
la  moderación  al  Yicepresidente  Santander,  no  podian  cons^ir 
libertarle  de  que  diera  algunos  pasos  falsos.  Los  Doctores 
Azuero  y  Soto,  que  formaban  su  consejo  privado,  tenian  mncho 
ascendiente  sobre  él,  y  le  arrastraban  en  sentido  contrario.  De 
aquí  esa  oposición  decidida  á  que  se  convocara  la  Convención, 
sin  embargo  de  que  ya  era  un  grito  nacional  el  que  la  pedia,  y 
el  decir  que  prefería  la  guerra  civil  á  que  se  convocara :  de 
aquí  esas  vociferaciones  de  Santander,  quien  decia  públicamente 
que  le  sería  muy  ^il  oponerse  y  vencer  en  la  guerra  al  General 
Bolívar,  y  que  esta  debia  declarársele  para  conservar  las  liber 
tades  públicas  ;  de  aquí  el  haber  repetido  varías  veces,  que  si 
aquellas  perecían  hubiera  preferido  que  permaneciéramos  unidos 
á  la  España ;  de  aquí  el  decir  que  entre  Morillo  y  Bolívar  que- 
ría más  bien  que  el  primero  volviera  á  entrar  en  Bogotá,  porque 
el  segundo  derramaría  igualmente  la  sangre  de  los  mejores  pa- 
triotas ó  entre  estos  él  se  consiberaba  en  un  ríesgo  inminente. 
Lo  más  admirable  es,  que  proposiciones  tan  escandalosas  las  pro- 
palaba delante  de  su  consejo,  de  algunas  diputaciones  del  Con- 
greso y  de  otras  varias  personas. — Estaba  privado  de  la  cordura 
y  circunspección  qne  demandaba  su  alta  posición  social. — ^Dejá- 
base arrastrar  por  los  raptos  de  sus  pasiones  y  de  su  genio 
brusco  que  nada  respetaba  cuando  perdía  la  paciencia ;  y  por  des- 
gracia, esto  le  sucedía  frecuentemente.  En  aquellos  días  el  Con- 
greso era  también  objeto  de  sus  declamaciones.  Le  tachaba  de 
débil  porque  no  acusaba  y  destituía  al  Libertador  presidente, 
declarando  todos  sus  procedimientos  ilegales. 

Todos  los  odios  se  concentraron  para  atacar  al  Libertador 
después  de  su  arríbo  á  Cartagena  y  de  la  contestación  que  dió 
al  presidente  del  Senado  y  al  ejecutivo,  de  que  obediente  á  la 
voluntad  nacional,  se  ponía  en  camino  para  Bogotá.    Oomo  al 


yn>A  DB  BoiAvAA.  405 

mismo  tiempo  se  dirijían  algunos  caerpod  de  tropas  hacia  la  ca- 
pital, tanto  del  departamento  del  Magdalena,  como  de  la  parte 
de  Cuenta,  Santander  y  los  de  sa  partido  hicieron  todos  los  es- 
fnerzos  imaginables  á  fin  de  impedir  aquella  marcha.  El  Vice- 
presidente manifestó  al  Libertador  que  no  habia  con  que  sostener 
más  tropas  en  lo  interior,  porque  las  rentas  públicas  estaban 
agotadas,  y  en  cuatro  meses  no  se  hablan  pagado  los  sueldos  de 
los  empleados ;  anadia  que  fuera  de  esto,  eran  innecesarias  dichas 
tropas  por  haber  cesado  los  temores  que  inspiraba  la  tercera 
división  ;  que  el  General  Obando  habia  sido  reconocido  como 
gefe  de  ella  y  restablecídose  el  orden  constitucional  en  Guaya- 
quil. Empero  teniendo  el  Libertador  noticias  más  recientes  y 
fidedignas  de  aquella  ciudad,  manifestó  á  Santander  su  equivo- 
cación, y  que  el  departamento  de  Guayaquil  regido  por  un 
general  extrangero  no  daba  la  menor  garantía  de  orden  ;  así, 
que  eran  necesarias  las  fuerzas  que  le  acompañaban  para  disolver 
los  cuerpos  de  la  tercera  división  y  cubrir  las  fronteras  meridio- 
nales de  la  República — ^  cuanto  lo  exige  el  aspecto  poco  amis- 
toso que  presenta  ahora  el  Perú,  y  las  siniestras  miras  con  que 
86  ha  dicho  que  su  gobierno  restituyó  á  Colombia  las  tropas 
auxiliares." — ^En  virtud  de  tales  fundamentos  el  Libertador  se 
denegó  á  dar  órdenes  para  contramarchar  los  cuerpos  que  habia 
diryido  á  los  departamentos  del  centro. 

"  Dichos  cuerpos  se  hallaban  sujetos  á  la  autoridad  inmediata 
del  Ejecutivo  de  Colombia,  que  no  estaba  á  cargo  del  Libertador, 
y  por  eso  el  Vicepresidente  creyó  que  este  le  hacia  un  mani- 
fiesto agravio  introduciendo  tropas  en  su  territorio.  Sus  quejas 
se  aumentaron  con  justicia  cuando  supo  que  el  General  ürdaneta 
traía  instrucciones  de  avanzar  hasta  Chocontá  en  el  departa- 
mento de  Cundinamarca,  y  de  no  obedecer  otras  órdenes  que  las 
comunicadas  por  la  secretaría  general. 

''  Estos  procedimientos  del  Libertador  dieron  ansa  al  Vicepre- 
Bidente  para  hacer  un  grande  alboroto ;  él  publicó  artículos 
fuertes  en  la  Gaceta  del  Gobierno,  denunciándolos  á  los  pueblos 
como  notorias  infracciones  de  la  constitución  ;  él  dirijió  al  Con- 
greso enérgicas  protestas  contra  todo  acto  de  Bolívar  en  calidad 
de  Presidente  de  la  República  antes  de  prestar  el  juramento 
constitucional ;  él,  en  fin,  no  omitió  medio  alguno  para  concitar 
enemigos  al  Libertador,  diciendo  que  pretendía  establecer  una 


406  YIDA  DE  BOLÍYAB. 

verdadera  tiranía  sobre  la  ruina  de  la  constitución  7  de  las 
leyes  que  regian.  Observaba,  7  lo  mi.ipo  todos  sus  partidarios, 
haber  dicho  el  Libertador  que  se  ponia  en  marcha  para  la  capi- 
tal, sin  añadir  que  haría  el  juramento  ;  infiriendo  de  aquí,  7  aun 
algunos  de  los  amigos  de  Bolívar  llegaron  á  temerlo,  que  el  re- 
greso de  este  sería  parecido  al  de  Bonaparte  cuando  volvió  de 
Egipto,  7  que  aboliría  la  constitución  de  Colombia,  persiguiendo 
á  los  que  la  hubiesen  defendido. 

"  Mas,  á  pesar  de  tantos  esfuerzos  del  partido  exaltado  para 
concitar  la  opinión  pública  contra  el  Libertador,  6  impedirle  que 
entrara  á  ejercer  el  mando  supremo,  todas  sus  esperanzas  fueroD 
ilusorias.  Persuadiéronse  al  fin,  que  no  tenian  medio  alguno 
eficaz  para  contrarestar  el  grande  influjo  de  Bolívar  7  las  fue^ 
zas  respetables  que  marchaban  hacia  la  capital.  Yióse  entonces 
la  prudencia  con  que  el  Libertador,  aun  oponiéndose  á  las  leyes 
existentes,  habia  dispuesto  la  marcha  de  tropas  á  los  departa- 
mentos del  centro.  Sin  esta  medida  hubiera  estallado  una  re- 
volución para  impedirle  que  mandara  por  más  tiempo  la  Repú- 
blica ;  revolución  7  guerra  civil  á  cu7a  cabeza  hubieran  estado 
Santander  7  sus  consejeros  íntimos. 

"  Aquel,  instigado  por  su  potente  rabia  7  por  su  odio  contra 
el  Libertador,  protestó  (Agosto  24)  en  un  mensaje  dirijido  al 
Congreso,  que  estaba  en  la  firme  resolución  de  resistir  la  en- 
trega del  mando,  mientras  Bolívar  no  prestara  el  juramento 
debido.  Convocó  también  al  consejo  de  gobierno  con  el  fin  de 
consultarle  dos  pro7ectos  que  meditaba.  Era  el  primero,  que 
no  teniendo  el  Ejecutivo  fuerzas  con  que  oponerse  á  las  que  traía 
el  Presidente,  se  disolviera,  declarándolo  así  por  un  acta  7  una 
protesta.  Los  miembros  del  consejo  de  gobierno,  que  eran  ami- 
gos del  Libertador,  que  no  se  dejaban  arrastrar  por  pasiones 
del  momento,  7  que  solo  querían  el  bien  7  la  coifsolidacion  de 
la  República,  se  opusieron  unánimamente  á  ideas  tan  subversi- 
vas del  orden  7  de  la  tranquilidad.  En  segundo  lugar  quiso  el 
General  Santander  que  se  dirijiera  una  circular  á  los  ministros 
extranjeros,  protestando  contra  los  actos  líbales  de  Bolívar. 
También  se  opuso  el  consejo  á  esta  medida  irregular  que  á  nada 
conduela,  7  por  la  que  se  pretendia  conceder  á  las  naciones  ex- 
trangeras  una  intervención  indebida. 

Viendo  Santander  que  ninguno  de  sus  pro7ectos  encontraba 


YIDA  PE  BOIÍTAB.  407 

Apoyo,  se  quejó  amargamente  de  la  apatía  de  sus  secretarios, 
para  defender,  según  decia,  las  libertades  :  díjoles  estar  conve- 
nido con  doce  gefes  militares  en  que,  si  resultaba  cierto  que  el 
sur  de  la  República  se  hubiese  decidido  por  el  sistema  federa- 
tivo, 7  por  una  separación  del  centro  y  del  norte,  se  iría  allá 
con  todos  los  que  determinaran  seguirle,  para  hacer  la  guerra 
al  Libertador  :  repitió  entonces  por  la  centésima  vez,  que  la 
deseaba  ardientemente,  pues  le  aborrecía  de  muerte,  y  que  allí 
le  opondrían  las  barreras  formidables  del  Juanambú. — Los  se- 
cretarios le  improbaron  todos  estos  proyectos,  que  manifestaban 
tan  poca  circunspección  y  cordura :  al  mismo  tiempo  aconsejaron 
á  Santander  que  si  no  creía  segura  su  persona  de  la  venganza 
de  Bolívar,  debia  renunciar  nuevamente  la  vicepresidencia  6  irse 
á  viajar  fuera  de  Colombia,  mientras  pasaba  la  tempestad  ;  con- 
sejo que  no  siguió,  pues  dijo  que  se  le  presentaban  graves  incon- 
venientes  

£n  medio  de  aquel  encono  sin  ejemplo  y  del  delirio  en  que  vi- 
vian  los  santanderistas,  algunos  fieles  amigos  de  Bolívar  salieron 
á  encontrarle  y  calmarle  en  la  justa  irritación  que  debia  sentir. 
El  Libertador  tuvo  gran  placer  en  ver  á  los  Señores  Josó  Igna- 
cio París,  al  General  Soublette,  (ministro  que  era  de  guerra)  y 
á  los  Coroneles  Mosquera  y  Pedro  Alcántara  Herran.^  Desde 
el  Socorro  hizo  volver  á  Herran  á  Bogotá,  y  los  otros  siguieron 

*  Ck>mo  68  esta  la  primera  vez  que  el  nombre  do  Herran,  Be  encuentra  en  mi 
relación,  daré  de  este  personage  las  ñutidas  que  de  su  vida  pública  be  podido 
proporcionarme. 

£1  que  es  hoy  General  Pedro  Alcántara  Herran  nació  en  Bogotá  en  1800  y  re- 
cibió sus  primeras  luces  en  el  colegio  de  San  Bartolomé  de  aquella  ciudad. — En 
1815  se  separó  del  colegio  y  pasó  á  serrir  en  la  guardia  de  honor  del  gobierno 
general  de  las  Proyincias  Unidas  de  la  Nueva  Granada.  En  la  retirada  que  hizo 
el  Presidente  Don  José  Fernández  Madrid  de  Bogotá  á  Popayan,el  alférez  Herran 
le  acompañaba;  se  incorporó  á  las  columnas  de  caballería  qne  mandaba  el  Coro- 
nel Antonio  Obando,  y  marchó  contra  los  enemigos.  Herran  fué  hecho  prisio- 
nero y  conducido  á  Bogotá,  quedó  comprendido  en  el  indulto  que  publicó  Mo- 
rillo el  14  de  Octubre  1816  y  se  le  destinó  á  servir  como  soMado  entre  los  espa- 
ñoles. Su  buen  comportamiento  le  granjeó  la  estimación  de  los  gefes  y  le  pro- 
curó ascensos.  En  1819  Calzada  lo  ascendió  á  Teniente.  AJgunos  amigos  de  su 
inlancia  afiliados  entre  los  rangos  patriotas,  le  estimulaban  á  pasarse ;  pero  Her- 
ran les  contestaba:'— "No  puedo  cometer  una  traición.  Ustedes  mismos  no  apro- 
"  barian  mi  deslealtad  Mientras  no  pueda  unirme  á  los  mios  de  un  modo  hon- 
"roso,  no  abandonaré  á  mis  compañeros  actuales."  Pero  Herran  siempre 
prestaba  servicios  á  los  patriotas  y  jamas  su  nombre  se  vio  unido  al  de  los  ase- 


408  TIDA  DB  BOLÍVAR. 

con  él  hasta  Zipaquirá.  De  aquí  despachó  á  Mosquera  coa 
pliegos  que  anunciaban  su  llegada  y  su  intención  de  tomar  in- 
mediatamente el  mando. — Las  üámaras  se  reunieron  en  el  famoso 
templo  de  Santo  Domingo  para  esperar  alli  Bolívar  7  recibvle 
el  juramento. — ^El  Libertador  llegó  como  í  las  tres  de  la  tarde 
del  10  de  Setiembre,  é  introducido  por  una  gran  diputación 
prestó  en  manos  del  presidente  del  Congreso,  Señor  Vicente 
Borrero,  el  juramento  de  observar  y  hacer  cumplir  la  Constitu- 
ción y  leyes  de  la  República :  acto  que  fué  aplaudido  por  un 
numeroso  concurso. — En  seguida  pronunció  una  corta  arenga 
ofreciendo  gobernar  conforme  á  la  Constitución  y  entregar  á  Co- 
lombia libre  y  unida  á  la  Convención  nacionaL 

sinos  y  ladrones  tan  abundantes  en  aqaeUas  ¿poeas  desgraciadas  en  las  filis 
realistas. 

Al  anmentarse  el  ejército  realista  en  el  Ecuador,  Herran  fué  ascendido  á  Capí* 
tan. — En  tal  colocación  se  hallaba  cuando  llegó  á  Quito  él  Mariscal  de  csmpo 
Don  Juan  de  la  Cruz  Mourgeiin,  jefe  superior  político  y  Capitán  Genersl  del 
Nuevo  Reino  de  Granada,  y  debiendo  marchar  á  Bogotá  un  oficial  eon  pliegos  á 
Bolívar,  se  elijió  á  Herran  diciéndosele  que  tendría  el  gusto  de  yer  á  su  familia  y 
que  á  su  yuelta  tendría  el  premio.  Herran  contaba  21  aSos. — Herran  habló  & 
Mourgeon  y  le  contó  su  historia  militar  en  el  ejército  real :  que  su  h<»Tor  á  ks 
traiciones  le  hacia  permanecer  en  él :  que  al  Ueg^r  á  Bogotá  rodeado  de  su  fiuni- 
lia  y  amigos,  cumplirla  su  comisión,  pero  no  respondía  volver ;  que  por  tanto 
le  suplicaba  elijiese  otro  si  no  quería  ponerle  en  el  caso  de  parecer  infiel. 

Mourgeon  admiró  esta  conducta  del  joven  Herran  y  le  exijió  que  miéntria  él 
tuviese  el  mando  superior  no  aprovechase  ninguna  ocasión  para  irse  del  ejército 
reaL  Herran  ee  lo  prometió ;  pero  Mourgeon  murió  á  poco  y  quedó  cancelado 
el  compromiso.  Después  de  la  acdon  victoriosa  para  las  armas  de  Colombia  eo 
Riobamba  (21  de  Abril  de  1821)  al  acercarse  á  Latacunga  en  loa  primeros  días 
de  Mayo  se  presentó  Herran  con  otros  oficiales  á  Sucre  que  los  recibió  cartea* 
mente. — Sucre,  que  distinguía  muy  bien  á  los  hombres  de  delicadesa  y  de  honor, 
le  dio  el  girado  de  Capitán  incorporándolo  á  la  caballería.  £1 13  de  Mayo  debia 
tener  lugar  una  acción  á  las  faldas  del  Cotopaxi,  y  Herran  pidió  k  Sucre  qoe  le 
colocase  en  otra  arma  para  no  combatir  con  los  cuerpos  donde  habia  serrido  y 
con  los  individuos  á  los  cuales  le  unían  las  más  estrechas  relaciones.  Sucre  sapo 
apreciar  aquel  ra»go  y  mandó  á  Herran  como  Gefe  de  Estado  Mayor  del  cuerpo 
que  iba  á  dejar  franca  la  comunicación  con  GuayaquiL 

Bolívar  le  colocó  como  adjunto  al  Estado  Mayor  General  oon  orden  de  acom- 
pañarle á  GuayaquiL 

Herran  no  se  encontró  en  Junin,  pero  sí  en  Ayacucho  en  aquel  gran  dia  de 
la  América  donde  estaba  entre  los  Húsares.    Puesto  el  Coronel  Silva  fuera  de , 
combate  por  las  heridas  que  recibió,  Herran  le  sucedió  en  el  mando  y  fué  e) 
cuerpo  que  siguió  en  la  persecución  de  los  realistas  hasta  la  alturas  de  Cóndor 
canqui. 


VIDA  DB  BOLÍYAB.  409 

Santander  aguardaba  al  Libertador  en  el  pálalsio  del  gobierno, 
con  nracha  ansiedad,  acompañado  de  los  secretarios  j  de  las  prin- 
cipales autoridades.  Dirijióle  un  discurso  lleno  de  sentimientos 
patrióticos  y  amistosos  I  Estaba  decorado,  al  saludarle,  con  el 
basto  del  Libertador.  La  contestación  de  Bolívar  fué  llena  de 
urbanidad  y  delicadeza. — ^Muy  pronto  se  separaron  los  especta- 
dores, y  Bolívar  y  Santander  quedaron  solos,  en  conferencia  con- 
fidencial.... y  aun  comieron  juntos  ose  dia. 

El  Libertador  dio  en  aquellos  momentos  el  testimonio  más 
espléndido  de  la  grandeza  de  su  alma. — Se  trataba  del  bien  pú- 
blico ;  él  no  conocía  enemigos. — Se  trataba  de  olvidar  agravios 
y  de  perdonar  deslealtades  é  ingratitudes  personales ;  su  corasen 
era  un  mar  de  generosidad  y  de  nobleza.  Comiendo  con  San- 
tander, y  no  hablando  sino  del  bien  de  Colombia  y  de  la  necesi- 
dad de  los  sacrificios  personales  para  mantener  el  imperio  de  la 
justicia  y  de  la  ley ;  triunfando  por  su  magnanimidad  de  la 
envidia  y  de  la  malevolencia  y  atormentando  á  sus  émulos  con 
la  más  heroica  venganza,  que  es  pagar  en  beneficios  los  daños 
que  se  reciben  ;  Bolívar  no  era  un  hombre  :  era  un  ser  sobrena- 
tural, un  genio,  un  semi-Dios. — Si  vaincre  est  cTun  kéros,  escribía 
Federico  II,  pardonner  est  cTun  Dieu 

Á  la  entrada  del  Libertador  en  Bogotá,  se  hablan  ausentado 
Soto,  Azuero,  üribe,Restrepo  y  otros,  temiendo  el  resentimiento 
de  aquel  por  los  violentos  discursos  y  escritos  que  hablan  lanzado 
contra  él.  Rióse  Bolívar  de  sus  temores,  haciendo  decir  á  todos : 
''  que  vivieran  tranquilos  y  seguros,  pues  su  corazón  no  guardaba 
*'  odio  ni  venganza  contra  nadie." 

Apenas  tomó  el  Libertador  posesión  del  poder  ejecutivo,  dis- 
puso que  el  Congreso  continuara  su  sesión  extraordinaria  para 
darle  cuenta  del  modo  con  que  habia  ejercido  las  facultades  ex- 
traordinarias ;  y  entre  tanto  se  consagró  á  la  reorganización  de 
todos  los  ramos  del  servicio  público,  trabajando  asiduamente 
con  sus  secretarios  y  aplicando  su  atención  hasta  á  los  últimos 
pormenores  del  gobierno.  Aquel  genio  vivo  de  Bolívar,  aquella 
imaginación  ardiente  parecía  que  no  habían  de  permitirle  el  estu- 
dio de  minuciosidades  y  detalles ;  pero  es  un  error.  No  sola- 
mente los  atendía  (escribe  uno  que  fué  su  ministro),  sino  que 
las  penetraba  inmediatamente,  aun  cuando  fueran  de  ramos  ex- 
traños á  su  profesión  militar,  por  ejemplo  de  jurisprudencia. 


410  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

Yiéndole  gobernar  con  tanta  moderación  y  tino,  desapareció  en 
gran  parte  la  acrimonia  de  los  partidos  opuestos.  Hasta  sos 
enemigos  tuvieron  que  confesar  sus  virtudes,  7  casi  todos  los 
Colombianos  confiaron  en  los  talentos,  en  la  rectitud,  en  el  in- 
flujo, y  en  el  patriotismo  mil  veces  probado  de  Bolívar,  para  que 
por  su  medio  renacieran  los  dias  de  gloria  y  de  ventura  para 
Colombia. 

El  hombre  á  quien  Vidaurre  en  el  Perú,  y  Santander  en  Bo- 
gotá ultrajaron,  y  á  quien  Páez  y  su  facción  ofrecerán  mas  tarde 
la  copa  del  dolor  y  la  amargura,  lo  ensalzaban  los  corazones  de 
todos  los  americanos,  lo  bendecian  los  labios  de  millares  de 
hombres  á  los  cuales  dio  patria  y  libertad,  lo  cantaban  los  poe- 
tas de  nuestro  continente,  y  lo  habian  coronado  de  laureles  las 
bellezas  de  cinco  repúblicas  que  brotaron  á  los  golpes  terribles 
de  su  formidable  espada.  Sus  compañeros  le  llamaban  el  héroe ; 
los  pueblos  le  saludaban  con  el  dulcísimo  nombre  de  Libebtadob, 
y  el  mundo  lo  reconocia  como  un  genio. — Contestando  el  Presi- 
dente de  la  República  de  Centro  América  al  discurso  oficial 
del  plenipotenciario  de  Colombia,  General  Antonio  Morales,  le 
decia : — '*  Colombia  es,  sin  disputa,  la  Nación  del  Continente 
que  tiene  la  gloria  de  haber  sostenido  una  lucha  más  tenaz  en  el 
movimiento  universal  de  la  América  hacia  su  libertad. — Los 
Bóvea,  los  Morillos,  los  Morales  servirán  siempre  en  los  trofeos 
de  Colombia.  El  Libebtadob  y  sus  dignos  compañeros  de  ar- 
mas vivirán  en  la  eternidad  del  tiempo  adornados  de  esos  trofeos. 
Yo  hago  los  más  ardientes  votos  por  la  prosperidad  de  Colom- 
bia que  reúne  hermanadamente  la  valentía  y  la  moderación ; 
porque  es  preciso  decirlo,  Señor  Ministro  :  "  ColofnUa  brilla 
como  el  astro  de  la  luz  porque  no  sabe  abusar  de  su  poder. 

"  Tened  la  bondad  de  trasmitir  los  testimonios  más  sinceros 
de  amistad  y  benevolencia  de  Centro  América,  y  de  mí  mismo  A 
vuestra  Nación,  á  vuestro  Gobierno  y  á  ese  Libertador  qtie/atiga 
al  mundo  con  la  fama  de  sus  hechos  J^ 

Ya  se  ha  visto  atrás  que  Sir  A.  Oockburn  vino  á  presentar 
al  Libertador  de  parte  del  gobierno  de  S.  M.  Británica  sus 
homenages  de  respeto  y  de  amistad. — ^También  recibió  Bolívar 
congratulaciones  de  otros  soberanos.  La  Europa  toda  se  apre- 
suró á  estrechar  relaciones  con  Colombia.  El  Pontífice  León  XII 


VIDA  DE  BOliVAB.  411 

preconizó  nuestros  Obispos  j  las  prensas  de  Inglaterra  y 
Francia  se  disputaban  el  placer  de  encomiar  al  gran  cau* 
dillo  americano.  "  lía  batalla  de  Boyacá,  decia  el  Courrier 
fratigais^  seguida  de  una  serie  de  brillantes  sucesos  milita- 
res, terminó  por  la  expulsión  de  todo  lo  que  era  ejército 
español,  y  este  resultado  fué  obra  de  Simón  BoHyar  y  de 
los  colombianos,  que  lo  obtuvieron  bajo  circunstancias  tan 
diñciles,  que  habrían  resfriado  un  patriotismo  menos  ardien- 
te y  que  podian  casi  hacer  desesperar  al  valor  mismo.  Sin 
armas,  y  como  puede  suponerse  sin  disciplina  al  principio/su 
valor  arrancó  las  armas  de  las  manos  de  su  enemigo,  y  su  propia 
prudencia  y  firmeza  suplieron  á  la  disciplina.  Las  huestes  ve- 
teranas de  la  vieja  España,  que  se  hablan  creido  invencibles,  fue- 
ron vencidas  por  las  que  habian  despreciado:  la  expedición 
más  formidable  que  jamás  se  envió  de  la  Península,  fué  comple- 
tamente humillada  en  todos  sentidos,  y  Colombia  llegó  á  ser 
libre. — La  firmeza  del  Libertador  Simón  Bolívar  bajo  las  cir- 
cunstancias más  críticas,  y  su  conducta  como  guerrero  y  como 
político,  le  dan  un  justo  derecho  á  que  su  norríbre  sea  inscrito 
enire  aquéllos  que  más  se  han  distinguido  como  bienhechores  de 
la  humanidad,,.. " 

Este  era  el  lenguage  de  los  escritores  imparciales.  Tal  la 
decidida  consideración  y  el  alto  aprecio  que  por  Bolívar  se 
tenia  en  el  mundo.— La  ingratitud,  empero,  sabia  otro  idioma.... 
la  ingratitud,  hija  iel  interés  y  de  la  vanidad,  vicio  de  las 
almas  bajas  1 1 


CAPITULO  LIV. 

1827  y  1828, 

Situación  db  las  cobas  ▲  mm  dk  1827— bbstablbcim ibhto  db  la  tbaitquilioao  mv 

BL  SUB — INTBIOAS  BLBCCION ABIA8  DB  SAITTANDBB  T  SC8  AHIOOS— APAREOB  UNA  BBCÜA- 
DBA  BSPAltOLA  EN  LAS  COSTAS  DB  TBNBZUBLA— BL  LIBBBTADOB  DKTBRMINA  TEÑIR  Á 
RBOHAZAB  LA  INVASIÓN  QUE  SE  TEMÍA— SE  DBTIBNB  EN  BÜCABAIÍANOA — EXCESOS  DEL 
GENBBAL  PADILLA — SE  INSTALA  LA  CONTENCIÓN— SUS  TRABAJOS — SU  DISOLUCIÓN. 

I  EN  qué  momento  los  ingratos  y  ambiciosos  pretendian  des- 
nudar al*Libertador  del  al$o  influjo  que  ejercia  en  los  pue- 
blos ? — ^Precisamente  cuando  Guayaquil  se  erijia  en  un  Estado 
libre,  dando  el  ejemplo  de  la  división  y  del  fraccionamiento  que 
debía  conducir  á  la  impotencia  y  á  la  anarquía ;  cuando  la  fuerza 
publica  comenzaba  á  corromperse  perdiendo  las  tropas  la  moral 
y  la  disciplina  militar ;  cuando  el  Capitán  General  de  Puerto 
Rico,  y  José  Domingo  Diaz,  el  enemigo  más  irreconciliable  de 
la  independencia^  soplaban  el  fuego  de  la  rebelión  en  varios  lu- 
gares de  la  provincia  de  Caracas,  y  Arizábalo,  y  Centeno,  y  Do- 
roteo Herrera,  y  Cisnéros  levantaban  ejércitos  para  proclamar 
al  Bey  de  España ;  cuando  los  indios  semi-bárbaros  de  Cunavi- 
che  intranquilizaban  el  Orinoco ;  cuando  en  Barínas,  Coro  y 
Guayana  se  sentían  movimientos  revolucionarios  promovidos 
por  los  agentes  de  Fernando  ;  cuando  una  partida  de  facciosos 

(418) 


414  TIDA  DE  BOLÍVAB. 

en  Cumarjá  turbaba  el  orden  público,  y  en  fin,  cuando  el  presi- 
dente del  Perú,  La  Mar,  el  Congreso  y  los  principales  funcio- 
narios de  aquella  república  mostraban  la  mayor  animosidad 
contra  Colombia,  habiendo  preso  y  despedido  violentamente  á 
nuestro  Enviado  y  tratando  de  destruir  á  Bolívia  y  ocupar  nues- 
tros departamentos  meridionales  hasta  el  Juanambú,  á  cnyo 
efecto  levantaron  fuerzas,  en  medió  de  la  paz,  y  situaron  ejérci- 
tos uno  en  Piura  y  otro  en  Puno.  En  estos  momentos  de  pe^ 
turbación  interior  y  de  amagos  exteriores,  en  que  la  voz  del 
deber  llamaba  á  todos  los  ciudadanos  á  rodear  al  gobierno  7 
darle  el  fuerte  apoyo  de  la  opinión,  en  esos  mismos  era  pues, 
cuando  se  trabajaba  con  ahinco  por  desdorar  la  autoridad,  por 
suscitar  odios  contra  el  primer  magistrado  de  Colombia,  por 
avivar  y  fortificar  la  causa  del  descontento,  creando  los  raotiTOS 
si  no  los  habia,  ó  exagerando  los  que  se  tomaban  como  tales..... 
Ciertamente  que  la  conducta  de  Santander,  Soto,  Azuero  y  los 
demás  que  formaban  el  partido  exaltado  de  oposición,  era  anti- 
patriótica y  criminal. — En  política  la  impugnación  moderada  da 
ocasión  á  la  reforma  cumplida,  y  por  eso  se  aprecia,  como  útil  j 
hasta  como  elemento  de  gobierno  ;  pero  las  calumnias,  los  excesos, 
los  ahíncos  perniciosos  que  no  tienden  á  mejorar  la  condición  de 
las  cosas,  sino  á  trastornar  estas  y  sacarlas  de  la  esfera  de  la 
regularidad  y  del  orden,  son  un  crimen. 

Por  suerte,  los  patriotas  que  amaban  la  integridad  y  la  conso- 
lidación de  la  República,  y  que  aguardaban  en  el  porvenir  dias 
más  halagüeños,  no  siguieron  las  pasiones  vulgares  de  Santan- 
der y  sus  amigos,  y  con  cuerda  templanza  se  conservaron  mejor 
en  los  límites  de  la  razón  y  de  la  prudencia. — El  Congreso  dio 
al  Libertador  las  pruebas  más  brillantes  de  la  confianza  qne  en 
él  tenia.  Aprobó  en  todas  sus  partes  las  medidas  extraordina- 
rias que  dictara  en  Venezuela ;  le  facultó  para'  conceder  gra- 
dos y  ascensos  á  los  militares  beneméritos,  aun  estando  reunido 
el  Congreso  :  para  vender  los  buques  de  guerra  que  no  juzgase 
necesarios :  mejorar  los  caminos  :  disminuir  las  cuotas  de  las  ren- 
tas municipales,  y  hacer  en  la  hacienda  nacional  los  arreglos  que 
estimara  convenientes,  etc.  También  expidió  el  decreto  convo- 
catorio de  la  Convención  general  de  los  Diputados  de  las  pro- 
vincias de  Colombia,  que  debian  reunirse  en  la  ciudad  de  Ocafia 
el  2  de  Marzo  de  1828  y  dio  el  reglamento  según  el  cual  debian 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  416 

elegirse  los  miembros  de  dicha  Convención. — Como  esta  asam- 
blea era,  por  decirlo  así,  el  ancla  de  la  ef^peransa  para  el  res- 
tablecimiento de  la  República,  el  Libertador  dispuso  la  circula- 
ción del  reglamento  eleccionario,  encargando  encarecidamente  á 
los  Intendentes  y  Gobernadores  que  cuidasen  de  que  las  eleccio- 
nes se  hiciesen  con  él  mayor  orden  y  libertad,  y  que  se  escogie- 
ran para  diputados  personas  de  probidad,  de  luces,  de  patriotis- 
mo y  de  adhesión  á  la  independencia  y  libertad  de  Colombia. 

Después  que  el  Libertador  se  hizo  cargo  del  mando  de  la  Repú- 
blica, no  descuidó  un  instante  para  restablecer  la  tranquilidad  y 
el  orden  constitucional  en  Guayaquil. — ^En  una  proclama  que  di- 
rijió  á  los  guayaquiledos  les  excitó  á  que  se  abrazasen  como  los 
más  tiernos  hermanos  á  la  sombra  de  los  laureles,  de  las  leyes  y 
del  nombre  de  Colombia ;  envió  tropas  hacia  Popayan  y  dictó 
muchas  providencias,  en  cuyo  efecto  seguramente  confiaba.  Mas 
sucedió,  que  cuando  el  Libertador  llegó  á  Bogotá,  ya  el  activo  é 
inteligente  generalJuan  José  Flores  habia  logrado  hacer  una  con- 
trarevolucion  á  Bustamante,  obteniendo  que  el  capitán  Bravo  le 
prendiese  juntamente  con  su  mentor  D.  Luis  López  Méndez,  y 
que  las  tropas  victoreasen  á  Colombia,  á  su  gobierno  y  al  Liber- 
tador Presidente,  padre  de  la  patria.  Logró  más  todavía,  pues 
como  tratasen  los  comandantes  Carvallo  y  Arrieta  de  proclamar 
en  Guayaquil  el  gobierno  del  Perú,  apoyados  en  el  batallón 
"  Guayas"  que  habian  corrompido,  Plores  consiguió  por  un  golpe 
de  actividad  y  de  talento,  que  el  batallón  "  Vencedor"  proclíi- 
mará  en  Samborondon  la  obediencia  á  Bolívar  y  que  descono- 
ciendo las  autoridades  revolucionarias,  exijiese  que  se  restitu- 
yera el  orden  constitucional  alterado  por  la  ruindad  del 
"  Guayas.^' — Los  soldados  de  "  Vencedor"  se  apoderaron  de  los 
cuarteles,  y  los  cuerpos  sublevados  no  hicieron  resistencia. — Así 
quedó  restablecida  la  tranquilidad  y  afianzado  el  imperio  de  las 
leyes  colombianas  en  Guayaquil ;  volviendo  al  Perú  Bustamante, 
y  huyendo  con  él  Delgado,  Elizalde  y  otros  oficiales  facciosos 
que  habian  deshonrado  su  patria  con  sus  delitos. — La  noticia  de 
que  el  Libertador  iba  á  encargarse  del  mando  supremo,  con- 
tribuyó sobre  manera  á  este  último  feliz  suceso  en  que  tanto 
brillaron  los  talentos,  la  habilidad  y  el  acendrado  patriotismo 
del  General  Flores.* 

*  El  General  Jitah  Joeá  Flobis  nació  en  Puerto  OabeUo  el  19  de  Julio  do 


416  TIDA  D8  BOIÍTáB. 

Cuando  de  este  modo  alcanzaban  los  buenos  patriotas  e&fre> 
nar  la  revolución  en  los  departamentos  meridionales  de  Golom- 
bia  7  mientras  que  el  gobierno  marchaba  por  la  senda  de  la 
justicia  7  de  la  conciliación,  el  partido  político  de  Santander, 
que  se  titulaba  á  sí  mismo  liberal^  levantaba  en  alto  la  bandera 
de  los  odios,  de  las  rivalidades  funestas  7  de  la  anarquía,  qae 


1800  7  fué  oonfiada  su  «daoacion  al  canaiio  Don  Ylcente  Molina,  hombre  íntegro 
7  benáyolo.  Loa  preceptoa  de  eate,  y  aer  hijo  de  eapañol,  le  iDeÜnaron  oomo 
era  natural,  á  la  caaaa  de  la  metrópoli ;  maa  loa  oonaejoa  aalndablea  del  honndo 
General  Bartolomé  Salom  encendieron  en  bu  pecho  el  amor  á  la  independencia. 
Rayaba  en  loa  doce  años  de  su  edad  cuando  el  genio  de  Ptolívar  libertó  el  Ood- 
dente  de  Venezuela  y  puso  sitio  á  aquella  plaza  en  181S.  Obligado  á  le?antarlo, 
emigró  Floree  á  Valencia  no  sin  padecer  priTaciones  y  miserias. 

Sitiada  la  ciudad  por  Boyes  y  Morálee^se  alimentó  oomo  todos  loe  demás,  om 
carne  de  burro  muy  escasa,  corrió  los  azares  de  sitio  tan  desesperado  y  cayó 
prisionero  de  guerra  cuando  capituló  aquella  plaza,  último  baluarte  de  la  libe^ 
tad  rendido  en  Occidente  al  poder  de  la  España  en  1814.  Todos  los  jefes  y  ofi- 
ciales fueron  pasados  á  cuchillo  con  violación  del  pacto,  y  Florea  debió  acaso  la 
Yida  á  la  protección  que  le  dispensó  el  Teniente  Coronel  Don  Remijio  Ramos, 
quien  lo  condujo  á  Barínaa  donde  abrazó  la  carrera  del  comercio.  De  aUÍ  se 
trasladó  á  Guasdualito  y  estableció  una  casa  en  que  hacia  pequeños  negocios. 

Una  serie  de  combatee  y  de  batallas  ilustraron  el  nombre  del  ejército  de 
Apure,  y  Flores  concurrió  á  todos,  ganando  sus  ascensos,  como  se  ganaban  en 
aquellos  tiempos  casi  fabulosos  de  nuestra  historia,  grado  por  grado  y  después 
de  grandes  pruebas  de  sufrimiento  y  constancia  ,  de  resignación  y  valor. 

£n  la  batalla  de  Cojedes  recibió  Flores  una  herida  de  lanza  y  tuTO  el  honor 
de  pertenecer  á  los  poquísimos  bravos  que  se  adueñaron  del  campo  cuando  lo 
cedió  nuestro  ejército  derrotado.  A  la  cabeza  de  su  compañía  (la  primera  del 
rejimiento  de  Valientes)  tomó  por  asalto  los  parapetoa  qtie  rodeaban  el  trapidia 
de  Alejo,  y  acuchilló  las  del  batallón  "  Barínaa '  que  loa  defendían.  El  Liberta- 
dor le  dio  elojios  en  la  orden  general  del  ejército,  y  le  confirió  la  cruz  de  los  Li- 
bertadores de  Venezuela. 

En  1819  cooperó  á  la  libertad  de  Fi^^^a  Granada,  marchando  por  la  montaña 
de  San  Camilo  hasta  laa  inmediacionee  de  San  Cristóbal  de  Cócuta.  Y  en  el 
mismo  afio  aaistió  al  sangriento  combate  de  la  Crus ;  donde  perdió  laa  trea  cuar- 
tas partes  de  su  compañía,  entre  muertos  y  heridoa. 

En  los  años  sucesiyos,  Floree  sirvió  con  lucimiento  en  laa  campañas  de  Herida 
y  Trujillo,  de  Coro,  de  Pasto,  etc. ;  hallóse  en  Bombona,  y  después  del  recio 
combate  de  Jambinoy  fué  promovido  á  Coronel  en  Cuenca. — ^£1  Libertador 
amaba  con  predilección  á  Flores  y  este  le  oorrespondia  saerificándolo  todo  i  la 
gloria  de  Colombia  y  de  su  magnánimo  Libertador.  La  biografUt  del  general 
Flores  no  cabe  en  una  nota.  Sus  servicios  fueron  de  Inestimable  precio,  y  me* 
recio  que  se  le  considerase  oomo  un  gefe  eminente,  oomo  un  ilustre  ciudada- 
no que  oonennió  á  fundar  nuestra  libertad  con  su  valor  y  á  oonservarlacon  ioi 
virtadea. 


yn>A  DE  boiíyab.  417 

es  d  injiemo  de  los  hombres^  como  la  definia  el  Libertador. — 
Este  había  querido  que  se  hiciese  un  digno  uso  de  la  noble  ins- 
titución del  sufragio;  que  los  pueblos,  con  la  conciencia  del 
valor  de  1*  votación,  elijiesen  sus  diputados  á  la  Convención,  sin 
violencia,  y  sin  que  los  intrigantes  ambiciosos  relajasen  la  san- 
tidad del  derecho  de  elejir  hasta  convertirlo  en  medio  infame 
de  explotación.  A  la  verdad,  el  sufragio  no  es  una  institu- 
ción fecunda,  j  digámoslo  asi,  un  elemento  precioso  de  estabi- 
lidad, sino  en  tanto  que  las  elecciones  son  sinceras,  son  libres, 
son  elecciones. — Bolívar  se  contentó  con  recomendar,  por  medio 
de  una  circular  del  secretario  del  interior,  (circular  elogiada 
por  los  mismos  enemigos,)  que  se  escogieran  para  diputados 
personas  de  virtudes  j  luces :  y  no  se  ingirió,  ni  permitió  que* 
ninguno  de  sus  amigos  y  subalternos  indicase,  recomendase,  ni 
de  modo  alguno  trabajase  en  dirigir  la  opinión  pública.'*  Pero 
no  hicieron  lo  mismo  Santander  y  sus  secuaces  '*  quienes  despa- 
chaban cien  cartas  en  cada  correo,  designando  las  personas  de  su 
partido  que  debieran  ser  electores  y  diputados  ;*'  y  hacian  pro- 
mesas, y  derramaban  dinero,  y  avivaban  las  pasiones,  y  susti- 
tuían su  influencia  personal  á  las  creencias  sencillas  pero  respe- 
tables del  pueblo.  "  Santander,  escribía  el  Libertador  al  General 
**  F.  Garabaño  ;  Santander  ha  llegado  hasta  el  extremo  de  salir 
"  á  los  caminos  reales  en  busca  de  partidarios,  ofreciendo  casa  y 
''  comida  á  los  diputados  que  vengan  á  OcaQa."  Y  este  sistema 
de  perversión  poKtica,  en  antagonismo  con  los  propósitos  del  go- 
bierno, se  llevaba  adelante  á  la  sazón  que  la  prensa  desacreditaba 
y  calumniaba  diariamente  al  Libertador  ;  y  cuando  los  exalta- 
dos reunidos  en  unas  fiestas  de  Zipaquirá,  que  presidia  Santander, 
llegaron  á  decir  en  brindis  públicos,  que  era  preciso  no  solo  der- 
ribar sino  matar  al  ürano. — ^Yiendo  aquella  efervescencia  sin 
ejemplo,  que  se  atizaba  cada  dia  más  por  escritos  incendiarios : 
viendo  el  precioso  derecho  de  libertad  de  imprenta  empleado  en 


Esta  obra  que  ahora  emprendo,  (escribía  al  Doctor  Mendoza  con  relación 
al  propósito  de  reunir  la  Gonyendon)  es  ardua  y  llena  de  dificnltades ;  pero 
"  útil  7  gloriosa.  Para  completarla  oaento  no  solo  con  mis  esfüersos,  sino  con 
**  1m  rotantaáñá  nadonal,  oon  las  laces  de  mis  amigos,  cuyo  influjo  y  principios 
"  deben  esforzarse  á  fin  de  que  los  representantes  de  la  Conyencion  sean  hom- 
"  brea  de  juicio,  de  moderación  y  yerdaderamente  interesados  en  el  bien  de  la 
"  patria."  {Carfa  de  16  de  Setiembre  de  IB^.^Véaee  también  la  m«^  intere$tmU 
caria  eeeriia  al  general  Carabaño  en  la  propia  fec'ka.) 

27 


418  VIDA  DB  BOliVAB. 

dividir  los  ánimos  7  en  vomitar  dicterios  contra  las  corporacio- 
nes, los  magistrados  7  las  personas  más  distinguidas ;  muchos 
ciudadanos  de  respeto  dirijieron  al  Libertador  peticiones  esfo^ 
zadas  para  que  reprimiera  hs  abusos  de  la  imprenta.— tA  seUmi- 
tó  solo  á  encargar  á  las  autoridades,  que  con  su  influjo  7  el  de 
los  más  beneméritos  ciudadanos,  procuraran  impedir  la  promul- 
gación de  escritos  injuriosos,  7  que  velasen  en  que  no  se  corrom* 
piese  la  moral  por  el  medio  mismo  llamado  á  sostenerla  y  pro- 
pagarla. 

En  tales  circunstancias,  la  noticia  de  la  presencia  de  una 
escuadra  espaSoIa  al  frente  de  las  costas  de  Venezuela,  poso  en 
gran  cuidado  al  Libertador,  una  división  naval  compuesta  del 
navio  Ouerrero^  de  la  fragata  Iberia  7  del  bergantín  Heredes 
al  mando  de  Don  Ángel  Laborde  que  traía  oficiales,  armas,  mu- 
niciones 7  otros  elementos  militares  para  las  guerrillas  de  Ari- 
zábalo,  Gisnéros,  Centeno;  etc.,  recorría  las  costas  venezolanas 
7  trataba  de  hacer  el  desembarco  consiguiente. — ^Por  fortuna, 
como  en  los  dias  que  cruzó  sobre  Riochicho  7  Tacarígua  no  pu- 
diese Laborde  adquirir  noticia  alguna  del  partidario  Arizábalo, 
se  retiró  con  sus  bajeles,  dirijiendo  el  rumbo  á  su  apostadero  de 
Cuba.  Á  la  primera  noticia  que  de  esto  tuvo  el  Libertador, 
cre7Ó  que  en  Venezuela  existiría,  sin  duda,  alguna  combinación 
exten8a,promovida  por  los  españoles  7  realistas  para  volver  á 
dominarnos  ;  7  determinó  acercarse  inmediatamente  á  los  loga- 
res que  pudieran  ser  invadidos  para  prever  con  más  e:q)edic¡on 
á  su  defensa.  Revistióse  de  las  facultades  extraordinarias  en 
toda  la  República,  exceptuando  el  cantón  Ocaña,  como  residen- 
cia de  la  Convención,  (13  de  Marzo  de  1828 ;)  prescribió  los 
trámites  7  fórmulas  según  los  cuales  debian  ser  juzgados  los 
traidores  7  conspiradores  ;  organizó  nuevamente  el  ministerio, 
tra7endo  á  su  seno  al  General  Urdaneta  7  a  los  señores  Vergara 
7  Tanco  7  partió  el  16  por  Tunja  hacia  los  valles  de  Cácuta»— 
En  el  camino  recibió  partes  oficiales  del  general  Páez  que  le 
tranquilizaron  sobre  la  situación  de  Venezuela :  supo  que  las 
guerrillas  de  los  facinerosos,  que  se  llamaban  realistas  para  dar 
alguna  sanción  á  sus  desórdenes,  hablan  sido  derrotadas  donde 
quiera,  7  que  los  buques  de  Laborde  se  hablan  alejado  de  nues- 
tras costas  sin  haber  podido  auxiliar  á  Cisnéros  ni  á  los  otros 
partidarios. — Tan  placenteras  nuevas  que  le  evitaron  un  largo  7 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  419 

penoAO  viage,  se  amargaron  con  las  qne  trajo  la  posta  de  Carta- 
gena, en  cuya  ciudad  el  general  José  Padilla,  comandante  de 
Marina,  mal  aconsejado  por  un  Doctor  Ignacio  Muñoz  cuya  opi- 
nión seguía,  turbó  el  orden,  minando  sordamente  la  disciplina  de 
la  tropa  para  hacerla  concurrir  junto  con  la  plebe  á  una  revuelta. 
Padilla  en  efecto  llegó  á  apoderarse  y  ejercer  el  mando  de  Car- 
tagena desde  el  1  °  de  Marzo  hasta  el  7,  en  que  se  huyó  ;    por- 
que las  tropas  y  el  pueblo  le  abandonaron,  no  queriendo  partici- 
par de  sus  atentados.    Y  fué  el  origen  de  todo,  la  instigación 
de  los  enemigos  del  Libertador  para  quitar  del  mando  á  los 
hombres  de  bien  que  se  hallaban  colocados  en  los  puestos  públi- 
cos y  disponer  á  su  sabor  de  las  armas,  de  la  influencia  política 
y  sobre  todq  de  las  tesorerías. — El  Libertador  se  encontraba  en 
Sativa  (26  de  Marzo)  cuando  supo  el  atentado  de  Padilla  ;  y  re- 
solvió desde  luego  variar  su  itinerario. — '^  Yo  marchaba  á  Ve- 
*^  nezuela,  escribia  al  Doctor  Cristóbal  Mendoza,  con  el  objeto 
"  de  pasar  por  los  departamentos  del  Orinoco  y  de  Maturin  en 
"  donde  se  necesita  la  presencia  del  gefe  del  gobierno ;  pero  he 
"  suspendido  mi  viaje,  primero,  por  el  actual  estado  de  Venezuela 
**  en  donde  no  hay  que  temer  ;  y  segundo,  por  acercarme  á  Car- 
^  tagena  con  motivo  del  inicuo  atentado  que  acaba  de  cometer 
**  allí  el  General  Padilla  en  contra  de  la  autoridad  ;  y  aunque 
^  me  escribe  ahora  de  Ocaña  excusándose,  yo  he  mandado  juz- 
**garlo  conforme  al  decreto  sobre  conspiradores,  para  que,  de 
**  este  modo,  se  haga  un  ejemplar  que  sirva  de  escarmiento  y  lec- 
**  cion  á  los  facciosos." — El  Libertador  seguia  hablando  sobre  el 
sentimiento  de  orden  que  dominaba  en  los  pueblos  y  concluía 
diciendo  :  "  todo  esto  unido  al  favorable  estado  de  Venezuela, 
"  y  al  ultimo  acontecimiento  de  Cartagena,  roe  han  obligado  á 
^  detenerme  aquí  (Bucaramanga)  diez  ó  doce  dias,  para  que  los 
**  mismos  acontecimientos  me  indiquen  la  ruta  qne  debo  tomar ; 
"  si  á  Ocafla,  á  Ciícuta,  6  Bogotá...." 

Durante  el  curso  de  los  tristes  sucesos  de  Cartagena  en  que 
andaba  diestra  y  siempre  maléfica  la  mano  de  Santander,  se  reu- 
nieron en  Ocaña  67  diputados,  que  componían  más  de  la  mitad 
de  los  108  que  correspondían  á  toda  la  república. — Resuelta  la 
in.s lalación  de  la  Asamblea  verificóse  el  9  de  Abril,  siendo  el 
primer  presidente  el  Doctor  José  María  del  Castillo  y  vicepresi- 
dente el  Doctor  Andrés  Narvarte. — La  Convención  tenia  en  sq 


420  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

seno  á  Santander,  á  Azuero,  á  Soto,  á  Gómez,  7  otros  acérrimos 
enemigos  de  Bolívar.  Estos  formaban  un  grupo  compacto,  lleno 
de  exaltación,  que  dominaba  Santander. — ^Tenia  también  á  Cas- 
tillo, Aranda,  Briceño  Méndez,  de  Francisco  Martin,  ücroz  y 
otros,  deferentes  amigos  del  Libertador,  á  cuya  cabeza  se  distin- 
guia  el  Señor  Castillo.  Y  habia  otro  tercer  partido  de  dipu- 
tados independienieSy  según  ellos  se  llamaban,  como  los  Mosque- 
ras de  Popayan,  los  de  Antioquía  y  otros  varios,  que  opinaban 
como  les  parecía  y  votaban  á  su  antojo.  Estos  iban  por  supnesto 
á  dar  la  victoria  al  partido  á  que  se  arrimaran. — La  Convención 
de  Ocaña  reunía  muchos  hombres  de  luces  y  experiencia,  patrio- 
tas, amigos  del  progreso  y  de  la  prosperidad  del  Estado.. . ; 
pero  entre  ellos,  no  pocos  estaban  dominados  por  violentas  pa- 
siones, y  á  estos  no  les  era  dado  ver  con  claridad  lo  que  más 
importaba  en  el  momento: — la  dirección  oportuna  de  los  ne- 
gocios.— La  moderación,  los  sentimientos  de  justicia  y  de  utili- 
dad general,  la  conservación  de  los  derechos  y  garantías,  la  en- 
mienda de  los  eiTores  legislativos  que  habían  sido  origen  de  la 
miseria  y  del  descontento  del  país,  he  aquí  lo  que  podía  hacer 
la  felicidad  de  Colombia,  mantener  el  orden  social  y  preparar 
los  pueblos  á  las  mejoran  graduales  y  apetecidas.  El  valor  y 
el  denuedo  habían  sido  en  la  época  gloriosa  de  la  guerra  el 
escudo  de  la  victoria  ;  ahora,  la  razan  ilustrada,  el  verdadero 
civismo,  el  amor  á  la  paz  y  á  la  dicha  común,  el  respeto  á  los 
principios  promulgados,  deberían  ser  la  antorcha  que  guiase  á 
los  convencionistas  en  los  senderos  de  las  útiles  reformas ;  pero 
ah  I  la  Convencion....Ella  no  fué  más  que  un  campo  de  discordia : 
un  forum  de  calunmias  y  dicterios,  de  rencores  y  venganzas :  una 
arena  abierta  á  todos  los  delirios  de  las  pasiones,  á  todos  los  afanes 
7  las  injusticias  del  espíritu  de  partido  menos  sensato  y  menos 
patriota. — La  mayoría  de  aquel  cuerpo  era  incapaz  de  hacer  el 
bien  ;  porque  las  pasiones  turbulentas  son  como  los  huracanes : 
no  sirven  sino  para  asolar  y  devastar. — Á  la  vista  de  arranques 
tan  vehementes  que  la  cordura  cond(maba,  el  Libertador  se  estre- 
mecía considerando  inevitable  la  mina  de  Colombia.  Era  ur 
gente  restaurar  la  moral  y  extirpar  los  vicios  y  errores ;  y  se 
sembraba  la  discordia  individual  y  general  y  se  procuraba  el 
trastorno  de  todos  los  sentimientos  de  orden,  de  juaticia  y  de 
virtud. — ^Era  preciso  el  establecimiento  de  un  sistema  de  vi* 


TIDA  DE  BOLÍVAR.  121 

gor  y  la  unidad  constitucional  de  un  gobierno  de  probidad  y 
de  respeto,  único  escudo  de  la  dicha  j  del  esplendor  de  la  patria  ; 
y  se  proclamaba  la  federación  y  el  fraccionamiento  y  mengua  de 
la  autoridad. — ^Era  necesario  enseñar  la  verdad  é  instruir  con 
ella  al  pueblo,  sobre  sus  verdaderos  intereses  :  y  á  la  prensa  se 
le  imponía  la  vergonzosa  obligación  de  degradarse  á  los  ojos 
imparciales  de  la  razón  y  del  mundo  civilizado.  La  explosión 
de  estos  elementos  anárquicos  tan  diversos  y  poderosos  se  pro- 
curaba dia  y  noche,  y  por  todos  medios,  por  Santander  y  su 
partido,  que  parecían  los  ministros  de  la  desolación  encargados 
de  la  muerte  del  orden  y  de  la  paz  de  Colombia. — "  Es  una  evi- 
"  dencia  para  mí,  exclamaba  el  Libertador  en  medio  de  las  triste- 
^  zas  de  la  desesperación  política  que  lo  aflijían  ;  es  una  evidencia 
"  la  destrucción  de  Colombia,  si  no  se  da  al  gobierno  una  fuerza 
"  inmensa,  capaz  de  reluchar  contra  la  anarquía  que  levanta  mil 
"  cabezas  sediciosas. — Después  de  diez  y  siete  afios  de  combates 
"  inauditos  y  de  revoluciones,  ha  venido  á  parir  nuestra  madre- 
"  patria  una  hermana  más  cruel  que  Mejora,  más  parricida  que 
"  Júpiter,  más  sanguinaria  que  Belona....  Es  la  anarquía  !  !  Me 
"  estremezco  al  contemplar  el  cuadro  horrible  de  nuestra  pcrs- 
*'  pectiva.  Nos  vamos  á  sepultar  entre  las  ruinas  de  la  patria  ; 
"  porque  todo  es  malo,  y  todo  es  peor.  La  violencia  de  la 
"  fuerza  arrastra  consigo  los  principios  de  su  propia  destruc- 
"  cion..." 

Cuando  se  declaró  instalado  el  cuerpo  de  los  Representantes 
de  Colombia  congregados  en  Ocafia,  recibió  el  mensaje  que  el 
Libertador  le  dirijió  y  que  había  fechado  el  29  de  Febreros : 
importante  documento  en  el  cual  el  autor  había  trazado  el  bos- 
quejo de  la  situación  de  la  República  y  entrado  á  propósito  en 
la  investigación  de  muchas  cuestiones  de  alto  ínteres  general. 
**  Al  representar  la  legitimidad  de  Colombia,  decía  el  Libertador 
^á  los  Diputados,  os  halláis  revestidos  de  los  poderes  más 
•*  sublimes.  También  participo  yo  de  la  mayor  ventura  devol- 
'^  viéndoos  la  autoridad  que  se  había  depositado  en  mis  cansadas 
'^  manos  :  tocan  á  los  queridos  del  pueblo  las  atribuciones  sobe- 
^  ranas,  los  derechos  supremos,  como  delegados  del  omnipotente 
^'  augusto  de  quien  sf)y  subdito  y  soldado.  ¿  En  qué  potestad 
^  más  eminente  depondría  yo  el  bastón  de  Presidente  y  la  espada 
^  de  General  I    Disponed  libremente  de  estos  símbolos  de  mando 


422  TIDA  DE  BOLÍVAR. 

"  7  gloria  en  beneficio  de  la  causa  popular,  sin  atender  á  con- 
*'  sideraciones  personales  que  os  impidieran  una  reforma  per- 
"  fecta. 

*^  Constituido  por  mis  deberes  á  manifestaros  la  situación  de 
"  la  República,  tendré  el  dolor  de  ofreceros  el  cuadro  de  sus 
"  aflicciones.  No  juzguéis  que  los  colores  que  empleo  los  ba 
'*  encendido  la  exageración,  ni  que  han  salido  de  la  tenebrosa 
''  mansión  de  los  misterios  ;  70  los  he  copiado  á  la  luz  del 
"  escándalo :  su  conjunto  puede  pareceros  ideal ;  pero  si  lo 
"  fuera,  ¿  Colombia  os  llamara  ? 

^*  Os  bastará  recorrer  nuestra  historia  para  descubrir  las  causas 
"  de  nuestra  decadencia.  Colombia  que  supo  darse  vida  se  halla 
"  exánime.  Indentifícada  antes  con  la  causa  pública,  no  estima 
"  ahora  su  deber  como  la  única  regla  de  salud.  Los  mismos 
"  que  durante  la  lucha  se  contentaron  con  su  pobreza  y  que 
*^  no  adeudaban  al  extrangero  tres  millones,  para  mantener  la 
*'  paz,  han  tenido  que  cargarse  de  deudas  vergonzosas  por  sos 
'*  consecuencias.  Colombia  que  al  frente  de  las  huestes  opreso- 
*'  ras  respiraba  solo  pundonor  y  virtud,  padece  como  insensible 
"  el  descrédito  nacional.  Colombia  que  no  pensaba  sino  en  sa- 
"  orificios  dolorosos,  en  servicios  eminentes,  se  ocupa  de  sus  de- 
"  rechos,  y  no  de  sus  deberes.  Habría  perecido  la  nación  si  un 
*'  resto  de  espíritu  público  no  la  hubiese  impelido  á  clamar  el 
"  remedio  y  detenido  al  borde  del  sepulcro.  Solamente  un  pe- 
"  ligro  horroroso  nos  haria  intentar  la  alteración  de  las  leyes 
"  fundamentales  ;  solo  este  peligro  se  habria  hecho  superior  á  la 
''  pasión  que  profesábamos  á  instituciones  propias  y  legítimas 
"  cuyas  basas  nos  hablan  procurado  la  deseada  emancipa- 
"  cion. 

"  Nada  añadiría  á  este  funesto  bosquejo,  si  el  puesto  que 
"  ocupo  no  me  forzara  á  dar  cuenta  á  la  nación  de  los  inconve- 
"  venientes  prácticos  de  sus  leyes.  Aunque  no  puedo  hacerlo 
*'  sin  exponerme  á  siniestras  interpretaciones,  y  que  al  través  de 
"  mis  palabras  se  leerán  pensamientos  ambiciosos  ;  mas  yo  que 
"  no  he  rehusado  á  Colombia  consagrarle  mi  vida  y  mi  reputa- 
"  cion,  mo'  conceptúo  obligado  á  este  último  sacrificio." 

Aquí  eniró  luego  el  Libertador  á  exaniinar  la  distribución  de 
los  poderes  constitucionales,  llamó  la  atención  sobre  la  supe^ 
fluidad  de  muchas  leyes  secundarias  hechas  al  acaso,  sin  orden 


YIDÁ  DE  BOLÍVAR.  423 

ni  coDJnnto  ;  sobre  la  necesidad  de  la  ley  de  responsabilidad  de 
los  secretarios  del  despacho....  etc.,  y  concluía  con  el  siguiente 
apostrofe  harto  expresivo : 

**  Legisladores  1  Ardua  y  grande  es  la  obra  que  la  voluntad 
''  nacional  os  ha  sometido.  Salvaos  del  compromiso  en  que  os 
"  han  colocado  vuestros  conciudadanos,  salvando  á  Colombia. 
"  Arrojad  vuestras  miradas  penetrantes  en  el  recóndito  corazón 
"  de  vuestros  constituyentes ;  allí  leeréis  la  prolongada  angustia 
"  que  los  agoniza.  Ellos  suspiran  por  seguridad  y  reposo. — Un 
**  gobierno  firme,  poderoso  y  justo  es  el  grito  de  la  patria.  Mi- 
**  radia  de  pié  sobre  las  ruinas  del  desierto  que  ha  dejado  el  des- 
**  potismo,  pálida  de  espanto,  llorando  500,000  héroes  muertos 
"  por  ella,  cuya  sangre,  sembrada  en  los  campos,  hacia  nacer  sus 
"  derechos.  Sí,  legisladores,  muertos  y  vivos,  sepulcros  y  ruinas 
"  os  piden  garantías.  Y  yo  que  sentado  ahora  sobre  el  hogar 
"  de  un  simple  ciudadano  y  mezclado  entre  la  multitud,  recobro 
"  mi  voz  y  mi  derecho  ;  yo  que  soy  el  último  que  reclamo  el  fin 
"  de  la  sociedad  ;  yo  que  he  consagrado  un  culto  religioso  á  la 
"  patria  y  á  la  libertad,  no  debo  callarme  en  momento  tan  so- 
"  lemne.  Dadnos  un  gobierno  en  que  la  ley  sea  obedecida  :  el 
"  magistrado  respetado,  y  el  pueblo  libre  :  un  gobierno  que  im- 
**  pida  la  transgresión  de  la  voluntad  general  y  los  mandamien- 
"  tos  del  pueblo. 

"  Considerad,  legisladores,  que  la  energía  de  la  fuerza  pública 
"  es  la  salvaguardia  de  la  flaqueza  individual,  la  amenaza  que 

"  aterra  al  injusto  y  la  esperanza  de  la  sociedad Mirad  que 

"  sin  fuerza  no  hay  virtud,  y  sin  virtud  perece  la  República. — 
"  Legisladores !  á  nombre  de  Colombia  os  ruego  con  plegarias 
**  infinitas,  que  nos  deis,  á  imagen  de  la  Providencia  que  repre- 
"  sentáis,  para  el  pueblo,  para  el  ejército,  para  el  juez,  y  para  el 
**  magistrado,  leyes  inexorables  III  " 

Estas  indicaciones  expresadas  de  una  manera  tan  enérgica  co- 
mo convincente  y  que  se  apoyaban  en  los  talentos  y  en  la  larga 
experiencia  del  Libertador,  debian  haber  hecho  una  profunda  im- 
presión en  el  ánimo  de  los  escogidos  de  Colombia ;  mas  sucedió 
lo  que  Bolívar  habia  previsto  : — qtie  fte  le  mterpretaria  mal  y 
que  al  través  de  sus  palabras  se  leerían  pensamientos  de  orgullo  y 
ambición.  Atribuyéronse  en  efecto  sus  recomendaciones  de  que 
se  adoptara  un  gobierno  más  fuerte,  á  proyectos  tiránicos  par& 


424  VIDA  DB  boiítab. 

dominar  la  tierra  con  un  poder  absoluto Santander,  que 

hasta  entonces  habia  sido  partidario  ciego  del  centralismo, 
ahora  querio.  federación^  y  trabas  al  ejercicio  del  poder  qeoíim^ 
y  diminacion  de  facultades  extraordinarias^  etc.;  y  lo  que  era 
precisamente  orden  y  ener^  saludable  para  contrarestar  Iob 
efectos  de  los  principios  disolventes,  lo  llamaban  despotisou)  7 
tiranía  II  * 

La  Convención  recibió,  al  instalarse,  mnltitad  de  peticiones 
del  norte,  centro  y  sur  de  la  República.  Los  cuerpos  del  ejé^ 
cito  permanente  y  de  milicias,  el  Estado  Mayor,  la  Universidad 
de  Caracas,  y  la  mayor  parte,  si  no  todas  las  municipalidades, 
de  Venezuela,  Maturin  y  Orinoco  pidieron  á  la  Convención  que 
conservase  la  integridad  nacional  y  á  Bolívar  en  el  mando  de 
la  República.  Las  peticiones  del  centro  y  sur  reclamaban  un 
gobierno  fuerte,  capaz  de  mantener  el  orden  y  la  paz  bajo  el  sis- 
tema unitario,  y  exijían  que  se  conservase  al  Libertador  en  el 
mando  supremo,  como  d  único  hombre  que  por  sus  ialentoSj  gran- 
des servicios  y  poderoso  influjo,  podia  mantener  unida  y  tranquila 
á  Colombia. — Inútil  es  decir  que  la  mayoría  de  la  Convención  reci- 
bió estas  peticiones  con  enfado  y  esquivez,  titulándolas  "  produc- 
ciones del  servilismo  y  de  la  abyección,"  sin  reparar  siquiera  en 
las  graves  consideraciones  en  que  se  apoyaban,  ni  menos  en  el 
valimiento  é  influjo  de  las  personas  que  las  habian  suscrito.— 
Por  una  providencia  general  (que  debo  llamar  sarcástica)  fueron 
remitidas  al  Libertador,  '*  como  á  quien  tocaba  mantener  el  ót- 
den  público  y  la  disciplina  militar." —  ¿  Quería  la  Convención 
expresar  con  esto  que  las  peticiones  habian  turbado  el  orden 
público  ? — Nada  era  más  falso  ;  y  el  derecho  de  petición  es  una 
garantía  cuyo  ejercicio  excluye  las  violencias  y  la  perturbación 
de  la  tranquilidad  común. — i  Queria  despreciar  la  voz  de  los 
pueblos  y  alejar  cuanto  ofreciera  la  más  leve  traza  de  los  deseos 
y  de  los  votos  nacionales  ? — ^Nada  era  más  absurdo  ;  siendo  as 
que,  tratándose  de  la  organización  política  que  debia  darse  á 
Colombia,  era  muy  natural  tener  en  cuenta  las  opiniones  y  las 
•esperanzas  de  los  colombianos. — El  gran  principio  que  debian 
tener  fijo  en  su  mente  los  principistas  y  los  que  anhelaban  apu- 
ñear teorías  que  parecen  tan  bellas  en  los  libros  era  : — que  la  me 

•  Véase  Bxnrnspo,  Hist,  t  IV. 


VIDA  DB  boiíyab.  425 

i 

jor  oanatitücion  y  las  mejores  leyes,  las  más  durables  al  menos, 
son  aquellas  que  están  en  el  espíritu  7  en  los  hábitos  del  pueblo 
á  quien  se  dan,  7  que  es  ana  temeridad  peligrosa  desechar  la 
opinión  de  los  que,  con  su  obediencia,  van  á  prestar  firmé  apo70 
á  las  decisiones  de  los  legisladores. 

El  primer  acto  legislativo  de  la  Convención  fué  declarar  por 
votcusion  unánime  la  necesidad  de  la  reforma  de  la  Constitución. 
Paso  imprudente,  porque  desde  luego  quedó  la  le7  fundamental 
desnuda  de  autoridad,  considerándosela  como  errónea,  insu- 
ficiente.... destruida  I — Un  diputado  por  Caracas,  el  Señor  Ma- 
riano Echezuría,  propuso  que  se  adoptara  el  aisiema  federativo. 
Acojieron  Santander  7  sus  amigos  con  entusiasmo  esta  idea ; 
pero  la  ma7oría  de  la  Convención  la  desechó,  sancionando  que 
"  el  gobierno  de  Colombia  en  sus  tres  poderes  sería  unitario  ; 
que  su  administración  se  mejoraría,  haciendo  más  eficaz  la  acción 
del  Ejecutivo  en  todos  los  extremos  de  la  República ;  7  que 
para  facilitar  la  consecución  de  estos  objetos,  se  establecerían 
asambleas  en  las  divisiones  territoriales  con  las  facultades  que 
les  dieran  la  Constitución  7  las  le7es." 

Ninguna  oportunidad  era  menos  propia  para  pedir  el  estable- 
cimiento de  IdL/ederacioTij  que  aquella  en  que  á  Echezuría  se  le 
antojó  hacerlo. — ^Nueva  Granada  7  Venezuela  recordaban  las  fu- 
nestas consecuencias  del  sistema  federativo  que  en  años  atrás  les 
hizo  derramar  tantas  lágrimas  7  sangre  ;  7  en  aquellos  mismos 
dias  en  que  la  Convención  se  instalaba  en  Ocaña,  los  furores  de 
la  guerra  civil  despedazaban  á  Méjico  7  Centro- América.  Nada 
aconsejaba,  pues,  que  Colombia  diese  un  paso  retrógrado  para 
igualarse  con  las  otras  Repúblicas  que  deploraban  su  anárquica 
situación  federativa  7  emprendiese  una  carrera  escabrosa,  cu- 
bierta de  escollos  7  precipicios  que  la  conduciría  irremediable- 
mente á  la  disociación  7  á  borrar  con  sus  propias  manos  el  cua 
dro  grandioso  de  sus  triunfos  7  de  sus  portentosas  obras.  Pero 
Echezuría,  (á  quien  se  acusaba  de  tener  á  veces  perturbada  la 
armonía  de  su  razón)  se  hizo  entonces  el  instrumento  de  las  cie- 
gas pasiones  de  Santander,  7  propuso  un  sistema  impracticable 
con  el  único  fin  de  contrariar  al  Libertador  7  hacerlo  separar 
del  mando.* 

*  PemuMÜendo  uno  de  los  defenaorM  de  Ui  federación  á  otro  diputado,  qae 
Totara  por  éUa :  oomo  no  pudiese  ocmtestar  los  arganientos  eon  qne  este  reba- 


426  VIDA  DE  BOLfVAB. 

¿  Y  el  partido  enemigo  del  libertador  tenia  por  desgracia  que 
idear  medios,  por  absurdos  que  fuesen,  para  privarle  del  mando? 
¿  No  habia  renunciado  este  tantas  veces  la  presidencia  7  ¿  No 
habia  devuelto  á  la  Convención  la  autoridad  que  se  habia  depo- 
sitado en  sus  manos,  que  él  calificaba  de  cansadas  ya?  (No  le 
habia  dicho  : — *'  disponed  libremente  del  bastón  de  Presidente  7 
de  la  espada  de  General,  cambólos  de  mando  y  gloria,  en  beneficio 
de  la  causa  popular,  sin  atender  á  consideraciones  personales  que 
pudieran  impedir  una  reforma  completa  ?" — Lo  que  más  anhe- 
laba Bolívar  era  descargarse  del  peso  del  poder  público.  ''  Mi 
''  partido  está  tomado,  escribia  al  Marques  del  Toro ;  si  la  cons- 
"  titucion  qne  se  dé  en  Ocafia  no  es  adaptable  á  la  situación  en 
"  que  70  veo  á  Colombia,  abandonaré  desde  luego  uu  gobierno 
"  que  me  tiene  aburrido  hasta  el  alma,  j  me  retiraré  á  Vene- 
''  zuela  á  servir  hasta  donde  me  sea  posible. — ^Este  deseo  hace 
"  mucho  tiempo  que  ocupa  mi  mente  y  mi  corazón  ;  y  si  no  lo 
"  he  realizado,  ha  sido  porque  los  amigos,  llenos  de  las  mejores 
"  intenciones,  me  obligan  á  estar  en  la  inacción  aguardando  un 
"  porvenir  tan  dudoso.  Por  otra  parte,  deseo  con  ansia  estar 
"  con  Yd.  todo  el  tiempo  que  me  sea  posible  ;  disfrutando  de  sq 
"  amable  sociedad  y  lejos....  lejos  de  las  molestias  y  del  fastidio 
de  los  negocios."* — Y  escribiendo  á  su  hermana  María  Antonia : 
"  Estoy  determinado,  le  decia,  á  marchar  para  Venezuela ;  7  así 
'*  te  lo  participo,  advirtiéndote  que  absolutamente  no  quiero  que 
"  de  mi  cuenta  ni  de  la  tuya  hagas  el  menor  gasto,  pues  bien 
"  sabes  tú  el  estado  de  pobreza  en  que  me  hallo.  Yo  te  avisaré 
"  de  más  adelante  el  dia  de  mi  llegada  y  porqué  dirección."! 
De  este  modo,  las  intrigas  y  cautelosos  manejos  del  partido  exal- 
tado para  privar  del  mando  á  Bolívar,  eran  innecesarios,  toda 
vez  que  el  más  vivo  deseo  del  Libertador  era  "  volver  á  la  vida 
privada  y  descansar  de  las  graves  atenciones  del  gobierno.''!  Y 
más  propio  y  digno  de  los  Representantes  de  Colombia  hubiera 
sido  admitir  la  renuncia  de  la  presidencia  al  gefe  ilustre  que  de 
tan  buena  fé  la  hacia,  que  no  violentar  la  marcha  progresiva 

tia  tal  fdstema  \^-pero  nrve,  dijo  el  primero,  para  ñchar  abajo  á  Bolivar  ¡f  lo 
demos  no  importa....  /Este  era  el  patriotismo  de  los  santanderístas :  respiraban 
Bolo  Tenganzas. 

*  Carta  de  22  de  Mayo  de  1828  f  Carta  de  4  de  Hayo  de  1828. 

X  Carta  al  Oeoeral  Diego  Ibarra,  22  de  Mayo  de  1828. 


VIDA  DE  BOIÍTAR.  421 

de  la  naturaleza  de  las  cosas  y  proyectar  federación  en  un  país 
despoblado  é  inmenso,  sin  comunicaciones,  sin  instrucción  (pues 
que  los  nueve  décimos  de  los  habitantes  no  sabian  leer  ni  escri- 
bir,) sin  hábitos  de  la  vida  política  y  con  todos  los  resabios  de 

una  educación  pésima  y  antisocial  como  la  española 

Sobre  las  bases  que  dejo  apuntadas  en  la  página  425  y 
que  la  mayoría  de  la  Convención  sancionó,  (Mayo  2)  débia  ela- 
borarse el  proyecto  de  ley  fundamental. — La  comisión  escogida 
para  ello  comenzó  luego  sus  trabajos  ;  pero  sucedió  que  Azuero, 
uno  de  los  miembros  de  la  Comisión  de  constitución,  habia  re- 
dactado un  proyecto  calcado  sobre  los  principios  de  las  consti- 
tuciones de  la  tumultuosa  y  efímera  República  francesa,  exage- 
rando las  libertades  individuales  y  desnunando  al  gobierno  de 
toda  fuerza  para  hacer  cumplir  las  leyes  y  conservar  el  orden  ; 
y  fué  este  el  proyecto  que  la  Comisión  aprobó  y  que  se  trajo  al 
seno  de  la  asamblea  para  discutirlo. 

Cuando  el  Libertador  tuvo  informe  de  tales  cosas,  perdió  la 
esperanza  de  que  algo  bueno  se  hiciese  en  la  Convención,  y  de- 
terminó venirse  á  Venezuela. — Alarmados  sus  amigos  de  Ocaña, 
pensaron  entonces  en  que  se  le  llamara,  á  fin  de  que  la  constitu- 
ción se  diera  con  su  acuerdo,  á  lo  menos  en  sus  principales  dis- 
posiciones. Estaban  persuadidos  íntimamente  de  que  ninguna 
constitución  podía  establecerse  y  ser  duradera  en  Colombia,  si 
no  la  aseguraba  el  poderoso  influjo  de  Bolívar. — Castillo,  pues, 
hizo  la  moción  de  que  se  excitara  al  Libertador  á  trasladarse  á 
Ocaña  á  ayudar  á  la  asamblea  con  sus  consejos  y  su  experien- 
cia en  la  reforma  de  la  constitución  ;  (Mayo  14)  pero  sin  admi- 
tirse siquiera  á  discusión,  fué  negada  por  40  votos  contra  28. 
Temieron  Santander  y  los  suyos  la  influencia  irresistible  de  Bo- 
lívar sobre  los  diputados,  y  que  se  diera  entonces  una  constitu- 
ción que  no  conviniera  á  los  exaltados  y  demagogos. — Para  sos- 
tener la  libertad  de  las  opiniones  de  los  constituyentes,  dijo 
Santander,  que  el  General  Bolívar  no  debia  acercarse  siquiera  á 
Ocaña  ;  porque  desde  ese  momento  ninguno  tendria  más  volun- 
tad propia  ni  pensamiento  suyo  -,  que  la  argumentación  del  Li- 
bertador era  poderosa  y  su  instrucción  incomparable.  "  Tal  es 
su  influencia,  añadió,  y  la  fuerza  secreta  de  su  voluntad,  que  yo 
mismo,  infinitas  ocasiones,  me  he  acercado  á  él  lleno  de  ven- 
ganza, y  al  solo  verle  y  oírlo  me  he  desarmado  y  he  salido 


ti 

u 


428  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

"  lleno  de  admiración.  Ninguno  puede  contrariar  cara  á  cara 
"  al  general  Bolívar  ;  y  ¡  desgraciado  del  que  lo  intente  I  Un 
"  instante  después  habrá  confesado  su  derrota...  I" 

¡  Nunca  he  contemplado  más  ciego  y  torpe  el  espíritu  de  pa^ 
tido  I  Pasa  hasta  por  el  oprobio  de  confesar  las  virtudes  y  re- 
conocer los  talentos  del  enemigo  ;  y  esa  necesidad  á  que  le 
estrechan  las  circunstancias,  en  vez  de  iluminarle,  le  endurece ; 
profiere  la  verdad,  pero  no  perdona  eficacias  á  su  aborreci- 
miento y  persevera  tenaz  en  su  animosidad  I* 

Luego  que  comenzó  á  discutirse  el  proyecto  de  constitución 
ofrecido  por  Azuero,  presentó  otro  muy  superior  el  Señor  Cas- 
tillo, suscrito  por  veinte  y  dos  diputados  ;  pero  ¡  qué  gran  tra- 
bajo costó  y  cuan  fuertes  contradicciones  que  se  admitiera  como 
modificación  del  primero !  Se  acordó  al  fin....  un  disparate  :— 
que  se  discutieran  ambos  proyectos  á  la  vez. 

En  las  discusiones,  el  choque  y  la  irritación  de  los  partidos 
llegó  á  su  colmo.  Los  diputados  amigos  del  Libertador  quede- 
fendian  el  proyecto  de  Castillo,  eran  insultados  frecuentemente 
como  sostenedores  de  la  tiranía  y  de  los  planes  ambiciosos  de 
Bolívar,  diciéndoseles  que  pretendian  establecer  una  constitu- 
ción más  monárquica  que  la  de  Bolívia,  así  como  la  tiranía  mi- 
nisterial. Se  les  ridiculizaba  siempre  que  mencionaban  las 
peticiones  de  los  pueblos,  del  ejército  y  de  las  corporaciones  co- 
lombianas que  pedian  con  ahinco  un  gobierno  fuerte  y  vigoroso ; 
de  tal  suerte,  que,  al  fin  de  Mayo,  acaso  ningún  diputado  se  atre- 
vía á  pulsar  cuerda  tan  delicada  é  importante.  Soto  era  presi- 
dente de  la  Convención,  y  con  sus  arterías  y  larga  experiencia 
en  los  manejos  é  intrigas  parlamentarias,  dirijia  las  discusiones 
y  votaciones,  unas  veces  con  destreza  y  otras  aun  faltando  á  los 
reglamentos  internos  y  á  las  leyes  á  que  debian  sujetarse  los 
miembros  de  la  Convención  ;  su  bando  estaba,  pues,  seguro  de 
triunfar  en  aquella  lid  parlamentaria. 

Los  representantes  que  defendian  el  proyecto  de  Castillo, 
viéndose  oprimidos  por  una  mayoría  orguUosa  que  les  negaba 
aun  lo  justo  y  legal,  y  que  también  conseguía  oscurecer  con  sn 

*  El  miemo  Santander  que  virtió  estos  oonceptos  en  la  Conrenoion,  esoribis  i 
nn  amigo  qne  se  baria  hasta  roosnlman  por  saUr  del  General  Bolívar  á  qáet 
llamaba  "  el  supremo  perturbador  de  la  Bepúblioa."  i  Tan  profundo  «ra  el  o^ 
que  le  tenia! 


VIDA  DE  boiíyab.  429 

influjo  hechos  que  habian  pasado  en  el  seno  mismo  de  la  Con- 
vención, ÍDdicaron  haber  resuelto  separarse  del  cuerpo  7  r^esar 

6  sus  proyincias  (Junio  2)  á  dar  cuenta  del  triste  y  doloroso  re- 
sultado de  su  misión.  Entonces  algunos  diputados  que  deseaban 
ardientemente  el  bien  7  consolidación  de  la  república  mediaron 
con  Santander  7  con  otros  de  su  partido,  á  fin  de  que  hubiera 
explicaciones  amistosas  privadas,  que  condujeran  á  un  aveni- 
miento, disipándose  las  mutuas  desconfianzas.  Se  tuvieron  dos 
conferencias  delante  de  varias  personas  imparciales,  7  aunque 
pacíficas,  nada  se  acordó  definitivamente  ;  empero  brillaba  to- 
davía alguna  esperanza  de  acomodamiento.  Mas  desapareció 
por  una  solicitud  importuna  que  presentaron  Santander,  Azuero 

7  Soto,  en  que  pedian  se  les  permitiera  separarse  de  la  Conven- 
ción ;  porque  sus  principios  liberales,  de  los  que  no  podian  pres- 
cindir, eran  un  obstáculo  para  las  reformas. — Castillo  7  sus  com- 
pañeros caracterizaron  este  paso  de  perfidia  7  de  un  designio 
meditado  de  hacerlos  odiosos,  desacreditándolos.  Confirmá- 
ronse, pues,  en  su  propósito  de  salir  de  Ocaña  sin  asistir  á  nin- 
guna otra  sesión. — Verificáronlo  el  10  de  Junio. 

En  vano  los  demás  diputados  existentes  en  Ocaña  quisieron 
disuadirlos  de  su  intento  j  en  vano  eligieron,  como  forzados,  para 
presidente  de  la  Convención,  al  respetable  Joaquin  Mosquera, 
CU70  carácter  conciliador  inspiraba  la  ma7or  confianza  á  ambos 
partidos  ;  en  vano  finalmente  dirigieron  órdenes  á  los  diputados 
que  se  iban,  arraigándolos  en  Ocaña  ;  nada  bastó  para  que  vol- 
vieran á  las  sesiones.  Como  solo  quedaron  cincuenta  7  cuatro 
representantes  7  se  necesitaban  cincuenta  7  cinco  para  continuar 
los  trabigos  de  la  Convención,  después  de  pro7ectar  que  se  diera 
un  acta  adicional  á  la  Constitución  de  1821,  7  de  discutir  otras 
varias  proposiciones,  se  persuadieron  los  diputados  que  nada 
podian  hacer  sin  que  hubiera  el  número  legal.  Declararon, 
pues,  en  11  de  Junio  que  se  hallaban  suspendidas  las  sesiones 
por  haberse  alejado  de  hecho  diez  7  nueve  diputados  sin  licencia 
y  contra  la  expresa  resolución  de  que  permanecieran  en  Ocaña 
hasta  que  se  determinara  lo  conveniente  sobre  la  representación 
que  habian  dirigido  á  la  convención  nacional. 

Los  Diputados  que  habian  dado  aquel  paso  atrevido,  publica- 
ron inmediatamente  en  la  parroquia  de  la  Cruz  un  manifiesto 
para  justificar  sti  conducta.    Los  puntos  más  prominentes  en  que 


430  VIDA  DE  BOIÍTAB. 

apoyaron  su  defensa  fueron  :  que  oprimidos  por  una  mayoridad 
altanera,  zaheridos  y  burlados  por  ella,  se  consideraban  sin  li- 
bertad en  la  GonvencioQ ;  que  el  partido  dominante  pretendía 
dar  nna  costitucion  basada  en  teorías  inaplicables  á  nosotros, 
despreciando  altamente  los  hechos  existentes  en  Colombia  y  las 
numerosas  peticiones  de  los  pueblos ;  que  la  misma  tenia  por 
objeto  debilitar  al  Ejecutivo  para  libertarse,  según  decia,  de  las 
miras  de  Bolívar :  designio  que  se  traslucía  en  toda  las  partes  de 
aquel  peregrino  proyecto  de  constitución.  Así  que,  íntimamente 
persuadidos  de  que  llevándose  á  cima  el  nuevo  plan  de  gobierno, 
la  República  sufriría  males  de  enorme  trascendencia,  no  querían 
ser  la  causa  indirecta  de  la  ruina  de  la  patria.  '^  Kuestro  de- 
ber, anadian,  era  salvarla,  y  estamos  persuadidos  de  haberlo  con- 
seguido. Apelamos  al  juicio  de  Colombia,  seguros  de  que  la 
mayoría  nos  hará  justicia.  En  otro  tiempo  y  en  mejores  circuns- 
tancias, cuando  ya  se  hayan  amortiguado  algún  tanto  las  pasio- 
nes y  descubierto  la  verdad,  cuando  pueda  verse  con  claridad  el 
verdadero  ínteres  de  la  República,  podrán  hacerse  las  reformas 
convenientes.  Entre  tanto,  existe  en  vigor  la  constitución  del 
afio  undécimo,  existen  las  leyes  y  existe  á  la  cabeza  del  gobierno 
el  Libertador  Presidente,  que  reúne  la  confianza  nacional.'' — Los 
mismos  diputados  decían  también  que  nunca  había  sido  su  ánimo 
disolver  la  Convención,  y  que  solo  quisieron  no  contribuir  al 
mal  ni  indirectamente ;  que  los  demás  representantes  estaban 
autorizados  para  llamar  y  compeler  á  los  ausentes  á  concurrir 
hasta  llenar  el  número  necesario  para  la  continuación  de  las 
sesiones  ;  pero  que  estos  prefirieron  disolver  la  Convención  con 
el  designio  de  imputarles  la  culpa  y  que  sobre  ellos  recayera  la 
execración  nacional ;  que  no  la  temían,  pues  aun  en  la  hipótesis 
de  haber  sido  causa  de  que  se  disolviera  la  Convención,  miraban 
este  suceso  como  un  insigne  beneficio,  pues  ella  solo  podía  hacer 
males.* 

*  Los  diputados  de  la  ConTencion  que  se  retiraron  y  dieron  el  manifiesto  an 
la  Cruz  el  12  de  Junio  fueron  :  Pedro  Bricefio  Méndez,  diputado  por  Barinia.^ 
Francisco  Aranda,  Carabobo. — J.  Ucroz,  Cartagena. — ^P.  Vicente  Grimout,  Bar 
celona. — J.  Fermín  Villavioencio,  Cuenca. — José  María  del  Castillo,  Cartagena.— 
Juan  de  Francisco  Martin,  Rio  del  Hacha. — J.  J.  Gori,  Bogotá. — José  Feliz  Val- 
divieso, Loja. — Fermin  Orejuela,  Pichincha. — ^Martin  Santiago  de  Icaza,  Ona- 
yaquiL— José  Moreno  de  Salas,  Chimborazo.— Anastacio  Garcia  de  Frías,  Car 
(agena. — ^Bnizual    de   Beaumont,    Cumaná. — José  Martin  Orellana,  Cuenca— 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  431 

Este  fué  el  término  de  la  Convención  de  OcaQa. — En  ella^los 
inexpertos  y  los  mal  intencionados  fueron  más  que  los  probos  y 
sensatos  ;  7  sin  reparar  en  la  injusticia,  se  fomentaron  los  odios 
y  disensiones,  se  declamó  contra  la  autoridad,  estimándose  esto 
por  celo  7  amor  á  la  patria  y  se  procuraron  levantar  unos  con 
la  caida  de  otros.  No  hubo  género  de  maliciosos  y  aleves  arti- 
ficios que  no  pusiese  en  obra  el  partido  de  Santander  para  triun- 
far en  las  cuestiones  ;  y  cuando  era  imposible  oscurecer  ó  tergi 
versar  la  verdad  que  sus  contrarios  sostenían ;  cuando  las  razones 
de  estos  eran  tan  claras  y  evidentes  que,  desconocerlas,  seria 
pasar  por  la  plaza  de  estúpido  ti  obstinado  ;  entonces  se  em- 
pleaba la  burla,  la  falsa  risa  y  las  injurias.  Hízose  así  imposible 
la  continuación  de  los  trabajos,  y  llegó  á  consumarse  el  escán- 
dalo de  disolverse  el  cuerpo  sin  haber  hecho  nada  provechoso  y 
sí  cuanto  pudo  de  insensato  y  de  imprudente. 

Pablo  Merino,  OnayaquU. — ^Migad  María  Pumar,  Barínas. — Rafael  Hermoao 
Cora — ^MftQuél  AvileB,  Cuenca. — Francuco  Montúfar,  Chimborazo. 


CAPÍTULO  LV. 


1828. 


Juicio  dkl  libcitador  «obm  la  disolución  d*  la  oohtsnciow  db  ocaI^a — cílbbsb 

ACTA  DI  BOOOtI  DB  18  DB  JÜXIO — APRB8UBA  BL  UBBBTADOR  lü  MABOHA  wkciA  LA 
CAPITAL— 8ü  BBCIBIMIBNTO — CONTBSTACIOirBS  N0TABLB8— PRONUNCIAMIBNTO  GBNBRAL 
DB  COLOMBIA  POR  BL  MANDO  8UPRBM0  DBL  LIBBRTADOB— DBCRBTO  DB  27  DB  AGOSTO, 
LIMITANDO  LAS  FAOVLTADBS  DICTATORIALBB^IMPDaNACION  X  BARALT— CONSPIRA- 
CIÓN  DBL  25  DB  SBTIMMBRB. 

CUANDO  la  Convención  se  disolvió,  el  Libertador  se  hallaba 
en  el  Socorro.... 
Alarmado,  al  ver  turbada  la  fuente  de  donde  se  esperaba  salud 
é  introducida  la  división  en  el  seno  mismo  de  la  soberanía,  es- 
cribió (12  de  Junio)  al  Consejo  de  Gobierno  en  Bogotá,  instru- 
yéndole del  estado  de  agitación  y  disturbio  en  que  sabia  hallarse 
la  Convención  de  Ocaña,  y  diciéndole  que  era  necesario  pensar 
en  qué  partido  habría  de  tomarse.  Consideraba  el  Libertador 
aquel  acontecimiento  como  la  mayor  calamidad  que  pudiera  so- 
brevenir á  la  República ;  *'  porque,  decia,  burlada  la  esperanza 
"  de  los  pueblos  de  las  reformas  saludables,  y  aniquilada  por  de- 
"  cirio  así  la  fuerza  moral  de  la  antigua  Constitución,  se  abría 
"  una  ancha  puerta  á  las  vicisitudes  para  sepultar  la  Nación  en 
"  la  más  espantosa  anarquía."  Fijábase  en  la  Convención  la 
felicidad  de  Colombia... ;  y  la  Convención  no  llenó  la  sagrada 

28  (488) 


434  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

misión  que  se  le  habia  confiado,  porque  las  pasiones  y  los  excesos 
se  colocaron  en  lugar  del  talento,  de  la  justicia  7  del  genio  qoe 
debian  dictar  su  código  á  la  patria. 

Dos  dias  después  de  haberse  verificado  la  disolución  de  aquel 
cuerpo  legislador,  (18  de  Junio)  el  Intendente  de  Gundinamarca, 
Coronel  Pedro  Alcántara  Herran,  uno  de  los  oficiales  más  inte- 
ligentes 7  leales  de  Colombia,  7  magistrado  celoso  por  el  bien 
público,  promovió,  de  acuerdo  con  el  General  José  María  Cór- 
dova,  la  reunión  do  una  asamblea  de  padres  de  familia,  propie- 
tarios 7  personas  caracterizadas  de  Bogotá,  para  deliberar  lo 
que  mejor  pudiera  convenir  en  tan  imprevista  7  amenazadora 
emergencia. — El  Libertador  iba  7a  de  Bucaramanga  hacia  la 

capital,  resuelto  á  consignar  el  mando 7  retirarse !— Todo  el 

mundo  creía  que  la  guerra  civil  era  inevitable,  7  aun  se  temia 
por  la  integridad  nacional ;  porque  Bolívar  era  el  único  vínculo 
de  unión  entre  los  Colombianos.  ¿  Quién  sino  él  era  capaz  de 
dar  aliento  7  conservar  á  Colombia?  ¿Quién  gozaba  de  sn 
prestigio?  ¿Quién  intentaría  reunir  los  intereses  contrarios, 
los  sentimientos  opuestos,  las  opiniones  que  se  chocaban  con  tan 
violento  impulso  ? 

La  junta  que  atendió  á  la  invitación  de  Horran,  fué  numerosa, 
verdaderamente  popular, — Reunióse  como  á  las  2  de  la  tarde, 
en  la  gran  sala  que  sirvió  para  el  despacho  de  la  Secretaría  de 
Hacienda,  en  el  edificio  de  la  Aduana. — Heri-an  habló,  haciendo 
conocer  á  todos  los  peligros  que  rodeaban  al  Estado  7  manifea- 
tando  cuánto  interesaba  que  desapareciesen  lo  motivos  7  basta 
las  contingencias  menos  próximas  de  la  anarquía  7  de  la  guerra 
civil. — El  pronunciamiento  de  la  Junta,  en  la  que  reinaron  el 
'orden  más  completo  7  una  libertad  absoluta,  fué  unánime  porque 
*el  Libertador  Presidente  se  encargara  del  mando  supremo,  con 
plenitud  de  facultades  en  todos  los  ramos,  7  que  se  le  invitase  á 
; acelerar  su  regreso  á  la  capital. — Ni  habia  otra  medida  capaz 
•  de  salvar  aquella  situación  difícil,  sino  constituir  un  gobierno 
enérgico,  ejercido  por  Bolívar.  El  Consejo  de  Ministros  lo  re- 
conoció así ;  7  contestando  á  Herran  su  oficio  de  participación 
de  lo  ocurrido,  expresó  : — que  juzgaba  mu7  fundado  7  de  necesi- 
>  dad  imperiosa  el  pronunciamiento  que  Bogotá  habia  hecho,  j  la 
manifestación  de  su  amor  7  de  su  ilimitada  confianza  en  el  Padre 
7  Fundador  de  Colombia... 


VIDA  DE  BOLÍTAB,  435 

Partieron  en  aquella  misma  noche  mensageros  especiales  para 
llevar  al  Libertador  el  acta  de  la  capital  y  los  oficios  del  Consejo 
de  Ministros. — El  primer  Comandante,  Francisco  Montúfar,  Di- 
putado á  la  Convención,  habia  llevado  desde  Ocafla  avisos  de 
lo  ocurrido  en  aquella  Asamblea  ;  el  Coronel  Bolívar  condujo 
los  oficios  del  Ministerio  y  las  copias  del  acta  del  13,  y  el  Coro- 
nel Wilson  llevó  la  misma  acta  original  por  encargo  del  Inten- 
dente Herran. 

El  Libertador  recibió  estos  documentos  el  16  de  Junio  en  el 
Socorro  ;  y  encargó  contestarlos  al  General  Carlos  Soublette 
que  desempeñaba  la  Secretaría  de  Estado  del  Despacho  general. 
Él  mismo  de  su  pufio  y  letra,  escribió  como  minuta  para  Sou- 
blette :  "  S.  E.  apresurará  su  marcha  para  corresponder  al 
anhelo  con  que  esa  ilustre  capital  le  aguarda,  que  en  momentos 
tan  angustiados,  cuando  los  disturbios  y  la  disolución  de  la  Con- 
vención se  presentaban  amenazando  la  existencia  nacional, 
entonces  es  que  ese  pueblo  toma  sobre  sí  la  salvación  de  la 
patria,  la  custodia  de  su  gloria  y  de  su  unión,  creando  una  auto- 
ridad que  aniquile  la  anarquía  y  asegure  su  independencia  y 
libertad." 

El  17  se  puso  en  camino  para  Bogotá.... 

Cualquiera  pensará  que  el  Libertador  iba  ganoso  del  ejercicio 
del  poder  supremo. — Una  entrañada  dulzura  tiene  el  dominio  ; 
pero  ah !  él  estaba  realmente  cansado  del  mando,  (que  no  hay 
nada  que  no  canse  en  esta  vida !)  y  habría  preferido  la  libertad 
constitucional  de  un  Presidente  á  la  obligada  servidumbre  de 
nn  Dictador. — Bolívar  odiaba  las  alteraciones  y  escándalos,  y 
repugnaba  de  todo  corazón  la  autoridad  sin  trabas.  Escribiendo 
confidencialmente  al  Dr.  Álamo  sobre  los  peligros  en  que  situa- 
ban la  patria  los  disturbios  de  la  Convención,  le  decia  :  de  nin- 
guna manera  deseo  por  esto  que  Ustedes  den  el  menor  paso, 
pues  yo  estoy  suficientemente  autorizado  por  la  Constiíiccüm  para 
salvar  d  país.*  Y  más  después  en  la  propia  carta  :  To  confio  en 
la  protesta  de  los  pueblos  para  mantener  la  tranquilidad  de  Co- 
lombia sin  necesidad  de  más  alteraciones  que  escandalizan  siemr 
pre, — Al  General  Bartolomé  Salom  le  decia :  Ustedes  deben 
mantenerse   tranquilos  ocupándose  {micamente  de  conservar  y 

*  Carta  de  6  de  Janio  de  1828  desde  Bnoaramanga. 


436  VIDA  DE  boiíyar. 

mejorar  svs  departamentos.  Una  vez  que  Venezuela  se  ha  mani- 
f estado  de  un  modo  tan  solemne,  por  las  representaciones  de  sus 
pueUoSj  seria  un  mal  aumentar  la  (iccion  de  dementos  que  ha- 
biendo ya  producido  d  bien  que  debia  esperarse,  causarían  ahora 

trastornos f  Mal  conociera  al  Libertador  el  que  pensara  que 

iba,  alborozado  j  satisfecho,  á  mandar  sin  sujeción  ni  ley.— 
Las  circunstancias,  complicadas  entonces  más  que  nunca,  le  obli- 
garon á  marchar  para  la  capital ;.  pero  él  no  pensaba  en  dicta- 
dura, sino  en  la  salvación  de  Colombia. 

El  24  de  Junio  verificó  su  entrada  en  Bogotá  al  cabo  de  una 
ausencia  de  tres  meses  que  hicieron  precisa  la  necesidad  de  los 
Departamentos  del  Norte  y  las  ocurrencias  de  Cartagena. — ^El 
Consejo  de  Gobierno,  muchos  empleados  departamentales  j  an 
pueblo  inmenso  salieron  á  encontrarle  á  más  de  media  legua  de 
la  capital. 

El  Libertador  siguió  sin  detenerse  hasta  la  Catedral ;  j  des- 
pués de  haber  dado  gracias  al  Altísimo,  fué  conducido  á  un  tem- 
plete de  elegante  cúpula,  artísticamente  trabajado,  el  cual  se 
habia  construido  en  la  plaza  mayor.  Allí  se  le  dirijieron  ma- 
chas y  muy  entusiastas  felicitaciones  por  el  Presidente  del  Con- 
sejo de  Gobierno,  por  el  Presidente  de  la  Alta  Corte  de  Justicia, 
por  el  Intendente  del  Departamento  y  por  otras  autoridades  y 
personas  de  elevado  rango. 

Al  presidente  del  Consejo  de  Gobierno  que  en  su  discurso  re- 
cordó la  resolución  de  los  arduos  negocios  que  á  aquel  cuerpo 
se  habian  presentado,  teniendo  por  regla  invariable  de  su  con- 
ducta la  paz,  la  unión,  la  libertad  y  la  dicha  de  Colombia;  el 
Libertador  contestó  con  tanto  desembarazo  como  habilidad: 
"  Señores  del  Consejo  I  la  República  de  Colombia  depositada 
''  en  vuestras  manos  por  algunos  meses,  ha  conservado  su  gloria, 
"  su  libertad  y  su  dicha  de  una  manera  que  parecia  inconcebible 
"  á  los  pensamientos  vulgares.  Cuando  mil  tormentas  amena- 
"  zaban  vuestras  cabezas,  ha  sido  la  sabiduría  del  Consejo,  y  ba 
^'  sido  igualmente  la  voluntad  nacional  las  que  han  conservado 
"  el  depósito  sagrado  de  nuestra  libertad.  Por  tanto,  ¡  qué  de 
"  alabanzas,  cuántas  bendiciones  no  debe  este  pueblo  á  la  cabeza 

f  Carta  de  6  de  Junio  de  1828. — Poedeo  yerse  también  lae  cartas  dirigidu  ti 
General  Silva,  al  General  Di^g^o  Ibarra,  etc. 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  437 

^  que  lo  ha  dirigido  en  su  marcha  nacional  j  que  le  ha  dado  se- 
"  guridad  1 — La  voluntad  nacional  es  la  ley  suprema  de  los  go- 
"  bemantes ;  someterse  á  esa  voluntad  es  el  primer  deber  de 
"  todo  ciudadano,  y  yo  como  tal  me  someto  á  ella.  Siempre 
**  seré  el  defensor  de  las  liberiades  putlioas,  (Este  concepto  lo 
**  pronunció  el  Libertador  con  notable  energía  y  resolución,)  y 
^^  es  la  voluntad  nacional  la  que  g'eroe  la  soberanía,  y  por  tanto 
"  el  único  soberano  á  quien  yo  sirvo  como  tal.  Cada  vez  que 
"  el  pueblo  quiera  retirarme  sus  poderes  y  separarme  del  mando, 
•*  que  lo  diga,  que  yo  me  someteré  gustoso  y  sacrificaré  ante  él 
"  mi  espada,  mi  sangre  y  aun  mi  existencia. — ^Tal  es  el  juramento 
^  sagrado  que  hago  ante  todos  los  magistrados  principales  y  lo 
**  que  es  más,  ante  todo  el  pueblo." 

Luego  habló  el  Presidente  de  la  Alta  Corte  de  Justicia  de  la 
República  ofreciendo  al  Libertador  el  homenage  de  su  gratitud, 
á  nombre  de  sus  compañeros,  por  haber  creado  á  Colombia  y 
conducídola  al  más  alto  grado  de  esplendor  y  gloria. — El  Li- 
bertador repuso  en  el  momento :  "  Señor  Presidente  I  Los  guar- 
"  dianes  de  nuestras  leyes,  los  que  mantienen  el  sagrario  de 
"  nuestros  derechos  y  de  nuestros  deberes,  son  los  ministros  del 
"  poder  judicial.  Como  tales,  ningún  homenage,  ningún  aprecio 
"  es  más  sagrado  para  mi  corazón  ;  y  vosotros  al  darme  vuestro 
**  asentimiento  me  obligáis  á  conservar  ese  depósito  de  nuestros 
**  derechos  y  obligaciones.  Yo  ofrezco,  Señores,  que  la  justicia 
"  será  mi  primer  objeto  en  la  administración  de  que  voy  á  encar- 
"  garme  por  la  voluntad  pública.  La  libertad  práctica  no 
**  consiste  en  otra  cosa  qtie  en  la  dispensación  de  la  justicia  y 
**  en  el  cumplimiento  estricto  de  las  leyes,  para  que  el  justo  y 
"  d  dd>ü  no  teman.....^ 

"  Nada  me  es  más  grato  que  recibir  las  congratulaciones  del 
"  Supremo  Tribunal  de  la  Nación." 

Después  habló  el  Intendente  del  Departamento,  Coronel  Pedro 
A.  Herran,  el  mismo  que  promoviera  el  acta  de  13  de  Junio,  de 
tan  grave  consecuencia.  Herran  era  amigo  cordial  y  entusiasta 
de  Bolívar ;  habló  con  emoción,  y  representando  al  pueblo  de 
Bogotá  le  dijo  entre  otras  cosas  muy  bien  sentidas :  Habéis  pra 
to.^tado  solemnemente  sacrificar  hasta  vuestra  propia  gloría  en 
obsequio  de  la  voluntad  popular ;  pero,  Señor,  Bogotá  no  os  pide 
tal  sacrificio,  porque  pediría  su  ruina  ;  os  pide,  si,  que  resignéis 


i38  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

vuestra  voluntad  por  la  salud  de  la  patria.  No  es  ahora  tiempo, 
ilustre  Libertador,  de  esa  aversión  al  mando  que  otras  veces  os 
ha  realzado  sobre  todos  los  héroes,  y  que  en  esta  época  noe  sn- 
mergiria  en  un  abismo  de  desgracias.  Temed  la  responsabilidad 
que  os  impondrían  Colombia,  la  América  entera,  la  humanidad 

misma,  7  apelad  á  vuestra  conciencia I 

"  Señor  Intendente  1  contestó  el  Libertador  ;  la  capital  de 
"'  Bogotá  ha  sido  siempre  y  es  el  trono  de  la  opinión  naciooal 
"  Viéndose  en  el  conflicto  de  perder  su  libertad  ó  sus  leyes, 
'^  quiso  perder  más  bien  sus  leves  que  su  libertad.  El  pueblo 
"  que  siempre  es  más  sabio  que  todos  los  sabios,  tomó  sobre  sí  la 
^'  carga  que  no  puede  llevar  la  Nación  misma,  que  es  la  de  con- 
"  servar  su  gloria  ;  pero  este  pueblo  generoso  ha  querido  que 
"  un  pobre  ciudadano  se  encargase  del  peso  más  abrumador  c^ue 
"  pudiera  confiarse  apenas  con  justicia  á  un  inmortal. — ^ün  hom- 
"  bre  que  se  pone  sobre  los  demás  hombres :  que  debe  juzgar  de 
"  sus  conciencias,  de  sus  acciones,  de  sus  bienes,  de  sus  vidas, 
**¿  quién  puede  sor  este  ?  No  lo  conozco  sino  eu  la  sabiduría,  y 
"  la  sabiduría  no  puede  existir  entre  los  hombres....  1  Sin  em- 
**  bargo,  la  voluntad  nacional  será  mi  guia  y  nada  podrá  retraer- 
"  me  de  consagrar  mi  vida  á  su  servicio  y  conducir  este 
"  pueblo  á  donde  él  quiera.  Yo  he  defendido  por  muchos  afios, 
**  Señor  Intendente,  la  libertad  y  las  libertades  públicas,  porque 
"  ese  era  el  voto  nacional.  Terminada  la  guerra,  vi  la  división 
**  de  los  espíritus  y  la  divergencia  de  las  opiniones,  y  entonces 
"  procuré  inspirar  al  Congreso  y  á  los  Magistrados  de  Colombia 
"  el  deseo  de  consultar  la  voluntad  nacional.  El  pueblo  es  la 
"  fuente  de  toda  legitimidad  y  el  que  mejor  conoce,  con  una  luz 
"  verdadera,  lo  que  es  conveniente  y  lo  que  es  justo.  La  volun- 
"  tad  nacional  pidió  reformas,  y  se  nombraron  diputados  para 
"  dictar  leyes  benéficas  y  sabias.  Nuestros  antiguos  disturbios  tu- 
"  vieron  bastante  influjo  y  poder  sobre  el  espíritu  de  nuestros  dipu- 
"  tados  para  no  permitirles  reunirse  bajo  un  solo  punto  para  bien 
•*  de  la  República.  La  Gran  Convención  se  ha  disuelto...  y  casi  al 
**  mismo  tiempo  el  pueblo  de  Bogotá,  como  inspirado  del  Cielo  se 
"  reunió  para  tratar  del  bien  de  todos.  Tenemos  una  volunud, 
"  dijo  ;  que  esta  se  haga, — Tenemos  un  hijo ;  que  este  liijo 

*  venga  y  eche  sobre  sus  hombros  el  peso  enorme  del  gobierno. 

*  — Yo  deseo,  Señor  Intendente,  llenar  los  votos  de  mis  conciu- 


VIDA  DB  BOLÍYAB.  489 

^  dadanos  y  estoy  dispuesto  á  sacrificarme  por  cumplir  la  volan- 
*'  tad  de  Colombia.  Pero  si  alguno  quiere  que  me  separe  del 
^  mando,  que  lo  diga ;  que  yo  lo  dimitiré  juntamente  con  mi 
**  espada :  con  esa  espada  que  ha  servido  en  las  batallas  y  con  la 
"  que  he  hecho  tantos  sacrificios. — ^Vosotros  sois  mis  jueces. 
"  Mi  sangre  y  mi  vida  las  sacrificaré  por  el  pueblo.  ¡  Qué  puedo 
*'  ofrecer  más  I" 

Después  de  esto,  el  Libertador  contestó  á  las  felicitaciones 
del  Gefe  político  de  Bogotá,  de  la  municipalidad  de  la  capital 
y  del  Comandante  general  del  Departamento. — Aprovechando 
toda  conynntura  para  inculcar  los  más  sanos  principios  consti- 
tucionales, dijo  al  último  :  "  Como  diputado  de  los  militares  de 
'*  la  capital  del  Departamento  de  Cundinaroarca,  me  parece  que 
'*  sois  el  tribuno  de  los  ciudadanos  armados,  que  no  son  más  que 
*'  los  hijos  de  la  patria  autorizados  para  defender  sus  derechos. 
''  El  ejército  de  Colombia  ha  sido  el  modelo  de  las  virtudes  cí- 
^  vicas  y  militares.  Nuestras  leyes  lo  habian  pervertido  en 
*'  alguna  parte  pequeña,  pero  vil.    Este  ejército  quería  tomar 

"  sobre   sí  sus  primitivos  derechos  y  deliberar Pero  no,  el 

"  moldado  no  debe  deliberar.  /  Desgraciado  del  pueblo  cubando  el 
"  hombre  armado  delibera  I — Sin  embargo,  el  ejército  no  ha 
"  querido  más  que  conservar  la  voluntad  y  los  derechos  del 
*'  pueblo.  Por  tanto,  él  se  ha  hecho  acreedor  á  la  gratitud  de 
'*  los  demás  ciudadanos.  Yo  lo  respeto.  Ese  ejército  ha  sido 
"^  la  base  de  nuestras  garantías  y  lo  será  en  lo  sucesivo.  Lo 
"  ofrezco  á  su  nombre.  Séame  permitida  esta  vanagloria,  como 
*'  su  primer  soldado.  To  sé  que  el  ejército  de  Colombia  no  hará 
"  nunca  más  que  la  voluntad  general.  Conozco  sus  sentimien- 
^'  tos.  Él  será  el  subdito  de  las  leyes :  el  apoyo  de  la  justicia 
*•  y  de  la  libertad." 

El  Libertador  oyó  luego  la  arenga  del  Contador  general 
decano  ;  y  la  contestó,  hablando  con  propiedad  sobre  la  admi- 
[listracion  de  la  Hacienda  pública:  la  sustancia  del  pueblo; 
sobre  la  necesidad  de  alejar  la  bancarota,  que  es  el  oolmOy  dijo, 
de  las  calamidades  que  pueden  c^ijir  á  una  nación  ;  sobre  la 
escrupulosa  incorruptible  probidad  de  los  empleados  nunca  bas- 
tante bien  solicitada,  porque  ella  vale  por  todos  los  juramentos 
y  por  todas  las  virtudes  civiles. 

Por  último,  el  Rector  de  la  Universidad  arengó  al  Libertador 


440  YIDA  BB  BOLIYAB. 

reconociéndole  como  padre  y  como  defensor  del  mérito,  de  la  vir- 
tud y  de  la  justicia,  y  protector  decidido  de  las  ciencias :  *'  Señor 
"  Rector  I  exclamó  el  Libertador,  pluguiera  al  Cielo  que  me  fan- 
"  biera  sido  dado  propagar  la  luz  de  la  verdad  y  de  las  ciencias 
"  en  todos  los  espíritus,  para  que  no  nos  escarriásemos  del  ca* 
^  mino  de  la  virtud  y  no  cayésemos  en  las  sombras  del  error  j 
"  de  la  ignorancia.  Desgraciadamente  el  estado  de  las  cosas  no 
"  me  lo  ha  permitido.  Mas  yo  ofrezco  que  ningún  objeto  será 
"  de  tanta  preferencia  para  mí,  en  lo  sucesivo,  como  la  direccioa 
"  de  esos  retoños  de  la  vida,  de  esos  ciudadanos  que  van  á  ser 
"  los  sucesores  de  nuestros  derechos,  de  nuestra  libertad  y  de 
'^  nuestra  independencia,  para  que  conserven  estos  preciosos 
"  bienes  por  sus  virtudes  y  por  su  ciencia  é  ilustración.  La 
'^  instrucción  que  enriquece  las  facultades  del  alma,  es  el  comple- 
^'  mentó  de  la  naturaleza.  Yo  dirijiré  desde  ahora  mis  pasos  á 
'*  la  instrucción  de  los  pueblos.'' 

En  tanto,  los  circunstantes  prorumpian  en  fervorosos  vivas 
al  Libertador,  al  Fadre,  al  digno  Magistrado  de  Cciomhia,  al 
Héroe.,., 

En  el  palacio  se  sirvió  un  espléndido  convite  dirigido  por  el 
Intendente  departamental. — ^El  Libertador  habló  varias  veces 
con  aquel  fuego  patriótico  de  que  no  puede  darse  idea,  brindando 
por  la  prosperidad  de  Colombia.  ''  Esa  prosperidad,  dijo,  no 
^^  puede  consistir  en  la  odiosa  dictadura  ¡  sino  en  las  leyes  sa- 
*'  bias,  en  el  sosiego  público,  en  el  amor  de  los  ciudadanos  y  en 
"  el  horror  de  la  anarquía. — Las  dictaduras  son  gloriosas  cuando 
'*  cierran  el  abismo  de  las  revoluciones  :  pero,  desgraciado  del 
*'  pueblo  que  se  acostumbra  á  vivir  bajo  la  dominación  dictato- 
"  rial....  I" 

El  25  felicitaron  al  Libertador  el  Ilustrísimo  Arzobispo,  el 
Dean  y  Cabildo,  todos  los  Prelados  de  órdenes  y  muchas  perso- 
nas respetables.  Bolívar  contestó  en  particular  á  cada  una  de 
las  arengas  que  se  le  dirijieron  con  la  expresión  más  elocuente 
y  más  ingenua. — Hablando  al  Ilustrísimo  Señor  Caicedo  estuvo 
incomparable.  La  religión  hermanada  con  la  política  fué  fq 
tema ;  y  halló  pensamientos  nuevos,  imágenes  felices  y  seducto- 
ras y  una  dulzura  sin  igual  para  abrir  los  corazones  á  la  espe- 
ranza de  un  porvenir  más  venturoso.  "  La  religión,  dijo,  es  in- 
"  dispensable  para  la  felicidad  del  hombre :  y  como  se  funda  en 


VIDA  DS  BOliVAB.  441 

*^  la  fé,  DOS  consuela  en  la  vida  mortal  con  el  aliciente  de  una  in- 
"  mortalidad  dichosa....  I'* 

He  sido  minucioso  en  estos  detalles,  porque  ningún  historia- 
dor los  ha  referido  hasta  ahora  ni  sucintamente  ;  estimándolos 
por  otra  parte  muy  dignos  de  la  gloria  del  Libertador. 

Aunque  este  se  hallaba  en  la  capital  investido  de  poderes 
absolutos  por  el  acta  de  13  de  Junio  que  conocemos,  no  usó  de 
ellos  sino  con  mucha  parsimonia,  hasta  recibir  el  asentimiento 
de  la  Kepública.  Los  objetos  de  que  se  ocupó  entre  tanto,  fue- 
ron las  juntas  de  manumisión  :  la  reorganización  del  ejército,  re- 
parando su  moral  j  su  disciplina  :  la  extinción  del  corso,  cuyas 
patentes  mandó  recojer  y  que  no  se  espidiesen  en  lo  sucesivo,  y 
la  defensa  de  las  costas  del  Atlántico. 

El  acta  de  Bogotá  fué  el  tipo  de  las  demás  levantadas  en  todo 
el  vasto  territorio  del  Estado.  Los  Departamentos  de  Cundi- 
namarca  se  pronunciaron  todos,  sin  que  ni  una  aldea  hubiese 
dejado  de  concurrir  á  dar  su  voto  al  Libertador  para  salvar  la 
Patria. — El  entusiasmo  fué  extremo. — En  el  Sur  sucedió  lo 
mismo.  Aquellos  pueblos  conservaban  su  primitivo  amor  pqr 
Bolívar,  su  ilimitada  confianza  en  su  genio  tutelar.  Guayaquil 
naturalmente  tan  alegre,  rebozó  en  gozo  y  entusiasmo....^ 

Luego  que  llegaron  las  actas  de  las  grandes  capitales  como 
Quito,  Cuenca,  Guayaquil,  Cartagena,  Panamá,  Medellin,  Mom- 
pox,  Antioquia,  Caracas,  Popayan,, Valencia,  Maracáybo,  Gumaná, 
etc.,  y  que  se  conoció  la  adhesión  escrita  de  los  militares  más  pro- 
minentes como  ürdaneta,  MariiSo,  Páez,  Soublette,  Arismendi, 
Flores,  Córdova,  Montilla,  Toro,  Bermúdez,  Carreño,  Salom  y 
otros,  el  Libertador  pensó  en  dar  una  acta  fundamental  que  sir- 
viera de  Constitución,  por  la  cual  limitaba  él  mismo  el  poder 
discrecional  que  se  le  confiriera,  afianzando  de  este  modo  la  es- 
tabilidad de  la  República ;  pero  "  es  indispensable,  (escribia  á  su 
amigo  el  Doctor  Cristóval  Mendoza  en  la  intimidad  de  la  con- 
fianza) ;  es  indispensable  que  los  buenos  patriotas,  amantes  del 

*  En  el  centro,,  en  el  norte  y  en  el  Sur  reinó  admirablemente  el  mismo  e8pí< 
rito.  No  habo  la  menor  contradicción,  la  más  leve  repognancia.  Todos  los 
paeblos,  todos  loe  colombianos  invocaron  al  Libertador  concediéndole  poderes 
ilimitados  para  reorganizar  la  República.  La  7oz  unánime  era : — ^Bolívar  Jefi 
3UPBXM0.  Algunos  se  extendieron  á  decir  también  por  los  diaa  de  su  vida,  {  Tal 
era  el  amor  de  IO0  colombianos  por  su  Libertador....  I 


442 


VIDA  DE  BOliVAB. 


Orden  y  del  reposo,  se  empeñen  en  que  este  acto  reciba  la  san- 
ción popular  expon  táneamente,  para  que  en  ninguna  época  pueda 
decirse  que  es  la  obra  de  uno  solo  7  que  carece  del  coDseDti- 
mieuto  nacional,  pites  por  nada  en  este  munch  quiero  mandar 
sin  esa  voluntada* 

\  Tales  eran  las  dictaduras  de  Bolívar....  I 

El  27  de  Agosto  expidió  el  decreto  orgánico  de  la  nueva  au- 
toridad de  que  se  encargaba. — Bolívab  no  se  llamó  Dictador 
ni  Gefe  Supremo,  sino  Libertador  Presidente,  título  que  le  ha- 
bían dado  las  leyes  y  los  sufragios  universales.  Fijó  las  atri- 
buciones que  le  correspondían ;  creó  un  Consejo  de  EstadOi 
mandó  conservar  y  respetar  todas  las  garantías  concedidas  á  los 
ciudadanos  por  la  Constitución  de  Gúcuta,  y  ofreció  convocarla 
representación  nacional  para  el  2  de  Enero  de  1830  á  fin  de  qae 
diera  la  ley  fundamental  de  la  República. 

Acompañó  al  Decreto  memorado  una  proclama  á  los  colom- 
bianos, en  que  les  anunciaba  la  disolución  de  la  Gran  Conveneion 
sin  haber  dado  instituciones  á  la  República,  después  de  quitar 
á  la  Constitución  de  Cúcuta  el  prestigio  que  le  quedaba  per  la 
declaratoria  unánime  de  ser  urgente  su  reforma ;  y  concluía  de 
este  modo :    "  Penetrado  el  pueblo  de  la  gravedad  de  los  males 

*  que  rodeaban  su  existencia,  reasumió  la  parte  de  los  derechos 

*  que  habia  delegado  ;  y  usando  desde  luego  de  la  plenitud  de 

*  su  soberanía,  proveyó  por  sí  mismo  á  su  seguridad  futura.    El 

*  Soberano  quiso  honrarme  con  el  título  de  su  Ministro  y  me 
^  autorizó  ademas  para  que  ejecutara  sus  mandamientos.    Mi 

*  carácter  de  primer  magistrado  me  impuso  la  obligación  de 

*  obedecerle  y  servirle  más  allá  de  lo  que  la  posibilidad  me  pe^ 
'  mitiera.    No   he   podido  por  manera  alguna  denegarme,  en 

*  momento  tan  solemne,  al  cumplimiento  de  la  confianza  nacio- 

*  nal :  de  esa  confianza  que  me  oprime  con  una  gloria  inmensa, 

*  aunque  al  mismo  tiempo  me  anonada,  haciéndome  aparecer 

*  cual  soy....  Colombianos  I  Yo  no  retendré  la  autoridad  supre- 

*  ma  sino  hasta  el  dia  en  que  mandéis  devolverla  ;  y  si  áutes 

*  no  disponéis  otra  cosa,  convocaré  dentro  de  un  año,  la  Repre- 
sentación nacional. 
"  Colombianos  1   No    os  diré    nada  de  libertad ;  porque  si 


*  Carta  de  22  de  Agosto  de  1828. 


YIDA  DE  BOIÍYAB.  443 

"  cumplo  mi  promesa  seréis  más  que  libres  :  seréis  respetados. — 
'*  Ademas,  bajo  la  dictadura,  ¿  quién  puede  hablar  de  libertad  ? 

"  ¡  Compadezcámonos  mutuamente  del  pueblo  que  obedece  y 
''  del  hombre  que  manda  solo  I !  I'' 

No  sin  motivo,  dice  Baralt,  pidió  Bolívar  compasión  para 
sí  7  para  el  pueblo  que  juzgaba  no  poder  gobernar  por  las  re* 
glas  ordinarias....  La  dictadura  de  1828  es  el  gran  error  de  Bo- 
lívar ;  error  de  que  no  puede  disculparle  el  temor  de  la 
anarquía,  las  desgracias  de  la  patria,  ni  las  intenciones  de 
Santander  j  sus  amigos  principales.... 

£n  verdad,  no  sé  qué  quieren  decir  estos  conceptos,  ni  cómo 
puede  llamarse  error  la  necesidad  más  premiosa. — Disuelta  la 
Convención  :  burladas  las  esperanzas  de  todos :  frangida  j  sin 
fuerza  la  ley  fundamental,  ¿  qué  medio  quedaba  para  salvar  el 
orden  y  la  vida  de  la  Repáblica  7  ¿  Era  posible  que  rigiera 
una  Constitución  contra  la  cual  se  hablan  pronunciado  los  pue- 
blos, y  cuya  necesaria  y  urgente  reforma  habia  reconocido  uná- 
nimamente  la  Convención  de  Ocaña,  que  para  esto  solo  tuvo 
tiempo?  ¿Podrían  mantenerse  la  paz,  la  tranquilidad  y  la 
unión  de  la  Repáblica  con  instituciones  que  nadie  amaba  y  cuya 
reforma  pedian  todos?  El  pronunciamiento  de  Bogotá  decidió 
de  la  suerte  del  país ;  el  Libertador,  no  obstante,  esperó  las 
actas  de  todos  los  Departamentos  para  decir  á  Colombia  que 
se  encargaba  otra  vez  de  sus  destinos.  ¿Y  qué  habria  suce- 
dido si  la  abandonara  en  aquel  insólito  peligro,  y  si  nada  le 
hubiera  importado  el  conflicto  interior  que  devoraba  su  seno, 
cuando  la  España  aprestaba  expediciones  en  la  Habana  y  el 
Perú  amenazaba  invadir  nuestras  fronteras  del  Sur  ? — Colom- 
bia habria  desaparecido,  y  por  mengua  de  una  voz  amiga  y  ge- 
nerosa :  por  falta  de  un  brazo  robusto,  hubiera  sepultado  sus 
glorias  en  la  ignominia  de  un  sepulcro  humilde....  I  Ah  1  entonces 
el  Señor  Baralt  habria  escrito  con  razón :  el  grave  error  de 
Bolívar  fué  no  haber  aceptado  la  Dictadura  como  Fabio  Máximo, 
en  aquella  ocasión  solemne  en  que  la  patria  exijia  el  sacrificio 
de  todas  sus  facultades. — Fácil  es  censurar,  sobre  todo,  cuando 
en  la  censura  se  prescinde  de  la  consideración  de  las  circuns- 
tancias, y  de  los  accidentes  que  precedieron  ó  acompañaron  los 
hechos  censurados.  Es  fácil  hallar  errores,  cuando  las  cosas  no 
se  examinan  por  todas  sus  vistas,  y  cuando  quiere  considerarse 


444  VIDA  DB  BOLÍYAB. 

perfecto  un  solo  7  único  modo  de  ser  en  politíca ;  pero,  ten* 
gase  presente,  qae,  sin  abjurar  de  los  principios  más  liberales, 
paede  un  hombre  como  Bolívar  admitir  la  dictadura  y  salvar  la 
libertad.  Más  todavía  ;  acaso  aquel  es  el  solo  medio  en  situa- 
ciones dadas  para  alcanzar  este  fin  apetecido ;  7  entonces  no 
es  error  siao  prudencia,  no  es  versatilidad  en  las  opiniones  sino 
tacto  7  patriotismo  puro  7  digno  de  alabanza,  el  aceptarlo. 
La  historia  del  Libertador  (por  servirme  de  sus  propios  con- 
ceptos,) abunda  en  motivos  para  convencerse  de  cuan  sincera- 
mente deseaba  el  retiro  7  el  reposo  ;  pero,  incapaz  de  ver  con 
indiferencia  las  calamidades  que  aflijían  á  su  patria,  no  dndó 
que  su  deber  en  aquella  arriesgada  circunstancia  era  servirla, 
cualquiera  que  fuese  el  título  con  que  se  le  llamara.... ! 

No  fué  obra  del  Libertador  la  disolución  de  la  Convención 
de  Ocaña  ;  antes,  al  contrario,  deploró  aquel  escandaloso  suceso 
como  la  ma7or  calamidad  para  Colombia. — ^Las  ideas  exagera- 
das, el  acaloramiento  de  los  partidos,  la  ambición,  la  ingratitud 
fueron  la  causa  motiva  de  que  en  aquel  tiempo  se  viesen  burla- 
das las  esperanzas  de  la  Nación.  Bolívar  no  pretendió  la  dic- 
tadura :  Me  bastan^  decia  á  un  amigo  de  Venezuela,  me  baMai 
las  facultades  constitucionales.  *  Los  pueblos  del  Sur,  varios  de 
la  Nueva  Granada  7  el  I)epartamento  del  Zália  le  confirieron  en 
1826  facultades  ilimitadas,  que  no  quiso  aceptar  ;  ¿por  qué  ha- 
bría de  apetecerlas  en  1828  ? — Desprestigiada,  sin  embargo,  la 
constitución  de  Cuenta  :  reprobada  por  la  Asamblea,  no  servia 
7a  para  arrostrar  con  ella  los  peligros  de  una  situación  violenta 
en  que  todo  parecia  trascender  los  límites  del  respeto  v  arras- 
trar á  la  anarquía.  Y  si  los  pueblos,  en  la  efusión  de  su  amor 
7  de  su  confianza  ciega  en  el  Libertador,  le  otorgaron  faculta- 
des dictatoriales,  "  Bolívar,  burlando  las  sospechas  de  sus  mi- 
serables detractores,  se  desnudó  del  poder  supremo,  le  distrí- 
bu7Ó  en  otras  manos,  ligó  las  SU7&S,  cedió  todo  lo  que  no  tenia 
relación  con  el  Poder  Ejecutivo,  7  fijó  los  derechos  de  los  co- 
lombianos 7  las  prerogativas  sociales  para  ponerlas  al  abrigo  de 
las  tentativas  de  la  arbitrariedad  7  de  la  opresión."  La  Repú- 
blica se  vio  disuelta,  7  solo  la  mano  maestra  7  poderosa  de  su 
fundador  pudiera  reunir  sus  miembros  dislocados.    La  ambición 

*  Carta  al  Dr.  Álamo,  citada. 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  445 

de  Bolívar  era  demasiado  noble  para  que  al  fin  de  su  cancera  se 

degradase  á  hacerse  déspota Él,  que  desde  Maturin  á  Chu- 

quisaca  llevó  ceñida  su  frente  con  el  laurel  de  la  victoria ;  que 
triunfó  de  los  tiranos  y  planteó  sobre  los  Andes  el  principio  ra•^^ 
dical  de  la  felicidad  del  mundo :  la  libertad.....;  él,  Padre  de  la 
Patria,  no  inspiraba  temor  sino  á  las  almas  depravadas  ;  y  en 
sos  funciones  legales  ó  ilimitadas  no  se  miraba  sino  como  el  iris 
que  anunciaba  á  los  pueblos  el  restablecimiento  del  órdén  y  del 

reposo  común 

Cánsame  asombro  que  Baralt,  para  justificar  (con  relación  á 
Bolívar)  que  no  es  dable  pararse  en  el  terreno  movedizo  y  delez- 
nable del  mando  absoluto,  en  que  cada  movimiento,  cada  paso 
conduce  insensible  y  suavemente  al  abismo  de  la  tiranía,  pre- 
sente como  ejemplo  la  expulsión  del  ilustre  Mabtin  Tovab,  uno 
de  los  antiguos  y  denodados  fundadores  de  la  independencia 
americana. — Tovar,  en  efecto,  sufrió  persecuciones  ;  pero  ¿  qué 
parte  tuvo  en  ellas  la  dictadura  de  Bolívar  ? — Fué  Páez  quien 
le  expulsó,  remedando  grotescamente  el  ostracismo  antiguo  ;  y 
es  bien  sabido  que  este  Gqfe  se  consideró  siempre  investido  de 
todas  las  facultades  de  oprimir,  sin  necesitar  que  desapareciese 
el  régimen  legal  para  proceder  á  su  antojo. — ^Por  más  que  quiera 
pintarse  á  Tovar  como  uno  de  los  anti-bolivianos  más  esforza- 
dos (que  quizas  no  lo  era  tanto),  nunca  habria  de  llegar  al  grado 
de  Santander  y  de  los  principales  hombres  del  partido  santande- 
rista,  que  vivían  libres  y  considerados  en  Bogotá,  y  á  quienes  el 
Libertador,  hombre  sin  rencor,  dio  empleos  y  otorgó  mercedes  y 
distinciones. — El  General  Santander  mismo  fué  nombrado  En- 
viado extraordinario  y  Ministro  plenipotenciario  cerca  del  ga- 
binete de  Washington.    Santander  aceptó  y  escogió  para  su  se- 
cretario al  joven  Luis  Vargas  Tejada,  al  cual  dio  también  el  go- 
bierno la  aprobación  necesaria,  no  obstante  sus  ideas  exaltadas 
harto  conocidas. — ^Bn  la  expulsión  de  Tovar  entró,  como  única 
causa,  el  desafecto  personal  de  Páez  :  desafecto  engendrado  por 
una  mala  inteligencia  qne  jamás  pudo  explicarse.     Baralt  cono- 
cia  á  fondo  este  asunto,  y  no  tuvo  razón  para  poner  á  cargo  de 
la  dictadura  de  Bolívar  el  violento  é  injusto  proceder  de  Páez. 
Eso  trastorna  lastimosamente  las  nociones  de  la  justicia  y  sub- 
vierte los  principios  fundamentales  de  la  responsabilidad  hu 
mana 


446  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

Observando  nna  conducta  generosa  é  imparcial,  cumpliendc 
los  dictados  de  la  justicia  j  buscando  el  mérito  para  distinguir- 
le, Bolívar  tenia  esperanzas  de  desarmar  á  sus  enemigos.  El 
nombramiento  de  los  miembros  del  Consejo  de  Estado,  que  se 
instaló  el  30  de  Agosto,  fué  muy  aplaudido. — Componíanlo  los 
Señores  José  Maria  del  Castillo  Rada  ( Presidente),  José  Ma- 
nuel Restrepo,  General  Rafael  Urdaneta,  Doctor  Estanislao 
Vergara,  Nicolás  Tanco,  el  Arzobispo  de  Bogotá  Dr.  Fernando 
Caicedo,  José  Rafael  Revenga,  Francisco  Cuevas,  Joaquin  Mos- 
quera, Gerónimo  Torres,  Félix  Valdivieso  y  Martin  Santiago 
de  Icaza ;  estos  se  hallaron  presentes. — Los  ausentes  eran  los 
Señores  General  José  Francisco  Bermúdez,  Doctor  Pedro  Güal, 
Modesto  Larrea,  José  Joaquin  Olmedo  y  Coronel  José  Domingo 
Espinar,  secretario  con  voto. 

Á.  ninguno  se  asignó  sueldo. 

Estos  sugetos  eran,  sin  duda,  de  lo  más  distinguido  que  poseia 
Colombia. 

El  Libertador  se  consagró  á  dictar  decretos  importantes  sobre 
varios  ramos  de  la  administración,  trabajando  con  aquel  ardor 
y  aquella  probidad  que  eran  el  fondo  más  sólido  de  su  carácter. 
Las  noticias  de  la  invasión  del  General  Gamarra  en  Bolívia,  y 
las  amenazas  que  hacia  Lámar  de  atacar  nuestro  Sur,  le  traían 
inquieto  y  ocupado,  tomando  medidas  activas  para  repeler  á  los 
peruanos  que  con  miras  hostiles  acampaban  sus  fuerzas  en  las 
inmediaciones  de  nuestras  fronteras.* 

También  pensó  el  Libertador  en  formar  un  consejo  especial 
que  con  calma  y  madurez  preparase  sabiamente  las  reformas 
que  debia  sancionar  el  Congreso  ;  y  sobre  esto  escribió  al  Doc- 
tor Mendoza,  Intendente  de  Venezuela,  llamándole  á  Bogotá. 
— ^Desgraciadamente  Mendoza  estaba  enfermo,  y  apenas  pudo 
contestar  al  Libertador,  anunciándole  su  estado. 

La  tribulación  y  congoja  que  recibió  Bolívar  con  aquella  ter- 
rible nueva  de  la  gravedad  y  próximo  fin  de  su  leal  antigno 
amigo,  crecieron  en  aquellos  dias  con  el  suceso  horrendo  de  la 

noche  del  25  de  Setiembre I    Los  descontentos  :  aquellos  que 

sembraron  en  Ocaña  alteraciones  y  discordias,  derramaron  des- 
pués, á  manos  llenas,  los  gérmenes  de  una  conjuración  criminal 
que  tenia  por  único  objeto  la  muerte  del  Libertador,  del  custo- 
dio de  la  República. — La  Divina  Providencia,  que  por  medios 


VIDA  DB  BOLÍVAR.  447 

tan  extraños  salvó  diferentes  veces  la  vida  de  Bolívar  de  los  tn- 
minentes  riesgos  que  la  amenazaron,  se  la  conservó,  en  aquella 
siniestra  noche,  por  una  especie  de  prodigio,  librando  á  Colom- 
bia de  los  inmensos  males  á  que  por  consecuencia  se  habria  visto 
expuesta.  Oh  noche  aciaga,  lóbrega  noche,  en  la  que  unos  cuan- 
tos sicarios,  ministros  del  crimen,  que  aspiraban  al  honor  de  ser 
asesinos,  intentaron  la  muerte  del  Padre,  del  mejor  amigo,  del 
vengador  de  la  América,  del  Creador  de  tantas  grandezas,  de 
la  Gloria  de  Colombia. 1 

Existia  en  Bogotá  una  sociedad  de  jóvenes,  los  cuales  se  reu- 
nian  con  achaque  de  estudios  y  otros  fines  laudables.  Al  princi- 
pio de  escaso  número  ;  luego  más  y  más  extenso.  Súpose  que 
no  estudiaban,  y  que  sus  reuniones  tenian  un  carácter  político  y 
peligroso.  Dirijíalos  cierto  francés,  jacobino,  de  nombre  Arga- 
nü  (Juan  Francisco),  pretendido  sabio,  verdadero  charlatán  y 
sanS'Gulotte  de  Marsella  en  tiempo  de  la  revolución  de  Francia. 
Este  presidia  también  otra  reunión  secreta  de  la  cual  eran  miem- 
bros Agustín  Horment,  francés,  el  Comandante  Pedro  Carujo, 
Florentino  Gonzalos  (editor  de  El  Conductor)^  naturaleza  volcá- 
nica, y  otras  personas  de  carácter  díscolo,  incorregibles  y  de  opi- 
niones turbulentas. — Santander  daba  protección  eficaz  á  esta 
sociedad,  en  la  que  por  desgracia  se  tramó  la  muerte  del  Liber- 
tador. 

La  primera  intención  de  los  malvados  fué  llevar  á  efecto  el 
asesinato  que  premeditaban  en  la  noche  del  10  de  Agosto,  du- 
rante el  baile  de  máscaras  con  que  la  municipalidad  de  Bogotá 
celebraba  el  aniversario  de  la  entrada  de  Bolívar  allí  des- 
pués de  la  jomada  gloriosa  de  Boyacá. 

¡  Horrible  idea  1  [  Convertir  la  celebridad  del  triunfo  que  más 
costoso  fué'á  la  España,  en  ocasión  de  crimen,  de  orfandad  y 
duelo ! 

El  Libertador  estuvo  en  el  baile  muy  distraído,  recorrió  solo 
ó  casi  solo  los  salones,  y  anduvo  confundido  entre  las  máscaras. 
— Allí  estaban  Florentino  Gonzalos  y  otros  conjurados,  en  cua- 
drilla, con  armas  é  idénticas  divisas.     Cien  veces  los  tentó  la 

ocasión ;  mas  el  plan  no  estaba  aun  maduro. — No  se  contaba 

todavía  con  los  artilleros  1 

Pasada  aquella  noche,  pensaron  aprovecharse  del  paseo  que 
el  Libertador  hizo  á  Soacha,  el  21  de  Setiembre Allá  en  el 


148  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

campo  darmió  dos  noches  acompasado  solo  del  General  ürda- 
neta,  de  los  Sefiores  José  y  Ramón  Paris  j  de  dos  6  tres  do- 
mésticos.— Garujo,  hombre  de  inclinación  aviesa,  desordenado 
en  sns  afectos  hasta  la  torpe  declinación  de  los  enormes  críme- 
nes, osado  é  iracundo,  Garujo  insistió  tenazmente  en  que  habia 
de  aprovecharse  la  oportunidad  de  Soacha  7  matar  á  Bolívar  y 
á  las  siete  ú  ocho  personas  que  con  él  estaban.  Tal  resolución 
tuvo  aquel  de  cometer  el  asesinato  en  esta  coyuntura,  que,  segon 
la  confesión  de  uno  de  los  cómplices  (el  Coronel  Guerra),  costó 
sumo  trabajo  el  retenerlo. — Santander,  que  era  el  primer  agente 
que  obraba  en  la  gran  sección  y  dirigia  el  plan  revolucionario, 
66  opuso  á  que  se  perpetrase  tal  designio,  habiendo  entrado  por 
mucho  para  desistir  del  asesinato  en  Soacha,  la  dificultad  qae 
pudiera  ofrecerse  para  sacar  de  la  prisión  al  General  Padilla, 
designado  para  tomar  el  mando  de  las  tropas ;  y  por  que  se 
comprendió  claramente  que  moriría  el  Libertador,  pero  que  su 
muerte  no  sería  útil  á  sus  autores,  quedando  en  pié  el  Gonsejo 
de  Estado  y  el  de  Ministros,  apoyados  ambos  en  el  ejército,  qae 
no  estaba  todo  corrompido. 

Resolvieron,  pues,  aguardar  y  fortalecerse 

Aveníase  esto  mal  con  la  impaciente  vehemencia  de  Garujo ; 
pero  los  otros,  menos  osados,  no  quisieron  aventurar  el  golpe  á 
medios  inciertos  y  parciales,  y  repartiendo  dinero,  continua- 
ron trabajando  en  adquirir  prosélitos. 

Renovábanse  con  más  frecuencia  las  juntas  en  casa  de  Hor- 
ment,  en  la  de  Vargas  Tejada  y  en  otras  bien  conocidas. — Los  dis- 
cursos, acalorados ;  los  planes,  diabólicos.  Gada  cual  tenia  empe- 
ño en  familiarizar  á  los  compañeros  con  las  ideas  de  sangre  y 
muerte I 

Por  último,  fijóse  el  dia  28  de  Octubre  en  que  debia  cele- 
brarse el  natalicio  del  Libertador,  para  que  en  él  tuviera  lugar 
el  escándalo  abominable  de  darle  alevosa  muerte 

Á  pesar  del  sigilo  que  en  tan  criminales  proyectos  se  guarda- 
ba, hubo  de  traspirarse  algo,  y  el  Gobierno  supo  que  se  conspi- 
raba. 

El  25,  por  la  tarde,  descubrió  los  inicuos  planes  el  subteniente 
Francisco  Salazar,  del  batallón  "  Junin,"  á  quien,  de  paso  en  Bo- 
gotá, trató  de  seducir  el  Gapitan  Benedicto  Triana. 

Inmediatamente  se  dispuso  la  prisión  de  este,  comunicándose 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  449 

la  orden  al  CoroDel  Ramón  Guerra,  que  hacia  de  Jefe  de  Estado 
Mayor  departamental. 

Guerra  era  de  los  conjurados I 

No  hay  duda,  pensaron  eetos,  estamos  descubiertos. — Dentro 
de  poco  se  nos  arrastrará  á  la  cárcel 

Alarmados  con  la  prisión  de  Triana,  juntáronse  en  la  casa  de 
Lnis  Yárgas  Tejada,  desde  las  siete  hasta  las  once  de  la  noche, 
V  resolvieron  dar  siu  dilacion^l  golpe,  precipitando  el  desenlace. 
~Y  con  tantas  más  resolución  iban  á  dar  principio  á  su  nefando 
intento,  cuanto  que  ningunas  precauciones  parecia  haber  tomado 
el  Gk)bierno  para  aumentar  la  seguridad  pública. 

Distribuyéronse  las  operaciones  y  marchó  cada  cual  á  cumplir 
osadamente  la  que  le  fué  asignada. 

Eran  la  once  y  diez  y  ocho  minutos  de  la  noche. 

El  cuerpo  de  artillería  servia  de  basa  al  atroz  proyecto,  bien 
que  no  estuvieran  ganadas  todas  las  clases.  Y  ocurrió  á  los 
conjurados  armar  la  tropa,  alegando  la  necesidad  de  ir  á  conte- 
ner la  guardia  del  Libertador,  que  suponían  amotinada. 

Carujo,  audaz  y  valeroso,  se  puso  al  frente  de  un  piquete  de 
artilleros  y  de  un  grupo  como  de  doce  á  quince  paisanos  reuni- 
dos por  Horment,  y  fué  á  atacar  el  palacio. 

Hombre  de  malas  entrañas,  él  mismo,  por  su  mano,  quería  dar 
muerte  á  Bolívar  I 

Á  los  Comandantes  y  principales  Oficiales  de  los  batallones 
"Vargas"  y  "  Granaderos,"  cuya  lealtad  no  podia  vencerse,  des- 
tacaron personas  que  especialmente  les  buscasen,  con  pretextos 
plausibles,  para  asesinarlos 

Acompasaban  á  Garujo,  el  francés  Horment,  su  compañero 
Wenceslao  Zulaivar,  Florentino  Gonzáles,  y  un  teniente  de  ar- 
tillería que  habia  sido  degradado  por  mala  conducta^  cuyo  nombre 
era  José  Ignacio  López. — Este  habia  traído  las  últimas  palabras 
del  Comandante  de  la  brígada  de  artillería  Rudecindo  Silva, 
seducido  por  Vargas  Tejada. 

Una  parte  de  los  conjurados  debia  atacar  el  cuartel  del  ba- 
tallón "Vargas"  :  otra  el  de  "Granaderos,"  y  poner  en  libertad 
al  General  Padilla,  con  la  cooperación  del  cual  se  contaba. 

El  ataque  empezó  por  el  asalto  del  palacio. 

Garujo  sorprendió  al  oficial  y  á  la  guardia  de  veinte  hombres, 
porque  conocía  el  santo  que  servia  en  aquella  noche  á  los  centi- 

29 


450  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

nelas  ;  hirió  ó  mató  á  cuatro,  y  Hormént  ocupó  con  presteza  los 
salones  superiores  del  palacio. — Iban  todos  armados  de  pisto- 
las y  púnales.  Nada  pudo  oponerse  á  su  inesperada  y  fiera  en- 
trada. Apenas  el  teniente  Andrés  Ibarra,  Oficial  de  órdeaes 
del  Libertador,  lleno  de  amor  por  su  gefe,  se  mostró  á  llenar  los 
santos  deberes  de  la  fidelidad ;  mas  Ibarríta,  como  le  llama- 
ba cariñosamente  Bolívar,  era  un  niño,  y  cuando  iba  á  castigar 
á  uno  de  los  conjurados  que  le  habia  disparado  una  pistola  á 
quema  ropa,  López  le  descargó  en  la  mano  derecha  un  sablazo 

que  le  baldó Caido  Ibarra,  pudieron  los  asesinos  penetrar 

sin  tropiezo  hasta  la  estancia  de  Bolívar* 

Hombre  de  gran  valor  y  acostumbrado  á  los  peligros,  el  pri- 
mer impulso  del  Libertador,  como  era  natural,  no  fué  huir,  sino 
al  contrario,  defenderse  y  combatir.  Cuando  oyó  el  tumulto, 
tomó  una  espada  y  una  pistola  y  salió  al  encuentro  de  los  que  se 
acercaban.  Hallábase  allí,  por  fortuna,  en  aquel  instante,  la 
Señora  Manuela  Sáenz,  natural  de  Quito,  que  asistía  al  láberta- 
dor,  muger  de  raro  valor  y  despejo  aunque  educada  en  un  con- 
vento, y  se  hincó  delante  de  Bolívar  á  rogarle  que  huyese,  de- 
sistiendo de  su  temerario  intento ;  le  hizo  observar  que  el 
balcón  tan  bajo  le  ofrecia  una  fácil  salida,  y  que  no  debia  pe^ 
der  momentos  que  eran  preciosos. — Bolívar  se  hizo  fuerte  en  íu 
propia  alcoba,  desechando  la  idea  de  huir ;  pero  los  asesinos  que- 
brantaron la  puerta  y  se  avalanzaron  en  busca  de  su  víctima. 

Cuando  el  Libertador  se  apercibió  de  que  era  imposible  re- 
sistir, saltó  á  la  calle  por  el  balcón  que  daba  frente  al  teatro...., 
y  cruzando  sobre  la  derecha  hacia  el  convento  del  Carmen,  lo- 
gró ocultarse  en  los  hondos  barrancos  que  forma  el  arroyo  de 
:S.  Agustín. 

Por  fortuna,  su  repostero,  José  María,  que  estaba  en  la  calle, 
le  vio  saltar,  siguió  á  su  amo  y  le  acompañó  en  aquella  horrenda 
-situación. 

Al  ver  armas  en  la  alcoba  y  el  balcón  abierto,  comprendieron 
los  conspiradores  que  Bolívar  se  habia  escapado  ;  preguntaron 
á  la  Sáenz  dónde  estaba ;  pero  ella  con  entereza,  para  dar  tiem- 
po á  que  el  Libertador  se  alejase,  contestó  que  se  encontraría  en 
el  salón  del  Consejo  de  Estado. — Entonces  la  ordenaron  que  los 
condujese  allá. — ^Al  pasar  por  donde  habia  quedado  Andrés 
Jbarra  herido,  ella  se  deshizo  en  lágrimas,  contemplando  al  jó- 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  451 

ven  cubierto  de  sangre  y  con  la  mano  casi  despegada  del  brazo. 
Movido  á  compasión,  Zulaivar  sacó  un  pañuelo  y  se  lo  dio  pen- 
sando que  le  asegurasen  la  mano.  Guando  llegaron  al  sa- 
lón del  Consejo  y  le  vieron  cerrado,  adivinaron  el  disimulo  de 
la  Señora,  y  le  dirijieron  palabras  muy  ofensivas  y  aun  algunos 
la  maltrataron  con  golpes. 

Burlados  los  traidores  en  el  objeto  primordial  de  sus  anhelos, 
atumultuados  y  ciegos  de  furor  y  de  enojo,  partieron  gritando 
anos  ¡Muera  el  tirano  !  otros  /  Viva  d  General  Santander  y  la 
Constitución  de  Cuenta  ! — Al  salir,  se  presentó  delante  de  ellos 
el  gallardo  y  fidelísimo  Coronel  Guillermo  Férguson,  irlandés, 
edecán  del  Libertador,  que  venia  desalado  á  ocupar  su  peligroso 
puesto  cerCa  del  General. — No  tuvo  tiempo  aquel  valeroso  sol- 
dado ni  para  preguntar  la  causa  de  tanto  trastorno  :  el  mal- 
vado Carnjo  le  atravesó  el  pecho  con  una  bala,  dejándole  tendi- 
do en  la^alle.  f  Férguson  era  su  amigo,  y  más  de  una  vez  le 
habia  dispensado  protección !  I 

Á  tiempo  que  ocurrían  estos  sucesos  en  el  palacio,  el  Coman- 
dante Silva  habia  atacado  el  cuartel  del  batallón  "Varga?,*' 
mas  sin  suceso,  porque  no  solo  fué  rechazado  sino  perseguido 
en  todas  direcciones.  Por  su  parte,  los  Capitanes  Rafael  Men- 
doza y  Emigdio  Briceño,  escalando  las  paredes  del  cuartel  de 
artillería,  lograron  introducirse  en  la  casa  donde  estaba  preso 
el  General  Padilla,  y  mataron  al  valiente  Coronel  José  Bolívar, 
qne  le  custodiaba,  disparándole  una  pistola  en  la  frente  cuando 
dormia.  Asesináronle  ál  lado  del  General  Padilla  y  casi  cu- 
bierto con  el  cuerpo  de  este,  que  dio  campo  á  los  asesinos....! 

"  Padilla  manchó  su  gloria,  permitiendo  la  muerte  del  inerme 
guerrero  que  reposaba  tranquilo,  fiado  en  su  hidalguía."  Ciñóse 
la  espada  del  muerto,  y  con  tan  vil  trofeo  se  preparó  á  salir  para 
ponerse  á  la  cabeza  de  las  tropas.* 

*  El  carácter  de  los  málTadoB  antoree  de  la  oonjoracioii  de  Setiembre,  eetá  pin- 
tado por  estos  breves  rasgos : 

—  A  los  iosignea  esfuerzos  de  Bolívar  debian  todos  los  bienes  inestimables  de 
U  libertad  y  muchos  le  eran  deudores  de  servicios  pai-ticulares.— El  Libertador 
habla  perdonado  generosamente  &  Horment  la  pena  qne  mereció  por  el  atentado 
qne  cometiera  contra  la  persona  del  Señor  Mariano  París. 

—  López,  Guerra,  Carnjo,  Silva,  Vargas  Tejada,  Mendoza. recordaban  ia- 

Tores  especiales  del  Li1>ertador. 

—  Mendoza  habia  recibido  pocos  dias  antes  18  onzas  de  oro  del  Coronel 


152  VIDA  DB  BOLÍVAB. 

Una  de  las  partidas  de  "  Vargas  "  que  salió  persiguiendo  á 
loB  infieles  artilleros,  marchaba  al  mando  del  Teniente  Torreal- 
va ;  dirijióse  al  palacio  y  consumidas  las  pocas  municiones  que 
llevaba,  volvió  al  cuartel  á  pertrecharse.  En  ese  acto  se  le  unie- 
ron el  General  ürdaneta  y  el  Coronel  Diego  Whitle,  á  quien  ha- 
bian  solicitado  Tejada  y  otros  para  matarle,  pero  cuando  se  les 
presentó,  le  tuvieron  miedo  y  le  dejaron. — Ürdaneta,  Ministro 
de  la  guerra,  se  puso  al  frente  del  batallón,  ya  municiado,7  ma^ 
chó  al  palacio.  Como  le  hallara  abandonado,  se  situó  en  la 
plaza  Mayor,  y  desde  aquel  punto  ordenó  la  defensa  de  la  ciu- 
dad. 

Allí  llegaron  sucesivamente  el  General  París,  el  Intendente 
Herran  y  los  Generales  Vélez,  Córdova  y  Ortega. 

Combatían  los  facciosos  en  varios  puntos. 

El  fuego  era  vivo  aun.    Sonaban  las  dos  de  la  madrugada. 

Pero  los  facciosos  huyeron  al  fin,  ó  quedaron  prisioneros. 

I  Qué  espanto!    ¡Qué  confusión  1 

Herran  se  vio  por  algún  tiempo  en  poder  de  los  facciosos. 
— ^Whitle  habia  sido  solicitado  con  pretextos   para  asesinarle 

indefenso.    Quién  hablaba  de  Ibarra,  quién  de  Férguson 

Ignorábase  aun  la  triste  suerte  del  Coronel  Bolívar  I 

Y  el  Libertador,  ¿  qué  era  de  aquella  vida  preciosa  que  Dios 
parecia  haber  querido  conservar? 

Tres  horas  mortales mejor  diré,  tres  siglos,  pasó  ansioso, 

lleno  de  angastia  y  de  dolor,  en  los  barrancos  de  San  Agustín, 
oyendo  el  fuego,  los  gritos  de  muerte,  las  imprecaciones ;  sin- 
tiendo la  ciudad  en  tumulto,  las  partidas  que  pasaban 

¡  Amarga  mortificación  1    ¡  Mortal  congoja  I 

Cesó  el  fuego ¿Cuál  era  el  éxito  de  la  conspiración  ? 

Incertídumbre....!  zozobra....!  opresiva  perplejidad !  agonía 

de  esperar !  ¡  Qué  grande  debió  ser  el  abatimiento  producido 
por  aquel  infortunio  de  tanta  magnitud  I  Bolívar  no  hablaba ; 
estaba  sin  fuerzas,  postrado,  atónito.    Sentíase  como  abrumado 

Bolíyar,  compadecido  «ste  de  la  mentida  relación  de  pobreza  que  le  hij6,  po* 
desposeerlo  antes  de  darle  muerte. 

—  Garujo  debia  á  Férguson  bu  promoción ;  y  en  yes  de  agradecimiento,  Im 
únicos  instintos  que  abrigó  su  alma  fueron  los  de  atrayesarle  el  oorazon. 

Tejada  fué  propuesto  por  el  Libertador  al  Consejo  pkm  secretario  de  la  em- 
bijada á  loe  Estados  Unidos  del  Norte,  que  desempefiaria  Santander.. .. 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  453 

por  todo  el  peso  de  la  ingratitud  más  negra. — Después  de  diez 
y  ocho  aíioa  de  esfuerzos  inauditos,  de  servicios  inmortales,  de 
perdones  j  espléndidas  generosidades  ;  después  de  diez  y  ocho 
años  de  combates  y  de  gloria,  de  hcroisrao  y  libertad i  el  pu- 
ñal por  recompensa....!  Airadas  manos,  y  baldones,  y  oprobios 
por  señales  de  gratitud  I — Oía  victorear  el  nombre  de  Santan- 
der  !  Eran  los  sicarios  que  le  victoreaban.  ¿  Qué  parte  te- 
nia el  antiguo  Vicepresidente  de  Colombia  en  aquel  infame  aten- 
tado ?  ¿  Se  habría  corrompido  su  alma  hasta  la  más  insigne  y 
vergonzosa  perfidia  ?  ¿  Hasta  la  traición  y  el  crimen  ?  ¿  Hasta 
el  olvido  de  todos  los  deberes  y  el  desprecio  de  los  más  vivos 
estímulos  de  la  conciencia  ?  ]  Horrible  duda  que  laceraba  el 
corazón  de  Bolívar  más  que  la  misma  alevosía  de  que  se  juzgaba 
víctima.....!  Discurría  en  silencio ;  contemplaba  la  iniquidad 
en  toda  su  horrenda  desnudez,  y  esto  le  turbaba  más  y  más. 

De  las  partidas  que  de  "  Vargas"  se  enviaron  por  diferentes 
puntos  á  buscarle,  pasó  una  casualmente  cerca  del  escondrijo  en 
que  se  hallaba,  y  oyó  que  á  gritos  publicaban  la  derrota  de  los 
facciosos. — ^Bolívar  entonces  se  le  unió  ;  fué  al  cuartel  del  ba- 
tallón ^  Vargas"  y  no  hallándole,  siguió  á  la  plaza  en  donde  le  re- 
cibieron con  indecible  alborozo :  oficiales,  clases,  soldados,  todos 
querían  abrazarle ;  y  él  satisfizo  á  los  deseos  de  todos.... 

Era  un  padre  querido  que  volvia  salvo,  después  del  peligro, 
al  seno  de  sus  tiernos  hijos. 

Al  amanecer  Bolívar  volvió  á  su  palacio,  que  encontró  teñido 
aun  de  sangre  por  todas  partes.  Los  sicarios  habian  destrozado 
cuanto  pudieron,  y  en  el  despecho  de  no  haber  dado  muerte  al 
Libertador,  se  cebaron  ofendiendo  la  debilidad  de  una  pobre 
moger.  Aquella  Señora  Sáenz  fué  abofeteada  y  ultrajada  sin 
piedad,  distinguiéndose  entre  los  héroes  de  esta  infamia,  el  mismo 
López  que  cumplió  la  hazaña  de  herir  á  Ibarra ! 

En  aquella  misma  noche  fueron  aprendidos  muchos  de  los 
conjurados  :  Horment,  López,  Azuero,  (Pedro  Celestino)  Zulai- 
var.  Silva,  Galindo.... 

Al  amanecer  del  26  visitó  Guerra  al  Libertador  con  aparente 
tranquilidad.  |  Qué  grado  de  corrupción  y  de  insolencia  se  ne- 
cesita para  este  fingimiento  de  sinceridad  en  medio  de  la  más 
flagrante  traición ! 

Guerra  fué  preso  &  poco. 


454  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

Los  Generales  Padilla  y  Santander  fueron  reducidos  á  prísioa 
en  la  mañana  juntamente  con  el  Comandante  Marques  y  el  ingléá 
Wiltheu,  edecanes  de  este  General. 

Los  demás  comprometidos  llegaron  unos  después  de  otros.— 
Los  pueblos  los  entregaban. 

Una  alocución  del  Intendente  Horran  dirijida  al  Departa- 
mento hizo  saber  el  horrible  atentado  de  la  noche  anterior ;  y 
el  Libertador  declaró  por  un  decreto  que  ponia  en  práctica  la 
autoridad  que  por  el  voto  nacional  se  le  habia  confiado,  con  la 
extensión  que  las  circunstancias  hicieran  forzosa.  (26  de  Se- 
tiembre.) 

Los  deplorables  sucesos  de  la  noche  del  25  hicieron  en  el  áni- 
mo del  Libertador  la  más  profunda  y  dolorosa  impresión.  "  De 
"  todas  partes,  escribía  al  General  Carabaño,  recibo  pruebas  de 
''  la  indignación  que  ha  causado  este  suceso.  Sin  embargo  me 
''  ha  ocasionado  tanta  pena,  que,  por  más  que  lo  alaben  algunos 
"  como  fortuna,  yo  lo  veo  como  la  mayor fatalidod.  Mi  coi*azon 
*^  está  despedazado  y  el  prestijio  de  mi  nombre  roto....  ¡  Los  pa- 
"  triotas  han  podido  atentar  contra  mí  I  Oh  I  esta  idea  me  llena 
"  de  horror....  I  "* — "  Yo  estoy  moralmente  asesinado,  decía 
"  también  al  General  París  ;  aquí,  señalando  el  corazón,  aquí 
''  me  han  entrado  los  puñales.  ¿  Ese  era  el  premio  de  mis  ser- 
"  vicios  á  Colombia  y  a  la  independencia  de  la  América  ?  ¿  Qué 
*'  ofensa  he  hecho  yo  á  la  libertad,  á  esos  hombres  ? — Santander  es 
"  la  causa  de  todo  ;  pero  yo  seré  generoso,  porque  mi  gloria  me 
"  obliga  á  serlo...." 

El  Libertador  se  exaltaba  por  sus  sufrimientos  morales.  San- 
tander era  el  alma  de  la  conspiración  ;  pero  no  era  culpable  di- 
rectamente de  los  asesinatos  del  25  de  Setiembre.  Aspiraba  á 
mudar  el  orden  de  las  cosas  ;  y  eso  después  que  él  estuviera 
ausente...  ;  sin  embargo  debió  saber  que  al  cumplimiento  de  sos 
deseos  precedería  larga  detestable  comitiva  de  maldades,  y  que 
aquellos  hombres  inverecundos  á  quienes  acaloraba  su  protec- 
ción y  daba  arrojo  la  autoridad  de  su  nombre,  le  arrastrarían 
luego,  sin  poder  él  estorbarlo,  á  la  afrenta  del  parricidio  y  á  la 
ruina  desastrada  de  las  glorias  do  Colombia.  Empañaba  el 
lustre  de  los  principios  de  su  gobierno  ;  rebajaba  su  carácter  y 

•  CarU  de  7  de  Octabre  de  1828. 


YIBÁ  DE  BOLtYAB.  455 

las  altas  prerogatiyas  de  su  estado  á  la  pequenez  de  los  hombres 
sin  crédito  7  mal  uotados ;  encendia  el  encono  basta  bacerlo 
d^enerar  en  sedición,  7  después  se  asombraba  de  la  animosidad 
de  Carujo,  de  la  loca  enormidad  de  sus  planes  7  del  daño  que 
debian  causar  á  la  patria....  I 

Si  la  prudencia  humana  tiene  precisas  declinaciones  ;  ¿  cuáles 
tendrán  el  desvarío  7  la  imprudencia  ? 

Muchos  afios  después,  haciendo  el  General  Santander  recuer- 
dos de  su  vida  publica,  dijo  en  un  bello  discurso  en  la  Cámaras 
de  Bogotá,  á  proposito  de  la  amnistía  que  se  discutia  por  la  in- 
surrección de  Vélez  7  Timbio  :  "  Jamas  he  sido  traidor  á  los 
principios  que  abrazé  desde  que  emprendí  mi  carrera :  el  Liber- 
tador Bolívar,  sin  embargo  del  grande  aprecio  que  de  él  hice  7 
de  los  vínculos  de  amistad  que  nos  unieron,  jamas  pudo  obtener 
que  70  faltase  á  mis  promesas.  De  aquí  nacieron  mis  persecu- 
ciones ;  7  ¿  qué  recompensa  no  habria  70  tenido  á  su  lado  ?  Y 
si  la  amistad  de  aquel  grande  hombre  por  quien  70  tenia  vene- 
ración, no  me  arrastró  ;  ¿  puede  suponerse  que  hombre  alguno 
me  desvie  del  camino  del  honor  7  del  deber  ?" 

En  todo  esto  há7  mucho  de  vanidad  7  bastante  que  corregir. 
Jamas  el  Libertador  exijió  de  Santander  ni  de  ningún  ciudada- 
no que  faltase  á  sus  deberes  ni  á  las  le7es  del  honor ;  7  las 
persecuciones  del  antiguo  Vicepresidente  de  Colombiano  nacie- 
ron de  su  integridad,  (que  de  ahí  no  podían  venir),  sino  de  su  con- 
nivencia con  los  conjurados  7  de  la  confesión  de  él  mismo  que 
no  pudo  negar  su  influencia  en  la  conspiración,  su  relación  con 
los  sicarios,  7  su  convenio  en  aceptar'  el  primer  puesto  de  la  Re- 
pública luego  que  se  hubiera  consumado  el  trastorno  que  pro- 
7ectaban.  Todas  las  recompensas,  todas  las  glorias  de  que 
Santander  fué  digno,  las  tuvo  de  Bolívar.  Esmeróse  este  en 
elevarle  7  en  presentarlo  grande  ;  le  llamó  su  amigo,  le  dio  su 
corazón  7  su  confianza,  le  sentó  en  el  gobierno,  7  mientras  pur- 
gaba cual  otro  Hércules  la  tierra  de  monstruos,  7  demolía  los 
hondos  cimientos  de  todos  los  poderes  usurpados  ;  mientras  que 
escribía  como  el  genio  de  la  magnifica  revolución  americana,  el 
destino  de  las  generaciones  futuras  de  este  mundo  de  Colon, 
Santander  maquinaba  con  Garujo,  con  Horment,  con  López,  con 
hombres  viles,  instrumentos  de  la  maldad,  merecedores  del  des- 
precio, contra  la  autoridad  del  Libertador ;  7  habiendo  crecido 


456  VIDA  DE  BOliVAB. 

bajo  8üs  alas  protectoras,  intentó  abatir  aquella  frente  radiante 
que  la  animaba  el  soplo  de  la  inspiración  divina  7  deteBer  aquel 
paso  ñrme  al  que  servia  de  pedestal  la  gloria  misma. 

La  ingratitud  es  la  mancha  de  Santander  ;  y  gas  persecuciones 
nacieron  de  esa  fuente  sucia  y  emponzoñada  que  tiene  en  diso- 
lución todos  los  males. 

In  quo  vitio  nil  mali  non  inest. 

(Cíonu  ad  Att.L4.) 


CAPÍTULO  LVL 


1828. 


TáSHIlfO  DB  LA  OONBPIBÁOION  DHL  26  DB  SITIIlfBRB — BOLÍTAB  PBBDOKA  X  SüB  BITB* 
MI008 — TBBnMOiriOB  NOTABLES  DB  SANTANDER— BL  LIBBETADOE  BNCABOA  PBBDICAB 
LA  MORAL— ODBRRA  DBL  PBRÚ  T  LByANTAMIBNTO  DB  OBANDO  T  LÓPBS— BL  LIBER- 
TADOR BNTEA  JL  CÓRDOYA  CONTRA  ESTOS  T  Úh  SIGUE  LUBOO  PARA  BL  TEATRO  DB 
LA  OUBBBA. 

PRESUMEN  los  hombres  de  buenos,  porque  no  son  malos 
en  todos  los  vicios  ;  y  nos  basta  uno  para  ser  pésimos  : 
que  la  iniquidad  se  eslabona,  y  la  calidad  infeliz  de  ser  reos  en 
uno,  nos  reduce  á  la  miserable  condición  de  serlo  en  muchos,  si 
no  en  todos. — ^El  desleal,  por  ejemplo,  es  casi  siempre  impostor ; 
el  ambicioso  es  voltario,  presumido,  insolente,  desconfiado,  ca- 
lumniador ;  el  ingrato  es  villano,  injusto,  corrompido....  El  in- 
grato es  todo  lo  malo,  ^ja  ingratitud  es  un  crimen ;  y  con 
razón  los  Persas  instituyeron  el  juicio  público  de  este  nombre, 
según  nos  dice  Jenofonte,^  para  castigar  tan  feo  delito. 
Esa  continuación  6  eslabonamiento  de  errores  y  perversidades, 

*  I  Cyroposd. 

(457) 


458  VIDA  DE  boiíyail 

nacidos  unos  de  otros  7  multiplicados,  se  hizo  manifiesta  en  San» 
tander  que  comenzó  por  hipócrita  y  acabó  por  pérfido  y  traidor, 
borrando  él  mismo  la  gloria  de  los  felices  principios  de  su  ca^ 
rera.  Y  es  digno  de  particular  ponderación,  que  tan  ciego  y 
confuso  tuviese  su  juicio,  que  ni  acertaba  á  reparar  en  la  acusa- 
ción de  versatilidad  que  sus  propios  contemporáneos  le  liacian : 
acusación  tanto  más  fundada,  cuanto  que  los  elogios  de  Santan- 
der á  Bolívar  habian  sido  continuos  y  fervorosos,  sin  que  de 
parte  de  este  nada  hubiera  ofrecido  motivo  para  la  enemistad  j 
ofensa.  Poco  tiempo  hacia  que  dirijiéndose  al  Congreso  de  Co- 
lombia, á  propósito  de  los  infaustos  sucesos  de  Yenezoela  en 
1826,  habia  dicho  el  Vicepresidente  : — '^  En  medio  de  este  dilu- 
vio de  calamidades  en  el  cual  la  fidelidad  de  la  mayor  parte  de 
las  provincias  colombianas  salvaba  el  arca  de  nuestros  derechos, 
apareció  el  iris  de  salud,  el  Libertador  Simón  Bolívar,  Presi- 
dente de  la  República,  por  cuya  presencia  clamaban  todos,  ino- 
centes y  culpados,  justos  é  injustos.  El  Libertador  pisó  las  pla- 
yas de  Guayaquil  el  12  de  Setiembre,  y  en  su  tránsito  para  esta 
capital  restableció  el  régimen  legal  alterado  en  los  departamen- 
tos del  Sur :  despreciando  con  un  horror,  digno  dd  primer 
magistrado  de  Colombia,  la  Dictadura,  que  sin  poder  y  sin  dere- 
chos le  habian  conferido  las  juntas  populares.  El  14  de  No- 
viembre entró  en  esta  ciudad  (Bogotá)  y  partió  para  Venezuela 
el  25  dejando  diferentes  arreglos  económicos  expedidos  en  los 
dos  únicos  dias  que  ejerció  el  gobierno,  y  el  decreto  de  23  de 
Noviembre  que  me  atreveré  á  llamar  inmortal,  porque  habiendo 
declarado  que  deseaba  conservar  nuestro  código  político  hasta 
que  la  nación  por  medios  legítimos  la  reformase,  salvó  el  honor 
nacional  y  su  gloria  miüma."* — Mas  después,  en  la  Exposición 
que  el  propio  Santander  dirijió  al  Congreso  en  el  25  de  Abril 
de  1827,  dijo  : — "  La  gratitud  que  debo  á  mi  patria,  á  sus  Re- 
presentantes y  al  Libertador  rebozará  siempre  en  mi  corazón. 
La  libertad  de  Colombia  será,  mientras  viva,  el  objeto  de  mi 
culto  público,  de  mis  desvelos  y  sacrificios :  Bolívar  será  d  de 
mi  profundo  afecto  y  admiración.,..  /" 

Estos  conceptos  eran  la  reproducion  de  otros  más  ó  menos 
entusiásticos  que  Santander  habia  escrito  anteriormente,  y  como 

» 

*  Mensage  del  2  de  Eenero  de  1827. 


i 


VIDA  DB  BOLÍYAB.  459 

la  consecuencia  de  aquel  párrafo  de  su  nota  oficial  de  15  de  Fe- 
brero de  1820,  en  que  decia  al  Libertador  :  "  V.  E.  solo  es  el 
"  autor  de  tanto  bien  y  el  instrumento  de  nuestra  prosperidad. 
"  En  ninguna  ocasión  como  en  esta,  (se  trataba  do  la  promnlga- 
*'  cion  de  la  ley  fundamental  de  Colombia)  merece  V.  E.  tan 
"  justamente  el  nombre  de  Padre  de  la  Patbia.  V.  E.  la  ha 
**  libertado  de  sus  tiranos,  la  ha  defendido,  la  ha  conservado,  la 
"  ha  reunido,  y  la  presentará  también  libre,  independiente  y 
"  constituida  á  la  vista  del  Universo. — Por  mí,  como  Gefe  de 
**  este  Departamento,  y  como  uno  de  los  individuos  del  Ejército 
^'  Libertador,  que  tantas  veces  Y.  E.  ha  conducido  á  la  gloria : 
"  en  nombre  de  estos  virtuosos  pueblos  que  tanto  deben  á  los 
"  esfuerzos  de  V.  E.,  le  doy  la  más  justa  y  sincera  enhora- 

•*  buena" etc. — Santander  fué  sin  duda  uno  de  los  que  más 

acostumbró  al  Libertador  á  la  adoración  y  la  alabanza...  I  ¿  Y 
por  qué  causa  ahora  le  calumnia?  ¿  Y  le  aborrece  ?  ¿  Y  conspira 
contra  su  autoridad  ?  ¿  Y  da  calor  y  fuerza  á  las  pasiones  vora- 
ces de  hombres  bulliciosos,  desmandados  y  criminales  ?  ¿  Y  sabe 
que  se  trama  contra  la  vida  del  héroe....  y  calla? — ¿  Cómo  Bolí- 
var no  fué  ya  el  "  iris  de  salud,"  el  "  primer  ciudadano  de  Co- 
lombia," el  "  hombre  de  decretos  inmortales"  y  de  quien  venia 
todo  bien  y  toda  prosperidad  ? — ¿  Por  qué  motivo  dejó  de  ser 
esto  y  todo  lo  más  que  Santander  le  habia  dicho,  para  merecer 
solo  la  muerte  de  Marat,  de  Robespierre  ó  de  los  opresores 
feroces  de  la  humanidad  ? 

Oh  miserable  mudanza  que  tan  fea,  indeleble  mancha  impri- 
mió en  la  vida  de  Santander  I  Oh  ruindad  I  Oh  desatino  que 
hizo  perder  la  paz,  la  dignidad,  el  contento,  la  estimación,  la 
patria  al  que  tantos  años  gozara  de  tan  dulces  bienes  I 

Los  tribunales  condenaron  á  Santander  á  ser  pasado  por  las 
armas  como  aconsejador  y  auxiliador  de  la  conspiración. — '*  Esa 
sentencia  es  justa,  dijo  el  Consejo  de  Ministros  al  Libertador, 
por  cuanto  resulta  probado  que  aquel  tuvo  conocimiento  de  la 
conspiración,  que  la  aprobaba  y  daba  consejos  y  opiniones  sobre 
ella  y  que  quiso  tuviese  su  efecto  después  de  su  salida  de  Co- 
lombia ;  mas  no  tuvo  parte  en  el  suceso  del  25  y  la  ejecución  de 
muerte  se  miraría  como  injusta,  excesivamente  severa  y  tal  vez 
como  parcial  y  vengativa." — El  Libertador,  guiado  siempre  por 
las  inspiraciones  de  su  noble  y  generoso  corazón,  conmutó  la  pena 


460  VIDA  DB  BOIÍTáB. 

de  muerte  á  que  fué  condenado  Santander  en  la  de  extra&aimeiito 
de  la  Repáblica.  También  perdonó  á  Garujo*  á  Florentino 
Gonzáles,  á  E.  Briceño,  Mendoza,  Arganil,  AcQvedo  y  otros.  Solo 
fueron  ejecutados  Horment,  Zulaivar,  Silva,  Gkilindo  y  I^pez, 
todos  convictos  y  confesos  de  su  delito,  (30  de  Setiembre) ;  Pa- 
dilla y  Guerra,  (2  de  Octubre)  y  Pedro  Celestino  Azuero,  el 
teniente  de  artillería  Hinestrosa,  un  sargento  y  cuatro  soldados 
del  mismo  cuerpo  (14  del  propio  mes.) — Estos  cerraron  la  fatal 
lista  de  los  que  entonces  murieron  en  el  cadalso. 

Tal  fué  el  término  de  la  conspiración  del  26  de  Setiem})re.— 
Bolívar  comprobó  en  tan  delicada  coyuntura  que  no  era  un  tira- 
no, pues  libertó  de  la  muerte  á  sus  mas  implacables  enemigos. 
Á  pesar  de  su  ilimitada  autoridad  y  de  los  justos  motivos  qne 
había  para  imponerles  fuertes  castigos,  el  Libertador  detuvo  con 
mano  fraternal  y  generosa  el  brazo  de  la  justicia  levantado  so- 
bre aquellos.  ¿Quién  no  admiró  entonces  su  magnanimidad?— 
El  propio  Santander,  en  una  representación  que  le  dirijíó  desde 
Cartagena  en  13  de  Diciembre,  le  decia :  — "Al  lado  de  este 
borrón  (hablaba  de  la  sentencia  que  le  condenó  á  muerte),  resal- 
tará la  página  que  mencione  la  indulgencia  con  que  Y.  E.  ha 
reformado  la  sentencia  que  llevo  refutada,  imponiéndome  penas 
menos  graves,  salvándome  la  vida,  mis  bienes  y  aun  la  esperanza 
de  ser  útil  á  mi  patria  alguna  otra  vez.  Ha  sido  muy  digna  de 
Y.  E.  esta  conducta,  porque  habría  manchado  la  gloria  y  repu- 
tación del  Libertador  de  Colombia  la  ejecución  de  una  sentencia 

mal  fundada Más  feliz  Y.  £.  que  Mauricio  de  Holanda,  no 

se  ha  manchado  como  aquel,  en  medio  de  sus  ilustres  hazañas, 
con  la  muerte  de  Barnevelt ;  porque  Y.  E.  no  tiene  las  miras 
proditorias  de  aquel  Príncipe  y  abriga  en  su  pecho  otro  cora- 
zón.— Las  armas.  Señor,  (Y,  E.  lo  sabe  mejor  que  yo,)  mantienen 
el  orden  por  el  terror  ;  pero  la  generosidad  y  la  indulgencia  lo 
mantienen  por  el  convencimiento,  ganando  corazones  y  atrayén- 
dolos con  una  fuerza  irresistible El  Libertador  de  Colombia 

debe  ser  en  todo  superior  á  los  hombres  comunes,  porque  su  mi- 

*  "  Experimento  el  más  acerbo  dolor  al  acordarme  que  BoHyar  se  eset- 
para..."  decia  Garujo  en  una  repreaentaeion  que  dirijió  el  año  de  ISSOalOoogreM) 
de  Venezuela. — ^Bolívar  le  perdonó  generosamente,  y  el  maiyado  quedó  eon 
dolor  de  no  haber  asesinato  ú  su  bienhechor. — Debo  decir  aquí  para  dar  á  oono> 
cer  bien  á  Garujo,  que  habia  sido  oficial  apañol  de  li  escuda  de  Bóves. 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  461 

8Íon  es  macho  más  ilustre  y  mucho  más  digna,  estando  llamado 
á  ser  el  henefador  de  todo  él  mundoJ^ 

Y  en  otra  representación  de  24  de  Febrero  de  1829,  decia  el 
mismo  Santander  al  Libertador : — ^'^ Ahora  que  mi  desgracia  me 
priva  de  amistades  y  de  hacer  servicios,  soy  agradecido  á  V.  E- 
por  su  conducta  en  mi  adversidad,  y  nunca  omitiré  ocasiones  de 
acreditarlo Guando  Y.  E.  conmutó  en  vida  la  injusta  sen- 
tencia de  muerte  pronunciada  centro  mí  el  7  de  Noviembre, 
V.  E.,  á  imagen  del  Creador,  me  dio  un  nuevo  ser  ;  hizo  una 
nueva  creación " 

Estos  testimonios,  ponderaciones  de  la  grandeza  de  Bolivar, 
rendidos  por  Santander  á  la  sinceridad  de  los  nobles  sentimientos 
de  aquel  y  á  la  inviolable  cualidad  de  su  justicia,  son  muy  precio- 
sos para  que  pudiera  dejar  de  estamparlos  en  este  lugar. — Carlo- 
Magno  sabia  castigar  y  perdonar,  dice  Montesquieu  ;  Napoleón 
castigaba  á  los  gefes  y  perdonaba  á  los  cómplices,  escribe  Thiers  ; 
BoiivAB  perdonaba,  y  no  se  cansaba  de  perdonar,  confiesan  sus 
propios  enemigos ! 

En  esta  época  de  crímenes  y  de  espléndidas  generosidades  : 
cuando  los  contrarios  de  Bolívar,  agitados  de  un  perverso"  espí- 
ritu y  en  los  desvarios  del  odio  apuraban  su  maldad,  y  este  da- 
ba ensanche  á  las  nobles  propensiones  de  su  alma  virtuosa  y 
grande  ;  los  pueblos  de  Colombia  se  apresuraron  á  rodear  al  Li- 
bertador de  su  amor  y  simpatías.  Todos,  luego  que  recibieron 
la  noticia  de  la  conspiración  y  asesinato  intentado  en  la  fatídica 
noche  del  25  de  Setiembre,  le  dirijieron  expresivas  congratula- 
ciones por  haberse  librado  del  puüal  parricida  ;  compitiendo  en 
sinceros  testimonios  de  amor,  en  conceptos  de  gratitud  por  los 
eminentes  servicios  que  habia  prestado  á  la  América  y  de  es- 
peranzas por  los  bienes  que  aun  podía  hacer  á  Colombia. 

En  tanto,  agradeciendo  el  Libertador  aquellas  pruebas  de  sin- 
gular aprecio,  se  consagraba  con  más  fervor  al  servicio  de  la 
patria.  "  He  mandado,  decia  al  Señor  Méndez,  Arzobispo  de 
^'  Caracas,  que  se  invite  á  los  ilustrísimos  Arzobispos  y  Obispos 
"  de  Colombia  para  que  hablen  á  su  clero  y  diocesanos  con  mo- 

**  tivo  del  criminal  suceso  de  la  noche  del  25 ;  pero  quiero  di- 

"  rijirme  á  Vd.  con  particularidad  para  que,  con  mayor  instancia, 
"  exhorte  Vd.  &  los  Ministros  á  que  no  cesen  en  la  predicación 
'*  de  la  moral  cristiana  y  de  la  necesidad  del  espíritu  de  paz  y 


462  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

"  de  concordia  para  continuar  en  la  via  del  orden  y  de  la  pe^ 
"  feccion  social. — Del  desvío  de  los  sanos  principios  ha  proveni- 
"  do  el  espíritu  de  vértigo  que  agita  al  país  ;  y  cuando  se  ense- 
"  fía  y  se  profesan  las  máximas  del  crimen,  es  preciso  que  se 
"  haga  también  oír  la  voz  de  los  pastores  que  inculque  la  del 
**  respeto,  de  la  obediencia  y  la  virtud.  ¿Cómo  nos  preservaré- 
"  mos  de  la  anarquía  y  de  las  desgracias  de  la  guerra  intestina, 
**  si  no  se  calman  los  espíritus  y  no  se  desvanecen  los  pro- 
"  yectos  de  la  ambición  ?  Hay  muchos  empeñados  en  tramar 
"  conspiraciones  y  en  destruir  la  patria ;  es  preciso  que  haya  mu 
"  chos  más  dispuestos  á  sostener  al  gobierno  y  salvar  el  ór- 
"  den,  desvirtuando  el  poder  de  las  tramas  y  maquinaciones  pa^ 

"  ricidas Me  tiene  Vd.  salvo  y  bueno,  librado  como  por  mi- 

"  lagro  del  puñal  asesino,  y  consagrando  á  la  Patria  los  dias 
"  que  la  Providencia  ha  querido  conservarme." 

A  la  verdad,  hubiera  preferido  el  Libertador  abandonarlo 
todo  y  volverse  á  Venezuela  á  terminar  aquí  sus  dias  entre 
sus  hermanos  y  en  el  suelo  que  le  vio  nacer.  Él  anhelaba 
por  vivir  tranquilo,  retirado,  en  la  soledad  de  Anáuco  ;  viendo 

Et  la  douce  patrie  et  les  parents  aimés : 

pero  muchos  y  muy  graves  cuidados  se  lo  impidieron,  obligan 
dolé  á  continuar  en  el  ejercicio  del  poder  supremo. — El  nuevo 
gobierno  del  Perú  habia  invadido  á  Bolívia  sin  declaración 
de  guerra  y  aun  sin  explicación :  pérfida  agresión  que  tenia 
por  objeto  destruir  la  obra  del  Libertador  y  someter  al  Perú 
la  república  que  aquel  habia  creado  después  de  la  victoria  de 
Ayacucho.*    La  Mar  y  su  gobierno  declararon  también  blo- 

*  Suohe  herido  é  insultado  oobardamente  por  tma  facción  peruana,  reDondó 
el  mando  y  se  embarcó  para  Guayaquil. — Como  todo  lo  del  Gran  Mariscal  de 
Ayacucho  tiene  un  Ínteres  superior,  no  quiero  defraudar  á  mis  lectores  del  cono- 
cimiento de  su  último  mensage  al  Congreso  de  Bolívia. — Despidiéndose  par» 
siempre  de  los  representantes,  les  pidió  Sucre,  por  premio  de  sus  senricios,  que 
le  mandaran  juzgar,  si  habia  infringido  alguna  ley  en  su  administración,  pues 
renunciaba  yoluntariamente  la  inyiolabUidaM  constitucional ;  "  y  de  resto,  añadió, 
es  suficiente  remuneración  de  mis  servicios,  regresar  á  la  tierra  patria  deapoei 
de  seis  años  de  ausencia,  sirriendo  con  gloria  á  los  amigos  de  Colombia ;  y  aun- 
que por  resultado  de  instigaciones  extrañas  lleve  roto  este  brazo  que  en  Ayacacho 
terminó  la  guerra  de  la  Independencia  americana,  que  destrozó  las  cadenas  del 
Pera,  y  dio  ser  á  BoHvia,  me  conformo  cuando  en  medio  de  diñcUes  cirfonstao- 


VIDA  DE  BOliVAB.  463 

qneados  Duestros  puertos  del  Pacífico,  7  no  habiendo  recibido  la 
misión  de  paz  q.ue  el  Libertador  confió  al  Coronel  O'Leary,  á  la 
vez  que  trataban  al  Presidente  de  Colombia  de  tirano,  usurpa- 
dor, agresor  de  los  derechos  nacionales,  etc.,  vino  el  mismo  La 
Mar  en  persona  á  tomar  el  mando  del  ejército  contra  Colombia, 
á  cuyo  efecto  llegó  liasta  Piura.  Y  no  fué  por  desgracia  esto 
solo,  sino  que  los  Coroneles  José  Maria  Obando  é  Hilario  Ló- 
pez, de  acuerdo  con  los  peruanos,  se  pusieron  en  abierta  insur- 
rección en  Popayan,  declarándose  contra  la  autoridad  que  ejer- 
cía Bolívar  por  voluntad  explícita  de  los  pueblos,  y  proclamando 
la  constitución  política  de  Cúcuta. — ^Así,  cuando  una  guerra  ex- 

cias  tengo  mi  oonciencia  libre  de  todo  crímon.  Al  pasar  el  Desaguadero  encon- 
tré una  porción  de  hombres  divididos  entre  asesinos  y  yíctimas,  entre  esclavos 
y  tiranos :  devorados  por  los  enconoe,  y  sedientos  de  venganza.  Concilié  los 
ánimos,  he  formado  nn  pueblo  qne  tienes  leyes  propias,  que  ya  cambiando  su 
edncacion  y  sus  hábitos  coloniales,  que  está  reconocido  de  sus  vecinos,  que  está 
exento  de  deudas  exteriores,  que  solo  tiene  una  interior  pequeña  y  en  su  propio 
provecho,  y  que  dirigido  por  un  gobierno  prudente,  será  feliz.  Al  ser  llamado 
por  la  asamblea  general  para  encargarme  de  Bolívia,  se  me  declaró  que  la  inde- 
pendencia y  la  organización  del  Estado  se  apoyaban  sobre  mis  trabajos.  Para 
alcanzar  aquellos  bienes  en  medio  de  los  partidos  que  se  agitaron  quincu  años  y 
de  la  desolación  del  país,  no  he  hecho  g^mir  á  ningún  boliviano ;  ninguna  viuda, 
ningún  huertano  soUoza  por  mi  causa,  he  levantado  del  suplicio  porción  de  infe- 
lices condenados  por  la  ley,  y  be  señalado  mi  gobierno  por  la  clemencia,  la  tole- 
rancia y  la  bondad.  Se  me  culpará  acaso  de  que  esta  lenidad  es  el  origen  de 
mis  heridas;  pero  estoy  contento  si  mis  sucesores  con  igual  lenidad  acostumbran 
al  pueblo  boliviano  á  conducirse  por  las  leyes,  sin  que  sea  necesario  que  el  es* 
trépito  de  las  bayonetas  esté  perennemente  amenazando  la  vida  del  hombre  y 
asechando  la  libertad.  En  el  retiro  de  mi  vida  veré  mis  cicatrices  y  nunca  me 
arrepentiré  de  llevarlas,  cuando  me  recuerden  que  para  formar  á  Bolívia  preferí 
el  im]»erio  de  las  leyes  á  ser  el  tirano  6  el  verdugo  que  Uevára  una  espada  pen- 
diente sobre  la  cabeza  de  los  ciudadanos. 

"\  Representantes  del  pueblo  1  hijos  de  Bolívia.  |  que  los  destinos  os  protejan  I 
Desde  mi  patria,  desde  el  seno  de  mi  familia,  mis  votos  constantes  serán  por  la 
prosperidad  de  Bolívia." 

He  aquí  retratado  con  rasgos  verdaderos  é  Indelebles  el  carácter  de  Sucre 
como  magistrado,  de  ese  hombre  eminentemente  liberal,  amigo  constante  de  un 
gobierno  en  que  imperaran  la  constitución  y  las  leyes.  "  Tirano  extranjero",  le 
ñamaban  los  peruanos,  y  para  destruir  su  tiranía  invadieron  á  Bolívia  en  plena 
paz,  ocuparon  sus  departamentos  con  cinco  mil  hombres,  usurparon  por  algún 
tiempo  las  prerogatlvas  esenciales  de  su  soberanía,  y  jamas  pudieron  neg^r,  ni 
aun  poner  en  duda  con  sus  vagas  declamaciones,  las  aserciones  de  Sucre  en  su 
anterior  álocudon  de  despedida. — Su  nombre  debe  pasar  sin  mancha  á  la  pos- 
teridad, siempre  coronado  por  un  auréola  de  verdadera  gloria. 


464  VIDA  DB  BOLÍVAB. 

trangera  llamaba  seriamente  la  atención  del  Libertador,  otra 
civil,  dir^ida  por  tenaces  gnerrilleros  j  sostenida  por  la  porfia- 
da 7  animosa  gente  de  los  Pastos,  venia  á  complicar  la  difícil 
situación  de  las  cosas. — ^üna  república  aliada  y  favorecida  de- 
volvia  con  agravios  los  bienes  recibidos.  ¡Y  qué  bienes  1  *  Y 
dos  colombianos,  enemigos  gratuitos  de  Bolívar,  posponiéndolo 
todo  al  vehementísimo  anhelo  de  derrocar  el  poder  de  este,  da- 
ban aliento  á  la  empresa  del  Perú,  sin  importarles  nada  el  de- 
coro de  la  patria  ni  siquiera  la  integridad  del  territorio ! 

Cuando  estas  noticias  llegaron  á  Bogotá,  el  Libertador  se  ha- 
llaba en  Chia  (parroquia  foránea  de  la  capital),  y  r^resó  inme- 
diatamente.— ^Era  de  la  mayor  importancia  destruir  la  insurrec- 
ción de  Obando  y  López,  que  cortaba  las  comunicaciones  con  los 
departamentos  meridionales  en  los  momentos  críticos  en  que  los 
peruanos  los  invadian. — El  Libertador,  con  su  actividad  asom- 
brosa, pre|)aró  en  pocos  dias  una  expedición  de  1,500  veteranos, 
cuyo  mando  confirió  al  General  de  división  José  María  Córdo- 
va,  proponiéndose  él  seguir  después,  porque  la  seguridad  del  Sur 
reclamaba  su  presencia. — "  Los  negocios  del  Perú,  escribia  á  un 
"  amigo  de  Caracas  (20  de  Diciembre),  demandan  mi  presencia 
^  en  el  Sur.  Sin  mí  no  se  hará  la  paz  ni  la  guerra ;  y  la  posi- 
^  cion  de  Colombia,  en  lucha  involuntaria  contra  sus  enemigos 
"  gratuitos,  es  bien  difícil  en  la  actualidad  para  abandonarla  á 
*'  reacciones  funestas.  Marcho,  pues,  hacia  el  Cauca  dentro  de 
''  ocho  dias.  Este  último  departamento  será  pacificado  en  todo 
'*  Enero,  y  quiero  hallarme  en  el  Sur  antes  que  se  dé  una  bataDa 
"  á  los  peruanos,  cuyo  gobierno  ha  rehusado  oir  proposiciones  de 
"  paz,  sin  dejar  entre  tanto  de  emplear  sus  manejos  arteros  para 
"  destruir  nuestras  fuerzas.  Recaiga  la  execración  sobre  los 
"  que  han  provocado  una  guerra  doméstica,  y  sobre  los  que  han 

*  Ciundo  loB  beneficios  son  moy  garandes,  observa  TXono,  l^jos  de  ^eoollOoe^ 
los,  el  hombre  los  paga  oon  odio. — Beneficia  eo  tuque  leeta  eunt,  dum  videniíar 
exnolffi  po9M  ;  Mki  multum  antevenere,  pro  gtatia  odhun  redditvt,  (An.  IV.)  El 
beneficio  que  Bolfyar  habla  hecho  al  Perú,  era  extraordinario : — ^la  libertad ; 
pero  he  de  decir  para  ser  justo,  qne  aquel  pueblo  ha  sido  siempre  reconocido  y 
generoso;  y  qne  el  odio  fd  Libertador  y  los  insultos  que  se  le  prodigaban:  in- 
sultos que  herían  en  lo  más  tIyo  su  deUcadesa,  eran  obra  de  La  Mar,  Vidaorre, 
del  clérigo  Luna  Pizarro^  y  de  algún  otro  partidario  del  primero,  qne  tampoco 
era  peruano,  y  cuya  animosidad  personal  injustificable  será  siempre  el  padrón  dt 
SQ  TergUenza. 


•      VIDA  DB  boiíyab.  466 

^  dado  el  funesto  ejemplo  de  intervención  entre  naciones  inde- 
"  pendientes." 

En  tanto  qne  el  Libertador  ipreparaba  su.  marcha  al  Ecuador, 
llenaba  el  tiempo  dictando  importantes  reformas  para  mejorar 
las  rentas,  la  justicia,  la  administración  y  reconstituir  la  Repú- 
blica.— ^Los  principales  decretos  orgánicos  que  expidió  fueron  : 
el  de  tribunales  y  cortes  de  apelación,  que  resultó  excelente  en 
la  práctica ;  el  de  prefecturas,  el  de  suspensión  de  las  municipa- 
lidades, etc.  También  dio  el  Libertador  el  decreto  convocato- 
rio del  Congreso  general  constituyente  de  Colombia,  que  debia 
reunirse  el  2  de  Enero  de  1830,  y  prescribió  las  reglas  para  las 
elecciones  de  Diputados,  reglas  conformes  con  los  principios  más 
liberales.  Así  contestó  victoriosamente  á  las  imputaciones  de 
ambición  que  sus  enemigos  le  hacian.,.. 

Dadas  estas  y  otras  muchas  disposiciones,  organizó  el  gobierno 
de  la  República,  durante  su  ausencia,  encomendándolo  al  Consejo 
de  Ministros  que  despacharía  los  negocios  ordinarios  y  debia 
consultarle  los  extraordinarios,  y  partió  el  28  de  Diciembre  para 
Popayan,  llevando  de  Secretario  general  al  Coronel  José  Do- 
mingo Espinar. 

Este  viage  y  las  fatigas  á  que  el  Libertador  se  entregaba  nue-  * 
vamente  por  la  felicidad  de  la  patria  y  su  reposo,  eran  un  posi- 
tivo sacrificio. — Bolívab  estaba  enfermo ;  su  salud  declinaba 
visiblemente,  pues  no  podia  ya  andar  á  caballo  dos  horas  conti- 
nuas sin  fatigarse. — El  dolor  que  la  conspiración  del  25  de  Se- 
tiembre le  había  causado,  agotó  sus  fuerzas Pero  los  enemi- 
gos de  la  República  amenazaban  destruirla ;  y  él  que  había  con- 
sagrado los  trabajos  no  interrumpidos  de  toda  su  vida  á  quebran- 
tar las  cadenas  dé  la  opresión  y  poner  los  cimientos  de  la  dicha 
de  Colombia,  asegurándola  los  grandes  bienes  de  independencia, 
orden,  estabilidad  y  paz,  no  podia  negarse  al  último  sacrificio 
por  preservar  de  futuros  males  al  Estado  que  fundara,  mante- 
niendo su  grandeza  y  afirmando  el  reposo  y  la  felicidad  de  todos 
en  una  quietud  serena  y  una  prosperidad  sin  temor. — Bolívar 
era  el  mortal  que  la  Providencia  destinara  para  cerrar  las  heri- 
das de  la  patria ;  él  era  el  custodio  y  la  salud  de  la  República ; 
su  mano  maestra  y  poderosa  había  salvado  á  Colombia  en  todas 

las  desechas  borrascas  que  amenazaron  hundirla ;  ahora  la 

libertará  del  peligro  en  que  se  halla ;  su  esfuerzo  alcanzará  el 

30 


466  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

triunfo  ;  mas  no  por  eso  logrará  desarmar  la  rabia  de  sus  con- 
trarios, quienes,  con  perversidad,  digna  de  sus  malas  entrañas, 
seguirán  difamándole  y  apurarán  su  esfuerzo  por  desaatorizar  j 
hacer  odioso  el  nombre  del  Ldbertador  de  Colombia  I 

|Tan  imperiosas  influyen  sobre  el  hombre  las  pasión^  qué  na- 
da logra  reconciliarle  con  la  moderación  j  el  respeto,  y  entonces 
hace  gala  de  ser  injusto  y  destemplado  1 


CAPÍTULO  LVn. 


1829. 


IhJüSTA  CRÍTIOA  DB  BABALT — 8ÜCBB  AKÜVCIA  LA  OUVBRA  OOHTBA  LOS  PBBUAKOS — 
BOLÍVAR  LB  BNCARQA  QÜB  MO  LA  HAGA  SANOBIBNTA — BATALLA  DB  TABQÜI — GBNB- 
B08A  CONDUCTA  DB  8UCRB — CONVENIO  DB  JIRÓN — PACIFICACIÓN  DB  PASTO—BL 
LIBBRTADOR  VA  PARA  QUITO — DISCURSO  DE  SUCRE  AL  PRESENTARLE  LOS  TROFEOS  DB 
TARQUI — MANIFIESTO  DB  PÁBZ— LA  MAB  NO  CUMPLE  BL  TRATADO  DB  JIRÓN — PROCLA- 
MA DB  BOLÍVAR — LAFUENTB  T  GABARRA  DBSTITUTBN  X  LA  MAR— CARTA  DE  BOLÍVAR 
AL  PRIMERO — ENTREGA  DB  GUATAQUIL — TRATADO  DB  AMISTAD  CON    BL   PERtí. 

ESTABA  dado  el  escándalo  de  una  guerra  americana. — 
Libres  apenas  Colombia  y  el  Perú  de  la  dominación  ex- 
trangera,  novicias  en  la  ciencia  política,  ignorantes  en  las  bené- 
ficas artes  de  la  paz,  y  cuando  hubieran  debido  dirijir  todos  sus 
recursos  á  reparar  el  cúmulo  de  males  nacidos  qo  su  larga  con- 
tienda con  los  españoles,  vióseles  hacer  un  ensayo  fratricida  de 
las  débiles  fuerzas  que  escasamente  bastaban  para  impedir  sus 
conmociones  y  trastornos  interiores.  Contrista  el  ánimo  ver  á 
ebtas  dos  jóvenes  repúblicas  confiar  al  trance  incierto  de  un  com- 
bate, el  arreglo  de  fáciles  cuestiones  que  un  poco  de  cordura  y 
buena  fé  hubieran  pronta  y  fácilmente  terminado.    Quisieron 

(467) 


468  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

Chile  y  Buenos  Aires  interponer  una  generosa  mediación  entre 
los  combatientes  ;  pero  la  inmensa  distancia  que  de  ellos  los  se- 
para y  la  dificultad  de  las  comunicaciones  hicieron  que  llegase 
tarde. 

Esta  censura  que  se  lee  en  el  '^  Resumen  de  la  historia  de  Ve- 
nezuela" es  ir\justa  en  cuanto  á  Colombia  ;  que  ni  dio  causa  á  la 
guerra,  ni  la  hizo,  sino  obligada  estrechamente. — Llamado  el 
Libertador  en  1826  por  los  votos  casi  unánimes  de  los  colegios 
electorales  á  la  presidencia  vitalicia  del  Perú,  cuando  se  hallaba 
ausente  en  Colombia  y  habia  dicho  que  no  regresaría  á  la  tierra 
de  los  Incas,  un  partido  enemigo  suyo  se  apoderó  del  mando, 
declaró  abolida  la  constitución  boliviana  y  nulo  el  nombramiento 
de  Presidente  hecho  en  Bolívar. — El  Libertador  guardo  sobre 
esto  un  silencio  profundo. — De  seguida,  los  hombres  que  se  apo- 
deraron del  mando  en  Lima  hicieron  invadir  el  Sur  de  Colombia 
por  la  tercera  división  convoyada  por  bajeles  de  guerra  pe- 
ruanos y  con  los  aprestos  militares  que  el  gobierno  le  dio,  y 
en  retorno  de  los  grandes  sacrificios  que  hicieron  Colombia  y  el 
Libertador  por  dar  independencia  al  Perú,  que  gemia  entre  ca- 
denas, se  les  insultó  en  los  papeles  públicos,  y  lo  que  es  más,  en 
documentos  oficiales  y  en  otros  varios  actos  ;  se  corrompieron  y 
amotinaron  las  tropas  auxiliares  residentes  en  Bolívia ;  se  atacó 
á  aquella  República  y  se  amenazó  á  Colombia  con  una  próxima 
invasión. — Esto  no  obstante,  Bolívar,  que  amaba  al  Perú  y  no 
queria  hacer  la  guerra  á  los  peruanos,  envió  por  la  posta  á  so 
primer  edecán,  el  Coronel  O'Leary,  con  instrucciones  de  negociar 
uña  suspensión  de  armas  que  fuese  como  el  principio  y  prelimi- 
nar de  la  reconciliación  durable  entre  ambos  países. — Las  ins- 
trucciones dadas  á  O'Leary  no  solo  eran  pacíficas  y  amistosas, 
sino  que  se  extendían  á  pedir  al  Perú  su  cooperación  contra  una 
expedición  española  que  se  temia  viniese  á  invadir  á  Colombia. 
— Pero  la  misión  de  O'Leary  no  produjo  los  saludables  efectos 
que  se  prometía  el  Libertador. — El  gobierno  de  Lima  no  envió  á 
nuestro  comisionado,  que  llegó  hasta  Guayaquil,  el  pasaporte 
correspondiente  para  trasladarse  á  la  capital ;  ordenó  el  bloqueo 
de  nuestros  puertos  y  fué  la  corbeta  peruana  Libertad  la  que 
disparó  el  primer  cafionazo  en  la  costa  de  Túmbez.  La  Mar 
vino  en  seguida  á  Piura  á  tomar  el  mando  en  gefe  de  las  fuerzas 
peruanas  que  debian  obrar  contra  Colombia  y  publicó  una  pro- 


yiBA  DE  BOLÍVAB.  469 

clama  llena  de  los  insultos  más  groseros  contra  Bolívar. — Este, 
qne  como  he  dicho,  de  ningún  modo  quería  la  guerra,  se  persuadió 
al  fin,  que  no  había  modo  posible  de  impedirla,  decididos  como 
estaban  La  Mar  y  el  iracundo  partido  anti-colombiano,  que  le 
Bostenia  en  el  Perú,  á  hacerla  contra  Colombia. — Ellos  preten- 
dían conmover  nuestro  Estado  ;  auxiliar  á  los  revolucionarios 
Obando  y  López  7  á  los  otros  que  se  levantasen  por  diversos  pun- 
tos ;  destruir  la  autoridad  que  los  pueblos  habian  conferido  á 
Bolívar  7  presentarse  La  Mar  como  el  primer  capitán  de  la 
América  del  Sur  7  atleta  denodado  de  los  principios  repu- 
blicanos  * 

Asi  y  con  todo,  para  excusar  el  escándalo  que  amenazaba,  el 
Libertador  escribió  á  0'Lear7  que  procurase  abrir  las  negocia- 
ciones ;  instancia  que  por  su  parte  llenó  fielmente  nuestro  comi- 
sionado ;  pero  el  gobierno  peruano  no  escuchó  proposición  al- 
guna de  paz,  7  ni  respuesta  dio  á  varias  notas  del  Enviado 
colombiano. 

Por  su  parte,  Sucre,  encargado  del  mando  civil  7  militar  de 
los  departamentos  del  Sur  con  plenitud  de  facultades,  excitó  á  La 
Mar  desde  Cuenca  á  que  terminaran  las  cuestiones  pendientes 
por  un  avenimiento  7  que  no  derramasen  la  sangre  de  dos  pue- 
blos hermanos.  Esta  abertura  de  negociaciones  hecha  conforme 
á  las  órdenes  7  deseos  del  Libertador  en  la  que,  (de  paso  sea 
dicho)  se  humillaba  Colombia  algún  tanto  proponiendo  la  paz  á 
un  enemigo  que  habia  violado  su  territorio  7  que  ocupaba  una 
provincia  (la  de  Loja),  fué  contestada  con  desdeñoso  orgullo  por 
La  Mar. 

De  esta  suerte,  bien  que  el  Libertador  quisiera  disimular 
aquella  ocasión  de  guerra  7  se  diese  traza  para  conservar  la  paz 

*  En  una  proclama  que  diríjió  La  Mar  áloe  pueblos  del  Ecuador ,decia — "  Qne 
"  las  armas  del  Perú  eran  las  de  la  Ubertad  que  la  América  entera  estaba  amenaza- 
"  da  de  perder,  y  que  debía  levantarse  en  masa  contta  los  proyectos  ambiciosos 
"  del  Dictador  de  Colombia..." — Anadia  que  el  objeto  que  traía  el  ejército  pe- 
mano  era  romper  el  yugo  que  se  les  habia  impuesto  alevosamente  y  contener  en  su 
origen  el  torrente  de  males  en  que  se  pretendía  sumergirlos ;  elogiaba  el  atentado 
del  25  de  Setiembre  y  excitaba  á  los  pueblos  &  que  hicieran  al  gobierno  una  trai 
cien  que  calificaba  de  digna  y  generosa  1 1 

Esta  proclama  detestable  é  kimoral  fué  acompañada  de  otra  al  Ejército  Co 
lombiano,  en  la  cual  excitaba  á  los  soldados  á  la  deserción  y  á  que  se  le  unie- 
ran para  exterminar  la  tiranía  de  Bolívar. 


470  TIDA  DE  BOLÍVAR. 

gozando  de  sus  bienes  ;  le  fué  imposible. — Glorioso  y  digno  de 
él  era  el  cuidado  que  tomaba  por  evitar  los  daños  y  desastres  de 
la  guerra ;  pero  impropio  hubiera  sido  de  su  grandeza  y  de  su 
virtud  patriótica  tolerar  los  agravios  que  se  hacian  á  Colombia, 
y  ver  con  insensibilidad  que  llegasen  á  ofenderla  hasta  en  su 
propio  territorio. 

La  crítica  de  Baralt  no  es  justa,  pues,  respecto  de  Bolívar; 
que  quien  va  obligado  á  defender  los  más  preciosos  derechos  sin 
traspasar  los  límites  de  la  moderación  y  habiendo  agotado  los 
medios  de  concordia  y  buena  inteligencia,  no  merece  censara. 

Favoreció  la  fortuna  á  los  peruanos  en  el  mes  de  Enero  de 
este  año,  concediéndoles  ventajas  en  Guayaquil  cuya  ciudad 
ocuparon,  y  también  en  Loja,  donde  los  habitantes,  simpatizando 
con  los  invasores,  abrieron  la  provincia  á  sus  ejércitos.  Cons- 
taba la  fuerza  enemiga  de  8,400  hombres  perfectamente  equipa- 
dos, con  buenos  gefes  y  oficiales. — Las  de  Colombia  que  se  reo- 
nian  en  Cuenca,  apenas  alcanzaban,  con  guarniciones  y  hospi- 
tales, á  6000  hombres,  pobres,  mal  vestidos  y  escasos  de  lo  ne- 
cesario.— Los  peruanos  traían  dinero  y  buenas  provisiones; 
aosotros  no  teníamos  nada,  nada ;  pero  rebozábamos  en  valor, 
en  amor  patrio  y  elevados  sentimientos. — Sucre  anunció  los  mo- 
tivos de  la  guerra  : — "  enemigos  extrangeros,  ingratos  á  nuestros 
'*  beneficios  y  á  la  libertad  que  os  deben,  decia  á  sus  tropas,  han 
"  hollado  las  fronteras  de  la  República. — una  paz  honrosa  ó  una 
"  victoria  explóndida  son  necesarias  á  la  dignidad  nacional  y  al 
'^  reposo  de  los  pueblos  del  Sur.  La  paz  la  hemos  ofrecido  al 
"  enemigo  :  la  victoria  está  en  vuestras  bayonetas. — ^ün  triunfo 
^^  más  aumentará  muy  poco  la  celebridad  de  vuestras  hazañas,  el 
"  lustre  de  vuestro  nombre  ;  pero  es  preciso  obtenerlo  para  no 
"  mancillar  el  brillo  de  nuestras  armas." — Después,  trayendo  á 
la  memoria  los  nombres  de  los  más  célebres  combatea  de  la 
guerra  de  Independencia,  terminaba  así : — "  Cien  campos  de 
**  batalla  y  tres  repúblicas  redimidas  por  vuestro  valor  en  una 
"  carrera  de  triunfos  del  Orinoco  al  Potosí,  os  recuerdan  en  este 
^  momento  vuestros  deberes  con  la  patria,  con  vuestras  glorias 
"  y  con  Bolívar." — Buscaba  Sucre,  astuto  en  penetrar  dewifnios, 
el  modo  de  flanquear  las  posiciones  de  su  contrario  que  las  había 
tomado  inexpugnables  ;  pero  recibió  orden  del  Libertador 'qo^ 
no  aventurase  batalla  con  fuerzas  inferiores,  y  que  se  limitase  & 


VIDA  DE  BOLÍVAB,  471 

maniobrar  sobre  la  defensiva  hasta  tanto  que  pacificados  los 
tumultos  de  Pasto,  pudiera  él  reforzarlo  con  la  gente  que  lle- 
vaba."— ^En  esta,  como  en  otras  ocasiones,  el  Libertador  inculca- 
ba á  sus  tenientes  el  prudente  consejo  que  Teodorico  daba  á  su 
suegro  Clodoveo :  "  oye  en  tales  casos  al  que  en  muchos  ha  jsido 
experto,  le  decia ;  aquellas  guerras  me  sucedieron  felizmente, 
que  las  acabé  con  templanza,  porque  vence  muchas  veces  quien 
sabe  usar  de  la  moderación  y  lisongea  más  la  fortuna  al  que  no 
se  ensoberbece."  Bolívar  usó  siempre  de  la  victoria  con  mode- 
ración,  no  con  tiranía  sangrienta  y  bárbara  ;  y  eso  mismo  acon- 
sejaba á  sus  oficiales  subalternos.. 

En  obedecimiento  de  la  orden  del  Libertador  se  detuvo  Sucre 
por  lo  pronto,  bien  que  luego  se  viera  en  la  necesidad  de  escar- 
mentar á  su  contrario  que  se  conducia  pérfidamente. — En  el 
pueblo  de  Saraguro  le  dio  una  derrota  el  12  de  Febrero  y  el  26 
otra  en  Tarqui,  donde  todo  cedió  al  empuje  de  los  valerosos 
colombianos.  Roto  y  desordenado  el  ejército  de  La  Mar,  aban- 
donó el  campo,  dejando  entre  muertos,  heridos  y  prisioneros 
2500  hombres,  inclusos  60  gcfes  y  oficiales. — El  fuego  no  habia 
cesado  aun  sobre  el  campo  sangriento  de  Tarqui,  cuando  Sucre, 
que  no  repugnaba  el  peligroso  honor  de  batir  ejércitos  superiores 
en  número  á  los  que  él  comandaba,  quiso  dar  á  los  peruanos 
pruebas  patentes  de  su  moderación  y  de  los  sentimientos  magná- 
nimos que  Bolívar  le  inspirara*  Envió,  pues,  un  oficial  adonde 
La  Mar  ofreciéndole  una  capitulación  que  salvara  las  reliquias 
de  su  fuerza.  No  quiso  consentir  en  que  sus  soldados  ejerciesen 
represalias  sobre  los  peruanos,  condenando  á  muerte  al  que  pri- 
vara de  la  vida  á  un  prisionero,  y  llevó  tan  adelante  su  clemen- 
cia, que  suspendió  la  persecución  del  enemigo,  "  porque  satifecho 
el  honor  de  Colombia,  era  inútil,  decia,  derramar  más  sangre 
americana." 

La  Mar  luego  que  recibió  el  mensage  de  Sucre  reunió  una 
junta  de  guerra,  cuyos  miembros  por  unanimidad  opinaron,  "  que 
debía  aceptarse  la  oferta  del  generoso  Mariscal  de  Ayacucho." 
Firmóse  en  consecuencia  un  convenio  (28  de  Febrero)  por  el 
cual  se  estipuló  reducir  las  fuerzas  militares  del  norte  del  Perú 
y  del  Sur  de  Colombia  á  3,000  hombres  :  que  se  arreglarían  los 
límites  de  ambos  Estados  por  una  comisión  especial,  la  cual  li- 
quidaría también  la  deuda  del  Perú  á  Colombia  :  que  ninguna. 


472  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

de  las  partes  contratantes  intervendría  en  los  negocios  dom^ 
ticos  de  la  otra :  que  el  Perú  devolveria  la  corbeta  Pichincha  : 
que  pagai'ia  150  mil  pesos  para  satisfacer  las  deudas  contraídas 
por  la  escuadra  y  ejército  del  Peni  en  los  departamentos  de 
Guayaquil  y  Asuay  :  que  desocuparían  las  tropas  de  La  Mar  el 
territorio  colombiano  dentro  de  veinte  dias,  devolviendo  en  eJ 
propio  término  la  ciudad  de  Guayaquil  con  su  marina  j  demás 
efectos,  etc Este  fué  el  convenio  llamado  de  Jirón. 

El  ejército  peruano  reducido  ya  á  2,500  hombres,  resto  de 
8,400  que  invadieron  á  Colombia,  emprendió  su  retirada  el 
2  de  Marzo. — La  Mar,  urgido  por  la  envidia  fomentada  en  su 
altivez  y  por  su  odio  personal  contra  el  Libertador,  habia  soñado 
imponer  la  ley  á  Colombia  y  destruir  al  más  ilostre  de  sus 
héroes  ;  pero  no  sacó  de  la  campaña  sino  confusión  é  ignominia. 

A  tiempo  que  triunfaba  Sucre  de  los  ingratos  que  volvieron 
á  Colombia  guerra  y  ruina  por  libertad  y  sacrificios,  hacia  el 
Libertador  los  mayores  esfuerzos  por  terminar  sin  violencia  la 
insurrección  de  los  Pastos.  Desde  el  26  de  Enero  habia  dado 
lina  proclama  á  los  habitantes  del  Cauca  inspirándoles  confianza 
y  llamándolos  al  abrigo  de  las  leyes  protectoras  de  Colombia. 
En  un  lenguage  de  dulzura  que  revelaba  el  corazón  de  padre,  les 
habia  dicho : 

Oaucakos  !  Vuestras  calamidades  me  han  llamado  á  vuestro  país  á 
poner  término  á  la  discordia  civil.  Algunos  inc&utos  del  Valle  de  Patía, 
seducidos  por  el  coronel  Obando,  han  causado  los  mayores  trastomos  eo 
Popayan  y  en  Pasto.  Desgraciados  I  Ellos  eran  acreedores  á  severos 
castigos ;  pero  la  lenidad  que  caracteriza  á  nuestro  gobierno,  me  ha  ins- 
pirado un  vivo  deseo  de  perdonarlos.  Yo  he  olvidado  sus  extrarfoe, 
como  si  jamas  hubiesen  existido.  Solo  vuestros  dolores  ocupan  todo  mi 
r espíritu,  y  mi  mayor  conato  es  el  de  restituiros  la  paz  doméstica  que  hi- 
.beis  perdido. 

Popayanesos  I  Vosotros  sois  virtuosos  y  era  imposible  que  fueseis  cul- 
'j>ables  de  traición.    La  violencia  únicamente  ha  podido  obligaros  á  so- 
meteros á  una  autoridad  usurpada:  y  vuestro  gozo,  al  ver  restablecer  el 
gobierno  legítimo,  ha  probado  con  cuánta  impaciencia  soportabais  el 
mando  de  los  facciosos. 

Habitantes  del  Valle  1  Vuestra  conducta  ha  sido  heroica,  y  por  tanto 
digna  de  alabanza.    Recibid  pues,  la  gratitud  de  Colombia  y  la  mia. 

Patianos !  Os  han  engañado  los  traidores,  haciéndoos  instrumento  ds 
•US  crímenes.    El  gobierno,  con  todo,  no  quiere  consideraros  como  ene- 
.inigos^y  os  miza  como  hijos  aflíjidoe. 


VIDA  DE  BOLÍTAB.  473 

PBRtoflos  I  La  fama  de  vuestro  antiguo  valor  ha  llevado  á  Obando  á 
vuestro  país  para  estraviaros :  no.le  8igái8  más ;  abandonadlo  á  la  maldi- 
ción qae  le  perBÍgue,  6  arrojadlo  á  los  torrentes  del  Gaaitará  6  del  Jua- 
nambú.  No  excitéis  más  la  venganza  de  Colombia.  Mirad  que  la  Pro- 
videncia castiga  &  los  peijuros,  y  nos  ha  concedido  la  destrucción  de 
todos  nuestros  enemigos. 

Cuartel  general  en  Popayan,  á  26  de  Enero  de  1829, 19.** 

BOLÍVAB. 

£8tas  generosas  palabras  apoyadas  por  el  prestigio  del  Li- 
bertador, por  la  pastoral  del  Obispo  de  Popayaa  y  por  una  co- 
misión de  paz  compuesta  de  respetables  eclesiásticos,  produjo 
los  mejores  resultados.  Bolivar  envió  también  comisionados  á 
Obando  y  López  con  propuestas  de  amistoso  avenimiento,  que 
ellos  admitieron ;  y  de  este  modo  logró  asegurarse  la  tranquili- 
dad en  los  pueblos  ecuatorianos  desde  Popayan  al  Guaitará. 
Libre  por  consecuencia  el  paso  del  Juanambu  y  las  fortificacio- 
nes que  Obando  habia  levantado  en  Matabajoy,  el  Libertador 
se  trasladó  á  Pasto,  donde  los  habitantes  le  recibieron  con  se- 
ñales sinceras  de  sumisión  y  de  respeto.  Obando  publicó  una 
proclama  llamando  á  los  peruanos,  que  antes  eran  sus  auxiliares, 
pérjidos  de  la  tierra,  y  á  Bolívar  "  el  gran  soldado  que  dio  á 
los  pueblos  gloria,  patria  y  libertad." 

En  Cumbal  supo  el  «Libertador  los  brillantes  sucesos  de  las 
armas  colombianas  confiadas  á  la  fortuna  y  al  valor  del  Ma- 
riscal Sucre  (12  de  Marzo)  y  recibió  el  convenio  de  Jirón. 
Partió  en  consecuencia  para  Quito  donde  arrivó  en  la  tarde 
del  17.  Allí,  presentes  todas  las  autoridades  civiles  y  ecle- 
siásticas, le  ofreció  Sucre  las  banderas  tomadas  en  Tarquí  á 
los  peruanos,  con  este  discurso,  que  puedo  asegurar  no  haber 
llegado  al  conocimiento  de  la  mayor  parte  de  mis  lectores : 

BeH^or: 
Una  borrasca  política  rodeada  de  todos  los  peligros  internos  y  extemos 
amenazaba  hundir  &  los  departamentos  del  Sur  b%jo  un  torrente  de  des- 
gracias, cuando  desde  las  rocas  del  Juanambu  resonó  en  Tarquí  el  grito  de 
victoria  dado  por  Bolívar.  Al  ruido  de  este  nombre  querido,  sus  amigos 
armados  respondieron  victoria  ó  mtíerte,  y  la  muerte  y  el  espanto  corriendo 
las  filas  enemigas,  arrojaron  los  peligros  exteriores  entre  la  confusión  y 
la  veigüenza,  á  las  riberas  del  Rimac.  Mil  quinientos  de  nuestros  guer- 
reros llevando  en  su  corazón  al  genio  de  Colombia,  tuvieron  luego  á  sus 
pies  toda  la  organización  militar  del  Pera  y  castigaron  &  los  ingratos  que 


474  VIDA  DB  BOLÍVAR. 

no  contentos  con  ultrajar  á  en  bienhechor,  osaron  pio&nar  la  patria  que 
nos  creó  el  Redentor  del  Nuevo  Mundo.  Satisfecha  la  venganza  nado- 
nal,  la  sombra  de  Bolívar  apareció  entre  la  sangre  y  los  horrores  pan 
inspirar  á  nuestros  bravos  su  generosidad ;  y  desde  el  campo  de  batalla, 
las  reliquias  de  los  vencidos  vuelven  á  su  país  proclamando  que  Bolívar 
ha  correspondido  á  la  perfidia  de  sus  libertos  con  una  elevación  sin  la 
cual  la  ignominia  serviría  de  estandarte  á  las  armas  peruanaa  V.  K  por 
sus  mandamientos  á  sus  representantes  en  el  Sur,  y  mostrándose  en  él 
triunfo  siempre  gránete  y  siempre  único,  ha  reparado  la  humillación  de  un 
pueblo  americano  que  le  debe  su  existencia. — Esta  venganza  es  digna  de 
'  y.  E. ;  y  cuando  las  armas  colombianas  no  podian  buscar  trofeos  en  esa 
guerra,  es  la  más  noble  venganza  del  ejército  del  Sur,  honrar  los  despojos 
de  la  campafta  de  treinta  dias,  trayéndolos  &  los  pies  del  ángel  de  la 
victoria. 

• 

El  Libertador  abrazó  al  Mariscal  Sucre  y  no  pudo  contestarle. 

Lo  ahogaba  la  emoción. 

La  naturaleza  reclamaba  sus  derechos  y  era  fuerza  concedér- 
selos. Los  ojos  de  Bolívar  estaban  inundados  de  lágrimas,  y 
esas  lágrimas  eran  sublimes  de  elocuencia 

Aquel  corazón  estaba  desgarrado  por  tantas  ingratitades! 
Los  servicios  que  habia  prestado  á  la  América  se  retribuían 
con  negras  difamaciones  y  con  crímenes  !  ¿  Cómo  no  sentirse 
conmovido  con  las  palabras  de  su  fiel  amigo  ? 

Dos  veces  intentó  el  Libertador  hablar  á  Sucre  y  dos  veces 
la  voz  quedó  ahogada. — Por  fortuna  el  alma  tenia  otro  len- 
guage 

En  Quito  recibió  también  el  Libertador  el  "Manifiesto" 
que  en  Febrero  de  este  afio  publicó  el  General  Páez,  execran- 
do el  asesinato  intentado  el  25  de  Setiembre  en  Bogotá.— 
Leyó  el  Libertador  con  gratitud  este  precioso  documento,  en  el 
cual,  su  autor,  recorriendo  brevemente  los  hechos  de  aquel,  le 
titulaba  amigo  firme  y  entusiasta  de  la  independencia  y  libertad 
del  Snr-América,  político  profundo,  guerrero  excelso,  patriota 
fervoroso,  que  colocaba  los  intereses  de  los  pueblos  que  admi- 
nistraba sobre  toda  otra  consideración.....  Para  realzar  la  glo- 
ria de  Bolívar,  comparábale  Páez  con  los  héroes  antiguos  y  mo* 
demos,  y  señalaba  en  aquel  cualidades  más  brillantes  y  virtudes 
cívicas  muy  elevadas. — De  este  cúmulo  de  hechos  recogidos  con 
tino  en  la  vida  publica  del  Libertador  infería  Páez  rectamente 
cuan  infundadas  eran  las  acusaciones  que  se  hacian  contra  Bolí- 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  475 

var  de  aspirar  á  perpetuarse  en  el  mando  supremo  contra  la  vo- 
luntad de  los  pueblos,  siendo  así  que  muchas  veces  había  demi- 
tido  el  poder  y  pedido,  como  recompensa  de  sus  inmortales 
servicios,  el  retiro. — Páez  excitaba  á  los  ciudadanos  de  los  depar- 
tamentos del  Norte  á  la  conservación  de  la  paz  y  del  orden, 
confiando  ilimitadamente  en  las  promesas  del  Libertador,  y  ter- 
minaba diciendo :  — ^" Yo  os  protesto  de  nuevo  que  mi  vida,  mi  san- 
"  gre  y  todo  yo,  son  el  holocausto  que  tributo  á  vuestra  felicidad 

**  y  á  vuestras  glorias — La  espada  redentora  de  los  humanos  I 

*'  Ella  en  mis  manos  no  será  jamas  sino  la  espada  de  Bolívar  : 
^  su  voluntad  la  dirija,  mi  brazo  la  llevará....  Conciudadanos ! 
"  la  espada  de  Bolívar  está  en  mis  manos  ;  por  vosotros  y  por  él 
**  iré  con  ella  á  la  eternidad." 

Los  nobles  y  elevados  sentimientos  que  con  tanta  fuerza  incul- 
caba el  General  Páez  en  favor  del  héroe  colombiano,  observa 
juiciosamente  un  escritor ;  los  poderosos  fundamentos  en  que  los 
apoyaba,  y  la  profunda  admiración  que  manifestaba  por  sus  gran- 
des y  gloriosos  hechos  para  conseguir  la  independencia,  no  solo 
de  Colombia  sino  de  la  mayor  parte  de  la  América  del  Sur,  de- 
bian  persuadir  á  cualquier  hombre  imparcial  que  para  siempre  se 
habia  unido  Páez  á  Bolívar  en  la  grande  obra  de  la  organización 
completa  de  la  República.  Sin  embargo,  no  pasará  mucho  tiempo 
sin  que  le  veamos  volver  la  espalda  al  Libertador,  despedazar  á 
Colombia,  la  obra  predilecta  de  Bolívar,  y  colocarse  en  las  filas 

de  sus  más  encarnizados  enemigos I    Efectos  nacidos  de  la 

ambición,  de  esa  nube  del  entendimiento,  que  lo  desvia  de  lo 
recto  y  lo  envilece,  sin  dejarle  percibir  cuan  larga  materia  sieúa- 
bra  á  su  desgracia  en  las  satisfacciones  de  la  culpa. 

Volvamos  ahora  la  vista  á  las  cosas  del  Sur,  donde  La 
Mar,  desatentado  é  insidioso,  se  empeñaba  en  volver  contra  los 
vencedores  la  generosidad  con  que  estos  ilustraron  el  triunfo  de 
Tarqui.  Del  campo  mismo  de  Jirón  habian  partido  los  Gene- 
rales colombianos  Cordero  y  Sándes  y  el  ayudante  del  General 
La  Mar,  D.  Manuel  Porras,  á  recibir  los  primeros  y  á  entregar 
el  último  la  plaza  de  Guayaquil. — Perd  Guayaquil  no  fué  entre- 
gada, porque  Porras  llevó  órdenes  secretas  de  La  Mar  para  que 
no  se  devolviese  la  plaza,  y  al  llegar,  se  mantuvo  á  nuestros  co- 
misionados privados  de  libertad  ,  diciendo  D.  José  Prieto,  co- 
mandante de  las  fuerzas  peruanas  en  Guayaquil,  que  no  abando- 


476  VIDA  DE  boiíyab. 

naría  la  ciudad,  á  menos  qno  se  lo  previniesen  de  un  modo 
explícito  órdenes  directas  del  gobierno  de  Lima. — En  tanto,  un 
oficio  de  La  Mar  al  Gran  Mariscal  de  Ayacucho,  fechado  en 
Gonzamaná  (esto  es,  cuando  estaba  fuera  de  su  alcance),  le  info^ 
maba  que  habia  dado  órdenes  para  suspender  la  deyolucion  de 
Guayaquil  y  el  cumplimiento  del  Convenia  de  Jirón,  mientras 
Sucre  no  reformase  los  partes  oficiales  relativos  á  la  batalla  de 
Tarqui,  que,  decía,  eran  injuriosos  al  Perú,  y  no  derogase  el  de- 
creto que  mandaba  erigir  en  el  campo  de  Tarqui  una  columna 
para  perpetuar  la  memoria  del  triunfo  obtenido  allí. — "  De  otro 
modo,  añadía  La  Mar,  será  indispensable,  violentando  los  deseos 
de  la  República  peruana,  que  en  realidad  aspira  á  una  paz  que 
no  manche  su  honor  ni  comprometa  su  responsabilidad,  volar  á 

impedir  que  se  fije  ese  monumento  de  infamia "    i  Bravata 

ridicula  que  acusaba  en  La  Mar  su  educación  militar  española! 
— Frivolos,  y  mas  que  eso,  pueriles  eran  los  pretextos  alegados 
para  negar  el  cumplimiento  al  convenio  de  Jirón  ;  pero  el  gefe 
de  la  administración  peruana,  que  lo  que  deseaba  era  cohonestar 
su  mala  fé  con  ]*azones  de  cualquier  naturaleza,  aun  las  menos 
plausibles  y  legítimas,  creyó  justificada  la  continuación  de  la 
guerra  y  la  violación  de  la  fé  de  los  tratados,  y  se  dedicó  en 
Piura  á  reorganizar  sus  fuerzas  y  aumentarlas. — ^Bl  Libertador 
habia  confiado  en  la  santidad  de-  las  estipulaciones  de  Jirón,  y 
dado  en  consecuencia  orden  para  despedir  del  servicio  militar  á 
los  reclutas  y  milicias  ;  mas,  muy  luego  tuvo  que  dictar  provi- 
dencias activas  para  aumentar  el  ejército  y  hacer  que  marcharan 
al  Ecuador  los  cuerpos  veteranos  que  estaban  acantonados  por 
escalones  desde  Popayan  hacia  el  Norte.  "  No  entregan  á  Gua- 
"  yaquil,  escribía  Bolívar  al  General  Montilla ;  Flores  ha  ma^ 
"  chado  á  tomarlo  por  la  fuerza.  Los  peruanos  han  quemado  á 
"  Bava  ;  han  muerto  á  las  mugeres,  á  los  niños  y  á  los  sacerdo- 
"  tes  ;  han  asesinado  al  General  Mires  después  de  hecho  prisio- 

"  ñero En  su  retirada  del  Asuay  para  el  Matará  han  arrui- 

"  nado  todo,  todo,  todo  ;  han  asesinado  á  los  señores  Valdiviesoí 
"  en  Loja,  y  por  decirlo  de  una  vez,  han  hecho  cuanto  hicieroii 
"  los  españoles.  Sin  embargo.  La  Mar  escribe  al  General  Sucre 
"  quejándose  mucho.  Dice  que  los  nuestros  han  matado  algun<w 
"  prisioneros  durante  el  combate  y  que  hemos  dado  un  decreto 
"  de  gracias  injurioso  al  Perú.    Siendo  cierto  todo  esto,  ha  sido 


VIDA  DB  BOliVAB.  477 

'*  anterior  al  tratado. — ^Parece  que  el  gobierno  norte-americano 
''  edtá  muy  empeñado  en  servir  de  mediador  entre  nosotros  y  los 
**  peruanos ;  por  consiguiente,  es  de  creerse  que  todos  los  críme- 
"  nes  que  dejo  referidos  le  hagan  fuerza  para  darnos  razón,  y 
"  que  tendrán  mucho  poso,  en  la  balanza  de  la  justicia  y  de  la 
"  política." 

El  Libertador  no  creia  mucho  en  la  mediación,  y  anunció  á 
los  colombianos  que  amaban  la  paz  y  el  reposo,  que  eran  precisos 
nuevos  sacrificios  y  combates  para  readquirir  el  territorio  de 
Guayaquil,  que  La  Mar  y  sus  tenientes  se  negaban  á  devolver. 
En  3  de  Abril  dijo  desde  Quito : 

Colombianos  I  Después  de  la  pacificación  de  Pasto,  de  la  victoria  de 
Tarquf  y  del  convenio  de  Jirón,  me  dirijo  á  vosotros  para  felicitaros  por 
el  término  que  han  tenido  las  grandes  crisis  que  agitaban  la  República. 
Tan  prósperos  acontecimientos  deben  prometemos  esperanzas. lisongeras, 
bajo  la  augusta  representación  nacional  que  he  convocado  para  el  2  de 
Enero.  Ventilaréis  allí  todos  vuestros  derechos,  todos  vuestros  intereses, 
y  de  acuerdo  con  vosotros  mismos,  daréis  un  nuevo  gobierno,  capaz  de 
mantener  la  libertad  y  la  independencia  de  Colombia.  Pero  necesitamos, 
para  lograr  esta  dicha,  calma  en  las  pasiones  y  firmeza  en  los  combates. 

No  se  ha  cumplido  el  convenio  de  Jirón  por  parte  del  Perú,  alegando 
como  pretextos  nuevas  injurias  contra  Colombia.  Nos  veremos  obligados 
á  emplear  la  fuerza  para  conquistar  la  paz ;  y  aunque  la  gloria  sería  el 
producto  de  nuevos  combates,  pospondremos  todo  á  la  consecución  del 
reposo  de  la  América,  y  en  particular  de  los  pueblos  del  Sur,  cuyos  dolo- 
rosos y  crueles  sacrificios  han  servido  poderosamente  para  repeler  la  in- 
vasión del  enemigo.  Bcocuparémos  á  Guayaquil  únicamente  para  cum- 
plir con  los  preliminares  de  paz  concluidos  con  el  Perú :  no  dispararemos 
un  tiro  ni  aun  para  defendemos,  sino  después  de  haber  agotado  todo  su- 
Mmiento  y  de  haber  reclamado  en  vano  nuestros  incontestables  derechos. 
Haremos  m^is :  expulsados  que  sean  los  peraanos  y  los  facciosos,  de  Gua- 
yaquil, pediremos  la  paz  á  los  vencidos :  esta  será  nuestra  vindicta.  Tan 
moderada  conducta  desmentirá  á  la  faz  del  Universo  esos  proyectos  de 
conquista  y  esa  inmensa  ambición  que  nos  suponen.  Y  si  después  de  es- 
tos rasgos  de  noble  desinterés  y  de  desprendimiento  absoluto,  nos  comba- 
ten todavía,  nos  calumnian  y  nos  quieren  oprimir  con  la  opinión  del 
mundo,  responderemos  en  los  campos  de  batalla  con  nuestro  valor,  y  en 
las  negociaciones  con  nuestros  derechos. 

Colombianos  I  Como  subdito  de  la  voluntad  nacional,  yo  no  hago  más 
que  manifestar  la  intención  dol  pueblo  y  la  capacidad  del  ejército.  Justo 
él  primero  y  heroico  el  segundo,  contemos  con  la  victoria  y  con  la  paz. 

BOLÍVAB. 


478  VIBÁ  BE  boiíyab. 

En  privado,  el  Libertador  hacia  cuantos  e8faerzo&  eran  ima- 
ginables para  que  se  evitase  la  guerra  j  para  que  el  gobierno 
peruano  cumpliese  debidamente  el  convenio  de  Jirón,  llagando 
hasta  escribir  al  Vicepresidente  D.  Manuel  Salazar  y  Baqnijano 
que  mandaba  en  Lima.  Pero,  á  todas  las  insinuaciones  de  amis- 
tad 7  paz  respondían  La  Mar  y  los  suyos  con  un  grito  de  guerra, 
y  el  Ministro  de  Relaciones  Exteriores  del  Perú,  con  la  candi- 
dez de  que  *'  no  eran  obligatorias  las  estipulaciones  de  Jirón.'' 
PclUico  y  hombre  de  Estado,  titulaba  este  á  La  Mar  aprobando  su 
conducta. — Nunca  he  podido  entender  por  dónde  merezca  aplauso 
el  violador  de  la  fé  pactada  y  que  se  llame  político  al  peijoro  I 

Habia  tocado  sus  términos  la  prudencia,  y  no  podia,  sin  ex- 
traviarse, ir  más  allá.  Necesario  era  el  castigo  de  los  violado- 
res del  derecho  de  gentes,  y  el  Libertador  se  preparaba  á  infli- 
jirlo. — El  26  de  Junio  ^ó  su  cuartel  general  en  Buijo,  hacienda 
situada  en  la  confluencia  de  los  ríos  Daule  y  Babahoyos,  y  casi 
en  frente  de  Guayaquil,  cuytt  plaza  quería  entrarla  á  viva  fuerza. 
Mas,  por  un  cambio  que  el  Libertador  esperaba  de  hora  en  hora,* 
y  que  hacian  prever  las  violencias  del  partido  de  La  Mar,  no 
fué  preciso  disparar  un  tiro,  y  Colombia  reintegró  su  territorio 
pacífica  y  buenamente. 

La  guerra  que  La  Mar  hacia  contra  Colombia  era  realmente 
impopular  en  el  Perú.  Después  de  la  derrota  de  Tarqui  y  anun- 
ciando aquel  gefe  su  empeño  de  continuar  la  lucha  que  ya  co- 
menzara tan  desfavorable,  el  partido  de  oposición  cobró  más 
fuerza  y  declamaba  enérgicamente  contra  la  temeridad  del  Ge- 
neral La  Mar.  La  política  personal  y  vengativa  de  este  le  ha- 
bia alejado  muchas  simpatías  que  antes  gozara.  Yiósele,  colo- 
cado apenas  en  el  puesto  de  que  le  excluía  su  calidad  de  colom- 
biano, volver  contra  sus  hermanos  en  Bolívla  y  en  su  propia 
patria  ora  las  asechanzas,  ora  la  seducción  y  últimamente  la 

*  £d  otra  parte  he  hablado  de  la  penetración  del  Libertador  para  leer  en  d 
futuro.  Ahora  añadiré  otro  ejemplo. — Escribiendo  al  General  Montilla  en  12  de 
Abril,  le  decia  el  Libertador :  —  "  Yo  no  dudo  que  oonaeguirémoe  la  ptf  pv* 
Junio,  por  uno  de  los  medios  siguientes  : 

I**  Por  la  recuperación  de  Onayaqnil ; 

2**  Por  la  Uegada  de  nuestras  fuerzas  marítimas ; 

8°  Por  una  insurrección  combinada  de  Gamarra  con  Santa  Cms." 

£1  Libertador  era  hombre  de  predicciones  tan  seguras  que  no  ee  engtfi^  ^ 
ea  hechos,  ni  en  tiempo,  ni  en  personas. 


VIDA  DE  BOIÍTAB.  479 

guerra.  Quizá  hubiera  tolerado  el  Perú  que,  hijo  ingrato  y 
desnaturalizado,  llevase  las  armas  contra  el  hogar  de  sus  pa- 
dres :  que,  vecino  inquieto  j  desleal,  aprovechase  la  aflicción  de 
BU  vecino  para  invadir  su  suelo  y  oprimirlo  :  que,  novel  soldado 
de  la  independencia,  intentara  desacordado  y  soberbio  humillar 
á  los  mejore^  capitanes  de  la  revolución  americana.  Pero  lo 
qne  no  pudieron  sobrellevar  en  paciencia  los  prohombres  de 
su  patria  adoptiva  fué  que  sacrificara  la  prosperidad  del  Perú 
y  la  sangre  de  sus  hijos  en  una  guerra  que  no  tenia  más  ob- 
jeto que  saciar  de  venganza  odios  personales  é  innobles.  Así 
filé  que  algunos  diestros  ambiciosos,  sacando  partido  del  gene- 
ral descontento  eu  beneficio  de  su  engrandecimiento  propio,  se 
aunaron  para  derribarle  del  asiento  del  poder.  Y  para  ello 
el  General  Antonio  Gutiérrez  de  Lafuente,  que  se  hallaba  en 
Lima  á  la  cabeza  de  un  pequeño  cuerpo  de  tropa,  de$>pues  de 
haber  hecho  renunciar  su  empleo  al  Vicepresidente,  se  declaró 
el  3  de  Junio  Jefe  supremo  provisional  de  la  República,  á  la 
vez  que  el  General  Gamarra  destituía  en  Piura  á  La  Mar  del 
mando  del  ejército  y  le  expulsaba  á  Guatemala.  Explicando 
los  motivos  de  su  conducta,  decia  el  nuevo  Presidente  al  Con- 
greso reunido  poco  después  del  atentado  :  '*  Ni  los  reveses  de 
nuestros  soldados  en  la  jomada  del  Pórtete,  ni  los  sacrificios 
arrancados  á  nuestra  patria  expirante  bastaban  á  calmar  el 
furor  y  euicomo  de  la  facción  opresora ella  habría  arrastra- 
do inevitablemente  la  República  á  su  perdición  é  infamia,  si 
prevaleciendo  sus  crímenes,  sus  errores,  su  nulidad  y  su  mons- 
truosa impericia,  hubiera  continuado  rigiendo  sus  destinos."  * 

En  el  momento  que  La  Mar  fué  depuesto  y  que  su  partido  se 
vio  reducido  á  la  impotencia,  la  opinión  pública  del  Perú  hizo 
justicia  á  Colombia  y  á  su  Libertador. — Lafueute  y  Gamarra 
fueron  los  órganos  de  esa  opinión  y  se  apresuraron  á  sincerar  la 
conducta  de  Bolívar. — **Las  proclamas  de  Lafuente,  escribía 
"  este  al  Dr.  Gual,  nos  han  dado  una  venganza  más  espléndida 
"  que  la  victoria  de  Tarquí.  No  hay  excecracion  que  no  vomite 
"  contra  el  gobierno  de  La  Mar  y  contra  la  guerra  á  Colombia  : 
'*  la  llama  insensata,  criminal,  y  dirijida  cotí  designios  deprava- 
^  dos Jamas  nos  habría  ocurrido  tratar  con  tanto  rigor  á 

*  Rea.  de  la  Hist  de  Yenec 


480  VIDA  DB  BOLÍYAB. 

"  nuestros  enemigos  del  Peru " — ^Bolívar  escribió  desde  Ba^ 

ranea  una  hermosa  carta  al  General  Lafuente,  en  la  cual,  ganán- 
dose más  7  más  su  voluntad,  le  decia : 

Barranca,  á  25  de  Junio  de  1829. 

Con  suma  satisfacción,  mi  querido  amigo,  he  visto  ayer  los  documentos 
inmortales  que  Yd.  ha  dado  al  entrar  en  el  mando  supremo.  Ha  sido  para 
mi  la  mayor  sorpresa  ver  en  un  solo  acto,  y  en  un  solo  papel,  cuanto  en 
de  desearse,  pero  que  no  era  posible  esperar. — Yd.  se  ha  colmado  de  glo- 
ria, salvando  á  su  patria  de  los  mayores  peligros  y  del  vituperio  que  le 
causaba  un  gobierno  tan  ii^usto  y  tan  miserable. — Yd.  ha  dado  á  Colom- 
bia la  más  espléndida  satisfacción,  y  ha  vengado  mi  reputación  de  los 
ultrages  que  ha  vomitado  ese  país  contra  mí,  cerca  de  tres  afios.  Por  nn 
solo  rasgo  de  la  pluma  do  Yd.  se  han  acordado  dos  naciones  enemigas : 
se  han  reunido  todos  los  espíritus :  se  han  allanado  todas  las  dificultades, 
y  los  deseos  m&s  encontrados  han  llegado  &  uniformarse.  Tiene  Yd.  la 
dicha  de  presentarse  en  el  campo  de  la  política  cubierto  de  honor,  puro 
de  toda  culpa,  y  rodeado  de  la  esperanza  de  todos.  Tan  solo  los  dema- 
gogos y  los  facciosos  podrán  quejarse  de  la  generosa  y  noble  conducta  de 
Yd.  en  estas  tremendas  circunstancias.— Los  enemigos  de  la  América  se 
unirán  á  ellos  para  formar  un  coro  de  maldición ;  pero  no  los  oiga  Vd.,  J 
siga  su  marcha  denodado. — ^En  vano  se  alarmarán  para  procurar  enemi- 
gos al  salvador  de  su  patria. 

Mi  edecán  el  Coronel  Demarquet  pondrá  esta  carta  en  manos  de  Yá^ 
referirá  á  Yd.,  con  verdad  y  sencillez,  todo  lo  que  sepa  de  nosotros  y  de 
Colombia,  contando  con  la  sinceridad  y  franqueza  de  mi  antiguo  amigo 
el  General  Lafuente.  Si,  mi  querido  amigo,  yo  he  contado  con  Vd.  siem^ 
pre.  y  espero  que  no  me  engañará  mi  corazón. 

Yo  deseo  la  paz  con  la  más  pura  sinceridad  y  estoy  muy  distante  de 
abrigar  la  menor  pretensión  sobre  el  Pera,  contento  de  verlo  dichoso, 
bajo  un  buen  gobierno,  obra  de  su  voluntad  absoluta ;  pero  no  por  esto 
me  será  posible  dejar  de  defender  los  derechos  legítimos  de  Colombia.— 
Podremos  olvidar  todo  lo  pasado  sin  abandonar  lo  que  se  debe  á  oste 
país,  que  tanto  ha  sufrido  por  libertar  al  Perú  y  por  defenderse  de  él. 

Me  tomo  la  libertad  de  instar  á  Yd.  con  encarecimiento  para  qne  no 
perdamos  un  instante  en  entablar  y  concluir  la  negociación  de  paz ;  p^^ 
estamos  muy  recargados  de  tropas  que  no  podemos  mantener,  desi>u^ 
que  la  guerra  ha  desolado  estos  departamentos  de  un  modo  que  yd<  ^^ 
podrá  concebir. 

Lafuente  contestó  desde  Lima  en  8  de  Agosto,  y  decia  al  I^' 
bertador  : 

Mi  gbnebal  t  mi  bbsfbtablb  amigo: 
Si  Y.  E.  ha  visto  con  tanta  satis&ccion  mi  proclama  á  los  pueblos  por 


TIDA  DE  BOIÍYAB.  481 

los  importantee  objetos  qae  ella  abraza, )  ca&ntas  emoeionea  de  puro  pía*- 
cer  y  contento  habrán  mandado  mi  abna  desde  que  recibí  la  preciosa 
carta  de  Y.E.  por  mano  de  su  edecán  el  Sefior  Demarquet....!  Yo  hubiera 
querido  que  aquel  documento,  al  presentar  á  la  Nación  el  cuadro  tan  ye- 
raz  como  sencillo  de  los  crímenes  y  errores  de  la  facción  destronada,  hu- 
biese hecho  á  y.  E.  la  justicia  que  le  es  debida.  Mas  los  momentos  en  que 
fdé  emitido  no  eran  ciertamente  los  más  adecuados  para  un  acto  que,  en 
BU  oportunidad,  debe  ser  de  un  carácter  más  marcado  y  solemne.  Con- 
cluida la  paz  que  tanto  apetecen  estos  pueblos,  no  dudo  reparar  con  yen- 
taja  los  agrayios  que  un  corto  número  de  hombres  pérfidos  6  inmorales 
han  inferido  á  Y.  E. 

Los  peruanos,  es  decir,  los  sensatos,  los  hombres  justo^  é  imparciales,  y 
los  amigos  de  la  libertad  bien  entendida,  los  yerdaderos  patriotas,  jamás 
han  atribuido  á  Y.  £.  miras  innobles  ni  proyectos  dirijidos  á  amancillar 
sus  glorias ;  antes  por  el  contrario,  ellos  han  conseryado  en  el  fondo  de 
sus  almas  una  gratitud  y  admiración  que  no  se  extinguirán  jamas. 

Por  lo  que  á  mí  toca,  yo  no  me  he  presentado  en  la  actual  escena,  sino 
como  ejecutor  del  juicio  nacional,  inequiyocamente  pronunciado  contra 
sus  opresores,  y  por  la  reyindicacion  de  sus  más  caros  derechos. — Y  si 
algo  he  merecido  por  este  seryicio,  que  pueda  lisonjearme  hasta  el  colmo, 
es,  ais  duda^  la  opinión  propicia  que  Y.  E.  ha  formado  de  mis  procedi- 
mientos en  obsequio  de  mi  patria  en  tan  delicada  crisis. 

Puedo  as^urar  á  Y.  E.,  con  la  yerdad  y  franqueza  que  me  son  caracte- 
rísticas, que  la  causa  primordial  que  á  mí  y  á  mi  compaftero  el  General 
Gamarra  nos  ha  determinado  ¿  acometer  tan  ardua  empresa,  ha  sido  el 
logro  de  una  paz  honrosa  y  duradera.  Estamos  íntimamente  conycnci- 
dos  que  Y.  E.  la  deseaba  de  buena  f^,  y  que  el  Perú  suspiraba  por  ella. 
Forzoso  era  destruir,  con  mano  fuerte,  los  obstáculos  que  frustraban  este 
bien  inapreciable  á  dos  pueblos  ligados  por  las  más  gratas  y  estrechas 
relaciones. 

El  Perú,  Sefior,  no  desconoce  los  eminentes  seryicios  que  le  ha  dispen- 
sado una  República  hermana,  y  mucho  menos  los  deberes  que  ellos  han 
impuesto  á  su  gratitud.  Estos  puntos  serán  considerados  con  la  mayor 
circunspección  y  cordura  por  la  comisión  diplomática  que  ha  de  nom- 
brarse al  efíscto ;  lisonjeándome,  desde  ahora,  que  Y.  E.  recordará  entonces 
todo  lo  que  ha  hecho  por  el  Perú,  y  lo  que  se  interesa  por  su  felicidad. 

Los  amigos  de  Y.  E.,  que,  sin  duda,  son  todos  los  hombres  justos  é 
imparciales,  y  todos  los  yerdaderos  patriotas  de  este  suelo,  también  lo 
son  mios ;  y  estos  títulos,  unidos  al  lisongero  recuerdo  con  que  Y.  E.  los 
^yorece,  redoblarán  en  mi  espíritu  los  miramientos  y  consideraGiones 
que  les  son  debidos. 

Concluyo  con  pena  esta  comunicación,  la  mas  grata  y  satisñtctória 
de  mi  yida  pública,  por  los  nobilísimos  objetos  que  la  promueyen,  pro- 
testando á  Y.  E.  que  soy  siempre  su  cordial  amigo  de  corazón  y  obe- 
diente seryidor,        q.  b.  s.  m., 

Antonio  GunéBBBz  db  Lajtuentb. 
31 


482  VIDA  DE  BOLÍVAB. 

Después  de  esta  carta,  los  asuntos  se  arreglaron  fácil  y  amis 
tesamente. 

Guayaquil  fué  entregado  y  ocupado  por  nuestras  tropas.  Los 
peruanos  se  alejaron  de  todo  el  territorio  colombiano.  La  paz 
quedó  ajustada  por  un  tratado  justo  y  lleno  de  conciliación, 
y  el  Congreso  del  Perú,  animado  de  los  más  bellos  sentimientos 
de  gratitud  y  de  lealtad,  justificó  plenamente  al  Libertador 
siendo  el  órgano  más  autorizado  de  la  opinión  nacional. 

Terminó  así  la  injusta  é  insensata  guerra  que  La  Mar  y  sus 
amigos  declararon  á  Colombia  y  á  Bolívar  para  saciar  pasiones 
vulgares,  odios  y  resentimientos  personales. 

La  Mar  murió  á  poco  en  su  destierro,  devorado  por  la  pena, 
olvidado  como  hombre  público y  sin  patria.  El  Perú  lo  ha- 
bía expulsado.  Colombia  lo  miraba  como  un  hijo  ingrato  y  des- 
naturalizado que  había  venido  á  ensangrentarla  y  á  abrasarla 
cruelmente  en  el  fuego  de  la  discordia. 

I  Qué  triste  fin  I  Durar  en  la  memoria  de  los  hombres  por 
desaciertos,  por  pasiones  viles,  por  hechos  monstruosos  y  abomi- 
nables  U 


CAPÍTULO    LVm. 


1829. 


CálMBK»  GZBOÜLAS  PIL  81  DI  AGOSTO— BL  LIBBRTADOB  MABCHA  bIoiA  QüITO— TBA- 
BAJ09  AOMIHinBATnrOB  BB  BNA  CAPITAL— IN8UBBB00IOX  »B  CÓBDOYA  BW  AKTIO- 
QDIA— LLBQADA  DBL  SBftOB  BBBflSOB  i.  BOGOtI— B8TIMACI0N  QÜB  BN  LAS  CÓETBS 
DB  BÜBOPA  8B  HACIA  OB  BOLÍTAB. 

CANSADO  de  no  caducas  glorias,  porque  aun  viven  y  vivirán 
en  la  memoria  de  los  hombres,  anhelaba  el  Libertador  re- 
tirarse á  la  vida  privada,  dejando  á  otro  el  cuidado  de  las  dichas 
de  Colombia. — En  su  prudencia,  fortaleza  7  vigilancia  descan- 
saba el  pueblo.  De  sus  fatigas  labraba  este  su  seguridad  ;  pero, 
eso  mismo  le  agoviaba.  Diez  7  nueve  años  de  afanes  7  riesgos 
inminentes,  de  inquietudes,  de  lucha  7  aspiración,  de  desvelo  7 
esfuerzos  sobre-humanos ;  diez  7  nueve  años  de  sacrificios,  de  re- 
veses, de  actividad  constante,  de  trabajo,  de  esclarecidos  hechos 
y  memorables  felicidades  que  hicieron  nacer  odiosas  emulaciones, 
hablan  gastado  la  salud  del  Libertador,  que  declinaba  visible- 
mente ;  7  temia  él,  que  al  paso  que  le  faltasen  las  fuerzas,  mino- 
rasen también  la  vigilancia,  la  prudencia  7  el  entendimiento  ; 

(488) 


484  VIDA  DB  BOliVAB. 

que  el  alma  tiene  su  vejez,  como  observa  Aristóteles.*— Deseaba 
^pues  retirarse. — ^Y  he  de  ponderar,  que,  si  en  otros,  como  en 
Augusto,  la  larga  dominación  crió  soberbia,  j  la  expericDcia  de 
las  necesidades  avaricia ;  si  el  Üábito  de  mandar  engendró  la 
pasión  de  mando,  en  Boiívab  no  produjo  más  efecto  que  el  de 
amar  con  vehemencia  el  retiro,  la  soledad,  donde  pudiera  consi- 
derarse ageno  de  los  cuidados  públicos  ;  queriendo  reducir  sn  co- 
razón magnánimo,  hecho  á  empresas  heroicas,  al  cultivo  de  la 
sociedad  doméstica,  á  la  meditación  7  á  la  solicitud  de  conservar 
la  gloria  adquirida. 

Avigoróse  más  7  más  en  estos  sentimientos  después  de  la  grave 
enfermedad  que  padeció  en  Gua7aquil  7  que  lo  condujo  hasta  los 
bordes  del  sepulcro  (10  de  Agosto.)  Provino  tal  accidente  del 
clima  insalubre  de  Gua7aquil  en  la  estación  de  las  aguas,  7  de 
los  cuidados  anexos  á  la  campaña  ;  aunque  debemos  atribuirlo 
también  en  gran  parte  á  una  fuerte  pasión  de  ánimo  causada  por 
los  continuos  é  injustos  ataques  que  se  dirijian  contra  él.  Todos 
los  pasos  del  Libertador,  todos  sus  actos,  aun  los  más  inocentes, 
se  interpretaban  mal,  atríbu7éndos6le  miras  que  no  abrigaba  7 
vomitándose  calumnias  las  más  atroces  que  ofendían  su  deli- 
cadeza. 

Para  reponer  su  salud,  se  trasladó  á  la  isla  de  Santay,  frente 
de  Guayaquil  (Agosto  31.) 

Rendido  al  conocimiento  de  su  fragilidad  7  queriéndose  des- 
nudar voluntariamente  de  todo  poder,  de  toda  autoridad,  el  Li- 
bertador expidió  allí  una  célebre  circular  (Agosto  31)  para  qne 
los  pueblos  emitieran  libremente  sus  opiniones  sobre  la  forma  de 
gobierno  7  la  constitución  que  debiera  adoptar  el  próximo  con- 
greso constitu7ente  7  acerca  del  gefe  de  la  administración  qne 
se  hubiese  de  elegir.  Explícitamente  decia  en  ella,—**  qae  ^ 
*'  no  tenia  ninguna  mira  personal  relativa  á  la  naturaleza  del 
"  gobierno,  ni  de  la  administración  que  habia  de  presidirlo ;  así 
^  que,  todas  las  opiniones,  por  exageradas  que  parecieran,  serían 
'*  igualmente  bien  acogidas,  con  tal  que  se  emitieran  con  mode- 
^  rada  franqueza  7  que  no  fueran  contrarias  á  las  garantías  indivi- 
"  duales  ó  á  la  independencia  nacional.'' — Las  intenciones  del 
Libertador  eran  mu7  puras.    Deseaba  que  los  pueblos  ejerciesen 

*  Quippe  et  úofrpxm,  bíc  etmm  meas  saam  hsbet  senimn.  {FoUl  1. 2.  c.  7.) 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  48$ 

amplia  7  Kbreme]i.e  el  derecho  de  safn^io*;  que  se  iniciara  una 
discusión  racional  sobre  las  reformas  qne  se  pedian,  y  que  el 
congreso  tuviera  exacto  y  j»^lijo  conocimiento  do  los  deseos  y 
de  las  opiniones  de  la  mayoría  de  los  colombianos. — ^Ya  veremos 
más  tarde  cuál  fué  el  resultado  que  ofireció  la  circular  del  31  de 
Agosto. 

Después  de  haber  pasado  algunas  sraianas  w  Santay,  cuyo 
dima  benéfico  contribuyó  á  restablecer  la  salud  del  Libertador, 
este  vino  á  Quito  (20  de  Octubre)  donde  se  ocupó  en  reorgai 
nizar  la  administración  délos  departamentos  meridionales ;  esta- 
bleció un  tribunal  de  Comercio ;  dio  varios  decretos  para  fo- 
mentar las  manufacturas  del  Ecuador  y  A^uay,  y  sujetó  al 
Ordinario  eclesiástico  los  r^ulares  de  Colombia ;  providencia 
esta  que  se  expidió  con  la  intención  de  moderar  en  lo  posible  la 
relajación  que  se  habia  introducido  en  algunos  conventos,  y  evi- 
tar desórdenes El  Libertador  nombró  al  General  Flores  pre- 
fecto general  de  los  departamentos  de  Guayaquil,  Ecuador  y 
Asuay,  conservándole  también  el  mando  en  gefe  del  ejército  del 
Sur,  y  se  puso  en  camino  para  Bogotá  el  29  de  Octubre. 

Cuando  el  Libertador  estaba  en  el  Sur  y  atendía  á  la  pacifi- 
cación de  Pasto  y  á  la  terminación  de  la  guerra  con  el  Perú,  el 
General  José  María  Córdova,  que  mandaba  una  parte  de  las 
fuerzas  que  marcharon  al  Sur  á  combatir  á  Obando  y  López, 
habló  al  General  Tomas  Cipriano  Mosquera  para  que  le  ayudase 
á  combinar  y  asegurar  los  planes  de  una  gran  revolución  que 
meditaba. — ^^  Debemos  pensar  seriamente  en  salvar  nuestro  país^ 
le  dijo  ;  y  para  esto  es  predso  segregar  á  la  ]!f  oeva  Granada  de 
Venezuela.  El  Libertador  está  viejo  ;  ya  pocos  serán  sus  diasi 
y  sin  faltarle  al  respeto,  debemos  separarlo  del  mando.  El 
Ecuador  se  constituirá  en  otro  Estado,  y  los  gefes  granadinos  uos 
encargaremos  de  la  realización  del  plan.  Yo  seré  el  Gefe  Su- 
premo y  Yd.  mi  secretario  general  y  de  guerra ;  Horran  con« 
servará  el  mando  del  interior  en  Bogotá :  López  irá  á  Popayan  ; 
Bonrero  al  Cauca  ;  Obando  quedará  en  Pasto  cuyo  país  conoce 
y  veremos  de  mandar  al  Istmo  al  Coronel  Espinar...." 

— ^¿Y  dónde  y  cuándo  reunirá  Y d.  la  repreaentadon  nacional  7 
le  pr^untó  Mosquera.  * 

—  I  Qué  representación  I  contestó  Córdova.  Nada  de  repre- 
sentación.   Esas  son  necedades.    Es  preciso  exterminar  á  loa 


486  VIDA  DE  BOliVAB. 

abogados.  Nuestra  república  debe  ser  militar.  El  espirita 
militar  la  ha  formado  ;  y  después  qne  existe  por  nuestro  valor, 
están  mandándola  las  togas  y  los  leguleyos.... 

Mosquera  le  hizo  presente  que  tal  idea  era  impractíicable, 
y  que  no  debia  contarse  con  él  para  nada  en  que  entrara  el 
elemento  de  la  infidelidad.  "  La  primera  vez,  le  dijo,  qoe  los 
dos  gefes  del  ejército  somos  granadinos,  sería  una  mancha  im- 
borrable para  nosotros  y  un  oprobio  para  el  país  abusar  de  nues- 
tra posición  para  aprisionar  al  Libertador  cuya  vida  gloriosa  y 
útil  peligraría  en  esos  momentos.  Tkl  cosa,  mi  amigo,  no  es 
digna  de  Vd.  ni  de  mí." 

Córdova  se  sorprendió  de  la  respuesta  de  Mosquera  y  trató 
entonces  de  excusarse ;  pero  siguió  trabajando  con  tesón  en 
reunir  los  gefes  de  mayor  prestigio  á  sus  ideas.  Con  halagos  y 
lisonjas  trató  de  disponer  el  ánimo  de  Páez,  de  Marino,  de  Ca^ 
reno,  etc.,  á  la  rebelión.  Y  es  de  considerar  cuan  adentro  es- 
taba Córdova  en  la  senda  de  la  perfidia  y  de  la  traición  que 
discurría,  y  con  qué  grado  de  tenacidad  la  adelantaba,  que  ol- 
vidó, cuando  escribió  á  Páez,  los  agravios  y  ofensas  que  de  este 
recibiera.  Páez,  en  efecto,  quiso  una  vez  fusilar  á  Córdova  por 
desertor  (1817  ó  18) ;  aun  lo  tuvo  amarrado  á  un  árbol  para 
sacrificarle  con  pretexto  de  la  necesidad  de  mantener  la  disci- 
plina en  el  ejército,  y  sin  la  intervención  generosa  del  bravo 
General  Laurencio  Silva,  humano  siempre  y  opuesto  á  rigores  y 
crueldades,  le  habría  matado. — Sin  embargo,  Córdova  parecía 
haber  olvidado  todo,  y  escribió  á  P&ez  locas  alabanzas  para  po- 
ner lazos  á  la  voluntad  y  traerle  mejor  á  sus  designios. — ^En  el 
corazón  le  aborrecia.  Sentía  odio,  y  expresaba  cariño.  Eso 
saben  hacer  los  ambiciosos. 

El  Libertador  tuvo  aviso  de  los  proyectos  insensatos  de  Cór- 
dova, y  se  limitó  á  recomendar  por  una  circular  la  vigilancia.— 
Llamóle  al  cuartel  general,  y  en  *Bumipamba  le  habló  amiga- 
blemente.— Córdova  le  satisfizo,  si  bien  sé  mostró  con  alguna 
brusquedad ;  mas  el  Libertador  atribuyó  esta  al  carácter  de 
aquel  y  á  la  costumbre  que  tenia  de  vivir  entre  soldados.  **  De 
resto,  yo  no  creo,  decia  el  Libertador,  que  este  hombre  á  qnien 
sonrio  un  ix)rvenir  tan  halagüeño,  intente  sepultar  sus  gloríis 
en  la  ignominia.  ¿  Qué  aprovecharía  de  una  revuelta  en  la  qoe 
aoaso  se  quedaría  solo  ?" 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  487 

Esto  no  embargante,  la  idea  de  que  Górdova  levantase  en  alto 
la  bandera  de  la  insurrección,  impresionaba  profundamente  al 
Libertador. — Si  un  hombre  á  quien  babia  distinguido  y  ele- 
vado tanto,  le  volvia  la  espalda  á  pesar  de  sus  beneficios  y  de 
su  amistad,  y  le  pagaba  con  revoluciones  para  usurparle  el 
mando,  ¿  qué  no  harían  otros  militares,  que  no  se  hallaban  li- 
gados con  él  por  tan  estrechos  vínculos? — Bolívar  no  sabia 
qué  hacer,  ni  qué  partido  tomar  para  mantener  la  sumisión  y  el 
orden  entre  sus  generales.  "  ¿  Qué  haremos  escribia  á  un  ami- 
"  go  desde  las  Bodegas  de  Babahoyo  en  Guayaquil  (28  de  Se- 
"  tiembre) ;  qué  haremos  con  estos  generales  conspiradores  ? 
**  Si  los  contengo,  soy  tirano  ;  si  espero  que  delincan  para  cas- 
"  tigarlos,  cruel  asesino. — ¿  Qué  haremos  ? — Vd.  verá  lo  que  hay 
''  con  respecto  á  Górdova  y  Popayan.  Debemos,  sin  embargo, 
''  impedir  el  mal  para  que  luego  no  sea  mayor.  El  Gonsejo 
**  hará  lo  que  tenga  por  más  conveniente.  Yo  no  sé  si  to- 
''  davía  es  dable  mandar  en  misión  á  Córdova.  Si  fuera  po- 
^  sible  emplearlo  en  Europa,  haría  menos  mal,  sin  dejar  de 
''  hacerlo.  Ustedes  verán  lo  que  hacen,  para  que  no  nos  acu- 
"  sen  de  dejar  fomentar  las  conspiraciones  para  castigarlas  y 
"  de  impedir  la  libertad. — ^Y  lo  peor  es,  que  cuantos  gefes  haya 
*'  en  la  Nueva  Granada,  harán  lo  mismo,  si  se  creen  con  partido  ; 
"  y  este  no  les  faltará  por  su  fé  de  bautismo.  Yo  tendré  que 
"  ser  víctima  y  /íro/io  juntamente  al  fin  de  todo. — Esto  es  hor- 
*'  rible.  Yo  no  sé  cómo  conducirme  para  dar  gusto  á  estos  seño- 
"  res.  Si  hago  mucho,  abusan  ;  si  poco,  están  quejosos.  Ahora 
^  voy  á  hacer  cuatro  generales  granadinos... ;  y  Yd.  verá  luego 
"  lo  que  hacen :  no  quedarán  conformes. — Esto  no  tiene  re- 
•*  medio " 

Ha  de  tenerse  presente,  para  mejor  conocer  á  Córdova,  (que 
es  de  quien  ahora  nos  ocupamos,)  que  acababa  de  hacer  la  guerra 
á  los  insurrectos  de  Fasto  y  Popayan  ;  que  fué  uno  de  los  que 
promovieron  el  acta  de  Bogotá,  (13  de  Junio)  por  la  cual  se  puso 
el  poder  ilimitado  en  las  manos  de  Bolívar,  y  que  trabajó  fuer- 
temente contra  los  conspiradores  del  25  de  Setiembre.  El  Li- 
bertador le  había  nombrado  Ministro  de  Estado  en  el  Departa- 
mento de  marina,  cuyo  empleo  aceptó,  y  por  su  influjo  fueron 
escogidos  para  gobernador  de  Antioquia,  su  cuñado  D.  Manuel 
Antonio  Jaramillo  y  para  comandante  de  armas,  su  hermano  el 


á88  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

Coronel  Córdova. — ^Bolívar  le  distinguia  como  soldado  de  es- 
pléndido valor  y  hombre  que  había  mostrado  altas  y  recomen- 
dables virtudes  patrióticas.  ¿Ouál  era,  pues,  la  causa  qoe 
impelía  á  Córdova  á  promover  la  turbación  del  orden  y  atentar 
contra  la  autoridad  del  Libertador :  autoridad  que  él  mismo 
habia  trabajado  con  ahinco  por  que  se  le  concediese?  Una  de 
las  quejas  de  Córdova  contra  Bolívar,  (queja  que  repetía  á  toda 
hora  y  en  todos  los  tonos,)  era  haber  este  presentado  el  proyecto 
de  Constitución  á  Bolívia  en  1826.  i  Cómo  si  presentar  üd  pro- 
yecto de  ley  á  quien  lo  pide,  por  malo  y  extravagante  que  se 
considere,  pudiera  ser  un  acto  que  la  razón  y  la  justicia  conde- 
naran 1  En  un  hecho  semejante  están  fundadas  la  gloría  y  la 
secular  celebridad  de  Licurgo....  Pero  Córdova  tenia  poco  que 
hacer  con  los  ejemplos  del  legislador  de  Lacedemonia,  y  sí  mucho 
que  trabajar  contra  Bolívar,  cuya  superioridad  le  desesperaba. 

En  12  de  Setiembre,  pues,  cuando  el  Libertador  restablecía  su 
salud  en  Santay,  y  no  tenia  enemigos  que  combatir,  levantó  C6r- 
dova  la  bandera  de  insurrección  en  Antioquia,  titulándose  *^  Co- 
mandante en  gefe  del  Ejército  de  la  libertad,"  y  pidiendo  á  gri- 
tos la  escarnecida  constitución  de  Cuenta,  y  derramar  la  sangre 

de  Bolívar,  " tirano  de  la  patria" 1 — Llegaron  las  primeas 

noticias  del  movimiento  criminal  de  Córdova,  y  todavía  el  Li- 
bertador, si  bien  no  sorprendido,  tampoco  quiso  darles  fé.  ^'  Có^ 
^'  dova,  repetía,  me  debe  la  vida  ademas  do  su  fortuna.  Él  síem- 
**  pre  ha  sido  adicto  á  mí.  Ahora  quizas  estará  maleado....  pero 
"  en  fin,  yo  no  creo  aun  lo  que  se  dice." — Sin  embargo,  lo  que  se 
decia  era  cierto,  y  poco  después  fué  necesario  obrar  actívamente 
contra  el  faccioso  de  Antioquia. — ^El  General  O'Leary  cayó  so- 
bre él  y  lo  destruyó  en  el  sitio  del  Santuario. — ^Necesitábase  un 
milagro  para  que  Córdova,  con  escasa  gente,  bisofiUt,  allegadiza 
y  mal  armada,  hubiera  podido  triunfar  de  la  excelente  lufaotería 
'de  O'Leary.  No  fhé  empero  la  victoria  ni  tan  fiícil  ni  tan  pron- 
i;amente  obtenida  como  lo  prometía  la  desigualdad  de  las  fue^ 
:£as.  '^  Los  facciosos,  dijo  O'Leary  al  participar  el  suceso,  que- 
riendo imitar  el  indómito  y  espléndido  coraje  do  su  caudillo,  pe- 
learon como  desesperados."  Y  en  efecto,  no  fué  fidta  de  valor 
sino  de  prudencia  la  que  aceleró  su  derrota,  una  falsa  retirada 
de  las  tropas  del  gobierno  hizo  que  Córdova  deslumbrado  com- 
iprometiera  locamente  su  reserva  para  perseguir  los  que,  no  ven- 


VIDA  BE  boiítab.  489 

cidos  Bino  astutos,  huian  á  su  vista,  despu^  de  dos  horas  de  un 
fuego  sostenido.  Hábil  OXeary,  en  aprovecharse  de  este  error, 
ordeno  una  carga  general  de  sus  infantes  y  ginetes  spbre  la  des- 
parramada gente  de  su  contrario,  la  cual  fué  atropellada  j  de^ 
truida  en  un  instante.  Yanos  fueron  entonces  los  esfuer^s  ad- 
mirables de  Górdova  para  restablecer  el  combate  ó  siquiera  di- 
latar con  gloria  el  momento  de  su  ruina.  Entero  siempre  j  de- 
nodado, como  cuando  en  Tenerife,  Pichincha  j  Ayaoucho  se 
hacia  notar  entre  los  bravos,  disputó  á  palmos  el  terreno,  reco- 
giéndose por  fin,  cuando  lo  vio  todo  perdido,  á  una  casa  cercana, 
acompañado  de  veinte  soldados  y  algunos  oficiales.  Resistió  con 
ellos  por  algún  tiempo  el  ímpetu  de  los  vencedores,  hasta  que 
O'Leary,  que  habia  ocurrido  al  sitio  y  hecho  cesar  el  fuego  de 
su  tropa,  viendo,  según  dice,  que  los  de  Córdová  no  paraban  el 
suyo,  mandó  á  Hand  y  a  Castelli  que  forzasen  la  casa  sin  dar 
cuartel  á  los  que  resistiesen.  IJjecutábase  esta  orden  con  sobra- 
da exactitud,  mientras  que  O'Leary,  engaflado  por  un  falso  in- 
forme, buscaba  á  Górdova  en  otra  parte  del  campo.  A  su  re- 
greso, halló  á  este  infortunado  ya  prisionero,  y  postrado  con  una 
herida  que  acababa  de  recibir  y  otra  aun  más  grave  que  sacara 
del  combate  general  Pocos  instantes  después  ya  no  existia  uno 
de  los  más  valientes  soldados  de  la  América  del  Sur.  Murió  en 
la  flor  de  su  edad,  favorecido  con  muchos  dones  de  la  naturaleza 
y  la  f(»*tuna,  siendo  así  que  era  rico  y  agraciado  de  rostro  y  de 
persona ;  escaso  sí  en  las  fuerzas  del  entendimiento.  No  carecia 
de  disposición  y  genio  para  alguna  de  las  artes  que  requiere  el 
penoso  ejercicio  de  la  guerra,  y  entre  sus  virtudes,  como  más 
aventajadas  y  sobresalientes,  brillaban  el  valor  y  la  constancia. 
Por  lo  demás,  hombre  de  carácter  duro  y  obstinado,  y  de  condi- 
ción desapacible. 

Beata  solo  a&adir  á  esto  triste  episodio  de  la  historia  de  Go-. 
lombia  que  O'Leary,  de  acuerdo  con  las  instrucciones  que  tenia 
del  gobierno,  propuso  á  Córdova  que  rindiese  las  armas,  ofre- 
ciéndole un  indulto  que  esto  desechó  con  indignación  antes  del 
combate,  ya  porque  creyese  ignominioso  acatarlo,  ya  porque 
desconfiase  (y  ciertamente  sin  razón)  de  la  sinceridad  de  sus  ene* 
migos* 

*  Bet.  de  1a  BkL  de  Venea 


490  VIDA  BE  BOIÍYAB. 

Con  la  derrota  y  muerte  de  Córdova,  la  provincia  de  An- 
tioquia  quedó  en  paz. — ^El  Libertador  indultó  á  los  parientes  j 
amigos  de  aquel  comprometidos  en  la  defección,  y  les  permitió 
Tolver  al  seno  de  sus  familias 

Antes  de  dar  punto  á  la  relación  de  los  principales  sucesos  de 
este  afio,  informaré  también  á  mis  lectores  que  el  gobierno 
francés,  á  cuya  cabeza  se  hallaba  entonces  el  Conde  de  la 
Ferronays,  primer  ministro  de  Carlos  X,  envió  á  Colom- 
bia al  Señor  Carlos  de  Bresson,  con  el  intento  de  investi- 
gar el  estado  que  tenian  esta  y  las  otras  repúblicas  de  la  Amé- 
rica que  fué  espafiola,  y  decidir  si  Su  Magestad  Cristianísima 
entraría  ó  no  en  relaciones  diplomáticas  con  ellas.  Venia  con 
Bresson  el  Duque  de  Montebello,  Par  de  Francia,  annqne  sin 
carácter  oficial,  y  ambos  desde  su  llegada  á  Caracas  hicieron  los 
mayores  elogios  de  las  virtudes  y  talentos  políticos  del  Liberta- 
dor Simón  Bolívar. — ^Bresson  no  los  escusó  en  el  discurso  que 
dirijió  al  Consejo  de  Ministros  en  Bogotá.  He  aquí  textual- 
mente este  discurso  muy  poco  conocido  : 

SeI}^obes  : 
Yo  me  lisonjeo  con  la  esperanza  de  que  los  últimos  acontedmientoe  del 
Sur  contribuirán  á  acortar  la  ausencia  del  Gefe  ilustre  bajo  el  cual  ha 
veinte  aflos  se  están  ejecutando  tantas  acciones  gloriosas,  y  que  me  será 
concedido  expresarle  &  la  voz  hasta  qué  punto  el  nombre  de  Sdío5  6o- 
LÍVAB  es  honrado  entre  nosotros. — La  Francia  no  admira  en  él  solamente 
aquella  intrepidez  y  celeridad  en  las  empresas,  aquella  penetración  y 
aquella  constancia,  cualidades  de  un  gran  general,  sino  que  tribnta  sa 
homage  &  sus  yirtudes  y  á  sus  talentos  políticos,  prendas  seguras  pai^  ^^ 
independencia  y  buen  orden,  primeros  fundamentos  de  la  libertad,  dd 
país  que  le  ha  confiado  sus  destinos. 

El  nombre  de  Bolívar  era,  á  la  verdad,  pronunciado  en  Bo- 
ropa  con  admiración  ;  y  no  solo  la  Francia,  sino  la  Inglft^^^^ 
la  Suecia;  la  Rusia,  solicitaban  la  amistad  del  héroe,  del  tsA^^^ 
restaurador,  creador  de  tres  naciones,  que  por  sus  hazañas  h*^^* 
conquistado  la  inmortalidad. — ^El  Rey  de  Suecia  (Bernad<>^^)' 
decía  el  Conde  de  Bjrvanstjema  á  nuestro  plenipotenciario  en 
Londres,  no  solo  se  halla  muy  dispuesto  en  favor  de  Colo"^*^**' 
sino  que  tiene  particular  aprecio  y  admiración  por  el  Líl^^**' 
dor. — "  Entre  Bolívar  y  yo,  dice,  hay  mucha  analogía :  ám^^^ 
bemos  nuestra  elevación  á  nuestra  espada  y  á  nuestros  servicios : 


TIDA  DE  BOliVAB.  491 

ambos  somos  amados  de  los  pueblos  y  fieles  á  la  causa  de  la  li- 
bertad, bien  diferentes  en  esto  de  Napoleón.'* 

Y  la  Corte  de  Saint  James,  donde  más  íntimamente  se  cono< 
cía  á  Bolívar,  resonaba  muchas  veces  en  sn  aplauso.  Léase  la 
comunicación  que  dirijió  al  Señor  Campbell,  Encargado  de  ne- 
gocios de  S.  M.  B.  en  Colombia,  el  Ministro  de  Relaciones  Ex- 
teriores, Dudley :  . 

8  de  Marzo  de  1828. 
Señor : 

Nunca  ba  eádo  la  intención  del  gobierno  do  S.  M.  intervenir  activa- 
mente  en  los  negocios  domésticos  de  esos  Estados,  que,  por  peculiares 
circnnstancias,  y  su  reciente  origen,  están  expuestos  &  disturbios  y  oscila- 
ciones antes  de  establecerse  con  formas  permanentes.  Ansioso  por  su  bien- 
estar y  deseoso  de  mantener  con  ellos  las  más  amistosas  relaciones,  S.  M. 
siempre  ba  pensado  que  ellos  mismos  son  los  más  propios  para  juzgar  del 
gobierno  que  conviene  á  su  condición  y  de  las  personas  á  quienes  con 
más  seguridad  pueden  confiar  su  dirección.  Es  sin  embargo  imposible 
baber  observado  los  acontecimientos  que  ban  tenido  lugar  en  Colombia 
y  las  provincias  vecinas,  desde  su  separación  de  la  madre  patria,  sin  que- 
dar convencido  que  los  méritos  y  servidos  del  General  Bolívar  le  dan 
título  á  la  gratitud  de  sus  compatriotas  y  á  la  estima  de  las  naciones  ex- 
trangeras.  También  él  deseo  que  él  ba  manifestado  de  cultivar  relacio- 
nes con  Inglaterra,  como  la  primera  de  las  potencias  de  este  lado  del 
Atlántico  que  ha  reconocido  la  independencia  de  Colombia,  ha  produ- 
cido de  nuestra  parte  confianza  y  buena  voluntad. 

Al  tiempo,  pues,  que  cuidadosamente  os  abstengáis  de  intervenir  en 
intrigas  de  elecciones  6  de  adoptar  el  idioma  de  partido,  no  vacilaréis 
en  declarar  (aunque  con  moderación  y  en  los  términos  propios  del  Minis- 
tro de  una  nación  extranjera)  que  S.  M.  veria  con  satisfiíccion  la  elevación 
del  General  Bolívar  al  puesto  más  eminente  á  que  la  constitudon  de  Co- 
lombia llame  á  un  individuo. 

Ko  representaréis  la  elecdon  de  un  personage  tan  distinguido  como  el 
General  Bolívar  y  su  admisión  del  mando  conferido  en  él,  como  el  precio 
en  que  Inglaterra  estime  su  amistad,  sino  como  acontecimientos  que  for- 
talecerán la  esperanza  que  ella  mantiene  de  cultivarla  con  un  país  próspero 
y  unido. 

Soy,  etc.  DüDLEY. 

'*  La  idea  que  varios  gobiernos  europeos  habian  concebido  de 
los  talentos,  de  las  virtudes,  de  la  elevación  de  carácter  y  de 
los  servicios  eminentes  de  BoUvar  á  su  patria,  era  tan  alta,  dice 
Bestrepo,  que  si  este  hubiera  tenido  la  insensata  pretensión  de 
hacerse  Rey,  naciones  de  primer  orden  le  habrían  reconocido,  y 
los  soberanos  y  las  familias  más  antiguas  y  distinguidas  del  viejo 


492  VIDA  DE  boiítab. 

Continente  le  habrían  saludado  como  á  hermana  7  eompaffero 
de  los  monarcas ;  circunstancia  que  se  acredita  por  docomentoa 
oficiales  auténticos.  Más  Bolívar  estuvo  muy  lejos  de  abrigar 
proyectos  semejantes  (como  se  verá  demostrado  en  el  capítulo 
siguiente) ;  y  si  estimaba  en  alto  grado  el  aprecio  que  de  él 
hacían  los  soberanos  de  la  Europa^  su  ambirion  se  limitaba  á  dar 
estabilidad  á  Colombia,  á  asegurar  los  derechos  políticos,  las 
propiedades  y  las  garantías  de  los  Colombianos,  apoyándolos  en 
el  orden  y  en  los  principios  de  una  libertad  racional,  y  á  ser  el 
primer  s&bdito  de  la  autoridad,  como  él  decia,  después  de  haber 
sido  el  genio  que  la  Providencia  puso  al  firente  de  la  empresa 
más  ardua  y  grandiosa  que  el  mundo  ha  conocido. 


CAPITULO    CLIX. 


1829. 


Pbopübsta  i»  cobova  al  libkrtadob — pRnranos  bbpübuoahos  di  bolítas-^ 

BU  ADMIRABLB  OONDDOTA  BN  B8TA  DIVÍCIL  COHTTOrrüBA. 

PERTENECE  á  este  lugar  decir  algo,  auuqae  sucintamente, 
de  la  cuestión  que  más  agitó  los  ánimos  en  este  tiempo  y 
que  tanto  sirvió  para  calumniar  el  patriotismo  7  buena  fé  del 
Libertador:  la  monarquía. — Preciso  es  destruir  las  inicuas 
sospechas  que  los  enemigos  de  su  gloria  le  suscitaron,  de  aspi/rar 
á  la  ocupación  de  un  trono,  y  convencer  á  todos  de  que  jamas, 
Boiíyab,  ni  por  un  instante,  pensó  en  libertar  la  América  para 
dominarla. 

Hubo  en  efecto,  ¡  pena  da  decirlo  I  propósitos  repetidos  de 
constituir  una  monarquía  en  Colombia ;  y  desde  luego,  muchos 
militares  de  alta  esfera,  Páez,  Mosquera,  Ibarra  (D.),  Briceño 
Méndez,  Flores,  Urdaneta,  Marino,  Pérez,  Espinar,  Clemente  y 
otros  muchos  le  hablaron  de  coronarse....  I  Mostraban  cierta 
apariencia  de  adhesión  unos  ;  ponderaban  otros  los  talentos  su^ 
periores  del  héroe,  la  constancia  con  que  habia  llevado  al  cabo 

C498) 


494  VIDA  DE  boiíyab. 

la  independencia  del  Nuevo  Mundo  :  su  penetración :  aquella 
invencible  entereza  de  ánimo  con  que  jamas  desmajaba :  sd 

afecto  7  cuidado  por  sus  subalternos y  se  persuadían  qae  el 

premio  de  todo  esto  era  sentarse  sobre  las  caatro  planchas  cur 
hiertas  de  carmed  que  Uaman  trono. — ^¿Quién  hablaba  con  candor, 
quién  con  depravado  afecto....  ?  No  me  toca  decirlo.  De  todo 
habia. — Y  basta  á  la  historia  conocer  los  hechos. 

Pero,  aquella  idea  de  infidelidad  á  los  principios  republicanos ; 
aquel  pensamiento  de  monarquizar  la  Americana  que  diera  tanta 
fuerza  San  Mai*tin  mismo,  no  halló  nunca  entrada  en  el  corazoú 
de  Bolívar. — No  tienen  los  que  maltratan  su  reputación  en  este 
punto ;  no  tienen  un  escrito,  una  sola  palabra,  ni  caida  por  inad- 
vertencia, en  que  fundar  su  sospecha. 

Guando  estaba  el  Libertador  en  Kingston'  desterrado,  solo, 
pobre,  mereciendo  del  extrangero  la  hospitalidad  que  se  le  ne- 
gara en  Carúpano  y  Cartagena  ;  allá  en  1815,  proyectando  con 
Brion  expediciones  para  expulsar  de  su  patria  á  los  tiranos,  es- 
cribía conñdencialmente  á  un  amigo  y  le  decia  :  Mr,  de  PradU 
ha  dividido  sabiamente  la  América  eti  quince  6  diez  y  siete  Es- 
tados independientes  entre  ^,  gobernados  por  otros  tantos  monar- 
cas. Estoy  de  acuerdo  en  cuanto  á  lo  primero j  pues  la  América 
comporta  la  crectcion  de  diez  y  siete  naciones  ;  en  cuanto  á  Ic 
segundo,  aunque  es  más  fácil  conseguirlo,  es  menos  étíl¡  yoti, 
no  soy  de  opinión  de  las  monarquías  americanas. 

El  Libertador  extiende  en  seguida  las  razones  de  su  dictamen, 
y  repite  que  no  está  pob  la  monabqxtía  en  América.* 

Veamos  si  fué  siempre  consecuente  con  esta  idea,  que  debe- 
mos aceptar  como  sincera,  atendida  la  situación  en  que  se  ha- 
llaba en  el  momento  que  la  escribía. 

Conocen  mis  lectores  los  sucesos  que  tuvieron  lugar  en  Vene- 
zuela después  de  la  expedición  de  los  Cayos  ;  y  se  han  maravi- 
llado, sin  duda,  como  se  maravillarán  los  siglos  venideros,  de 
tales  imposibles  allanados,  de  tales  guerras  vencidas,  de  tantos 
y  tan  inminentes  peligros  arrostrados  por  el  genio  de  Bolívar.— 
En  1819,  logró  reunir  un  Congreso  en  Angostura ;  y  en  aquella 
ocasión  feliz,  la  más  oportuna  para  recomendar  sus  servicios  j 

*  VéaMUcartadiB  6  de  Setiembre  de  1815  esorítaeii  Kingston,  pag. 8M del 
tomoL 


yiDA  DE  BOliVAB.  495 

encumbrarse  sobre  los  demás  caudillos  ;  cuando  todos  confesa- 
ban que  su  brazo  era  el  más  firme  y  su  perseverancia  incontras- 
table, Boiíyab  decia  á  la  Asamblea :  "  Yo  no  he  podido  hacer 
"  ni  bien  ni  mal :  fuerzas  irresistibles  han  dirigido  la  marcha  de 
"  nuestros  sucesos  ;  atribuírmelos,  no  sería  justo,  y  sería  darme 
"  una  importancia  que  no  merezco....  Sin^ embarco,  mi  vida,  mi 
*'  conducta,  todas  mis  acciones  públicas  y  privadas  están  sujetas 
'^  á  la  censura  del  pueblo.  Representantes  I  vosotros  debéis 
"juzgarlas. — ^Yo  someto  la  historia  de  mi  mando  á  vuestra 
"  imparcial  decisión.  Si  merezco  vuestra  aprobación,  habré  al- 
"  canzado  el  sublime  título  de  buen  ciudadano,  preferible  para 
"  mí  al  de  Libertador  que  me  dio  Venezuela :  al  de  Pacificador 
"  que  me  dio  Cundinaraarca,  y  á  los  que  el  mundo  entero  puede 
"  dar.  Legisladores !  Yo  deposito  en  vuestras  manos  el  mando 
"  supremo  de  la  Nación....  ün  gobierno  republicano  ha  sido,  es, 
"  y  dAe  9er  el  de  Venezuela ;  sus  basas  la  soberanía  delptietioy 
"  la  división  de  los  poderes,  la  libertad  civil,  la  proscripción  de  la 
"  esclavitud,  la  abolición  de  la  monarquía  y  de  los  privilegios..." 

Era  hombre  Bolívar  que  no  desertaba  de  los  buenos  princi- 
pios, y  á  quien  movia  más,  como  vemos,  la  autoridad  de  la  razón, 
que  las  honras  y  favores  de  su  persona. 

En  1822  habiéndole  remitido  un  francés  desde  Londres  varias 
cartas  privadas  en  que  le  inspiraba  desconfianza  del  ministerio 
británico  relativamente  al  reconocimiento  de  Colombia,  le  acon- 
sejaba que  se  hiciese  proclamar  rey  constitucional ;  le  indicaba 
las  medidas  para  ganar  á  los  militares  y  ciudadanos  de  influjo 
amigos  de  la  libertad,  y  le  prometía  traerle  en  persona  un  pro- 
yecto de  constitución,  concluyendo  por  asegurarle : — que  de  esta 
manera  los  potentados  de  Europa  se  allanarían  á  reconocer  á  Co- 
lombia. 

Este  seSor  parecía  tener  relaciones  con  el  Príncipe  Metternich 
y  con  el  Emperador  Alejandro. 

El  Libertador,  indignado  al  leer  tales  conceptos,  remitió  ori- 
ginales los  documentos  al  General  Santander,  Vicepresidente, 
encargado  entonces  del  Poder  Ejecutivo  de  la  República,  ex- 
presándole confidencialmente  que  los  consignaba  en  sus  manos 
para  que  los  denunciara  al  Congreso  á  fin  de  que  los  represen- 
tantes estuviesen  á  la  mira  de  las  sujestiones  de.  los  enemigos  de 
la  América,  y  supieran  que  él  jamas  conservaría  comunicaciones 


496  TIDA  DB  BOLÍVAR. 

de  esta  naturaleza,  PORQUE  SOLO  QUERÍA  VIVIR  CIU- 
DADANO Y  MORIR  LIBRE. 

Todo  esto  se  dio  á  la  estampa  7  circoló  en  la  Gffu^ta  de  Co- 
lombia N**  174. 

En  ese  mismo  año  tnvo  lugar  la  entrevista  de  San  Martin  en 
Guayaquil ;  y  ya  sabemos  que  este  ilustre  gefe,  amigo  de  la  mo- 
narquía, habló  al  Libertador  de  sus  proyectos  ;  los  que  Bolívar 
improbó  decidida  y  firmemente,  diciéndole  que  la  idea  republi- 
cana era  la  idea  de  la  América,  y  que  él  no  habia  combatido 
tantos  años  con  gloria  por  ver  al  fin  elevado  un  trono  sobre  loe 
escombros  de  la  libertad. — Y  aludiendo  á  los  planes  monárqui- 
cos de  San  Martin,  que  coincidían  con  la  proclamación  del  impe- 
rio de  Iturbide  en  Méjico,  escribió  desde  Cuenca  al  Señor  Pe- 
ñalver,  uno  de  sus  amigos  á  quien  amaba  con  entrañable  carifio: 
"  mucho  temo  que  las  cuatro  planchas  cubiertas  de  carmesí  que 
*'  llaman  trono,  cuesten  más  sangre  que  lágrimas  y  den  más  in- 
"  quietudes  que  reposo. — ^Están  creyendo  algunos  que  es  mny 
"  fácil  ponerse  una  corona  y  que  todos  la  adoren ;  y  yo  creo  qne 
"  el  tiempo  de  las  monarquías  fué  y  que  hasta  que  la  corrupción  de 
"  los  hombres  no  llegue  á  ahogar  el  amor  á  la  libertad,  los  tronos 
"  no  volverán  á  ser  de  moda  en  la  opinión. — ^Vd.  me  dirá  qne 
"  toda  la  tierra  tiene  tronos  y  altares  ;  pero  yo  responderé  que 
"  estos  monumentos  antiguos  están  minados  por  la  pólvora  mo- 
'^  derna,  y  que  las  mechas  encendidas  las  tienen  los  furiosos,  que 
"  pocQ  caso  hacen  de  los  estragos.'* 

Estas  eran  las  ideas  del  Libertador  en  1822  ;  las  mismas  ideas 
que  abrigaba  en  Jamaica  y  Angostura  y  que  más  tarde  veremos 
confirmadas  y  robustecidas  ;  porque  nunca  tuvo  otras  sobre  este 
asunto. 

La  acusación  de  monarquía  es  la  más  infundada  y  calumniosa 
que  se  haya  jamas  fraguado  por  los  hombres. 

Mis  lectores  recordarán  el  brindis  que  pronunció  el  Liberta- 
dor en  Lima  en  ocasión  que  aquella  capital  le  expresaba  con  de- 
mostraciones espléndidas  los  sentimientos  de  amor,  gratitud  y 
respeto  que  abrigaba  por  el  Padre  y  Fundador  de  Colombia.— 
El  Libertador  hablando  delante  de  personas  revestidas  del  más 
alto  carácter  en  América,  no  dudó  manifestar  su  alma  y  con  pí* 
labras  solemnes  dijo :  "  Señores  :  Porque  los  pueblos  america* 
"  nos  no  consientan  jamas  elevar  un  trono  en  todo  su  territorio ;  • 


VIDA  PE  BOLIYAB.  497 

*^  que  así  como  Napoleón  fné  sumergido  en  la  inmensidad  del 
"  Océano,  y  el  nuevo  Emperador  Iturbide  derrocado  del  trono 
^  de  Méjico,  caigan  los  usurpadores  de  los  derechos  del  pueblo 
'^  americano,  sin  que  uno  solo  quede  triunfante  en  toda  la  dila- 
'*  tada  extensión  del  Nuevo-Mundo." 

Este  pensamiento  del  Libertador,  (como  he  dicho  en  el  lugar 
correspondiente,)  publicado  en  la  Gaceta  del  Gobierno  de  Lima, 
fué  luego  reproducido  en  otras  hojas  periódicas  j  leido  por  todos 
los  americanos  con  placer  y  admiración. — ^Seguras  sobre  las  vir- 
tudes de  su  Libertador  reposaban  Colombia  y  el  Perú  ;  y  Bolívar 
no  desmintió  esa  confianza  ;  prefiriendo  í  los  halagos  seductores 
del  poder,  el  título  de  ciudadano  y  de  primer  soldado  de  la  li- 
bertad americana. 

Al  frente  del  Ejército  unido  que  debia  completar  el  triunfo  de 
nuestra  libertad,  BoUvar  oyó  la  arenga  del  General  en  gefe, 
que  pasó  revista  á  aquellos  bravos  americanos ;  y  en  la  comida 
que  se  sirvió  después,  el  Libertador  brindó  por  los  patriotas  en- 
cerrados en  Lima  y  por  el  eterno  triunfo  de  la  libertad,  termi- 
nando con  estas  enérgicas  palabras : — "  Que  las  valientes  espa- 
''  das  de  los  que  me  rodean,  atraviesen  mil  veces  mi  pecho,  si 
''  alguna  vez  oprimiere  las  Naciones  que  conduzco  ahora  á  la 
"^  libertad  1 1  Que  la  autoridad  del  pueblo  sea  el  único  poder  que 
''  exista  sobre  la  tierra  1 1  Y  que  hasta  el  nombre  mismo  de  la 
"  tiranía  sea  borrado  y  olvidado  del  lenguage  de  las  Naciones...!r' 

Esta  divina  inspiración  precedió  á  la  batalla  de  Ayacucho  ; 
¡  cómo  podria  perderse  i 

Y  sucedió,  pues,  que  los  triunfos  de  Bolívab  en  aquellos 
remotos  climas,  acrecentaron  su  fama  sin  medida.  Todo  era 
para  él  gloria, 

Palma  inmaroesibley  lauxel  vencedor; 

y  con  mayor  razón,  entonces,  los  que  soñaban  con  tronos  y  di- 
nastías, encontraban  sin  esfuerzo  el  hombre  á  quien  todos  tri- 
butarían el  sincero  homenage  de  su  admiración,  de  su  obediencia 
y  de  su  amor. — ^Ese  hombre  era  Boiívab  ;  el  trono  le  esperaba- 
Tenia  Páez  á  su  rededor  un  grupo  de  oficiales  de  ideas  vulga^ 
res  y  extravagantes :  hombres  de  fama  en  los  cuarteles,  mas  sin 
dotes  de  discreción ;  lo  que  hacia  peligrosos  sus  dictámenes. 
Acostumbrados  á  la  vida  del  campamento  llevaban  muy  cuesta 

82 


498  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

arriba  la  institución  civil,  el  orden  de  los  juicios,  el  principio  de 
re&ponsabiIidad|  el  limite  de  la  jurisdicción....  y  no  podian  com- 
prender el  imperio  de  la  ley  cuando  eran  espadas  las  liberta- 
doras. Iniciaron  á  Páez  en  esas  aprehensiones  é  inconformida- 
des ;  empeño  fácil,  porque  este  mismo  llamaba  "  intrigantes^'  y 
"  papeleros"  &  los  abogados  :  "  entremetidos"  á  los  jaeces,  y  te- 
nia innata  vulgar  aversión  á  los  varones  eminentes,  si  no  eran 
militares. — Celebróse  mucho  en  el  cuartel  de  Páez  un  dicho  del 
General  F.  Garabaño  :  he  intrigantes  van  á  perder  la  pairic^ 
vamos  á  salvarla.  Estas  palabras  eran  de  Bonaparte  cuando 
aspiraba  á  ser  Napoleón ;  se  repitieron,  j  cada  uno  quiso  cono- 
cer la  situación  en  que  fueron  dichas.  Por  su  parte,  Páez  refe- 
ría lo  que  habia  oido  que  dijo  Morillo  al  Libertador  en  Santa 
Ana  de  Trujillo  :  '^Lehe  hecho  un  gran  favor  á  la  República  en 
matar  á  los  abogados ;"  j  anadia,  con  especie  de  chiste  brutal,  y 
nosotros  tenemos  que  acusamos  dd  pecado  de  haber  dejado  in- 
completa la  obra  de  Morillo.... ! 

Aquella  gente,  pues,  quería  un  trono,  menos  por  la  dignidad 
que  envuelve  el  sistema  monárquico,  que  por  la  esperanza  de 
vivir  sin  trabas  ni  leyes. — Creían  que  siendo  Bolívar  Rey,  todo 
aquello  de  elecciones,  de  congresos,  de  libertad  de  la  prensa, 
de  la  inviolabilidad  del  hogar,  del  secreto  de  la  correspondencia 
desaparecería.  La  nación  entera  volvería  á  ser  campamento.... 
Urgía  el  reinado  de  la  ley,  y  se  pensaba  en  mandos  meramente 
militares  1 1 — Preparaba  á  la  sazón  su  viage  á  Lima,  en  segui- 
miento del  Libert&dor,  el  joven  Antonio  Leocadio  Guzman,  que, 
educado  en  Espaíia,  hijo  de  un  militar  de  alta  graduación,  habia 
abandonado  todo  por  volver  á  su  patria  y  ver  más  de  cerca  al 
objeto  de  su  admiración  y  entusiasmo. — Carabafío  le  habló  de 
la  mala  situación  de  las  cosas  ;  Páez,  de  la  necesidad  de  estable- 
»cer  otro  orden  que  diera  menos  consideración  á  los  iranwyi^tf^ 
(estos  eran  los  intendentes  y  gobernadores  políticos)  y  más  á  los 
»que  la  merecian  y  tenian  derecho  á  recibirla ;  los  subalternos 
dijeron  sus  despropósitos  á  cual  más  grandes,  y  con  esto  dio  Páez 
á  Guzman  una  carta  muy  recomendada  para  el  Libertador. 

La  respuesta  fué  categórica,  y  aunque  ya  la  conocemos,  nw 
tomo  la  libertad  de  reproducir  aquí  algunos  conceptos  para  el 
completo  del  cuadro  que  me  propongo  trazar  : 

'He  visto  y  oido  al  Señor  Guzman,  decia  Bolívar,  no  sin  sor 


.-it, 


VIDA  DE  BOLÍVÍlIU  499 

**  presa,  pues  su  misión  es  extraordinaria.  Vd.  me  dice  que  la 
"  situación  de  Colombia  es  semejante  á  la  de  Francia  cuando 
"  Napoleón  se  encontraba  en  Egipto,  y  que  yo  debo  decir  con  él 
"  los  intrigantes  van  á  perder  la  patria,  vamos  á  salvarla. — Vd. 
**  no  ha  juzgado,  me  parece,  bastante  imparcialmente  del  estado 
"  de  las  cosas  y  de  los  hombres.    Ni  Colombia  es  Francia,  ni  yo 

^  Napoleón Napoleón  era  grande,  único  y  ademas  suma- 

"  mente  ambicioso.  Aquí  no  hay  nada  de  esto.  Yo  no  soy 
**  Napoleón,  ni  quiero  serlo  :  tampoco  quiero  imitar  á  César, 
^  menos  aun  á  Iturbide.  Tales  ejemplos  me  parecen  indignos 
"  de  mi  gloria.  El  título  de  Libertador  es  superior  á  todos  los 
"  que  ha  recibido  el  orgullo  humano.    Por  tanto,  me  es  impo^ 

"  sible  degradarlo Colombia  jamas  ha  sido  un  reino.    Un 

"  trono  espantaria  tanto  por  su  altura  como  por  su  brillo.  La 
"  igualdad  seria  rota  y  los  colores  temerían  perder  sus  derechos 
"  por  una  nueva  aristocracia.  Mi  amigo,  yo  no  puedo  persuar 
"  dirme  de  que  el  proyecto  que  Guzman  me  ha  comunicado  sea 
"  sensato  ;  y  diré  á  Vd.  con  franqueza  que  tal  proyecto  no  con- 
"  viene  á  Vd.,  ni  á  mí,  ni  al  país." 

El  Libertador  seguía  hablando  de  las  reformas  y  notables 
mutaciones  que  podian  hacerse  en  la  Constitución  á  favor  de  los 
buenos  principios  conservadores,  y  terminaba  diciendo,  sin  vio- 
lar  por  eso  una  acia  de  las  reglas  más  repuMicanas. 

En  otra  carta  al  mismo  Páez,  en  que  le  habla  de  Guzman  y 
de  la  misión  que  habia  llevado,  le  dice  :  "  Se  me  ha  escrito  que 
''  muchos  pensadores  desean  un  Príncipe  con  una  constitución 

" federal ;  pero,  ¿donde  está  el  Príncipe? Todo  es  ideal  y 

"  absurdo " 

Marchando  en  triunfo  de  Ayacucho  al  Potosí,  el  Ejército 
Libertador  habia  dado  existencia  á  los  pueblos  del  Alto-Pera. 
— Diez  mil  soldados  europeos  vencidos  en  el  campo  de  batalla  : 
ocho  mil  rendidos  en  las  guarniciones,  y  un  territorio  de  más  de 
trescientas  leguas  redimido  del  poder  español,  fueron  los  triunfos 
que  el  ejército  presentó  á  los  pueblos  de  Bolívia.  La  Asamblea 
general  reunida  el  19  de  Julio  de  1825  en  Chuquisaca,  participó 
al  Libertador  su  instalación,  y  se  puso  en  sus  manos  para  que 
dirijiese  sus  destinos,  acreditando  pública,  expresiva  y  solemne- 
mente su  eternal  gratitud  al  inmortal  Bolívar,  tomando  su 
nombre  y  expresando  al  Continente,  que,  en  razón  de  la  ilimitada 


500  VIDA  DE  BOliVAB. 

confianza  en  el  Libertador,  le  reconocía  por  sn  buen  padre  j 
mejor  apoyo  contra  todos  los  peligros. — Los  bolivianos  pidie- 
ron al  Libertador  una  constitución ;  y  este,  aprovechando  tan 
solemne  coyuntura  para  dar  á   los  partidarios  de  trono  una 
gran  respuesta,  dijo  en  el  discurso  preliminar :  —  "  Lisiado- 
"  res  !  La  libertad  de  hoy  más  será  indestructible  en  América. 
"  Véase  la  naturaleza  salvage  de  este  Continente,  que  expele 
"  por  sí  sola  el  orden  monárquico.    Los  desiertos  convidan  á  la 
"  independencia. — ^Aquí  no  hay  grandes  nobles,  grandes  ecle- 
"  siásticos.    Nuestras  riquezas  eran  casi  nulas,  y  en  el  dia  lo 
"  son  todavia  más.    Aunque  la  Iglesia  goza  de  influencia,  está 
"  lejos  de  aspirar  al  dominio,  satisfecha  con  su  conseryacion. 
**  Sin  estos  apoyos,  los  tiranos  no  son  permanentes ;  y  si  algunos 
**  ambiciosos  se  empeñan  en  levantar  imperios.  Dessalines,  Cris- 
"  tóval,  Iturbide,  les  dicen  lo  que  deben  esperar.    No  hay  poder 
"  más  dificil  de  mantener  que  el  de  un  Príncipe  nuevo.    Bona- 
"  parte,  vencedor  de  todos  los  ejércitos,  no  logró  triunfar  de 
"  esta  regla  más  fuerte  que  los  imperios.  Y  si  el  gran  Napoleón 
"  no  consiguió  mantenerse  contra  la  liga  de  los  republicanos  y 
"  de  los  aristócratas,  ¿  quién  alcanzará  en  América  á  fundar  mo- 
''  narquías,  en  un  suelo  encendido  con  las  brillantes  llamas  de  la 
"  libertad  y  que  devora  las  tablas  que  se  le  ponen  para  elerar 
"  esos  cadalsos  regios  ? — No,  legisladores  :  no  temáis  á  los  pre- 
'*  tendientes  á  coronas  :  ellas  serán  para  sus  cabezas  la  espada 
'*  pendiente  sobre  la  de  Dionisio.   Los  príncipes  flamantes  qoesc 
"  obsequen  hasta  construir  tronos  encima  de  los  escombros  de  la 
"  libertad,  erigirán  túmulos  á  sus  cenizas,  que  digan  á  los  siglos 
"  futuros  cómo  prefirieron  su  fatua  ambición  á  la  libertad  y  ¿  h 
"gloria 1" 

Este  hermoso  trozo  no  deja  que  desear. 

Para  cuando  el  Libertador  lo  escribió,  ya  había  recibido  la 
propuesta  que  Páez  le  hizo,  y  puede  considerarse  como  una  con- 
testación más  terminante,  aunque  indirecta,  á  aquel  indigno  ofre- 
cimiento. 

Bolívar  envió  su  discurso  á  Páez  con  el  mismo  Guzman. 

En  1826,  cuando  regresaba  el  Libertador  de  Lima  por  los 
infaustos  sucesos  de  Valencia,  halló  nueva  ocasión  de  decir  qne 
no  pensaba  ni  había  pensado  jamás  en  monarquía. — ^Hablando 
á  los  Colombianos  desde  Bogotá  les  dijo :  "  El  voto  nacional  me 


YIDA  DE  BOLÍYAB.  501 

"  ha  obligado  á  encargarme  del  mando  supremo.  Yo  lo  abor- 
"  rezco  mortalmente,  pues  por  él  me  acusan  de  ambición  y  de 
^  atentar  á  la  monarquía.  Qué !  ¿  me  creen  tan  insensato  que 
"  aspire  á  descender ?  ¿No  saben  que  el  destino  de  Libertador 
"  es  más  sublime  que  el  trono  ?  " 

Y  al  Mariscal  Sucre  le  escribió  en  ese  mismo  año :  Á  mÍTue 
han  ofrecido  una  corona  que  no  puede  venir  á  mi  cabeza.* — 
Idea  que  confirma  aquella  otra  anterior,  de  que  "  el  destino  del 
Libertador  es  más  sublime  que  el  trono." 

Á  pesar  de  tantos  y  tan  explícitos  testimonios  dados  por  el 
Libertador  en  el  asunto  de  monarquía,  sus  adversarios  trabaja- 
ban sin  cesar,  imbuyendo  al  pueblo  en  la  idea  calumniosa  de 
que  Bolívar  aspiraba  á  coronarse.  ¡  Cómo  pudiera  pensar  en 
monarquía  el  fundador  de  la  República  1  i  Cómo  usurpar  sus 
derechos  al  pueblo  el  defensor  del  pueblo  ;  ni  consentir  en  deber 
8u  autoridad  á  la  violencia  y  á  la  opresión- el  que  la  ejercía  por 
BUS  talentos  y  virtudes  I — Algunos  hubo,  engañados  sin  duda,  que 
ardían  por  ser  esclavos,  y  nacidos  en  la  América  deseaban  un 
monarca ;  pero,  el  Libertador,  á  quien  el  universo  contemplaba : 
Bolívar,  que  amaba  la  gloría  y  las  virtudes  excelsas  ;  que  babia 
servido  á  la  libertad  por  su  valor  y  su  elocuencia  y  á  Colombia 
por  su  desinterés  y  su  consagración  ;  Bolívar  no  degradó  num** 
BU  alma  incorruptible  con  la  ambición  de  un  cetro.  Las  diade- 
mas no  despedian  para  él  resplandores  agradables. 

Vino,  entre  tanto,  el  año  de  1829,  y  reaparecieron  entonces 
con  mayor  fuerza  las  ideas  de  monarquía. — ^Varios  hombres  de 
sensatez  y  de  influencia,  y  entre  ellos  los  miembros  del  Consejo  de 
Ministros,  creyeron  que  Colombia  no  podía  subsistir,  con  garan- 
tías de  orden  y  estabilidad  sino  constituida  monárquicamente. 

A  la  sazón  llegó  á  la  capital  el  Señor  Carlos  Bresson,  comi- 
sionado por  el  gobierno  francés  para  examinar  el  estado  de  las 
Repúblicas  sur-americanas,  y  decidir  si  S.  M.  Cristianísima  en- 
traría ó  no  en  relaciones  diplomáticas  con  ellas. 

Bresson,  desde  luego,  debia  apoyar  y  apoyó  en  efecto  la  difti- 
BÍon  de  las  ideas  monárquicas. 

El  Libertador  estaba  en  el  Sur. 

liOS  partí  larios  de  iponarquía,  estimulados  por  Bresson,  tra* 

*  Véase  la  carta  de  12  de  Majo  de  1826. 


502  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

bajaroD  cou  ahínco. — Machos  individuos  de  Bogotá  exploraron 
á  los  militares  y  al  alto-clero  ;  Páez  despachó  á  Austria  cerca 
de  Bolívar  para  obtener  instrucciones  precisas ;  Vergara  repe- 
tía^ sus  conferencias  con  Bresson,  y  este,  dejando  entrever  el 
ánimo  de  su  gobierno,  repetia :  "  El  Libertador  es  el  hombre 
del  jgobierno  y  del  orden  :  él  es  la  más  fuerte  garantía  de  lo 
presente  y  de  lo  futuro." 

En  tales  circunstancias,  el  Consejo  de  Ministros,  ventilando 
privadamente  la  cuestión  de  monarquía,  decidió  por  unanimidad 
que  la  monarquía  constitucional  ofrecía  todo  el  vigor  y  estabi- 
lidad que  debe  tener  un  buen  gobierno  ;  y  juzgaron  conveniente 
que  el  Ministro  de  Relaciones  Exteriores  abriese  con  reserva 
una  negociación  con  los  agentes  diplomáticos  de  Inglaterra  y 
Francia,  para  saber  si  los  soberanos  de  aquellos  reinos  darían 
su  asenso  al  proyecto  de  que  el  Libertador  mandara  mientras 
viviera,  y  después  de  su  muerte  entrase  á  reinar  un  príncipe  eu- 
ropeo.— Por  supuesto  que,  en  el  ánimo  de  los  Señores  del  Con- 
sejo, entraba  que  Bolívar  fuese  el  primer  Rey  de  América ;  qne 
no  era  dable  que  ofreciesen  á  un  hombre  de  sus  méritos  y  de 
sus  altas  cualidades  un  puesto  subalterno  en  el  teatro  de  sns 
heroicidades. 

El  Secretario  de  Relaciones  Exteriores  inició,  pues,  sin  tar- 
danza las  negociaciones  que  acordó  el  Consejo.  El  Libertador 
no  sabia  nada. — Y  el  Ministro  dijo  á  los  agentes  diplomáticos 
que  el  Consejo  no  contaba  con  el  asentimiento  de  aquel ;  mas, 
que  habia  sido  máxima  invariable  de  su  política  sostener  la  vo- 
luntad de  los  pueblos,  y  que  el  Consejo  esperaba  que  el  Liberta- 
dor, al  fin,  se  sometería  á  lo  que  el  Congreso  hiciera. 

Tan  avanzadas  ya  las  negociaciones,  dio  el  Consejo  cuenta  al 
Libertador,  con  todos  los  documentos  de  la  materia. — Varios  de 
sus  miembros  le  escribieron,  y  todos  conocian  su  pensamiento 
íntimo.  De  Caracas  le  escribió  el  Doctor  José  Ángel  Álamo, 
en  un  estilo  sentidamente  republicano  ;  y  Bolívar  le  contestó  de 
su  puño  y  letra :  No  tema  Vd.  nada  por  lo  qxjue  hace  al  ruido 
de  "mona/rquía.^  Esta  cosa  la  conozco  yo  más  que  nadie.  Q^ 
diga  Guzman  lo  que  le  dije  en  Lima  cuando  Jué  con  su  embor 
jada //  * 

*  Carta  confidencial  y  aotógraJh  qae  se  haUará  en  la  colección. 


VIDA  DB  BOLÍVAB.  508 

Al  cabo,  contestó  4  los  Señores  del  Consejo  de  ministros  en 
unas  frases  amargas,  improbando  su  proceder,  7  dictó  estas  pa- 
labras al  Coronel  Espinar,  encargado  de  su  secretaría  general : 

Japio,  18  de  Diciembre. 
Versándose  el  acta  del  Consejo  ministerial  sobre  fundar  una  monarquía, 
cuyo  trono  lo  ocupase  el  Libertador,  8.  E.  creyó  de  su  deber  improbarlo ; 
por  que  su  misma  consagración  4  la  causa  pública  sería  infructuosa,  desdo 
que,  mancillada  su  reputación  por  un  acto  contradictorio  de  su  carrera  y 
de  sus  principios,  entrase  en  la  trillada  senda  de  los  monarcas. — Conyenga 
6  no  &  Colombia  elevar  un  solio,  el  Libertador  no  debe  ocuparlo ;  aún 
más,  no  debe  cooperar  á  su  edificación,  ni  acreditar  por  sí  mismo  la  insu- 
ficiencia de  la  actual  forma  de  gobierno. 

En  vista  de  esto,  cuando  el  Libertador  vino  á  Bogotá,  los  mi- 
nistros Castillo,  Restrepo,  Urdaneta  y  Vergara  renunciaron  sus 
portafolios  ;  y  fueron  nombrados  para  reemplazarlos  los  Señores 
Caicedo,  Marques,  Herran  y  Osorio,  haciendo  de  Presidente  el 
Señor  Caicedo,  que  tenia  el  despacho  de  relaciones  exteriores. 

Este  Ministerio  se  consideró  justamente  como  contrario  á  los 
planes  de  monarquía. 

Y  fué  notable  que  el  Libertador  estuvo  resentido  con  Urda- 
neta por  aquella  inexplicable  desacordada  conducta  en  un  ge- 
neral de  sus  servicios  y  de  sus  antecedentes  en  la  causa  repu- 
blicana. 

Así  terminó  el  proyecto  de  monarquía,  y  terminó  por  que  el 
Libertador  lo  desaprobó  de  una  manera  fuerte  y  decidida. 

Después  de  esto,  ¿  qué  valen  las  calumnias  que  despedazan  su 
reputación  ?  ¿  Quó  valen  las  acusaciones  de  sus  indignos  adver- 
sarios? 

Cuenta  el  General  José  María  Obando,  que,  furioso  el  Liber- 
tador cuando  recibió  las  actas  y  documeijtos  del  Consejo,  escri- 
bió :  "  Vds.  quieren  perder  á  Colombia  y  con  ella  mis  glorias. 
¿  Quién  los  ha  autorizado  para  disponer  así  de  mi  reputación  y 
de  la  soberanía  de  la  República  ?  Ahora  mismo,  en  el  instante, 
deshagan  Vds.  lo  que  han  hecho  :  arranquen  Vds.  del  estado 
aquellos  ignominiosos  documentos  y  no  dejen  en  el  mundo  cons- 
tancia ni  el  menor  vestijio  de  que  alguna  vez  existieron." — 
Obando  afirma  que  estaba  presente  cuando  el  Libertador  pro- 
nunció estas  palabras.  T  debe  saberse  que  Obando  era  ene- 
migo del  Libertador,  y  que  fué  uno  de  sus  más  crueles  detracto* 


504  TIDÁ  DE  BOliVAS. 

res  después  de  la  muerte  del  héroe.  Debemos  pues  pensar  qoe 
aquella  narración  es  verdadera^  porque  todo  coucurre  á  darle 
ese  carácter,  hasta  la  fé  del  enemigo  mismo..-.. 

Antes  de  la  escena  de  Japio,  había  encontrado  el  Coronel 
Austria  al  Libertador  en  Popa  jan,  y  allí  le  dio  las  cartas  de 
Páez  7  el  mensage  en  que  inquiría  cuál  era  su  pensamiento  en  la 
trascendental  cuestión  "  monarquía." — Bolívar  le  contesto  qoe 
su  ánimo  era  separarse  del  mando,  y  su  deber  obedecer  al  Pre- 
sidente que  la  Nación  se  diera. — Digo  á  FS.,  bajo  mi  pMra 
de  honor,  aSadia  Bolívar,  que  serviré  con  d  mayor  guMo  á  m 
órdenes j  si  es  Vd,  d  gefe  dd  Estado  ;  y  deseo  que  Vd,  me  haga  U 
mismxi protesta,  en  caso  de  que  sea  otro  d  que  nos  mande* 

Y  en  los  "  apuntamientos"  que  dio  al  Coronel  Austria,  mani- 
festó á  Páez  que  los  planes  de  monarquía  no  tenian  el  apoyo  de 
su  opinión ;  que  en  aquella  actualidad,  como  en  otros  tiempos, 
su  único  norte  habia  sido  7  era  la  conservación  de  las  libertades 
públicas  7  de  la  ma7or  suma  de  garantías  individuales ;  qoe 
preguntado  sobre  las  m/^oras  que  convendría  establecer,  se  ha- 
bia abstenido  de  dar  opinión  alguna,  á  fin  de  que  los  Díputadc» 
no  reconociesen  otros  principios  que  aquellos  que  emanaran  de 
la  fuente  pura  de  la  Nación.  Bolívar  concluía  repitiendo :— **  que 
no  cambiarla  su  título  de  libertador  por  el  de  Bej ;  que  este 
era  el  voto  más  sincero  de  su  corazón,  7  que  si  Colombia  entera, 
del  modo  más  decidido  7  resuelto,  quería  un  re7y  SL  no  seria  d 
monarca.^ 

Tan  terminante  declaración,  publicada  por  los  enemigos  del 
Libertador,  es  la  contestación  más  victoriosa  que  puede  darse  á 
las  calumnias  de  ellos  mismos,  cuando  escribían  que  "  Bolívar 
aspiraba  á  coronarse." 

Ocupándose  el  Señor  Restrepo  de  la  cuestión  "  monarquía," 
en  su  Historía  de  Colombia,  dice : — "  La  ambición  de  Bolívar  y 
BUS  aspiraciones  á  la  Monarquía  de  Colombia  7  aun  de  otras 
secciones  de  la  América  antes  española,  que  le  ii^tríbuyeron  sus 
enemigos,  han  sido  calumnias  gratuitas  sin  fundamento  alguno. 
Sus  pensamientos  siempre  fueron  nobles,  elevados  7  republicanos ; 
sus  planes  eran  dirigidos  á  consolidar  la  verdadera  libertad  de 
los  pueblos,  asegurando  sobre  la  sólida  base  de  la  opinión  nacio- 

*  Carta  de  16  de  DioiembTe  de  1829, 


VIDA  DB  BOLÍVAR.  505* 

nal  la  estabilidad  del. gobierno  y  de  las  instituciones  de  la 
patria." — Después  de  escribir  tales  conceptos  con  la  pluma  de 
la  justicia  y  de  la  verdad,  el  Señor  Bestrepo,  que  fué  de  los 
ministros  que  se  ocuparon  en  el  Consejo  de  proponer  la  corona  al 
Libertador,  increpa  á  este  haber  guardado  silencio  en  materia 
de  tanta  trascendencia ;  le  acusa  de  que  hubiera  dejado  á  sus 
amigos  deslizarse  por  un  camino  peligroso.  "  El  Libertador, 
aSade^  pudo  y  debió  hacerles  evitar  los  riesgos  y  multitud  do 
sinsabores  á  fin  de  que  no  contaran  con  su  apoyo  en  aquella  di- 
fícil empresa.  Esta  conducta  habría  sido  noble,  leal  y  generosa, 
propia  de  Bolívar.  A  lo  más  tarde  desde  el  mes  de  Mayo  comuni- 
caron al  Libertador  los  miembros  del  Consejo  de  Ministros  el  plan 
que  meditaban  sobre  monarquía.  Cuatro  meses  corrieron  hasta  el 
célebre  acuerdo  de  3  de  Setiembre.  Sobrado  tiempo  hubo  para 
que  les  hubiera  dicho  expresamente  que  él  no  podía  apoyar  tal 
intento,  paso  que  debió  dar  en  obsequio  por  lo  menos  de  la  amis- 
tad. Callóse,  sin  embargo  por  tres  meses  más,  al  cabo  de  los 
cuales  envió  su  áspera  improbación  oficial.  El  lenguage  de  los 
hechos  es  elocuente." 

Hasta  aquí  el  Señor  Bestrepo.    Entremos  á  ver  qué  razón  y 
justicia  tienen  sus  palabras. 

Me  pasma  y  llena  de  sorpresa  este  cargo  que,  a  primera 
vista,  parece  bien  fundado,  y  así  lo  juzgarán  muchos  ;  más  en  el 
conocimiento  íntimo  de  las  cosas  se  desvanece. — Desde  luego, 
en  cuestión  tan  espinosa,  hasta  el  silencio  que  se  supone,  ha  ve- 
nido á  prestar  motivos  á  la  censura.  Si  Bolívar  no  aceptaba  el 
proyecto  de  monarquía,  ¿  porqué  no  lo  manifestó  á  sus  ministros  7 
¿  Por  qué  guardó  silencio  y  los  dejó  avanzar  buenamente  en  su 
propósito  ? — Conocían  Bestrepo,  ürdaneta  y  los  demás  minis- 
tros los  sentimientos  que  en  público  habia  expresado  el  Liber- 
tador sobre  Monarquía  en  América ;  pero  esto  (juzgarían  ellos)  * 
acaso  era  traza....  necesidad  de  ceder  á  la  opinión  general.... 
destreza  para  ganarse  amigos....  En  el  torbellino  de  la  revolu- 
ción era  cordura  hablar  siempre  de  libertad  y  adorar  la  repú- 
blica ;  pero  ahora  es  otra  cosa,  y  el  remedio  de  los  desconciertos 
que  palpamos,  se  halla  en  un  trono  que  da  respeto  á  todo  y  que 
ennoblece  todo. — ^Bolívar  lo  quiere,  puesto  que  no  contradice  lo 
que  proyectamos  ;  de  otro  modo,  á  nosotros,  sus  amigos,  sus  mi- 
nistros, nos  hubiera  descubierto  con  sinceridad  su  pensamiento. 


506  YIDA  DE  BOLÍTAB. 

— Yeámos  8i  pensaban  con  acierto,  y  sí  Restrepo  censura  con 
justicia  al  Libertador  por  el  silencio  que  supone  guardara  en  la 
cuestión. 

En  Diciembre  de  1828  escribiendo  el  Libertador  privadamente 
desde  Boyacá  al  General  B.  Salom  que  estaba  en  Matnrín,  le 
decia  : — ^*  No  debe  Vd.  omitir  el  empleo  de  aquellas  medidas 
"  de  persuasión  convenientes  á  disipar  los  rumores  y  las  ca- 
"  lumnias  con  que  los  malvados  intentan  deprimirme  y  hacerme 
"  la  guerra.  Es  necesario  convencer  á  todo  el  mundo  que  ni  yo, 
**  ni  mis  amigos  tenemos  la  menor  idea  de  Imperio  á  que  se  me 
**  atribuye  aspiraciones :  que  no  hay  tal  cosa :  que  yo  mismo  me  he 
"  puesto  trabas  en  el  ejercicio  del  poder  ilimitado  que  el  pneblo 
"  colombiano  me  confirió  libre  y  espotáneamcnte  ;  y  por  fin,  qne 
"  en  el  afío  próximo  se  verá  reunida  la  representación  nacional 
''  con  más  libertad  que  la  que  gozó  jamas  bajo  el  influjo  de  San- 
"  tander." 

Esta  carta  confidencial,  dirijida  á  uno  de  los  amigos  más  pre- 
dilectos de  Bolívar  y  de  cuya  afectuosa  inclinación  no  dudó  nnnca, 
la  vio  Restrepo.  El  Libertador  la  envió  entre  la  corresponden- 
cia del  ministerio, — Si  Bolívar  hubiera  pensado  alguna  vez  en 
coronarse,  el  primero  á  quien  se  lo  habría  hecho  conocer  qnizas 
era  á  Salom. — Amábalo  como  á  un  hermano,  y  Salom  era  idóla- 
tra de  Bolívar.  Pues  bien,  ya  vemos  lo  que  le  decia  en  la  inti- 
midad de  la  confianza : — no  hay  tai  oosa  /  persuada  Vd.  &  todo 
el  mundo  de  que  yo  no  tengo  de  eso  la  menor  idea,  etc. 

Mas,  no  es  esto  solo  ;  que  seria  poco. 

En  ese  mismo  año,  y  cuando  el  Libertador  se  hallaba  en  Bu- 
caramanga,  escribió  al  Señor  Vergara,  Ministro  de  Relaciones 
Exteriores,  y  le  decia  : — "  No  me  gusta  que  intervengamos  entre 
"  los  Argentinos  y  el  Emperador  del  Brazil,  sino  en  el  caso  de 
'*  que  pudiéramos  inducir  al  ultimo  á  la  idea  justa  de  dejar  á  la 
"  banda  oriental  en  libertad  de  formar  su  gobierno  propio ;  J 
"  HS^  de  ninguna  manera  debemos  entrar  por  la  erección  de 
"  tronos  en  América.  Esto  no  es  buenoj  ni  nos  seria  hmrosOí 
"  com/)  republicanos  acérrimos.^^ 

De  esta  carta,  á  la  que  dio  lectura  Vergara  en  el  Consejo  de 
Ministros,  tuvo  por  consecuencia  noticia  el  Señor  Restrepo ;  y 
tanto  más,  cuanto  que  el  Libertador  escribia  frecuentemente  a 
Vergara :  "  al  S^ñor  Restrepo  que  tenga  esta  por  suya." 


VIDA  DE  boiíyab.  60T 

No  satisfeoho  Bolívar  con  haber  manifestado  su  pensamiento 
en  globo  sobre  monarquía  en  América,  escribió  de  nuevo  al 
propio  Vergara  en  16  de  Diciembre  de  1828  y  le  dijo : — "  Doy  á 
"  Yd.  las  gracias  por  sus  afectuosas  expresiones,  y  me  atrevo 
"  á  rogar  á  Yd.  que,  í  imitación  mia,  no  abandone  su  puesto. 
"  Por  lo  mismo  que  preveo  los  grandes  peligros  á  que  está 
"  expuesta  la  República,  tan  lejos  de  abandonarla,  he  pensado 
^  hacer  los  mayores  esfuerzos  para  libertarla  de  sus  enemigos 
'*  internos  y  externos,  á  ñn  de  presentar  abundantes  elementos  á 
^  la  Bepresentacion  Nacional  con  que  pueda  dar  al  país  la  or- 
"  ganizacion  más  adaptable  y  conveniente  á  sus  mismas  circuns- 

"  tancias Ya  sabrá  Yd.  que  los  diferentes  correos  no  han 

"  traído  nada  de  interés.  Con  todo,  la  guerra  de  opinión  que 
^  han  intentado  en  el  Cauca  Obando  y  López  y  en  Maturin  los 
*'  Castillos,  exije  encaminar  la  opinión  con  justicia  y  veracidad. 
''  No  se  oye  otra  cosa,  sino  que  soy  un  tirano  de  mi  patria,  y  que 
^  solo  aspiro  á  edificar  un  trono  imperial  sobre  los  escombros 
''  de  la  libertad  de  Colombia.  Aunque  mis  amigos,  (que  son 
"  todos  los  hombres  de  juicio)  se  rien  de  estas  calumnias, 
'*  ellas  cunden  en  el  pueblo  inocente  é  incauto ;  medran  á  la 
"  á  la  sombra  del  partido  sordo  de  los  convencionistas,  y 
"  cuando  menos  lo  pensemos,  aparecerán  esas  imposturas  re- 
"  vestidas  de  un  carácter  colosal  y  se  harán  dueQos  de  la  opi- 
''  nion  pública.  Los  papeles  ingleses,  los  de  los  Estados  üni- 
"  dos  y  quién  sabe  que  otros,  hablan  en  el  mismo  sentido  de 
"  una  monarquía.  Es  pues  de  la  primera  importancia  refutar 
"  estas  opiniones  falsas,  totalmente  falsas  ;  desmentir  á  los  im- 
"  postores  con  la  acritudj  precisión  y  energía  que  merecen ; 
**  desenga&ar  á  la  Nación  entera  y  prometerla  que  en  el  año 
"  próximo  verá  reunida  la  Representación  nacional  con  una 
"  plenitud  de  libertad  y  garantías  de  que  no  gozó  jamas.  Haga 
"  Yd.  que  se  publiquen  algunos  artículos  en  la  Gaceta  ú  otros 
'*  papeles  con  el  indicado  objeto,  y  que  sean  escritos  con  can- 
"  dor,  pero  con  el  ftiego  de  la  indignación  que  excita  la  ca- 
**  lumnia^^ 

Estos  conceptos  no  necesitan  comentario. — Bolívar  hablaba 
con  su  corazón  á  los  Ministros.  El  Sefior  Restrepo  tuvo  cono- 
cimiento de  esta  carta,  que,  original,  conserva  aun  la  familia  del 
dignísimo  Señor  Yergara. 


508  TIBA  DE  BOliVAS. 

Después  que  el  Libertador  marchó  para  el  Sur,  y  cuando  el 
Consejo  de  Ministros  comenzó  su  impertinente  trabajo  de  mO' 
narquía,  Yergara  escribió  al  Libertador,  y  sin  tocar  la  cuestión 
trono,  que  indudablemente  habría  de  ofenderle,  le  habló  de  la 
situación  de  las  cosas,  de  los  escándalos  que  se  daban  cada  día 
en  América  y  de  la  necesidad  de  pensar  en  el  futuro  para  yítíi 
con  tranquilidad  y  progreso.  Esta  carta  de  Vergara,  escrita 
con  mucho  talento,  tiene  fecha  8  de  Junio  de  1829.  El  Libe^ 
tador  la  contestó  en  el  Campo  de  Buijo,  frente  á  Guayaquil,  el 
13  de  Julio  siguiente,  y  le  decia : —  "  Pienso  como  Vd.,  que  el 
"  continente  americano  ya  señalándose  de  una  manera  tan  escán- 
^  dalosa,  que  no  puede  monos  que  alarmar  á  la  Europa  para  sos- 
*'  tener  el  orden  social.  Nosotros  que  hemos  sido  los  más  juicio- 
"  sos,  vé  Vd.  por  qué  casualidad  vamos  como  vamos,  y  que  no  po- 
'^  demos  inspirar  confianza  á  nadie.  Me  ha  tenido  tan  melancólico 
''  estos  dias  la  perspectiva  de  la  América,  que  ni  la  caida  de  La 
"  Mar  y  los  servicios  que  nos  ha  hecho  el  Peni  en  su  mudanza, 
"  me  han  consolado.  Y  antes,  por  el  contrario,  han  aumentado 
'*  mi  pena  ;  porque  esto  nos  dice  claramente  que  el  orden,  la  se- 
^'  guridad,  la  vida  y  todo  se  aleja  cada  vez  más  de  esta  tierra 
*'  condenada  á  destruirse  ella  misma  y  ser  esclava  de  la  Eoro- 
"  pa. — Esto  lo  creo  infalible  ;  porque  esta  inmensa  revolución 
^'  no  la  encadena  nadie.  Convencido  de  esto,  soy  de  opinión 
^'  que  lo  más  que  puede  lograrse  en  este  Congreso  es  una  ley 
"  fundamental  que  durará  muy  poco,  y  que  yo  mismo  tendré 
"  gran  dificultad  para  sostenerla 

^'  Mi  opinión  es  vi^a  y  por  lo  mismo  creo  haberla  meditado 
"  mucho. 

"  Primero  :  No  pudiendo  yo  continuar  por  mucho  tiempo  á  la 
'*  cabeza  del  gobierno  ;  luego  que  yo  falte,  el  país  se  dividirá 
"  en  medio  de  la  guerra  civil  y  de  los  desórdenes  más  espan- 
"  tosos." 

"  Segundo  :  Para  impedir  daños  tan  horribles  que  necesaria- 
"  mente  deben  suceder  antes  de  diez  afios,  es  preferible  dividir 
''  el  país  con  legalidad,  en  paz  y  buena  armonía. 

"  Tercero :  Si  los  Representantes  del  pueblo  en  Congreso 
"juzgan  que  esta  providencia  será  bien  aceptada,  deben  verifi- 
''  cario  lisa  y  llanamente,  declarando  al  mismo  tiempo  todo  lo 
"  que  es  concerniente  á  los  intereses  y  derechos  comunes. 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  509 

"  Cuarto  :  En  el  caso  de  que  los  Representantes  no  se  juz- 
**  gnen  bastantemente  autorizados  para  dar  un  paso  tan  impor- 
"  tante,  podrían  mandar  pedir  el  dictamen  de  los  colegios  elec- 
"  torales  de  Colombia,  para  que  estos  digan  cuáles  son  sus  deseos, 
"  y  conforme  á  ellos  dar  á  Colombia  un  gobierno. 

'' Quinto:  No  pudiendo  adoptar  ninguna  de  estas  medidas, 
"  porque  el  Congreso  se  oponga  á  ellas ;  en  este  extremo  sola- 
"  mente  debe  pensarse  en  un  gobierno  vitalicio,  como  el  de  Bo- 
**Kvia,  con  un  Senado  hereditario,  como  el  que  propuse  en 
"  Guayana. 

''  Esto  es  cuanto  podremos  hacer  para  consultar  la  estabilidad 
"  del  gobierno  :  estabilidad  que  yo  juzgo  quimérica  entre  Vene- 
^*  zuela  y  Nueva  Granada ;  porque  en  ambos  países  existen  anti- 
"  patías  que  no  es  posible  vencer. 

"  El  partido  de  Páez  y  el  de  Santander  están  en  este  punto 
**  completamente  de  acuerdo,  aunque  el  resto  del  país  se  oponga 
"  á  estas  ideas. 

"  El  pensamiento  de  ufia  monarquía  extrangera  para  suceder- 
"  me  en  el  mando,  por  ventajosa  que  fuera  en  sus  resultados,  veo 
"  mil  inconvenientes  para  conseguirla  :  1"*  Ningún  príncipe  ex- 
''  trangero  admitirá  por  patrimonio  un  principado  anárquico  y 
"sin  garantías.  2**  Las  deudas  nacionales  y  la  pobreza  del 
**  país  no  ofrecen  medios  para  mantener  un  príncipe  y  una  corte 
''  miserablemente.  3^  Las  clases  inferiores  se  alarmarían,  te- 
"  miendo  los  efectos  de  la  aristocracia  y  de  la  desigualdad ;  y 
"  4*  Los  generales  y  los  ambiciosos  de  todas  condiciones  no  po- 
"  drán  soportar  la  idea  de  verse  privados  del  mando  supremo. 

"  No  he  hablado  de  los  inconvenientes  europeos,  porque  pu- 
"  diera  darse  el  caso  de  que  no  los  hubiera,  suponiendo  siempre 
''  una  rara  combinación  de  circunstancias  felices. 

^  En  cuanto  á  mí,  Yd.  debe  suponerme  cansado  de  servir  y 
'^  fastidiado  por  tantas  ingratitudes  y  tantos  crímenes  que  se 
"  cometen  diariamente  contra  mí. — ^Vd.  vio  el  caso  extremo  en 
*'  que  me  colocó  la  Gran  Convención,  de  dejar  sacrificar  el  país 
'^  6  de  salvarlo  á  mi  costa.  £1  artículo  de  que  Yd.  me  habla, 
**  el  más  favorable  que  ha  podido  escribirse  en  mi  honor,  única- 
**  mente  dice  :  "  que  mi  usurpación  es  dichosa  y  cívica."  jYo 
^  usurpador  I  |  Una  usurpación  cometida  por  mí  I  Mi  amigo  : 
**  esto  tes  horrible.    Yo  no  puedo  soportar  esa  idea,  y  el  horror 


510  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

"  que  me  causa  es  tal,  que  prefiero  la  ruiua  de  Colombia  á  oírme 
"  Uaoiar  con  tal  epíteto. — Vd.  dirá  que  después  no  será  lo  mis- 
**  rao.  Replico,  que  no  pudienclo  soportar  nuestro  país  ni  k  li- 
"  bertad  ni  la  esclavitud,  mil  revoluciones  harán  necesarias  mil 
"  usurpaciones.  Esto  es  hecho ;  y  tómense  por  donde  so  quiera, 
"  los  sucesos  del  año  28  han  decidido  de  mi  suerte.... 

"Advertiré  á  Vd.  de  paso,  que,  si  Ustedes  adoptan  la  medida 
*^  que  he  indicado  antes  de  establecer  un  gobierno  para  cada 
"  sección,  Ustedes  asegurarán  su  suerte  de  una  manera  irrevo- 
"  cable.  Sin  duda  alguna,  Ustedes  se  pondrán  á  la  cabeza  de  la 
"  opinión  pública,  j  aun  mis  enemigos  mismos  los  considerarán 
"  á  Ustedes  como  los  verdaderos  salvadores. — Deben  Ustedes 
"  contar,  para  afirmar  este  plan,  con  todos  los  generales  adictos 
**  á  mí,  inclusive  los  venezolanos,  porque  yo  sé  muy  bien  cuáles 

"  son  sus  ideas,  y  siempre  preferirán  el  partido  más  sano 

"  Un  país  que  está  pendiente  de  la  vida  de  un  hombre,  corre 
"  tanto  riesgo  como  si  lo  jugaran  todos  los  dias  á  la  suerte  de 
"  los  dados.  Y  si  este  hombre  ha  sufrido  mucho  durante  veinte 
"  años,  tiene  muchos  enemigos  que  quieran  destruirlo,  está  fasti- 
"  diado  del  servicio  público  y  lo  aborrece  mortalmen te,  entonces 
"  la  dificultad  de  mantener  ese  Estado  se  multiplica  hasta  lo 
"  infinito. — Esta  es  la  verdad,  mi  querido  amigo,  y  créame  Vd. 
"  sobre  mi  palabra.  Yo  no  quiero  engañar  á  Ustedes  ni  pe^ 
"  derme  yo.  No  puedo  más.  Y  este  sentimiento  me  lo  dice  mi 
"  corazón  cien  veces  por  dia " 

Tan  interesante  carta,  gue  vieron  todos  los  Señores  del  Con- 
sejo de  Ministros,  no  puede  ser  más  explícita.  El  historiador 
Restrepo  olvidó  sin  duda  lo  que  habia  visto  el  Ministro  Res- 
trepo,  y  su  cargo  se  desvanece,  toda  vez  que  no  se  funda  en  he- 
chos del  Libertador,  sino  en  la  falta  de  memoria  (de  que  nadie 
es  responsable)  del  escritor  que  censura. 

Por  ese  mismo  tiempo  escribió  el  Libertador  al  General 
O'Leary  una  interesantísima  carta  de  la  cual  tuvieron  cono- 
cimiento los  Ministros  y  otras  personas  á  quienes  se  pasó  copia. 
En  ese  precioso  documento,  que  mis  lectores  hallarán  en  la  co- 
lección, decia  el  Libertador  hablando  de  monarquía :  "  Yo  no 
"  concibo  que  sea  posible  siquiera  establecer  un  Rey  en  un  pafe 
"  que  es  constitutivamente  democrático  ;  porque  las  clases  infe- 
*'  riores  y  las  más  numerosas  reclaman  esta  prerogativa  con  de- 


VIDA  DE  BOliVAB.  511 

"  rechos  incontestables,  pues  la  igualdad  legal  es  indispensable 
"  donde  hay  desigualdad  física,  para  corregir  en  cierto  modo  la 
"  injusticia  de  la  naturaleza.  Ademas  ¿  quién  puede  ser  rey  en 
**  Colombia?  Nadie  ;  porque  ningún  príncipe  extrangero admi- 
"  tiria  un  trono  rodeado  de  peligros  j  miserias  ;  y  los  Generales 
^'  tendrían  á  menos  someterse  á  un  compañero  y  renunciar  para 
*'  siempre  la  autoridad  suprema.  El  pueblo  se  espantaría  con 
"  esta  novedad  y  se  juzgaria  perdido  por  la  serie  de  conse- 
"  cuencias  que  deduciria  de  la  estructura  y  base  de  este  gobierno. 
"  Los  agitadores  conmoverían  al  pueblo  con  armas  bien  alevozas, 
"  y  su  seducion  sería  invencible,  porque  todo  conspira  á  odiar 
"  ese  fantasma  de  tiranía  que  aterra  con  el  nombre  solo.  La 
"  pobreza  del  país  no  permite  la  erección  de  un  gobierno  fastuo- 
"  so  y  que  consagra  todos  los  abusos  de  la  disipación  y  del  lujo. 
"  La  nueva  nobleza,  indispensable  en  una  Monarquía,  saldria  de 
*'  la  masa  del  pueblo  con  todos  los  celos  de  una  parte  y  toda  la 
'*  altanería  de  otra.  Nadie  sufriría  sin  impaciencia  esta  mise- 
"  rabie  aristocracia,  cubierta  de  pobreza  y  de  ignorancia  y  ani- 
"  mada  de  pretensiones  ridiculas....  No  hablemos  más  por  con- 
"  siguiente  de  esta  quimera  ! !" 

La  idea  de  trono  la  calificaba  el  Libertador  de  quimera  ;  y 
se  burlaba  de  ella  II  ¿  Era  necesario  improbarla  con  más  fuerza  ? 
¿  Tiene  razón  Restrepo  en  decir  que  Bolívar  guardó  silencio  en 
la  cuestión  monarquía  ?  ¿  Le  acusa  con  justicia  de  haber  sacrifi- 
cado sus  ministros  á  su  popularidad,  pudiendo  haberlos  desvia- 
do do  la  senda  peligrosa  que  trillaron  ? — Después  de  tantos 
años,  hemos  de  convenir  en  que  el  autor  de  la  *'  Historia  de  Co- 
lombia," olvidó  por  desgracia  los  documentos  que  en  aquella 
época  tuvo  a  la  vjsta  y  que  más  tarde  dejó  caer  de  su  memoria ; 
hallando  uu  motivo  de  censura  en  el  silencio  que  supuso  haber 
guardado  el  Libertador,  siendo  así  que  este  fué  constante  é  infa- 
tigable en  manifestar  sus  sentimientos  republicanos  y  sus  deseos 
más  íntimos,  reducidos  á  un  solo  objeto  : — no  mandar  siempre 
para  no  ser  tirano» 

Á  Restrepo,  á  Yergara,  á  todos  los  Ministros  y  á  todos  los 
ciudadanos  que  frecuentaban  la  amistad  del  Libertador  ó  se  cor- 
respondian  con  él,  les  era  bien  conocida  la  idea  que  dominaba 
en  este  :  retirarse  del  mando  y  aun  alejarse  de  Colombia.  Bo- 
lívar estaba  hastiado  de  la  vida  pública.    La  guerra,  las  inso- 


512  VIDA  DE  BOIÍYAB. 

lentes  rivalidades,  las  traiciones,  los  asesinatos,  los  desórdenes 
militares  que  él  tanto  odiaba,  lograron  inspirarle  la  más  viva 
antipatía  por  el  mando,  y  lejos  de  querer  ser  Rey,  ni  la  presi- 
dencia de  Colombia  habría  admitido.  "  Yo  he  convidado  á  Co- 
"  lombia,  escribia  al  Doctor  Álamo,  para  que  diga  su  opinión 
"  sobre  gobierno.  Qué  la  diga,  pues,  Venezuela  I  Todo  el  Sur 
"  lo  ha  hecho  como  ha  querido.    Uno  dijo  popular,  electivo,  al- 

"  ternativo ;  y  otros  monarquía,  y  otros locuras.    Haga  Ve- 

"  nezuela  la  suya.  Que  se  separe,  ó  federación,  ó  lo  que  quiera. 
"  Yo  no  me  opongo  á  nada,  nada,  kada  ;  pues  no  deseo  más  que 
"  mi  licencia  6  la  libertad^  cómo  ha  soldados  6  los  esclavos^—Y 
al  General  Urdaneta  le  decia  también  :  "  Me  parece  bien  qne 
"  Vd.  entregue  el  ministerio  al  General  Herran,  como  se  ha  o^ 
"  denado ;  tanto  por  estar  expedito  para  desempeñar  las  fun- 
"  clones  de  legislador,  cuanto  para  renunciar  enteramente  ese 
"  destino. — ^Vd.  y  yo  no  debemos  seguir  más  en  el  gobierno, 
"  estando  nuestro  honor  comprometido  en  no  seguir,  y  nuestro 
"  reposo  también.  Esto  es  hecho  y  decidido.  Reciba  Vd.  pues 
"  la  enhorabuena  con  anticipación.  Podrán  preguntarnos :  ¿qué 
"  haremos  después  ?  Á  lo  cual  contestaremos  :  guardar  nuestro 
"  honor  indignamente  atacado,  y  vengamos  de  nuestros  enemigos 
"  conservándolo.    La  alegría  que  les  cause  nuestra  separación  no 

"  será  nunca  mayor  que  la  nuestra  propia Me  ha  parecido 

"bien  el  proyecto  de  constitución  del  "Eco."  Con  algunas 
"  mejoras,  sería  útil  adoptarlo ;  y  quizas  se  adoptará,  aunque 
"  las  provincias  del  Sur  y  otras  quieren  monarquía. — Más  fácil 
"  es  nombrar  un  Presidente  que  un  Príncipe.  En  todo  caso, 
"  cuente  Vd.  con  que  yo  ne  seré  uno  ni  otro ;  y  el  primero  de 
^^  Enero  se  acabarán  mis  funciones^  suceda  lo  que  sucediere: 
**  reúnase  ó  no  el  Congreso " 

En  el  capítulo  que  sigue  verán  mis  lectores  otros  dos  documentos 
emanados  del  mismo  Libertador :  el  mensage  al  Congreso  cons- 
tituyente de  Colombia  y  la  proclama  de  20  de  Enero  de  1830  á 
los  colombianos  ;  documentos  de  que  no  puedo  hacer  uso  en  este 
lugar  porque  pertenecen  á  un  aCo  posterior,  pero  qne  ponen  el 
sello  sobre  el  asunto  de  monarquía,  declarando  Bolívar  que  va- 
rias veces  se  le  habia  ofrecido  una  corona  que  él  habia  rechazado 
con  indignación. 

Si  no  temiera  cansar  la  paciencia  de  mis  lectores,  multiplica- 


TIBA  DE  BOliVAB.  513 

ra  fácilmente  estas  pruebas.  Jamas  la  ambición  de  un  reino 
manchó  la  mente  del  Libertador  Simón  Bolívar. 

En  la  correspondencia  que  se  publica  en  seguida  de  esta 
historia  hallarán  los  curiosos  otras  muchas  cartas  respecto  de 
monarquía ;  y  en  quince  afios  de  hablar  y  escribir  sobre  formas 
de  gobierno,  convocando  Congresos  Constituyentes  y  dando  le- 
yes fundamentales  á  pueblos  agradecidos  y  confiados,  Bolívab 
no  mostró  otro  anhelo  que  el  de  contribuir  á  la  libertad  y  á  la 
conservación  del  reposo  de  esos  mismos  pueblos. 

Cualquiera  otra  cosa  que  se  diga  es  vil  calumnia. 

Yo  he  producido  documentos  para  defender  la  pureza  de  prin- 
cipios del  Libertador. — Éxito  á  los  que  se  han  ocupado  algo  de 
la  historia  de  nuestra  independencia  á  que  produzcan  una  pala- 
bra, un  solo  renglón  que  haga  concebir  la  más  débil  sospecha  de 
su  fidelidad  republicana.  No  basta  decir,  en  un  libro,  ó  un  pe- 
riódico :  "San  Martin,  Bolívar....  estos  dos  caudillos  fueron 
"  ambos  monarquistas,  de  distinto  modo,  etc."  [Jna  aseveración 
tan  absoluta  debe  tener  apoyo  incontestable  ;  de  otro  modo, 
entra  en  la  suerte  de  los  dichos  erróneos,  ó  de  aquellas  vulgari- 
dades despreciables.* 


No  creo  que  debo  levantar  la  pluma  en  esta  materia  sin  hacer 
ipencion  del  "  Manifiesto"  que  publicó  en  Caracas  el  Gefe  Supe- 
rior del  Norte  y  dirijió  á  los  Colombianos  ;  en  cuyo  importante 
documento,  ocupándose  del  Libertador,  y  habiendo  recordado 

*  Es  una  circunstancia  muy  digna  de  notarse,  que,  dos  enemigos  irreconcilia- 
bles entre  sí  como  Santander  y  Páez,  y  ambos  enemigos  de  Bolívar,  opinasen 
siempre  por  la  coronación  de  este. — Es  que  ellos  sabían  mny  bien,  qne  nada 
podía  hacer  más  mal  al  Libertador  qne  la  idea  de  trono ;  y  no  por  amor  á  sn 
dignidad,  sino  por  odio  á  sn  gloria  se  empeñaban  en  aqnel  propósito  impopular 

y  maldecido. 

Oh  perfldM  homlDum  mentes  1 

En  1826  escribió  Santander  al  Mariscal  Santa  Cnu  que  sostendría  con 
todas  sus  fuerzas  el  gobierno  vitalicio  del  Libertador  ;  y  en  Bogotá,  á  presen- 
cia de  muchos  amigos  de  Bolívar  bríndó  "  por  la  corona  que  debia  ceñir  las 
sienes  del  héroe  americano."  Cuando  Santander  hubo  acabado  su  brindis,  le  con- 
testó el  Señor  José  Ignacio  París,  (que  fué  uno  de  los  más  constantes  y  decididos 
amigos  del  Libertador  hasta  su  muerte) : — "  Si  el  Libertador  desciendo  á  coronarse, 
qne  corra  en  sangre  como  este  vino,*'  y  arrojó  la  copa  llena  sobre  el  pavimento 
del  salón  en  que  oomian. 

83 


514  VIDA  DE  BOLÍVAB, 

alornnos  de  sus  hechos  y  tomado  argumento  de  su  misma  vida 
para  presentarle  como  superior  á  todos  los  halagos  de  la  ambi- 
ción y  á  las  ilusas  glorías  del  cetro  y  de  la  corona,  añade : 

"  He  seguido  los  pasos  del  Libertador  desde  el  momento  que 
apareció  en  la  brillante  escena  de  la  salvación  de  la  patria : 
habéis  corrido  conmigo  la  revista  de  los  más  importantes  hechos 
de  su  vida  política ;  y  ya  como  soldado,  ya  como  magistrado,  su 
lenguage  y  sus  obras  han  sido  uniformes  y  consecuentes :  su  es- 
píritu, el  de  la  libertad  que  inflama  su  corazón  :  su  anhelo,  la 
felicidad  de  Colombia,  de  la  América  toda  :  su  ambición,  ocu- 
par el  eminente  rango  de  ciudadano  :  él  ha  manifestado  siem- 
pre un  amor  entrafíable  á  las  instituciones  liberales,  una  ciega 
idolatría  á  la  soberanía  nacional,  y  un  rencor  eterno,  la  rabia 
más  atroz  á  la  dictadura,  al  mando  supremo,  al  despotismo  y  á 
la  ignominia  del  cetro  y  de  la  corona. — -Bolívar  ha  excedido  eu 
desprendimiento  y  en  adhesión  á  la  libertad  á  todos  los  hombres 
que  han  preexistido  :  ha  cubierto  de  lodo,  de  fealdad  y  de  exe- 
cración á  los  ambiciosos  y  á  los  liberticidas,  á  los  que  no  ven  en 
el  poder  que  ejercen  sobre  los  pueblos  más  que  un  medio  de  en- 
señorearse de  la  fuerza  pública  y  elevarse  un  trono  sobre  los 
tétricos  fragmentos  de  las  leyes,  sobre  la  extinción  de  todos  los 
derechos  y  garantías  sociales  y  sobre  los  ensangrentados  cadá- 
veres de  sus  semejantes.  Los  sublimes  ejemplos  que  el  Liberta- 
dor ha  dado  de  su  adoración  á  la  santa  causa  de  la  América  del 
Sur,  su  inaudita  moderación  en  el  mando,  y  cuanto  tiene  de 
grande  y  de  heroico  el  dilatado  curso  de  su  existencia  política, 
le  han  adquirido  una  gloria,  tanto  mas  excelsa,  cuanto  que  en 
muchos  períodos  ha  visto  debajo  de  sus  pies  abierto  el  camino 
del  imperio,  y  á  que  más  de  una  vez  se  le  ha  excitado  por  comu- 
nicaciones de  la  Europa,  indicándosele  hasta  las  medidas  que 
debia  tomar  para  hacerse  proclamar  rey  constitucional,  halagán- 
dosele con  la  lisonjera  esperanza  de  que  de  esta  manera  los  po- 
tentados europeos  se  allanarían  á  reconocer  á  Colombia.  Esta 
insidiosa  invitación  la  denunció  él  mismo  al  Congreso,  como  se 
lee  en  la  Gaceta  de  Colombia  N.  174, 

"Abramos  el  gran  libro  de  la  historia  universal,  veamos  los 
gefes  de  las  naciones  libres  en  el  apogeo  de  su  poder,  y  compa- 
rémosles con  nuestro  compatriota  Bolívab.  ¡  Oh,  cuan  peqne- 
fios  aparecen  los  unos,  cu4n  perversos  y  malvados  los  otros  I 


TIDA  DE  BOLÍYAB.  615 

Coloquémonos  en  el  Pireo,  y  observemos  esos  caudillos  de  la 
célebre  Atenas.  ¿Qué  fueron  Milcíades,  Temístocles,  Arístides, 
Cimon,  Galicrátidas  y  algún  otro,  sino  gefes  ó  magistrados  de 
UD  momento,  que  regian  un  paeblo  tan  pequeño  como  uno  de 
nuestros  cantones,  cuyos  habitantes  estaban  'ligados  por  los  vín- 
culos de  un  ardiente  amor  á  la  patria,  de  un  eminente  espíritu 
público,  sabios,  ilustrados,  laboriosos,  y  unidos  por  usos,  cos- 
tumbres, educación  é  inclinaciones ?  ¿Se  vieron  ellos  por  ven- 
tura chocando  con  un  enemigo  tan  fiero  y  obstinado  como  el 
español  en  una  guerra  de  doce  años  la  más  sangrienta  ?  ¿  Los 
persas  pueden  jamas  compararse  á  los  godos,  ni  Filipo  de  Macedo- 
nio  á  Fernando  de  Borbon  ?  ¿  Acaso  esos  afamados  capitanes 
rompieron  los  grillos  de  su  patria,  la  formaron  y  constituyeron 
ala  vez?  ¿ Solón  y  Licurgo  habrían  derrocado  el  despotismo 
peninsular  con  sus  espadas  ?  ¿  Qué  vienen  á  ser,  pues,  ante  el 
gran  Bolívar,  todos  esos  seres  privilegiados  á  los  que  la  histo- 
ria ha  consagrado  los  honores  de  la  inmortalidad  ?  Ellos  son 
como  fósforos  cuya  débil  y  vacilante  luz  se  eclipsa  y  oscurece 
á  un  solo  rayo  del  sol  en  el  oriente.  Y,  ¿  qué  fueron  Pisístrato, 
Hipias,  Hiparco,  Pausánias,  Pericles,  Alcibíades,  Lisandro  y 
muchos  otros  gefes  atenienses  ?  Insignes  malvados,  que  abu- 
sando del  tesoro,  6  de  la  fuerza  común  que  comandaban,  hicieron 
las  desgracias  de  su  tierra,  y  fueron  el  oprobio  de  la  Grecia. 

"  Remontémonos  al  Capitolio,  y  veremos  en  Roma,  es  verdad, 
las  heroicas  virtudes  ds  los  Camilos,  de  los  Pabios,  de  los  Cin- 
ciña  tos,  de  los  Régulos,  de  los  Scipiones  y  de  los  Brutos ;  mas, 
¿  cómo  podrian  obrar  en  sentido  opuesto  hombres  criados  en  la 
escuela  de  las  virtudes  republicanas,  en  el  entusiasmo  del  amor 
patrio,  en  el  énfasis  del  heroísmo  y  en  el  innato  orgullo  de  ro- 
manos ?  Y  BoLÍYAB,  formado,  nacido  y  educado  en  el  seno  del 
despotismo  colonial :  al  sacudir  los  envejecidos  hábitos  de  la 
servidumbre :  al  resolverse  á  plantear  la  audaz  y  noble  idea  de 
libertar  su  pais,  y  la  América  toda  :  al  llevar  al  cabo  esta  em- 
presa la  más  grandiosa  y  heroica  de  cuantas  hasta  ahora  nos  re- 
fieren los  anales  del  universo,  ¿puede  admitir  paralelo  con  aque- 
llos célebres  romanos  ?  No  :  ellos  aparecen  al  lado  del  Liber- 
tador de  Colombia,  como  granos  de  arena  á  los  pies  del  gran 
col>so  de  Rodas  ;  son  como  puntos  invisibles  en  la  vasta  superfi- 
cie de  la  América  del  Sur.    Mas,  cuando  volvemos  la  vista  á  los 


516  VIDA  DE  BOliVAB. 

Marios,  á  los  Silas,  á  los  Gatilinas  y  á  los  Césares,  entonces, 
¡gran  Dios!  todo  es  horror,  crímenes,  sangre,  desolación  y 
mnerte.  Césear  mismo  en  su  infancia  política  anunciaba  ja  las 
tormentas  con  que  amenazaba  á  la  Señora  del  mundo.  Desde 
Edil  Gnrnl  dejaba  divisar  la  ambición  que  le  devoraba,  seña- 
lando con  el  dedo  de  su  valor  y  de  su  audacia  el  paso  del 
Bubicon  y  la  escala  por  donde  debia  ascender  al  poder  tiránico. 

^*  Pero  cerremos  el  gran  libro  de  la  historia  de  los  siglos  pa- 
sados, y  recorramos  las  páginas  de  las  épocas  modernas  I  Vea- 
mos la  Francia  arrebatada  de  la  anarquía  por  la  mano  vigorosa, 
por  el  talento  superior  de  Napoleón.  Obsérvenlos  á  este  insigne 
republicano  en  la  memorable  campaña  de  Italia,  destruyendo 
tronos  y  creando  repúblicas,  llevar  hasta  la  apoteosis  los  raptos 
del  liberalismo  más  perfecto  y  consamado ;  pero,  por  entre  estas 
ráfagas  de  esplendor  y  de  luz,  descubriremos  un  interés  sórdido 
y  secreto  de  elevarse  sobre  los  demás  mortales :  complacerse  en 
ja  humillación  de  los  reyes,  no  por  un  sentimiento  puro  de  li- 
bertad, sino  por  un  principio  pecaminoso  de  orgullo  y  de  amor 
propio  :  un  conato  en  formarse  devotos  y  prosélitos,  y  todos  los 
subterfugios,  todas  las  pasiones  de  una  alma  devorada  por  A 
orgullo  y  vendida  á  si  misma.  Su  expedición  á  Egipto,  sa  re- 
greso á  Paris,  y  sus  maniobras  sucesivas  formaban  un  plan  qoe 
perfeccionó  en  el  solio  imperial.  ¿Y  la  conducta  de  este  astuto 
hipócrita,  de  este  famoso  tirano,  puede  ponerse  en  parangón  con 
los  hechos  claros  y  luminosos  de  la  vida  del  General  Boiítab? 
¿No  le  hemos  visto  precisamente  en  los  momentos  de  más  gloria 
y  esplendor  para  su  nombre,  abdicar  el  mando  supremo,  invocar 
la  soberanía  del  pueblo,  rendirle  un  vasallage  sin  límites,  reunir 
la  representación  nacional,  y  maldecir  la  dictadura  y  el  tre- 
mendo poder  que  á  su  pesar  ejercia  ?  ¿  No  le  hemos  visto  déla* 
tarse  á  sí  mismo  ante  la  Nación  temeroso  de  su  ambición,  y  ^^' 
gendrar  de  este  modo  hasta  sospechas  contra  sí  propio,  pa^ 
excitar  el  celo  republicano  de  los  colombianos  7 

"  ¿Y  vos,  ilustre  Washington,  podréis  adunar  vuestra  fama  á 
la  del  Libertador  de  Colombia  ?  No  es  posible  :  vuestro  país 
estaba  formado  para  la  libertad.  La  América  del  Norte  íw 
libre  porque  no  podia  ser  otra  cosa.  Dado  no  era  á  ningún 
mortal  esclavizar  aquélla  comarca.  Frankiin,  Adams,  JeSerson 
y  demás  varones  fuertes,  vuestros  colegas,  no  hubieran  tolerado 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  517 

▼nestra  deserción,  ni  vuestras  aspiraciones,  una  necesidad  im« 
periosa,  unida  á  la  honradez  y  bondad  de  vuestro  carácter,  os  ha 
dado  un  distinguido  lugar  en  el  gran  panteón  de  los  bienhecho- 
res del  género  humano.  Bolívar,  por  el  contrario,  ha  pugnado 
con  la  ruda  y  tenaz  España  :  con  los  hábitos  de  trecientos  años 
de  servidumbre  y  abyección,  en  un  continente  casi  tan  grande 
como  una  tercera  parte  del  globo,  con  intereses  aislados  y  mez- 
quinos, con  la  superstición  y  el  fanatismo,  con  viles  y  depravados 
traidores,  con  todas  las  oscilaciones  militares  y  políticas,  en  una 
dislocación  general  del  orden,  de  la  justicia  y  de  la  moral ;  en 
fin,  ha  tenido  que  lidiar  con  los  cielos  y  con  la  tierra,  con  los 
hombres  y  con  las  fieras  ;  lo  diré  de  una  vez,  con  españoles  y 
anarquistas.  Al  través  de  tales  y  tamaños  obstáculos,  el  Liber- 
tador ha  salvado  cien  veces  su  patria ;  y  siempre  grande,  siempre 
señor  absoluto  de  la  suerte  de  todo,  jamas  ha  obrado  sino  con 
relación  al  bien,  llevando  por  norte  la  libertad,  por  consuelo  su 
amor  á  la  patria,  por  galardón  la  felicidad  común,  y  por  sus 
glorias  las  del  pueblo  colombiano. 

"  IjOS  fastos  del  género  humano,  el  bronce  y  el  mármol,  perpe- 
tuarán la  fama  inmortal  del  Libertador.  El  Nuevo  Mundo  será 
un  eterno  monumento  de  los  ilustres  hechos  de  este  varón  sin- 
gular, que  pasarán  á  la  posteridad  más  remota  con  todos  los 
atributos  de  una  veneración  celestial :  homenage  que  á  tan  es- 
clarecidas virtudes  cívicas  rinde  ya  la  culta  Europa  en  los  pala- 
cios de  los  reyes,  en  los  salones  de  los  grandes,  en  los  museos  é 
institutos,  sirviendo  sus  hazañas  y  su  efigie  de  objeto  fecundo  al 
esplendor  de  las  artes,  de  la  industria  y  del  comercio  universal. 
Bolívar,  pues,  colmará  los  destinos  á  que  ha  sido  llamado : 
su  misión  de  paz  y  de  libertad  será  el  modelo  de  los  futuros 
caudillos  de  las  naciones  ;  y  su  nombre  será  en  todos  tiempos 
el  terror  de  los  déspotas  y  el  pasmo  de  los  tiranos.*' 


CAPÍTULO    LX. 


1830. 


Ill8T4LACIOy  DBL  C0HGRI90  OONSTITUTINn  DB  COLOMBIA— MIMBAOB  DBL  LIBBRTADOB 
— PBOCLAVA  ▲  L08  COLOMBIANOS— «BPARACION  DB  YBMBZUBLA — CIBCÜNBTANCIAB 
QOB  LA  PBBCBDIBRON— CONDOCTA  DB  PÁBZ— CONTBSTACION  DBL  GOKGaBM  AL  LI- 
BERTADOR—COMI8I0V  DB  PAZ  QDB  gB  BNTIA  i.  TBNBZUBLA — BL  LIBBRTADOR  8B  RB- 
TIRA  DBL  MANDO — pJLbS  BXCITA  k  LOS  PUBBLOS  CONTRA  BOLÍVAR  T  8B  DBGLARA 
BN  CAMPaI^A — INSTA  BL  LIBBRTADOR  POR  QUB  8B  DÉ  ÜN  NOBTO  PRBfllDBNTB  k 
LA  RBPtfBLICA— INTITACION  QUB  LB  HAOBN  LOS  QUITBAoS  PARA  FIJAR  8D  RB8I- 
DBNCIA  BN  QUITO— BLBCaON  DB  LOS  8BÑ0RBB  M08QUBRA  T  CAICBDO— MANIFIB8T0 
DBL  PUBBLO  DB  BOGOtI— 8ALB  BOLÍVAR  PARA  OARTAOBM  A— HONROSO  DBCRBTO  DBL 
0ONGRB8O— SITUACIÓN  PBCUNIARIA   DB  BOLÍTAR— 8Ü  CARTA    1    CAMACHO. 

PRESUROSO  volvía  el  Libertador  de  Quito  y  Guayaquil 
para  hallarse  en  Bogotá  el  dia  que  se  instalase  el  Con- 
greso constituyente  de  Colombia,  que  él  llamaba  admirable^  con- 
Tocado,  según  sabemos,  para  el  2  de  Enero  de  1830  ;  mas,  ni 
aquel  pudo  llegar,  como  deseaba,  antes  del  2  ;  ni  el  Congreso 
inaugurar  sus  trabajos  ese  dia,  porque  apenas  se  hallaron  pre- 
sentes en  el  salón  de  las  sesiones  34  diputados. — ^El  número  to- 
tal de  los  electos  era  67  ;  por  consiguiente  para  la  instalación  se 
necesitaban  45,  que  componian  las  dos  terceras  partes. — ^La  co- 
misión preparatoria  se  ocupó  en  exijir  la  pronta  concurrencia 
de  los  representantes  ausentes,  y  también  acordó  llamar  al  Li- 
bertador para  que,  acelerando  su  viaje,  viniera  á  instalar  el 

(619) 


520  VIDA  DE  BOliVAB. 

Congreso. — Llegó  en  efecto  Bolívar  el  15  de  Enero  á  la  capital, 
y  fué  recibido  con  la  pompa  y  los  honores  que  siempre  se  le  ha- 
bian  tributado.  El  20  se  instaló  el  Congreso  con  47  diputados 
presidiendo  el  acto  de  instalación  el  Libertador  en  persona.  Él 
recibió  de  los  representantes  el  juramento  de  cumplir  fielmente 
los  deberes  de  su  destino  ;  presidió  la  elección  de  presidente  7 
vicepresidente  del  cuerpo,  que  recayó  en  el  Gran  Mariscal  de 
Ayacucho  y  en  el  Doctor  José  María  Estoves,  Obispo  de  Santa 
Marta,  y  habiendo  pronunciado  una  breve  y  elocuente  arenga 
en  la  cual  manifestó  que  la  Nación  fincaba  en  el  Congreso  sos 
má>s  legítimas  esperanzas  para  obtener  una  ley  fundamental 
llena  de  fuerza  y  libertad,  se  retiró  dejando  á  los  escogidos  de 
los  pueblos  ocupados  en  el  desempeño  de  sus  augustas  fun- 
ciones. 

Con  la  n)stalacion  del  Congreso,  el  Libertador  creyó  que  sus 
deberes  públicos  habian  cesado. — A  la  vez  que  envió  á  los  re- 
presentantes su  mensage,  en  el  cual  les  rogaba  con  encareci- 
miento que  diesen  otro  gefe  á  la  República,  habló  á  los  colom- 
bianos y  les  dijo  en  una  sentida  proclama : 

CoLOHBiAiros  I  Hoy  he  dejado  de  mandaros.  Veinte  afios  ha  que  ob 
sirvo  en  calidad  de  soldado  y  magistrado.  En  este  largo  período  hemos 
conquistado  la  patria,  libertado  tres  repúblicas,  conjurado  muchas  gaer 
ras  civiles,  y  castro  veces  he  devuelto  al  pueblo  su  omnipotencia,  reu- 
niendo espontáneamente  cuatros  Congresos  constituyentes.  A  vuestns 
virtudes,  valor  y  patriotismo  se  deben  estos  servicios ;  fi  mí  la  gloría  de 
haberlos  dirigido.  El  Congreso  constituyente,  que  en  este  dia  se  ha  ins- 
talado, se  halla  encargado  por  la  Providencia  de  dar  á  la  nadon  las  ios^ 
titnciones  que  ella  desea,  siguiendo  el  cuno  de  las  circunstancias  7  ^ 
naturaleza  de  las  cosas. 

Temiendo  que  se  me  considere  como  un  obstáculo  para  asentar  la  Be- 
pública  sobre  la  verdadera  base  de  su  felicidad,  yo  mismo  me  he  precipi- 
tado de  la  alta  magistratura  &  que  vuestra  bondad  me  habia  elevado. 

Colombianos  I  He  sido  víctima  de  sospechas  ignominiosas,  sin  qae 
haya  podido  defenderme  la  pureza  de  mis  principios.  Los  mismos  qoo 
aspiran  al  mando  supremo  se  han  empefiado  en  arrancarme  de  vuestros 
corazones,  atribuyéndome  sus  propios  sentimientos ;  haciéndome  parecsr 
autor  de  proyectos  que  ellos  han  concebido ;  representándome  en  fin  con 
aspiración  á  una  corona,  que  ellos  me  han  ofrecido  más  de  una  vez,  7  4^® 
yo  he  rechazado  con  la  indignación  del  más  fiero  republicano.  Nunca, 
nunca,  os  lo  juro,  ha  manchado  mi  mente  la  ambición  de  un  reino,  qo^ 
mis  enemigos  han  forjado  artificiosamente  para  perderme  en  vuestra  opi- 


VIDA  DE  BOIÍTAB.  521 

nÍDiL  Besengañ&oti,  Colombianos,  mi  único  anhelo  ha  ñdo  el  de  contri- 
buir &  yaestra  libertad  y  &  la  conservación  de  vuestro  reposo :  si  por  esto 
he  sido  culpable,  merezco  más  qiie  otros  vuestra  indignaciun.  No  escu- 
chéis, os  ruego,  la  vil  calumnia  y  la  torpe  codicia,  que  por  todas^  partes 
agitan  la  discordia.  ¿  Os  dejaréis  deslumhrar  por  las  imposturas  de  mis 
detractores  f    Vosotros  no  sois  insensatos ! 

Colombianos  I  Acercaos  en  tomo  del  Congreso  constituyente :  él  es  la 
sabiduría  nacional,  la  esperanza  legítima  de  los  pueblos  y  el  último  punto 
de  reunión  de  los  patriotas.  Penden  de  sus  decretos  soberanos  nuestras 
vidaa,  la  dicha  de  la  República  y  la  gloria  colombiana.  Si  la  fatalidad  os 
arrastrare  á  abandonarlo,  no  hay  más  salud  para  la  patria ;  y  vosotros  os 
ahogaréis  en  el  océano  de  la  anarquía,  dejando  por  herencia  á  vuestros 
hijos  el  crimen,  la  sangre  y  la  muerte.  Compatriotas:  escuchad  mi  últi- 
ma voz,  al  terminar  mi  carrera  política :  fi  nombre  de  Colombia  os  pido, 
06  ruego  que  permanezcáis  unidos,  para  que  no  seáis  los  asesinos  de  la 
patria  y  vuestros  propios  verdugos. 

Bogotá  á  20  de  Enero  de  1880,  30.<* 

Sdcon  Bolíyab. 

Con  áDsia  aguardaban  loe  miembros  del  Congreso  el  mensage 
del  Libertador.  Sabíase  que  este  lo  habla  escrito  solo,  y  que 
era  la  manifestación  más  sincera  y  positiva  de  sus  deseos  y 
convicciones.  Era  también  la  más  brillante  y  la  postrer  de- 
fensa que  el  Libertador  hiciera  de  su  conducta  y  de  sus  ope- 
raciones políticas.  Todos  admiraron  aquellos  párrafos  en  qiie 
hablando  del  estado  de  las  cosas,  j  del  magistrado  qne  habia  de 
presidir  á  Colombia,  decia  : 

COKCICBADANOS : 

Ardua  y  grande  obra  es  la  de  constituir  un  pueblo  que  sale  de  la  opresión 
por  medio  de  la  anarquía  y  de  la  gueira  civil  sin  estar  preparado  previa- 
mente para  recibir  la  saludable  reforma  á  que  aspiraba. — Pero,  las 
lecciones  de  la  historia,  los  ejemplos  del  viejo  y  nuevo  mundo,  la  expe- 
riencia de  veinte  afios  de  revolución,  han  de  serviros  como  otros  tantos  fa- 
nales colocados  en  medio  de  las  tinieblas  de  lo  futuro ;  y  yo  me  lisongeo, 
de  que  vuestra  sabiduría  se  elevará  hasta  el  punto  de  poder  dominar 
con  fortaleza,  las  pasiones  de  algunos  y  la  ignorancia  de  la  multitud ; 
consultando,  cuanto  es  debido,  á  la  razón  ilustrada  de  los  hombres  sen- 
satos, cuyos  votos  respetables  son  un  precioso  auxilio  para  resolver  las 
cuestiones  de  alta  política.  Por  lo  demás,  hallaréis  también  consejos 
importantes  que  seguir  en  la  naturaleza  misma  de  nuestro  país,  que  com- 
prende las  regiones  elevadas  de  los  Andes  y  las  abrasadas  riberas  del 
Orinoco ;  examinadle  en  toda  su  extensión  y  aprenderéis  en  él,  de  la  in- 
fidible  maestra  de  los  hombres,  lo  que  ha  de  dictar  el  Congreso  para  la 


522  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

felicidad  de  los  colombianoB. — ^Macho  os  dirá,  nuestra  historia  y  mnclio 
nuestras  necesidades ;  pero  todavía  ser&n  más  persoasiyos  los  gritoB  de 
nuestros  dolores,  por  la  falta  de  reposo  y  de  libertad  seguía. 

¡  Dichoso  el  Congreso  si  proporciona  á  Colombia  el  goce  de  estos  bie- 
nes supremos,  por  los  cuales  merecer&  las  más  puras  bendiciones  I 

Convocado  el  Congreso  para  componer  el  código  fundamental  que 
r^a  á  la  República,  j  para  nombrar  los  altos  funcionarios  que  la  admi- 
nistren, es  de  la  obligación  del  gobierno  instruiros  de  los  conocimieotOB 
que  poseen  los  respectivos  ministerios  de  la  situación  presente  del  Estado, 
para  que  podáis  estatuir  de  un  modo  análogo  á  la  natoialeza  de  las 
cosas. 

Si  no  me  hubiera  cabido  la  honrosa  ventura  de  llamaros  &  representar 
los  derechos  del  pueblo,  para  que  conforme  filos  deseos  de  vuestros  comi- 
tentes, creaseis  6  mejoraseis  nuestras  instituciones,  sería  este  el  logar  de 
manifestaros  el  producto  de  VEINTE  AS'OS  consagrados  al  servicio  de 
la  patria. — ^Mas,  yo  no  debo  ni  siquiera  indicaros  lo  que  todos  los  cinda- 
danos  tienen  derecho  de  pediros.  Todos  pueden,  y  aun  están  obligados 
á  someter  sus  opiniones,  sus  temores  y  deseos  á  los  que  hemos  constitoi- 
do  para  curar  la  sociedad  enferma  de  turbación  y  flaqueza.  Solo  yo 
estoy  privado  de  ^ercer  esta  fundón  cívica ;  porque,  habiéndoos  conTO- 
cado  y  señalado  vuestras  atribuciones,  no  me  es  permitido  influir  de  modo 
alguno  en  vuestros  consejos.  Ademas  de  que  sería  importuno  repetir  & 
los  escogidos  del  pueblo,  lo  que  Colombia  publica  con  caracteres  de  san- 
gre.— Mi  único  deber  se  reduce  á  someterme,  sin  restricción,  al  Código  y 
Magistrados  que  nos  deis;  y  es  mi  única  aspiración,  qtte  la  voluntad 
de  los  pitólos  sea  proclamada^  respetada  y  cumplida  par  su*  delegados. 

Temo,  ^^n  alg^  fundamento,  qite  se  dude  de  mi  sinceridad  al  habla- 
ros del  magistrado  que  haya  de  presidir  la  República.  Pero,  el  Congre- 
so debe  persuadirse,  que  su  honor  se  opone  á  que  piense  en  mí  para  este 
nombramiento,  y  el  mió  á  que  yo  acepte.  ¿  Haríais,  por  ventura,  refluir 
esta  preciosa  &cultad  sobre  el  mismo  que  os  la  ha  sefialado  ?  ¿  Osaréis,  sin 
mengua  de  vuestra  reputación,  concederme  vuestros  sufragios  ?  ¿  Noserfa 
esto  nombrarme  yo  mismo  ?  Lejos  de  vosotros  y  de  mí  un  acto  tan  in- 
noble  I — Obligados,  como  estáis,  á  constituir  el  gobierno  de  la  B^^- 

blica ;  dentro  y  ñiera  de  vuestro  seno,  hallaréis  ilustres  ciudadanos,  qoe 
desempeñen  la  presidencia  del  Estado  con  gloria  y  ventajas.  Todos,  t^os 
mis  conciudadanos  gozan  de  la  fortuna  inestimable  de  parecer  inocentes 
á  los  ojos  de  la  sospecha,  yo  solo  estoy  tildado  de  aspirar  á  la  tiranía.— 
Libradme,  os  ruego,  del  baldón  que  me  espera,  si  continúo  ocupando  nn 
destino  que  nunca  podrá  alejar  de  sí  el  vituperio  de  la  ambidon.— 
Creedme ;  un  nuevo  magistrado  es  ya  indispensable  para  la  BepúbÜca. 
B1  pueblo  quiere  saber  si  dejaré  alguna  vez  de  mandarlo.  Los  Estados 
americanos  me  consideran  con  cierta  inquietud,  que  puede  atraer  algún 
dia,  á  Colombia,  males  semejantes  á  los  de  la  guerra  del  Perú.— £n  Euro- 
pa misma  no  falta  quien  tema  que  yo  desacredite  con  mi  conducta  la 


VIDA  BE  BOliVAB.  523 

hermosa  cansa  de  la  libertad. — Ah  I  ca&ntas  conspiraciones  y  gneiraa  no 
hemos  sonido  por  atentar  á  mi  antoridad  j  á  mi  persona  1  Estos  golpes 
han  hecho  padecer  á  los  pueblos,  cuyos  sacrificios  se  habrían  ahorrado,  si, 
desde  el  principio,  los  legisladores  de  Colombia  no  me  hubiesen  forzado 
á  sobrellevar  una  caiga  que  me  ha  abrumado  más  que  la  guerra  y  todos 
ras  azotes. 

Mostraos,  conciudadanos,  dignos  de  representar  un  pueblo  Ubre,  ale- 
jando toda  idea  que  me  suponga  necesario  para  la  República. — Si  un 
hombre  fuese  necesario  para  sostener  el  Estado,  ese  Estado  no  deberia 
existir,  y  al  fin  no  existiria. 

El  Magistrado  que  escojáis,  será,  sin  duda,  un  iris  de  concordia  domés- 
tica, un  lazo  de  firatemidad,  un  consuelo  para  los  partidos  abatidos. 
Todos  los  colombianos  se  acercarán  al  rededor  de  este  mortal  afortunado : 
él  los  estn)chará  en  los  brazos  de  la  amistad,  formará  de  ellos  una  familia 
de  ciudadanos.  Yo  obedeceré,  con  el  respeto  más  cordial,  á  este  magis- 
.trado  legítimo;  lo  seguiré  cual  ángel  de  paz;  lo  sostendré  con  mi 
espada  y  con  todas  mis  fuerzas.  Todo  afiadirá  energía,  respeto  y  sumi- 
sión á  vuestro  escogido.  Yo  lo  juro,  legisladores ;  yo  lo  prometo  á  nom- 
bre del  pueblo  y  del  ejército  colombiano. — La  Repáblica  será  feliz,  si,  al 
admitir  mi  renuncia,  nombráis  de  Presidente,  á  un  ciudadano  querido  de 
la  Nación ;  ella  sucumbirá,  si  os  obstinaseis  en  que  yo  la  mandara. 

Oid  mis  súplicas ;  salvad  la  República :  salvad  mi  gloria,  que  es  de 
Colombia. 

Disponed  de  la  Presidencia  que  respetuosamente  abdico  en  vuestras 
manos.  Desde  hoy  no  soy  más  que  un  ciudadano  armado  para  defender 
la  patria  y  obedecer  al  gobierno.  Cesaron  mis  funciones  publicas,  para 
Biempre,  Os  hago  formal  y  solemne  entrega  de  la  autoridad  suprema, 
qne  los  sufragios  nacionales  me  habian  conferido. 

Así  contestaba  Bolívar  á  las  acusaciones  de  mando  perpetuo, 
de  tiranía  y  de  corona  que  le  hacían  sus  enemigos.  No  pueden 
ser  más  justas  las  quejas  que  profiere  en  su  proclama  contra  sus 
compatriotas  los  venezolanos,  muchos  de  los  cuales,  por  medio  de 
sus  proceres  le  habian  ofrecido  una  corona  y  ahora  le  atacaban 
atribayéndole  deseos  de  empuñar  el  cetro,  i  Tan  descarada  es 
la  calumnia  I — En  Venezuela  existia,  de  años  atrás,  un  fuerte 
partido  contra  Bolívar  á  quien  muchos  imputaban  los  actos  vio- 
lentos que  eran  producciones  expontáneas  y  exclusivas  del  Ge- 
neral Páez  como  gefe  civil  y  militar. 

"  Los  enemigos  del  Libertador,  dice  Restrepo,  no  perdían  oca- 
sión ni  medio  alguno,  por  reprobado  que  fuera,  para  destruir  su  re- 
putación y  enajenarle  el  afecto  de  los  pueblos  que  tan  justamente 
había  ganado  por  sus  eminentes  servicios  á  la  patria.  El  pro- 


524  TIDA  BE  BOIÍYAB. 

yecto  de  Monarquía,  concebido  por  el  consejo  de  Ministros  y 
adelantado  hasta  el  punto  que  hemos  visto,  sirvió  admirablemente 
á  los  enemigos  de  Bolívar  para  pintarle  como  un  ambicioso  que 
deseaba  coronarse  7  dominar  á  los  pueblos  con  un  cetro  de 
hierro.  En  vano  quisiéramos  excusar  á  Páez  j  á  otros  magnates 
de  Venezuela  de  que  no  contribuyeran  á  extender  y  acreditar 
esta  calumnia,  que  tanto  con  venia  á  sus  miras  de  futuro  engran- 
decimiento. Aunque  es  cierto  que  el  primero  tuvo  desde  el 
principio  noticia  comunicada  particularmente  por  el  Ministro  de 
la  Guerra,  Urdaneta,  sin  que  se  opusiera  al  proyecto,  pues 
solamente  exigió  saber  lo  que  pensara  el  Libertador,  y  aunque 
le  enviara  con  este  fin  al  comandante  José  Austria,  quien  fué 
hasta  Quito  ;  con  todo,  tenemos  datos  para  creer  que  Páez  no 
obró  en  este  negocio  con  la  franqueza  que  aparentaba  en  sus 
cartas  particulares.  Toda  su  conducta  en  aquel  tiempo  y  sus 
hechos  posteriores  nos  persuaden,  que  aparentando  á  los  miem- 
bros del  gobierno  de  Bogotá  que  procedería  de  acuerdo  con  sus 
miras,  se  aprovechó  diestramente  de  las  circunstancias  á  fin  de 
abrirse  el  camino  para  obtener  la  primera  magistratura  de  un 
Estado  independiente,  rompiendo  la  unión  colombiana. 

"  Hallábanse  los  ánimos  de  muchos  venezolanos  en  la  disposi- 
ción arriba  expresada,  cuando  ocurrió  la  rebelión  de  Córdoba 
en  Antióquia.  El  valor  y  nombradia  del  corifeo,  la  guerra  que 
aun  se  ignoraba  en  Caracas  haberse  terminado  con  el  Perú,  y 
la  ausencia  del  Libertador  en  los  confines  meridionales  de  la 
República,  todo  esto  les  hizo  creer  que  habia  llegado  el  mo- 
mento oportuno  de  disolver  á  Colombia,  separando  de  la  unión 
á  los  departamentos  de  la  antigua  capitanía  general  de  Vene- 
zuela, á  fin  de  erigirlos  en  un  Estado  soberano  6  independiente. 
Los  corifeos  de  este  proyecto  no  dudaban  que  él  reuniría  en  su 
favor  la  opinión  de  los  pueblos,  declamando  contra  el  gobierno 
de  Colombia  y  contra  el  Libertador,  excitando  al  mismo  tiempo 
las  fuertes  antipatías,  bien  conocidas  ya,  que  habia  entre  vene- 
zolanos y  granadinos.  Una  chispa  bastaba  para  causar  un  ter 
rible  incendio,  y  desde  los  últimos  días  de  Octubre  comenzaron 
á  circular  en  Caracas  pasquines  manuscritos  é  impresos  en  que 
atrozmente  se  injuriaba  á  la  persona  y  al  gobierno  del  Liberta- 
dor á  quien  pintaban  como  un  déspota  que  pretendía  ceñirse  b 
corona  de  su  patria." 


VIDA  DE  boiíyab.  525 

Páez  habia  recibido  en  Valencia  la  circular  expedida  por  el 
Libertador  desde  Guayaquil  en  31  de  Agosto,  para  que  los  pue- 
blos expresaran  libremente  sus  opiniones  con  respecto  á  la  forma 
de  gobierno,  al  código  fundamental  y  al  gefe  que  hubiera  de 

presidir  la  administración No  pudo  ofrecérsele  mejor  ni  más 

eficaz  medio  para  conseguir  sus  designios  de  separar  á  Yene^ 
zuela,  desconocer  la  autoridad  de  Bolívar  y  ejercer  el  mando 
supremo.  Así  que,  en  el  acto,  envió  dicha  circular  á  Caracas  y 
á  otros  pueblos  y  ciudades  con  orden  de  que  se  hicieran  en  todas 
partes  pronunciamientos  pidiendo  enérgicamente  la  separación. 
Con  esto  se  puso  al  orden  del  dia  la  difamación  contra  Bolívar. 
Aparecieron  en  las  paredes  letreros  é  inscripciones  sumamente 
injuriosas  á  su  nombre.  Los  vecinos  de  Valencia,  (donde  moraba 
Páez)  fueron  los  primeros  en  solicitar  el  ostracismo  de  Bolí- 
var, encargando  á  Páez  que  no  le  permitiera  pisar  más  el  terri- 
torio de  Venezuela.  Las  actas  de  Calabozo  y  Puerto  Cabello, 
lugares  donde  Páez  ejercía  influencia,  amontonaron  contra  Bolí- 
var calumnias  y  denuestos  tan  altamente  ofensivos  que  la  pluma 
86  resiste  á  copiarlos,  y  los  vecinos  de  Puerto  Cabello  llegaron 
en  su  delirio  hasta  pedir  que  se  relegase  al  olvido  el  nombre 
ilustre  del  Libertador  de  un  mundo !  I — En  Caracas,  á  donde 
Páez  envió  emisarios  activos  y  de  influencia,  se  desconoció  la  au- 
Unñdad  dd  General  Bolívar^  y  se  acordó  por  una  acta  "  que  el 
benemérito  General  José  Antonio  Páez  fuera  el  gefe  de  aque- 
llos departamentos,  porque  él  reunia  la  confianza  de  los  pueblos." 
— Los  fundamentos  de  esta  acta  son  una  emponzoñada  diatriba 
contra  Bolívar. — La  prensa  en  tanto  crujía,  desdorando  el  nom- 
bre del  Libertador. — El  Fanal^  periódico  que  sostenían  los  de- 
votos de  Páez  en  Caracas,  no  era  sino  una  compilación  de  inju- 
rias atroces  contra  el  hombre  á  quien  tan  inmensos  beneficios  se 
debían.  No  se  le  trataba  sino  de  tirano,  de  ambicioso,  de  hijpó-^ 
críia  insigne ;  no  se  pedia  sino  su  separación  del  mando,  su 
destierro,  su  ignominia  1 1 

Al  principio,  Páez,  que  era  el  alma  de  la  revolución  en  Vene- 
zuela, si  bien  no  podía  siempre  disimular  su  pensamiento,  lo 
recataba  al  menos  ;  pero  luego  abandonó  su  moderación  apa- 
rente ;  vino  á  Caracas  ;  aprobó  el  pronunciamiento  de  la  capital 
contra  Bolívar  ;  ofreció  sostener  aquel  con  las  armas,  rompiendo 
definitivamente  con  este  ;  declaró  á  Venezuela  Estado  soberano ;. 


526  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

nombró  ministros  y  convocó  un  congreso  que  debería  reunirse  ec 

Valencia Páez  pidió  á  los  pueblos  "  subsidios  para  los  gastos 

de  la  guerra  contra  Bolívar"  y  se  aprestó  para  herir  el  pecho  del 
magnánimo  Libertador  con  aquella  espada  redentora  de  los  hvr 
manos.  Escribióle  al  mismo  tiempo  una  carta  particular  en  que 
manifestaba  su  resolución,  y  le  excitaba  á  que  no  se  empeñara  en 
contrariar  la  voluntad  decidida  de  los  venezolanos  ;  que  si  los 
atacaba,  el  país  se  cubriría  de  guerrillas  que  lo  destruirían,  j 
que  por  último  recurso  más  bien  se  entregarían  á  los  espaQo. 
les...  111  ¡  Qué  vil,  qué  criminal  amenaza  I  "  No  creemos, dice 
Bestrepo,  que  Páez  y  sus  partidarios  hubieran  pensado  jamas  en 
cumplirla ;  pero  ella  era,  sin  duda,  el  peor  medio  para  inclinar 
el  ánimo  constante  del  Libertador.'' — Restrepo  era  muy  indul- 
gente.— Yo  no  entro  aquí  á  averiguar  si  Páez  y  sus  partidarios 
hubieran  pensado  ó  no  en  llevar  á  cabo  su  amenaza ;  pero  si  creo 
que  Pitágoras  profetizaba  el  advenimiento  de  estos  hombres 
cuando  decia  : — los  monstruos  más  ¡horribles  no  se  encuentran  en 
A/rica  sino  en  hs países  en  revdtccion.... 

Venezuela  tenia  razones  muy  poderosas  para  desear  la  efectiva 
separación  ;  pero  los  pro-hombres  del  movimientos  reaccionario 
no  tenian  ninguna  para  injuriar  al  Libertador  y  calumniarle, 
para  maldecir  su  nombre,  que  era  nuestra  gloria,  para  descono- 
cer sus  eminentes  servicios  y  preferir  la  cadena  de  la  España  al 
dulcísimo  gobierno  del  Padre  de  la  Patria. 

El  Congreso  constituyente,  compuesto  de  los  hombres  más 
respetables  de  la  nación,  hijos  de  todas  sus  provincias  y  de  dife- 
rentes matices  políticos,  al  contestar  el  mensage  de  Bolívar,  le 
dio  un  espléndido  testimonio  de  su  aprecio  y  de  su  agradeci- 
miento, aprobando  su  conducta  y  llenándole  de  eloprios.  Lejos 
de  rendirse  á  las  razones  que  este  daba  para  su  separación  del 
mando,  no  admitió  la  dimisión  que  hizo  de  la  presidencia  de 
4a  República ;  antes  al  contrario  le  observó,  que  mientras  no 
se  establecían  instituciones  libres  al  mismo  tiempo  que  fuertes,  la 
historia  de  todas  los  países  enseñaba  que  la  pública  tranquilidad 
pendía  necesariamente  de  las  personas  :  que  el  monstruo  devo- 
rador  de  la  anarquía  se  cebaria  en  Colombia,  si  él  la  abandonara 
en  aquel  momento :  que  habia  prometido  solemnemente  conti- 
nuar ejerciendo  la  suprema  autoridad  hasta  tanto  que  el  Con- 
vgreso  promulgara  la  constitución  y  nombrara  magistrados :  que 


VIDA  DB  BOliVAB.  527 

lo  que  debía  á  Colombia  y  á  si  mismo,  oponía  obstáculos  pode- 
rosos á  que  tuviera  efecto  su  abdicación :  que  el  Congreso, 
también,  se  vería  en  la  absoluta  imposibilidad  de  aceptársela, 
porque  aquella  promesa  estaba  contenida  en  la  ley  de  su  creación 
y  él  debía  ser  el  primero  en  respetarla  religiosamente  :  que  por 
lo  que  hacia  á  su  reputación,  ella  no  podia  sufrir  menoscabo  por 
las  calumnias  de  sus  detractores,  existiendo  en  su  reunión  la 
respuesta  más  victoriosa  que  podia  dárseles :  que  continuara 
preservando  la  república  de  los  horrores  de  la  anarquía  y  la 
dejara  por  legado  la  consolidación  de  sus  leyes  ;  y  que,  en  fin,  su 
nombre  ya  inmortal  aparecería  más  resplandeciente  aun,  y  más 
puro  en  las  páginas  de  la  historia,  cuando  el  buril  do  esta  hu- 
biera gravado  en  ellas  todo  cuanto  había  hecho  y  sacrificado 
para  conseguir  la  felicidad  de  su  patria. — ^Bolívar  ofreció  en 
consecuencia  seguir  provisionalmente  &  la  cabeza  del  gobierno  ; 
pero  declarando  de  nuevo,  para  evitar  que  el  Congreso  pusiera 
sus  ojos  en  él  para  la  presidencia,  }^^que  cualesquiera  que 
fuesen  las  circunstancias  de  la  república,  faustas  6  infaustas,  y 
aunque  se  hallara  en  los  brazos  de  la  muerte,  jamas  se  haría 
cargo  de  un  mando  que  ahorrecia  más  que  la  tiranía.^'^ti 

Aquel  era  el  lengnage  que  usaban  los  patriotas  hablando  del 
Libertador. — Su  testimonio  es  irrefragable  para  desmentir  las 
calumnias  de  los  partidarios  de  Páez  y  de  Santander,  unidos 
únicamente  en  el  odioso  intento  de  la  detracción  contra  Bolívar. 
I  Tirano  y  Déspota  le  llamaban... !  Un  déspota  no  consulta  á  los 
pueblos,  no  los  excita  á  que  manifiesten  su  voluntad,  no  les  dice 
que  esta  es  la  soberana,  no  los  reúne  á  deliberar,  no  promete 
sostener  y  ejecutar  los  mandatos  de  la  mayoría,  no  perdona  á 
los  que  atentan  contra  su  vida  y  su  autoridad,  no  pide  con  ahinco 
que  se  le  exima  del  peso  del  poder  supremo....  Bolívar  tirano  I 
Y  lo  decían  los  que  todo  le  debian:  vida,  libertad,  honores, 
influencia,  poder,  riqueza  1 1 

En  27  de  Enero  el  Libertador  dirijió  un  mensage  al  Congreso, 
en  que  le  manifestaba  estar  persuadido  de  que  sería  oportuna  la 
medida  de  acercarse  á  Venezuela — "  con  el  objeto,  decía,  de 
transigir  amistosamente  unas  desavenencias  que  desgraciada- 
mente turbaban  el  orden  y  la  tranquilidad  de  la  nación."  Añadió 
haber  invitado  ya  con  este  designio  al  jefe  superior  de  Vene- 
zuela á  una  entrevista ;  pero  que  nc  había  juzgado  conveniente 


528  VIDA  DE  boiítas. 

adelantar  Remejante  medida  sin  someterla  antes  al  Congreso,  j 
recibir,  en  caso  de  qne  se  aprobara,  la  competente  antorizacion 
que  debia  influir  sobre  manera  en  el  buen  éxito  de  este  paso 
conciliatorio.  Indicaba  que  en  su  ausencia  podría  quedar  en- 
cargado del  gobierno  el  consejo  de  ministros,  dirijido  por  el 
presidente  Doctor  José  María  del  Castillo,  ó  por  la  persona  que 
designara  el  Congreso.  Concluía  asegurando  á  la  TepreBeat 
tacion  nacional  que  no  le  ocupaba  otro  pensamiento  que  el  bien 
de  la  República. 

Luego  que  la  comisión  á  quien  se  pasara  tan  importante  men- 
saje presentó  su  informe,  se  empe&ó  un  largo  debate  sobre  ra 
contenido.  Beduciase  aquel  á  manifestar  al  Libertador  la  ili- 
mitada confianza  que  tenia  el  Congreso  en  su  larga  experíeneift, 
en  sus  talentos  y  patriotismo,  relevantes  prendas  que  le  daban 
aptitud  para  calmar  las  pasiones  j  la  división  que  por  de^racia 
se  habia  introducido  entre  los  colombianos :  le  encargaba  qne  les 
asegurase  que  el  congreso  no  omitiría  medio  ni  sacrificio  alguno 
para  dar  á  Colombia  una  constitución — "  que  conservara  la 
unión  entre  sus  diferentes  partes  sin  detrimento  de  los  intereses 
locales,  y  que  combinara  la  libertad  con  el  orden,  poniendo  fuera 
del  alcance  del  poder,  no  menos  que  las  cciones,  las  garantías 
individuales  y  la  traquilidad  común.''  A  mismo  tiempo  indicaba 
el  congreso  en  su  contestación,  no  estar  en  sus  facultades,  limi- 
tadas por  la  convocatoría  á  dar  una  constitución  y  elegir  los 
altos  funcionarios,  el  ingerirse  en  el  viaje  propuesto  por  el  Li- 
bertador, medida  que  tocaba  al  ejecutivo  adoptar  ó  no,  contando 
siempre  con  la  cooperación  del  congreso  en  todo  lo  que  condu- 
jera á  sostener  la  unión  y  la  estabilidad  de  Colombia  ;  pereque 
sentiria  su  ausencia  de  la  capital,  antes  de  qne  se  áeordase  la 
nueva  constitución — "  y  que  pudiera  presentar  en  ella  nn  testi- 
monio irrefragable  de  la  voluntad  general,  y  una  garantía  na- 
cional y  permanente  contra  la  desconfianA  y  sugestiones  de  lo» 
enemigos  de  Colombia." 

De  esta  manera  el  congreso  esquivó  las  dificultada  que  en- 
volvía el  paso  indicado  por  Bolívar.  Tanto  por  esto,  como  por 
las  noticias  posteriores  que  se  recibieron  de  Venezuela  j  del 
Zúlia,  no  se  volvió  á  tratar  sobre  el  proyectado  viaje.  Bs  ver 
dad  que  Páez  tampoco  se  prestó  á  la  entrevista  que  le  propo- 
Biera  el  Libertador. 


VIDA  DB  boiíyab.  629 

Este  concedió  una  audiencia  de  despedida  al  comisionado 
francés  Bresson,  que  habia  permanecido  en  Bogotá  hasta  ser 
presentado  al  Libertador,  á  quien  deseaba  conocer  personalmente 
7  ofrecerle  sus  respetos  á  nombre  de  S.  M.  Cristianísima. 

Poco  tiempo  después  fueron  también  presentados  al  Liberta- 
dor dos  nuevos  ministros  plenipotenciarios ;  el  comendador 
Don  Luis  De  Souza  Díaz,  enviado  por  el  Emperador  del 
Brasil,  y  el  seüor  Guillermo  Turner  por  el  gobierno  de  S.  M. 
Británica,  los  que  principiaron  inmediatamente  á  desempeñar 
sus  funciones. 

Uno  de  los  primeros  pasos  del  congreso  constituyente  cuando 
principiaron  las  sesiones  habia  sido  nombrar  una  comisión  de 
diputados,  á  quienes  presidia  el  antiguo  secretario  de  relaciones 
exteriores  del  Libertador  y  representante  por  Bogotá,  Doctor 
Estanislao  Yergara,  para  redactar  el  proyecto  de  la  nueva  cons- 
titución. Gomo  las  opiniones  de  los  pueblos  eran  tan  varias  y 
encontradas,  la  comisión  pidió  al  Congreso  que  fijara  previa- 
mente las  bases,  cuyo  proyecto  fué  redactado  por  otra  comisión 
especial.  Entróse  á  discutirlas  sin  tardanza,  y  siendo  diez  y 
seis  en  número,  las  que  envolvían  muy  arduas  cuestiones  de 
derecho  constitucional,  empleó  el  Congreso  doce  sesiones  en 
acordarlas. 

Cuando  se  principiaron  á  discutir,  el  Libertador  pidió  per- 
miso al  Congreso  para  emplear  en  un  mando  militar  al  diputado 
José  María  Carroño.  Pensaba  enviarle  al  Zúlia  á  encargare 
del  mando  civil  y  militar  de  aquel  departamento ;  pues  se  igno- 
raba todavía  en  la  capital  haberse  adherido  á  la  revolución  de 
Venezuela.  Al  presentar  su  informe  la  comisión  á  quien  se  pa- 
sara este  negocio,  compuesta  de  los  diputados  Aranda,  de  Fran- 
cisco Martin,  y  Unda,  propuso — "  que  se  enviara  á  Venezuela 
ana  misión  de  paz,  compuesta  de  dos  miembros  del  Congreso,  la 
que,  precediendo  á  todo  temor  y  á  toda  sospecha,  hiciera  conocer 
las  verdaderas  intenciones  de  la  representación  nacional,  y  las 
esperanzas  que  ofrecían  en  escrupolosa  consideración  á  la  sitúa-/ 
cion  presente  de  la  República,  y  su  ardiente  anhelo  por  dejar 
satisfechos  los  votos  nacionales."  La  misma  comisión  debia  lle- 
var las  bases  de  la  constitución  para  disipar  cualesquiera  temo- 
res y  sospechas  que  hubieran  podido  concebirse  en  Venezuela 
Bobre  el  código  fundamental  que  iba  á  estatuirse. 

34 


530  tidá  de  bolívar. 

Esta  idea  fué  muy  bien  acogida  por  el  Congreso,  que  la  adoptó 
casi  por  unanimidad.  Escogiéronse  para  la  misión  el  General 
Sucre,  Presidente  del  Congreso,  el  Vicepresidente  Doctor  José 
María  Estéves,  obispo  de  Santa  Marta,  y  el  diputado  por  Ca^ 
tagena  Juan  García  del  Rio.  Por  excusa  de  este  quedó  la  co- 
misión reducida  á  los  dos  primeros,  de  cuya  experiencia,  talen- 
tos é  influjo  se  esperaba  mucho  en  aquellas  circunstancias  para 
restablecer  la  unión,  la  paz  y  la  tranquilidad  de  Colombia. 

El  mismo  Congreso  acordó  las  instrucciones  que  debian  servir 
de  regla  á  los  comisionados.  Manifestar  á  los  pueblos  de  Ve- 
nezuela las  bases  de  la  futura  constitución  enteramente  republi- 
cana ;  persuadirles  de  que  los  escogidos  del  pueblo  colombiano  de 
ninguna  manera  pensaban  establecer  una  Monarquía  ;  hacer  en- 
tender á  los  mismos  pueblos  y  á  las  autoridades  constituidas  en 
Venezuela,  que  el  Congreso  había  tomado  el  mayor  interés  en 
que  no  se  les  hostilizara,  esperando  conseguir  un  avenimiento 
amistoso,  sistema  que  se  propuso  al  Ejecutivo  desde  que  esta- 
llaron los  movimientos  primeros  contra  la  unión :  inculcar  al 
mismo  tiempo  la  firme  é  invariable  resolución  en  que  estaba  el 
Congreso  de  conservar  la  integridad  de  la  República  y  la  unidad 
del  gobierno  en  la  nueva  constitución  que  se  iba  á  decretar ; 
asegurar  bajo  de  la  más  inviolable  garantía,  que  publicada 
aquella  quedarían  sepultados  en  el  olvido  todos  los  disturbios 
anteriores,  sin  que  á  ninguno  de  sus  autores  y  cómplices  se  les 
siguiera  el  menor  daño  en  sus  personas  y  propiedades,  y  que  por 
una  ley  se  prohibiría  cualquiera  recuerdo  de  las  opiniones  indi- 
viduales, que  se  hiciera  en  ofensa  de  los  que  las  hubieran  profe- 
sado ;  tratar,  en  fin,  con  todas  las  autoridades  y  personas  que 
fuera  necesario  para  conseguir  una  amistosa  terminación  de  las 
diferencias  existentes,  según  el  buen  juicio  de  los  comisionados : 
hé  aquí  los  puntos  principales  que  contenian  aquellas  instruc- 
ciones. 

Después  de  leerlas  y  meditarlas,  el  General  Sucre,  al  despe- 
dirse del  Congreso  para  emprender  su  viage  á  Cúcuta  (Febrero 
17j)  dijo  en  sesión  pública  : — ^  que  atendidas  las  bases  que  se  le 
prescribían  para  la  negociación  y  el  estado  de  los  negocios  en 
Venezuela,  no  esperaba  resultado  alguno  favorable."  Sin  em- 
bargo el  Congreso  no  le  eximió,  nombrando  parasucederleenla 
presidencia  del  cuerpo  al  Doctor  Vicente  Borrero,  diputado  por 


VIDA  DE  BOLÍYAB.  581 

la  provincia  de  Popayan,  y  para  Vicepresidente  en  lugar  del 
obispo  Bstéves,  al  señor  Modesto  Larrea,  diputado  por  Pi- 
chincha. 

Termináronse  entonces  las  discusiones  sobre  las  basas  pro- 
puestas para  la  futura  constitución,  adoptándose  definitivamente. 
Conforme  á  ellas  la  República  sería  una^  según  la  ley  funda- 
mental, y  su  gobierno  popular,  representativo  y  electivo  en  pe- 
ríodos de  ocho  afios :  el  poder  legislativo  debia  estar  dividido 
entre  el  Senado,  la  Cámara  de  Representantes  y  el  Ejecutivo : 
habría  un  Consejo  de  Estado  para  auxiliar  al  Presidente  de  la 
República,  quien  seria  irresponsable,  exceptuando  solamente  el 
caso  de  traición  ;  la  responsabilidad  gravitaria  sobre  sus  secré- 
tanos. Se  creaban  ademas  cámaras  de  distrito  para  cuidar  de 
los  intereses  locales  ;  se  aseguraban  las  garantías  individuales, 
y  se  declaraba  que  la  religión  católica,  apostólica,  romana  era 
la  religión  de  la  República,  y  que  el  gobierno,  ejerciendo  el  pa- 
tronato de  la  Iglesia  colombiana,  no  permitiría  otro  culto  público. 
El  Congreso  hizo  imprimir  inmediatamente  dichas  basas,  acom- 
pañándolas con  una  alocución  á  los  colombianos  (Febrero  20.) 
En  esta  procuraba  dar  razón  de  sus  fundamentos  principales,  di- 
sipar las  desconfianzas,  y  excitar  á  la  unión,  como  el  único  vín- 
culo qne  podia  salvar  á  la  República  del  naufragio  que  la  ame- 
nazaba por  do  quiera. 

Hacia  este  mismo  tiempo,  el  Libertador,  á  fin  de  dar  nuevas 
pruebas  de  su  generosidad,  mandó  expedir  salvosconductos  para 
regresar  á  Colombia  á  todos  los  que  aun  sufrían  destierro  por 
causa  de  la  conspiración  del  25  de  Setiembre.  Permitió  igual- 
mente á  los  que  cumplían  las  penas  de  sus  sentencias  por  el 
mismo  delito,  que  volviesen  á  sus  domicilios  ó  que  salieran  del 
país,  según  la  parte  que  hablan  tenido  en  aquel  crimen. 

Apenas  se  concluyeron  tan  importantes  negocios  cuando  el 
Libertador  pasó  un  mensage  al  Congreso  en  que  le  manifestaba : 
primero,  que  hallándose  enfermo  necesitaba  con  urgencia  sepa- 
rarse del  ejercicio  del  poder  ejecutivo ;  y  segundo,  que  siendo 
miembro  del  Congreso  el  Señor  Castillo,  presidente  del  Consejo 
de  ministros,  quien  debia  desempeñarlo  conforme  á  lo  dispuesto 
e!i  el  decreto  orgánico  de  20  de  Agosto  de  1828,  tocaba  alCon 
greso  elegir  la  persona  que  desempeñara  interinamente  el  go- 
bierno de  la  República.    Este  mensage  suscitó  una  larga  discu 


682  YIDA  DB  BOIÍYAB. 

fiioD.  á  coDsecaencia  de  la  cual  declaró  el  Congreso— ^'qae  no 
le  tocaba,  conforme  al  decreto  de  su  convocatoria,  elegir  la  per- 
sona que  debia  presidir  el  consejo  de  ministros,  y  ejercer  las 
funciones  del  Ejecutivo,  mientras  el  Libertador  restableciera  sn 
salud." — Era  esta  en  efecto  una  función  que  correspondia  al 
mismo  Bolívar,  según  el  decreto  orgánico  que  aun  estaba  en 
observancia. 

En  vista  de  tal  declaratoria  el  Libertador  nombró  en  primero 
de  Marzo  al  General  Domingo  Gaicedo  para  presidente  interino 
del  Consejo  de  Ministros*  conservándole  al  mismo  tiempo  la  se- 
cretaría de  relaciones  exteriores.  En  seguida  le  encargó  tem- 
poralmente del  poder  ejecutivo,  retirándose  al  campo  6  quinta 
de  Fucha  á  reponer  su  salud.  Hallábase  esta  muy  deteriorada, 
así  por  el  trabajo  como  por  los  sufrimientos  morales  qne  le 
causaban  sus  enemigos  en  la  Nueva  Granada  y  principalmente 
en  Venezuela. — ^Desde  aquel  dia  no  volvió  á  ejercer  el  poder 
ejecutivo  de  Colombia. 

Bolívar  conocía  la  bondad  de  corazón,  el  patriotismo  y  des- 
prendimiento de  mando  del  General  Caicedo.  Tuvo,  pues,  la 
mira,  y  lo  dijo  á  varias  personas,  de  que  iba  á  elevar  á  este  vir- 
tuoso granadino  para  que  mediase  entre  los  partidos  y  prote- 
giese á  los  amigos  del  Libertador  de  las  persecuciones  que  ne- 
cesariamente les  suscitarían  los  demócratas  exaltados. 

Mientras  tanto  la  comisión  de  paz  que  el  Congreso  habia 
dirigido  á  Venezuela  arribó  á  Cticuta,  de  donde  siguiera  sin 
tardanza  al  territorio  de  la  provincia  de  Mérida.  Apenas  habia 
llegado  á  Táriba,  pueblo  situado  ocho  leguas  más  allá  de  la  raya, 
cuando  se  les  presentó  el  Comandante  de  la  Grita,  Perdomo,  con 
una  orden  del  Gobernador  de  Mérida,  Piñango,  en  que  termi- 
nante y  expresamente  le  prevenía  con  arreglo  á  otra  del  gobiOTno 
de  Páez,  que  no  permitiera  introducirse  en  el  territorio  venezo- 
lano a  ningún  comisionado  del  gobierno  colombiano,  fuera 
cual  fuese  su  representación  y  categoría ;  que  detuviera  á  los 
que  se  presentaran,  y  que  enviase  al  gobierno  de  Venezuela  coa* 
lesquiera  comunicaciones  que  condujeran.  Los  comisionados 
Sucre  y  Estoves  protestaron  contra  aquella  medida,  caracteri- 
zándola de  injusta,  impolítica  6  inaudita  en  los  anales  de  las  re- 
voluciones, pues  cerraba  la  puerta  á  una  comisión  de  paz,  como 
era  la  de  ellos,  y  produciría  acaso  un  rompimiento  quede  ningún 


YIDA  DB  BOIÍTAB.  533 

modo  sería  imputable  al  gobierno  ni  al  Congreso  colombiano. 
Añadieron  que  ellos  eran  comisionados  de  este,  j  no  del  gobier- 
no de  Bogotá,  á  los  que  se  referia  la  orden. 

Habiendo  dado  esta  contestación,  siguieron  su  viage  hasta  la 
Qrita  ;  pero  aquí  se  impusieron  de  las  órdenes  perentorias  comu- 
nicadas á  las  autoridades  civiles  y  militares,  para  no  dejarlos 
avanzar  un  paso  más  (Marzo  20).  En  consecuencia  determina- 
ron volver  á  Gúcuta,  hacia  donde  se  pusieron  en  camino.  Tu- 
vieron antes  de  emprender  su  marcha  la  noticia  oficial  de  que 
el  jefe  de  Venezuela  habia  nombrado  á  los  Señores  General 
Marino,  Martin  Tovar  Ponte  y  Andrés  Narvarte,  para  que  pre- 
sentándose en  los  límites  del  territorio  venezolano,  trataran  con 
los  enviados  del  Congreso  de  Colombia. 

De  esta  manera  el  Ceneral  Páez  y  sus  partidarios  cerraron  las 
puertas  á  la  comisión  de  paz  que  enviaba  el  Congreso,  y  disipa- 
ron las  esperanzas  que  justamente  se  hablan  concebido  en  los 
talentos  é  influjo  que  pudieron  ejercer  para  conservar  la  unión 
colombiana  el  Gran  Mariscal  de  Ayacucho  y  el  Obispo  de  Santa- 
marta.  £1  partido  separacionista  de  Venezuela,  poco  seguro  de 
la  opinión  pública  en  favor  de  su  proyecto,  sin  duda  temió  que 
los  comisionados  disiparan  las  fábulas  y  patrañas  con  que  habian 
conmovido  á.  los  pueblos  contra  el  gobierno  del  Libertador,  con- 
tra la  unión  colombiana  y  contra  la  futura  constitución,  ün 
fdstema  tan  mal  cimentado,  debia  caer  por  sí  mismo  luego  que  se 
conociera  la  verdad.  Fué  por  eso  que  los  corifeos  de  la  sepa- 
ración, temiendo  que  la  misión  de  paz  trastornara  sus  designios, 
cerraron  á  los  comisionados  la  entrada  de  Venezuela. 

Estando  ya  en  el  territorio  venezolano  recibieron  también  los 
comisionados  la  proclama  de  Páez,  publicada  el  2  de  Marzo. 
Contenia  esta  fuertes  y  decididas  protestas  de  sostener  la  nueva 
oi^nizacion  que  se  habia  dado  á  Venezuela.  Decia  que  los 
enemigos  que  la  atacaran  no  podrían  triunfar  sin  que  pasaran 
antes  sobre  el  cadáver  del  gefe  civil  y  militar.  Informaba  á  los 
venezolanos  que  la  comisión  reunida  en  Bogotá  habia  declarado 
que  la  ley  fundamental  era  indestructible,  y  encargado  al  Gene- 
ral Bolívar  que  conservara  la  integridad  del  territorio,  misión 
odiosa  que  este  habia  aceptado  voluntariamente.  Anadia  que 
después  de  resignar  el  mando  marchaba  con  un  ejército  á  des- 
garrar las  entrañas  de  su  madre,  y  á  saciar  sus  venganzas,  pre- 


634  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

toxtando  obedecer  á  la  volutad  nacioDal.  Aserciones  tao  falsas 
como  aventuradas,  hijas  de  Páez  y  de  sus  consejeros,  tenism  por 
objeto  entusiasmar  á  los  pueblos  con  tales  patrañas,  j  excitar  su 
odio  contra  el  Libertador  y  contra  los  que  sostenían  la  anión 
colombiana. 

En  consecuencia  de  aquellas  noticias  Páez,  dando  soltara  á 
su  genio  belicoso,  se  preparó  para  salir  á  campafia,  no  sola- 
mente, según  decia,  con  el  objeto  de  sostener  el  pronancia- 
miento  de  Venezuela,  sino  con  el  de  libertar  á  la  Nueva  Granada.* 

¿  Y  libertarla  de  quién  ?  Quién  la  oprimía  ?  ¿  Era  Bolívar  ? 
¿  Se  habia  oMdado  Páez  que  la  espada  de  Bolívar  evskl^ espada 
redentora  de  los  humanos  ?  El  afio  1826  dio  aquel  por  pre- 
texto engañoso  de  su  alzamiento,  la  mala  administración  de 
Santander ;  ahora  que  no  existia  esta  causa,  daba  la  de  separa- 
ción de  Venezuela.  Subterfugio  ridículo,  pues  que  Bolívar  no 
se  oponia,  antes  bien  consideraba  necesaria  aquella  medida.— La 
cansa  verdadera  que  impelía  á  Páez,  la  hallaremos  en  la  ambi- 
ción que  desordenaba  su  voluntad  y  lo  hacia  insolente ;  j  bien 
que  el  Libertador  fueáe  el  hombre  más  acreedor  á  la  veneración 
y  al  amor  de  los  venezolanos,  señalad^^mente  de  Páez,  este, 
ingrato,  siguió  el  camino  de  los  ultrages  y  de  las  ofensas  á  sa 
bienhechor,  dejando  á  un  lado  la  senda  del  respeto  y  de  la  mo- 
deración que  le  habrían  conducido  como  por  la  mano  á  los  al- 
cázares de  la  inmortalidad.  Bolívar  habia  honrado  á  Páez  y 
le  habia  distinguido ;  y  esto  que  debió  inspirar  el  reconocimiento, 
engendró  la  antipatía....  Diríase  que  Páez  cansado  con  el  peso 
de  las  obligaciones  que  tenia  para  con  el  Libertador,  por  librarse 
del  agradecimiento,  volvió  en  odio  los  beneficios  y  buscó  pretex- 
tos para  quebrar  y  levantarse  con  la  deuda,  t 

En  aquella  situación  extrema  á  que  las  cosas  hablan  llegado, 
fueron  inútiles  las  conferencias.  ¿Qué  podia  adelantarse  en 
beneficio  de  la  unión,  del  bien  y  de  la  gloria  de  Colombia?— 
Los  enviados  del  Congreso  reconocieron  luego  que  eran  incon- 
ciliables los  intereses  de  su  comitente  con  los  de  la  ambición  dd 
caudillo  venezolano,  y  se   retiraron. — ^La    negociación  quedó 

*  Restrkpo  hiflt.  de  Colombia.* 

f  Tal  es  á  veces  la  condición  hnmana.  Y  es  observación  de  Séneca,  qo< 
las  jfprandes  mercedes  crian  grandes  enemigos.  Quídam  gao  plu»  dthtnt,  tnagú 
odiTunt,    Zev€  «w  aliéítum  dtbiiorem  facU,  grave  tnirntcum.  (Epist  19.) 


VIDA  DB  BOLÍVAR.  535 

frustrada.  Solo  se  leían  las  proclamas  de  Páez,  guerreras  y 
amenazantes  al  gobierno,  y  solo  se  hablaba  de  la. invasión  qne 
proyectaba  aquel....  1  Días  de  inquietud  y  malestar  en  que 
Bolívar  que  vivia  retirado  en  la  quinta  de  Fucha,  restableciendo 
su  salud  quebrada,  tuvo  que  volver  á  Bogotá,  para  acordar  las 
medidas  convenientes  en  tan  dolorosas  circunstancias  ;  dado  que 
estos  sucesos  coincidieron  con  la  insurrección  de  Gasanare  pro- 
movida pop  venezolanos  que  abrigaban  el  depravado  intento  de 
revolver  la  Nueva  Granada,  y  con  otros  desconciertos  y  males 
nacidos  todos  de  la  perturbación  <\\xe  ocasionaba  Páez. 

Cuando  el  Libertador  volvió  á  Bogotá,  algunos  de  sus  amigos 
quisieron  persuadirle  que  reasumiese  el  mando  supremo  el  cual  de- 
sempeñaba el  General  Caicedo  por  delegación  suya,  y  daban  para 
esto  muchas  razones  que  se  resolvían  todas  en  la  de  conveniencia 
pública.  BoLÍTAR,  dotado  de  un  ardiente  patriotismo,  fuente  de 
las  virtudes  más  sublimes,  que  se  dan  la  mano  con  todas  las  cua- 
lidades guerreras,  poseía  una  alta  política  que  colocaba  constan- 
temente los  intereses  de  la  patria  sobre  toda  otra  consideración, 
cualquiera  que  fuese.  En  los  momentos  de  conflicto  en  que 
Colombia  se  hallaba,  el  Libertador  era-  la  esperanza.  Empero, 
si  las  ingratitudes  no  le  habian  agriado,  sí  le  habian  abatido  ; 
y  si  el  trabajo  continuo  de  una  imaginación  ardiente  no  habia 
menoscabado  el  vigor  de  su  espíritu  infinito,  sí  habia  comenzado 
á  cortar  el  estambre  de  su  preciosa  vida.  Bolívar  declinaba  ya 
á  la  tumba,  y  él  mismo  se  reconocia  inhábil.  No  obstante,  reunió 
en  su  casa  (21  de  Abril)  á  los  ministros  y  á  algunos  amigos  para 
consultar  la  opinión  de  estos.  Mas,  ninguno  dio  el  dictamen 
con  franqueza  y  la  junta  se  disolvió  sin  acordar  nada. 
'  En  los  días  siguientes  los  bandos  amigos  y  enemigos  del  Li- 
bertador se  agitaron  vivamente  en  la  capital.  En  el  Congreso 
habia  un  partido  fuerte,  del  que  eran  gefes  los  diputados  Juan 
de  Francisco  Martin  y  García  del  Rio,  que  deseaba  reelegir  á 
Bolívar  Presidente  constitucional.  Tal  proyecto  alarmó  sobre 
manera  á  los  republicanos  exaltados  que  amenazaron  liasta  con 
quitar  la  vida  de  aquellos  diputados.  Este  incidente  dio  á  co 
nocer  los  trabajos  ocultos  de  muchos  que  rodeaban  al  Liberta- 
dor y  le  debian  favores  y  distinciones,  los  cuales  sin  embargo 
apuraban  sus  esfuerzos  contra  el  hombre  á  quien  en  publico  ado- 
raban.   Muchas  defecciones  de  sus  amigos  vio  el  Libertador  evL 


536  YIDA  DE  BOLÍTAIfc. 

aquella  época ;  sufríalas  en  calma,  si  bien  le  amargaban  et 
lo  íntimo  de  las  entrañas.  Entre  esas  defeociones  se  contaror. 
las  del  Presidente  del  Consejo,  de  uno  ó  dos  ministros,  del  Co» 

mandante  general  de  Cundinamarca etc. 

Persuadido  el  Libertador  de  qne  su  ausencia  del  patrio  soelo, 
podia  contribuir  si  no  al  restablecimiento  de  la  unión,  al  méDOS 
a  la  paz  y  concordia  entre  los  colombianos,  dirijió  al  Congreso 
el  mensage  siguiente : 

GoNCniDADAlfOS : 

Concluida  la  constitacion  y  encaigadoB,  como  os  halláis  por  la  nadon, 
de  nombrar  los  altos  fancionaríos  que  deben  presidir  la  República,  he 
juzgado  conyeniente  reiterar  mis  protestas  repetidas  de  no  aceptar  otra 
vez  la  primera  magistratura  del  Estado,  aun  cuando  me  honráseia  ctm 
Tuestros  sufragios.  Debéis  estar  ciertos  de  que  el  bien  de  la  patria  exige 
de  mi  el  sacriflcio  de  separarme  para  siempre  del  pus  que  me  dio  la  vida, 
para  que  mi  permanencia  en  Colombia  no  sea  un  impedimento  á  la  felici- 
dad de  mis  conciudadanos. 

Venezuela  ha  protestado,  para  efectuar  su  separación,  miras  de  ambi- 
ción de  mi  parte ;  luego  alegará  que  mi  reelección  es  un  obstáculo  á  la 
reconciliación,  y  al  fin  la  República  tendría  que  sufrir  un  desmembia- 
miento  ó  una  guerra  civil. 

Otras  consideraciones  ofrecí  á  la  sabiduría  del  congreso  el  dia  de  sa 
instalación,  y  unidas  estas  á  otras  muchas,  han  de  contribuir  todas  á  per- 
suadir al  congreso  que  su  obligación  más  imperiosa  es  la  de  dar  á  lo« 
pueblos  de  Colombia  nuevos  magistrados,  revestidos  de  las  ewjnealUB 
cualidades  que  exigen  la  ley  y  dicha  pública. 

Os  ruego,  conciudadanos,  acojáis  este  mensage  como  una  prueba  de  nu 
más  ardiente  patriotismo  y  del  amor  que  siempre  he  profesado  áloe  co- 
lombianos. 

Bogotá,  Abril  27  de  1880.  BolÍvab. 

El  Congreso  dio  al  Libertador  en  30  de  Abril  una  contesta- 
ción muy  honrosa  para  ambos.  Después  de  elogiar  el  patriotis- 
mo y  desinterés  que  manifestaba  en  su  mensage,  decia  :  que  los 
representantes,  al  consignar  sus  votos  en  la  urna  electoral,  pesa- 
rían en  el  fondo  de  su  conciencia  cuál  era  la  persona  que  el  bien 
♦de  la  República  exigiera  elevar  á  la  primera  magistratura. 
Después  añadía : — "  Sea  cual  fuere,  Señor,  la  suerte  que  la  Pro- 
"  videncia  prepare  á  la  nación,  y  á  vos  mismo,  el  Congreso 
"  espera  que  todo  colombiano  sensible  al  honor  y  amante  de  la 
*'  gloria  de  su  patria  os  mirará  con  el  respeto  y  consideración 
"  debidos  á  los  servicios  que  habéis  hecho  á  la  cansa  de  la  Amé- 


VIDA  DB  boiítab.  587 

"  rica,  y  cuidará  de  que  conservándose  siempre  el  brillo  de  vues- 
"  tro  nombre,  pase  á  la  posteridad  cual  conviene  al  fundador 

"  DE  LA  INDEPENDENCIA  DE    COLOMBIA." 

En  tanto,  el  Libertador  que  se  preparaba  para  seguir  á  Car- 
tagena j  embarcarse  de  allí  para  Jamaica  ó  para  Europa,  esforzó 
en  privado  á  sus  amigos  para  que  le  dieaen  libertad  sacándolo  de 
las  prisiones  del  mando. 

Fué  en  esos  momentos  que  aquel  reóibió  en  Bogotá  la  repre- 
sentación de  los  principales  habitantes  de  Quito,  representación 
que  venia  acompañada  de  una  nota  del  Sefior  Obispo  Lasso. 
Esos  documentos  forman  un  contraste  nada  honroso  para  Páez 
y  su  partido  que  exijian  el  ostracismo  y  la  muerte  de  Bolívar. 
Dicen  así : 

ESOMO.  SeÑOB  LiBSBTADOB  PBBBIDEiniB : 

LoB  padres  de  familia  del  Ecuador  han  yisto  con  asombro  que  algunos 
escritores  exaltados  de  Venezuela  se  han  avanzado  &  pedir  que  Y.  E.  no 
pueda  Yolver  al  país  donde  vid  la  luz  primera ;  y  es  por  esta  razón  que 
nos  dirigimos  &  Y.  E.,  suplicándole  se  sirva  elegir  para  su  residencia  esta 
üerra  que  adora  á  Y.  E.  y  admira  sus  virtudes.  Yenga  Y.  E.  á  vivir  en 
nuestros  corazones,  y  á  recibir  los  homenages  de  gratitud  y  respeto  que 
ee  deben  al  genio  de  la  América,  al  Libertador  de  un  mundo.  Yenga 
Y.  E.  á  enjugar  las  lágrimas  de  los  sensibles  hijos  del  Ecuador  y  á  suspi- 
rar con  ellos  los  males  de  la  patria.  Yenga  Y.  E.,  en  fin,  á  tomar  asiento 
en  la  dma  del  soberbio  Chimborazo,  adonde  no  alcanzan  los  tiros  de  la 
maledicencia,  y  adonde  ningún  mortal,  sino  Bolívar,  puede  reposar  oon 
una  gloria  ine&ble. 

Quito,  á  27  de  Marzo  de  1880. — Juan  J.  Flores,  Josd  M.  Saenz,  Yicente 
Aguiíre,  Fidel  Quijano,  Pablo  Merino,  Dr.  Joaguin  Yargas,  J.  Gutierres, 
Francisco  Marcos,  Manuel  Espinosa,  Isidoro  Barriga,  Dr.  Pedro  José  de 
Arteta,  el  Gkneral  A.  Farfan,  Manuel  M.  de  Salazar,  Juan  Antonio  Teran, 
el  Coronel  Nicolás  Bascones,  Manuel  Larrea,  el  Coronel  Francisco  Montú- 
jGur,  Miguel  Canion,  M.  G.  de  Yaldivieso,  Eugenio  Peyramal,  Secretario 
Ramón  Mifio,  Luis  Antonio  Brizon,  Tomas  de  Yelazco,  el  primer  coman- 
dante José  Mariano  Andrade,  el  primer  Comandante  José  M.  Guerrero, 
el  segundo  Comandante  Antonio  de  Moreno,  Mauricio  José  de  Echeni* 
que,  Juan  Maldonado,  Manuel  del  Corral,  Juan  de  León  Aguirre,  Rafael 
Morales,  Pedro  Montufar,  R  Aguirre,  José  Salvador  de  Yaldivieso,  José 
Miguel  Gonzales,  Antonio  Raquero,  Rafael  Serrano,  Antonio  Aguirre,  él 
Capitán  José  C.  Guerrero,  el  Capitán  Darive  Morales,  el  Comandante  Ma- 
nuel Barrera. 


638  VIDA  DB  BOLÍVAB. 

EzGMO.  Señob  : 

Oigo  que  estos  buenos  habitantes  claman  por  Y.  E.,  y  que  conshintei 
on  el  amor  qae  le  ban  profesado,  le  ofrecen  sus  corazones :  terreno  á  U 
Terdad  más  grato  que  cuanto  el  material  de  su  famoso  Cbimborazo  pue- 
de indicar  de  gratitud  fi  beneficios  de  un  padre,  que  tantas  prueb&e  ha 
dado,  de  que  no  porque  se  separa  en  lo  coiporal  deja  de  serlo  en  el  es- 
píritu y  que  les  ha  Tiyificado  en  tan  repetidas  ocasiones  de  sus  paasdoB 
padecimientos.  Repetiré,  pues,  con  la  sinceridad  de  mi  afecto :  Tenga 
y .  £.  6  yiyir  entre  nosotros,  seguro  de  que  recibirá  siempre  los  bomens- 
ges  de  gratitud  y  respeto  que  otros  olvidados  ofenden  6  no  correspon- 
den.   Esta  es  mi  voz :  es  la  del  clero  en  cuanto  comprendo. 

Dios  guarde  &  Y.  E.  muchos  aftos,  Excmo.  Seflor, 

I  Rafael,  Obispo  de  Quita 

El  Libertador  no  tuvo  á  bien  aceptar  los  votos  de  aquellos 
pueblos,  manteniéndose  firme  en  el  propósito  de  abandonar  para 
siempre  las  playas  colombianas.  Sn  grande  alma  era  inaccesible 
á  otros  sentimientos  que  á  los  de  la  gloria,  su  patrimonio  indis- 
putable, y  temia  perderlo  en  los  varios  é  impensados  eventos  de 
una  revolución. 

Mientras  tanto  el  Congreso  constituyente  que  habia  finalizado 
PUS  tareas  firmando  el  3  de  Mayo  la  constitución  de  Colombia, 
sefíaló  el  4  para  el  nombramiento  de  los  dos  primeros  magistra- 
dos de  la  República. 

Los  Señores  Joaquin  Mosquera  y  general  Domingo  Caicedo 
fueron  nombrados  Presidente  y  Vice-presidente  de  Colombia, 

El  Libertador  no  tuvo  un  solo  voto  en  estas  elecciones. 

Gomo  Mosquera  se  hallase  en  Popayan,  su  país  natal,  acordó 
ol  Congreso  llamar  al  Vice-presidente  para  que  se  encargase 
del  Poder  Ejecutivo  inmediatamente  después  de  prestar  el  jura- 
mento constitucional.  Verificóse  este  acto  solemne  en  la  misma 
sesión  ;  se  participó  al  Libertador  por  medio  de  una  diputación 
de  cuatro  miembros  del  Congreso,  diciéndole : — "  haber  este 
**  cumplido  ya  con  los  objetos  de  su  convocatoria,  y  que  por 
"  consiguiente  debia  cesar  el  decreto  orgánico  de  .27  de  Agosto 
"  de  1828,  y  las  facultades  que  por  la  convocatoria  se  reservó 
"  el  Libertador  á  quien  se  le  expresaba  la  gratitud  de  la  na- 
"  cion  por  los  servicios  que  le  habia  prestado." — Bolívar  se 
manifestó  muy  complacido  con  este  mensage :  felicitó  al  Con- 
greso por  el  término  de  sus  trabemos  y  por  la  elección  de  ma- 
gistrados que  merecían  la  confianza  de  los  pueblos,  y  añadió: 


VIDA  DE  BOliVAB.  539 

—  Yo  qiiedo  redticido  á  la  vida  privada  qtie  tanto  he  deseado  /  y 
8Í  el  Congreso  quiere  una  prueba  especial  de  mi  ciegg.  obedien- 
cia ala  constitución  y  alas  leyes,  estoy  pronto  á  dar  LA  Q  UE 
SE  ME  EXIJA. 

Tal  era  y  tal  faé  siempre  la  samision  á  los  escogidos  del  pue- 
blo, del  hombre  á  quien  se  llamaba  tirano / 

El  Libertador  dejó  entonces  el  palacio  y  fué  á  vivir  á  la  casa 
de  su  amigo  el  General  Herran. 

Al  dia  siguiente,  los  principales  ciudadanos  de  Bogotá  le  pre- 
sentaron la  manifestación  que  sigue  : 

ExMO.  SeI^or  Libbutadob  : 

Hoy  que  estando  Y.  E.  separado  del  gobierno  y  sin  los  prestigios  de  la 
autoridad^  podemos  expresar  nuestros  cordiales  sentimientos,  sin  la  sos- 
pecha de  adulación,  séanos  permitido  cumplir  con  un  deber  de  justicia 
tributando  á  Y.  E.  el  más  puro  homage  de  nuestra  gratitud  y  reconoci- 
miento. 

En  el  largo  curso  de  nuestra  revolución,  en  medio  de  las  vicisitudes  de 
la  gueixa  y  en  las  oscilaciones  de  la  opinión,  Y.  E.  se  presentó  siempre 
como  el  primer  soldado,  é  hizo  los  mas  heroicos  y  eminentes  servicios  & 
la  causa  de  nuestra  emancipación  política. — Y.  E.  sacó  mil  veces  á  la  pa- 
tria del  sepulcro,  y  la  presentó  al  mundo  victoriosa  y  triunfante.  Cuando 
la  dominación  espaflola  cubria  el  hemisferio  americano  y  pareda  haber 
ñjado  irrevocablemente  el  solio  de  su  poder,  el  nombre  de  Y.  E.  reunió 
bravos,  los  inflamó  con  noble  entusiasmo,  hizo  renacer  la  esperanza  per- 
dida, y  conduciéndolos  al  triunfo  desde  las  márgenes  del  Orinoco  hasta  la 
dma  argentada  del  Potosí,  pulverizó  los  ejércitos  de  la  tiranía,  resonó  el 
grito  de  la  libertad,  y  desde  entonces  dejó  de  ser  un  problema  la  inde- 
pendencia del  Nuevo  Mundo. 

Y.  E.  conquistó  el  plano  sobre  que  debe  levantarse  el  edificio  de  nues- 
tra felicidad  futura,  y  creyéndose  un  obstáculo,  abdicó  voluntariamente 
la  primera  magistratura,  protestando  no  volver  &  tomar  jamas  las  riendas 
del  gobierno.  Un  acto  tan  noble,  generoso  y  magnánimo,  coloca  á  Y.  E. 
sobre  la  esfera  de  los  héroes.  La  historia  llena  sus  páginas  con  las  accio- 
nes de  soldados  valientes  y  de  guerreros  afortunados ;  pero  solo  podrá 
embellecerlas  con  las  de  un  Washington  ó  de  un  Bolívar. 

En  la  vida  privada  recibirá  Y.  E.  pruebas  inequívocas  de  nuestra  adhe- 
sión á  la  persona  de  Y.  E.  Recordaremos  sin  cesar  vuestros  méritos  y  ser- 
vicios, y  ensenaremos  á  nuestros  hijos  á  pronunciar  vuestro  nombre  con 
tiemas  emociones  de  admiración  y  agradecimiento  I 

I  El  cielo,  que  ha  velado  sobre  vuestra  conservación,  sacándoos  indemne 
de  tantos  riesgos,  prospere  vuestros  dias  y  derrame  sobre  vos  todas  sus 
bendiciones  á  que  os  hacen  tan  digno  vuestras  sublimes  virtudes. 

Bogotá,  6  de  Mayo  de  1880.— Dominico  Caicedo,  Yicepresidente  de  la 


540  VIDA  BE  BOLÍVAR. 

República ;  Femando,  Arzobispo  de  Bogotá ;  General  Pedro  A.  Henan, 
Ministro  de  Guerra ;  Alejandro  Osorío,  del  Interior ;  José  Ignacio  Mar- 
ques, de  Hacienda,  &c.  (  Siguen  dos  mil  firmas.) 

Asi  hablaban  los  patriotas  7  los  hombres  de  lealtad  y  grati- 
tud probada.  Esto  decían  los  hombres  que  no  estaban  desga^ 
rados  por  el  aguijón  de  la  envidia  7  podian  reconocer  los  grandes 
méritos  del  Libertador. 

El  8  de  Ma70  partió  este  de  Bogotá.  Fueron  en  su  compafiíá, 
hasta  más  de  dos  leguas  fuera  de  la  ciudad,  los  ministros  del 
gobierno,  los  miembros  del  cuerpo  diplomático,  muchos  militara 
7  ciudadanos  7  casi  todos  los  extrangeros.  Después  de  haberse 
despedido  7  cuando  la  comitiva  regresaba  con  aire  de  tristeza, 
el  Coronel  Campbell  dijo : — '^  He  is  gone  the  genüeman  of  Co- 
lombia  /" 

En  todos  los  pueblos  del  tránsito  desde  Bogotá  hasta  Carta- 
gena, Bolívar  fué  tratado  7  recibido  con  las  atenciones  debidas 
al  que  por  tantos  años  habia  gobernado  á  Colombia  7  al  que  era 
el  primer  campeón  de  la  Independencia. 

El  dia  después  de  la  partida  del  Libertador,  el  Congreso 
acordó  un  decreto  en  favor  de  este  cu7a  moción  tuvo  la  honra 
de  haber  hecho  el  Señor  Salvador  Camacho,  diputado  por  el 
Socorro. — ^Dicho  decreto  hace  grande  honor  á  los  representantes 
de  Colombia  7  al  personage  que  fué  su  objeto.  Cuando  en  aquella 
época  de  ingratitud  7  crímenes  las  diatrivas  7  las  calumnias 
contra  Bolívar  pasaban  por  una  ejecutoria  de  líberalía  yder^ 
pvblicanismo,  como  dice  Restrepo,  sobre  todo  en  Venezuela,  su 
patria ;  cuando  Bermúdez  en  una  proclama  á  los  maturineses 
(16  de  Febrero),  llamaba  al  Libertador  "  déspota,  fementido  idó- 
latra de  los  principios  republicanos,   aspirante  á  monarquía, 

hombre  de  criminales  designios  7  de  la  más  vil  ambición ; 

cuando  Árismendi  (bando  de  25  de  Febrero)  le  titulaba, "  tirano 
de  Colombia,  ingrato  caraqueño,  hombre  de  inicuos  pro7ecto6M.; 
cuando  Páez  hacia  decir  á  los  porteños  "que  la  existencia  de 
Bolívar  era  ominosa  á  la  República  7  que  su  nombre  debia  con- 
denarse al  olvido...."  cuando  todo  esto  7  mucho  más  tenia  lugar, 
que  los  enemigos  del  mérito  son  irreconciliables,  era,  sin  duda,  un 
consuelo  para  la  humanidad  7  para  la  virtud  ver  á  los  miembros 
del  Congreso  (casi  todos  granadinos  del  centro  7  Sur  de  Co- 
lombia) ofrecer,  por  unanimidad,  un  tributo  de  gratitud  nacional 


TIDA  01  BOliviB.  541 

al  Libertador ;  prometerle  qne  sería  tratado  con  la  considera- 
ción y  respeto  debidos  al  primero  y  mejor  ciudadano  de  Colom- 
bia en  cualquiera  lugar  que  fijara  su  residencia,  y  continuarle, 
finalmente,  la  pensión  de  treinta  mil  pesos  anuales  por  todos  los 
dias  de  su  vida. — ^He  aquí  el  texto  de  este  decreto : 

El  CoNGBBSO  COKBTrrüTENTB, 

Considerando : 

Que  el  Libertador  Simón  Bolíyar,  no  solo  ha  dado  existencia  y  vida  6 
Colombia  por  sus  incesantes  6  inauditos  eafuerzos,  sino  que  ha  excitado 
la  admiración  dd  üniTerso  por  sus  proezas  y  eminentes  senicios  &  la 
causa  americana ; 

Que  ha  cesado  de  ser  Presidente  de  la  República,  desde  que,  inóstiendo 
en  hace**  dimisión  del  mando,  el  Congreso  nombró  su  sucesor ; 

Que  et  desinterés  y  la  noble  consagración  de  que  ha  dado  las  más  dis- 
tinguidas pruebas  desde  que  comenzó  su  carrera  pública,  exigen  una  de- 
mostración de  la  gratitud  nacional,  que  le  ponga  á  cubierto  de  los  efectos 
de  un  g^eroeo  y  sin  igual  desprendimiento ; 
Decbsta: 

Art.  V.  El  Congreso  constituyente,  &  nombre  de  la  nación  colombiana, 
presenta  al  Libertador  SIMOK  BOLÍVAR  el  tributo  de  gratitud  y  admi- 
ración á  que  tan  justamente  le  han  hecho  acreedor  sus  relevantes  méritos 
y  sus  heroicos  servicios  ft  la  causa  de  la  emancipación  americana. 

Art  2**.  En  cualquier  lugar  de  la  República  que  habite  el  Libertador 
SIMÓN  BOUYAR  será  tratado  siempre  con  el  respeto  y  la  considera- 
ción debidos  al  primero  y  mqor  ciudadano  de  Colombia. 

Art.  S*".  El  Poder  IJjecutivo  dará  el  mas  puntual  y  exacto  cumplimiento 
al  decreto  del  Congreso  de  28  de  Julio  de  1828,  por  el  cual  se  concedió 
al  Libertador  SIMÓN  BOLÍVAR,  la  pensión  de  treinta  mil  pesos  anuales, 
durante  su  vida,  desde  el  dia  en  que  terminase  sus  funciones  do  Presidente 
de  la  República,  y  esta  disposición  deberá  tener  efecto,  cualquiera  que 
sea  el  lugar  de  su  residencia. 

Dado  en  Bogotá  á  9  de  Mayo  de  1880.— 20. 

El  Presidente  del  Congreso,    Vicbhtb  Bobbebo. 

Bolívar  necesitaba  de  este  auxilio,  porque  estaba  reducido  á 
la  mayor  pobreza. — Desde  fiues  de  Marzo  habia  vendido  á  la 
casa  de  moneda  su  vajilla  de  plata,  que  solo  prodigo  $2,535. — 

Bien  poco  más  tenia  el  Libertador ;  y  aquel  hombre  que 

dominara  desde  el  Orinoco  basta  el  Potosí,  y  que  por  tantos 
años,  con  un  poder  ilimitado,  manejó  las  pingües  rentas  del 
Perú  y  de  Colombia,  no  tenia  c(m  con  qué  costear  su  vlage  fuera 
del  país. 

I  Nobilísimo  ejemplo  de  pureza  y  de  desprendimiento  1 


542  TIDA  DE  BOliVAB. 

El  Libertador  contaba  también  con  la  venta  de  sus  minas  de 
cobre  de  Aroa,  minas  riquísimas  que  heredó  de  sus  mayores ; 
pero  sobre  esto  había  un  pleito  ruidoso  en  Caracas,  de  cuyo 
pleito  no  vio  jamas  el  término. — Desde  Guaduas  escribió  á  su 
apoderado  en  esta  capital,  el  SeQor  Gabriel  Oamacho,  esposo  de 
una  de  sus  sobrinas,  y  le  decia  : 

Guaduas,  Mayo  11  de  1830. 
Mi  querido  amigo  : 

Al  fin  he  salido  de  la  Presidencia  y  de  Bogotá,  encontrándome  ya  en 
marcha  para  Cartagena,  con  la  mira  de  salir  de  Colombia,  y  yiyir  donde 
pueda ;  pero,  como  no  es  fácil  mantenerse  uno  en  Europa  con  poco  dinero, 
cuando  habrá  muchos  de  los  sujetos  más  distinguidos  de  aquel  país,  que 
querrán  obligarme  á  que  entre  en  la  sociedad  de  alta  clase,  y  después  qoe 
he  sido  el  primer  magistrado  de  tres  repúblicas,  parecerá  indecente  qno 
Yaya  á  existir  como  un  miserable. — Por  mi  parte,  digo  á  Vd.  que  no  ne- 
cesito de  nada,  ó  de  muy  poco,  acostumbrado  como  estoy  á  la  vida  mili- 
tar. Mas,  el  honor  de  mi  país  y  él  de  mi  carácter  me  obligan  imperíoea- 
mente  á  presentarme  con  decoro  delante  de  los  demás  hombres ;  mucho 
más  cuando  se  sabe  que  he  nacido  con  algunos  bienes  de  fortuna,  y  que 
tengo  pendiente  todavía  la  yenta  de  las  minas  heredadas  de  nús  padres, 
y  cuyos  títulos  son  los  más  auténticos  y  solemnes.  To  no  quiero  nada 
del  gobierno  de  Venezuela ;  sin  embargo,  no  es  justo,  por  la  misma  razón, 
que  este  gobierno  permita  que  me  priven  de  mis  propiedades,  sea  por 
confiscación,  6  por  injusticia  de  parte  de  los  tribunales.  Me  creo  con  de- 
recho para  exijir  del  gefe  de  ese  Estado  que,  ya  que  he  dejado  el  mando 
de  mi  país  solo  por  no  hacerle  la  guerra,  se  me  proteja,  á  lo  menos,  como 
al  más  humilde  ciudadano. — Mucho  he  servido  á  Venezuela,  mucho  me 
deben  todos  sus  hijos,  y  mucho  más  todavía  el  gefe  de  su  gobierno ;  poi 
consiguiente,  sería  la  más  solemne  y  escandalosa  maldad  que  se  me  hu- 
biese de  perseguir  como  á  un  enemigo  público. — "No  lo  creo ;  y  por  lo 
tanto,  le  ruego  á  Vd.  se  sirva  hacer  presente  todo  lo  que  llevo  dicho  y 
todo  lo  que  Vd.  sabe  en  mi  favor,  al  Gkneral  Páez  y  al  Dr.  Yánes,  porque 
estos  deben  ser  los  que  más  influyan,  sea  directa  6  indirectamente  en  este 
negocio.  Se  sabe  que  tengo  justicia  y  que  estoy  desvalido.  Con  estos 
títulos  solos  me  creo  ya  en  seguridad  contra  los  tiros  de  mis  enemigos. 

No  sé  todavía  dónde  me  iré,  por  las  razones  dichas ;  no  me  iré  todavía 
á  Europa  hasta  no  saber  en  qué  para  mi  pleito,  y  quizas  me  iré  á  Cu- 
razao á  esperar  su  resultado,  y  si  no,  á  Jamaica ;  pues  estoy  decidido  i 
salir  de  Colombia,  sea  lo  que  fuere  en  adelante. — También  estoy  deci- 
dido á  no  volver  más,  ni  á  servir  otra  vez  á  mis  ingratas  compatño- 
tas.  La  desesperación  sola  puede  hacerme  variar  de  resolución.  Di^^ 
la  desesperación^  al  verme  renegado,  perseguido  y  robado  por  loe  mis- 
mos á  quienes  he  consagrado  teintb  aí^os  de  sacrificios  y  peligros 
Diré,  no  obstante,  que  no  los  aborrezco :   que  estoy  muy  distante  de 


VIDA  DE  boiíyab.  543 

sentir  el  deseo  do  la  venganza,  y  que  ya  mi  corazón  los  ha  perdonado, 
porque  son  mis  queridos  compatriotas,  y  sobre  todo,  caraqueflo$,„,. 

Tenga  Yd.  la  bondad,  mi  querido  amigo,  de  escribirme  á  Londres 
por  medio  de  Bir  Robert  Wilson,  y  á  Jamaica  por  el  Befíor  Heilop. 
— Ambas  cartas  deben  ser  duplicadas,  para  que  me  llegue  alguna,  aun- 
que se  pierda  otra ;  y  porque  las  primeras  las  recibiré  en  las  Antillas. 

Escriba  Yd.  ademas  al  Sefior  Madrid  sobre  todo  lo  que  ocurra  en  el 
pleito. 

En  el  correo  anterior  escribí  á  Yd.,  diciéndole  que  habia  aprobado 
la  transacción  propuesta  por  el  Sr.  Ackcrs,  debiendo  yo  pagar  las  4,000 
libras  esterlinas,  pues  quiero  terminar  el  negocio  de  cualquier  modo,  y 
sobre  esto  escribo  yo  también  al  Señor  Madrid. 

El  Congreso  ha  mandado  que  se  me  pague  fielmente  la  pensión,  y 
me  ha  dado  las  gracias  por  mis  servicios :  á  pesar  de  todo,  no  puedo 
contar  con  esta  gracia,  porque  nadie  sabe  los  acontecimientos  que  so- 
brerendrán  y  las  personas  que  tomen  el  mando.— Por  lo  mismo,  lo  más 
seguro  es  mi  propiedad,  que  reclamo  una  y  mil  yeces,  para  viyir  inde 
pendiente  de  todo  el  mundo. 

De  Yd.  de  corazón,  Bolívar. 

El  Libertador  pensaba  cod  mucho  juicio.  Retirábase  oprimi- 
do, agoviado  de  desengaños  .y  de  ultrajes  por  recompensa  de  sus 
inmortales  servicios  á  la  causa  de  la  libertad,  y  pedia  lo 
suyo  para  vivir  tranquilo  é  independiente. — Veremos  más 
adelante  cuál  fué  el  efecto  que  produjo  la  carta  anterior.  Ca- 
macho,  que  era  hombre  de  corazón  leal  y  propenso  en  gran  ma- 
nera al  bien,  ponía  en  los  asuntos  del  Libertador  el  mayor 
interés ;  pero,  en  vano,  porque  habiéndose  hecho  digna  y  meri- 
toria acción  la  de  negar  todo  á  Bolívar  en  su  patria,  aquellos 
hombres  fieros  é  intratables  más  que  tigres  de  la  Hircania  no 
oyeron  sus  reclamos,  gozándose  de  antemano  en  la  idea  de  que 
todas  las  miserias  y  penalidades,  todas  las  humillaciones  de  la 
tierra  cayesen  sobre  aquella  alma  sublime  y  la  abatiesen....  I 


CAPÍTULO    LXI. 


1830. 


El  libiktador  llboa.  k  tvbbaoo— pasa  k  cartagbna—disba  bmbarcabsb  bn  la 
tShannon — sbctbb  la  hoticia  dbl  abbsinato  dbl  mariscal  sdgrb— bscribb  sobrb 

BSTO  1  FLÓRBS— INSULTOS  DB  VINBZUBLA  AL  LIBBTRADOR— LOS  COMUNICA  M08QÜBRA 
— CAB  BL  GOBIBRNO  DB  BSTB  POR  UN  MOTÍN  MILITAR — ÜRDANBTA  LLAMA  AL  LIBBRTA- 
DO a— BOLÍVAR  NO  ACBPTA  BL  MANDO— BSCRIBB  1  ÜRDANBTA  T  k  TBRQABA— PARTB 
BL  LIBERTADOR  PARA  SOLBDAD — SüS  MALBS  SB  AORAYAN— TB3TIM0NI0  DB  GRATITUD 
QUB  LB  DAN  LOS  PUEBLOS  DEL  SUR — TI  AGE  k  SANTA  MARTA— SB  DESPIDE  DB  L08 
COLOMBIANOS— tTLTIMOS  MOMENTOS  DBL  LIBERTADOR— MUERE  BL  17  DB  DICIEMBRE 
DB  1830. 

LA  cesación  del  mando  del  Libertador,  privó  á  la  República 
de  la  aureola  de  gloria  que  la  rodeara  y  la  embelleciera 
en  dias  más  prósperos  y  felices,  y  también  de  las  consideraciones 
y  respeto  que  muchas  potencias  extrangeras  le  tributaron. — 
Como  la  última  y  mayor  calamidad  sobrevenida  á  Colombia, 
después  de  la  cual  no  habia  esperanza  de  salud  para  la  Repú- 
blica, tuvieron  aquellas  la  separación  de  Bolívar  del  ejercicio 
del  poder.  Y  por  desgracia  no  se  erraron  en  sus  funestas  con- 
vicciones.— Bolívar  con  su  actividad  incansable,  con  su  valor  á 
prueba  de  obtener  el  éxito,  con  su  probidad  inflexible  y  su  genio 
que  le  impelia  á  emplear  los  medios  más  extraordinarios,  sin 
faltar  jamas  á  la  lealtad,  habia  marchado  al  cumplimiento  de  su. 

35  (545) 


646  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

destino  : — ^fundab  á  Colombia  ;  libertar  la  Aherica.  Sos 
esfuerzos  prodijiosos  se  vieron  coronados  con  el  suceso  más  com- 
pleto ;  (que  la  Providencia  no  se  pone  en  contradicción  consigo 
misma )  y  los  pueblos  de  todas  las  zonas  admiraron,  en  éxtasis 
profundo,  aquel  sublime  Atlante,  más  vigoroso  que  el  Titán  di- 
bujado por  el  pincel  de  la  fábula,  que  sostenia  la  independencia 
y  libertad  de  un  mundo.  ¡  Y  cómo  verle  ahora  separado,  pronto 
en  la  playa  á  embarcarse  para  el  extrangero,  resuelto  á  decir  un 
eterno  odios  al  suelo  que  fué  teatro  de  su  gloria  y  que  se  habia 
convertido  sin  razón  en  vasta  oficina  de  deshonra  ;  cómo,  repito, 
considerar  fijamente  estas  cosas  sin  augurar  mal  para  Colombia! 
¿  Podria  alguno,  alejado  el  Libertador,  resistir  el  peso  de  las 
ruinas  de  la  gran  República  ?  ¿  No  habrían  de  caer  todos  envuel- 
tos miserablemente  en  ellas  sin  crédito,  sin  opinión,  y  muchos 
también  culpados  ? — Para  el  juicio  de  los  hombres  sensatos  é 
imparciales,  la  ausencia  de  Bolívar  de  Colombia,  era  la  muerte 
de  esta.  No  más  integridad,  no  más  poder  y  gloria,  no  más 
grandeza  coronada  por  la  virtud,  por  el  valor  y  la  fatiga.  Pronto 
debia  derribarse  lo  conquistado  en  muchos  años.     (Jnahora 

bastaba Y  así  fué  en  efecto  ;  que  cual  los  hombres,  tienen  las 

naciones  también  su  edad  de  consistencia  y  llegan  luego  á  la  ca- 
dente. Cercano  estaba  el  fin  de  Colombia,  sin  haber  durado 
mucho,  perdidos  aquellos  espíritus  y  fuerzas  que  le  dieron  por 
do  quiera  estimación  y  grandeza 

El  Libertador  habia  llegado  el  25  de  Mayo  á  Turbaco,  y  alÜ, 
y  en  todo  el  tránsito  desde  Bogotá  hasta  las  orillas  del  Atlán- 
tico, sus  consejos  á  sus  amigos  no  fueron  otros  que  respeio  á  la 
ley,  amor  y  obediencia  al  gobierno. — Un  mes  después  partió  para 
Cartagena  (24  de  Junio)  decidido  á  embarcarse  á  bordo  del  pa- 
quete inglés  ;  pero  carecía  el  buque  de  comodidad  y  encalló  al 
salir  de  la  bahía ;  así,  fué  necesario  que  recibiera  una  repa- 
Tacion. 

Entre  tanto,  con  los  socorros  que  el  Libertador  daba  continua- 
mente, (pues  jamas  rechazaba  á  ninguno  que  le  pidiera,)  sedismi- 
jQuia  la  pequefia  cantidad  de  dinero  que  saco  de  Bogotá.  Urgido 
por  salir  y  aguardando  con  impaciencia  una  conyuntura  favo- 
rable, se  presentó  en  el  puerto  la  fragata  de  guerra  inglesa 
Shannon,  á  cuyo  bordo  quiso  seguir  hasta  Jamaica  y  quien  sabe 
■si  hasta  Europa  ;  pero  la  Shannon  debia  reconocer,  según  órde- 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  547 

nes  del  almirantazgo,  las  costas  de  barlovento  y  fué  necesario 
aguardar  su  regreso  de  la  Guayra. — Bolívar  aprovechó  la  oca- 
sión para  repetir  á  su  apoderado  y  amigo,  el  Señor  Camacho,  la 
urgente  solicitud  que  desde  Guaduas  le  habia  hecho  de  enviarle 
fondos  de  sus  propiedades  particulares  para  seguir  su  viage  al 
extrangero.  Este  propósito  era  para  el  Libertador  irrevocable, 
á  pesar  de  los  ruegos  y  continuas  instancias  de  sus  amigos  por- 
que permaneciese  en  Colombia. — ^El  crucero  de  la  Shannon  duró 
más  tiempo  del  qne  se  suponia ;  y  cuando,  al  cabo,  vino,  no  trajo 
los  fondos  pecuniarios  que  con  tanta  urgencia  necesitaba  el  Li- 
bertador para  su  viage.  "  De  este  modo,  careciendo  de  todo, 
"  exclamaba,  ¡  cómo  he  de  ir  á  Europa  ni  á  parte  alguna  donde 
"  sea  conocido  el  nombre  de  Colombia  I  Yo,  para  mí,  necesito 
"  de  muy  poco  ;  pero  la  miseria  con  que  viva,  afrentará  la 
"  América...." 

Pocos  dias  habian  corrido,  cuando  apareció  en  Cartagena  con 
noticias  de  Venezuela  el  teniente  de  navio  José  Miguel  Machado. 
Conducía  este  pliegos  para  el  Libertador  en  que  el  general 
Julián  Infante,  el  coronel  Parejo  y  el  comandante  Bustillos  le 
participaban  el  pronunciamiento  que  los  cantones  de  Riochico, 
Orituco  y  Chaguaramas  habian  hecho  en  favor  de  la  integridad 
de  Colombia,  del  Libertador  como  gefe  de  ella  y  del  Congreso 
constituyente  reunido  en  Bogotá,  desconociendo  al  mismo  tiempo 
las  autoridades  de  Venezuela.  El  Libertador  se  dirigió  de  ofi- 
cio al  Secretario  del  interior  (29  de  Junio)  remitiéndole  los  do- 
cumentos que  habia  recibido,  y  contestó  á  los  gefes  venezolanos 
que  procedieran  con  la  mayor  prudencia  tratando  de  evitar  en 
lo  posible  los  males  gravísimos  que  la  guerra  civil  acarrearía  á  la 
patria. 

El  1°  de  Julio,  á  las  nueve  de  la  noche,  recibió  el  Libertador 
en  el  buhío  que  habitaba  al  pié  del  cerro  de  la  Popa,  la  infausta 
nueva  de  haber  sido  asesinado  el  gran  mariscal  de  Ayacucho, 
Antonio  José  Sucre.  Profundo  fué  su  dolor  por  la  desgraciada 
y  temprana  muerte  de  este  compañero  de  armas  á  quien  tanto 
amaba.  "  /  Sanio  Dws^  exclamó  ;  se  ha  derramado  la  sangre 
de  Ahd  !  " — No  es  cierto  que  Bolívar  prorumpiese  en  acusacio- 
nes contra  determinadas  personas,  como  se  ha  escrito,  ni  en  la- 
mentos indignos  de  su  elevada  alma....  Sucre  murió  en  la  flor  de 
sns  años  y  por  desdicha  cuando  la  patria  necesitaba  más  de  la 


548  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

virtud  y  de  los  talentos  de  aquel  hijo  esclarecido.  El  Gran  Ma- 
riscal de  Ayacucho  habia  ocupado  la  presidencia  del  Congreso 
de  Colombia  ;  y  en  aquel  puesto  defendió  las  libertades  públi- 
cas y  los  principios  más  sanos  de  orden  y  de  gobierno  con  el 
tino,  ilustración  y  cordura  que  brillaron  siempre  en  sus  acciones. 
Difícil  es  concebir,  dice  Baralt,  por  qué  tuvo  Sucre  enemigos, 
habiendo  sido  moderadas  sus  opiniones,  desinteresados  sus  serri- 
eios,  finas  y  agradables  sus  maneras,  bueno  su  corazón  y  en  ex- 
tremo generoso. — Tal  vez  era  molesta  ó  importuna  en  aquella 
épocas  de  errores  y  de  crímenes  tan  excelsa  virtud,  pues  contra- 
riaba la  ambición  de  caudillos  poderosos,  ó  los  planes  insensa- 
tos de  algún  bando  político,  y  casi  confirman  estas  sospechas  los 
precedentes  y  circunstancias  de  la  traición  que  logró  privarle 
de  la  vida.  Pruebas  hay  de  que  el  golpe  fué  preparado  des- 
pacio y  á  sangre  fria :  es  bien  sabido  que  la  misma  víctima  tuvo 
con  tiempo  aviso  del  peligro  y  que  tres  dias  antes  de  ejecutarse 
el  atentado,  se  predijo  en  un  papel  público  de  Bogotá,  {El  Demó- 
crata de  V  de  Junio)  hasta  con  la  indicación  de  que  José  María 
Obando  lo  mandaria  ejecutar.*  Eran  por  desgracia  muy  ur- 
gentes los  negocios  que  exijian  en  el  Sur  la  presencia  delGran 
Mariscal,  y  muy  noble  su  alma  para  que  pudieran  intimidarle 
riesgos  oscuros  á  que  por  otra  parte  no  dio  crédito,  fiado  en  el 
testimonio  de  una  conciencia  pura^  Y  así  se  puso  en  camino 
para  Quito  con  la  misma  tranquilidad  y  confianza  que  le  acom- 
pasaron siempre  en  todas  partes.  Habia  pasado  ya  los  límites 
occidentales  de  Cundinamarca  y  á  Popayan  y  el  Mayo.  Entró 
después  en  la  tierra  montuosa  y  triste  de  Pasto,  la  más  propia 
que  podían  escoger  hombres  cobardes  para  perpetrar  un  crimen 
á  salva  mano  ;  y  allí  fué  precisamente  donde  Sucre,  como  si  le 
arrastrase  á  la  muerte  un  destino  inexorable,  se  manifestó  menos 
cauteloso,  omitiendo  hasta  las  precauciones  que  hacen  precisas 
en  aquel  país  los  malhechores  que  de  ordinario  abriga  en  sus 
guaridas.  Habia  dejado  adelantar  las  personas  que  le  acompa- 
ñaban y  con  un  criado  atravesaba  el  4  de  Junio  la  oscura  mon- 
taña de  Berruecos.  En  un  estrecho  del  camino  y  ocultos  en  el 
tupido  arbolado  de  sus  altos  bordes  acechábale,  como  á  fiera 

*  **  Pnede  ser  que  Obando  haga  con  Sucre  lo  qne  no  hicimos  con  Bolírur.' 
Palabras  de  M  Dtmócréta  en  un  artícolo  incendiario  contra  el  Libertador,  Sucri 
y  otros  generales. 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  549 

bravia,  una  banda  de  asesinos  armados  de  fusiI,  los  cnales  al 
pasar  hicieron  sobre  él  una  descarga  á  quema  ropa,  que  hirién- 
dole en  el  pecho,  la  espalda  y  la  cabeza,  le  derribó  instantánea- 
mente muerto.  '*  ¡  Ay  I  j  balazo  I"  exclamó  Sucre  cuando  oyó  el 
tiro.,.. ,  y  cayó  en  el  acto  vilmente  asesinado. — Lorenzo  Caicedo, 
sargento  primero  y  asistente  del  general,  que  caminaba  detras, 

voló  á  socorrerle  ;  mas  le  halló  sin  vida  tendido  en  el  lodo 

Por  la  tarde  permanecía  aun  el  cadáver  en  la  montaña.  Cai- 
cedo  estuvo  velándole  en  la  noche,  y  al  otro  dia  le  enterró  en  un 
pequeño  prado  que  carecía  de  bosque.  "  Infames  asesinos  hi- 
cieron que  el  ínclito  vencedor  de  Ayacucho,  el  guerrero  cuya 
espada  terminó  en  el  Continente  la  larga  y  cruda  lucha  de  in- 
dependencia, el  segundo  capitán  de  la  América  del  Sur,  adorna- 
do también  de  grandes  virtudes  cívicas,  muriese  de  este  modo, 
en  una  oscura  montaña ;  que  fuese  privado  de  los  honores  decre- 
tados á  SQ  alto  rango  militar,  y  que  debiese  su  sepultura  á  la  fi- 
delidad y  compasión  de  un  humilde  asistente." — Murió  Sucre 
dejando  una  memoria  inmortalizada  por  grandes  y  venturosos 
hechos,  por  raras  prendas  y  por  una  vida  sin  mancha.  Su  valor 
y  sus  talentos  militares  tan  distinguidos,  por  cierto,  fueron  sus 
menores  méritos  :  su  moderación,  su  generosidad,  su  desprendi- 
miento, su  humanidad,  aquella  dulzura  de  carácter  que  se  aliab;. 
con  una  probidad  inflexible,  le  captaron  todos  los  corazones. 
Murió  cansado  de  glorias,  que  viven  aun  en  la  memoria  de  los 
hombres  y  que  serán  eternas.  Pero  no....,  no  ha  muerto.  La 
fama  es  otra  vida.  Dejarla  célebre  es  quedarse  en  el  mundo,  y 
quedarse  para  siempre  ;  que  de  esa  conservación  se  encarga  con 
amor  la  Providencia..... 

Guando  el  Libertador  recibió  la  noticia  de«  la  infame  ale 
vosía  de  Berruecos,  lleno  de  dolor  escribió  al  General  J.  J. 
Flores : 

Esta  noticia  me  ha  causado  tal  sensación  que  me  ha  turbado  verdade 
ramente  el  espíritu,  hasta  el  punto  de  juzgar  que  es  imposible  vivir  en 
un  país  donde  se  asesina  cruel  y  h&rbaromente  á  los  más  ilustres  genera- 
les, cuyo  mérito  ha  producido  la  libertad  de  la  América.  Observe  Vd. 
que  nuestros  enemigos  no  mueren  sino  por  sus  crímenes  en  los  cadalzos, 
6  de  muerte  natural ;  y  los  fíeles  y  los  heroicos  son  sacrificados  4  la  yen- 
ganza  de  los  demagogos. — ¿  Qué  será  de  Vd.,  qué  será  de  Montilla  y  de 
Urdaneta  mismo  ?  Yo  temo  por  todos  los  beneméritos  capaces  de  redi- 
mir la  patria.    El  inmaculado  tíucre  no  ha  podido  escaparse  de  las  ase- 


650  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

chanzae  de  estos  mónstmos.  Yo  no  sé  qué  causa  baya  dado  este  gener&l 
para  que  atestasen  contra  su  vida,  cuando  ha  sido  más  liberal  y  más  ge- 
neroso que  cuantos  héroes  han  figurado  en  los  anales  de  la  fortniu,  y 
cuando  era  demasiado  severo  hasta  con  los  amigos  que  no  partidpabaD 
enteramente  de  sus  sentimientos.  Yo  pienso  que  la  mira  de  este  crimen 
ha  sido  privar  á  la  patria  de  un  sucesor  mió,  y  dejar  á  Yd.  en  el  Sur,  solo 
en  la  arena,  para  que  todos  los  golpes  y  todos  los  conatos  se  dirijan  úni- 
camente contra  Yd. — Destruido  que  Yd.  sea,  conquistarán  el  país  con  los 
PastusoB  y  Patianos,  y  los  infernales  serán  los  conquistadores  de  ese 
buen  país,  que  tanto  amo. 

Sírvase  Yd.  manifestar  esta  carta  á  los  amigos  Saens  y  Larrea,  y  expre- 
sarles cuMes  son  mis  sentimientos,  asegurándoles  al  mismo  tiempo  qné 
grande  ha  sido  mi  dolor  por  esta  calamidad,  por  la  que  les  doy  el  pé- 
same tierno  que  se  merece  la  memoria  de  tan  ilustre  amigo. 

BOLÍVAB. 

Decia  el  Libertador,  que  la  noticia  del  asesinato  del  Mariscal 
Sucre  le  había  turbado  su  espíritu.  Eso  debió  ser  así,  por  que 
Bolívar  no  mentía.  Pero  yo  agregaré  también  que  las  ingrati- 
tudes de  Venezuela  le  quebrantaron  más  que  todo,  y  que  estas 
fueron  las  que  amargaron  acerbamente  sus  postreros  dias.— El 
Congreso  que  Páez  había  reunido  en  Valencia  se  señaló  por  su 
encono  contra  el  Libertador,  expresado  este  sentimiento  con  los 
más  insultantes  conceptos. — Como  se  tratase  de  escoger  el  me- 
dio más  eficaz  para  que  la  Nueva  Granada  conviniese  en  el  prin- 
cipio de  separación  de  Venezuela,  los  representantes  Raraon 
Ayala,  Ángel  Quintero  y  otros,  propusieron  :  "que  se  participara 
al  Congreso  de  Bogotá  la  instalación  del  de  Venezuela,  á  fin  de 
que,  reconociendo  la  independencia  de  esta,  pudieran  entenderáe ; 
pero  qice  no  tendría  lugar  ninguna  negodadon^  mientras  perma- 
neciera en  el  territorio  de  la  antigua  Colombia  el  General  Sinwn 
Bdivar.^^ — ^En  la  modificación  del  diputado  José  Osío  se  exijía 
de  la  Nueva  Granada,  para  que  Venezuela  entrara  con  ella  en 
relaciones  de  mátuo  reconocimiento — la  expulftion  dd  General 
Simón  Bolívar  de  todo  el  territorio  de  Colombia,  La  violencia 
de  semejante  proposición  fué  excedida,  algunos  días  después, 
(cuando  ya  se  conoció  el  contenido  de  la  carta  del  Libertador 
escrita  en  Guaduas  al  Señor  Camacho),  por  otra  que  hicieron  los 
diputados  Ramón  Ayala,  de  Caracas,  y  Juan  Evangelista  Gon- 
ssáles,  de  Maracaibo,  cuando  pidieron  : — qu£  se  dedarára  d  6^ 
neral  Bolívar fuet-a  de  la  ley  si  iba  á  Curazao,  y  lo  mismo  á  U)do 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  551 

el  que  se  le  uniera, — ^En  el  Congreso  no  resonaban  sino  dicterios 
contra  Bolívar. — ^Vergüenza  era  no  renegar  del  Padre  de  la 
patria. — Fortique  pedia  su  ostracismo  perpetuo ;  Gonzalos  lo 
quería  fuera  de  la  ley  ;  Osío  le  denostaba ;  José  Luis  Cabrera, 
canario,  que  para  baldón  nuestro  había  hallado  asiento  en  la 
asamblea,  clamaba  :  qiLe  Venezuela  no  debia  entrar  en  relaciones 
de  ningún  especie  con  Bogotá,  mientras  existiera  en  su  territorio 
el  General  Bolívar /  Y  esta  proposición  se  adoptó  ;  y  el  Li- 
cenciado Francisco  Javier  Yánes  ( |  oh  ejemplo  de  mudanza  y 
de  instabilidad  asombrosa ! ),  Yánes,  que  era  el  Presidente  del 
Congreso,  escribió  :  que  muchas  y  poderosas  razones  habían 
guiado  á  este  cuerpo  para  acordar  que  estaba  pronto  á  entrar  en 
relaciones  y  transacciones  de  amistad  con  Cundinamarca.  "  Pero 
"  Venezuela,  anadia,  á  la  que  una  serie  de  males  de  todo  género 
"  ha  ensenado  á  ser  prudente  :  que  ve  en  el  Qeneral  Simón  Bo- 
**  lívar  el  origen  de  todos  ellos  y  qué  tiembla  todavía  al  considerar 
"  el  riesgo  que  corrió  de  haber  sido  para  siempre  su  patrimonio, 
"  protesta  que  mientras  este  permanezca  en  el  territorio  de  Co- 
"  lombia,  no  tendrán  lugar  aquellas  transacciones." 

En  estas  largas  y  acaloradas  discusiones,  observa  Restrepo, 
algunos  diputados  se  arrastraron  hasta  el  polvo  por  sus  innobles 
y  vengativas  pasiones  contra  el  héroe  de  la  América  del  Sur  y 
el  primer  campeón  de  nuestra  Independencia.  Creían  que  el 
león  estaba  moribundo,  y  por  eso  le  tiraban  tajos  á  diestra  y  si- 
niestra. Los  nombres  de  Fortique,  de  Quintero,  de  Ayala,  de 
Cabrera,  de  Osio  y  de  González  deben  conservarse  por  la  histo- 
ria para  que  tengan  la  triste  y  no  envidiable  celebridad  de  ha-  * 
ber  sido  los  promotores  y  caudillos  de  la  ingratitud  de  su  pa- 
tria, que  desterraba  y  despedía  sin  oír  á  su  primero  y  más  bene- 
mérito hijo,  al  que  había  contribuido  principalmente  á  conquistar 
y  afirmar  su  independencia,  y  al  que  puso  á  Venezuela  en  la  car- 
rera de  libertad  que  actualmente  disfrutaba.— Y  aun  hay  un 
contraste  singular.  Cuando  Bolívar  exponía  su  honor,  su  repu- 
tación, su  fortuna  y  hasta  su  vida  por  libertar  de  la  dominación 
española  á  la  provincia  de  Caracas,  todos  6  casi  todos  los  hom- 
bres arriba  mencionados  vivían  tranquilos  bajo  el  imperio  espa- 
ñol. Sus  nombres  no  aparecen  en  los  anales  de  la  independen- 
cia,  sino  es  el  de  Ayala  para  narrar  la  imbecilidad  con  que  se 


652  VIDA  DE  BOliVAB. 

dejara  sorprender  en  Turbaco  por  los  españoles,  siendo  causa  de 
que  degollaran  á  multitud  de  víctimas. 

"  Las  proposiciones  hechas  en  el  Congreso  yenezolano  sobre 
el  ostracismo  de  Bolívar,  y  la  consiguiente  resolución  de  aqael 
cuerpo,  pecan  también  mirándolas  bajo  de  otro  aspecto.  En 
primer  lugar,  manifiestan  la  cualidad  prominente  del  carácter 
venezolano ;  si  no  nos  equivocamos,  es  la  vanidad.  Ellas  sopo- 
nen  que  las  relaciones  y  transacciones  con  Venezuela  eran  de 
tanto  prez  y  valía  para  la  Nueva  Granada,  que  esta  se  apreso- 
raria  humildemente  á  cometer  una  infamia  política.  Tenemos 
por  tal  la  expulsión  que  se  le  exigia  de  Bolívar  como  precio  de 
la  amistad  de  Venezuela.  Aun  cuando  no  hubiese  fallecido  el 
héroe,  estamos  lejos  de  pensar  que  nuestra  querida  patria  se  ho- 
biera  sujetado  á  tamaña  indignidad.  Venezuela  no  tenia  dere- 
cho á  exigir  de  la  Nueva  Granada  la  expulsión  de  cualquier 
hombre,  ya  venezolano,  ya  extranjero,  que  se  hubiera  asilado 
en  su  territorio  :  ¿cuánto  menos  la  del  ilustre  Bolívar,  primer 
campeón  de  la  independencia  del  territorio  colombiano  é  hijo 
adoptivo  de  la  Nueva  Granada  ?  Para  cometer  semejante  felo- 
nía era  preciso  que  entre  sus  hijos  no  hubiesen  existido  ya  sen- 
timientos de  honor,  de  virtud  y  de.... ,  pero  apartemos  la  vista 
de  tan  triste  cuadro  de  pasiones,  debilidades  é  inconsecuencias 
humanas." 

El  oficio  de  Yánes,  dirigido  al  Congreso  de  Bogotá,  fué  á  pa* 
rar  á  manos  del  Señor  Mosquera,  disuelto  ya  aquel  cuerpo ;  7 
dudoso  este  del  partido  que  conviniera  tomar,  lo  trascribió  á 
Bolívar,  que  se  hallaba  en  Cartagena,  para  informarle^  dcciai 
de  tan  notable  circunstancia,  por  lo  que  pudiera  influir  ^  to 
dicha  de  la  nación  y  por  la  trascendencia  que  tenia  en  la  g^^ 
del  Libertador, — ^Paso  altamente  ofensivo,  que  Bolívar,  caldo, 
pobre  y  sin  salud,  no  debia  esperar  de  un  amigo  á  quien  tanto 
habia  distinguido,  como  el  Señor  Joaquin  Mosquera,  el  cual 
pudo,  sin  faltar  al  más  pequeño  de  sus  deberes,  omitir  la  trans- 
cripción del  insultante  oficio. — El  Libertador  sintió  vivamente 
aquel  agravio,  al  que  nada  contestó,  como  era  debido  ;  pero  sfl 
salud,  ya  desmejorada,  se  empeoró,  y  esta  nueva  pena  obró  po- 
derosamente en  su  alma.  Devoróla  en  amargura  basta  la  tumba. 

También  supo  el  Libertador  que  el  Congreso  de  Venezadt 


VIDA  DB  BOLÍTAB.  553 

Labia  expedido  mi  decreto  reintegrando  en  su  libertad  y  en  to- 
dos sus  derechos  políticos  á  las  personas  presas  ó  detenidas  en 
el  territorio  venezolano  por  los  acontecimientos  políticos  de  la 
Kueva  Granada  después  de  la  disolución  de  la  Convención  de 
Ocaña.  Tal  decreto  se  di6  a  solicitud  de  Pedro  Garujo,  el  mis- 
mo asesino  del  25  de  Setiembre,  que  hizo  alarde  y  ruidosa  osten- 
tación de  su  crimen,  y  á  quien  el  Congreso  absolvió,  alegando 

por  fundamento : — "haberse  interesado  por  la  libertad I" 

Pasma  contemplar  que  á  tal  extremo  de  inmoralidad  arras- 
trasen las  pasiones  á  los  hombres  que  influían  en  el  Congreso  de 
Valencia  I  H  rüy  a  que  les  grandes  pcissions  qui  fassent  les 
grandes  natiofis,  decia  Oarnot.  Por  desdicha,  Venezuela  co- 
menzó su  vida  como  nación  independiente  mostrando  tendencias 
insensatas,  desordenadas :  inclinaciones  turbulentas  :  pasiones  ba< 
jas  y  vergonzosas. 

En  tanto,  la  administración  Movsquera,  que  en  corto  tiempo 
habia  cometido  grandes  errores,  perdia  de  hora  en  hora  la  base 
de  respeto  y  consideración  en  Bogotá.  Mosquera  habia  acepta- 
do la  presidencia  sin  conocer  el  peso  que  iba  á  echar  sobre  sus 
hombros,  en  momentos  de  transición  política,  cuando  las  pasiones 
obraban  sin  medida  y  la  tempestad  bramaba  por  do  quiera.  Á 
poco  vio,  aunque  tarde,  las  dificultades  que  le  rodeaban,  perdió 
el  ánimo  y  tuvo  que  alejarse  al  clima  de  Anolaima,  diez  leguas 
de  la  capital,  para  reponer  su  salud. 

El  gobierno  quedó  encargado  al  Vicepresidente  Caicedo. 

Un  movimiento  militar,  en  su  principio  de  pequeña  monta  y 
luego  de  grave  trascendencia,  dio  con  el  gobierno  de  Caicedo  y 
Mosquera  en  tierra.  El  Coronel  Florencio  Jiménez,  al  frente 
del  batallón  Callao,  que  comandaba,  el  General  Justo  Briceño 
en  el  Socorro,  el  Coronel  Pedro  Mares  en  Tunja,  proclamaron  á 
Bolívar  Gefe  de  la  República,  le  confirieron  poderes  ilimitados, 
y  depositaron  el  mando,  durante  la  ausencia  del  Libertador  y 
:on  igual  autorización,  en  el  general  Urdaneta.  Intentó  resistir 
el  gobierno,  pero  no  pudo ;  y  el  triunfo  de  Jiménez  en  el  San- 
tuario le  abrió  las  puertas  de  Bogotá. — Los  Señores  Mosquera 
y  Caicedo  declararon  que  cesaban  en  el  ejercicio  de  la  autori- 
dad pública  y  que  se  retiraban,  como  en  efecto  se  retiraron, 
yéndose  el  primero  á  los  Estados  Unidos  del  Norte,  y  el  segundo 
á  su  hacienda  de  Saldafia. 


654  TIDA  DE  BOLÍYAB. 

Urdaneta  asumió  el  mando  con  el  título  de  "  Encargado  pro- 
visionalmente del  Poder  Ejecutivo"  (5  de  Setiembre) ;  organizó 
nn  ministerio  y  despachó  una  comisión  compuesta  del  Coronel 
Vicente  Piñerez  y  del  Consejero  municipal  Julián  Santamaría  á 
Cartagena,  donde  estaba  el  Libertador. — Dábale  cuenta  de  todo 
lo  ocurrido  y  le  rogaba  encarecidamente,  que,  en  favor  de  Colom- 
bia, aceptara  el  gobierno,  al  que  ya  le  llamaban  cuatro  provin- 
cias y  muy  probablemente  le  llamarían  todas. — Muchos  amigos 
del  Libertador  le  escribieron  en  iguales  términos,  diciéndole  que 
su  presencia  en  Bogotá,  al  frente  de  la  administración,  era  nece- 
saria para  restablecer  el  orden  y  conservar  la  tranquilidad 
pública.  Y  se  hicieron  notables,  entre  los  que  más  se  compla- 
cian  por  el  regreso  de  Bolívar,  los  Ministros  de  la  Gran  Bretaña, 
del  Brazil  y  de  los  Estados  unidos,  los  cuales  repetían  que 
aquel  era  el  único  hombre  capaz  de  sostener  á  Colombia,  enfre- 
nando los  partídos  que  la  despedazaban. 

Cuando  ocurrian  en  Bogotá  los  sucesos  que  dejo  referidos, 
otros  de  igual  naturaleza  tenian  lugar  en  las  provincias  cos- 
taneras. Hallábanse  en  Cartagena  muchos  militares  de  alta 
graduación,  amigos  entusiastas  de  Bolívar,  que  trabajaban  por 
que  este  asumiese  de  nuevo  el  mando,  üniéronseles  el  prefecto 
Juan  de  Francisco  Martin  y  Juan  Garcia  del  Rio,  hombres  que 
por  sus  talentos  y  otras  cualidades  distinguidas  ejercian  mucho 
influjo  en  aquella  provincia. — A  pesar  de  que  el  Libertador  les 
daba  en  todas  oportunidades  consejos  saludables  de  paz  y  de 
obediencia  al  gefe  del  gobierno  constitucional,  ellos  hacían  la 
guerra,  primero  sorda  y  después  abiertamente.  Cuando  llega- 
ron las  noticias  de  la  insurrección  de  Jiménez  al  frente  del  ba- 
tallón Callao,  y  de  los  pronunciamientos  del  Socorro  y  otros 
pueblos  de  la  llanura  de  Bogotá,  Montilla  reunió  á  todos  los 
gefes  militares,  y  se  pronunciaron  en  favor  del  mando  del  Liber- 
tador, protestando  que  no  obedecerían  órdenes  de  ningún  género 
que  emanasen  del  gobierno  contra  el  cual  se  rebelaban. — Por  in- 
vitación del  Prefecto  se  reunieron  el  dia  siguiente  loa  vecinos 
más  notables  de  Cartagjna,  y  acordaron  adherirse  á  lo  resuelto 
por  los  gefes  militares.  Una  comisión  escogida  presentó  al  Li- 
bertador los  votos  de  la  asamblea  y  le  suplicó  que  aceptase  la 
invitación  que  se  le  hacia  de  asumir  él  mando  en  jefe  del  gércüo. 

Bolívar  resistió,  no  obstante  las  súplicas  y  los  consejos  que  le 


VIDA  DE  bojíyab.  555 

daban  süs  amigos  de  Cartagena  y  otros  puntos.  Él  no  quería 
oscurecer  sus  glorías  ni  entrar  en  el  rango  de  un  usurpador  am- 
bicioso. **  Por  largo  tiempo,  escribe  Baralt,  resistió  el  Liberta- 
dor, aunque  sin  fruto,  á  las  pérfidas  sugestiones  de  la  insensata 
turba.  No  podia  entonces  oponerles  el  vigor  y  la  energía  de 
sus  felices  años ;  que  apenas  animaba  al  cuerpo  trabajado  por 
las  fatigas  y  las  enfermedades,  un  destello  de  aquel  antiguo  y 
poderoso  espíritu  que  pudo  concebir  y  alcanzar  la  libertad  de 
tantos  pueblos." — Baralt  se  engaña. — El  Libertador  no  solo  no 
quiso  tomar  el  mando  del  ejército,  sino  que  juzgó  innecesarias  é 
indebidas  las  actas  hechas  por  los  militares  a  quienes  presidia 
Mon tilla,  y  por  los  vecinos,  notables  y  padres  de  familia  de  Car- 
tagena, movidos  por  de  Francisco  Martin  y  García  del  Rio. — 
No  siendo  de  su  aprobación  aquellas  medidas,  envió  á  la  Junta 
al  General  O'Leary,  con  el  objeto  de  dar.  consejos  á  su  nombre, 
reducidos  estos  á  ejercer  el  derecho  de  petición  é  improbar  enér- 
gicamente las  vias  de  hecho. — Cuando  llegaron  los  comisionados 
de  ürdaneta  y  se  proclamó  en  Cartagena  al  Libertador  Gefe  de 
Colombia,  una  respetable  comisión  de  cinco  personas  le  presentó 
el  acuerdo  de  la  asamblea,  que  le  autorizaba  para  tomar  cuantas 
medidas  creyera  conducentes  a  la  salvación  de  la  República  y  al 
restablecimiento  del  orden.  El  Síndico  municipal.  García  del 
Rio,  llevó  la  palabra,  y  con  grande  habilidad  procuró  incli- 
nar el  ánimo  de  Bolívar,  recordándole  sus  glorias,  su  patriotis- 
mo y  sus  deberes  para  con  Colombia. — La  respuesta  del  Liber- 
tador fué  la  siguiente  : — "  He  ofrecido,  Señores,  que  serviré  al 
^  país  en  cuanto  de  mí  dependa,  como  ciudadano  y  como  soldado. 
"  Esto  mismo  tengo  el  honor  de  repetir  ahora ;  pero  decid  á 
"  vuestros  comitentes,  que,  por  respetable  que  sea  el  pronuncia- 
"  miento  de  los  pueblos  que  han  tenido  á  bien  aclamarme  Jefe 
"  Supremo  del  Estado,  sus  votos  no  constituyen  aun  aquella  ma- 
^  yoría  que  solo  puede  legitimar  un  acto  semejante,  en  medio  de 
''  la  conflagración  y  de  la  anarquía  espantosa  que  por  todas  par- 
"  tes  nos  envuelve.  Decidles  que,  si  se  obtiene  aquella  mayoría, 
"  mi  reposo,  mi  existencia,  mi  reputación  misma  la  inmolaré  sin 
"  titubear  eu  los  altares  de  la  patria  adorada,  á  fin  de  salvarla 
"  de  los  horrores,  de  los  disturbios  intestinos,  de  los  peligros  de 
"  una  agresión  extraña,  y  volver  á  presentar  á  Colombia  ante  el 
*'.  mundo  y  ante  las  generaciones  futuras,  tranquila,  respetada, 


556  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

"  próspera  y  dichosa." — Obrando  con  sugecíon  á  estos  principios 
y  con  el  laudable  intento  de  evitar  la  guerra  civil  y  la  anarquía, 
el  Libertador  aconsejaba  á  sus  amigos  que  sostuvieran  al  go- 
bierno como  único  centro  de  unidad  nacional.  ¿  Podía  hacer 
más  ?  La  increpación  que  envuelven  los  conceptos  de  Baralt,  y 
la  censura  que  muchos  hacen  al  Libertador,  diciendo  que  aceptó 
el  mando  ofrecido  por  una  facción  militar,  se  desvanecen  con  los 
hechos  referidos,  y  quedan  completamente  destruidas  con  las  car- 
tas que  en  18  y  25  de  Setiembre  escribió  el  Libertador  al  mi» 
mo  General  ürdaneta  y  al  Señor  Vergara,  su  ministro  del  Lite- 
rior.     Esas  cartas,  que  Baralt  no  conoció,  dicen  de  este  modo : 

Mi  querido  Genebai^: 

Ayer  llegaron  los  comisionadoB  trayéndome  el  acta  y  dándome  parte 
de  todas  las  ocurrencias  más  notables  de  esa  capital. 

Por  más  que  he  querido  rendirme  á  los  argomentoe  y  exhortaciones  de 
los  mismos  comisionados,  de  los  amigos  que  hay  en  este  país,  y  aon  de 
las  cartas  recibidas  de  Bogotá,  no  me  ha  sido  posible  decidirme  &  acep- 
tar un  mando  que  no  tiene  otros  títulos  que  dos  actas  de  dos  consejos 
municipale-s. — Ademas,  el  Señor  Mosquera  no  ha  renunciado  su  títal^  y 
mañana  se  hará  reconocer  en  otra  parte  do  Presidente  legítimo.  Este 
caso  no  está  muy  remoto,  pues  al  llegar  ¿  Popayan  tiene  lugar.  Obando 
y  López  se  empeñarán  en  esto,  y  el  Señor  Mosquera  no  ha  t^iido  hasta 
ahora  otras  inspiraciones  que  las  de  estos  dos  sujetos.  Entonces,  él  seiia 
Presidente  legítimo,  y  yo  usurpador.— Yo  no  puedo  reducirme  á  esta  si- 
tuación, por  más  que  me  esfuerzo  en  dominar  mi  repugnancia.  -Santa 
María  me  dice,  que,  si  no  acepto  el  mando,  habrá  inMiblemente  una  es- 
pantosa anarquía ;  pero,  ¿  qué  hé  de  hacer  yo  contra  una  barrera  de  bronce 
que  me  separa  de  la  presidencia  ? — Esta  barrera  de  bronce  es  el  derecho. 
No  lo  tengo ;  ni  lo  ha  cedido  el  que  lo  posee.  Por  consiguiente,  espera 
remos  á  las  elecciones.  Llegado  este  caso,  la  legitimidad  me  cubrirá  con 
su  sombra,  6  habrá  un  nuevo  Presidente.  Se  habrá  despejado  el  hori- 
zonte político,  y  sabremos,  en  fin,  si  hay  patria  6  no. — Entonces,  y  solo 
entonces,  podré  entrar  en  el  Poder  Ejecutivo ;  suponiendo  siempre  que 
las  elecciones  sean  libres  y  se  hagan  conforme  á  la  ley. 

Ninguno  podrá  culparme  de  haber  abandonado  mis  conciudadanos  á 
la  anarquía,  puesto  que  ninguna  parte  he  tenido  en  sus  conmociones,  y 
que  ademas  Yd.  está  á  la  cabeza  dd  Gobierno  y  revestido  de  todas  las 
cualidades  necesarias  para  crisis  semejante.  Como  ciudadano  y  como 
soldado  ofrezco  mis  servicios  á  la  República :  ninguno  será  más  celoso 
en  servirla,  y  sostendré  al  Gobierno  con  toda  mi  influencia  y  todas  mis 
fuerzas.  Hay  también  una  circunstancia  que  me  hace  inútil  en  esa  ad- 
ministración. Primero  es  existir  que  modificar.  Debemos  antes  crear  de 
nuevo  esta  patria  que  se  ha  disuelto,  y  por  consiguiente  hasta  que  no 


VIDA  DB  BOLÍVAR.  557 

esté  rermida  por  las  amuua^  no  se  puede  gobernar  bien.    Yo  me  ofrezco 

para  servir  en  la  parte  más  dificil  y  peligrosa ;  asf  evitaré  que  me  culpen 

de  egoísmo. 

Bolívar. 

Hasta  aquí  la  carta  á  ürdaneta.  La  otra  á  Yergara,  sugeto 
á  quien  mucho  amaba  el  libertador,  dice  así : 

OABTAOBirA,  25  de  Setiembre  de  1829. 

Mi  querido  amigo :  Al  fin  recibí  ayer  una  carta  de  Yd.  del  14  de  Se- 
tiembre, por  la  cual  veo  que  Yd.  ha  juzgado  necesario  disculparse  de  su 
silencio,  lo  que  á  la  yerdad  no.  merecía  ni  hacerse  mención  de  ello.  Yo 
conozco  á  Yd.  y  también  conozco  la  situación  que  lo  rodea  para  juzgar 
mal  en  tan  críticas  circunstancias  de  carácter  tan  excelente. 

Yd.  me  dice  que  dejará  luego  el  Ministerio  porque  tiene  que  atender  á 
su  familia,  y  luego  me  ezije  Yd.  que  yo  marche  á  Bogotá  á  consumar  una 
usurpación  que  la  Gaceta  extraordinaria  ha  puesto  á  manifiesto  sin  dis- 
frazar ni  en  una  coma,  la  naturaleza  del  hecho.  Ko,  mi  amigo :  yo  no 
puedo  ir,  ni  estoy  obligado  á  ello,  porque  á  nadie  se  le  debe  forzar  á  obrar 
contra  su  conciencia  y  las  leyes.  Tampoco  he  contribuido  en  la  menor 
cosa  á  esta  reacción,  ni  he  comprometido  á  nadie  á  que  la  hiciera.  Si  yo 
recojiese  el  fruto  de  esta  insurrección,  me  haría  cargo  de  toda  su  res- 
ponsabilidad. Créame  Yd. :  nunca  he  yisto  con  buen  ojo  las  insurrecciones. 

Bogotá  no  es  mi  teatro,  ni  los  .militares  granadinos  me  sostienen ; 
mucho  menos  los  facciosos  asesinos  y  traidores  que  oclipan  puestos  mili- 
tares y  rodean  las  autoridades.  Los  comisionados  me  dijeron  que  todo 
marchaba  á  las  mil  maravillas,  pero  desgraciadamente  los  que  vienen  de 
allá  y  lo  que  se  sabe  aquí,  hace  presumir  á  todo  el  mundo  que  Yds.  mar- 
chan con  más  rapidez  á  su  ruina  que  los  legitimados.  Me  alegan  preci- 
samente esta  causa  para  que  yo  vaya  á  parar  los  golpes  que  se  temen  ; 
mas  para  esto  es  necesario  que  yo  fuese  el  amigo  Mosquera,  que  me  dejase 
engallar  por  las  70  cartas.  Por  fortuna,  á  mí  no  me  han  escrito  ni  la 
quinta  parte ;  y  algunas  he  visto  de  Castillo  y  de  Restrepo,  que  muestran 
matemáticamente  el  mal  estado  de  las  cosas,  y  lo  que  es  peor,  que  yo  no 
he  sabido  gobernar,  porque  he  sido  muy  parcial,  injusto,  vengativo,  mal 
financista  y  cuantos  nombres  hay  en  el  diccionario  de  las  tachas :  lo  que 
me  ha  inducido  á  pensar  que  el  Señor  Castillo  sería  el  mejor  Presidente 
del  mundo,  pues  él  posee  todas  las  cualidades  que  á  mí  me  &ltan.  [  Qué 
lástima  es  que  no  hubiera  mostrado  todas  sus  habilidades  desde  que  en- 
tr<5  á  gobernar  I    Todo  lo  reserva  para,  después  de  muerta  la  difunta. 

Aun  cuando  no  hubiera  nada  de  lo  que  Ueyo  dicho,  no  puedo  menos  de 
confesar  á  Yd.  que  aborrezco  mortalmente  el  mando,  porque  mis  servidos 
no  han  sido  felices :  porque  mi  natural  es  contrario  á  la  vida  sedentaria : 
porque  carezco.de  conocimiento :  porque  estoy  cansado  y  porque  estoy 
enfermo.    No  puedo,  mi  amigo :  no  puedo  volver  á  mandar  más,  y  crea 


558  VIDA   DE  BOLÍVAB. 

Vd.  que  cuando  he  resistido  hasta  ahora  &  los  ataques  de  los  amigos  áá 
Cartagena,  seré  en  adelante  incontrastable. 

Dentro  do  tres  días  me  voy  hacia  Santamarta,  por  hacer  ejercicio,  por 
salir  del  fastidio  en  que  estoy,  y  por  m^orar  de  temperamento.  Yo  estoy 
aquí  renegado ;  contra  toda  mi  voluntad,  pues  he  deseado  irme  á  loe  in- 
fiernos para  salir  de  Colombia;  pero  el  Señor  Juan  de  Frandsco,  á  la 
cabeza  de  otros  importunos,  m^  ha  tiranizado,  haciéndome  quedar  donde 
no  puedo  ni  quiero  vivir. 

Yd.  me  dirá  que  todo  esto  está  en  oposición  bon  mi  proclama  y  oficio 
al  Gk)biemo.  Responderé,  que  Santamaría  me  hizo  ver  que  Y<ls.  se  iban 
á  dividir  en  mil  partidos,  y  se  arruinaba  completamente  la  patria,  si 
redondamente  yo  respondía  que  no  aceptaba :  ofrecí,  pues,  disimular,  ha- 
blando vagamente  de  servir  como  ciudada^io  y  como  soldado.  Sin  em- 
bargo, no  dejé  de  manifestar  al  General  Urdancta  que  yo  no  iba  á  Bogotá, 
ni  aceptaba  el  mando :  lo  mismo  he  dicho  á  los  amigos.  Por  consiguiente, 
yo  no  he  engañado  á  nadie,  sino  á  los  enemigos,  para  que  no  acabasen  con 
Ustedes  de  repente  y  de  nuevo. 

Dígale  Yd.  al  General  Urdaneta,  que  no  he  recibido  carta  suya  en  este 
correo,  y  que  esta  le  puede  servir  para  informarse  de  mis  ideas.  Deseo 
que  se  reconcilie  el  Ministro  americano  con  el  Gkneral,  para  que  no  falte 
esta  ceremonia  á  su  instalación.  Sobre  esto  le  escribe  Wilson  &  Moore, 
rogándoselo  encarecidamente  de  mi  parte ;  á  lo  menos  para  que  haga  su 
representación  pública. 

Ya  Yd.  sabrá  la  insurrección  de  Riohachaf  contra  la  cual  se  han  tomado 
todas  las  medidas  indispensables,  y  venceremos  sin  duda.  El  resto  del 
departamento  está  muy  bien,  aunque  Santamarta  no  se  ha  pronunciado 
aun.  El  General  Montilla  ha  partido  hoy  i)ara  aquella  ciudad  á  diríjir 
la  operación  militar.  Él  está  quemado  con  todo  lo  que  se  hace  en  Bo- 
gotá, y  me  ha  dicho  hoy  á  tiéhipo  de  irse,  que  está  resuelto  á  dejar  el 
mando  y  separarse  de  los  negocios  públicos.  Aquí  se  habla  muy  mal  de 
la  composición  de  los  cuerpos  de  nueva  creación ;  dicen  que  los  oficiales 
S(m  traidores  y  asesinos :  que  Joaquín  París  es  un  imbécil  que  se  deja 
corromper  y  es  completamente  perjudiciaL  Yo  veo  que  en  la  capital  no 
hay  otro,  y  así,  no  sé  qué  luirá  el  General  Urdaneta.  En  una  palabra,  se 
quejan  de  todo  y  esta  es  una  de  las  razones  porque  yo  no  quiero  darle 
gusto  á  tanto  picaro. 

Si  las  cosas  continúan  como  aquí  se  dice,  me  parece  que  yo,  lejos  de 
servir,  me  voy  del  país.  Para  lograr  esto  no  tengo  inconveniente  nin- 
guno, pues  no  acepto  encargo  público.  Yo  compadezco  al  General  ur- 
daneta, á  Yd.  y  á  todos  mis  amigos  que  se  ven  comprometidos  sin  espe- 
ranza de  salir  bien,  pues  nunca  debieron  Yds.  contar  conmigo  para  nada, 
después  que  habia  salido  del  mando  y  que  habia  visto  tantos  desengaños. 
A  nadie  le  consta  más  que  á  Yd.  mi  repugnancia  á  servir  y  la  buena  fS 
con  qué  insté  por  mi  separación.  Desde  aquel  momento  he  tenido  mil 
motivos  para  aprobar  mi  resolución :  por  consiguiente  sería  un  absardo 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  559 

de  ini  parte  volver  á  comprome^terme.  Añadiré  á  Vd.  una  palabra  m¿8 
para  aclarar  esta  cuestión :  todas  mis  razones  se  fundan  en  una : — no  egpero 
talud  para  la  patria.  Este  sentimiento,  6  más  bieu  esta  convicción  ín- 
tima, aboga  mis  deseos  y  me  arrastra  á  la  más  cruel  desesperación*  Yo 
creo  todo  perdido  para  siempre ;  la  patria  y  mis  amigos  sumerjidos  en 
UQ  piélago  de  calamidades.  Si  no  bubiera  más  que  un  sacrifída  que 
bacer  y  que  este  fuera  el  de  mi  vida,  ó  el  de  mi  feHddad,  ó  el  de  mi 
bonor....  créame  Yd.,  no  titubeara.  Pero  estoy  convenddo  que  este  sa- 
crificio seria  inútil,  porque  nada  puede  un  pobre  bombre  contra  un 
mundo  entero ;  y  porque  soy  incapaz  de  bacer  la  felicidad  de  mi  país, 
me  deniego  á  mandarlo.  Hay  más  aun :  los  tiranos  de  mi  país  me  lo 
ban  quitado,  y  yo  estoy  proscrito ;  así,  yo  no  tengo  patria  á  quien  bacer 
el  sacrificio. 

Perdóneme  Yd.,mi  querido  amigo,  la  molestia  que  le  doy  en  esta 
declaración ;  la  be  debido  al  General  Urdaneta  y  á  Yd :  por  eso  no  me 
be  detenido  en  bacerla,  pues  un  desengafio  vale  más  que  mil  ilusiones. 

Póngame  Yd.  á  los  pies  de  su  señora  y  mande  Yd.  &  quien  lo  ama  de 
torazon. 

SmON  BOLÍVAIL 

Esta  ingenua  explicación,  postrera  defensa  que  el  Libertador 
hacia  de  su  conducta  política  ;  estos  íntimos  sentimientos  deposi- 
tados con  candor  en  el  seno  de  la  amistad,  tienen  el  sello  au- 
gusto de  la  franqueza  verdadera.  Digan  lo  que  quieran,  y 
escriban  cnanto  les  plazca  los  enemigos  de  Bolívar,  y  basta  alze 
su  voz  Benjamin  Constant,  hombre  sin  fé  política  y  sin  virtud,  á 
quien  Santander  pagaba  en  París  por  que  escribiese  contra  el 
héroe  de  Colombia  ;  nadie  podrá  negar  (pues  es  un  hecho  incon- 
testable) que  se  hizo  una  revolución  para  ofrecer  el  mando  á  este, 
y  que  no  lo  aceptó  ;  que  millares  de  votos  le  llamaron  al  ejerci- 
cio del  poder,  y  que  su  respuesta  fué  negativa ;  porqtce  la  fícente 
de  la  legitimidad,  decia,  es  d  sufragio  libre  de  los  pueblos,  no  el 
eco  de  un  motin,  ni  la  expresión  de  unos  amigos.  Si  se  ha  do 
juzgar  á  los  hombres  por  sus  hechos,  por  sus  palabras,  todos  los 
actos  de  la  vida  de  Bolívar  testifican  el  más  noble,  el  mayor 
desprendimiento  ;  y  si  jamas  hubo  mortal  á  quien  le  fuera  dada 
la  singular  prerogativa  de  llevar  el  patriotismo  hasta  el  sacrifi- 
cio y  la  abnegación  hasta  el  sublime,  ese  vcrk  Bolívar. 

Conforme  indicaba  este  al  Señor  Vergara,  partió  de  Carta- 
gena para  Soledad.  Enfermo  y  contristado  venia.  En  su  sem- 
blante se  pintaba  la  huella  de  las  ofensas  hechas  á  su  reputación. 

Descanso  por  unos  dias  en  Soledad  y  despaes  se  fué  á  Bar- 


560  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

ranqnilla,  donde  pasó  los  meses  de  Octubre  y  Noviembre. — Una 
profunda  melancolía  y  un  gran  descaimiento  agravaron  su  enfer- 
medad, que  no  fué,  al  principio,  sino  un  catarro  pulmonar  cogido 
en  la  noche  en  que  se  recibió  la  triste  nueva  de  la  muerte  del 
Mariscal  Sucre.  Para  fines  de  Noviembre.  "  apenas,  (escribia  al 
General  Joaquin  París,)  apenas  tengo  aliento  para  sobrellevar  los 
últimos  dias  que  me  quedan  para  mi  mortificación." — ^En  efecto, 
casi  diariamente  se  recibian  los  papeles  de  Venezuela  que  ofen- 
dían la  delicadeza  de  Bolívar  con  calumnias  groseras  y  ultrages 
personales  ;  y  su  sensibilidad  se  exaltaba,  y  su  alma  se  aflijia, 
contribuyendo  esto  poderosamente  á  imprimir  en  la  enfermedad 
nn  carácter  de  rapidez  en  su  desenvolvimiento  y  de  gravedad  en 
las  complicaciones,  que  hicieron  infructuosos  loe  socorros  dd 
arte. 

El  Libertador  ap\iraba  el  cáliz  amargo  que  Páez  y  su  partido 
le  ofrecian  á  beber ;  recibía  las  ofensas  de  su  patria  y  de  sus 
beneficiados  que  sin  descanso  le  hartaban  á  disgustos,  y  no  11^ 
á  saber  los  buenos  oficios  de  sus  amigos  que  se  esmeraban  en 
tributarle  el  sincero  homeoage  de  su  respeto,  de  su  amor  y  de  su 
admiración. — ^Toda  la  Nueva  Granada,  si  se  exceptúan  Pasto. 
Buenaventura,  Gasanare  y  Rio  del  Hacha  se  pronunció  por  el 
Libertador  y  clamó  fervosamente  por  su  regreso  al  poder — como 
Gefe  supremo  de  la  República.  En  el  Ecuador  se  le  proclamó 
por  el  Congreso  Padre  de  la  Patria  y  protector  del  Sur  de  Co- 
lombia ;  se  le  ofreció  eterna  memoria  y  gratitud  por  sus  inmor- 
tales beneficios ;  se  ordenó  que  su  retrato  se  colocase  en  todas 
las  salas  de  justicia  y  gobierno  ;  que  el  dia  de  su  nacimiento 
fuera  celebrado  como  fiesta  nacional,  y  se  le  ratificaron  todos  los 
títulos  y  honores  que  se  le  habian  conferido  por  las  leyes  de  Co- 
lombia. I  Brillante  testimonio  de  la  gratitud  de  los  ecuatorianos 
para  con  el  héroe  de  la  América  del  Sur,  que  contrastaba  de  una 
manera  enérgica  y  elocuente  oon  el  ast/raoismo  que  le  habia  de 
cretado  el  Congreso  de  Venezuela  y  con  la  ingratitud  de  su  pa- 
tria, á  la  que  tanto  habia  amado.  Por  ese  mismo  tiempo,  el 
"Mariscal  Santa  Cruz,  que  presidia  los  destinos  de  Bolívia,  escri- 
bia al  Libertador,  llamándole  g^e  de  la  Uhertad  americana,  y  en 
nombre  del  pueblo  boliviano  le  confirió  una  augusta  misión  en 
Europa.  La  comunicación  del  Mariscal  Santa  Cruz  no  es  cono- 
cida, y  yo  me  complazco  en  darla  á  luz.    Dice  así : 


YIDA  DB  BOLÍVAR.  661 

ExMO.  Señor: 

ElPresideotedela  república  bolÍTÍana  tiene  la  honra  de  saludar  á 
nombre  de  bu  nadon  al  gefe  de  la  libertad  americana,  y  al  fdndador  de 
su  patria.  Instruido  de  yuestra  separación  de  América,  no  puede  pres- 
cindir de  seguiros  con  su  corazón,  y  transmitiros  los  sentimientos  más 
puros  de  gratitud  y  respeto  que  afectan  al  pueblo  boliviano,  constante 
siempre  en  amaros  y  en  recodar  los  beneficios  que  os  debe. 

Llenando  los  más  vehementes  deseos  de  vuestro  corazón,  habéis  de- 
jado de  mandar  &  Colombia,  y  os  alejáis  de  la  América,  resistiéndoos  á 
las  súplicas  reiteradas  de  loe  pueblos,  porque  habéis  querido  pensar  ya 
en  vuestra  gloria,  y  decidir  la  gran  cuestión  que  sin  duda  so  ha  ventilado, 
largo  tiempo  ante  el  tribunal  de  un  mundo  entero.  Habéis  vencido 
sefior :  y  vuestra  gloria,  su])erior  &  la  de  todos  los  hombres  libres,  se 
presentará  ya  como  el  sol  que  nadie  deja  de  ver,  y  vuestros  mismos  opo- 
sitores encontrarán  en  vuestra  ausencia  el  convencimiento  y  tal  vez  el  ar- 
repentimiento tardío  de  exaltaciones  que  nos  privan  del  m^or  apoyo  de 
la  libertad  americana. 

De  hoy  en  adelante  nadie  osar&  culparos  de  ambición,  ridículo  pre- 
texto con  que  algunos  intentaban  obscurecer  vuestra  gloria  y  aun  la  nues- 
tra ;  puesto  que  las  glorias  del  Nuevo  Mundo  están  vinculadas  en  las  de 
su  primer  y  más  insigne  capitán.  Conservaréis  ileso  el  titulo  de  Liber- 
tador que  os  ha  ddo  siempre  más  estimado  que  todas  las  coronas  déla 
tierra. 

£1  Continente  de  Colon  conservará  él  legado  de  virtud  que  su  Liber- 
tador le  ha  dejado :  y  no  olvidará  la  lección  que  acaba  de  darie  el  de- 
fensor de  la  libertad  en  favor  de  la  especie  humana. 

Bolivia,  que  tiene  el  orgullo  de  llevar  vuestro  nombre,  se  felicita  por 
el  triunfo  que  ha  conseguido  sobre  la  calumnia  el  ilustre  americano  que 
supo  conducir  los  estandartes  de  la  justicia  desde  el  Orinoco  al  Potosí,  y 
dejar  después  la  tierra  de  sus  victorias,  para  hacerse  más  inmortal. 

El  Libertador  ha  comunicado  á  los  americanos  su  pasión  por  la  inde- 
pendencia, su  amor  por  la  libertad,  su  desprecio  por  la  ambición ;  y  el 
viejo  mundo,  asombrado  de  su  conducta,  juzgará  de  lo  que  son  capa- 
ces los  hombres  que  él  ha  doctrinado  en  los  campos  de  la  victoria  y  en 
la  escuela  de  la  moderación.  ' 

ElPresidente  de  Bolivia,  muy  convencido  de  los  heroicos  csfherzos  del  Li- 
bertador por  la  felicidad  americana,  y  persuadido  de  que  es  el  r^resentante 
natural  de  sus  repúblicas  en  Europa,  cree  que  nadie  trabigará  allí  con  celo 
más  ardiente  por  su  bien,  como  él  mismo  que,  arrancándolas  de  un  co- 
loniaje humillante,  pudo  colocarlas  en  el  rango  que  justamente  ocupan. 
Bolivia  lo  debe  más  particularmente  su  existencia  política  como  nación, 
im  empefío  entusiasta  por  su  conservación,  y  el  cordial  título  de  hija 
con  que  la  saludó  el  dia  que  la  América  fué  absolutamente  emanci- 
pada. He  aquí,  seflor,  los  títulos  de  confianza  que  tiene  para  esperar 
que  sus  intereses  públicos  serán  conducidos  en  Europa  con  él  pulso  y  la* 

36 


562  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

sabiduría  bien  probados  en  veinte  afíos  de  acierto,  administrando  tres 
repúblicas.  Por  esto  ha  cieido  may  oportuno  el  Presidente  de  BolÍTia, 
aprovechando  de  vuestra  mansión  áUí,  encargaros  los  negocios  del  pue- 
blo que  manda,  cerca  de  la  Santa  Sede,  y  nombraros  su  ministro  pleni- 
potenciario en  la  capital  del  orbe  cristiano,  como  lo  veréis  por  las 
credenciales  adjuntas. 

Sería  excusado  rogar  al  Libertador  que  admita  un  encargo  que  le  confia 
Bolívia.  Basta  expresarle  que  cuando  los  bolivianos  supieron  su  retiro 
de  América,  se  pronunciaron  unánimemente  porque  él  fuese  su  repre- 
sentante cerca  de  cualquier  gobierno  de  Europa :  y  el  Presidente  de 
Solivia  cumple  un  deber  muy  satisfactorio,  haciéndole  saber  que  esta 
es  la  voluntad  del  pueblo  boliviano.  No  hay  que  olvidar,  sefior,  qne 
Bolívia  exije  este  servicio  del  General  Bolívar.  Esta  indicación  es  bas- 
tante para  hacer  concebir  ideas  ventajosas  y  esperar  resultados  favorables. 

La  Santa  Sede  es  á  quien  debe  y  quiere  dirijirse  preferentemente  el 
gobierno  boliviano,  porque  es  ante  ella  que  tiene  asuntos  más  nijentes 
que  conciliar,  para  satis&cer  las  necesidades  de  un  pueblo  católico  por 
excelencia,  y  tranquilizar  conciencias  alarmadas  por  algunos  de  los  mismos 
acontecimientos  que  nuestra  revolución  ha  motivado,  y  por  la  &lta  de  co- 
municación con  la  cabeza  visible  de  la  Iglesia.  Encontraréis  también 
adjuntas  las  principales  instrucciones  que  contienen  los  objetos  de  las 
primeras  y  más  esenciales  intelijencias  que  deben  entablarse  con  él  Santo 
Padre.    « 

Al  haceros  esta  importante  confianza,  quisiera  el  Presidente  de  Bolíria, 
acompañarla  de  una  demostración,  que,  probándoos  la  intensidad  del 
afecto  boliviano,  os  pusiese  también  en  estado  de  presentaros  en  Eoropa 
con  todo  el  lucimiento  y  el  brillo  que  debe  seguir  al  Libertador  de  nn 
mundo ;  pero  valga  al  menos  la  misma  comisión  por  una  prueba  de  la 
tierna  memoria  con  que  os  acompañan  los  bolivianos  al  otro  lado  del 
Océano,  lisonjeándose  de  que  no  rechazaréis  la  manifestación  de  sn  con- 
fianza que  desde  el  centro  de  la  América  os  hace  uno  de  loe  pueblos  qne 
os  deben  su  libertad  y  su  existencia  política. 

Aceptad,  sefior,  los  sentimientos  más  cordiales  de  gratitud  y  amor  con 

que  os  saluda  unánimente  el  pueblo  boliviano,  y  la  particular  afección  de 

un  compañero  y  constante  amigo  vuestro.    Dada,  firmada  y  refrendada 

por  el  ministro  de  relaciones  exteriores  en  el  palacio  de  gobierno  en  Ohn- 

«quisaca  á  15  de  Octubre  de  1880. 

Ain>KB8  Saiíta  Cbuz. 

El  Miniatro  de  Estado  del  despacho  de  Relaciones  Exteriores. 

Mariano  Ensi^üb  Calvo. 

Como  el  Libertador  observase  que  sus  males  aumentaban,  i^ 
terminó  trasladarse  á  Santamarta,  de  donde  el  Obispo  Estéves 

*    a. 

el  General  Montilla  y  otros  de  sus  amigos  le  llamaban  con  m?- 
itancia.    También  se  lo  aconsejó  nn  médico.   Creíase  que  el  o*^ 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  563 

podia  mejorarlo. — Se  embarcó,  pues,  en  el  bergantín  nacional 
Manud,  sufrió  mucho  7  llegó  á  Santamarta  á  las  siete  7  media 
do  la  noche  del  1°  de  Diciembre,  en  un  estado  lamentable  de 
prostacion,  hasta  tal  punto  que,  no  pudiondo  caminar,  tuvo  que 
venir  á  tierra  en  una  silla  de  brazos. — En  la  misma  noche  le  vi- 
sitó el  Doctor  A.  Próspero  Reverend,  médico  francés,  7  con  algu- 
nas aplicaciones  calmaron  algún  tanto  la  toz,  el  dolor  al  pecho 
los  insomnios  7  otros  síntomas  alarmantes.    Era,  (como  decia 
Reverend,)  que  abrigando  la  esperanza  de  un  porvenir  más  di- 
choso para  la  patria,  de  la  que  veía  brillantes  defensores  entre 
los  que  le  rodeaban,  la  naturaleza  conservadora  recobró  sus  de- 
rechos.    Y  entonces  pidió  el  Libertador  con  ansia  los  socorros 
de  la  medicina.  Pero  ah  I  7a  no  era  tiempo. — El  sepulcro  estaba 
abierto  esperando  la  ilustre  víctima,  7  hubiera  sido  necesario 
hacer  un  milagro  para  impedirle  descender  á  él....     Reverend 
consulto  la  opinión  del  Doctor  Mac-Night,  cirujano  de  la  goleta 
de  guerra  Grampus^  de  los  Estados  Unidos,  que  casualmente  se 
hallaba  en  el  puerto,  7  se  esmeró  en  aliviar  los  padecimientos 
del  Libertador. — ^Este  habia  manifestado  deseos  de  ir  al  campo, 
7  de  acuerdo  con  el  médico,  que  dijo  serle  provechoso  respirar 
el  aire  libre,  salió  por  la  tarde  del   6  para  la  quinta  de  San 
Pedro  Alejandrino,  propiedad  del  Señor  Joaquin  de  Mier,  dis- 
tante como  una  legua  de  Santamarta,  a  donde  llegó  el  paciente 
mu7  despejado,  diciendo  que  le  habia  sido  de  gran  provecho 
el  viage  en  berlina. — ^Allí  pasó  dos  dias  mu7  alegre,  alabando 
el  clima  favorable  7  conversando  sobre  diversas  cosas ;  escri- 
bió á  Bogotá  que  se  hallaba  mejor  7  aun  puso  en  una  carta 
una  postdata  de  su  mano. — Sin   embargo,  en  aquella  misma 
noche  principió  la  enfermedad  á   atacarle  la  cabeza,  apareció 
el  hipo,  síntoma  fatal,  los  extremos  se  le  enfriaron,  vino  el  de- 
lirio 7  la  calentura  le  dio  con  más  fuerza. — El  10,  se  presen- 
taron señales  inminentes  de  una  congestión  cerebral ;  pero,  á 
beneficio  de  un   cáustico  en  la    nuca,  se  despejó  7   recobró 
plenamente  sus  facultades  mentales.    Cumpliendo  entonces  con 
los  deberes  de  cristiano,  recibió  la  eucaristía   7  la  extrema- 
unción de  manos  del  Obispo  Estéves,  que  le  asistió  en  aque- 
llos últimos  momentos  de  la  vida.    Hizo  su  testamento  7  diri- 
jió  á  los  Colombianos  sus   postrimeras  palabras  en  el   lecho 
de  la  muerte  :   palabras  que   respiran  toda  la  bondad  7  la 


564  TIDA  DE  BOLÍVAR. 

grandeza  del  alma  de  Bolívar.  Él  sentía  que  con  noeva  j 
mayor  fuerza  invadía  el  mal,  j  que  aquella  debia  ser  la  últi- 
ma vez  que  hablafa  á  sus  amigos.  Llamó,  pues,  á  un  amanuense 
7  dictó  su  despedida  á  los  colombianos  con  la  ternura  que  ud 
padre  moribundo  lo  hubiera  hecho  con  sus  hijos  más  queridos. 

OOLOMBIAHOS 1 

Habéis  presenciado  mis  esfuerzos  para  plantear  la  libertad  donde  rei- 
naba antes  la  tiranía.  He  trabajado  con  desinterés,  abandonando  mi 
fortuna  y  aun  raí  tranquilidad.  Me  separé  del  mando  cuando  me  per- 
suadí que  desconfiabais  do  mi  desprendimiento.  Mis  enemigos  abusaroa 
de  vuestra  credulidad  y  hollaron  lo  que  me  es  más  sagrado,  la  reputación 
de  mi  amor  &  la  libertad.  He  sido  víctima  de  mis  perseguidores,  que 
me  han  conducido  á  las  puertas  del  sepulcro.     Yo  los  perdono, 

Al  desaparecer  de  en  medio  de  vosotros,  mi  caríflo  me  dice  que  debo 
hacer  la  manifestación  de  mis  últimos  deseos.  No  aspiro  á  otra  gloría 
que  á  la  consolidación  de  Colombia :  todos  deben  trabajar  por  el  bioi 
inestimable  de  la  Union.  Los  pueblos  obedeciendo  al  actual  gobierno 
para  libertarse  de  la  anarquía ;  los  ministros  del  santuario  dirigiendo  sos 
oraciones  al  cielo ;  y  los  militares  empleando  sus  espadas  en  defensa  de 
las  garantios  sociales. 

Colombianos :  Mis  últimos  votos  son  por  la  felicidad  de  la  patria.  8i 
mi  muerte  contribuye  á  que  cesen  loe  partidos  y  se  consolide  la  üwion^  p 
bajaré  tranquilo  al  sepulcro. 

Hacienda  de  San  Pedro,  en  Santamarta,  &  10  de  Diciembre  de  1830.-20. 

El  Libertador  se  incorporó  en  la  cama,  y  tomando  la  pluma 
puso  al  pié  de  este  tierno  adiós  su  nombre  :  Simón  Bolívab. 

Inmediatamente  después  escribió  una  carta  al  General  Justo 
Bricefio. — Fué  este  el  último  acto  de  su  vida.  Él  conocía  qne 
los  instantes  eran  ya  contados.  Aquella  extenuación,  aquel 
abatimiento  sin  dolor,  porciones  de  la  muerte,  se  la  hacian  sentir 
de  antemano ;  y  como  se  le  habia  visto  durante  quince  años 
afrontar  sin  temor  el  peligro  en  los  combates,  yiósele  ahora,  en 
esta  ocasión  suprema,  reconocer  con  serenidad  la  cercanía  de  ud 
fin  infalible 
•    Todo  estaba  consumado. 

La  vida  se  extinguía  por  minutos.  Turbadas  las  facultades 
mentales,  se*  hizo  frecuente  el  desvarío  ;  y  oh  dolor  I  ese  desvarío 
revelaba  lae  congojas  del  alma«  José,  decia  el  Libertador  Ib* 
mando  á  su*  criado,  ^t7ámano0,9t«6  de  aquí  nos  echan.,..,  ¿d¿nde 
irémoe? 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  d65 

El  17,  los  síntomas  se  agravaron.  La  implacable  muerte  se 
acercaba.  La  vista  del  Libertador  estaba  fija.  Aquella  mano 
que  guiaba  á  la  victoria,  estaba  helada.  Todos  los  circunstantes, 
oprimidos  por  el  dolor,  el  alma  consternada  por  el  silencio  de 
aquel  cuarto  donde  expiraba  el  Redentor  de  un  mundo,  tenian 
fijos  en  él  sus  ojos.  El  rostro  de  Bolívar  habia  asumido  una 
expresión  de  inmortalidad* 

Á  las  doce  empezó  el  ronquido  ;  á  la  una  dejó  de  existir It 

Acaso  es  la  vez  primera  que  el  sol  y  el  espectro  de  la  muerte 
se  vieron  fijamente.  Napoleón  murió  á  las  seis  de  la  tarde,  á  la 
misma  hora  que  Alejandro.  Otón  el  Grande  al  rayar  el  alba. 
Garlos  Y  á  las  dos  de  la  madrugada. 

Los  ojos  de  Bolívar  se  cerraron  para  siempre  y  su  bella  alma 
voló  al  cielo. 

¡  Qué  escena  de  desolación  para  aquellos  fieles  amigos  que  ro- 
deaban el  lecho  de  la  muerte  1 

Era  aquel  dia  el  aniversario  y  casi  la  hora  misma  en  que  once 
años  antes  se  había  proclamado  en  Angostura  la  creación  de 
Colombia. 

Murió  el  Libertador  á  los  cuarenta  y  siete  años,  cinco  meses  y 
23  dias,  después  de  grandes  prosperidades,  de  largas  guerras,  de 
sucesos  merecidos,  de  meditaciones  profundas,  de  altos  pensamien- 
tos, de  miseria,  esplendor,  reveses,  peligros,  y  algunas  faltas  inse- 
parables de  la  condición  humana.  Allí,  en  aquel  {)equeño  aposento, 
cedido  por  la  bondad  de  un  amigo,  estaba  todo  un  pasado  glorioso 
de  heroismo  y  libertad ;  allí  estaba  el  cadáver  del  que  probó  en  la 
vida  lo  que  la  prosperidad  tiene  de  más  grande  y  la  adversidad 

de  más  cruel Mas  ah  I  después  de  lo  que  acabamos  de  ver, 

¿  qué  es  la  salud,  repetiré  con  Bossuet,  ¿  qué  es  la  vida,  qué  es 
la  gloria? — La  salud  es  un  nombre ;  la  vida,  un  sueño ;  la  glo- 
ria, una  apariencia.*  Este  bajel  de  la  misera  existencia,  fluc- 
tuante  sobre  las  olas  del  mundo,  solamente  sosiega  cuando  toma 

tierra  en  las  orillas  de  la  muerte. — Bolívar  descansó Que 

duerma,  sí,  que  duerma  al  canto  de  su  gloria Que  haya  en- 
contrado en  el  seno  augusto,  en  el  seno  inmenso  de  la  Divina 
Justicia,  un  premio  á  la  bondad  y  á  la  fortaleza  de  su  corazón,  á 
la  virginidad  de  sus  intenciones,  á  su  inexorable  rectitud  y  á  se 

*  Onúson  ftmébre  de  \á  Bachéese  d'Orléans. 


566  VIDA  DE  BOLÍYAB. 

celestial  desprendimiento.  Premio  que  fuera  imposible  obtener 
en  este  valle  hondo,  oscuro ;  en  este  desierto  del  desengaño ! 

Murió  BoLÍvAB  y  Colombia  dejó  de  ser. 

Como  si  la  gran  República  no  pudiera  existir  sin  el  brazo 
omnipotente  que  la  formara 

Colombia  nació  entre  los  laureles  de  Boyacá  que  cegó  el  hé- 
roe victorioso  ;  se  glorificó  con  este  en  Carabobo,  en  Picbincha 
7  Ayacucho,  y  expiró  con  él  en  las  playas  ardientes  de  Santa- 
marta. 

Fnit  Hium  et  ingens 

Gloría  Teucronim. 

(^n.  II.) 

Fué  un  pueblo  lleno  de  fuerza,  activo,  enérgico,  amante  de 
la  libertad,  del  progreso  y  de  la  gloria.  Se  creyó  grande  y 
en  efecto  lo  era  ;  porque  habia  conquistado  su  independencia 
y  afianzado  con  sus  victorias  la  de  muchos  pueblos.  Supo 
arrostrar  de  los  Iberos  la  zana  y  el  poder  ;  y  las  frentes  altivas 
de  los  Sucres,  Marinos,  Plores,  Silvas,  Anzoáteguis,  Urdanetas, 
Salones,  Valdeses,  Soublettes,  y  de  tantos  héroes,  se  adornaron 
con  guirnaldas  de  laurel  y  rosas Pero  ah  I  presidíalos  en- 
tonces el  ángel  de  la  victoria el  noble  triunfador que 

ahora,  cadáver  pálido  y  deforme ! 

Bolivar  vivió  menos  que  César,  menos  que  Bonapartel  Y 
en  tan  corto  tiempo  luchó  y  venció;  y  en  nuestra  América 
sembró  con  profusión  la  semilla  feliz  de  libertad,  de  luz,  de 
dicha  y  gloria.  América  inocente !  Cubre  tus  coronas  de 
verde  oliva,  de  estrellas  y  laureles  ;  no   las  ostentes  mages- 

tuosa,  que  tu   Libertador  no  existe. — Bolívar  ha  muerto ! — 

Ni  como  Catón  se  arrancó  la  vida,  desesperando  de  la  libertad 
y  del  porvenir  ;  ni  como  Cicerón  tendió  el  cuello  á  los  sicarios, 
después  de  haber  esquivado  el  morir. — La  negra  envidia,  la 
odiosa  ingratitud  le  emponzoñaron ;  y  allá  murió,  [  oh  dolor ! 
en  la  hacienda  de  San  Pedro,  en  Santamarta. y  allá  per- 
manecieron los  restos  del  bravo  adalid,  abandonados doce 

años  I sin  tumba ;  que  ni  sepulcro  los  ingratos  le  dieron, 

y  sobre  sus  espaldas  fabricaron  los  pecadores I 

Supra  dorsum  meum  &brícaverunt  peccatores: 
Prolongaverunt  iniquitatem  suam. 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  567 

t  Oh  ley  sublime  de  libertad  I  i  Oh  santa  causa  de  la  inde- 
pendencia de  América  I  Qué  generoso  defensor  habéis  perdido  I 
I  Qué  esforzado  campeón,  qué  sabio  j  venturoso  capitán....  I  Sus 
hechos  extraordinarios,  sus  hazañas  famosas  que  Hércules  envi- 
diaría, se  encuentran  "  desde  el  manso  Guayre  que  le  vio  nacer, 
hasta  el  remoto  La  Plata,  que  ciñe  los  antiguos  dominios  del 
Sol :  cinco  naciones  independientes  y  para  siempre  libres  :  na- 
ciones con  gloriosos  trofeos,  con  ejemplos  soberbios  de  hazañas  y 
de  proezas,  con  historias  heroicas,  que  eclipsan  las  páginas  do- 
radas de  la  Señora  del  mundo  :  con  anales  políticos  que  leerían 
con  encanto  en  las  plazas  de  Tébas  y  de  Atenas  los  antiguos 

genios  de  la  libertad "  BOLÍVAR  no  existe  I — Ah  1  ¿  Por  qué 

no  es  inmortal  el  justo,  el  amigo  de  los  hombres,  el  defensor  de 
la  inocencia  ;  por  qué  no  vive  siempre  el  primogénito  de  la  vic- 
toria, el  padre  querido,  el  Libertador,  que  condujo  al  pueblo  en 
larga  y  santa  peregrinación,  desde  las  cavernas  de  la  esclavitud 
hasta  el  paraiso  de  la  libertad....?  ¿Por  qué  vive  el  malvado 
atormentando,  y  vive ;  y  la  mano  invisible  de  la  muerte  se 
asienta  sobre  el  bienhechor,  sobre  el  genio  augusto  que  consuela 
y  protejo  la  gran  familia  de  la  sociedad  humana  ?  ¡  Oh  profun- 
dos inescrutables  juicios  del  Altísimo  1  Los  envidiosos,  que  tie- 
nen secas  las  entrañas,  quedan  ;  los  ingratos,  que  tienen  vuelto 
podre  el  corazón,  viven  ;  y  la  virtud  y  la  bondad  perecen  I  ;  Y 
muere  el  hombre  cuya  vida  toda  fué  luz  y  dechado  de  desinterés 
y  de  magnanimidad  I  Ah  1  Quién  podrá  profundizar  la  terribi- 
lidad de  estos  arcanos  ? 

''  Mis  enemigos,  decia  Bolívar  al  expirar,  han  hollado  lo  que 
"  me  es  más  sagrado  :  la  reputación  de  mi  amor  á  la  libertad. 
'*  He  sido  víctima  de  mis  perseguidores,  que  me  han  conducido 
"  á  las  puertas  del  sepulcro I    YO  LOS  PERDONO. 

'' Colombianos  I  Al  desaparecer  de  medio  de  vosotros,  mi 
^  canño  me  dice  que  debo  hacer  la  manifestación  de  mis  últimos 
"  deseos....  Mis  prostreros  votos  son  por  la  felicidad  de  la  patria. 
"  Si  mi  muerte  contribuye  á  que  cesen  los  partidos  y  se  consolide 
"  la  unión,  yo  bajaré  tranquilo  al  sepulcro  I" 

I  Qué  santa  resignación  I  Qué  .tierno  amor  I  Cuan  exquisita 
generosidad  1  Yo  los  perdono. — ^Al  morir  el  viejo  Emperador 
Augusto,  cargado  de  años  y  de  recuerdos,  decia  á  sus  amigos 
que  le  asistian  en  el  lecho  de  la  muerte : — ^'^  Por  ventura  no  hi 


568  YIDA  DE  BOLÍYAB. 

representado  bien  esta  farsa  de  la  vida  (jnimum  viké)  ? — "Qué 
diferencia  entre  las  palabras  de  Augusto  j  las  del  Libertador  I 
Suetonio  no  dice  si  los  amigos  del  poderoso  de  Roma  respon- 
dieron á  la  cínica  pregunta ;  pero  70  diré  que  los  últimos 
conceptos  de  Boiíyab  son  sublimes  de  religión  y  de  nobleza. — 
To  ¡os  perdono  ! 

Propio  era  del  que  habia  YÍvido  en  holocausto,  que  muriese 
perdonando..... 


CAPÍTULO    LXn. 


1830. 


Autopsia  dil  oadXtvb  dkl  ubbstádor— qbkibobá  dbmobtbacion  dbl  gobbbnaoob 

BBUIOBB  DB  JANÁIOA— BB  TRASLADA  BL  CUBRPO  X  BAMTAMABTA — LAS  AÜTOBIDADBS 
AHÜVCLUr  LA  MÜIBTB  DBL  HÍSEOB  COLOMBIANO— HONOBB8  QÜB  8B  EICXBBOH  BX 
TABIO0  PDNT08  i.  LA  VBMOBIA  DB  BOLÍYAR— TB8TAMBNTO  DBL  LIDBRTADOR— BRBTB 
OOMPBNDIO  DB  8D8  INMOBTALn  HBOHOB— FIN  DB  LA  OBRA. 

CUATRO  horas  después  del  fallecimiento  del  Libertador, 
tuvo  lagar  la  inspección  cadavérica,  de  cuyo  examen  re- 
sultó que  tenia  un  poco  dañado  los  pulmones  j  que  las  pleuras 
pulmonares  estaban  adheridas  á  las  costales.  La  opinión  del 
Doctor  Reverend  fué  la  siguiente  :  ^  La  enfermedad  de  que  ha 
muerto  S.  E.  el  Libertador  era  en  su  principio  un  catarro  pulmo- 
nar que  habiendo  sido  descuidado  pasó  al  estado  crónico  j  con- 
secutivamente dejeneró  en  tisis  tuberculosa.  Fué  pues  esta  afec- 
ción morbífica  la  que  condujo  al  sepulcro  al  General  Bolívar,  pues 
no  deben  considerarse  sino  como  causas  secundarias  las  diferentes 
complicaciones  que  sobrevinieron  en  los  últimos  dias  de  su  enfer- 
medad, tales  como  la  arachnoides,  y  la  neurosis  de  la  dijestion, 
cuyo  signo  principal  era  un  hipo  casi  continuo ;  y  ¿  quién  no 
sabe  por  otra  parte  que  casi  siempre  se  encuentra  alguna  irrita- 
ción local  estraña  al  pecho  en  las  tisis  con  dejeneracion  del  pa- 

(669) 


670  VIDA  DE  BOliVAB. 

renchinia  pulmonar  7  Si  se  atiende  á  la  rapidez  de  la  enferme- 
dad en  su  marcha,  j  á  los  signos  patólojicos  observados  sobre  el 
órgano  de  la  respiración,  naturalmente  es  de  creerse  que  causas 
particulares  influyeron  en  los  progresos  de  esta  afección.  No 
hay  duda  que  ajen  tes  físicos  ocasionaron  primitivamente  el  ca- 
tarro del  pulmón,  tanto  más  cuanto  la  constitución  individual 
favorecía  el  desenvolvimiento  de  esta  enfermedad,  que  la  falta 
de  cuidado  hizo  más  grave ;  y  que  el  viaje  por  mar,  que  emprendió 
el  Libertador  con  el  fin  de  mejorar  su  salud,  lo  condujo  al  con- 
trario á  un  estado  de  consunción  deplorable.  Todo  esto  es  in- 
contestable. Pero  también  debe  confesarse  que  afecciones  mo- 
rales, vivas  y  punzantes,  como  debian  ser  las  que  afligian  conti- 
nuamente el  alma  del  General,  contribuyeron  poderosamente  á 
imprimir  en  la  enfermedad  un  carácter  de  rapidez  en  su  desen- 
volvimiento y  de  gravedad  en  las  complicaciones,  que  hicieron 
infructuosos  los  socorros  del  arte.  Del)e  observarse  en  favor 
de  esta  aserción,  que  el  Libertador,  cuando  el  mal  estaba  en  su 
principio,  se  mostró  muy  indiferente  á  su  estado,  y  se  denegó  á 
admitir  los  cuidados  de  un  médico.  S.  E.  mismo  lo  ha  confesado. 
Era  precisamente  en  el  tiempo  en  que  sus  amigos  le  hartaban  á 
disgustos,  y  en  el  que  estaba  más  expuesto  á  los  ultrajes  de 
aquellos  que  sus  beneficios  habían  hecho  ingratos.  Cuando  S. 
E.  llegó  á  Santa  Marta,  bajo  auspicios  muchos  más  favorables, 
con  la  esperanza  de  un  porvenir  más  dichoso  para  la  patria,  de 
la  que  veía  brillantes  defensores  entre  los  que  le  rodeaban,  la 
naturaleza  conservadora  recobró  sus  derechos ;  entonces  pidió 
con  ansia  los  socorros  de  la  medicina.  Pero  ah  I  Ya  no  era 
tiempo  1  El  sepulcro  estaba  abierto  esperando  la  ilustre  victima, 
y  hubiera  sido  necesario  hacer  un  milagro  para  impedirle  des- 
cender á  él." 

Inmediatamente  después  de  la  muerte  de  Bolívar,  y  cuando 
aun  se  hacian  por  la  fortaleza  del  Morro  de  Santa  Marta  las  se- 
ñales de  dolor  que  manda  la  Ordenanza  militar,  fondeó  en  el 
puerto  la  fragata  inglesa  Blanche,  trayendo  á  su  bordo  al  gefe 
de  escuadra  Farguhar,  y  al  Doctor  Miguel  Clare,  médico  de 
Jamaica,  que  venia  para  prestar  auxilio  al  Libertador  y  salvar 
su  importante  vida.  A  solicitud  del  antiguo  y  fiel  amigo  de 
Bolívar,  el  Sefior  Hyslop,  el  gobernador  de  aquella  isla  escribió 
al  Comodoro  Farguhar  excitándole  á  que  enviase  un  buque  á 


VIDA  DE  BOIÍYAB.  571 

Santamarta  con  un  médico  inteligente  ;  j  como  no  hubiese  en  la 
estación  de  Puerto  Real  ningún  buque  menor,  el  mismo  Gomo- 
doro  vino  en  la  Blanche  trayendo  al  Dr.  Clare  que-  expontánea- 
mente  se  ofreció  á  venir. — Las  cartas  del  Señor  Belmore  son 
dignas  de  conservarse : 

KiNGS  HoxTBB  18  de  Diciembre  de  1880. 

Mi  querido  Sefior : — El  Señor  Hyslop  ha  puesto  en  mis  manos  la  carta 
inclusa. 

Ella  contiene  la  relación  del  peligro  extremo  &  que  está  reducido  el 
Gkneral  Bolívar. — El  hombre  que  ha  tenido  una  parte  tan  distinguida  en 
los  acontecimientos  políticos  que  han  pasado  en  los  Estados  sud-ameri- 
canos,  debe  inspirar  un  fuerte  deseo  de  suministrarle  todos  los  auxilios 
que  pueden  ser  practicables  en  su  actual  arriesgada  situación. 

Si  podéis  sin  inconyeniente  despachar  prontamente  un  buque  con  un 
médico  intelijente  á  bordo,  sería  este  un  grande  acto  de  humanidad. 

No  dudo  que  este  paso  tendrá  la  aprobación  del  Almirante,  será  satis- 
factorio al  gobierno  de  S.  M.  y  lisongero  á  los  sentimientos  públicos. 

Si  pudiera  suponer  que  mi  recomendación  tuviese  algún  peso,  yo  de- 
searia  mucho  ofrecerla  en  una  ocasión  tan  interesante  como  la  de  salvar 
la  vida,  6  contribuir  al  alivio  de  una  persona  tan  distinguida. 

Tengo  el  honor  de  ser,  etc. 

Belmobe. 

I 

Al  Comodoro  Farguhar  Caballero  de  las  Ordenes  del  Bafio  y  de  la  Espada 
de  Suecia  en  el  buque  Blanche, 

Erraos  HousE,  15  de  Diciembre  de  1830. 

Mi  querido  Señor: — He  recibido  vuestra  favorecida  de  anteayer  y  re- 
conozco la  bondad  y  la  prontitud  que  os  han  inducido  á  ir  personalmente 
en  alivio  del  General  Bolívar. 

Como  este  acto  es  do  una  naturaleza  recomendable  en  todos  los  países 
donde  prevalecen  sentimientos  de  humanidad,  me  atrevo  á  sugerir  que 
como  Sir  Miguel  Clare  ha  expresado  su  deseo  de  prestar  su  asistencia,  y 
como  tiene  una  larga  experiencia  de  los  climas  tropicales,  su  propuesta 
sea  aceptada. 

Si  tenéis  proporción  de  admitir  á  Sir  Miguel  Clare  á  bordo  de  la 
Blanche^  puedo  con  seguridad  recomendarlo  como  un  sugeto  distinguido 
y  de  considerables  conocimientos. 

Temo,  sin  embargo,  que  esta  contingencia  dependa  de  que  podáis  pos- 
poner vuestra  partida  hasta  el  domingo  por  la  mañana,  en  cuyo  evento 
Sir  Miguel  Clare  irá  á  presentarse  á  bordo  de  la  Blanche  mañana  en  la 
tarde. 

Tengo  el  honor  de  ser,  etc.  BelhoAb. 

Al  Comodoro  Farguhar,  Caballero  de  las  Ordenes  del  Bafio  y  de  la  Espada 

de  Suecia  en  la  fragata  de  S.  M.  la  Blanche. 


S72  TIDA  DE  BOLÍYAB« 

El  cadáver  del  Libertador  fué  trasladado  de  la  hacienda  de 
San  Pedro  Alejandrino,  donde  murió,  á  la  ciudad,  como  á  las  ocho 
de  la  noche,  y  se  depositó  en  la  Aduana  en  una  sala  preparada 
de  antemano.  Allí  se  le  embalsamó  y  fué  colocado  después  en 
otra  pieza,  la  principal  del  edificio,  con  el  aparato  fúnebre  que 
proporcionaban  los  escacísimos  recursos  del  país. — ^Ahí  quedó 
expuesto  al  público  hasta  el  20  á  las  cinco  de  la  tarde  en  que  se 
le  dio  sepultura. 

i  Dia  fecundo  solamente  en  pena  1 — En  aquel  sepulcro  humilde, 
que  ninguna  distinción  hacia  reconocer  que  era  el  de  Bolívar, 
yacía  el  héroe  que  tantos  rasgos  de  grandeza,  de  nobl^  senti- 
mientos y  de  virtud  marcó  en  su  vida....  I 

Las  autoridades  de  Santamarta,.  Cartagena  y  Bogotá  anuncia- 
ron la  muerte  del  Libertador. 

El  artículo  2°  de  la  orden  del  17  de  Diciembre  que  el  Co- 
mandante general,  General  Mariano  Mon tilla,  escribió  con  lá- 
grimas en  los  ojos,  dice  así : 

Art  2"*  Es  medio  dia,  y  Colombia  acaba  de  perder  para  siempre  á  sa 
LiBEBTADOB  Y  Padrb.    Bl  grande  y  magn&nima  fué  la  vida  del  Genio 
de  nuestra  independencia  y  libertad,  su  muerte  ha  sido  la  de  an  verda- 
dero héroe.    Qué  suñimiento!   Qué  constancia  1  Qué  tranquilidad  de 
espíritu  1 1 1  ün  espacio  inmenso  se  ha  interpuesto  ya  entre  Colombia  y  su 
Libertados,  y  nada  podrá  calmar  la  dura  pena  de  los  Colombianos...... 

El  ejército,  esa  parte  preciosa  del  pueblo  que  tantos  dias  de  gloria  ha 
dado  á  la  patria,  ya  no  verá  más  al  frente  de  sus  banderas  al  varón  ilastre 
que  por  el  camino  del  honor  y  de  la  victoria  le  condujo  al  templo  de  la 
mmortalidad.  Soldados :  un  eterno  adiós  nos  ha  dicho  nuestro  liber- 
tador, nuestro  General,  y  al  separaise  de  entre  nosotros  nos  ha  diríjido  las 
siguientes  palabras.    (Aqui  su  prodama,}* 

Este  precepto,  esta  ley  pronunciada  sobre  el  sepulcro  por  el  fundador 
de  Colombia,  será  para  d  ejército  una  regla  inviolable,  y  desgraciado  de 
aquél  que  desobedezca  tan  saludable  mandato  I  La  sombra  dd  Liberta- 
dor le  buscará  por  todas  partes  y  no  podrá  suñir  los  remordimientos  que 

le  acompañarán. 

Habiano  Montuxa. 

El  prefecto  del  Departamento  habló  á  los  pueblos  diciéndoles : 

Pueblos  del  Magdalena  : — Penetrado  del  más  acerbo  dolor.  Heno 
boy  el  más  triste  deber. — ;  El  Padbb  de  la  Patria  ya  no  existe...  1  Las 
calamidades  públicas,  y  la  horrible  ingratitud  de  sus  en^nigos  le  han 

Yeáse  la  pag.  564. 


VIDA  DE  BOLÍVAR,  573 

condncido  al  Bepulcro  el  17  del  corriente  á  la  nna  de  la  tarde.  Él  ha 
muerto  victima  de  sn  consagfracion  ala  patria,  ün  fin  prematuro  ha  sido 
el  premio  de  sus  heroicos  sacrificios ;  y  las  lílgrimas  de  sus  fíeles  amigos 
j  el  tardío  arrepentimiento  de  sus  gratuitos  enemigos  no  podrán  ya  volver 
la  vida  al  qne  tantas  veces  la  dio  á  Colombia.  La  lápida  que  cubre  sus 
restos  venerables  lo  separa  para  siempre  de  nosotros.  En  los  momentos 
qne  el  grito  nacional  lo  vindicaba,  llamándolo  como  la  única  esperanza 
de  la  patria,  la  muerte  nos  lo  arrebata,  y  el  cielo  ha  recibido  ya  al  bien- 
hechor de  un  mundo  t 

Ciudadanos:  El  Libertador  os  ha  consagrado  hasta  los  últimos  instan- 
tes de  su  preciosa  existencia.  Oid  su  voz  y  respetemos  con  santo  recoji- 
miento  sus  postreros  deseos ;  estos  deseos  que  deben  ser  una  ley  sagrada 
para  nosotros,  y  desgraciados  si  llegamos  á  violarla :  la  ruina  nacional 
seria  el  más  infalible  resultado,  y  Colombia  terminaria  su  existencia  con 
la  de  su  ilustre  fundador. 

Ciudadanos :  El  Libertador  al  dejamos  para  siempre,  nos  encarga  que 
nos  unamos :  que  trabajemos  todos  por  el  bien  inestimable  de  la  unión,  y 
obedezcamos  al  actual  gobierno  para  libertamos  de  la  anarquía.  Corres- 
pondamos, pues,  á  su  encargo,  marchemos  unidos,  y  juremos  sobre  su 
tumba  ser  fíeles  á  los  deseos  que  le  inspiraron  sus  últimos  votos  por  la 
felicidad  de  la  patria.  Así  honraremos  su  memoria  y  satis&rémos  una 
inmensa  deuda  de  gratitud. 

Cartagena,  12  de  Diciembre  de  1818. 

JüAK    DB  FSANCIBCO  MaBTIN. 

El  Comandante  de  armas  de  la  plaza  y  provincia  de  Carta- 
gena se  dirijió  á  las  tropas  que  mandaba  y  les  dijo : 

Soldados  I  Murió  el  sol  de  Colombia  I  Sus  rayos  bienhechores  dcgan 
ya  de  alumbrar  á  esta  tierra  desgraciada....  I  ;  { Murió  el  Padbe  db  la 
PATRIA,  el  ilustre  Bolíyab  :  y  cien  afios  de  luto  no  son  suficientes  á  de- 
mostrarle toda  nuestra  gratitud,  todo  nuestro  amor,  todo  nuestro  agrade- 
cimiento I !  I 

Soldados :  Vosotros  sabéis  lo  que  ha  perdido  Colombia  en  su  Liberta- 
dor :  un  padre  amoroso :  im  soldado  fiel :  un  sabio  magistrado :  el  mejor 
protector  de  la  humanidad. 

Soldados :  Nuestro  Libertador  confiando  siempre  en  vu^ro  patrio- 
tismo, en  vuestras  virtudes,  y  en  el  carifio  que  le  habéis  jurado,  os  hace 
una  súplica  que  hallaréis  consignada  en  su  última  voluntad.  No  es  po- 
sible que  vosotros  la  desatendáis :  honrad  su  muerte,  pues  á  la  vez  que 
llenéis  ese  deber  sagrado,  la  patria  reportará  mil  bienes  de  vuestra  su- 
misión. Yo  os  lo  ruego,  y  seré  el  primero  en  sugetarme  ciegamente  &  la 
postrera  disposición  del  benefactor  de  Colombia. 

Cartagena»  21  de  Diciembre  de  1880. 

Igitaczo  db  LvqüB. 


574  VIDA  DE  BOLÍVAR. 

También  el  General  Urdaneta  que,  í  principios  de  Enere 
de  1831  recibió  en  Bogotá  la  triste  nueva  de  la  muerte  del  Li- 
bertador, habló  á  los  Colombianos  y  les  dijo  : 

Colombianos  :  AgoyiadQ  por  el  peso  del  dolor,  me  esfuerzo,  no  obs- 
tante, por  cumplir  con  el  más  triste  de  mis  deberes  como  magistrado, 
como  ciudadano,  como  amigo.  Os  anuncio  que  ha  cesado  de  existir  el 
más  ilustre  entre  todos  los  hijos  de  Colombia,  el  Libertador,  el  funda- 
dor de  tres  repúblicas,  el  inmortal  SmoK  BoLÍvar.  Después  de  haber 
agotado  hasta  las  últimas  heces  del  cáliz  do  amargura  que  le  ofreció  la 
suspicacia  de  algunos  conciudadanos  suyos,  ha  pasado  á  la  rejion  de  las 
almas,  dejando  un  vacío  inmenso  en  Colombia,  en  América,  en  el  orbe 
civilizado. 

Colombianos :  Las  pasiones  contemporáneas,  aun  las  más  encarnizadas, 
deben  darse  ya  por  satisfechas.  Bolívar  no  pertenece  de  hoy  mas,  sino 
al  dominio  de  la  historia ;  y  mientras  ella  le  asigna  en  sus  páginas  el 
prominente  lugar  á  que  le  han  hecho  acreedor  sus  relevantes  servicios  á 
la  causa  de  la  humanidad,  nosotros,  los  que  tenemos  la  desgracia  de  so- 
breviviría debemos  reunimos  en  tomo  de  su  tumba  helada,  á  Uorar  la 
pérdida  que  hemos  hecho,  á  meditar  sobre  la  situación  de  Colombia,  y 
prestarle  los  auxilios  de  que  tanto  necesita  la  patria  para  revivir. 

Colombianos :  Deseoso  de  que  no  se  malogren  los  esfuerzos  inauditos 
de  aquel  varón  esclarecido  por  la  independencia  y  libertad  de  nuestra 
tierra,  me  ocupo  actualmente  en  dictar  aquellas  medidas,  que  demandan 
el  reposo  y  bienestar  de  los  que  viven  sometidos  al  gobierno  nacional,  y 
de  negociar  con  los  que  no  lo  están,  los  medios  de  llegar  á  un  avenimiento 
amistoso,  que  tenga  por  resultado,  reorganizar  á  Colombia  y  presentarla 
de  nuevo  á  los  ojos  de  las  naciones  en  su  pasada  majestad  y  esplendor. 
En  nombre  de  la  independencia  y  de  la  libertad,  convido  á  todos  los  que 
abriguen  en  su  pecho  sentimientos  nobles  y  generosos,  para  que  coad3ruven 
á  la  bella  empresa  de  restaurar  á  Colombia.  Venid  pues,  colombianos, 
al  templo  de  la  concordia,  venid  conmigo  á  damos  un  abrazo  fraternal 
Solo  así  evitaremos  que  el  país  sea  patrimonio  de  la  anarquía  más  espan- 
tosa y  devoradora  que  jamás  vieron  los  siglos. 

Bogotá,  9  de  Enero  de  1881.-21.  Rafael  übdajtbta. 

Por  último  el  Secretario  de  Relaciones  Exteriores  comunicó  la 
muerte  del  grande  hombre  á  los  Ministros  de  todas  las  Nación^. 
La  siguiente  nota  fué  la  que  se  pasó  al  Señor  Souza  Díaz,  Enviado 
del  Brazil,  la  cual  fué  idéntica  á  la  que  se  remitió  á  loe 
demás  agentes  públicos. 

BCINISTERIO  DB  B8TAD0  ES  "BL  DESPACHO    DE    BELACIONE8  EXTERI0BE8.   , 

Bogotá,  10  de  Enero  de  1881. 
El  infrascrito  Ministro  Secretario  de  Estado  en  el  despacho  de  Rclado- 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  575 

nee  Exteriores,  penetrado  del  más  acerbo  dolor  y  sentimieDto,  se  diríje 
hoy  al  Seflor  Comendador  do  Soaza  Díaz,  Enviado  Extraordinario  y  Mi- 
nistro Plenipotenciario  de  8.  M.  el  Emperador  del  Brazü  anunciándole  la 
infausta  nueva  del  fallecimiento  del  Libertador  de  Colombia.  General 
Simón  Bolívar,  á  quien  la  muerte  ha  arrebatado  en  medio  de  su  brillante 
carrera,  el  dia  17  de  Diciembre  del  afio  anterior.  La  república  ha  perdido 
su  mejor  apoyo,  los  colombianos  un  padre  á  quien  debieron  hu  ser  y  exis- 
tencia política,  y  el  gobierno  del  Seflor  Ministro  un  amigo  fiel.  Colom- 
bia á  quien  el  Libertador  elevó  al  más  alto  grado  de  poder  y  de  gloria, 
llora  su  x)érdida  como  una  calamidad  pública,  y  espera  que  la  posteridad 
le  tributará  siempre  el  justo  homenage  de  gratitud,  respeto  y  admiración 
por  los  grandes  bienes  que  hizo  al  nuevo  mundo  y  á  la  humanidad  entera. 

En  medio  de  la  horfandad  6.  que  la  República  ha  quedado  reducida,  el 
gobierno  del  infrascrito,  entre  tanto  que  se  reúne  la  representación  nacio- 
nal que  delibere  lo  conveniente  sobre  la  suerte  del  país,  se  promete  que 
desplegando  todos  los  recursos  con  que  cuenta,  podrá  salvar  el  orden  y 
mantener  sin  interrupción  las  estrechas  relaciones  de  amistad  que  feliz- 
mente existen  entre  Colombia  y  el  imperio  del  Brazil.  Y  así  ha  preve- 
nido al  infrascrito  comunicarlo  al  Seflor  Ministro  á  quien  se  dirije. 

El  infrascrito  suplica  al  Seflor  Enviado  de  S.  M.  el  Emperador  del  Bra- 
zil se  digno  aceptar  la  seguridad,  etc. 

YlCBírrB  BORRERO. 

En  Bogotá  se  hicieron  honores  fúnebres  á  la  grata  memoria 
del  Creador  de  Colombia,  deseando  el  gobierno  acreditar,  por 
^'cuantos  medios  estuvieran  á  su  alcance,  el  alto  aprecio  que  me- 
recían á  la  Nación  los  muy  eminentes  servicios  de  su  ilustre 
fundador.  Fijóse  el  10  de  Febrero  para  el  acto  y  se  ordenó  que 
se  hiciese  con  toda  la  magnificencia  que  demandaba  la  distin- 
g^iida  persona  á  quien  era  dedicado, — También  se  le  hicieron 
honras  pomposas  en  Buenos  Aires,  en  Chile,  en  el  Perú  en  Bo- 
lívia.*  Solo  en  Venezuela  no  las  tuvo  por  entonces.  Mas  tem- 
pladas un  tanto  las  pasiones,  las  tuvo  doce  años  después. 

*  He  aquí  él  decreto  del  Mariscal  Santa  Gmz  relativamente  á  las  exequias 
de  Bolívar : 

GONSIDERAinX) : 

Que  con  la  muerte  del  láhertador  SmoN  Bolívar,  ha  perdido  Bolívia  su 
padre,  fundador  y  mejor  amigo ;  que  eUa  dehe  ser  llorada  por  toda  la  América 
del  Sur ;  y  que  es  justo  dar  xm  testimonio  púhlico  y  solemne  del  acerbo 
dolor  que  tan  infausto  suceso  ha  causado  á  los  bolivianos ;  he  venido  en 
dedretar  y 

Dbcrsto: 

Art.  1"  El  81  del  presente  mes,  se  celebrarán  loe  funerales  del  Libertador 
Sncoir  BoiávAR  en  todas  las  Iglesias  catedrales,  colej latas,  matrices  y  par- 


676  VIDA  DE  BOliVAB. 

El  testamento  del  Libertador  fué  muy  sencillo. 

"  Primeramente,  dice,  encomiendo  mi  alma  á  Dios  nuestro  Señor 
"  que  de  la  nada  la  crió,  y  el  cuerpo  k  la  tierra  de  que  fué  for- 
"  mado,  dejando  á  disposición  de  mis  albaceas  el  funeral  y  entierro 
'*  y  el  pago  de  las  mandas  que  sean  necesarias  para  obra  pias,  y 
^*  estén  prevenidas  por  el  gobierno. 

'^  Declaro :  fui  casado  legalmente  con  la  Señora  Teresa  Toro, 
^  difunta,  en  cuyo  matrimonio  no  tuvimos  hijos  algunos. 

"  Declaro  :  que  cuando  contrajimos  matrimonio,  mi  referida 
'*  esposa  no  introdujo  á  él  ningún  dote,  ni  otros  bienes,  y  yo  in- 
^  trodiye  todo  cuanto  heredé  de  mis  padres. 

'^  Declaro :  que  no  poseo  otros  bienes  más  que  las  tierras 
''  y  minas  de  Aroa,  situadas  en  la  provincia  de  Garabobo,  y  unas 
*^  alhajas  que  constan  en  el  inventario  que  debe  hallarse  entre 
^'  mis  papeles,  las  cuales  existen  eñ  poder  del  SeBor  Juan  de 
*  Francisco  Martin,  vecino  de  Cartagena. 

"  Declaro :  que  solamente  soy  deudor  de  cantidad  de  pesos 
"  á  los  Señores  Juan  de  Francisco  Martin  y  Powles  y  compañía ; 
-'  y  prevengo  á  mis  albaceas  que  estén  y  pasen  por  las  cuentas 
^  que  dichos  Señores  presenten  y  las  satisfagan  de  mis  bienes. 

roqnialefi  de  la  república  con  la  mayor  suntuosidad  j  aparato,  7  con  asSs- 
tenda  de  todas  las  autoridades  civiles,  eclesiáticas  y  militares ;  debiendo 
terminar  la  fundón  reügiosa  con  una  oradon  fúnebre  pronunciada  por  él 
edesiástico  de  mayor  dignidad. 

2*^  En  el  dia  designado  7  durante  él  acto  de  iglesia,  la  guardia  nadonal  7 
los  cuerpos  del  ejército  se  formarán  de  gran  parada  en  la  plaza  con  las  ban- 
deras 7  tambores  enlutados,  harán  las  descargas  prevenidafi  por  la  Orde- 
nanza en  las  exequias  de  los  capitanes  generales. 

8**  En  la  fortalent  de  Oruro  7  plazas  en  que  haya  artillería,  se  daián, 
desde  el  amanecer  del  dia,  cuarenta  7  ocho  cafionazos,  uno  en  cada  cuarto 
de  hora. 

4"*  Todo  empleado  público  llevazá  luto  por  él  término  de  dos  meses;  los 
oficiales  de  la  guardia,  los  del  ejérdto  7  demás  fundonarioe,  que  usen  uni- 
forme detallado  por  su  peculiar  reglamento,  lo  denotarán,  cuando  se  haUen 
vestidoB  con  traje  de  etiqueta,  por  una  rosa  en  el  brazo  derecho ;  loa  duda- 
danos  particulares  usarán  el  común  negro  por  ocho  dias. 

5"*  Conforme  al  decreto  de  la  asamblea  general  de  11  de  Agosto  de  1826 
se  dedara  para  lo  sucesiyo  fiesta  dvica  el  28  de  Octubre,  anirersario  dd  dia 
natal  del  fundador  de  la  repúb Jca,  7  autor  de  su  gloria. 

Eü  ministerio  del  Estado  en  el  despacho  del  Interior  queda  encargado  de 
la  egecudon  de  este  decreto,  7  lo  hará  imprimir,  publicar  7  circular. 

Dado  en  el  palado  de  gobierno  en  la  Paz  i  10  de  Ma7o  de  1831,  21  de  la 
independencia.  ájxdsleb  SAirrA  Cbüz. 


VIDA  DB  BOLÍVAB.  677 

''Es  mi  voluntad  que  la  medalla  que  me  presentó  el  Con- 
**  greso  de  Bolíria  á  nombre  de  aquel  pueblo,  se  le  devuelva 
''  como  se  lo  ofrecí,  en  prueba  del  verdadero  afecto  que  aun  en 
^  mis  últimos  momentos  conservo  á  aquella  república. 

'^  Es  mi  voluntad,  que  las  dos  obras  que  me  regaló  mi  amigo 
''  el  Sefior  General  Wilson,  j  que  pertenecieron  antes  á  la  biblio- 
*'  teca  de  Napoleón,  tituladas  ''  El  Contrato  Social  de  Rousseau," 
''  7  "  El  arte  militar  de  Monte-Cuculi,  se  entreguen  á  la  Univer- 
*^  sidad  de  Caracas. 

'^  Es  mi  voluntad  que  de  mis  bienes  se  den  á  mi  fiel  mayor- 
"  domo,  José  Palacio»  ocho  mil  pesos  en  remuneración  á  sus  cons- 
"  tantes  servicios. 

"  Ordeno  que  los  papeles  que  se  hallan  en  poder  del  Señor 
**  Pavajeau,  se  quemen.*  ^ 

''Es  mi  voluntad  que  después  de  mi  fallecimiento  mis  res- 
^  tos  sean  depositados  en  la  ciudad  de  Caracas,  mi  país  natal. 

"Mando  á  mis  albaceas,  que  la  espada  que  me  regaló  el 
"  Gran  Mariscal  de  Ayacucho,  se  devuelva  á  su  viuda  para  que 
"  la  conserve  como  una  prueba  del  amor  que  siempre  he  profe- 
"  sado  al  expresado  Gran  Mariscal. 

"Mando:  que  mis  albaceas  den  las  gracias  al  Sefior  Ge- 
"  neral  Roberto  Wilson,  por  el  buen  comportamiento  de  su  hijo, 
"  el  Coronel  Bedford  Wilson  que  tan  fielmente  me  ha  acompa- 
"  fiado  hasta  los  últimos  momentos  de  mi  vida. 

"  Para  cumplir  j  pagar  este  mi  testamento  y  lo  en  él  con- 
"  tenido,  nombro  por  mis  albaceas  testamentarios  fidei  comisa- 
**  rios  tenedores  de  bienes  á  los  Señores  General  Pedro  Bricefio 
"  Méndez,  Juan  de  Francisco  Martin,  Dr.  José  Vargas  y  General 
"  Laurencio  Silva,  para  que  de  mancomún,  et  inwMdum  entren  en 
"  ellos,  los  beneficien  y  vendan  en  almoneda  ó  fuera  de  ella 
''  aunque  sea  pasado  el  año  fatal  de  albaceazgo,  pues  yo  les  pro- 
"  rogo  el  demás  tiempo  que  necesiten,  con  libre,  franca  y  gene- 
'*  ral  administración. 

"  Y  cumplido  y  pagado  este  mi  testamento  y  lo  en  él  con- 
"  tenido,  instituyo  y  nombro  por  mis  únicos  y  universales  he- 


*  Este  faé  nn  rasgo  de  generoeidad ;  poique  en  lofl  tres  baúles  de  oorres- 
pondenda  que  el  Libertador  tenia,  se  hallaban  cartas  que  bubiéTan  compro, 
metido  mucbo  la  reputación  de'  sus  autores. 

37 


578  YIBA  DE  BOIÍYáB. 

"  rederos  en  el  remanente  de  mis  bienes,  deudas,  deiechos  y 
"  acciones,  y  futuras  sucesiones  en  que  haya  sucedido  y  suceder 
"  pudiere,  á  mis  hermanas  Maria  Antonia  y  Juana  BolÍTar,  y 
"á  los  hijos  de  mi  finado  hermano  Juan  Vicente  BolÍYar,  á 
'^  saber :  Juana,  Felicia  y  Femando  Bolívar,  con  prevención  de 
"  de  que  mis  bienes  deberán  dividirse  en  tres  partes,  las  dos 
"  para  mis  dichas  dos  hermanas,  y  la  otra  parte  para  los  referi- 
''  dos  hijos  de  mi  indicado  hermano  Juan  Vicente,  para  que  los 
"  hayan  y  disfruten  con  la  bendición  de  Dios. 

"  Y  revoco,  anulo  y  doy  por  de  ningún  valor  ni  efecto,  otros 
"  testamentos,  codicilos,  poderes  y  memorias  que  antes  de  este 
"  haya  otorgado  por  escrito,  de  palabra  ó  en  otra  forma,  para 
"  que  no  prueben  ni  hagan  fé  enjuicio  ni  fuera  de  él,  salvo  el  pre- 
''  senté  que  ahora  otorgo  como  mi  última  y  deliberada  voluntad, 
'*  ó  en  aquella  via  y  forma  que  más  haya  lugar  en  derecho.  En 
"  cuyo  testimonio  asi  lo  otorgo  en  esta  hacienda  San  Pedro  Ale- 
'' jandrino  de  la  comprehensioii  de  la  ciudad  de  Santa  Marta,  á 
*"  diez  de  Diciembre  de  1830.'' 


Para  dar  fin  á  mi  obra,  me  permito  extractar  aquí  la  necrdo- 
gia  que  publicó  en  1830  un  insigne  hijo  de  Cartagena,  el  malo- 
grado colombiano  Juan  García  del  Rio ;  producción  bellísima, 
que  no  es  muy  conocida  y  que  merece  por  todos  respectos  con- 
servarse y  admirarse. — "  Las  acciones  de  los  hombres,  dice,  que 
han  influido  en  el  destino  de  los  imperios,  pertenecen  al  dominio 
de  la  historia ;  y  si  la  adulación  y  la  calumnia,  robándola  su 
buril,  se  apresuran,  en  lo  general,  á  retratar  á  medida  de  su  con- 
veniencia al  héroe  del  dia,  la  verdad,  por  el  contrario,  aguarda 
para  pronunciar  sus  oráculos,  que  este  haya  terminado  su  carrera 
física  ó  política. 

"  El  General  Bolívar  ha  arrancado  al  rey  de  España  las  más 
preciosas  joyas  de  su  corona ;  las  puertas  de  la  eternidad  se 
abrieron  ya  para  él ;  y  aquí  era  donde  la  imparcialidad  le  agua]> 
daba  para  fallar  sobre  sus  méritos. 

"  Bolívar  es  un  fenómeno  en  los  anales  de  la  humanidad.  Su 
nombre  resplandecerá  en  los  fastos  de  la  civilización,  cual  res- 
plandece el  primer  astro  en  la  extensión  del  firmamento.  Bri- 
llará en  ellos  al  lado  de  los  genios  que  el  cielo  envia  de  siglo  en 


YIBA  DB  BOIÍYAB.  579 

6ÍgIo  á  la  tierra  para  mejorar  la  condición  de  las  naciones.  Ma- 
durado precozmente  su  entendimiento  por  el  amor  al  estadio,  y 
por  los  viages  que  emprendió  en  su  juventud  ;  poseyendo  senti- 
mientos los  más  nobles ;  dotado  de  una  imaginación  de  fuego, 
que  frecuentemente  le  trasportaba  más  allá  de  la  esfera  de  los 
sucesos  comunes ;  al  primer  anuncio  de  las  victorias  de  las 
huestes  de  Napoleón  en  Espafta,  se  lanzó  con  ardor  en  la  car* 
rera  de  la  emancipación  de  Venezuela.  Desde  aquel  instante 
memorable,  se  consagró  todo  á  quebrantar  los  grillos  con  que 
estaba  aherrojada  la  América :  digno  émulo  de  Pelópidas,  resol- 
vió sacrificar  por  la  libertad  de  la  patria,  reposo,  regalo,  fortuna, 
y  hasta  su  vida  misma.  Desde  aquel  instante,  toda  ella  fué  una 
serie  no  interrumpida  de  sentimientos  heroicos,  de  combinacio- 
nes sublimes,  de  acciones  portentosas. 

Librada  á  la  suerte  de  los  combates  la  decisión  de  la  gran 
cuestión  que  agitaba  el  continente  americano,  y  habiendo  acu- 
dido la  naturaleza  en  socorro  de  la  tiranía  para  que  fuese  sojuz- 
gada la  tierra  de  Venezuela,  hubo  de  buscar  Bolívar  un  asilo 
en  las  murallas  de  Cartagena,  contra  la  saña  española.  En 
las  márgenes  del  Magdalena,  en  esas  mismas  márgenes  donde 
más  tarde  debia  terminar  su  carrera,  comenzó  en  1812  la  de  su 
gloria.  De  allí  se  lanzó  después,  cual  nuevo  Trasíbulo,  á  liber- 
tar á  su  país  natal ;  y  desenvolviéndose,  desde  luego,  toda  la 
energía  de  su  carácter,  acreditó  con  sus  triunfos  y  sus  proezas 
en  Cuenta,  los  Taguanes  y  Araure,  que  era  el  hombre  señalado 
por  el  dedo  del  Altísimo  para  rejenerar  una  parte  muy  considera^ 
ble  del  mundo  de  Colon. 

^  No  tardó,  sin  embargo,  la  fortuna  mudable  en  probar  su  cons- 
tancia y  heroicidad.  Luchando  no  solo  con  la  superioridad  nu- 
mérica de  sus  adversarios,  sino  también  con  la  insubordinación, 
la  apatía  y  el  descontento  de  los  mismos  pueblos  que  pretendía 
emancipar,  sucumbió  en  las  infaustas  jomadas  de  Cura,  Úrica  y 
la  Puerta :  y  casi  toda  Venezuela  volvió  á  ser  el  teatro  de  la 
venganza  y  del  furor  ibero. 

"  Refugiado  otra  vez  en  la  Nueva  Granada,  sus  servicios  fue- 
ron útiles  al  Congreso  general  de  ella.  Ya  en  víspera  del  ase- 
dio de  Cartagena  por  Morillo,  viendo  que  no  le  era  permitido 
ser  útil  al  país  en  las  circunstancias  que  mediaban,  emigró  á  la 
isla  de  Jamaica  ;  resuelto  á  esperar  una  conyuntura  favorable 


580  TIDA  DB  BOLÍVAR. 

para  comenzar  de  naevo  la  gaerra  que  en  sa  corazón  habia  ju- 
rado hacer  eternamente  á  los  enemigos  de  la  América.  La  Pro- 
videncia que  velaba  sobre  sas  días,  le  salvó  milagrosamente  en 
Kingston  de  un  puñal  asesino,  que  hablan  dírijldo  contra  sa 
pecho  los  secuaces  de  la  España. 

"  Rendida  á  continuación  la  heroica  Cartagena,  por  los  estra- 
gos del  hambre ;  empapada  en  sangre  Venezuela ;  anegada  la 
Nueva  Granada  en  un  diluvio  de  terror  y  de  iniquidad  ;  rodea- 
dos ambos  países  de  cadáveres  y  de  ruinas,  determinó  BolÍTar 
preparar  el  renacimiento  de  la  patria.  Zarpa  de  los  Cayos  con 
trescientos  compañeros,  que  podian  ser  rivales  de  los  compañeros 
de  Leónidas ;  y  da  principio  en  Margarita  al  acto  ñnal  de  la  re- 
volución de  Venezuela.  Desde  los  llanos  de  Casanare  hasta  las 
bocas  del  Orinoco,  desde  las  montaflas  de  Caracas  hasta  las  ri- 
beras del  Apure,  se  traban  cien  combates :  apréndese  en  las  der- 
rotas el  arte  de  vencer  ;  y  si  en  la  Hogaza,  la  Puerta  y  Cumaná 
la  independencia  no  recojo  mas  que  cipreses,  en  Guayana,  Cala- 
bozo, en  el  Sombrero  y  San  Femando,  se  corona  de  abundantes 
laureles. — Los  soldados  de  la  patria,  desnudos,  faltos  de  armas, 
escasos  de  alimento,  hacian  milagros  de  consagración  y  de  he- 
roismo,  acaudillados  por  Bolivar. 

**  No  bastaba,  empero,  que  Venezuela  comenzase  á  respirar  el 
aura  de  la  libertad.  Las  provincias  de  la  Nueva  Granada  hacia 
tres  años  que  gemian  bajo  un  cetro  de  bronce  ;  clamaban  al  cielo 
por  venganza  ;  y  escuchándolas  al  fin  el  Padre  de  los  humanos, 
mandó  á  Bolívar  que  las  redimiese. 

"  No  luchó  Alejandro  con  más  dificultades,  peligros  y  privacio- 
nes para  conquistar  la  India,  que  el  caudillo  venezolano  pa^  sa- 
tisfacer á  la  Nueva  Granada  su  antigua  deuda  de  gratitud,  ar- 
rancándola de  la  coyunda  hispana.  Atraviesa  rios  caudalosos, 
llanuras  inundadas,  páramos  helados :  salva  los  llanos  y  los 
^ndes  ;  y  después  de  haber  vencido  á  la  naturaleza,  triunfó  com- 
pletamente del  enemigo,  aguerrido  y  muy  superior  en  número, 
en  Gámeza,  Vargas,  Bonza  y  finalmente  en  la  inmortal  jomada 
de  Boyacá.  Levantáronse  en  consecuencia,  en  casi  todo  el  ter- 
ritorio Granadino,  altares  á  la  libertad. 

''  Pero  el  resultado  más  benéfico  de  tan  brillante  campaña,  fué 
la  unión  en  un  cuerpo  de  nación  de  dos  pueblos,  que  estaban  in- 
vitados á  ello  por  sus  más  caros  intereses.    Tiempo  hacia  que  el 


VIDA  DE  BOLÍVAR.  581 

General  Bolívar  meditaba  esta  grandiosa  obra,  persuadido  do 
que  solo  por  la  completa  fn$ion  de  las  dos  partes  podría  adquirir 
el  país  importancia  política  y  llegar  á  figurar  en  la  escala  de  las 
potencias  civilizadas.  El  Congreso  de  Angostura  compuesto  de 
los  representantes  de  las  provincias  unidas  de  Nueva  Granada  y 
Venezuela,  dictó  la  ley  fundamental ;  y  el  17  de  Diciembre  de 
1819  nació  la  Bepáblica  de  Colombia,  en  medio  de  las  contiguas 
selvas  y  de  las  vastas  soledades  del  Orinoco. 

*'  Humillado  el  orgullo  español  hasta  pactar  con  los  que  por 
espacio  de  tantos  años  habian  tratado  de  foragidos  y  rebeldes, 
se  firmó  un  tratado  santo  para  la  regularízacion  de  la  guerra  ; 
y  en  Santa  Ana  se  dieron  Bolívar  y  Morillo  una  mano  amiga  en 
nombre  de  la  humanidad. 

"  La  victoria  más  completa  coronó  en  los  llanos  de  Carabobo 
los  esfuerzos  del  Gefe  colombiano  ;  y  purgado  de  enemigos  casi 
todo  el  suelo  de  su  patria,  pudo  marchar  Bolivar  á  romper  las 
cadenas  de  los  hijos  del  Ecuador.  No  fueron  bastantes  á  impe- 
dir sus  progresos,  ni  el  mortífero  clima  de  Patía,  ni  las  rocas 
inaccesibles  del  Juanambú  y  del  Guáitara,  ni  la  aguerrida 
Pasto.  Triunfante  el  Libertador  en  Bombona,  y  Sucre  en  Pi- 
chincha, quedó  emancipado  todo  el  Sur  ;  y  al  cabo  de  una  lucha 
de  trece  años,  en  que  habian  corrido  torrentes  de  sangre,  y  acu- 
muládose  montones  de  osamentas,  desde  el  rio  de  Culebras  hasta 
las  bocas  del  Orinoco,  y  desde  Turabez  hasta  el  Golfo  Dulce,  se 
presentó  Colombia  al  mundo,  unida,  llena  de  héroes,  y  colmada 
de  gloría. 

"  Mas,  como  si  todavía  faltase  algo  á  sus  timbres  é  ilustración, 
los  infortunios  de  un  pueblo  hermano  obligan  á-Bolívar  á  que  vuele 
á  segar  nuevos  laureles  en  los  Andes  del  Perú.  Bajo  sus  ban- 
deras, reúne  soldados  del  Rio  de  la  Plata,  del  Rimac,  del  Ori- 
noco, del  Magdalena :  lucha  con  el  desaliento  y  el  desorden, 
como  con  la  confusión  y  la  apatía :  pugna  con  las  facciones  y  la 
guerra  civil,  no  menos  que  con  la  defección  y  con  el  español, 
envalentonado  y  enrobustecido  por  las  ventajas  que  obtuviera 
en  lea,  Moquegua  y  el  Callao.  Desplegando  más  fuerza  de  alma 
cuanto  más  tremenda  es  la  borrasca,  se  retira  á  Pativilca,  y  se 
encarga  allí  del  papel  de  Fabio,  hasta  que  llega  el  momento  de 
hacer  el  de  Aníbal.  Escala  entonces  los  Andes  ;  afirman 
Bolívar  y  Sucre  en  Junin  y  Ayacucho  la  emancipación  de  todo 


582  YIDA  DE  BOLÍVAR. 

3I  continente  americano  ;  los  leones  7  las  'torres  de  Castilla  ce* 
den  el  lugar  á  los  colores  de  la  independencia  7  de  la  libertad  ; 
quedando  humillados  ante  el  valor  7  la  pericia  del  Padre  da 
Colombia,  los  estandartes  que  tremoló  Pizarro  coando  esclavi- 
zara la  patria  de  los  íncas. 

"  Hasta  aquí  hemos  visto  al  Hércules  colombiano  aterrandc 
al  león  de  Iberia.  Examinemos  ahora  sus  esfuerzos  como  majis- 
trado  por  echar  sólidos  cimientos  al  orden  público,  7  sofocar  la 
hidra  de  la  anarquía. 

"  Desde  el  principio  de  su  carrera  se  pronunció  Bolívar  por  la 
causa  do  la  libertad  racional,  7  desestimó  todas  las  bellas  teorías 
que  otros  miraban  como  el  último  límite  de  los  conocimientos 
gubernativos.  Cual  Solón,  deseaba  que  se  adoptasen,  no  las 
mejores  le7es  posibles,  sino  las  más  adecuadas  al  estado  de  la 
sociedad  que  habia  de  recibirlas.  Para  él,  la  libertad  era  la 
sola  gloria  del  orden  social.  Pero  el  Libertador  entendía  por 
libertad,  no  aquel  deseo  desenfrenado  del  poder  que  impele  al 
demagogo,  ó  al  ambicioso  á  trastornar  lo  existente  7  sobrepo- 
nerse á  todo,  aunque  sea  á  costa  de  la  ruina  del  edificio  político  ; 
no  aquel  furor  democrático,  que  aspira  a  nivelarlo  7  á  innovarlo 
todo  :  no  aquella  vocería  que  denigra  7  calumnia  infundada,  es- 
candalosa 7  malignamente  á  todo  magistrado,  7  aun  á  cualquier 
ciudadano  que  opone  un  dique  al  torrente  devastador  de  la  li- 
cencia popular,  7  á  las  aspiraciones  7  á  los  disturbios  ;  sino 
aquella  facultad  de  hacer  todo  cuanto  no  perjudique  á  otro,  todo 
lo  que  no  esté  prohibido  por  las  le7es ;  aquella  completa  s^n- 
ridad,  que  en  toda  sociedad  bien  organizada  debe  disfrutar  el 
más  ínfimo  ciudadano  en  su  individuo,  en  su  industria  7  en  sn 
pensamiento.  Desechó  por  tanto  el  republicanismo  desenfrenado 
de  nuestros  nacientes  hombres  de  Estado,  que  proclamaban  como 
el  primero  de  los  dogmas  políticos  la  primera  de  las  quimeras  en 
lo  físico  7  moral : — la  igualdad  de  los  niveladores.  Él  chinaba 
que,  en  una  asociación  constituida  conforme  á  los  dictados  de  la 
razón,  no  debe  existir  otra  igualdad  que  la  del  punto  de  partida, 
la  cual  permite  á  cada  uno  colocarse  según  su  mérito  7  utilidad. 
Era  también  de  sentir  que  no  debe  hablarse  jamas  á  las  pasiones 
para  poner  en  movimiento  una  masa  inerte,  incapaz  de  juzgar 
por  sí,  insensible,  por  su  falta  de  virtudes  7  de  conocimiento,  á 
las  ventajas  de  una  constitución  libre,  indiferente  á  todo  cuanto 


VIDA  DE  BOLÍVAB.  583 

'  concierne  á  la  cosa  pública,  y  que  no  conoce  ni  sns  derechos,  ni 
sns  deberes.  Él  creia  que  debia  limitarBe  á  ciertos  actos  el  de- 
recho de  que  todas  las  clases  participaran  indistintamente  de  la 
intervención  de  los  negocios  de  la  comunidad  ;  pues  de  lo  con- 
trario, se  suscitarían  á  cada  paso  borrascas  de  la  más  turbulenta 
democracia. 

'*  Su  talento  é  instrucción  le  hicieron  conocer  desde  el  primer 
momento  de  la  regeneración  americana,  que  no  permitian  la 
adopción  del  sistema  federativo  en  estos  países,  ni  la  ilustra- 
ción, ni  los  hábitos,  ni  los  recursos  de  una  población  como  la 
nuestra,  derramada  en  desiertos  inmensos,  dividida  en  clases  he- 
terogéneas difíciles  de  manejar,  separadas  en  intereses,  viciada 
por  la  superstición,  degradada  por  la  tiranía,  empobrecida  por  la 
opresión,  y  encenagada  en  la  ignorancia.  Bolívar  juzgaba  que, 
habiendo  nacido  y  vivido  b^o  las  leyes  de  Espafia  ;  saliendo  de 
pronto  del  despotismo  más  absoluto  ;  careciendo  de  toda  luz  y  * 
práctica  en  el  modo  de  conducir  los  negocios ;  no  existiendo  el 
menor  espíritu  de  libertad  ;  no  conociéndose  ninguna  de  las  sal- 
vaguardias sociales,  no  poseíamos  ninguno  de  los  elementos  de 
la  federación,  y  no  estábamos,  por  consiguiente  en  el  caso  de 
tomar  por  modelo  á  los  Estados  unidos  de  la  América,  cuyos 
legisladores  habían  acomodado  juiciosamente  sus  instituciones  al 
estado  de  cosas  existente  en  la  época  en  que  las  adoptaron. 

Consecuente  á  estos  principios,  cuando  se  ceunió  en  Febrero 
de  1819  el  Congreso  de  Angostura,  al  dimitir  el  mando  supremo, 
sometió  á  las  luces  de  aquel  cuerpo  un  proyecto  de  constitución. 
El  discurso  con  que  lo  acompañó,  contiene  consideraciones  pro- 
fundas sobre  las  causas  de  los  males  que  nos  habian  aflíjido,  re- 
flexiones juiciosas  sobre  la  condición  de  nuestros  pueblos,  é  in- 
dicaciones luminosas  para  la  estabilidad  del  porvenir.  Deseando, 
como  verdadero  hombre  de  Estado,  servir  al  pueblo  antes  que 
adularle,  se  espuso  noblemente  á  ofender  á  las  ideas  dominantes, 
á  trueque  de  hacer  un  bien  duradero  a  su  país.  Habiendo  sido 
.testigo  de  los  beneficios  que  la  estabilidad  de  ciertas  funciones 
públicas  y  la  permanencia  de  las  instituciones  producían  en  la 
tierra  clásica  de  la  libertad  y  del  orden,  propuso  un  gobierno 
vigoroso,  que,  como  el  de  la  Gran  Bretaña,  desplegase  los  so- 
corros tutelares  de  un  poder  que  contuviera  en  el  Estado  la  fiebre 
democrática  ;  de  un  gobierno  que  poseyese  la  energía  necesaria- 


584  TIDA  DE  BOliVAB. 

para  enfrenar  la  ambición ;  de  un  gobierno  qae  estuviese  soste- 
nido por  un  Senado  hereditario,  por  una  aristocracia  constitu- 
cional, donde  brillasen  la  riqueza,  el  talento/la  gloria,  la  nobleza 
de  carácter ;  donde  se  reuniesen  en  suma,  todas  las  grandes 
ilustraciones  cívicas,  militares,  eclesiásticas  é  industríales.  El 
Libertador  anhelaba  porque  se  levantase  en  Colombia  un  edificio 
ala  libertad  racional  y  á  la  estabilidad,  inseparable  de  su  gran- 
deza 7  prosperidad.  Mas,  como  se  adelantaba  tanto  á  sus  con- 
ciudanos,  estos  concibieron  que  muchas  de  sus  ideas  eran  atentato- 
rias á  los  derechos  qae  creian  haber  leido  en  el  gran  libro  de  la 
creación  ;  7  así  las  repugnaron.  Si  por  el  contrarío,  la  hubie- 
sen acogido,  se  habría  dado  un  paso  gigantezco  hacia  la  mejora 
de  nuestra  sociedad,  7  se  hubieran  evitado  á  Colombia  los  gra- 
ves males  que  la  han  aquejado  7  que  la  han  conducido  á  la  dolo- 
rosa  agonía  en  que  ho7  la  vemos  luchando. 

"  Sus  esfuerzos  fueron  también  ineficaces  en  gran  parte  en  el 
Congreso  de  Cuenta.  Los  legisladores  deso7eron  la  voz  de 
quien  tenia  ideas  tan  exactas  sobro  la  naturaleza  7  atribuciones 
de  la  autorídad,  no  menos  que  sobre  los  deberes  de  los  pueblos. 
Bolívar,  que  no  vivia  en  un  mundo  de  ilusiones  ;  que  no  creia 
en  el  optimismo  poKtico  ;  7  que  estaba  persuadido  de  que  á  la 
edad  de  hierro,  que  aun  no  habia  trascurrido,  no  podia  suceder 
inmediatamente  el  siglo  de  oro  de  la  perfección  social ;  Bolívar 
quería  que  las  instituciones  fuesen  adaptadas  á  nuestro  estado 
intelectual,  7  á  nuestros  hábitos  antiguos  ;  que  se  conservase  el 
equilibrío  debido  entre  los  altos  poderes  constitucionales,  7  no 
se  debilitara  la  acción  del  gobierno. 

"  Por  no  haberse  seguido  sus  consejos,  7  por  la  complicación 
de  otros  sucesos  de  que  no  nos  incumbe  hablar,  no  tardaron  en 
sentirse  los  efectos  de  la  imprevisión  con  que  se  habia  procedido. 
Kiéntras  que  el  Libertador  paseaba  en  triunfo  hasta  la  cima  del 
Potosí,  los  pendones  de  Colombia ;  en  tanto  que  fundaba  allá 
-una  nueva  República,  7  á  solicitud  su7a  la  daba  le7es ;  mientras 
'que  pretendidos  sabios  7  hombres  de  Estado  halagaban  su  ar- 
diente imaginación  con  el  gigantezco,  pero  impracticable  pro- 
7ecto  de  la  unión  de  Colombia,  Bolívia  7  el  Perú ;  mientras  se 
congregaba  en  Panamá  el  efímero  consejo  anfictiónico  de  los 
Estados  amerícanos  ;  el  ominoso  alzamiento  de  Valencia,  7  los 
¿actos  ilegales  que  se  siguieron  en  el  Oriente  déla  República,  pu 


YIDÁ  DE  boiítab.  586 

sieron  en  un  instante  de  manifiesto  la  debilidad  de  los  cimientos 
que  nuestros  arquitectos  políticos  hablan  dado  al  gobierno  de 
Colombia. 

"  En  aquella  época  de  tristísima  recordación,  se  tío  el  trastorno 
más  completo  de  todos  los  principios.  Difundense  el  maledtar, 
la  desconfianza  y  el  temor  por  el  ámbito  del  Estado.  Desconó- 
cese con  escándalo  todo  freno,  toda  autoridad.  La  bancarrota 
asoma  su  horrendo  rostro  :  truena  a  lo  lejos  el  cañón  fratricida  : 
el  ángel  exterminador  tenia  ya  su  brazo  alzado  sobre  Colombia, 
y  estaba  pronta  á  sumergirla  en  el  caos  de  que  la  sacaran  los  es- 
fuerzos de  tantos  varones  ilustres.  No  estaba,  por  cierto,  la 
Francia  a  tan  lastimosa  situación  cuando  volvió  Napoleón  de 
Egipto. 

"  Pero  Bolívar  habia  recibido  de  lo  alto  la  misión  de  apaci- 
guar las  discordias.  Llega  á  Guayaquil  con  un  ramo  de  olivo 
en  la  mano  ;  y  apenas  pisa  el  suelo  de  la  patria,  cuando  comien- 
zan á  serenarse  las  turbaciones.  Despejado  el  horizonte  en  Cun- 
dinamarca  á  influjo  de  sus  medidas  salvadoras,  marcha  en  seguida 
á  Venezuela,  donde  por  todas  partes  asoman  el  encono  y  las  dis- 
cordias ;  y  al  rayar  el  año  de  1827,  sin  que  se  derramara  una 
sola  gota  de  sangre,  en  medio  de  la  religación  de  todos  los  vín- 
culos sociales,  infunde  nuevo  espíritu  de  vida  á  Colombia  exhausta 
y  moribunda.  Sométese  todo  á  su  autoridad  ;  la  república  se 
conserva  íntegra ;  se  restablece  el  orden  legal.  Pasaron,  en  fin, 
y  hasta  se  olvidaron  los  dias  de  dolor. 

Á.un  antes  de  convocarse  y  de  reunirse  la  Gran  Convención  de 
Ocaña  para  remediar  las  necesidades  de  la  patria,  fué  puesta  á 
más  duras  pruebas  la  fuerza  de  alma  del  Libertador.  Desenca- 
denáronse contra  él  todas  las  pasiones ;  la  escadecencia  de  los 
ánimos  llegó  á  su  colmo  ;  las  furias  se  apoderaron  de  las  prensas  ; 
la  indisciplina,  la  ambición  y  el  liberalismo  se  corguraron  para 
acabar  con  la  república  y  con  su  fundador.  Colombia  y  Bolívar 
se  encontraban  sobre  un  volcan,  que  abría  á  cada  momento  nue- 
.jros  cráteres. 

'*  Hollada  y  vilipendiada  la  constitución  que  nos  rejia,  disuelta 
aquella  asamblea  sin  haber  podido  hacer  el  bien,  de  todos  los 
puntos  del  Estado  se  creyó  deber  conferir  plenitud  de  faculta- 
des al  Libertador  para  que  salvase  á  Colombia.  |  Qué  digo  1  En 
la  extraordinaria  desorganización  que  amagó,  los  pueblos  se 


586  VIDA  DE  BOLÍTAB. 

arrojaron  todos  en  sus  brazos,  sin  precaución,  sin  poner  limite 
alguno  ¿  su  autoridad.  La  república  quedara  en  horfandad  si 
Bolívar  no  se  hiciera  cargo  de  sus  negocios  :  pero  quien  tantas 
veces  se  habia  ofrecido  en  holocausto  en  las  aras  de  la  patria,  no 
podia  ser  indiferente  á  su  suerte.  Tomó  sobre  si  la  enorme  res- 
ponsabilidad que  las  circunstancias  7  la  voluntad  nacional  exi- 
lian ;  7  fué  así  otra  vez  el  ángel  custodio  de  Colombia. 

"  Atento,  sin  embargo,  á  lo  que  demanda  el  espíritu  del  siglo, 
soUcito  de  su  propia  reputación  7  dictador  sin  ejemplo,  limitó  su 
propio  poder  promulgando  el  decreto  orgánico,  7  convocó  la 
representación  nacional  para  1830.  Mas,  en  el  intervalo  de 
estos  dos  actos,  se  intentó  el  crimen  atroz  de  asesinar  al  padre 
de  la  patria  ;  siendo  cómplices  de  tamaña  iniquidad  algunos  que, 
como  Bruto  á  César,  debian  á  Bolívar  mil  consideraciones  7  aun 
gratitud  personal.  Salvado  el  Libertador  milagrosamente, 
jamas  se  recobró  después  de  la  impresión  que  en  él  produjo  tan 
horrendo  atentado.  Intimamente  convencido  de  que  se  habia 
manejado  en  toda  su  conducta  pública  con  el  más  sublime  des- 
prendimiento, con  el  desinterés  más  noble  7  el  más  acendrado 
patriotismo ;  persuadido  de  que  en  el  ejercicio  de  la  suprema 
autoridad  habia  procedido  siempre  con  la  última  dulzura  7  de- 
mencia, no  pudo  olvidar  nunca  que  se  habia  llevado  el  desafuero 
al  extremo  de  atentar  á  sus  dias,  7  que  pudo  pasar  á  la  posteri- 
dad con  la  nota  más  horrible  á  sus  ojos,  la  de  tirano.  Desde  la 
malhadada  noche  del  25  de  Setiembre  de  1828,  todos  los  resor^ 
tes  de  la  alma  magnánima  de  Bolívar  quedaron  rotos :  desde 
aquella  noche  perdió  gran  parte  de  su  entereza  7  de  su  vigor 
mental. 

'^  Ahogada  la  guerra  civil  que  asomó  en  Popa7an  7  terminada 
la  del  Perú  del  modo  tnás  glorioso  para  Colombia,  se  reunió  el 
Congreso  constitu7ente,  compuesto  de  diputados  de  toda  ella,  en 
circunstancias  de  haber  dado  Venezuela  al  mundo  el  escándalo 
de  un  alzamiento  infundado.  En  esta  gran  crisis,  fué*  donde  más 
se  notó  la  decadencia  de  ánimo  del  Libertador.  Si  él  hubiese 
poseído  su  energía  primitiva,  habría  marchado  contra  los  fac- 
ciosos :  7  á  favor  de  la  tranquilidad  deque  aun  gozaba  la  Nueva 
Granada,  7  sostenido  á  la  sazón  por  la  influencia  del  Ckmgreso, 
apenas  cabe  duda  de  que  hubiera  reducido  los  alzados  á  su  deber. 
En  vez  de  seguir  en  esta  parte  los  dictados  de  la  razón,  7  los 


YIDA   DE  BOLÍVAR.  687 

consejos  de  la  amistad,  se  sobresaltó  con  la  idea  de  que  pudiera 
atribuirse  su  resolución  á  las  sujestiones  de  la  ambición,  ó  al 
deseo  de  satisfacer  venganzas  personales  ;  y  permaneció  en  inac- 
ción. Acosado  por  las  sospechas  de  los  que  le  suponian  miras 
de  perpetuarse  en  el  mando  ;  queriendo  probar  si  pudiera  desar- 
mar á  la  calumnia  ;  anhelando  que  la  Nación  ensayase  otro  pi- 
loto en  la  horrible  tempestad  que  rujia  sobre  Colombia,  cuando 
ya  el  Congreso  estaba  para  concluir  sus  trabajos  é  iba  á  procer 
'der  al  nombramiento  de  los  altos  funcionarios,  el  Libertador  se 
obstinó  en  hacer  dimisión  de  la  suprema  autoridad,  y  empeñó  á 
sus  mejores  amigos  á  que  le  exonerasen  de  la  primera  magistra- 
tura. Si  Bolívar  hubiese  sido  electo  presidente,  como  induda- 
blemente habría  sucedido  sin  su  propia  resistencia,  la  revolución 
de  Venezuela  no  habría  progresado  en  los  términos  que  hemos 
visto  :  no  se  habría  s^egado  indebidamente  el  Sur  :  no  hubie- 
ran tenido  lugar  los  acontecimientos  del  centro  ,*  y  se  habrían 
evitado  á  Colombia  el  deshonor  y  las  calamidades  de  que  se  ha 
cubierto.  Empero,  el  Temístocles  colombiano  creyó  que  debia 
'  retirarse  de  la  escena  política  ;  y  con  efecto,  se  retiró  de  ella 
para  siempre. 

"  Pasó  á  Cartagena  con  la  intención  de  embarcarse  para  Ingla- 
terra, y  salir  de  una  tierra  donde  sus  servicios  no  habian  sido 
apreciados  justamente.  Mas,  las  autoridades  y  todo  cuanto  habia 
de  respetable  en  la  capital  del  Magdalena,  se  esforzaron  en  per- 
suadir al  Libertador  que  el  bien  comunal  exijia  su  permanencia 
en  el  país :  cedió  con  repugnancia  á  la  solicitud  de  sus  amigos^ 
como  si  presintiese  su  destino ;  y  toda  Cartagena  y  todo  el  de- 
partamento son  testigos  de  la  pureza,  de  lo  intachable  de  su  con- 
ducta, durante  el  tiempo  de  su  residencia  allí. 

"  También  ha  presenciado  la  Nación  su  resistencia  á  reasumir 
la  autoridad  que  le  confiaron  todos  los  pueblos  desde  Pasto  hasta 
Santamarta,  y  desde  Panamá  á  Buenaventura,  á  fin  de  que 
enfrenase  la  demagojía,  restableciese  la  concordia  y  cimentara 
la  integridad  nacional.  Á  vista  de  la  religiosidad  con  que  el 
Libertador  ha  cumplido  sus  promesas,  cuando  es  constante  que  en 
los  últimos  ocho  meses  de  su  vida,  ha  mostrado  como  ciudadano 
el  más  profundo  respeto  á  la  ley,  ¿  será  posible  que  aun  no  en- 
mudezcan, y  enmudezcan  por  siempre,  la  negra  envidia  y  la  vil 
salumnia  7 


588  YIDA  DE  BOLÍVAR. 

"El  hombro  ha  perseguido  siempre  en  su  semejante  todo 
aquello  que  podia  eclipsarle,  y  ensalzar  á  la  especie :  no  han  evi- 
tado sus  tiros  la  virtud  y  el  talento.  Luego  que  el  Libertador 
dimitió  el  mando  quedó  justificado  el  famoso  dicho  de  Sila  el  dia 
de  su  abdicación.  No  hubo  insulto  ni  calumnia,  por  atroces,  por 
infundados  que  fuesen,  que  no  le  prodigasen  ciertas  personas. 
Plumas  que  en  otro  tiempo  se  emplearon  en  celebrar  las  glorias 
de  Colombia  y  de  Bolívar,  se  ocupaban  ahora  en  fomentar  la  di- 
sociación del  Estado,  y  en  aplaudir  todos  los  hechos  criminales 
de  los  asesinos  de  este  y  de  los  de  aquella.  No  de  otra  manera 
los  mármoles  que  habia  servido  para  honrar  á  Trajano,  defensor 
y  conservador  del  imperio  romano,  sirvieron  después  para  erijir 
arcos  triunfales  al  que,  dividiéndolo,  habia  preparado  su  deca- 
dencia y  su  ruina. 

"  Minada  la  salud  de  Bolívar  por  tanta  ingratitud  é  injusticia ; 
profundamente  herido  en  su  delicadeza  por  el  inicuo  ostracismo 
que  decretó  el  Congreso  de  Venezuela,  no  le  fué  posible  resistir 
más  tiempo  á  ultrages  tamailos.  En  vano  le  prodigaron  sus  ami- 
gos y  todos  los  patriotas  honrados  del  Magdalena  cuantos  con- 
suelos cabian  en  la  esfera  de  lo  posible.  Agotadas  ya  hasta  las 
últimas  heces  el  cáliz  de  amargura,  espiró  el  17  de  Diciembre,  á 
los  cuarenta  y  siete  años  y  medio  de  su  edad,  conservando  hasta 
su  instante  postrero  la  serenidad  y  la  pureza  de  alma  de  Sócra- 
tes ;  perdonando  noblemente  á  los  que  le  persiguieron  hasta 
los  umbrales  del  sepulcro  ;  recomendando  á  todos  los  ciudadanos 
la  obediencia  al  gobierno  actual  de  Colombia  ;  encareciendo  la 
necesidad  de  conservar  la  unión,  y  sin  haber  desmentido  ni  aun 
en  su  hora  final  una  vida  tan  bella.  En  el  hermoso  pasage  del 
sueño  de  Scipion,  pretende  el  padre  de  la  elocuencia  romana  que 
^  todos  los  que  hubieren  salvado,  defendido  ó  engrandecido  su 
patria,  tienen  en  el  cielo  un  lugar  cierto  y  prefijado,  donde  deben 
gozar  de  eterna  felicidad."  Si  Cicerón  fuera  contemporáneo 
nuestro,  no  vacilaría  en  afirmar  un  momento  que  Bolívar  habita 
en  la  mansión  de  los  justos. 

"  Por  una  coincidencia  singular,  él  ha  fallecido  precisamente  el 
dia  en  que  la  república  contaba  su  undécimo  aniversario. 
¡  Quiera  el  padre  de  las  Naciones  que  en  la  misma  tumba  que  ¿e 
ha  abierto  para  el  Fundador,  no  sean  sepultados  también  la  glo- 
ria, el  honor  y  la  existencia  de  Colombia ! 


VIDA  BE  boiítab.  689 

Si  como  guerrero  y  como  magistrado  tenia  Bolívar  tantos  de- 
rechos al  respeto  publico,  como  hombre  social  no  era  menos 
digno  del  aprecio,  de  la  consideración  y  afecto  de  cuantos  le 
trataban.  Nadie  era  admitido  á  sn  intimidad,  sin  ser  completa- 
mente sojuzgado  y  seducido  por  la  dignidad  de  su  trato,  por  la 
afabilidad  y  la  finura  de  sus  modales.  Su  comunicación  estaba 
llena  de  encantos.  Oada  excursión  que  hacia  en  el  territorio  de 
la  filosofía,  de  la  política,  de  la  moral  ó  de  la  literatura,  era  ma- 
teria de  instrucción  y  de  recreo.  Su  facilidad  para  expresarse 
igualaba  la  elegancia  y  cultura  de  su  lenguage.  Profundamente 
versado  en  la  historia,  hablaba  con  singular  propiedad  de  todo 
cuanto  ha  brillado  en  sus  páginas ;  imperios,  ciudades,  monu- 
mentos, instituciones,  nombres,  todo  estaba  clasificado  admira- 
blemente en  su  memoria  prodigiosa.  Habiendo  registrado  las 
acciones  y  las  ideas  de  los  pueblos  que  fueron,  y  visitado  la 
mayor  parte  de  los  pueblos  cultos  que  son,  habia  recojido  gran- 
des verdades  de  orden  social,  y  lecciones  sumamente  útiles 
sobre  la  vida  de  las  naciones. 

"  Generoso  en  demasía,  quemó  en  un  solo  dia  mil  títulos  de 
opresión,  dando  libertad  á  todos  sus  esclavos  ;  y  ha  muerto 
dejando  muy  disminuida  su  herencia  paterna*  Bondadoso  en 
extremo,  ha  perdonado  muchos  criminales,  faltando  á  lo  que  de- 
mandaban la  común  tranquilidad  y  la  justicia  social.  Cortés 
con  sus  inferiores,  si  alguna  vez  se  mostraba  impaciente,  y  aun 
irascible,  como  sucede  á  todo  hombre  de  genio  trascendente, 
luego  recobraba  su  serenidad ;  y  sintiendo  vivamente  lo  que 
pudiera  haber  hecho  sufrir  á  los  que  le  rodeaban,  trataba  de 
repararlo.  Dotado  de  una  gran  docilidad,  escuchaba  atenta- 
mente á  las  personas  que  merecian  su  confianza,  y  seguia  con 
frecuencia  su  dictamen,  aun  sacrificando  la  opinión  propia.  Sa- 
biendo conciliar  la  religión  con  la  tolerancia,  ni  fué  fanático,  ni 
fué  impio.  Buen  pariente,  amigo  consecuente,  dadivoso,  el  Li- 
bertador hacia  las  delicias  de  cuantos  tenian  relación  con  él. 
Dominado  por  una  ambición  desmedida  de  gloria,  era  muy  deli- 
cado sobre  todo  cuanto  podia  ofuscar  la  que  habia  adquirido  ; 
se  irritaba  fácilmente  en  tocando  á  ella  ;  y  no  habia  sacrificio 
que  no  estuviese  siempre  muy  dispuesto  á  hacer  para  conservarla 
inmaculada. 

'*  Colombia,  la  América  y  el  orbe  civilizado,  necesitaban  toda- 


590  VIDA  DE  BOliVAIL 

vía  por  largos  años  de  los  servicios  de  aquel  que  había  emanci- 
pado medio  mundo.  Su  poderoso  auxilio  era  necesario  en  el 
país  que  libertó,  para  enfrenar  á  un  tiempo  la  ambición,  la  licen- 
cia 7  la  demagogia ;  y  como  las  sociedades  humanas  están  más 
ó  menos  ligadas  en  sus  destinos  por  la  comunicación  que  han  in- 
troducido entre  ellas  la  civilización  y  el  comercio,  sus  esfuerzos 
para  promover  la  causa  de  la  libertad  racional  en  la  República 
de  Colombia,  no  habrían  sido  probablemente  inútiles  á  la  causa 
de  la  humanidad. 

'^  Mas,  cuando  el  buen  sentido  de  sus  compatriotas  y  la  impe- 
riosa voz  del  interés  nacional  le  habian  designado  como  el  sal- 
vador de  la  patria  ;  cuando  haciendo  justicia  á  sus  virtudes  cívi- 
cas, le  volvian  á  llamar  al  timón  de  los  n^ocios,  la  Providencia 
tuvo  á  bien  llevarle  á  otro  mundo  mejor,  sea  que  quisiese  ahor- 
rarle nuevos  sinsabores,  ó  que  juzgase  que  era  demasiado  gloria 
para  un  solo  mortal  el  haber  libertado  y  fundado  tres  Estados, 
y  el  consolidar  la  existencia  de  Colombia  y  sus  libertades 
públicas. 

Al  fallecimiento  de  Bolívar,  so  halla  el  universo  en  un 
estado  de  agitación,  cuyo  término  no  es  fácil  preveer :  como  si 
el  orbe  moral  y  político  debiera  trastornarse  con  el  vacío  que  en 
él  dejara  el  Libertador,  vemos  que  su  muerte  ha  sido  precedida 
ó  acompañada  de  acontecimientos  extraordinarios  ;  bambolean 
los  tronos,  cámbianse  las  dinastías,  sucédense  las  instituciones, 
todo  sale  de  quicio.  En  cuanto  á  Colombia,  toda  ella  debiera 
vestir  traje  funerario,  pues  jamas  iluminó  en  su  horizonte  el  sol 
escena  más  sombría.  Nada  ha  debilitado  tanto  las  esperanzas 
de  los  amantes  de  su  bien,  como  el  saber  que  está  extinguido 
aquel  brillante  meteoro,  que  en  su  rápido  tránsito  sobre  la  tierra 
ha  dejado  vestigios  tan  luminosos. 

^  La  posteridad  ha  comenzado  ya  para  Bolívar ;  y  su  memoria 
debe  ser  cara  como  el  interés,  sagrada  como  el  honor.  Los  pa- 
triotas honrados  de  todos  los  partidos  debieran  acudir  á  la 
tumba  del  Libertador  de  Colombia ;  y  aobre  la  losa  fria  que 
cubre  sus  cenizas  venerandas,  deponer  las  animosidades  y  los 
odios  contemporáneos.  ( Cuan  honroso  seria  que  en  esta  solemne 
circunstancia,  nos  penetrásemos  todos  de  un  solo  sentimiento  I.... 
Que  tomásemos  á  Colombia  por  guia  en  la  tempestad  que  ruje 
sobre  nuestras  cabezas! Que  fuese  Colombia  el  fanal  que 


VIDA  DE  BOliVAB.  691 

alumbrara  á  todos  los  ciudadanos  sobre  sus  deberes  j  los  enca- 
minase  al  puerto  de  la  unión  I 
"  ¡  Y  tu  Bolívar,  ángel  de  esta  tierra  que  por  tus  esfuerzos 

libertaste  I desde  la  mansión  donde  reposas,  cubre  á  la  patria 

con  tus  alas !  i  Infunde  tu  espíritu  á  sus  hijos!  ]  Feliz  yo  si  al 
dulce  rocío  de  las  alabanzas  que  tus  bellas  acciones  han  arran- 
cado á  la  verdad  y  á  la  justicia,  viera  crecer  las  virtudes  de  la 
noble  Colombia,  cual  crecen  las  plantas  al  rocío  benéñco  del 
cielo  1" 


/' 


Fin  d^  la  Yida  de  Boiívab» 


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