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Full text of "El himno del pueblo : episodio lírico-dramática en un acto, dividido en cinco cuadros, en verso"

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5'  5  2  5 

JOSÉ  RIÑO  DE  LEÓN  y  SALVADOR  JORDÁN  DORÉ 


I  himno  del  pueblo 

EPISODIO  LÍKKO-DIüMÍTICO 

EN  UN  ACTO,  DIVIDIDO  EN  CINCO  CUADROS,  EN  VERSO,  ORIGINAL 
MÚSICA  DEL  MAESTRO 

MIGUEL  SANTONJA 


eopvrisht,    1  Rovo  de  León  v  S.  Jordán  Doré,  1912 

SOCIEDAD  DE  AUTORES  ESPAÑOLES 
IBúñez  de  Balboa,  12 


1912 


EL  HIMNO  DEL  PUEBLO 


Esta  obra  es  propiedad  de  sus  autoies,  y  nadie  po- 
drá, sin  su  permiso,  reimprimirla  ni  representarla  en 
España  ni  en  los  países  con  los  cuales  se  hayan  cele- 
brado, ó  se  celebren  en  adelante,  tratados  internacio 
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duction  réservés  pour  tous  les  pays,  y  compris  la  Sué- 
de,  la  Norvége  et  la  Hollande. 


Queda  hecho  el  depósito  que  marca  la  ley. 


EL  HIMNO  DEL  PUEBLO 


EPISODIO  LÍBICO-BRAMÍTICO 

EN  UN  ACTO,  DIVIDIDO  EN  CINCO  CUADROS,  EN  VERSO 
LIBRO  DE 

JOSÉ  ROVO  DE  LEÓN  y  SALVADOR  JORDÁN  DORÉ 

música  del  maestro 

MIGUEL  SANTONJA 


Istrenado  con  verdadero  gran  éxito  en  el  TGiTiiO  BIRBÍEíU  la  noche  del 
11  de  Octubre  de  1912 


MADRID 

«*.  ¥£LASOO.  IMP.,  MARQUÉS  DI  SAMTA  AMA,  11  BOP«f 

Tgiéfono  número  $5* 

19X2 


Al  Pueblo  £spat)oí 

V  á  los  que  en  español  sienten  V  hablan 
m  tierras  de  América, 


José  T{oyo  de  Xeón. 

S^/vador  Jordán  2)oré. 


REPARTO 


PERSONAJES  ACTORES 

CARLOTA   Sea.  Alvabez. 

MAGDALENA   Seta.  Conde. 

JUAN  ANTONIO  S ALAZAR   Se.  Alvabo. 

P1NI   Pastos. 

VALENTÍN   Angelo. 

ALCALDE  DE  CORTE   Vila. 

MARQUÉS  DE  SQUILACHE   Don  Julio  Ruíz. 

MARQUÉS  DE  GRIMALDI   Se.  Fuentes. 

CAPITÁN  DE  CORPS   Gbau. 

HOSTELERO. . . .   Bañuis. 

CHISPERO  l.o   Gabcía. 

IDEM  2.o   Pebea. 

UN  CENTINELA   Lucas. 

UN  GUARDIA  W  ALON  A...,   Gbau. 

UN  OFICIAL  WALONA   Gabcía. 


Chisperos,  mojos,  manólas,  gente  del  pueblo,  soldados 
v  guardias  walonas 


La  acción  en  Madrid,  durante  el  reinado  de  Carlos  IIL 
Año  1766 


.  Derecha  ó  izquierda,  las  del  aotoi 


ACTO  UNICO 


CUADRO  PRIMERO 

Plaza  Mayor,  ú  otra  cualquiera,  de  aquella  época,  en  Madrid,  con 
calles  afluyentes  hasta  tercer  término  de  los  laterales 

ESCENA  PRIMERA 

MAJOS  y  CHISPEROS  (coro  de  caballeros),  en  varios  grupos,  comen- 
tando la  abolición  de  capas  talares  y  sombreros  gachos;  van  con 
«capingot»  y  «candil»,  (capa  corta  y  sombrero  de  tres  picos) 

Música 

ToDOS         (Simultáneamente  en  los  grupos.) 

— ¡El  caso  es  irritante! 

—  ¡De  honor  el  caso  es  ya! 

— ¡Ya  no  hay  quien  tanto  aguante! 

— ¡Ya  no  hay  quien  pueda  más!... 

— ¡No  puede  ser! 

— ¡No  puede  ser! 

—¡Lo  que  en  Madrid 

quieren  hacer! 


(Uniéndose  todos  los  grupos.) 

Por  singular 
prohibición, 
capa  talar, 
sombrero  alón, 


675107 


ni  el  mismo  Rey 
llevar  podrá 
según  la  ley 
que  rige  ya... 
Y  es  de  rigor 
que  hemos  de  ir 
de  capingot 
y  de  candil... 
De  suerte  que 
creyendo  voy 
que  ya  no  eé 
ni  lo  que  soy. 


— ¡No  puede  serl 
— ¡No  puede  ser! 
— [Lo  que  en  Madrid 
quieren  hacer! 


(Preséntase  Valentín,  con  capa  talar  y  sombrero  ga- 


cho.) 


ESCENA  II 


DICHOS  y  VALENTIN 


V 


CHI8PS. 

Val. 


AL. 


Muy  bien,  ciudadanos, 
está  lo  que  habláis; 
mas  del  dicho  al  hecho 
gran  trecho  lleváis. 
¿Por  qué  dices  eso?... 
Porque  es  la  verdad. 
¡No  hay  más  que  miraros 
con  ese  disfraz!... 


Chisps. 
Val. 


La  fuerza  se  impone.. 
¡Se  impone  el  honor! 
¡Honor  de  la  patria 
que  es  fuerza  mayor! 


¡Oíd! 

¡Escuchad! 


—  9  - 


¡Y  puesta  la  mano  en  el  pecho, 
decid 

si  es  verdad! 


Por  un  capricho  torpe, 
por  una  insidia  infame 
de  un  pésimo  ministro, 
de  un  necio  gohernante, 
las  libertades  patrias 
de  nuestro  pueblo  huyeron ... 
y  hoy  hasta  se  nos  deja 
sin  capa  y  sin  sombrero. 

(Derecha.) 

Esa  es  la  evidencia... 

(izquierda.) 

Esa  es  la  verdad... 
¡Es  una  insolencia 
y  una  iniquidad!... 


Por  un  capricho  torpe,  etc. 


¡Mas  tal  rigor 
no  triunfará, 
pues  el  honor 
se  impone  ya!. 


(Atacando  todos  con  brío  y  en  tono  brillante.) 

Investidos  con  los  fueros 
de  española  dignidad, 
¡defendamos,  compañeros, 
nuestra  santa  libertad! 

Hablado 

Val.  Nada:  estamos,  que  ni  en  Jauja. 

¡No  se  puede  pedir  más! .. 
Los  tributos  van  subiendo, 
suben  la  carne  y  el  pan, 
todo  sube,  sin  que  suba 
nuestro  mísero  jornal; 


Chisps. 
Chisps. 
Todos 


-  10  - 

y  como  si  esto  no  fuera 
muy  bastante  y  muy  de  más, 
se  nos  priva  hasta  que  usemos 
nuestro  traje  nacional... 

Chis,  l.o    ¡Esto  no  hay  ya  quien  lo  trague! 

Val.  Y  no  obstante,  lo  tragáis. 

El  capingot  y  el  candil 
habéis  admitido  ya; 

(Por  la  capa  y  sombrero.) 

pero  yo,  ni  me  los  pongo, 
ni  me  los  pondré  jamás. 
¡Lo  juro! 


ESCENA  III 

DICHCS  y  SALAZ AR 
Sal.  (Presentándose  con  capa  talar  y  sombrero  gacho.) 

Lo  mismo  jura 

Juan  Antonio  Salazar. 
Val.  (a  los  demás,  por  Salazar.) 

Del  barrio  del  Avapiés: 

¡un  valiente! 
CHIS .  l.o     (Bajo  á  los  suyos.) 

¡Y  un  audaz! 

(a  Salazar.) 

El  trance  exige  prudencia... 
Chis.  2.o  Mucha  paciencia,  además... 
Val.  Esas  dos  palabras  hoy 

deben  borrarse. 
Sal.  Sí  tal. 

La  prudencia  y  la  paciencia, 

están  aquí  muy  de  más. 

Lo  que  ahora  está  muy  de  menos, 

es... 

Chis,  l.o         ¿El  qué?... 

Sal.  ¡La  dignidad! 

Esa  dignidad  del  alma 

que  hace  al  alma  sublevar 

cuando  enrojecida  sube 

del  corazón  á  la  faz: 

;ia  vergüenza  del  honor! 

No  hace  falta  nada  más. 

(Todos  se  han  aproximado,  y  desde  ahora  van  pres- 
tando mayor  atención  á  Salazar.) 


—  11  — 


Chis,  l.o    Pero  esa...  ¿á  quién  hace  falta? 

Sal.  A  todos  en  general. 

Que  si  la  pierden  arriba 
los  que  allí  van  á  medrar, 
también  la  clvidan  abajo 
los  que  medrosos  están... 
¡y  amedrantados  se  dejan 
uncir  al  carro  triunfal!... 

Vai.  Sí,  señor,  sí!...  ¡Por  vosotros 

nos  quieren  hoy  albardar!... 

Chis,  l.o   ¿Por  nosotros? 

Sal,  (con  naturalidad.)  Ciertamente. 

Por  esa...  docilidad 
del  pueblo  español,  que  á  todo 
dice  amén  sin  protestar. 

Chis,  l.o    Por...  exceso  de  honradez... 

Chis.  2. o    Por...  exceso  de  bondad... 

Sal.  ¡No:  enmudecer  no  es  virtud, 

cuando  es  virtud  el  hablar! 
Si  un  insidioso  ministro 
el  reto  nos  lanza  audaz, 
manchando  nuestro  decoro, 
llevándose  nuestro  pan, 
y  haciéndonos  sus  esclavos 
quiere  nuestra  voz  ahogar 
amordazando  Ja  lengua 
y  echando  al  cuello  un  dogal, 
la  indiferencia  del  pueblo 
dejándose  atropellar 
como  rebaño  de  idiotas, 
es  entonces  criminal. 
Que  un  pueblo  que  á  todo  calla, 
no  se  redime  jamás... 
¡Es  un  pueblo  que  se  muere 
por  su  propia  voluntad! 

Val.  ¡Eso  es  lo  que  ahora  nos  pasa! 

Sal.  ¡Y  eso  es  lo  que  hay  que  evitarí 

Chis,  l.o    Mas...  ¿cómo? 

Sal  .  ¡  Alzando  la  voz, 

y  alzando  el  brazo  además! 
¡Pidiendo  á  gritos  justicia, 
y  haciéndola  respetar! 

Chis,  l.o    Mas  sin  armas... 

Sal.  Las  tenemos. 

Chis,  l.o    ¿Que  las  tenemos?... 

Sal.  Sí,  tal. 


~    12  ~ 


Chis,  l.o    Dinos,  pues,  lo  que  hay  que  hacer. 
Sal.  Decid  vosotros:  ¿estáis 

decididos  á  ser  libres 

y  á  romper  ese  dogal 

de  la  esclavitud?... 

TODOS         (Con  solemnidad  y  decisión.) 

|Si! 

Sal.  ¿Sí?... 

(Bajando  la  voz  con  cierto  misterio  y  estrechando  to 
dos  el  círculo.) 

Pues  mañana...— oid  mi  plan. — 

En  punto  del  medio  día 

y  al  punto  en  que  «á  rancho»  oigáis 

en  el  cuartel  de  walonas 

de  Antón  Martín,  pasará 

por  allí  un  hombre  embozado 

en  amplia  capa  talar,  (por  él.) 

Dará  el  alto  el  centinela, 

saldrá  al  punto  el  oficial, 

se  entablará  una  disputa, 

un  bofetón  sonará .. 

y  entonces,  todos  vosotros 

que  en  acecho  habéis  de  estar, 

como  un  alud  poderoso 

sobre  el  cuartel  os  lanzáis; 

allí  los  guardias  walonas 

sin  armas  han  de  quedar, 

y  con  ellas  lucharemos 

¡al  grito  de  libertad! 
Val.  ¡Para  defender  los  fueros 

de  la  capa  nacional! 
Sal.  No  solamente  para  eso; 

ese  el  pretexto  será. 

Pero  lo  que  más  importa, 

lo  que  es  preciso  salvar, 

¡es  nuestro  pobre  Madrid 

y  nuestro  mísero  pan! 
Val.  ¡Muera  el  despotismol 

Todos       (con  furor,  pero  sin  gritos )  ¡Muera! 
Sal.  ¡El  pueblo  es  quien  lo  ha  de  ahogar! 

y 

Música 


(Final  del  número  primero.) 

Todos  {Investidos  con  los  fueros 

de  española  dignidad 


13  — 


defendamos,  compañeros, 
nuestra  santa  libertad! 

(Desaparecen  todos  por  distintos  lados,  y  seguidamen- 
te salen  por  segundo  término  izquierda  Valentín  y 
Magdalena.) 

ESCENA  IV 

VALENTÍN  y  MAGDALENA 

Hablado 

Mag.  ¡Por  Dios,  Valentín! 
Val.  ¡Por  Dios,  Magdalena! 

¡Que  calles  te  digo! 
Mag,         ¡Que  calle  quien  pueda! 

Se  expone  al  castigo 

quien  lleva  esas  prendas. 

(Por  la  capa  y  el  sombrero.) 

Val.  Es  sólo  un  gallina 

quien  hoy  no  las  lleva. 

MaG.  (Con  acción  de  quererle  quitar  la  capa.) 

¡Pues  yo  te  las  quito! 

Val.  (Resistiendo.) 

¡Pues  tú  te  estas  quieta! 

Mag.  ¡Que  no,  Valentín! 

Val.  ¡Que  sí,  Magdalena! 

Mag.  ¡Me  enojas! 
Val.  ¡Me  irritas! 

Mag.  ¡Me  enciendes! 
Vai.  ¡Me  quemas! 

Mag.  ¡Si  no  fueras  macho! 

Val.  ¡Si  no  fueras  hembra! 

Mag.  ¡Sin  ojcs  quedabas! 

Val.  ¡Quedabas  sin  lengua! 

ESCENA  V 

DICHOS  y  el  ALCALDE  DE  COR1E  con  una  ó  dos  parejas  d©  Al- 
guacilillos 

ALC.  (Desde  el  foro  derecha  y  como  indicando  á  los  Algua- 

ciles lo  que  han  de  hacer.) 

Ya  hicimos  caza. 


—  14  — 


MAG.  (Bajo  á  Valentín  al  notar  la  presencia  del  Alcalde.) 

¿Lo  ves? 

¡Un  Alcalde! 

Val.  (Como  queriendo  huir  por  la  izquierda.) 

¡Pues  al  trote! 
Alc.  ¡Alto  el  chispero  en  mantillas! 

(Los  Alguaciles,  distribuidos  convenientemente,  le  cor 
tan  la  retirada  por  la  izquierda  y  por  el  fondo;  coló- 
case el  Alcalde  á  la  derecha  y  Valentín  no  puede  es. 
capar.  Contesta  sin  perder  la  serenidad.) 

Val.  ¿Rn...  mantillas?...  ¡Vamos,  hombre! 

¡Si  ya  me  apunta...  la  barba! 
Mag.         ¡Y...  le  raspea  el  bigote! 
Alc.  Pues,  ea,  doce  ducados^ 

si  que  los  tendrás  entonces. 
Val.  Entonces...  tal  vez  los  tenga, 

pero  ahora ..  ¡ni  uno! 
Alc.  Pues  doce 

te  reclama  la  justicia. 

Porque  á  ti  te  corresponde, 

por  la  capa  y  el  sombrero, 

no  una  multa,  multa  doble. 
Val,  ¿Y  vuesa  merced  no  sabe, 

señor  Alcalde  de  Corte, 

que  el  que  no  tiene  .  no  paga? 
Alc.  Paga  en  cárcel  ó  en  azotes. 

¡Al  calabozo! 

(A  los  Alguaciles  que  prenden  á  Valentín,  éste  trata  de 
resistir  al  verse  sujeto.) 

Val.  ¿Eh? 

Mag.  ¡Perdón! 

Alc.  Si  resiste,  tiempo  doble; 

si  protesta,  un  doble  más; 

si  bravea... 
Val.  ¿Otro...  redoble? 

¡Pues  si  seguís  redoblando... 

ni  una  banda  de  redobles! 

MaG  .  (Gimiendo.) 

¡Yo  no  quiero  que  te  lleven! 

Val.  ¡Que  van  á  doblar,  no  llores! 

Alc.  ¡Vamos!  ¡Vamos!  (a  ios  Alguaciles.) 

Mag.  ¡Ay,  no  no! 

Señor  Alcalde  de  Corte: 
¡por  Dios,  que  no  me  lo  quiten, 
que  quiero  que  sea  mi  hombre! 
El  que  sostenga  mis  días 


—  15  — 


y  el  que  consuele  mis  noches... 
el  que  pene  con  mis  penas 
y  el  que  goce  con  mis  goces... 
¡y  el  que  me  ponga  al  morirme 
una  corona...  de  flores! 

(Déjase  caer  de  rodillas  lloriqueando  y  juntando  las 
manos.  Carlota  aparece  ahora  por  el  foro  izquierda,  y 
al  fijarse  en  el  grupo  se  detiene  como  atraída  por  la 
situación  de  aquellos  jóvenes.) 

ESCENA  VI 

DICHOS  y  CARLOTA,  de  manóla 

Alc.  Sólo  tiene  eso  un  remedio, 

y  ese  ya  lo  rechazasteis. 
Val.         ¿El  de  los  doce  ducados? 

jComo  no  echemos  un  guante! 
Mag.         ¡No  los  tenemos! 

ALC.  (indicando  que  ee  pongan  en  marcha.) 

Entonces... 

Car.  (Adelantando  hasta  el  Alcalde  y  dándole  unas  mo- 

nedas.) 

Aquí  están,  señor  Alcalde. 
Alc.  ¿El  qué? 

Car.  Los  doce  ducados. 

Val.  i  Cómo! 

Mag.  ¡Es  posible! 

Alc.         (contándolos.)  Cabales. 

Ya  está  la  multa  pagada. 
Car.  Pues  libres  y  en  paz  dejadles. 

Alc.  Quedad  con  Dios...  y  esas  prendas 

que  no  salgan  á  la  calle, 

que  si  en  la  calle  las  veo 

has  de  verte  tú  en  la  cárcel. 

(Vanse  Alcalde  y  Alguaciles.) 


ESCENA  VII 

CARLOTA,  VALENTÍN  y  MAGDALENA 

Val.  ¿Cómo  podría  pagaros 

lo  que  ahora  por  mí  habéis  hecho? 
Car.         No  fué  tanto. 


—  16  — 


Val.  ¡Caracoles! 

¡¡Doce  ducados!!  (Dando  mucha  importancia.) 

Car  Con  ellos 

yo  un  guardapiés  me  comprara 

de  sedas  y  madroñeros; 

mas  puedo  pasar  sin  él 

mejor  que  tú  en  ese  encierro. 

Comprendí  vuestra  tortura 

y  daros  quise  el  remedio. 
Mag.         ¡Sois  tan  buena  como  hermosa! 
Val.  ¡Y  hermosa  como  un  lucero! 

Mag.         Disponed  de  Magdalena..  . 
Val.  Y  Valentín  el  chispero. 

Cap.  Gracias.  Sois  agradecidos 

y  con  eso  me  contento. 

¡Sed.  pues,  felices! 
Mag.  Lo  somos... 

Val.  Como  las  aves... 

Mag,  v  ¡Queriéndonos! 

(Se  enlazan  el  brazo  por  la  cintura  y  se  van  rebosando 
felicidad.  Carlota  queda  contemplándolos.) 


ESCENA  VIII 

C  \ RLOTA  y  PINI  luego 

Car.  La  alegría  del  querer 

les  retoza  por  el  cuerpo, 
y  cómo  dos  pajarillos 
van  volando...  ¡Feliz  vuelo! 

(Viendo  á  Pini  que  sale  por  la  izquierda.) 

(¿Otra  vez  ese  walone?) 
Pini  (¡Al  fin  la  encuentro  de  nuevo!) 

Car.  (Pues  yo  no  me  voy  de  aquí, 

que  aquí  á  Juan  Antonio  espero.) 

PlNI  ¿Niña?  (Acercándose.) 

Car.  (Desviándose.)  ¡Apartad! 

Pini  (insistiendo.)  Escuchadme. 

CAR.  (Empujándole  y  pasando  al  otro  lado.) 

¡Arre  allál  ' 
Pini  (contrariado.)  ¡Sois  mi  tormento! 

(Carlota  se  echa  á  reii.) 


Música 


;Ja,  ja,  ja,  ja! 
Risa  me  dais. 
¡Pero  por  qué 
no  me  escucháis! 
¡Ja,  ja,  ja,  ja! 
¡Ay,  qué  moscón! 
¡Oidme  ya 
por  compasiónl 


Mas  y  qué  podéis  decirme 
que  no  os  llegue  á  adivinar, 
Muchas  cosas,  muchas  cosas 
que  vos  no  podéis  soñar. 


(Enfatuado.) 

Os  diré'que  soy  un  Pini, 
en  primer  lugar. 

Pues  seréis  muy  conocido 
en  algún...  pinar. 

¡Es  mi  tío  un  Esquilache! 

íes  un  gran  Marqués! 
En  efecto,  muy  gran  ¿¿o, 

vuestro  tío  es. 


Y  á  más  de  esto  soy 
bravo  militar, 
y  á  probaros  voy 
que  sé  conquistar. 

¡Rataplán! 

los  tambores 

se  oyen  redoblar. 

¡Rataplán! 

y  las  mozas 

que  me  ven  pasar... 


(Marcial.) 

De  esta  gentileza 
de  marcialidad, 
se  enamoran  todas 
por  necesidad. 
Y  á  la  que  declaro 
guerra  pasional... 
¡es  rendida  plaza 
de  mi  amor  marcial! 

¡  Rataplán  I 
Todo  eso  al  revés 
hallaréis  en  mí, 
que  en  el  Avapiés 
te  contesta  así: 


(Con  rumbo.) 

¡Arre  allá! 
¡Corra  el  viento 
libre  entre  los  dos! 

¡Arre  allá! 
¡que  me  estorba! 
¡miste  qué  rediósl 


No  es  este  palmito, 
ni  este  contoneo, 
para  un  pobre  diablo 
que  es  la  mar  de  feo. 
Y  si  es  que  se  acerca 
bien  podéis  contar., 
¡que  se  le  escarmienta 
de  una  bofetá! 
¡Arre  allá! 

Hablado 

¡Ja,  jar  ja!  ¡Me  hacéis  reirl 
¿Sabiendo  quien  soy? 

¿Y  qué? 
¿Sabéis  quién  soy  yo? 

No  sé... 

Pues  OS  lo  voy  á  decir.  (Breve  pausa.) 
Del  barrio  del  Avapiés, 
de  pura  raza  española, 
yo  soy... 


—  19  — 


«Pini  ¿Quién? 

'CAR.  (Con  soberana  altivez.) 

¡Una  manóla! 

*PlNI  (Con  menosprecio.) 

Mas  una  manóla...  ¿qué  es? 
<Jar.  Es...  la  flor  de  más  primor 

del  pensil  de  nuestra  tierra, 
.  ¡el  rico  pomo  que  encierra 
los  perfumes  del  amor! 
Es  la  hembra  que  sabe  amar 
con  todo  su  corazón, 
jy  convertirse  en  león 
para  defender  su  hogar! 
La  que  en  la  Plaza  de  Toros 
luce  la  blanca  mantilla 
sobre  un  palmito  que  brilla 
más  que  todos  los  tesoros. 
La  que  lleva  en  la  cabeza 
y  sobre  el  pecho  las  flores .. 
¡prendidas  con  los  primores 
de  sin  igual  gentileza! 
Es  esa  que  con  su  hechura 
y  seductor  contoneo... 
¿sabe  encender  el  deseo... 
da  una  bendición  del  cura! 
Esa  que  la  sal  á  mares 
lleva  en  su  cuerpo  hechicero; 
esa  que  con  pie  ligero 
cautiva  por  sus  andares. 
La  Sultana  en  las  verbenas, 
la  Reina  en  las  romerías... 
lj  el  sol  de  las  alegrías 
que  hace  evaporar  las  penas! 
Esa  es  la  gentil  manóla 
de  alma  noble  y  faz  risueña: 
¡la  manóla  madrileña, 
es  la  mujer  española! 

(Carlota  vuelve  la  espalda  á  Pini.) 

1?ini  Por  eso,  manóla  hermosa, 

hoy  os  van  á  hacer  dichosa 

mis  amores... 
jVos  no  pudisteis,  ni  en  sueños, 
tenerlos  más  halagüeños, 

ni  mejores! 


1 


—  20  — 


ESCENA  IX 

DICHOS  y  SALA  ZAR 

Sal,  (Que  aparece  por  el  foro  derecha  á  tiempo  de  oir  á 

Pini,  acercándose  cautelosamente  y  cruzándose  de  bra- 
zos.) 

¿Estáis  bien  seguro  de  ello? 

Car.  (Pasando  rápidamente  al  lado  de  Salazar,  entre  éste  y 

Pini.) 

¡Juan  Antonio! 

PlNI  (Separándose  contrariado.) 

jVoto  al  draque! 
¿Quién  os  da  derecho. . 

Car.  (interrumpiéndole.)  Yo. 

Sál.  Lo  tengo,  pues,  muy  bastante 

para  exigiros  respuesta... 
Pini  Sois  vos  quien  Va  á  contestarme. 

¿Por  qué  usáis  capa  y  sombrero 

que  el  poderoso  Squilache, 

con  la  sanción  del  Monarca, 

ha  prohibido  que  usasen? 

[Sois,  por  tanto,  un  delincuente 

digno  de  estar  en  la  cárcell 
Sal.  Procurad  guardar  la  lengua 

si  es  que  alguna  falta  os  hace, 

porque  está  muy  en  peligro 

de  que  esta  mano  la  arranque. 
Pini  ¡Que  soy  un  guardia  walona: 

cuidado  con  lo  que  se  hace! 
Sal.  ¡Yo  soy  un  hijo  del  pueblo: 

cuidado  con  sublevarme! 

Car.  (interponiéndose  entre  los  dos.) 

Pues  yo  digo  que  todo  eso 
no  merece  incomodarse. 

(A  Pini.) 

Guardad,  señor  oficial, 
esos  bélicos  arranques 
para  defender  la  patria 
cuando  el  hon<  r  lo  reclame; 
pero  no  hagáis  los  oficios 
de  alguacilillo  cte  alcalde 
queriendo  haceros  valer  • 
con  amenazas  de  cárcel, 


—  21  — 


porque  ese,  no  es  vuestro  ofioio. 
Idos,  pues...  y  Dios  os  guarde. 

(Le  vuelve  la  espalda,  procurando  llevarse  á  Salazar 
por  el  lado  opuesto.  Queda  Pini  como  humillado  é  in- 
deciso.) 

Píni       '    Decís  bien...  Ya  me  olvidaba 
de  que,  los  de.  .  cierta  clase, 
no  merecen  contender 
con  los  de  mi  alto  linaje... 

(Haciendo  mutis  por  la  izquierda.) 

Sal,  ¿Qué  es  lo  que  dice  ese  imMcil? 

{Jar.  (Conteniendo  á  Salazar  que  pasa  á  la  izquierda,) 

¡Que...  debemos  despreciarle! 
Pini  (¡Pues  no  te  perdona  un  Pini, 

el  desprecio  que  ahora  le  haces!) 

(Desaparece  foro  izquierda.) 


ESCENA  X 

SALAZAR  y  CARLOTA 

S\L.  [No  sé  como  me  contuve! 

Car.  ¡Esoá  risa  ha  de  tomarse! 

(Pequeña  pausa  y  transición.) 

Pero,  mira,  no  es  lo  mismo 

reírse  de  un  Squilacbe 

usando  sombrero  y  capa 

que  él  prohibe,  como  sabes... 

y  ya  sabes  que  no  quiero 

verte  en  peligrosos  trances. 
Sal,  Pues  desecha  esos  temores 

por  pueriles  y  triviales, 

y  pensando  como  piensan 

las  mujeres  de  tu  clase, 

las  manólas  de  tu  rumbo 

y  las  hembras  de  tu  sangre, 

nunca  mires  el  peligro 

que  se  venga  por  delante, 

cuando  al  peligro,  las  voces 

de  nuestro  deber  nos  llamen. 
Car.  ¡Pero,  mira! 

(Mirando  el  foro  izquierda  por  donde  aparecen  Piui  y 
el  Alcalde  de  corte,  á  quien  aquél  parece  indicar  la 
presencia  de  Salazar  con  sombrero  y  capa  de  los  pro- 
hibidos.) 


—  22  — 


Sal.  ¿Qué? 

Car.         (Bajo  á  8aiazar.)       ¡Un  Alcalde 

de  Corte  y  Pini  con  él! 

¡Ten  prudencia! 
Sal.  (ídem.)  No  te  alarmes. 

(Embozándose  y  dando  el  brazo  á  Carlota.^ 

Me  embozo,  me  das  el  brazo: 
y  si  se  obstinan,  ¡bien  vale 
la  multa  de  seis  ducados, 
esta  gloria  de  llevarte 
con  arrogancia  española, 
ante  un  Pini  y  un  Alcalde! 

(Salazar,  llevando  del  brazo  á  Carlota,  y  loe  dos  conv* 
arrogante  porte,  dirlgense  hacia  la  derecha.  Pero  ape- 
nas iniciado  este  movimiento,  les  da  la  voz  de  alto  el 
Alcalde.) 


ESCENA  XI 

DICHOS,  PINI,  ALCALDE  y  ALGUACILES 

ALC  (Bajando  con  los  Alguaciles.  Pini  queda  en  el  fondo 

en  actitud  expectante.) 

¡Hola!  ¡Embozado:  Alto  al  Rey! 

SAL.  (Volviéndose  de  medio  lado,  sin  soltar  el  brazo  de- 

Carlota y  mirando  al  Alcalde  como  extrañado.} 

¿Al...  Rey? 

Alc.  En  este  momento,  % 

soy  yo  quien  le  represento 

por  los  fueros  de  la  ley. 
Sal.  Provisto  vais,  pues,  de  fueros, 

señor  Alcalde  de  Corte... 
Alc.         Fueros  que,  por  vuestro  porte,. 

van  el  castigo  á  imponeros. 
Sal.  Decid  de  qué  me  acusáis, 

y  acabe  ya  esta  porfía. 
Alc.         Os  acusa  en  rebeldía, 

la  justicia  que  ultrajáis. 
Sal.  Vuesamerced  se  equivoca; 

pues  nadie  cual  yo  codicia 

el  respeto  á  la  justicia, 

¡cuando  justicia  se  invoca! 
Alc.  jYo  invoco  la  ley  del  Rey! 

Sal.  (Soltando  el  brazo  de  Carlota  y  ya  con  cierto  brío.)»' 

[Pues  yo  apelo  á  la  sanción 


—  23  — 

de  la  ley  de  la  razón, 
que  es  razón  de  toda  ley! 
Alc.  ¿Así  os  atrevéis  á  hablar? 

PlNI  (Acercándose  al  Alcalde.) 

Ya  lo  veis:  se  ha  rebelado... 
Prendedle,  y  será  juzgado 
por  el  fuero  militar. 

Sal  .  (Con  valentía  y  arrogancia.) 

¿Por  qué  invocas  esos  fueros 

y  de  soldado  blasonas, 

si  solo  sois  los  walonas 

una  turba  de  extranjeros? 

¡No  se  gana  aquel  blasón 

con  tan  bajo  servilismo! 

Y  aunque  con  todo  el  cinismo 

de  una  cobarde  traición 

hoy  á  tus  iras  me  inmoles, 

¡yo  con  mis  iras  te  reto 

á  que  hables  con  más  respeto 

de  los  fueros  españoles! 
Pini  ¡Insolente! 
Alc.  ¡Malhablado! 

¡Prendedle! 

(A  los  Alguaciles.  Estos  se  acercan  á  Salazar.) 

Sal.  ¡No  me  toquéis! 

Iré  donde  me  llevéis. . 

¡pero  iré  como  hombre  honrado! 
Car.  Ma3  tú,  ¿qué  delito  has  hecho? 

Sal.  ¡El  de  tener  dignidad! 

CAR.  (Por  el  Alcalde.) 

¿Y  es  esa  la  autoridad 

que  ampara  nuestro  derecho? 

S  al.  (Bajo  á  Carlota.) 

¿Comprendes  ahora  por  qué 

siento  mis  odios  mortales? 
Car.  ¡Ya  los  míos  son  iguales! 

¡Con  ellos  te  vengaré! 
Alc  ¡Ea,  vamos  al  instante! 

(Los  Alguaciles  han  rodeado  á  Salazar  y  éste  va  con 
ellos  sin  resistencia,-  después  de  estrechar  la  mano  de 
*        Carlota  y  lanzar  una  mirada  de  desprecio  á  Pini.) 
PlNI  (Mirando  á  Salazar.) 

¡A  la  cárcel!...  (¡Me  he  vengado!) 

(Dirigiéndose  á  Carlota  con  aire  de  triunfo.) 

El...  ya  vistéis:  ¡derrotado! 

y  yo...  ya  lo  véis:  ¡triunfante!... 


—  24  — 


Car.  ¿Triunfante  decís?...  ¡Pues  bien! 

Soy  mujer,  soy  española, 
soy  de  Madrí  y  soy  manóla. 
¡¡Veremos  quién  vence  á  quiéDÜ 
(Carlota  vuelve  la  espalda  á  Pini  y  desaparece  rápida- 
mente por  la  derecha.) 

MUTACION 


CUADRO  SEGUNDO 

Plaza  de  Antón  Martin.  Cuartel  de  Guardias  walonas  al  foro  derecha 
con  puerta  abierta,  üna  modesta  hostería  en  primer  término  iz- 
quierda, también  con  puerta  practicable  y,  frente  á  esta,  una  me- 
sita  y  un  par  de  sillas. 


ESCENA  PRIMERA 

VALENTÍN,  MAGDALENA,  CHISPEROS   1.°  y  2.°,  HOSTELERO, 
HOMBRES  y  MUJERES  del  pueblo  (coro  general).  Todos  de  pie  ba  - 
tiendo  palmas  y  Valentín  acompañándose  con  la  guitarra 

üú&ica 

Val.  Leopoldo  Primero, 

el  de  Squilache, 
al  buen  Carlos  Tercero 

tiene  hoy  en  jaque. 

Mas  con  el  pueblo, 
me  parece  que  tiene 

perdido  el  juego. 


Todos  ¡Ole  con  ole, 

ole  que  sí! 
¡Viva  la  gracia 
de  Valentín! 


Val.  Para  ser  un  Ministro 

como  se  estilan, 
solamente  tres  cosas 
se  necesitan. 


—  25  — 


Pico  de  loro, 
de  gavilán  las  uñas, 
y  alma  de  zorro, 


Todos  [Ole  con  ole!  etc. 

(üna  pareja  de  baile,  con  castañuelas,  acompaña  tanr 
bién  las  seguidillas.) 

Hablado 


VAL.  (Al  Hostelero.) 

Venga  otra  jarra  de  vino, 
que  tengo  el  gaznate  seco. 

HOST.  Al  punto.  (Se  mete  en  la  hostería.) 

CHIS.  1.°  (Aprovechando  la  ausencia  del  Hostelero  y  dirigién- 
dose á  Valentín,  al  que  todos  se  aproximan  como  de- 
seando saber  su  respuesta.) 

¿Pero  es  verdad 

que  Salazar  eitá,  preso? 
Val.  (Bajo.) 

Ahí  lo  tienen  los  walonas, 

y  hay  que  hacer  un  escarmiento... 

No  olvidéis,  pues,  la  consigna, 

ni  desmaye  vuestro  empeño, 

que  aunque  no  haga  él  la  señal, 

otro  ocupará  su  puesto... 

Idos  ahora  á  vuestro  sitio, 

y  cuando  llegue  el  momento... 
Chis.  1.°     No  digas  más... 
Chis.  2  o  Entendido... 

HoST.  (Saliendo  con  una  jarra.) 

Aquí  está  el  vino. 

VAL.  (Bajo  á  los  que  le  rodean,  y  todos  van  ensanchando  el 

.       circulo.)  - 

Silencio. 

Host.        ¡Y  á  fe  que  es  de  rechupete! 

Val.  (Llenando  los  vasos  y  cogiendo  uno.) 

Pues  á  beber,  compañeros: 
porque  un  vaso  de  lo  tinto, 
cuando  dice  «allá  va  eso», 

(Bajando  la  voz  para  recatarse  del  centinela.) 

¡no  ha  nacido  un  Squilache 
que  se  atreva  á  contenerlo! 

(Todos  beben.) 


—  26  — 


Hosr         ¡Bien  dicho! 

VaL.  (Dando  unas  monedas  al  Hostelero.) 

Y  ahora,  tomad; 
y  Dios  os  guarde,  hostelero. 

(Se  van  todos  por  distintos  lados.) 

Host.        Vayan  con  Dios  vuesarcedes... 

(Al  quedarse  feolo  y  retirando  mesa  y  sillas  en  ia  hos- 
tería.) 

Pues,  señor...  mucho  me  temo 
que  al  cabo  nob  den  que  hacer... 
las  capas  y  los  sombreros.  (Mutis.) 

ESCENA  II 

CARLOTA,  el  CENTINELA  y  PINI  luego 

Una  campana  da  las  doce.  Se  oye  á  continuación  un  toque  de  corne- 
ta «á  rancho».  Al  terminar,  sale  por  primer  término  izquierda  Carlo- 
ta, vestida  de  hombre,  con  mucho  rumbo,  embozada  hasta  los  ojos 
con  capa  talar  y  cubierta  con  sombrero  gacho.  Al  salir,  dirige  una 
mirada  en  torno,  fíjase  en  el  centinela  que  está  én  último  término 
derecha  y  se  dirige  á  él;  pero  cuando  llega  á  mitad  del  escenario  el 
centinela  da  la  voz  de  «lalto!»  y  párase  Carlota 


Cen  í  .        ¡Alto!  ¿quién  vive? 

Car  Mi  España. 

Cent.        ¿Y  qué  gente? 

Car  Un  embozado. 

Cent.        ¡Abajo  embozo! 

Car.  ¡Cuidado! 

Tenéis  la  voz  muy  uraña, 

y  á  mí  no  hay  quien  me  hable  gordo. 

PlNI  (Que  ha  salido  del  cuartel  al  oir  la  voz  del  centinela.) 

¿Desoís  la  ley  marcial? 

C^R.  (Simulando  en  todo  lo  posible  una  voz  varonil  hasta 

descubrirse.) 

Ya  veis,  señor  oficial, 

hoy,  por  lo  visto...  estoy  sordo. 

Pini  Y  á  más  de  sordo,  imprudente. 

Car.  ¿La  razón? 

Pini  Ese  ropaje. 

Car.  Es  de  mi  uso. 

Pini  ¡Es  un  ultraje! 

Car.  Y  bien... 

Pini  Que  no  se  consiente. 


—  27  — 


Car.         Pues  no  habrá  quien  me  lo  quite. 

Pini  ¿Y  si  fuese  yo? 

Car.  Prcbad. 

Pini  Vais  á  verlo  ... 

Car,  (Desembozándose  rápidamente  al  acercarse  Pini  y  dán- 

dole un  sonoro  bofetón.) 

¡Pues  tomad! 

(Se  precipita  inmediatamente  en  escena  toda  la  gente 
sublevada,  que,  con  Valentín  á  la  cabeza,  estaba  en 
acecho  en  las  boca-calles  del  fondo.  El  Chispero  1.°  y 
otro,  que,  ocultándose  detrás  de  la  garita,  se  habrán 
aproximado  convenientemente  al  centinela,  se  abalan- 
zan ahora  sobre  éste  con  rapidez,  le  sujetan  y  le  me- 
ten en  el  cuartel.) 
CHIS.  1.0      (Al  sujetar  con  otro  al  centinela.) 

¡Date! 

Pini  (Asombrado.)  jQué  es  esto! 

Car.  ¡El  desquite! 


ESCENA  III  \ 

CARLOTA,  PINI,  VALENTÍN  y  demás  HOMBRES  y  MUJERES 
del  pueblo 

Val.  (Amenazando  cómicamente  con  una  pistola  á  Pini,  á 

quien  todas  las  Mujeres  sujetan.) 

¡Y  cuidado  con  chistar.! 

Car.  (Dirigiéndose  á  los  hombres  después  de  echar  mano  á 

la  espada  de  Pini.) 

¡Vamos  adentro  al  instante!... 

(Carlota,  espada  en  mano,  entra  corriendo  en  el  cuar- 
tel seguida  de  todos  los  hombres,  menos  Valentín,  que 
queda  con  las  mujeres,  amenazando  con  su  pistola  á> 
Pini,  á  cualquier  movimiento  de  éste.) 


ESCENA  IV 

PINI,  VALENTÍN  y  MUJERES 

Pini  ¡Pero  qué  atropello  es  este! 

(Apuntándole  con  ia  pistola*) 

Val.         Este...  es  de  los  que  hacen  sangre. 
Mag.         No  habrá  nunca  un  atropello 
tan  sin  razón  ni  tan  grande, 


—  28  ~ 


como  aquel  que  cometieron 
los  vuestros,  dos  años  hace. 
Sin  más  pretexto  que  abrir 
espacio  para  formarse, 
en  un  popular  festejo 
de  ciertas  bodas  reales, 
los  walonas  á  la  plebe 
atropellaron  brutales, 
¡dejando  allí  entre  otras  víctimas 
el  cadáver  de  mi  madre! 
¡Canallas!...  No  habéis  pagado 
aún  esa  deuda  de  sangre, 
y  no  es  extraño  que  el  pueblo 
venganzas  quiera  tomarse.., 
¡como  las  que  yo  me  tomo 
para  vengar  á  mi  madre! 

(Arrojándose  sobre  Pini.  Todas  la  secundan.) 

¡Mueran  los  Guardias  walonas! 


Todas  ¡Mueran! 
Mag.  ¡Vamos  á  arrastrarle! 

Todas  ¡Vamos!... 
Pini  ¡Por  Dios!... 

Val.  (cómicamente.)  ¡Dios  te  valga! 

PlNI  (Cayendo  al  suelo  arrollado  por  las  mujeres.) 

¡Quién  me  salva!... 


ESCENA  V 

DICHOS,  SALAZAR,  CARLOTA,  y  todos  los  demás  hombres  del  pue- 
blo, que  van  saliendo  del  cuartel  armados  de  fusiles 

Sal.  (saliendo.)  ¡Yo!  ¡Dejadle! 

(Una  pausa  de  expectación.) 

Mag.         ¡Es  mi  venganza! 

tí  al.  ¡Y  la  mía! 

¡De  ese  quiero  yo  vengarme! 

(Dejan  libre  á  Pini.  Este  se  levanta,  pero  siempre  vi- 
gilado por  la  pistola  de  Valentín.) 

Mag*        ¡Pues  mátale! 

Sal.  Poco  es  eso... 

Mas  cruel  castigo  he  de  darle. 

(Pausa.  Salazar  se  aproxima  á  Pini.) 

Por  canalla  y  por  villano, 
por  pequeño  y  por  cobarde, 
me  vengo...  ¡con  el  desprecio! 


-  29  ~~ 

¡Mayor  venganza  no  cabe! 
Y  en 'prueba  de  que,  ni  os  temo, 
ni  me  importáis  un  adarme, 
libre  os  dejo...  ¡Ved  ahora 
quién  de  los  dos  es  más  grande! 

CAR.  (a  Pini,  y  marcando  con  intención.) 

«¡Veremos  quién  vence  á  quién!» 
¿Recordáis?.  .  ¡Pues  así  se  hace!... 

PlNI  (Haciendo  mutis  por  la  izquierda.) 

(¡Qué  humillación!...) 

Sal,  (Que  se  ha  reunido  con  los  suyos.) 

¡Madrileños: 
á  derribar  á  Squilache! 

(Todos  contestan  con  una  exclamación  de  bélico  cora 
je.  Salazar  y  Carlota  inician  el  mutis  por  la  izquierda,, 
y  el  coro  comienza  á  cantar  el  Himno,  pero  retroce- 
den entonces  Carlota  y  Salazar  imponiendo  el  silen- 
cio.) 


Música 


Coro  Ya  el  despotismo 

cayó  al  abismo, 
y  está  en  su  trono 
la  libertad... 

Car.  ¡Callad!  ¡Callad!... 

Si  hoy  aún  ese  trono 
hemos  de  conquistar, 
todavía  el  gran  himno 
no  debemos  cantar... 

Sal.  ¡Tiene  razón! 

Val.  ¡Es  la  verdad! 

Car.  ¡Conquistemos  primero  el  blasón 

de  ese  trono  de  la  libertad!... 

Todos  ¡Vamos,  pues,  á  por  ese  blasón 

que  es  el  trono  de  la  libertad!... 


Hablado 


Car.  ¡Abajo  el  tirano!... 

Todos       (con  virilidad.)  ¡Abajo!... 

Sal.  ¡Vamcs  á  pedir  justicia 

para  la  honrada  milicia 
de  los  hijos  del  trabajo!... 


—  30  - 


Y,  pues,  nuestra  dignidad 
es  quien  nos  lanza  á  la  lid, 
¡viva  el  pueblo  de  Madrid! 
jy  viva  la  libertad! 

(?e  van  todos  bulliciosos  por  la  derecha  dando  gritos 
de  «¡Muera  el  despotismo!»  «lAbajo  la  tiranía!»  al  mis- 
mo tiempo  que  ataca  fuerte  la  orquesta  y  baja  el  telón.) 


MUTACIÓN 


CUADRO  TERCERO 

Salón  lujoso,  de  época,  en  casa  del  Marqués  de  Squilacbe.  Puerta  de 
entrada  á  la  izquierda  y  un  balcón  al  foro 


ESCENA  PRIMERA 

SQU1LACHE,  GRIMALDI,  un  CAPITAN  DE  CORPS,  y  algunof 
OFICIALES  WA LONAS.  Los  dos  primeros  jugando  al  Ajedrez  sobre 
una  mesita  á  la  derecha:  los  demás  en  un  grupo  á  la  izquierda  co- 
mentando el  contenido  de  un  papel  que  les  enseña  con  misterio  el 

Capitán 

M.  Squi.     Perdido  os  veo,  Grimaldi... 

M.  Grim.    Peor  yo  os  miro,  Squilache... 

M.  Squi.     Yo  estoy  fuerte...  en  realezas.  (Por  el  juego.) 

M.  Grim.    Yo  lo  estoy...  en  baluartes...  (ídem.) 

M.  Squi.     Perdéis  terreno... 

M.  Grim.  Vos  más... 

Cap  Esas  sí  que  son  verdades... 

Los  dos  perdéis  gran  terreno, 

en  las  masas  populares. 
M.  Squi.     ¡Qué  me  importa  el  populacho! 
M.  Grim.    [Cuidad  de  que  os  ponga  en  jaque... 

porque  perdéis  la  partida! 
M.  Squi.     No  tengo  por  qué  apurarme; 

mientras  esté  ante  el  tablero.., 

sigo  mi  juego  adelante. 

¿Me  entendisteis,  Capitán? 
Cap.  Ya  sé  que  hacéis  cuanto  os  place. . 

Y  á  propósito  del  ca3o. 

Permitidme  que  os  relate 


—  31  — 


una  sátira  que  el  pueblo 

os  ha  compuesto:  escuchadme. 

(Lee  el  papel  que  lleva  en  la  mano.) 

«Yo,  el  gran  Leopoldo  primero, 
marqués  de  Squilache  Augusto, 
rijo  la  España  á  mi  gusto, 
y  mando  en  Carlos  tercero. 
Hago  en  los  dos  cuanto  quiero; 
nada  consulto  ni  informo, 
todo  á  mi  gusto  lo  formo 
y  á  los  pueblos  aniquilo... 
y  el  buen  Carlos,  mi  pupilo, 
dice  á  todo:  me  conformo.» 
¿Qué  os  parecer 

M.  Squi.  jUna  insolencia! 

Cap.         Pues...  ya  eupipieza  á  insolentarse 
con  vos...  ese  populacho 
que  en  poca  cosa  juzgásteis. 

M.  Squi.     ¡Ay  de  él,  si  al  desmán  se  atreve! 

Cap.  O  ¡ay  de  nosotros!...  ¡Quién  sabe! 


ESCENA  II 

DICHOS  y  PINI 
PlNI  (Entrando  precipitadamente.) 

¡Ay,  nobles  amigos! 
¡Ay,  tío  del  alma! 
¡Qué  cosas  que  ocurrenl 
¡Qué  cosas  que  pasan! 

M.  Squi.     ¿Qué  es  ello? 

Pini  Que  el  pueblo 

ya  en  furias  estalla, 
y  vuestra  cabeza 
pidiendo  en  voz  alta 
aquí  se  dirije, 
y  aquí  se  abalanza... 

Cap.  ¿No  os  dije,  Squilache, 

que  había  borrasca? 
¡Pues  ya  la  tenemos 
muy  cerca!  Miradla. 

(indicando  por  el  balcón.) 
VOZ  (Dentro.) 

¡Abajo  Squilache! 


-  32  - 


VARIAS        (ídem,  ídem.) 

(¡Abajo!!... 

M.  Sqüi.  ¡Canallas!... 

(Hacer  frente,  es  necio... 
¿Mas  quién  se  acobarda 
teniendo  caudales 
de  astucias  y  mañas?...) 
Que  suba  uno  en  nombre 
de  toda  esa  masa, 
y  que  de  sus  quejas 
exponga  la  causa. 
Con  este  pretexto 
buen  tiempo  se  gana, 
y  mientras...  (ai  Capitán.) 

Cap.  Comprendo... 
Fiad  en  mí. 

M.  Sqüi.  Gracias. 

(Vase  el  Capitán.) 


ESCENA  III 

DICHOS  menos  el  CAPITAN  DE  CORPS 


Ofic.  Wal.  ¿Y  qué  hacemos  nosotros? 
Pini  ¿Nosotros? 
Prudencia  y  cachaza. 

VOZ  (Fuera.) 

¡Mueran  los  tiranos!  (Murmullos.) 

Otras  (ídem.) 

¡Viva  libre  España!  (ídem.) 
M.  Squi.     ¡Esas  necias  voces!... 

Sal.  (Presentándose  en  la  puerta  de  la  izquierda» 

¡Son  voces  honradas!...  (pausa.) 


ESCENA  IV 


DICHOS    y  SALAZAR 

M.  Sqüi.     Y  bien,  explicaos: 

esa  turba  en  motín  sublevada... 
Sal.  ¡Es  el  pueblo!  El  que  habéis  olvidado 

los  que  estáis  del  poder  en  las  gradas; 

ese  pueblo  que  dócil  y  honrado 

llenó  vuestras  arcas, 


—  33  — 

t 

arrancando  á  la  tierra  sus  frutos, 

manteniendo  el  calor  de  las  fraguas, 

y  al  trabajo  rindiendo  tributos 

con  firmes  constancias. 

Es  aquel  que  alcanzó  la  victoria 

en  las  lides  de  rudas  batallas... 

¡con  su  sangre  comprando  la  gloria 

de  vuestras  hazañas! 

Es  aquel  que  está  siempre  dispuesto 

á  morir  defendiendo  la  patria, 

¡y  que  nunca  tolera  el  denuesto 

ni  teme  arrogancias! 

Atended,  atended  sus  acentos, 

que  salen  del  alma... 

y  temblad,  pues  boy  viene  rugiendo... 

¡como  ola  que  avanza! 
M.  Squi.     ¿Y  qué  quiere  esa  gente"? 
Sal.  ¡Justicia! 

Justicia  hoy  reclama, 

¡ese  pueblo  que  tan  pocas  veces 

justicias  alcanza!... 

Oprimido  por  crueles  insidias 

de  gentes  extrañas, 

cansado  de  intrigas 

y  ahito  de  farsas, 

¡al  fin  rompe  el  pueblo 

cadena  y  mordaza, 

y  os  arroja  á  todos 

fuera  de  su  casa! 
M.  Squi.     Mas...  ¿con  qué  derecho?... 
Sal.  ¿No  es  él  el  qne  os  paga?... 

¡Pues  él  es  el  amo, 

y  no  el  siervo  domable  á  la  tralla! 

(Apenas  termina  Salazar  el  último  verso,  «e  oyen  den- 
tro los  clarines  de  Caballería  tocando  á  «ataque*;  gran- 
des murmullos,  en  seguida;  voces,  lamento?,  algún 
tiro,  etc.) 

PlNI  (Con  grandes  muestras  de  júbilo.) 

¡Los  de  Corps!... 
M.  Squi.  (Mis  salvadores!...) 

(a  Salazar,  por  la  batida  de  los  de  Corps.) 

Así  os  contesto  yo  á  vos... 
Sai..  ¿Qué? 

(Hace  un  movimiento  como  para  acometer  á  Squila- 
che,  pero  al  mismo  tiempo  queda  aterrado  al  oir,  como 
un  lamento  de  muerte,  la  voz  de  Carlota.) 

3 


(Dentro.)  (¡Juan  Antonio!!... 

(Yendo  al  balcón.)  ¡Gran  Diosl... 

¡Carlota!...  ¡¡Muerta!!...  ¡Ah!... 

(Aprovechan  e3te  momento  los  Walonas  para  prender 
por  detrás  á  Salazar.) 

¡Traidores!... 

¡Daos  preso!... 

¡Viles,  soltad!... 
Ya  es  inútil  que  breguéis... 
Y  ahora,  invocad  si  queréis 
esa  vuestra  libertad... 

(En  el  colmo  de  la  indignación.) 

¡Así  vencen  los  tirano?! 

¡Así  triunfa  el  despotismo! 

¡Cobardes!  ¡Vuestro  heroísmo 

siempre  es  ese:  el  de  inhumanos! 

¡Unid  á  vuestro  blasón 

el  blasón  de  esta  proeza! 

¡De  qué  os  sirve  la  nobleza, 

si  no  tenéis  corazón!...  (Telón  rápido.) 

MUTACIÓN 


CUADRO  CUARTO 

Decoración  de  calabozo.  Puerta  de  entrada  á  la  izquierda.  A  la  de- 
recha una  reja  alta.  Un  jergón,  un  banquillo  de  dos  cuerpos, 

etcétera. 

ESCENA  PRIMERA 

SALAZAR 

Se  oye  una  voz  que  parece  cantar  en  el  interior  de  otro  calabozo,  y 
levántase  el  telón  al  promediar  la  canción,  apareciendo  Salazar  en* 
cadenado,  sentado  en  el  banquillo,  triste  y  meditabundo 

Música 


Car. 
Sal. 


Oficiales 
Sal. 
M.  Sqüi. 


Sal. 


VOZ  (Dentro.) 

En  un  calabozo  oscuro 
encadenado  me  veo, 


—  35  — 


por  defender  con  mi  sangre 
las  libertades  del  pueblo. 


jQué  triste  es  la  vida 

sin  la  libertad! 
¡Qué  amargas  las  horas 

de  mi  soledadl 


Ya  todos  me  dejan, 
me  olvidan  quizá... 
Tan  solo  mi  madre 
no  me  olvidará... 


♦  ¡Pobrecita 

madrecita! 

Tú  jamás 

dejarás 
de  llorarme  ni  un  día... 
jAy,  madre  del  alma  mía! 

Hablado 


También  ese  como  yo 
cautivo  en  amarras  férreas, 
por  no  rendir  vasallajes 
á  servilismos  que  afrentan... 

(Pausa.) 

¡Pobre  Madrid!...  Pobre  pueblo 
en  manos  de  esa  caterva 
de  explotadores  de  oficio, 
políticos  de  alma  negra, 
enjambre  de  vividores 
y  farsantes  sin  vergüenza... 
¡de  la  libertad  verdugos 
y  ladrones  de  la  Hacienda! 

(Levantándose  y  creciendo  su  agitación.) 

Y  ese  rebaño  insaciable, 
«sa  legión  de  hombres  fieras, 
nos  oprime,  nos  estruja, 
nos  aplasta,  nos  patea, 
y  al  infeliz  ultrajado 


-   ^  _ 

que  el  ultraje  no  tolera, 
lo  persiguen,  lo  amordazan, 
lo  abarrotan,  lo  encadenan... 
¡y  si  es  que  no  lo  asesinan, 
lo  hacen  morir  de  vergüenza! 

(Pausa  y  transición  convenientes.) 

¡Cuán  desdichada  jornada 
fué  hace  dos  días  la  nuestra! 
Invocando  los  derechos 
de  legítima  defensa, 
la  «milicia  del  trabajo» 
lanza  el  grito  de  protesta. 
Mas  sonó  el  clarín  guerrero, 
y  al  punto,  y  sin  más  alertar 
los  escuadrones  de  Corps 
embisten  á  la  carrera; 
á  los  del  pueblo  afcuchillfcn, 
la  libertad  atropellan, 
olas  de  sangre  levantan, 
asesinando  bravean... 
¡y  una  de  aquellas  espadas 
dignas  de  mejor  contienda,, 
implacable,  á  mi  Carlota 
alcanza  y  la  deja  muerta! 
¡Muerta,  sí!...  Bañada  en  sangre, 
inmóvil  besó  la  tierra... 
¡Tal  vez  el  último  beso 
de  aquella  boca  hechicera, 
que  como  panal  de  mieles 
endulzaba  mi  existencia! 

caer  la  cabeza  entre  las  manos,  apoyados  los 
codos  sobre  el  segundo  cuerpo  del  banquillo.  Pausa.  Se 
oye  dentro,  como  al  pie  de  los  muros  de  la  cárcel,  por 
el  lado  de  la  reja,  la  voz  de  Carlota  que  canta.  Queda 
encomendado  al  talento  del  actor  la  transición  que  se 
opera  en  Salazar  y  su  actitud  mientras  se  oye  la 
canción.) 

Música 

CAR,  (Dentro.") 

Juan  Antonio  de  mi  vida, 
que  en  esa  cárcel  estás, 
y  á  tu  Carlota  querida 
muerta  tal  vez  llorará?. 


Oye  mi  voz  que  te  llama 
y  consuela  tu  aflicción, 
«que  Carlota  aun  vive  y  te  ama 
con  todo  su  corazón. 


Y  acaso  muy  pronto 
amanezca  el  día 
que  con  alegría 
te  pueda  abrazar. 
Espera  entre  tanto 
que  suene  dichoso 
el  himno  glorioso 
de  la  libertad. 


No  sufras,  no  temas, 
oonfía  en  mi  amor... 
jY  adiós,  Juan  Antonio 
de  mi  corazón! 

^Perdiéndose  la  voz.) 

Hablado 

Sal.  ¡Ella!...  ¡Aun  vive  mi  Carlota!... 

¡Oh,  Dios  grande  y  Dios  eterno! 

¡Recibe  mi  gratitud 

por  el  bien  de  este  consuelo! 

(Cae  de  rodillas.  Se  abre  la  puerta  del  calabozo  y  apa- 
recen Pini,  un  Escribano  y  un  Fraile.) 

ESCENA  II 

DICHO.  PINI,  ESCRIBANO  y  VALENTÍN,  de  fraile,  cubierta  la  cara 
con  el  capuchón 

PlNI  (Desde  la  puerta.) 

Pasad,  señor  Escribano. 

Y  vos,  Padre  Reverendo... 

(Entran  y  el  Escribano  desdobla  unos  papeles  que  se 
dispone  á  leer.) 

Y  bien,  (a  saiazar.)  Oid  la  sentencia 
que  á  notificaros  vengo. 

Leed.  (Al  Escribano.) 

Sal,  Señor  Escribano, 


38 


no  os  molestéis,  os  lo  ruego. 
Ya  esa  sentencia  de  muerte 
por  notificada  tengo, 
pues  la  tuve  por  sabida 
desde  que  entré  en  este  encierro. 
Pini  Pues,  ea,  sabed  que  en  ella 

manda  el  Consejo  Supremo 
que  se  os  fusile  á  las  diez... 
y  á  las  diez  contaos  muerto. 
Vamos,  señor  Escribano... 

(El  Escribano  se  dirige  á  la  pue 

Y  vos,  Padre  Reverendo, 
cumplid  con  el  sentenciado 
vuestro  santo  ministerio... 

(Acercándose  á  Salazar,  bajando  la  voz  y  como  expre 
sando  la  satisfacción  de  la  venganza.) 

Con  desprecio  me  humillasteis... 
y  no  perdono  el  desprecio... 
Hoy  moriréis  á  mis  manos, 
y  quedarán  satisfechos 
los  furores  de  mis  odios 
y  los  odios  de  mis  celos... 

(Pini  y  el  Escribano  hacen  mutis.) 


ESCENA  III 

SALAZAR  y  VALENTÍN 
SAL.  ÍCon  sonrisa  de  desprecio  por  Pini.) 

¡Qué  ruindad!...  ¡Qué  miseria!...  53 

\  AL.  (Quitándose  la  capucha  y  como  terminando  la  frase.)' 

¡Y  qué  cobarde  y  qué  necio!... 
Sal.  ¡Cómo!  ¿quién  sois  vos?  ¡Ah!  tú  eres... 

Val.  Soy  Valentín  el  chispero. 

Sal.  ¿Y  cómo  aquí  en  ese  traje? 

Val.  Al  punto  vais  á  saberlo. 

(Pausa  conveniente.) 

A  la  calle  salí  un  día 
con  mi  capa  y  mi  sombrero, 
y  por  solo  este  delito 
querían  llevarme  preso. 
Mas  quiso  mi  buena  suerte 
que  presenciara  el  suceso... 
¿Quién  diréis?...  ¡Vuestra  Carlota, 
que  fué  entonces  mi  ángel  buenol 


—  39  — 


Por  eso  al  verla  después 
herida,  en  trance  funesto, 
del  arroyo  la  recojo, 
á  mi  casa  me  la  llevo, 
mi  madre  y  mi  Magdalena 
Ja  han  cuidado  con  esmero, 
y  hoy,  al  cabo  de  dos  días, 
tiene  ya  curado  el  cuerpo... 
¡Pero  no  el  alma!...  y  al  ver 
su  llanto  y  su  desconsuelo, 
me  dió  tal  pena,  que  dije: 
«¡Valentín,  á  echar  el  restol» 
Recordé  en  ello  pensando 
mi  noviciado  de  lego; 
sé  que  estos  hábitos  tienen 
donde  quiera  entrada  y  puesto, 
y  no  vacilé:  aquí  vine; 
la  triste  nueva  me  dieron 
de  vuestra  sentencia,  y  pude 
lograr  mi  fin,  con  pretexto 
de  administrar  los  auxilios 
de  la  religión  al  reo. 
Conque  ya  lo  sabéis  todo, 
y  no  perdamos  más  tiempo. 

(Comenzando  á  despojarse  de  los  hábitos.) 
SAL.  (Conteniéndole.) 

¿Qué  vas  á  hacer? 
Val.  Despojarme 

de  mi  disfraz  al  momento 

para  que  con  él  podáis 

vos  ahora  salvaros ... 
Sal.  ¡Quieto! 

Ven  acá...  dame  un  abrazo... 

(Se  abrazan.) 

¡Con  toda  el  alma  agradezco 

esa  generosidad 

de  que  la  tuya  da  ejemplo! 

Pero  víctima  por  víctima, 

deja  que  ocupe  mi  puesto... 
Val.  ¡Rah!  yo  no  estoy  sentenciado 

y  habrá  de  salvarme  tiempo. 

¡Salvaos  vos  ahora!... 
Sal.  ¡Basta! 
Val.  ¡Por  vuestra  Carlota  os  ruego!... 

Sal.  ¡Por  ella  yo  te  suplico 

que  no  hablemos  ya  más  de  ello! 


—  40  — 


(Pausa.) 

Y  mira...  cuando  la  veas... 
después...  cuando  yo  haya  muerto... 
dila  que  solo  en  el  mundo 
una  esperanza  me  dejo: 
¡la  de  tener  siempre  vida 
viviendo  en  su  pensamiento!... 
Val.  ¿Luego...  no  aceptáis  mi  plan?... 

¡Pues  será  por  otro  medio! 
¿Cuál?...  ¡No  sé!...  ¿Cómo?...  ¡Lo  ignoro!... 
¡Cualquiera,  y  á  cualquier  precio! 
Si  es  atrevido,  ¡no  importa!... 
si  es  arriesgado,  ¡no  hay  miedo!... 
Y,  en  fin,  sea  como  sea, 
¡os  salvaré,  lo  prometo!... 

(Va  á  hacer  mutis  por  la  izquierda,  pero  cuando  llega 
á  la  puerta  se  oye  una  campana  que  da  las  diez,  y  se 
detiene  con  terror.) 

(¡Las  diez!...) 

SAL .  (Sin  desfallecimiento.) 

(¡Las  diez!...) 

(Se  oye  redoblar  de  tambor.) 

Val.  (¡Ya  se  acercan! 

¡Ya  llegó  el  trance  funesto!...) 

(Cubriéndose  con  la  capucha  y  acercándose  á  Salazar 
echando  latines,  al  ver  aparecer  en  la  puerta  á  Pini  y 
soldados.) 

ESCENA  IV 

DICHOS,  PINI  y  SOLDADOS 
PlNI  (Después  de  formar  el  cuadro.) 

Las  diez  han  dado  en  la  torre... 
Sal.  Vamos,  pues,  cuando  queráis... 

PlNI  (a  los  soldados.) 

Desatadle  y  conducidle... 

(Los  soldados  van  á  desatarle.) 
Val.  (Acercándose  á  Pini,  fingiendo  la  voz  algo  grave,  pero 

sin  matiz  cómico.) 

Decid,  señor  Oficial, 
¿y  dónde  es  la  ejecución?... 
Pini  Con  objeto  de  evitar 

que  hoy  se  entere  el  populacho 
y  cometa  algún  desmán, 


—  41  — 

ahí  fuera  en  el  amplio  patio 

y  á  puertas  cerradas... 
Val.  Ya... 
Pini  Ea,  vamos. 

(A  los  soldados.  Dos  de  estos  llevan  sujeto  á  Sala  zar, 
y  apenas  da  este  algunos  pasos  se  oye  lejano  el  himno 
del  pueblo.) 

Sal.  (Parándose  de  repente  y  cambiando  de  expresión  su 

semblante.) 

¡Un  momento! 

¡Sí!...  ¡no  es  un  sueño!...  ¿Escucháis? 

¡La  voz  del  pueblo  triunfante!... 

¡El  himno  de  libertad!... 
Pini  Son  voces  del  populacho 

que  no  nos  han  de  importar .. 

Se  ha  de  cumplir  lo  que  ordena 

la  justicia,  y  nada  más. 
Sal.  ¡La  justicia,  no!...  ¡no  es  eso!... 

¡Yo  no  soy  un  criminal!... 

¿Lo  han  sido  los  comuneros 

ante  la  historia?...  ¡Jamás!,.. 

Pues  el  crimen  de  Padilla 

es  hoy  el  de  Salazar, 

y  el  patrio  amor  de  Lanuza 

el  que  hoy  conmigo  inmoláis... 

Mas  no  pido  á  mis  verdugos 

clemencia...  ¡no!...  ¡asesinad!... 

¡La  vida  dejo  contento, 

que  oyendo  ese  himno  cantar, 

ya  no  me  importa  morir!... 

¡¡Matadme,  matadme  ya!!... 

(Con  la  gallardía  y  entusiasmo  de  un  héroe.  Telón  rá- 
pido.) 


MUTACION 


CUADRO  QUINTO 


Amplia  plaza  con  calles  laterales 


ESCENA  PRIMERA 


MAGDALENA,  CHISPEROS  1.°  y  2.°    y  demás  HOMBRES  y  MUJE- 
RES del  pueble.  Al  levantarse  el  telón  van  apareciendo  en  escena 
cantando  el  mismo  himno  que  se  oyó  en  el  cuadro  anterior  y  que  sin 
cesar  se  ha  ido  acercando  hasta  ahora 


Música 

Todos  Ya  el  despotismo 

cayó  al  abismo, 
y  está  en  su  trono 
la  libertad. 
Somos  milicia 
de  la  justicia, 
y  es  nuestro  lema: 
«¡fraternidad!» 

(Se  oye  una  descarga,  y  dejan  de  cantar  de  pronto  ) 

Hablado 

TODOS  (Al  oirse  la  descarga.) 

¡AhL. 

Mag.  ¡Dios  santo!... 

Chis,  l.o  ¡Una  descarga!... 

Chis.  2.o     ¡Y  ha  sido  allí!... 

(Señalando  foro  izquierda.) 

Chis,  l.o  ¡Sí,  allí  dentro!... 

¡en  el  patio  de  la  cárcel! ... 
¡Ya  no  hay  duda  ni  hay  remedio: 
nosotros  hemos  triunfado... 
pero  Salazar  ha  muerto!... 

CAR.  (Muy  alborozada  dentro.) 

¡¡El  indulto!!... 
Mag.  ¡Tarde  llega!... 

Mas  cómo  decirle.. 


—  43  — 


ESCENA  II 

DICHOS  y  CARLOTA 

Car.  (Que  sale  por  la  derecha,  corriendo  con  un  papel  en  la 

mano.) 

¡Vedlo!... 

¡Aquí  traigo  ya  su  indulto!. . 

I  Vamos,  pues;  vamos  corriendo!... 

CHIS.  1.°      (Procurando  contenerla.) 

Espera,  mujer...  ten  calma.  . 
Car.         ¡Pero  qué  me  estás  diciendo!... 

¿Sabes  tú  lo  que  me  pides 

pidiendo  calma  á  mi  pecho?. . 

¡Volando  iré!... 
Chis,  l.o  Mas...  ¿Adónde?... 

Car.  ¡Pero  no  lo  estás  oyendo! 

¡A  darle  la  libertad!... 

¡Libertad  y  amor  á  un  tiempo!... 

(Se  va  corriendo  foro  izquierda.) 
CHIS.  2.°      ¡Espera!...  (Yendo  tras  ella.) 

Chis,  l.o  ¡Detente!... 

Chis.  2.°    (Ya  dentro.)  ¡Escucha! 

(Se  van  todos  detrás  de  Carlota,  como  para  detenerla; 
pero  al  oir  á  Valentín  que  viene  por  la  derecha,  vuel- 
ven y  se  detienen  en  escena  el  Chispero  1.°,  Magdalena 
y  algunos  otros.) 


ESCENA  III 

VALENTIN,  MAGDALENA,  CHISPEROS  y  varios  HOMBRES  y  MU- 
JERES y  varios  WALONAS  luego 

Val.  (Que  viene  por  el  foro  derecha,  corriendo  y  como  es- 

pantado.) 

¡¡Favor!!... 

MaG.  (Volviéndose  á  él.) 

¡Valentín!... 
Chis,  l.o    (ídem.)  ¡Qué  es  eso!... 

Val.  ¡Ay!...  ¡los  malditos  Walonas 

que  me  vienen  persiguiendo!... 

¡Ahí  los  tenéis!... 

(Tratando  de  ocultarse  entre  un  grupo  de  mujeres,  é 


—  44  — 


indicando  al  foro  derecha  por  donde  aparecen  varios 
Walonas.) 

Güar.  l.o  ¡Entregadnos 

á  ese  frailucho  al  momento! 
Mag  .         ¡No  es  frailucho,  que  es  mi  novio! 
Chis,  l.o     ¿Sepamos,  pues,  lo  que  ha  hecho. 
Güar.  l.o   ¡Un  crimen!... 
Val.         *  Pero  ese  crimen... 

¡fué  por  evitar  el  vuestro!... 

(a  los  suyos.) 

Formado  estaba  en  el  patio 
el  piquete  frente  al  reo, 
y  yo  que  echando  latines 
iba  también  detrás  de  ello?, 
me  subo  sobre  la  tapia, 
echo  mano  á  mi  chispero, 
apunto,  tiro...  ¡y  rodando 
f  ué  ese  Pini  por  el  suelo! 
Entonces  los  del  piquete, 
claro  está,  ¡prum!...  me  hacen  fuego, 
al  punto  que  yo  en  la  calle 
libre  de  un  salto  me  veo... 
Es  decir,  eso  de  libre... 
es  porque  corro  más  que  ellos. 
Güar.  l.o   Ea,  entregádnosle  al  punto 
ó  le  apunto  y  hago  fuego... 

(Amenazando  con  el  fusil.) 
MaG.  (Abrazándose  á  Valentín.) 

¡Pues  ya  podéis  apuntar, 

y  apuntad  después  dos  muertos! 

(Los  hombres  se  colocan  delante  con  arrogancia  ame-, 
nazadora  y  algunos  sacan  una  pistola;  pero  al  ver  este 
movimiento  los  Walonas,  apuntan  con  los  fusiles  rápi- 
damente.) 

Hombres  ¡Atrás!... 

Guar.  l.o   (Apuntando.)  ¡En  nombre  del  Rey!... 


ESCENA  IV 

DICHOS,  SALAZAR,  CARLOTA,  y  demás  HOMBRES  y  MUJERES 
del  pueblo 

Sal.  (Presentándose  de  pronto  gallardamente.) 

¡En  nombre  del  Rey,  teneosl 


—  45  — 


Val.  (y  todos  los  que  con  él  estaban.) 

¡Salazar!... 

(Salazar  abraza  á  Valentín  y  estrecha  la  mano  de  los 
suyos;  también  Carlota  fraterniza  con  ellos.) 
GüAR.  1.0    (a  Salazar.)     ¿Y  quién  SOÍS  VOS 

para  impedir  nuestros  fueros? 
Sal.  Quien  tiene  en  esta  ocasión, 

fuerza  y  poder  para  hacerlo. 

Sabed  que  el  Rey  se  ha  servido 

atender  la  voz  del  pueblo, 

y  á  Squilaches  y  á  Walonas 

los  condena  á  extrañamiento  .. 

Hoy  mismo  saldréis  de  aquí... 

¡Del  poder,  vais  al  destierro!... 

[Desde  la  cumbre,  al  abismo!... 

¡Verdugos  ayer,  y  hoy  reos!... 

En  nuestra  casa  os  metisteis, 

con  la  altivez  del  soberbio, 

y  en  nuestra  casa  no  caben 

soberbias  de  tiranuelos, 

que  aunque  humilde,  ¡no  es  de  esclavos 

el  honrado  hogar  del  pueblo!... 
Mag  .         ¡Fuera  los  Walonas!... 
Todos  ¡Fuera!... 
Chis,  l.o     ¡Idos  de  aquí!... 

(Se  van  retirando  los  Walonas.) 

Chis.  2.o  ¡Idos  lejos!,.. 

Val.  ¡No  queremos  gente  extraña!. . 

Car.  ¡Queremos  soldados  nuestros!... 

(Los  Walonas  han  desaparecido  y  Salazar  queda  en  el 
centro  de  los  del  pueblo.) 

Sal.  Y  queremos,  sobre  todo, 

que  los  hombres  de  gobierno, 
sean  justos  y  respeten 
la  libertad  y  el  derecho. 
El  modo  de  conseguirlo, 
ya  pudimos  aprenderlo: 
lo  hemos  visto  en  mi  derrota 
y  en  vuestro  triunfo  lo  vemos. 
Consiste  en  la  unión  de  todos, 
y  todos  formando  un  cuerpo: 
con  una  sola  bandera, 
con  un  mismo  pensamiento, 
y  sin  olvidar  deberes 
para  mantener  derechos. 
¡Rinda,  pues,  culto  de  amor 


—  46  — 

la  gran  familia  de  obreros, 
y  únanse  todos  sus  hijos 
cantando  El  Himno  del  Pueblo! 

(Ataca  briosamente  la  orquesta  los  primeros  compases 
del  himno,  y  baja  el  telón.) 


FIN  DE  LA  ZARZUELA 


Obras  cU  Qosé  Rovo  cU  £eón 


El  puñal  de  la  envidia.  (Drama  en  verso.) 

Un  inglés  de  bona  pasta.  (Saínete  en  verso.) 

Un  tenorio  <!t  espardeña.  (Saínete  en  verso.) 

El  palleter.  (Zarzuela  en  verso.) 

La  barraca  del  Turia.  (Zarzuela  en  prosa  y  verso ) 

Entre  naranjos.  (Zarzuela  en  prosa.) 

La  borrasca.  (Zarzuela  en  verso  y  prosa.) 

Los  miserables.  (Zarzuela  en  prosa.) 

Noche  de  bodas.  (1)  (Zarzuela  en  prosa  y  verso.) 

El  príncipe  soñador.  (Zarzuela  en  prosa  y  verso.) 

El  himno  del  pueblo.  (2)  (Zarzuela  en  verso.) 


(i) 

(2) 


En  colaboración  con  los  Sres.  Asensio  Más  y  Sepúlveda. 
Idem  con  D.  Salvador  Jordán, 


Obras  cU  Salvador  (Jor&án  Doré 


Infamia  y  nobleza ,  drama  en  tres  actos  y  en  verso.  Estre- 
nado en  Canarias  (Orotava),  el  2  de  Mayo  de  1907. 

El  broquü.  (Sin  estrenar.)  Disparate  cómico  en  verso, 
bilingüe.  Escena  en  Tarragona. 

Ave  de  paso  ¡cañazo!  ó  á  falta  de  pan,  buenas  son  tortas. 
(Sin  estrenar.)  Zarzuela  cómica  de  escenas  militares 
en  un  acto,  dividido  en  tres  cuadros,  en  prosa  y  verso, 
en  colaboración  con  D.  Aureliano  Martínez  Ulibarry. 

El  himno  del  pueblo,  zarzuela  en  verso,  en  colaboración 
con  D.  José  Royo  de  León. 


Precio:  UNO.  peseta