Skip to main content

Full text of "Esploración arqueológica de la Provincia de Catamarca : primeros datos sobre su importancia y resultados"

See other formats


MUSEO  DE  LA  PLATA 


ESPLORÁCION  ARQÜEOLO&ICA  DE  LA  PROVINCIA  DE  CATAMARCA 


PRIMEROS    DATOS    SOBRE    SU     IMPORTANCIA    Y    RESULTADOS 

POR 

K.  P.  NIORENO 

Director  del  Museo 

ESTRACTO  DEL  INFORME  ANUAL  CORRESPONDIENTE  Á  1890 


(revista  del  museo  de  la  plata  —  tomo  j°   páoinas   199  V  siguientes) 

iseo-oi 


MUSEO  DE  LA  PLATA 


ESPLORACION  ARQUEOLÓGICA  DE  LA  PROVINCIA  DE  CATAMARCA 


PRIMEROS    DATOS    SOBRE    SU    IMPORTANCIA    Y    RESULTADOS 

POR 

K.  P.  NIORENO 

Director  del  Museo 


ESTRACTO    DEL    INFORME    ANUAL    CORRESPONDIENTE    A     1890 


(revista    del    museo    de    la    plata    TOMO     I        PÁGINAS     I  99    Y    SIGUIENTES) 

1890-91 


Museo  de  La.  Plata. 


Esploracion   arqueológica   de    la   Provincia 

de    Catamarca 


PRIMEROS  DATOS  SOBRE  SU  IMPORTANCIA  Y  RESULTADOS 


POR 


F.    P.    MORENO 

Director  del  Museo 
(Estrado  del  informe  anual  correspondiente  á  1890) 

No  he  podido  continuar,  por  las  dificultades  económicas  por 
que  atraviesa  la  República,  la  esploracion  arqueológica  que  en 
la  Provincia  de  Catamarca  practicaba,  por  cuenta  de  este  Museo, 
nuestro  naturalista  viajero,  don  Adolfo  Methfessel,  pero  este 
establecimiento  continúa  recibiendo  los  objetos  reunidos  en 
escursiones  anteriores. 

La  manera  como  se  practica  por  el  Museo  el  examen  escrupu- 
loso de  las  destruidas  moradas  y  sepulcros  de  los  antiguos  habi- 
tantes de  los  valles  calchaquíes,  nos  asegura  deducciones  exactas 
que  no  era  posible  obtener  antes  por  la  confusión  que  resul- 
taba de  la  dudosa  ubicación  de  casi  todos  los  hallazgos  anteriores, 
hechos  por  lo  general  por  personas  poco  competentes  ó  intere- 
sadas en  su  venta,  las  que  han  alterado  muchas  veces  la  verdad 
sobre  sus  descubrimientos,  mezclando  los  objetos  de  distintos 
yacimientos  para  obtener  mayor  precio,  alteración  muy  perju- 
dicial, si  se  tiene  en  cuenta  la  importancia  capital  de  las  anti- 
güedades de  nuestras  provincias  andinas,  para  el  completo  cono- 
cimiento de  la  historia  del  hombre  americano  pre-colombiano. 

Sería  muy  aventurada  la  publicación  inmediata  de  las  conclu- 
siones que  á  primera  vista  se  desprenden  del  examen  superficial 
del  muy  grande  material  que  para  el  estudio  de  esa  historia  con- 


4 


tienen  las  colecciones  de  este  establecimiento,  y  del  de  las  valiosas 
piezas  reunidas  por  el  señor  Metlifessel.  El  pasado  humano 
de  estos  territorios  se  liga  seguramente  con  el  de  otras  regiones 
americanas,  pero  lo  reunido  hasta  ahora  no  basta  para  deslindar 
esas  relaciones,  ni  conocer  su  origen ;  por  lo  tanto,  todas  las 
congeturas  á  este  respecto  son  muy  susceptibles  de  grandes 
modificaciones,  como  lo  indican  los  nuevos  descubrimientos. 

Aun  cuando  en  estos  últimos  cincuenta  años  se  han  agre- 
gado muchos  nuevos  elementos  de  investigación  sobre  este  pasado, 
á  los  que  encontramos  en  las  obras  mas  ó  menos  verídicas  ó 
mas  ó  menos  ingenuas  ó  interesadas,  del  tiempo  de  la  conquista, 
l'áltannos  en  la  República  Argentina  monografías  de  cierta  esten- 
sion  ó  estudios  que  se  aparten  del  «  Diario  »  del  viajero,  y  que  á 
la  manera  de  las  investigaciones  practicadas  en  los  centros  de 
civilización  del  mundo  bíblico,  detallen  lo  que  son  y  contienen 
las  viejas  ruinas  sud-americanas,  rehaciendo  así  la  historia  de 
los  pueblos  que  dejaron  esos  portentosos  vestigios  y  el  medio 
físico  en  que  actuaron. 

Méjico,  además  de  poseer  de  su  gran  pasado  obras  de  largo 
aliento  y  fruto  de  pacientes  esploraciones,  acaba  de  publicar  ofi- 
cialmente un  verdadero  monumento  monográfico  sobre  sus  anti- 
güedades. Puede  estudiarse  á  Yucatán  y  á  sus  maravillosas  ruinas 
en  el  Museo  del  Trocadero,  en  Paris,  por  todos  los  interesados  en 
la  vieja  historia  de  América.  Nicaragua,  las  regiones  del  Istmo, 
Nueva  Granada,  Venezuela,  Ecuador,  han  sido  pacientemente 
investigadas  en  estos  últimos  tiempos,  y  Estados-Unidos,  Francia 
y  Alemania  sobre  todo,  ostentan  en  sus  museos  materiales  para 
])rincipiar  á  reconstruir  el  pasado  de  esos  países  americanos. 
INIas  próximos  á  nosotros  y  mas  ligados  en  el  pasado  que  el 
presente  con  lo  que  es  hoy  República  Argentina  y  cuyo  estudio 
tiene  por  lo  tanto  mayor  interés  para  nosotros,  el  Perú  y 
Bolivia  han  tenido  entre  otros  investigadores  de  sus  misteriosas 
ruinas,  quizá  mas  importantes  para  el  conocimiento  del  mas 
lemoto  pasado  de  América,  que  Yucatán  ó  Méjico,  á  D'Orbigny, 

(^ASTELNAU,  RiVERO,  TsCMUDI,   AnGRAND,   MiTRE,  SqUIER,  WiENER, 

Stubel,  Weiss  y  Falb. 

El  ¡¡rimero,  nos  ha  dado  una  buena  serie  de  observaciones 
sobre  'i'ialiuanaco,  pero  disponiendo  do  reducidos  elementos  de 
consulta,  ignorando  los  otros  grandes  vestigios  de  viejas  sociedades 
fie  los  valles  centrales  ó  de  la  costa  del  Perú  y  los  esparcidos 
en  la  Rejjública  Argentina,  con  la  única  base  desús  observaciones 
en  la  meseta  del  Lago  Titicaca,  se  concretó  á  la  descripción  de  lo 
que  había  esplorado,  considerando  á  esas  ruinas  como  vestigios 


-  5  — 

del  arte  aimará,  anteriores  á  la  dominación  incásica,  dinastía  que 
empieza,  según  D'Orbigny,  con  la  fundación  del  Cuzco  por  Manco- 
Capac,  salido  del  Titicaca  en  el  sigloXl.  Incurrió  con  esto,  siguiendo 
á  Garcilaso,  en  la  creencia  errónea  de  la  modernidad  de  la  dinastía, 
sin  detenerse  á  pensar  que  es  imposible  que  naciones  como  la 
Quichua  y  la  Aimará,  que  profesaban  el  culto  de  la  tradición, 
olvidaran  tan  pronto  el  esplendor  de  una  civilización  como  la 
del  Titicaca  y  sus  inmediaciones,  que  debía  todavía  existir  en  la 
época  de  la  aparición  de  Manco-Capac,  porque  un  legislador 
como  éste  no  brota  del  desierto,  ni  que  tal  civilización  se  des- 
truyera tan  rápidamente  que  sus  vestigios  fueran  considerados 
como  antiguallas  de  tiempo  desconocido  por  los  mismos  indí- 
genas, al  llegar  los  Españoles. 

Castelnau,  que  recorrió  mayor  estension  de  Bolivia  y  Perú 
que  D'Orbigny,  describió  mas  estensamente  las  mismas  ruinas, 
pero  sin  adelantar  nada  sobre  su  origen.  Se  ocupó  con  detalle  de 
las  ruinas  del  Cuzco,  que  considera  incásicas,  y  entrando  en 
consideraciones  sobre  la  antigüedad  de  la  civilización  del  Perú, 
que  es  «bien  anterior  á  la  especie  de  renacimiento  á  la  cual 
los  Incas  dieron  su  nombre  »,  se  resolvió  por  el  origen  semítico 
de  los  habitantes  de  América,  y  por  el  contacto  con  las  civili- 
zaciones del  Mundo  Antiguo,  presentando  interesantes  analogías 
en  apoyo  do  sus  ideas,  pero  descuidando  lo  que  mas  debió  in- 
vestigar :  las  naciones  que  produjeron  las  construcciones  gigan- 
tescas que  admira. 

RiveroyTschudi  no  las  descuidaron,  y  fueron  los  primeros  au- 
tores que  con  una  masa  considerable  de  materiales,  distinguieron, 
aunque  á  grandes  rasgos,  los  centros  civilizados  y  las  razas 
del  Perú  antiguo,  antes  de  la  fundación  del  reino  incásico, 
refiriendo  el  origen  de  este  reino  á  la  raza  que  llaman  Aimará. 
Dividen  en  dos  épocas  el  arte  peruano  anterior  á  los  incas, 
pero,  adoptando  la  genealogía  de  éstos,  dada  por  Garcilaso, 
repudian  la  mas  lógica,  la  do  Montesinos,  y  encierran  en  un 
cuadro  estrecho,  lo  que  es  resultado  de  la  evolución  social  de 
varias  razas  durante  decenas  de  siglos.  Poco  interés  prestan, 
y  la  mencionan  como  simple  curiosidad,  á  la  igualdad  que  hay 
entre  algunas  clavas  de  madera  de  chonta,  encontradas  por  ellos 
en  [Colombia  y  en  el  Perú,  y  las  de  Nueva-Zelandia,  y  figu- 
ran en  la  misma  plancha  que  una  de  esas  clavas,  sin  mayor 
mención  que  la  de  «hacha  de  piedra  verdosa  anfibólica  encon- 
trada en  las  liuacas  del  Cuzco»,  una  verdadera  maza  de  guerra 
neo-zelandesa,  el  característico  Patoo-Patoo,  peculiar  á  la  con- 
siderada como  })átria  de  los  Maories. 


—  o  — 

Angrand,  en  su  importantísima  carta  sobre  las  antigüedades  de 
Tiahuanaco,  les  atribuye  un  remotísimo  origen,  con  razón,  y 
se  inclina  también  á  admitir  una  mavor  duración  á  la  dinastía 
incásica,  (]ue  la  asignada  generalmente.  Supone  que  la  civili- 
zación de  Tiahuanaco  vino  del  Norte,  como  la  Quichua,  consi- 
derando de  un  mismo  origen  á  ambas,  aunque  desarrolladas 
separadamente  desde  muy  remota  antigüedad.  Dice  :  «  el  pue- 
blo que  ha  elevado  los  monumentos  de  Tiahuanaco,  es  de  una 
rama  de  la  gran  familia  Tolteca  Occidental,  de  origen  Náhuatl 
ó  Californiano,  de  cabeza  recta,  que  descendió  hacia  el  Sud  en 
la  época  de  las  mas  antiguas  migraciones». 

El  General  Bartolomé  Mitre  ha  publicado  un  importante 
estudio  sobre  Tiahuanaco,  que  contiene  observaciones  propias 
hechas  durante  sü  viaje  á  esas  ruinas,  pero  las  difíciles  con- 
diciones en  que  realizó  su  visita,  no  le  permitieron  entrar 
entonces  en  mayores  consideraciones  sobre  el  origen  de  esa 
misteriosa  civilización. 

S({uier  abrió  la  era  de  los  verdaderos  esploradores  arqueólogos; 
su  libro  titulado  «Viajes  y  esploraciones  en  la  tierra  de  los 
Incas»,  es  una  revelación.  Por  primera  vez  preséntanse  allí  con 
caracteres  definidos  las  viejas  sociedades  Chimus  y  del  Titicaca, 
corroborando,  en  mucha  parte,  las  deducciones  geniales  de 
nuestro  ilustre  historiador  doctor  don  Vicente  Fidel  López,  sobre 
los  Atumurunas,  contenidas  en  su  libro  «  Las  razas  arianas 
del  Perú  » . 

La  obra  de  Squier,  como  la  de  Wiener,  de  igual  índole  sobre 
«Perú  y  Bolivia»,  son  material  inagotable  de  consulta,  y  agregán- 
doles los  trabajos  mencionados  y  las  bellísimas  ilustraciones  pu- 
blicadas por  Reiss  y  Stubel,  como  resultados  de  sus  esploraciones 
en  el  cementerio  de  Ancón,  inmediato  á  Lima,  y  las  publicadas 
últimamente  por  el  Museo  de  Berlin,  forman  un  material  inapre- 
ciable. Y  sin  embargo,  todas  estas  obras  reunidas,  no  dan  todavía 
una  idea  exacta  del  pasado  del  Perú.  Son  una  acumulación  in- 
mensa de  datos  mas  ó  menos  completos,  pero,  ó  son  simples  men- 
ciones de  ruinas  ó  de  objetos  examinados  de  paso,  ó  descripciones 
sin  suficientes  indicaciones  del  medio  físico  y  social  en  que  se 
encuentran  esos  objetos  y  esas  ruinas,  dificultando  el  poder 
formar  un  conjunto  de  observaciones  que  permita  rehacer  la 
historia  de  los  pueblos  que  dejaron  esos  vestigios,  sus  orígenes, 
sus  usos,  costumbres,  lenguas,  relaciones  entre  ellos,  medios 
físicos  en  (¡uo  se  desarrollaron,  vivieron  y  murieron,  observa- 
ciones ([uo  son  las  que  deben  hacer  ({ue  la  pre-historia  se 
aproxime  á  la  historia. 


—  7  — 

Pues  bien,  si  apesar  de  los  elementos  enumerados,  no  se 
puede  tener  aun  una  idea  exacta  del  pasado  peruano-boliviano, 
¿qué  diremos  sobre  el  de  los  territorios  que  hoy  componen  la 
República  Argentina,  en  la  que  recien  empiezan  los  estudios 
arqueológicos  ? 

No  tenemos  viejas  crónicas  que  nos  cuenten  las  tradiciones 
pre-colombianas.  Apenas  los  primeros  cronistas  se  refieren  á 
la  conquista  del  Tucuman  por  los  Incas,  y  esto  incidentalmente. 

Los  autores  mas  antiguos  que  hayan  escrito  sobre  las  nacio- 
nes indígenas,  sedentarias,  de  las  faldas  andinas,  pertenecen 
todos  al  siglo  XVII  y  poco  cuentan  del  estado  de  aquellas  pobla- 
ciones al  pasar  de  la  suave  dominación  quichua  á  la  cruel 
de  los  españoles.  Poco  sacamos  todavía  en  limpio  de  los 
relatos  de  los  conquistadores  del  Plata  y  del  Paraná,  y  será 
necesario  un  paciente  estudio  de  ellos  para  ver  claro  en  esa 
confusión  de  nombres  de  tribus,  de  parages  y  de  patrañas. 

Sin  embargo,  qué  inmensa  importancia  tienen  las  reliquias 
escondidas  en  estas  vastas  tierras,  para  el  conocimiento  de 
la  pre- historia  americana!  Tanta,  que  sin  su  examen  no 
será  posible  encontrar  la  verdad  sobre  el  pasado  humano  de 
este  continente.  Y  es  esta  abundancia  de  material  que  se 
pierde  si  una  vez  que  se  le  descubre  no  se  le  recoje  con  cri- 
terio é  inteligencia,  la  que  me  hace  sentir  mas  la  falta  de  ele- 
mentos para  continuar  con  actividad  las  investigaciones  iniciadas 
por  este  Museo.  Muy  prolijas  deben  ser  éstas,  ya  que  nos  falta 
la  mejor  clave  para  conocer  la  historia  de  las  civilizaciones  — 
la  lengua  escrita. 

No  es  creíble  que  los  anales  de  esa  historia  estén  consignados 
en  los  signos  aun  indescifrados,  figurados,  en  todo  lel  territorio 
sud-americano,  en  los  monolitos  tallados  por  el  hombre,  ó  pu- 
lidos por  las  fuerzas  naturales  en  las  heladas  mesetas,  en  los 
desiertos  sin  agua,  ó  entre  las  selvas  vírgenes,  y  en  el  centro  de 
los  torrentes,  pero,  si  los  sud-americanos  no  podemos  desvelar 
nuestros  oscuros  orígenes,  resucitando  el  pasado,  en  la  misma 
forma  con  que  se  ha  conseguido  restaurar  el  viejo  Egipto,  tra- 
bajemos para  tener  siquiera  un  bosquejo  de  lo  que  fueron  las 
civilizaciones  que  se  consumieron  en  este  suelo.  Hagamos  para 
ello  mas  que  observaciones  de  paso;  principiemos  metódi- 
camente la  reconstrucción  de  esos  orígenes,  cooperando  al 
objeto  cada  una  de  las  repúblicas  en  que  está  dividido  el  con- 
tinente, organizando  trabajos  en  ese  sentido  y  agregando  al 
esfuerzo  individual  los  elementos  oficiales.  Tratemos  de  que  los 
vestigios  que  deben  servir  de  base  á  nuestra  historia,  no  salgan 


—  8  — 

del  suelo  americano,  como  desgraciadamente  ha  sucedido  hasta 
ahora.  Reunámonos  los  que  amamos  el  pasado  ;  hagamos 
conocer  lo  que  resulte  de  los  reconocimientos  en  el  terreno  y 
de  su  estudio,  á  medida  que  pueda  condensarse  en  cualquier 
forma  gráfica,  para  que  cada  uno  los  aproveche  en  sus  inves- 
tigaciones, y  así,  en  corto  tiempo  podremos,  todos,  reunir  un 
monumento  que  sirva  de  pedestal  á  nuestra  grande  historia 
futura. 


Roca  traqlítica  con  inscripciones  grabadas  —  (Bajo  de  Cañota.  Mendoza) 
Según  fotografía  de  F.  P.  Moreno  —  1/30  del  tamaño  natural 

Nosotros  los  argentinos  que  pretendemos  marchar  á  la  cabeza 
del  movimiento  intelectual  en  este  continente,  estamos,  en  lo  que 
se  relaciona  con  los  estudios  arqueológicos,  recien  en  el  principio. 
Aun  cuando  fué  en  Buenos  Aires  que  se  fundó  el  primer  Museo 
Antropológico,  cabiéndome  el  honor  de  hacerlo,  la  actividad 
de  un  hombre  solo  no  bastaba  para  llevar  adelante,  con  rapi- 
dez, una  institución  semejante,  y  hemos  visto  con  tristeza  que 
el  Brasil  nos  aventajara,  abriendo  su  Esposicion  Antropoló- 
gica en  1882,  y  emprendiendo  oficialmente  la  esploracion  de 
los  parages  donde  se  señalaban  restos  de  sociedades  pre-histó- 


—  9  — 

ricas,  trabajos  que  han  producido  monografías  de  singular 
valor  para  los  que  estudiamos  las  antigüedades  argentinas, 
por  las  comparaciones  que  pueden  hacerse  entre  nuestros 
hallazgos  y  los  que  casi  pudieran  llamarse  idénticos,  realizados 
en  la  desembocadura  del  Amazonas. 

Estas  y  otras  semejanzas  con  regiones  aun  mas  distantes, 
hacen  necesaria  cuanto  antes,  la  esploracion  bajo  este  punto 
de  vista  de  toda  la  América  austral,  desde  Panamá  hasta  el  Cabo 
de  Hornos,  y,  cuan  fácil  sería  para  los  gobiernos,  proceder  de 
acuerdo  para  llevar  adelante  tales  trabajos  !  Aislados,  los  estu- 
diosos de  cada  país,  solo  podremos  divulgar  lo  que  resulte 
del  trabajo  en  el  terreno  y  en  el  laboratorio,  dentro  de  estrechos 
límites,  y  estos  trabajos  aislados  no  llegarán  en  ningún  caso  al 
fin  buscado,  salvo  que  algunos  felices  puedan  disponer  de  me- 
dios propios  para  estender  el  campo  de  investigación  fuera  de 
esos  límites. 

No  debemos  olvidar  que  las  divisiones  geográficas  actuales 
no  son  las  mismas  que  separaban  á  las  antiguas  sociedades  pre- 
colombianas.  El  pasado  del  Perú  está  íntimamente  ligado  con  el 
Ecuador  y  Bolivia,  hasta  con  la  República  Argentina,  Chile 
y  Brasil,  y  casi  seguramente  con  las  regiones  al  Norte  del 
Ecuador.  Nosotros  los  argentinos  solo  podremos  hacer  ob- 
servaciones de  detalle,  si  es  que  debemos  concretarnos  á 
nuestros  actuales  territorios.  El  origen  de  nuestras  tribus 
nómades,  y  de  las  sociedades  sedentarias  que  actuaron  aquí,  en 
tiempos  ante-colombianos,  es  el  mismo  de  otros  hombres  de 
patria  lejana,  porque,  conviene  repetirlo  hasta  que  el  público  se 
convenza  del  interés  que  tienen  esta  clase  de  estudios  :  nuestras 
sociedades  pre-históricas  tuvieron  contacto  con  otras  de  ambas 
Américas.  No  es  posible  examinar  los  descubrimientos  hechos 
en  la  parte  Sud-Oeste  de  Estados-Unidos  sin  compararlos  con 
los  materiales  argentinos  reunidos  en  este  Museo.  ¡Cuántas 
analogías  entre  las  industrias  y  el  tipo  físico  de  hombres 
desaparecidos  en  medios  tan  distantes  entre  sí!  En  ocasión 
próxima  hemos  de  dar  la  demostración  gráfica  de  estos  hechos. 

Importancia  igual  tienen  otros  hallazgos  que  se  relacionan  con 
Méjico.  ¿Cómo  han  llegado  á  las  pampas  de  Buenos  Aires  las  figu- 
ras de  barro  cocido,  que  tanto  abundan  en  las  ruinas  aztecas? 
El  espíritu  asombrado  no  nota  la  menor  diferencia  entre  unas 
y  otras;  parecen  salidas  de  los  mismos  moldes.  Un  viajero  á 
quien  durante  su  visita  á  este  establecimiento,  mostré  esos 
objetos,  sin  indicarle  su  origen,  me  asegure'»  ((uc  había  rccojido 
completamente   iguales  en  las  ruinas  de  Teolihuacan.    Grande 


—  iO  — 

fué  su  asombro  al  conocer  su  procedencia, — Laguna  de  Lobos, — 
Provincia  de  Buenos  Aires. 

Por  una  feliz  coincidencia  y  gracias  á  la  intervención  amis- 
tosa de  mi  amigo  Carlos  Wiener,  el  sabio  autor  de  «Perú  y 
Bolivia»,  poseemos  en  el  Museo  una  espléndida  colección  de 
vasos  exhumados  de  las  necrópolis  de  la  costa  del  Perú,  en 
las  inmediaciones  de  Trujillo  y  principalmente  del  Gran  Chimu, 
y  en  esa  colección  que  cuenta  cerca  de  mil  piezas,  hay  sufi- 
cientes elementos  para  conocer  la  vida  diaria  de  una  sociedad 
civilizada.  No  son  raras  las  piezas  que  tienen  analogía  completa 
con  las  del  Ecuador,  Chiriqui  y  aun  de  mas  al  Norte;  algu- 
nos príncipes  prisioneros,  atados,  nos  dicen  que  los  Ghimus 
guerrearon  y  salieron  mas  de  una  vez  triunfantes  con  naciones 
que  no  fueron  las  llamadas  incásicas. 


!ii< 


Urna  FusEnAUjA.  —  Beles  (^CatamarcaI. 
1/10  del  tamaño  natural 


Donación  Moreno 


Si  describiéramos  aquí  las  antigüedades  de  la  República  Ar- 
gentina, se  presentarían  otros  hechos  que  no  dan  lugar  á  dudas 
sobre  las  relaciones  que  existieron  entre  éstos  y  otros  pueblos 
muy  lejanos,  al  mismo  tiempo  que  demuestran  una  civilización 
peculiar  á  estas  regiones. 


—  11  — 

He  encontrado  á  orillas  del  Rio  Dulce,  próximo  á  Santiago 
del  Estero,  un  antiguo  enterratorio  y  en  él,  urnas  toscamente 
modeladas  conteniendo  restos  humanos,  y  con  éstos,  moluscos 
de  especies  que  actualmente  viven  en  el  Océano  Pacífico. 
Hallazgo  parecido  he  hecho  en  otros  enterratorios  pertenecientes 
á  un  pueblo  distinto,  en  la  provincia  de  San  Juan  ;  uno  de 
esos  moluscos  cubría  el  pubis  de  una  mujer.  Y  comparando 
la  industria  de  estos  hombres  con  la  de  los  Changos  del  Ata- 
cama,  he  encontrado,  no  analogía,  sino  igualdad  completa  entre 
objetos  y  usos.  Cuántos  pueblos  y  razas  distintas  se  observan 
en  los  restos  que  hemos  reunido! 


7 


•  ( .;  6 


■i#- 


Ukna  Funeraria. 


Santa  Maeia  (Catamaeca).  —  Donación  Moreno. 
1/10  del  taniaíio  natural 


Las  enigmáticas  ruinas  calchaquíes  que  revelan  el  paso  y 
dominación  de  varias  razas,  á  través  de  los  siglos,  han  de  dar 
algún  dia  luz  suficiente  para  rehacer  las  sociedades  cuya  exis- 
tencia y  poderío  indican,  precediéndose  en  esc  teatro  tan  triste 
hoy  y  que  en   edades   remotas   presentó   sin  duda   alguna   un 


—  12  — 

fértil  y  risueño  panorama  donde  se  hizo  la  fusión  de  las  razas 
pre-históricas,  como  lo  prueban  los  cráneos  exhumados  y  los 
restos  de  industria.  ¿Quiénes  fueron  los  hombres  que  trazaron 
el  grandioso  camino  llamado  del  Inca?  ¿Fueron  éstos,  fueron 
otros  príncipes  anteriores?  Me  inclino  á  lo  último,  teniendo  en 
cuenta  que  es  á  la  orilla  de  estos  caminos  donde  he  encontrado 
en  mas  abundancia  las  rocas  cubiertas  de  inscripciones  enig- 
máticas que  no  usaron  los  Quichuas.  Caminos  son  éstos  que, 
atravesando  el  Perú  y  distribuyendo  ramales  donde  la  población 
era  posible,  llegaban  hasta  Chile  por  la  quebrada  de  Uspallata, 
hasta  d(Midc  los  he  seguido  en  un  centenar  de  leguas,  rectos 
como  el   trazado  de  una  línea   férrea  en  la   pampa   horizontal. 

La  industria  del  cobre  y  del  bronce,  en  estos  lugares,  muy 
distinta  de  la  exhumada  en  el  Perú,  es  otro  tema  de  gran  im- 
portancia, y  conviene  hacer  notar  aquí  la  igualdad  que  existe 
entre  algunas  piezas  de  Atacama  publicadas  en  la  obra  U.  S. 
Naval  Astronomical  Expedition  (pl.  Yll,  tomo  III)  y  las  encontradas 
en  Catamarca  y  conservadas  en  este  Museo.  Hasta  ahora  no  se 
han  señalado  discos  de  cobre,  como  el  figurado  mas  adelante, 
ni  en  Bolivia  ni  en  el  Perú. 

VA  ])acblo  ó  la  raza  que  enterraba  sus  muertos  en  urnas, 
tenía  representantes  en  toda  América.  Que  las  relaciones 
entre  sus  ramas  desmembradas  se  interrumpieron  en  remo- 
tos tiempos,  lo  indica  la  variedad  de  formas  adoptadas  i)ara 
esa  fúnebre  costumbre.  Y  á  estos  pueblos  pertenecen  (juizá 
los  curiosos  objetos  de  piedra  tallada  con  formas  animales  que 
se  han  descubierto  desde  el  Istmo  hasta  el  Amazonas  y  Pro- 
vincia de  Córdoba  en  la  República  Argentina.  Quizá  también 
podamos  referir  al  mismo  pueblo  las  inscripciones  citadas,  i)in- 
tadas  ó  labradas  en  las  rocas  hasta  el  Estrecho  de  Magallanes, 
de  las  que  posee  el  Museo  un  centenar  de  facsímiles.  Esta 
costumbre  de  enterrar  en  urnas,  parece  que  en  el  tiempo  de  la 
conquista  solo  se  practicaba  para  los  cadáveres  de  niños,  en 
los  pueblos  de  Catamarca.  Raro  es  el  caso  en  que  allí  se  en- 
cuentren restos  de  adultos  en  esas  condiciones,  y  cuando  esto 
sucede,  las  urnas  son  de  tipos  mas  i)rimitivos,  é  indudable- 
mente de  época  mas  antigua. 

Dejemos  las  sociedades  constituidas  y  lleguemos  á  las  tri- 
bus nómades.  Posee  el  Museo  algunos  centenares  de  cráneos 
antiguos  y  modernos  do  las  tribus  que  han  habitado  este 
estremo  austral,  y  de  su  comparación  resulta  que  varias  de 
las  razas  que  se  han  estinguido  en  el  suelo  argentino,  vinieron 
del  centro  y  del  norte  de  esta  América,   unas,  y  que  otras  son 


-O 


sM 


-^«tM 


O 


^      s 


o 
O 

o 


'■  ■■'  >íi 


^í/ 


PS 
O 


o 
< 
■< 

El 


'3 

C3 
O 

p 


a 


w 
e: 
n 
o 
ü 

K 
S 

«Zi 

S 
ü 


>a 

a 


o 

•a 


—  li  — 

de  origen  aun  desconocido,  como  ser  los  patagones  ó  verda- 
deros Tchuelches.  Los  Yahgan  habitan  hoy  el  estremo  de  la 
Tierra  del  Fuego.  La  carne  de  las  ballenas  que  á  la  costa 
arrojan  las  tormentas  polares,  es  uno  de  los  manjares  mas 
deseados  por  ellos,  tanta  es  la  miseria  en  que  viven.  Sin 
embargo,  algunas  de  sus  costumbres  contrastan  con  ese  triste 
medio.  El  Yahgan,  desnudo,  apenas  cubierta  la  espalda  con  un 
fragmento  de  piel  de  otaria,  baila  entre  la  nieve,  se  adorna  de 
l^lumas  y  se  cubre  la  cabeza  con  una  máscara.  A  uno  de  ellos, 
á  quien  la  civilización  no  ha  dañado,  que  ha  llegado  á  ser 
un  hábil  buscador  de  fósiles  y  que  es  quien  pone  el  pliego  en  la 
prensa  tipográfica  que  imprime  este  informe,  acabo  de  mos- 
trarle una  lámina  de  la  obra  de  Castelnau  que  representa  un  baile 
de  enmascarados  entre  los  indios  Garajas.  Es  análoga  su  fiesta, 
salvo,  que  en  vez  de  la  vegetación  tropical  del  Brasil,  el  pobre 
fueguino  baila  sobre  el  suelo  helado.  He  presenciado  al  pié  de 
los  Andes,  en  las  tribus  mapuches,  en  Patagonia,  un  baile  en 
celebración  de  la  primera  menstruación  de  una  joven  india. 
Había  allí  un  bailarín  enmascarado  y  de  las  averiguaciones  que 
hice,  resultó  |que  tales  máscaras  eran  raras,  siendo  restos  de 
una  antigua  costumbre. 

¡  A  cuántas  observaciones  y  deducciones  se  prestan  estos 
hechos !  Qué  inmensidad  de  tiempo  se  ha  necesitado  para  que 
los  nómades  de  hoy,  evocando  costumbres  casi  perdidas  y  cuyo 
origen  ignoran,  revelen  una  comunidad  de  origen,  ó  un  con- 
tacto inmediato  entre  sus  antepasados!  Últimamente  se  han  en- 
contrado en  paraderos  antiguos,  en  la  Costa  Atlántica,  restos  de 
industria  humana,  objetos  de  piedra  pulida^  asociados  con  ani- 
males estinguidos,  en  los  médanos  conchíferos  prehistóricos,  pero 
posteriores  á  la  formación  del  terreno  pampeano  y  de  época  en 
que  la  costa  marina  era  la  misma  que  hoy;  y  el  Museo  posee 
parte  del  esqueleto  de  un  hombre,  encontrado  en  terreno  mas  an- 
tiguo, pampeano,  junto  con  gran  parte  del  de  un  Scelidotherium. 
El  tipo  craneológico  es  muy  parecido  al  de  los  actuales  Ala- 
kaluf  de  la  Tierra  del  Fuego,  que  parece  ser  el  mi^mo  de  los 
Botocudos  del  Brasil. 

Sonríen  la  mayoría  de  los  etnólogos,  cuando  so  les  habla  de 
que  las  relaciones  entre  las  razas  antiguas  americanas  y  poli- 
nésicas,  han  sido  mayores  que  las  admitidas  generalmente, 
pero  no  es  posible  olvidar  las  mazas  de  piedra  encontradas  en 
Colombia  y  en  el  Perú,  y  casi  indudablemente,  en  la  República 
Argentina,  pues  durante  mi  visita  á  Santiago  del  Estero,  en 
187G,  se  me  habló  y  se  me  hizo  el  diseño  de  una  maza  de  pie- 


—  15  — 


Hacha  de  piedra,  imitando  el  mismo  objeto 

DE  COBRE,  Valle  de  Catamaeca. 

Donación  Moreno 

3/4  del  tamaño  natural 


Hacha  de  piedra 
SiNGUiL.  Catamaeca  —  Donación  Moreno. 
3/4  del  tamaño  natural 


dra  verdosa,  que  no  era  otra  que  una  maza  neo-zelandesa. 
Además,  el  Museo  posee,  entre  otras  piezas  de  un  origen  pare- 
cido, dos  grandes  mazas  de  madera:  la  una  encontrada  en  una 
escavacion  en  Copiapó  y  la  otra  en  Quillota,  ambas  en  Chile. 
La  última  me  fué  obsequiada,  allí,  en  1885,  por  mi  malogrado 
amigo  don  Benjamín  Vicuña  Makenna,  dias  después  de  haberse 
efectuado  su  descubrimiento.  Estas  dos  piezas  son  polinesas, 
completamente  iguales  á  las  que  usan  los  hal)itantes  do  las 
Nuevas-Hébridas. 


—  16  — 

Todo  lo  espuesto  muestra  lo  importante  de  las  investigaciones 
antropológicas  en  este  estremo  austral  y  la  imprescindible 
necesidad  de  darles  mayor  ami)litud.  De  desear  es  que  encon- 
tremos cooperadores  que  nos  faciliten  los  medios,  y  es  ante 
este'  deseo  (¡ue  se  ha  deslizado  la  pluma  mas  de  lo  conveniente, 
tratándose  de  una  simple  noticia  que  dá  cuenta  en  general  de 
la  im[)ortancia  de  las  adquisiciones  hechas  para  nuestras  co- 
lecciones, durante  la  larga  escursion  de  nuestro  naturalista 
viajero. 

Los  resultados  generales  de  la  misión  confiada  al  señor 
Methfessel,  que  han  sido  catalogados  durante  el  año  1890, 
son  los   siguientes: 


.„-    ^>^¿^-%;3S**~«^->.-..- 


Tumba  indíoe.na.  —  Andalguala  (Catamarca).    -  Esploracion  Mothk'ssel 


\N'IM\U  >1  H  >!.(  X  ;í'a 


KKSTOS    HUMANOS 


(Kli(Mil;t  \  '.uMt^  ri't\n(Mw,  o\  liimiMil»»' .  tMi  .'^muIm  Mnn;i.  \  ;»ll^^ 
(I(>1  (',;i|(Mi.  A  n(liil,",li;il;i  \  ^ii|iii\il  AdiMtiM..  iiu  Imumi  miuiiTo 
tli^  oli-.M'.   |i;irl(".  (Ii>l   (-' .i|iii'li'l(»  (|ii(*  MiM'íV'.liiui'im  t'ii  o  .liMiiDincnli», 

|,(1M  (V.(|ll('It>lit';  ii  ^|ll(^  ('orri"' .|i(  Ml<liM»  (\s|(>S  l'(»St(>M,  llMIl  ■lili» 
Imlhitlti'.  (MI  iiiiiN  (Ir  .1  iiilM'.  ('i  >i>(liri(iut".  iIiM  ;irimitMili>  \  |>i  >■  .irioll ; 
t\  imoM  ^(^  li".  Ii;i  iMicoulriiilo  mp  .liiili  ci.  (icifilMilif;.  (MU'i  t|Mlt>'i,  mih 
|>ll^l|•i^  (il;',im!i  ijiio  iihlit'üi'a  «-I  mIio  tM\  i|iii^  IiiiM'iMI  (l."|'.t  .iI.kIiím 
los  cmM'i'i»'.  ;i  i|iio  |ii>rliMi('ci;iu.  \  .m  i|iio  lo  .  iifttinpaiiMrM  uiiií'.mi 
l't^slo  il<^  lutlii  Irin  ;  oíros  oslnhiiu  íico'.IíkIom.  tMicojiil.»  .  .niiu- 
l'Mtlos  \u\v  |i(>i|ii(Miii';  mnnillns.  inmrdinlo',  i'»  ciMiIro  .  Ar  |miMh 
rinii  ¡mll,",iiii.  y  olro..  tMiUMl'iiilo,  cu  \  (M(l;iiltM'M'i  ;.i'|iiill  iii;i  ..  ncii 
miir.'illiiilo' . »'.    ciilihM'l.'i;!    ('mIíim    por    ;',i'ii  ndivi 

jHiMlniS,  illv.lino' .  (ll^  (\'l|o!l  (MliM'|»OM  (V.liiltilM 
Mil     (•;|Ih>/M,      foltM-ilil;i'l      (<'illC.      I'lli'l'll      lio     |ii;i 

^M>|llllllll•.■l■ ..  I;r.  i|iit^  no  pro  imiIüii  .i.",iii  >■  i  {\{\ 
Imlii'r.ulo  iiliii'rlin  |io;lcnornioii(t»  til  ih^pi'»- 
silo  (It^l  ('ii(li\\(M'.  I  U\  liiit'ii  luniioro  dt»  nvtloM. 

|tror('d(Ml   i\o  \  ordií 

dci'os  Alirís  stKis  nt- 
r//f',  (•iiWiimIomIomc^M- 
iIiicIi'Io',  |ii)|"  ,'M'illl 
(los  |ii('dniM  .  1  m'i 
mil)  iij-  |i;irl(^  di^  los 
(•niiioo  ,  I ii\  iMiili" . 
|ir(M('dcii    {\o    ciior 

pos  ipiO  (v;|id)MII  t'll 

rcrnidi)',  (mi  iiriuis 
(lo  liorrn  cncidii . 
piíiliidas      ^('iii'i'id 

lll('lll(^   •'<  Hl     i'i  illlpll 

('udiKi   lií'.iirii-. 

Aun  lln  iiic  lin    ;  ld(.    pu  .iM(^  Imccr  lliin    Ml\0'>lÍ,fll(MMii    piMlijudc 

i»M|():i  r.v;|(»:i,  piM'o  piid Midclii II I ii r  ( p ic  pi'rliMiocoiu'i    Miriin  rn/,iis 


.  '* 


rihiiTi  MMo  iMii  i.im  ANTfia>ii«  Cu.i  iiawi'iWi  nHNciiimniiTA  u  hmmuu 

|!|i|   l'NA  lliH    k,  V.n\\,    Mi'llll^lMUli 


—  18  — 

y  á  distintas  épocas.  La  mayor  parte  son  cráneos  deformados; 
la  braquicefalia  predomina  y  ninguno  de  ellos  se  acerca  por 
su  dolicocefalia  al  tipo  antiguo  exhumado  en  la  Provincia  de 
Buenos  Aires  y  en  Patagonia.  Los  enterratorios  mas  modernos 
presentan  un  ti})0  mezclado,  con  caracteres  del  tipo  peruano 
llamado  de  Ancón.  Otros  cráneos  se  asemejan  á  tipos  del  Sur, 
de  la  Provincia  de  San  Juan,  Patagonia  y  del  Chaco,  y  éstos 
proceden,  la  mayor  parte,  de  las  tumbas  mas  antiguas. 

Las  observaciones  del  señor  Methfessel  corroboran  lo  que 
ya  se  deducía  de  las  de  otros  viajeros,  y  las  que  me  había  suge- 
rido una  escursion  á  esos  puntos  en  1876. 

En  ellos,  florecieron  en  otro  tiempo  pueblos  bastante  ade- 
lantados, que  se  desarrollaron  antes  de  la  invasión  incásica. 
Estos  vestigios  no  revisten  las  proporciones  imponentes  de  los 
que  dejaron  los  hombres  de  Tiahuanaco  y  del  Cuzco  ;  mas  bien 
se  asemejan  á  los  descubiertos  al  S.  O.  de  Estados-Unidos  y 
al  N.  O.  de  Méjico.  La  industria  y  edificación  recuerda  la  de 
los  Pueblos,  aunque  mas  avanzada  que  la  de  éstos. 

Las  ruinas  son  muy  abundantes,  indicando  una  población 
mucho  mas  numerosa  é  industriosa  que  la  actual;  y  las  cons- 
trucciones defensivas  que  el  señor  Methfessel  ha  estudiado  dete- 
nidamente, nos  dicen  que  las  guerras  eran  frecuentes  entre  esas 
sociedades  y  que  los  vencedores  no  dominaban  fácilmente  á  los 
vencidos.  Se  encuentran  estas  ruinas  en  grandes  alturas, 
hasta  mas  de  4000  metros,  en  valles,  mesetas  y  entre  las  breñas 
mas  abruptas,  colgadas,  puede  decirse,  entre  las  anfractuosida- 
des de  los  cerros  casi  verticales.  Hay  construcciones  aisladas, 
y  grandes  estensiones  fortificadas  dominando  los  valles  cubier- 
tos de  ruinas  de  pueblos.  Algunas  de  las  ruinas  observadas 
presenta  la  curiosa  disposición  de  las  habitaciones  ya  señalada 
en  algunas  descubiertas  en  Arizona  y  Nuevo  Méjico.  No  tienen 
por  lo  general  aberturas  que  comuniquen  con  patios  ó  corredores; 
las  aberturas  que  existen  comunican  solo  unas  piezas  con  otras 
y  es  frecuente  encontrar  en  estos  vestigios  de  colmenas  huma- 
nas, habitaciones  sin  salida  alguna.  Los  muros  que  forman 
estos  centenares  de  piezas,  tienen  mas  de  un  metro  de  ancho, 
generalmente  construidos  como  para  caminar  sobro  ellos,  lo 
((uc  sin  duda  se  hacia  para  penetrar  en  las  habitaciones  por 
el  techo,  no  teniendo  otra  entrada. 

Se  encuentran  también  en  esos  valles  montículos  artificiales, 
de  poca  ostensión  y  elevación  con  construcciones  sobre  ellos, 
las  que  probablemente  eran  puestos  militares,  dominando  las 
llnnums  pr('»ximas. 


-  19 


.a 


o 


Q 
'A 
< 


2; 


3 


—  20  — 

Con  los  materiales  que  de  Catamarca  poseemos  y  las  ilustra- 
ciones de  aquellas  ruinas  que  debemos  al  artístico  pincel  de 
nuestro  empleado,  ilustraremos  pronto  el  estudio  de  estos  restos 
y  de  los  objetos  que  usaron  los  hombres  que  vivieron  en  épocas 
ante-históricas,  en  los  valles  llamados  Calchaquíes  en  recuerdo 
de  la  raza  (|uc  los  ocupaba  á  la  llegada  de  los  conquistadores 
españoles. 

CERÁMICA 

La  colección  traída  por  el  Sr.  Methfessel  contiene  400  vasos 
grandes  y  pequeños,  alcanzando  algunos  hasta  80  c.  de  altura. 
Muchos  de  ellos  han  servido  de  urnas  funerarias,  habiendo  sido 
fabricados  con  ese  objeto.  La  mayor  parte  están  adornados 
con  pinturas  de  colores,  representando,  entre  curiosas  combi- 
naciones de  líneas,  pájaros,  reptiles  y  caras  humanas ;  éstas 
están  figuradas  por  lo  general  por  líneas  en  relieve. 

Además,  figuran  350  fragmentos  importantes  representando 
cabezas  humanas,  diversos  mamíferos,  aves  y  reptiles,  en 
relieve  ó  pintados  ó  grabados. 


OBJETOS   DE  PIEDRA 

420  piezas,  como  ser:  puntas  de  flechas,  hachas,  morteros, 
figuras  humanas  y  de  otros  animales. 


OBJETOS  DE  COBRE 

15  objetos,  entre  ellos  una  campana,  un  disco  adornado  con 
caras  humanas,  hachas,  cinceles  y  otros  pequeños  objetos. 


OBJETOS   DE   PLATA 

O  objetos  de  origen  indígena  pero  post-colombiano. 

OBJETOS  DE  HUESO 

110  objetos,  como  ser:  puntas  de  flechas,  útiles  domésticos, 
instrumentos  musicales,  etc. 


21 


VARIOS 


Restos  de  tejidos,  moluscos  marinos  encontrados  en  las  tum- 
bas, adornos  de  fragmentos  de  éstos  que  cubrían  el  cuerpo  de  un 
hombre,  maiz,  objetos  de  hierro  del  tiempo  de  la  conquista, 
hallados  entre  las  murallas  y  en  las  tumbas  indígenas  mas  mo- 
dernas, etc. 


«tv 


Disco  de  cobre  fundido 
1/4  del  tamaño  natural  Andalguala  (Catamárca) .  —  Esp.  Methfessel. 


PALEONTOLOGÍA 


POR 


F.    P.    MORENO    Y    A.     MERCERAT 


Próximos  á  las  antiguas  viviendas  del  hombre,  incrustados 
en  la  roca  que  sirve  de  asiento  á  esos  viejos  pueblos,  el  señor 
Methfessel  ha  descubierto    importantes  yacimientos  fosilíferos. 

De  los  restos  estraídos  de  ellos  han  llegado  la  mayor  parte  al 
Museo,  aun  cuando  no  todos  se  han  colocado  ya  en  la  sección 
correspondiente,  porque  son  grandes  las  dificultades  que  hay 
para  eslraerlos  de  la  roca.  Presentan  estos  restos  vivo  interés, 
por  el  horizonte  geológico  en  que  se  encuentran  y  por  las 
relaciones  que  se  notan  con  otros  estraídos  de  depósitos  mas 
antiguos  y  mas  modernos.  Serán  tema  de  trabajos  ya  princi- 
piados, pero  que  no  pueden  tener  cabida  en  este  informe,  en 
el  que  solo  se  enumeran  mas  ó  menos  suscintamente  las  prin- 
cipales piezas  incorporadas  á  nuestras  colecciones  durante  el 
último  año  trascurrido. 

El  terreno  en  que  se  han  descubierto  estos  restos,  ocupa 
el  bajo  de  Andalguala  é  inmediaciones,  situado  a  2.600  metros 
sobre  el  mar  comprendido  entre  las  dos  cadenas  de  mon- 
tañas, el  macizo  del  Aconquija  y  el  de  Santa  Maria,  se  estiende 
de  Norte  á  Sud  por  espacio  de  40  kilómetros  aproximadamente. 

Forma  un  espeso  manto  de  arenisca  arcillosa  gris-verdosa, 
cu\o  elemento  micáceo  es  esencialmente  representado  porbiotita. 
Esta  formación  tiene  una  potencia  considerable,  centenares  de 
metros.  Presenta  varios  pequeños  estratos  ó  mas  bien  fajas 
parciales  de  cantos  rodados  del  tamaño  general  de  una  nuez, 
iiiibiéndolos  hasta  del  de  una  naranja;  generalmente  estos  cantos 
están  aislados,  en  una  misma  línea,  como  resultado  de  una 
fuerte  corriente,  venida  de  larga  distancia. 

La  roca,  por  lo  general,  es  muy  dura,  habiendo  sido  nece- 
sario varias  veces  emplear  la   pólvora   para  estraer  los  restos. 

Esta  formación  parece  ser  de  origen  lacustre,  y  debe  reposar 
sobre  las  cipiís  superiores  de  la  formación  llamada  de  arenisca 
roja,  la  que  según  unos,  pertenece  á    los  últimos  tiempos  tria- 


■*  —  23  — 

sicos,  y  según  otros,  á  los  primeros  del  jurásico.  Las  investiga- 
ciones confiadas  al  Sr.  Methfessel,  tenían  por  principal  objeto 
el  hombre  y  sus  vestigios,  y  desgraciadamente,  no  le  ha  sido 
posible  prestar  mayor  atención  á  estos  yacimientos.  No  ha 
podido  distinguir,  pues,  si  hay  alguna  formación  intermediaria. 

El  terreno  fosilífero  presenta  grandes  alteraciones  en  sus 
capas,  variando  desde  la  horizontalidad  casi  perfecta,  hasta 
una  inclinación  que  alcanza  á  70°,  pero  estas  capas  inclinadas 
parecen  el  resultado  de  hundimientos  locales.  Se  nota  también 
inversión  de  los  estratos,  en  algunos  casos. 

Está  cubierto,  en  las  partes  en  que  nó  se  ha  alterado  la  ho- 
rizontalidad y  que  forman  mesetas,  por  una  capa  de  grandes 
bloques  graníticos  y  porfíricos,  que  alcanzan  hasta  10  metros 
cúbicos,  siendo  la  mayoría  de  1/2  metro  cúbico.  Estas  piedras, 
mas  ó  menos  pulidas  y  angulosas,  no  están  adheridas  unas  á 
otras  por    ningún  cemento  y  parecen  tener  un  origen  glacial. 

El  espesor  de  la  capa  es  variable,  alcanzando  hasta  10  metros. 
La  alteración  en  la  posición  primitiva  de  los  terrenos  fosilíferos, 
ha  sido  sin  duda  posterior  al  depósito  de  estos  bloques,  porque 
se  les  encuentra  en  los  faldeos  de  las  capas  inclinadas,  disemi- 
nados y  en   ningún  caso  en  posición  vertical,   en    las   cimas. 

Los  restos  fósiles  se  encuentran  en  todo  el  espesor  de  la 
formación  de  arenisca -arcillosa.  El  Sr.  Methfessel  ha  encon- 
trado huesos  al  pió  y  casi  en  la  cima  de  una  misma  meseta, 
habiendo  entre   ambos  yacimientos  una  altura  de  180  metros. 

A  juzgar  por  los  mamíferos  que  se  enumeran  en  seguida, 
este  terreno  parece  pertenecer  á  una  época  intermediaria  entre 
la  formación  patagónica  superior  y  la  del  pampeano  inferior, 
tipo  de  Monte  Hermoso.  Estudios  próximos  aclararán  este  in- 
teresante punto.  Además  de  los  mamíferos,  poseemos  de  esa 
formación  algunos  restos  de  muy  grandes  y  pequeñas  tortugas. 

El  Sr.  Methfessel  ha  recogido  de  los  estratos  superiores 
correspondientes  á  la  formación  de  las  areniscas  rojas  gran 
cantidad  de  madera  silisificada  y  algunos  restos  que  suponen 
la  existencia  de  dinosaurianos. 

El  Sr.  Methfessel  ha  visitado  terrenos  semejantes  en  el  norte 
de  la  República,  pero  siempre  de  estension  reducida,  solo  do 
algunas  leguas,  como  si  fueran  antiguas  cuencas  de  lagos  per- 
didos, donde  fueron  arrastrados  estos  animales.  Varios  de  los 
huesos  obtenidos,  han  sido  arrastrados,  antes  de  ser  deposi-^ 
tados  definitivamente  en  el  sitio  en  que  se  les  ha  descubierto. 

Hé  aquí  la  enumeración  de  las  especies  nuevas  de  Mamí- 
feros fósiles  encontrados  por  el  señor  Methfessel: 


OÍ    


Neuryurus  proximus  mor.  et  merc.  sp.  nov 


Referimos  á  esta  especie  la  parte  anterior  de  un  cráneo,  la 
rama  izquierda  del  maxilar  inferior,  y  otros  fragmentos  que 
no  han  sido  aun  estraídos  de  la  roca. 

Esta  especie  se  acerca  á  Neunjurus  antiqims  Amegh.  Es  de 
menor  tamaño. 

El  m  T  es  bastante  fuertemente  comprimido  lateralmente. 
La  sección  transversal  de  la  m  t  presenta  la  forma  de  una  media- 
luna cuya  rama  anterior  está  troncada.  Los  surcos  longitudinales 
tan  característicos  de  los  molares  de  estos  animales  están  apenas 
indicados  sobre  el  m  ^ .  Sobre  el  m  3-  los  surcos  longitudinales 
anteriores  son  poco  pronunciados. 
Las  medidas  de  las  muelas  son: 


M- 

^'T 

"3 

^4 

M- 

"¥ 

My 

"¥ 

Diámetro  antero-posterior  (1).  .  . 
Diámetro  transversal 

7,8 
4,3 

13, 

12, 

15, 
9,6 

19,5 
9,4 

19,5 
10, 

19,5 
10,6 

18,4 
11, 

20, 
11,5 

El  espacio  ocupado  por  los  ocho  molares  inferiores  es  de  138. 
La  altura  vertical  del  maxilar  inferior  entre  los  m  y  y  m  -g-  es 
de  73. 


Neuryurus  compressidens  mor.  et  merc.  sp.  nov. 


Esta  especie  está  fundada  sobre  la  rama  izquierda  de  un 
maxilar  inferior  y  sobre  la  parte  anterior  de  la  rama  del  lado 
opuesto.    Ambas  piezas  están  bastante  estropeadas. 

La  talla  de  esta  especie  ha  sido  menor  aun  que  la  do  la 
especie  precedente.  Los  molares  son  fuertemente  comprimidos 
lateralmente.  El  m  y  presenta  la  forma  caraterística  que  hemos 
señalado  en  N.  j^roximus  Mor.  et  Merc.  Hé  aqui  las  principales 
dimensiones  de  las  muelas: 


(1)  La  unidad  de  medida  adoptada  es  el  milímetro. 


—  25 


M- 

"7 

*^3 

""J 

^'5 

Diámetro  antero  posterior 

Diámetro  transversal 

6, 
3,5 

12,8 
4, 

16, 
i, 

17,6 
5, 

17, 
7, 

El  espacio  ocupado  por  las  cuatro  primeras  muelas  inferio- 
res es  de  68,  El  largo  del  espacio  ocupado  por  las  ocho  muelas 
inferiores  no  ha  ]  ¡asado  de  124.  La  sinfisis  mide  82  de  largo.  La 
altura  vertical  del  maxilar  tomada  entre  m  y  y  m  -g-  es  de  59. 
La  línea  derecha  medida  del  estremo  del  apophisis  coronoideo 
al  borde  inferior  del  maxilar,  pasando  por  el  borde  posterior 
de  la  superficie  de  implantación  de  los  dientes,  mide  142.  La 
línea  derecha  tomada  en  las  mismas  condiciones  desde  el  estremo 
del  cóndilo  mide  137.  El  ancho  de  la  rama  ascendente  del  maxi- 
lar inferior,  medida  según  la  prolongación  de  la  superficie  mas- 
ticatorica,  es  de  72.  La  distancia  del  borde  anterior  del  cóndilo 
al  estremo  del  apófisis  coronoideo  es  de  34. 


Plohophorus  Philippii  mor.  et  merc.  sp.  nov. 


Esta  especie  está  representada  por  un  gran  número  de  piezas 
de  las  que  la  mas  interesante  es  un  gran  bloque  de  arenisca 
muy  dura  cuya  parte  periférica  está  cubierta  por  una  coraza 
de  Plohophorus,  á  la  que  le  sigue  la  cola.  En  la  masa  del  bloque 
se  observan  varias  piezas  del  esqueleto. 

El  tubo  caudal  está  precedido  por  cuatro  anillos.  Medido 
según  el  borde  dorsal,  el  largo  de  esta  pieza  es  de  1.650;  de 
los  que  980  pertenecen  á  la  coraza,  300  á  los  cuatro  anillos  que 
siguen  y  370  al  tubo  caudal. 

Las  placas  de  la  coraza  no  presentan  diferencias  notables 
con  Plohophorus  Ameghini  Mor.  El  tubo  caudal,  por  el  contrario, 
difiere  muy  sensiblemente.  Reviste  absolutamente  la  forma  que 
caracteriza  el  género  Hoplophorus.  Se  observa  una  despropor- 
ción menor  entre  el  gran  diámetro  y  el  pequeño  de  las  figuras 
principales  de  las  placas  de  este  tubo,  con  escepcion  de  las  placas 
laterales,  en  las  que  esta  desproporción  es  mas  acentuada  que 
en  P.  Ameghini  Mor.  Sobre  la  faz  dorsal  de  la  región  ante- 
rior del  tubo,  se  observa  generalmente  dos  hileras  de  figuras 
secundarias  dispuestas  en  dirección  longitudinal  entre  las 
figuras  principales  de  las  placas.   El  diámetro  longitudinal  de 


—  so- 
la primera  placa  lateral,  primera  a  partir  de  la  estremidad  dista! 
es  de  01,  el  de  la  segunda  mide  Oí.  Las  mismas  medidas  to- 
madas al  lado  izquierdo  son  respectivamente,  51  y  49.  En  su 
estremidad  proximal,  este  tubo  mide  98  de  diámetro  transversal 
V  78  de  diámetro  vertical. 


Eutatus  prominens  mor.  et  merc.  sp.  nov 


Referimos  á  esta  especie  diferentes  fragmentos  entre  los 
que  algunos  presentan  partes  bastante  grandes  de  la  coraza  de 
este  animal. 

Esta  especie  nos  recuerda  Eutatus  distans  Amegh ,  pero 
difiere  esencialmente  por  la  talla  que  es  mayor.  La  figura 
principal  de  las  placas  es  también  muy  característica.  Donde 
termina,  es  decir  en  su  rejion  posterior,  se  estrecha  y  consti- 
tuye en  ese  punto  una  elevación  bastante  acentuada.  Las  placas 
movibles  tienen  de  28  á  32  de  largo. 


Praeuphractus  Scalabrinii  mor.  et  merc.  sp.  nov. 

Entre  los  restos  fósiles  recojidos  por  el  Sr.  Methfessel  hay 
algunos  que  pertenecen  á  una  coraza  de  un  animal  del  sub- 
orden de  los  Dasypoda. 

Los  hemos  comparado  con  los  restos  muy  numerosos  que 
de  este  sub-órden  posee  el  Museo  de  La  Plata  y  resulta  de  su 
examen,  que  apesar  de  la  analogía  que  parece  descubrirse  entre 
las  placas  recojidas  en  Andalguala,  y  las  que  pertenecen  al 
animal  que  uno  de  nosotros  ha  designado  con  el  nombre  de 
Dasypotlieriurn  australe  Mor.  (Breve  reseña  de  los  progresos  del 
Museo  de  La  Plata  durante  el  2°  semestre  de  1888.  Buenos  Aires 
1889,  8",  pág.  38),  estas  placas  pertenecen  al  género  Praeuphractus 
Amegh.  y  que  presentan  caracteres  específicos  suficientes  para 
fundar  una  nueva  especie  que  denominamos  Praeuphractus  Sca- 
labrinii. 

Haremos  notar  antes  de  dar  los  caracteres  de  esta  espe- 
cie, que  después  de  la  publicación  citada,  el  Museo  de  La  Plata 
ha  recibido  gran  parte  do  la  coraza,  el  cráneo  y  otros  restos 
de  un  animal  que  solo  presenta  diferencias  específicas  con 
Dasypothcriuin  australe  Mor. 


—  21  — 

Hemos  examinado  estas  nuevas  piezas,  y  constatamos  que 
el  género  Basypotherium  tiene  su  razón  de  existir,  y  que  tiene 
su  puesto  bien  señalado  en  la  familia  de  los  Praopidae.  Este 
género,  por  su  dentición,  como  por  las  placas  de  la  coraza,  esta- 
blece la  transición  entre  los  Chlamydotheridae  y  los  Praopidae. 
Haremos  notar  nuevamente  que  hay  cierta  analogía  entre  las 
placas  del  DasypotJierium  y  las  de  los  géneros  Fracuphractiis. 
Amegh.  Macroeiiphractus  Amegh.  Etatiis  P,  Gerv.  de  la  familia 
de  los  Dasypidae. 

Praeuphractus  Scalahrinü  ha  sido  de  mayor  talla  que  P.  recens 
Amegh.  Las  placas  movibles  miden  de  34  á  44  de  largo  sobre 
16  á  19  de  ancho.  Las  placas  fijas  de  24  á  28  sobre  18  á  20. 
Estas  últimas  presentan  la  figura  principal  visiblemente  mas 
elevada  que  las  secundarias.  La  superficie  de  esta  figura  es 
redondeada,  en  su  parte  terminal  la  figura  se  inclina  á  un 
lado.  Los  surcos  que  determinan  las  figuras  secundarias  están 
bastante  bien  indicados.  Las  figuras  son  ocho  en  cada  placa,  tres 
anteriores,  dos  laterales,  y  tres  del  lado  opuesto  á  las  dos  últimas. 
Entre  estas  tres  últimas,  la  posterior  es  la  mas  grande  de  todas 
las  figuras  secundarias.  Los  demás  caracteres  que  presentan  estas 
placas  corresponden  á  los  de  P.  U?npidics  Am.egh.  Sucede  lo  mismo 
con  las  placas  movibles.  Observamos,  sin  embargo,  que  los 
surcos  que  determinan  las  figuras  secundarias  sobre  estas  placas 
existen,  pero  que  á  veces  apenas  se  distinguen,  sea  que  las 
placas  proceden  de  la  región  mediana  ó  de  los  lados.  Se  nota 
también  que  en  las  placas  movibles  laterales,  la  figura  princi- 
pal, se  inclina  igualmente  á  un  lado  en  su  parte  terminal. 


Dasypus  argeníinus  mor.  et  merc.  sp.  nov. 


Esta  especie  está  representada  por  un  individuo  casi  completo, 
envuelto  en  una  arenisca  arcillosa  muy  dura,  y  por  otros  restos. 

Su  tamaño  es  mayor  que  el  Dasypus  villosus  Desm.  y  nos 
parece  que  ha  sido  también  de  mayor  talla  que  el  D.  patagonicus 
Amegh. 

Las  placas  de  los  fajas  movibles  tienen  de  20  á  22  de  largo 
sobre  7  á  8  de  ancho.  Las  figuras  que  se  observan  sobre  las 
diferentes  clases  de  placas  de  la  coraza  forman  un  relieve  bien 
destacado  y  no  se  notan  desigualdades  en  su  elevación.  Las 
figuras  laterales  de  las  placas  fijas  están  divididas  en  cuatro 
figuras   secundarias   por   surcos    transversales   bien   indicados. 


—  28  — 

No  sucede  lo  mismo  con  las  figuras  secundarias  de  las  placas 
fijas,  en  las  que  los  surcos  transversales  existen ;  pero  apenas 
perceptibles.  Tienen  cinco  á  siete  agujeros  pilíferos  sobre  el 
borde  posterior  de  las  placas. 


Chlamydotherium  minutum  mor.  et  merc.  sp.  nov. 


Algunos  restos  indican  la  presencia  en  el  terreno  arenisco- 
arcilloso  de  Andalguala,  de  representantes  del  género  Chlam¡jdo- 
theriimi.  Entre  otros,  posee  el  Museo  el  cuerpo  derecho  de  un 
maxilar  inferior,  al  que  le  falta  la  parte  proximal  posterior  de  la 
rama  ascendente.  Los  dientes,  que  han  sido  nueve,  están  rotos, 
faltándoles  la  corona;  no  quedan  sino  sus  raíces.  Las  peque- 
ñas dimensiones  de  este  ejemplar,  indican,  sin  duda  alguna, 
una  especie  inédita. 

El  diámetro  antero-posterior,  tomado  sucesivamente  sobre  los 
diferentes  dientes,  de  atrás  hacia  adelante,  es  el  siguiente: 
7,5  — 10 — 11 — 9  —  9,5  —  6  —  5  —  4,8—  3,5.  Las  siguientes  cifras 
se  refieren  al  diámetro  transversal  tomado  también  sucesiva- 
mente y  de  atrás  hacia  adelante:  5 — 5,5  —  7  —  6,8 — 6,3 — 4,8 
—  4,2  —  3,6  —  3.  El  espacio  ocupado  por  la  serie  dentaria  es  de 
72.  La  sinfisis  mide  32  de  largo.  La  altura  del  maxilar  tomada 
entre  la  6^  y  7^  muela,  es  de  25. 


Scelidctherium  laevidens  mor.  et  merc.  sp.  nov. 


Esta  especie  está  representada  por  un  fragmento  de  la  rama 
izquierda  del  maxilar  inferior  y  otras  piezas  del  esqueleto. 

Dicho  fragmento  tiene  los  tres  primeros  molares.  El  filo  pos- 
terior externo  está  bien  acentuado  en  m  2"  y  m  3-,  debido  á  la 
presencia  de  surcos  longitudinales  bastante  bien  indicados,  y 
bastante  próximos  á  ese  filo  sobre  las  dos  faces  que  lo  determi- 
nan. Estos  molares  son  de  sección  triangular,  bien  caracterizada. 

La  cara  lateral  que  corresponde  al  lado  del  triángulo  que 
mira  hacia  el  interior,  presenta  una  concavidad  bastante  acen- 
tuada, mas  fuerte  sobre  m  y  que  sobre  los  demás.  La  sección 
transversal  del  m  3-  es  un  triángulo  casi  rectángulo,  cuyo  cateto 
mas  largo  mira  al  lado  externo.  Las  dimensiones  relativas  de 
estos  tres  molares  son : 


29 


M- 

''T 

^3- 

Diámetro  antero-posterior 

Diámetro  transversal 

23, 

13,7 

19, 
16,8 

17, 
18,7 

El  espacio  longitudinal  ocupado  por  los  tres  molares,  es  de 
67.  Tomada  entre  m  y  y  m  y,  la  altura  del  maxilar  es  de  81, 
y  al  nivel  del  origen  de  la  sínfisis  desciende  á  51. 


Scelidotherium  (?)  parvulum  mor.  et  merc.  sp.  nov. 


Referimos  provisoriamente  al  género  Scelidotherium  un  astra- 
galo  derecho  de  pequeñas  dimensiones,  y  cuya  superficie  articu- 
lar con  el  calcáneo  es  bastante  regularmente  elíptica,  enangos- 
tándose según  el  pequeño  diámetro  y  bien  delimitada;  una 
escotadura  bastante  profunda  y  relativamente  muy  ancha  la 
separa  de  la  cabeza  anterior  de  este  mismo  hueso. 

El  mayor  largo  de  este  astragalo  es  de  67  y  su  diámetro 
transversal  mayor  es  de  69.  Esta  especie  parece  haber  sido  mas 
pequeña  aun  que  el  Scelidotherium  Floweri  Amegh. 


Megatherium  Burmeisteri  mor.  et  merc.  sp.  nov. 


Esta  especie  está  representada  por  gran  parte  de  un  esque- 
leto. Las  piezas  que  ya  han  sido  estraídas  de  la  dura  roca  y 
restauradas  son  :  el  cráneo  en  buen  estado  de  conservación  y 
el  maxilar  inferior;  el  fémur,  tibia  y  peroné,  astragalo  y  cal- 
cáneo izquierdos,  y  la  tibia,  peroné  y  astragalo  derechos.  Entro 
las  piezas  cuya  restauración  está  adelantada  figuran  gran  parte 
de  la  columna  vertebral,  la  pelvis,  costillas  y  huesos  de  las 
estremidades. 

Los  caracteres  mas  resaltantes  de  los  huesos  que  hemos 
examinado  ya,  son  :  la  posición  característica  de  los  dientes, 
el  desarrollo  particular  de  la  estremidad  distal  del  peroné,  y 
la  forma  especial  del  astragalo  y  del  calcáneo. 

La  formula  dentaria  es:  m.  \.  Los  dientes  están  constituidos 

4 


—  30  — 

según  el  tipo  Mcgatheriiun.  La  sección  transversal  es  cuadrilá- 
tera, cuyos  lados  presentan  entre  sí  deferencia  mayor  que  en 
las  especies  conocidas ;  y  las  dos  crestas  transversales  de  la 
superficie  masticatoria ,  converjen  del  lado  interno  hacia  el 
esterno  mas  que  en  esas  especies.  La  implantación  de  la  den- 
tadura superior  é  inferior  es  oblicua.  La  prolongación  de  las 
crestas  anteriores  de  la  m  y  en  su  junción,  forma  un  ángulo 
que  no  alcanza  á  120;  la  misma  cresta  de  la  m  -2  es  paralela 
á  la  posterior  de  la  m  y,  y  esta  disposición  se  repite  sucesiva- 
mente en  las  demás  muelas,  disminuyendo  de  tal  manera  el 
ángulo  formado  por  la  prolongación  de  las  crestas  anteriores, 
que  en  la  m  y  este  ángulo  se  aproxima  á  180°  sin  alcanzarlos. 

Esta  misma  disposición  se  observa  en  la  mandíbula  supe- 
rior ;  sin  embargo,  parece  no  ser  tan  visible  en  la  m  A. 

Damos  aquí  las  principales  medidas  de  las  muelas. 


M- 

"T 

"3 

^'T 

1 

M  — 

3 

M  — 

4 

M  — 

5 

M  — 

Diániptro   antero-posterior   tomado  sobre  el  lado 
externo 

32,4 
35,5 

32,4 
39,8 

32,8 
37, 

42,6 
44,5 

36,7 
37,4 

39,6 
37,5 

38,2 

37, 
23, 

29,5 
31,5 

26,5 
40,7 

39, 
40,2 

46,3 

41,5 

37, 
36,7 

40,5 
34, 

El  mismo  sobre  el  lado  interno 

20, 

Diámctrc    transversal    tomado    sobre    el   lado   an- 
terior  

El  mismo  sobre  el  lado  posterior 

¡31, 

El  espacio  ocupado  por  la  serie  dentaria  inferior  es  de  187; 
el  de  la  superior  es  de  200. 

La  región  sinfisaria  es  relativamente  muy  débil  y  delgada  ; 
el  largo  de  la  sinfisis  desde  el  borde  posterior  hasta  la  estre- 
midad  del  maxilar  es  de  203 ;  la  distancia  entre  la  cara  anterior 
de  la  m  y  y  la  estremidad  distal  del  maxilar  es  de  158.  El 
diámetro  vertical  del  cuerpo  del  maxilar  entre  m  -o  y  m  3-  es 
de  157. 

El  diámetro  antero  -  posterior,  del  cráneo  entre  los  cóndilos 
occipitales  y  la  estremidad  de  los  huesos  nasales  es  de  540  y  su 
diámetro  vertical  tomado  entre  m  A  y  m  1  es  de  204. 

El  mayor  largo  del  fémur  es  de  515 ;  el  mayor  ancho  en  la 
estremidad  próxima  309,  y  el  de  la  distal  294.  El  mayor  largo 
de  la  tibia  es  de  470.  El  peroné  se  prolonga  en  su  estremidad 
distal  hasta  bajo  el  nivel  del  borde  inferior  de  la  cara  articular 
l)osterior  del  calcáneo  con  el  astrágalo.  El  peroné  está  separado 
de  la  tibia  en  su  estremidad   distal,  pero  la   simple  inspección 


—  si- 
do la  superficie  do  estos  huesos  en  ese  punto,  demuestra  la 
existencia  de  un  cartílago  que  ligaba  las  dos  piezas.  Este  fenó- 
meno se  observa  también  en  el  pié  á  que  hace  alusión  el  doctor 
Ameghino,  (1)  al  referirse  al  M.  tarijense  H.  Gerv.  y  Amegh. 
diciendo  que  « la  tibia  y  el  peroné,  soldados  en  su  parte  supe- 
rior, permanecen  libres  en  su  parte  inferior.  » 

Hemos  observado  el  mismo  carácter  sobre  piezas  pertene- 
cientes á  varias  especies.  Se  presenta  en  un  ejemplar  de  M. 
americanum  Cuv.  que  existe  en  el  Museo,  y  podemos  asegurar 
que  solo  se  trata  de  un  carácter  debido  á  la  edad  de  los  indi- 
viduos. En  la  edad  adulta  el  cartílago  desaparece  y  las  dos 
piezas  se  unen  por  osificación. 

El  mayor  largo  del  calcáneo  es  de  330  y  su  mayor  diámetro 
transversal  es  de  144.  El  tamaño  de  esta  especie  de  Megatherium 
corresponde  á  2/3,  mas   ó  menos,  del  de   M.    americanum  Cuv. 


Megatherium  Bergi 


MOR.    ET   MERC. 


sp. 


nov. 


Posee  el  Museo  un  cráneo  imperfecto  y  algunos  huesos  del 
esqueleto  de  una  especie  de  Megatherium  mas  pequeña  que 
M.  Burmeisteri  Mor.  et  Mere.  Esta  especie  se  caracteriza  prin- 
cipalmente por  su  analogía  con  M.  americanum  Cuv.  en  la  dis- 
posición de  los  dientes.  Las  caras  laterales  de  las  muelas  supe- 
riores presentan  un  surco  bastante  ancho  y  profundo,  siendo 
mas  pronunciado  en  la  m  A  en  la  que  mide  4,5  de  profundidad. 
Este  surco  desaparece  en  la  m  A,  que  es  pequeña  como,  pro- 
porcionalmente,  en  M.  americanum  Cuv.  Las  medidas  relativas 
de  las  muelas  son  las  siguientes: 


1 

M  — 

2 
M  — 

3 

M  — 

4 

M  — 

5 

M  — 

Diámetro  antero-posterior    .... 
Diámetro  transversal 

26,8 
35, 

29, 

38, 

31,5 

41; 

41, 
31, 

15,7 
20, 

El  diámetro  transversal  sobre  el  borde  anterior  de  la  m  i  es 
de  21. 

El  espacio  ocupado  por  la  serie  dentaria,  es  de  1G2. 
El  arco  zigomático  es  de  forma  muy  particular. 

( 1 )     F.  Ameghino.     Contribución  al  conocimiento  de  los  Mamíferos  fósiles, 
etc.,  Buenos  Aires,   1890,  4°,  pág.  670. 


—  32 


Typotherium  Studeri  mor.  et  merc.  sp.  nov. 

Poseemos  de  esta  especie  varios  fragmentos  de  maxilar 
inferior,  que  por  sus  dimensiones  denotan  una  especie  inédita. 

Parece  muy  corto  el  cuerpo  del  maxilar,  pero  muy  fuerte. 
La  sínfisis  no  alcanza  al  nivel  del  primer  molar.  Son  en  número 
de  cuatro  los  molares,  implantados  oblicuamente  hacia  adelante, 
á  la  excepción  del  premolar  único  que  tiene  una  dirección  oblicua 
hacia  atrás.  El  premolar  y  el  primer  molar  son  relativamente 
muy  fuerte. 

Siguen  las  dimensiones  de  los  dientes  : 


^^'T 

M- 

"T 

"3 

Diámetro  antero-posterior  .... 
Diámetro  tranversal 

14, 
11, 

17,5 
12, 

18, 
9, 

00 

7,4 

La  longitud  del  espacio  ocupado  por  la  serié  dentaria  es 
de  69.  La  altura  del  maxilar  al  nivel  del  m  -2"  es  de  45.  Su  es- 
pesor entre  pm  j  y  m  t,  es  de  22,  4  y  al  nivel  del  m  3"  de  20. 


Xotodon  cristatus  mor.  et  merc.  sp.  nov. 


Especie  fundada  sobre  un  cráneo  con  maxilar  inferior  en 
muy  buen  estado  de  conservación  y  por  un  buen  número  de 
otros  huesos  del  esqueleto. 

Parece  haber  sido  este  animal  de  la  misma  talla  que  Xoto- 
don prominens   Amegh. 

La  fórmula  dentaria  es  i  -|   o,  \  pm  -J  m  |-  • 

Se  observa  una  cresta  longitudinal  bien  pronunciada,  bas- 
tante elevada  v  de  cima  redondeada  en  el  borde  interno  de  la 
cara  superior  (posterior)  del  i  y.  Una  cresta  análoga  se  ob- 
serva también  en  el  borde  correspondiente  del  i  1 .  Los  surcos 
laterales  de  la  cara  externa  de  los  molares  inferiores  son  menos 
acentuados  que  en  X.  2^rominens  Amegh.  Estos  mismos  molares 
presentan  otras  diferencias  con  las  de  la  citada  especie,  pero 
seria  largo  el  señalarlos  aquí. 

El  i  1  recuerda  el  género  Typotherium.  El  i  1  es  mas  angosto 
que  i  1  y  menos  arqueado.     El  i  -?-  es  de  sección  transversal 


—  33  — 

triangular.     El  resto  de  la  dentición  de  la   mandíbula  superior 
se  acerca  al  género  Toxodon. 

Siguen  aquí  las  principales  dimensiones  de  los  dientes: 


antero 
trans  - 

''T 

PM- 

™2 

PM- 

PM-M- 

"2 

^^3 

1 

PM  — 

2 

PM  — 

pmI 

pmA 

1 

M  — 

m1 

3 

m  — 

Diámetro 
posterior 

Diámetro 
versal . 

9 

4 

9,7 
4 

12,5 
G 

14 

7,8 

19,5 
10 

30,6 
10 

30 
10 

35,8 
10,8 

11,8 
6,5 

17,4 
10 

20 
14 

28,8 
22 

34 
27,5 

39,7 
29 

45 
18 

El  espacio  ocupado  por  la  serie  de  los  molares  inferiores 
es  de  153,  el  espacio  correspondiente  de  la  serie  dentaria  supe- 
rior es  de  149.  El  diastema  comprendido  entre  pm  y  y  c  y 
mide  4,5  y  el  que  separa  c  y  de  i  -3  es  de  21.  En  la  man- 
díbula  superior   las  medidas  correspondientes  son  de  11  y  48. 

La  región  sinfisaria,  en  su  parte  antero  -  inferior,  se  ensancha 
y  presenta  lateralmente  crestas  bien  pronunciadas.  El  largo  del 
cráneo  tomado  entre  la  cima  de  los  cóndilos  occipitales  y  el 
borde  interno  del  i  1  es  de  408.  La  forma  general  del  cráneo 
es  la  del  género  Toxodon. 


Macrauchenia  Lydekkeri  mor.  et  merc.  sp.  nov. 

Fundamos  esta  especie  sobre  un  fragmento  de  la  rama 
izquierda  del  maxilar  inferior  que  contiene  dos  muelas  intactas 
y  las  raices  de  una  tercera,  parte  del  sacro  y  la  parte  distal 
del  fémur  y  de  la  tibia,  el  calcáneo  y  el  astragalo  derechos,  etc. 

Todas  estas  piezas  denotan  un  animal  de  mucha  menor  talla 
(\\\Q  \i\  M.  imtachonica  Owen,  \ievo  bastante  mayor  que  la  M.  boli- 
viensis  Huxley. 

Las  dos  muelas  que  corresponden  al  pm  3-  y  pm  y,  pre- 
sentan un  cingidum  muy  pronunciado  sobre  la  parte  posterior 
de  la  cara  esterna ,  y  en  pm  y  este  cingiilum  se  desprende 
desde  el  borde  anterior,  aumentando  su  espesor  á  medida  que 
se  dirije  hacía  atrás.  La  columna  que  separa  las  dos  escota- 
duras de  la  cara  interna  de  la  corona  es  muy  angosta.  Las 
dimensiones  de  las  muelas  son  las  siguientes: 


PMg- 

PM- 

Diámetro  antero-posterior 

Diántotro   transversal 

27,8 

11, 
18, 

27,4 

—  34  — 

La  altura  vertical  del  maxilar  entre  estas  dos  muelas  es 
de  41.  El  espacio  ocupado  por  ellas,  51.  El  mayor  largo  del 
calcáneo  es  de     127,  y  el  del  astrágalo   GG. 

Macrauchenia  calceolata  mor.  et  merc.  sp.  nov. 

Establecemos  esta  especie  sobre  un  fragmento  de  mandíbula 
inferior  que  contiene  los  dos  últimos  molares. 

Esta  especie  es  de  talla  intermediaria  entre  la  especie  que 
precede  \  Macrmiche?iia  hoUviensis  Huxley.  El  cingidum  rudimen- 
tario sobre  la  faz  externa,  es  bastante  pronunciado  sobre  la 
faz  interna.  La  corona  del  último  molar  está  muy  reducida 
en  su  altura  por  la  masticación.  Las  escotaduras  que  se  notan 
sobre  la  faz  interna  de  la  m  2"  son  bastante  profundas:  la  ante- 
rior es  relativamente  muy  estrecha  y  la  posterior  muy  ancha. 
La  columna  interpuesta  entre  estas  dos  escotaduras  es  mucho 
mas  débil  que  lo  que  generalmente  sucede  en  las  especies  de  ese 
género.  Desde  su  origen  las  escotaduras  de  la  faz  interna  del 
m  3^  son  relativamente  muy  profundas,  la  anterior  sobre  todo. 
Faltan  en  las  escotaduras  posteriores  de  estos  dos  molares  los 
contrafuertes  que  caracterizan  el  género  Scalahrinitheríiim  Amegh. 

Las  medidas  de  las  muelas  son  las  siguientes: 


Diámetro  an  toro-posterior 


*'2 


I     29, 


Diámetro  transversal \     13,5 


"3 


26, 
13, 


La  altura  vertical  del  maxilar  tomada  entre  m  •_>  v  m  ^  es 
de  35,6. 

Licaphrium  intermedium  mor.  et^mero.  sp.  nov. 

Representado  hasta  ahora  por  un  fragmento  del  maxilar 
inferior  derecho  con  los  dos  últimos  molares,  no  habiendo  sido 
atacado  aún  el  último  por  la  masticación.  1-^1  lóbulo  rudimental 
que  caracteriza  el  último  molar  en  este  género,  se  nota  también 
en  m   2"  aun  cuando  es  menos  acentuado  que  en  m  -3. 

Este  lóbulo  no  está  únicamente  indicado,  por  la  depresión 
que  j)i'esenta  la  cara  externa  del  lóbulo  posterior,  como  lo 
dice  el  Dr.  Amcghino  (^);  la  escotadura  que  determina  el  tubér- 

(1)    Loe.    rit.    ;,.   508. 


—  35  — 

culo  que  se  observa  sobre  la  cara  opuesta  de  esta  rejion,  con- 
curre al  mismo  fin.  Se  nota  un  cingulum  en  la  base  de  estos 
molares,  tanto  en  la  cara  interna  como  en  la  externa.  Las  dos 
escotaduras  principales  de  la  cara  interna  de  estos  dientes  son 
estrechas  y  bastante  profundas.  El  diámetro  antero-posterior 
de  m  ^  es  de  14,8,  el  transversal  16  y  su  altura  10,5.  El  diá- 
metro antero-posterior  en  m   3^  es  de  16,5. 


Amphinasua  brevirostris  mor.  et  meko.  gen.  et  sp.  nov. 


Fundamos  el  género  y  la  especie  sobre  un  cráneo  en  buen 
estado  de  conservación.  Entre  las  formas  actuales  es  el  género 
Nasua  el  que  presenta  mayores  analogías  con  esta  nueva  especie. 
Cyonasua  argentina  Amegh.  parece  pertener  á  un  tipo  de  hocico 
mas  prolongado  que  Amphinasua,  en  el  que  el  hocico  es  relativa- 
mente muy  corto,  mucho  mas  que  en  Nasua  narica  Burm.  Las 
figuras  58,  59  y  60  de  la  obra  del  señor  H.  Filhol,  «Recherches 
sur  les  phosphorites  du  Quercy »  que  representan  el  cráneo 
de  Cíjnodictis  Oryei  Filh,  indican  en  este  animal  un  parecido 
bastante  aproximado  con  el  género  que  nos  ocupa.  Adelanta- 
mos una  figura  de  este  cráneo  de  A.  brevirostris  estraida  de  la 
obra  que  contendrá  la  descripción  detallada  de  esta  interesante 
pieza,  la  «  Paleontología  Argentina  »,  que  este  Museo  ha  empe- 
zado á  imprimir  en  sus  talleres. 

La  fórmula  dentaria  es  la  siguiente  :    i  y  c  y  pm  y  y  m  y 

Los  ii  y  il  son  pequeños.  Están  separados  del  i-  por  un 
pequeño  espacio  libre.  Este  úllimo  diente  está  bien  desarrollado  y 
es  caniniforme.  Los  caninos  son  bastante  altos  y  mas  fuertemente 
encorvados  que  en  Nasua.  La  compresión  lateral  que  caracteriza 
estos  dientes  en  Nasua  es  muy  poco  sensible  en  Amphinasua.  La 
carena  sobre  los  bordes  anterior  y  posterior  es,  sin  embargo,  bas- 
tante clara.  El  espacio  libre  comprendido  entre  i  A  y  el  es  de  5. 

Los  molares  están  colocados  en  serie  continua  y  apretados 
los  unos  contra  los  otros.  Los  premolares  son  cónicos  y  au- 
mentan de  volumen  de  adelante  hacia  atrás.  El  pml  es  muy 
pequeño  y  está  separado  de  el  por  un  espacio  libre  que  no 
alcanza  á  2.  Los  molares  son  de  sección  transversal  en  forma 
de  U,  lijoramente  abierta  en  el  lado  externo.  Los  tubérculos 
de  la  superficie  masticatoria  son  cónicos.  El  mi  presenta  cinco, 
tres  externos  v  dos  internos.  Entre  los  tubérculos  externos,  el 


—  30  — 

mediano  es  bastante  elevado  y  el  posterior  es  mas  acentuado  que 
el  anterior.  De  los  dos  tubérculos  internos,  el  posterior  se  nota 
apenas.  Los  dos  últimos  molares  presentan  cuatro  tubérculos, 
dos  laterales  iguales  y  poco  elevados,  y  dos  internos  que  afec- 
tan el  mismo  desarrollo  píMiitivo  y  una  d¡sj)osicion  análoga  ;i 
lo  que  se  observa  en  mi. 

Hé  aquí  las  dimensiones  relativas  de  los  dientes. 


11      2;      31      11       II       2        .31      1 

I     -        I      -    .    I    -    ¡    C    -    I  PM  PM     -     PM   -     i    M 


Diímptro  antero-posterior '    2,5 

Diúnictro  tnuisvoi'sal 3,4 

Altui-ii • '     — 


2,8  '     4,0      10,7 
4,     ,     (i,  !), 

-    !   13,     i  23, 


PM 

1 

2 

PM     - 

í      i, 

1 

6,8 

5, 

5,8 

7,t)  10,5 
5,8  !  11,2 
7,     I     8,6 


2  3 

M  —      M  — 


10,6       (i,5 

12,8       í),4 

5,     ¡    3,4 


El  largo  ocupado  por  la  serie  de  los  molares  superiores  es 
de  44.  La  distancia  del  borde  posterior  de  m  A  al  borde  incisivo 
es  de  57.  El  largo  del  cráneo,  medido  desde  los  cóndilos  occi- 
pitales hasta  el  borde  incisivo  es  de  157. 


Nota. — La  descripción  detallada  de  estos  Mamíferos  fósiles,  acompañada  de  las    láminas  conespon- 
dientcs,  se  pubUcarA  próximamente  en  los  Anales  del  Museo. 
Musco  de  La  Plata,  En(!ro  de  1891. 


EsTRArcio\  TtK  FÓSILES  K.v  ET,  liAJo  DE  Andalotala.     -  Dibujo  df'l  Sr.   Mi'thfessel. 


lAl.l.rHKS    IH.I.    Ml'.Si.O.    l.A    l'LAIA     iHqi 


< 

z 


< 

H 

w 

o 

o 
w 


O 

(C 

Kl 

H 
H 

o: 
o 

m 
h 

o 

> 

El] 

ce 

P 

<! 

D 

< 

d 
<