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0
GODFREV LOWELL GABOT SCIENCE LIBRARY
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EL
LIBRO DE LA PLATA
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Don JOSÉ SANTOS OSSA
EXPLORADOR DEL DESIERTO
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EL
LIBRO DE LA PLATA
POR
B. VICUÑA MACKENNA
SANTIAOO DE OHILE
IMPRENTA CERVANTES
CALLE DEL PUENTE NCM. 17
1882.
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Harvard CoMae^ Ubrary
Clft of
Archibald Cary Coolldga
and
Ctarance Laonard Hay
Aprll 7, 190a.
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4.-;^
A LA GRATA MEMORIA DE MI INOLVIDABLE AMIGO
DON JOSÉ SANTOS OSSA,
quien nació i vivió, exploró i trabajó cuarenta años en
el solitario inmenso desierto, i murió en el ancho mar
de Ohile, siempre trabajando, siempre explorando,
siempre ambicionando poder, gloria i fortuna para
su patria, deidad del alma, que, junto con sus hijos,
faé su guia i su santuario.
B. Vicuña Mackenna.
&€m4iaao^j iía/tuv^ a4 ^Qo2.
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ADVERTENCIA
El presente libro no es un trabajo de ocasión
(aunque lo parezca), si bien pudiera ser benévola-
mente considerado un libro de provecho, como su
antecesor en los moldes de la imprenta: — La
edad del oro en Chile^ del cual es jemelo.
Concebido i anunciado en pos de aquél i mu-
cho antes que del fondo de las ardientes entrañas
del desierto i del ajio saliera a la superficie de la
tierra i de los negocios la fiebre arjentífera que ha
ajitado en estos últimos dias al país, a la postre de
la fiebre del oro, — la fiebre blanca después do la
fiebre amarilla, — sus demostraciones históricas re-
cojida? de antemano con afán solícito i sus datos
fielmente comprobados pueden servir de eficaz
calmante a la dolencia, de guía conductor a traba-
jos poderosos, como los emprendidos en Nevada
por los hombres del Norte, o siquiera de cimiento
a la especulación científica, tranquila i honrada
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— 8 —
propia de todos los pueblos laboriosos, de las co-
munidades circunspectas, que no se dejan dominar
por el arrebato deslumbrador i muchas veces fu-
nesto de las falsas quimeras de la codicia.
La estructura i el material de un libro de esa
manera ideado i compajinado, no parecerán acaso
tan vastos como los del que le ha precedido, por-
que la «EDAD DE LA PLATA j) cs Comparativamente
moderna i casi contemporánea de la jeneración
que todavía piensa i trabaja, emprende i produce
en nuestro suelo.
Mas, por lo mismo, la historia de todos ios
grandes descubrimientos que dentro de las lindes
del presente siglo, próximo ya a estinguirse, han
contribuido tan poderosamente a enriquecer i
transformar nuestro afortunado país, ofrecerá, es-
tamos ciertos de ello, un interés sano i un atracti-
vo casi dramático que alentará al capitalista i al
cateador, al hombre de estado i al industrial, a
perseverar en un camino que hasta hoi ha sido
el de la fortuna para muchos hogares, i el de la
abundancia i el prestijio para la república.
En este sentido, i tanto en el actual como
en* anteriores libros, ya no poco numerosos, nos
esforzaremos por no decir sino lo que es verda-
dero i comprobado, huyendo de toda exajeración
peligrosa i evitando los escollos i la responsa-
bilidad de arrastrar al lector, ni aun al través
de los fiílaces prismas del estilo, hacia las orillas
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— 9 —
engañosas de las riquezas adquiridas en una hora,
por un golpe de la yaucana en el farellón de los
cerros o por el traspaso de una mano a otra de un
rollo de papeles.
Todo lo contrario. Porque este libro sbrá una
lección viva de que solo la intelijencia sobria, la
honradez constante i el trabajo que doma i perse-
ver¿\, han sido coronados a la larga por éxito du-
radero, desapareciendo todo lo deinás como el
humo del desierto al rededor de los descubridores
casuales i de los especuladores de ocasión.
Por fortuna no nos será difícil llegar a aquel
benéfico resultado, i desde el descubrimiento de
Agua Amarga en 1811 por el indio dChamblaoD,
que en 1853 trabajaba de minero apir en Copiapó,
hasta el de Caracoles, la Florida i Cachi nal, habrá
probablemente ancho campo para dejar estable-
cido lo que aquí consignamos i perseguimos.
I a este fin, vamos a apuntar brevemente en
seguida cuáles han sido, en el curso de la laborío,
sa existencia de este país-colmena, los grandes
descubrimientos arjentíferos i los principales datos
i oríjenes que nos han servido para sacarlos a luz
con suficiente acopio de estudio i de verdad. De
esa manera el lector se formará mas fácil concep-
ción del plan i objeto de esta obra, sin necesidad
de fatigar su espíritu con elaboradas frases de
programa i de prefacio.
Naturalmente señalaremos solo aquellos descu-
EL L. DE LA P.— 2
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/
— 10 —
brimientos i faenas de importancia histórica, mas
o menos permanente i colectiva, que es a lo que
escliisivamente se halla consagrado el presente
trabajo, i en la forma siguiente:
Mineral de San Pedro Ñolas co i San Juan de
la Sierra descubierto en 1692. Para dar a cono-
cer este asiento de minas de plata contiguo a la
capital i en las primeras corridas de la cordillera
de los Andes, disponemos de algunos documentos
antiguos encontrados en el archivo de Indias,
especialmente de una carta al rei de España es-
crita en Concepción el año de 1713 por el padre
franciscano Bernardino de Soto Aguihxr.
Mineral de Haspallata. — Libro de actas del
juzgado de comercio i libro de acuerdo de la dipu-
tación de minas de Santiago.— Espedientes anti-
guos sobre la recojida de la moneda circulante en
Chile a mediados del siglo XVII i actas de la
constitución de la primera sociedad minera or-
ganizada en el país en la medianía del siglo
XVIII,
Mineral de Agua Amarga, — Datos de la Aurora
de Chile i del viajero francés Mellet que lo visitó
en 1815.
Arqueros (1825). —Datos de la familia Suber-
caseaux, heredera de su primer propietario don
Ramón Subercaseaux, i de los viajes del navegan-
te Lafond de Lurcy, que se lialló en todo el auje
del descubrimiento.
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— 11 —
Chañarcillo (1832). — Datos inédito:^ i autógra-
fos escritos por el copiupiíio don José Joaquín Va-
Uejos, además de los mui importantes que sobre
los descubrimientos del norte contiene la intere-
sante crónica de Copiapó escrita por don Carlos
María Sayago.
Ti'es Puntas (1848). — Relaciones de contempo-
ráneos i viaje de Philippi al desierto de Atacama
en 1853-54:. Datos de los señores Domingo Vega
i Antonio Escobar, que fueron testigos i aun par-
tícipes en aquellos grandes descubrimientos.
Caracoles. — Relaciones contemporáneas (1871)
de su descubridor el señor José Diaz Gana, del
jefe de la espedición cateadora el famoso Méndez
(Cangalla^ — Estudios de los señores Domeyko,
Pissis, Abasólo, Stuven, Espedí. Datos i memo-
rias oficiales sobre la esplotación de las Descubrí"
doraSy etc. ^
Florida (1873). — Relación de nuestro amigo
Juan Valdivieso Amor, que como jueí^ de letrras
de Copiapó i en seguida como animoso industrial,
conoció todos los antecedentes de este casual pero
poderoso descubrimiento. Estudios del injeniero
don Enrique Fonseca.
Las Condes. — Datos suministrcidos por los pri-
meros esploradores de la cordillera hace cuarenta
años hasta el presente, i especialmente por los se-
ñores F. de P. Pérez, J. A. Tagle Arrate i En-
rique Concha.
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— 12 —
Cachinal (1822). — Datos comunicados por sus
principales espío radores i descubridores.
Con esta lijera esposición de antecedentes en-
tramos en materia animados en nuestra tarea por
la esperanza de hacer algún bien al país i de
prestar una mano leal i oportuna a todos los que
hoi, impulsados por noble i sana ambición se
lanzan hacia el desierto de Atacama, es decir, al
centro natural, jeolójico e histórico de todas las
riquezas arjentíferas de Chile, en demanda de
honrada fortuna.
B. Vicuña Mackknna.
Setiembre 1882.
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CAPITULO I.
LAS MINAS DE PLATA DE LA CORDILLERA NEVADA.
Las minas de plata en Chile durante la época incásica, i menosprecio que
se hacia de ellas.— Por qué la edad del oro debia preceder en Chile, como
en California, a la de la plata. — Gl oro era el tipo ánioo de las transac-
ciones.— Curiosa recojida de los pesos mecieses de Potosí en 1G52, i es-
pedientes a que esta medida di6 lugar en Chile.<— Los antiguos buscaban
las minas de plata solo en la cordillora, i cómo la industria de la crianza
de muías destinadas a Potosí, perjudicó la industria minera en Chile. —
Lo que significaba ecasolear la plata en cueros^). —Las minas de plata de
Puigato en tiempo de Pedro Valdivia i el primer diputado de minas.—
Las minas de plata de los pehuenches según el padre Rosales i las mi-
nas de plata de Aconcagua según el padre O valle.<— Primera mención
de las minas de plata del norte.<— Las minas de San Pedro Nolasco
según BU descubridor don Pedro Ruiz de Aguirre.— El padre Soto
Aguilar las compara a Potosí en carta a Felipe Y., pero el presidente
Concha denuncia su esterilidad por falta do azogue.— Precio i provisión
de éste en la América Española.— Las minas de plata de Chile, a me-
diados del siglo XVIH según el tesorero Madariaga. —El último minero
de San Pedro Nolasco, i Jotabeche.^— Descubrimiento de las minas de
Huspallata en 1738, i formación de la primera sociedad minera, por
acciones, en Ohile.— Sus curiosos estatutos i monopolios. — Junto con la
Independencia va a comenzar la edad de la plata en Ohile.
I.
Chile, una de las zonas mas favorecidas con po-
derosos veneros aijentíferos, si no el naas rico de
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~ 14 -
todos los países del Nuevo Mundo, no fué en la
antigüedad un país de plata. El metal existia ba-
jo las mil variadas i laboriosas combinaciones que
son todavía la maravilla del jeólogo i la laboriosa
admiración del químico, pero era desdeñado por
el oro. El conquistador incásico como el conquis-
tador castellano no hablan venido a tan apartado
rincón del mundo en demanda de una materia que
en aquellos tiempos, delante del tributo de Ata-
hualpa en Cajamarca i de las paredes del templo
del Sol en el Cuzco, pasaba casi como materia vil
i volumosa. El oro era todo, i por esto hubo en
Chile en remotos tiempos solo una «edad del oro».
Komaneábase este meta] en las faenas, i para ex-
traerlo del fondo de los esteros o del cascajo de las
laderas se necesitaban solo tres cosas; que eran el
indio, el maíz i el látigo, mientras que el hallazgo
de la plata requería investigación i espera, i su
elaboración ciencia i tardanza. 1 en aquel tiempo
nadie sabia esperar a las puertas d^ la fortuu i,
cuando el sendero que a ella conducia estaba sem-
brado de sus fáciles i opulentísimos trioutos.
II.
Por otra parte, el oro se trabajaba solo o casi
por sí solo. Debido a su prodijioso esparcimiento
por el suelo en su coudicióíi íategra i primitiva,
bastábale al hombre encorvarse para recojerlo, i
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— 15 —
en ese estado servia de moneda, de mercadería,
de cambio, de tipo de todas las riquezas i aun de
todas las virtudes, porque en aquellos siglos (co-
mo en el presente) se decia de quien fuera lim-
piamente bueno o codiciable que era «oro en
polvo. 5)
La plata al contrario necesitaba costosos uten-
silios i mas costosa liga. Nadie sabia estraer su
fino sin azogue, i este auxiliar indispensable im-
portaba casi tanto como la plata (cien i mas pe-
sos el quintal), al paso que el hierro de Vizcaya,
único que se traia a America junto con el cina-
brio de Almadén, costaba en el mercado poco
menos que la plata pina i cinco o seis veces el
valor del cobre indíjena.
De aquí el alejamiento universal de los colonos
por las labores de las minas de plata.
III.
Bajo un punto de vista puramente comercial,
la moneda de plata no sirvió tampoco, al menos
durante los dos primeros siglos de la colonización
española, sino como un medio einbar¿izoso, preca-
rio i aun fraudulento para los cambios. El oro en
polvo era el tipo, i por eso todos los contratos de
ese tiempo llevaban estipulado su pago «en buen
oro de AndacoUo o de Coquimbo.» Los mercaderes
de cuenta guardábanlo por esto, hasta principios
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— 16 —
del presente siglo en sendos i trasparentes frascos
de cristal sobre sus mostradores i a la vista de los
transeúntes i de los tratantes, a fin de aquilatar
con su vista su crédito o su opulencia.
En cuanto al oro sellado, es entre nosotros in-
vención tan moderna que habiendo sido llamado
a prestar una declaración, hacia el año de 1640,
el caballero batallador don Pedro Cortés, que a la
sazón tenia 60 años, según en otra ocasión con-
tamos, declaró bajo juramento no conocer los
doblones, es decir, las onzas de oro ¡sellado, sino
de oídas.
Por consiguiente, desde que el oro en su forma
primitiva servia a todas las transacciones i aun a
las de poca sustancia, la plata se hallaba como
desmonetizada de hecho, a lo cual se agregaba su
bajalei i su introducción fraudulenta, especialmen-
te de Lima i el Tucumán. I aquí es de oportunidad
recordar que la casa de moneda de Potosí, esta-
blecida solo diez i seis años después de su descu-
brimiento, esto es, en 1561, al pié de la montaña
de plata que la surtía a sus puertas, no ha fabrica-
do moneda feble solo bajo la república, sino que
desde los primeros años de su plantación abarro-
tó las pulperías de Lima, del Tucumán i de Chile
con una moneda llamado pesos mooleses^ que en
Santiago vallan a lo sumo seis reales fuertes i en la
ciudad de los reyes cuatro reales i medio. Dio esto
orijen a una curiosa recojida de plata sellada, es
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~ 17 —
decir, de pesos mocleses, ordenada por el virrei
conde de Salvatierra en 1652, la cual no se llevó
a cabo por no encontrarse un fundidor que sacase
su lei a los tejos i por las cabalas e intereses
opuestos de los mercaderes o de los hacendados,
cuestión de cebo i de cueros de chivatos en que
los primeros acostumbraban estacar a los últi-
mos (1).
(1) Hubo con este motivo na cabildo abierto en Santiago, i
86 acordó no recojer ni fundir los pesos mocleses. Pero pocos dias
después se juntaron algunos mercaderes i opinaron en contra-
rio, emitiendo un curioso informe que publicaremos como ilus-
tración de h época i en forma de apéndice del presente capítulo.
La orden de recojida i fundición fue espedida en Lima en julio
de 1652, i el presidente don Antonio de Acuña i Cabrera la man*
dó cumplir por carta que escribió desde Concepción a la Real Au-
diencia el 13 de setiembre de aquel año^ en la cual decia^ según
el orijinal inédito de que las copiamos, las siguientes palabras:
— íCon esta remito a US. probicion del señor virrey para que
en su exejecucion se consuma toda la moneda baja de á seis rrea-
les y solo quede la rresellada y rreales de a dos y sencillos para
coiperciarse. E suspendido esta ejecución hasta dar aviso a US.
y saber el despacho que ha tenido en esta rrazon para que uni-
formemente con lo que a US. pareciere se rresuelva la mas con-
beniente que la principal causa a que se debe atender es a que
(sigue un renglón inintelijible por deterioro) de aquí tres me-
ses y no habiendo otra para el comercio y trato imposibilitaria
de agora a todo a los mas poderosos quanto y mas a los pobres^
que todos lo son, y el cabildo alega esta sircunstancia y pide que
por lo menos se cumpla el término para este consumo que en el
intertanto habrá llegado el situado y abrá moneda corrientei>.
EL L. DE LA P. — 3
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18 -
IV.
En otro sentido, completamente ignorantes
nuestros mayores de los secretos de la jeolojía, ni
sé imajinaban siquiera que bajo las tórridas are-
nas del desierto setentrional pudiesen existir ve-
nas productivas de un metal cuya formación en
las entrañas de los cerros los aboríjenes atribuian
al albo i frío fulgor de la luna, en oposición al oro
hijo del cálido i amarillento sol. I por esto, cuan-
do mas, dábanse a buscar el arranque de algún
rico rodado en las faldas de la cordillera nevada,
lo cual no les permitia sino escasa e intermitente
labor bajo las nieves, blanquecinas como la plata.
I esta nueva circunstancia limitaba la tempo-
rada útil de labor a solo cuatro meses en aquellos
inclementes años. De aquí el orijen de los mine-
rales de plata de San Pedro ISolasco i San Juan
de la Sierra en el cajón de Maipo a fines del siglo
XVII i del de Huspallata, encontrado en el pri-
mer tercio del siglo XVIII en la vertiente orien-
tal de los Andes, unos i otro de rendimiento com-
parativamente escaso, no obstaut-e el rumor lejano
i no justificado de imponderable riqueza.
V.
Un motivo estraño pero no menos poderoso
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— 19 —
existia también en Chile para retardar el adveni-
miento de la plata hasta una época casi contem-
poránea.— Potosí habia sido descubierto por el
indio Gualca ocho años después de la primera
entrada que hizo a Chile en el duro invierno de
1836 el Adelantado don Diego de Almagro, i solo
cuatro años desde que don Pedro de Valdivia
fundara la capital de su reino en el centro de la
entonces rica hoya aurífera llamada de Cancani-
cagua, o mas propiamente, Chilli. I así, el metal
que afluia por raudales a todas las posesiones es-
pañolas, en cambio de cereales, de mitayos i de
muías, hacia de mas pingüe provecho el criar
asnos en las selváticas estancias para formar ha-
tos i piaras, que se trocaban en aquel mineral por
su peso en plata. De lo cual vino que comenzó a
estinguirse en Chile la raza de caballos ^ara la
guerra de Arauco, i di6 ello marjen a que un pre-
visor presidente de Chile (don Juan de Jara)
ordenase la castración universal de los asnos pa-
dres, siguiendo el principio de la degollación de
Herodes.
VI.
Era, por tanto, la plata mirada casi con desdén
por nuestros remotos abuelos, i si es cierto que
aprovechaban la de sus cambios de Potosí en fa-
bricar su vajilla doméstica, en sustitución de los
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— 20 —
quebradizos lebrillos i fuentes de barro de Pomai-
re i Talagante, no por esto la gran mayoría de
sus pobladores dejaba de considerar el oro como
el único metal precioso de su suelo, i como tal lo
servían en salvillas a sus convidados, según afirma
haberlo visto con sus propios ojo el buen padre
Ovalle cuando en los comienzos del segundo si-
glo de la conquista, era todavía niño.
Ahora, en cuanto a la costumbre de «asolear la
plata en cuerosD, que fué rango i fausto mucho mas
moderno, ello solo prueba que no se miraba ese
metal ni con mucho en la estima del oro, guarda-
do en sólidos frascos i en relicarios, porque man-
teniéndola de continuo ociosa en las húmedas re-
cámaras, se tomaba aquella de orín i era preciso
estenderla, moneda i vajilla, al sol en cueros de
chivato, de donde vino probablemente ele: chiva-
teado!)...La plata labrada, en oposición al oro en
polvo, en realidad era mas bien una economía que
un lujo, porque hasta que los ingleses introduje-
ron su barata loza de Java en javas, un servicio
de pedernal (porcelana) valia mucho mas que su
peso en plata i duraba cien veces menos. El pe-
dernal era el lujo, la plata casi lo plebeyo.
VIL
Esto no obstante, hemos dicho que los descubri-
mientos de la plata en la rojión central i sub-an-
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— 21 —
dina de Chile faeron contemporáneos con la con-
quista, porque en las primeras actas del cabildo
de Santiago se hace mención de las (i minas de
plata de Puigatoy>, de cuya ubicación no ha que-
dado huella, si bien no debieron distar mucho del
asiento de la naciente capital. ¿Hubo por ventura
alguna analojía entre ese nombre i el de Tupun-
gato?
VIH.
I aun en vida de Valdivia, que a todo prestó el
aliento de su pujante intelijencia, el cabildo de San-
tiago preocupóse del laboreo científico de la plata,
a cuyo fin nombró como junta i casi como un tri-
bunal de minería a un pobre vecino llamado An-
tonio Núñez, que era entendido en aquel benefi-
cio.— dEste dia, dice el venerable libro becerro
de la Municipalidad de Santiago, estampando lo
ocurrido en la sesión del 5 de agosto de 1550
(cinco años después del descubrimiento de Poto-
sí), acordaron dichos señores: que por cuanto en
esta ciudad de Santiago no hai ordenanzas por
donde se han de regir y gobernar, por donde las
minas de plata que se han descubierto y que se des-
cubrieren en los términos de esta ciudad^ se rijan,
para que no haya pleitos y debates en pedir, y
estacas, e poblar, e otras cosas tocantes a las di-
chas minas. E porque en esta ciudad hay personas
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— 22 --
que saben del caso y experimentados en las di*
chas minas, por donde se pueden regir. Y porque
Antonio Nuñez, vecino de esta ciudad es persona
de fidelidad, y sabe del caso y experimentado y
usado en las dichas minas, para que en Dios y en
conciencia haga y ordene las dichas ordenanzas
que convienen a las minas de plata, tomando con-
sejo y parecer de otras personas que asimismo se-
pan y alcancen a lo que toca a las dichas minas.]>
IX.
Prosiguiendo en el curso de los ^ños, de los in-
viernos i de las rebeliones el rumbo de las cordi-
lleras, encontrábanse de tiempo en tiempo no
despreciables filones de plata en las faldas i que-
bradas de aquellos montes, aun en medio de la
tierra de los pehuenches. (^Igualmente atesora
plata este Reino, decia en efecto el jesuita Rosa-
les, que escribia sobre estos particulares a media-
dos del siglo XVII, en muchas y diversas serra-
nías, particularmente en los Pegüenches que avitan
en la cordillera hazia Villarica, donde se halló un
cerro que por las roturas de los riscos muestra
vetas pasadas de hilos y clavos de plata blanca;
la qual han sacado los indios, y como no la pue-
den veneficiar, que se les quiebra por estar virgen,
no hazen caso della, y como no saben mezclarla
no les aprovecha y no la sacan; y aunque algunos
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— 23 —
Españoles a quíeaes ellos han contado el caso y
como ay mucho de ese metal i que el yerro le es-
timan mcLSj porque no se les resquebraxa, les an
pedido que les digan donde está, que ellos se lo
veneficiarán de modo que no se les quiebre, no an
querido mostrarlo. Por los años de 1643 se descu-
brieron riquissicnas minas de plata y oro en las
faldas de la cordillera por la parte de Cuyo, no
lexos de la ciudad de Mendoza; acudieron muchos
mineros de Potosí a labrarlas, dieron al principio
mucho oro i grandes esperanzas, pero a poca pro-
fundidad encontraron con manantiales de agua,
y por falta de gente para barrenar la mina y de-
saguarla desistieron de esta labor. Las minas de
Aconcagua comienzan ahora con tan grandes es-
peranzas que prometen ser mas que Potosí.^ (1)
(1) RosALKS. — Historia de Chile, vol. I, páj. 211.— A estos
mismos minerales alade el padre Ovalle, que atravesó la cordi-
llera por ese mismo tiempo (1640), caanclo ea Roma escribia
dos o tres años mas tarde lo sígaieate:
€ — Qaefti ultimi anai ñ foao comiaciaoe a difcoprire alcuae
miniere di oro, & argento dell* una, e Valtra parte della cordi-
gliera^ e paffaado io per quella mi ricorJo che ad una vifla ñ feo-
pre da vn lato vn monte negro affai follevato^ la cai fommira
rifplende come fe foffe feminato di argento & ¿ commane tradi-
tione, che dentro le fue vene racchiude gran tefuri, ma per ade--
ffo fono inatili per le ragion dette, e perche la meta dell'anuo
fono quefte montagne non folo inhabitabili, ma impenetrabili».
De las minas de plata de los pehueuches volveremos a ocu-
parnos mas adelante cuando notemos como las han buscado los
ingleses...
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— 2. —
X.
Ni dejaban de aparecer ya por el norte, pero
siempre en páramos andinos, aquellas reventazo-
nes que dos siglos mas tarde harian de esas deso-
ladas rejiones, si no un jardín, un emporio. «En
toda la comarca de la ciudad de la Serena, escri-
bía, en efecto, el mismo historiador contemporá-
neo que acabamos de citar, se labran meas mi-
nas de plata y cada día se descubren otras nue-
vas, y las pinas que alli se forjan son muy cele-
bradas por la fineza del metal. Pero la escasez de
la gente y del agua para el beneficio no da lugar
a que de continuo se trabaje.»
XL
Entretanto, i volviendo a la rejión andina, el
primer mineral de plata de asiento conocido i de
fama estable que todavía dura fué el de San Pe-
dro Nolasco, situado en el cajón de Maipo, veinte
leguas al sureste de Santiago i sobre una alta me-
seta formada entre los últimos contrafuertes de
los Andes que caen a las haciendas del Tollo i de
San Juan de la Sierra.
Muí escasos son los datos auténticos que se con-
servan de aquel mineral fundador de la riqueza
mas vasta, i con la sola escepción de la industria
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~ 25 -
del cobre, la mas saneada de Chile; pero apesar
de la opinióu de un fogoso fraile franciscano que
desde su convento de Concepción escribía a Feli-
pe V en 1713 asegurándole cque cada veta que
en el se elabora mas se admira su riquezaj>, no
parece por el testimonio coetáneo del presidente
don José de la Concha (1717) que su importan-
cia pasara de cierta mediocridad.
XII.
En los últimos años del siglo XVII habia lle-
gado a Chile un español llamado don Pedro Ruíz
de Aguirre, minero de profesión i cateador de ofi-
cio, que se ejercitó con poco fruto para su bolsa
durante treinta años en nuestras ásperas serranías,
hasta que, según un memorial que de él hemos
visto, «debe tenérsele como el descubridor de San
Pedro Nolasco i fundador de la mina de las Ani-
masD, la cual después se ha convertido en la del
Cristo o cosa parecida.
Aseguraba por su parte el padre Soto Aguih\r
en la carta ya mencionada, que los metales de Sun
Pedro Nolasco eran de «negrillos, cobrizos i rosi-
cler»; pero invocando el testimonio harto mas serio
de un presidente de Chile, parece que su lei no
pasó nunca de 50 marcos por cajón.
El metal era abundante, como lo son jeneral-
mente en las minas de Chile los do ese rendi-
EL L. DE LA P.— 4
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-se-
miento, pero el minero castellano tenia que lu-
char con tres adversarios que hacian en la prácti-
ca infructuoso su descubrimiento, a saber: la nieve,
la carencia absoluta de azogue i la escasez de
brazos.
Afirmaba, por esto, el presidente Concha en su
memoria inédita datada en Concepción el 16 de
diciembre de 1717, que en las minas de San Pedro
Nolasco se trabajaba solo cuatro meses del año,
por lo cual, (son sus palabras testuales) ese logra
con dificultad ver una pina delhi, que se reduce a
cuatro platos de plata que para el servicio de sus
casas fabrican sus dueños.» — «Ignórase, añade,
su beneficio, i como el de las minas de oro es mas
fácil, están en mejor paraje i es el metal mas ape-
tecido, la jente que se dedica a estos trabajos,
acude a ellos i no a los deplata.i^
XIII.
La dificultad mas insuperable con que tropeza-
ba la naciente industria, era, sin embargo, la ca-
rencia de azogue, de cuya indispensable liga, por
ese tiempo, no habia una sola libra en las cajas
reales de Chile, donde, cuando enviábanla de
Huanca vélica o de Almadén, los ministros del Rei
guardábanla junto con el tesoro i vendíanla como
tal i con mano codiciosa a los infortunados mine-
ros del oro i de la plata. Un mercader llamado
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— 27 —
Difigo Duran había traído por esa época una pe-
queña partida por su cuenta, probablemente de
las minas de Huanca vélica en el Perú, i la vendió
con tal provecho que el capitán jeneral de Chile
solicitaba con ahinco su inmediato suministro,
demandándola a los virreyes i azogueros del Pera.
El costo medio del quintal de esta sustancia tan
necesitada como la plata misma era en aquel
tiempo de 84 a 90 pesos.
A la verdad, fueron tales las dificultades del be-
neficio indispensable de la plata en aquel tiempo,
que segán el alto funcionario ya citado existían
en las canchas de San Pedro Nolasco en los pri-
meros años del pasado siglo, no menos de 600
cajones de metal, cubiertos por la nieve, sin ren-
dir ningún provecho a sus dueños, a virtud de la
absoluta escasez de los azogues.
XIV.
Mayor obstáculo encontraba todavía la indus-
tria de la plata en la disminución de brazos. El
oro i las viruelas hablan dado cuenta de casi la
totalidad de los indios de encomienda, i los que
habían escapado al flajelo i a los mayorales, eran
arreados en piño, exactamente como las muías, a
las minas de Potosí, cuyas heladas cavernas serían
de seguro su tumba. Quejábase por esto al rei el
descubridor Ruiz de Ajuirre de la falta de mita-
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— 28 —
y 08^ i dice que cuando iba a pasar a la aterceca
humedad de su trabajo}i>, veíase detenido por la
falta de operarios. Hacíale coro en esta queja
amarga i tronaba contra el ocio de los indios el
franciscano Aguilar, quien, como remedio, escri-
bía colérico a España que se autorizase a la In-
quisición para ser único tribunal i castigo de los
indios de encomienda, sin darles derecho de alza-
da, ni contra el potro ni contra la hoguera. (1)
Perseveraron estos obstáculos puestos en el ca-
mino del minero por la naturaleza i la escasa
ciencia del hombre hasta convertir a San Pedro
Nolasco en una ruina; i hoi mismo en los agrestes
valles que rodean la altiplanicie en que existen
enterradas por la nieve i la ignorancia sus boca-
minas, consérvase la tradición de que su último i
mas opulento propietario en el pasado siglo, Ua-
(1) Carta de frai Bernardino Gregorio de Soto Aguilar al Rei,
en Concepción, convento de San Francisco, 24 de diciembre de
1713. Este manuscrito, que tiene mucho mas palabras de cruel-
dad í citas a troche i moche de las escrituras, que datos i hechos
útiles, existe en el Archivo de Indias, donde lo hicimos copiar
en 1870 i consta de 74 pajinas. En él dice el autor que el mi-
neral de San Pedro Nolasco i San Juan de la Sierra terina tres
leguas de largo de oriente a poniente i una de ancho de norte
a sur.
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— go-
mado Marcoleta, veíase obligado a coadacir sus
propias muías tirando a través de la nieve una
pintada «madrinaD, provista de sonoro cencerro de
plata, a falta de arrieros que le ayudasen a repe-
char la áspera cuesta de los Vientos.
Digno de recordarse es también que todos los
que han emprendido restaurar aquellas faenas en
los últimos tiempos, como el filántropo Sazie i los
sñores Doncelot i Lapostol, todos franceses, no
han encontrado allí propicia fortuna sino el de-
sencanto de un perenne broceo. I no menos nota-
ble cosa es también que el primer escritor chileno
a cuya pluma, tan pintoresca como incisiva, de-
biéranse los mas antiguos derroteros i los prime-
ros escritos sobre la mineralojía de plata en Chile,
el famoso Jotaheche^ dedictira su primer escrito de
costumbres, coleccionado por él mismo, al cajón
de Maipo i a los inaccesibles cerros que forman
el nudo de San Pedro Nolasco. (1)
XVI.
Fué por todo lo que hemos referido tan es-
(1) Primera carta de Jotabeohb.— iWaípo, abril 23 de 1841.
— El doctor don Sandalío Letelier publicó también en el diario
Las Novedades del 8 de febrero de 1880 un imteresante artículo
titulado <E1 Cajón de MaipoD, pero su principal atractivo se re-
fiere a las condiciones del clima i salubridad de esos hermosos
parajes, sobr^ los cuales habremos de volver mas adelante*
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— 30 —
caso en lo antiguo i tan secundario el valor
intrínseco de la plata en Chile, por mas que los
y^ patricios de Santiago sacasen su vajilla a la reso-
lana del patio de la calle, que el viajero Frezier,
siendo un mineralojista distinguido, no menciona
ni una sola de sus faenas, si bien recorrió (1713)
con ojo ávido e intelijente las quebradas de Tiltil
i de Limache en demanda de sus trapiches de oro.
I lo que es todavía mas singular, al dar prolija
cuenta de las calidades de este metal en Oopiapó
i en el mineral de Capote que lo rendia mas puro
i obrizo, el prolijo investigador no menciona una
sola vez la plata en la tierra de la plata.
XVIL
Parece, en efecto, que a mediados del siglo pa-
sado los mineros chilenos hablan dado por com-
pleto la espalda al beneficio de este metal i que
ya no existia sino la memoria de las antiguas
faenas de la cordillera que tanto entusiasmaron
en la medianía del siglo precedente al patriota
padre O valle. Sin embargo, hacia el año de 1745,
establecida en Chile una delegación del consulado
de Lima i abierto un activo comercio con Buenos
Aires por las pampas de ]\rendoza i Huspallata,
volvió a revivir en los capitalistas de Santiago el
interés por las minas de la cordillera, que hoi ha
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— 31 —
vuelto a ser en la serranía de las Condes asiento
de monta primordial para la industria.
I cosa curiosa! La rehabilitación ocurrida en
1738 de aquellas minas durante un siglo abando-
nadas i cuyos vestijios de hornos, fraguas i aloja-
mientos va encontrando el viajero moderno en su
camino de Mendoza a los Andes, dio orijen a la
primera sociedad anónima de Chile, a impulsos
del presidente Amat, que en todo, i especialmen-
te en la horca i en el arca, fué hombre de acción.
Reuniéronse, en efecto, a impulso suyo, según
un acta del juzgado de comercio que orijinal te-
nemos a la vista, el 10 de diciembre de 1755 los
principales capitalistas de Santiago, que en su
mayor número eran vizcaínos, es decir, mineros, i
juntaron un fondo de 2700 pesos, injente caudal
entonces, que fué suscrito por acciones de a cien
pesos, en esta forma:
Don Juan Alcalde 4 acciones.
2> Martín del Trigo . ' 6 ^
j) José Antonio Velasco 4 j>
D Manuel Fernández Hidalgo.. 4 >
D Juan de Dios Herrera 2 d
i> Domingo Valdés 1 j>
D Félix Fernández 1 »
D Salvador Trucíos 1 d
3> Ignacio Marín 1 »
3> Bernardo Alvarez 1 3>
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— 32 —
> Pedro Domínguez ......... 1 3>
» Lucas Fernández 1 y>
D Mateo Toro 1 j^
27 acciones.
Con esta base volvieron a reunirse los socios
fundadores i los nuevos allegados el 21 de enero
de 1756, i acordaron fundar definitivamente la
Sociedad Minera de Huspallata^ que así la denomi-
naremos por su objeto, si bien sus organizadores
descuidaron hoi cosa tan principal cual es el títu-
lo, circunstancia que llega a ser la primera, aun
antes de descubrir la mina a que se aplica.
XVIIL
Juntáronse en esta memorable reunión todos
los magnates de Santiago, los Larraín, los Infan-
tes, los Cortés Cartavio, los Alcaldes, los Cota-
pos, los Lecaros, los Trucíos, los González Blan-
co i constituyeron su asociación bajo el punto de
partida i de llegada del mas estricto e implacable
monopolio, pues estaban prontos la mayor parte
de los concurrentes de dicha junta (así lo dice el
acta de compañía que suscribieron) <ra poner ac-
ciones de a cien pesos los que fuesen competentes
para el fin espresado, con estas condicionesi>, las
cuales siguen en pos.
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— 33 —
Las condiciones eran doce, dos mas que los
mandamientos de la leí Dios, i cada una parecía
mas dura que el bronce de las tablas de la Alian-
za. Por la primera, nadie sino la compañía podia
vender víveres a los mineros. Por la segunda, nadie
sino la compañía era dueño de hacer habilitaciones
ni de rescatar los metales. El que de esto último
ftiera osado, caería en comiso, lo que diese i lo
que comprase. La compañía fijaba por sí sola la
tarifa de los víveres i el precio de la plata. Ella
nombraba al alcalde de minas, i la autoridad je-
neral no podia decretar levas ni alardes de armas
entre los mineros. Los asociados serian preferidos
por el tanto en la venta de toda estaca minera i
podrían comprar directamente el azogue en Lima
sin pasar por la horca caudina de las cajas rea-
les. Ninguna mina podia ser embargada sino sus
productos en las canchas.
Concedíase, además, al gremio de mineros to-
dos los privilejios que las leyes españolas otorga-
ban a las corporaciones i, por último, se le atri-
bula la enorme facultad de no permitir dentro de
su jurisdicción que ningún estante ni habitante
pudiese salir de ella sin un permiso especial, pues-
to que la jente minera «era la mas ociosa i vaga-
bunda de todo el reino». (1)
(1) Según Barry la primera sociedad minera que se estible'
ció en América fué la que en 1557 fundó en Quito don Bernar-
EL L. DE LA P. — 5
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— 34 —
XIX.
El punto mas importante del privilejio consis-
tía, sin embargo, en la compra directa de los azo-
gues porque, monopolio contra monopolio, los
tesoreros reales vendían aquel metal a diez reales
libra, es decir, a 125 pesos el quintal, sin la des-
tara del «envase í los cordelesD.
A la verdad, las minas de Huancavélica que
habían sido descubiertas por el indio Navincopán
en 1564, no producían en 1621, según la Memo-
ria del príncipe de Esquiladle, sino de cuatro a
siete mil quintales; i de estos, cinco mil reque-
ría Potosí i setecientos Oruro. El azogue nece-
sitado por todas las faenas de Chile, especial-
mente las del oro era, según el virrei Amat, en
do García de Vera para aviar minas.
En cuanto a la compañía de Huspallata, no alcanzó gran be-
neficio de SQ monopolio, i además parece qae hnbo siempre ma-
cha exajeración sobre la riqaeza de aquellas minas. En un folie-*
to que se publicó en Londres bajo los auspicios de don Mariano
Egaña, con el título de Report oftké soil and mineral pradiic-
tion of Chile, 1825, es decir, antes que se conociera a Arqueros
i a Chañarcillo en Europa, se exajera la estensión e importancia
del mineral Haspallata, hasta decir (páj. 24} que <ies una alta
meseta de 17 leguas de largo i 3 de ancho^ que corona los Andes
la cual es toda una rica corrida de minerales de plata....:»
Entendemos que el señor Egaña no debió permitir se ampara-
ra con su nombre de representante oficial de Chile tales desa-
tinos.
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— 35 —
cantidad de cuatro rail quintales, por manera que
cuando no llegaba buque de España a Arica con
el azogue de Almadén, ocurría una suspensión je-
neral i funesta en los injenios (1).
XX.
No obstante todas las ventajas que les fueron
otorgadas, las minas de Huspallata no prospera-
ron como era de esperarse, en razón de la lejanía,
de la nieve i de lo que era peor que los hielos, la
tiranía de los capitalistas, en contraposición a la
ociosidad de los mineros. — «En las minas de Hus-
pallata, sitas en la provincia de Cuyo, dice el virrei
(1) SegÚQ la Memoria del virrei Armendaris (páj. 648) la
mina Haancavelica fué descubierta por el indio Amador Cabré*
ra Navincopin, que se ocupaba de buscar bermellón, tintura
que los indios conocían con el nombre de unimpo. El descubrí -
dor la vendió al rei en 250,000 pesos, i la estracción de cada
quintal costaba 58 pesos, debiendo pagarse 2^ del producto
líquido al minero López de Saavedra, llamado el Buscóriy por
haber descubierto la copelación del azogue. El precio de venta
en la mina era de 74 pesos 2 reales quintal.
Según la Memoria del Príncipe de Esquílache, la producción
del azogue de Huancavelica estuvo repartida de la manera si-
guiente en los años que se espresan:
1616 .^ 7,693 quíntales.
1617 6,657 »
1618 4,444 D
1619 4,486 1^
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— 36 —
Amat, cuando iba a entregar el mando del Perú a
su sucesor, no se ha conseguido mayor estracción,
no porque semejantes minas no pueden dar cono-
cidos adelantamientos, sino por defecto de los tra-
bajadores, que no se dedican a su labor, a que se
agrega haber poca intelijencia en su beneficio.
Como consta en el capítulo que trata del azogue
que consume el Reino, V. S. sabe los quintales que
tengo remitidos para el referido efecto, aplicándole
al administrador de este ramo el cinco por ciento
del espendio i el dos por ciento de merma.
3)E1 quintal de este ingrediente lo vende el Reí
a los mineros de Chile a 84 pesos 3 reales. Preci-
samente por estar esta casa a la dirección i su-
bordinación de V. S., es consiguiente libre aque-
llas providencias, que sean mas conformes al real
servicio, por lo que no he omitido comunicarle
aquellas noticias, que me han parecido conducen-
tes a su gobierno.!)
XXL
Haciendo referencia a este mismo decadente
estado de la minería, el tesorero real don Fran-
cisco de Madariaga (que bien lo sabriaj, se es-
presaba mas o menos por el mismo tiempo en
términos análogos respecto de las minas de la
cordillera nevada en la Memoria Descriptiva que
sobre el Reino de Chile escribió en 1744, relación
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— 37 —
curiosa que existe en el archivo de la curia de
Santiago, i en la cual dice:
«De minerales de plata no hai duda que ahun-
da la cordillera de ellos por los muchos rodados
que hallan continuamente de este metal los que
la transitan, pero como no hai jente para su tra-
bajo ni quien entienda su beneficio, se sabe que
bailas en abundancia, pero ninguno o pocos las
benefician, tanto por estar sus parajes nevados las
tres partes del año cuanto por la poca afición se-
gún las razones dichas, i en este partido no hai
descubiertas ningunas. >
Pero si las minas que hemos llamado de la cor-
dillera nevada, a causa de su ubicación, es decir,
las de San Pedro Nolasco i las de Huspallata, es-
tuvieron mui lejos de corresponder a las esperan-
zas de sus esplotadores, i dieron apenas escaso
pábulo al batiente de la casa de moneda de San-
tiago, de cuya fundación i trabajo hemos hecho
prolija memoria en otro libro reciente, el adelan-
to natural de la colonia comenzaba a atraer, sino
los capitales recelosos i egoistas de los vizcainos
de Santiago, la barreta del cateador del norte i la
mirada intelijente de uno que otro estranjero,
portugueses, franceses i aun polacos, a las rejiones
volcánicas en que la plata habia corrido en subte-
rráneos raudales. Son estos mismos los que en una
corrida o lecho uniforme han ido saliendo al sol,
mediante los hallazgos prodijiosos que se han lia-
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- 38 -
mado durante el presente siglo o: Arqueros^ i «Agua
Amarga:^, dChañarcilloD i el <iRetamoi>, «Tres
Puntas» i (cOuracolesi), la «Florida» i dOachinal
de la Sierra».
Fuerza será, en consecuencia, conduzcamos
por la mano al lector i al minero a esos veneros
que han sido la sangre arterial de Chile i el ver-
dadero punto de partida de su actual prosperidad.
Como en California, lavado el oro de la super-
ficie de la tierra, habia comenzado en Chile la
edad de la plata después de la edad de los lavade-
ros. El desierto de Atacama que, mineralójica-
mente hablando, empieza en la quebrada de Ar-
queros, es el Nevada i el Sonora de la América
del Sur, según de seguida, i como argumento prin-
cipal de este libro, vamos a dejarlo demostrado.
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— 39 —
ANEXO AL CAPITULO 1.
INFORME DR LA COMISIÓN DE MERCADERES DE SANTIAGO SOBRE LA RKCO-
JIDA Y FUNDICIÓN D8 LA MONEDA DE PLATA ADULTERADA EN POTOsl
CORRESPONDIENTE AL AKo DE 1652.
(Inédito).
Los capitanes Jerónimo Peiez Villalón, Manuel Gérneü, Ma-
nuel de Orrego, alférez Rodrigo Peroira, personas monbradas
por el comercio en el cavildo que se hizo en 23 de diciembre
deste presente año de 1652 en que se leyó una real provisión del
Exmo. señor conde de Salvatierra, virrey del Pera en que manda
se consuma la moneda de a seis rrealos, según que mas larga-
mente consta de dicha provisión y un auto de los señores desta
real Audencia en que asi mesmo manda se nombrasen quatro
personas del comercio (que) dieren su parecer en acuerdo de ha-
cienda que se hizo en 24 del corriente, como con efecto se halla-
ran y acordaran se fundiese luego, habiendo ensayador que supie-
se darle a las barras que resultaren desa moneda para que se
contratase con ellas por la ley que tuviesen y se hiziesen pagas, y
de otra manera sería gran confusión por la qual se pidió se pro-
longase el tiempo y corriese dicha moneda para que ínterin que
viniese ensayador y alguna moneda nueva, no hiciera falU para
el manejo desta república.
Y aviendo considerado este negocio con mas atención y con el
reparo que se deve a tan grandes propuestas que en dicho acuer-
do hicieron reconocimos los daños tan grandes que se siguen
a esta república de dilatar esta fundición, por lo qual es nuestro
parecer que luego se consuma dicha moneda de a seis reales sin
dilación alguna, aunque falte ensayador para dichas barras, que
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— 40 —
conseguido este negocio se dará forma para todo como es qae
dichas tales barras bayan con qaenta y razón a la ciudad de los
Beyes y allá se ensayen^ y trayendo testimonio de la ley que tu-
vieren se ajustaran los mercaderes de Lima con los de esta ciu-
dad^ con declaración que estas dichas barras han de correr el
riesgo de mar por los dichos mercaderes que fueren a Lima, por
quanto los de esta ciudad están obligados a hacer sus pagos en
esta dicha ciudad y no las han de arriesgar por su cuenta.
Y en quanto a las partidas de la plata de poca cantidad se
compondrán a precios^ vendiéndose unos a otros los patacones
por pasta^ trocando los rresellados de a dos y sensillos por ser
así el uso de lima y de no hacerse luego lo dicha fundición se
dará lugar a muchos tratos ilisitos coa mala conciencia^ y otros
daños muy graves para esta república.
Y lo primero es que la moneda de a seis rreales que llaman
modeles irán escojiendo la mejor los mercaderes que basen via*
je a Lima para llevársela, y la cobriza y de peor calidad dejaran
en la tierra, comprando con ella el sebo y cordován y otros j¿-
neros deste Reino, habiendo trato con los vecinos cosecheros,
aventajando el precio de dichos jenéros y por la cudisia del mas
valor qce se les da no repararan en que sea mala o buena dicha
moneda porque no lá quieren para atesorarla sino es para darla
a este comercio y esto será haciendo el trato para darles el sebo
para abril y resibiran luego la moneda y vendrán pagando a es-
te precio en la moneda la que devian pagar en jéneros. Los pla-
zos que este comercio tiene hecho con los de Lima son para
mayo y abril y a este tiempo es cumplido el plazo de los ocho
meses y esto comercio se hallará con toda la plata de mala cali-
dad donde perderá la mitad por medio en ella o lo segundo los
dichos mercaderes de Lima, viendo que los jéneros deste Reino
están subidos, no han de querer emplear los patacones resellados
y sensillos viendo la pérdida considerable que han de tener en
ellos por cuya causa se han de llevar toda la moneda buena re-
sellada y menuda como lo que fuere entrando de el nuebo cuño,
y cuando llegue el tiempo de la fnndisión no ha de aver pata-
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\
— 41 —
cones de resello ni sensillos con que quedará la dificultad en pié
y DO llegará el caso de la fundísion en la vida.
T lo tercero que corriendo esta mala moneda de a seis rerales
los mercaderes alteraran los precios de la ropa, procarando sal-
dar en ella la pérdida que podran tener en dicha moneda y por
consiguiente snbiran los mantenimientos, que si el carnero bale
07 seis rreales procuraran les den 8 con que sacan libre los 6
rreales de el mocles 7 lo mesmo harán en los demás manteni-
mientos^ con que serán siempre los pobres dagnifícados, y de
fundirse luego no habrá alteración ninguna en todo lo referido
y solos perderán los que al presente se hallaren con moneda que
será poca en cada persona, por estar hoy repartida la que ay en
todas las de esta cuidad, y la pérdida será mayor si dicha fun-
dición se dilata por venirse a reducir esta plata en menos nú-
mero de personas y las mas han de' ser deste comercio.
£1 daño mas considerable que se sigue de dilatar dicha fun*
dicion es que en saviendo en el Pirú y en Tucuman que se alarga
el aso de la mala moneda, meterán en este Reyno mucha canti-
dad y de la de peor calidad por quanto en la ciudad de los Re-
yes hay muchas personas que han comprado mecieses a 4 reales
y a 4^ los mas caros, y corriendo en esta ciudad por 6 ganan a
50 por ciento en dicha moneda trayéndola por empleo y la em-
plearan en jáneros deste Reyno por precios muy subidos que
aunque en ellas no tengan ganancias en el Pirú no les importa
respecto de la que han tenido en dicha moneda.
Por todo lo referido y atendiendo a tan grandes daños, deseo-
sos de que se remedien, es nuestro parecer que luego, sin nin*
guna dilasion se funda y consuma dicha moneda y en esta con-
formidad lo firmamos en esta ciudad de Santiago de Chile en
27 dias de diziembre de 1652 s^íloñ,^ Jerónimo Pérez ViUalon.
— Manuel Gomez.-^Mamíd de Orrego. — Rodrigo Pereira.
BL L. DE LA P.— 6
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— 42 —
Sin embargo de sns elaborados i cariosos argameatos los asta-
tos mercaderes no vencieron a los hacendados ni a los palperos^
porque a representación del procumdor de ciudad don Domingo
Corvaláa, i probablemente de la Real Audiencia, el gobernador
Acuña i Cabrera mandó continuar la circulación de los pesos
mocleses hasta que llegase de Lima la plata de columnas^ s^an
tina provisión librada en el fuerte de Santa Polonia el 8 de jnlio
de 1653.
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CAPITULO II
LAS PRIMICIAS ARJENTÍFERAS DE CQPIAPÓ.
Cómo GopUpó debió sn oríjen al oro i no a la plata.— La yisita de Frezier,
cuyo viiú^^ ^ siquiera menciona este metal.— Primeros descubrimien-
tos anentíferos de Potrero Grande i el Berraco a principios del siglo
XYIIT.— Los mineros Cereoeda i Banna se diríjen a Potosí para apren-
der el arte de la amalgamación.— El potosino Garro i sus hijas monjas en
el Cuzco — Los primeros descubridores de la plata en Copiapó son los es-
traníeros. — El portugués don Cayetano de AJmeida i el polaco Borkoski.
— £1 jenorés Gallo Bocalandro i el francés don Francisco Subercaseaux.
— Por qué debe considerarse al último como el fundador de la minería
i refinación de la plata en Copiapó.— Resefla biográfica de su vida. — ^No-
tas que cambia con el presidente Benayides, a propósito de sus empre-
sas.—Deseubre en el mmeral del Zapallar la famosa mina de San Félix, i
regalo de' piedras que hace al presidente Benavides. —Don Pedro Arenas
descubre la mina de Pampa Larva, i tradiciones que de él ha conservado
Jotabeche.— El Pedro Arenas de Garcilazo i el de Pampa Larga.— El
año de 1784 es el rerdadero período del nacimiento de la industria mi-
ñera en Copiapó i curiosos documentos que de ello se conservan en el
archivo de la intendencia.— La visita del Marqués en Copiapó.— Visita
pericial del doctor Martínez de Mata. — Primera junta de minería i lo
que esta pide para adelantar la industria^ minera en Copiapó. — Lo que
costaba el azogue i la pólvora al infeliz minero.
I.
En el capítulo precedente referimos cómo el
viajero i eminente injeniero francés Frezier, en-
viado a la América española por Luis XIV, pre-
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I
— 44 —
valido de su título de abuelo de Felipe V i de su
famosa frase: — Ya no haz Pirineos! visitó a Chile
i especialmente a Copiapó con ojos de lince, por
no decir de espía, en los primeros años del siglo
XVIII; i aunque ello parezca hoi por demás es-
traño, no menciona aquel perito en ninguna de
sus prolijas pajinas ni una sola vez la plata al des*
cribir el último pobre, olvidado i solitario distrito.
Hace, al contrario, el sagaz francés memoria
larga del oro de Copiapó, describe sus catorce tra-
piches por el sistema de buitrón i trae a cuentas
hasta la humilde brea i el azufre que se esportaban
para los injenios, fábricas de pólvora i refinaciones
de la plata en Potosí. Pero aunque iba pisando su
muía los mas ricos i variados panizos de la última,
no la nombra siquiera. Hubiérase dicho que el oro
capote del Huasco, el mas solicitado en Chile des-
pués del de Andacollo, cubriera a la manera de
un denso manto las riquezas del porvenir a fin de
exhibirlas de un solo golpe a jeneraciones i a
tiempos mas afortunados.
II.
Cierto es que en los archivos lugareños do Co-
piapó, tan hábilmente esplotados por el historia-
dor de la comarca don Carlos María Sayago, se
encuentran algunos denuncios de vetas de plata
hechos durante las dos primeras décadas del pa-
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- 45 -
sado siglo, i aun se habla de minerales de ese
metal mas o menos estables, como el del Potrero
Grande descubierto en 1714, esto es, el año si-
guiente del paso de Frezier, i el del Berraco, ha-
llado cuatro años mas tarde por el capitán Conta-
dor. Mas, como nadie conocía en aquellos parajes
el beneficio de las diversas pastas i aleaciones que
forman la sustancia de ese metal poco indepen-
diente, resultaba que aquellos hallazgos de tesoros
no tenian casi mas valor que el de la curiosidad,
semejantes a las viandas i bebidas que[tentaban la
gula de Tántalo. «Entre los metales mismos, decía
con lenguaje figurado pero exacto el famoso quí-
mico i cura de Tiaguanaco, Alonso de Barba, a
fines del siglo XVIl, — entre los metales mismos
se halla la amistad i enemistad que entre las de-
más cosas: sólo del plomo es amigo el estaño, a
los demás destruye i aborrece. Con particular vir-
tud recoje i junta el hierro al plomo i revivifica al
azogue, ya casi muerto i destruido. La Imán de
la plata es el cobre, que con justa admiración de
los que lo ven, atrae a sí lo que estaba hecha agua
i la reduce a cuerpo: esperiencia antigua en el
mundo, i que pudiera mucho antes de ahora ha-
ber abierto los ojos a los que han tratado de me-
tales, para por su medio sacarles mas seguro i fá-
cilmente la plata que tuvieran, d (1)
(1) Alvaro Alonso de Barba, — Arte de los metales líb. III
cap. II.
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— 46 —
III.
I fué por esto escusado que dos dilijentes mine-
ros copiapinos llamados Miguel de Cereceda i Lo-
renzo de Rauna se dirijieran a Potosí, ticompañan-
do probablemente alguna recua de muías chucaras,
con muestras de sus metales, porque las últimas
dieron en los toscos laboratorios de la Imperial Vi-
lla solo una lei de 20 a 30 marcos por cajón de 64
quintales. En vano vino también al albor de estos
descubrimientos el miney o potosino don Francisco
Garro, porque aunque trabajó con regular prove-
cho una mina de treinta marcos i la ahondó hasta
28 estados cerca de la villa cabecera, hubo de re-
gresar al Cuzco para asistir al monjío de dos de
sus hijas que juntas tomaron el velo, i poblándose
así el claustro, entró la mina en despueble. «Hai
por estos parajes, dice el tesorero Madariaga refi-
riéndose a los del Huasco i Copiapó en su citada
memoria de 1744, hai minas de plata i hará trein-
ta años que se alentaron algunos sujetos para tra-
bajarlas, i no acertando con su beneficio pararon
de esta empresa.»
Cuando por el último año mencionado, el co-
rrejidor don Francisco Cortés i Cartabio, mas co-
nocido en Copiapó por faltarle un ojo que por ser
padre de ilustres varones, fundó la actual capital
de Atacama a la sombra de un bosque de algarro-
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— 47 —
bos, i poniéndole el nombre de su santo, denomi-
nóle casi irónicamente <cde la selvaD, crió en con-
secuencia no un asiento de plata sino una plací lia
de oro, como la de lllapel, la Ligua, Casuto, Nan-
cagua i tantas otras poblaciones que de ese abun-
doso metal en Chile hace uno i dos siglos apa-
recieron. El oro entonces era rei i creaba pueblos:
la plata era plebeya i vivia sola, humilde i olvida-
da en solitarios páramos i ranchos.
IV.
1 en efecto, aun cuando en 1770 el cateador
Vicente Mondaca habia descubierto el primer mi-
neral productivo de plata en las áridas lomas de
Chanchoquín, situadas un poco al norte de la nue-
va villa, en la cual forma hoi parte de una de sus
subdelegaciones urbanas, solo se hablaba tn aquel
tiempo con algún entusiasmo entre los mineros de
Copiapó de la riqueza de los asientos de oro de La-
drillos i de Jesús María, descubiertos en 1759 i
1766. Los copiapinos seguían, según la espresión
del tesorero Madariaga, «embebidos' en el oro».
Por fortuna de aquellas rej iones, escaso oasis de
verdura perdido entre inmensurables arenales, al-
gunos animosos estranjeros aportaron como de
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— 48 —
contrabando a aquellos médanos i, contra la pro-
hibición espresa del rei i de sus bandos, lo enri-
quecieron. Figuran entre estos el portugués don
Cayetano de Almeida, de quien habremos de ha-
blar mas adelante, el polaco Borkoski natural de
Danzick (a la sazón puerto de Polonia en el Bál-
tico), el jenovés don José Antonio Gallo i Boca-
landro, naturalizado en la Serena desde 1771, i
principalmente el francés don Francisco Suberca-
seaux, a quien los copiapinos modernos consi-
deran como el padre i fundador de la verdadera
industria minera en sus montañas, (1)
VI.
Era este caballero natural de Dax, ciudad si-
tuada un poco al sud de Burdeos, en las Laudas o
arenales de la antigua Gascuña^ donde hasta hoi
se conserva con holgada suerte su numerosa pa-
rentela. Educado para el servicio de la marina
por su padre, médico de Dax, recorrió varios pa-
rajes del mundo, i siendo todavía mui joven
(1758) se avecindó en la Serena, ciudad apeteci-
(1) El señor Sayago hace tambiéa francés al minero La Torre,
pero ignoramos si en realidad lo fnera^ a no ser qne, siendo La
Tonr^ hubieran los copiapinos traducido su apellido como el de
muchos otros estranjeros^ haciendo por ejemplo de los cEvansí»,
Ibañez i de los orCauxi», los cCooi».
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— 49 —
da de estranjeros, i allí años mas tarde casase con
una señora llamada doña Manuela Mercado, hija
de uno de los capitanes i rejidores patricios de
Oopiapó. En esta misma familia habían contraído
enlace los Gallo de Jénova i los Ossa de Cataluña
i de Santiago.
Era Subercaseaui hombre vivo, dilíjente i em-
prendedor, por lo cual, aún siendo un proscrito
legal, nombráronle sus co-vecinos alcalde, i el ca-
pitán jeneral del reino capitán de artillería, según
consta de sus títulos espedidos en 1780,
Atraído por la riqueza naciente de Chancho -
quín, el capitán Subercaseaux trasladóse de la
Serena a Copiapó donde encontró numerosos ami-
gos i deudos de afinidad. El minero potosino don
Francisco Xavier Ossa i Palacios, natural de
Santiago, i el capitán de Jénova eran sus concu-
ñados; i de esta liga i amalgama de familia han so-
lido resaltar grandes descubrimientos arjentíferos,
como el famoso del Retamo, que fué debido, cerca
de un siglo mas tarde, a tres concuñados i del cual,
en su lugar i en su época, hablaremos.
N VII-
Hallábase secundado Subefcaseaux por el en-
tusiasta minero don Pedro Fraga, quien después
de haber hecho en Copiapó primera figura como
descubridor, fué a morir cuarenta años mas tarde
Bli L. DE LA P.— 7
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— 50 —
en Famantina, de la Rioja, criando í(alHnas, últi-
ma faena de la vejoz i la miseria del andariego
minero. I entre arabos trabajaron con algún éxito
los negrillos i las galenas pintadas de plata de
Chahchoquín, hasta que «una capa de rocas bro-
ceadoras, dice el señor Sayago en su historia de
Copiapó ya citada (páj\ 339), vino a cortar los
planes de algunas mi ñas. d— Existen todavía, sin
embargo, poderosos vestijios de aquellos veneros,
mas maltratados que trabajados, por lo cual el
mismo intelijente autor que acabamos de citar,
añade de su cuenta: «Si la constancia fuese sos-
tenida hasta salvar la zona que esplotaron los
antiguos mineros, quizás tendriamosen Chancho-
quín, a un paso de Copiapó, un poderoso emporio
de riqueza.
VIIL
Pero los mas importantes descubrimientos ar-
jentiferos de Copiapó en las postrimerías del pa-
sado siglo i los que sirvieron como de portada i
guia conductora a los maravillosos hallazgos que
medio siglo mas tarde tcndrian lugar en Agua
Amarga i Chañarcillo, fueron los del Zapallar, al
oriente de Copiapó, descubierto por don Francis-
co Subercaseaux o sus cateadores el 12 de febrero
de 1783, i el vecino de Pampa Larga, halhulo
por el calavera Pedro Arenas, a quien don José
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— 51 —
Joaquín Vallcjos ha inmortaliza Ja envuelto en mi
capa colorada, su última prenda de fortuna dc^
vestido i de mortaja, en su iirtícnlo Pampa Ijtxrrja'
(1842).
De uno i otro descubrimiento diremos ulgo, a
título de precursores.
IX.
A causa de sospecha como estranjero, no obs-
tante hallarse casado con chilena i haber traba-
jado por espacio de mas de veinte años en res-
taurar las minas del norte, o talvez por recelos de
guerra, hallábase detenido en la Serena el francés
Subercaseaux, allá por la medianía de 1782, i ha-
biendo alcanzado gracia con el presidente Bena-
vides, solicitó de él permiso para regresar a sus
pacíficas labores de la sierra. I esto le fué otorgado
conforme a los documentos que en seguida, por
curiosos, copiamos de sus orijinales, datados, por
estos dias, hace cabal un siglo-
Esas comunicaciones, mas íntimas que oficiales,
dicen así:
5)Muy ilustre señor Presidente Gobernador y
Capitán General:
))De tres años a esta parte tengo empi^endido
formal laboreo de minas de plata en el paraje lla-
mado de Zapallar y en otro titulado las BreaSj
ambas faenas en la jurisdicción de Copiapó; assí
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- 52 —
mismo en el paraje llamado Antoco (1) distante
siete leguas de la Villa, tengo mandado lebantar
un Ingenio o Buitrón al usp de el Perú para el be-
neficio de los metales, lo que hasta el presente no
se ha podido verificar por falta de Azogues, a lo
menos la porción correspondiente para formalizar
im beneficio dilatado, pues me hallo con porción
de metales en Ariuas j los laboreos correspon-
dientes.
i^Y siéndome preciso pasar a dicha villa a dar al-
gunas disposiciones al deseado acierto y economia
de tan costosas faenas; suplico muy rendidamente
a vuesenoría se sirba concederme la licencia para
transportarme a dicho paraje por el espacio de
quatro o cinco meses, con el seguro si en el inter-
medio de mi ausencia hay rumor de enemigos a
esta Mar, postergaré cualesquiera intereses para
sin pérdida de tiempo ponerme en camino a mili-
tar el honrroso puesto de mi destino y acreditar
mi celo bajo el dulce gobierno de Useñoría.
3>E1 cielo asista a Useñoría y lo guarde muchos
años para el bien de los vasallos de su Majestad.
Serena y septiembre quince de mil setecientos
ochenta y dos.
Besa las manos de Useñoría su mui rendido
subdito,
Francisco Saber Caseaicx.:s>
(1) Nantoco,
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— 53 -
«Santiago, 26 de septiembre de 1782
>Se concede la licencia que se solicita y para su
usso se devuelva al interosado la carta y decreta
Qriginal.
Bknavides.5)
I como si la suerte hubiese querido correspon-
der a las promesas i a las esperanzas del minero,
apenas hubo llegado a Copiapó el capitán Su-
bereaseaux descubrió en la corrida del Zapallar
la famosa mina de San Félix de Cantalicio que le
enriqueció, permitiéndole enviar apropiada i lujo-
sa primicia al presidente Benavides por su opor-
tuno permiso, según era de estilo en aquel tiempo,
i conforme a carta del último que orijinal tenemos
a la vista- (1)
(1) La carta de recibo del presidente Benavides decia así:
«Con la de vnesa merced de 6 de junio inmediato he visto las
piedras que me remite para muestra de las vetas del mineral de
Plata que ha descubierto en esa provincia de Oopiapó y estimán-
dole la atención de este aviso, celebro el allazgo tanto por el in •
teres común que resulta a beneficio del Reyno y Real Herario
como por el particular suyo, que deseo le continué en prosperi-
dad con mayores aumentos, aun sobre los que me manifiesta la
riqueza de dichos metales, cuyo rejistro reconozco a la laudable
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— 54 —
XL
Tnibajó aquella mina fiindadora hasta la pro-
fnndidad de 130 estados el capitán francés en
compañía del minero chileno don Juan Antonio.
Osandón, i aunque su lei común era solo de 25 a
30 marcos, hubo ocasiones en que produjo meta-
les de 1700 marcos en una veta que variaba de
media a tres cuartas de vara. Fué aquella una mi-
na hrechera o bolaquera, según se dijo mas taitle
en el lenguaje minero, aludiendo a su peculiaridad
de esconder el metal en pepas o bolas, i de aquí
probablemente las numerosas minas que en Co-
piapó llámanse todavía bolacos.
Consérvanse tradiciones i papeles de familia de
los cuales resulta que la mina San Félix produjo
a su dueño mas de cien mil pesos, i aparte de esto
pudo el último vanagloriarse de haber impartido
nueva vida i esperanza al decaído espíritu indus-
trial de Copiapó, «Es constante decia por esto el
capitán Subercaseaux, sin disimular su justa sa-
dedicación de vuesa merced que me espresa ha impendido en este
giro. Dios guarde a vuesa merced muchos años.
^Santiago, primero de julio de 1783.
D Ambrosio de Benavídes.
DSeilor don Francisco Súber Caseaux.D
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— 55 —
tisfacción, en un memorial contemporáneo que
de él tenemos a la vista en dos gruesos lejíajos de
familia, es constante que a mas tiempo de veinte
años a que el suplicante reside en dicha ciudad,
en cuyo espacio su principal ejercicio ha sido y es
hasta lo presente el de minero y Azoguero, ha-
biéndose dedicado a ello con tal empeño y apli-
cación que no solo ha logrado y conseguido hacer
nuevos y poderosos descubrimientos sino también
habilitar los antiguos que por el trascurso e inju-
ria de los tiempos^ se hallaban aterrados y casi
imposibles de restablecer.
3) Mediante esto se vé oy aqut^lla Provincia muj
diferente y en estado de enrrlquecer el Reyno;
pues alentados los ánimos de todo el vecindario y
muchos sujetos con los fomentos y habilitaciones
que les ha franqueado de su propio caudal, se en-
cuentran va entabladas las mas abundantes faenas
que no pueden sino ir a mas cada dia.» (1)
XII.
En cuanto al famoso mineral de Pampa Lar-
ga, situado a inmediaciones de San Antonio, pidió
su primera estaca llamada Loreto el cateador don
(1) Serrín un informe del subdelegado de Copiapó den Joa-
quín Pinto Cobo, datado el 8 de enero de 1792 i de que habla-
remos mas adelante, la mina San Félix, proJnjo u Suberca-
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~ 56 —
Pedro Arenas el 17 <le diciembre de 1783, es de-
cir, al fenecer el año en que Suberc«aseaux ha-
bia descubierto a San Félix; i como la Loreto,
que ha fiido nombre favorito de minas en Co-
piapó, resultó de rico beneficio, trabajáronla por
su cuenta los caballeros santiaguinos don Ra-
món Rosales, don José Guerrero Carrera i don
Francisco Javier de Ossa i Palacios, el último de
los cuales hacia poco habia regresado de Potosí.
Dio la riqueza de esta mina lugar a la fundación
del trapiche i mas tarde establecimiento de amal-
gamación de Totoralillo, uno de los mas conside-
bles del valle, el mismo que años después se hizo
tristemente famoso por la muerte prematura i de-
sastrosa que en su maquinaria encontró una de
las mas bellas mujeres de Chile, la señora Teresa
Blanco de Echeverría hija del ilustre almirante
de su nombre* (1)
seaux 400 cajones de metal con rendimiento do 11,840 marcos,
i esto está mas o menos conforme con los inventarios que de sas
pertenencias mineras hizo Subercaseaux por el aílo de 1789.
(1) Según el informe citado de Pinto Cobos, la estaca que
trabajaba don José Guerrero, que era ta del rei^ produjo desde
1784 a 1792, 480 cajones de metal, i 17,560 marcos de plata fi-
na. Con el rendimiento de estos compró probablemente don José
Guerrero, que era de la familia de los Carreras i tio de los tres
caudillos de la independencia, la famosa hacienda de Limari, en
el departamento de Ü valle, propietlad que vale hoi cerca de un
millón pesos, i ha ido pasando, de alcance on alcance, de las
manos de un rico minero a Uvs de otro mas rico. El ano de 1784,
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— 57 —
xiir.
En cuanto al descubridor Pedro Arenas, que al
parecer tuvo tan poca suerte como aquel Pedro
f\xé el año de fíebre uiinera en Copíapó; i de aa apante que nos
ha remitido de esta ciudad nuestro amiVo el coronel A. Martínez,
sa actual digno intendente (febrero de 1882), copiamos el si-
guiente curioso apunte sacado de los libros de aquella oñcina.
AVISO A LOS CATEADOmes.
cVentuiti Valdés se presentó en 30 de junio de 1784 solicitan-
do de la autoridad un término de tres mese^ para catear c! ce^
rro llamado San Antonio^ en Potrero Grande, a consecuencia do
haber hallado en los planes de la quebrada algunos ricos roda-
dosde plata. (Valdcís no cateó, i si cateó nada pudo descubrir. Fué
Qomez que vino a encontrar las ricas vetas de San Antonio en
1829, es decir, cuarenta i cinco anos después.)
«Don Francisco Caseaux, antiguo propietario de Nantoco, pidió
en 26 de julio de 178i^, u.i permiso para catear durante dos me-
ses las serranías del Norto de aquella hacienda, en el punto de
las Quebradas y por donde pasa el caini no para la otra banda, por
haber hallado allí los ricos rolados que presentó a la autoridad
de este pueblo.
«Por igual motivo pidió otro término, en julio de 1785, Pedro
García ,para catear el cerro a mano derecha de la quebrada de
Jorquera, desde la Cuesta hasta la Angostura. Dice García que
ha encontrado varios rodados de oro i plata.
«Don Ventura Mercado i Manuel Antonio de Storna, en di-
ciembre de 1 784, hicieron esta misma solicitud para catear en
la cabecera del cerro llanindo el Potro^ aljrente de unos desmon-
tes de trabajos de los antiguos.
EL L. DE LA P. — 8
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.- 58 -
Arenas de que habla Garcilaso i'a quien echó al
suelo la yegua que montaba en la batalla de Xaxi-
xajuana entre la Gasea i Pizarro, — «aun haí en Co-
piapó, escribía don José Joaquín Vallejos en esta
ciudad por junio de 1842, varias personas que en
aquel entonces fueron testigos de la opulencia de
este descubridor, i son públicas las anécdotas re-
lativas a la magnificencia en que vivía, a la pro-
fusión ostentosa con que gastaba su dinero, i al
alto rango que con esta importante recomendación
ocupó entre los hombres de su época, cosa que en
el dia no habría sido para menos. Pero es mayor
el número de los que viven í alcanzaron a verle
sumido en la miseria; agobiado de la vejez i de la
pobreza; sin conservar otra prenda, otro recuerdo
de sus felices tiempos, que una andrajosa capa co-
lorada, en la cual amortajaron su cadáver.> (1)
(1) Vallkjos, Pampa Larga, — En cuanto al Pedro Ai'enas
de Garcilaso i Gonzalo Pizarro, que se halló en la batalla eon la
Gasea i se cayó de la yegua... he aquí como lo cuenta el príncipe
indíjena en sus Comentarios Reales, vol. II, páj. 334. «.. <iJnnto
a Martín de Arrieto iba un soldado llamado Pedro de Arenas,
natural de Colmenar de Arenas, hombre de pequeña estatura
muy pulido; hombre de bien y por ende bnen soldado (que yo co-
nocí después), iba montado en una yegua muy galana y remen-
dada de blanco y alegan, pequeña de cuerpo también como su
amo.... La yegua se entrampó en la ciénega y para salir a priesa
dio dos o tres vaivenes, de modo que dio con su amo en el lodo».
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— 59 —
XIV.
Mírase en las comarcas mineras casi como un
axioma (i la historia local de Copiapó da fe de
ello) que un descubrimiento trae otro descubri-
miento, como una ola arrastra otra i otra, en pos
de su vaivén. Esplícase esto fácilmente por la ten-
sión i vivacidad que a la vista del tesoro hallado
adquieren todos los apetitos i las fibras de la codi-
cia humana que el poeta antiguo con razón llamó
«hambre 3>. I así aconteció que después de los des-
cubrimientos de Subercaseaux i de Arenas en 1883,
don Juan Guerrero descubrió el 16 de enero de
1784 el mineral del Checo que, como el de Pampa
Larga, fué trabajado mas tarde por la compañía
inglesa de Copiapó, de lo que en el lugar adecua-
do daremos cuenta. I en pos de este el infatigable
minero i habilitador don Pedro Fraga halló la ve-
ta de los Desamparados en el cerro del Piorno, al
oriente del valle de Copiapó, mina antigua, como
resulta de su nombre, dado de seguro en memoria
de los que la abandonaron, i que en 1789 trabajaba
con fruto don José Picón, natural de Andalucía.
XV.
Fueron los últimos ailos del siglo XVIII los
verdaderos días de oro de Copiapó, porque fueron
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— 60 —
días de plata en barra, i como memoria de esa
opulencia ha quedado constancia que en los libros
de las Cajas Reales de Santiago se tomó razón de
80,809 marcos de plata enviados de Copiapó a la
Casa de Moneda, sin contar lo que los feudatarios
del valle consumían en su vajilla, i 98,847 marcos
de metales frios que valían 700,000 pesos. En diez
años, es decir, desde 1776 a 1786, las principales
minas de Copiapó habían producido 179,656 mar-
cos, que era cerca de dos millones de pesos, equi-
valentes a veinte en la actualidad. Su total en el
siglo, i tomando todo en cuenta, no pudo descen-
der de 4 millones de pesos, gota precursora del
crecido raudal que en breve brotaría de la tierra.
XVL
Dio orijen esta abundancia a la famosa visita del
presidente don Ambrosio O'Híggins, que entró en
el valle por Caldera i regresó por el Huasco, don-
de dejó fundado a Vallenar, después de haber re-
partido en todas partes los consejos de la sabidu-
ría i los fallos de la justicia.
I como consecuencia de la visita del marqués
(que así se llamó i se recuerda todavía en todo el
norte), sobrevino la inspección minera de Copia-
pó confiada por aquel gran administrador un arlo
mas tarde al doctor Martíae/. de Muta, mediante
la cual formóse la primera estadústicu de minería
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— 61 —
del distrito i se echaron las primeras bases de la
autonomía de aquel importante gremio en Co-
piapó, (1)
XVII.
Alcanzó como principal resultado la visita de
Martínez de Mata, a las rej iones del norte, el plan-
teamiento de la primera diputación de minas de
Copiapó, con dependencia del tribunal de minería
de la capital, tan centralista en aquel remoto
tiempo como ahora. Acordóse esa instalación en
una junta jeneral de mineros que, presidida por
el visitador, tuvo lugar en Copiapó el 22 de fe-
brero de 1790, con asistencia de buen número de
(1 ) Además de la visita, mas admiaistrafciva qae pericial del
doctor Martínez de Mata en 1790, el sabdelegado de Copiapó
don Joaquín Pinto Cobos practicó dos años mas tarde una visi-
ta parcial para procurarse muestras pedidas por el gobierno de
la metrópoli, según mas prolijamente lo contamos en el libro ti*
tulado la Edad del Oro (1882).
Entre las numerosas muestras de metales de plata remitidos
a la Academia de San Luis, por el subdelegado Pinto Cobos en-
contramos mencionadas las dos siguientes:
Muestra nún. 2.— Una tierra de metal de plata de la veta
descubierta por don Ventura Mercado nombrada «Nuestra Se-
ñora de Loreto», en la que van tres laborea con los metales to-
dos de un color a frontón. Su lei al principio 60 marcos.
Núx. 6. — Metal del pique de la misma veta en la estaca del
rei^ «el metal es de lei de 50 marcos, unos con otros».
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— 62 —
vecinos, entre los cuales por sus apellidos mine-
ros figuraban don Agustín de la Concha, don
Juan de Mercado, don José Monreal, don José
Moreno, don Cosme Abalos i don José Picón, cu-
yos retoños han continuado viviendo con suerte
varia durante un siglo entre las breñas arjentífe-
ras de Copíapó.
En esa reunión, la primera tal vez en su jenero
celebrada en Chile después de la famosa junta de
la sociedad de Huspallata en 1755, se quejaron
los mineros al rei de la escasez de numerario que
abrumaba sus faenas i del escesivo precio de la
pólvora que a razón do 6 reales libra importaba
75 pesos el quintal. (1)
xvin.
I en seguida los pobres mineros atácamenos
pidieron tres cosas sumamente necesarias i cuya
demanda acusaba su buena intelijencia do la si-
tuación i su remedio. I aquellas fueron: 1." el
establecimiento de un banco de rescate, para po-
der espender sus productos sin ocurrir a la tiranía
i al caudal i numerario lejanos de Santiago; 2.* que
se trajese del estranjero peritos beneficiadores,
(2) Según el autor de la Crónica de la Serena (páj. 337) la
libra de pólvora fina valia en esa ciadad en el primer año del
presente siglo 1 $ 50 centavos, i por este dato se calculará cual
sería el estímulo ofrecido a la n^inerfa i sus provechos.
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^ 63 -
que era lo que mas urjia para economizar en las
faenas; i 3-* que el azogue, que era respecto de las
minas lo que la sangre con relación al cuerpo Hu-
mano, se vendiese por el rei al plazo de un año i
no de seis meses como estaba establecido.
I como estos asuntos, especialmente bajo un
punto de vista industrial i estadístico, ofrecen con-
siderable interés, habremos de ocuparnos mas es-
tensamente de ellos i por separado en el próximo
capítulo.
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CAPITULO III.
AGUA AMARQA.
La produocióa del azc^e se hace sinónima de la plata.— El azogoe de
Hnancayélíca iel de Limacbe según el padre Ovalle.—Sistemas de amal-
gamación qne se introducen. — Don Joaquín de Palazuelos en Potosí i
en Copiapó. — El procedimiento de lejía del tesorero don Alonso Game-
ro. — El Arte de los metales de Alonso de Barba i sus descubrimientos. —
Privilejio que pide don Miguel Blanco para beneficiar la plata por f an-
dición.*-El Reí de España envia a Potosí i a lama al barón de Norden-
flicht con una comitiva de químicos alemanes. — Desafío científico de los
procedimientos de amalgamación por el sistema de buitrón de Potosí i
el de barriles de Sajonia, i cómo el barón es vergonzosamente derrotado
por los peritos potosinos.-*Sospechas de fraude i quejas del químico
Helms.^-Descúbrese en Chile el mineral de azogue de Punitaqui i en se-
guida el de plata de Agua Amarga. «-Quien fué su descubridor según el
intendente la Fuente iel viajero Mellet. — Sus principales vetas i lo que
producían cada sábado al cura del lugar. — Peculiaridades de sus metales.
Estado del mineral en enero de 1812 i visita que no se practica. — En-
tusiasmo de Camilo Henriquez i notable artículo que consagra al pro-
greso de Chile en la Aurora del 14 de mayo de ese atlo.'^Importancia
que el mineral de Agua Amarga tuvo para la Independencia de ChilOf
según el coronel Laf uente. — Tradición de «la montaña de plata:» i cómo
vienen a esplotarla en 1870 el conde de NoUent con capitales parisien-
ses.— Don José Martínez i don Gregorio Arascua. — Estado del mineral
en 1877. — Impulso que la libertad de industria i de comercio i sus aba-
ratamientos dan a la minería del norte. — ¿Se descubrió o nó la platina
en Chile a fines del pasado siglo?— Documentos.
I.
Lo que el indio era al oro, fué durante la coló-
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~ 65 -
nia el azogue a la plata. Sin el mitayo i su trabajo
manual, cuotidiano i gratuito, Chite no habría os-
tentado la enorme producción de oro que rejis-
tran sus anales, porque el jornal habría sido, como
acontece hoi en la jeneralidad de los casos de la
industria chilena, mas caro que el producto. I de
la misma manera, no conociéndose para la estrac-
ción de la plata pina otro sistema que el de Po-
tosí, es decir, el de íxzogamiento de las pastas
llamadas cálidas, sin el suministro oportuno, ba-
rato i abundante de aquella valiosa sustancia, los
minerales de plata, por mui opulentos que fuesen,
vivian como el sediento de la mitolojía. Según
Alcedo, el azogue faltó por completo en Potosí el
año de 1802, i esta fué una calamidad harto ma-
yor que la de la epidemia de 1804 (el año del
eclipse en Chile) que mató a casi todos los mita-
yos del cruel, fríjido, horrible mineral, como mas
adelante habremos de contarlo prevalidos de otro
testimonio.
11.
Buscábase por esto en nuestras montañas tanto
como el oro i como la plata el cinabrio, i estando
al testimonio del padre Ovalle, parece que en los
primeros anos de la conquista encontróse alguna
vena de esc metal en Limache, si bien debió ser
de poca sustancia, como las que en Lis colin;is de
EL L. DE LA P. — 9
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— 66 -
Valparaíso hicieron bullicioso ruido de negocio o
de engaño hace ocho o diez años. (1)
Solia por esto ser tan apurada i menesterosa la
condición del minero de plata en el norte de Chi-
le, que uno de los mas favorecidos por la fortuna,
el vizcaino don Pedro Goyenechea, abuelo de la
actual opulenta poseedora de Lota, debia a la ad-
ministración de azogues de Copiapó el 15 de ene-
ro de 1798 no menos de 34 quintales de azogue,
que al precio de 85 pesos habíale vendido por el
reí el administrador don Ventura Malbrán.
III.
A fin de formarse una idea aproximativa de la
inmensa cantidad requerida por los injenios ar-
jentíferos del Perú, bastará decir que, según Alon-
so de Barba, que de ello era testigo, tan solo Po-
tosí necesitó en los 63 años corridos desdé, su des-
cubrimiento a 1637, en que aquel famoso fundidor
i cura de San Bernardo vivió entre los libros i los
crisoles, empleáronse 234,700 quintales de azo-
í^iie, que valian al menos veinte millones de pe-
sos. Estando al testimonio de Humboldt, la pro-
(1) «Oltre le miniere di oro, argento e di quelle di rame,
e piorabo che tí lauorano ia Oochimbo, e dell* altre d' argento
vi70 che fi fono fcoperte pochi aani fono in Limache ch* e vna
víille del Cilep.
(OVallk, riistoria de Ckiky edición de Roma, 1646).
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— 67 —
ducción de Huancavólica en los años corridos
desde 1570 a 1789, fué de 1.040,451 quintales, o
sea 6,000 por año, si bien en algunos que fueron
notablemente abundantes, como los trascurridos
de 1586 a 1689, el rendimiento subió a 10,500
quintales por año. (1)
I de aquí el afán de todos los químicos i peritos
desde Bartolomé de Medina, minero de Pachuca,
autor de la amalgamación, al Buscón, primer co-
pelador del azogue, desde el ilustre clérigo ya nom-
brado, que inventó el cocimiento, hasta el famoso
Nordenflicht i Fagoaga, a quien por la aparta
química que obtuvo del oro i de la plata honró el
rei con el título de conde del Apartado. Cada
cual se empeñaba en obtener la pérdida menor
posible del azogue, fuera en las operaciones a fue-
go, fuera en las de crudo u otros sistemas que,
como el de Cronke en Chile, evitase, mediante la
mecánica, el desperdicio de la amalgamación.
(1) No deja de ser curioso que tanto en el Perú como en
Chile i en California, el descubrimiento del mercurio haya coin-
cidido de cerca con el de la plata, i a este propósito un ilustre
economista moderno esclama:
«Les vues de la nature sont étranges. Avait-elle quelque
pensée precon^ue quand elle jetnit si prés de Tor et de l'argent ¡
le mercure de Californie et qu'ello réservait h TEspagne les |
mines de mercure d' Almadén? Saus mercure, pas d'amalgama-
tion possible, et par consequent, pas de traitomeut economique
de Tor et de Targent». — (St/non¿n. — Le Monde Ainerícain^ páj.
338;.
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— 68 —
IV.
En Chile mismo, antes del último i merito-
rio descubridor, era tan común casi como hoi el
encontrar inventores mas o menos fantásticos de
procedimientos que abarataban el consumo del
azogue, siendo notables entre otros el propuesto
por el tesorero don Alonso de Gamero i los que
importaron de Potosí don Francisco Javier de
Ossa i particularmente un caballero chileno que
ha dejado sucesión en Copiapó, e hizo espresa-
mente viaje al Alto Perú para aprender el difí-
cil arte del azoguero. Llamábase este último don
José Joaquín Fernández de Palazuelos, residió
cinco años en Potosí (de 1773 a 1778), i en un
memorial de servicios que hemos tenido a la vis-
ta, se dice, alegando méritos, que con su enseñan-
za práctica trasmitida a los mineros copiapinos se
cuadriplicó la producción de la plata en quel dis-
trito. Palazuelos falleció en 1783. (1)
(1) El título del procedimiento o invento de don Alonso de
Gamero (padre de dos héroes de la independencia) que encon-
tramos en ciertos papeles que haceaüos nos facilitó ol señor don
Ignacio Reyes es el siguiente:
«Manifiesto de un nuevo método práctico de amalgama de me-
tales de plata sin azogue por Marcos Alonso Gamero, presenta-
do al presidente O'Higgins, siendo aquel administrador de taba-
cos.— Santiago, julio I.*" de 1781).
Agregaba el descubridor que lo habia inventado en Méjico i
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— 69 -
Cosa semejante ocurría en el Perú, i en un in-
forme del famoso visitador don José Antonio de
empleádolo durante 22 a&os^ gastando 4,000 pesos de su bolsi-
llo, i segAn parece consistía en la preparación de una lejía espe-
cial para la amalgama, cuyo aparato costaba solo cien pesos.
Sospechamos por esto que su invención se asemejase no poco
a la que un siglo antes descubriera el monje de Potosí^ i que
tanto desviviera a los mineros i especuladores chilenos cuando
sobrevino la fiebre Paraff. En cuanto a este último sistema^
(por cuya lectura en libro prestado por horas se llegó a ofrecer
hasta mil pesos) he aquí como su propio autor lo describe en el
capítulo I lib. III de su Arte de los metales:
«El aüo 1690, residiendo yo en Tarabuco, pueblo de la pro-
vincia de los Charcas, ocho leguas de la ciudad de la Plata, su
cabeza, queriendo esperimentar uno, entre otros modos, para
cuajar el azogue que habia de hacerse en olla o vaso de hier-
ro, intenté, a falta suya, hacerlo en un perolillo de los ordina-
rios de cobre, i no teniendo efecto lo que esperaba, añadíle,
tentado, algunos materiales i entre ellos metal de plata mo-
lido sutilmente, pareciéndome que las reliquias de semilla i vir-
tud mineral que en estas piedras habria, con el calor i humedad
del cocimiento^ podrían ser de importancia para mi pretensión.
Saqué al fin en breve cantidad de pella i plata, que al principio
como poco esperimentado, rae alteró no poco; pero desengáñeme
presto^ advirtiendo que era la plata que el metal tenia la que el
azogue habia recojido, i no era en que se hubiese en parte trans-
mutado. Quedé mui contento con el nuevo i breve modo, que
acaso hallé de beneficiar metales; i ctesde entonces, con discur-
sos i esperiencias continuas, lo aventajé en muchos años, usán-
dolo i pomunicaridolo públicamente, sin hacer misterio de re-
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- 70 -
Areche, el cruel esterminador de Tupac Amaru i de
su raza, dirijido al virrei Guirior el 29 de octubre
de 1772, papel que orijinal tenemos a la vista, se
hace menciÓQ de un privilejio esclusivo solicitado
en 1747 por un don Miguel Blanco, para fundir a
fuego, es decir, sin recurrir aUazogue los metales
de plata, a cuyo efecto el inventor solicitaba se le
cediese un sitio conveniente en el Cercado de Li-
ma, obligándose a manifestar su invento, juzgado
entonces maravilloso, en el espacio de dos anos.
YI.
Pero el mas célebre i al mismo tiempo el me-
servar para mí solo éste ni otros secretros. Ejercítelo coa mas
comodidad desde el año de seiscientos i quince, siendo cura en
Tiaguanaco de la provincia de Pucages; i con mas abundancia i
provecho, desde el de diezisiete, en la de los Lipes. En el dis-
curso de tanto tiempo, han querido algunos ganar gracias, atri-
buyéndose méritos ajenos, pidiendo aventajados premios en di-
ferentes partes por inventores de este beneficio nuevo: pero
bien han mostrado no haberlo sido ni saberlo -con fundamento
sus propios yerros i desengaños ajenos. Yo sé de mí de cierto
que no lo aprendí de nadie ni lo supe sino con la ocasión dicha,
aunque por ser tan dilatado el mundo en edades í rejíones, no
sé si en alguna se ha usado antes de ahora, aunque no hacen
memoria de él ninguno de los autores antiguos ni modernos
que tratan estas materias. Provisión se me concedió por la Real
Audiencia de la Plata, para que nadie, sin licencia mia, usase
este modo de beneficio do metales, i sin interés ninguno lo he
permitido a todos, aunque reservando para mí algunos particu-
lares!).
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-^Ti-
nos feliz de aquellos intentos dirijidos a cambiar
el sistema primitivo de Potosí, llamado de Bui-
trón, fué el que ensayó en Lima el barón de Nor-
denflieht, gran mineralojista en Sajonia, consejero
íntimo de su rei i aun su deudo, según algunos.
Vino este personaje a América, por la via de
Buenos Aires i Potosí, enviaio espresamente por
Carlos III para mejorar la condición de la mine-
ría i la esplotación de las pastas de plata confor-
me al sistema de Sajonia, en el cual los metales
de un uno por mil se hacen aprovechables en el
crisol o la copela.
Comenzó el intelijente barón, que llegó a Lima
precedido de ilustre fama, así como de numerosa
comitiva de obreros i de químicos, por erijir un
laboratorio, ¡ aunque presupuso 15,000 pesos para
la obra, resultó que invirtió en ella tres tantos
mas, o sea 41,846 pesos 6 reales, según la Memo-
ria del virrei Jil i Lemus, que presidió imparcial-
mente aquellos ensayos.
Tratábase a la verdad de una especie de desafío,
mas que de un cotejo científico, entre el sistema de
Potosí i el de Sajonia, es decir, entre el procedi-
miento de Buitrón i el de barriles, i en ello esta-
ban empeñados contra el innovador la rutina i la
desgracia.
Hízose, en efecto, una primera prueba que duró
once dias, siendo jueces i testigos de ella los oido-
res de Lima i el jeneral de las armas Villalta,
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- Í2 -
nombrado como rei de armas o padrino de honor
entre los contendientes.
La cantidad de metal sometida al lento i engo-
rroso ensayo de los dos procedimientos fué de
41 quintales por una i otra parte; i de su montón,
los maestros discípulos de Bartolomé Medina, de
Alonso de Barba i del Buscón, traidos espresamen-
te de Potosí, sacaron en once dias 6 marcos, 1
onza i 4 ochavos de plata, al paso que el infortu-
nado barón solo obtuvo en 9 dias de manipulación
4 marcos i 4 ochavos de onza, perdiendo, como se
ve, una tercera parte sobre el producto rendido
por el sistema potosino.
Pero, lo que era todavia mas grave, el barón i
sus ayudantes dejaron escurrirse o evaporarse 22
libras i ocho onzas de azogue, mientras los bui-
tronistas solo gastaron siete libras i cinco onzas.
El barón habia usado veinte veces mas canti-
dad de azogue que los de Potosí, es decir, 1648
libras contra 64 libras empleadas por los últimos.
Tal fué el desastroso resultado de la primera prue-
ba que costó al Rei 121,448 pesos fuertes. Como
conclusión útil del torneo el buen virrei, a cuyo
cargo corrió la cuenta, se contenta con decir que
aunque el barón era, sin disputa, mui sabio, la Sa-
jonia era cosa mui distinta del Perú. (1)
(I) «De todo lo actuado se deduce que el sistema que es útil
a la Sajouia no es adaptable al Lieyao de Fon\j>,'^(Memo7Ía
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— 73 —
Ignoramos nosotros si los potosinos trajeron en
su compañía tú¿áa Rojelio; pero lo que está hoi
averiguado es que el sistema del barón era el mas
barato i económico como que bajo su base se edi-
ficaron los treinta injenios de amalgamación que
ha tenido Copiapó sobre los viejos cárcamos de
los buitrones potosinos que Frezier en persona ha-
bía visto construir en aquel valle. El actual siste-
ma de Cronkc no es sino un perfeccionamiento del
desairado del barón de Nordenflicht. (1)
VII.
Por una coincidencia feliz para los mineros co-
piapinos, ocurrió un descubrimiento de cinabrio
mucho mas célebre que el de Limache al pié de
una colina llamada de Funitaqui que se levanta
dil tirrei Gil i L$mu8\ páj. 161).
Según la Enciclopedia británica el autor de la amalgamación
fué don Pedro Fernández Velasco, quien la introdujo en Méjico
en 1566 i en el Perú en 1571. Pero nosotros hemos seguido a
Humboldt que atribuye ese honor, del cual dice Bowles debiera
enorgullecerse España, al minero de Pachaca, talvez porque fué
el primero que puso el invento en ejercicio.
(1) Sobre si hubo o no mala fe i trampa de parle de los po-
tosinos, no es fácil decidirlo \\á. Pero el químico Helms, que
aconipafiaba al barón de Nordenflicht i era su brazo derecho, lo
sospechaba, i en sus Viiijes, que son cariosos bajo el punto de
YÍsta de la raineralojía del Perú, so qu-j i amargamente del tra-
tamiento i felonía de ios i>cruanoí'.
EL L. DE LA P. — 10
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~ 74 —
en los estensos llanos de Sálala al sur del rio Lima-
rí i a ocho leguas de la ciudad moderna de Ovalle.
Alguien que la crónica no nombra, descubrió,
en efecto, en 1786, al pié del pico de Punitaqm
una veta de azogue a la que dio aliento el rejente
Acevedo cuando interinamente gobernó el reino
dos años mas tarde, prestando mano poderosa i
voluntad intelijente a la minería, a la industria i
a todas las empresas materiales del país. Langui-
deció en seguida el mineral, no sin que se obtuvie-
se de su cinabrio buen producto porque según la
Aurora de Chile^ correspondiente al 11 de junio
de 1812, llegó a estraerse de dos cajones de metal
hasta 2 arrobas de escelente azogue, afuera de las
mermas. 3)
Mas tarde los conocidos mineros don Miguel
Lastarria, abuelo del publicista, i don Juan José
Concha, invirtieron fuerte caudal en sus labores i
aun hasta hace poco atendíale como administra-
dor el intelijente caballero don Leoncio Tagle que
hoi hace la guerra en el Perú no lejos de Huanca-
velica, tierra de azogue.
VIII.
Inauguróse, por consiguiente, el presente siglo
bajo esos auspicios de fortuna i cooperación pa-
ra la industria de la plata que en Chile sucedia i
sobreviviaala saca de oro que tan prodijiosamen-
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— 75 —
te. abundante había sido en el siglo precedente. I
como si hubiera querido materialmente rempla-
zarse al indio que con la licencia política i la li-
bertad del trabajo desaparecía de la faena aurífera,
un indio oscuro, descubrió para su amo el famoso
mineral de plata de Agua Amarga al año siguien-
te de la revolución de la independencia, esto es,
en 1811.
No haí certeza de la manera como fue hallado
aquel mineral en hora tan oportuna. Mellet, buho-
nero francés que viajó por' toda la América ajen-
ciando su andariega profesión desde 1808, i que
visitó las minas de Agua Amarga en 1815, es de-
cir, cuatro años después de su descubrimiento, dice
que quien las halló fué un mulato esclavo de un
caballero de la Serena, francés de nacionalidad a
quien él conoció i se llamaba M. Corahu. — El
nombre de aquel descubridor era José María Rios,
i por su venturoso encuentro recibió en pago la li-
bertad, hallándose en la época de la visita de Me-
llet i a su decir, mui rico.
Mas el coronel don Antonio de la Fuente,
en su notable memoria de 1853 sobre la provincia
de Atacama, i el cronista Sayago dan al descubri-
dor de Agua Amarga el nombre de José Paco-
Huicume, por apodo Ohamblao, el cual vivia en
la miseria, según antes contamos, en el año en
que el coronel de la Fuente gobernó a Atacama
(1863-64).
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— 76 -
Inclinámonos nosotros al dato de Mellet por ser
contemporáneo^ i porque era difícil que el verda-
dero descubridor viviese todavia en 1852, a no ser
que fuera octojenario. De todas suertes, prueba es
esta de la inseguridad de los datos que el roman-
ce de las minas, siempre mas poderoso i atrayente
que la seca verdad de las rocas, ofrece, si bien hai
que advertir que Mellet cambiaba con frecuencia
los nombres en su prosa i prosodia gascona-caste-
llana. Al Paposo, donde estuvo, llámalo en efecto
Popora, al tabaco de zana «tabaco sagnai^ i al
almirante Brown que bloqueó al Callao en ésos
años «Martín Bruno.»
IX.
Hállase situado el mineral de Agua Amarga
ocho leguas al sur de la ciudad de Vallenar en una
sierra aislada que corre de norte a sur, por una es-
tensión de mas de dos leguas i tuvo cerca de cin-
cuenta minas, algunas notables por su beneficio,
especialmente la descubridora llamada Portezuelo
de Zuleta, la Caldera, que fué la que alcanzó ma-
yor prosperidad, el Manto del Tránsito, etc. Co-
mo todos los minerales de plata de Chile, el de
Agua Amarga presentaba en su primera zona o
rejión cálida los cloruros que son peculiares a esta
formación jeolójica de nuestros panizos arjcntífe-
ros; pero aproximándose a la segunda zona o re-
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~ 77 —
jión fria, aparecían ya los plomos, los siilfuros i
arsénicos que traían por su dureza i su resistencia
al azogue las dificultades, el broceo í el cansancio
a sus propietarios.
Era también notable la plata cornea o nativa
que producía este mineral en sus comienzos, por-
que Mellet asegura que sus estratificaciones reme-
daban las formas de muchos animales a lá vez, i
aun asegura que él compró por 7 pesos un frag-
mento que representaba juntamente un carnero,
un puerco i un huanaco, cuya curiosidad envió a
Santiago a su paisano don Francisco Lavigne, en
prenda de gratitud por haberle libertado de la
persecución de los realistas.
XI.
En cuanto a la leí verdadera de los metales de
Agua Amarga, no existen datos suficientes, pero el
mismo traficante francés cuya visita contaraos, re-
fiere que en 1815 el mineral contenia una pobla-
ción laboriosa mas o menos de tres mil almas,
agrupada en una pequeña aldea (petit village), i
que sus quinientos mineros, por vía de renta ecle-
siástica, pagaban a su cura cada sábado un ca-
pacho de metal, lo que equi valia a una subvención
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_ 78 _
do 4,000 pesos al mes o sea 43,000 pesos por año
(240,000 francos).
Indudablemente en esta cuenta como en otras
del ambulante gascón, natural de Marmande, cer-
ca de Burdeos, había evidente exajeración, porque
a todo parecía aplicar aquel la subida tarifa de su
bandola....
XII.
Entretanto, según un estracto del estado del
mineral de Agua Amarga publicado por Camilo
Henríquez en la Aurora de Ghile del 14 de mayo
de 1812, se da cuenta, con no embozado entusias-
mo, de la siguiente marcha próspera de aquel
asiento, conforme a una visita pericial pri^ctícada»
entre el 7 de enero i el 25 de febrero de aquel
año.
«Vetas en actual esplotación, 86.
Rumbo, N. S.
Suma de sus anchos, 22 varas.
Suma de sus honduras, 202 estados.
Labores, 167.
Ley, varia; de suerte que hay quatro que tienen
ley de 100, dos de 150, 4 de 200, 2 de 400, 10 de
60, 3 de 50, 29 de 40, 2 de 35, 1 de 45, 2 de 80,
1 de 25, 1 de 70 y las restantes son de 30 de ley.
Suma total de la leí de los ^metales, 5,565
marcos.»
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— 79 —
XIIL
Tomaba pié de estos crecientes adelantos de la
república su mas fervoroso precursor i apóstol, el
ilustre fraile de la Buena Muerte, que dio en Chile,
a la par con las batallas, honda sepultura al agoni-
zante coloniaje, para lanzar libertosos su pluma i
Bujenioenel campo del porvenir, d Desconsuela,
esclamaba en aquella misma fecha (mayo 14 de
1812) en un artículo que tenia esta divisa latina:
Scenis decora alta JiUurus, i a proposito de la ri-
queza admirable de las minas de plata solo un
año atrás descubiertas, desconsuela la compa-
ración del actual estado del país con el poder,
opulencia i prosperidad a que lo llama la natura-
leza. La causa de su atraso se encuentra única-
mente en la falta de ilustración. Su terreno es
prodijiosamente fecundo, pero está en la infancia
su agricultura.
3>¿Han llegado nuestros vinos al estado que
pueden llegar?
íEl lino, que vive en nuestros campos en tan-
ta abundancia, ¿nos exime de la necesidad de
comprar los lienzos al estranjero?
>¿E1 número de nuestros buques corresponde a
la abundancia de nuestras maderas?
>¿Quó ventajas han resultado hasta ahora a la
patria de los tesoros que encierra en su seno?
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— 80 —
i¡Ah! estas riquezas estáa escondidas a la ig-
norancia i al torpe ocio, se descubren al injenio i
a la aplicación laboriosa.
1 Permanecerán en gran parte ocultas en las
cavernas de la tierra hasta que se haga por arte
el trabajo de las minas.
5>Solo en la parte del norte hai mas de 300 mi-
nerales abandonados, por falta de luces, se dice
en un espediente de 6 de setiembre de 1790.
cíLa ciencia de las minas se estudia en toda la
Europa i en Méjico; aquí nos es del todo descono-
cida, siendo tan necesaria en un país compuesto de
minerales.
)>Parece, dice don Antonio UUoa, que las tierras
del Guaseo se hubieran todas convertido en mi-
neral. (1)
i> Admira que en otras partes se erijan escuelas
para la estr acción del carbón i que en Chile se
yerre un socavón en las minas mas preciosas por
ignorancia, i que el oro se arroje entre los desper-
dicios por incuria: no cabe en la cabeza el que
hasta aliora no se haya intentado la ejecución de
lina sola máquina de las muchas que se enseñan
para el uso ventajoso de la fuerza i libertar así a
los míseros operarios condenados al duro trabajo
de levantar i sacar a hombro de las profundas i
(1) Espediente para qne re pidan a Europa maestros de
química.
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— 81 —
tortuosas cavernas las venas ricas, en un tiempo en
que en Europa se usa para semejantes* trabajos de
la acción del fuego.
1^ ¡ Cuántos Jósiles yacen ignorados porque no los
conocemos i porque ignoramos el arte de prepa-
rarlos!
>No obstante, ellos son preciosos por su utili-
dad para las artes, tal es el cobalto, que sirve a
la pintura y esmaltes, el bismuto, el zinc que tie-
ne tantos usos y tantas otras sustancias mine-
rales.
x>Pero nuestro atraso en el arte i trabajo de las
minas en nada es mas sensible que en el abando-
no en que están las minas de azogue i de hierro,
dos articules capaces de enriquecer al país.
• > Todo se conserva para lo futuro.
j>Entonces se reunirán para la gloria i esplen-
dor de la patria las riquezas de la naturaleza, las
empresas de la industria i las producciones del
jenio: Scenis decora alta futurus.i>
XIV.
Grande como las profecías del jenio que acaba-
mos de estampar fué en sus arranques la riqueza
de Agua Amarga, i su tradición constante indujo
en 1870 a un centenar de entusiastas parisienses
a enviar una comisión científica compuesta do
dos injenieros i del famosD conde de Nollcnt, a fin
EL L. DE LA P. — 11
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- 82 —
de esplotar las riquezas visibles de aquel mineral
que se asegufaba tenian a la vista i al sol en sus des-
montes «dos o tres millones de pesos.» — Por su-
puesto, el nombre de Agua Amarga fué sustituido
por el mucho mas propicio de la Montagne eT Ar-
gent; i recordamos que encontrándonos nosotros a
la sazón en Béljica, enviamos al Mercurio de Val-
paraiso un artículo dando la alarma a los incau-
tos, que hoi habrán encontrado mas que amarga
el agua de su soñada montaña de plata....
XV.
Fué uno de los mas constantes i esforzados mi-
neros de Agua Amarga don José Martínez, caba-
llero natural del Huasco, i abuelo de los tres gru-
pos de Walker Martínez que hoi existen en Chi-
le; i aunque nuestra estadística sea sumamente
deficiente, puede asegurarse que si Agua Amarga
no ha producido «montañas de plata», no por es-
to ha dejado de contribuir constantemente duran-
te los 70 años de su existencia a la riqueza públi-
ca con no despreciable tributo. Según los datos
estadísticos de 1876, el mineral de Agua Amar-
ga rindió en ese año 1350 quilogramos de plata
fina estraidos de 126,100 quilogramos de metal
bruto, i sus principales minas estaban represen-
tadas en la escala de esa no escasa producción en
el orden siguiente. La mina Peta Ordenes, 20qui-
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-. 83 -
logramos; la San Benjamín 19, la Plata 69, la
Caldera 92 i la Arís 253. Ea eso mismo año el
establecimieato de amalgamacióa de los seaores
Gallo CQ Copiapó elaboró 329 quilogramos de
plata estraidos de metales de Agua Amarga.
Ignórase por lo demás a punto fijo el rendi-
miento que en sus años de bonanza, que fueron
los de la guerra de la independencia, produjo el
mineral de Agua Amarga; pero ellos fueron sufi-
cientes para dar a aquella el nervio que necesita,
porque en este particular pensamos, como un an-
tiguo i entendido intendente de Oopiapó, que en
gran manera la plata de Agua Amarga contribu-
yó a nuestras victorias, siendo en el afianzamien-
to de la independencia parte no inferior a la obra
del acero, del cañón i de la sangre (1).
(1) «El mineral de Agua Amarga ea sin duda el mas célebre
de Chile, dice el coronel Lafiiente en su memoria citada (páj.
83), por la época de sn descubrimiento i por la parte couque
contribuyeron sus riquezas a nuestra emancipación política.
Las arcas fiscales recibieron inmensas sumas de pesos, no solo
por derechos de pastas, utilidades de bancos de rescates i tran-
sacciones sin fin; sino también porque enriquecidos los habitan-
tes del Huasco hicieron donativos voluntarios i forzosos para
sostener la guerrai>.
El mas jeneroso de estos patriotas fué el vecino del Huasco i
minero de Agua Amarga don Gregorio Aracena, gran amigo de
San Martín, quien pagó constantemente desde 1817 a 1822 una
contribución voluntaria de cien pesos mensuales (equivalente
boi a mil) al sostenimiento de la guerra de la independencia. El
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— 84 —
Comenzó Chile desde esa época a figurar por la
primera vez como productor i esportador de plata
en grande escala, puesto que los principales
centros arjentíferos del mundo, especialmente Po-
tosí en el Alto Perú i Guanajuato en Méjico, ha*
bian entrado ya en un período de visible deca-
dencia.
XVL
Muí lejos hallábase todavía el país de la meta
patriota Aracena, qae llegó a ser coronel de gaardias uacíonales
se enriqueció estraordianriamente en Agua Amarga i en una
ocasión donó 50 quintales de cobre para balas. Este buen pa-
triota murió de edad de 62 años el 16 de agosto de 1828, según
una breve necrolojía contemporánea impresa en una hoja de pa-
pel que nos ha remitido de Quilpué su nieto don Gregorio Ara-
cena^ al parecer minero como su abuelo. Véase también una resé*
fia biográfica de uno de ios fundadores de Agua Amarga en El
M«^r(?/periód¡co de Coquimbo del 25 de octubre de 1828.
En cambio^ el mas temible^ constante i valiente defensor del
réjimen español, el coronel Pico, «el último soldado del rei>,
salió de aquel mineral donde trabajaba pacíficamente antes de
la revolución. El conocido comerciante huasquino don Ramón
Ossandón lo recordaba siempre como a su «deudor moroso», por
un pequeño adelanto de habilitación que en 1824 cháncelo sobre
la garganta del héroe castellano el puñal de Lorenzo Coronado.
En el anexo inmediato publicamos también una descripción
científica del mineral de Agua Amarga (remplazado hoi en
gran manera por el de las Tunas, propiedad del opulento minero
don Nicolás Naranjo) hecha por don Ignacio Domeyko, i la úl-
tima cuenta de su rendimiento, según el anuario estadístico de
1878,
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-- 85 —
que alcanzaron aquellas comarcas prodijiosas, pe-
ro a ella se encaminaba. País volcánico, falda de
cordillera, contiguo al mar i alternativamente
trabajado en el curso de remotísimos siglos por la
acción combinada de aquellos potentes elemen-
tos, su riqueza mineralójica era incalculable, i so-
lo necesitaba para ser estraida comercialmente a
la superficie i distribuirse en seguida por el uni-
verso a manera de brazo de rio, paz i ciencia, ca-
pital i libertad.
XVIL
Contribuyeron en consecuencia no poco a poner
a la república en via de sus futuros adelantos las
franquicias de la libertad de comercio que comen-
zaron a implantarse precisamente en el año del
descubrimiento de Agua Amarga (Reglamento de
libre comercio de 1811), porque el precio del azo-
gue descendió rápidamente i el del hierro, que era
antes onerosísimo monopolio de Vi/^caya, comen-
zó a ser barato lastre de los buques iügleses que
en tropel venían.
XVIII.
Coincidió también con las entradas del presen-
te siglo la rebusca de la platina que se ordenó
hacer por el rei de España en 1787 i cuyo metal,
así como el estaño i el bromo, no ha sido aún
desQubierto en Chile, si bien un buen caballero i
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p
— 86 —
hacendado de Oolchagaa creyó hallarlo on cierta
materia iiisohible que eavió a la Gasa de Moneda
para su ensaye por el mes dti mayo de 1802. (1)
Los documentos oficiales e inéditos relativos a
este asunto mineralójico no carecen de novedad,
i por esta causa los insertamos en seguida como
apropiado apéndice a este capítulo, copiados do
la colección de manuscritos de la Biblioteca Na-
cional.
(1) Es sabido que ea el beneficio de los metales de plata ou
la ruda manera como lo entendían nuestros mayores, entraba la
brea vejetal de Copiapó. Pero hai también conscancia de haber-
se encontrado brevi mineral (petróleo) en las cordilleras de Ool-
chagu», según el siguiente pasaje del Memorial del tesorero
Madariaga, varias veces citado, que fué escrito en 1744, i dice
así:
«Asimismo en el centro de la cordillera i paraje que llaman
el Valle Hermoso, perteneciente a esta jurisdicción, hai un mi-
neral de brea que liquida, corre i se rebalsa entre la sierra de
donde la sacara i coniuoon limpia para el empezgo de cueros i
tinajas para coaducir i guardar el vino, no con grandísima abun-
dancia pero en no concurriendo muchos a sacarla se consigue
alguna porción de entidad i ha habido vez que su corrijidor la
ha remitido al Pera i sacado muchos pesos de ella. Es mui aceda
i da pésimo gusto al licor cuya tinaja o basija se embreó con ella
i solo a falta de otra mejor o mezclada sirve al común minis-
terio de este obispado».
Del hierro nativo (el de Pelvín i otros) el tesorero anadia:
«Hai minerales de hierro que sacan, trafican i venden el coman,
en cuyo ejercicio se niautienon alguno.í arrieros».
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87 —
ANEXOS AL CAPITULO III.
(la platina en chile).
I.
El excelentísimo señor don Miguel Cayetano Soler en fecha
de 30 de octubre último, de Real orden me dice lo que copio:
«lEü 17 de enero de 1787 se previno al arzobispo virey que
fnó de Santa Fee don Antonio Caballero y Gonzaga, que se re-
mitiese toda la platina que hubiese acopiada en la casa de mo-
neda de aquella capital y en la de Popayan como también cuanta
pudiese adquirir de los mineros del Chocó y Barbacoas a quienes
la mandan pagar por el precio que regulase justo de acuerdo
con ellos; bien entendido que desde luego debía publicar un
l)ando prohibiendo con rigorosas penas el comercio y extracción
de este precioso metal que el Rey habia declarado propio y pri-
vativo por ahora de la Corona Roal y que para adquirirlo de los
particulares que lo buscasen y adquiriesen de las minas y lava-
deros donde se hallaba i criaba con el oro se habia de pagar de
real hacienda, autorizando a este fm aljcitado virey para que
fijase el precio y dándole facultad para que, no conviniendo los
mineros en el moderado que se señalara, lo pudiese aumentar
hasta el valor de la plata con el objeto de que se dedicaran a bus-
carlo y extraerlo de todos los parajes donde se encontrasen. Que
si los mineros apesar de pagárseles la platina que antes despre-
ciaban por inútil no se dedicaran a buscarla y extraerla con pre-
ferencia, dispusiese desde luego que se ejecutase de cuenta de S.
M. con arreglo y economia posibles, destinando a este efecto per-
sona de su mayor satisfacción y de pureza y actividad bien acre-
ditadas, en la seguridad de que este servicio era de los mayores que
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►
— 88 —
podia hacer al Rey en bu gobierno y que esperaba de su celo el
mas completo desempeño de este importante encargo; con la pre-
vención que enviase prontamente toda la platina que hubiera
existente en dichas dos casas de moneda y la demás que pudiera
recojer sin retardación y que fuese ejecutando lo mismo en lo
sucesivo. Y hallándose el Rey con positiva noticia de que en ese
reino se produce y cria la referida platina de que talvez no se
hace aprecio por no conocer su calidad^ me manda S. M. hacer
a US. el mismo encargo y prevenciones que se hicieron al Virey
de Santa Fee por la orden que va inserta, principalmente para
que en esa capital y pueblos de su jurisdicción se haga entender
por bando la prohibición de que se extraiga este metal que pre-
cisamente han de vender los mineros y demás particulares que
lo poseen o adquieran, a la real hacienda a los precios mas có-
modos que prudencialmente se regulen y que las partidas que
se recojan por medio de éstos y de lo que pueda juntarse de las
elaboraciones de esa casa de moneda se remitan a España con
razón de su peso y coste y de los parajes donde se cria y hay
mayor abundancia para atender así a los objetos que S. M. se
ha propuesto y pongo en noticia de V. S. de su real orden para
su intelijencia y exacto cumplimiento.
:bLo comunico a US. de la miá para su intelijencia y que me
dé en el particular las razones y noticias que posea o adquiera
relativos a la adquisición de este metal y existencia de sus mi-
nas en este reino para poder contestar con puntualidad a S. M.
en la materia. Dios guarde a US.
^Santiago, 19 de enero de 1802.
dFuan. Tadeo Diez de Medina.
^S. del Tribunal de Minería».
^rEstimulados dos sujetos mineros de la orden de S. M. (que
Dios guarde) sobre el descubrimiento de la platina que en carta
de 20 del presente]^se sirvió Ud. acompañarme, han descubierto
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— 89 —
dos vetas de las dos calidades de metales adjuntos, los que pres-
tan alguna idea o configuraciou con la platina que me remitió
üd. Pero como no pueda hacerse perfecto examen de ellos
porque se ignora el modo de liquidarlos, se hace preciso que si
TJd. les encuentra también alguna semejanza con aquel dicho
precioso metal, se formen allá los correspondientes experimen-
tos y me imparta sus resultas assi para comunicarlas a los inte-
resados como para mover a otros a la solicitud de este hallazgo.
•>E1 interés con que lo miro me disculpa el importunar a Ud.
para que me prevenga los modos de liquidarlo, los simples que
han de acompañarle y demás circunstancias del caso para que
instruido yo de ellos pueda transferir estas noticias a los indi •
viduos del cuerpo de esta diputación.
tUe este modo, aun cuando nada tengan de platina los meta-
les que dirijo, no desmayo en su honoroso alcance porque hay
machas piedras ricas en estos cerros, de las que no se hace
estimación porque se ignora el beneficio que deba dárseles y la
cortedad de algunos y el temor de ser molestos a otros talvez
les obligó a no remitirlas a Ud. ni presentarlas aquí.
»Dios nuestro Señor guarde a üd.
*San Fernando, 28 de mayo de 1802.
j>José Joaquín de Gtizman,
>A1 señor Administrador don Gerónimo Pizana».
dSantiago, ju7iio 3 de 1802.
íVista al director con sus antecedentes. (Una rúbrica). —
Villarreal».
Iguoramos el resultado del análisis químico solicitado por el
eatauciero de San Fernando, poro la átiica muestra de platina le-
EL L. DE LA P.— 12
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^ 90 -
jítima que existió en Chile fué traída del Chocó, segíiQ el si-
guieute certificado del ensayador mayor de la Casa de Moneda
de Santiago:
aSeís i media onzas de platina nativa colectada en los lava-
deros de oro de la provincia del Chocó, en el reino de Santj^ Fe,
en esta América Meridional, la cual remitió para muestra al ga-
binete mineralójico de esta academia de San Luis el señor don
Gerónimo Pizana, administrador del Real Tribunal de Minería.
Existe en dicho gabinete. — (Catálogo hecho por el ensayador
mayor de la casa de Moneda de Santiago don Francisco Rodrí-
guez Brochero, con fecha 22 de se tiembre de 1803).
II.
DESCRIPCIÓN I ESTADO ACTUAL (1877) DBL MINEBAL DB ÁQÜX
AMARQA.
<lEI cerro de Agua Amarga, dice el señor Domeyko en su me-
moria sobre la mineralojía de Chile trabajada por la Esposición
Internacional de 1875, se parece por su aspecto esterior al de
Chañarcillo. Su elevación sobre el nivel del mar es de 1,450 me-
tros i de 300 sobre el fondo de una ancha quebrada que lo sepa-
ra del cerro granítico de los Camarones. Colocado el viajero en
medio de esta quebrada, tiene al oriente los barrancos i rápidas
pendientes del terreno estratificado jurásico, todo cortado en di-
versas direcciones por vetas de plata, i al occidente masas dioríti-
cas no estratificadas, atravesadas por una gran veta de cobre. Con
el terreno de acarreo del fondo de la quebrada queda cubierto el
contacto de la diorita con los estratos jurásicos del cerro de
Agua Amarga. La composición de este terreno es la siguiente:
1 .° Los primeros mantos que aparecen al pié de esta montaña,
son de rocas mas o menos homojéneas, grises, de materia inata-
cable por los ácidos (arcillosa), impregnada de carbonato de cal:
2.* Sobre éstas i como a media falda, descansa una capa porflri-
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— Ol-
ea, compuesta de una masa gris negrazca i de pequeños crísfcali-
tos íelsdpáticos blancos. Vieue ea seguida una serie de calizas
compactas mas o menos arcillosas^ no magnesianas^ cuyo con-
junto tiene mas de 100 metros do potencia; 4.'* Sobre ellas apa-
rece una segunda capa porffrica de 2 a 3 metros de grueso, pa-
recida a la de abajO; con cristales blancos, delgados, mas largos
i menos imperfectos que los de aquélla; pero esta segunda capa
porfirica no cubre sino la parte meridional de la cumbre mas
elevada del cerro.
«Todo este terreno se ve cortado por mayor número de vetas
i cruceros que el de Chaüarcillo, pero carece de grandes corridas
i las mas corren de sur a norte, otras del este-nor-este al oeste-
sur-oeste: casi todas son mui inclinadas i de potencia variable;
algunas tienen cerca de un metro.
«Sus minerales son como los de Ohañarcillo; en la rejión su-
perior, cloro-bromurados; en hondura, sulfurados i arsenicales,
cou plata nativa; pero bajando las vetas en la rejión inferior
vecina de la roca de solevantamieñto, cambian de naturaleza, de
manera que en algunas al pié del cerro hallamos ya mineral co-
brizo con hierro espejado i criadero cuarzoso.
«A pesar de la gran riqueza que en minerales de plata cloru-
rada i cloro-bromurada se ha estraido de Agua Amarga en los
primeros aQos de su descubrimiento, se ven actualmente innu-
meirables pertenencias de minas desamparadas i abandonadas en
este cerro; de manera que por la multitud de escombros i de
murallas que quedan de las antiguas faenas, se presenta de lejos
el mineral como una población recién incendiada o por un gran
terremoto arruinada. No puede, sin embargo, considerarse este
inmenso depósito metalífero como suficientemente esplorado.
Unos grandes trozos de mineral de plata cloro-bromurada (con
leí de 2 a 3 por ciento de metal) recién estraído de las pocas
pertenencias que se esplotan hoí en día en Agua Amarga, trozos
que fueron mandados por el departamento de Yallenar a la Es-
posición Internacional, atestiguan cuál puede ser todavía el por-
venir de estas minas sí algán día los mineros vuelven a esplo-
rarlas con toda la actividad i empeño que merecen.
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— 92 —
<cLa prodacción de las minas de Agua Amarga que se haa
trabajado eu 1875 ascendía este año mensucdmente (jtórmino me-
dio) a 246,836 quilogramos de mineral, 3.148.294 gramos de
plata fina i había 25 minas en beneficio.
<i:Nótese también que en toda la formación del cerro de Agua
Amarga, compuesto de rocas análogas a las de Chañarcillo i
cuyos minerales son también de la misma naturaleza que los de
aquel cerro, pocos fósiles se encuentran en la parte más abun-
dante en criaderos metalíferos, pero que mas al este, en direc-
ción a Tunas, se bailan en el mismo terreno estratos casi entera-
mente compuestos de fósiles: de allí mandó a la Esposición un
trozo de mas de un quintal de peso don Nicolás Naranjo, de ro-
ca caliza, toda llena de conchas, de la época jurásica.:»
En cuanto a la última i considerable producción de plata ren-
dida por el mineral de Agua Amarga de que tengamos noticia,
hé aquí el que rejistra el Anuario Estadístico de 1878, en lo co-
rrespondiente a 1877 i que distribuye el rendimiento en la for-
ma siguiente por gramos de plata fina i por minas:
Despreciada 119,113
Dolores 109,158
Acuario 64,842
Minera 33,120
Merceditas 9,232
Rosario 9,531
Nacional 38,750
Guias de Juan Castro 14,352
San Benjamín 18,092
Santa Rosa 1.277,560
Peta Ordenes 504,997
Arjentina 12,557
Cortadera 861,120
Progreso 107,640
Viscachas 44,749
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CAPITULO IV
LOS INGLESES EN CHILE.
(1820-1825).
{il papal de plata de Rungue en 1812, i noticias que de este fenómeno ar-
jentífero nos ha conservado la Aurora de CAi7«.— Oda al progreso de Ca-
milo Henríquez motivada por este descubrimiento, el de Agua Amarga i
las minas de hierro de Pelvin.— Establecimiento de un banco de rescate
en el Huasco en 1812.— Descubrimiento del mineral de plata de IRome-
ro hecho en Gopiapó por don Vicente Subercaseaux en 1820. — Loco en-
tusiasmo que las riquezas de la América Española despiertan en Europa,
especialmente en Inglaterra i en Londres. — Compañías que se forman i
emisarios enviados a Chile i a Potosí. — El capitán Head i los mine-
ralojístas Schmithmeyer, i Caldcleugh.—Teme este que con la plata de
Chile baje este metal a un precio fnfímo en los mercados de Europa. —
Su profecía cumplida respecto del carbón de piedra de Chile.— Juan
Miers, su industria i sus trabajos sobre la mineralojía do Chile. —Sus
opiniones i la de David Barry sobre las Compañías inglesas. — El capitán
Andrews en Potosí i Mr. Cameronen Santiago. — Privilejios que éste ob-
tiene del gobierno. — Leyenda de los dos millones de la isla de Agrigíin
i el capitán Bobertson. —La Compañía inglesa se establece en Copia-
pó.— Don Carlos Lambert.
I.
Después del descubrimiento de Agua Amarga,
cuya mayor potencia duró ocho o diez años, no ha
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— 94 —
quedado constancia en nuestros anales de grandes
hallazgos arjentíferos antes de la era maravillosa
que comenzó en Arqueros (1825). Solo se sabe
que en 1812 un pobre labriego llamado Martín
Vega arando un rulo en la hacienda de Rungue,
que hoi los rieles del ferrocarril del norte parten
entre Tiltil i Montenegro, hahia sacado a flor de
tierra lo que entonces se llamó el papal de plata
de Rungue^ hallazgo que despobló a Santiago al
punto de hacerse preciso enviar una escolta de
dragones para contener los desmanes de la codicia
en el terreno. Martín Vega se hizo rico i edificó
capilla, pero a causa de una disputa que sobre la
propiedad de una papa de plata de dos arrobas de
peso que tuvo con la vírjen de Mercedes, es decir,
con su capellán quien la exijia para el culto cuyo
hábito vestia, el irritado fraile maldijo, según la
tradición popular, la boca de la mina, i esta por
encanto se derrumbó, no quedando mas vestijio
de la mina maldita^ que el rico servicio de mesa
que la familia Rojas, feudataria de Polpaico, hizo
labrar a los plateros de Santiago, i que cuarenta
años mas tarde vendió a la casa de moneda de
Santiago, como chafalonía i por motivos de par-
tición de bienes, don Miguel Honorato.
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— 95 —
II.
Pero si la escondida riqueza del cerro de Run-
gue no tuvo consistencia o si maldita por un frai-
le quedó estéril, otro fraile sublime, prevalido de
su hallazgo, dio soltura a las alas de su jenio, i
cantó aquel descubrimiento saludándolo como el
advenimiento de una edad feliz para su patria.
Después de referir en efecto en la Aurora del
4 de junio de 1812 el descubrimiento i explotación
industrial del riquísimo fierro de Pelvín, mine-
ral situado ocho leguas al sudoeste de Santiago, i
de describir a la lijera la faena arjentífera de Run-
gue, situada, casi a igual distancia por el rumbo
opuesto, Camilo Henríquez esclama con la ento-
nación i el metro de la oda.
....«Ya todo se reúne
A engrandecer la patria,
A sostener su esfuerzo,
Su vuelo i miras altas.
Copiapó, Huasco i Rungue
Le presentan la plata
I en Pelvín halla el hierro
Para forjar sus armas.
Hai juventud valiente,
Hai patriótica llama,
Hai honor, hai injenio,
Hai deseo de fama.
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— 96 -
1 sangre antigua i limpia
Que será derramada,
Si la patria lo exije
I su junta lo manda. d (1)
IIL
Data también de esta época, cuna de la revolu-
ción de la independencia, mecida en su infancia
por el jenio de don José T\Iiguel Carrera, el pri-
mer Banco de rescate de plata planteado en Chi-
le, a usanza de los de Potosí i los de Méjico, el
cual fué mandado crear por la junta de gobierno
(1) Aurora, número citado. — Hé aquí cómo ese mismo perió-
dico se espresaba sobre la plata de Rungue i el hierro de
Pelvín.
cSe han hallado en él nuevamente varias mazas áepkUa ma-
cizay cubiertos de una película negra, de peso unos de cinquenta
i otros de sesenta marcos. Trabajan en él mas de 100 personas
que descubren mazas de diferentes magnitudes. Se han dado 22
estacas.
i^Este mineral, o sea placer, esta en medio de un llano; hasta
ahora las porciones do plata de que se ha hablado se han en-
contrado en la superficie, cuando mas a una vara de profundi*
dad.D
I con relación a Pelvín lo siguiente:
<iEn el Carrizal, a distancia de ocho leguas de esta ciudad se
halla ya corriente la ferreria de la mina abundantísima de hie-
rro del cerro de Pelvín i ya produce 3 quintales diarios i está
en adelantamiento progresivo siguiendo el de la destreza de los
operarios.!)
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- 97
que los malignos de aquel tiempo solían decir se
componía de tres miembros, que eran «don José,
don Miguel, i CarreraD. (2)
(2) Coa fecha 13 de julio de 1812 se espidió un decreto fir-
mado aPrado -- Carrera -^Vial, secretario», por el que se dis-
pone se establezca un (Banco de rescate de pastas de p]ata]> en
la villa del Haasco, <íseüiihlndose por ahora la suma de 25000
pesos que se tomará del fondo de la casa de moneda por laanalo-
jia que tiene esta negociación con el instituto i reglas de amone-
dación i compras de los metales de oro i plata, según sus pecu-
liares ordenanzas i a ejemplo de iguales negociaciones entabladas
en las casas de Moneda de P(»tos{ i México.i»
Fué nombrado administrador del banco don Manuel Antonio
Luxán, dando 6,000 pesos de fianza.
En el reglamento se dispone:
Todas las platas que compre el administrador serán pagadag
a dinero efectivo de contado, sobre tabla, al precio]de siete pesos
marco^ después de refogada la pina a su satisfacción.
No podrá empeñar al minero ni verificar el cambio con efec-
tos anticipados, ni comprar con otra especie que no sea nume-
rario corriente, ni disminuir por sí mismo el precio estipulado.
Verificará las remesas por tercios de año o antes si lo tuviere
por conveniente, corriendo de su cuenta el costo i riesgo, como
así mismo el retorno del numerario que produzcan al precio de
7 pesos 3 reales marco en peso bruto.
Presentará las platas en la casa de moneda en barras de a
150 marcos fundidos i ensayados, siendo dü su cuenta los gastos
necesarios i las mermas de fundición.
Le será prohibido comprar o vender pastas de su cuenta por
sí ni por interpósitas personas, ni al pretesto de introdacirlus
en la casa do moneóla, bajo la pena de perdimiento de empleo i
mil pesos de multa aplicados por mitad la una al denunciante,
EL L. DE LA P. — 13
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-^ 98
IV.
Existe también memoria de haberse trabajado
por esa época o algo mas tarde minas de plata de
alguna cuenta en la estancia de las Condes, cuya
industria hoi revive a impulso del capital inglés
(lo que en su lugar recordaremos), mientras que
por el año de 1820 don Vicente Subercaseaux,
hijo del gran minero de plata dé que hemos dado
antes noticia, descubrió en el Eomero, serranía de
Copiapó, prometedora vena de plata, que vendió
también algo mas tarde al buen inglés, buen pa-
gador.
Pero si los panizos de las sierras chilenas se
mostraban sordos a los golpes de la cuña de acero
del cateador indíjena, junto con la independencia
i la filma de Agua Amarga comenzó a surjir en
todos los cerros del territorio, al norte del Acón*
cagua, una serie infinita de fiíntásticas minas ar-
jentíferas, cuyo laboreo comenzaba en Petorca o
siempre que compruebe el deauncio, i la otra al fisco.
Siempre que el minero pida un certificado de las platas ven-
didas, se lo dará el administrador con declaración de la fecha en
que las compró, especificando el número do marcos, onzas i
ochavos, con el fin de que así hagan constar en bastante forma
el correspondido de marcos al tiempo de solicitar azogues.
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— 99 —
en Elqui, en el Hiiasco o en Copiapó, pero cu jos
inagotables planes puestos en eterno i rico bene-
ficio, hallábanse en las calles de Londres i bajo el
entarimado de hierro de las casas fuertes de aque-
lla ciudad, enloquecida otra vez, como en los tiem-
pos de Juan Law, con la ponderada adquisición
de los tesoros del nuevo mundo, quitados ahora
al sórdido monopolio de España por las armas i
las victorias de la independencia.
VI.
Cuenta el inglés Barry (que anduvo también
en Chile i el Perú por esa época) en su prefacio i^
anotaciones a la célebre edición que de la Memo-
ria secrda de Juan i de Ulloa hiciera en Londres
por los años de 1824-25, que en el espacio do
doce meses se orijinaron en aquella opulentísima
ciudad, con capital de innumerables millones de
libras esterlinas, no menos de veinte i cuatro so-
ciedades mineras, de las cuales por sus denomi-
naciones correspondieron a Chile, las llamadas
la Chilena^ la Ghilena itnida, la Peruano -Chile-
lena^ la de Famatina i otras de menor vuelo. I hu-
bo entonces de observarse, como en todos los pe-
ríodos de fiebre en que el amor al oro del poeta
hierve en el crisol como la escoria, que se pagaron
precios i primas fabulosas, no solo por lo que no
tenia valor estimable sino por lo desconocido
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— 100 —
i aán por lo fantástico. Así cuenta Barry que las
acciones del Real del Monte, de Méjico, subieron
en el mercado de Londres de 70 pesos a 1,470
pesos, i las del mineral un poco mitolójico (como
su nombre al paladar inglés) de Tlalpixahua, de
20 pesos a 319 pesos.
I mientras esto acontecia con los tesoros mas
o menosciertos i afamados del norte de Chile, ven-
díanse acciones de minas de Buenos Aires (donde
nunca ha habido mas minas que el vientre de las
vacas ni mas vetas que su grasa) por precios que
variaron de 5 a 85 pesos por acción.... — «Si no fue-
ra, esclama a este propósito el escritor británico
^a citado, i que talvez fué uno de los chasqueados
de su época, si no fuera por la reputación que go-
zan en la clase mercantil los nombres que se
hallan insertados en los varios prospectos, como
directores de las empresas, caeria uno en la ten-
tación de sospechar todos estos proyectos como
otros tantos engaños artificiosos hechos con apa-
riencia de utilidad para defraudar a los incau-
tos.» (1)
(1) Memoria secreta de los almirantes Jorje Jaan i Antonio
de Ulloa ya citada, i nota de Barry en la pájiua 604. Compa-
rando este autor las riquezas del nuevo muudo con la sana, la-
boriosa i mucho menos deslumbradora industria del carbón de
piedra de la Gran Bretaña, aseguraba en esa época que ésta
sobrepujaba en 1825 a todo el oro producido por el nuevo mundo,
que según Humboldt no pasaba en esa época de 43 millones de
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101 —
VII.
La crisis del desengaño, que no es la convales-
cencia sino la postración de la fiebre, no tardó en
sobrevenir, i fué preciso que el rei^ de la Gran
Bretaña Guillermo ÍV hiciera oír su voz en el par-
lamento para llamar a la cordura a sus alucinados
subditos que perdieron en hoyos en la América
los injentes millones que hablan traido en las
bodegas de sus buques de las cuatro partes del
mundo donde tenian plantada su bandera*
VIII.
Pero la manía minera de los ingleses no fué del
todo infructuosa para Chile. Visitáronla entonces
intelijentes viajeros que dieron a conocer su ver-
dadera riqueza, su agricultura, su industria i su ad-
mirable clima a los capitalistas europeos, quienes
desde entonces comenzaron a afluir en gran nú-
mero a Valparaíso i a todas las ciudades del inte-
rior i de la costa. I fué de esa manera como los
europeos, que no eran españoles, nos trasmitieron
con el ejemplo, las primeras gotas de la sangre pro-
pulsiva del sajón que debia necesariamente modi-
Hbras esterliaas, mientras el carbón de piedra valia 47 millones
i con el tráfico este valor se duplicaba, ocupando cien veces mas
brazos cjue el beqeficio del oro,
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— 102 —
íicar nuestra recia pero lenta vitalidad céltica i
vizcaína.
Vinieron en efecto por entonces a Chile (de
1818 a 1825 principalmente), además del citado
David Barry. de Proctor, de Brandt, de Haigh i
de don Juan Begg, que fué mas tarde opulento
minero de Puno, el raineralojista Sir Francis Head,
que admiró en Santiago la ociosa gordura de nues-
tros frailes i en Petorca la pujanza inponderable
de nuestros barreteros i apires, quienes en su pre-
sencia avergonzaban en las canchas o en el fondo
de las labores a los mas robustos mineros de
Cornwall.
A la par con el último, vino también, como
ájente de minas el químico Pedro Schmidtmeyer,
que recorrió todas nuestras montañas desde los
baños de Cauquenes al Huasco, dejándonos un li-
bro útil en que está sabiamente descrita nuestra
industria en mantillas, especialmente la minera,
con relación al cobre i a la plata.
IX.
En pos de aquellos esploradores surjieron el
cáustico inglés John Miers, que trajo a Concón
una maquinaria poderosa para laminar el cobre,
i el caballero i entusiasta minero don Alejandro
Caldcleugh, (llamado por algunos Cal de Oleo)
quien se hizo vecino de Santiago i llegó a sospe-
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103 ^
char que, dada la abundancia de plata deposita-
da en las gargantas i bajos fondos de los Andes,
dejeneraria aquel metal al precio de materia vul-
gar en el curso de los tiempos. (1)
(1) «If Chile Were to become so settled iii its government as
to afford perfect socurity of property, the application of capital
to the mines woald retura a large profit. The quantity of metal
still remaiaíng in the Ancles miist be stucpendous; but there ís
this to be consired, that if all the mines were properly worked,
it is more than probable that silver would fall in Europe to a
very loro pricer>. (Caldcleughy Travels in Chile, vol. I, páj. 254).
Pero si los presentí laieutos del entusiasta inglés no han re-
sultado todavía completamente exactos respecto de la plata i su
prodijiosa abundancia, no ha sucedido así cou relación al carbón
de piedra cuya prosperidad futura i actual auunciaba desde épo-
ca tan remota (1821) con las siguientes palabras, afirmando que
el carbón fósil de Chile era de escelente calidad (páj. 355^
very exceUent quality and will, before many years have passed
away, be looked upon as one of the chief sources of ccealth in
the country».
De todos los viajeros de aquel tiempo el que mas prolijamen-
te estudió la minería de Chile i la ilustró con nutncrosas lámi-
nas fué Schmidtmeyer. John Miers, que tanto se esforzó por
empequeñecer a Chile, entra también en muchos detalles sobre
las compaüías inglesas i sus locuras^ así como sobre la esplota-
ción i beneficio de las minas de plata, cobre i oro de Chile, í pu-
blicó varias curiosas láminas sobre esa industria. (Véase Joiín
MlBRS, Trdvels in Chile and L% Plata, fj^ndres 1826, vol. II.
cap. XXII i XXIII). Lafond de Lur^y (vol. III) trae también
algunos datos sobre la fiebre minera de 1824-25, i de cómo ésta
comenzó a contajiar a los franceses. — Véase también la Memo-
ria histórica de don Melchor Concha Toro (1824-1828) cap. VL
Por esta mi^ma época se publicó en Londres el folleto sobre
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— 104 —
X.
Dos o tres años mas tarde, i mientras el famoso
capitán Andews llegaba al Alto Perú para com-
prar al gobierno de Bolivia en un solo lote el ce-
rro de Potosí, por cuantos millones de libras es-
terlinas, el Libertador (que a esa ciudad había
llegado i subido a su cerro poco después de Aya-
cucho) tuviese la fantasía de pedir a la inagotable
Albión, los chilenos, mas circunspectos que el
semidiós venezolano, se limitaban a brindar al
primer ájente autorizado de la compañía inglesa
de Chile, Mr. Cameron, las promesas i garantias
que constan del siguiente documento publicado
en el Boletín de las leyes del país:
CMINISTERIO DEL IkTERIOB.
-» Santiago, junio 6 de 1825.
3> Considerando el director supremo de la repú-
blica de Chile que la petición i solicitud que se
ha presentado por parte de don E. S. Cameron,
comisionado por la asociación inglesa de minería,
las mÍDas de Ohile, que hemos citado al tratar de las minas de
Huspallata, el cual aunque trabajado sobre los datos de Molina,
no deja de contener algunas exajeraciones tendentes a inducir
a los especuladores ingleses a invertir sus haberes en empresas
mineras.
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^ 105 --
ha sido óoüsuítada con los tribunales del cotlsilla*
do i minería, i habiendo sido examinada por loa
espresados tribunales, resulta que dicha solicitud
jQO contiene nada que sea Contrario a las leyes í
ordenanzas que en materia de minería rijen eü
esta república: en virtud de las facultades que nos
pertenecen durante lá ausencia del cuerpo lejis*
lativo, hemos venido en decretar i decretamos lo
siguiente >
3>i.* Lo espresado en los quince artículos que
comprende la petición del comisionado, ed conce-^
dido a la compañía itiglesa de minería^
92J^ Lo que corresponde ál artículo deciiúó en
que se trata, no solamente de que üo Sean recar-
gadosj sino también qué se minoren los deréchoá
actuales sobre la estracción de los metales de oipo^
plata í cobfe} se declara qiíe las pastas dé oro i
plata o deben acuñarse en la casa de moncdifi de
esta república, pagando los derechos acostumbra-
dos de amonedación j o tienen que satisfacerse los
mismos deíechoá sí las predichas pastas se manu-
facturaren en el paísj i por lo que toca á los de-
rechos sobre la estracción del cobre, no solamente
promete el supremo gobieírio de no auraeiltarlosí
sino que los minorará cuanto mas pronto seck eon-
veniente al Estado*
ifS."" En cualquier estado de Cosaé promete qüd
los miembros i dependientes de la presetlte boho-*
rabie compañia de minería^ como de las demás
ÉL L. DE LA P.-^14
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— 106 —
que puedan formarse ea lo sucesivo, serán trata-
dos del mismo modo que los hijos del país; que
gozarán los mismos derechos, escepciones i privi-
lejíos; que sus propiedades serán inviolablemente
respetadas en todo evento, aun en caso de guerra
(que no es de esperarse) con la nación británica,
a quien consideramos como nuestra mejor amiga^
i que por tanto los recomendamos al afecto hos-
pitalario de los chilenos como útiles i benéficos a
la nación,
^é."* El presente decreto, juntamente con la.pe-
tición del comisionado don E. S. Gameron, S'.^rá
publicado en un periódico para satisfacción de lo»
interesados,
pFkeire.
:& Vicuña. »
XL
Pero la verdadera fortuna de la industria mine-
ra en esa época consistió en la adquisición de ua
mineralojista tan sagaz como entendido en su ar-
te i que, junto con el inglés Esby, llegó por esos
años a Copiapó destinado a echar la» verdadera»
brises de la industria minera, ajustándola a los prin-
cipios de la ciencia en nuestro suelo. Era aquél el
joven químico don Carlos Lambert, natural de Es-
trasburgo i uno de los alumnos mas distinguidos de
la escuela politécnica de Parus, cuyos libros i crí-
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•-P 107 —
soles había trocado por la lejítima ambición de la
fortuna buscada por el saber en apartadas tierras.
1 a la verdad fué cosa no poco singular que con
la llegada de estos ajentes i especialmente con las
concesiones hechas al delegado Camerou por el
gobierno del jeneral Freiré en junio de 182o,
coincidiese uno de los descubrimientos arjentífe-
ros mus importantes del norte, i aquel precisa-
mente que deberia servir de punto de partida i de
brújula segura a las mas grandes empresas mine-
ras en esta parte del nuevo mundo.
Hacemos referencia al famoso mineral de Ar-
queros, descubierto por una rara aventura dos
meses después de firmada la carta de ciudadanía
otorgada en junio de 1825 a la mineralojía inglesa
en el pliego que hemos copiado, hallazgo oportuno
i casi salvador, del cual nosotros habremos de dar
cuenta en este libro por pliego separado, (1)
(1) Mas o menos por esta misma épooa tuvo lugar la célebre
aventura del capitán Robertaon a quien se acusó de haberse
robado en el Callao un bergantín (el Peruvían) cargado con dos
millones de pesos^ que aquel aventurero fué a ocultar en una de
las islas Marianas (la de Agrigán) donde todavia existe (?) Pero
este suceso histcSrico (como muchos otros de Potosí» Pasco, Gual-
gajroc, Hnautajaya, Pampa Larga, el Cerro de los oandeleros,
etaj pertenecen a lo que podría llamarse el romance de la in-
dustria; i por esto el episodio del capitán Robertsou ha sido con-
tado por muchos escritores fantásticos desde Lafimd de Lurcy
al ameno Ricardo Palma (1840-^1 878).
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CAPITULO V,
ARQUEROS.
P(MCubrfan¡ento del mineral de Arqueros en agosto de 1 825t-^SingiiIar
manera como lo halló el hijo del arriero Cuellar. — Belacióa de Lafond
de Lurcy i de papeles de familia. — Inmensa riqueza. — Cómo se reparten
las primer^ liJarras.^rPleitos a que da iug^r 1^ dualidad atribuida al
^escubrimieuto. -^Curiosa parta a este propósito del abogado don Ma-
nuel Gandaríllas.— «La riq[ue2^a de Arqueros apareo^ ^n la superficie en
la forma de apquer((^ o aiñalgams^ de plata i mercurio, (]ue se corta a cin-
cel, i caverna que ha quedado después de su es^rcvcQidQ. — El gobierno
manda orear una casa de moheda ep la Serena a consecuei;ol(^ de la gran
abundancia de plata que rinde Arqueros. — Descripción Qientífíca de este
mineral por el injeniero Osorio i en especial do la T^ina <3cA|eroodeH)!>.— >
£1 rodado de arquería de I8a7 i ^sperani^as fundadas que existen
de la reaparición de la riqueza de este mineral en su segunda zona.**ü-La
famosa dobla de Oarmona. — Subercaseaux en 1831 i lo que la mina Afer^
(;edes produjo en 24 horas. — Influencia bienhechor^ eiv 1» i^dustn» mi-
fterft d^l desculjrinúentü de Arqueros.
I.
Ul mineral de Arqueros que dio a la Serena su
liceo, al liceo su laboratorio, su laboratorio a Do-
raeyka, i éste, junto con su vasta ciencia, nom-
bre peculiar i único a uno de sus metales, i todo a
\iri tiempo una casa de moneda a la provincia de
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Googíe"^^
— 109 —
Coquimbo, fué un vei-daclero prodijio de riqueza,
un coloso de plata delante del cual el agujereado
i asendereado mineral de Agua Amarga quedó re-
ducido a la simple condición de pordiosero, a la
manera de esos rumbosos caballeros de la edad
del coloniaje, que después de haber disipado en el
lujo injente caudal, quedábales, cual a don Pedro
de Arenas de Pampa Larga, por única fortuna una
mala capa con que cubrir sus harapos i enterrarse.
IL
El descubrimiento de Arqueros tal cual lo cuen-
ta el viajero francés Lafond de Lurcy, que a la
sazón o pocos meses después residía en la Serena
en calidad de amigo de sus piincipales i felices
explotadores, ocurrió de la siguiente manera, que
hemos visto confirmada en papeles de familia.
Tenía en la medianía del valle de Coquimbo i
en el camino de travesía que conduce al Huasco
una estancia de vacas el coronel de milicias don
llamón Várela, mui conocido en la Serena, de don-
de era oriundo; i para el rodeo i aparta primaveral
de sus ganados habia construido en cierto paraje
central de ella unos córralas de piedra que se de-
nominaban «los corrales de Varelai^, dentro o a
deslindes de la hacienda de la Marquesa. Estos ro-
ífeos, cuyos vestíjios están visibles todavia,se hallan
en la parte mas elevada de una alta loma o cerro
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'V,
í
— lio -
eu un paraje que se llamó de Airqueros, probable-
mente por haber sido propiedad del encomendero
de la Serena, don Pedro Pizarro i Arqueros, que
fué alcalde de esa ciudad en 1721, cuando los ho-
landeses del navio San Luis intentaron en gu
playa un desembarco.
Acostumbraban desde años atrás alojai-se en
esos corrales con sus muías los arrieros que trafi-
caban desde el valle al Huasco por el camino dia-
gonal que por allí atraviesa, i especialmente los
acarreadores de la lena que en esos parajes era
entonces abundante, i la cual servia o para algán
solitario injenio de cobre, o para los menesteres de
la ciudad, donde el combustible corría a buen pre-
cio. La lena mas apreciada para los beneficios in«
dustriales llamábase lormata.
HL
Era la noche del 10 de agosto de 1825, i al re-
paro de los oorrales de Várela habíase alojado
un peón que servia de ayudante al arriera e in-
quilino de la Marquesa, Pedro Cuellar, junto con
un hijo de éste, muchacho de diesdocho anos; i
como de costumbre, para abrigarse del helado
cierzo de la montana i del invierno, encendieron
entre ambos, el peen i el niño, una fogata, amon-
tonando los tildones entre algunas piedras, que al
parecer desprendidas de las pircas por allí roda«
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- ni -
baa al acaso. Las muías de la piara del leñador
Cüellaf pacían entretanto sueltas en el campo re-
verdecido pof fecíetites aguücetos,
Al amanecét, el péon como raaS fobusto, fué a
campear las muías, i el hijo del patrón de la tro-
pilla quedóse entre los aparejos ítl amor del fuego,
mientras aquel regresaba i lá cuotidiana faena vol-
vía a comenzar. En el intervalo, i a fuer de niño,
»acó el último su cuchillo de monte, el cuchillo del
arriero, i comenzó a hurguetear las cenizas i las
piedras ennegrecidas del fogón. Las últimas ha-
blan pasado por cien manos en aquellos meneste-
res, sin que a nadie se le hubiese ocurrido exami-
narlas ni aún por su peño. Pero la casualidad, este
gran descnbridor de la mitad de las cosas notables
que existen esparcida» bajo el sal, í de la mayor
parte de los hallazgos de grandes minas en Chile i
en el Perú como en Méjico, en California i la Ne-
vada, la casualidad quiso que el muchacho, curioso
a distraído, fraseara una raya aincisiÓTi en la costra
negra de vmo de aquellos guijarros, í reblandecido
este por el fuego no apagadb todavía, dejó ver
ana Incíemte grieta de plata Gornea, cb decir, de
plata piwa, blanca í maciza. El coronel Várela re-
fería mas tarde a Lafond de Lurcy que él liabia
tomada muchas veces esaií piedras negras en sus
manos, sin sospechar siquiera que en ellas tenia
vai teBoro que valió a otros injentes millonQSr
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112 —
IV.
No se sorprendió el muchacho con la novedad,
porque no supo darse cuenta de lo que aquello
era, i solo cuando el arriero volvió con sus ínulas,
presentándole una de las piedras del fogón, le
preguntó lo que aquello era
El arriero coquimbano comprendió en el acto que
estaba pisando sobre la meseta de un alto cerro
en un rebosadero de plata, i así lo dijo al hijo de
su patrón, sin disimular su alegría. I téngase pre-
sente que de esta duda del muchacho i de su con-
versación con el arriero arrancaron después rui-
dosísimos pleitos, sosteniendo los unos que el Ver-
dadero descubridor había sido el hijo de Ouellar,
porque él levantó primero los pesados guijarros
del suelo, i otros que el honor i la ventaja legal
del descubrimiento correspondían al arriero mi-
neralojista quehabia dicho: — «Esto es platal» (1)
(1) Los datos de Lafond {^Vo;/aps^ vol. 1 11, páj* 2á8), estáa
de acuerdo con loá que hemos recojido en la Sei'ena i con la trá*
dición de las familias Cifuentes, Zorrilla í SubercaseauX, que
figuran todavía como propietarios de aquellas minas. Algunos
sin embargo han dicho que el hijo de Cuellar, cnya posesión o
rancho estaba a pocas envidras de los corrales de Várela, co-
nocia las piedras de antemano i las empleaba como munición
para cazar, lo que nos parece mucho mas poético que verosímiL
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— 113
Avisado del tesoro descubierto el arriero Cue-
Uar, corrió aquel mismo dia (11 de agosto de
de 1826) a la Serena en busca de sus conocidos,
llevando consigo a su hijo, a su arriero i princi-
palmente sus piedras; i aunque no conocemos el
detalle de lo que ocurrió durante varios dias en-
tre los interesados, resultó de las dilijencias ju-
diciales, que mas tarde se evidenciaron en los
juicios, la existencia de dos descubridores.
El arriero Cuellar regaló o enajenó su perte-
nencia que desde entonces se llamó la Descubri-
dora^ al conocido minero don Francisco Bascu-
ñán, que murió treinta años mas tarde en la
mas triste miseria, como don Pedro de Arenas i
Chamblao, después de haber prodigado los millo-
nes; al paso que el peón encontró un amigo i pro-
tector en don Juan de Dios Garmona, hombre
bueno i humilde que poseía una pequeña fortuna
radicada especialmente en muías.
Apresuróse el último a denunciar el 22 de agos-
to, esto es, once dias después del descubrimiento, lo
que fué mas tarde la mas celebrada i rica de las
minas de Arqueros, i que todavia sostiene en la
derrota del broceo con honor su viejo pabellón.
Púsole Carmena el nombre de Mercedes, por el de
su apreciable hija que vivo todavia, i situó su es-
taca a la izquierda de la DescubriJoru.
EL L. DE LA P. — 15
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~ 114 ^
Al mismo tiempo, el conocido minero del norte
don Mariano Aristía, que estuvo siete años mas
tarde a punto de ser el descubridor i dueño de
Chañarcillo, asociado ahora con el jeneral don
Francisco Antonio Pinto, a la sazón intendente de
la provincia, denunció la estaca de la derecha que
hizo en pocos años su fortuna.
Carmona repartió su pertenencia entre un her-
mano suyo llamado Francisco i sus amigos i pro-
tectores don Juan Francisco Cifuentes i don Ra-
món Subercaseaux, a quienes con esta donación
hizo millonarios. Para con el último no tenia el ce-
sionario mas título de agradecimiento que haber-
le convidado en una noche oscura e inclemente a
comer una cazuela en selvático alojamiento de
despoblado. I esto con frecuencia se lo oimos no-
sotros referir ponderando cuál suele ser el resul-
tado de las buenas obras, aun de las mas pequeñas,
en la vida.
El reparto especial de las barras de las Mercedes
quedó hecho, en consecuencia, de la manera si-
guiente: 6 barras se reservó el jeneroso Carmona,
6 la familia Cifuentes, 6 don Ramón Subercaseaux
i 6 don Francisco Carmona; pero por venta que
éste hizo de tres barras a Subercaseaux, la familia
de éste posee hoi todavía 9 barras.
VI.
Se ha calculado que el mineral de Arqueros pro-
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— 115 ~
cliijo en meaos de diez años veiaticinco millones
de pesos, i como en Chañarcillo, sacáronse en los
primeros días del pozo de ordenanza bolones tan .
abultados de plata barra que Lafond asegura ha-
ber visto uno en la Serena del peso de ocho arro-
bas, a cuyo propósito pone un curioso diálogo en
boca del intendente Pinto i del descubridor Suber-
caseaux, porque ofrecia éste a aquél comprarle el
macizo por su peso neto, a razón de seis i media
arrobas; i sacudida la costra superficial de tierra
que lo cubría, resultó pesar siete i media arrobas
de plata córnea.
Durante algún tiempo se cortó cerca de la su-
perficie la plata a cincel, i todavía se conserva, co-
mo en la boca de la mina Deseada de Caracoles
una inmensa caverna, cuyo relleno fué de plata
barra, i cuyo fondo iluminan todavía tenues rayos
de sol que penetran por sus grietas i rasgaduras
superiores. Una gran parte de este opulentísimo
metal era una curiosa amalgama de plata i azo-
gue en estado natural, fenómeno antes no cono-
cido en la mineralojía i que Domeyko caracterizó
por esto con el nombre de arquería. (1)
(1) Afios mas tarde se encontró también en uno de los cerros
de Coquimbo un trozo peculiar de amalgajna nativa, en forma
de rodado, que pesaba 21 i media libras i que sometido al aná-
lisis por el señor Domeyko dio un resultado de 782 partes de
plata i 303 de mercurio, o sea 7 partes del primer metal por 2
de mercurio. — Este rodado fué comprado por el gobierno para el
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— 116 —
VII.
No terminó ea el reparto que hizo con algunos
vecinos influyentes de la Serena de su valiosa es-
taca el desprendimiento de Carmena, porque otor-
gó dádiva de una barra o parte de barra aun amigo
suyo desvalido que en breve falleció. Llamábase
éste Nicolás Larraguibel, i con motivo de su
muerte surjieron pleitos infinitos, puestos por sus
herederos, además de los que suscitaron don Juan
Miguel Munizaga, don Antonio Pozo i otros.
Dio marjen una consulta que al célebre abo-
gado, escritor i hombre político don Manuel Gan-
darillas hicieron los condueños de las Mercedes, a
una contestación profesional de este notable ju-
risconsulto que no tenia sino un ojo (habiendo
perdido el otro en el colejio), i lo ofrecía en pre-
cio i garantía de su honrado dictamen, cuyo papel
por via de curiosidad copiamos de su orijinal que
el acaso ha traído a nuestras manos, i dice así: ^
museo nacional i «ea digno (así dice el ilustre químico arriba
citado, en los Anales de la Universidad de 1858, pAj. 325) de fi-
gurar en los museos mas suntuosos del mundo. Es la Anica mues-
tra de esta nuevj. especie mineral con que se halla actualmente
enriquecida la raineralojía chilena; i si no se encuentra su verda-
dero lecho, es decir, hi veta de que se ha desprendido, quedará
tal voz para siempre hi única de su especie, citada por los natu-
ralistas i afectos a la ciencia.»
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— 117 —
o[Señor don Victorino Garrido.
i> Santiago^ 8 de abril de 1831.
3) Mi amigo:
]>No estoi para rasquetear y no sé si podré lle-
nar mi objeto. Varaos al caso y dése por saluda-
do, esté bueno o para llevárselo el diablo, nuestro
amigo el mas íntimo.
»La consulta que Ud. me hizo acerca de la dona-
ción hecha por don Juan de Dios Carmena presen-
ta dos aspectos. Vea Ud. modo de entenderme.
DSegun la escritura, es pura, simple y graciosa
de las que el derecho llama irrevocables^ y con la
entrega de la especia donada, los donatarios se
hicieron lejítimos dueños de ella, y por consi-
guiente sus herederos, sin que quede al donante
ningún recurso para recuperarla. Esto supuesto,
los hijos de Larraguibel son los dueños de la par-
te de mina donada a su padre, y Oarmona nada
tiene que ver con una cosa que transfirió de do-
minio. Cuento concluido por esta parte. ¡Si me
habrá Ud. entendido!
dSí se quiere decir de nulidad de la donación
por inmensa o escesiva, es pleito largo, costoso y
complicado. Se donó una estaca cuyo valor no se
conocia porque era incierto y continjente. El tra-
bajo y caudales de los donatarios y, sobre todo, la
casualidad, la hicieron producir riquezas poste-
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— 118 —
riormente, mas éstas no existían en poder del do-
nante al tiempo de la donación, aparecieron des-
pués y han provocado la codicia. La lei que pro-
hibe las donaciones inmensas habla de los bienes
que existen al tiempo de hacerse y cuyo valor es
exhorbitante. ¿Qué vale una estaca en poder de
un pobre que no puede beneficiarla y que no sabe
si producirá o no? Nada puede calcularse; donde
no hai cálculo no hai precio, y sin éste no puede
considerarse esceso.
^Con que, concluyamos. ¿Se deja subsistir la
donación o no? Si subsiste, la parte de Larragui-
bel pertenece a sus hijos y no a Carmona. Si no
se quiere que subsista, es preciso reclamar contra
toda ella por inmensa, o la razón que mejor les
parezca.
DEste es mi dictamen, y si hay abogado que
anule la donación por uno u otro aspecto, le per-
mito que me saque el ojo. — Adiós.
T>M. J. Gandarillas.j>
VIH.
La largueza de Carmona dio también orijen a
una de aquellas singulares operaciones que los
mineros antiguos denominaban una dobla, según
la cual quien obtenía este regalo era dueño de
sacar de la mina en beneficio los metales que al-
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- 119 -
canzasen a esplotar cuantas cuadrillas de mineros
cupiesen en las labores i por un espacio de 24 o 48
horas. En 1831 Carmona quiso pagar a Suberca-
seaux la ya recordada cazuela del desierto con una
dobla especial, i éste, que era tan dilijente como
entendido, sacó de los flancos de las Mercedes en el
espacio de 24 horas la suma de 160,000 pesos.
La cuenta de los gastos de esta dohla^ que fué
partible entre los dos consocios, da una idea
aproximada de lo que era este jénero de elabora-
ciones i de su beneficio posterior, por cuyo moti-
vo la publicamos íntegra al fin de este capítulo.
IX.
En cuanto a la ubicación i principales caracte-
res mineralójicos del mineral de Arqueros i a su
producción, hé aquí lo que en una prolija Memo-
ria trabajada espresamente para nuestro uso por
el actual intelijente administrador de las Merce-
des^ don Jorje Osorio H. encontramos. — «El mi-
neral de Arqueros, dice el señor Osorio, puede
considerarse dividido en tres grupos: I.'' El cerro
de Arqueros; 2.'' El Cerro Blanco; i 3."* Nuevo Ar-
queros. El 2."* grupo está situado tres quilómetros
al sur de la veta Descubridora i el 3.*" mas o me-
nos a la misma distancia al norte, quedando por
consiguiente el primer grupo en el centro.
i>En este grupo se denunciaron, después del des-
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— 120 -
cubrimiento, la Santa Bita, al suroeste de la Des-
cubridora^ que empalma coa ella en esta perte-
nencia donde fué la mayor riqueza de esta mina.
La Gallegos^ hoi Cuatro Amigos, i la Garmendia^
sobre una Guia llamada del Sol, ubicada al norte
de la veta i que empalma con ella en la línea di-
visoria de las Mercedes con la Guellar. El Verw'o
es otra guia intermedia entre la veta i la guia
del Sol. Al sureste de la Descubridora las perte-
nencias Bellavista ¡ Prosperidad, i al norte de las
Mercedes la San Francisco i Santo Domingo^ so-
bre otras vetas.
3)En el grupo de Cerro Blanco se denunciaron la
Santa Bosa, que tiene el mismo rumbo que la ve-
ta Descubridora, i que fué propiedad de don José
Monreal i don José Tomás Urmeneta. Hacia el
sur la Sa.nta Elena, Ahumada, Bolaco, San José,
Carmen, i al sureste la Aracena, Casualidad, Mar-
garita, Bosario, etc.
» Posteriormente en el grupo de Nuevo Arque-
ros fué descubierto a fin(^ de 1869 la Salvadora,
i en 1870 la Buena Esperanza i la Bosario i otras
de poca importancia,
D Datos sobre la verdadera producción de Ar-
queros en jeneral o de alguna mina en particular,
es mui difícil darlos, pues no queda constancia de
nada. Lo que es mas sorprendente todavía es que
de la mina Mercedes, que ha sido siempre la mas
arreglada i cuyos socios, se puede decir, han sido
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— 121 —
los únicos que han sabido conservar las fortunas
que han obtenido de esta mina, no encontré al
hacerme cargo de su administración, ningún libro
en que hubiese constancia de su producción i
gastos, ni aun de un mes.
2>La jente de esa época parece no gustaba dar-
se comodidades, pues en los primeros tiempos so-
lo habia en cada mina un miserable rancho i los
ricos minerales de plata quedaban al aiVe libre,
sin resguardo alguno, i durante la noche el que
quería tomaba el metal que se le ocurría. Toda-
vía quedan algunos restos de las pircas del ran-
cho de la íCuellarD, donde estuvo algunos dias el
ex-presidente Pinto el año 1830, después que re-
nunció la presidencia de la República. Solo des-
pués del año 1840 se construyeron algunas casas.
Hasta hoi dia el camino que hai entre este mine-
ral i la Serena es el peor del departamento, ha-
biendo partes mui peligrosas para pasarlas a ca-
ballo.
DLa producción del mineral de Arqueros se ha
calculado hasta la fecha en 25 millones de pesos,
producto bruto, distribuiios del modo siguiente:
Mina Mercedes 8.000,000 de pesos.
Mina Garmendia 1.000,000 «
Mina Cuellar 3.000,000 a
Mina Cuatro Amigos... 500,000 <i
Mina Descubridora .... G.000,000 n
EL L. DE LA P. — 10
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— 122 —
Mina Santa Rosa 1.000,000 c
San Francisco 500,000 <r
Las demás minas. . ... 5.000,000 «
Total 25.000,000 de pesos. (1)
(1) Fué a la verdad tan prolífica i rápida la riqueza de Ar-
queros, que dos años después de su descubrimiento el gobierno
juzgó coQvenieute establecer una casa de moneda, independiente
de la de Santiago, en la Serena, como la que el gobierno de E:^-
tados Unidos ha creado en Nevada, aparte de la de San Fran-
cisco i Filadelfia. Hé aquí el primer considerando i la p,4rte dia-
positiva del decreto de 17 de setiembre de 1827 a que nos
hemos referido.
€Sa?itiaffO, setiembre 17 de 1827.
2» La gran cantidad de metales de oro i plata que se esplota en
la provincia de Coquimbo, la estraordinaria riqueza de los des-
cubrimientos que diariamente se están haciendo i la ninguna
amonedación que se advierte en esta casa de moneda, han lla-
mado la atención del gobierno a meditar sobre las causas que
puedan influir en los propietarios de las pastas a preferir su ea-
tracción, cuando por los reglamentos vijentes la casa de moneda,
las paga a un precio muchas veces superior al que las compran
los esportadoresD, etc.
I continúa la parte dispositiva:
dArt. I.'' Se establecerá en la Serena, capital de la provincia
de Coquimbo, una sala de amonedación con el mismo tipo, lei i
peso que la que so acuña en la de Santiago.
^2.** Este establecimiento estará bajo la inspección i conoci-
miento del superintendente de esa casa de moneda i se rejirá por
los mismos reglamentos.
2>3.* El espresado superintendente pondrá a disposición de la
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— 123 —
:íEn cuanto a la proiiiccióa ds las Mercedes^
desde el 16 de diciembre de 1876 hasta la fecha
se ha obtenido por medio de pirquineros, habién-
dose esplotado 20,000 marcos de plata, de los
cuales han correspondido a los dueños de la mina
6,000, cuyos fondos han servido para la prosecu-
ción de los trabajos de planes.
La mina Mercedes , cuya potencia no tuvo rival
en sus dias de bonanza, continúa hasta hoi en
pleno trabajo, después de cincuenta i siete años,
siendo su broceo en realidad una pequeña rique-
za, desde que hace frente a todos sus gastos, sos-
teniendo un centenar de operarios, i aun suele
producir cortos dividendos a sus dueños. Tienen
éstos viva fe en su resurrección inmediata des-
pués de las tinieblas, porque aún no se ha llegado
en ella a la segunda rejión mineralójica que ha
caracterizado la existencia i formación de Cha-
ñarcillo, de Tres Puntas i otros miner¿iles de la
corrida jeográfica que comienza en Arqueros i
termina en Huantajaya, al sud del rio Camarones
persona que nombre el gobierno, las máquinas i peritos necesa-
rios para su traslación a Coquimbo.])
La maquinaria fué llevada a la Serena, i en 1845 se encon-
traba en uno de los claustros de San Francisco de esa cindad sin
armarse todavía.
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— 124 —
en Tarapacá. Es ese problema, es decir, la per-
foración de la mesa de piedra^ el mismo que hace
once años vino a solucionar en Agua Amarga el
famoso conde de Nollent, i es la solución que con
ahinco persiguen todavía tenaces i entendidos
mineros en Caracoles i en Huantajaya.
En cuanto a la Mercedes^ he aquí la opinión
científica de su ilustrado injeniero director que
augura todavia dias de holganza para los hijos i
los nietos de los descubridores de 1825. «Es mui
natural, dice en la conclusión de su Memoria ya
citada (páj. 17) el señor Osorio, creer que las ve-
tas de Arqueros estén formadas de la misma ma-
nera que las vetas arjentíferas del país i sobre to-
do de las que se encuentran mas o menos a la
misma distancia de la cordillera de los Andes, co-
mo Id Florida, Ohañarcillo, Agua Amarga, etc., i
que se pueden llamar minerales anti-andinos; i
que por consiguiente debe tener los mismos ca-
racteres en su composición.
2>Los depósitos de arquería, plata blanca^ plata
córnea i demás especies minerales encontradas
cerca de la superficie en la rejión cálida, deben
tener su correspondiente rejión Jria en estas ve-
tas, pues no hai razón alguna parcí que suceda lo
contrario de lo que ha sucedido en los minerales
del país i los del mundo entero.
3) Indicio, casi seguro, de la existencia de espe-
cies minerales sulfuradas, arsenicales i antimonia-
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— 125 —
les de plata, en una vecindad que la creo próxi-
ma, son las muestras de polibasita, arseniato de
cobalto i plata sulfúrea^ que en pequeñas cantida-
des aparecen en la rejión superior; las de pirita
de hierro i oxisülfuro de cobre con indicios de pía-
ta que han aparecido accidentalmente a los 203
metros, i sobre todo los clavitos de plata blanca i
el sulfuro de plata que se han encontrado a los
245 metros verticales de hondura. Todo esto ma-
nifiesta que el beneficio buscado se va aproximan-
mando i que en poco tiempo mas llegaremos a
la bonanza. J> (1)
XI.
Además de su importancia intrínseca, tuvo Ar-
queros la no pequeña de llamar por la primera
vez en el país la atención del gobierno i de los
capitalistas a los grandes descubrimientos i a las
empresas en vasta escala concebidas i ejecutadas.
En este sentido la potente veta, que el hijo de un
(1) La palabra qae el injeniero emplea es mucho mas
espresiva i mas chilena que la mejicana puesta por nosotros, i
puede leerse al final de la Memoria ya citada, i que como ilus-
tración minera publicamos en el apéndice del presente capítulo,
a fin de completarlo. La hacemos preceder sin embargo de al-
gunos datos jenerales sobre Arqueros que no carecen de in-
terés,
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— 126 —
amero encontró en la estremidad sur de la gran
corrida raineralójia del desierto, fué solo el indi-
cio precursor de Chañarciilo i de Tres Puntas, de
Caracoles i Cachi nal de la Sierra. El desierto de
Atacama es un gran lago subterráneo de plata, i
sus diversos minerales hast.i hoi hallados, sus Ja-
giieles
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— 127 -
ANEXOS AL CAPITULO V.
I.
OBSERVACIONES DE DON TOMACIO DOMEYKO SOBRE EL Mlb^ERAL
DE ARQUEROS I EL VECINO DE RODAITO, BáCftITAS CON
MOTIVO DE LA ESPOSICIÓN INTERNACIONAL DE 1875.
cEl cerro de Arqueros, único en el niuado que ha producido
millones de marcos de plata en amalgama nativa, se halla si*
tnado cerca de la línea de contacto de las rocas graníticas con
el terreno estratificado de pórfidos abigarrados (quebrada de
Santa Engracia). Su elevación es de 1465 metros sobre el nivel
del mar (Gay): la de la mina de la Descubridora de 1834 me-
tros. Dos grandes vetas como a legua i media ana de otra, lla-
madas la Descubridora i la del Cerro Blanco^ cortan el terreno
en direcciones sur-este nor-oeste; una tercera, la de Ctiatro
Amigos con el rumbo que poco desvia del este al oeste, hace em-
palme con la primera. Gran número de otras, de poco beneficio
o estériles, atraviesan el cerro. El criadero mas abundante en
todas estas vetas es la baritina (cachi pesado de los mineros), i
casi la única especie mineral metálica que producen hasta ahora
es la citada amalgama llamada arquería, acompañada acciden-
talmente de plata clorurada i de arseniato de cobalto. Unas po-
cas muestras de polibásita i de stromeyerita se han estraido en
hondura de las mismas vetas. Son los cruceros (la guia del Sol,
la guia del Sombrío) que euri<iuecon la Descubridora: i en po-
cas partes la rejión de mayor riqueza penetra a mas de 60 me-
tros de distancia vertical desde el afloramiento.
No se han reconocido todavía suficientemente en hondura es-
tas vetas, ni se puede dar por agotada su riqueza, como lo com-
prueban algunas ricas muestras de mineral de plata provenientes
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• — 128 —
de sas últimos alcances^ exhibidas en la Esposición por la Jun-
ta del departamento de la Serena.
KODAITO.
A nn par de legaas hacia el sur de Arqueros se hallan estas
minas en un terreno estratificado en gran parte calizo í sus ve-
tas producen también, como las de Arqueros, plata mercurial,
aunque de composición distinta de la á*i arqueria (contiene
5. i seis décimos por ciento de mercurio) ; pero también se ha es-
traido de ellas cantidad considerable de plata córnea, i sus cria-
deros constan en gran parte de baritina i de diversas zeolitas (la
cAabasiUy la estübita^ Id^prenia, la escolesia).
Según los datos que suministra el Anuario EstadUtico, por
el año 1872 se esplotaban todavia cinco pertenencias de minas
en Arqueros^ cuyo producto alcanzaba a 300 quilogramos de
plata fina; i las de Rodaito daban 1,000 quilogramos de plata
al año.
Algodones. — Hállase todavia en esti lugar el terreno estratifi-
cado calizo-jurásico, apoyado sobre los pórfidos, conglomerados
i areniscas rojas, en el límite occidental de la formación andina.
En los afloramientos de sus vetas se encontró mineral de plata
iodurada i de cloro-bromuro; pero según parece, las vetas no se
hallan bastante productivas para sostener el trabajo. La mina
del Carmen, que ha producido ioduro de plata, se halla a 1,309
metros sobre el nivel del mar:».
IT.
DBSCRIPOIÓM DBL (?ERR0 DE ARQUEROS PUBLICADA EN EL
PERIÓDICO «EL MINERO» DE LA SERENA, CORRESPONDIENTE
AL 10 DE MAYO DE 1828.
...dUirij ¡endose por la izquierda del cerro que ha sido el
punto de vista por donde ha principiado nuestra descripción, se
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— 129 ^
divisan en toda ád amplitud los aíUtñádoá cértoé de U.^ miúás aé
plata de Arqtíérda. Ese prodijiosó mineral descubierto hará cerca
de tres años, a liésat de Haber pf odacido irijedtés caudales, puede
mirarse, sin embargo, Como intacto. Poi* Ida liunlerosós descil^
brimíentos que sé haü ido haciérldó sucéáivanlenté i á distanciad
\}astaute considerables se puede iiiferir qué sus raniiñcacioneá
son inmensas, que no se ha dado aún con el centro que lás sirve
de tronco principal i que llegando a encontrarlo ¡qué dé tésoroá
üo lian dé reáuir sobré la república!
4: Las vetas cuya espíoiáciÓii dé está siguiendo con actividad
jíueded reducirse a fl o 7 principales con un beneficio cuya p^o-^
poifción úó ÚÓB éa posible déteroiinar por las respectivas altéi^-
nativas a que están dttjetas las labores i ¡Jorque laá interfupcicí-
hés dé i'éproducen mdi a nieiiudo por falta dé arreglo eú la policiá
üé ése ranlo taü esedcial i tan descuidado hasta él dia¿ Sin éni-
baf^Oj de püeded avaluar íSds {iroddctos á 00 o 70 mil niarcos
qué áé esttaéñ adüálniedte por vitb dé lá aduana did contar una
tercera parte iñas ^ue sé [iuede iddücir con bastante probabilidad,
se estará pasando por alto.:»
III.
PRODUCCIÓN DE LOS IéÍINÉÍRÁLES tíÚ AUCfqÉIÍOS 1 RODÁlTO' EN
GRAMOS DE PLATA FINA EN 1877, gBGfUN EL <^AÑÜAálO
estadístico» de 1878.
(arqueros).
Mercedes ...í.¿¿..í..j. 1.3^4,300
Xíarmetídia.. •....*;.....;-..'.<.'......; 80/977
V¡rjefl..é.i. .;.**..•..; ;.;. . ;;
Carinen.....*..........-/.;..-;.;.....;; 29,440
líosário.. ,.;..;.;;;. ...w;.... ........;; 27,87Í
Santa Rosá.;^;^; ; 44,160
Dcsctrbrid<^Th<,¿;;.,.;.;¿.;¿. 15,456
EL h. DE LA P.-^lf
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— 130 —
Tachuela
Santa Rita 20,175
(rodaito).
Menores í Soco ,*é,i-*.é* 456,320
Jesús 2íij552
Pique ,„.,<,.. 226^72 >
Urde 88,320
Purísima 15,16L
San Antonio 84,600
Pulpito 18,032
IV.
CUENTA DF! los GASTOS QUE SR EFECTüAKON EN EL nBSKFlCIO
DK UNA DOBLA PKllTENKCIKNTn; A DOK JUAN ÜB DiaS
C ARMÓN A i DON RAMÓN SUmiMCASKAUy,
1831 ASABKR.
Febrero 18 Por dos reales de esteras para una mnta^
dita - $ 0.2
IJ, 20 Por cuatro sacos comprados en 10 i medio
real los cuatro i L2|
Id, — Por cuatro peso» dados a Torrejóa para loi
gastos de molienda » 4.0
Id. 21 Por diez i siete pesos doa reales eu porcu-
ra para el beneficio ^ » 17.2
Id, 22 Por dos reales pagados por haber llevado
al buitrón azogue » Q,2
Id. 23 Por tres reales pagados a Castillo jwr ha-
ber dejado azogues en et buitrón if 0,3
Id. — Por tres reales dado de gratifícactán a los
í: / peoi>es que haciaii el cocimiento..-. v 0,3
Ti Id. — Por trece reales de leña de carbóu paru
una quema que faltó ,, i» 1,5
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— 131 —
Pebrero 25 Por tres días pagados a José Rojas p 1.7
Id, — Por ti^es quemas a id. a dos pesos cada una. > é.O
Id. — Por ocho reales de la compostuinidel Imál
i ceniza.».., > 1.0
Id. ^- Por cuatro pesos de leña de lorinata • » 4.0
IJ. — Por diez quíntales treinta i seis libras de
sal a ocho reales > lO.G^
Id. — Por diez i ocho reales ¡¡de leña de carbón
para una quema, pues faltó la lormata.. » 2.2
Id. 27 Por tres pesos tres reales de diez i ocho
cargas de lormata d 3.3
Id. 29 Por diez reales pagados a Castillo por ha-
ber llevado azogue • > 1.2
Id. — Por doce reales de un almocafre, i doce al-
mudes de ceniza » 1.4
Id. — Por treinta i cuatro cueros de vaca a siete
reales cada uno » 27.1
Id. — Por nueve reales de seis libras de plomo.. » 1.1
Marzo 3 Por veinte reales dados para su cuenta a
Zañartuque gana veinte pesos mensuales :» 2.4
Id. 4 Por seis pesos siete reales pagados a Mesa
moledor • * » 6.7
Id. — Por nueve reales i medio plomo i ceniza. » 1.1^
Idr — Por ocho pesos seis reales pagarlos al álti*
mo moledor • • » 8.6
Id. 9 Por tres pesos uno i medio real de leña i
ceniza » 3.1^
Id. «^ Por treinta i dos cueros de vaca compra-
dos a siete reales cada nao » 28.0
Id. 10 Por nueve pesos de trescajones de lormata. m 9.0
Id. — Por veintiún quintales cinco libras sal, a
cinco reales quintal » 13.1
Id, 12 Por quince pesos pagados a José Rojas por
siete i medio cuernos plata de relaves.. » 15.0
Id. 17 Por diez i ocho pesos pagados al señor
Diaz para seis cajones « > 18.0
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Id. 20 Por catorce reates de dos azadones » 1.6
Id. 24 Por uoventa pesoR pagados a veinticuatro
pepnes > 90.0
Id 27 Por seU. reales de yerva i azúcar mandada
al Eruirtrí^ piaría los ijayor^omos j^ 0.6
Id; — ^^ Por veinte reales de un qi\inti^l(Je poreura j> 2,4
Id. — : Pot vein.ta rei\lea de i\n quintal (le id..... ^^ 2,4
Id. — ^foi: cii\co reales dadoa para ceniza... i» 0.5
Id. — :^or treinta p^sos valor de veinte qniuta-
l^s i^ sal^ (i.doc9^es^l^s..,...**Mv*vv ^ 30.0
Id. — Pof dpa reales de cenisa, i cuatrapesoa de
lina a^rp\ift plomo... .^ .,...^.. .,....,.. :» 4.1
M. 31 Por noventa i dos peso4 pagados a veinti-
cincp peones........... ,, .^..^. :p 92.0
Id. — Por cuatro pesos de una arroba plomo,.., i> 4.0
^bril !.• Por veinte reales pagados a cuatro peones, p 2.4
Id. — Por tres.pe*QaL qij^ se pagaron por la traí-
da de unos llampos... » 8.0
]^<]. TT ^or once cajones de metal pasados al bui-
tr&n, a ti'^t p^SOft , :^ 33.0
Id. — ]f or tres (ífyones d^ leña, loa qiíie fae^oi\
s^is de muía a 8QÍ3 p^sos ww* ^ ^^-6
^d. -T- Poi uuQ i me^io ijeftl de ceniza...... » O.li
\d, 4 Poic dps pe(ios pagados ppx Qonjpostura d^
cuatro mojldes...... ,, m.v, ^ 9-6
id. & ]^oi; diez i seis, p^os ^Agadoa a^ ocho p^r
xies....;,,.,.,.vv.,-.— V v.-.v.v.v 3^ ^6.0
Id. -r Por ocho pQsoa s^is reales pagados a Meaa
de la Q^olienda concluida...... ...••..•,..... i^ H^6
Id. -?*r ^or ocho p^sQs 8.eis realea. pagados a Águi-
la por la ^]^oli^da ooncl uida. ..• . . . . . * • . . • Tk 8.9
]jd^ 7 ^Q]; veintíidos pesos seis xealea pagadpa a
sietj^ p^on^.....,......v-v. .t-v'v ^ 22fc6
Id. iO. ]^Qr aeia i;eailea pagados en el Buitróp cua-
tio reales de uvpeou, i dos reales ceniza. j>. 0^6
.\d. \l Por ycirit^ cargas de lormata a lyio i me-
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dro real. ..,..,...,.., ,..^ ^.... » S.ft
M. -r- Por dos reales de ceniza ..••. » (K2
lid. 12 l^ox cinci^enti^ \ aeis^ pesos pagados a To-
rrejón por l^aber estado asistiendo la m.o-
liea(te....,,t vtv- 1 ,,....... » 56.0
Jd, 13 Por ocho reales da un poco de plomo,.,,. » 1.0.
Id. H IV>r caarenta i s^s pesos pf^gadoa a doce
peones.,,..,...! , p 46.0
Id. 16 Por doce pesos pagados al sef^or Hiaz por
lormata ,. » 12.0
Id. 17 Por dos reales ceniza...., > 0/4
Id. 19 Por doscientos veinte pesos pEiga^os 2V
Rodríguez por la molienda de once ca-
jones do metaly a razda áfi veinte pesos
cada una , ...,., v 32Q.O
Id. 19 Por cincuenta i dos pesos pagados a José
Rojas por veintiséis quemas a dos pesos
cadiV un^..... j> 52.0
Id. — Por diez i ocho reales pagados a Rivera
por ^etes de i^eis carg^as de sal. :& 3.3
Id. 21 Por treinta i un reales pagados por veinte
cargailde loripata.^...^ • , :( S^.?
Id. — Por cuarenta i siete pesos cuatro reales
pagados a diez i nueve peones , > 47.4
Id. — Por treinta reales pagados al que hace de
sereno .......•......•...^. ...... ...... » 3.ft
Id. 22 Por aeis i n:^ed\o reales pagados a un peón t^ 0.64
Id. 25 Por cinco reales de do3 yi^ras da hrín para
un pafto.,.,..,v-vvv.—--.-.. '¡t 0.5
Id. 28 Por doce reales pagados a dos peones » 1.4.
Id. — Por ochenta i ocho pesos seis reales paga-
dos a los peones de este día j> 88.€^
Id. — Por tres qUjCmas pagadas a. Pef\a a dos pe-
sos cada una • » G.0
Id. — Por treinta i siete pesos siete reales paga-
das al señor Zaüartu por haber ayudadA
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— 134 —
a aBLBtír la molienda, i buitrón i» 37.7
Id. 29 Por diez i ocho pesos de seis cajones de
lormata comprada a Oiaz ». > 18.0
Id. — Por seis pesos pagados a nn cuidador de
la noche , > 6«0
Mayo 5 Por veinte peones pagados con esta fecha
a tres pesos seis reales « » 75.0
Id. — Por cuatro i media quemas a dos pesos ca-
da una •..«. > 9.0
Id. -— Por seis pesos siete reales de costo de una
manga > 6.7^
Id. -<— Por diez reales de plomo .••• :» 1.2
Id. 8 Por tres libras plomo a uno i medio rea^
les libra « « > 0.4^
Id. 12 Por cuarenta i nueve pesos cinco reales
pagados a los peones oon esta fecha....^ i 49.5
Id. 13 Por diez i ocho pesos pagados a Diaa por
seis cajones de lormata. ,..»•«.•• > 18.0
Id. 19 Por cuarenta i tres pesos tres reales pa-
gados a los peones de este dia > 43.3
Id. — Por seis pesos dados a Díaz por dos dh
jones de lormata, , «,.,. » 6.0
Id. — Por diez pesos pagados a José Rojas: tan-
to do trabajos como de quemas «.., » 10.0
Id. — - Por diez i ocho reales de doce libras ploma > Z.'4
Id. 22 Por seis libras plomo a uno i medío....««^ » 1.1
Id. 23 Por seis reales de cuatro libras de id. a icU » 0.6
Id. 26 Por treinta i siete pesos pagados a loa
peones,,...,, « %• .•«%,.. .^ » 37.0
Id. 27 Por tres pesos uno 1 medio reales pagados
a dos peones..... « ,...«,«..«....«.....««.. » a.l|
Id. — Por treinta i un pesos dos reales pagados
a don Tadeo Ara^a por haber estado
asistiendo el beneficio de la dobla a ra«
zónde diez reales diarios.,... ..««••«.,,.., & 31.!)
Id. 28 Por diez reales pagados a José Rojas por
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— 135 —
dos días de trabajo é » 1.2
Id. 29 Por cuarenta pesos pagados a José Mer-
cedes Moso que estuvo de firme en el
bnitrón para cnanto se le ocnpase •, » 40.0
Id« 30 Por ciento treinta i dos pesos pagados a
* Sánchez por el beneficio de once cajones
de metal a doce pesos cajón... •«.•• » 132 0
Id. — Por seis cañones comprados a catorce rea-
les cada ano ««• «...••«..«.. > 10.4
Id. — Por treinta capirusas gastadas en el be-
neficio a seis reales.. «..*•« «...«..« » 22.4
Id. — Por cuatro platillos de hierro a ocho reales
eada ano..«.« v 4.0
Junio 1/ Por tres rail tres cíentas ochenta i nueve
libras de azogue perdidas en el beneficio
de la Dobla que al precio de setenta i
cinco pesos quintal que es a como costó^
importan... 2991.6
I 4 700.7Í
Partiblos por mitad ^ 2.350.3^
Coquimbo octubre 24 de 1832: esto se apuntó con don Juan
de Dios GííTvaonüí.'^Iianión Suiercaseaux.
y,
MEMOiriA CíESTÍnOA SOlSlEÍ li.VÍ* AÍIKA^ ITE AUQTJBUOS, KSClllTA
BSPRB8AMKNTK PARA KSTE LIBRO POR SU AniflNlSTRADOR EL
INJENIRRO BON JOR^B OSORIO EN ifOrvaEMBUii DK 1881.
(FraígmeutosJ
El mínciaf de Arqueros situado próximtimeiite a 12 leguas
de la costa í a 1,420 metros sobre el nivel del «rar^ tué descu
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Werto él li tle ugosto de Í32!5 por Pedro Ctiella^, hijo de un iii-
quiliüo il(? la éstfincm de Man^úesa (pertaüeciente a los hefetld-
rofi de (ion Miguel de Agiiirre), i que tenia au jiósesióri como á
tfcs criíLdras al norte de la veta Besctdrhlora,
A íninediacionea ¿el revcatáo de eata veta era él lugar dé
íiírtj amiento de los arrieros que traficaban para el HuascOj i las
píe Iras que acrvían tíe apoyo a laa ollas ea que cociaa aua ca^
tracas eran rodados de plata, laa que, ennegrecidas cúü el tras-
curso de loa siglos i det humOj no presentaban a la simple vlst^i
íl aspecto dé ellat estas piedras estaban cúrridas por la actííód
del fuegos
..lEi padre del njuchacho descubridor to puso en cortocimieo-
tü de don Francisco BascuGáo, e ignorando por qué motivo, fué
listó caballero el único dtieüo de \á Desmórithra. Después det
denuncio de Bascnñán^ Cuellar (padre) descubrid ótrO rév^éutón^
ni otfo lado del míenlo cerro al noroeste i denunció esta perte-
nencia, que ha conservado bu nombre, aunque hubo ¿poca qué
Be Ib Hamo la Aristmy por haber sido dueño dé ella un oaballertí
de este apellido.
Entre la Descubridora i Cudlar quedaba lugar plfá dtill per-
tenencia« la que pidió do a Juan dé Dios Carmoüa el 2:í de
Agosto de 1825 í le puso el nombre de Mercedm. El Í7 de octil-
bre de 1831 tomaron también parte en ella don Juan Frsücisco
Cifiientoa, don Ramóü Subercaseaüs: i doa Fruncí ííco Carninria,
osló nltitno de las 6 barras que le correspondian vendió 3 n don
Joflc Antonio Subercaseaux;
Para mayor intéHjenciUj esté miuerat se puede considerar di-
vidido en tres grupos; 1,° Cerro de Arqueros; 2,° CeiTO Blanco
{llamado así por haber ^n sas inmediaciones üu cerro de este
color) j i 5.** Nuevo Arqtteróa, El segando grupo está síüíado a
tres quilómetros al sur di3 la veta Descubridora^ i el tercero itias
D menos a \á misma diataacia al norte^ quédaudo por uünsí-
guientd ol primer grupo en el centro^
E[i Gííte gropo se denunciaron después la Santa Hitd^ al snr-
oestfí de la Descubridora^ qne empúlma con ellrt en es ti per te-
ñen cisi^ dondo filé la meiitiida riqueza áú eata iiiiila i cuya escasa
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— 137 —
produccíÓQ disminuye de dia eu día i marcha a pasos ajiganta'
dos a su térmÍQO. Se ha llegado en toda su estensióa al manto
broceadory i en los mantos superiores el llamado pintador, que
han sido muí pobre9, están reconocidos en todo sentido, i no haí
esperanzas de sacar provecho alguno de ellos. I^s minas veci-
nas Cuellar, Garmendia, Cuatro Amigos i Venero^ pertenecientes
a esta misma sociedad, están completamente agotadas, de ma-
nera que el único porvenir que hai para estas minas está en los
planes, a los cuales se dirije toda mi atención.
Ya que he hecho mención de las minas Garmendia^ Cuellar^
CuaJtro Amigos i Venero^ que pertenecen a los socios de las Mer-
cedes, indicaré las épocas en que pasaron a la sociedad.
La primera por denuncio hecho por su dueQo don Manuel
Garmendia el 15 de noviembre de 1832. La segunda por cinco
mil pesos a los herederos de don Pablo Argondoua el año 1873.
La tercera por dos mil cuatrocientos pesos a don Bernardo Vor-
gara en diciembre de 1879, i la cuarta por denuncio hecho de
ella el mismo mes i año.
JEOLOJÍA.
La f<»rmación jeolójica de este mineral pertenece al período
jurásico de la época secundaria; consta de rocas calizas arcillo-
sas i principalmente de pórfidos estratificados metamórficos de
colores abigarrados, alternando con pórfidos felspáticos, que for-
man capas de diverso espesor en mantos i fajas.
Las vetas por lo jeueral corren de manifiesto haciéndose mui
visibles sus afloramientos. Todos estos mantos como las vetas
están entrecortados por una formación posterior. Estos son los
cruceros o diques felspáticos que interrumpen el curso de las
vetas, sin causar saltos o faUas en ellas, pues las vetas aparecen
a ano i otro lado con su dirección e inclinación inalterables.
Estos cruceros son conocidos en el mineral con el nombre de
cruceros bayos pintadores. A uno i otro lado de ellos i en los
empalmes de los vetas han sido los mas ricos i abundantes al-
cances en todas las minas.
EL L. DE LA P. — 18
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~ 138 --
La producción principal es la amalgama de plata (plata i
mercurio) llamada arqveria, que tiene el aspecto de la plata
nritivü, no encontrándose en ninguna parte del mundo, solo en
Chile, i esto no en mucha cantidad en el mineral del Rodaito^
situado próxim imente a 3 leguas al sur del cerro de la Descu-
bridora i a 2 leguns del «Cerro Blanco» i en las minas llamadas
PosiUa en la provincia de Atacama. En los afloramientos i cerca
de la superficie se ha encontrado la ])lata córnea (plomo de los
mineros) i accidentalmente a los 50 metros de hondura la poli-
basíta i plata mljnrea,
I?l criadero principal es el sulfato de barita (cachi pesado de
los mineros); en pequeña cantidad el carbonato de cal (cachi li-
viano) i otras especies do carbonatos calizos i ferrnjinosos mez-
clados c«ni arcillii, i mui raros el arsernato de cobalto i el cina-
brio (sulfuro vití mercurio). En \ix^ miiias de Naeco Arqueros
predi un i na el cuar:::o (llamado guijo por los mineros).
MICRO 13 K8.
Habiendo pocos datos de las demás minas i siendo la princi-
pal de ellas la mina Mercedes, tanto por su riqueza cuanto por-
que es la única en que se siguen reconocimientos de planes, me
limitare a dar cuantías datos poseo de esta mina.
La veta Mercedes que esta sobre la corrida de la Descubrí-
dt>ra, corre de manifiesto en la sn[»erfic¡e con la dirección
N. 48^**. ü., siendo su manteo vertical, desdo la boca del pique
hasta la hondura, de 57 metros en que llega al manto brocea-
dor. Se pierde al llegar a este manto, habiendo sufrido un bota-
miento que la arrojó próximamente 5 metros al norte i la des-
hizo de tal modo que no quedaron en la roca sino manchas de
cachi de distancia en distancia. Solo por medio de una estocada
dirijida al norte desde el pique principal a los 107 metros ver-
ticales de hondura se volvió a encoatrar a los 16 metros. Al
cortarse, la veta ya ud er.i vertical, coiq ) suca lia antas del bo-
tamiento, sino que apareció con una inclinación de 78 grados al
norte; pero sí con la misma dirección, habiendo seguido inalte-
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~ 130 —
rabie hasta los planes acUiile^. Su poteaciu varía de 10 a oO
centímetros.
La Guia del Sol que cu las porteiieuciai Cttttro Am'f/os i
Garrnendia corre de oriente a pouieuto, cambia gradualinoute
de dirección eu la perteueucia Mercedles a raaiUda que se ac^erca
a la veta por el poniente, describiendo una curva i empalma
con ella. En lagar de cruz-irla hacia el p)u¡eiite se sepir.i, como
si no hubiese tenido Va fuerzi suficiente pira atravesarla, to-
mando el rumbo N.N.O.
Sa manteo desde la superfiecie es casi vertical, separándose
solo 5 grados al sur, hasta los 3o metros do pr^ifundidad, en que
toma la verticalidad hasta los 55 metros, manteando después al
norte con 70** de inclinación. Su potencia varía de 5 a 30 centí-
metros.
La Guia del Sombrío es solo una ramificación do la veta sin
dirección e inclinación fijas, pues ya se aparta o ya empalma
con ella en varios puntos; pero al sureste, eu los límites de esta
perteuencia con la Descubridora, se separa gradualmente ile ella
alejándose hacia el sureste. Su potencia varía de 1 a 20 centí-
metros.
La Guia de Entre -cajas, llamada así porque se encuentra cu-
tre la Guia del Sol i la Guia del Sombrío, es paralela a la pri-
mera en líis pertenencias Cuellar, Mfrcehs i Gannendia-, pero
al pasar el crucero bayo de Cuatro AtiVíjos, varía de dirección,
tomando su rumbo hacia el sureste Su potencia varía do 5 a 20
centímetros.
Hai también a 5 metros al norte de la Guia del Sol un vene-
ro de 10 centímetros do potencia, conocido con el nombre de
Venero de la Guia del Sol.
Bu la veta i guias de la mina Mercr^k.i comenzó el beneficio
a los 5 metro'^ de h'indura, bajo el brocal del piíjue que está si-
tuado a media falda del cerro al noroeste, a 220 metros hori-
zontales i 80 metros verticales de la cúspide del cerro. Coutiuuó
el beneficio casi eu toda la estcnsión del manto mor.ido o pinta-
dor, siguiendo el paralelismo del manto broceador, que tiene una
üjera inclinación hacia el sureste, es decir, a cuerpo de cerro
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1
— 140 —
quedando un grneao desde <5 metros que tíeii 3 ea 1a boca del pi-
que, basta 90 metros de espesor que tiene en la ctimbre del ce*
rro que ha sido mui pobre i que habiendo tenido bastante espa-
cio i un buen manto, pudo haber sido bastante rico.
El manto, llamado por los mineros inorado o pintador, tiene
una potencia de 55 metros vertical es, i el beneficio ae ha es ten-
dido en las guias, menos en la veta que solo llet^ó hasta los 40
metroa*
La mayor parte de la riqueza se encontró en los empalmes i
a uno i otro lado de los cruceros felspáticos, llamados por los
mineros cruceros ba^os pintadores. Estos cruceros son 3 en las
pertenencias de la sociedad de las Mercedes.
Uno pasa por la mina Ctidlar a 12 metros al noroeste del pi-
que Mercedes, su manteo al norte; el segundea 8 metros al sur-
este del mismo pique \ su manteo al sur, siendo la dirección de
ambos N» 30^ E, El primero tiene 1 metro i el segundo próíd-
mámente 2 metros de potencia i está en Us Mercedes.
El mas grueso es el tercero en la pertenencia Cuatro Amigos f
su rumbo N. 5'*E.| su manteo raui notable al noroeste i su po-
tencia 6 metros.
Teniendo la Veta la dirección N. 4Si"0. i la Gam del Sd de
oriente a poniente, pe separan notablemente hacia el sureste;
siendo esta separación de mas de 500 metros entre las perte-
nencias Deneuljridora i Oiafro Amujos^ i por el contrario al nor-
oeste vienen a era palmar eu las AfiVCftdfs.
Hemos dicho hace poco que la mayor riqueza se encuentra en
los empalmes i en las inmediaciones de los cruceros bayos. El
empalme mas notable ha sido el de la veta cou las 3 ^uias i el
venero^ en una estensióu d¿ 30 metros horizontales de largo, 4o
metros verticales de alto i 1 1 metros de anclio a uno i otro ladí»
del piqus i comprendido entre los dos cruceros bajaos, los que
tenieodo manteos diverjentes díerou mayor estetisión a la base,
formando una especie de cono truncado, cuya base e-í de 30 me-
tros i la cúspide de ÜO metros,
Eu este lugar ex¡?^te actualmente nna eufírme e imponente
caverna subterrinea iluminada por los rayos del sol que penetran
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— 141 —
a traviSs de comunicaciones practicadas ea el crucero de la Cxie^
llar, cuyoa rayos al norte comunican a la superficie, i en las no-
ches de verano penetrando los rayos lunares a este caserón, lo
dan el aspecto de una cueva fantástica, propia de los cuentos de
hadas.
En ambos estremos del empalme i fuera de los cruceros ba-
yoSj el beneficio se estendió en el sentido horizontal mol poco
eo la veta i en toda su ostensión en la Guia del Sol, hasta mas
al oriente del crucero bayo de Ouatro Amigos^ estendiéndose, por
consiguiente, su beneficio desde la pertenencia Cnellar, que a los
po^s metros llegó al manto broceador, hasta la pertenencia de
Cuatro Amigos.
La abundancia i lei de los minerales producidos por la veta i
las 3 guias han seguido el orden en que están situadas, ocupan-
do el primer lugar la Guia del Sol, el segundo la Guia Entre-
cajas, el tercero la Guia del Sombrío i el cuarto la Veta.
— Antes de entrar en detalles de los planes, voi a dedicar
un lijero examen a un plano que existe en la mina Mercedes
i cuyo levantamiento fué hecho el afio 1847. En este plano es-
tán consignadas las principales minas del verdadero Cerro de
Araros, situado entre el Cerro Blanco al sur i el de lluevo
Arqueros al norte. SegAn él los labores practicados en la época
de su bonanza para la esplotacióu i que se ha seguido hasta
hace pocos afios, ha sido el seucillo pero poco económico sistema
do chiflones i cortadas sin orden ni plan de ningdn jénero.
En el citado afto de 1847 existia en la mina Mercedes un pi-
que vertical de 53 metros que servia para la estracion del agua
i brozas de las labores. Un chiflón practica lo al uore^áte del pi-
que i por el costado norte del crucerj bayo, servia de eutrada i
salida de los apires con el metal. Lo3 reconocimientos por la
veta no pasan de 54 metros por el pique ya mencionado, lle-
gando al manto castellano, pero sin comunicar a ninguna parte
del laboreo.
Por la Guia del Sol llegan las labores a 80 metros verticales,
siendo 20 metros por el manto broceador. lín cuanto a las guias
de Entre-cajas i So/ndrío, no estaban reconocidas en esa época.
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- 143 —
En la tuina CueUar no halíía ningún laTnireo por las ^Miias, H-
mitánclose sola a la vet:i, linstíi la |>n-fmitl¡ílarl ííe 95 niatniB
verticales, ponetrando 35 metros en l-I miinto lirnceador sin co-
Dinniearae con las Mercedes^ sino íilgunoa aüoí tlc^piiéd en que
el niqne ele esta mina rompió a nna estocadn, que \v\h\\\ sido dU
ríjida sin duJa en busca de la veta que la \\\\h\\ Ijntiido el man-
to broceadan En esa épo^a la didhr era la mi Da ni isi booda,
teniendo 00 metros raa^ qtie la Veta i 30 mas ipie ta Gma del
Sol en la mina Mercedes.
En cnanto a las demás minas Gar//iend'aj ^^icxtro Amiyos i
Veni*rú no llegaban al manto bníoeaíl)!-; solo V\ De^cahrldúra
habría penetrado nnoa pocoa oiÉtroa, Porteriormento se siguió
el laboreo de plnnes de esta raí na hasta los 180 raetrog ver-
ticftleSj con un piqne m;\l acate tle I0f> metros. En tod:H estáis
minas kus reconocimientos se limitaron haata 184?7 sulu u ohi-
fioncs de vueltas i revueltas por la veta i guia del solí mien-
tras íjne la mina Mercedes hacía sus reconocimientos por molió
de pontones hasta los límites de su pertenencia*
En el ;;riipo do Cerro Blanco solo \\ mina Sinta Uosa hu
reconocido bastid la fecha 180 metros Je priif andida Jj tenicudí»
un pítjue malacate fie lñ5 mstros verticales, i la Santa Ele /¿'t
que está vecinaj un piqne de 100 metroai.
Tanto estas doíi minas, como las denuls d^íl mineral están lle-
nas de agna, i aolo m las ampara, cí^pernndo el re¿sultado de ¡oa
trabajos de planes de las Mercedes,
Después del aüo 47 se siguió el pif|ue en esta mina hasta loí
133 metros de profundidad i se daban e.stocadas al N. E. en
busca de la vetUj lo que al llegar al manto broceado r a los GO
metros^ habia sufridOjComo be dicho antes, un botamiento. Fué
oncontraíla a los 107 metros verticales de hondura i a 10 mo-
tros al noreste del pique i se comunicó por medio de un pontón
al chiflón ipie se seguía eu su busca.
A los 130 metros se hizo otra comnuicación del [lique íikmi ía
veta por unít estocada de 20 metros de lünjitud dírijida taiubiéa
al noreste. Se paralizó el piqne hasta el presente i ae coutioui)
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~ 143 —
con los chiflones de plaues hasta el año de 1859 llegando a la
hondura de 175 metros verticales.
Poco después se comenzó a labrar desde la pertenencia Cvellar
nn socabón de 127 metros de lonjitud, que comunica con el pi-
que por medio de una cancha a la hondura de 56 metros. Este
socabón se terminó en 1873.
Desde el año 1859 hista 18=33 quedaron paralizados los tra-
bajos de planes, limitándose a esphjtar la parte alta de la minn.
En este último año se principió el desagüe que duró 11 meses;
terminada esta operación se hizo una cancha i un pique torno
vertical de 20 metros fuera de la veta, no habiendo alcanzado a
tomarla en su remate. Este trabajo se siguió hasta fines de 1864,
sin duda por falta del aire necesario para su prosecución, alcan-
zando» los planes a 193 motr.»s verticilos de hon hira,
Eu m:\yo de 1877 las ag:ris lle¿(.ii)an cercí dol nivel del so-
ciil>ón, después de 13 anos de abandono. En esta época princi[)ié
el desagüe de la mina, operación «|Uo duró 13 meses, desaguan-
do 135 metros verticales do laboreo i parte de los planes de la
mina Cuellarque comunican por medio de una estocada al pique
de las Mercedes,
Planes, — Los trabajos que se han ejecutado durante mi ad-
ministnicion son los siguientes: 1.** El arreglo casi completo de
un malacate de caballos; 2.** Una cancha en el socavón para fa-
cilitar el desagüe. 3,'' El desagüe, i habiendo encontrado después
de él los planes ahogados i por consiguiente sin el aire suficiente
para continuar los trabajos, hice construir u:i <;arión de madera
de metro i medio de alto i 120 metros de lonjitul, a partir de
la última cancha del pique principal, dividiendo los laboreos en
dos partes indepentlientes. üos puertas, una en e.^ta cancha i otra
en la inmediatamente superior, conáiguiendo por este mevlio con-
ducir el aire fresco hasta los planes, sirviendo los chiflones anti-
guos de chiminea para la salida del humo i del aire viciado,
4.** Un pique inclinado por la veta, que tiene a la fecha 129
metros de largo i llega a los 2í50 metros verticales de profundi-
dad que es la mayor a qae se ha llegulo en este mineral. 5.°
Dv)s piques auxiliares. 6.® Tros estocadas, cada una de 25 metros
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_ 144 —
tle loíjjttud dinjiJua al Np N, E, i ijue comunican el pique pria-
cipul con loa auxiliares, i tienen el doble objeto de recouocer las
guias i de ventilar los pluues* 7.^ Trea cauchas, para el depósito
de la^ sacas. 8."* La iastalacíón de 4 bombas de mano coa eu3
correaponJientea tizas de agua, 9." Urm estacada que tiene a la
fecha 13 metros de lonjitud í varia^s otras obras qae, junto coa
laa auteríorea, sirven para avaasar c^íu loa trabajas con mas ce-
leridad que en otras dpocas.
Desde 16 meses a esta parte los trabajos de planes no han
marchado coq la rapidez debida a can^i\ de la gran escasez de
operarios, la cual todavía se hace sentí r, no obstante de haberse
aumentado los salarios en un 25 por ciento.
A pesar de estos iucon venientes los trabajos de planes mar-
charían cou mas culoriilad si ae hubiese principiado a construir
el pique destie el remate del socavón (según está indicado en nn
plano que mandé a los socios cu junio de 1878), Pero esto ext-
jía una gran cancha para instalar en ella una mífjuina a vapor,
enmaderiición del pique^ etc. etc , lo que demandaba an gasto
Tuafi o menos do 25 mil pesos para su ejecución. No obstante,
todo esto habrá necesidad de hacerloj nna vez que se alcance en
planeSj con loa mismos proJuctos que dé, lo que economizará
muchos apires que son los mas escasos.
Siendo trabajos de reconocimientos los que se iban a efectuarj
los socios no creyeron conveniente hacer este gasto, creyendo
que el hrtíceo no fu^ge tan largo; i se priuc¡[uó el trabajo del
pique manteado, a SO metros verticales m is bajo que el nivel
del socavón, punto que era iuilispensable para la ventilación I
prosecución indefinida de los planes.
Estos trabajos de piques i estocadas, a la vez que sirven para
preparar el campo para una esplotacióu abundante i económica
en ol porvenir, han dado a conocer la posición i corrida de la ve-
ta í guias.
Mantos. — Por medio del pique vertical antiguo que tiene 133
metros a contar desde la boca de c!, se han reconocido loa man-
tos síguientea:
1.* — El ímtfUo moradú opintac/vr de 62 metros de potencia.
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- 1 15 -
2.^ — El manto cciMellanOy en medio del pintador a la hondura
de 45 a 48 metros alea Jo su grueso de 2 a 3 metros,
3.® — El manto hroccador, de color verde claro, medianamente
duro i de 55 metros de potencia (de 62 a 117 metros verticales).
!Este pique abraza parte del manto que sigue:
Por el pique manteado, i por la veti, que está a 20 metros
mas al Norte i que princi[)ia mas o menos al mismo nivel que
el remate del anterior, se lian reconocido los mantos que a con-
tinuación se cspresaii ;
4.^ — El manto cristalino^ de color entre negro verdoso i pardo
oscuro, de mucha dureza, su potencia 00 metros (117 a 177
metros).
5.® — El manto verde oscuro, mas blando i homojéneo que los
anteriores de 25 metros de grueso (117 a 202 metros). En la
parte superior de este manto aparecieron manchas H^ pirita de
hierro i cobre i a los 10 metros antes de terminar, la veta desa-
parece del todo sin quedar señales de ella i la caja norte que era
la única que se llevaba en los mantos superiores, desapareció
hasta los planes actuales; siendo la brújula lo que nos ha servi-
do de guia paia la continuación de los trabajos.
6.** — El manto cenizo, de color entre rojizo i ceniciento, siendo
mui calizo, au espesor 5 metros (202 a 207 metros). En esto
mantito se forma la veta i aparecieron manchas de ¡nrita de
hierro i oxisidfuro de cobre con indicios de plata, desapareciendo
la veta en el manto siguiente;
7.^—2.*' manto cerde oscuro, de 3 metros de grueso (207 a 210
metros).
8.^ — El manto rojo compuesto de arcilla algo caliza, su poten-
cia 12 metros (210 a 2*^2 metros), la veta reaparece de nuevo
pero mui ramificada.
9." — 5." manto verde oscuro de 4 metros de espesor (222 a
226), en el que desaparece la veta.
10. — El manto rq}o oscuro, arcilloso^ de color entre pardo os-
curo i rojo en que abunda el peróxido de hierro, lleva ademas
algunas manchas verdes de anflbola que parece formar parte do
KL L. DE LA P. — 19
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-^ 146 —
la veta que aparece de nuevo cu este manto: su potencia es de
7 metros (226 a 233 metros).
11. — El manto fehpáíico, sin indicios de carbonato de cal, de
color verde oscuro, con cristales l)]íinc(»s de felspato ortoclasia
de 25 metros de espesor (233 a 258 metros). La veta en este
manto aparece i desaparece. En la medianía de él i en su inter-
sección con un angosto crucero calizo, aparecían pequeños cfarí-
tos de plata blauca muí delgados i plata mlfiirea, que dieron
])or ensaye 5 marcos el cajón, habiendo alcanzado la veta en esta
l)arte a 40 centímetros de potencia; pasudo el crucerito la veta
desapareció del todo.
12.— El muido fehpátko verde clarOj algo calizo, con los mis-
mos cristales de feltípato ortoclasia; qs^íq manto en el cual esta-
mos actualmente parece {QXKtv 15 metros de e.s[»cs<'r i de los
cuales llevamos rec«>nocidos 3 metros, lian princi[)i;ido a apare-
cer ramificaciones de la veta i a arreglar sus cajas.
Después de este manto según lo que se observa en la superfi-
cie del tericno vendrá otro do arcUla (jrh mui calixo de 12 me-
tros mas o menos de potencia, i que reposa a la vez sobre otro
manto arcilloso acraceo cuyo es[)e3or no se conoce.
Fin. — Scíjiin la confiLTuracióa del terreno en el cerro de las
Mercedes, se puede seguir la serie de las estratificaciones hasta
mas de 400 metros verticales, hacia el poniente, bajo la cumbre
del cerro de esta mina.
Este gran espesor hace presumir que las vetas arjentíferas se
podrán e.vi)lotar haáta una gran profundidad, mas del doble de
la que se ha llegado en planes hasta la fecha.
Es mui natural creer que el beneficio buscado se va aproxi-
mando i que en poco tiempo mas llegaremos a la bolada.
Arqueros, mino, Mercedes^ noviembre 11 de 1S81,
Jorje Osorio IL
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CAPITULO VI.
chaRarcillo.
Entusiasmo que el descubnmiento da Arqueros despierta entre los mino-
ros del norte.^Cuadrillas de cateadores. — Desciibrimionfc(W do Ladri-
llos, Punta Negra i Bandurrias. — ül español Gómez descubre a Sau
Antonio eu 1820.— Establecimientos de fuudicióa de CDbro en la que-
brada de Chanarcillo de don Miguel Gallo i do don Santiago Melóndez.
— El leñador de este último, Juan Godoi, le es deudor de una suma de
dinero, mientras trabaja en la quebrada i hace el descubrimiento. — Ke-
lación de éste por don José Joaquín Vallejos. — El primer descubrídor de
Chanarcillo fué un arriero de don Mariano Aristia. — Cómo Juan Godoi
dio con el crestón de la Descubridora en el fondo de la quebrada. — Carga
sus borricos con piedras de plata i se dirije a Gopiapo. — Encuentra en el
camino al cateador de don Miguel Gallo, Callejas, i le cede una tercera
parte de su descubrimiento. — Callejas la traspasa a su patrón, le comu-
nica el hallazgo i salen en secreto para Chanarcillo. — Los siguen los
Peraltas, Espoz i José Vallejos. — Cuando Gallo examina el crestón do
la Descubridora, los Peraltas descubren en la cima del cerro el riquísi-
mo manto do su nombre. — Compra total que hace Gallo a Juan Godoi
de sus derechos, i condiciones de esta venta. — Honradez i delicadeza de
Gallo. — Vende éste dos terceras partes de su mina a den Francisco
Ignacio Ossa i a don Uamón Goyonechoa. — Mensura do la mina por el
jeueral A Idunate.— Disputa entre los 80cit)3 de la Dsacubridora sobro el
rumbo do la veta. — Triunfo i acierto do Gallo. — Fo profunda que Va-
llejos tema en la riqueza de Chafiarcillo.-- Relación del descubrimiento
por Sayago.
I.
Los descubrimientos casuales de Agua Amarga
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— H8 —
i de Arqueros fiiuron dos hechos trascendentales
en la laboriosa i hasta entonces ingrata i pobre
vida minera de Chile-
Fueron dos casualidades, pero al mismo tiem-
po fueron dos revelaciones.
Como los anillos rotos de Darwln, el uno fué
amarrado en el otro por la mano de la ciencia, i
ambos probaron que en el norte de Chile habia
una cadena, una corrida jeolójica, un panizo su-
cesivo de veneros de plata que correspondía a un
principio científico i n:ittn'aL L i cadena de oro
que los Incas arrojaron a las afilas del Titicaca
al primer anuncio de la aparición do los eastelhi-
noSj según la tradición vuli^arj habia sido al fin
encontrada,... Pero su?! ei^Iabonea no eran de aquel
preciado metal sino de montículos de plata blan-
ca que salia a flor de tierra, en poderosos cres-
tones tostados por el sol i oxidados por el viento
i la niebla j que el caminante i el minero iban
pisando en su camino desde el río Coquimbo al
rio Loa, I así fué como el cerro de Chañare i lio,
este Potosí chileno, no tardaría en aparecer en
las cambiantes perspectivas del desierto.
IL
Desde que, como dentro de un pozn de plata,
apareció al sol en grandes b;)loties i rodados la
portentosa riqueza de Arqueros^ aíianxó este des-
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~ 149 —
cubrimiento en los ánimos de los mineros la per-
suasión de que todos los páramos del norte oculta-
ban una esperanza o un tesoro positivo, bajo cuya
creencia lanzáronse las compañías de cateadores o
de habilitados unas en pos de otras, en todas di-
recciones. I como era de esperarse, los descubri-
mientos aparecieron a la manera de encanto por
todos los rumbos del compás, i algunos a la vista
misma de la ciudad de Copiapó. Tal fué el orijen
de los en su época famosos veneros de plata del
Checo, de Ladrillos, de Bandurrias, de Agua Ama-
rilla, i por último, del de San Antonio en Potrero
Grande, que no fué sino el derrotero de un rodado
hallado en 1784, pero cuya poderosa veta solo vi-
no a descubrir cerca de cirirenta años mas tarde
(1829) el español Manuel (jómez.
III.
(xEu marzo de 1826, dice en efecto el fiel his-
toriador de las minas de Copiapó que varias veces
hemos citado, i compendiando esta vez el múltiple
movimiento de los denuncios que se rejistran en
las Cvscribanías de la ciudad cabecera, en marzo de
1826 don José María Fuente hacia manifestación
de una veta de plata en el cerro del Oheco, cuya
corrida se prolongaba contigua a unas minas que
trabajaba don Adrián Mandiola.
)>El 20 do ese mismo mes, don Adriano Vallada-
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~ 152 —
i^Mieutnifi tunto, dou Mig'uol Gallo, insigne mi-
ne lo, i José Alcotu orintido de una familia indíje-
na, acostumbrailo a recoiTer cerros^ esploraban la»
sierras contiguas al mineral de Ladrillos; i retirán-
dose de él para caer a la quebrada de los Con do-
reSj lialítiron ca abril un venero de plata en el pa-
raje conocido con el nombre de la Cantera, dan-
do vista a la quebrada de la Agua Amarilla. La
veta no fué de importancia, i siguiendo la espedí-
ción se encontraron cateando en el mes de junio
en el ceiTO de Bandurrias, enfrente de la aldea de
Punta Negra.
líTres vetas fueron deaenbicrtas allí que Gallo
pidió separadamente con Alcota, don Gaspar
Pinto i don Juan José Sierralta Callejas; luego
después dou Baltasar de Oása, Pascual Cabrera i
Gregorio Ortiz, se presentaron solicitando otra
nueva veta^ cuya primera estaca obtuvo don Ua*
fael Eííby ensayador í jerente de la Compañía
Inglesa de Jlínas,
sPero csto.s veneros que liabian man!fes*.ado
algunos podacitos de plata blanca, se agotaron a
poca hondura i sus trabajos se abandonaron.
VL
í>En 1828 se efectuaron los descubrimientos de
Agua Anvarilla, (junio 3) por don José Guellar i
don José María Codoeido, de la Agua de Pérez
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So
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— CliO<*i^ »t-W3i<P'<i^«*
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— 15á —
diez dias después por don Manuel Espoz i en se-
guida de la Punta Brava por don Diego de Al-
meida i un tal Torrejón, cateadores de la Compa-
ñía de Minas.
VIL
íUn español llamado Manuel Gómez se propu-
so catear en el cerro de San Antonio de Potrero
Grande para buscar la veta que había lanzado al
fondo de una quebrada los ricos rodados hallados
en 1784 por don Ventura Valdés, aquel descubri-
dor de uno de los veneros del mineral de Punta
Gorda. Valdés obtuvo permiso para catear por
tres meses la misma sierra pero no pudo dar con
la veta; Gómez, que no era de ejercicio minero,
que escasamente conocía los minerales, trepó, no
obstante, el cerro en marzo de 1829 i bajó con al-
guna dificultad después de haber arrojado la llau-
cana para cargar mejor las piedras que habia
arrancado de un filón que debia ser la rica veta
de donde se hablan desprendido los rodados de
Valdés.
5) Tal fué el orijen del mineral de San Antonio
que rindió buenos miles de pesos a sus esplotado-
res don Eujenio de Matta, don Diego Carvallo,
don Bernardino Codecido i varios otrosD.
EL L. DE LA P. — 20
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— 154 —
YIIL
Encontrábase la fiebre arjentífera de Copiapó
en su período áljido, según se ba visto por la re-
seña que acabainos de dejar consignadaj cuando
en un din del otoño de 1832, dia memorable para
la industria, la fortana i la prosperidad de Chile,
un simple arreador de borricos llamado Juan Go-
do i, hombre mestizo, tropezó en el fondo de la
entonces boscosa quebrada de Chañarcillo^ pobla-
da de enanos cliañares, retamos i carhones, con el
maravilloso crestón de hi mina que en el presente
siglo ha alimentado con mas profusión que ningún
otro asiento de plato, con escepcióu tal vez de Ke-
vada, las casas de moneda i el medio circulante
del mundo-
IX.
Muchas son las versiones que de aquel liallazgo
se ha[i dado a luz en los cincuenta años corridos
de fama i de bonanza que ha disfrutado aquel
cono volcánico tan semejante en su forma i es-
tructura jeolójica al de Potosí, si bien en propor-
ciones de amplitud i tamaño harto inferiores. Pero
las mejor justificadas parécenos haber sido las que
hace siete años dio a luz en Copiapó don Carlos
Maria Sayago en su obra varias veces citada, i
otra no menos interesante i acaso mas completa
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— 155 —
que hace mas de treiata años compuso ea Saatia-
go don José Joaquín Vallej os, la cual se halla iné-
dita a nuestro entender, i habiendo venido, como
el crestón de Juan Godoi, por casualidad a nues-
tras manos, le otorgamos preferencia, sin des-
deñar ciertamente la primera, cuyos pasajes prin-
cipales reproducimos en el anexo del capítulo
presente.
Una i otra relación coinciden en el fondo i en
la mayor parte de los detalles, siendo mucho mas
minuciosa, como cosa de contemporáneo, la del
célebre escritor copiapino; i ocurre de particular
entre ambas, que mientras en la del historiador
moderno figura el paraje de Ghañarcillo como lu-
garejo de minas desde la medianía del siglo pa-
sado (1747) en que un Zuleta trabajó allí cierta
vetilla de oro i desde 1808 en que el conocido
minero don Santiago Escuti denunció la quebra-
da, para esplotar sus manchas de chañares (de
donde viénele el nombre) en un injenio de cobre,
la narrcición Vallejos se inclina vagamente a dis-
putar la primacía del descubrimiento a Juan Gro-
doi para atribuirla, según se verá de seguida, a
un oscuro arriero coquimbano, cuyo nombre no
se lia conservado, escepto por el de su patrón. De
todas suertes será oportuno tomar conocimiento
de algunas circunstancias previas que revisten de
mayor interés i novedad el hallazgo, i son Lis si-
guientes, que con suma brevedad apuntamos.
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— 15i —
X
En príraer lugar, i como es constante en la his-
toria agrícola del país, los años del descubrimien-
to de Chanarcillo habian pasado por una zona de
insólita humedad, de suerte que las Un vías que
venían eucediéndosej especialmente desde 1827,
lavando rudamente las laderas i las espaldas de
las serranías, presentaban un campo propicio al
cateador. En segundo lugar, no debe olvidarse
que el crestón descubridor que detuvo a Juan
Godoi en su camino, no se hallaba en el faldeo
del cerro como en el Potosí peruano, ni en la
cumbre del cono como en Arqueros, sino en el
fondo o punto de arranque de la quebrada, según
puede verse en el mapa i vista que del cerro re-
producimos. I esta última circunstancia, de segu-
ro habria facilitado su encuentro en época mas o
menos próxima, porque por allí existían varios
injenios de cobre que consumían lena. Los mas
cercanos a la quebrada eran los de don Miguel
Gallo i don Santiago Meléndez, patrón directo de
Godoi en esa época, i a quien era deudor de la
suma de 170 pesos de anticipos por cuenta de sus
borricos i su leña. I esta deuda, difícil de pagar
con tan pobre veliículo, fué talvez causa de lan-
zar al infeliz deudor, mas que otro motivo eficaz de
actual i dad j al monte, al cateo i al descubrimiento.
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— 157
XI.
Eapuestos estos aatecedentes, en los cuales co-
rren mas o menos de acuerdo los dos relaciones
que seguimos, damos cabida a la autógrafa de
Vallejos, que de su propia letra pasa a los mol-
des de la imprenta, i literalmente dice así:
XIL
«...No se ha averiguado bien lo que andaba ha-
ciendo Juan Godoi en el desierto, cuando descu-
brió esta mina, en mayo dcl832. Cateador, leña-
dor i huanaquero, nadie sabe cuál de sus tres
profesiones le ocupaba entonces en aquellos de-
samparos. Hai quien dice que le dio el derrotero
de esta veta una vieja, tia suya, pastora que, en
las primaveras, llevaba sus cabras por esos rum-
bos. I ha fortificado a muchos en esta creencia, el
haberse hallado, en la época del descubrimiento,
los vestijios de una majada en las inmediaciones
de la Descubridora.
3)No ha podido llevar a Godoi a esa serranía la
caza de algún huanaco, porque ésta no se practica
ni es segura sino en los llanos. Tampoco ha podi-
do ser la leña, pues habria cargado millones de
burros con la que entonces tenian las quebradas
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— 158 —
bajas de uno i otro Indo de Cliañarcillo. I no deja
do ser niui dudosa la opinión de que andaba ca-
teando, porque ningún vostijio dejó de su lltmcaíia
sobre las muchas corridas llenas de reventones
ricos que, a primera vista, se descubriaii en el ce-
rro. Sí Juan Godoi hubiese cateado dos días en
Chañarciüoj no habría dejado una sola veta para
otro.
i> Parece, pues, muí posible que este hombre fue
guiado allí por un derrotero, í que el derrotero lo
supo de la vieja pastora, porque otro ser menos
inocente no babria jamás reservado tan impor-
tante secreto,
XIIL
DÍíai en esto también un hecho notable, digno
de conservarse. El rico reventón de G lian are i lio
habia sido haUado, un año antes, por un arriero
de ganados que envió a Copiapó desde Coquimbo
don Mariano Aristía. Campeando en este cerro
algunos animales dispersos, dio con la riqueza.
Pero no conociéndola bien el arriero í sospechan-
do solamente que aquello fuese una mina de pla-
ta, cojió un pedazo i lo llevó a su patrón a la
vuelta. El señor Aristía organizó en el momento
una espedición de cateadores, que partieron des-
de Hotaquí i llegaron al Af/ aa del Lazo^ trayendo
de baqueano al arriero. Una borrachera u otra
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— 159 —
cosa parecida, introdujo en los espediciouarios la
discordia, i no siguieron adelante.
íSolo cuando Juan Godoi descubrió, llegaron a
persuadirse Aristía i cuantos mas supieron el de-
rrotero del arriero de ganados, que este hombre
no les habia engañado; porque las señas que él
daba, eran las mismas del cerro de Chañarcillo.
XIV.
DSegún todas las probabilidades, Godoi descu-
brió la riqueza, que era un crestón de plata de
vara i media de altura, el 16 de mayo do 1832.
Dicen que se vino a Copiapó trayendo dos burros
cargados de metal; pero no está probado sino que
manifestó, a su llegada, dos piedras ricas. Lo que
no tiene disputa es que al pasar por Punta Negra
se encontró de manos a boca con Juan José Ca-
llejas, cateador de don Miguel G^dlo, que bajaba
entonces del mineral de Ladrillos. Godoi, antiguo
amigo de Callejas, le dio aviso del descubrimien-
to i le regaló una tercera parte de su dereclio.
Pero éste hizo el traspaso de la donación a su
patrón Gallo, en cuya casa presentó al descubri-
dor con todo el misterio e incomunicación que son
propios de estos casos.
)) Juan Godoi tenia un hermano José, a quien dio
ambién otra tercera parte del descubrimiento.
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— 160 —
XV,
sGallo, Callejas i los dos Godoi, salieron de Co-
piapó en direcciÓD a Chañareillo el 17 de mayo
por la nochej haciendo el menor raido posible
para no ser seguidos por nadie. Pero un aconteci-
miento de esta magnitud es imposible qne deje
de tener sn ranrim. Oyéronlo José Dolores i Pas-
cual Peral ta, José Yallejos i Domingo Espoz que,
ensillando a toda prisa, pusiéronse a seguirles la
pista a Godoi i sus compañeros,
3i Cuan do éstos, en la tarde del 18, miraban es-
tasiados el rico reventón de que eran dueños, di-
visaron en lo alto del mismo cerro a cuatro hom-
bres que se abrazaban entre sí dando gritos de
alegría. Eran los Peralta, Val lejos i Espoz qne,
guiados por la buena fortuna, acababan de des-
cubrir esa riqud7:a famosa que lleva el nombre de
los dos primeros: el 3Ianto de los Peraltas.
XVL
Bpero el mido vago del hallazgo de Godoi no
solo puso en movimiento a estos aventureros. Co-
piapó todo se hallaba ajitado con la noticia. Na-
die sabia fijamente donde liabia ocurrido el suce-
so, ni sobre qué dirección habían salido don Mí-
gnel Gallo, Godoi i los demás cateadores. Lo único
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ií
— 161 -
qlie se aseguraba era que un Juan Godoi había
descubierto una rica veta de plata en un punto
llamado Chañarcillo. Por eso fué que muchos pi'e-
sentaron a la diputación de minería sus pedimen-
tos por estacas a linderos de la Descubridora, an-
tes de haberse denunciado judicialmente el des-
cubrimiento,
XVII.
j>El 19 de mayo, don Miguel Gallo, Juan i José
Godoi presentaron su solicitud de denuncio a las
once de la mañana. «Hemos descubierto, dicen,
3> una veta de metales de plata en las sierras de
D Chañarcillo, dando vista a la quebrada del Mo-
lí lie i Bandurrias.»
i^Siete días después de este denuncio;^ el 26 de
mayo, los Godoi por un documento estrajudicial,
vendieron sus dos terceras partes a su socio Gallo
en la veta Descubridora, firmando a ruego de
ellos el documento don Domingo Garcia i don
Eduardo Miller, ante tres testigos. El precio de
la venta fué la cantidad de 8,745 pesos (546 pe-
sos por barra), que debian pagarse en esta forma:
Gallo se comprometió a entregar a los vendedo-
res, dentro de 60 dias, la hacienda de Punta Ne-
gra de la propiedad de los doctores Sierra, o 6,000
pesos en plata, si no podía conseguirla por ese
precio: dentro de 8 dias se obligaba también Ga-
EL L. DB LA P. — 21
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— 162 ^
ílo a entregar a los minnios GLotloí el sitio de la
propiedad de aquél, ubicado en la esquina de la
plaza de Copiapó avaluado en 1,500 pesos, i ade-
más 1,245 pesos en dinero para el entero del va-
lor total del contrato. Don Francisco Ignacio de
Ossa afianza de mancomún et insólida m al com-
prador en las obligaciones que contrae*
i>Este contrato se redujo a escritura pública el
19 de junio, al mes cumplido de la merced ob-
tenida-
»Don Mignel Gallo tío piulo conseguir que le
vendíosen la híicicnda de Punta Negra, i entregó
cü dinero 7,245 pesos, como también su sitio de
In plaza.
XVÍIL
»Los Godoi se partieron entre sí, quedándose
José con el sitio i Juan con la mayor parte de la
plata,
^Jnan Godoi metióse a comerciante, i el 4 de
agosto aparece formando una compañía de co-
mercio con don Juan Guillermo Zavala, en virtud
de la cual recibió éste 6,000 pesos para entablar
el jiro.
5>Poco después tronó la compañía; sobrevino uu
pleito, i liquidadas cuentas, solo quedó Godoi con
una escritura por la cual se compromete Zavala
u pagarle tres mil pesos cuando adquiera bienes
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. ~ 163 ~
raices. Hoi está pendiente un pleito sobre el co-
bro de esta escritura.
>Caido otra vez este descubridor en la miseria,
don Miguel Gallo le dio una dobla en la mina, i
con el producto compró para él en la Serena un
pedazo de terreno donde murió, dejando dos hijos
menores, de segundas nupcias. Estos niños se en-
cuentran hoi al lado de doña Candelaria Goyene-
chea, viuda de Gallo.
j>El cabildo de Copiapó ha dado el nombre de
Juan Godoi al pueblo fundado al pié de Chañar-
cilio.
i>La Junta de Minería ha decretado una pen-
sión mensual i vitalicia de 30 pesos a favor de la
viuda del mismo descubridor i de sus dos hijos
menores.
j>José Godoi vendió la mitad del sitio: se fué a
la otra banda, donde no ha mucho ha muerto. Su
familia habita hoi en Copiapó, en la parte restan-
te del solar de Gallo.
»Bste fundo vale actualmente de 20 a 25,000
pesos.
XIX.
5)Don Miguel Gallo vendió, el 24 de junio, a
don Ramón Goyenechea i don Francisco Ignacio
de Ossa, seis barras a cada uno por lo que le cos-
taban, es decir, por 3,476 pesos 1^ real, que le
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— 164 —
pagó cada comprador al vencimiento de los pla-
zos* Parece, sí, muí estraño que no les hubiese
es tendido títulos escriturarios de estas acciones^
pues no se les encuentra en nuestro archivo pú-
blico- Probablemente se coatent:iron con algúti
simple documento i la buena fe basada en sus an-
tiguas relaciones.
XX.
»La Desciíbrldora se mensuró el 12 de setiem-
bre de 1832 por el señor jeneral don José San-
tiago Áldunate, intendente de la provincia de
Coquimbo, de la cual era entonces Copiapó un
departamento. Don Hipólito Belmont hiíso de pe-
rito en la operación. La dilijenoía de esta men-
sura es el primero i único documento público por
el cual consta que Ossa i Groyenechea son dueños
de la mitad de esta mina (1).
XXL
»En aquel entonces, raui poco conocidas debie-
ron ser las ordenanzas de minería, i rauclio menos
conocidos los instrumentos profesoiuales del peri-
(1) El perito Bolmnnf, era m\ Tmncéfí resiíluhte en la Serena
donde aegiin su cumiíatriütt Luruiid pusaba cuniu uno de los
heaujc cs¿}rí(é de Itt ciudad»
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— 165 —
to. Porque en la mensura de la Descubridora de
Chañarcillo i demás minas de esta localidad, ni se
observaron las reglas de aquel código ni se prac-
ticaron las operaciones conducentes a determinar
el rumbo i recuesto de las vetas. Así fué que la
corrida o lonjitud de las pertenencias se midió a
cordel tendido siguiendo las undulaciones de la su-
perficie; i las aspas se distribuyeron jeneralmente
por mitad a uno i otro lado de las vetas, conside-
rándolas perpendiculares, lo cual está en abierta
contradicción con los hechos.
j)De este modo la Descubridora i demás perte-
nencias, no tienen realmente en Chañarcillo sino 50
varas de aspas, en lugar de las 100 varas que de-
bieron dárseles por ordenanza; i de aquí proviene
que en mui poco tiempo mas, aquello será un se-
millero de pleitos por internaciones.
XXIL
3>Hubo en la mensura de la Descubridora dos
ocurrencias dignas de recordarse. Sus dueños pu-
dieron tomarse el rico reventón de los Peraltas; i
no quisieron hacerlo, por un sentimiento de hon-
radez, que no se ha repetido después en casos aná-
logos. I ganaron mucho en ello; porque así aban-
donaban los otros el rico cerro de las Guías del
cual han sacado, sacan i sacarán tantos prove-
chos.
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— 166 -
sLn. otm ocurrencia fué la disputa que ocurrió
entre los socios, puestos ea el pom de ordenanza ^
Bobre el rumbo hacia el cual deberian diríjir la
lonjitLid o la corrida. Ossa i Goyeaechea aprecia*
oaa mucho om descanso de cerro que hai al sur de
la Descubridm'a i que ocupan la Oarlota i Santa
Bita i muchos otros lea ayudaban a sostener que
debia tirarse la cnerda de Belraont para esa parte.
Gallo, al contrario, miraba esa opinión como un
disparate, sosteniendo que si allí habría de for*
mar se una verdadera mina era indispensable bus-
carla a cuerpo de cerro. Gallo no quiso ceder a sus
socios, que al fin le abandonaron el campo; i Mr,
Belmont midió 600 varas al norte de la boca -mi-
na^ conquistando de este modo uno de los puntos
mas ricos que comprende Chañarcillo. Si Ossa i
Goyenechea hubiesen ganado la cuestión se ha-
brían quedado con el cerro mas pobre del mine-
ral,
jiLa mina Descubridora es la que menos pleitos
ha tenido que sostener con sus colindantes u otros
interesados, i la que ha seguido su esplotaeión sin
que tampoco los haya habido mni serios entre los
accionistas. Un administrador nombrado por és-
tos din je las faenas de la empresa, cuyos {gastos
Be cubren mensualmente por sus respectÍTOS cu-
pones. Los metales se parten proporción al mente
en las mismas canchas de la mina,
))Hoi (1849) tiene dos faenas^ la de las Treiuta
/
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~ 167 —
i la de las Guías; dos pique-tornos movidos por
caballos, 30 labores eu beneficio, un administra-
dor jeneral, un contador, 38 mayordomos, 74 ba-
rreteros, 104 apires, 2 herreros, 3 carpinteros, 4
cocineros i 3 sirvientes de mano; total: 230 hom-
bres. Sus gastos mensuales son de 8 a 9,000 pe-
sos, d
XXIII.
Termina aquí la concienzuda relación de Va-
llejos, pero éste como inspirado todavía por pro-
fético convencimiento agrega: «Tengo por indu-
dable que moriremos todos (i él en efecto desapa-
reció bien pronto), i Chañarcillo seguirá adelante
i de bien en mejor en su empeño de enriquecer el
TOundo.D
¿t no es esto lo que hoi, después de 33 años,
está volviendo a suceder en la corrida de la Cons-
tancia?
XXIV.
Cabe aquí ahora, sin entrar en las apreciacio-
nes i resultados locales i jenerales que produjo el
descubrimiento del desdichado Juan Godoi, dar
lugar a la relación complementaria del historia-
dor lugareño de Copiapó, i esto es lo que enco-
mendamos al siguiente anexo, copiado de la His-
toria de Copiapó por don Carlos M. Sayago.
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— 168
ANEXO AL CAPITULO VI.
RELACIÓN DEL DESCUBRIMIENTO DE ORAN ARCILLO SEGÓN DON
CARLOS MARÍA SAYAGO.
«...ÜHa india del pueblo de San Fernando llamada Flora
Normilla, habíase establecido por allí con su majada, asentando
su choza en la punta de Pajonales, dando vista a un cerro cu-
bierto de vejetación i que parecia un tanto desprendido de la
sierra.
3>Cuando al caer el sol recojia sus animales, en muchas oca-
siones llegaba don Miguel Gallo a descansar en su choza para
continuar su viaje al iujenio del Molle; la india siempre lo aten-
día con cariño i le ofrecia que participara de su mate o de loa
cabritos de su majada.
3) Una vez, notándolo intranquilo por sus trabajos de minas, i
conocedora ella misma de sus afanes por esta industria, díjole,
así, flojamente, sin que el señor Gallo hiciese mucha atención i
que ella podria librarlo de tantas afanosas dilijencias haciéndolo
dueño de una riqueza que tenia encontrada mui eerca de su
choza.
dEu varias ocasiones repitióle lo mismo i con la misma floje-
dad; pero Gallo, preocupado siempre con sus minas de cobre,
su injenio de fundición i las leñas de las quebradas con que lo
alimentaba, no aceptó tal revelación como cosa cierta, sino como
esceso de agasajo de parte de la buena india, o mas bien como
un deseo de prosperidad on sus negocios. I cada vez que le tocara
pasar por la punta de Pajonales, seguro de encontrar a la cari-
ñosa Flora, sacaba de sus alforjas algunos regalos para ella,
3) Poco después Flora Normilla murió.
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^ 1G9 -
i>Por ese tiempo nu liijo de ella llamado Juan Godoi, joven,
bien constituido i fuerte para los trabajos serranos, estaba en el
injenio de Chafiarcilio, ocupado eu acarrear leña de los alrede-
dores. •
]>Kecorriendo esos parajes en busca de arbustos que desmon-
tar muchas veces se encontró con su madre ya en el llano, ya
en el alojamiento de Tajonales, i fué el sabedor de la existencia
de la riqueza de Chaüarcillo, recibiéndola de ella en sus últimos
instantes, como una sagrada herencia, cuyo secreto debía guar-
dar sin hacer partícipe a ningán otro sino al señor Gallo, en
obedecimiento a la promesa que ella le habia hecho en diferen-
tes ocasiones.
i>E8ta circunstancia de la revelación de la madre al hijo, se
ha constatado después contra la opinión vertida de que Juan
Godoi hizo el descubrimiento por una casualidad; el mismo Go-
doi interrogado mas tarde sobre el particular no dio contestación
categórica, negando la participación de su madre en el hallazgo-
solo añadió souriéndose, que era probable que ella al hablar de
una riqueza al señor Gallo se refiriese a otra i no a la que él en
persona habia hallado.
»Sea de ello lo que fuere, el hecho es que Juan Godoi fué
para ante el mundo minero, el descubridor de ChañarcilloD. (1)
Agregaremos todavia que, según cousta de los archivos de la
escribanía piiblica de Copiapó, el primer denuncio formal del
descubrimiento fué hecho el 19 de mayo de 1832 como aparece
del siguiente asiento fielmente copiado del rejistro respectivo
por el autor de la Historia de Oa[)iapó, el cual dice como sigue:
«En la villa de Copiapó a 19 de mayo de 1832, ante el señor
(1) Además de las reLaciones de Sayago i de Vallejos, éste pnblicó una
relación, que entendemos es algo diferente de la que hoi sale a luz, eu El
Copiapino del 16 de mayo de 1845, es decir, en el 14.** aniversario del des-
cubrimiento. Otra relación publicó en igual dia de 18G2 en El Constilu
yente de Copiapó su redactor i fundador, el hábil escritor copiapino don
Román Fiitis, con ol nombre do Felicümo de Ulloci.
EL L. DE LA P, — 22
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— 170 —
juez de iDinas, se presentaron düii Miguel Gallo, Juan Godoi i
Joaé Godoi pidiendo una veta de metales de plata que han dea-
cubierto en las sierras de Chañarcillo, dando vista a la quebra-
da del Molle i a Bandurrias, en cerro virjen; bu rumbo ea, al
parecer, de norte a Bud. Se les hizo merced de ella, sin perjuicio
de tercero i con arreglo a Ordenan zn, pnrn lo cual les eatieodo
sn rejistro. Doi fé. — Va líe jo j^*
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CAPITULO VIL
LA JEOLOJÍA I LA PR09UCC1ÓN DI CHANARCILLO.
Situación jeográfíca i jeolójica de Ohailarcillo.— El mineral ocupa el cea-
tro de la gran hoya o corrida arjeatífera de Chile.— Descripsióa cientí-
fica que de la estructura del mineral hace Pissis.-- Li naturaleza de sus
metales, aegán Domeyko. — La jeolojía i la química do Chadarcillo.—
Yetas, mantos i bolones. — Los mantos pintadores i la mesa de piedra.
-^Admirable intelijencia práctica de los mineros chilenos. — Descubri-
mientos sucesivos en Ohaflarcillo. —El McMto de Ossa, la Colorada i la
Canddaria,^Gómo esta mina enriquece a Jo tabeche. —Potencia de
Chañaroillo en los primeros ailos. — El crestón de la casa de Gallo i la
palangana de plata, de la seQora Cerda de Ossa. — Su primer decaimien-
to, i millones que produce. — Estadística de Chatlarcillo i minas adya-
centes hasta 1847.
I.
El justamente famoso mineral de Ohafiarcíllo,
o como otros con mas equidad i poesía suelen lla-
marlo, por su asiento i por su descubridor, — de
«Juan Godoi», hállase situado 18 leguas al sud-
este de la ciudad de Oopiapó i en el antiguo ca-
mino de travesía que de un valle a otro conducia
al Huasco, exactamente como el do Arqueros es-
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\
— 172 —
taba en ese misrao sendero a igiuU distancia de la
Serena.
Por su ubicación, estructura i caracteres jeoló-
jicos pertenece C han arcillo a los depósitos meta-
licofi que el sabio Pissis lia clasificado bajo el
nombre de primera zonii arjentífera de Chile, o
sea la de 8U valle central, que comienza al pié de
los cerros calizos de Gulnnquén, dando vista a
San Feli{)e3 í tertuinan ;>or hoi en Caracoles, a
400 leguas de distancia; pndicndo considerarse
como obra de casualidad el hallazgo sucesivo de
los ñimosos reventones de Arqueros, de Chañar-
cilio, de Tres Puntas, de la Florida i probable-
mente de Cachi nal de la Sierra.
Caracoles piM^tenecc^ a la segutida rejióu, es de-
cir, a la corrida sub -andina de Agua Amarga, Ca-
bera de Vaca i al antiguo i rico asiento del Zapa-
llar, el Caracoles del siglo pasado <
n.
Encadénanse todos estos minerales que en el
presente siglo no han debido producir menos de
trescientos millones de pesos, en una sola corrida
metalífera^ que es la mas rica de Chile, porque la
segunda zona, (que os a la que pertenecen, además
de los ya nombrados^ los minerales de Pampa Lar-
ga, San Ambrosio, el Ch<.*L'ii, Lomas Bayas^ etc.,
en una faja de tierra mas cercana a los Andes),
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GoogJ^'
— 173 —
decrece en potencia, i la tercera, o propiamente
andina, a la cual pertenecen los depósitos de San
Pedro Nolasco i de las Condes, son comparativa-
mente menos prolíficas, si bien talvez de mayor
duración.
III.
El pico arjentífero de Chañarcillo se halla por
consiguiente jeográfica i jeolójicamente situado en
el centro, en el umbilicus, del gran sistema arjentí-
fero de Chile, i según la espresión del distinguido
jeólogo que ha estudiado con la linterna de la cien-
cia las entrañas de todo el país, ocupa una especie
de solevantaraiento volcánico del valle central,
presentando, como to los los núcleos metalíferos de
Chile, un orijen completamente volcánico, en el
cual la plata aparece difundida i como desparrama-
da entre las rasgaduras mas o menos anchas de las
rocas, por el mismo principio i talvez en fuerza do
los mismos elementos químicos que producen i dis-
tribuyen por entre las grietas de la lava las can-
dentes aguas termales que en todas partes de nues-
tro suelo abundan.
IV.
Los caracteres mineralójicos do estos opulentí-
simos depósitos son uniformes en todas partes, i
a la manera de una cartilla jigantesca esculpida
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— 174 —
eu las rocas por la inano de i)o tente naturaleza, van
mostrando «ii sendero, ij^ual en todos los parajes
düscubiertoSj en Caracoles como en Arqueros, en
C han arcillo como en Cachi nal, al jeólogo i al mi-
nero, al industrial, al injeniero, al mayordomo de
faena, al infeliz api re. En la fiuporficie, <tal sob, se-
gún el lenguaje del minero, son siempre los bolo-
nes i la plata nativ^a, los metales cálidos los que aso-
man sus deslumbradoras crestas, facilitando así sn
descubrimiento; siguen en pos los mantos brocea-
dores, ala mesa de piedraPj según pintorescamen-
te los denominan loa mineros del norte, i mas
abajo, e i la segunda rejióu, los sulfaros i los ar-
sénicos o muíales fríos. — ^r Estos dos yacimientos
(dice el señor Pissis a este respecto después de
dar a conocer el de Rjílaito en la vecindad de Ar-
queros i el de San Antonio en el valle de Gopia-
pó) presentan el punto de partida de los dcpósi-
tos metalíferos. Solo nos falta ahora estudiarlos
en sus desarrollos mas este usos, i bajo este punto
de vista las minas de Cíiañarcillo van a presen-
tarnos los depósitos arjcntíferos de todas las fa-
ces de sus diferentes desarrollos. Estos depósitos
están sitnados en el es tremo de una meseta cal-
cárea que se desprende del morro de Chañarcillo
] estiende desde allí hacia el sur.
)íLa roca pintó nica que los ha producido apa-
rece en varios puntos, en hi base tkl cerro de
Bandurrias i a uua pequeña distancia del ])ueble-
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— 175 —
cito de Juan Gocloi, donde forma un montecillo
conocido con el nombre de Cerro de los Carros; es
un pórfido auguítico mui compacto i formado en
gran parte por labradorita. En las partes en que
no aparece esta roca a la superficie del suelo, está
indicada su presencia por los grandes cambios que
han esperimentado las rocas calcáreas que la cu-
brian; estas se han mudados en granates i las ar-
cillas con que alternan, han pasado al estado de
jaspe. Esta zona de rocas metamórficas se estien-
de por la parte sur liast:i una distancia de cinco
a seis quilómetros, desde el Cerro de los Carros
hasta la mina del Volcán.
«Los pórfidos angiiíticos del cerro de Bandu-
rrias están colocados en una línea paralela a ésta
última i situada un poco mas al Este, de modo
que la meseta que contiene las minas de Cha-
üarcillo, se halla situada entre las dos rasga-
duras por donde han salido estas rocas plutóni-
cas. Los depósitos arjeutíferos se presentan allí
en el estado de filones i mantos irregulares. Es-
tos últimos ocupan la parte superior de la me-
seta i no son mas que capas calcáreas fuerte-
mente dislocadas i cuyas hendiduras todas están
llenas por hidrato de hierro i manganeso en el
cual se halla plata nativa i cloruro de plata. Cuan-
do estas hendiduras son mui delgadas i reducidas
a simples junturas, están llenas de unas laminitas
delgadas de plata o cloruro.
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176 -
dLos depósitos mas notables de esta clase, son
conocidos con los nombres de Manto de Ossa i
Manto de Mandiola. Debajo de estos mantos es
donde empiezan a aparecer los filones que se pro-
longan desde la cima hasta la base de la meseta,
en una estensión de mas de diez quilómetros.
dEI mas importante de estos filones es aquel
sobre el cual se hallan situadas las minas conoci-
das con los nombres de Gazas de Carvallo^ Coló-
rada, Dolores, San Francisco i Delicias. Su direc-
ción es N. 26'' a 30 E i su inclinación es hacia el
oeste, es decir, hacia la línea de los pórfidos de
los Carros. Otro filón menos estenso, que apare-
ce un poco al Este es el que corresponde a las mi-
nas Descubridora i Candelaria. En fin, hacia la
parte del oeste se hallan aun otros filoncitos. Des-
de la mina Colorada hasta la de Delicias, donde
los trabajos de esplotación llegan en profundidad
a cerca de 300 metros, se tiene una diferencia de
nivel de 810 metros. Tal es la distancia vertical
sobre la que se puede estudiar la estructura del
filón sobre el cual se hallan situadas estas dos mi-
nas.
dEu la parte que corresponde a la mina Coló-
rada, la ganga del filón está formada por el do-
ole carbonato de cal i manganeso mezclado a lii-
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^ 1?7 —
drato de manganeso i de hierro, presentándose la
plata en ella, ora al estado nativo, ora en combi-
nación con el cloro, el hierro i el yodo. En la mi-
na San Francisco, cuyos trabajos llegan a un ni-
vel inferior a los de la Gohraday se encuentra aun
la plata nativa i las combinaciones de este metal
con los cuerpos de la familia del cloro; pero se ve
aparecer, al mismo tiempo, el sulfo arseúióso de
plata, así como sulfo arsenioso de hierro, de ní-
quel i de cobalto. En fin, en la mina Delicias que
corresponde a la parte mas profunda del filón, no
se encuentra ya ni plata nativa, ni cloruros, sino
arsenio-sul furos i sulfuros, predominando estos
últimos a medida que llegan los trabajos a mayor
profundidad; el sulfuro de plata remplaza al arse-
nio-sulfuro; i a los metales ya indicados viene a
agregarse el plomo en combinación con el azufre.
VI.
:&A1 propio tiempo que se manifiestan estas
mudanzas en las combinaciones metálicas, las
materias que las contienen, mudan también de
naturaleza; los ácidos de hierro i de manganeso
son mucho mas raros en la mina San Francisco;
la caliza espática remplaza allí el doble carbonato
de cal i de manganeso, i el cuarzo va a mezclarse
con la caliza; en fin, este último cuerpo domina
en la parte inferior. Las combinaciones metálicas
EL L. DE LA P. — 23
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— 178 —
se suceden, pues, de este modo, subiendo desde la
mayor profundidad alcanzada por los trabajos,
hasta la superficie del suelo; primeramente los
sulfuros, luego los arsenio-sulfuros i en fin, los
cloruros i plata nativa. Al mismo tiempo que se
sustituyen unas a otras estas combinaciones, hai
ciertos metales que desaparecen; el primero es el
plomo que no pasa mas allá de la re j ion de los
sulfuros, luego el niquel i el cabalto, de tal modo
que, escepto el hierro i el manganeso, aparece la
plata casi sola en la parte superior del filón. El
orden en que se suceden las combinaciones ar-
jentíferas, no es un hecho particular a los filones
de Chañarcillo, pues se reproducen en todos los
depósitos arjentíferos de Chile.
D Puede suceder que la serie no sea completa,
que el depósito no contenga mas que sulfuros o
solamente cloruros i plata nativa, es decir, que se
tenga un filón, pero nunca se han hallado los clo-
ruros debajo de sulfures. Conviene notar que los
cuerpos qu3 se hallan combinados con la plata,
es decir, el azufre, el arsénico i el cloro i sus aná-
lagos son precisamente los que forman parte de
las emanaciones volcánicas.
VIL
Dpor otra parte, la penetración de las combi-
naciones metálicas en las hendiduras mas peque-
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— 179 —
ñas de las rocas encajadoras, la presencia de los
hidratos, la del carbonato de cal que se ha intro-
ducido así entre las hendiduras de las rocas cal-
cáreas sin que la estructura de estas haya sido
modificada, todo indica que estas materias esta-
ban mantenidas en disolución en el agua i que los
depósitos arjentíferos son formaciones análogas i
las que forman las aguas termales. La presencia
del cloruro de plomo i su situación hacia la parte
superior de los filones, se esplica entonces fácil-
mente, si se considera que estas aguas, lo mismo
que la del valle del Toro i de Cauquenes, debian
contener cantidades bastante grandes de cloruro
de calcio i de sodio i que estos cuerpos disuelven
cantidades de cloruro de plata, tanto mas gran-
des cuanto que la temperatura es mas elevada;
acercándose a la superficie del suelo, esta tempe-
ratura disminuirla i una parte del cloruro se ha-
bría depositado. En cuanto a la plata nativa que
domina igualmente en las partes superiores de
los depósitos, es mui probable que provenga de
una reducción del cloruro». (1)
VIII.
Tal es la prolija descripción técnica pero sufi-
cientemente clara para el lector vulgar, que de la
(1) PissiS, Jeog rafia f (Sica (le Chile j páj. 153.
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— 180 ^
estructura eatertia c interna del coao de Chañar*
cilio, célebre en todo el niuadOj ha hecho un jeó-
logo no menos célebre.
Tratemos ahora de condensar, en igual forma,
el análisis del químico.
En este libro de vulgarización no se necesita
grande esfuerzo para pasar del uno hacia el otro,
del martillo al crisol, del panino al laboratorio,
de Pissis a Domeyko; i al contrario, el uno se
completa casi siempre con el otro, como que la
ciencia es única. «Es propio de las minas de Cha-
ñarcillo, dice el señor Domeyko en su estudio ya
varias veces citado de 1875, que en ninguna par-
te del mundo que yo sepa, 8o han hallado hasta
ahora masas de plata cloro-bromurada en tanta
abundancia, como las que ha producido este cerro,
aun en hondura de mas de 200 metros debajo del
afloramiento de las vetas (1).
(1) Ya desde 1854 el ¡lustre íjiiímico polaco habia foromlado
esta misma opiíiión subre la índole mas acentmvln de lus motalea
de Chañarcillo, cuando en sus Ap^futr^ mnífralujicois de sfi ul-
timo viaje al Nortf! había dicho en loa AfaJeg de 1854, páj* 33,
estas palabras:
«De todas la,s especies i variedades de plata córnea que se
estraen de Chafi arcillo, la^ mas abuntlantea son loíá clorobromu-
ros. El cloruro no aparece en editas nuQ;is sino casualmeiitej
asociado o f[nizas íutiniíimente mezclado con el snlfuro; el íodu-
ro i el broinnro han pviiicqilado a Si*r con ^"c¡ dad solo doiíJe el
descubrimiento de los íitffHÍú.H pintathfw^ did DeUriuu,
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— 181 —
i>A esta hondura en la Delirio \ en la Constan*
cia (corrida de la Colorada) y aparecieron cantida-
des considerables de ioduro de plata i ioduro mer-
curial, cuyas muestras se hallaron exhibidas en la
Esposición de 1875. Todas estas especies de plata
córnea han tenido siempre por asociadas solamen-
te la plata metálica, rara vez cristalizada, con ma-
yor frecuencia dendrítica, a veces plata sulfúrea i
en menor proporción rosicler. Mas abajo, en la re-
jión donde principiaron a escasear esas dos espe-
cies, aparecieron plata antimonial, rosicler claro i
arsénico; — mas abajo todavia asomaron la poliba-
sita, el rosicler negro i en pequeña proporción
galena. En fin, en algunas minas, en profundidad,
algo de galena con blenda i pirita.
3>No menos interesante es el criadero de esos
minerales. Predominan en ellos en la rejión su-
perior carbonatos de cal, magnesia, hierro i
zinc, en medio de unas arcillas ocráceas amari-
llas (los pacos) o de arcillas, mas ferrujinosas,
rojas (los colorados); pero el compañero mas alle-
gado al cloro-bromuro, aunque escaso, es el ada-
raito (arseniato de zinc) notable por su bello color
de amatista. Solamente a mucha hondura, en la
rejión de los minerales sulfurados i arsenicales,
aumenta en el criadero la proporción de sílice i de
materias silicatadas. La mas rara, de que sola-
mente una pequeña muestra se halló en la muí
rica colección de minerales de Chañarcillo, man-
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— 182 —
dada a la EsposLclón por el Uceo de Gopíapój es
la fluorina vorrle, único ejemplo do qiio se ha po-
dido constatar la existencia de este mineral eu
Chiles),
IX-
En cuanto a las formas mas aparentes del cono
singular que bastó a enriquecer a Chile i a darle
prestijio de pueblo, tanto corao el éxito de sus ar-
mas, es decir^ en cuanto a la disposición de ms
mantos i de sus vetas, que son mas o menos co*
nexos i similares a todos los minerales arfentife-
ros de Chile, el mismo ilustrado autor que hemos
seguido, se espresaba en los términos siguientes
en 1875:
(tTjOS depósitos de minerales metálicos en Chi-
le, forman vetas o venas que se estienden ea to-
das direcciones i con inclinaciones mas o menos
constantes a sus rumbos. Las vetas, por lo co-
mún, particularmente las de plata, no son muí
anchas, rara es la que tenga mas de un metro de
potencia; pero sus minerales sou de leí subida.*
1 luego n este mismo propósito, midiendo i
repartiendo la altitud total del cono que es solo
de 1,200 metros (mas o menos, eu cuanto a ele-
vación, semejante al de Potosí), hé aquí cómo el
fundador de la niirieralqjía cu Chile se espresaba
todavía en esa época:
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— 183 —
«En la rejión superior del cerro se ve un gran
manto de 40 a 80 metros de potencia, de unas ro-
cas margosas, algo magnesianas, en partes com-
pactas, en parte terrosas, pero en jeneral con
fracturas en todo sentido, con huecos i hendidu-
ras, cuyo interior se ve casi siempre tapizado con
cristalitos de espato calizo, espato perlado, bari-
tina, etc. El mismo manto se halla atravesado por
venas metálicas de plata.
3) Debajo de este cnanto viene una serie de innu-
merables capas arcillosas calizas atravesadas por
vetas de minerales do plata, por lo comíin de pla-
ta córnea. Entre estas capas so distinguen:
dI.*" Una rejión de rocas arcillosas mas com-
pactas que contienen mas de la mitad de su peso
de materias insolubles en los ácidos; rejión estéril
que los mineros llaman mesa de piedra.
2)2.'' Mantos pintadoreSy de caliza arcillosa (]ue
por lo común son mas calizos que los anteriores,
de color gris azulejo con manchas amarillas; en
ellos se han encontrado fósiles, aunque no abun-
dantes (amonitas, pectenes). Las vetas en esta
rejión ostentan sus grandes riquezas en plata.»
Ignoraban, entretanto, por completo los descu-
bridores de Ohañarcillo, cuyo guia habia sido,
(cual en Potosí) un humilde borriquero, estos se-
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~ LS4 -
cretos i derroteros subterráneos mas o menos fijos
de la ciencia esperimental; pero un instinto segu-
ro les conducía al través de las sinuosidades de las
vetas i de sus tinieblas. — Se ha dejado ya memo-
ria del certero golpe de vista del dueño principal
de la Descubridora don Miguel Gallo, minero es-
perimentado i hombre escelentísimo, para buscar
el recuesto de la veta matriz a cuerpo de cerro, i
el no menos seguro instinto con que los hermanos
Peraltas, Espoz i José Vallejos, simples barrete-
ros, haciendo un instintivo cálculo de inducción,
se treparon a la cumbre del morro, i simultánea-
mente con el crestón de la Descubridora en el fon-
do de la quebrada, desenterraron el manto que lle-
vó su nombre (el Manto de Peralta o de los Bola-
dos i después do Mandiola), especie de hervidero
volcánico de plata en que los fragmentos de este
metal en estado de barra se hallaban como el pan
dentro de un horno, o como las piedras redondas
de cimientos en los pozos que los borriqueros de
Santiago abren en la^caja del Mapocho.
XI.
«El minero americano, dice a este respecto un
intelijente contemporáneo de estos descubrimien-
tos, es en nuestro sentir a la mineralojía lo que
los alquimistas fueron a la metalurjia» Estos, po-
seídos de aquel furor de inventar que fué la epi-
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— 185 —
demia de la época en que vivieron, descubrieron
en los metales irífinitas propiedades, hicieron un
sin número de aplicaciones injen^psas, propalaron
mil fábulas a cual mas absurdas i que, por lo mis-
mo que eran abultadas, conquistaron mil adep-
tos, sin que después de increibles desvelos i tra-
bajos que solo su insaciable sed de riquezas i cele-
bridad pudo hacer tolerables, lograsen sentar un
principio sólido que afianzase los resultados de
sus investigaciones)) (1).
XII.
Grande maravilla, entretanto, fueron en Amé-
rica i en España, a fines del siglo pasado, los fa-
mosos bolones o bolacos del Huantajaya, uno de
los cuales del peso de cerca de tres quintales fué
rodado a pulsos hasta la cuesta de Iquique i em-
barcado en este puerto para España, en cuyo mu-
seo de Historia Natural se encuentra. Pero en el
manto o pozo de plata de los Peralta halláronse
bolones de plata blanca i maciza que pesaron has-
ta 36 quintales, mas del décuplo de la maravilla de
Muantajayay con la peculiaridad de que estas jigan-
tescas colpas una vez espuestas al sqI, a impulsos
de lijeros golpes del combo, solian «abrirse como
granadasj), mostrando en el interior de su negruz-
(1) Artículo titulado Minas publicado en El Minero de Co-
quimbo del 2 de julio de 1836.
EL L. DE LA P.— 24
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— 186 -
ca costra volcánica, los brillantes filamentos o gra-
nalla que formaban su corazón, a semejanza de la
pulpa blanquecina de la sandía inverniza. ¡I qué
mucho fué entonces que los Peraltas i Vallejos
sacaran en pocos meses dos millones de aquel san-
dial de plata i a rebanadas se lo comieran!
XIIT.
En cuanto al crestón de la Descubridora^ es fa-
ma que fué arrancado intacto de su asiento en el
fondo de la quebrada i llevado en seguida al sa-
lón de su opulento dueño en Copiapó, donde una
tajadura hecha con un cuchillo, como en la corte-
za de un melón maduro, se veia brillar en forma
de cruz la plata córnea, es decir, la plata de las
iglesias. Qué altar para un minero! (1)
Por lo demás, ora tan patente lá riqueza de
Chañarcillo desde su primera hora, que nadie se
equivocaba al pedir su estaca ni al poner pleito a
su vecino, estacándolo así como un cuero. — dUn
barretero llamado Juancho (dice Sayago en la
(1) Nuestro amigo don Domingo Vega, a quien debemos al-
gunos interesantes datos de esta época de Chañarcillo, conoció
este famoso crestón en la casa del señor Gallo por los años de
1833 a 1834, i allí se conservaba como un tesoro de familia. La
señora Carmen Cerda de Ossa, venerable viuda de uno de los
socios de Gallo, conserva todavia en su dormitorio la célebre
palangana de plata nativa, que se exhibió en la Bsposición de
París, en 1867, con gran admiración de las jentes.
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— 187 —
pajina 370 de su Historia,) manco,Jpiies un cama-
retazo le habia volado una mano en una festividad
patria o relijiosa celebrada en la villa, encontró
una red de vetillas i reventones, i esa pertenencia
se llamó las Guias.
D Juancho podia ser manco, pero de seguro no
era zurdo....
3) Luego se descubrió, añade el historiador co-
piapino, el Reventón Colorado^ el Manto de Cobos,
i así sucesivamente, dia a dia, hora a hora, era un
nuevo hallazgo, una nueva riqueza que salia a lu?.
3) Todo el cerro parecía un promontorio de me-
tal, i mientras mas se le recorria, mientras mas se
rebuscaban sus matorrales, 'mientras mas se tre-
paban sus riscos i se subia i se bajaba por sus in-
flexiones, mas plata aparecia:í.
En seguida Callejas, el viejo i fiel cateador de la
casa de Gallo, tropieza con el Bolaco, i Manuel Pe-
ralta natural de Tierra Amarilla, con la famosa
Colorada. I así se sucedieron una en pos de otra
hasta los presentes tiempos, la Candelaria, el
Manto de Ossa, las Dos Dolores, la Justicia, el
Delirio i la Constancia, que hoi con la Santa Ro-
sa vuelve a restaurar en planes la antigua nom-
bradía i celebrada pujanza del histórico asiento.
XIV.
Como era de esperarse, la fama i la pondera -
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— ]88 —
ción de Chañarcillo invadieron con la morosa ce-
leridad de aquellos tiempos hasta los últimos rin-
cones de Chile, i de todas partes, i ann de Bolivia i
de la República Arjentina, ocurrían los cateadores^
los operarios, los buscadores de fortuna i tal vez
con mas abundancia que todos los anteriores, los
cangalleros^ o rescatadores fraudulentos de las
pastas ricas estraidas por los apires del fondo de
las minas o de sus canchas.
«Hace dias, decia a propósito del número de
vetas ricas trabajadas en Chañarcillo, El Mercu-
rio de Valparaíso del 12 de junio de 1832, es de-
cir, un mes después del descubrimiento de Juan
Godoi, que se anuncia el descubrimiento de un
mineral en las cercanías de Hnasco i Copiapó, i
según El Araucano ya no queda duda de esto i
de las riquezas que promete dar. Dice el periódi-
co citado: «A los seis dias del descubrimiento se
elaboraban catorce vetas, i muchas de ellas en
barra. — De solo los rodados se habían estraido
mas de seis mil marcos d.
I doce años mas tarde, condensando la crónica
de la primera década del mineral a que debiera
su caudal i el decente cajón con que fué ente-
rrado el cáustico Vallejos, anadia este mismo de
su propia cosecha.
3)En menos de diez años este mineral ha pro-
ducido mas de doce millones do pesos, i si pudie-
ra avaluarse en dinero la cuarta parte de las es-
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— 189 ~
peranzas fundadas en él actualmente, muchos
guarismos se emplearían en espresarlas. Las mi-
nas en laboreo pasan de ciento; algunas están ri-
cas; otras, su beneficio es continjente; pero todos
los cálculos i probabilidades parecen asegurar en
casi toda la totalidad de ellas el deseado alcance,
tras del cual marchan sus dueños con la misma
tenacidad, maña, paciencia i artificios que cuan-
do se quiere conquistar el corazón de una bella
desdeñosa. Las vetas de Ohañarcillo que han lle-
gado a ser esplotadas a una determinada hondura,
dan un metal riquísimo. El conato jeneral de los
mineros es, pues, arribar a esa línea, que llaman
planes; línea donde ninguna esperanza ha' dejado
de ser satisfecha, i donde la voluble fortuna, can-
sada de resistir a su tenaz conquistador, recom-
pensa su constancias.
XV.
Esto escribía Jotabeche, cuando pobre, es decir,
en su primera zona metalífera, el 12 de febre-
ro de 1842, i por la tarifa d*.: El Mercurio que era
entonces un verdadero Ohañarcillo (dos onzas de
oro por artículo). Pero, a su turno, el escritor
atacameño también llegó a \o% planes, porque ha-
biendo comprado en 500 pesos tres barras de seis
que los descubridores de la Oanrlelaria regalaron al
intendente don Francisco Anjel Ramírez, se hizo
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— 190 ~
seis u ocho años mas tarde hombre de peso, pasan-
do do simple « JotabecheD a diputado i a <iüsiai>.
La Candelaria^ cuyo primer administrador fué don
José Antonio Moreno, el colonizador mas tarde
del desierto, se hallaba situada en la parte supe-
rior del cerro de Chañarcillo, i por la dislocación
volcánica de las vetas i corridas de éste, esperi-
mentó largo broceo, vencido al fin mediante la
sagas tenacidad de su administrador. Jotabeche
por esto, como enorgullecido de su propia fe de
minero, hizo poner en un marco dorado el pagaré
de su compra, cancelado por el vendedor (porque
a mas habia comprado a plazo, por no tener de
contado mas caudal que el de su tinta), i mos-
traba a sus amigos aquella pajina de sus escritos
que le habia valido mas que todos los artículos i
volúmenes de su vida....
Otro de los felices compradores de la Oandela-
ria (las tres barras sobrantes del intendente) fué
don Eujenio Matta, padre de escritores, i por el
mismo precio.
XVI.
En cuanto al rendimiento arjeutífero del morro
de Chañarcillo, según la estadística oficial, pero
deficiente de aquellos tiempos en que la cangalla
hacia lei, cuadruplicó, sin embargo, en solo siete
meses la producción de plata del distrito, porque
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— 191 —
la esportación lugareña que había sido solo de
6,659 marcos en 1830 i de 5,997 en 1831, subió
en 1832, esto es, en el año del descubrimiento, a
32,774 marcos.
XVIL
Mantúvose el auje del mineral en todo su vigor
durante tres años, porque, comprendiendo algunas
cortas explotaciones de otros minerales, la exporta-
ción por Caldera ascendió (sin contar la cangalla)
a 94,149 marcos en 1833, a 82,782 en 1834 i a
84,700 en el año subsiguiente. I por esto el presi-
dente Prieto en su discurso inaugural del último
año, ponderando el acrecimiento enorme» de la
producción de pastas de plata que sacaron al país
de su postración i al gobierno de su bancarrota, —
decía: — «Los laboratorios que existen son insufi-
cientes para dar abasto al beneficio de los ricos i
abundantes productos metálicos de la provincia de
Coquimbo.»
La provincia de Atacama nacida, como Eva,
de una costilla de plata de la última, no vendria
al mundo sino diez años después de este mensaje,
(abril 12 de 1844).
XVIII.
De 1836 a 1838 la riqueza de Copiapó decreció
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— 192 -~
im tanto, en razón talvez de la guerra con el Perú,
sus levas i sus preocupaciones, al punto de haber-
se exportado en el primero de aquellos años solo
17,204 marcos de plata pina. Pero en 1839 la
abundancia reapareció escediendo a los 7 años
precedentes (103,765 marcos), hasta que en el año
de 1847, víspera del prodijioso descubrimiento de
Tres Puntas^ la producción duplicó la última suma,
ascendiendo a 204,104 marcos, que valian mas de
dos millones de pesos, sin hacer cuenta de otras
pastas i de los metales frios que, como se sabe, no
eran beneficiados en el país.
El total, de la producción de Chañarcillo según
los datos que veinte años mas tarde recojió en su
conocida e interesante memoria sobre la provin-
cia de Atacama el intendente i coronel de artille-
ría don Antonio de la Fuente (1853) fué de millón
i medio de marcos en esta forma, por años:
1830 6.659
1831 5.997
1832 32.774
1833 94.149
1834 82.782
1835 84.700
1836 17.204
1837 58.449
1838 63.615
1839 103.765
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1840 19.248
1841 82.112
1842 82.840
1843 69.199
1844 122.994
1845 153.447
1846 160.793
1847 204.104
Total 1,444.837
Que al precio de nueve pesos mareo valían
13.603,533 pesos. (1)
XIX.
Verdad es que en el cómputo de estas sumas
está comprendido el rendimiento de otros mine-
rales de la provincia; pero si hubiese de agregarse
como compensación lo que se estraviaba por alto de
Chañarcillo, los metales frios que no se beneficia-
ban, los desmontes de las faenas i los relaves de los
injenios, no habria exajeración alguna en asegurar
(1) Según Sayago, la producción de los minórales contemporá-
neos de Ladrillos, Siin Antonio i Chañarcillo de 1830 a 40 fué
569,303 marcos i de 840 a 50 los minerales de Cabeza de Vaca,
Tres Puntas, GArin i Sacramento^ descubiertos desde 1846 a 1850
de nn millón 885,103 marcos, o sea en números redondos dos
millones de marcos que valían 18 millones de pesos.
EL L. DE LA P. — 25
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— 194 —
que en los primeros veinte años de su existencia
Chaflarcillo produjo a lo menos 30 millones de pe-
sos. Astaburuaga, que es buen juez como estadís-
tico, afirmaba en 1867, que hasta esa fecha (35
años) habia producido, con exclusión de Tres
Puntas^ 80 millones!
Ha llegado por consiguiente la liora histórica
del último no menos famoso minera], je meló en
potencia sino en duración de Ghañarciilo; i mien-
tras habremos do volver a este asiento a fin de
estudiar algunos de los fenómenos jeolójicos o so-
ciales que corresponden de justicia al H!)ro de la
plata, consagraremos el próximo capíttilo a la rela-
ción de los descubrimientos que lo precedieron
así como a contar la vida i las costumbres de sus
singulares i fuertes pobladores.
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CAPITULO VIIL
LA EDAD DE LA PLATA EN ATACAMA.
(«PAMPA LARGA» I «LOMAS BAYASD. — «LOS DOS SAN
ANTONIOS, «LOS DOS CHECOSí), «LOS DOS GARÍNJ). —
«LADRILLOS». — «EL ROMERO». — «EL RETAMO»).
Impulso que da a la minería de Gopiapó el descubrimiento de Chañarci-
lío. — El mineral de San Antonio i Jotabeche.— Acusa éste de ladrones a
todos los operarios chilenos i aboga por los ingleses.^-Descubrimiento
del Checo Grande en 1847, i competencia a que da lugar entre el inten-
dente i el juez de letras. — El mmeral de Ladrillos, — El Romero i sus
pleitos. — Adelantos locales de Copiapó. — Museo de minería.— Se habla
de trasladar la ca«a de moneda de Santiago a Copiapó. — El sistema
Crdncke. — Beneficio de los metales frios. — Los minerales de Pampa
Larga i Lomas Bayas segáu Domeyko. —Descubrimiento de Garín Nue-
vo en 1848.— El mineral de las Tunas de don Nicolás Naranjo. — San
Antonio de Potrero Grande i la especialidad de sus metales. — Curioso
descubrimiento del Retamo i^xi estraordinaria riqueza.— Torreblanca,
Sierralta i Olivares. — Muestra de su plata nativa i filamentosa.
I.
El descubrí miento de Chañarcillo i su riqueza
verdaderamente portentosa, despertó como era
natural el entusiasmo del pueblo por las empresas
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— 196 —
de cateo, porque en la iadustria minera sucede lo
que en la jeografía, que un adelanto, una navega-
ción, un viaje feliz o atrevido hace nacer en pos
otro adelanto, otra acometida marítima, otro éxito.
I esto que ha ido sucediendo en los mares del
polo ártico durante el último medio siglo, aconte-
ció en el cálido Copiapó en los veinte años corridos
de 1832 a 1853, época que por su prodijiosa abun-
dancia metalífera hemos llamado «la edad de la
plata en Atacama».
11.
Tarea en sumo grado interesante seria la de
entrar, linterna en mano, en el pormenor de todos
los descubrimientos de primero, segundo i tercer
orden hechos en el desierto en ese trayecto de
tiempo tan laborioso como feliz, en que muchas
faenas antiguas fueron rehabilitadas o puestas en
alcance, en que se hizo la priuiera importación de
procedimientos i operarios estranjeros, en que los
injenios de amalgamación fueron erijidos a gran
costo hasta el número de quince o veinte a lo lar-
go del valle, junto con los adelantos locales de
todo jénero realizados en aquel suelo que parecia
verter rios arjentíferos de las grietas de sus tur-
jentes senos, i en el cual cumplíase aquel refrán
mas chileno que castellano que dice: —«cuando
llueve todos se mojan».
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~ 197 —
En Copiapó probablemente no llovió agua en
esos años, pero llovió plata.
III.
Mas como tales detalles ahogarían con la am-
plitud de la abundancia, el presente libro de suyo
sucinto, habremos de limitarnos únicamente a con-
signar los rasgos mas salientes de aquellos dichosos
tiempos, apuntando los principales caracteres de
los minerales rehabilitados o los veneros descu-
biertos, poniendo para ello a contribución lo que
la prensa local de Copiapó nos suministra, a la par
con algunas condensaciones hábilmente hechas
para la Esposición Internacional de 1875, que
tanto simplifican la relación como la ilustran.
IV.
Los minerales mas not:ibIe de que en vista de
este plan habremos de dar cuenta, son los si-
guientes:— San Antonio. — El Checo Grande. —
Ladrillos. — Pampa Larga i -Punta Brava. — Los
Bordos i la Rosilla. — Cabeza de Vaca. — Lomas
Bayas. — San Antonio de Potrero Grande, el Re-
tamo i tas TanaSj todos, con escepción de los tres
primeros, pertenecientes al sistema andino o sub-
andíno de Atacama, que es el mismo de San Pe-
dro Nolasco i de las Condes.
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— 198 —
Sobre el mineral de Sají Antonio, de cuyo des-
cubrimiento i riqueza primitiva en el pasado si-
glo hablamos en el segundo capítulo de este libro,
escribió don José Joaquín Vallejos en El Copiapi-
no (diario de que fuera él mismo fundador i re-
dactor en la época a que aludimos), un editorial
descriptivo el 2 de mayo de 1846; i aunque, con-
forme a índole invencible, mostrábase con mas
evidencia en su composición el escritor de cos-
tumbres empobrecido por su pluma, antes que el
industrial opulento, varaos a reproducir en segui-
da algunos de sus párrafos mas instructivos sobre
el progreso de aquel famoso mineral que de los
franceses del siglo XVIII habia pasado a los in-
gleses del presente, i dice así:
<rEl mineral de San Antonio es el que mas se
aproxima en valor al de Chañarcillo. Sus vetas
de plata son pocas pero constantes en el benefi-
cio. Está situado a 12 cuadras del rio, tiene cer-
ca nna poblacioncita nueva i varias haciendas
que surten de víveres las faenas del mineral. El
laboreo de las minas es, por esta razón, algo me-
nos costoso que en Chañarcillo.
j)En San Antonio existe hoi el establecimiento
minero de mas importancia en el departamento.
La Descubridora perteneciente a Codecido i G.*,
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— 199 -
tiene un trabajo nuevo en sus operaciones, nuevo
por sus operarios i superior en costos a cualesquie-
ra otros de los que de su clase conocemos.
dAI ver los grandes edificios que allí se fabri-
can, el estenso socabón con que tratan de per-
forar en su base aquel cerro diamantino por su
dureza i que ya se encuentra harto adelantado,
los mineros copiapinos esclanian:— /Qaá plata tan
perdida! ¡Cómo arrojan estos hombres el dinero!
i>l sin embargo, esos hombres que parece pro-
digan sus capitales en empresas locas, son quizá
los que mas atinadamente juzgan nuestras minas;
son los que mas aprovecharán de su riqueza.
DNosotros, bajo la mezquina preocupación de
que esta se va a agotar al dia siguiente, no labra-
mos una verdadera mina, sino que con la codicia
i miseria de pirquineros, sacamos lo mas fácil, lo
mas cómodo, lo mas a la mano i obstruimos el
resto para que no le sirva ni a Dios ni al diablo.
)>Codecido i compañía vieron que era imposi-
ble, absolutamente imposible, trabajar la Descu-
brídora de San Antonio con peones como los
nuestros, sin ir al partir con ellos de las utilida-
des, cuando no se las robasen todas. I de esta per-
suasión partieron para emprender enormes in-
versiones.
dNo se les metió en la cabeza de que los peo-
nes robaban porque bebian licores, porque juga-
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— 200 —
ban i enamoraban, ni porque iban a la placílla
inmediata en las horas de la noche i en no pocas
horas del dia. No, señor; sabian ellos que los peo-
nes robaban porque de suyo sún ladrones i porque
mientras sean peones han de robar aunque arda
Troya.
dNo perdieron, pues, tiempo en pedir la des-
trucción del pueblecito de San Antonio, la pros-
crición de las mujeres i el destierro de jos comer-
ciantes, sino que gastaron una buena suma en
hacer venir de Inglaterra treinta barreteros hon-
vados a los cuales les pagan im sueldo tres veces
mayor que el que ganan los de culero.
3) Así consiguieron tener treinta ladrones menos
en sus minas, ahorrando al minmo tiempo diez
sueldos de mayordomos.
5) Los barreteros ingleses viven en el estableci-
miento. Después de trabajar las ocho horas no
interrumpidas de su contrata, pueden contiuuar
las que gusten, ganando un tanto por cadu hora,
que les abona la empresa».
VI.
Ahora por lo que toca a uno de los descubri-
mientos de mayor sensación en aquella época, el
del Checo Grande, encontrado en 1847 eíi la Ime-
lia del Checo Chico que a fines del últim\siglo
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1^
1
t
— 201 —
descubriera, según cu su lugar vimos, el portu-
gués don Cayetano de Almeida, há aquí cómo se
espresaba el Copiapino del 12 de abril de aquel
año al dar cuenta de la escitaciiSu producida por
aquel hallazgo. aSiguo este descubrimiento, decia
el editorial del diario atacameño do la fecha cita-
da, sigue este descubrimiento escitando la aten-
ción pública con las esperanzas de los abogados, i
nosotros queremos pintar aquí el estado presente
de las cosas, no tanto por los copiapinos de los
cuales muchos quizás las saben mejor que noso-
tros, cuanto por los que en la capital i mas allá
tienen fija su vista sobre nuestros minerales.
))La diversidad de opiniones que al principio
nació sobre la riqueza del Checo, parece unifor-
marse ahora, i casi todos convienen en que si lo
que se ve no merece todavía compararse con el
de Chañarcillo, alcanza sí a sufrir un paralelo na-
da desfavorable con el de San Antonio.
dLhs peticiones se han sucedido unas tras otras
sobre el mismo cerro, contrayéndose ya a igual
veta con pretensión a ganarla por anterioridad
del cargo, pero cuyo rumbo hace crucero con el
descubrimiento de los primeros solicitadores, i de
aquí nace muchedumbre de pleitos que amenazan
el cerro como una nube.
3) Los peones de las demás minas, hasta los de
Chañarcillo, bajan al Clieco en partidas, escitados
por la novedad o la esperanza de mayor lucro. Se
EL L. Díí LA P. — 20
\
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— 203 —
nos asegura que hoí Knben a cien loR que han he-
cho del cerro su mesa de banquete,
»La intendencia ha nombrado una comisión
compuesta de los señores don Francisco Laurna-
ga, don Pedro José Urrutia i el perito don Carlos
Mari a Balbastro para que^ trashidándose al nuevo
mineral, pr^a etique allk, a nombre de ¡a diputación^
algunos arreglos imporlantes i dé posesión temporal
a los descubridores i deniuioiantes de vetas nuevas ^
hasta que trabajados los pozos que dispone la lei»
se proceda por la diputación a dar las posesiones
formales i practicar las mensuras, conforme a or-
denanza.» (1)
VII.
Otro de los minerales antiguos restaurados o
corre] i dos fné el de Ladrillos, también famoso en
la edad colonial, i de él se espresa en los términos
(1) Díó lugar eafca resolución judicial uo poco peligrosa^ por
cuanto se deja al albedrío de comisiones de individnos particu-
lares la acción de la juaticía la reparticióa de la riqueza, a
enojosas competencias, porque el juez dé letras nombró otra
eomisióuj en oposición a la de la intendencia, i de aquí aurjió
el conflicto i la destitución dól illtimo funcionario.
El decubridor del Checo grande fué, acgi\n parece, don Juan
Gu ¡liberto Rodríguez, del pueblo de San Fernán do, i sus prU
merüs barras se vendieron solo por 200 pesos*
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— 203 —
siguientes el señor Domeyko en su interesante
condensación ya recordada de 1875:
«En la transición de la masa granitica de abajo
a los estratos calizos de arriba, en el mineral de
Ladrillos, aparecen rocas metamórficas, unas mas
o menos homojéneas, euríticas, que parecen ser
modificaciones de la roca diorítica, otras de es-
tructara porfírica, donde principian a distinguirse
indicios de divisiones por estratas i las rocas
principian a hacer efervescencia con los ácidos.
:bEn este lugar, pues, se hallan en contacto los
dos sistemas de formaciones: la de abajo, com-
puesta de rocas idénticas con las de la cordillera
de la costa i la de arriba de terreno jurásico, que
desde aquí se estiende hasta las altas rejiones de
los Andes.
dAI propio tiempo, tenemos aquí dos especies
de depósitos metalíferos: dos grandes corridas de
vetas que desde la cumbre del cerro (1,200 me-
tros de altitud) atraviesan el terreno arcilloso-
calizo estratificado (una con rumbo de norte a
sur, la otra del sur 47° al este), produjeron en los
primeros años de su descubrimiento cantidad con-
siderable de minerales cloro-bromurados de plata
i de plata nativa, con criadero espático; pero a
poca hondura estas mismas vetas cambiaron de
criadero i empezaron a producir plata antimonial,
sulfúrea i sulfo-antimonial; en seguida, a mayor
hondura, apareció arsénico. Antes de llegar a la
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--. 20-1 —
citada altura de 760 metros, se empobrecieron las
vetas, principiaron a producir pirita i en vez del
criadero espato calizo, un criadero de cuarzo i ar-
cilla.
En fin, penetrando en la rejión inferior del ce-
rro, en la masa diorítica, cambian completamen-
te de naturaleza los depósitos metalíferos; de ma-
nera que las vetas, en lugar de minerales de plata
propios del terreno estratificado de arriba, no
producen en esta rejión sino minerales de cobre i
se esplotan por cobre.»
VIII.
Hallábase asimismo en notable vo^a en aquel
tiempo (1847) el antiguo mineral del Romero, una
de cuyas vetas según antes dijimos descubrió en
1820 don Vicente Subercaseaux. — «Sigue la ri-
queza de este mineral, decia el diario lugareño de
Copiapó del 20 de mayo de aquel año, ocupando
la atención; se compran barras a precios exhorbi-
tantes; pero.... muchos pleitos.»
IX.
Eran con este motivo i en aquel tiempo casi
diarios los anuncios de grandes alcances en los
minerales fundadores o en los recientemente des-
cubiertos, así como los [)rogro;sü:-) locales a qucy'cs-
tos daban lugar. ^.
X,
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— 205 —
Ya era la noticia ele haberse abierto en la capi-
tal de la provincia un museo mineral i bolsa pu-
blica: ya la solicitad hecha por la prensa dirijida
a obtener la traskición de la casa de moneda de
Santiago a Gopiapó, «por cuanto la pUita es como
el trigo, que sube o baja segíui las circunstancias
de la plaza»; ya era la exijencia de un banco na-
cional de rescate, en remplazo do los numerosos
de particulares que a la sazón existían, etc. (1)
X.
Datan de igual manera de esta época venturo-
sa para Gopiapó los adelantos industriales introdu-
cidos en los primeros tiempos del descubrimiento
de Chañarcillo por el inglés Cooper, i que perfec-
cionó mas tarde el intelijente injeniero Cronke
con su sistema de barriles jiratorios, que aceleran
(1) Véase El Copmphio del 10 de setiembre de 1846 i del 9
de febrero i 18 de marzo de 1847. — Hablando de ima nueva
veta descubierta en Chariarcillo El Copiapino en su número
arriba citado en primer Ingar, se espresaba como sigue:
dSe habla de un nuevo alcan.ie en el pique de la mina Colo-
rada, en el mineral de Chañarcillo, que asombra la riqueza i
abundancia de sns metales. Se dice que la veti estaba errada i
se descubrió mediante una cortaday>.
I la Colorada en efecto ha sido la mas constante i la mas
feliz durante los últimos tiempos, sacando la cara ella sola por
todo el mineral, hasta que han llegado en su auxilio la Cons-
tancia i la So. ata Rom.
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— 90J —
la miaeralizacióa del metal, i el ciml fué presen-
tado como descubrí tniento chileno a los raiaeros
de Nevada por el señor Adolfo Carrasco hace seis
u ocho años. lEa estos di as, (dice El Gopiapino
ea su sección editorial del 21 de junio de 18á6, i
tratando del beneficio de los metales fríos, proce-
diraieuto que aunque no llega aun a un resultado
completamente satisfactorio, adelanta de dia en
dia en los distritos del norte, especialmente en
Caracoles i Autofagasta), en estos dias ha tenido
lugar en Copiapó un ensaye de los llamados me-
tales fríos que lo creemos un acontecimiento muí
digno de ser rejistrado en nuestros fastos minera-
lójicos.
i>En el buitrón de Goyenechea se ha procedido
por los señores Oternín i Orozco a un beneficio de
13 quintales de un metal de Pampa Larga que
ninguna lei descubría por la amalgamación ordi-
naria,
» Reducido el metal a polvo finísimo se le hizo
sufrir una tuesta en un horno construido al
efecto-
í Volatilizadas por medio del fuego las sustan-
cias enemigas que contenía el metal, ha quedado
reducido su beneficio al de amalgamación dando
nna lei de 206 marcos, según se nos ha informado
últimamente.
it» Sabemos que los costos de estas preparaciones
no son caros i que puede hacer cuenta su aplica-
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— 207 —
ción a metales de mui inferior lei a los de Pampa
Largáis.
XI.
En cuanto a este último mineral, tan notable
por sil lei fija de oro embebido en su pasta metá-
lica, i a sus conjéneres inmediatos, hé aquí la últi-
ma reseña que de ellos conocemos, la cual, aun
que lacónica, para nuestro objeto es suficiente, i
fué hecha para la Esposición de 1876 por el pri-
mer mineralojista del país:
€ Pampa-Larga i Punta-Brava. — Han produ-
cido cantidades considerables de minerales arse-
nicales de plata nativa, plata roja, arsénico nati-
vo, rejalgar, cobalto blanco platoso, etc.
i^Los Bordos i La Rosilla. — Vetas de amalgama
nativa de composición diferente de la de arquería,
acompañada de plata clorurada i cloro-bromurada
i plata nativa.
j> Cabeza de Vaca. — Con altitud 1,614 metros;
su vecino el Retamo^ en pocos años produjo ma-
yor caudal en plata nativa ramosa que tal vez nin-
guna otra mina de Chile. Las tres minas produc-
tivas de Cabeza de Vaca dieron en 1875, 158 qui-
logramos de plata.
y>Lomas Baí/as. — Es uno de los principales mi-
nerales de plata del norte; produce todavía mas
de 6,500 quilogramos de plata fina anualmente.
Lleva 13 minas productivas i ocupa 350 opera-
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— 2ü8 —
ríos. Sus depósitos metalíferos que se hallaron
abundantes en plata clorurada, acompañada de
plata nativa i carbonato de plomo en la rejión
superior de las vetas, producen en hondura canti-
dades enormes de minerales sulfurados, de gale-
nas antimoniales i de otras especies de composi-
ción complicada, por lo común ricas en plata.
Pero lo que se ha notado hasta ahora de mas pe-
culiar en estas minas i lo que las hace diferen-
ciarse de las demás minas de plata de la proX^in-
cia de Atacama, es que los minerales de Lomas
Bayas son auríferos, de lei a veces subida en oro,
i que este metal aparece a la vista no solamente
en las especies sulfuradas antimoniales, sino tam-
bién en las de plata córnea.
T^San Antonio del Potrero Grande.— (Su altitud
1,214 metros.) — Cuatro vetas do mucha corrida
cortan el cerro con dirección nor-estc a sur-oeste.
Sus minerales constan principalmente de plata
nativii, plata bismutal, algo de bismuto nativo,
arseniuro i sulfuro de cobre; sus criaderos son
arcillosos. (1)
(1) Sobre una especie particular de metal encontrado en este
mineral de cordillera, que, como el de las Condes, contiene ri-
quísimos cobres platosos i que el señor Domeyko llama sub-arse-
niuro de plata, cobre i bismuto, se espresa este ilustrado químico
en los términos siguientes:
<cLa mina que ha producido estn nueva especie mineral de
plata es la San Antonio dd Potrero Grande (departamento do
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— 209 —
}> Carrizo. (Departamento del Huasco.) — No
conozco minas de Chile que produzcan mayor di-
versidad do minerales platosos i cobrizos que las
de Carrizo. Entre otras especies, citaré: plata an-
timonial (bi-antomoniuro), antimonio nativo, co-
bre gris antimonial, j9/a/a^m, mispiquel platoso;
en menor proporción rosicler claro i oscuro, plata
nativa; pero ningún indicio de plata córnea.
i>Tunas. — (Las hoi, 1882, célebres i riquísimas
minas de don Nicolás Naranjo) en actual benefi-
cio, produce minerales arsenicales de lei bastante
Copiapó) la misma en que (hace 30 años) he reconocido por la
primera vez 1(1 existencia de plata bismiital. Según los datos
que he podido recojer, esta mina ha dado en los primeros tiem-
pos de su explotación cantidades mui considerables de plata
metálica. Su propietario señor Codecido conservaba en su co-
lección un gran trozo de mineral de aquella época, mui rico en
plata que tenia caracteres algo parecidos a los de plata bismu-
tal. Este gran trozo de metal, único que se ha conservado de
aquella riqueza, fué regalado a don Uldaricio Prado, profesor de
metalurjia, a quien debo fragmentos que me sirvieron para el
análisis que a continuación presen toD.
Hé aquí ahora la rica lei de%u análisis por cobre i por plata:
Cobre 41.86
Plata 28.98
Bismuto 6.31
Arsénico 6.70
Oxido de cobre C. u O. 10.22
Criadero insoluble 5.01
99.68
EL L. DE LA P. — 27
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— 210 —
subida, rosicler i plata nativa. Estas minas hun
producido en 1875, 452 quilogramos de plata i úl-
timamente se hizo un gran alcance en una de ellas*
3)De todas estas minas se hallaron en la Espo-
sición Internacional de Santiago, colecciones de
minerales exhibidos por la junta de minería ílc
Copiapó i por la de Val leñar. Trozos inui grandes
de mineral rico de Tunas fueron también manda-
dos por don Nicolás Naranjo, do su mina llamada
Domeyko.
3) Las minas que a continuación se eapresan^
aunque también de ellas se es traen minerales
platosos, se consideran mas bien como minerales
de cobre o de plomo que de plata:
i> (7Aeco.— Minerales de cobre platoso^ sus cria-
deros son mui diferentes de los anteriores. Estas
minas, en el primer cuatrimestre de este año 1876,
produjeron 53,730 quilogramos de cobre i 79 qui-
logramos de plata.
y>Garm. (Altitud de \a Descubridora, 2.810 me-
tros.)— Galenas platosas; notables por su lei va-
riable, pero a veces mui .subida en oro. La pro-
ducción de las minas de Garín en 1869, fué de
1,317 quilogramos deplata,3) (1)
■ ■ ' ■■ ■ ■ = -^^ ^— ■ s =^
(1) Según Sayago el descubuiJor de la rica mina de Garm
Nuevo en la sierra de la To^rnera, fué don José Aatünío Moreno,
el mismo que tan justa fama alcanzara mas tarde como minero.
I este descubrimiento que correspondia a na dormtero antiguo
llamado de Balta, fué eclipsado en breve por el de la rica mina
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211 -
XII.
Pero entre los diez o doce descubrimientos de
la edad arjentífera de Copinpó, retoños salidos de
cuajo de la raiz madre de Ghañarcillo, hubo uno
sobre el cual el ilustre químico tan ampliamente
citado por nosotros en el presente capítulo pasa
do lijero, declarándolo solo uno de los mas ricos
filones conocidos en el mundo de plata ramosa.
Tal fué el mineral del Retamo, en la subdelega-
ción sub-andina de Cabeza de Vaca, que por los
años referidos (1846-47) enloqueció a Copiapó i
enriqueció a no pocos de sus vecinos i cateadores.
Sucedió este descubrimiento, que recuerda por
sus analojías culinarias el de Arqueros i el de
Oerro de Pasco en siglos atrás, de la manera si-
guiente:
XIIÍ.
Existian en Copiapó tres señoras de buen ta-
lante, de apellido Dolarea i de estirpe de mineros
i aun de héroes, porque una de ellas dio la vida a
Rafael Torreblanca, el Bayardo afcacameño in-
molado en el Campo de la Alianza.
Santa Rosa de Garín que el 31 de agosto de 1848 descubrierou
los hermauos Echibnrú i otros cateadores.
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— 212 —
Eran aquellas damas casadas con tres entusiastas
mineros, i llevados estos del doble parentesco de
la familia i el ejercicio, formaron una compañía
de cateo. Sus nombres eran Rafael Torreblanca,
Patricio Sierralta i J. ' M. Olivares. I un dia en
que una de sus cuadrillas se había alojado, al
pardear la noche, en una ladera del desierto, al
arrancar de raíz un retamo enano qne por allí
habia, para hacer de su tronco luz i Iiirabro, «altó
de las raices una verdadera lluvia de trozos de
plata nativa, como si las raices del arbusto hu-
biesen estado formadas de filamentos de aquel
metal.
Tal fué el descubrimiento i tal el nombre* En
cuanto a la riqueza, se creyó en los primeros tiem-
pos que eclipsaría a Chañarcillo, a cuyos crestones
su plata ramosa sobrepujaba en cuantía i esplen-
dor.— «Puedo asegurar a U. (nos escribía a este
propósito un dignísimo amigo i venerable patricio
de nuestra sociedad, al enviarnos junto con algu-
nas interesantes publicaciones mineras de Copiapó
una admirable muestra de plata m acidia i filamen-
tosa, como si fuera un fragmento de retamo artifi-
cial), puedo asegurar a ü. que en mi condición
de banquero o rescatista de pastas en Copiapó he
reunido i aun hice fundir en mis hornos, no al^^u-
nas libras sino varios quintales del mineral del
RetamO; de riqueza mas o menos i^nal a la ranea-
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— 213 —
tra que le envió para que la coloque en su colec-
ciona. (1)
Por desgracia, la riqueza del Retamo fué tan in-
jente como fugaz. En pocos meses sus comprado-
res de barras, entre los qué se contaban don José
Santos Cifuentes, el intendente Lavalle i otros,
estrajeron, dos o tres millones de pesos, i uno de
los descubridores (Olivares) usufructuó su hallaz-
go comprando la valiosa hacienda de la Marquesa,
en la Serena.
Pero Sierralta i especialmente Torreblanca, dos
nombres apropiados para su rudo ejercicio, a fuer
de insignes mineros, de incansables cateadores, de
hijos verdaderos del desierto, prosiguieron la ca-
rrera de aventuras, que les ha colocado a la cabe-
za de los hombres mas sobresalientes por su espí-
ritu i su brazo, su yaucana i su alma, en la vale-
rosa falanje minera de Atacama.
Por esto i de derecho consagraremos el próxi-
mo capítulo a hi última: — a los obreros después
de la faena, a las abejas después de la colmena.
(1) Carta al autor del señor don Antonio Escobar, Santiago,
setiembre 27 de 1882.
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CAPÍTULO IX.
LOS MINEROS DEL NORTE.
(su CARÁCTER I SU VIDA),
El minero de Chile i ana peculiiiridsdes. —El minero considerado como ti-
po nacional — Su afiimilutíiofi a U mímtaíla en qne vivo. -- Independe nci^i
do an cíifúcter. — Su provci'ijín-l deápí-eiiiümiento i prodigalidad. — Loa
Peralta de Copiapij mgúu Siinanín i Uh^valier.— Su fuerza muscular*
— El a¿>ír chileuo eogiiu el capit:iii Head i según Valle jo^. — Terra Ha i
la vida del minoro. — lIAbitos dora^*stÍGOíí.^Líi familia^ el compadre i
el fthermauitoi^. — Su valor heruieo i pen-ieuctcro. — Conato do bvau-
tamiento de los miueroa de Copiapí eu lííl?. — L^ f-afiyidía, i opinionea
singulares que aobie ella tienen loi mineros. — Ardides de q^ie se han
valido paL'a estj ejereiulo. — htk can«jalLt es tiu antigua c¡>mo Poto.íi.^*
Vanoa esfuerxoa del viiroi Mendoza pan ostirparla.— Caugaüeroi con-
donad'JH a m lerb^.*— I'jli?3ívt"*'o, — yoLi!}^ forjialídal áú minado en ana
tratos verbales. — El mlusro üs en Chile una cla^e p?o:;:'a3lí"a.— Ad^jliii-
to do sus cj.stuuibres cu Cardzal i cu Csirac :íles."B:i3 iJoi^ nioraloít,
BUH ureendan i supor^tionea. — El minoru cousidoi^ado como pjeta. — ^El
cantü del miuoro.— Arranques uspirltualü^.— Las loyoadag de ka mina**
---Ltos entierros i los derroteros.
I.
El censo de Chile ficnsa la existencia mas o
menos de vcinticiüco mil mi ñeros esparcidos en
todas las mon tafias del país.
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— 215 —
Probablemente hai en ese cómputo un error de
suma, porque no se ha contado sino a los mineros
domésticos.
I se sabe que el minero chileno es esencialmen-
te migratorio como el cóndor i como el huanaco.
En 1875, fecha del último recuento de la íkmL-
lia indíjena, habia mineros chilenos en toda la
redondez de la América antes española, desde
Famatina a Nevada, desde Iquique a La Oroya,
desde Potosí i Huantajaya, a Colquechaca i Cerro
de Pasco.
Pero aun siendo mui inferior su número, el mi-
nero chileno no dejaria de ser por esto lo que es
antes que todo: un tipo nacional. I de tal suerte es
esto, que si por algunos de los trastornos que visi-
tan la tierra i la familia chilenas desaparecieran
ambas, bastaría un solo ejemplar dejado en el fondo
de las labores o entre los ásperos riscos del cataclis-
mo, a la manera de los fragmentos de esqueletos
humanos de la edad de piedra que los antropolo -
jistas suelen descubrir en las cavernas calcáreas de
los cerros terciarios, para reconstruir por comple-
to la raza estinguida.
II.
Mas el minero de Chile no solo es un tipo.
El minero, dadas las condiciones especiales de
su vida 1 su carácter, es un ser único, porque una
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— 216 —
vez que el hombre de la llanura ha subido al ce-
rro, ha calzado la ojota, se ha fajado las recias ca-
deras con el ceñidor de lana roja tejido al telar i
ha empuñado el combo i la yaucana con nervudo
brazo, ya no puede ser otra vez lo que ha sido.
Tiene que ser minero, nada mas que minero, i mo-
rir como minero.
La transformación es completa.
El birrete rojo imprime carácter como el bi-
rrete cardenalicio.
I en efecto, el áspero gremio a que el minero se
incorpora junto con nacer, sea en el fondo del
antro, sea en la cancha de la faena, no reconoce
ninguna de estas dos clases de desaliento tan co-
muñes en las otras carreras del trabajo: los tráns-
fugas i los inválidos.
El chacarero, el artesano, el gañán regador, el
guanay vogador del Maule, el chango que pesca
en el Paposo, el arriero, hijo de Nanjarí, que apa-
reja sus muías al pié del Aconcagua, el piuco que
corta alerce en las selvas de Ghiloé, todos esos
pueden ser i se hacen sin dificultad mineros por
afición o por enganche.
Pero una vez hecho minero, ninguno de esos
grupos es capaz de retrogradar al blando ejercicio
primitivo.
El minero se incorpora al cerro como la roca
al farellón, como la veta al panizo, como el eco
a la montaña»
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— 217 —
No puede vivir smo allí, i allí vive, jirne, canta
i produce, sin volver a pensar en la choza del va-
lle, en el cerco que aró en la niñez al tardo paso
del buei, en el monte de pataguas, cabe al estero,
en que derribó para la lumbre común el primer
quillai o el primer holdo.
Por esto dijimos que el minero no se hacia ja-
más tránsfuga. El minero, semejante al soldado,
muere soldado, es decir, muere minero.
III.
Dijimos también que el minero chileno no se ha-
cia inválido, por que no hai nada mas común que
encontrar, aun en las mas cerriles faenas, hom-
bres septuajenarios u octojenarios que trabajan con
vigor juvenil; i cuando el fornido barretero echa de
ver que la veta de la vida se angosta i comienza el
natural desfallecimiento de sus fuerzas, es decir, su
broceo, en vez de ir a buscar la sábana de la mise-
ricordia en el hospital vecino o de implorar la
compasión en los caminos, échase bajo su últi-
mo torito^ cúbrese con un pellejo, i allí al rayo
tibio del sol de la montaña, se estingue a la bo-
ca de la mina, esto es, al pié del cañón... En se-
guida, cuatro camaradas descienden el cadá-
ver en una parihuela improvisada, i el minero ha
vivido...,
EL L. DE I. A P.--28
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— 2l8 —
lY,
¿Cuátulo, en cuál ciudad Imbcis vifeto alguna
vez pedir limosna a un minero?
Todo lo contrario, la base de su existencia está
cifrada en los estrcmos opuestos de todas las fia-
quesías lunuanas, es decir, en su fiera independen-
cia, en su probervial desprendimiento. El mine-
ro chileno jamás ha doblado bu rodilla ante el
ídolo biida del paísj el Dios-Empeño; i siéntese
mil veces mas feliz sentado en la mas dura peña
sobre su dehmtal de cuero que en el mas blando
i rico tapiz de ajeno estrado. De todas las castas
i derivaciones de la conquista» la que aias se ase-
meja al araucano primitivo i no domado, es el
minero- El huaso, por el contrario, es la negación
del araucano, es el indio mansOj como lo observa-
ba Darwin en el cerro de la Campana; es el mi-
tayo, siervo de encomienda en el campo, esclavo
eu la ciudad.
T.
Acostumbrado a no vivir sino de sí mismo, aisla-
do durante años enteros entre los picos de la raou-
taüa; sin conocer la diferencia del dia i de la no-
che dentro de las lüljre^í^as paredes de sus piques
i frontones que amarillento candil alumbra en la
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— 219 —
alborada, ea la mitad del dia como en la media
noche, acentúase poco a poco en la carrera del
minero la conciencia, el deleite i hasta el or-
gullo de su independencia en el trabajo, (volaptas
labor)^ i sin esfuerzo so hace el rei de las mon-
tañas.
El minero no necesita de nadie, i al contrario,
cuando «baja)), es decir, en las épocas en qne se dig-
na visitar el poblado, su jenerosidad no conoce lími •
tes. Cuando el minero «baja a la villa», después del
pagamento, es para el valle lo que el Ni lo para el
Ejipto, i la agua turbia del Maipo para su árida i
sedienta planicie. Sea en q\ gloriado de Aconca-
gua que, por todos los ángulos de la mesa en
que el minero que pide i que paga, hace correr
por jarros i barriles, sea en el ponche de panales
de Juan Godoi, que en los tiempos de los Peraltas
valia a razón de seis onzas el tiesto, el minero no
reconoce ningún límite a su prodigalidad i a su
placer, escepto la prodigalidad i el placer de
sus camaradas. Fué así como los dos hermanos
Peraltas remolieron en un año dos millones de
pesos, gastando sus tesoros con mas fausto que
los príncipes i los héroes misinos de la fiíntástica
novela. — Los Osorios de Tiltil fueron en el siglo
pasado los Juan Tenorio de su comarca, i en el
presente los Peraltas sobrepujaron a Montecris-
to, cuando en la cima del Chañarcillo hacian ro-
dar con nervudos brazos los bolones de plata ma-
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-- 220 ^
ciza del tesoro del abate Fariu eti el castillo de
Iff(l).
VL
Por esto mismo el minero carece de toda pre-
visión. No atesora como el hnaso, ni guarda en
la troj como el chacarero. Jamas pide vuelto en
la taberna i rara vez cuando ofrecido, lo acepta-
Al contrario, siendo el único obrero de Chile que
acumula forzosamente algún caudal en la fae-
na, su delicia es gastar ruidosamente en una hora
lo que ha ganado con el tenebroso sudor de sus
manos. Todo lo que el minero cxije en tales ca-
sos, es que le mimen, que lo acaricien^ que artifi-
ciosamente le adulen. — íriui canño)), como ellos
dicen, porque en tales casos al primer desaire, a
(1) Los Peraltas o Bolados se han hodio un tipo novelesco
aun en Europa. . Chevalier dice quü sacaron de su manto (el
manto de los Bolados) bolones do plí^ta maciza de 70 a 80 rjnin-
tales, i murieron mas pobres i]ue loa asaos <iue antea habian
arreado. Siraonin va todavía ma--? lejos, i en el último i mas po-
pular de sus libros — Le Monde Atnsrkam, (que es el Parl^ en
America sin la ficción de Laboiilaye)^ sü espresa de ellos en esto?
términos (pajina 332):
«Au Chilí, les fréres Bolados, paavre** finiers^ découvrent une
mine d'argent, en tireut 3 millirnis et ^, ¡lerdetit tontdans le jen,
la dissipation, Torgie; lamine s'cfMiise, et ce^i milliominirGs d'uri
jonr n'ont plus móme leurs aiics paiir repreTjdie leur pre-
mier niétier! Que de frercs BüIíuIks oh iHJurnut oíter tUuin lea
mines de Califnrnie^du Colorado, du Nevadi*!)^
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— 221 —
la primera des3onfianza de la paga, a la mas li je-
ra provocación, el puñal salta de la faja i las
tripas, saturadas de sangre i aguardiente, corren
sobre el entarimado. El minero ebrio i contraria-
do es un ser terrible en el poblado. La cabra ha
vuelto al monte, pero el alcohol ha convertido al
chivo en fiera.
VIL
I en tales lances, cuando suele visitar su mente
febril, escitada por el ponche, la mujer o los nai-
pes, algún rayo de injénua previsión, reviste ésta
cierta simplicidad antigua i en el fondo heroica.
Un dia vimos nosotros a un joven minero de la
Ligua, que al comprar, con su bolsa llena de on-
zas, un par de zapatos nuevos, metió las viejas i
desgarradas ojotas que tenia puestas, en la quin-
cha del bodegón, diciendo alegremente: — por si
acaso!... I a los dos dias volvió de la villa, camino
del cerro, sin onzas, sin camisa i sin zapatos, la cara
surcada de arañazos, porque todo lo habia jugado
i lo habia perdido, incluso el pellejo, i sacando risue-
ñamente las rotas plantillas de su previsión i por si
acaso^ encaminóse de nuevo alegre i cantando a la
montaña. En seis meses mas, por Corpus o por Na-
vidad, él volvería a vengarse, e.s decir, bajaria al
desquite. El minero, como todas las naturalezas
concentradas, suele ser vengativo, i de aquí el
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I
22á -^
corro, o mas bien la cuchiUa innulina rebajada, bu
fiel compañera.
VIIL
Para soportar vida tan clura» tan aislada, sin
uno solo de los comunes i baratos placeres de las
agrupaciones humanas, el minero necesita estar
dotado de una fuerza muscular semejante a la del
león en cuyas vecindades vive, i de una sobriedad
parecida a la de los anacondas. El inglés Head
ponia en parangón, de hombre a hombre, de hom-
bro a hombro, la potencia del api re chilena con
lik del ele Oornwall, que él habia traído para ensa-
yo; i mientras el ultimo apenas podia alzar del
suelo el capacho metalero, el hércules aconcagüí-
no se ofrecía a bajar a la mina i a subir en segui-
da con el capacho i el gringo, todo a un tiempo.
Hoi dia en que la maquinaria a vapor ha rem-
j^lazado al malacate de caballos, como el piquetor-
no habia remplazado al apire, este atleta destro-
nado, a semejanza de los titanes que escalaron el
cielo, no tiene sino una pena, la de ver que una bes-
tia o un pistón de hierro haga ahora mas barato i
mas aprisa lo que antes ejecutaban sus lomos i su
resuello «A la vista de un hombre desnudo, dice
Jotabeche, haciendo una fielmente colorida pintu-
ra del apir, que aparece en una boca -mina, cargan-
''^ " la espalda ocho, diez i doce arrobas de pie-
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— 223 —
dra, después de subir con tan enorme peso por
aquella larga sucesión de galerías, de piques i de
frontones; al oír el alarido penoso que lanza cuan-
do llega a respirar el aire libre, nos figurarnos que
el minero pertenece a una raza mas maldita que
la del hombre, nos parece un habitante que s¿tle
de otro mundo menos feliz que el nuestro, i que
el suspiro tan profundo que arroja, al hallarse en-
tre nosotros, es una reconvención amarga dirijida
al cielo por haberlo escluido de la especie huma-
na. El espacio que media entre la boca mina i la
cancha donde deposita el minero los metales, lo
baña con el sudor copioso que brota por todos
sus poros: cada uno de sus acompasados pasos va
acompañado de un violento quejido; su cuerpo
encorvado, su marcha difícil su respiración apre-
surada, todo, en fin, demuestra lo mucho que su-
fre. Pero apenas tira al suelo la carga, vuelve a
desplegar su hermosa talla, da un alegre silbido,
bebe con ansia un vaso de agua i desaparece de
nuevo, entonando un verso obsceno, por el labe-
rinto embovedado de aquellos lugares de tinie-
blas.»
IX.
En cuanto a la sobriedad del minero, que corre
parejas con su inconmensurable pujanza i fisio-
lójicamente la esplica, a todos consta que el ordi-
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^^ 224
nario sustento del minero se compone de estas
dos cosas que son tan chilenas como el cobre: el
poroto con ají como guiso, i un puñado de higos
por postre. Nada mas, pero nada menos, porque,
como dice Terralla, poniendo en contraste el lujo
del aviador i la miseria del operario, en Méjico i
en el Perú:
....(íQue a aquel lo sustentan aves,
I a éste tasajo seco
Con maiz cocido o tostado,
Que suele a veces no haberlo;
Que aquel baila i enamora
De placer i gusto lleno,
I éste entre nieves i piojos
Pisa peñascos i cerros;
Que aquel está en diversiones.
En saraos i en recreos,
I éste en sumas soledades
De tristezas padeciendo;
Que aquel rompe ricos trajes
De tisú i de terciopelo,
I éste pañete, bayeta.
Jerga tosca i sayal prieto;
Que aquel no pierde comedia.
Toros, saraos ni festejos,
I éste vive entre humedades.
Fríos, escarchas i hielosD (1).
(1) Lima por dentro i fuera, por Simón Ayanque (Te-
rralla).— Descanso XVI, Romance 17.
I
^•; Digitized by VjOOQIC
99n
X.
La vida de familia del minero es, en razón de
las causas que hemos venido apuntando, escasa i
sin goces.
El minero, salvo en dos o tres ocasiones del
año, es un ser profundamente melancólico. Ro-
deado de soledades, su alma se asimila al silencio,
i vive callado como la montaña que habita. No
tiene por esto de ordinario familia como el huaso,
ni siquiera una pobre choza como el vaquero i el
pastor. El minero es el arquitecto que ha descu-
bierto el torito, es decir, la habitación del hombre
célibe i ambulante como el carrilano.
Los mineros suelen casarse, o mas bien suelen
vivir casados, pero no hacen sino mediocremente
feliz a su compañera de destierro. La vida del
minero es esencialmente masculina, vida macha^
como la llamaba espiritual mente Jotabeche. De
mas valía doméstica que la mujer, es por esto
mismo en la comunidad del minero, el compadre.
Cada minero tiene «su compadren, i éste que es el
consejero, el amigo, el aviador en la faena i aun
en la alfcoba, tornas» • en el abnegado padrino del
duelo a corbo i después en el heroico hermanito
en la batalla.
KL L. DK LA P,— 29
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— S2J —
XT.
Decir, íi este propósito, que el minero es bravo,
sería como afir mar que el pedernal es duro i que
cuando el acero lo hiere echa chispas. Luchador
ardiente i tenaz contra todas hisj formidables re-
Bistenciaí? de la naturaleza, el minero contempla
a Eiu adversario humano solo como una grieta
blanda en la labor i lo acomete sin esfuerzo i fiin
jactancia, siendo igual para él la individualidad,
el grupo, la cnadrilla i el batid Ion, porque el pa^
nizo es el mismo,... I de aquí la inmortalidad
guerrera del rejimicnto Átacama i del Tejimiento
Coquimbo, dos falanjes de mineros.
XIL
Por lo mismo, el minero es paleador como el in-
dio i pendenciero como el roto. Se halhi siempre
pi onto para todas las revueltas, i es así como se
esplica que el norte baya sido para los gobiernos
de Santiago una frontera política mas terrible que
la antigua de las lanzas que crecen entre los qui-
lantares araucanos. La Serena i Los Loros fueron
duras pero no provechosas ni aprovechadas ense-
ñanzas de lo que es el hombre del norte, es decir,
el minero hecho ciudadano i de ciudadano hecho
soldado.
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00-7
De su espíritu tumultuario ha quedado también
larga memoria desde que, como decían los mono-
polistas de las minas de Huspallata a mediados
del siglo pasado, — «la jente^minera es la mas va-
gabunda de todo el reino». En 1847, cuando
hubo inundación de plata en Oopiapó, llegó
a temerse un alzamiento jeneral, i desde en-
tonces pasó a guarnecer aquellos parajes un escua-
drón de Cazadores a caballo al mando del hoi
jeneral don Ignacio Prieto.— o: Los rumores que
han circulado en el departamento, decía el Copia-
pino en su editorial de 4 de mayo de 18i7, sobre
el asalto intentado contra algunas minas de Cha-
ñarcillo, no han sido una falsa alarma, como ha-
bíamos creido al principio, sino un hecho efectivo
que no ha llegado a realizarse, merced a la casua-
lidad que hizo descubrir con anticipación las si-
niestras intenciones de los que debían perpetrarlo.
i>Los célebres criminales Perinés, Flores i Agüe-
ro, tan conocidos entre nosotros por una larga
historia de crímenes atroces, que han llegado a
quedar impunes por haberse fugado sus autores de
la cárcel de esta ciudad en las diferentes ocasiones
que se les ha tenido presos i se les ha seguido su
causa, hablan formado el plan depravado de sedu-
cir a algunos jornaleros con el objeto de atacar
principalmente las minas Descubridora i Reventón
Colorafh para apoderarse del armamento que en
ellas tienen sus dueños i, provocando en seguida
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— 228 —
a la rebelión el resto de la peonada, cometer de-
sórdenes i escesos de todo jénero que habrían sido
de las mas lamentables consecuencias.
3)Por fortuna, instruido a tiempo el subdelegado
de semejante intentona, tomó las medidas que
creyó mas oportunas para embarazarla, i los en-
eabezadores del motín, conociéndose descubiertos,
suspendieron el golpe que se habían propuesto
dar.»
XIII.
Esto i con todo, en el sentido moral que perse-
guimos, el minero no es propiamente hurtador co-
mo el ratero de las ciudades o como el salteador
de caminos; es solo cangallero, es decir, contra-
bandista, porque conforme al código convencional
de los asientos mineros, la cangalla o sustracción
de una parte pequeña del rico montón de la can-
cha sacado a pulsos del fondo de la labor, no es
robo sino contrabando, como la sustracción clan-
destina del buque, de la lancha o de la playa en
el puerto de mar.
La cómoda teoría del minero es que el metal
alo da el cerro» i que el cerro, como todo lo que
forma el territorio, es mas o menos propiedad co-
mún del chileno. I de aquí viene que el apodo de
((Cangallero» no es de ofensa. Al grito de fda-
drón», el puñal brilhiría en las manos; pero el
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— 229 —
motejo de <r cangallero» es recibido con sonrisas, i
algunos, como Méndez, el célebre descubridor de
Caracoles, acostumbraba llevarlo como apéndice
tolerado a su nombre — «Méndez Cangalla. d
'O'"
XIV.
Ignoramos la etimolojía de esta curiosa pala-
bra, porque en quichua cangalla significa simple-
mente pizarra, i a no ser que el nombre se derive
de los mitayos, o mineros que Cangallo, distrito
de Ayacucho, enviaba a Potosí, i que acaso fueran
mas diestros hurtadores que los otros, no acerta-
mos a fijar su orijen. Nos es dable sin embargo
recordar algunos de los rail arbitrios con que los
cangalleros de la plata barra se injeniaban para
sustraerla a sus dueños, burlando hasta los ban-
dos de muerte con que el rei ordenaba castigar a
los que robaran pastas en sus casas de moneda,
tanto en Méjico como en Lima, en Santiago i
Popayán como en Potosí.
XV.
Al principio, el gran encubridor de la cangalla
fué en Chañarcillo el ceñidor de cien vueltas con
que el minero fajaba su cintura i apostaba carreras
de jajá en los dias de solaz. Pero prohibido este
atavío eu las labores, ocurrieron a la telera^ es de-
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— 230 —
cir, a su abultado pan de ración, del cual estraian
la miga antes de entrar a la faena, i rellenábanlo
adentro con la mejor gr¿inaUa de la veta,
I una vez que los mayordoraos descubrieron
esta treta i la prohibieron, los tenaces cangalleros
ocurrieron al arbitrio de ahuecar sus veleros (es-
pecie de candeleros de palo en que ponian su
candil), i después hicieron lo mismo con las cuñas,
que las forjaban vacias de cañones de fusil. Derro-
tados por la suspicacia de sus patrones en todos
estos ardides, inventaron al fin el bárbaro de de-
positar la plata barra en sus propias entrañas^
con dolores i peligros que les causaban no pocas
veces la muerte. (1)
XVI.
Por lo demás, la cangalla es tan antigua como
Potosí, i nunca ze le ha encontrado remedio efi-
caz, por mas que al salir de las labores los ma-
yordomos de cancha hicieran gritar a los que aso-
(1) El señor don Manuel Antonio Tocsornal tenia en aii mues-
trario de metales de plata una de éstas piedras que pe^aria mas
de una libra i que habia sido cubierta da una cüjiel de cerote an-
tes de introducirla en el recto. Otra muestra mucho mayor coa-
serva en estado crudo el señor Diaz Gaíia, i hai que advertir
que como muchos de estos mótales solían contener araénícOj se
producían envenenamientos, además que la eatracüión de la pie-
dra en ese órgano solía ser mui difícil.
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^ 231 -
maban a la boca-mina Viva Chile! o los sometie-
ran a ultrajante rejistro. «Hanse hecho grandes
juntas de teólogos, decia a este respecto de los
cangalleros de alto i bajo coturno el virrei don
Juan de Mendoza en 1615, sobre si queda algo
lícito o siquiera indiferente en esta contratación
(la compra de cangalla) que la justifique, o por lo
menos la haga sufrible por excusar mayor daño,
como sucede a veces en otras leyes positivas que
no obligan como las del derecho divino. Al fin
hallan que a los indios por razón de la propiedad
de aquella tierra i de lo que les cuesta su beneficio^
se les puede disimular o permitir este uso, i para
moderarle señaló el gobierno una plaza donde (i
no en otra parte) se hiciesen los rescates para que
la publicidad del lugar avergon^^ase a los resca-
tadores; es mui conveniente el rigor en esta eje-
cución, porque a veces en el propio cerro i boca de
las minas i en los injenios, suele haber casas co-
nocidas donde van los que hurtan i los que com-
pran, entre quienes hai tan poca diferencia que
pudiera decirse por solo el primer término 3) (1).
XVIL
Estando al tenor literal de la esposición que
precede, resultaría que la cangalla menuda i tisual
(1) Memoria del virrei Mendoza, vol. I, páj. 43.
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p
I
— 232 —
seria de derecho divino según la teolojía, justifi-
cándose así la doctrina comunista que rije entre
los mineros; mas no acontecía de igual suerte con
los cangalleros por mayor, porque es preciso no
cebar en olvido que en el jiro de la cangalla hai
tres o cuatro clases de categorías que comienzan
en el fondo de lamina i acaban raucbas veces tras
de suntuosa alcoba o de bruñido mostrador de
banco rescate.
Jotabeclie, cuando fué rico, esto es, cuando tu^
YO miedo a los cangalleros i ii los pi pidos, la des-
cribe con amargura, i con malicia suma insinúa que
Yallenar fué en los dias de Gliaíiarcillo la capital
del reino de la cangalla en que tantos se enrique-
cieron mas aprisa que los mineros,
Al fin, como la pasión de la cangallase hallase
tan difundida en todos los asíe'jtos mineros de
América, se ha echo forzoso ampararla con una
especie de amnistía, cual lo ejecutara el manso
re i Garlos IV con un cangallero de Méjico panv
quien el fiscal del Consejo de Indias pidió la pe-
na de muerte, a virtud de una lei de Castilla (I).
(1) Ocurrió este caso en 1792 con nn empleado aubalteruo da
la orna, de moneda de Méjico llamado José FerrufiuOj i el reí
conmutó la pena de muerto (que dobia aplicarse solo a los que
robaban la moneda ya seikda) en deatierro por tres afíos a Pen-
eacola, por real cédula de 11 de Junio de 1792, que inédita tene-
mos a la vista.
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— :¿3^ —
XVIIL
Hace juego con la cangalla, el poruñeo, es de--
cir, el en^^afio de la jen te laica o codiciosa por la
de la profesión minera, qne exhibiendo rico metal
en la poruña, seduce i vende tierra i hoyos al incau-
to. Este es ardid co tnún a todas las clases socia-
les en los parajes mineros, i he aquí como pinto-
rescamente lo describe un aporuñado santiaguino
al visitar a Copiapó en todo el auje de sus minas.
... «Llegamos al fin al pueblo clásico de las ilu-
siones, en donde corren con igual i variada rapi-
dez cuantos pensamientos forman el encanto i el
martirio de la vida mercantil; a este lugar de ro-
tos remendados; lugar que cambia por encanta-
miento la ojota en bota, al viejo en niño, i al se-
boso culero en ancho faldón de fino paño; lugar
en que cada individuo se cree un pozo de ciencia
mineralójica i se rie piadosamente de los conoci-
mientos de su prójimo; ancho campo en el que
florece la cultivada ciencia del provechoso poru-
ñeo, que da hondo socavón al bolsillo del recién
llegado; el que, a su turno, poruñea al que le si-
gue de atrás, quien hace después otro tanto con
el de retaguardia; lugar de ansiedades i de espe-
ranzas; lugar, en fin, de mineros en alcance i de
mineros broceados. Esta ciudad, que pudiéramos
comparar a un estenso dormitorio de gallinas, en
EL L. DE T.A P.— 30
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- 234 —
el que la que hoi se coloca en lo alto de la percha
se zurra en la de mas abajo, para que a ella mis-
ma le acontezca igual desgracia mañana, está si-
tuada a lo largo de un pequeño i bien cultivado
valle, entre dos cordones áridos i descarnados,
cuyo aspecto sombrío hace resaltar el hermoso
verde de la vega, i de un sinnúmero de pequeñas
pero productivas heredades a una i otra orilla de
la mezquina acequia que constituye el rio de Co-
piapÓD (1).
XIX.
Por lo mismo que el minero es poco escrupulo-
so con lo suyo i con lo ajeno, es jugador. Su pro-
fesión misma es un azar continuo i eterno porque
su carpeta está siempre puesta dentro de la mina
donde apuesta al alcance i en la superficie donde
apuesta a los dados, o al montea este juego del cer-
ro i de la mina, como su nombre lo dice, i que Si-
monin llama candidamente el baccarat americano,
como si los mineros de Chile no supiesen también
el baccarat francés... En Méjico, en Potosí i en Co-
piapó se han jugado millones; recuérdanse apues-
tas hasta de veinte mil onzas a una sola carta, i
aun es fama que en casa de cierto abogado de la
• . ' ■ ' - ■■■ .11 ■■ I 1 ,1 —
(1) PsBBZ BcsxLZS.— Recuerdos del pasado, (Viaje a Copia-
pó en 1846-47.)
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— 235 —
Última ciudad se guardaba pennane ríteme ate ba-
jo los sofáfi bis talegas de la nocturna partida co-
mo tina especie de hipoteca de los pagos i re pagos
que cada doce horas tenían lugar (1),
XX
Pero en cambio, si el minero es mal guarda-
dor de los bienes que ha ayudado a adquirir a
su patrón i la teolojía le adjudica, es antes que
todo, hombre de palabra. El minero aborrece ins-
tintivamente el papel sellado, como la rata en su
cueva al gato que la acecha a la salida. I por esto,
la cara de un tinterillo hace en su alma el mismo
efecto que el vuelo de pájaro de mal agüero en el
supersticioso araucano. Pocoa son los ejemplos en
que se haya visto a un cateador hacer traición a
la confianza de sus habilitadores por un pleito. La
palabra del minero es un contrato. Don Miguel
Gallo vendió a sus amigos Ossa i Goyenechea los
dos tercios de la Descubridora de Chanarcillo sin
mas garantía que la de la amistad, es decir, que
vendió millones bajo una palabra.
De igual manera, don José Díaz Gana cumplió
su empeño verbal a sus cate¿idores de Caracoles,
(1) Dice Simonía qne en California se llama a los jugadores
dos artistas de las miaasD i agrega que la pasión favorita es el
monte (inventado en Méjico), pero que él denomina le baccarat
dea Amériqms. — (La cié souterraine páj. 534),
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/
— 236 —
regalándoles la mitad de bu pertenencia, que valia
tres millones, i lo que hacen los patrones es lo
que por lo común practican loa subalternos. Por
lo demás, el cateador de la faena es una especie de
ájente de confianza de las empresas mineras, entre
las cuales desempeña nna misión jenerosa i atrevi-
da que recuerda al matador de leones, (cel leone-
ro 3^ en las las estancias de ganado. I como so-
bre la existencia interesante de esos hijos del de
síerto habremos de volver en breve, dejamos aquí
solo insinuada carrera.
XXL
Otra peculiaridad del minero que el vulgo hua-
80 o de las ciudades uo conoce- El minero del
norte es la mas progresista de todas las ramifica-
ciones de la familia chilena; i si no bastara para
comprobante ver todo lo que entre nosotros han
hecho durante el ultimo medio siglo los mineros
que se han enriquecido, seria suficiente ir a obser-
var al operario del norte en Car ricial o en Caracoles.
Allí con su dinero se lia hecho fundaciones de
beneficencia^ se ha abierto escuelas, se lia ofre-
cido jenerosas suscriciones a la filantropía i a la
patria. La jeneralidad de las jantes viven entre
nosotros persuadidas de que lo que hace al minero
es el traje, es decir, la ojota i el gorro lacre, el
ceñidor i la media sin pié. Error! Porque seria
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— 237 —
preciso asistir a una representación en el teatro
de Caracoles o de Carrizal, i estudiar la composi-
ción social de sus palcos en una función de gala
para desvanecer esa creencia. El minero del norte
se viste hoi en todas partes de paño como el (afu-
tre santíaguino». Otro detalle que es un libro. La
Historia de Chile por el padre Diego de Rosales
tuvo mas suscritores en Carrizal que en San-
tiago (1)
(1) A propósito del progreso alcanzado ea los últimos años
por el minero chileno, nos es grato apuntar el siguiente curioso
dato quo debemos a nuestro editor señor Jo ver:
«En Ohimbero (Tres Puntas), la instrucción pública es ohli*
gatoria,
]>Todo empleado o trabajador de las minas está obligado a
llevar sus hijos a la escuela que existe en el pueblo, i sin esta
condición no se les proporciona trabajo.
»Si siguieran este ejemplo los jefes de todos los estableci-
mientos en que hai un numeroso personal ¡cuan rápida i pro-
vechosamente se instruiria al pueblo!
dLos resultados del espíritu de progreso de los propietarios o
esplotadores del mineral de Ohimbero, se revelan en otro dato
análogo al de la Historia de Chile, por Rosales, referente a Ca-
rrizal. -Ohimbero solOy da mas suscritores a las obras que yo pu-
blico, que las provincias de Aconcagua i Oolchagua ^ra^o^, i aun
se podria añadir de yapa los departamentos de Quillota i Oasa-
blanca i algunos otros...»
Otro tanto pasa en las escuelas i poblaciones mineras de Lota
i de Lebu.
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(
— 238 —
xxir
El antifíuo i pintoresco traje de los mineros
chilenoSj hered¿ido sin duda, con algunas modifi-
caciones operadas por el clima, del de los mineros
de las Alpuj arras, de Almería i Potosí, ha ido po-
co a poco desapareciendo bajo la baratura de la
ropa hecha, Mr, Simón ha derrotado al culero, i
las máquinas de coser de Sínger a las tejedoras de
Huentelauque, en las costas de Pe torca, cuyos hi-
lados no tenían rivales sino en Guatelume para la
faja i el trcalzoncillo azaU. Hoi el minero viste
como el simple ciudadano; i ¡triste decepción! en
lugar del antiguo culero plegado en dobleces, usa
un barato i burdo saco de lona doblado en dos
mitades para sentarse sobre el duro risco o enju-
garse el grueso sudor de la desnuda espalda.- ,
xxm.
En su vida interna el minero chileno es mas
creyente que devoto. Hace mandas a la vírjen de
AndacoUo, pero en su di a va a cobrársela, vaso
en mano, a la puerta del santuario, Gomo hombre
de la naturaleza, es mas deista que cristiano. Oree
en el Dios que todo lo ha criado, especialmente
las vetas de plata barra o se m i-bar ra^ pero no oye
misa ni se confiesa sino en artículo de muerte, i
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— 239 —
entonces con intenso fervor i bincero arrepenti-
miento de sus culpas. En las minas suele haber
capilla, pero no acuden misioneros, ijeneralmente
los únicos dias de verdadera guarda i de cristiano
regocijo para el minero son los de Corpus i de Na-
vidad, porque en tales fechas les pagan o les pa-
gaban.
Por lo demás, en su fuero interno los mineros
de Chile son profundamente supersticiosos. Por
supuesto, viven en sus cavernas familiarizados con
las ánimas de los aparecidos, i no pocas veces se
les ha visto salir aterrados del fondo de profundas
labores, asegurando que a sus pies han sentido
patentes los ruidos del infierno i las imprecacio-
nes de Satán, que el viento remedaba entre las
grietas subterráneas.... La leyenda del diablo i de
los siete mineros de Petorca es demasiado cono-
cida por su metro, i en otra ocasión la hemos con-
t-ado.
XXIV.
Como consecuencia de todo esto, el minero es
poeta; es el poeta por oscelencia, el poeta indíje-
na, el bardo nacional, rudo como los antiguos
trovadours de la Provenza, pero gráfico an la es-
presión del sentimiento, sea en el triste cantado o
compuesto en el fondo de cavernosa soledad, sea
en las festivas zamacuecas del fandango de la cer-
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— ¿40 —
cana placilla- El iniriero es el antiguo payador de
Chile, i sí este último hubiese desaparecido, solo
podrían hallarse sus vestijios entre his faenas se-
tentrionales donde hasta hoi se oauta la patria i
el trabajo, la guerra i el amor.
«El roto no es descendiente
De monarcas europeos:
Araucanos son sus padres,
Araucanos sus abuelos.
Desciende, pues, de esa raza
De magníficos guerreros
Que nunca domó la España
Ni nunca nuestro gobierno.
Por eso sus fuerzas son
Las de un jigante, i por eso
Ni le fatiga el verano
Ni le amilana el invierno.
Al rayo del sol trabaja
Como trabaja lloviendo;
En las minas con el combo
O con el chuzo de hierro;
Con el arado en el campo;
Sobre la mar con el remo*
i^¿Quién no ha visto alguna vez
A nuestros bravos mineros
Trepando a lo alio de un pique,
En las entrañas de un cerro,
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— 241 —
Con el capacho de piedras
Como quien lleva un muñeco?
¿Cuál es el trabajor
Que hai mas firme que el chileno?
El aguanta una semana
I un mes, dos meses i ciento,
Trabajando una labor,
Porotos con sal comiendo,
Sin beber mas que agua pura
I durmiendo sobre el suelo.
3) ¿Quién le gana a jeneroso
Si anda trayendo dinero?
Si un amigo pide un dohh,
El pide dos al momento,
I entre dohhs i repiques
Gasta lo que anda trayendo,
I al fin empeña la manta.
La chaqueta i el sombrero.
Si en el despacho en que toma
Hai paisanos o europeos,
A todos les pasa un trago,
Aunque sean limosneros.
Si sabe que hai un amigo
Que está sin trabajo, enfermo,
Va a visitarlo, i le deja
Una chaucha por lo menos.
DNunca en un mismo lugar
Le gusta estar mucho tiempo;
EL L. r>E LAP. — 31
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k
— 242 —
Por eso es que todos dicen
Qtie el roto es aventurero.
El uño cuarenta i nueve
A Culifornuv se fueron,
A trabajar en las minas,
Mas de cuatro mil ehilenos.
En el Perú i en Bolivía,
Pregunto, ¿quiénes han hecho
Todos los ferrocarriles
Que construir mandó el gobierno?
Digo, ¿quiénes trabajaban
Las minas de esos dos pueblos,
I quienes han trabajado
En los mantos salitreros?
¿I quiéuL^s en la otra banda
Son los que labran el suelo
I los que esplotan las minas?
Chilenos! Son chilenos!
En el carril de la Oroya
¿Quiénes trabajar pudieran.
Sin enfermarse jamás,
Sino los rotos?— Solo ellos.^ —
¿Cómo vivía cada uno?
Un hoyo hacia en el suelo,
Echaba un poco de paja
I se acostaba mui fresco,
Como en un colchón de plumas,
I sin mas techo que el cielo.
Eso síj nunca faltaba
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— 243 -
En aquel triste agujero,
Amarrado a uu coHgüito,
El Estandarte chileno!
¡Pobre del caico o del cholo
Que tuviese atrevimiento
Para arranear esa insignia
Que todos tanto queremos!
¡Al instante allí quedaba
Sin una tripa en el cuerpo!» (1).
(1) Lillo, no el cisne de Santiago, sino el pequen de Co-
quimbo en su canción de 1879 al Roto chileno,
Guajardo^ otro de los in]Qmo^o^ pequenes de la poesía popnlar
contemporánea, tiene también el siguiente brindis del minoro en
sus FoesidSy vol. VI:
«...Yo brindo, dijo un minero,
Por el combo i la barreta
No por ninguna coqueta
Que para nada las quiero.
Sacudiendo su culero
Hablaba con arrogancia;
El perdón de su ignorancia
En público les pedia
Mil historias referia
En verso o en consonancia }[>.
Por último, en el anexo de este capítulo damos en este orden
cabida a un bonito Canto del minero que encontramos en El
Minero de Freirina de 1863, i lleva la firma de don J. Santa
Cruz, feliz imitador en esta composición del Pirata de Esproq-
oeda.
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— 244 —
XXV.
El minero es de suyo ocurrente, i soq muchas
las rudas espiritualidades que a su cargo corren
ca las faenas, siendo la que hoi se halla mas en vo-
ga en los climas del Norte, la de cierto posadero,
hijo de minero i de cateadores atácamenos, lia*
mado don Zacarías Echíburíi, qnien, habiendo
puesto una mala posada en Ui mitad del desolado
camino que antes del ferrocarril conducía de An-
tofagasta a Caracoles, recargaba sus cuentas se-
gún el mayor frío o calor que eu el páramo hacia,
o la llora en que le era preciso levantarse para
recibir a sus escasos huéspiMlos; i cuando alguno
de estos aventuraba tímida observa ación sobre lo
subido de los precios, el buen don Zacarías (que
no tenia mal nombre para fondero) se coutentaba
con replicar: fj acaso he venuh aqtá solo para
mudar temperameniof , , . ,
La frase ha hecho fortuna, i hoi es dicho uni-
versal i cspresivo cutre toda la andariega jen te
que se llama según esprcsión míuera también —
íChilc nuevo.»
XXI7.
En su calidad de [lurfbrador i de Ii oí ubre su-
persticíüso, el minoro es también el autor de caísi
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— 245 —
todas las leyendas de entierros que han corrido
en el país, desde la lagua del Inca hasta la cade-
na de oro echada al pozo délos jesuitas. I su teo-
ría, que nosotros hemos visto en ejercicio en varias
ocasiones, especialmente cuando desempeñábamos
la intendencia de Santiago, es sumamente cómoda.
Cavado el entierro hasta la profundidad que reza
el derrotero, q la fantasía, sino se halla es porque
los brujos, que guardan como avaros centinelas
esos tesoros, los han traspuesto tantos i tantos
estados mas abajo, i entonces hácese preciso pro-
seguir la escavación hasta los antípodas. . .
Pero el punto principal de las leyendas i de las
pláticas del minero, en las cortas horas que la
noche i el fogón reservan a su cansanc'o, son los
derroteros^ porque así como el huaso ha de saber
cuentos de penitentes, de aparecidos i de varilli-
tas dé virtud, así el minero forzosamente ha de
conocer i contar, apuntar i llevar consigo, en for-
ma de mugriento escapulario doblado en mil do-
bleces, uno o cien derroteros.
I como este es un tema obligado de la historia
de la minería en Chile, hemos de hacer mención
de él por separado.
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— 246 —
ANEXO AL CAPITULO X.
CANTO DEL MiNEEO.
Eíi una mina en qm existe
De cobre un rico mnero^
Alegre canta un minero
Continuando su labo}\
Trabaja allí sin descaasu
Para dar tesoro al ríüo
I al compás do combo i pico
Entona alegro canción.
Hoi dos varas
He minado
I he sacado
Piedras mil
Son metales
De colorea!
Dos labores
Voi a abrir.
Ya me canao
No respiro
I ya el tiro
Va a salir»
Trabaja^ diestro pumro¡
Trabaja sin descamar;
Mira a tu/rente la veta
Del Tnas precioso 7/é^taL
Con cuánto placer no escucho
Tras un pefiasoo escondido
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— 247 —
£1 horrísono estampido
De tan inmensa esplosiónl
Chocan las piedras con piedras
I las chispas resplandecen
I los cerros se estremecen
I yo en medio del fogónl...
Miro llenos
Los portales
De metales
A mis pies
I prosigo
Mi taladro
I mi cuadro
Vuelvo a ver.
I otra vez
Oaal otros dias
Yoi las gaias
A encender.
Trabaja^ diestro minero^
Trabaja sin descansar^ etc.
Mas cuando el tiempo me llega
En qae el patrón nos da el pago
Entonces solo echo un trajo
I remojo el paladar.
I cuando a la fonda bajo
Con mi bolsa i mi culero
«Aquf está, digo, el minero:
¿No hai alguien con quien gastar?»
I a la niña
Cariñosa,
Si es hermosa
Düi mi amor.
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— S48 ^
I sereDo
De pesetas
Dejo lleno
El mostrador;
Que se precia
De galante
Este amante
Corazón.
Trabaja diestro minero^ éic.
Entre penas encerrado
Me burlo del mundo necio
Goyos desJenea de&precio
Cual peOasco sin metaL
Pues mi fuerza
Combo i pico
Dan al rico
Su caudal,
Por sus bailes
No doi nada.
Moa me agrada
Trabajar.
Con mi sueldo
Me mantengo
I aquí tengo
Libertad,
Trababa, diestro minera^ ele.
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CAPITULO X
los ''derroteros'' i los ardides del desierto.
(Cereceda i Aliste).
El cateador. — Sus condiciones físicas i morales. — Su frugalidad i sufri-
miento.—Cuadrilla cateadora de don Manuel Ossa.— Los utensilios
del cateador. — La brújula. — La cuchilla rebajada.— El corvo no es chi-
leno sino peruano. — Memorias de algunos derroteros.— El derrotero del
Inca.-- El famoso derrotero de la Ola o de los aragoneses, i su examen.
— Opiniones de Martin de Moussy. — Ardides de los mineros. — Cereceda
en las Cuestecillas. — Francisco Aliste, i el proverbio a que han dado
lugar sus engaños.
Decíamos en el capítulo precedente que el per-
sonaje de mas nota de una empresa de minas en
las provincias del norte era, después del patrón, el
cateador^ i comparábamos este último al campesi-
no diestro i animoso que en las estancias cerriles
del centro i norte de Chile suele hacer el oficio de
(tleoneroD o cazador de fieras.
No ha de ser aquel personaje, por consiguiente,
ni vulgar por su intelijencia, ni corto en su valor,
ni frájil en su resistencia a la fatiga, porque así
EL L. DE LAP. — 32
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t
^ 250 —
como la vida i el ejercicio del último consiste en-
desen marañar las carnívoras alimañas, especial-
mente la puma i el culpeo de sus espesuras, bre-
gando con todas las asperezas de la montaña, la
soledad i el acecho, así la existencia del cateador se
consume en busca de los rodados entre horrorosos
farellones, o en descubrir las minas i los panizos
encubiertos por las candentes arenas del desierto,
Ah! ¡Cuántos de estos animosos esploradores no
han vuelto mas al hogar. ¡Cuántos han sido en-
contrados solo por el vuelo de las aves de rapiña
que marcaban el sitio de su solitario cadáver!
II.
El cateador necesita ser tan frugal como los
santos i haber sido forjado de hierro en el molde de
los soldados antiguos. El menor estravío en su ca-
mino le conduce de seguro a horrible muerte, i
un accidente casual, el mas leve, la pérdida de una
ración de charqui, la rotura de una botella de
agua, bastan no solo para malograr su empresa si-
no para someterlo a las mil torturas de la desespe-
ración en lugares en que una naturaleza sórdida e
implacable no tiene para el hombre una sola hora
de clemencia. El oasis mismo en el desierto no
es muchas veces sino un engaño, i la aguada an-
tigua cegada por la arena o por el cierzo, una
agonía.
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^. 251 -
III.
Hácese por este conjunto de circunstancias es-
peciales en estremo penosa la carrera del catea-
dor, mucho mas cuando es empleado por ajena
cuenta, pues entonces va solo en medias con el
acaso, llevando como cosa de ganancia segura solo
sil martirio.
Pero es tan poderoso en el hombre el atractivo
de la soledad que le convierte en rei de cuanto le
rodea; tiene el desierto en su propia hórrida mono-
tonía tantos fuertes embelesos para el alma cansa-
da, i aseméjase de tal manera la busca de tesoros
escondidos a los azares de la caza, que al fin el ca-
teador hace de su oficio no solo una costumbre sino
hasta un grato pasatiempo.
IV.
Hemos recordado ya en efecto la intensa ale-
gría con que en su ancianidad don Diego de Al-
meida se lanzaba septuajenario al desierto para
dormir en sus páramos sin mas cobertor que el
estrellado cielo; i de su escuela han sido todos los
grandes cateadores posteriores, Moreno, Ossa, sus
dos hijos, el indio Alcota i el padre de los Torre -
blanca, que aun cuando sonrióle un dia falaz for-
tuna con prospecto de millones, jamás consintió
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— 252 —
en quitarse el burdo poncho, tánica, armadura i
lecho del cateador en el desierto.
Naturalmente el cateador lia de ser un espe ri-
me ntado mineralojista práctícOj porque cutre las
ondulaciones del desierto relucen muchas sustan-
cias con el doble prisma del miraje o la ambición^ i
allí no es ciertamente oro ni siquiera plata todo lo
que reluce.,... El cateador debe conocer la juolojía
esterior de la comarca que recorre, sus panizos,
sus corridas, el rumbo de sus vetas i la calidad de
todos los metales, porque así como el rumbeador
de las pampas arjentinas adivina por los pelos que
su ojo de águila percibe en el sendero el color de
los caballos o de la manada que persigue, i como
el indio de Sechura o Guayurí sigue por la noche
en los desiertos areriosos del Perú la huella de los
asnos olfateando la arena débilmente saturada del
ílraoníaco de las recuas que por allí pasaron, así
ül cateador con solo reeojer un guijarro del suelo
ha de ponerse en actitud de llegar a la solución
de alguno de los problemas que persigue. Por esto
una de las principales condiciones del cateador
ba de ser su resiste acia para marchar a pié. Decia
don Diego de Aluiüida, como un axioma, que nin-
mina mina había sido encontrada desde a cabullo;
i por esto el verdadero cateador habrá de tener su
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— 253 —
planta tan dura como hi pezuña de la muía que
lleva su escaso bastimento, es decir, su hariua i su
charqui, su agua i su esperanza....
Solo en estos tiempos de sibaritismo i de opu-
lencia se ha llegado al lujo de las cacerolas, de las
conservas de Weir Scott, de la cerveza de And-
wandter i hasta del esquisito té de lu cosecha del
ano siguiente, que es la que primero llega a Chile,
según los anuncios publicados seis meses antes de
la siega de la hoja en his chácaras del Celeste im-
pericia lámina gráfica que hace buena compañía
a este capítulo, cuyo dibujo nos fué enviado en el
ultimo agosto por el insigne cateador don Manuel
Ossa, retratista de su propia comitiva, es nna
muestra del progreso i de la regalía del cateo mo-
derno, que se perfecciona como el arte de la mú-
sica, el de ganar elecciones, o cualquiera otro. Ha-
cia sin embargo pocos anos que el esforzado capi-
tán de la última cuadriUa de esploradores a brúju-
la, en una ocasión inolvidable se habia vistoforza-
do, no lejos de Taltal, a comerse las orejas de su
muía, i en otra^ traidora bala le atravesó el pecho
en las cimas de las Condes, i como muestra de
indomable perseverancia lleva todavía escondido
su pesado plomo en su enérjico toras.
VL
Después del agua^ el requisito mus indispensa-
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\
— 254 —
ble del caíeador setentrioaa! oñ la brújula, porque,
esceptuando el camino del Inca, que es una espe-
cie de meridiano del desierto^ no hai en su aml>ito
solitario e inmenso mas guia que la inclinación del
sol, «esta frazada del minero i>, i de noche, las es-
trellas. Todos los cateadores son idólatras de Zo-
roastro.
VIL
Otro de los compañeros inseparables del catea-
dor, mas que del minero, es el cuchillo que lo de-
fiende, lo alimenta i lo ayuda en sus reconoci*
mientes por entre las hendiduras de his grietas.
Pero ese cuchillo no es el corvo.
Todo lo contrario, el arma antigua i jcnuinadel
minero i del cateador atacamcno era la cuchilla li-
sa i rebajada de nuestras ratnadas de matanza, de
los maulinos pelacaras i de los galgos de California-
El corvo no es chileno, es peruano.
Aclimatáronlo en su cintura los trabajadores
de las salitreras de Tarapacá, donde por el mode-
lo de los árabes, existia con anterioridad.
I de aquí la sorpresa con que el nombre de cor-
vo fué recibido en Chile cuando Daza cu una de
sus singulares proclamas, t rajólo por la primera
vez a cuento. Como el doetor Gruillotín, inventor
de la terrible máquina que lleva su nombre, los
peruanos han recibido el cat^tigo de sus propias
invenciones.
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255
VIII.
Pero aparte de estos aprestos i de los utensilios
menudos que almacena en sus alforjas, el catea-
dor lleva consigo en su memoria, a la manera de
la biblioteca portátil de Carpentier, un verdadero
armario do indicaciones, de noticias i de derrote-
ros que le guían. El derrotero es la cartilla en que
el minero aprende su destino i lee en ella como
si sus hojas invisibles fueran las pajinas de un
Jénesis subterráneo.
I a la verdad, son tan numerosos los derroteros
de Chile, que compajinándolos podría formarse de
su haz nn libro como el de las Mil i una noches,
a derrotero por noche. En nuestra niñez, como
hijos de minero, no oimos sino sus mil i una va-
riantes, comenzando por el derrotero padre i abue-
lo de todos los demás: — el del tesoro del Inca.
I en edad mas avanzada hemos escuchado esta
versión, eternamente variada en sus detalles, en
Mendoza i en Lima, en Buenos Aires i en Santia-
go. La tradición mas universal es, empero, la de
que los conductores del tributo, que era de 14^
arrobas de oro (lo que es cierto), al tener noticia
en el camino, del traidor sacrificio de Atahualpa,
despavoridos arrojaron el metal a una laguna i
huyeron. I de aquí viene que todas las lagunas de
Chile, inclusa la laguna Negra i la del Parque
Gousiño, se han hecho entre nosotros derroteros.. •
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- 35G —
IX.
Contamos también en otro libro el derrotero
del indio de Catapilco que murió en el hospital de
Santiago i legó a uno de sus guardianes que le
moBtró cierta caridad en su agonía, el derrotero
del Cnlebrón^ que positivamente fué hallado, i era
un hervidero superficial de oro fundido, que se
agotó en breves horas. Mas, con esa escepción i la
harto mas digna de memoria de los Tres Portezue-
los^ de que en el próximo capítulo hablaremos»
no ha llegado a nosotros noticia de ésito alguna
alcanzado por este romántico si bien harto falaz
camino.
Verdad es que no existe un solo mineral rico,
por acaso descubierto, que no tenga su leyenda de
derroteros preexistentes como el del arriero de
So t aquí que descubriera a Chañare tilo antes de
Juan Godoi, el indio de Cobija que coaocia el de-
rrotero de CaracoleSj en competencia con el de-
rrotero del Cenizal, i las mil patrañas que la afi-
ción a lo maravilloso enjcndra en el hombre i lo
embelesa. Estamos ciertos que Cachinal ha tenido
también sus precursores^ i esta leyenda no habrá
de tardar en ser eompajínada i recordada, tal vez
en este propio libro. Por hoi solo tenemos su por-
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— 257 —
tada i su prefacio, según en su hora habremos ele
anotarlo -
XI.
Entre los derroteros antiguos, si bien vijentcs
o no encontrados todavía del desiei^to de Ataca-
ma, man tienen su puesto de honor el derrotero
de Naranjo, hacia el Mono Joijillo, cateo de oro
en barra, en la costa del lito ral, cuyo secreto se
fué a pique con su orijinador cu los primeros años
del presente siglo, frente a la punta de Te a tinos
en la bahía de Ooquinibo, i el macho mas ftimoso
i persistente de los aragoneses o de hi Ola, sen-
dero de montaña, que por el riunbo opuesto ha
afiebrado mucluis cabezas i enflaquecido rauclms
bolsas, sin que todavía se llegue ni siquiera a la
pista de su rumbo.
I ciertamente que sí el derrotero de los dos am-
goneses^ no pasa de una invención, ha sido ésta bien
urdida, i como derrotero de cordillera ha encon-
trado a la par con el no menos famoso derrotero
santiaguino del coronel Picarle, ardientes secuaces
limítrofes en ambos declives de los Andes, en Tres
Puntas, que es el punto mas cercano de partida, i
en Famatina, que es el de llegada; en Gopíapó,
donde comenzó el drama i en Tncumán, donde
encontró sangriento término, pereciendo a bala i
en el banquillo de los espías militares uno o los
dos aj entes del re i, qne de paso descubrieron la
EL L, DE I- A p, — 33
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Ola; lo cual tuvo lugar por sentencia del jeneral
I Belgrano, en junio de 1812.
I Tiene por tanto el derrotero de la Ola lULiclios
! visos aparentes de verosimilitud, así como le so-
; bran los de razonable duda, i como cosa de curio-
I sidad sometida al frió criterio de la Jentc quo ma%
I que catea lee, vamos a reproducir lo principal i
i mas granado que sobre este famosísimo derrotero
I trae un autor moderno, que parece haber estudia-
do a fondo tan tenebroso negocio.
Esa relación dice como sigue:
XI.
«Encontrábanse en la villa de Copiapó, a fines de
1810, en calidad de transeúntes, dos aragoneses lla-
mados Juan Leite i Juan Chavar ría, que vivían en
el barrio oriental de la actual calle de A t acama,
denominada entonces calle del Rei. Nada se dice
del objeto de su permanencia en Copiapó, ni si
eran hombres mirados en alguna estima, solo sí
que tenian algunas buenas i amistosas relacio-
nes en su vecindario. Parece que los sucesos po-
líticos que comenzaban a desarrollarse en el país,
los hicieron mirar por su nacionalidad i determi-
naron marcharse cuanto antes a fin de escapar a
la ojeriza i persecución contra los peninsulares.
))Efectivamente, en los primeros días de abril
de 1811, se les vio tomar el camino del Inca^ en
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— 259 —
viaje paní el Plm^ú, acó m pan m los, S'i,L;áii tinos, del
peón Pedro José Alcota, itidíjcnEi del pueblo de
San Fernando^ i según otros, del citado Alcota i
de don Domingo Olmedo, quien vivo todavía rnni
anciano en Tinogaiáta. Sea que los aragoneses
pensaran seguir otro camino, o que los guías que
llevaban no conocieran el territorio mas allá, los
espedicionarios llegaron a la estancia de la En-
cantada, o a la del Asiento, o a la de Pasto Ce-
rrado, solicitando los servicios de un joven Ber-
na, que era conocedor de los caminos del desierto
i de los pasos de la cordillera.
íEste individuo, natural de la aldea de Santa
María, en la provincia de Catamarca, ha pasado
allí toda su vida entregado al cultivo de la estan-
cia i a las correrías de huanacos i vicuñas i ac-
tualmente, si nuestras noticias no faUan, es un
anciano montaraz a quien los traficantes miran
como el patriarca de esos lugares que guarda,
junto con el conocimiento de los senderos i agua-
das del desierto, el secreto de innumenibles ricas
vetas. (1)
3)E1 joven baqueano no obtuvo el consenti-
miento de su madre para guiar a los aragoneses,
i así estos tuvieron que retroceder hasta Chaña-
ral Alto para dirijirse por allí al oriente, pasar los
fl) Este singular aaciano vivia toJavia eu 1853 coa el nom-
bre da Taita Berna^ i de él habremos de hablar mas adelaute.
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— 2(J0 —
Andes i caer a la banda arj entina. Un temporal
los sorprendió en este camino i buscaron refujio
en una quebrada que desembocabií, cerca de una
laguna llamada la Ola. Allí, en una angostura, se
parapetaron ya entrada la aoehe i aumentando la
furia del temporal, encendieron una fogata, acu-
mularon a su rededor unas cuantas piedras para
estrechar los tizones, i recostados al calor de la
lumbre, pasaron la noche,
3)E1 temporal cesó, i a la primera claridad del
dia, revolviendo el fuego de su alujamientOj nota-
ron que todas las piedras estaban fundidas en pu-
ra plata. Miraron el sitio en que habían dormido
i lo vieron sembrado de rodados; se desparrama-
ron por la quebrada i no mui lejos distinguieron
un promontorio del mismo color que las piedras,
tan grande que parecia un baluarte. Corrieroa i
vieron que todo él era un peñasco de plata, cuyas
desagregaciones eran los rodados que habían en-
contrado mas abajo.
3)Con estos i con los trozos que pudieron des-
prender del enorme farellón, hicieron una pesada
carga, i faltos de elementos para arrancar i tras-
portar mas, se contentaron con hacer en el pe-
ñasco una hendidura en forma de cruz i se pu-
sieron en marcha, prometiéndose re^i^resar lo mas
pronto posible.
^Entrados en territorio arientino, la valiosa
carga que llevaban los obliga a tomar uamiuos
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— 261 —
poco traficados i a evitar el acceso a las poblacio-
nes, cuando de improviso nuestros espedicionarios
se vieron perseguidos por una guerrilla destacada
del ejército patriota acantonado en Tucumán a las
órdenes del jeneral don Manuel Belgrano. Cha-
varría emprendió la fuga i Leite tuvo tiempo de
enterrar en un potrero la riqueza que llevaba, pa-
ra entregarse en seguida como prisionero i ser
conducido ante el jeneral arjentino.
3)Dícese que los tales aragoneses, durante su es-
tadía en Copiapó, habian recibido pliegos secre-
tos para desempeñar una importante comisión
ante las autoridades realistas del Alto Perú, ten-
dente a desbaratar lo3 planes de los gobiernos
nacidos de los pronunciamientos del 25 de mayo
i del 18 de setiembre de 1810.
D Conducido Leite a Tucumán, fue allí juzgado
como espía i correo de gabinete i pasado por las
armas.
dEs fama que estando en capilla, reveló a su
confesor, el presbítero don Juan Agustín Colom-
bres, el hallazgo de la riqueza de la Ola i también
el entierro que habia hecho en un potrero, de los
trozos de plata, al momento de ser alcanzado por
la guerrilla patriota; algunos aseguran que Leite
hizo esta revelación para conmover a Belgramo,
quien parecía dispuesto a conmutarle la pena,
pero que Colombres se abstuvo de comunicarla al
jeneral dejando que la acción de la leí de la gue-
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— 262 —
rra tavier¿i SU cninplímiento; otros aHriTian que el
aragoaés, sea por la dura prueba porque pasaba,
sea porque realmente no recordara el punto fijo
de su descubrimiento, manifestó que la riqueza
había sido hallada después de haber cruzado un
gran salitral en que las muías se atollaban > pero
que no podía dar mas detalles de su ubicación
con motivo de haber perdido el camino cuando
los sorprendió el temporal, de que antes hemos
hablado.
3) Pero, añádese, no obstante estas versiones,
que el clérigo Oolombres, una vez fusilado el ara-
gonés, se puso en marcha hacia el potrero del
entierro i sacó la carga de plata^ que espendió en
Tucumán i le proporcionó a él i a su farailia^ an-
tes pobres, nn buen pasar por unos cuantos años.
3) Esta es la relación mas cabal que se hace del
derrotero de la Ola, discrepando los diversos cuen-
tos en incidentes traídos con mas o menos interés
i exactitud, pero que en resumen llegan a lo que
hemos espuesto.
DLa revelación que Leite hizo a su confesor, se
hace constar en un manuscrito» del cual no care-
cen la mayor parte de nuestros jefes de cateo i
cuya copia es como sigue:
3)E1 9 de abril de 1811 salí de la vilU^ de Co'
piapó con mi compañero Juan Cbavarría i el peón
Pedro José Alcota, con ílii'ección al Perú por el
camino del Inca. Echamos tres días al Chaüaral
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^ 2G3 -
Bajo, i de allí un día al pié del Cerro Bravo í otro
dia a la laguna de la Ola, primera de arriba, a
donde llegamos a puesta de sol, i viendo que ame-
nazaba un temporal de la cordillera, tomamos por
una quebrada mui ancha para el poniente i ha-
ciéndose de noche, alojamos donde angostaba
la quebrada. Al otro dia reconocimos que las pie-
dras que habíamos arrimado al fuego eran meta-
les de plata mui ricos i luego observamos un fa-
rellón de plata maciza que tenia como siete tran-
cos de largo i como tres varas de alto, en cuyo
farellón hicimos una cruz con el cuchillo i con
mucho trabajo levantamos un rodado i lo paramos
sobre la veta, encima del farellón, que de lejos
parecía un hombre a caballo. El fuego que hici-
mos quedó rodeado con rodados de plata i tan ri-
cos que el que los descubra hará rico a todo un
reino. — Dado en Tucumán, viniendo del Perü^ a
mi confesor don José Agustín Colombres, estando
para ser pasado por las armas, a 27 de marzo de
1812. — Juan Leitei^.
XII.
A mui injeniosas conclusiones llega el autor de
esta relación en Chile, don Carlos Maria Sayago,
i no se muestra menos convencido de la efectivi-
dad del derrotero de los aragoneses un señor Dá-
vila, autor arjentino de una memoria sobre los
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— 264 —
minerales de la Rioja, atinque tanto el uno como
el otro incurren en discrepancias de nota en sus
versiones. Pero el silencio, por lo demás absoluto,
de los documentos públicos, de los periódicos (que
ya los habla) í de todo testimonio individual i
auténtico sobre un hecho de tanta significación,
inclina con vehemencia el espíritu a la duda, o
mas bien, al caos: la ola de la Ola piérdese en el
océano de las conjeturas.
Ningún historiador arjentino de cuantos han
llegado a nuestra noticia menciouaj en efecto,
este incidente, ni la oferta de rescate, que en la
época aludida habría sido para Belgi-ano el mas
eficaz; ausilio, porque en el invierno de 1812 su
ejército estaba mn riéndose de hambre en el Tu-
cumán. El j ene ral Mitre solo habla de un alférez
Ley tes, natural de Salta, que murió en el combate
del Bañado. (1)
I mui por lo contrario, el único autor juicioso
que veinte anos ha se ocupara de las minas de
plata de la República Arjentina, al hablar de las
deja Kiqja, contradice como inverosímil el de-
rrotero de los aragoneses, aun para el descu-
brimiento de Famatina porque el de la Ola ni
siquiera lo menciona, (tLas tradiciones locales,
(1) Wsfona de Bel^rano, vol. íí, páj, 'í96p— Haique obser-
var qae Sayago llama a, uno de los aragonés Laie^ i Dávila tle-
üomina al mi amo Lakíte^ apeUklo do Bueuoa A i re a •
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— 205 —
dice el sabio esplorador de Moussy, a quien tuvi-
mos el placer de conocer en Chile en 1861, atri-
buye el descubrimiento de las principales vetas
del Nevado de Famatina a dos mineros aragone-
ses!). Refiero en seguida su historia como la ha
contado el cronista Dávila, agregando que el cu-
ra Colombres de Tucumán traicionó a Leite; i
luego esclama que esas son las fábulas de todos
los descubrimientos, citando numerosos i bien
fundados ejemplos de invención i de credulidad,
estos dos invariables elementos de la poesía épi-
ca del minero i de los asientos de minas (1).
Tan numerosos como los nombres de los cerros
i de las quebradas del desierto, son a la verdad los
derroteros atácamenos, tales como el de los Rin-
cones Blancos, en las dereceras del pueblo de Co-
piapó, por la hacienda de la Ramadilla; el famo-
sísimo del chango Ar aceña que fué fusilado en Co-
piapó hace 40 años, el de los Tres Portezuelos^ i
otros sobre los cuales habremos talvez de volver,
i con mas eficacia sobre los dos últimos.
XIII.
Pero mientras este momento llega, no pondre-
mos punto a este capítulo sobre los derroteros i
-■—■--- ■ •
(1) Martín de MüUssy.— Descriptiou gíographique et statisti-
que de la Confédération Argeutine, 1855-58, (vol. Il, páj. 397).
EL L. DE LA P. — 34
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— 26Ó —
estravíos del desierto, sin coatar coit el i>iiitoresco
lenguaje de un viejo habitante de las soledades
de Atacama, el orijen de un probervio de aquella
comarca, que como el de <í Cereceda en las cues-
tecillas)) (lo cual se dice de los que tienen minas
de esperanzas, pero por escacez efectiva de recur-
sos no esplotan su beneficio), corre por todos los
minerales, i forma el entreteuiíiiiento de la vela-
da del minero. Aludimos a las hazañas, porañeos
i engaños del famoso Aliste (no mui diferente en
el nombre de Leite) quien pascí como el Pedro
Urdemales de Copiapó, i a tal punto, que toda
mina o negociación que tiene malicia, Uámanla
entre aquellas listas jentes dalistada».
I hé aquí cómo un hombre intelijente que ha
sido a su manera a:alistado2) en sus baudoras por la
injusta i caprichosa fortuna, nos refiere el lance
con evidente talento, i tal cual nos lo contaron lo
contamos.
XIV.
«El año 1846 trabajaba en Peine, rico mineral
boliviano, Francisco Aliste.
3) A consecuencia de un alzamiento de peones tan
frecuentes en nuestros minerales antes, Aliste, en
unión de muchos otros, abandonó esa sierra i so
trasladó a Cobija, pasando de ahí al Cobre a la
sazón en todo su auje.
»E1 año 1852 o 1853, Aliste se apareció al sc-
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— 267 —
ñor Artola de Cobija, acomodado minero de
aquel puerto, llevándole unas ricas piedras de
plata, que decía eran de una veta de esa pasta
que habia encontrado en una sierra al interior,
que no distaba menos de setenta leguas de la
costa.
DArtola, en vista de la esposición de Aliste i de
la riqueza de las muestras, hizo cargar una tropa
con víveres, útiles para trabajar i un regular nú-
mero de operarios.
D Al cabo de quince dias de viaje, Aliste desa-
pareció dejando en la mayor desesperación a los
individuos que componían la caravana, muchos de
los cuales murieron de hambre i sed. Casi igual
suerte corrieron los animales, dejaron en el cam-
po los víveres, las herramientas i casi perecieron
todas las muías, que no bajaban de cincuenta.
XV,
3>Aliste, no sé si guiado por Dios o por el diablo,
huyó i cayó a la Capilla, pequeño lugarcito de la
República Arjentina, mui en dirección al puerto
de Pan de Azúcar.
dAHí permaneció hasta que un negociante en
ovejas, en su última pasada, casi completamente
quemado con la nieve, encontró unas dos vetas de
plata en semi-barra, de las que pudo sacar dos
costales de piedras, las que abandonó al pié de
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— 268 —
una piedra grande en los nacimientos del Chaco,
rio que forma cabeza de triángulo con Pan de
Azúcar i Taltal.
»Francisco González, que así se llamaba el ne-
gociante, alcanzó hasta la aguada de Doña Inés,
donde tenia engordando una buena cantidad de
ovejas para venderlas en Tres Puntas; pero su
deplorable estado de salud lo hizo repasar bien
aprisa la cordillera, llegando solo para morir al
lugar de la Capilla, morada de sus padres.
5)Antes de espirar, contó al padre el hallazgo
que casualmente habia hecho i le dio todas las
demarcaciones, asegurándole, que el único que
podia dar con la riqueza i los costiiles enterrados,
era el citado Aliste.
j)El padre de González puso en conocimiento
de Aliste las palabras del hijo apenas aquel
abandonó la vida.
j) Aliste no tardó en hacer nimbo al lugar en
que González habia encontríulo riqueza i enfer-
medad incurable.
XVI,
))E1 año 56 o 57, no recuerdo c^xactamente la
fecha, se presentó el mismo Aliste con unas ricas
piedras al comerciente i minero fnuiec.s don Pe-
dro Casaigne, asegurándole qui^ era íluerio de una
riqueza que solamente se rendia al tilo del cincel,
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— 269 —
con cuyo motivo Casaigne hizo fabricar en Co-
piapó una cantidad de esas piezas, poniéndose
bien pronto en camino al lugar del hallazgo.
i> Antes de llegar al punto en que se creía exis-
tiese la riqueza, Aliste sacó unas preciosas pie-
dras de las alforjas i las mostró a Casaigne, quien,
lleno de entusiasmo, metió la mano al bolsillo,
de donde sacó un puñado de cóndores, que Aliste
rehusó, contestándole que el no queria mas que
pagarle atenciones recibidas en horas bien angus-
tiosas.
D Andaban dia i noche sin poder conseguir arri-
bar al cerro del riquísimo tesoro.
^Cuando ya se consideraban encima del lugar
apetecido. Aliste desapareció, dejando la comitiva
en la misma tristísima situación en que dejó la
de Artola: hasta los cinceles quedaron botados,
escapando milagrosamente la jente con una pér-
dida de animales i plata que causó la ruina de
mas de dos de los empresarios, que como buenos
mineros copiapinos, habian jugado el todo por el
todo.
XVII.
j)El año 1861 o 62, en uno de sus dias, como a
las dos de la mañana, golpeaba a la puerta del
acaudalado minero don Alejo Garín, un individuo
con traje de viajero, quien, al ser reconocido, re-
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— 270 —
siiltó ser Aliste, que no solo traia una piedra sino
un tercio del riquísimo tesoro que él decia tener
oculto.
3)Garín, que siempre habia dicho que lo mataba
si alguna vez lo encontraba, picado con el viaje
en que dejaron hasta los cinceles, no pudo menos
de dar acojida al famoso Aliste, que ipso facto
esclamó al frente de Garín: -«Yo sé que ustedes
están enojados conmigo, porque me fui en la oca-
sión anterior, a consecuencia de haber temido que
ustedes me hubiesen arrebatado mi fortuna, por-
que ustedes dijeron que yo no tenia nada.» Inme-
diatamente desató un costal i arrojó el contenido
sobre el alfombrado de Garín, cuyas ricas piedras
causaron inmenso agrado a éste i a un deudo mió
que por una casualidad se encontró en aquella
fiesta de templos en el aire.
DPara mas seguridad, Aliste venia con un com-
padre, indíjena del pueblo de San Fernando, cria-
do por don Luís Flores, i tan honrado, que su
aseguranza quitó las dudas de los interesados, a
tanto estremo que Garín pasó inmediatamente
cien cóndores a Aliste, los que éste se negó a reci-
bir, antes que supiese que el digno abogado don
Andrés A. Vallejos quería representarlo en cuanto
se le ofreciese, tanto dentro como fuera del país.
3)Se dieron todos los pasos, i creo que el dicho
abogado tomó sn puesto en aquel torneo del can-
dor i de ambición sin semejante en el mundo.
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— 271 —
dI como Aliste cada dia estudiaba mas, guardó
sus cien cóndores i consiguió que el compadre in-
dio hipotecase, a favor de los agraciados, su única
propiedad que poseia en el pueblo, ganada con él
sudor de su alma.
XVIII.
3>Con tales seguridades, nadie desconfió de la
honorabilidad de Aliste, ni mucho menos de la
exactitud del tan codiciado tesoro^ mucho mas
cuando eran justos los temores que abrigaba, sin
contar previamente con un consejero como el
ilustre descendiente de Hernán de Cortés, que
siempre ha sido talento i honorabilidad, título
bastante para no ser estimado de nuestros opera-
rios mineros, porque según ellos, un abogado con
el último don no es bueno, i muere de hambre.
^Arreglada convenientemente la marcha, se hi-
cieron al camino, cada cual con los ojos bien cla-
vados en Aliste, tanto para cuidarlo como para
atajarlo en caso de fuga, para lo que no tenia
competidor.
]&Bn la tercera jornada, que lo fué en el Cha-
ñarcito, mui cerca i un poco al norte de Tres
Puntas, se acostó como todos, sin hallarse mas
que los rastros al otro dia.
dEI infeliz indio perdió su sitio, porque nada
sabia del hallazgo i solo habia dicho si a instan-
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- 272 -
cías reiteradas de Aliste, que tampoco tenia nada,
puesto que las piedras que siempre andaba pre-
sentando eran las mismas de la carga que Gonzá-
lez habia dejado enterrada al frente e inmediato
a la piedra que existía en los nacimientos del
Chaco.
XIX.
3) Los engañados volvieron como unas fieras, ju-
rando ultimar al embustero, si alguna vez era ha-
bido, lo que nunca sucedió, porque ya el pobre
duerme en inofensiva paz, así como el mayor nú-
mero de los chasqueados, que eran bastantes. Ac-
tualmente no quedan mas que Casaigne i Verga-
ra, que nada han podido conseguir de lo que per-
dieron antes en las espediciones.
3) Lo único que existe como para no morir es la
palabra alistada con que se bautiza a cualquier
especulador minero que logra sus engaños.i> (1)
XX.
El autor de la relación que acabamos de copiar
se inclina a creer que el derrotero de Aliste, es
(1) Carta de don Máximo Villaflor, empleado de la adua-
na de Pan de Azúcar, al autor. — Pan de Azúcar, agosto 24 de
1882.
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decir, el de González; o lo que es lo mismo, el del
pueblo de la Capilla^ es el mismo de los dos ara-
goneses, es decir, el de la Ola. ¿I por qué no?
¿Acaso estos romances del moderno vellocino de
oro, semejantes a los cuentos de Homero i a los
j émidos de OsiáUj no son en realidad sino una
sola tradición, una.soía Troya o nna sola Caledo-
nia, revestida de mil vistosos i variados ropajes por
la imajinación popular i las mudanzas de los lu-
gares, del tiempo i del lenguaje?
De todas suertes, i para conclnir esta animada
pero ya estensa relación de derroteros verdaderos
o alistados^ ¿cuántos listos Aliste i Leites habrá
siempre en el inmenso campo de las minas, que
es todo subterráneo e insondable como sus en-
trañas?
EL L. DE LA P.— 35
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CAPÍTULO XI.
TRES PUNTAS I EL CHtMBERO.
(la «buena esperanzan) i la tCAL FIN HALLADAl»).
El deiTotero de loa Trea Portezuelos. — El indío Fermín Guerra i b\ cura
Prieto a fines del siglo pasado. — Aventuras ¡le Jotabectie en 1842^ si-
guiendo el derrotero de los Tres Portezuelos, üuya sombra divisa, — Ci>-
ino el arriero Osorio descubre los reventones arjentíferoa de Tre* Pun-
tas i de qué manera le arrancan su secreto cu Li noche del Id de íic-
tiembre de 1848.— La casa de las Campillai en la Chimba de Copíapií,
— Sale la primera caravana de esploradoi^s encabezada por don Tícente
Garín i don Apolinario Soto. — Cabeza larga i sus compañeros a la siga
de los esploradores, i cómo en una sola íifiche las Uoa caravana.? descu-
bren la Al fin hallada de Tres Puntas i la fíttflita hh¡wrmnti de Chim-
beros. — Analojias de Tres Puntas i de Chañarcillo. — Opiniones de Pis-
sis i de Domeyko. — Prodijiosa riqueza de esos descubrimientos i su ca-
rácter peculiar. — Estraordinario impulso que recibe la provincia de
Atacama. — Mejoras locales de Copiapú, — Teatros, hospitales, diarios,
inmigración, compañías de cateo, actividad ci^rucrcial e innumerables
pleitos — El pleito de la Al fin hallada, i cómo lo defendió don Manuel
Antonio Tocornal.' — Carácter singular dtd afio 48 en la vida social i en
la riqueza de la humanidad.
I.
El descubrimiento del mineral de Tros Puntas i
de su consorte, clCliimbero, a qnc el poético nom-
bre de Buena Esperanza dado a su descubridora,
junto con su portentosa riqucíía, i la manera como
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— 275 —
fué hallada (la ^/^;i hallada) prestó seductora
sombra de simpatía desde su primera aparición,
es uno de los hechos mas estraordinarios de hi
historia del país, porque es como la epopeya cier-
ta en la historia de los derroteros fabulosos o serni-
fcxbulosos.
No fué un misterio como Agua Amarga.
No fué una casualidad como Arqueros.
Ni fué una aventura como Chañarcillo.
Fué una combinación peregrina de toda eso
junto, i lo que es mas estraordinario, fué un de-
rrotero no seguido pero que evidentemente exis-
tia i que un raro acaso descubrió a quien no lo
buscaba.
I esto es lo ([ue brevemc^nte vamos a contar,
anticipando que quien estuvo mas cerca de tro-
pezar con aquel tesoro, fué el popular escritor que
nos ha conservado la vivida guia que hacia aquel
paraje conducía i que en la época del hallazgo te-
nia ya mas de medio siglo de existencm.
11.
Corrin, en efecto, de mano en mano en Copiapó
desde 1792, o mas bien, según Sayago, desde
1787, el siguiente derrotero que por su lejanía,
exajerada hasta 30 leguas, en un desierto sin
agua, pocos hábian intentado esplorar; i así, en el
lenguaje peculiar de los derroteros indíjenas dccia:
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— 276 —
IIL
<íDerrotero que en artículo de muerte descubrió
y> el burrero Fermín Guerra a sa confesor don Ni-
}> colas Prieto, cura indigno de esta parroquia. —
fi Andarás como doce leguas por la quebrada de
» Paipote i tomando por un caión que tiene en la
» entrada dos algarrobos niui gruesos, andarás
» hasta un portezuelo que tiene muchos cardones,
3) i luego subirás el portezuelo, i al otro lado des*
j) pues de unas quebrad i tas encontrarás una agua-
jí) da que tiene un chepical muí grande, i luego
B andarás a la izquierda por un llano que tiene
D mucha varilla, i después de andar hasta unas
i> piedras mui grandes que están en medio del lia-
3) no, andarás a la derecha siguiendo un zanjón
3) hasta dar con unas lomas de arenas. Desde estas
3) lomas descubrirás, mirando al lado del mar, un
)) cordón de cerros, i andarás hasta llegar al cor-
y> don, dirijiéndote derecho a unos tres portezuelos
i> que se ven desde mui lejos. En el de tu izquier-
)) da, que subirás, encontrarás una veta que la
j) rumbearás a la derecha hasta dar con un picado
)) de una vara de hondura, i poco mas allá está un
y> crestón de plomería en el cual hai una cruz he-
)) cha con cuchillo. Luego que encuentres esta ri-
!) queza mandarás decir una misa cantada todos
> los viernes del año por el alma del descubridor
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— 277 —
2> Fermín Guerra, pagándosela al cura Prieto a
» razón de veinte pesos cada una, quien hará la
» limosna de echar a lo último un responso. I te
j> advierto que si no lo haces así te irá mal. Se
i> advierte que Guerra descubrió la veta, porque
j> se perdió viniendo del Chañaral i Pueblo-Hun-
j> dido, pero después volvió allá i trajo piedras que
i> en artículo de muerte las ha mostrado al dicho
y> cura i servirán para su entierro. Al pié del por-
» tezuelo del mediodía hai una buena aguada don-
D de es mui fácil cazar huanacos i burros chúca-
y> ros. — Copiapó, junio 4 de 1792. (1)
D A ruego de Fermín Guerra por no saber,
3> Nicolás Prieto. i>
IV.
Mui posible es que no obstante lo laborioso de
las jornadas del derrotero de los Tres Portezue-
los (que así se llamaba entonces el de Tres Pun-
tas) mas de un animoso cateador se lanzara en
su busca durante los cincuenta años cabales tras-
curi-idos desde su fecha a 1842. Pero de tales in-
tentos, si los hubo, no ha quedado memoria, i solo
se conserva el singular artículo que en el último
de esos años i con fecha de 22 de febrero escribió
(1) Segúu Sayago, esta fecha está equivocada, porque el cura
Prieto se habia retirado ilementado de su parroquia en 1787.
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— 278 —
(loa José Joaquín V¿ilIejos, coutíiiulo cómo él,
acompañado de un amigo i de do^ niozos^ salíeroa
en demanda del tesoro, sin hallarlo, eu uiiu época
que no precisa, pero que no pudo ser fííuo en el
estio de 1841-42.
Seguiremos por tanto su itinerario i su palabra,
previniendo que el derrotero que él mismo por la
primera vez publicó en febrero de 1842, le había
sido confiado pocos dias antes, a su decir, por ua
vecino respetable de Copiapó.
«De la lectura del derrotero (que es el que ya
hemos copiado), dice Vallejos en su artículo titu-
lado El derrotero de la veta de tos Tres Portezuelos ^
i de varias otras circunstancias que allí se refirie-
ron, resultó que tres de los presentes formamos
la resolución de seguir el derrotero por ver, de-
cíamos, en lo que para; aunque por rai parte me
determiné con unas esperanzas del tamaño de una
torre. Se fijó nuestra salida, i cuando llegó el
plazo, emprendimos la marcha. Llev¿imo?í muías
de tiro, dos cargas de víveres i de agua^ i dos
criados algo prácticos del despoblado en que Íba-
mos a andar. Creímos que nos sería mui útil una
brújula, i también fué con nosotros. Todo aquel
dia trotamos por la quebrada de Palpóte, i casi
de noche descubrimos el cajón de los algarrobos.
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- ¿79 —
No es decible el gusto que esperimentamos al
hallar este primer signo de la fidelidad del derro-
tero. ¡Vamos bien! fué nuestra esclamación je-
neral.
DÜormimos bajo uuo de aquellos árboles soli-
tarios que quizás durante muchos siglos han sacu-
dido sus menudas hojas en el desierto, i al ama-
necer volvimos a caminar por el cajón del derro-
tero. A medio dia nos pareció que tocábamos a
su fin^ i en efecto, a las dos de la tarde subíamos
el Portezuelo de los cordones, A las cinco estuvi-
mos, casi muertos de calor i do fatiga, en la agua-
da del chepical, donde resucitaron nuestras muías
que ya perecían de hambre i de sed.
dAI tercer dia determinamos seguir la marcha
con un solo criado i una lijera carga, en su mayor
parte de agua, dejando al otro en aquel punto
con las muías restantes. Poco después de aclarar
entramos en el llano de la izquierda, donde nota-
mos con placer la varilla que el papel indicaba, i
después de seguirlo por un mismo rumbo hasta
las dos de la tarde, vimos las piedras grandes i
nos apeamos al pié de ellas. Mui cerca aparecía el
zanjón que debíamos seguir sobre la derecha; des-
cansamos hasta las cuatro; bebieron los animales
unos pocos tragos de agua i continuamos viajan-
do. La noche sobrevino sin que divisásemos ni
aun las sombras de las lomas r'e arena; era mui
fácil estraviarse; un cansancio terrible nos acón-
i\
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- 28Ü -
gojuba eü es tremo, los animales uo podían casi
tenerse en pie, era necesario, en fin, suspender U
marcha aunque la Urna alumbraba bastante. Aque-
lla noche fué muí triste- Eti verdad que el derro-
tero hasta entonces no nos engañaba; pero no es
posible hallarse tranquilo en medio de un yermo
espantoso, sin amparo, sin ref a jio i sin esperanzas
de volver a la sociedadj faltando los frájiles auxi-
lios que uno ve aniquilarse j sin cesar, a su alrede-
dor. Maldije mil veces íil derrotero i mí locura.
De lo mismo infería que se ocupasen mis compa-
ñeros, porque, como yo, mascaban en silencio la
pobre cena preparada por el criado- Antes de
iacostarnos nos comprometimos a seguir adelante
hasta las doce del otro di a, hora en que debíamos
retrocó de r^ si no encontrábamos las lomas de
arena.
» Amaneció el cuarto dia i proseguimos. A las
diez ya el zanjón que nos guiaba se habia borrado;
pero raui a lo lejos i al frente veiamos dibujado
el perfil de unas alturas que no podian ser sino
las lomas buscadas, ¡Cómo detenernos! ¡Talve:i
allí cerca estarían el cordón de Qevn% los porte. -
zueloSj la veta i el agua! En dos horas era seguro
vencer esta distancia; pero se pasaron cíneo antes
de transitarla. A pié i con rancha dificultad con-
seguimos trepar los cerros, porque la arena mo-
vediza de que se componen rodaba con nosotros a
cada paso. Asidos de las manos llegamos a la
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V.
t.
Á
— 281 —
cumbre; a un ticuipo se dirijieron nuestros ojos
hacia el lado del mar, i a un tiempo también nos
oímos mutuamente un grito de desesperación i de
despecho. ¡Solo un mar de arena se nos presenta
a la vista, mar de arena que por todas partes for-
maba horizonte!.... Sin embargo, después de fijar-
nos un largo r¿ito, creimos descubrir, a una dis-
tancia incalculable, cierta sombra o guaricha que
pegada a la tierra ofrecía un color mas oscuro que
el del cielo, la cual sino era el cordón de cerro de
los tres portezuelos, debia formar uno de los linde-
ros del infierno. Porque, ¿qué tendría de estraño
que el infierno se hallase en esas rejiones?D
VI.
I bien! Si la relación del célebre escritor ataca-
meño es exacta en todos sus detalles, como lo pa-
rece, la mancha o sombra lejana que aquel i sus
compañeros divisaran desde la cima del morro de
arena marcado en el itenerario del indio Fermín
Guerra, ¿no seria por ventura no el infierno ver-
dadero, sino la lejana silueta de la Buena Espe*
ranza i de la Al fia hallada que se destacaban en-
tre los mirajes del desierto sobre los tres porte-
zuelos de Tres Puntas?
I esto se encargaria de ponerlo en evidencia un
nuevo Juan Godo i seis anos nuis tarde, contados
desde el dia en que tristes, mohines, desesperados
EL L. DE JA P.— 36
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i casi moribundo por el cansancio i el desengaüo,
regresaban A^al lejos i los snyos a Copiapó,
VIL
Desde 1845 o 46 viajaba en efecto semanalmcn-
te del paraje denominado la Finca de Chafiaríd,
o Chañaral Alto (por diferenciarlo del de la costa^
o de las Animas, del que dista mas de veintiocho
legnas) nn arriero llamado Osorio que iba i venia
cada sábado de aqncl lugar a C:ipiapá para traer
cartas i el dinero del pago semanal de la?^ faenan,
Chañaral Alto, es nn oasi.4 del desierto, situado
40 legnas al norte del pneblo de Gopiapó, siguien-
do la quebrada de Paipote i el camino del laca, i
allí el conocido i benemérito comerciante e indus-
trial inglés don Josué Waddington tenia en 1848
el cuartel jeneral de sus vastas i máltiples nego-
ciaciones de habilitador i minero de cobre. Su hijo
don Luis se hallaba a la sa>¡ón ala cabeza de eso.H
negocios i residía en Chañaral Alto, de donde, con
la puntualidad de nn inglés Idjo de inglés, despa-
chaba a Osorio, en calidad de propio semanero, i
Copiapó.
Ilajente tan maliciosa como ladina de esito
pueblo tenia observado que cuando el tal emisario
hacia su aparición, comenzaban a correr de mano
en mano por entre los bodegones de la Chimba,
ciertas ricas piedras i trozos fragmentarios de pla-
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Go
X^(
~ 283 -
ta barra que pareciaii quebrados i\ flor de tierra
coa el choque de un áspero guijarro o el filo de
un machete.
Pusiéronse algunos chimberos a seguir en con-
secuencia hi pista de Osorio. Pero nada descubrie-
ron, hasta que el mas grande i el mas irresistible
resorte de todas^ las divulgaciones de secretos
guardados en el pecho del hombre, — una mujer,
arrancó el de Osorio, estrechándole en amorosos
brazos i en cierta taberna conocida de la Chimba
de Copiapó, en la noche del 18 de setiembre de
1848. Esa taberna, según fama, pertenecía al es-
pañol Ferreira, de quien dicen vive todavía.
VIII.
La hora era propicia para la locuacidad, i mien-
tras resonaban el arpa i la patriótica vihuela al
son de las tonadas, la mujer concertada de ante-
mano hacia al dichoso arriero su sonsaque, mien-
tras uno de los complotados en el ardid iba apun-
tándolo. Llamábase este último Guerra i era na-
tural de Santiago donde existe fu descendencia.
Con esto, todo estaba hecho i ¡oh sorpresa! el
itinerario de Osorio correspondía Ccisi perfil por
perfil, jornada por jornada, al del indio Guerra, que
seis años antes había publicado Jotabeche, prece-
diéndole, proféticamente de estas palabras de ad-
vertencia.
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— 284 —
Por si algthno quiere aprovecharse de los datos
que contiene para hacer su fortuna con un decir Ju-
súSf voz a copiar este documento ^ cuya redacción
consta pertenecer al mismo cura que en él se men-
ciona.
No dejíiba también de ser curioso que tui Gruerra
fuera ahom dueño del secreto i del tesoro del in-
dio Guerm primer düBcnbridor* ¥A último era
Guerra González^ fué municipal de Gopiapó, i allí
era popularíüente conocido por el apodo do <fel
ñato Guerra», siendo que probó tener mejores
narices que muchos millares de sus narigones com-
patriotas.
IX.
Lo mas importante que el ari'iero Oso rio había
revelado entre los vaporcíí del vino, del amor i del
diezioelio a í^u pérfida amanto de nna noclie, ha-
bía sido^ ademas de sus jornadas, que es traía las
piedras que traía en bub alforjas a Gopiapó de m\
crebtón de plata macizo que a distancia solo de
ocho pasos del camino del Inca i en el paraje de
los Tres Portezuelos se entraba, paraje que nadie
sin embargo, ni el inca Yupauqni conquistador dü
Chile, ni el adelantado don Diego de Almagro sti
])rimer dcfíoídnidor, encontraran, no obstante de
liulhirse bajo la ojota del [jrirnero i la pezuña de
la muía del recio conípiistador castellano i sus :se-
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— 285 —
cuaces. Solo el indio Guerra, pareeia haber trope-
zado con aquel poderosísimo filón, confundido
con la costra ripiosa del desierto, i en pos de él
el arriero Osorio. — Agregaba este que alojándose
en aquel paraje, al tiempo de montar de madru-
gada, su muUi, mal dispuesta para el viaje, trató
de huir arrastrando las riendas poi^el suelo, has-
ta que, enredadas estas en un risco, se detuvo. —
Ese risco era el crestón de la Buena Esperanza,
que como el de Chañarcillo, salia a flor de tierra,
i habia estado allí durante siglos, aguardando co-
mo tantos otros tesoros no descubiertos todavía,
la mano del hombre i la barreta del minero.
Felices i dilijentes los dueños del secreto com-
prado al barato prcc^io de un ósculo con chicha,
pusiéronse de madrugada en guisa de salir al de-
rrotero, i mientras todo Copiapó estaba endiezio-
chado, se procuraron caballos, chifles, una alforja
de víveres i la indispensable yaucana del cateador.
Era el punto de cita de la afamada caravana
<tla casa de las Carapillai», unas niñas cuyo ape-
llido indíjena figuraba mui de antemano en los
descubrimientos i derroteros de Copiapó, i allí en
la noche del 19 de setiembre se juntaron todos
los poseedores del secreto, que eran cuatro, sin
contar un mozo que tenia una yegiiita de. notoria
pujanza para el desierto i que desinteresadamen-
te se prestó a acompañarles. Los nombres de los
eápediciouarios eran, además de Guerra, don Vi-
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— 28 > "
ceiite i clon Jaaii Garín, parientes de aquel por su
esposa, i don Apoliiiario Soto^ agiicalfcor de pro*
fcsión, nacido cu el distrito minero de Caracaví,
hombre de miii buenas partes i excelentes cuali-
dades como los Garín. Todos QYfxn chimljeros co-
mo el mozo anónimo de la yegüitu, i los últimos
no carecían (Jp ciertas afinidades francesas, al
menos por su apellido. (1)
XL
Caminaron toda aquella tioclie los esploradores
por la quebrada de Paipote, si^ruieado, paso por
paso, el antiguo derrotero del indio Guerra i el de
Vallejos, que coincidia en casi todas sus partes con
el de Osorio, i después de una esforzada marcha
de tres dias (hi misma de Jotaboche en 1842) i
pisando casi siempre el camino del Inca, se acam-
paron a la vista de los Tres Portezuelos i a pocas
cuadras de distancia, para no infundir sospecha a
algún solitario caminante que por allí acertase a
pasar, se acamparon.
(l) Garíii es iiii pequeño lugurejo de Griiípúzcoa eti E3[mü!i,
a tres leguas i media de Tolosa. Pero existe tniubién nn parjije
llauíado Garíu ea los Pirineos franceses, notable por una in-
mensa piedra errática que ha quedado suspeudida connj en el
aire i cuyo atrevido dibujo trae Simosin en su abra titula i^i. Lis
píedraH de Francia {La Pierre^^ París, 18üD, páj, 12).
De todas maneras, los Garín son do procedencia moütanusa
i rocallosa, orijen que bien hau dejado demustrado en Cliile»*i
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Vana cautela!
Porque al encender en la falda de la loma la aca-
riciadora fogata que alumbraría, junto con sus en-
sueños, los crestones del desierto i su insondable
riqueza, una luz rojiza aparecía en la cercana loma.
¿Quién la había encendido?
Como en el caso de los hermanos Peralta que
sigueron a don Miguel Gallo i a Juan Godoí en
sil viaje nocturno de mayo de 1832, tres viejos ca-
teadores, olfateando el rumbo i el secreto de Oso-
rio, les hablan espiado en la marcha, alojamiento
tras alojamiento, pero sin dejarse di vis ir ni siquie-
ra como sombras. Eran estos los llamados Mateo
Pérez (alias Cabeza larga) un Martínez i Juan
Alcota, indíjena de cuna, antiguo rumbeador del
desierto, i cuyo apellido vemos figurar ya desde el
derrotero de los Dos aragoneses.
XIL
¿Cómo habian husmeado los tres últimos el se-
creto del derrotero? ¿Fué una segunda traición de
la amante prestada de Osorio? ¿Fué alguna indis-
creción mujeril en el hogar de las Campillai?
Nadie lo ha sabido, pero acaso no es necesario
saberlo. El cateador de Atacama adivina las ve-
tas i los panizos del desierto, como la acémila la
lejana pero olorosa i suculenta alfalfii, como la
abeja la flor, como el cóndor su presa, coaio el
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— 2^^8 —
arriero su rumbo, como el que ¡mía i es amado
descubre la silueta i la sombra que persigue...,
Lo cierto de aquella noche memorable es que
al amanecer del 22 de setiembre de 1848, el
grupo de los cuatro chimheros híibia li aliad o el
mineral de este nombre, cuya veta descubridora
llamada la Buena Esperanza^ se dividieron frater-
nalmente en cuatro partes (seis barras por cabe-
za) dando una pequeña fracción cada cual al de
la sufrida yegüita del desierto, uiie atrás que a la
misma hora i a la luz de la misDia lumbre, Cabe-
za Larga i sus compañeros desate ri-abau la Al fin
hallada, descubridora de Tres P mi tas, i, como sus
predecesores los Peralta, vendian i revendían, re-
galaban i remolian entre amigos i compadres su
incalculable tesoro.
Un nuevo Chafiarcillo habia sido descubierto, i
la gran era metalífera de Atacaina, que en trein-
ta años (1843-72)'produjo rZoscíVvíías^ dos millones
de pesos, habia comenzado.
XIII.
Hallábase el crestón de Osorio i de los Guerra
situado en la misma corrida de Chafiareillo i no
era sino un reventón volcánico de la misma po-
derosa veta jeolójica que veinte í dos años mas
tarde reventaría en Caracoles, cien leguas mas al
norte, i es probablemente la misma que ha co-
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^ 280 —
menzado a mostrar sus escondidas ramificaciones
arjentíferas en Cachinal i en la calle de Huérfanos.
a:Los filones de Tres Puntas, dice el señor Pissis
en su jeografía física de Chile (páj. 158) tienen
la mayor semejanza con los de Chañarcillo: así
como estos últimos, están situados en la formación
de lias i se hallan en ellos los mismos cuerpos
que están en combinación con la plata; solo la
rejión de los cloruros es mucho menos estensa, i
contienen, a una corta profundidad, los arsenio-
sul furos que están representados aquí por la po-
litesita i el sulfo-antimonioso de plata. Los depó-
sitos de esta zona, sin quo se pueda aun vislum-
brar la causa, se hallan ligados a la formación del
lias i en riqueza p¿ireccn esbar relacionados con el
desarrollo de esta formación. En las capas calcá-
reas, sobre todo, llega a su máximun esta riqueza:
en cualquier parte que falte la caliza, como en
San Felipe, en Rodaito, en los Algodones, la can-
tidad de plata que se ha retirado es insignificante,
mientras que Arqueros, Chañarcillo i Tres Pun-
tas han producido masas considerables. Las mi-
nas han sido las de Chañarcillo, siendo en esta
misma localidad donde las formaciones calcáreas
llegan a su mayor desarrollo.»
XIV.
I adelantado su estudio en un sentido mas mi*
EL L. DE LA P.— 37
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— 2l)ü —
neralójico que de jeolojía jcneralj el ilustre quí-
mico Domeyko, clescribieiiclo seis afios mas tarde
(setiembre de 1854) el mineral de Tí*€B Pantos
sobre sus propios frajGfmentos i muestras enviadas
a la esposiciüu de aquel ano eii número de ciia*
renta i dos por el intendente de Copiapó, se es-
presaba en los términos siguientes:
«Las minas de Tres Pantas se hallan en una
elevación mas considerable i mas aproximadas a
la línea central de la de los Andes que ninguna
de las minas de plata de alguna consideración de
las provincias septentrionales de Chile. Hállanse
en medio del gran desierto de Ataeama, a unas
veintidós leguas al nordeste de Copiapó sobre el
camino llamado Camino de Inca, en un lugar bien
marcado en el nuevo mapa de la provincia de
Ataca ma publicado por el señor Pina de San -Di-
dier. Un camino carril de 28 leguas conduce de
la ciudad de Copiapó hasta las mismas minas, pa-
sando por el vasto llano de la Quebrada de Pal-
póte i abriéndose en seguida por otros que al dar
vuelta por la aguada de los Puquios, inmediata a
las minas del mismo nombre, van subiendo insen-
siblemente basta el cerro de Tres Puntas,
))Todo este camino pasa por el terreno de pór-
fidos estratiticadoti i brechas porfíricas que cons-
tituyen el verdadero terreno solevantado de los
Andes» En el límite occidental de este terreno^
es decir, por el lado de la mar, se hallan gi upos
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— 291 —
de rocas calizas o calizas arcillosas, a las cuales
pertenecen las minas de plata de Ladrillos y de
Ghañarcillo, de BandarriaSy de Agua Amarga^
etc., ricas en minerales clorobromurados; mien-
tras que al este de estas rocas, niíis al interior,
predominan los pórfidos estratificados, pórfidos
metamórficos, que por la variedad de sus matices
han merecido que se les diese el nombre jenérico
de pórfidos abigarrados.
>En este terreno se hallan las minas de plata
de Tres Funtas, con la particularidad de que en
el mismo lugar donde se asoman las numerosas
retas de esta cordillera, rompen el terreno i salen
a luz masas redondas de unas rocas plutónicas,
las mismas que han solevantado dicho terreno,
Estas masas son de un granito diorítico i se dis-
tinguen de lejos por la forma esferoidal de sus lo-
mas i la falta absoluta de estratificación en sus
pendientes; constan de anfíbola negra i feldspato
blanco, agrisado, hojoso, que presenta todos los
caracteres de la albita. Al propio tiempo todo el
terreno estratificado al rededor de ellas se ve con-
torneado i presenta señas de accidentes i disloca-
ciones ocasionadas por la erupción de las dioritas:
mientras que las superficies de las lomas mas ba-
jas i de mesetas del mismo terreno se ven por lo
común cubiertas de fragmentos i detritus de rocas
que se ablandan i se descomponen por el influjo
de los ajentes atmosféricos. Esta descomposición
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^ 292 -
se debe talvez a la de la pirita ordinaria de que
se hallan impregnadas en gran parte las capas
superficiales del terreno, en medio de las cuales
apai'ecen innumerables venas i grietas de incrus-
taciones silicatadas o sulfatadas, i nxros son los
crestones de vetas que sean sobresalientes.
3>Mas de dos leguas de ostensión de sur a norte
tiene el campo que comprende las vetas de plata
descubiertas hasta ahora, i en dos partes se divide
todo este distrito de minas de Tres Puntas; la
parte del norte que distinguiremos con el nombre
de la Placilla, tiene en su centro un pequeño pue-
blo improvisado en medio del desierto, residencia
del juez de minas; la parte del sur lleva el nom-
bre de Chimbe ro. En esta domina la célebre mi-
na la Buena Esperanza^ con su inmediata compe-
tidora el Oriente, en aquella la Al fin hallada con
su vecina la Salvadora. (1)
(1) nJeoloJía, Sobre la sitaacióu, criadero i minerales da las
minas de plata de Tres Puntas, por don Ignacio Domeyko.» —
Árlales de la Uniíiersidad, 1855, páj, 412.
El mismo sabio describia así, con motivo de una segunda es-
posición (1875), los caracteres jenerales del mineral de fres
Puntas.— «Este terreno se compone de unas rocas calizas com-
pactas, otras ferrujinosas, que alternan con unos estratos de are-
niscas: en la parte inferior aparecen rocas porfíricas. Pero del
medio del conjunto de esta formación, de debajo de sus estratos,
se levanta una m%sa de soU}M)itamiento ffranUicri de diorita que
divide todo el terreno jurásico, atravesado por innumerables ve-
tas i venas metalíferas en dos grupos o asientos do minas, el
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— 293 —
XV.
La riqueza de Tres Puntas tuvo a semejanza de la
de Ghañarcillo i la dQ Arqueros una peculiaridad.
Vino de golpe. No apareció en hilos como la fuen-
te, sino que reventó en gruesos borbotones como
el torrente comprimido por valla secular, i que al
Ohimbero i Tres Puntas.
]>£n aquél se halla la famosa por su riqueza, la Buena Espe^
ranzaj la que en los primeros años de su descubrimiento daba
mas de 200,000 marcos de plata fina anualmente, en minerales
de plata clorurada, de rosicler antimonial, de plata sulfúrea i
de polibasita. Pero su mayor riqueza, como la de las mas ricas
minas de Caracoles, no parece penetrar a gran profundidad. En
el segundo grupo, el de Tres-Puntas^ donde se esplotan las ve-
tas de Al fin hallada^ la Salvadora i varias otras, sucede lo
mismo; la mayor riqueza se limita a la rejion superior de los de-
pósitos metalíferos. Las vetas en jeneral no penetran en la
masa dioritica: toda la roca eruptiva, roca de solevantamiento,
se halló estéril.
El estando de estas minas en 1875, según la Estadística Mine-
ra de Copiapú, ha sido el siguiente:
Del Chimbero so ha estraido 14.069,696 quilogramos de mi-
neral, 25,606,671 gramos de plata fina; nueve pertenencias pro-
ductoras, unos 500 a 600 operarios.
Casi la totalidad del producto de las minas viene de la Buena
Esperanza, de la cual se ha estraido, en 1875, más de 100,000
marcos de plata fina.
Tres-Puntas. — Producto anual (1875) 674,816 quilogramos
de mineral, 3.504,922 gramos de plata fina; número do opera-
rios, variable de 125 a 170^ siete minas productoras.
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— 294 —
fin encuentra salida a su recóndito empuje, «Esto,
dice el señor Donieyko, completando su pensa-
miento i su estadio sobre aquel prodijioso mincnil,
vino a reconoeer:3e en el cerro de Tres Puntas,
cayo de«cubiiniiento, contr^wiamente aloque ha-
bía sucedido en otras minas, cuyos descubridores,
han muerto pobres e infelices, principió por re-
compensar prodijiosamente a los suyos. En estas
minas, desde el haz de la tierra se manifestó otra
clase de minerales i de criaderos.
2) Apenas en la parte superficial de los terrenos
habian aparecido en algunas de estas minas, en
los primeros tiempos de su descubrimiento, algu-
nos indicios de clorobromuro i ioduro de plata; mas
en su lugar empezaron a salir desde luego en la
veta Buena Esperanza venas de cloruro puro, blan-
co, trasluciente, fibroso, de dos hasta tres centí-
metros de grueso, con fibras transversales a los
planes de las venas, acompañadas por otras de
yeso fibroso, blanco i de sulfuro de plata puro, ea
pequeñas masas irregulares, o cristalizado en pe-
queños cristales cúbicos agrupados en forma do
ramos. Venas de cloruro tan puro, ni de sulfuro
tan macizo i puro, jamás yo habia visto en las mi-
nas de Chile ni en otras minas de plata del mundo.
A poca hondura desaparece completamente el
cloruro i se descubre con abundancia estraordina-
ria el rosicler antimonial amorfo, de contestara,
en parte hojosa imperfecta, en parte compacta o
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— 295 —
granuda i de color rojo bastante claro, o de color
negro rojizo, lustre metálico; su polvo o raspadu-
ra es de un rojo carmín subido. Esta especie idén-
tica con el rosicler mas común de las minas de
Bolivia, especialmente de Aullagas, constituye la
principal riqueza de los minerales de Buena Espe-
ranza, de la Al fin hallada, la Salvadora, etc.i>
XVI.
La prosperidad jeneral que aquellos descubri-
mientos trajeron consigo, como la onda la espu-
ma, fué instantánea cual su hallazgo. «No hace
todavía diez años decía a este propósito el Copia-
pino en su editorial del 4 de noviembre de 1848,
es decir, cuarenta días después del primer barre-
tazo dado en los afloramientos de la Buena Espe--
raza, no hace todavía diez años que Copiapó no
era mas que una pequeña villa, que no ofrecía
ningún goce, ninguna comodidad, i que no podía
presentar al estranjero que la visitaba, ni edificios
particulares que llamasen su atención, ni obras
públicas de interés. Hoí como por encanto hemos
visto levantarse hermosos edificios particulares i
obras públicas de importancia; asombra ver apa-
recer como por mano de hada, lindas casitas don-
de antes no eran sino paredones derruidos por el
tiempo i que ahora parecen querer esconderse tras
la sombra de esas nuevas coquetas que les echan
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— 2D6 —
lina mirada desdefiosa, Tenernos ricas i surtidiis
tiendas, que no solo ofrecen los artíqulos de prírae-
I ra necesidad, sino aquellos de mayor lujo. Un tea-
tro, que es sin disputa el segundo del Pacífieo, en
que ir a ensanchar el ánimo después de las fatigas
del trabajo: im hospital para ampararla linmani-
dad doliente: un cementerio donde reposen con
respeto los restos de nuestro.s padres; un colejio
para la enseñanza de nuestros hijos; dos periódi-
cos establecidos que es nua prueba auténtica de
nuestra tendencia hacia el progreso; veinte máqui-
nas de amalgamación para benificiarnuestros me-
tales, i muí pronto haremos ostentación de un
hermoso templo en que podremos celebrar digna-
mente los ritos santos de nuestra augusta relijión.í
XVIL
I diez días mas tarde, como desvanecido en una
atmósfera de opulencia, el misino diario volvía
ufano a agregar:
dSi los adehantos que hoi tenemos el placer de
reseñar han sido obrados en tan corto período
con las riquezas que se han sacado de solo el
mineral de C han arcillo ¿cuál será la altura íi
que llegará nuestra provincia, cuál el desenvol-
vimiento de nuestra industria cuando nuestros
mineros i comerciantes tengan en sus manos las
I
I
I
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— 297 —
que se esploten de Garín, Tres Puntas i demás
descubrimientos que hoi se hacen?
3> A pocos pueblos como el nuestro se les pre-
senta un porvenir mas halagüeño, porque pocos
como él encierran tantos jérmenes de vida.» (1)
XVIII.
Quedó así convertida la moderna provincia de
Atacama en una nueva California en que la plata
sobrepujaba al oro. Según los datos de la aduana
de Caldera, en los meses de setiembre i octubre
de 1848, la esportación de plata pina por ese
puerto fué de 52,250 marcos, que valian mas de
medio millón de pesos ($ 522,509).
(1) Se creyó también en esa época haberse descubierto en
Copiapó ricos filones do oro, i a este propósito el Copiapino del
11 de noviembre de 1848 se espresaba en estos términos:
«Hemos visto una piedra de una nueva veta descubierta en
las Tres Puntas por cateadores de don Domingo Gutiérrez. Per-
sonas intelijentes calculan que dará como 200 marcos el cajón.
» Parece que la riqueza de Copiapó que por tanto tiempo se
ha creido existia solamente en el mineral de Ohañarcillo, brota
por todas partes i que nuestros mineros, hoi mas que nunca, se
empeñan en arrancar de las entrañas de nuestros cerros vírjenes
los tesoros que encierran. ¡Ojalá los descubridores de Garín i
Tres Puntas no imiten a los de Ohariarcillo, i los desgracia Jos
ejemplos que nos han deja lo lo4 Volados, los Godoyea i los Va-
llejos, hagan que los descubridores de hoi sean mas cautos i
mas previsores!»
EL L. DE LA P. — 38
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De todíiB partes llegaban a la fama de nue-
vos descubrimientos cuadriUas de aventureros f
de operarios de las diversas provincias de Chile i
de la República Arjentina, al paso que mas alen-
tadas empresas de cateo, acaudilladas por los hom-
bres mas animosos e intelijentes, entre los que
figuraba casi siempre el infatigable Moreno, se
preparaban para lanzarse al desierto. (1)
(1) Hé aquí lo que sobre estos particulares decia un diario
de Copiapó del 23 de noviembre de 1848:
«Diariamente llegan al mineral de Chaüarcillo granrles par-
tidas de mineros del Huasoo i Coquimbo atraiilos por la bulla
que han metido por esos mandos los ricos deácubrimientos nue-
vamente hechos, i tan pronto como llegan so encuentran con
ocupación donde poder ganar buenos sueldos, ya sea en ese mi-
neral ya para formar compañias de cateo.
j) También se nos ha asegurado que mucha inmigración está
al llegar de las provincias trasandinas i mucha mas se prepa-
raba a salir do San Juan i Mendoza, atraidos por el cobo de la
riqueza que Copiapó les ofrece. Vengan, pues, que este suelo es
pródigo para todo el que lo pise.t»
(C\TEO)
«Los señores Moreno i Marutt van a emprender un cateo
monstruo, cateo en grande para esplorar serranías que presen-
tan un aspecto lindísimo i que parecen convidar a los mineros
a descubrir secretas riquezas.
2>Quiera Dios que en esta vez sean mas afortunados que en
su anterior cateo, i que no seau ellos los del trabajo i otros los
del provecho.»
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- ¿99 —
XIX.
La actividad de las transacciones corría parejas
con la riqueza efectiva que el capacho de los api-
res estraia del fondo de los veneros, i hai cons-
tancia de haberse rejistrado en una sola escribanía
de Copiapó (la de Vallejos) desde el 10 de octu-
bre al 18 de noviembre de aquel año 140 contra-
tos de minas. Contadas las hojas del protocolo
de ese año llegaban éstas, antes de concluir, al
número de 1,360. Por desgracia i como acontece
siempre en los casos de inopinadas riquezas, los
pleitos, que son el primer broceo de toda mina en
estado do bonanza, se desencadenaron a manera
de negros cuervos sobre íodas las vetas descu-
biertas. Tan solo en el mineral do Garín nuevo,
cuyo descubridor principal, don José Antonio Mo-
reno habia sido la primera víctima de los despo-
jos judiciales i leguleyos, contaba en diciembre
cuarenta i cinco pleitos, i Tres Puntas i el Chim-
bero, en proporción, debían tener el doble.
XX.
Pero el mas famoso de éstos fué el por muchos
títulos celebérrimo litijio de tanteo que puso a los
compradores de las barras de la Al fia hallada el
minero don Santiago Riesco, lo cual fué de esta
manera;
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— 300 —
Circulado de boca en boca en Oopíapó el pri-
mer rumor del descubrimiento de los Tres Porte-
zuelos, fueron los primeros en llegar a su pié los
vecinos de Copiapó don José María Gallo Zava-
la i el mencionado Riesco, quienes compraron,
por sumas comparativamente bajas, una parte de
sus derechos a los descubridores Pérez, Martínez
i Alcota. Pero en pos de ellos vino el afortunado
minero de Copiapó don Blas Ossa, de quien de-
cíase que bastábale tomar parte en ana mina pa-
ra que se pronunciara en alcance; i habiendo com-
prado éste otra parte de los derechos a razón de
8 o 10,000 pesos barra, al saberse semejante no-
ticia en el pueblo despertóse delirante fiebre por
adquirir estacas, i las barras de las descubridoras
subieron en un dia a un precio fabuloso.
Tentóse con esto la leguleya codicia de algu-
nos i aconsejaron al comprador Riesco que, a tí-
tulo de comunero con los descubridores, reclama-
se la posesión total de la Al fin hallada, devol-
viendo a los últimos llegados el precio de venta,
que fué obligado a consignar en onzas de oro en
una hora dada, recorriendo las calles como locos
sus ajen tes para procurarse aquella lújente suma
de dinero en un momento de angustia.
Tal fué el orijen del célebre pleito de la Alfin
hallada, que defendió i gaió en primera i en se-
gunda instancia, apersonándose a Copiapó i a \\\
Serena, el distinguido abogado don Manuel Anto-
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— 301 —
nio Tooornal, participándole con parte principal
de su caudal el siempre feliz minero don Blas
Ossa.
XXL
El año de 1848 quedará como una de las fechas
mas memorables en la historia del siglo porque
fué una época de profundas convulsiones.
Se convulsionó la Europa al soplo del vendabal
republicano que arrancó de cuajo todos sus tronos.
I como si las entrañas de la tierra hubieran sen-
tido la conmoción que ajitaba su superficie, ofre-
cieron en ese año el tributo de sus riquezas es-
condidas, como para apaciguar a la humanidad
descontenta i consolarla de sus reveses sociales i
políticos.
El año 48 fué el año del oro de California i el
año de la plata en Chile.
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CAPITULO XII,
EL DZSÍEflTO DE ATACAMA I SUS PaiMI=í03 ESPLOIAOOIES,
Í-^DDX DIEaO DE ALMÍiíDA. — H. DO>í J03rí AMTONfO
MORENO. — nr. DON JOSÉ SANTOS OSSA.
Fisonomía jütiüral d9l de^pobUilo de Atacimi con relación a los dasctibri ■
dores. — 151 Píip[>3o — Don Cayetano de AímeMa.^Sii viaja a Ohik i na
oatabbüimleíit j en G )piixp5 donde da^cub.-e el rainoi-al dol OUecx — Na-
cimientOj javentud i vida de don Diego d3 Almsidí bnata 1821.— Su pa-
tnotlsoio I pruebas qae de el da durante la gaerra da la inlep3a loada.
— *Yuelva al deaiertí i se coa^ag^ra a la vida de eaploi'aior.^Segarldai
de a 11^ mira^ i prouosticos de gt-aa lea riqrieii-i f Jtira^* p'ír lo ciil de:;U-
rarile atjíi cotitempirrlueos fílocoa* — iLiñ locos» de BeL-aagar— Gonai le
conoció el autor, i juicio qoe d3 61 sa formó —Opinloridi dd ^a/a^j i da
TiUañor sobre ©I primer descubridor del de.^iierto^-^Su miarte i la gra-
titud que le debe Obilo. — Don Jo3¿ A. Moieno, su jiive-itjd í stía ra-
roa dotea como hombro de intelijencia i de trabajo,^^Su admlaiatración
de la Candolaria.^^De-^cubre a Oartn Nu^^vo i con la protecuión de dijti
Antonio Uacobar so lan^a al desierto por la costa ea demanda do nae-
voa descubrimientos.^ Don Josu Santos Ü33a i sus prioieríu exploracio-
nes hasta onllan del Loa. — Descubre a AutoÉagasta i Agaa^j Blancií*-
— Rocorre el desierto on 187.'i^ poL* el lado de la cordillera i Bolicíti la
ejecución de un ferrocarril que le ea friamanta negado.
1.
El desciibritnieiito d^ 2Ves Ptmtas, mineral
l>otüüte Hitaiulo corea de dos grados al norte del
vallo dtí Copicipó, cu aquella época (setiembre de
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I
— 303 —
1848) último asiento seteutrioiial de la civiliza-
ción chilena, era un paso mas dado atrevidamente
en el desierto. Fué, por consiguiente, para la cien-
cia ese estraordinario hallazgo un notable adelan-
to jeográfico; fué para el cateador i el caminante,
para el minero i el cazador de huanacos i de asnos
alzados una etapa i un nuevo punto de partida.
Porque en aquel tiempo el desierto que hoi se es-
plora i se puebla casi a un tiempo, era el país si-
lencioso de la muerte. Sin agua, sin verdura, sin
rumbos, sin horizontes, sin vestijio de ninguna
TÍda orgánica ni siquiera en el insecto bajo el suel-
to guijarro, ni siquiera en la ríjida, enana maleza
de las estepas sibéricas, era aquella comarca la
imajen tenebrosa del caos; i con la tarda escep-
ción de algún espreso enviado a precio de oro des-
de la Serena hacia Arica, como el que llevó a Lima
por tierra el indulto de los prisioneros de Carrasco
en 1810, o las solitarias caravanas de los indios
médicos de Carabaya, que andando mil leguas en
un año traen hasta nuestras ciudades del Maule i
del Biobio sus borricos cargados de empíricos re-
medios vejetales de la montaña, no se encontraba
en esos años en el camino del Inca, que lo atra-
viesa recto como una flecha, sino la huella de al-
gún hambriento huanaco, que los hielos de la
cordillera forzaban a emigrar hacia los mas abri-
gados páramos de la costa. El Paposo, que se ha
considerado vulgarmente como una aldea o un
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_ 304 —
asiento de pescadores cu la medianía del litoral
del desierto, no era sino una estancia de secano,
un cerril cortijo de arena, donde, como en el oasis
de Arabia, la humedad de las nieblas hacia crecer
la yerba, mas no el salutífero dátil ni la airosa
palmera. Su inmensa área servia apenas para la
manutención de unas pocas cabras o animales de
cuernos.
El Paposo, aunque había sido un obispado in
partibus, no era sino una mísera cabana cubierta
con un cuero, bajo el cual vi vi a el infeliz pastor
de aquel hato, propiedad, entonces desdeñada, de
la opulenta familia Gallo, de Copiapó.
xt
De suerte que cuando en la rejión mediterránea
del desierto i en uno de sus puntos mas elevados
plantaron como en un dívisadero los afortunados
descubridores del derrotero de los Tres Portezue-
los su tienda en la boca de la Al fia hallada^ i en
torno de ésta improvisaron la. placilla de Tres
Puntas, el desierto comenzó a perder su horror i
a despertar la curiosidad que los antiguos histo-
riadores, desde Herrera i Fernández de Oviedo,
desde Garcilaso i Cic^a de León habian causado al
narrar el paso de Yupanqui i de Almagro, de don
Pedro de Valdivia i don Alonso de Monroi, cuan-
do éste, sin mas compañía que su caballo calzado
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— 305 —
con herraduras de oro, fué de Santiago a Lima en
busca de jente i bastimentos por los años de 1647.
III.
No habian faltado tampoco en los últimos años
algunos atrevidos esploradores atácamenos en el
desierto, que comenzaba en los suburbios de su
ciudad cabecera, i entre éstos la justicia de las
remuneraciones históricas, que no se divide i sub-
divide en barras como en las minas, asignará el
primer puesto a un hombre estraordinarlo que por
haber sido el primero en revelar los inmensos te-
soros escondidos en el desierto fué llamado alocoi)
— a el loco Almeida», verdadero profeta del de-
sierto i que, como San Juan, predicó siempre en
el desierto. Su vida es sumamente interesante, i
en breves rasgos vamos a contarla.
IV.
Por el año de 1780 del pasado siglo llegó a
Copiapó un caballero portugués llamado don Ca-
yetano de Almeida, hombre de lucida educación
i trato social aventajado, que habia emigrado al
Brasil por motivos políticos, según se supone, jun-
to con un hermano mayor de edad que él. Aficio-
nóse en aquel país a las minas de diamante, i es
fama que entre ambos hermanos enviaron a su
EL L. DE LA P.— 39
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i
— 306 —
reina, talvez a título de desagravio, las piedras
necesarias para fabricarse rica diadema: tflos dia-
mantes de la corona».
Conducido por el espíritu aventurero que here-
^ do mas tarde su estirpe, el galante fiJalgo Ínsita-
I no pasó en seguida, acaso por tierra, atravesando
i el Tucumán i las pampas de la Rioja, a Copiapó,
donde la fama ponderada de escoadídus riquezas
metalíferas liabia hecho asentarse, según vimos^
a no pocos estranjeros desde la medianía del ulti-
mo siglo. En 1767 habíase descubierto eu la ve-
cindad del pueblo la famosa j[9¿ec/rft verde áe que
I habla Molina, que resultó ser un riquísimo i mig-
f terioso rodado de plata, cuya matriz no se ha de-
I saterrado todavía. Copiapó era entonces mineral
'^ de oro, pero sus turjentes cerros de bruñida plata
I hacian grietas en la costra de la tierra como para
f- subir libres al sol. La Nevada venia en pos de la
I California.
I Hízose don Cayetano de Almeida en consecuen-
¡f cia cateador de plata, i en 1774 descubrió hacía
í el desierto, por el rumbo de la cordillera, el fa-
í moso. mineral arjentífero del Clicco, que rinde
? todavía exhausto pero rico metal; i al mismo
I tiempo, a usanza de la mayor paite de los descu-
I bridores de tesoros cuando los hallan o creen ha-
llarlos, casóse con una joven copiapina pero do
familia coquimbana llamada doña Antonia Ara*
cena, de la misma afortunada familia que anos
i:
^
¡f^i Digitized by VjOOQIC
— 307 —
mas tarde seria la mas pingüe usiifrnctuadora del
mineral arjentífero de Agua Amarga.
De este matrimonio nació un solo retoño, i este
fué el famoso don Diego de Almeida, a quien los
pobladores i millonarios presentes i futuros del
desierto deberían erijir una estatua del metal a
que su perseverancia heroica abrió ancho i per-
durable camino.
VI.
Vino al mundo don Diego en la ciudad de Co-
piapó en 1780, i educóse, es decir, aprendió a leer
i hacer palotes en la escuela de ese pueblo. Cuan-
do 73 años mas tarde viajaba en el desierto como
guia del sabio Philippi, solia contarlo el buen an-
ciano que recordaba haberse hallado en aquella
ciudad durante el terrible aluvión de 1796, que
puso a Copiapó en peligro de desaparecer arras-
trado su humilde caserio de adobón por el agua
de la quebrada de Paipote, convertida en impe-
tuoso rio. Don Diego tenia a la sazón 16 años.
VII.
Muerto su padre a entradas del presente siglo i
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— 308 —
llegado a su mayor edad legal, don Diego vínose
a Valparaíso i casóse allí con la señora Rosario
Salas del Castillo, hacendosa dama, que aumentó
su fortuna con una tribu de hijos. Uno de éstos fué
el conocido «jeneral Almeida», capitán de cazado-
res en Yungai, coronel en la guerra que sostuvo
Méjico contra los Estados Unidos, jeneral después
en las contiendas civiles de aquel país, i muerto
mas tarde a traición por un peruano en la villa de
placer de Chorrillos (1860). Su nombre era An-
tonio, i de sus seis hermanos sobrevive hoi solo
don Miguel, minero como su padre en el desierto,
i capitán de aventuras como su turbulento herma-
no mayor en la revuelta Méjico.
VIII.
Don Diego, como hijo único, fué rico. Puso
negocios de industria en Valparaiso para el surti-
miento de los buques, i negocio de campo en Ran-
cagua para abastecer su establecimiento ultra-
marino.
Pero sobrevino la revolución; embarcóse en ella
don Diego con el fogoso entusiasmo de su juven-
tud i de su carácter; i tan mal parado libró de la
borrasca, como todos los que se lanzan del puerto
cómodo i seguro alas inciertas embravecidas olas,
que encerrado en la bodega de un buque surto en
Valparaiso, para ser llevado a Juan Fernández,
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— 309 —
escapóse a nado burlando el alerta i el plomo de
los centinelas.
Después, i en el mismo día en que tuvo lugar
la batalla de Maipo, viniendo don Diego de Val-
paraíso a la capital, la escolta fujitiva de Ossorio
le hizo fuego en la cuesta de Prado i le dejó allí
con su caballo herido i a pié como en el desierto.
Don Diego había sido el proveedor del ejército
que en 1818 San Martín acampo en las Tablas
para salir al encuentro de Ossorio, i por este mo-
tivo solía viajar en esa vía. Después surtió la
escuadra libertadora e hizo jenerosa oblación de
toda su vajilla de plata, sacada de las venas del
Checo, para el sustento i lustre de las armas de la
patria. Don Diego habia nacido minero, i tenia
todas las jenerosidades del minero i su rico, ar-
diente, inestinguible patriotismo.
IX.
Concluidas las campañas de la última i sus in-
quietudes embargadoras de ánimos jenerosos, don
Diego, empobrecido por la revolución pero acau-
dalado por su tálamo, dirijióse otra vez a Copiapó
en compañía de uno o dos de sus hijos, en busca
de emociones i fortuna, i desde entonces hízose el
hombre del desierto, su primer vaqueano, su pri-
mer cateador sistemático i tenaz, su rumbeador
bajo la canopia de los astros, su precursor, 'en fin,
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— 310 -
i de aquí el título de «loco» que sus paisanos le
dieran.
Tenia esto lugar por los aüos de Ayacueho i de
Pudeto (1824-26), i don Diego, sin mas compa-
ñía que su muía, sus alforjas! suyaucana, comen-
zó a recorrer en todas direcciones las altas estepas
de Atacama, principalmente por el lado de la cos-
ta. Fué así el temprano descubridor de Onañaral,
donde trabajó en compañía del escelente caballe-
ro inglés don Onofre Bunster, que liabia sido he-
cho prisionero en Chile con un lazo, ricas minas
de cobre; de Taltal, en cuyas vecindades esplotó
abundantes minerales de oro; de Oachinal, donde
halló i esplotó delgadas venas de plata; de todo el
litoral, en fin, de Atacama, donde hoi encuentran
lucrativa ocupación 30 o 40,000 chileno.s.
A mayor abundamiento, i como para tomar po-
sesión de su puerto de entrada, don Diego habíase
hecho dueño de la puerta i estancia de arenas lla-
mada por él «La Caldera^), que es hoi floreciente
puerto de la república i el primero de la América
española en que el silbato de la locomotora llevó
el eco de la civilización a los antes mudos méda-
nos. Muéstrase todavia en la playa de esa ciudad
la gruta marítima en que don Diego solia tener
su fresco almacén de provisiones, i en ocasiones
su vivienda, antes de lanzarse a sus queridas pe-
regrinaciones por el despoblado.
En cuanto a sus frecuentes jornadas a través de
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— 311 —
sns arenas, la dulce sombra de la higuera, del sau-
ce i del durazno en las aguadas atestigua todavía
su tránsito, porque aquel hombre tiernamente
previsor llevaba consigo en cada una de sus cam-
pañas, alguna púa o alguna simiente de aquellos
árboles benéficos, i a su paso por los jagüeyes, a
fin de conservarlas, las sembraba. Dios habia crea-
do el desierto, pero don Diego de Almeida creó sus
oasis....
X.
Así adiestrado atravesó don Diego en dos oca-
siones (1831-32), de banda a banda, esto es, de
sur a norte, desde Copiapó a San Pedro de Ataca-
ma, siempre esplorando, siempre cateando, i siem-
pre luchando con todas las adversidades de los
que van adelante, solos i desdeñados, en el camino
de los grandes progresos humanos,- desde el inven-
to en el taller hasta el hallazgo en la montaña. I
lo que habia de verdaderamente notable en aquel
hombre de hierro, que a la edad de 75 años nadaba
en el mar como un chango del Paposo i dormia en
el suelo del fríjido desierto cubriéndose en un hoyo
con un poco de arena, según cuenta maravillado
su compañero posterior de escursiones el doctor
Philippi, era que instintiva i proféticamente alber-
gaba la convicción indestructible del valor de sus
empresas i del porvenii-.— «Su imajinación era tan
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- 3\2 —
viva (esclama el último al hacer lacónicamente
el elojio del anciano) como la de un joven de 20
años; dia i noche soñaba con los inmensos tesoros
que encerraba en su concepto el desierto i ya veía
una ciudad en su centro mas rica que Potosi...T> (1).
I por ventura ¿no es esta la profecía ya cum-
plida de Caracoles? ¿I no lo es acaso hoi dia la de
Cachinal, cuya placilla o núcleo de ciudad futura
comienza el afanoso minero a labrar al pié de la
colina, medio a medio del desierto?
XL
En otro sentido i por el fallo de otros hombres
que le hicieron solo postuma justicia, hé aquí có-
mo uno de ellos se espresa:
«Hombre de una constitución a toda prueba
para las espediciones de cáteos i de un entusias-
mo decidido por el rebusque de vetas, se convir-
tió don Diego de Almeida mas tarde en infatiga-
ble esplorador del desierto de Atacama, que en
esos tiempos solamente tenia como puntos avan-
zados de la industria minera, a Puquios al interior
i Chañaral hacia la costa. Cruzólo en todos senti-
dos, i actualmente es una especie de guia i de
consuelo para las espediciones que se internan en
el despoblado el oir decir: —Por aquí paso don
(1) Phiüppi, Viaje al desierto de Atacama, páj. 11.
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— 313 ^
Diego!.... ¡Cuántos cerros, cuántos parajes del de-
sierto fueron bautizados por él! ¡Qué de veces sor-
prendiólo la oscuridad de la noche i el cansancio
del viaje en medio de estensos arenales, i entonces
cavando para su cuerpo un hueco en el terreno,
se cubría de arena i dormia profundamente como
en la mejor cama!
Desde la retirada de Almagro, desde la venida
de Valdivia, desde el viaje episódico de Monroi,
desde el cateo de Cisternas Villalobos, nadie como
Almeida recorrió ese desierto donde mas tarde
habrían de labrarse las poderosas minas de cobre
de don Eduardo Miller, don Sansón Waters, don
José Antonio Moreno, don Federico Várela i tan-
tos otros, i los minerales de plata de Tres Puntas
(1848), Caracoles (1870) i la Florida (1873).
2>Pero si la huella de sus espediciones ha que-
dado impresa en los caminos del desierto, no obs-
tante, su nombre no ha sido recordado cual lo
merecía para bautizar un mineral, una mina si-
quiera, ya que la buena suerte no le sonriera en
sus posteriores afanes por la minería. Después de
una vida tan ajitada i siempre delirando por las
minas i cargado de edad, sucumbió a los rigores
del invierno en Santia<?o en 1856, legando a sus
numerosos herederos sus recuerdos del desierto i
de sus descubrimientos (entre los que debemos
anotar el mineral de San Bartolomé de Atacama
en Bolivia), unas pocas tierras i los derechos que
EL L. DE I.A P. — 40 ;
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9 _ 314 —
todavía se cuestionan sobre los terrenos en que so
fundó el pueblo de Caldera.» (1)
XII,
Tal es el juicio de un cronista tan imparcial
como estudioso sobre la carrera de aquel hombre
que, como «los locos de Berangers), i en su esfera^
continuará siendo para el desierto de Atacama
un verdadero precursor, aumentándose su fama
con esa misma ingratitud de liccho pagada a su
memoria.
<3c....¿Qui decouvrit un nouveau monde?
Un fou qu'on raillait en tout lieu,
Sur la croix que son sang inonde,
Un fou qui meurt nous legue un Díeu.
dSí demain, oubliant d'éclore,
Le jour manquait, eh bien! demain
Quelque fou trouverait encere
Un flambeau pour le genre humain.s
I bien! ¿Quién en vista de lo que pasa hoi dia
en el fondo del desierto de Atacama^ minero o
poeta, viajero o simple corredor de acciones, po-
dria negar que el humilde cateador don Diego de
Almeida fué uno de esos tocos, es decir, una de
esas antorchas?
(1) Sayaqo. Historia de Coptapó^ páj, 330.
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— 315 --.
dDoa Diego de Almeida, dice a este mismo
respecto otro hombre del norte, fué quien descu-
brió a Lechuzas, Quebrada Seca, Algarrobo, el
Morado, Bellavista del Roco, la descubridora de
Vaca Muerta (actualmente en trabajo) i tantas
otras, i si no pudo encontrar el derrotero del
chango Aracena que tanto buscó, no por esto dejó
de ser el mas meritorio i el mtis infatigable de los
cateadores primitivos.
i> Fueron infinitas las ocasiones que don Diego,
seguido de su mozo José Martínez, a quien conocí
ya entrado en años, recorrió la sierra en todas
direcciones, buscando el derrotero de Aracena.
3>¡I cosa rara! Aquel formidable andador, capaz
de haberlo echado de tapada al mas escéntrico
yankee o hijo de la vieja Albión, que se hacia
acompañar de un mozo, solo para que le llevase
su cabalgadura de la brida, porque él solo la ocu-
paba en conducir la montura que le servia de ca-
ma i los chifles en que conducia el agua con que
apagaba su sed cuando el ardor del estío i el can-
sancio (si es que alguna vez lo conoció) lo obli-
gaban a refrescar su seca garganta, no pudo en-
contrar esa especie de misterio que a pesar de los
años i los esfuerzos todavía so mantiene oculto.
dEI incansable don Diego, en lugar del venero
de plata que perseguia, encontró cobre. El fué el
que descubrió la que hasta hoi mantiene el nom-
bre de Descubridora de Chañaral, la cual obsequió
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— 31 i —
al señor José Maaiiel Zuleta, porque su rico be-
neficio uo pasaba del ancho de una vara."» (1)
i
K
XIIL
Fné en época cercana a su muerte, ocurrida por
un accidente en Santiago en el invienio de 1856,
cuando nosotros le conocimos. Era don Diego un
hombre blanco, de facciones finas, ojos azuleg,
tipo completaiuente céltico^ porque mas pa recia
inglés que hijo del desierto. Pequeño de cuerpo,
bien apuesto, sin ninguna curvatura en el dorso,
casi sin una arruga en el rostro, pero cubierto de
venerables canas, nieve del desierto a la par que
de los anos, vivo i juvenil en su ademánj suma-
mente locuaz i comunicativo, tal pareciónoslo en
la primera i única ocasión que le vimos, que fué
en una imprenta, la imprenta del Progreso en
1850, I llamándonos vivamente la atención un
discurso patriótico i político que dirijia a un cír-
culo de jóvenes impresores i c^ijistas, a quienes
decía que ya habian desaparecido de Chile los an-
tiguos Gaupolicaues i Ij?iutaros para uo dejar sino
apenas cobardes aspirantes a empleos i a fav^ores,
preguntamos quién era^ i alguien, con esprcsiva
sonrisa, nos dijo simplemente que era el a loco AU
mcida.,,,»
(1} Don Máximo V¡iluñt>r, carta al autor,— PiUi Je Assiicar,
juliü 10 de 1883. , l
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— 317 —
Solo muchos años mas tarde supimos que le lla-
maban «loco» porque decía siempre lo que pen-
saba i lo que sentía (indecible locura en Chile), i
principalmente porque habia dado en la manía de
afirmar que el desierto de Atacama haría la gran-
deza de este país i que algún dia se encontraría
en sus soledades un nuevo Potosí....
Los 30 o 40,000 chilenos que hoí viven o van
al desierto, i los 300.000,000 de pesos que la na-
ción ha sacado en pastas metálicas i en fósiles
de los páramos, responderán hoí de hi profecía del
pobre loco del desierto, i decidirán si la demencia
de éste (como la de otros) fué insensatez o fué
jenio.
XIV.
En pos de don Diego de Almeida, i sucesiva-
mente, lanzáronse al desierto dos nuevos atáca-
menos que participaran con él la justa gloria de
los descubridores: don José Antonio Moreno i don
José Santos Ossa, animosos heraldos de todo lo
que hoí se realiza i se cosecha en aquellas vastas
soledades.
Perdido un brazo en aventuras juveniles, el pri-
mero de aquellos gastadores del desierto, hijo de
Copiapó como Almeida, hízose con el brazo que
lo quedaba bueno, que era el izquierdo, el primer
cateador de su época, como para demostrar al ocio
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— 318 —
i a la desconfianza que, teniendo el corazón ente-
ro, las mutilaciones físicas no son para el hombre
obstáculo a lo grande.
Después de haber sido humilde dependiente de
comercio en la ciudad, intelijente administrador
de la mina Candeleria^ a la que hizo rendir rico
alcance contra la opinión de sus propios dueños,
que le marcaban rumbo diferente j descubrió, en
calidad de jefe de una cuadrilla de cateo, organi-
zada a sus espensas, el rico mineral de plata de
Garín Nuevo, que otros en pos de él usufractuar-
ron; i ya hemos visto ccmo inmediatamente des-
pués del descubrimiento de Tres Pimtaa, en se-
tiembre de 1848, volvió a salir a campaña en
demanda de nuevos derroteros de plata.
No los halló esta vez, pero sin descorazonarse
torció rumbo. Pidió amplia habilitación a la casa
comercial de Gregorio Ossa i C^^ cuyo jefe, el se-
ñor Antonio Escobar, era todo intelijencia i ea
comarca revuelta i ajitada de pasiones^ clara i se-
rena integridad, i otorgada sin límites la última,
hízose desde entonces minero i descubridor de
cobre en el desolado litoral. Como el infeliz Na-
ranjo del morro Jorjillo i en oposición a don Die*
go de Almeida, el descubridor Moreno quería
ahora atacar al desierto por su flanco mas accesi-
ble, por la mar, i éxito completo coronó sus miras
estratéjicas desde Chañaral a Mcyillooes, Tuvié-
ronle también por «Iocod, como a hombre desca-
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~ 319 ~
balado, sus sesudos contemporáneos; pero cuando
los millones comenzaron a asentarse en el fondo
de su cofre i el de sus habilitadores, jenerosamen-
abierto a todas las empresas atrevidas, cambió el
derrotero de los juicios vulgares, i hoi el nombre
de «el manco Moreno», muerto prematuramente
para sus empresas, si bien ha encontrado dignos
sucesores, es como un faro del industrial marítimo
en el desierto.
XV.
El cuartel jeneral del descubridor Moreno fué
la caleta del Cobre, donde hoi existen poderosas
faenas, como el cuartel jeneral del descubridor
Almeida había sido el Paposo; i cuando en el mes
de enero de 1854 visitóle en su faena el ilustro
esplorador alemán que dejamos recordado, dice de
él i sus empresas estas palabras de alta honra i
merecida valía:
<cEl señor Moreno habia hecho muchos viajes
por el desierto i es observador atento i juicioso;
le debí muchas noticias importantes, i he visto
confirmado todo lo que me dijo. La pequeña en-
senada donde se estableció lleva desde tiempos
inmemoriales el nombre de El Cobre, i parece que
los changos han sacado cobre de aquí antes de la
llegada de los españoles; en el cerro elevado co-
mo 400 a 480 metros que está situado al norte de
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— 320 ^
la nueva mina Placeres^ se vea minas antigüen,
Don José Antonio había empezado los trabajos
de minas desde seis meses con im capital de 30
mil pesos i ocupaba actnalmente 60 mineros, Po-
dria emplear el doble número si pudiese abaste-
cerlos con agua, pero tenia la esperanza de hallar
otro pozo en una u otra quebrada mas cerca de
Botíjas^D (1)
En pos de Álmeida i de Moreno solicitó con
entusiasta fé juvenil las rudas peregrinaciones del
despoblado, el hombre a cuya grata memoria de
pattíota i de amigo está consagrado este libro,
ofrenda del trabajo al trabajo, del cariño al cari-
no, del recuerdo a la tumba,
Nacido en 1827 en Freiriaa, de una familia de
mineros que habia sido opulentísima, i compañe-
ro en la nativa villa de aprendizaje en la labor
especial de las comarcas mineras con el que fué
rnas tarde el mas rico banquero de la América
española, don José Santos Ossa, abandonó el te-
cho paterno en busca de aventuras, como Álmei-
da i como Moreno, cuando tenia solo 18 años, i
establecióse por su cuenta en los asientos mineros
del litoral boliviano. I desde allí esploró todas las
(1) Philippi. Obra citada, paj. 29.
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— 321 —
sinuosidades del desierto por tierra hasta el Loa i
San Pedro de Atacania, i por mar, siguiendo el
derrotero del malogrado Naranjo, todas las cale-
tas del litoral, desde el Flamenco hasta Chipana.
Cobija era su cuartel jeneral, como el Paposo lo
fuera el de Almeida i el Cobre el de Moreno. Los
esploradores del desierto necesitan, como los je-
nerales, una base de operaciones para sus campa-
ñas, i en el presente caso cada cual habia elejido
con acierto la suya.
Abarcando con su ambiciosa pero patriótica
mirada, que lo llevó a morir en medio del mar,
siempre descubriendo, a la edad temprana de 60
años, el infatigable esplorador buscaba a la vez
todas las sustancias del desierto, el oro del morro
Jorjillo, la plata de Peine i Toconao, el cobre del
Morado, donde puso injenio^ el salitre de Antofa-
ga^ta que fué el primero en descubrir, en esplotar
i en vender, incluso el iodo, que viajando a mu-
la enconti'ó en sus alforjas dentro de una muestra
de caliche que habia sido humedecida por el agua
de una botella casualmente rota. Don Santos Os-
sa fué el primer descubridor de Antofagasta, soli-
taria i fragosa caleta denominada entonces la
Chimba, i la ancla colosal que él hizo pintar en
sus ásperas laderas, derramando varias fanegas de
cal humedecida, es todavía el lejano guia del na-
vegante i del minero.
EL L. DE LA P.— 41
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XVII.
Descubridor en seguida de las salitreras de
Aguas Blancas^ hizo Ossa también, corao Ahuei-
da, un viaje lonjitudinal por el desierto^ desde San
Pedro de Atacama a Copiapó, pero inclinándose
hacia la cordillera, en demanda del semi-fabuloso
derrotero de la Ola o de los Aragoneses, de que
ya hemos hecho mención, i en 1873 solícito una
audiencia del presidente de hi república en esa
época, para rogarle hiciera ejecutar el estudio de
un ferrocarril que uniese a Caracoles con Tres
Puntas, seguro, decía él, que con los desmontes i
descubrimientos de la via sobraría para pagarlo,...
Una seca negativa acojió en la JIoneda esas dlo-
curasD de ayer, i hoi la locomotora escapada de
Taltal, i que se habla de hacer llegar en breve al
corazón del desierto, donde ha aparecido el asien-
to de Cachinal de la Sierra, ha contestado antes
de diez años a la incredulidad santiaguina, es de-
cir, huasa i lugareña de nuestros hombres de es-
tado.
El peor enemigo del minero ha sido en Chile
el hacendado, i en especial los hacendados-pre-
sidentes.
Pero el señor Ossa, como para dejar constancia
de su jenio, hizo dar forma a sus ideas en un folle-
to que en 1874 publicó por su encargo o casi por
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~ 323 —
SU dictado el aventajado escritor don José María
Pérez Arce (1).
XVIII.
I desde el principio del descubrimiento habia
8Ído así, en aquel inmenso páramo, sed, hambre,
soledad sin fin, ansiedad incesante i angustiosa. —
«Desde Atacama, dice Garcilaso, hablando de la
primera invasión incásica, envió el inca corredo-
res i espías que fuesen por aquel despoblado, i
descubriesen paso para Chile i notasen las dificul-
tades del camino para llevarlos prevenidos. Los
descubridores fueron incas, porque las cosas de
tanta importancia no las fiaban aquellos reyes si-
no a los de su linaje, a los cuales dieron indios
de los de Atacama, i de los de Tucma (Tucumán)
— (por los cuales, como atrás dijimos, habia al-
guna noticia del reino de Chile) para que los
guiasen i de dos a dos leguas fuesen i viniesen
con los avisos de lo que descubriesen, porque era
así menester, para que les proveyesen de lo nece-
sario. Con esta prevención fueron los descubrido-
res i en su camino pasaron grandes trabajos i di-
ficultades por aquellos desiertos, dejando señales
por donde pasaban, para no perder el camino
(1) El desierto de Atacama, estudio dedicado al señor ministro
de hacienda, — Santiago, 1874.
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— 324 —
cuando volviesen. I también porque los que los
siguiesen, supiesen por donde iban. Así fueron
yendo i viniendo como hormigas, trayendo rela-
ción de lo descubierto i llevando bastimento, que
era lo que mas habian menester. Con esta dilijen-
cia i trabajo horadaron ochenta leguas de despo-
blado que hai desde Atacaráa a Oopayapu.i> (1)
XIX.
Tales fueron los primeros esploradores nacio-
nales i al natural del desierto de Atacama; i a cu-
ya memoria el país deberá gratitud tan eterna, si
bien en apariencia menos brillante como la que
habrá de tributar a sus héroes militares. Pero des-
de el descubrimiento de Tres Puntas en 1848, i a
consecuencia de los constantes disturbios diplo-
máticos con Bolivia para la fijación de los límites
setentrionales de aquella zona, el gobierno de don
Manuel Montt dispuso que se hiciese un recono-
cimiento científico de aquellas comarcas, i aunque
aquel fué llevado a cabo con escasísimos medios i
con suma brevedad de tiempo (apenas tres meses
desde diciembre de 1853 a marzo de 1854), debe-
mos consagrarle por separado un próximo i mas
estenso estudio.
(l) Garcilaso. — Comentarios recdeSy libro VII, cap. XVIII.
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CAPITULO XIII.
EL DESPOBLADO DE ATACAMA.
TIAJES DEL DOCTOR PHILIPPI EN 1853- 54.
Ue^a a Chile el dootor Philippi i el gobierno lo comisiona para esplorar
científicamente el desierto de Ataoama.— Su viaje en la tfanequeo hasta
Oopiapó.— Janta de esploradores.«-Doa Diego de Almeida es nombrado
guia de la espedición. — Viaje de la caravana de descubridores hasta Cha-
ñaral i principales faenas mineras de este distrito. — Taltal i sus Chan-
gos.— El dialecto atacameño. — Fundación del Paposo como obispado i
capital de Atacama. — El doctor Philippi visita el mineral del Cobre i
Mejillones. — Punta Angamos.— -Don Diego de Almeida se queda catean-
do en Taltal, i sus aventuras.- -Aprestos de viaje. — La aguada de los clé-
rigos i doña Serafina. — Caminos que desde el Paposo i desde Taltal con-
ducen al interior. — El camino del breadal que hoi sigue el ferrocarril, i
primera jornada de los esploradores. — Aspecto jeneral del desierto.—
Error vulgar cometido por los primeros cronistas sobre estructura
física del desierto.— Estraordinaria elevación de sus mesetas. — Su clima
i la diversidad de su temperatura. — Su fauna i su flora. — Depósito de ri-
pio i piedra de acarreo que cubre la mayor parte del desierto i dificultan
el hallazgo de sus minas.-— La historia i la poesia del desierto.— Ti^a ve -
sía del doctor Philippi desde Taltal a Cachinal de la Sierra i su error
sobre los fósiles i metales del desierto. — i^o que era en 1851 Cachinal de
la fierra.— Encuentro con los arrieros en San Pedro de Atacama i pro-
secución del viaje haita esta ciudad. — Descanso i regreso al través del
desierto hasta Tres Puntas.— Los cateadores Lazo i Luengo en la 01a.-«
Taita Berna. — Tres Puntas i viaje a Copiapó.— El carnaval i los espe-
dicionaríos.
I,
Mas o menos por los dias de intensa ajitaeión
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— 323 —
política en que el primer esplomdor del desierto,
don Diego de Almeida, hacia en Sautlago la apa-
rición que de él dejamos recordada durante el in-
vierno de 1850, llegaba a las costas de Chile, ale-
jado por motivos políticos de la suya, corno el
caballero portugués padre de aquél un siglo hacia,
un distinguido botánico i jeólogo alemán, que jun-
to con el ilustre químico polaco don Tgaacío Do-
meyko, el naturalista francés Gay i el sabio cuan*
to modesto M. Pissis, han sido en Chile los após-
toles i los verdaderos fundadores de las ciencias
espe rimen tales, vividas antorchas qtie aUiuibrati
nuestro ya seguro porvenir.
Era aquel el hoi venerable doctor don Rodal fo
Amando Philippi, natural de Cassel, quien des-
pues de haber recorrido científicamente una parte
de la Europa con el herbario del botánico en la
espalda, i ascendido el Etna en la cálida Siciliii
con el martillo del jeólogo en la mano, había de-
sembarcado en calidad de colono en Valdivia,
después de los disturbios políticos que ajitaron
estérilmente el viejo continente en 1848, I
II. I
Llamado un poco mas tarde el doctor Philippi .
por el gobierno de Santiago para hacer un recoüo- ,
cimiento rápido, somero i sobre todo «baratos del i
desierto, aceptó en el acto con el injenuo entu- ^
¡
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— 327 —
siasrao del sabio comisión tan ardua, i ocho dias
después de recibir el pliego de sus instrucciones i
un talego con 200 onzas de oro, el animoso natu-
ralista partia para Valparaiso el 14 de noviembre
de 1863. Acompañábalo como ayudante el enten-
dido joven don Guillermo Dolí, tan notorio mas
tarde por sus esploraciones en la Patagonia occi-
dental, i dos mozos de confianza llamados Domin-
go Morales i Carlos Núñez. (1)
IIL
El gobierno habia puesto a disposición de los
viajeros su único o casi único buque de guerra, la
Janequeo^ ^esquife tan diminuto que hoi podría
(1) La esploracion cieatfñca del doctor Fhilippí le publicó en
Halle (Sajonia) en 1860, en un volumen in folio de 336 pajinas
con 23 láminas i un mapa del desierto, i con el siguiente título:
Viaje al desierto dú Atacama Aecho p^r orden del gobierno de
Chile en el verano de 185S-S4 por el doctor Rodvlfo Amando
Phüippi.
La parte narratÍTa del riaje ocupa la mitad de la obra i el
resto la zoolojía i la botánica, que es su parte mas notable, mas
completa i mas especial, bajo el punto de vista de la ciencia.
El libro está escrito con suma sencillez i con un espíritu eleva-
do de veracidad, si bien contieno algunos errores fundamentales,
i como todas las obras que no se imprimen bajo el ojo del autor,
se halla plagado de innumerables errores tipográficos.
En este sentido la obra del doctor Philippi puede rivalizar
con la Jeografía física del señor Pissis.
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'■'-^^
— 328 —
servir de lancha a uno de nuestros blindados, i
que entonces comandaba el capitán don Manuel
Escala, hermano del jeneral, i hombre de beoig-
nísimo temple.
Embarcada la comitiva el 22 de noviembre, la
Janequeo echaba su ancla en Caldera el 29, i tras-
ladado inmediatamente a Copiapó por el ferroca-
rril el viajero alemán, tenia ocasión de comparar
los beneficios del progreso en el peso de su bolsa,
porque el birlocho de Santiago a Valparaíso le
había costado 26 pesos, al paso que su pasaje
hasta Copiapó en un cómodo asiento de carro de
primera, solo gravó su presupuesto con la mínimíi
suma de 4 pesos 3 reales. El económico explora-
dor gastó solo 1,397 pesos en sti viaje de tres me-
ses, siendo el mayor costo el de trece muías que
compró por 345 pesos en San Pedro de Ataeama;
pero que revendió mas tarde cansadas, flacas i
hambrientas por un tercio de su valor en Tres
Puntas.
IV.
Como en el caso de un moribundo paciente de
dolencia desconocida, el intendente de Ataeama
en esa época, coronel don Antonio de la Fuente,
convocó en Copiapó una junta de cateadores í es-
ploradores para discutir los rumbos del desierto^
figurando entre los asistentes don Diego de Al*
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— 329 —
meída en primera línea i los mineros rumbeado-
res Araujo i Meléndez. Era este último tan anti-
guo apellido de mineros en Chile, que Frezier re-
fiere que un Meléndez fué quien descubrió a prin-
cipios del siglo XVIII el rico e inesplorado cerro
de Payen en tierra de pehuenches, de una de cu-
yas colpas los fundidores del rei sacaron, al decir
del viajero francés, una batería de cañones en
Lima.
Como era inevitable, don Diego de Almeida
fué elejido para práctico por el ajuste de vein-
te onzas de oro, precio nominal, porque de bal-
de i aun pagando habría vuelto a su querido
desierto el animoso anciano, que a la sazón había
cumplido 73 anos, i a quien sus compatriotas,
talvez por lo mucho que habia andado, le atri-
bulan, según Philippi, noventa....
Provisto el esperto guia de las habituales me-
nestras de la vida del desierto, — charqui, harina
tostada, un manojo de cebollas, un poco de azú-
car, otro poco de ají, yerba-mate i tabaco (pasión
favorita de don Diego, es decir, del cateador) i
con algunos juegos de herraje para las muías, —
embarcáronse otra vez los esploradores en la Ja-
nequeo el 7 de diciembre de 1853, i el 8 de ese
EL L. DE LA P.— 42
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— 33Ü '
mes desembarcaban en Cbañaralj antiguas can-
chas mineras tle (cdon Diegoí?. (1)
VL
Visitó el doctor Fiíilippi, acompañado de bíi
inseparable trni;i^ los minerales del vSalndo i de
las Animas, qnc a la sazón esplotaba con pnjanza
el industrial don Josué Waddington, i en seguida
se dirijió por la orilla del mar a Cacbinal de la
Costa, oasis del desierto situado once leguas
(1) Son tan moLlernaa las riíjuczí\3 intítalífera.^ del dedertOt
que solo en 18 11 salió cío Chañara I el primer cargamento de co-
bre para Inghiteira pnr cnentEV de 1:^ socieiLiii tle Bünater i Ai-
ro ei da ya funJada, Lsjs ininus tle Uhañural, es decir, las Aitma^i
el Salado^ etc,, babian sido Jeacubiertaa en 18i¿0 í las últimas
en 1840 por unoa arjcntinoa. Cliaüaralj con el nombre de Cale-
ta de las Anímate, fué habilitado como fuierto mcíior por de-
creto de 13 Je uctubie de 1837, i C-ildera aulo el 23 de agosto
de 1842.
El cobre de Copíapó se eeportaba deade mediados del siglo
XVII, CRpeciulmentc ul producido por el primer injenio qne hu-
bo en ese valle del capitán Hernando de Aguirrej nieto del con-
quistador i fundador de la fScrena.
Sin embargo do que don Diego de A Uncida jactábase de haber
enviado a Euroi a el primer cargamento de cobre, ya llellet !os
Labia visto embarcar en 1814, asegurando que los ingleses sa-
caban 6 onaaa de oro de cada quinta! de cobre que pagaban a 8
pesos; i Miera, qne escribió sus viajes en 1825, habxa de los car-
gamentos de cobre que en cea época mandaban a Calcuta. ¿I
acaso la famosa captura del Escorpio^i en 1809 do Ím5 una uor
goci ación i un crimen de col re?
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— 331 —
mas al norte i donde, asilados en las chozas de
cuero de una media docena de changos, lavaban
las ropas de los mineros de Chañdral algimas po-
bres mujeres.
Llamó con razón la sagaz atención del viajero
alemán la raza de los changos o indios paleadores
del despoUado, que vivían del comercio del congrio
seco i hablaban antes el araucano i hoi el español.
Mas al interior, los pobladores del desierto usan
un idioma distinto del quichua, del aiinará i del
araucano, dialecto armonioso que ha comentado
a estinguirse con su raza. El atacameño es hoi
dia solo el lenguaje fragmentario de las reducidas
tribus o mas bien familias de arrieros que habitan
desde Chañaral a Sin Pedro de Atacama, desde
el Salado al Loa.
«Los habitantes de la costa, dice el señor Phi-
lippi, desde Huasco hasta Bolivia, se llaman chan-
gos; es una tribu india que tiene actualmente la
sangre mui mezclada. Su idioma ha sido el chile-
no o araucano, según me han dicho, pero actual-
mente lo han olvidado del tolo i hablan solo el
castellano. El número de los que viven cu el li-
toral del desierto será de 500, poco mas o menos.
Hombres i mujeres viven separados la mayor par-
te del año, dedicados los primeros a la pesca o a
los trabajos de minas, i ocupadas las otras en
apacentar sus cabras, moviéndose continuamente
de uu lugar a otro, según encuentran pasto i agua.
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— 332 —
2)En invierno, cuando la mar embravecida no
permite la pesca, los hombres van a cazar hua-
nacos.
3)No hai matrimonios verdaderos entre esta
jente, i aunque tuviesen la mejor voluntad del
mundo no podrían obtener la bendición de la
iglesia en razón de que no hai mas que un solo
cura en el departamento, en la ciudad de Gopia-
pó. Los hijos quedan con las madres, hasta que
los varones tienen suficiente edad para asociarse
a los trabajos de los hombres, j)
VIL
En cuanto a sus habitaciones, en que el océano
es el gran arquitecto, porque las ballena dan las
maderas i los lobos las tejas, el mismo autor hace
de la vivienda del chango la siguiente injeniosa i
exacta pintura:
(cNada es mas sencillo que su rancho. Se fijan en
el suelo cuatro costillas de ballena o troncos de
quisco, apenas del alto de seis pies, se echan en-
cima cueros de cabras, de lobos marinos, velas
viejas, harapos i aun solo algas secas, i la casa está
hecha. Por supuesto, no hai en el interior ni sillas,
ni mesas, ni catres; el estómago de un lobo sirve
para guardar el agua. Unas pocas ollas i una ar-
tesa completan el ajuar de casa.
5)Esta jente se alimenta principalmente de ma-
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— 333 -
riscos, de choncholepas, patella, fissiirelja, chitón,
de pescado, carne de cabra, leche i huevos; el tri-
go, maíz i harina son una gran rareza. Se visten
como en las ciudades: las mujeres tienen vestidos
de algodón, zapatillas, zarcillos, sortijas; hablan
mui bien el castellano i han olvidado enteramente
su propio idioma, que sin duda ha sido el chileno
o araucano; son tan políticos como si hubiesen re-
cibido su educación en la capital, i esperan, por
supuesto, ser tratados del mismo modo; que se
diga, por ejemplo, señorita a la india mas vieja
i fea, vestida de harapos.
x)ün viejo pescador me hizo reir mucho, pues
nunca hablaba de sus burros sin añadir: con per-
miso de ustedes^ caballeros.
DTres pastoras nos visitaban con frecuencia,
una doña Serafina, vieja como Matusalén, antigua
amiga de don Diego, i otras dos jóvenes bastante
bonitas, de modo que dudé de la pureza de su san-
gre india, que venian vendiéndonos pescado, le-
che, huevos, gallinas, para recibir azúcar, hierba,
harina i grasa. No me olvidaré nunca de su cari-
ño. Volvia a pié del buque i subiendo en el calor
ardiente del medio dia en el cerro, pasé sumamen-
te cansado cerca de sus ranchos; me convidaron a
entrar i a descansar, lo que rehusé de miedo a las
pulgas, pero no me dejaron pasar antes de haber
tomado por lo menos un poco de leche. d
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-- 331 -
VIH.
Prosiguiendo su jornada por la costa, ios viaje-
ros llegaron al Paposo, <rque no ca un pueblo sino
un cortijo», a cuya puerta una costilla de ballena
enterrada en la arena servia para atar las cabalga-
duras, i allí por de pronto la caraban i fijó sti-i
reales (1).
(1) Dijimos antes que el Paposo había ú^lo obíspafk)^ i ¡isí
fué la verdad, siendo el primer obis[ni el rudo gallego don Ra-
fael Audreu i Guerrero, misiouero entre los changos, que obttivo
aquel titulo en un viaje que hizo a Espaüti.
La erecciÓQ del Paposo como capital chüena del de^pobUdo
de Atacama data de 1803, i segáu la fiiguietite real cédulAj que
existe en el archivo de la curia de Santiago i que sa publica por
la primera vez:
«Enterado el Rey del abandono en que se halla el Puerto ie
Nuestra Señora del Paposo y sus inmensas costas eti el mar d4
sur, así como de las proporciones quü ofrece el territorio inme-
diato y el desierto de Atacama para eria de ganados^ cúsacAas
de granos y semilluSy caza de vicuñas, eisplotagió.^ uk íistanes
y para la pesca del congrio y de ballena; \\\\ re-íueltij 3* JL, a
consulta de la junta de defensa y fortifiaicióii dd Indias, que se
establezca población formal en el referido puerto o en ü1 parage
mas apropósito de sus inmediaciones, reuniendo los naturales
y habitantes que hai dispersos y admitiendo los colonos útiles y
morigerados que sean de la confianza y aprobaí^ión del íní:^¡oae-
ro apostólico don Rafael Audreu y Guerrero, electo obispo aaxi-
liar de la diócesis de Santiago de Chile, Charcas, Arequipa y
Córdova del Tucuraáu, quien regresará en hrev^e al mí^ni^) des-
tino para continuar en él su residencia ordiaaríuj aru perjiíiult)
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335
IX.
Desde el Paposo hizo el doctor Philippi una
escursión por el mar al Cobre, donde le hospedó
suntuosamente, según ya vimos, el esplorador
Moreno; i doblando desde allí la hoi memorable
punta de Angamos en la mañana del 29 de dí-
(le visitar de tiempo en tiempo, con asenso de los diocesanos
respectivos, las extremidades confinantes de los quatro obispa-
dos referidos, que se hallan en igual necesidad que el Paposo
])¿r las grandes distancias de sus prelados y fragosidades de los
cuminos.
j>Asimismo ha resuelto S. M. que el espresado puerto, sus
costas y territorio se agreguen al virreinato de Lima, así para el
gobierno político como para lo militar, por la mayor facilidad
con que lo puede defender y porque siendo digna de toda aten-
ción, es consiguiente que dependa de aquella capital, cuyo apos-
tadero estiende su jurisdicción hacia el sur a todos los puertos
y costas hasta Chiloé, y teniendo S. M. presente que en esta
empresa son tan interesadas las provincias del Rio dé la Plata
y del Peri\ como ese Reyno de Chile, pues concurren las estre-
niidades de los tres gobiernos en el territorio indefenso del Pa-
poso y que no hai proporción para todo lo necesario en las dos
primeras, se ha servido mandar que V. E. apronte y remita
cuantos auxilios necesite y pida el obispo Andren por sí o por
medio del comandante, que elijirá el virey de Lima, sin perjui-
cio de que contribuya ese consulado para la construcción de igle-
sia y demás obi-as públi'^as, como resolvió S. M. en 26 de junio
de este año.
Dios guarde a V. E. muchos años. — San Lorenzo, octubre 1.**
ol&OS,-- José/ Antonio Caballero.
}
i
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ciembre, visitaba al terminar el año la espléndida
bahía de Mejillones i sus covaderas de huano,
materia i codicia de las disputas jeográficas de
aquella época con Solivia. En seguida la Jane-
queo regresaba al Paposo el dia de Reyes de
1854.
Por supuesto don Diego de Almeida no habia
querido moverse de aquel paraje, entregado a su
ocupación favorita de cateador entre viejos cono-
cidos.
Esperimentó el doctor Philippi alguna contra-
riedad a su regreso, porque don Diego, llevado
del propósito de economizar al fisco unas cuantas
onzas, habia dejado partir sin aporratarla una
tropa de muías que regresaba a San Pedro de
Atacama i que habia venido en busca de congrio
seco. Pero como si hubiese sido un castigo por el
descuido, los marineros de la Janequeo hurtaron
a don Diego su favorito tabaco. Al fin, por un
poco de coca, este tabaco indíjena del desierto»
arregló las dificultades de la comitiva la vieja in-
dia doña Serafina, reina del Paposo. «Por una li-
bra de coca, dice el jefe de los esploradorcs, que
yo debia comprar en Cachinal de la Sierra a los
atácamenos que esperaba hallar, un poco de ha-
rina cruda, de harina tostada, un poco de grasa,
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— 337 —
de galleta, de charqui, hierba i azúcar, me alquiló
doña Serafina dos burros; i un viejo, un tal José,
debía acompañarnos para volver después con los
animales. Los víveres que recibió habrían costado
apenas tres pesos, la coca importaba dos pesos.
El negocio con la vieja era mui divertido. Mas de
veinte veces decia:— Sé que es un vicio el mascar
coca y pero soi vieja i no puedo dejarlo. Sí, yo soi la
viciosa; pero cómpreme usted la coca, hágame este
Javor por vida suya, etc. d
XL
Para internarse al corazón del desierto, es de-
cir, a Cachinal de la Sierra i partir de aquí por un
rumbo diagonal hacia San Pedro de Atacama re-
corriendo una distancia de cerca de cien leguas,
la comisión esploradora que presidia el doctor
Philippi i guiaba don Diego de Almeida, tenia
dos caminos que elejir.
Uno que penetraba a la alta meseta de Oachi-
nal por la quebrada de Huanillos partiendo desde
Paposo (que es el que hoi trata de habilitarse co-
mo mas directo), i el otro desde Taltal por la
quebrada, que a cansa de sus manchas de vejetal
llaman todavía del Bredal i conduce a Cachinal
por Canchón, Agua Verde i Refresco, estación de
término hoi dia del ferrocarril de Taltal, 81 qui-
lómetros hacia el interior del desierto.
EL L. DE I'A P. — 43
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— 33S
XII,
La primera via era mucho man corta i directa
por hallarse casi en la misma latitud Cachi nal í
el Paposo como Santiago i Valparaíso, Cachinal
de la Sierra, jeográficamente liablando, es la ca-
pital natural del desierto i debe hallaise, con cor-
ta diferencia equidistante entre Copiapó i Calama,
Pero aquella senda era i es todavía casi imprac-
ticable por carecer de aguadas i forrajes en una
estensión de 25 leguas. Hacíase^ en consecuencia^
forzoso desviarse del Paposo hasta Taltal, aunque
fuera dando el rodeo que hoi signen las carretas
de las salitreras i los carros del ferrocarril.
Hicieron lo así los espl oradores, i el 11 de enero
de 1854, es decir, en pleno estío» pusiéronse en
marcha hacia lo desconocido.
XIII.
Hállase hoi mismo el despoblado de Atacama
muí imperfectamente reconocido i esplorado ape-
nas en uno o dos de sus ejes principales. Pero en
el tiempo a que nos referimos, hace cerca de 30
años, el desierto era solo un miraje del navegante
que a su vista espantosa e inhospitalaria solía
pasar.
Siguiendo las equivocadas nocioLes de los pri-
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— 339 —
meros cronistas españoles que hablaban solo de un
«despoblado» i amoldando esta descripción a las
sensaciones que semejantes formaciones naturales
despiertan en el espíritu, pensábase jeneral mente
que aquel desierto seria tan ardiente como los de
la Libia, i a estas circunstancias i al olvido del
práctico Alraeida, que no hizo la prevención nece-
saria al viajero europeo, debió el doctor Philippi
el haber esperimentado los mas grandes hielos de
su vida en su frájil estructura, pues no se previno
de abrigos. Algunos han supuesto, i a nuestro en-
tender no sin razón, que lo que los antiguos deno-
minaban el desierto de Atacama, no era propia-
mente sino la vasta pampa salitrosa i ardiente que
comienza en el pueblo de San Pedro de Atacama,
ocupando un grado jeográfico de latitud; i do allí
por estensión se aplicó el nombre a todo el desier-
to, exactamente como el nombre lugareño de Chi-
lli^ comarca de Aconcagua, pasó a ser el de todo
el país.
I esta idea del clima tropical i candente del de-
sierto de Atacama no solo ha sido española sino
universal. El distinguido sabio i metalurjista Si-
monin, que hace años estuvo en Chile, lo compa-
ra al Sahara africano i habla con horror de sus
«abrasadas arenas». (1)
(1) ...«Le désert d' Atacama — une plaine de s.ibles brulauts,
le Sahara de ees contrées, quí separe le Cliili de la BoIivieD.—
(SiMONlN.— 2/a üie souterraine, París, 1867, páj. 376).
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— 340 --
Pero se hallan aquellos parajes tan lejos de ase-
mejarse a las travesías arenosas i ardientes del
Perú o del África, que mas que desiertos son ver-
daderas cordilleras, mas o menos aplastadas por
la acción mista del océano i los volcanes, habién-
dose fundido aparentemente en esos parajes como
en un solo nudo jeolójico las dos ramas montaño-
sas de Chile, es decir, la cordillera de la costa i la
de los Andes que allí apenas aparece en distantes
i aislados picos.
XIV.
I a la verdad, a esta peciiliarísima organizacióa
jeolójica debe en nuestro concepto vulgar sus im-
ponderables riquezas subterráneas, que como la
alta meseta de Tarapacá (la pampa del Tamaru-
gal) no ha sido sino un inmenso laboratorio quí-
mico en que se han combinado, fundido, calcina-
do, abriéndose grietas i formado estratas sucesivas,
todos los jugos minerales i las pastas fósiles que
hoi codicia el mundo. De esta opinión instintiva
era don Diego de Almeida, i comienza ya a serlo
la ciencia ayudada por los descubrimientos mine-
ros que son sus ojos i sus manos.
Verdad es que' el desierto de Atacama, tal cual
hoi le conocemos, forma una altiplanicie maso
menos uniforme qne se eleva bruscamente desde
el mar. Pero esa llanura o pampa ondulada, ade-
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— 341 —
más de fuertes depresiones i recias cimas que la
interceptan, se eleva a una altura tres o cuatro
veces superior a la de Tarapacá i es solo unos
mil metros inferior a la de Jauja, o la altiplanicie
boliviana.
El desierto de Atacama es por esto, como an-
tes deciamos, una verdadera meseta andina, como
la de üspallata en la vertiente oriental de las
cordilleras, al punto de que su centro, es decir,
Cachinal de la Sierra, está situado en una eleva-
ción de 2,441 metros, esto es, casi en paraje tan
encumbrado como las minas de San Pedro Nolas-
co o las mas altas faenas de las Condes. Por
manera que si el asiento del nuevo descubrimien-
to existiese en estas últimas latitudes, se hallarla
ocho meses del año cubierto de nieve e inhábil
para los trabajos. (1)
XV.
La temperatura media del desierto, observada
en su eje central por el doctor Philippi en los
(1) SegÚQ observaciones barométricas hechas por doa Jorje
Berger, hombre práctico en todo, la verdadera altura de la
aguada de Cachinal es algo superior a la fijada por el señor
Philippi, esto es, 2,650 metros, i como desde alli se sigue ascen-
diendo hasta la planicie ondulada, en que tras de un portezuelo
existe el mineral recientemente descubierto, puede calcularse
que éste se encuentra a una altura de cerca de 3,000 metros.
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— 342 —
meses de enero i febrero, es la suave i benigna
que marca el termómetro en la línea de los 22*" 8
es decir, la misma de Viña del Mar, donde duran-
te esos meses parece enclavado a esv altura el
azogue del tubo, tan grande es su fiJ3za. Pero al
amanecer, aun en esos meses caniculares, el na-
turalista alemán, vestido como para escursióa ve-
raniega en las montañas nativas del Harz en-
contrábase, como le aconteció en el alojamiento
de las Zorras, bajo cero o en el grado de conjela-
ción. Sucedió esto el I."" de febrero, ad virtiendo
que el paraje de las Zorras está a 3,135 metros,
encumbrándose todavía su cuesta o meseta a 3,740
metros. Los mas señalados de estos puntos eleva-
dos sobre la gran meseta atacameña son conta-
dos: Tres Puntas, que es su entrada (1,970 rae-
tros), el de las Zorras ya nombrado, i el Alto de
Pingo-Pingo situado en 23"* 38' a 3,610 metros de
altura. El 19 de enero el doctor Philippi apuntó
en sus observaciones la desabrida palabra «hielo»
en esta última fríjida posición.
XVI.
Las depresiones u ondulaciones de la altiplani-
cie que forma el desierto son mucho m is numero-
sas que sus cuestas, i en el fondo de ellas, a ma-
nera de oasis, encuéntranse aquellas escasas agua-
das, lágrimas del páramo, algunas de las cuales
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- 343 —
llevan nombres históricos, como la célebre de «do-
ña Tnésj), la valerosa compañera de Valdivia, la
cual a sn vista hizo ensancharla para el socorro
de su hueste.
XVII.
Corno e3 de esperarse, la fauna de semejantes
lugares es sumamente pobre i de un orden infe-
rior, estendiéndose apenas desde la sedosa pero
diminuta chinchilla a la rata i desde la lagartija a
la vinchuca. De estas corito el doctor Philippi has-
ta cuarenta i una en su cama de San Pedro de
Atacama; pero por fortuna no existen las pulgas,
que el frió i la sequedad matan, prueba evidente
de que por allí no pasó el presidente Sotomayor,
que en el año del Señor de 1629 introdujo seme-
jante horrible i microcóspica familia en Chile.
El sabio de Cassel, que con ojos de lince reco-
rrió el desierto en la estensión de 300 leguas de
oeste a noreste (de Taltal a San Pedro) i en se-
guida de norte a sur (de San Pedro a Tres Pun-
tas), no encontró sino 97 tipos de la fauna del de-
sierto, todos de especies inferiores, en que los
cucarachos, j enero tan amado de los alemanes,
tienen un puesto de honor. También clasificó i
descubrió en cambio el paciente botánico 419 es-
pecies de la raquítica flora de las montañas que
trajo consigo i se hallan ahora alojadas en los her-
barios del museo nacional.
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— 344 —
Añade el sabio esplorador alemán que a pesar
de las frecuentes versiones sobre la existencia de
fenómenos eléctricos en el desierto, no tuvo la
fortuna de comprobarlos, limitándose a decir que
el curioso espectáculo de la fata morgana o mira-
je del desierto es casi cuotidiano.
Por lo demás, el vasto despoblado de Atacaraa
en toda su estensión se halla cubierto no de arena
como el vulgo antes creia sino de una capa mas o
menos delgada de una especie de ripio anguloso
que lo cubre a manera de densa alfombra i mal-
trata la pezuña de las acémilas i aun la de los pe-
rros, que los mineros i los cazadores de huanacos
calzan con cuero a fin de preservarlos. No atri-
buye el sabio esplorador a esta costra suelta del
desierto un orijen acuoso o de aluvión, como al
ripio de nuestros valles centrales, sino a la des-
composición lenta i natural de las rocas i a la ac-
ción de los vientos, pero es lo cierto que esa cos-
tra de cascajo de acarreo oculta al ojo del inves-
tigador la estructura jeolójica i superficial del
terreno i encubre así muchos panizos i tal vez ricos
filones de vetas, que la perseverancia i el acaso,
estas dos aliadas de la suerte, irán poniendo en
evidencia.
No habria por esto tal vez mejor negocio que
barrer a escoba todo el desierto; i a la verdad que
sociedades anónimas i accionistas efectivos no ha-
brían de faltar para ello!...
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345
XVIII.
En cuanto a la estriiccnra puramente minera-
lójica del despoblado de Atacama, el distinguido
publicista don José Victorino Lastarria, que ha
sido un observador personal de sus estratas en
Tres Puntas, en la Florida i en Caracoles, después
de atribuirle un orijen acuático, «cuando Neptuno
reinaba allí pacíficamente d, descríbela de la si-
guiente popular manera en sus célebres Carlas
descriptivas del mineral de Caracoles, publicadas
en el Mercurio^ por estos días hace doce años:
«El solevantamiento del territorio de Atacama
debió ser jeneral, aunque consecutivo i lento. El
mas prolongado fué sin duda el de aquella loma
que se estiende desde el Quimal hasta el grado
25, i mas hasta el llano de 1,668 metros que co-
rre desde Chañaral Bajo hasta Tres Puntas. Esa
loma de formas redondeadas debió encorvarse
cuando todavía no estaba eraerjente el territorio,
pero sí cuando las aguas hablan disminuido mu-
chas atmósferas de peso, i quedaban aposadas al
oriente de la nueva cadena, formando las inmen-
sas lagunas que, privadas de alimento, se evapo-
raron mas tarde i dejaron señalados para siempre
sus lechos con las salinas de Atacama i Punta
Negra.
i>Los solevantamientos intermitentes se suce-
EL L. DE LA P.— 44
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— 34(5 -
dian unos a otros, ya aislados en una corrida co-
mo el de Limón Verde i Canicülcs, ya limitados
a un grupo como los ranchos que se presentan
allí, ya débiles i dilatados como los que forman
ampollas i ondulaciones que se notan a cada pa-
so, ya bruscos, repentinos i prolongados, como los
que dibujaron la costa de todo el desierto; pero
al mismo tiempo la masa de las aguas marinas
que se retiraban, i cuya superficie debía aparecer
en aquellos dias cuajada de islas, se agolpaba a
las depresiones del terreno, en aquellas largas co-
rridas trasversales que hoi figuran valles i que-
bradas, que se prolongan desde las altitudes del
oriente en descenso hasta el mar,
DTal es la esplicación científica mas lójica i na-
tural de la fisonomía del desierto.
5)Una vez que el territorio quedó enjuto, la
reacción plutónica continuó su obra poderosa, i la
superficie del suelo sufrió las leyes de la nueva
atmósfera en que iba a comenzar una vida distin-
ta a la de las aguas. Los sedimentos jurásicos i
los mas modernos que formaban aquella superfi-
cie, hablan sufrido naturalmente la acción de las
erupciones plutónicas en toda la ostensión, con
mas o menos intensidad, a medida de su proxi-
midad al foco ígneo, i se habían metamorfoseado
en rocas estratificadas a veces, convirtiéndose, por
ejemplo, en mármoles o en dolemía los calcáreos^
en antrasitas las capas carboníferas, etc., etc.i>
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— 317
XIX,
Trazados así, con los tosoos utensilios del que
camina i del qiie observ^a, los principiles perfiles
del desierto de Atacama, vamos a seguir rápida-
mente el itinerario del viajero desde Taltal a San
Pedro de Atacama, i a acompañarlo en su regreso
mucho mas largo i penoso hasta Copiapó, punto
orijinario de salida.
Partiendo el 11 de enero de 1854 del oasis que
lleva el curioso nombre de Aguada de los clérigos j
por algunos misioneros que allí probablemente
bebieron i bautizaron, junto a Taltal (1), comen-
zaron a ascender la quebrada, que evidentemente
es un antiguo lecho de rio disecado, i con tanto
repecho, que habiendo recorrido aquel dia poco
mas o menos 14 leguas, se acamparon a 1,300
metros de altura en la pampa del Oachiyuyal, que
lleva este nombre por los yuyos salobres (cachi)
que, según Philippi, en ese paraje se encuentran.
^Durante todo el dia divisamos en la distancia
las cumbres de la alta cordillera, porque creimos
todavía entonces que debia haber una cadena de
cerros, como en Chile, pero no tenian nieve. Una
vez no mas el cerro que se mostrab¿i mas al norte
dejó ver una mancha de nieve. Todos estos cerros
(1) El arzobispo ValdivieáO fué uao de estos misioneros.
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— 348 —
tienen la forma de un cono bajo truncado o de
conos mellizos; ni uno solo en todo el desierta
ofrece una figura atrevida como se ve en los Al-
pes i Pirineos. Ni don Diego, ni el arriero de Ata-
cama sabian dar un nombre a uno de estos cerros.
Casi todos los cerros del desierto han quedado
sin él.»
I algo mas adelante añade, a propósito de eúti
misma larga, penosa, solitaria, profundamente
melancólica travesía:
<tUn poco mas al este había un campo cubierto
de escorias volcánicas i de ffrap¡lUí>; me hallé co-
mo trasportado a las fuhhiíi del Vesubio, del Etna
o de las islas de Liparí, que habia examinado ha*
ce 23 años en compañía de los señores don Fede-
rico HofFman i don Amoldo Escher. La única
diferencia era que las desigíuUdados de las esco-
rias del desierto eran nieuos ásperas. Son niuí
agujereadas, como una esponja, porosas en cl in-
terior; los poros en parte vacios, en parte revesti-
dos de un polvo blanco de carbonato de cal, qtie
se disuelve con mucha efervescencia en los ácidos,
en parte llenados de calcedonia.»
XX.
Al dia siguiente, i cun una temperatura ñ*^sc\i
que a las cinco de la mañana era d^ 8° O., ios ™-
jeros continuaron la jornada hacia Cacliinal de la
I
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- 349 —
Sierra, soslayándose un poco hacia el norte por un
terreno alto i en declive, en el cual parece de em-
presa facilísima hacer rodar los coches i tender
los rieles, o: Todo este gran trecho, dice el señor
Philippi, como de trece leguas, hasta Oachinal de
la Sierra, es una llanura que se eleva paulatina-
mente, cuyo ancho a veces es mas de dos leguas;
de modo que los cerros bajos que la acompañan
quedan a tanta distancia que no es posible cono-
cer su formación jeolójica, pero se ve que son mui
redondos, enteramente fracturados; jamas ofrecen
peñascos, todo es escombros. El suelo muestra
casi siempre costras de yeso bajo la capa superior,
i. los hoyos hechos por el pié de las muías contie-
nen una sal plomosn, probablemente un sulfato
de sosa.D
XXI.
I en cuanto al paraje especial del desierto, ob-
jetivo hoi de tantas esperanzas i ambiciones, hé
aquí todo lo que el viajero apunta i que es curioso
reproducir después de 28 años de olvido i de si-
lencio:
«El lugar denominado Gachinal de la Sierra
es una depresión mui insignificante en la inmensa
llanura inclinada hacia el occidente; solo al orien-
te se ven unas colinas bajas, i no se comprende
la causa que haya producido el manantial. Este
corre por un espacio de 1,000 pasos de largo i de
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I
— 350 —
330 de ancho, dividido en varios pequeños hilos
de agua; cotí ti ene mucho yeso i deposita por to-
das partes costras de este mine al i bajo do clhiií
sal común. i>
XXIL
Preciso es advertir aquí que el doctor Philippi
no iba al desierto ni como mineralojista ni como
cateador. Sli misión era mucho mas científica que
especulativa, í dejaba a su incansable compañero
don Diego de Al me i da todo lo que se referia a Iits
vetas i paninos, mientras él con sumo deleite re-
cojia hierbas parásitas, lagartos i una serie infinita
de conchas, caracoles i ciiearachos. No prestaba
por esto sino mediocre atención a las riquezas
subterráneas del desierto, i aun las desdeñaba,
porque suponía que ni el nitrato de soda (salitre)
existiera,
I sobre este punto, como hombre de probidad
i de doctrina, se contentaba con decir en su in-
troducción estas palabras; «La opinión es mili
común que ese desierto encierra inmensas riqumm
minerales^ porque se creo jeneralmente que una
tierra debe contener tantos mayores tesoros de
oro i plata, cuanto es mas estéril i desconsola-
dora-1* (1)
(I) Juzgando el desierto bajo el piiato Je vLstu especial que
hemos ^^ú alado, el doctor Phitippi 1ü declaraba ift^uiuatueat^ p
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- 351 -
Lejos de ello, el desierto de Atocama es tan
intensamente mineralójico, que no solo sus entra-
ñas están cruzadas de vetas de plata, cobre, ní-
quel i aun de oro, sino que no hai tal vez en el
mundo una comarca que haya recibido mayor
suma de metales del cielo. I esto sin figura, por-
que el despoblado es el sitio fcivorito del hierro
inet5.'órico, de los aerolitos i de las bolas defaego^
como el pueblo que las ve en Chile (talvez con
mas frecuencia que en ningún otro país) denomi-
na estas piedras del aire. El señor Domeyko dice
que es tal su abundancia, que los arrieros anti-
guamente herraban sus muías, como los griegos
forjaban sus armas, con esa producción misteriosa
que algunos astrónomos suponen caida de la
luna i otros de las erupciones del sol. El señor
Domeyko ha logrado juntar muestras que repre-
sentan mas de un quintal métrico, i el mismo se-
ñor Philippi recojió una cantidad no pequeña del
bre ea especies metálicas,]) i solo menciona algunos rastros de
plata en los siguientes parajes a que se refiere de oidas:
En Cerro Negro, paralelo del Morro Jorjillo, metales de 70
marcos.
Mineral de Peine, cerca de San Pedro de Atacamn, mótales de
poca lei.
En el alto de Puquios, alguna galena platosa.
En la Aguada de la Encantada, varias vetas de poca lei.
En el Indio Muerto, algunos picados antiguos de plata.
En Pueblo Hundido, hubo rosicler mui rico pero se agotó
pronto.
r
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- 352 -
famoso hierro nieteórico de Imilac convertido ca-
si en polvoj como el que ha solido encontrarse a
bordo de los buques o en las cimaa del Monte
Blanco. Fiara marión habla de uno de estos aeroli-
tos o bol idas del peso de 15,000 quilogramos en
Tucamdn^ i bien puede haberlo mayores en el
verdadero Atacama. (1)
El desierto de Atacama está por consiguiente
lleno de metales i sustancias metálicas, aí'riba f
abajo, del cielo i de la tierra.
XXIII.
Por lo demás, estos errores de la ciencia espe-
culativa en presencia del hecho espe rimen tal son
mucho mas frecuentes de lo que seria imajinable.
En otra parte hemos dicho cómo el señor Pissis
desahució a los cateadores de Caracoles el mismo
día en que hicieron el descubrimiento; i en Neva-
da es mui conocida i comentada la aventura del
(1) Véase en los Cometes rendm de la Academia tle ciencias
de París, vol, LVIIIj del 28 de marzo de 1864, el ititereaantfl
informe de loa íLustrea q[uímica8 Elie de Buaumont i Saint
Claire Daville sobre el hierro mefceorolójico de Atacatna, segúfl
el análisis de mciestras eriFiadas por el sefior Domeyko. Eütoa
muestras conteniaii 88.6^ de hierro i 11. 'lí de níquel, metal
que abunda en el despoblado. El aeüor Vallejo, ayudanto de U
Biblioteca de Santiago, posee un admirable aerolito^ que repre-
senta un indio en miniatura, de cnya muestra espera obtener m
Europa mas de dos mil pesos*
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i
~ 353 —
célebre mineralojista francés Laur que, yendo en
misión de su gobierno, aconsejó a los descubrido-
res Gould i Curry desamparar la veta que traba-
jaban por estéril i que es la misma que ha dado
después centenares de millones de pesos de plata
en Virjinia City.
¿No fué en este mismo sentido el ilustre La-
voissier, uno de los mas grandes descubridores,
quien negó en lo absoluto, no hace de esto un si-
glo, la existencia de los aerolitos? ¿I la Academia
de ciencias de Francia, esto es, la corporación mas
docta del mundo, no declaró por unanimidad en
el primer año del presente siglu, que tal fenóme-
no, conocido hoi hasta de los niños, era una pa-
traña?
XXIV.
Como habrá podido observarse, la aguada de Ca-
chinal de la Sierra dista a rumbo solo 28 leguas
de Taltal, i allí encontró la caravana alemano-
chilena a los arrieros arjentinos que regresaban
a San Pedro de Atacama con escasa cosecha de
congrio para aquella cuaresma i sus ayunos.
El mineral recientemente descubierto dista algo
mas al norte en esta forma, toda susceptible de
cómodo galope i buen rodado:
EL L. DE LA P. — 45
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J
— 354 —
Quilómetros.
De Taltal a la estación de término de
Refresco 81
A la oficina de Oliva 16
A la aguada de Cachinal 16
Al niineral 20
143
o sea mas o menos 35 leguas.
Ayudados por aquella buena jente i por sus
muías de refresco, acabado de despachar a doña
Serafina su coca i sus jumentos, los viajeros con-
tinuaron con mayor alivio su p3sada ruta el 14
de enero i después de andar 9 leguas se acampa-
ron en la aguada llamada del Profeta, donde hoi
los profetas del desierto anuncian también descu-
brimientos arjentíferos.
XXV.
En cuanto a la manera i a la rutina de estos
viajes por el despoblado, en que los días solo se
diferencian en lo mas o menos Uirgo de la fati-
gosa jornada que su luz alumbra, no podía ser
mas sencilla, i hé aquí cómo la describe el jefe de
la caravana, que recorría muchas veces largas le-
guas a pié como un simple cateador, salvo que en
lugar de relucientes rodados buscaba impercepti-
bles conchas o amonitas, estas curiosas incrusta-
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— 355 —
cíoaes «medallas de la creacióaD, sogun las llama
Raymondi, en que, como bajo las cubiertas de un
libro, se halla encuadernado el período jurásico
del desierto i sus lechos metálicos.
«El que quiera viajar por el desierto, dice el
doctor Philippi, debe necesariamente llegar en un
dÍA de una aguada a otra, i no puede alojarse en
el camino donde se le antoje, por la gran difi-
cultad de tener las muías juntas si no tienen agua
o por lo menos pasto. Por eso las jornadas son
mui desiguales i a veces de diez leguas i mas.
Llegados al alojamiento, dos personas tienen bas-
tante que hacer: desensillar i descargar las muías,
juntar las cargas para que den algún abrigo con-
tra el viento i para que esté a la mano lo que se
necesita, etc. Mientras tanto, otra persona busca
combustible, leña o el estiércol de muía, lo que
cuesta a veces mucho tiempo donde escasea, i yo
mismo he traido muchas veces mi manta llena de
bostas de muías. Cuando se llega mui tarde nadie
quiere esperar mucho tiempo a la comida; era
preciso hacer un manjar cuya preparación reque-
ría poco tiempo. Era una mazamorra de harina
tostada con grasa i sal, porque basta echar la ha-
rina en el agua cuando hiervo i el plato está he-
cho. Esto era, en las jornadas largas, nuestra co-
mida i cena reunidas, i luego después de haberla
tomado, cada uno buscaba su cama. Ea la maüana
se necesitaban varias personas para juntar Jas mu-
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— 356 —
las. ensillarlas i cargarlas. En este tiempo un mo-
zo hacia hervir agua, echábamos una buena por-
ción de yerba-mate en la tetera i pocos minutos
después tenia mos un buen té de mate; bastaba
echar un poco de agua fria en la tetera para tener
la bebida clara. No llevábamos con nosoti'os ni
tazas ni platos de loza; echábamos, pues, el té ea
gamelas de lata i encima de galleta. No era posi-
ble tomar la bebida en los pequeños matecitos^
porque cada uno habría querido tomar por lo me-
nos sus cuatro o cinco i no hubiéramos concluido
en una hora con esta operación. Después de este
desayuno cada uno echaba un poco de galleta i
una docena de higos en su bolsillo, i llenaba una
botella de agua para llevársela consigo en las al-
forjas, montábamos en las muías i caminábamos
todo el dia sin apearnos para descansar o comer. ^
XXVI.
I como cosa digna de particular anotación, no
fué ni mas afortunada, ni mas rápida ni escabrosa,
ni menos ocasionada a precauciones ni a zozobras
la marcha que trescientos i veinte años antes que
don Diego de Almeida, acaudillara i condujera
por aquel desierto don Diego de Almagro, por-
que, como cuenta el amigo, compañero i eonfideu-
te de éste, Gonzalo Fernández i Oviedo en su ad-
mirable historia, despachó el último ^ícínco de a
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— 357 —
caballo, con dobladas cabalgaduras, para que su-
piesen el camino, i negros con a9adones para que
abriesen los xaguelles... 1 para esto se hizo mucha
cantidad de vasijas, así de barro o calabagas como
de unos zaques u odrinas de los pellejos de las
ovejas,... Las jornadas hablan de ser de tres o
quatro leguas, porque si mas ando vieran así el
ganado como la jente perecería....
i>Con la orden i procedimiento que he dicho
intentaron el despoblado e infernal camino de
Atacama, en cuyo discurso hallaron tantas diver*
sidades de tierra.... si no que hoi los fatigaba el
frió i los proveJa de temblores, mañana los asaba
de calor porque a las sierras sucedían arenales i
a los arenales pedregales espesos. 3) (1)
XXVII.
En cuanto al paisaje del despoblado, es siem-
pre el mismo eterno, inmutable, horrible panora-
ma, hoi como cuando Almagro i Valdivia lo cru-
zaron.
(1) El adelantado don Diego de Almagro pasó los arenales
de Atacama mas o menos en la misma época en que los visitó el
doctor Philippi con su alentado compañero don Diego de Almei-
da, es decir, en el verano de 1536-37 o probablemente por di-
ciembre, pues Almagro no salió de Arequipa para el Cuzco sino
el V¿ de marzo de 1553. Véase a Oviedo — Historia Jeneral i na-
tural de las Indias, vol. IV, páj. 285.
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- 355 —
«...Allí DO hai sombra en el dia
«
Ciianclo un sol do ra3^o ardiente
Lanza su luz refuljente
Sobre tanta soledad!
Inmensos mares de arena
Que abarcan los horizontes
Hai solo, i ásperos montes
De arena, piedra i metal.
No silban allí las brisas,
Ni murmura blando el viento:
Ajitándose violento
Solo ruje el aquilón!
Parece el eco sañudo
Del espíritu que vela
Como adusto centinela
Sobre esa triste rejiófu
Allá precipicios hondos
Que eterna noche sepulta
Donde el insecto se oculta
Que jamás la luz gozó.
Acá un peñón que parece
Desplomarse, carcomido
Por el tiempo, ennegrecido
Por la lluvia i por el sol.
Moles inmensas i adustas,
Montes que no tienen noml)re,
Donde nunca llegó el hombre
A poner su planta audass.
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— 359 —
Un cielo siempre encendido,
Siempre un sol resplandeciente
Que torna en piélago ardiente
El anchuroso aren al !d (1)
XXVIIL
Prosiguiendo los modernos esploradores sn jor-
nada de la Aguada de los Profetas, que por ven-
tura se llamaría así por los que ha tenido el de-
sierto desde Almeida a Lastarria, sin que nadie
los escuchase, anduvieron solo cuatro i media le-
guas (al estilo de Almagro) hasta la Aguada de
Varas el 15 de enero i el 16 llegaron a Punta
Negra, ocho leguas mas adelante, i desde allí
contaron el total de sus jornadas (60 leguas mas
o menos) de la siguiente manera hasta San Pedro
de Atacama, antigua capital del Despoblado:
Enero 17, — De Punta Negra a Imilac, 12 le-
guas.
D 18. — A la cuesta de Pingo-Pingo, 10 id.
D 19.— A Tilo-Pozo, 9,
i> 20. —A la aguada de Carvajal, 14| id.
i> 22. —A San Pedro de Atacama, 12^ id.
(l) Carlos WcUIier Martímz. — dAl desierto de Atacama.»
— Esta composicióa del fogoso poeta atacurnefio no se encuentra
en su libro de poesías sino en la Vo.z de Chile de 1862, i tiene
la fecha de enero de ese año.
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— m(j -
XXIX.
Entre Pingo-Pingo i Tilo-Pozo la caravana
cortó diagonalmente el camino del Inca, que fué
el que siguieron por el despoblado Almagro en
su regreso i Pedro de Valdivia en su venida, i en
la mitad de la última jornada dieron con univ
aguada que tenia el curioso nombre etimolójico
de Chili'pure (agua de Chile).
En la jornada de Taltal a San Pedro, que es
una distancia de 107 leguaB, los dos viajeros em-
plearon solo 11 dias (del 11 al 22 de enero); i
después de descansar una semana a la sombra de
las hospitalarias higueras de aquella capital ex-
boliviana, emprendieron el 30 de enero sn regreso
a Tres Puntas i Copiapó, atravesando en toda su
estensión el desierto de norte a sur en 28 dias,
cuyas jornadas, para abreviar^ condensamos de la
siguiente manera, un tanto imperfecta como lo
apunta el autor:
Enero 30. — De Atacama a Toconao 31
D A Agua de Carvajal, , , 12
D A Ciénega redonda
D A Tilopozo 5
D A Puquios . . , 15
(Descanso en Puquios a 3,509 me*
tros sobre el mar.)
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- 361 —
Febrero 6. — A Pajonal 7
j> A Imilac 8
i> A Zorras 7|
i> 10. — (Escursión al volcán de Lln-
llaillaco.)
y^ 11. — De Zorras a Barrancas blancas 11|^
D 12.— A Rio Frió Sf
D 13.- (Descanso en Rio Frío a 3,412
metros.)
D 14.— A Osandón 7
D 15.— A Chaco 8
y> 16. — (Descanso en Chaco.)
3) 17.— A Juncal 8
3) 18. — A la Encantada Q^
3> 20.— A Doña Inés 7
» 21.— A Agua Dulce 10^
» 22.— A Chañaral Alto 16^
3) 23. — (Descanso en Chañaral Alto.)
3) 24.— A Tres Puntas 7^
3) 27.— A Copiapó (1)
XXX.
En aquella larguísima i fatigosa travesía, que
recuerda las etapas del animoso Stanley en el in-
(1) El señor Philippi no apunta algunas distancias^ talvez
porque las ignoraban sus guias i él no quiso inventarlas, pero
puede conceptuarse que la esteusión recurrida desde San Pe-
dro de Atacama a Copiapó en 28 dias fué de 180 a 200 leguas.
EL L. DB LA ?.— 40
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- 362 -
terior del África, uo ocunió a la sufrida caravana
'^^^' , suceso de cuenta, escepto dos temporales sucesi-
^;'> / vos que esperiinentaron el 31 de enero en Toco-
^; nao, i el 3 do febrero en Tilopozo. Venian ahora
^h- bien montados en robustas muías arjentinas, i es-
tas bacian mas soportable la fotiga que los asnos
de doña Serafina.
m::.'
m-
m.
z^ty
XXXI.
Durante el viaje no encontraron los caminantes
p^ mas ser viviente que un esforzado cateador llama-
do David Lazo que andaba por esas serranías tras
el derrotero de la Ola, interrogando a las rocas por
el paso de los misteriosos aragoneses fusilados por
Belgrano en 1812 i que dieron orijen a aquella per-
severante tradición, i algo mas cerca de Tres Pun-
tas un solitario erníitaño llamado Taita Berna
(Taita Bernardo) que hacia mas de 30 años vivia
arisco i selvático en aquellos hórridos parajes, reti-
^: cente como San Bruno, i viviendo esclusiyamente
¿ de la caza de huanacos. ¿I por qué no hubo el via-
^ /• jero alemán de cqjerto como el tipo mas curioso de
su fauna para insertarlo en la misma pajina de su
herbario con doña Serafina de la Aguada de los
: Clérigos que de seguro los habrían casado? (1)
■ ' ' ' 'I _,________^^___-_-— ^____---_---.^_-_-— ____--^_---_-___^__— «
( 1 ) aDon David Lazo se había quedado en Chaco para catear;
pero uno de sus compañeros, un señor Luengo, llegó en la tarde
del 18 por haberse eníemiado, pora volver cuanto antes a Tres
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!.^í¿¿íJf3fe¿\á
L^-
— 363 -
XXXIL
Al fin, después de un bien aprovechado descan-
so de tres dias en Tres Puntas, lacotnitiva, ya un
tanto desencuadernada, llegó a Copiapó el 27 de
febrero de 1854, dia de carnaval, i como si hubie-
ran adivinado aquellas alegres jentes que el enfla-
quecido i terroso viajero alemán volviese de la
travesía sediento de agua, le arrojaron al pasar
por la primera casa del pueblo una cántara de ella
en la cabeza.
El viaje del doctor Philippi por el desierto-^ha-
bia durado el doble del déla tradición bíblica (81
dias, desde el 7 de dicieni1)re al 27 de febrero),
i en tan corto espacio de tit^mpo el esforzado via-
jero habia recorrido no menos de 500 leguas, i de
éstas 350 por tierra, siendo de las últimas un buen
número a pié.
Pantas. Me coató que habia hecho uaa espedición en busca de
minas a la Ola, Es una laguna o ciénaga apenas de dos pi¿s de
hondura^ con muchas costras de cal i un pasto abundante en sus
orillas».— (Philippi, Viajes, páj. 81).
De este famoso derrotero de los Arogoneses damos cuenta es-
tensa por separado. Por lo demás la existencia de estos solita-
rios del desierto es no poco común i los hai hasta en la Patago-
nia, según lo refiere Lady Flora Dixie en su famoso i reciente
viaje.
Taita Berna vivía en 1874 i liabia sido peón de los Aragone-
tcH, al decir de Sayago.
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CAPITULO XIV.
CARACOLE8.
(sus LEYENDAS I DERROTEROS. — SUS DESCUBRIDORES
I SU DESCUBRIMIENTO.)
Inmenso raudal de plata que invade los mercados de Chile en el quinque-
nio de 1848 a 1853. — Decadencia i broceo jeneral que sigue a la bonanza.
— Balance de las minas de Ohaflarcilio en 1858 i su pérdida. — Emigra-
ción jeneral. — Cómo don José Díaz Gana, administrador del estableci-
miento de Pabellón, emigra a Pan de Azúcar i a Mejillones. — 8a com-
pañía de cateo de cobre con el barón Arnou de la Hiviére.^ El indio
Garabito i su derrotero del rebosadero de Sierra Gorda. — Dirfjese s
este punto el señor Díaz Gana, i Garabito no acierta con el rebosadero
de cobre.— Leyenda misteriosa que Garabito cuenta en el desierto a
Díaz Gana sobre la Sierra de Caracoles —El indio Osorio i los herma-
nos de Cobija.— El derrotero del Cenizal i el del viajero de Oalama.—
Díaz Gana se dirije a esplorar la tSierra de Caracoles i encuentra un rico
rodado cuyo criadero no se ha descubierto todavía.— Intenta hacer un
reconocimiento fonnal. pero sus habilitadoros de Valparaíso se lo prohi-
ben.—Díaz Gana desobedece i organiza una cuadrilla de cateadores de
plata a cargo de ^léndez-Cangalla. — Noticias de este personaje i de sos
compañeros Saavedra, Porras i Exequiel Reyes. — Méndez se dirije
desde Mejillones a la sierra de Limón Verde el 2:5 de marzo de 1870 í
desde allí divisa el panizo do Caracoles, a cuyo pié se aloja en la noche
del 24 de marzo. — El gran descubrimiento el 25 de marzo. — Reyes des-
cubre la Suerte i la Deseada. — Singulares impresiones en loe cateado-
res.—Descripción del descubrimiento por don J. V. Lastarria.— £1 can-
to de Guajardo.— Los descubridores Méndez i Porra» regresan a Meji-
llones, i Díaz Gana se traslada a Caracoles donde descubre todas las
minas del grupo de las Descubridoras. — Las denuncia en Cobija, i hon-
rado reparto que hace do sus barras entre sus habilitadoros i cateado-
res.— Huellas misteriosas sobre la tradición de Garabito i del indio
Osorio. — Un feto humano petrificado.
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. 365 —
Cuando en el empalme de los años 53 i 51 prac-
ticó el discreto perito don Rodulfo Amando Phi-
lippi el primer reconocimiento científico del de-
sierto de Atacama, la riqueza de Chile parecía
haber llegado a su apojeo. Con la fecundidad ma-
ravillosa de Tres Puntas, cuyas minas descubri-
doras (la Buena Esperanza i la Al fin hallada)
rendían en competencia un millón de pesos cada
cual al año, coincidía el encuentro de la segunda
rejión del beneficio de Chañarcillo, o la zona de
sus metales frios (arseniosos i antimoniosos); de
suerte que una especie de rio de plata fluia desde
Caldera hacia Valparaiso en sentido inverso a la
corriente polar que visita esas bahías; i de allí iba
a derramarse en todas las casas de moneda i ta-
lleres de Europa.
Aun no habia sido descubierta Nevada, i Chile
tenia la doble supremacía del producto de la pla-
ta i del cobre, si bieu California, cinco años an-
tes, le habia arrebatado su antiguo cetro de oro.
Era tal a la verdad la abundancia de la plata
barra en Valparaiso, que en los cinco anos corri-
dos de 1849 a 54, solían en algunos almacenes de
esta ciudad, adoquinar el piso con ellas, a fin de
repartir con igualdad el peso sobre el pavimento
de madera, ejecutando así, sin ostentación, la fan-
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í
— 366 —
tástica promesa de aquel minero de Pimo don
Francisco de Salcedo, que ofreció al soberbio vi-
rrei que le mató empedrar con plata las calles de
Lima a trueque de la vida.
II.
Pero en el subsiguiente quinquenio todo habia
cambiado. A la pujanza habia sucedido la esteri-
lidad, a la bonanza el broceo. El mismo prolífico
Chañarcillo parecía agotado, i cuando en enero
de 1858 el ilustre jeólogo Pissis, a la manera del
cajero industrial que cierra sus libros al final del
año, hizo el balance de la fortuna de Copiapo, re-
sultó que el déficit de Chañarcillo era 326,550 pe-
sos porque en el año precedente habia producido
solo 135,000 marcos de plata que valían 913,950
pesos, mientras los gastos de esplotación, beneficio
i fletes ascendían a 1.240,500 pesos. (1)
Habia por tanto una pérdida efectiva de mas de
un tercio de millón!
Copiapó estaba en quiebra como Potosí; i a la
paralización de sus negocios sucedió la emigración
paulatina de sus bra/.os que no ha cesudo del todo
todavía, si bien hoi, como si la plata tuviese olas
( l ) Pissrs. Estudio publicado en la liceísta de ciencias i letras
cüu el título de Consideraciones sobre el estado actual de la in-
dustria minera en Chile* — Santiago, eueru 10 de 1858.
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367 -
cual el mar, el reflujo vuelve a aparecer en la su-
perficie en la hora en que escribimos.
iir.
Entre los muchos desheredados que desde aque-
lla época comenzaron a levantar su liviana tienda
de lona de las serranías de Copiapó para traspor-
tarla al ignoto desierto, encontrábase nn joven de
endeble pero simpática figura, que por su juicio-
sidad i dedicación a las faenas habíase hecho de
un buen nombre en la errante colonia de los bus-
cadores de fortuna. Nacido en Yalparaiso en 1827,
cajero de hi casa de Cerveró en 1852, administra-
dor del establecim^'ento de amalgamación que en
Pabellón tenia en 1857 el respetable minero don
Fernando Mandiola, habia sentido en esa época
la nostaljia del broceo, que es la anemia del cora-
zón del minero, i después de haber estado preso
en la cárcel de Copiapó por neutral, en los vaive-
nes de la revolución atacameñai constituyente de
de 1859, resolvió encaminarse al desierto. I con
este propósito, a manera de chancelación de cuen-
tas, pidió a su patrón de Pabellón seis muías i 40
pesos en víveres, los que jenerosamente le fueron
otorgados.
Con ese caudal, que en breve se disminuyó a
quince centavos rezagados en un repliegue del
' bolsillo, don José Díaz Gana, (que este era su
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nombre) se lanzó esperanzado al desierto, i allí va-
gó durante diez años acompañado solo de nn catea-
dor de cobre llamado Simón Saavedraj natural de
Elquij de uq arriero i peón del valle de Mataquito
que respondía al nombre de Excquiel Reyes i de un
perro, este postrero i desinteresado aínigo del hom-
bre, que por lo mismo es casi siempre anónimo.
Cruzando con su corta caravana entre la caleta
de Pan de Azúcar, donde hizo una compañía de
descubrimientos con el joven don Adolfo Fontanes
que le facilitaba víveres, i la bahía de Mejillones,
donde por esos años (1866) el fastuoso aventurero
francés M, Arnou La Ki viere echaba la planta de
nn establecimiento iudustrial para estraer huanos,
con una máquina resacadora i un cargamento de
cebada, la voluble suerte fijó allí su destino.
En efecto, después de haber servido allí al re-
cién llegado como administrador durante un año,
ajustaron ambos una compañía de cateo con un
capital nominal de 40,000 pesos representado por
nn galpón, una máquina, unos cuantos centenares
de sacos de harina i de cebada, esto es, el pan del
hombre i de la bestia, i algunas libranzas que en
honor de la verdad, pero no de sus firmas, fueron
mas tarde protestadas por los representantes del
barón francés, los señores Watson i Meiggs de
Valparaíso- El ideal i el propósito de los cáteos i
descubrimientos de la compañía de Mejillones de-
bía ser solamente el cobre.
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— 36.) —
IV.
Tenia esto lagar a mediados de 1869, i a virtud
del imán misterioso que atrae el minero hacia el
minero, el administrador de Mejillones, desde que
se supo tenia una habilitación de cateo en las al-
forjas, vióse rodeado i solicitado de ávidos espío -
radores, de derroteros i de fábulas.
El mas notorio de aquellos aventureros, pron-
tos siempre a engancharse, desde que se anuncia
la partida de la nave hacia el océano o la marcha
de la caravana hacia el desierto, fué un indio bo-
liviano llamado Garabito. Decíase éste conocedor
personal de un rico rebosadero de metales de co-
bre en la serranía de Sierra Gorda, que yace hoi a
la manera de un punto conocido e intermedio en-
tre Antofagasta i Caracoles, entre el Pacífico i los
Andes.
Como su contrato esplícito de cateo versaba
únicamente sobre el cobre, el señor Díaz Gana
aceptó las ofertas de Garabito, i acompañado de
su fiel Saavedra, que era perito en aquel metal,
de su arriero Reyes, de su perro i del indio cobi-
jeñó, encaminóse en convoi de muías hacía las
pampas bajo la guia del ultimo.
V.
Después de sufridas jornadas empampóse el in-
EL L. DE LA P.--4T
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^
— 370 —
dio rumbeador, i declaró lion rudamente que ha-
bía perdido el derrotcrOj que no sabia a qné com-
pás del horizonte quedaba la sierra en cuya buü-
ca habia salido, ni siquiera podía dar razón del
punto en que se hallabaj rodeado de arenas i de
soledad, de enojos i de hambre-
Pero como si hubiese querido ofrecer al jefe de
la caravana alguna compcnsacióu por aquel cruel
e involuntario estravío, contóle el indio la mas es-
traordinaria historia: — ^Era ésta la primera leyen-
da de Caracoles, niebhi tenue matinal que envuel-
ve en sus oríjenes las tradiciones de tudas las
minas que adquieren mas tarde fama universal,
cuando, después del nublado, aparecen al sol su
manto i sus senos.
TL
Según Garabito, existía en un mas allá del de-
sierto, que él se esforzaba en descubrir cou su
vista perturbada alari^ando el brazo al pié de la
montura de su jefe de cateo, una cadena mucho
mas rica que la de Sierra Gorda, i que en remotos
años habia sido conocida por im indio llamado
Osorio, como el descubridor de Tres Puntas. Se-
gún una vaga tradición recojida por Garabito en
Cobija, donde persiste todavía, Osorio habia co-
municado el gran seeivíto de sti hallasígo de plata
a dos vecinos de aquel puerto, único punto liabitado
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— 371 —
en ese tiempo en todo el litoral boliviano; i éstos,
conflucidos por el indio descubridor, se internaron
cierto dia en silencio por las vastas soledades que
de aquel paraje conducen al despoblado.
Hasta aquí la historia, es decir, lo corriente i
lo verosímil.
VJI.
Pero sobrevino a la leyenda la trajedia, i esta
fué espantosa.
Del indio i de uno de los hermanos no se vol-
vió a hablar jamás, i del segundo hermano solo
se sabe que, como perseguido por la sombra de
un crimen misterioso, fantasma del desierto que
en todas partes seguia sus pasos, regresó loco a
Cobija, donde a los pocos dias murió encerrado
en melancólico ^impenetrable mutismo, dejando
un aflijido hogar que aun no so ha cstinguido por
completo .
Vllí.
¿Qué habia sucedido?
Ignórase ello todavía; pero cuando Caracoles
fué descubierto corrió la voz que antes que los
cateadores de Díaz Gana, el indio Osorio habia
encontrado la riqueza, i que por hacerse esclusi-
vos dueños de ella los dos pérfidos hermanos a
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— 372 —
quienes había hecho partícipes de su tesoro, lo
asesinaron, muriendo nao de ellos en la brega i
escapando el otro aterrado i enloquecido por el
miedo i el hambre hacia Cobija.
IX-
Tal era la tradición de Caracoles^ como la del
derrotero de los Tres Portezuelos que precedió a
Tres Puntas, i no era esta la única que marcaba
su derrota, porque se ha contado mas tarde la
historia del Cenizal, según la cual un oficial ar-
jentino, huyendo de Qniroga, eel tigre de la
Riojaj), pasó en su peregrinación con su asis-
tente por un sitio sembrado de fragmentos de
plata eruptiva, i en el cual los caballos se perdían
hasta la rodilla en una ceniza plomiza como la
de los volcanes. El emigrado arjentino llevó su
rumbo a Concepción, i cuando iba a organi:5arse
allí una corapañia de cateo, murió de una manera
toas o menos singular, como todos los descubri-
dores mitolójicos, o semi*mitülójico8.
X.
El infatigable cateador i cb]>lorador del despo-
blado de Atacama don José Santos Ossa refería-
nos también, con muchos mas visos do verdad, que
cuando por los anos de 1867-68 se dirijia a Potosí,
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— 373 —
por la via de Calama, para obtener la contratación
de los yacimientos de salitres que acababa de des-
cubrir en Antofagasta, oyó decir en aquel lugare-
jo que un leñador indíjenahabia traído una carga
de ricos rodados i revelado el paradero de sus ma-
trices a un joven boliviano, que era poeta i aboga-
do, alumno de un colejio de Santiago, i que poco
mas tarde, como el descubridor Osorio, murió trá-
jicamente, arrastrado al suicidio por honda desdi-
cha de familia. Caracoles no ha hecho felices.
XI.
Sea de ello como quiera, i mientras el indio Ga-
rabito hablaba así en el desierto, su animoso pa-
trón no queriendo dar la desairada vuelta del
desengaño a Mejillones, resolvió proseguir su jor-
nada hacia la nueva i misteriosa sierra de la plata.
I en consecuencia, despachando de regreso a Me-
jillones a Reyes i al indio idiota o falaz, lanzóse
con la madrugada hacia lo desconocido.
Ignora hoi el descubridor de Caracoles hasta
que punto ¡eográíico del desierto llegara en aque-
lla escursión aventurada; pero ha supuesto, por
ciertos indicios posteriores, que debió descender
algo al sur del actual asiento del mineral, talvez
en la vecindad del paraje denominado la Isla,
porque cuando dio la vuelta, fué a aparecer sobre
el litoral al sur de la caleta de la Chimba (hoi
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374 -
Antofagasta); i allí lo socorrió un pobre minero
de cobre que tenia en liabilitíicíión un niunno i un
héroe chileno: — Manuel Thonisonj ea¡)itán déla
Esmeralda.
XII.
No había alcanzado Díaz Gana de su esforzada
escursión otro fruto que la engafiosa leyenda de
Garabito i un rodado que al pié de un ancho í ele-
vado crestón recojiera como distraído al pasar. Su
compañero, el perito Saavedra dechiró que aquel
metal no era cobre sino hierro, i solo por curiosi-
dad apeóse de la muía el descubridor a recojerlu
en sus alforjas.
Mas apenas hubo el último regresado a Mejillo-
nes, ensayó el guijarro, i con asombro suyo díóle
leí de 800 marcos de plata.
Caracoles quedaba así a medio descubrir, aun-
que según opinión de Díaz Gana el reventón de
donde estrajo aquella muestra i que a su juicio es
el mas rico venero de aquella comarca, no ha sido
definitivamente hallado. El^ al menos^ aunque le
buscó mas tarde, cien quilómetros a la redonda»
no volvió a reconocerlo, tal vez a virtud de los
mirajes del desierto que son las mudables deco-
raciones de su inmenso escenario.
Dio, sin embargo, lealmente aviso el cateador
de Mejillones a sus habilitadores de Valparaíso de
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- 375 —
aquel feliz enóuentro, i como la empresa i el poder
legal de aquellos fuera solo para descubrimientos
de cobre, negáronle de la manera mas terminan-
te no solo recursos sino aun el permiso necesario
para volver en demanda de su propio derrotero.
Caracoles, como Méjico, iba a ser el fruto de
una jenerosa desobediencia.
xiir.
Díaz Gana escribió en efecto a uno de sus ami-
gos le enviase un cateador de plata, i no tardó en
aparecerse éste en Mejillones, despachado desde
el Huasco por el conocido minero don Fabián
Martínez, quien encontró a su hombre en la cár-
cel; i para cumplir con la petición de su colega,
sacóle de ella pagando alguna multa o empeño,
por cierta fechoría o cangalla de que le acusaban.
Era este último personaje el célebre José Ra-
món Méndez, mas conocido con el nombre de
aOangallaí), natural de Arqueros, donde habia na-
cido junto con su descubrimiento en 1825. Era un
hombre grueso, cobrizo, tirando a mulato i debia
su nombre de guerra a su notoria habilidad de
traficante de metales ricos furtivamente estraido
de las canchas. Era de él de quien los mineros de
Copiapó contaban que habia ganado en una apues-
ta una onza de oro a Jotabeche porque a su vista
le robó un trozo de cangalla, machucándose un
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— 376 —
dedo coa el eotnbo coa que hacia en su presencia
la chanca, de suerte que, dando un grito de dolor^
aprovechóse de él para esconder la cangalla en bu
culero. (1)
XIY,
Apenas hizo <í Cangalláis su aparición en Meji-
llones en los primeros días de marzo de 1870, el
señor Díaz Gana organizó inmediatamente su se-
gunda caravana i lanzóla al desierto» llevando
por jefe a Méndez i por guia a Saavedra. Iba ésta
montada en seis buenas muías gordas, llevando
dos mas cargadas de agua i víveres, Componíanli^
además de los nombrados, su peón de mano Reyes,
nn arriero de Limache llamado Sagrado, que iba
a cargo del agua, i un pobre hombre natural de
Pe torca llamado José Porras, quien se encontraba
en Mejillones aguardando el paso regular del va-
por del norte para volverse a su tierra rra criar grt-
llinasD con 80 pesos que Iiabia ganado en la íignix-
(1) Conocimos a este célebre mi ñero, i a él como al señor
Díaz Gana íleberaoa Citsi coritetüponírieaiüente estos ddtos sobre
el descubrimiento de Ciiracoles. Nuestra coaversacióti con Una-
galla tuvo Inorar en el Hotel luglés el O de Qovíembre de 1871,
al paso que nuestras coüferencíaa cou 8ii patrón datan de di-
ciembre de ese ano, en Santiago.
El señor Fabián Martín ez, noñ comunicó también algunas
noticias sobre estos iiarticularea en abril de 187^*
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— 377 —
da de Naguayán, i a quien, en lugar de la nave i;
que aguardaba apareciósele la virjen por el rum-
bo de tierra, pues hoi el empresario de gallinas
tiene la suya con sus huevos de oro en los sólidos
nidales del Banco Nacional....
En cuanto al arriero Reyes, no conocía mas
piedra que la de su yesquero, pero por la novedad \
quiso ir, cambiando su sueldo fijo de sirviente por f
la esperanza de los millonarios. |
La prima i el galardón de cualquier hallazgo \
seria la mitad de lo que la compañía adquiriese <
en su incierta jornada, según el pacto verbal que
los cateadores ajustaron con su habilitador de |
Mejillones. i
XV.
Como el coronel Sotomayor en la jornada de
Calama, los espedicionarios de Mejillones se diri-
jeron al cerro de Limón Verde, especie de agria
isla que se alza en la pampa salitrosa del desier-
to, i allí llegaron en la madrugada del 23 de mar-
zo de 1870.
Pero el sagaz jefe de la caravana no iba a aquel
estéril promontorio como a un campo de cateo
sino como a un divisadero; i en efecto, colum-
brando hacia el oriente i a doce leguas de distan-
cia las lomas entre amarillentas i plomizas de
Caracoles, dijo a sus compañeros: — Aquel es pa-
nizo de plata, i allá vamos!
EL L. DE La P.— 4S
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— 378 :
En el acto mismo torcieron rumbo, los dóciles
cateadores, i aquella noche se alojaron al pié de
las colinas, que unos pocos meses después serian
una pajina mas del libro de las mil i una noches
que encierra todas las fantasías i todos los apeti-
tos de la insaciable gula del alma, que apaga en
el pecho del hombre aun la gula de la sed.
XVI.
De madrugada el 24 de marzo de 1870 los cin-
co cateadores, Méndez, Saavedra, Reyes, Porras i
Sagredo estaban de pié, i conforme al antiguo
precepto de don Diego de Almeida, el rei de los
cateadores del desierto, la ruda compañía echaba
pié a tierra para esplorar i para descubrir. El ca-
teador i el minero son infantes, i bien lo proba-
ron en los campos del Perú el rej i miento Ataca-
ma i el rejimiento Coquimbo.
XVII.
Guiados por la ciega diosa de la fortuna, los
cateadores se habían apeado de sus muías no
lejos á^la rejión que hoi se llama de las Desea-
hridoras^ de suerte que su rebusque iba a ser
breve i prodijioso. Dejando a Sagredo a cargo
de las muías los cuatro compañeros se inter-
naron por la quebrada de la Deseada^ i a poco
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— 379 —
andar Reyes, el mas ignorante de la comitiva,
tropezó con un tosco rodado que pesaba tres arro-
bas i cuya lei de plata, a juicio de Cangalla, no
pasaría de cinco marcos. Llamóse este hallazgo La
Suerte^ pero el nombre no dio correspondencia a la
ventura, i prosiguieron.
A poco trecho, i al agacharse al suelo otra vez
el afortunado peón Reyes, alzó algo del suelo que
hacia sonar golpeándolo contra una botella de
agua que para la jomada llevaba. La piedra era
negrusca, redonda i blanda, i Reyes confesó mas
tarde que la había recojido del suelo por (tbonicha».
No se encontraba Méndez en ese preciso mo-
mento en el grupo, i cuando se les reunió, dispu-
taban entre Saavedra i Porras sobre lo que aque-
llo sería, cuando tomándola en una mano i apu-
ñaleándola con la otra con el cuchillo del cateador
gritó el jefe de la cuadrilla: — Es plata!
XVIIT
El humilde peón del Mataquito había descu-
bierto el grupo de la Deseada, i en ese momento
aquellos hombres calzados de ojotas estaban pi-
sando sobre una red de vetas arjentíferas que en
diez años rendirían veinte millones de pesos a sus
afortunados dueños. Méndez, describiendo pinto-
rescamente las emociones de aquel momento, con-
taba que al decir que el rodado levantado del
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~ 380 -
suelo por Reyes era plata, Saavedra se habia
í asustado», i como hombre que ha visto al diablo,
bajóse el sombrero a los ojos i se quedó cual los
otros, estático. Reyes, sin embargo, después de
una pansa echó a correr, como para gastar, a gui-
sa i hábito de arriero, su indescriptible felicidad
en sus piernas; i esto que en otros parecería escéa-
trico, es de sobra natural entre tan infelices jentes.
Cuando tres años mas tarde Araya Sierralta des-
cubrió los espléndidos reventones de la Florida,
uno de sus secuaces llamado Quiroga, se dio ins-
tintivamente «una vuelta de carneroD i otro se
abrazó de uno de los crestones como si hubiese
sido de una mujer querida después de larga au-
sencia.... ¿I por qué no? Aquellos indomables lu-
chadores con el infortunio i con la suerte, que
pasan su vida entera en pos de una esperanza,
encuéntranla al fin sentada en su camino, i llenos
de loco regocijo delante de Dios, la desposan
Una mina así hallada («al fin halladaÍJ)) es para
el cateador de profesión mas que el hogar, es un
don, un altar del cielo.
XIX.
dSaavedra, Méndez, Porras i Reyes, (dice, ha-
ciendo una vivida descrip3Íó:i de esta escena del
desierto el publicista don José Victorino Lasturria,
que fué uno de los primeros en llegar a Caraco-
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flüái —
381 —
i
les), el último de los cuales llevaba ca su cargo las
bestias i los bastimentos de la cara vana, llegaron
a la meseta que sirve de nacimiento a aquellas
hermosas i pardas lomas. Mientras los tres prime-
ros majaban su charqui i se aviaban p ira entrar
en distintos rumbos, Reyes, que había terminado
antes su tarea, trepaba el suave declive i alxaba
rodados de plata, donde hoi están la 3íerceditas i
la Deseada, i proseguía al sur recojiéndolosen dis- 11
tintas direcciones, sin saber qué valían, i por si A
acaso. ¡Cuando está de Dios alcanzar a senador!... j
Mas tarde se junta con Méndez i los otros, que fl
hablan hallado también rodados i rayado cresto-
nes de plomo con sus cuchillos. Cada cual habla-
ba de su bue la fortun i, i R^yes callaba. No sabia
si habia hecho un disparate, que provocaría la risa
de aquellos maestros del arte. Al fin^ lo arriesgó i;
todo i dijo: — o: Yo también he hallado, )> — mostran- ^
do sus piedras. Cangalla saltó, admiró i le disputó
la primacía, porque él habia hallado vetas donde
Reyes halló rodados, i rodado donde éste habia
topado con un crestón de cloruros. Sin embargo, !
todo pasó entre amigos felices i contentos, i dos
de ellos se fueron a la coi^ta, en busca de su pa-
trón. Hablan hecho al lado de Díaz Gana el papel
de Sancho Mundo al lado de Colón. El descubri-
miento estaba hecho i aquel solitario i ¡seco desier-
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~ 382 —
to seria en poco mas un centro de activa pobla-
ción.!) (1)
(1) Lastaruia.— Cartas descriptivas dsl mineral de Caraco-
les, dirijidas al ministro de hacienda de Solivia don Tomas
Frias i datadas desde aqael asiento el 15 de octubre de 1871.
— (Valpnraiso, 1871, páj. 47).
La poesía popular tomó también cartas en el famoso desca-
brimiento, i hé aqnf como el bardo santiaguino Bernardino Oua-
jardo cantaba sus principales peripecias con pié forzado:
^Es Caracoles hoi dia
Un California en riqueza.
Se descubrió la grandeza
Que en aquella sierra habia.
dEI primer descubridor
De aquel mineral ha sido
Un chileno que ha podido
Internarse al interior.
Iban con este señor
Otros tres en compañía
Sin mas datos ni otro guia
Que su intelijente idea:
Soledad que lisonjea
Es Caracoles hoi dia,
3)La Suerte fué la primera
Mina que uno descubrió:
Este nombre se lo dio
I es la que menos prospera.
La San José se pondera
En fé que tanto progresa
Mucha jente se regresa
A aquel vasto territorio
Que será, como es notorio
Un California en riqueza, etc., etc.»
(Foesias populares de Bernardim Guajardo, vol. V.)
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— o83 -
XX.
Prosiguieron en seguida los cateadores de Mén-
dez avanzando por un campo que, según la es-
presión del último (a quien la oimos), renegreaba
de riquísimos rodados, i a pocos pasos el capataz
de la cuadrilla, que sea dicho en testimonio de
verdad, fué el menos afortunado, creyó descubrir
o atribuyóse el hallazgo de la Flor del Desierto
(que fué su favorita), i en pos otra i otra veta.
Caracoles no era una mina: era una comarca de
plata i estaba desde ese momento legalmente
descubierta.
Dejando en consecuencia el agua que les que-
daba a Saavedra, Reyes i Sagredo, partieron Mén-
dez i Porras a galope para Mejillones, dieron
cuenta de su hallazgo a su afortunado habilitador;
marchó éste en consecuencia sij liosamente al mi-
neral, i después de haberlo reconocido concienzu-
da i laboriosamente durante dos meses, descu-
briendo sus principales veneros, reservando a cada
cual noble i honradamente su parte, incluso a su
socio i habilitador el barón de la Riviére, ausento
a la sazón en Francia, se dirijió a Cobija donde
im mes mas tarde fueron otorgados legalmente
los pedimentos de las descubridoras.
Díaz Gana se reservó doce barras a título de
descubridor, partibles por mitad con su socio i ce-
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— 384 ~
dio la otra mitad a los cateadores. Mas como algo
mas tarde aquél vendió sus derechos a una com-
pañía en millón i medio de peios (6 barras) vú-
sultó que lo que (rOangxllaT* i sus compañeros ha-
bían descubierto a flor de tierra el 25 de marzo
de 1870 valia 6 millones de pesos, como míni-
mun. Hoi, probablemente, i a virtu 1 de combina-
clones, habría sido valorizado en el tres tantos de
ese subido precio.
XXL
Tal fué el descubrimiento del último mineral
de fama vasta i notoria ejecutado en esta parte
central de la América. No se hallaba propiamen-
te ubicado en suelo chileno, sino, por un grado de
diferencia, en territorio de Bolivia. Pero chilenos
fueron los descubridores, chileno ol capital, la in-
dustria, la labor, el esfuerzo, el porvenir mismo,
porque desde aquel momento parecía leí ineludi-
ble del destino i de la jeografía, que aquella zona
regada primero de sudor jeneroso i mas tarde de
nobilísima sangre, habria de caber en el reparto
de la justicia a los pueblos que perseveran i tra-
bajan.
Ocurrió también una circunstancia cstraña i re-
veladora en aquel paraje, mientras el descubrido?'
Díaz Gana i sus cateadores estudiaban i desUncU-
ban tranquilamente el mineral descubierto; por-
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— 385 —
que por todas partes, i especialmente en el fondo
de la quebrada que hoi se llama de la Deseada,
encontraron visibles las huellas de un tráfico an-
tiguo, acentuado i continuo, que el cierzo helado
del desierto parecia haber petrificado en las coli-
nas.— ¿Era entonces cierta la nebulosa leyenda del
indio Osorio i de <rlos hermanos de Cobija?j)... (1)
(1) A propósito de los vestijios humanos de Caracoles, el
bizarro coronel Canto, del rejimiento 2.® de línea, nos envió,
coando ocupaba a Caracoles con su cuerpo en 1879, un pequeño
feto humano de tres o cuatro pulgadas de tamaño, perfectamen-
te formado i petrificado, el cual nosotros cedimos a nuestro ilus.
trado amigo el doctor don Wenceslao Díaz. ¿Seria este singular
amonita anterior a la conquista boliviana o a la chilena?...
BL L. DB LA P,— 49
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CAPITULO XV.
LA VIDA I LA ESPLOTACIÓN MINERALÓJICA DE CARACOLE9.
(sus DESCUBRIDORES.)
El ajio de Caracoles, sus poesías populares i sus veinte i nueve bocj edades
anónimas. — La alta i baja finauza. — Carácter jeolójico i mine ral 6j ico de
Caracoles.— Estensión de sus mantos estratifííííxdos i cíinjncia de una ve-
ta real.— Opiniones del señor Lastarria i prodijíosa formación de la De-
««íií/a.— Variedad de sus metales.— OpinioiiCB ¡icertadas de los injenieroa
Abasólo i Stuven sobre la estructura del mineral, — Ratiricala de^put^s el
señor Domeyko.— Organización de las faenas do esplotaciun i su gran
rendimiento en 1 872.— Enormes gastos en fletes i mezquino atütema de
la repartición de metales. — Tarifas de las compañías beneficiadoras. —
Administración de las Dsecuhridoras por don Uldaricio Prado i certería
opiniones de este mineralojista.^Administración de don Pedro Lucia
Cuadra i su juiciosa dirección de los trabajos, — l.a producción de Cara-
coles en los cuatio primeros años de su existencia computada por minua
i por faenas. — ^us gastos en la misma forma. — Su producción total has-
ta la fecha i sus gastos por grupos i por minas, — Comienza la decadencia
prevista del mineral. — Su estado en 1880 i 81.— La (Jnion Denuda. —Pri-
mer semestre de Í882.— «Confiad i esperad»!... — Producción délas Det*
cubridoros de Caracoles hasta 1881 i cuál ha sido la suerte de los descu-
bridores de esa riqueza. —El barón de la Riviíre en íletz, en Caracolea
i en Madrid. — Don José Díaz Gana en su palacio árabe d« la Alameda
i en su choza indíjenade Pocochay. — Sus noblea hecliof. — Destino fatal
de Méndez Cangalla i de Saavedra. — En lo que paró la ca^a de comeiido
de Reyes i Compañía^ i afición que ha quedado a ííu socio capitalista por
los cáteos de plata. — El descubridor Porras, i como éste regula bub depó-
sitos en el Banco Nacional. ,
No cabe dentro de la íadole puramente esperí-
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— 387 —
mental, demostrativa e histórica del presente li-
bro (bajo concepto alguno financiero) dar cuenta
de los fenómenos del ajio que por la primera vez
hizo nacer en los mercados centrales de la alta i
baja finanza el descubrimiento de Caracoles, i que
recordaba los que pocos años antes habian des-
pertado en San Francisco i en en Nueva York las
célebres vetas o lodes i bonanzas de Nevada. Bas-
tará por ahora decir a ese respecto, para enseñan-
za actual i futura, que arrastrado a través de los
mil engañosos prismas de que padece el hombre
por la fiebre i hervor de su propia sangre o la del
oro, que son afines en sus síntomas i en sus resul-
tados, viose el país, coíno comunidad, sumerjido
tres años mas tarde en el pánico i desastre de una
inevitable liquidación de ilusiones i de errores
guardados en las carteras de los bancos, operación
inevitable que le atrajo crisis intensa i prolongada
que a la larga postró sus fuerzas, i condújolo, co-
mo consecuencia forzosa, a la moneda legal de pa-
pel, después de haberlo desangrado de su último
peso de plata de Caracoles. (1)
(1 ) SegÚQ antes dijimos, la mayor parte de los minerales del
Dorte se despoblaron en demanda de Caracoles, cuya riqueza
ponderaban a la par el ajio^ la credulidad popular i hasta la ru-
da poesía de los campos i de los arrabales.
En cnanto al número de sociedades anónimas que con mil
fantásticas denominaciones se formaron para esplotar a Caraco-
leS; o mas propiamente para esplotar la codicia i la credulidad
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- 388
IL
En cuanto a la potencia i a la naturaleza mine-
ralójica del hallazgo i su porvenir, los primeros
hombres de juicio, de esperiencia o de saber téc-
nico que allí llegaron, no padecieron engaño- Ca-
racoles era un vasto campo do phita, un gran pa-
nizo arjentífero, algo como el célebre Goínstock
lode de Nevada, pero concentrado solo en la ancha,
irregular i portentosa masa del grupo de las Des-
cubridoras llamado el Primer Caracoles.
Mas, fuera de allí, no existia una veta real como
en los cerros de Potosí i Chañare í I lo, sino una di-
seminación gradual de estrechas grietas saturadaB,
por la acción volcánica i del mar, con débiles elu-
de los que no son mineros de profesión, baste decir que éstits
llegaron a vwinte i nukve, con un capital de trece millones
DOSCIENTOS VEINTE I TRES MIL PESOS, todo lo cual se convÍrti¿
en ruina i descrédito.
En el anexo de este capítulo publicanioá la lista completare
estas sociedades, que nos ha remitido de Caracoles el inteUjeute
minero don Enrique Villegas, subdelegado de eae díatritOj junto
con muchos otros preciosos documentos que nos permiten dar a
conocer aquel mineral hasta en sus últimos detalles (primer se-
mestre de 1882).
A propósito de las sociedades anónimas de nquel tiempo \mt-
de verse también el Guta jeneral que en aquella época pnl>ííca-
ron en un volumen de 140 pajinas loá scQores BowiJeij, Dál^ell i
Ca., Valparaiso, 187í¿,
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/
-^ 389 ^
TUTOS de plata, que iban dejenerando, aun en las
descubridoms mismas, a medida que se alejaban
de su centro, es decir, a medida que profundiza-
ban. —La mayor riqueza de Caracoles se encontró,
según lo observa el señor Domeyko, a ejemplo de
lo que habia sucedido en Agua Amarga, en Ar-
queros i en Tres Puntas, entre los 40 i 50 metros
de profundidad. La mesa de piedra, o manto bro-
ceador, tan justamente temido por los mineros, co-
menzaba a aparecer inmediatamente en pos. (1)
(1) El señor Lastarria en sus jastamente célebres cartas des-
criptivas de Caracoles, se inclinaba en 1871 a creer que este
mineral estratificado era eruptivo en su formación i que habia
una verdadera veta ?'eal, cnj'o punto ilo arranque era el prodijio-
so filón de la Deseqda. Pero el tiempo trajo el desengaño, i do
aquel inmenso depósito no ha quedado sino la formidable i som-
bría cavidad que lo contuvo, semejante a la de Arqueros, i que
hemos oído comparar a la bóveda vacía de nuestra catedral. —
«La Deseada (decia el señor Lastarria en su carta citada, páj.
63) es un fenómeno que todos los mineros intelijentes esplican
de diverso modo. Su bocamina presenta a la vista una veta real,
un verdadero filón do hendidura en el pórfido limpio i bien ca-
racterizado. Como a diez metros de chiflón, esta veta se ensan-
cha prodijiosamente, hasta alcanzar quince metros, i se prolonga
otros tantos en la misma anchura, formando un alto caserón im-
pregnado de ricos cloruros, en diversas modificaciones, por to-
dos sus ámbitos. Cicntificamente podria calificarse éste como
un filón eruptivo, pue^ toda la roca eruptiva, que es el pórfido,
es la metálica i se presenta bailada del mismo mineral i ama-
sada cou él, cualquiera quo sea la dirección de los cruceros que
Je caen, sean éstos de carbonato de cal, mas o meaos cristaliza-
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— 390 —
III.
Los primeros esploradores científicos que tuvo
Caracoles, entre los que es justo citar en primera
línea a los injenieros de minas Prado i Cuadra,
administradores de los descubridores^ i a los inje-
nieros Abasólo i Stuven, que reconocieron sus
mantos en 1872 i 74, caracterizaron el panizo
do aquel mineral por sus fósiles, sus estratas i
todos sus caracteres jeolójicos como del periodo
jurásico, a que pertenecen, en fondo calizo, todos
los minerales arjentíferos de la zona central de
ilo3, sean de mirgas coloreadas, en forma do mautns iutorini-
ten tes i cortados, sean de venas de un aulfaro unido, fino i ri-
quísimo, que da hasta ocho mil marcos de lei. En Méjico hni
filones de plata como éste, i en Saecia loshai de hierro axiJula-
do, que la ciencia ha calificado como filones erui»tLvoa.»
En cuanto al aspecto singular que hoi presenta la entrada de
este célebre mineral, hé aquí lo que dice tina interesante revñsta
publicada por el Industrial de Antofagasta del l:*^ de enero de
1882, i que tenemos motivo para atribuir a la fácil pluma de
don Enrique Villegas: —<í Desde que se poíie el pié a la entradfi
de esta mina, hai algo que admirar en ella: los inmenso j rasgos
que principian desdo la superficie i hasta la hondura de cin-
cuenta i cinco metros, límite del beneficio calido^ es algo que
abisma, sobre todo cuando se piensa que de allí, de aqiiellaa
grandes cavernas han salido en pocos afioa cerca de millón i
medio de marcos de plata fina. Estos rasgo.s se unen por el Sur
a los de la mina Flor del Desierto, i por el Norte coa Iüíí de m
Cautiva.y)
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— 3^1 —
Chile. I para quienes han viajado, como nosotros,
al pié de los farellones hlanquecinos i uniformes
como un alto muro, de las montañas del Jura fran-
cés, no seria posible dudar de la certeza de esa
clasificación, aun siendo legos.
Pero careciendo aquella formación especial
de un centro común i eruptivo, como el núcleo
de Potosí i el de Chañarcillo, ñiltábale la ve-
ta realj es decir, la vena orta del mineral, i por
consiguiente la corrida, que es la que el minero
persigue en aspas del descubridor para hacer sus
picados i sus pozos de ordenanza. Caracoles es un
mineral por escelencia de mantos o capas estrati-
ficadcis, en las cuales las vetas, a cada golpe de la
barreta, se quiebran o desaparecen.
IV.
Entre la mina Merceditas al norte i la Julia al
sur, la Descubridora al oriente i la Blanca Torre
al poniente, el campo de esplotación estendíase
iin año después del descubrimiento a una área,
que el injeniero don Vicente Abasólo estimaba
en siete mil hectáreas, esto es, a algo como la
hacienda de Viña del Mar toda entera; i eu con-
secuencia, el malogrado minercxlojista con certero
presajio esclamaba: ~(tLo que aquel mineral ha
ganado en estensión lo ha perdido en condensa-
ción!»
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— 392 ~
Basta a este respecto decir que se llegó a
trabajar ana zona que se llamó tercer Caracoles^
i ésta hallábase situada dentro de los límites do
Chile, al paso que el primero demoraba en los
de Bolivia. Caracoles ha sido ubicado en el grado
23 i tres minutos, a la altura do tres mil metros
sobre el nivel del mar (2,900 gs la elevación casi
andina de la Deseada), i según el iiijeniero don
Enrique Stuven dista de Mejiiloaes 197 qnilóme*
tros i 204 de Antofagasta. (1)
(1) Son dignos de una detenida lectura los estudios que Aba-
solo i Stuven publicaron suceaivauíente en forma de comunica-
ciones a la fisicultad de matemáticas de 1a Universidad de Cliílo
sobre la formación, estructura i demás condiciones jeolójicas i
mineralójicas de Caracoles, que el tiempo se ha encargado de
confirmar mas tarde, i pueden verse en loa Anales (k íu Ume^r-
S2dad de 1872 i 1874.
Como simple indicación respecto de la ele ocia abstracta, con
relación a los yacimientos metalíferos del desierto, debemos
recordar, sin embargo, que el doctor Philippi encuntró el despo-
blado de Atacama sumamente pobre ert inetales^ en oposición a la
firme creencia esperimental e instintiva del cateador Almeída
que los juzgaba ^sumamente ricosi»; i que respecto del descu^
brimiento de Caracoles, el señor Díaz Gana nos iu formó en
1871, que cuando los descubridores Méndez i Farras volvían de
Mejillones con sus alforjas llenas de los ricoá rodadod de la
Deseada i Flor del Desierto^ hacia tres horas había regresado a
esa j)oblación de su escursión científica pura fijar el grado 23*
el señor Pissis i habia deshauciado a sus cateadores de toda
esperanza de encontrar un venero de plata en aquellas zonas.
Algunos sin, embargo, limitan el desahucio del eminente jeólo-
go a la sierra granítica de Limón Verde-
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— 39J —
Sigucndo la opinión científica de Biirat, el in-
jeníero Abasólo habia caracterizado a Caracoles
como un ((yacimiento irregular mctamórficoí), i
según Stuven, que visitó el mineral cuando sus
labores habian alcanzado cierta profundidad, sus
metales mas ricos i mas fáciles de esplotación ha-
bían sido los cloruros (lix plata blanca de los mi-
neros), siguiendo en pos, como en todas las minas
de plata de Chile, los metales frios, o lo qu,e es lo
mismo, las diversas combinaciones del arsénico
i del antimonio con el criadero arjentífero.
V.
Por lo demás, en Caracoles, como en campo
vasto i variado, las aliaciones de la plata se han
encontrado en infinita diversidad de caracteres,
según lo observa Domeyko, inclusos en los anti-
guos i ricos alegrillos (sulíbs iodurados de plata)
de los descubridores de San Pedro Nolasco en el
siglo XVII, que en Caracoles han alcanzado una
lei de fino de QS%; la plata mercurial no menos
jica i la plata córnea verde (cloro bromuro de
plata), de la que fué talvez poderosa muestra la
que en 1767 hallóse en un enorme rodado en los
suburbios de Copiapó. (1)
(1) Véase en lo3 Anales de la Universidad üq 1874 el Cuarto
apéndice del scfior Doineylvo a su justimonte celebro Minera^
lojia.
EL L. DK LA P.— 5ü
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394 ~
VL
Condensando todo esto con su lucidez acostum-
brada, reflejo de la vivida llama del laboratorio
en su ancha frente, el ilustre químico que ha en-
señado en Chile a tres jeneraciones el arte de la
metalurjía, se pregunta a sí mismo:
«¿Qué es lo que se ha observado de mas notable
hasta ahora en la formación del cerro de Caraco-
les i de SU3 vetas, por los injenieros que lo visita-
ron o dirijen la esplotación de sus minas? d
I en seguida se responde:
«Un terreno estratificado calizo-arci lioso, abun-
dante en fósiles (amonitas, terrebrátulas, nauti-
les, etc) cortado por infinidad de vetas, recostado
contra unas masas de rocas plutónicas porfíricas,
que según toda probabilidad, marcan en esta par-
te la línea de demarcación entre los dos sistemas
de cordilleras.
»Entre las vetas i cruceros que atraviesan este
terreno, con afloramientos ricos en plata, en el
cerro que lleva el nombre de Caracoles Primero,
dos principales grupos de minas Sf distinguen, que
hasta la fecha millones de marcos de plata han
producido. Uno de ellos se ha hecho célebre por
sus minas: la Flor del Desierto ^ la Deseada^ la
Cautiva, la Merceditas; el segundo por las de San
José, Empalme, Buena Esperanza, Niza.
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Rf-^''
— 3Ü5 —
» Aquellas abiindaa esclusivameate en plata clo-
rurada, que forma depósitos enorme me a te anchos
i atraviesa el terreno estratificado, compuesto de
mantos perfectamente bien determin idos, i el re-
lleno de estos depósitos consiste en gran parte de
detritus de estos mismos mantos envueltos en clo-
ruro de plata. Hállanse en el mismo cuerpo de la
veta la Deseada, impresiones de amonitas cu-
biertos de cloruro de plata. Este grupo de minas
se ve acompañado, i a veces atravesado, por por-
fidos eruptivos que parecen indicar la causa que
acompaña esta riqueza. A trechos las salbandas
de la veta tocan por un costado la roca eruptiva
i por el otro el terreno estratificado, i la parte
metalífera del depósito se halla entre las dos dis-
tintas formaciones. Separándose la vota del pórfi-
do eruptivo, que puede considerarse como vívifi^
cador, i atravesando las estratas, queda pobre i
sin beneficio alguno.
3) Los depósitos metalíferos del segundo grupo
se hallan mejor formados, sus cajas mejor deter-
minadas, sus criaderos por lo jeneral son de car-
bonato de cal, mezclado con sulfato de barita 1
materias ferrujinosas. En sus minertiles abunda
plata blanca con cloruro, a veces con sulfuro de
plata (negrillos). «Sus grandes beneficios están
también apoyados en pórfidos.» Apireeen en esta
corrida chorros o cruceros, que por lo jeneral son
pintadores.
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— J^ü —
dEü \^ Descubridora, fiimos:\ por sti riqueza, ca-
racterística por su criadero de sulfato de baritaj
se ve la veta bien pronunciada, que atraviesa los
mantos del terreno estratificado perfecto,
3) Pasaría los lírnitcB de este escrito i rae harían
falta los datos necesarios^ sobro aquellas minas, si
quisiera entrar en los detalles relativos a cada uaa
de las numerosas vetas de este ifunenso asiento
de minas que lleva el nombre de Caracoles, i en
que distinguen los mineros tres principales dis-
tritos de minas llamados 1,", 2." i 8/.
D Añadiré solamentij que a poc i distancia dol
Primer Caracoles señalan los mineros unas co*
mo isletas del mismo terreno, atravesadas por
vetas que en las rejioncs mas allegadas a los aflo-
ramientos ostentaron gran riqueza de mine ralos
clorurados, i que se hallan también acó ni panados
de rocas eruptivas: — un grupo de minas de esta
parte lleva el nombre de la Isla.
dEu jeneral, los beneficios mas abundantes en
toda la estensión de las niiniis de Caracoles se ven
hasta ahora limitados a la reJLÓii superior de las
vetas, que no pasa de ;^0 a 40 metros de profun-
didad, i en toda esta re j ion casi no sa enciieatn
otra especie de mineral metálico qnc !a platii
clorurada, mezclada cími plata nativa. Suelen tam-
bién aparecer casualmente cloro-broniuro o iodii-
ro de plata.
i)Esploradas las vetas auu mas ricas a nnpr
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- 397 ^
hondura, se hallaron en jeneral empobrecidas en
toda la estensión del cerro. Sin embargo, en uno
que otro lugar aun a cien metros de profundidad,
vuelven a aparecer minerales de plata sulfurada o
de plata roja.
2) El mismo distrito mineral de Caracoles, parti-
cularmente el tercero, abunda en vetas de galena
arjentífera, i lo que hai de mas notable es que
aparece a veces en ellas galena al lado o a poca
distancia de la plata córnea.
dLos minerales de plata de Caracoles ya cloru-
rados, ya iodurados o sulfurados (aunque raros
estos últimos), se hallan mui a menudo mercuria-
les, formando especies que hablan sido desconoci-
das hasta ahora en la mincralojía.v (1)
(1) Domeyko, Memoria escrita para la Esposición Interna-
cional de 1875 ya citada. Según un croqnis dibujado para nues-
tro uso por el intelijente ex-administrador de la mina Federico
Errázuriz de Caracoles, don Ramón Espech, en el grupo de la
Deseada^ que que Ja a seis u ocho cuadras al nordeste de la
placilla o asiento de Caracoles, existen, además de las descubri-
doras Merceditas, Cautiva^ Flor del Desierto, etc., las minas Es-
trella, que fué del malogrado i caballeroso Wenceslao Vidal, la
Valencianita de don José Varas, i la *^Jarneña que ha estado
hasta hace poco en rico beneficio.
En el segundo grupo, al sudeste del pueblo, la mina jefe. era
la San José, i allí están también las minas Niza, Justicia i Fe-
derico Errázuriz, que han sido ricas.
La Juana, de don Rafael Garuiendia, que no se vendió en 900
mil pesos por exijir su dueüo un millón, existe cerca, pasada la
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— 398 —
VIL
La organización ele los trabajos necesitados por
una esplotación seria fueron lentos en Caracoles.
Vino primero la manipulación del ajiotista, del
operato7\ como con propiedad se denominan a sí
mismos los especuladores de minas en Nevada i
California, antes que la manipulación del opera-
rio, la especulación antes que el trabajo, sistema
profundamente dañoso a la industria poderosa^
porque malgasta i dispersa las fuerzas antes de
emplearlas, i socaba la confianza, llave del crédi-
to, como éste es palanca de la producción.
Estos embarazos i mermas no obstante, tan so*
lo el grupo de las ocho descubridoras produjo ca
el año de 1872 la enorme suma de 415,955 mar-
Quebrada Honda, i de allí sigue la Islaj cnya mina de ruaa vue-
lo ha sido la Esilda^ de don Enrique V^il legas. Todaa estas mi-
nas están situadas en lomas man o menoa suaves c interceptadas
por hondas quebradas que acusan en sus lechos i estratificacio-
nes terribles cataclismos.
Este singular esparcimiento de laa mííias de Caracales traicio-
na su debilidad, i por esto con razón Simonin decía de este mi-
neral en su Momk aínencaÍR^(pú.}. 328) estas palabras que oja-
lá en adelante fueran escutíhüdas: all y a en des uuílieríi de
concessions déliraitées alora qu' i u' auraítdüyen avoíp qa'
une centaine, et qu' une dízaiue sealcment de oes mines devaieat
fournir une campagne régaliérc*
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— 399 —
eos de plata pifia que valían mas de 4 millones
de pesos.
I este rendimiento arraneado a una sola sec-
ción del mineral en su primera zona de profundi-
dad, o sea entre los 20 o 40 metros verticales, se
cuadruplicó en los dos años sucesivos de 1873 i
74, que acumularon 1,684,403 marcos, o sea un
valor de 17 a 18 millones de pesos, para declinar
en seguida. (1)
VIII.
I sin embargo de este enorme acopio de cauda-
les estraido solo de la zona norte del descubri-
(1) La producción total de las ocho descubridoras en bene-
ficio durante el año 72 estaba repartida de la manera siguiente,
según la segunda memoria pasada al directorio por el adminis-
trador don üldaricio Prado, el I."* de enero de 1873:
Deseada 176,437 marcos.
Flor del Desierto 51,423 d
Cautiva 7,039 »
Merceditas 80,979 »
Descubridora 11,038 »
San José 30,962 d
Empalme 2,908 j>
Buena Esperanza 13,656 d
415,955
En los dos años siguientes la producción total, así como el
gasto de las descubridoras, se hallan condensados en el siguiente
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— 400 —
miento, el mineral había correspondido esta vez
de una manera matemática a los pronósticos de
la ciencia. Caracoles no era un Cliañarcillo. Era,
al menos en su primera rejión, una comarca ar-
jentífera, pero no era una veta real, como la que
cuadro del adniinistrador don Pedro Lucio Cuadra, que abraza
los tres primeros años de la vida efectiva del mineral^ í el caal
(despreciando fracciones) dice así:
Minas. Producción en marcos. Gasto total
Deseada 889,489 | 1.634,409
Flor del Desierto 133,243 « 449,786
Cautiva 103,405 « 349,452
Merceditas 308,886 c 671,341
Descubridora 97,207 « 349,536
San José 86,231 « 236,712
Empalme 7,248 a 95,355
Buena Esperanza 55,691 « 304,876
Santa Rita 101 « 12,047
Iluasquina 283 « 11,009
Guias de Méndez 373 « 1 1,4S4
California 2,422 <c 22,961
Talquina « « 7,471)
Delirio « « 6,317
Suerte « < 11,004
AndacoUo « « 8,639
Constancia « « 3,967
Total 1.684,403 $ 4.186,383
Santiago, enero 30 de 1875. — Pedro L. Cuadra.
Los gastos de 1872 alcanzaban a 820,297 pesos i las entradas
a 2.599, 473 pesos i utilidad líquida 1.779,175 pesos.
Los gastos eran sumamente variables, pues en enero de aquel
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— 401 --
hacia las delicias i la potencia de los mineros espa-
ñoles; i desde el principio no solo los injenieros que
visitaban de paso el lugar, como Abasólo i Stuven,
sino los intelijentes administradores de las des-
cubridoras, Prado i Cuadra, estuvieron de acuerdo
en su diagnóstico subterráneo.
Después de dividir en tres grupos las ocho
minas de aquella faena, esto es, el I."" de la Desea-
da^ Flor y Cautiva i Merceditas (que era el mas
opulento); el 2/ de la San José^ Empalmfi i Bue-
na Esperanza; i el S."* de la Descubridora sola, el
administrador Prado se espresaba, en efecto, en
los términos siguientes sobre el estado de cada
una de aquellas secciones, que habían profundi-
año, es decir, cuando las faenas estaban en organización, solo
fueron de 24,335 pesos i en diciembre de 112,308 pesos. En el
total de los gastos, 189,738 pesos, esfo es, algo como la cuarta
parte correspondía a h\ Deseada, 112 a \í3k Flor del Desierto,
110 a la MerceditaSy etc. Según una cuenta formada por el in-
teli¡ente administra'lor que las minas Descubridoras mantenían
en Autofagasta (don ílamón Espech) para hi venta, embarque i
aparta de los metales entro los socios, se gastaron en 187? no
menos de 545,974 pesos i de estos casi la totalidad, es decir,
494,820 pesos en flet*is. F31 resto, o sea 51,174 pesos correspon-
día al singular procedimiento, esencialmente chileno, es decir,
desconfiado, do \(í partición de los metales entre los socios, por-
que cada uno vendía i sacaba sus metales aparte, perjudicán-
dose así los unos a los otros, mas como rivales que como socios.
— (Memoria de Espedí, impresa en Antofagasta, enero 31 de
1 874).
EL L. DE LA P:— 51
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— 402
zado el 1.*" de julio de 1872 desde el míniniun de
18 metros (la Flor) al máximun de 42 metros la
San José.
«En el primer grupo dominan esclusivamente
los metales clorurados de plata, en depósitos enor-
memente anchos, sin que hasta ahora se vea bien
claro ese orden i regulari lad del segundo, carac-
terístico de las vetas bien formadas. Pertenece,
sin embargo, a la clase de depósitos en veta, co-
mo el segundo i tercero. Las vetas que forman el
primer grupo atraviesan un terreno estratificado
o en mantos perfectamente bien determinados, i
en que el relleno que en ellas se observa es el
detritus de estos mismos mantos envueltos en clo-
ruros de plata.
3) He visto sacado de la Deseada un pedíizo de
impresión de amonita de cloruro de plata!!!
j)Por otra parte, estas vetas están acompaña-
das, i a veces atravesadas, de pórfidos eruptivos
que parecen indicar la causa que acompaña a esta
riqueza.
D Separándose las vetas de ese vivificador, atra-
vesando solas las estratas, quedan pobres i sin
beneficio alguno.
dEI segundo grupo es caracterizado por vetas
bien formadas con sus cajas determinadas, etc.
Se encuentra en él todo lo que se exije de una veta
bien arreglada. Criadero por lo jeneral carbonato
de cal, mezclado, mas o menos, con sulfato de
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— 403 —
híirita i con minerales ferrujinosos. En los depó-
sitos metalíferos de este segundo grupo ha domi-
nado la plata blanca mezcladi en su mayor parte
con cloruro, a veces con metales sulfurados for-
mando negrillos. Lis vetas se encuentran, a ve-
ces, dislocadas por chorros o cruceros que, por lo
jeneral, son pintadores. Sus grandes beneficios,
sin embargo, están apoyados en el pói'fido. En sus
labores no se ha reconocido con claridad el terre-
no estratificado, característico en el tercero i en
el primer grupo. En este segundo grupo las vetas
ricas están acompañadas i a veces cruzadas por
uña ferrujinosa, que se separa de ella a mas o
menos distancia i que, según toda probabilidad,
ha sido la mas moderna en su formación.
»En el tercer grupo o mina Descahrídora es
característica su veta por su criadero de sulfato
de barita; es una veta mui pronunciada que atra^
viesa un terreno estratificado perfecto. No es, ui
con mucho, tan ancha como las del primero, i mu-
cho menos tan abundante.
D Aunque evidentemente, por ahora, es mucho
mas abundante i por consiguiente mas rico el pri-
mer grupo, creo, sin embargo, mas importante el
segundo i de mas porvenir. El tercero está algo
distante de los anteriores.» (1)
(1) Primera memoria semestral Jel administrador Prado,
Caracoles, julio l.^ de 1872. páj?. 18 i 19).
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— 404 —
IX.
Escuchemos ahora al señor Onadra, que haola-
ba cerca de tres años mas tarde, esto es, en enei'O
de 1875, sobre cada mina en particular:
«La veta Deseada, dice en la pajina 15 de la
memoria administrativa de aquel ano, en hon-
dura, no ha continuado con su poleacia i recuesto
acostumbrado, sino que a los 210 metros ha sido
arrastrada casi horizontal mente al oriente, dismi-
nuyendo, por lo tanto su potencia.
»En la Descubridora, cuyo beneficio se conserva-
ba en todas honduras, una vez que ha pasado los
110 metros, desapareció la guarda porfírica que ha-
bia acompañado ala veta i el panizo negro llegó a
estrecharse con ella esterilizándola. Los últimos
30 metros verticales de laboreo van en broceo,
dEu las cuatro minas del grupo norte, Merce-
ditaSy Cautiva, Deseada i Flor del Desierto, la zona
del beneficio profundizó poco mas de 50 metros.
Jeneralmente hablando, los primeros 30 metros
han presentado los mas importantes alcances, i en
los 20 metros siguientes las vetas disminuyen en
su riqueza, pero presentan todavía rej iones de no-
table interés.
DLa veta en las minas de este grupo se encncn*
tra en el contacto de una formación estratificada
i de una roca porfírica sobre la cual dei>cansa la
primera. El pórfido constituye la caja uriental de
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-^ 405 --
la veta i el terreno estratificado la limita por el
poniente.
3) A la hondura de cincuenta i mas metros i pre-
cisamente donde comienza el broceo, aparecen en
la formación secundaria del poniente mantos ne-
gros mas o menos compactos i mui jeneralmente
con venas de yeso (sulfato de cal). Este terreno,
que constituye el verdadero panizo, se ha encon-
trado constantemente hasta en los trabajos mas
avanzados de planes. En la Merceditas, a la pro-
fundidad de 100 metros, este panizo negro no solo
se encuentra al poniente de la veta sino también
al oriente, quedando por lo tanto interpuesto en-
tre la veta i el pórfido un cuerpo de panizo negro.
pEI pórfido del oriente se conserva sin variación
sensible en las cuatro minas, cualquiera que sea
la hondura a que se ha reconocido. A juzgar por
los trabajos actuales, el espesor del panizo negro
en la Deseada excede de 150 metros de potencia.
íEste panizo en las minas del grupo norte ha
sido enteramente broceado, si se esceptua la pe-
queña mancha de beneficio encontrada en la De-
seada^ a cien metros de profundidad.
dEu la Deseada la veta en la mayor hondura se
conserva con sus caracteres distintivos i con una
potencia que fluctúa entre uno i cuatro metros.»
X.
I en seguida, entrando en menos halagüeños pe-
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— 406 —
ro instructivos pormenores, el mineral ojísta admi-
nistrador agrega sobre la condición que habian
alcanzado en menos de cuatro años de labor las
principales minas del grupo confiado a su hábil di-
rección científica lo que en seguida copiamos:
^Oautwa.^-'RQ dicho ya, al hablar de los tra-
bajos interiores, que la Cautiva ha reconocido to-
da su seccicn supciior, en que se han encontrado
beneficios de un estremo a otro. Los mayores al-
cances que ha tenido en el año de 1873, fueron
cerca del deslinde con hi Deseada. Estraido el
metal de esos alcances, ha llevado una vida esca-
sa i sin espectativas. La limitada producción de
los últimos meses, que apenas ha llegado a 800
marcos, la lia hecho con dificultad. No tiene nín-
(/un núcleo de metal que pueda garantizar su pro^
ducción para lo futuro. Aun el metal de baja lei
es escaso, i no sería estraño que en el curso del
próximo semestre se viese obligada a suspender
su esplotación.
3>La principal espectativa de la Cautiva depende
del alcance ^en planes de alguna de sus vecinas,
Deseada o Merceditas.
y>Merceditas. — En el semestre de que doi cuen-
ta, no ha tenido esta mina ningún buen suceso
que haya contribuido a volverle su anterior re-
nombre.
»Del mismo modo que hi Cautiva, en los últimos
tres meses ha pagado sus gastos con la venta de
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— 407 —
metales pobres i aun le q nocla un saldo de 3,938
pesos 31 centavos para abonar a sus gaslos de
enero. La Merceditas tiena interiormente, en los
restos de sus alcances, mayores recursos que la
Cautiva; allí hace todavía algunas investigaciones.
i>San Jbsá.- -Algún os reconocimientos hechos
en esta mina, en la rejión superior, produjeron
una corta cantidad de metales con 40 marcos do
lei, que no alcanzaron para cubrir sus gastos de
esplotación.
y> Empalme. — Como se ha dicho en varias co-
rrespondencias, las labores de esta mina se en-
cuentran con beneficio mui pobre, que en las ac-
tuales condiciones del mineral no conviene es-
plotar.
i>Según lo que antecede, se ve que en el mes
que corre la producción de las minas descubrido-
ras, sin mayor esfuerzo, escederá de 25,000 mar-
cos, producción que no es difícil se sostenga por
tod© el ano que corre.»
XL
Tal habia sido la variada vida del mineral de
Caracoles en su parte mas potente durante los
cuatro años corridos desde 1871 a 74.
En 1875 la producción siguió el mismo vaivén
de la crisis de las exajcracioncs, como la sombra
sigue la opaca silueta del fantasma. En el segun-
do semestre de 1875 el grupo de las descubrido-
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— 408 —
ras, que representaba cerca de los dos tercios del
mineral, habia producido solo 51,070 quilogramos
de plata que, desechando fracciones, importaba
como precio bruto solo 1.379,615 pesos. (1)
El total de la producción del año 76, tomados
en conjunto sus dos semestres administrativos,
importaba 1.702,717 pesos, o sea cerca de 80,000
pesos menos que en 1872, cuando se disponía de
mui inferiores^ elementos para la esplotación en
grande escala. El mineral decrecía al ruido de suh
máquinas a vapor i al silbido lejano de las loco-
motoras de acarreo que venian un poco tardía-
mente en su socorro.
(1) La demostración del prodacto bruto del segando semestre
de 1875 está comprendida en el siguiente cuadro de las minas
Descubridoras:
MINAS. METAL. PLATA FINA. VALOR.
Quintales métricos. Elilógramos.
Deseada 36,336 27,551 | 834,460
Flor del Desierto... 26,754
Cautiva 3,140
Meroeditas 12,296
Descubridora 3,501
San José 240
Empalme 212
Buena Esperanza... 5,721
Santa Rita 120
Guias de Méndez... 5
California 166
9,699
834,460
1,306
27,579
4,190
81,283
6,141
203,¿41
97
1.857
43
453
1,041
36,191
29
486
2
60
67
1,356
Sama 88,496 61,070 | 1.379,615
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— 403
XII.
En cuanto a los años anteriores, hé aquí un
cuadro que resume con la rijidez de las cajas de
piedra de una veta real la existencia de Caracoles
contada en los siete semestres, que en seguida
estractamos, desde 1871 a 1874:
Semestres. Marcos. Gastos.
Hasta el 31 de dibre. de 1871.. 109,212
Primer semestre de 1872 150,390 $ 311,827
Segundo
Primer
Segundo
Primer
Segundo
id.
id.
id.
id.
id.
Suma. .
1872....
1873....
1873....
1874. . . .
1874....
265,565
304,219
348,566
259,458
246,989
508,470
494 568
554,516
373,196
319,789
684,403
(1)
(1) Como todo lo que ilustra el manejo de una gran empresa
es útil para las venideras, condensamos aquí algunos de los
gastos mas importantes computados en el grupo de las Descu-
bridoras durante el segundo semestre de 1875.
I 200,965.92 en pago de salarios.
72,242.29 en víveres, materiales i herramientas.
49,478.15 en administración i gastos jenerales.
6,823.11 en gastos estraordinarios e imprevistos.
EL L. DE LA P.— 52
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— 410 —
La mayor pujanza corresponde, según se re¡ al
segundo semestre de 1873< Inmediatamente en
pos viene la languidez.
xm.
La vida de Caracoles desde 1876 hasta el pre-
sente podria compendiarse en la poética espresión
que uno de los mas constantes, valerosos e inte*
lijentes administradores de las Descubridoras (que
según entendemos lo es todavía) don José Tomás
Cortés, apuntó en una de sus memorias con rótulo
a los socios: — «Confiad i esperad! d
96,479.52 en fletes de metalea a la costa.
9,501.93 en gastos de partición i ensayes.
I 435,490.92
La distribución de los salarios era la siguiente, segda las
minas:
Deseada $ 55,509.85
Flor del Desierto 49,076.69
Cautiva •-., 4,083.90
Merceditas 30,535,10
Descubridora 30,264.21
San José 2,035.77
Empalme 609.66
Buena Esperanza 25^058.50
El conjunto de las restautes 3,802.24
Suma , t 200,905,92
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— 411 —
Pero de su contabilidad que no tiene la dulce
elasticidad de las palabras del novelista francés ni
la majía de su eco en aquellos áridos farellones,
sino el helado laconismo de los metales frios, apa-
rece que el grupo a que hemos contraído nuestra
atención, i que al decir jeneral ha representado i
representa hoi todavía los dos tercios de la fuerza
productora de aquel mineral, le asignan muí her-
mosa carrera durante su primera década.
Según los libros de esa faena, que se juzgan co-
mo un modelo de contabilidad planteada por don
Ramón Espech i llevada hasta último dia del año
de 1881 por su intelijente administrador ya citado,
arroja el siguiente pingüe i exacto resultado que
ahorra comentarios.
Minas. Quilogramos de plata.
Deseada 284,618 453
Flor del Desierto 98,56S 215
Cautiva 30,693 293
Merceditas 90,318 134
Descubridora 43,886 916
San José 20,269 546
Empalme 1,837 771
Buena Esperanza 17,697 875
California 1,107 902
Guias de Méndez 122 093
Santa Bita 147 535
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— 412 —
HuasquÍDa 65 270
Talquina 146 775
Total 589,478 788
quilogramos de plata fina con-
tenidosen 775,973 51i
quintales métricos de mineral de lei común de
76 D.M. que al precio actual del quilogramo (34$)
equivalen a un valor de 20.095,431 pesos.
Los gastos de las Descubridoras (inclusos 34,276
pesos 21 centavos empleados en minas en broceo
como la Suerte, el Delirio, la Constancia etc.) ha
ascendido en 11 años a mas de siete millones de
pesos, arrojando el total de la negociación el si-
guiente gran resultado.
Producción $ 20.095,331 88
Gastos de esplotación 7.176,955 67
Producto líquido... $ 12.918,376 21
XIV.
No se hallan naturalmente incluidos en estos
valores ni el rendimiento jeneral de las diversas
minas de Caracoles, ni los metales de baja lei que
aguardan todavía en sus desmontes la fundición o
el flete económico, ni los relaves de los imperfec-
tos iujenios que allí han sido establecidos, ai si-
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— 413 —
quiera los productos que al presente esplota el te-
naz miaero buscando la segunda rejión arjentífera,
después del manto broceador. (1)
XV.
Pero tomando en su conjunto este opulento
mineral, puede asegurarse, según datos recientes i
(1) Cuando por la aproximacióa a Caracoles del ferrocarril
de ÁDtofagasta o la planteacióa acertada de injenios como el
que en 1874 comenzó a erijir don F. Alvaro Alvarado, se pueda
beneficiar los metales de baja leí de Caracoles^ cobrará este
asiento nueva vida.
Hé aquí, entretanto, lo que sobre las operaciones del estable-
cimiento de fundición de Antofagasta decia el Caracolino de
fines de setiembre de 1875:
cA mucho mas de un millón de pesos, casi a millón i cuarto
asciende el valor de los metales que en el dia existen en el es-
tablecimiento que da nombre a este acápite.
i>En la última visita que hemos hecho a la precitada fábrica
encontramos que tenian como 150,000 pesos de plata en barra,
producto de los beneficios practicados.
»El lunes 29 del presente por la primera vez se han fundido
en el enunciado establecimiento 46 barras de plata pura^ con
peso mas o menos de 4 toneladas, i cuyo valor asciende a 170
mil pesos.
]> La fábrica de amalgamación ha completado pues el total de
sus grandes beneficios en provecho procomunal de la industria
minera.])
Entre los anexos del presente capítulo publicamos las diver-
sas tarifas que han rejido en Caracoles desde 1881 para la com-
pra de pastas i beneficio de metales, cuyo interesante dato de-
bemos a la oficiosidad del señor Villegas.
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— 414 —
mas o menos auténticos, que su rendimiento total
en doce años no ha bajado de 46 millones de po-
sos plata, o sea mucho mas de 50 milloaes, com-
putados en el actual medio circalante inconverti-
ble del país.
La demostración de tan iujente suma es senci-
lla, i ella consta del siguiente precioso cuadro que
nos ha sido enviado recientemente de Caracoles,
después de minucioso estudio i cotejo de libros de
contabilidad;
Marcos ñnos.
Producción exacta de las minas Des-
cubridoras 2.591,685
([d. calculada) Grupo de la Deseada, 163,000
3> ]D Descubridora .... 35,000
i> V San José,,. ..... 546,000
D y> Sud Americana, 90,000
j> j> Quebrada Honda. 141,000
D D San Juan ..,,., 76,000
» :d Fortuna 37,000
y> » Julia ....,»,,,. 120,000
D j> Isla 649,000
D 3) Blanca Torre., . . 71,000
y> i> Bella Vista 44,000
Total 4.563,685
Cuyo total, al precio medio de diez pesos mar-
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— 415 —
co, arroja un resultado de cuarenta i cinco millones
636,850 pesos. (1)
XVI.
Como el presente, para que pueda ser un libro
de enseñanza, habrá de ser, ante todo, un libro de
verdad, es deber nuestro agregiar que Caracoles,
aunque no exhausto del todo, vive de las migajas
de su propio opulentísimo festín, es decir, que
respecto de sus descubridoras vive de su fondo de
reserva, que en abril de 1881 se hallaba reducido
a 213,177 pesos, i el 31 de diciembre de ese año
alcanzaba solo a 174,971 pesos. (2)
Las descubridoras produjeron en 1880 solo 8,669
quilogramos de plata que valian 296,679 pesos, i
como los gastos ascendieron, segán su prolijo i
esforzado administrador señor Cortés, empeñado
en luchar a brazo partido con un tenaz broceo, a
279,454 pesos, apenas cupo entre ambas cifras un
alfiler que repartir a los accionistas.
Pero éstos buscan todavía la solución del pro-
blema de la segunda rejión con noble esfuerzo, i
la Unión Deseada, que es el nombre dado a este
(1) Entre los anexos publicamos la demostración completa
de estos valores por grupos i por minas, asi como el gasto total
del mineral que ha ascendido a 18.333,430 pesos.
(2) Informes del director J. Stewart Jackson en sus respecti-
vas memorias de 1881 i 82.
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— 416 —
poderoso trabajo de reconocí mica tOj llevaba el 1 *
de enero último una profundidad de 582 metros,
es decir, de mas de cuatro cuadras de profundi-
dad a cuerpo de cerro. En aquella misma fecha el
grupo de las descubridoras habia recorrido 956
metros de labores subterráneas, que hoi deb^n
pasar de mil, i la Deseada, siempre halagadora,
cual mujer que fué hermosa i quedó coqueta, ha
solido saludar el paso del impertérrito minero con
buches de metal, rosicler, plomo ronco i plata
blanca hasta de lei de 3,200 marcos. La Deseada,
esta Valenciana de Guana] uato, habia producido
hasta el 31 de diciembre de 1881 con un gasto de
2,495,158 pesos, la enorme suma de 1.237,471
marcos, que vallan mas de 15 millones de pesos.
En pos i en el orden de la opulencia seguía la
Ilor del Desierto^ que rindió en sus ricos pétalos
428,557 marcos con el costo de 1.550,501 pesos.
XVIL
Por esto i mientras la ronca voz del enérjico
director de las faenas continué gritando a las em-
presas desde el fondo de aquellas portentosas mi-
nas:— Confiad i espejead! no habrán de desmayar
los últimos.
I a fe que no sin razón, porque el grupo de las
descubridoras que en todo el ano pasado de 1881
solo produjo 2,258 quilogramos de plata, lleva
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-^ 417 -
rendido, según un balance inédito que tenemos a
la vista, correspondiente al primer semestre de
1882, el triple de esa suma, o sea 6,608 quilogra-
mos, igual a 28,731 marcos. (1)
(1) Según este dato, que debemos a la amabilidad del señor
Cortés, esta prodacción se halla distribuida de la manera si-
guiente:
Flor del Desierto 4,339 quilogramos.
Cautiva 20 c
Merceditas 166 e:
Descubridora 23 oí
Buena Esperanza 2,039 <í
Santa Rita 18 «
Total.v 6,608 quilogramos.
Conforme a una revista minera de 4 de agosto de 1882, la
Merceditas i la Cautiva estaban dadas al pirquén; pero en el
segundo grupo se esplotaban los desmontes de la iV2>a, i la Isla
tenia una producción mensual de tres mil marcos.
Lá Deseada producia todavía metales de 200 marcos i la Va-
lendanita de cinco mil.
£1 diario de Antofagasta La Estrella traia en esa época sus
pajinas cubiertas de denuncios de minas de plata hasta agosto
de 1881.
Como una muestra de que Caracoles vale algo todavía, damos
aquí cabida a la última cotización de las acciones de sus prin-
cipales compañías, en octubre de 1882.
Esplotadora de Caracol es 220 pesos.
Riqueza de id 150 «
Deseada de id 120 o:
Qrau Compañía de id 120 <i:
Sud-Americana de id... 60 <
Según la última memoria del señor Cortea (primer semestre
EL L. DB LA P.— 53
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— 418 —
La divisa de Caracoles es todavía: — Confiad i
esperad!
XVIII.
Una palabra nos queda todavía por decir a ma-
nera de epílogo sobre los hombres que fueron orí-
jinadores de aquella riqueza i contribuyeron a
difundirla en el país, ya que no a guardarla (con
una sola escepción) en sus propios mal cerrados
cofres, arcas de minero.
XIX,
El barón de la Riviére, habilitador de los catea*
dores de Mejillones, después de haberse batido
contra los alemanes en Metz en 1870-71, vino
a Chile, visitó a Caracoles, vendió su parte en dos
millones de pesos; gozólos i gastólos a su manera
en París; emprendió nuevos i florecientes nego-
cios de adoquinado de calles en Madrid; invirtió
sus provechos en el castillo de Persigny, i hoi pro-
de 1882) publicada en el Industrial del 16 de octnbre, el piqae
de extracción de las Descubridoraa habia safrido un serio oona-
traste, derrumbándose sus paredes, por la acción del agna i em-
bancando el pique en la estensión de 90 metros. Iba por consi-
guiente a procederse a la costosa estracción de este embanque i
a enmaderar el pique en su estensión de 593 metroSj lo que
costaría unos 25,000 pesos.
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— 419 —
bablemente hace o rehace o deshace su quinta o
sesta fortuna a orillas del plácido Sena.
Su segundo, mucho mas modesto, después de
haber puesto su caudal injente a guisa de puntal
de oro a la industria, a las artes, a la amistad i a
la ingratitud, sintiendo de nuevo crujiría angosta
viga de los desengaños bajo sus pies, sin dejar in-
mutarse su alma, viaja hoi del palacio a la choza
i vive otra vez como en su primera juventud en
la montaña trabajando personalmente una mina
de cobre en Pocochay, departamento de Quillo-
ta. (1)
XX.
En cuanto a sus cinco compañeros los cateado-
res i descubridores del 25 de marzo de 1870, a nin-
(1) Gomo un ejemplo de la modesta jenerosidad del señor
Díaz Gana a quien este pasaje se refiere, nos es grato personal-
mente dejar testimonio de que habiéndole pedido en diciembre
de 1871 una limosna para el hospital de San Vicente de Paul,
por toda respuesta nos puso en la mano un cheque por 10 mil
pesos contra el Banco Agrícola, que fué pagado un cuarto de
hora después.
Con relación al precio en que el descubridor vendió sus ba-
rras, fué el honesto de 250 mil pesos por cada una, i hasta hoi
los que las compraron han recibido a razón de cerca de 500 mil
pesos por barra, conservando la valiosa propiedad de sus perte-
nencias que pueden alcanzar i probablemente alcanzarán una
nueva bonanza en bu segunda rejión.
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— 420 -
guno de los cuales el señor Díaz Gana coasintió
en comprar a volapié su porción de derecho, cosa
que habrían hecho mil entre uno, eorrieron suerte
parecida a la de su aviador.
Méndez, arrastrado por indómita, incurable afi-
ción, disipó su parte de cien mil pesos en los tra-
piches i vendimias de Aconcfigua.
Exequiel Reyes, el afortunado descubridor que
hizo en el cateo no la parte de la flauta sino la
del ejecutante, hallando una mina en cada trope-
zón, puso sociedad de comercio, en Valparaíso
con capital crecido i con la nvwn soeial de Beyes
i Ca,, llevándose la última sílaba todo el efectivo,
sin dejar al socio capitalista mas a^íidero on el
naufrajio que una pequeña hered^id que en la na-
tal comarca comprara. Pero fiel siempre a su
patrón antiguo, suele aparecénsele en su apalacio
de OaracolesD para proponerle nuevos, lejanos i
maravillosos cáteos. ¿T como hoi no habrá de an-
dar en ellos?
XXL
De los tres que faltan de la cuenta, Saavedra,
que habia sido el mas fiel, dejóse arrastrar al vér-
tigo i murió en la pobreza o vive en la oscuridad
i el abatimiento; Sagrcdo escapó uíia quintita ea
su buena tierra de Limache;i mas feliz i mas rico
que todos sus camaradas, el Porras de Petorca que
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';^fc*^^
— 421 —
solo ambicionaba tener un humilde corral de ga-
llinaSy acostumbra de seis en seis meses, bajar al
poblado, entrar vestido de burdo poncho i som-
brero calanés al Banco Nacional, golpear tímida-
mente sobre la cubierta de caoba de su despacho
de cuentas de depósito, i cuando le han ajustado su
saldo semestral de intereses, que sube a algunos
gordos miles, sálese sij ilesamente por una de las
puertas, i vuelve a entrar por la otra para hacer
el depósito a seis meses del saldo recibido
I es así como los pollos flacos de Mejillones i de
Petorca se han convertido para el buen descubri-
dor en los elefantes de la tesorería nacional, en
cuya robusta compañía vive i engorda. El único de
los descubridores de Caracoles que hasta hoi no
se ha ido, según la espresión vulgar pero amoldada
— «a la porra J), ha sido Porras.
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— 422
ANEXOS AL CAPITULO XV.
I.
tiiSTA DE LAS SOCIEDADES AKÓNItfAS FORMADAS ZS OABAOOLES
EN LOS AÑOS DE 1871 A 1872.
Primera serie.
1 Esplotadora o 315.000
2 Gran compañía ^ J 500.000
3 Chilena 200.000
4 Riqueza 806.000
5 Arnous de la Riviére 2000,000
6 Sad- Americana 625.000
7 Deseada 500,000
Segunda serie.
-.y
Sxjb, Flor de Caracoles 260,000
9 ^^^ .|Fortuna 300.000
íli\
10 LV^iitano Chilena 346.000
11 Porve^'-r 560.000
12 LautarcT:;^ 80.000
13 Union AmericaK^'^a 118.000
14 Union Esplotadora^ 350.000
15 Nacional de Minería^h. 24íUOO0
16 Empresaria --^ : 600.000
17 Oriente Ú9^ 60.000
18 Abundancia .'.tc o- 370.000
19 Esperanza .\j^.^ 120.000
Tercera serie.
ÜO Restauradora ,
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— 423 -
21 Perseverancia 50.000
22 Albion 130.000
23 Recompensa 200.000
24 Diana 160.000
25 Colón 103.000
26 Trabajadora 269.000
27 Hnantajaya 800.000
28 Esploradora de San José de Caracoles. 1 000.000
29 Id. del 3.° i 4.'' Id. 800.000
$ 13,223.000
A la nómina qae precede falta que agregar algunas otras so-
ciedades como la PizarrOy Parteña, Victoria i otras cuyos nom-
bres no se recuerdan. El valor que representan las sociedades
no enumeradas parece no bajará de dos millones de pesos.
II.
TABlFilSDE LAB GOMPí^ÑÍAS BENEFICIADORAS DE METALES
DE CAHACOLKS.
Primera tarifa, conocida en el mineral el año 1871 que pagaba
la Compañia Comercial de Caracoles, única casa que hacia
este negocio en la citada época.
Lei de 70
marcos por
cajón
1 1.40
marco
Id. 80
Id.
Id.
1.60
Id. 90
Id.
Id.
1.90
Id. 100
Id.
Id.
2.30
Id. 110
Id.
Id.
2.40
Id. 120
Id.
Id.
2.50
Id. 130
Id.
Id.
2.70
Id. 140
Id.
Id.
3.00
Id. 150
Id.
Id.
3.20
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—
424 .
—
Leí de 200
marcos por
cajón
a 1 8.80 marco
Id. 300
Id.
Id.
4.10 »
Id. 400
Id.
Id.
4.80 . »
Id. 600
Id.
Id.
5.10 >
Id. 600
Id.
Id.
5.50 »
Id. 700
Id.
Id.
6.90 9
En el afío 1871> cuando rejia esta tarifa el tráfico de las ca-
rretas entre la costa i Caracoles se hacia por los puertos de
Tocopilla o Mejillones^ con preferencia al de Antofagasta, i el
flete por cada quintal español^ de subida, fluctuaba entre ocho
i diez pesos i el de bajada entre tres cincuenta i cinco pe-
sos. No se compraban metales de menos lei que de setenta
marcos.
La tarifa que precede fué pronto modificada a causa de ha-
berse establecido otras casas compradoras de metales, que traje-
ron una competencia provechosa para el minero. Desde 1873 i
hasta hace poco, existían ocho de estas casas en el mineral.
Primera tarifa que pagó ]a Sociedad Beneficiadora de metales
en su establecimiento de Antofagasta, desde su fundación en
el año de 1873, por metales puestos en las canchas del espre-
sado establecimiento.
Lei de 29
marcos
por cajoQ a
$ 3.90 mar
Id. 30
Id.
Id.
5.20 >
Id. 40
Id.
Id.
5.85 »
Id. 50
Id.
Id.
6.24 >
Id. 60
Id.
Id.
6.50 »
Id. 70
Id.
Id.
6.68 >
Id. 80
Id.
Id.
6.82 »
Id. 90
Id.
Id.
6.93 >
Id. 100
Id.
Id.
7.02 >
Id. 110
Id.
Id.
7.09 »
Id. 120
Id.
Id.
7.16 >
Id. 130
Id.
Id.
7.20 »
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— 425 —
Id.
140
Id.
Id.
7.24
Id.
150
Id.
Id.
7.28
Id.
160
Id.
Id.
7.32
Id.
170
Id.
Id.
7.34
Id.
180
Id.
Id.
7.26
Id.
190
Id.
Id.
7.38
Id.
200
Id.
Id.
7.40
Id.
250
Id.
Id.
7.49
Id.
300
Id.
Id.
7.54
Id.
400
Id.
Id.
7.60
Id.
600
Id.
Id.
7.65
Tarifa qne actnalmcnte pAga a Sociedad Beneficiadora de Me-
tales de Antofagasta, por metnles puestos en su canchas.
Leí de 15 diez miiésimos
por tajón a I
1 22 el quil
ógrai
Id.
20
Id.
Id.
24.12
Id.
25
Id.
Id.
26.12
Id.
30
Id.
Id.
27.45
Id.
35
Id.
Id.
28.41
Id.
40
Id.
Id.
29.12
Id.
45
Id.
Id.
29.68
Id.
50
Id.
Id.
30.12
Id.
65
Idf
Id.
30.48
Id.
60
Id.
Id.
30.79
Id.
66
Id.
Id.
31.04
Id.
70
Id.
Id.
32.25
Id.
75
Id.
Id.
32.49
Id.
80
Id.
Id.
32.70
Id.
85
Id.
Id.
32.90
Id.
90
Id.
Id.
33.06
Id.
95
Id.
Id.
33.21
Id.
100
Id.
Id.
33.35
Id.
150
Id.
Id.
34.20
Id.
200
Id.
Id.
34.62
Id.
300
Id.
Id.
35.05
EL L
. DE LA P.'
-54
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— 426 —
Id. 400
Id.
Id.
35.26
T>
Ifl. 800
Id.
Id.
35.58
»
Actualmente (octubre de 1882) se paga en Caracoles la tarifa
precedente, con deducción por flete a la costa de dos pesos quin-
tal métrico de mineral, el mejor precio conocido.
III.
PRODUCCIÓN CfALCULADA DE LAS MINAS DB CARACOLES,
SSCRPTUANDO LAS DKSCUBKIDOIIAS, SEGÚN DATOS TOMADOS DE
BUENAS FUENTES.
Grupos. Marcos finos. Total de marcos.
GKCPO DE LA DESEADA.
Mina Calameña 105,000
i> Estaca Flor del Desierto 43,000
> Estrella 15,000
163,000
GRUPO DE LA DESCUBRIDORA.
Mina Valencianita 22,000
i> Todos Santos 10,000
]> Panchita, Copiapina, Flor de
María, Atalaya, San Ramón,
Ferro-Carril, Guadalupe 3,000
GRUPO DB SAN JOSÉ.
Mina Niza 84,000
j> Victoria 45,000
D Santa Fé 35,000
€ Esmeralda del Norte 12.000
> Id. del Sur 15,000
35,000
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— 427 -
Mina Colorada 30,000
^ Federico Errázuriz 40,000
]» Garmendia 15,000
» Perseverancia 150,000
» Jostioia 90,000
j> Saturnina 10,000
» Buenos Aires, Demasías, Abas-
tos, Cleopatra, Bella Elisa,
San Carlos, Invitación, Sal-
vadora, Huérfana, Carmela,
Úrsula, Espatriada, etc 20,000
GRUPO DE Ul SUD AMÉRICA.
Mna Sud América 45,000
i> Gallofa 25,000
i> Monitora 10,000
» Federica, Carmen de Bonilla,
Lealtad, Improvisada, Bel-
dad, Aconcagüina, Amazonas,
Oriente, ChañarcUlo i otras.. . 10,000
GRUPO DE LA FORTUNA.
GRUPO DE QÜBBRiDA HONDA.
Mina Juana 80,000
D Vallenar 16,000
j> Al fin hallada 30,000
546,000
90,000
Mna Merceditas del Alto Perú 15,000
» San Félix 6,000
i> Fortuna 4,000
» Concordia, Laura, San Rafael,
Opositora, San Ignacio, Mo-
nona, San Andrés i varias
otras 12,000 37,000
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"^^l!Bg^"
— 428 —
Mina Belé», Elisa, Lealtad, Estaca de
AI fia hallada, Dolores 1.%
Carmen de Carabantes, Con-
ciliación, Candelaria de Gren-
nett, Buenaventura, Reven-
tón de plata, Noviembre, Pla-
tón, Francholina, Olorinda i
otras 15,000
GRUPO DB LA SAN JUAN.
Mina San Juan 52,000
» Santa Rosa 10,000
» San Ramón 8,000
» San Pedro, Atahualpa, Bandera
Chilena, Teutónica, Franc-
klin, Bio-Bio, Carmen, Sou-
venir i otras 6,000
SRUPO DE LA JULIA O 8IRRRA DB PINTO.
Mina Julia 100,000
D Maximiliana, Aurelia, Santa
Inés 20,000
GRUPO DK LA ISLA.
Mina Rosa 12,0000 .
j> Rosales 70,000
» Desempeño 60,000
» Patria 15,000
> San Julián 7,000
» Mapocho 25,000
j> Estaca Disputa ... 12,000
» Reventón 16,000
141,000
76,000
120,000
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~ 429 —
Mina Tres Amigos 40,000
> San Martin i Emilia 25,000
» Chilena 6,000
» Esilda 120,000
> Galilea 25,000
» Elisa, 20,000
» María - 12,000
» Natalia 6,000
» Andaoollo • 8,000
» Maipo 5,000
» Vicenta 3,000
» Dolores 4,000
» Santo Domingo 4,000
9 Al fin hallada 6,000
j> Loca 5,000
» Ernestina 8,000
» Aurora. 3,000
» Bocambor, Victoria, Codiciada,
Antaca i Rosa, Rita, Emilia,
GhalIacoUo, Pueblino, Dispu-
ta, Clarisa, Crispina, Limbo,
San Rafael, Espatriada, Por-
tuguesa, Libertad de Chile,
Rosario, Itata, Caspana, Co-
piapina, Janeqneo, Huantaja-
ya, Santo Tomás, Amalita,
Tres Hermanos, Ánima, Mer-
jeUna, Ramona, Agustina,
Abundancia i otras • 25,000
GRUPO DR LA BLANCA TORRR.
Mna Blanca Torre 27,000
j> Santa Isabel 30,000
» San Rafael 5,000
l.64t),000
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— 430 —
Mina Justina 4,000
D Bienvenida, Estaca Isabel, Ma-
ría Mercedes, Virjen, Amoni-
ta, Animas, Carmelita, Mila-
gro, etc 5,000
71,000
GRUPO DE BELLA- VISTA.
Mina Tres Amigos 10,000
i> Olivia 12,000
» Andacollo de Oriente 6,000
i> San Francisco 4,000
3) Zoraida, Santo Domingo, Deli-
rio, Lucila, Dolores, Patago-
nia, Sofía, Bella-Chilena, Des-
cubridora, Independencia, Ro-
sa, Doce Apóstoles, Curicana,
Leonor 12,000 44,000
Suma total 1.972,000
Es indudable que al formar la nómina de las minas que algo
han producido en los distintos grupos del mineral, se nos habrá
escapado algunas de ellas, pero esto no altera en manera alguna
\m cálculos que hemos formulado.
17.
CUADRO QUE MANIFIESTA LOS GxVSTOS QUE HA ORIJINADO GARA-
COLES DESDE SU DESCUBRIMIENTO HASTA EL 3 DE JUNIO
DE 1882.
(Datos exactos.) — Gastos hechos por minas
Descubridoras $ 7.333,372
Id. del resto del mineral... 11.000,058
Total $ 18.333,430
Digitized by
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~ 431 —
t^or los datos qae se ha podido recojer, se cálcala que los gastos
hechos en la esplotacióu del mineral en jeneral, con escepción
de las minas descubridoras, es mayor en un 50^ a los hechos
por éstas; cálcalo que creo mui aproximado.
Tenemos, por consiguiente, que Caracoles ha producido 4 mi-
llones 563,685 marcos finos, que valorizados a diez pesos mar-
co, forman un total de 45.636,850 pesos, i que ha gastado
18.333,430 pesos. Queda entonces una utilidad de 27.303,400
pesos.
La mayor producción de este mineral, todo su apojeo puede
decirse, fué desde mediados del 71 hasta fines del 77.
Los gastos de esplotación en los primeros años, sobre todo,
fueron escesivos, pues los artículos de primera necesidad, a can-
sa de lo subido del precio de los fletes de la costa al mineral, te-
nian un valor exhorbitante.
Un dato que parecerá increíble. El agua potable valia el año
1871 i parte del 72, tres pesos la arroba; el agua salobre, la
misma cantidad, para los animales, dos pesos cincuenta cen-
tavos.
Pero lo que parece mas increíble aun, es que actualmente la
situación económica de Caracoles i desde el principio de la gue-
rra, o sea, desde que este territorio entró a formar parte inte-
grante de la república, es, si no peor, igucd a la que conocimos
el año 71, cuando todo era caro i para lo cual tenia razón de
ser, como mas arriba queda dicho. Sin embargo, al presente los
fletes de subida son de un peso cincuenta centavos por quintal
español, i los de bajada ochenta i cinco centavos. El agua vale
cincuenta centavos arroba la dulce i diez centavos la salobre!
c[El por qué de esta anomalía, se esplica por la razón sencilla
de que los fuertes derechos de internación que tienen que pagar
los artículos necesarios para el trabajo i esplotación de las mi-
nas, desde aquella fecha, han hecho duplicar, i aun mas, el valor
de ellos. En tiempo de la administración boliviana, habia libe-
ración de derechos para casi todos, lo que era una poderosa
ayuda para la industria minera en estas rejiones. Hoi nos en-
contramos con que el mineral está en el mas completo broceo,
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— 432 -
puede decirse, i con que, si semejante estado de cosas no cam-
bia, probablemente tendremos que abandonarlo antes de macho.
No será posible, de ninguna manera, continuar trabajos de in-
vestigaciones i reconocimientos, desde que todos los elementos
que i)ara ello se han menester, tienen un precio exajerado, i por
la misma causa no lo es menos el jornal de los operarios. ¿Se
preocupará de esta situación nuestro paternal gobierno? Mucho
lo dudo; i para así creerlo, tengo buenas i poderosas razones.»
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'4
CAPITULO XVI.
LA FLORIDA.
Descubrimiento casual del mineral de la Florida en junio de 1873. — Im-
portancia de este hallazgo como solución de un vasto problema minera-
lójico en el desierto de Atacama. — Cómo Araya Sierralta, minero de
cobre de Cerro Negro, buscando una yeta de este metal , descubro el
morro de 1h Florida i sus vetas piíncipales. — Sus camaradas de descu-
brimiento i el «rodado del burro», del peón Qniroga. — Ara^a Sierralta
se traslada a Chañaral i a Gopiapó. — Indescriptible oscitación que esto
descubrimiento produce en las rej iones mineras del Norte. — Singulari-
dad de los rodados de la i^Vortrfa.— Primera visita e informe pericial del
injeniero Campino.— La Placilla. — Obstáculos naturales que encuentra
el desarrollo de este mineral. — Plaga de pleitos i de denuncios que los
agosta. — Sa considerable producción durante los meses de su bonanza
en 1873-74.— Su rendimiento en 1875 i su estado actual. — Visita del
injeniero Fonseea en diciembre de 1873 i sus aceiiíadas opiniones sobre
el mineral de la ^¿orúfa.— Esperanzas!
I.
Uno de los mas notables aspectos bajo el cual
deberá mirarse por el chileno, sea apire u hombre
de estado, el descubrimiento de Caracoles, es el de
la comprobación efectiva, jeográfica, mineralójica
i jeolójica que allí se obtuvo no solo de la abun-
£L L. DE LA P. — 55
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- 434 -
dancia de yacimientos metalíferos en el desierto,
(lo cual contradijeron antes del hecho sabios emi-
nentes), sino la trabazón estrecha de aquellos,
casi sin solución de continuidad. Porque la piedra
de plata córnea maciza que en aquellas sierras re-
cojió el arriero Exequiel Keyes, que no sabia leer
ni escribir, en la mañana del 25 de marzo de
1870, era una comprobación evidente de la conti-
nuidad jeolójica de la cadena que comenzaba en
Tres Puntas, o mas propiamente en Arqueros,
Agua Amarga i Charlarcillo, para ir a terminar, a
la distancia de 400 leguas en Huantajayaj junto
a Iquique, por el lado del mar, i en los minera-
les del Inca i San Bartolo hacia Calama i ¿u frí-
jida cordillera, hasta los antiguos i opulentos Lí-
pez de que habla Alonso Barba.
I esta importantísima solución práctica, que hoi
puede contribuir mucho mas eficazmante que la
puja callejera de acciones a establecer la verdade-
ra importancia industrial de los descubrimientos
de Cachinal situados en el centro jeográfico de
aquel sistema, recibió casi inmediatamente después
del haUazgo buscado e intelijentemente solicitado
de Caracoles, una nueva i poderosa manifestación,
en una rejión intermedia entre Cachinal i Tres
Puntas.
II.
Tal fué el encuentro completamente casual del
/GooQÍe
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— 435 -
mineral de plata de la Florida^ ejecutailo en el
paralelo de Chañaral (25'' 26') i a 70 kilómutros
de este punto de salida, por im rudo annqiie es-
perto minero de cobre, hijo de Vallenar, que tra-
bajaba al pirquén una mina de ese metal, conoci-
da con el nombre de Carmen Alto^ cu los pánunos
cupríferos de Cerro Negro • Llamábase este de*scu-
bridor, que no era arriero como Juan Gocloij como
Cuellar ni como Oaorio, ni indio ladino como
Chamblao, ni cangallero como Méndez^ sino un
minero práctico i profesional, Ramón Araya Sie-
rralta, i se ocupaba en esplotar pobremente una
veta en aquellos solitarios parajes, acompuñado de
tres barreteros cuyos nombres son o fueron Juan
Antonio Jorquera, Francisco Contreras i Matias
Quiroga-
III.
Como minero de cuna i de cuña, solia Araya
echar su mano de cateo por las lomas círcau veci-
nas; i un dia resolví i ó dirijirse con Jorquera a uu pi-
cado de cobre que existia en la falda do un peque-
ño morro i que un minero andariego i de buen ape-
llido (Casiano Segura) le habiu indicado como de
seguro rendimiento i leí de 14 quintales por cajón.
Distaba el vistoso morro de aquel corto derro-
tero, elegante miniatura del de Ohauareilloj co-
mo este fuéralo del de Potoí^í, solo legua i media
hacia el sur de la mina Carmen Alto, i en una
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»
\
~ 436 —
fresca maüana de junio de 1873, partió el pirque ^
ñero a hacer un reconocimiento acompañado de
su trabajador de mas íntima confianza en la cua-
drilla, el ya mentado Jorquera. Como de costum-
bre en el desierto, no llevaban los cateadores para
tal empresas! no estos tres utensilios que cabian ea
una alforja: una botella de agua, una cuña o jauca-
na, i tratándose de un picado o veta abandonada,
una pequeña lámpara de mina.
IV.
Era probablemente dia domingo, dia de des-
canso, i como sucede casi siempre en las empresas
de cateo, los dos barreteros que se habian queda-
do en la mina, Contreras i Qiiiroga, pusiéronse a
seguirlos. Hemos oido decir que el último iba ca-
ballero en un borrico, por pereza o por lo que pu-
diera acontecer.
Llegados al lugar designado al pié del niorro,
Sierralta prendió su lámpara i descendió al picado
de cobro, pero luego, i como desconsolado por el
chasco, volvió a subir diciendo a su compañero:—
ccEsto no es para nosotros. — Es p ira ricos, porque
el panizo es mas de plata que de cobre.»
Este desengaño no obstante, i talvczacausade
él, subióse Aniya al morrito, mientras Jorquera
le aguardaba sentado en el vlesmonte de la boca-
mina despoblada. En este intervalo habian llega-
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— 437 —
do, i después de descansar iin rato dieron la vuel-
ta a su faena, Contreras i Quiroga, circunstancia
que nada vale pero que en los pleitos de descu-
brimiento es lo mejor de la veta para tinterillos í
abogados.
V.
De repente oyóse en el portezuelo que da arran-
que al morro calizo i blanquecino que se llamó des
de entonces de la Florida un grito de alegría. Era
el eco sonoro de un nuevo descubrimiento, por-
que Araya Sierralta habia levantado del suelo
un riquísimo rodado, i mostrándolo desde lejos
a Jorquera le gritaba con una palabra chilena:
— Hombre^ aquí está.... el nido de los hueoos. En
una relación autorizada, escrita por uno de los
propietarios posteriores del descubrimiento, se
refiere que la manera como Jorquera manifestó
su regocijo fué, según antes recordamos, dándose
una vuelta de carnero, lo que es propio de los há-
bitos jimnásticos del roto i del minero. A los gri-
tos volvieron Contreras i Quiroga, i alguien nos ha
referido que este último, empeñado en hacer cami-
nar aprisa su asno, cojió del sendero un guijarro,
i al levantarlo para arrojarlo airado a la cabeza
del animal, notó que era un macizo rodado de
plata, por lo cual se dio a descubridor.
De regreso los últimos, pusiéronse los cuatro
compañeros a rejistrar con avidez el cerro, i ea
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II 'J«.^J" ^■^^■^T'
— 438 ~
menos de dos horas encoutmron los revento-
nes de liis dos vetas que se llaman desde en-
tonces Descubridora i Andacollo. El principal,
o mas bien el único descubridor ofreció a cada
uno de sus tres compañeros cuatro barras de
la Düscnbritioraj reservándose la Andacollo para
partirla con un hermano. En seguida, recoj leudo
de prisa los tu as ricos rodad os , marchóse a su mina
con Jorquera í de allí a Cbañarulen demanda^ co-
mo Juan Godoi, de algún afortunado habilitador.
Con t re ras i Quiroga quedaron en el morro encar-
gados de encubrir los crestones contra intrusos^
aunque fuera coa sus cuerpos, aunque fuera con
sus cadáveres.
VL
Llegado a Chañaral, procuróse Araya Sierralta
50 pesos; i llevando eu una carg¿i sus mas ricos
rodados, marcho por tierra hacia Caldera^ a cuya
ciudad llegó el 22 de junio í a Copiapó el 2;í,
Otorgados los pedimentos^ regresó el descubri-
dor inmediatamente a la Florida; pero en la misma
cartera en que guardaba aquellos, llevaba los plei-
tos en enjambre, porque el infiel Quiroga, faltando
a la confianza del amigo i del patrón, se habla
bíijado a Chaüaral i dado la grita a bi gula del me-
tal; de tal suerte que euaudo el verdadero descubri-
dor llegaba, vio desde la distancia hormiguear el
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— 439 —
Cerro de jente i de denuncios, que eran otros tan-
tos litijios. Filé el principal de éstos el de la men-
sura de estacas que el intendente de Copiapó dio en
persona el 2 i el 3 de setiembre a los que mejor tí-
tulo alegaron al descubrimiento de la Descubri-
dora i de la AndacoUoj «amparándolos, dice la
dilijencia posesoria, en nombre de la nación», como
en las posesiones antiguas se decia a:a nombre del
rei.í
El perito medidor fué el hábil injeniero de mi-
nas don Samuel Valdés Vicuña, pero mas fueron
los descontentos que los satisfechos con la rica
merced. (1)
Vil.
Por lo demás, el descubrimiento de Cerro Ne-
gro, como se le llamó en los primeros días, hasta
que alguien inventó el poético nombre de La
Florida, popularizado por Garcilaso i por Lau-
mann i Kemp, alcanzó voga estraordinaria, como
(1) En 1873 se publicó un vivo folleto contra lá mensura de
las vetas principales, por don Ambrosio Mandiola, con el titulo
de La Mensura de la Florida,
El cargo principal que se hizo a los peritos fué el haber otor-
gado todo el mineral, que era el cerro de la Florida entero, a
los descubridores, despojando así a otros que habian llegado
después. En este adverso lote cayó la mina Japonesa, que ha
sido la i\nica verdaderamente rica del asiento, i otro denuncio
de importancia que hiciera allí don José Victorino Lastarria.
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*^^f5^íH
— 440 -
hallazgo hecho en época de crisis, i supo a mane-
ra i sabor de cazuela de ave para el estómago de
un hambriento. «Ayer, decia una carta de Copiapó
publicada en el Mercurio del 30 de julio de 1873,
se han presentado a la diputación de minas pe-
dimentos i piedras de un descubrimiento tal, que
si no hai engaño en cuanto al ancho i corrida de
la veta, la cosa promete ser tan magna, que ten-
dremos un nuevo Chañarcillo. Caracoles no se
le asemejará.
dLh situación i riqueza es la siguiente: al nor-
este de Chañaral de las Animas (puerto) i como
a 16 leguas se encuentra el mineral de Cerro Ne-
gro, i como a legua i media al sur de este mineral
se encuentra lo descubierto. Hai dos vetas princi-
pales que se cruzan: la Descubridora i la Rosario
de Andacollo. La primera, de norte a sur, es como
de una tercia de ancho, pero la segunda es de dos
tercias cuatro dedos (al decir minero). Los roda-
dos i trozos de crestón que he visto son tan ricos
que, sin la menor exajeración, es una semi-barra
en cloruro de 8000 marcos por cajón. Nadie pone
en duda que las muestras son rodados, i los trozos
de la veta indican que es mineral superficial aso-
leado.
j)Los descubridores dicen que hai mucha roda-
zón i que la veta Bosario es la mejor, i en toda su
estensa corrida de manifiesto no es mas que una
semi-barra tal como las muestras.
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^ 441 —
dNo te podré decir cuántos son los pedimentos
solicitados; pero a las dos horas de haberse sabido
la noticia, la escrib¿inía tendria unos cien des-
pachos.
j)El nuevo descubrimiento o mineral ya se le
llama La Florida.
D¿Para qué te hablo del entusiasmo desplegado
por los activos copiapinos? Básteme decirte que
desde las doce del día de ayer principiaron a sa-
lir compañías cateadoras a desafiar el desierto i
otros toman el vapor que sale mañana a las 9
A. M. para estar en Chañardl a la tarde. Creo,
pues, que Copiapó, Caldera i Chañaral se encon-
trarán honrosamente representados en las aspe-
rezas del desierto por una falanje de mineros es-
forzados. )e>
«Figúrate, decia otra relación del Copiapino^
dos cerritos como el Santa Lucia, uno a continua-
ción de otro, unidos por un bajo portezuelo. En
el del norte está la veta AndacoUo. ¡I qué veta,
Santo Dios! 75 centímetros de ancho i la vena de
metal tau rica, que algunos fanáticos mineros
dicen que es como queso. Digo así, porque se pue-
de cortar con un cuchillo. ¡Dónde creerás que a
alíTunos les dan íj.inas de darles un mordisco a
esas piedras, como haciendo la intención de tra-
gárselas!^
EL L. DE LA P. — bli
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— 442 -
VIII.
Uno de los fenómenos mas peculiares i carac-
terísticos del nuevo mineral del desierto consistía
en su estraordinaria riqueza al sol (8 mil marcos
por cajón) i en su crecido número de rodados,
casi todos de plata maciza, como si aquellos conos
hubiesen sido dos pequeños volcanes arjentíferos,
que en vez de lava hubiesen arrojado un torrente
quebradizo de plata a la superficie. «Los rodados
eran tantos, decia una carta familiar publicada en
el Copiapino de aquel tiempo, que los cateadores
se me figuraban pollitos hambreados^ a cual comía
mas lijero. Estaban como jugando a la recojida.
Hai un rodado por el que su dueño pide mil tres-
cientos pesos....»
I todo aquello no era un engaño, porque la ve-
ta Japonesa dio por sí sola en nueve meses un
millón de pesos i no fué menos prolífico el parto
mellizo del cono de la Descubridora. Hasta dos
mil personas se habían trasladado a aquel empo-
rio, i antes de cerrarse el año del descubrimien-
to «habíase formado allí (así dice una relación)
una placilla a lo natural^ i así la vida se hace
confortable. Ahí se come bien, aunque un poco
caro, i el agua, que al principio costaba 10, 12 i
mas pesos la carga, ahora me dicen estar reducido
el precio a tres. En el primer momento del des-
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— 443 —
ciibrímieato un caballo por alquiler importaba de
100 a 150 posos, aliora lo tienes por IO.d
lios hombres de ciencia se aunaban al ponde-
rativo vulgo para augurar venturosa prosperidad
al floreciente asiento, i el injeniero de minas Gara-
piño que fué el primiM-o en visitarlo, se espresaba en
ese sentido en un informe pericial que los diarios
de Valparaíso publicaron el 13 de agosto de 1873,
esto es, 40 dias mas o menos después de la aven-
tura de Sierralta i la vuelta de carnero del peón
Jovqaera» (que en breve murió del golpe), del as-
no, de la piedra i de la traición de Qniroga, todo
junto en un solo drama. El último también ha
muerto ahogado en el pozo de una panadería en
Taltal.
«En algunas muestras de las vetas de la Anda-
eolio i de la Descubridora, decia, en efecto, el pe-
rito ya nombrado, se nota algo como si hubiese en
ella plata blanca i efectivamente la hai, pero ella
forma una especie de vscorificación superficial,
proveniente de la i-educción del cloruro por la
temperatura i acción atmosférica!).
«....Respecto de la riqueza de la combinación
metálica de los criaderos descubiertos i formación
jeolójica de la roca, no deja nada que desear para
formarse una alta idea de la importancia de lo
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_ 444 —
que se híi encontrado en la aSíena Flondai>, pero
el rumbo que indican los reventones con respecto
a la dirección de la sierra, es lo único que me
hace abrigar algunas dudas, aunque en el de la
Andacollo no es tan notable por 1) ucear, en esa
estrerao, la sierra hacia el naciente.
i>Esta circunstancia es observación particular
que yo he hecho en todos los distritos de plata
descubiertos en el pais, desde Arqueros hasta Ca-
racoles; i no solamente la encuentro confirmada
en los criaderos arjentíferos^ sino también en los
cobii foros de la Laja, Tamayaj HigucrLi, Carrizal,
Punta de Cobre, Cerro Blaco i les Animas. Omito
entrar sobre esto en esplicaciones detalladas por
ser el asunto algo complejo para tratarlo en un
informe de la naturaleza i dimensiones del pre-
sente en que la premura del tiempo me obliga a
ser breve í),
XL
Sin embargo, i desde la primera hora del de-
nuncio de la Floriday mil obstáculos stnjieron para
combatir su sano desai^rollo, -la lejanía, lo de-
samparado de los parajes, \\\ carencia casi absolu-
ta de agua que se vendía en los principios al pre-
cio del mejor vino, la eouside rabio distancia del
puerto de salida (Chañaral), toílo era una barrera;
pero ninguna superior a los pleitos.
Es ya a este propósito casi uu axioma en las
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— 445 —
minas del norte que mas pingüe ganancia alean-
zan los que no se mueven de sus casas i merorlean
en torno de las escribanías, minas de papel en al-
cance permanente^ que los que trabajan i descu-
bren con mil peligros en el desierto o la montana,
I la suerte de Araya Siorralta, que hoi arrastra
existencia tal ve 7, mas infeliz que antes de su ha-
llazgo, es triste confirjnación de lo que decimos.
Desde Cliañaral, Caldera i Copia pó se denunció»
en efectOj toda la comarca de Cerro Negro, pero
solo al rumbo i al tanteo, i algunos de los denun-
cios eran tan si o g id a re a i estravagantes que se-
gún el distinguido i malogrado injeuiero don En-
rique Fon seca que visitó el minei'al en diciembre
del año del descubriniieiito, muchos de los pedi-
mentos hablan sido hechos de memoria i con in-
dicaciones como ésta i otras semejantes — era cua-
dra i media de la Descabridoray^ o 'tal norte de
una de las DesnuhridorasiK i couio el cerro de la
Florida no tenia sino una o dos cuadras de ám-
bito, resultaba que los recien llegados iban de-
nunciándolo sucesivamente cu tero i cada uno Da-
ra sí
XIL
El mineral de la Florida, envuelto así desde su
primer harrctazo de la guia en una nube densa
de esterilizáis tes pleitos, no lia corrcsportdido a
las esperanzas ni al bullicio que en torno de su
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— 446 —
característico mogote formó el enjambre sin reina
pero bien nutrido de zánganos, que llegó allí con
el viento de la fama.
Sin embargo, la riqueza mineralójica del pani-
zo de la Florida estaba perfectamente indicada
por la configuración del terreno, las ostratas i la
dirección de las vetas que el injeniero Fonseca
encontraba mui semejantes a los de Agua Amar-
ga. I en consecuencia suponía que, una vez que
confliiyeran en el fondo del cono las vetas de la
Japonesa que, a su juicio, era el núcleo principal,
con las demás ramificaciones, se producirla lo que
los mineros llaman el empalme^ i como consecuen-
cia, una estraordinaria riqueza.
ííUna observación digna de notarse en este fe-
nómeno, dice a este respecto el señor Fonseca,
tan prematuramente fallecido para la ciencia i su
renombre, observación confirmada en todos los
minerales de plata de esta provincia, es que, cuan-
do dos veneros se cruzan, cualquiera que sea su
potencia, produciendo empalme o simple crucero i
beneficio en él, la estensión horizontal en que la
riqueza existe es tanto mayor cuanto mas agudo
es el ángulo de encuentro, ya sea que se crucen
dos criaderos o uno con un crucero, i según que
los recuestos sean en el mismo sentido. Ejemplos
de este fenómeno se tienen en suma abundancia.
Así, en la mina Andacollo, de este mineral, se
verifica que el beneficio actual está eu el empal-
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- 447 —
me de la veta Oriente con el manto Andacollo.
En la Buena Esperanza del mineral de Chimbero
los mas ricos beneficios han estado estendidos en
la serie de empalmes de los diversos mantos de
esta mina con la veta Buena Esperanza o de los
mantos entre sí. En las minas Carmen i Virjinia
de Lomas Bayas, la riqueza abundó asombrosa-
mente en el empalme de la veta Tercera con la
larellón. El empalme de las guias de la Huana
con la veta Descubridora de Chañarcillo, produjo
el enorme beneficio por riqueza i abundancia de
que jamás mineral de plata en el mundo ha dado
ejemplo: ¡20 millones de pesos de producto líqui-
do en una sola mina! El empalme de las mismas
guias con la veta Candelaria en el manto de Pe-
7^alta^ etc. Guando el ángulo de empalme es recto
o próximo a serlo, el beneficio, si existe, no tiene
estensión horizontal notable, jeneralmente menos
que mediana, casi nula. En este caso, en la verti-
cal suele tener alguna importancia, lo que depen-
de esclusiv¿imente del espesor de los panizos bon-
dadosos del terreno, siendo de notar que solo la
mina Betamo del mineral del Romero haya dado
una suma respetable de marcos de plata en cru-
zamiento de esta especie, pues todos los demás
conocidos hasta ahora no han dejado de que ha-
blar ni provecho que recordar. En la Florida
pueden citarse en este caso las vetas Santa Bita^
Buena Vista ^ Descubridora, etc.»
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-- 448
XII.
En sus rápidos dias de bonanza (1873-74) la
Florida produjo dos o tres millones de pesos al
sol. Pero a corta profundidad dio en un broceo
persistente que dura todavía. Según Domeyko, la
producción del mineral fué en 1875 de 184,588
quilogramos de metal que produjeron 3,167 qui-
logramos de plata, lo que evidenciaba todavía, pe-
so por peso, en la mano i el crisol, la riqueza in-
trínseca de aquellos.
Los trabajos de las faenas se continuaban en
esa época en nueve pertenencias i con 198 ope-
rarios.
XIV.
Desde aquel tiempo van corridos siete años, i
éstos han sido los de las vacas flacas del sueño
faraónico. El mineral ha continuado costeándose
en sus dos vetas principales (como la Mercedes, de
Arqueros) pero sus animosos dueños no descon-
fian del porvenir, i todos los dias aguardan el ven-
turoso telegrama del alcance eternamente espe-
rado, pareciéndoles que ya ven pacer en el árido
páramo, convertido en risueño verjel, el hato gor-
do i lozano del rei ejipcío. (1)
(1) Contínnaraente se anuncian, en efecto, alcances de im-
portancia en la Florida, i sin ir mas lejos hé aquí ano que pu-
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¡
^^^w^
- 410 —
Pero las aguas del Nilo no se han hinchado
todavía, la campiña no ha sido inundada, i los
mineros de la Florida, como Hernando de Soto
en las márjenes del Missisippi, viajan sedientos en
busca de la fuente de la vida, que otros han creí-
do hallar algo mas lejos, al pié de las áridas are-
nas que llevan el nombre, un tanto nebuloso to-
davía, de Cachinal de la Sierra.
blicaba el Industrial do Antofagasta, el 3 de octubre de 1881:
«La Descubridora es una pertenencia que encierra ocbocien^»
tas varas, casi todo el cerro. La cruza la famosa veta de la An-
dcccollo, en su andar, la Buena Vista, la San Antonio i vari» i
otras que fueron mui ricas al sol.
]>De manera que los alcances tienen que sucederse i dar siem-
pre grande importancia a aquel emporio de riqueza.
>E1 alcance que ahora se anuncia en planes tiene metro i
medio, i se cree llegar al crucero que le hace la veta Andacolh.
No nos estrañaria que nos dieran cuenta que la Descubridora
tuviera un fenomenal ancho en su alcance. Lo raro es que aquel
pequeño cerro no produzca metal de baja lei, sino barra i semi-^
barra puramente, para hacer que sus socios cuenten la plata
faltándole el sello solamente]».
EL L DE LA P.— J<
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^ 46o -.
ANEXOS AL CAPITULO XVI.
I.
CARTAS SOBliE EL MINftRAL DE LA FLORIDA.
(Fragmentos).
Pa?i de Azúcar ^ setiembre 28 de 1882.
Señor B. Vicuña Mackenna.
Santiago.
Apreciado señor:
aHallábnnse trabajando en un pirquén, en la mina Carmen
BajOj príípiedad de Francisco Orrego (mineral de Cerro Negro)
fio Ramón Araya, ño Quiroga i ño Contreras; todos barreteros
como Jorquera que habia llegado de visita.
dLos tres primeros se convidaron para ir al cerro de la Flori-
da, que hasta ese entonces solo habia sido considerado como
panizo cobrizo, i en cuya punta sur existia la mina Santa Sosa,
que en época lejana habia trabajado en ella el estimable i des-
graciado minero i comerciante don Liborio Ortiz, administra-
dor mas tarde de la Esploradora, que hoi, después de engaños i
desengaños, duerme en humilde sepultura en el panteón de
Chañaral.
dLos convidados subieron al cerro i se bajaron al naciente.
No habian andado muchos pasos cuando se encontraron al frente
de la que hasta hoi se denomina Descubridora, de la cual^ no ha
mucho tiempo todavía, sacó libres «de polvo i paja» el socio
arrendatario don José Varas, mas de 63,000 pesos de 0.900 de
lei, habiendo subido la producción de 80,000 péB(^.
j)Araya dejó escarpando la veta a Quiroga i Conteras, conti-
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1
I
— 451 -~
nuaado él uias adelaate, en cuya aadanz'i eacoatró la Andam*
IlOy célebre por su producción i sas ciiestioae?. Esto tenia lugar
eu los primeros dias de julio de 1873.
jpAraya se fué a Copiapó, donde hizo los pedimentos, dejando
sin parte en la Anddcollo a los socios Qniroga, Oontreras i Jor-
quera.
^bCon tal procedimiento se entabló una querella contra Araya,
en que nada sacaron, porque apesar del concienzudo fulla de la
Corte de la Serena, lo anuló la Suprema.
>E1 producido de la Florida debe ser el siguiente:
]^Su estado actual es casi una agonía. Da sus poquitos i c.%-
morrea,
íAraya se retiró al Huasco, donde vive del producido de na
fondo de campo, comprado con los producidos de la Fhrkla.
DQuiroga, que tanto remolió en Chafiaral, no faltándolo un *
elegante futre que le tuviese el caballo de la brida, mnñh abo-
gado como ratón en una noria en Taltal. Ya hace un poco mas
de dos años. |
»Jorquera falleció en Copiapó, según algunos, según títrosi, ea ,
Valparaíso. :
íConlreras, según he sabido, vive en un pueblo dü la indus- i
triosa Aconcagua, gozando lo demasiado poco que pudo ,'iftGrtr de
la Descubridora. ^
dDou Samuel Mandiola i Agustín Fraga, descnbriJorea úe ||
la Japonesa^ pertenencia que les arrebató la AndacoUú^ el pri- |
mero existe en una hacienda al interior de Copiapó, i el otro se i
halla en el ejército, creo que como teniente coronel do míHcias, j
íGalleguillos, descubridor de la Tránsito^ que tanto ruido '
metió, anda mas atrasado que la pobreza. No ha mucho dias
estuvo aquí, procedente de Cachinal de la Sierra, mineral bíü
ningún mérito, según sus conocimientos. En estos momentos
trabaja pobremente una mina en las Animas.
>TjOS demás que descubrieron no deben tomarse en cqii3Í<1o-
ración, por la ninguna importancia de las minas que oucontra-
ron.
»Eu la Florida no hubo mas que mereciese llamur con juüti-
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— 452 —
cía las atenciones, que la AndacoUo la Descubridora i la Japo-
nesa. Las demás no han pasado mas allá que de tener nombre i
producir pérdidas, incluso Valparaíso i Deseada, que no costa-
ron a sus dueños menos de 25 mil pesos de pérdidas.
]» Créame siempre mui obsecuente servidor suyo.
-b Máximo Villqfior3.
II.
Chañarais octubre 3 de 1882.
Cuestionario sobre lv <iflorid\i>. — Ante todo, la Florida
no está en la subdelegación de Chafiaral. Corresponde a la sub-
delegación 19 de la Florida, en el departamento de Copiapó.
Pero su surtimiento i acarreo de metales se hace por el pnerto
do Chafiaral.
En el mismo caso se halla el mineral do plata de MerceditaS;
a 14 leguas sar-este do Chañaral.
1.^ La Florida fué descubierta el 29 de julio de 1873 por Ra-
món Araya Sierralta. Éste salió de la mina de cobre Porvenir ía
Cerro Negro, con sus companeros de pirquén Matías Quiroga,
Jorquera i Contreras, a inspeccionar o rejistrar unos picados de
cobre al pié del cerrito en que está la Descubridora. Ramón
Araya encontró el primer reventón de semi-barra de la Descu-
bridora, i llamó a sus compañeros.
A dos cuadras, poco mas o menos, al ñor- este Matias Qairoga
descubrió la Andacollo.
2.® La Andacollo debe haber producido cerca de dos millones
de pesos.
3.** Ignoramos en Chañaral el paradero de Araya Sierralta i
de Jorquera. De Quiroga se sabe que hace como un afio, en es-
tado de ebriedad, se cayó eu una uoria o pique de agua de la
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— 453 —
panadería de Cheaa, ea Taltal, i pereció ahogado. De Contreras
Be dice que murió en el sur.
4.® Propiamente en la snbdelegación de Chañaral no hai mi-
nerales de plata, porque el departamento de Caldera, a que per-
tenece, está limitado a seis leguas de la costa, i las zonas de
plata se hallan desde ocho a treinta leguas de la costa en el de-
partamento de Copiapó.
Constituyen una escepción Yaca Muerta, a cinco o seis leguas,
i Cifunchos a cinco o seis.
Estos minerales se surten i hacen su acarreo de metales prin-
cipalmente por el puerto de Taltal i por el de Pan de Azúcar.
Aquél perteneciente a la subdelegación de su nombre i éste a la
de Chafiaral.
Además del mineral de Merceditas, hai al interior con acarreo
i surtimiento por vía de Chañaral los minerales de plata de San
Carlos, a 30 leguas, Vicuñas a 25 i Chivato a 20 leguas.
Estos minerales no son absolutamente de plata. Hai en ellos
plomo, cobre i nikel.
Don Santiago Zavala, socio de la Andacollo que se halla en
Santiago i a quien escribo por eáte vapor, que conoce a fondo
toda la historia del descubrimiento de la Florida i su producción,
dará a Ud. datos mas exactos.
No tengo tiempo para poner en lirapio esta carta escrita mui
a la lijera por haber estado pendiente hasta última hora de al-
gunos datos mas .
Su afectísimo amigo.
M. de la Rivera.
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CAPITULO xvrr.
LAS MINAS DE PLATA' DE LA REJIÓN CENTRAL.
(del CACHAPOAL ai. ACONCAGUA.)
Minas de plata al sur del Biobio.— Loa hermanos Outrningham i sus aíngu-
lares proyectos mineralójicos. — Minaa de la Placeta. — ^a MagdnleRa eñ
el mineral de Paquios de Rancagua* — Prudente coadldciti del minenl
de San Pedro Nolasco. — Sus dos corridas principales. — ProíiósticaJísl
siervo de Dios Bardes!. — Relaves i desperdicios do loa autigtioa.^El
socabón de Sazie, i recuerdos de este hombre iltistre en San Joaé* — Vi-
sita de Domeyko a este mineral en 18 12, i bu opinión favorable a ^u
veta real. — Visita del químico Zegera üu \%lh. — Diversos flnAlíaiji<le
cobres platosos i otras amalgamas. — GUlls, tímitli I Dana — Productai
del mineral de San Pedro Nolasco i en jeneral da la re j ion arjoutífera
del centro en 1674. — Goufírmación de la pobreza del mineiMl de San Pe-
dro Nolasco en el pasado siglo. — Rtjndimiento de I87ti.--L;is miDA^d^
plata de la Campana , de Quillota i favomble opinión que a:ibre elía-a
emite M. Pissis. — El mineral de Culenqnín, fronte a San Felipe t juicio
ventajoso que do el ha publicado el seaor Domeyko. — Datojí estadíaticas'
I,
La mayor parte de los autores aatígaos i todos
los modernos que han escrito sobre la tnineralojíii
de Chile, no hacen memoria de venas arjentíteras
conocidas o esplotadas al ísiir del rio Gacluipoaí.
Por demás singular parecerá este íenunieno jeo-
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— 4o5 —
lójico al investigador científico, desde que la for-
mación de las estratas tienen en toda la corrida
de los Andes mas o menos la misma estructura e
idéntica edad en sus solevantamientos. Sin em-
bargo, el padre Rosales habla de cierta poderosa
mina de plata conocida en su tiempo (1640) en-
tre los pehuenches; i hace pocos años un inglés,
mas conocido por su estravagancia que por su
buena estrella, recorría a pié i con vestidos des-
garrados todas las comarcas andinas i sub andinas
que atraviesa el Biobio en demanda de esa mina
u otra semejante. Llamábase este singular catea-
dor don Guillermo Cunningham, i era hermano
del conocido don Roberto Cunningham, vice-cón-
sul de Inglaterra en Talcahuano, dado también a
inventos de mineralojía, pues pasó toda su vida
haciendo esperimentos para fundir metales con el
calor del sol.... Era también este caballero aficio-
nado a viajes pedestres, como su hermano el ca-
teador de Arauco, i un cierto dia veraniego en
que se bañaba en la bahía de Talcahuano, vestido
de frac, según su cuotidiana usanza, i con som-
brero de pelo en la cabeza, como quien va de
visita, cuéntase que un chusco se le acercó en un
bote, i presentándole una carta, le rogó se la lle-
vara, prosiguiendo su acuático camino, al To-
mé (1)
(1) Un amigo nuestro í de los Cunningham, i además paisano
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— 456 —
II.
Desde el Biobio al Cachapoal no ha llegado a
nuestra noticia que ni en lo antiguo ni al presea-
te existan trabajos de minas de plata, a no ser
algunas vetas aisladas que con esfuerzo i fe cali-
de éstos, nos escribía a propósito de estas minas de Aranco i de
sus singulares esploradores al sol i beneficiadores por el sol, las
siguientes palabras en setiembre último:
«¿Tiene usted alguna noticia de la mina de plata que Guiller-
mo Cunningham (hermano del cóusul inglés Roberto Cnnnin-
gham en Talcahuano) buscó por tanto tiempo? Usted se acor-
dará que él era mas que medio loco, pero sin embargo hai poca
duda de que la tal mina existe: hace muchos años él me mostró
piedras mui ricas.
]>UItimamente me han mandado del sur del Biobio piedras
para hacer ensayar. Plomo 80 9Ó i plata de 27 marcos Cajón; ig-
noro si son vetas angostas o anchas. Por ahora no puedo con-
seguir mas datos, porque los dueños o descubridores guardan
su secreto. Creo que en el verano próximo se efectuará una es-
pedición formal.
]>Segñn cuentan los indios mansos de Angol, en la serranía
al oeste de los Sauces hai una rica mina de plata, i no hai duda
de que los indios de allá emplean plata mui buena para sus
adornos. Hasta me mostraron un peso falsificado de pl(Ua pura
i me lo dieron, pero no pude hacerlo ensayar, porque lo gasté
entre otros por equivocación (era antes de la inconvertibilidad).
>En el cajón de Antuco hai muchos minerales, i de todas cla-
ses. Pero hasta ahora no han sido reconocidos por mineros com-
petentes. El mas entusiasta i aficionado es un sastre de allá, i
él no entiende nada.j»
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— 457 —
fornienses ha estado trabajando en los últimos
años el animoso industrial don Leandro Luco en
el cajón de Curicó, lugar de la Placeta. Iguora-
mos también si las minas que el comandante
Condell cateó i trasegó en esas gargantas antes
de montar la gloriosa Covadonga, eran de plata,
si bien hubieran merecido ser de oro opulentí-
simo.
La mina de phita mas antigua i a la verdad la
única de que nosotros hayamos tenido conoció
miento al sur del macizo de San Pedro Nolasco,
es la que con el nombre de Magdalena^ memoria
de ima beldad chilena de que su dueño vivió pla-
tónica pero ardientemente apasionado, esplotó
con crecida fortuna por los años de 1846-48 don
Justo de la Barra. Esta mina, llamada también
vulgarmente Puquios^ existia habilitada en 1874,
i en ese año o en el precedente encontró en una
(le sus vetas (la Magdalena) una curiosa vena de
cobre platoso (sulfato arsenioso de cobre i plata)
el injeniero i antiguo minero de Huspallata don
Ramón Correa Rivera. (1)
(1) Véase el 4.® apéadice a la míaeralojfa, de Domeyko, Ana-^
ks de la Universidad correspoudienfces al raes de febrero de
1874. — La producción de esta mina fué en 1874, según el
Anuario Estadístico de ese año, de 249 quilogramos, o sea mas
de cinco quíntales de plata. En 1877 las minas de plata del de-
partamento de Rancagua rindieron 435 quilogramos.
EL L. DE LA ?.— 53
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458 —
111.
Al hacer en el primer capítulo de este libro re-
lación somera i al sol del orijen antiguo i de la
potencia mas ponderada que efectiva del mineral
de plata de San Pedro Nolasco, fundador de esta
industria en Chile, prometimos volver a desandar
nuestro itinerario para dar a conocer con mayor
detención la época media i moderna de aquel
asiento denominado jeneralmente de San José,
por el cajón en que se halla situado-
Llamábanlo todavía nuestros padres en los co-
mienzos del presente siglo «el Potosí de Chile»;
pero esto, a nuestro juicio, no era sino la verifi-
cación del viejo refrán castellano del pan i de las
tortas, porque no solo no habia entonces mejor sino
que no habia otro; i como era preciso ponerle algún
nombre de ufanía nacional, diéronle aquel. I tan
ajustado a la verdad es lo que decimos, que apenas
se descubrió en 1811 el mineral de Agua Amarga,
que fué un verdadero emporio metalífero, no vol-
vió ya a hablarse del Potosí del rio Maipo.
ly.
Las principales corridas del antiguo mineral
de San Pedro Nolasco existen casi intactas todei-
via, porque la de la Palma^ llamada también la
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— 459 —
Carlota^ solo fué trabajada coa empuje por el be-
nemérito médico i filántropo don Lorenzo Sazíe,
que tuvo el doble i jeneroso fanatismo de la cari-
dad i de las minas. La segunda corrida llamada
de San Simón, tiene hoi solo una mina en espío -
tación, la Famatina, i es fama que sentado en una
roca o montículo que da vista a esta veta el siervo
de Dios Bardesi, que en demanda de limosnas pa-
ra nuestro padre San Francisco visitó en sus dias
aquel asiento, profetizó que en tiempos no lejanos
habia de volverse el cerro todo de maciza plata,
milagro que aun no se ha cumplido, si bien su au-
gurio alienta al minero en su ruda labor de cada
hora.
V.
Por fortuna hoi, i después de acabarse por el
broceo del papel sellado los pleitos de minas en
aquel distrito, concentradas todas las labores de
la primera corrida en una sola i competente ma-
no, la del distinguido químico i miueralojista prác-
tico don Francisco de P. Pérez Caldera, existe
fundada esperanza de llegar al beneficio por el
camino de la paz, único filón que en este país liti-
gante ha solido enriquecer a los afortunados, es
decir, a los cuerdos. El señor Pérez Caldera pro-
sigue el ftimoso socabón que a saltos i como
un verdadero laberinto de Creta llevó hacia las
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— 460 —
altas labores de la primera corrida, con el fin de
ventilarlas, desaguarlas i esplotarlas el doctor
Sazie. Muchos de los contemporáneos del últmo en
aquel lugar i en San José de Maipo recuerdan ha-
berle encontrado no pocas veces entre las pilas de
metales, envueltas las piernas en un pellejo de
carnero, para protejerse contra el frió, ensayando
aquí i allá con el soplete las escasas pecas de pla-
ta que el mineral rendia,
A la verdad, el mineral de San Pedro Nolasco,
por la naturaleza especial de sus metales, seme-
jantes a los de las Condes i en jeneral a los de
la zona andina, fué el peor trabajado de todo el
reino i ha continuado siéndolo así en la repú-
blica.
El socabón de Sazie mide hoi 600 metros (cer-
ca de cinco cuadras de lonjitud) i está completa-
mente aterrado i errado.
VI.
Como iniciadores, los españoles «pagaron la
chapetonada!); i todavía los relaves i desmontes
que suelen descubrirse en los injenios apagados i
esparcidos en las haciendas del Principal i del To-
llo, del Manzano i San José de Maipo, retribuyen
al hacendado lo que su poca pericia tributó al mi-
nero. El caballero don Adrián de Undurraga en-
contró en uno de los patios do su casa del Mau-
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— 461 —
zano una pila de aquellos relaves escapados a la
imperfecta fundición primitiva de don Manuel de
Mena, que fué dueño del Peral, del Manzano (i
probablemente del Durazno i del Ciruelo...), i sacó
en pocos años 25 o 30^000 pesos refundiendo
las abandonadas escorias. Otro tanto ha aconte-
cido en los vestijios del injenio de don Tomás
Caricaburo i el de San Gabriel, que esplotó con
mas bríos que fortuna el emprendedor negociante
francés don Adolfo Lapostól. El cajón de Maipo
ha sido en los últimos cuarenta años una verda-
dera estancia gala.
VIL
En su esencia, los metales de plata de las cor-
dilleras de San José de Maipo son en realidad co-
bres platosos, i de aquí las insuperables dificulta-
des de su beneficio en la época colonial. «En los
altos de esta cordillera, decia el señor Domeyko
en su recordado tfabajo de 1875, existe un terreno
arcilloso, algo calizo, fosilífero, idéntico al que
aparece en la línea divisoria de los Andes, en
Piuquenes i mas al sur en el valle del Yeso. Pero,
según parece, los numerosos depósitos metalíferos
se hallan en la rejión inferior a aquel terreno.
Entre ellos, merece sobre todo atención el de San
Lorenzo, de cuyas vetas se ha estraido en tiem-
pos pasados caudal mui considerable de sulfuros
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■r
— 462 -
dobles de cobre i plata (especies parecidas a las
de la mina San José en Catcmo i de la Falmüa,
en San Pedro Nolasco) que contenían 10 a 29^
de plata. Las rocas que atraviesan las vetas de
San Lorenzo son porfíricas, estratificadas; en esta
roca, en la parte mas allegada a la veta, se ha-
lla diseminado en mui pequeñas partículas el
mismo sulfuro de cobre i plata que ha producido
la veta.»
1 en seguida, analizando mas especialmente a
San Pedro Nolasco, el ilustre químico agrega:
«Este es el mineral de plata que a fines del si-
glo pasado era de mas fama en Chile i de cuyas
minas sacaba en aquel tiempo el rei mayor entra-
da en quintos. Trabajado con gran empeño por
centenares de mineros, que por la mucha altura
a que se elevan las vetas de San Pedro Nolasco,
tuvieron que invernar en las minas debajo de las
nieves, decayó este mineral paulatinamente, a me-
dida que los ricos descubrimientos de Arqueros,
de Agua Amarga^ de Chañarcillo, principiaron a
llamar los capitales i la actividad de los empresa-
rios hacia el norte. Todavía dos o tres pertenea-
cias de minas estaban en labor corriente i cou
buen beneficio en 1842, cuando por la primera
vez visité a San Pedro Nolasco; las demás se halla-
ban desamparadas i abandonadas; no habia quien
se atreviera a restaurar las antiguas labores, ate-
rradas e inundadas de agua. Inútiles fueron i cos-
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— 463 —
tosas las tentativas de varios empresarios, entre
otros del tan afecto a las minas ilustre doctor
Sazie, que por medio de un gran socabón trataba
de habilitar la parte mas interesante del mineral.
Solamente en estos últimos anos, a fuerza de
grandes sacrificios i de trabajos dirijidos oon pa-
ciencia e intelijencia, logró el señor Lapostol res-
tablecer una gran parte de las minas de San Pe-
dro Nolasco i de algunas vecinas de este asiento
mineral i sacar utilidad de ellas. Debe su acierto
en gran parte el hábil empresario a su constancia
i a sus dos establecimientos de fundición, situado
uno en los Maitenes (San José) i el otro en el
Peumo (hacienda de Tollo), en los cuales benefi-
cia los minerales de sus minas, ya con leña, pro-
duciendo cobre en barra, ya con carbón, sacando
ejes de plata i cobre.
3)Grandes trozos de minerales de San Pedro
Nolasco i de otras minas del departamento de
San José, como también barras de ejes i de cobre
que provenian de los mencionados establecimien-
tos, fueron exhibidos en 1875 por el señor Lapostol,
acompañados de noticias sobre las minas de que
provenian. La mayor parte de las muestras de mi-
nerales eran de cobre abigarrado platoso i de diver-
sas galenas arjentíferas. Algunas de estas últimas,
por su aspecto, por los caracteres esteriores del
mineral i de sus criaderos, parecian idénticas a
varios trozos de minerales de la Sierra Nevada,
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— 464 —
tan célebres por sus riquezas, mandados a la Es-
posición de California,
dEI cerro de San Pedro Nolaseo con sus minas
hoi dia productivas^ m eleva a la enorme altitud
de 3,339 metros, terminando en su cumbre por
una especie de meseta; se halla cortado por gran
número de vetas, entre las cuales se distinguen
principalmente dos grandes corridas de vetas con
rumbo norte 75" a 78" este, a mv 75" a 78" oeste.
j)Una de ellas^ con afloramientos, en mas de uü
quilómetro visibles, la que lleva el nombre de San
Pedro Nolaseo, es sin duda una, como se saele
decir entre los mineros, verdadera veta real^ una
de las mejor arregladas que conozco en Chile; su
potencia en partes pasa de 2 a 3 metros de sal-
banda a salbanda; mantea con inclinación algo
variable hacia el norte. Sus minerales en la rejión
mas elevada, donde se hallan las antiguas perte-
nencias la Palma i la Palmita, eran de sulfuros de
cobre i de plata, cuyo común daba al ensaye (en
1843-48) 50 a 100 marcos de plata por cajón,
asociados a las galenas, cuyo contenido de plata
no pasa de 0,001 a 0.002 i a las blendas por lo
común estériles,
dDc la segunda corrida, la de San Simón, se
estraian con abundancia galenas antimoniales, al-
gunas terrosas i contenían 0.003 a 0,004 de plata.
dLos criaderos de los minerales de San Pedro
Nolaseo son por lo común cuarzosos, arcillosos,
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— 465 —
pero no carecen, particularmente en los aflora-
mientos do las vetas, de materias espáticas, de
espato calizo, espato perlado i de baritina. Según
los datos que afirma el Anuario Estadístico para
el año 1874-75, se esplotan actualmente en San
Pedro Nolasco 37 labores en beneficio, con 81
operarios, i lian producido en un año 1.095,490
quilogramos de mineral de plata cobriza de 10 a
25 marcos de plata por cajón i de unos 10 a 18^
de cobre.)) (1)
(1) DoMEYKO. Memoria citadji de 1875. —Desde 1857 el ilus-
tro químico se Imbia ocupado de los metales mas notables de
estas fríjidas minas, que tienen, por lo menos, el mérito de haber
sido las primeras vetas de plata descubiertas en Chile; i a pro-
pósito de un sulfuro doble de cobre i plata estraido en 1855 de
la mina Sa7i Lorenzo, se espresaba así dos años mas tarde;
{Avales, 1857, páj. 177.)
«Hace tres años se descubrió una gran riqueza de plata en
una de las minas del distrito mineral de San José, i se recono-
ció que la especie que constituye esta riqueza es también un
sulfuro doble de cobre i plata, de composición variable. Lo par-
ticular que se notó en la composición de esta especie ha sido la
presencia del arsénico en proporción bastante considerable, la
que varia de 4 a 8^; por lo demás, en el color, lustre i contes-
tura, i en los demás caracteres mineralójícos, se parece esto mi-
neral a las especies an:llt)g:is halladas en Catemo i en San Pe-
dro.i>
El análisis de los metales a que se refíere el señor Domeyko
daba el siguiente resultado en el crisol:
Plata 34.05
Cobre ^. 25.85
EL L, DE LA P.— OU
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— 4G6 —
VIII
Visitó también las minafl de San Pedro Nolasco
con propósitos ligados a la Esposición de 1875,
lino de los mas aventajados discípulos del señor
Domeyko, don Luís Zegers Reeasens, i habiendo
ascendido a la alta meseta desde San Gabriel hasta
Azufre .,.,, 13,29
Arsénico 8,20
No podía ser, pues, mas rico.
En Ja obra astronómica del teniente Gil lis sobre Chile (Uni-
ted States Exploinng Expeditioriy tf) se eneueiitran tombiéa al-
gunos análisis de cobres platosos de (Jhile hechos por el profe-
sor de química de Louisville, Mr* Lawrence Snaith, i especial-
mente de una especie de cobre arsenical que el químico de Een*
tucky denomina Domeykita. En la páj. 94 del vol, II do esa obra
encontramos también el siguiente análisis de un rosicler oscuro
(dark) i de un rosicler claro (light) que ea el mas común en
Chile, según Domeyko. El rosicler oscuro contenía 58 partes de
plata, 23 de antimonio i 17 de sulfato (í*Ín fracctonea) í el claríi
65 de plata, azufre i 13 de arsénico.
Según el mismo profesor Smith una maestra de arquería de
Coquimbo le habia producido de 83 a 92 por cieuto de plata.
En la sesión de la Academia de Ciencias de Faríá^ corres|iOQ-
diente al 20 de octubre de 1842, existe también un informe de
Dufresnoy sobre muestras de arquería remitidas al Instituto de
Francia por Domeyko, i en los Anales de la Universidad de
marzo de 1864, se encuentra un auálisis de una especie de amnl-
gamn, o arquería especial, parecida a la Alleraont eu Francíp
que contenia, según Dana, 30.76 de plata i 09,24 de mercuríú.
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— 4Ü7 -
la altura de 3,339 metros, este laborioso joven da
cuenta del resultado do sus ¡nvestig¿icionos prác-
ticas en los términos siguientes:
«Así, empezando por el oriente, encuéntranse
las minas los Sosales, Famaltaa^ Gristo Vttjo, i en
el mismo orden siguen la Qarlotay Gompañía, Me-
dia Estaca^ Palma, etc.; al poniente, pero en la
misma corrida. Palmita i otras.
3>Por el oriente, en el mismo cerro, pero en un
nivel inferior, la de San Pedro Nolasco: so en-
cuentra esta montaña atravesada por diversos fi-
lones que no siempre siguen la misma dirección.
Así, por ejemplo, la dirección de la veta sobre la
que se esplota la mina Oopacavana, es de norte a
sur, mientras que las vetas de Gristo Viejo i San-
ta Bita están en una dirección opuesta.
i)Las minas en que se trabaja mejor e induda-
blemente las de mayor importancia en este mine-
ral, son la Famatina i la Carlota, de bastante
hondura, con buenos metales, canteras de arran-
que bien arregladas, esas minas tienen un porve-
nir seguro.
DÜna parte del año los mineros tienen que
permanecer enterrados en sus rucas, en una com-
pleta incomunicación.)) (1)
(I) Las cordilleras (le los Andes en el departamento de la
Victoria, — Informe presentado a la Universidad por don Luís
Zegers Recasens ol 15 de junio de Xilh.-- Anales de 187G,
páj. 347.
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468
IX.
Luchando con todo jénero de dificultades i es-
pecialraente con la nieve, la impericia i el eterno
dogal del minero, — la usura, el mineral de San Pe-
dro Nolasco presentaba en 1875 el siguiente poco
lisonjero aspecto: •
En la corrida superior las siguientes minas con
su labor i producción respectivas:
Santa Bita, mina de plata i cobre, o labores en
beneficio i 10 eu broceo, produjeron 3,686 gramos
de plata fina i 72,000 quilogramos de cobre.
La Famatiiuij de plata i cobre, 16 labores en
beneficio, 8 en broceo: producción 26,071 gramos
de plata i 18,584 quilogramos de cobre.
La Carlota, de plata, 16 labores en beneficio
que produjeron 23,849 gramos de plata. (1)
(2) Anuario Estadístico do 1874-75.
^ La producción de 1877 está representada en la provincia de
Santiago por el Anuario rospQOÜv o de la manera siguiente:
Mina Dos Amigos 1,3S0 gramos
» Arañas 4,440 y>
» Alberto loO d
3) Aurora 90 d
D Santa Rita 500 d
» DeMfíijaño 7,675 »
Respectü do la [>roducciüii de la rejiúíi (|ue aquí hem^á lla-
mado central, es decir, la cumpreulida entre el Liiuirí i el Oa-
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— 469 —
Tales son las principales minas con que la pro-
vincia de Santiago, si bien con caudal comparati-
vamente escaso, contribuye al rio subterráneo de
plata que peiennemento fluye hacia fuera de las
entrañas de Chile.
X.
En cuanto a la producción de la provincia de
Valparaiso, cuyo puerto es, después de San Fran-
cisco, el mercado metalífero mas rico del Pacífico,
solo ha llegado hasta nosotros i desde nuestra in-
fancia, pasada al pié del cerro volcánico i colosal
de la Campana, la célebre mina de plata que el
comandante González, avc3Índado en Quillota,
trabajó en ese cerro con no cortos provechos hace
cuarenta años. I es a esa labor, de plata i de co-
balto, conocida todavía en la comarca con el nom-
bre de la uniaa del comandante González, a la que
con notable confianza en el éxito de su rehabili-
cliapoal (con eschisión de las Condes), pueden verse en el anexo
algun«os cifras estadísticas de cierto interés.
Los datos estraidos del archivo de la Moneda de Santiago i
que publicamos mas adelante (anexo al capítulo XIX), pondrán
también de manifiesto la exactitud de lo que en las primeras
pajinas de este libro afirmamos, a saber, el escasísimo rendi-
miento de plata del y)aís cmi el siglo pasado, i por consiguiente,
la relativa pobreza de San Pedro Nolasco, único mineral que la
producía.
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^ 170 -
tación alude el señor Píssis en su descripción de
la provincia de Valparaiso cuando dice:
«Esta provincia presenta una sola mina de
plata que haya sido objeto de algunos trabajos.
Hállase en los pórfidos me tamór fieos, casi al na-
cimiento de la rama que, desprendiéndose de la
Campana de Quillota, va a terminar en el cerro
de la Calera. Entre los minerales que de ella se
han estraido se notan cloruros de plata i plata
nativa, diseminada en una pirita arsenical i mu-
chas veces acompañada de sulfoarseniuro de co-
balto. Juzgando por algunas muestras que se
han conservado i por los fragmentos que hemos
encontrado en los desmontes, esta veta, cuya es-
plotación se ha abandonado hace largo tiempo,
parece ser de una regular riqueza, i merecerla ser
objeto de alguna empresa, no solo bajo el aspecto
de la estracción de la plata, sino también por la
del cobalto, que allí se halla en cantidad bastante
grande, i bastarla, según todas las probabilidades,
para cubrir la mayor parte de los gastos. d (1)
XI.
Sigucndo las advertencias i las estratas de la
jeolojía jeneral de nuestro accidentado territorio,
la provincia de Aconcagua, tan semejante en su
{i) Anales de la Universidad de 1854, páj. 162,
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^ 471 -
estructura física de elevados macizos volcánicos i
de angostos valles auríferos a la de Coquimbo, no
puede menos de encerrar en su amplio ámbito
formaciones jurásicas i por lo mismo arjentiferas
de importancia; i a los descubrimientos hechos en
diversas épocas en Culunquén, Catemu i en el
Rio Colorado, estos últimos en la dirección de las
antiguas i ricas vetas de Huspallata, pareceria
deberse tal vez queeljeólogo Pissis haya clasifi-
cado el primero i mas meridional de aquellos mi-
nerales como la base de la poderosa corrida ar-
jentífera que va a reaparecer en seguida, cien
leguas mas al norte en Arqueros, es decir, en la
estreraidad setentrional de la provincia de Co-
quimbo.
XII.
Culunquén, por lo espuesto, se halla situado en
la estremidad sur de la provincia de Aconcagua,
no menos rica que la provincia de Coquimbo en
venas metalíferas de cobre. Este mineral casi ur-
bano da vista a la ciudad de San Felipe i se ha-
lla dentro de la hacienda de Panqiiehüe, donde
encontró la veta hace veinte anos un oscuro ca-
teador de aquel distrito. El mineral de Culunquén,
aunque un tanto perturbado por los peligrosos
vaivenes del ajio, ha continuado en esplotación en
su corrida principal hasta el presente, i a esta
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— 472 -
firmeza a cuerpo de cerro, según el lenguaje mi-
nero, debe todavía su existencia.
XIII.
Como de ordinario, las opiniones del erudito
jeólogo a cuyo injenio debemos la primera des-
cripción gráfica i científica de las tres provincias
centrales de Chile i las mejor tratadas de su. estu-
dio (las de Santiago, Valparaiso i Aconcagua),
coinciden con la del no menos ilustre químico
que le habia precedido diez años en el cami-
no de las esploraciones. «Este ramal, dice en efec-
to el señor Domeyko, hablando de la rica rejión
metalífera de Catemo, que comienza en los Coi-
mas i termina propiamente en el mineral de las
Guias en el cerro del Cobre, se prolonga al oes-
te hasta la cuesta del Melón i remata en la costa
granítica de Catapilco. En las cimas del cerro
f-de Catemo, por el lado de San Felipe, tenemos
un terreno estratificado esquistoso, i en las vetas
que lo atraviesan se hallaron minerales ricos en
plata, sulfures dobles de plata i cobre de 10 a
14^ de plata i galenas platosas (San José, la
Fortuna, etc.) En la rejión superior del mismo
macizo, hallamos mantos mui interesantes, perte-
necientes probablemente a la misma formación,
impregnada de materias metálicas cobrizas i plo-
mizas, con indicios de plata, que se esplotan a
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— 473 —
cielo abierto i encierran en su seno troncos de
madera fósil silicatados, metalíferos. En uno de
los mantos del mismo cerro, se encuentra un de-
pósito mui importante de manganeso pirocusia
(manto Lilén). En el mismo terreno estratificado,
al otro lado del valle de Aconcagua, se esplotan
también vetas con minerales de plata nativa.
j&Pero, con escepción de aquella rejión superior
del cerro de Catemo, que conserva el carácter de
la formación infraliásica bien visible, se borran
mas i mas las divisiones por estratas en la rejión
inferior del mismo cerro, las rocas toman en par-
tes estructura porfírica, las vetas producen canti-
dad considerable de minerales de cobre piritoso,
pero no arjentífero, i al pié del macizo asoman
rocas de contestura granítica eruptivas.
3)En igual situación jeolójica se hallan los mi-
nerales siguientes:
3) La de plata Tinajas. — (Los Andes, que han
producido 805 quilogramos de plata en 1875.)
T> Yeguas Heladas. — (San Felipe) produjeron
(en 1875), 1,000 quilogramos de plata, d
XIV.
La producción de plata de la provincia de
Aconcagua en el año 1877, está representada por
64,000 gramos esplotados en el departamento de
los Andes en esta forma:
EL L DE LA P.— 60
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— 474 —
Mina Descubridora de Colunquén.. . 11,000 gms.
y> Felicidad 11,000 i>
D Carlota 42,000 d
De los departamentos de Petorca, San Felipe i
Putaendo no hai constancia exacta; pero la mina
Cortadora del departamento de la Ligua produjo
6,450 gramos.
¡I cosa curiosa! el departamento de Combarba -
lá que sigue al norte i pone término a nuestra es-
cursión por las rejiones centrales del territorio tan
escasas en venas de plata, siendo en casi su tota-
lidad un inmenso rebosadero de cobre, de lei po-
bre i dura, que revienta hasta en la plaza princi-
pal de su ciudad cabecera, no rindió en el año de
que hemos venido haciendo memoria sino 54 qui-
logramos de plata, o sea un quintal español. ¡Tan
cierto es que el pronóstico de la ciencia se ha
cumplido por entero en las rejiones australes que
son el reino del carbón de piedra, en las del sur
donde domina sin rivales el oro, i en las del cen-
tro en que comienza el imperio i el cetro del co-
bre, para aparecer como un ancho lago de aijen-
tífera linfa en las comarcas estériles del Despobla-
do de Atacama!
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— 475 —
ANEXOS AL CAPITULO XVIL
PRODUCCIÓN DS LAS MINAS DK FhkTK SITUADAS BN LA U&JIÓN CENTRAL
DEL PAÍS, DESDK BL LIMARÍ AL GACHAPOAL, EN 1874, SEGÚN EL
«ANUARIO ESTADÍSTICO» DB 187d-75.
Departamento de Combarbalá.
Gramos da plata 54,000
Provincia de Aconcagua.
Mineral de Yeguas Heladas (mina Potosí) 978,850
i> j) » Josejita 20,608
> » D Tinajas 805,000
Mineral de la Cimarra (mina Congéna,) 17,664
Rssumen de la provincia de Aconcagua,
San Felipe 999,488 gramos.
Andes 71,060 3>
Putaendo 1.776,400 2>
Departamento de Qicillota.
Pocochay ...,. 11,784 gramos.
Julieta 9,872 d
Quillota 21,746 »
Departamento de la Victoria.
Producción de dos minas de cobre i plata, 29,757 gramos de
plata fina, i producción de tres minas de plata 249.895 gramos.
Aunque estas cifras están fielmente sacadas del Anuario a
que pertenecen, no deben inspirar sino una confianza mediocre,
pues ese libro está lleno de equivocaciones, i respecto de la pro-
ducción de la plata estos yerros son evidentes en los estados
publicados en la pajina 199.
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CAPITULO XVIII.
LAS CONDES.
Las (los) Condes como antigua Dehesa de la ciudad. — Cédela el presiden-
te Sotomayor al conquistador Antonio Díaz.^El conde de Sierra-Bella
don Cristóbal de Mesias la convierte en dehesa de crianza.— Su arren-
datario Bela i su inventario a fines del pasado siglo. — Sus distritos mi*
ñeros i cómo se descubren sus primeras minas de plata. — Condes mining
company — Descripción científica de la rejión metalífera de las Condes.
— Las Condes pueden ser la Nevada de Chile.— El trapiche de don
Antonio de Hermida i la mina de las Arañas o de los Médicos. — Don
Nazario Elguín i sus primeros descubrimientos.— Sus antecedentes. —
Enidosos juicios de Cea i Costa. — Don Anjel Sassi. — Graves inconve-
nientes que presenta a la industria minera de las Condes su vecindad
de Santiago, de sus abogados i tinterillos. — El gran camino de las Con-
des.— Caracteres peculiares del mineral. — Datos i opiniones sobre él
emitidos por M. Pissis, don Francisco de Paula Pérez i don Juan Val-
divieso Amor.
La estancia o dehesa de las Condes que el vul-
go rebelde a la gramática i a sus concordancias
llama así, como si los condes de Sierra Bella hu-
bieran sido mujeres, fué durante siglos estan-
cia, no de minas, sino de vacas. Pacían en sus
enmarañados cajones i selváticas quebradas suel-
tos ganados i cerriles potradas, i había dentro de
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" 477 -
SUS vastas lindes, viñas^ olivar, arboleda, lagar,
oratorio i hasta un molino de pan que movía la
torrentosa agua del Mapocho; pero no existia una
sola veta, ni el mas leve vestijio de una piedra de
moler metales. I en efecto, i según de todos es
sabido, dio don Pedro de Valdivia como dote a la
capital de su reino, menesterosa hija de un prín-
cipe magnífico, todas laB cabeceras de su valle,
pobladas a la sazón de canelos i pataguas que
doblaron su secular cerviz a la sierra de los car-
pinteros de la colonia para vigas i para umbrales,
porque en el uso de las puertas soliau suplir en
aquel tiempo los cueros de vaca, así como los de
carnero sirvieron pata escribir i archivar las pri-
meras actas del caLildo, según de ello da fe su
propio esciibano, Luís de Car tajen a.
JL
Tal fué la í Dehesa de Santiagoi>, que comen-
zaba en la primera loma andina, donde hallaban
término las chácaras de pan llevar de la planicie
de Nuñoa, es decir, las chácaras de regadío de
Apoquindo, Penalolén i lo Heraiida, cuyas ace-
quias habian labrado los mayorales del iuca, antes
de la aparición de los españoles.
Pero con el trascurso del tiempo i del abuso
(que son cosas que en Cliilo van casi siempre
juntas) los cabildos por descuido o pusilanimidad.
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— 478 —
i los gobernadores por largueza, comenzaron a
repartir a título de «demasías» o o:tierras vacass
aquellas tierras de vacas de que nadie cuidaba.
I uno de estos favorecidos fué el soldado conquis-
tador Antonio Díaz, a quien el presidente don
Alonso de Sotomayor otorgó el 12 de agosto de
1583 título por cien cuadras de pan llevar i de
«todas las tierras i rincones (así dice testualraea-
t»c la pragmática orijinal que tenemos a la vista,
copiada en unos autos de pleito reciente de des-
lindes) i ensenadas que hubiese desde la cordillera
nevada i vertientes de ella, i desde las lomas que
dan vista al rio Colorado que entra en el rio de
Maipo, corriendo desde dichas lomas por todas las
vertientes que caen al rio de esta ciudad por una
parte i otra hasta la quebrada del Arrayán i ver-
tientes de ellas al dicho rio, para que os sirva de
potreros i sean vuestras i de vuestros herederos i
sucesores.» (1)
(1) Consta este título de ua grueso espediente sobre deslin-
des de la hacienda de las Condes con la de la Loma Quemada,
seguido desde 1879 hasta el presente año, i que ha tenido a bien
facilitarnos nuestro amigo don Pedro Fernández Concha, dueño
desde hace pocos dias de aquel valioso i estenso fundo. El pleito
ha sido seguido por don Quempio León, i es curioso obserrar
que uno de los deslindes disputados se llama en indijena Qiiem-
pu. Igualmente los escribanos, que entienden tanto de analojias
históricas como los huasos de concordancias, llaman a don Aloa-
80 de Sotomayor al reproducir el «don» de su firma «doctora,
siendo que este gran soldado fué enemiguísimo de doctores i
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_ 479 ~
III.
Mas, de seguro, no sería aquella heredad ni de
sus hijos ni de sus nietos, porque los conquistado-
res tuvieron de común con los mineros el vivir
apurados i morir menesterosos, de suerte que un
siglo mas tarde las lomas i serranías de Antonio
Díaz habían pasado a ser propiedad del rico abo-
gado, negociante i hacendado santiaguino don
Cristóbal de Mesías i Munive, quien la heredó de
sus abuelos i fué oidor de Lima, donde murió al
acabar el pasado siglo, dejando edificados sus vie-
jos portales de Sierra Bella, radicados todavía, por
la rama femenina, en su familia.
IV.
Don Cristóbal, penúltimo conde de Sierra Be-
lla, vivia en Lima como sus actuales sucesores, i
mantenia su fundo en arriendo, cual ha sucedido
hasta hace dos o tres semanas, en que por el pre-
UQO de los mas fieros jenerales que la España envió a estos do-
minios. El espediente es mui voluminoso (273 fojas) i termina
por un auto del compromisario don José Zegers Recasens en que
cita a los litigantes a un comparendo i vista de ojo, que debia
tener i tuvo lugar a las cuatro de la mañana del 5 de enero úl-
timo en las cumbres de Quempu. Es madrugar para fallari
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^w^-
— 480 —
cío de 40 mil o mas libras esterlinas pasó a otra
rama.
Teníalo en aquella condición por escritura fir-
mada en Santiago el 14 de setiembre de 1796, el
caballero don Antonio de Bela, mediante el canon
de 2,222 pesos (cuatro dos), i a mas estas sabrosas
gavelas para el consumo de la casa del sobrino del
conde, don Domingo Salamanca, tesorero de la
Moneda, que supo hacer su trato:— dos carneros
muertos todas las semanas para el puchero, 24 fa-
negas de harina para el pan, 6 do trigo para el
frangollo i el hurpo, 4 de maiz desgranado para
las gallinas, 12 de papas para el hervido, 3 de
aceitunas para el postre, 2 arrobas de vinagre pa-
ra la ensalada, 4 de vino abocado para el desen -
graso, 2 de almendra dulce para la orchata con
malicia i 2 de aguardiente para la sobremesa i la
malicia, todo lo cual se computaba valer en cada
año 178 pesos, además de losfi-ejoles, zapallos, etc.,
que eso no tenia ni precio ni mas límites que los
que cupieran eh la troj i en la cocina, en las ala-
cenas i en los estómagos.
Iban incluidas asimismo en el arriendo, ade-
más de la viña i del molino, 2,500 vacas con sus
crias, copiosos hatos de ovejas, sendas manadas
de yeguas cerriles i no pocos potros que solian sa-
lir de buena estampa, por lo cual su dueño i se-
ñor ordenaba desde Lima los amansasen con cui-
dado «supuesto salen (así dice su último mandato)
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— 481 —
potros raui preciosos, de buen paso i buen cuerpo,
mando se amansen con cuidado, siquiera media
docena de ellos, así para el alivio del administra-
dor, como para que si el señor conde pide que
alguno o algunas personas decentes pasen a ver
su hacienda no haya una cabalgadura decente i
sea preciso buscarla prestada». (1)
V.
I ciertamente que la previsión del galante con-
de de Sierra Bella (que talvez tomó este nombre
de sus propias sierras, no del todo despobladas to-
davía de SHS bellos bosques primitivos) no tardó
en cumplirse, porque cuando por el año de 1795
vino a Chile la famosa escuadra de Álava, este
almirante español i sus oficiales fueron convida-
dos a un paseo campestre a los Gondes^ que duró
varios dias, i donde hubo fiestas reales i alegres
cabalgatas en soberbios potros criollos d3 la es-
tancia.
rr
Pero entretanto ni en esos ni en anteriores
años encontramos memoria alguna que dé indicios
de la riqueza mineralójica de aquellas ásperas
(1) Autos citados a fojas 15.
KL L. DE LA P.— 61
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— 482 —
sierras, cubiertas en la mitad del año de incle-
mente nieve, i visitadas solo por la eterna soledad
de los páramos i sus huracanes. Don Alonso de
Sotomayor habia regalado al buen soldado Anto-
nio Díaz un emporio subterráneo, pero este tar-
daria tres siglos cabales en asomar a la superficie
bajo la dura barreta de la industria.
VIL
No nos ha sido posible en efecto trazar la exis-
tencia de las minas de plata de las Condes mas
allá del primer tercio del presente siglo, porque
menciónalas por primera vez (en cuanto nosotros
sepamos) don Antonio de Hermida, rico hacen-
dado de Santiago, Km su testamento otorgado el
22 de diciembre de 1831, una de cuyas cláusulas,
después de disponer de cuatro estancias, diez o
doce chácaras o quintas i no menor número de
casas en Santiago, dice así: altem. Un trapiche
en la boca del cajón del rio Mapocho i a poca
distancia en pertenencia de la Dehesa de esta
ciudad, con todas las casas de adobe i teja que
allí constriá.j>
Hace de sobra comprender este capítulo el ori-
jen moderno i casi contemporáneo de la esplota-
ción de la plata en las dereceras de Santiago,
porque el constructor del primer trapiche desti-
nado a aquel oficio, i cuyas ruinas pueden reco-
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- 4S3 —
nocerse todavía, fué un personaje de la indepen-
dencia.
VIIL
En pos de él pusieron trabajos, gcistaron pólvo-
ra i levantaron trapiches lo.s mismos enerjicos
pero ilusos mineros de San José de M lipo, que
tlesdenaban para daño suyo el arte de Esculapio
por el de Vulcano, Los doctores Segcth i Sazie
volvieron a enterrar bajo la nieve parte no pe-
queña del nobilísimo producto de su ciencia,
abriendo así el surco a otros, si no menos tena-
ces, mas felices. A su mina de las Arañas j situada
en el fondo del cajón de San Francisco, llaman
todavía la mina de los médicos^ en memoria de sus
fundadores, i en 1877 rindió unos 4,440 gramos
de plata.
IX.
El distrito arjentífero mas caracterizado del
mineral de las Condes, tan prodijiosamente rico
en sulfatos de cobre (broncea) se halla localisíado
en una sección de la cordillera comprendida entre
los cajones de la í'erba Loüa i del San Francisco,
los cnnles, descendiendo del alto macizo de este
último nombre i del cerro del Plomo que corona
a Santiago a la manera de desgarrada diadema,
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— 484 ^
llevan al Mapocho escaso tributo de humedades.
Puede medir aquel macizo unas cuatro leguas de
estensión a lo largo del cauce del rio, e internán-
dose hacia el pié de San Francisco 18 o 20 leguas
de la capital, camino fragosísimo que hoi el pico
está allanando con pujanza. Sus principales minas
son por hoi la Isolina, vendida hace cinco años a
una compañia inglesa (The Condes mining com-
pany) por la suma de 23,000 libras esterlinas, i
que desde la época de su enajenación ha parecido
volverse, no obstante de ser positivamente rica,
nieve i pleitos, es decir, «sal i gua». La abundan-
tísima i blanda veta de la Isolina se halla situada
en el costado meridional de un alto páramo que
ostenta en la falda opuesta la vena no menos po-
derosa de la mina San Francisco.
aEl fundo de las Condes, dice a este mismo
respecto i haciendo una descripción compendiosa
pero gráfica de esta rejión el intelijente minero
don Francisco Gaiidarillas en un artículo de dia-
rio contemporáneo con este libro, es una de las
mayores heredades de Chile, pues ocupa una su-
perficie de 60,000 hectáreas de serranías, com-
prendiendo toda la cuenca del rio Mapocho i sus
afluentes desde su nacimiento hasta su salida al
valle central.
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— 485 —
3> Caracterizan este territorio dos grandes ras-
gos jeolójicos: el rio Mapocho i el crestón andino
que se denomina cordillera de Las Condes.
3) Al oeste del cerro del Juncal se desprende una
cordillera trasversal que forma el límite de los
departamentos de Santiago i la Victoria con el de
los Andes.
}!)En el estremo oeste de esta cordillera se le-
vanta el cerro de San Francisco que alcanza 5,573
metros de altura.
3>Toma entonces esta sierra el rumbo del sur-
oeste i se alza de nuevo hasta formar el gran cono
del cerro del Plomo con 5,779 metros de eleva-
ción.
2>Desde este punto desciende con rapidez, si-
guiendo el rumbo indicado, i formando como un
arco de círculo, para alzarse de nuevo en San Ra-
món, frente a Santiago.
j)És, pues, el macizo del Plomo el punto mas
culminante de esta cordillera i la cabeza de la re-
jión mineral de Las Condes.
i>De allí se desprenden numerosos estribos que
bajan rápidamente hacia el sur-oeste formando
profundas quebradas cuyas aguas van a aumentar
el caudal del Mapocho. Son estas quebradas de
cordillera formadas por contrafuertes de algún
macizo, lo que se conoce con el nombre de cajones.
^Siguiendo la misma orientación de suroeste a
noreste de esta cordillera, i puede decirse a sus
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— 486 —
pies, corre el rio Mapocho que nace de una de las
faldas del cerro de San Francisco, a 60 quilóme-
tros mas o menos al noreste de Santiago.!) (1)
XI.
I luego, entrando mas de lleno en la estructura
puramente mineralójica de aquel suelo, el bien
informado escritor añade:
«La formación jeolójica de las cordilleras de
Las Condes, i tratándose de una estensión de 60
mil hectáreas, no es otra que la de los Andes ea
jeneral.
j> Aparecen en ellas desde la formación de las
esquistas cristalizadas hasta la de la caliza, inte-
rrumpidas por rocas plutónicas en su mayor parte
feldespáticas. Las traquitas, los pórfidos meta-
mórficos i Jas sienitas son las rocas predominan-
tes.
3>Las minas de plata mas importantes están
encajadas en estas dos últimas rocas.
2) Limitaremos nuestras observaciones a las que
están situadas en el Cerro del Medio, entre el
Mapocho i Yerba Loca.
5)Allí están la San Francisco, en el cerro del
mismo nombre, que ha producido los minerales de
(1) Una ojeada a las Condes, artículo descriptivo publicado
en El Ferrocarril del 3 de octubre de 1883.
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mejor lei en plata, i mas arriba la San Lorenzo i
la San Luis, la Carmen i la Delirio^ la FoHuna i
la Bosario. Bajando hacia las faldas del cajón de
Valenzuela están la San José, la Difícil, la Veta
Negra i muchas otras que principian a labrarse.
»En frente, hacia el sur de las nombradas i que-
brada de por medio, están la ya famosa Isolina i
la Chilena, que son el centro del importante gru*
po que las rodea.
3>Siguendo hacia las faldas del cajón de los Pi-
ches, se encuentran la Salvadora i sus estacas, la
de los Azulillos, i a su vista se alza el cerro de la
Merceditas, cuyas corridas caen al cajón de Duar-
te, en el cual descollaba en otro tiempo la San
Pedro.
dEu el mismo cordón del Cerro del Medio, a la
altura del cajón de Duarte i en las caidas de la
Yerba Loca, están la San Rafael i su grupo, i
mas al interior del cajón la Santa Bita i otras.
3) Todas estas vetas, esceptuando los grupos dü
San Rafael i Santa Rita, están situadas en las
faldas que bajan hacia el Mapocho i encajadas en-
tre rocas sieníticas.
3)Sin embargo, son mui diferentes el aspecto i el
panizo, como dicen los mineros, del cerro de la
Isolina, blanquecino i descompuesto en la super-
ficie, i el de la San Lorenzo al norte, desnudo por
las erosiones i que tiene un color castaño oscuro,
debido, sin duda, a la mayor cantidad de hierro
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— 488 -
en la composición de sus masas de estructura gra-
nítica.
»En Duarte termina la verdadera rejión de las
minas del Cerro del Medio que están hacia el lado
del Mapocho.
3)Las vetas que yacen en el cerro de San Rafael
adherido al Cerro del Medio al costado del cajón
de Yerba Loca, están encajadas en un terreno en
partes visiblemente estratificado i de estructura
porfíríca.
3>De igual naturaleza es la sierra que baja del
rincón de los Sulfatas i que forma el costado
oriental de dicho cajón, en la que está la mina
Descubi^ir/ora.
3>Una gran parte de esta sierra aparece corona-
da por la arenilla roja.
i>Mas abajo, desde la boca de la Leonera hasta
Corral Quemado, una masa de rocas brechiformes
i de conglomerados mui semejantes a los del Ta-
bón i Llai-Llai, cubre la Loma de Canales, por
la que se ha labrado últimamente un camino ca-
rretero de 12 quilómetros que pone a descubierto
la estructura i composición del cerro.»
XIL
Refiérese lo que precede especialmente a lajeo-
lojia jeneral del distrito minero de las Condes,
pero hé aquí todavía algunas apreciaciones no
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— 4S9 —
menos interesantes del mismo autor sobre los ca-
racteres peculiares de sus diferentes minas i la-
bores:
aCasi todas las minas de plata de las Condes,
dice el articulista que hemos venido siguiendo en
su rápida pero laboriosa escursión por las sierras
de Sierra Bella, tienen la dirección del sudoeste a
noreste del meridiano magnético, con mas o me-
nos grados de diferencia.
dSou mas cobrizas las que se acercan mas al
rumbo del E. al O.
3>La8 corridas son estensas.
Insiguiendo casi todos los rumbos mas o menos
iguales, son pocos los cruceros, pero raui frecuen-
tes los empalmes.
» Las vetas son potentes, de uno o dos metros
de espesor por lo jeneral.
5>Sus cajas bien arregladas i firmes.
))La mayor parte son cuarzosas, pero larf* hai
también rellenas por el sulfato de barita i mate-
rias arcillosas i ferrujinosas.
3)En estos criaderos aparecen los minerales car-
bonates, sulfurados, antimoniales, arsenicales i
platosos.
3>En algunas minas como Isolina^ Chüena^
Merceditas^ Difícil i San Bafaelj son abundan-
tes los carbonatos de plomo i las galenas arjentí-
feras.
, ^ 2) En la San Francisco i la San José aparecen
EL L. DE LA P. — 62
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— 490 —
cobres grises i diversos sulfiiros múltiples pla-
tosos.
dLos minerales arsenieales se haa encontrado
en la Salvadora i los antimoniales en la San Lo-
venzo,
»La8 vetas son comunmente blandas. Muchas
pertenecen a la categoria de los filones descom-
puestos.
))E1 cuarzo se encuentra en algunas de ellas de
tal manera triturado i careado que hace innece-
sario el empleo de la pólvora para el arranque de
los minerales, como sucede en la Isolína i la Chi-
lena.
j)Estos caracteres persisten aun a la hondura
vertical de mas de cien metros, que han alcanza-
do en sus labores algunas minas. Pero se observa
que con la hondura aumenta la baritina en pro-
porción que disminuye el cuarzo.
DSe nota también que las vetas mas abundan-
tes en plomo son mas constantes en su beneficio,
i que la lei de plata mejora en hondura. La Isoli-
na, por ejemplo, producia minerales de lei común
de 16 marcos por cajón en la rejión superficial, i
en la hondura, de 50 a 100 metros, la lei ha subi-
do a 25 i 30 marcos. A esta profundidad las ma-
sas de minerales de plomo carbonatados siguen
alternándose con listones de galena, como en la
superficie.
j)Otra particularidad de las vetas que se espío -
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M-
— 491 —
tan en Las Condes, i sobre todo en el cerro del
Medio, es la altura en que están situadas.
2) Puede decirse, en jeneral, que las minas están
entre las alturas de 2,900 metros i 4,200 metros
sobre el nivel del mar.
DLa Feta Negra, de Valenzuela, que es sin du-
da la mina mas baja de esta rejión, tiene su boca-
mina o 2,900 metros. Mas o menos es también
ésta la altura de la San Francisco.
3)La Isolina alcanza mas de 4,000 metros de al-
tura, i la San Rafael tiene su bocamina a 3,800
metros sobre el mar.
»Hai algunas minas todavía mas altas que la
Isolina, pero el trabajo es en ellas difícil por el
escesivo enrarecimiento del aire, que trae por con-
secuencia \íxpuna i sus mortificantes efectos.
D A pesar de esto, los atrevidos cateadores si-
guen esplorando a mayores alturas halagados por
la creencia, que es tradición indíjena, de que la
plata se cria en las punas. Ningún otro ser vivien-
te que las ratas se detiene en aquellas desoladas
rejiones, que son la imajen perfecta de las mas
grandes convulsiones de la tierra. Allí solo canta
i aletea la esperanza del minero.» (1)
(1) Gandarillas. — Articulo citado. — En el anexo de este ca-
pítulo damos cabida a opiniones análogas a las presentes, verti-
das en diversas épocas por horal>res competentes, es decir, por
Pissis en 1850, i por los señores Francisco de Paula Pérez i Juan
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— 493 —
XUI.
I junto con esta última i feliz frase lia llegarlo
el momento de contar al lector, o in:is bien al es-
pectador benévolo, (porque las minas de las Con-
des podrían divisarse desde los tejados i balcones
de Santiago) cómo salió del solitario caos de la
estancia del conqnistador Antonio Díaz e^t\L mou-
taña de plata en ciernes, fiitnra Nevada del Afa-
pocho, que amenaza desplomarse, sino en accio-
nes, en tropeles de carretas sobre su codiciosa
ciudad.
XIV,
Anticipamos que vamos a emprender esta corta
escursión por el pasado í por la mon tafia con afec-
tuosa emoción, porque en su camino habremos de
encontrar i hacer conocer hombres humildes pero
meritorios i escelentes que después de ser los ver-
Valdivieso Amor, mineros efectivos de las Conle^^ en cartas i^iie
sobre el particular nos han escrito espresameute para el preáeti-
te libro.
De igual manera publicamos eu el anexo una nóixiiaa <lo \m
principales minas de las Condes, según sus diví^rsos L^rupo^,
trabajo que debemos a nuestro antiguo amigo el animoso íuJtií-
trial don Anjel Sassi.
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— 493 —
daderos descubridores del mineral que hoí foriaa
como un barrio de Santiago, le prestan todavía en
su ancianidad potente vida, abriéndole a pólvora i
a dinamita los senderos de brillante porvenir. Uno
de esos hombres es el minero don Nazario Elguín,
operario desde su niñez, es decir, desde 1815, i que
en su robusta juventud meció la cuna del que esto
escribe bajo el techo de quien fuera, en su calidad
de minero, su primer patrón i su primer amigo. Por
esto hemos dicho que esperimentarúimoB una sa-
tisfacción sincera al recordar lijenunente su ca-
rrera.
XV.
Tiene el mineral de plata de las Condes su ori-
jen mas o menos mitolójico, como toáoslos asien-
tos ricos de Chile, i aun los del Perú i de Méjico,
porque la ambiciosa imajinación del hombre aso-
cia casi siempre la fortuna a la fábula i la fábula
a los dioses. Según aquella tradición misteriosa^
el primer descubridor de estos veneros seria un
valeroso emisario de San Martín, que pasaba i re-
pasaba la cordillera entre Santiago i Meniloza por
diversos parajes por los años de 1815 i 16, i que
fué mas tarde el benemérito coronel Picarte, uno
de los hombres mas probos i mas esclarecidos de
Chile. Do aquí el famoso derrotero del corond Pi-
carte^ contemporáneo del de los aragoneses de la
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i
^ 494 -
Ola i que, como al último, nadie ha encontrado
todavía. (1)
XVI.
Mas, según es de costumbre en todos los casos
en que la fortuna paga con esplendor los afanes
oscuros, son hoi muchos los que se disputan el
honor de haber descubierto el prodijioso mineral
de los Bronces, montaña de ricas pintas crupíferas,
que descendiendo en vetas por el valle va dando
vida a las pastas platosas que hoi comienzan a en-
riquecer la comarcar i las escribanías. — Entre los
mas antiguos que litigan este merecimiento desde
el fondo de sus pobres ranchos, encuéotranse un
Toribio Olivares que se da por descubridor de la
Isolinaj con Zenón Ortíz i con Guille roio Soto,
inquilinos los tres de la estancia ri verán a de úq
Barnacheaj>, que no es tal sino «Bonaecheaí», por-
que es lei que todos los nombres anden trocados en
aquel laberinto de quebradas i de vetas. Dio
nombre a ese lugar de campo don Juan Antonio
Bonaechea, honrado caballero que falleció a fines
del pasado siglo dejando viuda i testa man tana i
por supuesto la inevitable red de litijíos por des-
lindes con los condes de Sierra Bella, sns vecinos
(1) Hemos rejistrado con minuciosidad los papeles de este
ilustre jefe, i no hemos encontrado en ellos huella al^unsnil
siquiera uua simple alusión a este famoso derrotüro Je las cor-
dilleras de Santiago.
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i
— 495 —
rio (le por medio. La jente de las Condes es ele
d nación D litigante, i diríase tal vez que el turbu-
lento Mapocho trajera en sus aguas la simiente de
los pleitos, que va despositando junto con la ama-
rillenta apolcura, en sus pedregosas márjenes.»
XVII.
Los tres descubridores orijinarios ya nombra-
dos viven todavía; pero no parece que sus conoci-
mientos mineralójicos pasaran mas allá de haber
visto los brillantes crestones de los Bronces sobre-
salir por entre la nieve que aquellos tifien de co-
lores con sus ácidos. En este sentido el mineral do
los Bronces era un sitio harto conocido desde tiem-
po inmemorial por todos los campañistas i vaque-
ros de las Condes, de la Dehesa i de lo Bonaechea.
Parece sin embargo que quien dio el primer pi-
cado en el cerro fué Zenón Ortíz, habilitado por un
don Santiago Castro, i en seguida por despueble de
éstos, el minero Soto, socorrido por el conocido
industrial don Rafael Villarroel.
Tenia todo esto lugar hace apenas 15 años
cuando las quebradas de las Condes eran solo una
espantosa soledad, sin mas amparo que un peque-
ño estabíleciaílento de amalíjamación o fundición
tle plata iCrij ido a su entrada, en el paraje llama-
do ConVe tierra, por el valeroso i entendido minero
don Jutin Estovan Cea, tan intelijcnte como in-
fortui^do.
/
)
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— 496 —
xvriL
pero sea lo que fuese (le las primacías del ilea*
cubrimiento, no vino este a formalizarse sino en
el mes de enero do 1870 i fué esto de la sigaieate
manera.
Despoblada dos o tres veces sucesivamente k
mina que hoi se llama la Descubridora en I;i (]ue-
brada de Sun Francisco, el minero Guillenno Si>
to pasaba un di a, alforja al hombro, a solicitar la
habilitación de un mercader italiano I himado don
Vieeiite Costa, natural de Ghiavari, en la costa fíe
Jénova, que tenia un bien surtido despacho en el
barrio del Carmen Alto, camino de salida para el
mineral, — El honrado barretero no pedia (iinero
8Íno la habilitación normal del minero, qne, íim-
cho menos opíparo que los de las Condes de Sieim
Bella, com pénese invariablemente de estos cuatm
renglones — chatoui i gi'isa^ porotos i ají. Esta ul-
tima sustancia es^ostómago del minero lo (¡ne
la pólvora a la veta.
Decir que Costa era jenovés es dccH\^^^ ^^'^^
listo i ladino, porque el refrán europeo i^^^'"''
im griego vale por la astucia dos judíos i'^'''
noves vale dos griegos, refrán que abnini'^
m
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497 —
creído de justicia completar afirmando que o: para
cuatro jenoveses sobra uu chileno i especialmente
un santiaguino....»
Costa aceptó en teoría la habilitación propues-
ta, pero sometió el caso práctico a un perito de
confianza, i con la decisión de este entró de lleno
en el negocio, junto con un semi paisano suyo i
semi pariente, el antiguo i respetable vecino i
filántropo don Anjel Sassi, natural de las mon-
tañas del Ticino en la Suiza italiana, hijo de la
villa de Casina, donde su padre era injeniero. Este
hombre escelente habia nacido en 1813, i salido de
su estrecha patria para el ancho mundo por la
puerta de Cádiz, de donde, a la edad de 20 años
vino a Chile, para poner en sus incómodas ciuda-
des vidrios, papeles pintados i marcos de oro, me-
tal que de afición aprendió a trabajar antes que el
cobre i la plata. «Don A.njeli>, como jeneralmente
llámanlo, ha sido digno de su nombre para sus
compatriotas i para los chilenos en cuyo seno vive
haciendo el bien desde hace 47 años (1835).
XX.
Llamábase el práctico que iba a decidir con su
opinión de los destinos del mineral de las Condes,
«mal famadoD en esa época como Chile después
de la vuelta i el desaire de Almagro, don Nazario
Elguín, i este es el hombre bueno i amigo a que
EL L. DE LA P.— 6»'$
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— 498 --
antes hemos aludido. — Nacido en julio de 1815 en
el asiento minero de Caleu, subdelegación monta-
ñosa del departamento de Santiago, hijo i nieto de
mineros de oro, (don Fermín i don Martín El-
guín), el tierno minoro pasó sil niñez en el fondo
del arroyo meciendo su batea de madera o el mo-
nótono maray indíjena, hasta que crecido en fuer-
zas i en independencia, descendió al valle fronte-
rizo de Llai-Llai i entró en la faena vecina de la
Pataguay poderosa mina de cobre que el padre de
quien esto escribe habia comprado en 1833 al an-
tiguo minero i estanquero don José Manuel Cea,
hijo de Putaendo. I desde entonces, es decir, des-
de hace 50 años fué nuestro amigó, amigo de la
mina i del hogar.
Educado por sí solo en los ratos que el minero
consagra de ordinario al ocio o al placer, don Na-
zario Elguín, que lleva singularmente el mismo
apellido inglés del célebre lord británico (lord
Elguin) que fué virrei de la India i sustrajo los fa-
mosos/mos del Partenón de Atenas que hoi ador-
nan los muros del Museo Británico, hízose famo-
so en su comarca como práctico, como cateador
i ordenancista. «Don Elguín» era el oráculo de
los descubridores por su honradez i porque sabia
de memoria las ordenanzas de la Nueva España,
libro venerando, por cuya resurrección claman los
modernos mineros cual los isrraelitas cautivos por
el regreso a la tierra que Dios teníales prometida.
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— 499 —
XXL
Con estos antecedentes, los habilitadores Costa
i Sassi buscaron a don Nazario i le rogaron fuese
a visitar profesionalmente la quebrada de San
Francisco, último límite i cabecera del Mapocho,
a fin de rejirsc esclusiváraénte por su dictamen.
Tenia esto lugar por la pascua de Navidad de
1869, dias de alboroto i regocijo para el minero.
I don Nazario, aprovechando la huelga de la mon-
taña, internóse por las quebradas sin mas compa-
ñía que su macho i una tira de charqui con su
pan i con su ají; i cuando se apeó de su acémila en
el paraje que hoi se llama la cancha de carreras de
la quebrada de San Francisco, notó con asombro
que estaba pisando un inmenso rebosadero de
metal. Juan Godoi habia descubierto otra vez a
Chañ arcillo.
XXII.
Bajó en el acto el perito a la ciudad de los
pleitos, i encontrando por los Tajamares a los so-
cios que le habian enviado al cerro, mostróles el
secreto de su riqueza, presentándoles las ricas pie-
dras que habia arrancado de los crestones i que
traia a buen recaudo en sus alforjas. La habilita-
ción de la mina matriz de las Condes quedaba así
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— 500 —
acordada, i al dia siguiente hacíanse en debida
forma los pedimentos.
Pero junto con estos comenzaron los embrollos,
porque el dilijente minero Cea, sospechando la
riqueza, había puesto una faena en la descubrido-
ra i ordenado a sus mayordomos que si Elguín
volvia al mineral lo espulsasen, como los griegos
modernos a lord Elguin.
Han sido desde entonces las Condes como un
tercer patio de los tribunales de justicia, i en su
centro debiera de preferencia edificarse, por lo
mismo, el famoso kiosco de los abogados que hoi
los arquitectos de gobierno terminan, como para
apagar la poca luz que queda en ese sitio de ti-
nieblas.
XXIIL
Mas, mientras se seguia entre Cea i Costa el
largo i ruidoso litijio de la Descubridora, por prio-
ridad de descubrimiento, o mas bien, de pedimen-
tos, el intelijente Elguín dióse trazas para denun-
ciar una estaca independiente en paraje solitario,
donde el rico metal formaba bajo el agua del na-
ciente Mapocho riquísima i escondida cascada,
i allí se abrió en 1870 la boca mina del nuevo
Tamaya de Chile, en nombre de la comunidad
suizo-chileno-liguriana de Sassi, Elguín i Costa.
Ganado por esta compañía años mas tarde el
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~ 501 —
pleito al desdichado Cea, que rehusó incesante-
mente toda transacción i murió de pena i de mi-
seria, los socios voluntariamente se apartaron, i el
rebosadero de San Francisco quedó así dividido
en dos porciones: la Descubridora, que vino a ser
el plato de lentejas, cupo a Costa i a Sassi, por su
albedrío, i los Bronces a Elguín. Dos meses mas
tarde ofrecía a éste por su parte trescientos mil
pesos una sociedad formada por don Eleodoro
Gormaz i don José Agustín Salas (1873), i hoi,
después de haber sacado de sus entrañas i a pala
un millón, no la cambiarla su feliz dueño ni por
el doble de esa tentadora suma.
XXIV.
Al mismo tiempo, i como acontece siempre en
tales casos, los antiguos minerales de plata que
don Antonio de Hermida molió en su trapiche i
el doctor Segeth trituró en su mortero, resucita-
ron como Lázaro. La mina de los médicos se con-
virtió en botica, i casi al mismo tiempo los mine-
ros Lorenzo García i José Vi vaneo descubrieron
las ricas minas que llevan todavía el nombre del
santo del primero (la San Lorenzo, hoi propiedad
de don Francisco de Paula Pérez), i la famosa Iso-
Una, nombre de martirizada beldad que bien pudo
el fiel amante que lo diera trocar por el de Ma-
zeppa.
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— 502 —
La Isolina ha sido, en efecto, de tal modo cas-
tigada, desgarrada i descuartizada desde su amoro-
so bautizo por el intelijente químico don Antonio
Brieba, que ha necesitado mas que robusto pecho i
bruñida coraza de metales para resistir con vida
a tanto asalto. Vendida a los ingleses, según an-
tes dijimos, desertada en seguida por éstos, que
perdieron en su empresa cerca de medio millón de
pesos, o sea todo su capital social (80,000 £),
denunciada por este i aquel abogado, nombrándole
tutor un dia, curador en otro, síndico mas allá, lle-
gó el caso de que habiéndose despachado carta de
ruego por el Ministerio de Relaciones fjsteriores
para notificar al directorio de la sociedad inglesa
en Londres, no se encontró mas huella de su
existencia que las señas que pudo dar de su para-
dero la cocinera de uno de los accionistas.... La
Isolina había llegado a ser, como la famosa Emma^
mina de plata de Utah, el terror de Londres i de
los ingleses.
XXV.
Pone todo esto en clara evidencia que el mine-
ral de plata i cobre i cobres platosos de las Condes
es por demás rico. Mas por desgracia hállase pési-
mamente ubicado a las puertas del Forum de esta
gran ciudad, que ha sido llamada, no sabemos si
por beata o pleitista, la dRoma de las IndiasD.
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— 503 —
Lo que es evidente es que si su asiento hubiese ya-
cido a cien leguas de Santiago, no se hallaría hoi
tapada cada una de sus cien bocas minas con un
cuerpo de autos, cuyo embrollo trae sin esfuerzo
a la memoria aquella leyenda de los chanchos de
Panquehue i el siervo de Dios Bardesi (que fué
también minero de Potosí i San Pedro Nolasco),
porque habiendo rogado al buen varón el feuda-
tario de aquella hacienda don Luís de Caldera,
redujese a mansedumbre las manadas de puercos
alzados que en aquellas vegas posaban, cuando
San Felipe era todavía un potrero, comenzó el
santo a decir: — Hermanos chanchos^ vayan entran-
do al corral como entran los ahogados i los carian
les al infierno. . .. i así iban entrando (eso dice la
tradición) los chanchos al redil mansos como cor-
deros.
XXVL
Libre de esta plaga asoladora, las Condes toma-
ron en breve su potente vuelo; de suerte que dada
la naturaleza i la zona jeolójica de sus minerales,
la industria libre i honrada sacará probablemente
de sus entrañas tan gruesos mantos de blanca plata
como los de las capas de alba nieve que hoi la
cubren. — alNo son los minerales de las Condes,
dice a este respecto i con acierto a nuestro juicio
el articulista minero que abundantemente citamos
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— 504 ^
en los principios de este capítulo, no son de aque-
llos que deslumbran por su riqueza i hacen surjir
grandes especulaciones, pero sí son de aquellos
que presentan una amplísima base a la industria
intelijente i que exijen una labor constante i el
empleo de los capitales necesarios para una instfi-
lación conveniente de las faenas.
DHace apenas doce años, cnando la fascinadora
riqueza del mineral de Caracoles llamaba a su se-
no a todos los mineros del país, daba fiebre a loá
especuladores i alentaba aun a los mas fríos capi-
talistas, fueron pocos los mineros que no se deja-
ron arrastrar por la corriente del entusiasmo i
que no abandonaron sus faenas,
i)Las esploraciones i los cáteos se suspendieron
en todo otro lugar que no fuese el litoral bolivia-
no, como entonces se decia. Cualquiera que bu*
biese hablado de minas en la cordillera habria
pasado por un loco.
j)¿Qué se habria dicho entonces de un hombre
que con dos o tres cargas de víveres i unas cuaü-
tas herramientas se iba por aquellos mismos días
de fiebre de Caracoles a reconocer unas minaís,
rodeadas de nieve eterna, en el nacimiento mk-
mo del Mapocho?
i)Sin embargo, aquel hombre, minero infatiga-
ble que habia pasado cuarenta años de su vida en
los trabajos de las minas, veia con una claridad i
una perspicacia que solo da una larga esperienciaj
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~ 505 —
i emprendió el trabajo de sus minas con una
enerjía que ha sido justa i merecidamente recom-
pensada por una fortuna que no cambiaría hoi
por la de ninguno de los felices de Caracoles, in-
cluso su descubridor.
DEste minero infatigable i afortunado no es
otro que don Nazario Elguin, que ahora por sí
solo i apesar de sus años, desplega la actividad de
un mozo* emprendedor, i mantiene por su cuenta
una faena de mas de trescientos hombres que la-
bran el camino que ha de facilitar dentro de poco
no solo la esplotación de sus minas, sino de todo
el mineral de las Condes.»
XXVII.
En un punto de esta alegre profecía padece,
sin embargo, grave error a nuestro juicio el pane-
jirista del ancho camino carretero de las Condes,
porque si no ponen sus dueños, a virtud de su pri-
vilejio de peaje, sobre alta roca como la leyenda
de Dante en el Infierno, un letrero que diga: —
Por aquí no pasan los ahogados ni los tinierülosj
los autos, que son el verdadero manto broceador
de todas las minas ricas de Chile, no viajarán co-
mo hoi a caballo sino en convoyes de carretas: i
entonces
«IJ^SCIATE OGNT SPERANZA VOI CH'eNTRATE.D
EL L. DB LA ?.— 64
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506 -
ANEXOS AL CAPITULO XVIIL
I.
OPINIONES SOBRE LA. JEOLOJÍA I MINERALOJÍA DE «LAS C0NDE8J>,
VERTIDAS EN 1850 POR DON AMANDO PISSIS I POR DON
IGNACIO DOMEYKO EN 1875.
(pissis).
...«En la descripción de las rocas metamórficas de las cordi-
lleras de Santiago, fdecia aquel sabio en su descripción jeolójica
de esta provincia), hemos hecho observar que fuera de la modi-
ficaciÓQ jeneral que habia producido los pórfidos, los jaspes i las
amio-dolvides, se observan en los Andes vestijios de una alte-
ración mas reciente producida por la emanación de vapores
ácidos que parecen haber precedido al derrame de las braquitas.
En estos terrenos, así modificados, i siempre fáciles de conocer
por su color rojo o amarillo, es donde se encuentran todas las
minas de plata de la provincia, tales como las de la Dehesa, de
San Francisco, San Lorenzo, San Pedro Nolasco i de otras
muchas localidades que están marcadas en el mapa.
DLas diversas combinaciones arjentíferas, entre las cuales se
nota, sobre todo el sulfuro de plata, el cobre gris i la galena se
encuentran diseminadas en vetas de cuarzo i acompañadas de
pirita, de blenda i de sulfato de barita. Algunas veces aparece
también allí plata nativa, pero siempre en pequeña cantidad i
en las partes superficiales. Se observa en jeneral que el sulfuro
de plata existe en las partes superiores de las vetas, mientras
que el cobre gris i la galena abundan mas en las partes inferio-
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— 507 —
res. Las únicas minas qae actualmente se trabajan^ son las de
los corros de San Lorenzo i de San Pedro Nolasco». (1)
(dombyko).
^Cordillera de La Dehesa i de Las Condes. — Fi^i^^ conUlleraa
son mui abundantes en depósitos metalíferos. Sus vetas^ qae
son de cobre i plomo platosos, atraviesan por lo comea rocas
metamórficas, porfíricas, estratificadas, pórfidos i brechas porfí*
ricas, que alternan en partes con mantos de arenisca de diver-
sos colores. En este estenso grupo de formación vifralidsica se
hallan las antiguas minas de plomo platoso de San Francisco i
las que actualmente producen masas inmensas de minerales de
cobre en «Los BroncesD. A este mismo terreno pertenecea Im
antiguas minas de <cLa Dehesan, donde hace afloa apareció en
una altitud de 1,896 metros, un beneficio cunaiderable de plata
metálica en la Loma; otras, no menos imporbanteí^j explotadas
desde muchos anos, por el doctor Segué th, entre las cuales, la
veta de ]bls Arañas ha producido minerales de pktíi nativa i
clorurada con diversos criaderos cobrizos. Ea fin^ gran o amero
de vetas de plomo i cobre platosos se conocen actualmente en
la rejion alta de «Las Condesa en cuya esploración empeña sus
capitales la nueva compañía anglo-chilena»*— (Domeyko. Me-
moria citada de 1875).
(1) 'Pisaia.^'Descripción de la provincia de Santtngo.^Anahs de la Uni'
veraidad correspondientes a 1854, páj. 469.
En esa época el señor Pissis se hallaba recientemente llegado a Chile i
los inespertos tipógrafos que compusieron su tríibajo bicÍL^ronk el mal
juego, de poner en oposición a las capas o es tratas Imp^.nticafdfJt de que
solía ocuparse, el curioso quid pro quo de decir «capas í/tea¿¿cíí.
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— 508 —
II.
DESCRIPÍÜON DEL MINERAL DE «LAS CONDES» POH DON
FRANCISCO DE PAULA FERKZ,
(Carta al autor, Santiago, setiembre 2ñ de 1882)<
..•4 Del cerro llamado del PlomOj qae su eleva mas do 5,700
metros sobre el nivel del mar, se desprende próximamente de
noite a sur una elevada aerraíifa cuyas vertientes orientales
descienden al Rio Colorado i las occidentalea al Mapocho. Deí
cordón de esta rama de cordilltíraa nevadaa se ve uacer varios
contrafuertes o espolones que con lijeriB desvíos ae dirijen al
poniente i vienen a morir en la angosta gargarita por donde
corre este rio, formando entre ellos las llamadas quebradfiB de
«San Francisco», «Valenziielai^, «cPicKesp i íYerba Loca», en
cuyos flancos se han deacabierto laa minaa de plata de ^ Las
Condes» entre los 3 i 4^000 metros de altura,
dEs raui probable que los filones arjeatíferos, encajados eo
medio de los pórfidos estratificados de loa Andes, hayan debido
su orijen a la erupción de nna gran maaa de sieoita que se es-
tiende en contacto con aquellos, en dirección de sur a norte;
siendo digno de notar que este mismo rumbo asumen la mayor
parte de las vetas. Pero sea como yo lo imajine, o como otro h
esplique mejor que yo, puedo ú establecer como un hecho que
las tales vetas se componen en Jen eral de minerales de plomí)
arjentífero: galenas, o cmbonatos i sulfatos, que provienen de
su descomposición por los ajentea atmosféricos, asociados cou
sulfures de antimonio i de arsénico; son, en una pal abra j de la
clase de minerales que loa pi^cticos lIamaüy/'/¿>.y, Por lo coraon
van envueltos en una matriz de Cuarzo (gnin enemigo de los
fundidores) como sucede en las minas de uValetisstielai* i los
«Piches», o bien del minino Cuarzo entremezclarlo con ol espato
perlado, espato pesado i óxídoa de hierro, en cuya compañía ed
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— 509 —
mas dócil para la faadicióa; tales soq los príacipales jacímien-
tos del cerro de San Fraucisco i la Yerba Loca.
]» Las vetas son por lo común Joien formadas^ de ano a dos
metros de potencia, sus afloramientos aparecen en grandes es ten-
siones i sobre ellos ha sido fácil entablar los trabajos de esplo-
tación i demarcación de las pertenencias. Así sncede, por ejem-
plo, en la veta San Lorenzo que es la principal del cerro de San
Francisco, sobre la cual existen esplotaciones mas o menos re-
gulares en una estensión que no baja de dos i medio quilómetros
en las pertenencias llamadas Fortuna, San Luís, San Lorenzo,
Delirio, etc. etc. En la misma forma pudieron entablarse los
primeros trabajos de la mina Isolína que pertenece a la Condes
mining Co. que se organizó en Londres en 1876, i de la Chilena,
que son las principales minas del Cajón de Valenzuelay i los de
Azulillos, Salvadora i Merceditas de los Piches. Me aseguran
también que la mina San Rafael de la Yerba Loca, para la cual
se hacen grandes trabajos de caminos i otros para conducir sus
metales, tiene reconocida sa poderosa veta en una estensión mui
considerable.
]>Las que dejo nombradas son las minas que mas han llamado
la atención, ya sea por la riqueza de sus metales (riqueza rela-
tiva porque su lei raras veces escede de 30 marcos por cajón),
o ya sea por las condiciones mas favorables de su ubicación, o
por su mayor abundancia en minerales. Al lado de éstas se en-
cuentran en esas esteosas serranías numerosas vetas de menor
importancia, pero que son susceptibles de un trabajo lucrativo i
serán esplotadas cuando hayan abaratado los fletes mediante el
mejoramiento de las vias de comunicación, o cuando se planteen
próximamente injenios adecuados al beneficio de sus minerales.
dEsos numerosos depósitos metalíferos situados a tan corta
distancia de la capital, centro de todos los recursos que exije su
laboreo, están llamados a figurar en primera línea entre las em-
presas mineras del país, cuando haya pasado la fiebre de juegos
de bolsa i busquen los capitales, hoi sobrantes i depositados im-
proJuctivameute en los bancos, su empleo prudente en compa-
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— 512 —
lurjia nacional para oprovechai el plomo que hoi no tiene valor
comercial en Chilcí entonces, acercando a las minas los hornos
de manga que existen ahora a grandes distancias las Condes
tomarán su debida importancia i los mineros i fundidores reci-
birán amplias recompensas por sus pasados sacrificios.
Como ves, me he limitado, por falta de tiempo i de estudio,
a darte una idea jeneral i a vuelo de pájaro de lo que he creído
que podria ser de algún interés. Si de estos datos puedes es-
tractar algo conducente a tu propósito, quedarán satisfechos los
deseos de tu afectísimo amigo.
F. de P. Pérez.
III.
LIJBROS APUNTES SOBRE LA PRODUCCIÓN DEL MINERAL DE LAS
CONDES, POR DON JUAN VALDIVIESO AMOR.
(Carta al autor.— Santiago, octubre 2 de 1882.)
<c... Respecto del rico mineral de plata i cobre de las Condes,
puedo decir que la época exacta de su descubrimiento me es
desconocida.
» Sé que don Carlos Segtteth i don Mariano Ureta trabajaron
minas en el cajón del Arrayán por el ano 43, mas o nienos, i
que los doctores Sazie i Armstrong trabajaron también en otros
puntos del mismo mineral minas de plata i plomo. Se me ha
informado que hubo un trapiche para beneficio de metales de
plata en el cajón que llaman de «Molina», cajón que dicen va a
comunicar con el de Maipo; he visto piedras a la entrada del ca-
jón de San Francisco de la hacienda de las Condes, que acusan
la existencia indudable de un pequeño e^ablecimiento do amal-
gamación, i mas abajo, en el punto que denominan «Lo Fonto
cilla», se me ha dicho que hubo otro.
dEsos datos revelan que las Condes, como mineral, se conoce
desde mucho tiempo atrás.
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— 513 —
>Pero há mui poco^ desde el descubrimiento de las famosas
minas de don Nazario Elguín i don Vicente Costa^ en el cajón
que llaman de «Los Broncesi>, por tener ese color (de bronce)^
los metales de cobre que dichas minas producen, ha empezado
el verdadero interés por trabajar allí.
»La San Francisco, de don Francisco Osorio hoi, mina de
plata cuyos metales han alcanzado leyes de mas de dos mil
marcos, es mas antigua, sin embargo, mucho mas antigua que
las de «Los Bronces». Ha sido la puerta de entrada de éstas, se
encuentra antes, de manera que ha de atravesársela para llegar
a las otras.
]»Después de conocerse las minas de «Los Bronces», empeza-
ron los cáteos por todas partes. Se encontró ia San Lorenzo, de
plata, de los Pérez Caldera, que habrá dado 2,500 cajones de
lei de 28 marcos; la Isolina, que habrá dado tal vez doble canti-
dad de igual lei i que parece no se agotará jamás. La San Lo'
renzo está situada en el cajón de San Francisco, la Isoliria en el
de Yalenzuela.
»La SanBa/ael, de don José de Respaldiza, en la <i Yerba Loca»,
es también mui abundante. La Salvadora i Féj de mí propie-
dad, no son mui abundantes, pero su lei es superior a las demás:
espero resolver un problema mui interesante sobre la hondura.
»Iias minas mas profundas son las de cobre. La San Afftistín,
de Elguín, da metales de 25 9^ al barrer, i en una anchura me*
dia de 20 metros. Un administrador mió que tuvo permiso pa-
ra verla el año 76, me informó que el beneficio iba en una an-
chura de 24 metros.
»La Descubridora, de Costa, es también igual si uo superior
a las de San AgvLstín.
»No se puede aun precisar si «Los Bronces» son rebosaderos,
vetas, etc.; lo único que se sabe os que las espresadas minas
son mui ricas. Se ha agregado a ellas en los dos últimos años,
la Tránsito, de Gregorio Donoso, i la San Antonio, de los Fer-
nández López.
»La San Agustín se dice que tiene 150 metros de hondura
vertical, i sus planes son los que llevan el mejor metal.
El. L. DE LA p. — 65
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— 514 -
DLas minas de plata no se sabe qué serán todavía en hondu-
ra. Sin embargo, hai algunos antecedentes que les auguran hon-
roso porvenir. Conozco minas (las mias, Fó i Salvadora, de que
no quiero hablar), que por cada un metro de profundidad han
ido aumentando un marco, a lo menos, en la leí de sus metales.
dEI mineral de las Condes no ha podido desarrollarse antes
de ahora: 1.® por las dificultades tan considerables que la natu-
raleza, la nieve, ha opuesto a sus trabajos; 2.° por la falta do
mineros intelijentes que lo revelaran; 3.^ por la ausencia de re-
cursos de esos mismos mineros; i 4.° por la absoluta falta de
protección de las autoridades i de los particulares capitalistas.
3>Ha sido menester para que adquiera algún desarrollo, para
que haya venido a tener algunas facilidades, que los primeros
afortunados invirtieran una considerable parte de sus riquezas
en abrirle caminos, en catearlo, etc.
3)Sin embargo, se cree por todos los que lo conocen, por raí
entre ellos, que el mineral del porvenir de Chile i del mundo es
el de las Condes, como abundancia, como variedad de metales,
como riqueza i duración de ellos.
j)Cada uno de los cajones Arrayán, San Francisco, Yerba Lo-
ca, Valenzuela, Piches, Duarte, Dolores, Mercedes, Anjeles, Co-
varrubias, etc., etc., es de por sí un mineral aparte, de conside-
rables proporciones.
dCou facilidades de acarreo, por punto jeneral puede asegu-
rarse que ninguna mina dejaria do dar beneficio desde el sol.
3) Todas las vetas son anchas i metaleras.
»La falta de establecimientos compradores ha sido otra de las
causas que ha retardado el progreso del mineral, — que me ha-
bía olvidado sentar.
dLos primeros establecimientos que hubo pagaron precios
demasiado insignificantes, que no podían menos de retraer a los
mineros de sus empresas: no alcanzaban a pagar siquiera los
fletes. Un peso setenta i cinco centavos por marco sobre leí de
10 marcos por cajón, seguramente no podía halagar a nadie.
^Mientras tanto, en las Condes se halla el descubrimiento de
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— 515 —
Picarte, i algún dia se verá que Santiago tiene a sus puertas,
en la minería, riquezas tanto o mas colosales que las descubier-
tas en el norte, i no menos interesantes i positivas que las de su
agricultura».
IV.
MINAS PRINCIPALES DEL DISTRITO DE LAS CONDES AGRUPADAS
POR QUEBRADAS .
(COMUNICACIÓN DE DON ANJEL SA8SI.)
0)*upo de Valenzuela.
Minas. Propietarios.
Isolina Compañía Inglesa.
Chilena .Alfredo Jhonson.
Correspondencia Compañía Inglesa (Tagle A.)
Esperada Blachet i O.*"
ILv^oritT^^ '/ I Compañía Inglesa.
— — Pizarro i Andrada.
Gran Secreto Andrada i C."
San José Cruchaga i C.*"
Difícil •. Guzmán i C*
Escuela Diego Sutil.
Veta Negra Gandarillas i C*
Garibaldi o Flor de María Costa i C.^
— — Castro i C*
Grupo de San Francisco.
San Francisco... Francisco Osorio.
Deseada Espejo i C.» "
X
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.A
— 516 —
Carmen % t..i....i..i DaDiel Quzm&D.
El Delirio Id, Id-
La Jot]ád,....p «.i«.. González i C*
San Loreozo..., Francisoo de P. Pérez-
San Luis*.. t... Id, Id. Id.
Saa Francisquito Sassi i Q*
Fortuna Saeei i Espejo.
Roaarío.... Fidel Araneda.
Santa Teresa Morales i C/
Grupa de Los Broneeg.
Descubridora. Costa i Sassi*
San Agustín Nazario í Luis Elguío,
San Lorenzo,--. Lorau20 Elgaín,
Tránsito Gregorio Donoso*
San José ,*...*«..... Fernándes López.
San Vicente. p* Vicente Costa.
Esmeralda i Covadonga Carlos Fernández*
Demasías Rodolfo Barra.
Disputada Sassi i C*
Sonámbula Valdivieso Amor.
Grupo de la Yerba Loca,
San Rafael Respáldiza.
San Pedro. Id,
Grupo de los Piches,
Salvadora.. - Valdivieso Amor.
Merceditas Araneda i C
Azulillos (arrendada a Diego
Sutil) .,., Rodolfü Barra.
Santa Rosa José M* Tagle,
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— 517 —
V.
ESTABLECIMIENTOS E INJBNIOS DESTÍN 4lD0S A ESPLOTAR
LOS METALES DE PLATA, PLOMO I COBRE DEL MINERAL
DE LAS CONDES.
I. — Establedmiento de los Maítenes^ de la compañía inglesa.
11. — Id. del Arrayán, de don Juan Valdivieso
Amor.
III — Id. de Lo Barnachea, de don Diego Sutil.
IV. — Del Peñón, de don Enrique Concha i Toro.
y. — Central (el mas considerable de todos) en Villaseoa, de
doD Francisco de P. Pérez.
VI.— De la Alameda de Matucana, de don Daniel Garín i C*
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j
CAPÍTULO XIX.
LA ESTADÍSTICA DE LA RIQUEZA METALÍFERA DÉ CHILE
EN EL SIGLO XIX.
Edad completamente moderna de la plata en Chile segán la Estadística. —
Comparaciones con otros países. — Los cómputos del virrei Jil en 1796 i
los de Chevalier en 184G. —Diversos pero honrosos puestos que los esta-
distas europeos asignan a Chile, como país productor do metales precio-
sos.— Total de la producción de plata de Chile según sus diversos mine-
rales.— Demostraciones numéricas por anos, por quinquenios i por gran-
des períodos. — La producción de plata do Atacama en 1853 i movimien-
to de sus minas en 1864, Gí), 7.J, 74 i 80. — La producción metalífera de
Atacama en globo i su producción de plata al pormenor i por minas en
1877. — Datos sobre la producción arjontífera de 187G. — Datos corres-
pondientes a 1872 sobre esportación de valores i a 187j sobre el movi-
miento de todas las minas de plata en el país. — La situación de Chañar-
cilio en 1882.— Datos de la producción do la plata en Chile sacados del
archivo de la Casa de Moneda en un período de 110 años, (1772-1882.)
Acercándonos alas conclusiones económicas que
el presente estudio entraña, a fin de ilustrar nues-
tra actual situación i el venidero parécenos opor-
tuno hacer notar como puntos de partida estas dos
importantes consideraciones que fluyen sin esfuer-
zo de lo que va corrido de nuestro trabajo, a saber:
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— 5IU —
I, — Que líi edad de lit plata es ubsolutamonte
niodernn cu Chile i
ir. --Que untes de los descnbriinieütos de Ne-
vada, Chilcj paííiquc en la producción del oro lia-
bia tenido el segundo puesto en el Nuevo Mundo,
hasta el descubrimiento de California, conservaba
un lüf^ar de uo pequeño honor en el rendimiento
de la plata.
IL
En jeneral, In Amcricn del Norte ha sido mas
potente en plata que Li del Sur, i las minas de
Méjico en el pasado siglo i las de Nevada i del
Colorado^ que no son propiamente minas, sino
verdaderas comarcas arjentíferas, parecen ponerlo
en evidencia en el presente. Encontraste, el figo-
tamiento sucesivo del Perú Alto i Bajo, tendei ía a
confirmar esta creencia j ene ral. 1 si no fuera que
loshaHazíífQs, mas industriales que ricos de Huart-
chaca i Por túgale te, de Lípez, i Colqnechaca, en
Bcdivinj i los considerables yacimientos a rj en tí fe*
ros de Caracoles, de Cachi nal de la Sierr;\, i de
otros que sucesivamente habrán de seguir saliendo
a luz, bajo el ojo i la ojota del infatigable c¿itea-
dor deJ líesiei'to, seria de temerse que la gi'an
prodiicciún de plata en esta porción del mucdo
quedar i a airosamente representada solo por las
minas i mercados de Kstudos Unidos, cuyas casris
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— 520 —
de moneda, desde que se adoptó en 1878 como
unidad monetaria i de pago corriente el peso
fuerte, «el antiguo duro mejicano3>, no cesan de
echar a la circulación del mundo un centenar o
dos de millones de pesos en cada año.
ni.
I nada tendría por esto de estraño que, siguien-
do la proporción del dia, los grandes centros de la
plata en lo que queda por andar del siglo vi-
nieran a ser estos dos: Nevada en la América del
Norte, Chile en la América del Sur.
IV.
Cuando aun no se habia descubierto ni a Tres
Puntas ni a Caracoles, ni la Florida, ni Cachinal
de la Sierra, Chile que habia pasado por un país
desapercibido, como productor de plata, adquirió
en efecto, rápidamente entre sus seculares émulos
que tuvieron por sostén a Potosí i a Cerro de Pas-
co, a Guanajuato i Zacatecas, el rango que hoi
mantiene i que talvez está llamado a superar.
I entiéndase que la cantidad de plata existente en
el mundo hasta la época en que el ilustre Che-
valier hacia su cuenta, habría cabido en un cubo de
11,477 metros que no alcanzaría sino a un tercio
de la columna Vendóme, que desde lejos presen-
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-521 -
tase a la vista del paseante callejero de París
como un simple pilar. En cuanto al oro, habria
cabido todo este metal acumulado en el mundo
antes de California, en un salón parisiense de 8
metros de largo por 8 de ancho i 5 de elevación,
i, lo que es mas estraño, llenándolo solo hasta la
mitad, loque habria permitido cómodamente bai-
lar sobre su piso, como si hubiera sido este un ta-
piz de bruñido i reluciente espejo. .
V.
Por supuesto, antes de la emancipación ameri-
cana ni el Perú mismo con Porco i Potosí, con
Oruro i Hualgayoc, con Pasco i Huantajaya, no
alcanzó a disputar la palma a Méjico en sus dis-
tritos mineros ya nombrados. No ha habido, a la
verdad, minas de plata mas opulentas en el mun-
do que la de Catorce en Zacatecas i la Valenciana
de Guanajuato que a un solo dueño tributóle, como
la Deseada de Caracoles a sus accionistas, en cua-
tro años 16 millones de pesos.
Según Chevalier, que escribió su famoso libro
sobre la producción de los metales preciosos en
América en 184:6, el rendimiento de la plata has-
ta esa fecha estaba representado de la manera si-
guiente:
Méjico 60.782,917 quilógms.
EL L. DE LA P.— OG
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~ 522 ^
Perú 58.163,062 quilógms.
Chile 973,000 x> (1).
VI.
Ea cuanto al crecimiento jigantesco pero con-
temporáneo del rendimiento arjentífero de Chile,
(1) Des Mines cTargent et <íor dti Nouveaii Monde par M.
Chevalier, París, 1846, obra publicada tambiéa en la Revtie de
Deux Mondes en diciembre de 1846 i abril de 1847. Según laa
demostraciones un tanto al aire de este contador mayor i por
mayor de los metales preciosos del nuevo mundo, Chile produjo
antes de 1810 solo 3,000 quilogramos de plata, i después de ese
año hasta 1845 rindió 672,991 quilogramos, todo lo cual reuní-
do valia 216 millones de francos, o sea algo como 50 millones de
pesos. Según cálculos, uno o dos años posteriores, del mismo
economista, toda la América española produjo en 1847 la canti-
dad de 614,641 quilogramos de plata, en cuyo rendimiento a
Chile cabía el cuarto lugar, según la demostración siguiente:
Peso en Valor en
quilogramos francos
Méjico 390,960 87.793,000
Nueva Granada 4,887 1.086,000
Perú 113,158 25.146,000
Bolívía 62,044 11.554,000
Chile 33,592 7.457,000 .
Varios 20,000 4.444,000
614,641 146.480,000
La cuota asignada a Chile es tal vez inferior al producido real,
pero debe tenerse presente que en ese tiempo solo Chañarcillo
hacia el gasto i el lujo de la producción de la plata. Tres Pun-
tas solo apai^eció un año mas tarde. Conforme a estudios poste*
riores de Lnveleye, las fluctuaciones de lá producción de la plata
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— 523 —
bastará recordar que Hamboldt, al paso que nos
otorgaba en 1803 una producción comprobada de
2,807 quilogramos de oro al año, hacia subir la de
la plata a solo 6,827 quilogramos por año, es de-
cir, que la plata que valia entonces 30 veces me-
duraate el siglo corrido desde 1741 a 1840, se hallan escalonadas
en la siguente demostración, qae marca la gran pujanza de la
producción en la última década del siglo pasado (el siglo de
Méjico) i la decadencia gradual que trujo la guerra de la inde-
pendencia para toda la América antes española:
1741 - 1760 $ 633,145
1761 - 1780 652,740
1781 - 1800 879,060
1801 - 1810 894,160
1811 - 1820 540,770
1821 - 1830 460,560
1831 - 1840 596,440
Adelantados estos resúmenes estadísticos hasta 1871, en que
jB. Nevada habia comenzado a derramar sus raudales del Coms-
tock, i Chile su continjente de Caracoles, la producción total de
plata asignada a las cinco partes del mundo estaría distribuida
como signe i en números redondos i miles i millones de francos:
YMéjico fes. 2,006 millones
. .. iFerú 327 »
América Rehile 299 *
(Estados Unidos. 24 ]>
Europa 191 t>
Asia 34 y>
Oceanía (Australia) 13 d
Total para todo el mundo, tres mil millares trescientos se-
senta i siete millones de francos i un tercio.
¿I no es verdad que para tanta bulla todo eso no es gran cosa?
Según el virrei del Perú Jil i Lemus^ la producción de la
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— 524 —
noB que el ;oro^ se obtenirt solo en la proporción
ele dos tercios escasos mas que el últiuio metal*
Cuarenta i tres años tnas tarde, Chevalier, que
habia podido compulsar cu las común ícaeioues de
Douieyko al Instituto de Francia i en los docu-
mentos oficiales de Chile solo una i>arte de los
prodijios de Chañarcillo, se quedaba, sin embargo,
mui atrás, a nuestro juicio, ciumdo afirmaba ea
su obra citada que las minas de Chile hablan pro-
il neldo en el decenio corrido de 1835 a 1845,
33,592 quilogramos de plata. I decimos que el cal*
culo del distin^íiiido financista francés nos pareen
sumaiDente inferior a la realidad, por cuanto no
correspondía siquiera a la producción mínima que
Huui])oldt nos habia concedido en 1803^ cuando
no teníamos siquiera a Asjua Amarga,
plata de la América espailola en 171Uj fecha de sa memoria,
(jetaba distribuida de la siguietitc maiiern, segiui los datos de
bis diversas casas de moneda:
Méjico. -. „. ^ ^4.000,000
Guatemala , 200,000
Lima ff.DOO^OOO
Potosí. 4.000,000
Santiago I.ÜOO^OUO
ropayán LOOOjOOO
Bogotá ,. .-...,.. h200,000
Cí-níurnie a t^^tri dcrnosí-tradí^ti, l.is minas ile la América hÍíÍ-
viídiis al Xurtt; d<í PaEiiiTJi;! [>rtdtií:i:iu i^lpáOO^OOO pesíos^ i líia 6Í-
riiüdiLs al HUi' del istnnt bi núíid itieiio.^ o sj i 13.10(*/JOO peajií;
i cu u^ta |jn'isurciü!i va ln pi'uduccíúu iimbiibíeiiientu lioi disu
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— 525
VII.
Lejos ele ello, i sin que creamos adolecer de pa-
triótica exajeración, parécenos que podríamos es-
timar la producción total de plata de nuestro
territorio, en los 350 anos que van corridos de su
existencia, en una cantidad de millones de pesos
que no seria en mucho inferior a la de esa edad
contada no por siglos, sino por años.
Nuestro cálculo, fundado en los antecedentes
mas o menos exactos que hemos venido fíjando en
el presente volumen, seria el siguiente, apuntando
la edad de cada mineral.
Producción de San Pedro Nolasco
desde 1680 a 1811 , , $ 4.000,000
Producción del mineral de üspa-
llata desde 1738 a 1800. ...... 4.000,000
Agua Amarga desde 1811 a 1881 20.000,000
Arqueros desde 1825 a 1881 25.000,000
Chañarcillo desde 1832 150.000,000
Pampa Larga, San Antonio, Ga-
rín, Checo, Lomas Bayas, Ro-
mero, Cabeza de Vaca, etc. . . . 20.000,000
Tres Puntas 20,000,000
Caracoles . . .• 49.000,000
Florida 3.000,000
Otras minas 10.000,000
Total $ 305.000,000
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— 526 —
VIIL
Las demostraciones en globo i al detalle de es-
tos resultados, que abrazan en su mayor parte, ca-
si en su totalidad, un espacio limitadísimo de tiem-
po, desde la época de nuestra independencia po-
lítica, (la cual sobrepuja de cien codos la estéril
edad colonial), abundan en nuestros archivos i en
nuestros libros; i a este respecto, como cantidad
colectiva, bastará decir que según la estadística
minera de la provincia de Atacama publicada en
1874, este solo núcleo produjo en pastas metalí-
feras durante los 30 años corridos desde 1843 a
1873, la suma enorme de 201.826,240 pesos, co-
rrespondienio tan solo a la plata las siguientes
asignaciones:
Plata en barra $ 75.411,354
Ejes de plata 8.682,233
Minerales de plata 14.205,195
Cobres platosos 598,489
Plomos arjentíferos. . . . 151,832
Relaves de plata 184,420
$ 99.233,523
En otros términos, la riqueza arjentífera de la
provincia de Atacama está representada por cer-
ca de la mitad de sus valores metálicos, o sea por
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- 527 -
una suma de cien millones de pesos arrancada a
sus minas de plata en el espacio de 30 años. (1)
(1) Hé aquí la interesante distribución de todos los valores
metalíferos rendidos al país por la provincia de Átacama en los
treinta años esprosados (1843-73):
Cobre en barra $ 11.852,513
Id. nativo ; 481
Ejes de cobre 55.297,186
Id. i de plata 8.682,233
Id. i de oro 1.762,699
Escorias de cobre 216
Minerales de cobre 32,358,399
Id. id. i plata 598,489
Id. id. i de oro 509
Minerales de plata 14,205,195
Id. id. i de plomo 4,347
Id. id. i de oro 880
Minerales de oro 1,785
Id. id. i de plata í cobre... 432
Id. de cobalto 20,953
Id. nikel 11,801
Id. plomo 94,148
Id. id. arjentlfero 151,823
Oro en barra 161,207
Id. pasta 363,548
Plata en barra 75.411,354
Plomo id 330,039
Id. id. arjentífero 127,526
Id. surtido 128,473
Piedras para colección 14,004
Relaves de plata 184,420
Id. de cobre 1,704
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— 5^S -
IX,
Siguendo el fnismo método demostrativo sobre
la marcha ascendente de la producción de la pla-
ta en Atacama, he aquí algunos peldaños de su
escala, advirtiendo que solo ocurren períodos de
disminución en los quinquenios de 1853-57 i en
el de 1858-62, en la siguiente forma:
En el quinquenio de 1843 a 1847, la produc-
id, de oro 171
Retalla de cobre 59,696
Suma. $ 201.826,240
Segñn la demostración anterior, el orden de categoría asigna-
da a la producción metálica de Atacama, seria el siguiente:
I. Plata en barra.
II. Ejes de cobre.
III. Minerales de id.
IV. Id. de plata.
V. Cobre en barra.
VI. Ejes de cobre i plata.
VII. Id. cobre, plata i oro.
VIII. Plomo.
IX. Minerales de cobre i plata.
X. Oro.
I aquí es curioso observar que el oro que había sido el gran
artículo de riqueza nacional i casi el único de esportación a
Europa durante el siglo XVIII, había pasado a ser el último
en el postrer tercio del presente.
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~ 5S9 —
ción de la plata en Atacaraa fué de 6.834,987
pesos.
En el de 1848-52: 16.787,037 pesos, o sea un
aumento de mas del doble, debido al descubri-
miento de Tres Puntas i al segundo alcance de
Chañarcillo.
En el de 1853-57, la producción fué todavía de
15.799,487 pesos, notándose sobre el quinquenio
precedente solo una disminución de 987,550 pe-
sos.
Durante los cinco años corridos de 1858 a 1862,
que fueron años de broceo i guerra civil, Ja pro-
ducción tuvo una merma de 6.641,772 pesos, pues
el rendimiento alcanzó solo a 9.157,715 pesos.
En los dos últimos quinquenios consignados en
la estadística ya citada de Gopiapó, la progresión
antigua vuelve a recobrar su escala ascendente, i
la producción arjentífera está representada por
estas cifras:
1863-67—10.634,802 pesos, o sea un aumento
de 1.477,687 pesos sobre el período anterior.
1868-72—16.197,320 pesos, lo que equivale a
un aumento de 5.562,524 sobre el período del año
precedente. (1)
(1) Nos parece oportuno advertir que si en ios treinta
años corridos desde 1843 a 1873, hubo dos períodos de fa-
lla, respecto de la plata, la escala ascendente para la riqueza
mineralójica de Atacamn, en jeneral se mantuvo imperturbable,
según el siguiente cuadro trabajado pur el intelijeute organiza-
EL L. DB LA P. — 67
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— 530 —
X.
A.delantando ahora estos estudios estadísticos,
cuya esterilidad aparente queda mas que suficien-
temente compensada con el interés que sus de-
dor de la estadística minera de Átacama, don Jnan José Gror-
maz, que abraza los seis quinqueoios de la época referida^ de k
signiente manera:
l.'^ quinquenio 1843-47 $ 9.919,163
2.* id. 1848-52 20.176,693
3.^ id. 1863-57 33.960,976
4.*» id. 1858-62 42.611,634
5.* id. 1863-67 45.176,634
6.^ id. 1868-72 49.981,173
$ 201.826,240
Se notará que en el segundo quinquenio el valor de la pro-
dncción metalífera se duplica, en el tercero se triplica i eu el
cuarto se cuadruplica respecto del primero. La producción anual
en todo el período de los treinta años, a que los seis quinqnecios
se refieren, alcanza, término medio, a la suma de 6.727.541
pesos.
A mayor abundamiento reproducimos en seguida en dos es-
tados por separado, la producción total de Atacama, en pastas
metálicas por aflo desde 1843 a 1872 i la de la plata solo por
quinquenios en la forma siguiente:
I.
FASTAS METÁLICAS DB ATAOAUA EN TREIKTA AÑOS.
1843 I 1.654.674
1844 1.721J32I
_.Goog.e y
— 531 —
mostraciones ofrecea al esportador i al negociante,
al minero capitalista i al hacendista ilustrado, nos
cabe como resumen final de este capítulo de mi-
neros, entrar en algunas consideraciones numéri-
1845 2.003,578
1846 2.220,964
1847 2.318,626
1848 3.041,781
1849 3.752,425
1850 4.580,659
1851 3.718,968
1852 5.082,861
1853 5.679,788
1854 6.749,769
1855 7.694,687
1856 7.496,526
1857 7.340,206
1858 7.324,720
1859 7.19.5,581
1860 10.853,373
1861 7.550,394
1862 9.687,532
1863 8.776,120
1864 7.889,671
1865 8.411,632
1866 8.743,934
1867 11.355,277
1868 10.857,001
1869 11.300,453
1870 8.291,540
1871 9.214,570
1772 10.317,609
$ 201.826,240
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— 532 —
cas i estadísticas sobre el desarrollo de la minería
en Chile hasta el último año en que aquel ha sido
computado, i para esto habremos de seguir de pre-
ferencia el luminoso cuadro i estudiosa condensa-
ción que de sus maravillosos progresos hizo en
1875, con motivo de la Esposición Internacional
(ResQinen).
1." Período de 15 años | 64.056,832
2.0 Id. id. id 137.769,408
I 201.826,240
II.
PLATA PINA I EN BARRA.
Producción en plata de Atacama durante treinta añas
(1843-72) de cinco en cinco a!U>s.
En 1843 ; I 927,657
1» 1847 1.782,923
í 1852 4.052,325
p 1857 '. 2.052,278
í 1858 2.340.286
í 1859 1.537,129
» 1862 2.269,270
í 18G7 ". 3.618,150
» 1872 2.608,166
i> 1873 4.037,769
» 1874 4.326,433
Total en 31 afioa.... $ 83.77.0,546
De estos valores se csportnron \iw CuldeiM 81.809,320 ¡vjíis.
Por el Huasco 1.902,502 pesos.
Por Carrizal Bajo 13,724 id.
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— 533 —
de ese año, el decano de la Universidad don Igna-
cio Domeyko.
Según esas demostraciones, el número de mi-
nas que en todo el país existían en 1875, se ha-
llaban trabajadas por 24,019 operarios i distribui-
dos de la manera siguiente, por provincias:
(atacama)
Núm. de minas Núm. de
en esplotaclón. operarios.
Minas de plata 173 ]
— de plata i cobre . 11 |
— de cobre 111 y 337 7,142
— de oro i cobre . • 10 1
— de plata i oro.. . 32 J
(coquimbo)
Minas de plata 38 ! oqi i q 700
— de cobre 253 ^ ^^^ ^^'^^^
(Aconcagua)
Minas de plata 10 ^
— de cobre 168 ^ 182 2,532
— de oro 4 J
(VALPABAISO)
Minas de plata 2 ]
— de cobre 37 }- 40 260
— de oro 1 J
(santiago)
Minas de plata 21 ( ^^ .^^
-- de cobre 45 ( ^"^^
Total 916 24,019
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— 534
XL
Se observará que en este cuadro no aparece
mencionada ninguna mina al sur del Oachapoal,
límite austral de la provincia de Santiago, i en
cuanto a la composición de aquéllas, hela aquí:
247 minas de plata (algunas de plata i cobre);
633 — de cobre (algunas de cobre i oro);
6 — solamente de oro.
XXL
No es menos interesante el cuadro de la pro-
ducción jeneral metalífera de Chile comparada en
los años de 1873 i 1874, que el señor Domeyko
condensa de la manera siguiente en su informe
mencionado de 1875, i en el cual el último año
1874 arroja solo un débil aumento (271,946 pe-
sos) sobre el producto total •
Prodaetos. t97S 1974
Arcilla — $ 927
Borato de cal — 29,528
Bórax — 27,010
Cal 3,284 614
Carbón de piedra 276,444 41 1,206
Cobre en barra 8.310,377 8-143,661
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— 535 —
Id. labrado 221 64
Ejes de cobre 3.316,811 3.643,761
Id. id. i plata.. 701,625 752,313
Id. id. id. i oro 123,605 108,160
Id. de oro i plata 6,051 —
Minerales de cobalto. 23,116 66,290
Id. de cobre 430,733 315,037
Id. de plata 51,789 17,059
Id. de id. i oro... 488 566
Id. de plata 69,223 124,149
Id. de plomo i plata 58,424 27,774
Id. de plata i oro . . 46 12,034
Id. de oro 89 —
Id. para colección 1;580 —
Plata pina i en barra. 2.917,225 2.992,818
Total 16.291,028 Í6.662,974
XIV.
En la provincia de Atacama la plata mantiene
sin embargo su predomino sobre todas las demás
pastas en el último de aquellos años, trabajándose
en el departamento de Copiapó 115 minas de co-
bre i 161 de plata.
La producción metálica de la provincia de Ata-
caraa alcanzó en el año subsiguiente de 1875 a
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— 536 —
13.668,471 pesos (1), lo cual no computando nio-
gún aumento progresivo sino la estábil idud de esa
producción durante el qninqiienio que nos adelao*
taria hasta 1880, resultaría una esportación total
de 68.342,335 pesos; i esta suma distribaida en el
espacio de 30 años, como lo fué la producción
de 1843 a 1873, nos haría llegar a las pnert¿is
del próximo siglo con una producción total alean-
zada en poco mas de 50 años de 341.711,775 pe-
sos de plata, sin tomar en cuenta el natural i
progresivoaumento de la esplotación
XV.
I si a estos 341 millones (que bien podían po*
drian ser quinientos millones de pesos) agregamos
los 202 millones producidos tan solo por la pro-
vincia de Atacama en los 30 años corridos de 1843
a 1873 i lo que las minas hablan contribuido a la
riqueza pública desde el primer año del presente
siglo, ¿habría exajeración la mas mínima en decir
(1) Las pastas que coatribuyeron a formar la CríporUción de
de Atacama en 1874-75, están comprendidas en las cifras di-
guientes:
Plata en barra $ 4.326,433 $ 5.356,160
Ejes de cobre 4.337,550 3.410,GL0
Cobre én barra 2.179,181 2.654,417
Minerales de cobre 1 .301,728 1 . 304,065
Ejes de cobre i plata 898,848 630,500
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~ 537 —
que el siglo XIX nos liabia legado por el combo
del minero (sin contar para nada el carbón de pie-
dra) la Buma de mil millones de pesos, que fué to-
do lo que el fabuloso Potosí rindió al muíido en
mas de tres siglos?
XVL
Mas aun, Alcan-^ó la produce ion de la plata
barra en 1875 un aumento de 25.743,170 gramos
sobre el año precedente que solo habia producido
108.160,830 gramos. (1)
I todavía, para justificar nuestros cálculos del
presente i del porvenir, que evidentemente fla-
quean por sn moderación i agotamiento, el primer
semestre de 1876 acusaba, segón la estadística co-
mercial de ese año, un aumento progresivo que
Minerales de cobre i plata-,.. 1SÍ,556 53,797
Minerales de plata 114,212 36,902
Ejes de colíre, plata i oro 108,1 tí O 36,240
(1) La producción de plata barra de Atacama en 1875, fué
de 133.904,000 gramos, lo qae estimado en valorea importaba
un aameiito de 1.029,727 pesos.
Naturalmentej en la oaportación de plata barra de Atacama
no se halla comprendido un solo gramo de la producción arjen-
tlfera de Caracales, Haanchaai. u otra procedencia boliviana, la
cual pasaba en esa época casi íntegra por Chile. La comparacióa
de una i otra producción arrojaba el siguiente resultado mui
superior respecto de Boliva en 1874 i mui inferior en el año
subsigniente:
EL L, DE LA P. — 68
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— 538 ~
llevaría el rendimiento total de crc año, no a los
13 millones que nosotros hemos aceptado como
base, sino a 1-8 millones, porque el rendimiento de
ese semestre fué de 9.002,744 pesos.
¿Habria entonces exajeración o merma i timidez
evidente en computar la producción arjentífera de
Chile hasta el présente en la suma de 305 millo-
nes de pesos, alcanzados casi esclusivamente en
los últimos 70 años desde 1810, i en valorizare!
rendimiento total del país en el presente siglo,
con esclusión absoluta de los fósiles (hullas, ni-
tratos, etc.) en mil millones de pesos?
XVII.
I de esta suerte en el curso de los siglos del tra-
bajo ordenado i de la industria creadora, los pro-
verbios antiguos — «es un Perú!» — «es un Poto-
sí!» han ido entrando en el dominio de la fábula
i de la mitolojía de los pueblos que dernimarou
fuera de sus senos aquella fabulosa cantidad do
riquezas, al paso que en Chile el proverbio con-
vertido en hecho, como el verbo en carne, sin al-
canzar tamaña i ponderada fama, ha puesto sus
tesoros sacados de recónditas entrañas por el su-
Esportación de mineraleB Oe minerales de Total de la espor-
de Bolivia. la provincia de Ata- tación.
cama.
En 1874... 64.444,434 grs. 43.716,396 108.160,831
En 1875... 21.047,582 « 112.856.418 133.904,000
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-^ ..
— 539 -.
dop austero de sus hijos, de cimiento a su prospe-
ridad i de peldaño para subir a la cima, següa ha-
bremos de demostrarlo ea el próximo capítulo. (2)
(2) Como en materia de producción de metales preciosos
toda estadística exacta tiene un valor real, sino para el lector
común, para los que estudian en si misma o comparativamente
la riqueza intrínseca de un país, a los numerosos datos conte-
nidos en el presente capítulo, agregamos en el Anexo que lo
sigue otros de no menos importancia i de comprobado orijen.
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540 —
AKEXOS AL CAPITULO XIX,
I.
DAT03 ESTADÍSTICOS SOBRK Li PHODÜCOIÓS DíS LA PLATA
KN CHILE.
(Minas de pluta esptotadas m diversas rpacm, sepm CmaífíL
— ti Apuntes mbre ¡^ jeogra/m fmca ck Chiles).
En 1806 4 mioas
a 1842 40 a
<t 1850 14 í
íl 1853 lltj «
ü 1861 136 €
« 18G6. - 199 a
n.
MINA.S 1)K DJVKIÍííAS PASTAS MftTÁIJCAS KalN OTADAS ES U
PEtOVINCJA DE ATACAMA EN 1S53, SEG!Ítí KL íNTENDIÍKTE
LAFUENTE, MKMOHIA CITADA.
Depártame ntos. Oro. Plata. Cobre. Total. Trabajado rea.
^^PJ^P"^ \ 17 509 lio 042 6,S69
Caldera |
Vallenar 3 25 GO .88 *#
Freiriiirt... 2 2 *J0 94 853
TotuL.,, 22 ry.m 2m S24 8,164
IIÍ.
PílODUCTO DE ESTAS MÍSM \S MÍ>í\S DESDE El. 1.** DE ENERO
DE 1851 HASTA EL 30 DE ABRIL DK lSo3,
Plata 893,254 marcos $ 8-709^226
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i^-'
— 541 —
Miaeral de plata.,,, 211,599 quintales 3.173,520
Cobre 18,697 a 299,252
Mineral de cobre..,, 269,363 <i 673,407
Cobre, L* fuodicioo. 148,852 « 1.265,242
^ 14,120,547 (1)
IV,
EMPADEOITA MIENTO DE LAS MIHAS 0E ATACAMA EN 1869-
Minas empadronadas 619, clasiñcadas como sigue;
De plata 315
(1) Eatüsmbma.^ miaa;!) habían producido en loa seis &ñoA anteriores íoa
aiguientBs cantidnrles en marcos de fino que vaüan lü.7ir>,214 peaoa.
1848 .„ marcos 2G1,105
1849». » 342,239
1850 j> 387,019
1851 i> 363,719
186Í » 396,695
1853 (primer caatrimeatre) » 117,468
Totftl. marcoa 1.857,246
SegÚQ la memoria del intendente Lnf iiente, la mina Buma Bj^eroívsa
teuia en 1853, 141 operarios i la Aljin hallada 135,
El total de operarios de ese mineral o a 1851 alcanzó a J,724.
El Romero i el Retamo tenían en esa misma fecha 23 operarios.
En ©pe mismo año ets trabajaban, en Atacama 824 minas por 8,164 obre-
ro»; eícistian JZ establecimientos de amaigamación, enjidos con un costo de
L092,320 pesofl i de^de el '20 de enero de 1851 al 30 de abril de 1853 so
habían enajenado 2,778 barras de minas por un precio de K074,331 pesos*
Ademáis de loa i ntereaanfceB datos recojidos por el señor O n adra en mi
memoria dtada^ pnede conanltarse el Ubro del aeilor Peres Rosales titu-
lado FJn.iaifa Hohrc Chíh, pílj. 3ÍJ7 i siguientes; lai* memorias del intendente
Lafuente en I85;ií las diversas estad is tic as miuera.s de Copiapo, el Amia-
rio estadístico de 1879 i las demá^ fneutes a qne en el presente trabajo
hemus hecho fiecnente alnsií'm. Los vlajoirde Miers, la interesante memo-
ria q>íe el señor Concha i Toro publiei> en 1875 sobre loa cambios i avalúos
de la plata i la memoria de 1875 del sc-ior Domeyko i varias otras citadas
en este libro pueden consnltarjie también con provecho oon relaci^5n a la
CJatadústica.
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— 542 —
De cobre , 204
De cobre i plata 10
Deoro ,. 27
De oro i cobra ... 3
649
El movimÍGnto que &y^^ mismas minas tuvieron oa 1809
fué el siguiente:
Minas , 3G9
Operarios 7,732
La esplotación total (también eu término medio meEiaual) es
como sigue:
Minerales 6.330,346 quilogramos.
PJala fina 11,654 *
Cobre fino. 751,341 ^
Oro fino 37,505 gramos, (I)
%
PRODUCCIÓN DE LOS PRINCIPALES MINERALES DE ATAÜAMA
EN 1873,
Minerales. Plata fina.
Chañare illa 2.721,571 qailógs 12,313 quilógs.
(1) S&gdn lRRcci^ia\mnevsi i motalíirjiüa qae en Goi>utpó pubÜcó en
l&f}ú áoü Benjamín Lenoir {seia númemí*) la produce iótt total do .AUeama
en 1856 estaba i^presentaáa de la manera siguiente;
Oro 100 quilogramos.
Plata 100 mil íiuLlógramoB.
Cobi'e ICjÜÜü toneladas.
Chaííapcillo produjo en 1869, 7,384 quilogramos de plata con cerca de dos
mil obreros. En el primer semestre do ose año la producción del mineral
era de 25,566 quilogramos i tenia (en enero) 1,915 obreros. En el segundo
semestre el rendimiento bajó a 18,181 quilogramos i los operarios eran en
diciembre 300 menos que en enero (1,608).
Las minas productivas eran 19 i tenian 1,122 obreros. Las improducti-
vas o en broceo eraa 52 con 672 operarios.
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— 543 —
Lomas Bayas 2.992,034 quilógs. 8,964 qiiilógs,
Chimbero ll.355,2St « 35.650 «
Treá Puatas 1.374,187 « 3,330 <
18.443,076 60,257
VI.
MOVIMIENTO DE LAS PRINCIPALES MINAS DE ATACAMA KN 1874- ,
Minas. Operarios.
Chañarcillo 40 721
Lomas Bayas 21 381
Chimbero 12 400
Tres Puntas 13 149
86 1655
Esto es, 15 minas i 379 operarios menos que en 1873.
La esportación de valores metálicos de 1874 fué, sin em-
bargo, superior a la de 1873 en 3.509,957 pesos.
VII.
PRODUCCIÓN TOTAL DE LAS MINAS DE ATACAMA, SEGUM EL
«BOSQUEJO» ESTADÍSTICO DE ESA PROVINCIA DE 187Ü.
La producción de plata de Atacama en 1876 fué de 65 mi-
lioues 323,796 gramos de plata (05,329 quilogramos), distri-
buidos de la manera siguiente:
Producción de Chañarcillo sobre 18.036,711 quilogramos
de metal.
Quilógs. Minerales. Gramos plata fitia.
Colorada 352,068 1.092,178
Constancia 183,612 2.155,74R
Delirio 19,885 112,010
Descubridora .. 379,966 2.534,184
Dolores 1.* 66,279 612,773
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— 544
Dolores 3,*
220,418
1.650,565
Manto de Ossa...
41,536
1.440,124
Id. de Peralta...
20,172
40,330
Plata fina grs.
Lomas Bayas 7.005,709
Romero....; 69,614
Cabeza de Vaca 4,136
Chimbero 23.931,219
Tres Puntas 2.705,428
San Antonio 1.153,568
Florida 4.404,328
Buena Esperanza 21.255,288
Al fin hallada 69rí,556
AndacoUo 4.262,715
Descubridora 123,993
Guia de Alvarez 17,620
Total del departamento de Copiapó: 88 minas, 20.790,124
quilogramos metal i 57,311 quilogramos plata.
En ese mismo año (1876), el establecimiento de amalgama-
ción de la casa de Gallo, benefició 1.646,531 quilogramos de
metal, obteniendo 15,372 quilogramos de plata fina.
De esta última cantidad 6,814 quilogramos correspondían a
la AndacoUo de la Florida, 11 quilogramos a Caracoles, 103
a las minas de Bolivia i 4 a la Hoyada de Catamarca, en la
República Arjentina.
El establecimiento de Totoralillo benefició ese año 3,323
quilogramos de plata, i el total de lo que produjeron solo
la de los grandes establecimientos del valle alcanzó a 64,223
quilogramos de fino.
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— 545 —
VIII
PRODlTCCIüM DK LAH PRINCIPALES MINAS DR ATÍL'AMa,
AL PORMKNORj POR MINAS I POH GRAMOS^ kN
JCL AÑO nK 1S77, SROtíN LA ¿LTIMA ESTADÍüTlCA l^K MlNBHÍA
PUBLICADA (1879).
(CHAf^ARGlLLO).
Qmmofi.
Pampa lar^a 8,000
AUcrán , 142,000
Veta negra 11,^45
JigUcü nuevo -17.000
Carpas ¡¿,500
Colorada LOPO/.X)0
Constancia 2,003,400
Delirio ., 150,000
Descubridora 3,700,000
Deserapeüo,,,*. 55,000
Dolores L-* 520,000
Dolores 3,\ ,. 1 .720,000
Esperanza. * 42,000
Guanaca 220,000
G. de Carvallo 12,000
Justicia 1,300,500
L. i Quebradita 3.720,000
Manto de Cobo 7,0 iO
Id, deOssa .., 787,000
líl de Peralta 06,000
EL U DE La P,^69
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— 546 -
IX.
V^LOR PK I.A ESPüRTACIÓN DE Í.,S. PLATA EN GLOBO DE LA
rnoviNcu dk atacama, kn los 13 años corridos
DESDE 18d8 a 1880.
1808 $ 3.198,302
1869 3.382,994
1870 2.121.980
1871 2.806,874
1872 1.870,653
1873 3 025,482
1874 .' 3.156,775
1875 3.201,087
1876 1.871,567
1077 1.980,840
1878 1.645,935
1879 2.408,526
1880 .3.372,740
$ 34.103,557
Valenciana 60,000
Minas Varias 1.020,000
Quebradita 59,500
(tres l'UNTAS).
Al fin hallada 596,000
Codiciada 270,000
Elena 65,000
Gallofa 50,000
.Juana 48,000
Juana del N 4,000
Lautaro 160,000
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— 517 ~
Salvalora 570,000
San Ignacio 10,000
San Pedro 20,000
San Rafael 10,000
Santa Ana 9,000
Victoria 355,000
Alianza 40,009
(CHIMBEKO).
Barcelona 200,000
Buena Esperanza 18.600,000
Margarita 70,000
Republicana 35,000
San Antonio 50,000
Sanearlos ...; 5,000
San Francisco 192,000
El Volcán 1.975,000
Herminia (nada)
(lomas bayas)
Alianza 1.800,000
América 2,000
Guias 4,700
Carmen i Diana 1.550,000
Codiciada 350,000
Descubridora 120,000
Farellón 157,000
Fe 150,000
Venecia 25,000
Virjinia i Mora 1.200,000
(romero).
Romero 50,000
(san ANTONIO).
Descubridora 550,000
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-^T^
— 548 —
Estaid 500,000
Farellón 100,000
Guia , 10,000
(tunas).
CMineral de don Nicolás Naranjo, en el Huasco).
Domeyko 9.667,507
Guia 64,584
REStÍMKN DE LA PRODUCCIÓN DB PLATA EN LAS CUATRO
PROVINCIAS DEL NORTE I LA PRODUCCIÓN EN 1877.
Gramos.
Santiago 449,945
Aconcagua 70,450
Coquimbo 2.518,689
Atacama 63.177,649
66.216,733
CARTA SODRE EL ESTADO ACTUAL (MARZO DE 1882) DR LAS MINAS DB CHA-
ÑARCILLO, POR EL ADMINISTRADOR DE CNA DE SUS FAENAS.
CkafiarciUOy mayo 19 de 1882.
Señor don Benjamía Vicuña Mackenna,
vina del Mar.
Muí señor mió:
Es en mi poder su estimable corta de fecha 6 de los corrien-
tes, por laque se sirve pedirme dtitOvS sdbre el estado actual de
Chañarcillo para su nueva obra de L% Edad de Id Plata en
Chile.
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— 54J —
Aunque no cuento con los datos siifioientetí para hacer a Ud.
una narración sucinta del estado de cada mina en particular i
del mineral en grupo, voi a escribirle una lijera revriata que dará
a Ud. una idea aproximativa de este centro mí ñero, que ha aido
para el país unn fuente inagotable de riqueza.
Ohañarcillo desde su deBcubrimiento (1832) hasta nuestros
díasj ha Sido uno de los minerales mas ricos del continente.
La estadística minera de la provincia de Atacama asegura
que Chañ arcillo no debe haber producido menos de :á 75.000,000
de pesos hasta fines del aBu próximo pasado.
Su época de mayor auje, en qne las minas JJesciif/nfhra^ Man-
to (k Osm, Bolaco l'^<>>j Cande iar'm. Colorada, Valenciana^
San Jmv, San Francisco j Doíorfn Prhmraj Delirio ^ Constancia
i San BlaSj espJotatian grandes cantidades de metales de subida
leí, fuá la que medió entre los años de 184*i hasta 1853.
Hasta ese a fio de 1853^ Chañarcillo se calcula haber produ-
cido mas de 212 milloues de pesos.
Por ese tiempo la mina q^ie esplotiba mejores metales fué la
San Josi% cuya lei subió de 9,000 (D, M.) diez milésimos, por
lei común de 11,000 marcos por cajón. (1)
Posteriormente las minas R4?^-t'n&ón Colaratioj Guia de Carva*
llúj Espfranza^ \fercedes^ Dohre^ Tercera^ Santa Rma i Jmthta
han sido mui ricas.
En la actualidad la miua Santa Urna m la mina jefe del mi-
neral por la riqueza de sus labores.
Es una mina nueva que al principio se llamó la Tajo por
unos rayos que en su superficie se trabajaron.
Desde 1870 adelante data su rica esplotAción.
A la fecha habrá dejado una utitidad líquida de 25,000 pesos
por barra.
La mina que mui pronto seri la rival de Santa Rom será la
Constancia^ situada al sur de Santa Rasa.
( í) Uu cajón de mctriícs de plata se compone dti 51 quíntales ef^p^Eii>bs
o üQnñdoiS mil dtístknÍQ^ c^Kirmia I don quiiógraittoa.
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'-^T^m:
— 550 —
Eq la Coíistancia se han hecho últimamente grandes e im-
portantes trabajos de una utilidad segura para el futuro de la
mina i aun del mineral. Era una faena que estaba casi por com*
pleto inhábil para el trabajo, pues tenia todas sus labores llenas
de agua.
Los señores Tomás G. Gallo i Manuel Echeverría Blanco, sus
socios principales i capitalistas de arrojo para la empresa de
trabajos mineros, hicieron venir de Inglaterra maquinarias es-
celentes, usadas ya con éxito feliz en California, para la estrao-
ción del agua contenida en las labores de la Comtancia,
Los pesimistas, jeneralmente^a/a/^O;^^^ de la minería, porque
desearían verla marchar lentamente, opinaron, al tener conoci-
miento del audaz proyecto que se pensaba realizar en dicha
mina, que era un propósito estraño, mui aventurado, atrevién-
dose a juzgarlo insensato, inconsulto.
Sus propietarios, mineros cientítícos e infatigables luchadores
de la industria i del capital, llevaron adelante sus trabajos, i a
los seis meses de colocadas las máquinas de estracción, el agua
empezó a disminuir notablemente, pudiendo ver con júbilo i
noble satisfacción premiados sus sacrificios i acertadas sus ideas.
La grita que habia llevado sus locas pretensiones hasta
la prensa, enmudeció ante la verdad que hablaba por los
hechos.
La mina Constanciay de la que forman parte San Blas, Santa
Catalina i Flor de María, esplotó mui pronto en una de las la-
bores recientemente secadas, un rico venero de mas de un me-
tro de ancho en metal de 1,500 D. M. el conjunto; cuya prime-
ra remesa produjo la suma de 50,000 pesos, pagando la tercera
parte del capital invertido en sus grandes trabajos.
Hoi se esplota en esa mina una nueva veta en mui buen be-
neficio.
El porvenir de la Constancia tiene que ser mui feliz.
AHÍ se esplotarán inmensos beneficios que el cerro oculta a
la mirada del minero neófito i del vulgo, pero que la ciencia
minera descubrirá con sus ojos de Argos eu los misteriosos cen-
tros de la tierra.
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— 551 —
El movimiento comercial que hoí día existe en el pueblo de
Juan Gotloi, puede asegurarse i[ue lo sostienen! a De6adnf/ora¡
Santa Rosa i Constancia, que íion las ñnicaa minas que eaplotan
ricas pastas miiieralee, Dolores Tereera^ Eecentófi Colorado, In-
i/lüterra i Chacabttco^ siguen sus trabajos preparatorios a píira
pérdida i con mui pocos operarios.
La población actual de Cliafi arcillo no sube de 2,000 habitan-
tes, toda en su mayor parte jente trabajadora a sueldos.
Una miseria bien marcada ae nota en las clases pobres que
solo viven de sus destinos en las faenas cuyos trabajos se con-
tinúan«
Aunque no faltan las diversiones públicas i las casas de jnegro
dondo el infeliz trabajador va a dejar hasta el i\ltimo centavo
de au módico salario los di as festivos semanales.
Las autoridades competentes niul poco se cnidaa de velar pur
lo, suerte de estos individnos, permitiendo qno la iu moralidad
tome incremento con gran perjuicio de la nociedad i de las fami-
lias compuestas de la juventud copiapina.
Cürcciendo de un diario que guie a los mozos por el sendero
de) bien, el pueblo no recibe mas consejos i enseñanza moral
que la que en el piilpito puede ofrecerle el cura de la píirroqnia
de Juan Godoi los días de novenarios i fiestas relijto.tiaa. Las
costumbres las mejoran los libros i las leyes. (1^
Tenemos otras minas de porvenir en activo trabajo^ aunque no
tan halafrüeño como el de la Corntancíaj peroní de un futuro de
bonanza qne influenciará mucho el progreso de la industria en
el mineral.
MercecUtas, Rei'enton Oolorado^ Dolores 5**, bujlaterra^ Tofos
í Chacabuco son pevteoenciaa que por la situación que ocnpan,
están llamadas a ser mas tarde las luantenefiüras de la fama de
Chafiarcillo por los ricod veneros que esplotan.
(1) Solamente uua escuela cxmte ou Juan fítxlai. Escuela mista rejen-
tada povla intelijontc ü iluatradn señorita. Uoaano Ücaran/^a. Tendrá 8U
ülumuas i 4U aluiuuo^. La eduuacíúu primaria csU mui descuidada en este
pueblo.
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— 552 —
Existen otras minas qne han sido ricas en los buenos tiempos
de Chafiarcillo i que hoi están dadas rI jñrquén (1) i que si se
entablaran trabajos en sus labores de planes, Yolverian a su pri-
mitivo estado de riqueza.
Delirio, Colorada, Esperanza, Bolaco Ntieco i Manto de Ossa^
minas sumamente ricas en otra época, hoi solo esplotan lo que
los pirquineros estraen lentamente.
El sistema de pirquén establecido en este mineral por la casa
de Escobar i Ossa, después Escobar i Brown, poseedores de las
mejores pertenencias, ha traído la ruina completa de las faenas
que poseían, i aun la mala situación que aflije al mineral i pue-
blo de Juan Godoi, sufriendo en su mayor parte el peso de la
crisis el comercio, es orijinada por esa causa.
Los pirquineaos que solo se interesan en estraer de las minas
que trabajan la mayor cantidad de metal, se preocupan muí po-
co de sacar las brosas o mantos de piedra, sin beneñcio, sino
que las arrojan a las labores antiguas hasta aterrarlas paulati-
namente.
Si se intentara desaterrar estas minas, habría necesidad de
invertir en ese trabajo una suma igual a la que han producido.
Solo una mina ha sido trabajada en este mineral con arreglo
al arte minero: — Loreto.
Sus laboreos han sido trabajados cientiñcamonte sin perder
un palmo de cerro i esplotando siempre ricos veneros de una
potencia maravillosa.
El último beneficio que esta mina ha esplotado se cree que
haya producido 300,000 pesos.
Esta pertenencia es de propiedad de los señores Mandiola.
Debe tenerse presente, al ocuparse de h\s minas de ph\ta, que
las hace el capital.
(1) Pirquén se llama un nuevo sistema de trabajo en las minas, de in-
vención moderna. Un industrial cualquiera se hace cargo de un laboreo
en la mina que mejor le parece, entabla trabajo por su cuenta, esplota sus
metales i de ellos solo deja a los socios de la tuina, una parte convenida)
llevándose para sí lo restante.
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— 553 —
Sin capital para laborear los sólidos í gruesos maatos quer
existen en esta sierra hasta tocar las rejiones buenas, no ha-
brían llegado a producir las inmensas cantidades de minerales
estas minas i qne han formado esas fortunas que hoí se pavo-
nean en el mundo.
La falta de capitales con que seguir los reconocimientos que
en muchas minas hai necesidad de hacer, es la cansa principal
del mal estado por que atraviesa Chañarcillo.
Pero el trabajo activo (jue el señor Tomás G, Gallo, hermano
del nunca olvidado Pedro León Gallo, — la encarnación mas pu-
ra de la probidad política en Chile, -tiene establecido en la
mayor parte de las minas de su propiedad, traerá, no lo dudo,
en nna época no lejana, una nueva era de riqueza i bienestar
que será un renacimiento de la industria minera en la provincia
de Atacama.
No son juicios infundados estos; aun quedan en Chañarcillo
muchos veneros ricos que esplotar i que no se han esplotado to-
davía, porque no se tocan los mantos i cruceros en que esos ve-
neros pintan.
Yo puedo asegurar a Ud. que Chañarcillo renacerá como el
fénix de sus cenizas.
¡Ojalá que algunos industríales traigan sus capitales aquí pa-
ra invertirlos en trabajos mineros, que son mas seguros i pro-
ductivos que los del huano i el salitre que se hacen en Aguas
Blancas i Taltal, donde lastimosamente se malgastan inmensas
sumasl
Deseando a Ud. salud i a su libro fortuna, me suscribo atento
S. S.
Pedro P, Figneroa.
ÉL L. DE LA P.— 70
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— 551 —
..&.X.
ESTADO DE rRODÜCCIüN DE LOS MINERALES DE CBANiRCILLl
DURANTE E:. PHIMER SEMESTRE DE 1882.
Hinaa. Quils, Lei tn D, M.
Mítnto Fernlta -..i *
Carmen Bajo.,--,
Candelaria.
Yüleiiciana
Deseada
San Pedro •.
Santa Rosa
liQTtto. *
San Antonio del Mar..,.
Víchvria,. ...»
Santa Clarisa
Cliacalj neo
Cnutivii Oriental.
San Altjjandrn.,.,.,
San Francisco
Buena Büstrella.
San Fraiicisfinito
Bocona,. ,
Colorada.. ,
Justicia
Bolaquito
Dolores 1,*
Mercedes...
Dolores 2,* i Cien Varas.
I San José,. *-.
Descnlíridora
1^ Esperanza.
■ 4IÉ«|ita*l
77,400
lo 28
ISG
20 ...
2,210
I7 6fi
17,219
18 0.5
11,860
44 6G
3,272
91 OS
53,441
357 ...
51,434
U 42
30,900
70 ...
9,905
66<3C
8,301
30 ...
2,09.5
49 IG
14,885
21 ...
33,300
*■■ ...
13 m
49,500
10 04
23,500
25 m
2,500
35 ..
34,800
43 ...
15,800
12 02
18,884
9 ...
23,703
19 ...
162,007
53 Ü')
.>« f«i
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555 —
Bolaco Nuevo - ,,.
Constancia i anexas
Manto de Ossa
Puerto Jo Casma
Reventón Colorado
San Blas
Jueves...,
Santa Inés
Atacameña •
Rosario 1.^
Guanaquita
Amalia ,.
Delirio
María Luisa
Esperanza (antes Nueva Valenciana)..
Estrecho de Magallanes i María Luisa.
Santo Toniáp
Guia de Carvallo
Huanaca
Republidana
Santa Rita i San Félix
Inglaterra
Confianza.
Descubridora de Bandurrias
Pérez a <r
Margarita ce a
Manto de Cobo
Bolaco Viejo
Tofos
Dolores 1."
651,873
... . ••
254 ...
13,143
10 ...
3,600
17 ...
8,462
14 05
8,638
43 ...
14,762
29 ...
1,200
15 25
... • • •
2,743
],660
3,671
9,504
1.408,684
21 66
16 ...
23 05
24 83
23,900 23 16
2,500
13 ...
27,500
8 06
1,500
25 ...
29,000
10 05
1,450
15 33
40,724 63 03
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1
— o56 —
XII.
ESPORTACrÓN DE VALORES DE PLATA S ELI, ADA I PI-ATA PINA (iN'CLüSO
LOS BILLETES DE BANCO) tMͻf>HTADQS I ESPORTABOS EN ]872
POB LA COMPAÑÍA INC^LESA DE TAPORES DEL PACIFICO, SEGÚN DATüS DE L4
BOLSA COMERCIAL DE VALPARAÍSO, Zy 1873.
Valores importmJos 3,906,3*5
Id. eíiportadoa 7.409,668
De estos valide?, que conetituinn una verdadera sangría pora
el paííí i esplícari mejor que oníilquiera otro dato la crisis de
JS73| salieron por los vapores qoe van al Norte 4.211,356 ¡yesoi
\Hir lim del Estrecho 3.11)8,312 pesos.
La exportación de valores de 187á Cücodió ti la de 1S71 ea
37t>0.l28 pesos.
XIIL
PLATA ACUrÍADA EN LA ^Oi^EMA DE SAN^TÍAGO Eíí 1851, SBGÜ>
LA ÚLTIMA MKM?BtA DEL SUGERÍ KTENDENTE, DON
ANICETO VBRGAKA Al.BANO.
Kn plata de oueve déf'iino.i de fino $ L433,4o5
Id, id. cinco décimos.,, , L5S4,o^M
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Total ., $ 3.018,000
riiíta comprada en 18S0 ^ 1J09,007
Id. id, en 1881 2.449,284 \
Valor de la cantidad acuñada desde 1802 u 1881 {30 añosjt '
51.383,174 pesos, que lian dejado a la ca&a tina utilidad de
L.572^332 pesos, o sea 30,.')74 pesoa por cada millón. (í)
(1) líl actim! i laborioso snpcrÍ!itGn<lante de la Casa de Sfoueda aefior
V'fií'gara, Álbaiio ha tenido la bwdad de haüer trabajar para nuestro aso
un iutetiaale cuadrg do las cauLidadoü d;^ i>rD i platEi compradas por &mm |
— 557 —
tablecimiento dosde 1772 en que pasa a mauDS del Estado hasta ot 22 de
setiembre de 1882 (110 años)^ i vama^ a tomar de él algtmas cifrae^ lamen-
tando DO reproducirlo íntegro por bu macha extensión.
En 1772 la Casa de Moneda compró solo 755 marcos de plata que r alian
6,052 peaoa^ al paao que en ese míamo año amonedó 2,461 marcos de oro
con precio de 3l534irv pesos. En ol año siguiente la amonedación de plata
fuá áQ 32,065 peso^ i la de oro 58^i,3l8 pesos, i en 1774 mientras se aulla-
ron 528,005 pesos no se compra nn solo adarme de plata, taWez porque no
lo había. Por esto hemos llamado nosotros el pasado siglo i los que le pre^
cedieron La idad dd orú^ i hemos dicha qne la plata es nuestra contempo-
ránea.
Durante todo el siglo XVI 11 la mayor ümonedación de plata, tnvo
lugar ce 1778 i en n^J^ porque se Gellaron en esos aíiofi mas de 29 mil
marcos coa precio de 238 mil pesos en cada año.
En 1 al O se sellaron 16^109 marcos i en 1812 con el descubrimiento de
Agua Amarga i de Ritngñ 44,030 marcos o sea mas del dobb. Segiin el
Monitor Araucano^ loa quintos entrados a la Moneda desde el I .° al 10 de
abril de 1613 ascendieron a 5,610 pesos.
La prc^dnccí^5Il de la plata de b casa de monada llegó en 1816 (bajo loa
españoles) a 57,008 marco?!, i en 1817 a G2,585 marcos, bajo San Martín.
Pero deííde asa época comanzS a iaclinar tan rápidamente que el año de
1825, el aílo del descubrimiento de Arqueros, solo se sellaron 321 marcos
que vahan 2,5^1 peso^« En este mismo aílo se sellaron 1,104 marcos de oro^
i en laiO, que fué el aQo de mayor valor de oro, 777,009 pesos, i solo
6,064 de phtta.
En loe últimos :iO ailos (1852-82), según estos mismos estados, la Casa de
Moneda ha comprado 597,059 quilogramos de plata de diez milésimoa de
loi que representa un valor de 20.298/222 peaoa por precios que han fluc-
tuado desde 41 pesos el quilogramo a 69 pesos 83 centavos que es el últi-
mo cotizado
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CAPITULO XX.
INFLUENCIA PE LOS DESCUBRIMJENTOS DE PLATA EN EL
PROQRESO I CIVIUZACIÓN DE CHrLE
Pmf uDíta mimería i otrjkso eu que yacLt el pam antes del grau de&cubrí-
jniento arjeutífero de Arqueros en 1825. ^La oondicioa de Santiago i
sus amlrajoa.— TjOS donativos de la guerra de la independencia. —La
mumcipalidarl de Santiago en quiebra por baber comprado una pila Jo
marmol. — El pago del ejército i cómo este se hacia con sal i con chanca-
ca.—Curiosos documentos. — Se recurre al empréstito estranjero i para
saldar estos escándalos i sus vicios se inventa otro mayor.-^ Vergüenzas
de don Mariano Egaila en Europa. — El presidente Blanco Encalada re-
nuncia porque no pueden venderse cuatro mil vacas gordas.-— Sublevacio-
nes de hambre del ejército. — El Ejecutivo i los representantes del país se
disputan 3,C00 pesos destinados a las viudas. — Horrible miseria. — Sobre-
viene el descubrimiento de Arqueros. — Notables mudanzas. — La provin-
cia de Coquimbo ofrece rescatar la parte de gavela que le impone el Es-
tanco.— Crea un banco i se decreta una casa de moneda para la Serena.—
Progresos do la provincia de Atacama i jenerosa participación que sos
capitalistas toman en la guerra de 1836-89. — Opinión eqiiiyocada de
don Andrés Bello sobre la influencia de las minas en la prosperidad de
los paises. — El ferrocarril de Caldera a Copiapú, el primero de la Amé-
rica del Sur, coincide con la segunda bonanza de Chañarcillo. — Progre-
sos de la agricultura derivados directamente de la minería. — Canales
do regadío. — Todos los progresos de Chile aparecen encadenados al
auje de sus minas. — La minería de Chile en la Esposición do 1875 i su
influencia local i jeneral en la inmigración i en el progreso público.—
Por qué proseguimos la presente obra.
Conocimos nosotros en nuestra juventud un
ilustre almirante chileno, que residía en París, i
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— 559 —
un presidente de la república, no menos esclare-
cido, que solia habitar en la Moneda, quienes,
mediante una década de años el uno en pos del
otro (1853- 63), acostumbraban a la llegada de
cada vapor del norte preguntar, no por el ruso
ni el inglés, ni si habia subido o bajado el algo-
dón i sus lienzos, ni por el precio del trigo en el
mercado de Londres, ni por los reyes o los socia-
listas, ni por la al/.a i bajado los fondos de Chile,
sino simplemente por la bonanza i broceo de «las
minas de Copiapó».... I aunque el agijón de la cu-
riosidad i de la pregunta podrían ser diferentes
en el uno i en el otro, es evidente que en ambos
obedecía la investigación a un claro concepto del
corazón humano i de las leyes primordiales que
lo dominan. Porque si las minas se hallaban en
beneficio habia de seguro paz, contento, hartura,
sobra de trabajo, esplendor de riqueza, todos los
placeres, todos los progresos en fin, atados en un
solo nudo. I si por el contrario la esterilidad ha-
bia visitado las entrañas de la tierra, como las de
la mujer, trocábase todo en murmuraciones, en
disgustos i hasta en materia de golpes i revueltas.
11.
I a la verdad no sería hoi empresa de jigantes
dejar plenamente demostrado en ese camino que
el progreso público de Chile ha ido siempre a pare-
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— 560 —
jas con la prosperidad de sus minas del norte, es-
pecialmente con la abundancia de sus veneros
arjentíferos.
Antes de los descubrimientos sucesivos de Agua
Amarga (que fué el nervio de la independen-
cia), de Arqueros i especialmente de Chañarcillo,
la miseria de esta tierra era casi indecible, por-
que sin salir de su capital, que era su joya, hai
constancia de que en una ocasión no pudo llenar
su piadosa misión el Santísimo de la parroquia
de Santa Ana, porque el párroco se pegó con su
caballo en un pantano a corto trecho de la iglesia,
i el pobre moribundo fuese así a la otra vida sin
el último socorro, por el barro.
La ciudad entera vivia asimismo entre dos ba-
surales, de los cuales el del sur, opuesto a los
vientos reinantes, llamábase la Cañada^ hoi jar-
dín de las Delicias, i el del norte, el Basural, al pre-
sente opíparo mercado. Enterrábase a los ricos
en las iglesias, i por la mañana amanecian las pla-
zuelas i calles adyacentes sembradas de asquero-
sas almohadas i jirones de mortajas, porque los
sepultureros, a fin de hacer lugar a los recién lle-
gados, arrojaban las vestimentas i aun los huesos
de los predecesores.
Con el propósito tardío i criticado de hacer ba-
rrer la ciudad cada dos o tres meses (o años),
mandaba el municipio aporratar en las chácaras
vecinas todas las carretas para un dia dado, i esto
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— o6í —
en tan reciente data, que nosotros conocimos la
plazuela de la Universidad, que hoi es del teatro,
con alojamiento permanente de carretas de pica*
na, para alquilar a domicilio, mientraí? que el pri-
mer vehículo de posta de la inmensa abierta ciu-
dad, fué un desvencijado birlocho que un muchacho
tiraba al postillón hacia Yungai desde su aposta-
dero en la plazuela de la Compañía. No era cier-
tamente el tiempo en que los ediles uo tenían
donde sentarse por falta de dinero para comprar
una banca, ni cuando no se citaba a cabildo por-
que se habia perdido la lengüeta de la campana
concejal i no se encontraba quien la remendase si-
no a título de multa; pero es un hecho cierto que
cuando la Municipalidad de Santiago compró por
el año de 1829 la pila actual de mármoles qtie
adorna el centro de su plaza (que antes habia
trampeado el Perú a su escultor) estuvo al hacer
ruidosa quiebra, porqué no pudo pagar el segun-
do dividendo de su compromiso qué en su total
valia lo que hoi el arriendo de un paleo de ópera
por diez años, — doce mil pesos.
IIL
Las rentas del Estado apenas alcanzaban a un
millón de pesos, i cuando en 1813 se trató de
vestir el ejército que iba a pelear a Rancagna i a
vencer en Maipo, el ciudadano de mas fuste para
EL h. DE LA P. — 71
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con la república fué el opulento caballero don
Martín Calvo Encalada, que dio 60 pesos, i la
mitad de esa suma el conde de Quinta Alegre.
Un tesorero real (don Hipólito de Villegas) obló,
conforme a las listas del Monitor Araucano, «ocho
varas de pontivi i un par de medias», mientras
que el ciudadano don Manuel Chacón hacia a su
patria en harapos la ofrenda de «seis varas de
pana negra» (probablemente algún hueso de tras-
tienda o sobra de atahud), i don Pablo Riveros le
obsequiaba jenerosamente «dos gruesas de boto-
nes», es decir, doscientas hormillas de hueso....
Por esto, el ejército que nos dio a Maipo peleó
con ojotas (cinco mil pares), i el que quitó a la
España a Valdivia escaló sus muros con el pié
dcbcalzo i sin mas atavio militar que un poncho
terciado a la cintura. Los soldados que algo mas
tarde custodiaban a Osorno pasaron un año ente-
ro con el cuero de las cartucheras pegado a su
propio cuero, hasta que al fin, desesperados de
hambre i desnudez, mataron a su coronel (don
Cayetano Letelier) i veinticinco de sus oficiales.
IV.
Era a este respecto sumamente elocuente e ins-
tructivo a propósito del grado de prosperidad que
alcanzaba la nación, loque acontecia con el pago
de su aguerrido ejército después de las campañas.
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— 563 —
Así, por ejemplo, en 1823 se hacia el ajuste del
rejirnieuto de Dragones de la Libertad, entregán-
dole el aporte de un mes, dos o tres años atrasa-
do, en libranzas sobre el diezmo de los trigos, i
para reducir estas a plata, cornpráb mías los co-
merciantes con un 25% de descuento i dando
casi la totalidad de los valores en especies. Tene-
mos a la vista orijinal uno de estos singulares pa-
gos hecho a aquel cuerpo en Concepción en agosto
de 1823, en el cual el comerciante don Gaspar del
Pozo aparece suministrando por cuenta de uno de
aquellos libramientos de la tesorería de Santiago,
que eran mil pesos de diezmos, «437 varas de to-
cuyo, 36 pares de medias, una resma da papel, 20
barrillas de lacre i una caja de obleas en dos i me-
dio reales»; al paso que un respetable comercian-
te de Santiago, don Domingo de Toro, descontaba
en esa misma época una libranza de 3,000 pesos
al 30%, i dcvspués de rebajar 900 pesos de la ope-
ración numérica, entregaba al habilitado del reji-
miento para conducir a Concepción «13 piezas de
pontivi, 11 de báfeta, 15 arrobas yerba-mate, 2
libras de té a 20 reales», i lo que era mas singu-
lar i mas característico que todo esto, «400 quin-
tales de sal a 22 reales quintal, i mil pesos en
chancaca en tablillas de cuatro onzas, a 7nedio la
tablilla.... y>
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— 564 —
I para que no se crea que en lo mas mínimo
exajeramos sobre la profunda miseria de aquella
edad en que nacían los tres presidentes que uno
en pos de otro han rejido la república i sus mi-
llones en sus últimas décadas, vamos a copiar en
seguida de un espediente auténtico los siguientes
documentos que hacen relación a la riqueza nu-
blica, a la suerte mísera del soldado i a la incuria
de los antiguos gobernantes.
Esos documentos peculiarísimos de xuvx situa-
ción que se hacia fija, normal i llevadera, dicen
así:
«REJIMIENTO DE DRAGONES DE LA LIBERTAD.
dLos infrascriptos oficiales del espresado reji-
miento del cual es comandante el señor coronel
don Domingo de Torres, reunidos en su aloja-
miento i convencidos de las Justas reflexiones he-
chas sobre la estrema urjencia del erario público,
de la que resulta que tanto nosotros el cuerpo de
oficiales así como toda nuestra tropa nos pasamos
una serie de meses absolutamente prit^ados de
nuestros sueldos^ únicos recursos que tenemos pa-
ra subsistir, i eti consideración a que, apesar qac
nuestro señor comandante pone en práctica i hace
todos los esfuerzos que están a sus alcances, tanto
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— 565 -
públicos como privados, para ausiliarnos i subve-
nir a nuestras necesidades, éstas siempre nos ro-
dean, por tanto, unánimemente hemos acordado i
convenimos en los artículos siguientes:
DÁrt. I,"" — Por la presente autorizamos amplia-
mente a nuestro comandante el señor coronel
don Domingo de Torres para que reciba del esta-
do o Tesorería la cantidad de tabaco que Juzgue
oportuna^ a cuenta de nuestros haberes i de los de
toda la tropa del rejimiento.
3>2,'* — Al precio que se reciba el tabaco del era-
rio se cargará a todo el cuerpo.
d3-** Hallándose en esta capital i sus inmedia-
clones el tabaco a un inferior precio, queda auto-
rizado nuestro señor comandante para que pueda
comisionar uno o dos caballeros oficiales del cuer-
pOy a fin de que salgan a las campiñas o pueblos a
vender el tabaco, ya sea por plata o a cambio de
víveres o por lo que sea útil para nuestro r<^ji-
miento.
2)4:.° — Igualmente autorizamos a nuestro citado
jefe para que, en vista de nuestras escaceses, pueda
recibir del estado o de particulares efectos a
cuenta de nuestros haberes i de la tropa, los que
se nos cargaran al precio que conste de la fac-
tura.
dS."" — El tabaco por lo jeneral se deteriora en
conducirlo al almacén o a los destacamentos por
la fragosidad del camino, en solo moverlo, de lo
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_ 566 —
que resultan pércUdatí, así como otros por aconte*
eini lentos imprevistos o casualidad,
ID En esta virtud, i a fin de qae iiingáu individuo
del cuerpo se grave con cualesquiera pérdida o
deterioro que resulte ya sea en el tabaco o efee-
tos, por lo tanto se autoriza suficientemente a
nuestro espresado señor comandante para que por
medio de un certificado maníjieíífe lo que ocurra:
en esle caso el documento se introducirá en la caja
del rejí miento^ el cual servirá de suficiente creden-
cial en la cancelación de cuentas. — I para que
conste, firmamos esta en Concepción a 10 dias de
noviembre de 1823.
T>José Manuel Luque. — Francisco Carrillo.—
Fernando Guitiño. —Ramón Navarrete. — Agustín
Baldovino.— Florentino Cabrera. — Vicente Bena-
vente. — Juan Pablo Moliné. — F. Antono Bargas.
— Melchor Nogueira. — Fernando Hermosilla.—
Dámaso Argesinezo. — Justo Barriga. — J. Bernar-
do Gómez. — Gregoj^io Fernández. — Alexo Zañar-
tu. — Francisco Vieytes. — Fermín Salguedo. — José
Antonio Gazo. — Pedro Martiney,. — José Marta Be-
yes.— Patricio González. — Antonio María Barroso.
3) No firma el teniente coronel del rejimieuto
don Bernardino Escribano, por hallarse ausente.
j> Aprobado, debiendo rendirse las cuentas a la
caja documentada en debida forma, como lo pres-
cribe la ordenanza.
Torres.-]^
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— 567 -
¡Qué mucho entonces que, todos los dias se su-
blevasen los cuerpos del ejército, enloquecidos los
infelices soldados por el hambre, i que los Caza-
dores de a caballo, empañando por la primera i
última vez su bandera, se pasaran en Chillan a
los Pincheiras!
VI.
Habíase tocado para obviar estos escándalos el
escándalo del Empréstito de 1822, que fué un in-
menso fraude, es decir, un escándalo mayor, i para
remediar el daño de este creóse el Estanco que
fué un abominable crimen político, de modo que el
país jemia aplastíido por la mas negra vergüenza
de una nación, la de no pagar sus deudas contrai-
das bajo el empeño de su honor. — ocNo quiero
hablar, escribía el atribulado don Mariano Egaña
desde Londres a su no menos acongojado padre en
1875, no quiero hablar de la falta de pago de los
dividendos del empréstito. Casi me he muerto i
tirito al acordarme de esto. ¡Qué he de decir! No
se ha pagado; i el público inglés despedazarla al
gobierno de Chile si se personificara i lo tuviera a
mano. Yo soi su representante, i ayer mismo ha
venido a verme un tenedor de obligaciones (son
visitas que estoi recibiendo hace dias) i entre las
muchas cosas suaves que me dijo, fué una «que no
encontraba diferencia entre un asesino, que en un
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— 568 ~
camino hería a un pasajero para robarlo, i el go-
bierno de Chile.»
VII.
I por su parte un año mas tarde el presidente
Pinto en un mensaje al Congreso en agosto de
1826 le decía: — «¿Cuántas angustias no está
sufriendo el gobierno con ese benemérito ejér-
cito del sur, que después de haber hehecho una
campaña gloriosa, se halla en cueros i debién-
dosele casi todo el tiempo que han estado pe-
leando? ¿Cuánto cuesta resistir las lágrimas del
inválido i de la viuda que en las audiencias pú-
blicas piden algún socorro?» Después de asegurar
que los gastos mas urjentes de la administración
estaban haciéndose con préstamos sobre el crédi-
to personal del vice-presidente, la nota concluia
en estos términos: (cAun restan 3.000 pesos que
se habian reservado para las viudas i mujeres que
gozan asignaciones, i que por lo calamitoso del
tiempo no han ocurrido por ellos. La representa-
ción nacional puede disponer de ellos, que\l go-
bierno buscará medios de remplazarlos i en el
80 que no tenga a bien aceptarlos, emitirá certi-
ficados contra productos de aduana.»
«Poco tiempo después, añade uno de los com-
pajinadores universitarios de la historia doméstica
de Chile, el ejecutivo toma su desquite. El presi*
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— 569 —
dente del Congreso, don Diego José Benavente,
en una de las inmediatas sesiones, espuso que mul-
titud de viudas e inválidos habían estado en bu
casa a reclamar sus pensiones o sueldos, esponién-
dole que en la tesorería no se les habia pagado
por falta de dinero, i se les habia dicho que el
Congreso tenia los fondos necesarios. Vivamente
herido, el Congreso ofició al ejecutivo manifestán-
dole el gran desagrado con que habia mirado se-
mejante proceder.»
Hacia poco tiempo que el jeneral Blanco habia
renunciado la presidencia de la Eepública, entre
otros motivos porque no pudieron venderse cua-
tro mil vacas gordas secuestradas a los frailes i
destinadas al pago delejército, I cuidado que una
vaca valia entonces lo que hoi una docena de pal-
tas o una camisa de hilo con cuerpo de algodón!
VIIL
I bien. En medio de todo esto surjió el descu*
brimiento arjentífero de Arqueros a fines de 1825,
i la miseria, el descrédito, la ruina, todo como por
encanto cambió de aspecto. El numerario abunda
en las arcas publicas; los mineros de Coquimbo
establecieron el primer banco radicado en Chile,
i como en su lugar dijimos, llevóse en 1827 a
aquella provincia hasta una casa de moneda, in-
dependiente de la de la capital. La provincia así
EL L. DK La p. — 72
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- 570 —
beneficiada por el hallazgo de un arriero ofreció
rescatar al contado su parte de gavela en el Es-
tanco, i honabreándose con Santiago, de provincia
a provincia, casi de estado a estado, ofrecióle su
influencia i su dinero. (1)
El progreso latente de Chile en esa época co-
menzó a hacerse visible en toda su superficie, i en
una carta que el jeneral Santa Cruz escribió desde
Arequipa al jeneral O'Higgins a fines de 1829, re-
gresando de nuestro país al suyo (carta que hace
poco hemos dado a luz) ponderábale el increíble
adelanto de la República aun en medio de los tras-
(1) Este Banco existia en la Serena en mayo de 1828, i aun
cuando no emitía billetes que llevaban la estampa común de un
caballo o de una vaca de imprenta (lo cual solía tener lugar en
las minas de Tamaya, primeros bancos de emisión conocidos en
Chile antes de las fichas i de los inconvertibles), los serenenses
acusaban a sus directores de poco aceptables medidas. En un
artículo titulado El Banco, i publicado en el Minero de la Serena
del 24 de mayo de 1828, encontramos en efecto la siguiente
queja:
«Es cosa bien singular que cuanto mas importantes son las
instituciones benéficas que se promueven en esta provincia, tan-
to mayor parece ser el empeño de ciertos individuos para desa-
creditarles. ¿Será creible que los mismos que han ido a pedir
plata a interés al Banco hayan sido los primeros en propagar
rumores vagos para escitar la desconfianza i arruinar un esta*
blecimíento cuya utilidad se hace todos los dias mas palpable
para todas las clases?
»¿Oual será esa estrella 'tan fatal que persigue con tanta obs-
tinación todo lo bueno en Coquimbo?»
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— 571 —
tornos i de las matanzas de la gnerra civil. Lircai
no alcanzó a esterilizar del todo a Arqueros. —
cEn lo demás, decia Santa Cruz en esa carta, las
turbaciones son consiguientes a la falta de unión
i respetabilidad del gobierno; pero al través de
estos mismos desórdenes en la administración,
aquello progresa admirablemente i soi seguro que
usted mismo d esconocer ia el grado de opulencia
en que se ve Chile a espensas de su floreciente co-
mercio i de su posición jeográfica; pues allí está
siendo el centro do la navegación de toda la Amé-
rica del Sur.D (1)
IX.
Sobrevino en seguida Chañarcillo, i Santiago
se cubrió de suntuosas mansiones i los campos del
sur de canales de regadío. No fué propiamente el
agua del Maipo lo que fertilizó su estensa hoya, si-
no la fuente milagrosa que en una larde de mayo
hallóse Juan Godoi. Otro tanto puede decirse de
los valles de la Requínoa, de Arquen i muchos
otros campos antes eriazos, i de varias industrias
sin capital i sin salida. Las boca-tornas de la ma-
yor parte de los acueductos de irrigación en Chile,
(1) Esta Gart»\ encontrada orijinal entre los papeles del jene-
ral O'Higgins tiene fecha de Arequipa, febrero 13 de 1829, i la
hemos publicado íntegra en la Vida del capitán jenerai don
Bernardo O'Higgim, páj. 837.
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— 572 - .
desde el Huasco al Malleco, comienzan en la boca-
toma de sus minas. (1)
I lo mismo puede decirse de sus ferrocarriles.
El primer ferrocarril de la América española fué
labrado con las barras de Tres Puntas, i el de
Valparaíso a Santiago coincidió en su iniciativa
con el alcance de la segunda rejión metalífera de
Chañarcillo.
X.
La abundancia de ese tráfico creado por la
producción i la amplitud de fus capitales, dio
vida a la primera compañía de vapores que vino
de Inglaterra para el cabotaje de nuestros puer-
tos; de los vapores surjió el carbón de piedra; del
carbón de piedra las industrias fósiles i la esplo-
tación del cobre en grande escala, i es así cómo
las minas han ido forjando, a la manera de los cí-
clopes, la escala que nos conducirá a la cúspide, si
perseveramos en el trabajo i la cordura, i esto
(I) Los copiapinos dieron, como los coquimbunos, cuando
tuvieron su Arqueros en ChafiMrcillo, pruebas de notorio patrio-
tismo, cubriéndose allíunn buena parte de las acciones del em-
préstito o mas bien donativo de 400 mil pesos que en 1838 le-
vantó don Diego Portales para restaurar la escuadra nacional.
En una semana se suscribieron 30 acciones de a oOO pesos, to-
cando en el reparto voluntario cuatro acciones a cada uno de los
descubridores de G!i:iuarci'o, G.illo, O.-í-'a, Onyenechea i don
Diego Carvallo.
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— 573 — .
contra el concepto de muchos que no nos han
querido mal. (1)
(1) Don Andrés Bello era de opinión qne el broceo da las
minas de Venezuela habia sido la causa principal de su prospe-
ridad posterior; pero el ilustre sabio no alcanzó a vivir lo sufi-
ciente para palpar su error <rEn los fines del siglo XVII, decía
Bello (citado en la Memoria de Elhuyar, publicada por la Es-
vista de Lima en 1873), historiando asuntos de su nativa patria,
debe empezar la época de la rejeneración civil de Veneaueln,
cuando acabada su conquista i pacificados sus habitan tea, entró
la relijión i la política a perfeccionar la grande obra que habia
empezado el heroismo de unos hombres guiados, a la verdad,
por la codicia; pero que han dejado a la posteridad ejemplos Je
valor, intrepidez i constancia que tal vez no se repetirán jamás.
Entre las circunstancias favorables que contribuyeron a dar al
sistema político de Venezuela una consistencia durable, debe
contarse el malogramiento de las minas que se descubrieron a loa
principios de la conquista. La atención de loa conqnistadorea
debió dirijirae desde luego a ocupacioner, mas sólidas, mas úti-
les, mas benéficas, i la agricultura fué lo mas obvia que encon-
traron en un país en donde la naturaleza ostentaba todo el apa-
rato de la vejetación.D
Por su parte, el economista Chevalier decia en 1846 — que no
nos seria dado (a Chile) «d'exercer sur la masse d'argeut de cir-
culation dans le moude un effet qui ressenble í^/í rten i\ celuideít
mines du Mexique et du Pérou.D
Sobre lo cual salta el hábil escritor chileno que acostumbra
firmarse Jtian de la Roca, i desde su galería de economistas^ es-
crita en París en agosto último, dirije al difunto hacendista
francés la imprecación que en seguida por arrogante copiamos;
(illal rato pasaría la sombra de M. Chevalier si la estatua de
Juan Godoi la cojiera por la garganta i le pidiera, conilío en
mano, pruebas documentadas de sus cálculos. Por lo menos, el
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r
— 574 —
I XL
La indastria minera como la ola que se vigori-
za con el empuje de su propio reflujo, alcanzó
también su parte no pequeña en el festín del pro-
greso, i gradualmente ha ido subiendo al nivel
no solo industrial sino científico que lioi toca. El
ilustre Dome)''ko compendiaba en su laboriosa
ancianidad las gradas que habia recorrido la mi-
nería chilena enumerando la abolición de las viejas
ga velas españolas, la cooperación del capital in-
glés, ocioso en su país, prolífico en el nuestro; al
T perfeccionamiento de los beneficios industriales;
^. la libertad de esplotación otorgada al carbón fó-
sil; la conversión de las caletas solitarias eii pucr-
, tos de salida; la aplicación del vapor a la estntc*
i ción de los metah s; los ferrocarriles que abaratíiu
su trasporte; la emigración, en fin^ de hombres
intelijentes que afluye a los centros minerales,
entre los cuales es de justicia colocar al ilustre
autor de esa reseña en primera línea, como a lum-
brera de la ciencia. (1)
f
}
descubridor do Chañarcillo habia de encontrar que el francéá le
ha espumado su descubrimiento todo entero.»
(1) Respecto de la inmigración, la estadística de Gopiapó ha
presentado siempre un fenómeno notable, porque aparte de
2,338 arjentinos varones i de 536 mujeres, encontribaase en m^
diversos pueblos i faenas en 1870 no menos de 124 alemanes^
,
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- 575 -
XIL
1^
I
Tuvo oportunidad i teatro adecuado para mos-
trarse con gran esplendor la minería chilena i sus
conquistas en la ciencia,en la roca i en el certamen
durante la Esposición Internacional de 1875, en la •
cual casi todo lo demás, i especialmente lo estran-
jero, es decir, lo üinterniicionaU, hizo fiasco. <íCon 'I?"
placer, dice a este respecto el esclarecido sabio cuyo ^
testimonio de fundador en tantas ocasiones hemos
citado, con placer recordará el público que el año
pasado visitó la Esposición Internacional, cuan
brillante e imponente vista tenia aquel gran sa-
lón en que mas de cien armarios apenas podían
contener el inmenso surtido de productos mine-
rales enviados de todas partes de Cliile i de las
repúblicas vecinas. Cada asiento de nnaas de pla-
ta, de cobre, de plomo, de cobalto, etc, ostentaba
BU propia riqueza.
3>Ahí, ante todo, llamaban la atención de los ¡
curiosos las masas de plata nativa del norte, acom-
de loa cuales 14 eran mineros; 10 aastriacoá, 3 belgas, cincuenta
i dos chitíos, de los caales 37 eran cocineros; 68 cípafiüleSj 42
oraerícatiüíí de! norte (de édtoa 5 mtueroa), 105 franceses (14
mineros), 432 ingleses (125 mineros), 7 griegos, 13!; ítalianoa,
3 rosoa, un suizo, 29 suecos, en una palabra, ana verdadera to-
rre de Babel. El total de estranjeros residentes en Gopiapó en
1877 era 4,684, de los cuales 3^499 vn ruñes i 1,185 hembras.
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j
i
i — 576 —
panadas de grandes trozos de plata córnea de
Caracoles i de Florida, cristales de plata snlfárea,
i de bello color rojo como rubieSj i los de rosicler.
Al lado de esa valiosa colección exhibida por el
señor Escobar, se veía otra, numerosísima í mas
variada en especies, de gran mérito científico, en-
viada por la junta de minería de Atacama, cora-
puesta en gran parte de muestras pertenecientes
al gran museo raineralójico del Liceo de Concep-
ción i arreglada por los hábiles conocedores de la
mineralojía chilena, los injenieros Carvajal i Man-
diola.
3)En medio del salón, entre aquellas dos colec-
ciones que parecían señorear como mensajeras de
la rejión mas rica en plata, estaban agrupados
unos cincuenta trozos de ricos minerales de plata
córnea, de plata nativa i algunos sulfurados délas
de tanta fama Las Descubridoras de Caracoles,
con muestras de rocas, de criaderos metálicos i de
fósiles del mismo cerro.
D Venia en seguida la colección de minerales de
la provincia de Coquimbo, mandada por la junta
de la Serena. En esta colección, que ocupaba ocho
armarios, estaban comprendidas tres colecciones
de propiedad particular de los señores Videla,
Campino i Campbell, i en ellas se hallaban her-
mosas muestras de cobre nativo ae Andacollo,
ricos minerales de azogue de Punitaqui, otras de
cobalto, de oro, i entre otras, algunas de amalga-
DigitizedbyVjOOQlC ¡
-. 577 —
ma nativa ele Arque roB, que hacían recordar la a ti-*
tigua riqueza de aqnel poderoso asiento de minas*
]&En otra parte del salón llamaba la atención
una larga serie de es tan tea llenos de productos
minerales de cobre, plata i plomo, de las minas
de los Puquios, de Ar/na Amarga, Garrkal i Ta^
ñas. Distinguíanse entro ellos algunos de gran .ü
tamaño, de mas de un quintal de peso, ethibidos
por el señor Aranda, i otro.s, también enormes^ L
ricos en plata, enviados a la Esposición por don í¡
Nicolás Naranjo^i* ••
I continuando esta deplnnVbradora revista de
nuestra o[nilencia exhibida en trozos, en muestras
i en estantes, despuésí de ])resentar bajo sus d^ver^
sos prinmas todos los metales i los fósiles de nues-
tro país volcánico, desde el albo azufre a la renegri-
da antracita, desde el a 2 ni cielo del lapízlázuli al
incoloro cristal de roca, a los mármoles, a los jas*
pes, al pórfido i al granito que son nuestros címien- ^
tos jeolójicos i a la vez nuestras cúspides al tí vas,
el jeólogo i el mineralojista, encerrándose como en
un cofre en el teino de la plata, agregaba respec-
to de los minerales andinos que se miran sobre
Sautiago cual el farellón en la laguna que borda
i dominar «tCon interés i atención, no menos de- i
eidida, solían detenerse los empi'esarios do minas '
iíL L, Uli J.A L\ — 7.J
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— 578 —
en la cstremidarl del mismo salón ^ donde con
maestría i buen gusto cstíiba arreglado por na
propietario de tninas un grupo de minerales de
cobre i de plata de las cordilleras mas vecinas a
la capital, es decir, de las de la Dehesa i de las
Condes, que en la actualidad i para el futuro pa-
recen dispuestas a entrar i entrarán en competen-
cia con los asientos de minas mas importantes del
norte, si las grandes empresas i la ürgani;:acíoi
de las sociedades llamadas a esplorar estas eoidi-
lleras se llevan a efecto. d
XIV.
Por lo demás, durante los últimos quince años
ha sido notoria la influencia que en la situacióa
próspera o decadente del país ha tenido la bonjin-
za o la paralización de las minas en el adcUnto
público. Caracoles i la Florida fueron un potente
pero pasajero empujo, que el ajio se encargó ele
volatilizar en los crisoles; i hoi dia en que kicen
brillantes esperanzas de un cambio • sólido de for-
tuna para los obreros del desierto, lo que teme-
mos mas para ellos i para el país, a ejemplo del pa-
dre del hijo que jugaba, no es el broceo mas o me-
nos transitorio o reparable de sus Vetas, sino la lo-
ca pasión de los azares que nunca viajan en esta
tierra sin traer en pos de su caudn las crisis, el de-
saliento 1 a la larga, cu vez do san a "robustez, h
esterilidiid i la bancarrota.
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— 579 —
Coáii distinta sería, en efecto, nuestra muerte i
nuestro porvenir, si siguiendo la huella de los fun-
dadores de nuestra riqueza nacional i doméstica
reserváramos a la industria minera su única i mas
vasta'influencia, la del trabajo i la de la producción
científica, que esa deja i seguirá dejando, desde el
rosicler al salitre, lo que habrá de sobmr para
saldar todas las cuentas publicas i privadas de la
república i de su trastienda!
xy:
Deberíamos dar por terminada en esta parte
nuestra labor sobre la riqueza arjentífera de Chi-
le, puesto que, con la linterna de la investigación
en la mano, hemos recorrido todos suh asientos i
descendido a las cavidades de todas sus minas.
Pero impónese todavía a la fatiga del lector i a
la nuestra propia, la conveniencia del sistema de
comparar nuestra riqueza con la de otros pueblos
(que es la mejor manera de apreciarla), i así ha-
bremos de llegar al término de la jornada, dete-
niéndonos solo en el centro del desierto que en-
traña tantas riquezas pai-a el porvenir i en el
dintel del descubrimiento reciente, que si no ha
sido el objetivo de este libro, ha sido sin duda
uno de los mas vivos impulsos que le han hecho
buscar el sendero de la luz.
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CAPITULO XXI.
LAS MINAS DE PLATA DE SOLIVIA 1 DE LA REPÚBLICA ARJEKTINA-
Uniformidad esfeerior do todos los centros niotalíferos del Nuevo Mundo.
— Potosí i Nevada. — Prodigioso rendimiento de aquel mineral i su gra-
dual decadencia hasta el presente —Porco^ mina de don Pedro de Val-
divia.— Qruro i su real socavón. — Producto de las minas de Bolivia des.
do IBlGa 1840, por distritos i por minas. -Las minas de Pulacayo i el es-
tablecimiento industrial de Huanchaca.— Historia de estogian mineral
.—Don Aniceto Arce i don Enrique Concha i Toro. — Comisión de mine-
ralojistas chilenos que visita el mineral en 1872. — Producción deHaan-
ch«ca en diversas apocas desde 1859. — Sus metales, según Domeyko.^
Estraordinario desarrollo de la minería de Bolivia durante la guerra.—
Enorme producción en Ib-SOi 81.— El mineral del Inca i de Aralar — Las
minas de plata de la República Argentina. — 451 mineral de Fayón i el de
Famatima.— Las minas de la Hioja i de Córdova-^^-Las minas de los je-
suitOiB eu Misiones.
L
La niaj^or parte, (si no todas) las minas de plata
del Nuevo Mundo bállanse situadas en áridos,
fríjidos, horribles despoblados; i esta lei de la na-
turaleza es común a los dos continentes, a Potosí
como a Nevada, a Chañarcillo como a Guanajua-
to, a Oruvo como a Pasco, a Tres Puntas como a
Gualgayoc, a Cerro de Pasco en el corazón de los
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~ 581 —
Andes peruanos, como a Zacatecas en la Sierra
Madre de Méjico i a las minas del ütah i el Co-
lorado, en las altas mesetas de las Montañas Bo-
callosas.
El oro suele arrastrar sus menudos granos i sus
delgadas láminas en las arenas del vecino rio, i
muchas veces en Chile, como en California, los
placeres de mas codiciada adquisición han estado
junto al cárcamo del molino o a la boca toma del
fértil canal de irrigación, sin que haya faltado ca-
sos en que por entretenimiento se haya estraido el
oro en los jardines como en el antiguo Angol, o
del buche de las gallinas, según lo cuenta Olivares
de las cocinas i cocineras de Valdivia.
Pero el imperio i el emporio de la plata, si bien
mucho mas poderoso i repartido en sus dominios,
obedece a lei mas dura, como si la naturaleza hu-
biera querido no entregar sus tesoros sino al va-
liente i al sufrido, al que busca i persevera.
11,
I es cosa digna de curiosidad que la primera
mina de plata conocida en esta parte del mundo,
donde en los primeros años de la conquista des-
deñáronla los castellanos, perteneciera al primer
gobernador de Chile, al fastuoso, valiente i mag-
nánimo don Pedro de Valdivia que trocó su rica
mina de PorcOj para comprar armas i caballos con
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— 582 —
que venir a descubrir i a jwblar este por entonces
«mal faraado reino». Porco, como Oruro^ Huspalla-
ta i otros asientos de minas mas tarde famosos, ha-
bían sido conocidos i esplotados por los aboríjenes,
pues si bien el oro era el tipo de loa tributos, ni
Atahualpa ni Moctezuma desdeñaron usar en su
vajilla utensilios de plata, ni tampoco labrar en
grande escala los páramos que contenían su ma-
leable metal. Cerca de un tercio del rescate de
Atahualpa fué pagado en plata.
IIL
No es menos señalada la circunstancia de que el
primer grande hallazgo de plata hecho por los espa-
ñoles fuera aquel que mayor caudal de esa sustan-
cia i de mas subida lei ofreciera al mundo, porque
el cono de Potosí descubierto, como el de Ctiañar-
cillo por un indio cazador (Diego Gualca) en 154:5,
no ha tenido ni probablemente tendrá ya rival en
su tanto i en su ámbito. Potosí, como Chaüarcillo,
han sido dos conos macizos de plata cárnea i plata
blanca.
I a fin de pasar en acelerada revista estos cen-
tros de producción arjentíferos, conforme a nuestra
promesa i a nuestro propósito comparativo, em-
prendemos de líjero viaje desde las minas de Boli-
via, comenzando por Potosí hasta las de Estados
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'■• "^^^
— 583 —
Unidos, ternii liando la escursión en Nevada, este
Potosí subterráneo del continente del Norte.
IV.
Dimos ya cuenta en una pajina anterior de las
principales circunstancias del descubrimiento,
desarrollo i fama de Potosí, cuando fué ciudad
que tuvo hacia los comienzos del siglo XVIL
(edad de su mayor auje) hasta cien mil belico-
sos pobladores divididos en bandos de «Vicuñas))
(estremeños i castellanos) i (cVizcainosD, con
veinte curatos, siete conventos i monasterios i tan
grandísimo número de millones sacados de sus •
trescientos injenios de amalgamación como era el
de sus crímenes i románticas tradiciones. — -ccEs la
riqueza del cen-o de Potosí, decia en esa época el
inca historiador Garcilaso de la Vega, que mara-
villado visitara aquel asiento solo cuatro años
después de su descubrimiento, la riqueza de Po-
tosí es en tal manera superior a todo lo que se ha
visto en otros tiempos, que para dar a conocer la
grandeza de sus minas, voi a describirlas tales
cuales las he visto con mis ojos, cuando pasé por
Potosí, en 1549, siendo correjidor de la ciudad el
licenciado Polo. Ea la casa de éste estaban las
cajas reales con tres llaves. S, M. recibia todos
los sábados dtf 25 a 30 i aljjunas veces hasta 40
mil pesos. Entonces se quejaban de que las mi-
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— 584 —
ñas iban mal, cuando el quinto no pasaba de 120
mil castellanos al mes. Sin embargo, toda esta
plata era la de solo los cristianos, pues los indios
robaron mucha que no fué rejistrada: así es que
en ninguna parte del mundo hai una montaña
mas rica, i en ninguna parte príncipe alguno ha
sacado tantas rentas de una sola ciudad, pues,
desde 1548 hasta 1551, el quinto ha dado al reí
mas de tres millones de ducados. d
V.
Según Hnmboldt, Potosí en su primera época,
que fué la de 1556 a la de 1578 (22 años), pro-
dujo a razón de 2.227,782 pesos por año en tér-
mino medio.
En su se^rundo período de brillantez, que como
de 1579 a 1736 (157 años), rindió cerca de cuatro
millones de pesos por año, siendo el término me-
dio exacto 3.994,258 pesos.
I por último, en su tercer período de 1737 a
1789, (52 años), en que comenzó a declinar rá-
pidamente la potencia del maravilloso cerro, la
producción fué de 2.458,600 pesos; total en los
233 anos que trascurrieron desde el descubri-
miento a 1789,-92.736,294 marcos que valían
788.258,512 pesos (1).
(1) Ilamhoklt, Ensayo sobre la Nueva España, vol. III,
Ciip. IX.
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— 585 —
Vi.
VIL
La decadencia de Potosí fué gradual i está
marcada en los tres períodos que antes dejamos
recordados; pero su verdadero agotamiento perte-
nece a la edad actual, es decir^ al presente siglo
de guerras, locuras» motines, pronunciamientos i
(1) Eq las fracciones suele ocurrir alguna variedad de córa-
putOj lio así en el cocjjüatOp Segúa Lamberto Sierra, a quien cita
Hnmboldt, el rendtínienfco real fué desde 1556 a 1800 de 8:¿3
millones 950^508 peaos, i segim el prefecto de Potosí en 1835,
citado por Chevalierj 8t>lu fuó de 734.205,903 pesos; pero eííte
iiltimo faucionario tomó taJirez en caeuta solamente el resultado
de la plata quintada^ es decir, lo que liabia pagado derecho al
reí, que se desprendía de los libros de k Moneda de Potosí, co-
rrientes desde I5GL De todos modos, según el mismo Chtívalier,
la producción de Putosí iiabia alcanzado en 300 ailos (154-5-
1846J d^mil ma^tita i niwce miüones do pesos,
EL L. DE LA P, — 74
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i
Ya en otro lugar asimismo dijimos cómo hastít
la época en que Humboldt visitó la América Es-
pañol a, heciio casi tan trascendental como el
descubrimiento de Oolóu bajo el punto de vista
de la ciencia, aquel solo venero de plata babia
producido en números redondos i en el espacio If
de 250 anos (1545-1795) rail millones de pesos
fuertes (1).
í
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— 686 -
desvarios. — Los bandos de la república han sido
mucho mas funestos que los de los vizcaínos i
castellanos para la ciudad imperial, que hoi entre
las fríjidas ruinas de sus cuatro mil casas de pie-
dra de sillería, oca estilo de Españai), solo sustenta
mísera población de ocho a diez mil almas.
«Escaseó la jente de trabajo, dice a este respec-
to el hacendista boliviano Dalence en su estadís-
tica de Bolivia, faltó azogue desde el año 1782;
sobrevino la terrible seca del año 1804 i luego el
hambre i la peste. La riquísima provincia de Li-
pez quedó yerma; los 90 injenios mayores de Po-
tosí se redujeron a 13 i los de Oruro a 8. Estos,
como si fuesen castillos de los insurjentes fueron
quemados i asolados por los realistas: vinieron
mas tarde los empréstitos forzados, las acotacio-
nes continuas, las contribuciones enormes i otras
persecuciones de este jénero, i concluyeron con los
capitales i capitalistas. Quienes sepan cuánto cau-
dal es preciso para establecer de nuevo el jiro del
mineraje, cuando no existen injenios, operarios ni
trabajadores, no se admiraran de ver el estado en
que hoi yacen nuestras minas i mineros, después
de tantas calamidades.»
I en seguida, trazando el cuadro de una doloro-
SH actualidad en la pajina siguiente añade: — «En
Potosí i su cercado existian 26 minas de plata en
actual trabajo i mas de 1,800 despobladas. En
Porco 33 en trabajo i abandonadas 1519; en Cha-
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— 587 —
yanta 8 en trabajo i 130 abandonadas; en Chichas
22 en trabajo i 650 dejadas; en Lipez 2 en tra-
bajo i 760 despobladas. En Oraro i su cerca-
do habia 11 minas de plata en trabajo i 1,215 des-
pobladas, fuera de las de oro cuyo número no
puede bajar de 200; en Poopó 15 de plata en tra-
bajo, i 316 dejadas; en Carangas 4 en trabajo, i
sin él 285. En Sicasíca 9 en trabajo i 320 sin él;
en Inquisivi 5 con trabajo i dejadas 160; en Araca
4 de oro en trabajo i muchas abandonadas; en So-
rata 7 de oro con trabajo i mas de 500 sin él. En
Berenguela de Pacajes están todas despobladas^
sin embargo de que fueron riquísimas. En Arque
2 con trabajo i 100 despoblaos; en Ayopaya hai
también minas de plata /abandonadas i en Cho-
quecama ha habido vm hermosísimo venero, como
en Chayanta, donde eíxisten también muchas raí*
ñas de oro sin labop4 (1).
(1) Bosqu£Jo ést^ístico de Boliviapor José María Dalenee. —
Chaquisaca 185JJ, pájs. 293 i 294. — Un viajero frunces que en
tiempo de Felipe V i cuando Frezier recorría a Chile visitó a
Potosí (ni^y marca ya con caracteres injenuos la decadencia de
Potosí, esivfecial mente por la disminución de sus mitayos^ que
morían py^ manadas en aquel fríjido paraje en que hasta la
tinta s^conjela. El viajero aludido dice que encerraban aque-
llos vnfelices en un corral hasta el número de 2,200^ i de allí lo
ren;¿rtian en piaras^ como las muías, a los diferentes dueños de
minas. —Véase Ay^elation of Mr. B. Ms, voyage to Bmnm Aireé
frjom henee by land to Potosí. London^ 1716,
/
I
y
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— 588 —
VIIL
Al mismo tiempo que Porco, la mina de don Pe-
dro de Valdivia, se agotaba hasta no producir en
un año (1846) sino 39,526 pesos i que el rico mi-
neral de Lipez cuyas vetas rendían solo metal de
tres mil marcos se ahogaba en su célebre mina la
Hedionda de San Cristóval (cuyos planes dicen
quedaron en plata barra cuando se infestó con
mortífero antimonio) Oruro, que había seguido en
rango a Potosí, veia esterilizarse sus positivas i
todavía escondidas riquezas dando las de sus la-
bores en agua. Oruro, como Caracoles i como Ne-
vada se halla situado en una planicie fríjida i de-
solada aunque comparativamente sana; i la causa
principal de su esterilidad se ha atribuido a la
falta de niveles para desaguar sus minas, así co-
mo las de Huantajaya se han arruinado precisa-
mente por causa contraria, es decir, por la escasez
absoluta de ese elemento. De aquella circunstan-
cia surjió la empresa del socavón real de Oruro,
que semejante al de Sutro en Nevada está desti-
nado a dar salida a les anegamientos •subterrá-
neos i a restaurar probablemente con amplios fru-
tos su riqueza antigua, no perdida sino estagnada.
IX.
Según Alcedo las minas de Oruro i con particu\
\
\
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^:•?9f^-.•
— 589 —
laridad la riquísima llamada Pié de gallo, fueron
trabajadas, como Porco, por los mitayos de los In-
cas, antes de la conquista, i a fines del siglo pa-
sado solo rendian 600 barras de un quintal en
cada año. La decadencia i postración de todas las
venas arjentíferas de Bolivia en las postrímeríaa
del último siglo era por tanto unívereal, í con el
cambio de réjimen que produjo la guerra de la
independencia, hízose el mal mas hondo i mas
irremediable. Según Dalence, el producto del
primer quinquenio del presente siglo, que habia
sido hasta 1806 de 2L186,460 pesos bolivianos,
descendió en el prÓKÍmo quinquenio de la re\^olu-
ción (1806-1811) a lC/288,590 pesos, estendién-
dose esta disminución progresiva a toda la era de
la independencia hasta 1846.
Por el cuadro siguiente de aquel autor se deja-
rá ver, en efecto, que la producción mineralójica
de Bolivia, que era casi esclasivamente de pasta
de plata, porque los fletes no soportaban otro jé-
ñero de esportación, se ha mantenido en un pié
de producción inferior a dos millones de pesos
bolivianos por año, pues en ningún quinquenio la
suma total llegó a die:^ rniHoDes, con cscepción
del primero.
En el quinquenio do 1811 a 1816 la
producción fué de $ 10,798,816
En el de 1816-21 9.749,350
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— 590 -
En el de 1821-26 9.089,787
— 1826-31 9.784,620
— 1831-36 9.848,342
— 1836-41 9.678,420
— 1841-46 9.789,640
X.
Desde 1834 en que el Congreso boliviano dis-
minuyó el impuesto de la plata, aboliendo el
quinto, o 20^ del rei, las minas de aquel opulen-
tísimo país cobraron algún pequeño aliento, como
para renacer de su agonía, >i hé aquí cómo aparece
distribuido su rendimiento doce años mas tarde
(1846), tocando a cada uno de aquellos tan fa-
mosos asientos una migaja recojida de los des-
perdicios del perenne banquete antiguo.
Al cerro de Potosí $ 107,054
A Porco 39,626
í Chay 24,379
T> Chichas 35,287
» Poopo 6,705
» Oruro 7,642
» Carangas 370
D Sicasica 2,310
» Inquisive 819
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— 591 —
XL
El total de la producción minera de Bolivia en
1846 por todos sus capítulos, plata i oro, cobre i
estaño, alcanzó a 2.343,096 pesos bolivianos, que
eran apenas millón i medio de pesos efectivos, i
en la siguiente proporción para cada sustancia:
En plata presentada a la casa de
Moneda,.... $ 1.912,911
En la que se supone haber salido
por alto 40,000
En oro presentado 87,620
En oro que salió guiado 7,864
En el que salió por alto 2,500
En cobre fundido 16,600
En barrilla de cobre 246,000
En estaño 18,000
$ 2.343,095
XII.
Una observación habrá surjido, sin embargo, a
la vista de estos tristes cuadros, comprobaciones
en números de lo que cuestan a los paises las ma-
las leyes en tinta i los disturbios en sangre; i es
la de que Potosí ha mantenido su preponderancia
en minas en medio de las ruinas, i que la plata
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- 1
— 59á —
ba fiído siempre la que saliendo por entre los vie-
jos cuños de la Moneda de aquella cindadj si bien
frauduleutamente adulterada, ha continuado, jun-
to con la coca i la capitación del indio (dos ini-
quidades en un solo error económico) formando
el sustento i la sustancia de aquel país, tan profu-
samente rico en todo, i aun en gobiernos, pero
no en hombres. «Causa admiración, esclamaba por
esto el buen patriota Dalence, Iiace cerca de cua-
renta anos, ver que el cerro de Poto sí , a pesar de
hallarse en su última decadenciaj rinde todavía
mas de la mitad de la plata total que hoi (1846)
se beneficia en la república»; 1 luego añade, como
quien escribe con mano pesada i corazón adolori-
do, i a guisa de epitafio lo que sigue: (c Infelices
provincias de la sierra (i en Bolivia no hai otras)
si Potosí se acaba!» (1)
xm,
Pero el bien intencionarlo hacendista de la sie-
rra padecía grave error en su patriótica angnstiíi,
porque lo que debió desear que se acabara fueron
no los bróceos sino los motines, i así Potosí, Orii-
ro, Lípez, Colquecbaca, Porco i todos los asientos
minerales de la altiplanicie habrían vuelto a re-
nacer, como de seguro, si hai paz i cordura, rena-
cerán algún di a.
(1) Obra citftda, páj. 298.
— 593 —
XIV.
La era arjentífera de Bolivia podría en efecto
dividirse hoi mismo en dos períodos diferentes*
La era de los trastornos i de la ociosidad, de
los Belzu i de los Melgarejo, los Morales i los
Daza — que podría llamarse la era de Potosí.
I el período incipiente del trabajo, del orden i
de la industria, que a la par con el combo, el cri-
sol i el capital chileno, han iniciado algunos inte-
lijentes i laboriosos bolivianos como los Arce i los
Dorado, los Pacheco i los Pero, comenzando así
lo que llamaremos por su empresa mas pingüe, la
era de Haanchacaj este Potosí del futuro.
XV.
El antiguo mineral de Pulayaco, llamado im-
propiamente (íHnanchacai>, por ol asiento indus-
trial de su beneficio, se halla situado en la cordi-
llera llamada de los Frailes, que se empina sobre
la altiplanicie boliviana i yace a cuatro mil pies
de altura sobre el mar i a 42 leguas de Potosí por
el rumbo del sudoeste. Por los caminos traficados
dista tres leguas bolivianas de la posta de Ama-
chuma, 138 leguas de Cobija i solo 100 de Iqui-
quc, que es el puerto de entrada mas directo al
riñon metalífero de Bolivia.
EL L. DE La p. — 75
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— 594 —
La jeolojía de Piilacnyo no ofrece caracteres es-
peciales, jwrqne consiste en un solevan tamiento o
erupción granítica, comim en los Andes, la cual a
veces presenta mutaciones porf fricas i de otro je-
ñero. Pero lo que le es verdaderamente peculiar
consiste en la potencia estraordinaria i dirección
fija de sus vetas que corren paralelas en cajas cíe
írranito, sin ofrecer una lei subida, pero contenien-
do metales ¿spl atables (mplalaaas) en prodijiosa
cantidad. Estas inetaladas preséntanse en cíalos
o macizoSj que por un capricijo singular fallan i
dejeneran sus bróceos blandos, en todos los pun-
tos subterráneos que coinciden por lo perpendi-
cular con una quiebra del terreno en la superficie.
Dos de estas corridas se hallan perfectamente
marcadas i se estienden por nías de 400 a 500
metros, como en Cachinal i en la célebre vena
Com stock de Nevada.
XVI,
En cuanto a la composición química de sus me-
tales, abunda en todas las especies; pero jeneral-
mente son fíalcnas ricas en plomo, abundando his
piritas de hierro i cobre i aun los cobres gribes i
platosos que en Chile se encuentran en una zoiki
análoga de la eordillem, ^\rA minas de Huati-
cbaca, decia a este rcspc^cto en 1875 el sabio pro-
fesor Don^ic'vko, a pro{»6s¡tü del nn/disis de iinii
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— 590 —
muestnvde cobre gris platoso, son mni abundan-
tes en plata i plomo, producen cantidades con-si-
derables de plata siüfui'ea, de plata roja (rosicler
antimonial) i de plata gris {Miaeralofia^ 2.°' edi-
ción, páj. 203^); pera la masa principal i la mas
abundante ea de galena mezclad<i i asociada con
blenda, galena antimonial, en partes con pirita,
i sobre todo con un cobre gris que le da al ensaye
hasta 12 a 1? por ciento de plata, mui parecido
bajo todo punto de vista al cobre gris^ igualmente
rico de Oruro (Miaeralojia, páj. 201), i también
ft diversa» especies, de cobre gris antimonial del
Períi, pobre en plata como el de Calqf'iipoci*o, mui
conocido por su cristalización perfecta en te-
traedros^
j)El cobre gris mui platoso de Huanchaca for-
ma masas amorfas, irregulares i también pequeños
cristalitos tetraédricas, ya sea biselados, ya con
biseles que han tomado toda su estensión (tría-
quishemi tetraedro). Los cristales se esconden en
las concavidcides en medio de la masa amorfa, que
es de color gris de aceito, mui lustrosa, de estruc-
tura granuda tosca, fractura desigual, raspadura
gris metálica, mni atacable por el ácido nítrico;
su disolución, al agregarle una gota de ácido mu-
riático, da un abundante precipitado blanco.
ítEn partes se halla intimamente mezclado con
blenda negra o bien con galena i en tal caso dis-
minuye considerablemente su lei en plata, pues
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— 596 —
estas dos especies son por lo coman pobres en
phita, (1)
XVII.
Las dos vetas matrices de Pulacayo fueron co-
nocidas i trabajadas por los españoles, i formaban
parte del vasto i desparramado mineral de Lípez.
Pero en la sublevación de Tupac Amaru i de los
Catari, que pusieron cerco a La Paz (1780), al-
záronse los tristes mitayos de aquellos parajes so-
litarios, mataron a sus mayorales i las minas que-
daron abandonadas con inmensos e inesplotables
desmontes.
Las minas principales en una de las corridas
eran la Santa Mosa, la Corpus i la Santo Tomás,
que lia sido i continúa siendo todavía la mas po-
tente, i en la otra la Tojo^ la Visiíadon i la San
Ignacio^
XVllL
Por mas de medio siglo, el mineral de Pulacayo
continuó olvidado, como tantos otros no menos
ricos que esperan en aquellas rejiones el crisol i
el riel, hasta que un emprendedor industrial boli-
viano llamado don Mariano Ramírez, formó, allá
(1) Anales de la Universidad, 1876.^
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— 597 —
por los años de Santa Cruz i Ballivián (1838) una
compañía de esplotación que volvió a dar nombre
i mediana vida al desdeñado mineral.
Pero sus verdaderos restauradores han sido res-
pecto de Bolivia el esforzado industrial don Ani-
ceto Arce, hombre eminente en cualquier país de
la América, por su intelijencia i sus dotes per-
sonales, i un joven chileno que ha atravesado, sin
hacer ruido, i con un espíritu de investigación
digno de aplauso, la mayor parte de las comarcas
metalíferas de Chile i de Bolivia. Este viajero si-
lencioso, pero benemérito i útil ha sido don Enri-
que Concha i Toro, discípulo, deudo i compañero
del sabio Pissis.
XIX-
Organizada en efecto por el señor Aice una
sociedad industrial por seis millones de pesos (seis
mil acciones de a mil pesos), el señor Concha i
Toro estudió científicamente el mineral de Pula-
cayo en 1869-70, i fué parte para que cerca de la
mitad de aquel caudal encontrara colocación en
Chile. I de esta suerte el asiento de Huanchaca
ha tomado hasta cierto punto carta de ciudadanía
en nuestra industria.
Las minas de Pulacayo habian producido, se-
gún sus libros, 118,876 marcos de plata desde
1831 a 1859 i en solo un año (1859-60) rindie-
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— 598 —
roo 75,477 marcos, i de aquí sii crédito, no obs-
tante las casi insuperables dificultades naturales
de su remata i aislada ubicación en la costa i el
desierto. Aquella producción valia a la verdíid
cerca de un millón de pesos; pero habiéndose tras-
ladado al mineral en octubre de 1872 una comi-
sión de espertos mi neralojistas chile nos, compues-
ta de los señores Pedro Lucio Cuadra, Uldarieio
Prado i Antonio Brieba, informaron a sus feli-
ces comitentes que tan solo en las canchas i en los
estribos de las mal disfrutadas laborea existia un
Talor de mas de 30 millones de pesos, o sea 60
mil cajones de metal con lei media de 50 marcos,
lo que equivale a una esplotación de 2,950,000
marcos de fino valorizados a 11 pesos. (1)
(1) «ElxisieQ colgados en las minas de Puluoayo, deeiao los
iiijenieros citados en la pájíaa 46 del iaforme qoe dieron a lus
eu 1873, 55 mil cjijones cou 2.750,000 marcos i en cauchu cmm
mil cajones con 2(K> mil marcos, lo cual asegura una [iroduc-
cióo de seis mil cajaues anuales i por diez auod.»
La producci&n del mineral en Ioh años anteriores había sido,
sin embargo, solo la que en seguida apuntamos:
ISOG 46,032 marcos,
18G7 46,553 >
1808 7a,675 »
1869 69,748 %
1870 62,57:i jy
Eu 187¿ el mineral empleaba 464 personas, de las cuales 84
eran barreteros i 200 mujeres que hacian el trabajo de pai-iirea.
Los costos de esplotación eran enormes, eí^pccialmente por la
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~ 599 —
Era esto ciertamente enorme, \m verdadero
Potosí subterráneo, mas triste i menos deslum*-
brador que el antiguo, pero por lo mismo talvez
de mas durable vida, i en consecuencia formóse
de prisa la sección chilena de la compañía, pa-
gándose un S5% al contado, igual suma en un
año de plazo i el 30^ restante en dos años, sin
interés alguno. La mayor parte de los accionistas
pagaron sus cuotas con los mismos productos de
su afortunada negociación, que hoi se cotiza por
el doble de su precio do emisión (dos mil pesos
por acción).
XX.
La industria metalífera de Bolivia, tan lángui-
da i postrada treinta años hacia, tomó con esto
vigor crecido, i hoi rivaliza de cuerpo entero con
Chile i aún ha eclipsado por completo al Perú i
también a Méjico. Bolivia es al presente uno de
los grandes centros productores de plata del uni-
verso.
Según un artículo publicado en el Journal de
mines del 1.° de juh'o último, los antiguos distritos
falta de combustible, empleándose solo las jnrillas de la cordi-
llera, una especie de turba vejetal que allí abunda, i hasta el
huano de las llamas para fundir el metal. El costo de beneficio
por cnjóu era de 83 posos 17 centavos i la Ici media del cajón
boliviano (50 quintales) de 37 marcos.
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— coo —
mineros de B >ll\na, íqcIuso Poto^^í i Oriiro, barí
producido en 1880 tres millones i medio de pesos
{en minieroís redondos), i el mineral de Himn-
chaca ha rendido dos millones i medio por «í solo,
aumentándose esta proporción a cerca de tres
millones en 1881, no obstante la üjuerra- (1)
(1) Hé \v[nt la demostración dj estos valorea en francas de
Francia:
1880. — Los cinco distritos ih a O ni ros, «Potosí», «Machannr-
ca», «Chíiyíiutup, i ciCliiiichaaí*.* , *- Fxs, 17-187,500
La mina de Huanchiica. I2.02i\107
Id. id. de Guadalupe 3.254,l*6i
Suraa •... Frs. 32.402,620
188L— Los cinco distritos cUados arriba Frs. 17.000,000
La mina Haanchaca 14.032,088
Id. id. Guadalupe 3.037,634
Total Frs. 34.0:0,3£^
SngAn una memoria dirijida al directorio de Ins minas úú
Huanchaca por don Luís M. Sola en 1881, cotí el fia de pro-
bar que e^te mineral habia contribuido jenerosamente a lagu'í-
rra, aparece que el rendimiento bruto de aquel biboríosc» míueml
fué en 1S80 de 2.370,572 pesos dos cent^ws^ los gastos L281Jí»5
pesos i los impuestos de paz i guerra 237,434 pe:*oa, qiie(lHn<l<>
así el beneficio líquido de ese año reducido a 851,972 buüvia-
nos, según la siguiente demostración:
En pastas de plata 2J4fi,32S 15
En metales de esportación • 224/242 S7
rroclncción hriiía Bs. 2.370^-^72 02
Pagado al Estado p(»r el impuesto de un boli-
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— 601 —
XXT.
I esta marcha ascendente ha continuado^ si he-
mos de tomar en cuenta los datos del consulado
de Bolivia en el Rosario, puerta de estracción paiM
las pastas de Bolivia, como antes en 1879 fnéralo
Antofagasta, i esta habría vuelto a serlo rí h cada
paso no viéramos cometer a nuestros gobiernos los
errores i las inconsecuencias mas monstruo&ns, tu-
les como, por ejemplo i sin ir mas lejos, la de de-
jar franco el camino de La Paz, que no produce
nada para Chile, i cerrar a piedra i lodo el de
Huanchaca i Potosí, que hace tres años trocaban
todas sus pastas con nosotros.
Aceptando por tanto como exactos los cua-
dros presentados por el cónsul García Mesa a
su gobierno desde el Rosario el 17 de julio de
1882, la esportación en pastas de Bolivia por esa
via fué en el primer mes de 1881 de 2.736,637 pe-
sos fuertes i en igual período de lo que va corrido
viano en marco íi;}7,434 04
Se ha reducido la producción a Bs. 2.133^137 98
Gastos jenerales de la empresa. — Gastos de
esplotación i beneficio, sueldo de emplea-
dos, salario de los jornaleros, valor de forra-
je i combustible, etc., etc., etc Bs. l.i;Sl,165 01
Utilidad liquida 851,972 40
EL L. DB LA P, — 70
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— 602 —
del presente, de 3.740,607 pesos o &ea un anmento
de 1.003,970 pesos en seis meses. (1)
(1) Esto segÚQ el espresado docuraeuto publicado en el Co*
mercio de la Paz en el mes de agosto de 1 882. Los valores
esportados en el primer trimestre del presente año (enero fe-
brero i marzo) ascienden a 1 .842,383 pesos i en el aegundo (abrilj
mayo i junio) a 1 .898,224, según la siguiente demostración, que
a ser exacta vale nn Perú (antiguo), S')bre la riqueza metulí*
fera de de Bolivia:
ABRIL.
Bismuto metálico — Inglaterra.... 4,759 Quilga. $ 14,720
Estaño en barrilla -Id 6,732 í 2,783
Metales de plata— Id 18,624 » 102,448
Plata pina— Id 1,321 ^ ^6,856
I 246,807
MAYO.
Metales de plata — Inglaterra 5,520 Quüg^. % 54,040
Metales de id.— Francia 16,710 y> 172,670
Mineral de id.— Id 4,780 » J,0S7
Estaño -Inglaterra 9,214 » 3,89íí
Plata piña-Id 11,901 » 333,878
Plata pina— Francia 4,100 > 1 14,390
I 682,874
JUNIO.
Bismuto metálico.— Inglaterra... 5,272 Quiígs. % 16,343
Estaño en barrilla— Id 10,352 » 4/^78
Metales de plata— Francia 61,019 i> 62(>,530
Plata pina i en barras. — Ingla-
terra 10,977 }> 305,792
Minerales de plata— Id 51,647 3^ 11,600
$ 968,543
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— 603 —
XXIL
No habría por todo esto exajeracion alguna ca
presentir que, dada la marcha aseen lente de la
producción mineral de Bolivia, aun en la época de
guerra económica efectiva i guerra militar nomi-
nal porque atraviesa, que su producción traspor-
tada por Buenos Aires, i sin contar la que se con-
sume en el interior ni lo que sella i adultera Po-
tosí, alcanzarla en el curso del presente año a 7
millones de pesos fuertes, i en el próximo si hai
paz, carbón i maquinaria, a 8, 9, 10 o mas millo-
nes. (1)
(1) Por no alargar demasiado nuestra escursióa en comarcas
estranjeras, lo cual sale hasta cierto punto de nuestro itinera-
rio, no hacemos aquí la descripción de otros minerales de plata
de Bolivia. Pero respecto del grupo de El Inca, Atahualpa i
Aralar, que yace en territorio ocupado hoi por las armas i tai-
vez por las leyes de Chile, el lector consultarla con ventaja un
pequeño pero interesante folleto recientemente publicado (1882)
por el injeniero de minas don Samuel Valdés Vicuña con el tí-
tulo de Una visita a los mimrales de El Inca, Atahualpa i Ara-
lar. Todos estos minerales scm nuevos, i aun se puede decir
que han nacido, junto con la ocupación chilena, como esplota-
ción i trabajo activo. — Se hallan ubicados un poco al noroeste
de Calama, distan entre si solo dos o tres leguas i son de meta-
les comparativamente pobres, de 60 a 80 marcos. — El mineral
de Aralar ha sido bautizado con este nomWre por el de una
sierra do España del mismo nombre, ubicada en la Navarra, la
cual disputó a Aralar de la Armenia el honor de haber servido
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604 —
XXIIL
Tales han sido i son i son hoí dia lo« principa-
les centros arjentíferos mas vecinos a Chile, i su
acelerada revista será suficiente para dejar demos*
trado el hecho de que si su pasiido llegó a ser
fabuloso por la abundancia ocios i, la Bolivia pa*
cificada i laboriosa del futuro podría eclipsar to-
davía a aquel maravilloso «Alto Perú» de los an-
tiguos, que fué el verdadero orí jen del proverbio
universal. — «Es unPerúhi (1)
de muelle de desembarco al arca «lo N<>¿ íUspues del dilavio,.,
Següa el autor del folleto cítalo trátiáo de Ibrinür iinfi compa-
ñía para esplotar todas estas mina??, hoHviano- chilenas,
(1) Ciertamente, las riquezas arjeutíferas de Bolivia están
hoi otra vea, como en tiempo del Libertador (1825), a la grm
moda entre los especuladores no solo un Europa aiiio en Esta-
dos Unidos. En este último país ee ha hecho llegar los \rapore8
i el vértigo de Potosí hasta las mas altns rej iones, i se ha ha-
blado de combinaciones para comprar con sus rendimientos no
solo la paz con Chile sino las sonrisas i la iriterreuck*>n de laa
coronas. Aparte de las famosas cartas publtcadLia en Ohile sobre
este particular del doctor Cabi-env el líeralih de Cochabamba
de setiembre 19 de 1881 daba a luz una cartí escrita en Lon-
dres el 21 de junio precedente al ilustrado i eín[irendeiiiír pre^i*
dente de la compañía de Huiuicbüca I vico-presidento de Boli-
via, don Aniceto Arce, en la cual cierto capitalista o iujenieru
(cuyo nombre cuidadosamente .se ocult:*)? le pnipono círg^anií!i.r
una gran sociedad minera fon ^i luíllaries ile pesof^ de capitil,
el cual estaría representado en la forma sjyui<;ute; lIuatichEWüi
i
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605 ~
XXIV.
Cabria aquí trazar una reseña si biea lijerísima
del reino de la plata en la República vecina. Pero
en realidad aquel espléndido país ganadero i la-
brador no tiene mas plata que la de su nombre,
forjado por la codicia de los compañeros de Solís,
al descubrir su gran rio. I es curioso además oí)-
servar que la falda oriental de los Andes, tan po-
tente en vetas en esta parte de su corrida, se es*
teriliza para la plata, i sea rica solo en infinita
variedad de metales de cobre desde los magníficos
carbonatos i óxidos de Payen (65 leguas al sur
de San Rafael), hasta Oatainarca fronteriza a Oo-
piapó i cuyas principales minas de cobre (la Bes-
tauradora, la Peregrina, la Isabel^ etc.) fueron
vendidas en 1856 a la sociedad francesa de Lafone
i compañía por 800 mil francos.
A la verdad, con la escepción de las abandona-
das minas de Huspallata de que en kis primeras
pajinas de este libro nos hemos ocupado, porque
fueron esclusivamente chilenas, i del estenso dis-
trito arjentífero que ocupa la base del nevado de
Famatina, i cuyo centro industrial es Chilecito
(llamado también Famatina i Villa arjentina)
10 millones de pesos, Colqnechaca 5 millones i Qiialalupe 3
millones, destinando 2 millones a gastos de orgaiiizacwn.
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i
— 606 —
no exístea en la otra banda propiamente esplota-
Clones arjentíferas, BÍno en la Sierra de Córdovíi,
rica en galenas. Sin embargo, la producción anual
de Faraatiim, no escede a la de una sola mina de
Chañarcillo, i según M. Martín de Monssy que visi-
tó esos parajes en 1856 no pasaba aquello de 150
mil pesos al año, cuando Uhnñarcillo, su vecioa
cordillei'a de por medio, rendía por sí solo 3 millo-
nes de pesos. — Las minas de Famutina son síq
embargo auríferas como las de Lomas Bayas i tas
de Huantajaya, i en los 20 años corridos desde 1831
a 1851 se sellaron 7,048 onzas de su oro. Vivan es-
tas las famosas onzas cuy anas de Facundo Quiroga,
que a su manera tuvo monedn, despuéti de haber
hecho asesinar al director alemán de las niiuiís de
Famatina don Carlos Phoébner.
XXV.
En la Ríoja, especie de Tarapacá trasandina,
han sido comparativamente ricas las minas de
plata de las CapilUtas (llamadas así por sus rui-
nas) i las del Arenal, en la cadena del Atajo. Per^
tenecian estas últimas al mayorazgo de Guaíiáa i
han sido trabajadas por operarios ingleses, sin
mayor utilidad, puesto que solo han alimentado
dos escasos trapiches.
En Salta, provincia agrícola, no existían en 1856
sino 14 minas de plata de esplotación nominal i
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— 607 —
en Juíjuy solo trabajaban unos pocos indios en el
mineral o placer de oro de la Puna. Las galenas
de Gordo va daban en conjunto 14 a 15 mil mar-
cos de plata al año, i en la provincia litoral de
Buenos Aires (que es un país), Santa Fe, Corrien-
tes, etc. no solo no existia una sola mina sino que
probablemente hacian falta los guijarros, porque
los adoquines con que pavimentan a Buenos Ai-
res i a Montevideo suelen traerlos de las canteras
del Brasil....
No ha habido en efecto mas engañoso nombre
que el de «la Plata», dado al majestuoso rei i
cauce de aquellos feracísimos campos, que encie-
rran sus veneros solo en el vientre de sus vacas i
en el vellón des carneros.
I ciertamente que esto habrá de bastar a su ri-
queza permanente, porque las verdaderas armas
de la República Arjentina no debería ser un gorro
frijio que dos brazos desnudos se disputan, sino el
vellocino de Jasón o el toisón de oro de los teje-
dores de Gante i de Carlos V. (1)
(1) Últimamente se han publicado sin embargo algunos do-
cumentos antiguos sobre las minas de Misiones, fronteras que
hoi se disputan la República Arjentina i el Brasil. En un tra-
bajo publicado por El Industrial de Buenos Aires en abril del
presente aüo, leemos en efecto el siguente curioso párrafo:
aDesde la espulsión de la Compañía de Jesús de los dominios
españoles en América, hasta la fecha i tal vez durante mucho
tiempo mas, las riquezas minerales que los hijos de Loyola es-
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plotaron en lüS rejioncs que eervian de nsiento a su teocrática
dominación i que forman parte integrante de lu Bepáblica Ár-
jeotÍDíi, son jeneralmente descoocK^idas. Fuera de la proviocia
de Corrieotes, apenas tienen noticias de ellas los euriosoa qcie
mas por itivefítigación han leído loa pocos Hbro3 o papelea suel-
tos relativos a laa Misiones»
^Eí^as ríí^uezaa^ sin embargo^ han mki i son de importancia.
Ellas aliineotaron en las misioiies jesuíti^ms las necesidades del
lujo dtíslumbraJür de sus templos, suministrando oro i plata^ i
tas de sus iiidustrina, coa hierro í cobre de superior calidad.
i>8in imfiíirtar a 8Uá dominios mineral al^juno, abundaban f
Bobresaliau en ellos objetos de oro i plata, de hierro, cobre i
plomo» ¿De dónde saiia esa materia prima? De las Misiones, i
nada mas que de ellas.
pHubo espío ta Clones mineras de cobre i plata j cuyos veatiji&s
se encuentrau todavía en Candelaria i Santo Tomé.
dEI conde de Rosae^ en una disertación leída ante la Socie-
dad Jeográfica de París el año 187(3, hace referencia esmerada
de ellos*»
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/
CAPÍTULO XXII.
LAS MINAS DE PLATA DEL PERÚ I LAS DE MEJICO.
El Bajo Perú. — Las minas de Hnalgayoc i el español Santa Olaya.— Hum-
boldt i Baymoudi en Hualgayoo. — Descubrimiento casual de Cerro de
Pasco en 1630 i su enorme pero diseminada riqueza. — Su producción en
diversas épocas — Empresas de don Enrique Meiggs i construcción del
ferrocarril de Pasco. — El mineral de Caylloma en ul provincia de Are-
quipa.—Millones que produjo en el siglo pasado —El mineral de Huan-
tajaya i sus pajeas de 30 quintales. — Papa que se conserva en el
museo de historia natural de Madrid. — El metal Hnantajayita. —
(Üausas de la ruina de este importante mineral.— Visita del químico
Crosnier en 1851 . — El padrón de minas del Perú, urjencia e importan-
tancia de su adopción en Chile. — Opiniones de Pardo i de Castilla sobre
el mineral de Huantajaya; su estado actual. — El mineral de Challacollo
i sus espectativas. — El mjeniero don Belisario Jara. — Producción total
del Perú Alto i Bajo hasta la fecha.-^Lijera idea de las minas de plata
de Méjico i su enorme producción.— La valenciana de Guanajuato i la
Deseada de Caracoles. — La producción de plata de la América del Norte
supera casi en el doble a la de la América del Sur.
Las minas de plata del antes rico i floreciente
país que se ha llamado propiamente Perú (el Ba-
Bajo Perú, convertido después en Bajo Imperio)
una parte del cual ha comenzado a denominarse
cChilep, fueron posteriores i mucho menos ricas
EL L. DE LA P.— 77
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— 610 -r
que las del Alto Perú, si bien la orgullosa Lima,
a la lengua del Pacífico recibia, como éste los
rios, el raudal común de todas las montañas. Lo
que mas engrandeció i pervirtió a Lima fué Poto-
sí, que distaba al sur quinientas leguas.
IL
Formaban en realidad los centros arjentíferos
del Perú propio solo el mineral de Puno, perdido
en las tradiciones i el sacrificio de don Francisco
de Salcedo, sospechado de la secreta ambición de
ima corona forjada con los injentes tesoros que lo
perdieran; i junto con este, los asientos de Hual-
gayoc. Cerro de Pasco, Caylloma, Huantajaya i
Challacollo, que colocamos en su orden jeográfico
de norte a sur.
IIL
Hualgayoc, como todos los minerales de plata
de conocida potencia, yace entre farellones cali-
zos i agrestes gargantas en la remota i selvática
provincia de Chota, colindante con el Ecuador,
i debió en gran parte su fama a la visita que le
hiciera a principios del presente siglo el viajero
mas ilustre i previsor de cuantos hayan visitado
la América española. ¡[ cosa curiosa! No tenemos
mas noticias de este miuenil que las que en el es-
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— 611 —
pació de sesenta años nos haa dejado aquel sabio
i su ultimo sucesor en el Perú, estranjero corno
él, porque para visitar a Hualgayoc, hemos debido
saltar de Humboldt a Raymondi. Hualgayoc fue
antes la capital de la provincia de Chota, i es la
mina que Humboldt llamó Micaipampa, de la
cual sacáronse a fines del último siglo no pocas
riquezas, especialmente de la mina de los Ne-
gros, de la de los Muertos, de la Poderosa, la Hum-
holdtina i la Colorada. Raro es en la América el
mineral donde no exista alguna veta del último
nombre, así como no conocemos uno solo en Chile
desde Agua Amarga a La Florida, en que no
exista una mina que se llame «El pleitoD.
Por el año de 1860 sacábase todavía de la Co-
lorada de Hualgayoc hasta 40 mil marcos de me-
tal que dejaban un beneficio de 160 mil pesos;
pero la mayor parte de las labores estaban inun-
dadas, a lo que se agregó un gran incendio que
asoló la villa i acabó de arruinar a los mineros
en 1866. Sin embargo, desde entonces ha perse-
verado con la tenacidad propia del ibero un ca-
ballero español llamado Santa Olaya, obstinado
en abrir un socavón de dos o tres quilómetros,
para comunicar todos los planes, i aunque el
vulgo le augura todavía ruina segura por su por-
fía de treinta años, la ciencia préstale al contra-
rio noble aliento. «Es absolutamente imposible,
dice Raymondi, que visito i estudió jeolójicamen-
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— 61á —
te aquel atormentado mineral hace quince o vein-
te años^ es absolutamente imposible qne las nnoie-
TOññB vetas que cruzan este poderoso cerro se
hayan vuelto todas estéríles.v (1)
I así parece la verdad, porque no hace mucho
(1880) el anciano espl orador de Hualgayoc, an-
daba en Lima en solicitud de elementos para pro-
seguir su empresa, que la fortuna comenzaba a
remunerar, notándose poco antes de la guerra que
ha desolado al Perú gran movimiento en la pro-
ducción de metales de plata de ese mineral, que
afluia a los puertos de aquel litoral i especialmen-
te al de Trujillo (Salaverry).
IV.
El Cerro de Pasco, descubierto en 1630 por un
indio llamado Huari Capcha, que como el hijo
del arriero Cuellar en Arqueros, hacia hervir su
pobre olla de pastor sobre unas piedras, no es
propiamente un mineral sino una comarca de
plata. Hállase allí de tal modo repartida esta sus-
tancia, que hasta el pavimento de las calles, el
barro de las paredes i la greda de las tejas lo con-
(1) Raymondi. — El Ferúy vol. I, páj. 341. — Son tan frago-
sos los caminos primitivos de estas comarcas, que el viajero
italiano do quien hacemos esta cita habla de un defifiladero Hu-
mado el paso del credo, porque no es posible atravesarlo :^¡uq
üccon el credo en la bocaD.
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— 613 —
tiene en cantidad no despreciable para el arte
metalúrjico; i esto es de tal suerte, que si Cerro
de Pasco tuviese un ferrocarril o llegase hasta sus
vecindades el de la Oroya (que es a lo que está
principalmente destinado), aquel sombrío, estéril
i quebrado lugar seria como Nevada un nuevo
Potosí de baja lei.
<rNo hai aquí, dice el jeógrafo Paz Soldán, es-
tratificacion ninguna: todo es una masa uniforme
metálica de cinco a seis marcos por cajón. d I esta
fué la misma opinión científica que sobre el ca-
rácter jeneral de aquel paraje trazó en un infor-
me pericial el malogrado injeniero chileno don
Enrique Fonseca, cuando hace diez o doce años
hizo allí una visita profesional por encargo de
ciertos ricos mineros italianos de Lima.
Pero mientras este mineral tenga que luchar
con la fragosidad de los caminos, que son cerca
de cien leguas chilenas (69 peruanas), a través
de la puna de la cordillera que allí se alza a 4,328
metros, su porvenir no quedará asegurado.
V.
Fué esto lo que comprendió el animoso empre-
sario norte-americano don Enrique Meiggs, al
trazar el ferrocarril de la Oroya e iniciar junta-
mente la prosecución del socavón real de Pasco,
paralizado como el de Oruro. Existen todavía al
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— 614 -
pie (le la cumbre, en el páramo de Chicla, las pe-
sadas piezas de la maquinaria mas poderosa de
chancar metales traída hasta hoí a América, des-
tinada por aquel hombre atrevido a la formación
de aquel túnel, i persona bien informada del co-
mercio de Lima nos ha asegurado que el herma-
no sobreviviente de aquél, don Juan Meiggs, solo
aguarda en Londres la conclusión de la actual
guerra para proseguir las obras comenzadas con
capitales de aquel país i de los mineros de Nevada,
Cuando un nuevo Sutro llegue a Pasco i abra
en sus cerros con puntas de diamante i aire com-
primido una galería mas que un túnel de legua i
media de estensión, perfeccionándose al propio
tiempo los hoi primitivos sistemas de chanca,
molienda i amalgama, conforme a los procedi-
mientos de California i Alemania, el Pera verá
lucir en el centro de sus montanas nuevos dias
de esplendor. Un metalurjista ha asegurado que
mientras en Freiberg, por ejemplo, solo se pierde
la cuarta parte de una onza en el beneficio de
aquellos pobrísimos minerales de Sajonia, traba-
jados desde los romanos, en Cerro de Pasco se
consume una libra de azogue, que vale al menos
un peso, para elaborar cada marco de fino.
VL
EJl mineral de O^rro de Pasco producía todavía
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- 615 -
en la época del cambio de dominación nacional
(1820), renta sobrada para la guerra de la inde-
pendencia i para las guerras civiles que enjendró
aquella cual la tenia. Su producción en ese año
fué de 312,931 marcos, i en 1824, el año de Aya-
cucho, de 320,608 marcos. El año de menor pro-
ducción que el mineral alcauzó en esa borrascosa
época fué el de 1817, en que solo rindió 46,209
marcos.
Contaba el Cerro de Pasco hace 20 años (1864)
con no menos de 114 pequeñas haciendas de la-
branza i muías i 300 injenios o trapiches, valori-
zados en dos millones i medio de pesos; i es se-
guro que cuando la paz se enseñoree otra vez de
aquellos sitios, sangriento palenque hoi de mon-
toneros i degüellos, la vena cerrada del raudal
antiguo reventará con mas poderosa corriente que
en la edad de la fácil abundancia. Hoi mismo, en
medio de la guerra, no cesan de llegar a Lima
por la via del Chillón recuas de muías cargadas
de barras de plata. De estas entraron a Lima en
1860, 739, i dos años antes (1858) habíanse fun-
dido en la callana de esa ciudad procedentes de
aquel inagotable asiento, 819 barras con 205,363
marcos, que valian mas de doce millones de pe-
sos. Tal ha sido el Perú antes i después del hua-
no, del salitre i de sus insensatas guerras! (1)
(1) Las 739 barras de plata fundidas en Lima en 1860 per-
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JPPT'
— 616 —
VII.
Cabe el tercer lugar entre los minerales de fa-
ma del Bajo Perú, al ya por completo olvidado i
hasta repudiado asiento de Caylloma, en la provin-
cia de Arequipa i no lejos de esta ciudad* I sin
embargo, de los metales estraidos de ese páramo
sacáronse en los cincuenta años trascurridos desde
1731 a 1781, no menos de cincuenta millones de
marcos de plata, o sea cien mil marcos, que va-
lian mas de un millón de pesos, en cada año. Pe-
ro sobrevinieron «riñas i cuestiones graves^ dice
un historiador del Perú, i los operarios abando-
naron el lugar j).
Probablemente esas «cnestiones graves» no
fueron sino el broceo, la mas grave cuestión que
puede afectar a una mina. Al presente, empero,
no habrá de faltar quienes intenten poner pleito
a la soledad i al esterilizamiento secular de aquel
remoto sitio; i precisamente al estallar la gue-
rra, un grupo de animosos jóvenes chilenos, resi-
dentes en Arequipa, se preparaba para lanzarse
en ese campo cuando la espada se interpuso entre
el combo i el filón.
tenecian a los diferentes minerales del Perú en la proporción sí-
gnente, según Paz Soldán: A Pasco 716, a Hualgayoc 10, a
Huari 1 i 12 a distintas localidades.
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- 617
VIII.
El último de los minerales de plata descubier-
to i esplotado ea el Bajo Perú fué el de Huanta-
jaya, tres leguas al nordeste de Iquique i que en
la medianía del siglo pasado hizo la fortuna de
las antes humildes familias de Tarapacá, los Loai-
za, los Lafuente, los Castilla, 1 os Bernal, etc.
Lo que caracteriza mas este mineral, son estas
dos circunstancias: que es el asiento arjentífero
mas cercano al mar de cuantos nosotros conoce-
mos, i que sus jugos metálicos, no encontrando
caja ni grietas sólidas en el suelo poroso i arenis-
co sobre que los precipitó la acción volcánica del
suelo, encuéntranse no en la forma de vetas ni de
guias sino de grandes bolones de plata maciza
llamados ^0/905, porque aparecen, a semejanza de
estos bulbos, enterrados en la arena. Algunas de
estas grandes masas, como la ^ue se descubrió en
1738 en la mina del Coronel pesaba 32 arrobas (8
quintales), i es fama que fué rodada a pulsos has-
ta la cuesta de Iquique para su embarque. Faz
Soldán menciona otra papa estr¿xida de la mina
de los Loaizas en 1789 que pesaba dos quin-
tales. *
Entendemos que es esta la celebrada bolado
plata que se conserva en el Museo de historia na-
tural de Madrid, donde nosotros le vimos en 1859,
EL L. DE LA P. — 78
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— 618 —
cuando hacia poco habían robado de allí la lámpa-
ra de oro virjen de Sonora que pesaba 16^ onzas.
Según un viajero inglés, la papa de Madrid
pesa hoi 250 libras, sin contar las mermas de la
navaja i aun de hi una de los curiosos i de los
Rqjelio que de paso acaso la visitan. (1)
Fuera de estas curiosas formaciones, el mineral
de San Agustín de Huantajaya i el antiguo de
Santa Rosa, no han producido sino metales muí
ricos, siendo los mas cloruros de 2 a 5,000 mil
marcos. Raymondi que visitó a Huantajaya en
1854, con Mr. Bolhiert, clasifica los metales de
este mineral como de primera calidad i dice que,
aun el cochizo (que es el mas inferior) es una no
despreciable Stromeyerina, o cloro bromo do
plata que se presta a una remuneradora elabora-
ción. Su lei mas rica le produce el famoso lecha-
dor o huantajayita de los químicos, que es un clo-
ruro de sodium arjentífero de mui subida lei.
IX.
Tuvo Huantajaya, en razón de su estructura
particular, solo una bonanza pasajera, porque sien-
do blando el lecho de las vetas, la mayor parte de
las arftiguas labores se aterraron por falta de en-
maderación. La carencia de agua, que es total en
(\) Ford Guide of Spain, páj 413.
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— 619 —
Iqnique, (como en Giialgayóc su abundancia fué
causa de ruina), hacia por otra parte imposibles
los beneficios, a lo que se agregaba que los plei-
tos, que para crecer no necesitan riego como la
cicuta, acabaron por coronar la obra de la incuria
i de su émulo, la codicia.
X.
Según un plano jeoraétrico que en 1766 levan-
tó el injenicro don Antonio O'Brien, este jeógrafo
de Tarapacá i sus quebradas, i del cual tenemos
a la vista una copia exacta, no existia en esa
época sino una diseminada aldea de ranchos cer-
ca de la mina de los jentiles llamada el Hundi-
miento i no lejos de otra de cristianos que lleva
todavía el nombre de el Purgatorio: tal es el ho-
rror natural de aquellos sitios.
XI.
Aunque, según pareceres, fue esto mineral tra-
bajado desde el tiempo de los Incas, la estaca
descubridora pertenecía en el año recientemente
recordado a don José Basilio de la Fuente i Aro,
que por su mujer doña María Josefa Loaiza la
habia heredado del descubridor castellano don
Bartolomé de Loaiza. — En toda la corrida desde
el Hundimiento, al Purgatorio i al alto cerro de
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— 620 -
San Simón, enorme páramo, que domina aquellos
páramos, no existían sino ocho o doce faenas, per-
tenecientes todas, mas o menos, íi una sola fami-
lia tarapaqueña, la de los Loaíza i sus rainificacío*
nes en las quebradas. El distingiüdo químico i
profesor de nuestra universidad don León Oros-
nier visitó en 1851, de regreso a Europa, aquel
desierto, aterrado i casi aterrador mineral, i en-
tre sus deformes tajos, hundimientos i purgatorios
no encontró sino cinco hombres i otras tantas
mujeres que buscaban papas.,..
Pero desde que Tarapacá ha comentado a ser
chileno, la industria libre se ha precipitado sobre
aquel lugar desierto i hoi no existen menos de
cincuenta pertenencias amparadas conforme a la
escelente lei minera del Perú, que otorga la pose-
sion i la propiedad conjunta (el amparo) a todo
minero (o no minero) qne pague 15 pesos por
mina i por semestre. (1)
(1) Tenemos a la vista el padrón de minas del Perú, corres-
pondiente a 1878 i en un infolio impreso a colomnaaj i en 30 d
40 pajinas, está rejistrala toda la pro|ñedad minera del pTifa, can
espresión de las pertenencias que se hallan araparadas en cada
distrito i aquellas qne por no haber paj^aílo hi oontribucitía se-
mestral caen en despueble i son denunciablea por el primero que
se adelante a pagar. Este sitema simplifica admirablemente el
complicado réjiraen minero, tan oneroso Cí)ra'i disparatado de
Chile, suprimiendo pleitos i redu{!Í(?!!ilj> tuh e! mecnntsni > a
una módica contribución i aun reji.-itr^ ofit.*í;iL ICu roíiU ladesta
contribución no es sino un equivalente de la licencia (lieenee)
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— 621 —
XII.
El eminente peruano don Manuel Pardo, emi-
nente aun habiendo sido secreto enemigo de Chi-
le, abrigaba fe incontrastable en la futura riqueza
de este mineral, en el cual poseia algunos dere-
chos, i de esta misma opinión fué el tarapaqueño
Castilla, que después de su separación del mando
en 1862, se trasladó a trabajar las vetas que en
qne se otorga en Australia i los Estados Unidos. para el trabajo
libre del minero i es lo qae nosotros hemos solicitado para el
oro en el Congreso. En 1838 había eu Haantajaya 60 minas en
trabajo i 38 denunciables, habiendo rendido la contribución mi-
nera para la provincia de Tarapacá 2145 pesos i 28,335 en todo
el país. Antes de la gderra actual trabajáronla con mucha mayor
fe que elementos de esplotación en aquellas minas algunos chi-
lenos como don Manuel Eyzaguirre i don David Mac Iver, pero
hoi todo el mineral, así como el vecino de Santa Rosa, se halla
mas o menos denunciado por chilenos.
El Padrón de minas del Perú, que ansiamos ver implantado
en Chile, se imprime anualmente como nuestros presupuestos i
sus pajinas en folio están repartidas eu once columnas qne con-
tienen todo lo que el raimero i el Estado necesitan saber, esto
es, 1.*" la procedencia del título, 2.® el distrito mineral, 3.® el
número de orden de la mina, 4.^ el nombre especial de cada
una de éstas, 5.** la calidad de la mina (plata, cobre, etc.), 6.® el
nombre del propietario, 7." el número de pertenencias de que el
último es dueño, 8." las dimensiones de ésta, 9.^ la ubicación de
cada pertenenci'i i 10."* el monto de la contribución pagada. La
última columna, que es la mas espaciosa, está destinada a las
anotaciones especiales.
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— 632 —
BU niñez oyó ponderar en la nativa aldea. I esa o
sera ej ante creencia en una futura bonanza es mas
0 menos jencral entre los animosos chilenos que
allí llegan. ^tLa minería, dice una carta datada
en Huantajaya a principios de julio último, sigue
su pesado camino; no parece sino que lánguida-
mente se arrastrara esta industria que en las vU-
janes sierras que se estienden desde el Loa a Ca-
marones está llamada a ocasionar una revolución
minera. La formación jeolojica de los panisíos de
BUS montañas es la misma de Chañar cilio ^ a decir
de mineros de este lugar» pero están casi inesplo-
radas, (1)
3p Huantajaya i Santa Rosa, dos minerales de
fama^ trabajan poco; Huantaca i el Carmen pron-
to princ i piarán su faena, i ChallacoUOj el fabuloso
1 sonado Cballacollo, tiene en trabajo actual a la
mina Buena Esperanza, antigua i buena mina que
nunca ha dejado de dar utilidad a sus dueños, i
(1) El señor Crosnier reconoció ciertns aDalojíiis entre Cha-
fiaraillo i Huanfcnjayiij pero solo en la formación de las Tetas^
sí bien podría haberlíi encontrado taoibíéa ea lus papas. Pero
ya las papna de los Bolados como las de los Loaiza habían sido
echadas a la olla I no quedaban sino Tas ciscaras i la cenizn^
El trabajo de M. Orusuier dobre Huantajaya ae dio a laz en los
jífmks (k la Ummnidud de 18 52, en k forma de una carta
dirijida al seaor D.jmeyko. Noj^otros hüai h publícal i un aaa-
liais de ese trabajo eu el Vdntmno de Mayo, diario de Iquiqufi,
en octubre del presente año.
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— 823 —
la San Francisco^ que se nos asegura es una es-
peranza. 2)
XIII.
Aunque no al nivel de los minerales que antes
hemos nombrado, comienza a levantar tímida
frente en el centro de la Pampa del Taraarugal
de Tarapacá i en dirección hacia Pica i hacía el
Loa, el cerro aislado de Challacollo, que para po-
cos es una esperanza, pero para muchos ha sido í
continúa siendo un ensueño do marcos de plata i
pliegos de papel sellado. Existen allí solo dos o
tres minas en esplotación, poTO se asegura que
una de estas, la Buena Esperanza^ propiedad del
injeniero chileno don Belisario Jara, de antiguo
avecindado en Pica, de cuyo distrito era hasta
hace poco gobernador, contiene eu sus desmontes
no menos de 300 mil pesos en metales de lei de
plata de 25 marcos. Ostenta su veta real la es-
traordinaria potencia de 1.55 metros; i si el cono
de Challacollo no ocupara posición tan aislada í
de difícil socorro en el desierto, con eso solo se
habria hecho un tesoro para su dueño i la co-
marca. (1)
(1) Nosotros hemos hecho tambíéa un corto estudio de este
mineral (Veintiuno de Mayo de Tquique de mayo de 1882), con-
sideráüdolo como uno de los anillos jeolójicos de la gran corrien-
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I
— 624 —
XIV.
Tomando en cuenta todo lo que llevamos di-
cho en el presente i el anterior capítulo sobre la
producción total de la plata en el Perú Alto i
Bajo, resultaría, según los cálculos un poco aven-
turados de Chevalier, que hasta el 1.° de ene-
ro de 1810 su valor alcanzaba a 2,197.803,000
francos i el 1."* de enero de 1846, fecha hasta
que el economista francés llevó su aritmética, a
2,608.700,000 francos^ con lo cual bien podria
te arjentífera que comienza en Arqueros i termina en Huanta-
jaya, i a este propósito el intelijente propietario e injeniero de
la mina descubridora de aquel mineral ya citado, escribía a un
amigo suyo en Santiago/con fecha de 15 del pasado junio, estas
palabras que serian lisonjeras para un mineralojista, pero que
respecto del favorecido en el presente caso corresponden solo a
la casualidad:
«Parece que el señor Vicuña Mackenna, dice en efecto ]a ci-
tada carta, tiene el don de leer en el porvrenir. Esto lo digo por
su acertada comparación de los minerales i sus poros metalífe-
ros. Hoi el señor Vicuña Mackenna puede probar lo que escri-
bió ayer, por la razón siguiente: alcance en planes de la Buena
Esperanza i a mas que a una hondura de 45 metros verticales
en todo el grueso del cerro se han encontrado en abundancia los
famosos lechadores de Huantajaya, que son una conmbinación de
cloruro de sodio con cloruro de plata o plomo; así es que Cha-
llacollo hoi se conoce que sus criaderos son los mismos de Huan-
tajaya, lo que sí que son mas antiguos i Huantajaya mas mo-
derna».
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- 625 -
cerrarse la cuenta el I."" de enero de 1883, con
tres rail millones de francos, que no seria difí-
cil convertir en pesos. Desde 1828 a 1846 se
introdujeron en efecto en la moneda de Lima no
menos de 20,506 barras con 4.649,162 marcos que
vallan 60 millones de pesos. I ían solo el año de
1833 que fué en Lima de mediana paz, se sella-
ron en su casa de moneda 333,430 marcos, cuyo
valor era de 2.834,165 pesos.
XV.
Con ocasión de pasar en revista tan abultados
tesoros estraidos de la América española, serian
este el momento i la pajina adecuados para reco-
rrer de lijera, como lo hiciéramos respecto de las
minas de la República Arjentina, al final del ca-
pítulo precedente, las de Méjico, mas ricas en
realidad que la de los dos Perú.
Mas, fuera de que ese procedimiento nos arras-
traría mui léjos de nuestro carril i de nuestro
propósito, sobre estar aquellos en zonas tan re-
motas de las nuestras, no ha dejado nada que
decir sobre su opulencia, su trabajo i su influen-
cia en la riqueza universal, el admirable libro de
Alejandro de Humboldt sobre la Nueva España,
ensayo que mas que ningún otro libro estranjero
hemos encontrado invariablemente en las biblio-
tecas i armarios de la capital, i cuyo tercer volu-
EL L. DE LA P. — 79
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— 626 —
men se halla escliisivamente consagrado a esta
materia.
Bastará por tanto dejar recordado, con relación
a la prodijiosa potencia arjentífera de las minaR
de Guanajnato, Zacatecas i San Luis de Potosí,
que estas sobrepujaron en cerca del doble de lo
qne en dos siglos i medio rindiera el Potosí del
sur. (1)
(1) Según ya lo dejamos espuesto bajo el testirnoiiiü de
Hnmboldt, la producción total de Potosí desde 1545 (afio de su
dcscutirimieiito) a 1789, (244 años) fué en mimeroH redondos
de 92 milloues de marcos que valían 788 miHonej^ dii pe^us.
Ahora bien, i según el mismo autor, las minas de Guanajuato
produjeron cerca del doble, porque desde 1766 a ISOÍJ, esto es,
nn período de 38 años, rindieron 18.723,537 marcos de pinta
que a razón de 8 pesos i medio, valían cerca de 200 millones de
pesos, sin contar 43,030 marcos de oro computadoa a 13G pesos
marco.
Tan solóla famosa mina la Valenciana, del conde de Valen*
cia, (quien regaló, como quien obsequia un juguete, un navio de
guerra al rei de España^, produjo desde 1.® de enero de 1787 ni
11 de junio de 1791, es decir, en el espacio de cuatro años,
1.737,052 marcos de plata, que valian cerca de 15 millonefl de
pesos, m'as o menos, 4 millones por año. Solo la Deseada de
Caracoles ha estado a la altura de esta mina en todo el mundo.
Seg^ún el mismo Humboldt, las minas de América ¡irodujeron
en los dos primeros siglos de su descubrimiento^ a razón de 1 1
millones de pesos por año.
En el segundo período, es decir, en el siglo XVII, a razón de
16 millones por año.
Desde el año de 1700 al de 17oO,~22.500,000 pesos por año
i desde 1750 a 1803, en que el sabio alemán cerraba su cuenta^
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— 6-27 —
XVL
Las minas de Guanaju^ito descubiert is 13 años
después del cono de Potosí (1558) producuia toda-
vía a principios del siglo XVIEE cinco i medio mi-
Uones de pesos por nüOjifiU crecimiento sucesivo
está marcado en el nivel de su fenomenal riqueza
con estas cifras que parecen verdaderamente fabu-
losas.— En 1750 produjeron catorce i medio millo-
nes de pesos; en 1775, que fue la época del gran em-
a razón de SS.SOOjOOO pesoa.
En esta útima época figuraba ya Chile, escaso en lucimiento;
i la proporción de los trea países proiUictoros de plata, era en
ese año la siguiente:
Marceas.
Méjico ,.„ 2,250,000
Perú , , 513,000
Chile '¿í»,700
Era esto mas o menos la misma proporción que en 1775 apim-
taba Carapomanes para toda la América capüilobi 35 ruillones
al afio.
La manera cómo los diversos continentes del orbe contríhuiaii
en esa época al mercado universal de los metnlcs preciosos era,
según el mismo ilustre autor, la siguiente:
Quilogramo».
Europa 5*e,670
Asia 21,709
América.*... 795,581
Según elviajero Uelms, compaaero del barón de Nordenflicht,
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_ 628 —
puje de la Valenciaíia, diez i siete i medio millonee;
en 1788, veinte i un millones i en 1795, cuando
Potosí agonizaba i comenzaba la agonía misma
de la España en todos sus dominios, miiite i seis
millones de pesos.
XYII,
Según en varias ocasiones precedentes lo he-
mos hecho presente, la sección aetentrional del
Nuevo Mundo ha sido en realidad mucho mas pro-
I i fica en plata que las rejiones situadas al sur del
istmo de Panamá, i los que todavía pudieran du-
dar de esta aserción harian bien en leer el próxi-
mo i penúltimo capítulo de este libro, destinada
en BU vÍEije a Potros{ i a Lima, la amonedacióa de las casas prin-
cipales ea Améncft fué la síginenfce el año de 1791;
Méjico ^ 18.073,688
Lima 5.162,230
Potosí 4,283,022
Santiago 867,88G
Total $ 28.376,835
CoDÍbrme a una cuenta orijinal del visitador dou Jorje Escobe-
do, ilatnda en Potosí el 15 de abril de 1780, la oantidaj de plata
roin[UAiift por e,'*!! í^míiív de nnvneilti desde el I.'' de enero de tiv
año, fué solo fie 303,440 mareos; ¡ínnUk era la decadencia tiel
famoso mineral ou laa postrinierias del si^lo!
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— 629 —
a contar los prodijios naturales i mecánicos de la
Guanajuato sajona de la América del Norte, es
decir, del asiento mineral de Nevada i de algunos
de sus mas renombrados satélites, en las monta-
ñas de su nombre i en las Rocallosas.
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CAPITULO XXIII.
LAS MINAS DE PLATA DE NEVADA.
Influencia que las miuas tío plata de Nevada han tenido en el decrecíntieD-
to del valor de la plata.— Aupe oto i posición de las minas de Nevada-
Como las descubiiiS en 1859 ol postillón Comatock. — Mackay, su inoseüíi
riqueza i uso que hace de ella — PrODüsticoa del ingléa Oarver i del pre-
sidente Lincoln sobre laa ríqueaaa metalíferos de las Montañas* lioc*-
llosas.<~-Ánalojíns de los minerales de la Amtl^ríca del Xorte i de li
América española.— Pobreza jenenil de los mótales de la primeva, com
pensada por inmenfiow medios de esplotación. — Capitales, maquinaría i
obreros. — Desventajas de estos con relación a los mineros de Ckíle.--
Producción de las principales minas de Comstock, desde su deacabrí-
miento ha^ta la fecka. — £1 apartado del oro i de la plata ^«EDonaes
gastos.— Decadencia actual de las Descubridúras de Nevada, su broceo i
su ruina. — OotÍEacirm de las acciones de las principales minas en agosnj
último.<~-Singu1ares opiniones del TitiuA de Londres sobre la indastrÍK
minera en 1878.— Inmenaa producción de metales preciosos en la Amé-
rica del Norte basta la fecha i su distribución por estados.— El oenaode
1880. — Procedimientos mas usados para el beneficio de los metalcí,— Kl
socavón de Sutro. — Kl sistema de amalgamación de patios considerado
como el mejor. —El ajio en las minaos de Nevada i fluctuaciones que k
impuesto a sus labores. — Daños causados a los verdaderos i uteresea mi-
neros por las negociaciones de bolsa.— La venta de la mina Emma^^
Utah, e información que el Congreso norte- americano manda levantir
sobre este fraude.
f.
Las minas de plata de las fríjidas estepas de
Nevada, descubiertas en el Estado de su nombrt?
en la América del Norte por el mes de jauio de
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- 631 —
1859, i cuya prodijiosa producción (no su riqueza)
ha revolucionado en el espacio de 20 años el va-
lor de los metales preciosos, haciendo perder a la
plata xíerca de un 20^ de su antiguo precio ve-
nal, es un fenómeno digno del mas atento estudio
ofrecido por la naturaleza i por la industria al mi-
neral ojista i al hombre de negocios o de Estado.
I particularmente para los mineros chilenos ese
estudio comparativo es de tan gran valor que, a
nuestro juicio, habria sido dinero mui bien em-
pleado el que la Junta de Minería de Copiapó,
por ejemplo (ya que en ello no ha pensado el go-
bierno), hubiese gastado enviando alguno de nues-
tros jóvenes químicos a estudiar aquellos porten-
tos mineralójicos que, siendo en realidad pobres
en lei, han enriquecido i aun perturbado al mun-
do por su esceso de producción metálica.
Las analojías de país a país i aun en el desa-
rrollo de los descubrimientos son también temas
dignos de tomarse en cuenta, porque respectiva-
mente los Estados Unidos en sus soledades de
Nevada, i Chile en el desierto de Atacama, cada
cual en su escala respectiva, parecerían estar lla-
mados a ser los centros reguladores del mercado
de la plata en el universo, si ha de aplicarse a
uno i otro núcleo un trabajo honrado, juicioso e
intelijente, sin ajio i sin pleitos.
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— 632 —
II.
Hemos ya dicho en otras pajinas de este libro
que las minas de Nevada están situadas a cien le-
guas de San Francisco, en un paraje estéril, alto i
desolado, como las de Tres Puntas i Caracoles,
siendo el panizo arjentífero que enjendra i escon-
de este metal mas o menos uniforme en todo el
orbe, lo que prueba que su formación ha obe-
decido a una lei jeolójica universal; i en cuanto a
su descubrimiento, que es de ayer, aseméjase al
de los mas famosos minerales de plata de la Amé-
rica del Sur. La primera veta de Nevada fué, en
efecto, al acaso hallada por un cochero llamado
Comstock, empleado en el espreso de caballos
que en 1859, esto es, diez años antes que se abrie-
se el ferrocarril interoceánico, corría entre los
Estados del Oeste de la Unión del Norte i Cali-
fornia. El postillón encontró por casualidad un
rodado, i en seguida el filón de que aquel frag-
mento se habia escapado i ofreció su derecho a su
patrón (Mr. Halliday, que aun vive en Washing-
ton) por mil pesos, lo que fué rehusado. I de
aquí resultó que el Juan Godoi del Norte mu-
rió después pobre i oscuro, así como los que vi-
nieron en pos de él como O'Brien, Flood, simples
vendedores ^de ponche en la placilla de Virji-
nia City, i Mackay, cuya mujer lavó a 20 centa-
vos pieza las primeras camisas de los descubrido-
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- 633 —
res, son hoi los archimillonarios no solo de Estados
Unidos sino de Europa i del mundo. La fortuna
de Mackay, cuyas hijas nacieron en una batea,
es hoi de 300 millones de pesos de oro, ¿i que
mucho entonces que las cortejen, para sentarlas
en su trono, como a Maria Cenicienta, los hijos i
herederos de los reyes del viejo mundo? (1)
(1) Se han hecho cálcalos de lo que su fortuna produce a
Mackay, por aüo, por meses, por dias, por horas, hasta por mi*
ñutos, i se dice de él que es hombre tan mezquino e ingrato,
que existe hoi abandonado en una aldea del Estado de Nueva
York el anciano que, siendo huérfano, le sirvió de padre. Los
diarios de Londres de 1882, motejan su codicia, pero uno de
éstos refiere que habiendo sido incivilmente tratado en un hotel
porque dio solo un chelin de propina a los mozos que lo sirvie-
ron, el desairado magnate ha resuelto castigar al hotelero i a
todos los hoteleros de Londres edificando en esa ciudad un ho-
tel que costaría seis millones de pesos....
Mackay es el principal dueño del Banco de Nevada, estable-
cido el 4 de octubre do 1875 con 30,000 acciones en oro de las
cuales 23,750 pertenecian a Flood, O'Brien i Mackay. Según
un estado del 1.® de enero de 1878, el Banco de Nevada, en ri-*
validad con el de California, i cuya derfota fué causa del suici-
dio del presidente del último, el infortunado Ralston, hizo ne-
gocios en 1877, por 19.708,400 pesos i tenia en caja 4.497,000 pe-
sos i 6.962,600 en pagarées descontados. Mackay posee hoi 30 mi-
llones de pesos de renta, i en sus suntuosos banquetes regala a
cada convidado la lista de sus guisos en una tabla de plata lu-
josamente esculpida cou su nombre, lo que demuestra que es
tan fastuoso como mezquino.
EL L. DE LA P;— 80
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634 —
III.
Las minas de Nevada fueron descubiertas en
consecuencia por el gran cateador de nuestras
minas el dios Casualidad, El postillón Comstock
fué el indio Gualca que descubrió a Potosí en 1545
al aferrarse de un arbusto persiguiendo una alije-
ra vicuña; fué el indio Guarí Capcha descubrien-
do en 1630 las minas de Pasco al calentar su olla;
fué el indio Chamblao, del Huasco, que halló bajo
su ojota a Agua Amarga en 1811, i después el
mestizo Juan Godoi descubriendo de igual manera
a Chañarcillo en 1832, el arriero Osorio tropezan-
do al apearse de su muía con el emporio de Tres
Puntas en 1848, i por último, el barretero Sie-
rralta i su peón Quiroga, aquel al pegar su barre-
tazo en demanda de una vena de cobre, i el último
al arrojar un rodado a un asno flaco o retardado.
A la verdad, con escepción de Caracoles i de Ga-
chinal, que han sido buscados i solicitados espre-
samente por la iilíjencia humana, todos los gran-
des minerales de plata de la América española
han debido su orijen a algún acaso. Los otros, co-
mo Oruro i Hualgayoc, Huspallata i Hiumtajaya,
habían sido encontrados probablemente de la mis-
ma manera por los indíjenas, antes del descubri-
miento del Nuevo Mundo por los europeos.
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— 635 —
IV.
Una aaalojia mas todavía: Nevada tuvo cierto
precursor secular, como lo tuvo el Desierto de
Atacama, porque hace mas de un siglo que via-
jando en las Montañas Rocallosas el inglés John
Carver, predijo que allí se encontrarían en el futu-
ro minas que sobrepujarían en riqueza a las de
Malabar, «sin esceptuar aun las del Peru.D (1)
Juan Carver fué por consiguiente el Diego Al-
meida de Nevada, así como un siglo mas tarde, es
fama que cuando apenas comenzaba a aparecer
en 1861 la portentosa riqueza de la veta de Coms-
tock, el presidente Lincoln habria esclamado. —
«AHÍ está el cofre que contiene todas las riquezas
de la tierraÍD ¿I por ventura han faltado a Chile
profetas mas humildes pero no menos oportu-
nos? (2)
Otra notable analojía todavía.
En lo que en el lenguaje espresivo i casi siera-
(1) <Nor will I exept evea the mioes of Peni». — (Palabras
de Carver, citadas por el Times de Londres^ el 6 de setiembre
de 1878.)
(2) Véase la discasión habida en el Senado el 15 de diciem-
bre de 1876 apropósito de las primeras esploraciones del desier-
to de Atacama, punto sobre el cual habremos de volver mas
adelante.
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— 636 —
pre gráficamente fraguado de los americanos del
Norte se llama el «declive del PacíficoD (the Pad-
^c-5?0jpe), parte de su inmenso territorio entre dos
océanos i el polo, la edad de la plata vino como en
Chile inmediatamente después del oro, i como
para tomar su puesto.
No habia concluido del todo el periodo febril
que se ba llamado «la edad heroica de California»
en 1859, cuando Comstock tropezó en efecto con
el rodado i la veta que hasta ho¡ lleva su nombre
(Comstock lode). I entonces la ola humana que ha-
bia venido avanzando hacia el declive del Pacífico
de todas las naciones del oriente, volvió a subir
la montaña, a manera de reflujo, para derramarse
en las agrias colinas en que hoi se ostenta la ca-
pital de Nevada (Carson-city), i a cuatro leguas de
distancia la famosa Vírjinia City, o ciudad de la
plata, edificada, cual la Juan Godoi, al pié de la
loma que de banda a banda atraviesa la corrida
metalífera del descubridor.
El hallazgo diez años posterior del distrito mas
agreste todavia de White Pine, hecho por animo-
sos cateadores en 1869, i donde existe la famosa
mina Ebehardt que ha producido hasta un millón
de pesos en un año, coincidió también casi fecha
por fecha con el de Caracoles, i ciertamente no lo
ha sobrepujado.
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— 637
Vi-
La naturaleza de los metales de las minas de
Nevada es, por otra parte, la misma de los mine-
rales de Ohile, i en realidad de todo el universo.
A flor de tierra, bromuros i ioduros, en seguida,
hasta cierta hondura (30 o 40 metros), los cloru-
ros, alianza de la plata córnea i blanca, que suele
llamarse entre nosotros plata barra i semi barra; i
mas abajo los metales frios, es decir, los antimo-
nios i los sulfuros que suelen producir los bróceos.
En las minas de Nevada como en las de Chañarci-
11o ocurren también ricos rosicleres, que en aquel
país se llaman ruby s¿lve7% (plata de rubí).
I lo que hai de verdaderamente interesante en
aquellas vetas cuya fama corre por el orbe, es su
pobrísima lei jeneral, porque el rendimiento me-
talúrjico de los cloruros que se trabaja en la co-
rrida de Comstock no alcanza, en término medio,
sino de 20 a 25 pesos por tonelada, que acer-
cándola a la medida española (a razón de 8
toneladas o 60 quintales por los 64 del cajón)
equivaldría a un rendimiento de seis a siete mar-
cos, cuando en Chile jamás ha costeado trabajar
sino los que tenian mas del doble de esa lei, sien-
do de advertir que un marco de aumento en la
progresión de un beneficio suele constituir muchas
veces la fortuna i la riqueza del esplotador.
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638 —
VII,
Según el eminente mineralojista Raymond, en-
viado en 1870 por el gobierno de Estados Unidos
a estudiar los minerales del Pacífico en Nevada,
costeaba trabajar todo mineral cálido (cloruros
etc.) que produjese mas de 35 pesos por tonelada,
i los minerales frios que rindiesen 60 pesos por
igual medida. — En los primeros se gastaban 10
pesos por estracción i 25 pesos por beneficio en
los injenios, i en los segundos, siendo mas duros i
resistentes, 15 pesos por la estracción i 45 pesos
por beneficio. (1)
I sin embargo de tan crecidas desventajas, del
enorme jornal, que en 1870 eran de 4 pesos para
los mineros, 6 pesos para los enmaderadores i 10
pesos diarios para los albañiles, gracias al inmenso
poder del capital, la mecánica i la ciencia podero-
samente combinados, las minas de Nevada han
producido en 20 años tanto como todas las minas
de Chile en un espacio de tiempo tres veces mas
estenso. (2)
(1) Raymond. — Condition of the mining inditstry ivest of tke
Rocky MountainSy páj. 413.
(2) Las empresas de minas de Nevada no solo tienen que
luchir con la carestía de los jornales, sino con el carácter arro-
gante, ambicioso, pendenciero i huelguista de los operarios de
aquellos países; i a este propósito es curiosa la siguiente candi-
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— 639 -
Según el ya citado ÍDspector Raymond, las mi-
nas de Nevada que desde 1859 a 1866 habian pro-
ducido 93.872,500 pesos, rindieron por una sola de
sus corridas, (las minas de Oorastock, o las Des-
cubridoras, como se diria en Chile) las cantidades
siguientes que si bien acusan en sus dos últimos
años una progresión descendente, no por esto de-
jan de asombrar en su balance.
1866 $ 11.732,100
1867 13.626,062
1868 8.499,769
1869 7.528,607
VIII.
Según se sabe, las mas notables de las minas
situadas en la corrida de Comstock han sido cons-
tituidas bajo una poderosa sociedad minera, cu-
yos dueños casi esclusivos son Mackay, Flood i
da observación quo, con relación a los desórdenes i crímenes
cometidos en el distrito de White Pino, hace el inspector Ray-
mond al tiempo de su visita: — «Con escepción, (candorosamente
dice) de unas pocas semanas del último verano (1869), caracte-
rizadas por pequeños estallidos (slight outburts) de salteos,
(higk Tvay robbery), puñaladas i asesinatos (stabbing aiid shooU
ing), el distrito de White Pine se encontraba notablemente tran-
quilo, templado e industríosoD....¿[ qué habria dicho de nosotros
en unas pocas semanas de estallidos como los que el buen ins-
pector norte-americano apunta?
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— 640 ~
O'Brien, los opulentísimos fundadores del Banco
de Nevada eu San Francisco, i llevan el nombre
colectivo de Consolidated Virginia.
La veta de las descubridoras (Gomstock lode),
tiene, según Simonin, una estensión de 360 me-
tros, o sea cerca de tres cuadras, i es como una
montaña subterránea de forma casi cuadrangular
i mas gruesa que el portal Fernández Concha, pe-
ro con lei variable (escepto en sus bolsadas) de
seis a siete marcos por cajón, la misma lei jeneral
de Cerro de Pasco. I sin embargo, he aquí el ren-
dimiento de algunas de esas minas o pertenencias
determinadas en el año 69, último a que se estien-
de el informe pericial ya citado.
La Chollar Potosí (¿La chola de Potosí?) pro-
dujo 1.366,185 pesos.
La Ñor Cross 1.029,812 pesos.
La Savage 1.162,803 pesos.
I la Chaqueta amarilla , (Jellow Jacket^ la mas
rica de todas) 1.560,000 pesos.
IX.
La producción total de las minas de plata de
Estados Unidos en sus diferentes secciones del
Oeste se halla contenida en el siguiente cuadro
oficial trabajado por el director de la Moneda de
Filadelfia en 1880 i cuya fecha es la última que
con ese carácter haya llegado hasta nosotros.
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— 041 —
Año 1870 $ 17.320,000
» 1871 19.286,000
» 1872, .,..,... 19.924,429
í 1873..., ■... 27.483,302
» 1874... í 29.699,^22,.
» 1876 ...,. 3:1.635,289
» 1876.- 39,292,024
> 1877 45.846,109
í 1878 37.248,137
* 1879 17.000,000 .
Total $ 284.437,262 (1)
De suerte que agregando esta suma al valor ya
recordado de 93.872,500 pesos producidos antes de
1870, tendríamos un total jeneral de 378.309,762
pesos.
X.
Hai que añadir a esta cuantiosa riqueza, ren-
dida mas por la industria que por la naturaleza,
la producción del oro contenido en la plata de las
minas de Nevada, fenómeno singular que antes se
habia presentado en la América del Sur solo en
Lomas Bayas i en las papas arjentíferas enreda-
(1) Annual repont ofthe directm- of the mint to the aeeretary
qftíte treamne for iheJi»ctU year énded^june 30, 1879.
EL L. DB LA P.— 81
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~ 642 —
das por fajas singulares (Je oro en Huantajaya.—
Se calcula que la plata, una vez reáueida a barra
por el azogue en los poderosos injeiiios de Neva-
da, contiene un 43 i un 45 % de oro, i esta apar-
ta se hace en un establecimiento especial que las
Consolidadas tienen en San Francisco, con el nom-
bre deBeJinery, costando dos i un cuarto centavos
por cada onza de metal. — El procedimiento del
célebre Fagoaga, marqués del Apartado, ha llega-
do entre los químicos modernos a una progresión
tal que costea estraer de una barra de plata o de
cobre hasta un milésimo de oro.
XI.
La producción de las minas repre&entatóvas co-
mo se ha llamado en el lenguaje típico de los
norte-americanos las pertenencias consolidadas de
Virjinia (así como Emerson llamó a ciertos gran-
des tipos de la humanidad the representaiive men)
se halla comprendida en el quinquenio de 1873
a 1877 por la enonne suma de 52.786,129 pesos,
52 centavos en plata i oro, conforme al siguiente
cuadro estraido de la prensa de San Francisco:
Oro. PlatA. Total.
1873 $ 314,288.68 31,29349 645,582.17
1874 2.063,438.13 2.918,045.92 4.981,484.05
1875 7.035,206.54 9.682,188.22 16.717,394.76
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643 —
1876 . 7.378,145.36 9.279,604.11 16.657i649.47
1877 6.270,518.68 7.463,600.39. 13.734i019.Q7
Total.... $.62^736,129.62
Dé esfi siima, ál rnaacis dos tercios (3$>64P)000
pesos) fuieron distribuidos como divideiQkfs antre
los felices- poseedores de H» nccioDed emitidas
quince o dieziocho aaos hacÍH« '
La coridiciÓQ de las de^seubridocas era próspera
todavía en 1878, pues ea ese oñe- produjeron
13.734,019 pesos 7 centavos, repartiéndose ,^iete
dividendos (del 33 al 40) que representaban el
valor de 8.640,000 pesos, .figurando en los gastos
solo 616,646 pesos por sueldos i jornales.
La cantidad de metalds estraida nlpanzó a 194
mil 200 toneladas con un ¡precio r medio de 96 pe*
sos por tonelada, i desdé la hondum de 1,200 a
1,760 piés^ que es como en la América del Norte
se cuenta en las minas, correspondiendo el pié
cuadrado a la medida de venta, de propiedad o de
estracción, que entre nosotros^ representa el mer
tro, la vara^ i la barra.
XIL
Pero en ese mismo año, mas o menos, comenzó
el rápido decrecimiento de las minas fundadoras
de Nevada i en jeneral de todo el distrito, porque
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— 644 —
en 1879 solo se estrajeron 96,863 toneladaé con
lei medía de 40 pesos, lo qae dejó ua beneficio
escaso de 4.325,500 pesos.
- En 1880 la producción decayó a la mitad del
año precedente en cantidad, en lei i en rendimien-
to, alcanzando este a 2,754,800 pesos, prodocto
de 87,447 toneladas con lei media de 32^.
I por último, el nivel descendió todavía consi-
derablemente en 1881, porque solo se estrajeron
41,918 toneladas con la lei media de 19 pesos, pro-
duciendo 798,900 pesos, cnya suma fué insufi-
ciente para costear los gastos.
XIII.
Las minas de Oomstock se hallan en consecuen-
cia en quiebra, i en el primer semestre del año
en curso (1882)^ esta situación se ha acentuado,
porque sobre uti producto de 601,238 pesos, (be-
neficio de 25,116 toneladas, con lei media de 29
pesos) ha habido 466,805 pesos de gastos dees-
plotación, 34,433 pesos de gastos varios i 7,039 de
contribución, lo que deja utk déficit de dos a tres
mil pesos a cargo de los accionistas.
No se estrañará por esto que en agosto último
las acciones de las Descubridoras b Consolidadas
hayan descendido a 35 centavos por /loción, pues
todos quieren escapar a bis cuotas de gastos, o
((delincuencias», nombre apropiado que en los
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— 645 —
Estados Unidos se da a los dividendos morosos
para gastos. Las aociones de. las mas famosas mi-
nas de Nevada, como la de Gould i Curry, se coti-
zaban el 22 de Agosto último por 2 pesos 80 cen-
tavos, las de laJellow Jacket^ que llegaron a valer
1,500 pesos, por un peso, i así las demás. Las que
mayor valor tomaron en el mercado de San Fran-
cisco én el curso del mes citado eran las llamadas
JEt^reka tonsoUdcUed qtie se vendían a razón de 13
pesos 50 centavos, i aun estaslmhian decaído en
una* semana^ desde el 15 al 22 de agosto, en 75
centavos por acción.
XIV-
Las minas de Nevada han seguido en conse^
cuencia elmiémo camino que las nuestras, i esteri-
lizándose en la hondura, 'al punto de que sus me-
tales, que cerca de la superficie llegaron a rendir
desde 1^200 a 8,000 pesos, por tonelada o quintal
métrico, no producen en la actualidad sino 14
pe806, lo que es mucho menos de 3 marcos por
cajón. La pujanza de las minas de plata de Neva-
da i otras secciones de los Estados Unidos comen-
zó en realidad a decaer desde 1873, porque en ese
año las delincuencias ascendieron a 6,671,000 pe-
sos, i desde entonces hasta 1877 continuaron en
la siguiente escala ascendente;
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— 646 —
. 1874. , $ 6.777,000
1875 11.880,000 '■
1876........ 11.608,000
1877 ,.. 11,598,000
• r
XV.
Tan eiTormes pérdidas i Atrasas en k industria
(porque todas esas faltas de pago acusaban otras
tantas minas)'inspiraban al Times de Loxidres uu
año mas tarde (setiembre 6 de 1878) las mas* me-
lancólicas reflexiones sobre la industrüi miüera,
e inducían a uno de sus hábiles pero sofísticos
o visionarios redactores, que tal suelen serlo,
la idea peregrina de que era mas lo que las
minas de todos los países consun^ian en su este*
rilidad que lo que produeian en su bonanza, c Pa-
recería esto imposible, esclama el falsamente im*
presionado articulista, pero no es de todo punto
imposible demostrarlo. En nuestro propio país
(Inglaterra) está averiguado que aun en les tiem^
pos mcís prósperos (?) los gastos han eseedido a
la producción de las raínas^ tomadas en conjunto.
No es tan fácil hacer igual demostración, anadia
el diarista londonense respecto de lo que ha pa-
sado en Australia i California, porque careoemos
de datos sobre las grandes cantidades de dinero
invertidas a pura pérdida en aquellos distritos,
pero si pudiese hacerse el balance exacto de lo
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- 647 ~
producido i lo gaetado, aquel indudablemente se-
ria de&lávorable. (1)
I s)Q embargo, de estos estrav^gantes cálculos
i proaéfiticos, que acusariaa la e«lad de la chochez
en el decano de la prensa universal, en el mismo
año ai que sus observaciones hacían referencia,
(1877)^ lap minas de plata i pro de. la .América
del Norte habían entregado a los cambios i a las
artes del mundo no menos de 98.421,764 pesos,
representados de la ufanera siguiente en todos los
estados de la sección que en aquel país se acos-
tumbra llamar «el declive cjcl P^QÍfico»:
(1) «Thís may seem at first sight an ^mpossibility, but it
wíU stand examinatibn. lu oür owq mínÍDg dístricts it is noto-
ricas that in the most prosperoas time^ the total expended ia
míniug ia the coarse of a year w^s not coverod by the produce
of all the miaes together. It is eaay to make sach o caloalatioa
here, and it woald be diffícalt to make it úa Australia or Cali-
fornia, because it ís not easy to get at the valué of the luboar
thrown away in snch new countries; but tbere is reason to be-
lievo that if an accurate summation could be accomplished^ the
balance would be unfávourable.»
(Editorial citado del Times de Londres del O de setiembre de
1878). El articulista en su pesimismo llegaba a condenar el
trabajo de las minas en jeneral como ruinoso; esplicindose que
hobiera mineros en Nevada i Australia solo como hai jngadores
ea Monaoo*..! Pero, como lo dijo el ^iOñ.Timeé^ cuántos habráa
creido que semejantes absurdos son la última espresión de lo
racional i de lo útil!
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— 648 —
California $ 18.174,716
Nevada 51.680,290
Oregón 1.191,997
Territorio de Washington . . < 92,226
Idaho 1.832,495
Montana 2.644,912
Utah 8.113,756
Colorado 7.913,649
Nuevo Méjico 379,010
Arizona 2.388,622
Dakota 1.600,000
Méjico 1.432,992
Colombia británica 1.177,190
Total $ 98.421,764 (1)
(1) M. Simonin condensaba en sa obra varías veces citada
(Le monde americain) la prodncción de los metales preciosos en
aquellas comarcas en el afio de 1874, en la forma sigoieote:—
California 74 millones, Utah 6 millones, otros estados o territo-
rios 6 millones: total 86 millones.
Según Whitey (Metallic Wealth of the United States, 1853),
la cantidad de plata prodncida en todo el orbe en 1850, ascen-
dia a 1.050,900 quilogramos (2.817,425 Ibs. Troy) i ésta se
hallaba repartida de la manera siguiente:
Lbs, Troy.
El imperio ruso 60,000
Escandinavia > 30,000
Gran Bretaña 48,500
Harz (distrito arjentífero) 31,500
Prusia 21,200
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-- 649 — I
■i
Eficedia esta cantidad eui siete millones i medio
de pesos al rendimiento del año precedente (1876),
no ciertamente por el aumento de r¡que;?a de lAs
minas esplotadas, sino por la adición de nuevos i
poderosos distritos mineros encontrados hasta en
las orillas del Misuri, hallándose el total de los
ralores repartido como sigue : la plata (48^ del
Sajonia 63,600
Otros estados alemanes 2,500
Austria 87,000
España ; 125,000
Francia ^ 5,000
Australia 10,000
Chile V 288,500
Solivia 130,000
Perú 303,160
Naeva Granada........ 13,000
Brasil 676
Méjico 1.650,000
California. 17,400
Otro autor americano (Boss Browne) en sa coríoso libro ti-
talado BesBources of the Paeijk Slope (1869), afirma que al
tiempo del descubrimiento de la América (1490) la plata que
existía en el universo no valia sino 1 70 millones de pesos i
agrega que ésta babia aumentado a 690 millones en 1600, a
1,487 millones en 1700, a 3,687 millones en 1800 i en 1866 a
5,162 millones de pesos.
EL L. JUñ LA p. — 82
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— 650 —
total) 47.206,967 pesos; el oro (47^) 46.129,547
pesos, i el plomo (5^) 5.086,250 pesos. (1)
( 1 ) SegAn <>tra estado mas* prolijo qt&e tenemos a la viatii, las
^fódafciones totales de 1877 f® de&oooai)0|iú^n del modo sigoien-
Uy según su calidad i el vehículo que había servido para su
traslación a los Kstados del Este, es decir, a los grandes mer-
cados de Nueva York, Boston, etc.
Oro en polvo i en barra enviado por espreso $ 24.571,400
Id. por otros conductos » 1.853,931
Plata í'ejes de plata por espreso. ;. .;..... > 92^600,214
Metales de baja lei trasportados por mar o ferro-
rrocarriles » 19.291,209
Total I 98.421,764
I para que el lector asombrado acabe de formarse idea de la
actividad que éstas grandes masas de metales en circulación,
convendrá agregar que las tres casas de moneda de Estados
Unidos sellaron en 1877, la enorme cantidad de 72.131,434 pe-
sos en la siguiente proporción:. ^
La casa de moneda de Filadelfia. $ 18.339,414
La de Sun Francisco í 49.772,000
La de Carson (establecida en Nevada en 1870).. » 4,020,020
«
Total $ 72,131,434
A la verdad, el oro i la plata circulan en tal abundancia en
Estados Unidos que la tesorería jeneral de Washington (que
no es un edificio sino una ciudad con 3 o 4 mil habitantes, es
decir, empleados) suele tener en oro 150 millones de pesos, los
cuales vende o distribuye en el país a manera de maravilloso
riego. Según ua diario de San Francisco, en solo dos meses (los
de octubre i noviembre del presente año) loa Estados Unidos
pngarian a sus acreedores internos £or intereses i amortización
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— 651 —
XVII.
Tomando todo jen oiieata, la producción de mo-
teles preciosos que los Ei^bidós llamados del Pa^
42.500^000 peeuBy ca^i un millón por día. .
Los yankees se hallao por consignieate en este, momento on
pleni^ inundación del Nilo.
Según el último censo de los Estados Unidos, la existencia
de metiUes preciosos en el orbe era, en 1880^ de 14,100j000,00O
de pesos, (6,100 millones oro i 8,060 millones plata), i los Es-
tados del O^ste de aquel g^an país se jactaban de haber contri-
buido mas que ningún otro centro a esa enorme acumulación.
Los yankees, que todo lo represedt&n por slgnoá gráneos, ponen
de manifiesto la proporción de la producción actual de los me-
tales preciosos por medio délos siguientes diagramas cujas
proporciones comparativas van apuntadas en el centro como
sigue:
KSTADOS UNIDOS.
-
AUSTRAUA.
AHÍRICA
ESPAÑOLA.
#
RUSIA.
,
OTROS
PAÍSES.
sso.
A este respecto puede consultarse un curioso libro reciente-
mente publicado en Chicago (1882), con el título de The West:
fram the censué oj 1880^ by R.P. Portar.
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— 65« —
cf tico han entregado en oro i plata a los mercados
del raundo en los 34 años corridos del descubri-
miento del oro en California, no puede ser inferior
hoi a dos mil trescientas millones de pesos, esto es,
mucho mas del ^ doble de lo que prodtijo en 300
años Potosí i de lo que la Francia pagó a la Á.le-
mania en 1871. Segán un cálculo publicado por
el Mining Journal de San Francisco en setiembre
de 1878^ la cuenta de los metales preciosos iba
sumada en esa época en la proporción «iguente:
Oro $ 1,586.000,000 '
Plata .•..• 372.000,000
$1,948.000,000 (1)
La producción de pastas preciosas, según la
misma' fuente, fué en 187T dé cien mürónés^de
pesos, de los cuales 51 de oro i 49 de plata, i
esta proporaién mas o menos, contó bu los seicos
de la especie humana, es la que guardan los dos
metales que en el estado actual (¡ antiguo) del
mundo regulan los mercados i los matrimonios.. .
(1) En estas cantidades no va nataralmente ínoimo el valor
de los varios metales producidos en aquellas rejiones qae suman
diversos millones. Tan solo en el año de 1876, California pro-
dujo 75,074 frascos (/lash) de ozogne, i en el arlo subsiguiente
78,600 que valían no pocos millones de pesos.
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^ 653 —
xvm.
I lo que causa mayor asombro en este estudio
nO;(?8 lo abultado del caudal de plata recojido ni
que este salga, en tal abundancia de venas compa-
rativamente pobres, sino el sqbrehumano esfuer-
zo que la industria ejercita para alcanzar seme-
jantes resultados. En Nevada los alcances son tan
escasos como es baja la lei de sus cpmupes, i aun-
que los americanos llaman sus minas descubrido-
ras hig bonanza de Nevada, no por esto podría
decirse que se hayan hallado sino en muí raras
ocasiones en alcance en el sentido que nuestros
mineros atribuyen a estas palabra.
Todo ello es a la verdad cuestión de inmensos
medios, especialmente en maquinaria i de inmen-
sa producción en metales estraidos de profundi-
dades incalculables a la superficie de la tierra.
Para dar una idea de esto nos bastará decir que
la mina Galifornia de la veta Gomstock estraia en
noviembre de 1877, 625 toneladas diarias de me-
tal i que no obstante la actividad de los molinos
i máquinas chancadoras que trituraban, a razón
de 180 toneladas diarias, existian el 10 de ese
mes i año 3,000 toneladas ociosas i aguardando su
tílrno en las canchas de los injenios. (1)
(1) En cuaDto a los procedimieotos de estraccióa i beneficio
nsadofi en las minas de Estados Unidos sou, mas o menos, los
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— 654 —
XIX.
Han tenido los mineros de Nevada además de
esto que luchar con dos grandes desventajas que
propiamente no existen en nuestros minerales ar-
jcntíferos diel norte, a saber: el agua i el calor in-
terno de las labores que a la profundidad de 400
o 500 metros caldea los utensilios de hierro al
punto de quemar las manos de los operarios i hace
peligi'oso para éstos el tocar el tubo de las bom-
bas de desagüe- Tal es la intensidad del calórico
mismos seguidos por nosotros, consistieado la diferencia solo en
la incalcnlable inmensidad de los recursos; maquinaria, fuerza
motriz, capital asociado, etc., que aquellos injenios representan,
i que probablemente esfán,' respecto de nuestras mas punjantes
i mejor montadas faenas i establecimientos, en la proporción de
uno a cien.
El principal sistema de amalgamación usada en Nerada es
el de cubas a vapor del Dr, Veatch, que según el químico Küatel
es mui superior al de barriles. — Este autor estima también en
alto grado el anticuado sistema de amalgamación llamado de
patio, en Chile, %l Perú i Méjico, en el cual todas las operacio*
nes de la mezcla, azogamiento, etc., de los metales se hace en
cauchas al aire libre, como en la dobla de Arqueros, cuya cuen-
ta publicamos en el lugar respectivo. cEl sistema de patio (the
patio amalgamation), dice el químico citado, donde el agua i el
combustible son escasos, el mineral adecuado, i el clima favora-
ble, es escelente i en muchos casos m puede ser reemplazado
por los mas adelantados». — (Kustel. — Nevada and Caiifornia.
— Procesa of silver and gold extradion^ London 1898, páj. 128).
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— 655 —
en esas profundidades. Un viajero que vio salir al
aire libre varias partidas o cuadrillas de mineros
apiñadas en las canastas metálicas en que viajan,
asegura que aquellos infelices brotaban vapor por
todos sus poros i que mas que hombres parecían
un atado de espárragos recien sacados del agua
hirviendo....
^ En cuanto al agua que corre por las labores en
verdaderos rios debe hallarse a la fecha completa-
mente agotada, gracias auno de los trabajos de in-
jeniería mas notables del siglo, cual ha sido el tú-
nel o socavón de Sutro, llevado a cabo por este
eminente injeniero austríaco durante los últimos
diez años en la estensión de cuatro millas para en-
filar i perforar las principales vetas de la corrida de
Gomstock. Es este una especie de túnel de San
Gotardo que ha costado probablemente mas de diez
millones de pesos, pero que, junto con haber en-
jutado las labores i llevádoles un aire vivificante,
pei*mite hacer la estracción de sus metales por
medio de trenes de carga i aun por lanchas pla-
nas que corren por un canal de agua. (1)
(1) Entendemos quo el ta.Qel de Satro solo fué terminado
hace dos o tres años. En 1877 había recorrido jpoco mas de 700
luetros, i según su inventor llevaba de costo 5 millones de pe-
sos. LÓ3 principales mineros de la veta de Comstock, que en
ese ñño se reunieron para deliberar, aceptaban solo la mitad de
esa suma como base de la negociación que después forzosamen-
te hicieron.
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— 656 —
XX,
Pero sí nosotros nos hallamos todavía muí lejos
de los mineros de Nevada en cuanto a la aplica-
ción de los medios efectivos í poderosos que aque-
llos aplican a Ja esplotación de sus metales, me-
diante las jígantecas fuerzas hidráulicas de que
ellos disponen i de que nosotros carecemos por
completo en los distritos del Norte, a lo que
por desgracia comenzamos a acercarnos, es a
la creación de los medios ficticios de riqueza i de
trabajo de que el ajio es corredor i usufructo. Los
diarios de Nueva York i San Francisco publican
en efecto en dos o tres columnas microscópicas la
lista de quinientas o mil compañías mineras anó-
nimas cuyas cotizaciones jeneralraente son el tipo
de amargos desengaños, de intrigas subterráneas
1 la ruina de honradas pero ilusas familias.
I para que se vea hasta que punto ha llegado
este respecto délas minas de Nevada, vamos a
permitirnos, citar uno o dos casos que podemos
comprobar con citas oficiales tomadas del libro de
Raymond.
La sociedad de Chollar- Potosí organizada sobre
la pertenencia de este nombre en la corrida de
Comstock con 28,000 acciones de a cien pesos,
llegó a venderse en mayo de 1869 co:í un premio
de 322 % o sea 422 pe sos por acción, lo cual
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— 657 —
aseguraba a la perte^nencia i a la sociediid un va-
lor de 11.816,000 pesos.
Ahora bien. Esa sociedad que el 11 de enero de
18|&9 había cotizado sus fondos a 122 pesos por
acción i en mayo 31 a 422 pesos, se vendía esoa*
sámente en octubre 11 del mismo año por 14 pe-
sos, lo que reducía el valor de los once millones de
la cotización anterior a 392,000 pesos,
XXL
Pero mucho inas significativo, desastroso i ejem-
plarizador fue lo que aconteció con la venta de las
24 mif acciones de la célebre mina Chaqueta ama-
rilla (Jellow JacquetJ de la misma veta Coms-
tock, porque esas acciones, siendo de a cíen pe-
,sos, se cotizaron el 11 de enero de 1869 por 1,510
pesos, en en enero 30 habían descendido a 1,400,
en febrero 10 a 74 i en octubre 11 a 35 pesos por
acción, lo que equivalía a que el poseedor de un
lote de doscientas acciones, por ejemplo, compra-
das el 20 de enero había invertido en ellas 302
mil pesos, i se encontraba en octubre con un pa-
pel que valia solo 7 mil; ¡triste balance de la fie-
bre minera que crea tantos hospitales morales i
solo enriquece a los médicos i a loa. boticarios!
En un diario de Calífoniia correspondiente al
30 de setiembre de 1877, vemos que las acciones
de la Chaqueta amarülay que había sido una ver-
EL L. DE LA P.— 83
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- 658 -
dadera fiebre amarilla, habían descendido a 10
pesos 2 reales por acción, lo que asignaba un va-
lor total a la mina de 246 tnil pesos, cnando so
valorización dinranla el período áljico equivalía a
36.240,0001
XXII;
Llegaron a la verdad los escándalos i las ca-
tástrofes al punto en que el gobierno de la nación
hubo de intervenir en protección de los crédulos,
de los insensatos o de los fraudulentamente enga-
ñados, porqué hubo una mina, la famosa Emma^
de TJtah, cuyas barras (im resto del total) se ofre-
cieron en venta en 1870 por 30,000 pesos, pero a
fuerza de operar (frase que disfraza entre los ope-
rators, lo que en lenguaje vulgar tiene castigo i
estigma de la penitenciaria), logróse hacer subir
su precio venal hasta 4.440,000 pesos en el año
subsiguiente. (1)
I como en el precio de venta hubo ^vidente-
(I) El verdadero valor venal de las minas no es nataralmeo-
te el de sus metales sino su posición, recursos, caminof)^ etc.
Una mina de plata barra podría en realidad hallarse de tal
manera situada que no fuera negocio esplotarla. Asi, por ejem-
plo, el viajero Rae que visitó a Nevada en 1871, dice en su abra
Westroard hy rail páj. 206, que ciertas minas de Nevada produ-
jeron 16 millones de pesos en plata, pero solo dejaron una uti-
lidad neta de medio millón. Todo lo demás era gastos.
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- «59 —
mente eQga&o i la mayor .parte do laa acciones
se colocaron en Inglaterra, el congreso de Was-
hington por el (íecoro del país ihandó formar *én
1876 una información que produjo las mas lamen-
table? revelacionesí que a tales» estrcmidacles pue-
de conducir la temeridad de los especuladores i la
absoluta prescindencia de toda vijilancia en las
operaciones ficticias de bolsa, plaga de los paises
modernos en que la saliva remplaza las mas veces
al oro i el engaño al honor. (1)
(1) Para dnr una idea déla importancia de la produccióu
i circnlación metálica en los Estados Unidos, copiamos en se-
guida de la última memoria de la casa de Moneda de Filadelfia
(octubre de 1882), las siguientes cifras relativas a 1881:
«El consumo de metales preciosos en los Estados Unidos du*
rante el año en las varias artes i manufacturas era 12 millones
do pesos en oro i 7 millones de pesos en plata. £1 metálico acu-
fiado que existia en el país al principio del año ora de 439 mi-
llones 776 mil 753 pesos en oro i de 171.469,766 pesos en pla-
ta; i al fin del año alcanzaba a 700 millones 230 mil 519 pesos
i el 1.® de octubre a 720 millones de pesos. Ademán habia en la
tesorería barras por valor 56 millones de pesos esperando su
acuñación. El I."" de julio todo el metálico i el papel del país
era de 1,543.710,432 pesos. Al ñu del año íiscai la tesorería te-
nia en metálico i papel 3 1 9.504,055. pesos, los bancos 203 mi-
llones 833 mil 800 pesos, i el resto, 1,020.372,577 pesos, estaba
en circulación activa.
»La misma memoria da cuenta del producto, acuñación i cir-
culación en los púses principales del mundo. En veinte de los
paises mineros el producto durante el año fué de 107.773,157
pesos en oro i 97.659,460 pesos en plata. La acuñación de
quince de los paises era en 136.387,383 pesos i en plata
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— 660 —
100.705,824 pesos. La oirctilación de treinta i cnatoo paÚM^ ca«
sí todo el mundo civilizado, era: papel, 3,8^5.220,078 pea^s; oco,
3,353.673,748 pesos, i en plati^ 2,620.769,^35 pesos, haciendo
una circulación metálica total de 5,674.443,583 pesos í de papel
i metálico de 9,799.666,661 pechos. De este total, 1,698.986,763
estaban en los bañóos i teiiorefíafi naciotrales, qdedandb en qít-^
cidación eii el mundo entero 8,160.676,608 pesop.» *
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^ASLo "fcmnETi José ^ampó^
liOr^J
CuAnniLL;. DE CATEADORES DE CWJKAL (>tAYO 31 DE 1862)
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CAPITULO XXIV.
CACHINAL DE LA 8|E«RA.
Quienes tson iqá verdi^daros descubncLdres del mineral de Gachuial de la
Sierra. — Ideas de don J. V. Lastarria sobre las riquezas del desierto^ i
proyecto delei que presenta en 1876, como ministro del Interior^ para
erijirlo en territorio de colonización.—- Oposición del senador por Ataca-
ma a este proyectp, i estraño debate que ocasiona sn aplazamiento inde-
finido.—Los progresos salitreros del desierto, i cómo ^toMan la mano
a la minería.— Don Rafael Barazarte mantiene cuadrillas de cateadores
desde su oficina salitrera «José Antonio Moreno».-^ Los cateadores Pe-
ñafiel i Figueroa descubren el primer rodado del «-Ajrturo Prat», i su
desconsuelo. — Estraño aspecto del mineral i sus pocas promesas aparen-
tes.-^Los heirmanos Ossa rehusan tomar participación en él por una pe-
queña suma, a principios de 1881.— El ffran cateo del desierto por don
MaribelOssai sü lámina. — Garta de este ésp]orad6r.*-«>TJbicaoiéi i f or*
mación jeolójica del mineral de Cachinal. — Cachi i su significación mi-
nera.-^ La bonanza de la miña (tAi'turo Prat» comienza a 23 metros de
hondura, i cómo su noticia trasciende a la prensa i al ajio.— Diversas
sociedades que se forman, fluctuación de loe valores que se lanzan al
mercado i males q^ue esto causa a la verdadera industria.- Las fiebres
áljicas dé las miniiB. — Opiniones de Mr. Pisáis sobre el particular. — Im'-»-
Sortancia reconocida de la mina ((Arturo PratjD i de otras. — Curioso
escubrintiento del asistente del coronel Soto.— Bstritordinario movi-
miento mjiíero del presente año i. sus principales descubrimientos i
derroteros. — El derrotero del changó Aracena i el dálmata Cargotich.—
Otros deccnbrimientos.— La plata en el Santa Lucía.— El año de la plata
i el «Libro de la Platas.— Conclusión.
I-
El paciente cnanto benévolo lector que haista
el final de nuetftra faena ha consentido de buen
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en segniraos por entre los duros riscos, los ásperos
farellones i los intrincados caminos i labores de las
sierras de la plata^ habrá podido darse cuenta de
que es casi mas escabroso descubrir el orijen ver-
dadero de los hallazgos mineros que seguir sas
oscuros laboreos en las entrañas de piedra de nues-
tro planeta. I e^to es precisamente lo que acodtece
con el hoi tan dÍ6cutido,^ aíFamado poi* unos, desde-
ñado por otros, mineral de Cachinal de la Sierra,
envuelto hc^sta la hora en que escribimos en el te-
naz i denso misterio de la especalación, la cual cier-
tamente no es la industria i menos la prosperidad
de la nación.
JI.
En cierto sentido, sin embargo, podria a&miar-
se que el mineral de Oa^shinal, cuya ubicacién en
el centro del desierto conocemos desde los viajes
del esplorador Philippi en 1854:, debe su orijen
a la intelijente i previsora preocupación que el
distinguido hombre público de Chile, publicista
tan eminente como animoso minero, don José
Victorino Lastarria, llevó al fomentó del desierto
durante la breve época en que fué ministro del
interior en la administraición Pinto.
Uno de sus primeros afanes fué el esfuerzo por
implantar sus ideas prácticas en el terceno de la
lejislacióu, ouando se puso al freot© del gobieruo,
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— 663 —
i con este fin presentó al Congreso un proyecto
de lei que erijia en territorio de colonización el de-
sierto de Atacamai lo dividía en, dos departamen-
tos que llevarían los nombres de sus principales
puertos, es decir, Taltal i Blanco Encalada, aunque
tal vez habria sido preferible decir Paposo. .
Aquella idea no podia ser ni mas oportuna, ni
mas valiente, ni, al propio tiempo, mas sensata,
porque el país veíase trabajado en esa coyuntura
por intensa crisis, i era preciso buscar la solución
en las grandes soluciones.
líL
Mas por una de esas singularidades parlamen-
tarias no poco frecuentes en nuestro suelo, el pro-
yecto fué aplazado indefinidamente, como se halla
hasta el presente, i esto a petición de un ilustre
hombre del Norte, que debía su cuna, su fortuna
i su gloria a esa rejión, el malogrado senador por
Atacama don Pedro León Gallo,
El Senado accedió a esta estraüa indicación en
su sesión del 15 de diciembre de 1876, i solo aho-
ra, cómo quien despierta de largo sueño (noviem-
bre 24 de 1882), trátase de volver a dar vida a
ese pensamiento o a esa acción, reviviendo en
parte el proyecto relegado. (1)
(1) Por la átil lección práctica que eáto contiene, estracta-
mos eu el anexo del presente capítulo la sesión del Senado en qu0
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— 664 —
■ IV. • •■
»
Esto DO obstante, las medidas administrativas
dictadas para alentar la existencia industrial del
desierto, creando los tres vehículos de sus recóndi-
tas riquezas que son estos, — puertos, caminos i
aguadas, — el territorio repudiado por el Senado al
finalizar el año 76, comenzó a dar muestras de vi-
da propia, i robusta, gracias principalmente al
descubrimiento de sus ricas salitreras esploradas
en la época misma en que el amparo lejislativo
volvia su espalda a la industria. <i:Existen pobla-
ciones en la costa del desierto, decía un editorial
demostrativo del diario se mi oficial de aquella
época, eu la costa, eu los puertos de Taltal, Papo-
so, Blanco Encalada i Cobre. En los tres prime-
ros puertos hai empleados de aduana; en el último
no, a pesar de ser caleta habilitada. Hai que co-
rrer dilijencias de aduana en Blanco Encalada. La
población de Taltal es actualmente de 300 almas
poco mas p menos; la de Faposo de 200; la de
Blanco Encalada de 150 i la del Cobre de 50, La
población en las salitreras al interior de Taltal es
de 300 almas mas o menos. Hai actualmente
■ • -— — —
ello tuvo lugar, no obstante la porfiada resisteacia qae el señor
Lastarria i en pos de él el autor de este lihro, hicieron desde
sas bancos al repudio de la organización política i admiaístrati-
va del desierto.
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- 665 —
dos ^fit^ble^ia^ientos para el ben^fíoio del sali-
tre, que [íutídea entre amboa beneficiar 500 quin-
tales diacios de salitre puro; estos están situar
dos a 23 leguas mas o menos de la costa, en las
misfnaa pampas salitreras. Hai en vía áb insta-
lación cuatro establecimientos mas, que entre to-
dos pueden hacer una producción diaria de 200
quintales. Estoe pueden estar en producción en
seis pieses a .mas tardar. «...
]>Hai otras salitreras al interior de Paposo en
lascviales exi&ten unos i^einte hombres haciendo es-
ploraciones.. Al interior de Blaoca S^ncalada ni del
Cobre existen actualmente salitreras.» (1)
. V. . . _ .
. . I » ' ...
I como es lei que un progi^so acarrea en pos
-.II. f ■■■■■■■■■■, 111 ■iii..« ti ,, iii.i.
[ (1> Bditorial de It^ Bepulilica del 10 de noviembre de 1378.
Ed eaerQ de 1881, el mineco i cateador del desierto don Vi*
cente Bañados, dirijió al autor de este libro varías cartas desde
Qnillota, manifestando cómo él habia sido, en 1875, el primer
descubridor de los salitres de Taltal i cómo avisado por él su
hermano político, don DanieLOliva, habia venido del Ferú este
intel\}ente iadastrial a implantar este beneñeío en aquellas de-
soladas rejiones.
. Es curioso también iteourdar^ apropósito de descobrimientos,
que, en AbisiniSi logar no det todo diferente de Atacada, hai
un paraje que se llama Taltal. Puede verse el libro titulado
A hÍ9tonj of the Aóisinian Expeditiony by C. Ri iíarkhfLVí^ Loü-
don, 1869.
EL L. DE LA P. — 84
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— 666 —
otro mayor, a los hallazgos i oficinas del salitre su-
cedió la esplotaciÓQ minera del despoblado, porque
apenas el cateador encuentra el camino de un
puerto socorrido o la huella de algún sendero en-
caminado a remota aguada, no t^rda en lanzarse
en busca del derrotero ajeno i nunca hallado, o de
su propio ensueño, i esto fué precisamente lo que
aconteció al antiguo minero e industrial de sali-
tres don Kafael Barazarte, heredero en cierta ma-
nera por vínculos de familia, de las tradiciones,
de los merecimientos i de la fortuna del distingui-
do esplorador atacameño don José Antonio Mo-
reno. (2)
Desde la oficina salitrera que lleva aquel nom-
bre en el centro de la pampa o valle centra^ del
desierto, i en un punto en que confluyen los ca-
minos que van al Paposo i a San Pedro de Ataca-
ma, no lejos de la aguada de Cachi nal, que ya nos
dio a conocer el sabio Philippi, acostumbraba en
efecto el señor Barazarte despachar en diferentes
direcciones sus mas espertes cateadores, i estos
(2) Ntiefihro amigo i eotosiasta minero don Cirios BowaseU
noB esoribia coa &cha 1 8 de seU^iubre último, ea que la fiebre
cachinalera coíucídió con la aparición del cometa, que él habla
sido solicitado desde hacia tres afios para tomar parte como so-
cio indastrial en. las minas de Cuchinal. La verdad es qne éstas
eran oonoddas desde muí remoto tiempo, pero no ae las traba-
jaba por pobres, o mas bien porque no había ferrocarril, salitre-
ras, aguadas, caminos, puertos, vapores, etc.
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/
— 667 —
partían segaros ahora de oio morir de hamore o de
sed eatre los médanoB.
Gada oficina salitrera era un tambo mas en el
despoblado, cada paila de salitre una nuera agual-
da para el caminante i para su bestia.
Vi.
Bajo eatos auspicios, dos antiguos cateadores
llamadoá Peñafiel (Pedro según unos i José según
otros) i Simón Figueroa, regresaban hace dos o
tres años de una infructuosa escursión a la Sierra
del Viento, mas allá de la Aguada de Oachinal,
cuando, por no llevar desalentadoras noticias a su
perseverante habilitador, resolvieron catear en la
Sierra de Cachinal, cuyo panizo llamó su atención
como antes que a ellos había acontecido s^ mu-
chos viajeros i cateadores del desierto. Don Car-
los Santa María i don Adolfo Fontanes hablan
.visitado aquel paraje hacia 20 años (1862), i en
pos de ellos no pocos esploradores hicieron de
prisa esa travesía espantados por la penuria del
desierto i sus inclemencias.
Peñafiel i Figueroa, después de varios dias de
prueba, no se juzgaron felices. Habian estado sen-
tados, fumando su último cigarro sobre el crestón
de un mogote que se levanta en la pimpa hasta
la altura de 50 metros, pero no sospechaban que
a sus pies existiese otra cosa que una masa de gui-
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— 668 —
jarros descompuestos-^-^Las tierrajs de acarreo que
cubren en aquella dirección la base granítica del
desierto suele tener un espesor hasta de 25 -me-
tros, i a través de semejante velo no es fócil divi-
sar ni aun a los mas perspicaoes. Al retirarse, sin
embargo, levantaron del suelo un pequeño roda-
do que al parecer contenia lei de plata i lo lleva-
ron al Paposo, donde el químico Basaure le
encontró fácilmente lei de 300 marcos. — La po-
derosa i ya afamada mina Arturo Prat estaba
descubierta. (1)
(1) A propósito deliDombre dado a la miaa Descubridora de
Cachinal, tenemos nna vaga idea de que el Consejo Dnírersitario
dispensó el examen de Código de Minería al ilustre capitán qae
sé ha hecho en Ohile un emblema auiversal. Respecto de los
exámenes de derecho dvil etc. apat>ece que el capitán Prat los
rindió a bordo de la Eenieralda^ eonforme a la noticia qae copia-
mos del acta del 20 de diciembre de 1872. i que dice, así:
...cDe una solicitud de don Arturo Prat Chacón, en la cual dice
que por estar desempeñando accidentalmente la comandancia de
la Esmeralda i la dirección de la escuela naval, no puede venir
a Santiago a rendir los exámenes de Código Civil primero i se-
gundo año, Constitución Política de Chile i derecho penil, i pi-
de en cousecueoclíi, que ae le permita darlos en Valparaíso ante
una comisión nómbrala por el Coasejo Uní versi tirio. Eu vista
de las razones alegadas i de lo3 espaciales que se hicieron da-
raute la discu-iión, se accedió a est\ solícitul i se nombró para
que formara la comisión a don José Alfonso, dou José María
Bargeló i don Juan de Dios YergaraD,
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— 669 -
Vil
S£^ia coii todo esto de tal manera la estruetura
jeolójica de la veta o manto descubierto en Cachi-
nal de lo ordinario que no se parecia a nada de lo
conocido, i turo por lo míamo la oculta riqcieisá
trabajoso alumbramiento aát^ de salir al soL Los
mineros prácticos prooedian en los reconocimien-
tos con visible desconfianza i los químicos^ con*
saltados al acaso» se limitaban a encojerse de
hombros, mientras los escai908 apires de la no
acreditada faena estraian unas cuantas sacas de
metal de pobre lei por escaleras primitivas, i el
administrador de la mina dormia en la batea del
amai^ijo del pan de cada dia....
Ha llegado a decirse- por esto que el hoi "opulen-
to habilitador de la rñina i fundador del asiento
de Cachinal ordenó la. suspensión de los trabajos
prelimijiares en dos o tres ocasiones.
VIIL
iío hemos llegado a la certeza sobre este curio-
so particular, en razón de no haber recibido datos
cortesmente pedidos; pero sábese con certidumbre
que el principal dueño de la mina Arturo Prat
invitó por el mes de abril de 1881 al aventajado
minero don Alfredo Ossa, su vecino de salitrera
(la Lautaro) cediéndole la mitad de sus dere-
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- 670 —
chos (doce barras) a oondición de proseguir por
su cuenta el laboreo de la faena hasta invertir la
Buma de 24 mil pesos, o sea dos mil pesos por
barra.
En razón de las peculiaridades mineras i jeoló-
jicas del lugar nó aceptó el tentador ofrecimiento
el principal dueño de la oficina Lantaro, qué dis-
taba solo nueve leguas del mineral, i otro tanto
aconteció un raes mas tarde a su hermano don
Manuel, quien prefirió lanzarse al desierto con va-
liente i bien organizada compañía de cateado-
res. (1)
(1) El señor Ossa (Manael) emprendió en abril último, un
gran reconocimiento del desierto en la rejión comprendida entre
Taltal i Ghaaarcíllacon mm caravana compuesta de 22 hombres,
4Q acémilas i un perro. Bsta caravana lia sido tal vez la mas
numerosa de cuantas se han internado en el desierto, i la
lámina, incorporada en este libro, de uno de sus alojamientos, da
idea de la composición. £1 señor Ossa ha gastado en esa em-
presa, que todavía prosigue, mas de 20 mil pesos, pero el des-
cubrimiento de una sola mina hallada por uno de sus cateadores
llamado José Campos (la mina GaUeguillos)y le ha indemnizado
de su patriótico empeño con el triple. En el apéndice publica*
nios una interesante carta que este valeroso esplorader, que
lleva el plpmo en sus entrañas, pero no en su alma, nos escribió
en mayo Altimo desde su eampamento núm. L A última hora se
anuncia un nnevo i fenomenal descubrimiento de esta caravana
en la Sierra de Pingo, al norte de Tres Puntas.
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— 671 —
IX.
Pero esta vez, yendo contra la cieticia i la cot
rriente, la perseverai;Lcia ruda o la casualidad fe-
líz, triunfaron sobre los cálculos humanos^ i pocos
días después de la visita de los señores Ossa, i a
la hondura de 23 metros verticales, comenzó el
beneficio en metal de 40. marcos. En el invierno
de 1881 hablábase ya misteriosamente de las es-
pectativas industriales del nuevo descubrimiento,
i las barras de la Arturo Prat, que hablan sido
vendidas a mil pesos, se cotizaban nominalmente
5,000 pesos i en seguida en 15,000. Por este úl-
timo precio se ofrecieron en buen numero a don
Manuel Ossa en la época que acabamos de re-
cordar.
Sin embargo, la riqueza positiva de Cachinal
no comenzó a abrirse camino hasta la prensa, es
decir, hasta la fama, sino en el corazón del in-
vierno qué acaba de pasar. — «Nuevos informes,
decia un diario del desierto (El ^Utrero de An-
tofogasta) del 16 de julio de 1882, nuevos infor-
mes de Cachinal nos asegura que la riqueza de la
mina Arturo Prat es asombrosa, tapto por la
abundancia de metal, cuanto por su lei subida.
i>Nos aseguran que se ofrece a uno de los so-
cios, por cuatro o cinco barras, la bonita suma de
50,000 pesos.
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— 672 —
i^Si Ift Arturo Prat no estuviera en tal bonan-
za, tal ofrecimiento no be haría por ciertq.
^Parece que una sociedad de Iquique ha envia-
do a la citada mina una comisión con el encargo
de estildiarlá i de proponer A sus dueños la com-
pra de ella.
3>0achinal va a ser mui luepjb uno de los pri-
meros minerales de Chile por la abundancia de
slis minerales i la calidad de sus leyes. d
X.
«Hállase el mineral de Cáchinal, dice la rela-
ción de un perito, que ha sido el primero ea
ensayar la descripción de aquel asiento verdadera-
mente anómalo, i por lo mismo rodeado de perple-
jidades i de especulaciones, hállase situado en un
estenso llano, con pequeños cerrillos i ondulacio-
nes de terreno, que nace del cordón de cerros, si-
tuados al poniente, llano qué se estiende al na-
ciente hasta unirse con una gran cuenca que
termina en otro cordón de cerros denominados
Sierra del Viento i de Varas.
3) Una capa del terreno de acarreo o de íjiluvión,
que en partes llega a ün grueso considerable, cu-
bre i encapa las vetas i el terreno de su yacimien-
to. La formación del terreno es en jeneral porfí-
rica, predominando entre las porfíricas el pórfido
cuarcífero en diferentes aspectos i condiciones.
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— 673 —
Las vetas en su totalidad son de criadero cuarzo-
sOy notándose hasta ahora la completa ausencia
del criadero calizo en esas vetas. Predomina en
esbe criadero cuarcífero el ouarato ferrujinbso, ásto
es, el cuarzo mezclado cotí cierta cantidad (le óxir
dos^e hierro. En cuanto a la clase de mineral,
ella no está todavía bien determinada cual sea,
porque hai la circunstancia de que la sustancia
tnineral de las vetas de Oachinal difiere por com-
pleto de lo conocido hasta ahora entre nosotros.
>En Jos minerales de Cachinal no puede ha-
cerse ia subdivisión en metales frios i calientes
tan conocida i tan bien determinada en otros mi-
nerales de la provincia de Atacaraa; porque en
Cachinal vemos en una misma muestra, el cloruro
al lado de la galena platosa i de los negrillos, i al
lado de éstos las pecas cobrizas abundantes .en la
íei de plata, pero que no tienen de cobrizo sino su
aspecto esterior. No es raro tampoco ver la afa-
mada peca azul de Chañarcillo, mezcla de cloruro
i de sulfuro de plata». (1)
(1) Informe del iojeníero de minas de U provincia de Atacar
madott José Antonio Yadillo, escrito en Valparaíso el 17 de
setiembre último. Un minero práctico que vL^itó a Caohiual en
ese mismo dia, viniendo. desde Antofagasta, se espresaba sobro
la estraña composición de ese mineral en los términos siguientes:
«Observanda el jianizo hasta 80 metros se ve que se oomponp
dd (fiorita i las vetas,. que varían de un metro a tres de ancho^
pueden considerarse como grandes inyecciones de pórñdo que
han atravesado este terreno. Este pórfido soporta, diremos asi,
EL L. DB LA P. — 85
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— 674 —
XI.
El asiento minero de Gaohinal» cuyo nombre
no nos parece reñir del cachi de los quichuas en
el cual quiere decir salobre, sino del cachi o cuar-
(K)r el muro superior la veta verdadera que es una cuarcita con
ancho mas o menos variable, la caal contiene un metal de buena
lei que se compone de cloruro i sulfuro de plata, carbonato i
sulfuro de plomo i plata gris, la que descomponiéndose hace ver
los verdiones que se obseri/an en la veta, llevando también el
t>órfldo benefició variable.
^Cerno se encuentra perfectamente definida la separación del
pórfido de la cuarcita, se llega a opinar por algunos que esta es
una formación de dos vetas enteramente distintas, siendo eata
última iiQUcho mas jóven^ habiendo logrado abrirse paso por me-
dio del pórfido'i colocarse jeneralmente en la caja naciente, aOD-
iqüe en algunas partes aparece en medio de eate lUtimo* .
>Li^ veta de la «Arturo tiene 2 metros de ancho en la superír-
cie, disminuyendo en hondura. El rumbo es de 45 N. O. i como
hemos dicho, de recuesto muí variable.
>£I metal que se obtuvo en el trabajo de la superAcié Fué al
principio de 20 a 30 marcos qde no coavenia mandar d Ui costa;
pero tan pronto se hizo el alcance de qlie hemos hablarlo, su lei
Bttmentó notablemente i principiaron a remitirse a Antofagasta
de 80 á 100 marcos. Existe cerca del pique del malacate un graa
rasgo que se estendíó en buen beneficio hasta 45 metros, desde
donde hasta planes se ha estado sacando solamente metales de
labor^ dejando los puentes respectivos^ los que han veoido a
manifestar o dar una idea de la importancia de la mina. ^
>Et trabajo qué se sigae es de piques i frontones, tenien<io ios
primeros cinco metros de hondum i distando entre si deeile 15
hasta 30 lUétros. Los macizos que se forman de esta manera son
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— 675 -^
90 (b los mineros (1), ha sido oompamdo por
algunos a una inmemsa parrilla de- vetasl «ñtre*
amigadas de lei <raas o menos bája^ peno de «iqa
potencia rara vez enoontrada (eii nuestro snélow
Háinlo asemejado por esto algunos al fnitierál de
HiianQhaoa i otroe ,al de Névadai pero al qne^
dado caao qne «ü estriietüm íuera tan vaste eomo
se le pinta^ aeercariase tnuoho. mas da cérea set-
ria a Cerro de Pasco, que. según Paa Soldfin es
todo una masa metálica de.bifija Iei«-rc€uálqbié^
ra que tenga nociones de lo que es un asiento mi-
^ ;^
demasiado delgados a nuestro jai ció, i modificándolo; en el senti-
do de nn ma^or grueso, creemos qne se consultarían tanto los
deséoiB de los directores del trabajo como también los intereses
de los 3p«ñ08. Por otiá parte, creemos también que deíie variar-
se* el efieatevige actual que presta muí poca eomedidfiui i seguri-
dad a los operajri^
>Una obser^acifSn atenta nos permitió constatar fue a map
de tener la ihina muchos cruceros cuyo espesor varia entre un
centímetro i dechnetros, une la gran ventaja do 1& no existencia
de chorrots, qne pueden dislocarta o haoerla sufrir bualqtiier ac^
ci^eate aerio ja de ^k^dón, ya de otro» jénero, lo que ' piaxi^te
a^gc^^r que marcha uniforme i con Teg]:|Iari(}a4 a im^or hon-
dura*.
(1) «Obsérvese que la palabra ¿ratrAí, dice el doctor Philippí en
sus Viajes eltttdos (páj; 17), es deHdiomá quichua í quiera decir
solado Q salobre.»' Peiv) desde que e) mineral de QaeháQales
cuarzoso c^mo acabamos de ver, se hace ipas.prpsumible q^e. el
non^bre se refiere a la sustancia mineral (cachi) que ^1 dicciona^r
rio de la lengua define como cuna especie de piedra blanpa, se-
mejante al alabastro, que contiene algunas partes dé plomo i se
encuentra en lái obinta arjekitifieilM de Améfka». ^' -
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— 676 —
ñero, agrega a este reepectó el injeriiero Vacilo
ja citado, no puede menos de considerarse el mi-
neral de Oachínal de la Sierra como un mineral
de importancia i porvenir, no por cierto como leí
subida en sus metales, ei decir^ que no debemos
considerarlo mineral rico bajo lese respecto, sino
como abundante 'en metales de baja lei i en vetas
de mucha potencia, lo que indudablemente hace
la importancia de Oachinal como mineral indus-
triáli bí pudiéramos llamarlo asi.i^
XII.
lío tenemos, por nuestra parte, en manera algu-
na el propósito de hacernos parte en el estudio
de las perspectivas i lidustriales del nuevo mine-
ral, según lo hemos declarado en diversos pasajes
de este libro; pero debet nuestro es dejar recor-
dac^Q que desde los primeros días de .setiembre
último se pronunció en los mercados de Santiago
i Valparaíso una verdadbra fiebre arjentífera, co-
mo la de Caracoles en 1871, con motivo principal-
mente de haberse lanzado al ajio. en la bolsa de
esas püizas las accione3rde tres^ sociedades forma-
das con porciones de la ArtuT^o Frdt\ cuya mitad o
sea doce barras, con algnnoá apéndices, fué ven-
dida el 1*2 dé. ese mes por 1m enonno sn-na de dos
i medio jnillones de pesos. , .^
Conjuntamente £on esta sociedad que se llamó
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— 677 —
«Gran compañía Arturo PratD, aparecieron las
sociedades denominadas Minera de Oachinal i Es-
meralda de Atacama^ cuyos cupones lanzados al
precio moderado i verdaderamente representativo
de 70 pesos por acción, alcanzaron en pocos di as
precios fabulosos para buscar en seguida su ni-
vel. (1) ■ '• • '
. (1) Las 24 barras ie lá Arturo Prat quedarda distríbuidaB de
esta tpaaerlL Lfi gran coQipañía se fondo con 12 barras i a éj^AS
han debido inoorporarse mas tarde 4 barras adjudicadas por.^1
sefior Barazarte a los menores h^'os de don José Antonio Moreno.
— La Compaúía Minera se estableció sobre trasbarrás vendidas
por el descubridor, S^ói'ón Figaeroa, a razón de 1,000 pesos
barra> i. la Esmeralda sobre caatro: harías enajenadas en oompa*
fiía ppi: el desccibridor.Peaañel a un sefior F. de' JB., Bustos,, i
por éste a. lo8,aprecia!;xI^a hermanos don Juan i ^^n Joaquín
Walker, en la suma de 185 mil pesos.
' Tiá barra que hace falta para completar la cuenta, había sido
comprada por el doctor don Joaquín Noguera en 10,000 pesos i
ésta fué enajenada por 70,000 pesos con cargode devolución cuan-
do'los compradores^ se l^abíesea cubierto del doblé de esta sutna.
• Bnráanto a ias fluctuaciones que en el mercado han lienido'
las aoeion^ de estas icempafiias^ héaqai algunas tomadas de
loa bolettne» de los' diarios en sus épocas:
Compañía Arturo Praí,— (Setiembre 13) 135 pesos, (setiem-
bre 20) ISO pesos, (8€tiembre.23) 135 pegaos, (ootubré 24) 105
paBO% (aoriembto 24>08 pesos. < t
Gonipañia fninerd.-^SeÚemhfe 13) 380' pesos, (setiembre)
20) 828 pesos, (setiembre 23) 345 pesos, (octubre 24) 235 pdsoi
Esmeralda.'^(Emitidaú a 70 p^os)^ (setiembre 13) 22& pe-
sos, (8etíémbTe2Q) 225 pesos, (setiembre 23) 255'pésos/ (octu-
bia 24) 150 pesos.
La S6cieM Beneflolattora eüablécída junto a -la aguada de
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- 678 —
XIL
. lí"© poiídremqs, uosptrps la mano ni síqn¡«rj» el
dqdo en la BÍgnifícacion njoral i mercantil ó& este
ardiente juego de papeles, en puntos comf^letu-*
mente alejados de la vida industrial cuyo nombre
toma i que algán espiritual llamo ae\ juego del
tatftoD. Pero es etidéftte que tales situaeiottes le-
jos de beneficiar a la industria sana del país, le
causan daño profundo i al fin lo postran. «Hemos
oido calcular, d^cia a este respecto un bien intea<-
Clonado artfculista » principios de octubre, q«e
las cotizaciones actuales de las acciones mineras
corresponden a un valor do 22Ó a 250 mil pesos
po? barra de la mina Arturo Frat! I^as dpmás mi-
CAobiBaJ^ «a 1881, en un espacia > eercadb de 170 metros de '
lairgo por 140 de ancHo, ha}o }a direccíáo del injeniero i^niin
Bnsiemis, ha ¥Í3to descseoder bub aoeienes que, en octuiure sece^
tizaban por 3,000 posos a 1,500 pesos ^iií)Viieaibre 24), es decir,
a la msted.
Por lo demáis, estas perturbacicoies del merecido i delcríteria
son comnaes a todos los países i a.todtrisr losHkae^brietieAtes'
como lo hemos dejada, demostrado ai hablar de JüemJa i de^ ws
ajios. — cToute deoon verte «(dioe na mineralqpaka iljaatre), tonrt»
explet!ati0Q "de íntne est pac instan ta kk bánae de fortunes iaee-
parees que trooblent toafcee lea úervelles, eSb quelqne feÍB tont
d'abord celle de rheureux gagnant. C'est nue lottti^e eldea^plns
dáiigéreii0es>.--!(SiiiONii!í«^¿tr;Afimife Jmepkmin, ifáf. 33lr)i ^
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— 679 ~
sas no txm iiíguo mas que una boniia o iajeai'oefi
colección de nombres, como sucedió en Cfitacoles.
Habrá por decontado una Flor del Desierto^ una
Fo7iunaj una Buena Es^étanzay una Los Amigos^
una Veintiuno de Mayo, una o dos Esmeraldas,
una Atammeñáy una Estrella de Chile^ etc., etc.
Hasta la raifcok>jía tendrá sus representantes. Es-
tamos seguros que habrá una DianUy uüa Venus
(que la comisión científicíi puede ir a observar
oportunamente), Mercurio^ Júpiter, ete» *
pSabemos que. en el vecino puerto de Valparaí-
so el termómetív marca mayores grados de c^pr.
Ahí la fiebre há pasado a tifus. X^os flemáticos in-
gleses son difíciles de entusiasmarse, pero Dios
nos libre cuando los coje el entusiasmo* La pesa*
da masa corre siempre mas veloz cuando riieda
por el plano inclinado de las especula^^iones que
no tienen asidero ni base sólidal
]»Lo6 neófitos son Ion paganos. Sq ha visto que
lo que ¡anhelan es ooo vertir en dinero lo pocoqqp
tienen para adquirir Cachinales, Esmeraldas, Mo^
nonas, etc. Ayer se han vendido a' vil precio ac-
ciones del Banco Nacional, del Banco Valparaíso,
4e la Corapaüift de Gas, del Banco Agrícola, etc.,
para comprar Qachinahs. . Sáe ha cí'eido cambiar
piJkpel por plata ¿/a^ica/i.nada ha pairecido mas
cuerdo en la bolsa* Dios nos ampare en medio de
la tempestad que ya vemos descargarse. Ul hori-
zonte no asta aun mui oscuro, pero se divisan al-
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— 680 —
gunaa negras nubes. Es preciso enmendar el rom*
bo.D (1) : I
xm.
Entretanto, lo único que se halla bien estable*
cido como axioma en materia de trabajos de mia-
ñas verdaderamente productivas para sus dueños
i para el país, es que las asociaciones de minas
deben agruparse, si es posible, en la boca de aque-
llas, como sucedió con las descubridoras de Oha-
ñarcillo i después en mayor escala con las de Ca-
racoles i las de Nevada. Personas intelijentes cal-
culan que sin la asociación de las' descubridoras
dé Caracoles, la mayor parte si no todo 'el producto
de las minas, habríanselo llevado los injenieros i
los abogados, por los pleitos de internaciones,
deslindes, etc., al paso que, cuando por los años
de 1858, comenzó la primera decadencia de Oha-
ñisircillo, el benemérito i honrado señor Pissis es-
cribió una interesante memoria para demostrar
que si a mas de la Descubridora se hubiesen tra*
bajado todas las minas de Chañarcillo, por una
sola cuerda, por una sola compañía, con un solo
pique central, habría producido aquel el doble
de lo que ha rendido, porque se habría economir
(1) Artícdlo publicado eü El Fertoearrit del 7 de octubre de
1882 con el título de Fiebre minera.
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- 681 --
zado el doble ea I09 gA&tos* cAl dixi^ir, dice el
autor citado, a propósito de los peligros ^^ frac-
cioDiamieato de tQs dorecbOa mineros». al dividir
UQ mineral en infinidad de peqpeñai} pertenencias»
la lei lo transforma en una especie de lotería en
donde cada uno viene a toiíiar un boleto. Desgríi-
ciadamente semejantes boleto^ cuestan mui caros
para los que la suerte aleja de los centros ipetalí^
fepos, i es este el ipayor número. Alucinados por
algunos alx^anc^ de sus veciiíos, yau siguiendo su
laboi^eo en una veia. estéril, siempre con la ^spe-
rafiza de llegar a una gran riqueza i concluyen
por enterrar en ella toda su fortuna. Tal es, en
pocas palabras, la historia de todos los minerales
de la América del Sur.D (1) ,
XIV.
Entretanto, i en pos de la mina descubiido*
ra que tiene una pertenencia de mas de 700
metros de corrida reconocidos en partes por diver-
sos piques i frontones, han aparecido al sur^ al
norte, por el oriente i el ocaso innumerables ha-
llazgos de un valor incierto todavía, pero que po-
nen de manifiesto la existencia de una rejión me-
(1) Pissm.'-^'iíemoria citada de 1868* — Entre los anexoa pa«
blkamos ftlgooos de ios cáloalos i roüexioneA que sobre esta
particular fommU este distingaído níneralojisüi»
KL L. DB LA P. — 86
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— 682 —
talífera tan abundante como las mas afamadas de
la América. (1)
Entré estos descubrimientos se han hecho par*
ticnlarmente notables el de la mina Fresia^ a es-
tacas de la Prat, la Emma^ la José Francisco Ver*
gara, situada cerca de un quilómetro mas al norte
fia Arturo Soto, descubierta por el asistente del
valiente coronel don José María Soto, quien, des-
pués de cumplir valientemente en Chorrillos las
órdenes de su jefe i de asistirlo hasta dejarlo re-
cobrado de sus heridas, desembarcó en Tíiltal<íon
su rifle, una talega de pesos, regalo de su agrade-
cido superior, eñ el bolsillo i 300 tiros en su ca-
nana. I en seguida, habiéndose puesto a catear
en una rejión solitaria, a guisa de precavido mi-
(1) Según au croquis (uo oñcia)) qae a principios de noviem-
bre tuvimos ocasión de ver en Vifia del Mar, los reconocimien-
tos verificados en tres piques o galernas (le las perteneacias de
la descubridora, abrazaban sob uu espacio de 180 metros de
corrida/ quedando por reconocerse 248 metros de pertenencia
hacia el norte i 232 mas lidcia el sur. La lei del metal, en opo-
sición a 16 que se ha observado ^si siempre eri Chile, mejora
¿n profundidad, siendo por este motivo aquel asiento uno de
esos minerales que los mineros llaman «efn A», en oposición a
los minerales «ea V»; que tienen su beneficio en lá superficie
i angostan hacia el fondo.
Se nos informa también que al nombrarse un esperto admi-
nistrador para las minas descubridoras, «e va a-Iabrar un pique
central de esiracción, i esto hará al mineral tanto bien como mal
verdadero le han orijinado los piques de la calle de Huérfanos.
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— 683 —
neró i de soldado que volria veaoedor de diez
combates, ahiiyentnba a b il^zos ai todos m\n corrí'
petidores, haciendo asi que el plomo, que miele
ser aliado inseparable de la plata, fuera en esta
vez su precursor.... " ' '
XV.
Junto con la prosperidad de la mina Arturo
Pratj su venta i su rendimiento efectivo, que en el
mes de octubre último ha sido de qqince rail
marcos de ñno, hase despertado en todas la^ rejio-
neá del norte un febril interés, por las empresas
4e cateo, al pivso que de una rtupi^r.^ notoria \\^ii
mejorado muchas de las minas antiguas, especial-
mente en Ohañarcillo, en Lomas Biyas, Bandii-
rrias, Garín i la Florida, apareciendo nupvos dea-
cubrimientos arjeqtíferos en la sierra de Arque-
ros (Ghapiloa), en Elqui (Cerro de ¡a Piala), en
Pabellón (mina de los Baldos) en Vací Muerta,
en el cerro del Pingo, un poco al norte de Tres
Puntas, donde dícese haberse encontrado o.l fa-
mosísimo derrotero del chango Araoeiia^ i hasta
en las.puertas de la capital, i en su corazón mis-
rao, porque la mina llamada Lampa, situada fren-
te a la estación de Batuc*o i en el llano que cubre
su laguna, está produciendo abundantísimos me-
tales de 45 marcos. Aun el Santíi Lucía ostenta
en el cachi de sus intersticios basálticos muestras
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— 684--
O pecas isospechosaa dé plata i t|Tae eh realidad 8on
de oro^ segán el siguiente certifíoado de aa hábil
i esperimentado químico:
CASA DE MONIáDA.
Santiago, noviembre 20 de 1882.
Señor Benjamín Vicuña Mackenna.
Estimado señor i amigo:
La colpa metálica que tuvo la bondad de remi-
tirme en días pasados para examinarla, proceden-
te de éscavaciónés practicadas en el «Santa Lu«
cíai>,= esuna inasa de pórfido cuarzofeo, impregnada
de pirita arsenical de fieri'o. Ensayada pororó,
he obtenido una lei de obho castellattos de oro fino
por cajón de 64 q^uintales espiañoles. ■
Saluda a Ud, su amigo affmo. i S. S: '
A. Brieha.
¿¿A dónde vamos a dar con tanta plata?TE> es-
• clamaba con este motivo después db anunciar la
relación palpitante de tres o cuatro ricos descubri-
mientos arjentíferos un escritor de' la prensa dia-
ria; i esto es tal vez lo que el país se pregunta
a sí mismo un tanto atónito a esta hora. (1)
(1) Se puede asegurar que no pasa un solo día sin que los
diarios de la capital i los periódicos de proviacía^ dejen d^ re-
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— 685 —
XVI.
El año presente de 1882, habrá dé llamarse
por esto, como el de 1848 (1), el afio de la plata,
i el conjunto de circunstancias que .acabamos de
consignar de prisa, como quien llega al término
de largo viaje, dará Ihgar a que este libro, que
jístrar algún nuevo ti,lcance, o cateo, o descubrimiento o derro-
tero, i los que dejamos nombrados son apenas los mas néñoi o
los mas bullados. En el último lugar del atiexro de este nltitno
capítulo publicamos, conforme a nuestra promesa, algunos datos
curiosos sobre el derrotero del chanco Aracena i otros descubri-
mientos no menos dignos de atención para los que én las minas ^
no solo buscan pesos fuertes sino-ilusiones.
ün punto de importancia a que nos permitimos llamar la
atención de los hombres de inflaencia pcriítica de nnestro pals^
es a la necesidad absoluta, que i^salta de la lectura del pre-
sente libro, de acometer la reforma inmediata del Código de
Minería vijente, que ha sido un verdadero retroceso para esta
indastria. En este sentido, además de los numerosos libros i fo-
lletos a que nos hemos referido en este volumen, pueden con-
sultarse las siguientes publicaciones:
Lei i reglamento de contrihidón de minaSf Lima, 1877.
Explotación de minas ^ por Enrique Fonseca, 1873.
La minería nacional i las camas de su poco desarrollo^ por
Guillermo A. Walker, Valparaiso, 1871.
Establecimientos fiscales de minas i fundiciones de Alemania^
por Gustavo Gabler, Santiago, 1875.
La situación económica^ por M. Concha i Toro, 1876.
Proyecto de reforma del Código de Minería,, por José María
Groyenechea, Copiapó, 1882.
^i) Como el lector probablemente lo rebordará, el ado de
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— «86 —
tal vez habrá de ser seguido de otro análogo sobre
el cobre, tenga entre «iis escasísimos mereciraien-
tos uno que ni la mas sórdida emulacipu se atre-
vería a disputarle — <tel de la oportunidad».
Las pajinas del Libro de la plata habrán de ser
de esa manera los pañales en que ha nacido el
año efe la plata; i por esto, al poner fin a la ta-
rea, nos será lícito sentarnos a descansar a la som-
bra de los duros farellones i esperar tranquilos
que el recién nacido tesoro crezca i corra como el
ancho rio, i derramando su linfa sana, limpia i
1848 txké el del descabrímiento de Tres Paotas, el Retamo, efca,
la gran edad de la plata en Atacama.
«Por esa época, decía oa diario del Norte en el mes de ocia-
bre último, recordando aquella estupenda bonansa, anunciábase
al mundo la minería, con Iq^ descubrimientos de los minerales
mas fíimosos del país i de ambos continentes. Cbaaarcillo, Tres
Pnntas, Lomas Bayas, Manto del Indio, Jesús María, OháQa-
ral, Carrizal, Oachiyuyo i otros muchos filones rieos i fecundos
en pastas minerales.
i^Copiapó era uu nuevo California. Cerro Blanco, Somolanas,
Ojancos, Zapallar, Mantos de Oro, Ohanchoqnin, Ladrillos, Pu-
quios i demás centros de actividad industrial, eran los ricos
placeres que daban celebridad i riqueza a esta laboriosa ciudad.
i>Copiapó, como Ortlifornia, Potosí, Valenciana de Méjico, Fa-
matina. Las Condes, Cerro de Pasco, era un jigantesco emporio
de riqueza ({ue habia llamado la atención con su prestijio i re-
putación, de los mas exaltados viajeros europeos i americanos.
Atacama era por ese tiempo lo que será mas tarde Villa- Rica,
ese depósito grandioso de riquezas minerales hecho por Dio.s
para la felicidad de Chile».
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— 687 —
fertilizante por el suelo de líi patria, aumente la
fortuna de sus hijos i el esplendor de su nombre
de nación rica, honrada i trabajadora.
ANEXOS AL CAPITULO XXIV.
DISCUSIÓN HABIDA EN KL CENADO EN LA SESIÓN
DEL 15 DE DICIEMBRE DE 187C SOBRE LA ERECCIÓN DEL DE8IKRT0
DE ATACAMA en TERBITORIO DE COLONIZACIÓN, CBEÍNDOSE
LOS DEPARMSNT08 DE TALTAL I BLANCO ENCALADA.
I.
(Eatracto.)
Puesto en discusión el proyecto del ejecutivo formulado por
el señor ministro del interior don José Victorino Lastarria, pro-
yecto de leí, cuyo artículo 1.® comenzaba^así. — « Art. 1.** erfjese en
territorio de colonización con el nombre de territorio de Atacama,
conforme a la (el de 18 de noviembre de 1856 la parte del de-
sierto de Atacaraa que pertenece a la repúblicai>y pidió la pa-
labra el honorable senador' por Atacama don Pedro León Gallo
para impugnar el proyecto por considerarlo ineficaz i aún <icontra'
prodncentei». El Jioiiorable senador alabó los propósitos patrió-
ticos del autor del proyecto^ . pero negó que debiera gastarse
30,000 pesos en plantearlo^.
«cAhora, señor'^ exclamó el distinguido^ epre^entante, ¿qué ven*
taja sacaría Chaüaral, q^ie es el punto mas importante, con pa-
sar a la categoría de capital de depaitamento i ser rejido por un
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gobernador en lugar de un subdelegado? Absolntamente ñinga-
ña; porque el gobernador no podría haoer nada mas que lo qoe
hace el subdelegado. ¿Qué elementos nuevos lleva ^n ai la auto-
ridad por llamarse gobernador en lugar de subdelegado? Yo no
los diviso. Para el gobierno de Chañaral basta el subdelegado.^
I en consecuencia concluyó por proponer el siguiente proyecto
de acuerdo de aplazamiento indefinido de la discusión del pro-
yecto.— «Prorrógase indefinidamente la discusión del proyecto que
trata de crear dos departamentos en la provincia de Atacama,
asÍ4K)mo la que declaia esa misma rejión territorio de coloni-
zación]».
Inmediatamente el senador por Santiago don B. Vicuña Mac-
kenna usó de la palabra, i tuvo lugar la discusión que en se-
guida copiamos del respectivo boletín oficial:
«El señor Vicuña Mackenna, — Si el honorable senador por
Atacama no hubiese dado durante su vida pública pruebas taa
evidentes de patriotismo, me creería autorizado para manifestar
estrañeza al tomar nota de su oposición a un proyecto que tan
directamente favorece a la provincia de que es representante.
»El señor Gallo. — Soi senador por Atacama; pero represen-
tante del país.
♦ i>El señor Vicuña Mackenna. — Era ese precisamente el punto
de vista en que colocaba la oposición de su señoría, i así única-
mente la concebia i me la esplicaba.
f i>Porque ¿cómo podrá creerse que el señor senador por Ata-
cama combatiese un proyecto que, aunque imperfecto, ha sido
ooncebido en esclusivo beneficio de aquella provincia? ¿Ha
echado en olvido su señoría que en Atacama todo se ha debido a
la fortuna o a la casualidad de los descubrimientos i que todo
lo que sea dirijido a ese fin en esa provincia ha de conducir de
un modo u otro a su prosperidad?
:»EI filón de una mina del desierto ha bastado para enriquecer
en cinco o seis ocasiones a aquella provincia i arpáis entero.
3>Por otra parte, hoi qtie una crisis jeneral nos agobia ¿no es
acertado volver la vista a esos parajes iuesplorados, pero que se
sabe contienen riquezas dé variedad infinita? ¿No se hallaba el
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_ 68á —
Ferú en semejantes condioioDes cuasdo coineDzó á Dotar la es<'
tinción del guano de las Chinchas? I no volvió entonces cuerda*
mente su atención, i sus recursos al desierto de Tarupacá, que
no es síkko una oóntítiuación del desierto de Ataoama?
»¿I no han sido precisamente los salitreros ide aquello comarca
las que han mantenido el nervio de la ríque;sit en el país después
qne se había agotado el oro., la plata i el guano?
:b¿1 por qué no hariamos nosotros otro tanto con eso Tarapacá
chileno que tenemos enclavado en nuestro territorio?
>Por esto, como miembro dé la comisión de gobierno, no. va-
cilé en aceptar el proyecto^ del honorable seilor Lastarria con
algunas limitaciones. I debo agregar que ahora estoi .dispuesto
a abandonar algunas de esas limaciones en vista de las diarias
noticias qué nos llegan de descubrimientos fósiles en el desierto
i de la feliz esploración que ha practicado últimamente el Abtao.
j»I aún niotoexá licito agregar que cuando el honorable minien
tro del interior presentó su proyecto deleí sobre Atacáma, en
su calidad de senador, tenia en cierta manera anticipadas lag
convicciones que manifesté en mi informe i ahora reitero, porque
precisamente me ocupaba en esa. época de estudiar la solución
de nuestras dificultades impulsando los intereses de la minería
i estimulado a ello por el consejo de un. ciudadano tan patriota
como conocedor práctico del desierto, i que en un folleto que
tiene ya tves años de fecha, ha manifestado la convicción mas
profunda sbbre las riquezas fósiles i minerales que en aquellos
parajes existen. Me refiero a mi distinguido amigo el señor José
Santos Ossa que .ha. estudiado el desierto Je Atacama desde su
juventud i se halla familiarizado con sus penalidades; pero
también con sus recursos. .
:dSí el interesante libro del señor Phiiippi no ha impulsado al
país en el sentido de esas esploraeiones, débese principalmente
a qne ese distinguido sabio hizo solo una escursión veraniega
por él desierto i mas como botánico que como mineralojista
práctico.
i^pe todo o^to reauita que por lo menos es. útil propender por
cualquier camino al desarrollo de aquellas riquezas tnas o me-:
EL L. DE LA P.--87
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— 690 -
nog considerables i que en cierta manera yacen sobre la super-
ficie de la tierra.
^Por esto consideraría como un acto antipatriótico no com-
batir decididamente la indicación previa d«l honorable sefior
senador por Atacama que mata entes de nacer esta esperanza
qne tanto halaga a los pueblos del Norte.»
A esto agregó el seflor Lastarria ministro del interior las pa-
labras siguen tes:
...dYo pediría al nenado que rechazase el proyecto absoluta-
mente, antes que aplazarlo en esa forma. Bspcro que la votación
del senado sea adversa a la indicación.
]>For otra parte, el pueblo de Chije produce un fenómeno bien
raro: donde quiera que haya esperanza de plantear i fomentar
una industria, la población afluye i se organiza por sí sola. Yo
he visto literalmente en la costa de Bolivia, formtH'se' en un aGo
una población de 10.000 habitantes, casi sin autoridad i sin
ca8i>(l).
(1) El ministro Lasturria al solicitar la aprobación de bu proyecto
que presentara antes como senador, obedecía a una convicción tan pro-
funda como antigua i bien inspirada. En sos ya ettadae cartas al ministro
de Bolivia señor Frias en 1872 decía en e/ecto estas palabras:
«La infatigable iadustria minera de CKile había ya plantado su pabe-
llón en la costa del desierto» convirtiendo en puertos accesibles al comer*
eio i a la navegación las caletas de Flamenco, Cbañaral, Pan de Azúcar i
Taltal. Esa misma industria, atraída por los veneros de Caracolea, nom-
bre que Díaz Gana dio a su nuevo mundo, ha improvisado en seis meses una
población de mas de cíen casas en Antofagasta i otea de mas dé doscien-
tas ea Mejillones, con casas de crédito i de comercio^ destiiackmes de
agua salada, empresas da acarreo i de otra-^ especulaciones.
»E)s digna de atención la invasión de esta industria en ia QO^t^ del de-
sierto. En Chañaral, los injeníos de fundición, com^ en las demás caletas
pobladas, han sido los iniciadores. Una población mayor que la de Caldera
se ha aglomerado ahí, levantado una ciudad regular, donde no había mas
que negras rocas i ardiente arena. La autoridad no ha aparecido sino para
hacer política, cuando hubo electores; p$ra despotizan cuando hubo habi-
tantes; para cobrar contribuciones, cuando hubo metales que esportar,
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— 691 —
>He rato improvisarse las poblaciones de Anto&gasta, Me-
jilIoDea i Caracoles. He admirado los h&bitos de orden i de mo^
ralidad observados por habitantófr de nuestra república en esos
lugares. He he encontrado en ciertos puntos, donde^ habiendo
4,000 trabajadores, no existía, sin embargo, nna sola autoridad ;
liabin, es cierto, algunos desmanes pero no frecuentes.
»¿l*or qué, pues, en el caso de que ahora tratamos i refirién-
dome al nuevo departamento que se pretende crear, no ha de ir
la autoridad a prestar a la población el amparo legal, facilitan-
dolé a la vez elementos de progreso?
¿Por qué no. hacer otro puerto mas al norte cuando tenemos
la facilidad de realizar ana esperanza bien fundada, cual ^s la
de descubrir un puerto de escelentes condiciones, a inmediaciones
de la parte central de la costa del desierto, pndiendo, por con^
sioruieate, las exploraciones abarcarlo todo sin gran dificultad?
I todo ello con un pequeño gasto porque el ínjeniero mismo dice
que no se gasfaria mas de cien mil pesos en un camino hasta
las salitreras de Agua*Amarga, Cerro Negro i otros puntos
i cuando hubo traficó en callea i caminos, que ella no habla trazado i para
los cuales no había dñáo un solo peso. Se estíenden rieles, la locomotora
silba i remonta hasta cuarenta millas en el desierto. El gobierno no había
tenido t)árte«n ello, pero con el pretosto de que la locomotora ahuyenta
las carretas, le impone una fuerte patente de peaje, i deja subsistente, sin
embargo, la que pagan aquellos rehiculos. Así se proteje el desarrollo de
aquella Industria tan activa, tan poderosa, i que proporciona a Chile, no
solo un nuevo territorio, sino también las cinco sestas partes del valor de
sus esportaciones.»
Esto decía el publicista al comenzar su carta (páj. 6), i al ponerle fin
(páj. 88) agregaba a propósito del viaje de Philippi.— «Yo que estudiaba
el desierto desde que fui minero en Tres Puntas en 1852, que habiar rocoji-
do datos preciosos de todos los que lo conocían i que me sentía fuerte-
mente atraído por el interés cíentifico, traté de levantar el crédito de es-
ta rejíón en un estudio crítico de la obra de aquel sabio; pero a pesar de
todo eso, el desierto de Atacama iio inspiró mas interés, i los dominadores
de Chile continuaron apreciándolo solo como un gran territorio que coa
venia defender, por «t acaio.i^
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_ 692 —
donde existen Taliosas Balifcrerits i minerales de plata fáciles de
esplotar.
»Uno de los ii\jenieros me ha enviado nna maestra de plata
con lei de no menos de <;ien marcos.]»
GontínuÓ el debate volviendo a insistir el aator del presente
libro con nuevas razones en la conveniencia de abrir las puertas
del futuro a aqnellos ricos territorios; pero habiendo venido en
ausilio del señor QMo la opinión, la palabra i el presbyio del
sefior senador por Taloa don Antonio. Yaras, la proposición de
aplazamiento indefinido fué votada i aprobada por 8 votos con-
tra 5. (1.) . . •
(Este mistno proyecto es el que ha sido renovado i^ora, no«
viembre de 1882, wpor el Ejecativo^ después de seis años malo-
grados, solicitando la creacLón del departamento de Taltal).
(1) Los mineros del desierto no parecen haber olvidadc^ác límente este
singular debate, porque en una carta de Pan de Azúcar escrita al autor de
este libro, el 24 de agosto de 1882, un antiguo' e intelijcnte cateador se
espresaba en los- términos siguientes:
«Desde .antes que yo fuera humilde empleado de la Nación, me penetré
de la importancia de esta olvidada parte del país, haciendo» en distintas
ocasiones, publicaciones que despertasen algún interés en loi ánimos es«
peculadoros. Casi al mismo tiempo, envié algunas cartas a personas influ-
yeates con. el objeto de que consiguiesen la recalada p*eri6di(^a de vapores
que facilitasen al hombre cateador el medio de introducirse i c^jorcer su
penosa tarea. Todas ellas fueron cortesmente conte&tadas, pero, como con
ofrecer nadie ha quedado pobre^ no pasó m^s allá esa galantería de, pala-
cio i altas rej iones Solo Ud., que menos interés tenia* empleó sq palabra
en bien del desierto, que si no hubiera sido por la falta de datos con que
sostuvo la importancia de estos rincones i la mezquindad de los goberiuin-
tes, no lo habria hecho hacer alto el senador don Pedro L. Gallo, el que
menos conoció el desierto i el único qve no debió hablar en su contra».
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— 693
IL
OARTA AL AUTOR DE DON HAKUEL OSSA, JKFe DS LA OfiÁN
BSPEDICiÓN DE CATEO EK EL DESIKKTO KN MAYO
DE 1882.
' Señor B. Vicuña Mackentia:
Vampamento núimro l,-*^Norte^ 31 de mayo de 18S2.
...Antes de emprender la campaña que en este momento tra-
to de lleyar a término^ reioivi eapedícionar al sur de Copiapó
harta el famoso Ohañarcillo, tomando la línea que une ambos
puntos como limite por el este, el mar al oeste i los paralelos
(le los puntos de partida i término^ como limites norte i sur.
El objeto primordial de esta espedición fué estudiar la rica
rejión de Chauárcillo, para^ .{>or analojía, poder estudiar con los
ojos de la c¡enci% i de la práctica las rejiones situadas entre Co-
piapó i Taltal. Esta espedición ha terminado; i aunque los re-
sultados materiales han sido . negativos, en caoibio se han ad-
quirido conocimientos importantes, que formarán la Verdadera
base de investigaciones futuras.
Esta paife del desierto ha sido inui reconocida por el minero
práctico, buscando el rico filón, i es mui difícil al ojo €ftperto
del cateador se haya escapado un nuevo centra minero; puede
ser que^nuinuciosos reconocimientos llevadoá u cabo con regula-
ridad descubran algo que recompense con usura nuevas empre-
sas; pero e.^ iiidudable que lo mas rico ha sido ya descubierto i
que nuevos centros mtrieros no se fortüarán fácilmente en esta
parte del desierto.
El porvenir de la minería en estas rejiones no está basado en
nuevos descubrimientos, sino en la rehabilitación de minerales
antijTfUOs de oro) plata i cobre, abandonados por completo hoi dia
a oátisa de la riqueza fabulosa de la minería, que durante los
últimos cuarenta arlos ha causado, a^no dudarlo, la prosperidad
de la república.
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— 694 —
Los centros mineros de hoi dia, sin embargo^ como los anti-
guos, se están agotando con rapidez alarmante i Cim la notable
i sensible diferencia de qae el agotamiento de las minas que
actualmente «e trabajan, signiñea en mueba parte agotamiento
jeneral de su riqueza, hasta el grado de qne hoi dia, gracias a
los adelantos modernos, es posible trabajar con provecho, mien-
tras que el agotamiento de las minas antiguas es ^n su jenenili-
dad parcial, debido al sistema primitivo de los trabajos i a las
dificnltades consiguientes con que antes ^e tropezaba sobre todo
en las vías de acarreo i el sistema del beneficio.
Hai, pues, muchos centros mineros abandonados en el pri-
mer broceo que quizi ocultan en su seno inmensas riquezas.
Desgraciadamente para que esto se realice en la prictíca habrá
que tropezar en muchos casos con graves inconvenientes oca-
sionados por el aterramiento jeneral de antiguas minas, debidos,
mas que al tiempo i mal sistema 4le trabajos, ni pirquén aotnal,
que sin consideración alguna, est-á destrozando los minerales
actuales i concluyendo de destrozar los antiguoji.
A este respecto nuestra codificación minera no es bastante
teruiínante i es poco previsora. La antigua lejisiación ordenaba
que ninguna mina se trabajara sino por un perito .competente i
aprobado por la junta.
Hoi no tenemos junta de minería, i la que hnslsi hace poco
existi^ en Copiapó, fuá privada de la poca vida que tenia por el
mismo gob¡eriio,.dando el golpe de gracia a la única institución
(¡ue vijilaba el ramo mas importante de nuestra ri|ueza |MÍblic:i.
Para la vijilaocia de los trabajos de minas el Estado ha nom-
brado injenieros en los distritos mineros. Estos existen en el
nombre, i cuando existen no llenan su cometido, piies el Sitado
no les tiene asignado sueldo algnno!
El resultado de tan poca previsión por parte del Estado i la
f;«]ta completa de vijilancia para reglamentar i sistenaar los tra-
bajos de minas, será que nnestras industrias ^atractivas tendrán
que privar ni país de muchos millones qns quedarán para siem-
pre ocultos en el corazón de nuestros minerales; que la deca-
dencia de la minería, causa de justa alarma para todos, seguirá
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— 695 ~
de mal en peov, i como oonaoouancía Ió)ÍGii> el raa»o pvincipal
de nuestra esportación llegará a ser uno de los último^
¿Se ha previsto el resultado de este ñfial inevitable sino se
toman medidas oportunas? ¿Se ha olvidado que Chilles un país
eminentemente minero i que no. tenemos con qué reemplazar
esta fuente productora que se nos agota? ¿O cree la mayoría de
nuestros hombres páblicos que el desarrollo de nuestra agri-
cultura, mas lento que el desarrollo de los robles que crecen en
nuestras montañas, vendrá a . suplir siquiera en parte el vacío
que tras de sí dejará la minería?
En el día el fisco, creo, tiene una eutrada de n^as o menos
160,000 pesos por los derechos sobre el cobre, Qai muchos hom-
bres versados en la industria que conociendo a fondo el estado
de. postración por que en la actualidad atraviesa i previendo la
competencia de otros centros productores, han creído prudente
llamar la atenoión de nnestroa hombres. de estado háoia el Í91-
puesto que grav-aal cobra Oreen que su aboHci<Sn seria uu der
sahogo parala industria. £1 impuesta es.móderado isu abolición
en mni poco o nada aliviaría ahenfermo; éste necesita )reme4ios
mas ^aees.
CoDservar el impuesto i presuponer para fomentar,- reglamen-
tar i vijilar los trabajos de mincis su producido o mas si fuera
necesario, seria una medida de alta previsión.
Crear por ahora tres juntas de minería en las provincias de
Oo^iuiíabo, Atacama i Antpfagastu, cada una b^jo la presidenciH
del intendente de la provincia i dependientes todas ellas del mi-
nisterio respectivo, seria el copaplemeato. lia c]:ea(^ón de estas
juntas traería, entre otrasmejoras inmediatas, el nombramiento
de iujenieros competente i bien rentados que impvtlsarian
los trabajos de minas en toda foripa i darían uf fisco muí pron-
to su entrada en derechoi^ una caatidad mucho mayor de la
que hoi percibp por el cobre; i al país, si no una nueva era de
prosperidad, le evitiiria al menos males de considjeiracíón para el
por\renir.
Kuestra espedición al norte ha empezado. Los resultados pue-
de muí bieu que no se^n 1ís9PJeros, pero de todos modos deja*
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— 696 —
rán algún pequeño provecho, iilciUtando el camiao a nuevos
espl oradores.
Deseándole toda felicidad; etc.
• • ' • ■
M. OssA.
III.
APUNTES bEL MINERALoJISTA PISSIS SOftRE EL TRABAJO EK ^
COMÚN DE LAS MINAS I EN PARTICOLAR DE LA D« CHAÑAROILLO.
(Fijágmeates). •
^..Gl mineral de Chofiareillo consta de tres vetad dírjjidas de
sur a norte e incluidas en un espacio cuya anchura varía de-
200 a 300 metros. Estas vetas han sido reconocidas desde la
cumbre del cerro hasta la quebrada que conduce al Molle, es
decir, poco mas o menos sobre una lonjitud de 5^000 metros;
pero la parte en beneficio ocupa cuando mas 3^500 metros^ des-
de la cumbre haáta la miña Consiancia, i eníté estos dos puntos
el desnivel es como de 400 metros. Con 'Un Kjero estudio del
terreno es fácil convencerse que un socavón horizontal situado
en la quebrada qiie con4uce a la mina DescHkridora i díríjido
perpendicularmente a las vetas, habría' sido suficiefitepara po-
ner en comunicación todas las labores de la parte superior del
cerro; así las vetas cortadas* en mucha hondura habriaü podido
beneficiarse por el sistema de= trabajos poí 'bancos en 'todo el
espacio incluido entre las minas Candelaria i Dolores^ sea éobre
una lonjitud d^ 3,000 metros i acarreados los metales por "Soca^
venes horizontales i sobre fenrocárrílea; así por lo que toca a
ésta parte del mineral, el único trabajo preparatorio era un so-
cavón de unos 400 metros. En cnanto a la parte situada al sut
de la mina Doloreé Jf .*, habría sido suficiente un pique torno
situado en el lugar que ocupa actualmente la mina Constancia.
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— 697 -—
En fin, para alcanzar la hondnra aetnal de Iáb laboféft qne co-
rresponden a la parte del cerro, otro piqne tomo colocado a la
entrada del socavón o en el interior sobre la veta Candelari(i^
habría bastado para la estracción de todos los metales. Así
pues, el conjunto de todos los trabajas para la saca de loa meta-
les consta de un socavón de 400 metros, dos píqiies tornos i co-
mo 400 metros de ferrocarril. .
. Kl costo del socavón es de 19,156 pesos, el de los dos piques
tornos 96,000 pesos i los 400 metros de ferrocarril. 8,000 pesos;
avaluaremos en 50,000. pesos los edificios i talleres; i en fin» en
4,000 pesos el precio de los carros necesarios al trabajo de p
afios; lo que da por capital fijo 177,156 pesos, (J)
(1) A este mismo respecto será oportuno dejar constancia en este libro
del siguiente pasaje de la ya célebre vista que el fiscal de la Corte Su-
prema señor Vargas Fenteoilla evacuó- el 27 de setiembre último, a pro-
pó»to de la constitución legal de la Sociedad Arturo Prat i cuyo impor-
tante dqcameato ha sido materia de tantas opiniones i diverjencUs. : f
«Hai actualmente en nuestra» plazas gran abundancia de capitales que
buscan colocación; i esta circunstancia, junto con la de ser de suyo hala-
güeñas las empresas n^inertis, hace que toda empr^M^a de esta clase sea
recibida del público, o mas bien, de una porción considerable de él, como
una riqueza efectiva, i que muchos se apresuren a pagar las barras de mi-
nas o las acciones de sociedades mineras por dos o tres tantos mas de lo
qa0 valen. El resultado de esta fiebre que se apodera de los espíritus {is
.que se crea una masa de valores enteramente imajinarios, los cuales cir-
culan i sirven por algún tiempo de base a los negocios i al movimiento
del coniercio en jeneraL Llega después el desengaño; los valores im^in^-
rios se desvanecen, i el comercio que jiraba sobre esa base* sufre una per-
turbación profunda. Estf mui recienfe el ejemplo que nos dejó Caracoles
con todas sus sociedades anónimas i con todos los fraudes que la especu-
lación i la codicia emp^learon en ellasi para que haya necesidad de recor-
darlo aqi^í. La funesta crisis económica de que hace poco, tiempo hemos
salido, tuvo en gran parte por causa los abusos de todo jénero que entonr
T$es se cometieron a la sombra de una riqueza que la imajinación exaltada
centuplicaba a su placer.
¿Podrá el Supremo Gobierno mirar con ojo indiferente un mal tan grave
que amenaza repetirse a pesar de las terribles lecciones de la esperien-
EL L. DB LA P. — 88
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^ 698 —
Los gastos anuales seríaa los sigaieates:
Interés al 12 ^é i amortización de 177,156 pesos. $ 12,150
Administracción.i 27,000
210 mayordomos a 720 pesos al año cada uno... 151,000
Comida de 280 barreteros *ft 240 pesos 67,2C0
Id. 140 peones de cancha a 540 pesoá,... 75,600
5,968 jornales de peones acarreadores a 1 peso
50 centavos 8,952
816 dias de trabajo en los tornos a 25 pesos 20,400
605 quintales de pólvora a 20 pesos quintal 12,100
175,000 metros de guia a 5 centavos metro 8,750
Herramientas i composturas...* .....\. 33,600
Alumbrado : - 8,500
8)400 varas corridas a 16 pesos vara 134,400
Totol .: :.... I 559,960
El gasto correspondiente a 5 años ea $ 2.799,800
El gasto de los 55 minas en 5 años ha sido de... 6.367,065
Resulta, pues, una diferencia de 3,567,265 pesos en favor de
la compañía.
ciaj ¿Podrá permitir la creación de esta clase de* sociedades, o mas bien
dicho, podrá cooperar a su creación sin tomar medida alguna que precava
al público de las ilusiones de que puede ser victima? Segán los principioB
capitales de nuestro derecho público, el Gobierno és el gran tutor de la
comunidad chilena, 1 como tal está encargado de reoQOver los peligros i do
obviar los males que la .amenacen, haciendo uso para ello de las faculta-
'des que la Constitución i las leyes le tienen dadas. Por consiguiente, si
se divisa un mal en la creación repetida e inconsiderada de las socieda-
deá anónimas mineras, deber del Gobierno es prevenir ese mal por todos
los medios que están en su mano.»
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— 699 -
IV.
CL DERttOT£HO DEL CUaHOO ARAOBHA, SBOÚN ÜL 88ÑOR BAYAQO EN SÜ
HISTORIA D» OOPtAOÓ, FÍJ, i20.
...€Bn el año 1841^ trájose p^so del Paposo a esta ciudad a
nn chango llamado Mariano Aracena, que h^bia perpétralo en
el desierto varios alevosos asesinatos. Condenado a muerte por
los tribunales, confió a su defensor, don Vicente Quesada, con
el ánimo do poder obtener condonación de la pena, qne poseía
ana poderosa mina de plata hallada hacia ya varios afios por nn
tio suyo ya difnnto, llamado Nolasco Aracena, en nn cerro alto;
enteramente aislado, sitnado en las cabeceras de la quebrada de
Guchinal, a distancia mas o menos de tres leguas al oriente de
una vega ubicada en la misma quebrada, donde una hermana
snya, llamada Viotoria, mantenia una majada, la cual vega dis-
taba de la costa tal vez unas siete leguas.
»Lft veta se encontraba en el flanco oriental de dicho cerro,
que por ese lado es bastante arenoso, como a un tercio de la
bajada desde la cumbre, corriendo mas abajo de ella un sobre-
saliente filón de piedra negra qué va a perderse en la quebrada.
* ^La cavidad o picado formado*en la veta, de donde se habia
estraido ya una buena cantidad de lajuelas tle plata, se hallaba
tapada con un cuero sustentado por dibajo con algunas maderas
i cubierto de tal manera con arena, que era difícil sospechar
que allí existiera semejante tesoro. Para dar con él no habia
mas que medir unas diez o doce varas en línea recta hacia aba-
jo de un qnisco, notable por su hermosura i tamaño.
^Circulando la noticia en la villa, varios vecinos respetables
recordaron que en el año 1826 el citado Nolasco Aracena habia
venido del desierto i vendido a un bodegonero apellidado Agui-
lar varías ricas piedras de plata, i que poco después se presentó
al mismo trayendo ya una buena cantidad de ellas. Aguílar dio
paite a varios caballeros.de lo que le ocurría con este chango, i
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- 700 —
habiéndolo estos interrogado^ quedó él de participarles de la ri-
queza i de llevarlos a conocer la mina.
»Cuando ya estaban listos para emprender el viaje, el chango
desapareció i algún tiempo después se supo que habia muerto-
Vino a corroborar mas- la revelación hecha por Mariano, el íd>
forme que dio un comerciante español avecindado en Cobija» el
señor Artola, de que siempre habia comprado desde varios años
a Nolasco Aracena i posteriormente a su spbrino MariaoOj los
envoltorios de piedras-de plata en barra con que sdian presen*
tarse en ese puerto.
]» Mariano fué fusilado i hasta en sus últimos momentos oo
dejó de recomendar a su abogado que a toda costa hioidra viaje
al desierto para que tomara posesión de esa mioa, ya que su
opulencia no habia servido para librarlo de la pena capital.
2>Inútil es decir que machas espedíciones, mas o menos bien
equipadas i perfectamente advertidas de las deoiarcacioues del
punto de la riqueza, se han lanzado al desierto siguiendo el de-
rrotero del chango Aracena^ sin haber conseguido su objeto.
. Hase visitado toda la quebrada de Cachi^iaí^ se ha cateado na
qerro alto que parece .corresponder al cerro de ia riquesa i que
los changos denominan <kK1 Difunto:»^ se han recorrido todos loa
alrededores hasta llegar por el lado nortéalas dereceras da
J^aposo i por el sur hasta las serranías del ludio Muerto, i nada
se ha podido encontrar. No obstante^ la certidumbre del derro*
tero en cuestión esti de manifiesto eu.las relacioues que hemos
anotado^ i comprendiéndcAo así nuestros mineros i cateadores
no desesperan todavía de poder descubrir esa riqueza^ una vez
que se lleve a esos paraje.? una esploraaión escrupulosa i biea
mautenida^D
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— 701 —
V.
EL MISMO DERROTERO SBGTÍN ÉL CATEADOR DÁLMATA DON PEDRO
A. CORQOTICH, KATURAL DE LIS8A I ANTIGUO MINERO
DE ORO DE CALIFORNIA^ NEVADA I LEBü.
Gargotich visitó al autor de este libro a priacipios de octubre
de 1882 i le aseguró habia descubierto en el distrito de Yaca
Muerta, al sur de Taltal, la primera parte del derrotero de Ara-
cena, esto es las herramientas que este aseguraba haber dejado
enterradas i que consistían en un combo, un cincel «para cortar la
plata» i una pailita; i poc(>s dias mas tarde se dirijió al norte,
habilitado con cuatro mil pesos por varios especuladores de Val-
paraíso para proseguir su descubrimiento.
He aquí el derrotero de Aracena :tal cual el cateador dilmata
lo retenia eji su memoria i lo dictó.»
«En el desierto de Taltal i cerca de la Yaca Muerta, saliendo
de la caleta de Huañillos que se hnlia enfrente de la isla, cami-
nando una legua quebrada adentro, se encuentran los ranchos
de la Majada de Yiotoria Aracena, mí hermana. Subiendo como
dos leguas quebrada adentro, se encuentra una vega i bastante
pasto para un ganado lanar. Subiendo a la cima de la quebrada
se encuentran tres morros lacres.
»De los morros mirando un poco. al norte, pasando cuatro o
cinco quebraditos, con su portezuelíto, se encuentra el cerro del
Difunto* que es mui conocido pofque está enteramente solo i se*
parado de los demás cerros.
pEn dicho cerro se halla un quisco mui notable por su hermo-
sura i como cuatro o cídoo varas mas abajo, se encueutra la he-
rramienta enterrada.
]>De la herramienta, mirando un poco al naciente, se divisa
un cerrito en medio de un llano oortadn a todos los vientos.
Cerca del cerrito se encuentra nnu piedra grande bajo una veta
pegra. Al lado de dicha veta se encueutra la boca-mina que está
tapada con cueros, palos, montes i piedras.
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— 702 —
>E1 beneficio tiene media vara en semi-barra de plata.
pPara que conste pregúntese en Cobija en casa de los señores
Artola donde pedí la mina, porque vendí varias cargas a dichos
señores.— Dado en Copiapó a 13 de abril de 1839.
^Rafael Áracena,
pEste derrotero se lo he dado á doa Vicente Quesada por ser
mi defensor.]^
VI.
KL DBUROrKKU DS UBDnANO I KL NIÑO AftAOGNA.
Tenemos todavía^ entre an centenar de fantásticos derroteros
en que elejir, el siguiente, que por orijinal i bien contado copia-
mos de una carta que a fines de setiembre último nos dirijió
desde el desierto uno de sus mas aventajados i mas desengaña*
dos mineros de esos parajes, el cual dice así:
«El año 1851 se ocupaba en cazar chinchillas en unas sierras
inmediatas al Morado, el arjentino fid José Medrano con el niño
Víctor Aracena, a quien conocí como peón de mi padre en 1859
i el cual me contó esta historia.
9Un dia que tenían muchos eneros juntos, apareció un pro-
pio de Copiapó en bupca de Medrano, el cual, sin pérdida de
instante, se puso en camino.
dAI cargar la última carga, notó que uno de los tercios era
demasiado liviano. Incontinenti alzó el hacha i dio con el mo-
cho contra un farellón alto i de mucha corrida, del cual hizo
saltar un regular pedazo de piedra, que inmediatamente colocó
en el saco o tercio mas liviano.
^Concluida la operación se fueron i caminaron hasta el mis-
mo Copiapó, donde vendieron los cueros i se aprovisionaron.
£n seguida se pusieron en marcha hasta Cabeza de Vaca, lugar
donde residia Medrano.
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— 703 —
^Ahf supo que la esposa lo llamaba con urjeucia desde la
Arjentina. . •
i^Al dia siguiente acomodó sus chifles i las alfurjas. Apenas
había cubijo a la muía que debía oonducirloy se acordó queno
Uevaba piedra para el yesquero. Llamó a Víctor i le dijo que
sacase el pedernal que venia en uaa carga i le quebrase na pe*
dazo.. .
»E1 nifio buscó la piedra i la encontró. Pero por mas esfuer-
Kos qne biso, nole fué poáfble levantarla, teniendo que apearse
Medrano no poco imfmcientado.
]»¡Ottál no seria su sorpresa ai considerar que lo que él ctei^
pedernal, era una riquísima piedra de semi barra de plata!
9 — Hombrel dijo Medrano al niño, apenas vuelva nos vatóos
al lugar donde quebré esta piedra, i si tí<¡¡ vuelvo, ya sabes la
isiituación;
>Medrano no volvió al país, i Víctor, que sabia el lugar, nun-
ca tuvo ánimo de buscar solo aquella riqueza, que según en-
tiendo hasta hoi se mantiene oculta.
i>Yo fui invitado muchas veces por Victor, pero era tan joven
entonces, que rehusé aceptar la oferta, que siempre he dteido
nna realidad.
- !^ Victor era primo hermano de Rafael, el femoso bandido del
desierto, que antes de pagar sus crímenes en eV cadalso, dejó al
doiitor'Quesada el famoso derrotero que hasta hoi se mantiene
oculto, por mas que la prensa de Antofagasta diga que un se-
ñor Benneh de esa localidad i un austriaco dieron con la riqueza
del chango. Pues todo eso es fulso.:»
He aquí todavía otros curiosos descubrimientos no debidos a
derroteros sino a la casualidad i a la perseverancia, i qne apunta
el mismo autor.
<r...EI descubrimiento de la Zoila de la Encantada tuvo lugai'
en 1867 i segiln los libros de esta oficina, la Zoila produjo hasta
el dia que la pararon, 41,260 quilogramos de leí media de 300
marcos, que al precio de entonces, debian ser: 19.340 pesos.
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— 704 —
>Síii embargó, el doctor don José M. Manierola, me £jo que
habían perdido 26,000 pesos en e^a mina. — A este respecto ha-
blamos nO hace un mea todavía.
>I quizá tal pérdida iiea efectiva, puesto qne según personas
bien informadas, lo mejor qae produjo la Zoila, se lo robaron en
carretadas i lo condujeron clandestinamente a C^piapó, donde
fué vendido sin que los verdaderos dueños tuviesen el menor
conocimiento.
»La Zoüa fué encontrada en i 842, flbr una caravana que man-
dó en busca del derrotero del Chango el doctor Quesada, cuja
caravana, por la poca importancia del hallasgo (pava entonces)
lo abandonaron.
»En 1872, el leñador Máxioio Villalobos, enconiaró la Espe-
ranza del Carrizo, que vendió en 500 pesos a la casa de Lie-
werts. Su bonanza no fué de larga duración. Pues, mni luego
la casa de Liewerts hizo parar la Esperanza, quedando hasta
hoi en desamparo, apesar de haber sido rejistrada varias veces
por otros mineros. — Dio 22,727 guilúfframos— 17,750 pesos.
]>Ed 1875^ el incansable José Tapia, andador tan sufrido co-
mo 4i)n Diego de Alineidu, descubrió el mineral del Hambre, el
mismo que hoi se llama San Alfredo i Cif anchos, el que, apesar
de su riqueza, dejó mas de 3,000 peso^ de pérdidas; todo lo con-
trario del resultado que sa9aron los señores Lamarca i Ossa
hermanos, que de la sola &an Joan sacaron mas de 100,000 pe-
sos, i según he sabido úUifuamente, aquello^ aunc^ue en escala
reducida, no escampa. — Xfiíí 25,506 quilogramos. — 1,590 pesos en,
tiempo de Tapia.
En 1879, el cateador de la casa de Lamarca i Ossa hermanos,
José Campos,, escarpó un manto arjentífero, que habia en an
cerro inmediato a Doña lués, que algunos años, antes habia en-
contrado el desgraciado cateador Manuel Arraijo, que*en todas
partes ha encontrado veneros qiie solo en su poder no han teni-
do importancia; causándole tantos desengaños una especie de
odio al cateó hasta el estremo, que, hoi lleno de años, se ocupa
en una carreta aguadora de la casa Cousifio de este lugar (Pan
de A"zúcar).
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- 705 —
l)í;Btoi seguro qne algo se me queda en el tintero, pero como
FU importancia es casi ninguna^ esa golondrina no compondrá
verano.
íAhora permítame hacer algunas rectificaciones.
i»I5) nombre del descubridor déla mina de plata de Vaca
Muerta, era Carmen Yáñez i no Rafael A Ifaro, como creo haber-
le dicho antes.
lEl nombre del chango Aracena es Rafael i no Mariano como
dice la Historia de Copiapó en la páj. 418.
:&Dije también^ en mi anterior, que don Ignacio Vergara vivía,
habiendo fallecido a consecuencia de la pesadumbre que prodn*
jo en su ánimo la pérdida de sus intereses debilitados completa-
mente con los escesivoB gastos qne le demandó la espedición que
hizo con el famoso Aliste.
i^Vov 6U poca importancia, no he tomado en cuenta un riHne-
ral de plata que hai al interior de Blanco Encalada denominado
Iscufia. Ese metió mas ruido que lo que importaba.
])E1 mineral de Tumbes, inmediato al puerto de ^poso^ tam-
bién lo he pasado por alto, nada menos que por la misma causa
del primero, aunque he oído 'decir que es valioso, mucho mas
teniendo por socio principal al afortunado doctor Barazarte,
quien, como Espiga en 18C6, hasta en las norias que hace cavar,
encuentra piedras con cloruros arjentíferos.
:»También he pasado en silencio al rico Cuchinal de la Sierra,
tanto por el poco conocimiento que tengo de él como por lo con-
tradictorias que han sido las opiniones, apegar del gran negocio
de mas de dos millones que hizo últimamente Barazarte i los
óO mil pesos en que realizó varias barras el estimable amigo
Daniel Gómez.
^Tomando en cuenta la altura en que se halla situado ese mi-
neral, mi opinión, aunque desde mi asiento, es favorable. Esto
no quiere decir que la tal riqueza sea tan inmensa como la pre-
gonan la prensa i los interesados, que son los verdaderos porta-
voces de las publicaciones.
j>En minas, como hombre de la profesión, tengo mis conoci-
. EL L. DE LA P.— 89
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— 706 —
mieotos i mí frialdad para juzgarlas. Asi es que no me alucina
cualquier cosa^ por mas que me escarben los oídos.
»En julio o agosto de 1877, descubrió un regulíy venero de
plata, en un punte? denominado la Salitrosa, un poco hacía el
Bur de Chañaral, el viejo minero ño Fermín L:iche. En él tuvie-
ron parte don Francisco Téllez, don Manuel Magalhfiéj i mi
reciente fallecido amigo Antonio Maria Ooatalín, que lia sucum-
bido cnando sus minas producían buenas esplotacíones. ¡I que
coincidencia! No se han llevado un mes en abandonar el mundo
oon su socio de comercio en Copiapó, el simpático i bien que-
rido bretón Pedro Casaigne. Parece que como socios i amigos
en la vida, do quisieron abandonarse en la eternidad.
Coatniin ha sido uno de los hombres mas trabajadores i des-
graciados que he conocido en mi vida. Comerciunte, administra*
ddrfl esposo, dependiente, soldado en 1859, minero; todo fué
esa alma fuerte como el mejor acero; pero en todo no fué el
amigo íntimo de la felicidad, que como buena mujer, tiene in-
gratitudes u calificables.
»La Descubrichra de la Salitrosa, después de algunos meses
de trabajo, fué abandonada.
:dE1 socio administrador me ha contado que la tal Salitrosa
les dejó pérdidas muí regulares.
»Como se habrá fijado Ud., desde la orilla de la costa hasta
la elevada cordillera no falta la plata, siendo mas abundantes i
ricos los veneros que se encuentran entre 10 a 14 leguas de la
costa, es decir, en las formaciones secundarias como ChaQarcí-
lio. Agua Amarga, La Florida, etc.»
FIN
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ÍNDICE.
DEDICATORIA PÁ.J. V
ADVERTENCIA PÁJ. VII
CAPÍTULO I
Las minas de plata de la Cordillera Nevada.
Las minas de plata en Chile durante la épooa incásica» i menosprecio que
se hacia do ellas.— Por qué la edad del oro debia preceder en Chile, como
on California, a la de la plata. — El oro era el tipo ánico de las transac-
ciones.— Curiosa recojida de los pesos mocleses de Potosí en 1052, i es-
pedientes a qne esta medida dio lugar en Chile.— Los antiguos buscaban
las minas de plata solo en la cordillera, i cómo la industria de la crianza
de mnlas destinadas a Potosí, perjudicó la industria minera en Chile. —
Lo que sigoi^caba «asolear la plata en cuerosjo. —Las minas de plata de
Puigato en tiempo de Pedro Valdivia i el primor diputado de minas.—
Las minas de plata de los pebuenches según el padre Rosales i las mi-
nas de plata de Aconcagua segdn el padre Ovalle. — Primera mención
de lafl minas de plata del norte.-- Las minas de San Pedro Nolasco
según su descubridor don Pedro Ruiz de Agairre.— Kl padre Soto
Aguilar las compara a Potosí en carta a Felipe V., pero el p:*esidente
Concha denuncia su esteiilidad por falta de azogue —Precio i provisión
de éste en la América Espafiola.— Las minas do plata de Chile, a me-
diados dol siglo XVilí según el tej«orero Madariaga. — VA último minero
do íSaii I*ddro Nolasco, i Jotabocho.— Descubrimieuto de la>s minas de
liaspallata en 1738, i formación de la primera sociedad minera, por
acciones, en Chilo. — Sus curiosos estatutos i monopolios. — Junto con la
Independencia va a comenzar la edad de la plata en Chile páj. 13
CAPÍTULO II
Lag primicias arjentíferas de Copiapó.
CómD C jpiapó debit) su orijen al oro i no a la plata.— La visita de Fi-eiier,
cuyo viajero ni siquiera menciona este metal.- Primeros descubrimien-
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— 708 -
tos arjentíferos de Potrero Grande i el Barraco a priaciptoa del siglo
XVII I. — Los mineros Cereceda i Rauna se dirijen a Potosí para apren-
der el arte de la amalgamación.— El potosino Garro i sus hijas monjas en
el Cuzco — Los primeros descubridores de la plata en Copiapó son los ex-
tranjeros.— El portiigu(5s don Cayetano de Almeida i el polaco Borkoski.
— El jenovcs Gallo Bocalandro i el francés don Francisco Subcrcaseaux.
— Por qné debe considerarse al iiltim ) como el fundador de la minería
i refinación de la plata en Copiapó.— Reseña biográfica de "su vida. — No-
tas que cambia con el presidente Benavides, a propósito de sus empre-
sas.—Descubre on el mineral del Zapallar la famosa mina de San Félix, i
regalo de piedras que hace al presidente Benavides. —Don Pedro Arenas
descubre la mina de Pampa Larga, i ^adiciones que de él ha conservado
Jotabeche— El Pedro Arenas de Garcilazo i el de Pampa Larga.— £1
alio de 1784 es el verdadero período del nacimiento de la industria mi-
nera en Copiapó i curiosos documentos que de ello se conservan on el
archivo de la intendencia.— La visita del Marqués en Copiapó.— Visita
pericial del doctor Martínez de Mata. — Primera junta de minería i lo
que esta pide para adelantar la industiia minera en Copiapó. — Lo qne
costaba el azogue i la pólvora al infeliz minero pd.j. 43
CAPÍTULO Til
Agua Amarga.
La producción del az.^gna se hiico siuóaimí de la plata. -El azogue de
Huancavélica i el de Limiche sogúu el padre O valle. — .Siatem.xs de amal-
gamación qne se introducen.— Don Joaquín de Palazuelos en Potosí i
en Copiapó — El procedimiento de lejía del tesorero don Alonso Game-
ro.— SI Arte de los metales de Alonso <lo Barloa i sn» descubrimientos. —
Privilejio que pide don Miguel Blanco ]).ara beneficiar la plata por fun-
dición.—El Reí de España envia a Potosí i a Lima ai barón de Norden-
flicht con una comitiva de químicos alemanee. — Desafín científico do los
procedimientos de amalgamación ñor el sistema de buitrón de Potosí i
el de barriles de Sajonia, i cómo el barón es vergonzosamente den*otado
por los peritos potosinos. — Sospechas de fraude i qnejas del químico
Uelms. — Descúbrese en Chile el mineral de azogue do Punitaqui i en se-
guida el de plata do Agua Amarga.— Qoien fué su descubridor segón el
intendente la Fuente i el viajero Mellet. — "^ns principales vetas i lo que
prodncian cada sábado al cura del lugar. — Peculiaridades de sus metales.
— Estado del mineral en enero de 1812 i visita que no se practica.— Bn-
tusiasmo de Camilo Henriquez i notable artícalo que consagra al pro-
greso de Chile en la Aurora del 14 de mayo de ese año.— Importancia
que el mineral de Agua Amarga tuvo para la Independencia de Chile,
FCgún el coTonel Lafuente. — Tradición de nía montaña de platal» i cómo
viene aesplotarla en 1870 el conde de Nollent con capitales parisien-
ses.— Don José Martínez i don Gr-egorio Arascua. — 'astado del mineral
en 1877. — Impulso qne la libertad de industria i de comercio i sus aba-
ratamientos dan a la minería del norte. — ¿Se descubrió o nó la platina
en Chile afines del pasado siglo;'— Documentos púj. 04
CAPÍTULO IV
í?06 ingleses en Chile (1830-1835).
El papal de plata de Rungue en 1812, i noticias que de este fenómeno ar-
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— 709 —
jentffero nos ha conservado la Aurora de C^tVa.— Oda al progi*eso do Caj
milo Henríquez motivada por esta descabrimiento, el de Agua Amarga i
las minas de hierro de Pelvín.— Establecimiento de un bancode rescate
en el Huasco en 1812 — Descubrimieuto del mineral de plata del Rome-
ro hecho en Copiapó por don Vicente Subercaseaux en 1820. — Loco en-
tusiasmo que las riquezas de la América Española despiertan en Europa,
especialmente en Inglaterra i en Londres — Compañías que se forman i
emisarios enviados a Chile i a Potosí. — El capitán Head i los mine-
ralojístas Schmithmeyer, i Caldcleugh. — Teme este que con la plata de
Chile baje este metal a un precio ínfimo en los mercados de Europa.—
Su profecía cumplida respecto del carbón de piedra de Chile.— Juan
Miera, su industria i sus trabajos sobre la mineralojía de Chile. —Sus
opiniones i la de David Barry sobre 1^ Compañías inglesas. — El capitán
Andrews en Potosí i Mr. Cameron enSantiago. — Pñvilejios que éste ob-
tiene del gobierno.— Leyenda de los dos millones de la isla de Agrigan
i el capitán Kobertson. —La Compañía inglesa so establece en Copia-
pó.—Don Carlos Lambert páj. 93
CAPÍTULO V
Arqueros.
Descubiimiento del mineral de Arqueros en agosto de 1825. — Smgular
manera como lo halló el hijo del arriero Cuellar. — Relación de Lafond
de Lurcy i de papeles de familia. — Inmensa riqueza. — Cómo se reparten
las prímeras barras. — Pleitos a que da lugar la dualidad atribuida al
descubrimiento. — Curiosa carta a este propósito del abogado don Ma-
nuel Grandarillas. — í^ riqueza de Arqueros aparece en la superficie en
la forma de arquería o amalgama de plata i mercurk), que se corta a cin-
cel, i caverna que ha quedado después de su estracción. — El gobierno
manda crear una casa do moneda en la Serena a consecuencia de la gran
abundancia de plata que rinde Arqueros. — Descripción científica de este
mineral por el injeuieio Osorio i en especial do la mina «Mercedesn. —
El rodado de arquería de 1857 i esperanzas fundadas que existen
de la reaparición de la riqueza de esto mineral en su segunda zona.— La
famosa dobla de Carmona. — Subercaseaux en 1831 i lo que la mina Mer^
cedes produjo en 24 horas. — Influencia bienhechora en la industria mi-
nera del descubrimiento de Arqueros páj. 108
CAPÍTULO VI
Chañarclllo.
Entusiasmo quo el descubriniionto da Arqueros despierta cutre los mine-
ros del norte. — Cuadrillas do cateadores. — Descubrimientos de Ladri-
llos, Punta Negra i Bandurrias. — fíl español Gómez descubre a San
Antonio cu 182U. — Establocimientoa de fundición de cobre en la que-
b ada de Chafiarcillo de don Miguel Gallo i de don Sautiago Melénde/..
^-El leñador de este último, Juan GoJoi, le fes deudor de una suma de
dinero, mientras trabaja on la quebrada i hace el descubrimiento. — Re-
lación de t'ste por don José Joaquín Vallcjos. — El primor descubridor de
OhañarciUo fué un arriero de don Mariano Aristía. — Cómo Juan Godoi
dio con el crestón de la De^cubri/Jora en el fondo de la quebrada. — Carga
sus borricos con piedras do plata i se dirije a Copiapó. — Encuentra en el
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- 710 —
camino al cateador de don Miguel Gallo, Callejas, i le cede una tercera
parte de 8a descubrimiento. — Callejas la traspasa a su patrón, le coma-
nica el hallazgo i salen en secreto para Chañarcillo. — Los siguen los
Peraltas, Espoz i José Vallejos. — Cuando Gallo examina el crestón de
la Descubridora, los Peraltas descubren en la cima del cerro el riquísi-
mo manto de su nombre. —Compra total que hace Gallo a Juan Godoi
de sus derechos, i condiciones de esta venta. — Honradez i delicadeza de
Gallo.— Vende éste dos terceras partes de su mina a den Francisco
Ignacio Ossa i a don Ramón Goyencchea. — Mensura de la mina pur el
jeneral Aldunate,— Disputa entre los socios de la DsscahrUlora sobre el
rumbo do la veta. — Triunfo i acierto de Gallo. — Fe profunda que Va-
llejos tenia en la riqueza de Chañarcillo.— Relación del descubrimiento
por Sayago páj. 147
CAPÍTULO Vri
La jeolojia 1 la produooión de Chañáronlo.
Situación jeográfica i jeolójica de Chañarcillo. — El mineral ocupa el cen-
tro de la gran hoya o corrida arjentífera de Chile.^üescripción cienti
fíca que de la estructura del mineral hace Pissis.^La naturaleza de sus
metales, según Domeyko. — La jeolojia i la química de Chañarcillo.—
Vetas, mantos i bolones. — Los mantos pintadores i la mesa de piedra.
—Admirable intelijencia práctica de los mineros chilenoH.— Descubri-
mientos sucesivos en Chañarcillo. —El MaiVo efe Ossa, la Cohradu i la
Candelaria. — Cómo esta mina enriquece a Jotabeche. —Potencia de
Chañarcilio en los primeros años. — El crestón de la casa de Gallo i la
palangana de plata, de la sci^ora Cerda de Ossa^— Sa piimer decaimien-
to, i miiloQos que 'produce.— Estadística de Chañarcillo i minas adya-
centes hasta 18 i7 páj. 171
CAPÍTULO VIH
La edad de la plata en Ataoaina.
«PAMPA LARGAD I aLOMAS BAYAS». — «I.OS DOS SAN ANTONIOS,
«ÍLOS DOS CHfCCOS», «LOS DOS GARIN». —
<tLA ORILLOS». — «KL ROMERO». — «EL RETAMO»,
Impulso que d.i a la miaería do Copiapó el descubrimiento do Chañarci-
llo.— El mineral de San Antonio i Jotabeche. — Acusa éste do ladrones a
todos los operarios chilenos i aboga por los ingleses.— Descubrimiento
del Checo Grande en 1847, i competencia a que da lugar entreoí inten-
dente i el juez de letras. — El mineral de Ladrillos. — El Romero i sus
pleitos.— Adelantos locales de Copiapó. — Museo de minería.— Se habla
de trasladar la casa de moneda de Santiago a Copiapó. — El sistema
Ci*oncke. — Beneficio de .los metales fríos. — Los minerales de Pampa
Larga i Loma» Bayas segi'ia Dome,vko. —Descubrimiento de Garín Nue-
vo en 184S. — El mineral do las Tun-n* do don NicoMs Naranjo.— .Vfi/i
Antonio de Potrero Grande i \i\ especialidad de sus motalod. — Curioso
descubrimicLto del Eekuno i su e.straordinaria riqueza — Torreblanca,
Sierralta i Olivaros.— Muestra de su plata nativa i fílamentosa.páj. 195
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CAPITULO IX
Los mineros del Norte.
su CARACTKR I SU VIDA.
El minero de Chite i sus peculiaridades. ^F)l minero considerado como ti-
po nacional. — Su a8Ímilación a la montaña en que vive. —Independencia
de au carácter— Su proverbial desprendimiento i prodigalidad.-— Los
Peralta de Copiapó según Si.monin i Chevalier. — Su fuerza muscular.
—El ajrir chileno según el capitán Head i según Vallejos. — Terralla i
la vida del minero. — Hábitos domésticoH. — La familia, el compadre i
el «hermauito» — Su valor heroico i pendenciero. — Conato de levan-
tamiento de los mineros do Copiapó en 1847.— La cangalluy i opiniones
singulares que sobre ella tienen los mineros. — Ardides de que se han
valido para est« ejercicio. — La cangalla es tan antigua como Potosí. —
Vanos esfuerzos del virrei Mendoza para estirparla.— Cangalleros con-
denados a muerte. — El poruñeo. — Notable formalidad del minero en sus
tratos verbales. — El minero es en Chile una clase progresiva.— «-Adelan-
to de sus costumbies en Carrizal i en Caracoles.— Sus ideas morales,
sus creencias i superstiones. — El minero considerado como poeta. — El
canto del minero. — Arranques espirituales. — Las leyendas de las minas.
— Los entierros i los derroteros ^. páj. 214
CAPÍTULO X
Las "Derroteros" i los ardides del desierto.
CERECEDA I ALISTE.
El cateador.— Sus condiciones físicas i morales. — Su frugalidad i sufri-
miento.— Cuadrilla cateadora de ^ don Manuel Ossa. — Los utensilios
del cateador. — La brújula. — La cuchilla rebajada. —El corvo no es chi-
leno sino peruano. — Memorias de algunos derroteros.— El derrotero del
lnca.-> El famoso derrotero ^e la Ola o de los aragoneses, i su examen.
—Opiniones de Martin de Moussy. — ^Ardides de los mineros. — Cereceda
en las Cuestecillas. — Francisco Aliste, i el proverbio a que han dado
lugar sus engaños ...páj. 249
CAPÍTULO XI
Tres Puntas i el Ohimbero.
(la <KBU£KA ESPERANZÁIS I LA AL «FIN HALLAD il]>).
El derrotero de los Tres Portezuelos.— El indio Fermín Guerra i el cura
Prieto a fines del siglo pasado. — Aventuras de Jotabeche en 1B42, si-
guiendo el derrotero de los Tres Portezuelos, cuya sombra divisa.— Có-
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— 712 —
mo el arriero Osorio descubre los reventones arjentíferoa de Tres Pan-
tas i de qué manera le arrancan su secreto en la noche del 18 de se-
tiembre de 1848. — La casa de las Campillai en la Chimba de Copiapó.
— Sale la primera caravana de esploradores encabezada por don Vicente
Garín i don Apolinario Soto. — Cabeza larga i sus compañeros a la ága
do los esploradores, i cómo en una sola noche las dos caravanas descu-
bren la ^/ Jia hallada de Tros Puntas i la liaena Esperanza de Chim-
beros. — Aualojias de Tres Puntas i de Chañarcillo. — Opiniones do Pis-
rís i de Domeyko. — Prodijiosa riqueza de esos descubrimientos i su ca-
r«4cter peculiar — Kstraordinario impulso que recibe la provincia de
Atacaraa. — Mejoras locales de Copiapó. — Teatros, hospitales, diaríoe,
inmigración, compañías de cateo, actividad comercial e innumerables
pleitos. ~Kl pleito de la Al fin hallada, i cómo lo defendió don Manuel
Antonio Tocornal. — Carácter singular del ano 48 en la vida social i en
la riqueza de la humanidad páj. 274
• CAPÍTULO XI r
El desierto de Atacama 1 sus primeros esploradores.
I.— DON DIEGO DR ALMEID.\.— II. DON JOSÉ ANTONIO
MORENO. — III. DON JOSÉ SANTOS OSSA.
Fisonomía jeneral del despoblado de Atacama con relación a los descubri-
dores.— Él Paposo.— Don Cayetano de Almeida — Su viaje a Chile i su
establecimiento, eii Copiapó donde descubre el mineral del Checo. — Ka-
cimiento, juventud i vida de don Diego de Almeida hasta 1824.— -Su pa-
triotismo i pruebas que de él da durante la guerra de la independencia.
— Vuelve al desierto i se consagra a 1 1 vida de esplorador. — Seguridad
de sus miras i pronósticos de grandes riquezas futuras, por lo cual declá-
ranle sus contemporáneos «locoí). — «Los locos» de Beranger. — Como le
conoció el autor, i juicio que do él se formó. — Opiniones de ¿ayago i de
Villaflor sobre el primer descubridor del desierto. — ^u muerte i la gra-
titud que le debe Chile. — Don José A. Moreno, sn juventud i sus ra-
ras dotes como hombre de intelijer^cia i de ti-abajo. — Su administración
de la Candelaria. — Descubre a Gavín Nuevo i con la protección de don
Antonio Escobar se lanza al desierto por la costa en demanda de nue-
vos descubrimientos.— Don José Santos Ossa i sus primeras exploracio-
nes hasta orillas del Loa.-- «Descubre a Antofagasta i Aguas Blancas.
— Recorre el desierto en 187íJ, por el lado de la cordillera i solícita la
ejecución de un ferrocarril que le es fríamente negado, páj. 302
CAPÍTULO XI ÍI
El despoblado de Atacama.
VIAJES DKL DOCTOR PHILIPPI KN 1863-54.
Llega a Chile el doctor Philippi i el gobierno lo comisiona para esplorar
científicamente el desierto de Atacama. — Su viaje en la Joíiequeo hasta
Copiapó*-Juuta de esploradoies.-*Don Diego de Almeida es nombrada
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- tl3 - •
guia de la espedición. --Viajo de la caravana de descubridores hasta Cha-
ñaral i priucipaled faenas mineras de este distrito. — Taltal i sus Chau';
gos. — El dialecto atacamefío. — Fundación del Paposo como obisplado I
capital de Atacama. — 1 doctor Philippi visita el mineral del Coln-e i
Mejillones.^ — Punta Angamos. — Oon Diego de Almeida se queda catean-
do en Taltal, i sus aventuras. — Aprestos de viaje.— La aguada de los clé-
rigos i doña bernfina. — Caminos que desde el Paposo i desde Taltal con-
ducen al interior.— El camino del breadal que hoi sigue el ferrocarril, i
pi'imeía jornada de los esploradoies.— Aspecto jenei al del desierto. —
Error vulgar cometido por los primeíos cronistas Hobre estructura
física del desierto. — Esti aordinaria elevación de sus mesetas. — feu clima
i la diversidad de su tempeí atura. — Su fauna i su flora. — Depósito de ri-
pio i piedra de rxarieo que cubie Ja mayor parte del desierto i dificultan
eJ hallazgo de sus minas. — La historia i la poesia del desierto. — Trave-
sía del doctor Philippi det de Taltal a Cachinal de la fierra i su enor
sobre los fósiles i metales del desierto. — Lo qr.e era en 1854 Caihinal de
la Súrru. — Encuentro con les anieics en San Pedro de Atacama i pro-
secución del viaje hasta esta ciudad.— Descanso i legieso al través del
desierto hasta Ti es Puntas.— Los cateadoies * azoi Luengo en la Ola. —
Taita Berna. — Tres Puntas i viaje a Copiapó — El carnaval i los espe-
dicionarios páj. 3*25
CAPITULO XIV
Carao Oles.
sus LLYBNDxVS I DERROTERO.S— SUS DESCUBUlDOllES I SU
DESCUBRIMIENTO.
Inmenso raudal de plata que invade los mercados de Chile en el quinqué^
niode 1848 a 1853. — Decadencia i broceo jeneral que sigue a la bonanza.
— Balance de las minas de Chafíarcillo en 1858 i su pérdida. — Emigra-
ción jeneral. — Cómo don José Díaz Gana, administrador del estableci-
miento de Pabellón, emigra a Pan de Azúcar i a Mejillones. — ¡Su com-.
pañí a de cateo de cobre con el barón zVrnou de la Rlviére.— ¥A indio
Garabito i su derrotero del rebosadero de Sierra Gorda. — Diríjese a
este punto el señor Díaz Gana, i Garabito no acierta con el rebosadero
de cobre. — Leyenda misteriosa que Garabito cuenta en el desierto a
Díaz Gana sobre la Sierra do Caracoles — El indio Osorio i los herma-
nos de Cobija.— El derrotero del Cenizal i el del viajero de Calama. —
Díaz Gana se dirije a esplorar la Sierra do Caracoles i encuentra un rico
rodado cuyo criadero no se ha descubierto todavía.— Intenta hacer un
reconocimiento formal, pero sus habilitadoros de Valparaíso se lo prohi-
ben.— Díaz Gana desobedece i organiza una cuadrilla de cateadores de
plata a cargo de Méndez- Cangalla. — Noticias de este personaje i de sus
compañeros Saayedra, Porras i Exequiel Reyes. — Méndez se dirijo
deade Mejillones a la sierra de Limón Verde el 23 de marzo de 1870 i
desde allí divisa el panizo do Caracoles, a cuyo pié se aloja en la noche
del 24 de marzo. — El gran descubrimiento el 25 de marzo. — Reyes des-
cubre la Suerte i la Zíí'.seat/a— Singulares impresiones en los cateado-
res.— Descripción del descubrimieuto por don J. V. Lastarria. — El can-
to do Guajardo.— Los descubridores Méndez i PoiTas regresan a Meji-
llones, i Díaz Gana so traslada a Caracoles donde descubre todas las
EL L. DE LA P.— 90
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- 714 —
minas del grupo d© las Descul/ii Joras. — Las deniincJaeu Cobija, i hon-
rado reparto que hace de sus baiTas entro sus habilitadores i cateado-
res.—Huellas misteriosas sobre la tradición de Garabito i del indio
Osorio. — Un feto humano petrificado páj. 304
CAPÍTULO XY
La vida i la esplotaclón mineralójloa de Caracoles.
sus DESCUBRIDORES.
£1 ajio de Caracoles, sus poesías populares i sus veinte i nueve sociedades
anónimas. — La alta i baja finanza. — Carácter jeolójico i raineralójico de
Caracoles. -^ICstensión do sus mantos estratificados i carencia de una ve-
ta real.— Opiniones del señor Lastarria i prodijiosa formación de la De-
seada.— Variedad de sus metales.— OpinioJies acertadas de los injenieros
Abasólo i Stuven sobre la estructura del mineral —Ratifícala después el
señor Domeyko.^Organización de las faenas de esplotación i bu gran
rendimiento en ]872.<ȣuormes gastos en fletes i mezquino sistema de
la repartición de metales. — Tarifas de las compañías beneficiadoras.—
Administración de las DescuhrUhra» por don Uldaricio Prado i certeras
opiniones de este mineralojista.— Administración de don Pedro Lucio
Cuadra i su juiciosa dirección de los trabajos.— I -.a producción de Cara-
coles en los cuatro primeros años de su existencia computada por minas
i por faenas. — Sus gastos en la misma forma.^Su producción total has-
ta la fecha i sus gastos por grupos i por minas.'^Comienza la decadencia
prevista del mineral.^Su estado en 1880 i 81. — La Unión Deseada. —Vn
mor semestre de lH82.^<iConfiadiesperad»!...— Producción de las /Í€í-
culfridoras de Caracoles hasta 1881 i cuál ha sido la suerte de los descu-
bridores de esa riqueza. —YA barón de la Riviére en JMetz, en Caracolea
i en Madrid. — Don Jo.só Díaz Gana en su palacio árabe de la Alameda
i en su choza indíjena de Pocochay. — Sus nobles hechos. — Destino fatal
de .Méndez Cangalla i de Saavedra. — En lo que paró la casa de omercio
de Reifp» i Compiuúa, i afición que ha quedado a su socio capitalista por
los cáteos de plata. — El descubridor Porras, i como íste regula sus depó-
sitos en el Banco Nacional páj. 38G
CAPÍTULO XVI
La Florida.
Descubrimiento casual del mineral do la Florida en junio de 1873. — Im-
portancia de este hallazgo como solución de un vasto problema minera-
lójico en el desierto de Atacania. — Cómo Araya Sierralta, minero de
cobre de Cerro Negro, buscando una veta de este metal, descubre el
morro de la Florida i sus vetas principales. — Sus camaradas de desca-
brimiento i el «rodado del burro», del peón Qniroga. — Araya Sierralta
se traslada a Chañaral i a Copiapó. — Indescriptible escitación que este
descubrimiento produce en las rejiones mineras del Norte. — Singulari-
dad de los rodados de la Florida.— VinwQvií visita e informe pericial del
injeniero Campino.— La Placilla. — Obstáculos naturales que encuentra
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- 713 —
el desarrollo de este mineral. — Plaga de pleitos i de denuncios que los
agosta. — Su considerable producción durante los meseft de su bonanza
en 1873-74.— Su rendimiento en 1875 i su estado actual. — Visita del
injeniero Fonseca en diciembre de 1873 i sus acertadas opiniones sobre
el mineral de la /VonV/a.— Esperanzas! pá j . 433
CAPITULO XVII
Las minas de plata en la rejlón central.
DEL OiLCHAPOAL AL ACONCAGUA.
Minas do plata al sur del Biobio. — Los hermanos Cunningham i sus singu>
lares proyectos mineralójicoa. — Miuas de la Plácela. — La Maf/dalena en
el mineral de Puquios de Kancagua. — Presente condición del mineral
de San Pedio Nolasco — Sus dos corridas principales. — Pronostico dol
siervo do Dios Bardesi. — Relaves i desperdicios de los antiguos. — Kl
socavón de Sazie, i recuerdos de este hombre iluátre en San Josi'. — Vi-
sita de Domeyko a este mineral eu 1842, i su opinión favorable a su
vota real. — Visita del químico Zegers en 187'). — l)iverso.s análisis de
cobres platosos i otras amalgamas. — Gillis, Smith i Dana. — Productos
dol mineral de San Pedro Nolasco i eu jencral do la i ejión arjentífera
del centro eu 1874. — Confirmación de la pobreza del mineral de San Pe-
dro Nolasco on el pasado siglo. — Rendimiento de 1870. — Las minas de
plata de la Campana de Quillota i favorable opinión que sobro ellas
omito M. Pissis. — ¥>\ mineral do Culenquón, frente a San Felipe i juicio
ventajoso que do él ha publicado el señor Domeyko. — Datos estadís-
ticos páj. 454
CAPÍTULO XVIII
Las Condes.
Las (los) Condes como antigua Dehesa de la ciudad. — Cédela el presiden-
te Sotomayor al conqiii.stador Antonio Díaz — El conde de Sierra-Bella
don Cristóbal de Medias la convierte en dehesa de crianza. — Su arren-
datario Bola i .su inveutario a fines del pasado siglo. — Sii.s di^^tritos mi-
neros i cómo so descubren sus primeras minas de plata! — ComlcH niijiiny
annjHtrnf — Descripción científica de la rejión metalífera do las Condes.
— Las C'onde» pueden ser la Nevada de Chile. — El trapiche de don
Antonio de Heimida i la mina de bus Arañes o de los Médicos.— Don
Nazario Elguín i sus primeros de.scubriniiento?.— Sus antecedentes —
Buidosos juicios de Cea i Costa ^Don .\njcl Snssi.— Graves inconve-
nientes que presenta a la industria minera de las Condes su vecindad
de Santiago, de sus abogados i tinterillos.^Kl gran camino de las Con-
des.—Caracteres peculiares del mineral. — Datos i opiniones sobio él
emitidos por M. Pissis, don Francisco de Paula Pére¿ i don Juan Val-
divieso Amor páj. 476
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CAPÍTULO X!X
La estadístloa de la riqueza metalífera de Chile
en el siglo XIX.
Edad completamente modeinn.de la plata en Chile Feg^inlaERtadística. —
Ooroparacioues con otros paiees. — liCs cómputos del virrei Jil en 1796 i
los de Chevalier en 1846. — Divciscs pero honrosos puestos que los esta-
distas europeos asignan a Chile, como país productor de metales precio-
sos.— Totarde la producción de plata de Chile segi'm sus diversos mine-
lales.— Demostracioiíes numéricas por años, por quinquenios i por gran-
des períodos. — La pt educción de plata de A tacama en 1853 i movimien-
to de sus minas en 1804, (lí>, 7?}, 7t i 80. — La producción metolífcra de
Atacama en globo i i',n prodriCción do plata al pormenor i por miuas en
1877. — Datos sobre la producción aijeutífcra de 1í^76 — Datos coires-
pondicntes a 1872 sobro csportacióii de valo:es i a 1870 sobro el movi-
miento de todas la.s miuas de plata en el país. — l^a situación de Chafiar-
nlUr^^en 1882.— Datos déla p.-oliicción de la plata en Chile sacados
del archivo de la Casa do Moneda en un porí')rio de 110 a:\os, (177:¿-
1882.) pnj. 518
CAPITULO XX
Influenoia de los descubrimientos
de la plata en el progreso i civflizaoión de Chile
Profunda misoLÍa i atraso en que yacia el piís antes del gran descubri-
miento arjentífero de Arqueros en 1825. — La condición de Santiago i
sus andrajos. — Los donativos de la guerra do la independencia. — La
municipalidad de Santiago en quiebra por haber compríldo una pila de
mármol. — El pago del ej»^rcito i cono este se hacia^con sal i con chanca-
ca.—Curiosos documentos. — Se i ocurre al empréstito estraujero i para
FaMar estos escándalos i sus vicios se inventa otio mayor. — Vergüenzas
do don Mariano Kg;ina cu Europa. — El presidente Blanco lOncalada re-
nuncia porque no piiedcu venderse cuatro mil vacas gordas — Sublevacio-
nes de hambre del ejórcito. — \í\ Ejecutivo i 1"S rep:esontautcs del país se
disputan .'V< 00 pesos dcvstinado.s a las viiuía.s. — TToriil>lc miseria — Sobre-
viene el dosciibriuiicnto lU; .Arqueros — Notables mudanzas — La provin-
cia de Coquimbo ofrocií rcs^^atar la pa: te de cavóla (jue !c ini[) .¡ic el E.h-
• tanr.o.- Crea un BaiiCo i fg dcccta una casa de moncvla para la Senuia. —
Progre.sííS do la y>rov¡ní'.¡a de At;icaina i jonerosa p:irticipación que s:i3
capitalistas toman en la guerra de l."^.')'»-:-^!'.— Opinión equivocada do
don .Vndií's Bello sobre la inílucucia do las minas ou la pruspeiMad de
los países. — ICl fe-rocarril de (faldera a C')[»iap''>, el prinuMo do la Anu*-
lica del Sur, coincido c;m la segunda b jiiauza dü Chi Zarcillo --Progre-
sos de la agi'icultura derivados direotamente de la minería — Canales
de regadío.— Todos los proi^resos de Cbile aparecen encadenados al
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auie de bus minas.— La minería de Chile en la Esposición de 1875 i su
influencia local i jeneral en la inmigración i en el progreso público. --
Por qué proseguimos la presente obra páj. 558
CAPÍTULO XXI
Las minas de plata
de Bolivla i de la República Arj entina.
Unifoimidad esterior de todos los centros metalíferos del Nuevo Mundo.
— PotoKÍ i Ncvada.—Pi odi jioso lendimicnto de aquel mineral i su gra-
dual decadencia hasta el presente — Porco, mina de don Pedro de Val-
divia.— Omro i su real sccav4«.— Producto de las minas de Bolivia des.
de 1816 a 1846, por distiitos i por mina?. -Lasminasde Pulacayoieles-
tabkcimiento induFtvial de lluanchaca.— Historia de este gran mineral
—Don Aniceto Aicei don Eniiqr.e Concha i Toro.— Comisión de mine-
ralojistas chilenos que visita el mineral (-n 1872. — Producción deHuan-
ch acá en diversas épocas desde 18óy — »Sus metales, según Domeyko.^
Kstraordinaiio desarrollo de la miuería de Bolivia durante la guerra. —
Enorme producción en IbSO i 81. — El mineral del Inca i de Aralar —Las
minas de plata de la República Arjentina.— El mineral de Payen i el de
Famatima. — Las minas de la Rioja i do. Córdova* — ^Las minas de los jc-
suitas en Misiones páj. 580
capítulo XXII
Las minas de plata del Perú i las de Méjico.
El Bajo Perú. — Las miñas de Hualgayoc i el español Santa Olaya. — Hum-
bpldt i Raymondi en Hualgayoc. — Descubrimiento casual de Cerro de
Pasco en 1630 i su enorme pef o diseminada riqueza. — Su producción
en diversas épocas — Empresas de don Enrique Meiggs i construcción
del ferrocarril de Pasco. — El mintral de Caylloma en la provincia de
Arequipa. — Millones que produjo en el siglo pasado — El mineral de
Iluantajaya i sus papas de 30 quintiles. — Papá que se conserva en
. el musco de historia natural de Madrid. — El metal Huantajayita. —
Causas de la ruina de este importante mineral. — Yisit i del químico
Ci'Oiínier en 1H51. — Kl pal:óu do minas del Peiú, urjencia e importan-
tancia de su adopción en Chile — Opiniones de Pardo i de Castilla sobro
el mineral de Hiantajaya; sii estado actual. — El mineral de Challacollo
i sus espectativas — Él injeniero don líclisario Jara. — Producción total
del Perú Alto i Bajo hasta la fincha — Lijsra idea do las minas de plata
de Mdjico i su enonno proJ icción. — La Valenciana de Guanajuato i la
ÍA'st if/a df Caract»ltí3. — La piod acción do plata de la Amórica del Norte
siq.era casi en el doble a la de la »\mí-'iica del Sur -PU ÍJOO
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CAPÍTULO XXI 1 1
Las minas de plata de Nevada.
Inñuenda que las minas de plata de Nevada han tenido en el decrecimien-
to del valor do la plata.— Aspecto i posición de las minas de Nevada.-r
Cómo las descubrió en 1859 el postillón Gomstock. — Aiackaj, bu inmensa
riqueza i uso que hace de ella — Pronósticos del inglés Oarver i del pre-
sidente Lincoln sobre las riquezas metalíferas de las Montañas Roch-
llosas.— Analojías de los minerales de la Améjrica del Norte i de la
América espailola. — Pobreza jeneral de los metales de la priméis, com
pensada por inmensos medios de esplotación.— Capitales, maquinaria i
obreros.— Desventajas de estos con rolacióu a los mineros de Chile. —
Producción de las principales minas de Gomstock, desde su descubri-
miento haí»ta la fecha.— Bl apartado del oro i de la plata.— Enormes
gastos;— Decadencia actual de las Descubi-iiloraH db Nevada, su broceo i
su ruina.— Cotización de las acciones de las principales minas en agosto
último. — >ingu]are8 opiniones del T'/m"* de Londres sobro la industria
minora cu 1878. —Inmensa producción de metales preciosos en la Amé-
rica del Norte hasta la fecha i su distribución por estados. — El censo de
1H80. — Procedimientos mas usados para el beneficio de los metales. — Kl
socavón do Sutro.— hll sistema de amalgamación de patios considerado
como el mejor. — Kl ajio en las minas de Nevada i fluctuaciones que ha
impuesto a sus labo:es. — Daños causados a los verdaderos intereses mi-
nólos por las negociaciones de bolsa. — La venta de la mina Emma en
Utah, e información que el Congroso norte-americano manda levantar
sobre esto fraude ; páj. tí3Ü
CAPÍTULO XXIV
Oaclilnal de la Sierra.
Quienes son los verdaderos descubridores del mineral de Oachinal de la
Sierra. — Meas do don J. V. Lastarria sobre las riquezas del desierto, i
proyecto de lei que presenta en 187(5, como ministro del Interior, para
erijirlo cu territorio ele colonización. — Oposición del senador por Ataca
ma a este pro} ecto, i ostrafio debate que ocasiona su aplazamiento inde-
linido.^íios progiesos salitreros del desierto, i cómo óstos dan la mano
a la minería. — Don Rafael Barazarte mantiene cuadrillas de cateadores
dosilc su oficina salitrera a José Antonio Moreno».-- Los cateadores Pe-
fiafiei i Fi^^uuroa descubren el primer rodado del «Arturo Prat», i su
desconsuelo. — Li.straüo aspecto del mineral i sus pocas promesas aparen
tes. — Los hermanos Ossa rehusan tomar participación en él por una pe-
{]ncua suma, a principios de 1881.— Kl gran cateo del desierto por don
Manuel Ossa, i .su lámina. — Caita dec?ilo esplorador. — Ubicación i for-
mación joolójica del mineral do Cachinal.— Cac/ii i su significación mi-
nera.-^ La bonanza de la mina «Arturo Prat» comienza a 23 metros de
hondura, i cómo su noticia trasciende a la prensa i al ajio.— Diversas
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Bociedades que se foiman, fluctuación de ]os valores que se lanzan al
mercado i males que esto causa a la verdadera industria.— Las fiel^res
áljicas de las minas. — Cpiniones de Mr. Pissis sobre el particular. — Im-
portancia reconocida de la mina «Arturo Prat» i de otras. — Curioso
descubrimiento del asistente del coronel Soto. — Estraordinario movi-
miento minero del presente ano i sus principales descubrimientos i
derroteros. — El derrotero del chango Aracena i el dálmata Cargotich. —
Otros deccubrimientos.— La plata en el Santa Lucía. — El año de la plata
i el «Libro de la Plata». — Conclusión páj. GOl
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