Skip to main content

Full text of "El avaro : comedia en cinco actos"

See other formats


9  6  1 


¿^&%SC& 


JÜÍL 


\% 


I      EL  AVARO, 

OMEDIA    EN  CINCO   ACTOS 


POR  f  r        - 

MONSIEUR    DE  MOLIERE: 


TRADUCIDA    LIBREMENTE 


iOR      DON      DÁMASO      D  E      I SUSQU1ZA. 


MADRID 

LA  OFICINA  DE   D.  BENITO   GARCÍA,    Y  COMPAÑÍA. 
AKO    DE     l800. 
\ 


ACTORES. 

Don  Onofre  ,  padre  de  Joaquín  y  Luisa ,  y  aman- 
te de  Mariana.  El  Señor  Juan  Miguel 
Antolin. 

Don  Anselmo  ,  padre  de  Jacinto  y  Mariana.  El 
Señor  Vicente  García. 

Joaquín  ,  hijo  de  Don  Onofre ,  y  amante  de  Ma- 
riana. El  Señor  Juan  Carretero, 

i 

Luisa,  hija  de  Don  Onofre.  La  Señora  An- 
tonia Prado. 

\ acinto  ,  hijo  de  Don  Anselmo ,  y  amante  de 
Luisa.  El  Señor  Bernardo  Gil. 

Mariana,  hija  de  Don  Onofre.  La  Señora  Jo» 
sefa    Luna. 

,ucia.  La  Señora  Manuela  Montéis. 

Lgapito.  El  Señor  Agustín  Roldan. 
A  2 


Simón  ,  cochero  y  cocinero  de  Don  Onofre.  Ei 
Señor  Josef  García. 

Martin  ,  criado  de  Joaquín.  El  Señor  Jo  se  i 
Oros. 

Claudia  ,  criada  de  Don  Onofre.  La  Señor. 
Joaquina  Briones. 

Perico.       7 

-^  ?  Lacayos  de  Don  Onofre. 

Domingo.     \         J 

Los  Señores  Josef  Cortes  y  Juan  Ca 

sanova.  ■■- 1 

cuer 

ñora 

os  ( 

fe? 

mi  a 
m. . 

arrasi 
¡lie  i 


Un  Escribano.  El  Señor  Tomas  López. 


.  i 


ceso 
mas  c 


m 

ACTO    PRIMERO. 

La    Scena    en   Barcelona  ,    en   casa 
de  Don  Onofre. 

SCENA     PRIMERA. 

Jacinto  y  Luisa* 

'Jac.  ¿Qué  es  esto,  amada  Luisa l  ¿Después  de  las 
apreciables  seguridades,  con  que  habéis  tenido 
la  bondad  de  acreditarme  vuestra  fe,  os  en- 
cuentro ahora  melancólica?  ¿Vos  suspiráis,  se- 
ñora, en  medio  de  mi  alegría?  ¡O  Dios!  ¿Acaso 
os  causa  ya  sentimiento  el  haberme  hecho  fe- 
liz? 2 os  arrepentís,  decidme,  del  empeño  á  que 
mi  amor  ha  podido  resolveros? 

Luis.  No ,  Jacinto ,  no  puedo  arrepentirme  de  lo 
que  he  hecho  por  vos  :  al  contrario  me  siento 
arrastrar  a  ello  por  un  impulso  tan  halagüeño, 
que  no  me  dexa  ni  aun  fuerzas  para  desear  lo 
contrario.  Pero  si  os  he  de  decir  la  verdad ,  el  su- 
ceso me  da  mucha  inquietud  ,  y  temo  amaros 
mas  de  lo  que  quizá  debia. 

Ai 


(6) 

Jac,  ¿Y  qué  podéis  temer  en  la  bondad  con  que 
os  dignáis  favorecerme? 

Luis,  j Qué  puedo  temer !  ¡6  Dios  mió!  Debo  te 
mer  cien  cosas  a  un  mismo  tiempo.  Los  enojos 
de  un  padre ,  las  reconvenciones  de  una  familia, 
la  censura  de  las  gentes ,  y  mas  que  todo ,  Ja- 
cinto, la  mudanza  de  vuestro  corazón,  y  la  in 
diferencia  criminal  con  que  los  de  vuestro  sexo 
suelen  corresponder  freqüentemente  á  los  testi 
monios  demasiado  ardientes  de  un  inocente  amor. 

Jac.  ¡Ah!  no  me  hagáis  la  ofensa  de  juzgarme 
por  los  demás.  Rezelad  de  mí  sobre  todo  lo  que 
queráis ,  menos  de  que  pueda  faltar  á  lo  que  os 
debo.  Os  amo  demasiado  para  eso,  y  mi  amor 
hacia  vos  durará  mientras  que  durare  mi  vida 

Luis,  ¡  Ah !  Jacinto :  cada  uno  dice  lo  mismo.  To- 
dos los  hombres  son  iguales  en  las  palabras; 
pero  las  acciones  son  las  que  los  manifiestan  di- 
ferentes. 

Jac.  Pues  si  solo  las  acciones  hacen  conocer  lo 
que  somos ,  esperad  á  lo  menos  á  juzgar  de  mi 
corazón  por  las  mias ,  y  no  me  busquéis  delitos 
en  los  injustos  temores  de  una  funesta  previsión. 
Yo  os  pido  no  me  traspaséis  con  los  sensibles 
golpes  de  una  sospecha  injuriosa  ,  y  que  me  deis 


[ni 


(7) 

tiempo  para  convenceros  por  medio  de  repeti- 
das pruebas  de  la  fidelidad  de  mi  amor. 
mís.  ¿Quán  fácilmente  se  logra  convencer  á  los 
que  aman!  Sí,  Jacinto:  yo  considero  vuestro 
corazón  incapaz  de  engañarme:  creo  que  me 
amáis  con  un  amor  verdadero ,  y  que  me  seréis 
fiel:   no  quiero  dudar   nada  sobre   este  punto; 

m     pero  mi   temor   queda  con  la  aprehensión  del 
desprecio  con  que  se  me  juzgará  por  las  gentes. 
Jac.  ¿Pero  por  qué  ese  temor? 

3  Luis,  Yo  no  tendría  que  temer  nada ,  si  os  mira- 
sen con  los  ojos  con  que  yo  os  miro ,  pues  en- 
cuentro en  vuestra  persona  con  que  justificar  la 
acción  que  he  hecho  por  vos.  Mi  corazón  tiene 
para  su  defensa  todo  vuestro  mérito ,  y  el  agra- 
decimiento en  que  el  cielo  me  comprometió  á 
vuestro  favor.  Yo  me  represento  á  todas  horas 
este  peligro  grande  en  que  mutuamente  se  en- 
contraron nuestras  primeras  miradas ;  esa  ge- 
nerosidad heroyea  que  os  hizo  exponer  vuestra 
vida ,  por  libertar  la  mia  del  furor  de  las  ondas; 
esos  cuidados  afectuosos  y  tiernos  que  me  de- 
mostrasteis después  de  haberme  sacado  de  las 
aguas ;  y  los  rendimientos  infatigables  de  un 
amor  que  no  han  podido  entibiar  el  tiempo ,  ni 

A  4 


le  mis 
san* 
tai 


(3) 

las  dificultades;  y  que  haciéndoos  posponer  1 
patria  y  los  parientes ,  os  detiene  en  estos  lu- 
gares disfrazado  vuestra  suerte  ,  reduciéndoo 
al  destino  de  doméstico  de  mi  padre ,  por  teñe  i  h 
el  gusto  de  verme.  Todo  esto  produce  en  m 
sin  duda  un  efecto  maravilloso,  y  es  muy  su- 
ficiente a  mi  entender  para  justificarme  del  em-Jí.Yo! 
peño  en  que  he  podido  consentir  ;  pero  no  e 
suficiente  tal  vez  para  justificarme  á  los  ojos  dtj  m 
las  gentes ;  y  rezelo  que  no  se  conformen  cor 
mis  sentimientos. 
Jac.  No  me  recordéis ,  señora ,  acciones  que  de 
ningún  modo  merecen  ocupar  vuestra  memoria, 
y  que  debo  sentir  labren  en  vos  algún  agradecí 
miento ,  quando  solo  por  mi  amor  pretendo  con-j  bmbrí 
seguir  vuestro  cariño.  Por  lo  que  hace  á  los  de-  urse  á 
mas  escrúpulos  que  os  atormentan ,  es  claro  quet  w  ei 
vuestro  padre  mismo  toma  bastante  cuidadoi  jy¡ 
de  justificaros  á  todo  el  mundo :  y  el  exceso:  m 
de  su  avaricia ,  y  la  austeridad  con  que  vive  corij  dolar! 
sus  hijos  podrían  autorizar  cosas  mucho  masi  nfos 
extrañas.  Perdonadme,  amada  Luisa,  si  hablot ¡ no 
así  en  vuestra  presencia :  vos  sabéis  que  sobre;  y0 
este  particular  no  se  puede  decir  bien;  pero  e« 
fin ,   si    como  lo  espero ,  consigo   tener  noticias 


c;a<u 

p  áe 

¡km 
w  re 

par  si 

isie  ti- 


lo ( 

HCOí 


(9) 

de  mis  parientes ,  debemos  esperar  también  nos 
sea  favorable:  yo  las  aguardo  con  impaciencia, 
y  si  tardan  en  venir ,  iré  á  buscarlas  en  persona. 
uis.  No,  Jacinto,  no  os  vayáis  de  aquí:  yo  os 
lo  pido :  pensad  solo  en  conseguir  la  estimación 
de  mi  padre. 
e3  de .  Vos  miráis  como  me  comporto  con  él ,  y  las 
}  3  ¡extrañas  condescendencias  de  que  he  tenido  que 
•  3  usar  para  introducirme  en  su  casa ;  baxo  qué  más- 
ü  cara  de  simpatía  y  unión  de  sentimientos  me  he 
disfrazado  para  darle  gusto ;  y  qué  carácter  es- 
:  i  toy  representando  con  él  todos  los  dias  para  lo- 
-i  grar  su  cariño.  Yo  hago  progresos  admirables  en 
W  este  punto ,  y  experimento  que  para  ganar  los 
con  hombres  no  hay  medio  mejor  que  el  de  ador- 
ie  íarse  á  sus  ojos  de  sus  mismas  inclinaciones.  En- 
om  "rar  en  sus  máximas ,  incensar  sus  defectos ,  y 
iplaudir  lo  que  ellos  hacen.  No  hay  que  tener 
:emor  de  dar  en  la  demasía  quando  se  trata  de 
coa  idularlos :  los  mas  sutiles  vienen  á  ser  los  mas 
mj  udos  en  atacándolos  por  el  camino  de  la  lisonja, 
iblí  r  no  puede  haber  nada  por  impertinente  y  ri- 
ta lículo  que  sea ,  que  no  se  haga  tragar  sazonán- 
dolo con   alabanzas.   La  sinceridad   padece   un 
oco  en  el  oñcio  que  hago  j  pero  quando  se  ne- 


:esi 


(10) 

cesita  a  los  hombres  es  necesario  acomodarse 
su  modo  de  pensar ,  y  puesto  que  no  se  pod 
ganarlos  sino  por  este  camino ,  la  falta  no  está 
los  que  adulan ,  sino  en  los  que  quieren  ser  ad 
lados. 

Luis.  ¿Pero  por  qué  no  procuráis  ganar  también 
favor  de  mi  hermano ,  por  si  acaso  la  criada  ql'  •* 
sabe  nuestro  secreto  llegase  á  revelarle?  Wñí 

Jac.  No  se  puede  componer  el  uno  con  el  ot 
porque  el  espíritu  del  padre  y  del  hijo  son  coJ 
tan  opuestas,  que  es  dificultoso  reunir  estas 
confidencias.  Vos  de  vuestra  parte  manejaos  i 
vuestro  hermano  sirviéndoos  del  cariño  que 
tiene  para  atraerle  á  nuestro  partido.  El  vié  ffl0 
yo  me  voy ;  aprovechad  este  rato  para  habla  :e 
y  no  le  reveléis  sino  aquello   que  os   paré 
conveniente. 

Luis.  No  sé  si  tendré  valor  para  decirle  algo 
asunto. 

SC  EN  A     II. 

Joaquín  y  Luisa, 

Joaq.  Me  alegro  hallarte  sola,  querida  herm  h or 
porque  tengo  ganas  de  hablar  contigo  para'^ro 
cubrirte  un  secreto.  '^°>i 


nos 

'¿do 
no 

íXi 
01 

Sü  p. 

ístra 
i  en  lj 


(II) 

ry  is.  Joaquín  mío ,  { qué  tienes  que  decirme? 
:4«  iq.  Mucho,  Luisa  mia  ,  mucho,  mucho;  en  una 
Ktí  jalabra...  estoy  enamorado. 
:  i  ¿r.  i  Tú  enamorado  ? 

%q.  Sí ,  estoy  enamorado ;  y  sé  que  dependo  de 
bien in  padre ,  a  cuya  voluntad  me  somete  el  nom- 
;:  i  >re  de  hijo :  sé  que  nosotros  no  debemos  empe- 
gar nuestra  fé  sin  el  consentimiento  de  los  que 
.  aj  os  han  dado  la  vida ;  que  el  cielo  los  ha  hecho 
:c():ueños  de  nuestros  deseos,  y  que  nos  es  pro- 
os  i  ibido  disponer  de  nosotros  sin  su  anuencia :  sé 
:,5(ue  no  hallándose  poseídos  de  ardores  juveniles, 
encuentran  en  disposición  de  no  engañarse 
¡eDmo  nosotros  ,  y  de  conocer  y  distinguir  lo 
[jjj  oe  nos  conviene ;  que  es  necesario  seguir  la  luz 
ireí  su  prudencia,  mas  bien  que  la  ceguedad  de 
lestra  pasión ,  y  que  la  fogosidad  y  débil  jui- 
d  en  la  juventud  nos  arrastra  freqüentemente 
precipicios  bien  fatales.  Todo  esto  lo  sé,  y 
io  te  lo  digo  también  para  que  no  te  canses 
.decírmelo,    porque    hallándose   mi  amor  en 
¡posición  de  no  escuchar  nada  ,  quiero  y  te 
implico  omitas  las  reconvenciones. 
„r2l.  ¿Pero  te  hallas  empeñado  con  la  que  amas? 
r.  No ,  mas  estoy  resuelto  á  ello;  y  así  te  pido 


:;e 


algo 


(12) 

nuevamente  no  intentes  disuadirme.  'flrrc 

Luis.  ¿Acaso  me  juzgas  tan  inconsiderada? 

Joaq.  No  ,  Luisa ;  pero  tú  no  amas  :  ignoraslias 

dulce  violencia  que  hace  sobre  nuestros  cora:  ais 

nes  un  amor  verdadero,  y  yo  sé  tu  mucho  juit  ib 

Luis,  ¡  Ay  Joaquín!  dexémonos  de  mi  juicio,  pi  i\ 

no  hay  en  el  mundo  persona  que  no  le  pierd  es: 

lo  menos  una  vez  en  su  vida ;  y  si  yo  te  des;  iber 

briese  mi  corazón  ,  quizá  me  encontrarías  mé  ¡;.  1 

juiciosa  que  tú.  i  ¡o  se 

Joaq.  ¡Ojalá  que  tu  alma  sintiese  como  la  miabiea 

Luis.  Concluyamos  antes  tu  asunto,  y  dime  ¿<ji  buz 

es  tu  amada  ?  i  w 

Joaq.  Una  joven  que  vive  desde  poco  tiempo  i¡  mu 

este  barrio  ,  y  parece  formada  para   engen  ¡ienci 

amor   en   todos   quantos  la   miran.  La   natl  i  avaí 

leza    no  creo    haya   producido  jamas  cosa  I  üitadc 

digna  de  ser  amada  ;  y  yo  te  confieso  queunaqi 

hallé  enagenado  desde  el  momento  que  la  vi  i  lo 

llama  Mariana  ,  y  vive  baxo  la  conducta  de  lanJe 

madre  que  casi  siempre  enferma  recibe  d&  ¡f.  ¡A 

amable  hija  unas  demostraciones  de  cariño  |  uedes 

imaginables ,  sirviéndola ,  compadeciéndola  y'  Jas  cru 

solándola  con  una  ternura  que  conmueve  ttí  ¡  nos  ti 

alma.  Se  maneja  en  quantas  cosas  hace  ccudei 


i 


:  a 


'(i3) 

ryre  el  más  encantador  del  mundo  ,  y  en  todas 
¡us  acciones  se  ven  brillar  un  conjunto  de  gra- 
fías ,  una  dulzura  llena  de  atractivos ,  una  bon- 
dad seductiva  ,  una  sencillez  adorable,  una...  ¡ah 
Luisa!  ¡  quinto  me  alegrara  que  la  hubieses  visto! 
is.  Yo  veo  muy  bastante  en  todo  lo  que  me  di- 
íierJLes  :  y  para  comprehender  su  mérito  me  basta 
¿es  ;aber  que  tu  la  amas. 
uq.  Yo  he  llegado  á  descubrir  con  disimulo  que 
10  se  hallan  nada  sobrantes ,  y  que  a  pesar  de 
¿u  economía  ,  los  medios  que  pueden  tener  no 
ilcanzan  á  sus  necesidades :  con  que  haciéndote 
:argo  del  regocijo  que  causa  el  mejorar  la  suerte 
emp  ie  una  persona  que  se  ama  ,  deduce  por  conse- 
jen ^üencia  quál  será  mi  sentimiento  al  ver  que  por 
nata  avaricia  de  un  padre  me  encuentro  imposi- 
osá  militado  de  tener  este  gusto  ,  y  de  dar  á  la  per- 
qué ona  que  adoro  alguna  prueba  de  mi  cariño. 
latiw.  Lo  conozco  j  hermano  ;  y  confieso  debe  ser 
rande  tu  aflicción. 

tq...  ¡Ay  Luisa!  es  mas  grande,  de  lo  que  tu 
»uedes  imaginar  ;  porque  ¿  puede  haber  cosa 
las  cruel  que  esta.rigorosa  economía  con  que 
e  nos  trata ,  y  esta  extraña  miseria  en  que   se 


rea 


jcc'Os  dexa  padecer?  ¿de  qué  puede  servirnos  la 


p 

nos, 


jue  t 


(«4 

riqueza ,  si  no  la  logramos  en  la  edad  en 
se  disfruta  de  ella?  ¿si  aun  para  mantenerme 
cesito  empeñarme  ahora ,  y  si  para  vestirme, 
gularmente  tengo  que  acudir  todos  los  dias  i 
codicia  de  los  mercaderes?  En  fin  ,  he  quei1 
hablarte  sobre  todo  esto  con  el  objeto  de  que 
ayudes  a  sondear  a  nuestro  padre  sobre  los  s 
timientos  en  que  me  hallo ,  baxo  el  supuesto 
que  si  le  encuentro  contrario  á  mis  deseos ,  t! 
go  resuelto  marcharme  con  la  hermosa  Mari 
á  disfrutar  en  otros  lugares  la  fortuna  que 
cielo  quiera  dispensarme.  Para  esto  hago  bu]  m^{ 
dinero  á  qualquier  premio,  y  si  tu  modo  de  j'  í'^ 
sar  ó  tu  interior  se  conforma  algo  con  el  ¿ 
nosotros  podremos  libertarnos  de  la  miserable 
tuacion  en  que  su  avaricia  nos  tiene  toda  la  ti  P1 

Luis.  Es  cierto  que  todos  los  dias  nos  da  m;  aictl: 
mas  motivos  de  sentir  la  muerte  de  nuestra  i ¡,tl  ^ 
dre  ,  y  que...  j  ''™e 

Joaq.  Calla ,  que  oigo  su  voz.  Vamos  adentre 
trataremos  el  medio  de  atacar  juntos  la  du 
de  su  genio. 

Vanse. 


njt 


«ellaj 


(15) 

SCENA    III. 

Don  Onofre  y  Martin, 


tof.  Fuera  de  aquí  al  instante  ,  sin  replicar.  Va- 
mos ,  echarle  de  casa  a  este  maestro  de  gatería, 
gazapo  de  la  horca. 

Aparte. 
Jart.  En  mi  vida  he  visto  hombre  mas  malvado 
u  •  que   este   maldito  viejo  ;    es  imposible  que   no 
tenga  ,  como  dice  la  gente  ,  los  diablos  en  el 
cuerpo. 

iof.  ¿Qué  rumias  entre  dientes? 
rart.  Nada;  pero  querría  saber  ¿por  qué  me  echa 
vm,  de  casa? 

iof.  Bribón,  ¿ahora  me  vienes  a  pedir  razones? 
Marcha  aprisa  ,  no  sea  que  te... 
art.  Mas  señor  ,  ¿  qué  le  he  hecho  yo  á  vm.  ? 
:of.  Me  has  hecho  el  que  me  da  la  gana  de  que 
te  vayas. 

art.  Su  hijo  de  vm.  me  mandó  que  le  esperase. 
of  En  la  calle  se  le  espera  ,  y  no  en  mi  casa 
hecho  un  fantasma  observando  lo  que  se  hace 
en  ella  para  no  perder  las  ocasiones  de  atrapar 
algo.  Yo  no  quiero  tener  á  todas  horas  delante 


m 
i 

:e  p 

el  n 

¡rabil 

la 

im 
tía 

M 


u 


(i6) 

de  mí  una  espía  de  mis  negocios  ;  un  traído^/. 
cuyos  ojos  malditos  asedian  todas  mis  accione  J.  i 
devoran  lo  que  tengo  ,  y  escudriñan  por  todjfof/.1 
partes  para  ver  si  hay  algo  que  robar.  J[; 

Mart.  ¿Cómo  diantre  quiere  vm.  que  se  le  puejfr/,; 
robar  ,  quando  todo  lo  tiene  encerrado  ,  y  es,  J  Si 
de  dia  y  de  noche  hecho  un  perenne  centinela 

Onof.  Encierro  lo  que  me  parece  ,  y  hago  la  cej  y¡t  ] 
tinela  que  me  da  la  gana.  Vea  vm.  unos  mo,  j¡  .\ 
cones  que   se   ocupan   en  observar   lo   que  ]  y  \ 

haS°-  ¡4h 

temo  no  haya  sospechado  alguna  cosa  de  mi  i  y  .¡j 
ñero.  .  m\ 

Alt0'  _    lar! 

Díme:  ¿serás  tú  capaz  de  ir  diciendo  por  ahí  q  j.q 

yo  tengo  en  mi  casa  dinero  oculto? 
Mart.  ¡Qué!  ¿tiene  vm.  dinero  oculto? 
Onof.  No  digo  eso  ,  bribón  :  me  desespero :  dii  l,  iyf 

¿si  maliciosamente  irás  tu  diciendo  que  le  teng 
Mart.  ¿  Y  qué  me  importa  que  vm.  le  tenga  ó 

le  tenga  ,   si  para  mí  es  lo  mismo  ? 
Onof.  ¡  Ola!  ¿ahora  te  me  pones  á  razonar?  march 
Mart.  Ya  me  voy. 
Onof.  Espera  ,  espera :  ¿me  llevas  alguna  cosa  j 


k 


«le  he 
fe 


fct<Cü¡J 


07) 
art.  ¿Qué  le  tengo  de  llevar  á  vm.  ? 
?/.  A  ver  ,  acércate  :  muestra  las  manos. 


10 


m  r 


-¡ 


í¿zr/.  Véalas  vm. 
lof.  Las  otras. 
fcr/.  ¿Las  otras? 
nof.  Sí. 

Volviendo  las  palmas  abaxo, 
\art.  Véalas  vm. 

tof.  ¿No  tienes  aquí  dentro  nada? 
lart.  Véalo  vm. 

lof  Estos  bolsillos  grandes  son  muy  á  propósito 
para  ocultar  lo  que  se  roba. 
r.art.  \  Ah  ,  qué  bien  empleado  le  sucediese  lo  que 
teme!  ¡y  quinto  me  alegraría  yo  de  poderle 
robar ! 
tof.  ¿Como? 
rart.  ¿Qué? 

zof.  ¿Qué  es  lo  que  dices  de  robar? 
rart.  Digo  que  vm.  registra  lindamente  para  ver 
si  le  he  robado. 

Sigue  registrando  las  faltriqueras  ,  &c, 
tof  Me  da  la  gana. 

Aparte* 
Tart.  Mal  haya  la  avaricia  y  los  avariciosos. 
iqf.  ¿Cómo?  ¿qué  dices? 

B 


(.8) 
Mart.  | Que  qué  digo? 
Onof.  Sí :  ¿qué  dices  de  avaricia  y  avariciosos?    hi 
Mart.  Digo  que  mal  haya  la  avaricia  y  los  avari  ¡oj! 
ciosos.  y 

Onof.  ¿Y  de  quién  hablas?   -  ,  ^ 

Mart.  De  los  avariciosos.  ¡  (ír/, 

Onof.  ¿Y  quiénes  son  esos  avariciosos? 
Mart.  Unos  entes  viles ,  feos  y  horrorosos. 


,íj 


K0Q 

0;z(^/*.  ¿Mas  qué  das  á  entender ,  ó  qué  entienda  {¡a, } 

tu  por  esoí1, 
Mart.  Sea  lo  que  fuere  :  ;  vm.  de  qué  se  enfad; 
Onof.  Me  enfado  de  lo  que  es  menester. 
Mart.  ¿Vm.  cree  que  yo  hablo  de  él? 
Onof.  Yo  creo  lo  que  creo  ;  pero  quiero  me  diga 

¿á  quién  hablas  quando  dices  eso  ?  L  \: 

Mart.  Yo  hablo...  hablo  á  mi  sombrero.  J^ 

0/7tf/*.  Y  yo  también  puede  que  hable  a  tu  cabe2 
Mart.  ¿  Me  impedirá  vm.  maldecir  los  avaricioso 
Onof.  No  ;  pero  te  impediré  el  ser  insolente 
Mart.  Yo  no  nombro  á  nadie  :  el  que  se  pique  q:  zado  ei 

se,  rasque. 
Onof.  Cuidao... 

Mart.  ¿  Con  que  está  vm.  satisfecho? 
Onof.  Vamos  ,  restituye  sin  registrarte, 
Mart.  ¿El  qué.? 


tam 

ver.; 
la  as 


sos 

les ■ 


iqf.  Lo  que  me  has  quitado. 

rart.  Yo  no  le  he  quitado  á  vm.  nada» 
tf  lof.  ¿De  veras? 

rart.  De  veras. 

*<?/'.  Marcha ,  pues ,  con  dos  mil  diablos. 

rart.  Este  sí  que  es  buen  despedimiento. 

wf,  A  lo  menos  ya  ves  que  lo  dexo  á  t»  con- 
ciencia, 
¡m  í?r/.  Muy  bien. 

F¿«¿. 


ai 


SCENA    IV. 
D.  Gnofre  solo. 


of.  Vea  vm.  un  canalla  de  criado  que  me  incomo- 
daba mucho  ;  porque  no  me  agrada  mirar  con- 
ie¡  tinuamente  á  mi  lado  estos  semi-alanos  cojos.  A 
oí(  la  verdad  no  es  poco  trabajo  el  guardar  en  casa 
una  gran  suma  de  dinero  :  se  halla  uno  embara- 
ce (j  zado  en  inventar  sitio  seguro  y  oculto  ;  porque 
n  mi  opinión  los  cofres  fuertes  son  tan  sospe- 
chosos ,   que  yo  jamas  quiero  fiarme  de  ellos, 
pues  justamente  son  el  zelo  de  los  ladrones  ,  y 
o  primerito  que  atacan. 


B? 


(20) 

SC  EN  A    V. 

Don  Onofre  ,  Luisa  y  Joaquín. 

Creyendo  estar  solo. 


\  nf 


" P 


Onof.  Sin  embargo  ,  no  sé  si  habré  acertado  en  I 
pultar  en  el  jardín  los  dos  mil  doblones  que  ci  wj, 
bré  ayer.  Dos  mil  doblones  en  oro  es  una  caní 
dad  bastante  crecida  para  guardarla  en  casa. 

Vé  d  sus  kijos. 

Por  vida  de...  ¿  si  me  habré  vendido  yo  á 

mismo  ?  ¿si  habré  hablado  demasiado  alto  discu  d  ( 

riendo  hallarme  solo  ?  ¿qué  es  eso  ?  j  W  ; 

Joaq.  Nada  ,  padre.  .Jlj^ 

Onof.  ¿Ha  mucho  tiempo  que  estáis  ahí?  jW] 

Luis.  Ahora  acabamos  de  llegar.  Jjj/J 

Onof.  Habéis  oido...  ¡\'m\ 

Joaq.  Q;  ué  ,  padre  ?  i  b/,  \[ 

Onyf.  aquello... 

LvAs.  ¿Quál  ? 

Onof.  Lo  que  acabo  de  decir. 
Joaq.' No  señor. 
Onof.  ¿De  veras ,  de  veras  ?  \fy.s 


Luis.  Perdone  vm.  padre  mío. 


na  ce 
Mal 

jaros , 


íliai; 


1 


Ytof.  Yo  conozco  que  habéis  oído  alguna  cosa  :  es 

I  que  yo  hablaba  conmigo  mismo  del  trabajo  que 

I  cuesta  en  el  dia  de  hoy  guardar  el  dinero;  y  de- 

I  cia ,  que  es  bien  dichoso  el  que  puede  tener  en 

I  su  casa  dos  mil  doblones, 

\oaq.  Nosotros  temíamos  llegar  por  no  interrum- 
piros. 
-\nof.  Yo  me  alegro  de  deciros  esto  para  que  no 
toméis  las  cosas  al  contrario  ,  y  imaginéis  que 
soy  yo  quien  digo  que  tiene  los  dos  mil  doblones. 

baq.  Nosotros  no  nos  metemos  en  los  negocios 
de  vm. 
■■Ünof.  Ojalá  que  yo  tuviese  los  dos  mil  doblones. 

oaq.  No  creo  que... 

nof.  j  O  i  esto  sería  una  gran  felicidad  para  mí. 

oaq.  Esas  son  cosas... 

nof  Buena  necesidad  tengo  de  ellos. 

roaq.  Yo  juzgo... 

nof.  Mucho  me  acomodara  ,  y  no  me  compadece- 
ría como  me  compadezco  de  lo  miserables  que 
están  los  tiempos. 

roaq.  Vos ,  padre  mió  ,  no  tenéis  motivo  de  que- 
jaros ,  pues  se  sabe  que  tenéis  bastantes  bienes. 
m>fi  ¿Cómo  es  esow?  ¿yo  tengo  bastantes  bienes? 
Mienten  los  que  lo  han  dicho :  no  hay  cosa  mas 
B3 


(22)       * 

falsa :  los  picaros  son  los  que  hacen  correr  esí 
voces. 

Luis,  No  os  enfadéis  por  eso  ,  padre  mío. 

Onof  Cosa  bien  extraña  es  el  que  mis  propíos  hijo 
se  conviertan  en  mis  enemigos ,  y  me  vendan. 

Joaq.  ?  Acaso  es  ser  enemigo  de  vm.  el  decir  qu 
tiene  bastantes  bienes? 

Onof.  Sí  señor.  Semejantes  discursos  ,  y  los  gaste 
que  vm.  hace  ,  serán  motivo  para  que  algún  dí 
se  me  venga  á  degollar  en  mi  casa ,  creyendo  qu 
me  hallo  cocido  de  doblones. 

Joaq.  ?  Y  qué  gasto  tan  grande  es  el  que  yo  hago 

Onof.  Una  friolera :  ¿  pues  hay  nada  mas  escanda 
loso  que  esos  adornos  con  que  os  paseáis  por  la 
calles  ?  Yo  regañaba  ayer  á  tu  hermana  ;  per 
esto  es  mucho  peor.  Ya  te  lo  he  dicho  veintib/.V 
veces ,  hijo  mío ;  todo  tu  porte  me  desagrada  otra ; 
has  dado  en  la  manía  de  parecer  Marques ,  y  es«  Uirii 
no  lo  puedes  sostener  sino  robándome. 

Joaq.  ¿  Y  cómo  quiere  Vjm.  que  yo  le  pueda  robaí 

Onof.  ¡  Qué  sé  yo !  ¿  pero  de  dónde  sacas  tú  par 
mantener  ese  tren? 

Joaq.  Bs  que  soy  afortunado  en  el  juego ,  y  lo  qui  lé. 
gano  lo  empleo  en  mi  persona.  á  vm 

Onof  Muy  mal  hecho :   si  eres  afortunado  en  c 


juego, 
interés 

tirio  J 
lie  las  i 
duras ) 
délos 
corche 
ter  acá 
ciiandi 
nada? 
loraéi 
tiespi 
dolí 
loas  \ 
m,  \ 


loe 
fvm 


islii 
dan 


juego  ,  debías  aprovecharte  de  él ,  poniendo  a  un 
interés  regular  el  dinero  que  ganases  para  encon- 
trarlo algún  dia.  Yo  quisiera  saber  ,  sin  hablar 
de  las  demás  cosas ,  ¿de  qué  sirven  esas  botona- 
duras ,  esas  hebillas ,  y  esos  lazos  que  te  cubren 
de  los  pies  á  la  cabeza  ,  quando  una  docena  de 
corchetes  hacían  el  mismísimo  efecto?  ¿es  menes- 
ter acaso  emplear  el  dinero  en  arañarse  los  pelos, 
quando  los  naturales  están  mejor  ,  y  no  cuestan 

lo^  nada?  Yo  apuesto  a  que  en  esas  fruslerías  hay 
lo  menos  unos  veinte  doblones ;  y  veinte  doblo- 
nes producen  al  cabo  del  año  dos  doblones  y 
veinte  y  quatro  reales ,  aunque  no  sea  sino  al 
mas  pequeño  interés  de  doce  por  ciento. 
Joaq.  Vm.  tiene  razón. 
)nof.  Vaya ,  dexemos  eso ,  y  vamos  á  hablar  de 

zrad     otro  asunto. 

vei  Advirtiendo  que  se  hacen  señas  los  dos  hermanos. 
¿Eh? 

Aparte. 
Yo  creo  que  se  hacen  señas  para  robarme.  ¿  Qué 
quieren  decir  esos  gestos  ? 

ci  Luis.  Nos  los  hacemos  sobre  quién  ha  de  hablar 
á  vm.  el  primero  ,  porque  ambos  tenemos  que 
decir  una  cosa. 

B4 


gas 


»rl 


in) 

Onof.  Y  yo  también  tengo  que  deciros  otra  cosa  t(i 
los  dos.  i  iíj.I 

Joaq.  Es  que  la  nuestra  se  dirige  á  matrimonia  jf.  i 
padre  mió.  j¡.¡ 

Onof.  De  matrimonio  es  de  lo  que  yo  quiero  tann  { (( 
bien  hablaros.      <  <  jiesi 

Z«íj.   ¡Ah  padre  mío!  j^,S 

O/zo/".  ¿Qué  es  eso?  Digo  ,  ¿es  la  voz  de  matrimai  f.j! 
nio  ,  6  el  matrimonio  mismo  lo  que  os  da  temon  «i 
hija  mia?  i  j,  ¡{ 

Luis.  El  matrimonio  puede  hacernos  temer  á  lotí ».  S 
dos  ,  si  nuestros  deseos  no  se  hermanasen  coi^.j! 
la  elección  de  vm.       «  ii^.F 

Onof.  Poco  á  poco  ,  y  no  os  asustéis.  Yo  sé  lo  qu<  /,  Se 
conviene  a  los  dos,  y  ni  uno  ni  otro  tendréis  ma  ipa 
tivo  de  quejarse  de  lo  que  quiero  hacer;  y  par.  u, I 
principiar  por  un  cabo  ,  díme  Joaquín  ¿has  visti  |rtam 
una  joven ,  llamada  Mariana  ,  que  vive  no  léjoj  b  | 
de  aquí  ?  i  ( £ 

Joaq.  Sí ,  padre  mió.  ¡  eenc 

O?^/.   ¿Y  tú?  L 

Luis.  Yo  no  la  he  visto;  pero  he  oído  hablar  d,  |,$e 

ella.  jfi,, 

0»q£  ¿Y  qué  tal  te  parece  esta  niña?  ;  pe  si 

y<?¿7£.  Muy  amable  seguramente.  :  1  coi. 


(*5) 

of.  i  Su  fisonomía? 

aq.  La  mas  sencilla  y  llena  de  espíritu. 

of.  ¿Su  ayre  y  su  modo? 

nq.  Admirables  sin  duda  alguna. 

of.  i  Crees  que  una  joven  semejante  es  digna  de 

me  se  piense  en  ella? 

m.  Sí,  padre  mió. 
4pf*  ¿Y  que  es  un  partido  apreciable? 

aq.  Apreciabilísimo. 

rf.  ¿Que  tiene  traza  de  gobernar  bien  una  casa? 

tíq.  Sin  duda. 

tf.  ¿Y  que  un  marido  será  feliz  con  ella? 

zq.  Fixamente. 

)f.  Solo  hay  una  pequeña  dificultad  ,  y  es  que 

ne  parece  no  tiene  demasiados  bienes. 

iq.  Los  bienes  ,  padre  mió  ,  no  es  cosa  tan  im- 
¡  vis  »ortante  quando  se  trata  de  casar  con  una  per- 
) léjfl  lona  honrada  y  virtuosa. 

)f.  Es  verdad  :  eso  quiere  decir  que  lo  que  no 

e  encuentra  por  una  parte  se  puede  ganar  por 

tra. 
ktq.  Se  entiende. 

>/.  En  fin,  me  alegro  que  penséis  como  yo,  por- 

lie  su  aspecto  y  su  afabilidad  me  han  ganado 

1  corazón  ;  y  con  tal  cnie  tenga  alguna  cosilla 


si  ni 


"(26) 

de  caudal,  estoy  resuelto  á  casarme  con  ella 
Joaq.  ¡Ay! 
Onof.  ¿Qué? 

Joaq.  Vm.  dice  que  está  resuelto... 
Onof.  A  casarme  con  Mariana. 
Joaq.  ¿Quién?  ¿vm.?  ¿  vm.  ?  ¡w 

Onof.  Sí;  yo,  yo:  ¿qué  quiere  decir  ese  asty 

mentó  ? 

Joaq.  Yo  no  sé  qué  me  da  :  voyme  de  aquí.    <  i 
Onof.  Eso  no  será  nada  :  vé  á  la  cocina  á  beber 

gran  vaso  de  agua  clara.  L¿ 

SCENA    VI. 

I  ero  i 
Don  Onof  re  y  Luisa. 

Onof.  Vea  vm.  los  mozal vetes  de  ahora  soplan  ií;f 
y  no  tienen  mas  espíritu  que  una  gallina.  1  bs 
es  lo  que  he  resuelto  de  mí,  hija  mia.  Po^,}^ 
que  toca  á  tu  hermano  ,  yo  le  tengo  prepai¡  !  fr, 
una  viuda  ,  de  quien  se  me  ha  hablado  esta  \  \  \ 
ñaña  ;  y  á  tí  te  he  destinado  el  señor  Don  ¡te 
selmo.  í  rj.  No 

Luis,  i  Don  Anselmo  ?  i  b 

Onof.  Sí :   un  hombre  maduro  y  juicioso  ,  qn  i  $0¡, 
mas  que  tiene  son  cincuenta  años ,  y  cuyas  g  jvm 
des  riquezas  se  saben.  i£u. 


U7) 

lis.  Yo  no  quiero  casarme  ,  padre  míOj 
Haciendo  una  reverencia. 

;i  vm.  gusta* 

of.  Y  yo  quiero  que  vm.  se  case  ,  hija  miá. 
Remedándola. 

5Í  vm.  gusta. 

\is.  Perdóneme  vm. ,  padre  mío. 

of.  Perdóneme  vm.  ,  hija  mia. 

is.  Yo  soy  muy  servidora  del  señor  Don  Ansel- 

no  ;  pero  con  permiso  de  vm.  no  me  casaré 

:on  él. 

tf.  Y  yo  soy  muy  servidor  de  vm.  señorita, 

>ero  con  vuestro  permiso  vm.  se  casará  con  el 

:sta  noche. 
5opb|«.  i  Esta  noche  ? 

tf.  Esta  noche. 
•  tofo.  Eso  no  será,  padre  mío. 
«ep  jf.  Esto  será  ,  hija  mia. 
Mis.  No. 

tf.  Sí. 

is.  No ,  le  digo  a  vm. 

tf.  Sí ,  le  digo  yo  á  vm. 
fis.  Sobre  que  es  una  cosa  á  que  nó  me  reduci- 

á  vm. 

¡/".  Sobre  que  es  una  cosa  á  que  yo  la  reduciré 
vm. 


Doa 


(28) 

Luis.  Me  mataré  mas  bien  que  casarme  con  él 
Onof  Vm.  no  se  matará...  Mas  vea  vm.  qué  aud 

cia.  i  Se  habrá  visto  jamas  que  una  hija  hable 

esta  suerte  á  su  padre? 
Luis    ¿Pero  se  habrá  visto  jamas  que   un  pac1 

quiera  casar  á  su  hija  de  esta  suerte? 
Onof.  Es  un  partido  que  no  hay  nada  que  de< 

contra  él ,   y  yo  apuesto  á  que  todo  el  munj 

aprobará  mi  elección.  '  i 

Luis.  Y  yo  apuesto  á  que  ninguna  persona  de  ji) 

ció  podrá  aprobarle. 
Onof.  He ,  aquí  viene  Jacinto :  ¿  quieres  que  le  fc 

gamos  juez  de  este  negocio? 
Luis.  Desde  luego. 
Onof.  i  Te  someterás  á  su  dictamen? 
Luis.   Sí,  señor:  yo  pasaré  por  lo  que  él  diga 
Onof  Pues  ya  está  hecho. 


SC  EN  A     VIL 

Los  mismos  y  Jacinto, 


Onof.  Ven  acá ,  Jacinto :  nosotros  te  hemos  eleg 
para  que  nos  digas  quién  tiene  razón,  entre 
hija  y  yo.  fH 

Jac,  Eso  está  claro ;  vm.  la  tiene  sin  dificultad 


m 
cosa 
ti 

E 


fe 


-:.{ 


P* 


::i 


«o/*.  ;  Pues  qué !  ¿  sabes  tú  de  lo  que  tratamos  ? 
éaHJ  ¿c.  No,  señor;  pero  vm.  no  sabría  engañarse,  y 
por  consiguiente  digo  que  vm.  tiece  razón. 

nof.  Escucha:  yo  quiero  casarla  esta  noche  con 
un   hombre  rico  y  muy  juicioso,  y  la  atrevida 
me  dice  en  mi  cara  mofándose,  que  nose  ca- 
sará con  él.  ¿Qué  te  parace  de  esto? 
zA*c-  ¿Que  qué  me  parece? 

nof.  Sí. 
dej  'ac.   He,  he.. 

nof.  ¿Qué? 

ac.  Me  parece  que  en  la  realidad  tiene  vm.  ra- 
zón ,  y  nunca  puede  dexarla  de  tener ;  pero  he., 
tampoco  le  falta  á  la  señorita  enteramente. 

nof.  1  Como !  Don  Anselmo ,  es  un  partido  ven- 
tajoso ,  es  un  caballero  noble ,  juicioso ,  afable, 
muy  acomodado,  y  sin  hijo  alguno  de'  su  pri- 
mer matrimonio:  ¿como  podría  ella  encontrar 
cosa  mejor?  > 

"ac.  Es  verdad  ;  pero  la  señorita  podrá  decir  á 
vm.  que  precipita  demasiado  las  cosas,  y  que 
era  menester  a  lo  menos  algún  tiempo  para  ver 
si  su  inclinación  confrontaba  con... 

nof.  La  ocasión  dicen  que   es  calva,  y  se  debe 
tltjj  cooer  un  cabello.  Yo  encuentro  con  él  una  ven- 


uto' 
acc: 

f 


(3°) 

taja ,  que  no  la  encontraré  fácilmente  con  otr|ijn* 
porque  la  quiere  sin  dote. 

Jac.  ¿Sin  dote? 

Onof.  Sí. 

Jac.  ¡Ah!  ya  no  digo  nada:  es  una  razón  de  ib 
mas  convincentes ,  y  es  necesario  rendirse  á  el|  porci 

Onof.  Es  para  mí  un  ahorro  considerable. 

Jac.  Seguramente  :  eso  no  admite  contradiccio  li  tr; 
Es  verdad  que  su  hija  de  vm.  puede  hacerle  pri  5/  S 
senté  que  el  matrimonio  es  un  asunto  mas  gra¡  i,í 
de  lo  que  se  puede  creer :  que  depende  de  él 
felicidad  ó  infelicidad  de  toda  la  vida ,  y  que  u.|  u 
unión  que  debe  durar  hasta  la  muerte  no  se  \  jf¡l 
de  efectuar  jamas  sino  con  la  mayor  precaucioi  % 

Onof.  Sin  dote. 

Jac.  Vm.  tiene  razón:  eso  es  lo  que  lo  deci« 
todo :  es  claro.  Hay  gentes  que  podrían  decir 
vm.  que  en  semejantes  ocasiones ,  la  inclinad 
de  una  hija  es  sin  duda  una  cosa  que  se  de 
tener  muy  en  consideración;  y  que  esta  grife 
desigualdad  de  edades,  de  genio  y  de  sentimie 
tos,  expone  un  matrimonio  á  accidentes  mi|(,[ 
fatales...  J«st 

Onof.  Sin  dote. 

J#c.  A  eso  no  hay  réplica:  es  constante:  ¿ quinos e 


(30 

cJliantres  ha  de  ir  contra  eso?  No  porque  no  haya 
nfinidad  de  padres  que  querrían  mejor  la  satis- 
facción y  el  gusto  de  sus  hijas,  que  no  el  dote 
que  podrían  darlas ;  y  que  no  queriéndolas  sacri- 
icar  al  interés,  buscarían  mas  que  todo  el  pro- 
porcionar en  un  matrimonio  esta  amable  confor- 
midad, que  sin  cesar  mantiene  en  él  el  honor, 
a  tranquilidad  y  el  gozo ,  y  que... 
of.  Sin  dote. 

c.  Es  cierto:  eso  cierra  enteramente  la  boca, 
Sin  dote !  ¿  Qué  cosa  puede  haber  que  resista  á 
ma  razón  como  esa? 

of.  ¡  Ola !  i  me  parece  que  oigo  ladrar  al  perro :  si 
;e  andará  olfateando  mi  dinero?  No  te  vayas, 
jue  vuelvo  al  instante. 


SCENA    VIII. 


Jacinto  y  Luisa, 


iccil 

CiC 

cci 

:  l  is.  i  Te  burlas ,  Jacinto ,  hablándole  como  le 
labias  ? 

2  c.  Lo  hago  por  no  irritarle ,  y  para  conseguir 
íuestro  fin.  Constrastar  de  frente  su  modo  de  pen- 
ar es  el  medio  de  echarlo  á  perder  todo.  Hay  cíer- 
os  entes  que  es  necesario  acometerlos  rastrean- 


ÍSí) 

do;  temperamentos  enemigos  de  toda  resistenc 

■  naturales  reacios  á  quienes  la  verdad  hace  dq 
atinar ,  y  que  opuestos  siempre  al  recto  cami 
de  la  razón ,  no  es  posible  conducirlos  á  don 
se  intenta,  sino  a  costa  de  muchos  rodeos.  Aj: 
rentad  que  consentís  en  lo  que  quiere ,  y  ver 
como  logramos... 

Luis.  ¿Mas  este  matrimonio,  Jacinto? 

Jac.  Se  buscará  medio  de  deshacerle. 

Luis.  ¿Pero  qué  medio  quando  debe  verifica] 
esta  noche? 

Jac.  Es  necesario  pidáis  que  se  dilate  ,  fingien 
alguna  indisposición. 

Luis.  Y  si  llaman  los  médicos ,  se  descubrirá 
fingimiento... 

Jac.  Disparate,  ¿pues  qué  conocen  ellos  por  ve 
tura  los  mates?  No  os  dé  pena:  escoged  el  d 
lor  que  mas  os  agrade ,  baxo  la  segura  intelige 
cia  de  que  ellos  encontrarán  razones  para  í 
ciros  de  qué  procede. 


nod 

Í\ 
lia 

Sise 
Ice 


SCENA    IX. 

Don  Onofre  en  el  fondo  del  teatro. 
Onof.  No  ha  sido  nada ,  á  Dios  gracias. 


fe  t. 
1 1 


(33) 

Sin  verle. 

ac.  En  fin  ,  el  último  recurso  es  el  de  h  fuga  que 
nos  puede  poner  á  cubierto  de  todo :  y  si  vues- 
tro amor,  bella  Luisa,  es  capaz  de  una  firmeza... 

Vé  d  Don  Onofre. 
Sí,  es  necesario  que  una  hija  obedezca  á  su  pa- 
dre,  sin  detenerse  á  examinar   la   estatura    del 
marido ,  pues  quando  se  encuentra  en  él  la  gran 
razón  de  sin  dote ,  ella  debe  tomar  prontamen- 
te todo  lo  que  se  la  dé. 
lof.  Vea  vm.  lo  que  se  llama  hablar  bien. 
ic.  Perdóneme  vm.  si  me  he  excedido  algún  tan- 
to, tomando  el  atrevimiento  de  hablarla  de  este 
modo. 

lof.  ¡  Como  l  Al  contrario ,  me  alegro  mucho :  y 
quiero  darte  sobre  ella  un  poder  absoluto. 
A  Luisa. 

'■-:  Si  señor:  tú   has  intentado  huir;  ;he!  pues  yo 
le  cedo  toda  la  autoridad  que  el  cielo  me  da  so- 
bre tí ,  y  quiero  hagas  todo  lo  que  él  te  mande. 
c.  Ya  con  eso  resístase  vm.  á  mis  consejos, 
A  Luisa. 


C 


(34) 

SC  EN  A    X. 

Don  Onofre  y  Jacinto. 


i 


t. 


Jac.  Señor ,  voy  á  seguirla ,  para  continuarla  I 
lecciones  que  la  daba. 

Onof.  Sí,  Jacinto,  vé,  vé:  te  lo  estimaré  much© 

Jac.  Es  bueno  tenerla  la  brida  un  poco. 

Onof.  Cierto:  es  menester... 

Jac.  No  le  dé  a  vm.  cuidado:  yo  espero  con*' ^ 
guir  mi  fin. 

Onof.   Hazlo,   hazlo:   voy   á  dar   un  paseito, 
vuelvo  al  instante. 

Yéndose  por  donde  se  ha  ido  Luisa , 
y   hablando  con  ella. 

Jac.  Si  señora :  la  plata  es  mas  preciosa  que  toe 
las  cosas  del  mundo  ;  y  vm.  debe  dar  gracias*  íM: 
cielo  por  haberle  concedido  un  padre  tan  ho; 
bre  de  bien.  El  sabe  lo  que  es  vivir :  quando 
trata  de  dar  una  hija  sin  dote  no  se  debe  ya  ] 
sar  adelante.  Todo  se  halla  encerrado  en  es1  '?•  Sí, 
y  esta  palabra  sin  dote,  equivale  a  belleza,  ' ocultar! 
ventud ,  nacimiento,  honor,  sabiduría  y  pro|  Nt¡( 
dad.  Vase.  f*  V 


1¡U! 

cabiert 

tt,   ; 


acli 


(35) 

wf.  ; Guapo  muchacho!  Eso  sí  que  es  hablar 
como  un  oráculo :  dichoso  el  amo  que  tiene  un 
criado  como  tú. 


ACTO  SEGUNDO. 

SCENA      PRIMERA. 


,1 


Joaquín  y  Martin. 

¿tq.  ¿A  donde  diablos  te  has  ido?  No  te  había 
mandado... 

irt.  Si  señor;  pero  vuestro  padre  me  ha  des- 
pedido con  mucha  gracia ,  después  de  haberme 
registrado  muy  escrupulosamente,  y  de  haber 
juerido  regalarme  con  unos  quantos  palos.  ¿Alas 

I0|  pomo  vamos  de  negocios  ? 
aq.  Muy  mal ,  y  las  cosas  urgen  cada  vez  mas 
/  mas.   Desde  que  estuviste   conmigo   he  des- 
cubierto que  mi  padre  es  rival  de  mis  amores. 

},zr¿.     ¿Su  padre  de  vm.  enamorado? 
zq.  Sí,   y  yo  he  tenido  el  mayor  trabajo   en 
>cultarle  la  turbación  en  que  me  puso  semejan- 
e  noticia. 
trt.  Vaya,  vaya:  meterse  en  amoríos  el  buen 

C   2 


ú 

do 


i  ::o 


m 

viejo:  sin  duda  'se  burla;  ¿pues  acaso  el  am|^! 
ha  sido  hecho  para  las  gentes  de  su  calaña? 
Joaq.   Necesitaba  yo  por  mis  pecados  que  se 

pusiese  en  la  cabeza  esta  extravagancia. 
Mari.    ¿Pero  por  qué  razón  le  ocultáis  vucst 

amor  ? 
Joaq.  Para  darle  menos  sospechas ,  y  dexar  abi< 
to  el  camino  á  impedir  este  matrimonio:  ¿y 
qué  has  hecho  del  otro  encargo? 
Mari.  ¿Qué  tengo  de  hacer?  A  la  verdad  que  1  »'• 
puede  tener  lástima  de  los  que  buscan  dinero 
premio,  pues  quándo,  como  le  sucede  á  vn 
hay  necesidad  de  pasar  por  la  mano  de  un  us 
rero ,  es  indispensable  sufrir  cosas  muy  extrañ 
Joaq.  \  Con  qué  no  se  ha  hecho  nada  ? 
Mart.   Si  señor ,   se  ha  hecho.  Don  Agagito , 
truchimán  famoso  por  sus  proezas  en  esta  u 
teria ,  me  ha  dado  palabra  de  serviros. 
Joaq.   ¿Con  qué  tendré  los  dos  mil  pesos? 
Mart.  Si  señor;  pero  con  algunas  leves  condic 
nes ,  que  es  necesario  admitáis  si  queréis  que1 
verifique  el  trato. 
Joaq.  ¿  Y  habéis  estado  con  el  sugeto  que  ha  Icieoá 
prestar  el  dinero?  fl dinero ; 

Mart.  No  señor :  si  esto  no  se  hace  de  ese  mojpij,  (A! 


pejei 

BíStC 

tyril 
Éd, 

Ev 
&: 
coepi 
k  íot 

tu.  Sol 


(37) 

t-au|  mas  cuidado  tiene  él  de  ocultaree^que  vm.:  son 
misterios  mas  grandes  de  lo  que  parecen.  No 
quiere  decir  su  nombre ;  pero  debe  abocarse  hoy 
con  vm.  en  una  casa  extraña,  para  instruirse  de 
vuestra  familia  y  bienes  ;  y  yo  no  dudo  que 
solo  el  nombre  de  su  padre  de  vm.  haga  fácil  la 
cosa. 

oaq.  Y  mas  habiendo  muerto  mi  madre,  cuya 
herencia  no  se  me  puede  quitar. 
fart.  Vea  vm.  algunos  de  los  artículos  que  ha 
notado  el  mismo  Don  Agagito,  para  que  se  os 
presenten  antes  de  pasar  a  nada.  crBaxo  el  su- 
puesto de  que  al  prestador  se  le  den  todas  las 
seguridades  ,  y  que  el  obligado  sea  mayor  de 
edad ,  de  una  familia  con  caudal  abundante  ,  so- 
lido, seguro  y  libre  de  toda  carga,  se"  hará  una 
obligación  ante  el  Escribano  mas  hombre  de  bien 
que  pueda  encontrarse ,  á  voluntad  del  presta- 
dor interesado  mas  que  la  otra  parte  en  que  el 

jicf  documento  vaya  bien  especificado. 
oaq.  Sobre  eso  no  hay  nada  que  decir. 
(art.  Mas :  el  prestamista  para  no  cargar  su  con- 
ciencia, con  el  menor  escrúpulo,  quiere  dar  su 
dinero  solo  al  diez  y  seis  por  ciento. 

%$oaq.  ¿Al  diez  y  seis?  Por  vida  mia   que  es  un 

c3 


Je  se 

raM 

11 

que 

ineij 

i  vi 

■ 

xtrai 

o 


qui 


h 


(38) 

buen  modo'dr  no  cargar  la  conciencia.  No  h$  frí 
motivo  de  quejarse. 
Mart.  Ya  se  vé.  Mas  como  dicho  prestador  1 
tiene  la  cantidad  de  que  se  trata ,  y  para  sen 
al  prestamista  se  vé  precisado  él  mismo  á  toma 
la  prestada  de  otro  con  el  interés  de  cinco  p 
ciento ,  convendrá  que  el  referido  primer  pre 
tamista  pague  este  interés  sin  perjuicio  de  lo  d 
mas ,  mediante  á  que  solo  por  servirle  se  obli: 
el  dicho   prestador  alcanzar  sobre  sí  este  en 
prestito. 
Joaq.  ¿Qué  diablo  de  pirata  es  ese?  pues  de  c 

modo  sale  á  mas  de  veinte  por  ciento. 
Mart.  No  hay  duda :  eso  es  lo  que  yo  he  dicr 

Escuche  vm.  todavía. 

Joaq.  ¿Qué  tengo  de  escuchar?  Necesito  dinei 

y  es  preciso  consentir  en  todo.  ¿Qué  mas  ha' 

Mart.  Solo  un  artículo  pequeño.  De  los  dos  r 

pesos  que  se  solicitan ,  el  prestador  no  podrá  c 

tregar  en  dinero  contante  sino  las  dos  tercei 

partes ,  y  por  la  restante  tomará  el  prestami: 

los  géneros  y  enseres  que  contiene  la  adjuí 

memoria ,  los  quales  se  han  puesto  al  precio  u 

moderado. 

Joaq.  ¿Y  qué  quiere  decir  eso?j 


'10 


5  di 


ifarf.  Escuche  vm.  la  memoria.  Primeramente: 
una  cama  de  quatro  pies ,  franjas  de  punto  de 
Bohemia,  puestas  con  mucho  gusto  sobre  un 
rasoliso ,  color  de  naranjo  a  medio  madurar ,  con 
seis  cortinas ,  y  la  colcha  de  lo  mismo ,  todo  bien 
acondicionado  y  envuelto  en  un  tafetán  roxo 
que  tira  á  azul.  ítem:  un  pabellón  de  cola  de 
una  buena  sarga  de  Marruecos ,  rosa  seca  y  fran- 
jas de  seda. 

:  a  Joaq.  i  Y  qué  diablos  quieres  que  haga  yo  de  eso? 
Mart.  Escuche  vm.  ítem :  una  colgadura  de  tapi- 
ces ,  representando   los  amores  de  Gombaul  y 
Macias.   ítem:   una   mesa  muy  grande,  madera 
<*  '   de  alcornoque  de  doce  pies  torneados  en  for- 
ma  de  pilastras  guarnecida  toda  por  abaxo  de 
cascabelillos. 
"'^Joaq.  Pero  hombre... 

Mart.  Tenga  vm.  un  poco  de  paciencia.  ítem :  tres 
grandes  mosquetes  guarnecidos  de  nácar  con  las 
abrazaderas  correspondientes.  ítem :  un  hornillo 
con  dos  cuernos  y  tres  recipientes ,  instrumenta 
muy  apreciable  para  los  que  sean  aficionados  í 
destilar. 
Joaq.  Me  desespero... 
Mart.  Ya,  ya  se  acaba.  ítem :  una  harpa  primorosa 

1 


Jos 
drá 

:c::í 
tanj 
ú 
ioj 


(40) 

que  segnn  una  tradicion^muy  probable  ,  es  1  ti 
misma  con  que  acompañaba  las  folias  la  Infant 
Altieidora ,  para  consolar  a  su  querido  prisionen 
ítem:  un  juego  titulado  Pasa  aquí,  antigüeda 
griega  é  inventado  en  el  sitio  de  Troya.  ítem 
un  pellejo  de  gato  montes  lleno  de  paxa,  j 
muy  propio  para  adornar  el  cielo  de  un  gabinet* 
todo  lo  qual ,  aunque  valuado  en  trescientos  de 
blones ,  el  prestador  queriendo  proceder  con  1  jq, 
mayor  equidad ,  lo  rebaxa  á  doscientos. 

Joaq.  Mal  tabardillo  le  dé  al  infame  con  tanto  n 
latar.  ¡  Se  habrá  visto  jamas  una  usura  semejante 
¿No  se  contenta  con  el  diabólico  interés  que  ext  )¡¡¡( 
ge,  sino  que  quiere  obligarme  a  tomar  por  dos 
cientos  doblones  los  trastos  inútiles  que  ha  aci 
nado?  Yo  no  podré  sacar  de  ellos  ni  ciento,  I 
con  todo  eso  es  necesario  consentir  en  lo  qu 
quiera  ,  porque  me  tiene  con  el  dogal  á  la  gar-fe 
ganta. 

Mart.  Ello  á  la  verdad  es  lo  mismo  que  comers 
-vm.  el  trigo  en  yerba. 

Joaq.  ¿Y  qué  quieres  que  yo  haga?  Este  es  í 
extremo  á  que  se  ven  reducidos  los  hijos  por  I 
maldita  avaricia  de  los  padres :  y  luego  se  admi 
rarán  de  que  estén  deseando  se  mueran. 


>se: 


.-:; 


(4i) 

'art.  Es  menester  confesar  que  el  de  vm.  excita- 
^  rá  contra  su  miseria  al  hombre  mas  moderado 
^  elel  mundo.  Yo  no  tengo ,  á  Dios  gracias ,  las  in- 
8"i  clinaciones  que  suelen  tener  muchos  de  mi  oficio; 
Ite  pero  sin  embargo ,  si  he  de  decir  la  verdad ,  la 

conducta  de  su  padre  de  vm.  me  da  tentaciones 

de  robarle ,  y  casi  creo  que  robándole  haría  una 

acción  meritoria. 

oaq.  Dame  esa  memoria  o  ese  diablo. 


iejaa 


io  qi 


roen 


S  C  E  N  A     II. 

el  >on  Onofre ,  Don  Agapito ,  Joaquín  y  Martin. 


gap.  Sí :  es  un  joven  que  tiene  necesidad  de  pla- 
ta ,  porque  sus  negocios  le  urgen ,  y  pasará  por 
todo  lo  que  le  prescribáis. 
i¡i  nof.  ¿Pero  cree  vm.  Don  Agapito,  que  no  haya 
nada  en  que  rezelar?  ¿Sabe  vm.  el  nombre,  los 
bienes  y  la  familia  del  sugeto  ? 

Igap.  No,  yo  no  puedo  informaros  á  fondo  de 
todo  eso,  porque  se  me  ha  dirigido  casualmente, 
y  no  le  conozco  sino  de  vista ;  pero  vm.  lo  será 
por  sí  mismo:  y  su  interlocutor  ó  agente  me  ha 
asegurado  que  en  conociéndole  quedaréis  satis- 


m 

fecho.   Todo  lo  que  yo  podría  decir  á  vm.  <  $,  ¡ 
que  su  familia  es  muy  rica ,  y  que  no  tiene  ir 
dre ,  y  que  se  obligará ,  si  queréis ,  a  que  su  pad 
muera  antes  de  ocho  meses. 

Onof.  Eso  tal  qual  es  bueno.  En  fin ,  Don  Agapit 
la  caridad  nos  obliga  á  favorecer  al  próxin 
quando  podamos. 

Agap.  Claro  está.  ,|^' 

Martin  d  su  amo  viendo  d  Don  Agapits 

Mart.  ^  Qué  querrá  decir  aquello  ?  El  famo 
Don  Agapito  está  hablando  con  su  padre  de  ti 

Joaq.  Mas  si  sabrá  ya  que  yo  soy...  !  4 

Viéndolos. 

Agap.  Pero  ha...  J«f 

A  Joaquín. 
¿Quién  05  ha  dicho  que  estaba  yo  aquí?  Cr'i 
vm.  que  no  he  sido  yo  quien  les  ha  descubier 
vuestro  nombre  y  vuestra  casa ;  mas  en  fin ,  ] 
creo  no  haya  nada  perdido  por  eso :  ellos  s< 
sugetos  de  reserva  y  podéis  tratar  boca  á  boc 

Onof.   ¿Como  es  eso?  tóf 

Agap.  El  señor  es  el  que  quiere  tomar  los  dos  n 
pesos  de  préstamo. 

Onof.  ¡Como,  picaro!  ¿tú  te  abandonas  á  unos  e; 
tremos  tan  infames? 


(43) 

ac¡.  ¡  Como ,  padre !  ¿  y  vm.  se  abandona  á  accio- 
;    oes  tan  "vergonzosas? 

Agapto  y  Martin  huyen* 

SCENA    III. 

Don  Onofre  y  Joaquín, 

lof.  ¿Con  que  eres  tú  quien  se  quiere  arruinar  con 

empréstitos  tan  condenados  ? 

*aq.  i  Con  que  es  vm.  quien  procura  enriquecerse 

con  usuras  tan  iniquas  ? 

lof.  i  Y  te  atreves  todavía  á  ponerte  en  mi  pre- 
sencia ? 

oaq.  ¿Y  vm.  se  atreverá  después  de  esto  á  po- 
nerse delante  de  las  gentes? 
wf.  i  No  te  avergüenzas ,  dime  ,  de  llegar  a  estas 
disoluciones,  de  precipitarte  en  unos  gastos  tan 
diabólicos ,  y  de  hacer  una  afrentosa  disipación 
de  los  bienes  que  te  han  acumulado  tus  parien- 
tes con  tanto  sudor  de  su  rostro? 
oaq.  i  Y  no  se  avergüenza  vm.  de  denigrar  su  es- 
tado  con  los   ilícitos  comercios  que  hace  ,  de 
sacrificar  su   estimación  al   insaciable  deseo  de 
amontonar  onza  sobre  onza ,  y  de  especular  en  x 
materia  de  intereses  sobre  las  mas  infames  suti- 


(44) 

lezas  que  han  inventado  hasta  ahora  los  mas  < 

lebres  usureros  ? 
Onof.  Quítate  de  mis  ojos  ,  vergante :  quítate. 
Joaq.  ¿Quién  es  mas  criminal  á  su  juicio  de  ve 

¿el  que  compra  un  dinero  que  le  hace  falta  , 

el  que  roba  un  dinero  de  que  no  sabe  qué  hace 
Onof.  Ya  he  dicho  que  te  vayas  :  no  me  sofoqu 

mas.  Solo. 

En  verdad  que  casi  no  me  pesa  de  este  suces 

pues  es  un  aviso  para  tener  el  ojo  alerta  mas  q 

nunca  sobre  todas  sus  acciones. 


ífli 
f 
f 
íííc 
p 
'á 
¡A 

1 5 


SC  EN  A    IV. 

Don  Onofre  y  Lucia. 


nucí 


Luc.  Señor... 
Onof.  Espérate  un  instante  ,  y  hablaremos :  no  sé'  W* 
malo  que  dé  un  vistazo  hacia  mi  dinero. 


¡es 


S  C  E  N  A    V. 

Lucía  y  Martin. 

Mari.  Vaya  que  la  tal  memoria  es...  mas  ola,  ? 

ñora  Lucía ,  ¿  qué  tiene  vm.  que  hacer  por  ac 

Luc.  Tengo  que  hacer  lo  que  en  todas  partes  :  e 


L., 


(45) 

tremeterme  en  negocios ,  y  ser  útil  á  las  gentes, 
aprovechándome  lo  posible  del  poquito  talento 
que  tenga.  Ya  sabes  que  en  este  mundo  es  nece- 
sario vivir  de  industria  ,  y  que  á  las  personas 
como  yo  no  ha  dado  el  cielo  otras  rentas  que  su 
intriga  y  su  habilidad. 

Urt.  i  Pero  tienes  algún  negocio  con  el  amo  de 
la  casa  ? 

uc.  Sí :  manejo  para  él  un  asuntillo  de  que  espero 
lograr  alguna  recompensa. 

lart.  ¿De  quién?  ¿de  él?  por  vida  mía  que  has 
de  ser  bien  astuta  como  saques  la  menor  cosa; 
porque ,  amiga ,  sábete  que  la  plata  en  este  re- 
cinto es  muy  estimada. 

uc.  Hay  cierta  clase  de  servicios  que  estimulan 
mucho. 

lart.  Ya  me  hago  cargo ;  pero  veo  que  no  cono- 
ces bien  al  señor  D.  Onofre.  El  señor  D.  Ono- 
fre  es  de  todos  los  humanos  el  humano  menos 
humano ,  y  el  mortal  de  todos  los  mortales  mas 
duro  y  mas  apretado.  No  hay  servicio  que  ex- 
cite su  reconocimiento  al  punto  de  hacerle  abrir 
las  manos.  Cosa  de  alabanza ,  estimación  ,  amis- 
tad ,  todo  lo  que  se  quiera  en  palabras  ;  pero 
plata,  se  concluyo  el  negocio.  Nada  de  mas  seco 


Í4«) 

y  árido  que  sus  gracias  y  sus  caricias  :  el  á  í  $ 
es  para  él  una  voz  á  que  tiene  tanta  aversión  y  q  [.Vi 
jamas  dice  ¿/o/  ¿1  zw.  ,  sino  presto  d  vm.  J  cesco 
buenos  dias.  q  |¡L 

Zwc.  Ah  ,  ah  :  yo  sé  el  arte  de  engañar  á  los  hoi  i¡C 
bres  :  tengo  el  secreto  de  abrirme  la  puerta  á  kn 
terneza,  mover  los  corazones  ,  y  encontrar mcíik 
parte  por  donde  flaquean.  1  (Si 

Mart.  Todo  eso  para  aquí  es  una  friolera  :  •(  pp 
apuesto  á  que  no  eres  capaz  de  mover  al  Ü  d 
Don  Onofre  en  tocando  d  la  bolsa.  Mira  : 
ama  al  dinero  mas  que  reputación  ,  honor  ,  vi 
tud...  solo  la  vista  de  uno  que  le  pide  le  da  co 
vulsiones  ,  y  es  herirle  mortalmente  ,  atravesai  lm 
le  el  corazón  ,  arrancarle  las  entrañas...  mas 
viene ,  yo  me  escurro. 


BtlCÍ 

i  l 


SC  EN  A    VI. 


Don  Onofrg  y  Lucía, 


Onof%  Pues  señor ,  va  bien :  no  hay  novedad...  I 

bien  Lucía  ,  ¿  qué  tenemos  ? 
Xhc.  ¡  O    señor !  ¡  qué  famoso  está  vm. !  y  coni  I 

el  semblante  demuestra  perfectamente  que  est; 

bueno. 


¿.:<i 


W 

:>1 


-ü¡ 


est 


(47) 

)/  ¿Quién,  yo? 
-,<  /.  Vm.  :  jamas  le  he  visto  eon  el  rostro  mas 

re  seo  y  mas  gallardo. 

yf.  ¿De  veras? 

c*  ¡  Como !  En  toda  la  vida  ha  estado  vm.  tan 
:¿J  oven  como  ahora:  y  yo  veo  hombres  de  veinte 

y  cinco  años  que  están  mas  viejos  que  vm. 

of.  Sin  embargo ,  Lucía ,  yo  tengo  sesenta  bien 
fi¡  cumplidos. 
'  íl  ic.  Y  qué  son  sesenta  años :  miren  qué  cosa.  Es 

a  flor  de  la  edad :  vm.  entra  ahora  en  la  bella 

jstacion  del  hombre. 
vkof.  Es  así;  pero  no  obstante  creo  que  no  me 
¿51  dañarían  veinte  años  menos. 

ic.  ¡Vm.  se  chancea!  ¿qué   necesidad  tiene  de 

eso  quando  vuestra  complexión  es  de  vivir  has- 
ta cien  años? 

wf.  ¿Sí? 

ic.  Seguramente:  vm.   tiene  todas  las  señales  de 

ello.  Espere  vm.  un  poco :  he  aquí  entre  los  dos 
-i  ojos  una  de  larga  vida. 

tof.  ¡Pues  qué!  ¿Entiendes  tú  de  eso? 
co|¿í\  Si  señor.  ¿A  ver  la  mano?  ¡6  Dios  mi©!  ¡y 

qué  raya  tan  larga! 

wf.  ¿Cómo? 


(48) 
Lúe.  ¿No  vé  vm.  hasta  dónde  camina  esta  ray¿ 
Onof.  j  Y  bien!  ¿Qué  quiere  decir  eso? 
Luc.  ?Qué  hade  querer  decir?  que  yo  dixe  vi 
riáis  cien  años ;  pero  ahora  digo  que  pasaréis- 
ciento  y  veinte. 
Onqf.  ¿De  veras ,  de  veras?  i  / Es 

Luc.  Vaya:  como  que  será  necesario  enterrarla 
vm.  por  fuerza ,  después  que  vm.  haya  enten 
do  á  sus  hijos ,  y  á  los  hijos  de  sus  hijos 
Onqf.   Mejor  que  mejor;  pero  hablando    de  O' 


cosa,  ¿como  vamos  de  nuestro  negocio? 


% 

U 

m 

ÍU 


ÍCo 


Luc.  Eso  no  hay  que  preguntar:  asunto  que 
tome  á  mi  cargo  no  puede  dexar  de  rematai 
felizmente;  y  sobre  todo  para  los  matrimoni 
tengo  una  habilidad  estupenda  y  maravillosa.  I  >,;Pi 
hay  en  el  mundo  boda  alguna  que  yo  no  co 
siga  efectuar  en  poco  tiempo:  y  si  se  me  p 
siese  en  la  cabeza ,  creo  que  había  de  casar  í 
Iin  el  nuestro  no  habia  sin  duda  grandes  di 
cultades  que  vencer,  pues  como  entro  continu 
mente  en  su  casa  las  he  hablado  de  vos  á  amb; 
y  he  dicho  á  la  madre  el  designio  que  habi; 
concebido  por  Mariana ,  viéndola  pasar  algur  i:( 
veces  por  la  calle,  y  tomar  el  fresco  en  el  balee  i  [ 

Onof,  ¡Y  qué!  ¿Qué  ha  respondido? 


:;::c 
icho 

v  se ; 

m  ei 

Iji  sii 

t\í 

Ni 


(49) 
ic.  Ha  oído  la  proposición  con  gusto ,  y  quand  o 
he  añadido  que  vm.  deseaba  que  Mariana  asis- 
:M  tiese  esta  noche  al  contrato  que  debe  hacerse 
-ifde  la  señorita,  ha  consentido  en  ello  al  instan- 
te, conñandola  a  mi  cuidado. 
of.  Es  que  yo  tengo  que  dar  una  cena  a  D.  An- 
^Iselmo ,  y  querría  que  Mariana  asistiese  de  con- 
vidada. 

ic.  Pues  bien :   ella  hace  cuenta  de  venir  á  visi- 
í  c  tar  a  vuestra  hija  temprano  para  ir  después  a  dar 

un  paseo  ,  y  volver  á  la  hora  del  refresco, 
ae  iof.  Con  eso  les  prestaré  el  coche  para  que  va- 
aafl  yan  juntas. 
rM  ice.  Esa  es  su  intención. 

»■  iqf.  ¿Perodime,  Lucía,   has  hablado  algo  á  la 
o  ct  madre  sobre  lo  que  podia  darla  de  dote  ?  ;  Le  has 
re  j  dicho  que  era  necesario  hiciese  algún  esfuerzo 
isar  y  se  sangrase  para  una  ocasión  como  ésta?  Por- 
es  I  que  en  fin ,  ya  ves  que  no  se  casa  fácilmente  una 
ata  hija  sin  que  lleve  alguna  cosa. 
imj  tár.  ¡Cómo!  es  una  joven  que  os  traerá  quátro 
k\  mil  ducados  de  renta. 
algqi  iof.  ¿Quatro  mil  ducados  de  renta? 
M  uc.  Cabalito. 
lof.  ^De  veras? 

D 


k 


m 


(50) 

Luc.  De  veras :  escuche  vm.  Primeramente  :  ell 

mantiene  con  un  ahorro  muy  grande  de  bi  Jad 

su  costumbre  es  de  no  comer  sino  ensalada, 

che ,  sopas ,  &c. :  por  consiguiente  no  nece 

ni  mesa  con  aparato,  ni  manjares  delicados  t  ¡íf 

otras  delicadezas  que  necesitaría  quálquiera 

ger ,  "y  se  deben  regular  lo  menos  á  mil  duca  m 

por  año.  Además  de  esto  no  es  apasionada  á  i  mí 

tidos  magnííicos ,  joyas  ricas ,  ni  muebles  j 

j    ciosos ,   tan  propio  de  la  mayor   parte   de 

hembras  de  su  condición ,  y  esto  equivale  á  i 

de  otros  mil  ducados  por  año.  Con  que  si  añ¿  ;  j 

la  aversión  que  tiene  para  con  el  juego  y  las 

versiones ,  nada  común  en  las  mugeres  del  < 

pues  yo  sé  quien  ha  gastado   solo  en  este  1 

tículo  mas  de  tres  mil  ducados,  en  un  año 

contraréis  otra  parte  de  renta  de  dos  mil  du 

dos  á  lo  menos:  y  vendremos  a  sacar  que 

mil  ducados  de  diversión  y  juego,  mil  en  v  s  ^ 

tidos  y  joyas,  y  otros  mil  en  el  alimento,  ce,  ¿^ 

ponen  los  quatro  mil  de  renta  al  año  bien  cr 

piídos. 

Onof.  Ya,  todo  eso  no  es  malo;  pero  la  cuenta  4,1 

tiene  nada  de  efectivo. 
Luc.  Perdone  vm.   ¿Con  qué  no  tiene  nada 


,:'"> 


3  Cí 


C;l 


los  v¡ 


«ido 


(5i) 

í  efectivo  traeros  en  matrimonio  una  gran  sobrie- 
:  \  dad ,  una  simplicidad  de  adornos  muy  grande ,  y 
:-i  un  aborrecimiento  total  hacia  el  juego  y  la  di- 
;-<  versión  ? 
: :s  wf.  Es  una  bufonada  querer  constituirme  su  dote 

I  de  todos  los  gastos  que  no  haga,  pues  yo  no 
^  tengo  de  dar  cuenta  de  lo  que  no  recibo :  era 
^'menester  que  yo  palpase  algo. 

'•■  |  ic.  \  O  Dios  mió !  ya  me  han  hablado  de  un 
¿  cierto  pais  donde  tienen  muchos  bienes  de  que 

II  seréis  el  amo. 

^  '.of.  Eso ,  eso  es  necesario  ver.  Pero ,  Lucía ,  to- 
,iS  davía  queda  un  rezelilio  que  me  inquieta.  La  mu- 
::1  chacha ,  como  sabes ,  es  joven ,  y  los  jóvenes  por 
:¡:i  lo  regular  aman  sus  semejantes ,  y  no  desean  sino 
3  su   compañía.  Yo  temo  que  un  hombre  de    m 
®  edad  no  sea  de  su  gusto ,  y  produzca  en  mí 
¿  ciertas  cosillas  que  no  me  acomodarían. 
A  ic.  ¡  Ah !  qué  mal  la  conoce  vm.  Es  aun  otra  par- 
h*  ticularidad   que   me   faltaba  deciros:  tiene  una 
a> 1  aversión  tremenda  á  todos  los  jóvenes ,  y  solo 
los  viejos  logran  toda  su  estimación. 
•of.  ¿Ella? 

ic.  Ella :  si  señor :  me  alegrara  que  la  hubieseis 
oído  hablar  sobre  esto :  no  puede  aguantar  abso- 
Da 


re**) 

Iutámente  la  vista  de  un  hombre  joven;  mas  di< 
que  se  eleva  al  mirar  un  buen  viejo  con  barba  r< 
petable.  Los  mas  viejos  son  para  ella  los  mas  agí 
dables ,  y  yo  os  aconsejo  no  os  hagáis  mas  jóv> 
de  lo  que  sois.  Pues  quiere  que  á  lo  menos  se 
sexagenarios ,  como  que  no  hace  todavía  quat 
meses  que  estando  ya  tratada  de  casar ,  desb, 
rato  la  boda  porque  el  novio  hizo  ver  que  :\  i 
tenia  sino  cincuenta  y  seis  años,  y  no  se  pu 
anteojos  para  firmar  el  contrato. 

Onof.  ¿Por  eso  solamente? 

JLuc.  Solamente  por  eso:  ella  dice  que  no  la  ba 
tan  cincuenta  y  seis  años :  y  sobre  todo  quie 
narices  que  traigan  anteojos. 

Onof.  A  la  verdad  que  me  dices  unas  cosas  mi, 
extrañas. 

Luc.  Pues  aun  es  mas  de  lo  que  se  puede  dec 
En  su  quarto  tiene  algunos  quadros  y  están 
pas ;  ¡¡  pero  de  quién  le  parece  a  vm.  que  será 
l  De  Adonis ,  Céphalos ,  Páris  y  Apolo  ?  Na 
menos  que  eso  :  son  hermosos  retratos  de  Satu 
no,  de  Priamo,  del  viejo  Néstor,  y  deljbu 
padre  Anchises  sobre  los  hombros  de  su  hijo 

Onof.  Eso  es  muy  particular  :  vea  vm.  lo  que  j  *  , 
lio.  habría  pensado  jamas :  y  me  alegro  saber  q,  (f 


ú 

fea; 
i] 
TOS  ( 

fe  i 
feche 


(53) 

tiene  ese  humor:  y  en  efecto,  si  yo  hubiera  sido 

muger  no  habría   amado  nunca   á  los  hombres 

jóvenes. 

ic.  Lo  creo :  pues  á  la  verdad  los  jóvenes  son 

unas  drogas  bien  poco  dignas  de  amarse :  ¿yo 

querria  saber  qué  mérito  se  encuentra  en  ellos, 

ni  qué  gusto? 

wf.  Yo  no  comprehendo  que  haya  alguno;  y  no 

e?  sé  cómo  hay  mugeres  que  los  quieran  tanto. 
ic.  Es  menester  ser  locas  rematadas :  ¿  hallar  la 
juventud  amable ,  es  tener  el  sentido  vuelto;  por- 
que acaso  pueden  ser  hombres  unos  jóvenes  me- 

¥  lifluos  ?  i  puede  haber  quien  se  una  a  semejantes 
animalejos  ? 

'%of.  Eso  es  lo  que  yo  digo  todos  los  dias.  Con 
sü  tono   de  voz   acaponada ,   sus   bigotillos  de 

:e;  barba  de  gato ,  sus  pelos  de  perro  de  aguas  ,.sus 

stl  casacas  arremangadas ,   y  sus   estómagos  llenos 

serJ  de  ayre... 

*]  ic.  Y  es  la  pura   verdad...  Una  persona  como 

-::t  vos  es  todo  un  hombre.  Hay  con  que  satisfa- 
^  ber  la  vista ,  y  es  propiamente  comq  debe  ser 

"¡°  hecho  y  adornado  para  agradar. 

lüe  of.   ¡Qué!  ¿te  parece  estoy  bueno? 

*r  fe  ¡Cómo  qué!  estáis  capaz  de  hechizar  áqual- 


(54) 

quiera  muger  t  y  vuestra  figura  es  digna  de  pi 
tarse.  Vuélvase  vm.  un  poco:  jpues!  no  se  pu 
de  dar  cosa  mejor:  ¿á  ver  como  andáis?  Vea  v 

•  un  cuerpo  bien  hecho,  libre  y  desembaraza 
como  debe  ser ,  y  que  no  muestra  ningún  acli 
que. 

Onof  Yo  no  los  tengo  grandes,  á  Dios  graci 
Solo   una   fluxión  me  incomoda  de  quando 
quando. 

Luc.  Eso  no  es  nada.  La  fluxión  no  le  cae  a  v 
mal ,  antes   al  contrario  le  hace  gracia  la  tos; 

Onof.  Dime,  Lucía:  ¿me  ha  visto  Mariana  algí 
vez?  ¿No  ha  puesto  cuidado  quando  paso  j 
la  calle? 

Luc.  No;  pero  hemos  hablado  largamente  de  vi 
la  he  hecho  un  retrato  de  vuestra  persona,  y 
he  omitido  alabar  vuestro  mérito,  y  la  din 
que  sería  para  ella  el  tener  un  marido  como  i 

Onof.  Has  hecho  bien ,  te  lo  estimo  mucho. 

Luc.  Mire  vm. :  yo  tenia  que  haceros  una  sápl: 
me  hallo  con  un  asuntillo  entre  manos ,  y  n<¡ 
puedo  concluir  por  falta  de  un  poco  de  din*  el  re; 

Don  Onof  re  toma  un  ayre  serio* 
vos  podríais  fácilmente  proporcionarme  los  1 
dios  de  verificarlo  con  felicidad  si  quisierais  M, 


® 


»¿ 

fel; 

Sle 
íme 


_.:) 


(55) 

■  plvorecerme.  Vm.  no  podrá  concebir  el  gusto  que 
slla  recibirá  de  veros. 

Se  pone  alegre* 
Ah!  quánto  le  agradaréis,  y  qué  efecto  tan 
.:.  Admirable  no  causará  en  su  espíritu  vuestra  fres- 
ara á  lo  antiguo :  pero  sobre  todo  ella  se  hechi- 
njzará  de  vuestra  casaca  atacada  con  corchetes: 
so  la  pondrá  loca  de  contenta ,  pues  un  aman- 
te acorcheteado  es  para  ella  de  un  gusto  ma- 
eí]  ravi lioso. 

tos  of.  Como  soy  que  me  encantas  'con  decir  esas 
ala  posas. 

uo  'c.  A  la  verdad  crea  vm.  que  este  asunto  me  es 
de  la  mayor  conseqüencia. 

Se  pone  serio. 
Si  le  pierdo  quedo  arruinada ,  y  ahora  le  podría 
di  remediar  con  poco  auxilio  que  me  dierais.  Yo 
10  quisiera   hubieseis  visto  el  gozo  que  mostraba 
guando  yo  la  hablaba  de  vos : 
Se  pone  alegre. 
•,  mjal  oir  vuestras  calidades  se  le  conocía  en  los  ojos 
»  c:qi  el  regocijo  de  su  corazón ;  y  en  fin  la  puse  en 
una  impaciencia  extrema  de  ver  concluido  en- 
teramente este  matrimonio. 
iof.  Me  has  dado  mucho  gusto,  Lucía,  y  con- 
D4 


fieso  te  estoy  muy  agradecido. 

Luc.  Yo  le  pido  á  vm.  me  dé  el  socorrillo  que 
dicho:  pues  con  él  mejoraré  mis  negocios, 
labraréis  en  mí  un  reconocimiento  eterno. 

Onof.  A  Dios :  voy  á  acabar  de  escribir. 

Luc.  Os  aseguro  que  jamas  podríais  socorren 
en  una  situación  mas  apurada.  ; 

Onof.   Yo   daré   orden  de   que  el  coche  se  ha 

-  pronto  para  llevaros  á  paseo. 

Luc.  Crea  vm.  que  no  le  cansaría  sino  me  vi< 
forzada  á  ello  por  la  necesidad. 

Onof.  Yo  tendré  cuidado  de  que  se  cene  tempí 
no  para  que  no  os  haga  daño. 

Luc.  Os  suplico  no  me  neguéis  el  favor  que 
pido.  Creed... 

Onof  Me  llaman   adentro  :  hasta  luego. 
Vase. 

Luc.  Mala  sarna  te  coja ,  perro  de  los  diantres. 
vejestorio  se  ha  mantenido  firme   contra  toe 
mis  ataques  ;  pero  sin  embargo  es  menester 
dexar  la  empresa ,  pues  á  bien  que  de  la  o« 
parte  tengo  siempre  asegurada  una  buena  graJ  10/, 
ficacion. 


9 


r.i 


Zi 


:í:, 


i::" 


(57) 

ACTO    TERCERO. 

SCEJSTA    PRIMERA. 

%n  0 nafre ,  Joaquín ,  Luisa ,  Jacinto'.  Claudia 
con  un  paño  en  la  mano,  Simón ,  Perico 
y  Domingo. 


hiof.  Vamos  acá  todos ,  para  que  yo  os  distribu- 
ie  tí  ¡  ya  las  ordenes ,  y  regle  á  cada  uno  su  destino. 
Acerqúese  vm.  señora  Claudia,  principiaremos 
:;r|  por  ella.  Bueno :  eso  es  estar  con  las  armas  en  la 
mano:  yo  os  destino  a  limpiar  la  casa;  pero  cui- 
dado con  no  frotar  demasiado  los  muebles ,  por- 
que ya  vé  vm.  que  se  desgastan.  Además  de  esto 
os  constituyo ,  durante  la  cena  ,  por  gobernanta 
de  las  botellas ;  y  si  se  extravía  alguna ,  6  se  ocul- 
ta qualquiera  cosa,  yo  lo  desquitaré  de  vuestro 


\ to  -  salario. 


Aparte, 
im.  Castigo  político. 
::  nof.  Marchaos.    Vosotros  ,   Perico  y  Domingo, 
vais  destinados  á  cuidar  de  los  vasos,  y  dar  de 
beber;  pero  solamente  quando  haya  sed,  y  no 
como  por  lo  regular  lo  hacen  algunos  lacayos 


(58) 

fastidiosos ,  que  van  á  provocar  á  los  convidado 
avisándoles  que  beban  quando  no  piensan  en  ello 
Aguardad  á  que  se  os  pida  dos  ó  tres  veces ,  j  4 
acordaos  de  llevar  siempre  mucha  agua. 
Aparte* 

Sim.  Bien  hecho ,  porque  el  vino  puro  se  sube  ; 
la  chabeta. 

Dom.  ¿Y  nos  hemos  de  quitar  los  sacos? 

Onof,  Quando  veáis  venir  á  las  gentes ,  sí :  mas  cui 
dado  con  no  estropear  las  libreas. 

Dom.  Es  que  la  mia  ya  sabe  vm.  que  tiene  un 
mancha  de  aceyte  por  delante. 

Per.  Y  mis  calzones  un  agujero  por  entrepierna! 
que  se  vé  con  perdón  de  vm... 

Onof.  Eso  no  le  hace :  tú  juntas  bien  las  rodilla  k 
para  ocultar  el  agujero ,  y  tu  tapas  la  mancha  co 
el  sombrero ,  ó  con  el  brazo :  idos ,  idos. 

Vanse. 
Por  lo  que  respecta  á  tí ,  hija  mia ,  es  necesari 
que  tengas  el  ojo  alerta ,  sobre  todo  para  qu 
no  se  gaste  nada  mal  gastado ,  pues  esto  sient  i 
muy  bien  a  las  niñas.  Pero  ante  todas  cosas  pre 
párate  á  recibir ,  como  corresponde  ,  á  mi  novi 
que  debe  venir  á  visitarte ,  y  á  llevarte  á  pas#  ty 


Entiendes  lo  que  te  quiero  decir! 


/.;.;, 


ú 


iSC! 


ien 


lera 


ha 


xa 
ra<f 
si 
g 


(59) 

:;¿<  nw V,   Sí ,  padre  mío. 

Vast. 
nof.  Pues  anda  con  Dios.  Y  vm.  señorito ,  á  quien 
yo  tengo  la   bondad  de  perdonar  la  historieta 
pasada,  no  vaya  vm.   ahora  á  ponérmela  mal 
gesto. 

oaq.  ¿Yo  mal  gesto?  ¿por  qué  razón? 
nof.   ¡Oh!  ya  sabemos  el  proceder  de  los  hijos 
quando  los  padres   se  vuelven  a  casar,  y  con 
qué  ojos  miran  por  lo  regular  lo  que  se  llama 
madrastra.  Pero  si  deseáis  que  yo  me  olvide  de 
vuestra  última  travesura,  os  encargo  sobre  todo 
admitáis  con  buen  semblante  á  ésta  ,  y  le  hagáis 
el  mejor  recibimiento  que  os  sea  posible. 
odiB  r°a¿¡-  Si  he  de  decir  á  vm.  la  verdad,  no  puedo 
aseguraros  me  dé  gusto  el  que  venga  a  ser  mi 
madrastra:  yo  mentiría  si  dixese  lo  contrario; 
pero  en  quanto  á  recibirla  bien ,   y   mostrarle 
buen  semblante ,  prometo  obedecer  a  vm.  pun- 
tualmente. 
eD  nof  Procurad  hacerlo  así  á  lo  menos.  r 
roaq.  Vm.  verá  que  no  le  doy  motivo  de  queja 
sobre  este  punto. 
nof  Haréis  muy  bien. 

Vase  Jgaquin* 


(6o) 

SC  EN  A     II. 


Don  Onofre ,  Jacinto  y  Simón, 


Onof.  Jacinto,  ayúdame  ahora.  Ven  acá,  Simoi 

acércate  :  he  querido  dexarte  para  lo  último. 
Sim.  Es  al  cochero ,  6  al  cocinero  a  quien  quier  i{ 

vm.  hablar ,  porque  yo  soy  uno  y  otro.  ¡!  ' 

Onof.  Es  a  los  dos. 

Sim.  %  Pero  a  quál  de  los  dos  el  primero  ? 
Onof.  Al  cocinero. 
Sim.  Sírvase  vm.  esperar  un  poquito. 
Sé  quita  la  casaca  de  cochero ,  y  queda  vestía 

de  cocinero. 
Onof.  ¿Qué  diantre  de   ceremonia  es  esa? 
Sim.  Ya  puede  vm.  decir  lo  que  quiera. 
Onof.  Pues  señor ,  yo  estoy  comprometido  en  át  l 

esta  noche  una  cena. 

Aparte. 
Sim.  ¡Milagro! 

Onof  Con  que,  ¡qué  tal!  ¿la  dispondrás  bien? 
Sim.  Si  señoí  ,  en  dándome  bastante  dinero  pa 

ello  ,  no  hay  dificultad. 
Onof  Qué  diablo :  siempre  dinero :  parece  que  i*»ol 

tienen  que  decir  otra- cosa  sino  dinero,  diner  í 


:: 


rcc 


[fce 
£:.¿ 
l( 
ti 


(6i) 

dinero.  Continuamente  hablar  de  dinero :  esta  es..., 
'ac.  Yo  no  he  visto  jamas  respuesta  tan  fastidio- 
sa como  esa.  Vea  vm.  qué  milagro  hacer  bue- 
na cena  con  mucho  dinero:  eso  lo  hará  qual- 
quiera:  la  habilidad  es  hacer  buena  cena  coa 
poco  dinero. 
m.  ¿Buena  cena  con  poco  dinero? 
ac.  Si  señor. 

m.  Vm.  señor  mayordomo,  nos  hará  un  gran 
favor  en  descubrirnos  ese  secreto  ,  y  á  mí  me 
le  hará  también  en  tomar  el  oficio  de  cocinero, 
puesto  que  todo  lo  sabe  vm.  y  todo  lo  quiere 
manipular. 

wf.  Vamos  callando  ,  y  di  lo  que  se  necesita. 
m.  Ahí  tiene  vm.  su  mayordomo ,  que  le  dispon- 
drá buena  cena  por  poco  dinero. 
C3¿  'of.  Yo  quiero  que  tu  respondas. 
n.  ¿Quántos  serán  vms.  de  mesa? 
of.  Nosotros  seremos  ocho  ó  diez;  pero  no  es 
lecesario  contar  sino  ocho,  pues  poniendo   de 

enar  para  ocho ,  habrá  muy  bastante  para  diez: 

c.  Claro  está. 

i.  Pues ,  señor ,  son  menester  dos  fueutes  de 
c,:eifStofado,  dos  de  mechado,  otras  dos  de  frito... 
dina  í£  <  Qué  diablos  vas  ensartando  ahí?  con  eso  se 


fe 


i 


(6^)  g 

puede  dar  de  cenar  á  una  ciudad  entera. 

Sim.  Uno,  ó  dos  asados... 

Onof.  Cierra  esa  boca  descomunal :  tu  me  engull 
todo  quanto  tengo. 

Sim.  Ensaladas,  postres... 

Onof.  ¿Todavía? 

Jac.  Vaya  que  eso  es  querer  sofocarnos:  ¿pu 
acaso  el  amo  convida  á  las  gentes  para  asesina' 
las  a  fuerza  de  tragar?  Leed  un  poco  los  pn 
ceptos  del  conservador  de  la  salud ,  y  pregui 
tad  a  los  médicos  ¿si  hay  cosa  mas  perjudici 
para  el  hombre,  que  el  comer  con  exceso? 

Onof.  Tiene  razón. 

Jac.  Sepa  vm.  señor  Simón,  y  sepan  todos  los 
su  oficio ,  que  una  mesa  llena  de  demasiadas  via 
das  es  un  asesino  de  vidas :  que  para  mostrad  1 1 
amigo  de  los  convidados  es  necesario  que  la  fi 
galidad  reyne  en  la  comida  que  se  les  dé ,  y  q 
según  aquel  axioma  antiguo,  es  menester  con 
para  vivir ,  y  no  vivir  para  comer. 

Onof.  Eso  sí  que  está  perfectamente  dicho:  ac'  '•? 
cate ,  que  quiero  darte  un  abrazo  por  esa  s'  r  A 
palabra.  Vea  vm.  la  mas  bella  sentencia  que  ^ 
oído  en  toda  mi  vida.  Es  menester  vivir  p¿ 
comer ,  y  no  comer  para...  no,  no  es  esto :  á  i 


i. 


\ 


,'•■"; 


(63) 

¿á  ver  como  dixiste? 
rac.  Que  es  menester  comer  para  vivir ,  y  no  vi- 

J  |  vir  para  comer. 

A  Simón, 
nof.  Eso,  eso:  ¿lo  entiendes? 

A  Jacinto, 
¿Quién  fué  el  hombre  grande  que  dixo  eso? 
'ac.  No  me  acuerdo  ahora  de  su  nombre. 
nof.  Pues  ten  cuidado  de  escribírmelo  en  un  pa- 
pel ,  porque  quiero  hacerlo  grabar  con  letras  de 
oro  sobre  la  chimenea  de  mi  sala. 
ac.  Está  bien;  y  por  lo  que  hace  á  la  cena ,  no 
tenéis  mas  que  dexarlo  á  mi  cuenta  :  yo  lo  com- 
pondré como  se  debe. 
nof.  Muy  bien. 
tr¡  ij/n.  Tanto  mejor :  con  eso  tendré  menos  trabajo. 

jaj  |  A  Jacinto, 

iof  Es  necesario  poner  cosas  de  que  se  come 

r  fJ|  ¡poco ,  y   que   satisfacen  tal   como  un   potage 
graso... 

te.  Pierda  vmd.  cuidado. 
of  Ahora,  señor  Simón,  es  menester  limpiar  el 
coche. 

n.  Espere  vm.  que  eso  habla  con  el  cochero. 
¿j  Se  pone  la  librea. 


\  '.os 

15  vil 


r.ac 
es 

que 
r 


!■< 


(«4) 

¿Qué  me  mandaba  vm.? 

Onof.  Que  es  menester  limpiar  el  coche ,  y  ten 
prontos  los  caballos  para  llevar  á  paseo  .. 

Sim.  ¿Sus  caballos  de  vm.?  Me  parece  que  no 
hallan  en  estado  de  echar  á  andar  ,  porque  vr 
les  hace  observar  unos  ayunos  tan  rigorosos ,  qv 
los  han  convertido  en  fantasmas. 

Onof.  Vea  vm.  y  no  trabajan  nada. 

Sim.  Y  porque  no  trabajen  nada ,  ¿no  han  de  c< 
mer  tampoco  nada?  mas  les  valdria  á  los  pobr 
animales  trabajar  mucho,  y  comer  igualmen 
mucho.  A  mí  me  causan  tanta  lástima  ,  que  ai 
gunos  dias  me  quito  la  comida  de  la  boca  p 
dársela  á  ellos ,  pues  es  menester  un  corazón  mi 
duro  para  no  compadecerse  de  su  próximo 

Onof.  El  ir  hasta  el  paseo  no  es  un  trabajo  V 
grande. 

Sim.  Yo  no  tengo  valor  para  llevarlos ,  y  en  '  i 
estado  en  que  se  hallan ,  se  me  haria  cargo 
conciencia  el  darles  un  latigazo.  ¿Cómo  qui 
vm.  que  puedan  con  el  coche  ,  quando  no  pi  i 
den  consigo  mismos? 

Jar.  Yo  le  pediré  al  cochero  del  vecino ,  que  va  t 
con  ellos :  así  como  así  éste  nos  hará  falta  p  H 
la  cena. 


i 

f 
i, 


k. 


a 


m 

im.  Me  alegro ,  porque  mas  quiero  que  mueran 
baxo  de  otra  mano ,  que  no  baxo  de  la  mia. 

rac.   Señor  Simón ,  vamos  con  juicio. 
:  na  im.  Señor  mayordomo ,  vamos  con  tiento. 
:¿í  inof.  Vaya,  vaya,  tengamos  paz. 

im.  Yo  no  puedo  sufrir  los  aduladores :  veo  que 
sus  regaños  sobre  el  pan,  sobre  el  vino,  sobre 
el  carbón,  sobre  la  sal  y  sobre  el  aceyte  no  son 
sino  para  congraciarse  con  vm.  y  hacerle  la  cor- 
te: yo  me  desespero,  y  me  enfada  oir  lo  que 
se  dice  de  vm.  todos  los  dias;  porque  en  fin  des- 
pués de  mis  caballos ,  es  vm.  la  persona  que  mas 
estimo. 

nof  ¿Y  podré  yo  saber  qué  es  lo  que  se  dice 
por  ahí  de  míS 

im.  Si  señor,  si  yo  supiese  que  vm.  no  se  habia 
de  enfadar. 

nof  Yo  no ,  de  ningún  modo. 

;m.  ¿No?  Caramba,  yo  sé  muy  bien  que  vm.  se 

i  ha  de  poner  hecho  un... 

nof  Dale :  si  digo  que  no :  al  contrario ,  tendré 
mucho  gusto  en  saber  cómo  se  habla  de  mí. 

m.  ¿De  veras? 

nof  De  veras. 

m.  Pues  ya  que  vm.  lo  quiere ,  le  diré  franca- 

E 


ame 

;ie 

oca 

i 

no. 

w 


(66) 

mente  ,  que  toda  la  gente  hace  burla  de  vm.  di 
ciéndonos  á  nosotros  mil  bufonadas  sobre  suic 
extravagancias  y  su  miseria.  El  uno  dice  qu 
hace  vm.  imprimir  almanakes  particulares,  do; 
blando  las  quatro  témporas  y  las  vigilias  de 
año  ,  para  aprovecharse  de  los  ayunos  que  hac 
observar  á  toda  la  gente  de  su  casa.  El  otro ,  qu 
en  los  dias  de  cumpleaños ,  ó  quando  se  le  mar 
chan  los  criados ,  busca  vm.  siempre  algún  motiv 
de  regañarlos  para  no  darles  nada ,  ni  pagarles  € 
salario.  Aquel  cuenta,  que  una  vez  hizo  vnn 
abrir  a  un  gato  de  un  vecino  para  sacarle  ,de  1 
tripa  un  pedazo  de  bofes  que  le  habia  comidc. 
Este ,  que  sorprehendiéron  á  vm.  una  noche ,  vi 
niendo  de  robar  la  cebada  de  vuestros  caballoi 
y  que  el  cochero ,  mi  antecesor ,  haciendo  qu 
no  os  conocía  con  la  obscuridad  ,  os  hartó  ¿ 
palos,  sin  que  vm.  de  vergüenza  se  atreviera 
chistar  la  menor  palabra.  En  fin,  no  se  puede 
á  parte  alguna  donde  no  se  oiga  alguna  aventuí 
semejante.  Vm.  es- la  fábula  y  la  mofa  de  tod 
el  mundo ,  no  designándole  sino  con  los  nombr< 
de  avaro,  de  horrible,  de  usurero... 
Qnof.  Y  tú  eres  un  picaron ,  desollado ,  6  insolcnt 
Dándole  de  palos  con  el  bastón» 


,L 


Id 


(¿7) 

Efe.  ¿No  lo  habla  yo  dicho?  Vm.  no  me  quiso 
I  creer :  ya  adivinaba  yo  que  se  enfadaría  de  oir 
I  2a  verdad. 

\)nof.  Aprenda  vm.  á  hablar  mejor  para  otra  vez 
i  $qq  desvergonzado. 

S  C  E  N  A     III. 

Jacinto  y  Simón, 

Tac.  Compadre  Simón ,  lo  siento ;  pero  ya  veo  que 
se  premian  muy  mal  vuestras  noticias. 
Riyéndose. 

vm.  ¿Y  á  vm.  señor  recienvenido  qué  le  va,  ni 
:;>'  qué  le  viene  en  ello?  Vm.  ríase  enhorabuena  de 
m  sus  paios  qúando  se  los  den,  pero  no  venga  á 
3 1     reirse  de  los  míos. 

Jac.  Perdone  vm.  señor  Simón;  no  hay  que  en- 
fadarse. 

Aparte* 
\¡m.  Calla.  El  tiene  miedo :  voy  á  hacer  de  va- 
liente ,  y  como  me  tema ,  le  casco  las  liendres. 

Alto. 
¿Sabe  vm.  señor  bufón,  que  yo  no  me  rio?  ¿y 

oltfj   que  si  se  me  sube  el  humo  á  la  chimenea  le  haré 

reír  de  otro  modo? 

Sa 


rtú 

riera 

nede 

■e:ti  p 
:ta 


(68) 
Hace  retroceder  d  Jacinto  hasta  el  fin  del  teatn 


amenazándole. 


ti 


Jdc.  Poco  á  poco. 

Sim.  ¿  Como  poco  á  poco  ?  no  me  da  la  gana. 

Jac.  Hacedme  el  favor... 

Sim,  Qué  favor  ,  ni  qué  calabaza.  Vm.  es  un  fas- 
tidioso. 

Jac.  Vaya  señor  Simón. 

Sim.  No  hay  señor  Simón  que  valga.  Como  co]i 
un  palo  le  moleré  las  costillas. 

Jac.  ¿Como  es  eso  de  coger  un  palo?  _-_  i|Jf 

Se  pone  serio  ,  y  hace  retroceder  mutuamente  ¡ 
á  Simón. 

Sim.  [  O !  no  hablaba  yo  de  eso. 

Jac.  ¿Sabe  vm.  señor  necio,  que  soy  muy  bas 
tante  para  escarmentarle? 

Sim.  No  lo  dudo,  no. 

Jac.  ¿Y   que  vm.  es  un  pobre  diablo  cocinero? 

Sim.  Sí  señor,  lo  sé.  : 

Jac .  ¿Y  que  no  me  conoce  todavía? 

Sim.   Perdóneme  vm. 

Jac.    ¡Con  que  vm.  me  dará  de  palos? 

Sim.  j Qué!  yo  lo  decia  en  chanza. 

•  •■"  'Dale  de  palos ,  6  golpes. 

Jac,  Yo  no  gusto  de  chanzas ,  con  que  así  apren 


\:\ 


:<;, 


k 


di 


\í¡ 


a 


la 


(69) 

áed  á  no  usarlas  conmigo. 
¿0/0. 
im.  Pues  he  quedado  lucido  con  mis  Intentonas. 
Que  el  amo  me  pegase,  vaya:  ¿pero  pegarme 
este  mayordomo?...  por  vida...  mas  yo  me  ven- 
gare como  pueda. 

SCENA     IV. 

Mariana,  Lucia  y  Simón. 

uc.  ¿Sabe  vm.  señor  Simón  si  está  en  casa  vues- 
tro amo  ? 

m.  Si  señora ,  en  casa  está ,  lo  sé  ,  y  muy  bien. 
uc.  Pues  haznos  el  favor  de  decirle ,  que  esta- 
mos aquí. 

SCENA     V. 


;:.: 


31*8 


Mariana  y   Lucía. 

?ar.  ¡Ah  Lucía!  ¡qué  situación  tan  infeliz  es  la 
mia!  y  quánto  siento  esta  visita,  si  he  de  decir- 
te la  verdad. 

ic.  Pero,  ¿y  por  qué?  ¿quál  es  vuestra  inquie- 
tud? 

ar.  ¡Quál  es  me  preguntas!  ¿no  puedes  conocer 
el  tormento  de  una  persona,  pronta á  ver  el  su- 


plicio  en  donde  se  la  quiere  sacrificar. 

Zuc.  Yo  bien  conozco  que  para  morir  con  gnsí 
no  es  Don  Onofre  el  suplicio  que  vos  querría 
admitir ,  y  veo  también  en  vuestro  semblant 
que  el  Adonis  de  que  me  habéis  hablado  se  < 
viene  a  la  memoria. 

Mar.  Es  muy  cierto,  Lucía,  y  no  me  pesa:  1 
visitas  que  nos  ha  hecho  y  sus  modales ,  han  l 
grado  que  yo  le  dé  algún  lugar  en  mi  corazo 

Luc.  i  Pero  vm.  no  ha  sabido  quién  es  ese  cup 
dito? 

Mar.  No,  Lucía:  solo  sé  que  es  muy  digno  < 
que  se  le  ame;  que  si  mi  elección  fuese  libi 
en  ninguno  otro  recaería  sino  en  él,  y  que 
inclinación  que  le  tengo  me  hace  mas  repugna 
te  el  marido  que  se  me  quiere  dar. 

Luc,  ¡O!  todos  estos  mozalvetes  son  a  la  verd 
muy  agradables,  y  -saben  también  desempeí 
perfectamente  su  negocio ;  pero  la  mayor  pa 
anda  siempre  á  horza  con  su  bolsillo  ;  y  así  p: 
vm.  es  mejor  un  marido  viejo  que  la  dé  muc 
dinero,  Yo  confieso  que  los  sentidos  no  hal 
favorable  la  cuenta ,  y  que  con  un  marido  vi 
hay  que  sufrir  algunos  disgustillos;  pero  no 
duradero,  y  al  fin  su  muerte  la  pondrá  á  vm¿ 


h 


oraz 


(70 

estado  de  bnscar  luego  otro  mas  ¡oven  que  lo 

atSÍ  restaure  todo. 

neij  Mar.  ¡Ah  Lucía!  \y  qué  mala  cosa  es  tener  que 
desear  la  muerte  de  una  persona  para  ser  feliz ! 
además  de  que  ésta  no  siempre  sigue  todos  nues- 
tros proyectos. 

uc.  ¿Vm.  se  burla?  ¿Pues  acaso  se  casaría  con 
él  á  no  poner  la  condición  de  dexarla  bien  pron- 
to viuda?  como  que  debe  ser  uno  de  los  artícu- 
los del  contrato;  pero  qué  ,  si  lo  mas  que  puede 
vivir  son  tres  meses.   Mas  cátele  vm.  que  sale 

bl  toditico  él  en  persona. 

e  IBfcr.  ¡  Ah  Lucía  de  mi  alma ,  y  qué  ñgura  l 


■M  t< 


■:i: 


v    SC  EN  A    VI. 

Don  Onofre,  Mariana  y  Lucía* 


Onof,  No  os  ofendáis ,  bella  Mariana ,  de  que  sal- 
ga á  veros  con  anteojos.  Sé  que  vuestras  gracias 
son  muy  visibles  por  sí  mismas ,  sin  necesidad 
de  ellos  para  observarlas ;  pero  en  fin ,  con  an- 
teojos es  con  lo  que  se  observan  los  astros ,  y 
yo  aseguro  que  vos  sois  un  astro ;  pero  un  astro 
el  mas  bello  que  puede  haber  en  el  pais  de  los 
astros.  Lucía  no  responde  nada ,  ni  muestra ,  se- 

E4 


xff 
así 
mi 
ú 
Jo  i 


gun  me  parece ,  gozo  alguno  en  mirarme. 
Luc.  Es  que  se  halla  sobrecogida,  y  además  d 

esto  ,  las  jóvenes  siempre  tienen  vergüenza  d 

demostrar  al  instante  lo  que  sienten  en  su  co 

razón. 
Onof.  Dices  bien.  Mónita  mia,  aquí  sale  mi  hij¡ 

á  recibirte. 

SCENA     VIL 

Don  Onof  re ,  Mariana,  Luisa  y  Lucía. 


b 


■;. 


i) 


i, 


Mar.  Perdonad,  señora:  cumplo  muy  tarde  coi 

esta  visita. 
Luis.  Vm.  ha  hecho  lo  que  á  mí  me  correspon-  if 

dia,  que  era  adelantarme  a  hacérosla.  i  s 

Onof.  Ya  ve  vm.  qué  grande  es;  pero  la  mala  yer 

ba  siempre  crece  mucho. 

A  Lucía. 
Mar.  ¡Qué  hombre  tan  horroroso! 
Onof.  Qué,  ¿qué  dice  la  palomita  mia?  i  é 

Luc.  Que  le  parece  vmd.  muy  lindo.  !  trot 

Onof.  Ese  es  favor  que  me  queréis  hacer,  herm<Hti!( 

sa  pichoncita. 

Aparte. 
Mar.  ¡  Qué  animal! 


i  i 


¡ací 


y 


r 

(73) 
qf.  Os  doy  muchas  gracias.  Aquí  sale  también 
\ím  hijo ,  que  viene  á  tributaros  sus  respectos. 


SCENA     VIII. 


:  l  Los  mismos ,  Joaquín ,  Jacinto  y  un  Lacayo. 

ar.  \  Ah  Lucía  de  mi  corazón ,  y  qué  encuentro! 

A  Lucia. 
Este  es  justamente  de  quien  te  he  hablado. 
ic.  La  aventura  es  particular. 
qf.  Ya  veo  que  os  suspendéis  al  mirar  que  ten- 

i  i  go  unos  hijos  tan  grandes ;  pero  no  os  dé  cuida- 
do ,  que  bien  pronto  me  desharé  de  ellos. 

:::  aq.  Señora ,  si  he  de  deciros  la  verdad ,  esta  és 
ma  aventura  que  yo  de  ningún  modo  esperaba, 

va  y  la  sorpresa  mia  no  ha  sido  pequeña  quando 
mi  padre  me  ha  hecho  saber,  pocos  minutos  hace, 
ú  designio  que  habia  formado  de  casarse  con 
/os. 

trian.  Yo  puedo  decir  lo  propio.  Es  un  encuen- 
ro  tan  imprevisto ,  que  me  ha  sorprehendido  has- 

ao|a  lo  sumo. 

q.  Es  cierto ,  señora ,  que  mi  padre  no  puede 
íacer  una  elección  mas  hermosa  que  la  que  ha 
lecho,  y  que  me  proporciona  una  gran  dicha 


(74) 

con  el  honor  de  Teros;  mas  con  todo  eso  no 
aseguraré  me  cause  alegría  el  designio  que  j 
dais  tener  de  haceros  mi  madrastra,  título  c 
si  he  de  decir  verdad ,  no  os  le  deseo.  Este  I 
curso  parecerá  desatento  á  algunos  de  los  (| 
me  escuchan ;  pero  yo  creo  que  vos  entende] 
su  verdadero  significado,  reflexionando  quai 
este  matrimonio  debe  causarme  sentimiento, 
ver  hasta  qué  extremo  choca  con  mis  ver<¡ 
deros  intereses:  y  así  me  permitiréis  os  di 
con  permiso  de  mi  padre ,  que  si  las  cosas  I 
pendiesen  de  mi  arbitrio ,  no  se  verificaría  ¡an 
este  himeneo. 

Onof.  Vea  vm.  ahí  un  cumplimiento   bien  ne< 
una  declaración  bien  á  propósito. 

Mar.  Y  yo  os  responderé  que  estamos  iguales  L 
esa  parte,  y  que  si  vos  tenéis  repugnancia 
que  yo  llegue  á  ser  vuestra  madrastra ,  no  la  tfe 
dré  yo  menos  sin  duda  en  que  vos  seáis  mi  j 
jastro.  No  creáis  sea  yo  quien  procura  daros  < 
incomodidad ,  pues  sentiría  mucho  causaro; 
menor  disgusto;  y  en  fin,  si  se  me  quiere  j  p¡ 
eisar  á  ello,  os  doy  mi  palabra  de  no  conse  ¡]¡C( 
en  el  matrimonio  que  tanto  os  da  temor.         dad 

Onof.  Tiene  razón:  á  un  cumplimiento  necio  po$( 


M 

Vj 
ik 

fste 

Id 

rend 
xp 
ienta 

i  V{ 
H 
H 
02  j 

i: 
0 

II 

«0! 

asro 

seré 

cons 

f. 

oed 


(75) 
ic  debe  dar  sino  una  respuesta  necia.  Yo  os  pido 
perdón  de  la  impertinencia   de  mi  hijo:   es  un 
joven  que  no  sabe  las  conseqüencias  de  lo  que 
dice. 

lar.  Os  aseguro  que  lejos  de  ofenderme,  me  ha 
dado  mas  gusto  explicándome    sus   verdaderos 
«entimientos ;  porque  deseaba  de  él  una  confe- 
sión semejante  ;  y   si  hubiera  hablado  de  otra 
suerte ,  le  estimaría  seguramente  menos. 
nof.  Es  demasiada  bondad   vuestra  querer  disi- 
mular sus  faltas :  el  tiempo  le  hará  mas  pruden- 
te ,  y  vos  veréis  como  muda  de  pensar. 
oaq.  No,  padre  mió,  no  soy  capaz  de  mudar  de 
sentimientos ;  y  así  le  pido  á  esta  señora  lo  crea. 
nof  Pero  vea  vm.  qué  extravagancia. 
'oaq.  i  Y  quiere  vm.  que  yo  haga  injusticia  á  mi 
corazón? 

nof.  Quiero  que  vm.  mude  de  lenguage.  . 
oaq.  Pues  bien,, si  vm.  lo  quiere,  hablaré  de  otro 
modo.  Permitid  ,  señora ,  que  poniéndome  en  el 
lugar  de  mi  padre,  os  confiese  no  haber  visto 
jamas  un  objeto  tan  encantador  como  el  vuestro, 
ni  concebido  nada  capaz  de  i  guarí  ar  se  a  la  felici- 
dad de  poseeros ,  y  que  el  título  de  vuestro  es- 
poso es  una  dicha,  una  gloria  que  yo  preferiría 


(7«) 
á  los  destinos   de  los  mayores  Príncipes  dé 
tierra.  Si,  señora:  la  dicha  de  poseeros  es  en 
concepto  la  mas  grande  de  todas  las  dichas, 
á  la  qual  limito  toda  mi  ambición ,  no  pudien 
haber  nada  que  no  sea  yo  capaz  de  hacer  p; 
una  conquista  tan  preciosa ,  pues  los  obstácu 
mas... 

Onof.  Bueno ,  bueno  ,  hijo  mío :  ya  basta  si  te  p 
rece. 

Joaq.  Este  es  un  cumplimiento  que  hago  á  la  s 
ñora  en  nombre  de  vm. 

Onof.  \  Y  qué !  ¿  no  tengo  yo  lengua  para  explica 
me  sin  necesidad  de  un  intérprete  como  tu?  V 
mos,  que  arrimen  sillas. 

Luc.  Mejor  es  ir  á  paseo  ahora ,  y  volver  pror^ 
para  tener  lugar  de  divertirse  luego. 

Onof.  Que  traigan,  pues,  el  coche. 
Al   lacayo. 


,1 

ifiCí 

oco 

i) 

i 

ú 

ü 
|í 

u 

!at¡ 
d 

»1 


SC  EN  A   IX. 

Los  mismos ,  menos  el  lacayo. 

Onof.  Disimulad,  bella  Mariana,  el  no  haberí 
acordado  de  disponer  alguna  friolera  para  ánt 
de  ir  á  paseo. 


m 


I  i 


í        «• 

¡kaq.  Ya  lo  he  prevenido  yo,  padre  mío,  man- 
dando traer  de  vuestra  parte  unas  bandejas  de 
:odo  género  de  dulces  de  confitería. 
of.  Jacinto..  . 

c.  ¿Qué  quiere  vm.?  ha  perdido  la  chaveta. 
iq.  ¡Qué!  ¿no  le  parece  á  vm.  bastante?  ¡Cómo 
ía  de  ser !  La  señora  tendrá  la  bondad  de  disi- 
milar la  cortedad  del  agasajo. 
ir.  Eso  es  gastar  conmigo  mucho  cumplimiento. 
iq.  Pero,  señora,  ¿habéis  visto  jamas  un  diaman- 
2  mas  hermoso  que   el  que  mi  padre  tiene  en 

l  dedo? 

r.  En  efecto  brilla  muchísimo. 

q.  Es  menester  que  le  veáis  de  cerca. 
^  uit  ásele  del  dedo  á  su  padre  y  y  se  le  da 
á  Mariana. 

I  Sin  duda  que  es  precioso ,  y  arroja  multitud 

i  rayos.  .      .a 

Quiere  volverle. 

7.  ¡  O !  No  señora :  él  se  halla  en  manos  muy 

rmosas ,  y  es  una, expresión  que    os  hace  mí 

dre. 

'.  ¿Yo?  Baxo  d  su  hijo. 

f.  I  Excusada  pretensión!  me  dice  que  os  le 

ga  admitir. 


(73) 

Mar.  Perdóneme  que...  > 

Joaq.   ¿Os  burláis ,  señora?  Mi  padre  no  le  ve 

verá  á  tomar. 
Onof.  Me  desespero.  Aparte. 

Mar.  Eso  sería... 
Joaq.  No  i  no  señora  ,   no  permitiré  hagáis  á 

padre  un  desayre  semejante. 
Onof.  ¡Ah  bribón! 
Joaq.  Ved  cómo  le  está  incomodando  vuestra 

sistencia.  Padre  mío ,  yo  no  tengo  la  culpa 

obstina  en  no  admitirle. 
Onof.   ¿Habrá  canalla  igual? 
Joaq.  i  En  fin  dais  lugar ,   señora ,  á  que  mi  pfl 

me  regañe? 
Luc.   ¡O,  y  qué  cumplimientos l  Señora,  guaro 

la  sortija ,  pues  que  el  señor  Don  Onofre  oí: 

pide. 
Mar.  Vaya :  la  admitiré  por  no  disgustaros ;  I 

buscaré  ocasión  de  devolvérosla. 


i 


S  C  E  N  A     X. 


Los  mismos  y  un  lacayo. 
Lac.  Señor,  ahí  está  ua  hombre  que  quiere* 
blaros. 


T 

(79) 

mof.  Dilc  que  estoy  ocupado,  que  vuelva  otro 
lia. 

c.  Me  ha  dicho  que  trae  dinero. 
?/.  Perdonadme ,  vuelvo  al  instante. 

SCENA    XI. 

Los  mismos  y  un  lacayo, 

q.  Señor... 

Tropieza  con  Don  Onofre ,  y  U  hace  caer. 

>/!  ¡  Ay  que  me  ha  muerto ! 

:q.  ¿Qué  es  eso,  padre  mío?  ¿Se  ha  hecho  vía. 

año? 

na  )f.  El  infame  sin  duda  ha  recibido  dinero  de  mis 
í   eudores  para  desnucarme. 

!j  Perdone  vra.  señor,  yo  corría  por  servir  á 
í$;  m.  mas  prontamente. 

f,  ¿Y  qué  venias  á  decir  tan  corriendo ,  bcr- 

ante? 

*.  A  avisar  á  vra.  que  los  caballos  están  des- 
errados. 

f.  Anda :  di  que  los  lleven  al  instante  á  casa 
¿  el  herrador. 

f .  Con  eso  entretanto  acompañaré  á  esta  se 


(8o) 
.  ñora  en  vuestro  nombre  ,   padre  mío ,  hacia 
jardin,  á  donde  haré  llevar  el  agasajo  de  dub 

,   SC  EN  A     XII. 

Don  Onofre  y  Jacinto. 

Onof.  Jacinto,  por  Dios,  que  tengas  el  ojo  ale 
para  recoger  lo  que  se  pueda ,  y  volverlo  lúe 
á  la  confitería,  porque  de  ese  modo... 

Jad  Bien  está,  bien  está,  pierda  vm,  cuidado. 

Onof.  i  O,  hijo  majadero!  tú  tienes  gana  de  arri 
narme. 

ACTO     QUARTO. 

SCENA  PRIMERA. 


ñ 
h 


Joaquín,  Mariana,  Luisa  y  Lucía. 


fir, 

ttCí 

k 


Joaq.  Entremos  acá,  que  está  mucho  mejor; 

pues  no  hay  persona  que  nos  oiga ,  nosotros  \ 

demos  hablar  con  toda  libertad. 
Luis.  Si  señora,   mi   hermano  me  ha  dado  p 

de  la  pasión  que  alimenta  hacia  vos ,  y  comcL 


zon: 
los 


(8i) 

ignoro  los  temores  y  los  disgustos  que  son  ca- 
paces de  causar  semejantes  obstáculos ,  os  ase- 
guro que  tomo  una  parte  no  pequeña  en  el  lo- 
gro de  vuestros  deseos. 

lar.  El  ver  una  persona  como  vos  interesada  en 
nuestra  felicidad ,  es  sin  duda  alguna  un  consue- 
lo de  los  mas  apreciables ;  y  así  os  suplico ,  se- 
ñora, os  digneis  conservarme  esa  generosa  amis- 
tad ,  tan  propia  pura  hacerme  mas  llevaderas  las 
crueldades  de  la  fortuna. 
uc.  Si  vms.  me  hubieran  advertido  con  tiempo 
de  sus  amoríos ,  se  habrían  evitado  esas  inquie- 
tudes ,  no  llevando  yo  este  negocio  al  extremo 
en  que  se  halla. 
oaq.  ¿Y  qué  quieres?  Mi  mala  suerte  lo  ha  he- 
cho. ¿Pero,  hermosa  Mariana,  decidme  quál  es 
vuestra  resolución? 

?ar.   ¡  O   Dios !  ¿  Acaso  me  hallo  en  estado  de 
hacer  resoluciones?  ¿En  la  dependencia  en  que 
me  veo  puedo  formar  otra  mas  que  deseos? 
'•"■  íaq.  i  Y  qué  no  encontraré  yo  en  vuestro  cora- 
ros zon  sino  simples  deseos?  ¿Nada  de  piedad  afec- 
tuosa ,  nada  de  bondad  consoladora ,  y  nada  en 
. )]  fin  de  carinó? 

.-  ar.   ¿Qué  se  yo  qué  deciros?  Poneos  en  mi  lu- 
F 


(82) 

gar ,  y  ved  lo  que  puedo  hacer.  Discurrid ,  or-i 
denad  vos  mismo  lo  que  gustéis,  pues  yo  nn 
entrego  enteramente  á  vos ,  creyéndoos  dema- 
siado juicioso  para  querer  exigir  de  mí  mas  di 
lo  que  puede  serme  permitido  por  el  honor  y  1 
decencia. 

Joaq.  ¡O  Dios  mío!  á  qué  extremo  me  reducís 
sujetándome  á  lo  que  quieran  permitir  los  tristejL 
sentimientos  de  un  riguroso  honor ,  y  de  un^  y 
escrupulosa  decencia.  ¡  ¿ 

Mar.  ¿Pero  qué  queréis  que  yo  haga?  Aun  quan 
do  me  resolviese  á  atropellar  por  el  cúmulo  d<. 
respetos  á  que  nuestro  sexo  se  halla  sometido 
no  puedo  de  modo  alguno  olvidar  las  obligacio 
nes  de  hija  para  con  mi  madre.  Me  ha  criadc 
y  tratado  siempre  con  una  ternura  y  un  amoi 
que  no  me  resolvería  a  pagar  con  el  menor  dij 
gusto.  Dirigios,  pues,  a  ella:  emplead  todos  vueAy, 
tros  esfuerzos  en  ganar  su  corazón,  haciendo 
diciendo  quanto  queráis,  pues  para  todo  os  do 
licencia ,  y  si  dependiere  de  declararme  en  vuestr 
favor ,  consiento  en  hacerla  yo  misma  una  declí 
ración  ingeniosa  de  todo  lo  que  siento  hacia  vo 

Joaq.  Mira,  Lucía,  ¿querrás  ayudarnos  en  es- 
ocasión? 


tra  vi 


ti 

'1 

k 


(83) 

UC.  Con  toditico  el  gusto.  Vms.  saben  que  na- 
turalmente soy  bastante  humana.  El  cielo  no 
me  ha  hecho  el  corazón  de  bronce ,  y  así  tengo 
mucha  alegría  en  servir  á  las  personas  que  se 
quieren  quando  es  como  debe  ser ,  y  como  Dios 
manda.  Ahora  bien,  ¿qué  podremos  hacer  en 
este  asunto? 
oaq.  Discurre  un  poco. 

eüf/#r.  Danos   luces. 

nis.   Busca   algún  arbitrio  con  que  deshacer  lo 

^    que  tii  misma  has  hecho. 

uc.  Eso  es  bastante  dificultoso.  Por  lo  que  hace 

^•á  vuestra  madre  es  muger  de  razón,  y  se  la 
podria  ganar ,  y  aun  hacerla  se  resolviese  á  tras- 
pasar al  hijo  el  don  que  quiere  hacer  al  padre; 

m  1  pero  la  dificultad  que  encuentro,  es  que  vuestro 
padre...  es  vuestro  padre. 
'oaq.  Se  entiende. 
4  uc.  Quiero  decir ,  que  conservará  algún  resenti- 
miento si  advierte  que  se  le  reusa ;  y  no  querrá 
después  dar  su  licencia  para  vuestro  matrimonio: 
por  lo  qual  para  hacer  la  cosa  como  correspon- 
de, era  menester  que  esto  viniese  de  su  par- 
te ,  procurando  por  algún  medio  disgustarle  con* 
tra  vuestra  persona. 

F  % 


.. 

osa 
VMS 

i;: 
l 

D 


(84) 

Joaq.  Tienes  razón.  jk 

Luc.  Ya  lo  sé  yo:  pero  el  diantre  está  en  encon 
trár  los  medios  de  conseguirlo.  Espérense  vm 
Si  tuviéramos  una  muger  de  mediana  edad , 
de  la  travesura  que  yo ,  que  con  un  tren  pasa 
gero,  y  un  extravagante  nombre  de  Marques 
6  Vizcondesa,  que  supondríamos  de  hacia  Se 
villa  ó  Granada,  supiese  representar  el  caráetc 
de  una  señora  de  circunstancias ,  yo  me  atreve 
ría  á  hacer  creer  a  vuestro  padre  que  era  una  pe: 
sona  muy  rica,  y  se  hallaba  tan  enamorado  d 
él ,  que  si  consentía  en  casarse  con  ella ,  le  dexafc 
ria  por  heredero  de  todos  sus  caudales ,  puc  de 
yo  no  dudo  que  en  este  caso  diese  oídos  á  1 
proposición ,  porque  en  fin  aunque  os  ama  a  ve 
con  mucho  extremo,  yo  sé  que  ama  con  mu 
cho  mayor  al  dinero;  y  quando  deslumhrad 
con  el  cebo  del  tesoro  de  la  Marquesa  hubie 
se  consentido  una  vez  en  lo  que  deseamos ,  intf  U 
portaría  poco  que  después  se  desengañase ,  y  1  jf¡ 
llevase  la  trampa. 
Joaq.  Todo  eso  está  muy  bien  pensado;  pero...  fi 
Luc.  Déxenme  vms.  á  mí.  Ahora  me  acuerdo  dj^ 
una  de  mis  amigas,  que  es  á  propósito  paí)^ 
el  caso. 


!  vas 
id, 

-quei 

uád 
itrol 
:ap( 
ido  l 


(85) 

fb^.  j  Ah,  Lucía!  si  consigues  tu  designio,  yo  te 
aseguro  una  buena  recompensa.  Pero,  amable 
Mariana ,  empecemos  por  ganar  á  vuestra  madre, 
para  deshacer  por  ahora  este  matrimonio.  Yo  os 
suplico  hagáis  de  vuestra  parte  todos  los  esfuerzos 
que  os  sean  posibles.  Desplegad  sin  reserva  las  gra- 
cias eloqüentes ,  los  atractivos  poderosos  que  el 
cielo  ha  puesto  en  vuestros  ojos  y  en  vuestra 
boca  ,  y  no  olvidéis  nada  de  estas  tiernas  pala- 
bras ,  y  de  estas  amorosas  súplicas ,  a  las  quaíes 
yo  creo  no  haya  cosa  alguna  capaz  de  resistirse* 
&Í  £ar.  Yo  os  ofrezco  hacer  para  ello  quanto^esté 
de   mi  parte. 


S  C  E  N  A     II. 

'  Los  mismos  y  Don  Onofre. 

hubi 

)nof.  ¡Ola!  Saliendo. 

J'f  Mi  hijo  besa  la  mano  de   su  futura  madrastra, 
y   su  futura   madrastra  como  que  no  lo  reusa. 
3,    ¿Si  liabrá  en  esto  algún  misterio? 

luis.  Que  viene  mi  padre. 
o  pi  ^nof.  El  coche  está  pronto ,  con  que  podéis  ir  al 
paseo  quando  gustéis. 

F3 


(86) 

Joaq.  Una  vez  que  no  va  vm. ,  padre  mío ,  iré  y 

á  acompañarlas. 
Onof.  No,   quédate:  ellas  irán  solas:  te  necesita 

yo  aquí.  k 

k 
S  CE  NA    III.  jty 

áe 
JDo/z  Onofre  y  Joaquín. 

Onof.  Ahora  bien ,  Joaquinito ,  dexando  aparte  lo 
respetos  de  madrastra,  ¿qué  te  parece  de  est; 
Mariana  ? 

Joaq.  ¿  Que  qué  me  parece  ? 

Onof.  i  Sí :  $  qué  te  parece  de  su  ay re ,  de  su  her- 
mosura ,  de  su  juicio  ? 

Joaq.  j  He !  así ,  así. 

Onof  ¿Pero  qué  quiere  decir  ese  así,  así? 

Joaq.  Si  he  de  decir  á  vm.  lo  que  siento ,  no  m< 
ha  parecido  aquí  tanto  como  yo  habia  imagina-, 
do.  Su  ayre  es  de  algo  calaverilla,  su  hermosura  H 
nada  sobresaliente  ,  y  su  talento  muy  regular, 
No  crea  vm. ,  padre  mió ,  que  yo  diga  esto  po¡ 
disgustarle ,  pues  al  fin  madrastra  por  madrastra 
á  mí  Jo  mismo  me  da  ésta  que  qualquiera  otra*»/ 

Onof  Sin  embargo,  tu  le  decias  ahora  poco...  fe 

Joaq.  Si  señor,  le  decia  en  nombre  de  vm.  algU-J^ 


(te 

eesi 


i  be 


(8?) 

:  j     ñas  ternezas ;  pero  solo  era  con  el  fin  de  daros 
gusto. 

;-;:i  ~)nof.  ¿Luego  no  tienes  nada ,  nada  de  inclinación 
hacia  ella? 
Joaq.  1  Yo  ?  no  señor ,  nada  menos  que  eso. 
~)nof.  Bien  sabe  Dios  que  lo  siento,  porque  me 
destruyes  una  idea  que  me  habia  ocurrido.  Yo 
mirando  á  esa  muchacha  ,  ahora  poco ,  empecé  á 
reflexionar  sobre  mi  mucha  edad,    y   sobre  lo 
que  dirán  las  gentes  viendo  que   me  vuelvo  á 
casar  con  una  muger  tan  joven,  y  esta  conside- 
ración me  habia  hecho  resolver  á  abandonar  el 
intento ,  libertándome  de  la  palabra  que  la  he 
dado   con  substituirte  á  tí  en  mi  lugar  dándo- 
tela. 
Joaq,  ¿A  quién,  á  mí? 

3 1  Qnof.  Sí ,  á  tí. 
Joaq.  ¿En  matrimonio? 

J  Dnof.  Pues. 

TJ¡a  Joaq.  Mire  vm. :  es  verdad  que  no  me  agrada  mu- 

tap(  1   cho;  pero  sin  embargo,  por  complaceros  me  re- 
solveré á  casar  con  ella  si  queréis. 

nn  Jnof.  ¿Quién  yo?  no,  no  soy  tan  imprudente  como 
piensas  í  no  quiero  violentar  tu  albedrío. 

Ú  Joai*  Yo  haré  este  esfuerzo  por  agradar  á  vm. 

F4 


(88) 

Onof.  No ,  no :  un  matrimonio  hecho  sin  gusto  nd  í 
puede  ser  feliz. 

Joaq.  Eso  es  cosa  que  puede  lograrse  después 
padre  mió ;  y  así  se  dice ,  que  el  amor  es  por  le 
regular  fruto  del  matrimonio. 

Onof.  No,   Joaquín,   no.  Por  lo  que   respecta  a 
hombre  no  se   debe  exponer  á  esa  esperanza^  Í0j 
pues   suele  acarrear  malas  conseqüencias.  Si  hu- 
bieras  sentido  alguna  inclinación ,  aunque  ligera^  4 
hacia  la  muchacha,  enhorabuena:  yo  te  la  ha-i  ty 
bria  cedido  al  instante ;  pero  faltándote  entera-* 
mente  ésta ,  tendré  que  cumplirla  la  palabra  qu€  íff 


4 

esto 
é: 

m 


la  he  dado.  ¡  Como  ha  de  ser !  me  casaré  con  ella. 


can 


Joaq.  Y  bien ,  padre  mió ,  pues  que  las  cosas  han 
llegado  á  este  extremo  ,  es  menester  descubrh|/. 
á  vm.  mi  corazón ,  y  revelarle  todo  el  secreto 
La  verdad  es ,  que  yo  la  amo  desde  un  dia  que 
la  vi  en  el  paseo ,  y  que  tenia  intención  de  pe- 
dírosla para  mi  muger ;  pero  habiendo  sabido  lo§ 
sentimientos  de  vm.  hacia  ella ,  me  ha  conteni- 
do el  temor  de  disgustaros. 

Onof.  ¿  Y  la  has  hecho  alguna  visita } 

Joaq.  Si  señor. 

Onof.  ¿Muchas  veces? 

Joaq.  Bastantes. 


iq 


EO, 


i: 

tai 


íelii 

sb 


reto 

•Qlí 

:ípfr 


(S9) 

:  ao  '«o/*,  g  Y  te  ha  recibido  con  agrado  ? 

W^.  Si  señor;  pero  sin  saber  quién  era  yo,  y 
esto  dio  motivo  a  la  sorpresa  de  Mariana,  ojian- 
do me  vio  aquí  ahora  poco. 
nof.  ¿Y  le  has  declarado  tu  pasión,  y  el  designio 
que  tenias  de  casarte  con  ella? 

inzi  "oaq.  Mucho ,  y  aun  habia  hecho  también  á  su 
madre  algunas  proposiciones  indirectas. 

iúnof.  i  Y  qué  tal ,  las  ha  escuchado  ? 

b  oaq.  Bastante  cortesmente. 

terj  nof.  i  Y  la  hija  corresponde  a  tu  amor  ? 
i  baq.  Si  he  de  creer  las  apariencias ,  me  persua- 
do ,   padre    mió  ,   que  la  debo  algún  poco  de 
cariño. 

ótytof.  ¿Sí,  he?  No   es  malo  haber  descubierto  este 
secrecto:  vea  vm.  justamente  lo  que  yo  solici- 
taba. Aparte. 
Ea  pues ,  hijo  mió :  ¿  sabe  vm.  lo  que  hay  ?  Que 

10  ío  es  necesario  que  vm.  piense  en  dar  al  olvido  su 

it£3Í  amor  ,  que  cese  en  sus  amantes  solicitudes  hacia 
una  muger  que  yo  destino  para  mí,  y  que  se 
disponga  -ár  casar  con  la  que  ya  le  tengo  pre- 
parada. 

iaq,  ¿Con  qué  vm.,  padre  mió,  se  burla  de  ese 
modo  de  mí?  Muy  bien.  Pues  sepa  vm.,  ya  que 


:■;.{/, 


(9o) 
me  da  lugar  á  ello,  que  no  abandonaré  la  p 
sion  que  tengo  por  Mariana ,  que  no  habrá  co 
que  no  haga  por  disputar  á  vm.  6u  conquista , 
que  si  vm.  tiene  el  consentimiento  de  su  mad 
yo  tendré  quizá  otros  auxilios  que  combatir, 
á  mi  favor.    . 

Onof.  ¿Cómo,   picaro,  tú  tienes  atrevimiento  < 
irme  á  los  alcances? 

Joaq.  Vm.  es  quien  va  á  los  mios ,  y  yo  hafcfcf 
llegado  antes  que  vm. 

Onof.  i  Y  qué  no  soy  tu  padre ,  y  me  debes  ten  k 
respeto  ? 

Joaq.   Si  señor ;  pero  hay  ciertas  cosas  en  que  1 
hijos  no  deben  ceder  á  los  padres ,  y  el  am  i 
no  distingue  de  personas. 

Onof.  Yo  haré  que  me  distingas  con  un  palo. 

Joaq.  Todas  sus  amenazas  de  vm. ,  no  servirán 
nada.  |»/, 

Onof  Tú  renunciarás  á  Mariana. 

Joaq.  No  lo  crea  vm.  g, 

Onof  ¡Habrá  insolencia!...  senr 

)  el 
bien 
cep] 


ni. 


i 


(9i) 
SCENA    IV. 

Don  Onofre ,  Joaquín  y  Simón. 


«ti 


sti, 

: "a  í#f.  He ,  he :  señores ,  ¿ qué  es  esto?  ¿  En  qué  piefl- 
íoati  j  san  vms.  ? 

oaq.  No  hay  insolencia  que  valga. 

A  Joaquín. 
\m.  ¡  Ah !  señor ,  poco  a  poco. 
tal  tyiof.  ¿Hablarme  con  ese  atrevimiento? 
A  Don  Onofre. 
im.  Señor ,  por  amor  de  Dios. 
'oaq.   Sobre  que  no  ha  de  ser. 
A  Joaquín. 
uim.   [Como  qué!  ¿á  vuestro  padre? 
nof.  Déxame,  déxame... 

m.  ¡Cómo  qué!  ¿a  vuestro  hijo?  Aun  á  mí,  vaya 
en  gracia. 

nof.  Mira ,  para  que  veas  si  tengo  razón ,  quiero 
hacerte  juez  de  este  negocio. 
m.  Yo  convengo  en  ello.  Apártese  vm.  un  poco, 
señorito. 

nof.  Yo  quiero  á  una  niña  para  casarme  con  ella, 
y  el  bribón  tiene  la  insolencia  de  quererla  tam- 
bién, y  solicitarla  para  sí  contra  todos  mis  pre- 
ceptos. 


■...'¡a 


(9*) 

Sim.  ¡O!  él  hace  muy  mal. 

Onof.  ¿No  es  una  cosa  terrible  que  un  hijo  quíc 
competir  con  su  padre  ,  quando  por  respeto  d 
bia  abstenerse  de  llegar  á  mis  inclinaciones? 

Sim.  Es  muy  claro.  Dexe  vm.  que  yo  le  hab 
y  espere  aquí  entretanto. 

Joaq.  j  He  bien !  Pues  que  mi  padre  te  ha  elegí 
por  nuestro  juez ,  sélo  enhorabuena :  á  mí  i 
es  indiferente  ,  y  convengo  en  que  resuelv 
nuestra  competencia. 

Sim.  Vm.  me  hace  muchísimo  honor. 

Joaq.  Ahora  bien :  yo  me  hallo  enamorado  de  u 
joven  que  corresponde  á  mis  deseos,  y  admi 
tiernamente  los  obsequios  de  mi  corazón ,  y 
mi  padre  le  entra  la  manía  de  venir  á  turb 
nuestro  amor,  solicitándola  ahora  para  sí. 

Sim.  ¡  O !  hace  muy  mal  seguramente. 

Joaq.  ¿No  se  avergüenza  de  pensar  en  casarse  c< 
una  edad  como  la  que  tiene?  ¿te  parece  que 
sienta  bien  ahora  andar  en  amoríos?  ¿y  no  d 
beria  dexar  esta  ocupación  para  los  jóvenes? 

Sim.  Vm.  tiene  razón :  vaya ,  eso  será  que  tend 
ganas  de  chulearse.  Dexe  vm.  que  yo  le  hat 
dos  palabras. 


(93) 

A  Don  Onofre» 

pi  Pues ,  señor ,  vuestro  hijo  no  es   tan  temerario 

N  como  decís ,  pues  ya  se  viene  á  la  razón.  Dice 
que  sabe  el  respeto  que  os  debe ,  y  que  su  ge- 

:'^l)|nio  solo  le  ha  arrebatado  en  el  primer  ímpetu: 
que  está  pronto  á  hacer  quanto  vm.  quiera,  con 
ij  tal  que  en  adelante  le  tratéis  mejor  que  hasta 
aquí,  buscándole  también  algún  otro  matrimo- 

sod  nio  que  le  acomode. 

tof.  Eso  es  otra  cosa :  dile  que  baxo  de  ese  su- 
puesto podrá  esperar  de  mí  todo  lo  que  quiera, 

kéy  que  exceptuando  á  Mariana,  le  dexo  en  liber- 
tad de  elegir  la  muger  que  mas  le  guste. 
A  Don  Joaquín. 

úm.  Muy  bien.  Vuestro  padre,  señorito,  no  es 
tan  ridículo  como  vm.  le  hace :  me  ha  dicho  que 
solo  vuestro  genio  altivo  le  ha  hecho  encoleri- 
zar ,  y  que  todo  depende  del  modo  con  que  os 
portéis :   que  estará   dispuesto   á  concederos   lo 

no d  ¡que  deseáis,  con  tal  que  lo  solicitéis  por  medio 
del  rendimiento ,  tributándole  los  respetos   y  la 

erJsumision  que  debe  haber  en  un  buen  hijo  para 

5  \¡  ;con  su  padre. 

laq.  ¡Ah  querido  Simón!  tú  puedes  asegurarle, 
que  si  me  concede  á  Mariana,  me  hallará  siem- 


(94) 

pre  el  más  rendido  de  todos  los  hombres ,  y  qi 

jamas  haré  cosa  que  pueda  originarle  el  men< 

disgusto. 
Sim.  Esto  es  hecho :  vuestro  hijo  consiente  en  i 

que  vm.  dice. 
Onof.  Muy  bien:  eso  me  gusta. 
Sim,  Todo  está  rematado :  vuestro  padre  se  hal 

muy  contento  de  vuestras  ofertas. 
Joaq.  Gracias  á  Dios. 
Sim.  Vaya ,  señores ,  ya  pueden  vms.  hablar  jur1  4 

tos,  pues  se  hallan  avenidos. 
Joaq.  Mi  querido  Simón ,  ¡  quánto  tengo  que  agrí|wf 

decerte ! 
Sim.   ¡  Ah !  nada ,  señor. 
Onof.  Me  has  dado   mucho  gusto,  Simoncito ,  |oai 

esto  merece  algún  regale  ¡o. 
Don  Onofre  mete  la  mano  en  el  bolsillo ,  y  Sime 

alarga  la  suya ;  pero  Don  Onofre  no  saca  sintí 
el  pañuelo  para  sonarse, 
Onof.  Dexa ,  dexa ,  que  yo  me  acordaré  de  tí 
Sim,  Beso  á  vm.  la  mano. 


y  el 


coa 


(95) 
SC  EN  A    V. 

Don   Onofre  y  Joaquín. 

wq.  Padre  mió ,  perdone  vm.  la  falta  de  respe- 
\i  to  con  que  he  procedido. 

ipf.  Vamos:  eso  no  es  nada. 

>aq.  Aseguro  i  vm.  que  lo  siento  en  el  alma, 
J  iof.  Y  yo  tengo  el  mayor  gusto  del  mundo  ea 

ver  que  procedes  con  juicio. 
21  wq.  [  Qué  bondad  la  vuestra  en  olvidar  tan  pron- 
to una  falta  como  la  mia! 

iof.  Las  faltas  de  los  hijos  se  olvidan  fácilmente 

quando  ellos  se  someten  a  lo  justo. 

>aq.  ¿Y  que  no  conserva  vm.  ningún  enfado   por 
5mi  mis  locuras? 
íl  iof.  No ,  porque  todas  las  borra  ya  la  sumisión, 

y  el  respeto  con  que  te  veo. 

>aq.  Yo  le  prometo  á  vm.  que  conservaré  en  mi 

corazón  hasta  la  muerte  la  memoria  de  vuestras 

bondades. 

'of.  Y  yo  te  prometo  que  no  habrá  cosa  alguna 

que  no  alcances  de  mí. 

aq.  ¡  Ah  padre  mió !  nada  tengo  ya  que  pedi- 


Jff< 

i 


(96) 

ros,  pues  me  dais  quanto  puedo  apetecer  ccfe 

darme  a  Mariana. 
Onof.  ¿Como?  $ 

Joaq.  Digo ,  señor ,  que  estoy  loco  de  contento, 

que  todo  lo  hallo  en  la  bondad  que  tenéis  4/ 

concederme  á  Mariana. 
Onof.  ¿  Quién  habla  aquí  de  concederte  á  Mariartí 
Joaq.  Vm. ,  padre. 
Onof.  ¿Yo? 
Joaq.  Si  señor. 
Onof.  ¿Cómo  yo?  ¿Pues  no  eres  tá  quien  ha  pr< 

metido  renunciar  á  ella?  '|^/, 

Joaq.  1  Yo  renunciar  á  ella? 
Onof  Sí. 

Joaq.  Nada  menos  que  eso.  -fc, 

0/zg/*.  ¿  Pues  no  te  has  separado  de  esta  pretensioij  'w, 
Joaq.  Al  contrario ,  yo  me  hallo  mas  que  nuntl  lk 

resuelto  á  continuarla.  lk¡¡, 

Onof  Qué  vergante:  ¿ahora  vuelves?...  .1  k, 

Joaq.  No  habrá  cosa  capaz  de  hacerme  mudar  d  u¡¡, 

intención.  '  k 

Onof.  Infame ,  yo  sabré  lo  que  he  de  hacer, 
Joaq.  Haga  vm.  todo  lo  que  quiera. 
Onof.  Te  prohibo  el  que  me  veas  jamas.  |k 

Joaq.  Enhorabuena. 


i:::' 


(97) 
nof.  Te  abandono. 
roaq.  Abandonadme. 
nof  Te  renuncio  por  mi  hijo. 
'oaq.  Muy  bien. 
nof.  Te  desheredo. 
oaq.  Lo  que  vm.  quiera. 


•o, 


inai 


12  fl 


SCENA     VI. 

Joaquín  y   Martin. 


iart.  ¡Ah  señor!  ¡y  quánto  me  alegro  de  encon- 
traros !  Seguidme ,  seguidme  aprisa. 

'oaq.  ;Pues  qué  hay? 

Iart.  Seguidme,  digo,  que  la  cosa  va  bien. 

'oaq.  ¿Como? 
no  íart.  Vea  -vm.  aquí  su  dicha. 

oaq.    i  Qué  ? 

íart.  Todo  el  dia  lo  he  estado  acechando. 

aaq.  ¿Pero  qué  es  eso? 

íart.  El  tesoro  de  vuestro  padre  que  acabo  de 
atrapar. 

oaq.  ¿Y  cómo  lo  has  hecho? 

íart.  Ya  lo  sabrá  vm.  todo :  vamos  ,  vamos ,  que 
me  parece  oigo  dar  gritos. 
G 


SCENA    VIL 

Don  Onofre  solo ,  que  sale  gritando. 

Onof.  Al  ladrón ,  al  ladrón ,  al  asesino  ,  al  matado] 
¡  Justicia  ,  cielos !  Estoy  perdido ,  estoy  asesi 
nado:  se  me  ha  robado  mi  dinero:  ¿quién  pued 
ser?  ¿Adonde  habrá  ido?  ¿Donde  se  halla?  ¿Dói] 
de  se  oculta?  ¿Qué  haré  para  encontrarle?  ±i 
donde  correré?  ¿Dónde  no  correré?  ¿Si  estar 
aquí?    ¿Si  estará  allá?   ¿Quiénes?  Detente... 

Se  agarra  d  si  mismo. 
Vuélveme  mi  dinero,  picaron...  ¡Pero  ah!  j 
soy  yo  mismo.  Mi  espíritu  se  halla  todo  turba 
do ,  y  yo  ignoro  dónde  me  hallo ,  quién  soy ,  3 
lo  que  hago.  ¡  Ay  de  mí !  ¡  pobre  dinero  mió !  | 
amigo  de  mi  alma:  se  me  ha  privado  de  tí;  I 
pues  te  me  han  quitado ,  yo  he  perdido  mi  sus 
tentó,  mi  consuelo  y  mi  alegría:  todo  se  acab 
ya  para  mí,  y  ya  no  tengo  que  hacer  nada  e; 
este  mundo  ,  pues  sin  tí  no  me  es  posible  vivii 
Esto  es  hecho ;  yo  no  puedo  mas :  yo  me  muere 
ya  estoy  muerto ,  ya  estoy  enterrado.  ¿  No  ha] 
alguno  que  quiera  resucitarme  volviéndome  m 
amado  dinero,  6  diciendo  dónde  se  halla?...  \Có 


(99) 

mo!  [qué!...  ¡ah!  si  no  es  nadie.  Es  menester 
que  el  picaron  que  ha  dado  el  asalto ,  haya  ace- 
chado bien  la  hora...  y  justamente  ha  sido  quan- 
do  yo  estaba  con  el  canalla  de  mi  hijo.  Vamos, 
vamos  a  buscar  la  justicia ,  y  á  hacer  dar  tor- 
mento á  toda  mi  casa ,  a  criadas ,  a  criados ,  á 
mi  hijo,  a  mi  hija  y  á  mí  mismo...  ¡Jesús  quin- 
ta gente  junta!...  Cada  uno  de  ellos  me  parece 
es  el  que  me  ha  robado...  ¡Cómo!...  ¿de  quién 
se  habla  allí?  del  ladrón...  Parece  que  suena  rui- 
do... ¿Si  será  él?  Por  amor  de  Dios,  si  alguno 
tiene  noticias  del  ladronazo ,  yo  les  pido  me  lo 
digan.  ¿Se  halla  tal  vez  oculto  entre  vms?...  To- 
dos me  miran ,  y  se  echan  á  reir...  Sin  duda  tie- 
nen parte  en  el  robo,  Aprisa,  aprisa,  á  buscar 
escribanos ,  alguaciles ,  porteros ,  carceleros ,  hor- 
cas ,  verdugos  para  prender  y  ahorcar  á  todo  el 
mundo  :  y  como  yo  no  encuentre  mi  dinero ,  yo 
mismo  me  he  de  ahorcar. 


G2 


(ioo) 

ACTO      QUINTO. 

SfcENA    PRIMERA. 

Don  Onofre  y  un  Escribano, 

Escrib.  Déxeme  vm.,  señor.  Yo  sé  mi  obligación,  j  fre 

.  á  Dios  gracias.  No  crea  vm.  empiezo  hoy  á  tra 
bajar  en  la  averiguación  de  robos ,  pues  yo  me 
contentaría  con  tener  cien  doblones  por  cada  la- 
drón que  he  conseguido  hacer  ahorcar. 

Onof.  Todos  los  magistrados  tienen  interés  en  to- 
mar con  el  mayor  empeño  este  negocio ,  y  sino 
se  me  hace  encontrar  mi  dinero ,  yo  pediré  jus- 
ticia de  la  misma  justicia. 

Escrib.  Es  necesario  practicar  todas  las  diligencia* 
posibles.  Vm.  dice  que  habia  en  la  caxa... 

Onof.  Dos  mil  doblones  bien  contados. 

Escrib.  ¿Dos  mil  doblones? 

Onof.  Si  señor ,  dos  mil  doblones. 

Escrib.  El  robo  es  considerable. 

Onof.  Como  que  no  hay  suplicio  bastante  grande 
para  la  enormidad  del  crimen;  y  si  quedase  im- 
pune, no  estarían  en  adelante  seguras  aun  tal 
cosas  mas  sagradas, 


h 


icioq 

i  ti 
oa¡ 
bb 

ato 
fffl 

íji» 

toca 


flOl). 

Escrih.  ¿Y  en  qné  especies  de  monedas  se  halla- 
ba esa  cantidad? 

)nof.  En  onzas  y  medias  onzas  bien  relucientes, 
y  de  todo  peso. 

^íscrib.  ¿Y  de  quién  tiene  vm.  sospechas? 

)nof.  De  todo  el  mundo:  y  así  quiero  que  pongáis 
presos  á  la  ciudad,  y  á  sus  arrabales. 

Iscrib.  Pues  señor ,  créame  vm. :  es  necesario  no 
despertar  á  nadie,  y  procurar  recoger  con  si- 
gilo algunas  pruebas  para  proceder  después ,  por 
medio  del  rigor ,  al  recobro  del  dinero  robado» 

SCENA     II. 

"Los  mismos  y  Simón  desde  el  fondo  del  teatro 
mirando  hacia  adentro. 


im.  Vuelvo  al  instante.  En  el  ínterin  degollarle, 
quebrarle  los  pies,  meterle  en  agua  hirviendo, 
y  luego  colgarle  de  una  escarpia. 
*nof.  ¿A  quién?  ¿al  que  me  ha  robado? 
im.  Hablo  de  un  cochinillo  de  leche ,  que  acaba 
jüdJj  de  traer  ei  mayordomo  ,  y  que  yo  quiero  com- 
>'J    ponérsele  á  vm.  á  mi  modo. 

^nof.  Ya  no  se  trata  de  eso :  el  señor  viene  aquí 
á  otra  cosa. 

G3 


CC 


(102) 

Escrih.  No  hay  que  asustarse :  yo  no   soy  algui 
Nerón  ,  y  las  cosas  irán  con  suavidad. 

Sim.  Pero,  señor,  ¿es  sobre  lacena? 

Onof.  Amigo  mió ,  es  necesario  no  ocultar  nada  ; 
vuestro  amo. 

Sim.  A  fe  mia ,  señor ,  que  yo  echaré  toda  mi  ha- 
bilidad ,  y  os  serviré  lo  mejor  que  me  sea  posible1  U 

Onof.  Si  no  es  eso.  ikr 

Sim.  Sino  le  hago  á  vm.  tan  buena  cena  como  y 
quisiera ,  la  culpa  no  es  mia  sino  del  señor  ma-Ak 
yordomo ,  que  me  rapa  las  alas  con  las  tixera 
de  su  maldita  economía. 

Onof.  Picaro ,  aquí  se  trata  de  otra  cosa  que  de  co!  W 
mer.  Yo  quiero  que  me  des  noticias  del  diner% 
que  se  me  ha  robado. 

Sim.  ¿Se  os  ha  robado  dinero? 

Onof.  Sí ,  canalla  ;  y  como  no  me  lo  vuelvas  al  ins 
tante ,  te  se  va  á  ahorcar. 

Escrib.  Vamos  ,  señor,  no  hay  que  ultrajarle.  Y  fa 
conozco  en  su  semblante  que  es  hombre  de  bieii  h¡. 
y  que  sin  dar  lugar  a  ir  á  la  cárcel ,  nos  desci.  k 
brirá  lo  que  querramos  saber.  Sí ,  amigo ,  si  coi 
fiesas  la  verdad ,  no  te  se  hará  ningún  mal ; 
contrario  te  gratificará  tu  amo  como  correspoi 
de.  Se  le  ha  robado  hoy  su  dinero ,  y  tú  es  pr< 


U 

k 

d 

H 


ni  ln 


::xerj 


(I03) 

sé  clso  que  sepas  algo  sobre  el  particular. 
Aparte, 
ím.  ¡Qué  ocasión  ésta  tan  famosa  para  vengarme 
del  mayordomo !  Desde  que  entró  en  casa ,  él 
es  el  favorito :  no  se  hace  sino  lo  que  él  quiere, 
y  le  tengo  unas  ganas  desde  los  palos... 
«¡H  hwf.  ¿Qué  es  lo  que  estás  mascullando? 

Iscrib.  Déxele  vm.  que  está  disponiéndose  á  daros 
gusto :  bien  he  dicho  yo  que  era  hombre  de  bien. 
nm.  Señor,  si  vm.  quiere  que  yo  le  diga  lo  que 
hay  ,  me  parece  que  quien  ha  hecho  el  robg  es 
vuestro  querido  mayordomo. 
y.éhiof.  ¿Quién?  ¿Jacinto? 
Um.  Sí  señor. 

)nof.  ¿Jacinto  ,  á  quien  yo  tengo  por  tan  fiel? 
wm.  El  mismo :  yo  creo  que  es  él  quien  ha  dado 

el  asalto. 
")nof.  ¿  Y  sobre  qué  te  fundas  para  creerlo ! 
nm.  ¿Sobre  qué? 
Inof.  Sí,  ¿por  qué  lo  crees? 
iescí  Sim.  Yo  lo  creo  porque...  porque  lo  creo. 

Escrib.   Pero  es  necesario  digas  los  indicios  que 
tienes  para  ello. 
gpl  Onof.  ¿Le  has  visto  tú  rondar  hacia  el  sitio  donde 
yo  tenia  mi  dinero? 

G  4 


(io4) 

Sint.  Si  señor...  ;  Dónde  le  tenia  vm,?  '  »/.j 

Onof.  En  el  jardín. 

Sim.  Cabalito:  yo  le  visto  rondar  el  jardín.  ¿Y  e<  p/, 
qué  tenia  vm.  el  dinero? 

Gnof.  En  una  caxita. 

Sim.  Vea  vm.  averiguado  el  asunto:  yo  le  "he  vísttj^. 
una  caxita. 

Onof.  ¿Y  qué  hechura  tenia  esa  caxita?  Yo  cono- 
ceré si  es  la  mia. 

Sim.  ¿Qué  hechura  tenia? 

Onof.   Sí. 

Sim.  Ella  tiene  una  hechura,  una  hechura  com< 
de  caxita. 

Escrib.  Es  regular:  pero  da  algunas  señales  de  elh 
para  ver... 

Sim.  Es  una  caxita  bastante  grande. 

Onof.  No :  la  que  me  han  robado  es  pequeñita. 

Sim.  He...  si  se  la  quiere  hacer  pequeña ,  peque- 
ña es ;  pero  yo  la  llamo  bastante  grande  por  le 
que  tenia  dentro. 

Escrib.  ¿Y  de  qué  color  era? 

Sim.  ¿De  qué  color? 

Escrib.    Sí. 

Sim.  Es  de  un  color...  así...  como  de  cierto  color 
de  de... 


i 
k 

M 
h 

b 


X' 


(*°5) 

¡nof.  ¿De  qué? 

im.  Un  color  roxo. 

hiof.  No  hombre ,  si  es  un  color  gris. 

im.  Pues  un  gris  que  tira  á  roxo ,  eso  es  lo  que 
yo  quería  decir. 

tiof.  No  hay  duda ,  ella  es  seguramente...  Extien- 
da vm. ,  extienda  vm.  su  deposición.  Dios  mioj 
¿  á  quién  se  ha  de  fiar  uno  en  adelante  ?  sobre 
que  no  se  puede  jurar  por  nadie:  al  ver  esto, 
yo  creo  que  soy  capaz  de  robarme  a  mí  mismo. 

im.  Señor,  aquí  viene  el  mayordomo.  Cuidado 
que  no  vaya  vm.  á  decirle  ,  que  yo  le  he  descu- 
bierto el  robo.     ~- 

SC  EN  A     III. 

Los  mismos  y  Jacinto. 

nof  Acércate ,  acércate :  ven  á  confesar  la  acción 
mas  negra ,  el  atentado  mas  horrible  que  se  ha 
podido  cometer  en  el  mundo. 

rac.  i  Y  de  qué  me  habla  vm.  señor  ? 

nof.  [Cómo  infame!  ¿no  te  avergüenzas  de  tu 
delito? 

ac.  ¿De  qué  delito  me  quiere  vm.  hablar? 

ncf.  ¿De   qué  delito   te  quiero  hablar?  traidor: 


(io6) 
como  si  no  supieses  lo  que  quiero  decir.  En  vanf^ 
pretendes  disimularlo ,  pues  se  me  acaba  de  des 
cubrir  todo  ahora  mismo.  ¿Cómo?  ¿Abusar  d 
este  modo  de   mi   bondad  ,  introduciéndose 
casa   expresamente  para  venderme ,  y  jugardfef. 
un  petardo  de  esta  naturaleza? 

Jac.  Señor ,  puesto  que  todo  se  os  ha  descubieif^ 
to ,  yo  no  quiero  buscar  rodeos ,  ni  negaros 
verdad  del  hecho. 

Aparte. 

Sim.  Calla,  calla:  ¡qué  bueno  que  yo  haya  adivHÍ 
nado  sin  pensar  en  ello ! 

Jac.  Mi  intención,  señor,  era  hablaros  sobre  i 
particular ,  y  solo  esperaba  una  coyuntura  fai  H 
vorable  para  hacerlo;  pero  pues  la  suerte  lo  l 
dispuesto  de  otro  modo,  os  pido  encarecida 
mente  no  os  irritéis,  y  tengáis  la  bondad  d 
escuchar  mis  razones. 

Qnof.  ¿Y  qué  razones  tan  lindas  puedes  darme,  I¡  i 
dron  infame? 

Jac.  ¡Ah  señor!  yo  no  he  merecido  esos  non 
bres.  Es  cierto  que  he  cometido  una  ofensa  con  hf, 
tra  vos ;  pero  al  fin  mi  falta  es  perdonable 

Onof.  ¿Como  perdonable'?  ¿Un  crimen  tan  prem  4 
ditado?  ¿Un  asesinato  semejante? 


k 


2:3! 


Iff 


•cid 


COI 


(i°7) 

'áutc.  Por  amor  de  Dios ,  señor ,  que  no  os  enco- 
mies lericeis  de  esa  suerte.  Quando  me  hayáis  oído, 
conoceréis  que  el  mal  no  es  tan  grande   como 
se  hace. 
:¿ánof.  i  El  mal  no  es  tan  grande  como  yo  le  hago  ? 

¡Quél  mi  sangre,  mis  entrañas:  vergante. 
;e  rac.  Vuestra  sangre ,  señor ,  no  ha  caído  en  tari 
malas  manos,  puesto  que  yo  soy  de  una  con- 
dición que  no  la  desmerece ;  y  últimamente  nada- 
hay  en  el  asunto  que  no  lo  pueda  yo  reparar.  , 
nof.  Eso  es  lo  que  yo  quiero ,  que  me  restitu- 
yas lo  que  me  has  robado. 

rac.  Vuestro  honor  será  completamente  satisfecho. 
ra  ü  nof  ¿  Qué  honor  ni  qué  calabaza  ?  Aquí  no  se 
trata  de  honor.  Pero  dime ,  ¿  qué  es  lo  que  te  ha 
movido  a  executar  una  acción  como  ésta? 
ac.  j  Ah  señor!  ¿y  es  posible  que  me  hagáis  tal 
pregunta  ? 
:>.¡Mof    Sí  seguramente,  yo  te  la  hago. 

Tac.  Un  Dios  que  lleva  consigo  las  disculpas  de 
todo  quanto  hace  executar  su  impulso:  el  amor. 
i  )nof  i  El  amor  ? 
Tac.  Si  señor:  el  amor. 

nof.  Lindo  amor ,  lindo  por  yida  mia :  ¿  el  amor  de 
mis  onzas ,  he  ? 


(io8) 

Jac.No  señor,  no  son  vuestras  riquezas  las  q^  Ig 
me   han  estimulado,  no  son  ellas  las  que   h: 
podido   excitarme  á   semejante   acción:   yo 
ofrezco  no  aspirar  á  cosa  alguna  de  todos  vue 

■  tros  bienes  ,  con  tal  que  me  concedáis  el  que  J  j  ] 
tengo. 

Onof  Un  demonio...  no  te  le  dexarc  tal...  ¡pe 
vea  vm.  qué  insolencia!  querer  guardarse  el  rol 
que  me  ha  hecho. 

Jac.  ¿Y  vos,  señor,  llamáis  á  esto  un  robo? 

Onof.  ¿  Si  le  llamo  robo  ?  Con  que  un  tesoro  com  y, 
éste..  ,  .     ^ 

Jac.  Es  verdad  que  es  un  tesoro  ,  y  un  tesoro  <(  ¡^ 
mas  precioso  que  tenéis  sin  duda;  pero  el  de;^ 
xármele  a  mí  no  será  perderle.  Yo  os  pido  ,  s<j  «5i 
ñor  ,  de  rodillas  este  tesoro  lleno  de  gracias ,  ,  h 
ved  que  para  proceder  con  cordura  es  necesíj  y 


otro] 
P 


líen 

(lie  i 


e 


rio  que  me  le  concedáis. 
Onof.  %  Luego  no  haré  nada  de  mas  ?  l  Qué  diabl^ 

quiere  decir  esto? 
Jac.  Nosotros  nos  hemos  prometido  una  fé  r< 

cíproca  ,  y  hecho  juramento  de  no  abandona*  ¡i, 

nos  jamas.  i  ¡ ) 

Onof.  Como  soy ,  que  el  juramento  es  admirabl  i 

y  ia  promesa  muy  graciosa.    . 


(io9) 

\l  te.  S!  señor ,  nos  hemos  empeñado  en  ser  uno  de 
tro  para  siempre. 

of.  Yo  os  lo  impediré ,  sí :  te  lo  aseguro. 
c.  Solo  la  muerte  podrá  ser  capaz  de  separarnos. 
of.  Vaya ,  que  es  estar  bien  endemoniado  con 
tni  dinero. 
Pfi  c.  Ya  os  he  dicho,  señor,  que  no  es  el  interés 
juien  me  ha  movido  á  hacer  lo  que  he  hecho. 
Vli  corazón  no  se  ha  conducido  por  los  resortes 
jue  imagináis :  un  motivo  mas  noble  me  ha  ins- 
11  airado  esta  resolución. 
of.  Vms.  verán  que  lo  que  ha  hecho  ha  sido  por 
:aridad;  pero  yo  sabré  lo  que  conviene,  y  la 
Justicia,  infame  descarado,  hará  que  me  las  pa- 
- ' S{  *ues. 

;;a5>  c.  Vm.  procederá  como  guste,  y  yo  estoy 
;Cesalispuesto  á  sufrir  todos  los  rigores  de  vuestro 
eño;  pero  á  lo  menos  os  suplico  estéis  firme- 
tiente  persuadido ,  que  si  hay  algún  mal  en  este 
tegocio ,  yo  soy  el  único  á  quien  se  debe  acu- 
car, y  que  vuestra  hija  no  tiene  en  él  la  menor 
ulpa. 

f.  Yo  lo  creo :  pues  no  faltaba  mas  sino  que 
ii  hija  hubiera  entrado  en  la  danza :  bueno  se- 
la  que  ella  contribuyese  a  un  delito  semejante. 


soroi 


■'¡ar 


. 


(no) 

Pero  mira,  yo  deseo  ver  mi  pobrecita,  y  a 
quisiera  me  dixeses  a  donde  la  has  llevado.      ¡ '  Ü 

Jac.  ¿Yo  señor?  yo  no  la  he  llevado  a  ninguj 
parte ,  ella  está  todavía  en  vuestra  casa. 
Aparte. 

Onof.  j  O  caxita  de  mi  corazón !  ¿  Con  qué  de  v< 
ras  no  ha  salido  de  casa? 

Jac.  No  señor. 

Onof.  Y  dime...  la  verdad...  ¿  no  has  llegado  á  ell 

Jac.  ¿Yo  llegar  a  ella?  ¡  Ah  señor!  ved  que 
hacéis ,  y  á  mí  también ,  una  ofensa  de  las  ir 
graves :  yo  os  aseguro  que  es  con  una  llama  pi 
y  respetuosa  con  la  que  mi  corazón  arde  j 
ella. 

Aparte. 

Onof.  ¡  Arder  por  mi  caxita  I 

Jac.  Yo  desearía  morir  cien  veces  primero   c<  '■  I 
haber  tenido  el  atrevimiento  de  demostrarla 
menor  idea  que  la  ofendiese ;  además  de  que 
es  demasiado  honesta  para  poderlo  sufrir. 

Aparte.  fr  D 

Onof.  ¡Mi  caxa  demasiado  honesta! 

Jac.  Todos  mis  deseos  se  han  limitado  ágozar|f.$í 
su  vista,  y  nada  de  criminal  ha  podido  profa 
la  pasión  que  sus  hermosos  ojos  me  han  inspira 


¡a, 
fue 

í¡ 


éerl 


D3 


(ni) 

Aparte. 
nof.  ¡  Los  hermosos  ojos  de  mi  caxa !  El  habla  de 
ella  lo  mismo  que  pudiera  hablar  de  su  dama  un 
amante  muy  tierno. 

ic.  La  señora  Claudia  sabe  la  verdad  de  todo  el 
negocio,  y  podrá  aseguraros... 
iqf.  ¡  Qué !  i  mi  criada  es  cómplice  de  esta  infamia  ? 
te.  Sí  señor ,  ella  ha  sido  testigo  de  nuestro  em- 
peño, y  ella  es  quien  después  de  conocer  la  pu- 
reza de  mi  amor  me  ha  ayudado  á  convencer  á 

lis    vuestra  hija  para  que  me  otorgase  su  mano  y 
recibiese  la  mia. 

Aparte, 
wf.  Huí...  ¡Christo  mió!  ya  el  temor  de  la  horca 
le  hace  delirar.  ¿Qué  diablos  de  embrollo  nos 
vienes  á  formar  ahora  sobre  mi  hija? 

r0  ( fe.  Digo ,  señor ,  que  he  tenido  que  emplear  to- 

gl  dos  los  esfuerzos  del  mundo  para  conseguir ,  que 
su  pudor  consintiese  á  mis  amantes  deseos. 
of.   ¿El  pudor  de  quién,  gran  demonio? 
c.  De  vuestra  hija. 
of.  ¿De  mi  hija? 

c.  Sí  señor,  de  vuestra  hija,  que  al  fin  pude  re- 
i  solverla  desde  ayer  á  que  me  firmase  una  pro- 

jjpjj  nesa  de  matrimonio. 


que 


-3 


Onof.  ¿Mi  hija  te  ha  firmado  una  promesa  de  ma 


Jac.  Si  señor ,  y  yo  le  he  firmado  otra  de  mi  parttj  u 
Onof.  Dios  mió :  otra  desgracia. 
Sim.  Escriba  vm.  señor  Escribano ,  escriba  vm.  y 
Onof.  |  Repeoramiento  de  mal !  ¡  cúmulo  de  dcses¡  y 

peracion!...  Vamos,  vamos... -haga  vm.  su  obli ,  ^ 

gacion,  y  fórmemele  vm.  ahí  su  proceso  com 

ladrón  y  como  seductor. 
Sim.  Así,  así:  como  ladrón  y  como  seductor. 
Jac.  Esos  son  unos  nombres  que  yo  no  he  mere 

cido,  y  quando  se  llegue  á  saber  quién  soy... 


S  C  E  N  A    IV. 
Los  mismos ,  Luisa  ,  Mariana  y  Lucía,    ' 


Onof  ¡  Ah  hija  malvada,  hija  indigna  de  un  pad] 
como  yo !  ¿de  este  modo  practicas  las  lección» 
que  yo  te  he  dado?  ¿tu  te  dexas  seducir  de  i 
robador  infame  ,  y  tú  le  empeñas  tu  palabra  s 
mi  consentimiento?  Mas  yo  os  escarmentaré 
uno  y  a  otro. 

A  Luisa. 
Quatro  buenas  murallas  me  asegurarán  de  tu  co 
ducta. 


Y 


!!U 

\ 

ks, 

JHK 

k 

lo: 
ti 

CÍO! 


y- 


no 


("7) 

5  !f «j.  Yo  os  suplico  que  le  dexeis  hablar :  veremos 

lo  que  nos  quiere  decir  con  eso. 
1  Jac.  Quiero  decir ,  que  ese  Don  Tomas  Alburci 
es  el  mismo  que  me  ha  dado  el  ser. 

Ans.  ¿Quién?  ¿él? 

Jac.  Si  señor. 

Ans.  Vaya ,  vaya ;  id  con  Dios ,  y  forjad  alguna 
otra  historja  que  os  pueda  salir  mejor ,  no  pre- 
tendiendo poneros  a  cubierto  con  una  impostu- 
ra semejante. 

Jac.  Pensad  vos ,  digo  yo ,  en  hablar  con  mas  mo- 
deración. Lejos  de  ser  una  impostura  lo  que  aca- 
bo de  decir ,  me  es  muy  fácil  justificar  la  reali- 
dad de  todo  ello. 

Ans.  Y  qué,  ¿os  atrevéis  á  llamar  hijo  de  Don  To- 
mas Alburci? 

Jac.  Si  señor ,  me  atrevo ;  y  estoy  pronto  á  soste- 
nerlo contra  qualquiera. 
*  Ans.  El  atrevimiento  es  muy  particular.  Sabed, 
pues ,  para  vuestra  confusión ,  que  ese  sugeto 
de  que  nos  habláis  hace  diez  y  seis  años  por 
lo  menos  que  pereció  en  el  mar  con  su  muger 
é  hijos,  huyendo  de  su  patria  por  la  persecu- 
ción de  unas  familias  poderosas ,  con  quienes  se 
habia  malquistado  de  resultas  de  un  lance  de 

**3 


(n8) 

'  honor  en  que  quiso  vindicarse. 
Jac.  Sí  señor ;  pero  sepa  vm.  también  para  so  con 
fusión  ,  que  su  hijo  de  siete  años,  con  un  do- 
méstico que  los  acompañaba,  fueron  salvado! 
del  naufragio  por  un  navio  español ;  y  que  estí 
hijo ,  libertado  de  las  aguas ,  es  el  mismo  que  oí 
está  hablando.  Sepa  vm.  igualmente  que  el  Ca-  ^ 
pitan  de  dicho  navio,  compadecido  de  mi  des- 
gracia ,  y  prendado  de  mi  inocencia,  me  con- 
duxo  á  su  casa  é  hizo  edncar  como  si  fuera  hijc 
suyo,  proporcionándome  la  honrosa  carrera  di 
las  armas:  que  habiendo  sabido  pocos  tiempo; 
hace  que  mi  padre  no  habia  muerto,  según  s< 
creyó  hasta  entonces,  resolví  marchar  á  solici- 
tar algunas  noticias  de  su  paradero ,  y  que  pa- 
sando por  esta  ciudad ,  y  llegando  á  ver  po 
una  aventura  muy  singular  á  la  adorable  Luisa 
quedé  tan  rendido  á  su  hermosura,  que  care 
ciendo  de  otro  medio ,  resolví  entrar  en  su  casa  o 
clase  de  criado  para  lograr  de  su  vista ,  enviand 
otra  persona  á  indagar  las  noticias  de  mi  padre 

Ans.  ¿Pero  qué  comprobación  daréis  á  vuestra 
aserciones  para  quitarnos  el  rezelo  de  que  pue 
dan  ser  una  fábula  compuesta  sobre  un  princípi 
verdadero  ? 


<»9> 

Jac.  El  testimonio  del  mismo  Capitán  Español: 
la  existencia  en  mi  poder  de  una  sortija  de  ru- 
bíes que  fué  de  mi  padre;  un  bracelete  de  ága- 
tas que  mi  madre  me  habia  puesto  en  un  brazo, 
y  en  fin ,  la  relación  del  anciano  Pedro ,  domésti- 
co antiguo  de  mis  padres. 

Mar.  ¡O  Dios  mió!  asemejantes  pruebas,  yo  soy 
quien  puede  responder  aquí :  yo  quien  no  pue- 
de engañarse,  y  quien  en  lo  que  acabáis  de  de- 
cir conoce  claramente  que  vos  sois  hermano  mió. 

\Jac.   ¿Yo  hermano  vuestro? 

Mar.  Sí,  vos  hermano  mió:  mi  corazón  se  habia 
conmovido  todo  desde  el  punto  que  empezas- 
teis á  hablar  ,  acordándome  las  desgracias  de 
nuestra  familia ,  que  me  ha  contado  muchas  ve- 
ces la -tierna  madre  que  vais  a  ver  de  nuevo.  El 
cielo  nos  libertó  también  á  nosotras  del  terrible 
naufragio ;  pero  fué  á  costa  de  privarnos  de  nues- 
tra libertad ,  llevándonos  en  un  despojo  de  la  em- 
barcación á  manos  de  corsarios ,  que  cargadas 
de  cadenas  nos  han  hecho  sufrir  una  esclavitud 
de  diez  años.  Libres  de  ella,  al  cabo  de  este 
larcío  tiempo,  volvimos  á  Córcega  en  busca  de 
noticias  de  nuestro  amado  padre ;  pero  no  pu- 
diendo  penetrar  de  ningún  modo  la  suerte  que 

H.4 


lemj 

¿aya 


4\ 


(120) 
habla  sufrido,  y  hallando  vendidos  por  la  jus- 
ticia ,  y  perdidos  los  pocos  bienes  que  habia  dc- 
xado  en  aquel  re  y  no ,  nuestra  afligida  madre ,  hu- 
yendo unos  lugares  que  debian  serla  aborreci- 
bles, pasó  a  Genova  á  recoger  las  reliquias  de 
una  desgraciada  herencia,  con  las  quales  trasla- 
dada después  á  esta  ciudad,  se  resolvió  á  da¡ 
fin  á  su  vida  en  la  mediocridad  á  que  la  habií 
reducido  la  suerte. 

Ans.  ¡  Gran  Dios !  ¡  qué  grandes  son  los  rasgos  dd|w 
tu  omnipotencia  ,  y  qué  claramente  hacéis  ve]  4 
que  solo  á  tí  corresponde  hacer  milagros!  Abra- 
zadme ,  hijos  míos ,  abrazadme ,  y  mezclad  vues-í  w. 
tra  alegría  con  la  de  un  tierno  padre. 

Jac.  ¿Vos,  señor,  nuestro  padre? 

Mar.  ¿Vos  por  quien  tanto  ha  llorado  mi  des 
graciada  madre? 

Ans.  Sí,   hija  mia:  sí,  hijo  querido:  yo  soy  Doi  i 
Tomas  Alburci ,  á  quien  el  cielo  libertó  de  lat  i 
ondas  con  todas  sus  riquezas ,  y  quien  habién- 
doos creído  a  todos  muertos  al  cabo  de  diez  3 
seis  años ,  se  disponía  después  de  tantos  viages 
encontrar  en  el  matrimonio  con  una  virtuosa 
prudente  muger  el  consuelo  de  alguna  nueva  fa->  i 
jsiilia.  La  poca  seguridad  de  mi  vida,  si  regresa 


'»/. 


(121) 

■  ba  á  Córcega ,  me  ha  obligado  á  renunciar  para 
i  siempre  mi  patria,  y  á  que  vendiendo  disimu- 
J  ¡adámente  los  bienes  y  alhajas  que  tenia,  me 
rea  haya  avecindado  en  esta  ciudad  baxo  el  fingido 
Bi  nombre  de  Don  Anselmo,  para  evitar  los  temo- 
m  res  del  de  Don  Tomas,  que  tantas  desgracias  me 
í  h  ha  originado.  Abrazadme,  pues,  de  nuevo,  ama- 
:ü  dos  hijos. 

wf.  i  Con  que  en  efecto  es  vuestro  hijo  ? 
i  í  ns.  Sin  la  menor  duda. 

¡  ve  wf  Pues  señor  mió ,  á  vos  me  agarro  para  que 
ib  me  paguéis  dos  mil  doblones  que  me  ha  robado. 
d  ns.  i  Quién  ?  ¿  él  haberos  robado  ? 
tof  El,  sí  señor,  él  mismo. 
te.  ¿Y    quién  puede  haberos   dicho  semejante 

ic$4  cosa  ? 
wf.  Este ,  éste  lo  ha  dicho. 

Dabf.  ¿Como?  ¿eres  tú  quien  lo  dice? 

12  m.  Yo  ya  vé  vm.  que  no  digo  nada, 
ibiéi  tof.  Aquí  tienen  vms.  al  señor  Escribano  que  ha 
üezj  recibido  su  declaración. 

¡eslft.  ¿Y  puede  vm.  creerme  capaz  de  cometer 
oí,  y  una  acción  tan  infame? 

i  f|  tof.  Capaz ,  ó  no  capaz ,  señor  mió ,  yo  quiero 

je»  que  se  me  vuelva  mi  dinero. 


m 


SCENA    ULTIMA. 

Don  Onofre,  Don  Anselmo,  Luisa,  Marianí 
Joaquín,  Jacinto,  Lucía,  un  Escribano, 
Simón  y  Martin, 

Joaq.  No  os  atormentéis ,  padre  mío ,  ni  acuse  vn 
á  nadie.  Yo  he  descubierto  donde  se  halla  vue 
tro  dinero ;  y  vengo  aquí  para  deciros  ,  que 
os  resolvéis  á  dexarme  casar  con  Mariana  ,  se  |  H 
devolverá  al  instante. 

Onof.  ¿Y  donde  está? 

Joaq.  Eso  no  le  dé  á  vm.  cuidado ,  pues  está 
parage  seguro  y  á  mi  disposición ,  con  que 
vm.  solo  depende ,  resolviéndose  á  darme  á  M^ 
riana ,  6  perder  la  caxita. 

Onof.  ¿Pero  no  se  le  ha  quitado  nada? 

Joaq.  Nada,  nada:  vea  vm.  si  determina  consdto/ 
tir  en  éste  matrimonio,  uniendo  su  permiso 
de  la  madre  de  Mariana,  que  la  dexa  en  lib< 
tad  de  elegir  entre  vm.  6  yo. 

Mar.  Mas  advertid  que  ya  no  basta  el  const 
timiento  de  rni  madre,  puesto  que  júntame 
con  un  hermano  me  restituye  hoy  el  cielo 
padre,  de  quien  es  necesario  me  obtengáis. 

Señalándolos  respectivamente.  ¡K^ 


4 


cha 


k 

w 

Krik 


7.  iO 


(I2J) 

íwx.  El  cielo,  hijos  míos,  no  os  devuelve  un  pa- 
dre para  oponerse  a  vuestros  lícitos  deseos.  Se- 
jj  ñor  Don  Onofre  ,  ya  conoceréis  que  la  elección 
de  una  joven  recaerá  mas  bien  sobre  el  hijo ,  quo 
no  sobre  el  padre :  con  que  así ,  no  deis  lugar  á 
4  decir  lo  que  es  necesario,  y  dad  vuestro  consen- 
timiento, como  yo  lo  hago,  para  que  se  cele- 
bren estos  dos  matrimonios. 
nof.  Sí  señor :  pero  para  darme  consejos  es  ne- 
cesario que  vea  yo  mi  caxita. 
roaq.  Vm.  la  verá  sana  y  entera. 
\nof.  Es  que  yo  no  puedo  tampoco  darles  nada  á 
mis  hijos  en  dote. 
í\  Ins.  Eso  no  le  hace:  yo,  á  Dios  gracias,  tengo 
bastantes  bienes  para  que  se  mantengan  con  mu- 
cha decencia. 
j¡¡nof.  Y  correrá  vm.  con  todos  los  gastos... 

Ins.  Enhorabuena.  ¿Estáis  satisfecho? 
I,  )nof.   Sí ,  con  tal  que  para  las  bodas  me  mandéis 

hacer  un  vestidillo. 
tlns.  Convengo.  Vamos,  pues ,  á  disfrutar  del  gozo 
que  nos  presenta  este  dia  tan  feliz. 
\scrib.  Ola,  señores,  poco  á  poco:  ¿y  quién  me 
ha  de  pagar  mi  trabajo  ? 
nof.  Nosotros  no  tenemos  que  hacer  con  vuestro 


("4) 

trabajo:  ahí  os  entrego  á  un  hombre  para  qt 

le  podáis  ahorcar. 
Sirn.  ¡Dios  mió!  ¿como  lo  ha  de  hacer  uno?  I 

me  da  de  palos  por  decir  la  verdad,  y  se  n 

quiere  ahorcar  por  decir  la  mentira. 
Ans.  Vaya  señor  Don  Onofre ,  es  menester  pe 

donarle  por  esta  vez. 
Onof.  Bien:  pero  pagará  vm.  al  Escribano. 
Ans.  Sea  así ,  y  vamos  aprisa  á  dar  parte  de  nuc 

tras  dichas  á  vuestra  pobre  madre. 
Onof.  Y  yo  á  ver  á  mi  querida  caxitá. 


FIN. 


■y  » 

Ü  n 

-pe 

r.'jci