Carlos Afnicíies
y Antonio Estremera
Jon C¿u¡ntín el Amargao
) El que siembra vientos...
saínete en dos actos, divididos en cinco cuadros
en prosa, original.
Música del maestro
Jacinto Guerrero
Copyright by Carlos Arniches y Antonio Estremera.— 1924
MADRID
'\
Sociedad de Autores Españoles: oalle del Prado, 24
1924
Don Quintín el Amargao
o El que siembra vientos...
Esta obra es propiedad de sus autores, y nadie po-
drá, sin su permiso, reimprimirla ni representarla en
España ni en los pai«es con los cuale? se hayan cele-
brado, o se celebren en adelante, tratados internacio-
nales de propiedad literaria.
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Los comisionados y representantes de la Sociedad de
Autores Españoles, son los encargados exclusivamente
de conceder o negar el permiso de representación y
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Queda hecho el depósito que marca Ley,
CARLOS ARNICHES
Y ANTONIO ESTREMERA
Don Quintín el Amargao
o El que siembra vientos...
saínete en dos actos, divididos en cinco cuadros
en prosa, original
MÚSICA DEL MAESTRO
JACINTO GUERRERO
estrenado en el Teatro de Apolo el 26 de noviembre
de 1924
/"
2.'
EDICIÓN
MADRID
-Saeesor de It. Yelasco, Marqués de Santa Ana, 11 daplieado
Teléfono 5-51 M.
1924
A LUIS ARUEJ
Oimtdo Luis: Treinta y seis años
de amistad leal, jamás tntertumpida,
bien merecen esta dedicatoria, llena
de afecto y acompañada de nuestros
ahazoSy
RKRARTO
TERESA Sra. Galindo.
ROSARILLO Srta. Iborra.
FELISA ,... Girón.
TÍA CASI ) „ . . ' ■
SINFO LA TARARA \ ^"- ^"'^'"•
LA CASTAÑERA , Srta. Albertos.
ELLA Vega (J.)
EMERENCIANA Vega (M. L.)
UNA CHAVALILLA Paso.
MUJER La Sra. López (P.)
UNA NIÑA Niña Vargas.
NIÑA L* Anastasio.
NIÑA 2.* Espina.
UNA VIEJA Sra. Leo.
LA MADRE Isabel.
DON QUINTÍN Sr. Navarro.
EL ANGELITO Gallego.
LAUREANO Rodríguez,
PACO < Iglesias.
NICASIO )
LEONCIO ! ^°^'"°'
EL SEFINÍ ..., Ramallo.
SALUQUI Martínez.
M ANOLI ^ Bernal.
CARRAY ) TU,.
., [ Icabalceta.
EL )
CRÓTIDO Guzmán.
FRASQUITO I „^
JAZZ-BAND S ^^^'■"•
FIDEL '. . Bayón.
PEPE Iborra.
FABIÁN ¡ -, ,
í Morales .
UN VIEJO )
SEGADOR 1.0
UN CARRETERO ) ^^'^'°-
GUARDIA 1.0.... ) j^ ■ .
í Fernandez.
HORTERA 1.0 )
GUARDIA 2.° Lleó.
CANTADOR Corao.
HORTERA 2.0 /
PARROQUIANO 2.o )
UN VECINO Orma.
PARROQUIANO 1." Valle.
Doncellas, vecinas, tanguistas, vecinos, capitalistas, parroquianos-
y segadores
DERECHA E IZQUIERDA, LAS DEL ACTOR
o<r^
lliiiiiliiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiliiliilllIN
ACTO PRIMERO
CUADRO PRIMERO
PLANO
Telón de fondo
Carretera
Pretil sobre la carretera
a D S D D
11 n 5 1
4
Alacena
Puerta al corralillo
Ropa
Batería
1. Sillas de enea.
2. Mesa de pino.
3. Aperos ae camineros.
4. Taburetes de pino.
5. Botijo de agua.
a? 3
4
Puerta simulada
Puerta
Ropa
6G728S
DECORADO
lüteripr de una caseta de peones camineros. Al foro, puerta y dos
ventanas que dan a la carretera. En primer término derecha, una
puerta que da a un corralillo, y en el izquierda, dos puertas, la
segunda figurada, como de alcobas. En el rincón del foro, iz
quierda, picos, palas, azadas, capazos y unos cartelillos de Obras
fúblicas. Entre las dos puertas de la izquierda, una banqueta de
pino y sobre ella, un cestillo con avíos para coser. En el centro de
la escena, una mesa de pino, sobre la que habrá una botella de
vino y vasos. En último término derecha y empotrada en la pared,
una alacena, con puertas practicables. Al lado de cada ventana,
un botijo y una cubeta con pitorro, llena de agua. Sillas repar-
tidas con arreglo al plano. En el ángulo del foro derecha, una
vara de fresno. Tanto las ventanas, como la puerta del foro, son
practicables y tienen pestillo por la parte de la escena para ce-
rrarlas a su tiempo. Da el sol en la carretera y se divisa el paisaje
árido de Castilla.
ESCENA PRIMERA
Antes de levantarse el telón, se oye la voz de UN CARRETERO
que entona la copla siguiente:
Carreterita blanca,
la que me lleva
a ver a la que adoro
pasito a paso;
si caminan mis muías
por carretera,
se van mis pensamientos
por el atajo. (Se va alejando.)
(sigue la música, se alza el telón y atraviesan por la
carretera, de izquierda a derecha, primero, rápida-
mente y haciendo sonar la bocina, un automóvil, y
luego, al paso lento de las caballerías, dos :íarros; bien
entendido que por figurar el pretil de la caseta, en
alto, no se ha de ver de cuanto atraviesa por la ca-
rretera, más que la parte alta de los carros.)
— 9 —
ESCENA II / ' -^^
NICASIO y FIDEL por el foro derecha. Luego FELISA, primera'
derecha; más tarde, TERESA, por la izquierda
Nicasio
Fidel
y Nicasio
Felisa
Nicasio
Felisa
. Nicasio
y Felisa
i^ Nicasio
Teresa
Nicasio
Teresa
Nicasio
Teresa
Nicasio
Fidel
Felisa
Nicasio
Teresa
Habiado
(^Llega en mangas de camisa, con la chaqueta al hom-
bro, seguido de Fidel; traen picos y unas esportillas^
que dejan con las que hay en escena.) ¡Terel... (Lla-
mando.) ¡Tere!... ¿Ande s'habrá metió esa
arrastra?
¡Dios sabe, ese demonio é chica!
(Llamando.) ¡Felü... pero |Feli!... ¡Pos miá que
la otra!...
X'^Apareciendo.) Padre.
.'* Pero, ¿qué hacias, que llevamos aquí diez
menutos?
Estaba sacando un cántaro d'agua d'ahí del
pozo y con el ruido de la roldana, pos que
no les he sentío a ustés de venir.
¿Ande s'ha metió esa galocha de la Tere?
Hace náa que estaba aquí.
¡Maldita sea su casta, que de que yo la co-
ja!... (Llama.) ¡Tere!
X^Apareciendo.) Ya va, que no podía salir, que
"estaba sin matine y cogiéndome el moño.
El que te va a coger el moño y te lo va a
arrancar, voy a ser yo; ¡so tunanta!
(Asustada.) ¡Ay, madre!
Que vengo con un coraje... ¡Maldita siá!
¿S'ha subió el vino?
¡Y encima se viene con guasitas! xAmos, ¿no
es pa coger una tranca y darla en... (va a
coger la vara; Fidel pasa a detenerle y Felisa, va al
lado de Teresa para protegerla.)
¡Cálmate, Nicasio!
No empiece usté, padre.
¡Que no empiece, que no empiece! Pero, ¿tú
sabes lo que m'ha hecho ho}' esta arrastra?
¡Qué le habré hecho. Dios mío, porque yo
tampoco me he enterao!
— 10 —
Felisa ¿Qué ha sido?
Nicasio Pos casi náa; que le he dicho que me hicie-
ra la comida con esmero, que me iba a co-
mer con el capataz a la curva del kilómetro-
diez y nueve, que estamos áperaltando la
carretera...
Teresa (cou viveza.) ¿Y no se la he hecho a usté?
Nicasio Pero, ¿qué m'has hecho?
Teresa Pos lo que usté m'ha dicho: unas patatas
viudas.
Nicasio ¡Viudasl... ¡Y destapo la tartera y me en-
cuentro con una cosa toa quema y negral
Fidel Que como eran viudas, te las ha puesto de
luto.
Teresa ¡Señor, si es que guiso d'afición!
Nicasio De afición a matarle a uno. Que había que
ver a todos los que las probaban, diciendo:
«¡Qué gusto!... ¡Qué gusto!»
Teresa Señor, pos too el que come una cosa y dice,
qué gusto, es que le satisface.
Nicasio ¿Estás oyendo esta acémila? ¡Y encima se
pitorrea!... ¡Amos, no es pa! ..
Teresa Si es que usté también, quiere que le guise
unas patatas y no da aceite, ni carbón,- ¡ni
patatas! No da más que la orden. ¡Y vaya
usté con eso a una fonda, a ver qué le ha-
cen.
Nicasio ¡Dejar sin comer a un hombre que tié que
estar toa la santa mañana trabajando!
Teresa (como entredientes.) Si se le pué llamar trabajo
a estar en la cuneta, apoyao en el azadón,
fumando pitillos.
Nicasio . (Amenazador.) ¿Qué graznas ahí?
Teresa Yo, náa.
Nicasio (Mirándola con desprecio.) ¡Cría CUerVOSi...
Teresa (Llorando.) Pcor es lo mío, que me los he en-
contrao criaos.
Nicasio ¡Y no se callará! (a Fidel.) ¿Estás oyendo?
¡Luego dicen que si uno...!
Felisa Mira, calla, Tere; que al fin es padre.
Teresa Padre tuyo será, que mío no lo es, ¡que bien
se conoce!
Nicasio Pero como ud padre te he tratao siempre.
Teresa A la vista está. Es decir, a la vista, no está;;
— 11 —
porque si me se vieran los cardenales....
(Llora.)
Nicasio (a Felisa.) Quita; llévatela é delante, porque
si no, me ciego y le repito lo de esta mañana.
Teresa Como me toque usté, me tiro al pozo.
Felisa Amos, mujer, no llores.
Teresa ¡No tengo de llorar! (con remota amenaza.) Pero
deje usté; ¡deje usté! (Vase con Felisa por la iz-
quierda.) •
ESCENA III
NICASIO y FIDEL. Al final, FABIÁN
Nicasio ¡Maldita siá! ¡Aguantar esta maganta sin
provecho denguno!
Fidel (Asombrado.) Oye, Nicasio; pero, ¿qué estoy
oyendo? ¿De móo que la Tero, no es hija
tuya?
Nicasio Ni de mi mujer, que en gloria esté.
Fidel Hombre, claro que no siendo tuya, no iba
a serlo de tu defunta, no siendo que tu de-
funta fuese viuda u que tú fueses tonto.
Nicasio Cosas ambas, que no han sido, a Dios sean
dadas.
Fidel (con interés.) Entonces, el estar esta chica en
tu poder...
Nicasio (con cierto misterio.) Es Una cosa novclesca,
Fidel.
Fidel ¡Atizal
Nicasio Que nunca te he querío contar, porque has-
ta hace un año, he creío que esta criatura,
ahí donde la ves, iba a ser pa mí un tesoro
escondió; y cuando crees que tiés un tesoro,
pues te lo reservas. Pero, ya me he desen-
gañao, y hoy por hoy, la Tere, es pa mí una
carga, y las cargas, pos ya se le confían me-
jor a un amigo. De modo, que si quiés que
te cuente...
Fidel Sí, hombre, sí; cuenta, cuenta, (se sientan a la
mesa y beben, sirviendo el vino Fidel.)
Nicasio Pos, hará pal Corpus que viene, como cosa
de veinte años, tendría de esto mi Felisa
— 12 —
quince meses escasos, cuando una noche,
que llovía si Dios tenía qué, bien m'acuer-
do, va mi mujer, que Dios la haiga perdo-
nao, que creo que no, y me dijo, dice: «Ni-
casio, veas lo que haces, que nos hemos que-
dao sin vino » Y como yo, tratándose de
vino, nunca m'ha importao el agua, pos
agarro el chubasquero y hala que hala, pico
p'al ventorro el Aire; y de que regreso, cuál
no sería mi sorpresa, cuando voy y me en-
cuentro en el hueco de esa ventana, un ees-
tito lleno de una cosa que lloraba. Miro, y
¡era una niña!
Tidel jRediez!
Nicasio La destapé las mantillas, y me encontré con
una carta, que leímos llenos de curiosidad,
mi mujer y yo, y que decía: «Amable y bon-
dadoso peón.»
Fidel ¿No te conocían?
Nicasio Por las señas, no. «Ahí va eso; mejor dicho:
ahí va esa, porque es niña. Toos los meses
recibirá usté, si la cría su mujer, que sabe-
mos que puede, ciento veinticinco pesetas;
y así se seguirá, pase el tiempo que pase,
mientras viva la criatura. Algún día, puede
que esta chica sea la fortuna de ustedes.»
Fidel ¡Mi madre, qué cosa!
Nicasio De entonces acá, ni un solo mes me habían
faltao las pesetas, hasta que para esta Cua-
resma, hará año y medio, de repente, dejo
de recibir el dinero.
Fidel ¡Qué cosa más rara!
Nicasio ¡Y aquí me tiés, que no se qué hacer!
Fidel Y en la duda, la arreas a la chica cáa paliza,
que la tundes.
Nicasio Hombre, yo... Es que cuando una cosa te
pesa...
Fabián Vy^Que ha negado por el foro izquierda, se asoma a la
^ puerta. Es otro caminero y trae al hombro unas he-
rramientas.) ¡Ave María!
Fidel ¡Hola, Fabián!
Fabián ¿Venís pal tajo?
Fidel Yo, sí.
Nicasio Yo iré a daros las espuertas, que las tengo
~ 13 —
junto a la caseta del paso a nivel. (Se levan-
tan. Aparte a Fidel.) Y de esto...
Fidel Como si lo hubiíás tirao a un pozo, (cogen las
chaquetas y hacen mutis los tres por el foro derecha.)
ESCENA IV
TERESA y FELISA, por izquierda, con algún recelo.
Felisa
Teresa
Felisa
Teresa
Felisa
Teresa
Felisa
Teresa
Felisa
Teresa
Felisa
Teresa
Felisa
Teresa
Felisa
^
a s'han ido.
Déjalos ir. Y decídete, Feli; decídete de una
vez, créeme a mí.
¡Ay!... ¡Si es que falta valor. Tere!
Pos tú haz lo que quieras, pero tu padre, no
me vuelve a poner más la mano encima.
Yo, esta tarde, me voy d'aquí pa siempre.
¡Ay, por Dios; no me dejes sola! ¿No dices
que me quieres como una hermana?
Por eso. Amónos juntas, hoy que tenemos
ocasión, chica. Corre mi suerte. Yo me que-
daría a tu lao, pero ya ves mi vida: ¡golpesl...
¡hambres!... ¡miseria!
Sí, tiés razón. ¡Golpes!... ¡hambres!... ¡mise-
ria!... Y sobre too, ¡soledad!.., ¡tristeza!...
¡aburrimiento!... Yo tampoco sirvo pa esto.
Pos entonces, voy a prepararlo too, y luego,,
cuando vengan esos...
(con temor.) ¡Chiss!... ¡¡Esosü... ¡Calla, por
Dios! ¡Si lo supiera mi padre!...
Algún día lo ha de saber.
¡Ay, Tere! Y si nos vamos con ellos, ¿qué
será de nosotras?
Yo no sé. A mí me lleva el cariño.
Y a mí, te lo juro; que paece mentira que
a un hombre que es más que yo, le haya
tomao este querer.
Pos no lo pensemos tanto. Déjate. El mun-
do es grande. Too el que camina, encuentra.
Pararse es lo malo.
Tiés razón. Ya ves que a mí no me pegan.
Mi padre, es mi padre. Este rincón, es mi
casa. Y con too y con eso, yo no sé qué ilu--
— 14 —
siones de volar; qué afanes tengo por irme.
¡Parece que de vivir en un camino!...
(Lé interrumpe la voz de Carray, que canta lejos.)
«De vivir en un camino,
entra ganita de andar,
que al que se para, la suerte
nunca le viene a buscar.»
Teresa ¿Has oído? (sube ai fondo y mira hacia la de
recha.)
Felisa ¿Quién es ese?
Teresa Paecen los maletas d'ayer; el «Manoli» y el
«Carray.» Deben de torear cerca. Ahí están.
ESCENA V
DICHOS. El MANOLI y el CARRAY, por el foro derecha. Son dos
maletillas que van de pueblo en pueblo. El primero, trae un envol-
torio en el que trae un traje de luces, bordao en oro, lo más viejo
y deslucido posible; el segundo, otro, y un estoque.
Manoli V
Felisa
Manoli
Felisa
Manoli
Teresa
Carray
Teresa
Manoli
Felisa
Manoli
Felisa
Manoli
Teresa
Manoli
, (Desde fuera, asomando por la ventana, su cara truha-
nesca.) ¿Hay permi?
¿Es usté?
En un cacho.
Por muchos años.
Pué que no, porque toreo esta tarde.
¿Viene usté solo?
(Asomándose a la ventana.) Y el lesto de Ifi- Cua-
drilla.
¡Dosfenómenosl
(En la puerta.) Los hay más medrosos, joven.
¿Y qué quiere usté?
A ver si me hacían ustés el favor, por lo que
fuese, de recoserme el traje de luces, ahora
que no está su padre. (Abre el llo y le da la
chaquetilla.)
¿Y a ésto le llama usté de luces? ¡Con trein-
ta y dos agujeros!
La última cogida.
¿No se le ve a usté la camiseta con eso?
No, señora; porque no la llevo.
— 15 —
Felisa iQué deslucido está el oro, hijo!
Manoli Ya le sacaré brillo.
Felisa ¿Con qué?
Manoli Con tiempo y sangre.
Felisa ¡Qué horror!
Manoli (Entrando en la casilla. Carray, después de beber
■ -^ agua, se sienta bajo la ventana de la derecha, dejando
al lado los dos líos de ropa.) PoS nO tengO Otra
cosa pa hacerla nueva. Conque, ¿me da
usté unos puntitos, morena?
Felisa Trae la aguja, Tere.
Teresa (Dándole el cestillo de la costura.) Toma. (Felisa se
sienta a la derecha de la mesa para coser. Manoli, vie-
ne a su lado.) ¿Y a USté (a1 Carray.) qué Se le
ofrecía,- banderillero?
Carray (pasando a la izquierda, al lado de Teresa.) A mí,
náa; que a ver si me podían ustés prestar un
cacho e pan.
Teresa ¿Así de un tamaño como pa comérselo?
Carray Un poquito más grande.
Manoli No, en serio; lo quié pa borrar una cosa.
(Teresa, abre la alacena, y cogiendo un trozo de pan,
se lo lleva al Carray, que sentado en el ángulo iz-
quierda, come con avidez.)
Felisa (cosiendo y riéndose.) ¿El número de corridas
que tié usté contratas?
Manoli No, señora; que no las tengo. Pero no se ría
usté, que pué que las tenga. Algún día...
Felisa ¡Algún día!... ¡Qué lejos está eso, hijo!
Manoli Lejos o cerca. Algún día pué ser. Dios sabe
cuándo; pero pué ser pronto. Pos algún día
seré yo matador, pero no de esos de tingui-
ringui; matador fetén. ¡Un as!... Cáa estoca,
cuatro pezuñas a la intemperie. ¡Olél
•Carray (Arrancándose desde su asiento para ejecutar la suer-
te.) Con tres pares de banderillas mías, co-
locaos de poder a poder, en el perímetro cú-
bico de dos pesetas. Véase la clase. ¡Clavao!
JVIanoll ¡Mi suerte!... ¡Y que no se va a dar mi alma
charolito ni náa! ¡Setenta corridas!... Torear
en Madrid! ¡Billetes en la cartera! ¡Cartas de
mujeres por tóos los bolsillos!
Carray ¡Hasta por los míos!
Manoli ¡Alhajas!... ¡Puros!... ¡Moto con side!... ¡Que-
16 —
Felisa
Matioli
Felisa
Manoli
Felisa
Manoli
Felisa
Manoli
Felisa
Manoli
Felisa
Teresa
Manoli
Teresa
Manoli
Teresa
Manoli
Felisa
Manoli
Felisa
Carray
Manoli
Carray
Manoli
60 grmjel, en toas las comidas! [Mi suerte?"
¡Náa! (Apoyándose en la silla de Felisa.) Y eilton-
ces... Entonces me da el garlochí, que me la
tengo de encontrar a usté.
¿De mozo de estoques?
¿Qué se yo?... De algo bueno. ¡De cupletis-
tal... [De actriz!... ¡De amiga de un señor de
Bilbao!... Amos: de algo, pa tener auto y
piso elegante.
¡Usté es un fantasioso!
Quizás que puede. Pero, que usté y mmgue-
la, vamos pa algo grande en el mundo, eso,
¡chipendil
¿Quién se lo ha dicho a usté?
Nadie. Esas cosas las sabe uno porque las
lleva dentro. Y usté también sabe que no se
quedará aquí.
(un poco temerosa.) Pues esta cs mí casa.
Pues se irá usté de ella, (con naturalidad.)
'Hijo!... ¡Jesús!
Es usté demasiado bonita. Tié usté una cosa
en sus ojos y en toa su persona, que no es
pa una casilla e peones; eso, se ve,
(¡Paece que es gitano este hombre!) (a Tere-
sa.) Anda; acaba tú de coser, (se levanta y se
aparta hacia la deiecha; Teresa, se sienta a coser a la
izquierda de la mesa; Manoli, se aproxima a Teresa.)
¿Te has cansao?
Esta joven, no ha nació pa acabar ninguna
cosa.
¿Y yo?
Usté acabará lo suyo y lo de otros.
¿Usté cree?...
El genio se lleva en la cara. \
¿Y dicen ustés que torean esta tarde?
En Ontanilla.
¿Han visto ustés el ganao?
¿Que si lo he visto? ¡Un toro, con unas ve-
laSy que le pone usté un canario en cáa
cuerno, cantan y no se oyen.
Pero pa eso está la telefonía sin hilos.
U el árnica.
Lo que sea. Yo, no me aflijo. ¡U llegar u
morir, pero siempre p'alante! ¡Mi suerte!
— 17 —
Felisa ^,Y qué les dan a ustés por la corrida?
Manoli Si queHamos bien, treinta reales y la cena.
Teresa ¿Y si quedan ustés mal?
Carray Si tiempo pa correr.
Teresa (Devolviéndole la chaquetilla, ya cosida.) PueS qUe
lleguen ustés al po.-tre.
Manoli Y yo que me lo coma.
Carray Postre, no le dan más que al matador; a la
cuadrilla, lechuga.
Manoli (A Teresa.) Conque, gracias, nena, (a Felisa.)
Y'\o dicho: si a mí no me corta el viaje un
toro, yo voy p'arriba; por allí nos encontra-
remos. (Coge el lío y mete la chaquetilla )
Teresa Pues el día que bajen ustés, me avisan, que
yo no pienso subir.
Carray (Que ha cogido ya sus envoltorios.) Porque no
querrá usté: tengo aroplano,
Teresa (gracias, hijo; donde yo vaya, me gustará ir
por mi pie.
Manoli (Despidiéndose desde la puerta.) ¡Salú!
Felisa Y pesetas.
Manoli ¡A eeportillas! (Haciendo un desplante torero.)
¡Ole ... ¡Mi suerte! (Vense foro izquierda. Vuelve a
oirse la voz de Carray que se aleja cantando.)
De vivir en un camino
etc., etc., etc.
ESCENA VI
TERESA y FELISA. Luego, foro derecha, la TÍA CASI, una mendiga
de los caminos.
Felisa (como con temor.) Pero, ¿has oído?
leresa Calla, chica; a estos maletas, paece que les
han dicUo lo que nos pasa.
Felisa (sentándose a la derecha de la mesa.) LeS estaba
oyendo y tenía así como un frío por den-
tro .. ¿Sabrán algo?
Teresa (sentándose frente a ella.) ¿Qué van a Saber?
¿Quién iba a decirles a ellos, lo que sabe-
mos las dos sólitas?
- 18 —
Felisa íY que hoy hace un mesl... ¡Un mes justitol
¿Te acuerdas, Tere?
Teresa ¡Como ei fuera ahora mismo! Estábamos las
dos cosiendo, una tarde que llorábamos,
porque tu padre, borracho, nos había pe-
gao aquella mañana...
Felisa i^ nos pusimos a pensar, qué nos pagaría,
si tuviéramos valor para irnos por el mun-
do, juntas, a la ventura, a correr nuestra
suerte.
Teresa Cuando en ésto — ¡cómo vienen las cosas en
la vida!— de pronto, oímos un golpe tre-
mendo, como de hierros y cristales que
se rompen. Salimos a escape las dos y nos
encontramos en la carretera con un auto
que había chocao contra un árbol...
Felisa Y nos tragimos a la casilla, a un señorito y
a un chófer, heridos.
Teresa Les curamos de unos arañazos y del susto;
estuvieron aquí unas horas; nos dieron las
gracias y se fueron...
Felisa Y volvieron a la tarde siguiente.
Teresa Y luego, muchas tardes; pero ya más lejos
de la casilla, pa hablar y pasear juntos los
cuatro.
Feíisa Hasta que hoy, esos dos hombres...
Casi (Asomando por la ventana de la derecha.) ¿Estáis
Véolitas?
Felisa ''¡Tía Casil
Teresa ¡Usté!
Casi Yo. ¿Puedo entrar?
Felisa (Levantándose ambas.) ¡Alante!
Casi (Entrando y avanzando hasta quedar entre las dos.)
Sus traigo un recao.
Teresa ¿De ellos?
Casi De ellos. No hace ni dos menutos que pasa-
ba el auto, como una centella; de que me vie-
ron, pararon, y el señorito Pepe, m'ha dao
este papel pa ti. (Oa a Felisa, uno que saca del pe
cho.) Y Paco, el chófer, este papelito, pa ti.
(Dándole a Teresa uno que saca de la faltriquera.)
¡Qué par de mozos! Se subieron al Alto e Pi-
nares, entre los pinos escondieron el auto •
móvil, y allí aguardan. ¡Qué guapos, cá uno
^ 19 —
Felisa
Teresa
Felisa
Teresa
Casi
Felisa
Teresa
Felisa
Casi
Felisa
Casi
en su estilo! (Se sienta y bebe los restos de la bo
tella que dejaron los camineros.) ¡Vaya SUerte de
chicas!
(Leyendo.) «Feli: SÍ estás decidida, como me
juraste ayer, vente conmigo. Aguardamos en
el Alto de Pinares. Iremos camino de Fran
cia. Ten valor; no te arrepentirás. Te espera
otro mundo, otra vida y mi cariño. Ven.»
(ídem.) «Chacha: te espero con el escape
abierto. No tardes, que vamos a arrear. Te
abraza hasta la estrangulación, tu Paco.»
¡Qué bruto!
¡Ay, Dios mío! Y ¿qué hacemos?
Pos irnos.
(Acercándose.) Amos, tonta, pero ¿lo vas a du-
dar ahora? ¡Toos los días cacareando que si
no eras pa esta vida, que si la miseria de un
camino... ¡Pos chica, arrea!
Sí, pero ¿qué nos pasará?
¡Peor que esto!...
El tuyo, es pobre, como tú; pero ¿y el mío,
que es más que yo, de otra clase?...
Toos los hombres son de la misma clase:
malos; too está en una saberlos manejar.
¡Hala!... ¡Huir de la miseria, no ser tontas,
que si te quedas, ¿qué te espera? Mírame
a mí!
¡Ay, eso nol
Pos también he tenido mis veinte, como tú,
y mi aquél pa los hombres, que nunca fal-
tan a esa edad. A mí me quiso llevar un tra-
tante. Tenía ¡seis carros de recua! ¡Qué hom-
bre! Pero fui tonta, me quedé, ¡y ya ves!...
Casimira me llamaba; Casi, me llamaron
luego, pa hacerlo más corto, y aquello fué
como si me hubieran pronosticao mi sino,
porque en Casi me quedé, que nunca he lie-
gao a náa. Casi me quiso un hombre, por-
que no fué de veras. Casi me casé, porque no
fué por la Iglesia. Casi tuve una hija, por-
que de poco me mata al nacer, y casi la per-
dí, porque se la llevó un novio. Casi he sío
de too y casi no he sío náa. Mi marido tam-
bién era caminero. Toa la vida, la casilla
— 20 -
calores, fríos, soledad, miseria... Pos un día e
tormenta, el pobre s'arrimó a un árbol pa
taparse e la lluvia, cayó un rayo, y ¡sola! Y
ya lo ves: hoy, haciendo recaos a los peones^,
de casilla en casilla, una limosna, harapos,
mendrugos, un traguejo, ¡náal Y un mal día
de invierno me dormiré en la cuneta, junto a
un montón de grava, dura como tóos los co-
razones que be encontrao, y no despertaré
más. ¡Y se acabó latía Casi!. (Ríe.) Si te gus-
ta ésto, ¡qué 'ate! Si te gusta, ¡quédatel
Teresa ¡Ay, no! ¡\amos, vamos!
Felisa (con miedo, acercándose a Teresa.) Sí, perO ¿y mi
padre?
Casi ¡Un viejo, borracho, malhumorao! ¡Náa! Te-
dejará sola el mejor día, y entonces... ¡Corre
al mundo! Yo tenía una hija y no miró cosa
dengunay me dejó sola y se fué. (¡Que se
vayan toas! .. ¡Que no haya denguna honra!)
¡Ha.a, volar; no lo ti aréis más! ¡Al mundo! ¡A
la suerte!... (Se dirige hacia la alacena.)
ESCENA Vil
DICHAS. PEPE, traje elegante de automovilista, y PACO, chófer de
casa grande. Vienen foro izquierda.
Pepe ^..^/(Apareciendo.) ¡FelÜ
Felisa (Llena de alegría.) ¡Pcpcl
Paco ¡Tere!
Teresa ¡¡Paco!! (Entran y forman parejas.)
Casi (Por ana botella que ha encontrado en el armarillo.)
¡Aguardiente de mi vida! Cáa uno a lo que le
gusta! (Se sienta a beber bajo la ventana de la de-
j-echa )
Pepe Bueno; ¿vienes conmigo? Hace una hora que
aguardo.
Felisa (Temerosa, dejándose caer sobre la silla, a la derecha
de la mesa.) ¡ Ay, Pepe!
Pepe (Amoroso.) ¡No hay Pepe que valga! ¡Decídete!
¡No podemos per-ier minuto!
Felisa Pero yo... ¡Una pobre!...
Pepe ^ ¡Tú qué vas a ser pobre, con ese cuerpo y
— 21 —
esa cara!' ¡Verás qué verano! Nos vamos a
Truvil. ¡Contigo, epato! ¡La caraba!
Felisa Sí, pero ¿y si luego me dejas?
'Pepe ¡Qué te voy a dejar!... ¡De aquí, al Otoño! ¡Te
llenaré de alhajas! ¡Te vestiré en Biarritz.
para que llames la atención en la Sibur!
Felisa ¿Y qué es eso? (Habían en voz baja, animada
mente.)
Teresa Y tú, ¿dónde me vestirás a mí?
Paco En ninguna parte. Yo no visto estatuas, ¡las
almirof
Pepe Luego, te llevaré a Santander, a San Sebas-
tián, a San Juan de Luz!...
Teresa Y tú, ¿me llevarás a tóos esos santos?
Paco Pa too Santos, ya no estás tú pa ir a ningún
lao, tonta.
Teresa ¡Qué sinvergüenza eres, Paco!
Paco Por muchos años. Pero quererte, ¡con los
cuatro cilindros! ¡Te me has colao hasta lo
Düás hondo del carburador! Ven aquí, Roll
Roy de mi alma, que voy a ser pa ti más
seguro que un Hutson.
Teresa Pero a ver si se te quita el cariño con el
Hutson.
Paco En jamás. Tú te sientas a mi lao, en el ba-
que; me alumbras con esos faros el camino
de mi vida, o me los entornas como ponién-
dome luz de población, yo meto la directa,
acelero, te hago una media de sesenta por
hora, y el año que viene te encuentras de
propietaria de un Bebé-Peuchots. ¡Por éstas!
Teresa Tú verás lo que haces, porque como me en-
gañes, tienes pa7ij que decís vosotros, porque
te arreo un puñetazo en el capój que te dejo
sin carroserie.
Paco ¡Ven aquí, doble faetón! (La abraza.)
Pepe (a Paco.) Pero ¿qué haces?
Paco La estaba ajustando el motor.
Pepe Pues anda, anda, suelta el freno de mano y
no perdamos tiempo. Anda, Feli, ¿te de-
cides?
Felisa Sí. Me confío a ti, seguiré mi suerte.
Pepe Pues en el Alto esperamos.
íPaCO (a Teresa.) A eSCape, tú. (Vanse foro izquierda.)
— 22 —
Teresa En seguida.
Felisa (a Casi.) Vigile usté si viene mi padre. (van«e
las dos por primera izquierda.)
Casi ¡Que venga, que venga! ¡Se le va, como se
fué la míal Se quedará solo, como yo. ¡Que
se vayan todas! ¡Que no haya denguna hon-
ral (Bebe y ríe.)
ESCENA VIII
TÍA CASI y SEGADORES, que vienen íoro derecha. Traen todos ho-
ces, chaqueta al hombro, sombrero de paja, atillos y líos con ropa;
calzan alpargata, y el calzado de cuero al hombro, sujeto con una.
cuerda.
Seg. 1.0 (a la Tía Casi.) ¿Daríamos una sed de agua,
buena muller?
Casi De agua, sí; pasen y beban la que quieran.
(Se esconde, avara, la botella.)
Seg. 1 .0 De la siega venimos y de camino vamos pa
hacer noche en Navagrande.
Casi ¡Bien tienen de andar! (Entran todos, beben, •«^
limpian el sudor, etc.)
Música
Seg. 1 .0 Deixei a miña térra
deus meus amores.
Deixei a miña térra
pros meus rapaces,
y bajo el sol, de rayos
abrasadores,
las espigas que corto
forman los haces.
Todos Deixei a miña térra,
etc., etc.
Seg. f.o Espigas,
espigas doradas,
igual que los sueños
que no realicé;
xf
— 23 —
montones,
montones de oro
parecen los trigos
que en haces formé.
¡Riquezas
serán para el amo,
que a mí unas monedas
tan sólo rae da!
¡Espigas!
Le dais a él oro
y a mí, solamente,
un poco de pan.
/v
La-la-la
la-la-la.
Todos ¡Espigas!
etc., etc.
Hablado
Seg. 1.0 Gracias, buena muller; que Dios la guarde.
Casi Lleven buena jornada. (Bis en la orquesta.
Vanse foro izquierda. Por la carretera, de derecha a
izquierda, pasan dos carros; el primero, cargado de
haces de paja.)
ESCENA IX
TÍA CASI, TERESA y FELISA, de la primera izqiüerda, ya más
arregladas, con líos de ropa.
Casi ^^C;"'^"' ¿Ya estáis? (ai verías salir.)
Teresa ""-^^ Ya. Adiós, tía Casi.
Felisa (un poco iiorosa.) Si mi padre pregunta, luego,
cuando pase un rato, déle usté este papel,
como si se lo hubiéramos dao en la carrete-
ra. (Se lo da.)
Casi Descuida.
Felisa Ahora, diga usté que hemos salió al lomero,
a recoger las gallinas. ¡Adiós, tía Casi!
Casi Adiós ¡Suerte, hijas mías! ¡Callarse! ¡Espe-
rar! (Sube y mira foro derecha.)
— •24 —
Teresa
Casi
Felisa
Casi
Teresa
Felisa
^,Qué es?
Vuestro padre y el señor Fidel, que vuelven.
(Muerta de miedo.) ¡üios mío!... ¿Y qué hace-
mos ahora?
(Oniándolas a la primera derecha.) Huir por aqui,
por el corralillo, a campo traviesa. Esperar
que entren, y luego, picar deprisa y con
cuidao.
Si; es lo mejor.
Vamos. (Hacen mutis precipitadamente. La Tia Casi
se sienta al lado de la mesa.)
ESCENA X
tía casi, NICASIO y FIDEL, foro derecha. El segundo trae un
pico y una pala al hombro.
Nicasio
Casi
Nicasio
Fidel
Nicasio
Fidel
Nicasio
Casi
Nicasio
Casi
Nicasio
Casi
Nicasio
Casi
Fidel
Nicasio
Fidel
.^ . (^Éntra y deja la chaqueta sobre una silla.) ¿Tú por
-■ aquí? <
Por si queríais mandar algo.
Náa.
(Dejándolas en el rincón con las otras.) Aquí dejO
la herramienta.
¿Qué haría ese auto escondió entre los pinos?
Vete a saber.
¡Se ven ahora unas cosas en las carreterasl...
(¡Se ven unas cosas y otras se dejan de veri)
(a Casi.) ¿No tiés ná que hacer?
(Levantándose.) Lo que tú mandes.
¿Te vales a ir por vino al ventorro?
Toavía puedo andar lo que quiera, (coge la
botella de la mesa.) ¿Fiao?
Primero, ver si es bueno; pagar, lo último.
(¡Ya verás el trago que te esperal) (vase foro
derecha. Durante el diálogo que sigue, Nicasio coloca
la mesa bajo la alacenilla y las sillas repartidas en el
fondo derecha.)
Yo me voy pa mi casilla, tú.
Llévate el avío pa mañana, que creo que te
lo ha comprao la Tere. (Llamando.) ¡Tere!
¡Terel... ¡Pero esa galocha, 4iombre!
(Asomándose a la puerta de entrada.) ¡FelÜ... ¡No
se las ve por parte denguna! ¡Como no hai-
25
gan ido a casa el Pelao por agua de beber!...
Nicasio O a recoger las gallinas.
Fidel Eso será
ESCENA Xí
NICASIO. FIDEL, el ANGELITO y el SEFINÍ, que llegan precipita-
damente foro derecha, entran y cierran por dentro, muertos de miedo,
la puerta y ventanas. Los camineros retroceden espantados hacia la
derecha. Al final, DON QUINTÍN.
Angelito
Sefíní
Nicasio
Fidel
Nicasio
Fidel
Angelito
Nicasio
Sefíní
Angelito
Sefíní
Angelito
Nicasio
Fidel
Música
Ubtedes disimulen
que entremos de este modo;
pero es que nos jugamos
el todo por el todo,
pues el que tira a darnos
desde la carretera,
es un amigo nuestro
que está como una fiera.
¡Caray con el amigo!
¡Pues vaya unos modales!
Si tira a la ventana,
me rompe los cristales.
¿Y qué han tenido ustedes?
Pues una discusión.
¿Y por qué tira piedras?
Es su argumentación.
(a Fidel.)
Si a un amigo del alma
tiene el capricho...
(a Nicasio.)
De obsequiarle con algo,
le compra un nicho.
Y si de esta manera
gasta la pasta.,.
.No hace falta decirles
qué genio gasta.
¡Si que debe ser brutal!
¡Sí que debe ser bestial!
(suenan recios golpes en la puerta >d© entrada. Ange-
lito y Sefiní se estremecen, miedosos.)
í
— 26 —
Angelito [ Don Quintín,
Sefiní I no lo hace con mal fin.
Don Quintín,
no es un majalandrín.
Don Quintín,
no está mal educao.
Don Quintín,
el pobre está amargao.
(Nuevos golpes )
Sefiní
Angelito
Sefiní
Angelito
Nicasio i
Fidel \
Los cuatro
(Como antes.)
Si algún día amanece
de mal talante...
Se oyen sus alaridos
en Alicante.
Y el que diga una cosa
que le moleste...
Sabe que al otro día
duerme en el Este.
¡Sí que debe ser brutal!
¡Sí que debe ser bestial!
(Nuevos golpes.) J^^Y
Don Quintín, r^
no lo hace, etc., etc.
Sefiní
Angelito
Nicasio
Fidel
Angelito
Sefiní
Quintín
i
y
Don Quintín,
no es un majalandrín.
Don Quintín,
no tiene más que esplín.
(Suben Angelito y Sefiní, para observar por la rendija
de la puerta, la cual entreabren.)
¿Ese es don Quintín?
Ese es don Quintín.
(Se abre la puerta violentamente y aparece don Quin-
tín, que entra como una avalancha.)
r Yo soy don Quintín, (cuadro.)
ir»
y
— 27
Nicasio
Fidel
Quintín
Angelito
Sefíní
Quintín
Angelito
Sefiní
Quintín
Angelito
Sefíní
Quintín
Nicasio
Sefíní
A n ge lito
Nicasio
Angelito
Sefíní
Quintín
Hablado
(ai terminar la música, quedan: don Quintín, en una'
actitud de acometividad; Angelito y Sefini, uno a cada
lado de la puerta temblando, y los dos camineros, ate-
rrados.)
Bueno, don Quintín, caray; cálmese usté,
que no tenemos tila y estos dos hombres es-
tán pa morirse.
Y luego, que la casilla es de piedra ná mas,
y no está hecha pa terremotos, la verdá; y
con otros dos meneos..,
(Exasperado.) ¡Canallas!... ¡Sinvergüenzas!...
¡Golfantes! (Angelito y Sefini, se refugian en el án-
gulo del fondo derecha de la casilla.)
¡Sí, hombre! ¡Sí, don Quintín; tié usté razón!
Pero, cálmese usté, don Quintín; que la cosa
no ha sido pa...
¡He debido pegaros veinte tiros! ¡Poneros un
barreno en el cráneo!... ¡Aplastaros, como vi-
les insectos!
Sí, señor; sí.
Bueno, pero... x 7^ -
¡IVlaldita sea mi vida! (Amenazándoles.,. ¡JNo se
como no!...
¡Por Dios!
¡Yo!...
(En el colmo de la ira.) ¡Brrrr! (Tiemblan como azo-
gados. Don Quintín, paseando furioso, sale un momen-
to de la casilla.)
(En voz baja a los amigos.) Bucno; y este scnor,
cuando juega a la lotería y no le toca, ¿que
hace con la lista?
La masca.
Y escupe los números.
¡Mi madre!
Le llevamos al dentista con bozal; no le digo
a usté más.
Pa probarle unas botas, hay que trabarlo;
saque usté la consecuencia.
(volviendo a entrar y en tono iracundo.) Darme una
silla. ÍLos cuatro, le alargan, rápidamente, una silla
cada uno.) ¡Una! (Dando un grito. Quedan los cuatro
suspensos en su movimiento.)
28 —
Angelito
Quintín
Angelito
Quintín
Angelito
Sefíní
Nicasío
Angelito
Nicasio
Quintín
Nicasio
Quintín
Nicasio
Quintín
Angelito 1
¿efiní j
Angelito
Nicasio
Angelito
Sefíní
Angelito
Fidel
Nicasio
Quintín
(Tembloroso.) ¿Sorteamos u elige usté?
Esta. (Cogiéndola violentamente.)
(Muy sonriente.) ¡La mía!
(Amenazándoles con la silla.) |He debido rompe-
ros la crisma! ¡Haceros papilla! (no pudiendo
ya retroceder por falta de espacio, Angelito, pone un
pie sobre la banqueta, para saltar por la ventana de la
derecha.) ¡¡Pulverizaros!! (Da un golpe en el suelo
con la silla y desesperado se sienta.)
Sí, señor; pero nos pulveriza usté y con el
viento que hace, pues se le vuelan a usté
dos amigos pnr una tontería.
Y la verdá y sin agraviarle a usté, don Quin-
tín, por Dios; el motivo...
Bueno; y si no es mal preguntao, ¿toa esta
tremolina, por qué ha sido?
Porque no le ha querío tomar un duro se-
villano, el chófer que nos ha traído.
Pues yo creo que la cosa...
Rechazarme a mí una moneda, es llamarme
monedero falso.
No, hombre; usté exagera. Yo no creo que...
Si usté no lo cree, es que no tiene ver-
güenza.
(Altanero.) Oiga usté, que yo...
(Levantándose airado.) No la tiene USté.
No la tiene, don Quintín. (Este vuelve a sen-
tarse.)
(a Nicasio.) Diga usté que no, hombre. ¿Qué
necesidad tiene usté de estar dos meses en
la cama?
¡Caray, pero!...
¡Miste que es un genio!
No le hemos visto sonreírse más que una
vez en su vida.
El día que se murió su suegra. Dijo: «Je,
je» y se puso gasa. ¡La única alegría que le
hemos notao!
¡Recontral
Bueno, pero vamos, un servidor, lo que que-
ría decirle a usté, es que no debe tomarse
esos disgustos por cosas tan baladises.
Quizá tenga usté razón; pero es que yo de-
testo a la humanidad. ¡Me da asco la vidal
-- 29 -
Nicasío ¡Hombre, por Dios!... Pero ¿qué motivos tié
usté?
Quintín ¡Yo soy un amargao! y mi amargura es
obra de cuantos me rodearon. Nunca en-
contré ni cariño verdadero, ni amistad leal,
ni gratitud sincera.
Nicasio Pues estos amigos...
Quintín (con desprecio.") ¡Amigos!... Ese, el «Sefini», es
un matón que cuando yo tenía casa de jue-
go, me prestó el valor por un mendrugo.
¡Puaf!
Sefini ¡Don Quintín!
Quintín ¡Y nada más! Y ese, el «Angelito», otro que
tal baila. Un perro, que viene detrás de mí,
por el hueso que le arrojo.
Angelito (con heroica resolución.) ¡Ea; eso no cs verdá,
don Quintín, qué caray! Llámeme usté pe-
rro; si los perros no se ofenden, yo tampo-
co. Pero, lo del hueso, es una cosa muy
dura. ¿Qué gano yo a su lao de usté? Le
sigo, porque le tengo ley y quiero quitarle
de esa amargura que le corroe.
Quintín ¡Necio!
Angelito No tanto como usté se piensa, ¡qué narices!,
que pa poder vivir, hay que mirar la vida
más en otimista, señor, (a Nicasio.) Aquí tié
usté mi ejemplo. Yo soy, lo contrario de él.
No me pasa una cosa, por mala que sea que
no me alegre. ¿Que me piden un duro? Pos
digo: «¡Miá si me llegan a pedir dos!» Y no
doy ningmo. ¿Que me da una pulmonía?
Pues me alegro... de que no sea doble. ¡Siem-
pre es un consuelo! ¿Que me caigo del tran-
vía? Pues me levanto y exclamo: «Y menos
mal que no me ha pegao el conductor». ¡Pa
too tié que haber una conformidad-
Quintín Conformidad de hombre cobarde y ruin.
Angelito Bueno, pero yo ..
Quintín (Levantándose.) ¡Basta!
Angelito Punto en boca.
Quintín Estos señores no tienen por qué participar
de mis amarguras, de modo que vamos al
objeto queme trae y nada más. ¿Ustedes-
no sabrán por qué venimos aquí?
- 30 —
Nícasío ¡Hombre, nosotros!... (por Fidel.) Este, de vez
en cuando, acierta alguna charadilia que
otra, pero yo... la verdá, no...
Quintín Pues venimos aquí, porque usté se llama
Nicasio Baños.
Nícasio Servidor, sí, señor.
Quintín Y esta es su casilla. ^
Nicasio Esta.
Quintín Y vengo a ella, buscando con un anhelo, en
el que se encierra mi última esperanza de.
felicidad, a una hija.
Nicasio ¿Buscando una hija? ¿Entonces?...
Quintín Una hija, que dejé abandonada hace veinte
años en esa ventana. ,
Nicasio ¡Recontra!... ¿Entonces ustedes son los pa-
dres de la niña?
Quintín ¿Cómo ustedes? Yo solo.
Nicasio Hombre, como son ustedes tres, yo por no
hacer de menos a nadie...
Quintín Bueno, ¿y esa niña?... ¡Me da miedo pre-
guntarlo!... ¿Vive?
Nicasio Vive.
Quintín ¿Y está?... ¡La emoción me ahoga!... ¿Está
todavía con ustedes?
Nicasio Está con nosotros.
Quintín ¡Gracias, Dios mío!... ¡La primera cosa que
me sale bien en este mundo! A mis brazos,
Nicasio. (Abrazándole.)
Angelito No le zarandee usté, que es peón.
Quintín ¡Oh, qué alegría, Sefiní!... ¡encontré a mi
hija!
Sefiní Merecía usté no haberla encontrao.
Angelito ¡Por pisimista!
Quintín (Emocionado.) Bueno, ¿a qué se puede convi-
dar aquí?
Angelito A billetes de veinticinco pesetas, porque en
una casilla de peones...
Quintín De modo que la niña...
Nicasio Teresa.
'Quintín Es verdad; ese nombre dejamos escrito en
un papel prendido a sus ropitas; el nombre
de su madre. ¡Una mujer que huyó de mi
lado!
— 31 -
Angelito Porque tenía celos de ella y la hartaba a
palos.
Quintín (como desechando el mal recuerdo.) ÜUenO; 61
caso es que dudé de la madre, y creyendo
que la hija no era mía la abandoné. Hasta
que aquella desgraciada, en la hora de »8U
muerte, me ha escrito jurando su fidelidad
y suplicándome que recoja a la niña, porque
es mía y sólo mía. Y por ella vengo. Quiero
resarcirme con su cariño de todas las amar-
guras que sufrí.
Nicasio Pues se resarcirá usté, don Quintín.
Quintín ¿Es buena?
Nicasio ¡Un ángel!
Quintín ¿Y usté la quiere? .
Nicasio Tóos sus deseos, los he satisíecho sm medi-
da. (A Fidel.) ¡Esconde la vara! ¡Y es mas
di^uesta!... ¡Si viera usté cómo guisa!
Fidel ¡Le ha hecho hoy unas patatas viudas!
Quintín ¿Buenas?
Nicasio Pa darlas el pésame.
Quintín ¿Y no ha preguntao nunca por su padre.^
Nicasio Tóos los días.
Quintín ¿Y^ es guapa?
Nicasio La cara de usté.
Angelito (¡Pues pa una viña!)
Quintín ¡Cómo voy a adorarla!... ¡Oh
ESCENA XII
DICHOS y TÍA CASI, foro derecha
Casi Ay'X'^ue entra jadeante y descompuesta.) ¡¡Ahü
Quintín ¿Quién?
Casi ¡Yo!... ¡Ayl... ¡Socorro!
Nicasio ¡Tía Casi!
Casi ¡Nicasio! ¡Fidel! ¡Me muero! ¡Agua!
Fidel ¿Qué la ocurre a usté? (colocando una sllla, en la
que se sienta. Todos la rodean.)
Nicasio ¡Habla! .. ¿Qué pasa? , . , . ,
Casi ¡Ay, que no me atrevo a decirlo! ¡Ay, esas
chicas!. . ¡Ay, qué desgracia!
Uicasio Por lo que más quieras, habla. ¿Qué es?
•t*^
32 —
Casi
Nícasio
Casi
Quintín
Nicasio
Quintín
Nicasio
Angelito
Quintín
Fidel
C^si
Quintín
Angelito
Pues que estaba yo en la casilla de Fabián^
en el kilómetro veintidós, y pasa un auto
muy grande, que venía volando entre una
nube de polvo, y de que me ven, se paran, y
tu hija y la Tere, que iban dentro con dos
jóvenes, m'han dao este papel pa ti. (se lo da)
¡Recontral ¿Pa mí? (Lee.)
Han arrancao volando, y entre otra nube
de polvo, las he perdió de vista!
¡Ay, que no sé lo que adivino! ¿Qué dice
ese papel?
(Desfalleciendo.) No, nada; que... ¡Ay, Dios
mío!
(Lg arranca el papel de las manos.) ¡A ver!... ¡Pron-
to! (Lee.) «Padre: huyendo de los palos y las
bofetadas de usté... (Mira furibundo a Nicasio,
que seestremeee.) nos vamos de SU lado, para
siempre, con dos hombres que queremos.
¡Que Dios le perdone a usté el mart rio
que nos ha hecho paear, como giosotras le
perdonamos.» (En el paroxismo del furor) ¡Ah,
miserable!... ¡Ellas te perdonan, pero yo, no.
¡Mut-re, ladrón! (Le échalas manos al cuello.)
(Medio ahogado ¡^ocorrol ¡Auxilio' ¡Me ahoga!
¡Por 1 ios, don Quintín; no le apriete usté,
que es peón. (Todos tratan de separarle.)
Al que me sujete, le despedazo.
(Saliendo ala puerta) ¡Civilesl ¡AuxiHo!
(Que ha salido antes.) ¡Que matan a un hombre!
(Que ha tirado al suelo a Nicasio) ¡ Y OS VOy a ma-
tar a todos! (Angelito y tíefiní, se refugian en el
rincón de las herramientas.) ¡Vli hija! (Saliendo ha-
cia la carretera.) ¡¡Mi hija!!
¡¡Por qué no se habrá escapado esta ma-
ñana!!
(Telón rápido. Música en la orquesta.)
MUTACIÓN
— 33
CUADRO SEGUNDO
PLANO
Telón de calle
6
D
□
G
D
¡oool
D
ü
8
tí
Ventanal
6
¡oo<
D Puerta al
9 interior
Mostrador
Puerta simulada
Puerta a la cocina
Ropa
Batería
Ropa
', 3 y 4. Mesas.
Mesa con mantel y servicios para comida.
Sillas de Vitoria.
Percheros de pie.
Dos focos con pantalla, en el techo, encendidos.
Brazo, con dos lámparas encendidas.
— 34 —
DECORADO
Interior de un Colmado de los barrios bajos de Madrid, con ciertas
pretensioneH de Bar moderno. Al foro, un poco a la derecha,
puerta mampara que da entrada al Bar. Foro izquierda, ventanal.
Mostrador con anaquelería detrás, más a la izquierda y en ochava.
Dentro del mostrador, puerta que comunica con el interior. En pri
mer término izquierda, puerta practicable, que da a la cocina, y
en primer término derecha, otra simulada Mesas repartidas con
arreglo al plano, por la escena Sobre el mostrador botellas, cu-
beta, cafetera, etc. Aparatos de luz. Es de noche.
ESCENA PRIMERA
El SALUQUI, camarero andaluz. Luego, de la calle, el SEÑOR LAU-
REANO, un castizo de por allá bajo, Al levantarse el telón, *?! local
está completamente desierto. Apesar de ello, se oye en la cocina la
voz de Saluqui, que grita en el tonillo característico de los camareros
Saluquí ¡Váaal... ¡Va en seguía!... ¡Voy volando! (saie
rápido^ primera izquierda y dirigiéndose a la mesa
número tres, tan vacía como las demás, la limpia con
actividad febril y dice dirigiéndose a parroquianos
imaginarios.) ¿Qué va a Ser? (Atiende.) Muv
bien, zí zeñó: tres de jamón, uno de chorizo
y cuatro dobles. Está muy bien. En zeguía.
(Va a la mesa número cuatro, la limpia y ngura cam-
biar la botella del agua.) Y lo zeñore, ^,qué van a
toma? ¿Doz de gambaz y media de Dia
mante? Perfectamente. Usté, jamón con to-
mate. ¿Y para el niño? (¡Harina lazteada?
No zé zi habrá quedao, porque ze gazta
mucho, pero voy a vé. (Va a la puerta de la iz-
quierda y vocea como dando órdenes en la cocina.)
Tré bité con patatas, una tortiya a la íran-
sesa, dó de langotino, tré de Mahú, chica
del Águila dorada, media de Rioja alta. ¡A
escape! (Va a la mesa número dos.) Los zeñores
dirán, (como si se dirigiera a una persona.) Permí-
tame el sombrero. (Hace como si lo limpiara con
la manga, va al perchero de la izquierda, lo cu«lga
— 35 —
y vuelve a la mesa, limpiándola.) ¿DiganV (Atiende.^
Langozta ze noz ha concluido, pero puén
toma lo zeñore, calamare frito, pescadiya a la
andaluza, o boquerone de Málaga. ¿Riñone
ar Jeré? Coaio utede quieran: too es andalú.
(Como dirigiéndose a la mesa número uno y vuelto de
espaldas a la puerta de la calle.) Zoy, COn Utede,
que estaban antes los zeñor^^u^&YeeQ en la
puerta el señor Laureano, y vieQ<fo>€ teje maneje de
saiuqui, se detiene perplejo.) De-fomia que tré de
i^^ riñone. ¿Y la zeñoritaV jAh, zí zeñora, zí;
aquí damos unoz bocadiyoz, que dejan ze-
ñal. ¿Un zangüiche de foagrá"? Perfecta-
mente, (va a la puerta.) Dó de zarmón zarsa tár-
tara, cinco de boquerone, cuatro de perce-
be, una de Solera cuarenta y siete y tré de
jamón zerrano. (a la mesa primera.) Ahora va,
no ze impasiente; no pueo con tóos a un
tiempo, hombre.
Laur. ■ Oye, tú, Saiuqui.
Saiuqui (Alegre.) |Hola, zeñó Laureanol (Avanza hacia
el.)
Laur. (Después de mirar por todo el Bar.) ¿Hay mesa
pa mí?
Saiuqui Pasé usté, señor Laureano, (como dirigiéndose
a la primera mesa.) Dezeguía lez yevo er pos-
tre, (a Laureano.) Aziéntcze.
Laur. Hombre, antes de llevar el postre a esos se-
ñores de la esquina, ¿me permites una pre-
gunta inocente?
Saiuqui Oté dirá.
Laur. ¿Las oposiciones, las estás haciendo pa Lé-
ganos u pa Ciempozuelos? Porque en los dos
sitios tienes plaza.
Saiuqui (Riendo.) Claro, usté lo dise porque me ha
visto y cree que me voy a vorvé... (se barrena
con un dedo la sien.)
Laur. ¿Cómo que te vas a vorvé? Que te has vor-
vido.
Saiuqui . Naturalmente; m'ha visto usté er teje ma-
neje, y za penzao usté que estoy chalupa
perdió. Por esta vé, está usté errao.
Laur. Entonces, chócate. (Le da la mano.) Y ditce
qué mesa está desocupa, pa sentarme.
— 36 —
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
Laur.
Saluqui
(En la cuatro.) Aquí mismo.
(sentándoae.) ¡Ha sido suerte encontrar esta
mesita!
¿Y qué va usté a toma, zo guazón?
Pues, u tomo una copita de Montilla con^
tapa, después de que me expliques concien-
zudamente a qué se debe esta actividad fe-
bril que estabas desplegando con una pa-
rroquia tan selecta como ficticia, u tomo la
puerta; porque a mí monosmaniacos, no.
Poz verá uté qué lógico y qué zenzato en
cuentra uté lo que estaba yo hasiendo.
Pon el disco.
Poz nán; uté zabe, zeñó Laureano, que ete
etablesimiento, era de lo má concurrió de
gente que había en Madrí.
Me costa
Y que hase un mé, que no viene un arma.
Me está costando. Y claro, tú soñabas que
te se había lienao de pronto, y...
No, zeñó Yo, ez que no quieo dezentrena-
me, ¿zabe uté? Y de cuando en cuando me
etoy hora y media zirviendo en er vasío, pa
no perdé la coztumbre.
¿Te hincharás de propinas imaginarias?
Mentarmente, hay diaz que recojo de cua-
renta a cuarenta y cinco pezetas.
Pues ten cuidao, no te metan moneda falsa.
Pero, en ñn, basta de bromas, porque con
este desierto, tu amo, el señor Crótido, debe
estar en la ruina.
¿En la ruina? (Riendo.) ¡Ja, ja, jal
(Asombrado.) ¿De qué te hilarizas?
Lo que etá hasiendo er zeñó Crótido con
ezte decierto, e que etá ganando má dinero
que nunca, zeñó Laure.
Dinero platónico, como el de tus propinas.
Pazta eíertiva. Ayer, mir pezeta de recau-
dasión.
¡Mi madre pplítica! Pero qué me radioco-
mu nicas, y ,
(viendo pa^r,a Crótido por el ventanal.) Ahí está
el amo/ol ze lo ezplicará todo, (vase a la co-
ciña.)/ /
■gy\:
— 37 --
ESCENA II
SEÑOR LAUREANO v CRÓTIDO, otro viejo castizo.
Crótido ' " (Entrando.) ¡Adiós, Laure!
Laur. (Levantándose.) ¡Hola. Crotü
Crótido (Dándose la mano.) ¿Qué me cuentas, tobille-
rito?
Laur. Chico, pues no pensaba contarte ni dos gor-
das, en vista de lo que atisbo; pero me ha
dicho el Saluqui, que estáis nadando en la
superabundancia...
Crótido Y nadando con calabazas. Tú sabes, Laure,
que yo tenía este establecimiento a re-
ventar.
Laur. Como que te se salía la gente por las ven-
tanas.
Crótido Pues bueno; de pronto, me se ha sumido
en el vacío, quedándome un parroquiano
ná más; ¡uno! Pero con el cual, por cosas
que te diré, gano doble que antes, y como
es de consiguiente, con la milésima parte
del gasto.
¡Gachó! .. ¿Y quién es ese parroquiano fan-
tasma y adinerao?
Pues, náa; un tío la mar de raro, que le gus-
ta ir al café y tomar café solo, pero solo, en
toda la extensión, es decir, sin leche y sin
concurrencia.
¡Mi madre, qué original!
El, lo que no pr,é aguantar, es ver otro pa-
rroquiano en una mesa.
¡Repringue, qué raro!
Entra uno inadvertido, ¿sabes? y al princi-
pio, pa que se vaya, le tira bohtas da papel,
migas de pan, aceitunas, y si no se va, le
tira los bocks y las sillas, y así sucesiva-
mente.
Sí, hasta que te ha dejao sin el gato.
Ahora, que todo hay que decirlo; el tío paga
con una esplendidez, que atufa. Anoche
cenó aquí con una socia, pues seiscientas
— 38 — '
pesetas de gasto, y eso que no la dejó tomar
más que quisquillas, porque era lo único
que no le gustaba.
Laur. ¡Qué mala pata! Pero, en fin; si paga bien ..
Crótido Esta noche viene a cenar con dos o tres
amigos; verás las bofetás.
Laur. (Algo receloso, levantándose.) BuenO, tÚ; pueS,
tan ter' gusto.
Crótido (o)?ii¿'áncíoie a sentarse.) No t'apures, que aun
I^Váara. ¡Calla; parece que en la calle!...
Laur. ^Levant aaose asustado.) ¿A dónde da esa puer-
ta? (Primera derecha.)
Crótido (Que ha abierto la mampara.) Aguarda., que nO
es él.
Laur. (sentándose.) Bueno, no importa; que me ha-
gan tila. jGachó, qué susto!
ESCENA III
DICHOS. Por el foro derecha vienen ROSARILLO «la de Carmena»
y SEÑOR FRASQUITO «el Canario.» Son dos artistas de flamenco.
Él trae una guitarra, en la cual, bordonea; ella viene dando jipíos
por lo bajo. El SALUQUI, vuelve a salir de la cocina y se arrima al
mostrador. Este personaje, durante el resto del "cuadro, hará cuan-
tas entradas y salidas sean necesarias para el servicio de las mesas.
Rosa. (Abre la mampara y entra.) Güena noche.
FraS. (Que la sigue.) Felises... y solitarias. (Se acercan
al mostrador.)
Crótido ¿Qué serán estos tipos?
Laur. Un disco Pathé, al parecer.
Saiuqui Utede dirán.
Fras. ¿Me podría osté pone de carita al amo?
Saiuqui (Le señala.) Aqué zeñó e. Aquí le buscan, don
Crótido.
Fras. ¿Has oído? Se yama Crótido.
Rosa. jTié nombre e medisina; Crótido surfúrico.
Fras. (Avanzando a su encuentro, seguido de Rosario.) ¿E
usté?
Crótido Para servirle.
Fras. Tanto gusto. Yo soy Frasquito, er «Cana-
rio. *
Laur. Se le nota.
— 39 —
Fras. Y aquí, la joven, mi hija.
Laur. No se le nota.
Crótido ¿Artista de flamenco?
Rosa. ¿De íiamenco, dise?
Fras. ¿Oslé ha oído habla de la «Niña e los Pei-
nes?»
Laur. Sí, señor.
Fras. (Con desprecio.) Pue, al lao de ésta ..
Rosa. Una lendrera.
Fras. ¡Ná má que ezo! (En son de muietnia.) Como
que yo la voi a pone, la «Niña del Necesaire>^
que hay de too; peines, cepillos, tijeras...
Laur. ¿Y usté, toca?
Fras. ¿Que si toco? ¿Usté ve esta guitarra? (cogién-
dola con la mano derecha y haciéndola mover cerca
de la cara de Laureano )
Laur. Creo que si.
Fras. Bueno; pues toca por mis manos...
Crótido ¿Habla?
Fras. Gesticula. ¡Ná má que ezo!
Laur. Retírela, que me ha guiñao un ojo.
Crótido Bueno; ¿y qué se les ofrece?
Fras. Que nos ha contratao don Quintín y nos
ha dicho, (ai oír el nombre, Laureano, da un res-
pingo en la silla.) Irse pa allá, presentarse al
amo y aguarda po ayí, que eta noche voy
a juerguearme con unos amigos. Y aquí
etamo a eperarle; no tardará.
Laur. (se levanta.) . Bueno, tú; pues yo be tenido
tanto gusto.
Crótido Espérate, hombre, (se sienta.) Siéntense don-
de gusten y tomen lo que quieran, (ai m zo.)
¡Saluqui!... A ver qué quiere ese cana io.
(Frasquito y Rosario, se sientan en la mesa núme.o
tres; ella, fi-ente al público; él, de espaldas a la puerta.)
Fras. (a Saluqui que se aproxima.) Yo, Una Caña.
Saluqui ¿Pa zartá?
Fras. De mansaniya, so asaúra.
Saluqui ¿Y la zeñora?
Fras. La zeñora, de artista que é, no toma náa,
como no esté distraída.
Rosa. Pero tráigase un bisté, que hoy todo me é
indiferente.
Fras. ¡Ná má que ezo! (Saluqui, después de- poner el •
mantel y el servicio, sirre lo pedido.)
40 —
ESCENA IV
DICHOS, ANGELITO y SEFINÍ; que vienen por el foro derecha.
Sefíní
Crótido
Sefiní
Crótido
Sefiní
Angelito
Crótido
Laur.
Crótido
Laur.
Saiuqui
Angelito
Crótido
Angelito
Sefíní
Crótido
Sefíní
Laur
Angelito
Sefíní
Crótido
Sefíní
Laur.
,\' (Entreabre la puerta y mete la cabeza, con uu pánico.
A, que no disimula.) ¿Ha ve... ha... ve...?
\j,Ave María Purísima'?
No; ¿que si ha venido don Quintín?
Todavía no.
(a alguien que le sigue.) Pasa sin miedo, tú; que
no ha venido. (Va a dejar el sombrero en el per-
agro de la derecha.)
y^jomándose, con cara de espanto.) No... no... no
-vine engañan ustedes.
No, hombre; pase sin cuidado, (a Laureano.)
Son los amigos de don Quintín.
¡Qué mal color y qué temblorososl
¿Tú sabes lo que sufren?
Ya se les nota.
(Encontrándose con Angelito, que ha ido a colgar su
sombrero en el perchero de la izquierda.) ¿Van US-
tés a tomar algo?
No, hazme el favor de un poco de agua pa
una medicina. (Se la sirve. Angelito, saca un fras-
co cuenta gotas y echa unas en la copa.)
¿Qué medicina tomas?
Un recalcitrante cardíaco. Dos gotas de can-
guelina bórica ia. (Bebe.) Estoy, que me dan
unas sacudidas... (Hace gestos )
(Avanzando al centro.) EstamOS que nO vivi-
mos, señor Crótido.
¿Sigue fiero don Quintín?
Desde que se le ha escapao la hija, es un
tigre. ¡Un chacal!... ¡Una hiena!
¡ Ah! Pero, ¿se le ha escapao una hija?
(Acercándose al grupo.) Con un cliófer, hace un
mes.
Y nos ha encargao a nosotros de buscarla
¿Y no dan con ella?
Por parte ninguna.
Pero, ¿la han buscao ustés bien?
41
Angelito No nos ha quedao rincón en el radio y ex-
trarradio, que no escudriñáramos.
Crótido ¿Han mirao ustedes en la Posa del Peine?
Angelito Púa a púa. ¡Si yo he mirao hasta dentro del
caballo de la Plaza Mayor, a ver si estaba
allí!
Laur. y, ¿por dónde ha mirao usté?
Angelito Por detrás de don Felipe, pa no molestarlo.
Y, claro, cada vez que le decimos a ese tío
que no damos con ella, se arma una de bo-
fetás que paece una ovación a Fleta.
Sefiní Pero lo grave ha sido lo de hoy.
Crótido ¿Qué ha pasao?
Seíiní Náa; que yo le he dicho a éste: ¿quiés que
le digamos que hemos averiguao que los
tórtolos se han ido a la Argentina, y así nos
quedamos libres?
Angelito Y yo, conforme con ello, esta mañana se lo
he ido a decir en una tienda de ultramari-
nos, donde le heencontrao comprando caté
de las tres mezclas. Y voy, entro y se lo
digo...
Crótido ¿Y qué?
Angelito Náa; que me metió el paquete, así, por los
hocicos, y toavía escupo de lo que me pi-
dan: Moka, Caracolillo, Puerto Rico... ¡Ten-
go granos hasta en la emplingotisl
Laur. ¡Gachó!. .. ¡qué bestia!
Sefiní ¡Usté qué sabe!
Angelito Porque antes, tenía ratos pasables; no mor-
día más que ojetos inanimaos. Pero, ahora,
es que la ferocidad le llega hasta la comida.
Se va a un restauran a almorzar, y paece
que se va a matar con el camarero. (Gritan-
do.) «¡A ver esos ríñones!» — ¡Párteme los se-
sos!»—«¿Quién me va a dar a mí una chu-
leta?»— No come patatas, si no se han j;e-
gao antes. Le preguntan: «¿Cómo quiere
usté los huevos?» Y grita: «¡Que los estre-
llen!»— ¿Y usté sabe que too el mundo pide
una botella de vino pa alegrarse? Pues no
señor; él la pide pa apurarla. ¡Y así no se
puede vivir, hombre, apurando hasta al
Rioja clarete, (sube hacia el ventauai.)
— 42 ^
Sefiní
Laur.
Angelito
Laur.
Sefínk._.x
/•>C
Angelito
Laur.
Crótido
Angelito
Laur.
Crótido
Laur.
Crótido
Laur.
Pues esta noche, viene de quemao, que echa
hollín. ¡Muerde!... ¡Araña!... ¡Cocea!...
(Levantándose.) Bueno, tÚ; pueS tauto gUSto.
No quiero que ese huracán me coja a cuerpo.
(Tembloroso ) ¡¡El!!
¡Mi madre!
(Que ha abierto la mampara.) ¡¡Ya está allí!! (Entre
los tres obligan a sentarse a Laureano.)
No se m^ueva usté, que es peor.
Es que ..
¡Quieto!... que es mejor.
Déjelo usté que entre, y luego, con natura-
lidad, se marcha usté sin que lo note.
¡Mi madre!... ¡Si se fija!
Tú haz como si no le conocieras. (Angelito y
Sefiní se sientan en la misma mesa que Laureano; el
piimero, frente al público. Crótido, queda de pie, a la
derecha de Laureano. Saluqui, medroso, se arrima al
mostrador.)
Leeré La Voz. (Lo hace, pero le tiembla exagerada-
mente el periódico.)
¿Qué te pasaV
Que con lo que me han contao éstos, me he
puesto un poco nervioso y me tiembla La
Voz.
ESCENA V
DICHOS, DON QUINTÍN, que viene foro izquierda. Don Quintín,
que trae el sombrero echado sobre la nariz, viene siniestro. Entra
lentamente, mirando con fiereza a un lado y a otro, y al sentarse, a
la izquierda de la mesa número uno, da con la silla en el suelo un
golpe que hace estremecer a todos.
Crótido ^>'^>(Acercándose.) Buenas noches.
Quintín /' ¡Horrendas! (con acento trágico )
Crótido ¿Cómo está usté, don Quintín?
Quintín ¡Frenético!
Crótido Ya me han dicho esos, que la chica...
Quintín Ha huido a América. ¡Donde pongo la mano,
una maldición! Y esta sombra negra, ¿por-
qué'? ¡Si se partiera el mundo a cachosl
¡Maldita humanidad!
— 43 —
Ssluqui (Acercándose con cara sonriente.) ¿Qué Va a zé?
Quintín (Dando un puñetazo.) ¡Rayos!
Saluqui (Se aparta rápido y aterrado.) No quedan. (Pausa.)
Quintín (a crótido.) Que se acerquen esos sinver-
güenzas.
Crótido (Avanzando hacia Angelito.) Que se acerquen
ustedes.
Quintín (con ira.) LoS otros. (Por Frasquito y su hija.)
Crótido Bueno, que se acerquen todos los sinver-
güenzas que haya ^Angelito y Sefiní, se sienta»
en la mesa de don Quintín, ambos frente al público.
Frasquito y Rosario, trayéndose las sillas, quedan un
poco separados de la mesa.)
Laur. (Aparte a Crótido.) (¿Yo también?)
Crótido (Tú, quieto.)
Quintín (A Angelito.) ¿Qué vais a tomar, bandidos?
Angelito Lo que a usté le guste más.
Quintín Veneno.
Angelito Creo que se ha acabado.
Saluqui Se lo han tomao las ratas.
Quintín (a Frasquito.) ¿Hacc mucho quc esperan us-
tedes?
Fras. Un rato.
Quintín ¿Cuánto?
Fras. Lo que a usté le paezca... de media hora pa
arriba, (sentándose.)
Quintín ¡Hola, niñal
BoSa. (Avanzando hacia el, con la mano extendida para sa-
ludarle.) ¡Dios le guarde, don Quintín!
Quintín ¿A mí?... ¿Fa qué?... No te doy la mano por
que tú no tienes la culpa de nada.
Rosa. ¡Tenía yo mucha gana d'd conoserle! (vuelve
y se sienta a la derecha de su padre.)
Quintín Peor para ti. Esta noche quiero hacer como
que me divierto. ¿Oyes? ¡Quiero olvidarl (a
Saluqui.) Tú, idiota; sirve.
Saluqui (Temblando ) ¿Qué va a zé?
Quintín Cada uno lo que quiera. Yo jamón serrano,
aceitunas sevillanas, gambas...
Saluqui ¿Qué vino?
Quintín Peleón.
Saluqui Está bien, (sirve todo lo pedido, colocando antes
sobre la mesa mantel y servicio.)
Quintín Pero... ahora que me fijo... (Por Laure.) \Un>
— 44 —
Laur.
Crótidc
Quintín
Laur.
Crótido
Quintín
Laur.
Quintín
Laur.
Crótido
Laur.
Quintín
Laur.
Quintín
Crótido
Laur.
Quintín
Laur.
Quintín
parroquiano! ¿Cómo es eso? ¿Qué hace ahí
ese imbécil?
(Temblando.) ¡Ay, que me alude!)
Es un señor que... el pobre...
¿Qué lleva ese tío en el sombrero?
(¡Se ha fijao!)
Nada, que como es socio del Racing-Club,
lleva la insignia. Ya sabrá usté que ahora
es moda.
Pues voy a ver si le meto un balazo en el
distintivo. (Saca la pistola y apuuta. Todos le su-
jetan.)
¡Rediezl (Aterrado, se quita el sombrero y lo tira
cerca de Ja mesa de don Quintín.)
¡Chits!... ¡Cúbrase ustél
Gracias; es comodidaz.
Don Quintín, por Dios; no se meta usté con
él, que este señor es un amigo y pariente
mío.
(Cou brusquedad, levantándose y dando un puñetazo
en la mesa.) Sí, Señor. (Avanza hacia don Quintín.)
Y no le digo que tengo mucho gusto de co-
nocerle, porque yo no tengo gusto en cono-
cer a nadie. Me importa todo tres cominos.
¡Soy un amargao! (Oa un puñetazo sobre la mesa
de Quintín; todos se levantan asombrados )
¡Hombre!... ¡Choque ustél Siéntese aquí. (Le
obliga a sentarse violentamente; Laureano, sobrepo
niéndose al miedo, vuelve a levantarse.) ¿Qué va
usté a tomar?
No siendo ríñones a la broche, que me sien-
tan mal, lo que usté quiera.
(a saiuqui.) Que le traigan ríñones ^a la broche
tres raciones.
(Aparte a Laureano.) (¿CómO díceS que nO te
gustan, si rabias por ellos?)
(¡Que le he cogido el tingli a este tío!) La
cerveza, también me repuzna. (Dando un nuevo
golpe en la mesa.)
Tráete un jarro.
(¡Me hincho y de guagua!) Ahora, no me
exija usté que me fume un habano al final,
porque eso ^-— --^ '^^ ■
Ya veremos. ^Pasando al lado de Rosario.) BucnO,
■^5-::^
niña; venga esa canción. ¡Y pídele a Dios^
que me guste! Y usté (a Frasquito.), o toca
bien o le hago astillas la guitarra, (a ios de-
más.) Y al que no jalee con precisión, le
rompo la crisma.
Angelito ¡Eso! ¡Alegría! ¡Alegría!
Fras. ¿Qué vas a canta, niña?
Rosa. Fos le cantaré la cansión der «Niño de Pla-
ta», que hay dos muerte.
Quintín ¡Pocas son!
Angelito El caso es divertirse.
Rosa. Pos allá va. (Quintín vuelve a ocupar su asiento; a
su derecha, y frente al público, Laureano, Angelito y
Sefiul; un poco separados de la mesa, también senta-
dos, Frasquito y Rosario. Crótido de pie, atendiendo a.
todos, y Saluqui sirviendo lo que piden.)
Música
», ronda
Er «Niño de plata)
la reja de su gitana
y descubre, entre las sombras,
a un rival, que allí le aguarda,
y en noble y feroz pelea,
er «Niño», con odio y rabia,
clava en el pecho del otro
la hoja de su navaja.
Y preso en la celda,
de noche y de día,
cantaba esta copla,
gitana y bravia:
«Según er «Niño de plata»,
por la mujer que uno quiere,
cunndo hay que matar, se mata;
cuando hay que morir, se muere.»
Cumplida ya la condena,
va el mozo a tomar venganza
de un gitano que, en su ausencia,
se hizo el dueño de la ingrata;
y en noche de blanca luna,
brillar se ven dos navajas.
— 46 —
hasta que una mano diestra
golpe certero descarga.
Y er «Niño de plata»
su vida perdía,
cantando esta copla
gitana y bravia:
«Según er «Niño de plata:
por la mujer que uno quierí
cuando hay que mataf, se mata;
cuando hay que morir, se muere.:
y
Hablado
Angela ¡Alegrial ¡Alegría!
Sefiní , í¡Pa ponerse de luto!) \^
Crótido ¡Bonita canción!
Qu i ntí n ¡ M uy frivola !
Angela ¡Hombre, claro que más bajas hubo en
Verdum!, pero, vamos... (Saluqui coloca la mesa
niímero tres, pegada a la de don Quintín, y acercan sus
sillas: Rosario, frente al «Amargao», y Frasquito, de
espaldas al público.)
ESCENA VI
DICHOS. TERESA y PACO. (Entran muy arregladitos de indumen-
taria y muy alegres; colocan abrigos, y él su gorra, en el perchero
de la derecha.)
Paco
Quintín
Paco
Crótido
Teresa
Paco
Laur.
Sefiní
Angela
Buenas noches.
¡Hombre! ¡Una parejita!
Pasa, Tere, que hemos dao con un estable-
cimiento simpático y tranquilo, si los hay.
(Asustado.) ¡Mi madre!... ¡Qué han hecho estos
desgraciaos!
¡Qué poco personal!
Mejor. ¿Pa qué quiés tumultos? Verás qué
tranquilitOS cenamos aquí. (Se sientan en la
mesa número cuatro; ella, frente a don Quintín, y él,
frente al público.)
(¡Que te crees tú eso!)
Han caído dos tórtolas.
¡Parroquia, don Quintín!
- 17 —
Quintín (Riendo cruelmente.) ¡Me da el corazón que por
poco ratol ¡Mira por dónde voy a distraermel
Teresa ¿Guisarán bien aquí, tú?
Paco ¡Anda!... ¡Si este cocinero tiene famal ¡Ya
verás cómo nos ponen aquí las costillas!... Te
vas a chupar los dedos. Es decir; yo te los
chuparé, pa que no te molestes.
Teresa ¡Calla, tonto!
Quintín ¡Y se ponen' melosos!... Me parece a mi
que .. (coge una botella y la volea, como para tirar-
la. Todos lo evitan.)
Crótido ¡Por Dios, don Quintín!... ¿Quié usté que les
diga que se vayan?
Quintín De ninguna manera; me voy a entretener en
echarlos. ¡Les amargo la nochel ¿No su-
fro yo? ¡Que se reviente el mundo!
Rosa. (¡Qué mala zangre!... ¡Le tié que castigar
Dios!)
Teresa Oye: ¡cómo nos miran aquellos señores;^
Paco Claro: la natural curiosidad. Que dirán:
¡Vaya una parejita! Ella, guapa; él, garboso.
Teresa Postinero.
Paco Que se puede. ¿Me quieres, chacha?
Teresa Cáa día más, Paquete.
Paco Dame un beso.
Teresa ¡Que nos van a ver!
Paco Me pongo el paruhríS. (Se pone un periódico de-
lante.)
Saluqui (¡Me dan lástima! Yo voy a ver si consigo
que se vayan.) (t-e dirige a la mesa, colocándose
entre los dos, limpiando la mesa.) BuenaS DOCheS.
Paco ¡Hola, camarerito! (a Teresa.) Miá que cama-
rero tan simpático, tú.
Saluqui ¿Qué van a toma; una servesita pa irse co-
rriendo al teatro?
Paco ¡Corriendo, dice!
Teresa Si venimos a cenar.
Saluqui (¡Mi madre!) ¿Ez que no ze zi zabrán uste-
des que hemos cambiao de cosinero?
Paco ¡Qué más nos da!
Saluqui (colocando mantel y servicio que coje de la mesa de
al lado.) Bueno, pue ligerito: ¿qué va a zé?
Teresa Tráigase una docena de pájaros fritos y me-
dia de Rioja blanco, pa hacer boca.
48
Saluqui
Paco
Saluqui
Teresa
Paco
Teresa
Paco
Angelito
Quintín
Angelito,
Paco Y luego, he visto ahí fuera, que el plato del
día es macarrones a la italiana, como tóos
los días; con que, tráete dos de plato del día.
Misté, que los macarrones, cuesta mucho
trabajo comérselos
No le hace; tenemos tiempo.
(Les sirvo como una sentella, pa que se va-
yan los pobres ) (Entra corriendo por la primera
izquierda.)
03^e tú, Paco, que aquellos señores siguen
mirando y riéndose.
Que les habremos caído en gracia.
No, no; me paece a mí, que es así como si
se burlaran. Uno me ha enseñao una copa y
me ha dicho: «Misa».
Pues eso no es malo; si te ha dicho misa...
(Don Quintín, hace bolitas con migas de pan.)
(Riendo.) ¿Ya va usté con las municiones?...
Espero que empiecen a cenar. Nos vamos a
r^ír.
^¡Si no trae browing!)
Saluquiv^^'^^^liendo precipitadamente con fuentes de metal en las
"\ne lleva las viandas y sirviéndolas a Paco y Teresa,
desde el mismo sitio que ocupaba.) AqUÍ está éstO,
que está disiendo: «Comedme»; pero comed-
me deprisita.
¿Y por qué deprisita'? Noto en usté una cosa
rara, camarero; mira usté a esos señores,
nos mira usté a nosotros...
(confidencialmente.) No, zabe usté, e que me
zon utedes muy zimpáticos y aquel zeñó que
etá de cara a la meza, ¿etá uté?, e un tío de
ezo de mal arate que ze mete con too er
mundo.
¡Caray!
¡Un matón!
¿Y qué es eso?
Pues un ti o que er día que no entierra a
uno, paece que le farta argo.
(Que está sirviendo los pájaros, tira tres o cuatro»
asustada.) ¡Qué mal gUStol
Y yo zentiría que a utede...
¡Ay, Paco, qué miedo! ¡Claro: así notaba ya
que no nos quita ojo!
Paco
Saluqui
Paco
Saluqui
Teresa
Saluqui
Teresa
Saluqui
Teresa
-19 -^
Paco (contrariado.) ¡Caramba!
Saluqui Pero, créanme; coman deprisita y disimu-
len y lo más prontitO posible... (indicación para
que se vayan.)
Teresa jAy, Paco, sí; vamonos pronto, que es un se-
ñor muy mal encaraol Yo comeré a escape;
verás. (Come.) ¡Caray!... (Sopla ios macarrones.)
¡Cómo queman!
Saluqui CAyudándoies con la acción.) Anden deprisa.
Paco (Tratando de comer.) ¡l'ero, qué deprisa; ei nos
ha traído usté dos raciones de brasero!
Saluqui ¡Animo con los pájaros!... ¡Cómanselos vo-
lando!
Teresa Pero ¿upté a visto a nadie que se coma un
pájaro volando?
Saluqui Hay ocasiones en que sí. ¡Duro con los ma-
carrones!... ¡que no se le enreden!
Teresa (Tratando de comer.) Pero SÍ cs que los maca-
rrones no son pa una prisa, iístá una co-
miendo un cuarto de hora, y le sobra un
metro. (Don Quintín tira una miga dé pan.)
Paco (Llevándose la mano a un ojo.) ¡Mi madre!
Teresa ¿Qué ha sido?
Paco Que creo que me han tirao una miga
de pan.
Saluqui ¡Disimule, por Dios!
Paco No puedo; que me han dao en un ojo y he
tenío que guiñarlo.
Sefiní ¡Blanco!
Angelito ¡Qué puntería! (se ríen.)
Paco ¿Estás viendo? Entramos a cenar tranquila-
mente y fíjate. ¿Y qué hace un hoQjbre?
¿Me voy a jugar yo la vida por una miga de
pan?... ¡Maldita sea!
Teresa No, Paco de mi alma; que no vale la pena,
por Dios. Acaba y vamonos en seguida.
Paco Eso no, que no es pa tanto. A más, que si
nos vamos ahora, me se van a reír hasta los
macarrones. (Don Quintín, repite.) ¡Recontral
¡Otra miga!... ¿Qué hago, tú, que me han
dao en la nariz?
Teresa ¡Prudencia, Paco! Anda; vamonos, que ya
he acabao. Yo no quiero más.
4
— 50 -
Paco ¡Mi madre!... ¡si fuera yo solo, ya les diría
yo!
üuintín A ver, Saluqui: (Este acude.) una de ríñones
pa un parroquiano. (Todos ríen.)
Teresa Eso es por ti, disimula.
Quintín Aunque me parece que no quedan ríñones;
¿verdá?
Fras. Náa má que ezo.
Angelito Hay sujetos que les tira usté la tahona de
las Descalzas en bolitas y la soportan.
Fras. ¡Náa má que ezo! (eíen.)
Paco ¡Maldita sea! (Llamando.) Camarero.
Saluqui (Acudiendo.) ¿Qué quién ustede de postre?
Teresa ¡Un aroplano! Anda, Paco; vamonos pronto.
No los mires, desprecíalos.
Paco (Dando un billete.) Cobre usté. ¡Que me ven
contigo! ¡Golfos!... Amónos. (Se levantan. Don
Quintín tira una aceituna.)
Teresa ¡jAyü (Quejándose.).
Paco (Aterrado.) ¿Qué ha SÍdo?
Teresa (saltándosele las lágrimas.) Nada... que ahora me
han dao a mí en la cara.
Paco (con ira, demudado.) ¿A ti?... ¿Qué t'han daO • a
tí? ¿Y t'han hecho daño?
Teresa iSo, nada, déjalo; con esa aceituna.
Paco ¿Con ésta? ¡Pues esto sí que no! (La coge y se
la guarda.) Anda a la calle... ¡Vamos!
Teresa (Llorando.) Cálmate, Paco.
Paco Que vamonos te digo. (Se ponen los abrigos.
Paco mete un brazo, pero de la ira que tiene, no pue-
de meter el otro, a pesar de sus respectiva! tentativas,
y ayudado por Saluqui.)
Angelito ¡Ya se van!... ¡ya se van!
Sefiní ¡Muy bien, don Quintín!
Angelito ¡No es usté nadie expulsando parroquial
Laur. ¡Le ha dao usté las dos vecesl
Quintín Pero, ¿a un tío tan blanco, quién no le
atina?
Sefiní Ha estao usté pa un primer premio.
Fras. ¡Náa más que ezo! (Todos ríen.)
Angelito Se va, de aturullao, que no hay quien le
meta el brazo en la manga.
Saluqui (A Paco.) Tres duros que sobran.
51
Paco (Dándole un manotón.) Tíralos. fEmpuja a Teresa.)
Anda, pronto. (Vanse a la calle.)
Angelito ¡Ni la vuelta ha cogido de miedo!
ESCENA VII
DICHOS menos TERESA t PACO
Rosa.
Quintín
Angelito
Fras.
Rosa.
Fras.
Quintín
Rosa.
Fras.
Rosa.
Quintín
Rosa.
Quintín
(Levantándose compasiva y separándose un poco del
grupo.) ¡Pobre joven! (Mira a don Quintín con des-
preciOi)
¿Te ha dao lástima?
(Muerto de risa.) ¡Había que Verle comer lo8
macarronesl... ¡Se los subía a la boca con
garrucha!
¡Bueno, don Quintín; tié uté una grasia!...
Pos a mí no me la ha hecho.
¡Oye, tú, niña!
Pero, ¿qué estás diciendo?
Que no me la ha hecho, ea. Estos son hom-
bres 3^ le tienen a osté miedo, pero yo soy
mujé, y le quieo desí a osté la verdá. La
broma ha tenío mu mala pata, amigo, (sepa-
rándose con desprecio.)
(Yendo a su encuentro.) Gáyate, niña.
ÍNo quiero.
Déjela usté.
Cuando me hablaron de osté y de su való,
creí que era otra cosa; pero hoy, al verle a
osté lo que ha hecho, rodeao de sinco o seis
amigo, con un pobre chico que va con una
Djujé, me he yevao un desengaño.
Oye, niña; eso lo hago yo con ese gurriato y
con... (Se abre la puerta.)
— 52 -
Paco
ESCENA VIII
DICHOS y PACO
ue aparece en la puerta, lívido pero con aire resuel'
to.) Buenas noches (Tira gabán y gorra sobre
una silla. Crótido, Frasquito, Laureano y Sefiní, se
colocan, disimuladamente, en segundo término. Salu-
qui queda junto a la mesa, cuyo servicio recogía, y
Rosario^ hacia la derecha.)
Quintín ¡¡Eli!
Angelito ¡Mimadrel
Saluquí ¡Qué cara trae! (pausa.)
Paco (Avanzando hasta llegar a la mesa donde siguen sen-
tados Quintín y Angelito; al llegar, saca del bolsillo,
donde la guardó, una aceituna y se la presenta a don
Quintín, con la mano izquierda.) ¿Ha sido USté el
que le ha tirao a la joven que venía conmi-
go esta aceituna?
Quintín (Tranquilo, pero grave.) ¿A VCr? (ha mira.) Sí,
señor.
Paco (Poniéndosela a tres centímetros de la boca.) PueS Se
la va usté a comer. (Espectacíón.)
Quintín (Menos tranquilo.) ¡Hombre!...
Paco (imperativo, sacando de la americana una pistola y^
encañonándole.) ¡Cómasela usté! ¡Cómasela
usté, o le mato!
Quintín Venga, (sonríe cínicamente, y entre el asombro de
todos, se la come.) ¿Kl hueso no querrá usté que
me lo trague? fSe lo devuelve.)
Paco No. El hueso se lo va a tragar... (los mira &
todos.) este señor.
Angelito ¡¡Yo!! (Aterrado.)
Paco Tragúeselo usté.
Angelito Oiga usté, que...
Paco (Apuntándole con la pistola.) Trágueselo usté, en
seguida.
Angelito Caray, pero... (Hace esfuerzos para tragárselo entre-
una tos convulsiva.)
Paco (Tirando a Frasquito encima el contenido del bock de-
cerveza.) Y esto, pa usté.
Fras. j ¡ M' ha tirao- el bockl 1
— 53 —
Paco fNáa más que eso! (coge tranquilamente gabán y
gorra.) BuenaS noches. (Vase tranquilamente.)
Rosa. ¡¡Un hombre!!
Laur. Pero ¿qué han visto mis ojos? ¡¡Se la ha co-
mido usté!!
iQuíntín Ese venía por mí. Si no me la como, me
mata. Había que pararle la acción. Yo le
buscaré y daré con él. ¡Por éstas!
CrotidO (a Angelito, que sigue haciendo visajes y atragantán-
dose.) Pero a usté, ¿qué le pasa?
Angelito ^'áa, lo de siempre: ¡¡que me ha tocao a mí
el hueso!!
Música en la orquesta. 7?elón rápido.
/;
FIN DEL ACTO PRIMERO
/ O
2
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iiiiiiii¡iiiiiiiiiiiiiiiii:iiiiiiii¡iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii:iiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii>iiiiiiii»ii
ACTO SEGUNDO
CUADRO PRIMERO
PLANO
Casas
o
-o
— rt
^1
' Casa
\
\_
Calle
* * *
3
* * *
3
Calle
1
Taberna
1
Puerta
J
Calle
Ropa
Ropa
Batería
1. Castañera.
2. Banco de piedra.
3. Acacias.
4. Portal y arranque de escalera figurada. Lleva el número 7.
50
DECORADO
Plazoleta de los barrios bajos de Madrid. La línea de casas empieza
en el segundo término izqiáerda; luego desemboca en una plazue-
la, que tiene varias acacias raquíticas y bancos de piedra. A la
derecha, segundo y último término, calles que desembocan en la
plazuela también. La primera casa de la derecha, es una taberna,
con puerta practicacle. En el chaflán de la izquierda, el portalito
de una casa humilde, practicable, marcada con el número 7. Es
a la caída de la tarde en Otoño; las luces del alumbrado público,
encendidas. En la esquina de laa calles de la derecha, una casta-
ñera con su puestecillo. Es domingo y la gente pobre, vestida de
fiesta, se retira de paseo.
ESCENA PRIMERA
DON QUINTÍN, a la puerta de la casa practicable. NIÑAS que jue-
gan al corro cerca de él. UN CANTADOR en la taberna. LA CASTA-
ÑJlRA y una CHAVALILLA. ün VIEJO y una VIEJA. Una pareja
amorosa, que discurre por la plazoleta. HORTERAS y DONCELLAS.
FELISA, LA MADRE, el «MANOLI», amigos y amigas, y al final,
SEFINÍ.
(ai levantarse el telón, aparecen las niñas jugando ai
corro.)
Música
Niñas / ¡Qué bonita eresl
¡Qué bonita vas!
cuando te paseas
con el colegial.
jAyl... ¡Ay!
el colegial.
Quintín (Que acecha paseando, molesto por los gritos agudos
de las niñas.) jQueréis Callar ya, con cien mil
demoniosl "(Las niñas, asustadas, callan.)
Niña l.í^ ¡Ay, hijo; pues porque usté tenga mal hu-
mor, no nos vamos a callar nosotrasl
Quintín
Niña 1.a
Niña 2.a
Quintín
Cant.
¡Irse a cantar al infierno!
¡Me da miedo!
¡Miá el tío Pompa fúnebre! — —
(itmenazador.) ]Largol i Las niñas huyen, dispersán-
dose como una bandada de pájaros, por el foro de-
recha. )
(En la taberna. Cantado.)
Si te casas en domingo,
el lunes ya estás casao
y preguntarás el martes
dónde venden al fiao.
(Dos hombres han salido de la taberna y después de
comprar castañas vanse por la calle del fondo. Otro,
sale por la calle de la Izquierda y se mete en la taber-
na. Una mujer, sale de la casa y vase por el fondo.)
"Cast. (Pregonando.) ¡Cuántas, calentitas, cuántasl
¡Que queman!... ¡Cuántas! (La pareja amorosa
se pasea entre las acacias.)
ChaV. (Saliendo por la calle del fondo.) ¿CuántaS da USté
por cinquito?
Cast. Tres y las cascaras.
Chav. ¡Qué pocas!
Cast. Llévate un real y te doy quince y un núme-
ro pal sorteo de un chalé que rifo en la Fuen-
te de la Teja.
Chav. ¿De la Teja? ¡Permita Dios que la caiga a
usté! Venga diecito y dé usté propi.
Cast. (Echando castañas en un cucurucho de papel.) Toma,
rica, una; que tú no te pierdes aunque v'a-
yas sólita.
Chav. (ai ver las castañas.) ¡Huy, qué quemás!
Cast. ¡Que s'han enterao de lo de Marruecos. (La
Chavalilla, vase por la otra calle.)
Quintín ¡No viene!... ¡No le veo!... ¡Maldita sea! Pero,
no importa; o doy con él o pierdo la vida.
De esta noche no pasa.
(Por la calle de la izquierda. Un Viejo y una Vieja.
Cantado.)
— 58 -
Vieja Cincuenta años justos
llevamos casaos.
Viejo Y tóos los domingos
la hemos agarrao.
Vieja Y en nuestros bolsillos
nunca ha habido un real.
¥iejo Pero hay alegría
que es lo principal.
(Entran en la taberna. Por la izquierda, suena una
pianola.) "-— ^•'la^V
Quintín (Hablado.) ¡Me revientan los domingos! Las
fiestas me ponen frenéticol ¡Cochina huma-
nidad! ¡Qué afán de divertirse! Y uno, con
este odio en el alma... ¡Con esta ira!...
(La pareja amorosa, baja a primer término y se des-
piden.)
Ella ¡Adiós, negro!
El ¡Adiós, Socorro!
Ella Que t'acuerdes un ratito.
El ¡Si dice mi madre que por las noches la doy
cá susto!...
Fila ^.Sueñas?
El Que pido socorro a voces; ná más.
Ella Que avise a los bomberos.
El Chata.
Ella ¡Que te vayas pa casa derechito! (se dirige a
la primera calle de la derecha y al llegar, se vuelve y
le echa un beso, haciendo mutis.)
Quintín ¡Pues mira estos idiotas! (ei novio, echando be-
sos y andando hacia atrás, tropieza con don Quintín,
que le da un empujón.) ¡Mire usté por donde va!
(Amenazador.) No sé COmO no...
El Usté dispense; hay cosas que ciegan, (vase por
la izquierda- Don Quintín sube hacia el fondo. Por to-
das las afluentes vienen parejas de Doncellas y Hor-
teras. Cantado.)
Horteras No me dejes tan temprano
No te vayas, nena mía.
Doncellas La señora me lo exige /
y por eso tengo prisa. /
59 —
Horteras Que no fueras más doncella,
yo quisiera conseguir.
Doncellas J:^ues ahí tienes, amor mío,
una cosa que está en ti.
Horteras Yo me caso,
si en traspaso
me cediera el principal
el negocio y el local,
y tendría
mercería •
para hacer un capital,
aunque está el asunto mal.
Doncellas Si te casas
y traspasas,
yo las cuentas llevaré
y verás como seré
una alhaja
pa la caja,
pues cerrada la tendré,
pa que no salga el parné.
Todos (Evolución.)
Si te casas, etc.
Yo me caso, etc.
Horteras ¡Qué deprisa se me pasan
a tu lado, los domingos!
Doncellas Puede que se te hagan largos
cuando seas mi marido.
Horteras Que no fueras más doncella,
yo quisiera conseguir.
Doncellas Pues ahí tienes, amor mío,
una cosa que está en ti.
(Quedan despidiéndose; se oye por el fondo derecha
un rumor lejano, que va acercándose^de aplausos y
vivas.) ■ ~~
Hort. l.o (Hablado.) ¿Qué es eso?
Hort. 2.0 Que traen en hombros al «ManoU»; el fenó-
meno del barrio.
'-f^
Hort. 3b
— 60 —
¡Como que ha quedao por las nubes esta
Jiaidg..eft-Tetuán! -.-^^^
K
¿rt-^'
Público
Amigo 1
IVIadre
Felisa
Manoli
Felisa
Manoli
Quintín
(Fuerte en la orquesta; entran en escena amigos'y amí-
gas, pút)lieo, etc. Traen en hombros al ^Manoli», ves-
, tido con buen traje de luces. Felisa y la Madre, salen
de la casa y se abrazan emocionadas.)
'(Aplaudiendo) ¡Bravol... ¡bien!
¡Que sea enhorabuena!
(Llorosa de emoción.) ¡Qué alegría tengo!
¡Qué contenta estoy, «Manoli»!
Ven a mis brazos, chiquilla, que ya no ro-
darás más por el mundo. ¿Te acuerdas de
aquella mañana en aquella casilla de aque-
lla carretera?
¡Cómo olvidarlo!
(Despidiéndose del público.) ¡Ea; vamos pa arri-
bal (Llevando abrazadas a las dos.) ¡Ay, í elü ¡Av,
madre! ¡Qué alegría tengo! (Entrólos tres en
la casa La concurrencia le ovacionq^ y^
(Aparte, a la puerta de la taberna.) ¡fulbécil! ¡Co-
china alegría! Ya te la quitará el cuerno de
un toro, so maleta. {Idiotas!... ¡Con qué poco
son felices! ¡¡Qué asCi-ü (Fuerte en la orquesta;
poco a poco va quedando solo don Quintín y con los
últimos compases, sale Sefiní, un poco temeroso.)
ESCENA II
\ \ DON QUINTÍN y SEFINÍ, por la izquierda
{.
^
Hablado
Sefiní ''No le veo, don Quintín.
Quintín Ni yo; y me estoy aquí desojando. Tú no
vigilas con interés, Sefiní. (Amenazador )
Sefiní Que sí, don Quintío; se lo juro a usté por
la salú de mi madre, que esté en gloria
Quintín Entonces, es extraño que no hayamos dado
con él.
Sefiní Pero, ¿está usté seguro que el joven que vio
aquel día meterse en esta calle es el de la
aceituna?
Quintín ¡Segurísimo! A mí qué se me va a despin-
61
tar. Le vi bajar del tranvía de la Fuenteci
lia con la joven de aquella noche, y una ni-
ñerita con un crío en brazos Loco de ale-
gría, porque al fin iba a realizar mi ven-
ganza, corrí tras ellos, pero al llegar a No-
vedades, una maldita avalancha de gente
q\ie salía de la función, me cortó el paso..
Se distanciaron; les vi torcer por esta calle.
Cuando pude llegar, ya se los había traga-
do la tierra. ¡Maldita sea!
Sefiní ¡Que no estaba de Dios!
Quintín Pues haga Oios lo que quiera, hoy no se
me escapa. Si por aquí vive, por aquí ha de
pasar. Si vino a ver a un amigo, ya volverá.
De aquí no me muevo, aunque me muera.
Matar a ese hombre que me afrentó, es mi
única ansia; mi única ilusión. Oyélo bien,
Sefiní; mi única ilusión.
Sefiní Pero, hombre, don Quintín, después de tan-
to tiempo...
Quintín Para raí, no ha pasado el tiempo. Ya me
has visto buscarle día por <iía. Yo, aún es-
toy en aquella hora maldita ¡Aquella hu-
millación la tengo atravesada aquí, como
un clavo de fuegol El odio, me...
Sefiní Bueno, pero es que...
Quintín Le he de encontrar, y he de matarle; no me
contradigas.
Sefiní No, no; cálmese usté. Si yo no...
Quintín No me queda más amigo que tú. Acuérdate
lo que hice con el Angelito y con el señor
Laureano, porque quisieron hacerme de-
sistir.
Sefiní Los amargó usté pa toa su vida.
Quintín El señor Laureano, anda cojo.
Sefiní No pup correr, más que cuando le ve a usté.
Quintín Y al Angelito, le hice una brecha en la ca-
beza, que hay días que va a ponerse el som-
brero y se le cae dentro.
Sefiní ¡Ya, ya!
Quintín Y que no se me pongan
acabo con ellos.
Sefiní No tenga usté cuidao. iSi
No tenga usté cuidao.
más que a la muerte!
delante, porque
le huyen a usté
62 —
Quintín
Sefíní
Quintín
Sefíní
Quintín
Hacen bien. Pero, no perdamos tiempo*
Ahora, quédate tú aquí; voy a mirar por la
otra calle. ¡Vigila con cien ojos! ¡Que yo
encuentre a ese hombrel (se dirige hacia la caiie
de la derecha.)
Descuide usté.
(Deteniéndose y amenazador.) Si nO doy COn él
esta noche, te rompo la cabeza.
¡Hombre, por Dios, que yo qué culpa tengol
Aunque no la tengas. Te la rompo; lo ]uro.
Tú verás lo que haces. (MuUs, renegando.)
ESCENA III
SEFINl
Sefíní (Exaltado, nerviosísimo, accionando, exageradamente,
estrujando el sombrero y dirigiendo sus palabras ha-
cia donde hizo el mutis don Quintín.) Bueno; pueS
no, no y no; porque se necesitaría no tener
entrañas, y yo las tengo. Sé donde vive el
joven de la aceituna, y no te lo digo: ¡no,
no y no! Uno, habrá sido un granuja, pero
tié sus sentimientos y no me da la gana
que por causa mía le venga una perdición
a un pobre chico, que tenía más razón que
un santo... ¡No, no y no!... ¡Que este tío es
un costal de hiél que le hace a uno exaltar-
se, hombre. Desde el mes pasao averigüé
que aquel joven vive ahí. (Ea la casa de la iz-
quierda.) y no hago más que echarle papeli-
tos por debajo e la puerta, diciéndole que
se mude o que procure guardarse del señor
de la aceituna, que quié matarlo. ¡Ea; pa que
lo sepas! (Más tranquilo, reflexionando.) Lo malo
será que una noche se lo tropiece al pobre
chico, y entonces sí que no respondo. ¡Pué
que se lo tengan que entregar a su familia
en un pulverizador! Por eso lo que yo debía
hacer pa que esa fiera no...
</-l^1/'- ' ' — ^3
^^ ESCENA IV
SEFINl y SEÑOR LAUREANO. Se oye el sonido de una bocina
pequeña j aparece el señor Laureano, por la derecha, subido en una
patinete, que lleva bocina; viene con gran velocidad, tocando y mi-
rando para atrás, con cara de terror
laur. ¡Mi madre, que m'ha visto! ¡Sí; m'ha visto!
Sefiní ¡Señor Laurel
Laur. ¡Don Quintín, que viene! ¡Súbete a la trase-
ra! (Va a correr de nuevo para hacer mutis por la iz-
quierda.)
Sefiní (Mirando.) ¡No, no \iene! Tranquilícese usté.
Laur. ¿No? (iranquiíizándese.) ¡Respiro!
Sefiní Pero, ¿es usté, señor Laure? -
Laur. Le meme, que dicen en francés. Déjame lim-
piarme el sudor.
Sefiní Pero, ¿usté con patinette?
Laur. Te chocará, ¿verdá?
Sefiní ¡Hombre!... ¡A sus años .!
Laur. Pues no te choque, chico. Desde aquella
agarra que tuve con el salvaje de don Quin-
tín, que me hizo una fraztura conminuta
en este pie, jurando mi esterminio, que me
¿ije: — :A mí este tío no me esterminia. Y
como quedé resentido del remo, izquierdo y
no puedo huir por mis medios naturales a
la celeridá que se requiere, pues me he aga-
rrao a esta patinette de mi sobrinito, la he
subido la manguillera, la llevo así como al
desgaire y de que vislumbro a ese tío, en-
caram.o en la tabla el pie lesionao. (izquier-
do.) Con el otro me doy gasolina y arreo a
una velocidá, que tengo que pedir paso a
los Diones- Bufones; no te digo más.
Sefiní ¡Es ingenioso!
Laur. Al gachó ese, hay que huirle con motor.
Ahora me lo acabo de encontrar, y me ha
echao una mirada!...
Sefiní ¿Que ha arreao usté?
Laur. El exprés de Irún, anda a la pata coja, com-
parao con la velocidá que he traído.
— 64 -
Sefini Lo creo.
Laur. ¿Y qué hacéis por estos andurriales?
Sefini Pues náa; que esa hiena, está más carnicera
cáa vez, señor Laure.
Laur ¿Sigue en su osesión?
Sefini Peor que nunca. Dice que si no mata al jo-
ven aquel, no se morirá tranquilo.
Laur. iQué caníbal!
Sefini ¡Carazteres! .. Desde la noche de la aceituna,
que no se pué con él, señor Laure.
Laur. Fues mira, cualquiera que no lo nepa y por
Navidá le regale un barrilito, ¡ha hecho las
Pascuas!
Sefini Cáa aceituna que ve, le da un ataque. Al
hombre ese que anda pregonando por las
calles: * Liñas, liñas; a perra doy», ya le ha
pegao dos veces.
Laur. Lo creo Ya te acordarás que la bronca con-
migo fué porque le presenté a un señor que
se llamaba Oliva, y creyó que era burla.
Sefini ¡ün horror!
Laur. Y tú, ¿cómo le resiste??
Sefini A fuerza e tila. Y porque me da un poco de
lástima. ¡Le han abandonado todos! No le
queda ya más amigo íntim<» que yo, que no
lo puedo ver. Y el sultán, aquél perrito la-
nudo. ¿Se acuf^rda usté?
Laur. Sí; aquel perrito, que porque una tarde en
el Retiro le pregunté que si era de aguas,
me tiró al estanque.
Sefini El mismo. Pues el mejor día se le va tam-
bién. Ayer, le mordió.
Laur. ¿Don Quintín a él?
Sefini ¡Pues claro!
ESCENA V
DICHOS. ANGELITO
Ángel ítO,V S(Sale por la derecha, vestido de smoking, con detalles
Jx cursi3 y un gabancito, muy raído. Flexible de color,
Viene pálido, nervioso, huyendo.) ¡El!. . ¡Me ha vis-
to, SÍ!... ¡Me sigue'... ¡No, calle; se para! (Quer
da mirando por el esquinazo.) ¡A VCr!
— 65 -
Laur. ¡Atiza'... ¡Fíjate quién es!
Sefiní ¡Angelito!
Angelito ¡Sefiní!. . ¡*^eñor Laurel... ¡Callarse; me sigue!
S^finí Pero ¿quién?
Angelito ¡Don Quintín! ¡Allí!... ¡¡Viene!!
Laur. ¡Ya le veo! (Emprende la huida, sonando la bocina;
Ángel. to, le sigue )
Sefiní ¡Aguarda!... ¡No viene!... ¡!^e ha parao! (Miran-
do.) Respira.
Angelito (Ca un gran suspiro.) SeñoreS, ¡qué susto! (Lau-
re vuelve; Angelito se limpia el sudor.)
Sefiní Pero ven a mis brazos!
Angelito Déjame que pueda. iCon trabajo le abraza.)
Laur. ¡Tanto tiempo sin verte!
Angelito Ya..., ya os Cí>ntaré. ¡Voy a tranquilizarme.
Sefiní Gachó. Y ¿cómo vas tan elegante?
Angelito (Muy sonriente y satisfecho.) Que no tengo que
comer.
Laur. (Como alegremente sorprendido.) ¡Hombre!
Angelito (Mas sonriente todavía.} M'han pasao la mar de
calamidades, señor Laure.
Sefiní ¡Caray!
Angelito Pero ¡con una suerte!... (Había siempre sonriente
y satisfecho.)
Laur. Tú siem¡)re has sido muy aforrunao.
Angelito (Encantado.) ¡Oh! He estado un mes en el hos-
pital.
Laur. ¡Hombre, qué bien!
Angelito ¡A la muerte!
Laur. Sí, ,eh?
Angelito Pero la monja que me cuidaba era andalu-
za y ¡me hacía reír más!... Y el médico, ¡un
señor más bueno! Toas las tardes diciendo:
«Este hombre no sale de esta noche.» Pero
¡con una simpatía!
Sefiní Bueno; pero tanta felicidá, ¿a qué ha sido
debida?
Angelito Pues náa, chico; ya sabéis que cuando aban-
doné a don Quintín, de resultas de aquellos
estacazos que nos dimos — él a mí — , tuve
que ):.o,isar en el trabajo; y como la fortuna
me persigue, a los dos días, ya me habían
dao ui¡ destino superior.
Sefiní ¿Bueno?
5
— 66 —
Angelito El más descansao de Madrid.
Laur. Alcalde.
Angelito Guardar las sillas de la Castellar\a. No tenía
que hacer más que estar too el día encima
e las sillas.
Sefiní jSí que era descansaol
Angelito Pero una tarde, por detener á uno que se iba
sin pagar, atravieso por donde los coches y
¡zas! (Riendo.) ¡Me atropeüa un auto!
Laur. ¡Qué gracia!
Angelito Pero ¡con una suerte! Me rompió una
pierna.
Sefiní No digas suerte, si te rompió una pierna.
Angelito Es que tengo dos.
Laur. Mal contadas. i^Rie.) ¡Qué Angelito!
Angelito (Gozando.) ¡Cuarenta días escayolao!
Laur. ¡Qué agradable!
Angelito V cuando aún estaba en la convalecencia,
(En el colmo de la alegría.) me dÍÓ el tifus, que
fué otra suerte.
Laur. Pues que sea enhorabuena.
Angelito Sí; porque es una enfermedá, que si no te
mueres, engordas, y aquí me tenéis, que
peso ocho kilos más.
Laur. ¡Hombre, alguna contrariedad habías de
tenerl
Sefiní Bueno; pero, a too esto, aún no nos has di-
cho cómo vas de smokin y chaleco insufi-
ciente.
Angelito Pues otra ganga.
Laur. Que estás en una funeraria.
Angelito Que al salir del hospital, sin recursos, me
acordé que de niño fui panderetólogo de es-
tudiantina...
Laur. Y tiés la suerte de pedir limosna en una
cuadrilla e ciegos.
Angelito Y me he contratao de número sensacional
en el Tabernillas-Palace. ¡Ná más!
Sefiní ¡Mi agüela! Y ¿qué haces allí?
Angelito Pues canto tangos estilo Spaventa, pero mu-
chísimo mejor. ¡Aún más tristes! Dicen que
lo ecliso. Me llaman «La lechuza de las Pam-
pas». Ya me avisan a las casas pa las mati-
nes, a la hora de tomar el te, que ahora ya
— 67
Sefíní
Angelito
Laur.
Angelito
Sefíní
Angelito
Sefíní
Angelito
Laur.
Angelito
Laur.
Angelito
Sefíní
Angelito
loman tila, porque al segundo tango les he
metió el corazón en la fosforera.
Y ¿qué ganas?
No me pagan, (sonriendo.)
¡Caray, qué suertel
Estoy contentísimo, porque el día que lo
coja todo junto...
Te estableces...
Pongo un bazar de melones a cala, por los
rayos equis. V a too esto, no me habéis dicho
náa de don Quintín. ¿Qué hace ese tío?
Que está más negro cada día. Angelito, y
que yo he averiguao dónde vive el joven de
la aceituna, pero no se lo quiero decir. En
esa casa, (señalando al nüm. 7.)
¡Atiza! ¡Pues a esa casa venía yol ¡A ver si
por coincidencia... Porque yo sé más que tú
délo de aquellas jóvenes, Sefiní.
¿Que sabes más?
Muchísimo más.
¿Qué f^abes?
Algo, que como sea lo que me figuro, el cas-
tigo de Dios, a don Quintín, va a ser ejem-
plar. ¡Horrendo! ¡Despeluznante!
¿Qué dices?
Oír y erizaros.
Cuenta, cuenta.
Anoche debutó en el Tabernillas-Palace,
donde yo aztuo, una etoile nueva, que la lla-
man Feli, la «Caminera», que, por cierto,
tiene relaciones con ese novillerito que le di-
cen el cManoli», que ha quedao esta t^rde,
en Tetuán, como los ángeles.
Sigue.
La chiquilla gustó bastante, y cuando se
acabó la función y nos íbamos a dormir too
el ele7ico del pograma, ¡cuál no sería mi sor-
presa al encontrarme con que vinieron a
buscar a la Feli, el joven de la aceituna y
la joven que le acompañaba aquella noche!
¡Repollo!
Lo que oyes. «¿Conoce usté a esa joven-
cita?» — le pregunto sorprendido.— «Nos
hemos criao como hermanas y vivimos jun-
Sefíní
Angelito
Sefiní
Angelito
Sefíní
Angelito
Sefíní
Laur.
Angelito
tas» — me contestó — y se fueron a escape..
¡Mi madre!
Yo, intrigao, como supondrás, indagué con
el dueño del Dancing, y supe que ^sta Feli
es hija de un peón caminero. ¿Y tú te acuer-
das?..
Sí; que la mañana que fuimos con don Quin-
tín a la casilla de los peones buscando a su
hija, se habían escapao dos muchachas. ¿Y
tú sospechas?...
Lo que es natural; que una de las dos, pué
ser la hija de ese hombre. Y pa cerciorarme
de todo, pregunté dónde vivía la Feli, y me
han dicho que aquí, en el siete.
^,Donde el joven?
Y venía a visitarla, cuando me tropecé con
don Quintín; luego di con vosotros, y por
eso..
(Mirando hacia el portal.) ¡Calla, ellos!
¡Que Dios los envía! Intern^guéales.
Voy a interroguearles. (Se dirige hacia la puerta,
por donde aparecen Felisa y el Manoli, éste ya de pai-
sano.) Buenas noches.
ESCENA VI
JHOS. FELISA y el MANOLI, de la casa
Felisa
Manoli
Angelito
Manoli
Angelito
Manoli
Laur.
Manoli
'^|Hola, don Ángel! (a Manoli.) Es el argentina
de Tabernillas.
¿Es usté de Buenos Aires?
De Cuatro Vientos ná más. ¿Yo argentino?"
¡Che qué esperansal ¡No me diga! ¡Tanguis-
ta no má!
Pues tanto gusto.
Hombre, ¡y que sea enhorabuena, pollo!
Gracias; se estima.
Ya sabemos que ha quedao usté esta tarde,,
no digo como los ángeles, porque no ha ida
ust» por las alturas, que usté no es como Ios-
matadores de hoy, que casi todos son de-
aviación;, pero, vamos, como los buenos.
S ha hecho lo que se ha podido.
— 69 —
Angelito (a reiisa.) Pues yo venía a hacerle a usté una
vif-ita.
¿A mí?
Pa hablarla sobre la pregunta que le hice
anoche.
Usté 'liiá.
Náa; que nos interesaba saber si la joven que
fué a buscarla a usté anoche, es hermana
suya.
No, señor; pero casi, casi, porque nos hemos
criao como hermanas en una casilla e peo-
nes; porque mi padre lo es.
¡Atiza!
(A sefiní.) Ya no hay duda.
(sorprendida.) ¿Xo hay duda de qué?
Ya seremos más explícitos. Pero, ¿quiere
usted hacerme el favor de decirme antes?...
No sé por qué les interesará a ustés mi his-
toria; pero, en fin, si quieren saberla, vamos
al Dancing, que ya es la hora de empezar, y
entre rato y rato, 3^0 les contaré mi vida y la
de mi hermana y too lo que quieran saber
de nosotras.
Sí; vamos, (inician todos el mutis hacia la derecha.)
Pero, ¿tanto les interesa?
Si es lo que me figuro, pollo, se va a descu-
brir aquí una novela, que las aventuras de
Rocambole van a ser nimiedades de Pino-
cho, comparas con ella.
Pues vamos, vamos, que me tienen intriga-
da. (Vanse hablando por la derecha.)
ESCENA Vil
TERESA, PACO y EMERENCIANA, una niñerita muy redicha, con
un niño de pecho en brazos, al que trata de callar sonando un sona
jero. Salen por la izquierda, vestidos de domingo. La niñera, muy
pequeña y con muchos arrumaces. Al final, DON QUINTÍN.
Música
¡Calla, hijo míol
¡Cuánto jipío!
^0 —
Teresa
(Aquí tienes a maraál
Paco
¡Aquí tienes a papá!
Emer.
Cuando agarra la rabieta,
no le importa nadie náa.
Teresa
jCalla, mi cielo!
Paco
¡Qué desconsuelo!
Teresa
ISío me llores, rico, no.
Paco
Ríe, hermoso, como yo.
Emer.
Cuando rabia, no se ríe
ni trayéndok a Charló.
Teresa
Pero es lo más extraño
que, aun siendo tan pequeño.,.
en todos sus detalles
se ve que es madrileño;
pues he notao que Hora
en tiempo de chotis,
y si os calláis un poco,
veréis como lo oís.
(Llora el niño.)
No hay en todo el distrita
otro que le supere.
Paco Porque es el más bonito
el chico de la Tere.
Teresa Y ya, desde pequeño,
se vé que va a ser guapo.
Paco ¡Se vé que es madrileño!
¡Se vé que es un chulapo!
Teresa (cogiéndole.)
jVli chulito pinturero!
Tú has de ser la pesadilla
de los chulas de Madrí.
Cuando vayas a la BomM,
los halagos femeninos
han de ser sólo pa ti.
Paco (ídem.)
¡Aprovecha bien el tiempo,
que en la vida, como un soplo^
se te va la juventuz!
— 71 —
Y en el cine, no te oceques,
y no estés desprevenido
cuando vayan a dar luz.
Los dos Cuando a llorar se aterra,
inútil darle coba.
Emer. (cogiéndole y hacieudo sonar el sonajero.)
Y ahora ha agarrao una 2Jerra
de esas de Terranova.
Hablado
Paco ¡Tere de mi vida!
Teresa ¡Paquete de mi alma!
Paco ¿Te acuerdas de lo que yo te decía que pa
Todos los Santos? (por ei niño.) ¡Pos ahí lo
tienes!
Teresa (Ruborosa.) ¡Ya, ya!
Paco Claro ¿Qué te iba a pasarV
Teresa Que tenía un Paquete náa más, y sin darme
cuenta, me he encontrao con un Paquete y
un Faquetito. (poi ei niño.)
Paco (Por él.) ¡Un paquete de sal (por el niño.) y un
paquetito de gloria!
Teresa Y que entre el Paquete y el Paquetito, ya
puedo decir que me habéis ocupao los bra-
zos pa toa la vida, porque quiero llevaros
siempre apretaos contra mí.
Paco ¡Gitana!
Teresa ¡Chalao! (Se abrazan.)
Paco ¡Cómo se conoce que te has criao en una
carretera! ¡Tiés cá curva!
Teresa ¡Tonto!
Paco ¡Tengo que hacer unos virajes!
Teresa Calla, burro, que la chica...
Emer. (ai ver que se ponen melosos, los mira con ira.) En
el barrio de Salamanca, no se consentirían
estas cosas. (Mece al niño exageradamente.)
Paco Ven acá (La atrae a sí.)
Teresa Estáte quieto, que la chica...
Paco ¡Si no ve! ¡Eso es un cuarto kilo de niñera!
Teresa Oye, Emerenciana.
Emer. Mande la señora.
Teresa No mezas al niño tan fuerte, que va a creerse
que se ha subido a un columpio.
Paco ü que s'ha agarrao a una quisquilla en día
e temporal.
Emer. Pues así se mecen los niños en el barrio de
Salamanca.
Paco Pues eso no es tener niñera, hija; es tener
una montaña rusa.
Teresa Bueno, andi; traelo, que le demos un beso
y súbetelo pa arriba, que hay relente.
Emer. (Entregando el niño.) ¡Le tién ustés más mal
educao!...
Paco (Acariciándolo.) [Miá que monada!
Teresa ¡Qué ojirris más ricos! Y me mira a mí.
Paco No, a mí; fíjate. Adiós, salao de tu p-dre.
Buenas noches. (Le besa.) ¡Huy!... ¿Has oído?
Teresa ¿Qué?
Paco Que ha hecho un ruidito, que parecía que
decía: «Usté descanse».
Teresa Sí que he oído el ruidito; pero el que habrá
descansao, había SÍO él. (Se lo da a la niñera.)
Paco ¡Adiós, chulazo mío!
Teresa ¡Adiós, chavalillo de mi alma!
Emer. (Haciendo mutis por la casa.) ,ChavalÍllo!... ¡No
puedo C' n la ordinariez... uMi barrio de Sa-
lamanca!!... ¡¡Ayü (Desaparece.)
Paco Oye, menudencia, no suspires que levantas
polvo.
Teresa No te metas con ella, que es del barrio de
Salamanca, (imitándola.)
Paco (La coge, con brusco y cariñoso ademán.) Ven aqUÍ,
chata mía.
Teresa Amos; estáte quieto, Paco, que tú no respe-
tas ni la calle.
Paco ¡Señor, si es que estoy en la luna de miel
en el cuarto creciente!
Teresa Pero consider^ que cuando estás en la calle,
no estás en ningún cuarto.
Paco Bueno, ven aquí. ¿Me quieres?
Teresa ¡Como no lo soñaba, Paco!
Paco ¿Eres feliz?
Teresa ¡Como ninguna! Ya te lo he dicho cien ve-
ces. No tengo más que una sombra; una
maldita sombra en mi alegría. Ya lo sabes.
Paco ¡Atiza! ¡Ya estamos con la canción de siem-
pre!
— 73
Teresa
Paco
Teresa
Paco
Teresa
Paco
Teresa
Paco
Teresa
Paco
Teresa
Paco
Teresa
Paco
No, Paco, no es la canción de siempre; es
que tengo un presentimiento, una temor,
una inquietud, que no me dejan.
Pero, ¿de qué?
¡Ay Paco! ¿Por qué iríamos a aquel restau-
rant aquella noche?
Pero, señor: ¿nosotros- le hicimos daño a
nadie?
No; pero tuviste aquella bronca con aquel
nombre. ¡Aquel hombre, con aquella cara
fría, con aquella mira de puñal, que no me
se olvida, que la t ngo clava aquí.
Pero piensa, Tere, que yo lo que hice no lo
hice por él; lo hice por ti. ¡Te habían dao
en la caral Si yo me aguanto, el desprecio
de ellos hubiera sido cinco minutos y a mí
qué — ya no los iba a ver má? - ,pero conti-
go, no; contigo tengo que vivir toa la vida y
si te dan en la cara y no te defiendo, me
hubiás despreciao pa siempre.
¡No digas esol
Sí que lo dii/o; que cáa vez que hubieses
hablao con otr^s mujeres y hubieses dicho
señalándome: — «Mi hombre»,— te hubiá
dao un poco de vergüenza, como cuando se
dice algo que no es verdá. Y eso no es posi-
ble. Tere; que cuando a mí me lleves al lao
y digas: — «Mi hombre», —necesito que te
lo creas.
Sí, Paco; si ya lo sé y figúrate si te lo agra-
dezco; pero esos matones son muy vengati-
vos y aquél no te olvida.
¡No hagas caso!
Ya ves los papelitos que nos echan por de-
bajo de la puerta. — «Múdense ustedes. —
Tengan cuidado.— El hombre de aquella
noche les acecha pa matarlo. — Prevénga-
se.—No se descuide...»
¡Pamplinas!
No, Paco, no; algo habrá. Que por algo ten-
go yo el recuerdo de aquel hombre fijo en
la memoria y le veo por toas partes y paece
que me persigue.
¡Pero no seas idiotal
Teresa Y si fuera coníra mí el peligro, no me im-
portaría; pero, pensando lo que te pueda
pasar a ti, no vivo, ni sosiego. (Llorosa.)
Paco ¡Amos, pero serás necia! f A ver si vas a llo-
rar ahora! (La abraza; ella solloza.)
Quintín V /-Aparece en este momento, por el fondo derecha y dice
/^ocultándose tras un arbolillo de la plaza mirándoloa
/ f con satánica alegría.) {¡¡Eü!. . ¡por fin!... ¡Ya te
encontré!)
Teresa (Que le ve, al levantar la cabeza del hombro de su
y marido, da un grito de horror.) ¡¡Ahü
(Asustado.) ¿Qué es? (Don Quintín vuelve a desapa-
- recer.)
Teresa ("intentando reponerse, sonríe.) ¡No! ¡Nada! (¡Es
él!)
Paco Pero, ¿qué te pasa?
Teresa (sobreponiéndose.) No, nada; que como estoy-
tan nerviosa, sabes... (¡Yo le hablo!) Pero,
náa, tonterías, que estos nervios...
Paco Pero, ¡no seas necia, criatura! ¡Pa chasco
que viniera a inquietarnos a nosotros el tío
aquél! Y yo no iré a buscarlo, pero si él
quiere venir, déjalo, que ya nos veremos.
Teresa No, Paco; si son simplezas mías. Anda, sú-
bete a casa.
Paco ¿Y tú?
Teresa Yo voy ahí, en cá Cosme, a ver si me abren
y compro un poco de fruta pa la cena.
Paco Fero, ¡estás temblando, chávala!
Teresa (sonriendo forzadamente.) No, hombre; que no.
Anda, súbete tranquilo y a ver qué ha hecho
esa con el niño, que yo no tardo ni tres mi-
nutos.
Paco Bueno. (Da unos pasos hacia la casa, acompañado
de Teresa.) Y SÍ no quiés, no vayas por el pos-
tre, que a mí me da ]o mismo.
Teresa Sí, sí; que a ti te gusta cenar con él. No tar-
do; anda.
Paco Hasta ahora. (Entra sn la casa.)
— 75 -
ESCENA VIII
TERESA y DON QUINTÍN. Luego, PACO, Al final, ANGELITO,
LAUREANO y SEFINÍ
^^
D
1Í
Teresa ^(Ed la puerta de la casa. En cuanto Paco ha hecho
mutis; vuelve a salir don Quintín, y viene, atravesan-
ído la plaza por el fondo, a ocupar un lugar, poco
K antes del esquinazo de la casa practicable.) Yo le ha-
blo, SÍ. jLos peligros, cara a cara! Le tengo
menos miedo ahora, que cuando he soñao
con él. ¡Miá si acechaba!... ¡Miá si es verdá
que busca a mi Paco! Pero, anda, que antes
que a él, me tiés que matar a mí cincuenta
veces. ¡Ya verás! (Se ciñe el mantón de crespón y
avanza hacia la derecha resueltamente, en cuyo mo-
mento, don Quintín, avanza para mirar, y se encuen-
tran cara a cara.)
Quintín (contrariado.) ¿Eh? (Retrocede un poco, disimu-
lando.)
Teresa Buenas, caballero.
Quintín ¿Es a mí?
Teresa A usté, a usté,
Quintín Y^o no la conozco a usté para nada.
Teresa Yo a usté ti; que no lo olvidaré en mil años
que pasen y no le he visto más que un ra-
tito una noche.
Quintín ¡Buena memoria!
Teresa La que pide una mala volunta.
Quintín (Avanz<\ndo.) ¿Y qué quiere usté de mí?
Teresa Va usté a saberlo. (Pausa. Decidida y enérgica.)
Usté viene buscando a mi marido, ¿verdá?
Quintín Si es a su marido ai que busco, el encon-
trarme con uslé, no me interesa; ya lo com-
prenderá.
Teresa No comprendo nada. Usté busca a mi ma-
rido, pa hacerle mal; y too el mal que va pa
un hombre, se encuentra en el camino, un
poco antes de llegar, a la mujer que lo quie-
re. Por eso viene usté a buscarle a él y se
encuentra conmigo. Conque, tenga pacien-
Quintín
Teresa
Quintín
Teresa
Quintín
Teresa
Quintín
Teresa
Quintín
Teresa
cia, óigame un minuto y acabamos dese-
guida
tSeñora, yo no tengo que oír nada. Las mu-
jeres, a remendar calcetines.
A remendar calcetines, pa que los hombres
que tién vertí üenza, pisen fuerte. (Autoritaria.)
Conque, a oírme.
Venga pronto, que tengo poca paciencia.
Como yo. (pausa.) Mire usté, señor; si va us-
té con una mujer— su ajadre, su novia, su
hija- y le dan en la cara, ¿qué hace usté?
Lo que hizo mi Paco; jugarse el corazón,
para que a la mujer no se le olvide que va
con un hombre. Pero luego, estas cosms, pa-
san y se olvidan; porque mi Paco, lo que
hizo contra usté, co lo hizo por odio: lo hizo
por vergüenza.
(Despectivo.) Muy bien. Cogerle a uno de sor-
presa, aprovechar la ventajita y luego man-
dar a la señora.
A mí no me manda nadie. Pruebas tié usté
de que a mi Paco le sobra corazón. Pero si
usté vive emperrao en hacerle daño, yo le
digo a usté que no se lo hace.
(Sarcásticamente.) ¡Ja, ja!
(Enérgica y rotunda.) Ño Se lo liace. Yo nO he
tenío en el mundo más cariño que el de
este hombre. Por cosas, que no tengo que
explicarle a usté; ni a mi madre he conoció;
que yo aprendí a decir madre cuando los
otros niños se lo llamaban a la suya, ya ve
usté si es tristeza. Pues bien: este hombre
ha sido pa mí, madre, padre, marido, her-
mano, ¡tóol No he tenido cariño ni alegría
hasta que le conocí a él. ¡Su vida, es mi
vida! Figúrese usté las púnalas que me tié
usté que dar a mí, antes de llegarle a él al
corazón.
Yo no vengo a pelear con una mujer.
Ni yo con usté (conmovida.) Y ya ve usté:
con tanta inquietud como usté me ha dao,
con tanto odio como usté nos tiene, yo no
sé por qué me da pena lo que vengo a de-
cirle. Que se vaya lejos de nosotros. Que se
vaya para siempre, donde no le veamos, ni
le temblemos. Porque usté se ha metió en
nuesro camino, no nosotros en el sayo;
conque usté es el que tié que irse y dejar-
nos que vivamos contentos, que nosotros no
tenemos odio a nadie. Y si usté lo tiene,
vayase con él; que el que lleva ese veneno
en el alma, ya va bien casiigao.
PflCO "(Aparece en el portal y al verlos, queda aterrado y
^-"^ sorprendido.) |¡Eh!! (Se contiene para oír.)
Quintín ' (Burlón.) Y para decirme todo eso, le ha man-
dao a usté el cobarde de su marido.
Paco (Avanza con noble bravura, interponiéndose entre
ambos.) Oiga usté, amigo: yo, a las mujeres,
las mando a cuidar gallinas; no a darlas
conversación.
Teresa (Aterrada, se abraza a su marido.) ¡PaCO, por Díosl
Quintín Esto ya me gusta.
Paco (Rechazando a Teresa.) PueS SÍ ha encontrao USté
cosa de su gusto, yo no he de quitárselo, y
como le hice a usté tragarse aquella aceitu-
na, le haré tragarse un barril con aros y todo.
Teresa iPaco, por Dios!
P^CO Tú, te callas.
Quintín ¡Así me gustan los valientes!
Paco Náa de valientes. Yo soy un hombre, náa
más. Pero un hombre que toma las cosas
como vienen. Y lo mismo casco avellanas
en una verbena, que nueces de matón en
un descampao.
Quintín Pues poquitas voces, y andando.
Paco Vamos.
Teresa (sujetándole.) ¡No, Paco; no! ¡Socorro!
Paco (Forcejeando.) ¡Suelta!
Quintín ¡Cobarde!... ¡Se tapa con una mujer!
Paco ¡Quita! (Empujándola violentamente.) Que ya
oyes lo que dice.
Teresa (Desesperada.) ¡Socorro!... ¡Guardiás!
Quintín ¡Por lo pronto, le voy a dar en la cara!
Paco Atrévase usté, (saca un arma. Don Quintín r& a
acometerle, mientras Paco forcejea por desasirse de
Teresa, y en este momento se encuentra sujeto porr
Angelito, Laureano y Sefiní, que han salido súbitar-
mente por la derecha.)
- 78 —
Angelito. \ ¡No, don Quintín!!.., ¡Quieto!.,. ¡Xo toque
Austé a ese hombre!
Quintín (Hecho un demonio.) ¡SoltadüQe!
Señní ¡Nunca! ¡No toque usté a ese hombre!
Quintín ¡Soltadme! ¡Cobarde!... ¡No me sujetéis!...
¡Quiero matarlo!
LdUr. ¡Quieto! (Forcejeando, pasa el grupo a la izquierda.)
Angelito (a Teresa y Fseo ) ¡Vayanse ustedes!
Teresa ¡Paco! ¡Paco!... (Forcejeando con éL consigue lie-
vario, pasando por delante de los otros, hacia la calle
de la derecha. Al llegar, sin soltar a Paco, maldice a
don Quintín ) ¡Mfddita sea SU alma negra!...
¡Maldita su vida mala! .. ¡Maldito sea usté
que viene a robarme el bien!... ¡Malditas
todas sus horas! (Forcejeando por llevarse a Paco
y maldiciendo, hacen mutis por la derecha.)
Quintín (Forcejeando ) , Dejadme!... Soltadme. infamee.
(Logra desasirse, quedando a la derecha del grupo
que forman los otros tres.) Por qué me habéis
sujetado, canallas; ¿por qué?
Angelito Pues sépalo usté ya. Porque esa joven que
huye de usté horrorizada; porque esa joven
que se va echándole a usté maldiciones,
¡es... su hija!
Quintín (Horrorizado, con estupor.) jjEh!!
Los tres Su hija; sí.
Quintín ¿Qué decís?
Angelito ¡Esa es la obra de su vida! Quien siembra
odios recoge maldiciones. Quédese usté
solo. (Vanse corriendo por la izquierda.)
Quintín Pero, ¡mi hija!... ¡Dices que es mi hija!...
¡Escucha! ¡Decidme!... (Tambaleándose, corre
tras ellos.) ¡Por Dios!...
Telón rápidOi de cuadro
MUTACIÓN
— 79 -
CUADRO SEGUNDO
Telón corto de calle de los barrios bajos de Madrid. Es de noche.
ESCENA PRIMERA
Peían deprisa ANGELITO, LAUREANO y SEFINÍ, de derecha a
izquierda. Luego DON QUINTÍN.
Angelito /vfCorrerl ¡Dejarlo que se quede solol (Mutis.)
Laur. yt (con sefiní.) ¡Mi madre! ¡Cómo castiga Dios!
'^A ¡Ha estao a punto de asesinar al marido de
su hija!
Sefiní XjL Yo tampoco quiero ya náa con él, que si
A/^ averigua que los puse sobre aviso, me esca-
labra. ¡Que pague él solo el daño que ha
hecho! Amónos. (Vanse rápidos, a poco sale don
Quintín, jadeante, descompuesto, implorando.)
Quintín ¡Por Dios, no me huyáis! Decidme, ¿por qué
««abéig que es mi hija?... ¿Quién os ha dicho
que es mi hija? ¡Buscadla!... ¡Traédmela!...
¡Quiero verla!... ¡Por compasión, deteneos!. .
¡Huyen!... ¡Huyen de mí cobardemente!...
Yo no puedo seguir!... ¡Me ahogo!... ¡Misera-
bles!... Ya no les veo, me dejan solo. ¡Solo!...
Pero solo, con esta duda cruel que se me ha
clavado en el corazón como una garra im-
placable. ¿Será mi hija, Dios mío? ¿Será mi
propia hija esa criatura desventurada a la
que quise hacer daño tan tremendo? ¡Ay,
Dios! Me horroriza el pensarlo y el imagi-
nar que tan espantosa desventura hubiera
sido la consecuencia de mi propia vida; de
una vida sin fe, sin amor, sin alegría ¡Por-
que yo no creí en nadie, ni quise a nadie!...
Por mi camino, no dejé más que huellas de
odio, de burla, de desprecio. Y al fin, mi
propia hija me maldice!... ¡mis amigos me
huyen! ¡Todos me abandonan, todos! ¡Me
dejan solo! ¡Solo! (Llora abatido.)
— 80 —
ESCENA II
DON QUINTÍN, una NIÑA, de diez a doce años, con una botella en
la mano; por la derecha.
Musical pianísimo en la orquesta
Niña
Q íntín
Niña
Quintín
Niña
Quintín
Niña
Quintín
Niña
Quintín
Niña
Quintín
Niña
Quintín
Niña
Quintín
(Acercándose con curiosidad.) ¿Qué le pasa a USté?
Nada, hija; nada.
¿Se ha puesto ueté malo?
No, gracias, hija; no estoy malo.
Como le veía a usté llorar, así, en la calle, y
tan solo ..
¡íáolol Eso sí, hija mía; estoy muy solo.
¿No tiene usté a nadie?
No tengo a nadie Llora.)
¡Pobre señor!... ¡Qué pena!... ¿Quiere usté
venir a mi casa? Somos mi madre y yo so-
litas. Venga usté conmigo, y si mi madre
quiere, le cuidaremos hasta que se ponga
bueno.
¡Gracias, hija, gracias!
(Ofreciéndole su hombro.) Apóyese usté en mí;
vamos.
¿Y tú, por qué me compadeces?
Porque le veo a usté llorar, y dice mi mamá,
que todo el que llora, es bueno.
Pues yo no lo he sido, hija mía.
Pero lo empezará usté a ser ahora, no se
apure; ya verá usté. (Acariciándole.) Lo empe-
zará usté a ser ahora.
(Rompiendo a llorar.) ¡Hija mía! (La besa.)
Fuerte en la orquesta
TELÓN LENTO
Música y mutación
— 81 —
CUADRO TERCERO
PLANO
Telón de fondo
Calle
Puerta de D
entrada al 4
salón ^^
Anaquelería I
Mo>t'ador ^
ambigú 3
Ventanal
piacticable
C^ G
3 1
Tarima
Puerta a
camerinos
I
Puerta a reservados
Ropa
Batería
Ropa
1. Mesa de mármol.
2. Velador.
3. Foco con lámpara.
4. Brazo de dos lámparas.
— 82 —
•DECORADO
Interior del Tabernillas-Palace, un Dancing de los barrios bajos. Muy
iluminado. Decorado con un modernismo un poco extravagante.
En el ángulo derecho del fondo, la puerta de entrada al salón;
hacia el interior, sigue un pasillo que figura dar a la puerta de la
calle. Todo el fondo izquierda, ventanal corrido y practicables. En
primer término derecha, una puerta de entrada a departamentos
reservados, y que se supone comunica por el pasillo con el ambi-
gú. A continuación, mostrador del mismo, cuyas anaquelerías se
ven. En segundo término izquierda, tarima para el jazz band y dos
o tres músicos de frac encarnado. A continuación de la misma,
puerta que da a los camerinos de artistas. Mesas, repartidas en la
forma que se indica. Es de noche.
ESCENA PRIMERA
Al levantarse el telón, la escena esta llena de público. Varias señori-
tas bailan el fox, que simula tocar el jazz-band y sus compañeros.
En la mesa del centro, SEÑA SINFO, LA TARARA, una MUJER jo-
ven y el SEÑOR LEONCIO. Dos camareros, de smoking, sirven a las
mesas. Al terminar el número, las que bailan se sientan y los músi
eos vanse por la puertecilla.
Sinfo ¡Amos, no me digas! A mí estas músicas y
estos bailes de ahora, es que me estomagan,
ea.
Leoncio ¿No te gusta la marimba guatemalateca?
Sinfo ¿Guatemala qué?
Mujer ¿Ni le gusta a asté la música del jaijaiban?
Sinfo Pero, ¿cuándo se ha llamao música a gol-
pear cacharros, hombre? ¡Si eso es una mur-
ga loca!
Leoncio Es una moda nuevayorquina.
Sinfo Pues en mis tiempos no había jajayhanques
de éstos, ni se bailaban simis, foses ni tuéste-
nes; pero sonaba en un organillo un chotis
castizo, bajo un emparrao de la Bombi^ te
agarrabas al novio y, durante quince minu-
tos, no se le notaba a la pareja más que una
83
Leoncio
Sinfo
Leoncio
Sinfo
Mujer
Sinfo
Mujer
Sinfo
Mujer
Sinfo
Mujer
ligera ondulación, too ejecutao encima un
ladrillo. ¿Dónde había mejor hiesten!
De muchos chotisee de esos ha salió un
eervidor echando humo.
¡Y con hollín! ¡A veri Amos, hombre. ¡Si
ahora too está que pringa de cursi! Como
alterar los nombras de las cosas. Este local,
toa la vida s'ha llamao la tasca e Melanio.
Pues ahora l'han puesto el Tah emulas- Pala-
ce, que es como si a mí, que me llamo Sinfo,
la Tarara, me pusieran de pronto Mi mí, la
Tímida. ¡Pa tirarse al canalillo de risa!
Bueno, ¿quiés tomar un coquetelf
¡Amos, quita manús! A mí que me den una
limpia de Monóvar, pero en español. A mí
no me se sube a la cabeza náa en inglés.
Que no está usté en el pogreso.
Estoy dos calles más abajo; miá tú ésta.
¡Como los camareritos! El Caneco y el Bo-
titas. ¡Miá qué monos! Toa la vida los he co-
noció de medidores, en mangas de camisa,
con el paño al hombro. ¡Pues ahí los tiés a
los hijos de mi alma, vestidos de esniokis!
¡Amos; es que fríe la sangre' ¿No es pa em-
pezar a bofetás hasta quitarles los mohsf
¡Pero, señora!... ¿Miá que no gustarle a esta
mujer que la sirvan con elegancia?
Pero, hija; pa tomar una torrija y un quince,
me lo dan en camiseta y me sobra. Como
el vestir de las mocitas de ahora. Miá esas
niñas de esa mesa. (La de la derecha.) Las hijas
de Pepa, la Chana. Su madre vendiendo ra-
banitos y ellas peinas a lo garsone. Ya, pa lo
que las falta, que se dejen el bigote y pidan
pa Melilla.
¿Tampoco le gusta a usté el vestir d'ahora?
¡Ni por soñación! Si toas las mujeres paecen
palitroques, que las ves y dices: «pos como
tengan un hijo, lo van a tener que criar por
teléfono».
¡Pos miá que antes, en sus tiempos de usté,
con corsés altos y polisones, que llevaban
ustés más bultos que una carretilla de es-
tación!
84 -
Sinfo
Leoncio
Sinfo
Leoncio
Sinfo
Leoncio
Mujer
Y ahora, ¿qué lleváis? Pos una faldita corta
y estrecha, que os subís ai tranvía y se os
vé hat^ta dónde vais. ¿Y \h)T dentro''' Tal--
m nte desnudas. La (^ue más, fu combina-
cioncita y, la m ynría, un simple culote.
Mujer, en el ve^tir de ahora, cuala más,
cuaJa menos, toas habéis entrao.
¡Yo, no!
¡Tú, sí!
¡Yo, no!. . ¿Uso yo culote?
Mujer, te diré: yo lo iznoro; pero, vamos..
Yo lo que te digo, Sinfo, es que pn njí, lo-
que ha estao siempre de moda, es ser ojua-
pa. Porque pa mí las mujeres, como el dine-
ro; a mí dame cinco duros y lo mismo me
da que los des con la d' recha, que con la
izquierda
Pan;pÍr()lao; y ná más. (Llaman, pagan y vanse a
la calle. Los camareros recogen el servicio y quitan rpesa
y sillas, que colocan al lado de la tarima, en el fondo.)
ESCENA II
1 I(;H0S, menos SINFO, MUJER 1 a y LEONCIO. Entran de la calle:.
TERESA, FELISA, PACO, ANGELÍ t , LAUREANO, SEFINÍ y el
«MANOlil». Van a ocupar el v'>lador de la izquierda.
Teresa
Angelito
Paco
Ancelíto
Paco
Teresa
Felisa
Paco
Laur.
feresa
Manoii
Paco
(Muy agitada, igual que Paco. Tratan de calmarlos.)
¡Ay. Mol .. ¡Por Dios, no decírmelo, que me
pongo muy mala!
►Sosiégate mujer
jEs que la cosa ya sío espanfosisma!
¡P» ro cálmate í^aco. cálmate!
I ero ..como quié usté q e trie calme, si des-
pués de un disgusto tan lerrible, m'ha dao
usté como un veneno!
¡Ay!... |Yo me muero! (se-tándose.)
Darles agua
Ari la, mujer, bebe. (Les dan agua.)
Oye: no tiembles, que salpicas, a Paco.)
(Después de tebei. ) ¡Yo no sé qué me pasa!
Que les hagan tila a los dos.
Ño, que yo estoy demasiao nervioso.
- 85 -
Angelito Entonces, jamón con tomate, que eso calma
mucho.
Teresa Amos; pero si no lo quiero pensar. ¡Si sería
tremendismo!
Felisa Pues vete haciendo a ello, Tere, porque fí es
como lo cuenta aquí, don Ángel, ese señor
es tu padre, que no te quepa duda.
Teresa ; Virgen santa! ¡Ese hombre mi padre, con lo
que ha estao a punto de pasar!
Sefiní ¡Luego dicen que si el cine y si las novelas!
Paco ¿Qué más novela que haber estao a un de io
de perforar a mi suegro, iznorando que fue-
se el padre de la madre de mi hijo, que de
poco se queda sin agüelo?
Laur. ¡Eso, pa la novela 5¿e¿í hombre!
Teresa ¿Y ustés, tienen la seguridá?
Angelito Como que fuimos con él a la casilla a bus-
carte el día que os habíais escapao.
Paco Y ¿dónde han dejao ustés a ese señor?
Sefiní Pues en la calle, dando alaridos desde que
se ha enterao de que ésta es su hija.
Teresa (Levantándose rápida ) Yo me voy a buscarle.
Laur. (Deteniéndola ) ¡No, por Dios!
Angelito (ídem ) De ninguna manera.
Teresa Si, que quiero verlo.
Angelito (obligándola a sentarse.) No seas súpita, que lo
mejor es dejar que se calme.
Sefiní Tú no conoces su genio.
Paco ¿Tiene un pronto?
Laur. ¡Cómo pronto!... ¡Que te pega una bofetá dos
días antes de ofenderlo; miá si es pronto!
Manoli Entonces, de no disponer de un tanque
blindao, yo opino que lo mejor es dejar que
pase la noche.
Angelito Muy sensato. Y ahora, calmarse todos, (vien-
do que los músicos ocupan sus puestos.) qUC VOy a
hacer mi número, que ya es hora.
Paco Eso; y de que usté acabe, trataremos de la
mejor forma de conllevar el asunto. Y mien-
tras, tomas tila.
Angelito (a sefiní.) Oye: no estaría de más que se avi-
sara al de la puerta, pa que si viene don
Quintín, no le dejen pasar, no me vaya a
deteriorar el tango.
— 86 —
Felisa
Angelito
IVIanoii
Laur.
Angelito
Laur.
Sefiní
Laur.
Jazz
Angelito
¿Y será posible que no le dejen pasar?
Sí, mujer; ¿no ves que dice en la puerta:
Reservé le droit d' admisión?
Y ¿qué quiere decir eso?
Que no tiene droit más que el que quiere el
amo
Yo lo hago, porque estreno letra y no quie-
ro cantar sobresaltao; que yo, cuando me
sobresalto, no matizo y el maestro quiere
que matice. (Entra por la izquierda, a quitarse
gabán y sombrero.)
Pues como venga don Quintín, ya verá el
maestro.
Van a correr hasta las cornucopias.
Voy a avisar que no le dejen zambullirse.
(Va a la puerta de la calle, da la orden y vuelve. Se
sientan todos.)
(viendo salir al Angelito, que ocupa el centro de la
escena.) Tercer número. Tangos argentinos
por el natural del país don Ángel de Amor
y García. Se espera de la cultura del público
que no le arrojen residuos de consumación
hasta que haya acabao el número.
Maestro: «Mozo, traime un veneno». Tango
triste. (Dirigiéndose al sitio desde donde se pueda
dar en el teatro.) FoCO. (Lo dan.)
Música
Chinito soy;
de las farras la alegría yo fui
y a guapiar
los gaviones aprendían de mí.
Linda no má,
una china me llamó la atensión,
y la pobre, al fin mujer,
no se supo contener
y me dio su corasón.
Pero hubo un taita milonguero^
rey del bailongo y patotero,
que con las artes de traidor,
le pintó su falso amor
a la china que yo quiero.
Con los instintos de una fiera
la ofrece hacerla milonguera,
y sin notar su mala fe,
con aquel taita, se fué,
al maldito cabaré.
Yo en las farras fui
el comparito que más triunfos logró,
y hoy no queda en mí
más que el recuerdo del placer que murió.
En el cabaré,
tanguea la que tanto me hiso penar.
Ya no la veré,
pues la consumación no quiero pagar.
Moso, por Dios;
dame un tóxico que me haga olvidar;
traime un vermú
y aseitunas de esas sin aliñar.
Quiero morir,
y la china ingrata que me olvidó,
su desdén ha de llorar,
porque no podrá olvidar
que a su chino abandonó.
Sé, que olvidando ya su rango,
con frenesí se entrega al tango,
y bebe menta y pipermín^
viendo próximo su fin,
porque está hundida en el fango.
Buscando un tóxico inclemente,
toma magnesia efervescente,
porque es morir su solo afán,
y morfina, ya sabrán:
sin reseta, no la dan.
Todos (Concurrentes-)
En las farras fué,
etc., etc.
Hablado
Todos
Angelito
Todos
Angelito
Uno
Otro
Üulntín
Voz
Quintín
Angelito
Laur.
Sefiní
(Apiaua«indo.) ¡Bravo!... ¡Bravo!...
(Mientras saluda sonriente, dirigiéndose a Laureano.)
(¡Cuidaocon la puertal)
¡Otro! .. ¡Otro!.. x \ A '
(Dirigiéndose a Sefiní.) (¡Avísame SÍ aparece!)
(Se empieza a oír en la puerta de la calle uu rumor;
luego voces. Se agolpa alguna gente. Crecen las voces.)
¿Qué pasa^
Un señor que quiere entrar y no le dejan.
(^Crece ti escándalo.)
(Dentro. ¡Que paSO! '
¡Que no! íi K .
¡Que sí! (Barullo.) y ^ ÍT"^ I ^'^^' )
¡Mi madre; tu padrel ^
(Suenan dos tiros; la gente, aterrada, huj-e en todas
direcciones; algunos saltan por las ventanas a la calle;
se arma un cisco horrible en el Dancing )
¡Ya está ahí ese tigre! (Se esconde bajo la mesa
de la derecha.)
¡Sálvese el que pueda, que viene haciendo
fuego. (Se esconde tras el bombo del Jazz-Band. An-
gelito, huye por la primeía derecha. Todos desapare-
cen; en el café no queda nadie. Sólo se conservan en
pie, aunque emocionados, Teresa y Paco, ante don
Quintín, que entra violentamente.)
ESCENA FINAL
DiCstiOS y DON QUINTÍN. Al final, EMERENCIANA
Quintín ¡Teresa!... ¡Hija mía! Porque tú te llamas
Teresa, ¿verdad?
Teresa Teresa me llamo.
Quintín ¡No; no tengas miedo!... ¡No me huyas tú,
por Dios!...
Teresa Ya ve usté que no le huyo.
Quintín He tenido que promover este último escán-
dalo, para llegar hasta ti. Ha sido como un
castigo de mi vida. ¡Hasta para llegar a lo
89
Paco
Quintín
Teresa
Paco
Quintín
Teresa
Quintín
Paco
Teresa
Quintín
Teresa
Quintín
Paco
Angelito
Sefiní
Laur.
Teresa
único que quiero, he tenido que llegar atre-
pellándolo todol
Ui-té se lo ha buscao; que too el mundo hu-
ye de lo que teme.
¡Tarde lo he visto! Y ahora, decidme: ¿tú te
criaste en una casilla de peones camineros?
Allí me he críao, pasando por hija del señor
Nicasio.
De allí la saqué yo.
Sí, sí; eres tú. |\li hija!... ¡mi hija de mi
alma! Perdóname, hija mía; dame un abrazo.
(Deteniéndole.) Antes, Contésteme usté a una
pregunta. ¿Por qué abandonó usté a mi ma-
dre?
(Abrumado; vacilante.) Por... No sé por qué...
(con nohíe resolución ) Es decir, si lo sé; porque
no creí <-n su amor; porque dudé de su leal-
tad. Como yo nunca supe amar, nunca creí
en el amor de nadie. La amargira de mi
vida, ha sido no creer más que en la traición
de todos; en la maldad de todos.
Ahora comprendo que le llamen a usté el
«Amargao», porque a mí me parece que hay
que ser al revés; hay que creer que todos le
quieren y alguna vez se acierta, como pongo
por caso.
¡Pobre madre! En fin, quiérame usté a mí
too lo que no la quiso a ella, y así la pagará
usté algo de lo que la dejó a deber.
Y por lo que se refiere a tu abandono...
Conmigo no tiene usté que disculparse; ven-
ga usté a mis brazos y nada más. (Le tiende
los brazos llorando.)
(Llorando también.) ¡Hija de mi alma! (se
abrazan.)
(Limpiándose las lágrimas.) ¡L^ panOCha!
(Asoma por encima del mostrador del ambigú.) ¡EsO
es una mujer y no la porquería que tiene
uno en casa!
(Asomando desde su escondite.) ¡Y haberse perdi-
do un cariño así!
(Desde debajo de la mesa.) ¡So primachel
Y ahora, abrace usté a este hombre, que es
lo que más quiero, (por Paco.)
90
Quintín
Paco
Teresa
Quintín
Laur.
Sefíni
Laur.
Angelito
Quintín
Angelito
Quintín
Angelito
Quintín
Angelito
Quintín
Teresa
Angelito
¿No me guardas rencor?
¡Yo qué le voy a usté a guardarl He nació-
en Madrí, hombre. (Se abrazan estrechamente.)
Por la parte de fuera el chaleco, pué que no
encuentre usté náa; pero por dentro, ¡oro
purol
¿Y se enmendará usté pa siempre?
Fa que veas si me he convertido; si quiero
ser humilde. (Llamándole.) Señor Laureano: a
usté que le dejé medio cojo, hágame usté lo
que quiera.
(Avanzando poco a poco, envalentonado.) Hombre,
si. Nunca he sido rencoroso, pero en esta
ocasión, como usté me lesionó 1^ pata iz-
quierda, ojo por ojo y diente... digo: pata
por pata. Le voy a... (Levanta el pie para sacu-
dirle, pero se arrepiente.) Me falta valor. ¡Que
soy madrileño yo también; ná más. (Leabraza.)
(Que se ha ido aproximando.) La SUCrte eS que ha
dao usté con tres nacíos en la Cabecera el
Rastro.
Si llego a nacer en Guadalajara, se va usté
a casa con una espuerta e chichones.
(Por la primera derecha.) ¡Pero, qué SUerte, don
Quintinl Usté toa la vida haciendo mal y
ahora tóos a perdonarle.
Es que ahora creo que mi castigo ha sido
mi propia vida, Angelito. ¿Quieres mád cas-
tigo que haber vivido privado del amor de
mi hija?
No es bastante.
¿Que no?
A usté hay que hacerle lo que hizo este jo-
ven con la aceituna; una humillación así.
¡Y se la voy a hacer yo!
Y"a te guardarás muy bien.
¿Que me guardaré? Espere usté un momen-
v^, to. (Va a la puerta de la derecha y sale con el niño
,V*ji0e Teresa en brazos, seguido de Emerenciana.) ¡Có-
lmase usté eso! ¡Cómaselo... a besos!
¿Tu hijo?
Mi hijo.
O se lo come usté o me lo como yo, porque
es más rico...
91
Quintín
Paco
Angelito
Quintín
Teresa
Quintín
Teresa
Quintín
Paco
Angelito
Laur.
Teresa
Tráelo, Angelito, (lo coje.) ¡Qué preciosol...
¡qué ángel!
Mi retrato.
Por la espalda; de frente, es su madre.
¡CóuGio le voy a querer!
¡Ya somos tres a ello!
(separando el niño y mirándose el pantalón.) ¡Ay!
¿Qué es?
(Dándole el niño a Angelito y sacudiéndose con el pa-
ñuelo.) Nada, nada.
¡Pues sí que respetas al agüelo!
¡No somos nadie, don Quintín!, ya lo vé
usté. Toa la vida presumiendo de valientes
y al final, viene un rorro y se desagua en
nosotros.
La vida es náa.
Diga usté que no, padre. La vida, es mucho;
porque la vida es dolor y sacrificio, pero tie-
ne un premio: la alegría de querer y la de
perdonar. (Abraza a su padre y a su marido. Cua
dro. Música en la orquesta. Telón.)
FIN DEL saínete
Obras de Carlos Arniches
Caea ed'tonal.
] a ver \a(\ dt-snuda.
Lvp maníagi.
Orfogrrafía.
El fuego de Saa Telmo.
Panorama racional.
Socied d -Cereta.
Lh8 guardií as.
Galdida o ifidepend'ente.
La 1 yen la del monje.
taiíierón.
Nuestra Sen ra.
Víctor a.
Los ^pareíidop.
Lns s (*u-~tradore8.
Las campanadas.
Vía lihre
L' 8 descamisados.
El brazo de» echo.
El recl mo.
Los Mo"*ten8e8.
1 08 Puátv^nOH.
El pie izquierjo.
Las i^mapulas.
Tabo<liilo.
E cabo primero.
El oiro muD 'o.
^ I pnn^ipe heredero.
El cochí^ co reo.
Las malas lengua^
Lh band de troLupetas,
Los han i<108.
Los C'»n j s.
Los CHmar nea.
L< g a dia an.arilla.
El -anto dt- la Isi Ira.
Jl a fineta de an Anión.
I stantaneaH.
El último thalo.
La Cara de Dios.
El escalo.
María de i08 Angeles.
San ías y mel)ne8.
El tío d" Alcalá.
Doloret 8.
Los nifi"S llorones.
La muerte de Agripina.
La 'lyiea.
Gazpacho andaluz.
San Juan de ' uz.
El puñao de rosas.
Los grunuja-".
La ca'ción del náufrago.
El terrib e Pérez.
Colorín colora »...
Los ••hicütí de la escuela.
Los picaros «-elos.
El pobre Valbuena.
Las entre las.
Los guapos
El perro chico. ^
La reja de la Dolores.
El iluso «'añizares.
El mal uto iinero.
H pollo Tejada.
La pena n- g a.
El distinguido Sportman.
La noche de Reyes.
La edad de h erro.
La gente seria.
La suerte loca.
Alma de Dios.
La carne flaca.
El hurón.
Felipe segundo.
La alegría "el b<ita1lón..
El método Górritz.
Mi papá .
La primera conquista.
El amo de la calle.
Genio y figura.
El trust de los Tenorios.
Gente menuda.
El género alegre.
El príncipe Casto.
El fresco de Goya.
El cuarteto Po as.
La pobre niña.
El premio Nobel.
La gentuza.
La corte de Risalia.
El amigo Melquíades.
La sombra del molino.
La sobrina del cura.
Las aventuras de Max y Mino.
El chico de las Peñuelas.
La casa de Quirós.
La estrella de Olympia.
Café solo.
Serafín el Pinturero.
La seüorita de T'évelez.
La venganza de la Petra.
¡Que viene mi maridol
El agua del Manzanares.
Las lágrimas de la Trini.
Las grandes fortunas.
La mujer artificial.
El conde de Lavapiés.
La maña de la mañica.
La flor del barrio.
Los caciques.
No te ofendas, Beatriz...
La chica del gato.
La heroica villa.
Mariquita la Pispajo o No
hay bien como la alegría.
Es mi hombre.
La hora mala.
La í ragedia de Marichu,
La locura de don Juan.
La dichosa honradez.
Los milagros del jornal.
El camino de todos.
Angela María.
La risa de Juana.
Don Quintín el Amargao o
El que siembra vientos...
Obras de Antonio Estremera
Libros usados.
El hijo de doña Urraca.
El hombre pañuelo.
El bwjo cantante.
La reina dei tango.
El hogar alegre.
El reloj de arena.
El gran duque Simple IV.
Juego de amor.
El padre Cirilo.
La Fepita de Oro.
Las cuar^^nta horas.
Pan de Viena.
El statu quo.
El gran demócrata. .
El chic parisién.
El alma dei león.
Cuento siüfónico.
El día y la noche.
El templo de Cupido.
Las mujeres de teatro.
La reina alegre.
Las medias caladas.
Agua de Borrajas.
La mujer eofiada.
El despertar del león.
El ogro.
El rey del fado.
Secretaría particular.
El rey de la selva.
Los brazos caídos.
Un pedazo de pan.
Los iiU"*tres doctores.
La dichosa honradez.
El camino de todos.
La bola.
Don Quintín el Amargao o
El que siembra vientos..
Sucesor de R. Velasco.— Telnf, J
Marqués de Santa Ana, 11 au