Skip to main content

Full text of "Hablando se entiende la gente : entremés"

See other formats


Cl)e  Librar? 
anílier0ítp  of  iQoríb  Carolina 


(gff^-^**»  *♦♦•  'íT'hr  ^mltttic 


eTH4 


r 


THE  LIBRARY  OF  THE 

UNIVERSITY  OF 

NORTH  CAROLINA 

AT  CHAPEE  HILL 


ENDOWED  BY  THE 
DIALECTIC  AND  PHILANTHROPIC 
^^^^^ SOCIETIES 

3UILDING  USE  OW^ 

PQ6217 

vol.  18 
no.  1-17 


/\UG  2     1976 


f.uy        197^ 


a.uo 


a  00002  33999  O 


í  H'- 


'IVE 

t  on 


\ 


-^\ry 


*  íl    .:  ¡r       ' 


^^ 


SERAFÍN  y  JOAQUÍN 
ÁLVAREZ  QUINTERO 


Hablando 
se  entiende  la  qente 


te  N  X  R  K  IVI  E  S 


SOCIEDAD  DH  AUTORES  ESPAÑOLES 


1913 


HABLANDO  SE  ENTIENDE  LA  GENTE 


Esta  obra  es  propiedad  de  sus  autores. 

Los  representantes  de  la  Sociedad  de  Autores  Españo- 
les son  los  encargados  exclusivamente  de  conceder  o 
negar  el  permiso  de  representación  y  del  cobro  de  los 
derechos  de  propiedad. 

•  Dijoits  áe  représeutation,  de  trad'iíCtióni' tet  de  repro- 
duction,  reserves  pour  tous  les  paya,  y  compris  la 
Suéde,  la  Norvége  et  la  Hollande. 

Copyright,  1913,  by  S.  y  J.  Álvarez  Quintero 


SERAFÍN    y  JOAQUÍN 
ALVAREZ  QUINTERO 


iAWiO  SI  miM  ü  GilE 


15NTRE^\/[BS 


Estrenado  en  el  TEATRO  ÁLVAREZ  QUINTERO  el  10  de 
Noviembre  de  1913 


iVI  ADRID 

Imprenta  de  Regino  Velasco 


y  a  l^anjiro  de  la  Mafa, 

ye/2'cé'S  //i/ér/?re/es  c/e  es/e  e/z /re/Tí es, 
^¿¿s  f¿/e/20s  a//!/^oSj 


REPARTO 


PERSONAJES  ACTORES 

MANOLITA Carmen  Díaz. 

ENRIQUE Ramiro  de  la  Mata. 

CEROTE Eduardo  Ramos. 


^¿XSiffTHlHIBiaiaiÉÍÍBiHIBIHiaiBiaiBIBIH^^ 


HIíBLflflDO  SE  EflTIEflDE  M  GEflTE 


Rincón  de  un  patio  de  casa  de  vecinos  en  Sevilla.  A  la  derecha 
del  actor  la  puerta  de  la  calle.  Al  foro  la  del  cuarto  de  Manolita.  Es 
por  la  mañana,  en  un  buen  día  del  mes  de  Octubre. 


■  -MANOLITA,  sentada  delante  de  su  vivienda,  cose.  Es  un  pimpollo 
a  quien  no  se  le  ve  la  nariz  cuando  cierra  los  ojos  porque  lo  impi- 
den las  pestañas. 

Manolita.      Canturreando. 

Dises  que  no  la  quieres 

ni  vas  a  verla, 
pero  la  vereita 

no  cría  yerba. 

Mirando  hacia  la  izquierda.  Ayí  viene  ya  er  sapatero.  ¿Por 
qué  le  yamarán  Serotef  Porque  pegajoso  no  es.  A  mí 
me  hase  grasia.  Me  hase  grasia;  de  eso  que  no  pué  re- 
mediarse. ¡Tiene  una  espesie  de  guasa  con  tanta  som- 
bra!... Siempre  que  sale  pa  entrega,  y  me  encuentra  a 
la  puerta,  me  ha  de  desí  lo  mismo:  imitando  a  cerote.  «¡Y 
zin  ojos!»  No  es  que  tenga  na  de  particulá  la  ocurren- 
sia,  pero  a  mí  me  cae  en  grasia.  «¡Y  zin  ojos!»  Lo  que 
es  la  simpatía. 


607028 


—  8  — 

Sale  CEROTE,  oficial  de  zapatero,  jjot  la  Izquierda.  Lleva  en  la 
mano,  en  un  pañuelo  cogido  por  los  cuatro  picos,  algún  calzado  obra 
de  su  arte:  ¡quién  sabe  si  unos  zapatos  de  hebilla  para  un  canónigo^ 
o  dos  estuches  para  los  pies  de  una  sevillana!  Al  pasar  ante  Manolita 
no  puede  reprimir  la  habitual  expresión  de  su  entusiasmo. 

Cerote.     ¡Y  zin  ojos! 

Manolita,       ¿Ha  visto  usté  qué  desgrasia,  Serote? 

Cerote.      Desde  la, puerta  de  la  calle.  ¡Y  zin  OJOs! 
Manolita.      ¿Qué  le  vamos  a  hasé?  Se  va    cerote  y  ella  se 

ríe.  ¡Na;  de  ahí  no  sale!  Y  a  mí  me  da  risa.  Tiene  grasia 
de  puro  pesao.  ¡Vaya  con  Serote!  ¿Por  qué  le  yamarán 

Serote?  volviendo  a  su  canto. 

...Ni  vas  a  verla, 
pero  la  vereíta 
no  cria  yerba. 

De   improviso,    mirando  otra  vez  hacia    la  izquierda  y    con  gracioso- 

enojo.  ¡Ea!  ¡Er  vesinito  nuevo!  ¡Jesús  qué  niño!  ¡Qué  re- 
ventante es!  Un  mes  yeva  ya  en  er  corra  y  no  me  ha 
dao  los  güenos  días.  Se  ha  tragao  la  vara  e  medí.  Mía- 
lo, míalo  a  é;  más  serio  que  un  ajo.  Con  toa  la  cara  de 
un  ladriyo.  Hasta  la  manera  de  anda  que  tiene  es  esa- 
boría.  Lo  que  es  yo,  si  en  Seviya  no  hubiera  más  hom- 
bre que  este,  iba  a  dá  en  las  Reparadoras.  ¡No  quieo  ver- 
lo; me  van  a  hasé  daño  las  uvas  luises  que  he  tomaot 

Se  levanta  violentamente  y  se  entra  en  su  casa. 

•  Sale  por  la  izquierda  el  vecino  nuevo,  ENRIQUE,  revisando  unos 
papeles  de  su  cartera,  la  cual  se  guarda  luego.  Viste  a  lo  artesano 
andaluz.  Su  aire  es,  efectivamente,  serio  y  adusto. 

Enrique.  Ya  se  metió  dentro  la  niña  e  la  casera.  Se 
creerá  que  me  la  vi  a  come.  Pué  está  tranquila:  no  me 
gustan  las  tortas  de  aseite.  ¡Cámara  si  es  hartible  la  cria- 
turita!  ¡Lástima  y  no  tuviera  un  hermanito  que  se  le 
diera  un  aire,  pa  haserle  un  pie  agua!  se  marcha  a  la  caii& 

ensimismado. 


Kn  seguida  aparece  MANOLITA. 

Manolita.  Es  contra  mis  nervios:  no  lo  pueo  resistí. 
Míalo:  hasta  de  espardas  tiene  mal  ange.  ¿Y  qué  hase 
■ahora?  Ya  sacó  la  cartera  otra  vez.  ¡La  preponder ansia 
-que  se  dá  é  con  su  cartera!  Tos  los  días  la  tiene  que  saca 
diez  o  dose  veses.  ¡Y  eso  estaría  güeno  pa  er  reló,  pero 
pala  cartera!...  Disen  que  es  pintó  de  una  litografía. 
jHabrá  que  mira  lo  que  pinte!  ¿Qué  le  pasa?  Argo  se  le 
ha  perdió.  ¡Claro,  con  ese  trajín  de  la  cartera!  To  se  le 
güerve  mira  pa  er  suelo...  ¿Y  echa  otra  vez  pa  acá?  ¡Ca- 
balito!  ¡Güeno,  pos  yo  ahora  no  me  voy;  no  vi  a  está  de 
entra  y  sá  porque  a  ér  le  dé  la  gana!  Torua  a  su  silla,  en  la 

que  se  sienta  después  de  dar  con  rabia  un  golpe  en  el  suelo,  y  sigue 
su  labor,  uo  disimulando  su  inexplicable  contrariedad.  Apenas  coge 
la  aguja  se  pincha  un  dedo  y  se  lo  chupa.  ¡Ay! 

Vuelve  ENRIQUE,  buscando  cou  gran  interés  por  el  suelo  lo  que 
sin  duda  alguna  ha  perdido. 

Enrique.  De  mi  cuarto  a  la  caye  ha  tenío  que  sé. 
¡Por  vía  der  demonio!  ¡También  sería  desgrasia  perder- 
la! Se  detiene  un  momento  en  aquella  parte  del  patio,  y  desaparece 
por  la  izquierda  en  la  misma  actitud. 

Manolita.  Me  alegro,  me  alegro  y  me  alegro.  ¡Por 
retecargante!  ¿Y  qué  será  lo  que  ha  perdió?  ¿Argún  re- 
trato? No,  no  pué  sé;  por  chico  que  fuera,  aunque  no 
fuera  de  cuerpo  entero,  se  vería.  ¡Ah!  ¡Ya  sé  lo  que  es! 
]Es  una  medayita!  Desde  aquí  la  veo:  ayí  reluse.  Bus- 
ca, busca,  que  lo  que  es  ahí  vas  a  dá  con  eya.  Ya  güer- 
ve pa  acá.  ¿Se  lo  digo?  No.  Sí.  No.  ¡Por  antipático!  ¡No 
se  lo  digo! 

ENRIQUE,  realmente  afanado  en  buscar  la  medalla,  sale  de 
nuevo. 

Enrique.     ¡Várgame  Dios!  Pos  me  espera  un  dijusto 

más  que  regula  si  no  párese.  Manolita,  medio  compade- 
-cida  al  cabo,  trata  de  indicarle  con  un  movimiento  repetido  de 
-ojos  primero  y  luego  de  cabeza,  el  sitio  donde  está  lo  que  busca. 
Él,    cuando  lo   advierte,    se    figura   que    es    burla   de    la   muchacha 


—  10  — 
y  se  le  encara  con  enfado.   Niña,   ¿110   tiene   USté   Un   monO 

pa  reírse  con  é? 

Manolita.  ¿Ah,  sí?  ¿Habráse  visto  eriso?  ¿De  mane^ 
ra  que  quería  desirle  en  dónde  está  la  medayita  y  me 
suerta  usté  ese  desagrado?  ¡Pos  ahora  se  va  usté  a  sarta 
los  ojos,  si  quiere,  hasta  dá  con  eya!  vuelve  a  su   costura 

llena  de  indignación  y  coraje,  y  se  pincha  de  nuevo.  ¡Ay! 

Enrique.     ¿Se  ha  pinchao  usté? 

Manolita.  No,  señó;  ha  sío  usté  er  que  se  ha  pin- 
chao. 

Enrique.     ¡Qué  genio,  hija! 

Manolita.  ¡Como  que  usté  pué  asustarse  der  genio! 
¡Es  usté  una  piedra  de  afila!...  Si  le  arrimo  las  tijeras^ 
sartan  chispas. 

Enrique.     ¿Desía  usté  que  ha  visto  por  aquí...? 

Manolita.      canturreando  sin  hacerle  caso. 

Suhej  Mariana,  sube, 
por  aqueya  montardta  arriba  sube, 
sube... 

Enrique.  ¿Qué  hase  usté,  niña? 

Manolita.  ¡Desirle  a  Mariana  que  suba!  ¿No  lo  oye- 
usté? 

Enrique.  ¿Cómo? 

Manolita.  ¡Divertirme  con  er  mono  que  tengo! 

Enrique.      ¡GÜenO  está!...  continúa  buscando  la  medalllta. 

Manolita.    Frío,  frío,  frío... 

Enrique.     Niña,  yo  no  le  he  dao  a  usté  confiansas. 

Manolita.  Ni  yo  me  las  he  tomao,  señó.  No  he  dicho 
más  que  frío,  frío,  frío,  porque  se  me  ha  venío  a  la 
boca.  Como  hubiera  podio  desí  caliente,  caliente,  ca- 
liente. Enrique  la  mira  amostazado  sin  contestarle,  y  sigue  buscan- 
do. ¡Sí  que  tiene  usté  güeña  vista!  ¿Y  usté  es  pintó? 
Vuelve  a  mirarla  Enrique.  Pintará  usté  puertas:  toas  de  un 
coló  de  arriba  abajo.  Nueva  mirada  del  mocito.  ¿Por  qué  na 


—  11  — 

echa  usté  un  fósforo?  ¿Quié  usté  una  vela?  Na;  no  hay 
más  remedio:  una  perra  gorda  a  las  Animas,  o  no  pá- 
rese. A  poco  se  levanta  nerviosa,  sin  poder  contenerse  más  tiempo, 
coge  del  suelo  la  medallita,  que  es  diminuta,  y  se  la  muestra  a  Enri- 
que. ¡Místela,  hijo,  místela!  Fijándose  en  ella.  ¡Ay,  qué  bo- 
nita es!  San  Antonio  bendito.  La  limpia  y  la  besa.  Tómela 
usté  ya. 

Enrique.     Muchas  grasias. 

Manolita.     No  las  merese. 

Enrique.  Usté  no  pué  carculá  er  favo  que  me  ha 
hecho. 

Manolita.  Lo  SelebrO  tanto.  Vl'endo  que  Enrique  va  a  be- 
sar también  la  medallita.  No  la  besc  usté,  uo  sca  quc  yo  ten- 
ga arguna  enfermedá  que  se  pegue  y  vaya  usté  a  co- 
gerla; que  sería  un  doló. 

Enrique.      No  hay  CUidao.  Besa  la  medalla  y  se   la   guarda. 

Manolita.    Pos  nadie  lo  diría. 

Enrique.    ¿Por  qué? 

Manolita.  ¿Por  qué  ha  de  sé?  Porque  pasa  usté  tos 
los  días  por  mi  puerta  como  si  hubiera  peste. 

Enrique.    ¿Yo? 

Manolita.     Usté.  Sin  dá  siquiera  los  güenos  días. 

Enrique.  Los  güenos  días  no  los  doy,  porque  apenas 
me  ve  usté  vení  se  mete  dentro. 

IVIanolita.  Yo  me  meto  dentro  porque  me  choca  mu- 
cho la  manera  que  usté  tiene  de  pasa.  Pasa  usté  así... 
como  si  hubiera  cogió  una  mala  postura  en  la  cama... 

Enrique.  Eso  es  según  usté  lo  mira.  Lo  que  es  que 
yo  no  soy  de  esos  hombres  que  le  dan  palique  a  un  gata 
que  se  encuentren. 

Manolita.     Ya  me  yamó  usté  gato.  ¡Qué  fino! 

Enrique.  Como  ese  sapatero  de  ahí,  que  ha  de  desir- 
le argo  a  to  er  que  pasa  por  la  vera  suya. 

Manolita.  ¿Quién?  ¿Serote?  ¡Ya  quisiera  usté  pare- 
serse  a  Serote!  «¡Y  zin  ojos!» 

Enrique.    ¿Qué? 


-^  12  — 

Manolita.     Na.  Cosas  mías. 

Enrique.  Pos  está  usté  equivoca:  yo  no  quiero  pare- 
serme  a  Serote. 

Manolita.     ¡Jesús,  qué  orguyoso! 

Enrique.  Ni  orguyoso  ni  humirde;  que  no  me  quie- 
ro párese. 

Manolita.     ¿Envidia  o  caridá,  vesino? 

Enrique.  Como  no  le  envidie  er  güen  humó;  lo  que 
es  er  garbo... 

Manolita.  El  humó  de  usté  es  pa  envidiarle  er  suyo 
a  cuarquiera. 

Enrique.  Motivos  me  sobran  pa  que  no  sea  güeno, 
hija  mía. 

Manolita.  De  toas  maneras,  a  la  legua  se  ve  que  es 
usté  seriesito. 

Enrique.  Un  payaso  no  soy.  Ni  ganas.  Pero  además, 
niña,  nadie  está  en  la  vida  de  nadie,  ni  nadie  sabe  de 
nadie,  ni  nadie  vive  dentro  de  nadie  pa  podé  nadie  desí 
na  de  nadie. 

Manolita.     ¿Sabe  usté  que  no  es  usté  nadie? 

Enrique.     Yo  vivo  aquí  solo,  como  usté  ha  visto. 

Manolita.     Yo  no  he  visto  na. 

Enrique.  Ha  podio  usté  verlo.  Tengo  a  mi  padre  en 
Mairena,  dándole  na  más  que  dijustos  a  mi  madre; 
aquí  en  Seviya  tengo  a  una  hermana  mar  casa,  sin  otro 
consuelo  que  er  mío;  mi  hermaniyo  er  chico  está  en  la 
guerra  pasando  er  Purgatorio — esta  medayita  me  la  ha 
mandao  mi  madre  pa  é; — y  en  la  litografía  donde  tra- 
bajo ha}^  un  maestro  ar  que  voy  a  tené  que  pegarle  dos 
gofetás...  ¡Y  con  to  esto  ensima  quié  usté  que  sarga  yo 
de  mi  cuarto  pa  la  caye  y  que  le  dé  a  usté  los  güenos 
días  con  unos  pasitos  de  seviyanas! 

Manolita.  Na  de  eso  quiero  yo.  Ni  sabía  de  toas  esas 
desgrasias  tanto  así.  Es  usté  un  seniso. 

Enrique.  No  me  fartan  pesares,  mosita,  como  está 
usté  oj^endo. 


—   13    - 

Manolita.  ¿Quién  se  lo  podía  figura?  A  una  como 
lo  que  le  sobran  son  motivos  pa  está  contenta,.. 

Enrique.  Dios  se  los  conserve  a  usté  hasta  la  ñn  der 
mundo. 

Manolita.     Muchísimas  grasias. 

Enrique.  Usté  vive  en  la  gloria.  Con  que  tos  los  días 
ar  levantarse  se  mire  usté  al  espejo,  ya  no  hay  penas 
pa  nsté. 

Manolita.     Grasias. 

Enrique.  Tiene  usté  unas  pestañas  pa  toma  er  fres- 
<?o  en  er  verano  debajo  de  eyas. 

Manolita.     Grasias.  Gana  usté  mucho  con  er  trato. 

Enrique.  Y  usté  también.  La  verdá  sea  dicha:  no 
■era  usté  santo  de  mi  devosión.  Me  paresía  usté  mu  f  an  - 
tesiosa. 

Manolita.  ¿Fantesiosa  yoV  ¿Yo  fantesiosa?  ¿Fante- 
•siosa  ha  dicho  usté?  ¿Qué  tengo  yo  de  fantesiosa^ 

Enrique.  La  facha  cuando  menos.  Empesando  por 
la  nariz,  que  no  pué  sé  más  insolente. 

Manolita.  Acariciándosela  con  gracia.  Te  han  yamao  in- 
dolente. 

Enrique.  Y  yo  desía  pa  mí:  la  niña  e  la  casera  es 
guapa... 

Manolita.     Der  montón. 

Enrique.     Pero  despide  las  visitas. 

Manolita.  Lo  mismo,  lo  mismo  que  yo  desía  de  usté 
íir  verlo  siempre  tan  ca^^ao:  er  vesino  nuevo  se  debe 
de  alimenta  con  inyersiones,  pa  no  abrí  la  boca. 

Enrique.     Y  los  dos  nos  habemos  engañao. 

Manolita.  No,  pos  mu  charlatán  tampoco  me  lo  pá- 
rese usté. 

Enrique.  Cuando  estoy  a  gusto  sí  que  charlo.  ¿No 
■charlo  ahora? 

Manolita.     Ahora  sí. 

Enrique.     Porque  me  encuentro  a  gusto. 

JVI  ano  lita.     ;Es  de  verdá? 


—  14  — 

Enrique.  Me  ha  pasao  lo  que  le  pasa  a  uno  cuan- 
do yeva  frío  y  se  mete  en  una  habitasión  donde  hay 
camiya.  Vamos,  donde  hay  copa.  Se  nota  un  calor- 
sito... 

Manolita.     ¿Pero  hay  copa  aquí? 

Enrique.  Hay  lo  presiso  pa  ensenderla.  Candela  na 
farta.  ¡Vaya  dos  ojos  que  tiene  usté,  vesina! 

Manolita.  ¡Cuando  digo  que  gana  usté  mucho  con 
er  trato!  Es  usté  otro  hombre.  ¿Qué  le  armira  a  usté  de 
los  ojos? 

Enrique.  No  sé...  Una  grasia  espesiá...  un  briyo  de 
nuevos...  ¿Los  estrena  usté  hoy? 

Manolita.  No,  señó;  los  estrené  hase  años.  Sino  que 
son  de  un  coló  que  no  pierde.  ¡Y  qué  me  alegro  yo  de 
que  sea  usté  así!  Me  daba  a  mí  muchas  veses  senti- 
miento. A  mi  madre  se  lo  dije  un  día.  Pregúntesela 
usté:  %¡qué  lástima  que  un  hombre  tan  sombran  y  tan 
antipático  tenga  tan  güen  tipo! 

Enrique.     ¿Hasta  antipático  le  era  a  usté? 

Manolita.     ¡Uh!  Argunos  días  lo  hubiera  insurtao. 
Sobre  to  los  domingos.  La  corbatita  colora  y  er  pañuela 
de  seda  desmayao  ar  borde  'er  borsiyo,  me  asesinaban 
¡Y  siempre  tan  reservao  y  tan  serio! 

Enrique.  Pos  ya  está  usté  entera  de  por  qué  soy 
una  cosa  y  otra.  Es  cuestión  de  carártere.  Genio  y  figu- 
ra... Cuando  se  nase  con  un  carártere,  se  vive  con  ese 
carártere  y  se  muere  uno  con  er  mismo  carártere.  Sobre 
que  si  se  tienen  cosas  güeñas  que  contá,  pué  uno  í  por 
las  cayes  pregonándolas,  sea  er  que  sea  su  carártere; 
pero  si  no  se  tienen  más  que  penas  y  sinsabores,  crea 
usté  que  lo  mejó  es  cayá  y  pasárselos  uno  solo. 

Manolita.  Los  sinsabores  como  las  penas  disen  que 
contándolos  hayan  alivio. 

Enrique.  Eso  disen;  pero  ha  de  sé  contándolos  a 
quien  los  quiera  oí;  a  quien  no  vaya  a  burlarse  de 
eyos. 


—  16  — 

Manolita.  ¿Y  quién  hay  capá  de  burlarse  de  seme- 
jante cosa?  Yo  de  las  penas  de  usté  en  jamás  me  hu- 
biera burlao. 

Enrique.     Eso  era  pa  saberlo. 

Manolita.  Pos  ya  se  lo  ha  dicho  a  usté  quien  bien 
me  conose. 

Enrique.     Y  no  se  me  orvida. 

Manolita.     ¿Tiene  usté  memoria? 

Enrique.     Como  to  er  que  es  agradesío. 

Manolita.     Me  gusta  eso. 

Enrique.  Y  tan  solo  como  vivo  aquí,  y  usté  tan 
amable,  usté  verá  cómo  no  es  este  el  úrtimo  ratito  de 
palique  que  echamos. 

Manolita.     Y  así  se  empiesan  muchos  melones. 

Enrique.    ¿Qué? 

Manolita.  Na;  un  dicho  der  pueblo  de  mi  madre,, 
que  es  de  Benacasón. 

Enrique.     ¿Entonses,  aqueyo  de  la  antipatía...? 

Manolita.    Borrao. 

Enrique.  ¿Aqueyo  de  mi  reserva,  y  de  mi  orguyo,  y 
de  mi  fachenda...? 

Manolita.  Borrao.  ¿Y  aqu'^yo  de  mi  fantesía,  y  de  la 
insolensia  de  mis  narises?... 

Enrique.  ¡Borrao  der  to!  ¡Insolente  la  nariz  de  ustél' 
¡La  nariz  de  usté  es  una  pobresita  esclava...  vigila  por 
dos  negros! 

Manolita.     ¡Vaya!  Hablando  se  entiende  la  gente. 

Enrique.     Así  son  las  cosas  de  este  mundo. 

Manolita.     ¡Miste  yo  tan  amiga  dervesino  nuevo! 

Enrique.     ¡Miste  yo  de  charla  con  la  niña  de  la  case 
ra!  ¿No  hay  pa  reírse? 

Manolita.  ¡l*os  ríase  usté  ya,  hijo,  que  toavía  no  ha.- 
roto  der  to!  ¡Y  yo  no  soy  dos  cuartos  de  sar  .«osa! 

Los  dos  sueltan  la  carcajada. 

Enrique.     ¿Está  usté  contenta? 
Manolita.     A  Dios  grasias. 


—  16  — 

Enrique.     ¿Somos  amigos? 

Manolita.    Lo  somos. 

Enrique.  Yo  me  voy  ar  trabajo  como  nunca.  En 
güeña  hora  perdí  la  medaya  de  San  Antonio. 

IVIanoüta.     Y  en  güeña  hora  la  vi  yo. 

Enrique.     Y  en  güeña  hora  le  dio  usté  un  beso, 

Manolita.    Y  usté  otro. 

Enrique.  Juntito  ar  de  usté.  No  ha  estao  malo  er 
punto  de  sita. 

Manolita.  A  sabe  si  habrá  sio  San  Antonio  cjuien  ha 
hecho  este  milagro. 

Enrique.  A  sabe.  Er  tiene  arguna  costumbre  de  estas 
cosas. 

Manolita.     Y  no  se  da  maliyas  trasas. 

Enrique.     ¿Hasta  luego? 

Manolita.     Hasta  luego. 

Enrique.    ¿La  mano? 

Manolita.      La  mano.  Se  la  estrechan    y    no  hallan  momento 

de  soltarse.  Suerte  usté  ya,  que  va  usté  a  yegá  tarde  a  la 
litografía.  Y  er  maestro  tiene  malas  purgas. 

Enrique.  ¡Hoy  me  sarto  yo  ar  maestro  a  la  piola! 
Con  Dios. 

Manolita.      Con  Dios.  Deteniendo  a  Enrique,  ya  en  la  puerta. 

Sss...  sss...  Que  se  me  orvidaba.  ¿Cómo  se  yamausté? 
Enrique.     Es  verdá:  yo,  Enrique. 

Manolita.      Eecreándose  en  el  nombre.  ¡Enrique! 

Enrique.  ¿Y  usté? 

Manolita.  Yo,  Manolita. 

Enrique,  lo  mismo  que  ella.  ¡Manolita! 

Manolita.  ¿Enrique  qué? 

Enrique.  Enrique  Ortega.  ¿Y  usté  Manolita  qué? 

Manolita.  Manohta  Sepero.  ¿Enrique  Ortega  qué? 

Enrique.  Enrique  Ortega  Caravaca. 

Manolita.  Y  yo  Manolita  Sepero  Muriyo. 

Enrique.  ¡De  la  familia  de  Muriyo  tenía  usté  que 


vení  por  su  madre!  Güenos  días,  se 


va  mirándola. 


~  17  ->- 

Manolita.  Güenos  días. — ¡Otro  hombre!  ¡otro  hom- 
bre! ¡Vaya  vm  muchacho  fino,  y  bien  educao,  y  con 
asiento  en  lo  que  dise,  y  con  sahas  bonitas  y  simpático 
por  toas  partes  que  una  lo  vea!  ¡Otro  hombre!  ¡otro 
hombre! 

Ea  este  oportuno  momento  regresa  CEROTE.  Y  es  claro  que  al 
pasar  junto  a  Manolita  le  espeta  la  consabida  exclamación. 

Cerote.     ¡Y  zin  ojos! 

Manolita.      Encarándosele  de  mal  temple.  ¡  Ave  María!  ¿Pero 

no  se  le  ocurre  a  usté  más  que  eso?  ¡Cuidao  con  er  sa- 
patero  si  es  chocante!  «¡Y  zin  ojos!»  «¡Y  zin  ojos!»  ¡Y  a 
toas  horas  lo  mismo!  ¡Pos  sí  que  tengo  ojos,  pero  no  son 
pa  mirarlo  a  usté!  ¡Va^'-a! 

Cerote.      Absorto    ante   el    inesperado   roción.   Güeno,  niña, 

güeno:  usté  dispenze. — ¿Y  yo  que  creía  que  le  hacía  mu- 
cha gracia  lo  de  «¡Y  zin  ojos!»?  ¡No  hay  quien  entienda 

a  las  mujeres!  Se  va  por  la  izquierda. 

Manolita.  ¡Er  demonio  'er*tío!  ¡Con  un  oló  a  beserro 
mate  que  no  hay  quien  lo  sufra'  ¡Mía  que  es*soso  y  que 
tiene  mal  ange!  Ya  sé  yo  por  lo  que  le  disen  Serote.  ¡En 
cambio  Enrique  Ortega  Carayaca  está  sembrao! 

Al  público. 

Ahí  va  mi  consejo,  si  valen  consejos 
de  una  jovensiya  sin  seso  aparente: 
a  nadie  en  er  mundo  se  juzgue  de  lejos: 
yo  he  visto  que  hablando  se  entiende  la  gente^ 


FIN 


Faenterrabia,  Octubre,  1913, 


OBRAS   DE  LOS  MISMOS  AUTORES 


Publicadas  por  la  Sociedad  de  Autores  Españoles: 

Esgrima  y  amor,  juguete  cómico.  (2.*  edición.) 

Belén,  12,  principal,  juguete  cómico.  (2.*  edición.) 

€Hlilo,  juguete  cómico  Úrico.  Música  del  maestro  Osxina.  (3.'  edición. 

lia  media  naranja,  juguete  cómico.  (3.*  edición.) 

El  tío  de  la  flaata,  juguete  cómico.  (3.*  edición,) 

El  ojito  derecho,  entremés.  (4.*  edición.) 

lid  reja,  comedia  en  un  acto.  Í5.*  edición.) 

La  buena  sombra,  sainete  en  tres  cuadros,  con  música  del  maes  - 

tro  Brull.  (6.*  edición.) 
El  pereg-rino,  zarzuela  cómica  en  un  acto.  Música  del  maestro 

Gómez  Zarzuela.  (2.*  edición.) 
fia  vida  íntima,  comedia  en  dos  actos.  (3.*  edición.) 
dos  borrachos,  sainete  en  cuatro  cuadros*  con  música  del  maes- 
tro Giménez.  (3.*  edición.) 
El  chiquillo,  entremés.  (7.*  edición.) 
Xas  casas  de  cartón,  juguete  cómico.  (2.*  edición.) 
El  traje  de  luces,  sainete  en  tres  cuadros,  con   música  de  los 

maestros  Caballero  y  Hermoso.  (2.*  edición.) 
£1  patio,  comedia  en  dos  actos.  (5.*  edición.) 
El  motete,  pasillo  con  música  del  maestro  José  Serrano.  (3.*  edi» 

ción.) 
El  estreno,  zarzuela  cómica  en  tres  cuadros.  Música  del  maestro 

Chapí.  (2.*  edición.) 
liOS  Galeotes,  comedia  en  cuatro  actos.  (4."  edición.) 
Xa  pena,  drama  en  dos  cuadros.  (2.»  edición.) 
Xa  azotea,  comedia  en  un  acto.  (2.*  edición.) 
El  g'énero  ínfimo,  pasillo  con  música  de  los  maestros  Valverde 

(hijo)  y  Barrera. 
El  nido,  comedia  en  dos  actos.  (3.*  edición.) 
Xas  flores,  comedia  en  tres  actos.  (3.*  edición.) 
Xos  piropos,  entremés.  (2.*  edición.) 
El  flechazo,  entremés.  (3.*  edición.) 

El  amor  en  el  teatro,  capricho  literario  en  cinco  cuadros,  pró- 
logo y  epílogo.  (2.*  edición.) 
Abanicos  y  panderetas  o  ¡A  Sevilla  en  el  botijo!  humorada 

satírica  en  tres  cuadros,  con  música  del  maestro  Chapí. 
Ea  dicha  ajena,  comedia  en  tres  actos  y  un  prólogo.  (2.*  edición.) 
Pepita  Reyes,  comedia  en  dos  actos.  (2.*  edición.) 
Eos  meritorios,  pasillo. 
Xa  zahori,  entremés.  (2.*  edición.) 
Xa  reina  mora,  sainete  en  tres  cuadros,  con  música  del  maestro 

José  Serrano.  (3.*  edición.) 
Zaragatas,  sainete  en  dos  cuadros,  (2  *  edición.) 


ta  zag-ala,  comedia  en  cuatro  actos.  (2.'*  edición.) 

Lia  casa  ele  García,  comedia  en  tres  actos. 

lia  contrata,  apropósito. 

El  amor  que  pasa,  comedia  en  dos  actos.  C2.*  edición.) 

Ei  mal  de  amores,  sainete  con  música  del  maestro  José  Serrano. 

El  nuevo  servidor,  humorada. 

Slauaua  de  sol,  paso  de  comedia.  (2.*  edición.) 

Fea  y  con  g-racia,  pasillo  con  música  del  maestro  Turina. 

lia  aventura  de  los  galeotes,  adaptación  escénica]  de  un  capí- 
tulo del  Quijote. 

lia  musa  loca,  comedia  en  tres  actos. 

lia  pitanza,  entremés. 

El  amor  en  solfa,  capricho  literario  en  cuatro  cuadros  y  un  pró- 
logo, con  música  de  los  maestros  Chapi  y  Serrano. 

1.0S  chorros  del  oro,  entremés.  (2."  edición.) 

JHorritos,  entremés. 

Amor  a  oscuras,  paso  de  comedia. 

Lia  mala  sombra,  sainete  con  música  del  maestro  José  Serrano.. 
(2.*  edición.) 

El  genio  alegre,  comedia  en  tres  actos.  (3/  edición.) 

£1  niüo  prodigio,  comedia  en  dos  actos. 

Nanita,  nana...,  entremés  con  música  del  maestro  José  Serrano. 

La  zancadilla,  entremés. 

La  bella  Eucerito,  entremés  con  música  del  maestro  Saco  der 
Valle, 

La  patria  chica,  zarzuela  en  un  acto.  Música  del  maestro  Chapí, 
(2.*  edición.) 

La  vida  que  vuelve,  comedia  en  dos  actos. 

A  la  luz  de  la  luna,  paso  de  comedia. 

La  escondida  senda,  comedia  en  dos  actos. 

El  agua  milagrosa,  paso  de  comedia. 

lias  buñoleras,  entremés. 

Eas  de  Caín,  comedía  en  tres  actos. 

Las  mil  maravillas,  zarzaela  cómica  en  cuatro  actos  y  un  pró- 
logo. Música  del  maestro  Chapi. 

Sangre  gorda,  entremés. 

Amores  y  amoríos,  comedia  en  cuatro  actos.  (2.*  edición.) 

El  patinillo,  sainete  con  música  del  maestro  Gerónimo  Griménez» 

I>oña  Clarines,  comedia  en  dos  actos. 

El  centenario,  comedia  en  tres  actos. 

La  muela  del  Rey  Farfán,  zarzuela  infantil,  cómico-fantástica. 
Música  del  maestro  Amadeo  Vives. 

Herida  de  muerte,  paso  de  comedia. 

El  (iltimo  capítulo,  paso  de  comedia. 

La  rima  eterna,  comedia  en'dos  actos,  inspirada  en  ana  rima  de 
Bécquer. 

Ea  Hor  de  la  vida,  poema  dramático  en  tres  actos. 

Solico  en  el  mundo,  entremés. 

Palomilla,  monólogo, 

Rosa  y  Rosita,  entremés. 


Kl  hombre  que  hace  reír,  monólogo. 

Aiiita  Itt  KÍMueua,  zarzuela  cómica  en  dos  actos.  Música  del  maes- 
tro Amadeo  Vives 
Puebla  «le  las  Slujeres,  comedia  en  dos  actos. 
Malvaloca,  drama  en  tres  actos. 

.Sábado  sin  sol,  entremés  con  música  del  maestro  Francisco  Bravo . 
L<as  haxaüas  de  Juanillo  el  de  Molares,  apropósito. 
Mundo,  mundillo...,  comedia  en  tres  actos. 
Fortunato,  historia  tragicómica  en  tres  cuadros. 
Sin  palabras,  comedia  en  un  acto, 
Nena  Teruel,  com.edia  en  dos  actos  y  un  epilogo. 


Publicadas  por  la  Biblioteca  Renacimiento: 

Comedias  escog'idas: 

I.— Los  Galeotes.— El  patio.— Las  flores. 

II.— La  zagala.— Pepita  Reyes. — El  genio  alegre. 

III. — La  dicha  ajena.— El  amor  que  pasa. — Las  de  Caín. 

IV. — La  musa  loca. — El  niño  prodigio. — Amores  y  amoríos. 

V  y  último.— La  casa  do  García.— Doña  Clarines.— El  centenario, 

En  lomos  sueltos: 
La  rima  eterna,  La  flor  de  la  vida,  Puebla  de  las  mujeres,  Malvaloca, 
Mundo,  mundillo....  Fortunato,  Sin  palabras  y  Nena  Teruel. 

En  preparación: 
I>e  la  tierra  baja,  cuentos  andaluces. 

Las  aventuras  de  Tartajilla  (Apuntes  de  un  maestro  de  escue^ 
la),  novela  para  niños. 


Pompas  y  honores,  capricho  literario  en  verso  por  El  Diablo  Co' 
juélo.  Fernando  Fe,  Madrid. 

Fiestas  de  amor  y  poesía,  colección  de  trabajos  escritos  ex  pro- 
feso para  tales  fiestas.  Manuel  Marín,  Barcelona. 


TRADUCCIONES 

Al  italiano: 

I  fastidi  della  celebrita  (La  vida  intima),  por  Giulio  de  Meaici. 

II  patio  (II  cortile  sivigliano),  por  Giuseppe  Paolo  Pacchierotti. 
I  Oaleoti  (Los  Galeotes),  por  el  mismo. 

JLa  pcua,  por  el  mismo. 

I  fiori  (Las  floresj,  por  el  mismo. 

L.a  casa  »li  García,  por  Luigi  Motta. 

Ij'aiuore  che  passa.  por  Giuseppe  Paolo  Pacchierotti. 

Mattina  <lí  solé  (Mañana  de  sol),  por  Luigí  Motta  y  Gilberto  B'ec- 

cari. 
Amore  al  bnio  (Aynor  a  oscuras),  por  Luigi  Motta. 
Anima  alleg-ra  (El  genio  alegre),  por  Juan  [Fabré  y  Olivar  y  Luigi 

Motta. 
Al  chiaro  di  luna  (A  la  luz  de  lalluna),  por  Luigi  Motta. 
tie  fatiche  di  Ercole  (Las  de'jCain)^  por  Juan  Fabcé  y  01  i  ver. 
Siora  Chiareta  (Doña  Clarines),  por  Giulio  de  Frenzi. 

II  centenario,  por  Franco  Liberati. 

l.'ultiuio  eapitolo,  por  Luigi  Motta  y  Gilberto  Beccari. 

II  fior  della  vita,  por  los  mismos 

Malvaloca,  por  los  mismos. 

Rag^natele  d'amore  (Fuella  de  las  Mujeres),  por  Enrico  Tedeschi. 

Al  alemán: 

Eiu  Sommeridyll  in  Sevilla  (El  patio),  por  el  Dr.  Max  Brau- 

sewetter. 
Die  Blanien  (Las  flores),  por  el  mismo. 

Das  fremde  Olück  (La  dicha  ajena),  por  J.  Gustavo  Eolide. 
I>ie  L<iebe  ^eht  vorüber  (El  amor  que  pasa),  por  el  Dr.  Max  Brau- 

sewetter. 
Ein  sonulg-er  lüf  org-en  (Mañana  de  sol),  por  Mary  v.  Haken. 
liCbenslast  (El  genio  alegre),  por  el  Dr.  Max  Brausewetter. 

Al  francés: 

Matinée  de  soleil  (Mañana  de  sol),  por  V.  Borzia. 
Ea  fleur  de  la  vie  (La  flor  de  la  vida),  por  Georges  Lafond  y  Albert 
Boucheron . 

Al  holandés: 

I>e  bloem  van  bet  leven  (La  flor  de  la  vida),  por  N.  Smidt-Eei- 
neke. 


Precio:  UNA  peseta 


RARE  BOOK 
COLLECTION 


THE  LIBRARY  OF  THE 

UNIVERSITY  OF 

NORTH  CAROLINA 

AT 

CHAPEE  HILL 


PQ6217 
.T44 
V.18 
no. 1-17